Hititas
Los hititas invadieron Anatolia procedentes del
norte del Cáucaso en las emigraciones de 1.800 AC, estableciendo su
capital en Hatusas, y se llamaban a sí mismos “nasili”. Trajeron consigo sus
caballos de tipo eumétrico, que en los pastos de la zona crecieron de modo
extraordinario.
Tradicionalmente, la historia hitita se ha
divido en tres reinos. El Reino Antiguo, donde edificaron un poderoso reino. El
Reino Medio, una etapa bastante oscura y con cierta decadencia. Y el Reino
Nuevo, donde alcanzan la categoría de imperio y su máxima expansión.
Reino
Antiguo Hitita
El Reino Antiguo duró de 1.680 al 1.430 AC. Se
corresponde con las fases iniciales del reino de Hattusa, que pasó de ser un
pequeño principado a potencia con intereses en Asia Menor y Siria. En este
periodo cedió sin embargo poder y protagonismo a Mitani.
La mayor parte de lo que se sabe de los reyes
de los hititas se debe a uno de ellos, Telepinu, que escribió 150 años después
del inicio de este periodo un edicto encaminado a justificar la necesidad de
sus reformas. Este constaba de una introducción histórica al origen del poder
hitita, en la que se menciona a tres monarcas: Labarna, Hattusili I y Mursili
I.
"Reclutamiento hitita. Se hacia
entre los prisioneros de guerra y la población civil, las autoridades decidían
qué personas eran reclutadas y se hacía en todo el imperio. Autor Adam Hook
para Osprey
Se desprende de este documento que el verdadero
fundador del imperio hitita fue Labarna. Este agrupó a las diferentes
ciudades-estado y los pequeños reinos bajo una autoridad central y ensanchó las
fronteras del recién creado reino hacia el oeste y hacia los mares Negro y
Mediterráneo. También es posible que consolidara la institución de la monarquía
al dictar disposiciones que garantizaran la sucesión. El nombre de Labarna se
usó con posterioridad como sinónimo de “rey”, lo que ha llevado a algunos
historiadores a dudar de su existencia.
Su hijo Hattusili I pudo apoyarse en la base política que Labarna le legó, para lanzar numerosas campañas militares, principalmente contra el reino de Alepo y contra los hurritas. Por otra parte, estableció en Hattusa la capital de los hititas, que se iba a mantener en esa ciudad hasta el final del imperio (excepto durante un breve periodo del Reino Nuevo). Hattusili, en un testamento que se ha conservado, repudió a su hijo, y nombró sucesor a Mursili I, su nieto, a quien también nombró hijo adoptivo.
Su hijo Hattusili I pudo apoyarse en la base política que Labarna le legó, para lanzar numerosas campañas militares, principalmente contra el reino de Alepo y contra los hurritas. Por otra parte, estableció en Hattusa la capital de los hititas, que se iba a mantener en esa ciudad hasta el final del imperio (excepto durante un breve periodo del Reino Nuevo). Hattusili, en un testamento que se ha conservado, repudió a su hijo, y nombró sucesor a Mursili I, su nieto, a quien también nombró hijo adoptivo.
Infantería hitita avanzando en columna
de a cuatro, con los prisioneros en el centro. Autor Adam Hook para Osprey
En 1.650 una obra épica narra que durante el
reinado de Hattusil I, durante el asedio de Urshu al sur de Anatolia, una
fuerza de 30 carros del rey se enfrenta a 80 de sus oponentes hurritas.
Mursili I estrechó los lazos que unían a las
ciudades-estado e incorporó estos al reino hitita, de tal modo que puede ser
considerado como el principal artífice de lo que sería el Imperio Arcaico o
Reino Antiguo. Expandió aún más las fronteras. A modo de venganza, conquistó
Alepo (en cuya empresa había fracasado Hattusili), y derrotó a los hurritas.
Estas victorias convirtieron al reino hitita en
una de las potencias de Oriente Próximo, hasta el punto de que, una vez
conquistada Alepo (1.595 AC), Mursili encabezó una expedición contra la ciudad
de Babilonia, que tomó y saqueó. Esa empresa fue más sorprendente que efectiva,
pues la distancia impedía cualquier intento de control efectivo. Tras su
marcha, el control de Babilonia pasó a manos de los kasitas, posibles aliados
de los hititas, lo que provocó la caída de los amorreos.
Arqueros hititas
En 1.590 AC, poco después de su regreso, muere
asesinado a manos de su cuñado, Hantili I, primero de una serie de reyes de los
que poco se sabe: Hantili I, Zidanta I, Ammuna y Huzziya I. Durante esta época
el país de Hatti, debido al poder y prestigio consolidados por Mursili, se
mantuvo sin grandes modificaciones ni peligros, excepto en Siria, donde el
creciente poderío de Mitani amenazaba las posiciones hititas. Además, durante
esta época hacen su primera aparición documentada los kaskas, un conjunto de
tribus bárbaras situadas al norte de Hattusa que se convirtieron durante toda
la historia hitita en una permanente amenaza para la capital, que los hititas
nunca fueron capaces de destruir totalmente.
Estos contratiempos obtuvieron respuesta con la
llegada al poder de Telepinu (1525 – 1500 AC), que destaca, entre otras cosas,
por la documentación del sistema hereditario, con el que se proponía acabar con
la anarquía de sus inmediatos antecesores. Según el edicto de Telepinu, la
sucesión quedaba asegurada por el ascenso automático al trono del heredero
varón escogido por el rey; la garantía del cumplimiento la tenía el panku, o
consejo de nobles, que controlaba las acciones del rey, pero en la
práctica, al ser esta asamblea quien ratificaba al rey, las conspiraciones y
traiciones se sucedieron, problemas que quedaron resueltos cuando Telpinu
determinó una ley sucesoria. El poder del rey le permitía exigir a cualquier
ciudadano libre, medio día de trabajo personal no remunerado, además de otro
tipo de prestaciones como entregas periódicas de ovejas y demás productos. La
reina recibía el título de Tawananna y participaba del poder de sus maridos, lo
que traía como consecuencia numerosos conflictos. Los hijos ilegítimos también
tenían derecho a entrar en línea sucesoria, aunque, en la mayoría de los casos,
cada rey entregaba distintos territorios para su gobierno a cada descendiente.
Junto a este edicto, Telepinu hizo la primera gran codificación de las leyes
hititas, que destacaban por la benignidad de los castigos y las numerosas
innovaciones jurídicas.
Uno de los elementos más importantes de la
monarquía hitita era el ya mencionado panku, al cual Telepinu aseguró el
derecho a la jurisdicción incluso ante el propio rey, ya que podía condenar a
muerte a cualquier rey si se demostraba que este planeaba el asesinato de algún
familiar. A diferencia del resto de dinastías de la zona, los reyes hititas no
se atribuían una estirpe divina, de modo que el pankus también tenía una función
legitimadora de la monarquía.
Guerreros hititas. Se puede apreciar los
distintos armamentos y escudos usados por los hititas
Por debajo de la institución real y de la
nobleza existían dos poderosos grupos sociales, el religioso y el funcionarial,
que controlaban muchas esferas de la política y administración territorial. Las
clases más estables eran los artesanos y los comerciantes, así como los
labriegos en el campo, mientras que en peor situación vivían los pastores, en
su mayoría nómadas. El resto de la población, sobre todo la que habitaba en
aldeas, era administrada por una especie de consejo de ancianos que se
encargaba sobre todo de solucionar los pleitos y rencillas que pudieran surgir
en el desarrollo de la vida cotidiana. Estas instituciones, a cambio de
gozar de cierta autonomía, estaban obligadas a contribuir con mano de obra al
rey.
El ejército se convirtió en seguida en una
necesidad. Junto a los problemas con los pueblos fronterizos, se sumaban las
propias alteraciones de carácter interno, por lo que desde tiempos remotos la
fuerza militar era permanente. En lo referente a su organización, contaba con
unidades de infantería y de carros de guerra, cuya efectividad requería un
entrenamiento muy severo, pues el avance antes de un ataque se debía de
realizar en el más absoluto de los silencios para evitar que su presencia fuera
descubierta. Las fuerzas militares tenían triple procedencia. A los
contingentes que aportaba el propio rey hitita se sumaban las fuerzas de cada
uno de los reyes vasallos, a las que se añadían, por último, las tropas de
mercenarios. Antes de cualquier campaña se acordaba el pago que recibiría cada
uno de ellos, que generalmente se hacía en especie y cuyo monto dependía del
botín que se capturara.
Reino
Medio o periodo Obscuro
Durante los años siguientes al reinado de
Telepinu, se produjo una disminución del poder hitita. El gobierno estuvo en
manos de reyes que no pudieron evitar el ascenso y consolidación del poder de
Mitanni, que llegó a constituir una seria amenaza para el imperio hitita,
arrebatándole diversos territorios en Siria.
Junto a esta relativa decadencia, se une una
escasez de documentación que impide conocer casi nada acerca de los reyes de la
época (Alluwamna, Tahurwaili, Hantili II, Zidanta II, Huzziya II y Muwatalli
I), aunque parece posible constatar que hubo una continua lucha por el trono y
numerosos desórdenes dinásticos.
Guerreros hititas custodiando
prisioneros posiblemente una fortaleza fronteriza. Autor Adam Hook para
Osprey
Reino
Nuevo
El Reino Nuevo es el periodo que va de 1.430 a
1.200 AC., en el cual el imperio Hitita alcanzó su máxima extensión y poderío,
que mantuvo hasta la irrupción de los pueblos del mar, momento en el cual
desapareció de la historia.
El gobierno de los reyes hititas era de
carácter “primero entre iguales”. Los nobles hititas gobernaban los nuevos
territorios, y el rey no podía actuar contra ellos con su justicia, sino que
existía un consejo especial para tratar esos asuntos entre aristócratas. Este
modelo se vuelve a encontrar en la Edad Media europea. Los nobles poseían
tierras, que eran feudos propios. Junto a ellos, estaban los gobernantes de las
ciudades vasallas, que no tenían poder en estos feudos, sino que gobernaban en
nombre del rey únicamente en estas ciudades. Por otro lado, los nobles sí
tenían la obligación de aportar carros al ejército imperial, mientras que los
gobernantes vasallos pagaban tributo al imperio, y aportaban el grueso de las
tropas del ejército (infantería, no carros). Las ciudades también tenían la
obligación de mantener los caminos aptos para el movimiento del ejército y sus
carros. Los hititas conocieron el hierro, pero para uso ornamental, sus armas
al igual que las de sus vecinos eran de bronce.
Instrucción de los conductores de carros
de guerra hititas. Tenían que esquivar obstáculos y a veces volcaban como en
este caso, quedando heridos sus tripulantes. Autor Adam Hook para Osprey
El carro es la primera unidad en importancia,
la segunda es la infantería (llevaban escudos, lanzas, hachas de combate,
espadas cortas,…). La tercera es la arquería y la cuarta los mercenarios (había
dos grupos, el de los hapiru, posiblemente los hebreos y los esclavos, que si
luchaban bien podían ser liberados.
Crearon nuevos carros de guerra, más ligeros y
rápidos, el tiyawa, que era, para la época, el arma indestructible por
excelencia. Tenían ruedas de seis radios El eje era móvil, se podía girar más
fácilmente. Había carros de un caballo o de dos (bigas). Por cada carro, hay
tres ocupantes (conductor, lancero y escudero) este tercer ocupante era no era
más que una estratagema para poner un ocupante en cada carro aliado.
Instrucción de carros de guerra hititas.
Los Jefes de carros de guerra instruyéndose en el manejo de la jabalina
mientras el ayudante lo hace con el escudo. Autor Adam Hook para Osprey
Portaban una armadura de escamas de metal, el
saryahni. Vestían una cota de malla y un faldellín corto debajo.
Cada carrista sufragaba el costo y
entretenimiento de los carros y el auriga, sus unidades estuvieron integradas
por la aristocracia, no obstante admitieron especialistas extranjeros,
principalmente mitanios. El número de carros de guerra variaba según
la batalla. Los mejores eran del centro de Anatolia, de Hattusa.
Donde realmente produjeron cambios
extraordinarios fue en el uso de las unidades de carros, se
especializaron en rápidas marchas nocturnas, para irrumpir súbitamente sobre el
enemigo, los carros se empleaban en masa para romper las formaciones mediante
la carga, persiguiéndoles a continuación y alquilándolos con ayuda de la
infantería.
Tripulantes de carros de guerra hititas,
maltratando a carristas prisioneros cananeos. Autor Ángel García Pinto
Maxima
expansión
Tras el asesinato de Muwatalli I, su sucesor
Tudhaliya I/II asienta las bases del nuevo imperio. Tras sofocar una serie de
rebeliones y frenar la amenaza kaska, comenzó a recuperar terreno frente a
Mitani, alcanzando Alepo. Arnuwanda I intentó proseguir la guerra con Mitani,
pero tuvo que enfrentarse a una invasión kaska que sólo pudo ser derrotada en
tiempos de Tudhaliya III, quien, a su vez, logró someter gran parte de Anatolia
Occidental (a veces llamada Arzawa) al dominio hitita.
Hattusa capital del imperio Hitita.
Reconstrucción de la ciudad, al fondo se ve la ciudadela donde estaba el
palacio real
Esta expansión permitió, durante el reinado
Suppiluliuma I, una campaña militar decisiva contra Mitani, en la que se saqueó
su capital. Después de algunos años de guerra, los hititas fueron capaces de
apoderarse de gran parte de Mitani y convertir el resto en un estado vasallo.
La debilidad de Egipto, Babilonia y una Asiria que comenzaba su renacimiento
facilitó a Suppiluliuma convertirse en la mayor potencia de la época, llegando
a intentar una alianza matrimonial con Egipto, que fracasó al ser asesinado su
hijo. La máxima expansión hitita se alcanza en 1.335 AC con la anexión del
reino de Mitani al que convirtieron en aliado, entrando en contacto con Egipto
la otra potencia de su tiempo.
Suppiluliuma I creó dos virreinatos (Alepo y
Karkemish), y repartió gran parte de las tierras de este reino entre sus
aliados. El resto de lo que antaño había sido el imperio de Mitanni conservó su
independencia como estado vasallo del imperio Hitita.
Palacio Imperial de Hattusa en su máximo
esplendor
La máxima expansión hitita se alcanza en 1.335
AC con la anexión del reino de Mitani al que convirtieron en aliado, entrando
en contacto con Egipto la otra potencia de su tiempo.
El método de entrenamiento deportivo para
caballos explicado en este artículo fue escrito el 1.345 AC y se ha recuperado
gracias al hallazgo arqueológico en la antigua Hattusa (actual Turquía) de 4
tabletas de arcilla con escritos cuneiformes pertenecientes al imperio hitita
En este texto queda detallado tres partes:
El examen de selección. Éste es un examen
previo, de 4 días de duración, que servía para seleccionar los caballos que se
destinaban al entrenamiento y los que no, ya que entrenar caballos suponía un
gran peso tanto económico como temporal para el imperio y de su resultado
dependía en gran medida la suerte en la batalla.
El método de entrenamiento. Éste duraba 7 meses
(214 días) y se basaba en empezar trabajando el caballo sin carga de peso, para
fortalecer el aparato musculo-esquelético y cardio-vascular, antes de someterle
al estrés que supone llevar un jinete encima. Gran parte del entrenamiento se
basaba en la realización de series con la finalidad de reducir la fatiga y
evitar lesiones que inhabilitaran al animal.
La nutrición diaria de los caballos que están
siendo entrenados. Hay que tener en cuenta que en esa época la nutrición de los
caballos era muy sencilla y se basaba en el forraje. A parte del forraje se
disponía de diferentes cereales, siendo los más abundantes la avena y la cebada
con sus respectivas cáscaras o salvado, los cuales, y al contrario que hoy en
día, en ningún lugar consta que se remojaran, trituraran, molieran o cocieran
para “aumentar su digestibilidad”.
Mapa de la expansión del imperio Hitita
La
rivalidad con Egipto: la batalla de Kadesh
A la muerte de Suppiluliuma en el 1.322 AC, le
sucedió Arnuwanda II, pero este murió a causa de una epidemia un año más tarde,
ocupando el trono su hermano mayor, Mursili II. Tan pronto como accedió al
trono, se vio obligado a mantener por las armas el legado de su padre. En una
campaña de dos años destruyó el poderío de los estados de Arzawa, entre ellos
Ahhiyawa, que algunos historiadores identifican con los Aqueos y Micenas, y
luego se dirigió contra los kaskas, a los que causó daños importantes,
alejándolos de Hattusa por un tiempo.
Embajada hitita delante del faraón de
Egipto
Tras la muerte de Mursili heredó el trono su
hijo Muwatalli II, que vio cómo las tensiones acumuladas con Egipto por sus
antecesores implicarían con casi toda seguridad una guerra. Como preparación
ante las hostilidades, Muwatalli II trasladó la capital a Tarhuntassa y dejó a
su hermano Hattusili III a cargo del norte del reino. Con la subida al trono
egipcio del ambicioso faraón Ramsés II, la guerra se hizo inevitable y se
produjo la batalla de Qadesh, de resultado incierto pero que frenó los intentos
de expansión egipcia.
El
resurgir de Asiria
Urhi-Tesub, hijo y sucesor de Muwatalli II, que
llevó la capital de nuevo a Hattusa se encontró con que Asiria había aprovechado
la lucha entre Egipto y el imperio Hitita para ocupar lo que quedaba de Mitani.
Para frenar esa amenaza, los hititas intentaron reinstaurar a su vasallo en el
trono de Mitani, pero fracasaron, a partir de este momento, Asiria se
convertiría en una amenaza constante para el reino Hitita.
Hattusili III, hábil militar que destacó por
sus grandes éxitos contra los kaskas, logró el trono de su sobrino Urhi-Tesub,
probablemente debido al desprestigio de este, pero su usurpación creó una serie
de problemas dinásticos que debilitaron todavía más al reino hitita,
especialmente cuando Urhi-Tesub buscó refugio en la corte de Ramsés II, faraón
con el que posteriormente Hattusili firmaría un tratado de paz. Estas
debilidades, junto a la fortaleza de Asiria, dieron lugar a una expansión de
esta última, que bajo el mando del rey Tukulti-Ninurta I atacaron la zona
limítrofe hitita.
Ataque nocturno hitita a una ciudad.
Autor Adam Hook para Osprey
Tudhaliya IV, hijo de Hattusili consideró este
ataque como intolerable y el choque entre ambas potencias tuvo lugar en las
cercanías de Nihriya, en la batalla de Nihriya, los asirios obtuvieron una
victoria decisiva, que permitió a Asiria anexionarse los reinos de la zona, y
colocó a los hititas en una situación bastante difícil. Aunque las hostilidades
continuaron entre los dos imperios (las fuentes asirias afirman que, con
posterioridad a la batalla, capturaron 28.000 prisioneros hititas en diversos
ataques), no hubo mayores consecuencias para los hititas a largo plazo, ya que
Asiria fijó su atención en la conquista de Babilonia, proyectó en el que
invirtió demasiados recursos como para intentar una expansión en su frontera
occidental.
Saqueo hitita de una ciudad. Los propios
prisioneros arrastran el botín. Autor Adam Hook para Osprey
Desaparición
del imperio Hitita
Tudhaliya IV fue capaz de recuperarse de la
derrota frente a los asirios al reforzar el reino en Asia Menor y en Chipre,
alcanzando probablemente la máxima expansión hitita. El trono pasó a sus hijos,
primero Arnuwanda III y luego Suppiluliuma II, que tuvieron un comienzo de
reinado no muy distinto al resto de los reyes hititas, con revueltas en Arzawa,
Siria, Chipre, etc.
Estas revueltas fueron sofocadas, y nada hacía
presagiar un reinado muy distinto a Suppiluliuma II. Sin embargo, la aparición
por sorpresa de los Pueblos del Mar (aproximadamente en 1.200 AC), causó
grandes desórdenes en todo el Mar Mediterráneo Oriental. Estos desórdenes, a
los que se unieron las tradicionales invasiones kaskas, no pudieron ser
combatidos eficazmente, y como consecuencia de ello, el reino hitita
desapareció de la historia.
Carros de guerra neohititas siglo IX AC.
Son del estilo tardío hitita con influencia asiria, llevan ruedas más pequeñas.
Bajorrelieve de Carchemish.
Los kasitas
o casitas
Parece ser que los kasitas o casitas
atravesaron el Cáucaso y se dirigieron hacia la parte sur de Sumeria intentando
conquistar Babilonia. Durante el gobierno de Samsuiluna, hijo de Hammurabi,
comienza la presión kasita sobre Babilonia. Este pueblo, atacó Babilonia
durante más de un siglo, aunque ésta resistió los embates, principalmente
debido a la fortaleza de sus murallas. Sin embargo, mediante una emigración
pacífica, por medio de pequeños grupos que se iban asentando en territorio babilonio
posiblemente como mercenarios y asimilando su cultura, los kasitas acabaron por
instalarse en Babilonia, sobre la que establecieron su dominio.
Ejercito babilonio de la época de
Hammurabi, aún empleaban asnos u onagros para tirar de sus carros, y sus
ruedas seguían siendo macizas.
Muy pronto adoptaron el modo de vida de los
babilonios. Construyeron y restauraron los templos de los antiguos dioses
mesopotámicos y fueron trabajadores básicamente agrícolas, se organizaban en
tribus agrupadas por “kasas” que llevaban el nombre de algún antecesor famoso
por sus hazañas. Hablaban el sumerio, aunque sus cartas y contratos estaban
escritas en babilonio. A pesar de tomaron las costumbres babilónicas, los
kasitas retuvieron su clan tradicional y su estructura tribal, en contraste con
la unidad más pequeña de la familia de los babilonios. Estaban orgullosos de su
pertenencia a sus casas tribales, en lugar de sus propios padres, conservaron
sus costumbres de la propiedad y la herencia patriarcal.
El primer rey kasita se sentó en el trono hacia
el año 1.571 AC, tras la incursión del rey hitita Mursili en 1.564 AC contra la
ciudad de Babilonia, que tomó y saqueó. Tras su marcha, el control de Babilonia
pasó a manos de los kasitas, posibles aliados de los hititas, lo que provocó la
caída de los amorreos.
Babilonia resurge de nuevo bajo dominio kasita,
aunque esta vez proyecta su hegemonía más allá de la Mesopotamia Meridional,
siendo una de las mayores potencias de Oriente Medio, junto al Imperio hitita,
el reino Mitanni y Egipto. Las relaciones entre Babilonia y Egipto fueron
constantes, enviando princesas a la corte egipcia a cambio de oro. Un rey
kasita, probablemente Karaindash, se entrevistó con el faraón Tutmosis III, y
fue intensa la relación diplomática entre ambos estados.
Mapa de imperio Kasita o Casita
El principal peligro para Babilonia provino del
pujante imperio asirio medio, con el que pronto surgirían conflictos militares.
Las relaciones entre ambos Estados fueron tensas: el asirio Assur-ubalit I tomó
parte en los asuntos internos de Babilonia y, hacia 1.225 AC, Tukulti-Ninurta I
derrotó al rey kasita Kashtiliash IV, tomando Babilonia y arrasando el país.
Probablemente en la caída de Babilonia tuvo mucho que ver otro frente abierto,
esta vez con los elamitas, sobre los que los kasitas habían impuesto un dominio
efímero. En 1.243 en que fueron totalmente ocupados por los asirios, que
impondrían su hegemonía sobre una vasta extensión del mundo antiguo.
Los reyes kasitas mantuvieron el control de su
reino a través de una red de provincias administradas por gobernadores.
Mantuvieron como ciudades del reino a Babilonia y a Dur-Kurigalzu, revivieron
la ciudad de Nippur como centro provincial más importante. Nippur, había sido
abandonada prácticamente en 1.730 AC, fue reconstruida por los kasitas, con
templos meticulosamente re-construidos sobre sus antiguos cimientos. De hecho,
bajo el gobierno de los kasitas, el rey llevó el título de Guennakku, derivado
del sumerio y que significa “gobernador de Nippur”.
Carro de guerra babilonio tirado por
caballos llevados por los kasitas o casitas
Otros centros importantes durante el período de
los kasitas fueron Larsa, Sippar y Susa. La documentación del período kasita
depende en gran medida de las tabletas dispersas y desarticuladas de Nippur,
donde se han excavado miles de tabletas y fragmentos. Incluyen textos
administrativos y legales, cartas, inscripciones sello, kudurrus (concesiones
de tierras y reglamentos administrativos), inscripciones votivas privadas, e incluso
un texto literario (generalmente identificado como un fragmento de un fresco
histórico).
Los kasitas volvieron a recuperar breve-mente
el control de Babilonia con la V dinastía (1025-04 AC), sin embargo, fueron
depuestos, una vez más, esta vez por una dinastía aramea.
Los kasitas sobrevivieron como un grupo étnico
distinto en las montañas de Luristán (Luristán) mucho después de que el estado
kasita se colapsara. Los registros babilónicos describen cómo el rey asirio
Senaquerib en su campaña oriental del 702 AC sometió a los kasitas en una
batalla cerca de Hulwan, Irán. También hay registros de que los kasitas
participaron en la batalla de Gaugamela en el 331 AC al lado de Dario III.
El
ejército asirio
Antes de las reformas de Tiglatpileser III, el
ejército asirio era muy similar a los otros ejércitos de Mesopotamia. Los
soldados eran en su mayoría reclutas de los agricultores, que tenían que
regresar a sus campos para recoger la cosecha. Los soldados profesionales se
limitaban a unos pocos guardaespaldas que protegían al rey, o nobles y
funcionarios, pero éstos no entraban o se desperdiciaban en la batalla salvo
cuando la situación era urgente, como posteriormente se hizo.
Los preparativos para una nueva campaña
requerían en primer lugar, una concentración de tropas en una base designada.
En Asiria, los lugares designados se encontraban en Nínive, Kalhu o Khorsabad.
En algunas ocasiones los puntos de los encuentros designados podrían cambiar
dependiendo de la campaña. Los gobernadores eran instruidos para acumular
suministros de grano, aceite y material de guerra. Otros requisitos de los
gobernadores incluían llamar a todos los recursos humanos necesarios. Los
estados vasallos, en particular, tenían la obligación de aportar tropas como
parte de su tributo al rey de Asiria y hacerlo en el momento oportuno, de no
hacerlo, se vería como un acto de rebelión.
Mantener un imperio militar de estas
características requería de un ejército de grandes dimensiones, cuyo número se
debió situar entre los 150.000 y los 200.000.
De todo este contingente militar, más de un
tercio estaría compuesto por tropas auxiliares, encargadas de la protección de
las provincias. Un veinte por ciento del ejército lo componían tropas de
reserva, funcionando en los momentos de paz como una especie de milicia urbana,
que podría ser llamada a filas cuando las necesidades lo requirieran. El
resultado de toda esta fragmentación hacía que los ejércitos móviles asirios
estuvieran formados por contingentes próximos a los 50.000 soldados. Sin embargo,
abastecer unidades de estas dimensiones hacía necesario un equipo logístico de
cierta importancia y con mucha flexibilidad, algo que consiguieron gracias a un
eficaz cuerpo de funcionarios.
La llegada del rey y de su guardia real,
terminaba la etapa preliminar de movilización y se iniciaba la campaña. El
ejército avanzaba en buen orden, en la vanguardia iba el estandarte de los
dioses, entre ellos el dios principal Assur, seguido por el rey, el humilde
servidor de Assur, rodeado de sus guardaespaldas con el apoyo de las divisiones
principales de carros y caballería que eran la élite del ejército. En la
retaguardia marchaba la infantería, las tropas asirias seguido por los pueblos
conquistados. A continuación marchaba el tren de asedio, el tren de suministro
y, a continuación los seguidores del campamento. Esta formación era muy
vulnerable a un ataque por retaguardia. Algunas columnas de soldados podrían
viajar 30 millas al día y esa velocidad habría sido utilizada para sorprender y
asustar sus oponentes e inducirlos a la sumisión.
La guerra, conquista y explotación de los
pueblos vecinos constituyó la principal preocupación de los reyes asirios.
Sirva como ejemplo que, en el periodo comprendido entre el 890 y el 640 AC,
Asiria llevó a cabo 108 guerras y operaciones militares de cierta entidad.
Estas operaciones militares tenían como objetivo la obtención de prisioneros,
convertidos en mano de obra barata para los trabajos de irrigación.
El empleo de la fuerza también permitía el
necesario control de las fuentes de aprovisionamiento, ya que el territorio
asirio no disponía de los depósitos de hierro imprescindibles para la
elaboración de sus armas. Asiria también carecía de madera, material que
resultaba clave en la construcción de fortificaciones, de carros de combate,
así como de las máquinas de asedio, fundamentales para el desarrollo de las
campañas.
El rey asirio casi siempre dirigía la batalla
en pleno campo pero podía delegar esta función en dos mariscales de campo
llamados “turtannu” de la izquierda y la derecha, el de la izquierda tenía
responsabilidad directa después del rey. En tiempos de Sargon II el tartannu de
la izquierda mandaba una fuerza de 150 carros, 1.500 jinetes y 20.000 arqueros,
y 10.000 portaescudos. La proporción era de por cada carro de guerra había 10
jinetes y 200 infantes.
Ejercito asirio. Se puede observar
carros de guerra, jinetes tanto arqueros como lanceros e infantes. Autor
Nestor Taylor
La
infantería asiria
La infantería asiria o zuku estaba compuesta de
infantería ligera o kallapu e infantería pesada.
La infantería ligera o infantería auxiliar o
kallapu aparece por primera vez con Tiglath-Pileser III, estaba compuesta por
arqueros o itueans, honderos y lanceros o gurreans, así siempre se representan
marchando o combatiendo delante las unidades del ejército asirio. Marchaban por
delante de las columnas durante la marcha y al combatir en las primeras filas
durante la batalla era para prevenir cualquier posible deserción en los
momentos cruciales de la batalla, ya que eran fácilmente controlados por las
unidades asirias profesionales que se situaban a retaguardia, sus bajas eran
fácilmente reemplazadas por nuevos reclutas, ya que muchas veces provenían de
pueblos vencidos o conquistados, y en el caso de los propios eran agricultores.
También realizaron otros tipos de misiones
como:
Reconocimiento militar durante las campañas.
Marchaban delante de la columna principal para detectar a las unidades enemigas
a lo largo de la dirección de la marcha, prevenir posibles emboscadas enemigas,
controlar las carreteras, asegurar los pasos de montaña, y los vados. Buscar el
lugar ideal para un campamento y las fuentes seguras de agua.
Fuerzas de cobertura para detectar y capturar
los exploradores enemigos.
Como una vanguardia para hacerse con el control
de puertos de montaña, puentes y vados.
Para romper la línea de la infantería enemiga
con unas flechas, piedras y jabalinas o bien derrotar a la infantería ligera
del enemigo.
Durante los asedios la infantería auxiliar
ocupaba las primeras filas, delante de las unidades asirias regulares. Es obvio
que la infantería auxiliar con su equipo más ligero podría escalar las murallas
mucho más fácilmente que la infantería pesada.
La infantería pesada o zakku podían ser
arqueros o musezibu, lanceros o sharruti, portaescudos o muserzibate, aunque
también en algunos bajorrelieves se muestran honderos.
Guerrero asirio y auxiliares siglo VIII
AC. 1 zuk shepe o guardia, no lleva protección; 2 hondero con protección de
placas; 3 infante neo-hitita lleva un irtu o disco de bronce protegiendo el
pecho, lleva un casco con cresta. Autor Angus McBride para Osprey
Los arqueros eran el arma principal y la más
ofensiva del ejército sirio. El binomio arquero-portador de escudo se
convertirá en un elemento táctico, en el que se proporcionaban protección
mutua.
A parte de las unidades regulares del ejército,
estaba el regimiento de la Guardia Real o kisir sarruti que estaba compuesto
los qurubte o infantería real y dentro de estos se encontraban los qurubte
shape o implemente sa que constituían la guardia personal.
Guerreros asirios de la Guardia Real
pethal qurubte siglo VII AC: 1 Guarda con yelmo cónico y escudo cónico; 2
guarda con escudo mucho mayor que protege todo el cuerpo; 3 Oficial con
uniforme de corte. Autor Angus McBride para Osprey
Las unidades de infantería eran el eserti o
pelotón de 10 hombres mandado por un rab-eserti, el hange o sección de 50
hombres mandado por un rab-hange, el kisir o regimiento cuyos efectivos
variaban de 500 a 1.000 efectivos y estaba mandado por un rab-kisir, por encima
estaba el saknu mandado por un rab-saknu que eran gobernadores y mandaban
divisiones. Por encima estaba el tartannu o general en jefe que como hemos
dicho mandaba una de las alas de un ejército. El rey solía situarse detrás al
frente de las reservas que eran su guardia por guardia personal reforzada.
Junto a él se situaba el eunuco en jefe o rab-sa-rese, que se encargaba de los
asuntos administrativos y el masennu o tesorero.
Los cuerpos de arqueros empleaban modelos de
arcos compuestos, mucho más avanzados que los empleados en los territorios
vecinos. Los relieves muestran que, para ser tensadas estas armas, hacía falta
la participación de dos hombres, lo que nos proporciona algunas pautas acerca
de la tremenda potencia de estos ingenios. Al diseño del arco se unía que las
puntas de las flechas eran de hierro y tenían un gran poder de penetración, a
veces se les unía materiales incendiarios, empleados contra las fortificaciones
para provocar incendios. Como armamento secundario llevaban una espada corta.
Pero, la mayor novedad fue el incremento en la frecuencia de tiro, al
introducir mejoras en la aljaba, que permitían que las flechas se cogieran de
forma más rápida y, por tanto, se efectuaran más disparos en menos tiempo. Esta
innovación, que podría parecer poco notable, permitió aumentar la rapidez de
disparo en un cuarenta por ciento.
Los honderos se disponían en batalla a los
lados de los arqueros, además de constituir unidades fundamentales en las
labores de asedio, debido a su elevada cadencia de disparo.
Los lanceros en la batalla adoptaban la
formación de falange, con 200 hombres de frente y 20 filas de fondo, táctica de
combate que obligaba a que portaran un complejo equipamiento militar. En cuanto
a las armas defensivas, portaban un pequeño escudo metálico, cota lamelar, así
como un casco cónico de hierro. Éste disponía de una funda de tejido rellena de
lana, cuya función era absorber la energía de los impactos que se produjeran en
la cabeza. Una importante innovación asiria fue la introducción de botas de
piel hasta la rodilla, reforzadas con planchas de hierro, lo que supuso el
primer intento rudimentario de construcción de unas grebas metálicas para
proteger la parte inferior de las piernas. Como arma ofensiva, los lanceros
portaban una larga lanza con punta en ambos extremos y una espada recta para el
combate cuerpo a cuerpo.
Estas unidades constituían la infantería pesada
de línea y ocupaban en batalla el centro de la formación. El tipo de combate
que practicaban obligaba a un gran disciplina en las maniobras, operando de
modo semejante a los hoplitas griegos. Sin embargo, el pesado armamento
defensivo que portaban provocaba que su desplazamiento fuera lento, motivo por
el que, continuamente, se introdujeron innovaciones, encaminadas a dotarlos de
una mayor movilidad.
La caballería asiria
La caballería se dividía en dos ramas: por un
lado estaban los carros de guerra y por otro los jinetes.
Carros de
guerra
En terrenos abiertos el arma principal era el
carro de guerra. En un principio era similar al empleado por los hititas,
tirados por dos o tres caballos, el tercero podía actuar como guía y no estar
enganchado mediante arneses a la lanza del carro, el número de los radios de
las ruedas variaba entre seis y ocho, y su tripulación eran inicialmente de dos
y posteriormente pasaron a tres como en los carros hititas.
A partir del siglo VII con Arsubanipal II el
carro se hizo más grande y pesado tirado por cuatros caballos (cuadriga), por
lo que se pudo aumentar la tripulación, que pasó a estar integrada por un
conductor, un arquero y dos escuderos. Este nuevo carro pesado denominado
kallapani llevaba un yugo con cuatro curvas o gamelas sin horquillas para
acomodar a los cuatro caballos, las ruedas aumentaron de diámetro.
Los animales también se protegieron con
protecciones de tejido, lo que incrementó su resistencia, tanto en las cargas
como en las maniobras de aproximación al enemigo. El éxito de este novedoso
diseño sobrevivió al imperio Asirio y, posteriormente, fue adoptado por los
ejércitos babilonios durante el reinado de Nabucodonosor II.
En batalla, el carro se convertía en una
máquina pesada y rápida, cuya principal función era el choque romper las
formaciones de infantería enemigas, facilitando que los infantes propios que
progresaban detrás terminaran el trabajo. En llano y a máxima velocidad, los
carros resultaban imparables, siendo decisivo en batallas como en la de Halule
(691 AC). Sin embargo, las necesidades bélicas condujeron a que el ejército asirio
tuviera que enfrentarse a enemigos en terrenos que no eran favorables para el
combate de carros, lo que les obligó a buscar una solución y la encontraron en
la creación de los cuerpos de caballería. Este tipo de arma era el más empleado
por los reyes y los nobles, ya que disponían de recursos para mantenerla. Estos
carros eran protegidos por jinetes que protegían sus flancos y retaguardia.
Carro pesado asirio o kallapani siglo
VII AC, estaba tirado por cuatro caballos y llevaba 4 tripulantes, las ruedas
tenían un diámetro más grande. Autor Ángel García Pinto
La guardia real tenía una unidad de carros tipo
regimiento denominada narkabat qurupte, las unidades de carros de los
gobernadores o aliados se denominaban kisir sarruti.
La
caballería montada
Probablemente, el ejército asirio introdujo
esta novedad táctica, tras comprobar el dominio que tenían del caballo los
pueblos de las estepas del norte. Al criarse pocos animales en territorio
asirio, los monarcas se veían obligados a solicitar caballos a las diferentes
provincias del Imperio, lo que los convertía en un bien escaso. Pero, sin duda
alguna, el principal factor que influyó en el hecho de que la caballería se
impusiera a las tropas de carros fue de índole económica, pues un carro
necesitaba tres o cuatro caballos para su desplazamiento, además del valor
añadido de la construcción del vehículo. A esto se unía que, resultaba mucho
más útil estrategicamente el empleo de jinetes, aunque en todos los combates
llevados a cabo con posterioridad a su introducción definitiva, se emplearon de
forma combinada los dos tipos de unidades.
La caballería montada como arma fue inventada
por los propios asirios; siendo uno de los elementos fundamentales a la hora de
la batalla, ya que les permitió disponer de una mayor movilidad y una fuerza de
ataque rápida y efectiva. Los jinetes estaban vestidos con yelmos en punta o
vinchas, armadura o cota lamelar, y armados con lanzas o arcos.
Los jinetes aprendieron rápidamente a proteger
la columna vertebral y la cruz del caballo poniendo una manta en estas zonas,
para evitar heridas mortales cuando quedaban expuestas a las armas del enemigo,
sujetándolo con una cincha y correas petrales. Posteriormente colocaron unas
almohadillas para incrementar la comodidad del jinete.
Uno de los primeros ejemplos del empleo de
jinetes en batalla fueron los arqueros montados, que datan de la época de los
reyes asirios Asurbanipal II y Salmanasar III, estos jinetes se sentaban en la
parte posterior de sus caballos como los egipcios, una posición incómoda para
movimientos rápidos; por esto, los caballos solían ser sujetados por alguien de
a pie que permitía al arquero la libertad para disparar. Por lo tanto, era más
bien una infantería montada que verdadera caballería.
Bajorrelieve asirio mostrando jinetes
arqueros sujetados cuyos caballos están sujetos por otros jinetes
Dado el problema de los infantes para seguir a
los jinetes, se buscó la solución de que otro jinete sujeta el caballo mientras
el jinete arquero dispara el arco. Los jinetes lanceros llevaban un hombre que
conducía el caballo y otro hombre detrás que llevaba la lanza, aunque a veces
era transportado y depositado a retaguardia del enemigo a modo de dragones,
táctica que fue utilizada por Aníbal Barca posteriormente.
Jinetes arqueros asirios siglo IX AC.
Binomio jinete arquero y escudero que sujeta el caballos mientras dispara.
Autor Ángel García Pinto
Este modo cambió durante el reinado de Tiglat
Pileser III en que los jinetes cabalgan en un lugar más adecuado; justo tras la
cruz del animal, con lo que consiguieron controlar sus caballos sin ayuda
externa. Los jinetes llevan cascos en punta o vinchas en la cabeza, una
armadura cubierta de placas metálicas, pantalones y botas altas que se ataban
por delante, llevaban una espada larga sujeta a la cintura y se estableció dos
tipos de jinetes: los arqueros o caballería ligera y los lanceros o caballería
de línea.
Los arqueros disponían de un arco más pequeño y
manejable que el de infantería. En tiempos de Asurbanipal los arqueros a
caballo evolucionaron pudiendo controlar el caballo ellos solos, mediante unas
riendas lastradas por una borla que permitía soltar las riendas mientras se
disparaban las flechas; la borla hacía sentir al caballo que seguía estando
controlado y esto permitía al arquero utilizar el arco con ambas manos.
Jinete arquero asirio atacando a
arqueros arameos sobre camellos. Se observa el borlón que se usaba como
contrapeso para poder emplear ambas manos para manejar el arco.
Los lanceros llevaban la lanza como arma
principal y una espada larga. Con esta caballería, además de cargar contra las
formaciones enemigas y perseguirlas en su huida, realizaban frecuentemente
misiones a larga distancia, incluso a retaguardia enemiga, con el objeto de
cortar sus comunicaciones, desbastar las cosechas. A veces llevaban tropas a
pie en las grupas para que colaborasen en el cuerpo a cuerpo con los jinetes, o
dejarlos a retaguardia en puntos importantes.
Jinetes asirio siglo VII AC, se puede
apreciar lanceros y arqueros que están vigilando una zona montañosa
Las unidades de caballería tipo regimiento
tenían unos 1.000 efectivos y se denominaban kitullu perru, mientras que el
regimiento de la guardia real se denominaba pethal qurubte y dentro de estos
estaban la guardia personal que se denominaban pethal shepe.
Uno de los aspectos conocidos es la provisión
de caballos para el ejército o la requisa de caballos que era realizada
supervisada por dos funcionarios del gobierno o llamados musarkisus nombrados
por el gobierno central y dependían directamente del rey. Se nombraban dos por
cada provincia. Viajaban constantemente de poblado en poblado requisando caballos,
iban asistidos por escribas y otros ayudantes. Los caballos eran enviados a
cuadras provinciales y cuadras centrales. Hay informes de que a Nínive llegaban
diariamente unos 100 caballos de las provincias del Imperio.
Asirios cuidando sus caballos. Bajorrelieve
representando el esmero con que los asirios cuidaban de sus caballos
La cría caballar también tuvo mucha
importancia, según las tablillas solo en Babilonia tenían 800 sementales y
16.000 yeguas de cría, cada semental cubría 20 yeguas.
Los asirios fueron los primeros en utilizar los
camellos como bestias de carga para sus campañas militares. Los camellos eran
de un mayor uso que los asnos, ya que podían llevar cinco veces más cargas y,
sin embargo requerían menos riesgo. Sin embargo los arameos fueron los que les
utilizaron en combate, y realizaron importantes razias contra el imperio
asirio.
Ingenieros
del ejército asirio
Fortificaciones
Las fortificaciones asirias siguieron
utilizando el sistema de recintos dobles con fosos previos, que tan buenos
resultados había proporcionado hasta ese momento a los hititas.
Un buen ejemplo de esta continuidad
constructiva es la ciudad de Asur, situada sobre un promontorio rocoso que
domina el río Tigris. Delante de la potente fortificación, ampliada por Salmanasar
III, aún es posible apreciar un foso de 20 metros de ancho. En las ruinas de
Nínive todavía se conservan los dos recintos amurallados, además de sus
correspondientes fosos, que completaban el sistema defensivo.
Un buen ejemplo de fortificación empleando el
terreno de antiguas colonias es el de la ciudadela de Khorsabad, creada por
Sargon II. Este establecimiento, de forma trapezoidal, se elevaba sobre una
amplia terraza. Su principal innovación era la presencia del arsenal sobre otra
terraza que atravesaba las fortificaciones y que serviría para abastecer todos
los sectores de la muralla. Arsenales de este tipo se han encontrado en otras
ciudades, como Nínive o Nimrud. En este último, incluso se han podido
identificar los talleres de carpinteros, herreros, armeros y artesanos del
cuero, así como depósitos para alimentos.
Senaquerib destruyó Babilonia y construyó en
Nínive. Reformó la ciudad, que se convirtió en la capital política,
administrativa y ceremonial del estado Asirio. Bajo este monarca, Nínive
triplicó su superficie, pasando el perímetro de sus murallas de cinco a doce
metros, se organizó todo el interior en una nueva planta trapezoidal.
Originariamente las murallas de la ciudad estaban formadas por un parapeto
exterior coronado de almenas con torres intercaladas. Delante corría un foso,
mientras que por dentro se levantaba un muro más elevado, construido en adobe.
La ciudad estaba dividida por el río Khosr.
El área total de Nínive ocupaba unos 7 km² y
tenía un perímetro de 12 km, y entre 15 y 18 grandes puertas franqueaban el
paso en sus murallas. Un elaborado sistema de 18 canales llevaba el agua desde
las colinas hasta la ciudad, a este sistema de abastecimiento de agua se unía,
un magnífico acueducto, erigido en Jerwan, a unos 40 km de distancia.
Normalmente los enemigos se refugiaban en
ciudades fortificadas, por lo que se iniciaba la guerra de asedio. Para ello
prestan especial atención a los arietes y torres de asedio para situar arqueros
encima. Los primeros arietes de empleaban contra las puertas de acceso a las
ciudades, y consistían en un madero sujeto por varias hombres que golpeaban la
puerta hasta que se abría. Eran vulnerables a los los proyectiles o al aceite
hirviendo que se arrojaba desde arriba. En virtud de los asirios el ariete se
convierte en una auténtica máquina. El ariete se suspendió del techo de una
estructura de madera, que a su vez está montado sobre ruedas para que pueda ser
empujado su su posición. Protegidos dentro de este artilugio, los soldados
pueden oscilar el ariete sin descanso contra la puerta. Los arqueros, situados
en torretas protegidas en la parte superior, disparaban casi en igualdad de
condiciones con los defensores de las murallas.
Asedios
En la historia de los asirios muy pocos
testimonios de batallas a campo abierto, y si bastantes de asedios y asaltos de
ciudades fortificadas.
La rendición de la ciudad por hambre era una
estrategia muy lenta y resultaba tremendamente costosa, ya que obligaba a
inmovilizar ante los muros un ejército durante espacios de tiempo muy
prolongados, que podían extenderse durante varios años, y si la ciudad se
seguía abastecido de forma adecuada, se podía convertir en una tarea imposible.
En la reducción de los tiempos de asedio,
entraban en juego las máquinas de asedio. Éstas, se empleaban para equilibrar
la superioridad que las murallas otorgaban a los defensores.
Superar las murallas por su parte inferior por
medio del minado.
Superar las murallas por su parte superior con
escalas o torres de asedio, y rampas de asedio.
Superar las murallas o puertas, abriendo una
brecha a través de ellos con la ayuda de arietes.
Sirva como ejemplo de todas estas técnicas, la
descripción de las operaciones de Senaquerib, a raíz de su campaña contra Hazaqiya
”rey del país de Ya” en la que dice: ”Yo asedié y yo conquisté 46 ciudades
con sus fuertes muralla y las innumerables pequeñas ciudades de los alrededores
por medio de amontonamientos, de rampas y de la proximidad del ariete, del
ataque de soldados de infantería, de perforamientos, de brechas y de la
utilización de maquinas de asalto.”
La representación del primer ariete aparece en
las pinturas murales de algunas tumbas egipcias, aunque al parecer esta máquina
es una invención de los hurritas.
En un texto hitita, datado en la mitad del segundo milenio, se hace referencia a la construcción de un ariete a la manera hurrita. Muy tempranamente, en los archivos de Mari, de principios del segundo milenio AC, aparecen referencias al empleo de arietes (yashibum) y torres de asedio con arietes en su base (dimtum), así como a las rampas de ataque necesarias para su desplazamiento. La precisión de los documentos es tal que, incluso proporcionan sus dimensiones, que serían de 240 metros de largo para salvar un desnivel de 22 metros.
En un texto hitita, datado en la mitad del segundo milenio, se hace referencia a la construcción de un ariete a la manera hurrita. Muy tempranamente, en los archivos de Mari, de principios del segundo milenio AC, aparecen referencias al empleo de arietes (yashibum) y torres de asedio con arietes en su base (dimtum), así como a las rampas de ataque necesarias para su desplazamiento. La precisión de los documentos es tal que, incluso proporcionan sus dimensiones, que serían de 240 metros de largo para salvar un desnivel de 22 metros.
La primera representación clara de máquinas de
asedio aparece en los relieves del palacio de Assurnasirpal II de Nimrud,
datado en la primera mitad del siglo IX AC. Tal y como se aprecia en esas imágenes,
ya se empleaban el ariete acorazado, el de polea, las torres de asedio móviles
y el minado para hundir las murallas.
Los ingenios descritos en estos relieves son
unas torres, ya bien de carácter fijo o móvil, bastante macizos en su
construcción. Para su fabricación se partía de una estructura de madera, que se
recubría de escudos como forma de protección. En la parte frontal de las
máquinas se situaba un ariete, en ocasiones doble, que terminaba en una punta
de lanza de grandes dimensiones. Esa punta se clavaba entre las hileras de
ladrillo y, poco a poco, descarnaba la obra constructiva, llegando a destruir
totalmente el muro. Desde el interior de la máquina, el ariete se accionaba por
medio de un movimiento de péndulo, pues la viga, previamente, se había fijado
por medio de una cuerda en el techo de la torre.
Guerra de asedio siria durante
Ashurbanipal II siglo IX AC. Se puede ver una torre de asedio y una torre
ariete con 6 ruedas para derribar las murallas. Se ve al propio Ashurnasirpal
disparando flechas protegido por 2 portadores de escudo para protegerle y un
eunuco. Autor Angus McBride para Osprey
A partir del reinado de Tiglatpileser III, las
torres pasaron a construirse de forma más ligera y manejable. Para evitar que
ardieran, comenzaron a cubrirse con pieles sin curtir. Esto es perfectamente
apreciable en las representaciones de los relieves de Senaquerib, en las que el
detalle es tal que se aprecian las fijaciones de las pieles.
El diseño de las máquinas variaba enormemente,
teniendo, en ocasiones, similitudes con animales. En algunas representaciones
se ha podido ver la forma de un elefante, animal exterminado en Mesopotamia por
los reyes asirios. Lo mismo sucede en las puertas de Balawat, cuyas máquinas
tienen como frontal la cabeza de un animal.
Tal y como se puede apreciar en los relieves,
la defensa más utilizada por los sitiados contra el uso de maquinas de asedio,
consistía en arrojar toda clase de proyectiles contra las máquinas por medio de
arcos y hondas. Incluso dejaban caer piedras de grandes dimensiones y ruedas de
carros, para destruir las obras atacantes mientras se estaban construyendo.
La fragilidad de estas máquinas, respecto a los
ataques desde el exterior, obligaba a que siempre tuvieran que estar protegidas
por tropas de infantería, para evitar su destrucción. Al mismo tiempo, en el
último de los pisos de las torres se ubicaban arqueros, que disparaban sobre
los defensores y realizaban labores de cobertura a las máquinas.
Asedio asirio de una fortaleza, se
puede ver una maquina de asedio y un arquero con su portaescudo o
muserzibate, los defensores arrojan fuego para destruir el ingenio.
Autor Johnny Shumate
Otra forma de destruir las máquinas era el
empleo de antorchas, que podían provocar el incendio total de su estructura.
Para impedir que los atacantes pudieran acercar las torres a los muros, los
sitiados vertían aceite hirviendo sobre ellos. De ahí que, las torres siempre
fueran cubiertas con pieles sin curtir, que actuaban como aislante del fuego.
La forma de apagar el fuego, una vez que había prendido en las máquinas era por
medio del agua. Así, en algunos relieves se aprecia un hombre con una especie
de cuchara de grandes dimensiones, que está dejando caer líquido delante y
encima de la máquina.
Haciendo cálculos de acuerdo a las
representaciones de los relieves, el tamaño de estas máquinas oscilaría entre
los 4 y los 6 metros de largo con una altura de entre 5 y 6 metros. Hay que
tener en cuenta que, las máquinas de asedio solían emplearse frecuentemente
contra las puertas de las fortalezas, antes que contra sus muros pues, a
menudo, no poseían la suficiente potencia como para destruir defensas macizas
de piedra. Otro sistema de atacar las puertas era quemarlas por medio del
fuego. La debilidad de las puertas frente al fuego llevó a que, a menudo, se
reforzaran con revestimientos de metal, que evitaban que el fuego pudiera
destruirlas.
Los conocimientos técnicos acerca de estas
máquinas pasaron al imperio Persa y a la zona de Fenicia, desde la cual
llegaron a territorio griego, en el caso del ariete a través de las ciudades
griegas de Asia Menor, y en el de la torre de asedio, a la Magna Grecia de la
mano de los cartagineses. Las máquinas de asedio no sufrieron ninguna
modificación significativa durante el imperio Persa y permanecieron estables
hasta la aparición de las catapultas en el siglo IV AC.
Rodeaban el campamento militar con un muro
construido con tierra, posiblemente para defenderse de la caballería
adversaria. Dentro del muro alzaban las tiendas de tela sostenidas por un
mástil o palo.
Guerra psicológica
Los asirios fueron maestros en la guerra
psicológica para someter a sus enemigos, empleaban la técnica del palo y la
zanahoria. Normalmente los gobernantes que se sometían y les pagaban tributos,
se les permitía seguir gobernando con cierta independencia, los que se
resistían se le aplicaban terribles castigos, empleando el terror como arma
psicológica. Esta estrategia no solo evitaba grandes pérdidas de soldados
asirios sino que era más económica y altamente efectiva.
Las formas de terror eran muy variadas, en los
bajorrelieves se ven diferentes suplicios aplicados a los vencidos, la
importancia era que tenían que ser públicos como escarmientos, con el fin de
evitar futuras o como una afirmación de poder delante de sus soldados.
Los datos epigráficos y arqueológicos de esta
sociedad, se encuentran varias formas de ejercer el poder infundiendo terror:
la decapitación, el empalamiento, el desollamiento, el descuartizamiento, la
ceguera, la deportación parcial o en masa, y la esclavitud.
La decapitación era una forma de castigo entre
los siglos IX y VII AC. Ashurnasirpal II en su sala del trono en el palacio de
Nimrud muestra un grupo de soldados contando cabezas cortadas. En otra escena
regresando victorioso de Elam, el rey asirio exhibe la cabeza cortada del rey
vencido en una escena de banquete, esto es una demostración de soberbia
asociada al poder.
Escenas de terror asirio: se ve el desollamiento, la decapitación y el
cegamiento
El empalamiento. Se registra en Asiria entre
los siglos VIII a VII AC, especialmente. Encontraron que exhibiendo frente a
los enemigos los cuerpos empalados era una forma psicológica de debilitarlos.
La forma de introducir los palos astillados era variada. Generalmente se los ve
atravesados por el vientre, pero podían ser introducidos en otras partes del
cuerpo, a veces provocando la muerte instantánea, a veces desangrando
lentamente a la víctima.
El desollamiento. Esta práctica se evidencia en
los siglos VIII y VII AC. Se trataba de quitar por completo la piel humana y
apilarla en un sitio especial o exhibirla. Tiene un efecto psicológico
devastador, ya que exhibe el cuerpo de la víctima sin su protección natural.
Los gritos de las victimas debían ser aterradores dado que muchos seguían vivos
después de haberles quitado la piel.
El desmembramiento. Asociado a la decapitación
aparece la práctica del desmembramiento de cuerpos, pero en este caso, se trata
de una práctica ritual. Sargón II introduce el castigo por desmembramiento del
cuerpo y la exhibición de los restos diciendo: “Para asegurarse de que los
espíritus de los muertos nunca descansen en paz“. Este castigo solía aplicarse
a los asirios ya que creían que el cuerpo humano compuesto de un esqueleto
(esemtu) y el espíritu (etemnu). Ashurbanipal II fue más violento aún puesto
que ordenaba al hijo del enemigo muerto que hiciera polvo los huesos de su
padre en el campo de batalla.
La ceguera. Se ha empleado a lo largo de la historia,
tiene la ventaja de que devuelves un lisiado al enemigo que tendrá que cuidarle
de por vida, su permanencia hace que el enemigo vea cuales son las
consecuencias de atacar al país.
La deportación. Tiglat Pileser III estableció
un nuevo modo de castigo que era la deportación en masa. Normalmente se
empleaba contra regiones levantiscas, con el fin de quitar de raíz un problema,
se sabe que fue empleado con los israelitas que fueron llevados en su totalidad
a Asiria. Sargón II no podía ser menos y deportó casi 150.000 personas a lo
largo de su reinado, sobre todo desde Caldea y Babilonia. También estaba la
deportación parcial que tenía razones económicas, y que consistía en llevarse a
artesanos a las capitales asirias.
La esclavitud, que fue empleada en todas las
épocas, los esclavos se empleaban principalmente en la agricultura en las obras
de irrigación. Los cautivos fueron también usados frecuentemente como escudos
humanos en el campo de batalla.
Los anales de Asurbanipal II dan un relato de
la forma de castigo: “En el enfrentamiento y el conflicto yo sometí y conquiste
la ciudad. Hice caer a 3.000 de sus hombres con la espada. Yo me llevé los
prisioneros, las posesiones y ganado de ellos. Quemé a varios cautivos. Capture
muchas tropas vivas, les corte los brazos y las manos… arrasé, destruí,
incendié, y consumí la ciudad.” En otro relato dice: ”Yo capturé soldados vivos
y los puse en estacas ante sus ciudades”.
Periodo
temprano Asirio (830-864)
Los principios de la historia asiría resultan
oscuros; es de suponer que, durante mucho tiempo, las tribus hicieran vida
seminómada, errantes con sus rebaños. Ante los ataques de otros nómadas de las
estepas del este, se unieron entre ellas, construyendo ciudades fortificadas y
santuarios, imponiéndose como rey el jefe de la ciudad-santuario más
importante.
La ciudad de Assur se elevaba sobre la orilla
derecha del Tigris, y recibió el nombre del dios que allí se veneraba, Assur
(el benévolo). Como en todo Oriente, el poder era, en su esencia, religioso, y
el rey, representante de dios sobre la tierra, era, a la vez, legislador, gran
sacerdote y jefe guerrero, encargado de castigar a los pueblos que no
reconocían al divino señor. Desde el segundo milenio, las otras ciudades,
sometidas a la autoridad del “vicario de Asur”, se convirtieron en florecientes
centros artesanales y comerciales.
De la lista de soberanos se destacan, en primer
lugar, el nombre de Ilu-Suma (hacia 1.830 AC), que efectúa una incursión en
Babilonia, y, sobre todo, el de Shamsi-Adad I, creador, según parece, del
primer imperio asirio (hacia 1.750 AC). Este imperio contaba ya con una
administración centralizada, mensajeros y un ejército regular, dotado de
intendencia. Mas el poder de Babilonia se impondrá sobre Shamsi-Adad I, y sus
sucesores serán los vasallos de la ciudad de Hammurabi.
A continuación de las invasiones kasitas viene
un período de siglos oscuros: Asiría, arrasada en varias ocasiones, tiene que
mezclarse con sus poderosos vecinos, los imperios Mitanni e Hitita; aprovecha
los períodos de respiro para familiarizarse con las nuevas armas de hierro y
los carros de combate, y multiplicar las incursiones a Babilonia. La decadencia
de los hititas ofrece a Tukulti-Ninurta I brillantes oportunidades.
Batalla
de Nihriya 1.230 AC
Cuando el rey hitita Suppiluliuma I conquistó
Mitanni, creó dos virrenaitos (Alepo y Karkemish), y repartió gran parte de las
tierras de este reino entre sus aliados. El resto de lo que antaño había sido
el imperio de Mitanni conservó su independencia como estado vasallo de los
hititas. Esta gran expansión del poder hitita fue la causa última de la guerra
entre hititas y egipcios, lo que aprovechó Asiria para ir ocupando
progresivamente el hueco dejado por Mitanni; así, ya en tiempos de su rey
Urhi-Tesub (principios del siglo XII AC), los hititas tuvieron que resignarse a
ver como su estado vasallo, Mitanni, era conquistado por los asirios.
La expansión asiria continuó, hasta llegar a un
ataque, en una fecha no determinada con exactitud, sobre los distintos reinos
de Nihriya, bajo el mando del rey Tukulti-Ninurta I. Los hititas consideraron
este ataque sobre una zona limítrofe a su imperio como intolerable, y, guiados
por Tudhaliya IV, llevaron a su ejército a la zona.
El choque entre ambas potencias tuvo lugar en
las cercanías de Nihriya, y los asirios obtuvieron una victoria decisiva, que
permitió a Asiria anexionarse los reinos de la zona, y colocó a los hititas en
una situación bastante difícil, hasta el punto de que una de las causas del no
muy bien documentado golpe de estado contra Tudhaliya IV podría haber sido el
desprestigio de este último a causa de su derrota ante Tukulti-Ninurta I.
Aunque las hostilidades continuaron entre los
dos imperios (las fuentes asirias afirman que, con posterioridad a la batalla,
capturaron 28.000 prisioneros hititas en diversos ataques), no hubo mayores
consecuencias para los hititas a largo plazo, ya que Asiria fijó su atención en
la conquista de Babilonia, proyectó en el que invirtió demasiados recursos como
para intentar una expansión en su frontera occidental. El imperio hitita pudo,
por tanto, vivir sus últimos años en paz, hasta su desaparición bajo la oleada
de los pueblos del mar (aprox. 1.200 AC).
No se sabe el número de fuerzas que tomaron
parte en la batalla, pero si se conoce que ambas potencias emplearon carros de
guerra.
Conquista
de Babilonia
Hacia el año 1.200 AC, una oleada de los
Pueblos del Mar fueron los causantes del final del imperio Hitita y del
debilitamiento del imperio Egipcio. Uno de estos pueblos, llamado muskhi
(tracios), se asentaron en Anatolia y fueron una constante amenaza para Asiria,
en plena tempestad, Asiría fue atacada desde todas partes por los elamitas, los
mushki, los arameos y los guti. Los muskhi fueron derrotados definitivamente en
1.115 AC. Los asirios se defienden encarnizadamente y, durante esta lucha por
la supervivencia, se transforman en feroces guerreros, que recurren al terror
para detener a los asaltantes.
Asiria se hizo fuerte y endureció su ejército
que a partir de entonces fue famoso por su crueldad y temido por sus enemigos,
de tal manera que al verse amenazados y ante su proximidad no les quedaba más
remedio que huir; la gente que quedaba en las aldeas o las ciudades atacadas
era masacrada o llevada a Asiria como esclavos. Las ciudades eran saqueadas y
después arrasadas, pero no se anexionaban al reino Asirio.
Hacia 1.130 AC, Asur-Rish-Ishi resulta vencedor
en Babilonia. Y, hacia 1.112 AC, Tiglat-Pileser I revela al mundo el nuevo
poder militar asirio. Sus inscripciones hablan de los cuarenta y dos pueblos
sojuzgados, sometidos al pago de tributos. Aniquila a los árameos, se apodera
de las últimas fortalezas hititas, guerrea en el Kurdestán y Armenia, penetra
hasta el Líbano para procurarse madera con que concluir la construcción de
Assur. Al mismo tiempo, elabora un código de leyes y adopta el calendario
babilónico. Por lo demás, el terror asirio no impedirá que, hacia el año 1.050
AC, el país sea completamente destruido por nuevas invasiones de arameos y
guti. Más de sus ruinas surgirá esta vez un imperio duradero.
Imperio
Babilónico o Caldeo (605-547 AC)
Coincidiendo las luchas internas a la muerte de
Asurbanipal y con la rebelión en el sur, al noroeste, el caldeo Nabopolasar,
tras de exitosas campañas contra las posiciones asirias en ciudades como Nippur
o Uruk, fue coronado rey de Babilonia en el 626 AC. Ese mismo año, Nabopolasar
devolvió las estatuas divinas a la ciudad elamita de Susa, tratando de ganarse
el favor de Elam, tradicional aliado de los líderes caldeos. Elam se encontraba
por entonces en plena decadencia.
Un rey medo llamado Ciáxares consiguió unificar
bajo su mando un grupo de tribus medas y escitas. Ciáxares firmó una alianza
con Nabopolasar rey de Babilonia, sellándola con el matrimonio entre su hija y
el hijo del rey babilonio en el 616 AC. De esta forma, medos desde el norte y
caldeos desde el sur, atacaron conjuntamente Asiria, quien, viéndose rodeada,
firmó una alianza con sus antiguos enemigos de Egipto.
La ofensiva babilonia empezó a finales de abril
atacando la línea del Éufrates. Los países de Suhu e Hindanu situados al sur de
Harrán, fueron son sometidos sin presentar batalla.
Asiria intentó detener el ataque babilonio, y
prepara la batalla en los alrededores de Gablini, pero fueron derrotados en la
batalla de Gablini y tuvieron que retirarse a Assur.
Meses más tarde Nabopolasar se dirigió a Assur,
acampando frente a la ciudad. Siendo asediada durante un mes, fracasando en
capturar la ciudad, al tener noticias de la movilización del ejército asirio
apoyados por las fuerzas egipcias de Psamético I, se retiró a Tikrit, siendo
perseguido por el ejército asirio que le asedió en la ciudad durante diez días,
consiguiendo escapar e incluso causándole una derrota durante su huida.
Al año siguiente 614 AC, regresó a Assur, pero
esta vez con su aliado Ciáxares que avanzó hacia el norte capturando la ciudad
de Tarbisu, mientras Nabopolasar avanzó desde el sur siguiendo el Éufrates, en
un asalto exitoso, se rompieron las murallas y la ciudad fue capturada y
saqueada, la mayoría de los habitantes fueron masacrados y otros fueron hechos
prisioneros. Tras la victoria, y frente a la ciudad en ruinas, Ciáxares y
Nabopolasar sellaron un acuerdo y cada uno marchó de vuelta a su país.
Nabopolasar, rey de Babilonia, se
entrevista con los escitas y medos a las afueras de Assur. Autor Angus McBride
En 612 AC medos y caldeos se dirigieron a la
capital asiria, Nínive, durante tres meses sometieron a un feroz asedio a la
capital asiria, durante los cuales se emplearon todo tipo de tácticas, como
desviar el curso del río Khosr o atacar a la vez por varios flancos para
debilitar la defensa asiria. El ataque final se produjo por el cauce ya seco
del río, y efectuando gran matanza, acabando incluso con la vida de
Sin-shar-ishkun, el rey asirio. La ciudad fue completamente saqueada,
llevándose gran botín, para luego ser arrasada hasta los cimientos, de tal
forma que no quedaron más que ruinas. La caída asiria fue celebrada por los
reinos anteriormente sometidos.
Tras la caída de Nínive, el ejército asirio
resistió unos años más en la ciudad de Harrán. El ejército egipcio, entretenido
en una campaña contra los judíos, por la rebelión de algunos reyes en el
Levante Mediterráneo, entre los que destacó Josías de Judá, obligó a los
egipcios a presentar batalla en Megido, lo que les impidió llegar a tiempo para
evitar que los babilonios conquistaran Harrán, que cayó finalmente en 605 AC.
Batalla
de Karkemish
Tras la derrota asiria, el ejército babilonio,
marchó contra el imperio Egipcio. Al mando ya no estaba Nabopolasar, quien
había enfermado, si no su hijo, que sería conocido como Nabucodonosor II.
Egipcios y asirios se reunieron en la última fortaleza que le quedaba al
imperio Asirio, Karkemish. A las afueras de la fortaleza se enfrentaron los
egipcios y babilonios en la batalla de Karkemish, derrotándoles completamente.
Las fuentes no informan del número exacto ni de
la dinámica de la batalla. Sólo se sabe que, una parte de las fuerzas aliadas
de Egipto se había perdido en el choque con Josías en Megido con los asirios
habían sido superados en número al haber perdido Nínive y Harran.
Los babilonios tampoco desplegaron toda la
fuerza militar de que dispongan en Karkemish. Se sabe con certeza, a partir de
las crónicas, que Nabopolasar envió a su hijo Nabucodonosor con un “gran
ejército” al oeste de Harran, hacia el futuro lugar de la batalla. Al
parecer los egipcios era algo superiores en número y contaban con bastantes
fuerzas mercenarias.
La batalla, tal como se describe en la crónica
de Nabucodonosor, que ahora se conserva en el museo Británico, muestra que
Nabucodonosor mismo tomó por sorpresa al enemigo atacando rápidamente desde el
oeste: “después de cruzar el río Eufrates, atacó al ejército egipcio que estaba
en Karkemish” . La batalla fue sangrienta y fueron los hombres de Neco los
primeros que cedieron y se retiraron del campo de batalla. Su precipitada fuga
condujo a una gran masacre, como se informa en la misma crónica: “el resto del
ejército egipcio había escapado de la derrota con tanta rapidez que no llevaban
ningún tipo de armas, por lo que, cuando se encontraron con los babilonios en
Hamat fueron de nuevo derrotados, pero esta vez de tal manera que ni un solo
hombre fue capaz de regresar a su país. Más tarde, Nabucodonosor conquistó toda
la zona de Hamat “.
Reinado
de Nabucodonosor II
Nabucodonosor, después de la victoria en
Karkemisk, le sucedió en el trono y fundó un imperio que se extendía desde
Egipto a Persia, a través de Palestina y Siria, de Lidia (Asia Menor) hasta el
golfo Pérsico. El control de los territorios medios, como marido de la hija del
rey y Ciassarre, como garante de un acuerdo de paz entre este último y Lidia,
incluso el mismo Lidia estaba bajo su control.
Este imperio sería rico y famoso por su cultura
y la ciencia. Por otra parte, el rey de Babilonia se sometió a los pueblos
conquistados, pero dejó a los reyes locales para el control de las personas y
sus costumbres y tradiciones.
Los egipcios siguieron alentando revueltas locales
y se sucedieron los levantamientos de los reinos y ciudades-estado de la
región. Así, en el 598 AC, el reino de Israel se rebela. Fue derrotado y
algunos líderes de la rebelión fueron enviados al exilio, llegando al trono un
nuevo rey, Sedecías. Esto no impidió que se produjeran nuevas rebeliones, y en
587 AC el pueblo de Israel, cuyo rey estaba siendo alentado por los egipcios,
volvió a levantarse en armas.
Fueron de nuevo derrotados, y en esta ocasión
la represión fue más dura: según el mismo Jeremías, los babilonios, a su
entrada a la ciudad, mataron a la familia de Sedecías y a él le sacaron los
ojos y le condujeron al exilio a la ciudad de Babilonia. También al exilio fue
enviada el resto de la población, tanto nobles como plebeyos. Sin embargo a los
pobres se les mantuvo en libertad, concediéndoles tierras. La ciudad de
Jerusalén fue arrasada y el palacio real, las viviendas y las murallas
destruidas.
Otro foco de insurrección en el oeste fue la
ciudad de Tiro, situada entonces en una isla, hoy península, en el actual
Líbano. Nabucodonosor II envió allí su ejército, que se situó en la costa,
frente a la isla, y levantó un asedio. Sin embargo, la superioridad naval tiria
hizo inútil el sitio, que duró trece años, tiempo tras el cual se firmó una
paz, consistente en el vasallaje de la ciudad.
Durante la segunda mitad de su reinado,
Nabucodonosor II se dedicó a embellecer la ciudad de Babilonia, convirtiéndola
en la mayor metrópoli de su época, de esta etapa datan algunos de los
monumentos más célebres de la ciudad mesopotámica. Es el caso de la Puerta de
Istar, o de los Jardines colgantes de Babilonia.
Mejoró las defensas de Babilonia, todo el
perímetro habitado de unos 6 km de largo, estaba defendido por dos recintos
separados por el río Éufrates, a su vez dotados de una muralla doble. La
muralla interior, construida con ladrillos de adobe, consistía en dos muros. El
interno tenía 6,5 m de espesor, mientras que el externo, levantado a unos 7 m
del primero, tenía unos 3,5 m de espesor. El espacio entre los dos muros, de
unos 12 m, estaba rellenado con tierra en toda su altura. Había una torre cada
más o menos 50 m, con lo que se calcula que hubo cerca de 350. La defensa se
completaba con rejas de hierro sumergidas en el Éufrates, allí donde terminaban
las murallas, para evitar que el enemigo pudiera vadear el río por sus zonas
menos profundas. Las murallas, en ese punto, se protegían del efecto del agua
untándose con brea.
Las puertas del perímetro amurallado interior
de la época de Nabucodonosor II, con una sola excepción, recibían nombres de
dioses. Las entradas eran llamadas de Ishtar, de Marduk, de Shamash, de Adad,
de Enlil, de Zababa, de Urash y la Real. En época de Nabónido, con la
construcción de la muralla del río, se añadió la Puerta del Puente. Según los
documentos de Babilonia, ocho puertas daban acceso al interior de la ciudad,
pero hasta la fecha se han descubierto y excavado cuatro.
Nabucodonosor II añadió la muralla exterior que
tenía una longitud de unos 11,3 km, que estaba situada al este del Éufrates y
encerraba una gran superficie de la ciudad y su palacio de verano, donde la
gente que vivía en sus aledaños podía refugiarse en caso de guerra. Esta
muralla externa también consistía en dos muros. El interior, hecho de adobe,
tenía unos 7 m de espesor y estaba reforzado por torres de defensa. Más allá, a
unos 12 m de distancia, se encontraba el muro externo de ladrillos cocidos, que
a su vez era doble. Sus dos muros, uno de casi 8 m de espesor y el otro
contiguo de unos 3,5 m, estaban interconectados por algunas de las torres. La
altura se desconoce, pero la puerta de Istar tiene 18 m, así que las murallas
serían más bajas.
Final del
Imperio Babilónico o Caldeo
Nabucodonosor murió en el 562 AC, siendo
sucedido por su hijo Evilmerodac (Amel-Marduk) quien a los dos años fue víctima
de una conspiración siendo depuesto por su cuñado, que se hizo llamar
Neriglisar (Nergal-sharusur). Cuatro años después moría el nuevo rey, siendo
sucedido por su hijo Labashi-Marduk, cuyo reinado acabó ese mismo año al ser
víctima de una conspiración, acabando así la dinastía iniciada por Nabopolasar.
Tras esto fue puesto el trono Nabu-naid, más
conocido como Nabónido, quien relegó las tareas militares en su hijo
Balatsu-Usur, más conocido como Baltasar o Belsasar. Mientras tanto, el monarca
se dedicó a tareas culturales, recopilando y estudiando antiguas escrituras.
Durante el reinado de Nabónido, en la vecina
Media se sucedió la inestabilidad. Un nuevo jefe llegó al principado de Anshan,
vasallo del reino medo. Se hizo llamar Ciro II de Anshan, más conocido como
Ciro el Grande. En 559 AC, el nuevo rey se declaró independiente de Media, lo
que supuso la guerra. No sólo consiguió mantener la independencia del
principado, sino que en 550 AC tomó la capital meda, Ecbatana, convirtiéndose
así en el nuevo monarca de toda la región. A continuación Ciro se lanzó a la
conquista del reino de Lidia, en Asia menor, cuya conquista completó en el 547
AC.
Durante estas campañas Nabónido, rey de
babilonia se mantuvo inactivo. Sin embargo, tras la caída de Lidia, buscó la
alianza de Egipto contra el posible invasor. Ésta resultó inútil y en 539 AC.
Ciro atacó Babilonia. La caída de la ciudad fue narrada posteriormente por el
historiador griego Heródoto:
”En medio de su apuro, ya fuese que alguno se lo aconsejase, o que él mismo lo discurriese, [Ciro] tomó esta resolución. Dividiendo sus tropas, formó las unas cerca del río en la parte por donde entra en la ciudad, y las otras en la parte opuesta, dándoles orden de que luego que viesen disminuirse la corriente en términos de permitir el paso, entrasen por el río en la ciudad. Después de estas disposiciones, se marchó con la gente menos útil de su ejército a la famosa laguna, y en ella hizo con el río lo mismo que había hecho la reina Nitocris. Abrió una acequia o introdujo por ella el agua en la laguna, que a la sazón estaba convertida en un pantano, logrando de este modo desviar la corriente del río y hacer vadeable la madre. Cuando los persas, apostados a las orillas del Eúfrates, le vieron menguado de manera que el agua no les llegaba más que a la mitad del muslo, se fueron entrando por él en Babilonia. Si en aquella ocasión los babilonios hubiesen presentido lo que Ciro iba a practicar o no hubiesen estado nimiamente confiados de que los persas no podrían entrar en la ciudad, hubieran acabado malamente con ellos. Porque sólo con cerrar todas las puertas que miran al río, y subirse sobre las cercas que corren por sus márgenes, los hubieran podido coger como a los peces en la nasa. Pero entonces fueron sorprendidos por los persas; y según dicen los habitantes de aquella ciudad, estaban ya prisioneros los que moraban en los extremos de ella, y los que vivían en el centro ignoraban absolutamente lo que pasaba, con motivo de la gran extensión del pueblo, y porque siendo además un día de fiesta, se hallaban bailando y divirtiendo en sus convites y festines, en los cuales continuaron hasta que del todo se vieron en poder del enemigo. De este modo fue tomada Babilonia la primera vez”.
”En medio de su apuro, ya fuese que alguno se lo aconsejase, o que él mismo lo discurriese, [Ciro] tomó esta resolución. Dividiendo sus tropas, formó las unas cerca del río en la parte por donde entra en la ciudad, y las otras en la parte opuesta, dándoles orden de que luego que viesen disminuirse la corriente en términos de permitir el paso, entrasen por el río en la ciudad. Después de estas disposiciones, se marchó con la gente menos útil de su ejército a la famosa laguna, y en ella hizo con el río lo mismo que había hecho la reina Nitocris. Abrió una acequia o introdujo por ella el agua en la laguna, que a la sazón estaba convertida en un pantano, logrando de este modo desviar la corriente del río y hacer vadeable la madre. Cuando los persas, apostados a las orillas del Eúfrates, le vieron menguado de manera que el agua no les llegaba más que a la mitad del muslo, se fueron entrando por él en Babilonia. Si en aquella ocasión los babilonios hubiesen presentido lo que Ciro iba a practicar o no hubiesen estado nimiamente confiados de que los persas no podrían entrar en la ciudad, hubieran acabado malamente con ellos. Porque sólo con cerrar todas las puertas que miran al río, y subirse sobre las cercas que corren por sus márgenes, los hubieran podido coger como a los peces en la nasa. Pero entonces fueron sorprendidos por los persas; y según dicen los habitantes de aquella ciudad, estaban ya prisioneros los que moraban en los extremos de ella, y los que vivían en el centro ignoraban absolutamente lo que pasaba, con motivo de la gran extensión del pueblo, y porque siendo además un día de fiesta, se hallaban bailando y divirtiendo en sus convites y festines, en los cuales continuaron hasta que del todo se vieron en poder del enemigo. De este modo fue tomada Babilonia la primera vez”.
Con la conquista persa terminó con el imperio
Babilónico como reino independiente. Otros rebeldes y jefes locales posteriores
tomarían el título de rey de Babilonia, pero no se trató más que de actos
ceremoniales o de rebeldía frente al poder central.
Periodo
Medio Asirio (883-727)
Asurbanipal
II (883-59 AC)
Marcó el cambio en las estrategias de guerra y
las armas, hizo avances militares sistemáticos, llevó al esplendor el poder
militar asirio.
Apenas tomado el trono, recibió noticias de que
Suru en la región del Jabur se había rebelado. Obligó al ejército a una marcha
forzada de 200 millas para sofocar la rebelión en pleno verano, por terrenos
desérticos y con temperaturas insoportables. Esta táctica de rapidez sorprendió
a los jefes de Suru y el impacto psicológico de la llegada en forma fulminante
de todo el ejército asirio los aterrorizó. Era una táctica asiria que podríamos
denominar vulgarmente: “no dar tiempo” a sus enemigos.
Luego, tras neutralizar al poderoso reino
arameo de Bit Adini lanzó una campaña hacia el oeste sorprendiendo a los
estados neo heteos y arameos del norte de Siria, alcanzando la costa
mediterránea en el 877 AC. Recibió tributo de Sidón, Tiro, Biblos, Amurru y
Arvad (Chipre) entre otros. Controló de esta forma las rutas comerciales hacia
el Mediterráneo, por la cual obtenía metales y caballos de Anatolia, maderas de
Fenicia, y mano de obra para construir en la capital, Kalhu. Usó una de las
prácticas de presión psicológica más efectivas: lavó todas las espadas en el
mar, es decir, el efecto era teñir las aguas con sangre frente a la vista de
los sometidos.
Aunque la mayor parte de los reinos
conquistados mantenían su autonomía nominal, la Asiria interior se encontraba
dividida en cinco circunscripciones dirigidas por funcionarios designados por
el rey. Con el paso del tiempo, este cuerpo de funcionariado adquirió una gran
autonomía, lo que se tradujo en una profunda crisis interna.
Carro de guerra asirio siglo IX AC. Sirvió en los ejércitos de Asurbanipal II y Salmanasar III. Frecuentemente también es presentado con tres caballos. Se puede apreciar la influencia de Mitanni de conductor y arquero. Autor Angus McBride para Osprey
En las relaciones de Asiria con Babilonia, se mantuvo en un clima de cooperación entre ambos reinos. Salmanasar III acudió en ayuda de Marduk-zakir-shumi I, rey de Babilonia, cuando el hermano de éste amenazó su lugar en el trono con una sublevación que fue aplastada por los asirios y repuso al primero en su lugar. Posteriormente atacó a las tribus arameas y caldeas de la región que solían causar problemas a Babilonia. Finalmente reafirmó el pacto con la ciudad, hecho conmemorado en un relieve esculpido en el zócalo del trono de Salmanasar.
Guerrero asirio contra nubio. Guerrero
del rey Asarhadon luchando cuerpo a cuerpo contra un arquero nubio del faraón
Taharka
Flavio Josefo tomó de Manetón el siguiente
texto que explica la invasión de los hicsos:
“Tutimaios. Durante su reinado, por una causa que desconozco, nos azotó una maldición de Dios, y de una manera inesperada marcharon desde las regiones del este invasores de una raza oscura, confiados en la victoria, contra nuestro país. Por la fuerza se apoderaron de él sin descargar un golpe, y después de dominar a los gobernantes del país, incendiaron nuestras ciudades sin piedad, derribaron hasta los cimientos los templos de nuestro país y trataron a todos los egipcios con cruel hostilidad, masacrando a unos y esclavizando a las esposas e hijos de otros. Finalmente nombraron rey de entre ellos, llamado Salitis. Tuvo su sede en Menfis, sometiendo a tributo al Alto y Bajo Egipto, y siempre dejando guarniciones detrás en los lugares más importantes… En el nomo Sethroita fundó una ciudad favorablemente situada… y la llamó Avaris, según una antigua tradición religiosa. Esta plaza la reconstruyó y fortificó con murallas macizas… Después de reinar diecinueve años murió Salitis, y le sucedió un segundo rey, Bnon, quien reinó 44 años. Después de él vino Apachnan, que reinó 36 años y 7 meses; luego Apophis durante 61 años, e Inanas 50 años y un mes; después, finalmente, Asis 49 años y 10 meses. Estos seis reyes, sus primeros gobernantes, se esforzaron cada vez más y más en extirpar al pueblo egipcio.”
Ejemplo de estas fortificaciones es Tell-el-Yehudiheh, un fortín al sur del delta, que tenía un terraplén de 14 a 18 metros de altura y que servía de alojamiento para una guarnición de 10.000 hombres con sus carros y caballos, fuerza suficiente para reprimir cualquier intento de sublevación.
Imperio Medo o Media
Jinetes pesados escitas siglo V AC: 1
guerrero escita norte de Ucrania; 2 Noble escita, ambos llevan leggins
protegiendo las piernas, se nota la influencia de los sármatas. Autor Angus
Mcbride para Osprey
Salmansasar
III (858-24)
Estuvo en guerra 31 de los 35 años de su
reinado. Su reinado se caracterizó por el enfrentamiento de Asiria con los
estados de la zona de Siria, el levante y el sur de Anatolia, coaligados entre
sí para poner coto al control asirio de las vías de comunicación mercantiles.
Atravesó el Éufrates veinticinco veces, invadiendo Cilicia cuatro veces, y
sometiendo pueblos del norte y del este, de los que sus antecesores habían
ignorado hasta el nombre.
Mapa de las campañas de Salmanasar III
La primera de estas coaliciones formada por Bit
Adini, Karchemish, Hilakku, Pattin (todos situados en el norte de Siria y
Cilicia) lucharon contra Asiria tras la subida de Salmanasar III al trono, que
finalmente logró derrotarlos, anexionándose Bit Adini, que lideraba la
coalición y que convirtió en provincia y rebautizó su capital, Til Barsip
situada en la rivera del Éufrates como Kar-shulman-ashare-du (puerto de
Salmanasar). La derrota de Bit Adini proporcionó a Asiria el paso por el río
Éufrates hacia la zona del levante.
Batalla
de Karkar o Qarqar (853 AC)
En 853 AC, Osorkon II envió un contingente de
1.000 mercenarios egipcios para prestar ayuda a esta alianza y a Ben-Hadad II,
el rey de Siria, con el fin de frenar la progresión asiria. Esto señala una
nueva fase de la política exterior egipcia: la de apoyo a los reinos sirio-palestinos.
Egipto gracias a esta alianza con los hebreos y sirios, va a resistir a los
ejércitos asirios de Salmanasar III, ya que los reinos sirio-palestinos
constituían la barrera que protegía a Egipto de la invasión Asiria.
Carro de guerra asirio siglo IX AC. Sirvió en los ejércitos de Asurbanipal II y Salmanasar III. Frecuentemente también es presentado con tres caballos. Se puede apreciar la influencia de Mitanni de conductor y arquero. Autor Angus McBride para Osprey
En la batalla de Karkar o Qarqar (853 AC) que
tuvo lugar a orillas del rio Orontes, se enfrentaron los asirios con un
ejército de 2.000 carros, 6.000 jinetes y 23.000 infantes contra una coalición
de pueblos de Palestina y Siria bajo el mando de Damasco, en ese momento
dominado por los arameos cuyo reino estaba gobernado por Ben-Hadad II. El rey
de Damasco se alineó 1.200 carros, 1.200 jinetes y 20.000 infantes; Iruleni, el
rey de Hamat aportó 700 carros, 700 jinetes y 10.000 infantes, Acab, rey Israel
desplegó 2.000 carros y 10.000 infantes; 10 carros de Irqanata, y 30 carros
llegaron de la tierra de Sianu, había también arameos sobre camellos, y 500
infantes de Cilicia. En total 3.940 carros, 1.900 jinetes, 1.000 camellos y
unos 40.000 infantes.
Salmanasar III, fijó al adversario con su
infantería y colocó los carros y jinetes en el ala derecha que atacó el flanco
izquierdo adversario, desorganizándolo. El resultado de la batalla fue de
14.000 bajas para la coalición y los asirios no dieron datos de las bajas
propias, parece ser que quedaron en tablas dado que los asirios no pudieron
deshacer la coalición ni ocupar sus territorios.
En 849 y 848 AC el ejército asirio se enfrentó
de nuevo con las fuerzas de la coalición, los derrotó y capturó sus carros y
caballería.
Por dos veces se encontró Salmanasar con una
terrible resistencia siria antes de emprender la campaña definitiva en 845 AC.
Reclutó para la ocasión un ejército de más de 120.000 efectivos pero el
resultado fue el mismo. Tuvo que esperar cuatro años para dar el golpe definitivo
gracias a los errores de sus adversarios, quienes no habían solventado sus
querellas internas, rompiendo la unidad que le daba la fuerza necesaria para
resistir al invasor.
Arquero pesado e infante pesado asirio
siglos IX al VII AC. Autor José Daniel Cabrera Peña
Se sabe que en 841 AC, Salmanasar III derrotó
Hazael, rey de Damasco, que era entonces el jefe de la coalición siria, los
asirios capturaron 1.121 carros y 470 jinetes en el campo del enemigo. Cuando
se dirigió a Damasco se valió de los cadáveres para cruzar el Orontes antes de
que hubiera puente, pero no pudo tomar la ciudad.
Una inscripción en la estela de Salmanasar III
dice que tenía caballos para 2.002 carros y equipados 5.542 jinetes para el
servicio en esa zona. Ese mismo año sometió a Tiro, Sidón y al rey Jehu rey de
Israel.
Se conoce de una de sus inscripciones
que
Theking capturó 9.920 caballos y mulas durante sus primeras veinte campañas.
Final del
reinado
Solo después de la victoria en el levante pudo
Salmanasar III reforzar su dominio en la zona de Anatolia, donde los estados
neohititas de Malatya, Que y Tabal o Tubal habían proporcionado ayuda a los
adversarios de Asiria en la batalla de Qarqar. Las tropas asirias atravesaron
los montes Taurus donde en el monte Amanus Salmanasar III colocó una estela al
lado de la que otro rey hurrita, Anum-khirbi, había colocado un milenio antes.
En las relaciones de Asiria con Babilonia, se mantuvo en un clima de cooperación entre ambos reinos. Salmanasar III acudió en ayuda de Marduk-zakir-shumi I, rey de Babilonia, cuando el hermano de éste amenazó su lugar en el trono con una sublevación que fue aplastada por los asirios y repuso al primero en su lugar. Posteriormente atacó a las tribus arameas y caldeas de la región que solían causar problemas a Babilonia. Finalmente reafirmó el pacto con la ciudad, hecho conmemorado en un relieve esculpido en el zócalo del trono de Salmanasar.
Los tres últimos años del reinado de Salmanasar
ven el enfrentamiento entre su hijo y sucesor Samsiadad, y otro de sus hijos
Asurbanipal, por hacerse con el trono. Finalmente el primero sale vencedor y es
coronado como Samsiadad V.
Tiglat Pileser III (745-27 AC)
Después de casi 80 años de debilidad, después
de un sangriento golpe que eliminó a la familia real, el general Pulu,
gobernador de Kalhu (Nimrud) tomó el trono con el nombre de Tiglat Pileser III.
Comenzó una serie de reformas para reforzar el
poder central y anexionar los territorios conquistados al Imperio
convirtiéndolos en provincias. Comenzado un periodo de esplendor caracterizado
por las campañas militares y la expansión territorial.
Se creó un ejército permanente reforzado
temporalmente por un sistema de reclutamiento de levas. Esta maquinaria de
guerra estaba formada por: la guardia real; el ejército permanente formado por
soldados profesionales que incluía a los mejores soldados del Imperio y de los
territorios subyugados, y la leva en masa para tiempos de crisis.
Retomó la política de deportaciones en masa
practicada por reyes anteriores. En el 745 AC deportó a 30.000 personas de la
zona de Hamath en Siria y los asentó en los montes Zagros, luego en el 744 AC
deportó desde la meseta irania a 65.000 personas y las estableció en las
riberas del río Diyala.
En el 743 AC avanzó sobre Siria y Sardur III
rey de Urartu movió su ejército para socorrer a los sirios y se entabló la
batalla cerca de Samsat, en Kummuh (alto Eufrates) y los asirios tuvieron un
severo enfrentamiento con los urartianos. Invadieron parte del territorio de
Urartu pero no pudieron sitiar la capital, Turushpa. Depuesto Tiglat sitió
Arpad durante tres años, finalmente cayó en el 741 AC.
En el 738 AC destruyó los reinos de Israel y
Judá. Grabó sus campañas en relieves de Kalhu. Entre el 734 y 732 AC, Tiglat
tuvo que intervenir en Palestina, destruyendo ciudades y deportando judíos.
En 736 AC, Tiglat Pileser III marchó hacia el
norte y conquistó los medos y los persas, expandiendo su imperio hasta la actual
Irán. En este punto su imperio abarcó toda la Mesopotamia y el Levante, un área
que se extiende desde el golfo Pérsico hasta hoy en día Irán, a través del mar
Mediterráneo y a través de Israel.
En 729 AC, una rebelión estalló en la ciudad de
Babilonia después de la muerte del rey Nabonasar, quien había sido un leal
vasallo, y Tiglat Pileser III marchó sobre la ciudad, redujo la revuelta y
ejecutado el pretendiente al trono. Así que se proclamó rey de Babilonia en 728
AC, con el nombre de Pulu o Pul, logrando la adhesión del clero de Marduk. Él
era ahora el rey de Asiria y Babilonia y estaba a la altura de su reinado.
Máxima
extensión del Imperio Asirio (721-626)
Sargón II
(721-05 AC)
Ascendió al trono después de la muerte de
Salmanasar V. Probablemente era un usurpador, aunque, de acuerdo con un texto
que se ha preservado, pretendía ser hijo de Tiglatpileser III. En cualquier
caso, se apoderó del trono por la violencia, y su advenimiento supuso una
ruptura con el pasado, pues en ninguna de sus inscripciones se hace mención de
sus predecesores.
Por malentendidos con los sacerdotes y
ciudadanos de la capital decidió fundar una nueva capital, Dur Sharrukin, pero
no llego a completarla.
En el 720 AC intervino en dos frentes a la vez:
en Babilonia, para cortar la ayuda que Merodac-Baladan estaba recibiendo del
elamita Ummanigash, y contra una coalición sirio-egipcia, reconquistando las
provincias rebeldes de Arpad, Simirra y Damasco.
En el 717 AC anexiona Karkemish, que era una
posición estratégica sobre el Éufrates, con el pretexto de una supuesta
conspiración de sus dirigentes con el rey Midas de Frigia. Al año siguiente
organizó un sistema defensivo en el este, en Parsuash, para frenar la
penetración de las tribus medas, que todavía no estaban bien cohesionadas. En
el 715 AC, repobló Samaria con deportados árabes, para contrarrestar la
influencia de Egipto.
El año 714 AC inició la gran campaña contra
Urartu, aprovechando que este país estaba siendo sometido a presión por los
cimerios. En esta zona montañosa y escarpada la batalla se presentaba difícil
por lo que Sargon II decidió avanzar con los carros y apoyado por los “qurubti
sa sheppe” o caballería de guardia, colisionó contra la línea de batalla
urartiana que se quebró frente a este asalto feroz e inesperado. Detrás de
Sargon II venían los arqueros y lanceros que inmediatamente atacaron a los
urartianos que desintegraron sus líneas y empezaron a retirarse. El rey
urartiano abandonó el campo de batalla dejando tras de si a 230 miembros de la
familia real, funcionarios, gobernadores, caballería y otras unidades. El rey
urartiano abandonó la capital, Turushpa, pero Sargon II no tuvo intenciones de
arrasar dicha ciudad y regresó a Asiria, arrasando todo a su paso (táctica de
tierra quemada). De paso lanzó 1.000 jinetes contra Musasir, tierra del dios
urartiano Haldi, lugar de coronación de los reyes de Urartu, Sargon II la
devastó y se llevó de allí un inmenso botín. En el 710 Sargon II, logró firmar
un acuerdo con los muskhis (frigios).
Caballería sargónida en Urartu 714 AC.
Asirios arqueros lanceros. Están equipados con botas atadas delante y llevan
calcetines. Autor Angus McBride para Osprey
En el 713 AC. Sargon II se apoderó de Tabal
porque este rey planeaba aliarse con los reinos de Urartu y Frigia.
Entre el 710 y el 707 AC, luchó contra los
caldeos de Babilonia. Marduk Baladan huyó a Elam y finalmente Sargon II
hastiado deportó a 108.000 caldeos y babilonios para terminar con los problemas
en la zona.
Sargon II tuvo que ocuparse de Siria pues el
gobernador de Hamath conquistó Arpad, Damasco, Samaria y ciudades fenicias.
Sargon avanzó desde Til Barsip tomando Arpad y luego sitió Hamath, capturó
Damasco, sofocó la revuelta en Samaria y llegó hasta Gaza. El rey de Gaza fue
desollado.
En el 712 AC se levantó en armas Ashdod pero
Sargon II los venció rápidamente. Sitió durante tres años a Samaria, tomó
prisionero a Oseas, el último rey de Israel, y destruyó Samaria. Deportó judíos
a Asiria y asentó a asirios en Samaria.
Se erigió en rey de Babilonia en 709 AC, regresando
en el 707 AC cargado con el botín y se dedicó a terminar la ciudad de Dur
Sharrukin (llamada ahora Khorsabad), ubicada a unos 16 km al noreste de Nínive,
y destinada a ser su nueva capital. Al año siguiente fue inaugurada, aun no
estaba terminada del todo, ni totalmente habitada.
Sargon II, cerca del final de su reinado, se
dirigió contra los cimerios en Anatolia porque estos destruyeron parte de la
antigua capital asiria; Kalhu. Sargon II enfrentó a los cimerios y murió en el
campo de batalla en Tabal. Su cuerpo no fue enterrado porque el consejo de
superiores consideró que algunas de sus acciones violaron el código de la
realeza asiria.
A su muerte, Sargón II dejó un reino de bases
aparentemente sólidas, pero en realidad, con graves problemas internos y
rodeado de enemigos poderosos como Egipto, Urartu y Elam, que dificultaron los
gobiernos posteriores.
Senaquerib (704-681 AC)
Senaquerib, como sucesor designado, había sido
bien instruido por su padre, y estaba versado en las artes de la guerra, la
administración y la diplomacia. Sin embargo, apenas había subido al trono
cuando comenzó una seria crisis, habitual con cada cambio de monarca en un
imperio despótico cuyos reinos subyugados aprovechaban la menor oportunidad
para levantarse.
Campaña
contra Babilonia 707 AC
En 703 AC, un desconocido hijo de esclavos,
Marduk-zakir-shumi II, expulsó a los asirios de babilonia y se hizo con el
poder; sin embargo, fue destituido apenas un mes después por el ex monarca
Merodac-Baladán, derrotado por Sargón en 710 AC, que había permanecido más de
un lustro oculto en las marismas del País del Mar, esperando el momento de su
venganza. Merodac-Baladán se hizo proclamar de nuevo rey de Babilonia y comenzó
a recabar apoyos para combatir a los asirios. Empleando con prodigalidad los
inmensos tesoros de oro, plata y gemas sepultados en el templo Esagila, se
aseguró el apoyo del rey de Elam, que le envió importantes refuerzos al mando
de su lugarteniente en jefe, un tal Imbappa, el segundo de éste, un tal
Tannanu, y diez generales más, junto con el temible caudillo suteo
Nergal-nasir, al frente de unas fuerzas que los Anales de Senaquerib elevaban a
80.000 hombres. Pronto se hicieron con el control de las principales ciudades
de la Baja Mesopotamia, como Ur, Eridu, Nippur Kutha y Borsippa, así como del
apoyo de las tribus cercanas.
Campaña
contra Babilonia 703 AC
Senaquerib, reaccionó movilizando su inmenso
dispositivo militar y emprendiendo personalmente la reconquista de la zona.
Partió de Assur el 20 de Shabâtu (enero-febrero). A la cabeza de un primer
ejército, cercó, en las proximidades de Kutha, a los rebeldes babilonios.
Mientras, sus generales marcharon en vanguardia sobre la antigua ciudad de Kis,
para mantener a raya al grueso de la coalición. Elamitas y babilonios salieron
de la ciudad al encuentro de los asirios, y trabaron combate en la llanada de
Kis. Tras tomar Kutha al asalto y exterminar a sus defensores, Senaquerib
acudió a marchas forzadas en auxilio de sus generales, y derrotó en batalla a
Merodac-Baladán, que huyó de nuevo al País del Mar. Los asirios tomaron
prisioneros a un hijo de Merodac-Baladán, Adinu, así como a Baskanu, hermano de
Yatie, reina de los árabes, y numerosos soldados. De igual modo cayó en sus
manos un inmenso botín de carros, carretas, caballos, mulas, burros, camellos y
dromedarios, que formaban el aparato logístico de los vencidos, y los
suministros que transportaban. A continuación, Senaquerib entró vencedor en
Babilonia, apoderándose de los tesoros e insignias reales de Merodac-Baladán,
así como de su esposa e hijas, harén y Corte. Sin embargo, los asirios no
lograron atrapar a Merodac-Baladán, persiguiéndolo en vano durante cinco días
por las marismas de la Baja Mesopotamia. En represalia, Senaquerib devastó su
país de origen, Bit-Yakin. Tras someter de nuevo toda la Baja Mesopotamia al
dominio asirio, esclavizando a los rebeldes, Senaquerib instaló en el trono a
un nuevo rey-títere, el potentado babilonio Bel-ibni, educado en la corte
asiria.
Una vez restablecida su autoridad, el monarca
emprendió el retorno a su patria, deteniéndose a someter a distintas tribus
arameas y a recibir cuantioso tributo de la ciudad de Hararati, a orillas del
Eúfrates. Retornó a Asiria con un botín que sus anales regios elevaban a la
cifra de 208.000 prisioneros, 7.200 caballos y mulas, 11.073 burros, 5.230
camellos, 80.050 cabezas de ganado y 800.100 ovejas, sin incluir el material de
guerra y lo repartido entre sus soldados.
Según sus propias palabras “Quebré y destrocé
sus ciudades, les prendí fuego, y las convertí en montículos olvidados“.
La
campaña de los Zagros 702 AC
Aprovechando la rebelión de Babilonia, el rey
Ishpabara de Ellipi, país montañés situado en la vertiente occidental de los
montes Zagros y sometido a tributo, se levantó en armas, determinado a
recuperar su plena independencia, al igual que los Kasitas y los habitantes de
Yasubigallai. Por ello, Senaquerib emprendió una difícil y devastadora campaña
en estas escarpadas regiones, en 702 AC. Primero tomó la ciudad de
Bit-Kilamzakh, reconstruida y convertida en capital de un distrito, que pasó a
depender del gobierno de Arrapkha. Los montañeses sometidos fueron obligados a
asentarse en la nueva capital, así como en las ciudades de Hardishpi y
Bît-Kubatti. Una estela conmemoró la conquista asiria.
A continuación, los asirios se dirigieron
contra el corazón de Ellipi. Tras tomar sus capitales, Murubishti y Akkuddu,
así como las principales ciudades y fortalezas del reino, los asirios se
dedicaron a arrasar el territorio y esclavizar a sus habitantes, antes de
someter a sus gobernantes a nuevos tributos. Una parte del territorio de
Ellipi, la región llamada Bit-Barru, fue anexionada por Asiria y convertida en
una provincia con capital en Elenzash, rebautizada como Dur-Śinakheheriba
(Fortaleza de Senaquerib), e integrada en el círculo militar de Kharkhar
(Kar-Sharrukín). Incluso las lejanas tribus medas rindieron tributo a los
conquistadores.
Campaña
en el Oeste
También en Siria y el Levante Mediterráneo la
muerte de Sargón II provocó el estallido de una revuelta general entre los
principados tributarios de los asirios, instigados por Egipto, que en aquel
entonces estaba gobernado por el beligerante Shabitko, de origen kushita. En la
ciudad-estado filistea de Ascalón, el rey Sharru-lu-dari, entronizado por
Sargón II, fue depuesto y sustituido por Sidka. En las ciudades fenicias de
Sidón y Tiro, su soberano, Luli también se unió a la revuelta. Asimismo, el
gobernador asirio de Cilicia se alzó en armas, y con él los colonos griegos
asentados en la polis de Tarso. El rey Ezequías de Judá recibió cartas de
Merodac-Baladán de Babilonia, animándole a unirse a la rebelión, y
convirtiéndose en el pilar en torno al cual gravitaron las fuerzas anti-asirias
en Palestina. El rey pro-asirio de Ecrón, Padi, fue destronado por los egipcios
y enviado encadenado a Ezequías, para mayor humillación.
Tras sus victorias en los Zagros, Senaquerib
marchó hacia el Oeste para someter a los sublevados. En primer lugar, la revuelta
Cilicia fue aplastada y la colonia griega de Tarso destruida. Tiro se rindió a
los asirios. Su rey, Luli, se vio forzado a huir a Chipre, donde fallecería, y
Senaquerib impuso a un tal Itobaal como nuevo príncipe en la ciudad-estado, que
perdió el control de Sidón y de Acre, que formaron un nuevo reino. Los reyes de
las ciudades costeras fenicias, Menachem de Samsimuruna, Abdi-liti de Arvad y
Uru-miliki de Biblos, se sometieron nuevamente. A continuación, el emperador
asirio se dirigió hacia el sur, recibiendo el vasallaje de diversos reyes. Pero
las cosas no fueron tan sencillas. Ascalón hubo de ser tomada por la fuerza,
junto con las ciudades vecinas del mismo reino, Beth-Dagon, Joppa, Banaibarka y
Asuru. Sidka fue tomado prisionero junto con su familia, tesoro y dioses, y
Sharru-lu-dari restaurado en el trono de Ascalón. Según una inscripción asiria,
la ciudad filistea de Ecrón había entregado a su monarca pro-asirio Padi a
Ezequías, que le mantenía encarcelado. Temiendo las brutales represalias asirias,
llamaron en su defensa al faraón de Egipto, en contra de la opinión de Isaías.
El Faraón le envió un ejército al mando de su
hermano y sucesor Taharqa, que tomó posiciones con los filisteos en la llanura
de Eltheke. En la batalla subsiguiente, conocida como batalla de Altaku, el
ejército asirio consiguió una victoria completa, haciendo numerosos,
prisioneros, incluyendo al estado mayor egipcio.
Batalla de Altaku entre asirios y
egipcios. Se observa un carro asirio con tres tripulantes tirado por dos
caballos.
Senaqerib dirigió su atención hacia el
interior, hacia Judá, atacó objetivos específicos y finalmente comenzó una
devastación sistemática del reino de Judá, tomando 46 ciudades amuralladas
según registran sus anales. A Ezequías que tenía 14 años, lo metió en una jaula
en Jerusalem. El “turtannu” de Senaqerib era su hermano llamado Sin Ah User,
quien se encargó de negociar en Jerusalén aconsejándoles a todos rendirse. El
rey de Ascalón se rebeló y fue deportado a Asiria con toda su familia. Los asirios
sintieron que el gran premio fue la toma de Lakish. En el palacio de Nínive hay
13 lajas con bajorrelieves que narran con detalle el ataque a Lakish o Lachish.
Asedio asirio de Lakish o Lachish en el 701 AC.
Bajorrelieve del palacio del rey Senaquerib en Nínive. Se puede ver el asalto a
las murallas con escaleras, y empleo de arietes. Se observa cuerpo colgados de
estacas.
Lakish o Lachish se asentaba sobre una colina y
estaba defendida por dos murallas, una externa desde cuyas torres luchaban, y
otra interna, sobre una leve elevación del terreno, que era la segunda línea de
defensa. Tenía un baluarte separado de las murallas, y contra este arremetió la
máquina de asedio con ariete empujada sobre un terraplén construido para
desplazar esta máquina. A su alrededor tenía frondosa vegetación y viñedos. Los
asirios prepararon rampas apisonadas, arietes, minas, brechas y zapas. Sobre
las carreteras que conducían a la ciudad y sus cercanías se encontraron los
proyectiles del ataque: puntas de flecha de hierro, piedras esféricas usados
por los honderos, puntas de lanza y la cimera de bronce de un lancero asirio.
El asedio comenzó con proposiciones de los
asirios a los sitiados. Les dijeron que si se rendían serían tratados con
indulgencia pero que si se obstinaban en luchar toda la fuerza del ejército
asirio caería sobre ellos y serían castigados según el acostumbrado modo
asirio. Cuando los sitiados se negaron a rendirse, comenzó el cerco.
El primer paso que tomaron los asirios fue
rodear la ciudad para impedir que sus habitantes escaparan y después avanzaron
los arqueros protegidos por gigantescos escudos (Los asirios poseían un curioso
escudo de junco, alto, curvo y grueso. Se manejaba por parejas, mientras uno lo
sostenía por el asa, el otro disparaba flechas. Estos arqueros despejaban las
almenas mientras los ingenieros iniciaban la construcción de una rampa de
asedio y de una torre de asalto. Una vez completada la rampa fue pavimentada
con losas de piedra para facilitar el tránsito de la torre.
Una vez completado todo ello, los asirios
iniciaron el asalto en dos vías; se arrastró la torre por la rampa y se llevó
el ariete hasta la sección media de la muralla enemiga. Los arqueros de la
torre barrieron las murallas de enemigos, mientras la infantería se aproximaba
con escalas para lanzarse al asalto de la ciudad. La lucha debió ser intensa y
el asalto duraría varios días hasta que los asirios terminaron tomando
completamente la ciudad.
Asedio asirio de la ciudad de Lachish o
Lakish en el 701 AC. El asedio está documentado en varias fuentes incluida la
Biblia, así como en los bajorrelieves del palacio del rey Senaquerib en Nínive.
Senaquerib no pudo tomar Jerusalén por causa de
la peste. Además el ejército asirio sufrió una fuerte derrota ante un ejército
egipcio. Sin embargo Judá perdió 46 ciudades y tuvo que someterse a pagar un
tributo. Senaquerib dejó Jerusalén a Ezequías pero dividió parte de su
territorio entre Asdog, Gaza y Ecrom con lo que Judá quedó reducido a poco más
de una ciudad-estado. Más tarde, Senaquerib restituyó los territorios perdidos
a Judá porque le interesaba crear un reino-tapón entre Asiria y Egipto.
El rápido retiro de las tropas asirias de
Jerusalem no se debió a los argumentos enunciados en el Antiguo Testamento de
que los asirios sufrieron un azote divino, sino que en realidad tuvieron que
irse inmediatamente a Babilonia porque había estallado una rebelión grave.
Segunda
campaña de Babilonia 700 AC
Aprovechando que el monarca asirio estaba
comprometido junto al grueso de sus fuerzas en el Oeste, el tenaz rey babilonio
Merodac-Baladán reapareció y volvió a alzar en armas al sur de Mesopotamia.
Marchando sobre Babilionia en la cuarta campaña de su reinado, el monarca
asirio depuso y tomó prisionero al entonces rey, Belibni, cuya lealtad era más
que sospechosa, para avanzar a continuación sobre Bit-Yakin. Shuzubi el caldeo,
señor de Bitûtu, huyó. Con objeto de acabar de una vez con la revuelta,
Senaquerib envió a sus tropas al corazón mismo de las marismas. Merodac-Baladán
retrocedió ante el avance de las huestes asirias, pero, finalmente, fue
acorralado en sus últimos reductos a orillas del golfo Pérsico. Embarcó entonces
una parte de sus tropas, las estatuas de sus dioses e incluso los huesos de sus
antepasados, y navegó por la costa hasta la ciudad elamita de Nagitu, donde
buscó refugio. Las tropas asirias, que no pudieron impedir su huida, batieron
los cañaverales y sus poblaciones, saqueando la región hasta la frontera de
Elam y trajeron, entre los prisioneros, a varios príncipes reales y a los
hermanos que el monarca fugitivo había dejado atrás. A fin de solventar la
irritante y siempre renaciente rebelión, espoleada por la permanente traición
de los babilonios, Senaquerib decidió esta vez poner en el trono de Babilonia a
su propio primogénito, el príncipe heredero, Assur-Nadin-Shum, el cual
ejercería un férreo dominio sobre la Baja Mesopotamia al tiempo que iba aprendiendo
el ejercicio del poder.
Los asirios consideraban a Babilonia como
ciudad santa y centro cultural indiscutido. En el 694 AC, lanzó un ataque
anfibio con barcos fenicios con un cierto éxito en las costas de Elam. El rey
de Elam en vez de enfrentarse a él dirigió a Babilonia y capturó al hijo de
Senaqerib, y lo ejecutó. Luego puso un rey elamita en el trono de Babilonia.
En el 693 AC, Senaqerib mandó un ejército vía
Der para atacar Elam, pero sin éxito. En 691 AC una coalición de elamitas,
babilonios y árabes bloquearon el avance del ejército asirio en Halule, en las
riberas del Tigris. La batalla de Halule es considerada una de las más
tremendas de la antigüedad, ambos contendientes reclamaron la victoria lo que
hace pensar que quedaron en tablas, lo cierto es que Senaquerib sufrió muchas
bajas, quedándose precisamente sin guerreros, y no pudo iniciar ninguna acción
bélica por el término de un año.
En el 689 AC, Senaquerib, después de 9 meses de
asedio, arrasó Babilonia hasta los cimientos. Derribó el zigurat y sus pedazos
los arrojó al canal Araktu. Desvió el curso del Eufrates para que todo se
inundase y las construcciones de adobe se disolviesen ante la irrupción de las
aguas.
“La ciudad y sus casas, desde sus cimientos
hasta los tejados, la devaste, la destruí, la arrasé con fuego… para que en el
futuro, incluso el suelo de sus templos se olvidase, la inundé, la convertí en
pasto“.
En enero del 681 AC, murió asesinado por uno de
sus hijos mientras oraba, no solo por conspiración palaciega, sino porque había
atacado una ciudad santa.
Asarhadón
(681-69 AC)
En el 681 AC fue exiliado de la corte por sus
hermanos, quienes se cree fueron responsables del asesinato de Senaquerib el
mismo año. Tras una guerra civil de alrededor de seis meses, Asarhadón se
impuso como rey de Asiria, y sus hermanos huyeron a Urartu.
Se dedicó a reconstruir Babilonia que le llevó
todo su reinado. Los botines que obtuvo de sus campañas en Egipto sirvieron
para financiar este proyecto, y la recompensa fue que Babilonia estuvo en paz
durante todo su reinado.
Asarhadón logró vencer una coalición de cimerios y escitas en Tabal en el 670 AC, entonces éstos se dirigieron al reino de Frigia y lo destruyeron.
Asarhadón logró vencer una coalición de cimerios y escitas en Tabal en el 670 AC, entonces éstos se dirigieron al reino de Frigia y lo destruyeron.
Tropas asirias en Babilonia principios
del siglo VII AC: 1 jinete pitalli shepe o guardia personal; 2 infante
neo-hitita con irtu o disco pectoral de bronce, y un casco con cimera; 3
auxiliar arquero sin protección. Autor Angus McBride para Osprey
La ambición de Asarhadón fue Egipto. En el 675
AC se dirigió contra Egipto, pero fue frenado en Sile. En 672 AC lo intentó
cruzando por el Sinai y logró entrar en Egipto, en 671 AC ocupó Menfis y
devastó varias villas el Delta. Después de tomar el botín regresó a Asiria
dejando allí a un gobernador.
En el 669 AC volvió a encabezar el ejército
contra Egipto pero murió en la ciudad de Harrán, víctima de una enfermedad
crónica en el camino.
Asurbanipal
III (669-30 AC)
Conocido cono Sardanapale en griego, fue un
gran militar, y a la vez un erudito ya que tenía una biblioteca de 25.000
tablillas, estableció la capital en Babilonia.
Continuó con la política de invadir Egipto. En
el 663 AC. Dirigió su ejército contra Menfis, siguió hacia el sur, y destruyó
Tebas, derrocando al faraón Tanutamón, pero lo volvió a perder en 655 AC, y ya
nunca volvería al poder de los asirios.
Carro de guerra pesado asirio o
kallapani durante el reinado de Asurbanipal III siglo VII AC. Está tirado por
cuatro caballos (cuadriga) y lleva cuatro tripulantes. Autor Angus McBride para
Osprey
Entre el 665 y el 655 AC. lanzó una campaña
contra Media. Los asirios la subyugaron gracias a su alianza con los escitas.
Estos invadieron el territorio medo y lo dominaron durante 28 años.
Batalla
de Til Tuba o del rio Ulai 665 AC
Teumman, un enemigo conocido de Asiria, había
usurpado el trono elamita, obligando a los hijos de Urtaki a huir a Nínive, la capital
asiria. Teumman exigió que fueran extraditados, pero
Asurbanipal se negó. Teumman inició una campaña contra Nahid Marduk, gobernante
títere asirio en el Sealand, alrededor de 675 AC. Después de acabar con las
influencias asirias, Teumman colocó Nabo-usalim en el trono de Ur.
Teumman, Nab-Sallim y Samas-Sum-Ukin formaron
una coalición y marcharon contra de Asurbanipal y reuniendo sus fuerzas en las
orillas del Ulai.
La representación de batalla de “Til Tuba” o “del rio Ulai” de Asurbanipal, contra el elamita Teumann en el Río Ulai (665 AC), fue una rotunda victoria para el ejército asirio, los elamitas fueron derrotados y empujados contra el río en donde fueron masacrados. Los bajorrelieves que son bastante caóticos, puede verse a honderos y arqueros disparar sus mortales proyectiles, en intensas descargas.
La representación de batalla de “Til Tuba” o “del rio Ulai” de Asurbanipal, contra el elamita Teumann en el Río Ulai (665 AC), fue una rotunda victoria para el ejército asirio, los elamitas fueron derrotados y empujados contra el río en donde fueron masacrados. Los bajorrelieves que son bastante caóticos, puede verse a honderos y arqueros disparar sus mortales proyectiles, en intensas descargas.
Los arqueros son protegidos por los portadores
de escudo de los proyectiles enemigos y posiblemente, de las cargas de
caballería adversaria, además de ir rematando a los rivales caídos cuando el
ejército asirio avanza. Un segundo los lanceros, pero con un pequeño escudo
redondo, se lanzaba sobre el enemigo ya en retirada. Los elamitas, apenas
parecen contar con arqueros como tropa principal, de este modo no se encuentran
en condiciones de enfrentar a una infantería como la asiria, imposibilitados en
el combate cercano. Asurbanipal carga con su caballería contra la adversaria,
derrotándola. El carro de Teuman vuelca y le cortan la cabeza. Rotos y en
retirada, los elamitas son perseguidos por los jinetes lanceros asirios, que
hacen estragos en las filas enemigas. Los elamitas son de este modo arrollados
y empujados al río Ulai por un ejército asirio imparable, muchos perecieron
ahogados, llenando el río de cadáveres.
Asedio de
Babilonia
En el 652 AC, su hermano Samas-Sum-Ukin dirigió
una revuelta que obtuvo amplio apoyo entre sus vecinos babilonios, arameos,
elamitas y árabes. Los ejércitos de Assurbanipal sitiaron Babilonia y Borsippa,
tardando cuatro años en someter Babilonia. Los elamitas se retiraron
definitivamente a su territorio y se desangraron en luchas internas. En el 648
AC, Shamash Shum Ukim entregó la ciudad pero murió dentro del palacio que mandó
incendiar antes que entregarse.
Después Senaquerib se dirigió al reino de Elam
y su capital, Susa, fueron destruidos y conquistados en el 639 AC, siendo
devastada sistemáticamente el ejército asirio. Ashurbanipal dijo: “En una
incursión de un mes y 25 días devasté las provincias de Elam. Esparcí sal y
sihlu sobre ellas. Recogí el polvo de Susa, Madaktu, Haltemash y el resto de
las ciudades para llevarlo a Asiria.”
Este esfuerzo militar agotó los recursos de
Asiria, y durante la mayor parte de las siguientes décadas, el poder imperial
realizó tan sólo acciones defensivas y escaramuzas fronterizas. Su muerte dio
inicio a guerras fratricidas entre sus hijos.
Final del
Imperio Asirio (614-608)
Tras la muerte de Asurbanipal, subió al poder
su hijo Assur-etil-ilani (630-627). Nada más ascender al trono tuvo que hacer
frente a un golpe de estado, que fue abortado gracias a la energía de su
general, Sin-shumu-lisir, al que recompensó con tierras. Después tuvo que
contener a los escitas, que atacaron el norte del Imperio. Sin embargo, esto no
fue suficiente para mantener la paz. Inmediatamente, su hermano Sin-shar-ishkun
le disputó el trono de Babilonia. Assur-etil-ilani marchó al encuentro del
traidor, pero halló la muerte junto a Nippur.
Sin-shar-ishkun marchó rápidamente hacia Nínive
para reclamar el trono de Asiria, que había sido usurpado por el general
Sin-shumu-lisir. Heredó un Imperio que se iba a pique tras la rebelión de
Babilonia y las continuas luchas internas. Al inicio de su reinado, sometió a
los rebeldes asirios que asesinaron a su hermano, acabando con la guerra civil.
En 626 AC, pudo rechazar un ataque de Nabopolasar (Nabucodonosor) a Nippur, y
contraatacó, bloqueando la ciudad de Babilonia. Aunque debilitado, el ejército
asirio todavía tenía la iniciativa, y bajaba cada año a Acad para acciones de
intimidación, pero la situación evolucionaba en favor de Babilonia. En 623 AC,
la región de Der se rebeló contra Asiria, y Nínive tuvo que rechazar un ataque
de Fraortes rey de Media. Aquí se interrumpe el texto de la crónica, que se
reanuda en 616 AC.
La nueva crónica refleja un cambio en la
relación de fuerzas. En adelante, son las tropas babilónicas las que toman la
iniciativa, remontando el valle del Éufrates, y luego el Tigris, para llevar a
los asirios hasta el pequeño Zab.
En 614 AC, los medos invaden asiria, destruyen
la ciudad de Tarsibu, y rodean la ciudad de Nínive, pero no sufre la conquista
aún, debido a sus solidas defensas. Ciaxares le da orden a sus tropas de seguir
el curso del Tigris hacia la antigua capital asiria, y ahora su ciudad más
sagrada de Assur que es saqueada, quemada y arrasada.
En 612 AC, los ejércitos medo y babilonio, se
reunieron en el Tigris y comenzaron a avanzar hacia Nínive. La ciudad fue
totalmente rodeada, y sometida a un duro asedio en el que se emplearon
numerosas tácticas, y artificios de ingeniería de asedio para penetrar las
gruesas murallas. Las tropas aliadas penetraron en Nínive por el lecho seco del
río Khosr, llegando a la ciudadela donde estaba el templo de la diosa Isthar.
Allí se masacro a los guerreros asirios que en
ningún momento se rindieron y que lucharon hasta el final junto a su rey, la
ciudad fue saqueada, sus habitantes masacrados, y luego sus altares, fueron
derribados y la ciudad entera fue pasto de las llamas. Fue destruida totalmente
un 10 de agosto del 612 AC, así como muchos de los escritos que celosamente
guardaba la biblioteca creada por Asurbanipal.
Nabopolasar o Nabucodonosor escribió: “Aniquilé
la zona de Subartu (Asiria), convertí las hostiles tierras en cascotes y
ruinas. Los asirios que, desde días lejanos, han gobernado sobre todas las
gentes con su pesado yugo, han llevado el dolor a todos los pueblos de la
tierra, sus pies hice retroceder de Akkad, su yugo rechacé“.
Ashur Uballit (611-606), el último rey asirio,
huyó a Harran, y en el 608 AC, ésta fue tomada por los babilonios marcando el
fin del dominio asirio. Lo que antes eran provincias ahora se independizaron en
pequeños reinos.
Los
hurritas y Mitanni
Los hurritas cuyo nombre procede de hurru que
significa cima de montaña y tar que significa procedencia, es decir procedentes
de las montañas, cruzaron el Cáucaso y se dirigieron hacia la parte norte del
imperio Sumerio. Fusionándose con la población local dando lugar a diferentes
reinos, hacia 1.800 AC los hurritas aparecen establecidos en pequeños
principados de la alta Mesopotamia y el norte de Siria, en donde su influencia
se dejó notar con especial relevancia posteriormente. Poco a poco van
ocupando los dos grandes reinos establecidos en la zona, el reino de Mari y los
amorritas, uno de cuyos reinos era Ebla.
Los textos de la Mari paleobabilónica dejan
vislumbrar, en efecto, la presencia de numerosos príncipes hurritas que reinan,
al parecer de forma independiente, en amplios territorios bañados por los ríos
Balih y Habur, siendo el más importante el de Mitanni que fue
unificando al resto.
En el 1.600 AC, los hurritas conquistaron la
ciudad de Ebla (significa roca blanca) en 1.600 AC, estaba bajo el control de
los amoritas desde hacía dos siglos y estaba situada a unos 45 km del sur de
Alepo, tenía unos 250.000 habitantes, siendo la más importante de la zona,
Indilimma probablemente fue el último rey de Ebla. Un rey mitano llamado
Mursili o Hattusili, la asalto y la destruyó completamente. Ebla nunca se
recuperó de su destrucción y siguió siendo un pequeño pueblo hasta que
finalmente fue abandonado y olvidado en el siglo VII de nuestra era.
Mitanni nació en el 1.595 AC, y su capital fue
la ciudad de Washshukanni.
Conquista de la ciudad de Ebla (Siria)
1600 AC. El rey mitano Mursili o Hattusili derrotó a Indilimma rey de Ebla,
arrasando la ciudad. Autor Luca Tarlazzi
Ejército
de Mitanni
El poder de Mitanni se basó en la creación de
un nuevo tipo de guerrero: el mariyannu (joven guerrero en indoeuropeo). Este
arquetipo era el auriga perfecto. Así desarrollaron un nuevo tipo de carro de
guerra, ligero, aunque más robusto que el egipcio, con dos caballos, un
conductor y el noble. Pero el toque maestro llegó con el uso de las armaduras.
Los hurritas desarrollaron la cota de escamas de bronce, que los nobles
mitannios usaron para cubrirse tanto ellos como sus caballos, dado que la
protección del escudo era muy poco eficaz y se necesitaba una mayor protección
frente a los arqueros enemigos. Los veloces carros, dirigidos por un auriga y
con un guerrero protegido desde la cabeza a los pies, y equipado con un
poderoso arco, y con caballos también parcialmente protegidos, se convirtieron
en el núcleo del ejército. El efecto de este ejército sobre la infantería
enemiga era terrorífico, y el continuo entrenamiento de los nobles les dio
cierta superioridad sobre los cuerpos de carros enemigos. El concepto de
maryannu fue rápidamente copiado por todo Oriente, y en él se basaron tanto
egipcios como hititas y ciudades estados de Siria y Palestina para mejorar sus
carros. De hecho, este tipo de guerrero sería, tras la caída del reino, el
mayor legado de este valeroso pueblo, una nueva arma que revolucionaría la Baja
Edad de Bronce.
Según las escasas fuentes disponibles, el
ejército de Mitanni se organizaba en dos alas de carros (derecha e izquierda),
con una retaguardia de infantería no especializada, cuyas funciones eran de
apoyo y de sostenimiento del centro del ejército cuando las alas de carros se
lanzaban al combate.
Los archivos de Nuzi hacia el 1.400 AC detallan
el equipo de cada carro: dos carcaj con 37 flechas cada uno, arco, látigo,
escudo, espada, lanza, casco y coraza escamas de bronce.
El cuerpo de infantería se componía de personal
equipado con escudos y lanzas cortas, que no luchaban en falange, sino que se
comportaban como una infantería media auxiliar, dando apoyo al sistema de
carros. También se usaron corredores, tropas ligeras que corrían detrás de los
carros para auxiliar a los aurigas, protegerlos si caían o incluso, apoyar en
sus ataques a los carros enemigos.
Carro de guerra hurrita rompiendo la
formación seguido de la infantería que actuaban como auxiliares
También se reclutaron tropas de infantería
ligera entre feroces tribus menos culturizadas, como los Apiru, que luchaban
como hostigadores, y que eran conocidos tanto entre los egipcios como entre los
Mitanni.
A pesar de contar con recursos humanos
inferiores a los de Egipto y los hititas, los mitannios, con la ayuda de las
ciudades estado subyugadas, y desplegando un buen número de nobles maryannu, se
batieron con dureza a lo largo y ancho de Oriente Próximo.
Fueron especialistas en la cría y doma de
potros, y se les atribuye las primeras carreras de carros, de ellos aprenderían
más tarde los hititas.
Reyes de
Mitanni
Los dos primeros reyes son legendarios y no se
conoce nada acerca de su gobierno, solamente sus nombres. Kirta (1500-1490 AC)
instauró el reino alrededor a finales del siglo XVI AC, y Shuttarna I (1490-70)
se encargó de asentarlo. El tercer soberano, Barattarna (1470-50) es de quién
se tiene más datos y su existencia está comprobada gracias a tablillas
cuneiformes. El siguiente rey será Parshatatar (1450-40 AC).
Shaushtatar (1440-10 AC) será el que llevará a
Mitanni al máximo apogeo como consecuencia de la sumisión de Kizzuwatna, al
noroeste, y Asiria al sudeste. Pero su política expansionista, que tenía la
finalidad de integrar bajo su poder los ejes económicos de los estados vecinos,
acabó chocando con los intereses de los monarcas egipcios de la XVIII dinastía,
que buscaban en Asia un territorio de expansión natural para satisfacer sus
necesidades de abastecimiento de aquellas materias primas de las que tanto
escaseaban.
En efecto, Tutmosis III (1.490-36 AC), el gran
faraón que otorga una nueva dimensión al Imperio Nuevo egipcio, desarrolla una
amplia actividad militar y diplomática en Asia, e incluso -emulando a Tutmosis
I- atravesó el Éufrates. Sin embargo, sus campañas no son decisivas y al final
del reinado disminuye la tensión bélica que permite una entente entre Egipto,
Mitanni y sus estados vasallos. A la muerte de Tutmosis III accede al trono
faraónico su hijo Amenofis II, que tiene que aplastar las revueltas
generalizadas contra sus posesiones en Siria. Saushtatar de Mitanni no
interviene directamente, lo cual parece facilitar el buen entendimiento de
ambos monarcas. Entonces se logra un acuerdo según el cual Egipto mantiene el
control de la costa de Siria y Palestina, mientras que Mitanni ejerce un
dominio efectivo sobre Siria septentrional. Las alianzas matrimoniales, por las
que princesas mitannias desposaron con faraones (práctica que comienza por
Tutmosis IV y acabó con Amenofis IV), garantizaron la fluidez de las relaciones
comerciales y una amistad interestatal, que permitió dedicar los efectivos
militares a otros centros de atención. De este modo, Mitanni incrementó su
presencia en el ámbito anatólico, que comenzaba a verse alterado desde la ascensión
al trono hitita de Tudhaliya I. La tranquilidad lograda se prolonga a lo largo
de la segunda mitad del siglo XV y el primer cuarto del siglo XIV.
Carro de guerra hurrita o de Mitanni. El
conductor con escudo y el mariyannu con arco. Autor Angus McBride para Osprey
Shaushtatar saqueó Assur llevándose tesoros
importantes y tal parece que Asiria, débil por aquel entonces, fue obligada a
pagarle tributo. Luego le siguió Artatama I (1410-00 AC) y a éste Shutamma II
(1400-1385 AC), el cual pactó con los egipcios, según atestiguan numerosas
cartas y textos hallados. Esto no parece tan descabellado debido a los ricos
tesoros y otros recursos que Egipto poseía y que Mitanni necesitaba. Además al
parecer ambos países se necesitaban en contra de los hititas los cuales venían
azotando las fronteras de los hurritas.
Después siguió el rey Artashumara (1385-80 AC),
que fue asesinado rápidamente tras asumir el cargo. Lo sucedió Tushratta
(1380-50 AC), su hermano. Aquí empezó una serie de crisis, en las cuales Egipto
se alejó mientras que hititas y asirios seguían presionando la frontera. Por
otro lado, los estados vasallos de los hurritas comenzaron a revelarse apoyados
por los hititas, los cuales después terminaron invadiendo el imperio de Mitani
sembrando el caos y la destrucción, empero no pudieron tomar la capital y se
asentaron más en la zona de Siria. Al parecer durante esta era de expansión
hitita sería cuando estos copiaron el carro de combate de los hurritas.
El siguiente rey fue Artatama II (1350), el cual
junto con Shuttama III (1350) pasaron por momentos de incertidumbre. El primero
fue apoyado a subir al trono por los hititas y el segundo por los asirios, los
cuales ya parecían hacer planes para repartirse el imperio de Mitanni y que
sólo parecía interrumpir la expansión de estos dos pueblos.
Después llegó Shattiwaza (1350-20 AC), quién se
alzó con el poder, cuando los hititas tomaron Carchemish y parte de la zona
oeste al Éufrates, asegurándose territorios que servirían de escudo ante
Asiria.
El siguiente rey fue Shattuara I (1320-00 AC),
el cual fue humillado tras ser hecho prisionero y llevado a la misma Assur,
donde se comprometió con el asirio Adad-nirari a pagar tributo.
El sucesor del soberano hurrita fue Wasashatta
(1300-1280), el cual se rebeló abiertamente contra los asirios, pidiendo ayuda
inútilmente a los hititas, pues estos prefirieron ocuparse de sus propios
asuntos. Sí fingieron que iban a ayudarlo recibiendo el dinero, pero jamás
acudieron en su socorro. Los asirios entonces llegaron a Taidu y tomaron muchas
otras urbes más entre ellas Nabula, Kahat, Amasakku y Hurra. También cayó
Irridu, y el rey Wasashatta y toda su familia fueron capturados. El destino de
la familia real se desconoce, pero parece que siguieron gobernando como una
provincia vasalla. Adad-nirari entonces tomó el título de gran rey.
Aparentemente con Wasashatta el imperio Mitani, si es que aún se le puede
llamar así, llegó prácticamente a su fin.
Hubo aún uno más que podría llegar a ser
considerado como rey de Mitani, si bien algunos prefieren no incluirlo en la
lista. Primero está Shattuara II (1280-70 AC), quién durante el reinado del
asirio Shalmanasar I, se rebeló con la ayuda de los hititas. El ejército
sublevado estaba bien preparado, pero el monarca asirio no tuvo piedad y mató a
casi 15.000, cegó a muchos otros, y destruyó lo que quedaba de las ciudades
hurritas incluyendo Taidu e Irridu. Los pueblos identificados como hurritas
fueron finalmente deportados y esparcidos perdiéndose por diversos lares. Los
pocos que quedaron sobre el antiguo territorio de Mitanni, después se vieron
enfrascados en una lucha entre hititas y asirios. Estos últimos perdieron
territorios orientales, a causa de invasiones como la de las tribus arameas,
alrededor de un siglo más tarde de la caída de Mitani como entidad política
totalmente autónoma. Respecto a los pueblos hurritas que se asentaron en
Palestina y Siria, se terminaron mezclando y usando otros idiomas, primero el
acadio y después el arameo.
Los
hicsos o hiksos
Los hicsos o hiksos eran un grupo ario a
los que se unieron los hurritas y otros pueblos para conquistar Egipto hacia el
1.700 AC. El nombre de hicsos, puede significar pueblos-pastores: “hic” en la
lengua sagrada significa rey, mientras que “sos” es pastor o pastores.
La fuerza militar egipcia consistía
esencialmente en infantería, ligeramente protegida y armada con arcos simples,
hachas, mazas, lanzas y escudos. El pueblo egipcio, hasta esta etapa de su
evolución, era una población que se dedicaba esencialmente a la agricultura, se
reunían ejércitos de forma temporal para fines determinados durante lapsos de
tiempo acotados. No existía hasta ese momento un cuerpo armado en forma
permanente. Así es que no fueron rivales para los hicsos montados en sus carros
de guerra y con sus arcos compuestos.
Los hicsos introdujeron en Egipto el carro de
combate y el caballo. También la armadura de escamas, el hacha de tubo, los
cascos de cuero y los alfanjes o espadas curvas, así como nuevas técnicas de
fortificación, es decir, que con todo eso, los egipcios pudieron mejorar su
ejército.
Los hicsos desarrollaron el arnés, que permitía
al caballo moverse con mayor rapidez y arrastrar más peso. Trajeron también el
arco compuesto que se hacía con tendones.
“Tutimaios. Durante su reinado, por una causa que desconozco, nos azotó una maldición de Dios, y de una manera inesperada marcharon desde las regiones del este invasores de una raza oscura, confiados en la victoria, contra nuestro país. Por la fuerza se apoderaron de él sin descargar un golpe, y después de dominar a los gobernantes del país, incendiaron nuestras ciudades sin piedad, derribaron hasta los cimientos los templos de nuestro país y trataron a todos los egipcios con cruel hostilidad, masacrando a unos y esclavizando a las esposas e hijos de otros. Finalmente nombraron rey de entre ellos, llamado Salitis. Tuvo su sede en Menfis, sometiendo a tributo al Alto y Bajo Egipto, y siempre dejando guarniciones detrás en los lugares más importantes… En el nomo Sethroita fundó una ciudad favorablemente situada… y la llamó Avaris, según una antigua tradición religiosa. Esta plaza la reconstruyó y fortificó con murallas macizas… Después de reinar diecinueve años murió Salitis, y le sucedió un segundo rey, Bnon, quien reinó 44 años. Después de él vino Apachnan, que reinó 36 años y 7 meses; luego Apophis durante 61 años, e Inanas 50 años y un mes; después, finalmente, Asis 49 años y 10 meses. Estos seis reyes, sus primeros gobernantes, se esforzaron cada vez más y más en extirpar al pueblo egipcio.”
Ejemplo de estas fortificaciones es Tell-el-Yehudiheh, un fortín al sur del delta, que tenía un terraplén de 14 a 18 metros de altura y que servía de alojamiento para una guarnición de 10.000 hombres con sus carros y caballos, fuerza suficiente para reprimir cualquier intento de sublevación.
Levantaron en Avaris (actual Tell-el-Daba), a
la que eligieron como capital, un reducto amurallado de 16 km cuadrados, donde
acampaba un ejército que llegó a tener 24.000 hombres.“
Los hicsos se mantuvieron en el poder en Egipto
desde el año 1.785 hasta el 1.539 AC, fundando las dinastías XIII hasta la XVI.
Se concentraron en las zonas más ricas del Delta y sus aledaños y nunca se
aventuraron a ir más allá. Su dominio, en definitiva, se concentró en el Bajo
Egipto y Palestina.
Al comienzo del siglo XVI AC la denominada
dinastía XVII gobernaba en Tebas. Los miembros de esta familia, los faraones
Taa I, Taa II, Kamosis y Amosis I, llevaron a cabo la guerra que acabó con la
expulsión de los hicksos del territorio egipcio. En esta tesitura las reinas
(Tetisheri, Ahhotep y Ahmés Nefertari) también tuvieron un papel importante
reclutando tropas, consiguiendo recursos, y como consejeras. La guerra fue muy
difícil, y varios de estos reyes (Taa II con seguridad, y probablemente
Kamosis) murieron a consecuencia de las heridas causadas en combate. Kamosis
sostuvo una guerra con el hicso Aa Eser-Ra, que al parecer quiso hacer una
pacto con los nubios para repartirse el Alto Egipto, prosiguió la guerra,
puesto que atacó y saqueó las tierras que rodeaban Avaris la capital de los
hicsos. Kamosis, considerado el último rey de la dinastía XVII, tuvo más éxito
que Seqenenra Taa en la guerra y consiguió hacer retroceder a los enemigos: en
el sur recuperó Elefantina expulsando a los nubios y logró liberar Menfis y
todo el delta del Nilo a excepción de Avaris, la última fortaleza hicsa.
La resistencia de Egipto contra el invasor
culminó con Amosis I, este copió las mejoras que habían traído los hicksos e
incluso las mejoró como es el caso de los carros o el arco compuesto. Marchó
contra los hicsos a los que derrotó por tierra y por mar.
Amosis I puso sitio a Avaris, bloqueando la
ciudad para evitar la llegada de ayuda y suministros que pudiera venir de sus
aliados de Siria y Palestina, realizando tres asaltos que fueron fallidos, se vio
obligado a regresar al sur a sofocar una rebelión interna, a la que ni siquiera
la reina Ahhotep pudo hacer frente, una vez pacificada regresó y realizo el
cuarto y definitivo asalto, tomando la ciudad.
Los hicsos se replegaran a Sahuren (a unos 10
km al suroeste de Gaza) cuyo asedio duró 5 años, persiguiéndoles a continuación
hasta Palestina. Por eso mereció que se le considerara el iniciador de una
nueva dinastía, la dinastía XVIII, la más brillante de la historia egipcia,
aunque no hubo ruptura de linaje con la dinastía XVII.
Invasión
de los Pueblos del Mar
Los Pueblos del Mar es la denominación con la
que se conoce a un grupo de pueblos de la Edad del Bronce que migraron hacia
Oriente Próximo durante el 1.200 y el 900 AC que convirtieron al Mediterráneo
oriental en el sangriento escenario de una masacre, perpetrada por inmigrantes
que llegaban a millares en oleadas sucesivas. Estos pueblos eran independientes
unos de otros, aunque se coaligaban para atacar objetivos importantes, como
Micenas, Egipto, Canna, y el imperio Hitita. Esta época es lo que se
conoce como la Edad Obscura.
Existen diferentes motivos o factores que tuvieron
lugar para el desencadenamiento de estas invasiones:
La invasión de los dorios (1.200 AC) que eran
mucho más toscos y bárbaros que los habitantes de Grecia; pero que poseían
hierro en gran cantidad; lo extrajeron hasta de las laderas de las montañas
epirotas y macedonias a medida que avanzaban hacia el Sur en su marcha de
conquista, y con él se proveyeron de armas contra las cuales las armas de
bronce de los aqueos podían bien poco. Eran altos, de cráneo
redondo y ojos azules, de un valor y una ignorancia a toda prueba. Se trataba,
ciertamente, de una raza nórdica.
La guerra de Troya (1.200 -1.190 AC) que se
puede considerar la primera guerra mundial de la antigüedad. Los aqueos
se desgastaron durante diez años para conseguir derrotar a Troya. El ejército
sitiador (130.000 hombres incluyeron beocios, focenses, atenienses, micenios,
cretenses, dorios, etc.) el ejército sitiado (troyanos, frigios, tesalianos,
tracios), el empleo de la caballería tuvo muy poca importancia, y se hace
referencia a fosos y estacas de madera para evitar su uso por ambos
contendientes. Total que el final esta guerra debilitó a todos los imperios y
pueblos y provocó cientos de miles de desplazados. El caos que provocó que
florecientes civilizaciones se lanzaran a la piratería y el bandidaje como
único medio de subsistencia. Eran pueblos navales, por lo que, con sus tierras
destruidas por los diez años de guerra, el mar se convirtió en su nuevo hogar.
Los ataques provocaron más ruina y caos, que como una bola de nieve rodando cuesta
abajo se extendió a la civilización de los griegos micénicos debilitándolos de
tal modo que sucumbieron a la presión doria, con lo que nuevos contingentes de
desesperados que nada tenían se unieron a la bola de nieve que tras destruir
toda la costa turca y Siria, ahora se dedicaba a atacar el imperio Hitita, que
pillado entre estos pueblos y los asirios, sucumbió al que tampoco siendo
despedazado.
Un cambio meteorológico en la zona y que habría
producido que los pueblos agrícolas pasaran hambre y buscasen nuevas tierras
para asentarse.
Mapa invasiones de los Pueblos del Mar
1250-1150
Las distintas tribus o pueblos que aparecen en
estos textos son los siguientes: peleset o filisteos procedentes de Creta,
tjeker procedentes de Anatolia, shekelesh relacionados con Sicilia, denyen
procedentes de Anatolia, weshesh que podrían estar relacionados con los
troyanos, sherden relacionados con Cerdeña, lukka de la zona de Chipre y teresh
que los relacionan con los Tartessos.
La primera mención del pueblo llamando sherden
o shardana aparece en los pergaminos de Amarna, la correspondencia de Rib-Hadda
de Biblos, al faraón Akenatón, hacia el 1.350 AC. Durante esta época ya se les
describe como incursores marítimos y mercenarios, dispuestos a ofrecer sus
servicios a cambio de dinero. No se conoce con seguridad su procedencia, pero
se especula con que procedían de Cerdeña (Shardinia), aunque estos pueblos
colonizaron la isla al final de las invasiones de los Pueblos del Mar.
Ramsés II (1279-13 AC), derrotó a los sherden o
shardana en 1.278 AC, cuando intentaron atacar la costa de Egipto aliados con
los lukka (posiblemente los licios) y los shekelesh, en una batalla marítima en
el Mediterráneo. Posteriormente el faraón incorporaría a muchos de estos
guerreros en su guardia personal. Una inscripción del reinado de Ramsés II en
una estela de Tanis registra el ataque y posterior derrota de los piratas
sherden y la continua amenaza que representan para las costas mediterráneas de
Egipto: “Los implacables sherden, que nadie sabía cómo combatir, venían de
forma atrevida en sus barcos de guerra desde los mares, sin que nadie
consiguiera resistirlos.”
Pueblos del Mar masacrando a los libios,
desembarcaron en Libia procedentes de Chipre y posteriormente marcharon por
tierra contra Egipto. Autor Giuseppe Rava
Después de que Ramsés II consiguiera derrotar a
los invasores y capturar a algunos, muchos cautivos sherden son representados
entre la guardia del faraón, donde destacan por sus yelmos cornudos con una
bola proyectada en el medio, sus escudos redondos y sus largas espadas. También
son representados en inscripciones de la batalla del faraón contra los hititas
en Kadesh, donde formaban parte de la guardia personal de Ramsés II. Poco más
de un siglo después, muchos sherden aparecen cultivando terrenos propios; sin
duda se trata de recompensas por sus servicios militares. También existe
evidencia de la presencia de los sherden en Beth Shean, la guarnición egipcia
de Canaán.
Los ataques de los pueblos del mar continuaron
durante el reinado de Ramsés III. En el año octavo de reinado Ramsés se dirigió
hacia Asia para derrotar a una tribu semita llamada israelitas en Canaán,
llegando incluso hasta las regiones del Éufrates. Pero no pudo aprovechar la
circunstancia ya que tuvo conocimiento de que una coalición de los Pueblos del
Mar (wesesh, teresh, lukka, sherden y shekelesh) junto con los libios se
encontraban en el delta del Nilo preparando la invasión de Egipto.
Batalla naval del delta del Nilo, en la
que Ramses III derrota a los Pueblos del Mar. Autor Igor Dzis
Se produjo una batalla naval en la
desembocadura del Nilo, donde fue aniquilada la flota enemiga, por tierra los
invasores avanzaron hasta Menfis, en donde fueron derrotados en una batalla
pírrica en que los egipcios sufrieron enormes pérdidas, prácticamente se
quedaron sin población masculina. Así que Ramsés no tuvo más remedio que
permitir a los peleset (filisteos) que se instalaran en lo que hoy es la franja
de Gaza. A partir de ese momento los siguientes faraones fueron marionetas de
los sacerdotes y Egipto cayó prácticamente en la anarquía.
Batalla entre egipcios y los Pueblos del
Mar, que venían con familia y pertenencias, en la que estos últimos fueron
derrotados y se asentaron en palestina.
El inicio de la desaparición del imperio Hitita
se inició alrededor del 1.240 AC, cuando los hititas perdieron el control de
las minas de cobre del este de anatolia, debido a una invasión de los mushki
(frigios) y los kaskas.
Los hititas entonces se apoderaron de Chipre,
isla con abundancia de cobre. Las rutas de navegación y comercio se volvieron
inseguras, y los griegos micénicos entraron en un periodo de decadencia, pues
su progreso se había realizado gracias al comercio.
Como respuesta a esta ruptura de su red
comercial, los griegos micénicos y sus aliados aqueos comenzaron expediciones
para asegurarse, primero, la costa oeste de Anatolia (donde se encontraba
Troya) y más tarde tratar de reconquistar Chipre. Los aqueos lograron
conquistar Chipre alrededor del año 1.210 AC, los hititas antes de abandonarla
la saquearon y sus palacios fueron destruidos. En el 1.200 los Pueblos de Mar
conquistan Chipre que estaba muy debilitada y después el turno le llegó a
Ugarit, que se encontraba indefensa ya que sus tropas se encontraban luchando
en los Zagros junto a los hititas y su flota estaba luchando contra los lukka,
posteriormente conquistaron Tarso y varias ciudades hititas más de la costa
mediterránea, desde donde empezaron a atacar el imperio Hitita.
Con la perdida de Chipre, los hititas se habían
quedado sin suministro de cobre, fueron presa fácil para una coalición de
mushki o frigios, kashkas y aqueos atacaron al pueblo hitita por el norte y
oeste, los asirios por el este y los Pueblos del Mar desde el sur, con lo cual
el imperio sucumbió desintegrándose.
Caida del imperio Hitita 1200-1180 AC.
Guerreros de los Pueblos del Mar rodeando a un hitita. Autor Giuseppe Rava
Los Pueblos del Mar, tras derrotar a los
hititas, se dividieron en dos grupos. Uno, el menos numeroso, se dirigió por
tierra a luchar contra los ammurru (amorreos), mientras que el otro se dirigió
vía marítima hacia Egipto, donde como hemos dicho fueron derrotados por
Ramsés III. Tras ser derrotados, algunos, como los peleset (filisteos), los
tjeker (cretenses) y los denyen, se establecieron en Palestina.
Los carros a partir a partir de esta fecha
cayeron en desuso debido a la aparición de los jinetes mucho más ágiles y cada
vez se hicieron más grandes y pesados, solo se mantuvieron porque daban
prestigio.
Batalla
de Megido
A la muerte de la reina Hatshepsut en el
año 1.468 AC, el joven faraón Tutmosis III ocupó el trono. Los reinos
fronterizos con Mitanni, se alían con Mitanni para independizarse. La
ciudad de Megido y su príncipe iba a convertirse en el líder de la rebelión al
frente de ciento cincuenta gobernantes. Juntaron el mayor ejército conocido
hasta la fecha en este territorio y establecieron su base de operaciones en la
ciudad de Megido, dada su gran importancia estratégica porque era lugar de paso
de las rutas comerciales que iban tanto a Egipto como a Mitanni. Se estima que
esta alianza contaba entre 15.000 y 20.000 hombres, así como 1.000 carros de
guerra.
Mapa de los imperios de Egipto, Mitanni
e Hitita en 1450 AC
En mayo de 1.457 AC, Tutmosis III reúne un
ejército de más de 20.000 hombres, y unos 1.000 carros, posiblemente simular al
de Ramses II en Kadesh, entre los que se encontraban el cuerpo de élite del
ejército egipcio, los nubios especialistas en el uso del arco compuesto
del que por primera vez se tiene referencia escrita de su uso. Esta fuerza se
reúne en la fortaleza de Tjaru. El faraón decide no esperar a que el príncipe
de Kadesh y su ejército avanzasen hacia Egipto, sino adelantarse y atacarles en
su propio terreno, asediando Megido, que se encuentra a 300 kilómetros de
distancia. Llegar hasta allí suponía atravesar los desiertos del Sinaí y de
Gaza así que era necesario llevar suficientes provisiones de agua y comida, más
de catorce toneladas de grano y veinticinco mil toneladas de agua que eran
cargados en carros de transporte posiblemente tirados por bueyes y el agua en
tinajas de barro selladas para evitar que se derramara por el camino.
La marcha del ejército de Tutmosis se realiza
por el conocido como el Camino de Horus, que comunicaba Egipto con Asia, y les
conduciría hasta Gaza. En apenas diez días el ejército recorre 250 kilómetros,
más de 25 kilómetros al día, pero el cansancio y el calor van ralentizando la
marcha del ejército que tardará tres semanas en llegar hasta Yehem, al noroeste
del Mar Muerto, cerca de la costa mediterránea y la última parada antes de
llegar a Megido.
Los egipcios acampan allí y Tutmosis III se
reúne con sus oficiales para decidir el camino a seguir, dos de ellos, el del
norte y el del sur, permiten un acceso fácil a Megido pero son más largos ,
mientras que el tercero recorre el paso de Aruna (Wadi Ara), más corto y rápido
que los otros pero mucho más peligroso, ya que tendrían que atravesar un paso
estrecho donde el ejército egipcio estaría obligado a caminar casi en fila
india y sería una fácil presa para una emboscada desde las alturas. Por
supuesto tendría que desmontar los carros y llevarlo a lomos de los caballos.
Contra la opinión de sus oficiales Tutmosis III
elige el paso de Aruna (Wadi Ara) desechando las otras dos alternativas, ya que
lo que pretende es llegar cuanto antes a Megido y tomar al enemigo por
sorpresa. Los generales tratan de disuadir al faraón, creen que lleva al
ejército a su perdición.
El ejército egipcio se mete por el estrecho paso,
en fila india es decir un soldado detrás de otro. Se tardaría todo un día para
cubrir todo el valle. Cuando ya la vanguardia asomara por el otro extremo del
desfiladero, retaguardia aun ni siquiera habría entrado en él. Sobre el medio
día emergieron las primeras tropas del Faraón por el angosto desfiladero y
fueron formando un cerco para proteger a las que continuaban saliendo. Se
tardaron siete horas en pasar todo el ejército por el angosto valle. Esa noche
los egipcios acamparon al sur de Megido, separados de la ciudad por el río
Kina.
Los rebeldes colocaron dos bloques de
infantería rebelde se apostaron cerca de Yokneam y Taanakh, situadas al este y
al oeste de Megido, mientras que los carros cananeos se escondían en la llanura
de Esdralón, alrededor de la ciudad. El plan de los rebeldes era permitir que
los egipcios atacasen a su infantería, para fingir así una retirada y obligar a
los egipcios a romper sus filas y exponer sus flancos a un ataque por sorpresa
de los carros de guerra.
La sorpresa que se llevaron los cananeos fue
tremenda. Ellos que esperaban desde hacía días a que aparecieran por Taanach o
Yokneam, lugares elegidos como el más propicios para rodear el
macizo y permitir el paso de carros, ellos habrían preparado el terreno y
elegido donde poner sus fuerzas para tener ventaja sobre los egipcios, pero no
vigilaron el paso de Aruna, en vez de atacar a los egipcios mientras acababan
de cruzar el paso, decidieron replegarse a toda prisa hacia Megido para
interponerse entre la ciudad y el faraón.
Se alzó el campamento hacia las siete de la
tarde. Se ordenó a los soldados que se preparen para la batalla que tendría
lugar al día siguiente por la mañana. Sin embargo, el ataque tuvo lugar algunos
días más tarde, posiblemente para dar tiempo para que sus fuerzas descansasen
después de la caminata.
El 15 de mayo, por fin el faraón con su
ejército cruza el río Kina y despliega en tres grupos situados al
oeste de la ciudad de forma cóncava y el mismo al centro de la línea de
combate, dirigiendo la batalla.
Batalla
de Megido 1457 AC. Despliegue de las fuerzas
Los dos ejércitos entran en combate, los
egipcios con su joven faraón al frente, a bordo de su carro de combate de oro
que dirige la parte central del frente mientras que su ejército adopta una
forma cóncava que se extiende por los laterales hacia el enemigo amenazando con
rodearle. La estrategia del faraón y el empuje de los egipcios impulsados por
su líder vencen la resistencia de los hombres de Kadesh que rompen la formación
y se retiran desordenadamente hacia Megido. Si los hombres de Tutmosis hubieran
continuado el ataque la batalla habría acabado allí mismo con la toma de la
ciudad, pero, en lugar de eso, se detuvieron para saquear el campamento rebelde
y los cuerpos rebeldes dado que era la única manera para un soldado raso de
enriquecerse, perdiendo la ocasión de aprovechar el desorden de los rebeldes
para capturarles, dando tiempo a estos para replegarse hacia la ciudad. El
faraón enfureció al ver aquella escena, pero ya no se podía hacer nada, al
margen de degradar a los generales que no habían sido capaces de controlar a
sus hombres.
Batalla de Megido 1457 AC. Vista actual
de la zona y posible ubicación del ala norte
Posiblemente el ala norte del faraón rompió la
formación de los cananeos, y estos al ver amenazada su retira, se produjo
una desbandada. La información histórica sobre la batalla da la impresión de
una derrota absurda ya que los carros, la infantería y los arqueros de Tutmosis
masacraron a las tropas rebeldes que huían en desbandada. Por su parte, los
habitantes de la ciudad temían tanto a los egipcios que cerraron las puertas a
los que se retiraban y en su desesperación, los soldados cananeos tuvieron que
ser izados.
Ya no quedaba más remedio que rendir a Megido
por medio de un asedio, un largo asedio que se prolongaría durante siete meses
y que Tutmosis III no está dispuesto a abandonar hasta vencer la resistencia de
sus habitantes, pues como él mismo decía, tomar la ciudad “equivale a tomar mil
ciudades” ya que en su interior se encuentran la mayoría de los príncipes de
Siria y Palestina y lograr su rendición significaría aceptar el dominio de
Egipto sobre ellos. Finalmente, después de siete meses de asedio, acosados por
el hambre la ciudad no tuvo más remedio que entregarse y el príncipe de Kadesh
se inclinó ante el faraón, reconociéndole como su señor.
Batalla de Megido 1457 AC. Ataque de
carros. Ambas fuerzas emplearon carros con arcos como arma principal,
necesitando espacios entre ellos para maniobrar. Tutmosis III avanza
contra el rey de Kadesh que forma el centro cananita, derrotándolo
y poniéndole en fuga. Autor Brian Delf para Osprey
Batalla de Megido 1457 AC. El faraón
Tutmosis III cargando contra el rey de Kadesh. Autor Igor Dzis para Osprey
La infantería egipcia contra los carros
de guerra cananneos. Autor James E. McConnell
El escriba Tjeneni puede ser considerado el
primer corresponsal de guerra, relataría el botín logrado en esta victoria que
luego quedaría grabado hasta nuestros días en los muros del Templo de Karnak
“340 prisioneros vivos y 83 manos. 2.041 yeguas, 191 potros, 6 sementales. Un
carro trabajado en oro, su vara de oro, de este vil enemigo; un hermoso carro
trabajado en oro del príncipe de Megido, 892 carros de su miserable ejército;
en total, 924 carros. Una hermosa armadura de bronce perteneciente al príncipe
de Megido, 200 armaduras de su vil ejército, 502 arcos, 7 varas de madera del
enemigo, trabajadas en plata. Además 1.929 cabezas de ganado grandes, 2.000 de
ganado pequeño, 20.500 ovejas“. Los egipcios tenían costumbre de cortar una de
las manos de los muertos enemigos como forma de contabilizar los muertos en
combate. Como detalle irónico, les dejó los asnos para que pudieran volver a
sus tierras. Sobre las bajas del faraón no quedó referencia documental.
Secuelas
Tutmosis III realizó en total 17 campañas
militares en Palestina y Siria, en las que procuró asegurarse el control
de los puertos de la costa fenicia, para ahorrar a su ejército la larga y
penosa marcha desde Egipto, a través de Palestina, para llegar a Siria. Por lo
que las operaciones militares se desarrollaron cada vez más al norte
siguiendo la costa, indicando el progreso del poder egipcio en esta dirección.
Durante la 5ª campaña la armada egipcia se
apoderó de algunos puertos fenicios (país de Djahi) conquistando las ciudades
de Uartel y Arvad.
La 6ª campaña la realizó para reprimir la
rebelión de las ciudades de Arvad y Kadesh con la rendición de nuevo de Kadesh,
esta vez tomó una iniciativa original que estaría cargada de consecuencias: se
llevó a Egipto a los hijos de los príncipes sirios vencidos. Con ello, Tutmosis
III se aseguraba dos objetivos capitales: primero, la fidelidad forzada de los
padres; segundo, la educación egipcia de los futuros reyes sirios vasallos de
Egipto.
La 7ª campaña, por su parte, que en realidad
fue más bien un paseo militar, sirvió para obtener la sumisión a Egipto de
todos los puertos fenicios, sometió Alepo y Karkemish, llegando al río
Eufrates, derrotando a una confederación de príncipes sirios y sometiendo más
de 30 ciudades. Es de resaltar que Tutmosis III, con sus medidas, demostraba
que el imperialismo egipcio no sólo era más hábil, sino también más humano que
el de los demás imperios asiáticos.
En el curso de la 8ª campaña, derrotados ya
todos los vasallos sirios del rey de Mitanni, Tutmosis III combatió por primera
vez al propio ejército mitánnico en 1.468. Habiendo desembarcado en la costa fenicia,
el ejército egipcio derrotó al de Mitanni en la batalla de Arina cerca de Alepo
y en Karkemish, la ciudad situada en la orilla derecha del Éufrates. Habiendo
huido el enemigo al otro lado del río, Tutmosis III hizo cruzar el Éufrates a
su propio ejército, mediante barcos que había hecho traer desde la costa con
dicho objetivo y que estaban desmontados, y de este modo pudo continuar la
persecución de los mitánnicos. A su regreso, Tutmosis recibió el homenaje de
los príncipes sirios, así como el de la embajada del rey de Babilonia y del rey
de los hititas.
Tutmosis III derrotando a las fuerzas
del imperio de Mitanni
En los años siguientes continuaron
produciéndose algunas sublevaciones y pequeños enfrentamientos, que permitieron
a las tropas egipcias capturar botines considerables. Al mismo tiempo, las
embajadas extranjeras continuaban acudiendo a homenajear al faraón, contándose
entre ellas las de Chipre y las de los hititas especialmente.
Tutmosis III obtuvo su última victoria militar
sobre una coalición de Mitanni, Kadesh y Tunip y se apoderó por tercera vez de
Kadesh, nuevamente sublevada. A partir de este momento se abrió un período de
calma que duró unos veinte años, que ha hecho pensar en la existencia de un
armisticio entre las dos potencias. Dicho cese de hostilidades fue aprovechado
por Tutmosis III para organizar el imperio asiático de Egipto, con bases
militares permanentes equidistantes unos 65 km unas de otras, y asegurando las
comunicaciones tanto por tierra como por mar.
Batalla
de Kadesh
Ramsés I, fundador de la dinastía tuvo un breve
reinado (1295-1294 AC.). Su hijo y sucesor Sethi I (1294-1279 AC) se esforzó
por restablecer el control egipcio en los territorios asiáticos. Sometió
Canaan, llegó a Siria en donde ocupó el país de Amurrú y la ciudad de Kadesh,
llave de la Siria del norte. Logró contener el avance hitita, pero a su
regreso, Kadesh volvió a ser ocupado por los hititas.
La plaza de Kadesh era un nudo de
comunicaciones estratégico que unía el camino de la costa con el camino del
interior a través del valle del Orontes. Es decir controlaba todas las caravanas
que entraban y salían hacia Egipto. Ramsés II, hijo y sucesor de Sethi I,
comprendió que el enfrentamiento con los hititas era inevitable, ya que estaba
en juego el control de los territorios por los cuales pasaban las rutas
comerciales, de ello dependían la riqueza y la seguridad de Egipto.
Muwatalli, el rey hitita organizó una gran
coalición contra Egipto. Participaban más de 16 estados y provincias entre
vasallos y aliados. Se calcula que el rey hitita contaba con dos grandes
cuerpos de infantería con un total de unos 40.000 hombres. Los carros de guerra
formaban una enorme masa de 3.700 vehículos.
Contra esa coalición marchó Ramsés al frente de
su ejército en el quinto año de su reinado. Conducía 4 divisiones colocadas
bajo el patrocinio de los grandes dioses de Egipto: Amón (Tebas) , Ra
(Heliopolis), Ptah (Menfis) y Sutekh (Seth) (Pi-Ramsés). Cada una contaba con
4.000 infantes y 500 carros.
A la izquierda mapa de los imperios
Hitita y Egipcio en el 1.300 AC. A la derecha marcha de Ramses II a Kadesh
En el año 1.274 AC, Ramsés siguiendo la costa
atravesó Cannan y Fenicia, de ahí siguió hacia el valle del río Orontes, antes
de ello estableció comunicación con los “Naharin” del rey Bentesina que eran
amorreos aliados de Ramsés, (algunos autores sostienen que esta unidad era en
realidad la división Seth que se dirigía a Kadesh por el camino de la costa),
que desde hacía unos meses estaba estacionado en las costas de Amurrú (Siria),
se les ordenó marchar hacia el interior para coincidir con el ejército frente a
Kadesh.
Fase 1:
La trampa
El día 9 del tercer mes (finales de Mayo), al
llegar a cierta distancia de Kadesh, la vanguardia capturó a dos beduinos de la
tribu de los Ahasu. Informaron que el rey hitita y su ejército se encontraban
en Alepo, a unos 200 kilómetros al norte, y que el soberano hitita se mostraba
temeroso ante el avance egipcio. En realidad, el ejército hitita se encontraba
tras los muros de Kadesh la Vieja, y los había enviado para engañar a Ramses,
pero Muwatallish había establecido su puesto de mando en la ladera noreste del
tell (colina o promontorio) en que se levantaba Qadesh, puesto elevado que, si
bien no le permitía observar el campamento enemigo, si le daba una clara
ventaja de inteligencia, esperando el momento oportuno para sorprender a los
egipcios.
Sin desconfiar, Ramsés II se apresuró a cruzar
el río Orontes por el vado de Shaltuna, una vez situado en el margen oeste,
avanzó al frente de la división de Amón, en tanto que las de Ra, Ptah y Sutekh
estaban retrasadas, solían ir a una jornada de marcha de distancia para evitar
apelotonamientos. La división de Amón y su tren de suministros eran
mayores que cualquiera de los otros tres, por lo que el cruce del Orontes tenía
que haber durado desde media mañana hasta media tarde, así es que al atardecer
establecieron el campamento.
No se ha podido determinar con precisión la
ubicación exacta del campamento egipcio en el campo de batalla, pero había un
solo lugar con agua potable y fácil de defender, por lo que es posible que
Ramsés lo estableciese allí. Se trata del mismo lugar donde Seti había
edificado el suyo años atrás. El campamento se organizó a la manera de un
campamento romano, ordenándose a la tropa cavar un perímetro defensivo que más
tarde se fortificó con miles de escudos solapados entre sí y clavados en
tierra, tal y como hicieron los romanos siglos más tarde, que lo habían copiado
de Pirro que a su vez lo copió de los egipcios.
Al día siguiente, día 10 la división Ra empezó
a cruzar el vado de Shaltuna que se encontraba a unos 10 km del campamento
egipcio, y cruzó el bosque de Labui, tras salir del bosque, marcharían en
columna de a cuatro, eso quiere decir que tendría una longitud de unos dos
kilómetros. Cada 500 infantes iban 25 carros.
Muwatalli viendo el camino que había tomada
Ramses, supuso que el resto de las divisiones tomarían el mismo camino, mandó
cruzar 2.000 carros el rio Orontes y esperar escondido detrás del arroyo
Al-Mukadiyah cuyos árboles y vegetación impedían la visión, con el fin de
atacar de flanco a la división Ra. Esta marchaba sin darse cuenta del peligro
que la acechaba.
Batalla de Kadesh 1.274 AC. Fase 1: la
trampa hitita, 2000 carros hititas atacan de flanco a la división egipcia Ra,
que es cogida por sorpresa cuando se dirigía al campamento egipcio.
El súbito ataque la sorprendió y arrolló; los
soldados iban en orden de marcha con el escudo a la espalda y relajados, las
filas quedaron rotas y la división se desmoronó, los soldados retrocedieron en
desbandada en medio de una gran confusión. Los de la vanguardia intentaron
alcanzar la salvación en el campo egipcio, ahí se precipitaron, perseguidos de
cerca por los carros hititas. Los carros egipcios de la vanguardia y galoparon
al norte hacia el campamento para avisar a Ramsés del ataque inminente.
Batalla de Kadesh 1.274 AC. Fase 1: los
2.000 carros hititas atacando de flanco a la división egipcia Ra. Autor
Brian Delf para Osprey
Mientras tanto, los carros hititas habían
alcanzado la gran planicie al oeste, de un tamaño tal que les hubiese permitido
girar en ángulo abierto y regresar para cazar a los sobrevivientes. Pero en
lugar de hacer eso, viraron hacia el norte y se dirigieron a atacar el
campamento de Ramsés II.
Batalla de Kadesh 1.274 AC. Fase 1: la
división egipcia Ra es desecha por el ataque de los 2.000 carros hititas,
los restos se dispersan y huyen. Un soldado egipcio hace frente a los hititas
para defender a su compañero herido.
Fase 2:
asalto y lucha en el campamento egipcio
Los vigías ven la frenética carrera de los
carros sobrevivientes de la división Ra, y la enorme formación de carros
hititas que se lanzaba contra el campamento.
En pocos minutos, los carros hititas se
abalanzaron sobre el ángulo noroeste de la pared de escudos, la demolieron y
penetraron en el campamento. El faraón había puesto en alerta a las unidades de
carros e infantería por si tenían que actuar rápidamente, el resto que
probablemente estaría montando el campamento, al oír la alarma se precipitarían
a buscar sus armas.
Batalla de Kadesh 1.274 AC. Fase 2: lucha
en el campamento egipcio. Ramses sale por la puerta este y ataca a los hititas
por retaguardia
La fila de escudos, el foso y las numerosas
tiendas, carros y caballos trabados que encontraron a su paso comenzaron a
detenerlos y a hacerles perder su inercia inicial, mientras que los defensores
trataban de atacarlos con sus lanzas y espadas “khopesh” en forma de hoz.
El asalto degeneró rápidamente en una salvaje melé cuerpo a cuerpo. Los carros
hititas se empujaban unos a otros porque el espacio interior no era suficiente
para todos, de modo que muchos de ellos no pudieron entrar y debieron
luchar desde el exterior de la muralla de escudos y el foso defensivo.
Batalla de Kadesh 1274 AC. Fase 2: lucha
en el campamento egipcio, los carros hititas no tienen espacio para maniobrar y
la lucha se vuelve cuerpo a cuerpo. Autor Giuseppe Rava para Osprey
Muchos egipcios murieron, y también numerosos
hititas que, derribados de sus carros por las colisiones contra sus compañeros
u obstáculos fijos, eran rápidamente sacrificados en tierra con un golpe de
khopesh.
Ramsés se pone al frente de los sherden (su
guardia personal, que disponían de carros e infantería) y varios otros
escuadrones de carros de guerra que se hallaban en reserva y salió del
campamento por la puerta este y, girando al norte, lo rodeó hasta llegar a la
esquina noroeste, donde los carros hititas se hallaban embotellados en incómoda
confusión y, por lo mismo, casi indefensos. La atención de los invasores no se
dirigió a los carros egipcios que los atacaban por retaguardia y el flanco
izquierdo: estaban absortos tratando de ingresar al campamento para tomar el
máximo botín posible.
Batalla de Kadesh 1.274 AC. Fase 2:
Ramsés sale del campamento egipcio por la puerta este y ataca a los
hititas por retaguardia. Se puede ver un guardia personal sherden con su
típico casco con cuernos y espada larga. Autor Brian Palmer
Fase 3:
La huida del campamento y contraataque hitita
El mayor alcance de los arcos compuestos
egipcios provocó una gran masacre sobre las tripulaciones hititas que aún no
habían conseguido entrar, blancos fijos que se convirtieron en presa fácil para
los experimentados tiradores. Lentamente los hititas reaccionaron: espoleando a
sus animales intentaron abandonar el combate y darse a la fuga por la llanura
del oeste, en sentido opuesto al que habían venido.
Batalla de Kadesh 1274 AC. Fase 3: los
hititas huyen del campamento egipcio siendo perseguidos, los hititas reúnen 500
carros de reserva cruzan el Orontes y realizan un contraataque.
Las tripulaciones de carros una vez que estos
volcaban o estaban inservibles, cortaban los arreos y se daban a la fuga
montados en sus caballos. Los caballos hititas, al contrario que los del
enemigo, estaban fatigados, y sus carros eran más lentos y pesados. Los que
ganaron la planicie trataron de dispersarse para no ofrecer un blanco tan
obvio, pero los carros egipcios se lanzaron en su persecución. La infantería
egipcia siguió a los carros, rematando a los que caían.
Batalla de Kadesh 1.274 AC. Fase 3:
huida de los hititas del campamento egipcio siendo perseguidos. En la
imagen un hitita cuyo carro ha volcado hace frente a sus perseguidores.
El combate no estaba desarrollándose como
Muwatallish había previsto. La reacción de Ramsés y sus carros había puesto en
fuga a los vehículos hititas y ahora los egipcios perseguían a los carros
atacantes.
En el puesto de mando avanzado en el que se
encontraba el rey hitita había muy pocas tropas: aparte de su cortejo personal,
lo acompañaban solo unos pocos nobles de su confianza. En consecuencia, les
ordenó que organizaran una fuerza de carros alrededor de unos 500, que cruzaran
el río y que atacaran el campamento egipcio desde el lado oriental, se
reunieron en una formación ad hoc y, con dificultades, cruzaron el Orontes por
un vado al norte de la ciudad, hacia el campamento egipcio.
Batalla de Kadesh 1274 AC. Fase 3:
las reservas hititas que eran unos 500 carros cruzando el río Orontes
para dirigirse al campamento egipcio. Autor David Pentland
Fase 4:
La llegada de nuevas fuerzas
Mientras el grueso de los carros de Targuna
comenzaba a vadear las aguas del Orontes perseguidos por los egipcios, hicieron
su aparición desde el sur algunas unidades de carros de la vanguardia de la
división de Ptah que se hacía presente en el momento preciso.
La muerte llovió sobre los hititas al cruzar el
río, en las orillas y aún en el centro del agua: muchos fueron asaetados, otros
aplastados por los carros y los más murieron ahogados al ser arrojados fuera de
sus vehículos, agobiados y arrastrados al fondo por el peso de sus armaduras.
Batalla de Kadesh 1274 AC. Fase 4: llegan
nuevas fuerzas. Por el sur llega la división Patn que obligan a los hititas a
cruzar el río Orontes. Al campamento egipcio llegan los Naharin que ponen en
fuga a la reserva hitita
Batalla de Kadesh 1.274 AC. Fase 4: la
vanguardia de la división Path se une la persecución de los hititas. Autor
Jhonny Shumate
En el norte, apenas iniciado el asalto al
campamento por esta escasa fuerza, los carros hititas fueron arrollados por una
gran fuerza de carros que llegaba desde el oeste por el camino de Biblos. Eran
los naharin, que aparecían providencialmente en ese momento de zozobra egipcia.
Más atrás venía su infantería. Los amorreos asaetaron con sus flechas a los
carros hititas que luchaban por entrar a través de una brecha abierta en el
muro de escudos. Al intentar retroceder para salir de allí y huir nuevamente a
la relativa seguridad de la orilla oriental del Orontes, ocurrió otro hecho que
selló la suerte hitita: mientras comenzaban a vadear las aguas, hicieron su
aparición desde el sur algunas unidades de carros que volvían de la caza y
persecución de la otra fuerza, acompañadas por los elementos avanzados de
carros a la división de Ptah que se hacía presente en el momento preciso.
Batalla de Kadesh 1274 AC. Fase 4: los
carros egipcios del campamento contraatacan apoyados por los naharin. Autor
Adam Hook para Osprey
Mientras los últimos carros hititas se ponían a
salvo en su orilla del río y los infantes egipcios amputaban las diestras de
los caídos y las guardaban en bolsas, que era la forma de contar los muertos,
Ramsés volvió a ocupar los restos de su campamento para esperar la llegada
de Ptah y el retorno de los sobrevivientes de Amón y Ra.
Batalla de Kadesh 1.274 AC. Fase 4:
Contraataque de los carros egipcios. Autor José Daniel Cabrera Peña
Consecuencias
Por la mañana del día 11, Ramsés hizo formar a
las tropas de las divisiones de Amón y Ra en una fila frente a sí. Haciendo
comparecer a los dignatarios hititas capturados para que presenciaran los
acontecimientos, el faraón —tal vez personalmente— llevó a cabo el primer
antecedente histórico del castigo sobre los jefes que habían abandonado el
campo de batalla, que más tarde los romanos llamarían “diezmo”: contando de
diez en diez a sus soldados, ejecutó a cada décimo hombre para escarmiento y
ejemplo de los demás. El Poema lo describe en primera persona: “Mi Majestad se
puso ante ellos, los conté y los maté uno a uno, frente a mis caballos se derrumbaron
y quedaron cada uno donde había caído, ahogándose en su propia sangre…”.
A los hititas a pesar de las bajas en carros,
les quedaba la infantería intacta, Ramsés tenía, en cambio, dos
divisiones frescas y completas, y los sobrevivientes de las otras dos
fuertemente motivados por las ejecuciones sumarias que acababan de presenciar.
Como ninguno de los 2 tenía fuerzas suficientes para continuar la contienda,
Muwatallish envió una embajada a solicitar una tregua que Ramsés aceptó de in
mediato.
Ramsés y su ejército retornaron cabizbajos a
Egipto, abucheados y silbados despreciativamente por cada poblado que
atravesaban. Para máxima humillación, las tropas hititas siguieron a los
egipcios hasta el Nilo a pocas millas de distancia, dando toda la impresión de
que escoltaban a un ejército derrotado y cautivo.
La humillación de los supuestamente
“victoriosos” soldados egipcios fue tan grande que todas las partes de Siria
que quedaron bajo su dominio tras Kadesh se rebelaron contra el faraón (algunas
de ellas incluso antes de que el ejército pasara por allí en su marcha hacia
Pi-Ramsés). Todas ellas buscaron el cobijo hitita y quedaron bajo su órbita por
muchos años. Si bien Egipto recuperó estas regiones más tarde, necesitó varias
décadas para conseguirlo.
ISRAEL
Alrededor del año 1.200 AC, cuando el Próximo
Oriente Antiguo se sumergió en 200 años de una edad oscura caracterizado por el
colapso de los imperios y la escasez de fuentes históricas, Israel emergió en
la escena. Por lo tanto, el origen de los reinos de Israel y de Judá es uno de
los períodos más debatidos en su historia. Cualquier comprensión de los
acontecimientos depende en gran medida de la interpretación de los textos
bíblicos.
Los filisteos o pulesatas o Pueblos del Mar que
fueron rechazados en Egipto, se dirigieron en Palestina, estableciendo su
capital en Gaza. Los hebreos mandados por Saúl se sublevaron y los filisteos
concentraron un ejército de 6.000 carros y 6.000 jinetes y varias decenas de
miles de infantes para aplastar la rebelión. Saúl consiguió una victoria sobre
el rey de Soba apresando 1.700 hombres de carros y 20.000 de a pié,
desjarretando todas las caballerías de los carros y reservándose 100 tiros.
El ejército de Israel era simplemente una
milicia de hombres adultos convocó en una de forma ocasional. La falta de
consistencia y la fuerza necesaria hacían que evitasen las batallas campales
practicando sobre todo la táctica de guerrillas, tales como ataques
individuales y ataques nocturnos.
Los textos bíblicos, especialmente los libros
de Josué y Jueces (que fueron escritos muchos siglos después de los
acontecimientos que describen), cuentan una historia completa. Según ellos, los
reinos de Israel y Judá, comenzó como un pueblo unificado. Más específicamente,
el consistió en las 12 tribus descendientes de los 12 hijos de Jacob, que
escaparon de la esclavitud en Egipto y conquistaron la tierra de Canaán. Cada
tribu proporcionaba una milicia de hombres sanos. Este grupo estaba dispuesto y
era capaz de luchar, habían recibido algún tipo de formación. No eran un
ejército regular como entendemos el término, no eran soldados a tiempo
completo, pero los hombres eran llamados a defender a su clan cada vez que
había una necesidad.
Antiguos guerreros israelíes,
posiblemente como los que lucharon con los filisteos
Cada clan podía salir o cambiar de bando si así
lo deseaban. Ese fue el patrón para el ejército israelita. Las tribus fueron
motivadas a menudo por el propio interés, que es justo lo suficiente si sus
hombres iban a enfrentarse a muerte en la batalla.
Sin embargo, este sistema podría ser un
problema para un líder que intenta reunir una fuerza grande y mantenerla unida,
como Deborah tuvo que hacer cuando su general, Barak reunió a las tribus para
hacer frente a un ejército cananeo bien entrenado y organizado de Sísara.
La ventaja de la milicia es que los hombres van
a luchar con pasión por su hogar y sus familias. La desventaja es que no se
puede mantener durante guerras o enfrentamientos a largo plazo. En época de
cosecha, por ejemplo, los hombres a menudo simplemente dejaban sus armas y
volvían para recoger la cosecha.
Había cuatro ramas en el ejército: los
lanceros, los espadachines, los arqueros y los honderos. Las armas utilizadas
por estos grupos se pueden dividir en dos grupos: aquellos que combatían cuerpo
a cuerpo y los que combatían a distancia.
David desafiando a Goliath
La historia bíblica continúa en los libros de
Samuel y Reyes, que indican que David derrotó al filisteo Goliath, consiguiendo
un reino unificado de Israel y de Judá desde Jerusalén durante unos 30 años
después del año 1.000. Su hijo, Salomón, reinó durante unos 40 años y
estableció un reino centralizado con un programa de construcción nacional. Por
otra parte, se dice que Salomón pudo haber creado un imperio Sirio-Palestino
que se extendió desde el río Eufrates hasta el mar Mediterráneo.
Muerte de Goliath
Salomón estructuró Israel en 12 regiones
administrativas que serían sometidas al pago de valiosos impuestos para
sufragar los grandes gastos de la corte, y amplió sus dominios desde el río
Eúfrates hasta el país de los Filisteos, y hasta la frontera de Egipto.
Esclavizó a los caneanos que permanecieron en el país y estableció una alianza
con Hiram, rey de Tiro (hoy sur de Libano) lo que provocó un potente impulso en
la economía. Estas alianzas provocaron descontento porque habían llevado al
establecimiento de cultos religiosos extranjeros en Jerusalén.
Formó un ejército permanente que disponía de
1.400 carros y 12.000 jinetes, las ciudades principales del reino fueron
fortificadas. Salomón pagaba 150 siclos de plata por cada caballo de Cilicia y
600 siclos por los carros de Egipto, en Magedo existen ruinas de estas cuadras
con boxes individuales con conducción de agua y capaces de albergar 450
caballos.
El rey Hiram de Tiro puso dos flotas a
disposición de Salomón, una en el Mediterráneo y otra en el mar Rojo. La
primera llegó hasta España y pasó incluso el estrecho de Gibraltar,
estableciendo relaciones con los tartesos, asentándose en la ciudad de Gades,
la actual Cádiz. La segunda flota tenía su base en Elat, en el extremo norte
del mar Rojo, y en sus expediciones llegaba hasta el sur de Arabia.
Según el relato bíblico, fue sólo después de la
muerte de Salomón (920 AC) que Israel y Judá se dividieron en dos reinos con
diferentes dinastías gobernantes.
Cuando el reino unido llegó a su fin, durante
el reinado de Roboam, la mayoría de la fuerza de carros hebreos fue cedida al
reino de Israel, y el reino de Judá se quedó con la infantería. El reino de
Israel es citado en los textos asirios como poseedor de la más poderosa fuerza
de carros del Mediterráneo Oriental. El rey Ajab de Aram (Siria) envió 10.000
infantes, 700 jinetes y 2.000 carros a la batalla de Qarqar en 853 AC. Los
carros posteriores de Judá eran vehículos pesados tirados por cuatro caballos y
con una dotación de cuatro hombres: auriga, escudero y dos combatientes,
similares a los de Asiria.
La composición general del ejército israelí era
infantería, carros y caballería. Una inscripción asiria describe que el
ejército de Israel en 853 asignado a Damasco era de 20.000 infantes, 1.200
carros, y 1.200 de caballería.
En 841 AC, Salmanasar dirigió el ejército
asirio contra el oeste por quinta vez. Esta vez, sin embargo, no se enfrentó
con una coalición de reyes sino solo contra Ezaquiel de Damasco que se retiró a
un pico cerca del monte Líbano. Textos asirios afirman la derrota de 16.000
soldados sirios, 1.121 carros de guerra, y 470 jinetes.
Mapa de Israel durante la ocupación
asiria
El rey Pécaj hizo alianza con el rey de Damasco
para formar una alianza antiasiria. Para reforzarla, Israel y Damasco quisieron
obligar al reino de Judá a unirse a ellos. El rey de Damasco Rasón, un
usurpador, parece ser el líder de dicha coalición antiasiria. Su objetivo era crear
una “Gran Siria”, extendiendo su hegemonía sobre Israel y sobre Judá y
aliándose también con los filisteos y los fenicios. Esta Gran Siria, en la
mente de Rasón, sería la única alternativa válida a la política imperialista de
los asirios.
Cuando el rey de Judá rehusó adherirse a la
coalición, los aliados de Israel y Damasco decidieron poner sitio a Jerusalén,
para deponer al joven rey Ajaz y colocar en su trono a un rey antiasirio de su
propio gusto, el hijo de Tabel, lo cual hubiese supuesto la aniquilación de
toda la familia real, de toda la casa de David. Esta guerra, conocida como la “guerra
siro-efraimita”.
Ajaz de Judá no quiso aliarse con Rasón de
Damasco, pero, rechazó también los consejos de Isaías, pidió ayuda a los
asirios para defenderse de la coalición siro-efraimita que lo amenazaba.
Teglatfalasar III regresó a la escena y conquistó Tiro y Damasco (732 AC).
Ejército israelí en marcha
Durante la ocupación asiria hubo algunos
intentos más de independizarse pero finalmente lo lograron cuando Asiria cayó
bajo el poder de Babilonia, pero ésta empezó a recuperar el antiguo imperio
Asirio.
Durante el reinado del rey Josías (año 640 a
609 AC), los caudillos políticos de Judá se dirigieron a Egipto para pedir
protección contra la creciente influencia de Babilonia, aunque Jeremías de
nuevo había advertido a Judá que no debía confiar en Egipto. Así se preparó el
escenario para una segunda tragedia entre el pueblo de Israel.
Los acontecimientos que se desarrollaron
durante los siguientes veinte años o más después del reinado de Josías, Judá
cayó en un torbellino de lucha por el poder entre Egipto y Babilonia. Joacaz
sucedió a su padre y continuó la resistencia ante el control egipcio. Su
negativa a pagar el tributo hizo que fuera derrocado del trono y llevado en
exilio a Egipto, y su medio hermano, recibió el trono con el nombre de Joacim,
reinó como vasallo de Egipto. Esta nación lo obligó a pagar pesados impuestos.
A pesar de sus preparativos para enfrentarse el
desafío de Babilonia, los egipcios fueron vencidos en Karkmish en el 605 AC.
Esto colocó al pueblo de Judá en una condición de vasallos de los nuevos
conquistadores. Joacim cumplió su tributo durante tres años antes de intentar
liberar a su pueblo. Fue sucedido por su joven hijo, Joaquín que intentó seguir
adelante resistiendo a los babilonios, pero fracasó al el término de tres
meses.
Los babilonios deportaron a unas tres mil
personas, pertenecientes a las familias más poderosas del país, y a religiosos
con el fin de debilitar la capacidad de dirección en Judá.
Una sublevación en Babilonia hizo que se
retiraran de Judá las fuerzas que vigilaban a esta nación y el creciente
sentimiento patriótico entre el pueblo llevó al rey a buscar el apoyo de Egipto
en una rebelión contra la potencia del norte.
Fue en 587 cuando Jerusalén fue conquistado y
el templo de Salomón incendiado, a lo que siguió una nueva deportación de
judíos influyentes a Babilonia. Finalmente las murallas de Jerusalén fueron
derribadas, y lo que había quedado después de un año y medio de sitio, y de un
mes de ocupación y terror a cargo de Nabucodonosor, fue entregado al fuego.
Asedio de Jerusalén por las tropas de
Nabucodonosor
Imperio Medo o Media
Orígenes
Hacia el año 2.000 se debió producir un cambio
climático posiblemente una sequía que hizo que los pueblos arios emigrasen en
diferentes direcciones, hacia el este cruzaron los montes Elburz, adentrándose
en Irán dando lugar a los indo-iranios o indo-arios, la penetración de estos
pastores parece que fue gradual y pacífica. Hacia el año 1.000 AC ese produce
una nueva emigración, posiblemente empujados por los escitas: los tocarios
hacia china, los medos y persas hacia Irán y los indios o hindúes hacia la
India.
En la zona paralela a Asiria se asentaron los
medos; y sobre el golfo Pérsico se instalaron los persas. Entraron en contacto
con las civilizaciones de la llanura, de Asiria, Babilonia y el Elam,
perfeccionan su armamento y desarrollando su civilización.
Los medos al asentarse comenzaron a practicar
la agricultura. Su organización era inicialmente tribal es decir, estaban
divididos en tribus que se unían, en caso de guerra, contra un enemigo común.
Carro de guerra medo
En los siglos IX y VIII AC fueron sometidos a
tributo por sus poderosos vecinos los asirios, quienes también dominaron a los
persas.
Los medos eran de la misma raza que los
europeos, tenían la piel blanca, la nariz recta, la cara ovalada, el pelo liso,
la barba abundante. La familia estaba basada en la autoridad paternal y
permitían la poligamia. Iban vestidos con pieles ceñidas al cuerpo, para
abrigarse de los vientos ásperos de la montaña. En cuanto a armas tenían el
arco, el escudo y la lanza, y combatían sobre todo el caballo. Algunas tribus
no tenían casas y vivían en tiendas. La mayor parte de la nación habitaba en
aldeas situadas en medio de los campos y los huertos, siendo a la vez
agricultores y ganaderos. El surgimiento de los medos es un hecho que también
esta plagado de interrogantes.
Primeras
menciones
La primera mención de los medos y persas tiene
lugar en las campañas de Salmanasar III (hacia 844 AC) cuando entraron en
conflicto con los asirios, antes del período más brillante de la civilización
en el Luristán. La región entre Elam y el lago de Urmia comprendía cuatro
regiones principales:
Ellipi.
El Zamua o país de los lullubi, guti y casitas.
El país de los mannai o medos: Al sur y sudeste
del lago de Urmia.
Parsua: País de los persas. Al oeste del lago
de Urmia.
A la muerte de Salmanasar III de Asiria, los
pueblos subyugados recobraron la libertad y las regiones orientales se hicieron
autónomas, excepto Parsua, que fue ocupada por una nueva potencia, Urartu,
establecida sobre las ruinas de Hurri en las montañas de Armenia.
En el 737 AC Tiglath-Pileser III invadió Parsua
y recibió tributo de los medos hasta un lugar tan lejano como el monte Bikni
(montaña del lapislazuli).
A finales del siglo VIII AC, antes de la muerte de Sargón II de Asiria, aparecieron en Irán los pueblos cimerios y escitas que divididos en dos bandas, se lanzaron hacia el sur y las fuentes asirias revelan las preocupaciones que produjeron los medos.
A finales del siglo VIII AC, antes de la muerte de Sargón II de Asiria, aparecieron en Irán los pueblos cimerios y escitas que divididos en dos bandas, se lanzaron hacia el sur y las fuentes asirias revelan las preocupaciones que produjeron los medos.
Dejoces (728-675 AC), hijo de Fraortes, era un
afamado juez que no se sabe si era medo, al que sus contemporáneos sometían sus
litigios y por ello abandonó sus negocios. Hubo de preocuparse nuevamente de
ellos en detrimento de la seguridad y tranquilidad de sus ciudadanos, por lo
que éstos decidieron nombrarle rey.
Jinetes medos. A la izquierda un jinete
arquero-lancero a la derecha un oficial
Lo primero que hizo fue intentar unir a las
diversas tribus que habitaban junto con los medos, o de lo contrario todas
juntas caerían ante el poder creciente de Asiria. Al parecer Dejoces intentó
llevar a cabo un orden en la región, sumida totalmente en el caos debido a las
guerras entre pequeñas ciudades y estados. Tras ser nombrado rey, estableció su
capital en Hamadari, la Ecbátana de los griegos (la actual Hamadan), mandando
construir un palacio, para albergar la recién instaurada monarquía meda. Allí
gobernó por alrededor de 53 años.
A su alrededor organizó a los diferentes
clanes, urbanizó y embelleció la ciudad y la rodeó de murallas (siete en total)
de colores, a imitación de los babilonios (para los que los colores
simbolizaban los planetas), pero para los medos sólo eran una copia artística.
Instituyó también una etiqueta de Corte, quedando prohibido mirar al rey cara a
cara.
El
imperio Medo o Media
El imperio Medo o Media controlaba el comercio
este-oeste, pero también era rica en productos agrícolas. Los valles y
planicies de los Zagros son fértiles, y Media era muy conocida por sus plantas
leguminosas, ovejas, cabras y por sus caballos, llamados neseos. El país
podía alimentar a mucha población y es así como se fundaron muchas nuevas
ciudades y pueblos, como Rhagae (al sudeste de la actual Teherán) o Gabae (la
actual Isfahán).
A Dejoces le sucedió su hijo Fraortes
(675-653), que llevó el mismo nombre que su abuelo. Intentó agrupar a medos,
escitas y manneos y sometió a los persas, que se habían extendido hasta el
nordeste de Susa. Se dice que copió el lujo de los babilonios, e incluso
construyó bañeras de agua caliente que consistían en una bañera llena de agua
que se calentaba mediante la introducción de piedras al rojo vivo en el agua.
Los asirios continuaron siendo hostiles al surgimiento de la nación meda, y
tuvo que hacerles frente. Sin embargo tuvo menos suerte y fue derrotado por
Asurbanipal, quién le dio muerte. La derrota fue aprovechada por los escitas
que ocuparon el país.
Guerreros medos siglo V AC. Relieves del
palacio de Apadana en Persepolis. Soldados medos y persas con su tradicional
uniforme, los medos llevan botas.
Tras un período de dominación escita del Irán,
que Heródoto cifra en veintiocho años, llegó al poder Ciaxares (653-585), hacia
el año 625 AC restableció la situación. Invitó a los principales generales
escitas a un banquete, les embriagó y les mandó matar. Construyó un ejército a
la manera asiria, del que lo más importante fue su caballería, ya que los medos
eran excelentes criadores de caballos.
Este rey engrandeció su reino. Sitió Nínive y
dio a su hija Amytis como esposa a Nabucodonosor, hijo del rey Nabopalasar de
Babilonia, conquistando poco después Nínive con ayuda de los babilonios (año
612) y luego Harrán (610 AC). repartiéndose con Babilonia los territorios del
hundido imperio asirio de la siguiente forma:
a) Babilonia se apoderó del territorio de Asur
y Elam, de la Alta Mesopotamia y heredó sus pretensiones sobre Siria y
Palestina (en poder de Egipto, que había ayudado a Asiria contra medos y babilonios,
y que al desintegrarse se quedaron con los territorios.
b) Los medos se atribuyeron lo que había sido
el reino de Urartu, donde los armenios recién llegados serán tributarios de los
medos y de las provincias asirias en Asia Menor, deteniéndose en el río Halys,
hasta donde se extendía el poderoso reino minorasiático de Lidia, gobernado por
Alyates de la dinastía de los Mermnadas.
Durante sus últimos años, Ciaxares tuvo que
luchar contra los lidios, quienes, bajo Alyates, rey de Sardis, habían llegado a
ser el tercer poder del Asia y deseaban ser los dueños de Anatolia.
En el sexto año de su guerra sucedió que: “en
medio de la batalla el día se convirtió repentinamente en noche“. Convencidos
de que el desagrado de los dioses había recaído sobre ellas, las dos naciones
contrincantes estuvieron dispuestas a concertar un tratado de paz. Esto se
logró con la ayuda de algunos mediadores entre los cuales se menciona a
Labineto de Babilonia. El eclipse solar del 28 de mayo del año 585 AC,
ocasionó la terminación de la guerra entre los medos y los lidios.
El tratado firmado con Alyates y concedía a
Ciaxares todo el territorio de Anatolia al oriente del río Halys, y esto fue
confirmado por el casamiento de Astiages, hijo de Ciaxares, con Aryanis, hija
de Alyates.
Mapa expansión del imperio Medo o Media
El rey Astiages (585-550) sucedió a Ciaxares.
Su reinado fue pacífico y largo. Introdujo costumbres asirias en su reino, como
los largos vestidos de púrpura adornados con lujosos y largos collares. Mantuvo
buenas relaciones con sus cuñados Creso de Lidia y Nabucodonosor de Babilonia.
Fue una era de apogeo y parecía que nada evitaría que Media se transforme en
una potencia por varios siglos. Lo que se puede resaltar de su reinado de 32
años es una relativa estabilidad política, el crecimiento del zoroastrismo, los
primeros contactos serios con los griegos o demás pueblos occidentales, así
como el auge cultural de Babilonia. Su hija Mandana se casó con Cambises, rey
de los persas y el hijo de ambos. Ciro II. destronaría a su abuelo, unificando
el país y gobernando sobre medos y persas. De su antecesor Aquemenes. Su
imperio recibe el nombre de Aqueménida.
Final del
imperio Medo
Ciro I fue rey de Anshan desde el año 600 al
580, Media y Babilonia compartieron las tierras controladas anteriormente por
los asirios. Al parecer, Anshan cayó bajo control de los medos. Su hijo
Cambises mantuvo su principado en Susa, y se casó con la princesa meda Mandane,
hija del rey medos Astiage, de quien Cambises era un fiel vasallo regentando
Anshan y Parsia.
Fue sucedido por Ciro II el Grande que creó un
poderoso ejército siguiendo el modelo de los antiguos asirios. Cuando sucedió a
su padre Cambises I en el 559 AC, las entidades políticas hegemónicas en la
región eran el imperio Babilónico, el imperio Medo, Lidia y Egipto.
Ciro se levantó contra su señor en el año 553
AC, siendo derrotado dos veces por las fuerzas de Astiages, pero en el tercer
encuentro, Hárpago, comandante del ejército medo, traicionó a su señor y
entregó sus fuerzas a Ciro. En el 550, tomó su capital, Ecbatana, y llevó sus
tesoros a Anshan.
Al parecer Astiages fue tratado con clemencia y
se le hizo gobernador de Hircania al sur del mar Caspio. No se conoce la fecha
de su muerte.
Guerreros medos y persas durante el imperio
Persa
Cuando Ciro se apoderó del imperio medo no hubo
grandes cambios en la estructura externa del estado porque los medos y los
persas eran tribus estrechamente emparentadas, como lo estaban también las dos
casas reales por vínculos de casamiento.
La transición del imperio Medo al imperio Persa
fue en verdad una entrega de poder de una casa real a otra, y un traspaso de
cargos desempeñados por nobles medos a nobles persas. Desde entonces, la
nobleza persa ocupó los primeros puestos en la administración del gobierno,
aunque aún se empleaba a medos influyentes, y éstos ocupaban muchos puestos
importantes durante el período persa.
Orígenes
del Imperio Persa o Aqueménida
Las emigraciones indoiranias que se
establecieron en Irán, dieron lugar a dos pueblos que pasaron de criar ganado a
agricultores, los medos y los persas. En la zona paralela a Asiria se asentaron
los medos; y sobre el golfo Pérsico se instalaron los persas.
En los siglos en los que dichos asentamientos
tuvieron lugar, todos los pueblos de Asia Menor estaban dominados por los
asirios, cuyo ejército se tenía por invencible y que mantuvo bajo su yugo a
todos los pueblos que vivían entre Armenia y Egipto.
Aquemenes
primer rey medo
El primer gran caudillo militar de los medos
fue Aquemenes, que durante el primer tercio del siglo VII AC, contribuyó a
resquebrajar la formidable reputación del imperio asirio obteniendo varias
victorias que colocaron a su linaje, los Aqueménidas, en una envidiable
situación a la hora del gobierno de las tribus iranias.
Ciaxares
El siguiente soberano medo conocido fue
Ciaxares, que fue responsable directo de la caída del imperio asirio y puso las
bases del poderío medo en Asia Menor: en el 612 AC, los medos, en alianza con
los caldeos, destruyeron Nínive, la capital del imperio asirio. Dos años más
tarde (610 AC.), la victoria de Ciaxares en la batalla de Harran ponía fin al
último reducto asirio: el reino de Ashshurubalt. Ciaxares continuó la expansión
meda hacia el norte de Mesopotamia, llegando a alcanzar Capadocia y a
enfrentarse con los lidios.
Mediante acuerdos con éstos, quedó establecido
el río Halys (situado en la parte oriental de la meseta de Anatolia) como
frontera entre Lidia y Media. Como conclusión, podemos afirmar que, a la muerte
de Ciaxares en el 585 AC, el imperio medo quedó convertido en el mayor poder de
Asia Menor.
Astiages
(585-50 AC)
El sucesor de Ciaxares fue Astiages (585-550
AC), su reinado fue pacífico y largo. Introdujo costumbres asirias en su reino,
como los largos vestidos de púrpura adornados con lujosos y largos collares.
Mantuvo buenas relaciones con sus cuñados Creso de Lidia y Nabucodonosor de
Babilonia. Fue una era de apogeo y parecía que nada evitaría que Media se
transforme en una potencia por varios siglos. Lo que se puede resaltar de su
reinado de 32 años es una relativa estabilidad política, el crecimiento del
zoroastrismo, los primeros contactos serios con los griegos o demás pueblos
occidentales, así como el auge cultural de Babilonia. Su hija Mandana se casó
con Cambises I, rey de los persas y el hijo de ambos, en el que confluían los
dos linajes Medo y Aqueménida (de ahí que, debido a los historiadores griegos,
medo y persa sean sinónimos) fue Ciro II, el gran conquistador. Ciro II,
posteriormente destronaría a su abuelo, unificando el país y gobernando sobre
medos y persas.
Expansión del Imperio Persa, así como
sus reyes
Ciro II
el Grande, primer rey persa (555-29 AC)
Ciro II (555-529 AC), conocido como el
grande, rey de Anshan, creó un poderoso ejército siguiendo el modelo de los
antiguos asirios. Ciro se levantó contra su señor en el año 553 AC, siendo
derrotado dos veces por las fuerzas de Astiages, pero en el tercer encuentro,
Hárpago, comandante del ejército medo, traicionó a su señor y entregó sus
fuerzas a Ciro. En el 550, tomó su capital, Ecbatana, y llevó sus tesoros a
Anshan.
Al parecer Astiages fue tratado con clemencia y
se le hizo gobernador de Hircania al sur del mar Caspio. No se conoce la fecha
de su muerte.
Cuando Ciro se apoderó del imperio Medo no hubo
grandes cambios en la estructura externa del estado porque los medos y los
persas eran tribus estrechamente emparentadas, como lo estaban también las dos
casas reales por vínculos de casamiento.
La expansión del imperio Persa con Ciro fue
enorme: en el año 547 AC, derrotó a Creso, el rey de Lidia, anexionando este
reino a su gobierno. Posteriormente, el rico y esplendoroso reino babilónico
fue su objetivo. Derrotó al monarca caldeo, Nabónido, en el 539 AC y continuó
la expansión territorial hacia el valle del Indo y al Indo Kush. Sin embargo,
en una de las habituales luchas contra una arisca tribu esteparia asentada en
el mar de Aral, los masagetas, Ciro el Grande halló la muerte (530 AC).
Ciro continuó su labor de conquista. Dirigió la
conquista de Egipto, conquisó el Caucaso, y llevo sus fronteras a la India y
al Indo Kush.
Cambises
II (530-22)
El sucesor de Ciro, su hijo Cambises II,
continuó la política de su padre: lo primero que hizo fue vengar la muerte de
éste, derrotando a los masagetas en el 529 AC. Posteriormente, emprendió la
conquista de Egipto: con la ayuda de Polícrates, el tirano de Samos (que puso a
su disposición la flota naval de su isla), Cambises II cruzó el Sinaí y el
desierto con la ayuda de los árabes, se luchó una sangrienta batalla cerca de
Pelusio, una ciudad en la frontera oriental de Egipto, en el año 525 AC
Cambises II mandó pintar en los escudos la cara de la diosa Bastet, los
arqueros egipcios estaban confusos de tener que dispara contra la diosa, siendo
derrotados en la batalla de Pelusio, refugiándose en la ciudad. Una vez sitiada
la ciudad, los persas recogieron todos gatos que pudieron capturar y los
arrojaron hacia la fortaleza obligando a los arqueros egipcios a disparar con
demasiado cuidado, ya que eran animales sagrados. Caída la ciudad, huyó a
Menfis y poco después Menfis caía en manos de Cambises.
Asedio de Pelusio 525 AC. Despues de la
batalla de Pelusio, las derrotadas fuerzas egipcias del faraón Psamético III se
refugiaron en la ciudad de Pelusio, Cambises II rey persa, mando capturar todos
los gatos que pudiesen para arrojarlos a los defensores, estos al ser animales
sagrados obligaban a los defensores a dispara con cuidado. Autor Paul Maie
Lenoir
El faraón Psamético III fue capturado, y
posteriormente ejecutado tras intentar una rebelión, llevando el dominio persa
hasta el corazón de Nubia, en el nacimiento del Nilo. Sin embargo,
contrariamente a la tolerancia con los vencidos de la que había hecho gala su
padre, Cambises II ha pasado a la historia como un monarca cruel y despiadado,
tanto con los pueblos conquistados como con sus propios súbditos, razón por la
cual tuvo lugar el levantamiento de una parte de la aristocracia dirigente
contra la familia del emperador.
Según Heródoto, Cambises envió un ejército de
50.000 hombres para someter al oráculo de Amón, ubicado en el oasis de Siwa.
Cuando ya había atravesado la mitad del desierto, una tormenta de arena
sorprendió a sus hombres, sepultándolos para siempre.
Darío I
el Grande (522-486 AC)
Tras finalizar las luchas internas en el 521
AC, salió coronado emperador un miembro de una rama colateral de los
Aqueménidas: Darío I el Grande (522-486 AC).
Terminó la conquista de Asia Menor y conquistó
Tracia, y cruzó el Danubio para atacar a los escitas. Se enfrentó a una revuelta
de las colonias griegas asentadas en Jonia (Asia Menor), que vivían como
feudatarios del imperio persa. Al recibir éstos ayuda militar procedente de la
Grecia continental, Darío el Grande lanzó contra los helenos una campaña de
castigo: en el año 490 AC los persas fueron derrotados en la famosa batalla de
Maratón, donde los griegos se aseguraron el dominio de sus posesiones
territoriales, al menos las situadas en el continente europeo.
Infantería persa principios siglo V AC,
de izquierda a derecha: arquero, sparabara, inmortal y portaestandarte. Autor
Richard Scollins
Jerjes I
Asuero (485-65 AC)
Subió al trono a la muerte de su padre Dario,
eliminó una rebelión en Egipto y después pasó tres años preparando una gran
flota y un gran ejército para castigar a los griegos. En el 480 AC, en el
comienzo de la segunda Guerra Médica, Jerjes marchó con sus fuerzas a través de
Tracia, Tesalia y Lócrida. Derrotó al rey espartano Leónidas I y continuó hacia
el Ática y quemando Atenas, que había sido abandonada por los griegos. Sin
embargo, en la batalla de Salamina en el 480 AC, su flota fue derrotada por los
griegos, entonces se retiró a Asia Menor, dejando a su ejército en Grecia bajo
el mando de su cuñado, Mardonio, que fue derrotado y murió en la batalla de
Platea al año siguiente. Jerjes fue asesinado en Persépolis por el capitán de
la guardia de palacio.
Caballería persa principios siglo V AC:
A oficial; B y C ayudantes; D jinete persa; E Jinete arquero saka. Autor
Richard Scollins
Levas de Jerjes 480 AC: de izquierda a
derecha kardake ligero, arquero indio, infante egipcio, infante arquero persa
del este. Autor Richard Scollins
Artajerjes
I Longímano (465-24 AC)
Sucedió a Dario a quien asesinó, instigado por
el intrigante Artábano. Después tuvo que luchar contra otro de sus hermanos,
Histaspes, que reinaba en Bactria y que reivindicaba sus derechos al trono;
Artajerjes I pudo también desembarazarse de él. Bajo su reinado, Egipto se sublevó.
Las tropas del insumiso Inaros, que contaba con la colaboración de fuerzas
griegas, llegaron a ocupar y dominar el delta, siendo derrotados en el año 456
AC. por las tropas del sátrapa de Siria Megabizos, e Inaros fue ejecutado en
Persia. Tras estos hechos, Artajerjes I nombró a Sarsamas (Arsames) sátrapa de
Egipto. Intervino en las rivalidades entre las ciudades griegas, acogiendo
incluso al fugitivo Temístocles, a quien le entregó en feudo algunas ciudades
(Magnesia, Lámpsaco, Miunte). La muerte de Cimón detuvo a Atenas en sus
intentos de proseguir sus luchas contra Artajerjes I, y a continuación se firmó
la paz de Calias (448 AC), por la cual Persia reconocía la dominación griega de
hecho sobre el Egeo y el litoral del Asia Menor, y Atenas se comprometía a no
intervenir en Egipto ni en Chipre. A Artajerjes I le sucedió su hijo Jerjes II
(tenido de su esposa principal, Damaspia), que tan sólo reinó mes y medio, pues
fue asesinado por su hermano bastardo Sogdiano.
Infantería persa mediados siglo V AC: A
infante de Lakya; B hoplita griego; C infante ligero persa; D arquero persa.
Autor Richard Scollins
Darío II
Ochos (424-04 AC)
Era hijo ilegítimo de Artajerjes I y de una
concubina. Se sabe muy poco de su reinado, sólo que estaba bastante dependiente
en su esposa Parisátide. En los primeros años de su reinado, tuvo que hacer
frente a la rebelión del sátrapa Pisutnes y a las conspiraciones del eunuco
Artoxares.
En Egipto se produjo una revuelta liderada por
Amirteo en 410 AC. Durante seis años lucharon para conseguir la independencia
del país, aunque apenas se tiene noticias de cómo se desarrolló el proceso. Una
rebelión de los medos en 409 AC es mencionada por Jenofonte. Se alió con
Esparta y volvió a apoderarse de las ciudades griegas de la costa asiática. En
el 408 AC, envió a su hijo Ciro el Joven al mando de las fuerzas combinadas
persas y espartanas a Asia Menor. Tomó parte en la guerra del Peloponeso,
logrando la victoria en la batalla de Egospótamos en el 405 AC.
Artajerjes
II Mnemón (404-358 AC)
Defendió su pretensión al trono contra su
hermano menor Ciro el Joven, el cual fue derrotado y muerto en la batalla de
Cunaxa en el año 401 AC, y contra un levantamiento de los sátrapas de las
provincias occidentales (366 – 58 AC).
También se enfrentó en una guerra contra los
espartanos (otrora aliados del Imperio aqueménida), los cuales, bajo Agesilao
II, invadieron Asia Menor. Para vencer a los espartanos, Artajerjes sobornó a
Atenas, Tebas y Corinto, ciudades que se levantaron contra Esparta, iniciando
la Guerra de Corinto. En 386 a. C. Artajerjes II, abandonando a sus aliados,
pactó con Esparta la paz de Antálcidas. Este tratado devolvió el control de las
ciudades griegas de Jonia y Eolia en la costa de Anatolia a los persas,
mientras dejaba a Esparta como poder dominante en la Grecia peninsular.
A pesar de su éxito en Grecia, Egipto,
permanecía independiente. El intento de reconquistar Egipto en 373 AC, fue un
fracaso total, pero en sus últimos años los persas lograron aplastar a un
ejército conjunto egipcio-espartano que pretendía conquistar Fenicia.
Ejercito persa principios siglo IV AC: a
Jinete pesado de Lakya, B infante de Lakya; C mercenario griego de Paflagonia.
Autor Richard Scollins
Artajerjes
III Ochos (342-38 AC)
De carácter enérgico y cruel. Durante su
reinado, pretendió que Persia volviera a ser un país con todo el esplendor del
pasado. Se enfrentó con los gobernadores rebeldes evitando así la rebelión. Los
deseos de conquistar Egipto le llevaron a enfrentarse con el faraón Teos al que
pudo someter, en el año 351 AC. Intentó nuevamente la conquista pero fue
rechazado por las tropas del faraón, abandonando posteriormente esta campaña,
por sus problemas con Asia. En el año 345 AC atacó la ciudad de Sidón, en cuya
batalla dejó un balance de 40.000 muertos. Tras esta victoria marcho a Egipto a
intentar conquistarlo por tercera vez, en esta ocasión se enfrentaría al faraón
Nectanevo II, que fue vencido por Artajerjes III, después de su derrota el rey
Nectanevo II huiría a refugiarse en el Bajo Egipto (Baja Nubia) Artajerjes III
dejaría el gobierno de Egipto en manos de su gobernador Ferendares. Antes de su
retirada a Persia, Artajerjes III saqueó Egipto. Durante este periodo los
intereses de Egipto fueron defendidos por un tal Khababas, que más tarde seria
un faraón pero de muy corto reinado. Artajerjes III, firmó un pacto de
no-agresión con Macedonia. Todo su reinado se vio envuelto en intrigas
palaciegas y guerras. Murió envenenado por su medico personal. Fue sucedido su
hijo menor Arses.
Darío III
Codomano (338-30 AC)
Fue el último rey persa, subió al trono por
intercesión del eunuco Bagoas, quien había eliminado al anterior rey de nombre
Arses. Biznieto del rey Darío II. En el año 335 AC sucedió a su padre
Artajerjes III. El rey Darío III se pudo librar del eunuco Bagoas, empleando la
misma táctica, es decir obligándole a beberse el brebaje que este había
preparado para envenenar a Darío III.
De carácter organizativo. En su reinado, lideró
el ejército persa contra las fuerzas de Alejandro Magno de Macedonia, fue
derrotado en las batallas de Issos y Arbela (Gaugamela). Siendo asesinado
después de ésta.
Ejército persa finales del siglo IV AC:
A rey Darío III en su carro de guerra; B y C caballería persa; D kardake
ligero. Autor Richard Scollins
El
ejército persa
Organización
El ejército persa (spada) estaba mandado por un
spadapatis y los griegos le denominaba karanos, se basaba en las levas de cada
satrapía del imperio. Las tropas se organizaban en las siguientes unidades:
Baivaram: 10.000 hombres bajo el mando de un
baivarapatis.
Hazabaram: 1.000 hombres bajo el mando de un
hazabaratis.
Satabam: 100 hombres bajo el mando de un
satapatis.
Dathabam: 10 hombres bajo el mando de un
dathabatis.
Los ejércitos persas aqueménidas, se componían
de las siguientes fuerzas.
Fuerzas reales, que dependían directamente del
rey como pueden ser los Inmortales, los kardakes o kardaces, y ls fuerzas
mercenarias reclutadas por el rey.
Tropas de las satrapías, compuestas por los
séquitos personales de los sátrapas y las fuerzas reclutadas en sus propias
provincias, también los mercenarios reclutados por estas.
Tropas tribales semiindependientes que
actuarían como aliados bajo sus propios jefes.
El servicio militar era obligatorio para los
persas de nacimiento y “asimilados”. No queda clara la duración de este
servicio militar ni la edad para iniciarlo, pero se estima en unos 4 años más o
menos de duración y los 20 años como la edad de inicio. Durante estos 4 años se
entrenaban para la guerra y se utilizaba a estos reclutas como policía para
mantener el orden del Imperio. Una vez terminada esta formación militar, el
ciudadano se podía licenciar o seguir en el ejército. Si se optaba por la vida
civil, permanecía en la reserva hasta la edad de 50 años. Si permanecía en el ejército,
solían pasar al cuerpo de caballería.
Ejército persa, se puede ver un
portaestandarte, sparabaras, hachas con pico o sagaris, kopish o espada curva.
Cabe decir que cada ciudadano tenía que pagarse
sus vestimentas y armas durante estos 4 años, así que ya empezamos a ver
diferencias en la vestimenta de la tropa en función de su clase social.
Las clases altas y nobles no se podían librar
de este servicio militar, pero sus riquezas les permitían comprar ropas con
mayor decoración, coloreadas con tintes más caros, mejor equipo y sobre todo,
caballos. Los reclutas de la nobleza solían alistarse en los cuerpos de
caballería, o si no servían de sargentos a los cuerpos de infantería.
Armamento persa guerreros persas.
Izquierda guerreros de las satrapias de Asia Menor, derecha guerreros de Persia
y Media
El resto de la gente, según su nivel económico
podía costearse un escudo tipo hoplón y una lanza, una jabalina, un escudo tipo
pelta (taka en persa), un arco, o los más pobres, una honda.
La organización del ejército era muy parecida a
la asiria, compuesta por infantería y caballería. Para la comunicación entre
las diferentes regiones que componían el imperio, los persas desarrollaron un
servicio de correos parecido al ”pony expres” con el cual podían envían
mensajes a todo el Imperio en muy poco tiempo.
Infantería persa
La infantería (pasti) al igual que la asiria
era ligera se dividía en ligera y pesada.
La infantería ligera
Era muy numerosa y comprendía lanzadores de
jabalina, honderos y arqueros, y eran famosos los arqueros persas y los
honderos rodios.
Arqueros
Los arqueros combatían, copiando de los
asirios, asociando arqueros con escuderos. La primera línea la formaban los
sparabara, portadores de escudo, siendo la spara un rectángulo de cuero entretejido
con mimbres que llegaba desde los hombros a los tobillos, pero sin contar con
algún otro tipo de protección (coraza o casco); además, estaban armados con una
lanza de 2 metros de largo.
Cada dathabam se desplegaba en una fila de
diez, el esparabara en primer lugar, 8 arqueros y el dathabatis o jefe del
grupo. Si el esparabara caía, los arqueros se defendían lo mejor que
podían con falces, cuchillos curvos con filo pero sin punta; pero estaban en
clara desventaja contra un enemigo resuelto, al carecer estos de armadura y
casco. Iban vestidos con túnicas de vistosos colores con mangas, pantalones
holgados y tiaras, gorros de fieltro flexible.
Los arqueros de diversas nacionalidades de
Oriente y Escitia, estaban armados con el potente arco compuesto, constituían
el principal activo del ejército persa. Este arco podía arrojar flechas a una
distancia de hasta 300 metros, aunque la distancia efectiva en combate sería
menor. Los arqueros escitas contaban con el gorytos, una funda para proteger la
estructura del arco y almacenar hasta 70 flechas; el cual colgaban de su muslo
izquierdo. Los arqueros babilonios y de otros pueblos mesopotámicos eran de
baja calidad; iban vestidos con gorro, túnica larga, sandalias y brazaletes.
Arqueros persas en acción. Se puede a
los sparabara delante y detrás los arqueros.Autor Giuseppe Rava
Takabara
Los portadores de taka eran tropas armadas con
este tipo de escudo y lanzas, que los griegos equiparaban a los peltastas. Sin
embargo, no tenían una función de hostigadores como sus equivalentes griegos,
sino de unidades de línea, y usaban lanzas más largas que los peltastas. Su
origen estaría en las tropas de pueblos semiindependientes de dentro del
imperio, como los kurdos, misios y psidios.
Durante la campaña de Egipto del 373 el
mercenario griego Ifícrates, ante la escasez de hoplitas entre sus mercenarios,
convirtió a sus tropas ligeras griegas en takabara equipándolos con estos
escudos, pero incrementando aún más la longitud de las lanzas. Este ”hoplita
ificrátida” sería el modelo que poco después usaría Filipo para crear la
falange macedónica.
Infantería ligera y caballería persa,
los infantes de la izquierda son tipo peltasta, el de la derecha es un
takabara. los jinetes son escitas sakas y de Asia Menor
La infantería pesada
Mercenarios
La mayoría eran griegos armados como hoplitas.
Provenían sobre todo de Atenas y de Esparta, ciudades tradicionalmente hostiles
a Macedonia. En la Batalla del Gránico, la infantería hoplítica mercenaria,
privada del apoyo de la caballería persa, fue sistemáticamente masacrada. De
10.000 mercenarios únicamente sobrevivieron 2.000, que fueron condenados a
trabajos forzados.
Kardakes o cardaces
Los persas no podían hacer frente a un enemigo
bien organizado y armado sin contar con infantería pesada. Pronto empezaron a
contratar mercenarios griegos, pero para evitar esta gran dependencia, Dario
III comenzó a preparar una infantería pesada propia: los kardakes o cardaces.
Iban armados con escudo hoplita, así como con lanza o jabalinas, pero al igual
que el resto de infantería persa, muchos no contaban con coraza ni casco, hubo
alguna unidad que iba más protegida como infantería pesada.
Los
Inmortales
Desde Ciro I, el ejército persa contaba con un
batallón de Inmortales, llamados así por Jenofonte, aunque posiblemente los
persas les denominara anusiya que significa compañeros, muy parecido a anusa
que significa inmortal Era un cuerpo de infantería formado por 10.000 soldados
selectos, que ejercía tanto de guardia personal del rey persa, como de tropa de
asalto de élite. Su nombre les fue dado por los griegos al pensar estos que
cada hombre que caía era inmediatamente sustituido por otro, quedando el número
de este cuerpo siempre inmutable. Iban armados con una lanza de unos 2 metros
de longitud (más corta y menos sólida que la de los hoplitas griegos), con
regatón esferoidal por lo que los griegos llamaron melóforos (portadores de
manzanas). Aunque el arco compuesto era su arma principal, y como arma
secundaria llevaban las espada, un hacha de doble filo llamada asabaris o un
hacha de un filo y un pico llamada sagaris. Bajo la túnica de vivos colores,
llevaban una flexible coraza metálica de escamas. Se protegían, además, con un
ligero escudo llamado spara, de cuero y mimbre entretejido.
Se reclutaban entre los persas, aunque también
incluían medos y elamitas. Cada regimiento tenía un color, las tropas de élite
vestían de azul y se empleaban como comandos y misiones especiales, había otra
unidad que llevaba ropas doradas y que posiblemente fueran la escolta personal
del rey.
Caballería
persa
La caballería (asabari) se componía de
caballería pesada, caballería ligera y carros de guerra, también emplearon
escuadrones de camellos (usabari) así como los elefantes de guerra.
La caballería pesada
La componían los catafractas aparecen en el
ejército persa a partir del 350 AC aproximadamente, siendo este tipo de
caballería desarrollado, al parecer, por los masagetas. Anteriormente ya
existían jinetes con armadura, pero su incremento fue posible gracias al
desarrollo de las razas de caballos de carga en las estepas del centro de Asia.
En un principio iban armados con jabalinas, pero, tras el desastre en Issos,
fueron sustituidas por una lanza de acometida llamada kontos.
El gran peso de la panoplia, unido a la gran
protección de jinete y caballo hacían incontenibles sus cargas para la
infantería. Pero por este mismo motivo, su velocidad era escasa comparado con
otros cuerpos de caballería (más ligeros), solo pudiendo cargar al trote; así
como su movilidad. Una caballería bien entrenada podía esquivarlos y atacarlos
por la espalda. Los jinetes persas del emperador Ciro, en el 300 AC, utilizaban
bocado con barbada metálica y muserola de púas sobre la nariz, que obligaban a
los caballos a mantener la cabeza recogida por detrás de la vertical, lo que
permitía al guerrero a dominar a los afamados caballos niseos de capa negra que
eran pesados, bastos, duros y fuertes con una alzada de 152 cm hasta la cruz,
de hocico ganchudo, cabeza voluminosa y cuello grueso. Eran capaces de llevar
encima a un guerrero con armadura. Con estos animales, los persas aumentaron el
volumen de la armadura de sus jinetes, ya no sólo cascos y coseletes, y
probaron faldones que se acoplaban al caballo para proteger sus muslos. Hacia
el siglo IV AC, desarrollaron una armadura de láminas metálicas que cubría
brazos y piernas. Los caballos en ocasiones portaban testeras y petos.
La
caballería ligera
Portaban el arco o jabalinas como
principal arma. Diversos pueblos del Este aportaban gran cantidad de jinetes al
ejército persa. Eran de regiones como Aracosia, Aria o Drangiana, iban vestidos
con ropas de destacables colores brillantes y armados como caballería ligera,
con jabalinas como arma principal.
Los partos, escitas, hircanianos y
bactrianos, debido al tipo de enemigos a los que debían enfrentarse, jinetes
nómadas armados con arcos, empleaban el arco y también jabalinas.
Los
carros de guerra
Eran un arma psicológica más que para causar
grandes bajas. Se lanzaban frontalmente contra las filas de infantería pesada
para desorganizar sus filas y causar el pánico, lo que se potenciaba
añadiéndole guadañas de 1 metro de longitud en las ruedas y otras debajo para
dañar a quien cayera. Estos carros que eran típicos de la satrapía de
Babilonia, llamados escitas por los griegos, o falcados estaban tirados por
cuatro caballos bien protegidos, tenían ruedas bastante separadas, armazón
protegido por los cuatro lados y la parte trasera libre. Normalmente
llevaban dos tripulantes, conductor y un guerrero, cuando se lanzaban
frontalmente contra una formación cerrada, iban tripulados únicamente por el
conductor, que saltaba justo antes del choque. Esto provocaba, además de la
posibilidad de errar el tiro, que esta fuera un arma de un solo uso.
Carros falcados persas llamados también
carros escitas, en sus inmediaciones avanza la caballería pesada. Autor
Giuseppe Rava
Carros falcados persas tambien
llamados carros escitas, en sus inmediaciones avanza la caballería pesada.
Autor Palacios
Los persas mantuvieron y mejoraron la cría
caballar de los asirios no solo en cantidad sino en calidad. Solo en Babilonia
tenían 800 sementales y 16.000 yeguas de cría, mientras que las satrapías medas
del nordeste los caballos se contaban por cientos de miles.
Tácticas
militares
La táctica preferida era envolver por ambas
alas gracias a su caballería, apostaba por la superioridad numérica de la
misma. Mientras en el centro colocaban la infantería ligera los arqueros con
sus portaescudos o esparabaras en el centro, para recibir al adversario con una
lluvia de flechas. Detrás de estos la infantería normalmente ligera, después de
los reveses contra la falange griega hizo que aumentara la infantería pesada,
con el fin de poder contener la infantería adversaría.
Escitas
contra persas
Los escitas, en su persecución de lo cimerios y
erraron el camino y establecieron contacto con Media y Asiria. Los escitas
vencieron a todos los ejércitos que marcharon contra ellos. Dominados por la
política de Media, marcharon junto a sus ejércitos contra los asirios. Luego
siguieron hacia Egipto bajo el mando del rey Madyes, y sólo tras arduas
negociaciones y un enorme tributo, el faraón Samético I los convenció para que
dieran media vuelta.
Invasión escita de Asiria en color
amarillo y en rojo expulsión de los cimerios de las estepas del Ponto
El rey escita Patatua luchó contra los asirios
y para sellar la paz se casó con la hija del rey Asirio Asaradón en el 670 AC.
Durante veintiocho años, Oriente fue un caos.
Los escitas impusieron tributos, pero luego no dudaban en saquear a los mismos
tributarios. Iban y venían a su antojo y finalmente, Ciaxares hacia el año 625
AC restableció la situación. Invitó a los principales generales escitas a un
banquete, les embriagó y les mandó matar, eliminando de un golpe a los
principales dirigentes escitas.
Ciaxares con la ayuda de los escitas sitió
Nínive y estableció una alianza con el rey Nabopalasar de Babilonia para
conquistar el imperio Asirio, conquistando poco después Nínive con ayuda de los
babilonios (año 612) y luego Harrán (610 AC), los territorios del hundido
imperio Asirio fueron repartidos.
Los escitas fueron derrotados por los medos y
se marcharon de nuevo a la misteriosa estepa, y esto dio lugar al principio del
imperio Medo. Herodoto cuenta que cuando los escitas regresaron sus casas, sus
mujeres habían tenido hijos con los esclavos, y éstos mostraron resistencia
mientras los escitas los atacaron con armas. Pero entonces, uno de los nobles
decidió tratarlos como lo que eran, esclavos, y, desmontando, cogió el látigo y
caminó decididamente hacia ellos, y éstos huyeron o se arrodillaron pidiendo
clemencia. Después, las tribus desaparecieron en las estepas.
Campaña
de Darío contra los escitas
Tres generaciones más tarde en el 514 AC, Darío
I, rey de los persas, al mando de un impresionante ejército, planeó la invasión
del país de los escitas entrando desde Europa. Se desconocen las reales causas
de la campaña, se supone que con el objetivo era cortar las rutas de
aprovisionamiento de grano a las ciudades griegas que se proponía conquistar,
aunque se cree que era el primer paso para la conquista de Tracia y el Cáucaso.
El plan era entrar en las estepas y luego proceder a buscar, encontrar y vencer
a las fuerzas escitas.
Los persas antes de la invasión llevaron a cabo
un reconocimiento en fuerza, el sátrapa Ariaramnes con 100 barcos desembarcó el
Escitia y cogió numerosos prisioneros.
Sin duda los persas subestimaron al enemigo,
planificaron una campaña de dos meses. Ésta se inició al cruzar el río Istrio
(actual Danubio) por un puente de barcazas que había sido tendido por los
jonios, quienes habían prometido que si en dos meses los persas no volvían, el
puente sería destruido; por lo que guardaron provisiones para 60 días. El
ejército persa entró en las llanuras, su tamaño era según Herodoto de 700.000
hombres, que es una exageración y de 600 barcos que es creíble.
El plan escita, para compensar su inferioridad
militar, consistía primero en que se unieran las distintas tribus de la nación
en una sola fuerza. Aun así tenían muchos menos soldados que su adversario. En
las costas del mar Negro se realizó un concilio de los distintos reyes donde se
tomó la decisión de vencer al invasor. Los escitas, afirmaban, que lucharían
sólo si existían posibilidades reales de éxito, y que se replegarían al interior
hasta que el enemigo se cansase de perseguirlos.
Los aliados escitas decidieron formar tres
ejércitos, cada uno con un objetivo definido:
El primer ejército: de sármatas y escitas al
mando del escita Escopasis. Su misión era destruir todos los recursos que
hubieran cercanos al río Tanais por donde pasarían los persas (la táctica de
tierra quemada: no dejarían nada que pudiera ser utilizado por el enemigo).
El segundo ejército: de Idantirso, actuaría
cerca de las tropas persas listo para atacarlos según se dieran las
circunstancias.
El tercer ejército: de Taxacis, su misión era
idéntica a la del segundo, lo formaban infanterías de budinos y gelonos.
Las tropas aliadas decidieron atraer a tropas
persas a las tierras de las tribus que no los apoyaron para obligarlos a
luchar, y sólo iniciar una batalla bajo las condiciones más óptimas. Mandaron
al personal no combatiente al norte y las tropas aliadas se dirigieron en
grupos y se reunieron en el sur. La fuerza de Escopasis se encontraron con las
fuerzas persas a 3 días de camino del Istrio (Danubio), pero en vez de luchar
retrocedieron, atrayendo a los persas y quemando todo a su paso. Los invasores
cruzaron los ríos Tyras (Dniéster), Ingul (Hípanis) y Borístenes (Dniéper).
Los persas los persiguieron hasta el río Tanais
(Don), que cruzaron siguiendo a los aliados, llegando a tierras de los sármatas
y de los budenos. Tras esto los aliados retrocedieron. Darío al ver la
imposibilidad de seguir avanzando y posiblemente escaso de suministros, Darío
envió a los escitas un mensaje para reprocharles su cobardía y exigirles
sumisión, a lo que el rey escita Idantirso habría respondido: ”Yo jamás he
huido por temor ante hombre alguno y, en estos momentos, tampoco estoy huyendo
ante ti. Voy a explicarte por qué no te presento batalla: nosotros no tenemos
ciudades ni tierras cultivadas que podrían inducirnos, por temor a que fueran
tomadas o devastadas, a trabar de inmediato combate con vosotros para
defenderlas. Pero si descubrís y violáis las tumbas de nuestros antepasados,
sabréis si lucharemos contra vosotros. Por eso a ti, en lugar de ofrecerte la
tierra y el agua, te aseguro que te vas a arrepentir”. Se enteró de que parte
de los aliados se habían dirigido al norte con el fin de darse la vuelta al
oeste y cortar su retirada. Darío ordenó volver de vuelta por el norte,
persiguiendo a los escitas. Entonces atrajeron a los persas a las tierras de
los pueblos que se habían negado a luchar. Los persas atacaron a los
melanclenos, andrófagos y otros, empujandolos al norte. Sólo los agatirsos se
dieron cuenta de la treta escita, y amenazaron que si atraían a los persas a
sus tierras se aliarían con los últimos.
El ejército de Escopasis regresó al río Istrio
(Danubio), mientras los otros dos ejércitos escitas acosaban la retaguardia del
ejército persa.
Tras varios meses, los escitas por fin formaron
para la batalla frente al cansado y desmoralizado ejército de Darío. Entonces,
dice Herodoto que apareció una liebre y algunos jinetes escitas desmontaron
para correr despreocupadamente como niños tras la liebre. Darío entendió que a
los nómadas no les preocupaba la batalla y que sus guerreros estaban tan
seguros de la victoria que no tomaban en serio a los persas, de modo que ordenó
la retirada y continuar la marcha hacia el Istrio. El tiempo se le estaba
acabando antes de que los jonios destruyeran el puente, acampando esa la noche.
El ejército de Escopasis llegó hasta el puente
sobre el Danubio, e intentaron convencer a los jonios para que se largaran.
Éstos fingieron hacerles caso desmontaron parte del puente y se escondieron en
la orilla sur. Los escitas confiados fueron al encuentro de los persas, pero lo
hicieron por un camino distinto y no se encontraron.
En la noche los persas abandonaron el
campamento, dejando a todos los heridos y enfermos, animales de carga lentos
(como bueyes) y las tiendas para engañar a los escitas. Cuando llegaron al río
vieron que los jonios habían destruido sólo una parte del puente, la que llegaba
a sus tierras, confiados fueron al encuentro de los persas.
Cuando Darío llegó con sus famélicas y cansadas
tropas al río, se le cayó el alma a los pies, pero entonces, un griego de
potente voz les gritó desde la otra orilla, y los persas respondieron. Reconstruyeron
el tramo final y tras cruzar todas las tropas lo destruyeron completamente.
Esto fue una verdadera proeza, ya que la zona donde cruzaron, el Danubio tiene
varios kilómetros de ancho.
Las consecuencias de la campaña son
importantes, ya que Darío sólo mantuvo bajo su control las colonias griegas en
las costas de Ponto Euxino, como Odeso, Istros, Tiras, la isla Leuce, Olbia y
Borístenes; y en costas del mar de Maiotis (actual mar de Azov) Ninfeo,
Fanagoria y Tanais, además de la península de Tauros.
Darío dejó a 80.000 soldados (según cifras del
historiador Heródoto) al mando del general Megabazo en Tracia, quienes
expandieron el dominio persa hacia Grecia, lo que condujo a la Primera Guerra
Médica.
Muchos escitas entraron en contacto con los
griegos, y sirvieron de mercenarios.
Después de la campaña persa, pareció que los
escitas se agitaban como si hubieran movido un avispero.
Mientras que el dominio persa en los distritos
recién conquistadas de Europa fue sacudida por la revuelta jónica, los escitas
realizaron expediciones de saqueo en Tracia, y en el año 495, penetraron en el
Quersoneso, cuyo tirano Milcíades huyó, pero fue restaurado después de su
retirada por el Dolonci. Darío hizo que Abidos y otras ciudades de cerca de la
estepa Póntica, fueran quemadas para que no proporcionen una base de
operaciones para una expedición escita contra Asia.
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