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domingo, 19 de enero de 2025

Arqueta de Leire

 

La arqueta de Leyre es una caja elaborada con placas de marfil de elefante delicadamente decorada con motivos vegetales, animales y lo que es más inusual en el arte islámico, con figuras humanas, una de las cuales podría representar al propio califa cordobés Hisam II (965 - 1013). Las inscripciones existentes en esta joya del arte hispano-musulmán han permitido obtener mucha información acerca de la misma, e incluso el nombre del maestro que la labró y de sus cuatro ayudantes.
Recorriendo la base de la tapa a lo largo de sus cuatro lados hay una inscripción realizada en caracteres cúficos elegantemente adornados con pequeñas perlas y brotes vegetales. Su traducción es esta:
"En el nombre de Alá. Bendiciones de Alá, prosperidad, felicidad y consecución de las expectativas procedentes de las obras piadosas y tregua del momento designado para la muerte del hayib Sayf al-Dawla `Abd al-Malik, hijo de Almanzor, a quien Dios conceda éxito. De parte de lo que se ordenó hacer bajo la supervisión del paje principal Zuhayr b.Muhammad al-`Amiri, su esclavo en el año trescientos noventa y cinco"
La fecha corresponde a la Hégira y equivale al año 1004/1005 de nuestro calendario cristiano.
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Para algunos autores el cofre habría sido encargado para celebrar la victoria de Abd al-Malik al-Muzaffar sobre el reino de León en 1004-1005 por la que recibió de el califa Hisam II el título de "Ay al-Dawla" ("Espada del Estado"). Este tipo de objetos de lujo estaban destinados a contener perfumes u objetos personales de su propietario.
Probablemente la pieza fuera tomada como botín de guerra de alguna incursión cristiana llegando de este modo hasta el monasterio de Leyre en Navarra. Por su delicado trabajo y valor formal, fue utilizada como caja-relicario de las santas mártires Nunilo y Alodia martirizadas en Huesca. Sus restos fueron depositados en su interior envueltos en una tela mozárabe de seda tejida decorada con dibujos de aves. Es una circunstancia que reúne con el paso del tiempo a los dos extremos de un drama tras el que subyace el integrismo religioso.

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En el aspecto formal, la caja mide 23 x 23 x 28 cm. Se compone dos elementos. La caja propiamente dicha y una tapa troncopiramidal truncada que encaja en ella. El material en que se trabajó es exclusivamente marfil de elefante cortado en planchas de 14 milímetros de espesor. Las planchas visibles y labradas son un total de diecisiete. Dos más, sin labra alguna componen la base del objeto.
La base de la tapa, como ya se ha indicado, contiene la inscripción cúfica que la rodea por completo. La última de las caras en que se inscribió (Imagen 6) aparece desdoblada en dos líneas, probablemente por error en el cálculo de lo que les ocuparía la misma.

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En la decoración de cada una de las caras se estableció un marco a base de cenefa perimetral decorada con trenzados que se adentra en cada cara conformando medallones de ocho lóbulos. Las caras largas poseen tres medallones cada una, dos las caras cortas y en la tapa, cuatro en cada plancha larga, uno en cada lateral y tres -circulares- en la plancha plana más elevada.
En total suman veintiocho medallones decorados con diferentes motivos y que más adelante veremos pormenorizados.

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En el espacio existente entre los medallones y también en el interior de los mismos, una decoración de ataurique ocupa por completo cada centímetro cuadrado de superficie en una especie de "horror vacui". Marañas vegetales que se entrelazan, trenzan, enroscan, ascienden y que aportan un fondo continuo a todas las escenas labradas.

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Entre la maraña vegetal podemos distinguir algunas aves picoteando frutos, un personaje subido a lo alto con dos leones abajo prosiguiéndolo, luchas de hombres y fieras.

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La temática general de lo labrado es profana, áulica. La cara principal muestra lo que parece ser un ambiente cortesano: Un personaje principal (probablemente Hisam II) sentado a la turca sobre trono sustentado por leones, portando anillo de sello real y asistido por dos sirvientes, mientras que en otros medallones, unos músicos crean ambiente y otros personajes quizá de la corte, completan la escena.
En el resto de las caras lo que hallaremos son escenas de caza, luchas entre caballeros, fieras reales o míticas... motivos que con frecuencia encontramos en el arte románico y que probablemente deriven de este arte islámico.

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Los medallones correspondientes a la cara anterior del arqueta son los señalados con los números 1 a 4. El comienzo de su lectura, al igual que el de la epigrafía es de desecha a izquierda. En ese mismo orden muestro los medallones de las sucesivas caras. De ese modo, el lugar preeminente lo ocupa el medallón del extremo derecho de la cara central (Imágenes 1 y 3). Como ya he adelantado, muestrea a un personaje de alto rango, sentado a la turca sobre trono sostenido por leones. Lleva una jarrita en su mano izquierda, en la cual destaca un gran anillo en su dedo meñique. En la diestra un racimo de frutos. A ambos lados dos sirvientes lo atienden. Uno porta un pequeño estandarte y una jarrita y otro un objeto quizás 
para espantar moscas o dar aire (?).Personaje barbado, de alto rango que por el anillo-sello de los califas se ha identificado con el califa cordobés Hisam II. Centrando el trono hay una cartela que contiene la firma del autor de esta cara.
Completa el ambiente cortesano las escenas de los medallones sucesivos. En el siguiente (Imagen 3) encontramos tres músicos que suenan un aulós (flauta doble), un laúd islámico y una trompeta. Sobre ellos se dejó una zona sobresaliente liza, para la cerradura del cofre. Otros dos personajes también de alto rango dado que ocupan trono semejante al del califa aparecen en actitud de comer y beber (Imagen 2)

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La decoración de la cara lateral izquierda la muestro en las imágenes 5 y 6. En la primera de ellas (Imagen 6) hallamos una escena en la que sendos lobos atacan a ciervos. Saltan sobre sus grupas y muerden el lomo. La escena es simétrica, como la mayoría de ellas (ley de la simetría que encontraremos en el arte románico) y las figuras aparecen adaptadas al marco, en este caso al medallón de ocho lóbulos. Sobre la grupa del ciervo de nuestra izquierda se advierte la firma del autor de las esculturas de esta cara.

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Las imágenes 7 a 9 muestran las escenas de la cara posterior del arqueta. La primera de ellas (Imagen 9) nos presenta una lucha de "caballeros" a lomos de elefantes. Luchan a espada y portan escudo redondo. Los elefantes se representan con mucho realismo. Sus orejas son pequeñitas y decoradas como si fuesen palmetas.
La imagen 8 muestra la lucha de un guerrero de a pie con dos fieras: un león que muerde su escudo y un lobo que le muerde la cadera a la vez que lo alancea. El guerrero porta túnica corta, cinturón y calzas trenzadas. A pesar del dramatismo de la escena su expresión es hierática. En el centro del escudo se halla la firma del autor de esta cara y alrededor una plegaria islámica ("En el nombre de Alá, bendición de Alá, prosperidad y felicidad").
La imagen 7 nos trae una imagen muy frecuente en la escultura románica. Se trata de un combate entre dos caballeros. Uno porta lanza con la que está atravesando el escudo redondo de su oponente, el cual se dispone a descargar un golpe de espada sobre su cabeza. Los detalles de armamento, ropaje y arreos de los caballos están tratados con gran minuciosidad y precisión, hasta el punto en que ambos caballos llevan en su grupa la "divisa". Es una inscripción islámica (´A mir) apelativo de la familia de Almanzor (J. de Navascués); o sea que ambos caballos son de su cuadra y el combate no debe de ser una escena de batalla contra un rival sino más bien una escena de torneo.

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La cara corta de nuestra derecha se decora con los medallones de las imágenes 10 y 11). La primera de ellas (Imagen 11) muestra dos seres imaginarios con aspecto de grifos de cabeza de león pero con la particularidad de poseer un gran cuerno que se incurva hacia la espalda. Por ese motivo se han tomado como unicornios
Fieras (lobos) cazando antílopes decoran la imagen 10. Sobre la grupa del antílope de nuestra derecha aparece la firma del autor de esta cara.

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En la tapa de la arqueta, sobre la cara principal en la que hemos visto al califa, hallamos cuatro medallones. son de un tamaño algo inferior a los vistos en la caja; pero igualmente octolobulados. Los laterales tienen el exterior parcialmente amputado por la forma trapezoidal de la placa. Ambos medallones exteriores repiten escena de modo simétrico, como si ambas hubieran debido de estar reunidas en un solo medallón al igual que lo visto (Imágenes 15 y 12). Se trata de un lobo dando caza a una gacela a la que toma por el cuello. La labra es excelente, y los detalles delatan al mejor de los escultores. No en vano, es el maestro el que labra la tapa y sus aprendices los laterales de la caja.
La imagen 14 nos trae a un caballero practicando la caza. El perito va delate y en la mano porta un halcón. Escena de cetrería que en el arte cristiano la veremos sincretizada como "Mayo-Caballero" en los calendarios.
Otro caballero practica la caza del lobo al que alancea en el cuello mientras mira fijamente al espectador (Imagen 13).

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En ambos lados cortos de la tapa troncopiramidal se repite la misma escena en simetría: un pavo real. El de nuestra derecha está algo deteriorado; pero el otro es de gran belleza y delicada labra. Al lado del pavo del lado derecho en una escena de caza aparece pequeñita la firma del maestro (sobre la pantorrilla de un guerreo que lucha con una fiera), que también dejó al interior de la tapa. Lo veremos más adelante.

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En el lado largo posterior de la tapa, de nuevo la simetría en los extremos: dos águilas de picudas orejas atrapando a pequeñas avecillas (Imágenes 21 y 18). De nuevo entre ambos extremos simétricos, una nueva escena de lucha. Esta vez son guerreros subidos a lomos de elefantes (imágenes 20 y 19). El de nuestra izquierda se halla en actitud de lanar una flecha, aunque el arco ha desaparecido, al igual que el arma que porta en la mano el de la derecha.

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Por fin, sobre la tapa, de nuevo el maestro nos trae la simetría: escenas de fieras abatiendo cervatillos (Imágenes 24 y 22) centran otra en donde un águila da caza a una liebre de puntiagudas orejas (Imagen 23).

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Uno de los detalles importantes de la arqueta de Leyre es que conocemos a sus autores. Cada una de las caras está firmada. La firma es evidente en algunas ocasiones y otras veces hay que buscarla. Es fácil de ver en las caras laterales del cuerpo de la arqueta, mientras que en la tapa pasa desapercibida. La imagen no es de buena calidad; pero sirve para ubicarla: se halla en la pantorrilla del hombre que lucha con la fiera al lado del pavo real, en el lado corto de nuestra derecha (Imagen 2). Esa inscripción dice "FARAY".
Al desmontar y limpiar las placas de marfil, Jorge de Navascués y de Palacio, descubrió en el interior la placa talud de la cara anterior la inscripción de la imagen 1 que no deja lugar a dudas sobre la autoría de esta obra clave del arte islámico: "Fue hecho por Faray con sus discípulos"

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El artista que trabaja la cara anterior deja su firma en el centro del trono sobre el que está el califa Hisam II (Imagen 3). La lectura de su nombre es: "MISBAH"
Una curiosidad es que todas las firmas comienzan con los signos mostrados en la imagen 7, que es equivalente al "me fecit" del románico, es decir un "hecho por".
La cara posterior la firma en el centro del escudo del guerrero "JAYR" y alrededor la inscripción circular reza así: "En el nombre de Alá, bendición de Alá, prosperidad y felicidad"
La cara de nuestra izquierda está firmada por "RASID" (Imagen 4) sobre la grupa de un ciervo y la cara de nuestra derecha la firma "SA´ABADA" también en la grupa de otro rumiante (Imagen 6).

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En las grupas de los caballos de la escena de combate hay dos inscripciones iguales que en principio se tomaron como firma; pero según J. de Navascués corresponde a "´A MIR", marca de hierro de los caballos correspondiente al apelativo de la familia Almanzor (Imágenes 8 y 9).

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El conjunto de la arqueta es sin duda magnífico; pero hay tantos detalles bellos y diminutos que es difícil atender a todos. Es por eso que he querido extraer de la misma algunos y ofrecerlos para su contemplación aislada. Mientras los recortaba, veía sin duda que en muchas ocasiones fueron modelo para el artista románico, ya fuera escriba, orfebre o escultor. No quiero con ello decir que el modelo fuese precisamente esta arqueta; pero si que los motivos en ella plasmados tuvieron unos modelos comunes para éste y muchos otros objetos del arte islámico que trascendieron hacia los artistas románicos.
Algunos animales plasmados en la arqueta son mitológicos como el unicornio o el grifo. Otros reales: leones, lobos, ciervos, gacelas, elefantes, caballos, perros, liebres, pavos reales, águilas, palomas. Todos ellos toman carta de naturaleza al extraerlos de la misma y presentarlos en solitario.

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También la decoración vegetal es modelo para otros artistas. La decoración de ataurique, rellenando hasta la saciedad todos los espacios con vegetales que ascienden, se trenzan, entrecruzan o enroscan sobre si mismos, crea un fondo delicioso para los medallones con sus cuidadas escenas. Y también dentro de los medallones vemos que penetran los vegetales. hasta en las letras cúficas de la inscripción dedicatoria los encontramos.
Decoración de fondo y también elementos verticales de separación entre medallones. En ocasiones toman la forma de árbol o palmera, con personajes en lo alto acorralados por leones, como en las imágenes 21 y 7.
Elementos vegetales que se enroscan y generan hojas en el interior del círculo generado como en la imagen inferior. Es o mismo que veremos en multitud de cimacios de capiteles y también en muchas de sus cestas. Es el arte que trasciende a las épocas a las culturas y a las religiones; gracias a Dios (independientemente del nombre que le demos). 

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BIBLIOGRAFÍA:
-"La Edad de un Reino. La encrucijada de la corona y las diócesis de Pamplona" Director científico: I. Bango. 2006. 149: Arqueta de Leyre. Vol 2. 483-498
-"Una Joya del arte hispano-musulmán en el Camino de Santiago". Jorge de Palacio. Edit.: Príncipe de Viana

 

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