La monarquía israelita
El periodo hebraico de los “jueces” – Los reinos de Israel
y de Judá – Instituciones y cultura – El pensamiento religioso: monoteísmo –
Siria y Palestina bajo los neobabilonios y persas.
Introducción
La historia de Asiria y
Babilonia durante la segunda mitad del segundo milenio a.C será tratada en
relación con su historia posterior, ya que en ese tiempo estas naciones no
desempeñaron un papel importante en el Asia occidental.
Sin embargo, después de
estudiar la historia de las naciones que rodeaban al pueblo de Israel cuando
éste conquistó Canaán, y el período cuando fue gobernado por jueces u oprimido
por naciones enemigas, nos toca ahora considerar la historia del pueblo de
Dios: lo que más interesa a la Biblia.
Cronología del período
El tiempo transcurrido entre la
ocupación de Canaán y el establecimiento de la monarquía hebrea es conocido
como el período de los jueces.
Establecimiento en Palestina. Los jueces
En el siglo XII a.C.
los hebreos tuvieron algunos enfrentamientos con los cananeos. Al establecerse
en Palestina tomaron las costumbres sedentarias y agrícolas. En cuanto a la
organización política continuaron divididos en doce tribus, sin confirmar un
solo estado. Su vínculo primordial era el religioso. Cuando eran atacados por
enemigos (momentos difíciles) las tribus aceptaban eventualmente a un único
jefe, llamado juez, que era, generalmente, un caudillo. Este unía a varias
tribus bajo su autoridad. Entre ellos se destacaron Gedeon, Sansón y Samuel.
Los primeros jueces
El primero de estos jueces fue
el hermano menor de Caleb, Otoniel,
quien liberó a su nación de la opresión de ocho años ejercida por el rey
Cusan-risataim de Mesopotamia. Este era probablemente uno de los príncipes
mitanios cuyo nombre no se ha hallado aún fuera de la Biblia, lo cual no es
extraño en absoluto, en vista de que las fuentes mitanias son fragmentarias.
Este período coincidió
probablemente con los últimos años de la XVIII dinastía de Egipto -los reinados
de Smenjkare, Tutankamón, Eye y Haremhab- cuando un rey siguió a otro en rápida
sucesión.
Aod, el segundo juez, liberó a las tribus meridionales de una opresión de 18 años -impuesta por los moabitas, amonitas y amalecitas - cuando mató al rey moabita Eglón.
Fue probablemente alrededor de
este tiempo cuando Seti I, el primer rey fuerte de Egipto en muchos años,
invadió a Palestina y aplastó una rebelión cananea en la parte oriental del
valle de Esdraelón.
Los 80 años de reposo de que
disfrutaron las tribus meridionales después de la acción heroica de Aod,
coincidieron en parte con el largo reinado de Ramsés II de Egipto. Este faraón
marchó a través de Palestina por el camino costero, que no estaba en manos
israelitas, a fin de encontrarse con el rey hitita en Cades, sobre el Orontes,
en la famosa batalla de Cades (Kadesh). Allí ambos, Ramsés y los hititas, se
atribuyeron la victoria.
No obstante, Ramsés no parece
haberse preocupado seriamente acerca de sus posesiones asiáticas. Mantuvo
guarniciones en las ciudades palestinas de Bet-seán y Meguido, que se hallaban
en el valle de Esdraelón, y probablemente también en ciertas ciudades
estratégicas de la costa. Mientras los israelitas no le disputasen la posesión
de esas ciudades, no le preocupaba al faraón que estuviesen establecidos en las
regiones montañosas de Palestina.
En varias inscripciones, Ramsés
II menciona que esclavos hebreos ('apiru) estaban ocupados en sus
diversos proyectos de construcción en Egipto; de esto deducimos que algunos
hebreos caían ocasionalmente en manos de los comandantes del ejército de Ramsés
en Palestina. También es posible que esos israelitas fueran hechos esclavos por
el rey cananeo Jabín, de Hazor, quien por 20 años, durante el reinado de Ramsés
II, oprimió a los hebreos. Los heroicos caudillos Débora y Barac pusieron fin a
esa triste situación.
Aod da muerte a
Eglón", por Ford Madox Brown.
Gedeón
como juez
Los 80 años de reposo
que habían seguido a la liberación de Israel de la opresión moabita en el sur,
mediante Aod, fueron interrumpidos por los madianitas, que oprimieron a Israel
durante siete años.
Fue probablemente
también durante este período cuando Mernepta, hijo de Ramsés II, hizo la
incursión en Palestina de la cual se jacta en la famosa estela de Israel. En
ella pretende haber destruido a Israel, de tal manera que ya no le había
quedado "simiente".
Es obvio que su
registro refleja la tendencia general egipcia de exagerar, y, por lo tanto, su
pretensión de haber destruido completamente a Israel no debe tomarse en serio.
Sin embargo, parece cierto que tuvo un encuentro con los israelitas en algún
lugar de Palestina en esa ocasión.
Samgar ("El que
huye") se lo identifica como el tercer Juez de Israel.
Poco se sabe acerca de
Samgar, ya que la Biblia no se explaya sobre su tribu ni su nacimiento, sólo
indica que era hijo de Anat (no confundir con la diosa semítica Anat).
En el texto bíblico
(Jueces 3:31) se señala que cuando los filisteos iban a invadir (o ya habían
invadido Israel) Samgar hijo de Anat los mató, y liberó a Israel, aniquilando a
600 filisteos con una aguijada de bueyes.
En la Biblia, Débora (en hebreo ‘abeja’)
fue una profetisa y la cuarta persona que se desempeñó como juez en Israel
premonárquico (Tanaj y Antiguo Testamento). Débora fue la única jueza que tuvo
Israel en la Antigüedad. Su historia se cuenta dos veces en los capítulos IV y
V del Libro de los Jueces. El primer relato es en prosa, narrando la
victoria de las fuerzas israelitas dirigidas por el general Barak, a quien
Débora mandó llamar pero profetizó que no lograría la victoria final sobre el
general cananeo Sísara. Tal honor correspondió a Jael, la esposa de Héber, un
quenita fabricante de tiendas. Jael mató a Sísara clavándole una estaca de la
tienda en la cabeza cuando dormía.
Jueces 5:1 narra la misma historia en verso,
que probablemente fue escrita durante la segunda mitad del siglo XII a.
C., poco tiempo después que hayan sucedido los eventos que describe. De ser
así, entonces este pasaje, llamado a menudo La canción de Débora, sería
uno de los pasajes más antiguos de la Biblia, así como también el ejemplo más
antiguo conservado de poesía hebrea. También es importante porque es uno de los
pasajes más antiguos, donde las mujeres no son ni víctima ni villano. El poema
puede haber sido incluido en el Libro de las batallas de Dios mencionado
en Números..
Se sabe poco de la vida personal de Débora.
Aparentemente estuvo casada con un hombre llamado Lapidoth (‘antorchas’), pero
este nombre no aparece fuera del Libro de los Jueces y podría significar
simplemente que la propia Débora tenía un alma «ardiente». Fue una poetisa y
daba sus sentencias bajo una palmera de Efraín. Algunos aluden a ella como la
madre de Israel. Tras su victoria sobre Sísara y el ejército cananita hubo paz
en la región durante cuarenta años.
Gedeón: Fue el quinto de los
jueces del pueblo judío y es considerado como uno de los más sobresalientes por
la magnitud de su "obra guerrera" contra uno de los pueblos enemigos
de Israel: los madianitas. Fue hijo de Joás, de la tribu de Manasés. Los datos
que conocemos de su historia se encuentran relatados en el Libro de los
Jueces en los capítulos 6 a 8.
Hay dos narraciones de su vocación y no hay
acuerdo en el número de sus campañas, pero la más convalidada es la de la
Iglesia Católica. Al parecer, las diferencias se deben a la permanencia de dos
estratos de redacción: el así llamado "elohísta" y el
"yahvista" (véase las fuentes del Pentateuco que, según algunos
escrituristas también pueden encontrarse en las narraciones de los libros
llamados "históricos" de la Biblia). Otros afirman que hay tres
fragmentos independientes que se han unido en un solo relato; otros reconocen
dos narraciones didácticas y un texto verdaderamente histórico, etc. Las
investigaciones bíblicas no han logrado llegar a un punto de vista unificado.
En sustancia, la vida de Gedeón se sitúa tras
el asentamiento de los judíos en el llano de Ofrá donde habían asimilado los
cultos idolátricos de las poblaciones aledañas. Tras esa infidelidad, Yahveh
les habría castigado enviando tribus nómadas y grupos de amalecitas y
madianitas a hacerles la guerra. En esos combates, dos hermanos de Gedeón
habrían sido asesinados. Los israelitas se arrepintieron y pidieron perdón.
Yahveh envió a su ángel a hablar con Gedeón para anunciarle que sería el
libertador de su pueblo. Éste pidió una prueba tras un diálogo algo sarcástico
con el ángel. Este último le dio la prueba que pedía abrasando un sacrificio con
fuego milagroso. Al día siguiente Gedeón destruyó el altar de Baal y ante la
indignación del pueblo, Joás, su padre, le defendió diciendo que si Baal era
dios, se encargaría de castigar el sacrilegio. Desde ese día fue conocido como
Gedeón Jerobaal. (heb. Yerubba {al, "Baal contienda contra él" o
"combatiente contra Baal", se menciona en Jue. 6:32; 7:1; 8:29, 35;
9:1-57; 1 S. 12:11; 2S. 11:21). Los grupos nómadas se reunieron para hacer la
guerra a Gedeón. Éste reunió un ejército que, con diversas condiciones y
pruebas, Yahveh redujo a trescientos hombres (sin contar las tropas
auxiliares). Los israelitas atacaron durante la noche y produjeron tal
confusión que los madianitas se asesinaban entre ellos y tuvieron que huir
despavoridos mientras eran perseguidos por las tropas de Gedeón. Los mismos jefes de Madián, Oreb y Zeeb
murieron en la refriega y sus cabezas fueron dadas como trofeo a Gedeón.
Gedeón seleccionando su ejército de 300
hombres.
Luego de otros combates victoriosos con los
madianitas y de castigar a los pueblos que no quisieron colaborar en la
persecución, la gente del pueblo quiso que Gedeón fuera su rey. A lo que este
no aceptó, alegando que sólo Dios podía reinar en Israel.
Con las joyas tomadas a los vencidos, Gedeón se
hizo elaborar un efod. No hay tampoco acuerdo entre los expertos en relación
con el efod, unos dicen que se trataba de todo un atuendo sacerdotal con sus
joyas y adornos, otros que se trataba de una tabla o instrumentos para hacer
consultas a Yahveh. Sin embargo, este efod llevó nuevamente a la idolatría a
los israelitas.
Uno de los jueces más
destacados, liberó a su pueblo de la opresión madianita hiriendo a un gran
ejército extranjero con un pequeño conjunto de guerreros israelitas fieles,
activos y osados. El relato de sus hazañas y del período cuando fue juez revela
también que de tiempo en tiempo surgían luchas intertribales, y que el pueblo
anhelaba tener una dirección unificada; esto fue expresado cuando se ofreció el
reino a Gedeón, honor que él sabiamente rechazó.
Durante los 40 años del
pacífico gobierno de Gedeón ocurrieron sucesos trascendentales. Mientras Israel
vivía en la parte montañosa de Palestina, los pueblos del mar recorrieron las
regiones de la costa durante el reinado de Ramsés III, en su fracasado intento
de invadir a Egipto. Durante este período se libraron sangrientas batallas en
tierra y mar.
"Gedeón
agradece a Dios por el milagro del rocío"; pintura del holandés Maarten
van Heemskerck
Las victorias egipcias
sobre estos invasores finalmente resultaron en el rechazo definitivo de esta
gran migración de pueblos y salvaron a Egipto de uno de los peligros más graves
que amenazaron su existencia nacional antes de la invasión asiria.
Algunas de las tribus
derrotadas se volvieron al norte, hacia el Asia Menor, de donde habían venido.
Sin embargo, otras se establecieron en las fértiles regiones costeras de
Palestina. Entre éstas estuvieron los teucros, en los alrededores de Dor, al
sur del monte Carmelo en la hermosa llanura de Sarón; y los filisteos, que
fortalecieron a las tribus emparentadas que habían ocupado algunas ciudades
costeras del sur de Palestina durante mucho tiempo.
Los israelitas, que
pueden haber seguido con gran ansiedad los sucesos trascendentales que
ocurrieron tan cerca de sus moradas, no comprendían aún que esos filisteos
pronto llegarían a ser sus más encarnizados enemigos.
Cuando Gedeón murió
después de haber juzgado a Israel durante 40 años, su hijo Abimelec, con la
ayuda del pueblo de Siquem, usurpó el poder matando a todos sus hermanos y
proclamándose rey. Sin embargo, su reinado sólo duró tres años y terminó como
se había iniciado: con derramamiento de sangre. Es dudoso que hubiera extendido
su así llamado reino más allá del vecindario de Siquem.
Los
últimos jueces
Después de Abimelec vinieron dos jueces: Tola de Isacar (23 años) y Jair de Galaad (22 años). No se registran
sucesos importantes de este tiempo, lo que parece indicar que estos 45 años
fueron tranquilos.
Después de la muerte de
Jair comenzaron dos opresiones aproximadamente al mismo tiempo: una de los
amonitas en el este, que duró 18 años y a la que puso fin Jefté, el general
saqueador; y otra de los filisteos en el oeste, que duró 40 años. Esta opresión
filistea tuvo efectos más desastrosos sobre los hebreos que cualquier otro
período de aflicción anterior.
Jaír de Galaad, del tronco de la Tribu de
Manasés, fue un Juez de Israel, el cual reinó por veintidós años. Fue sucesor
de Tola.
Como uno de los jueces menores de los hebreos,
el nombre de Jaír es citado escuetamente en Jueces, 10, agregándose obscuros
datos acerca de su parentela y posesiones:
«Tenía treinta hijos, que montaban treinta
burros, y treinta ciudades, que se llaman todavía hoy las aldeas de Jaír, en el
país de Galaad.»
(Jue, 10: 4)
El texto bíblico señala asimismo que fue
sepultado en Camón, siendo sucedido por Jefté.
Jefté es un personaje bíblico, juez de Israel
por seis años, miembro de la tribu de Gad, hijo de Galaad. En el Libro de los
Jueces se le muestra guiando a los israelitas a la batalla contra los amonitas,
y como resultado de un voto, termina sacrificando a su hija.
Los israelitas habían vuelto a adorar a Baal y
Astaroth, lo que despertó la ira de Dios, el Dios de los judíos, que los hizo
que comenzara una guerra entre ellos y los filisteos y los amonitas (Jue. 10
6-7).
El
regreso de Jefté, de Giovanni Antonio
Pellegrini
Hijo de Galaad, Jefté fue desheredado y
expulsado por sus medios hermanos, por lo que se trasladó a la región de Tob
(según la traducción actual de los manuscritos arameos, el lugar donde estaba
Jefté se llamaba Tauta). Sin embargo Los ancianos de Galaad intentaron
convencerlo que los liderara en la guerra contra los amonitas, iniciada poco
tiempo antes, a lo que Jefté se negó, a menos que después de la guerra
conservara la posición de liderazgo, cosa que los ancianos aceptaron (Jue, 11,
1-11).
Jefté, luego de haber amenazado a los amonitas
juró que el primero que atraviese la puerta de mi casa para salir a
saludarme después de mi victoria sobre los amonitas, será para Yahveh y lo
sacrificaré por el fuego (Biblia Latinoamericana) o cualquiera que me
saliere a recibir de las puertas de mi casa, cuando volviere de los Amonitas en
paz, será de Jehová, y le ofreceré en holocausto (Reina Valera).
Luego ganó la batalla con facilidad (Yahveh
los puso en sus manos). Al volver victorioso, lo sale a recibir su única
hija (Jue. 11,34). Él se lamenta (rasga sus vestiduras), pues no puede echarse
atrás en su promesa. Su hija le dice que debe honrar su promesa. Le pide a su
padre llorar su virginidad por dos meses, y vuelve a cumplir el voto (Jue.
11,32-40). Interpretando literalmente lo que dice la biblia, a diferencia del
sacrificio no realizado de Abraham (impedido por un ángel), el de Jefté sí fue
consumado.
Según Voltaire, esta historia es un vestigio de
los antiguos sacrificios judíos, mientras que otros sostienen que Jefté sólo
ofreció la vida de su hija al servicio de Yahveh, y que ella se mantuvo virgen
toda la vida a pesar de que la biblia estipula la ejecución del acto del
holocausto.
Hay fuentes, como por ejemplo la Enciclopedia
Católica, que interpretan que tal comportamiento sería normal dado el
salvajismo de la población y la falta de respeto a la ley mosaica por parte de
la mayoría de los judíos en ese momento, además de apuntar la existencia de
otros votos contemporáneos al Dios de los judíos de similar carácter bárbaro.
Como ya se ha hecho notar, Jefté hizo
una importante declaración cronológica (Jueces 11: 26) al iniciar su guerra
de liberación contra los amonitas. Declaró que para ese tiempo Israel había
vivido 300
años en Hesbón, y que los
amonitas no tenían ningún derecho de disputar a Israel la posesión de las
ciudades cercanas que habían sido quitadas al rey amorreo Sehón, bajo la
dirección de Moisés. Los seis años que Jefté juzgó a Israel deben haber
comenzado aproximadamente 300 años después del fin de los 40 años de
peregrinación en el desierto; por lo tanto, habrá sido alrededor de 1106 a.C.
Ibzán fue un Juez de Israel, sucesor de
Jefté.
Ibzán llegó a ser padre de 30 hijos y 30 hijas,
proporcionando además 30 esposas a sus vástagos varones. Falleció luego de
ejercer como jefe de la nación por siete años, y fue sepultado en su ciudad
natal: Belén (probablemente se trate de Belén de Zabulón). (Jue 12:7-10; Jos
19:10, 14, 15).
Elón Zabulonita ("Roble" o
"Fuerte"), fue un Juez de Israel, sucesor de Ibsán o Ibzán de Belén.
Legisló Israel durante diez años, 1073 - 1063
a.C; murió y fue sepultado en Ajalón, tierras de Zabulón (Jueces 12:11). Fue
sucedido por Abdón, anteúltimo juez mencionado en el libro homónimo del Antiguo
Testamento.
Abdón ("Siervo") fue uno de los
Jueces de Israel en la época que media entre la conquista de Canaán por parte
de los israelitas, y la implantación de la monarquía judaica.
Proveniente del tronco de Efraín, Abdón aparece
en el Libro de los Jueces 12: 13-15, donde se cita que era hijo de Hillel el
piratonita. Gobernó Israel durante ocho años, siendo el anteúltimo Juez
mencionado en el libro. Fue sucedido por Sansón.
Mientras que las tribus
del oriente eran afligidas por los amonitas, las del occidente soportaron los
embates de los filisteos. Habiendo consolidado su posición en la región costera
del sur de Palestina, donde no fueron molestados por los debilísimos sucesores
de Ramsés III de Egipto, los filisteos dirigieron su atención al interior del
país y subyugaron a las vecinas tribus israelitas, especialmente Dan, Judá y
Simeón. Esta opresión comenzó en el tiempo cuando Elí era sumo sacerdote, en
cuyo hogar se crió el niño Samuel.
Poco después del comienzo
de esta opresión nació Sansón,
quien, al alcanzar la virilidad, comenzó a hostigar a los opresores de su
nación, y lo hizo durante 20 años, hasta que lo aprisionaron. Dotado de fuerza
sobrenatural, Sansón causó mucho daño a los filisteos.
Puede haber sido
durante esos años cuando los filisteos ganaron la batalla de Afec, tomaron el
arca y mataron a los dos hijos del sumo sacerdote Elí. Esta batalla señaló el
punto más bajo de la historia de Israel durante el período de los jueces, unos
300 años después que el tabernáculo fuera trasladado a Silo por Josué. Por lo
tanto, la fecha de este acontecimiento es alrededor de 1100 a.C.
Sansón es un nombre proveniente del hebreo
tiberiano que significa '[el que] sirve [a Elohim]'. Dicho nombre también es a
veces asociado con la idea de pertenecer a la luz, significando "del
Sol", posiblemente para proclamar el que su portador era radiante y
poderoso. Se conoce en árabe como Shama'un.
Según el relato de la Biblia hebrea (Tanaj)
Sansón fue uno de los últimos jueces israelitas antiguos. Su historia se
describe en el Libro de los Jueces, entre los capítulos 13 y 16.
En el relato Sansón se caracteriza por poseer
una figura recia y una fuerza extraordinaria para combatir contra sus enemigos
y llevar a cabo actos heroicos, inalcanzables para la gente común, como luchar
sin más armas que sus propias manos contra un león, acabar con todo un ejército
con sólo una mandíbula de burro y hasta derribar un templo filisteo con su
propia fuerza. Al mencionar sus hazañas el texto bíblico emplea expresiones
tales como "el espíritu de Yahveh le invadió" (Jueces 14, 19), o
"el espíritu de Yahveh vino sobre él" (Jueces 15, 14), con lo que el
escritor bíblico implica que la fuerza sobrehumana de Sansón provenía únicamente
de realizar actos por voluntad de Dios.
Según la Biblia, el nombre Sansón proviene de
la palabra hebrea shemesh. Ambas significan 'sol' y son frecuentes en
los nombres propios de diversos pueblos de origen mesopotámico. A tres
kilómetros al sur de Zora, el pueblo natal de Sansón (Jueces 13.2), se
encontraba la ciudad de Bet-Shemesh (Casa del Sol, siglo XII a. C.).
Los israelitas habían vuelto a adorar a Baal y
Aserá y, por esto, Yahveh Elohim, Dios, los entregó en manos de los filisteos
por 40 años. Un ángel de Yahveh se apareció a Manoa, de la tribu de Dan, en la
ciudad de Zora, y a su mujer (Hatzlelponi), que era estéril. El ángel les
predijo que su hijo liberaría a Israel de los filisteos. Según él, la
futura madre no debía tomar ni vino ni sidra ni comer nada impuro, y el hijo
que nacería no debía cortarse el cabello. Siendo joven, Sansón deja su pueblo
para visitar las ciudades filisteas, donde se enamora de una mujer de la ciudad
de Timnat, con quien decide contraer matrimonio, a pesar de la oposición de sus
padres, que prefieren una joven israelita. Esta decisión se presenta como parte
de un plan de Yahveh para atacar a los filisteos. De camino a la petición de
mano, es atacado por un león, al que mata desgarrándolo en dos.
Sansón
y el león (Francesco Hayez)
Yendo a la boda, observa entre los huesos del
león un enjambre de abejas con miel, la cual prueba y luego ofrece a su padre.
En la fiesta de boda organizada por Sansón, el héroe propone a treinta mozos
filisteos un acertijo; si lo resuelven, les daría treinta piezas de lino fino y
otros tantos vestidos. Si no, ellos le harían el mismo regalo a Sansón. Tenían
los siete días que duraba la fiesta para resolverlo. El acertijo es el
siguiente: «Del que come salió comida, y del fuerte salió dulzura». El enigma
es una referencia al león que mató y la miel que de él salió. Como sólo Sansón
estaba presente en esa lucha, los treinta mozos no pueden obtener respuesta
durante tres días. Al cuarto, se dirigen a su mujer, amenazándola con prenderle
fuego a ella y a la casa de su padre si no descubre la solución. Ante los
lloros de su esposa, Sansón decide al séptimo día contarle la respuesta, y ella
se la da a sus paisanos. Antes de la puesta de Sol de ese séptimo día, los
filisteos le hablan: «¿Qué hay más dulce que la miel, qué hay más fuerte que el
léon?». Sansón responde: «Si no hubieseis arado con mi novilla, no habríais
adivinado mi acertijo»
Baja entonces a Ascalón, mata a treinta
hombres, a los que roba sus vestidos, y se los da a los mozos. Contrariado, se
aleja y llega a casa de su padre. Su esposa es dada a otro hombre. Cuando
Sansón quiere verla, su suegro se niega, pero le ofrece la hermana menor de la
mujer, más bella. En represalia, el israelita caza a trescientas zorras,
atándolas por el rabo de dos en dos, y poniendo una tea entre ambos rabos,
suelta a los animales por el campo, haciendo arder todas las cosechas enemigas.
A su vez y para vengarse, los filisteos queman a su mujer y la casa del padre
de ésta, a lo que Sansón responde dando a una paliza a muchos de ellos.
Tras esto, se refugia en la roca de Etán.
Mientras tanto, los filisteos acuden a Juda pidiendo que entreguen a Sansón.
Tres mil hombres de este pueblo lo encuentran, y prometiéndole no matarlo, lo
atan y se disponen a entregarlo. Pero cuando esto iba a ocurrir, Sansón rompe
las cuerdas, se libera, y usando la quijada de un asno, mata a mil filisteos.
Después de esto, es juez de Israel durante veinte años.
Tras ese tiempo, Sansón huye a Gaza, quedándose
en casa de una prostituta, la que para un forastero y encima israelita sería el
único sitio donde alojarse. Sus enemigos lo esperan a la entrada de la ciudad
para matarlo, pero aprovechando la noche, arranca las puertas de la ciudad y se
la lleva al monte en frente de Hebrón, dejando a sus enemigos con el problema
de una ciudad indefensa al perder sus puertas principales. Allí se enamora de
Dalila (mujer filistea). Los filisteos, a cambio de monedas de plata, la
sobornan (Jue 16:5,18) y la incitan a lograr que Sansón le revele el secreto de
su fuerza. Sansón la engaña, respondiéndole que sería vencido si lo atasen con
siete cuerdas húmedas. Dalila le hace caso y lo ata, pero él rompe las cuerdas
fácilmente. La mujer vuelve a preguntarle, a lo que él responde que bastaría
con atarlo con cuerdas nuevas para que se convirtiese en un hombre normal. Ella
le hace caso y él vuelve a romperlas con facilidad. Dalila insiste en querer
saber su secreto, y Sansón vuelve a mentirle, diciéndole que se debilitaría si
lo atasen sus siete trenzas con hilos, sujetándolas con clavos. Ella lo intenta
y vuelve a fracasar por tercera vez.
Tras mucha insistencia por parte de la mujer,
Sansón le confiesa que perderá toda su fuerza si le cortan el cabello. Así lo
hace un sirviente y lo deja sin su extraordinaria fuerza. Es de notar que su
fuerza se debía al juramento nazareo (Jue 13:25; 15:18), el cual Sansón mismo
había roto al dejar que Dalila tuviera la oportunidad de cortarle el cabello
(Deut 7:3,4). Sansón no ignoraba que esa mujer era indigna (Jue 16:8,12,14).
Los filisteos terminan capturándolo, le sacan los ojos y lo llevan a Gaza,
donde, prisionero, trabaja moliendo grano para sus enemigos. No obstante, su
pelo vuelve a crecer, restableciéndose el símbolo de su relación con Dios.
Un día, los jefes filisteos se reúnen en el
templo para ofrecer un sacrificio a Dagón, por haber puesto en sus manos a su
enemigo. Hacen llamar a Sansón para que los entretenga a ellos y a las tres mil
personas que allí había. El israelita pide al joven que lo conducía que lo deje
entre las columnas sobre las que descansa el edificio, para poder descansar.
Sansón invoca Yahveh: Yahveh!, te lo suplico, acuérdate de mí. Dame fuerzas
sólo una vez más, y de un sólo golpe me vengaré de todos los filisteos".
Haciendo fuerza sobre las columnas, añadió: "Muera yo con los
filisteos".
El edificio se vino abajo, de tal forma que
mató a más personas al morir de las que había matado durante toda su vida. Sus
familiares recuperan su cuerpo y lo entierran cerca de la tumba de su padre,
Manoa.
Eli o Elí ("Yahveh es
alto") fue un Sumo Sacerdote y Juez de Israel, de la familia de Itamar, de
la Tribu de Leví. Fue sucesor de Sansón, y predecesor y mentor del profeta
Samuel; su figura aparece reflejada en el primer libro de Samuel.
Vivió en Silo, desde donde lideró a la nación
por espacio de 40 años (1107 a. C. a 1067 a. C.). Según I
Samuel, 1, Ana, madre del profeta Samuel lo entregó siendo un niño pequeño al
anciano Elí, cumpliendo así el voto empeñado a Yahveh de consagrarlo a la casa
de Dios si éste le daba un hijo, siendo Ana mujer estéril.
Eli tenía dos hijos: Ofni y Finees, cuya
conducta está descrita en el primer libro de Samuel, 2:12 al 17, donde se los
nombra como «hijos de Belial» que «no conocían a Jehová»; el versículo 22 de
este mismo capítulo señala también las transgresiones de los hijos de Eli,
agravadas por su pertenencia al clan sacerdotal de los Levitas. Más adelante el
texto describe como un "varón de Dios" 1 Samuel 2:27(a quien no se
describe) se manifestó a Eli, anunciándole la ruina de su casa, y la muerte de
sus dos hijos, a causa de las malas acciones de estos, y la actitud excesivamente
indulgente del sacerdote para con ellos. Del mismo modo, el mensajero revela a
Eli que Yahveh ya había elegido a su sucesor (sin nombrarlo), el cual sería
Samuel, que a la sazón era ya un joven, y ministraba en el templo de Silo.
Lo dicho se cumplió cuando los filisteos
guerrearon contra Israel, matando a muchos, entre ellos los hijos de Eli, y
finalmente capturando el Arca del Pacto. Eli, que tenía 98 años y estaba casi
ciego, se hallaba sentado en una silla en el templo, cuando un mensajero llegó
y le anunció la terrible noticia, la cual impactó al anciano de tal manera que
se cayó de su silla hacia atrás y se desnucó contra la puerta.
Después del desastre de
Afec, Samuel comenzó su obra como
dirigente espiritual de Israel. Sin embargo, no estuvo listo inmediatamente
para guerrear con éxito contra los filisteos, que poseían fuerzas y técnica
militar superiores. La opresión continuó otros 20 años, pero terminó con la
victoria de los israelitas capitaneados
por Samuel en la batalla de Eben-ezer.
Samuel (en hebreo "Aquel que escucha a
Dios", "el nombre de Dios") fue, según el texto bíblico, un
profeta hebreo, líder militar y último juez de Israel.
Según el Primer Libro de Samuel, el profeta
pertenecía a la Tribu de Leví.
Su madre, Ana, era estéril y obtuvo
milagrosamente un hijo al que llamó Samuel y consagró al Señor, dejándolo en el
santuario de Silo al cuidado del sacerdote Eli (1Sam 1-2).
En la tradición judía tiene un gran peso, al
punto que el Talmud llega a decir que este profeta valía tanto como Moisés y Aarón.
Según dicha tradición, luego de la muerte de Moisés y Josué, sucedió una
confusión en cuanto a ciertas leyes, en especial concerniendo a la prohibición
del matrimonio entre amonitas, moabitas e israelitas. Este problema lo resolvió
el profeta Samuel, ya que tenía la autoridad suficiente, con la siguiente
oración: amonita varón mas no amonita mujer, moabita varón mas no moabita
mujer. Es decir, que, dado que el versículo bíblico que prohíbe la mezcolanza
entre moabitas, amonitas e israelitas sólo menciona a los varones, excluye a
las mujeres amonitas y moabitas de la prohibición, permitiéndoles contraer
matrimonio con los judíos.
Después de Eben-ezer, Samuel comenzó un gobierno
pacífico y próspero sobre Israel. Esto debe haber continuado unos 30 años, hasta
que el profeta accedió a la demanda popular que pedía un rey. Los hijos de
Samuel, a quienes él había nombrado como sus sucesores, no resultaron aptos
como dirigentes y fueron rechazados por el pueblo.
Con la coronación de
Saúl como rey de toda la nación finalizó la época heroica y comenzó una nueva. Antes
de este tiempo la forma de gobierno de Israel era una teocracia, pues se esperaba que
los gobernantes fueran nombrados por Dios mismo y dirigidos por él en la
realización de su tarea. La nueva forma de gobierno comenzó como una
monarquía
cuyo rey fue señalado por Dios, pero pronto se convirtió en monarquía
hereditaria.
Condiciones durante el período de los jueces
Las tristes condiciones que
prevalecieron en Palestina durante la mayor parte del período de los jueces
también se reflejan en dos documentos literarios de Egipto. Estos son tan
interesantes e informativos que debe presentarse aquí una corta descripción de
su contenido.
El primero es una carta
satírica en la cual se describe el viaje de un mahar (un enviado
egipcio) por Siria y Palestina. Dicha carta proviene de la segunda mitad del
siglo XIII AC, quizá del tiempo de la opresión madianita, a la cual puso fin
Gedeón.
Este documento describe los
caminos de Palestina cubiertos de cipreses, encinas y cedros que "llegaban
hasta los cielos", lo cual hacía dificultoso el viaje. Se declara que
abundaban los leones y leopardos, detalle que recuerda los incidentes de Sansón
y David.
Dos veces el enviado se
encontró con ladrones. Una noche le robaron el caballo y la ropa; en otra
ocasión, su arco, cuchillo y aljaba. También se encontró con beduinos, de los
cuales dice que "sus corazones no eran apacibles". Le sobrevino un
temblor y su cabello se le erizó, mientras que su alma "estaba en sus
manos". Sin embargo, no siendo él mismo un modelo de moralidad, fue
pillado en tina aventura con una niña oriunda de Jope, y sólo pudo comprar su
libertad con la venta de su camisa de fino lino egipcio.
Este relato, escrito en forma
de carta, sea cierto o ficticio, muestra un conocimiento notable de la
topografía y la geografía de Palestina. Entre muchos otros lugares bien
conocidos menciona a Meguido, Bet-seán,
Aco, Siquem, Acsaf y Sarepta. El relato ilustra vívidamente el estado de
inseguridad en que se hallaba el país, donde abundaban los caminos malos, los
asaltantes y los beduinos de aspecto feroz.
El segundo relato, escrito en
la primera mitad del siglo XI AC, durante el apogeo de la opresión filistea
después que el arca fue tomada en la batalla de Afec, describe el viaje de Wenamon, un agente real egipcio, hasta
la ciudad portuaria fenicia de Biblos, a fin de comprar madera de cedro para la
barca de Amón. Wenamón (o Wen-Amón) fue enviado por el rey sacerdote Heri-Hor,
de Tebas, y había recibido una estatua divina del dios Amón para protegerlo
durante el viaje y darle éxito en su misión. Sin embargo, sólo se le dieron
aproximadamente unos 600 g de oro y algo más de 3 1/2 kg. de plata como dinero
para comprar la madera de cedro deseada.
Wenamón salió de Egipto por
barco, pero cuando llegó a la ciudad portuaria de Dor que estaba en manos de
los teucros, le robaron el oro y la plata. Presentó su queja al rey local,
quien se negó a asumir responsabilidad alguna por el robo. Después que Wenamón
hubo pasado nueve días en Dor sin hallar ni su dinero robado ni al ladrón, robó
unos 3 1/2 kg de plata y zarpó hacia Biblos. Sin embargo, el rey de Biblos se
negó durante 29 días a verlo, y le ordenó que saliera de su ciudad. El 29.º día
después de su llegada, uno de los pajes del rey experimentó un arrebato místico
en el nombre de Amón y aconsejo al rey que concediera una entrevista a Wenamón.
Durante esta entrevista el rey fue sumamente descortés con Wenamón: le pidió
credenciales oficiales, y le dijo que por un cargamento anterior de cedros se
habían pagado 250 libras de plata (unos 120 kg). Le manifestó claramente que él
era el amo del Líbano, que no tenía ninguna obligación para con Egipto, aunque
admitió que su pueblo debía mucho a la cultura de la tierra del Nilo.
El rey de Biblos convino
finalmente en enviar un cargamento de cedro a Egipto, y recibió en pago un
cargamento de cueros, rollos de papiro, lino real, oro, plata, etc. Los cedros
deseados entonces fueron cortados y cargados, al mismo tiempo que el rey
fenicio recordaba a Wenamón que un emisario anterior había esperado 17 años en
Biblos, y finalmente había muerto allí sin conseguir su madera de cedro. Con
esto se proponía hacerle notar a Wenamón que en Asia el prestigio de Egipto se
había reducido a la nada, y que sus embajadores ya no merecían el respeto que
anteriormente habían estado acostumbrados a recibir.
Cuando Wenamón estuvo finalmente listo para salir del puerto de Biblos y
navegar hacia Egipto, halló que los teucros lo esperaban con sus naves para
atraparlo y quitarle su cargamento de madera de cedro. Sin embargo, logró huir
con su barco a Chipre, donde apenas escapó de la muerte a manos de los
desconsiderados isleños. Por desgracia, el papiro está roto en este punto de la
narración y no se conoce el resto. Sin embargo, debe haber tenido un desenlace
feliz; de lo contrario, los egipcios no lo habrían escrito y conservado.
El relato de la misión de
Wenamón ilustra las caóticas condiciones políticas de Palestina durante el
período de los jueces. Muestra que Egipto había perdido toda autoridad en
Siria, y que un emisario egipcio, cuya llegada en épocas anteriores habría sido
respetada, ahora podía ser tratado con desprecio y desdén. Vemos además que los
viajes eran inseguros, que la gente robaba y era asaltada, y que nadie tenía
segura la vida.
El reino unido de Israel (c.1050-931 a.C)
Desde su invasión a Canaán, los
hebreos habían crecido lentamente en poder y se habían arraigado por medio de
luchas continuas con las naciones que vivían dentro y alrededor de Palestina.
Habían vivido en el país durante unos tres siglos y medio cuando sintieron la necesidad
de un gobierno unificado. Hasta ese entonces habían sido guiados por hombres
dirigidos por el Espíritu, llamados jueces, sin la seguridad de que continuaría
una dirección competente después de la muerte de cada juez.
Desde el punto de vista político
estrictamente humano el deseo popular de tener una monarquía hereditaria,
expresado en tiempos de Samuel, no era sino natural. Si Israel había de
alcanzar su propósito, debía poseer el país en forma permanente; y a fin de
conseguirlo, necesitaba la unidad, la continuidad de la dirección y un gobierno
estable. Esta eventualidad había sido prevista por Moisés, quien estableció los
principios en armonía con los cuales deberían gobernar los reyes:
"Cuando hayas entrado
en la tierra que Jehová tu Dios te da, y tomes posesión de ella y la habites, y
digas: Pondré un rey sobre mí, como todas las naciones que están en mis
alrededores; ciertamente pondrás por rey sobre ti al que Jehová tu Dios
escogiere; de entre tus hermanos pondrás rey sobre ti; no podrás poner sobre ti
a hombre extranjero, que no sea tu hermano. Pero él no aumentará para sí
caballos, ni hará volver al pueblo a Egipto con el fin de aumentar caballos;
porque Jehová os ha dicho: No volváis nunca por este camino. Ni tomará para sí
muchas mujeres, para que su corazón no se desvíe; ni plata ni oro amontonará
para sí en abundancia. Y cuando se siente sobre el trono de su reino, entonces
escribirá para sí en un libro una copia de esta ley, del original que está al
cuidado de los sacerdotes levitas; y lo tendrá consigo, y leerá en él todos los
días de su vida, para que aprenda a temer a Jehová su Dios, para guardar todas
las palabras de esta ley y estos estatutos, para ponerlos por obra; para que no
se eleve su corazón sobre sus hermanos, ni se aparte del mandamiento a diestra
ni a siniestra; a fin de que prolongue sus días en su reino, él y sus hijos, en
medio de Israel" (Deuteronomio 17: 14-20).
Con Saúl el reino permaneció
débil debido a la inexperiencia y falta de madurez de carácter del joven rey.
Su sucesor, David, guerrero infatigable y político capaz, levantó un imperio
formidable. Aunque no podía compararse con los imperios situados sobre el Nilo
y el Eufrates, era impresionante, y ejerció el control de la mayoría de las
naciones de Palestina y Siria. Formado por el genio de David bajo la bendición
de Dios, ayudado por la debilidad de las otras naciones grandes de su tiempo,
el imperio de Israel permaneció intacto por más o menos medio siglo. Las
debilidades se hicieron evidentes aún bajo el reinado relativamente pacífico de
Salomón, y su reino se desmenuzó cuando la muerte eliminó la mano fuerte del
rey.
Sin embargo, además del
recuerdo de un pasado glorioso bajo dos grandes reyes, fue de valor permanente
el establecimiento de Jerusalén como centro religioso y político para la
nación. El significado de su nombre, "ciudad de paz", ha ejercido una
influencia mágica en la mente del pueblo hebreo de todas las generaciones.
Puesto que las promesas de la venida del Mesías estaban relacionadas por la
Inspiración con la casa real de David, nunca se perdió de vista la idea de un
reino establecido y guiado por Dios.
Saúl
(c. 1050-1011 a.C)
Saúl (1079-1007 a. C.) fue el primer rey de
Israel (reino unificado de Judá e Israel). Era hijo de Qish de Gabaa, de la
tribu de Benjamín. Saúl fue esposo de Ahinoam, quien le dio tres hijos; contó también con una concubina llamada
Rispah, con quien tuvo otros dos hijos más. Los hijos de Saúl fueron Jonatán,
Isúi y Malquisúa; sus hijas se llamaban Merab y Mical.
Era hijo de un hombre llamado Qish. A este
último se le perdieron sus asnos, así que envió a su hijo y un criado a
buscarlos en la región montañosa de Efraín, y de allí a la tierra de Salisa,
pero no las hallaron. Entonces pasaron por la tierra de Saalim, y tampoco.
Después pasaron por la tierra de Benjamín, pero no las hallaron. Así que
decidieron volver, pero de paso consultarían al Vidente sobre la ubicación de
los asnos.
Ante el pedido del pueblo israelita al entonces
anciano juez Samuel para que nombrara un rey que los librara de los invasores
filisteos, aquel, aunque creía que Dios debía ser el único soberano de Israel,
consultó a Yahveh y este reveló que señalaría su ungido. Samuel vio que Saúl
era el escogido y lo dejó quedarse en su casa, al día siguiente derramó aceite
sobre su cabeza diciendo ¿No te ha ungido Yavé como el soberano de su
heredad?; luego dio instrucciones de buscar determinadas personas con
instrumentos musicales "profetizando", Saúl se encontró con esas
personas dónde el Espíritu de Dios descendió sobre él, "profetizó" en
medio de ellos.
Hombre de gran valor y gran estatura, se mostró
al principio un rey firme, que derrotó a los amonitas, moabitas y filisteos en
numerosas ocasiones, y estableció su capital en la ciudad liberada de Jabes de
Galaad.
Su reino consistió en
una unión algo débil de tribus que lo seguían como rey en tiempos de
emergencia, pero que fuera de eso decidían sus asuntos internos sin
interferencia de un gobierno central. A principios de su reinado, su actuación
difirió poco de la de un juez. Aún después de ser proclamado rey, entre otras
cosas todavía cuidaba su propio ganado.
Sin embargo, la idea de
una monarquía real se desarrolló gradualmente. Saúl tenía el plan de que su
reino fuese hereditario. En su capital, construyó un castillo en el predio de
una hectárea, "Gabaa de Saúl",
ahora Tell el-Fûl,
a unos 6 kilómetros y medio al norte de Jerusalén.
Su ciudadela de dos
pisos que medía aproximadamente 52 m por 35 m, cuyos muros exteriores tenían de
1,80 a 2,10 m de espesor, ha sido excavada por W. F. Albright. Con sus muros
fortificados y torres en las esquinas, representa la construcción hebrea típica
de la época. La sala más grande, que era probablemente la sala de audiencia
donde David tocaba su lira ante el rey, medía unos 2,10 por 7,60 m.
Fue Saúl quien creó el
primer ejército regular, aunque pequeño, mantenido por Israel. Constaba de
3.000 hombres ubicados como guarnición en tres ciudades con su tío -o tal vez
primo- Abner, como comandante en jefe.
El nuevo rey, instalado
en el trono durante el período difícil cuando los filisteos, apoyados en sus
armas y experiencia militar superiores, trataron de subyugar a los hebreos, a
menudo se halló luchando contra ellos como también contra otras naciones. Dio
la primera prueba de sus condiciones de general cuando rescató de los amonitas
la ciudad de Jabes de Galaad, en Transjordania. También sostuvo guerras
victoriosas contra los amalecitas y los
idumeos en el sur, los moabitas en el este, y los arameos del Estado sirio de
Soba.
Con todo, la amenaza
permanente para la existencia de Israel provino de los filisteos que mantuvieron
guarniciones en varias ciudades hebreas, aun en algunas cercanas a la capital
de Saúl. Los filisteos tenían el monopolio de la manufactura y afiliación de
armas y herramientas, de manera que en determinado momento en todo Israel
solamente Saúl y Jonatán poseían armas de hierro.
Aterrorizaron de tal
manera a los hebreos, que éstos se vieron obligados habitualmente a refugiarse
en cuevas y lugares inaccesibles de las montañas.
La primera gran
victoria israelita sobre los filisteos, la que causó su expulsión de la región
montañosa oriental, fue más bien un episodio militar que una batalla real.
Cuando los filisteos
habían ocupado las colinas de Benjamín y habían tomado a Micmas, los israelitas
retrocedieron en desorden.
Mientras Saúl estaba
acampado con 600 hombres en Gabaa, separado de los filisteos por el Wadi ets-Tsuwenît, Jonatán y
su escudero descendieron por la roca Sene en la cual estaba construida Gabaa,
cruzaron el wadi, y luego escalaron la escarpada roca Boses, sobre la cual
estaban acampados los filisteos en Micmas. El ataque sorpresivo de Jonatán en
el campamento filisteo creó gran confusión, la que aumentó cuando los hebreos
acudieron en ayuda de Jonatán; entonces los filisteos huyeron aterrados.
El primer gran
encuentro entre los hebreos y los filisteos durante el reinado de Saúl se
realizó en la región montañosa occidental entre Soco y Azeca, a mitad de camino
entre Jerusalén y Ascalón.
La victoria de David
sobre Goliat en esa ocasión fue el comienzo de una gran serie de victorias sobre
los odiados filisteos. Los principales resultados fueron una mayor libertad
para los hebreos y considerable riqueza obtenida del saqueo a los filisteos (1
Sam. 17).
Por desgracia para la
nación y la casa real, Saúl, que tenía un carácter indisciplinado, se hizo
despótico después de sus victorias.
A causa de su violación
de la ley levítica y de órdenes divinas, no sólo perdió el reino sino también
el juicio. Sus últimos años -no se sabe cuántos- pasaron bajo la sombra de la
locura, que a su vez lo llevó a continuas tentativas de matar a David, de quien
él sabía estaba destinado a ser su sucesor.
Habiendo perdido la
amistad y la mano guiadora de su viejo consejero Samuel, cometió crímenes de
los más necios y atroces, tales como la matanza de los sacerdotes inocentes de
Nob, y hasta intentó matar a su propio hijo Jonatán.
En una batalla reñida
en las montañas de Gilboa, en el extremo oriental de la llanura de Esdraelón,
Saúl y sus hijos perdieron la vida luchando contra los filisteos. Esa batalla
fue tan desastrosa que todas las ganancias del largo reinado de Saúl se
perdieron ante los filisteos, quienes una vez más ocuparon las ciudades de
Israel y arrojaron a los aterrorizados habitantes a sus antiguos refugios de
las montañas.
David
David (hebreo «el amado» o «el elegido de
Dios»; c. 1040-966 a. C.), sucesor de Saúl y segundo monarca legítimo del Reino
de Israel (Isboset, hijo de Saúl, fue proclamado por el ejército y gobernó dos
años en el norte hasta su asesinato- Ver 2 Samuel 2:8), que logró unificar su
territorio e incluso expandirlo, hasta comprender las ciudades de Jerusalén y
Samaria, Petra, Zabah y Damasco. La historia de David figura en la Biblia, en
los Libros del profeta Samuel y en el Libro de los Salmos. David fue uno de los
grandes gobernantes de Israel y padre de otro de ellos, Salomón. Es venerado
como rey y profeta en el judaísmo, el cristianismo (católicos el 29 de
diciembre) y el islam.
David es considerado como un rey justo,
valiente, apasionado; guerrero, músico y poeta, pero un rey, también, no exento
de pecados. Según la Biblia, él fue elegido por Dios en persona para gobernar
Israel. Se le atribuye la autoría de gran parte del Libro de los Salmos.
Aparentemente vivió entre los años 1040 y 966 a. C., reinó en Judá entre el 1010
y 1006 a. C. y sobre el reino unido de Israel entre el año 1006 y el 966 a. C.
Los Libros de Samuel son la crónica
principal de su vida y su reinado, continuando con sus descendientes en el Libro
de los Reyes. Se han preservado pocas referencias arqueológicas, pero la
estela de Tel Dan y la estela de Mesha podrían determinar la existencia, a
mediados del s. IX a. C., de una dinastía real hebrea llamada «Casa
de David». Además de existir otras referencias en este grabado sobre la
descendencia del rey David. Así también, la costumbre de dejar genealogías en
las familias hebreas lo hace aparecer en varias de ellas en la misma Biblia.
La vida de David es importante para el judaísmo
y el cristianismo. Su biografía se basa casi exclusivamente en los libros de Samuel,
donde se lo describe además como «rubio, de hermosos ojos, prudente y muy bella
presencia».
David perteneció a la familia de Isaí, de la
tribu de Judá. Según 1 Samuel 16:11 y 17:12, era el menor de los ocho hijos de
Isaí y, como era costumbre en esos tiempos, el menor era el más postergado y al
que se le daban las tareas pastoriles. Tres de sus hermanos mayores fueron
soldados del rey Saúl. Samuel, el profeta, viajó hasta Belén, por mandato de
Dios, para buscar al nuevo «ungido». Los candidatos -dijo Dios- debían ser de
la familia de Isaí.
El rey Saúl había pecado al desobedecer a Dios
durante la batalla de Michmash, donde debía destruir a todos los enemigos
amalecitas y no lo hizo. Por ello, Dios decidió retirarle su bendición y envió
al profeta Samuel en busca de un nuevo «ungido», de un nuevo rey para Israel.
Su destino era Belén, donde vivía Jesé, un pastor con sus hijos. Uno de ellos
era el elegido y Samuel, como profeta, debía saber cuál. Para evitar un castigo
del rey Saúl, el profeta se excusó alegando que viajaba para realizar un
sacrificio. Una vez en casa de Jesé, el profeta conoció a siete de sus ocho
hijos, pero ninguno fue el ungido. Cuando preguntó si faltaba alguno, Jesé
llamó al más pequeño: David, y cuando el profeta lo vio, supo que era él. Allí,
delante de su padre y hermanos mayores, le ungió como futuro rey de Israel. Era
además David, un varón prudente y de buen parecer, rubio y de buen semblante.
David, con la gracia de Dios, fue nombrado
músico a cargo del arpa y paje de armas. Estas tareas las compaginaba con su
trabajo como pastor. Tan bueno era tocando el arpa, que escuchando la melodía,
Saúl se relajaba. El rey Saúl le concedió su buena disposición.
Israel, bajo las órdenes del rey Saúl, estaba
en guerra con los filisteos. Un gigante llamado Goliat de Gat, de seis codos y
un palmo de estatura y miembro de las tropas de choque filisteas (1 Sam 17:4),
desafió al ejército israelita durante cuarenta días, proponiendo que escogieran
a su mejor hombre para hacerle frente. En palabras de Goliat, si él resultaba
derrotado y muerto por el israelita, los filisteos serían esclavos de Israel,
pero si él vencía y mataba al escogido de Israel, los israelitas serían
esclavos de los filisteos (1 Sam 17:8-9). Los hebreos temían en gran manera a Goliat
y se escabullían del reto.
David, cuyo padre le había pedido que viajara
al campamento para saber cómo estaban sus hermanos mayores y llevarles algo de
comida, escuchó el desafío del gigante (1 Sam 17:23). Según la Biblia, la
condición de pastor llevó a David a estar preocupado por defender a sus rebaños
de los ataques de fieras salvajes y, utilizando su talento, se servía del
cayado y una honda. Con ello se presentó ante el rey Saúl y se propuso para
luchar contra el gigante. Con la anuencia de Saúl, David se vistió con la
armadura del rey, pero al no estar acostumbrado a utilizarla, se deshizo de
ella y se dirigió al campo de batalla solo con su honda. Por el camino recogió
cinco piedras lisas en un arroyo y se plantó delante del gigante Goliat. Éste
se burló de él y tuvo en menos al más joven de los hijos de Jesé que se
presentaba para tener un combate singular con él. Pero David proclamó:
Toda la
Tierra sabrá que hay Dios en Israel. Y toda esta asamblea sabrá que no por la
espada ni por la lanza salva Yahveh, porque de Yahveh es el combate y os
entrega en nuestras manos.
David (1
Sam 17:46-47)
Y con su honda de boleo, David le incrustó una
piedra en la frente a Goliat y, cuando cayó, aprovechó para cortarle la cabeza
con la espada del propio filisteo. La Biblia de Jerusalén señala que se ha
comparado este combate singular con los combates individuales de la Ilíada.
En alusión a este combate, la expresión «honda de David» simboliza que no
existe enemigo desdeñable por pequeño que sea, si el acierto le acompaña. David
vencedor de Goliat constituye además un símbolo del valor que tienen el tesón y
la voluntad férrea desarrolladas frente a un enemigo en apariencia muy
superior.
Después de vencer al gigante, David consiguió
la confianza de los criados y del pueblo, se ganó la amistad de Jonatán y el
amor de Mical quien fue su primera esposa y ambos eran hijos de Saúl. Y,
precisamente eso, produjo los celos del rey Saúl, que ordenó capturarle. David
tuvo que huir al desierto con un escuadrón de 200 guerreros leales y se
convirtió en el paladín de los oprimidos. Allí aceptó la protección del rey
filisteo Aquis de Gat, enemigo de Israel, y situó a su familia y los suyos en
la ciudad filistea de Siclag. Cuando Aquis se fue a la guerra contra el rey
Saúl, David no pudo acompañarle porque los otros nobles no confiaban en él.
Esta batalla, que tuvo lugar en Gilboá, acabó
con la vida del rey Saúl y de su hijo Jonatán, amigo de David. La Casa de Saúl
estaba prácticamente anulada y David se dirigió a la ciudad de Hebrón para ser
nombrado rey de Judá. Pero los norteños no estaban de acuerdo con tal decisión
y buscaron a un descendiente lejano del difunto rey para nombrarle como
sucesor. El escogido fue Isboset, al que nombraron rey. Éste intentó ganarse la
confianza del reino, pero dos caudillos seguidores de David decidieron
asesinarle en su propia casa. Cuando se presentaron ante el rey David esperaban
una recompensa, pero se encontraron con la muerte. David no estuvo de acuerdo
con la muerte de su enemigo y decidió ejecutarles por asesinato.
En Hebrón, el rey David no conseguía la
confianza de los norteños y decidió que, para unir a las doce tribus
israelitas, debía buscar una ciudad neutral donde gobernar. Sin embargo, con la
muerte del hijo del difunto rey Saúl, los ancianos de Israel se acercaron a
Hebrón manifestando lealtad a David, que por entonces tenía 30 años.
[En tiempos pasados había sido capitán en el
ejército de Saúl, y por un tiempo fue yerno de Saúl, pero había vivido como
proscrito en los bosques y las cavernas de las montañas del sur de Judá, y en
una ciudad filistea durante los últimos años del reinado de Saúl.
David, ungido secretamente por
el profeta Samuel poco después del rechazo de Saúl como rey, estaba
excepcionalmente dotado como guerrero, poeta y músico. Era también
profundamente religioso, y aunque cayó en un grave pecado, se arrepintió y
recuperó el favor divino. Por lo tanto, se le confirmó el trono a perpetuidad a
él y a su posteridad, lo que culminaría con el reino eterno del Mesías, que fue
descendiente de David según la carne.
Los primeros siete años del
reinado de David se limitaron a Judá, mientras que Is-boset, cuarto hijo de Saúl, reinó sobre el resto de las tribus desde
su capital, Mahanaim, en Transjordania.
Las relaciones entre los dos
reyes rivales fueron amargas, e hicieron crisis en forma de luchas y
derramamientos de sangre.
Abner,
comandante del ejército de Saúl, era el que realmente sostenía el trono de Is-boset,
hombre débil que cayó víctima de unos asesinos inmediatamente después que Abner
le retiró su apoyo. Su verdadero nombre parece haber sido Es-baal, "hombre de Baal" lo que
sugiere que cuando nació, Saúl se había alejado tanto de Dios que adoraba a Baal.
David había hecho de Hebrón su
capital, y allí, después de la muerte de Is-boset, fue coronado rey sobre todo
Israel, lo cual señaló el fin de la breve dinastía de Saúl.
Después que David hubo reinado
durante siete años y medio, se propuso establecer una nueva capital. Demostró
notable sabiduría política al elegir como capital una ciudad que hasta ese
momento no había pertenecido a ninguna tribu, y que por lo tanto sería
aceptable para todos. Al conquistar la fortaleza Jebusea de Jerusalén, en la frontera
entre Judá y Benjamín, y al establecer el centro político y religioso del reino
en una ubicación central, lejos de las principales carreteras internacionales
que atravesaban el país, David demostró una previsión política digna de
encomio. Desde entonces Jerusalén ha sido una ciudad importante y ha
desempeñado un papel destacado en la historia del mundo.
El reinado de David se distingue por una cadena ininterrumpida de victorias militares. Derrotó repetidas veces a los filisteos y logró libertar completamente a Israel de la influencia de ellos. Los limitó a una región costera próxima a las ciudades de Gaza, Ascalón, Asdod, Gat y Ecrón.
El reinado de David se distingue por una cadena ininterrumpida de victorias militares. Derrotó repetidas veces a los filisteos y logró libertar completamente a Israel de la influencia de ellos. Los limitó a una región costera próxima a las ciudades de Gaza, Ascalón, Asdod, Gat y Ecrón.
También subyugó a los moabitas,
amonitas y edomitas y sometió a los arameos de Damasco y Soba. Otras naciones
procuraron su amistad mediante el envío de presentes -como lo hizo el rey de o
mediante la firma de tratados, como en el caso del rey fenicio de Tiro. De esta
manera David pudo reinar sobre toda Palestina occidental y oriental, con
excepción de la región costera, e indirectamente también sobre grandes
secciones de Siria. Prácticamente todo el territorio entre el Eufrates y Egipto
era administrado por los gobernadores de David, o le era favorable, o le pagaba
tributo.
La política interna de David no
siempre tuvo tanto éxito como su política exterior. Para fijar impuestos o para
hacer un cálculo del potencial humano de su reino, hizo levantar un censo que
ofendió a Joab, su general, y también a Dios.
David, como otros estadistas
fuertes antes y después de él, también cayó ocasionalmente víctima de sus
concupiscencias -véase por ejemplo el episodio de Betsabé, y como polígamo compartió los tristes
resultados de esa costumbre.
Durante el sitio de Rabbah, el rey David
decidió no ir a la batalla y quedarse en Jerusalén. Después de una siesta y
desde la terraza, el rey observó que, en una casa vecina, una hermosa mujer
estaba bañándose. David quedó prendado de ella y quiso saber quién era:
Betsabé, la mujer de un soldado hitita principal llamado Urías que estaba
luchando en el sitio de Rabbah. Pero ni eso paró al rey.
La dejó embarazada mientras su marido luchaba
en el sitio y el adulterio de la mujer, en Israel, era penalizado con la
muerte. Con tal de evitar esto, David pidió a su marido que volviera del sitio
y hacerle creer que él mismo había embarazado a su mujer. Pero, no lo
consiguió. Urías se negó a quedarse en casa, con su mujer, mientras sus
compañeros luchaban en la batalla.
El rey David, preocupado por perder a la mujer
de la que estaba enamorado, decidió cambiar su estrategia. Pidió al comandante
del sitio que situara al esposo en el lugar más difícil de la batalla, con la
intención de que muriera en combate. Así, nadie sospecharía del adulterio y el
rey podría seguir con Betsabé. Urías murió en combate y David se casó con ella
y llegó a ser su esposa preferida y ella llegó a amarle con devoción.
El profeta le advirtió que Dios le quitaría la
tranquilidad y que le enviaría zozobras continuas, que su reinado sería
agitado, lleno de disturbios civiles violentos e intrigas. Y también le
advirtió que él no moriría por haber dejado embarazada a una mujer casada y
haber ordenado la muerte de su marido, pero que sí lo haría el hijo que iba a
nacer. Su hijo vivió siete días, durante los cuales el rey ayunó. Pero cuando murió,
el rey se vistió y volvió a comer. Sus sirvientes le preguntaron por qué se
lamentó cuando su hijo todavía estaba vivo, pero no cuando ya había muerto.
David y
Betsabé, por Lucas Cranach el Viejo, 1526
Uno de sus hijos cometió
incesto; otro, Absalón, llegó a ser
fratricida y más tarde se rebeló contra su propio padre, pero murió en la
batalla que siguió. La rebelión del benjamita Seba también causó serias
dificultades y derramamiento de sangre; y poco antes de la muerte de David, Adonías, uno de sus hijos, hizo un
intento infructuoso para ocupar el trono mediante una revolución en el palacio.
Sin embargo, la recia personalidad de David, junto con el resuelto apoyo de los
que le fueron leales, le permitió vencer todas las fuerzas divisivas. El reino
fue transferido a Salomón como una sólida unidad.
La lealtad básica de David para
con Dios y su disposición a arrepentirse y aceptar el castigo por el pecado, le
ganaron el respeto de los profetas Natán
y Gad, y le atrajeron promesas y bendiciones divinas de una naturaleza
singular. No pudo realizar uno de sus mayores deseos: construir un templo para
el Dios que amaba. Sin embargo, se le prometió que construiría el templo su
hijo, cuyas manos no estaban manchadas de sangre como las suyas. Por lo tanto,
David compró el terreno, mandó hacer el plano y reunió los fondos para ayudar a
Salomón en la realización del plan.
Jan de Bray,
David tocando el arpa, 1670. Colección privada
Salomón (971-931 AC)
Salomón, tercer gobernante del
reino unido de Israel, cuyo nombre era también Jedidías, "al cual amó Jehová", parece haber seguido la costumbre
oriental de tomar un nombre para ocupar el trono: Salomón,
"pacífico". Su reinado hizo que este título no fuese sólo apropiado,
sino también popular.
Por razones no especificadas,
Dios escogió a Salomón para que fuese el sucesor de David, y éste lo proclamó
rey durante una revolución de palacio que tenía el propósito de colocar en el
trono a su hermano mayor Adonías. Aunque Salomón pareció al principio demostrar
clemencia para con Adonías, no se olvidó del incidente. Por lo general, el
menor error que cometieron los opositores de Salomón les costó la vida. De ahí
que tanto Joab, instigador del complot, como Adonías fueran finalmente
ejecutados, mientras que Abiatar, el sumo sacerdote, fue depuesto.
Demostrando una piedad desusada
para sus años, y comprendiendo al parecer la dificultad de sus problemas
políticos, Salomón pidió a Dios sabiduría en la difícil tarea de gobernar el
nuevo imperio. Su sabiduría, de la cual tenemos ejemplos en los Proverbios,
Eclesiastés y Cantares, excedió a la de todos los demás sabios famosos de la
antigüedad. Esta fama atrajo a su corte
a los intelectuales de varias naciones. De esas visitas, la de la reina árabe
de Sabá parece haber sido la que hizo mayor impresión sobre sus contemporáneos.
El Sueño de
Salomón (Luca Giordano)
El reino que Salomón heredó de su padre se extendía desde el golfo de Akaba, al sur, hasta casi el Eufrates, al norte. Nunca antes ni después tuvo tanta extensión el territorio israelita. Siendo que tanto Asiria como Egipto estaban muy débiles en esta época, Salomón no encontró verdadera oposición de parte de sus vecinos, y aprovechando esa situación, se aventuró en grandes empresas comerciales por tierra y por mar que le reportaron riquezas nunca antes vistas por su pueblo.
Puesto que los fenicios ya
controlaban el comercio del Mediterráneo, Salomón se dirigió hacia el sur y
realizó empresas comerciales con Arabia y el África oriental, llevando a cabo
sus expediciones marítimas con la ayuda de marinos de Tiro. La ciudad de Ezión-
geber en el golfo de Akaba no sólo sirvió de puerto principal para estas
expediciones, sino también, aparentemente, como un centro comercial del cobre
extraído en el Wadi Arabá (la zona entre el mar Muerto y Ezión-geber). Como
además controlaba muchas rutas comerciales terrestres, Israel llegó a ser el
gran mercado de compra y venta de carros y lino egipcios, caballos de Cilicia y
diversos productos de Arabia. Prácticamente nada entraba en Egipto desde el
oriente, o en Mesopotamia desde el suroeste, sin enriquecer los cofres de
Salomón.
El rey emprendió también
grandes construcciones. Sobre el monte Moriah, en el norte de la antigua
Jerusalén, edificó una acrópolis que comprendía el magnífico templo, edificado
en 7 años y su propio palacio, cuya construcción llevó 13 años.
También construyó el millo'
o "relleno", que algunos creen que estuvo entre Sion y Moriah, y
reparó el muro de Jerusalén. A lo largo del país se construyó una cadena de
ciudades para sus carros a fin de garantizar la seguridad nacional, y esto
requirió un gran ejército regular y muchos caballos y carros, costosos rubros
del presupuesto nacional. Las excavaciones de Gezer y Meguido han comprobado
plenamente estas afirmaciones bíblicas.
Para sus múltiples empresas, el
rey dependía del trabajo forzado y de los fenicios, para conseguir obreros
adiestrados y marineros. Los magníficos proyectos de construcción y las grandes
exigencias del ejército fueron una carga tan pesada para la economía israelita,
que aún los inmensos ingresos de Salomón resultaron insuficientes para
financiar el programa, con el resultado de que en una ocasión tuvo que ceder 20
pueblos galileos a Fenicia en pago de la madera y del oro que necesitaba.
Siguiendo la costumbre de los
monarcas orientales, Salomón tuvo un gran harén, y procuró fomentar la buena
voluntad internacional casándose con princesas de la mayoría de las naciones
circunvecinas, incluso Egipto, y permitió que se edificasen en Jerusalén
santuarios dedicados a deidades extranjeras (1 Reyes 11: 1-8). La princesa
egipcia, que trajo como dote la ciudad de Gezer que su padre había conquistado
de los cananeos, parece haber sido su reina favorita por cuanto le construyó un
palacio separado.
Pero la gloria exterior del
reino, el suntuoso ceremonial de la corte, las nuevas y poderosas fortalezas en
todo el país, el fuerte ejército y las grandes empresas comerciales no podían
ocultar el hecho evidente de que el imperio de Salomón estaba por
desintegrarse. Había inquietud entre los israelitas a causa de los altos
impuestos y el trabajo forzado requerido, y las naciones subyugadas sólo
esperaban una señal de debilidad para independizarse de Jerusalén. Aunque la
Biblia sólo menciona por nombre a tres rebeldes que se manifestaron en abierta
oposición a Salomón: Hadad edomita, Rezón hijo de Eliada, y el efrainita
Jeroboam los sucesos que ocurrieron inmediatamente después de la muerte de
Salomón implican que debe haber habido considerable desasosiego aun durante su
vida.
Los escritores bíblicos, que se
preocuparon más de la vida religiosa de sus héroes, dan cómo razón principal de
la decadencia del poder de Salomón y la desintegración de su imperio, el hecho
de que el rey se hubiera apartado del camino recto de sus deberes religiosos.
Aunque había construido el templo de Jehová y en su dedicación ofreció una
oración que reflejaba profunda experiencia espiritual cayó en una poligamia e
idolatría sin precedentes que provocaron la prosecución de una política
insensata que apresuró la caída de su reino.
No bien hubo cerrado los ojos
Salomón, las tribus de Israel se separaron en dos bandos y varias de las
naciones sometidas proclamaron su independencia.
El cisma. Los dos reinos:
La muerte de Salomón desencadeno una rivalidad entre las doce tribus que
termino en la división del reino en dos estados diferentes:
a) Las diez tribus del norte formaron el Reino de Israel, más vasto y fuerte, con su capital en Samaria.
b) Las dos tribus del sur formaron el Reino
de Judá con la capital en Jerusalén.
Reino de Israel
|
Reino de Judá
|
Saúl
|
Roboam
|
Isbaal (Isboset).
|
Abías (Abiyyam)
|
David
|
Asa
|
Salomón
|
Josafat
|
Jeroboam I
|
Joram
|
Nadab
|
Ocozías
|
Baasa
|
Atalía
|
Ela
|
Joás
|
Zambri (Zimri)
|
Amasías
|
Tibni. Personaje en la historia del reino de Israel
que intento ocupar el trono después del suicidio de Zimri. El pueblo de
Israel estuvo dividido en dos: La mitad del pueblo seguía a Tibni hijo de
Ginat para hacerlo rey, mientras que la otra mitad seguía a Omri. La lucha
duro unos cuatro años. Omri salió victorioso de la lucha y Tibni fue muerto.
|
Ozías (Azarías)
|
Omrí
|
Jotán
|
Ahab
|
Acaz
|
Ocozías
|
Ezequías
|
Joram
|
Manasés
|
Jehú
|
Amón
|
Joacaz
|
Josías de Judá
|
Joás
|
Joacaz
|
Jeroboam II
|
Joaquim (Yoyaquim)
|
Zacarías
|
Joaquín (Jeconías)
|
Sellum (Shallum)
|
Sedecías (su nombre original
era Mattanías)
|
Menajem
|
|
Pecajías (Faceya)
|
|
Pecaj (Facee)
|
|
Oseas
|
Los reyes de Judá
Roboam (931-913 AC).
Con Roboam, el imprudente hijo de
Salomón, el reino hebreo unido llegó a su fin para nunca resurgir. Cuando
Roboam fue a Siquem para la coronación, se enteró del descontento profundo que
existía entre sus súbditos a causa de las excesivas cargas de impuestos y el
trabajo forzado que su padre había introducido.
Rechazando las advertencias de
consejeros experimentados para que accediese a las demandas razonables del
pueblo, lo amenazó con aumentar sus cargas; de esta manera provocó la franca
revuelta de sus súbditos del norte y del este bajo la dirección de Jeroboam,
quien al enterarse de la muerte de Salomón había regresado del destierro.
La insolencia de Roboam Hans
Holbein el Joven
Aunque atendió el consejo del
profeta Semaías de no luchar contra sus hermanos al separarse las diez tribus,
es evidente que Roboam sostuvo posteriormente varias guerras sangrientas con
Jeroboam.
También en su quinto año sufrió
el ataque histórico de Sheshonk (Sisac) I de Egipto (1 Reyes 14: 25-28),
respecto del cual todavía da testimonio el relieve de la victoria de Sheshonk
que se halla en el muro del templo de Karnak. Este ataque puede explicar por
qué el rey de Judá fortaleció las defensas de una cantidad de pueblos que
protegían los caminos que llevaban a Jerusalén.
Siendo quizá hijo de una mujer amonita, Roboam imitó a su padre al tener un numeroso harén y al fomentar la adoración de dioses paganos, con todos sus ritos abominables.
Siendo quizá hijo de una mujer amonita, Roboam imitó a su padre al tener un numeroso harén y al fomentar la adoración de dioses paganos, con todos sus ritos abominables.
Abiam y Asa (913-869 AC).
El siguiente rey, Abiam, reinó brevemente (913-911 a. C.),
imitó a su padre en todos sus vicios.
Cuando Abías ascendió al trono volvieron las
hostilidades con el Reino de Israel, regido por Jeroboam I, al que derrotó
en el monte Semaráyim, acabando con su ejército e hiriéndolo y de esa manera ya
no fue una amenaza, ya que «murieron 500 000 soldados». Anexionó a
Judá varias poblaciones. Selló una alianza con Tab-Rimmón de Damasco, y su
acercamiento a los sirios marcó el inicio de sucesivas intervenciones de estos
en los asuntos internos de Israel y Judá.
Una biografía más completa que la del Libro
de las crónicas fue escrita por el profeta Iddo, pero el texto se ha
perdido. Abías tuvo 14 esposas y 38 hijos.
A su muerte fue enterrado junto a sus
antepasados en Jerusalén.
Con Asa, hijo de Abiam, llegó nuevamente al trono un buen rey (911-869
a. C). Eliminó la influencia de su abuela, que había levantado una imagen para
Asera, y desterró a los sodomitas como también el culto de los ídolos.
Asa
fue el quinto rey de la casa de David y el tercero del Reino de Judá,
gobernando entre 913 y 873 a. C. Era hijo de Abías y bisnieto de
Salomón. Asa fue celoso cumplidor de la religión judía, y persiguió a los
idólatras. Murió tras 41 años de reinado honrado por su pueblo, y le sucedió su
hijo Josafat.
Rechazó dos intentos de invasión: uno de Egipto
y otro de Basá, rey de Israel.
El profeta Azarías ben
Oded exhortó a Asa a reforzar la estricta observancia del judaísmo nacional, lo
que el rey cumplió, prohibiendo los antiguos cultos religiosos, y destruyendo
todos sus santuarios. La reina madre, Maacah, también fue apartada por haber
estado involucrada con los dioses, cultos y creencias de los pueblos vecinos.
También ilegalizó la prostitución y persiguió a los infractores. En el año 15
de su reinado organizó una gran fiesta en Jerusalén para celebrar la total expulsión
de los idólatras. En esa época muchos norteños, en particular de las tribus de
Efraín y Manasés, emigraron al Reino de Judá a causa de la prosperidad de que
disfrutaba y a los conflictos internos del Reino de Israel tras la caída de la
dinastía de Jeroboam I.
Asa Rey de
Judá
Asa renovó y reforzó el conjunto de fortalezas
construido por su abuelo Roboam aprovechando el largo periodo de paz. Consiguió
rechazar un intento de invasión realizado por el ejército egipcio bajo el mando
de Zerah el etíope, del que la crónica no aclara si era un faraón o un general.
La batalla tuvo lugar en el valle de Zefat, donde Asa, con 580.000 hombres,
derrotó a Zerah y a sus millones de hombres y 300 carros. La paz
resultante permitió a Judá mantenerse libre de la opresión de los faraones
hasta la época de Josías, dos siglos más tarde.
En el año 36 de su reinado el rey de Israel
Basá atacó Judá. Basá construyó la fortaleza de Ramah en la frontera, a unos 8
km. de Jerusalén. El resultado fue que la capital se encontraba bajo la presión
militar y la situación era precaria. Asa tomó el oro y la plata del Templo y
los envió a Ben-Hadad I, rey de Damasco, a cambio de que suprimiera la ayuda
que prestaba a Basá. Como resultado, Ben-Hadad atacó Ijon, Dan, y otras
ciudades importantes de la tribu de Neftalí, y Basá se vio obligado a retirarse
de Ramah. Asa derribó la fortaleza inacabada y utilizó sus materiales para
fortalecer Geba y Mizpah, en la frontera.
Asa tuvo algunos problemas con puristas
religiosos, como el profeta Hanani, que le amonestó por confiar en el rey de
Siria para derrotar a Basá en lugar de confiar en la Divina Providencia, y fue
encarcelado. También se le reprochó confiar en los médicos y no en Dios para
sanar de una enfermedad.
En el trigésimo noveno año de su reinado, Asa,
gravemente enfermo, nombró corregente a su hijo Josafat. Murió dos años después
y fue enterrado con sus antepasados en Jerusalén, en una tumba que había
preparado.
Josafat (hebreo; "Yaveh
es el que juzga") fue el sucesor de Asa, rey de Judá y de Azubá, hija
de Silhí. Fue el sexto rey de la casa de David y el cuarto del Reino de Judá.
Ascendió al trono con 35 años y reinó 25 (c 873-c 849 a. C.). Su
reinado fue contemporáneo de los de Ajab, Ocozías y Joram, reyes de Israel.
Hay razones para creer que estuvo asociado con
su padre Asa (Mt. 1:8) en el trono durante los últimos años del reinado de
éste, pues Asa sufría de los pies. A su vez, el hijo de Josafat, Joram, fue
corregente en el trono hacia el fin del reinado de su padre. Se le describe
como un buen rey, que no sirvió a dioses extranjeros, aunque muchos de sus
súbditos todavía adoraban en los lugares altos, que no habían sido eliminados
(1 R. 22:43; 2 Cr. 17:3). En su tercer año envió príncipes, levitas y
sacerdotes por todo Judá para enseñar al pueblo los principios de la Ley de
Dios (2 Cr. 17:7-9), y Dios lo bendijo por esta causa. Pudo hacer las paces con
Israel y también ganar el respeto y el favor de las naciones vecinas, algunas de
las cuales le enviaron regalos (1 R. 22:44; 2 Cr. 17:11). Fue lamentable que
relacionara su casa con la de Omrí de Israel, al tomar a Atalía, la idólatra
hija de Acab, como esposa para su hijo (2 R. 8:18).sin más datos históricos.
Mientras visitaba a Acab después de la batalla
de Qarqar (853 a. C.), Josafat fue incitado por el rey israelita a
ayudarlo en una campaña para reconquistar Ramot de Galaad de los sirios. La
campaña fracasó y en la batalla Acab fue mortalmente herido, pero Josafat escapó
(1 R. 22:1-38; 2 Cr. 18:1-34). La confraternización de Josafat con el malvado
rey de Israel fue severamente reprendida por el profeta Jehú, hijo de Hanani (2
Cr. 19:1, 2). Al volver del norte, Josafat continuó las reformas religiosas y
judiciales iniciadas por su padre (1 R. 22:46; 2 Cr. 17:6). También instituyó
un cuerpo judicial en Jerusalén para actuar como suprema corte del país (2 Cr.
19:4-11).
Más tarde, durante su reinado, los amonitas,
moabitas y edomitas se unieron para invadir Judá desde el sur. Josafat buscó a
Dios pidiendo liberación y el Señor atendió su oración. Los enemigos empezaron
a pelear entre sí y en una sangrienta lucha se destruyeron mutuamente, hasta el
punto que "ninguno" escapó (2 Cr. 20:1-30). Fue probablemente este
desastre lo que le dio a Josafat acceso al fuerte edomita de Ezión-geber,
aparentemente no ocupado por Judá desde el tiempo de Salomón. Ocozías de Israel
se unió a él en una empresa para construir navíos con fines comerciales. Pero
los barcos naufragaron, presumiblemente por una tempestad. Ocozías parece haber
sugerido un segundo intento, pero Josafat no aceptó la idea, porque había sido
reprendido por el profeta Eliezer por haberse unido con el malvado rey de
Israel (1 R. 22:48, 49; 2 Cr. 20:35-37). Más tarde, se alió con Joram, otro
hijo de Acab, en una campaña contra Moab, que tuvo cierto éxito (2 R. 3:4-27).
Josafat fue sepultado en las tumbas reales de Jerusalén (2 Cr. 21:1).
Triunfo
de Josafat sobre Adad de Siria. Ilustración de Jean Fouquet (1420 - 1481) para
la obra de Flavio Josefo: Antigüedades judías
Joram fue el quinto rey de Judá, que reinó en
el período (850 a. C. - 843 a. C.) aproximadamente.
Fue hijo y sucesor de Josafat y esposo de
Atalía, hija del rey Omrí de Israel. Ascendió al trono a los treinta y dos años
de edad al ascender al trono y reinó durante ocho años. Según 2 Reyes 08:16,
Joram se convirtió en rey de Judá, en el quinto año de Joram de Israel, cuando
su padre Josafat era (todavía), rey de Judá, lo que indica una corregencia.
Jehoram de Israel a su vez ascendió al poder cuando era el segundo año de la
corregencia de Joram. Para asegurar su posición, mató a sus seis hermanos. La
Biblia dice que <<hizo el mal a los ojos de Yahvéh>> (2 Reyes,
8:18) y lo atribuye a la influencia de la familia de la reina.
Gracias a la influencia de su madre, mantuvo
buenas relaciones con Israel, a pesar de lo cual, su posición era insegura, por
las revueltas de Edom contra la autoridad de Judá. Cuando Joram marchó contra
ellos, su ejército huyó frente a los edomitas, y se vio obligado a reconocer su
independencia. Joram pasó a Saír con sus carros de guerra, para tratar de
restablecer el dominio de Judá. Los idumeos lo cercaron, pero aunque Joram
logró batirlos y romper el cerco, no pudo recuperar el territorio rebelde.
También Libná se alzó contra el Reino de Judá.
Joram murió en 843 a. C., a los
cuarenta años de edad. Le sucedió su hijo Ocozías. Algunos después, sus otros
cuarenta y dos hijos fueron arrestados en Bet-Equed por Jehú, rey de Israel, y
degollados en la cisterna de ese sitio.
De acuerdo con la Reina Valera Mateo 1:1-17,
Joram es el padre de Uzías. Uzías es el padre de Jotam. Jotam padre de Acaz.
Acaz padre de Ezequías. Ezequías padre de Manacés. Manacés padre de Amón. Amón
padre de Josías. Josías padre de Jeconías. Jeconías padre de Salatiel. Salatiel
padre de Zorobabel. Zorobabel padre de Abiud. Abiud padre de Eliaquim. Eliaquim
padre de Azor. Azor padre de Sadoc. Sadoc padre de Aquim. Aquim padre de Eliud.
Eliud padre de Eleazar. Eleazar padre de Mathám. Mathám padre de Jacob. Jacob
padre de José. José padre de Jesús de Nazareth.
Ocozías fue un rey de Judá,
hijo de Joram y de Atalía, hija del rey Ajab de Israel. Ocozías llegó al trono
a los 42 años (2 Crónicas 22:2). William F. Albright ha datado su reinado en el
año 842 a. C. mientras E. R. Thiele da la fecha del
841 a. C. Bajo la influencia de su madre, Atalía, introdujo nuevos
métodos de trabajo, los cuales ofendieron a los hebreos.
Ayudó a su tío, Joram, rey de Israel, en una
expedición infructuosa contra Hazael, rey de los arameos. Joram fue herido en
la batalla y, cuando Ocozías fue a visitarlo en Jezreel, se encontró en medio
de la revuelta de Jehú. Ocozías tuvo que huir para salvar su vida, pero fue
herido en el paso de Gur, por lo que le quedaron apenas las fuerzas para llegar
a la colina de Megido, donde murió (II Reyes 9:22-28). Así, su reinado se
prolongó solo durante un año.
El autor de la inscripción de Tel Dan
(encontrada durante unas excavaciones arqueológicas llevadas a cabo entre 1993
y 1994 en Lashish) afirmó haber matado a ambos reyes, tanto a Ocozías, hijo de
Joram, como a Joram de Israel; probablemente, el autor del monumento encontrado
fuera el propio Hazael, rey de los arameos. Si bien la inscripción es
contemporánea al periodo del que habla, los reyes de este periodo son conocidos
por reclamar acciones exageradas, con lo que no queda claro si los dos reyes
fueron asesinados por Jehú (como aparece en la Biblia) o bien por Hazael (como
aparece en la inscripción).
Atalía fue reina de Judá durante el período
(842 a. C.-835 a. C.), aproximadamente. Fue el séptimo
reinado de Judá.
Era hija de Ajab, rey de Israel, y de Jezabel,
la princesa de Tiro que aparece en la Biblia. Sin embargo, algunos eruditos
creen que era hermana de Ajab, en lugar de su hija. Al casarse con Joram, se
convirtió en reina consorte de Judá. Cuando murió su esposo y también su hijo
Ocozías, se alzó con el trono. Pero por escaso tiempo, hasta que la revuelta de
Jehú acabó con todos los descendientes de Jezabel tanto en Israel (su hermano
Joram) como en Judá.
Durante su reinado, toleró el culto al dios
Baal, por lo que se ganó el odio de los sacerdotes de Yavé. Hizo todo lo
posible por exterminar a los descendientes de la casa de David, ejecutando a
cuantos príncipes pudo encontrar. Sin embargo, Jehosheba hermana del rey
Ocozías, protegió a uno de ellos, llamado Joás, que luego sería rey,
entregándolo en secreto al cuidado del sumo sacerdote Joyada, quien lo presentó
en público por sorpresa. Después de este golpe de efecto, Atalía fue capturada
y ejecutada.
Joás (hebreo Yehoash, griego: Iōás,
latín: Ioas; Jerusalén, c. 844 a. C. – Bet-Milo, c. 796 a. C.) fue el
octavo rey de Judá, que reinó durante el período entre los años
835 a. C. – 796 a. C., aproximadamente.
Él fue el único que, gracias a sus tíos Joiada
y Josaba, sobrevivió a una masacre instigada por su abuela paterna Atalía en la
que mató a todos los hijos de su difunto hijo, Ocozías de Judá. A través de su
abuela paterna, Joás era un descendiente de la casa de Omri.
Era hijo de Ocozías y una mujer de Beerseba
llamada Sibia, y el único descendiente que escapó con vida
de la purga realizada por su abuela paterna, la reina Atalía. Fue ungido por el
sumo sacerdote Joiada, que le había protegido en secreto.
Comenzó a reinar a la edad de siete años guiado
por el sumo sacerdote Joiada.
Entre sus obras destacadas en la Biblia fue
conseguir un gran auge económico en recolección de dinero, para la restauración
del templo, dañado gravemente en el reinado de Atalía; con el dinero también se
construyeron varios artefactos religiosos, sin embargo no pudo eliminar los
templos de otros ídolos del reino, por lo que la gente siguió adorando a otros
dioses.
Todo marchó tranquilo hasta la muerte de su
guía Joiada. Joás y otros líderes del reino empezaron a ignorar la religión y a
prestar atención a otros cultos, los profetas que advirtieron a Joás no fueron
escuchados, y Zacarías, hijo de Joyada le advirtió igualmente, sin embargo Joás
ordenó que lo maltrataran y lo ejecutó.
Tras estos hechos, Joás recibe una grave
consecuencia, los arameos se dirigen a atacar Jerusalén y asesinan a todos los
jefes, Joás debe entregarles un botín con todas las cosas preciosas que había
conseguido, quedando sin las obras que había realizado para el templo, tras la
invasión. Los arameos se fueron pero lo dejaron gravemente enfermo.
Tras la crisis, algunos de sus oficiales
decidieron conspirar, lo asesinaron hiriéndolo mientras estaba en cama, en
Bet-Milo, y en su lugar reinó su hijo Amasías.
Amasías: Hijo y sucesor de Joás, rey de Judá,
su primera acción de gobierno fue la persecución de los asesinos de su padre, y
conforme a la costumbre, permitió vivir a sus hijos. Fue el primer rey de Judá
que empleó un numeroso ejército de mercenarios de Israel, con el que derrotó a
Edom. Sin embargo, después de la victoria, adoró algunos de los dioses
edomitas, lo que según el autor de Crónicas, fue la causa de su ruina
posterior.
Declaró la guerra a Israel, siendo derrotado
por Joás, rey de Israel en la batalla de Bet-Semes, hecho prisionero y más
tarde, asesinado, mientras que Jerusalén fue saqueada.
Fue padre del rey Ozías, y abuelo de Uzías o
Azarías.
Se calcula que gobernó entre el 797 y el
769 a. C. aproximadamente.
Ozías: Uzías o Azarías
(Judá, 825-759 a. C.) fue un rey de Judá que, según la Enciclopedia
Católica, reinó en el período 809-759 a. C., pero según E.Thiele, la
fecha del reinado sería 767-740 a. C., si bien entre 751 y
740 a. C., ejercería la corregencia, Jotán de Judá, por haber ya
contraído la lepra. Era hijo del rey Amasías y de Jecolías, y tuvo un próspero
reinado, hasta que fue arruinado por problemas de salud.
Uzías inició su reinado en Judá a los dieciséis
años para reemplazar al rey Amasías, su padre, que había sido asesinado.
Mientras siguió la religión su reinado fue muy próspero. Reconstruyó la ciudad de
Elat y la devolvió al territorio de Judá; en la guerra ganó a los filisteos y
los obligó a arrasar parte de las murallas de Gat, de Jabné y Asdod; en el
lugar donde se arrasaron las murallas construyó ciudades. Triunfó ante los
filisteos, un sector de árabes en Gur-Baal y contra los amonitas, que le
pagaron tributos. La fama y poderío de Ozías se extendió incluso hasta la
frontera con Egipto.
Uzías estaba muy preocupado por la agricultura,
mandó a construir varias cisternas, por el numeroso ganado, por los viñadores y
por los labradores, además construyó torres en Jerusalén, en la Puerta del
Ángulo, en el Ángulo y en la Puerta del Valle, las fortificó y mando a
construir también en pleno desierto.
Según los historiadores hebreos, durante el
reinado de Ozías, el ejército llegó a los 307 500 soldados todos bajo
sus órdenes y que le ofrecían lealtad. Al ejército se le realizó censo, se le
entregó mucho material y se mandó a construir máquinas, hechas por un
ingeniero, que se colocaron en los ángulos y en las torres para arrojar saetas
y piedras grandes.
Su fama y poderío llegó muy lejos, Ozías se
hizo muy popular incluso en otros territorios, sin embargo empezó a ser muy
orgulloso y a desobedecer sus promesas con [Jehová]]. Fue al templo a quemar
incienso, los sacerdotes se enojaron con él y le dijeron que estaba renegado,
Ozías se enfureció, le brotó lepra en la frente por desobedecer a Jehová y fue
enfermando cada vez más, hasta que le fue imposible gobernar. Debió ser aislado
del cargo y puesto en una casa alejada, por su imposibilidad se puso a la
cabeza del reino su hijo Jotám de Judá, finalmente falleció con lepra y fue
sepultado con otros reyes.
Su reinado terminó el año 759 a. C.
Ozías es mencionado en el versículo 5 del capítulo 14 del Libro de Zacarías
y el autor le relaciona con un terremoto que ocurrió en sus días.
Jotám de Judá fue un Rey de Judá,
748-732 Hijo del rey Uzías (Azarías) reino en Judá 16 años
Cuando Uzías fue herido con lepra por invadir
ilegalmente el templo y ofrecer incienso ilegalmente, Jotán se encargó de los
deberes reales en lugar de su padre, pero su período de Gobierno no se registra
sino hasta de la muerte de aquél, cuando tenía 25 años.
Durante su reinado se emprendieron muchas obras
de construcción. Erigió la puerta superior del templo, construyó gran parte del
muro de Ofel y edificó ciudades en la región montañosa de Judá, así como
lugares fortificados y torres en los bosques. (2Crónicas 27:3-7.)"
Pero Jotán no disfrutó de un reinado pacífico.
Guerreó contra los amonitas y finalmente los venció. Como resultado, le pagaron
durante tres años un tributo anual de 100 talentos de plata (660.600 dólares
[E.U.A.]) y 10.000 medidas de coro (unos 2.200.000 l.) tanto de trigo como de
cebada. (2Crónicas 27:5.) Durante su reinado, el país también empezó a sufrir
presiones militares por parte del rey sirio Rezín y el rey israelita Pecajías.
(2Reyes 15:37.)
Jotán fue enterrado a su muerte en la Ciudad de
David, y su hijo Acaz, que tenía unos cuatro años de edad cuando Jotán llegó a
ser rey, ascendió al trono de Judá. (2Crónicas 27:7–28:1.)
Ajaz o Acaz fue un rey de Judá que
gobernó entre el 734 y el 715 a. C. aproximadamente.
Era hijo y sucesor de Jotán de Judá. Según el Libro
de Isaías y el Libro segundo de los reyes, siguió una vida de perversión,
al introducir muchas costumbres paganas e idólatras, ignorando los llamamientos
de los profetas Isaías, Oseas y Miqueas. Llamó en su ayuda al rey asirio
Tiglath-Pileser III, para rechazar los ataques de Israel, Aram y Edom,
razón por la cual Judá quedó sometida durante largos años como región vasalla
de Asiria. Tiglath-Pileser saqueó Damasco y anexionó Aram. Luego atacó a
Israel y "tomó Ijon, Abel Beth Maacah, Janoah, Kedesh y Jasor. También
tomó Galaad y Galilea, incluyendo todas las tierras de la tribu de Neftalí, y
deportó al pueblo a Asiria." Tiglath-Pileser registró este hecho en una de
sus inscripciones.
Ezequías (Jiziqyah o Jiziqyahu,
Hebreo "Yahveh ha fortalecido") fue el decimotercer rey del reino
independiente de Judá e hijo del Rey Acaz y de Abiyah (2 Crónicas 29:1), que
era hija de un hombre llamado Zechariah (no el profeta). (Abiyah era también
conocida como Abi (2 Reyes 18:1-2).) Reinó veintinueve años, aunque según
sincronismos cronológicos su reinado fue de 43 años (2 Reyes 18:2). Es también
uno de los reyes mencionados en la genealogía de Jesús en el evangelio de
Mateo.
William F. Albright ha datado su reinado entre
729 a. C. y 686 a. C., mientras E. R. Thiele ofrece las
fechas 716 a. C.-687 a. C. Bajo cualquiera de estas
cronologías, Ezequías gobernó el reino sureño de Judá durante la conquista y
reasentameinto forzado del reino norteño de Israel por los asirios de
Senaquerib. Judá absorbió muchos refugiados del reino del norte durante el
reinado de Ezequías.
La campaña de los asirios en contra de Judá se
relata en el prisma de Senaquerib y en la Biblia. Ambos relatos coinciden en
varios puntos:
·
Ezequías
no se subyugó a Senaquerib.
·
Excepto
Jerusalén, Senaquerib asoló todas las ciudades amuralladas de Judea (46 según
el prisma de Senaquerib). En el asedio de Laquis se deslumbra como se capturó
la segunda ciudad en importancia y las tácticas militares empleadas.
·
Ezequías
terminó pagando tributo a Senaquerib.
·
Senaquerib
envió un gran ejército contra Jerusalén, donde Ezequías junto con todos los
habitantes de la ciudad amurallada fueron sitiados.
En lo que difieren los relatos es en el orden
de los dos últimos eventos que definen quien obtuvo la victoria en Jerusalén:
·
Según
el prisma de Senaquerib, éste encerró a Ezequías en Jerusalén "como a un
pájaro" y después sin detallar que ocurrió en Jerusalén, dice que Ezequías
le pagó tributo y se sometió a él.
·
Según
la Biblia (ver 2 Reyes 18 y 19; 2 Crónicas 32; Isaías 36 a 37), cuando Ezequías
vio la devastación de Judea intentó pactar paz en Laquis pagando el tributo
antes del asedio a Jerusalén, pero aun así Senaquerib envió un numeroso
ejército contra Jerusalén e intentó convencer a sus habitantes de someterse
antes de devastar la ciudad. Ezequías, entonces, clamó a Dios, quien le
respondió por intermedio del profeta Isaías diciéndole que Él mismo devolvería
a Senaquerib por donde había llegado y que los habitantes de Jerusalén durante
2 años comerían de esa victoria, lo cual cumplió enviando un ángel que mató esa
noche a 185.000 de los soldados que acampaban fuera de Jerusalén. Tras esto
Senaquerib mandó regresar a su ejército; y por su parte Ezequías fue prosperado
abundantemente y en su vida no vio más desolación en Judea. Por intermedio de
Isaías supo que posteriormente vendría una gran devastación desde Babilonia,
que ocurrió alrededor de cien años después con la destrucción del Templo de
Salomón por los babilonios a manos del rey Nabucodonosor.
Manasés fue un rey de Judá que
gobernó entre (697 y 642 a. C.), siendo corregente entre 697 y 687 a.C., y
soberano entre 687 y 642 a. C.
Fue hijo y sucesor de Ezequías. Se declaró
vasallo de Asurbanipal, emperador de Asiria, proporcionándole tropas contra
Egipto. Manasés siguió una política religiosa opuesta a la ortodoxa de su
padre, pues toleró los cultos asirios, incluso en el Templo de Jerusalén, así
como elementos sincréticos en el culto a Jehová, incluyendo la invocación a los
muertos y los sacrificios de niños, lo que suscitó las protestas de los
profetas, que le anunciaron el castigo Divino.
Según los apócrifos Vida de los Profetas
(1:1) y Ascensión de Isaías (5:11-14), bajo su reinado murió el profeta
Isaías, aserrado durante la persecución provocada por este rey, a lo cual
parece referirse Hebreos 11, 37..
Manasés fue aprisionado y torturado por los
asirios. Posteriormente lo confinaron por años en un calabozo, donde buscó la
redención de Jehová, quien por sus ruegos y súplicas, lo perdonó, pudiendo así
recuperar Manasés el trono de Judá, y volviendo al culto ortodoxo.
Para los cristianos modernos, Manasés es un
ícono del perdón Divino, ya que tras ser uno de los reyes más sanguinarios y
paganos de los judíos, se le perdonó e incluso fue enterrado en la ciudad de
David, panteón solo reservado para los reyes fieles, con lo que se deduce que Dios
lo perdonó completamente.
Amón, hijo de Manasés y Meshullemeth,
sucedió a su padre como rey de Judá. Estaba casado con Jedidah, la hija de
Adaiah de Bozkath. William F. Albright ha datado su reinado en
642-640 a. C.
Amón subió al trono con 22 años, y reinó
durante dos. Siguió la práctica de la idolatría, y Sofonías describe su
reinado como marcado por la depravación moral.
Fue asesinado por sus siervos que conspiraron
contra él, y le sucedió su hijo Josías, quien tenía ocho años.
Al final de su reinado la situación internacional
era inestable: en el este el imperio asirio comenzaba a desintegrarse y el
babilónico aún no lo había sustituido, y al oeste Egipto todavía se estaba
recuperando de la dominación asiria. En este vacío de poder Jerusalén fue capaz
de gobernarse a sí misma sin la intervención extranjera.
Josías (en hebreo Yošiyyáhu, Jehová me apoya o
Jehová me ha sanado) fue rey de Judá entre 639 y 608 a. C., e
instituyó reformas importantes. En su reinado se inició la recopilación y
edición del Deuteronomio bajo el liderazgo religioso del profeta Jeremías.
Era hijo de Amón y Jedidah, y tuvo cuatro
hijos: Joaquim y Jeconías con Zebidah y Sedecías y Joacaz con Hamutal. Joacaz
fue su sucesor.
Josías subió al trono a los ocho años de edad,
debido al asesinato de su padre, y reinó durante treinta y uno. En política
interior fue importante el vuelco dado: fomentó el judaísmo y prohibió el resto
de prácticas idólatras, destruyendo sus santuarios y objetos de culto, práctica
que realizó también en las franjas fronterizas del reino de Israel.
Josías
escuchar la lectura de la ley, por Julius Schnorr von
Carolsfeld
Al subir al trono la situación internacional
era inestable: en el este el imperio asirio comenzaba a desintegrarse y el
babilónico aún no lo había sustituido, y al oeste Egipto todavía se estaba recuperando
de la dominación asiria. Gracias a la debilidad de las grandes potencias, Judá
pudo gobernarse a sí mismo.
En el año 612 la capital asiria, Nínive, fue
conquistada por Nabopolasar, rey de Babilonia. Josías aprovechó la debilidad
asiria y reconquistó algunas zonas del norte del reino de Israel. Tuvo una
disputa con Egipto, que temía un fortalecimiento de Mesopotamia y quería
precipitarse en ayuda de los asirios. En la primavera de 609 a. C.,
el faraón Necao II encabezó una importante fuerza para ayudar a los asirios. A
la cabeza de un gran ejército, Necao tomó la ruta de la Vía Maris con el apoyo
de su flota del Mediterráneo, pero al intentar cruzar por tierra encontró el
paso del valle de Jezreel bloqueado por el ejército de Judá dirigido por Josías,
aliado de Babilonia. En la batalla de Megido Josías murió.
A pesar de la ayuda egipcia el imperio asirio
se derrumbó y Necao regresó a Egipto. Durante su regreso se encontró con que en
Judá se había elegido como rey a Joacaz en detrimento de su hermano
primogénito, así que el faraón lo destituyó y reemplazó por Joaquim, el
heredero de Josías, y se llevó prisionero a Joacaz.
Joacaz, hijo de Josías, fue rey de Judá
durante 3 meses (según 2 Reyes 23.31) del año 608 a. C., elegido por
el pueblo y depuesto por cortesanos favorables a su hermano mayor, Joaquim.
Tras ser depuesto, fue llevado a Egipto como
prisionero, de donde no regresó.
Joaquim (Jeconías) fue un rey
de Judá que gobernó en el período (608 a. C.-598 a. C.).
Era hermano y sucesor de Joacaz, y su nombre
original era Eliaquim. El faraón Necao II invadió Judá, depuso a su antecesor y
le instaló a él en el trono, como vasallo. Sin embargo, en
605 a. C., Necao II fue derrotado por Nabucodonosor II en Karkemish,
por lo que Babilonia se convirtió en la potencia dominante de la zona, y
Joaquim se declaró su vasallo.
Años después, Joaquim no pudo resistir la
tentación de ceder a las propuestas de rebelión de sus vecinos fenicios y
filisteos. Entonces, Nabucodonosor II incitó a bandas de arameos, amonitas y
moabitas a realizar incursiones contra Judá, y él mismo empezó un asedio en
Jerusalén con la intención de llevarse prisionero a Joaquim a Babilonia, pero
esto no pudo realizarse porque el rey murió antes de que el asedio terminara,
probablemente asesinado por los partidarios de la sumisión a Babilonia, y su
cuerpo fue arrojado fuera de las murallas de la ciudad.
Joaquín también conocido como Jeconías,
fue el penúltimo rey de Judá. Gobernó en el período (598 a. C.-597 a. C.),
aproximadamente.
Era hijo y sucesor de Joaquim. A los pocos
meses de su reinado sufrió la invasión del rey babilonio Nabucodonosor II, que
saqueó Jerusalén y deportó a miles de notables a Babilonia, incluyendo al
propio rey y al profeta Ezequiel. Las pérdidas materiales fueron enormes, y el
pueblo judío quedó dividido entre los deportados y los que permanecieron en
Judá.
Parece que Ezequiel y otros muchos siguieron
reconociendo a Joaquín como rey, a pesar del cautiverio. En el año 562 a. C.,
Joaquín fue liberado por el sucesor de Nabucodonosor II, Evil-Merodak.
Sedecías o Sedequías
(del hebreo "Yahveh [es] mi rectitud, latín: Sedecias) es un
personaje bíblico del que se dice que fue el último rey de Judá antes de la
destrucción de este reino a manos de los babilonios. Sedecías habría sido
nombrado rey por Nabucodonosor II, rey de Babilonia, tras el sitio de
Jerusalén en 597 a. C., para suceder a su pariente Joaquín.
Según William F. Albright el reinado de
Sedecías comenzó en 606 a. C., mientras que E. R. Thiele apoya como fecha
el 597 a. C. Según ambos, la caída de Jerusalén, que marca el final del
reinado de este monarca, se produjo en 586 a. C. Sin embargo, pruebas
más recientes fechan la caída de Jerusalén en 587 a. C.
Sedecías era hijo de Josías y Hamutal, y su
nombre originario era Matanías. Cuando Nabucodonosor II lo nombró rey
tenía 21 años de edad. Sólo obtuvo un reconocimiento parcial, pues algunos
siguieron considerando rey a Joaquín, aunque estuviera en cautiverio, ya que
durante el largo exilio en Babilonia, el pueblo judío, aunque separado, se
mantuvo en contacto mediante la acción de los profetas, como Ezequiel, Jeremías
y Daniel. Sedecías, tuvo que enfrentar los confusos y contradictorios profetas
Hananias que predicaba el favor de Dios para enfrentar a Babilonia y Jeremías
que aconsejaba no hacerlo. Sedecías optó por negarse a pagar tributo
a Babilonia y buscó aliarse con Egipto.
Nabucodonosor entonces
sitió Jerusalén hasta provocar su caída y destrucción
en 587 a. C. y la esclavitud de los judíos. Sedecías y sus
nobles huyeron de la ciudad, pero fueron apresados en los llanos de Jericó y
llevados a Ribla en la tierra de Hamat, donde se encontraba Nabucodonosor. Por
orden de este, Sedecías presenció el degüello de sus hijos, también se ejecutó
a los nobles y luego Sedecías fue cegado y llevado cautivo a Babilonia. El
Templo de Jerusalén y el palacio real fueron quemados, y se completó la segunda
deportación a Babilonia. Judá quedó anexionada a la provincia babilónica de
Samaria.
Pese a que la Biblia, que no menciona el nombre
ni el número de los hijos de Sedecías, dice que fueron degollados, y que, salvo
quienes fueron deportados a Babilonia, tampoco hubo sobrevivientes entre la
nobleza, el Libro de Mormón sostiene que un hijo de Sedecías de nombre Mulek
emigró a América (América ya estaba poblada por emigrantes asiáticos desde el
mesolítico, aunque teóricamente se le atribuye el "descubrimiento" a
Cristóbal Colón en 1492 d. C.) al inicio del sitio de Jerusalén, que
él y sus seguidores vivieron allí unos 300 años, que posteriormente fueron
encontrados por los nefitas, pueblo del rey Mosiah I entre el 279 y
130 a. C. y que finalmente se unieron a este pueblo aceptando a
Mosíah I como monarca.
Los reyes de Israel
Jeroboam I (931-910 AC)
Al separarse de la dinastía de
David, todas las tribus hebreas salvo Judá y Benjamín llamaron a Jeroboam,
exiliado político que acababa de volver de Egipto, adonde había huido de
Salomón. Jeroboam era un caudillo efrainita que había servido a Salomón como
capataz de una cuadrilla de obreros ocupados en trabajos de construcción en
Milo. Resentido por la política interna de Salomón, se había revelado. Animado
por el profeta Ahías de Silo, es evidente que se volvió osado en su oposición y
fue probablemente denunciado ante Salomón, por lo que huyó a Egipto para salvar
la vida.
Jeroboam I reinó
sobre el reino septentrional como su primer rey durante 22 años (931-910 a.C.).
Hizo de Siquem su primera capital, pero más tarde la trasladó a Tirsa.
Tirsa no ha sido identificada aun
definitivamente, pero puede haber estado en el montículo actual de Tell
el-Fâr'ah, a unos 11 km al noreste de Nablus. Se han llevado a cabo
excavaciones en este montículo que es más grande que el de Meguido, pero no se
han hallado aún indicios definidos para lograr su identificación.
Según 1 Reyes 11:26-39, Jeroboam era hijo de
Nabat, de la tribu de Efraín y de la ciudad de Seredá. El nombre de su madre
era Serúa (quien más tarde se quedó viuda). Era un funcionario de Salomón. Bajo
la influencia de las palabras del profeta Ahías, quien profetizó que él
gobernaría las 10 tribus del Norte de Israel, comenzando a formar la
conspiración con el fin de convertirse en el rey de las 10 tribus del Norte;
pero al ser descubierto, escapó a Egipto (1 Reyes 11:29-40), donde él estuvo
durante un tiempo en la protección de Sisac.
Después de la muerte de Salomón, los conflictos
de tipo económico generaron tensiones. La conducta altanera de Roboam con
respecto a las 10 tribus del norte, contribuyó a generar una rebelión y
Jeroboam regresó a Israel aclamado como rey (1 Reyes 12:1-20).
Por medio de su mensajero, el Señor había
hablado claramente a Jeroboam acerca de la necesidad de dividir el reino. Esta
división debía realizarse, había declarado, "por cuanto me han dejado, y
han adorado a Astharoth diosa de los Sidonios, y a Chemos dios de Moab, y a
Moloch dios de los hijos de Ammón; y no han andado en mis caminos, para hacer lo
recto delante de mis ojos, y mis estatutos, y mis derechos, como hizo David su
padre." (1 Reyes 11: 33).
Se le había indicado, además, a Jeroboam que el
reino no debía dividirse antes que terminase el reinado de Salomón. El Señor
había añadido: "Empero no quitaré nada de su reino de sus manos. Sino que
lo retendré por caudillo todos los días de su vida, por amor de David mi
siervo, al cual yo elegí, y él guardó mis mandamientos y mis estatutos: más yo
quitaré el reino de la mano de su hijo, y darélo a ti, las diez tribus."
(1 Reyes 11: 34, 35).
Jeroboam I reconstruyó y fortificó Siquem como
la capital de su reino. Casi inmediatamente adoptó el medio de perpetuar la
división entre el Norte y el Sur, al erigir un becerro de oro tanto en Dan como
en Betel, donde él los estableció como símbolos de Dios, imponiendo a la gente
no ir más al Templo de Jerusalén, para así traer las ofrendas de los habitantes
de su norteño reino solo los lugares santos que él mismo había erigido.
Solemne adoración del becerro de oro,
según una tarjeta estadounidense publicada en 1901. Esta estampa probablemente
tenga su fuente de inspiración en el culto a uno de los dos becerros de oro
mencionados en 1 Reyes 12:26–30.
Es posible que los dos becerros de oro
emplazados por Jeroboam I en el norteño Reino de Israel hayan sido inspirados
por el toro que representaba al dios El (con el que, en su forma plural, se
relaciona el dios de los hebreos). Como Todopoderoso, el dios semítico Él fue
luego denominado en plural en idioma hebreo: Elohim ("dioses"
o acaso una variante del genitivo hebreo El ha-Elim, es decir, "El
Dios de los dioses" [El dios supremo]). Durante centurias, Él había sido
el dios cananeo por excelencia, siendo además el principal dios de los nómadas.
Poseía funciones éticas y sociales; era tolerante y benigno y recibía, entre
otros, los títulos de «Padre de los Dioses», «Rey», «Padre de los Hombres»,
«Creador de las Criaturas», «Toro», «Amable» y «Misericordioso». Pero más allá
de sus diversos títulos, Él era el nombre especial de un dios sumamente
particular y que era persistentemente distinguido de otros dioses como "el
dios" (es decir, lo que en un sentido monoteísta sería Dios).
De esa manera, no resultaba imposible cambiar
la mentalidad de la gente haciendo que Yahvéh tomase la forma del anterior dios
semítico, El, contra el cual, podía sostenerse de algún modo tangencial, habría
luchado Jacob para ser renombrado entonces como IsraEl (porque que luchó
con(tra) El (Génesis 32:23-28).
Así Jeroboam pasó a la historia bíblica como
quien hizo pecar a Israel. Esta política idolátrica fue seguida de todos los
reyes de Israel. Según 1 Reyes 13:1-9, mientras él estaba ofreciendo incienso
en Betel, el profeta Iddo de Judá apareció antes de él con un mensaje de
advertencia del Señor. Al intentar detener al profeta y sus palabras, su mano
fue secada y el altar se hizo pedazos.
Jeroboam se llenó de un espíritu de desafío
contra Dios, e intentó hacer violencia a aquel que había comunicado el
mensaje. "Extendiendo su mano desde el altar", clamó con ira:
"Prendedle!" Su acto impetuoso fue castigado con presteza. En su
ruego urgente a Dios su mano fue sanada (1 Reyes 13:1-9; compare a 2 Reyes
23:15); pero el milagro no tuvo ninguna impresión duradera sobre él. Vano había
sido el esfuerzo de Jeroboam por impartir solemnidad a la dedicación de un
altar extraño, cuyo respeto habría hecho despreciar el culto de Yahvéh en el
templo de Jerusalén. El mensaje del profeta debiera haber inducido al rey de
Israel a arrepentirse y a renunciar a sus malos propósitos, que desviaban
al pueblo de la adoración que debía tributar al Dios verdadero. Pero el
rey endureció su corazón, y resolvió cumplir su propia voluntad. . .Su reinado
era uno de constante guerra con el reino del Sur, Judá. Mientras el reino del
sur no hizo ningún esfuerzo serio para militarmente recuperar el poder sobre el
norte, había una lucha que perduró durante los reinados de varios reyes de
ambos reinos.
Jeroboam murió poco después que Abiam (Abías),
hijo y sucesor en el trono de Judá de Roboam (1 Reyes 14:1-18). En la
evaluación de la carrera de Jeroboam, los historiadores tienen que ejercer la
precaución debido al hecho que la fuente exclusiva de información disponible
sobre él es abiertamente hostil al monarca, sugiriendo el texto bíblico que
toda la obra de su vida fue pecaminosa. "El resto de la historia de
Jeroboam, las batallas en que tomó parte y otros detalles de su reinado, están
escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Israel" (1 Reyes
14:19).
Las "Crónicas de los Reyes de
Israel", probablemente compiladas por los propios escribanos de estos
reyes, son probablemente la fuente para los hechos básicos de la vida y reinado
de Jeroboam - aunque el escritor del Libro de Reyes claramente posiblemente
hizo un empleo selectivo de datos en estas crónicas, concentrándose en la
naturaleza ética de cada rey y su obediencia o desobediencia a la Ley de Dios.
Ajías (Ahías), el profeta que había predicho el
ascenso al poder de Jeroboam, también predijo su caída, junto a la de su dinastía
y la del Reino del Norte: "De ahora en adelante, el Señor va a sacudir a
Israel como la corriente del río sacude las cañas. Lo arrancará de esta buena
tierra que dio a sus antepasados, y lo arrojará más allá del río Éufrates, por
haber hecho representaciones de Astarté, causando con ello la irritación del
Señor" (1 Reyes 14:15).
Jeroboam fue sucedido por su hijo Nadab, quien
fue asesinado en el segundo año de su reinado por Baasa, de la tribu de Isacar,
que exterminó además a toda la Casa de Jeroboam. La profecía de Ahías se
cumpliría hacia el año 721 a. C. cuando los asirios deportaran a gran parte del
pueblo hebreo hasta territorios más allá del río Éufrates.
Nadab fue el segundo rey de Israel. En
hebreo - transliterado
"ndb" - Su historia está recogida en el Primer libro de los
reyes 15:25-31.
Gobernó en Israel, a la muerte de su padre
Jeroboam, entre los años 910 a 909 a. C. un periodo de casi dos años.
Se sabe que hizo la guerra a los filisteos en la ciudad de Gibetón. Durante
el asedio de dicha ciudad, uno de sus generales, Baasa hijo de Ahías de la casa
de Isacar, organizó una conjura contra él e hizo que lo mataran junto con toda
la familia real, usurpando el trono de Israel.
Los motivos religiosos que se dan para la
desgracia del rey Nadab son dos: 1. Que al igual que su padre pecó contra Dios
al mantener y edificar estatuas y lugares de culto a otros dioses. 2. En
cumplimiento de la profecía de Ahías de Siló contra su padre, Jeroboam, de que
«toda su casa se extinguiría» (Primer libro de reyes, 14:10).
Extinguida su casa, le sucedió en el trono el
rey Basá.
Basá o Baasa (Baal escucha, en
hebreo trans. "bħsh'" -) fue el tercer rey de Israel. Su
historia está recogida en el Primer Libro de los Reyes
Gobernó en Israel entre los años 909 a
886 a. C., un periodo de casi 24 años en la transición entre la
Edad de Hierro I y II. Era hijo de Ahías, de la tribu de Isacar.[
Tras usurpar el trono de Israel matando a su
antecesor, Nadab, y a toda la familia de Jeroboam, durante el sitio de Gibeón.
Trasladó la capital del reino desde Siquem a Tirsá. Durante su reinado mantuvo
numerosas guerras con el reino de Judá, con el apoyo en un principio de Siria,
lo que le movió a fortificar su frontera sur en Ramá, una ciudad comercial. No
obstante, su posición dominante se vio afectada cuando Asa, rey de Judá, compró
el favor del rey Ben-Hadad I de Siria y consiguió que le atacase. Entonces
Basá, por temor a la invasión siria, abandonó la fortificación de Ramá y se
retiró a Tirsá, dejando la ciudad a merced del reino de Judá que aprovechó los
pertrechos abandonados para fortificar su frontera en Gueba.
Aunque Basá permanecido en el poder de por
vida, no fue sin oponentes; siguió cometiendo las mismas faltas que sus
antecesores, edificando y manteniendo lugares de culto a otros dioses, por lo
que el profeta Jehú impreca contra él la misma profecía que Ahías contra
Jeroboam I, profetizando el exterminio de su dinastía.
Murió y fue enterrado en Tirsá, sucediéndole en
el trono su hijo Ela.
Ela fue el cuarto rey de Israel. En hebreo -
transliterado "'lh" - Su historia está recogida en el Primer
libro de los Reyes 16:8-11.
Gobernó en Israel entre los años 886 a
885 a. C. un período de casi 2 años. Hijo de Baasa, sucedió a su
padre en el trono en Tirsa. Tan sólo sabemos que Zimri, jefe de caballerizas,
conspiró contra él y lo mató, aprovechando que estaba borracho en casa del
mayordomo de palacio. Al usurparle el trono Zimri mandó matar a toda la familia
real y amigos de Ela.
La Biblia explica el corto reinado de Ela, su
fin y el de toda su familia como el cumplimiento de la profecía de Jehú a
Baasa, su padre, por los pecados que habían cometido, del mismo modo que se
había castigado a la de Jeroboam I en su hijo Nadab.
Extinguida su casa, le sucedió en el trono el
rey Zimri.
Zimri quinto rey de Israel.
En hebreo - transliterado "zmri" - Su historia está recogida
en el Primer libro de los Reyes 16:9-20
Gobernó en Israel siete días durante el año 885
a.C en Tirsa. Tras haber usurpado el trono, matando a su antecesor y a su
familia se hizo rey de Israel en Tirsa. No obstante las noticias llegaron al
resto del ejército, que se encontraba luchando contra los filisteos en Gibetón.
El pueblo indignado por el regicidio proclamó al general Omrí como rey de
Israel y éste partió a sitiar Tirsa. Zimri desesperado decidió acabar con su
vida, prendiendo fuego al palacio consigo mismo dentro.
Se explica religiosamente su muerte como
consecuencia de su pecado de magnicidio.
Tras haberse suicidado, le sucedió en el trono
el rey Omrí.
Omri en español: "El Señor es mi
vida") fue rey de Israel y padre de Ajab. Existen tres cronologías para la
época de los reyes que situarían su reinado en los siguientes períodos: La
propuesta de Edwin R. Thiele (888 - 880 a. C. para su disputa
dinástica con Tibni y 880 a. C. - 874 a. C. para su reinado
propiamente dicho); la de William Foxwell Albright (876 a. C. -
869 a. C.); y la propuesta por Gershon Galil (884-873). Su historia
está recogida en el Primer Libro de los Reyes 16, 15-28. Existen además fuentes
arqueológicas que completan el testimonio bíblico.
Fue "comandante del ejército" de Ela,
cuando este fue asesinado por Zimri quien usurpó el trono y se nombró rey; sin
embargo, las tropas en Gibetón eligieron a Omrí como rey de Israel para
destronar a Zimri. Asedió la capital Tirsá donde se encontraba Zimri y
consiguió la victoria tras el suicidio de este en su propio palacio.
Si bien Zimri fue eliminado, "la mitad del
pueblo" apoyaba a Tibni, otro aspirante al trono, hijo de Guinat. Le tomó
a Omrí algunos años subyugar a Tibni y, finalmente, se proclamó a sí mismo rey
indisputado de Israel en el 31º año de Asa, rey de Judea.
Omrí construyó su nueva capital Samaria en una
colina comprada a Sémer por dos talentos de plata (cerca de 68 kilos de
plata). Según lo descrito en la biblia, al igual que sus antecesores, anduvo en
los mismos pecados edificando y manteniendo lugares de culto a falsos dioses ajenos,
esto se puede explicar fácilmente, teniendo en cuenta que según nueva evidencia
arqueológica, estos reyes eran cananitas, ya que en esa época, el pueblo judío
aún no contaba con la identidad religiosa que sus gobernantes le
proporcionarían posteriormente.
La arqueología arroja más datos sobre el periodo
de Omrí. Arqueólogos como Israel Finkelstein y su estudiante Norma Franklin han
encontrado paralelismos entre Samaria y la construcción de otras ciudades,
Jezreel, Megiddo y Hazor; suficientes para intuir que se corresponden a una
misma etapa o incluso a una misma política fundacional. Por otro lado, se halló
una estela en Moab (Estela de Mesha) que comenta como el rey Omri habría
sometido y anexionado el reino de Moab y como un líder local llamado Mesha
habría expulsado a los israelitas de esta tierra venciendo al hijo de Omri
(probablemente Ahab).
A partir de Omrí, se establece una nueva
dinastía en Israel que perdurará hasta el final de este reino. Existen más
testimonios arqueológicos de esta dinastía que también hacen alusión a la nueva
capital, que poco a poco se hará haciendo con el nombre del reino. Asimismo, se
ha encontrado epigrafía tardía que se refiere al reino de Israel como el de
Samaria.
Omrí murió y fue enterrado en Samaria. Le
sucedió en el trono su hijo Ajab.
Ajab (también conocido como Acab en
la Biblia Reina-Valera) 874 y 853 a. C., de acuerdo con el libro bíblico de 1
Reyes (En hebreo se conoce como 'j'b). Su historia está recogida en el
primer libro de los Reyes 16:29 a 22:40. Existen además fuentes arqueológicas
que completan el testimonio bíblico. Gobernó Israel entre los años 874 y 853
a. C. un período de casi 22 años.
Sucedió en el trono a su padre Omrí
prosiguiendo con su política fundacional y de defensa del reino. Sabemos que se
casó con una princesa fenicia, Jezabel hija de Et-baal rey de Sidón (Tiria).
Tuvo numerosas guerras con los sirios consiguiendo defender el territorio hasta
el final de sus días. Por lo general se considera su período, junto con el de
su padre, el más próspero de Israel.
Al principio de su reinado cesaron las
hostilidades con Judá. Acab buscó la paz y la alianza con arameos, cananeos y
sus vecinos de Judá ante un recrudecimiento de las relaciones con Siria (en
este momento vasallo de Asiria).
La guerra con los sirios se encuentra relatada
en la Biblia y documentada arqueológicamente, siguiendo la estructura del Libro
de Reyes se narran tres batallas:
Primeramente los sirios asedian la capital,
Samaria, forzando a Acab a negociar una paz que compromete en un primer lugar
su corona. Aunque Acab acepta, el rey de Siria, Hadadezer, que lideraba una
coalición de 12 reinos todos vasallos de Asiria), demanda además el saqueo de
la ciudad, Acab no acepta estas nuevas condiciones y ataca en un despiste el
campamento sirio, venciendo y dispersando a las tropas enemigas.
Un año después, los sirios le presentan batalla
en una llanura cerca de Afec, nuevamente Israel vence y captura a Ben-Adad
dejándolo marchar a cambio de una promesa de paz y de restitución de los
territorios israelitas bajo dominio sirio; promesa que no se cumpliría.
Esta última batalla es a la que hace referencia
la Estela de Kurkh, que informa de una coalición de varios reinos enviados por
el rey de Asiria Salmanasar III, bajo Hadadezer, contra Acab rey de Israel. La
estela da información del número de tropas participantes (entre las asirias e
israelitas con sus aliados, unos 100.000 hombres). Sirve para su identificación
que la Biblia apunta a que los israelitas habrían dado muerte a unos 100.000
hombres en esta batalla; aunque se exagere en las cifras y no se dé ningún
nombre del lugar exacto donde se desarrolló el combate, sí se puede establecer
un paralelismo más que plausible al tratarse de un número de combatientes
excesivamente grande y poco común que difícilmente pueda suceder en otro combate
en un período tan corto.
Una última batalla sucedería al final de su
reinado, en torno al 853 a. C. El rey de Siria ocupa la ciudad de
Ramot de Galaad. Judá e Israel se alían y atacan para recuperarla, aunque no
consiguen tomarla. El rey Acab muere en combate, herido de flecha.
Nuevamente la Biblia es la fuente principal
para la política interior de los reyes de Israel y en particular de Acab, con
quien se extiende, y en la que introduce gran parte de la historia del profeta
Elías.
Se dice que Acab siguió en los mismos pecados
que su padre y que sus antecesores al introducir y edificar altares y templos a
dioses ajenos (Astoret diosa cananea y Baal). Esta política contraria a la ley
de Moisés se entiende en un contexto de mezcla cultural y en el intento de
ganarse a los arameos y demás pueblos que habitan en su territorio. La Biblia
la hace depender en gran medida de su matrimonio con Jezabel (que no era judía,
sino probablemente fenicia). Jezabel instituye un culto ajeno y mantiene a
sacerdotes y profetas paganos que entran en conflicto con los profetas de
Yahveh. Existe, por tanto, una tensión entre ambos cultos, la Biblia hace
referencia a dos hechos importantes que se contraponen en este asunto, el
primero es una persecución efectuada por Jezabel contra los profetas de Dios
que tienen que ocultarse y otra, el enfrentamiento de Elías con los profetas de
Astoret y Baal que saldrían derrotados y degollados a espada (1°Reyes 19:1) los
cuatrocientos cincuenta profetas de Baal y cuatrocientos profetas de Asera
(1°Reyes 18:19) por el profeta de Yahveh Elías (1°Reyes 18:40); a lo que sigue
una nueva persecución al profeta por Jezabel en venganza. (1°Reyes 19:2-3).
Jezabel también muestra el perfil de mujer
cruel, dispuesta a asesinar para conseguir sus objetivos. La Biblia introduce
el relato de la viña de Nabot para ilustrarlo. En éste se cuenta cómo tras
serle imposible al rey Acab comprar la viña de Nabot por la que se había
encaprichado, su mujer decide difamar a Nabot para que le maten y de este modo
su marido pueda adquirir la viña de Nabot.
La derrota final de Acab se justifica
teológicamente por su pecado de idolatría y por haber dejado escapar a Ben-adad
después de la segunda batalla contra los sirios. Profetizada por Elías y
Miqueas.
Por lo demás al igual que su padre sigue una
política fundacional intensa. De la prosperidad de su reino y del auge cultural
propiciado por este rey nos dan cuenta unos marfiles encontrados en Samaría.
Fue enterrado en Samaria, le sucedió en el
trono su hijo Ocozías.
Ocozías fue el octavo rey de
Israel. En hebreo transliterado "'jzyh". Ocozías es el nombre
tradicional de este rey en español, pero una transcripción más fiel sería
Ajazíah). Su historia está recogida en el Primer libro de los Reyes 22:40,
Segundo libro de los Reyes 1:1-18 y en el Segundo Libro de las Crónicas 20:35-37.
Gobernó en Israel entre los años 853 a 852 a.C
un periodo de casi dos años.[1] Sucedió a su padre Ajab en trono y anduvo en
los mismos pecados que sus padres edificando altares y adorando a dioses
ajenos. La confrontación existente entre el clero de Yahveh y el de otros
dioses que se llevaba manifestando de forma cruenta desde el reinado de su
padre, vuelve a quedar patente. En este caso Ocozías tras haber caído desde una
ventana se lesiona y queda encamado; resuelve, por tanto, enviar una embajada a
los profetas de Baal-zebul en Ecrón (nombre que deriva en castellano en
Belcebú) éstos antes de llegar a este lugar se encuentran con Elías que les
profetiza la muerte inminente del rey diciendo: "¿No hay Dios en Israel
que tu envías a consultar a Baal-zebul dios de Ecrón?". El rey envía
entonces varios acometidos a apresar a Elías pero estos fracasan y el rey
muere.
Se dice en el Segundo Libro de las Crónicas
además que Ocozías estableció una alianza comercial con Judá, cooperando en la
construcción de naves con destino a Tarsis, la Biblia dice que esta misión no
llegó a completarse, como castigo a Ocozías y al rey de Judá por confiar en él.
Murió sin llegar a dejar descendencia directa,
le sucedió en el trono su hermano Joram de Israel.
Joram fue el noveno rey de Israel. En hebreo
- transliterado "ywrm". Su historia está recogida en el Segundo libro
de los Reyes 3:1 a 27; a continuación se introduce la historia del profeta Eliseo,
sucesor de Elías, en la que también se arrojan indirectamente datos del reinado
de Joram hasta que se reanuda la historia en el capítulo 9:1-26.
Gobernó en Israel entre los años 852-841 a.C un
periodo de casi doce años. Hijo de Acab, sucedió a su hermano Ocozías.
Aunque retiró los altares al dios Baal siguió conservando los de otros dioses,
por lo que se dice que anduvo en los mismos pecados que sus antecesores.
Sabemos que durante su reino se desencadenó una guerra contra Moab en la que
contó con la alianza de los reinos de Judá y Edom. Por tanto la alianza que
había establecido su padre con los arameos y hebreos de Judá vuelve a funcionar
en esta batalla en la que consiguen derrotar a Moab y ocupar su territorio.
También vuelve a ver guerra entre Israel y
Siria (vasallos en este momento de los asirios). Nuevamente Ben-Adad sitia la
ciudad de Samaria durante un largo período. No obstante se acaba retirando por
miedo a que Israel se hubiese aliado con los heteos y egipcios, librándose la
ciudad de una derrota segura.
La Biblia ilustra parte de los hechos acaecidos
a Israel durante este reino a través de la figura de Eliseo. Da dos datos
fundamentales, en primer lugar parece que Eliseo espió para Israel los
movimientos del rey de Siria y llegó a tener relevancia dentro de la corte, de
este modo salvó en una ocasión a Joram de caer en una emboscada. Por otro lado
después del abandono del sitio de Samaria, el rey sirio Ben-Adad cae enfermo y
Eliseo profetiza que su hijo Hazael heredará el trono y será quien acabe con el
reino de Israel.
Eliseo hace ungir a Jehú como nuevo rey de
Israel, rechazándose de este modo al rey Joram y a toda su casa como había sido
profetizado. En el 841 Joram se encontraba junto con Ocozías rey de Judá
defendiendo la ciudad de Ramot de Galaad de los sirios, pero siendo heridos
tuvieron que retirarse ambos reyes a Jezrael. Jehú fue allí junto con una tropa
y retó a ambos reyes. Estos salieron al encuentro de Jehú a la heredad de Nabot
y Jehú mató a Joram y más tarde hizo matar a Ocozías rey de Judá en Meguido.
Luego fue a Jezrael y dio muerte a la madre de Joram, Jezabel, a quien mandó
que tirasen desde una ventana a un patio donde luego su cadáver fue devorado
por los perros. Tanto la muerte de Joram en el huerto de Nabot como la muerte
de Jezabel devorada por los perros cumplían de este modo las profecías, ninguno
de los dos recibió sepultura en Samaria. También dio muerte a todos los hijos
de Acab degollándolos en Jezreel y Samaria. Con la muerte de Joram, la Casa de
Omri se extinguió., y Jehú reclamó el trono.
Jehú (hebreo, Yehú) es un monarca mencionado
en la Biblia, rey del Reino de Israel. Su nombre es una contracción del
nombre del Dios hebreo Yahvé con el pronombre personal masculino singular
hebreo "hu", y significa "Yah es él", o "él es
Yah".
Representante del Reino de Israel,
posiblemente un enviado de Jehú rinde tributo ante el rey asirio Salmanasar.
Detalle del segundo registro del Obelisco Negro, 841 a. C..
La inscripción cuneiforme asiria expresa: "El tributo de Iaúa hu-Umri
(Jehú, hijo de Omrí)",
Según la Biblia, Jehú fue el décimo soberano
del Reino de Israel, con un reinado de 28 años, y fundando la dinastía más
duradera del Reino del Norte. Inició su carrera militar en el ejército del rey
Ajab (Acab), para luego convertirse en general del rey Joram. Mientras sitiaba
la ciudad de Ramot de Galaad que estaba en posesión de los arameos de Damasco,
fue ungido como rey de Israel y se le encargó la misión de eliminar la
descendencia de Acab y de Ocozías de Judá, y de tomar el trono de Israel, según
la profecía de Elías, quien había profetizado como reyes de Siria e Israel a
Hazael y Jehú, respectivamente, y como su sucesor al profeta Eliseo.
Durante su reinado tuvo que soportar la presión
aramea y asiria en el Este. La Biblia atribuye sus fracasos militares a su
falta de fe al conservar el culto a los becerros de oro instaurados por
Jeroboam I.
Cuando el rey Joram de Israel abandonó el
frente en Ramot de Galaad debido a las heridas que sufrió, dejó a Jehú al mando
del ejército israelita, el cual conseguiría finalmente recuperar dicha ciudad.
Esto lo volvió popular entre sus tropas, ganándose su afecto y apoyo, por lo
cual no le costó mucho convencer a los demás generales que lo apoyaran en su
rebelión contra la casa real de Omri. Fue rápidamente aclamado rey de Israel.
Golpe de estado y ascenso al poder
Inmediatamente viajó a Jezreel con sus tropas,
al encuentro de Joram, y su sobrino, el rey Ocozías de Judá, quien se hallaba
en la ciudad en muestra de apoyo a Joram. Tras varios intentos fallidos de
Joram de comunicarse con Jehú mientras éste se acercaba (debido a que los
atalayas desertaban al bando de Jehú), el mismo Joram avanzó sin sospechas a
recibir a Jehú. Al encontrarlo e intentar saludarlo al lema de "¿Hay paz
Jehú?", fue bruscamente rechazado por éste diciendo: "¿Qué tienes
que ver tú con la paz después de las prostituciones de tu madre?"
En ese momento Joram se dio cuenta del complot
en su contra, e intentó escapar, siendo asesinado a manos del mismo Jehú antes
de lograr ponerse a salvo, aunque al menos pudo avisar del golpe a Ocozías de
Judá, quien pudo escapar hasta Meguido, donde fue muerto por las tropas de Jehú
que lo habían perseguido.
Según el relato bíblico Jehú se dispuso
prontamente a acabar con toda la casa de Ajab para así consolidarse en el
trono, empezando por la reina madre Jezabel, quien al verlo le insultó
comparándole con el usurpador Zimri, por lo que Jehú enojado, desafió a los
eunucos que se encontraban con ella para que la echaran abajo desde la ventana.
Luego Jehú entró victorioso al palacio real y después de comer ordenó enterrar
el cadáver de Jezabel, pero ya no quedaba nada de éste, ya que los perros y las
aves del campo se habían comido su carne, conforme a la palabra de Elías. Luego
mató al resto de hijos de Ajab y a todos los parientes de Ocozías de Judá que
pudo encontrar.
Mediante engaño fingió ser un devoto adorador
de Baal invitando a todos los adoradores y profetas de Baal a su templo para
asesinarlos. Se reunieron de todo el país atiborrando el templo. Una vez ahí
les distribuyeron ropas blancas para identificarlos y se aseguraron de que no hubiera
ningún adorador de Yahveh, y cerrando las puertas ordenó a los verdugos
asesinarlos a todos.
Pero, a pesar de dejar establecida su posición
Jehú tuvo que enfrentar el rey sirio Hazael, quien aprovechó el cambio de
gobierno para iniciar la invasión de Israel y Judá. Jehú apeló a la ayuda del
rey asirio Salmanasar III, aceptando convertirse en vasallo de éste y pagarle
tributo. No obstante, luego de la muerte de Salmanasar, le siguieron varios
reyes débiles, lo cual le permitió a Hazael volver a invadir Israel,
conquistando todos los territorios al este del Jordán a un débil Israel.
Jehú fue sucedido por su hijo Joacaz de Israel.
Inscripción asiria
En el Obelisco Negro del Museo Británico fue
representado, entre otros, un emisario israelita llamado Ia-ú-a hu-Um-ri (Jehú,
hijo de Omrí), quien ofrece tributo postrado ante el rey asirio Salmanasar III;
se trataría de un enviado del antiguo Reino de Israel o posiblemente Jehú
mismo, cosa que confirma la noción de que el Reino del Norte había dejado de
ser un estado soberano.
En 1850, Henry Rawlinson identificó al
"Ia-ú-a" postrado ante del rey asirio con el rey bíblico conocido
como Jehú. Sin embargo, un año más tarde tal identificación fue cuestionada
por el clérigo y asiriólogo Edward Hincks, quien relacionó a dicha figura con
Oseas, el último monarca del Reino de Israel, en un esfuerzo por hacer
coincidir la narración bíblica con las inscripciones asirias, pues de lo
contrario la conquista de Asiria sobre Israel se adelantaría en 160 años a lo
señalado en la Biblia. Actualmente, sin embargo, prevalece la opinión de que la
inscripción innegablemente menciona a "Jehú hijo de Omrí". Por lo que
emerge una considerable disparidad entre lo que narran las inscripciones
cuneiformes del Obelisco Negro y lo que expresa el relato bíblico, pues ni Jehú
ni Oseas fueron hijos de Omrí y la dominación asiria habría ocurrido mucho
antes de lo descrito en la versión bíblica.
Joacaz, su pronunciación y transliteración
original seria Yeho'ajaz. Fue un rey de Israel, hijo de Jehú, fundador de la
dinastía más larga y poderosa que hubo en el reino norteño de Israel.
Comenzó a reinar en el año 814 a. C.,
que fue el año 23 del rey Joás de Judá, fue el undécimo rey de Israel, y reinó
por 17 años. Heredó un debilitado reino de su padre ya que Jehú perdió todos
los territorios de Transjordania y fueron anexados a los dominios de Hazael, el
cual afligió a Joacaz en sus primeros años de reinado. Pero sería Ben-Hadad III
su mayor verdugo, ya que producto de su propia apostasía, en las guerras quedó
su ejército reducido sólo a 50 soldados a caballo, 10 carros, y 10000 soldados
de infantería. En su desesperación Joacaz se volvió a Dios, por lo que Dios le
proveyó de un salvador, que probablemente fue el rey asirio Adadnarari III, que
invadió Siria en el año 806 a. C., saqueó Damasco, y los obligó a
pagar tributo, por lo que eliminó al peor enemigo de Israel, y no le
molestaron por un buen tiempo. Joacaz fue enterrado en Samaria, y le sucedió su
hijo Joás.
Joás, fue un rey de Israel, hijo y sucesor
de Joacaz, de la dinastía de su abuelo Jehú. A diferencia de su padre, Joás
fue un guerrero de éxito. Reinó por 16 años, siendo el decimosegundo rey de
Israel, y el tercer rey de la dinastía de Jehú. Comenzó a reinar en el
798 a. C., que era el año 37 de Joás, rey de Judá. Su nombre en
hebreo es escrito יהואש, transliterado Yeho'ash.
Aunque no quitó los becerros de oro de Jeroboam
I, seguía aún la religión nacional de Israel. Cuando el profeta Eliseo estaba
agonizando, Joás fue a verlo. Ahí el profeta Eliseo lo hizo disparar una flecha
en dirección a Siria, y golpear el suelo, a lo que Joás accedió, pero sólo lo hizo
3 veces. Por ello el profeta le dijo que sólo derrotaría a Siria 3 veces. Lo
que se cumplió cuando Joás derrotó 3 veces a Ben-Hadad III y saqueó varias
veces Damasco, y como consecuencia Joás recupero todos los territorios que su
padre había perdido.
En un principio, sus relaciones con Judá habían
sido buenas, a tal punto que Joás accedió a que 100.000 de sus soldados
acompañaran a Amasías, el rey de Judá, a una campaña contra los edomitas, pero
por palabra de Dios fueron devueltos a su país. Indignados por esto los
soldados israelitas hicieron desmanes en Judá, aparte de matar a 3000 personas.
Volviendo Amasías de su campaña en Edom, le declaró la guerra a Joás, a lo que él
respondió con una metáfora, comparando el cedro (el mejor árbol), para
simbolizarse a él, y el cardo (el peor árbol) simbolizando a Amasías. Con la
clara intención de comparar su victoria contra Siria, un reino fuerte y la
victoria de Amasías sobre Edom, un reino más débil, además le advertía que
perdería la batalla. Pero Amasías no escucho la advertencia por lo que siguió
en su plan de guerra, enaltecido por su victoria ante los edomitas.
El
Levante mediterráneo en la época de Jeroboam. El territorio comprendido por su
reino figura en color rojo[
Joás obtuvo una gran victoria ese día en Beit-Shemesh,
incluso tomando prisionero a Amasías y llegando a Jerusalén, para lo que
derribó gran parte de la muralla, retirándose después con un gran botín.
En la estela de Hadad-Nirari, rey de Asiria, se
menciona a Joás el Samaritano, entre los reyes que le pagaron tributo.
Esta paz con los asirios le sirvió para expandirse y ganar varias batallas.
Probablemente su hijo Jeroboam estuvo como su
corregente por varios años. El mismo Jeroboam lo sucedió en el trono. Fue
enterrado en Samaria, en las tumbas reales.
Jeroboam II, (en hebreo, que el
pueblo se multiplique, cuyo pueblo es numeroso o YAH contiende
por el pueblo) era hijo de Joás y el decimotercer rey del Reino de Israel.
Su reinado coincidió con los de Amasías y Uzías de Judá.
Su reinado tuvo lugar en un período que abarcó
787-747 a.E.C. El mismo incluyó una corregencia de once con su padre. Ya sea
antes del reinado de Jeroboam o durante los primeros años de su gobierno, el
profeta Jonás predijo que el nuevo rey recuperaría los territorios del norte y
del este que en tiempos anteriores habían pertenecido a Israel (II Reyes 14,
25), y Jeroboam cumplió esta profecía.
Llegó a ser el rey más fuerte de la dinastía de
Jehú, sino de todos los reyes que ocuparon el trono del reino del norte. El
registro bíblico acerca de este reinado es sumamente breve, y consiste sólo en
7 versículos (II Reyes 14, 23-29). Sin embargo el corto informe de sus éxitos
militares muestra claramente que fue el gobernante del reino del norte con más
éxitos en su haber: conquistó Damasco y Hamat junto al Orontes, y recuperó la
mayoría de los territorios de Siria y Transjordania hasta el Mar Muerto, de
modo que su reino incluyó todo lo que David y Salomón habían dominado, con
excepción de Judá; tuvo la fortuna de que Asiria estuviera experimentando un
período de debilidad durante su reinado, y así no pudiera impedir sus
actividades expansionistas.
Murió y fue sepultado en Samaria, y seis meses
después de su muerte la dinastía finalizó con el asesinato de su hijo Zacarías
(II Reyes 15, 8-11).
Sociedad
El reino gozaba de prestigio político y
prosperidad económica. La evidencia arqueológica lo muestra como la época más
rica de Israel, debido sobre todo al comercio de aceite de oliva, vino y
caballos, tanto con Egipto como con Asiria. A finales del siglo octavo era el
estado más densamente poblado del Levante mediterráneo, con alrededor de
350.000 habitantes.
Los profetas Amós y Oseas denunciaban el
materialismo y el bajo nivel moral y religioso (Amós 5, 21-22; 2,6-8 y Oseas 6,
6-10) pero también existía cierta medida de tolerancia religiosa: cuando Amós,
un ciudadano del reino del sur, pronunció sus profecías contra la casa de
Jeroboam en la ciudad del santuario de Bet-el, su sacerdote informó al rey,
pero nada se hizo contra Amós excepto pedirle que saliera del territorio de Israel
(Amós 7, 10-17).
Rey de Israel, hijo de Jeroboam II. Ascendió al
trono en 743 A. C., al morir su padre. Tuvo su corte en Samaria. Hay
controversia sobre las fechas de su reinado, ya que William F. Albright da
746 a. C.-745 a. C., y E. R. Thiele ofrece 753 a. C.-752 a.
C.
La Biblia relata sucintamente su reinado (2
Reyes, 15:8-12) e indica que "Hizo el mal a los ojos de Yahvé como
hicieron sus padres". A los 6 meses de su reinado, un hombre llamado
Sellum (Shallum) conspiró contra él y lo asesinó en Yibleam, para apoderarse
del trono. Con la muerte de Zacarías concluyó la quinta dinastía del Reino de
Israel, fundada por Jehú en 841 a. C.
Sellum o Shallum fue
un rey de Israel que ocupó el trono en los años 745 a. C. ó
752 a. C.
Era hijo de un hombre llamado Yabesh. En el
sexto mes del reinado de Zacarías, Sellum conspiró contra él, lo asesinó en
Yibleam y se proclamó rey. La Biblia resume muy sucintamente su reinado (2
Reyes, 15:13-15). Al mes de estar en el trono, un sujeto llamado Menajem se
rebeló contra él en Tirsá, entró en Samaria, lo asesinó y ciñó la corona
israelita.
Menajem o Menahem
(743 a. C. -738 a. C.), fue el 16º rey de Israel. De
acuerdo con la cronología de Kautsch, gobernó en 743-736 a. C.; según Schrader,
de 745 hasta 736 a. C. William F. Albright ha fechado su reinado en 745-738 a.
C., mientras que E. R. Thiele ofrece las fechas 752-742 a. C.
Era hijo de Gadi y ostentó el cargo de jefe del
ejército en Tirsah. A la muerte del rey Zacarías, asesinado por Shallum,
consiguió eliminar al asesino y quedarse con el trono.
Consiguió el apoyo del monarca asirio
Tiglatpileser III, para lo cual tuvo que pagar un fuerte tributo. Ejerció un
poder tiránico, provocando diversos levantamientos, que reprimió violentamente.
Le sucedió su hijo Pecajías (Peqahyah)
Pecajías rey de Israel, hijo y
heredero del rey Menajem. Según William F. Albright, ascendió al trono al morir
su padre (738 a. C.). Se alió con Resin de Damasco contra Judá. La
Biblia resume sucintamente su reinado (2 Reyes, 15:23-26) e indica que
"hizo el mal a los ojos de Yahvéh". Fue asesinado en Samaria en 737
A. C., en la torre del rey, por su escudero Pecaj, que se adueñó del trono
israelita.
Edwin. R. Thiele ofrece como fechas de su
reinado, 742-740 a. C.
Pecaj o Peka (? -
732 a. C.), hijo de Remaliah, era un oficial del ejército que se
convirtió en rey de Israel entre los años 737 y 732 a. C.
Subió al trono tras asesinar a Pecajías, ya que
estaba en contra de la política de amistad con Asiria que aquel practicaba, y
prefería una alianza con Damasco. Junto con Rasin de Damasco, declaró la
guerra al rey de Judá, Ajaz. Este pidió ayuda a Tiglatpileser III, que
conquistó Damasco, toda la costa del Mediterráneo y parte del reino de Israel,
deportando a sus habitantes. Pecaj fue asesinado debido a una conspiración
dirigida por Oseas.
Oseas fue el último monarca del Reino de
Israel, reinó aproximadamente durante el período
730 a. C.-722 a. C.
Impuesto por Tiglatpileser III, con soberanía
reducida a Samaria, a la muerte de aquel, se sublevó y buscó la alianza de
Egipto, pero fue derrotado por Salmanasar V, cegado y conducido como cautivo a
Asiria. Las consecuencias fueron la conversión de Israel en provincia asiria, y
la deportación masiva de la población, en especial las clases altas, que fueron
sustituidas por colonos arameos y caldeos, en el futuro, conocidos como
samaritanos. Los israelitas deportados se diluyeron entre la población asiria,
llamándoseles en adelante las diez tribus perdidas.
En el Obelisco Negro del Museo Británico fue
representado, entre otros, un emisario israelita que ofrece tributo ante el rey
asirio Salmanasar; se trata de un enviado del antiguo Reino de Israel, que
confirma el hecho de que el mismo había dejado de ser un estado soberano. En
1851, Edward Hincks relacionó al personaje en cuestión no con Jehú, sino con Oseas,
quien, según expresa la Biblia, fue hecho siervo de Salmanasar, a quien año a
año le pagaba tributo, hasta que dejó de hacerlo y fue eventualmente capturado
por conspirar contra el monarca asirio. Según el texto cuneiforme del Obelisco
Negro, la figura representada pertenece a la Casa de Omri. De la información
disponible tiende a emerger una considerable disparidad entre lo que narran las
inscripciones cuneiformes del Obelisco Negro y lo que expresa el relato bíblico.
Datado en 841 a.C., el Obelisco Negro pertenece al siglo IX a.C., mientras que
Oseas reinaría un siglo más tarde. Esta discrepancia da lugar a diferentes
hipótesis y teorías. A pesar de ello, y más allá de quien sea el personaje que
aparece postrado ante un rey asirio en el Obelisco Negro, lo cierto es que se
trata de la más antigua imagen visual de un israelita que se conoce en la
historia.
La sociedad israelita
estaba íntimamente relacionada con su religión. El núcleo de la sociedad hebrea
es la familia. Esta es patriarcal. El padre es la máxima autoridad. Existían
también los esclavos; que se obtenían por compra o por ser prisioneros de
guerra; no se los trataba con crueldad. En los tiempos de nómades, los hebreos
vivían en tiendas con pocos muebles. Esta forma de vida les facilitaba su
traslado en búsqueda de pasturas para sus rebaños. Luego de asentarse en
Palestina, habitaron en casas de piedra, rodeados de hurtos, conformando
poblados.
Las
principales ciudades del reino de Israel fueron:
1) Siquem, su primera capital.
2) Samaria, la segunda capital.
3) Meguido, famosa por su ciudad-fortaleza en la montaña.
4) Jericó, la ciudad más antigua aún habitada (desde hace 10.000 años)
5) Nazaret, donde se crió Jesucristo.
1) Siquem, su primera capital.
2) Samaria, la segunda capital.
3) Meguido, famosa por su ciudad-fortaleza en la montaña.
4) Jericó, la ciudad más antigua aún habitada (desde hace 10.000 años)
5) Nazaret, donde se crió Jesucristo.
Siquem: Fue una ciudad israelita
de la tribu de Efraím y la primera capital del Reino de Israel.
Está situada dos
kilómetros al este de la actual ciudad cisjordana de Nablus. Se estima que la
antigua ciudad de Siquem existía ya hace unos cuatro mil años. Estudios
arqueológicos evidencian que la ciudad fue demolida y reconstruida hasta 22
veces antes de su fundación definitiva en el año 200 a. C. Debido a
su ubicación, Siquem fue un centro comercial en la región, comercializando
uvas, aceitunas y trigo.
El faraón Sesostris III,
durante el siglo XIX a. C., combatió contra el pueblo de Siquem.
Se cree que Siquem fue
el primer lugar donde se detuvo Abraham, Sara y Lot en su viaje hacia Canaán.
De acuerdo al Libro de
Josué (21, 20), Siquem era una ciudad de refugio para los homicidas.
En el pozo de Siquem
fue donde Jesús se encontró con la samaritana y le pidió que le diera agua para
beber
Samaria: Ciudad capital del
reino de Israel. Se encontraba a unos 9,5 km al noroeste de Siquem, y ocupaba
una posición destacada en la cima de una colina aislada y redondeada, a unos
445 m s.n. del Mar Mediterráneo, que es visible desde ese lugar, y entre 90 y
120 m por encima de la llanura circundante, rica en olivares y trigales.
Desde los comienzos de su historia, Samaria fue un centro de
culto pagano y de idolatría, Jezabel, la esposa de Acab, introdujo el culto de
Baal en la ciudad, y luego se levantaron un templo y un altar en honor del
dios.
En el 722 a.C., después de su caída ante
Salmanasar V o Sargón II, Samaria
se convirtió en la cabecera de una provincia asiria. Cuando Alejandro Magno
invadió Siria (333 a.C.), ocupó Samaria
y la hizo la sede de una gobernación.
Meguido: Tel (montículo) Meguido, conocido como Tel-el-Mutesellim (el
Monte del Gobernante) ha sido identificado como una de las ciudades más
importantes de los tiempos bíblicos. Situado en un monte que mira hacia el
fértil valle de Jezreel, Meguido tuvo gran importancia estratégica ya que
domina el acceso oriental de Nájal Irón (nájal, un lecho de río
seco), parte de la carretera internacional que conducía desde Egipto, a lo
largo de la planicie costera hasta el Valle de Jezreel y de ahí a Damasco y
Mesopotamia.
Los hallazgos
corroboraron la evidencia escrita respecto a la importancia de Meguido, primero
como ciudad real cananea, luego como posición y centro administrativo egipcio,
posteriormente como la "ciudad de los carros" de los reyes de Israel
y finalmente como la ciudad de control de las provincias asirias y persas.
A fines del sexto
milenio a.C. se estableció una aldea sobre el monte de Meguido, pero el primer
asentamiento urbano fortificado, restos del cual fueron descubiertos en la roca
en la parte oriental del tel, data de comienzos del tercer milenio a.C.
Dentro de sus murallas había un templo rectangular alargado con un altar frente
a su entrada; tenía un techo bajo, sostenido por columnas de madera colocadas
sobre bases de piedra. Las nuevas excavaciones pusieron al descubierto varias
paredes de piedra paralelas, cada una de 4 m. de grosor, y los huecos entre
ellas estaban llenos con huesos de animales sacrificados.
Durante los siguientes
2.000 años, se construyó una serie de templos cananeos, uno encima del otro, en
el lugar de este antiguo templo.
A fines del tercer
milenio a.C. se construyó una bamá (altar) circular de piedra de 8,5 m.
de diámetro y 1,5 m. de altura. Siete escalones conducen a su parte superior,
donde se ofrecían sacrificios. Este es un excelente ejemplo de bamot
(altares) de culto, frecuentemente mencionados en la Biblia (p. ej. I Samuel
9:12-15). Posteriormente, a comienzos del segundo milenio a.C., se añadió un
complejo de tres templos idénticos en el fondo de la bamá, formando un
impresionante centro de culto cananeo. Cada uno de estos templos estaba
compuesto por una sala rectangular con una bamá en el fondo y un patio
abierto en el frente, donde un par de bases de piedra redondas indican pilares.
Hacia finales del segundo milenio A. C. se construyó un nuevo templo cananeo
sobre las ruinas de los anteriores; tenía muros especialmente gruesos e incluía
una pequeña cámara de culto con dos torres que protegían su fachada.
Desde comienzos del
segundo milenio a.C., Meguido fue un importante centro militar. La ciudad fue
rodeada por firmes fortificaciones de piedra y glacis. El área dentro de
los muros estaba cuidadosamente planeada y dividida en varias zonas claramente
definidas: el barrio real que contenía los palacios, el barrio administrativo y
los barrios residenciales. Este plan no se modificó significativamente hasta el
siglo XII, a.C.
Hacia mediados del
segundo milenio fue construida en el muro norte de la ciudad una nueva puerta
de dimensiones enormes, hecha de grandes piedras sobre bases de basalto
labrado. Esta puerta incluía dos pares de cámaras con un ancho pasaje entre
ambas, que brindaba un acceso cómodo a los carros. Cerca de la puerta en el
muro oriental se encontraba el palacio de los reyes cananeos de Meguido. Este
era un palacio muy grande y lujoso, cuyas habitaciones estaban construidas en
torno a un patio. Joyas de oro y marfil encontradas en el palacio demuestran la
riqueza de los reyes de Meguido y sus relaciones políticas y comerciales con
los países y las culturas vecinas.
Meguido es mencionada
muchas veces en inscripciones egipcias de los siglos XV a XIII a.C. Estas
inscripciones son testimonio de la importancia de la ciudad como centro de la
administración egipcia en Canaán y como base logística en la ruta hacia el
norte. Inscripciones en el templo del dios Amón en Karnak (en el Alto Egipto)
describen la primera campaña militar de Tutmosis III en Canaán, a comienzos del
siglo XV a.C. De acuerdo con dicha descripción, el ejército egipcio cruzó los
Montes de Manasés y avanzó a través de Nájal Irón hasta el valle de
Jezreel. El ejército unido de los reyes cananeos, sorprendido por este avance
militar, fue derrotado; Meguido fue conquistada después de un asedio de siete
meses.
Meguido alcanzó su
cúspide bajo el rey Salomón en el siglo X a.C. El la reconstruyó como una
ciudad real que administraba la parte norte del reino. La construcción de
Jerusalem, la capital, y de Hazor, Meguido y Gezer como parte de una
planificación urbana centralizada, es así relatada en la Biblia.
Jericó: En el año 1200 a.C., casi en la misma época en que los
griegos destruían Troya, el pueblo de Israel conquistó milagrosamente la ciudad
de Jericó. Los hallazgos arqueológicos han sacado a la luz pruebas
incontrovertibles que demuestran que el hecho, realmente aconteció.
Pese a que la Biblia
menciona a Enoc como la primera ciudad del mundo, los vestigios más antiguos se encuentran en
Jericó, cuyos cimientos, muy anteriores, incluso a los de las grandes urbes
mesopotámicas, datan del año 7000 a. C.
Antes de la aparición
de la escritura, Jericó, la ciudad de las palmeras, era epicentro de una
intensa actividad comercial. De allí partían y llegaban caravanas desde y hacia
los más apartados confines del mundo, transportando las más variadas
mercancías.
Jericó se hallaba
ubicada en la ribera occidental del río Jordán, sobre una llanura rica y extensa,
próxima al Mar Muerto (bajo cuyas aguas yacen los restos de Sodoma y Gomorra),
por entonces un oasis rico en palmeras, dátiles y pozos de agua.
Con el paso de los
años, la ciudad llegó a ejercer notable influencia sobre el sector occidental
del Medio Oriente y a atraer a individuos de otras latitudes, que veían en ella
un lugar de prosperidad y poder.
Vivían allí los
cananeos, quienes efectuaban ofrendas al dios Moloch arrojando niños a las
llamas y practicando terribles abominaciones que ofendían a Dios.
Josué en Jericó
“Sucedió que después de
la muerte de Moisés, siervo del Señor, habló el Señor a Josué, hijo de Nun,
ministro de Moisés, y le dijo: ‘Mi siervo Moisés ha muerto; anda y pasa el
Jordán tú y todo el pueblo contigo, para entrar en la tierra que daré a los
hijos de Israel”
Con esas palabras el
Señor le ordenó a Josué la conquista de Canaán. Y una vez frente a Jericó,
volvió a hablarle para decir: “Mira, Yo he puesto en tus manos a Jericó y a su
rey y a todos sus valientes. Dad la vuelta a la ciudad una vez al día todos los
hombres de armas. Y haréis esto por espacio de seis días. Y al séptimo tomen
los sacerdotes siete trompetas de las que sirven para el jubileo, y vayan
delante del Arca del Testamento, y en esta forma daréis siete vueltas a la
ciudad, tocando los sacerdotes sus trompetas; y cuando se oiga su sonido más
continuado y después más cortado, e hiriere vuestros oídos, todo el pueblo
gritará a una con grandiosísima algazara, y caerán hasta los cimientos los
muros de la ciudad por todas partes, y cada uno entrará por la que tuviere
adelante” .
Cumplida la orden. Las
gruesas murallas cayeron, la ciudad fue arrasada, sus templos destruidos y sus
sacerdotes aniquilados. Y solo Rahab fue respetada, y los que moraban con ella,
por haber ayudado a los exploradores que Josué había enviado días antes de su
destrucción.
Las ciudades más importantes del reino de Judá,
fueron:
1) Jerusalén, la histórica capital.
2) Hebrón, que atesora la tumba de Abraham.
3) Belén, donde nació Jesucristo.
4) Emaús, donde apareció Cristo resucitado.
5) Betania, en las laderas del Monte de los Olivos.
1) Jerusalén, la histórica capital.
2) Hebrón, que atesora la tumba de Abraham.
3) Belén, donde nació Jesucristo.
4) Emaús, donde apareció Cristo resucitado.
5) Betania, en las laderas del Monte de los Olivos.
Jerusalén fue inicialmente
llamada de "Orshalem" (Ciudad de la Paz) por los cananeos hace
5000 años. Posteriormente este nombre fue cambiado a "Yuroshalime"
por los judíos, luego a "Orshamam" por los faraones, después a
"Herosulima" por los griegos y romanos y finalmente a "Jerusalem"
por los francos.
La ciudad de Jerusalén
se encuentra localizada a 52 Km. del Mar Mediterráneo, a 22 Km. del Mar Muerto,
250 Km. del Mar Rojo, 150 Km. de Akka.
Economía y actividades:
Los
hebreos, establecidos en Palestina, se dedicaron a la agricultura y la
ganadería. El cultivo característico era el olivo y la vid, también obtuvieron
legumbres y lentejas. El pastoreo de ovejas, bueyes, cobras, caballos y
camellos acompañaba la actividad agrícola.
También
trabajaron cerámica y confeccionaron numerosos tejidos de lana y lino. Lo más
importante de su actividad económica fue el comercio. Esto se debía a que su
lugar de asentamiento, Palestina, era una tierra puente, es decir, un lugar de
tránsito de mercaderes entre Mesopotamia y Egipto: exportaban aceite y vino e
importaban metales (cobre de Chipre, hierro de Australia, oro de Arabia),
marfil y espacias.
Letras y artes La religión dominó todos los aspectos
de la cultura hebrea. La prohibición de representar a la divinidad desalentó la
creatividad en escultura y pintura. Como contrapartida, la religión estimuló el
desarrollo de la literatura: el esfuerzo de generaciones para la redacción y la
transmisión de los textos, las creencias y tradiciones religiosas.
El resultado fue la Biblia. La palabra “Biblia” deriva del griego (Biblia
libros, e indica el libro por excelencia Fenicia”. También se denominó Sagradas
Escrituras: “Sagradas” porque se creen inspiradas en Dios y contienen la
revelación de éste a los hombres, y “Escrituras” porque su origen es variado,
de distintas épocas y diferentes autores.
Estos escritos redactados por los hebreos constituyen
el Antiguo Testamento o Biblia
hebrea. En ellos se habla de la historia, las costumbres, las
creencias, los pensamientos éticos y morales del pueblo israelita.
Posteriormente, los cristianos le anexaron el Nuevo Testamento, donde aparece
la llegada de Cristo, su vida y los orígenes del cristianismo.
El núcleo original de la Biblia fue el Pentateuco, conjunto de los cinco
primeros libros del Antiguo Testamento: el
Génesis, el Éxodo, el Levítico, los Números y el Deuteronomio. El Génesis
relata la creación del mundo, los orígenes del pueblo hebreo con Abraham hasta
el establecimiento en Egipto. El resto de los libros se refieren, entre otros
temas, a Moisés, comentan la huida de Egipto, el peregrinar por el desierto y
la llegada a la tierra prometida.
Los llamados Escritos Históricos de Josué, Jueces,
Samuel, Reyes y Crónicas narran los hechos históricos desde el asentamiento en
Palestina, relatan la actuación de los jueces, la formación del Estado, los
momentos salientes de cada monarquía.
Los Escritos Proféticos comentan la división del reino
en Israel y Judá, y su caída en manos de opresores extranjeros. Contienen los
presagios de los profetas que anuncian el castigo y la resurrección de las
ruinas.
Los Escritos
Poéticos contienen salmos o himnos para ser cantados y plegarias.
Los Escritos
Sapienciales reúnen consejos de sabiduría y preceptos de carácter moral.
La música también fue cultivada por los hebreos.
Samuel fundó una escuela de músicos.
Durante los gobiernos de David y Salomón, este arte
llegó a su esplendor considerándose una profesión de gran prestigio.
Religión:
La
religión domino todos los aspectos de la cultura hebrea. La prohibición de
representar la divinidad estimulo la literatura y el resultado fue la BIBLIA.
También denominada Sagradas Escrituras. El ANTIGUO
TESTAMENTO está escrito por los hebreos.
Habla de
las costumbres y pensamientos morales de los israelitas. Luego los cristianos
agregaron el NUEVO TESTAMENTO con la
llegada de Cristo y los orígenes del cristianismo. La primera gran diferencia
de la religión del pueblo hebreo con los demás del Cercano Oriente es que cree
en un solo Dios.
Este es
justo y bueno y exige a su pueblo el cumplimiento de una moralidad. No tiene
forma humana, esto significa que no puede ser representado. El hombre es
inferior a Él, pues Dios lo hizo a su imagen, inmortal, pero como ha pecado
debe ser castigado.
Otra
diferencia es que Dios actúa con los hombres y no fuera del mundo de los
hombres. Esto no significa que no volvieran a caer periódicamente en el
politeísmo. Esta caída se producía varias veces hasta que alguien (como los
predicadores) les daba esperanza nuevamente.
El
temprano monoteísmo, rasgo distintivo de la comunidad hebrea de Israel, tiene
su símbolo físico en el Templo de Salomón, en Jerusalén, donde se guarda el
Arca de la Alianza o pacto entre Yahveh
y su pueblo. A diferencia de los restantes pueblos conocidos, ningún otro
templo (no ya a otro dios, sino tampoco a Yahvéh) fue consentido por la
ortodoxia israelita. Sólo puede rendirse pleno culto a Yahveh en el Templo de
Jerusalén. De ahí el papel cohesivo y simbólico que, milenariamente, han tenido
en todo tiempo la ciudad y su templo para los seguidores de la Ley de Moisés.
Templo
de Salomón
Arte:
La mayoría de las obras
literarias fueron compiladas y organizadas durante el período de apogeo de la
monarquía y por obra del rey- poeta David. Merecen especial mención los salmos,
los proverbios, los cantos nupciales del cantor de los cantares, las Crónicas,
el Génesis, el Éxodo, los Jueces, los Reyes y otros libros denominados
Sapiensiales, como el Eclesiastés.
Valoraron la música y la emplearon
en las ceremonias religiosas. El sofar fue un instrumento típico hebreo, cuerno
de macho cabrío utilizado para convocar a las ceremonias rituales. También
utilizaron cítaras, sistros panderos (adufes) y flautas, por mencionar los más
popularizados. No había pinturas ni esculturas por temor a que cayeran en la
idolatría. Fue destacada la arquitectura, dentro de ella los palacios y las
viviendas de los nobles. Legado cultural hebreo:
Aportes a la historia de las
religiones:
a) Primera gran fe monoteísta.
b) Origen de las tres grandes
religiones actuales: judaísmo, cristianismo e islamismo.
c) Antiguo Testamento.
La diáspora:
Los romanos destruyeron Jerusalén y expulsaron a los israelitas. Estos se
disgregaron por el Mediterráneo y comenzó así la diáspora; la dispersión de
judíos por el mundo. La historia de los hebreos en Palestina había terminado.
Pero la comunidad hebrea sobrevivirá manteniendo intactas sus creencias y
costumbres, gracias a su fe y a la alianza con su dios Yavhe.
Pruebas arqueológicas en las Tierras
Altas al oeste del río Jordán
Siempre basándome en los trabajos de
Finkelstein y Silberman, en las Tierras Altas al oeste del Jordán nos
encontramos en los yacimientos unos emplazamientos ovales o circulares (en
piedra y fechados en la Edad de Hierro I, en torno al 1200 a.C.), con una serie
de estancias comunicadas entre sí formando un anillo que rodeaba un patio
central que seguramente protegería el ganado de cabras y ovejas, con algunos
restos que muestran un tímido cultivo de cereales. Dichos asentamientos son
análogos en disposición a los de los beduinos que todavía hoy podemos encontrar
en las zonas circundantes y su construcción en piedra parece reflejar el paso
del nomadismo al sedentarismo, construyendo de forma parecida a la que
acostumbraban hasta entonces o al menos conservando la planta tradicional.
Según los mencionados autores “Todo indica que una gran parte de los primeros
israelitas habían sido en otros tiempos pastores nómadas”.
Parece ser que cada una de las
oleadas comenzaron por la zona este, extendiéndose hacia el oeste y en épocas
de ocupación intensa encontramos abundantes restos de ganado vacuno, sin
embargo cuando la ocupación desciende, también lo hacen los restos vacunos a
favor de los de las cabras y ovejas. Es decir, el pastoreo de ganado mayor,
pesado y lento, junto con el cultivo de cereales, en épocas de baja demografía
daba paso al pastoreo característico de poblaciones nómadas que comerciaban con
las ciudades de las llanuras y al devenir épocas de crisis en las mismas,
posiblemente se producía una migración a las zonas altas despobladas y un
aumento de las costumbres sedentarias, esto es, la agricultura y el ganado
mayor.
Siria y Palestina bajo los neo-babilonios y persas.
Desde
los tiempos de David, Jerusalén había englobado las esperanzas nacionales de
Israel. El templo representaba el punto focal de la devoción religiosa,
mientras que el trono de David sobre monte Sión proporcionaba, al menos para el
reino de Judá, el optimismo político para la supervivencia nacional. Aunque
Jerusalén había sido reducida desde su prominente posición de respeto y
prestigio internacional en la era de la gloria salomónica, al estado de vasallaje
en los días fatídicos del triunfo asirio, todavía se ergía como la capital de
Judá cuando Nínive fue destruido en el 612 a. C. Por cuatro siglos, había
continuado como la sede del gobierno del trono de David, mientras que Damasco,
Samaría, y Nínive con sus respectivos gobiernos se habían levantado y hundido.
Jerusalén
fue destruida en el 586 a. C. El templo fue reducido a cenizas y los judíos
hechos cautivos. El territorio conocido como reino de Judá, fue absorbido por
los edomitas en el sur y la provincia babilónica de Samaría en el norte.
Demolida y desolada, Jerusalén se convirtió en el objeto de burla de las
naciones.
El nuevo hogar de los
judíos fue Babilonia. El reinado neo-babilónico reemplazó al control asirio en
el oeste, fue el responsable de la caída Jerusalén. Los judíos permanecieron en
el exilio tanto tiempo como los gobernantes babilonios mantuvieron una
supremacía internacional.
Cuando Babilonia fue
conquistada por los medo-persas en el 539 a. C., a los judíos se les garantizó
el privilegio de reestablecerse en Palestina.
Aunque algunos de ellos
comenzaron a reconstruir el templo y rehabilitar la ciudad de Jerusalén, el
estado judío nunca volvió a ganar su completa independencia, sino que
permaneció como una provincia del Imperio Persa. Muchos judíos se mantuvieron
en el destierro, sin retornar jamás a su patria natal.
Próximo Capítulo: Las civilizaciones del Mar Muerto
Próximo Capítulo: Las civilizaciones del Mar Muerto
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