Los
Fenicios:
Sus ciudades – Organización política y social – Su imperio
marítimo-comercial – Religión y cultura – El alfabeto y su evolución – La
problemática de los textos fenicios – Cartago – Las colonias fenicias de
Occidente.
Fenicios
Pueblo de la Antigüedad, instalado en la
comarca costera que se extiende desde el Monte Carmelo hasta la desembocadura
del Nar el Kebir. Los griegos, posiblemente desde tiempos micénicos, llamaron fenicios a los pobladores del
país de Canaán.
Etimológicamente, la palabra proviene del
griego phoinix, que significa ¿púrpura?, y es una derivación del nombre
que los fenicios se daban a sí mismos desde, al menos, el III milenio a.C.
Canaán era, en efecto, la ¿tierra de la púrpura? la región de la costa del
Mediterráneo que se extendía desde Tell Sukar hasta Gaza, y que actualmente
abarcaría la mayor parte de la superficie del Líbano y parte de Siria y
Palestina. La tierra de Canaán era en tiempos de los fenicios una estrecha
franja costera delimitada por accidentes geográficos que la aislaban del
interior: el mar al oeste, los desiertos de Siria y Arabia al sur y al este, y
las cordilleras del Líbano bordeando como un gran farallón la costa, de tal
forma que sólo era posible acceder a Fenicia a través de la región de Alepo, al
norte, y de Damasco, al sur.
Étnicamente, los fenicios eran un pueblo de
origen semita occidental, establecidos desde tiempos remotos en aquella región,
de la que se creían autóctonos. Sin embargo, las tradiciones de la Antigüedad
clásica les atribuyeron orígenes diversos. Herodoto afirmó que procedían del
mar Rojo; Estrabón y Plinio situaron su origen en el Golfo Pérsico y,
finalmente, el fenicio Filón de Biblos situó su origen en Canaán. Sabemos hoy
que éstos habitaron Canaán al menos desde el III milenio a.C., sin que pueda
precisarse su origen anterior. Sobre este sustrato más antiguo de la población
fenicia, se instalaron durante el II milenio otros pobladores amorreos,
pertenecientes también al grupo de los semitas occidentales. Más tarde, otros
elementos de origen hurrita e indoiranio se instalaron en el país, y desde la
segunda mitad del II milenio se unieron a ellos otros grupos semitas, como los
arameos o los israelitas, que al parecer llegaron a Canaán hacia 1300 a.C. Un
siglo después, las invasiones de los Pueblos del Mar introdujeron nuevos
elementos étnicos en la región. De resultas de la invasión, se instalaron en
ella los peleset o filisteos,
que dieron nombre al país entre Ascalón y Gaza: Palestina.
Los filisteos hubieron de competir durante largo
tiempo con los israelitas por el control del territorio, y finalmente éstos
quedaron aislados y diseminados en un país que se mantuvo en lo cultural, a
pesar de la mezcolanza étnica, esencialmente fenicio.
Desde principios del siglo X a.C., el territorio
de domino político fenicio se redujo en buena parte debido a la competencia de
los demás pueblos instalados en la región, pero la comunidad cultural y
lingüística se mantuvo en la zona durante muchos siglos, e incluso después de
la ocupación romana tenemos testimonios de la pervivencia de esta refinada
civilización.
La lengua fenicia pertenecía, junto con la hebrea, al grupo
de los dialectos semíticos noroccidentales. Existió un fenicio arcaico que
perduró hasta aproximadamente el inicio del II milenio a.C. A partir de
entonces, la lengua fenicia fue incorporando elementos procedentes del
amorrita, dando origen al fenicio clásico, que habría de convertirse en la
lengua común de la región hasta al menos el siglo II d.C. En las colonias
fenicias occidentales, la lengua púnica todavía se hablaba en tiempos de san
Agustín, en el siglo V d.C. No se conservan de esta lengua más que
inscripciones epigráficas, y ningún documento literario ha llegado hasta
nosotros, a pesar de que fueron precisamente los fenicios quienes inventaron el
alfabeto que dio origen al alfabeto griego y latino. El paisaje de la comarca
fenicia, enormemente fragmentado por una sucesión de valles de aluvión y de
colinas escarpadas, condicionó de forma decisiva el desarrollo de esta civilización.
La explotación de los recursos agrarios era difícil por la extrema
compartimentación del paisaje, y se hizo imposible una agricultura de tipo
extensivo. Sin embargo, la riqueza del suelo permitió el desarrollo de una
agricultura de carácter intensivo, tanto de cultivos cerealeros como
hortofrutícolas. Había además abundancia de tierras de pasto que nutrían una
importante cabaña ganadera ovina. La existencia de las montañas del Líbano
proporcionaba a la región unas condiciones climáticas atípicas en el Oriente
Próximo. Los bosques del Líbano se convirtieron en la principal riqueza natural
de la región y la explotación maderera fue uno de los motores de la
civilización fenicia. El valle de la Bekaa proporcionaba cobre; el mar, pesca
abundante y sal, además del preciado múrice o murex, el molusco de cuyo jugo se
obtenía la tintura púrpura que dio nombre a Canaán.
Organización política y social de los fenicios
Fenicia nunca formó, a pesar de su comunidad de
civilización, una entidad política unitaria y nacional. El poblamiento se
disponía en ciudades que dominaban un hinterland de tierras agrícolas,
formando pequeños reinos autónomos. Coyunturalmente, alguna de estas ciudades
podía adquirir una cierta hegemonía sobre otras, pero ello no significaba la desaparición
de las dinastías locales.
Cada ciudad poseía su propio sistema de
gobierno, siguiendo el esquema de las monarquías semíticas: una realeza de
sucesión hereditaria y carácter sacro, en la que la reina desempeñaba un papel
muy activo. Los reyes eran asesorados en sus tareas de gobierno por un consejo
de ?ancianos? pertenecientes a las familias más poderosas y por un nutrido
cuerpo de funcionarios civiles y militares (escribas, correos, comisarios...).
El rey era ante todo el gran sacerdote del culto local. Junto al monarca,
parece que cada ciudad poseía un gobernador y un comandante militar. El consejo
de ancianos evolucionó desde su dominación por la aristocracia terrateniente y
administrativa hacia una mayor presencia de elementos de las clases mercantiles,
que acabaron controlando en gobierno de las ciudades en época de la expansión
colonial fenicia. El tipo de gobierno de la oligarquía comercial se componía de
un consejo colegiado de magistrados civiles o sufetes. Esta forma de
administración fue la característica de las colonias fenicias de ultramar, cuya
fundación estuvo además vinculada al dinamismo de las clases mercantiles
urbanas.
Las ciudades-estado fenicias se organizaban
alrededor de los palacios y templos locales, emplazados en una acrópolis
amurallada que dominaba el recinto urbano, a su vez protegido por una muralla
exterior. La organización económica durante la Edad del Bronce continuó
ajustada al sistema palaciego, por el cual el excedente de la producción
agrícola y artesanal se centralizaba en el palacio. Los funcionarios regios
redistribuían posteriormente la producción según las necesidades del Estado.
Los artesanos se encontraban agrupados por
oficios en corporaciones, que dependían también del palacio o de un templo que
les proporcionaba las materias primas. A cambio, los artesanos hacían entrega
del producto manufacturado y recibían en pago tierras y materias primas.
La organización social seguía un esquema piramidal muy jerarquizado. Alrededor
de la monarquía existía una aristocracia administrativa y militar que recibía
tierras en pago a sus servicios y que estuvo poco vinculada al desarrollo
comercial. Más abajo se encontraba la clase media de campesinos propietarios,
artesanos y comerciantes. La base de la pirámide social la constituía la
población campesina no propietaria, que trabajaba para los palacios y templos.
La población libre debía una serie de prestaciones al palacio, la mayoría de
ellas de carácter militar y tributario. Había además un amplio segmento de
población servil y esclava.
En las ciudades fenicias, el desarrollo de un
derecho comercial de carácter individualista favoreció la difuminación de las
estructuras familiares amplias de origen tribal, características de los pueblos
semíticos, y dio a las mujeres fenicias una amplia participación en las
actividades económicas y sociales.
Historia de los fenicios
La Edad del Bronce Antiguo
Fue probablemente la explotación de los
recursos forestales de la región cananea lo que propició el desarrollo de una
floreciente civilización urbana entre los fenicios. Biblos, la más antigua de
las ciudades cananeas, estaba situada al pie de los bosques y se convirtió en
el principal puerto del Mediterráneo. Entre 2900 y 2300 a.C. se sitúa la
aparición de otra de las grandes ciudades cananeas, Tiro, que con el tiempo
habría de sustituir a Biblos en la hegemonía comercial y cultural sobre
Fenicia.
La madera del Líbano, y en especial la de los
cedros, era codiciada por los países vecinos que carecían de recursos
forestales, como Egipto y Mesopotamia. En Biblos se realizaba el intercambio de
madera y de otros productos cananeos, como las telas de lino y los preciosos
objetos de oro y plata de fabricación fenicia, por productos manufacturados y
agrícolas procedentes de otras regiones. Biblos fue además un importante centro
político y religioso que al parecer impuso su hegemonía durante esta época a
otras ciudades fenicias, como Tiro o Sidón.
La riqueza natural y la posición estratégica de
Canaán en el Mediterráneo alimentó desde el principio de su historia las
ambiciones de los imperios circundantes. Ya en época de los acadios, éstos
realizaron numerosas incursiones en territorio fenicio con el fin de obtener el
control sobre los recursos de los que carecía Mesopotamia. Parece, sin embargo,
que los acadios se limitaron a imponer el reconocimiento nominal de su dominio
y el pago de un tributo a las ciudades fenicias, que pudieron conservar su
autonomía política.
Los contactos entre Fenicia y Egipto se
remontan al comienzo mismo de la historia egipcia. Los egipcios obtenían en
Biblos la preciosa madera de los cedros y los metales y la obsidiana del Asia
Menor. Este fructífero intercambio parece haberse sostenido sobre un culto
religioso común, el de Tammuz-Osiris, que hermanaba a los comerciantes de ambos
países. La influencia fenicia se plasmó en numerosos mitos egipcios y, a su
vez, Fenicia asumió buena parte de las innovaciones artísticas que tuvieron su
origen en el país del Nilo.
Hacia 2300 a.C., las devastaciones que
conocemos a través de los hallazgos arqueológicos demuestran la llegada de
invasores a Fenicia. Probablemente se trató de un pueblo de pastores
seminómadas que asolaron la región cananea y se asentaron sobre las ruinas de
sus ciudades, sin reconstruirlas. Esta migración se desconoce casi por
completo, pero inauguró un periodo de crisis con el que concluyó la Edad del
Bronce Antiguo en esta región.
La Edad del Bronce Medio
A la época de destrucción siguió, con el
comienzo de la Edad del Bronce Medio (1900-1600 a.C.), un periodo de
estabilidad y esplendor del comercio fenicio. Esta época coincidió con la
instalación de los amoritas en la región, pero ello no supuso el quebranto de
la actividad comercial, aunque las ciudades se fortificaron contra los ataques
de los nuevos ocupantes del territorio. Los hallazgos arqueológicos sugieren un
gran florecimiento de la civilización fenicia en este periodo.
Tras la crisis de fines del III milenio,
Fenicia renovó sus relaciones con Egipto. Éste, que atravesaba la época de
expansión de su Reino Medio, extendió su presencia en las ciudades cananeas,
tanto en Biblos como en Beirut y Siquem, estableciendo un protectorado que
respetaba la autonomía local de las ciudades. Biblos resurgió bajo la
protección egipcia, pero al parecer la dominación egipcia fue contestada en
otras ciudades. Las ciudades-estado, que en esta época aparecen a menudo
dirigidas por gobernantes con nombres amoritas, protagonizaron revueltas contra
el poder egipcio según indican los llamados textos de execración egipcios. Sin
embargo, la dominación egipcia se mantuvo hasta la época del faraón Amenehat
IV, momento en que el debilitamiento del imperio egipcio hizo contraerse sus
esferas de influencia. Poco después, la invasión de Egipto por los hicsos,
pueblo nómada asiático, supuso el definitivo desgajamiento de Fenicia del poder
egipcio, inaugurándose un periodo de independencia para las ciudades cananeas.
La decadencia que sufrió Egipto bajo el dominio
de los hicsos hizo que Fenicia se volviera hacia los ámbitos sirio y
mesopotámico. Biblos y Ugarit mantuvieron fecundas relaciones comerciales con
el reino sirio de Mari, uno de los principales centro económicos de la época.
En este momento, Tiro ocupaba ya un lugar relevante entre las ciudades cananeas
y junto a ella experimentaron un gran crecimiento otras ciudades, como Sidón o
Arvad.
La Edad del Bronce Tardío
A comienzos del siglo XVI a.C., cuando se
inició la Edad del Bronce Tardío (1600-1200 a.C.), Fenicia vivió el final de
este periodo de independencia que tan fructífero había sido para su comercio.
La expulsión de los hicsos de Egipto afectó a las ciudades cananeas, que
sufrieron el paso de aquéllos. A este periodo siguió una nueva dominación
egipcia. Las campañas emprendidas por los faraones Amosis y Amenofis I restablecieron
el protectorado egipcio sobre los principales centros fenicios (Beirut, Tiro,
Biblos, Sidón, Arvad, Sarepta y Sumur). Algunas ciudades fenicias del sur, como
Jericó o Megiddo, aunque pudieron conservar sus dinastías locales, estuvieron
sometidas a vigilancia por tropas egipcias acantonadas en sus cercanías. Se
estableció en todo el país una red administrativa egipcia, encabezada por
comisionados y apoyada por guarniciones militares situadas en punto
estratégicos. Esta administración tenía sus sedes principales en Gaza y las
fuentes egipcias informan de que fue a menudo contestada en ciudades como Tiro
o Sidón, que se revelaron contra la dominación nilótica.
Durante los siglos XIV y XV a.C., Fenicia se vio además sacudida por la
competencia que por el dominio de la región entablaron primero egipcios y
hurritas y, posteriormente, egipcios e hititas. Estos imperios trataron de
extender sus esferas de influencia a las diversas ciudades fenicias, que a
duras penas consiguieron mantener un frágil equilibrio entre las ambiciones de
sus vecinos más poderosos. La inestabilidad interna de las ciudades era grande.
Distintas facciones alineadas con uno u otro poder exterior se disputaban el
gobierno. En muchas ciudades se levantaron facciones que deseaban aprovechar el
debilitamiento del Imperio egipcio para desembarazarse de su dominación,
apoyándose en los hititas, que en esta época vivieron su periodo de esplendor.
Los faraones de la XIX Dinastía tuvieron que hacer frente a la rebelión de
algunas ciudades fenicias, y Ramsés II llevó a cabo una serie de campañas que
culminaron 1284 a.C. con un tratado de paz con el rey hitita Hattusil II,
gracias al cual concluyó la lucha entre ambos imperios en tierras cananeas y
Fenicia pudo gozar de un nuevo periodo de estabilidad política.
Sin embargo, el fin de la Edad del Bronce
supuso un profundo cambio en la situación de las ciudades fenicias. Los grandes
puertos que habían sido hasta entonces centros de la actividad económica, como
Biblos o Ugarit, entraron en una época de decadencia para ser sustituidos
progresivamente por otras ciudades.
Desde el siglo XIII a.C., el territorio cananeo
se redujo considerablemente, al ser ocupado por poblaciones recién llegadas que
se instalaron en la región. A mediados de siglo, los israelitas se asentaron en
Canaán provenientes de Egipto. Su arcaica organización les impidió emprender
una conquista sistemática de los territorios cananeos, pero gracias a sus
incursiones sorpresivas ganaron algunos territorios interiores en los alrededores
de Jericó y Siquem, donde se establecieron en un poblamiento muy disperso.
Pero fue la invasión de los llamados Pueblos
del Mar la que produjo el quebrantamiento de la fisonomía de la sociedad
fenicia a fines de la Edad del Bronce. Estos pueblos, de cuya configuración y
origen se sabe muy poco, habían arrasado el Imperio hitita y se dirigían de
forma imparable hacia Egipto. A su paso por Canaán asolaron Ugarit, que nunca
volvió a reconstruirse, y destruyeron parte de Tiro.
En el sur, Gaza, Ascalón, Asdod y Ekron fueron
ocupadas por uno de estos pueblos, los peleset
o filisteos, que dieron su nombre a Palestina. Otros pueblos mezclados en la
oleada se instalaron en la región, como los piratas tjeker, que llegaron a dominar algunos puertos. Esta fue también
la época de asentamiento en Canaán de los arameos, cuya llegada no parece relacionada
con el envite de los Pueblos del Mar. La invasión supuso la reducción del
territorio de dominio político fenicio a la franja costera central del Líbano y
la desaparición de los centros económicos tradicionales de Fenicia, pero al
mismo tiempo inauguró la época de esplendor de otras ciudades que hasta
entonces habían ocupado un lugar secundario.
La Primera Edad del Hierro.
A pesar de que las invasiones produjeron el
estrechamiento territorial de la civilización fenicia, tras las invasiones ésta
vivió un periodo de esplendor cultural y de rápida recuperación económica. La
desaparición del Imperio hitita y la decadencia de Egipto dotaron a Fenicia de
autonomía política, al tiempo que la crisis final de la civilización micénica
liberó a las ciudades cananeas de su principal rival en el comercio marítimo.
Por otra parte, una serie de factores internos
coadyuvaron a esta evolución.
En primer lugar, Fenicia experimentó en esta
época un notable crecimiento de su población, debido probablemente al
prolongado periodo de paz y estabilidad política que siguió a las invasiones.
En segundo lugar, el país sufrió las
consecuencias del deterioro ecológico que la explotación sistemática de sus
recursos forestales desde el III milenio a.C. había producido. La región sufrió
desde muy antiguo un proceso de desforestación para la explotación ganadera y
pecuaria, que quebrantó sus condiciones climáticas y edafológicas. Así, la
desaparición de los recursos forestales de la región de Biblos parece que
estuvo directamente relacionada con el declive de la ciudad.
El empobrecimiento de los suelos por la erosión
que conllevó la destrucción de los bosques debió influir enormemente en la
producción agrícola. En el siglo X a.C. sabemos que Fenicia no producía
alimentos suficientes para mantener a una población en aumento.
La Biblia da noticia de las importaciones de
grano desde Siria e Israel. El déficit de grano de las ciudades fenicias se debió
además a la pérdida del territorio agrícola circundante en la crisis de finales
del II milenio. La concentración del poblamiento en las ciudades costeras
constituyó un factor de desestabilización en un territorio que ya estaba
superpoblado. En tiempos de Hiram I el déficit agrícola fue paliado por el
acuerdo con Israel. Pero, desde los siglos IX-VIII, la expansión asiria redujo
las posibilidades de colonización agrícola de las ciudades fenicias. La
fundación de Kition en Chipre fue el primer indicio de un cambio de estrategia
por parte de Tiro. Se trató del control de un territorio que proporcionaba a
Tiro cobre de calidad y que constituía una cabeza de puente con vistas a la
fundación de colonias en el Mediterráneo occidental para garantizar el comercio
de plata y productos agrícolas, pero también para albergar a la población
excedente.
La nueva dependencia de los países vecinos en
lo que se refiere a los productos agrarios hizo que los fenicios desarrollaran
nuevas estrategias económicas con el fin de sufragar las importaciones de
grano. Desarrollaron una producción manufacturera (vidrios, tejidos,
recipientes metálicos, marfiles, muebles...) altamente especializada y de gran
refinamiento técnico. Las manufacturas sustituyeron a las riquezas naturales en
el primer lugar del comercio fenicio, y la producción artesanal alcanzó tal
volumen que puede hablarse de un sistema industrial. Esta producción obligó a
los fenicios a buscar materias primas para su industria fuera del empobrecido
medio físico que habitaban. Fue éste el origen de su expansión marítima.
Aprovechando las rutas marítimas abiertas por la desaparecida civilización
micénica, los fenicios se lanzaron al control comercial del Mediterráneo y a su
exploración en busca de materias primas, entre las que se hizo especialmente
deseable el hierro, cuya industria había sustituido a la del bronce.
La política exterior de Tiro y del resto de las
ciudades fenicias se basó desde el siglo X en su papel como intermediaria
comercial entre las grandes potencias orientales, en la producción
especializada de bienes de lujo y en el abastecimiento de metales preciosos a
los estados asiáticos. Desde fines del siglo IX, la creciente presión
tributaria del Imperio asirio sobre las ciudades fenicias y su apremiante necesidad
de metales para dotar a su ejército y a su industria, repercutió en la enorme
prosperidad del comercio fenicio. Durante el I milenio, el hierro fue el
material estratégico más importante que los grandes estados del interior de
Asia utilizaron para equipar a sus ejércitos; pero sobre todo fue importante la
plata, por su valor en las transacciones comerciales, el metal más codiciado
por los asirios. Asiria favoreció el papel de Tiro como intermediaria comercial
con el Mediterráneo y mantuvo relaciones preferentemente con la ciudad asiria.
A cambio de la libertad de comercio, Asiria obtenía materias primas y metales
de Tiro. A fines del siglo IX, los comerciantes fenicios perdieron el mercado
sirio-anatólico desde la alianza sirio-urartuta, que les cerró el paso a las
ricas minas de Cilicia y Asia Menor. A partir de entonces sólo contaron con las
reservas metalúrgicas occidentales.
Por otra parte, la economía de tipo palaciego
que había predominado durante la Edad del Bronce entró en su crisis final tras
las invasiones de fines del II milenio. En este nuevo periodo, las iniciativas
privadas de exploración y colonización, muchas veces auspiciadas por los
templos, sustituyeron a la realeza en la planificación de la economía y en el
diseño de sus objetivos.
Desde el siglo X a.C., la ciudad de Tiro se
convirtió en el más importante centro urbano de Fenicia. Fue ésta la época del
rey Hiram I, bajo el que Tiro llevó a cabo grandes empresas en el Mediterráneo
y en el mar Rojo. Hiram extendió la influencia de Tiro a Chipre, donde ya
existía una colonia fenicia anterior, Kition. Hiram mantuvo excelentes
relaciones con el rey Salomón de Israel, al que envió arquitectos fenicios que
construyeron el templo de Yahvé en Jerusalén. La mítica ?flota de Tarsis? de
Tiro colaboró con Israel en algunas arriesgadas empresas marítimas. Esta
alianza se mantuvo incluso después de que el reino de Salomón se dividiera en
los estados de Judá e Israel.
La expansión fenicia por el Mediterráneo
Las fuentes antiguas hacen remontarse el inicio
de la expansión fenicia por el Mediterráneo a fechas muy tempranas. Las
tradiciones griegas situaron la fundación de las primeras colonias fenicias
después de la caída de Troya, que se data en 1184 a.C.
Tras las convulsiones que dieron lugar al derrumbamiento
de la civilización micénica, los fenicios tendieron una amplia red de
relaciones con el mundo egeo, que sufría un profundo retroceso cultural y
económico, de ahí que las fuentes antiguas sitúen el comienzo de los contactos
entre griegos y fenicios en dicha época.
El conocimiento de los astros y una serie de
mejoras técnicas en la construcción de barcos permitieron a los fenicios
emprender un proceso de expansión que acabó configurando una verdadera
talasocracia que sustituyó a la micénica. La expansión se produjo a través del
entramado de islas que jalonan el Mediterráneo. A partir de sus bases
continentales, los fenicios tendieron una cabeza de puente en Chipre, de donde
pasaron a Roda, que fue su puerta al Egeo. Desde allí se dirigieron a la isla
de Creta, que utilizaron como trampolín hacia las islas del Mediterráneo
central. Malta, Sicilia, Gozo, Pantellaria y Lampedusa fueron colonizadas por
navegantes fenicios. La costa norteafricana y la isla de Cerdeña fueron sus
objetivos posteriores. Finalmente, los fenicios se aventuraron hasta las
Baleares y de allí pasaron a dominar el Estrecho de Gibraltar, en cuyas orillas
establecieron numerosas factorías.
Chipre fue el primer objetivo de esta
expansión. La primera colonia fenicia en dicha isla fue Kition, al parecer
fundada por gentes de la ciudad de Sidón en época muy antigua. A esta primera
fundación siguieron las de Idalion, Tamassos, Golgoi, Marion y Lapethos.
Las colonias chipriotas tuvieron un papel muy
activo en el proceso de colonización de otros ámbitos. Junto con Rodas, las
ciudades chipriotas fueron los principales centros de producción manufacturera
de los productos orientales (cerámicas, bronces, joyas, muebles...) que se
distribuían por todo el Mediterráneo. La situación geográfica de la isla la
convirtió en el núcleo del comercio marítimo del Mediterráneo oriental,
posición que conservó a pesar de las tribulaciones políticas por las que
atravesaron las ciudades de la costa fenicia a través del tiempo.
Desde principios del siglo VIII, se produjo en
el Mediterráneo occidental la llegada de grupos de población fenicia que se
establecían a lo largo de las rutas de navegación que conducían a las dos
principales reservas de metales de Occidente: Cerdeña y Tartessos.
Las fuentes historiográficas griegas situaron
la fundación de las primeras colonias tirias en el Mediterráneo occidental
-Gadir, Lixus y Útica- en torno a 1100 a.C., aunque los vestigios arqueológicos
la sitúan más tarde, a principios de siglo VIII a.C.
En el Mediterráneo central y occidental, la
colonización fenicia se desarrolló siguiendo una serie de fases. En un primer
momento, las expediciones exploratorias establecieron pequeñas factorías
comerciales, desde fines del siglo IX o principios del siglo VIII a.C.
Más tarde, desde comienzos del siglo VII a.C.,
se produjo un proceso de emigración masiva de gentes provenientes de Fenicia
que escapaban del terror de la conquista asiria y que procedieron al
poblamiento de las antiguas factorías. Se produjo el crecimiento demográfico de
los establecimientos ya existentes y la fundación de otros. Cartago y las
colonias de Sicilia (Motya), Cerdeña (Sulcis, Caralis y Tharros) y del sur de
la Península Ibérica (Gadir, Sexi y Toscanos, entre otras) experimentaron un
gran crecimiento durante esta fase. Otras muchas colonias se fundaron, bien
desde la propia Fenicia bien desde algunas de las grandes colonias, como
Cartago o Gadir. Así, Leptis Magna o Sabratha, en la costa norafricana, o
Ebusus, en las Baleares. Desde aproximadamente 600 a.C., se inició una nueva
fase en el proceso de colonización, en la que las colonias fueron perdiendo
progresivamente su vinculación a las ciudades cananeas orientales debido a la
crisis que reinaba en aquella región. Chipre se convirtió en el principal nexo entre
el Mediterráneo oriental y las colonias más occidentales.
Cartago, emplazada en una península del golfo de Túnez, fue fundada, según la tradición, en 814-813 a.C. por una facción de la aristocracia tiria. Su importancia se revela ya en su nombre: Qart-hadasht, que significa capital nueva. Fue sin duda la colonia fenicia más extensa y poderosa. Su superficie urbana fue comparable a la de las grandes ciudades de Oriente. Su densidad de población fue también muy superior a la del resto de las colonias fenicias. A mediados del siglo VIII a.C., había alcanzado ya su carácter de gran metrópolis comercial debido a su posición estratégica, ya que era paso obligado de las naves que, procedentes de Gadir, regresaban a Tiro. Cartago dominaba además las feraces llanuras interiores, que constituían una de las regiones agrícolas más importantes de África.
Cartago estableció una esfera de influencia con
la fundación de otras colonias fenicias en Sicilia y Cerdeña. En Sicilia, la
colonia fenicia más importante fue la Motya;
emplazada en un islote frente a la ciudad de Marsala, al este de la isla, Motya
dominaba el canal de Sicilia frente a Cartago, canal que constituía un enclave
vital para la navegación. Motya
reprodujo el tipo de asentamiento fenicio introducido en Occidente con la
fundación de Cartago: una necrópolis de incineración situada al norte del
islote, diversas dependencias mercantiles y portuarias, un templo, y un recinto
sagrado o tofet en el centro
de la ciudad. Motya, sin embargo, no se expandió hacia el interior de Sicilia,
sino que se benefició de su posición estratégica que le permitía el acceso a
las vías comerciales del mar Tirreno y la Italia peninsular.
En Cerdeña, la concentración de población fue
muy importante. Los grandes centros portuarios, como Cagliari, Nora, Bithia, Sulcis y Tharros, en el sur y suroeste de
la isla, fueron el núcleo de expansión fenicia hacia el interior durante los
siglos VIII y VII, con el objetivo de controlar la producción agrícola y
metalúrgica. Sulcis, por ejemplo, creó durante el siglo VII una amplia red de
fortificaciones -Monte Sirai, Pani Loriga- destinada a garantizar el control
sobre el territorio circundante rico en plomo y plata. La construcción de estos
enclaves fortificados, fundados a veces sobre poblados devastados, sugiere que
los fenicios practicaron una política de conquista violenta sobre la población
autóctona.
La manifestación cultural más conocida de las colonias fenicias del
Mediterráneo central fue el tofet, un recinto sagrado situado en la periferia
de las colonias, donde se practicaban sacrificios humanos y se inmolaban niños
en honor de la divinidad (Baal, Astarté o Tanit). Esta práctica tiene su origen
en Fenicia e Israel, pero su máximo desarrollo se dio en Sicilia, Cartago y
Cerdeña. Las tradiciones griega y latina posteriores denunciaron el sacrificio
de niños, sobre todo primogénitos de las familias más ilustres de la ciudad. El
sacrifico humano en Cartago parece que estuvo relacionado con los grandes
magistrados y príncipes de la ciudad, debido a la identificación antigua entre
el concepto de ciudadanía y la ofrenda de sacrificios, que monopolizaba la
clase dirigente.
En el Mediterráneo occidental, Gadir desempeñó
el mismo papel que Cartago. Su influencia se extendió desde Ibiza, posiblemente
una fundación gaditana de los siglos VIII-VII a.C., hasta Lixus y Mogador, en
la costa atlántica marroquí. Durante la segunda mitad del siglo VII a.C.,
pobladores fenicios procedentes de Gadir se establecieron en diferentes puntos
de la isla de Ibiza. El asentamiento de Gadir estaba emplazado en la isla más
pequeña (Erytheia) de un archipiélago que hoy se encuentra unido a tierra
formando la península de Cádiz. Los objetivos de Gadir eran canalizar las
riquezas procedentes de su territorio inmediato -Tartessos- y controlar el
acceso a la ruta atlántica a través del estrecho de Gibraltar, donde los
fenicios obtenían estaño, oro y marfil a través de la colonia de Lixus, que
conducía directamente a unos territorios interiores ricos en marfil, oro, sal,
cobre, hierro y plomo. Más al sur, la isla de Mogador estaba situada en aguas
ricas en pesca y atún. Gadir mantuvo una intensa explotación de la plata
tartésica, exportada a Oriente y a Grecia en lingotes. La importancia de Gadir
no radicó tan sólo en su monopolio sobre la plata de Tartessos, sino también en
su célebre templo de Melqart, cuyo prestigio está recogido en todos los
escritores clásicos del mundo antiguo. El dios Melqart, más tarde asimilado a
Herakles-Hércules, era el patrón de Tiro y, por tanto, el representante de la
monarquía tiria en Gadir.
Para facilitar los contactos con el valle del
Guadalquivir y el área tartésica, Gadir creó a principios del siglo VIII un
puerto continental situado en la desembocadura del río Guadalete, hoy en la
Torre de Doña Blanca. Existen además numerosos asentamientos fenicios
localizados entre Almería y el río Guadalhorce, en Málaga. En esta región se ha
localizado la mayor concentración conocida de colonias fenicias arcaicas de
todo el Mediterráneo occidental. Estas pequeñas colonias se situaron en las
desembocaduras de los principales ríos de la Andalucía oriental, lo que
permitía a sus pobladores dominar las vías de penetración hacia las vegas de
Granada y Almería y explotar los valles de aluvión que garantizaba el
abastecimiento agrícola. Uno de los enclaves más importantes fue el del Cerro
del Villar, en la desembocadura del río Guadalhorce, en la actual Málaga. Los
yacimientos arqueológicos muestran que allí se desarrolló una industria
especializada en la producción de ánforas y grandes contenedores. El enclave
dominaba la entrada hacia las campiñas de Sevilla y Córdoba (es decir,
Tartessos) y desarrolló una agricultura intensiva de regadío. Por otra parte,
la minería intensiva alrededor de la región de Huelva requirió grandes
cantidades de madera como combustible, lo que produjo un intenso proceso de
desforestación. Otros asentamientos cercanos, como el de Toscanos o el de Sexi,
tenían este mismo carácter de colonias agrícolas y centros especializados en la
producción y almacenamiento de mercancías destinadas al comercio con las
poblaciones indígenas del interior.
La Segunda Edad del Hierro
Durante este periodo (900-550 a.C.), la red de
colonias fenicias se convirtió en un imperio comercial merced a su dominio
sobre el tráfico del hierro. Por ello, los imperios mesopotámicos trataron en
repetidas ocasiones de someter a las ciudades fenicias orientales, con el fin
de asegurarse el control sobre el comercio mediterráneo. De este modo, Fenicia
sufrió el final del periodo de autonomía que siguió a las invasiones de los Pueblos
del Mar. Primero los asirios y, posteriormente, los babilonios y los persas
recurrieron a las campañas militares para imponer su protectorado o su
dominación directa sobre las ciudades cananeas.
En 875 a.C., el rey asirio Assurnarsipal II
sometió a tributo a las principales ciudades fenicias, incluida Tiro, tributo
que fue renovado en tiempos de Salmanasar III mediante sucesivas incursiones
militares. Por su parte, Egipto, que vivía un periodo de recuperación bajo los
faraones de la XXII dinastía, pugnaba por recuperar su influencia sobre
Fenicia. Los faraones apoyaron la resistencia anti-asiria de las ciudades
cananeas e impusieron su protectorado sobre algunas de ellas, como fue el caso
de Biblos. Tras la muerte del asirio Salmanasar III, la crisis de su imperio
favoreció las ambiciones de Egipto, que pudo ampliar su dominación sobre
Fenicia.
La competencia de estos dos imperios por el
control sobre las ciudades cananeas produjo graves tensiones en el interior de
las mismas. Nuevamente se decantaron distintas facciones dentro de la clase
dirigente urbana. La realeza de las ciudades y los sectores aristocráticos cuya
fuente de riqueza radicaba en la propiedad sobre la tierra y en el poder político,
formaban la tendencia filo-asiria. Para esta facción, el pago de tributos a los
asirios era preferible a la dependencia administrativa y política del Imperio
egipcio.
Por su parte, las clases urbanas de artesanos y
comerciantes propugnaban la alianza con Egipto como medio de desembarazarse de
los onerosos tributos debidos a los asirios, que recaían principalmente sobre
el producto del comercio. Estas tensiones produjeron luchas internas en el seno
de algunas monarquías, y en el caso de Tiro dieron lugar a la escisión de la
dinastía. La hermana del rey de Tiro, Elisa, se alineó con la facción
filo-egipcia de la ciudad y, tras luchar por el gobierno de la ciudad, se
exilió junto con sus partidarios. Del periplo de Elisa surgió en 814 a.C. la
fundación de Cartago, que habría de convertirse en la principal metrópolis
colonial fenicia.
Con la subida al trono asirio de Tiglat-Pilaser
III se inició un nuevo periodo de sometimiento de las ciudades cananeas. Los
asirios abandonaron su antigua estrategia de imposición de tributos para pasar
a una política de conquista y ocupación del territorio.
En 743 a.C., Asiria se anexionó el norte de
Fenicia y sus ciudades perdieron gran parte de su autonomía política. Durante
el reinado del asirio Senaquerib, una coalición de ciudades protagonizó una
importante revuelta, a la que siguió una represión por la que Tiro fue sometida
a sitio durante 5 años. Posteriormente, una rebelión apoyada por Egipto durante
el reinado del asirio Asarhadón concluyó con la destrucción de Sidón en 667
a.C. y con la anexión de los territorios aledaños a Tiro, ciudad ésta que quedó
reducida a su territorio insular. Buena parte de Fenicia fue sometida a la
administración directa del Imperio asirio y repartida en provincias. Desde
entonces, sólo Biblos, Arvad y el islote de Tiro conservaron una cierta
autonomía, aunque sometidas al pago de tributos y a la presencia de
gobernadores asirios.
La destrucción del Imperio asirio por la
coalición de las fuerzas babilonias y medas en 612 a.C. supuso el fin de la
dominación asiria sobre Fenicia. Sin embargo, las consecuencias del periodo de
la violenta conquista asiria eran ya irreversibles: gran parte de la población
fenicia había huido de sus devastaciones, configurando un movimiento migratorio
que benefició a las plazas fenicias de ultramar. Este proceso de poblamiento
convirtió a las antiguas factorías comerciales de las costas mediterráneas en
auténticas ciudades.
En las ciudades fenicias orientales, la
desaparición del Imperio asirio fue seguida por el apogeo del Imperio
babilónico y por una nueva dominación. Bajo Nabucodonosor II, los ejércitos
babilónicos sometieron Tiro tras un sitio de 13 años. La ciudad acabó
claudicando y ello supuso el fin de su monarquía, que fue sustituida por un
gobierno de magistrados civiles (sufetes) más favorable a los intereses
de las clases comerciantes.
Finalmente, la unificación de todo el Oriente
Próximo por el Imperio persa afectó también a las ciudades cananeas, que
pasaron a formar parte de una de las satrapías o unidades administrativas del
imperio. La dominación persa parece que fue mucho menos onerosa para los
fenicios orientales que las anteriores, puesto que no se han conservado
noticias de rebeliones y las ciudades gozaron de una amplia autonomía local.
Última Edad del Hierro y periodos helenístico y romano
Durante el periodo de la dominación persa en la
Última Edad del Hierro (550-330 a.C.), las ciudades de Fenicia oriental
conservaron una relativa autonomía. La reforma administrativa llevada a cabo
por el emperador Darío incluyó a Fenicia en la quinta satrapía, junto con
Chipre, Siria y Palestina, pero no cambió sustancialmente la situación de las
ciudades cananeas. Éstas conservaron su sistema de autogobierno y sus dinastías
locales, y actuaron como aliadas contra los enemigos exteriores de Persia, como
en el caso de las guerras que enfrentaron a persas y griegos.
Con la decadencia del Imperio persa, se inició
una nueva época de virtual independencia para las ciudades fenicias, que se
volvieron hacia el floreciente ámbito griego, con el que las unían fuertes
lazos comerciales. En 332 a.C., la mayoría de las ciudades abrieron sus puertas
sin resistencia a los ejércitos de Alejandro Magno. Durante el periodo
helenístico, las ciudades mantuvieron su autonomía a pesar de que el territorio
cananeo fue nuevamente el objetivo de la competencia de Seleúcidas y Ptolomeos.
Fue esta una época de empobrecimiento comercial para las ciudades cananeas, que
tuvieron que competir con la pujanza económica de Alejandría.
Tras la conquista romana en 64 a.C., Fenicia
fue integrada en el esquema de la administración latina sin perturbaciones
aparentes, puesto que el sistema de gobierno colegiado de los sufetes,
que en la mayoría de las ciudades había sustituido al poder monárquico
sacramental, se adaptaba muy bien a la administración romana. El comercio de
las ciudades orientales se benefició enormemente de la llamada pax romana
y floreció nuevamente tras un largo periodo de declive.
La romanización de Fenicia fue muy profunda. Sin
embargo, el sustrato de la lengua y la cultura cananeas se mantuvo vivo durante
todo el periodo de dominación romana e incluso posteriormente. En tiempos de
san Agustín, ya en plena decadencia del Imperio romano, sabemos que la lengua
fenicia se hablaba aún en Cartago y que la herencia cultural y civilizadora
cananea se había mantenido en rescoldo en todo el área colonial fenicia. La
tradición de sincretismo y cosmopolitismo de esta civilización posiblemente
ayudó a que su legado sobreviviera a la azarosa historia del pueblo fenicio.
Cronología Fenicia
1200 - 1100 a.C.
|
Los pueblos
cananeos de la costa empiezan a ser conocidos como fenicios.
|
1000 - 700 a.C.
|
La Fenicia
oriental establece rutas comerciales y coloniales en el mediterráneo.
|
- 800 a.C.
|
Los asirios inician su acoso a los fenicios.
|
- 814 a.C.
|
Tiro funda a Cartago.
|
735 - 728 a.C.
|
Los griegos comienzan a establecerse en
Sicilia.
|
700 a.C.
|
Cartago funda Motya, en una isla de Sicilia.
|
600 a.C.
|
Los cartagineses se alían con los etruscos
contra los griegos.
|
585 - 571 a.C.
|
Nabucodonosor II, rey de Babilonia asedia y
castiga a Tiro.
|
567 - 559 a.C.
|
Tiro está bajo control de Babilonia; la ciudad
es gobernada por magistrados.
|
- 550 a.C.
|
El general cartaginés Magón emprende con éxito
una campaña contra los griegos en Sicilia y establece la dinastía magónida.
|
- 494 a.C.
|
Comienza la ayuda naval de Fenicia a Persia en
una campaña de 14 años contra los griegos.
|
- 480 a.C.
|
Batalla de
Salamina. Los griegos vencen a los persas, que luchaban con ayuda naval
fenicia. La armada cartaginesa también es derrotada por los griegos en
Himera, Sicilia.
|
- 387 a. de C.
|
Motya cae ante los griegos.
|
- 336 a. de C.
|
Alejandro Magno parte a la conquista del este.
|
- 333 a. de C.
|
Biblos y Sidón se rinden ante Alejandro Magno.
|
- 332 a. de C.
|
Tiro es asediada por Alejandro Magno. Fin de la
fenicia oriental.
|
264 - 241 a.C.
|
Primera guerra púnica, entre Roma y Cartago.
|
- 237 a.C.
|
El cartaginés
Amílcar Barca desarrolla una base de poder en España; establece la dinastía
bárcida.
|
- 229 a.C.
|
Amílcar Barca
muere en una batalla; Asdrúbal, su yerno, sucede y funda Nueva Cartago
(Cartagena) en España.
|
- 221 a.C.
|
Asdrúal es
asesinado; le sucede Aníbal, hijo de Amílcar Barca, conocido como Aníbal el
Grande.
|
- 218 a.C.
|
Empieza la segunda
guerra púnica. Aníbal consigue cruzar los Alpes para luchar contra los
romanos.
|
- 202 a.C.
|
Aníbal tiene que
volver a África, donde es derrotado por el romano Escipión. Fin de la Segunda
guerra púnica.
|
- 146 a.C.
|
Termina la
tercera guerra púnica. Cartago cae. Fin de la Fenicia Occidental.
|
Cultura y
aportaciones de los fenicios
La civilización fenicia tuvo un
carácter esencialmente ecléctico y pragmático. Su cosmopolitismo evitó un
etnocentrismo que fue propio de otros pueblos semíticos, como los hebreos. A
menudo se ha acusado a los fenicios de sacrificar la originalidad de la
creación técnica y artística al pragmatismo económico. En efecto, los fenicios
adaptaron e hicieron suyos los logros artísticos de otros pueblos, como
egipcios o asirios, y los llevaron a una gran perfección técnica. Sin embargo,
este hecho puede interpretarse como muestra de ese sincretismo abierto a todas
las influencias que caracterizó a la civilización fenicia.
Los fenicios cultivaron únicamente
las artes menores y fueron auténticos maestros en la orfebrería, el labrado del
marfil y el modelado del vidrio. Sus joyas despertaron la admiración de todos
los pueblos mediterráneos y, a pesar de que los fenicios no practicaron la
escultura monumental, sus creaciones mostraron un exquisito refinamiento
artístico.
Una de las más importantes
aportaciones fenicias a la civilización mediterránea tuvo lugar en el campo del
pensamiento. En el seno de las capas urbanas de la sociedad fenicia nació la
filosofía estoica, cuyo fundador, Zenón, era originario de la colonia chipriota
de Kition.
Los fenicios destacaron también por
sus elevados conocimientos técnicos en diversas áreas. La ingeniería y la
arquitectura fenicias alcanzaron gran fama en todo el Mediterráneo. Eran
magníficos constructores de puentes, diques y puertos, y en sus ciudades podían
encontrarse edificios de hasta seis plantas en altura. Pero despuntaron
particularmente en el campo de la construcción naval, y a ellos se debieron las
innovaciones técnicas que permitieron la navegación de largo recorrido y el
gran comercio internacional por mar. Su vocación marítima les llevó a
perfeccionar el conocimiento de los astros. A ellos se atribuye el
descubrimiento de la posición fija de la Estrella Polar como referencia para la
navegación.
Pero, sin duda, la principal
aportación de los fenicios fue la invención del alfabeto, cuyo origen se
remonta a la época del Bronce Medio. La creación de un sistema de escritura
sencillo que utilizaba 24 signos fonémicos demuestra el desarrollo que en la
civilización fenicia alcanzó el pensamiento abstracto y lógico. Este alfabeto,
que vino a sustituir a los complicados sistemas existentes (cuneiforme e
ideográfico), supuso la expansión del dominio de la escritura a amplias capas
de la población fenicia. El alfabeto fenicio fue adoptado por griegos y
etruscos, y de él deriva nuestro alfabeto, así como el alfabeto árabe.
El alfabeto y el comercio fenicios
dieron por vez primera unidad de civilización al Mediterráneo durante el I
milenio a.C. Si bien los pueblos que habitaban sus riveras conservaron
substancialmente sus características, gracias al dinamismo de la civilización
fenicia se relacionaron e influyeron profundamente entre sí. Las colonias
fenicias dieron continuidad a estas relaciones y formaron una tupida red de
intercambio económico y cultural que fue la principal herencia legada por los
antiguos cananeos.
Alfabeto
Los fenicios fueron los inventores del alfabeto. El alfabeto fenicio
comenzó como una serie de ideogramas, un conjunto de
símbolos que representaban animales y objetos. A estos ideogramas se les
asignaba un valor fonético de acuerdo al nombre,
en idioma fenicio, del animal u objeto representado; este alfabeto sólo
contenía consonantes, veintidós en total.
Era un sistema simple, lo que permitía la difusión del conocimiento y la
cultura.
Posteriormente, el alfabeto fenicio fue adoptado y
modificado por los griegos para representar su idioma. Los griegos tomaron
algunas letras del alfabeto fenicio y les dieron valor de vocal; debido a las diferencias lingüísticas
entre ambos idiomas (griego = indoeuropeo, fenicio = semita) también cambiaron la
pronunciación de algunas letras, y agregaron algunos símbolos para representar
sonidos inexistentes en fenicio. El alfabeto latino proviene del alfabeto etrusco, que fue a su vez una
adaptación del alfabeto
griego.
Los hebreos también adoptaron el
alfabeto fenicio, aunque dada la similitud de sus lenguas y la mutua influencia
por su cercanía geográfica hubo una menor modificación que por los griegos.
El alfabeto fenicio ha sido en una u otra forma
la base para los alfabetos latino, griego, cirílico, árabe, y algunos estudiosos
consideran que también dio origen a los abugidas del subcontinente
asiático.
Religión
Mitología
Fenicia
- Mitología y religión
Los dioses fenicios se distribuían, de acuerdo
a su importancia, conforme a un riguroso criterio general, relacionado con el
poder. En primer lugar aparecían todos los que tenían los atributos del dios
supremo, al que se le denominaba genéricamente "El", le seguía la Diosa Madre, llamada Asherat-del-Mar, su consorte, cuyo hijo
Baal o Señor, continuaba detrás y
estaba considerado como un símbolo del señor.
Le seguía "Moloc",
reconocido como soberano y rey. A continuación se encontraba "Adón", con sus distintivos
de amo y dueño; en otro lugar surgía la gran señora, la dama por excelencia y
su nombre genérico era "Baalat".
Los atributos de "El", según las
grabaciones cuneiformes de las tablas de arcilla halladas en Ras Shamra, eran
de diversa índole. Era la primera de las deidades, y no había existido antes
que él ninguna otra generación de dioses; ocupaba, por tanto, el lugar superior
en la jerarquía de los dioses.
Se le asociaba con el astro-rey, es decir, con
el Sol y, ya desde tiempos inmemoriales, era adorado por algunos pueblos de
etnia semita. Países enteros le estaban sometidos; la tierra le debía su
fertilidad, y los océanos, mares, ríos y manantiales, su agua. "El"
distribuía el tiempo, por lo que se le conocía como el "Padre de los
años" y según la leyenda, su morada se encontraba muy cerca de la
desembocadura de los grandes ríos que la propia deidad había dotado de caudal.
Sin "El" no habría mañana, ni tarde, ni noche, ni días ni años; todo
estaba bajo su control, pues "El" distribuía el tiempo.
Panteón
fenicio:
Los
nombres de los dioses del Panteón, variaban según las ciudades, los anteriores
pertenecían Biblos, en Sidón tomaban el nombre de Baal Sidón y Astarte, en Tiro se identificaban como Melqart y Astarte, por último en
Cartago se denominaban en un principio como Melqart y Tanit, cambiando más
tarde el nombre por Baal Hammon y Tanit.
Además de estos dioses y diosas, el panteón
fenicio, tenía muchas más deidades con actividades específicas, como el sidonio
Eshmun, cuyo cometido era la
curación, Dagón, estaba asociado con
el trigo y los cereales y Reshef,
con las plagas.
El poder sacerdotal debió ser muy grande, ya
que para los fenicios la religión asumía un papel primordial. Los sacerdotes y
sacerdotisas formaban una jerarquía con un sacerdote a la cabeza a cargo de
cada templo y ejercían gran influencia no solo en el ámbito religioso, sino
económico y político en la sociedad. Los templos eran lugares grandes y
complejos, pero hay pruebas de que gran parte del culto fenicio tenía lugar en
pequeños santuarios al aire libre.
Son muy escasos los restos de templos, pero un
santuario algo mayor, recientemente descubierto por James Pritchard, en su
nueva y reciente excavación en Sarepta, tiene la forma de un pequeño edificio
rectangular, dentro del cual se alza un altar. El sacrificio era una importante
característica de la religión fenicia.
Es importante, también reconocer que, los
fenicios practicaban el más extremo sacrificio, ofrendaban a sus dioses vidas
humanas y cuyo propósito era el de aplacar y fortalecer al dios. Esto les valió
el rechazo de sus vecinos hebreos en la fenicia oriental y el de Roma en la
fenicia occidental, pues Cartago lo siguió practicando por mucho tiempo.
En la obra "La rama dorada" de
Frazer, confirma tan desgraciado aserto: "Esta fue la manera como los
cartagineses sacrificaban a sus niños a Moloc; las criaturas eran colocadas en
las manos de bronce de una imagen con cabezas de ternero, desde las que se
deslizaban dentro de un horno encendido, mientras la gente bailaba al son de
flautas y panderos para ahogar los gritos de las víctimas que se
quemaban". Moloc, era un dios que introdujeron los semitas, quienes le
rindieron culto y adoración con cierta asiduidad.
Pronto fue asimilado por los fenicios que, como
ya es sabido, llegaron a quemar criaturas para tener contento al dios. Aparecía
representado bajo la forma de figura humana en estatuas de metal; sus brazos
estaban abiertos para recibir a sus indefensas víctimas.
Por la mente de los cartagineses atravesaba la
peregrina idea de que así se reavivaba el calor que el Sol desprendía y,
además, se fortalecía el poder de los reyes y soberanos. El sanguinario ritual
parecía, así, directamente relacionado con el astro-rey. Como prueba de los
sacrificios humanos en la fenicia oriental solo se dispone de algunas
referencias en el Antiguo Testamento. De la fenicia occidental se tienen
pruebas irrefutables en las excavaciones de un antiguo cementerio de Cartago,
donde se han exhumado pequeñas vasijas de arcilla que contenían los restos de
criaturas y niños. Mezcladas con estas urnas hay otras que contienen los restos
de jóvenes animales como cabritos, corderos, gatos y cachorros.
La
Creación
La cosmogonía fenicia nos explica la formación
del universo a partir de una especie de caos acuoso, formado por una mezcla de
aire vaporoso y agua turbia. Todo lo cual dio lugar a la formación de limo, o
barro, del que nacería la vida; aunque ello sucedió después de que hubiera
transcurrido una inmensidad de tiempo. Y es que el principio de todas las cosas
fue el Tiempo: "el Tiempo cósmico
que abraza todo en él". Una serie de eventos diferenciados que, por
mor de la oscuridad y del deseo llegaron a confluir en lo más recóndito del
mundo, una vez que hubo tiempos hicieron posible el advenimiento de la vida.
El último en actuar fue el Sol que, con su
calor, separó el agua del barro, y la nube del aire lo cual hizo posible el
origen de lo diverso y, por ende, el inicio de lo que ha dado en llamarse
creación. El ruido ensordecedor, semejante al trueno, y la luz cegadora, similar
a la del rayo, despertaron a todas las criaturas, tanto a los machos como a las
hembras, que hasta entonces permanecían aletargadas, las cuales corrieron
asustadas y se desperdigaron por la faz de la Tierra para, así, poblarla;
labraron los campos y, en un principio, adoraron como a dioses a los frutos
mismos que la tierra les procuraba. Con el correr del tiempo, descubrieron el
fuego, se cubrieron con ropajes diseñados por ellos mismos, inventaron la
escritura sobre tablas de arcilla y sobre papiros y, de nuevo con el tiempo
como aliado, descubrieron el poder de la magia y los principales remedios
contra el veneno de muchos reptiles.
Astarté
Principal diosa de Sidón y con presencia en las
otras ciudades fenicias. Astarté es la diosa de la fecundidad, aunque sus
características y dependiendo de las ciudades son diferentes. También es
adorada como diosa guerrera, de la caza o incluso como patrona de los
navegantes. Suele representarse posada sobre un león y sosteniendo una flor de
loto y una serpiente. En otras representaciones se acentúa su carácter como
diosa de la fecundidad y aparece tocándose los senos o dando de mamar a dos
niños. Se asimiló en otras culturas con nombres diferentes como por ejemplo la Afrodita
de los griegos, la Venus romana o la Isis egipcia. Contaba con abundantes santuarios
en Sidón y Tiro. Está documentado un santuarios dedicado a Astarté en El
Carambolo, (Sevilla), fechado en el siglo VIII a. C.
Astarté es la reina del cielo a quien los
cananitas había quemado incienso en la Biblia (Jeremías 44).
Eshmún
Adorado en Sidón y en Chipre. Se le asimila a Apolo
y a Esculapio como dios sanador. Contaba con varios templos distribuidos por
toda la costa mediterránea, desde del Líbano hasta España. Entre los templos
destaca un gran santuario a las afueras de Sidón en un lugar donde brotaba una
fuente, y el Templo de Eshmún de la ciudad de Cartago. En los rituales de
adoración a Eshmún se realizaban abluciones y danzas. También se conoce que
existieron unos juegos en su honor y que el vencedor ganaba una tela púrpura.
La Principal diosa de Sidón y con presencia en las otras ciudades fenicias. Astarté es la diosa de la fecundidad, aunque sus características y dependiendo de las ciudades son diferentes. También es adorada como diosa guerrera, de la caza o incluso como patrona de los navegantes. Suele representarse posada sobre un león y sosteniendo una flor de loto y una serpiente. En otras representaciones se acentúa su carácter como diosa de la fecundidad y aparece tocándose los senos o dando de mamar a dos niños. Se asimiló en otras culturas con nombres diferentes como por ejemplo la Afrodita de los griegos, la Venus romana o la Isis egipcia. Contaba con abundantes santuarios en Sidón y Tiro. Está documentado un santuarios dedicado a Astarté en El Carambolo, (Sevilla), fechado en el siglo VIII a. C.
Astarté es la reina del cielo a quien los
cananitas había quemado incienso en la Biblia (Jeremías 44).
Eshmún
Adorado en Sidón y en Chipre. Se le asimila a Apolo
y a Esculapio como dios sanador. Contaba con varios templos distribuidos por
toda la costa mediterránea, desde del Líbano hasta España. Entre los templos
destaca un gran santuario a las afueras de Sidón en un lugar donde brotaba una
fuente, y el Templo de Eshmún de la ciudad de Cartago. En los rituales de
adoración a Eshmún se realizaban abluciones y danzas. También se conoce que
existieron unos juegos en su honor y que el vencedor ganaba una tela púrpura.
El
Considerado el dios padre de todo el panteón
fenicio.
Baal
Baal (semítico cananeo: Señor) era una
divinidad (posiblemente el Sol) de varios pueblos situados en Asia Menor y su influencia:
fenicios, cartagineses, caldeos, babilonios, sidonios y filisteos. Su significado se
aproxima al de amo o señor. Era el dios de la lluvia y la guerra. En la Biblia, Baal es uno de los falsos dioses, al
cual los hebreos rindieron culto en algunas ocasiones cuando se alejaron de su
adoración a Yahvé. Fue adorado por los fenicios como el dios más importante de
su panteón y además tuvo una esposa llamada Baalit que se representaba como una
mujer hermosa.
Anat
Esposa de Baal, era a la vez una diosa de la
fertilidad y una joven e impetuosa diosa de la guerra, a quien se ha
relacionado con la diosa Hator egipcia y con la Atenea griega.
Reshef
Dios de carácter guerrero, dueño de las
calamidades. Alcanzó en el Antiguo Egipto, a partir del Imperio Nuevo, una gran
veneración cuando Amenofis II lo adoptó como genio protector, asimilándolo con Montu,
el dios egipcio de la guerra, y asociándolo a Astarté.
Chusor
Considerado como el primero de los navegantes
de la humanidad, los fenicios creían que este dios había construido el palacio
de Baal, se le considera también el descubridor de la pesca y de las
construcciones navales, además de ser el dios de herreros y armeros.
Hadad
Dios del aire, de la tormenta, los relámpagos,
la lluvia y el viento. Según las creencias de los marineros fenicios, su voz
sonaba en las tormentas.
Melkart
Primitivamente, Melkart fue una
divinidad fenicia de la ciudad de Tiro, a la que estuvo consagrado
primitivamente el templo de Heracles en la antigua ciudad de Cádiz. Su culto
centrado en el fuego sagrado de las ciudades, se extendió por todas las
colonias de Tiro.
Era la forma fenicia del dios Baal.
Originariamente era un dios agrícola, del campo, la vegetación, la fecundidad y
la primavera, por lo que su ritual comprendía una serie de ritos de muerte y
resurrección cíclicos anuales, coincidentes con las estaciones del año; No
obstante, también era una deidad marina, pues era una divinidad de carácter sincrético.
Pasó luego a ser considerado «rey de la ciudad», que es el significado etimológico de su nombre (melk,
rey), y como patrono de la ciudad de Tiro, se transformó también en dios de la colonización y de la protección de
la navegación. Los tirios le consideraban el guía de sus viajes marítimos y
exploraciones, de modo que le consagraron el templo fundado al mismo tiempo que
la ciudad de Cádiz en el otro extremo de la isla mayor, donde hoy se encuentra
el islote de Sancti Petri y en el que, según la leyenda, Aníbal, hizo el
juramento de odio eterno a los romanos antes de marchar hacia Sagunto e iniciar
la Segunda Guerra Púnica. Aunque también se decía que lo hizo siendo un niño en
Cartago. Fue conocido en la antigüedad como el santuario de Heracles o Heracleión.
El lugar en donde fue situado el templo inicial en Cádiz, cerca del estrecho de
Gibraltar, fomentó la leyenda de la separación de las Columnas de Hércules, en
principio llamadas Columnas de Melkart por los fenicios, más tarde Columnas
de Heracles por los griegos hasta el actual nombre
romano.
Se le atribuía la civilización de las tribus
salvajes de las costas lejanas, la fundación de las colonias fenicias y la
introducción de la ley y el orden entre los hombres.
En diversos restos arqueológicos, ente los que
destacan las monedas, se le representa a menudo cabalgando en un hipocampo. En la época tardía de
la civilización fenicia, también se le consideraba el dios del Sol que se
encontraba en unión con Baal y Moloch, las fuerzas malignas y benignas del
cielo, respectivamente. Alejaba la hostilidad entre ambos y por tanto, reducía
el efecto del fulgor solar y de los fríos invernales. Es por ello que en su
altar debía haber un fuego perenne.
Cada día seguía a la esquiva Astarté hasta que
él la encontraba en un punto remoto de Occidente y se esposaron.
Matrimonio que trajo la perdición de la diosa y la transformó en la dulce
Ashera.
Los griegos le llamaban Melicertes y le
comparaban con Heracles, por los atributos guerreros que le caracterizaban.
Bes
Dios protector, que a menudo aparecía
representado en los relieves de las estelas y en los monumentos funerarios.
Dagón
Se le menciona en la Biblia, cuando habla del
dios Dagón al que rindieron culto en el templo de Asdot (I Samuel 5, 1-7), u
ocupando su templo como baños públicos.
Es posible que realmente el nombre se haya
utilizado para denominar a tres dioses distintos: un Ben Dagón, que
aparece en los primeros textos ugaríticos en lucha contra el dios Baal; un
segundo Dagan, dios sumerio de la fertilidad, venerado por todo el
Oriente Antiguo; y, por último, en Fenicia, Dagón un dios marino, un ser
a medias hombre y pez. La posible confusión puede ser originada por una
etimología dudosa. La palabra caldea dagan se traduce por 'grano', 'trigo' o
'semilla' y si se derivase del hebreo antiguo dag, significa 'pez'.
De acuerdo con la interpretación que se cree
más probable, Dagón era descrito con cara y manos, y una parte de su cuerpo era
parecida a un pez, "el tronco de Dagón" (versículo 5). Del texto
recibido de los Setenta parece que también tenía pies, aunque la edición Swete
da a este punto una lectura diferente. En la traducción griega esta frase se
muestra con las características de tener un aspecto de brillo pulido. La descripción
de la Biblia coincide con la que puede verse en las monedas de varias ciudades,
filisteas o fenicias, en la mayoría de ellas Dagón se representa como una
figura compuesta, la parte superior del cuerpo es humana, y la inferior es de
pez. De ello parece deducirse que Dagón era un dios pez, hecho que no sorprende
en lo más mínimo, puesto que parece haber sido la deidad principal de ciudades
marítimas, tales como, Asdod, Gaza (los lugares originales se supone que están
enterrados bajo las dunas de arena que corren a lo largo de la orilla),
Ascalón, y Arvad. En los monumentos, y también probablemente en el culto
popular, Dagón está asociado a veces con una deidad hembra también medio pez,
Derceto o Atargatis, a menudo identificadas como Astarté.
Algunos especialistas, sin embargo, no dan
valor a estos datos, y consideran que Dagón era el dios de la agricultura. Su
opinión está basada en la siguiente afirmación filo bíblica: "Dagón, es
decir, espiga ' [la palabra hebrea para espiga es dagan]. "Dagón, después
de descubrir el trigo y el arado, fue llamado Zeus del arado" (2, 16). El
mismo escritor nos dice (en Eusebio, Prep. Evang. 1, 6) que, según una leyenda
fenicia antigua, Dagón era uno de los cuatro hijos nacidos del matrimonio de
Anú, el señor de cielo, con su hermana, la tierra. Es más, en un sello que
tiene ciertas señales simbólicas hay una provisión de trigo, puede leerse
escrito en caracteres fenicios el nombre de Baal-Dagón pero no la imagen de un
pez. Es posible cuestionar si estos argumentos tienen más valor que los que
apoyan la otra opinión; para quienes aceptan la interpretación etimológica filo
bíblica les parece que el posible error es debido a una equivocación en el
nombre. También pudiera admitirse que en el transcurso del tiempo, a lo largo
de la orilla mediterránea, se desarrolló una concepción y representación doble
de Dagón como resultado de la supuesta doble derivación del nombre. Todos los
estudiosos están de acuerdo que tanto el nombre como el culto de Dagón se
importaron de Babilonia.
Las cartas de Tell el-Amarna (aproximadamente
1480-1450 a. C.), qué han aportado los nombres de Yamir-Dagan y
Dagan-takala, gobernantes de Ascalón, dan testimonio de la antigüedad del culto
a Dagón entre los habitantes de Palestina. Sabemos por la Biblia que la deidad
tenía templos en Gaza (Jueces, 16, 21, 23) y Asdod (I Samuel 5, 1-7); Suponemos
que existieron estanques igualmente en otras ciudades filisteas. El culto a Dagón
parece que se había extendido incluso más allá de los confines de su
confederación. El testimonio de los monumentos es positivo para la ciudad
fenicia de Arvad; más aún, el Libro de Josué menciona dos pueblos llamados Bét
Dagón, uno en el territorio de Judá (Josué 15, 41), y el otro en la frontera de
Aser (Josué 19, 27); Josefo también habla de un Dagón "más allá de
Jericó" (Antiq. Jud., XIII, 8, 1; De Bel. Jud. I, 2, 3): todos estos
nombres son anteriores a la conquista israelita, y, a menos que los derivemos
de dagan, dan testimonio de a una amplia difusión del culto de Dagón a lo largo
de Palestina. Este culto se mantuvo, por lo menos en ciertas ciudades
filisteas, hasta los últimos siglos a. C. Este era el caso de Asdod; el templo
de Dagón que estaba allí fue quemado por Judas Macabeo (l Mac.10, 84; 11, 4).
Al contrario de los Baales que, entre los
cananitas, era deidades esencialmente locales, Dagón parece que era considerado
por los filisteos como un dios nacional (I Crónicas 10, 10). A él atribuyeron
su éxito en la guerra; le dieron gracias con grandes sacrificios, ante él se
regocijaron por la captura de Sansón (Jueces 16, 23); a su templo llevaron los
trofeos de sus victorias, el Arca (I Samuel 5, 1, 2), la armadura, y la cabeza
de Saúl (1 Samuel 31, 9, 10; I Crónicas 10, 10). Un bajorrelieve de bronce de
trabajo asirio fenicio también sugeriría que Dagón tenía una función prominente
en las doctrinas de la muerte y la vida futura. Acerca del ritual de su culto,
poco puede recogerse o de los documentos o de la Escritura. Los acuerdos
detallados para devolver el Arca (1 Samuel 5; 6) puede haber estado inspirados
más por las circunstancias que por cualquier ceremonia del culto a Dagón. Sólo
conocemos por los autores antiguos que, por razones religiosas, la mayoría de
los ririos se abstenían de comer peces, una práctica que uno se inclina
relacionar con el culto de un dios pez.
Sadrapha
El propio nombre de esta deidad ya nos indica
bastante sobre su papel en la religión fenicia, el significado no es otro que
"falo" y en honor a él se realizaba la prostitución ritual, muy
corriente entre los fenicios y otras culturas antiguas, que se llevaba a cabo
con fines profilácticos.
Moloch
Cartago es la más
importante de las ciudades fenicias. La Historia le ha dado más renombre que a
su madre, Tiro, y su primacía sobre los fenicios occidentales fue indiscutible
desde el siglo VI hasta su caída en el 146 antes de Jesucristo. Además existe
más material arqueológico y literario sobre Cartago que sobre todas las otras
ciudades fenicias juntas.
La fecha de su
fundación es en el 814. Elisa (Dido) (princesa del linaje de Itobaal de Tiro)
marcharon a Chipre con un grupo de aristócratas tirios contrarios al rey, donde
se les agregó el sacerdote Juno con su familia, allí recogió unas ochenta
doncellas y comenzó su navegación hacia Occidente, directamente hacia Cartago,
donde regateó para adquirir un pedazo de tierra del tamaño que pudiera cubrir
una piel de buey, arreglándoselas para obtener un gran espacio cortando el
cuero en finísimas tiras. El territorio así conseguido se llamó Byrsa (piel en
griego), aunque algunos historiadores han sugerido otro significado “fortaleza”
en griego. Más tarde el nombre de Byrsa fue empleado para designar la ciudadela
de Cartago, y hoy se utiliza para la colina de St. Louis, lugar tradicional de
la ciudadela.
Cartago una vez
fundada, floreció en gran manera, y se convirtió en la cabeza de las ciudades
fenicias del Mediterráneo central, incluyendo Motya y Utica, siendo capaz de
alcanzar a los griegos y enfrentárseles en sus avances hacia Occidente desde
fines del siglo VIII.
Alrededor del 550
su general Malco derrotaba a los griegos en Sicilia, pero vencido a su vez en
Cerdeña, fue proscrito. Volvió posteriormente y se apoderó del poder en
Cartago, siendo sucedido por Magón, quien con sus hijos Asdrúbal y Amilcar, ya
habían tenido conflictos con los griegos.
Por entonces los
enemigos de Cartago eran los griegos, el país de origen de los fenicios estaba
en manos del dominio persa, y los persas estaban dispuestos a atacar la Grecia
continental.
Ante la presencia
de los griegos los cartagineses miraron hacia Occidente con total resolución.
Fundaron o fortalecieron las colonias a lo largo de la costa africana,
alrededor del 425 antes de J. C. los viajes de Hannoun y Himilco señalan el
interés de Cartago por las tierras ubicadas más allá de las Columnas de
Hércules documentado en el “Periplo de Hannoun”.
Fue un
extraordinario intento cartaginés por desarrollar el comercio occidental y
obtener para sí mismos el acceso marítimo a los centros productores del
hinterland africano y al comercio del estaño de Bretaña y Cornualles por medio
del enlace transgálico que les había sido cortado por los griegos en la costa
sur de las Galias.
Alrededor del 279
cesaron las guerras entre Cartago y los griegos. Roma había subido rápidamente
y Cartago estableció tratados comerciales con ella en el 348 y en el 306. En el
279 firmo un tercer tratado, esta vez en contra del enemigo común los griegos.
En el 264 estalla
un inevitable conflicto entre Cartago y Roma fundado básicamente en la
rivalidad por la posesión de Italia. Esta fue la Primera Guerra Púnica que no
acabaría hasta el 241, con la victoria naval romana de las islas Egadas.
Cartago tuvo que aceptar una paz en severos términos, que la privaban de su
control sobre Sicilia le imponían unas indemnizaciones crecidísimas, que se
extendían a lo largo de veinte años.
La única esperanza
de salvación que le quedaba a Cartago era el desarrollo de su imperio
hispánico, a fin de equilibrar la balanza de sus pérdidas en los demás sitios.
Amilcar Barca, su más conspicuo general, y su hijo Anibal, de nueve años
entonces, a quien había hecho jurar odio eterno a Roma, decidió llevar
adelante esta tarea.
Amilcar Barca fue
el padre de Aníbal y también se cree que el padre del explorador Hannoun.
Cuando Amilcar fue
asesinado en 229, su yerno Asdrúbal, que le sucedió fundo Cartago Nova (228) y
en 226 concluyó un tratado con Roma, señalando el Ebro como límite de las
respectivas esferas, y consolidando de ese modo las grandes conquistas
realizadas por los generales cartagineses.
Asesinado en 221,
Asdrúbal fue sucedido por Anibal que solo tenía veinticinco años, pero que era
ya un hombre influyente sobre el ejército español y también en la misma
Cartago.
En los años
siguientes Anibal inició una pendencia con Roma a propósito de Sagunto, y la
Segunda Guerra Púnica estalló. Aníbal se dirigió a Italia con un gran ejército
y elefantes, cruzando los Alpes, y aunque en aquellas rigurosas jornadas
perecieron muchos de sus hombres y casi todos los elefantes, pronto derrotaba a
los ejércitos romanos que se le oponían, especialmente en el lago Trasimeno
(217) y en Cannas, en el 216. Los ejércitos romanos en España fueron también
derrotados, y muertos sus generales, los Escipiones.
El joven P.
Cornelio Escisión el Africano, asaltó Cartago Nova en el 209 y conquistó toda
la Bética, incluso Gades hacia el 206. En el 204 invadía el África. Anibal fue
llamado allí y la batalla final de la guerra tuvo lugar en Zama en el 202. De
los dos principales jefes libios, Sifax se alineó con Cartago y Masinisa con
Roma.
Cartago fue
derrotada y las condiciones de paz fueron severas una vez más. La flota cartaginesa
fue incendiada; su dominio se reduciría a partir de entonces al propio
territorio en la zona oriental tunecina, y Masinisa era confirmado como rey de
los númidas, con capital en Cirta (Constantina).
La indemnización
exigida fue también enorme, y lo peor de todo fue que Cartago no debería
entablar ninguna guerra con el extranjero sin consentimiento de Roma.
En los 50 años
posteriores Cartago no pudo fundar ninguna colonia más, pero debió tener
contactos de tipo comercial con las colonias que ya existían, sobre todo con
las de la costa norteafriacana, hacia el oeste. También hubo claros contactos
con el Oriente, y relaciones comerciales, pues se iba imbuyendo cada vez más
del arte y cultura helenísticos.
La agricultura era
próspera en el rico país tunecino, y el desarrollo del cultivo y de la
arboricultura en todas sus formas debió de ser uno de los puntales claves de su
recuperación.
Pero Masinisa
también mordisqueaba los dominios cartagineses, al abrigo del tratado de paz.
Finalmente, cambiaron las tornas: Cartago le atacó con el fin de poner coto a
sus depredaciones, en 150; pero fue derrotado y multado con una nueva
indemnización, y lo que era peor, Roma le declaró la guerra en 149 por
violación del tratado.
El resultado era
inevitable, aunque hasta 146 lo retuvieron los arrestos de los cartagineses y
la solidez de sus defensas. Cuando al fin cayó (se cuenta que sus últimos
defensores y algunos desertores romanos se inmolaron a sí mismos en el templo
de Eshmun), toda la ciudad fue saqueada e incendiada, y su emplazamiento fue
arado por los victoriosos romanos mandados por Escipión Emiliano, nieto
adoptivo de Escipión el Africano, el vencedor de Anibal.
En el puerto de
Dermech y en otras partes, excavaciones han dado un estrato de cenizas de
varios centímetros de grueso que atestigua la realidad del incendio, lo de que
fue arado el lugar, es ya otra cuestión.
Roma hizo una
provincia del territorio cartaginés, pero paso un siglo antes de que alguna
ciudad romana se alzase sobre las ruinas de Cartago. Hasta entonces la cultura
romana había penetrado muy escasamente en el Norte de África, y la prolongada
dependencia de Cartago de los reinos númidas aseguraba la existencia de un
fuerte elemento púnico, que a partir de ahora se llamará neo-púnico, al menos
en lo concerniente a la lengua.
De esta manera,
cuando la ciudad romana comenzó a crecer, fue poblada por una cantidad de
africanos que hablaban la lengua neo-púnica y que daban culto a las antiguas
divinidades púnicas: Baal-Hamón, Tania, Eshmun y Melqart, bajo los nombres
romanos de Saturno, Celeste, Esculapio y Hércules.
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