La arqueta de Leyre es una caja elaborada con
placas de marfil de elefante delicadamente decorada con motivos vegetales,
animales y lo que es más inusual en el arte islámico, con figuras humanas, una
de las cuales podría representar al propio califa cordobés Hisam II (965 -
1013). Las inscripciones existentes en esta joya del arte hispano-musulmán han
permitido obtener mucha información acerca de la misma, e incluso el nombre del
maestro que la labró y de sus cuatro ayudantes.
Recorriendo la base de la tapa a lo largo de
sus cuatro lados hay una inscripción realizada en caracteres cúficos
elegantemente adornados con pequeñas perlas y brotes vegetales. Su traducción
es esta:
"En el nombre de Alá. Bendiciones de
Alá, prosperidad, felicidad y consecución de las expectativas procedentes de
las obras piadosas y tregua del momento designado para la muerte del hayib Sayf
al-Dawla `Abd al-Malik, hijo de Almanzor, a quien Dios conceda éxito. De parte
de lo que se ordenó hacer bajo la supervisión del paje principal Zuhayr
b.Muhammad al-`Amiri, su esclavo en el año trescientos noventa y cinco"
La fecha corresponde a la Hégira y equivale al
año 1004/1005 de nuestro calendario cristiano.
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Para algunos autores el cofre habría sido
encargado para celebrar la victoria de Abd al-Malik al-Muzaffar sobre el reino
de León en 1004-1005 por la que recibió de el califa Hisam II el título de
"Ay al-Dawla" ("Espada del Estado"). Este
tipo de objetos de lujo estaban destinados a contener perfumes u objetos
personales de su propietario.
Probablemente la pieza fuera tomada como
botín de guerra de alguna incursión cristiana llegando de este modo hasta el
monasterio de Leyre en Navarra. Por su delicado trabajo y valor formal, fue
utilizada como caja-relicario de las santas mártires Nunilo y Alodia
martirizadas en Huesca. Sus restos fueron depositados en su interior envueltos
en una tela mozárabe de seda tejida decorada con dibujos de aves. Es una
circunstancia que reúne con el paso del tiempo a los dos extremos de un drama
tras el que subyace el integrismo religioso.
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En el aspecto formal, la caja mide 23 x 23 x 28
cm. Se compone dos elementos. La caja propiamente dicha y una tapa
troncopiramidal truncada que encaja en ella. El material en que se trabajó es
exclusivamente marfil de elefante cortado en planchas de 14 milímetros de
espesor. Las planchas visibles y labradas son un total de diecisiete. Dos más,
sin labra alguna componen la base del objeto.
La base de la tapa, como ya se ha indicado,
contiene la inscripción cúfica que la rodea por completo. La última de las
caras en que se inscribió (Imagen 6) aparece desdoblada en dos líneas,
probablemente por error en el cálculo de lo que les ocuparía la misma.
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En la decoración de cada una de las caras se
estableció un marco a base de cenefa perimetral decorada con trenzados que se
adentra en cada cara conformando medallones de ocho lóbulos. Las caras largas
poseen tres medallones cada una, dos las caras cortas y en la tapa, cuatro en
cada plancha larga, uno en cada lateral y tres -circulares- en la plancha plana
más elevada.
En total suman veintiocho medallones decorados
con diferentes motivos y que más adelante veremos pormenorizados.
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En el espacio existente entre los medallones y
también en el interior de los mismos, una decoración de ataurique ocupa por
completo cada centímetro cuadrado de superficie en una especie de "horror
vacui". Marañas vegetales que se entrelazan, trenzan, enroscan,
ascienden y que aportan un fondo continuo a todas las escenas labradas.
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Entre la maraña vegetal podemos distinguir
algunas aves picoteando frutos, un personaje subido a lo alto con dos leones
abajo prosiguiéndolo, luchas de hombres y fieras.
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La temática general de lo labrado es profana,
áulica. La cara principal muestra lo que parece ser un ambiente cortesano: Un
personaje principal (probablemente Hisam II) sentado a la turca sobre trono
sustentado por leones, portando anillo de sello real y asistido por dos
sirvientes, mientras que en otros medallones, unos músicos crean ambiente y
otros personajes quizá de la corte, completan la escena.
En el resto de las caras lo que hallaremos son
escenas de caza, luchas entre caballeros, fieras reales o míticas... motivos
que con frecuencia encontramos en el arte románico y que probablemente deriven
de este arte islámico.
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Los medallones correspondientes a la cara
anterior del arqueta son los señalados con los números 1 a 4. El
comienzo de su lectura, al igual que el de la epigrafía es de desecha a
izquierda. En ese mismo orden muestro los medallones de las sucesivas caras. De
ese modo, el lugar preeminente lo ocupa el medallón del extremo derecho de la
cara central (Imágenes 1 y 3). Como ya he adelantado, muestrea a un personaje
de alto rango, sentado a la turca sobre trono sostenido por leones. Lleva una
jarrita en su mano izquierda, en la cual destaca un gran anillo en su dedo
meñique. En la diestra un racimo de frutos. A ambos lados dos sirvientes lo
atienden. Uno porta un pequeño estandarte y una jarrita y otro un objeto quizás
para espantar moscas o dar aire (?).Personaje barbado, de alto rango que por el
anillo-sello de los califas se ha identificado con el califa cordobés Hisam II.
Centrando el trono hay una cartela que contiene la firma del autor de esta
cara.
Completa el ambiente cortesano las escenas de
los medallones sucesivos. En el siguiente (Imagen 3) encontramos tres músicos
que suenan un aulós (flauta doble), un laúd islámico y una trompeta. Sobre
ellos se dejó una zona sobresaliente liza, para la cerradura del cofre. Otros
dos personajes también de alto rango dado que ocupan trono semejante al del
califa aparecen en actitud de comer y beber (Imagen 2)
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La decoración de la cara lateral izquierda la
muestro en las imágenes 5 y 6. En la primera de ellas (Imagen 6) hallamos
una escena en la que sendos lobos atacan a ciervos. Saltan sobre sus grupas y
muerden el lomo. La escena es simétrica, como la mayoría de ellas (ley de la
simetría que encontraremos en el arte románico) y las figuras aparecen
adaptadas al marco, en este caso al medallón de ocho lóbulos. Sobre la grupa
del ciervo de nuestra izquierda se advierte la firma del autor de las
esculturas de esta cara.
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Las imágenes 7 a 9 muestran las
escenas de la cara posterior del arqueta. La primera de ellas (Imagen 9) nos
presenta una lucha de "caballeros" a lomos de elefantes. Luchan a
espada y portan escudo redondo. Los elefantes se representan con mucho
realismo. Sus orejas son pequeñitas y decoradas como si fuesen palmetas.
La imagen 8 muestra la lucha de un
guerrero de a pie con dos fieras: un león que muerde su escudo y un lobo que le
muerde la cadera a la vez que lo alancea. El guerrero porta túnica corta,
cinturón y calzas trenzadas. A pesar del dramatismo de la escena su expresión
es hierática. En el centro del escudo se halla la firma del autor de esta cara
y alrededor una plegaria islámica ("En el nombre de Alá, bendición de Alá,
prosperidad y felicidad").
La imagen 7 nos trae una imagen muy
frecuente en la escultura románica. Se trata de un combate entre dos
caballeros. Uno porta lanza con la que está atravesando el escudo redondo de su
oponente, el cual se dispone a descargar un golpe de espada sobre su cabeza.
Los detalles de armamento, ropaje y arreos de los caballos están tratados con
gran minuciosidad y precisión, hasta el punto en que ambos caballos llevan en
su grupa la "divisa". Es una inscripción islámica (´A mir) apelativo
de la familia de Almanzor (J. de Navascués); o sea que ambos caballos son de su
cuadra y el combate no debe de ser una escena de batalla contra un rival sino
más bien una escena de torneo.
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La cara corta de nuestra derecha se decora con
los medallones de las imágenes 10 y 11). La primera de ellas (Imagen 11)
muestra dos seres imaginarios con aspecto de grifos de cabeza de león pero con
la particularidad de poseer un gran cuerno que se incurva hacia la espalda. Por
ese motivo se han tomado como unicornios
Fieras (lobos) cazando antílopes decoran
la imagen 10. Sobre la grupa del antílope de nuestra derecha aparece la
firma del autor de esta cara.
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En la tapa de la arqueta, sobre la cara
principal en la que hemos visto al califa, hallamos cuatro medallones. son de
un tamaño algo inferior a los vistos en la caja; pero igualmente octolobulados.
Los laterales tienen el exterior parcialmente amputado por la forma trapezoidal
de la placa. Ambos medallones exteriores repiten escena de modo simétrico, como
si ambas hubieran debido de estar reunidas en un solo medallón al igual que lo
visto (Imágenes 15 y 12). Se trata de un lobo dando caza a una gacela a la que
toma por el cuello. La labra es excelente, y los detalles delatan al mejor de
los escultores. No en vano, es el maestro el que labra la tapa y sus aprendices
los laterales de la caja.
La imagen 14 nos trae a un caballero
practicando la caza. El perito va delate y en la mano porta un halcón. Escena
de cetrería que en el arte cristiano la veremos sincretizada como "Mayo-Caballero"
en los calendarios.
Otro caballero practica la caza del lobo al que
alancea en el cuello mientras mira fijamente al espectador (Imagen 13).
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En ambos lados cortos de la tapa
troncopiramidal se repite la misma escena en simetría: un pavo real. El de
nuestra derecha está algo deteriorado; pero el otro es de gran belleza y
delicada labra. Al lado del pavo del lado derecho en una escena de caza aparece
pequeñita la firma del maestro (sobre la pantorrilla de un guerreo que lucha
con una fiera), que también dejó al interior de la tapa. Lo veremos más
adelante.
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En el lado largo posterior de la tapa, de nuevo
la simetría en los extremos: dos águilas de picudas orejas atrapando a pequeñas
avecillas (Imágenes 21 y 18). De nuevo entre ambos extremos simétricos, una
nueva escena de lucha. Esta vez son guerreros subidos a lomos de elefantes
(imágenes 20 y 19). El de nuestra izquierda se halla en actitud de lanar una
flecha, aunque el arco ha desaparecido, al igual que el arma que porta en la
mano el de la derecha.
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Por fin, sobre la tapa, de nuevo el maestro nos
trae la simetría: escenas de fieras abatiendo cervatillos (Imágenes 24 y 22)
centran otra en donde un águila da caza a una liebre de puntiagudas orejas
(Imagen 23).
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Uno de los detalles importantes de la arqueta
de Leyre es que conocemos a sus autores. Cada una de las caras está firmada. La
firma es evidente en algunas ocasiones y otras veces hay que buscarla. Es fácil
de ver en las caras laterales del cuerpo de la arqueta, mientras que en la tapa
pasa desapercibida. La imagen no es de buena calidad; pero sirve para ubicarla:
se halla en la pantorrilla del hombre que lucha con la fiera al lado del pavo
real, en el lado corto de nuestra derecha (Imagen 2). Esa inscripción
dice "FARAY".
Al desmontar y limpiar las placas de marfil,
Jorge de Navascués y de Palacio, descubrió en el interior la placa talud de la
cara anterior la inscripción de la imagen 1 que no deja lugar a dudas
sobre la autoría de esta obra clave del arte islámico: "Fue hecho por
Faray con sus discípulos"
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El artista que trabaja la cara anterior deja su
firma en el centro del trono sobre el que está el califa Hisam II
(Imagen 3). La lectura de su nombre es: "MISBAH"
Una curiosidad es que todas las firmas
comienzan con los signos mostrados en la imagen 7, que es equivalente al
"me fecit" del románico, es decir un "hecho por".
La cara posterior la firma en el centro
del escudo del guerrero "JAYR" y alrededor la
inscripción circular reza así: "En el nombre de Alá, bendición de
Alá, prosperidad y felicidad"
La cara de nuestra izquierda está firmada
por "RASID" (Imagen 4) sobre la grupa de un
ciervo y la cara de nuestra derecha la firma "SA´ABADA" también
en la grupa de otro rumiante (Imagen 6).
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En las grupas de los caballos de la
escena de combate hay dos inscripciones iguales que en principio se tomaron
como firma; pero según J. de Navascués corresponde a "´A MIR",
marca de hierro de los caballos correspondiente al apelativo de la familia
Almanzor (Imágenes 8 y 9).
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El conjunto de la arqueta es sin duda
magnífico; pero hay tantos detalles bellos y diminutos que es difícil atender a
todos. Es por eso que he querido extraer de la misma algunos y ofrecerlos para
su contemplación aislada. Mientras los recortaba, veía sin duda que en muchas
ocasiones fueron modelo para el artista románico, ya fuera escriba, orfebre o
escultor. No quiero con ello decir que el modelo fuese precisamente esta
arqueta; pero si que los motivos en ella plasmados tuvieron unos modelos
comunes para éste y muchos otros objetos del arte islámico que trascendieron
hacia los artistas románicos.
Algunos animales plasmados en la arqueta son
mitológicos como el unicornio o el grifo. Otros reales: leones, lobos, ciervos,
gacelas, elefantes, caballos, perros, liebres, pavos reales, águilas, palomas.
Todos ellos toman carta de naturaleza al extraerlos de la misma y presentarlos
en solitario.
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También la decoración vegetal es modelo para
otros artistas. La decoración de ataurique, rellenando hasta la saciedad todos
los espacios con vegetales que ascienden, se trenzan, entrecruzan o enroscan
sobre si mismos, crea un fondo delicioso para los medallones con sus cuidadas
escenas. Y también dentro de los medallones vemos que penetran los vegetales.
hasta en las letras cúficas de la inscripción dedicatoria los encontramos.
Decoración de fondo y también elementos
verticales de separación entre medallones. En ocasiones toman la forma de árbol
o palmera, con personajes en lo alto acorralados por leones, como en las
imágenes 21 y 7.
Elementos vegetales que se enroscan y generan
hojas en el interior del círculo generado como en la imagen inferior. Es o
mismo que veremos en multitud de cimacios de capiteles y también en muchas de
sus cestas. Es el arte que trasciende a las épocas a las culturas y a las
religiones; gracias a Dios (independientemente del nombre que le demos).
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BIBLIOGRAFÍA:
-"La Edad de un Reino. La encrucijada de
la corona y las diócesis de Pamplona" Director científico: I. Bango. 2006.
149: Arqueta de Leyre. Vol 2. 483-498
-"Una Joya del arte hispano-musulmán en el
Camino de Santiago". Jorge de Palacio. Edit.: Príncipe de Viana
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