El Elam y
Urartu:
El
yacimiento de Jiroft y su significado – Instalación de los medos – Medos y
Persas antes de Ciro – El reino de Urartu – Sus principales reyes –
Instituciones, economía y sociedad.
Elam
Irán y Persia son dos acepciones diferentes para una
misma área geográfica, aunque responden a conceptos diferentes: Irán procede de
Aryanam o tierra de los arios. Aryan es el nombre colectivo de pueblos
indoeuropeos asentados entre el segundo y el primer milenio a.C. entre el
Éufrates y el Ganges; Persia corresponde al SO. de la meseta iraní, la región
de Parsa (conocida por los griegos como Parsis y Fars por los árabes). De esta
zona procedieron los Aqueménidas, la dinastía persa que crea el imperio, de ahí
el uso del nombre. En la llanura de Khuzistán, desde el III Milenio a.C.
conocida como Elam, se desarrollará la primera organización estatal, con
capital en Susa. El interior de la meseta tendrá dos funciones: servirá de
cuenca receptora de pueblos invasores, y será una zona de paso obligado para los
contactos entre Oriente y Occidente.
En el IV Milenio a.C. se desarrolló una comunidad calcolítica con asiduos contactos con Mesopotamia. Los progresos tecnológicos y los contactos mercantiles con Mesopotamia provocarán que el hábitat en aldeas dé paso a las ciudades, en especial Susa, que se convertirá en el centro de la comunidad elamita, extendida por el Golfo Pérsico, Anshan, en el actual Fars, Elam (forma babilonia Elamtu, denominada por los elamitas Haltamti) la prolongación de la baja Mesopotamia (Khuzistán y parte del Luristán). Aunque ensombrecida por las actividades de las urbes sumerias, lo que supone una deuda respecto a los progresos en Uruk, Susa desarrolla, hacia 3300 a.C. un sistema de escritura denominada protoelamita, así como una glíptica, adoptada de la sumeria, con una temática cotidiana y con presencia de animales fantásticos. Las tablillas con esta escritura aparecen en yacimientos como Tepe Sialk o Godin Tepe. En el III Milenio a.C. Irán manifiesta ya características culturales propias, que sólo serán difuminadas con las posteriores invasiones de los indo-iranios. El desarrollo urbano y cultural se fortalece gracias a contactos con otras culturas: con el país de Meluhha (cultura del Indo), o con Sumer, quizá a través de Magán (localizada a ambos lados del estrecho de Ormuz) y Dilmún (la isla de Bahrein, en el Golfo Pérsico).
En el IV Milenio a.C. se desarrolló una comunidad calcolítica con asiduos contactos con Mesopotamia. Los progresos tecnológicos y los contactos mercantiles con Mesopotamia provocarán que el hábitat en aldeas dé paso a las ciudades, en especial Susa, que se convertirá en el centro de la comunidad elamita, extendida por el Golfo Pérsico, Anshan, en el actual Fars, Elam (forma babilonia Elamtu, denominada por los elamitas Haltamti) la prolongación de la baja Mesopotamia (Khuzistán y parte del Luristán). Aunque ensombrecida por las actividades de las urbes sumerias, lo que supone una deuda respecto a los progresos en Uruk, Susa desarrolla, hacia 3300 a.C. un sistema de escritura denominada protoelamita, así como una glíptica, adoptada de la sumeria, con una temática cotidiana y con presencia de animales fantásticos. Las tablillas con esta escritura aparecen en yacimientos como Tepe Sialk o Godin Tepe. En el III Milenio a.C. Irán manifiesta ya características culturales propias, que sólo serán difuminadas con las posteriores invasiones de los indo-iranios. El desarrollo urbano y cultural se fortalece gracias a contactos con otras culturas: con el país de Meluhha (cultura del Indo), o con Sumer, quizá a través de Magán (localizada a ambos lados del estrecho de Ormuz) y Dilmún (la isla de Bahrein, en el Golfo Pérsico).
Tras encontrarse sometida a la I Dinastía de Kish, Elam
recupera su independencia bajo la dinastía de la ciudad de Awan. Esta dinastía
(2425-2150 a.C.) habría estado compuesta por unos doce reyes. A partir del
reinado del octavo rey, Elam cae bajo el poder acadio, pues es conquistada por
Sargón de Akad. Bajo el rey Kutik-In Shushinak, sucumbe la dinastía, al tiempo
que también la acadia. Tal coincidencia pudo deberse a un mismo motivo: la
invasión de las poblaciones montañesas de los Guti. No obstante, quizá el fin
de la dinastía de Awan se debió a la toma de la ciudad de Anshan por Gudea, de
Lagash, hacia 2200 a.C.
Elam es una suerte de federación, con un jefe supremo que
gobierna sobre un conjunto de príncipes vasallos. La trasmisión hereditaria se
haría a través de la madre. La titulatura oficial de la monarquía elamita era
sukkal-mah o Gran Regente; un hermano del rey, que ejercería una suerte de
virreinato, era el sukkal, regente de Shimashki. Un tercer personaje era el
sukkal de Susiana. La influencia acadia, no obstante, afecta la escritura (se
adopta el cuneiforme), así como el ámbito religioso. El panteón elamita aparece
encabezado por diosas, como Pimikir, Kiririsha (Gran Diosa), y Parti. Sólo
desde el II Milenio a.C. empiezan a cobrar importancia los dioses masculinos
(Humban, Hutran, Nahhunte, dios sol, o In-Shushinak, Señor de Susa).
La etnia de los elamitas es dudosa. Pudieron haber sido
gentes de piel oscura o negra, de acuerdo con las representaciones en las
tumbas vidriadas de Susa y en los bronces encontrados en Luristán. No obstante,
una carta de los archivos reales de Mari, datada a principios del II milenio,
dice de ellos que eran negros. Según la tradición bíblica se diría que se trata
de una etnia semita, pues según el Génesis, Elam es un hijo de Sem y hermano de
Asur, Arfaxad, Lud, Aram y Cainam. En consecuencia, elamitas, asirios, arameos
y cananeos tendrían un origen común.
Relieve de la destrucción de Susa por
Assurbanipal, 647 a. C.
Tras desaparecer la dinastía de Awan, los escribas elamitas
mencionan la de Shimashki, quizá seis principados reunidos, con el núcleo en la
región de Isfahán. Durante bastante tiempo, la dinastía será dependiente de los
dinastas de la III Dinastía de Ur, hasta 2025 a.C., cuando Susa es arrebatada
al rey Ibbi-Sin de Ur. La dinastía de Larsa, hacia 1925 a.C. establece un
dominio efectivo sobre Susa, que será el principio del fin de este período
dinástico, en realidad poco conocido. Aunque es posible que la invasión de los
casitas hubiese afectado Elam, parece más probable que se hubiera producido una
reorientación elamita hacia el Irán anterior y las regiones vecinas del Golfo
Pérsico, incluyendo algunos conflictos con el País del mar, en el mismo Golfo.
Aunque en el III Milenio a.C. la urbanización ya había arraigado en Irán, a
finales del mismo se evidencia un proceso de abandono masivo de asentamientos,
fruto de dos motivos: la invasión de poblaciones extranjeras, o rigores
climáticos que generaron colapso económico. Respecto al primer postulado, se ha
hablado de que comenzaría la llegada de indoeuropeos, a la par que se
instalaban en Anatolia, si bien la arqueología no demuestra vestigios de
destrucción. Quizá la llegada de pobladores indoeuropeos sea más una
consecuencia del abandono urbano que una causa. En relación a la segunda
hipótesis se menciona que la desecación pudo haber provocado una disminución de
tierras cultivables y, por lo tanto, hambrunas, pero lo cierto es que el
urbanismo iranio estaba estrechamente relacionado con la explotación minera. El
fenómeno afecta, en cualquier caso, a la cultura del Indo, cuya vida urbana
también declina. En todo caso, el vacío demográfico del interior de Irán es
aprovechado por poblaciones nómadas que encuentran aquí lugares adecuados para
la sedentarización. Tales poblaciones portan una cerámica de color gris, que se
difundirá por todo Irán, salvo en las montañas del Luristán. El grupo étnico de
estas poblaciones es indo-ario, rama escindida, ya en el IV Milenio a.C., en
torno al Volga, de otro grupo indoeuropeo (iranios), que dos milenios después
aparecerán en estos territorios. Esta separación tan arcaica se constata porque
los Kafirs de Afganistán y los mitanios, herederos de estas penetraciones, no
presentan rasgos iranios. Los indo-arios, asentados en torno al Caspio, en la
llanura de Gorgan, se caracterizaban por haber domesticado el caballo y por su
pericia comercial. Decididos a movilizarse (sin razones aparentes), se dividen
en dos grupos: uno occidental, hacia Mesopotamia y luego el Mediterráneo,
desarrollando una poderosa estructura estatal (Imperio de Mitanni); y el otro
oriental, en ocasiones mezclados con nómadas del norte de Asia central, con los
que a través del paso de Khaiber entrarían en India.
La indoeuropeización de la meseta irania empezó mucho antes
de la instalación de medos, persas y otros grupos iranios. La llegada de los iranios,
hacia el siglo XIV a.C., está documentada, arqueológicamente, por la aparición
de una cerámica gris, armas arrojadizas de bronce y ciertos objetos de los
ajuares funerarios. La expansión subsiguiente coincide con el declive de
Mitanni y el colapso de la dinastía casita en Babilonia. Los iranios se habían
dividió en dos grupos: el primero se estableció en Irán occidental, donde daría
lugar a dos territorios, uno medo y el otro persa; el segundo se asienta en la
orilla oriental del Mar Caspio, pero luego siguen curso hacia el este, entrando
en contacto con los indo-arios instalados en India. Estos iranios orientales
son los Turanios del Avesta. Tenemos así, una oposición entre medos-persas, por
un lado, y turanios, por el otro. Los primeros, en contacto cultural con
Mesopotamia crean las estructuras estatales que darán lugar al imperio; los
segundos, crean aspectos religiosos básicos de la cultura irania, como el
zoroastrismo y la poesía épica. Con la entrada de ambos grupos, hacia fines del
II Milenio a.C., desaparece la Edad del Bronce y comienza la Edad del Hierro.
Estas tribus migratorias eran de carácter ganadero y pastoril, aunque
practicaban una agricultura subsidiaria. A su paso es muy probable que se
fueran mestizando, lo que complica su realidad histórica. Parece seguro que
estos recién llegados potencian la jerarquización social y la actividad
artesanal (los bronces de Luristán y los vasos de oro y plata). La nueva
segregación social es detectable por medio de los espacios de habitación, pues
la presencia de fortalezas, palacios y aldeas fortificadas tendría como función
el control del ámbito rural, así como en las tumbas reales.
El término
“Elam” deriva de un vocablo generalista acuñado por los escribas mesopotámicos
para definir las tierras altas del suroeste del actual Irán y sus heterodoxos
pobladores. Topónimo que viene a significar “El País de las Tierras Altas”, o
“Minki” en cuneiforme sumerio, si bien el nombre, como tal, parece
proceder de la contracción de la expresión acadia “ala’itum matum”, “Tierras
Altas” (E. Quintana, 1996) o posiblemente de la derivación acadia, “Elamtu”,
del original nombre elamita, “Ha(l)tamti” o “País de Nuestro Serenísimo Señor”
(Vallat, 1996). Desde la visión tradicional, según E. Quintana, y fechados a
partir del V milenio a.c., salen a la luz en la zona oriental y montañosa
de Mesopotamia, restos de comunidades que se sucedieron a un ritmo todavía sin
precisar. De ésta fase, es observable la sustitución de la cerámica del
tipo “halafiense” por la de “hassuna”; una cerámica, ésta última,
que se extendería desde la meseta iraní hasta el Mediterráneo. Las excavaciones
realizadas en la ciudad de Susiana –
actual departamento iraní de Sush, provincia de Khuzestan – y Tepe
Musian, más al norte, prueban la existencia de una cultura original que
aprovechaba para el riego los cursos fluviales que existían con anterioridad a
la desecación acontecida tras la última glaciación, por lo que, y
según Crawford (1998), posiblemente remontaría tales prácticas al VI
milenio a.c., al no existir cambio pluviométricos y de insolación
importantes en la meseta iraní desde esa época.
«¡Ruega a tu dios Dagan, como patrono
del país, que quiebre las armas de los elamitas, (por) si ellos decidieran venir
a las orillas del Eufrates! ¿No podrían ellos diferenciarse, por ejemplo,
como las hormigas que unas son blancas de un lado del río y negras del otro? Es
cierto que se dice: “Esta ciudad es bensimalita y tal otra es benjamínita”, más
en referencia, no son sus conflictos como la inundación del río o como las
aguas que rugen impetuosas, ya sean río arriba o río abajo? Pasaje de correspondencia
del Archivo Real de Meri. (Durand 1998: 2: 342-4. texto 641)
En el texto
anterior, una misiva al rey de Mari en referencia a la posible incursión de los
elamitas durante un conflicto entre las tribus amorreas del reino de
Khana/Hana, se nos hace una posible referencia a su posible origen
antropológico. Una suposición que parece tener visos de realidad es la que los
define como de “etnia negroide”, como así lo atestiguan, por ejemplo, las
tumbas vidriadas encontradas en la ciudad de Susa/Shushan por Dieulafoy, y un
bronce del siglo VIII a.c. procedente de la provincia iraní de Lorestan donde
se representa un torre defendida por personas de ésta raza, entre otras
figuraciones. Basándonos en tal premisa, la procedencia racial de los elamitas,
aun así, no parece evidente. Ciertos rasgos culturales, caso de la
legitimación real por línea femenina, “País de Kush” egipcio-etíope o el nombre
de algunos soberanos –
Dinastías de Shimash, 2100-1970 a.c., e Igehalkida, 1400-1200 a.c. aprox., – podrían
hacernos suponer una impronta africana, si bien ésta última apreciación sólo
nos podría dirigir a la evidencia que el elamita era un lengua
aglutinante. Una conjetura que podría tener visos de realidad, y que
concordaría con el parentesco entre el idioma elamita y el dravídico (MacAlpin,
1975), es relacionar a los habitantes de Elam con los “Sudras” – Los “Sudras” o la “raza sudroide” hace
referencia a la población aborigen de la India y Pakistán, y que hablaron una
lengua dravídica, con anterioridad a las invasiones arias de pastores nómadas
alrededor del año 3500 a.c. (Cavalli-Sforza, 2009) – y cuyos rasgos – pelo negro, narices aplastadas y
labios gruesos – concordarían con la etnia de determinadas
poblaciones actuales del Huzistán, la antigua región de Sushan, así como
las descripciones raciales presentadas por Contenau (1927) y Dieulafoy.
Figuración en ladrillo labrado de una
diosa elamita. Ornamentación del Templo del dios Inshushinak en Shushan. Siglo
XX a.C, Museé du Louvre, y donde es posible apreciar ciertos rasgos étnicos
negroides.
Dicho esto,
y ya dentro tal vez del capítulo anecdótico, es de resaltar que los
sumerios, otra lengua aglutinante, se denominaban a ellos mismo como los
“cabezas negras” o “sag.gig.ga”. En
posible relación con lo anterior, en una inscripción en lengua sumeria,
el vocablo “Eannatum” designa al País de Elam con un epíteto, que no ha
podido aun debidamente descifrado, y que bien podría traducirse como la
“Montaña de los Negros”, o “hur-sag-u6-ga”, o “hur.sag.gig.ga” en silábico sumerio.
Aunque ésta última suposición, es posible que y según E. Quintana, se
trate de un juego de palabras en relación a un “Elam abatido por las Armas”
como “Elam, la Montaña de los Muertos”. Añade E. Quintana, en
apostilla, que el “Enuma Eliš” amorrita hace también referencia a unos “héroes
muertos” tras la batalla entre los dioses de su relato y a los que denomina
como “ur-sag-ug-ga” o” dug7-ga” (J.J. Van Dijk, 1983).
Mas, y desde mi punto de vista, los reflejado en estos textos, no hace
sino refrendar lo anterior, si lo tomamos como signo de sustitución de
las viejas dinastías sumerias por las semitas, al vincular a las primeras
con los antiguos dioses ctónicos derrotados.
Resulta
verosímil, según Cavalli-Sforza (2009), pensar por tanto que las lenguas
dravídicas se hablarían desde la frontera occidental del actual Irán hasta la
India, donde fueron llevadas por agricultores neolíticos en el VII
milenio a.c. y cuya extensión cultural se vio modificada por las incursiones
arias hacia el año 3500 a.c. Tales incursiones recluirían progresivamente al
dravídico al sureste de la península hindú y a poblaciones del
Beluchistán (Pakistán), entre otras. Unas incursiones arias que
posiblemente se vieron favorecidas por las grandes devastaciones acontecidas en
la cuenca del Indo-Ganges, como consecuencia de unos cambios climáticos que en
la región asiática se datan sobre el año 3900 a.C. (D. Fuller, 2012)
y que tuvieron como protagonistas humanos a la “Civilización del Indo”.
El “País de Meluhha”, según su denominación sumeria, fueron unas civilizaciones
urbanas que se estima surgieron hacia el V milenio a.c en las cuencas de los
dos grandes ríos occidentales del sub-continente indio. Se conoce también
que hacia el IV milenio a.c., numerosos asentamientos de la región fueron
abandonados, coincidiendo con el inicio de un proceso migratorio hacia el Este
que está constatado por el incremento y densidad de los nuevos asentamientos
humanos aparecidos en las zonas orientales colindantes, como así pudiera
atestiguarlo también el “Mahābhārata” hindú. Según éste texto épico-mitológico
escrito en el siglo III a.c., la dinastía Pāndya de Madurai, Fishery
Coast, una dinastía que mantenía todavía el título de “Mināvan”, “Devoto
del Pez” en dravídico, en el siglo I a.C., procedía del norte de la
India. Según J. Quintana Vives (1942), éste título nobiliario correspondería a
uno de los tres que poseían los reyes-sacerdotes de Mīnāḍ/Mohenjo-Daro – A esto habría que añadir que el
“lañchana”, o estandarte, de los reyes de los Paravas de Fishery Coast,
consistente en dos peces de forma similar que los de la ciudad de
Mīnāḍ y como tal aparecen en templos y antiguas monedas del sur de la
India -, rey-sacerdote que también eran la forma primitiva de
gobierno elamita y sumerio.
« Enmerkar, el hijo de Utu, me ha dado
una tablilla de arcilla, ¡Oh, señor de Aratta, después que tu hayas examinado
la tablilla de arcilla, después que tu hayas aprendido el contenido del
mensaje, dicho lo que vayas a decirme y anunciado ese mensaje en el
santuario E-anna, como una buena noticia, a sus herederos (sacerdotes), los de
barba resplandeciente!; Aquel que su “Brillante Vaca” (Inanna) dio a luz
en las “Montañas de los Brillantes Me (esencia sagrada)”, que se crió en
el suelo de Aratta, que se le concedió el chupar (adquirir conocimientos..) de
la ubre de la “Buena Vaca” y que fue adecuado para el cargo en Kulaba, la
“Montaña del Gran Me”. A Enmerkar, el hijo de Utu, voy a
repetírselo en su giparû (aposentos privados y sagrados) y el fructificará como
un floreciente árbol-meš. A mi rey, el “Señor de Kulaba” ». Pasaje del texto en sumerio
de “Enmerkar y el Señor de Aratta”, líneas 524 a 535 (Transliteración
ETCSL. Oriental Institute, Oxford)
Éste texto,
según S. Kramer (1978), corresponde a la presentación de una escritura propia y
genuina sumeria al señor elamita de Aratta como signo de favor de la diosa
Inanna hacia Uruk. La escritura elamita es otra de las incógnitas de éste
conglomerado de pueblos. Se conoce la existencia de un sistema contable
contemporáneo con el cuneiforme del periodo de Uruk IV, 3300-3100 a.c. y que
viene a denominarse “proto-elamita”, aunque tiene fundamentados visos de no
tener ninguna relación con el idioma elamita. Llegados hasta punto, habría que
distinguir entre los que se entiende por una escritura, en su concepto
tradicional, y un sistema contable: Al igual que ocurre en la actualidad,
los signos matemáticos y los alfabetos estos pueden ser coincidentes o no,
pero, de forma independiente, tienen un significado diferente. Parece
evidente, según Önhan Tunca (2004) y D. Schmandt-Bessera , que la escritura
deriva de unos sistemas lógicos de cálculo que se remontan a los finales del
periodo neolítico pre-cerámico A, año, 8500 a.c. aprox., y cuya utilización se
extendería hasta el IV milenio a.c. en la Baja Mesopotamia y en los Montes
Zagros. Esto no fue óbice para que apareciera una escritura pictográfica
paralela, Tepe Sialk, que fue desechada y sustituida por una de tipo cuneiforme
que se venía utilizando en Elam desde época muy antigua. . Existe también una
tercera escritura que la mayoría de los autores, basándose en la similitud de
algunos signos, la consideran un estadio avanzado del “proto-elamita”,
denominándola por ello “escritura lineal elamita”, la cual fue
exclusivamente utilizada en el reinado de Kutik-Inshushinak, siglo XXIII-
XXII a.c., único soberano que llegó a emplearla. Escritura silábica y
lineal que estaba compuesta por entre 65 y 70 signos y que llegó a utilizarse
profusamente – se tiene
conocimiento de su utilización desde Tepe Yahya hasta Tepe Malyan -, si
bien, como anota E. Quintana, no es el idioma elamita, aunque pudo estar
emparentado con él, al tratarse de una lengua que ya se escribía en cuneiforme
desde la época del imperio de Akkad, III milenio a.C.
Ziqqurat, o templo escalonado, y
ciudadela de Konar Sandal, provincia de Jiroft (Irán). III milenio a.c.
Posiblemente la antigua ciudad de Aratta o bien de Marhasi.
La que
puede considerarse realmente como lengua elamita, tenía un carácter
verdaderamente singular. El empleo de ideogramas, signos que expresan
ideas en vez de sonidos, o logogramas, signos que representan
palabras, constituían un sistema escrito de gran agilidad. Una peculiaridad de
ésta escritura era la de admitir los nombres de ciudades, países y palabras
extranjeras colocándolos tras determinados ideogramas-logogramas
identificativos. Igualmente, su polifonía, distintos valores silábicos para un
mismo signo, estaba extraordinariamente restringida, de tal modo que el elamita
funcionaba, en la práctica, casi como un sistema silábico, por lo que era
mucho más manejable que el engorroso cuneiforme sumerio-acadio. Dicho esto,
parece evidente que el elamita no era una copia de la escritura sumeria, sino
que posiblemente se trate del hecho contrario. Un hecho que puede ser
incluso soportado sobre el anterior relato de “Enmerkar y el Señor de
Aratta”. y en la general épica sumeria, donde se nos refiere las “tiranteces”
económico-religiosas entre los reyes-sacerdotes de Uruk y Aratta, y donde
parece que la “oficialidad” del templo de Inanna se encuentra en Aratta. Otro
apunte importante sobre el texto es que parece que el soberano de Uruk adquirió
su formación en la ciudad elamita y que el auge mesopotámico parece inclinar la
balanza político-religiosa hacia Uruk/Unug, como así puede interpretarse
de la exigencia de trasladar el “giparû” de la diosa desde Aratta al templo de
E-a2na, una exigencia además incluiría mano de obra especializada.
Es de notar que, según Y. Madjidzadeh, 2004, los yacimientos
arqueológicos de la Edad de Bronce, IV milenio a.c., encontrados en Konar
Sandal, provincia iraní de Jiroft, podrían tratarse de los restos de la
ciudad de Aratta – si bien
ésta afirmación es controvertida. D.T. Potts sugiere que podrían tratarse del
reino elamita de Marhaši – y que tales excavaciones nos
direccionan hacia la existencia de un templo escalonado de mayores proporciones
que el E-anna uruquita,
lo que podría hacer suponer sino una posición superior de la ciudad elamita, si
una paralela. Independientemente de una solución u otra, lo que resulta
evidente es que estamos ante uno de los mayores ziqqurat construidos en
Asía, en un reino que, tal vez, fuera un nudo de comunicaciones terrestre
entre Shushan, Mesopotamia y Meluhha.
« Desde Marhaši, más allá del Paso
de Baza, hasta los confines de la ruta del País de Meluhha […] Desde los
Bosques de los Cedros hasta Ānshān (actual provincia iraní de Fars..), el
País de Shubartu […] 120 beru, distancia desde la desembocadura del Eufrates
hasta los límites del País de Meluhha (y) Magan ( actual emirato de
Omán..), que Sargón, (fue) Rey del Universo cuando conquistó los
países tan lejos como se extiende el Cielo…» Extracto de “La Geografía
de Sargón”. Texto neo-asirio, Siglo X a VII a.C., sobre posible copia de un
texto amorrito-babilónico, siglo XXIII-XII a.c. Biblioteca de Asurbanipal.
No cabe
duda que la importancia de un “Gran Elam” que se extendería durante el III y
primera mitad del II milenio a.c. por la meseta iraní, fue decayendo con
el paso de los siglos. A partir de la segunda mitad del II milenio a.c., Elam
fue retrocediendo a Susiana/Shushan y a la región de Anshan – Textos cuneiformes relatan que
Manishtushu, el hijo de Sargón de Akkad, destruyó Awan/An Shan, la antigua
capital elamita y se invistió como “Rey de Magan” entre el año 2274-2260 a.c.
Lo que supondría que el imperio elamita se extendió por el Golfo Pérsico y el
Indico, como mínimo hasta esas fechas -, hasta quedar
reducido a exclusivamente aquélla en el I milenio a.C. Si bien es de recibo decir que durante mucho
tiempo fue el eslabón de enlace entre los antiguos pueblos del Irán y los
centros y poblaciones del Asia anterior, así como tampoco no se debe obviar que
los bajos valles de Kakheh y de Karun, parte del territorio elamita, no
son más que la prolongación oriental de la llanura mesopotámica. A ésta
circunstancia, habría que unir los globales sucesos acontecidos en el
lapso temporal que transcurre entre la Edad del Bronce I y II, y que
suponen un periodo de general conflictividad político-social – se vive en Mesopotamia el derrumbe de
la III dinastía de Ur, a finales del III milenio a.c. –
Así, durante el cambio de milenio se produce la caída de la
“Cultura de Harappa” y a la que se une, en un contexto de
decadencia, la radical inversión de la “Cultura de Umm-Nar” en la
“Cultura de Wadi-Suq” en el País de Magan. En Bahrein, el antiguo “País de
Dilmun”, un territorio independiente a finales del III milenio
a.c., experimenta un incremento de población y de urbanismo en un
contexto cultural conocido como la “Barban” (Edens, 1992-94) y al que se
une la preponderancia, en torno al año 2200-2100 a.c. aprox., de la “Cultura
Bactro-Margiana”. Una cultura, la Bactro-Margiana, que se extenderá por
la meseta iraní (Hiebert y Lambert, 1992) y que coincidirá con el
definitivo decaimiento de las culturas urbanas del Valle del Indo.
Probablemente esta serie de acontecimientos migratorios y culturales sean
como consecuencia de los cambios climáticos que se produjeron en torno al 2200
a.c. y cuyo punto de inflexión sería un incremento de la temperatura
media que derivaría en un estadio de sequías en las diferentes regiones del
Golfo Pérsico.
Susa era una antigua ciudad de los imperios iraníes protoelamita,
elamita, primer imperio persa, seleúcida y parto, y una de las ciudades más
importantes del Antiguo Oriente Próximo. Se encuentra situada en la parte
inferior de los montes Zagros a unos 250 km al este del río Tigris, entre
los ríos Karkheh y Dez, en el sudoeste del actual Irán.
Hoy en día,
de la antigua ciudad sólo queda un gran campo de ruinas. La moderna ciudad
iraní de Shush se encuentra en el lugar de la antigua Susa. Shush es la capital
administrativa del condado de Shush de la provincia de Juzestán. Tenía una
población de 64.960 habitantes en 2005
En elamita,
el nombre de la ciudad se escribía de varias maneras Ŝuŝan, Ŝuŝun,
etc. y aparentemente se pronunciaba Susən. Šušan fue invadida por el
imperio babilonio y el asirio en violentas campañas. El origen de la palabra Susa
procede de la deidad local Inshushinak. Tras la conquista babilónica, el
nombre fue malinterpretado y relacionado con el término semítico šušan,
‘lirio’.
Susa fue
una de las ciudades más importantes del Antiguo Oriente Próximo. En literatura
histórica, Susa aparece en los primeros documentos sumerios: por ejemplo, se la
describe como uno de los lugares sometidos a la obediencia de Inanna, deidad
propia de Uruk, en Enmerkar y el señor de Aratta.
Textos bíblicos
Se menciona
a Susa en el Ketuvim de la Biblia hebrea con el nombre de Shushan,
principalmente en Ester, pero también una vez en el de Nehemías y en el de
Daniel. Tanto Daniel como Nehemías vivieron en Susa durante el cautiverio de
Babilonia, del siglo VI a. C. Ester se convierte allí en reina, se casó con el
rey Asuero y salvó a los judíos del genocidio. Una tumba que se cree que
pertenece a Daniel se encuentra en la zona, conocida como Shush-Daniel.
Sin embargo, la estructura actual es en realidad una construcción muy posterior
que data de finales del siglo XIX, alrededor del año 1871. Susa vuelve a
mencionarse en el Libro de los Jubileos (8:21 & 9:2) como uno de los
lugares que fueron herencia de Sem y su hijo mayor, Elam; y en 8:1,
"Susan" aparece también como el nombre de un hijo (o hija, en algunas
traducciones) de Elam.
Textos griegos
La
mitología griega atribuyó la fundación de Susa al rey Memnón de Etiopía, un
personaje que aparece en el relato épico de la guerra de Troya, la Ilíada
de Homero.
El
yacimiento fue examinado en 1836 por sir Henry Rawlinson y luego por A. H.
Layard. En 1851, William Loftus hizo modestas excavaciones y fue quien
identificó el yacimiento como Susa. En 1885 y 1886 Marcel-Auguste Dieulafoy y
Jane Dieulafoy comenzó las primeras excavaciones francesas.
Jacques de Morgan llevó excavaciones más amplias entre 1897 y 1911. Estos esfuerzos continuaron bajo Roland De Mecquenem hasta 1914, a comienzos de la Primera Guerra Mundial. El trabajo francés en Susa se retomó después de la guerra, liderado por De Mecquenem, y siguió hasta 1940, ya con la Segunda Guerra Mundial. Los resultados arqueológicos del último período fueron escasamente publicados y hay intentos en desarrollo para remediar esta situación.
Jacques de Morgan llevó excavaciones más amplias entre 1897 y 1911. Estos esfuerzos continuaron bajo Roland De Mecquenem hasta 1914, a comienzos de la Primera Guerra Mundial. El trabajo francés en Susa se retomó después de la guerra, liderado por De Mecquenem, y siguió hasta 1940, ya con la Segunda Guerra Mundial. Los resultados arqueológicos del último período fueron escasamente publicados y hay intentos en desarrollo para remediar esta situación.
Roman
Ghirshman asumió la dirección de los esfuerzos franceses en 1946, después del
final de la guerra. Continuó allí hasta 1967. Ghirshman se concentró en excavar
una sola parte del yacimiento, la llamada "Ville Royale" (Ciudad
Real) de una hectárea, profundizando hasta la tierra desnuda. La cerámica
encontrada en los diversos niveles permitió el desarrollo de una estratigrafía
para Susa.
Durante los
años setenta, las excavaciones se reemprendieron bajo la dirección de Jean
Perrot.
Yacimiento
de Susa
Primeros asentamientos
Susa es uno
de los más antiguos asentamientos de la región, probablemente fue fundado como
una aldea alrededor del 4000 a. C. Pero los arqueólogos han datado
las primeras trazas de la villa neolítica habitada de 7000 a. C. Hay
evidencias de una civilización de cerámica pintada que se ha datado de
h. 5000 a. C. Las vasijas de cerámica pintada de Susa de principios
del primer estilo son una versión regional y tardía de la tradición de cerámica
obeida mesopotámica que se extendió por todo Oriente Próximo durante el V
milenio a. C.
En la
historia de las ciudades, Susa es uno de los asentamientos más antiguos que se
conocen en la región. Basándose en la datación de C14, la fundación del
asentamiento allí tuvo que ocurrir tan pronto como el 4395 a. C. (una
datación calibrada por radiocarbono). En esta etapa, la ciudad ya era muy
grande para la época, alrededor de 15 hectáreas.
La
fundación de Susa se correspondía con el abandono de pueblos cercanos. Potts
sugiere que la ciudad pudo haberse fundado para intentar reestablecer el
asentamiento, previamente destruido, en Chogha Mish. Previamente, Chogha Mish
fue también un asentamiento muy grande, y presentó una plataforma maciza
similar a la que más tarde se construyó en Susa.
Otro
asentamiento importante en la zona es Chogha Bonut, que fue descubierto en
1976.
Período Susa I
Poco
después de que Susa fuera habitada por vez primera hace más de seis mil años,
sus habitantes erigieron un templo sobre una monumental plataforma que se alzaba
sobre el paisaje de llanura circundante. La naturaleza excepcional del lugar
aún se reconoce hoy en lo artístico de los recipientes de cerámica que fueron
colocados como ofrendas en un millar o más de tumbas cerca de la base de la
plataforma del templo.
El primer
asentamiento de Susa se conoce como período Susa I (h. 4200-3900 a. C.).
Dos asentamientos que los arqueólogos han denominado Acrópolis (7 ha) y Apadana
(6,3 ha), más tarde se fusionarían para formar Susa propiamente dicha (18 ha).
La Apadana fue encerrada en muros de tapial de seis metros de ancho
(este lugar en particular se llama Apadana porque también contiene una
estructura aqueménida posterior de este tipo).
Cáliz y copa, Irán, estilo Susa I, IV
milenio a. C. - Período de El Obeid; el cáliz mide unos 12 cm; Sèvres – Cité de
la céramique, Francia
Casi dos
mil jarros de estilo Susa I se recuperaron en el cementerio y la mayor
parte de ellos están hoy en día en el Louvre. Los recipientes encontrados son
un testimonio elocuente de los logros artísticos y técnicos de sus hacedores, y
ofrecen claves sobre la organización de la sociedad que los encargó.
El estilo
Susa I fue en gran medida un producto del pasado y de influencias de las
industrias de cerámica contemporáneas en las montañas de Irán occidental. La
coincidencia en estrecha asociación de vasijas de tres tipos -un cáliz para
beber, un plato para servir y una pequeña jarra- implica el consumo de tres
tipos de comida, que aparentemente se necesitaba para la vida de ultratumba de
la misma manera que lo fueron en este mundo. Cerámicas con estas formas, que
estaba pintada, constituye una gran proporción de los recipientes del
cementerio. Otras que tienen un aspecto más grosero, para cocinar, jarras y
boles, con simples bandas pintadas sobre ellas, y fueron posiblemente ofrendas
funerarias para tumbas de ciudadanos más humildes así como adolescentes y,
quizás, niños. La cerámica ha sido realizada a mano cuidadosamente. Aunque una
rueda lenta podía haberse empleado, la asimetría de las vasijas y la
irregularidad de las líneas circundantes y las bandas indican que la mayor
parte del trabajo se hizo a mano alzada.
También
está testimoniada en este período metalurgia en cobre, que era contemporánea
con obras en metal en algunos yacimientos de las tierras altas de Irán como Tappeh
Sialk.
Susa II e influencia Uruk
Susa entró
en la esfera de influencia cultural uruk durante el período de Uruk. Una
imitación de todo el aparato estatal de Uruk, protoescritura, sellos
cilíndricos con motivos sumerios, y arquitectura monumental, todo ello se puede
encontrar en Susa. Según algunos estudiosos, puede que Susa fuera una colonia
de Uruk.
Hay cierta
discusión sobre la periodización comparativa de Susa y Uruk en esta época, así
como alrededor de la extensión de la influencia de Uruk en Susa. Investigación
reciente indica que el período de Uruk temprano se corresponde al período Susa
II.
D. T. Potts
arguye que la influencia de la región de Juzestán, en las tierras altas
iraníes, en Susa, fue más significativa en el período temprano, y también
continuó más adelante. Así, Susa combinó la influencia de dos culturas, la de
la meseta y la de las llanuras aluviales. También insiste Potts en el hecho de
que la escritura y los sistemas de numeración de Uruk no fueron simplemente
tomados prestados en Susa al por mayor. Más bien, se produjo un préstamo
parcial y selectivo, que fue adaptado a las necesidades de Susa. A pesar del
hecho de que Uruk era todavía más grande que Susa en la época, Susa no fue su
colonia, pero aún mantuvo alguna independencia durante largo tiempo, según
Potts.
Algunos
estudiosos creen que Susa fue parte de la más amplia cultura Uruk. Holly
Pittman, una historiadora del arte de la Universidad de Pensilvania en
Filadelfia, dice que "ellos [los susánidas]] participan totalmente de la
forma de vida de Uruk. No son culturalmente distintos; la cultura material de
Susa es una variación regional de la de la llanura mesopotámica". Gilbert
Stein, director del Instituto Oriental de la Universidad de Chicago, dice que
"Una expansión que en el pasado se creyó que había durado menos de 200
años ahora aparentemente continuó durante 700 años. Es difícil pensar en ningún
sistema colonial que durase tanto. La expansión del material uruk no evidencia
una dominación uruk; pudo haber sido una elección local".
Período Susa III
Susa III
(3100–2700 a. C.) es también conocido como período
"protoelamita".En esta época, predomina la cerámica del período
Banesh. Es también aquí cuando aparecen por vez primera tablillas
protoelamitas. Posteriormente, Susa se convirtió en el centro de la civilización
de Elam.
En esta
época aparecen en documentos sumerios referencias ambiguas a Elam. Susa entra
en la historia durante el período Dinástico Arcaico de Sumer. Está documentada
una batalla entre Kish y Susa en 2700 a. C.
Elamitas
Más
adelante se convertiría en la capital del Imperio elamita. En el período sumerio,
Susa fue la capital de un estado llamado Susiana (Šušan), que ocupó
aproximadamente el mismo territorio que la moderna provincia de Juzestán con
centro en el río Karún. El control de Susiana fue variando entre Elam, Sumer, y
los acadios. A Susiana a veces se la confunde como sinónimo de Elam pero, según
F. Vallat, fue una entidad política y cultural diferente.
Susiana fue
incorporada por Sargón el Grande a su imperio acadio alrededor del año
2330 a. C.
Copa de plata procedente de Marvdasht,
Irán, con una inscripción elamita lineal de la época de Kutik-Inshushinnak.
Museo Nacional de Irán
Susa fue la
capital de una provincia acadia hasta alrededor del año 2100 a. C. cuando su
gobernador, Kutik-Inshushinnak, se
rebeló e hizo de ella un estado independiente y un centro literario. También,
fue el último de la dinastía awan según la lista de reyes de Susa. Unificó los
territorios vecinos y se convirtió en rey de Elam. Animó el uso de la escritura
elamita lineal, que sigue sin haberse descifrado.
La ciudad
fue posteriormente conquistada por la dinastía neosumeria Ur-III y la conservó
hasta que Ur finalmente cayó en manos de los elamitas bajo Kindattu en
alrededor de 2004 a. C. En esta época, Susa se convirtió en capital
elamita bajo la dinastía epártida.
Período elamita medio
Alrededor
del año 1500 a. C. comenzó el período elamita medio con el surgimiento de las
dinastías anshanitas. Su gobierno se caracterizó por una
"elamización" de Susa, y los reyes asumieron el título de "rey
de Anshán y Susa". Mientras que, previamente, el idioma acadio fue
frecuentemente usado en inscripciones, los reyes posteriores, como la dinastía
igihálkida de h. 1400 a. C., intentó usar elamita. Así, el idioma y la
cultura elamita crecieron en importancia en Susiana.
También fue
esta la época en la que el panteón elamita se imponía en Susiana. Esta política
alcanzó su cumbre con la construcción del complejo religioso y político de
Choga Zanbil, a 30 km al sudeste de Susa.
Hacia el
año 1175 a. C., los elamitas bajo Shutruk-Nahhunte saquearon la estela
original que tenía inscrito el Código de Hammurabi, las primeras leyes
escritas que se conocen en el mundo, y se la llevó a Susa. Los arqueólogos lo
encontraron en 1901. Nabucodonosor I del imperio babilónico saquearon Susa
alrededor de cincuenta años después.
Relieve que muestra al rey elamita
Shutruk-Nakhunte
Neoasirios
La brutal campaña de Ashurbanipal contra
Susa en 647 a. C. está documentada en este relieve. Surgen las llamas en
la ciudad, conforme los soldados asirios la derriban con picos y palancas y se
llevan los despojos.
En
647 a. C., el rey neoasirio Ashurbanipal arrasó la ciudad durante una
guerra en la que el pueblo de Susa participó con el otro lado. Una tablilla
desenterrada en 1854 por Austen Henry Layard en Nínive revela a Asurbanipal
como un "vengador", buscando compensar las humillaciones que los
elamitas habían infligido a los mesopotámicos a lo largo de los siglos:
"Susa, la gran ciudad sagrada, morada de sus
dioses, sede de sus misterios, yo la conquisté. Entré en sus palacios, abrí sus
tesoros donde se amasaban la plata y el oro, los bienes y la riqueza,... Yo
destruí el zigurat de Susa. Aplasté los brillantes cuernos de cobre. Reduje a
los templos de Elam a la nada; sus dioses y diosas, yo los lancé al viento. Las
tumbas de sus reyes, antiguos y recientes, los devasté, expuse al sol, y me
llevé sus huesos a la tierra de Asur. Yo devasté las provincias de Elam y, en
sus tierras, sembré sal."
El dominio
asirio sobre Susa empezó en el año 647 a. C. y duró hasta la captura meda de
Susa en el 617 a. C.
Tras la conquista persa
Período aqueménida
Esfinge de Darío I de Persia en el
palacio de Susa.
Friso de arqueros del palacio de Darío en
Susa. Detalle del principio del friso, a la izquierda.
Susa pasó
por una gran transición política y etnocultural cuando pasó a formar parte del
imperio aqueménida persa entre 540 y 539 a. C. cuando fue capturada por
Ciro el Grande durante su conquista de Elam (Susiana), de la que Susa era la
capital. La Crónica de Nabónido documenta que, antes de las batallas,
Nabónido había ordenado que se llevaran a la capital estatuas de culto de las
ciudades babilonias periféricas, lo que sugiere que el conflicto sobre Susa
había empezado posiblemente en el invierno de 540 a. C.
Es probable
que Ciro negociase con los generales babilonios para obtener un compromiso por
su parte y así evitar un enfrentamiento armado. Nabónido estaba en la ciudad
en aquella época y pronto huyó a la capital, Babilonia, que no había visitado
en años. La conquista de Susa por Ciro, y del resto de Babilonia comenzó un
cambio fundamental, llevan a Susa a control persa por vez primera.
Tal vez ya
desde el reinado de Ciro II (c. 559-529 a. C.), Susa funcionó como
una de las capitales del Imperio persa. Pero, con toda seguridad, bajo el hijo
de Ciro, Cambises II, Susa se convirtió en el centro político como una de las
cuatro capitales del imperio persa aqueménida, al tiempo que reducía la
importancia de Pasargada como la capital de Persia. Tras el breve gobierno de
Cambises, Darío el Grande comenzó un gran programa constructivo en Susa y
Persépolis. En esta época, describe su nueva capital en la inscripción DSf:
"Este palacio que construí en Susa, tiene
decoración traída de lejos. Hacia abajo se excavó la tierra, hasta que alcancé
el lecho de roca. Cuando se terminó la excavación, entonces se apisonaron los
escombros, alrededor de 40 codos de hondo, otra parte 20 codos de
profundo. Sobre esos escombros se construyó el palacio."
Palacio
de Dario I
Palacio
real construido por Darío I en la época aqueménida en la ciudad de Susa, que
había sido tomada por Ciro el Grande en 538 a. C. Bajo el hijo de
Ciro, Cambises II, la capital del imperio se trasladó de Pasargadas a Susa.
El gran
palacio de Darío I se construyó sobre las ruinas elamitas. Es una de las tres
principales construcciones de la Susa antigua; las otras dos son la acrópolis
con un fuerte aqueménida y la Villa Real. Constituye el monumento principal del
período aqueménida en Susa. El rey hizo que se construyera durante los
primeros años de su reino.
El palacio
se construyó sobre una terraza artificial de 12 hectáreas, dividida en tres
partes. La primera de estas partes es la gran puerta. Se trata del único punto
de acceso al palacio. Está unido con la Villa Real, hacia el este, por una
rampa de ladrillo cocido. La puerta en sí misma es un amplio edificio de 40 m
de longitud y 28 m de anchura, que descansa sobre los cimientos donde la
realización es un auténtico logro técnico. Se realizó un gran terraplén, con el
añadido de grandes paredes de fundación para soportar el edificio. La puerta
está dispuesta en torno a una sala cuadrada a cuatro columnas, modelo corriente
en el arte aqueménida, del que se trata sin duda la manifestación más antigua.
Se encontró una gran estatua de Darío I, venida de Egipto, que fue
originariamente una de las dos estatuas colosales que guardaban la entrada del
lado de la extensa explanada cuadrada que se abre sobre el palacio.
La
explanada permitía acceder a la residencia real. Se trata de un extenso
cuadrilátero de 246 x 155 m que cubre 38.000 m². Se entra por el este, por una
doble sala de espera. Hacia el oeste, se accede a una serie de tres patios
interiores, y de salas más pequeñas. La primera corte, la más vasta (64 x 55
m), con un "friso de los Leones" retirado por el sr. Dieulafoy. La
corte central medía 36 x 33 m, y daba acceso por su lado a una serie de partes
que podrían haber sido almacenes u oficinas administrativos. La tercera corte
(36 x 31 ms) organiza el sector residencial del rey. Está ricamente decorado, y
tiene un suelo pavimentado con grandes cuadrados de ladrillo cocido. Por su
lado meridional, un paso de 9 metros de amplio da acceso a una gran sala de 35
x 9 m, que a su vez se abre sobre otra sala de las mismas dimensiones, por
donde se accede a la habitación del rey. Es en esta sala donde consta el texto
de fundación del palacio, redactado en dos versiones, en acadio y en elamita.
Se enumeran allí los materiales y la gente que llegó de todo el Imperio para
contribuir a la realización del edificio. En torno a la habitación del rey se
encontraban los apartamentos de las esposas y concubinas reales, salas de
recepción así como almacenes.
El palacio
se inspira en los del período neobabilonio por lo que se refiere a la
organización de las salas en la Casa de Rey, con su sucesión de cortes
interiores alineadas, y el plan de las salas. Pero presenta también
originalidades, como las salas cuadradas sostenidas por cuatro columnas que se
retomarán a continuación en Persépolis. Desde el punto de vista de los
materiales, se ve la mezcla de la técnica mesopotámica, por lo tanto susiana
(ladrillos crudos, cocinados, esmaltados), y de la de los montañeses persas
(madera y piedra).
El Apadana,
sala de audiencias real, se construyó al norte del palacio. Se trata de un gran
edificio (12.000 m²), de base cuadrada (109 m de lado); se organiza en torno a
una sala central cuadrada (58 m de lado), de los cuales el límite máximo es
soportado por seis hileras de seis columnas, que tienen una base cuadrada, y
debían ascender a 19 m. Estas columnas se coronaban con un capitel de toro,
donde se encajaban las vigas del techo. Los lados oeste, norte y este de la
Apadana permitían acceder por puertas de doble hoja a tres pórticos (cada uno
con dos hileras de seis columnas). Se habían construido cuatro todos a los
ángulos del edificio.
Capitel
de una columna de la Apadana del palacio de Darío, Museo del Louvre.
A diferencia de los
palacios de Persépolis, en los que se empleó la piedra, en Susa se utilizaron
los ladrillos esmaltados, dentro de la gran tradición babilónica. Persépolis
está situada en la meseta persa, en el núcleo original del imperio; Susa se
alza en el país elamita, muy cerca de Mesopotamia, país de la arcilla, en un
nuevo ambiente dentro de antiguas tradiciones. El resultado que se consigue en
la decoración de los palacios es, por consiguiente, distinto, demostración
palpable, además, del eclecticismo del dominador aqueménide integrador de
culturas. En la técnica del ladrillo esmaltado los ceramistas persas empleaban
un método original. No utilizaban arcilla, sino arena y cal, que sometían a una
primera cocción, tras la cual dibujaban el contorno de las figuras con esmalte
azul y realizaban una nueva cocción; finalmente rellenaban el interior de las
figuras con el color o colores elegidos y cocían los ladrillos por última vez.
En Susa se abandona la sobriedad de Persépolis. Susa es luz y colorido.
Una atmósfera mágica, hecha de simbolismos, de tonos irreales maravillosamente
combinados que al choque de la luz vibran intensos, invade el palacio. Los
temas decorativos varían respecto a Persépolis. Predominan los animales
fabulosos: cabeza de hiena, cuernos de carnero, cuerpo de toro, patas
anteriores de león y posteriores de águila y alas; tonos ocres, amarillos y
verdes contribuyen a hacer aún más fantásticos estos animales de claro
trasfondo babilónico. Esfinges enfrentadas con tiaras de cuernos vigilan
impasibles las puertas. Como en Persépolis, la guardia imperial acompaña a su
emperador, pero ni cortesanos ni tributarios están presentes.
Son los Inmortales, realmente inmortalizados en este maravilloso Friso
de los Arqueros reconstruido en el Louvre. Impasibles, pero de grandes ojos
atentos, montan guardia en actitud de espera; morenos de piel los del Norte,
blancos los del Sur, suntuosamente vestidos de seda blanca o amarilla bordada
con castilletes o estrellas de ocho puntas. Estos arqueros formaban parte
probablemente de la guardia personal del rey persa. Puesto que los elamitas y
los persas utilizaban trajes similares, en algunas ocasiones fueron
identificados como elamitas.
Frente al
Palacio de Darío hay otro palacio, situado al oeste de Susa, sobre la orilla
occidental del Chaour. Es obra de Artajerjes II (principios del siglo
IV a. C.). Este edificio, de 220 m de longitud y 150 m de anchura,
se organizaba en torno a un pequeño jardín. Incluía una gran sala hipóstila en
el mismo estilo que en los otros palacios aqueménidas, con dimensiones más
modestas. Se habían construido cuatro pórticos sobre sus lados, y cuatro
vueltas a sus ángulos. Al norte del jardín, se accedía a un edificio organizado
en torno a una pequeña sala hipóstila a cuatro columnas, se construye sobre una
terraza de dos metros de altura. En el conjunto, las técnicas de construcción
evolucionaron poco durante el siglo que separaba la construcción del palacio
del Tell y de éste. La función de este edificio es desconocida, quizá fuera un
espacio más privado que el gran palacio, o un lugar de residencia provisional
durante una restauración del otro palacio.
Los
primeros reyes que dominaron sobre Elam pertenecían a la dinastía de Awan, cuyo
fundador se llamaba Peli, y se componía de doce reyes:
Dinastía de Awan (fechas precisas desconocidas)
Los
primeros reyes que dominaron sobre Elam pertenecían a la dinastía de Awan, cuyo
fundador se llamaba Peli, y se componía de doce reyes. Esta ciudad de Awan ya
había ejercido el poder en Sumer, según la tradición sumeria, en una época
protohistórica. Sin embargo, con anterioridad Elam debía ser una región de
peso, pues sus conflictos con Sumer empiezan desde muy temprano, precisamente
con Enmebaragesi, rey de la I dinastía de Kish (ca. 2700 a.C.), del que se dice
que venció a Elam. No volvemos a oir hablar de Elam hasta la época de la I
dinastía de Lagas, cuando Eannatum (ca. 2450 a.C.) tuvo que luchar en su propio
país, contra los elamitas, a los que consiguió expulsar y posteriormente
someter. Esta guerra debió tener importantes repercusiones, dado que este rey
la menciona insistentemente, lo que demuestra la enorme importancia de Elam ya
en este momento tan lejano en la historia. Nada se dice respecto a sus causas,
aunque el imperialismo de Eannatum dejó pocos territorios vecinos sin
conquistar. La siguiente información proviene del quinto año de reinado de
Enanatum II (ca. 2370 a.C.), rey de la misma dinastía que Eannatum, donde se
menciona una incursión elamita en Lagas.
Estas son
las pocas noticias de contenido histórico anteriores al imperio de Akad, si se
exceptúa una lacónica referencia del rey de Kish, Ennail, que dice haber
vencido a Elam. En cambio, las relaciones comerciales entre Elam y Lagas en
este periodo reflejan un intenso intercambio de mercancías. Así, Lagas obtenía
de Elam, por vía marítima, plantas aromáticas, madera, vestidos y un raro
frasco portador de un valioso líquido, puesto que se hace mención habitual de
él. La vía terrestre se utilizaba en la obtención de objetos de madera, carros
con todos sus arreos, plata, ganado, lana y esclavos, especialmente mujeres.
Lagas compraba también productos elamitas en el mercado neutral de la ciudad de
Der, al norte, particularmente esencias, aceites, resinas, esclavos y animales,
que eran marcados en la misma ciudad, pagando todo ello con plata. A cambio,
Elam importaba de Lagas alimentos, como cebada, harina, sebo, trigo, dátiles y
queso, así como ungüentos.
Un texto
nos informa de una entrega de estaño por Lagas a Siku, gobernador de la ciudad
elamita de Urua, para la obtención de bronce, que se fabricaba en Elam debido
al alto nivel metalúrgico de los elamitas. Este envío de estaño, que Sumer
importaba de Elam o por su mediación, indica que esta ciudad de Urua, aunque
elamita por su situación geográfica, debía estar sometida a Lagas ya desde los
tiempos de Eannatum, que menciona expresamente su conquista. Otro texto,
refiere el envío de ingredientes para la elaboración de cerveza a un
funcionario lagasita que se encontraba en Pashime, también en poder de Lagas,
pues Eannatum hace mención de su conquista. La tradición literaria sumeria que
aborda las relaciones comerciales con Elam, confirma esta información. Del
mismo modo las listas lexicales nos ofrecen otra serie de exportaciones
elamitas a diversas ciudades de Sumer, e incluso a culturas ajenas al entorno
mesopotámico. De este modo, metales preciosos y lapislázuli eran envíados a
Nipur; y lana al país de Dilmun; asimismo Elam era renombrado por ciertos
géneros, como los carros, perros, higos, piedras preciosas y tronos, que
también exportaba, aunque no conocemos el lugar de destino. La riqueza del país
de Elam es celebrada por los sumerios, que hacen alusión a ella constantemente.
Todo este acervo de bienes, el alto nivel en el trabajo del metal y su
situación geográfica, que los convertía en intermediarios de los intercambios
comerciales de Sumer con Marhasi, explica las constantes guerras de los
sumerios con los elamitas por razones económicas, en su deseo de abaratar los
productos lejanos, que pasaban por manos elamitas.
Imperio Acadio y
Elam
Es el imperio acadio el que ha dejado una constancia
mayor de sus relaciones con Elam. Ya hemos mencionado las guerras de los reyes
acadios. Baste decir que los componentes del ejército elamita se presentan como
aliados de Elam, no como regiones integradas en su imperio. La capital Anshan
nunca fue conquistada por estos reyes. En ella se refugiaron los elamitas, que
unidos a la gente de la costa intentaron sacudirse el yugo acadio. De esta
época data el texto elamita más antiguo que se conoce. Consiste en un tratado,
conservado fragmentariamente en lengua elamita, celebrado entre Naramsin y un
rey cuyo mombre se ha perdido, aunque pudiera tratarse de Helu, el rey de Awan
sucesor de Hishepratep. La muerte de Sarkalisarri marcó el fin de la época
acadia, durante la cual los elamitas sufrieron su fuerte influencia. Susa se
convirtió en una capital provincial, se construyeron en ella numerosos
monumentos y fue asociada al circuito comercial de la Baja Mesopotamia; los
gobernadores elamitas son designados por el rey de Akad, a quien le están
sometidos; las actas oficiales están redactadas también en acadio, idioma del
imperio.
Puzurinsusinak, último rey de la dinastía de Awan, era hijo
de Shimbishuk y originario de la ciudad de Zaban, capital de Simurrum. La
actividad de este rey, fue no sólo militar y conquistadora, sino también
constructora y organizativa, lo que hace de él la personalidad política más
relevante de la historia de Elam durante el III milenio. Comenzó como
gobernador de Susa. Más adelante pasaría a denominarse gobernador de Susa y
virrey del país de Elam, nomenclatura propia de los dirigentes servidores del
rey de Akad, aunque ya gozaba de cierta independencia, pues dirigió
expediciones contra territorios teóricamente sometidos a la autoridad de aquél.
Se dedicó a una intensa actividad en Susa, en cuya acrópolis se han encontrado
gran cantidad de trofeos suyos y en la que construyó gran cantidad de
monumentos, entre ellos estatuas de la diosa Narundi.
La diosa Narundi, Museo del Louvre
De acuerdo con numerosos documentos económicos y
administrativos, se tiene una idea aproximada de la sociedad susiana de su
época. En este sentido, la propiedad privada de las tierras parece ser que
estaba muy extendida; aunque entre los poseedores figuraban los templos, se
menciona más a menudo al rey, a su familia, a los funcionarios del palacio y a
simples particulares. Para conmemorar la apertura del canal de Sidari, erigió
una estatua suya y dispuso todos los días un carnero por la mañana y otro por
la tarde; además colocó músicos a la puerta del templo de Insusinak mañana y
tarde; dedicó 20 medidas de aceite para embadurnar la puerta, 4 medidas de
plata, un emblema de plata y oro, una gran espada y un hacha de 4 lenguas. Se
jactó también de reanudar las ofrendas de este dios y de juzgar un juicio justo
en su ciudad.
La inscripción más importante de este soberano relata una
expedición contra los países de Kimash y Hurtum, que se rebelaron contra él,
destruyendo hasta setenta ciudades en un día. Entre las ciudades capturadas se
encontraban Hupsana y Huhnur, ciudades elamitas bien conocidas, así como
posiblemente también Anshan, la capital de Elam. Se trataba pues de una guerra
contra Elam, controlado por la dinastía de Simaski, a la cabeza de la cual se
encontraba un rey desconocido, que le rindió homenaje. Habiéndose adueñado de
Elam, dirigió una nueva campaña contra las ciudades del norte de Sumer,
apoderándose de Akshak, Marad, Kazallu, Awal, Kismar, Mashkansharri, Eshnuna,
Tutub, Zimudar y la propia Akad, tras lo cual se llegó a llamar rey de las
cuatro regiones. Las últimas noticias sobre la vida de Puzurinsusinak
corresponden a su enfrentamiento con Urnammu de Ur (ca. 2100 a.C.), que lo
expulsó de los territorios de Sumer que había conquistado. Tras la derrota,
Puzurinsusinak desaparece de la historia, pero sabemos que su familia fue hecha
prisionera, junto con gentes de Simurrum y Lulubum, ya que formaban parte de su
imperio.
Tras la desaparición de Puzurinsusinak el dominio de Elam
pasó a Simaski. Aunque esta dinastía llegó a apoderarse de Anshan, no pudo
alcanzar la Susiana, en manos de una familia real elamita, al frente de la cual
se encontraba el rey Hutrantemti. Su sobrino y sucesor Indatuinsusinak nos
informa que era hijo de Pepi y llevaba por título gobernador de Susa y virrey
del país de Elam, a imitación de Puzurinsusinak. Los trabajos de fortificación
que este soberano llevó a cabo en Susa sugieren una guerra con Simaski, que
esta nación acabaría por ganar, arrebatando Elam a la dinastía elamita de Susa.
Estos reyes de Susa pertenecían a la casa de Tanruhurater y controlaron Susa
durante los reinados de los reyes sumerios Urnammu y Shulgi, hasta que éste la
conquistó hacia el final de su reinado, suscitando la venganza de Kindatu, hijo
precisamente de Tanruhurater, pues se aliaría con Simaski y destruiría Ur.
Finalmente se haría con el control completo de Elam. Su hazaña destructora de
Sumer le supondrá ser incluido en la lista de reyes de Simaski, así como ser
recordado por los soberanos medioelamitas en sus inscripciones.
La debilitación de Elam en esta época se hizo sentir
también en las regiones del norte, que se independizaron del poder elamita, lo
cual permitió la consolidación del imperio de Ur III. Las guerras de Shulgi con
Elam fortalecieron a Simaski, única región de Elam no sometida a los sumerios,
pero los intentos ésta de ocupar la Susiana fueron infructuosos, pues el nuevo
rey sumerio Shusin lo impidió. Finalmente en el reinado del último rey Ibisin,
los simaskianos, aliados con las gentes de Subartu, saquearon Ur y se llevaron
a su dios Nanna. Ibisin fue hecho prisionero y llevado hasta Anshan.
Puede concluirse que las relaciones de Ur con Elam se
llevaban en estrecho contacto, no sólo a nivel comercial sino también político.
Los motivos de los enfrentamientos militares son desconocidos, pero podrían
explicarse por el expansionismo de Simaski hacia occidente, debido tal vez al
incremento de su poderío o a problemas con los estados vecinos orientales. En
cualquier caso, Elam se muestra como una civilización de gran nivel, en
continuo crecimiento y expansión, detentadora de una gran riqueza material,
pero sobre todo independiente de Mesopotamia. La poderosa Simaski se convertirá
en la protagonista de los próximos sucesos. Bien asentada en Elam, dividirá el
país en dos partes. A partir de ahora habrá un rey de Elam -Indatu I- y otro de
Simaski -Kindatu-. La capital permanecerá en Anshan, pero Susa adquirirá una
importancia cada vez mayor.
Elam y Simaski
A comienzos
del II milenio, la dinastía de Simaski estaba implantada en todo el Elam,
ampliando sus dominios. Tras la destrucción de Ur, Kindatu e Indatu I
mantuvieron relaciones comerciales con Ishbierra de Isin. El sucesor de ambos,
Tanruhurater, hijo de Indatu, aparece como gobernador en Susa. Estaba casado
con Mekubi, la hija de Bilalama de Eshnuna, probable contemporáneo de
Ishbierra. De su actividad sólo se conoce la construcción de un templo en Susa.
En Anshan,
Imazu, el hijo de Kindatu se casaría con Matumniatum, hija de Idindagan de
Isin. Las relaciones de Elam con los nuevos reinos, en esta época, eran
pacíficas. Así continuaron durante unos cuarenta años, hasta que la guerra
entre los reinos de las ciudades de Isin y Larsa estalló, en la cual los
elamitas lucharon naturalmente al lado de Isin.
Lipitishtar
de Isin fue vencido por Gungunum, el rey de Larsa, a pesar de la ayuda elamita.
Susa y Anshan serían el objeto de las campañas posteriores de Gungunum, como represalia
contra los elamitas. No obstante, no supondrán aún el declive de Simaski, ni
causaron la aparición de la siguiente dinastía elamita, puesto que aún hubo
cuatro reyes más en el poder de los que nada se sabe.
No
obstante, la ausencia de noticias sobre los reyes elamitas, sabemos algo de la
situación de Elam en esta época por las informaciones proporcionadas por los
reyes de Larsa. Así, un himno mandado componer en honor del dios Utu por el rey
Sinidinam, unos setenta años posterior a Gungunum, nos dice que las tropas de
Simaski eran inmensas y que los simaskianos estaban ampliamente extendidos.
Otro rey de Larsa, Siniqishan, confirmó definitivamente la soberanía de su
ciudad con una victoria suya sobre el rey Zambiya de Isin, aliado a Elam, Uruk
y Kazallu. Con el último rey de Larsa -Rimsin- todavía se hacía alusión al gran
rey de Elam. Con la supremacía de Larsa sobre Sumer se nos presenta un periodo
durante el cual el nombre de Simaski desapareció de los textos mesopotámicos,
aunque seguía formando parte de la titulatura de la nueva dinastía elamita,
llamada yábrida o de los sukkalmah.
Los Yábridas o Sukkalmah
Nada se
sabe del origen de su fundador, que tenía por nombre Eparti, Ebarat o Yabrat,
ni de su relación con la dinastía anterior. Llevaba el título de rey de Anshan
y de Susa, lo que implicaba una supremacía de Anshan sobre Susa, ciudad
conquistada e incorporada al imperio. Se conoce también como dinastía de los
sukkalmah (gran enviado), epíteto sumerio utilizado por estos reyes como
distintivo de su más alta titulatura, pues entre los soberanos elamitas de esta
dinastía, el título de rey se reservaba para los monarcas locales. Curioso
hecho éste, pero hay que tener en cuenta que se trata de un término
sumero-acadio, empleado en las versiones acadias de los textos encontrados en
Susa, una ciudad con población acadia; el elamita se reservaba para Anshan y
otras regiones orientales del imperio. En elamita se utilizaba una versión
indígena: likame rishari (el grande del reino).
El primer
rey de esta dinastía, Yabrat III –hubo dos reyes Yabrat en la dinastía de
Simaski-, aparece mencionado junto a Silhaha -su hijo- y Addahushu. Este último
dice que Eparti era rey de Anshan y de Susa, mientras su hijo Silhaha sólo era
sukkalmah y padre de la realeza de Anshan y de Susa, y el propio Addahushu,
sukkal (enviado) y notable de Susa e hijo de la hermana de Silhaha. Esta
compleja información de Addahushu parece dar a entender que Silhaha fue el
creador de la dinastía, es decir, el padre de los futuros reyes de Anshan y
Susa. La denominación hijo de la hermana de Silhaha es un término de parentesco
(= sobrino), de modo que Addahushu sería el sobrino de Silhaha, pero no su
sucesor en el trono, puesto que Silhaha fue sucedido por su hijo Kuknasur I. Es
éste un aspecto importante y diferenciador de la realeza elamita a partir de
esta época. Cuando un rey elamita no pertenecía a la rama principal de la
familia, o su progenitor no había sido rey, entonces su legitimación al trono
se producía de manera colateral, a través de la hermana del rey anterior. En
este caso, el nuevo rey incluía entre sus títulos el epíteto hijo de la hermana
de NP. En realidad esta transmisión de la línea dinástica por vía femenina no
otorgaba el poder por sí misma, sino que legalizaba al sucesor, lo nominaba por
así decir. Este es un rasgo puramente elamita, que se pondrá en evidencia sobre
todo en la dinastía de los shutrukidas, varios siglos más tarde.
La
organización política de esta dinastía elamita estaba basada en el poder del
sukkalmah, y tenía su sede real en Anshan, la capital de Elam. No obstante, la
importante ciudad de Susa tenía su gobernador propio, que llevaba el título de
sukkal de Susa o rey de Susa. La región de Simaski no es seguro que existiera
como tal en esta época, con lo cual su aparición en la titulatura -sukkal de
Elam y de Simaski- puede ser sólo un indicativo del lugar de origen de estos
reyes. A la muerte del sukkalmah le sucedía su hijo, de haberlo, o bien un hijo
elegido entre los hijos de una hermana del rey designada para la sucesión, que
normalmente era el gobernador o sukkal de Susa. Junto al sukkalmah y el sukkal,
había otros miembros de la casa real por los que se juraba en los contratos,
los cuales o no llevan título alguno, o bien aparecen nombrados con cargos
inferiores, como alcaldes, etc.
La economía
era próspera. Los textos económicos de Susa mencionan la división de un gran
número de profesiones y de personas que recurrían a préstamos empeñando sus
campos, huertos, casas y ganados. Los testigos de los contratos constan en
número especialmente alto si los comparamos con los de los documentos jurídicos
mesopotámicos, desde un mínimo de dos a un máximo de cuarenta y dos. Los ricos
habitaban en casas palaciegas y se hacían enterrar en panteones junto con una pintura
de su retrato.
El Derecho
era una mezcla entre religioso y profano. La información disponible no permite
un conocimiento sistemático del Derecho, pero se puede hacer un repaso genérico
a determinados aspectos sacados de la casuística de los documentos. Así por
ejemplo, las transgresiones de los contratos se castigaban con la amputación de
la mano y la lengua, junto con una multa. La ordalía por el agua era semejante
a la de Mesopotamia; se aplicaba en casos de herencias, donaciones y
adopciones. La familia podía tener una composición legal, permitiéndose las
adopciones en calidad de hermano y hermana. La transmisión de los bienes se
realizaba por el testador a su libre albedrío entre sus hijos, hijas, hermanos
o esposa. La posición de la mujer ha sido tradicionalmente exagerada,
concediéndole un papel inexistente en la documentación legal, pues los casos en
que aparece como heredera se explican simplemente por el hecho de que el
testador asignaba libremente sus bienes y no por su derecho preferente ante sus
hermanos, a más de ser excepciones, puesto que en la generalidad de los casos
son los hijos los que heredaban los bienes del padre. En todo caso, parece
evidente que podía ser testigo y propietaria de bienes, incluso en estado de
casada.
En cuanto a
la historia política de los primeros gobernantes de esta dinastía, la
información se reduce a Addahushu, cuya actividad constructora en Susa da
testimonio de la prosperidad económica. También nos informa que erigió en el
mercado una estela de justicia, bajo la tutela del dios Samash, para que la
gente conociera el precio de los productos y no fuera engañada. Esta estela es
un claro antecedente de la del Código de Hamurabi. Tras Addahushu existe un
vacío histórico y dinástico. Empezamos a saber algo más con Sirukduh, un
contemporáneo de Samsiadad I de Asiria, cuya relación con Addahushu o con
Silhaha se desconoce. Sirukduh derrotó a Ipiqadad II de Eshnuna en un intento
de eliminar un competidor en el comercio del estaño, si bien el advenimiento
del gran rey asirio supuso una contrariedad para los intereses elamitas.
También le hizo la guerra al rey de Gutium, para evitar su influencia en la
ciudad de Eshnuna. Poco más se puede decir de él. Para sus sucesores
Siwepalarhupak y Kuduzulus, la mejor información proviene de los archivos de
Mari. Ocupa un espacio temporal de unos pocos años, pero es muy intensa. De
acuerdo con la documentación mariota, el rey de Elam aparece como el soberano
más poderoso del Próximo Oriente. Aunque esta hegemonía se hace patente de súbito,
a partir del año 7 de Zimrilim, es lo cierto que debía venir de bastante antes.
Frente a
Elam, Samsiadad I de Asiria y el reino de Eshnuna eran las dos potencias que
ejercían de contrapeso equilibrando los poderes. La muerte de Samsiadad I
disgregó su reino, que fue repartido a Eshnuna, Mari y Babilonia. Algunas
ciudades del valle inferior del río Eúfrates, especialmente la ciudad de Hit,
fue atribuida a Mari por un arbitraje del rey de Elam. Ahora, sólo Eshnuna
permanecía como intermediario de Elam y Mesopotamia en el comercio de
lapislázuli y estaño; por ello los elamitas decidieron, por segunda vez,
aprovechar la ocasión para eliminarla, pues encarecía los precios. Aliados a
Mari y a Babilonia, los elamitas destruyeron Eshnuna en el año 28 de Hamurabi y
7 de Zimrilim, colocando en ella a un virrey títere llamado Atanrum. El
siguiente paso era eliminar el control asirio de la ruta del estaño, que
llevaba hasta Kanish en Capadocia. Con este objetivo los elamitas, al mando de
Kunam y con apoyo de tropas de Eshnuna y Gutium, tomaron también la ciudad de
Shubatenlil, la antigua Sehna. El suceso tuvo un gran impacto entre los reyes
amorreos, como se deja ver por la correspondencia.
Con Elam en
el dominio de la Alta Mesopotamia, las relaciones con los estados amorreos se
tornaron más arrogantes. El general elamita Kunam, en tanto que gobernante de
Shubatenlil, pretendía obtener de Zimrilim su asistencia a los grandes
sacrificios de la fiesta en honor de la diosa Ishtar de Der, lo que supondría
su reconocimiento público y la sumisión formal a Elam. En cualquier caso, desde
su puesto Kunam ejercía de virrey, transmitiendo las órdenes del monarca de
Elam a los reyes amorreos, que debían visitarle en su ciudad, arrodillarse ante
él y agasajarlo con regalos. No obstante, la superioridad elamita queda patente
en la correspondencia, en la que se alude al soberano de Elam como el Sukkal, y
al que los demás reyes se dirigían con el tratamiento de mi padre, mientras que
entre ellos se trataban de mi hermano. Además debían salir a recibir a los
mensajeros elamitas e inclinarse ante ellos ofreciéndoles sacrificios. La
importancia de los mensajeros elamitas y el puntual cumplimiento de sus
exigencias culinarias y de regalos, se aprecia muy bien en las cartas, donde se
puede leer que se les proveían con carneros, corderos, hielo y vino. Los
obsequios en forma de vasos, oro, plata y vino a los soberanos elamitas
Siwepalarhupak, sukkal de Elam, y Kuduzulus, sukkal de Susa, serán también
numerosos.
No
satisfecho con lo conseguido, el Sukkal se propuso conquistar Larsa para
quedarse como único proveedor de lapislázuli, el cual se obtenía en Mesopotamia
por dos caminos: desde Dilmun, a través del golfo Pérsico; y desde Badakshan,
en Afganistán, a través de Elam. Al mismo tiempo, preparaba la invasión de
Babilonia, necesaria para tener toda la zona bajo su control. Pero Hamurabi de
Babilonia y Rimsin de Larsa se enteraron de los planes elamitas, porque les
exigió tropas a cada uno para invadir al otro. De modo que su doble juego quedó
al descubierto y llevó a Hamurabi a aliarse con Zimrilim.
Pero los
elamitas tenían un pequeño problema estratégico. El mantenimiento de la ciudad
de Shubat Enlil a largo plazo requería igualmente el de la plaza de Razama, que
no estaba en su poder. Por ello, los elamitas dividieron en dos la conquista de
Mesopotamia: la región sureste desde Eshnuna, y la región noroeste desde
Shubatenlil. El asedio y toma de Razama fue encargado a Atanrum, que tenía como
misión coordinar la invasión elamita en el noroeste. Pero el sitio de Razama
supuso el principio del fin del dominio elamita. Para evitar un largo asedio de
la ciudad, Atamrum pidió refuerzos a Elam, sugiriendo al Sukkal que atacara
Mari cuando Zimrilim acudiese en auxilio de Razama. El Sukkal no accedió, ordenando
en cambio a Kunam que se aliase con los turukeos y consiguiese su ayuda, lo que
a la postre no consiguió. La negativa al envío de tropas de refuerzo se debía
al hecho de que el Sukkal se encontraba invadiendo la región de Hiritum.
De este
modo, Atamrum se quedó sin apoyo; envió al Sukkal un nuevo mensaje subido de
tono, apremiándole a decidirse a tomar la ciudad o abandonarla. Se desconoce la
repuesta del elamita, aunque debió ser negativa, puesto que ante la llegada del
ejército de Mari, Atamrum se pasó al otro bando, desertando de Elam y rogando a
Hamurabi, rey de Kurda, que intercediera por él ante Zimrilim para hacer las
paces; como señal de buena fe le dijo que iría a Shubatenlil y expulsaría a
Kunam o lo mataría. Pero este hecho no tendría lugar. La alianza conjunta de
Mari y Babilonia, unida a la traición de Eshnuna, obligó a Elam a evacuar
Hiritum. Durante su retirada, con un ejército de 30.000 hombres, los elamitas
les hicieron creer que iban hacia el norte, cuando en realidad intentaron tomar
las ciudades de Kakulatum, Shitullum y Ekallatum en represalia esta última por
ayudar a Babilonia; finalmente saquearon Eshnuna; después, desde la ciudad de
Diniktum emprendieron la retirada a Elam. En la ciudad de Sehna se quedó
aislado y abandonado el comandante elamita Simathulurish, quien a pesar de los
informes que le llegaban, creía que se trataba de una maniobra de distracción,
pero que en realidad el Sukkal volvería.
En cuanto a
Babilonia, la retirada elamita fue celebrada como una gran victoria por
Hamurabi en su año 30 de reinado, al decir de manera engañosa que ”gracias al
poder del dios Marduk y de los grandes dioses, derrotó al ejército de Elam,
desde la frontera con Marhasi, de Subartu, de Gutium, de Eshnuna y de Malkium,
que se habían levantado con todo su poder, derrotó e hizo firmes los cimientos
de la tierra de Sumer y de Akad”; declaración pomposa que no se ajusta a la
realidad. Los amorreos aprovecharon para dar al enfrentamiento un fundamento
religioso, afirmando que el rey de Elam había infringido el juramento de los
dioses, lo cual dió lugar al estallido de la guerra y a su desenlace final, al
ponerse los dioses en contra de los elamitas. La expulsión de Elam no disminuyó
su superioridad, y tampoco supuso una ruptura de relaciones entre los estados
mesopotámicos y los elamitas. La correspondencia de Mari nos da a conocer una
noticia curiosa. Un convoy proveniente de Malgium había llevado a Hamurabi,
quien se alegró mucho, la noticia de la muerte del rey de Elam, si bien, más
tarde, llegaron los embajadores elamitas a Babilonia diciendo que sólo se
encontraba enfermo.
El
sukkalmah Kutirnahunte I, sucesor de Siwepalarhupak y contemporáneo de
Samsuiluna, fue el autor de una famosa incursión en Babilonia con saqueo
incluído de sus santuarios, según nos lo cuenta el rey asirio del I milenio
a.C. Asurbanipal. Tras estas noticias, sólo tenemos pequeñas informaciones
sueltas del Elam de los sukkalmah. Así, conocemos inscripciones conmemorativas,
dedicadas a los dioses, junto con la construcción de pequeños templos; también
que los sukkalmah Palaishan y Kukkirwas restauraron la justicia y el Derecho.
Otra noticia la proporciona un texto datado en el primer año de reinado de
Amisaduqa, penúltimo rey de la I dinastía de Babilonia, que menciona a Kuknasur
III, lo que hace de él su contemporáneo. Al igual que la de Simaski, la
desaparición de esta dinastía permanece en las sombras, aunque sus causas
pudieran encontrarse en el proceso de desurbanización y desarrollo del
pastoralismo en la región de Anshan, así como en la invasión de los casitas.
Dinastía Simash (fechas precisas desconocidas)
Gir-Namme (2030 a. C.)
Enpi-Luhhan (2010 a. C.)
Khutran-Temtt (fecha precisa
desconocida)
Kindattu (fecha precisa desconocida)
Indattu-Inshushinnak I (fecha precisa
desconocida)
Tan-Rukhurater (fecha precisa
desconocida)
Indattu-Inshushinnak II (fecha precisa
desconocida)
Indattu-Napir (fecha precisa
desconocida)
Indattu-Tempt (fecha precisa
desconocida)
Dinastía Eparti (fechas precisas desconocidas)
Eparti I (fecha precisa desconocida)
Eparti II (fecha precisa desconocida)
Eparti III (1850 a. C.)
Shilkhakha (fecha precisa desconocida)
Attakhushu (1830 a. C.)
Sirukdukh (1792 a. C.)
Shimut-Wartash (1772-1770 a. C.)
Dinastía Babilónica (1770-1500 a. C.)
Siwe-Palar-Khuppak (1770-1745 a. C.)
Kuduzulush I (1745-1730 a. C.)
Kutir-Nahhunte I
(1730-1700 a. C.)
Lila-Ir-Tash (1700-1698 a. C.)
Temti-Agun I
(1698-1690 a. C.)
Tan-Uli (1690-1655 a. C.)
Temti-Khalki
(1655-1650 a. C.)
Kuk-Nashur II
(1650-1635 a. C.)
Kutir-Shilkhakha I
(1635-1625 a. C.)
Temti-Raptash
(1625-1605 a. C.)
Kuduzulush II
(1605-1600 a. C.)
Tata (1600-1580 a. C.)
Atta-Merra-Khalki
(1580-1570 a. C.)
Pala-Ishshan
(1570-1545 a. C.)
Kuk-Kirwash
(1545-1520 a. C.)
Kuk-Nahhunte
(1520-1505 a. C.)
Kutir-Nahhunte II (1505-???? a. C.)
Dinastía Igehalkid (1350-1200 a. C.)
Ige-Halki (1350-1330 a. C.)
Pakhir-Ishshan
(1330-1310 a. C.)
Attar-Kittakh
(1310-1300 a. C.)
Khuman-Numena
(1300-1275 a. C.)
Untash-Naprisha
(1275-1240 a. C.)
Unpatar-Naprisha
(1240-1235 a. C.)
Kiddin-Khutran
(1235-1210 a. C.)
Dinastía Shutrukid (1205-1100 a. C.)
Khallutush-In-Shushinak
(1205-1185 a. C.)
Shutruk-Nahhunte (1185-1155 a. C.)
Kutir-Nahhunte III
(1155-1150 a. C.)
Shilkhak-In-Shushinak
(1150-1120 a. C.)
Khutelutush-In-Shushinak
(1120-1110 a. C.)
Shilhana-Hamru-Lagamar (1110-???? a.
C.)
Los reinos combatientes
La llegada
de los casitas (hacia 1570 a.C.) puso fin a la I dinastía de Babilonia,
iniciando una nueva época en Mesopotamia. La repercusión de este suceso en Elam
no está clara. Algunos sukkalmah llevaban nombres mixtos, tales como Temtiagum
(elamita: temti, casita: agum), quien era contemporáneo de Samsuiluna, el
primer rey babilonio que menciona un ataque casita en Mesopotamia. Su nombre
mixto elamo-casita denota que ya en Elam el elemento casita era importante,
incluso décadas antes de su asentamiento en Babilonia; pero nada puede aducirse
de sus relaciones políticas con Elam.
Es posible
que en su avance hacia el país de Eshnuna, del que se apoderó, el rey elamita
Siwepalarhupak entrase en contacto con la casa real casita en su propio
territorio, la Casitia, por donde tuvo que pasar. De estos contactos surgirían
matrimonios mixtos y relaciones cortesanas de alto nivel, pero no se puede
afirmar que los elamitas tuvieran algo que ver con el ascenso al poder de los
casitas en Babilonia. En realidad, más bien parece lo contrario en vista de que
el último rey de la dinastía del País del Mar -Eagamil- se refugió en Elam como
consecuencia de la toma de Babilonia por los hititas, pasando su estado a manos
casitas. En cuanto a Elam, es probable que por esta época comenzara a sufrir
una fragmentación de su territorio. Simaski desapareció de los títulos reales,
mientras que Anshan y Susa, las dos grandes ciudades de Elam, parecían formar
parte de un nuevo reino compuesto por dos entidades bien diferenciadas, tanto
geográfica como culturalmente.
Los reyes
sucesores de los yábridas o sukkalmah se incluyen en una dinastía
convencionalmente denominada Kidinuida, por el nombre se primer rey Kidinu, del que se conoce su sello.
En el mismo, se dice hijo de Adadsharrurabu y rey de Susa y Anshan. La
acadización de su nombre elamita (Kiden) y el nombre acadio de su progenitor,
revelan tal vez su relación con los casitas de Babilonia, aunque no es seguro.
El rey Tanruhurater II, quizás su sucesor y que lleva idéntica titulatura, es
considerado perteneciente a la misma dinastía. Poco más se sabe de ellos.
Contemporáneo
o ligeramente posterior, se presenta el rey Shalla, mencionado en los textos de
Huhnur y en una tablilla jurídica de Susa, pero sin titulatura. Lo mismo puede
decirse del rey Insusinaksharilani, un rey de Susa, pero cuyos dominios
debieron extenderse a toda la Susiana, como muestran textos suyos encontrados
en la actual Haft-Tepe, la antigua Kabnak, a pocos km. de Susa.
Insusinaksharilani es nombre acadio, siendo en elamita Insusinaksunkirnapipir
(el dios Insusinak es el rey de los dioses). De este Insusinaksharilani se sabe
que restauró un edificio en Susa, erigido por el sukkalmah Temtihalki.
No mucho
mejor informados estamos del rey Teptiahar, de quien se han encontrado también
textos en Haft-Tepe y en Susa. Este rey figura con los títulos de rey a secas,
rey de Susa, e incluso rey de Susa y Anshan. Se le pueden atribuir los treinta
nombres de años conocidos en el archivo de Haft-Tepe, aunque en realidad sólo
uno le pertenezca con seguridad. De su reinado sólo es destacable que rechazó
la incursión del casita Kadasman Enlil I (hacia 1370 a.C.). Aparte este hecho
puntual y de causas desconocidas, el archivo de Haft-Tepe nos informa de un
activo comercio entre Elam y Babilonia durante el reinado de ambos reyes, así
como de un continuo intercambio de mensajeros. Se mencionan reyes de otras
ciudades elamitas -Azana, Huhnur, etc.-, lo que sugiere una fragmentación de la
Susiana en diversos principados. Por lo demás, la impresión que se obtiene de
la lectura de estos textos es que, tanto Kabnak como Susa eran las principales
capitales de Elam, pasando Anshan a un plano secundario, quizás como
consecuencia de la desurbanización y aumento del nomadismo en la región de
Fars, donde estaba ubicada; su mención tras Susa en la titulatura real, como
segundo término, abunda en el mismo sentido.
La dinastía Igehalkidas
El fundador
de esta dinastía llevaba el nombre de Igehalki, que delata un origen hurrita.
Era un advenedizo, un hijo de nadie, llegado al poder sin una legitimación de
sangre real, sino elegido por la diosa Manzat. Ejerció la realeza sobre Susa y
Anshan. Su ascenso al trono quizá se debiese a la ayuda de los casitas, con
cuyo apoyo conseguiría desbancar a Teptiahar, teniendo en cuenta que
Pahirishan, su hijo y sucesor, se casó con una hermana de Kurigalzu I,
antecesor de Kadasmanenlil I, el rey a quien Teptiahar rechazó. Como
agradecimiento a la diosa restauró su templo, que había caído en ruinas. Esta
diosa es una divinidad importante del sitio arqueológico de Deh-e-Now, en el
cual se recogieron textos de Igehalki y otros miembros de la siguiente dinastía
shutrukida.
A
Pahirishan, del que se ignora todo excepto su matrimonio mencionado con una
princesa casita y la restauración de un templo, le sucedió su hermano Atarkita,
hijo también de Igehalki y que llevaba los mismos títulos de rey de Susa y
Anshan que los reyes anteriores, si bien es otro perfecto desconocido. Su
sucesión resulta problemática. Según una tradición de la siguiente dinastía
shutrukida, heredó el trono su hijo Humbannumena I y a éste, a su vez, le
sucedió su hijo Untasnapirisha, tras el cual subieron al trono Unpahasnapirisha
y luego Kidinhutran I, los hijos de Pahirishan. Es decir, que éstos no
sucedieron a su padre, sino al nieto de su tío. En realidad, tras ello se
esconde una cierta rivalidad y luchas dinásticas entre los reyes de esta
familia, especialmente entre Humbannumena I y Kidinhutran I, que reinaban
divididos en dos zonas distintas del imperio.
Pahirishan
y sus descendientes controlaban Anshan, mientras que la rama de Atarkita se
asentaba en Susa. De hecho, no se ha encontrado en Susa ninguna inscripción de
los hijos de Pahirishan. En verdad, inscripciones del rey Humbannumena I se han
encontrado en Susa, como es natural, pero también en Liyan, región de Anshan,
lo que demuestra su control de esta zona. La disensión entre Kidinhutran I y
Humbannumena I acabó en guerra abierta y con la victoria de éste último, que
invirtió los términos de su titulatura, autoproclamándose: grande del reino,
soberano de Elam, monarca de Elam, gobernante de Elam y rey de Anshan y de
Susa, en tanto que Kidinhutran se consideraba rey de Anshan y de Susa, grande
del reino, soberano de Elam, monarca de Elam y gobernante de Elam. El
enfrentamiento tuvo, además, como consecuencia la ruptura de la familia, lo
cual se aprecia en el cambio de filiación: Humbannumena I se convertirá desde
entonces en el descendiente legítimo (ruhushak) de Silhaha, pretendiendo con
ello una unión dinástica con los sukkalmah. Por otro lado, afirmará que su
madre aseguró la continuidad de la línea real debido a su elección como
heredero, realizada por Napirisha, el dios supremo elamita, y que Insusinak,
dios de Susa, le entregó la realeza.
El recurso
a los dioses era una forma de legitimación de los reyes usurpadores del poder.
Su preocupación por restaurar los lugares de culto de los dioses supremos
elamitas Napirisha y Kiririsha, así como de los dioses tutelares de Liyan,
expresaba no sólo un deseo de agradecimiento a la divinidad por su elección,
sino también un intento de afirmación de su autoridad y legitimidad en la
región de Anshan, donde no era el soberano legítimo.
Untasnapirisha,
su hijo y el miembro más sobresaliente de esta dinastía, era contemporáneo del
rey casita Burnaburias II (ca. 1350 a.C.), con cuya hija se casó. Desplegó una
intensa política religiosa y una notable actividad constructora, si bien su
renombre se debe a la erección de Dur-Untas (actual Choga Zanbil), situada a
unos 42 Km al sureste de Susa, y a su esplendoroso zigurat. La construcción de
esta ciudad, a la que estableció como nueva capital, podría tener que ver con
los obstáculos existentes para asegurar su autoridad en Anshan, o bien se
trataba simplemente de una forma de unir las dos partes en que estaba dividido
el país -Susiana y Fars-, en un intento de sincretismo tanto político como
religioso. Sus inscripciones, de una gran claridad, reflejan la piedad del rey
y su profunda religiosidad, así como su inquietud por un próspero y duradero
reinado que sus herederos pudieran asimismo disfrutar.
Durante su
próspero y largo reinado, lo más relevante de la situación política
internacional era la incipiente independencia asiria de Babilonia, como
muestran las cartas de El Amarna enviadas por el casita Burnaburias II, su
suegro, al faraón de Egipto, Ajenatón. Ahora bien, su subida al trono pudo
estar inmersa en acontecimientos políticos difíciles, a la vista de una
inscripción suya sobre una estatua de un dios casita llevada como botín a Susa;
en ella lleva el simple título de rey de Anshan, por lo que parece que mantuvo
un enfrentamiento con Babilonia por el control de Susa. Durante el resto de su
reinado y en todos sus escritos elamitas se denominará siempre rey de Anshan y
de Susa. De su matrimonio casita tuvo un hijo de nombre Kidinhutran II, de
quien no sabemos apenas nada, excepto que se casó igualmente con una princesa
casita, de la que tuvo un hijo, Napirishauntas, que debió sucederle en el
trono.
Con estos
reyes, Elam entró en una fase de debilidad militar, como testimonian las
crónicas relativas al casita Kurigalzu II, durante cuyo reinado invadió Elam,
apoderándose de toda la Susiana. Se desconoce la causa de esta incursión
babilónica, al igual que la identidad del rey de Elam vencido por el casita. A
pesar de que Susa debió permanecer como provincia babilónica, el poderío de
Elam no disminuyó. Así lo demuestran las posteriores invasiones elamitas de Babilonia,
llevadas a cabo por el rey elamita Kidenhutrudish, bisnieto quizás de
Untasnapirisha. En un intento de sacar partido de los enfrentamientos entre
Babilonia y Asiria, atravesó el Tigris y se apoderó de algunas ciudades, a las
que saqueó, llevándose cautiva a la población. Babilonia quedó a salvo del
ataque, pero el rey babilonio Enlilnadinshume fue depuesto. Algunos años
después volvió a la carga, derrotando al nuevo rey casita Adadshumaidin,
monarca que él mismo había impuesto, tras lo cual Kidenhutrudish regentó
Babilonia por sí mismo. Estos ataques contra Babilonia ocasionaron la ruptura
total de las relaciones entre ambos países y, aunque las fuentes escritas
enmudecen por unas décadas, las nuevas guerras sostenidas por los babilonios
con los reyes elamitas de la siguiente dinastía así lo confirman. De este modo,
en el transcurso del siglo XII a.C., Elam dominará la escena internacional como
la mayor potencia militar del Próximo Oriente.
La dinastía Shutrukida
Sin
relación conocida con la dinastía anterior, se la considera fundada por
Shutruknahunte I -hijo de Haludusinsusinak, de quien nada se sabe-; de ahí la
denominación de shutrukidas, si bien, la posible unión con los igehalkidas
puede suponerse por el tradicional título de rey de Anshan y de Susa, que este
monarca utilizó al comienzo de su reinado. Otros de sus títulos -monarca de
Elam y gobernante de Elam- parecen remedar a Humbannumena I, en un intento de
unirse a su línea dinástica, ya que también lo menciona como constructor
original del templo de la diosa Kiririsha en Liyan y que él mismo hizo renovar.
La restauración de este templo y su mantenimiento en buen estado de
conservación, pasó a convertirse en algo habitual entre los reyes elamitas
desde Humbannumena I, a modo de rito regio de confirmación de la soberanía
sobre la región de Anshan.
Ya bajo su
mandato parece que la región de Anshan sufría un profundo retroceso urbano, en
especial por el descenso continuo de la población, cuya economía se había
reducido al ámbito local y, si bien es verdad que la propia ciudad de Anshan
era todavía importante, puesto que llegaban a ella productos de importación, lo
cierto es que la actividad constructora de edificios religiosos se llevó a cabo
principalmente en Susa durante esta dinastía, lo que hizo de ella la urbe de
más renombre. Debido a que Susa estaba emplazada en un lugar más seguro y a que
su prestigio iba en aumento, Shutruknahunte I ordenó reunir en ella las estelas
de los reyes elamitas que le precedieron y que se encontraban dispersas por
otros lugares del reino. De este modo, no sólo preservaba el acervo cultural
elamita de las incursiones de los nómadas, con los que combatió en varias
ocasiones, sino que también agrupaba el poder real y afirmaba así su posición.
El suceso
militar y político más relevante de su reinado lo constituye la invasión y
saqueo del país de Akad. La razón nos la da una carta que el rey elamita envió
a la corte babilónica reclamando el trono de Babilonia, al que creía tener
derecho en virtud de que ambas casas reales estaban unidas por lazos comunes,
surgidos a través de matrimonios regios entre reyes elamitas y princesas
babilonias. En verdad, a la muerte de Mardukaplaidin hubo problemas con la
sucesión real y el elamita presentó sus credenciales al trono. Para refrescar
la memoria a los casitas, que estaban al corriente de esta reivindicación, les
menciona también los hijos habidos de tales uniones, remontándose en esta
particular genealogía hasta Pahirishan, hijo del fundador de la dinastía
elamita anterior. El mismo Shutruknahunte I había desposado a la hija mayor del
rey Melishihu, razón por la cual exigía ser el legítimo heredero a la corona de
Babilonia, puesto que se consideraba descendiente de los grandes descendientes
del poderoso rey casita Kurigalzu. Sin embargo, los babilonios eligieron a
Zababashumaidin como rey. Frustrado en sus pretensiones, el rey elamita tomó la
decisión de imponerse por la fuerza, invadiendo Babilonia. Esta invasión,
llevada a cabo cuando en Asiria reinaba el longevo Asurdan I, perduraría en el
recuerdo de las generaciones futuras. Se puso en marcha por orden de Insusinak,
el dios de la dinastía. Atravesó el río Ulai y se apoderó de las ciudades de
Eshnuna y Dur-Kurigalzu. Luego, dirigiéndose hacia el oeste, tomó Sipar y Opis.
Así Babilonia quedaba cortada en dos mitades. Después descendió hacia el sur y
Babilonia, aislada del resto del país, fue finalmente tomada. Numerosas obras
de arte, reliquias del pasado glorioso del país de Akad, fueron llevadas a
Susa: el obelisco y tres estatuas de Manistusu, la Estela de Naramsin, el
Código de Hamurabi, la estatua de su suegro Melishihu, entre otras. El elamita
pudo jactarse de haber conquistado 800 ciudades. Esta invasión debió
contribuir, de paso, a la estabilización de los canales comerciales que
llevaban los productos occidentales a Elam, amenazados por el conflicto
fronterizo asirio-babilónico.
Kutirnahunte
II, su hijo mayor, se quedó como gobernador de Babilonia, pero no por mucho
tiempo, puesto que el último rey casita -Enlilnadinahe- se rebeló, aprovechando
que la muerte de Shuturknahunte I le había obligado a regresar a Elam para
proclamarse rey. Kutirnahunte II adoptó la titulatura de su padre y se dedicó
igualmente a la reconstrucción de templos en ruinas, tanto en Susa como en Anshan.
Entretanto, se preparaba para enfrentarse a Babilonia, en la que se presentó al
cabo de tres años, apresando a Enlilnadinahe, quien fue conducido cautivo a
Elam, junto con la estatua de Marduk, el dios nacional babilonio. Kutirnahunte
II regresó a Elam, dejando a Babilonia sometida a un vasallo elamita. La
intervención de los elamitas en Mesopotamia les permitió pasar a controlar los
territorios que se extendían hasta el Zab inferior, zona fronteriza en disputa
entre Babilonia y Asiria, a la cual afectaba indirectamente. Tal vez por este
motivo y dándose cuenta de la importancia estratégica de la región, el rey
asirio Asurdan I invadió la zona, apoderándose de algunas ciudades, en un
momento en que los elamitas no podían reaccionar.
Kutirnahunte
II falleció sin descendencia, pasando el trono a su hermano menor
Silhakinsusinak I, que conservó el título de rey de Anshan y de Susa. El
reinado de este rey fue uno de los más gloriosos de la historia de Elam. En
política interior se dedicó a levantar grandiosas construcciones y
restauraciones de edificios antiguos. Una de las mejor documentadas fue la del
templo del dios Insusinak, en Susa, en el que se emplearon ladrillos decorados
con bajorrelieves y esmaltados con paneles de bronce, con estatuillas de los miembros
de la familia real. Insusinak era considerado por Silhakinsusinak I como el
creador de su dinastía y quien les otorgó la realeza, por eso mereció una
dedicación especial. Pero la región de Fars también fue obsequiada con el nuevo
embellecimiento del templo de Kiririsha, diosa de Liyan, como ya era costumbre.
De este modo, se equiparaban a nivel religioso las dos partes del reino, Susa y
Anshan.
En política
exterior, Silhakinsusinak I se expandió hacia el norte, llegando hasta Arrapha
(la actual Kirkuk). Por sus inscripciones se deduce que llevó a cabo ocho
campañas, en un intento de controlar las vías comerciales que pasaban por Irán.
En las primeras campañas se dirigió a los territorios del Zab inferior, que
estaban probablemente en poder asirio desde su anexión por Asurdan I. Se
trataba en realidad de incursiones, que se repetían anualmente y en las que las
mismas ciudades eran tomadas una y otra vez. En una ocasión posterior, se
presentó ante los mismos asirios. Partiendo de una zona al norte del Diyala,
avanzó por los montes Zagros y el Tigris, llegando hasta los alrededores de
Arbelas, en la región de Nuzi. Aparte de asegurarse definitivamente el control
de las rutas este y oeste que iban desde el curso superior del Diyala hacia
Babilonia, intentaba oponerse a una posible invasión aramea, estableciendo
avanzadillas en las tierras situadas entre el río Tigris y los montes Zagros,
ruta que aquéllos podían seguir para penetrar en Elam. Entretanto, en
Babilonia, Mardukkabitaheshu se rebelaba en la ciudad de Isin contra Elam,
iniciando así la II dinastía de Isin. El tercer rey de esta dinastía,
Ninurtanadinshumi, fue probablemente el organizador de la resistencia de
Babilonia, que Silhakinsusinak I no pudo tomar, regresando a Elam tras el
saqueo de algunas poblaciones menores. En Elam, la tribu de los balahute (los
futuros partos), aprovechando su ausencia, había cometido algunas
expoliaciones, llevándose incluso prisioneros, pero fueron severamente batidos.
El botín robado se recuperó y se dedicó al dios Insusinak en Susa.
Uno de los
problemas que preocupaba al rey elamita era el relativo a la sucesión al trono.
De este modo, Silhakinsusinak I decidió determinar el orden de sucesión de una
manera manifiesta, por medio de inscripciones –que denominamos takkime, es
decir, dedicatorias por la vida de sus familiares y parientes. Por ellas
comprobamos cómo este monarca se empeñaba constantemente en precisar y aclarar
las filiaciones, la constitución de la línea dinástica entre las varias
posibles y sus relaciones con la sucesión, al objeto de evitar rivalidades,
enfrentamientos y reivindicaciones injustas. Igualmente intentaba paliar los
posibles golpes de estado con apariencia de legítimos.
Así pues,
ya hubiese sido instituida por este monarca o por su padre Shutruknahunte I, la
transmisión del poder real en la familia reinante elamita de esta época parece
que se realizaba del siguiente modo: El hijo primogénito del rey era el sucesor
legítimo, siendo a su vez sucedido por su hermano menor, pero éste no podía transmitir
el derecho al trono a sus hijos, sino que a su muerte, la corona volvía a su
sobrino mayor, es decir, al hijo primogénito de su hermano. Si el hijo mayor
carecía de descendencia, la sucesión no pasaba a los hijos del hermano menor,
sino a los de la hermana mayor, de ahí la expresión hijo de la hermana
(ruhushak), muy utilizada, como se ha visto, en la época de los yábridas o
sukkalmah. La ausencia de hermanas determinaba que el rey eligiese a su hija
mayor como legitimadora de la sucesión. Pero en cualquier caso, no se trataba
de una designación definitiva e inamovible, pues podía ser relegada por el
soberano y de manera discrecional, en beneficio de otra hija. Para este
intrincado sistema dinástico los elamitas disponían de una serie de términos técnicos,
que diferenciaban claramente a las personas elegidas, integrantes de la línea
legítima; así, la hija escogida era denominada hija amada (pak hanik); por su
parte, la madre del sucesor elegido era con respecto a él madre venerada (amma
hashduk); y el sucesor con respecto al soberano era hijo amado (shak hanik),
aunque esto no representase necesariamente una filiación biológica. De este
modo, si bien la filiación patrilineal era la preponderante al igual que en las
culturas del entorno, la matrilineal podía aparecer en circunstancias
determinadas. Conviene, pues, desterrar toda referencia al incesto de los
elamitas como legitimador de la sucesión al trono, así como a trasplantar este
sistema de sucesión a otras épocas y dinastías elamitas que nada tienen que ver
con los shutrukidas.
La línea
sucesoria así establecida, otorgó el trono a Huteludusinsusinak, hijo de
Nahunteutu -la esposa de Silhakinsusinak I-, pero cuyo padre se desconoce.
Obtuvo su derecho a la corona por parte de su madre, ya en vida de Shutruknahunte
I, de quien Huteludusinsusinak se consideraba hijo amado. Kutirnahunte II y
Silhakinsusinak I respetaron y confirmaron su derecho sucesorio. Este rey
conservó la tradición de su padrastro Silhakinsusinak I, precisando el orden de
sucesión y la línea dinástica. Fue también un rey constructor, aunque en menor
medida que sus predecesores. Sus títulos reales parecen separarse de la
tradición política anterior, puesto que suprime la mención de las ciudades de
Anshan y de Susa, pasando a denominarse soberano de Elam y de la Susiana,
singular título que recuerda los de Humbannumena I, aunque en forma abreviada.
Este rey se ha hecho famoso por su derrota en la guerra que le enfrentó al
babilonio Nabucodonosor I, a causa de la cual perdió los territorios de la
Susiana. Tras la retirada del babilonio, se estableció en Anshan, una ciudad en
decadencia pero que aún mostraba unas excelentes relaciones con Susa y gozaba
de una considerable riqueza; situación que se mantendrá hasta el final del
milenio y principios del siguiente, cuando pasó a formar parte del dominio
medo-persa en circunstancias desconocidas.
Huteludusinsusinak
fue sucedido por Silhinahamrulagamar, un rey del que nada se sabe, a no ser por
el dato de estar mencionado en las listas dinásticas de Silhakinsusinak I. Le
siguió en el trono un tal Humbannumena II, por lo demás completamente
desconocido, excepto por ser el padre de Shutruknahunte II, el último soberano
de esta dinastía.
Shutruknahunte
II, algo más conocido que sus dos antecesores, volvió a la tradición clásica e
incorporó a su titulatura el epíteto rey de Anshan y de Susa, significando así
que Susa y su región volvía a los dominios elamitas. De hecho, inscripciones
suyas se han hallado en esta ciudad. Desde aquí preparó la conquista de Karintas
-una ciudad hostil a Elam desde la época de Silhakinsusinak I-, con el objetivo
de recuperar la estatua del dios Insusinak -dejada allí probablemente por
Nabucodonosor I- y colocarla en su santuario de Susa junto a las estatuas de
los tres reyes que le precedieron, siguiendo la costumbre de conservar las
estatuas y estelas de los soberanos predecesores o antiguos.
Parece que
fue este rey quien clausuró su dinastía y el poder elamita en el II milenio,
aunque un tal Shuturnahunte, hijo de un Humbannumena y también rey de Anshan y
de Susa, pudiera haber sido un hermano, si no es que se trató de un reyezuelo
posterior a la caída de Susa en el año 646 a.C. De otros reyes -Aksirsimut y
Aksirnahunte-, conocidos por documentos administrativos y económicos como
contemporáneos de Shutruknahunte II, no se sabe prácticamente nada. Así pues,
aunque los elamitas desaparecen de la documentación textual mesopotámica en el
final del II milenio, los reinados de Silhinahamrulagamar, Humbannumena II y
Shutruknahunte II, que cubrieron todo el siglo XI a.C., aseguraron la
continuidad de la realeza elamita.
Si durante
unos dos siglos se carece de documentos elamitas y se deja de oir hablar de
Elam -la primera mención que se encontrará en los textos mesopotámicos data de
la cuarta campaña de Samsiadad V de Asiria contra Babilonia a finales del siglo
IX a.C., en la que aliados a los arameos serán vencidos por los asirios-, esto
no significa que perdiera su importancia, sino simplemente que las invasiones
de pueblos nómadas y las crisis económicas producidas en Mesopotamia otorgaron
prioridad al registro de estos sucesos. En el I milenio Elam volverá por sus
fueros.
La religión Elamita
La
documentación más abundante acerca de las creencias elamitas en los dioses
procede del periodo medioelamita, aun así no es muy abundante ni explícita. De
todos modos no parece muy diferente a la religión practicada por los pueblos de
su entorno. Con relación al panteón divino, se conoce la existencia de un dios
llamado Yabru, que los mesopotámicos equiparaban a su soberano dios Anu, con lo
cual se trataría del dios supremo, pero es un auténtico desconocido. Tras él,
tal vez haya que situar a la trinidad Napirisha (gran dios), su esposa
Kiririsha (la única grande) y el hijo de ambos Hutran (el poderoso). Kiririsha
estaba considerada como la señora de Liyan, madre de los dioses, protectora de
los reyes y dueña de la muerte. Conocidos son dos grupos de dioses, originados
quizá a partir de esta trinidad. Los Bahahutep (bienhechores), creadores del mundo
y de la vida, y los Napratep (los dioses creadores), que son los organizadores
de la vida física y encargados de su protección y desarrollo, a más de ser los
responsables de la existencia del mundo.
Puede
mencionarse también a Pinikir, una diosa a la que los especialistas
consideraron durante mucho tiempo como la divinidad suprema del panteón
elamita, debido al hecho de que aparece en el III milenio citada en el primer
lugar de una lista de dioses. En Choga Zanbil, su templo estaba emplazado de
manera destacada en la salida del pasaje real, indicio quizá de la importancia
de esta diosa. No obstante, serán los reyes neoelamitas del I milenio quienes
la tendrán por su dios personal. Era una diosa de la procreación y la
fecundidad.
En otra
categoría se presentan los dioses personales, regentes de las cosas. Así,
Humban, dios regidor del elemento aire; Nahunte, divinidad astral representando
al sol; Narundi –una divinidad discutiblemente elamita-, diosa de la justicia y
por tanto invocada en las victorias de los reyes sobre sus enemigos, las cuales
son por ello justas; Insusinak, dios de Susa, etc.
Otros
dioses actuaban por parejas: Simut el mensajero divino y Manzat su acompañante;
Ruhurater (el creador del hombre) y Hishmitik (el/la que transmite el nombre).
Estos dos dioses asistían al parto, uno como creador de la forma humana -el
cuerpo físico-, la otra para otorgar un nombre al recién nacido, pues al igual
que los sumerios, hasta que una cosa o una persona no era reconocida por un
nombre personal, no llegaba a tener verdadera existencia. En este sentido los
individuos llevaban el nombre de un dios o de una diosa en el suyo propio:
Untasnapirisha (Napirisha me ayudó), Silhakinsusinak (fortalecido por
Insusinak), Melirnahunte (sierva de Nahunte), etc. En virtud de que estas dos
divinidades regían la llegada de los recién nacidos al mundo, es decir su
salida de la oscuridad hacia la luz, Untasnapirisha les dedicó un templo
llamado templo de la luz (siyan hunin) en el santuario de Choga-Zanbil.
En su
dominio de la Susiana, los elamitas incorporaron al dios Insusinak, patrón de
Susa, el cual asumiría parte de las funciones de otros dioses elamitas. Así,
sustituyó a Hutran como miembro de la trinidad; también se le consideró dios de
la justicia y el derecho, reemplazando a Narundi, e incluso dios de los
muertos, suplantando en esta función a Kiririsha.
En cuanto a
las creencias en el Más Allá, las tablillas funerarias de Susa recuerdan
vagamente a algunos mitos griegos y egipcios, pues el difunto era conducido por
las diosas Isnikarab y Lagamar a través de los caminos tenebrosos del otro
mundo, cruzando un río y llegando a un lugar en donde era juzgado por
Insusinak, si bien el resultado del juicio se desconoce.
Respecto al
ritual y a los aspectos formales de la religión, los elamitas erigían templos a
cada dios, donde se les rendía culto. Eran alojados en ellos, en una zona
restringida, el santuario, en forma de estatuas a las que se rezaba. Los
templos -adornados con enormes cuernos en las fachadas, a modo de pagodas-
estaban regentados por la clase sacerdotal, de la que poco se sabe. En Susa y
en Choga Zanbil, la ciudad templaria estaba rodeada por una muralla en la que
se representaban relieves con genios protectores, así como en las paredes de
algunos templos. En el I milenio aparecerán santuarios al aire libre,
esculpidos en las rocas -a semejanza de los santuarios hititas-, con
representaciones de dioses, procesiones y adoradores; igualmente aumentará el número
de dioses, apareciendo otros nuevos. Se conocen algunos rituales relacionados
con el culto del fuego sagrado, que sería después habitual entre los persas,
asi como alguna ceremonia funeraria realizada a la salida del sol, pero son
poco conocidos. Igualmente se sabe poca cosa de las fiestas religiosas.
Los siglos oscuros
Entre los
siglos XI y X a.C. se produjeron frecuentes ataques de los nómadas arameos y
suteos. Los relatos babilónicos señalan, además, la aparición de un eclipse de
sol, inundaciones, incursiones de animales salvajes hasta el límite de las
ciudades, nacimientos monstruosos, etc, junto con periodos de hambre, todo lo
cual condujo inevitablemente a desórdenes sociales. Asimismo, los caldeos
invaden el País del Mar y Sumer, provocando el colapso del comercio en el Golfo
Pérsico y afectando a la economía de los babilonios y elamitas, a causa de lo
cual ambas naciones llegarán a una entente política. En Asiria, las ciudades
fueron abandonadas por sus habitantes, que se refugiaron en las montañas. Es en
estos momentos, cuando se asientan en la frontera con Elam las tribus que serán
mencionadas más tarde en los anales asirios posteriores -los litau, los puqudu,
los gambulu, los maneos-; gentes que ocuparán los territorios fronterizos entre
Asiria, Urartu y Elam. Los anales asirios mencionan, además, nuevas naciones:
Namri; Zamua, el antiguo país de los lulubeos; Habhu, cuyos habitantes se
dedicaban a la metalurgia, el trabajo de la plata y el tejido de la lana;
Ellipi, emparentado con los elamitas, y que se ocupaba principalmente de la
cría de ganado.
Otros
pueblos nuevos se presentan en el panorama internacional. Los urarteos, al
norte de Asiria; los medos y persas, al este de Elam, que comienzan sus
infiltraciones por esta época y presionan a los elamitas, cuyo territorio se va
restringiendo hacia el oeste. Aun así, los elamitas mantendrán el control de
Anshan hasta finales del siglo VIII a.C, cuando caerá en manos de los persas,
cuyos primeros monarcas de la dinastía aqueménida llevarán el título de rey de
Anshan. Especialmente numerosos eran los medos, divididos en dos grupos: los
medos cercanos, habitantes de los montes Zagros, tributarios de los asirios; y
los medos lejanos, considerados muy poderosos por los asirios debido a sus
numerosas tropas, que se extendían por todo el norte de Irán hasta Afganistán.
Debido a
estas circunstancias adversas y a los movimientos de las nuevas gentes,
conocido todo ello por textos de época posterior, parece lógico que la
producción escrituraria en Mesopotamia disminuyera, estando más preocupados sus
habitantes por sobrevivir y restablecer la economía que por registrar los
sucesos que se estaban desarrollando, razón por la cual se ha considerado
habitualmente a este periodo como el de los siglos oscuros, a causa de la falta
de noticias.
Asiria, Babilonia y Elam
Controlada
Siria y convertida en provincia, el asirio Tiglatpileser III se encaró con los
medos, llegando a introducirse en el norte iraní y trayendo miles de
prisioneros, caballos y ganado. Igualmente, sometió a las tribus que ocupaban
grandes territorios en Mesopotamia hasta la frontera con Elam, es decir la
Susiana, región a la que habían sido reducidos los elamitas durante el I
milenio. La ocupación de estas zonas por parte de Asiria perjudicaba las
relaciones entre Elam y Urartu, habiendo podido provocar una migración en masa
de pueblos del norte hacia Elam. Tal vez resida aquí uno de las factores que
inclinó a los elamitas a aliarse con los babilonios, hostigando a los asirios y
fomentando las revueltas entre sus vasallos. Además, Tiglatpileser III prohibió
entonces a la ciudad fenicia de Tiro, el comercio con Egipto, cuya importancia
se revelará con motivo de la guerra asirio-elamita.
Su sucesor
Sargón II pasó sus dos primeros años de reinado luchando con los opositores a
su golpe de estado. La situación fue aprovechada por el jeque caldeo de
Bityakin, Merodacbaladán II, para hacerse con el trono de Babilonia, ayudado
por el rey elamita Ummanigas I. También se rebeló Siria con el apoyo egipcio.
Cuando pudo reaccionar, Sargón II se enfrentó al elamita en las afueras de la
ciudad de Der. El asirio se jactó de haber aplastado a las fuerzas del rey de
Elam y de haber abatido su poderío, pero lo cierto es que salió derrotado, pues
la crónica babilónica dice que Ummanigas I acabó con el mandato de Asiria, causando
su gran derrota. Merodacbaladán II, que acudía como aliado del elamita, llegó
tarde a la batalla. Para controlar la zona, decidió fortificar con plazas
fuertes todo el noreste, reocupando y rebautizando los lugares abandonados.
Esto le sirvió al mismo tiempo para vigilar a las tribus medas, cuyos
territorios se extendían hasta donde se levanta el sol. Tras unas nuevas
campañas para reprimir rebeliones en Cilicia e Israel, Sargón II llevaría a
cabo la guerra con Elam. Aquí, Ummanigas I había muerto en el quinto año de
reinado de Merodacbaladán II, habiendo estado en el trono 26 años.
Fue
sustituído por Shuturnahunte I, el hijo de su hermana, un rey que aparece
tradicionalmente confundido por los historiadores con Shutruknahunte II, último
rey de la dinastía shutrukida. Este rey se unió a Merodacbaladán II en su año
doce para resistir a Sargón II, que descendió sobre Babilonia con la excusa de
exigir el tributo que el babilonio había decidido no pagar, la cercó, la tomó y
se sentó en su trono. Merodacbaladán II huyó durante la noche a Elam y su
aliado elamita se refugió en las montañas. Los asirios ocuparon los distritos
fronterizos de Elam y se apoderaron de las fortalezas elamitas de Samuna y
Babduri -que había levantado Shuturnahunte I- junto con los comandantes y 7.500
elamitas. Merodacbaladán II quisó sobornar al rey elamita para que le vengara,
entregándole sus pertenencias reales de plata, pero fue en vano, ya que éste
tuvo miedo de los asirios, aunque se quedó con los regalos, al decir del propio
Sargón II. Un segundo encuentro con los elamitas tuvo un carácter indirecto. El
fallecimiento de Talta, rey de Ellipi, provocó que sus dos hijos se enfrentaran
en una guerra civil a causa de sus pretensiones al trono. Uno de ellos, Nibe,
pidió ayuda a Shuturnahunte I, que le envió 4.500 arqueros; el otro, Ispabara,
solicitó el auxilio de Sargón II, que le mandó a siete generales con sus
ejércitos. Nibe fue derrotado e Ispabara se sentó en el trono.
Aprovechando
la muerte del rey asirio, Merodacbaladán II, se apoderó de Babilonia con el
apoyo del rey de Elam, quien sobornado con oro, plata y piedras preciosas, le
envió contingentes de tropas al mando de su comandante en jefe -Imbapa- y diez
generales, junto con 80.000 arqueros y numerosa caballería. Pero el nuevo rey,
Senaquerib, venció a los babilonios en Kish y expulsó a Merodacbaladán II. Al
año siguiente, atacó al país de Ellipi en represalia por la ayuda prestada a
los babilonios, devastando la zona y obteniendo, al mismo tiempo, la sumisión
de algunas tribus medas. En Babilonia, Merodacbaladán II aprovechó el
alejamiento del rey asirio para entrar de nuevo en acción. Senaquerib
reaccionó, llevándose cautivo a Belibni y colocando a su propio hijo,
Asurnadinshume, como gobernador de Babilonia. Los asirios llegarían hasta la
frontera de Elam persiguiendo al caldeo, que se refugió en la corte elamita con
todos sus recuerdos de familia, incluídos los huesos de sus antepasados y
desapareció de la Historia. Mientras tanto, en Elam, el mismo año en que
Asurnadinshume, hijo de Senaquerib, subía al trono de Babilonia, el rey
Shuturnahunte I era raptado por razones desconocidas y recluído por su hermano
Hallushu. Había reinado durante 18 años.
Tras la
desaparición de Merodacbaladán II, la historia de Elam se reduce en lo
principal a su guerra particular con Asiria, preocupada por las rebeliones de
los caldeos que afectaban a la zona sur de Babilonia y a la ruta comercial del
golfo Pérsico. Dado que los elamitas colaboraban con los caldeos y les apoyaban
mediante sobornos, los asirios sintieron que Elam era su propio problema y por
ello Senaquerib decidió atacar directamente a Elam. A ello se unía, sin
embargo, otra motivación. De un lado, Babilonia estaba aliada con Sidón, con lo
cual los sidonios utilizaban el Éufrates como atajo para llegar al golfo
Pérsico y a la India. De otro lado, los fenicios de Tiro desarrollaban su
actividad en el sur junto a Egipto -recuérdese que Tiglatpileser III les
prohibió comerciar con Egipto-. Ya con anterioridad, en la época del rey casita
Kurigalzu I, los sidonios habían intentado reabrir la vía marítima del golfo
Pérsico, pero fueron rechazados porque los babilonios mantenían buenas
relaciones con Egipto en aquel momento. Además, Israel controlaba la ruta que
iba de Fenicia al golfo de Akaba, en el mar Rojo. Para Tiro, suponía la
posibilidad de acceder allí directamente, sin el concurso de Egipto. Así se
explica la alianza del fenicio Hiram con Salomón, que estaba, a su vez, en
buenas relaciones con la reina de Saba en Arabia. La convergencia en Babilonia
de la ruta de la India con la de la seda que pasaba por Elam, preocupaba los
asirios. Así, la fuerte coalición Sidón-Babilonia-Elam explicaría el hecho de
que Asiria favoreciera la ruta tiria y la diferencia de trato con que los reyes
asirios actuaron frente a Tiro y Sidón: mientras Sidón fue arrasada por
Asaradón, las rebeliones de Tiro no fueron castigadas, limitándose los asirios
a cobrar los tributos atrasados. Ahora bien, puesto que la ruta del golfo
Pérsico estaba controlada por los elamitas, que dominaban la costa oriental -lo
cual había llevado a los babilonios a pactar con Elam-, para solucionar
definitivamente el problema comercial, los asirios decidieron eliminar a Elam.
Senaquerib
realizó la primera operación en su sexta campaña, el año 694 a.C., con la
excusa oficial de que los caldeos de Bityakin, seguidores de Merodacbaladán II,
se habían refugiado en Elam. Efectuó el ataque por mar a través del golfo
Pérsico, después de construir los barcos en Nínive y bajarlos por el Tigris,
pilotados por fenicios. En la desembocadura esperaba el ejército asirio para
embarcar. Luego, se trasladó a la costa elamita, donde se impusieron a una
pequeña avanzadilla elamito-caldea en la desembocadura del río Ulai,
procediendo a capturar y saquear algunas ciudades fronterizas elamitas -Nagitu,
Hilmu, Pillatu, Hupapanu-, pero no alcanzaron Susa. Elam respondió con un
ataque que cogió a Senaquerib por sorpresa, haciendo una incursión por el
Tigris hacia el norte de Babilonia, saqueando Sipar y cortando las
comunicaciones asirias. Además, se apoderó de Asurnadinshume, entregado por los
babilonios y llevado a Elam. No se vuelve a saber nada más de él.
En
Babilonia, los elamitas entronizaron a Nergalushezib, un exiliado, que se había
refugiado en Elam; pero pronto fue expulsado por los asirios. Volvió con
refuerzos elamitas, pero fue derrotado, capturado vivo y exhibido en la puerta
de Nínive, encerrado en una jaula. El hijo del rey de Elam, al mando de los
refuerzos, murió en el campo de batalla. Ese mismo año, en una revolución, el
pueblo elamita se apoderó de Hallushu, encerrándolo y matándolo. Había reinado
seis años. Eligieron a Kudurnahunte -Kudurru para los babilonios-, un hijo de
nadie, elevado al trono con la rebelión. Al año siguiente, para prevenir otra
incursión por los elamitas, Senaquerib emprendió un ataque a través del
territorio de la ciudad de Der. La idea era recuperar las ciudades fronterizas
que Elam se había anexionado en la época de su padre Sargón II. El ataque cogió
por sorpresa a Kudurnahunte, que abandonó la capital Madaktu y se refugió en la
montañosa Hidalu, aconsejando a la población esconderse en las fortalezas.
Senaquerib renunció a perseguirlo, so pretexto de un frío intenso, un terrible
temporal, nieve y lluvia. Kudurnahunte no sobrevivió más de tres meses; había
reinado durante 10 meses. Fue asesinado en el curso de una insurrección y
sustituído por su hermano menor, Menanu. Los asirios le llamaban Ummanmenanu y
decían de él que no tenía ni sentido ni juicio. Corría el año 692 a.C.
Mientras
tanto, en Babilonia, el general caldeo Mushezibmarduk, elegido entre el pueblo,
suscitó una rebelión contra Asiria con la ayuda del rey elamita, comprado con
los tesoros del templo del dios Marduk. Mushezibmarduk era un babilonio
exiliado en Elam, que tuvo que regresar a Babilonia a causa de las
maquinaciones que se urdían contra él en la corte elamita. Habiendo reunido una
numerosa tropa de elamitas, caldeos, arameos y babilonios se enfrentó a los
asirios en 691 a.C., en las afueras de la ciudad de Halule, al norte de
Babilonia. Elam acudía con sus propios aliados, Parsuash, Pasheru, Ellipi y
Anshan -que ya no estaba bajo soberanía elamita, sino en poder de los persas de
Aquemenes-. Senaquerib, en su rimbombante estilo, hace alusión a una innumerable
horda, una gran masa, cual enjambre de langostas, que se abalanzó sobre él como
una tormenta cuajada de densas nubes.
El asirio
narra la batalla y la subsiguiente matanza, consecuencia de la magnífica
victoria que se atribuye, aludiendo a que las pérdidas elamitas ascendieron a
150.000 individuos. Sin embargo, la crónica babilónica afirma que fue obligado
a retirarse. Para conjugar estas dos informaciones contradictorias, se ha
supuesto que Elam estaba amenazando con una invasión. Desde este punto de
vista, el éxito asirio consistió en evitar su avance, pero su regreso a Nínive
sin alcanzar Babilonia fue, desde el punto de vista babilónico, una retirada.
Tuvo que esperar dos años para poder realizar su famosa campaña devastadora
contra Babilonia. Entre las razones de este rey asirio para destruir la capital
del mundo antiguo debió pesar la muerte de su hijo a manos de los elamitas, con
el dinero de los templos babilonios. Así, en el año 689 a.C. Babilonia fue
destruida, sus habitantes eliminados o deportados, los templos arrasados y la
ciudad sumergida bajo las aguas. Mushezibmarduk fue capturado y llevado cautivo
a Asiria.
Entretanto,
en Elam, Ummanmenanu sufría un ataque de parálisis bucal que lo dejaba sin
habla. Moriría un año después, el mismo en que Senaquerib destruía Babilonia.
Había regido en Elam durante cuatro años. Le sucedió Ummanaldas I, que se
mantuvo en el trono ocho años, al cabo de los cuales enfermó al mediodía del
día 23 del mes de octubre, muriendo por la tarde. Su hijo Ummannaldas II se
sentó en el trono y unos meses después moría Senaquerib.
Cuando su
hijo Asaradón intentó que los caldeos de Bitdakuri y los gambulu devolvieran
las tierras ocupadas a los babilonios con motivo de la destrucción de la gran
ciudad, se produjeron disturbios, que fueron aprovechados por el rey del País
del Mar para asediar la ciudad de Ur. Ante la respuesta asiria, el sedicioso
Nabuzerkittilishir -hijo de Merodacbaladán II- no pudo resistir y huyó a Elam,
donde el rey elamita lo hizo eliminar. Su hermano se asustó y, emigrando de
Elam, se refugió en Nínive junto a Asaradón. En relación a Elam, Asaradón tuvo
un pacífico reinado. En el cambio de actitud elamita respecto a los babilonios,
tal vez tenga algo que ver la nueva postura asiria de reconstrucción de
Babilonia, así como la unión de ambas casas reales por medio del matrimonio de
Asaradón con una princesa babilónica. De este modo, el comercio se mantenía
estable, no siendo viable para los elamitas apoyar nuevas rebeliones de
pretendientes al trono de Babilonia, puesto que sólo ocasionaban gastos. Es
posible también que Elam y Asiria hubiesen suscrito algún tipo de pacto, dado
que el primer año de Asaradón conmemora la venida desde Elam de los dioses que
fueron expoliados anteriormente, con excepción de los dioses de Akad, incluída
la diosa Ishtar, que lo harían siete años después. El rey de Elam, Ummanaldas
II, acabó su vida en su palacio, sin estar enfermo, sino gozando de buena
salud, según nos lo dice la crónica babilónica. Fue rey durante 6 años. Su
hermano Urtaku se convirtió en su sucesor. Su primera acción de gobierno fue
devolver a los dioses de Akad, como manifestación de su voluntad de continuar
con la alianza asirio-elamita.
Respecto a
Elam, el nuevo rey asirio Asurbanipal intentó seguir la política de su padre
Asaradón, firmando un tratado de paz con Urtaku. De este modo, ante las
dificultades económicas de Elam debidas a la pérdida de Anshan a manos de los
persas -lo que quebrantaba la vía terrestre de la India- y a los estragos
causados por la ausencia de lluvias -lo que provocó la pérdida de las cosechas
y trajo el hambre-, Asurbanipal le envió grano para salvar la vida de su pueblo
y además consintió que la gente que había huido ante el hambre, se estableciese
dentro de Asiria hasta que llegaran las lluvias y sobrevinieran las cosechas,
devolviéndolos después a Elam. Sin embargo, el rey elamita respondió con una
política de agresión. Aprovechando la ausencia de los ejércitos asirios, que se
encontraban invadiendo Egipto, creyó llegada la oportunidad de independizar a
Babilonia de la férula del poder asirio, asegurando definitivamente la ruta del
golfo Pérsico, sobre todo teniendo en cuenta que Anshan ya había escapado al
control directo de los elamitas. Al mismo tiempo, apoderándose de Babilonia,
mantenía abierta la ruta terrestre hacia el Mediterráneo sin tener que depender
de Asiria. En resumen, se revitalizaba la ruta Sidón-Babilonia-Elam. Por todo
ello, Urtaku se dejó seducir por las maquinaciones de los dirigentes tribales
babilonios y atacó Babilonia en el año 664 a.C.
En cuanto a
la política interior, Urtaku necesitaba una victoria para asegurar su posición
en el trono, pues las intrigas de los miembros de la familia real, que se
confabulaban contra él, provocaban la inestabilidad. Así, su hermano Teuman,
que era opuesto a Asiria, utilizaba su influencia para convencer a Urtaku de
que apoyara la rebelión babilonia de Nipur y de los gambulu contra Asiria, lo
cual le permitiría, en caso de fracaso o de ausencia del rey de Elam,
apoderarse del trono. La sorpresa por la actitud elamita y su ruptura del pacto
se observa en los escritos de Asurbanipal, que se queja amargamente de su amigo
Urtaku, a quien no abandonó y con quien mantenía buenas relaciones, no pensando
que pudiera traicionarle, puesto que se había mostrado amistoso. Ciertamente,
Asurbanipal disculpa al elamita, diciendo que los culpables de haber engañado a
Urtaku y de haberlo arrastrado a una guerra injusta, infringiendo el juramento
a los dioses, fueron tres babilonios: Beliqisha -jeque de la tribu de los
gambulu-, Nabushumeresh -gobernador de la ciudad de Nipur- y Mardukshumibni
-uno de sus propios oficiales-.
Asurbanipal,
atareado con egipcios y fenicios, no queriendo creer lo que su amigo elamita
estaba haciendo, se cercioró primero por medio de mensajeros, mandando luego un
ejército para repeler a Urtaku. Este suceso contribuyó a agriar las relaciones
entre Asurbanipal y su hermano Samashshumaukin –rey de Babilonia-, pues tenía
claro que éste se había puesto de acuerdo con el elamita. También contribuyó a
acentuar la crueldad de Asurbanipal, marcado por las traiciones de su amigo y
de su propio hermano. Urtaku fue perseguido hasta los límites de Elam, muriendo
poco después de forma desconocida. Se cumplían así los planes de Teuman, que se
hizo con el trono e intentó asegurar su posición, tramando el asesinato de los
familiares de sus dos predecesores: los hijos de Urtaku -Ummanigas, Ummanapa y
Tamaritu- y los hijos de Ummanaldas II -Kudurru y Paru-. Pero estos cinco,
junto con otros sesenta miembros de la realeza, acompañados por algunos nobles
y arqueros escogidos del ejército, lograron escapar y huir a la corte Asiria
donde se les dió asilo.
Teuman
exigió la extradición de los exiliados con continuos mensajes a la corte de
Nínive, pero Asurbanipal, dado su tono soberbio e insolente, no accedió,
decidiendo por su parte invadir Elam. Para legitimar su decisión, el rey asirio
se apoyó en una teofanía, un sueño y un eclipse, explicando que había sido la
voluntad de los dioses. Estaba además interesado en colocar en el trono a
alguno de los hijos de Urtaku, y al mismo tiempo quería aparecer públicamente
como víctima ofendida, por lo que lanzó una campaña de desprestigio contra su
adversario elamita, diciendo de él que era un usurpador y calificándolo
despectivamente: imagen de un demonio, desprovisto de razón, pecador contra el
dios Asur, etc., resaltando, de paso, su actitud insolente y su carácter
soberbio. Para entonces Egipto se había sacudido el yugo asirio. Asurbanipal no
reaccionó, prefiriendo llevar a cabo la campaña contra Elam.
Ante el
ataque de los asirios, Teuman intentó oponerse con un contraataque por el norte
de Babilonia, pero cuando el ejército asirio llegó a la ciudad de Der, sintió
miedo y se retiró a Susa. Los asirios lo acosaron y lo obligaron a salir de la
ciudad y presentar batalla en Tulliz, junto al río Ulai. La batalla -año 653
a.C.- resultó desfavorable para los elamitas y Teuman pereció en ella. En el
viaje de regreso a Asiria, los asirios derrotaron también a Dunanu, jeque de
los gambulu e hijo de Beliqisha -uno de los consejeros babilonios de Urtaku-,
que había confiado en Elam y se apoderaron de su capital Shapibel.
Eliminado
Teuman, Asurbanipal colocó en el trono elamita a Ummanigas II -el mayor de los
tres hijos de Urtaku-, que fue nombrado rey en Madaktu; el menor -Tamaritu I-
fue hecho rey de Hidalu, plaza dejada vacante por Ishtarnandi, rey que falleció
en la misma guerra que Teuman. Pero Ummanigas II, a quien Asurbanipal hizo
muchos favores, no quiso mantener buenas relaciones, sino que se dedicó a
maquinar intrigas con Babilonia, aceptando el soborno de manos de los
mensajeros de Samashshumaukin y contribuyendo a hacer estallar la guerra de
éste contra su hermano Asurbanipal en 652 a.C. El primero en iniciar las
hostilidades fue el rey del País del Mar, Nabubelshumate, que debía el trono a
Asurbanipal, pero que se había aliado a los babilonios. El general asirio
Belibni lo puso en fuga, pero al huir a Elam, se llevó consigo prisioneros a
los consejeros asirios, lo cual irritó a Asurbanipal. Por su parte, los
elamitas atacaron por el norte. Unidos a los guteos, amorreos y al país de
Meluhha, bajo el mando de Undasi -un hijo de Teuman, a quien Ummanigas II envió
con la excusa de vengar a su padre, pero con la esperanza de que muriera, como
así ocurrió-, se enfrentaron a los asirios en Manqisi, cerca de Der, pero
salieron derrotados. Entonces Asurbanipal envió un mensaje a Ummanigas II, que
retuvo al mensajero y no respondió. Al mensaje siguió una sublevación cortesana
que ocasionó la muerte del rey elamita y de toda su familia. El autor de la
masacre era su sobrino Tamaritu II -un hijo de Tamaritu I-, que detestaba a los
asirios a causa de la muerte de Teuman; además, guardaba rencor a Ummanigas II
por la muerte de Undasi y por sus muestras de sumisión a Asiria.
Tamaritu II
se mostró favorable a los intereses de Babilonia, aceptando también los
sobornos de Samashshumaukin. Asurbanipal se lamentaba de que no le enviase
saludos al subir al trono, pero lo cierto es que no le dio tiempo, pues uno de
sus generales, llamado Indabibi, se alzó en armas contra él, forzándolo a huir
a Asiria, junto con sus hermanos, su familia, la simiente de la casa de su
padre, 86 nobles elamitas y 17 parientes más. A pesar de decir que Tamaritu II
era más malvado que su predecesor y que había venido en ayuda de
Samashshumaukin, haciendo avanzar sus ejércitos para enfrentarse a los asirios,
Asurbanipal tuvo piedad de él y de los suyos y se dignó acogerlo.
El nuevo
soberano -Indabibi- mantuvo una actitud ambigua, restituyendo a Asurbanipal los
consejeros asirios que Nabubelshumate se llevó prisioneros a Elam, pero
rehusando entregar al mismo rey, a pesar de las reiteradas amenazas asirias de
invasión. Asurbanipal decidió actuar con la misma ambigüedad, manteniendo
buenas relaciones con él, pero no expulsando de su corte a Tamaritu II. Al
mismo tiempo, intrigaba secretamente, fomentando la oposición de ciertos
miembros de la nobleza elamita. Las maquinaciones de ambos reyes dieron lugar a
un estado de paz temporal, que Asurbanipal aprovechó para acabar con la
rebelión de su hermano Samashshumaukin. Tras un asedio de dos años, Babilonia
cayó y fue convertida en provincia bajo el mando del gobernador Kandalanu. Tras
ello, Asurbanipal decidió atacar a Elam para hacerse con Nabubelshumate. Cuando
los elamitas se enteraron de que el ejército asirio se había movilizado, se
sublevaron contra Indabibi y lo mataron, colocando en el trono a Ummanaldas
III, hijo de Atametu, probablemente el arquero de Teuman del mismo nombre.
Asurbanipal
le reconoció como rey y le envió un mensaje para tratar del regreso de la diosa
Nana desde Susa a Uruk, aunque con resultado infructuoso. Esta era una de las
razones por las cuales invadió Elam. Los anales asirios no dan, en cambio,
ninguna explicación. Asurbanipal se limita a decir que reclutó sus tropas y
avanzó hacia Elam, llevándose consigo a Tamaritu II. Según la correspondencia
asiria, en el año 647 a.C. un ejército bajó desde Der hasta Bitimbi -fortaleza
elamita situada en la frontera con Asiria- con la intención de distraer las
fuerzas de los elamitas a la zona, de modo que el otro ejército, conducido por
Belibni desde Babilonia, atravesara el golfo Pérsico y pudiese capturar a
Nabubelshumate. Esta era una segunda razón de la invasión de Elam. Belibni no
tuvo suerte en su objetivo, conformándose con el saqueo de las ciudades de
Hilmu y Pillatu; por contra, la toma de Bitimbi resultó muy rentable, pues el
comandante de la fortaleza -Imbappi, yerno de Ummanaldas III- y la mujer e
hijos del anterior rey Teuman cayeron en manos asirias. Luego, ambos ejércitos
se reunieron y continuaron hacia Susa, obligando a Ummanaldas III a escapar a
las montañas. Con los asirios en poder de Susa, se nos revela la tercera causa
de la guerra: instalar de nuevo en el trono elamita a Tamaritu II.
A partir de
ahora las informaciones sobre Elam se hacen oscuras. Sabemos de la existencia
de una rebelión llevada a cabo por Ummanigas III, hijo de Amedirra, que se
levantó contra Ummanaldas III, quien lo derrotó en batalla campal. Este mismo
levantamiento obligó a Umbahabua, el rey de Hidalu, a huir a la ciudad de
Bubilu, donde se nombró rey, aprovechando la ausencia de Ummanaldas III,
ocupado en la lucha. Sin embargo, la cercanía de las tropas asirias, que
estaban ya en Susa, hizo que huyese asustado, desapareciendo en el mar. Por su
parte, Tamaritu II se revolvió contra Asurbanipal, considerando que los asirios
-en el regreso a su país-se dedicaban a saquear las pequeñas ciudades elamitas.
Planeó asesinar a la guarnición asiria de Susa, pero sus planes se
descubrieron. Fue depuesto y enviado por segunda vez ante Asurbanipal, que no
menciona el destino que le reservó. Tras la marcha de los asirios, Ummanaldas
III regresó a Madaktu desde las montañas. Poco tiempo después, Asurbanipal
decidía una definitiva invasión de Elam. La captura de Nabubelshumate, o la
devolución de la estatua de la diosa Nana, podrían haber estado en el origen de
esta guerra.
Así pues,
en el año 646 a.C. Asurbanipal lanzó su ofensiva. En respuesta al ataque,
Ummanaldas III abandonó Madaktu, cruzó el río Idide y entró en Durundasi
(actual Choga Zanbil), haciendo del mismo río su línea defensiva. Las tropas
asirias a la vista del río tuvieron miedo, pero el asirio les dijo que la diosa
Ishtar se le había aparecido en sueños y les guiaría. Animados por esta
revelación, cruzaron el río y capturaron Durundasi, pero Ummanaldas III por
segunda vez escapó a las montañas. El ejército asirio se internó en territorio
elamita, hacia Hidalu y Pashime a través de las provincias de Bunanu, Tasharra
y Huhnur. Los dioses y las poblaciones de estas ciudades fueron deportados a
Asiria. La diosa Nana fue, por fin, recuperada. En el regreso se produjo el
famoso saqueo de Elam, que Asurbanipal se deleitó en relatar con sumo detalle.
Los
administradores y la familia real fueron deportados a Asiria. El ejército
elamita fue incorporado al asirio. El libro bíblico de Esdras cuenta que los
deportados elamitas fueron establecidos al norte de Palestina. Ummanaldas III
regresaría para volver a reinar por tercera vez sobre Madaktu. Esto obligó a un
tal Pae, quizá un gobernante títere asirio, a huir a Asiria. La vuelta del rey
de Elam permitió a Asurbanipal escribirle por última vez, pidiendo la entrega
del rebelde Nabubelshumate, que se suicidó temiendo que el rey elamita
accediera. Su cadáver fue enviado a Asurbanipal.
Una nueva
revolución en Elam obligó a Ummanaldas III a refugiarse en las montañas, pues
la muerte de Nabubelshumate y el envío de su cuerpo a Asiria le creó una fuerte
oposición, ya que él había sido partidario de entregarlo a los asirios. Durante
su estancia en la ciudad de Murubisu, la tribu de Ellipi lo capturó y lo
entregó a Asurbanipal. La sonada invasión de Elam ocasionó la sumisión espontánea
de varios países vecinos, entre ellos el país de los persas, cuyo rey Ciro I,
envió a Nínive a su propio hijo Arukku como rehén. De todos modos, la campaña
se convirtió a la postre en un grave error político, pues Elam funcionaba como
estado tapón frente a los medos que amenazaban el este de Asiria. Cierto que la
posesión del sur mesopotámico permitía a los asirios el control de la ruta del
golfo Pérsico, pero aun así, la desaparición de Elam como poder político y
militar de primer orden fue el principio del fin para Asiria; sin Elam, los
asirios ya no pudieron hacer frente a los medos, que acabarían por borrarlos de
la faz de la tierra.
Los neobabilonios y Elam
El rey
babilonio Nabopolasar les había devuelto a los elamitas sus dioses arrebatados
por Asurbanipal, consiguiendo, a cambio, su apoyo en la recuperación de las
ciudades de Sumer, especialmente Uruk, de manos asirias. Aunque Elam no era ya
una potencia, seguía contando en el plano internacional. Varios reyes se
sucedieron en el trono de Susa -Humbannumena III, Shuturnahunte II, Hubantarah,
Hallutasinsusinak, Hutrantemti II, Addahamitiinsusinak. Después se produjo una
escisión política en varios reinos independientes. Así surgieron los reyezuelos
de los pequeños países de Zamin -Massini, Bahuri-, Ayapir -Shuturnahunte III-,
Samati -Dabala, Ampiris, Unzikilik, Anishilha, Unsak-, Zari -Apalaya-, Gisat
-Hubanshutruk- y Susa, el que representaba a Elam a los ojos de los babilonios.
Aquí se sucedieron los reyes Ummanunu, Silhakinsusinak II y Teptihubaninsusinak.
Mientras los pequeños estados elamitas frenaron la expansión meda hacia
Mesopotamia, los babilonios pudieron ocuparse de sus intereses en Siria. Más
tarde, la unión de medos y persas acabaría con estos pequeños reinos,
englobándolos y despejando el camino hacia Babilonia.
Durante el
reinado de Nabucodonosor II, tenemos noticias de una guerra llevada a cabo
contra Elam, sin que sepamos el motivo de la misma. Al parecer, el
enfrentamiento se produjo en la orilla del río Tigris; sin embargo, el rey elamita
tuvo miedo y regresó a su país. Finalmente, sabemos por el libro bíblico de
Judit, de otra guerra contra Elam, esta vez aliado a Arfacsad, rey de los
medos. La batalla tuvo lugar en la llanura de Arioc y supuso una gran victoria
para el babilonio.
En 549
a.C., el mismo año que el rey babilonio Nabónido abandonaba su ciudad Babilonia
y emprendía el camino del desierto, un joven persa llamado Ciro derrotaba a su
pariente medo Astiages sin siquiera pelear. Los medos, llamados umanmanda por
los mesopotámicos, quedaron englobados en el imperio persa desde ese momento.
Los persas se extendieron hacia el oeste a costa de los elamitas, apoderándose
de Anshan -la capital de Elam- a comienzos del siglo VII a.C., tal y como se
conoce a través de la tradición persa, según la cual, ya desde la época de
Teispes (675-640 a.C) Anshan estaba en su poder, pues se denominaban a sí
mismos reyes de Anshan. Por tanto y de acuerdo con la cronología persa,
Aquemenes -el padre de Teispes- debió ser dueño de Anshan desde 700 a 675 a.C.
Para vigilar su expansión, los elamitas establecieron una segunda capital en
Hidalu, gobernada por un rey.
Con la
llegada de Darío I algunos elamitas -Assina, Ummanish, Atamaita-, intentaron
aprovechar la confusión producida por la guerra civil persa para sacudirse su
dominio por medio de rebeliones efímeras, que fueron aplastadas rápidamente por
el persa. Todas estas insurrecciones están relatadas en la famosa inscripción
de Behistún, excavada en la roca para mayor gloria de Darío I, que la redactó en
tres idiomas: persa, acadio y elamita. Con estos rebeldes decidimos acabar la
historia política de Elam, si bien su cultura y su idioma aún perduraron. El
elamita fue la lengua oficial del imperio persa y en ella se registraban los
documentos de archivo. Desaparece del mundo escrito con los aqueménidas, pero
seguirá hablándose por lo menos hasta el siglo X d.C., según el geógrafo árabe Istajri.
Lista dinástica de los reyes de Awan
·
Peli (2500 a. C.)
·
Tata (fecha precisa
desconocida)
·
Ukku-Takhesh (fecha precisa
desconocida)
·
Khishur (fecha precisa
desconocida)
·
Shushun-Tarana (fecha precisa
desconocida)
·
Napil-Khush (fecha precisa
desconocida)
·
Kikku-Sive-Temti (fecha
precisa desconocida)
·
Lukh-Ishshan
(s. XIV a. C.)
·
Khelu (2300 a. C.)
·
Khita (2275 a. C.)
·
Kutik-Inshushinnak (2240 a.
C.)
Civilización de Jiroft
Jiroft es una ciudad de Irán, al
sudeste del país, a la provincia de Kerman, a la llanura de Jale Rud al sur de
las montañas Bariz o Baridjan, suroeste de Bam. Es el lugar donde se ha
registrado la temperatura más alta del mundo con 57 grados el agosto de 1993.
En el 2001
se descubrió de forma casual la entrada a una tumba cerca del río Halid Roud,
en su interior se encontró un vaso de clorita con incrustaciones de piedras
duras.
La población local saqueo de forma sistemática el lugar y muchas
piezas terminaron en el mercado de antigüedades, pero en febrero de 2002
intervienen las autoridades iraníes y tras detenciones lograron recuperar una cerámica
de lapislázuli y cobre con dibujos en relieve datado en el III
milenio a. C., pero al dispersarse la cerámica debido al saqueo, se
ha hecho difícil reconstruir dicha cultura.
Se sabe que no es mencionada en ningún texto o nota de la
antigüedad, aunque se ha sugerido que podría ser " el país de Aratta" donde según los mitos de Sumer existía una cultura
rival de la de Uruk,
otros conjeturan (ej. Daniel T. Potts, Piotr
Steinkeller) está conectado con la oscura ciudad estado de Marhashi, que
aparentemente estaba al este de Elam.
El vaso de clorita con relieves de animales, seres fantásticos y
arquitectura era todo los que los estudiosos tenían, pero la zona original y la
datación eran objeto de discusión.
En febrero de 2003 el arqueólogo franco-iraní Youssef Madjidzadeh
inicia la primera campaña de excavaciones en Komar Sandal Sur y Norte los
cuales probablemente forman parte de un único centro urbano del cual forma
parte la necrópolis saqueada. Su estudio y análisis son proseguidos año tras
año con una activa colaboración internacional.
Ámbito
Histórico
Los estudios han permitido identificar muchos
sitios pertenecientes a dicha civilización, que al parecer se desarrolló en un
área de aprox. 400 km X 300 km, en un amplio valle semidesértico circundado por
altas montañas, abierto en dirección Suroeste hacia el Estrecho de Ormuz en el Golfo
Pérsico. Se encuentra en la " vía del lapislázuli " que llevaba el
preciado material atravesando la zona en su ruta hacia el Antiguo Egipto, tras
partir de Afganistán.
Sus habitantes probablemente procedían del Asia
Central.
En este lugar se han hecho importante hallazgos de la edad del
bronce, separadas de las del resto de la zona, con una pirámide y otros restos
de arquitectura propia. Una de las hipótesis es que sería el reino de Aratta,
mencionado a las leyendas sumerias (después del 2500 a.C) como un país rico y
montañoso gobernado por el rey Ensuh-keshdanna, y donde los sumerios se
proveían de materiales que carecían en su país como plata, oro y lapislàtzuli.
Hasta estos hallazgos (al 1976) se daba por seguro que el reino de Aratta era
lo de Urartu donde era el monte Ararat. La cultura de este lugar se ha
bautizado como civilización de Jiroft o cultura de Jiroft.
La ciudad fue conquistada por Mudhashi ibn Masud el 655. La historia
de la villa es desconocida. Los saffàrides la embellecieron con algunas
construcciones. Todavía existía bajo los timúrides pero después desaparece de
las fuentes, dejando su nombre a la comarca. La antigua villa se encontraba
seguramente cerca de la moderna Sabzawaran. La moderna villa ha crecido a los
últimos años; es capital de un condado que el 2007 tenía 126.825 habitantes.
La agricultura se basaba probablemente en la
producción de dátiles y la irrigación se aseguraba con un pozo artesiano para
no depender del río.
En una montaña situada cerca de 150 km al norte de
la ciudad se han descubierto unas antiguas minas de cobre desde donde se
obtenía el metal empleado por dicha civilización.
El sitio de dónde provenía la clorita del vaso no
ha sido aún identificado. El conocimiento de la escritura y la antigüedad de la
ciudad han llevado a algunos estudiosos a decir que es anterior a Mesopotamia
como primera civilización urbana, mientras otros disminuyen su importancia.
Será necesario seguir profundizando en el legado de dicha civilización para
compararla con la de sumeria y la del Valle del Indo.
El
vaso de piedra
Este vaso de clorita se caracteriza por estar difundido de Siria (Mari)
a Mesopotamia (Nippur y Ur) y de Uzbequistán (Soch) a la Península Arábiga
(incluyendo la isla de Tarut) sus incrustaciones de lapislázuli proceden de Afganistán
o incluso de la India, por lo que hay gente que duda que el vaso de clorita
fuera producido en Jiroft con clorita cavada localmente.
Jiroft quizás fuera el mayor centro de
producción pero los artesanos locales no imitaron el estilo. Muchos eran
fabricados para uso funerario para no ser utilizados nunca con dicho fin. Otros
vasos eran de alabastro rosa o de mármol blanco. Los vasos encontrados
correspondían a tres formas: vaso, copa y largo y redondo, según ciertas
interpretaciones representan una versión anciana del mito de Mesopotamia de Etana,
que seria ciertamente originario de esta región.
Jiroft quizás fuera el mayor centro de producción pero los
artesanos locales no imitaron el estilo. Muchos eran fabricados para uso
funerario para no ser utilizados nunca con dicho fin. Otros vasos eran de alabastro
rosa o de mármol
blanco. Los vasos encontrados correspondían a tres formas: vaso, copa y largo y
redondo, según ciertas interpretaciones representan una versión anciana del
mito de Mesopotamia
de Etana, que sería ciertamente originario de
esta región.
La ciudad de Konar Sandal
Esta ciudad está presidida por una plataforma de ladrillo crudo que
recuerda a los ziggurats de Mesopotamia, aunque aparentemente era una
fortaleza, rodeada de un grueso muro. Constaba de al menos dos pisos con
ventanas.
Se diferencia del resto de edificios públicos por el mayor tamaño
del ladrillo crudo utilizado en su construcción. En esta ciudad se ha
localizado un laboratorio para la elaboración de las piedras duras y de las madreperlas.
Un importante descubrimiento fue un fragmento de una inscripción
en escritura elamita lineal, que da
ejemplo de contactos con la Susa del III
milenio a. C.
Empleando como base la indagación geodésica durante las campañas
sucesivas se han encontrado estratos individuales de al menos 10 fases
distintas.
Gracias a los repetidos descubrimientos, ha sido posible
establecer que la necrópolis ya era utilizada desde el IV
milenio a. C., época en la que parece haber un estrecho
legado con la cultura de Tall-i-Iblis ( descubierta por Joseph R. Caldwell) e
incluso se ha propuesto que estaba habitada para el VI
milenio a. C.
Durante las últimas campañas se ha desenterrado una estatua de bronce con la
figura de una cabeza de cabra datada en el III
milenio a. C. Se excavan restos en la principal ciudad de
la región Konar Sandal, pero también hay un yacimiento
importante en Tepe Yahya, en la provincia de Kermán.
Otras excavaciones realizadas en esta provincia fueron conducidas
por sir Auren Stein en 1930, una de las más
notables, fue la del grupo liderado por el profesor Joseph
R. Caldwell del Museo Estatal de Illinois
en 1966
( Tall-i-Iblis ), y Lamberg Karvolski de la Universidad de
Hardvard en 1967
( Tepe Yahya, Sogan Valley, Dolatabad ).
La
escritura
Youssef
Madjidzadeh hizo público el descubrimiento de una escritura
anteriormente desconocida, la cual es comparable a la escritura lineal elamita ,
siendo datada hacia el 2200 a. C.
El anuncio de este descubrimiento es recibido con escepticismo, en
2007 Jacob Dahl, especialista en textos antiguos de la Universidad Libre de Berlín dijo: ningún
especialista de este mundo podría considerarlo más que una absoluta
falsificación.
Youssef Madjidzadeh es defendido por la co-excavadora Holly Pittman de la Universidad de Pensilvania que hace notar
que anteriores descubrimientos de antiguas civilizaciones fueron objeto de
similar incredulidad.
Acmeta (arameo
Ajmethâ; persa antiguo, Hagmat~na).
Fortaleza de los medos. A
la ciudad se la conoce más por su nombre griego: Ecbatana. Estaba situada en
la parte occidental de los montes iranios, a unos 1.800 m s.n.m., razón por la
que gozaba de un clima agradable y los reyes persas la usaban como su capital
de verano; también era una de las ciudades donde guardaban sus tesoros. En esta ciudad se habría promulgado el
decreto que permitía a los judíos volver de su exilio, pues una copia del
documento se conservaba allí (Esd. 6:2).
Como la ciudad moderna de Hamadán está construida sobre las ruinas
de la ciudad antigua, no se han realizado excavaciones sistemáticas, pero las
clandestinas desenterraron algunas antigüedades.
MEDOS Y PERSAS
Invasiones iranias y el
Elam del 1º milenio
Al período Pre-Obeid en Irán se le llama protoiranio. Sus características son:
Establecimiento en Tepe-Sialk:
Poblado de chozas rodeado de muros de protección. Cerámica pintada y cobre
repujado. A los adultos se les entierra inhumados en fosas, y los niños a veces
en jarras. Más adelante se construye con ladrillo crudo. Hay animales
domésticos y mayor abundancia de cobre repujado.
II Civilización de Tepe-Hissar:
Sellos de piedra. Desaparece la cerámica pintada. Su tercera fase es
contemporánea de la Jemdet-Nasr. En Mesopotamia, con cilindros-sello.
Elam y La Dinastía de Akkad
Período I
Dominio de Mebaragesi de Kish hacia el 2700 a .C. Más tarde, los
elamitas invadieron la Baja Mesopotamia. Tras la I Dinastía de Ur se encuentra
una Dinastía de Awán, a la que sucedió la II Dinastía de Kish. Luego dominó
Elam el rey Eannatum de Lagash (2455- 2425 a .C.)
Período II. Elam durante
el Imperio Acadio
Sargón I conquista Elam, y con Naram-Sin el dominio acadio en Elam
es incuestionable. Hay influencia acadia en construcciones y en la
documentación escrita.
Los Guti y la III Dinastía
de Ur
En Akkad, después de Sarkalisharri (2217- 2193 a .C.) Elam pasa a
manos de los Guti (asiáticos del Zagros). Tuvieron al menos 20 reyes, y son
expulsados por Utu-Hegal de Uruk (2123- 2113 a .C.). Años más tarde, la III
Dinastía de Ur inició su expansión hacia el Zagros y Elam con Shulgi.
Los reyes de Simash en
la Baja Mesopotamia
En las regiones del norte de Elam no se admitió el dominio de Ur
III. Fuera de Susa y su distrito, Elam estaba en manos de los reyes de Simash,
hasta que en tiempos del rey de Larsa Gungunum (1932- 1906 a .C.) casi todo
Elam cae en su poder. Cuando se vuelve a independizar, el que gobierna en Elam
ya no lleva el título de rey, sino el de "Alto Comisario" o
Sukkalmahhu.
Período de los Altos
Comisarios o Sukkalmahhu
Mientras en Babilonia gobernaba la I Dinastía (amorita) tres
titulares regían Elam:
·
Sukkalmahhu, de origen
religioso, con relación de dependencia con los dioses del país.
·
Sukkal de Elam y Simash.
·
Sukkal de Susa (también rey
de Susa).
Cuando moría el Sukkalmahhu le sucedía el Sukkal de Elam, y a éste
el de Susa, eligiéndose un nuevo Sukkal para Susa. Todos ellos pertenecían a la
familia real.
Cultura
Los Medos: Asentamiento
de medos y persas.
Con la invasión del País del Mar (1200 a .C.) se producen
importantes cambios en el Oriente Mediterráneo. Los hititas se disgregan,
formando los Principados Neohititas. Mientras, en Irán hay aportaciones de dos
sucesivas civilizaciones:
·
La primera no tiene mucha
importancia y desconocemos sus orígenes.
·
La segunda estuvo ligada a la
migración de iranios, medos y persas, o de sus precedentes inmediatos. Su
entrada fue pacífica.
Los Medos eran bandas de mercenarios al servicio de los príncipes
de Auzan y Susa, que en recompensa recibieron tierras, haciéndose sus dueños.
Eran indoeuropeos divididos en seis tribus. La familia estaba basada en la
autoridad paternal y la poligamia. Una vez establecidos en Irán se hicieron
agricultores, pero eran clanes independientes que se unían en caso de peligro.
Entraron en conflicto con Asiria en tiempos de Salmanasar III (858- 834 a .C.).
Aunque hay pocas fuentes, en el siglo VIII a.C. continúa la
tradición elamita. La conjunción de caldeos y elamitas en esta zona resultaba
peligrosa para Asiria, que guerreó durante años. Las disensiones con el Rey de
Susa, Te-Uman, las aprovecha Assurbanipal, que vence al elamita Humban-haltash
III y el país se convierte en provincia asiria.
En la segunda mitad del siglo VIII a.C., los pequeños reinos
independientes que la rodeaban van cayendo en su poder, menos Irán.
Posteriormente, al arruinarse Asiria debido a los medos y babilonios (612- 610
a .C.), el Irán se desquita y los Persas Aqueménidas serán el mayor y mejor
Imperio organizado hasta entonces. Ahora el poder supremo de Elam se encuentra
concentrado en manos de un sólo rey (reino nerelamita).
Reyes
Huban-Nikash (742- 717 a .C.): Primer rey. Equilibra el poder de Asiria en
Ellipi y el Zagros.
Shutruk-Nahhanunte II (717- 699 a .C.) y Huban-Nimena (692- 687 a .C.): Intentan no meterse
en luchas, pero a veces se encuentran envueltos entre Asiria y Urartu.
Huban-Haltash (648-644? a.C.): Último rey. Assurbanipal le hace prisionero.
A partir del 640- 639 a .C., Elam ya no aparece como reino.
Mientras Nínive, capital de Asiria, cae en el 610 a .C. para siempre, Susa
renacerá y será una ciudad importante con los Persas Aqueménidas. La lengua elamita se seguirá hablando en el
mismo plano que el persa y el babilonio.
Escitas y Cimerios en
Irán. Medos y Persas
La primera mención de los medos y persas aparece en las campañas
de Salmanasar III (844 a .C.), cuando están enfrentados a los asirios, antes de
su período más brillante con la civilización del Luristán. La región iraní
tenía 4 regiones:
·
Ellipi,
·
Zamua (país de los lullubi,
guti y casitas),
·
el país de los Medos (sur y
sureste del Lago Ummia) y
·
Parsua (país de los persas,
al sur de los medos, en el norte de Elam).
Cuando muere Salmanassar
III, todos los pueblos se independizan salvo Parsua, que pasa a manos de
Urartu, que mantiene su potencia cuando decae Asiria. A finales del siglo VIII
a.C., antes de morir Sargón II de Asiria, aparecen en Irán los escitas y
cimerios, divididos en dos bandas, que se introducen hacia el sur, ocasionando
una gran preocupación, junto con los medos, a Asiria.
Media
El Imperio medo o Media fue un imperio asiático de
la Antigüedad que correspondía a la región poblada por los medos entre el mar
Caspio y los ríos de Mesopotamia. Luego fue conquistado y anexado a Persia. Su
capital fue Ecbatana.
Media constituye un problema para los estudiosos que tratan de
describir este antiguo imperio. Las pruebas de que se disponen son poco
fidedignas: consisten en algunos hallazgos arqueológicos, algunas referencias
en textos cuneiformes asirios y babilonios, la inscripción persa de Behistún,
las obras Los nueve libros de historia del historiador griego Heródoto
de Halicarnaso y Pérsica de Ctesias de Cnido, y dos capítulos en la Biblia.
A pesar de que las fronteras de Media nunca estuvieron
perfectamente fijadas, su territorio correspondía con el noroeste del actual
Irán. Su capital fue Ecbatana, la actual Hamadán. Su parte oeste está dominada
por los montes Zagros y limitaba con Asiria, al sur, con Elam y Persia (Fars),
en el árido este, con Partia, y, al norte, Media estaba separada del mar Caspio
y Armenia por los montes Elburz.
El país estaba, y sigue estando, dominado por el camino este-oeste
que se conocía en la Edad Media como Ruta de la Seda. Este camino conectaba
Media con Babilonia, Asiria, Armenia y el mar Mediterráneo en el oeste, y con
Partia, Aria, Bactria, Sogdiana y China en el este. Otro camino importante unía
Ecbatana con las capitales de Persia, Persépolis y Pasargada.
Media controlaba el comercio este-oeste, pero también era rica en
productos agrícolas. Los valles y planicies de los Zagros son fértiles, y Media
era muy conocida por sus plantas leguminosas, ovejas, cabras y por sus caballos,
llamados neseos. El país podía alimentar a mucha población y es así como se
fundaron muchas nuevas ciudades y pueblos, como Ecbatana, Rhagae (al sudeste de
la actual Teherán) o Gabae (la actual Isfahán). El autor griego Polibio de
Megalópolis llama a Media correctamente el más poderoso de entre los países asiáticos.
Media fue reconocida generalmente como una de las partes más importantes de los
imperios seléucida y parto.
Mapa del Imperio medo basado en Heródoto
Arqueológicamente
hablando, Media está poco comprendida, y poco esclarecida. Los investigadores
han llamado a menudo medos a objetos por el simple hecho de encontrarlos bajo
el estrato que habían identificado como aqueménida. Hasta el momento, los
hallazgos encontrados no permiten una definición clara de la cultura meda.
Aun así,
parece razonablemente claro que en el primer cuarto del primer
milenio a.C., nómadas ganaderos que hablaban algún tipo de lengua
indoirania, se infiltraron en los Zagros, asentándose entre la población
nativa. Los guerreros tribales son mencionados por primera vez por los asirios
como enemigos de Salmanasar III (858-824 a. C.). Los habitantes de
Media estaban divididos en varias tribus pequeñas, y a pesar de que los reyes
asirios fueron capaces de subyugar a algunas de ellas, nunca pudieron
conquistar Media totalmente.
De hecho,
es probable que fueran los asirios los responsables de la unificación de las
tribus medas. Los repetidos ataques asirios forzaron a los habitantes a
cooperar y a desarrollar un liderazgo más efectivo. Los asirios también
apreciaban algunos productos del este, como el lapislázuli de Bactria, por lo
que la ruta este-oeste meda cobró cada vez mayor importancia. El comercio puede
explicar el crecimiento de Ecbatana (Hâgmatâna) como ciudad central de Media y
pudo ser el detonante final que inició el proceso de unificación. Otras
ciudades que pudieron crecer en respuesta a la demanda del mercado asirio son
Hasanly y Ziwiye en el noroeste.
Según
Heródoto, Media fue unificada por un hombre llamado Deyoces, padre de Fraortes,
el primero de los cuatro reyes que gobernaron un imperio que incluía grandes
zonas de Irán y la parte oriental de Anatolia. Sus nombres suenan
convincentemente medos: un Daiaukku y un Uksatar (Deioces y Ciáxares) son
mencionados en textos del siglo VIII a. C. Usando el número de
años de reinado relatados por Heródoto y contando hacia atrás desde el año en
el que, según la Crónica de Nabonido, el último caudillo medo perdió el
trono, se obtiene esta lista:
Deyoces, 53
años (701-647 a. C.).
Fraortes,
22 años (647-625 a. C.).
Ciáxares,
40 años (625-585 a. C.).
Astiages,
35 años (585-550 a. C.).
Desafortunadamente,
hay varios problemas con esta cronología. En primer lugar, Ctesias ofrece una
lista alternativa de reyes. En segundo lugar, los Daiaukku y Uksatar
mencionados más arriba vivieron hacia el 715 a. C., y aún peor,
Daiaukku vivía cerca del lago Urmía, no en Ecbatana. Aparte, la historia de
Deioces parece sospechosamente el relato de un mito acerca del origen de la
civilización. Y finalmente, los años de reinado según Heródoto son igualmente
sospechosos, los cuatro reyes suman ciento cincuenta años de reinado por
parejas de setenta y cinco años exactamente. No hay razón para dudar de la
existencia de los dos últimos reyes, quienes son mencionados en textos
babilonios, aunque debemos preguntarnos qué tipo de dirigentes eran.
Según
Heródoto, Deioces unificó a los medos y fue el gobernante de varias tribus, las
cuales lista explícitamente, pero lo más probable es que no fuera el único en
hacer lo mismo con otras. La lista de tribus descrita parece ser más bien un
intento de crear un poco de orden dentro de la tradición oral acerca de los
jefes más antiguos. Su descripción de la historia meda probablemente proyecta
en el pasado aspectos de la civilización inmediatamente posterior, la
aqueménida. Debió tomar los relatos contados por sus informadores persas con
respecto a la historia antigua de Irán demasiado literalmente, aunque eso no
significa que los jefes de las federaciones tribales no fueran capaces de
ejercer una gran influencia política.
A pesar de
que un tal Arbaces pudo unificar también a algunas tribus, Ciáxares y Astiages
han sido generalmente reconocidos como los dos últimos caudillos de la
federación de tribus. Según la Crónica de la caída de Nínive, Ciáxares
(llamado Umakištar) destruyó el centro religioso asirio Assur en el verano del
614 a. C. Dos años después, y en alianza con el babilonio
Nabopolasar, tomó Nínive, la capital asiria, hecho que marcó el fin del Imperio
asirio.
Esto prueba
que Ciáxares era más que un mero jefe tribal: era un rey real, capaz de
construir un ejército que era lo suficientemente fuerte como para tomar una
ciudad. Probablemente persas, armenios, partos y arios, pagaban todo tributo a
los medos. En otras palabras, Ciáxares controlaba una gran parte de la Ruta de
la Seda y expandió su reino hasta Persia y Armenia, las cuales parece que
sucumbieron después del 609 a. C. pero antes del 605 a. C.
El último
hecho conocido de Ciáxares fue una batalla contra el rey lidio Aliates el 30 de
mayo del 585 a. C. Esta batalla y la toma de Assur en el
614 a. C. cuadran con la cronología de hechos de Heródoto.
Con
respecto al reinado de Astiages, Heródoto nos cuenta un relato fantástico
acerca de cómo perdió el trono y el reino. Sin embargo, a pesar de que la
historia parece más atrayente que fiable, el hecho que Astiages perdió el reino
está confirmado por la Crónica de Nabonido, donde se explica que el rey
persa Ciro II el Grande tomó preso a Astiages y saqueó Ecbatana.
Es posible
que el crecimiento del Imperio persa y el declive de Media tuvieran razones
económicas más profundas. Parece que a mediados del siglo VI a. C.,
se inició la construcción de qanats en Persia (canales subterráneos de
riego que comunican un acuífero con una zona árida). Esto dio a esta parte de
Irán una ventaja competitiva con respecto a Media. Sin embargo, fechar la
antigüedad de estos canales no es fácil, y puede ser que fueran desarrollados
de hecho después de la victoria de Ciro.
Sea como
fuere, Ciro tomó el poco organizado Imperio medo, incluyendo algunos países
sujetos a él, como Armenia, Capadocia, Partia y quizás Aria. Probablemente los
dejó en manos de reyes vasallos, los llamados sátrapas. En el
547 a. C., Ciro añadió Lidia a sus dominios, país que tenía entre sus
vasallos a las ciudades griegas y carias en el oeste y sudoeste del Asia Menor,
respectivamente.
Ocho años
más tarde capturó Babilonia, y Ciro comprendió entonces que las ciudades no
sólo existían para ser saqueadas por nómadas (como Ciáxares había hecho con
Nínive), sino que podían ser integradas en el imperio. El rey persa fundó así
mismo una ciudad de su propiedad, Pasargada, y no es en absoluto exagerado
decir que la evolución final desde una sociedad tribal hacia el estado
primitivo que se había empezado en Media, finalizó en Persia.
Así pues,
Media pasó a formar parte del Imperio aqueménida. Esto debió crear un fuerte
resentimiento entre los medos contra los nuevos gobernantes, ya que tras la
muerte del sucesor de Ciro, Cambises II, en el 522 a. C., los medos
se rebelaron. A Cambises le sucedió su hermano Bardiya, el Esmerdis de las
fuentes griegas, quien anunció que las provincias quedaban exentas de pagar
tributo durante tres años, y escogió además la fortaleza meda Sikayauvatiŝ como
su residencia.
Esto causó
una gran indignación entre la élite persa, así que un pariente lejano de
Esmerdis, Darío I, ayudado por otros seis conspiradores, asesinó al rey,
convirtiéndose en el nuevo monarca. Esta historia puede leerse en la
inscripción de Behistún y en la obra de Heródoto. Ambas fuentes coinciden al
señalar que en realidad el rey asesinado no era el Esmerdis real, sino un doble
usurpador, el mago Gaumata. Como los magos no eran sólo un grupo de religiosos
especialistas, sino también una tribu meda, y como además la política del
supuesto Gaumata favorecía a Media, es probable que Darío tuviera razón, aunque
no faltan historiadores que señalan la historia de Gaumata como una invención
del propio Darío como excusa para su ascenso al trono.
Independientemente
de la identidad real del rey asesinado, su muerte y el ascenso de Darío
originaron una serie de revueltas en prácticamente todas las provincias del
imperio. En Babilonia un hombre llamado Nidintubel se proclamó rey, y cuando
Darío se había marchado a Babilonia a ocuparse del asunto, un nuevo cabecilla
rebelde apareció en Media, Fraortes, que se proclamaba descendiente de
Ciáxares. Su rebelión se extendió a Sagartia, Partia e Hircania. Tuvieron lugar
igualmente levantamientos en Armenia, Elam y Persia.
Parecía una
revuelta considerable, pero Fraortes fue derrotado por el general persa
Hidarnes el 12 de enero del 521 a. C. Sin embargo, no fue una
victoria decisiva, y Fraortes fue capaz de mantenerse en el poder durante el
invierno, hasta que Darío pudo ocuparse de él personalmente. El 8 de mayo,
derrotó a los medos en un sitio llamado Kunduru. La victoria persa fue total.
Fraortes trató de huir a Rhagae pero fue interceptado y crucificado en
Ecbatana.
Posteriormente,
un habitante de Sagartia llamado Tritantecmes reivindicó igualmente descender
del rey medo Ciáxares, continuando la rebelión, pero fue derrotado por el
general de Darío Takmaspada y crucificado en Arbela, actual Erbil. Este hecho
significó el final de la revuelta meda. Parece que tras estos acontecimientos,
los medos aceptaron finalmente el dominio persa.
Media tuvo
siempre una posición especial en el Imperio aqueménida. Ecbatana fue una de las
residencias de Darío, y en la otra capital, Persépolis, los medos fueron
siempre representados como iguales a los persas. En el libro de Esther de la
Biblia, aparece la expresión «leyes de los medos y persas». Para los griegos,
los nombres de ambas naciones se usaron como sinónimos. Valga el ejemplo de las
Guerras Médicas, serie de conflictos que enfrentaron a persas y griegos.
En el libro bíblico Daniel, encontramos un famoso resumen
de la historia del antiguo Cercano Oriente: la visión de las cuatro bestias
(texto), que representan una monarquía oriental que dominó la ciudad sagrada de
Babilonia.
The lion with eagle's wings: the empire (which existed until 539 BCE).El león con alas de águila: el imperio babilónico (que existía
hasta el año 539 a.C). The image is well
chosen, because animals like these were depicted in Babylonian art. La imagen es bien elegida, porque los animales como estos
fueron representados en el arte babilónico.
The bear: the Median empire.El oso: el Imperio Mediano.
The four-headed leopard with fowl's wings: the (539-330).El leopardo de
cuatro cabezas con alas de gallina: el imperio de Achaemenid (539-330).
The ten-horned beast with iron teeth: the empire of (336-323).La bestia de
diez cuernos con dientes de hierro: el imperio de Alejandro Magno (336-323).
Alexander was often depicted with the ram's horns
of his divine father . A menudo se
representaba a Alejandro con los cuernos del carnero de su padre divino Amón.
There is little doubt about this interpretation, but there is one
problem: the Medes were only an important world empire in the of , who is also the first author to ignored the
difference between and Babylonia. Hay pocas
dudas sobre esta interpretación, pero hay un problema: los Medos eran sólo un
imperio mundial importante en las Historias de Heródoto de Halicarnaso,
que es también el primer autor que ignoró la diferencia entre Asiria y
Babilonia. Elsewhere, the author of Daniel makes
a king with the strange name "Darius the Mede" conquer Babylon. En otra parte, el autor de Daniel hace un rey con el
nombre extraño "Darius el Mede" conquista Babilonia. As we have already seen, the "real" Medes were
a tribal federation and never captured Babylon.
Como ya hemos visto, los medos "reales" eran una federación tribal y
nunca capturaron Babilonia. It is very
likely that the author of Daniel , who wrote in c.165 BCE, was influenced by the Greek
view of history, and gave the Medes more importance than they deserved. Es muy probable que el autor de Daniel, que escribió
en el año 165 a. C., fue influenciado por la visión griega de la historia y dio
a los medos más importancia de la que merecían.
Escalera del Templo Apadana
La religión de los Medos
El Imperio
Medo y las poblaciones del Irán occidental tenían cuatro religiones: la del pueblo asiánico
autóctono, la de los magos, de origen ario, la de los reyes medos y el
zoroastrismo.
La religión del pueblo
asiánico autóctono era naturalista, no
conocía a un dios universal. Adoraba cuatro elementos: La luz (del sol y la
luna), el agua, la tierra y el viento y hacían sacriíficios de animales.
La religión de los magos pertenecía a una tribu indoirania meda, que era la tribu
sacerdotal (como los levitas en Israel), teniendo además algunas atribuciones
políticas. Conservaron, hasta la redacción del Avesta, una multitud de
creencias y tradiciones arias.
La religión real era la de los reyes medos, que hacían de los Ahura o Señores los
protectores de la dinastía y del país.
La religión de Zoroastro, predicada por el reformador y profeta medo de este nombre, ponía
en lo más alto del universo a Ahura-Mazda o Señor Sabio, el más grande de
todos los dioses.
La reforma
religiosa de Zoroastro o Mazdeísmo zoroástrico fue la religión real, reformada
por Zoroastro.
Su doctrina
está contenida en el Avesta, redactado sólo en el siglo III a.C. y
decretado libro canónico en el siglo IV d.C. Zoroastro era un profeta (siglo
VII a.C) al que se le apareció Ahura-Mazda después de un retiro de diez años
revelándole una ley moral y una práctica religiosa muy dura, para que la
enseñase entre los medos.
A los 40
años, por mandato de dios, predicó su religión en la corte del rey de
Bactriana. Sus éxitos le ganaron numerosos enemigos, sobre todo entre los
sacerdotes y los nobles, y fue asesinado en el curso de un combate (hacia el
año 583 a. C.).
Aspecto religioso de la
reforma de Zoroastro
El antiguo
dios medo-persa Ahura,
llamado también Ormuz,
será el Señor
Sabio por excelencia o Ahura-Mazda.
Era el dios
supremo y creador, dios de la bondad, sabiduría, belleza, luz, pureza y verdad.
Dador de todos los bienes, sobre todo la vida y la inmortalidad. Su símbolo es
el fuego. La enseñanza de Zoroastro se basaba en la existencia de un dualismo:
Dos principios siempre en lucha:
a) El
principio bien-luz y las fuerzas del cielo están representadas por Ahura-Mazda.
b) El principio mal-tinieblas y las fuerzas del infierno están representadas por Ah-riman.
Este dualismo evolucionó hacia un politeísmo jerarquizado e hizo un gran progreso hacia el dios único. Penetró con sus ideas en el judaismo y el cristianismo.
b) El principio mal-tinieblas y las fuerzas del infierno están representadas por Ah-riman.
Este dualismo evolucionó hacia un politeísmo jerarquizado e hizo un gran progreso hacia el dios único. Penetró con sus ideas en el judaismo y el cristianismo.
Ahura-Mazda dirigía el consejo de seis semídíoses, Los Santos inmortales (que anuncian los futuros arcángeles cristianos: Miguel. Rafael y Gabriel) y las fuerzas del bien, millares de dioses inferiores o genios que personificaban las fuerzas del bien, como la Luna, el Sol, estrellas, tierra, fuego, aire, agua, verdad, justicia, paz. Las fuerzas celestes estaban mandadas por Ahura-Mazda; las terrestres, por Zoroastro.
Ahriman dirigía las fuerzas
del mal: Los pecados y las enfermedades. Las
ceremonias podían conjurar el poder de las fuerzas del mal. El alma es inmortal
para esta doctrina y juzgada tras la muerte por tres jueces; si fue mala, irá
al infierno, si es buena, al cielo y si fue regular, al purgatorio.
Esta
religión se prohíbe los sacrificios animales y su doctrina tiene un valor moral
y de justicia social ya que los buenos serán recompensados y los malos
castigados.
Aspecto político del
Zoroastrismo
La doctrina
de Zoroastro, evolucionó según las distintas épocas históricas. Los reyes
medos, sin adoptar oficialmente la doctrina, buscaron emplear el ardor de la
joven secta al servicio de su política. El monoteísmo zoroastrico, que es
un monarquismo divino, encajó perfectamente con el imperialismo de la monarquía
meda.
Bajo los Sasánidas (226-652 d.C) se convirtió por fin en la religión oficial del Imperio persa, hasta que el islamismo puso fin al zoroastrismo oficial.
Bajo los Sasánidas (226-652 d.C) se convirtió por fin en la religión oficial del Imperio persa, hasta que el islamismo puso fin al zoroastrismo oficial.
URARTU
Urartu es el nombre asirio de una
zona montañosa ubicada entre el sureste del mar Negro y el suroeste del mar
Caspio, actualmente compartida por la República Armenia, Irán y Turquía,
formada luego de la caída del Imperio hitita. Incluye los grandes lagos de Van
en Turquía (donde se encuentra la antigua capital Tushpa), Urmia (en Irán) y lago
Seván (en Armenia).
Después de la caída del imperio
hitita, a comienzos del primer milenio a.C., se formó un nuevo reino situado en
el este de Anatolia, que sobrevivió durante trescientos años. Lo conocemos como
reino de Uratu, y se suele relacionar con un origen hurrita y se le considera
uno de los reinos neohititas, dado que presenta muchas características,
tradiciones y costumbres de la cultura hitita.
Urartu es el territorio más montañoso de
las Tierras Centrales. Su cultura es ecléctica, y contempla la influencia del
antiguo imperio hitita (del que los reyes de Urartu se consideran
descendientes) y del cercano Imperio Asirio, que una y otra vez trata de
dominar el área del lago Van, sin éxito. En la actualidad los reyes de Urartu
son leales a la potencia en apogeo, el reino medo, aunque su fidelidad se debe
sólo a la superioridad militar, y no a la simpatía.
Urartu queda al otro lado del río
Diyala, avanzando hacia el septentrión desde Elam. Una antigua vía de
penetración de los ejércitos conduce hasta Arbela.
Los medos lo llaman Camino de Urartu. Se
trata de una vía no demasiado hospitalaria de montañas vertiginosas y valles
cerrados, sometida a un clima extremo, de altísimos calores en verano y fríos
intensos con nevadas en invierno.
Dadas las complicaciones para la
comunicación entre las altas montañas, los reyes de Urartu enlosaron y
mejoraron en el pasado el tramo de camino que media entre Tushpa y Arbela,
construyendo puentes y puestos de abastecimiento. Todavía hoy, aunque con
notables desperfectos, se conserva, algo que facilita el tránsito entre Arbela
y Tushpa.
Arbela
fue fundada por los
asirios en un remoto pasado, como centro de adoración a la diosa Isthar.
La población creció en torno al
santuario y las tierras circundantes fueron cultivadas. Con los años, aquel
pequeño poblado se fue convirtiendo en una ciudad, que fue pasando de mano en
mano de los distintos imperios hasta que los reyes de Urartu asentaron su poder
en ella.
Actualmente es la segunda ciudad de
Urartu, después de Tushpa. Los reyes
de Urartu acuden al santuario para ser reconocidos como tales ante los dioses.
La diosa, dependiendo de las ofrendas
recibidas, ofrece al rey la fertilidad o se la niega.
Los arbelianos se toman muy en serio
estos ritos, y los envuelven de grandes celebraciones, banquetes y orgías
durante un año, cuando hay sucesión en el trono. Dado que Arbela es una ciudad
consagrada a una diosa de la fertilidad, los excesos sexuales, la lujuria y la
degeneración son atributos generalmente vinculados a sus habitantes.
Más cercana al lago Van está Tushpa, la capital del reino de Urartu.
Del mismo modo que Arbela se originó en un santuario asirio, Tushpa tuvo como
principio una fortaleza que servía de defensa contra los ejércitos que invadían
la región en todas las direcciones, desde asirios hasta escitas.
La fortaleza se construyó en lo alto de
un empinado risco, donde se establecieron los reyes de Urartu (y donde todavía
moran). La ciudad se formó a su alrededor, dada la seguridad que el castillo
ofrecía.
Tushpa es una ciudad intrincada entre
peñas y cañones, con las casas excavadas en la roca o levantadas aprovechando
sus formas. Desde lejos parece una gran colmena camuflada entre los riscos.
La dificultad de recorrerla se compensa
con su facilidad de defensa, en una zona que por ser de tránsito entre el sur
civilizado y el norte bárbaro suele tener invitados no deseados. El arte
rústico de Tushpa, con estatuas elaboradas aprovechando las formas caprichosas
de la piedra, despierta la admiración en las Tierras Centrales, y recorre toda
la ciudad. Desde Tushpa se explotan minas de cobre, al noroeste del lago Van,
mineral por lo general exportado a Ecbatana. También existen minas de hierro,
pero pocos tienen interés en ellas, dado que casi nadie sabe trabajarlo
(solamente algunos herreros que se dicen descendientes de los hititas, a los
que se trata más como a magos que como a artesanos).
El lago Van es una gran depresión al
fondo de vertiginosos acantilados que contiene agua salada. Se encuentra no
lejos de Tushpa, y como ocurre en el Shishast, diversas aldeas viven a lo largo
de su perímetro viviendo de lo que sus aguas dan. Las leyendas sobre lo que
contiene su fondo son numerosas. Se habla de una antiquísima ciudad que se
hundió por razones desconocidas, pero también de peligros sin nombre. En
cualquier caso, dado que descender en las aguas del lago es imposible por
medios normales, las leyendas nunca han sido corroboradas.
Hacia el norte están las montañas del
Caucas. Es un lugar temido por los urartianos, porque por ahí llegan las
frecuentes incursiones de los escitas. Las montañas tienen una gran altitud,
algunas superan ampliamente los 5000 metros y los pasos en sus laderas
anfractuosas y quebradas son difíciles. Abundan los lobos y los osos, y también
razas de hombres degenerados, ¿o quizá poco evolucionados? A veces, estas
tribus salvajes colaboran con los escitas a cambio de prisioneros de las
guerras que los jinetes esteparios conducen, prisioneros que posteriormente
devoran en aborrecibles ceremonias. Es por eso que la cordillera es el límite
del mundo civilizado, al menos desde los ojos de los hombres del sur.
Los comienzos del reino y su
formación son poco conocidos, existen varias referencias en los anales asirios,
y una de las referencias más antiguas aparece durante el reinado de Salmanasar
I (s. XIII a.C.). Es los primeros momentos se agruparon en torno a una especie
de emirato conocido como Nari, pero hacia el 900 a.C., formaron una
confederación bajo el gobierno de un monarca central.
Por las primeras inscripciones
sabemos que el primer monarca de Urartu era Aramu (860-840 a.C.), seguido por
Sardur I (840-830 a.C.).
Sardur I reforzó la fortificación
de la capital, Van. Una inscripción le denomina rey de Nairi, sugiriendo que
los otros principados se habían unido alrededor de él en estos momentos.
Durante los reinados de Sardur I y
su sucesor Ishpuinis, (830-810 a.C.) el capital de Urartu era Van.
Ishpuinis designó a su hijo Menuas
como co-regente durante su reinado y amplió las fronteras de Urartu, tomando la
ciudad de Mushashir cerca de Gevas. Urartu
comenzó a ser considerada una amenaza para el emergente reino neoasirio.
Rusa I (730-713 a.C.) se enfrentó
a los asirios. Las fronteras de Urartu fueron amenazadas en varias ocasiones,
sistemáticamente las ciudades fronterizas construidas por Urartu, que constituían
una línea defensiva y de almacenamiento fueron abandonadas en épocas del
peligro, y habitadas una vez superada la situación.
Rusas I fue sucedido por
Argishtish II (713-685 a.C.), después Rusas II (685-645 a.C.), Sardur III
(645-625 a.C.), Erimena (625-605 a.C.), y Rusas III (605- 590 a.C.) reinado alternadamente.
Urartu se fue debilitado por las incursiones constantes de los asirios, medos y
escitas. El estado de Urartu fue aniquilado hacia 585 a.C., por la invasión de
los escitas.
Cronología del reino de Urartu
Arame 860-840
Sardur I 835-824
Ishpuini 824-810 PERIODO DE PROSPERIDAD
Menua 810-786
Argshti I 786-764
Sardur II 764-735
Rusa I 735-714
Argshti II ? PERIODO DE DECADENCIA
Rusa II 684-640
Sardur IV 640-620
Sardur I 835-824
Ishpuini 824-810 PERIODO DE PROSPERIDAD
Menua 810-786
Argshti I 786-764
Sardur II 764-735
Rusa I 735-714
Argshti II ? PERIODO DE DECADENCIA
Rusa II 684-640
Sardur IV 640-620
Urartu, fue gobernado por monarcas
que también poseían el título del jefe-sacerdote o representante de Haldi, su
divinidad principal.
"La religión
de Urartu era la religión de un reino grande, y sigue las estructuras normales
para otros sistemas religiosos contemporáneos más grandes: Un panteón
politeísta donde los dioses diferentes tenían sus centros separados del culto.
Los dioses fueron asociados con, y gobernaron sobre ciertas energías naturales,
pero posiblemente inspirados por otros sistemas religiosos, la religión
urartiana tenía una especie de tríada, o una teología de tres dioses
principales: Shivini, Theispas y Khaldi. Estos tres dioses eran dioses de los intereses básicos de
una sociedad como Urartu fue: el sol, la tormenta y el trueno (de ahí la
lluvia) y la guerra. Los dioses fueron representados de una manera
antropomórfica. Aparentemente, el dios
más importante era el dios guerrero, Khaldi,
los templos a él fueron construidos en muchos palacios reales y el rey era
también el sumo sacerdote de Khaldi. Aun así, los otros dioses pueden haber
sido considerados más altos de lo que Khaldi debió haber sido con la élite
guerrera urartiana.
Parte de un cinturón de bronce. Karmir Blur el dios Shivini, que
descansa sobre una rodilla y apoya el disco solar alado. Detrás de Shivini está el dios Teisheba sobre un toro, y
debajo de él el cartucho con el estilizado árbol sagrado. A la
izquierda se conservan las partes delanteras de un shedu, el león alado con
cabeza humana. (Armenian Historical
Museum)] (Museo Histórico Armenio)]
La imagen de arriba
es de Urartu, el reino de Van, y muestra una figura de divinidad en lo alto de
un toro, lleva el capuchón de la divinidad, tiene las alas de la divinidad, un
patrón de rosetones el símbolo del Árbol de la Vida lo rodea, sostiene la fruta
segmentada 3 del árbol de la vida y encima de su casquillo es una
representación del disco alado.
Los asirios muestran Asur su dios nacional en la misma forma. La
llanta circular con alas adjunto es una representación del disco alado y se
llama el disco solar, es más que probablemente en este contexto para referirse
a la tercera persona del panteón de Urartian Shivini El disco real del sol, el
disco solar de Shamash, es la imagen más pequeña del disco de piedra. Mira de
cerca y se puede ver el borde con lo que aparece como un vacío Hay pros y
contras en cuanto a quién es el origen de Shivini.
"Shivini o Artinis (la forma actual
del nombre es Artin, que significa" sol naciente "o" despierto
", era un dios solar en la mitología de los Urartu, un reino prehistórico
de la Edad de Hierro. Él es el tercer dios en una tríada con Khaldi y Theispas
y es cognada con la tríada en el hinduismo llamado Shivam El dios Asirio
Shamash es una contraparte de Shivini Se le representó como un hombre de
rodillas, sosteniendo un disco solar Su esposa era muy probablemente una diosa
llamada Tushpuea Shivini es generalmente considerado un dios bueno, como el del
dios solar egipcio, Aten, ya diferencia del dios solar de los asirios, Ashur, a
quien a veces se hacían sacrificios humanos.
Khaldi era una de las tres
deidades principales de Ararat (Urartu). Su santuario estaba en
Ardini. Las otras dos deidades principales eran Theispas de Kumenu, y Shivini
de Tushpa. De todos los dioses del panteón de Ararat (Urartu), la mayoría de
las inscripciones se le dedican. His
wife was the goddess Arubani. Su esposa era la diosa
Arubani. Él
es retratado como un hombre con o sin barba, de pie sobre un león.
Khaldi era un dios guerrero a quien los reyes de Urartu rogarían por victorias
en batalla. "Los templos dedicados a
Khaldi estaban adornados con armas, como espadas, lanzas, arco y flechas, y
escudos colgaban de las paredes y algunas veces se conocían como "la casa
de armas".
Artinis.
El dios-sol de Urartian (pre-armenio). Él
es uno de la tríada no-aria, con Khaldi y Theispas.
"Shamash"Shamash (Akkadian Šamaš"
Sun"), era una deidad nativa de Mesopotamia y el dios del sol en los
panteones acadios, asirio y babilónico Shamash era el dios de la justicia en
Babilonia y Asiria, que corresponde a Utu Sumerio.
El dios Asirio Shamash es
una contraparte de Shivini la epopeya babilónica de Gilgamesh Cuando Gilgamesh
y Enkidu viajan a matar a Humbaba, cada mañana oran y hacen libación a shamash
en la dirección del sol naciente para los viajes seguros.
Con
la expansión del territorio urartiano, muchos de los dioses adorados por los
pueblos conquistados fueron incorporados al panteón urartiano. En Mheri-Dur, o
Meher-Tur ("Puerta de Mehr"), con vistas a Van moderna, una
inscripción enumera un total de 79 deidades, y qué tipo de ofrendas de
sacrificio debe hacerse a cada uno, cabras, ovejas, ganado y otros animales
sirvieron como ofrendas de sacrificio. humano.
Figura masculina (Shamash o Ashur) en un emblema del sol alado asirio (palacio
noroccidental de Nimrud, siglo 9 a.C, museo británico). Esta iconografía dio lugar más tarde al símbolo de Faravahar zoroastriano.
Bibliografía
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