CAPÍTULO
XVI
La evolución política del mundo helenístico
Alejandro
Magno
El principal problema que tenemos a la hora de
estudiar la figura de Alejandro Magno es que nos encontramos ante un personaje
que fue objeto de un proceso de mitificación tanto en vida como, sobre todo,
después de muerto.
A lo largo de toda la Antigüedad fue creándose
toda una tradición legendaria en torno al conquistador, que ha sido llamada la
“novela de Alejandro”. Este personaje se convirtió, además, en el gran modelo a
imitar por los monarcas y emperadores futuros, lo que contribuyó a su
idealización.
A esto se añade que las fuentes conservadas de
carácter literario no son contemporáneas de su época, sino muy posteriores, de
manera que es difícil distinguir en ellas la parte propiamente histórica de la
que no lo es.
a) Fuentes literarias
Cuando nos referimos a las fuentes literarias
sobre Alejandro Magno tenemos que distinguir dos tipos:
“Tradición primaria”: con esta denominación
aludimos a las obras o escritos de autores contemporáneos de Alejandro Magno,
todos los cuales le conocieron personalmente y le acompañaron en sus
conquistas. Se trata de los siguientes:
· Calístenes de Olinto: era sobrino
de Aristóteles y fue el historiador oficial de Alejandro. Éste le encargó que
escribiera una obra propagandística destinada a transmitir a los griegos la
idea de que él pretendía vengarles de las ofensas de que habían sido objeto
durante las Guerras Médicas (así Alejandro continuaba el programa de
helenización desarrollado por su padre Filipo). Calístenes refleja en su
inacabada Praxeis Alexandrou la imagen de un gran conquistador defensor
de la causa griega y protegido por los dioses en todas sus empresas. La imagen
que nos ofrece de Alejandro es mítica, pues compara sus hazañas con las de
héroes griegos tales como Heracles, Perseo y Aquiles.
· Ptolomeo: era un noble macedonio,
compañero de Alejandro Magno y uno de sus más destacados lugartenientes. Heredó
el gobierno de Egipto tras la muerte de Alejandro, inaugurando la dinastía de
los Lágidas (fue el primer rey Ptolomeo). Este autor destaca las virtudes
militares del conquistador. Su obra perdida debió de consistir en la
descripción de las distintas batallas y asedios que tuvieron lugar a lo largo
de la expedición militar por Oriente.
· Aristóbulo de Casandrea: era una
especie de técnico del estado mayor macedonio. Su obra debió de centrarse más
bien en las penalidades sufridas por la tropa y en las cuestiones de
intendencia. Aristóbulo refleja el lado más humano de Alejandro Magno: su comprensión
y benevolencia para con los súbditos. Además, debemos a este autor la
descripción de importantes edificios y ciudades del mundo persa.
· Onesícrito: filósofo cínico que
acompañó a Alejandro Magno actuando como piloto del navío real. En su obra
debió de destacar sobre todo la formación filosófica del conquistador (que
había sido educado por el filósofo Aristóteles), así como su espíritu
civilizador y afán por descubrir nuevos mundos. En la Antigüedad, Onesícrito
pasó por ser un gran fabulador, debido a sus descripciones de animales exóticos
y el célebre encuentro de Alejandro con la reina de las Amazonas (fue criticado
por el geógrafo Estrabón).
· Nearco: almirante (nauarchos)
cretense de la flota que Alejandro mandó construir para el regreso desde el Indo.
Había sido su amigo personal desde la juventud. Escribió una especie de relato
del viaje en un tono bastante literario. Junto a aventuras marinas fantásticas
poco dignas de crédito, Nearco recogió información valiosa de tipo etnográfico
sobre los distintos pueblos indígenas que se fue encontrando a lo largo del
trayecto.
Dentro de la “tradición primaria” tenemos que
incluir también el Diario real (Ephemerides), redactado por el canciller
del rey (Eúmenes de Cardia) y las Cartas del propio Alejandro Magno. Estas
cartas fueron recopiladas con posterioridad a la muerte del conquistador,
siendo algunas de ellas falsas. También se duda de la veracidad del supuesto
Diario real.
“Tradición secundaria”: esta denominación alude
a las obras de autores greco-romanos que se basaron en los escritores de la
“tradición primaria”.
· Arriano de Nicomedia: senador
romano de origen greco-oriental que escribió a mediados del siglo II d. C. una
obra en griego titulada Anábasis de Alejandro, compuesta de ocho libros.
Se trata de la narración más completa de que disponemos sobre la aventura de
Alejandro Magno. Arriano se basó fundamentalmente en Ptolomeo y Aristóbulo. Su
obra no pretendía ser histórica en sentido estricto, sino más bien dar cuenta
de la grandeza de las hazañas del conquistador macedonio.
· Plutarco de Queronea: biógrafo
griego del siglo II d. C. (contemporáneo de los emperadores Trajano y Adriano).
Escribió una obra en griego titulada Vidas paralelas, donde contrapone
las biografías de varias parejas de personajes históricos, uno de ellos siempre
es griego y el otro romano. Dedicó una de estas biografías a Alejandro Magno,
que fue comparado con César. Las biografías de Plutarco se centran en la
personalidad de los personajes con una finalidad moralizante y literaria. Su
obra no es propiamente histórica, aunque puede ser utilizada por los
historiadores. Utilizó varias fuentes para describir a Alejandro, pero sobre
todo a Aristóbulo.
· Quinto Curcio Rufo: autor de una
obra retórica sobre las andanzas de Alejandro Magno. No sabemos muy bien en qué
época escribió, pero probablemente en el siglo I d.C.
Además de los tres autores citados, que
dedicaron obras completas a la figura de Alejandro, disponemos de la
información que aportan sin tener ese carácter monográfico:
· Diodoro de Sicilia: historiador
griego del siglo I a.C. (contemporáneo de César y Augusto). Escribió una gran
obra llamada Biblioteca histórica, que ha llegado hasta nosotros
incompleta (40 libros). Todo el libro XVII de esta obra está dedicado a las
conquistas de Alejandro Magno. Se trata del relato más próximo a la época del
conquistador.
· Pompeyo Trogo: historiador
galorromano de la época de Augusto. Escribió una obra titulada Historias
Filípicas que se ha perdido, aunque disponemos de un resumen de ella que
realizó Justino en el siglo II ó III d.C.). A diferencia de los demás autores
citados, Pompeyo Trogo transmite una imagen más bien negativa de Alejandro
Magno.
· Estrabón: geógrafo griego del
cambio de era. Recoge datos de la época de Alejandro Magno en sus libros sobre
Egipto y la India.
Entre la tradición primaria y la secundaria se sitúa
la obra de Clitarco. Este fue el historiador más difundido y popular de todos
los que se ocuparon de la vida y hazañas de Alejandro Magno. No fue testigo
directo de los hechos, pero construyó su obra a partir de informaciones de
segunda mano, como por ejemplo el testimonio de los veteranos del ejército de
Alejandro. La obra de Clitarco es especialmente fantástica y ya en la
Antigüedad se la consideró exagerada y poco digna de crédito. No se sabe muy
bien en qué época escribió.
Campañas en Tracia e
Iliria
Tras el asesinato de su padre comienzan los
problemas. El otrora aliado y vecino al de Macedonia, Tesalia, famosa por su
caballería, se rebela y le bloquea el paso de sus fuerzas hacia el sur.
Alejandro con una pequeña fuerza los rodea mientras acampan de noche y al
amanecer los tesalianos se encontraron con Alejandro a sus espaldas.
Inmediatamente se rinden y lo reconocen como hegemon de Grecia. En
el año 335 ocurren sublevaciones por parte de algunas tribus de Tracia en el
norte de Macedonia. En una serie de batallas Alejandro vence
brillantemente a los rebeldes tracios en el Monte Hemo. Decide incluso
avanzar hasta el río Danubio, límite del mundo conocido para los griegos, del
otro lado sólo había misterios y leyendas. Allí quiere demostrar su poderío a
los Getas. Cruza el río y los enfrenta en una escaramuza. Luego de ello, ya
descansando, unos delegados de tribus celtas se le acercan y Alejandro en
conferencia les pregunta qué es lo que más teme un celta (esperando que dijeran
“… a Alejandro…”) a lo que
respondieron “¡Que el cielo se caiga
sobre nuestras cabezas!”. Esa fanfarronería le causó gracia. Esta campaña
en Tracia tenía por objetivo demostrar su fuerza para que ninguna tribu se
animara a invadir sus dominios mientras él esté en Asia.
De Tracia se dirige a Iliria (oeste de
Macedonia), donde el enemigo había organizado un formidable ejército de duros
guerreros. En otra serie de brillantes movimientos de la caballería pesada
(conocidos como los Compañeros, los hetairoi, miembros de la nobleza) y
de la caballería liviana (los prodromoi), coordinados con su
infantería, Alejandro logra otra impresionante victoria en Pelión, ratificando
sus dominios en esas tierras. El joven rey lideraba cada ataque, incluso
desafiaba a sus propios escoltas a que lo superaran en valor. Si bien era
arriesgado, esta actitud tenía un efecto inmediato y vigorizante en sus tropas,
que ya empezaban a amarlo como hacían con su padre.
Las victorias en el norte y el oeste fueron muy
importantes, ya que produjeron una fuerte influencia de la cultura griega, de
la mano de macedonia, en esas tierras. Estas victorias permitieron asegurar una
expansión en el comercio marítimo entre las ciudades griegas. Se aseguró la
ruta del trigo, que atravesaba el estrecho del Bósforo a través del mar de
Mármara, garantizando la provisión de trigo del que tanto dependían todos los
griegos. Además, Alejandro tenía que dejar claro su poder para evitar que
invadieran Macedonia en su ausencia. Pero no terminaría aquí la cosa, ahora
tocaría apaciguar a los griegos.
Rebelión de Tebas
La ciudad de Tebas rompió el tratado de la Liga
de Corinto, al haber recibido en la ciudad a unos exiliados anti-macedonios.
Éstos convencieron a los ciudadanos en levantarse en armas contra la tiranía
encubierta de Macedonia y pedían el apoyo de otras ciudades griegas, como
Atenas, que inicialmente la apoyó, pero que al ver que Alejandro, irritado, se
dirigía a Tebas con su ejército, cambian inmediatamente de opinión. Nuevamente
Demóstenes instigaba a las demás ciudades a que se rebelaran contra la opresión
de Macedonia. Recordemos que para los atenienses la forma ideal de gobierno era
“su” democracia, y denostaban a las monarquías.
En Tebas ejecutan a la guarnición macedonia que
estaba allí. A pesar de ello, Alejandro aún esperaba que la ciudad se
arrepintiera de sus actos. Él deseaba una paz en las ciudades griegas,
así podría concentrar todo su esfuerzo en la campaña de Persia, momentáneamente
cancelada. Recordemos que Filipo la había iniciado enviando una avanzada y
necesitaban urgentemente la ayuda de Alejandro para consolidar las posiciones.
Ante la persistencia de los fuertes tebanos (que habían recibido armas de
Atenas) en no ceder, uno de los generales de Alejandro, Pérdicas, toma la
iniciativa y ataca la ciudad sin autorización. A pesar que su general obró sin
su autorización, Alejandro envía el resto de las tropas y logra atravesar las
defensas de la ciudad astutamente, tentando a los defensores para que atacaran
a unas tropas débiles de Alejandro puestas de cebo y así rompieran la formación
defensiva. El éxito fue rotundo y la masacre fue terrible, ya que muchos
soldados de Alejandro tenían un odio ancestral hacia Tebas.
A Tebas le correspondía un castigo, por
supuesto, ya que había tildado a Macedonia de tirano y había violado el pacto
de la Liga de Corinto. Alejandro se encontraba con un dilema: no deseaba
que la opinión pública pensase que Tebas se rebelaba contra Macedonia, sino
contra la Liga de Corinto. Astutamente deja que sea la asamblea de la misma
quien decida, y no sólo Macedonia, ya que de lo contrario la esencia de la
rebelión de Tebas tendría sustento ideológico, puesto que lo acusarían de
tirano.
La asamblea resuelve lo siguiente: Arrasarían
la ciudad, venderían como esclavos a los cautivos y declararían fuera de la ley
a todo tebano fugitivo. ¡Terrible castigo! En cambio, Atenas fue nuevamente
perdonada.
Organizando la
expedición a Asia
Seguimos en el año 335. Alejandro, con los
asuntos políticos resueltos, procede a dejar todo en orden en su reino y en la
reciente Liga de Corinto… ¡No sea cosa que alguna ciudad aproveche su ausencia
y organice una rebelión nuevamente! Para esto deja a cargo del reino de
Macedonia y su puesto como líder de la Liga de Corinto a un viejo general de la
época de su padre. Su nombre era Antípatro. El puesto tiene también
responsabilidades religiosas. Para los asuntos de la familia real deja a cargo
a su madre, Olimpia.
Comienza ahora la verdadera aventura. En la
imagen siguiente podemos observar los miles de kilómetros que recorrió
Alejandro junto a su ejército durante poco más de 10 años.
Alejandro y Parmenión (otro viejo general de la época de Filipo II) juntaron las siguientes fuerzas macedónicas: 1.800 Compañeros de Caballería y 12.000 infantes falangistas. De las regiones de los Balcanes anexadas (Iliria, etc.), unos 7.500 infantes. Las ciudades de la Liga de Corinto aportaron 2.300 jinetes, 7.000 hoplitas y 5.000 mercenarios más. Esto sumaba aproximadamente 5.100 jinetes y 32.000 infantes. En cuanto a la flota que dará soporte al ejército, la Liga de Corinto aportó 160 trirremes con 32.000 tripulantes. Macedonia también aportó lo suyo con su pequeña flota. De todas formas, la flota persa era superior en número y un enfrentamiento naval estaba descartado, ya que de perder tendrían muchísimos problemas de aprovisionamiento. Este duro dilema lo resolvió de manera sencilla: en vez de atacar los navíos persas su estrategia será privarla de sus puertos inhibiéndola de recursos materiales y de remeros. ¡Por eso procede a tomar las costas persas del mediterráneo!
Asia y el primer
gran enfrentamiento
Alejandro y su ejército griego cruzaron en el
año 334 el estrecho que separa Europa de Asia, conocido como el Helesponto, hoy
de los Dardanelos.
Inmediatamente se dirigen a Troya. Dada su
fascinación por la Iliada, Alejandro debía haber estado muy emocionado. Incluso
fue a visitar la tumba de Aquiles, su héroe, donde dejó ofrendas; su amigo
Hefestión hizo lo mismo con la de Patroclo (el amigo de Aquiles). En el lugar
dejó su armadura y se llevó consigo unos escudos que sobrevivieron a la famosa
guerra en Troya. Ofreció sacrificios a los dioses para que bendigan la
expedición y lo acepten como nuevo Rey de Asia. El objetivo de Alejandro vemos
ya que empieza a ser extender su reino por toda Asia y no solamente castigar a
los persas por haber oprimido a los griegos de Asia Menor, como también tomar
revancha por la invasión persa dos siglos atrás.
El río Gránico hoy.
Hasta ese momento el ejército griego se había
movido a sus anchas gracias a la avanzadilla que había enviado Filipo II en su
momento y garantizaban un cruce seguro del estrecho. Pero ahora vendría el
primer problema de Alejandro. Con urgencia necesita provisiones y para esto es
necesario una victoria importante frente a los persas de la región para que las
ciudades le reciban como conquistador y provean a su ejército. Los persas
contaban con un tal Memnón, comandante de las fuerzas persas. Éste era un
mercenario griego y se dice que era un gran comandante. Su propuesta para
contrarrestar el avance de Alejandro era llevando la guerra a Europa, desembarcando
allí, cortando los suministros y obligando a que vuelva o, en caso contrario,
aplicar una estrategia de tierra calcinada, es decir, ir retirándose lentamente
arrasando con el terreno para quitar provisiones posibles. Los sátrapas
(administradores persas de un distrito, símil gobernador) de la región no
querían ni una ni la otra. Ellos querían enfrentar allí mismo a Alejandro. El
error fue gravísimo.
Memnón contaba con 20.000 jinetes (¡una fuerza
formidable!) y 20.000 infantes mercenarios griegos. A los jinetes los plantó
del otro margen del río Gránico y su infantería en una zona más elevada un poco
más atrás. ¡Una disposición de tropas inmejorable…! Al menos teóricamente
hablando. Alejandro separó a sus tropas de élite, 13.000 infantes y 5.100 jinetes,
pues tenía fe en la superioridad técnica de sus falanges con su larga pica
(lanza) contra la caballería. En reunión, el viejo general Parmenión pidió
prudencia y acampar para decidir qué hacer el día siguiente. Alejandro no quiso
saber nada de que un “arroyuelo” frenara a su ejército, y se puso en acción.
Dividió esas tropas en dos, una comandada por él (ala derecha) y la otra por
Parmenión (ala izquierda). Ambos grupos tenían la misma cantidad de jinetes
pero la infantería de Alejandro era un poco más numerosa. Los dos grupos se
formaron en una sola fila de 2,5 kilómetros, igualando la longitud de la
fila persa que estaba situada del otro margen del río.
El ataque inicial se libró en el ala izquierda,
que comenzaba a cruzar el río y ya entablaba batalla. A su vez, Alejandro
extiende aún más la línea para que su flanco derecho sobrepase al flanco
enemigo. Cuando observa que el ataque del ala izquierda pierde ímpetu pero
mantiene ocupada parte del ala derecha persa da la orden de ataque general y se
lanza él mismo con su caballería de Compañeros contra el centro enemigo. Allí
entabla batalla cuerpo a cuerpo, luchando ferozmente y arriesgando su vida,
incluso recibe un golpe en su llamativo yelmo dorado. Clito el Negro (oficial
de su ejército con el que nos cruzaremos en varias oportunidades) le salva la
vida al rey justo cuando luego de derribar a dos nobles persas otro estaba a
punto de matarlo.
Su avance logró formar un hueco en el centro
persa, por donde se colaron los infantes macedonios. Los flancos persas, al ver
el centro derrotado, huyen antes de que sea tarde. Alejandro no da
respiro, reorganiza su ejército y enfrenta los 20.000 infantes mercenarios que,
atónitos, no pueden comprender como pudo cruzar el río y derrotar a la
caballería persa. Piden una tregua pero Alejandro no la concede por traicionar
la causa griega vendiéndose al enemigo. Si bien no tenía superioridad numérica,
Alejandro contaba con superioridad táctica. Dispuso que los falangistas ataquen
el centro del frente enemigo y a su caballería con ayuda de la infantería
liviana los flancos. El resultado fue letal: 18.000 mercenarios perecieron
frente a esa picadora de carne. Solo se capturaron 2.000, que fueron enviados a
Macedonia a realizar trabajos forzados. La caballería persa perdió 1.000
jinetes, el restante huyó. Gracias al genio de Alejandro triunfaron en
condiciones inferiores y con mínimas bajas. Muchos sátrapas murieron en la
batalla, lo que provocó que las satrapías de la región se rindieran al carecer
de líderes. Alejandro era el rey de esta pequeña parte del enorme imperio
Persa, la conquista acababa de comenzar. Liberador de Asia Menor.
Después de la primera gran victoria, el poder
de los sátrapas en sus regiones se esfumó y las ciudades griegas y persas se
rendían amablemente, aceptando a Alejandro y su liga panhelénica como el
salvador del yugo persa de Darío.
Alejandro impuso solamente un tributo a las
ciudades de pueblos nativos similar al que los persas les imponían como aporte
a la campaña de liberación, mientras que a las ciudades griegas no les impuso
tributo alguno. En muchas ciudades reclutó soldados para reponer algunas bajas.
Él sabía que debía tratar con respeto a las ciudades que se rendían y no
imponer una forma de gobierno. Sólo les pedía un aporte económico, hombres para
continuar la campaña e instalar una guarnición que asegurase la fidelidad. En
algunas satrapías ponía al mando a algún alto oficial macedonio con un séquito
de administradores. En otras oportunidades dejaba en su puesto al anterior
sátrapa persa (si se había entregado pacíficamente).
Hábilmente declara que las ciudades griegas
(lógicamente me refiero a las recientemente liberadas en esta zona de Asia
Menor) debían eliminar la oligarquía reinante e instaurar una democracia. Esto
eliminaba cualquier posible sospecha de autoritarismo por su parte. Entre
medias, da sitio con éxito a algunas ciudades como Mileto, donde los persas se
habían atrincherado. En su avance se cruza con Halicarnaso, uno de los puertos
más importantes de los persas y objetivo clave en el plan de privar a Darío de
bases en el mediterráneo desde donde pudiera lanzar una ofensiva en Europa que
podría alentar a algunas ciudades a rebelarse. Alejandro trajo sus máquinas de
asedio y empezó la dura tarea de doblegar la resistencia de Memnón (a estas
alturas, asignado por Darío de la defensa de lo que queda de todo Asia Menor).
Después de durísimos ataques, Memnón se repliega a la ciudadela de la
ciudad como última y fortísimo bastión. Alejandro se da cuenta que le llevará
mucho tiempo tomar la ciudadela, por lo que decide vaciarla y dejar un
destacamento que controle a los defensores y continúa con sus planes.
Después de organizar el sitio Halicarnaso
Alejandro hace una pausa deja como sátrapa de Caria a Ada, una mujer caria
hermana del anterior sátrapa. Ella aceptó a Alejandro como su rey y le había
dado la bienvenida a aquella provincia. Probablemente Ada tenía sus propios intereses
dentro de su provincia. Además manda reclutar mercenarios nuevos, licencia por
un tiempo a algunos soldados y divide su ejército en dos, enviando a Parmenión
a controlar el interior de la región, ya que recordemos que Alejandro tomó
bases en la línea costera y no puede permitirse dejar puntos fuertes del
enemigo a sus espaldas tierra adentro que condicionen su línea de
aprovisionamiento. Mientras tanto él sigue por la costa asegurando los puertos
y ciudades. Gira hacia el norte y en el camino se tropieza con otra ciudad
persa que no se somete, por lo que procede a tomarla por asalto sin
ningún tipo de problemas. Más adelante se reúne con las fuerzas de Parmenión
que venían de conquistar el interior y se toma 10 días de merecido descanso.
Sigue en su marcha hasta llegar a Gordio donde
se dice que había un carro famoso que pertenecía al viejo rey Midas. Este carro
tenía un nudo que lo unía con el yugo (madera
donde se atan los bueyes). Pues bien, según la leyenda, la persona que desatara
el famoso “nudo gordiano” sería el
próximo soberano de Asia. La famosa leyenda no era indiferente a los oídos de
Alejandro y se dispuso a desatarlo. Pero era tal la complejidad del nudo que en
un arrebato de furia lo cortó con la espada para no buscarse tantos problemas.
Como Alejandro había armado un halo de misticismo alrededor de su persona (que
los dioses lo favorecen, y que, según un águila, sería el próximo rey de
Asia, y demás augurios positivos) el hecho de que lo tuviera que cortar con la
espada levantó algunas dudas entre los presentes. Pero bueno, sigue su marcha
hasta las regiones que lindan con el Mar Negro, allí establece nuevos sátrapas,
pero manteniendo la política de respeto por las comunidades nativas.
Estamos en el año 333.
Alejandro corta el nudo gordiano. (Wikipedia)
Movimientos navales
y camino a Issos
Para estas alturas Memnón estaba con la flota
persa dando vueltas por el Mar Egeo, intentando causar una rebelión entre
los griegos. Alejandro envía a toda su flota para balancear las fuerzas navales
y controlar los puertos y pasos claves para sus líneas de aprovisionamiento.
Ese mismo año muere Memnón producto de una enfermedad, y es reemplazado por
Farnabaces que sigue con su estrategia.
Alejandro da media vuelta y se dirige
nuevamente hacia el sur, ya que le llega la noticia que Darío está yendo a
interceptarlo con el ejército imperial. Éste sería su primer enfrentamiento con
el ejército de Darío, ya que la batalla del Gránico fue contra un rejunte de
tropas organizadas por los sátrapas de la región. En su camino pasa por las
famosas Puertas Cilicias, un estrecho paso resguardado por persas que huyen al
ver que es Alejandro mismo quien encabeza el ataque. De haber plantado
resistencia, los persas seguramente le habrían causado un fuerte dolor de
cabeza a Alejandro. Al llegar a la costa Alejandro cae enfermo, probablemente
extenuado, aunque según otros contrajo una enfermedad al bañarse en aguas
heladas. El asunto es que todos los médicos lo daban por irrecuperable menos
uno (un tal Filipo). Cuando está por tomar un remedio preparado por éste le
avisan por carta que el médico es un posible traidor trabajando para Darío.
Alejandro confía en él, dándole la carta que lo acusaba mientras toma el
brebaje, mostrando la confianza que tiene en sus seguidores y su entereza ante
la muerte.
Farnabaces, a todo esto, logra reforzar
Halicarnaso y tomar algunas ciudades que pueden traerle problemas en los
Dardanelos. Como vemos, la marina persa sigue causando dolores de cabeza.
Alejandro sabe que no la puede vencer en batalla naval, como tampoco puede
adentrarse tierra adentro en Asia dejando la marina persa aún intacta
estableciendo alianzas con los espartanos y tentando a los atenienses para que
abandonen la causa griega en Asia.
Alejandro deja en la ciudad de Issos a sus
hombres heridos y enfermos. Luego le informan de que Darío está, con su
ejército, a dos días de marcha tierra adentro en dirección a Siria, por lo que
sigue avanzando hacia el sur. A los dos días le dicen que Darío esta ahora
¡detrás de él! El Persa había girado al norte y se le posicionó por detrás
entrando en Issos y aniquilando los hombres que Alejandro había dejado allí.
Alejandro podría seguir avanzando, pues tenía el camino libre, pero no le
convenía dejar al poderoso ejército que había juntado el rey persa a sus
espaldas con posibilidades que se reúna con la flota de Farnabaces y pueda
embarcarse.
Mientras tanto le llegan noticias de que
finalmente la ciudadela de Halicarnaso fue tomada con éxito.
Batalla de Issos
Estamos ante las puertas del primer gran
enfrentamiento entre Alejandro y Darío. Imaginemos la situación. La costa es
una línea que corre Norte-Sur. Al Oeste esta el mar Mediterráneo y al Este el
terreno se hace más escarpado. La franja de tierra intermedia es muy pequeña,
impidiendo que Darío con su ejército numéricamente superior se extienda
en una línea mayor a la de Alejandro. Las cifras del ejército persa varían desde
100.000 hasta 200.000 hombres. Mientras tanto, las cifras del ejército de
Alejandro eran menores, solamente 5.300 jinetes y 26.000 hombres. Parmenión
comandaba el lado izquierdo con la caballería griega, algunas falanges
macedonias y algunas tropas livianas de soporte. Alejandro comandaba el ala
derecha con la caballería peonia, tesalía y los famosos Compañeros. A su vez
tenía la guardia de infantería real, hipaspistas y algunas falanges. Detrás de
la línea estaban los mercenarios griegos y balcánicos de Alejandro.
El enorme ejército de Darío estaba dispuesto
con un gran contingente de caballería en el ala derecha cerca a la costa, mucha
infantería en el centro y en el ala izquierda estaba su mejor infantería y
algunos escuadrones de caballería. Él y su guardia Real se situaron detrás de
la línea.
Darío ordena a la caballería del ala izquierda
que flanqueen el ala derecha de Alejandro desde una posición elevada.
Inmediatamente Alejandro envía un destacamento de su caballería a proteger ese
flanco y ordena el avance de toda la línea. Cuando se encuentra a escasos
metros del enemigo ordena a la infantería que ataque a la infantería persa. A
su vez, el ala izquierda de Alejandro estaba siendo atacada por la caballería
persa y se entablaba un durísimo combate. Su infantería logra una pequeña
penetración en las filas persas, con lo que Alejandro ordena a su caballería
real que explote esa brecha y se lance con todo en dirección al mismísimo
Darío. El rey persa, ante la proximidad de Alejandro y sus tropas, decide dar
media vuelta en su carro y huir. Sin mando, y ante la gran presión ejercida por
el ejército de Alejandro la línea persa se derrumba del todo y se bate en
retirada, sufriendo enormes bajas. Alejandro perdió apenas 150 jinetes y 300
infantes, mientras que los persas, según algunas versiones sufrieron 110.000
bajas. Quizás un dato exagerado, pero lo concluyente fue la desintegración del
ejército imperial, que huyó a distintos lugares.
En su apuro por escapar, Darío se olvidó (o
dejó) a su familia en el camino. Su madre la Reina Madre Sisigambis, mujer e
hijos, más algunas damas de honor, creían que el gran rey de Persia había
fallecido. Inmediatamente Alejandro manda a decirles lo contrario para calmar
sus angustias. Cuando se encuentran, la madre de Darío confunde a Hefestión con
Alejandro. Éste le perdona diciendo “Hefestión también es Alejandro”.
Para su tranquilidad, Alejandro prometió respetar la familia de Darío
tratándolos como miembros de su propia realeza.
Junto con la familia real de Darío se haya el
tesoro que Darío llevaba consigo, y que quedó a cargo de Alejandro.
Después de la victoria, Alejandro tenía como
opción perseguir a Darío con el fin de evitar que arme un nuevo ejército
imperial o seguir tomando las ciudades costeras privando de bases de
operaciones a la flota persa. Optó por esta última opción. En el camino al sur
le llega una carta con una oferta por parte de Darío para formar una alianza, y
preguntándole además si puede devolverle a su familia. Alejandro le responde
que él podría seguir siendo rey de la vieja región de Persia y Media solamente
si le reconoce como su soberano y ¡Señor de toda Asia!
Asedio de Tiro y la
llegada a Egipto
Como dijimos, la estrategia de Alejandro ahora
consiste en privar a la marina persa de sus puertos, es por esto que decide
avanzar hacia el sur por la costa, las ciudades se someten a su voluntad a
excepción de Tiro. La ciudad fortificada y fenicia de Tiro era una amenaza a
sus líneas de comunicación y no podía dejarla pasar por alto. La ciudad estaba
erigida sobre toda una isla, lo cual la convertía en un lugar
inexpugnable. Al principio Alejandro envió intermediarios para que
negociaran la rendición de la ciudad. Sin embargo, y con poco sentido común,
los tirios ejecutan a los emisarios, los cuelgan de las paredes y los tiran al
mar ¡frente a los ojos mismos de los macedonios! Inmediatamente se procede a
dar sitio a la ciudad, que comenzó en el año 332 y duro varios meses.
Al principio Alejandro mandó construir una
calzada que uniera el continente con la isla. ¡Pequeña tarea de 800 metros!
Mientras trabajaban los obreros, los tirios hostigaban a los constructores
desde la ciudad y desde sus barcos. Para proteger a sus obreros Alejandro
construye 2 torres de asedio de 45 metros de alto. Los tirios mandan una nave
incendiaria que choca con las torres y éstas se prenden fuego. Pero Alejandro,
irritado, no planea rendirse ante la feroz defensa de los tirios y manda
construir más torres de asedio. Además juntó una flota con los barcos que
tuviera a su alcance para protegerlos, y probablemente contó con la ayuda
local de los enemigos de Tiro. Alejandro cuenta ahora con una flota similar a
la de Tiro, pero astutamente éstos se niegan a entrar en combate abierto y a su
vez bloquean la bahía norte y sur evitando así que los barcos asistan a los
constructores. Tiro se defendía con todo lo que tenía, incluso llegaron a tirar
arena al rojo vivo hacia los invasores. Ésta se les colaba por entre las ropas
y armaduras, causando un increíble dolor y desesperación en la víctima.
Cada idea de Alejandro de asalto o de
debilitación de las defensas es repelida por los tirios hasta que después de un
durísimo combate Alejandro logra que su infantería penetre en las defensas por
la zona Sur, donde las murallas eran más débiles. La destrucción fue total. Los
macedonios llenos de ira, ya que recordemos que los tirios habían
ejecutado a los prisioneros y los habían tirado al mar frente a sus propios
ojos, fueron una fuerza devastadora. Murieron 8.000 ciudadanos, y todos los
sobrevivientes (30.000 personas) de la ciudad fueron esclavizados. Alejandro,
como en todas sus victorias, rindió honores a los dioses agradeciendo su
fortuna.
Durante el sitio Darío envía a Alejandro otra
embajada con otra propuesta. Le ofrece 10.000 talentos, los territorios de Asia
Menor al oeste del Eufrates, la mano de su hija a cambio de su familia cautiva
y una alianza. Parmenión le dice a Alejandro que en su situación aceptaría tan
buena oferta. Alejandro le responde que si él fuera Parmenión probablemente
aceptaría también, pero él es Alejandro, no Parmenión, así que no planea
aceptar la propuesta.
Gaza es la segunda ciudad en ser asediada, y
tras duros combates es finalmente tomada. Su ejército entra sin oposición en
Egipto, donde es bien recibido por los sacerdotes. Allí le llegan las gratas
noticias que su flota venció por fin al remanente de la flota persa.
La conquista de
Egipto
En el año 332,
Alejandro entró en Egipto, donde el macedonio Amintas acababa de cometer su
desatino, país en el que el clero estaba siempre en rebelión contra sus
opresores.
Acompañado de las fuerzas navales a las órdenes de Hefestion, Alejandro llegó en siete días de Caza a Pelusio, siguiendo a continuación hacia Mentís que tomó, entregando enseguida el mando a Hefestion, mientras Alejandro entraba en tratos con el clero egipcio, que le recibió como un libertador de la opresión persa, devolviéndoles sus antiguos privilegios, inmolando víctimas al buey Apis y a otras divinidades y ordenando la reconstrucción de los templos, siendo reconocido a principios de diciembre del año 332 como faraón.
Acompañado de las fuerzas navales a las órdenes de Hefestion, Alejandro llegó en siete días de Caza a Pelusio, siguiendo a continuación hacia Mentís que tomó, entregando enseguida el mando a Hefestion, mientras Alejandro entraba en tratos con el clero egipcio, que le recibió como un libertador de la opresión persa, devolviéndoles sus antiguos privilegios, inmolando víctimas al buey Apis y a otras divinidades y ordenando la reconstrucción de los templos, siendo reconocido a principios de diciembre del año 332 como faraón.
En enero del 331 a. C. Alejandro
fundó la ciudad de Alejandría en una zona costera muy fértil al oeste del delta
del Nilo. Los motivos de la fundación eran tanto económicos (la apertura de una
ruta comercial en el mar Egeo) como culturales (la creación de una ciudad al
estilo griego en Egipto, cuya planificación se dejó en manos del arquitecto
Dinócrates). La escritora inglesa Mary Renault, en su biografía de Alejandro,
comenta:
De Menfis bajó por el río hasta la costa, donde
tenía que tratar unos asuntos referentes a sus conquistas en Asia Menor. Navegó
por el Delta y varó en las proximidades del lago Mareotis. Le pareció un sitio
ideal para establecer una ciudad: buen fondeadero, buenas tierras, buen aire,
buen acceso al Nilo. Estaba tan decidido a emprender las obras que deambuló por
el emplazamiento, arrastrando tras de sí a arquitectos e ingenieros y señalando
las situaciones de la plaza del mercado, de los templos de los dioses griegos y
egipcios, de la vía real. Un hombre listo se percató de que Alejandro no tenía
tiza para marcar y le ofreció harina, que el macedonio aceptó. Los pájaros se
alimentaron de ella, por lo cual los adivinos previeron que la ciudad
prosperaría y daría de comer a muchos forasteros, predicción que Alejandría
sigue cumpliendo.
Posteriormente, tras un dificultoso viaje por
el desierto, llegó al oasis de Siwa, donde el profeta del dios Amón le anunció
que le saludaba tanto de parte del dios como de su padre. Alejandro preguntó si
había quedado sin castigo alguno de los asesinos de su padre Filipo, y si se le
concedería dominar a todos los hombres. Habiéndole dado el dios favorable
respuesta y asegurándole que Filipo estaba vengado, Alejandro le hizo
magníficas ofrendas, y entregó ricos presentes a los hombres allí destinados.
También se dice que Alejandro, en una carta enviada a su madre, le comunicó
haberle sido hechos ciertos vaticinios arcanos, que sólo a ella revelaría.
Algunos han escrito que queriendo el profeta saludarle en idioma griego con
cierto cariño le dijo "hijo mío", equivocándose en una letra; y que a
Alejandro le agradó este error, por dar motivo a que pareciera le había llamado
hijo de Zeus.
La cultura del antiguo Egipto impresionó a
Alejandro desde los primeros días de su estancia en este país. Los egipcios nos
han dejado testimonio, grabado en piedra, de estos hechos y apetencias. En
Karnak existe un bajorrelieve donde se representa a Alejandro haciendo ofrendas
al dios Amón en calidad de converso. En él, viste la indumentaria de faraón:
Nemes (el paño que cubre la cabeza y va
por detrás de las orejas, clásico del antiguo Egipto), o la Corona Doble,
roja y blanca.
Cola litúrgica de chacal, que con el tiempo se
transformó en «cola de toro».
Ofrenda en cuatro vasos, como símbolo que
indica «cantidad», «repetición», «abundancia» y «multiplicación».
La satrapía de
Egipto
Alejandro reorganizó en Menfis la
administración de la antigua satrapía persa, dejando el control de las finanzas
y la recogida de impuestos a Cleomenes, un griego de Naucratis abandonando
Egipto para enfrentarse a los ejércitos de Darío, por el itinerario de Tiro,
donde en mayo del año 331 celebró las fiestas de Herakles-Melkart y Dionisos y
procediendo a la reorganización financiera de Asia Menor. También, envió cien
navíos chipriotas y fenicios para operar junto con las tropas navales
macedonias en las cuestiones del Peloponeso, liberando, también, a los griegos
que habían sido hechos prisioneros en la batalla del Gránico, en un intento
evidente de acercarse a Grecia, que no terminaba de decidirse a ayudar
plenamente a Alejandro.
Batalla de Gaugamela
En la primavera de 331 a. C., Alejandro
dejó Egipto regresando a Tiro donde estaba su flota. De allí se dirigió a
Antioquía, cruzando el valle del río Orontes, y llegó al Río Éufrates a la
altura de Tapsaco, donde fundó la ciudad de Niceforio para que fuera una plaza
fuerte y depósito de los suministros del ejército. Aquí supo que Darío se
encontraba en Arbelas, por lo que cruzó el Tigris y se dirigió hacia el norte
bordeando la ribera oriental del río.
Darío había reclutado un nuevo ejército tras su
derrota en Issos. Desde Babilonia avanzó hacia el norte, pasó a la orilla
izquierda del Tigris y continuó hacia Arbelas, donde estableció su
aprovisionamiento y su harén. Luego dirigió el ejército a Gaugamela, lugar que
tenía una amplia llanura que favorecería el movimiento de sus numerosas tropas
montadas. Incluso procedió a nivelar el terreno y eliminar los obstáculos,
convirtiendo Gaugamela en un inmenso campo de maniobras apto para que se
desplazaran sus carros provistos con guadañas en las ruedas.
Despliegue inicial
Ejército persa
En la llanura
en un frente de 5 a 6 km, Darío desplegó 35.000 jinetes, 40.000 infantes
pesados, 200 carros falcados, 1.500 arqueros, 30.000 takabaras o peltastas, y
entre 100.000 a 150.000 eran levas.
Ala
izquierda caballería al mando de Bessos: delante 1.000 arqueros bactriano y
3.000 arqueros escitas y 100 carros falcados bajo el mando de Mausaces.
Detrás segunda línea 6.000 bactrianos mandados por Bessos, 3.000 escitas dahan;
2.000 arcosianos y 1.000 persas bajo el mando de Bersantes, y otros.
En el
centro en primera línea 1.000 albanios, 1.000
secesianos, 50 carros falcados, 1.000 jinetes reales, 15 elefantes y 1.000
jinetes hindúes, detrás, 5.000 kardakes, 5.000 hoplitas griegos mandados
por Foceo, Ciro en su carro con su escuadrón Real (1.000 jinetes) o rodeado por
10.000 inmortales, hoplitas griegos mandados por Glauko el etolio, 5.000
kardakes.
Ala
derecha la caballería al mando de Marzeo: 2.000
armenios, 1.000 capadocios y 100 carros falcados mandados por Orontes.
Detrás 1.000 sirios y 1.000 mesopotamios mandados por Marzeo; 2.000 medos y
1.000 cadusios mandados Atropates; 2.000 partos y 1.000
hircanianos bajo el mando de Pratafernes; 1.000 albanios y 1.000
secesianos y 1.000 areianos bajo el mando de Satibarzanes cerca del centro
Segunda
línea: Detrás desplegó las levas asiáticas
reclutadas en todas las satrapías. La parte izquierda manda por Abulites lo
componían aracolios, caducos, susianos, sitanaceos, daseos, indios, etc. La
parte derecha mandada por Bupares lo componían mesopotamios, medos, sacios,
babilonios, etc.
Batalla de Gaugámela 331 AC: despliegue
inicial
Ejército macedonio
Alejandro
desplegó igual que en las batallas anteriores, en su ala izquierda al mando de
Parmenio: la caballería ligera y traciana (800) la caballería tesaliana
(2.100), infantería ligera y arqueros (1.000), 3 taxis (6.000) y
detrás 4.000 mercenarios griegos en segunda línea, Alejando mandaba el ala
derecha con 3 taxis (6.000) 3.000 hipaspistas, la caballería de los
Compañeros (2.100) infantería ligera de montaña tribalos, tracios y agrianos,
(1.000) y la caballería ligera y peonia (1.000), delante de esta línea los
escaramuzadores, detrás 4.000 hoplitas griegos. Total 7.000 jinetes,
22.000 infantería pesada y 18.000 infantería ligera.
La táctica
de Darío era la de envolver al ejército macedonio por ambas alas y romper la
formación de su centro con los carros falcados o carros escitas.
Batalla de
Gaugamela 331 AC. Dario III en su carro en medio del despliegue persa. Film
Alexandros
Primera fase
Alejandro inició
la marcha en orden oblicuo desplazándose a la derecha para evitar el
terreno allanado con el fin de que los persas no pudiesen usar los carros
falcados.
Batalla de Gaugámela 331 AC: Primera fase
Cuando
avanzaban, Alejandro vio como toda la caballería del ala izquierda persa
mandada por Bessos se lanzaba hacia ellos, Alejandro reaccionó con prontitud
mandando a la caballería ligera que cargase contra las primeras tropas que iban
a rodearlo, el contraataque macedonio fue rechazado por los escitas y
bactrianos, pero Alejandro volvió a demostrar una gran rapidez de reflejos y de
visión del combate, ordenando a los peonios e infantería ligera un ataque con
el objeto de extender su ala derecha, tal y como había previsto que sucedería.
Bessos
mandó hacía ese lugar fuerzas de refresco compuestas por el resto de los
jinetes bactrianos y escitas, los cuales rompieron las filas de los compañeros,
causando graves pérdidas, puesto que los caballos escitas estaban mejor
protegidos por una armadura defensiva. A pesar de ello, la disciplina y el
orden demostrado por los macedonios en su repliegue posibilitó que éstos se
volviesen a reagrupar en perfectos escuadrones que acabaron por romper las
líneas enemiga.
Darío al
ver el desarrollo mandó a los carros falcados inicial la carga. Precedidos de
jinetes persas que arrastraban ramas para levantar polvo, la falange macedonia
apenas tenía tiempo para maniobrar. Alejandro había adiestrado a sus tropas
para que se abrieran. Según la Anábasis, los caballos se metían por los
corredores creados entre la falange inofensivamente. Lamentablemente, el polvo
impidió que todo el frente reaccionara igual. La mayoría de los carros pasaron
por los pasillos que abrieron los piqueros, pero muchos otros se estrellaron
contra las líneas y segaron cientos de vidas con sus guadañas. No obstante, los
aurigas fueron rápidamente neutralizados, a tiempo para que la falange
absorbiera el grueso del ataque de la infantería persa.
Batalla de Gaugamela 331 AC. Carga de los
carros falcados contra la falange macedonia. Film Alexandros
Al mismo
tiempo, la caballería persa del ala derecha persa mandada por Marceo, se
estrelló contra el frente de Parmenio, y como eran muchos más, superó el frente
y un gran número de jinetes rebasaron a los macedonios y avanzaron hacia el
campamento macedonio que se encontraba a unos 10 km del frente para
rescatar a la familia real y saquear el campamento.
Segunda
fase
La
caballería escita y bactriana de Bessos pone en un serio aprieto a la
caballería de Alejandro, entonces da la orden a los hoplitas griegos de
cargar contra la caballería de Bessos, parándoles y empeñándoles en un
combate casi parados.
Se produce
un hueco en la falange griega y por él se cuelan los jinetes reales, hindúes,
albánios y secesianos que van a saquear los bagajes avanzados macedonios,
Parmenio manda a los hoplitas griegos para evitar el saqueo y bloquearles.
Tercera
fase
Darío
ordena a los griegos de Glauko en su izquierda y a los kardakes reforzar la
caballería de Bessos, Alejandro vio el hueco y mandó girar a la izquierda
su caballería y se lanzó directamente contra Darío por detrás de los
Inmortales, al mismo tiempo avanzó directamente con los hipaspitas y la falange
contra el centro. Esto fue demasiado para el Gran Rey, que de nuevo dio media
vuelta al carro y huyó, dejando su ejército atrás.
Aquello no
fue el fin de la resistencia persa. Bessos se enteró y dio orden de retroceder
para cubrir la retirada del Rey. Alejandro no pudo perseguirlo porque Parmenio
necesitaba ayuda urgente, dio media vuelta y tuvo que abrirse paso a través de
persas en retirada, algunos en formación que iban a reforzar el ala izquierda,
cuando Alejandro llegó, Permenio había contraatacado y toda la caballería de
Marceo se puso en desbandada.
Batalla de
Gaugámela 331 AC: Tercera Fase
Libre
Parmenio, se reanudó la persecución que se prolongó hasta la noche, iniciando
una marcha forzada sobre Arbelas, pero Darío logró escapar, unos 2.000
mercenarios griegos que también lograron escapar se reunieron con Darío y
Bessos quien posteriormente le asesinaría.
Los muertos
se estiman en 40.000 muertos persas y 5.000 macedonios.
Conquista de
Babilonia
Alejandro viajó hacia el sur,
hacia Babilonia, donde fue bien recibido por una población heterogénea que
detestaba a los persas. Aquí, Alejandro restauró los cultos caldeos y los
sacerdotes y con el apoyo de la casta sacerdotal, impuso más fácilmente el
dominio macedonio.
Viajó después Alejandro hacia
Susa con todo su ejército, tomando en esta ciudad, que se sometió sin lucha,
grandes tesoros en metales preciosos y artísticos, organizando además grandes
juegos y diversiones, además de confirmar al sátrapa Abulites en sus funciones.
A finales de enero del año 330
reanudó la marcha, pasando por Elam hasta Persépolis. Estimulado por las quejas
de los griegos allí prisioneros, ordenó el saqueo de la ciudad, que entregó al
ejército, quemándose el palacio de Jerjes después de una fiesta vengando así a
los griegos y demostrando Alejandro que no quería convertir la ciudad en su
capital.
Persecución y Muerte
del Rey Persa, Darío
Mientras tanto, Darío estaba en
Ecbátana, capital de la Media, la moderna Hamadan, de la que huyó antes de
llegar Alejandro, que dejó en la ciudadela de esta ciudad parte del tesoro
traído de Persépolis y desmovilizó a los contingentes griegos, incluidos los
tesalios, después de haberles entregado una buena recompensa, lanzándose a
perseguir a Darío con la élite de sus tropas, pasó las Puertas Caspias, a
ochenta y dos kilómetros de la actual Teherán y unos días después el primero de
julio del año 330, descubrieron el cuerpo sin vida de Darío al oeste del
Damghan, en Partia, asesinado por orden de los jefes de los turanios, Bessos,
sátrapa de Bactriana, Satibarzanes y Barsaentes.
Bessos se proclamó jefe de la
resistencia antimacedonia, apoyándose en la caballería bactriana, proclamándose
a finales de agosto del año 330, sucesor legítimo de Darío, con el nombre de
Artajerjes, y finalmente fue capturado por el destacamento de Ptolomeo, siendo
enviado a Ecbátana para ser juzgado allí por un tribunal persa y ejecutado
mientras que Alejandro fue nombrado rey.
Se erigió en sucesor de los Aqueménidas, adoptando la titulatura real persa, sus costumbres y la vestimenta oriental, lo que provocó la oposición de los macedonios, como ya había sucedido con ocasión de la conjura por la que hizo ejecutar a Filotas, hijo del general que mandaba las tropas de Media, Parmenio, al que también mandó asesinar después.
Se erigió en sucesor de los Aqueménidas, adoptando la titulatura real persa, sus costumbres y la vestimenta oriental, lo que provocó la oposición de los macedonios, como ya había sucedido con ocasión de la conjura por la que hizo ejecutar a Filotas, hijo del general que mandaba las tropas de Media, Parmenio, al que también mandó asesinar después.
Prosiguió la campaña conquistando
las satrapías orientales del Imperio persa: Drangiana, Aracosia y Sogdiana y en
el año 327 se casó con Roxana, princesa sogdiana, impulsando los matrimonios
mixtos y adaptando diversos ceremoniales persas que le acarrearon, como
anteriormente, problemas y protestas de los macedonios, como la llamada Conjura
de los pajes, en la que, entre otros, fue condenado a muerte Calistenes,
filósofo griego de Olinto, sobrino y discípulo de Aristóteles, cronista oficial
de Alejandro Magno, que cometió el error de burlarse del fasto oriental y las
para él exageradas pretensiones
de Alejandro, al que resultaron odiosas su severidad y libre franqueza.
de Alejandro, al que resultaron odiosas su severidad y libre franqueza.
Esta muerte, más que ninguna
otra, excitó contra Alejandro la malquerencia de los macedonios.
Tras muchas peripecias y conquistas, Alejandro
había invadido la Sogdiana y la Bactriana, se había casado con la princesa
Roxana, y llevaría a su ejército a atravesar el Hindu Kush y a dominar el valle
del Indo, con la única resistencia del rey indio Poros en el río Hidaspes.
A sus 32 años, su Imperio se extendía hasta el
valle del Indo por el Este y hasta Egipto por el Oeste, donde fundó la ciudad
de Alejandría (hoy Al-Iskandría).
Fundador prolífico de ciudades, esta ciudad
egipcia habría de ser con mucho la más famosa de todas las Alejandrías fundadas
por el también faraón Alejandro. De las 70 ciudades que fundó, 50 de ellas
llevaban su nombre.
Con sus acciones militares extendió ampliamente
la influencia de la civilización griega y preparó el camino para los reinos del
período helenístico y la posterior expansión romana. Además, también fue un
gran amante de las artes. Alejandro era consciente del poder de propaganda que
puede tener el arte y supo muy bien controlar la reproducción de su efigie,
cuya realización sólo autorizó a tres artistas: un escultor, Lisipo, un orfebre
y un pintor, Apeles. Los biógrafos de Alejandro cuentan que éste tenía en gran
aprecio al pintor y que visitaba con frecuencia su taller y que incluso se
sometía a sus exigencias.
Invasión de India
Tras
la muerte de Espitámenes y su boda con Roxana (Roshanak en bactriano)
para consolidar sus relaciones con las nuevas satrapías de Asia Central, en el
326 a. C. Alejandro puso toda su atención en el subcontinente indio e
invitó a todos los jefes tribales de la anterior satrapía de Gandhara, al norte
de lo que ahora es Pakistán para que vinieran a él y se sometieran a su
autoridad. Āmbhi, rey de Taxila, cuyo reino se extendía desde el Indo hasta el
Hidaspes, aceptó someterse pero los rajás de algunos clanes de las montañas, incluyendo los aspasioi y los assakenoi
de la tribu de los kambojas, conocidos en los textos indios como ashvayanas
y ashvakayanas (nombres que se refieren a la naturaleza ecuestre de su
sociedad, de la raíz sánscrita ashva, que significa ‘caballo’), se
negaron a ello.
Alejandro tomó personalmente el mando de los
portadores de escudo, los compañeros de a pie, los arqueros, los agrianos y los
lanzadores de jabalina a caballo y los condujo a luchar contra la tribu de los kamboja
de la que un historiador moderno escribe que «eran gentes valientes y le fue difícil a Alejandro aguantar sus
acometidas, especialmente en Masaga y Aornos».
Alejandro se enzarzó en una feroz contienda
contra los aspasioi en la que le hirieron en el hombro con un dardo,
pero en la que los aspasioi perdieron la batalla y 40 000 de sus
hombres cayeron prisioneros. Los assakenoi fueron al encuentro de
Alejandro con un ejército de 30 000 soldados de caballería, 38 000 de
infantería y 30 elefantes, lucharon valientemente y opusieron una tenaz
resistencia al invasor en las batallas de las ciudades de Ora, Bazira y Masaga,
ciudad esta última cuyo fuerte fue reducido sólo tras varios días de una
sangrienta lucha en la que hirieron a Alejandro de gravedad en el tobillo.
Cuando el rajá de Masaga murió durante la
batalla, el comandante supremo del ejército acudió a la vieja madre de éste,
Cleofis, la cual también parecía dispuesta a defender su tierra hasta el final
y asumió el control total del ejército, lo que empujó también a otras mujeres
del lugar a luchar por lo que Alejandro sólo pudo controlar Masaga recurriendo
a estratagemas políticas y actos de traición. Según Quinto Curcio Rufo, «Alejandro no sólo mató a toda la población
de Masaga, sino que redujo sus edificios a escombros». Una matanza similar
ocurrió en Ora, otro bastión de los assakenoi.
Mientras todas estas matanzas ocurrían en
Masaga y Ora, varios assakenoi huyeron a una alta fortaleza llamada
Aornos donde Alejandro los siguió de cerca y capturó la roca tras cuatro días
de sangrienta lucha. La historia de Masaga se repitió en Aornos, y la tribu de
los assakenoi fue masacrada.
En sus escritos acerca de la campaña de
Alejandro contra los assakenoi,
Victor Hanson comenta: «Después de
prometer a los assakenoi,
quienes estaban rodeados, que salvarían sus vidas si capitulaban, ejecutó a
todos los soldados que aceptaron rendirse. Las contiendas de Ora y Aornos se
saldaron de forma similar. Probablemente todas sus guarniciones fueron
aniquiladas.»
Batalla del Hidaspes del 326 a. C.
Al llegar al valle del Indo se reunió con el
grueso de su ejército que había seguido un camino más directo. Formó una
alianza con Taxiles, el rey de la región, y construyó unos pontones para cruzar
el río Indo con 75.000 hombres. Taxiles le pidió ayuda contra su rival el rey
Poros, y le proporcionó 5.000 hombres. Alejandro avanzó contra Poros hacia su
próximo obstáculo, el río Hidaspes (hoy Jhelum en la región del Punjab), con
unos efectivos entre 31.000 y 34.000 infantes y unos 7.300 jinetes, de los
cuales 1.000 eran arqueros escitas.
Poros contaba de 20.000 a 50.000 infantes,
4.000 jinetes, 300 carros y entre 80 y 100 elefantes. Los infantes hindúes o kshartya,
eran soldados profesionales, al igual que los macedonios. Se dividían en dos
tipos: los arqueros, con largos arcos de bambú de 1,8 m. que disparaban flechas
de punta de hierro y que podían atravesar corazas, aunque debido a la lluvia
perdieron su eficacia y los lanceros, provistos de lanzas o jabalinas y con
escudos de piel sobre un tejido de mimbre. Todos, salvo los más pudientes, iban
sin armadura, con la vestimenta acostumbrada era una larga falda, y armados con
espadas de hoja de hierro.
Los elefantes que eran grandes machos,
castrados, de 3,5 m de hombros y un peso de hasta 5 toneladas. Cada uno llevaba
una coraza de piel de buey o búfalo, y del arnés colgaban campanas para amplificar
el ruido del elefante al moverse. Lo montaban un cornaca y hasta cuatro
guerreros, provistos de arcos o jabalinas, a horcajadas sobre el lomo del
animal. Pero el arma principal del elefante era pisotear al enemigo,
derribarlos con la trompa y ensartarlo con los colmillos, que podían ir
cubiertos con afiladas vainas de hierro.
Los jinetes hindúes utilizaban un rudimentario
estribo que proporcionaba sujeción al dedo gordo del pie del jinete, lo que les
daba mayor estabilidad.
Poros se enteró y envió a su propio hijo a
atacar con 2.000 jinetes y 120 carros, pero Alejandro envió varias cargas de
caballería haciendo retroceder a los hindúes, matando al hijo y capturando
varios carros.
Poros entonces
decidió emplear toda su fuerza, eligió un terreno no demasiado fangoso,
formando una línea de unos 3 km de longitud, colocando en cada ala 2.000
jinetes y 150 carros; en el centro los 30.000 infantes en su mayoría ligeros y
delante de éstos 200 elefantes, un elefante cada 100 metros. Alejandro contaba
con una fuerza de 6.000 infantes y 5.000 jinetes, escondió unos 1.000 jinetes
al mando de Coenios detrás de la falange, en su ala derecha situó 4.000
jinetes y los hipaspistas y a continuación 4 taxis. Había dejado en el
campamento al mando Cratero 2 taxis, la caballería tesaliana y los
aliados hindúes.
Primera fase
Alejandro
mandó a los 1.000 arqueros montados escitas al mando de Taurón contra el ala
izquierda de Poros para eliminar los carros hindúes y desorganizar la
caballería adversaria. Poros manda a su caballería del ala derecha trasladarse
a su ala izquierda.
Segunda fase
Alejandro
al frente de la caballería de los Compañeros intentó envolver a la
caballería de Poros con el fin de alejarla de su infantería, Poros avanzó para
cortarle el paso, pero sus carros se atascaron en el barro. La infantería
macedonia avanzó en orden oblicuo contra la infantería hindú. Coenios con sus 1.000
jinetes envuelve al despliegue hindú, atacando la caballería de Poros por
retaguardia.
Batalla de Hidaspes 326: lucha entre los
elefantes y carros de guerra hindues contra los macedonios. Autor Angus
McBride
Tercera fase
Cuando los
elefantes de Poros atacaron fueron frenados por el bloque compacto que ofrecía
la falange: una auténtica muralla de bronce erizada de hierro que detuvo en
seco a los elefantes. Los elefantes cargaron enloquecidos contra los
falangistas.
Batalla de Hidaspes 326 AC contra los
elefantes hindúes. Alejandro haciendo frente a la carga de los elefantes. Autor
Sergio Budicin.
Muchos
macedonios murieron aplastados bajo los paquidermos, pero también acertaron a
abrir pasillos para que los elefantes pasaran, y luego la caballería ligera y
los hostigadores los rodearon, asaeteando a los conductores, otros perdieron el
control, y salieron en estampida, causando daño tanto a macedonios como indios.
Por fin, Alejandro y la caballería macedonia derrotaron a la caballería hindú,
y cargaron contra los flancos y retaguardia del centro hindú, decidiendo la
batalla.
Con casi
ocho horas de duración, fue una batalla muy larga para los estándares de la
antigüedad, y sin duda resultó tremendamente sangrienta.
Las bajas
de Alejandro fueron de 4.000 infantes y 280 jinetes muertos, 8.000 heridos. Las
bajas de Poros: 12.000 infantes, 400 jinetes, 9.000 hombres capturados y 80
elefantes capturados.
Tras la batalla, Alejandro quedó tan
impresionado por la valentía de Poros que hizo una alianza con él y le nombró
sátrapa de su propio reino al que añadió incluso algunas tierras que éste no
poseía antes. Alejandro llamó Bucéfala a una de las dos ciudades que había
fundado, en honor al caballo que le había traído a la India, y que habría
muerto durante la contienda del Hidaspes. Alejandro siguió conquistando todos
los afluentes del río Indo.
Al este del reino de Poros, cerca del río
Ganges, estaba el poderoso Imperio de Magadha gobernado por la dinastía Nanda.
Temiendo la perspectiva de tener que enfrentarse con otro gran ejército indio y
cansado por una larga campaña, el ejército macedonio se amotinó en el río
Hífasis (actual río Beas), negándose a seguir hacia el Este:
El combate de Poro
desmoralizó mucho a los Macedonios, apartándolos de querer internarse más en la
India: Pues no bien habían rechazado a éste, que les había hecho frente con
20 000 infantes y 2000 caballos, cuando ya se hacía de nuevo resistencia a
Alejandro, que se disponía a forzar el paso del río Ganges, cuya anchura sabían
era de 32 estadios, y su profundidad de 100 brazas, y, que la orilla opuesta
estaba cubierta con gran número de hombres armados, de caballos y elefantes;
porque se decía que le estaban esperando los reyes de los gandaritas y los
preslos, con 80 000 caballos, 200 000 infantes, 8000 carros y 6000
elefantes de guerra.[
Siguiendo
con su costumbre, mientras descansaba su ejército fundó nuevas ciudades. Una de
ellas se llamaría Alejandría Bucéfala, en honor a su caballo, que murió por
causas naturales y no en la batalla, y otra llamada Alejandría de Nicea.
Alejandro
mandó construir una flota para navegar por el río Hidaspes, luego confluirá con
el Indo y de allí hacia el océano. Mientras construían la flota continuó su
avance en dirección Este por la región del Punjab, hacia el fin de la India.
Sin embargo, no se encontró con esto. Más bien siguió conquistando tribu tras tribu
y experimentando la dureza del clima de la región. Las lluvias del Monzón y la
hostilidad de la fauna, especialmente las serpientes venenosas, causaron
grandes malestares. En su avance cruzó con gran dificultad el gran río Acesines
(hoy Chenab) y el Hidraotes (hoy Ravi). Sin embargo, en el avance se topó con
una dura resistencia de los cateanos, que logró vencer luego de un gran asedio a la ciudad de Sangala
(hoy Sialkot), que fue tomada por asalto, liquidó 17.000 soldados enemigos y
logró capturar otros 70.000. Llegó al río Hífasis (hoy Beas) creyendo que ya
estaba cerca del fin de Asia. Pero los guías locales le informaron de que luego
vendría el valle del Ganges, y que después la tierra continuaba.
Su ejército
estaba exhausto y empezaba a desesperarse. Estaban en época de Monzones y
durante 60 días seguidos llovió continuamente. Sus soldados le pidieron
regresar. Fundó la ciudad de Alejandría del Hífasis y decidió regresar.
Alejandro, tras reunirse con su oficial Coeno,
se convenció de que era mejor regresar. Alejandro no tuvo más remedio que
dirigirse al sur. Por el camino su ejército se topó con los malios. Los malios
eran las tribus más aguerridas del sur de Asia por aquellos tiempos. El
ejército de Alejandro desafió a los malios, y la batalla los condujo hasta la
ciudadela malia. Durante el asalto, el propio Alejandro fue herido gravemente
por una flecha malia en el pulmón. Sus soldados, creyendo que el rey estaba
muerto, tomaron la ciudadela y descargaron su furia contra los malios que se
habían refugiado en ella, llevando a cabo una masacre, y no perdonaron la vida
a ningún hombre, mujer o niño. A pesar de ello y gracias al esfuerzo de su
cirujano, Critodemo de Cos, Alejandro sobrevivió a esa herida. Después de esto,
los malios supervivientes se rindieron ante las fuerzas macedónicas, y éstas
pudieron continuar su marcha. Alejandro envió a la mayor parte de sus efectivos
a Carmania (al sur del actual Irán) bajo el mando del general Crátero, y ordenó
montar una flota para explorar el golfo Pérsico bajo el mando de su almirante
Nearco, mientras que él conduciría al resto del ejército de vuelta a Persia por
la ruta del sur a través del desierto de Gedrosia (ahora parte del sur de Irán
y de Makrán, en Pakistán).
Alejandro
dejó refuerzos en la India. Nombró a su oficial Peitón sátrapa del territorio
del Indo, cargo que éste ocuparía durante los siguientes 10 años hasta el 316
AC, y en Panjab dejó a cargo del ejército a Eudemos, junto con Poros y Ambhi.
Eudemos se convirtió en gobernador de una parte de Panjab después de que éstos
murieran. Él y Peitón regresaron a Occidente en el 316 AC con sus ejércitos
para tomar parte en las guerras de los Diadocos. En el 321 AC, Chandragupta
Mauria fundó el Imperio Mauria en la India y expulsó a los sátrapas griegos.
El regreso
En
noviembre del año 326 parte, para enfrentar la amenaza de las tribus del sur
del Punjab el grupo se dividió en tres grupos. Alejandro navegaría con un grupo
por el río Hidaspes, Hefestión con otro sobre la ribera izquierda y Crátero
sobre la ribera derecha, más adelantado. Se habían establecido puntos de
encuentro a intervalos regulares.
Las
primeras tribus con la que se encontraron se rindieron fácilmente, pero le
llegan a sus oídos noticias de que otras planeaban juntarse y enfrentarlo,
especialmente los malios y oxidracas. Los malios eran las tribus más aguerridas
del sur de Asia por aquellos tiempos.
Alejandro
decidió atacar las tribus y vencerlas por separado antes de que se juntaran. Su
victoria fue aplastante, aunque las tribus de los malios luchaban hasta la muerte. Sin embargo un ejército de 50.000 malios logró escabullirse y se
atrincheraron en la ciudad de Multa. El propio Alejandro, al ver que las tropas
no podían subir las murallas, encabezó el ataque subiendo él mismo el primero
los muros fortificados por las escaleras, exponiéndose al límite. Iba
acompañado por unos guardias, y fue herido por una flecha en el pulmón. Sus
soldados, creyendo que el rey estaba muerto, tomaron la ciudadela y descargaron
su furia contra los malios
que se habían refugiado en ella, llevando a cabo una masacre, y no perdonaron
la vida a ningún hombre, mujer o niño. A pesar de ello y gracias al esfuerzo de
su cirujano, Critodemo de Cos, Alejandro sobrevivió a esa herida.
Después de
esto, los malios
supervivientes se rindieron ante las fuerzas macedónicas, y éstas pudieron
continuar su marcha.
Alejandro
llegó a la confluencia del río Indo, donde fundó Alejandría del Indo y envió a
la mayor parte de sus efectivos a Carmania (al sur del actual Irán) bajo el
mando del general Crátero a través de Alejandria Aracosia (Kandahar).
En el 325
el ejército llega a la ciudad de Patala en el delta del Indo, donde construyó
un puerto y mandó montar una flota para explorar el golfo Pérsico bajo el mando
de su almirante Nearco, mientras que él conduciría al resto del ejército de
vuelta a Persia por la ruta del sur a través del desierto de Gedrosia (ahora
parte del sur de Irán y de Makrán, en Pakistán), fue un terrible error que le
costó miles de soldados debido al calor y la sed. La travesía por el desierto
duró sesenta días, llegando finalmente a Alejandro llegó finalmente a
Persépolis 7 años después de haberla dejado.
Tras enterarse de que muchos de sus sátrapas y
delegados militares habían abusado de sus poderes en su ausencia, Alejandro
ejecutó a varios de ellos como ejemplo mientras se dirigía a Susa. Como gesto
de agradecimiento, Alejandro pagó las deudas de sus soldados, y anunció que
enviaría a los veteranos mayores a Macedonia bajo el mando de Crátero, pero sus
tropas malinterpretaron sus intenciones y se amotinaron en la ciudad de Opis,
negándose a partir y criticando con amargura su adopción de las costumbres y
forma de vestir de los persas, así como la introducción de oficiales y soldados
persas en las unidades macedonias. Alejandro ejecutó a los cabecillas del
motín, pero perdonó a las tropas. En un intento de crear una atmósfera de
armonía entre sus súbditos persas y macedonios, casó en una ceremonia masiva a
sus oficiales más importantes con persas y otras nobles de Susa, pero pocas de
esas parejas duraron más de un año. Mientras tanto, en su regreso, Alejandro
descubrió que algunos hombres habían saqueado la tumba de Ciro II el Grande, y
los ejecutó sin dilación, ya que se trataba de los hombres que debían vigilar
la tumba que Alejandro honraba.
Alejandro Magno cruzando el
desierto de Gedrosia. Se le ve rechazando un casco lleno de agua en medio del
desierto, para que sus tropas viesen que él sufría las mismas privaciones.
Autor Tom Lovell.
En su intento de mezclar la cultura persa y la
griega entrenó a un regimiento de muchachos persas para combatir a la manera
macedonia. La mayoría de los historiadores creen que Alejandro adoptó el título
real persa de Shahanshah (Rey de Reyes).
Tras viajar a Ecbatana para recuperar lo que
quedaba del tesoro persa, su amigo más íntimo, Hefestión, murió a causa de una
enfermedad o envenenado, lo que afectó mucho a Alejandro.
El 13 de
junio del 323 a. C. (10, según algunos autores), Alejandro murió en
el palacio de Nabucodonosor II de Babilonia. Le faltaba poco más de un mes para
cumplir los 33 años de edad. Existen varias teorías sobre la causa de su
muerte, que incluyen envenenamiento por parte de los hijos de Antípatro
(Casandro y Yolas, siendo éste último, copero de Alejandro) u otros
sospechosos; enfermedad (se sugiere que pudo ser la fiebre del Nilo), o una
recaída de la malaria que contrajo en el 336 a. C. Se sabe que el 2
de junio Alejandro participó en un banquete organizado por su amigo Medio de
Larisa. Tras beber copiosamente, inmediatamente antes o después de su baño, le
metieron en la cama por encontrarse gravemente enfermo. Los rumores de su
enfermedad circulaban entre las tropas, que se pusieron cada vez más nerviosas.
El 12 de junio, los generales decidieron dejar pasar a los soldados para que
vieran a su rey vivo por última vez, de uno en uno.
La teoría
del envenenamiento deriva de la historia que sostenían en la antigüedad Justino
y Curcio. Según ellos, Casandro, hijo de Antípatro, regente de Grecia,
transportó el veneno a Babilonia con una mula, y el copero real de Alejandro,
Yolas, hermano de Casandro y amante de Medio de Larisa, se lo administró.
Muchos tenían razones de peso para deshacerse de Alejandro. Las sustancias
mortales que podrían haber matado a Alejandro en una o más dosis incluyen el heléboro
y la estricnina. Según el historiador Robin Lane Fox, el argumento más fuerte
contra la teoría del envenenamiento es el hecho de que pasaron 12 días entre el
comienzo de la enfermedad y su muerte y en el mundo antiguo no había, con casi
toda probabilidad, venenos que tuvieran efectos de tan larga duración.
Alejandro
no tenía ningún heredero legítimo. Su medio hermano Filipo Arrideo era
deficiente, su hijo Alejandro nacería tras su muerte, y su otro hijo Heracles,
cuya paternidad está cuestionada, era de una concubina. Debido a ello la
cuestión sucesoria era de vital importancia.
En su
lecho de muerte, sus generales le preguntaron a quién legaría su reino. Se
debate mucho lo que Alejandro respondió: algunos creen que dijo Krat'eroi
(‘al más fuerte’) y otros que dijo Krater'oi (‘a Crátero’). Esto es
posible porque la pronunciación griega de ‘el más fuerte’ y ‘Crátero’ difieren
sólo por la posición de la sílaba acentuada. La mayoría de los historiadores
creen que si Alejandro hubiera tenido la intención de elegir a uno de sus
generales obviamente habría elegido a Crátero porque era el comandante de la
parte más grande del ejército, la infantería, porque había demostrado ser un
excelente estratega, y porque tenía las cualidades del macedonio ideal. Pero
Crátero no estaba presente, y los otros pudieron haber elegido oír Krat'eroi,
‘el más fuerte’. Fuera cual fuese su respuesta, Crátero no parecía ansiar el
cargo. Entonces, el imperio se dividió entre sus sucesores (los diádocos).
Alejandro habría tenido, no uno sino dos hijos
de Roxana. Se dice del primero que habría muerto a corta edad. Sin embargo,
algunas tradiciones orales pónticas hacen referencia a la escenificación de la
muerte de este último, que habría tenido descendencia. El segundo, que nació
poco después de la muerte de Alejandro, es Alejandro Aego, conocido bajo el
nombre de Alejandro IV de Macedonia, fue asesinado por orden de Casandro en el
310 a. C.
Alejandro tuvo un hijo ilegítimo, Heracles,
nacido de Barsine, una princesa persa. A la muerte de Alejandro, Nearco habría
intentado en vano colocar a Heracles sobre el trono. Murió con su madre en
309 a. C. por orden de Poliperconte, que pretendía con esta ejecución
congraciarse con Casandro.
La muerte de Alejandro, aún sin descendencia,
sumió al ejército macedonio en graves disturbios. El Consejo de Somatophylakes
(‘guardaespaldas’) y Philoi (‘amigos [del rey]’) decide en efecto
reservar los derechos del niño por nacer de Roxana, el futuro Alejandro IV, y
tomar juramento a los profesores provisionales, Pérdicas y Leonato. Los
soldados de infantería de la falange se habrían puesto entonces de parte del
hermanastro de Alejandro, Arrideo, hijo de Filipo II y de la tesalia Filina, después de que el Consejo eligiese, sin
consultarlos, al niño nonato de Roxana.
Se produjo pues una rápida escisión entre los
falangistas y los Hetairoi, fieles a las decisiones del Consejo.
Pérdicas y Leonato envían entonces ante los soldados de infantería a una
delegación encabezada por Meleagro, jefe de un batallón (taxis) de la
falange, pero éste se pone de parte de la infantería y la empuja a entrar en
conflicto con Pérdicas. Los Hetairoi y los Philoi dejan entonces
Babilonia e inician el bloqueo. Eumenes de Cardia, que permanece dentro de la
ciudad, logra una reconciliación alegando la neutralidad inherente a su estatus
de no macedonio. El acuerdo, por otra parte mal conocido, le reconoce como rey
de Macedonia y Asia, tomando desde entonces el nombre de Filipo III.
Se preservan los derechos del hijo póstumo de
Alejandro, que a su nacimiento se declara rey bajo el nombre de Alejandro IV.
Ningún de los dos reyes son capaces de asumir
las obligaciones del trono, por lo que el Consejo de Babilonia organiza una
distribución de los puestos. Pérdicas pasa a ser quiliarca y épimélète
(‘gobernador’ o ‘protector’) del reino. Crátero es designado prostatès
(‘tutor’) de Filipo III, epiléptico y considerado retrasado mental. En cuanto a
Antípatro, es confirmado en sus funciones de regente de Macedonia con el título
de «estratega de Europa», incluso aunque Alejandro previó sustituirlo por
Crátero. Se coloca al hijo Casandro, llegado a Babilonia poco antes de la
muerte del rey, a la cabeza del batallón de élite de los hipaspistas. Por su
parte Seleuco recibe el título de hiparco, comandante de caballería de los Hetairoi
(cargo prestigioso que ejercieron antes que él Hefestión y Pérdicas).
La elección de Pérdicas como quiliarca es
apenas sorprendente, pues ya ejercía este cargo para Alejandro, aunque sin el
título, y es a él a quien el rey en su agonía había confiado el anillo real,
cuyo sello autentificaba los actos de soberanía. Pérdicas se convierte esta vez
oficialmente en quiliarca pero la tutela de los reyes, que se confía a Crátero,
se le escapa. Con el fin de exhibir su nueva autoridad, Pérdicas hace ejecutar
rápidamente a Meleagro junto a una treintena de insurrectos de la falange.
Organización del Imperio de Alejandro Magno
La
organización del Imperio de Alejandro Magno fue delegada a distintas personas
ya que era muy extenso y de manera indirecta gobernada cada territorio
conquistado.
El inmenso
Imperio de Alejandro estaba basado en el plano ideológico en la idea del héroe.
La
monarquía de Alejandro tenía un carácter múltiple, pues éste era, a la vez, Rey
de Macedonia, Hegemón de la Liga de Corinto. Conquistador de Asia: Rey de Reyes
del Imperio Persa además de libertador de Egipto del yugo persa y Faraón.
Alejandro mantuvo en su provecho los principios de las monarquías orientales, aceptando con total naturalidad las características divinas como propias, criterio que difería del de los griegos y, desde luego, de los campesinos macedonios que le acompañaban, Y murió sin haber podido imponerles aquella concepción divina de la monarquía.
Alejandro mantuvo en su provecho los principios de las monarquías orientales, aceptando con total naturalidad las características divinas como propias, criterio que difería del de los griegos y, desde luego, de los campesinos macedonios que le acompañaban, Y murió sin haber podido imponerles aquella concepción divina de la monarquía.
Administración del Imperio
La unión entre Macedonia, Grecia y Asia, tres
mundos diferentes que formaban el Imperio de Alejandro, se mantenía solamente
por el poder del rey. Pero los contrastes que separaban aquellas tres partes
del mundo, tan diferentes y lejanas entre sí, se encuentran también en la persona
del soberano que las gobernaba, que debía conciliarlas y encontrar un principio
que uniese la tradición macedonia, la hegemonía que ejercía sobre Grecia y el
derecho divino que le constituía en señor y dueño de Oriente.
Este principio pudo ser la propia personalidad
del rey Alejandro, su prestigio personal, que no sólo fue humano sino también
divino, por lo que se convirtió en un rey-dios a la manera oriental, adoptando
las diversas teorías del derecho divino de los reyes egipcios, babilonios y
persas, aunque esto pareció inconcebible a griegos y macedonios y sólo en su
último año de vida, Alejandro manifestó su deseo de que los griegos le
rindiesen honores divinos.
Convertido, en un rey a la manera oriental, trató de introducir en su Corte el ceremonial utilizado en la Corte del Gran Rey persa, aunque según sus biógrafos, nunca lo llevó hasta sus últimas consecuencias
La proskynesis o genuflexiónli; no pudo imponérsela ni a los griegos ni a los macedonios.
Convertido, en un rey a la manera oriental, trató de introducir en su Corte el ceremonial utilizado en la Corte del Gran Rey persa, aunque según sus biógrafos, nunca lo llevó hasta sus últimas consecuencias
La proskynesis o genuflexiónli; no pudo imponérsela ni a los griegos ni a los macedonios.
La corte
Alejandro tomó de los persas algunas dignidades
y títulos. Tuvo, como el Gran Rey, parientes cercanos a su
persona, cargos que veremos se conservan en las monarquías helenísticas.
Después del motín de Opis, designó con este título a todos los macedonios. Se
atribuyó el título de benefactor a las personas que habían hecho grandes
servicios al Estado. Y algunos oficios que aparecen distribuidos entre sus
generales (copera, panadero, chambelán) parecen ser de origen persa. La
institución de los Pajes del Rey era plenamente macedónica.
El gobierno central
Este complejo Imperio se regía por unos
principios centralizados en la persona del propio Alejandro, ayudado por sus
colaboradores más directos de la siguiente forma:
Todos los asuntos importantes eran decididos
por Alejandro y su Consejo de los Diez Guardias de Corps, que no eran
solamente una especie de Estado Mayor sino una especie de Consejo de Ministros.
Más tarde, se separaron las funciones civiles y las militares, y se
constituyeron, junto a los somatophilakos (jefes de servicios
inspectores y enviados extraordinarios), verdaderos departamentos
ministeriales, aunque alrededor de Alejandro todo conservaba un carácter
plenamente militar. Aparte existían también funcionarios puramente civiles.
El protosecretario del rey o archigrammateus.
Eumenes de Cardia cuyo padre había servido también a las órdenes de Filipo II.
A él debemos el diario oficial publicado con el título de Efemérides Reales.
Entre sus funciones están, además de llevar el diario de la Corte, el llevar
toda la correspondencia del monarca, por lo que estaba al frente de la
Cancillería Real, dirigiendo también el Servicio de información y la
diplomacia. Era también Jefe Supremo de Justicia.
El Guardián del Tesoro, cargo confiado
por Alejandro a su amigo Harpalo, príncipe de Helimiotis, inútil para el
servicio de las armas por sus enfermedades. Fue un verdadero Ministro de
Hacienda desde el año 336, hasta que en el año 325 huyó de Babilonia a Grecia. Traicionando
la confianza de su jefe. El Tesoro Real tuvo tres sedes. En primer lugar estuvo
en Susa, luego pasó a Ecbatana y más tarde terminó en Babilonia.
El Jefe de los Quiliarcas, cargo tomado de Persia en los
últimos años del reinado de Alejandro. En este país era el oficial que mandaba
la guardia personal del rey persa, compuesta de mil soldados escogidos, los
Inmortales.
El ejército
A principios del año 334. Alejandro partió de
la ciudad macedonia de Anfípolis, en la desembocadura del río Estrimón con un
ejército de 30.000 hombres de infantería y unos 4.500 jinetes, quedando en
Europa, a las órdenes de Antípatro, a quien nombró gobernador de Grecia, un
total de 12.000 infantes y 1.500 jinetes. Embarcaron unas tres semanas después
en el puerto de Sestos y pasaron los Dardanelos en 160 trirremes y casi 400
barcos de carga.
Cuando se unieron con la retaguardia, enviada
casi dos años antes por Filipo II, se reunieron unos 43.000 soldados de
infantería y 6.100 caballeros más unos 800 exploradores a caballo. En total,
unos 50.000 combatientes, de los que la mayor parte eran macedonios. Los pezetairoi
o falangistas formaban la infantería de línea. Cubiertos, igual que los
hoplitas, de una fuerte armadura defensiva compuesta de casco, grebas, escudo
pequeño y posiblemente también, coraza guarnecida de metal, tenían por arma
ofensiva una espada, pero sobre todo la sarissa, larga y sólida pica con
la cual formaban los conjuntos unidos una erizada línea de batalla. En época de
Alejandro, dichas picas variaban su longitud dependiendo de la fila que ocupaba
el soldado que las llevaba, pues se quería que todas o casi todas las puntas
sobrepasaran la línea del frente. La más larga, que se sostenía con dos manos,
debió tener una longitud de unos cinco metros y medio hasta siete.
El ejército de Alejandro era especialmente
eficaz gracias a la equilibrada combinación de sus distintas armas. Una gran
parte de la responsabilidad quedaba en manos de los arqueros cretenses,
los macedonios provistos de armamento ligero y los tracios y agríanos equipados
con jabalinas. Pero la fuerza de choque era la caballería y en el caso de que
la carga de ésta dejara indecisa la batalla, de la falange de infantería o pezetairoi,
los 3.000 hypaspistai provistos de grandes escudos y de los batallones
reales. Este ejército marchaba también acompañado de un gran número de
topógrafos, ingenieros, arquitectos, científicos que le proporcionaban
numerosas y potentes máquinas de guerra, más funcionarios de la corte e
historiadores y cronistas oficiales, además de quienes les procuraban acomodo,
comida, servicio y diversión.
El primer acto del joven rey, antes de
desembarcar en Koum Kale, en Asia Menor, cerca del cabo Sigeion, no lejos de
Troya, fue lanzar su lanza, clavarla en el suelo y saltando a tierra declaró a
Asia conquistada por la lanza.
Estructura de la
caballería macedonia
Entre los numerosos efectivos del ejército de
Alejandro destacó la caballería.
La caballería macedonia se componía de diversos elementos:
La caballería macedonia se componía de diversos elementos:
a) De 8 escuadrones de Compañeros del rey,
hetairoi, antigua guardia noble del jefe de guerra. Cada escuadrón tenía
225 caballos. Durante el reinado de Filipo, la caballería era la fuerza de
elite de Macedonia, cuyos caballos macedónicos y tesalios eran seleccionados y
adiestrados con gran cuidado.
Bucéfalo el caballo de Alejandro Magno, era tesalio.
El primero de los ocho escuadrones, el más
noble, mandado por Klito el Negro, servía de guardia personal al
Soberano y era el que atacaba en primer lugar, llevando el nombre de agema,
jefe de filas.
b) La caballería ligera estaba compuesta por 5
escuadrones de lanceros, de los cuales 4 eran macedonios y tracios y el quinto
de la tribu de los Peonios.
c) Entre los años 330-328 se crearon cuerpos de
arqueros montados y de lanceros con jabalinas a caballo, imitación de los
orientales. La función de esta caballería era atacar los flancos del adversario
y dispersarlo.
La falange macedonia
Esta unidad se distinguía, sobre todo, por su
espíritu de cuerpo. Estaba formada por 6 escuadrones y constituía una milicia
nacional con un gran espíritu de devoción por la persona del rey.
Cuerpos auxiliares y
mercenarios
Los aliados y mercenarios del ejército de
Alejandro eran, al principio, unos 12.000, constituidos por hoplitas de pesados
escudos, y los peltastas con escudos pequeños. Había también tres
batallones, cada uno de 1.000 hombres, llamados Guardias de corps o hypaspistes,
reclutados personalmente por el rey entre los hombres libres de Macedonia.
Tras la batalla de Issos, por su magnífico
comportamiento, Alejandro hizo cubrir de oro sus escudos, por lo que se les
llamó los Argyraspides Eran la guardia de a pie del rey, como la Agema
lo era a caballo. Se menciona también en las fuentes a los arqueros cretenses,
que luchaban a pie, pero desde que el rey tuvo contacto con los arqueros
montados de Sogdiana y Partia, se creó también un cuerpo de arqueros a caballo
en el ejército macedonio, donde los honderos estaban también presentes. Los
mejores venían de Rodas.
Entre los cuerpos auxiliares de este ejército
bien organizado no hay que olvidar la existencia de contingentes especiales
dedicados a las máquinas de guerra, a su transporte y conservación, así como un
verdadero equipo de inventores, ingenieros y mecánicos, una de las grandes
innovaciones del ejército macedónico.
A todos éstos hay que añadir, los cuerpos auxiliares de artesanos, cerrajeros, carpinteros, herreros y la intendencia, el transporte y el correo, etc. Sus familias, artistas e intelectuales, como Calistenes de Olinto, Anaxarco de Abdera, Onesícrito de Astifalea, y una serie de zoólogos, botánicos, geólogos y médicos como Filipo de Acarnania, que estudiaban las diferentes especies de minerales y vegetales que se iban descubriendo, que enviaban a la escuela de Aristóteles.
A todos éstos hay que añadir, los cuerpos auxiliares de artesanos, cerrajeros, carpinteros, herreros y la intendencia, el transporte y el correo, etc. Sus familias, artistas e intelectuales, como Calistenes de Olinto, Anaxarco de Abdera, Onesícrito de Astifalea, y una serie de zoólogos, botánicos, geólogos y médicos como Filipo de Acarnania, que estudiaban las diferentes especies de minerales y vegetales que se iban descubriendo, que enviaban a la escuela de Aristóteles.
Los grandes
generales de Alejandro
Tras la muerte de Alejandro, pasan a ocupar un
primer plano en la Historia, señalaremos sobre todo a tres: Parmenión.
Crátero y Hefastión.
Parmenión
Hijo de Filotas, pertenecía a la antigua
nobleza macedonia y fue elevándose paulatinamente en los diferentes grados de
la jerarquía militar del ejército macedonio.
Era algo mayor que Filipo, del que fue
compañero. Amigo y consejero en Iliria, Tracia y la península Calcídica,
ayudando al rey a organizar su infantería.
Hacia el año 340, una de las hijas de Parmenión se casó con Atalo, tío de Cleopatra, segunda esposa de Filipo desde el año 337, con lo que creció el odio de la reina repudiada. Olimpia, contra Parmenión y sus tres hijos: Filotas, Nicanor y Héctor.
Hacia el año 340, una de las hijas de Parmenión se casó con Atalo, tío de Cleopatra, segunda esposa de Filipo desde el año 337, con lo que creció el odio de la reina repudiada. Olimpia, contra Parmenión y sus tres hijos: Filotas, Nicanor y Héctor.
Escapando de la venganza de Olimpia, tras el
asesinato de Filipo, Parmenión organizó en pocos meses la concentración de
fuerzas navales y terrestres de Macedonia y la Liga de Corinto en Anfípolis y
mandó el ala izquierda de la caballería tesalía en la batalla del río
Gránico.
Participó en los asedios de Mileto y
Halicarnaso y en la batalla de Issos, mandando toda el ala izquierda de
la armada aliada y fue el encargado de apoderarse del campamento del rey persa,
del botín y de su familia. La buena fortuna le trajo la admiración y el respeto
pero también la envidia, y toda su familia fue implicada en un complot en octubre
del año 330, siendo él mismo ejecutado, a traición, en Ecbátana, a los setenta.
Crátero
Hijo de un noble macedonio de la tribu de
Orestis, nació hacia el año 360. Sus primeras actuaciones en el ejército
macedonio fueron a las órdenes de Parmenión, en la batalla de Issos (año 333).
Crátero fue una especie de vicealmirante de la flota, que participó activamente
en la toma de la ciudad fenicia de Tiro (año 332) y en la batalla de
Gaugamela (año 331), mandó la caballería del Peloponeso y los escuadrones
locrios, aqueos y malios.
Con ocasión de las bodas multitudinarias de
Susa, celebradas en la primavera del año 324.
Cratero se casó con una sobrina de Darío III
llamada Amastrina y fue el encargado de conducir a diez mil veteranos
macedonios a su patria y reemplazar al regente Antípatro.
A la muerte de Alejandro, sólo obtuvo el título
de protector de Filipo III. Contrajo matrimonio con Phila, hija de Antípatro.
Crátero murió el año 321 en una batalla contra el rey Eumenes de Cardia.
Hefastion o
Hefestion
Era hijo de Amintas de Pella. Había crecido con
Alejandro, del que fue amigo y confidente desde su infancia, además de posible
amante.
Formó parte del escuadrón de caballeros armados
o hetairoi y fue comandante de uno de los ocho escuadrones de la
caballería real. En la batalla de Issos era uno de los siete oficiales
superiores del ejército y el encargado de acoger a la familia de Darío III.
Dirigió gran cantidad de expediciones en
Sogdiana, Bactriana e India, contribuyendo a fundar numerosas ciudades. En las
bodas de Susa se casó con Drypetis, una de las hijas del rey persa. Acumuló
gran cantidad de cargos y honores: Hiparco (jefe de la caballería de los
Compañeros de Alejandro), Quiliarca (Jefe de los Mil de la corte persa o Gran
Visir), siendo el primero después del rey.
Murió en Ecbátana después de una serie de
excesos (al parecer bebió más de diez litros de vino seguidos), el 10 de
noviembre del año 324 y fue incinerado en Babilonia, recibiendo honores casi
divinos. Menos de tres meses después moría el rey Alejandro.
Estaban, además, entre los generales de
Alejandro. Ptolomeo, Pérdicas, Antígono el Cíclope y Seleuco, a los que
veremos disputarse el dominio de los territorios conseguidos por Alejandro.
La administración de
los territorios
El imperio de Alejandro no tuvo una verdadera
capital, y Babilonia sólo fue una capital teórica. En un principio,
todos los territorios conquistados dependieron directamente del rey pero más
tarde, debido a las circunstancias y a la magnitud de las conquistas, se
produjeron una gran variedad de situaciones, derivadas, en parte, de la fuerte
disparidad de las diferentes regiones que formaban el Imperio Aqueménida.
Se pueden distinguir varias formas de gobierno: Las regiones administradas
por los sátrapas reales, los gobernaba de una forma indirecta, las ciudades
autónomas. Egipto, que conservó al principio una mayor autonomía, el caso
particular de las ciudades griegas, territorios de iure fuera de la
esfera de influencia de los sátrapas, como Chipre y Cirene, que sólo tuvieron
con Alejandro tratados de alianza y que, naturalmente, no fueron incluidos en
los repartos que siguieron a su muerte.
Alejandro conservó las satrapías o
distribuciones administrativas del Imperio Persa, aunque las treinta divisiones
administrativas de Alejandro, con las cuales se esforzó en proveer de sátrapas,
sólo cubren en parte el espacio imperial de Darío III.
En Asia Menor se suceden varios casos. En algunos
territorios se limitó a sustituir al sátrapa persa por el sátrapa macedonio,
elegido, por lo general, entre los hetairoi aunque vigilados por fieles
macedonios.
Cuando el que gobernaba un territorio no era
persa, sino que se trataba de un noble local, sometido a Persia. Alejandro se
presentaba como liberador del yugo persa y lo mantenía en el poder, ejerciendo
Alejandro un dominio indirecto. Tal fue el caso de la reina Ada de
Caria, por la que se hizo adoptar en el año 334, y continuó reinando, nombrada
sátrapa de todos sus dominios, hasta su muerte, aunque, al parecer, vigilada
estrechamente por Asandros, sátrapa de Lidia. También pueden considerarse
gobernadas indirectamente Capadocia, Armenia, Paflagonia y Bitinia.
Utilizó Alejandro asimismo a algunos asiáticos,
como a Sabictas, que fue Gobernador delegado en Capadocia.
En Siria, separada de Fenicia en el año 329, nombró
sátrapas macedonios.
Las ciudades fenicias sometidas voluntariamente,
conservaron su autonomía. Tiro y Gaza, que se habían opuesto a Alejandro,
quedaron sojuzgadas, convirtiéndose en plazas fuertes macedonias.
En Babilonia y las regiones más orientales, como Susiana,
Media, Persia, Hircania, Partía, Aria, Drangiana, Sogdiana, Bactriana y
Carmania, conservó su sátrapa persa, aunque tras la rebelión de Satibarzanes en
Aria puso a macedonios de su confianza al frente, sobre todo en las regiones
fronterizas.
En el gobierno de la India se distinguen varias diferencias
entre la parte oriental y la occidental y sur.
En Aracosia y Gedrosía hubo gobernadores macedonios en
un principio, y después fueron unidas en una sola satrapía, bajo la autoridad
de Siburtios.
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