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jueves, 30 de enero de 2025

Capítulo 32-5, Priorato de Santa Maria de Cervià de Ter, Santa María de Mosoll, Priorato de Lladó, Iglasia de Maçanet de Cabrenys, Santa Eugenia de Saga, Claustro de Sant Doménec de Peralada

 

Cervià de Ter
Situado en el Noreste de la comarca del Gironès, a tan sólo 14 km de la capital, el municipio de Cervià de Ter extiende sus 9'6 km’ sobre las planas aluviales de la orilla izquierda del río Ter Mientras las tierras meridionales y levantinas del municipio configuran amplias llanuras, en la zona noroeste la orografía se vuelve algo más agreste, con desniveles abruptos de no más de 140 m de altitud.
La población se concentra fundamentalmente en el pueblo de Cervià, con su caserío aglutinado situado en la llanura bajo la protección de la colina del Pedró, que lo protege de los fuertes vientos En el sector nororiental del término se sitúa el pueblo de Raset, integrado por tres caseríos diseminados El acceso a ambas localidades se realiza sin problemas por la carretera Cl-633, que sale de la N-11, cerca de Medinyà.
El topónimo Cervià tiene sus raíces en época romana, deriva de Cervianus, probablemente el nombre de la villa romana que se encuentra en los orígenes del pueblo y que se habría asentado en las tierras tan ricas y bien comunicadas de Cervià, muy cercanas a la entonces Via Augusta Cerca del priorato de Santa Maria, precisamente, se han encontrado los restos arqueológicos de una de las dos villas romanas que había en el lugar, llamada la Quintana y activa entre el siglo I a.C. y el V d.C.
En el año 992 tenemos la primera noticia del castillo de Cervià, propiedad condal de Girona comprada por Sunyer Llobet, el hijo del cual, Silvi Llobet, en el año 1053 funda el monasterio benedictino de Santa Maria de Cervià Gaufred Bastons, sobrino y heredero de Llobet, protagoniza varias afrentas e intentos de dominación y apropiación de los bienes del priorato Los sucesores de éste acaban vendiendo el castillo a Arnau de Llers Con los señores de Cervià, el lugar se convierte en sitio condal-real, administrado por dicha familia y posteriormente, durante la baja Edad Media, por la familia Xammar, de Medinyà, fieles al rey Juan II.

Antiguo priorato de Santa Maria de Cervià de Ter
El priorato de Santa Maria preside hoy una gran plaza rodeada de zona verde, no muy lejos del antiguo núcleo fortificado medieval de Cervià. El conjunto monacal severamente abandonado tras ser exclaustrado y desamortizado en 1835, cambia su suerte en la década del 1980 cuando el Ayuntamiento adquiere parte del recinto y empieza la rehabilitación del edificio, organizado en torno al claustro porticado. El templo románico de Santa Maria fue rehabilitado a partir de 1993 y 1995, y en 1999 se descubrieron las espectaculares pinturas románicas de su transepto. Afortunadamente, hoy todo el conjunto se encuentra recuperado y devuelto al uso: se celebran oficios y conciertos en el templo, y las antiguas dependencias albergan las oficinas municipales y demás servicios.
Las dimensiones e importancia del conjunto de Cervià de Ter se deben a la estrecha vinculación de sus promotores, los Cervià, con la familia condal de barcelona. A finales del siglo X, Sunyer Llobet compra al conde Correll II el castillo de Cervià. Es entonces cuando los Cervià devienen feudatarios y hombres de confianza de los condes de Barcelona-Girona. La fundación señorial del priorato de Santa Maria marca profundamente la evolución histórica del lugar, siempre en estrecha relación con sus señores. En el año 1053, Silvi Llobet, hijo de Sunyer y señor de Cervià, y su mujer Adalets, a falta de descendientes, promueven la edificación del templo dedicado a santa María, al arcángel san Miguel y a los apóstoles Pedro y Pablo, junto a la construcción de un cenobio que deberá albergar una comunidad monacal, sus “hijos espirituales”.
Desde sus inicios, la comunidad deberá ser benedictina: in eodem Ioco simul construantur aedificia servorum Dei usibus apta, qui ibi secundum legem eati Benedicti, Deo Samper serviant et repulariter vivant. La empresa se lleva a cabo con el consentimiento del obispo de Girona Berenguer Guifred, y de la familia condal de Barcelona, el conde Ramon Berenguer l y su abuela, la condesa Ermessenda. Los herederos de Silvi Llobret, que pronto devienen nobles de la corte de Barcelona, aunque en vida incurran en disputas contra el cenobio, querrán tener sepultura en Santa Maria, convertida en panteón familiar. El mismo Silvi Llobet, en su testamento, da la mitad de sus pertenencias para la construcción de la iglesia “dónde quiere ser sepultado”, y pone el cenobio y a sus herederos bajo la protección y el amparo de los condes Ramon Berenguer l y Almodis, junto al obispo berenguer de Girona.
Además de la considerable inversión inicial para la construcción del conjunto, los sucesivos señores de Cervià hicieron repetidamente cuantiosas donaciones para los ornamentos de la iglesia. El heredero de Silvi Llobet, Causfred Bastó, dón en 1102 cinco libras de plata para la realización de una cruz. Posteriormente, en 1141 y 1142, Guillem Causfred de Cervià, tras protagonizar varias reyertas contra los intereses del monasterio, restituye al monasterio todos los bienes fundacionales otorgados por su antecesor Silvi Llobet, y hace donación de todo “el pan y el vino que se produce en el término y la parroquia de Sant Genís”, pidiendo ser enterrado en Santa María.
Los fundadores del monasterio, Silvi Llobet y Adelets, sujetaron en 1055 la comunidad de Cervià del monasterio de San Michele della Chiusa, cenobio piamontés situado en un enclave estratégico de los Alpes, lugar de paso de los peregrinos catalanes rumbo a Roma ya en el siglo X. Aunque, desde sus inicios, la comunidad de Cervià dependió pues del monasterio italiano, sobre todo en los primeros años de su existencia debió lidiar con el obispado de Girona, Que durante el siglo XI acumuló gran poder y, junto a la autoridad condal, ejerció como patrón de la comunidad. La iglesia parroquial de Sant Genís y sus rentas, en parte en manos de los señores del castillo, pasaron progresivamente a manos del priorato que acabaría por ejercer el monopolio de la autoridad religiosa en el término, siendo eximido de jurisdicción episcopal en una bula papal de 1156.
Aunque la comunidad de Santa María de Cervià tuvo presente su vinculación con la casa italiana, son contadas las visitas de abades piamonteses. La primera la realiza el abad Benedetto II en 1071, acompañado por dos nobles de Torino, uno de ellos juez, para defender el monasterio ante el entonces señor de Cervià Causfred Bastons. Cincuenta años después, en 1121, visita Cervià el abad Ermengol, que recibe la iglesia parroquial de Sant Genís, sus primicias, bienes y otras iglesias, de manos del obispo de Girona. La última visita que nos consta es la realizada por el abad Eimeric en 1188, para reclamar y litigar contra Arnall de Palol por unas posesiones del priorato en la vecina localidad de Celrá.
Santa María de Cervià de Ter amplió paulatinamente sus dominios. Tras la fundación del monasterio en el año 1053, los señores de Cervià dotarían al cenobio con algunos bienes y posteriormente, al morir su fundador, Silvi Llobet, el cenobio hereda los derechos sobre las tierras de la mitad oriental del término de Cervià, delimitada por el trazado de ríos y torrentes: con el río Ter (sur), con las parroquias de delfines y Candell (norte); con el río Cinyana (este) y con el Torrent Anglí (oeste) Que divide el pueblo dónde empieza el recinto fortificado, objeto de disputas posteriores. El monasterio, durante la segunda mitad del siglo XI e inicios del XII, domina alodios y posesiones dispersas por la zona, fruto de diez nuevas donaciones y dos compras que se suman a sus dominios iniciales: un molino en el Ter, varios alodios en Celrá, Bordils, Montnegre, Sant Jordi Desvalls, Sobiránigues, Vilafreser, Fellines, Flaçà, y en los términos más distantes de Viladamat y Pontós.
Hasta 1140, el cenobio recibe gran cantidad de limosnas, sigue comprando tierras y bienes, hasta que, a mediados del siglo XII, se detiene. A finales del mismo siglo recibe de nuevo algunas donaciones, recupera y compra algunas tierras junto a los señores de Cervià, entonces Adelaida y Berenguer Arnall, defensores del priorato. Durante el siglo XIII, el monasterio adquiere determinados derechos jurisdiccionales (en 1228 sobre el castillo de Ullastret, en 1246, un privilegio del rey Jaime l confirma sus derechos sobre Raset).
Durante el siglo XIV, importantes avatares llevan al cenobio de Cervià de Ter a una lenta pero inminente decadencia, las relaciones, no siempre fáciles, entre el priorato y los señores de Cervià, empeoran repentinamente en 1321 cuando Hug de Cervià, junto a Pere de Vilafreser, atacan a mano armada el priorato, muriendo en dicha trágica reyerta varios monjes. Tras el amargo episodio las relaciones entre la comunidad y los señores se restablecen, pues en 1330 y en 1333, primero Galcerán de Cervià y luego su esposa Beatrix, reciben sepultura en el templo (uno de los sarcófagos se conserva in situ a los pies de la iglesia). Paralelamente, la casa madre de San Michele della Chiusa entra en una fuerte etapa de decadencia, y el priorato cesa su relación con la casa italiana, uniéndose al pequeño y más próximo priorato de Santa Maria de Ridaura. En el siglo XVIII el cenobio, ya muy deteriorado, pasará a manos del monasterio barcelonés de Sant Pan del Camp, hasta la desamortización de 1835.
Estructuralmente, el conjunto románico de Cervià de Ter sigue el patrón benedictino, organizando su planta y dependencias en torno a un claustro de planta suponemos que inicialmente cuadrangular (hoy ampliada y rectangular), con galerías porticadas. Dos de ellas, la norte y la mitad de la oeste, son propiamente románicas. presentan sobre un pequeño bancal, entre gruesos pilares de base cuadrada, series de cuatro pequeños arcos de medio punto que se sostienen sobre tres juegos de austeros capiteles trapezoidales, con esquinas achaflanadas y vacíos de ornamentación; dichos capiteles apoyan, mediante astrágalo de bocel, sobre un único cuerpo de sendas columnillas de fuste cilíndrico liso, que descansan, a su vez, sobre basas de perfil ático muy desgastadas, con una ancha escocia entre dos voluminosos toros El bancal y los pilares presentan sillares de piedra arenisca ocre bien labrada y escuadrada, dispuestos a soga y tizón, en armonía con las dovelas bien labradas que forman los arcos de la galería.
Observando los pilares conservados deducimos que en origen la planta del claustro debió ser cuadrada, pues los pilares de los extremos de la galería porticada norte, presentan codillo visible desde el interior del patio, mientras que resto de pilares, no.
En la reciente rehabilitación del edificio se retiró el envigado de madera que sostenía el segundo piso y se reconstruyó un segundo nivel alrededor del claustro. Los muros perimetrales presentan paramento dispar: uno a base de hiladas de sillarejo y bolos de río algo irregulares unidos con argamasa, y otro de mejor calidad a base de sillería. En la parte superior de los muros, aún son evidentes sendas hileras de ménsulas de piedra bien labrada que soportaban el envigado. En la estructura actual del claustro se conservan dos arcos diafragmáticos de medio punto dispuestos en los ángulos más antiguos de la galería, éstos dividen el espacio sosteniendo la cubierta y unen los muros perimetrales del claustro con la galería porticada, surgen, por un lado de los vértices mismos de los pilares de ángulo del claustro, a media altura, donde el vértice tallado oblicuamente de un sillar, encaja con una sencilla imposta a modo de ménsula, mientras por el otro lado, impostan en el del centro de los codos del muro perimetral, quedando el arco del extremo noreste embebido en la axila del transepto de la iglesia que en dicho lugar invade el recinto claustral. La galería de levante junto a la de mediodía y parte de la de poniente, presentan grandes y sencillas arcadas de medio punto, que, según apunta J. M. Marqués, recogiendo las teorías de F Montsalvatge, corresponderían a una ampliación del claustro llevada a cabo en 1746.

El ala septentrional de dicho claustro junto a un segundo nivel de dependencias hoy muy modificado, se encuentra adosada al muro perimetral sur de la iglesia.
El claustro comunicaba las principales dependencias monacales, sala capitular, refectorio y dormitorio, distribuidas entre el ala este y sur del claustro. En el ala este, adosada al hastial sur del templo, se encuentra una sacristía de planta cuadrada a la que se accede únicamente desde el templo, ocupa el espacio de la antigua sala capitular que iluminaba una ventana geminada, hoy cegada, abierta en el muro perimetral este del claustro, a pocos centímetros del ángulo noreste. Se trata de una ventana compuesta de dos pequeños arcos de medio punto hechos con dovelas de arenisca ocre bien labrada y cuyas tres columnillas se encuentran hoy perdidas. A continuación, en el mismo muro, se intuye el vano de un gran arco de medio punto anulado, y a pocos metros de éste, desplazada hacia al sureste una gran puerta de arco de medio punto hecha con dovelas y sillares muy regulares de superficie abujardada postrománica.
A pocos centímetros del ángulo sureste del claustro se encuentra la primera de las tres puertas abiertas en muro de mediodía que comunican con sendas dependencias de planta cuadrangular anexas al claustro. Esta primera puerta presenta unas dimensiones menores, se trata de un arco de medio punto dovelado y bien labrado en piedra arenisca ocre, aquí visiblemente desgastada. De igual fábrica y proporción es la pequeña puerta que se abre al extremo suroeste del mismo muro, y en cuya clave aparece el escudo de los Cervià. en un profundo relieve un ciervo inscrito dentro de un marco que se ciñe al perfil de la dovela y que presenta unas finas cenefas en zig-zag biseladas. El relieve es, probablemente, contemporáneo al claustro románico y aunque toscamente, recuerda el posible zócalo esculpido de Sant Cebrià de Flaçà. Desplazada hacia el oeste se abre la puerta central, dovelada y de medio punto, similar a la descrita en el ala de levante.
En el centro del muro occidental del recinto claustral se encuentra la puerta de medio punto dovelada de acceso al interior del recinto y que en otros tiempos comunicaba con una zona exterior cercada por demás dependencias y protegida por el alto muro perimetral que hoy forma una plaza ante una puerta. Hay en este cenobio una segunda puerta de acceso abierta al exterior dispuesta en el ala septentrional del claustro, al pie de las actuales escaleras de acceso al segundo piso; ésta comunica con la zona enjardinada, algo más elevad, que precede la entrada a la iglesia de Santa María. Un segunda y pequeña puerta de arco de medio punto abierta en este muro septentrional del claustro de acceso directo al interior del templo.
Según J. A. Adell dicho esquema organizativo, con duplicidad de accesos al claustro y la formación de una plaza ante la iglesia, se corresponde con otros conocidos modelos de arquitectura monàstica medievales como Sant Miquel de Fluvià o Sant Llorenç de Sous, o en las canónicas de Santa Maria de Vilabertran o Santa María de l'Estany.

Exteriormente, en su lado occidental, el recinto monacal queda claramente separado del de la iglesia por uno de los muros que protegían las huertas. En la fachada occidental de dicho austero cenobio se distinguen dos niveles, el superior se presenta decorado con esgrafiado y tres ventanas que corresponden a una ampliación posterior. En la parte baja, centrada entre los muros posteriormente ataludados, se encuentra la puerta principal de medio punto adovelada de la que ya hemos hablado. Parte del talud sur, sostiene y refuerza el muro occidental del edificio de tres alturas donde se disponían las dependencias monacales. El edificio de tres plantas actualmente está muy reformado. El paramento, en el primer nivel, es a base de hiladas de toscos sillares de arenisca ocre unidos con argamasa y con sillares bien escuadrados y trabados en los extremos hoy muy desbastados. Apreciamos que este edificio fue ampliado hacia el lado sur, abriéndose bajo éste una puerta más austera de arco rebajado realizada con sillarejo de arenisca ocre. Ésta da acceso al pórtico que protege los accesos al monasterio que se encuentran en la planta baja de la fachada sur. La fachada de mediodía de dicho recinto monacal presenta en la mitad este el muro exterior que encerraba las Puertas, y algo más atrasado, el edificio de tres plantas antes comentado, cuya organización responde a reformas posteriores. Anexo a dicho edificio se encuentra un segundo cuerpo de tres alturas, cuya fachada queda alineada con el pórtico. Sus tres pares de ventanas evidencian que corresponde a un momento post-románico, aunque cabe notar aquí, entre la primera y la segunda ventana del primer nivel, una serie de sillares de piedra arenisca ocre bien escuadrados que forman parte de la arista de un edificio anterior.
Por último, a levante, la fachada posterior del priorato y la cabecera triabsidial de Santa María se encuentran contiguas. En dicha fachada, algo atrasada respecto al segundo edificio antes descrito, se abren nueve ventanas rectangulares. Las cinco del piso inferior, más pequeñas, están construidas con sillares de piedra arenisca ocre. Aquí parecen relevantes dos ventanas abocinadas y estilizadas de medio punto, hoy tapiadas, con dintel monolítico y con ambas jambas formadas por un único sillar vertical, aunque su superficie de éstas se presenta abujardada.

El templo habría sido construido durante la segunda mitad del siglo XI. Distribuye su planta en forma de cruz latina con un cuerpo de tres naves, cuya nave central, cubierta con bóveda de cañón algo apuntada, dobla en altura las naves laterales. El espacio del ancho crucero está cubierto por un largo tramo de bóveda de cañón regular que da continuidad a la cubierta de la nave central, a ambos lados de éste se encuentran los hastiales norte y sur que cierran un transepto no muy sobrealzado y cubierto en su interior por dos tramos de bóveda de cañón dispuestos en perpendicular a la cubierta del crucero. El paramento interior del edificio, a diferencia del exterior, se levanta a base de sillares desbastados más o menos regulares unidos con argamasa de cal y dispuestos en hiladas a soga y tizón. Los sillares utilizados para los arcos y su ancho intradós aparecen más regulares y con la superficie mejor labrada. En los muros se distinguen en altura las trazas de los mechinales.
La elegante cabecera está formada por tres Ábsides semicirculares que se corresponden con el tamaño de las naves, destacando en tamaño y altura el ábside central, cuyo nivel del suelo se eleva tres escalones por encima del resto del templo. Dichos ábsides cubiertos con bóveda de cuarto de esfera se abren a la nave a través de un arco de medio punto doblado por el característico arco de medio punto triunfal algo más elevado, en gradación, indicando, en planta, el presbiterio. Este arco triunfal, presente en los tres ábsides, reposa sobre unas sencillas impostas de perfil trapezoidal que indican su arranque y el inicio de las pilastras adosadas al muro, donde reposan también los arcos formeros laterales que dan paso y soportan la cubierta del transepto. una estructura de pliegues regular, en armonía con los dos pares de gruesos pilares cruciformes que dividen, a ambos lados, la nave central de las laterales.

Iluminando la cabecera, en el centro de la testera, sobre el ábside central, se abre una gran ventana de medio punto adovelada y de doble derrame diferente de las tres ventanas del ábside central, de medio punto y doble derrame, pero con el alféizar formado por tres eslabones y decoradas interiormente por franjas alternadas de color rojo y amarillo. Los ábsides laterales presentan respectivamente una ventana de iguales características en su centro.
El cuerpo de la nave central presenta ciertas irregularidades. Dadas las dimensiones de las tres naves, el crucero y la cabecera, corresponderían al templo otro par de pilares y su correspondiente tramo de bóveda en su extremo occidental. Dicha nave central se divide longitudinalmente en dos tramos que siguen al espacio del crucero, su alzado presenta dos niveles.
Mientras en el cuerpo inferior, a ambos lados se abren dos arcos formeros adovelados que reposan en sendos pilares cruciformes antes descritos; en el cuerpo superior, casi igual de alto que el inferior, se abren varios vanos. A los pies de la iglesia, entre el primer arco y el muro occidental, una apertura rectangular practicada directamente en el muro daba acceso al coro ubicado a los pies de la nave. Dos ventanas con derrame hacia el interior iluminan la nave, abiertas simétricamente sobre el eje de los arcos formeros del segundo tramo. Apreciamos en ellas una diferencia sustancial, mientras la del lado norte es de medio punto, está formada con sillares y dovelas bien labradas; la del lado sur presenta arco rebajado y queda abierta directamente en el muro.
Dicha nave central está cubierta por dos tramos de bóveda de cañón ligeramente apuntada, en la cual se aprecian trazas del encofrado encañizado, distinto del encofrado de madera cuyas marcas se aprecian en las bóvedas de cañón del crucero, de ambos hastiales del transepto y del primer tramo de la nave norte. Ambos tramos de la bóveda apuntada central, encuentran únicamente soporte en el primer gran arco fajón, en la transición con la cubierta del transepto, pues en el segundo tramo, solamente aparecen las pilastras adosadas al pilar correspondiente a un segundo arco fajón no desarrollado. Cerca del arranque sur de este segundo arco incompleto se encuentra incrustado un sillar labrado con un escudo de tres flores de lis. Ésta es una de las notables irregularidades, junto al ligero apuntamiento del arco y a un cierto cambio en el paramento del nivel superior del tramo occidental del edificio (a base de mampostería con argamasa de cal), que entendemos estarían relacionadas con una reforma posterior o un cambio en la fábrica, que dista de la inicial construcción del templo una inscripción epigráfica incrustada en un contrafuerte exterior del muro septentrional del claustro, a pocos metros de la fachada occidental actual del templo, deja constancia del lugar en que se hallaron, tiempo atrás, los fundamentos de la fachada de Santa María, Que nunca se construiría allí: FINS ACI ARRI/VABA ESTA IC/LESIA ANS DE/ RENOVAR-SE, VA ES/CURSARSE EN TEMPS ANTICH.
J. M. Marquès y P. Micaló recogen la noticia del siglo XVIII, cuando el prior Cosme Freixa, encuentra la iglesia en mal estado, muy húmeda, por causa de las ruinas que habían bajado de la costa inmediata” (por un desprendimiento de tierras de la colina que se encuentra al norte del recinto) “El agua entraba a través del muro norte y por la puerta principal. Seis-cientos carros de arena hicieron sacar para liberar el edificio y prevenir nuevas inundaciones. La operación destruyó muchas tumbas antiguas, los cadáveres se encontraban en posición vertical, y llevó a descubrir los fundamentos de la antigua fachada de la iglesia, unos metros más adelante de la actual”. La fachada occidental del edificio (y en correspondencia su último tramo occidental y quizás parte de la bóveda central) fue construida probablemente en una época románica más tardía, en el siglo XII, hay un notable cambio en el planteamiento, pues incluso el arco formero que sí se encuentra desarrollado, no se corresponde perfectamente con sus pilastras, más anchas que éste. Además, la doble altura de la nave central resulta singular en el panorama románico catalán del siglo XI.
Las naves laterales son tres veces más estrechas que la nave central. Mientras la nave lateral norte presenta sus dos tramos cubiertos por bóveda de cuarto de cañón, la nave sur, presenta dos tramos de bóveda de arista un tanto irregulares. En ambas naves laterales aparecen dos arcos Sajones de medio punto bastante bajos, a modo de arcos diafragmáticos, éstos reposan sobre impostas de perfil trapezoidal, y éstas, a su vez, sobre pilastras. Dichos arcos dividen el espacio y generan un corredor de pequeños espacios a ambos lados de la nave que acentúan la magnitud tanto de la nave central como del ancho transepto.
A juzgar por las irregularidades que presenta el muro perimetral a los pies de la nave lateral sur, bajo la bóveda de arista que cubre su segundo tramo, apuntamos la posibilidad de que la cubierta de esta nave sur corresponda al mismo momento de construcción de la bóveda central, o a un momento incluso posterior. Pues aquí se conserva parte del alzado del muro original y tras éste, un segundo muro cuyo paramento de mampostería corresponde a un segundo momento, con una puerta de arco rebajado abierta directamente en el muro, que se corresponde proporcionalmente con la cubierta de bóveda de arista bajo el primer tramo de ambas naves laterales, simétricamente dispuestas, se abren dos puertas de medio punto adoveladas dobladas por un segundo arco más alto. La primera, abierta en el muro de mediodía, da acceso al claustro. La segunda abierta en el muro septentrional a un nivel bastante elevado respecto el suelo interno del templo, daba acceso al antiguo cementerio norte del edificio. Finalmente, en los hastiales del transepto, cuya anchura es similar a la de la nave central, cabe mencionar dos ventanas de medio punto adoveladas, con derrame hacia el interior, situadas en la parte superior del eje central de cada hastial. En el hastial sur se abren además dos puertas, una inferior rectangular que da acceso a la sacristía y otra más rudimentaria, con arco rebajado y de sillarejo que daba acceso a un segundo piso, ambas son posteriores.
Exteriormente el perfil de la fachada occidental del templo evidencia la gran altura de la nave central respecto a las laterales. Ésta conserva su aspecto románico, en su centro se abre una portada abocinada de arco de medio punto con tres arquivoltas de perfil simple y arista viva, compuestas de dovelas muy bien talladas de piedra arenisca ocre, protege la tercera arquivolta un guardapolvo sencillo con una moldura caveto. bajo dichas arquivoltas se dispone un tímpano semicircular liso. El conjunto reposa sobre una línea de imposta con moldura de caveto que forma un perfil sobresaliente continuo con el guardapolvo y con la cornisa que soporta el tímpano, dispuesta sobre el dintel monolítico que protege el vano rectangular de la puerta. En el tímpano se aprecia una inscripción. ABAT / MIQUEL, cuyas palabras se disponen a ambos lados de un escudo repicado con flores de lis. En el dintel aparece la inscripción A.DO.4CI PORTA OMIMDA ODA GIRONA. Josep M. Marqués y Pere Micaló deducen que se refiere al Anno Domini 1401l (ésta sería pues de época gótica). Los batientes de madera que cierran la puerta presentan los característicos herrajes longitudinales horizontales con volutas en los extremos, a razón de cuatro en cada batiente, y en su interior una cerradura de pestillo, hecha también con hierro forjado y presenta detalles decorativos geométricos biselados. A ambos lados de la puerta sillares de la misma piedra arenisca bien escuadrados, forman las jambas acodilladas correspondientes a las tres arquivoltas.
Encontramos portadas similares en la misma iglesia parroquial de Sant Genís (Cervià de Ter), en Sant Martí de delfines o en Sant Cebrià de Flaçà. A diferencia de éstas el paramento exterior de la fachada, aquí, es más austero, de mampostería hecha con sillares desbastados y unidos con argamasa de cal mientras las esquinas del edificio se ven reforzadas con grandes sillares bien trabados. Abierta en la misma fachada, sobre la puerta, centrada e iluminando el interior de la nave central se abre una ventana de medio punto abocinada, con doble derrame, estilizada pero bastante ancha. Corona el paño de muro de la fachada un ancho campanario de espadaña con dos aperturas de medio punto, actualmente reformado.
En el exterior del muro norte se aprecian de nuevo los diferentes volúmenes que dan al edificio una harmonía característica, hoy con sus tejados de losas de pizarra recuperados que descansan respectivamente sobre una cornisa de caveto bien labrada pero muy desgastada. En este mismo muro, cuyo paramento es idéntico al de la fachada principal, a medio metro del vértice que forma el muro en su encuentro con el occidental del transepto norte, se encuentra la sencilla puerta de arco de medio punto dovelada, que daba acceso al cementerio. Aquí el nivel del suelo, exteriormente, ha crecido notablemente. Sobre el techo de la nave norte, se abre una ventana estrecha y estilizada de arco medio punto en gradación y dovelas de arenisca bien labradas. Otra ventana, estilizada muy sencilla exteriormente, se abre en el centro del hastial norte del transepto.
La cabecera está formada por un alto y ancho muro testero, cuyo perfil corresponde a la altura de la nave central del interior del edificio y los muros de levante correspondientes a ambos brazos del transepto (el brazo norte algo más alto que el sur) dispuestos unos centímetros retrasados respecto la testera.
Presenta en el centro, un gran ábside central semicircular, que se alza hasta más de la mitad de su altura, encima de la cubierta de pizarra de éste, se abre una única ventana estilizada de medio punto doblada por un segundo arco de medio punto. Acompañan al ábside central, dos pequeños ábsides semicirculares, que se abren en los muros testeros del transepto y se adosan a una estrecha franja de muro que cubre a cada lado del ábside principal el espacio presbiteral. Éstos ocupan proporcionalmente, también, algo más de la mitad de la altura de los muros en los que se encuentran abiertos. La cabecera, harmónica, enriquecida con sus tres ábsides presenta un paramento de mampostería similar al descrito en la fachada principal y el muro septentrional.
Exentos de decoración lombarda, presentan gruesas pilastras verticales dispuestas equidistantes que dividen el muro en lienzos regulares, recordando lesenas, aquí dispuestas a razón de dos en cada ábside lateral y cuatro en el central. En los paños entre pilastras se abren respectivamente las tres ventanas del ábside central y una en cada ábside lateral. Abocinadas y de doble derrame éstas presentan vanos estilizados de medio punto dobladas por un segundo arco. Cornisas de caveto muy desgastadas similares a las antes mencionadas, soportan aquí los techos de losa de pizarra restituidos.

Pinturas murales del transepto
El relevante y bello conjunto pictórico de Cervià de Ter, es un hallazgo reciente que, a pesar de ser fragmentario, contribuye al estudio de la escuela del maestro de Osormort, vinculada con la escuela aquitana de Poitiers. En 1999 los servicios de restauración de la Generalitat de Catalunya junto con la Diputació de Girona iniciaron la restauración de las cubiertas y se redescubrieron las pinturas románicas del transepto. Objeto de una primera intervención de urgencia en el 2000, dos años después fueron consolidadas y restauradas por el Centre de Restauració de béns Mobles de Catalunya (CRBMC).

Transepto norte 

En varias zonas del templo encontramos evidencias de decoración pictórica: en los pilares cruciformes, las ventanas, el transepto y en la cabecera. Únicamente las del transepto, que se encontraron medio ocultas y repicadas, son románicas.
Su estado se debe a la utilización, en 1999, del abrasivo método de la arena para limpiar los muros interiores del templo. Cuando, en 2002, el equipo del CRBMC llevó a cabo su restauración, constataron que el estrato preparatorio es una capa de revoque a base de mortero de arena y cal, bien adherido al muro original, aunque algo descohesionado por exceso de arena en la mezcla. La humedad había afectado la cohesión entre capas pictóricas, realizadas según el arte de la cal y el de la pintura al fresco, una mezcla de técnicas que afectaba la perdurabilidad de las mismas. Cohesionada la capa preparatoria, consolidaron y fijaron la pintura, que tras una limpieza superficial dejó a la vista una espléndida coloración.
Las pinturas románicas, aunque fragmentarias, se encuentran in situ, en los muros norte y sur del transepto, justo debajo de las ventanas abiertas en ambos hastíales. Ambos programas iconográficos, que habrían formado parte de uno mayor, se componen de varias escenas dispuestas en registros en torno a dos grandes imágenes centrales. la Crucifixión (en el muro sur) y el Cristo en Majestad o Maiestas Domini (en el muro norte).
En el hastial de mediodía se desarrolla un programa iconográfico en torno a la figura de Cristo sobre una gran cruz de perfil rectangular, de fondo ocre y perfil reforzado por una franja rojiza ribeteada por una fina línea oscura interior, y dos finas líneas bastante separadas exteriores, la primera de las cuales presenta seriados pares de pequeñas líneas perpendiculares (indicando un cierto relieve de la madera). Una línea negra perlada perfil a la cruz. En la parte superior del mástil se conserva en muy buen estado el titulus: ILJ[ESV]S N/ AZA/ RENUS / REX / IUDEORV[M]. La figura de Cristo crucificado (sólo conservado hasta la cintura) presenta rostro barbado y una larga cabellera, tras la cual lleva un nimbo cruciforme ocre de cruz rojiza. Las líneas de expresión son evidentes, los ojos abiertos, perfilados de negro con una gruesa pupila reseguida por una línea blanca, con los párpados algo bajos perfilados por una línea rojiza bajo la doble línea que dibuja las expresivas cejas y la nariz rectilínea. Con evidente expresión de sufrimiento, Cristo inclina la cabeza ligeramente hacia la derecha, dónde dirige su mirada, recordando, según se ha apuntado, a ciertos modelos de la pintura rosellonesa, expresividad que aumenta el marcado interés anatómico del artista en el torso. La figura mantiene los brazos en cruz, en una extrema horizontalidad. La mano izquierda, conserva las líneas anatómicas en la palma abierta, en el centro de la cual se distingue la cabeza romboidal negra del clavo; mantiene el pulgar separado y sus largos dedos unidos algo inclinados para arriba.
A ambos lados de la imagen descrita se distinguen imágenes dispuestas en dos registros longitudinales separados por una fina línea negra que coincide con la longitudinal inferior del transepto de la cruz. En el registro superior, sobre un fondo de franjas azuladas y verdes, a cada lado del mástil de la cruz, aparecen dos medallones circulares, clípeos, de fondo azul, definidos por una gruesa banda ocre perfilada en su interior por una línea roja y una azul perlada, mientras una línea blanca circular define el exterior. En el interior del medallón Izquierdo aparece representada una figura masculina de medio cuerpo, imberbe, de grueso mentón y corta melena, que eleva la mirada hacia el centro de la composición. Las características morfológicas de su rostro son muy parecidas a las de Cristo, aunque aquí, se aprecian las superposiciones de tonos más oscuros que acentúan la expresividad e interés anatómico. Aquí, sobre el medallón, aparece la palabra. SOL. En paralelo, dentro del medallón de la derecha se representa una figura femenina, de medio cuerpo, con el rostro similar, con los ojos abiertos de mirada expresiva y triste dirigida hacia la cruz. Viste túnica ocre y velo grisáceo lleno de pliegues en blanco. Entre la cruz y el medallón una inscripción. L[V]NA.
A cada lado de la composición se disponen tres ángeles. El último del lado derecho, junto a la mitad del segundo, se han perdido. Estos apoyan sus pies desnudos sobre la línea inferior de registro, el fondo, aquí presenta dos franjas amarillentas con dos pares de cenefas en zig-zag. el suelo. Los ángeles, con una pierna adelantada en ligera genuflexión, brazos estirados, manos abiertas, se dirigen hacia la cruz. Dichas figuras visten largas túnicas de pliegues ondulados que cubren con un largo foulard dispuesto sobre uno de sus hombros y sobre el cuerpo hasta las rodillas. Aunque las seis figuras son similares se distinguen por sus ropas, la posición de las alas y su color, que igual que el de los nimbos varía. Las melenas, siempre con distintos cortes y tonalidades enmarcan e individualizan los rostros ovalados. Sus espléndidas alas dan detalle de las plumas alargadas y su volumen superior con una disposición excepcional que se aleja de otros modelos contemporáneos.
Del segundo registro se conserva fragmentariamente la escena del extremo Izquierdo de la composición. En ella se observan, muy desdibujadas las siluetas de las cabezas de nueve figuras en procesión; cinco cubiertas con velo, y cuatro sin velo y melena corta, que siguen a dos figuras masculinas de pie que encabezan el grupo. A la derecha, una figura vestida con túnica blanca y melena corta ocre, casi de frente, tiende el brazo elevando su mano abierta. Las líneas de expresión facial son similares a las descritas Detrás, un segundo personaje, vestido de ocre y con melena corta oscura, dirige su rostro de perfil hacia arriba.
Sobre ambos personajes aparece una forma geométrica alargada, en diagonal. quizá una cruz. Esta escena correspondería al Camino del Calvario, que es un tema bastante inusual en la pintura románica catalana (aunque hay algún otro ejemplo. Santa Eulália d'Estaon), y más frecuente en el románico hispánico (Bagües, San lsidoro de León). Finalmente, la composición del hastial sur, aquí, aparece enmarcada y decorada en la parte superior por una franja compuesta por dos cenefas en zig-zag (ocre y almagre sobre fondo rojizo punteado de blanco) y una cenefa formada por dos franjas verticales con ovas claras en su interior que perfila el lado izquierdo de la composición.
En el hastial septentrional del transepto, un segundo ciclo icnográfico aparece centrado por una gran Maiestas Domini, muy dañada por una grieta en el revoque, inscrita en una doble mandorla de tradición carolingia. A pesar de su fragmentariedad, distinguimos tres registros con escenas del Nuevo Testamento Los dos primeros subdivididos en tres escenas y el tercero, con escenas de difícil identificación. El registro superior toma las dimensiones de la doble mandorla inscrita en su centro. Ésta, formada por dos círculos secantes y ricamente decorada por una cenefa con motivos en zig-zag (en negro y almagre y acompañados por series de tres puntos blancos sobre fondo rojizo), flanqueada por dos estrechas bandas laterales en ocre. En el interior, sobre un fondo azul aparece Cristo en Majestad, ricamente vestido con túnica clara de pliegues lineales marcados en rojo, mientras en los puños y en el cuello se distinguen líneas ocres sobre el blanco de la túnica: bordados. La figura separa su brazo derecho del torso y con la mano bendice. Un manto rojizo, perfilado con finas líneas claras y estampado con motivos a base de tres puntos blancos, cubre la túnica. En la ropa que cubre la rodilla y pierna izquierda (la derecha se ha perdido) los pliegues están indicados por líneas oscuras y rectas (manto), y rojas en sentido ascendente (túnica). unas finas líneas curvas muy claras generan profundidad en los pliegues de las ropas. La figura se presenta sentada, frontal y su rostro aún conserva la parte superior derecha. Se intuye una mirada contundente y hierática reforzada por cejas algo onduladas, simétricas, y en la frente, el ceño dividido en dos. Una larga cabellera ocre y oscura peinada en medio, enmarca el rostro. Detrás se intuyen los restos pictóricos de un nimbo cruciforme. Las cuatro figuras del tetramorfo acompañan a Cristo, dos en cada lado y superpuestas sobre un fondo de gruesas bandas claras. En el lado izquierdo, mientras arriba, aparece san Mateo, el ángel, en ligera genuflexión estirando sus brazos con un libro en las manos hacia Cristo; abajo, aparece, fragmentariamente, la figura del león alado, san Marcos, que orientado hacia la izquierda sostiene bajo sus patas un libro y gira la cabeza hacia Cristo. En lado derecho, arriba, la figura frontal y muy estilizada del águila, san Juan, con alas angélicas y nimbo circular, cuya cabeza de perfil mira hacia la mandorla mientras toma con sus garras el evangelio; bajo ésta, se conservan algunos restos de la figura de un cuadrúpedo alado, se distingue la cabeza en torsión con las mandíbulas abiertas, el pelaje claro que cubre pecho y extremidades delanteras, un ala ocre y el perfil circular de un nimbo, se trata de San Lucas.
En el extremo Izquierdo de este primer registro, se distinguen los restos de la silueta de un personaje de grandes dimensiones, de pie, alado, vestido con túnica blanca y mantel ocre. En el extremo opuesto del mismo registro, separada por una franja rosada, quizá una columna, se representa la Anunciación. El arcángel Cabriel con grandes alas rosadas, vestido con túnica blanca y mantel rojo estampado, en semigenuflexión, gira el torso y su mirada hacia la derecha dónde, con la mano, indica la figura de María Ésta vestida con un mantel anulado, nimbo circular y pies descalzos, aparece sentada sobre un trono geométrico. Una franja superior ocre con trazos cruzados evoca un interior doméstico.
En el segundo registro, de izquierda a derecha se representan cuatro escenas. La primera, totalmente perdida, representaría la Visitación. En el espacio contiguo a dicha escena perdida encontramos fragmentariamente la Natividad, de composición similar a la de Sant Pere de Sorpe. Aquí únicamente se conserva la parte derecha de dicha escena, con una figura masculina de perfil, mirando hacia la izquierda, de pelo corto e imberbe, con nimbo circular ocre, con el brazo izquierdo relajado mientras, bajo el manto y junto a su rostro, su mano derecha introduce la escena. Se trataría de San José, pues se encuentra tras lo que parece un lecho de paja, representado en diagonal, sobre el que se dispondría tumbada la figura de María, de la que sólo quedaría el brazo y la mano izquierda junto a parte del manto. La mancha rojiza y geométrica, delante de José, correspondería a la cuna del niño Jesús. Los trazos grises conservados en el extremo izquierdo corresponderían al asno que suele acompañar esta escena.
A continuación, en ese segundo registro, se encuentran los restos de una tercera escena, probablemente la Matanza de los lnocentes. En el centro de la escena se conserva la parte inferior de un personaje vestido con túnica blanca corta y medias ocres. Se trata de un soldado, entre cuyas piernas se distinguen dos cabezas de reducidas dimensiones. Sobre este fragmento, encontramos en la parte superior de la escena un rostro ovalado cuyos que mira al personaje del lado derecho del que sólo se conserva parte de su túnica corta ocre y de una de sus piernas, otro soldado. Corresponden a la misma figura central los pliegues blancos de una túnica que llegaría hasta los pies, se trataría de una mujer.
La cuarta y última escena del segundo registro presenta tres grandes personajes ocupando su mitad izquierda, mientras en el lado opuesto se intuye uno vestido de blanco y otro debajo, desnudo y de menor tamaño. Según los autores antes citados se trataría de un milagro de la vida pública de Jesús, probablemente la Resurrección de Lázaro (escena que se explicaría, en este lugar, como prefiguración de la resurrección de los muertos). Tocando al extremo izquierdo de la escena se encuentra una figura sentada sobre un cuerpo geométrico, que viste túnica blanca hasta los pies y foulard rojizo, parece llevar sobre su cabeza, perdida, un nimbo cruciforme. De su rostro se conserva ligeramente parte de un ojo y el pelo o tocado ocre. Esta figura parece sostener algo ante su torso y levanta uno de sus brazos en ángulo. Delante de este primer personaje aparecen dos figuras de pie, vestidas ambas con túnica rojiza hasta las rodillas y medias rosadas. Sus túnicas presentan formas y pliegues distintos a los anteriormente descritos. La acción tiene lugar ante el grupo de blanco de la derecha. Aun así, vemos que el personaje de rojo más próximo a la figura sentada, tuerce su torso y dirige su rostro perdido hacia la gran figura sentada, mientas, el otro personaje de pelo corto cuyo rostro de perfil dirige hacia la multitud, agarra con su mano una figura masculina de cuerpo desnudo y rosado, de pelo rubio corto con clara expresión de sufrimiento. Tras esta figura, se encuentra otra vestida con túnica larga, blanca y de pelo corto, de pie e inclinada hacia el lado derecho, dónde la pintura acusa fuertes pérdidas.
Del tercer registro, el inferior, del programa del muro septentrional del transepto quedan algunos restos junto a la franja almagre horizontal que lo separa del registro anterior. En el centro, bajo la escena de la matanza de los inocentes, encontramos parte de un rostro que mira hacia la derecha. Se distinguen aún sus rasgos y lleva sobre su cabeza un turban. Al final, bajo la escena del milagro, vemos una segunda cabeza, que formaría parte de otra escena. Se trata de un rostro con facciones similares a las de las figuras anteriormente descritas: ojos grandes y almendrados cuya curvatura acentúa la línea que en un solo trazo define cejas y nariz, rectilínea, dos pequeñas líneas marcan el entrecejo, mientras otra, vertical, relaciona la nariz con los labios ondulados con el inferior más prominente bajo el que una curvatura dibuja el mentón.
Cuando se dio a conocer el conjunto pictórico, el equipo que los restauró propuso una cronología tardía para su ejecución, luego ratificada en una monografía dedicada a las mismas, que se publicó en el año 2008 firmada por el director de la restauración, Pere Rovira, junto a M. T. Matas y j. M. Palau.
En dicha monografía se relacionan las pinturas de Cervià de Ter con el llamado círculo de Osormort, y se concreta una datación tardía a finales del siglo XII, incluso posterior. En un análisis posterior, M. Pages ha propuesto una datación bastante más avanzada hacia mediados de siglo XII, relacionando además su producción con el impulso del noble Guillem Causfred de Cervià, a partir del 1142.
En cualquier caso, parece estar clara la pertenencia de la decoración al estilo característico del círculo de Osormort, derivado directamente de la pintura de la zona de Poitiers, en el Norte de Aquitania. Son característicos de esta escuela los rostros de tres cuartos, de perfil ovalado y rasgos rectilíneos Característicos ojos almendrados y simétricos, cuyo lagrimal toca el tabique de la nariz, presentan una gran pupila negra junto al párpado superior, dejando en blanco la zona inferior. El pelo corto y las barbas en base a líneas paralelas, manos estilizadas y pliegues de ropa geometrizantes. Otros conjuntos catalanes que entran en el mismo grupo son, además de las pintureas de Sant Sadurní d'Osormort, que dan nombre (convencional) al modelo, las de Sant Marti del Brull, Sant Joan de Bellcaire, Sant Miguel de Cruïlles, Sant Esteve de Marenyà, Sant Esteve de Canapost o Sant Pere de Navata.

Pila bautismal
En Santa Maria de Cervià se conserva una pila bautismal de vaso semiesférico algo rebajado, labrada en piedra arenisca, con decoración en bajo relieve a base de arcos de medio punto yuxtapuestos. Esta se apoya sobre una estrecha base de cuerpo cilíndrico labrada en la misma pieza que el vaso. Presenta una tapa circular labrada en piedra de la misma calidad, con dos anillas circulares de hierro encastadas que soportan un juego de dos piezas metálicas encadenadas, con una gruesa anilla, asidero de la pesada tapa. En centro de la tapa es una superficie plana circular con dos pequeños volúmenes cilíndricos, el segundo nivel presenta una gruesa banda circular oblicua que termina en un ancho listel que dibuja su perfil circular y limita con el borde, de igual diámetro que el vaso de la pila en cuestión.

Columnas de Cervià de Ter en el Museu d'Art de Girona
El Museu d'Art de Girona conserva dos conjuntos de basa, fuste y capitel encontrados en el claustro de Santa Maria de Cervià durante las labores de restauración y rehabilitación. Estilísticamente no tienen relación con los austeros capiteles de las galerías porticadas del mismo claustro, que Puig i Cadafalch fechaba en torno el siglo XI.
El primer conjunto (Md'A, l 843- 1845), de piedra caliza, mide en total 123,50 x 19, 50 x 19,5' cm. Consta de una basa compuesta por una escocia entre dos toros sobre un plinto, una columna de fuste liso y un capitel de 23 cm de altura. Éste último presenta un astrágalo de bocel decorado con acanaladuras en espiga. Sobre éste, el cesto presenta decoración en dos registros superpuestos y de igual anchura, coronados por un ábaco decorado a base de dos tallos con acanaladura central, Que ondulantes se entrecruzan regularmente formando almendras. El registro inferior del cesto presenta decoración vegetal: en cada cara, sobre el eje central y ocupando prácticamente todo el espacio, se dispone una gran hoja de vano ancho y Vendidas acanaladuras en V verticales y geometrizantes, que se doblan prominentemente replegándose hacia el eje central de cada cara. El registro superior presenta en cada cara, en el centro y pegadas al ábaco, cuatro grandes, voluminosas y redondeadas máscaras antropomórficas, con grandes ojos almendrados de párpado e iris diferenciados, y pupila trepanada Labios y nariz son prominentes y se indica el volumen de las mejillas. Son rostros estáticos y rígidos de aspecto voluminoso, pero relieve plano. En las aristas superiores aparecen restos de cornamentas animales, en muy mal estado.
La combinación de máscaras entre animales y sobre hojas vegetales aparece reiteradamente en el repertorio escultórico rosellonés. J. Camps, relaciona este capitel (y el otro de Cervià) con el capitel 8 l procedente de Sant Llorenç de Sous (también en el MD'AC), entre otros. Las hojas estriadas presentan también similitudes con el conjunto escultórico de Cassá de la Selva y en menor grado con alguno de los capiteles de la Montana d'Or de Girona. Motivos y repertorio encuentran claras dependencias con uno de los capiteles del claustro de Santa Maria de l'Estany con idéntica decoración, y con Sant Pere de Calligants, centro de irradiación de algunos de estos modelos y de cierta forma de abordar el tratamiento escultórico. Como afirma Camps, las máscaras presentan gran similitud con los permódulos esculpidos del ala meridional de Calligants y las figuras de los capiteles del interior de la iglesia del cenobio de Sant Pere, dónde el trépano y la morfología de los ojos es muy similar. Debido a esta relación en deuda con Sant Pere de Calligants, fechamos este conjunto a finales del siglo XII.
El segundo conjunto (MD'A, 1840-1842) tiene características muy similares al anterior. Sus medidas son idénticas, e incluyen también basa, fuste de columna liso y capitel esculpido de 23 cm de altura. El astrágalo o collarín presenta la misma decoración en espiga. El ábaco únicamente se distingue del fondo del cesto del capitel por los tres dados que se forman en cada cara, decorados con flores en aspa de centro perlado y trepanado. Estos dados coronan las cabezas de las figuras que dispuestas verticales en el cesto, ocupan en altura todo el capitel. bajo los dados de los vértices se disponen cabezas de felinos, probablemente leones, mientras bajo el dado central y sobre el eje del cesto se dispone en cada cara una figura humana en vertical que apoya sus pies desnudos directamente sobre el astrágalo. El personaje central, de una de las caras, es masculino, de rostro barbado y melena corta, viste túnica larga y por los pliegues ondulantes y hacia arriba se intuye que se encuentra sentado. Sus brazos, se encuentran a la altura de la cintura y sostienen una cruz en vertical sobre el pecho. Las facciones son muy similares a las descritas en las máscaras del Capitel 1 y mantiene un volumen aparente, pues el relieve es plano y se usa la línea incisa con un ligero relieve para indicar los detalles internos (brazos, mangas, manos, cruz y pliegues de la túnica) así como finas acanaladuras lineales yuxtapuestas para indicar pelo y barba que nacen oblicuamente, en ambos casos. El resto de personajes dispuestos en las demás caras presentan similares rasgos y vestiduras, pero se distinguen entre ellos por ser imberbes (quizá mujeres) los de la cara derecha e izquierda. Éstas abren las manos y pliegan los brazos, una sobre el pecho y la otra sobre el vientre. El cuarto personaje, masculino y barbado, entrecruza los dedos de las manos ante el pecho.
De acuerdo con J. Camps, cabe reconocer la herencia que muestra este capitel del repertorio y labra de algunos capiteles de Sant Pere de Calligants, aunque aquí la resolución es muy tosca, lo que nos lleva a fechar también este conjunto a finales del siglo XII o incluso a inicios del XIII. La lectura de este capitel es problemática y confusa. Podríamos interpretar las cabezas animales como decorativas como pasa en el claustro de Sant Domènec de Peralada, o incluso en los cimacios y cornisas tanto de la Montana d'Or como en los hallados en Sant Martí de Cassá de la Selva, salvando las diferencias de labra. La actitud de las figuras humanas es similar a las de la pila bautismal de Sant Joan les Fonts, un capitel de Santa Maria de Agramunt o al personaje del capitel derecho de Sant Llorenç d'Adri, un ejemplo más cercano y de factura similar. Jordi Camps llama la atención sobre el motivo inusual de la cruz que sostiene el personaje y que podría evocar la Eucaristía, representación iconográfica similar al relieve de San Miguel de Villatuerta (Navarra), donde un personaje sostiene una cruz y otro aparece orando. El carácter de las figuras benevolentes lleva a J. Camps a pensar en la representación de los bienaventurados del Sant Sepulcre de Olèrdola, aunque la lectura aquí no es clara y podría tratarse también de una procesión, como la representada en el claustro de Sant Martí del Canigó, donde el abad sostiene la cruz.

 
Das
El término municipal de Das, situado a 1210 m de altitud, se extiende de Norte a Sur en el sector sudoriental de la Cerdanya. Además de la población homónima, que es cabeza de municipio, incluye las entidades de población de Mosoll, Sanavastre, Tartera y Urbanización Tartera; la parte sur del término, de bellos parajes boscosos, se integra en el parque Natural del Cadí-Moixeró. El término municipal es atravesado por la carretera comarcal C-1411, que comunica Das con los pueblos vecinos de Alp y Urús, y que cerca de Riu Cerdanya enlaza con el túnel del Cadí. Más al Norte se puede circular por la carretera local de Alp a Bellver (LP-403 3b). En la llanura del Segre, cerca de Sanavastre, está la pista del aeródromo de la Cerdanya, con acceso por carretera desde el mencionado pueblo y desde Alp.
Das aparece documentado por primera vez en el año 839; sus tierras fueron posesión del obispado de Urgell y de las abadías de Sant Martí del Canigó y Sant Miquel de Cuxá. Posteriormente formó parte de la baronía de Urtx, hasta que en 1 316 pasó al poder real Hay restos de una fortificación de época muy incierta (está documentada en el siglo XV, aunque se considera a veces incluso de época romana), la torre o “torreta” de Das, Que se han relacionado con el control del camino del Coll de Jon, que comunicaba la Cerdanya con el valle de Bagà.
A pesar de que la iglesia de Sant Llorenç de Das es de estilo neoclásico, conserva algunos restos del ábside románico del siglo XI. Las iglesias románicas de su término están muy bien conservadas. Destacan la de Sant lscle y Santa Victòria de Sanavastre, del siglo XII, la de Sant Julià de Tartera, también del siglo XII, y la de Santa Maria de Mosoll, de finales del siglo X pero reconstruida en el XIII, de la que procede un conocido frontal de altar, que guarda hoy el Museu Nacional d'Art de Catalunya.

Iglesia de Santa Maria de Mosoll
Mosoll es un pequeño núcleo poblacional, de poco más de diez habitantes, perteneciente al municipio de Das. Situado a 1.165 metros de altitud, el lugar se halla a 1 km de Alp, desde donde se accede por la carretera local que se dirige a Bellver de Cerdanya.
La parroquia de Mosodo aparece mencionada, por vez primera, en la controvertida acta de consagración de Santa Maria de la Seu d'Urgell, que C. Baraut sitúa en el 1 de noviembre del 839, mientras que tanto R. Ordeig como los autores de la Catalunya Romànica fechan en el año 819. Sin embargo, actualmente la historiografía considera que dicho texto es fruto de una falsificación de la segunda mitad del siglo IX, de mediados del X o incluso de inicios del XI. De hecho, no hay apenas referencias documentales al lugar de Mosoll anteriores al año 1000. Así, Mosoll aparece en un precepto de confirmación de bienes del año 982 del rey Lotario a favor del monasterio de Ripoll, según el cual el cenobio poseía un alodio en el lugar de Mosoll. Según una noticia más tardía, del año 1055, los canónigos de Santa Maria de la Seu d'Urgell permutaron diversos bienes al obispo d'Urgell, Guillem Guifré, entre los que se encontraba la iglesia de Santa Maria de Mosoll: ecclesia Sancte Marie de Mosoll cum decimis et primiciis et oblaciones fidelium.
Tras estas primeras noticias, un largo silencio documental envuelve al edificio en los años siguientes. Debemos esperar hasta finales del siglo XII para hallar nuevas menciones al templo Según una noticia del año 1163, recogida en una bula de confirmación de bienes concedida por el papa Alejandro Ill, el monasterio de Sant Martí del Canigó también poseía un alodio en la parroquia de Santa Maria de Mosoll.
El templo, situado desde sus orígenes en la diócesis de la Seu d'Urgell, fue incendiado y saqueado hacia 1196-1197 por los hombres de Arnau de Castellbó, vizconde de Castellbó, y Ramon Roger, conde de Foix. Aunque ignoramos exactamente que daños sufrió el edificio entonces, sabemos que casi un siglo después, según una noticia del 28 de febrero de 1286, el edificio todavía necesitaba de alguna reparación, puesto que los vecinos del pueblo de Mosoll nombraron a Arnau Sala como obrero de la iglesia de Santa Maria de Mosoyl, comprometiéndose a defender la obra de la sacristía contra toda persona eclesiástica o civil, exceptuando el rey de Mallorca.
La iglesia fue quemada el 1936 y abandonada desde entonces. Este abandono provocó que el año 1983 se desplomara una parte del muro norte y un sector de la bóveda.
En la actualidad el templo presenta buen aspecto exterior, debido en parte a la campana de limpieza y consolidación efectuada en el año 1985 La iglesia de Santa Maria de Mosoll es un edificio de pequeñas dimensiones formado por una sencilla nave de planta rectangular (1.6 m de largo por poco más de 7,5 m de ancho) y un ábside semicircular, espacios que se cubren con bóveda de cañón ligeramente apuntada y de cuarto de esfera, respectivamente. Un doble arco triunfal da acceso a la nave, cuyos muros están perforados por dos arcos rebajados que dan lugar a dos pequeñas capillas laterales, aunque por su estructura cabe pensar que más bien debieron funcionar como arcosolios.
En el eje del ábside se abre una ventana de doble derrame que proporciona iluminación al templo En el costado meridional hay otra ventana de características similares y una tercera en el hastial occidental, donde se yergue una espadaña con dos oberturas para las campanas.
El acceso, en el muro sur, se realiza mediante un arco de medio punto de grandes dovelas, carentes de ornamento En cuanto al aparejo, encontramos sillares de piedra calcárea, alargados y sin pulir, colocados en hiladas horizontales.
En unas excavaciones efectuadas en el año 1975 en el pavimento del templo aparecieron una treintena de silos, con unas dimensiones aproximadas de un metro de diámetro y metro y medio de profundidad, que testimonian una ocupación anterior del lugar En algunos puntos los silos aparecen bajo los cimientos del edificio, hecho que confirma que son anteriores al templo.
Por otra parte, en el año 1985 se llevó a cabo una importante intervención de adecuación y embellecimiento del edificio dirigida por el Departamento de Cultura de la Generalitat de Catalunya, la Diputació de Girona y el Ayuntamiento de Das En el marco de la misma, se reconstruyó, con la piedra y los elementos que quedaban en el lugar, el paño de muro y de la bóveda que se habían desplomado en el año 1981 En las obras se reforzaron los muros existentes, se repasó el enlosado del ábside y de la espadaña y se pavimentó la iglesia, dejando visibles algunos de los silos del sector del ábside Este se cubrió con parquet sobre vigas de hormigón Finalmente, se taparon agujeros y grietas, se instaló un altar y se habilitó una nueva iluminación.


En términos generales, Santa Maria de Mosoll es una iglesia modesta erigida durante el último cuarto del siglo XI que comparte los rasgos arquetípicos del románico rural de las cuencas prepirenaicas La morfología del ábside puede ponerse en relación con algunos proyectos del primer románico catalán, como Sant Sadurní de Rotgers, Sant Vicenç de Rus (Berguedà) o Sant Vicenç de Verders (Osona), todos ellos erigidos en el último cuarto del siglo XI y que presentan soluciones similares, tanto en el diseño en planta y alzado como en el léxico constructivo. No obstante, el perfil apuntado de la bóveda de la nave y del doble arco triunfa l del ábside, así como el contraste entre el aparejo más o menos regular de las paredes interiores y la mampostería de la bóveda lleva a pensar que la iglesia sufrió una intervención durante el siglo XIII, con el objeto de dotarla de una nueva cubierta. Dicha intervención es también visible en las partes altas de los muros exteriores del templo (sobre todo en el sur) así como ábside. Posiblemente estos trabajos estuvieron relacionados con una reconstrucción de cubierta de la iglesia, posiblemente con motivo del contrato de Arnau Sala en 1286.

Pinturas murales
El ábside de la iglesia de Santa Maria de Mosoll estaba decorado con pinturas murales, normalmente atribuidas a la segunda mitad del siglo XIII, que actualmente se conservan en las reservas del MNAC (núm. inv. 048808-CAT).
Estas se hallan en muy mal estado debido al incendio que la iglesia sufrió en 1936. Fueron adquiridas a la parroquia de Das, del obispado de Urgell, en 1952, para proceder a su arrancamiento y traslado al entonces Museo de Arte de Cataluña. Salvo breves y contadas referencias, se trata de unas pinturas prácticamente inéditas, por lo que este sería su primer estudio monográfico.
Actualmente, el conjunto está formado por trece fragmentos que han perdido gran parte de su aspecto original debido a que sus colores se alteraron por causa del fuego. No obstante, gracias a ellos todavía es posible reconstruir el programa iconográfico del ábside de Mosoll y encuadrarlo estilísticamente. El cascarón del ábside estaba presidido por la figura de la Majestas Domini que se representa sobre un fondo de estrellas dentro de una mandorla. en ella, Cristo, con nimbo crucífero, aparece sentado sobre un trono y bendice con su mano derecha mientras que con su izquierda alza el libro de los Evangelios. La mandorla está rodeada por el Tetramorfos, en la clave del arco triunfal estaba el Agnus Dei, y el arco del extradós del ábside se decoraba el motivo de las hojas encadenadas a ritmos alternos.

Fragmento de las pinturas murales de Santa Maria de Mosoll: detalle de la cenefa con entrelazo y del cortinaje de la parte interior del ábside (Museu Nacional d'Art de Catalunya. Barcelona) 

Cabe destacar que a ambos lados del intradós arco triunfal había sendos profetas, representados en tres cuartos, mirando hacia el ábside, y enarbolando sus cartelas identificativas. Sin embargo, actualmente es sólo posible identificar la figura de Jeremías, en el lado norte, gracias al texto de su cartela: GEREM(IE)S. Una cenefa decorativa, formada por el motivo del entrelazo, dividía horizontalmente el programa figurativo de la parte superior del ábside de la decoración de cortinajes que ocupaba la pared inferior del mismo. Se conservan además otra serie de fragmentos, de difícil lectura, de los cuales no sabemos exactamente su localización, pero que quizás formaban parte de la parte superior del intradós del arco triunfal. Se trata de un Calvario con la Virgen y san Juan; un ángel con las alas desplegadas, y de una decoración arquitectónica acompañada de árboles.
Desde un punto de vista estilístico se ha querido encuadrar siempre el conjunto pictórico de Toses en la segunda mitad del siglo XIII, sin más precisiones cronológicas. No obstante, existe una serie de elementos temáticos, formades y ornamentales que podrían ayudar a afinar su datación. En primer lugar, la gesticulación del Cristo en Majestad sobre un fondo estrellado recuerda el de obras muy cercanas, como las pinturas murales del ábside de Sant Cristòfol de Toses (MNAC 47474) o el frontal de altar de Sant Climent de Gréixer (MNAC), mientras que la cenefa de hojas encadenadas del arco del extradós del ábside es muy similar a la de la viga de Toses (MNAC 47475). Cabe recordar que el conjunto de Toses, pinturas murales y viga, ha sido recientemente relacionado por Verónica Abenza, en esta misma publicación (véase voz: Sant Cristòfol de Toses), con la figura del barón Ramón II de Urtx (+ 1297), proponiendo una datación para el mismo de hacia 1290. Dicha cronología y filiación podría aplicarse igualmente para las pinturas de Mosoll, ya que Das pertenecía igualmente a la baronía de los Urtx. Se trataría de un taller de pintores activo en el condado de la Cerdanya, muy anclado todavía en las tradiciones y repertorios de la pintura romànica, si bien es capaz de incorporar elementos contemporáneos que denotan la introducción del gótico lineal. Me refiero, por ejemplo, al ya citado frontal de Sant Climent de Gréixer —realizado después del incendio de la iglesia en 1261— o al denominado taller del Maestro de Soriguerola (ca. 1280-1290), cuyas obras de pintura sobre tabla, repartidas entre las colecciones del Museu Nacional d'Art de Catalunya (MNAC 3901, 4370) y el Museu Episcopal de Vic (MEV 9694, 9695), proceden igualmente de esta zona pirenaica. En el caso de Mosoll, sus pintores muestran una técnica más rudimentaria que en Toses y un especial apego a repertorios anteriores. Así la figuración de dos profetas recuerda a la fórmula de las enjutas del baldaquino de Toses (ca 1220-1230) (MNAC 4523, 4525), en los que se representaban unos gesticulantes David y Jeremías, mientras que la cenefa con el motivo de los entrelazos que separa los dos registros del ábside ha de vincularse con la decoración en relieve de pastiglia de los montantes laterales del bastidor del frontal de la propia iglesia de Santa Maria de Mosoll (ca. 1220). Resulta, por lo tanto, muy interesante comprobar cómo los pintores del ábside de Mosoll se inspiraron en un motivo ornamental del mobiliario litúrgico de la iglesia para crear una relación visual entre el programa del antipendio, claramente centrado en el aspecto salvífico de la Encarnación y la Eucaristía, y el del ábside, que alude a la profecía del Mesías y a la Segunda Parusía.
Por ello, puede deducirse que las pinturas murales se realizaron con motivo de la remodelación de la cubierta del templo, tras la contratación en 1 286 de Arnau Sala como obrero de la iglesia de Santa Maria de Mosoll. Una fecha para las mismas en torno al año 1286-1290 resulta por lo tanto perfectamente plausible.

Frontal de altar
La obra conocida como frontal de Mosoll, actualmente expuesta en la colección permanente del Museu Nacional d'Art de Catalunya (MNAC 15788), procede de la iglesia de Santa Maria de Mosoll. De ella dio noticia, por primera vez, el célebre arquitecto, político y escritor Lluís Doménech i Montaner, en su visita a la iglesia durante el viaje que éste realizó a La Cerdanya en el verano de 1904. Aunque sus papeles y fotografías —depositados en el Arxiu del Collegi d'Arquitectes de Catalunya— han permanecido inéditos hasta el año 2006, en ellos no sólo se encontraba el primer croquis descriptivo de los temas e inscripciones del frontal, sino que también su primera fotografía en blanco y negro. Cabe suponer que la visita y notas de Doménech pudieron provocar entonces la curiosidad de los marchantes de arte, y así se explica que, en 1906, el frontal estaba ya en manos del anticuario Celestí Dupont, que la vendió a la Junta de Museus en el año 1906 por el precio de 2.500 pesetas. Este mismo anticuario había vendido tan sólo unos años antes a la Junta de Museus los frontales de Avià (1903) y de la Seu d'Urgell (1905). Así se formó la primitiva colección de antipendios románicos del antiguo Museo Municipal de Bellas Artes, que después se integró en el Museu d'Arts Decoratives i Arqueológic, en el Museu d'Art i Arqueologia, y finalmente en el Museu d'Art de Catalunya, precedente del actual Museu Nacional.
En cuanto a dimensiones y estructura, se trata de un frontal de formato rectangular, de 99 x 167 x 7 cm, que está formada por tres tableros dispuestos horizontalmente y engarzados a un bastidor compuesto por cuatro montantes. Se trata de una pintura sobre tabla, realizada al temple sobre una base de preparación de carbonato de calcio, en la que se combina la superficie pictórica de fondos y figuras, con los relieves de yeso (pastiglia) con placas de estaño aplicada y cortada, en nimbos, corona, enmarques arquitectónicos y cenefas vegetales. Su estado de conservación es óptimo, si bien tal y como mostraba y la fotografía tomada por Doménech i Muntaner en 1904, desde su descubrimiento la pieza presentaba una importante laguna en el registro inferior izquierdo, y carecía del montante del bastidor inferior, de manera que el actual es fruto de una restauración.
El frontal presenta una interesante y original composición, pues no se trata de un antipendio centrado en una Majestas Domini y acompañado de recuadros a ambos lados, como era habitual al siglo XII, sino de una verdadera secuencia de escenas, en las que predomina el sentido narrativo, como sucederá en otros ejemplos del siglo XIII, como el frontal de Sant Climent de Taüll (MNAC 3908). Estamos así ante una tabla pintada dividida en cuatro grandes compartimentos, distribuidos en dos registros, en la que cada uno de los compartimentos alberga tres estructuras arquitectónicas en forma de arco rebajado donde se localizan figuras y escenas. De esta manera, la narración, fuertemente orientada en el papel de María en la historia de la Encarnación y la Salvación, se desarrolla a través de doce enmarques arquitectónicos, seis por registros, dispuestos sobre un fondo rojo y acompañados de titulí sobre los arcos. Cabe señalar que la tabla está enmarcada por un bastidor, decorado con relieves de yeso y placas de estaño, que conforma una cenefa ornamentada de entrelazos animados por once medallones con figuración animal (león, pájaro, pavo real, águila), vegetal y geométrica. En el espacio narrativo, los cuatro compartimentos mencionados son el resultado del entrecruzamiento de dos cenefas de decoración vegetal en relieves de yeso corlado. El resultado visual es espectacular, ya que la combinación entre el rojo del fondo de la composición, la luminosa policromía de las figuras, y la corladura de los elementos estructurales convierten a esta obra pictórica en toda una evocación de la estética y el brillo de la orfebrería y el esmalte.
Por lo que respecta a la narración, ésta no se desarrolla siguiendo una secuencia temporal ordenada acorde con el relato de los Evangelios, sino que las escenas se yuxtaponen posiblemente atendiendo a problemas de formato. No obstante, el resultado es que el ciclo puede leerse en bustrofedon, es decir, de derecha a izquierda en el registro superior, y de izquierda a derecha en el inferior. Así, en el registro superior, a la derecha, se sitúa la escena de la Visitación (Luc. 1, 39-45), acompañada de los tituli MARIA y ELISABE(T); mientras que a la izquierda se representan la Virgen con el Niño y san José (MARIA, IH(E)S(US), IOSEP), hacia los que se dirigen los Reyes Magos a caballo siguiendo la estrella (GASPAR, BALTASAR, MELQVIOR) Mt. 2, 9-11). Por el contrario, en el registro inferior, la secuencia comienza a la izquierda, con la Anunciación (GRABIEL, MARIA) (Luc. 26- 38), para continuar, a la derecha, con la Presentación en el Templo, en la que José (IOSEP) ofrece cuatro tórtolas, mientras la Virgen coloca al Niño (MARIA, IH(E)S(US)) sobre el altar junto a una hostia consagrada, ante la sentida oración del profeta Simeón (SIMEON) (Luc. 1, 22-35). Por último, en el extremo derecho, se encuentra una peculiar composición, que ha sido identificada como la Dormición de la Virgen (MARIA), en la que ésta, recostada sobre el lecho y con los ojos cerrados, es bendecida por Cristo (IH(E)S(US)), el cual aparece acompañado de tres apóstoles que la historiografía ha querido identificar, a partir la inscripción IACHOBI, con los hermanos-primos de Cristo, es decir, con tres de los cuatros hijos de Maria Jacobi, hermanastra de la Virgen María. Santiago el Menor, José, Simón y Judas Tadeo.

Presentación de Xesús no Templo, ante Simeón. A escena dereita representa a Dormición -ou Tránsito- da Virxe 

No obstante, como bien ha señalado Teresa Vicens es muy posible que el artista se hubiese equivocado al pintar la inscripción —como en el caso de GRABIEL—, y que, en realidad, quisiese escribir. “lachobus” Este sería no sería otro que Santiago el Justo, hermano de Cristo y primero obispo de Jerusalén, que, según los antiguos textos asuncionistas estaba presente en el momento de la muerte de la Virgen, tal y como aparece normalmente en la iconografía bizantina. Aunque la lglesia Católica identificó este Santiago el Justo con Santiago el Menor o Santiago Alfeo, la lglesia Oriental ha mantenido siempre la diferencia entre el Justo —hermano de Cristo y primer obispo de Jerusalén— y el Alfeo, uno de los apóstoles y primo de Cristo. Por ello, posiblemente nos encontramos ante una mala interpretación de un modelo oriental por parte del artista, que no supo comprender la importancia de Santiago el Justo en la escena de la Dormición dando lugar a esta imagen confusa.
Con razón, todos los autores han señalado siempre la riqueza y complejidad del programa del frontal de Mosoll, cuya iconografía tiene mucho de evocación litúrgica y paralitúrgica, así como de una profunda reflexión teológica. En primer lugar, el hecho de que Baltasar señale una estrella, que adquiere un especial protagonismo en la composición, parece ser un reflejo de las ceremonias paralitúrgicas celebradas en los maitines de Navidad estudiadas por Martí Beltrán González en Cataluña. Nos referimos, en concreto, al Ordo Stellae, en las que la Stevie o “estrella de Nadal” adquiría un gran protagonismo, pues, al menos en el caso de la catedral de Vic, era trasladada desde el altar mayor a la parte alta de la tribuna. Según Beltrán González, la parafernalia de este ordo explicaría la inclusión de este motivo en las escenas de Epifanía del frontal de Espinelves, el ábside de Santa Maria de Taüll o uno de los capiteles del claustro de l'Estany. A esta nómina habría que añadir también el frontal de Mosoll, que pertenecía, sin embargo, a otra diócesis: la de la Seu d'Urgell. En segundo lugar, cabe destacar la diferenciación de los Magos por edades, de manera que Melchor es un anciano, de cabello y barba blanca; Gaspar es un hombre maduro, de cabello y barba castaños; y, finalmente, Baltasar, un joven imberbe. De esta manera, la representación de los tres Reyes Magos se convierte en una alegoría de las Tres Edades del Hombre. Por último, por lo que respecta a esta escena, M. Delcor, siguiendo los trabajos de I. Forsyth, ha remarcado el carácter icónico de la representación de María con el Niño, que parece evocar una de las numerosas tallas existentes en Cataluña del tipo Sedes Sapientiae, ya que en ella María y el Niño sostienen sendos círculos, posiblemente alusivos al orbis mundi, como era habitual en estas estatuas en madera. Según Delcor, esta alusión a una estatua en madera se explica a partir del drama litúrgico Officium Stellae, muy difundido entre los siglos X y XIII, en el que los clérigos, vestidos de magos, iban al encuentro de una estatua de María con el Nino.
El frontal de Mosoll es una prueba de cómo en Cataluña el mobiliario litúrgico refleja la riqueza de los rituales litúrgicos que se efectuaban en torno en torno al altar en las grandes abadías y catedrales, donde estos objetos eran probablemente producidos. No obstante, tanto por su iconografía como por el uso de los colores, la pieza deriva de un contexto político-eclesiástico muy concreto. Muy probablemente el frontal de Mosoll es una obra pensada para reparar los daños que los hombres del vizconde Arnau de Castellbò (1185- 1226) y su yerno el conde Roger Bernat II de Foix (1223-1241) habían infligido a la iglesia de Mosoll hacia 1196-1197. Conocemos los detalles gracias al Memorial dels danys donats per lo comte de Foyx i bescomte de Costellbò a l'esglesia de Urgell, realizado entre 1239-1241 por orden del obispo de Urgell, Ponç de Vilamur (Arxiu Capitular d'Urgell, fons Caboet-Castellbò, núm. 35, f. 4r-8r) Una serie de estudios han señalado cómo los asaltantes profanaron y expoliaron entonces veintiocho iglesias en la Cerdanya, un hecho que ha sido interpretado como una guerra de poder entre el partido feudal y el partido eclesiástico, en la cual las connotaciones heréticas se hacen patentes pues la destrucción de imágenes, altares, relicarios y hostias enlaza con el apoyo que          Arnau de Castellbò y Roger Bernat II de Foix daban entonces a las comunidades cátaras (albigenses) establecidas en esta zona de los Pirineos. Sea o no así, lo cierto es que la lglesia de Urgell lo presentó en el memorial de esta manera, con objeto de justificar las reiteradas excomuniones de los condes de Foix por parte de su obispo. En el caso de los sucesos de Mosoll, acaecidos entre 1196-1197, se narra cómo se incendió la iglesia en la zona del altar, y, en concreto, el “Columbus”, que seguramente era un sagrario o tabernáculo con la Sagrada Forma.
Por lo tanto, cabe suponer que el denominado frontal de Mosoll es posterior a esta fecha, y que fue realizado en el primer tercio del siglo XIII dentro una política emprendida por la sede de Urgell para redecorar con vistosos y efectivos muebles litúrgicos de los templos rurales que años antes habían estado saqueados o incendiados. Así, su peculiar programa iconográfico hay que entenderlo en un contexto de afirmación del dogma de la Eucaristía y de la naturaleza humana de Cristo, en directa respuesta a los postulados de la herejía cátara que negaba la humanidad de Cristo y la presencia real de su cuerpo y su sangre durante el rito de la consagración de la hostia. Ello explicaría, en primer lugar, el omnipresente uso del color rojo o encarnado, alusivo a la sangre del sacrificio de Cristo, en el fondo de las escenas. De hecho, tanto en el frontal de Avià como en el de Espinelves, ambos centrados en el tema de la Encarnación de Cristo, aparece este mismo color de tondo, el cual, según las tradiciones folclóricas pirenaicas, estaba ligado al período navideño, pues entonces se ofrecían en las iglesias catalanas velas coloradas (rojas), que se llamaban “candelas de los Reyes Magos” y simbolizaban por su color la “encarnación”.
En segundo lugar, la idea de la presencia real de Cristo en la Eucaristía se hace todavía más explícita en la escena de la Presentación en el Templo, en el registro inferior del frontal, en la que el Niño Jesús es “elevado” sobre el altar por María, para disponerlo simbólicamente junto a la representación de una hostia. Se trata de una alegórica María-lglesia que al alzar sobre el altar al Niño-Eucaristía no hace otra cosa que evocar, metafóricamente, las prescripciones del IV Concilio Laterano (12 l5) que recomendaban que el celebrante elevase la Sagrada Forma durante la misa. Cabe recordar, además, el impacto que una imagen de este tipo, en el que se compara explícitamente al Niño Jesús con la Sagrada Forma, causaría en un público devoto habituado a escuchar algunos milagros difundidos desde la segunda mitad del siglo XII, en los que se narraba la aparición del Nino Jesús durante la celebración eucarística, los cuales estaban destinados a defender la doctrina de la transustanciación o presencia real de Cristo en la Eucaristía. Con ello, el frontal de altar de Mosoll se convertía en un eficiente altavoz del dogma de la lglesia, en un territorio que había mostrado —y todavía mostraba— cierto enraizamiento de la herejía albigense.
Para W. W. S. Cook, el frontal de Mosoll resultaba de difícil clasificación en el panorama de la pintura sobre tabla catalana del siglo XIII, pues mostraba un inusitado dominio de la técnica de la pastigÌio así como un programa iconográfico peculiar que revelaba, según antiguas notas del autor, la influencia de manuscritos orientales. En su distribución de talleres, el autor americano, distinguía entre el grupo bizantinizante (Batarga, Orellá, Lluçà, Avià, etc), el grupo de Lérida (Cardet, Betesa, Tresserra, Chia, Estet, etc.) y el grupo pirenaico, donde incluía la rareza de Mosoll. Dicha clasificación, basada solamente en apreciaciones de tipo estilístico y, en muchas ocasiones, ajenas a las demarcaciones territoriales medievales, se ha manifestado en los últimos años obsoleta La propuesta de J Sureda de encuadrarlo en un “modo popular” de la secuencia tardo-románica, no resuelve tampoco el problema Por ello, se ha propuesto la existencia de un gran taller activo en la Sen d'Urgell en la primera mitad del siglo XIII, denominado Taller/es de la Seu d'Urgell 1200, que habría nacido como respuesta a las necesidades de mobiliario litúrgico de su diócesis tras las destrucciones de finales del siglo XII Este taller, muy variado, se caracterizaría por ensayar diversas técnicas novedosas En primer lugar, el uso sistemático de los relieves en yeso con placas de estaño corladas En segundo lugar, la utilización de pigmentos de origen vegetal —lacas- en algunos colores Y, por último, en tercer lugar, el uso, en muchos casos, de las imágenes como respuesta dogmática en una situación de crisis En esta producción habría que encuadrar, por ejemplo, los frontales de Mosoll, Esterri de Cardós, Ginestarre, los baldaquinos de Tost, Toses, y Tavernoles, o las tablas de Orós.
Así, desde un punto de vista técnico, además del ya comentado uso de la pastiglia y la corladura, el Frontal de Mosoll presenta la peculiaridad del empleo de una laca roja de origen vegetal Cabe recordar que hasta finales del siglo XII, la mayoría de los pigmentos empleados en la pintura sobre tabla son inorgánicos, pero a partir del siglo XIII parece habitual la utilización de lacas de origen vegetal para algunos colores Este es el caso del baldaquino de Tost (azul de la mandorla) y del frontal de Mosoll (rojo del fondo de las escenas de Anunciación y Visitación), ambos producidos hacia el año 1220 en el taller de la Seu d'Urgell bajo una fuerte impronta del bizantinismo del arte 1.200.
Este bizantinismo es otro elemento de datación y filiación, puesto que algunas fórmulas compositivas de Mosoll, como el abrazo entre María e Isabel, o José con las tórtolas, derivan de repertorios bizantinos. Aunque se ignora su procedencia, resulta claro que al autor del frontal le llegaron ecos de la magnífica decoración de la Sala Capitular de Sigena (ca 1196- 1 208), visitada por el obispo de Urgell, Pere de Pigverd, en 1217, con motivo de la celebración allí de unas Cortes Generales. Así la original Cacería mudéjar que decora los montantes laterales del Mosoll se hace eco de la ornamentación de la techumbre perdida de la Sala Capitular de Sigena Por otra parte, como ya se ha señalado, la escena de Dormición parte, en origen, de la iconografía bizantina de la Koimesis, que el artista no supo interpretar correctamente.
Por ello, una cronología en el primer tercio del siglo XIII, en torno a 1220, resulta la más plausible para la realización del frontal Muy posiblemente éste formaría parte de las pinturas producidas en el Taller de la Seu d'Urgell 1200 bajo el impulso del obispo, Pere de Puigverd (1204-1230), para paliar los efectos de las recientes destrucciones del mobiliario de altar en la diócesis.

 

Lladó
El término municipal de Lladó se halla en el límite occidental de la llanura ampurdanesa, a 15 km de Figueres, ciudad con la que comunica a través de la N—260. Se trata de un espacio de transición conocido como la “Garrotxa d'Empordá”, accidentado por los últimos contrafuertes de la sierra de la Mare de Déu del Mont. El actual término municipal comprende, además del núcleo urbano de Lladó, los vecindarios del Pujol y de Manol de Dalt, y los caseríos de Llavanera y del Roure. Limita al Norte con l'Estela; al Este con Cistella, al Sur con Navata y Cabanelles y al Oeste con Sant Martí Sasserra.
La singularidad geográfica del lugar, regado por los cursos fluviales de la riera Àlguema y el rio Manol, favoreció la existencia de asentamientos prehistóricos estacionales en el sector nororiental del término, de esta época se conservan algunos vestigios de la industria del sílex datado en el Paleolítico. Sin embargo, debemos esperar a la romanización para poder hablar de un asentamiento estable en la zona. Así, diversos elementos cerámicos y monedas hallados en distintos puntos del municipio —Mercadell, Can Xamau, Can Güives del Llor, Can'Olives de Manol, Can Bauma, Mas Soler— parecen prueba suficiente para pensar en la existencia de diversas villae romanas en la zona.
La primera referencia documental del lugar se remonta al siglo X. Según el acta de dotación del monasterio de Sant Pere de Besalú, del año 978, el conde Miró donó unas tierras y unas viñas situadas en el lugar de Lucduno. Más tarde, aparece documentado bajo las fórmulas de Lodone (993), Ledono (1017) y Letonis (1091).

Priorato de Santa Maria de Lladó
La antigua canónica agustiniana de Santa Maria preside el núcleo urbano de Lladó. La primera noticia documental del conjunto se remonta al 4 de noviembre del 1089, ano del acta fundacional del priorato. En esta fecha se restituyó el culto y se instauró una nueva comunidad que seguía, por mandato del obispo Berenguer de Girona, la regla de san Agustín: clerici in eodem loco manentes semper secundum regulam beati Augustini viverent. Según el acta de restauración del culto, los esposos Adalbert y su mujer Alamburga, señores de Navata, reconocían que habían retenido el lugar donde se emplazaban las iglesias de Santa Maria y Sant Joan, que sus antepasados habían usurpado injustamente. Asistieron al acto, además del obispo de Girona, el arzobispo de Narbona y los obispos de Magalona, Barcelona, Agde y Vic. Tras la restitución, se estableció en Lladó a un grupo de jóvenes canónigos reformados. Fue, junto con Santa Maria de l'Estany y Sant Tomás de Riudeperes, organizadas alrededor del 1083 y en 1086 respectivamente, una de las primeras casas fundadas con el nuevo espíritu de la reforma agustiniana en Cataluña. Cabe pensar que en la fundación de la canónica tuvo un papel protagonista el abad de Vilabertran Pere Rigald, firme aliado de la reforma gregoriana que se alentaba desde Roma.
Durante el último cuarto del siglo XI, Rigald llevó a cabo una intensa labor de la reforma de la vita communis del clero de Vilabertran, donde introdujo la regla agustiniana en la década de 1080.
La hipotética participación de Rigald en la fundación de la canónica de Lladó se ve reforzada por el hecho de que el primer mandatario de Lladó, el prior Joan (1089-1115), fue un excanónigo de Vilabertran.
Durante el mandato de su sucesor, el prior Grau (1119-1136), el papa Calixto II aprobó el orden canonical bajo la regla agustiniana de Lladó según una bula expedida el 6 de febrero de 1124, en la que se confirmaban además todos los bienes del priorato: la iglesia de Sant Feliu de Lladó (cedida por el obispo en 1109), los dominios en la parroquia de Sant Andreu de Borrassà y Sant Tomás de Riudeperes, las iglesias de Santa Maria d'Ermedàs, Santa Maria del Vilar (diócesis de Elna), Sant Miquel de Fontfreda, Sant Cristòfol d’Estella, las posesiones en la parroquia de Sant Pere de Navata y los molinos que poseía en el Fluviá (ecclesiam sancti Felicis cum omni iure suo et omnia alodia que predicta ecclesia beate Marie Parte infra eiusdem parrochie termino habere videtur ea vero predia que habet vel habere debet in porrochia Sancti Andree Borraciani ecclesias etiam sancte Marie Heremitanis cum universis alodiis que ibi possidetis cellam quoque sancti Thorne que sida est in episcopatu Ausonensi cum omnibus pertinentiis suis ecclesiam sancte Parte de Vilar in episcopatu Elnensi et sancti Michaelis Fontis frigidi et Sancti Chistophori de Stella possessiones etiam quas habetis in Fluviano).
A mediados del siglo XII, el priorato aglutinaba un importante dominio patrimonial, enriquecido con nuevas donaciones. Durante el gobierno del prior Arnau de Coll (1136-1196) se incorporaron las iglesias de Santa Coloma d'Alamans i Sant Joan d'Albera, agregadas a Santa Maria del Vilar, y Sant Sixt de Miralpá, agregada a Sant Tomás de Riudeperes. Las necesidades de la comunidad, junto con el constante goteo de donaciones, hicieron necesaria y posible la construcción de un nuevo conjunto monástico durante el priorato de Arnau de Coll, que con algunas reformas y aditamentos ha llegado hasta nuestros días.
El 4 de mayo del 1196, Arnau d'Hospital (1196-1214) juraba el cargo de prior. De este período destaca la donación al priorato de la señoría feudal de Lladó, que los señores de Creixell efectuaron el año 1209 Esta incluía los términos de las parroquias de Sant Feliu de Lladó, Santa Coloma de Cabanelles, Sant Martí de Queixàs i Santa Maria de Cistella. Posteriormente, en 1219, Arnau de Creixell fundaba una capellanía a favor de Santa Maria de Lladó en la iglesia de Santa Maria del castell de Creixell.
Sin embargo, la noticia más relevante del gobierno del prior Arnau es la fundación de un hospital en Lladó durante su mandato. Aunque las noticias sobre la institución del hospital son escasas, probablemente debemos relacionar su fundación con la relevancia que en este momento adquirió la vía de peregrinación que transitaba por el noreste catalán y que conectaba Sant Pere de Rodes con Santa Maria de Ripoll. No podemos olvidar que Lladó se haya en el camino que comunicaba Sant Pere de Rodes y Besalú, en un lugar muy próximo al Santo Sepulcro de Palera (Beuda). Según el acta de consagración de Palera, el templo fue dotado con los mismos privilegios de indulgencia que la misma basílica del Santo Sepulcro de Jerusalén, y pronto se erigió como un importante centro de culto y devoción. Teniendo en cuenta que Palera se convirtió en una importante destinación sacra para todos aquellos pelegrinos que no podían viajar a Tierra Santa, la fundación de un hospital en un enclave cercano como Lladó parece totalmente justificada.
La emergente comunidad de canónigos de Lladó prosiguió su andadura durante la segunda mitad del siglo XIII, y consolidó su papel como foco de expansión de la reforma agustiniana. La situación del priorato, en la zona de contacto entre el condado de besalú y las posesiones del condado de Empúries, favoreció que el monasterio recibiera notables privilegios tanto de la monarquía como de los condes de Empúries. El 22 de febrero de 1303, Jaime II reconocía al prior de Lladó la jurisdicción criminal sobre el Vilar (Vallespir), una concesión que le daba derecho a ocupar un lugar con voz y voto en las Cortes Catalanas.
La bula de Clemente Vlll del 13 de agosto de 1592 declarando extinguidas las canónicas agustinianas ponía fin a la existencia del cenobio, aunque en Lladó no fue promulgada hasta el año 1596. Desde la secularización, la canónica sobrevivió como colegiata; en el 1851 la comunidad fue suprimida definitivamente.

Planta baja

Planta primera 

La iglesia y el portal esculpido
En la actualidad, la iglesia es el único elemento que se ha conservado íntegramente del conjunto monástico de Santa Maria de Lladó. A ello cabe añadir algunas dependencias monásticas (notablemente transformadas por las diversas intervenciones de época moderna) y el espacio claustral, sin galerías, del que se conservan algunos capiteles descontextualizados.
El templo presenta una planta basilical de tres naves, rematadas por sendos ábsides semicirculares, sin transepto u otros elementos que rompan la simplicidad de su concepción. La nave central, de mayor altura, es separada de las laterales mediante cuatro gruesos pilares de sección rectangular y semicolumnas adosadas con capiteles lisos, exceptuando tres capiteles situados en los Sajones más próximos al ábside Los dos capiteles más cercanos al presbiterio acogen una escena figurativa, mientras que el capitel situado en lado derecho del segundo arco toral presenta decoración vegetal y geométrica. Así, en el capitel del lado del Evangelio se representa una figura masculina de carácter estereotipado en cada una de sus caras, que estira los brazos apoyándolos sobre una especie de cabeza o máscara. El capitel del lado de la Epístola, también de factura tosca, acoge la representación de un personaje con los brazos estirados q sujeta unas formas ovaladas en la que se inscriben unas bolas.       
La cubierta de la nave central se resuelve mediante bóveda de cañón apuntada reforzada por tres arcos fajones que arrancan de una moldura biselada, mientras que las laterales se cubren con sendas bóvedas de cuarto de esfera. Todas ellas descansan sobre pilares macizos de planta rectangular que dan pie a los cinco arcos formeros que separan las naves.
El ábside presenta una decoración paramental con arcos ciegos que descansan en columnas adosadas decoradas con sus respectivos capiteles, un recurso empleado en Santa Maria de Vilabertran, conjunto del que probablemente se copió el modelo. Sin embargo, la decoración absidal de Lladó no corresponde a la fábrica primitiva, sino que es producto de una reconstrucción moderna. Sí debe adscribirse a la obra original la ventana abocinada que se abre en el exterior del ábside, engalanada con dos columnas y capiteles decorados con sencillos motivos vegetales. Esta estructura no se repite en los absidiolos, que presentan sencillas ventanas de medio punto. A las tres oberturas axiales de la cabecera cabe añadir la existencia de siete oberturas más: las tres situadas en el hastial occidental y cuatro en el muro meridional.
La iglesia sufrió una importante reforma en época moderna, cuando se realizaron ampliaciones y adiciones de diferentes elementos. En el siglo XVIII se construyó la capilla de san Lamberto —destruida durante la campaña de restauración de 1973-74— y una sacristía durante el gobierno del prior Verdaguer (1737-1780). Por otra parte, la cabecera presenta un notable sobre alzamiento en sendos ábsides, fruto de una fortificación de los siglos XVI o XVII. En el muro septentrional se abren dos puertas en arco de medio punto, hoy tapiadas, que comunicaban con el claustro.

Sección transversal 

Mayor interés presenta la articulación de la fachada occidental, organizada a partir de una sencilla imposta que divide el hastial en dos registros. El superior presenta una ventana con tres arcos en degradación que apean en dos capiteles decorados con motivos vegetales, de estructura muy similar a la que preside la fachada de Sant Pere de Besalú. El inferior, está presidido por la portada monumental.
El resto de volumetría externa del hastial occidental se completa con los vestigios de dos torres que no se llegaron a construir. Como ha sugerido J. A. Adell, únicamente fue ejecutada una parte del primero piso de la torre meridional, con dos grandes ventanales inacabados y coronados posteriormente como campanario. En el tratamiento de los muros se hace evidente la existencia de dos tipologías de aparejo Así, mientras en la parte central de la fachada y todos los muros del interior apreciamos un aparejo en sillería de gran tamaño muy bien escuadrada y perfectamente asentada, los paños laterales de la fachada occidental, los muros laterales de las naves y la cabecera presentan un aparejo con sillares irregulares y de menores dimensiones.
La portada se resuelve mediante un arco de medio punto cuyo derrame permitió la realización de seis arquivoltas decoradas, que apean sobre jambas rectangulares y cuatro capiteles con motivos vegetales.
La arquivolta exterior, que actúa como guardapolvo, presenta una decoración con ajedrezado. La siguiente acoge una cenefa de tijas onduladas que forman unos círculos en los que hay inscritos motivos florales. A continuación, hallamos una arquivolta con profusa decoración entrelazada a base de cintas que se cruzan en zig-zag, recurso habitual en el léxico decorativo del románico catalán y que aparece, por ejemplo, en conjuntos vinculados con la denominada escuela escultórica de Vic-Ripoll (como algunas impostas procedentes de la catedral románica de Vic) y en otros conjuntos empordaneses, como la portada de Sant Martí de Maçanet de Cabrenys. La cuarta arquivolta presenta una decoración ornamental en dos registros; mientras en la parte frontal hay una serie de hojas de palma dispuestas en sentido longitudinal que generan una doble cinta, el intradós acoge hojas de acanto dispuestas de forma radial. Ambos motivos aparecen en edificios próximos geográficamente y vinculados a la escultura de Lladó, como la iglesia de Santa Maria de Coustouges (Vallespir). Finalmente, las dos arquivoltas siguientes presentan una forma helicoidal con motivos florales la primera —recurso que aparece insistentemente en conjuntos próximos como Sant Esteve de Llanars, Sant Cristòfol de Beget, Sant Pere de Navata y Santa Maria de Cistella—, y motivos del mismo tipo, pero de mayor tamaño la segunda. En los extremos de esta última encontramos dos leones, siguiendo un modelo común en la época y que podemos ver en las portadas de Sant Jaume de Vilafranca de Conflent (Rosellón) y de la cercana iglesia de Sant Vicenç de Besalú (Garrotxa), entre otros ejemplos. No se trata de la única decoración figurativa del portal, a pesar del avanzado estado de deterioro, en la cuarta arquivolta se percibe una especie de réptil, mientras que la cuarta acoge un león del que solo se conserva la cabeza. Las arquivoltas enmarcan un tímpano liso que acoge vestigios de pintura mural tardogótica; a pesar del avanzado estado de deterioro, se intuyen los restos de una escena identificada con la Epifanía (Badia) y el escudo del prior Miquel de Biure (1500-1515). En la moldura situada sobre el dintel quedan restos de una inscripción pintada en caracteres góticos. ANNO DOMINI M. D.X MICHAEL DE VIURE PRIOR SEXTVS DECIMVS.
Por su parte, los capiteles de la portada, derivados del corintio, presentan decoración en tres niveles: dos de hojas de acanto y un tercero con un motivo floral y volutas. Este tipo de decoración, de clara impronta clásica, aparece de forma recurrente en diversos conjuntos situados en el antiguo condado de besalú, concretamente en las portadas de Sant Joan les Fonts, Santa Maria de Cistella, Sant Pere de Navata, Santa Maria de Coustoges y el hospital de Sant Julià de Besalú. El capitel interior de la jamba Izquierda del portal presenta una ligera variación respecto a los restantes. Aunque se repite el modelo derivado del corintio con tres niveles de hojas, su superficie recibe un tratamiento a base de palmas.



Tradicionalmente, la historiografía ha señalado la dependencia de la escultura del portal de Lladó respecto a la escultura de Santa Maria de Coustouges, en el Vallepir, consagrada en el 1142. Lo cierto es que la relación es especialmente palpable en la articulación del portal (con arquivoltas en decoración profusamente decoradas con hojas de acanto y otros motivos vegetales), así como en el repertorio decorativo de los capiteles. A pesar de algunas coincidencias de repertorio, tras el análisis detallado se aprecian algunas diferencias entre Lladó y Coustouges (donde encontramos una mayor profesión decorativa y de repertorio) que nos llevan a atribuir tales vinculaciones a la transmisión de repertorios de modelos y, en todo caso, a la superficie de interacción que compartieron en un espacio estilístico bastante homogéneo.
A partir de la segunda mitad del siglo XII en esta zona del antiguo condado de Besalú concurrieron diferentes talleres o manufacturas que trabajaron a partir de referencias visuales comunes y repertorios iconográficos semejantes, y que sin duda adoptaron el mismo léxico arquitectónico (basta observar las afinidades estructurales de sus portadas). Como hemos visto, la configuración arquitectónica y el léxico decorativo del portal de Lladó se repite en las portadas de Santa Maria de Cistella y, en menor medida, en Sant Pere de Navata, conjuntos con los que forma un grupo bastante homogéneo. La relación es especialmente palpable en la composición de las arquivoltas, decoradas con motivos helicoidales con pequeñas flores.
Por otro lado, los capiteles del portal de Lladó siguen el modelo de algunos capiteles de la nave central del monasterio de Sant Pere de Rodes, que también presentan una estructura derivada del corintio con dos niveles de hojas de acanto y un tercero correspondiente a las volutas. En este sentido, cabe pensar que probablemente Rodes se convirtió en un foco de irradiación e importante centro de referencia para conjuntos erigidos en el territorio del antiguo condado de Besalú durante la segunda mitad del siglo XII, como es el caso de Lladó y Cistella.
En cuanto a la cronología del templo, si admitimos las relaciones del portal con la escultura de Coustouges y las experiencias rosellonesas, parece improbable que el portal y la fábrica fueran realizados antes de 1150. Esta fecha se postula favorablemente como límite inferior o post quem para las obras del templo, que pudieron prolongarse hasta los últimos años del mandato del prior Arnau de Coll (1136-1196), el principal impulsor de las obras.

El claustro y las dependencias monacales
En el sector meridional del templo se despliega el espacio del claustro y algunos vestigios de las dependencias monásticas que se proyectaron para la vida en comunidad de los canónicos de Lladó, aunque la mayor parte de los ambientes (que hoy son la sede del consistorio municipal) han sido muy alterados. Las dependencias se articulan en torno al patio central del claustro, del que tan solo hemos conservado un lote de capiteles. A poniente se conserva el edificio conocido como “Sant Joan de Lladó”, al que se accede por una puerta resuelta en arco de medio punto, con gran dovelaje. Se trata de una de las dos iglesias que restituyeron los señores de Navata el 1089, y que en el siglo XII fue reconvertida en un espacio tradicionalmente identificado con la sala capitular (J. Badia i Homs), aunque la morfología y la ubicación hacen pensar más bien en el dormitorio y la cilla (C. boto). Este espacio se cubre con bóveda rebajada que soporta un piso superior cubierto con arcos diafragma y armadura. El edificio situado a levante del claustro (cubierto mediante bóveda apuntada) debió funcionar como sala capitular, y la sala de la galería norte como refectorio comunitario (no obstante, J. Tremoleda considera que al norte se situaban las dependencias del antiguo hospital).

En la iglesia y las dependencias monacales se conserva el mencionado lote de capiteles procedentes del claustro: cinco situados dentro de la iglesia, de los cuales dos fueron reaprovechados como pila de agua bendita, otro como atril, un cuarto está en el suelo del presbiterio y un quinto, en avanzado estado de deterioro, yace en el suelo del último tramo de la nave. A ello hay que añadir dos capiteles más, derivados del corintio, situados en el piso superior de la galería oeste, hoy convertido en sala polivalente del consistorio municipal. Algunos de los capiteles fueron hallados durante la campaña de restauración de 1973- 1974, cuando se demolieron la llamada capilla de San Lamberto y la sacristía, añadidas en el muro meridional del templo. Aparecieron entonces diversos elementos románicos —capiteles, columnas, bases, dovelas, sillares— que habían sido reutilizados como material de relleno de los muros en el siglo XVIII.
Dos de los capiteles del claustro se conservan, pues, empotrados en los pilares más occidentales del templo como pilas benditeras; están esculpidos en tres de sus cuatro caras, de manera que cabe imaginarlos adosados a un pilar. El primero acoge en su cesta a dos aves enfrentadas que tuercen el cuello y picotean las alas de la opuesta, bajo el ábaco, decorado con arcos entrecruzados, encontramos un motivo floral y volutas. Por su parte, el capitel encastado en el pilar derecho presenta la cesta está decorada con cintas entrelazadas, motivo que encontramos con cierta insistencia en algunos capiteles de la iglesia de Sant Pere de Rodes.
El primero de los capiteles del presbiterio, reutilizado como atril, presenta una estructura derivada del corintio con dos niveles hojas de acanto, detrás de las cuales surgen volutas y un motivo floral. Su estructura es muy similar a los capiteles de la portada, de manera que cabe pensar que corresponde al mismo empeño constructivo; el ábaco está decorado con flores de cuatro pétalos yuxtapuestas. La otra pieza, actualmente depositada en el suelo de la cabecera, sigue el modelo del capitel corintio con decoración en dos niveles. un primer nivel de hojas encorvadas rematas por bolas que recaen sobre una banda horizontal que actúa en todo el perímetro del tambor, y otro superior que incorpora un motivo figurativo con sendas cabezas de león y carnero. Este último presenta puntos de contacto con un capitel procedente de Sant Pere de Rodes conservado en el Museo de Peralada.
Por último, hay que subrayar la existencia de otro grupo de capiteles, dispersos entre la iglesia y las dependencias monásticas, que fueron hallados en la mencionada campaña de restauración del siglo XVIII y que difieren notablemente de los vistos hasta ahora. Se trata de piezas de menores dimensiones y carácter popular, que presentan una decoración vegetal y geométrica muy esquemática, con hojas lanceoladas o bien círculos concéntricos. La sencillez decorativa y la tosquedad de las piezas han llevado a algunos autores a situar los capiteles en un estadio posterior de las obras del claustro, que a finales del siglo XII se vería afectado por un cambio de orientación del proyecto debido a la acusación de malversación de fondos en la que se vio involucrado el prior. En efecto, en 1186 el Pontífice respondió a las denuncias de malversación del dinero de la comunidad ordenando al obispo de Girona y al metropolitano de Tarragona que persuadieran al prior de Lladó, y en lugar de malgastar las rendas de la casa (en las tareas edilicias) pusiera en el claustro a un hombre suficientemente versado en letras para poder enseñarles las artes liberales: compellatis ex nostra parte, ei firmiter iniungentes aut in claustro ecclesie sue aliquod discretum virum et litteratum eligat qui fratres ipsos imbuere possit, ad honorem Dei et ediÍicationem suam, litteralibus disciplines. Este hecho pudo provocar la paralización de las obras del claustro, que posiblemente fue culminado en un segundo empeño constructivo en una fecha avanzada del siglo XIII.

Lipsanotecas
El Museu d'Art de Girona conserva entre sus fondos museísticos cuatro lipsanotecas procedentes de la canóniga agustiniana de Lladó. Una de los más interesantes es una caja-relicario arábiga catalogada con el núm. de inv. 16, que ingresó la colección del Museo Diocesano el 7 de abril de 1979. Se trata de una pieza cilíndrica de latón estafado, compuesta de recipiente y tapa. La caja presenta una profusa decoración a base de motivos animales y vegetales e inscripciones de carácter cúfico, mientras que la tapa es decorada con seis círculos concéntricos que acogen animales —leones, liebres, águilas— en su interior. La historiografía ha situado la pieza en una fecha imprecisa entre los siglos X y XII.
De gran interés es también la lipsanoteca de alabastro conservada en el museo con el núm. de inv. 65.
En este caso se trata de un objeto de factura tosca pero que presenta en su tapa una interesante inscripción en caracteres visigóticos: SENIFREDUS ME IUSIT ET SENIFREDUS PRO ME FECIT (Senifredus me mandó hacer y Senifredus presbítero me hizo). En una de las caras del recipiente hay otra inscripción de difícil lectura, para la cual nos remitimos a la ficha del catálogo del museo: LOBETAS PRESVITER CUM ENNALEGI DEFUNCTI OLLIUBARO SUNIARIO DEFUNCTI ARGELEVA DEFUNCTA TILMETA OLIBABU DEFUNCTI MEIUSSIT. La pieza ha sido datada en el siglo XI.

 

Maçanet de Cabrenys
El término municipal de Maçanet de Cabrenys está situado en el extremo noroccidental de la comarca del Alt Empordà, en las vertientes pirenaicas limítrofes con el Vallespir y, por tanto, con el Estado francés. Comprende la villa de Maçanet de Cabrenys, cabeza de partido, los pueblos de Tapis, els Vilars y Oliveda, los vecindarios de Arnera, Salines y les Creus, y el caserío de les Mines, además de algunas urbanizaciones. El municipio se comunica con el resto del Empordà por la carretera comarcal Cl-502/503 que desde la N-11, a la altura del Pont de Campmany, llega a Maçanet (18 km) tras pasar Darnius, y despliega caminos locales desde la villa a Oliveda, els Vilars, el santuario de les Salines y hacia el término vecino de la Vajol.
La primera mención documentada del lugar aparece en un precepto de Luís el Piadoso del año 814, donde se cita que Ceret limita al sur con villam quae dicitur Macanetum. En 954, el conde Guifré II de Besalú dió al monasterio de Sant Pere de Camprodon un alodio de Tapis, para construir el santuario de les Salines. Otra noticia sobre el lugar aparece en la donación del conde Bernat Tallaferro a la sede de Besalú, hacia 1017. Hacia 1148 se documenta Bernat de Maçanet, primer señor conocido de la villa, al que seguirá su hermano Arnau. La baronía pasó por matrimonio a los Rocabertí en 1313. Hacia 1330, Simó de Cabrera vendió el señorío de Maçanet a Beatriu de Cabrenys, viuda del vizconde Dalmau de Rocabertí.
El 1440 se añade “de Cabrenys” al nombre de Maçanet, dado que la villa pasa a pertenecer a la baronía de Cabrenys, señoreada por una línea secundaria del linaje de los Rocabertí. En 1553, la peste negra aniquila la mitad de la población. En julio de 1675 el teniente-general francés Le Bret, con 1500 hombres, saquea la villa.

Iglesia de Sant Marti de Maçanet de Cabrenys
La iglesia de sant Marti preside el núcleo antiguo de Maçanet, a pocos metros de la plaça de la Vila a la que se llega por las largas calles de Sant Sebastià y de Burriana.
Podemos pensar que el templo ya se había edificado en el siglo IX, pues se sabe que las tropas de Carlomagno, tras liberar Girona en el año 785, iniciaron la repoblación y colonización del país empezando por los territorios montañosos del norte. Empezaron por levantar y organizar las parroquias, y en el caso que nos ocupa cabe señalar que la advocación a Sant Martí tuvo una importante expansión bajo el dominio carolingio.
La primera noticia que menciona la iglesia aparece hacia 1017, en la donación del conde Bernat Tallaferro a la efímera sede de Besalú de, in valle quae dicitur Mazaneto ecclesiam Sancti Martini. En sendos documentos de 1074 y 1095 se expresa que el monasterio de Sant Pere de Camprodon debe librar cada año un mallal (madalal) de aceite a la parroquia de Sant Martí. En un documento de 1117 aparece escrito Sancti Martini de Mazaneto, mientras que el testamento de Berenguer d'Hortal, de 1203, se disponen limosnas para los clérigos de Maçanet a la vez que se instituye heredero a Ramon de Cornellà de las posesiones en Maçanet y en Tapis. Más adelante, en 1221, el testamento de Beatriu d'Hortal dispone así mismo limosnas para Sant Martí de Maçanet. Se conoce que en 1271 unas casas construidas alrededor de la iglesia, junto con la fuerza y el castillo, formaban un recinto amurallado de forma hexagonal. La iglesia vuelve a nombrarse en los nomenclátores de la diócesis de Girona de los siglos XIII y XIV.
El templo fue objeto de reformas entre los siglos XVII y XVIII. Primero se añadió la torre campanario de diseño renacentista, y posteriormente se abrieron nuevas ventanas, como la de la fachada oriental, y se procedió al sobrealzado del edificio en los años 1731 y 1736 respectivamente. Durante la Guerra Civil se quemaron las imágenes y retablos barrocos, y el edificio se destinó a almacén de corcho.
Entre 1971 y 1972 se realizaron profundas reformas, como la eliminación de la capilla dels Dolors, torre con la escalera de caracol que subía al campanario, y el derribo del cuerpo que se había añadido sobre el ábside. Así mismo, se suprimieron el coro, las tronas, el baptisterio y los altares del Sagrat Cor de la Purísima, y se eliminó el encalado de los muros interiores una nueva intervención, en 1986, patrocinada por el Departament de Cultura de la Generalitat, la Diputació de Girona, el ayuntamiento del pueblo y el obispado de Girona, procedió a consolidar los muros interiores y exteriores y de la fachada, así como al derribo de algunos añadidos.
El templo actual es un edificio que, como hemos relatado, tiene una larga historia constructiva que hace muy difícil su datación, esta, según consta en el cartel que hay junto a la puerta de acceso, estaría entre los siglos XII y XIII.
Se trata de una iglesia de una sola nave, con ábside semicircular más estrecho que la nave y que se puede considerar de un románico tardío. La nave cubre con bóveda apuntada mientras que el ábside está cubierto por cuarto de esfera y se abre a la nave con pliegue de doble gradación ojival. La bóveda absidal arranca de una cornisa en bocel que forma un extradós alrededor de la ventana central del mismo a modo de guardapolvo. La eliminación del encalado dejó a la vista el aparejo a base de pequeños sillares de granito de buena factura, dispuestos en hiladas semicirculares, que en la nave se alinean longitudinalmente. En el lateral norte, junto al ábside, se encuentra la sacristía y dos capillas añadidas en el siglo XVII, así como el altar gótico del Roser fechado en 1372. Dejamos constancia, así mismo, de la torre campanario sobre la fachada de poniente, de planta octogonal y con cuatro arcadas de medio punto; es de estilo barroco y datación entre los siglos XVII y XVIII.
En el exterior, el ábside presenta un aparejo a base de sillares de granito de buena factura, dispuestos en hiladas regulares que se asientan en una cornisa en caveto. El extremo superior está decorado con arcos ciegos, que descansan sobre pequeñas ménsulas o canecillos en relieve, algunas lisas y otras con motivos zoomórficos (buey, conejo), geométricos o antropomórficos. Este modelo lo encontramos en varios ábsides de la comarca de la Carrotxa, como los de Sant Pere y Sant Vicenç de Besalú, la Mare de Déu dels Arcs o Sant Cristòfol de Beget. Justo por encima, un friso dentado sostiene la cornisa en caveto que remata el ábside. En el centro, como ya hemos mencionado, se aprecia una ventana de doble derrame de arco doble, que se asienta sobre una especie de imposta monolítica.

Ábside de la iglesia San Martín i Can Duran, Massanet de Cabrenys

Ábside de la iglesia San Martín i Can Duran, Massanet de Cabrenys

Ábside de la iglesia San Martín i Can Duran, Massanet de Cabrenys 

El edificio posee dos portadas de acceso. La primera se sitúa en la fachada occidental, y llama la atención por su estructura poco habitual y por su altura.
Consta de dos arcos de medio punto en gradación que descansan sobre un gran dintel. Los arcos son adovelados, formados por grandes sillares de granito que son escalonados en el arco exterior. El tímpano es a base de sillares y en su parte superior se observa una abertura en aspillera.


En el tramo superior de la fachada, justo encima de la portada, se abre una gran ventana rectangular con falsas pilastras en las jambas y arquitrabe rematado por cornisa; data de 1731.
Una segunda puerta está situada en el centro del muro meridional, entre dos ventanas de doble derrame y un solo arco, de diferente tamaño y estructura.
Consta de dos partes, separadas por una pequeña cornisa horizontal de sección cuadrada a modo de línea de imposta. La parte inferior se asienta sobre un zócalo sobre el que se forman los pliegues que dan origen a las gradaciones. No poseen ornamentación y los sillares que los conforman siguen la estructura de las hiladas del muro. El interior enmarca la abertura, que se cubre con un dintel liso monolítico. A este nivel encontramos la cornisa de sección cuadrada ya mencionada que marca el punto de arranque de los cuatro arcos que componen la portada. Se trata de cuatro arcos de medio punto en gradación, que se corresponden con los pliegues de la zona inferior. El interior, y más pequeño, es liso y los sillares de granito que lo conforman son de cantos vivos; enmarca un tímpano monolítico, también liso. El siguiente arco presenta la arista en caveto al contrario que el tercero cuya arista está reseguida por una nervadura lisa. El único que posee ornamentación es el cuarto arco, cuyo caveto está decorado con motivos en relieve a base de frutas, bolas, elementos vegetales y dos figuras antropomorfas, todo ello de trazo muy sencillo y esquemático. Por último, el conjunto está enmarcado por una arquivolta esculpida con un ajedrezado que se distribuye uniformemente y hace las veces de guardapolvo. Este tipo de portada es frecuente en iglesias del Empordá y de las comarcas vecinas de la Carrotxa o el Rosselló. Por lo que se refiere a la escultura, podemos decir que se trata de una tipología popular que se suele encontrar en ambientes rurales del mismo Empordá, pero también de la Cerdanya (Santa Eugènia de Saga, Sant Climent de Gréixer, Santa Maria d'All), entre otras. Por lo que a su datación se refiere, podemos encajar la entre los siglos XII y XIII, atendiendo a sus características y a la época constructiva del templo.

Altar, corazón y ábside de la iglesia San Martín

Llama la atención una lápida sepulcral de mármol, esculpida en bajorrelieve, que se ubica en una de las dos capillas del lateral norte del templo. Procede de la iglesia de Sant Miquel de Fontfreda y se trasladó para evitar su desaparición, pues estaba colocada en el exterior de dicha iglesia, que vez se encuentra en un lugar muy solitario y expuesta a un posible expolio. La descripción detallada de la pieza se hará en el apartado referente a la iglesia de Sant Miguel de Fontfreda, que pertenece a la parroquia y término de Maçanet de Cabrenys.

Transepto, Iglesia San Martín 

Herrajes de la puerta de acceso
Está documentado que ya existían batientes de puertas de madera adornados con trabajos de hierro forjado en el siglo IX. A partir del siglo XI se inició el uso de elementos de forja en las puertas de las iglesias del Rosellón, Alt Empordá y la Garrotxa, y a inicios del siglo XII se extendió su uso por el camino de Santiago. Esta proliferación de elementos de forja se puede asociar a las fraguas medievales que desarrollaron su actividad en las cuencas altas de los ríos Tec, Muga y Fluviá, que discurren por estas comarcas.
El hecho de cubrir toda la puerta con dichos elementos se puede entender en base a una doble función de unir las tablas yuxtapuestas y además, como una forma común de protección. Su diseño en espiral se atribuye a la fácil elaboración de estas formas. También se ha relacionado su simbología con la forma en que acaban los báculos de los abades y obispos que rememora el bastón del pastor hasta conducir el /rebano a buen recaudo. De este modo indicaría que los fieles han arribado a su receso espiritual donde encontrarán al pastor que los guiará hacia el camino celestial. También señalaría la entrada al Paraiso Según Fernando de Olaguer, la espiral se asemeja a las olas del mar y lo relaciona con el bautismo o con el viaje del alma después de la muerte.


Detalle 

En Maçanet de Cabrenys, entre otros centros, tenemos constancia de la existencia de minas de hierro, así como de talleres y forjas que realizaban trabajos para los pueblos y vecindades del entorno. Por tanto, cabe relacionar dichos talleres con el magnífico trabajo de forja que se nos muestra en la puerta sur de acceso al templo, y también con el de la puerta de la iglesia de Sant Briç, en la vecina localidad de Tapis.
La puerta de madera que hay en el acceso meridional de Sant Martí de Maçanet consta de dos batientes, que mantienen los elementos decorativos de hierro forjado románicos en excelente estado de conservación. Se podrían datar en la misma época de construcción de la iglesia, hacia la segunda mitad del siglo XII o inicios del XIII.
Se trata de un conjunto de trece juegos de tiras o cintas horizontales que se dividen en dos volutas que se enrollan en sentido opuesto en cada extremo. Del centro de cada cinta surgen dos pares más de volutas exentas enfrentadas, lo que hace un total de ocho. Este esquema se repite en nueve de los juegos. Otros dos se ven alterados por albergar el cierre, dos bocallaves y dos tiradores. Los dos restantes se ubican en la parte superior e inferior del batiente occidental y presentan sólo seis volutas cada uno. No podemos olvidar un pequeño juego situado en la parte superior ya mencionada, formado por dos pares de volutas enfrentadas que albergan dos pares de pequeñitas espiras entre ambas.
Algunos juegos presentan una especie de pequeñas espiras dobles y enfrentadas que emergen de los extremos del nervio central en el espacio que queda entre las volutas.
El cierre, de muy buena factura, se desplazaba sobre una tira más ancha a modo de carril acanalado, si bien actualmente está algo desplazado, justo encima de dicha pieza. Discurre entre tres anillos fijos, con resaltes paralelos. Observamos el diseño típico en forma de T con la parte superior horizontal punzonada y acabada con una figura zoomórfica que parece una cabeza de serpiente o dragón, modelo que encontramos repetido en otras iglesias de la zona como Sant Pere dels Vilars, Sant Pere de Navata, o Sant Cebrià de Fluviá. La presencia del dragón, guardián de tesoros que lucha con San Jorge o San Miguel, o de la serpiente que se asocia al diablo que tentó a Eva bajo su forma, se podría interpretar como una fuerza moral que recibe el fiel al abrazarla para entrar o salir del templo.
Los tiradores son muy parecidos por lo que respecta a la argolla o aro circular con tres protuberancias cada una. Penden de un aro más ancho y decorado con incisiones, sujeto a una placa circular abombada que en su parte plana presenta un contorno dentado y está decorada con incisiones curvas y longitudinales. El mismo modelo lo encontramos en la puerta de Sant Esteve de Llanars, en el Ripollés.
Las bocallaves parecen posteriores y constan de dos sencillas placas de hierro rectangulares, clavadas con cuatro clavos cada una.
Destacamos que las cintas y las volutas son de hierro acanalado y están fijadas con clavos de punta roma, cuadrada o puntiaguda, al igual que todos los demás elementos del conjunto.

Píxide esmaltada (MD'A, 64)
En 1964, cuando se reformó el altar mayor, se encontró en su interior una píxide de cobre esmaltado del siglo XIII. Dado que se trataba de una pieza única, al año siguiente, en la exposición de arte sacro que se hizo en Girona, se pidió a la parroquia la cesión temporal de la pieza para los días de la exposición, y con el compromiso de devolverla una vez terminada. Pese a reclamaciones posteriores, la píxide no se devolvió y hoy todavía está expuesta en el Museo de Arte en Girona.
Es una pieza de cobre, con decoración esmaltada al champlevé. Tienen forma de pequeña cajita cilíndrica, con tapa cónica, de unos 10,50 cm de alto y un diámetro de 8 cm. La tapa va unida por una bisagra y un cierre en el lado opuesto, y está coronada por una minúscula esfera que seguramente soportaba una pequeña cruz, como es habitual en este tipo de piezas.
La ornamentación, a base de una policromía de vivos colores, combina el dorado del cobre con el esmalta azul en el fondo, y utiliza además blanco, rojo, turquesa y verde. El diseño muestra tallos dorados que van formando alternativamente espirales rematados por un llorón, y círculos que contienen escudos combinados con florecillas. Destacamos que la tapa contiene dos escudos con lo que parecen flores de lis, uno, y bastones el otro. Es improbable, de todos modos, que los escudos identifiquen linajes nobiliarios, pues la decoración con motivos heráldicos simplemente ornamentales es habitual en los esmaltes lemosines de época tardía.
Pese a que algunos autores han planteado la existencia de talleres locales trabajando a imitación de los productos esmaltados de Limoges, no hay testimonio alguno de su existencia antes de finales de siglo XIII. Lo más probable, por lo tanto, es que la píxide fuera importada a Cataluña más o menos directamente desde la región lemosina, como ocurre con tantas otras piezas litúrgicas elaboradas con esmalte. Por sus características técnicas y decorativas debe ser datada en el siglo XIII.

Lipsanoteca de cristal
En las reservas del Museu d'Art de Girona se conserva también una lipsanoteca de vidrio procedente de la iglesia de Sant Martí. La poca calidad del material hace que se desintegre fácilmente y que haya cambiado su coloración amarillento inicial por un color terroso. Es de forma esférica, mide unos 6 cm de alto por 9,5 de diámetro, y posee una sencilla decoración en la parte inferior a base de una flor de siete pétalos.
Pese a la poca información sobre la pieza, es de suponer que estuviera alojada en el reconditorio del altar. En el Museu Episcopal de Vic se pueden observar piezas similares, que suelen fecharse a inicios del siglo XI. No obstante, pensamos que a esta pieza le corresponde una datación anterior, que situamos hacia la segunda mitad del siglo X. 


Ger
El municipio de Ger se sitúa en la parte central de la comarca de la Cerdanya.
Además del pueblo homónimo, que es cabeza de municipio, quedan en su término la aldea de Gréixer, el caserío de Saga, el barrio de San Pedro y varias urbanizaciones modernas, además de los despoblados de Altejó o Tejó, Montmalús y también Niula, que ha sido urbanizado de nuevo. La población principal se sitúa junto al km 187 de la carretera N- 260, entre el río Segre y los montes del Puigpedrós.
El topónimo tiene origen ibérico, que se reencuentra en la zona del Noguera Pallaresa o en el País Vasco. La zona fue asentamiento durante la ocupación romana (Oyeron) Cerca del pueblo, al noroeste, está el barrio de Sant Pere, donde se encuentran las ruinas de la antigua capilla de Sant Pere de Ger. Está documentado (965) que, en esta capilla, junto a la antigua Strata Francisca, había una pequeña comunidad de clérigos. El año 978 el conde Correll II la cedió, junto con un manso de la villa de Ger, a Sant Ser ni de Tavernoles, monasterio al que todavía pertenecía el 1 268, aunque por esas fechas, ya no había en ella ninguna comunidad. Luego fue posesión del monasterio de Sant Miquel de Cuixá. Sin embargo, los restos que se conservan del edificio parecen de época moderna.
La documentación sobre la villa es abundante. En 1090 se firma un contrato entre el abad Pere Bernat y los monjes de Tavernoles, y por otra parte Pere de Ger, al que le ceden un manso en Ger para que lo trabaje. En 1260, Bernarda y su marido Pere Calí, venden a Ermengol una viña en el término de Sant Pere de Ger, por 150 sueldos barceloneses. El término aparece citado en varios testamentos de caballeros antes de emprender viaje de peregrinaje al Santo Sepulcro entre 1041 y 1076. También aparece en el Memorial de greuges (1241 -1251) que expone la relación de daños sufridos por la población, los eclesiásticos y los bienes de la iglesia, causados por los hombres del vizconde de Castellbó y del conde de Foix. En 1 263, Jaime l refrendó a favor de Bernat, prior de Santa Maria de Cornellá, toda heredad, posesión, derecho y renta, proveniente de sus antecesores, de todas las posesiones del monasterio, entre las que se encontraban varios alodios en Ger.

lglesia de Santa Eugènia de Saga
La aldea de Saca ya debió existir en época romana, si tenemos en cuenta el topónimo Paganos. Forma parte del municipio de Ger situada a los pies de la Solana Central, entre campos de cultivo y prados de regadío. Está junto a la carretera N-260, de Puigcerdà a la Seu d'Urgell, a la altura del km 185,7. Se trata de una agrupación de casas junto a un caserío y la iglesia de Santa Eugenia. En las últimas décadas del siglo XX, han surgido varias urbanizaciones en su entorno, como la Pleta de Saga, o la Devesa de Saga, con un gran aumento de segundas residencias.

Iglesia de Santa Eugenia de Saga románica del siglo XI. Ger. 

Santa Eugènia de Saga, que formaba parte del pagos Liviensis, aparece citada en la lista de iglesias del acta de consagración de la catedral de la Seu d'Urgell, fechada en el 819 pero redactada bastante más tarde, probablemente a comienzos del siglo XI. A partir del año 958 fue posesión del cenobio de Sant Miguel de Cuixá, según se indica en un precepto de este año, otorgado por el rey Lotario I. La posesión es confirmada en la bula del papa Sergio IV a Cuixá, del 1011 (ecclesiam Sanctae Eugeniae cum ahode de Sagano). Consta que en 1201 pasó a ser feudo de los señores de Saga, uno de cuyos miembros, Arnau de Saga, figuró en el séquito de Jaime l en la conquista de Mallorca (1228-1 231), siendo compensado con el castillo de Cotlliure, en el Rossellón. Dicho feudo fue vendido a la abadía de Sant Martí del Canigó en 1372 por Berenguer Ill d'Oms.
Como la mayoría de las iglesias de la zona, recibió las visitas de los delegados del arzobispo de Tarragona entre 1312 y 1314.
La iglesia de Santa Eugènia de Saga fue objeto de diversas intervenciones arqueológicas a partir de 1986, que resultaron enriquecedoras para aclarar su datación. Un primer sondeo lo llevaron a cabo miembros del Centre d'lnvestigacions Arqueologiques de Girona, en 1991. Encontraron dos tumbas de losas junto al exterior del ábside, un muro relacionado con su cimentación y una posible sacristía. Más adelante, las excavaciones llevadas a cabo, con motivo de la pavimentación del templo, por la arqueóloga S. Aliaga en 1996 y 1998, sacaron a la luz tres estructuras de enterramientos antropomorfas, recortadas en el subsuelo en dirección Este-Oeste, y con la cabeza orientada a poniente. Una correspondía a una mujer adulta, otra a un niño, y la tercera apareció vacía. También apareció material arqueológico, en concreto dos fragmentos de cerámica gris del siglo XII.
A continuación, se descubrieron estructuras de cimentación de un ábside (muro con hiladas en opus spicatum), que estaban cubiertas por lo que debió de ser el primitivo pavimento a base de cal y tierras prensadas, que posteriormente se cubrió con un entarimado de madera similar al descubierto en 1999 en la cercana iglesia de Sant Miguel de Soriguerola. Se llegó a esta conclusión por los restos de una viga de madera calcinados, dispuestos de igual modo en la zona absidal.
Gracias al material arqueológico encontrado y a las características de dichas estructuras, se dató el hallazgo entre los siglos IX y X.
El edificio actual, muy austero y sencillo, está situado en una suave elevación, sobre un terreno arcilloso que ha provocado, desde su construcción, problemas de estabilidad en su estructura, que se aprecian al observar la exteriormente, a modo de grandes grietas. Se trata de una nave rectangular, con ábside semicircular, éste con una ventana de doble derrame, rematada con dovelas de piedra granítica bien trabajadas (añadidas seguramente con posterioridad). hay otra obertura, aunque de época más tardía, en la fachada occidental, que va rematada por una espadaña de un solo vano. El ábside de tambor, liso y de muros muy gruesos, asienta sobre un basamento para terminar bajo tejado con una cornisa inclinada. Al derribar la sacristía, en 1991, quedó a la vista una ventana en forma de óculo limitada por dovelas de piedra tosca, seguramente posterior al siglo XII.

La fachada sur, presenta un aparejo a base de sillarejo irregular de esquistos grisáceos y marrosos, de formas alargadas, dispuestos en hiladas no muy regulares y unidos con argamasa. En ella se aprecia una ventana de doble derrame, adovelada, de considerable tamaño. Dejamos constancia de otras tres ventanas de estructura similar, tapiadas posiblemente a causa del terremoto de 1428, que causó importantes daños estructurales al edificio, todavía visibles. Llama la atención que las ventanas llegan prácticamente a ras del alero de la cubierta de pizarra.

El interior, muy reconstruido, permite observar al ábside cubierto con bóveda de cuarto de esfera, precedido por un arco triunfal ojival. La nave, de techo sobrealzado, tiene los muros reforzados con arcos formeros, tres en el costado norte y cuatro en el sur, de los que ya hemos mencionado que sus cimentaciones son anteriores al edificio actual. Su misión consiste en reforzar el muro y, además, sostener la bóveda de piedra, ligeramente apuntada. También hay que citar la cornisa que, a modo de imposta, sostiene o separa el muro de la bóveda, tanto en la nave, como en el hemiciclo absidal. Dejamos constancia de que, solo se conserva un tramo de unos 2,5 m de la bóveda de piedra, dado que el resto se substituyó por un techo de madera, cubierto por un falso techo de ladrillo.
El elemento más destacado y sorprendente del edificio es su portada. Situada en la fachada sur, está tallada en mármol de lsòvol, y va desprovista de dintel y tímpano, como es habitual en las portadas esculpidas de las iglesias románicas de la Cerdanya de la segunda mitad del siglo XII. Presenta cinco arquivoltas abocinadas de medio punto, la más exterior enriquecida con representaciones figurativas esquemáticas. Dos arquivoltas descansan sobre columnas, y las otras tres sobre jambas rectangulares, siguiendo el mismo modelo de las portadas de Sant Pere d'Olopte, Sant Serni de Meranges, Santa Cecília de Bolvir, Sant Martí d'lx o Sant Fructuós de Llo.
Según M. Durliat, habría trabajado en la portada el mismo cantero que, previamente, lo habría hecho en lx y Llo. Otros autores defienden la autoría de un taller vinculado a Ripoll. La decoración escultórica se concentra en el caveto o media caña de las dovelas de la arquivolta exterior, en su clave, y en los cuatro capiteles que descansan sobre las columnas. El conjunto, no sobresale del muro, pero sí lo resigue para culminar en el centro, enmarcando el relieve que decora la clave. Por encima de la portada hay otro guardapolvo, horizontal, sostenido por una pequeña ménsula en cada extremo.
La arquivolta exterior muestra, en sus arranques, la representación de las figuras de Adán (sin pelo y de menor tamaño), y Eva (con larga cabellera), ambos desnudos, con lo que se les sitúa en el momento posterior a la caída. A partir de ellos se alternan cabezas y figuras humanas con animales o seres monstruosos, algunos sin extremidades, posiblemente inspirados en la escultura de Ripoll. 




Especial atención merecen los capiteles, cuya decoración consiste en temas animales y vegetales. Dos de ellos, (el exterior izquierdo y el interior derecho) coinciden en representar tres aves que parecen águilas, destacando el minucioso trabajo en el dibujo de las plumas y las cabezas antropomorfas o de ave (grifos o arpías macho). El capitel exterior de la derecha destaca por su diseño con dos hileras de pequeñas hojas por encima de un collarín retorcido, que se enderezan transformándose en palmetas que acaban en volutas. En medio de estas se aprecian dos cabezas, una demoníaca y la otra con aspecto de buey. Los dos capiteles exteriores están coronados por sendos cimacios decorados con cintas zigzagueantes, mientras que los interiores los presentan lisos. A destacar que el capitel interior izquierdo fue destruido por un rayo en 1865, y apenas se intuye su decoración, que sería a base de motivos vegetales, similar al exterior derecho. Estos capiteles pueden compararse con los de la portada Sant Esteve de Llanars, en el Ripollés (iglesia consagrada en 1161), tanto en la factura como en la ubicación, y temas iconográficos.


Como colofón, cabe mencionar el relieve de la clave con la imagen de Cristo entronizado (Maiestas Domini), en actitud de bendecir con la mano derecha, mientras que con la izquierda sostiene el Libro. Desgraciadamente, la mutilación sufrida en el rostro, no nos permite conocer sus rasgos. Sin embargo, su presencia en tan destacado lugar invita a meditar acerca de los valores espirituales de todos estos símbolos, destacando su papel de Padre que conduce, por la buena senda, a la Salvación: “Yo soy la puerta; quién entre por mí, se salvará” (Ap, X, 9). Esta escenificación, como rey del universo que domina la naturaleza, justificaría la presencia de los seres enigmáticos en portadas y ventanas de las humildes iglesias rurales de la Cerdaña, como certificación de su nuevo estatus, después de entrar a formar parte de la diócesis de Urgell. Merece la pena destacar, como ya hemos mencionado, que estos programas iconográficos estarían probablemente en la órbita del de la portada de Ripoll.
El análisis de la técnica empleada por el escultor de Saga, indica que se trata de un buen tallador, que trabajó la piedra a bisel. Destaca por la dureza que confiere a los rasgos de expresión de los rostros, con párpados que resaltan unos ojos alargados, que suelen acabar en punta. Llama la atención la forma de marcar las mejillas, el cabello, ordenado y siempre hacia atrás, y las largas barbas, recortadas simétricamente. Todos estos aspectos confieren un aire fantástico, y quizás caricaturesco, a las representaciones, que así mismo encontramos en las figuras de las iglesias de la zona, ya mencionadas anteriormente, dando pie a la hipótesis de un mismo autor para todas ellas, o una cuadrilla que se habría formado en el taller que realizó la portada de Ripoll.
Se conserva una pila bautismal de granito, poliédrica en el exterior, que se puede datar hacia el siglo XII, si tenemos en cuenta los datos de la excavación de 1996, que localizaron su estructura básica original en la zona del coro.
En el Musée des Arts Décoratifs de Paris, se conserva el frontal de Santa Eugenia de Saga (1,07 x 1,52 m) con el número de inventario PE 121. lngresó en este museo en 1905, formando parte del legado del decorador y coleccionista Emile Peyre. Se sabe que Elies Rogent todavía lo conoció en su ubicación original a finales del siglo XIX, poco antes de 1896, fecha de su exportación a Francia. Está datado a finales del siglo XIII y, por sus características estilísticas está considerado como gótico. J. Ainaud pensaba que podía ser obra del denominado Maestro de Soriguerola, o acaso de un discípulo de su taller, al igual que el frontal de Sant Vicenç de la Llagona (Capcir, Francia).

 

Peralada
En el centro de la comarca el municipio de Peralada dista unos 8 km de la capital, Figueres, a la que se conectada por medio de la carretera C-252. El término municipal incluye el pueblo homónimo y varios vecindarios agregados, entre los que destaca el de Vilanova de la Muga, que fue municipio independiente hasta el año 1974.
Las intervenciones arqueológicas realizadas en Peralada han confirmado la existencia de un asentamiento ibérico activo, aproximadamente, entre finales de siglo VI a.C. (o inicio del V) y comienzos de siglo III. La historiografía más antigua sostuvo que la villa había sido fortificada ya en este siglo III y que, más tarde, la población se convirtió en la capital de un pagus visigótico. Sin embargo, la arqueología ha descartado esta hipótesis, pues la falta absoluta de material arqueológico de época romana y tardoantigua confirman que, durante ese momento, la población se trasladó a la plana empordanesa; así lo indica, además, los vestigios romanos localizados en Vilanova de la Muga. Por tanto, no cabe sino situar los orígenes de la villa medieval en el momento de ocupación y dominación carolingia del territorio.
A esa época corresponden tanto las primeras evidencias arqueológicas del establecimiento de una estructura urbana como las primeras noticias documentales, en las que aparece mencionada tanto una Villa Petrolota, para referirse al núcleo de población, como el Castro Tolon, en referencia al término de su castillo. Dicha fortaleza fue residencia del linaje vizcondal de Rocabertí, que gobernó la villa durante toda la Edad Media; aunque dependientes de los condes de Empúries, los Rocabertí gozaron de gran poder y la villa de Peralada, cuyo dominio se documenta incluso como condado (comite tu petrolotense) dispuso de una gran autonomía administrativa.
Los restos del castillo se han localizado en el lugar que hoy ocupa el convento de Sant Bartomeu (siglo XIV), en la calle Costa de les Monges. En este lugar se conservan los restos de uno de los portales de la primera y más antigua muralla de Peralada, portal que deba entrada al castillo y del que se conserva un arco de medio punto adovelado. Una vez superado el portal, son visibles los restos de un tramo de bóveda y parte de un segundo arco de medio punto.
De esta primera muralla se conservan otros vestigios en las calles Sant Sebastià y Sota Muralla, donde son visibles fragmentos del muro coronado por almenas y algunas aspilleras. Este primer núcleo medieval fue incendiado en 1285, a consecuencia de la invasión francesa en tiempos del rey Pedro el Grande. El incendio, relatado por el cronista Ramon Muntaner (precisamente nacido en Peralada) propició la construcción de un segundo recinto amurallado, más amplio, que incluyó la judería y la zona donde está situado el convento del Carme. La zona mejor conservada de la segunda muralla (aunque reconstruida a mediados del siglo XIX) se encuentra en las cercanías del convento, con una torre de base circular con almenas y aspilleras.

Claustro de Sant Domènec de Peralada
El claustro del antiguo convento de sant Domènec se encuentra en el jardín de Can Pujol, sede del actual Centre de Turisme Cultural de Peralada i Museu de la Vila que hay en el centro de la población, en la Plaça de la Peixateria.
El claustro es, en realidad, el único resto conservado de un monasterio de origen románico, quizás una canónica agustiniana. La falta total de documentación histórica, así como de vestigios arquitectónicos de sus dependencias monásticas, impiden precisar una cronología para su construcción que, según los escasos estudios dedicados, abarcaría un lapso temporal entre la segunda mitad del siglo XI y los principios del XIII.
Se cree que el conjunto quedó gravemente afectado por el incendio que tuvo lugar en el 1285 en el marco de la invasión francesa dirigida por el rey Felipe Ill el Atrevido que supuso, para Peralada, el fin de una época de plenitud. Como consecuencia, el monasterio habría sido abandonado y su comunidad extinguida hasta 1578, año en que Francesc Dalmau de Rocabertí cedió el antiguo recinto a un grupo de religiosos de la orden de los dominicos, que le dieron su nombre actual. Éstos mantuvieron la comunidad hasta la primera mitad del siglo XIX, pero abandonaron el convento debido a la desamortización. Como consecuencia de su mal estado de conservación, la edificación se derruyó en los años sesenta del siglo XX, después de haber servido, entre otros usos, de hospital y de caserna de la Guardia Civil. Pese a realizarse una intervención arqueológica en el año 2000, nada se ha localizado todavía del conjunto arquitectónico antiguo.
El claustro es un recinto de planta cuadrangular, formado por un plinto de aproximadamente 1 m. de altura sobre el que descansan un total de 52 columnas que sostienen arcadas de medio punto, articuladas en dos sectores de seis (galerías Norte y Sur) y dos sectores de cinco (galerías Este y Oeste). Las columnas se distribuyen por parejas y, en las esquinas, están adosadas a los pilares que forman los ángulos de la estructura.


Las bases están formadas por un doble toro, y presentan decoración escultórica, bien en sus costados, en forma de figuras zoomórficas —probablemente leones, pero difícilmente identificables a causa de la erosión—, o bien sobre sus ángulos, en forma de elementos vegetales o geométricos (piñas y conchas, fundamentalmente). Los fustes son generalmente monolíticos y lisos, y en la mayoría de los casos presentan collarines estrechos entre ellos y los capiteles. Éstos pueden clasificarse según la temática de sus relieves en cuatro tipos: con ornamentación geométrica, vegetal (o la combinación de ambos), zoomórfica, o figurados. Se disponen bajo un ábaco sin decoración escultórica que une los dos capiteles de cada pareja de columnas.
Los arcos son rebajados, particularidad que llevó a Puig i Cadafalch a referirse al claustro de Sant Domènec como un unicom del románico catalán. Sin embargo, los estudios arqueológicos ya mencionados han confirmado que el claustro fue desmontado y vuelto montar en su ubicación actual, en una fecha indeterminada, lo que explica tanto el rebajado como el mal encaje de algunas de las dovelas, que se percibe en muchos de los aros. En realidad, toda la parte superior de la estructura es de época moderna, incluyendo alguno de los ábacos.
El análisis de los capiteles se realizará a continuación, uno a uno, partiendo de la galería oeste, en la que se encuentra el acceso al interior del patio central.

Galeria oeste
1-Capitel ornamental con decoración vegetal que presenta diversos elementos de entre los que destacan las hojas de palma esculpidas en bajo relieve en la parte inferior y los frutos, de mayor volumen, que parecen colgar de los ángulos del capitel, todos ellos enmarcados mediante una cinta que los envuelve.
2-Capitel con figuración zoomórfica compuesto por dos figuras de cuadrúpedos en cada lado, una sobre la otra, y con sus cabezas situadas en los ángulos del capitel, tocando la parte trasera de los animales del lado contiguo. El capitel número 14 de la galería norte presenta la misma temática y morfología.
3-Capitel figurado que presenta cuatro personajes —uno en posición sedente y los otros tres de pie o agachados— sosteniendo varios utensilios, como bastones. El personaje situado en el extremo suroeste parece sostener un ave que podría ser un halcón, y que ocupa el centro de la cara sur del capitel. Siendo así, la escena representada podría tratarse de una cacería, temática que reencontramos en otros claustros románicos catalanes, como por ejemplo en la escultura de los capiteles de Sant Cugat del Valles, en Barcelona.
4-Capitel ornamental con decoración vegetal formada por hojas de acanto en la base y otros elementos de mayor volumen, quizás frutos, en la parte superior y en los ángulos.
5-Capitel ornamental con decoración vegetal formada —como en el capitel número 4— por hojas de acanto en la base y frutos en los ángulos. Destaca, en el centro de la parte más alta del capitel, la presencia de un ave en cada una de las caras.
6-Capitel con figuración zoomórfica que presenta diferentes seres de entre los que destaca el situado en el ángulo externo. Se trata de dos figuras aladas con plumaje abundante y cabeza antropomórfica.
7-Capitel ornamental que destaca por la presencia de una máscara invertida centrada en la base de cada una de sus caras. Este motivo permite aglutinar diversos capiteles del claustro en un mismo grupo distribuidos entre las diferentes galerías. tres en el ala occidental, uno en la meridional, dos en la oriental y dos más en la septentrional. De ella surgen los elementos decorativos —vegetales o geométricos— que llenan todo el capitel y que, por su morfología, recuerda al tema iconográfico de origen pagano conocido como green man, en el que se representa como motivo central una cabeza antropomórfica de la que se origina una profusa vegetación.
En el caso concreto del capitel número 7 del ala oeste, de la máscara surge un tallo que se abre hacia los laterales dando lugar a dos ramas acabadas en espiral, a modo de pequeñas volutas. Entre ellas, aparece una flor de cuatro pétalos inscrita en un círculo y flanqueada por hojas. Todos los capiteles de este grupo presentan en los laterales grandes hojas acabadas en punta y que presentan estrías, a modo de nervios, ocupando la altura total del capitel
8-Capitel ornamental decorado en sus cuatro caras por una serie de dos arquillos ciegos muy bien definidos en la parte superior de éste y que se alargan hasta su base a modo de estrías, creando un patrón cóncavo-convexo que dota al capitel de un interesante juego de sombras. En los ángulos presenta una decoración idéntica a la del capitel número 10 del ala norte, que muestra unas grandes hojas alargadas, acabadas en punta y sin nervaduras.
9-Capitel ornamental con decoración vegetal. Todo el protagonismo lo adquieren aquí las dos grandes hojas que, superpuestas, ocupan los ángulos e invaden casi toda la cara del capitel, dejando libre únicamente el espacio central, ocupado por un tallo trenzado que, en la parte superior del capitel, da lugar a un fruto —quizás una piña— flanqueada por una hoja cada uno de sus lados.
10-Capitel con figuración zoomórfica compuesto por dos figuras de cuadrúpedos erigidos sobre las patas de atrás y levantando las patas delanteras en cada lado, una frente a la otra, y con sus cabezas situadas en los ángulos del capitel, que comparten con el animal de la cara contigua, con lo que hay una cabeza común para cada dos animales.
11-Capitel ornamental con decoración vegetal y geométrica perteneciente al mismo grupo que el capitel número 7 de esta misma galería. Presenta, como en aquel caso, una máscara invertida en la parte central de la base del capitel, de la que surge un tallo que se ramifica a media altura, dando lugar a pequeñas formas de espiral en las puntas de cada rama. El resto del espacio del capitel presenta decoración de tipo geométrica a modo de estrías. En los ángulos se han representado grandes hojas que ocupan toda la altura del capitel.
12-Capitel ornamental con decoración vegetal que pertenece al mismo grupo que los capiteles número 7 y 11 de esta galería. Presenta, de nuevo, una máscara antropomórfica invertida en la base de las cuatro caras del capitel que da lugar a una profusa decoración, centrada por un fruto en la parte más alta. Los ángulos presentan las grandes hojas nervadas propias características de este grupo.

Galería sur
1-Capitel figurativo que presenta cinco personajes dispuestos frontalmente alrededor de sus tres caras. Las figuras de los extremos, tocando al pilar del ángulo sudoeste del claustro, son aladas y una de ellas parece llevar nimbo, características que los identifican como ángeles. En la cara central se representa un personaje también nimbado y vestido con túnica, que no ha podido ser identificado. Lo flanquean otras dos figuras en posición sedente, que sostienen con ambas manos una especie de cinta que se cruza a la altura del pecho y que parece nacer de una máscara invertida situada a sus pies, del tipo que se encuentra en algunos de los capiteles con decoración vegetal ya descritos. La identificación de estos personajes, así como la interpretación general del capitel, es realmente compleja. La historiografía ha propuesto, por comparación con otros ejemplos, que se trate de atlantes y que esta sea una representación del Paraíso que precede al ciclo del Génesis del capitel número 2 de esta misma galería.
2-Capitel historiado que presenta, enmarcadas bajo una arcada, cuatro escenas que componen un ciclo del Génesis. la creación de Adán, la creación de Eva, el Pecado Original y los trabajos de Adán y Eva. La lectura iconográfica debe iniciarse por la cara norte, dedicada a la creación del primer hombre (Cena 2, 7). En ella se representan dos figuras masculinas: la primera, nimbada y vestida, toca con una mano de grandes proporciones —la Dextera Domini— la cabeza de la otra figura, Adán, que ha sido representado desnudo y mirando a Dios. En la cara este, dedicada a la creación de Eva (Gen. 2, 21-22), aparecen tres figuras: Adán, desnudo, reclinado y dormido mientras que Dios —vestido con túnica y nimbo representado de pie en el extremo opuesto, hace salir a Eva de una de las costillas de Adán. La vemos en la parte central del capitel, sobre el cuerpo de éste. La lectura continúa en la cara contigua, dedicada al Pecado Original (Gen. 2, 1-7). Adán y Eva son representados desnudos y flanqueando el árbol del fruto prohibido, en el tronco del cual aparece enrollada la serpiente. El ciclo termina en la cara sur del capitel, dedicada a las consecuencias del Pecado. Aquí, ambas figuras aparecen ya vestidas y mostrando las herramientas de sus trabajos: el arado y el huso. Se trata del único capitel del claustro con un carácter marcadamente narrativo, hecho que ha llevado a algunos autores a proponer que no formaba parte, en origen, de Sant Domènec.

3-Capitel ornamental que presenta todas sus caras lisas a excepción de algunos elementos decorativos de tipo vegetal frutos) y zoomórfico (máscaras) situados en la parte más alta.
A media altura y en bajo relieve aparece representada una torre que, según la historiografía, podría relacionarse con aquellas que aparecen en el escudo del linaje de los Rocabertí, gobernadores de Peralada.
4-Capitel con figuración zoomórfica que presenta la misma morfología que el capitel número 10 del ala oeste. Se trata del tema de los animales enfrentados, compuesto por dos figuras de cuadrúpedos erigidos sobre las patas de atrás, levantando las patas delanteras en cada lado, con las colas entrelazadas y con sus cabezas situadas en los ángulos del capitel, que comparten con el animal de la cara contigua, con lo que hay una cabeza común para cada dos animales.
5-Capitel con figuración zoomórfica que muestra cuatro animales cuadrúpedos representados con los cuerpos ocupando la cara del capitel y sus cabezas en los ángulos. Aparecen atados mediante una cuerda a una argolla situada en la parte alta del capitel. No es posible precisar de qué tipo de animal se trata, sin embargo, su aspecto grotesco los dota de un carácter negativo.
6-Capitel ornamental con decoración vegetal que presenta un doble registro de hojas de acanto. La morfología de este capitel no coincide con ningún otro del claustro, lo que ha llevado a la historiografía a proponer que se trate de una pieza reaprovechada que no debía formar parte, en origen, del claustro de Sant Domènec.
7-Capitel ornamental con decoración vegetal en forma de tallos y frutos.
8-Capitel ornamental con decoración vegetal que pertenece al mismo grupo que los capiteles número 7, 11 y 12 de la galería oeste, ya definidos. Como en aquellos, presenta en el centro de la base de cada una de las caras del capitel, una máscara antropomórfica invertida de la que se origina un motivo central que puede definirse como un tallo que se abre a media altura dando lugar a dos ramas acabadas en espiral. El resto del espacio está decorado con ornamentación geométrica. Este capitel es muy similar al capitel número 11 del ala occidental del claustro y, como éste y como el resto del grupo de capiteles aglutinados por la presencia de este del mascarón, presenta grandes hojas con nervios en sus ángulos.
9- 13. Los capiteles de esta serie presentan un tipo de ornamentación geométrica que se define a partir de un motivo común: se trata de una sucesión de triángulos que llenan las cuatro caras del capitel, así como los ángulos, siendo un total de 8 los triángulos representados. Los de las caras se presentan invertidos, con la base en la parte inferior del capitel. Este particular motivo ornamental se repite en tres de las cuatro galerías del claustro, más concretamente, en los capiteles 8 y 9 de la galería este y en los capiteles 9, 11, 12 y 13 de la galería norte.
14. Capitel ornamental que presenta la parte inferior lisa y la superior decorada con diversos elementos de entre los que destacan los frutos esculpidos en los ángulos bajo los que aparecen unas pechinas de grandes dimensiones que invaden parte de las caras del capitel. El espacio restante lo ocupa un motivo central ovalado y estriado que, a causa de la erosión, no es posible definir con mayor precisión.


Galería este
1-Capitel ornamental con decoración vegetal y geométrica que pertenece al conjunto formado por aquellos capiteles centrados por la presencia de una máscara central invertida en la base de cada una de las caras del capitel. La decoración que nace de ella se presenta, en este caso, íntimamente relacionada con la del capitel número 7 del ala oeste del claustro: un tallo que, a media altura, se ramifica abriéndose hacía los laterales y acabando en forma de espiral o de pequeña voluta. Entre las dos ramas que se originan, se presenta una flor de seis pétalos inscrita en un círculo. En los ángulos del capitel reencontramos las grandes hojas nervadas que presentan todos los capiteles del grupo.
2-Capitel ornamental vegetal con hojas de acanto en bajo relieve en la parte inferior que contrasta fuertemente con el volumen de los frutos representados en la parte superior.
3-Capitel ornamental vegetal con hojas de acanto en la parte inferior. El espacio restante lo ocupan diversos frutos que parece que cuelguen de la parte superior del capitel y que se asemejan tanto a los representados en el capitel número 2 de esta misma galería como al número 4 de la galería oeste. Los frutos crean, entre ellos y en relación con la parte inferior de la pieza, un fuerte contraste de volúmenes que da lugar a un interesante juego de sombras.

Galería norte
1-Capitel ornamental con decoración vegetal siguiendo el esquema definido para el grupo de capiteles que presentan una máscara central invertida en su base (capiteles 7, 11 y 12 de la galería oeste, 8 de la sur, 1 y 12 de la este y 15 de la galería norte). En el caso se sigue la misma morfología que en ejemplos número de la galería oeste y de la galería este, en que las ramificaciones que surgen de la máscara enmarcar una flor -de seis pétalos, en esta ocasión-, inscrita en un círculo.
2-Capitel ornamental con decoración vegetal. Presenta, en el centro de cada cara, un tallo vertical que, en la parte superior, se abre dando lugar a tres ramas. la centras está coronada por un fruto —quizás pina—, mientras que las otras dos se abren hacia los laterales acabando en espiral, a modo de pequeñas volutas. Destaca la presencia de las grandes hojas lisas y puntiagudas que ocupan los cuatro ángulos.
3-Capitel con figuración zoomórfica que presenta cuatro figuras situadas en los ángulos. Se trata de seres antropomórficos, con zarpas y grandes alas con un plumaje muy abundante que invade las caras del capitel. El tema y, sobre todo, la forma de estos seres fantásticos, debe relacionarse con el capitel número 6 del ala oeste del claustro.
4-Capitel con decoración figurada que presenta grupos de dos y tres personajes en cada una de sus caras enmarcados bajo una arcada que, en los extremos, se remata con una cabeza de animal. Lo más reseñable de estos grupos de personas es su gestualidad, puesto que algunos de ellos tocan a los otros de forma expresa —su boca, su pecho, sus ojos, etc.—, sobrepasando incluso el marco de la propia escena. Véase, en este sentido, el personaje de la cara norte, que alarga su mano hasta tocar a una de las figuras de la cara oeste, detalle que indica una interconexión semántica entre las escenas de las diferentes caras del capitel. Esto no es suficiente, no obstante, para aventurar una hipótesis argumentada sobre el significado de estas escenas. Sin embargo, parece demasiado arriesgado apoyar las hipótesis que han defendido una lectura bíblica, en sentido estricto, para este capitel. Por contra, parece más acertada la propuesta de que podría tratarse de una alusión simbólica a los pecados carnales y a sus consecuencias para los sentidos, lectura que podría relacionarse con la temática del Pecado Original representada en el capitel número 2 de la galería sur. En cualquier caso, el mal estado de conservación de la escultura de este capitel dificulta su lectura y posible interpretación.
5-Capitel ornamental con decoración vegetal que pertenece, como el capitel número de esta misma galería, al grupo de los que presentan una máscara antropomórfica en la base. Este capitel presenta, no obstante, algunas variaciones del tema que lo diferencian del resto. Es el único capitel que no presenta hojas en los ángulos y si, en cambio, unas pechinas en la parte superior de cada uno de ellos. El resto del espacio está ocupado por una profusa vegetación.
6-Capitel con decoración figurada que presenta una morfología muy similar a la del capitel número 4 de esta misma galería, con parejas de personajes -uno femenino y otro masculino- esta vez representados de medio cuerpo y enmarcados bajo una arcada rematada, en sus extremos, con ornamentación de tipo vegetal y geométrico.
7-Capitel con figuración zoomórfica que presenta diversas figuras dispuestas en la parte superior de la pieza. Se distinguen hasta tres animales distintos, si bien están muy deteriorados y no puede especificarse de que tipo de animal se trata en concreto. Dos de ellos son cuadrúpedos y parecen ataquen al tercero, situado en el ángulo del capitel.
8-Capitel ornamental con decoración vegetal que todo el espacio ocupado por diversos registros de hojas de acanto dispuesta. Se trata de un capitel adosado al pilar noroeste que presenta, en sus dos ángulos libres, un fruto -probablemente una pina- y una cara en el ángulo interno. Pese a que no es posible detectar si se trata de una faz humana o de una cabeza de animal, por su morfología general este capitel puede relacionarse con el capitel número 6 de la galería este.
9-Capitel ornamental con decoración geométrica, siguiendo el esquema de la serie definida para los capiteles 9 a 13 de la galería sur.
10-Capitel ornamental con decoración vegetal que presenta las cuatro caras lisas y como único elemento decorativo unas grandes hojas alargadas y acabadas en punta en los ángulos, similares a las de los capiteles número 2 de esta misma galería y al número 9 de la galería oeste.
11-13. Capiteles ornamentales con decoración geométrica, siguiendo el esquema de la serie definida para los capiteles 9 a 13 de la galería sur.
14. Capitel con figuración zoomórfica que presenta la misma temática y morfología que el segundo capitel de la galería oeste. Está compuesto por dos figuras de cuadrúpedos en cada lado, una sobre la otra, y con sus cabezas situadas en los ángulos del capitel, tocando la parte trasera de los animales del lado contiguo.

Conclusión
Con los elementos descritos es difícil ofrecer una lectura global del conjunto de Sant Domènec, lectura que se ve condicionada por las dudas en lo que respecta a la ubicación actual de los capiteles en relación con la que debió ser su disposición original. A esto se suma la dificultad de explicar la presencia de algunos capiteles que, por su especial naturaleza, plantean dudas sobre si fueron realmente realizados para este claustro. Se trata, en particular, del capitel dedicado al ciclo del Génesis (número 2 de la galería sur) que, por su carácter eminentemente narrativo se diferencia claramente del resto de capiteles, incluso de los que son figurativos, y del capitel decorado con hojas de acanto (número 6 de la galería sur) que, como ya se ha propuesto, podría tratarse de un ejemplar reaprovechado.
En estas circunstancias, no es posible ofrecer una cronología precisa, más allá de recordar las aportaciones de la historiografía precedente y que ha situado la escultura del claustro en algún momento en torno al 1200.

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