Los hurritas-mitannis:
Sus orígenes – La dinastía Mitanni y sus
monarcas – “Problemas internacionales” – Sociedad, economía y religión –
Principales ciudades del ámbito Mitanni.
El reino de Mitanni. Sus orígenes
El núcleo geográfico de Mitanni se formó en torno al noroeste de Asiria, en
la Alta Mesopotamia, en la meseta que forma la región de Al Yazira, en la
actual Turquía.
Esta meseta se caracteriza por sus tierras bajas situadas en onduladas
depresiones. Está limitada al sur por el río Éufrates y al oeste por el Tigris,
mientras que su zona más septentrional está regada por el río Habur. También
por que poseía muchos recursos naturales.
En el sur, las tierras se reparten en valles y zonas llanas donde la
pluviosidad natural y los ríos permiten el cultivo de los cereales, verduras,
legumbres y hortalizas. Las zonas más áridas, eran idóneas para el pastoreo y
la cría de bovino y cerdo, pero sobre todo, para la cría de caballos y su doma,
lo que llegó a ser una de las riquezas más notables de Mitanni.
Las tierras pertenecientes al círculo de la cultura mitannia se extendían
también fuera de Al-Yazira, en la región de la actual Kirkuk, cercana a los
Zagros, zona donde era importante el cultivo de los cereales.
Pero estas regiones carecían de minerales suficientes, por lo que tuvieron
que comerciar e importarlos de sus vecinos: el estaño venía de Irán y el hierro
de Hatti.
Descubrimiento.
Los estudios de Asiriología tuvieron pronto
conocimiento de la existencia de un pueblo establecido desde tiempos remotos en
el área norsiro-mesopotámica, distinto a otros pueblos conocidos del Próximo
Oriente antiguo: sumerios, semitas (acadios, asirios y babilonios) y semitas
occidentales (amoritas, cananeos, arameos), hititas, indo-arios, casitas y
elamitas.
Este pueblo o, si se prefiere, el conjunto de
los pueblos hurritas se caracteriza esencialmente desde el punto de vista
histórico por el uso de una lengua (también escrita en caracteres cuneiformes)
que no era semítica ni estaba emparentada con el sumerio ni con otras lenguas
de la zona, salvo por aspectos muy generales de su morfología. Esta lengua ha
sido denominada en la historiografía asiriológica "hurrita", en razón
del término étnico y geográfico con que se designa al pueblo que la hablaba y
su zona de asentamiento en las fuentes escritas del II milenio a. de C., muy
especialmente en textos acadios y egipcios.
Actualmente, el apelativo "hurrita"
define por extensión un pueblo asociado a una lengua y a una entidad
geo-política instalada en una amplia franja del norte de Siria y Mesopotamia,
entre finales del III milenio y la primera mitad del II milenio a. de C. La
relevancia y papel histórico de este pueblo en el III milenio son todavía poco
conocidos, ya que es extraordinariamente escasa la información que se tiene
sobre los hurritas en este periodo. Es sin embargo a comienzos del II milenio
cuando numerosas pruebas documentales, fundamentalmente textos, permiten
conocer más datos acerca de este pueblo y de su influencia en la historia y
civilización del Próximo Oriente antiguo.
Las
fuentes.
En la terminología asiriológica, el vocablo
"hurrita" deriva del nombre geográfico acadio hurri, el cual no
representa probablemente sino un original empréstito hurrita del término étnico
original: hurwe/hurre que significa "mañana", "el Este" y,
por extensión, "la tierra (de procedencia) de los hurritas".
Curiosamente, en otras lenguas caucásicas este mismo lexema encuentra una
sorprendente correspondencia con significados similares dentro del mismo campo
semántico.
Hurri (hurrita) suele designar en los textos
acadios del II milenio una imprecisa entidad geo-política norsiro-mesopotámica,
que alcanzó su esplendor con el poderoso imperio de Mittanni entre 1600 y 1350
a.C. El paulatino asentamiento de elementos hurritas en el norte de Siria y
Mesopotamia trajo como consecuencia no sólo la introducción de tradiciones
autóctonas hurritas en dicha región, sino también su determinante influencia en
la cultura hitita, pues los hurritas parecen haber vinculado a Anatolia con la
civilización siro-mesopotámica, introduciendo allí, entre otras obras, no sólo
mitos babilónicos en acadio y diversas creaciones literarias originales,
básicamente mitos, sino también obras que, al parecer, heredaron de los semitas
occidentales tras su encuentro en Siria. Los hurritas trasladaron además a
Anatolia importantes elementos de su religión, hurritizando de hecho el panteón
hitita mediante la introducción de ciertas divinidades entre las que destacan
singularmente las diosas Shaushga y Hebat que, ciertamente, representan
tradiciones hurritas distintas en su compleja evolución religiosa.
En comparación con las fuentes escritas en
otras lenguas del Próximo Oriente antiguo, son muy pocos los textos redactados
en lengua hurrita que se conservan. Estas fuentes proceden de diversos lugares,
algunos muy separados entre sí, y se datan en distintos periodos de la historia
antigua del Próximo Oriente. De este material destaca singularmente la célebre
Carta de Mittanni, dirigida por el rey mitáneo Tushratta a Amenofis III de
Egipto en los últimos años del reinado del faraón, y hallada, entre otras
muchas cartas redactadas en acadio, en el famoso archivo de Tell El-Amarna en
1887. Dada su excepcionalidad y extensión, este texto constituye aún en los
estudios de hurritología una verdadera piedra angular para el desciframiento de
la estructura y funcionamiento del hurrita en una fase madura de su evolución
hacia 1350 a. de C.
Pero los testimonios hurritas más antiguos se
remontan a la segunda mitad del III milenio. El documento más antiguo conocido
es una inscripción real de Atal-shen, rey de Urkish y Nawar, redactada en
acadio, que parece poder datarse hacia la época de los Gúteos o en la primera
fase de la III dinastía de Ur. De época algo posterior es la inscripción del
rey de Urkish, Tish-atal, redactada esta vez en hurrita, y que constituye hasta
el momento el documento más antiguo que se conoce en esta lengua. Ambos textos
ponen de manifiesto la existencia de un estado hurrita ya a finales del III
milenio en los nacimientos más orientales del río Habur, afluente del Éufrates.
Pero la inscripción de Tish-atal muestra, además, que los hurritas ya habían
adoptado en el periodo de Acad, o poco después, el sistema de escritura
cuneiforme adaptándolo a su propia lengua.
A este material han de añadirse algunos sellos
aproximadamente de la época de Ur III y otros testimonios paleohurritas procedentes
de Hattusa (Bogazköy), la capital hitita, entre los que destaca una lista de
reyes hurritas del periodo de Acad que cita verosímilmente a Atal-shen junto a
los reyes acadios, desde Sargón a Shar-Kali-Sharri, y a otros reyes de la
región del alto Éufrates y del noreste del Tigris.
Por otra parte, siete documentos hurritas
procedentes de Mari representan hasta el momento el material textual hurrita
más antiguo del II milenio, datable en tiempos paleobabilónicos. El denominador
común de esta documentación es su carácter religioso; sólo un texto parece ser
el fragmento de una carta, probablemente entre dos reyes, uno de los cuales
podría ser el rey de Mari Zimri-Lim.
Un importante grupo de textos hurritas procede
de los archivos de Ras-Shamra-Ugarit. Se trata de textos redactados tanto en
caracteres alfabéticos, tomados del ugarítico, como silábicos, cuyo contenido
es también eminentemente religioso. Entre los textos más importantes de este
archivo destaca un ejemplar bilingüe hurro-acadio que contiene aforismos
ético-religiosos, así como dos importantes vocabularios que establecen
equivalencias semánticas del hurrita con el sumerio, el acadio y el ugarítico.
Otro importante corpus de textos silábicos religiosos hurritas procede de
Méskene-Emar, aún en proceso de edición.
Por su parte, el archivo acadio de Tell
Atshana-Alalah ha revelado la existencia de un importantísimo substrato hurrita
en el norte de Siria a finales de la primera mitad del II milenio, en función
de la abundante onomástica hurrita local documentada sobre todo en su estrato
IV (1500 a. de C.). Prueba del creciente elemento hurrita en Alalah son,
además, algunos términos hurritas que glosan los textos de este archivo.
Los archivos de Bogazköy han suministrado
también desde 1906 importantes hallazgos datables en torno a 1400 a. de C. Un
importante elenco de textos religiosos hurritas (presagios, conjuros y
rituales), así como textos mitográficos constituyen la mayor parte de este
material. Algunos textos bilingües conservan también pasajes en hitita con su versión
hurrita. Sin embargo, estos documentos son todavía, como los de Mari y hasta
cierto punto los de Ugarit, prácticamente ininteligibles debido al
desconocimiento del significado de numerosos términos religiosos que en ellos
aparecen. Los textos de la serie del Bilingüe de Bogazköy, descubierta entre
1983 y 1985 en el templo 16 de la parte alta de Hattusa, han permitido no
obstante alcanzar en los últimos años significativos avances en el estudio del
hurrita.
Además de los textos, numerosos antropónimos
hurritas desde la época de Ur III hasta el periodo babilónico medio en
numerosos archivos de Siria y Mesopotamia constituyen una fuente de enorme
valor para el estudio de la gramática y la lexicografía hurritas. Al citado
material onomástico del archivo de Alalah, sobre todo en su estrato IV, cabe
añadir de época contemporánea especialmente los abundantes antropónimos
hurritas que aparecen en los archivos acadios de Nuzi. Estos archivos, por su
onomástica, panteón y terminología, revelan, al igual que Alalah IV, un
substrato dominante de población hurrita al este de la alta Mesopotamia hacia
1400.
Todo este material constituye fundamentalmente
la información textual disponible sobre los hurritas junto con los datos
aportados por los textos de Tell El-Amarna, especialmente las cartas en acadio
de Tushratta a Amenofis III, a su viuda Teye y a Amenofis IV.
Es interesante constatar que, en virtud de los
contenidos de estas fuentes, halladas primordialmente en Siria, Anatolia y
Nuzi, parece claro que la lengua empleada con preferencia por los hurritas para
transmitir sus ideas y creencias religiosas no era el acadio, que empleaban
como lengua administrativa al igual que se hacía en todo el Próximo Oriente
antiguo, sino su propia lengua, el hurrita, que representaba seguramente el
vehículo más expresivo para dicho fin y el instrumento más directo de
transmisión de su identidad cultural.
Perfil
histórico.
El país de origen de los hurritas parece haber
sido Armenia, en la Anatolia oriental, y la región del así denominado alto
Trastigris. Cuándo se produjo la penetración de los hurritas en el norte de
Siria y Mesopotamia es incierto, aunque dicha migración debió de ser
probablemente gradual, quizá potenciada por cambios de intereses políticos y
económicos en la región e impulsada en parte por los semitas instalados en la
zona.
Por diferentes pruebas epigráficas se sabe que
ya había hurritas en el norte de la Siria oriental y en la alta Mesopotamia
desde la época de los sargónidas, pues algunos nombres de persona hurritas en
documentos acadios así lo demuestran. Esta presencia hurrita sería en parte ya
sedentaria, ya que algunas ciudades o aldeas de Asiria y de la alta Mesopotamia
parecen tener nombres hurritas, al menos desde la época de Naram-Sin de Acad. A
finales del III milenio se tiene constancia del estado de Urkish (y Nawar) en
la región norsiro-mesopotámica, y todo ello hace suponer que los hurritas
estaban ya instalados en esta época por amplias zonas de las montañas
surorientales de Anatolia y en las cabeceras del río Habur, en donde habrían
alcanzado un alto grado de civilización.
Poco después, en la época del comercio asirio
en la Anatolia central (Capadocia), hacia 1900 a. de C., un texto de Kanish
parece insinuar que los hurritas estarían ya en el norte de Siria más o menos
integrados en la sociedad comercial de la época.
Hacia 1800 los hurritas aparecen establecidos
en pequeños principados de la alta Mesopotamia y el norte de Siria, en donde su
influencia se dejó notar con especial relevancia posteriormente. Los textos de
la Mari paleobabilónica dejan vislumbrar, en efecto, la presencia de numerosos
príncipes hurritas que reinan, al parecer de forma independiente, en amplios
territorios bañados por los ríos Balih y Habur. La extensión de estos estados
independientes no fue quizá muy grande, aunque en conjunto abarcaría todo el
territorio septentrional de los altos valles del Tigris y del Éufrates, quizá
con mayor densidad en el alto Habur. Asimismo, hay constatación de hurritas
venidos hasta Mari desde distintos lugares que siempre, al parecer, deben
situarse en el norte. Pero muchos de estos hurritas, hombres y mujeres, fueron
sólo trabajadores en el palacio de Mari y no moradores como grupo étnico en la
ciudad del bajo Éufrates medio. Tampoco en la periferia inmediata de Mari parece
haber constancia de la presencia sedentaria de hurritas.
Testimonio de la presencia hurrita en el norte
de Siria es también el escaso material onomástico de época paleobabilónica de
Chagar-Bazar (Siria nororiental), de Alalah VII (Siria noroccidental) y de
Shemshara en el Kurdistán iraquí. Más tarde, en la época babilónica media, la
presencia de enclaves hurritas se detecta, como ya se ha indicado, en Nuzi,
Alalah IV, Qatna, Emar y Ugarit, cuya tradición hurrita pertenecería a una
etapa anterior al siglo XIV a. de C. La tradición de Bogazköy, por otra parte,
refleja también la presencia de hurritas en Alepo, Mukish, Nuhashe, así como en
Kizzuwatna en la franja siro-anatólica.
Aun teniendo pues constatación de la presencia
de hurritas en dichas zonas desde antes de la época de Atal-shen, se sabe muy
poco acerca de su organización e impacto en la región hasta el final de la
época paleobabilónica, por lo que una reconstrucción de su papel histórico en
esta época resulta aún poco penetrante. No obstante, parece claro que su larga
convivencia con los semitas dio lugar en determinadas zonas a una interesante
cultura híbrida, más o menos cristalizada, como demuestra la acuñación de
nombres personales híbridos hurro-semíticos que evidencia un importante grado
de fusión entre los dos elementos étnicos, o la asunción de determinadas
divinidades semíticas por parte de los hurritas occidentales, por citar sólo
dos pruebas de dicho fenómeno.
La formación algo después del estado hurrita de
Mittanni como unidad política pudo surgir hacia el siglo XVI a. de C. En la
época de expansión hitita en el norte de Siria, durante los reinados de
Hattushili I y Murshili I, existían verosímilmente en el dominio
norsiro-mesopotámico principados hurritas que no habrían alcanzado aún una
organización estatal propiamente dicho. Sin embargo, tras la caída del reino
amorita de Yamhad por las presiones de los hititas, los príncipes hurritas
pudieron adquirir mayor libertad de movimiento en la zona. Esta situación pudo
favorecer la elección de un poder central. La formación de lo que más tarde
sería el estado de Mittanni significó, de hecho, la imposición de una nueva
soberanía que se vio beneficiada por diferentes causas, como H. Klengel señaló
en su día: por una parte, la presencia de un importante elemento de población
hurrita en la región unió seguramente tradiciones hurritas comunes. El vacío
dejado por el reino de Yamhad, los problemas internos que sufrió Hatti entonces
para imponer su dominio en la región, junto con la debilidad de los reyes
asirios y los nuevos reyes casitas que debían consolidarse en Babilonia, la aún
escasa influencia de la presión egipcia en Siria y un control económico de las
importantes vías de caravanas por el norte de Mesopotamia pudieron, en efecto,
favorecer el surgimiento de un estado hurrita en la región.
Ya a comienzos del siglo XVI a. de C., pues,
hubo al parecer importantes cambios que trajeron como consecuencia una profunda
transformación política. Si en la época paleobabilónica la alta Mesopotamia
estaba dominada, como se ha observado, por pequeños estados hurritas
independientes, posteriormente unificados bajo una unidad política denominada
Hurri, Hanigalbat o Mittanni, aquel elemento hurrita fue cobrando
paulatinamente liderazgo llegando a imponer más tarde su poder y soberanía de
manera oficial. Los hurritas de Mittanni se convirtieron en los principales
rivales de la expansión hitita en el norte de Siria, acudiendo primero en ayuda
del estado amorita de Yamhad y de sus vasallos como aliado, y luego como
soberano que lucha contra egipcios e hititas por el control del norte de Siria,
hasta llegar al sur del país y a Palestina.
Parece claro que se produjo en esta fase una
acrecentación del elemento hurrita en todo el dominio occidental, atestiguado
por numerosos antropónimos y topónimos hurritas como demuestran los archivos de
Alalah IV. Sin embargo, dado que una identidad completa entre onomástica
hurrita y factor étnico es incierta, ambos conceptos no representarían
necesariamente lo mismo en este periodo, como consecuencia del profundo
sincretismo de pueblos que se vino produciendo desde antiguo en la zona.
Pero, aparte de Siria, el imperio de Mittanni
se extendió también hacia el este abarcando el reino de Nuzi-Arraphe en tiempos
de Saushatatar, y quizá ya de su antecesor Parattarna. Posteriormente, los
reyes de Mittanni Shuttarna II y Tushratta entablaron relaciones dinásticas con
Egipto, en un periodo en que Mittanni dominaba como estado imperial, hasta su
enfrentamiento con Shuppiluliuma de Hatti, amplios territorios del norte de
Siria y Mesopotamia. Los reinados de Artatama I, Shuttarna II y Tushratta,
quien alcanzó el poder tras el breve reinado de su hermano mayor Artashumara,
fueron probablemente los de máximo esplendor del reino mitáneo. Sin embargo, la
conquista hitita de Karkemish y Alepo frente a los hurritas pudo facilitar poco
después el dominio de Hatti en la región, extendiéndose más tarde hacia el
sureste, pues tanto Amurru como Tunip y Qadesh reconocieron el nuevo poder
hitita en el norte de Siria y su alianza de equilibrio político con Egipto. Al
parecer, Mittanni quedó a partir de entonces reducido como estado y enfrentado
a una Asiria que resurgía como potencia en la zona. Este fue, verosímilmente,
el principio del fin del imperio de Mittanni.
Sociedad
y estructura política.
Son muchas aún las cuestiones por aclarar en
relación con la sociedad y la estructura política de los hurritas. En realidad,
hasta el surgimiento de Mittanni, este ámbito de la investigación hurritológica
resulta todavía prácticamente desconocido, debido a la carencia general de
información. Sin embargo, a partir de la época mitánea pueden avanzarse algunas
observaciones más o menos contrastadas:
Al parecer, los príncipes hurritas se sometieron,
y con ellos el territorio de su jurisdicción más directa, a la soberanía
suprema del rey de Mittanni. Éste, al sustituir al poder amorita en Siria,
parece haber adoptado el papel soberano que habían ostentado los reyes de
Yamhad. Pero, a diferencia de los reyes amoritas, el rey de Mittanni parece
representar, por decirlo así, una especie de primus inter pares en la
estructura política del reino mitáneo.
Los textos de Tell El-Amarna ilustran
especialmente acerca de la estructura interna del imperio de Mittanni, el cual
se componía verosímilmente de unidades administrativas o principados más o
menos independientes. Algunos príncipes hurritas poseyeron al parecer amplia
autonomía política que podía alcanzar cierta libertad en sus relaciones
exteriores. El rey de Mittanni, sin embargo, detentaba la representación
estatal de los hurritas y conservaba las prerrogativas propias del poder
central. Los príncipes súbditos le debían sometimiento mediante juramentos de
fidelidad y servicio, lo cual, ciertamente, no representa una novedad en la
estructura de los estados soberanos del Bronce Reciente. El rey mitáneo poseía
también potestad en determinados asuntos internos de los principados, como han
demostrado algunos textos de Alalah IV. Entre sus atribuciones, además de poder
mediar en asuntos relativos a la administración de justicia, estaba el poder
delimitar nuevas fronteras internas del imperio, así como delegar el usufructo
de determinadas propiedades sin mermar los derechos de posesión del rey ni de
los propietarios de dichos bienes.
Por otra parte, determinados funcionarios del
estado hurrita podían representar eventualmente al rey en diversas operaciones
administrativas, generalmente locales, aunque no parece, al menos a priori, que
el sistema mitánico de administración necesitase un gran aparato de
funcionarios. Entre ellos cabría destacar al hazuhlu o "jefe de
distrito" y al sukkallu o "visir/delegado del rey", que asumía
diferentes competencias oficiales.
La estructura militar del imperio mitánico es
asimismo poco conocida. Se sabe, no obstante, que determinadas unidades
militares provistas de carros de combate se estacionaban en lugares próximos a
las fronteras del reino, como demuestran los textos de Nuzi. El cuidado y
mantenimiento de estas unidades regulares de intervención estaba a cargo de las
autoridades locales más próximas a su estacionamiento. También, los príncipes
hurritas, ligados bajo juramento al rey mitáneo, proveían regularmente a éste
con determinados contingentes militares en caso de estallar un conflicto de
carácter regional o estatal. El control directo de las tropas estaba, al
parecer, en manos de los así denominados marijannu o "luchadores de carro
(de combate)", que formaban un estamento militar de élite directamente
supeditado a los príncipes hurritas que prestaban vasallaje al rey.
Por otra parte, el pago de tributos al rey de
Mittanni está escasamente documentado, aunque es probable que tuviera carácter
regular y permanente. De igual modo, la relación directa del rey con sus
príncipes vasallos estaba asegurada por un continuo trasiego de embajadas y
emisarios mediante los cuales se intercambiaban regalos e información. Es
probable, además, que determinados lazos familiares entre el palacio central en
la capital hurrita --la aún por descubrir Washuganni-- y los palacios de los
príncipes vasallos contribuyeran a fortalecer esta estructura del poder
palaciego.
Con respecto a la sociedad hurrita, la
información textual disponible que ilustra acerca de su composición se halla
focalizada sólo en unas pocas fuentes acadias de la época de Mittanni. Por esta
razón, trasladar los modelos de estructura y organización social atestiguados
en una región del imperio a otra zona más o menos alejada debiera,
provisionalmente, aceptarse sólo como hipótesis de trabajo.
En virtud de los datos de que se dispone, la
sociedad hurrita, al menos en determinados lugares, parece encontrarse
fuertemente jerarquizada en estamentos sociales claramente distinguibles entre
sí. Es principalmente el archivo de Alalah IV, datable a partir de 1500 a. de
C., el que ofrece hasta el momento mayor coherencia y relevancia a este
respecto:
En la escala social atestiguada por este
archivo el estrato más bajo y numeroso de la sociedad estaba formado por una
clase llamada hupshu, compuesta por
personas que, aun teniendo una profesión determinada (generalmente eran
artesanos y pastores) y viviendo fundamentalmente en zonas rurales, podían ser
reclutados de forma eventual para integrar tropas de infantería. Al parecer, su
categoría social era la de personas de condición humilde y con libertad
personal limitada, obligadas a prestar ciertos servicios personales al estado
en condiciones por el momento difíciles de precisar.
En segundo lugar, los textos de Alalah IV
distinguen la clase de los haniahhe,
cuyo apelativo parece designar asimismo a personas de origen humilde en la
sociedad hurrita occidental. Como los hupshu, las personas de este estamento
solían ser artesanos, cantores, lavanderos o jardineros entre otras
profesiones, pero no está claro todavía, salvo por el nombre, en qué residía su
diferenciación de los hupshu.
En un estrato superior de la estructura social
se encontraban los ehele. Eran
personas libres que podían desempeñar diversas funciones al servicio del
palacio (de Alalah). En general, los ehele formaban un grupo bien situado en la
sociedad; gozaban de notable bienestar económico y tenían acceso a cierta
formación y cultura. Entre los pertenecientes a esta clase había personas
instruidas como constructores y escribas, así como alcaldes y supervisores de
talleres y grupos de trabajo. También había artesanos, seguramente bien
situados y quizá con talleres privados y buen volumen de negocios.
Por último, en el estamento superior de la
sociedad hurrita se encontraban los marijannu.
Éstos formaban, como se ha indicado más arriba, una casta de guerreros a los
cuales les estaba permitido, al parecer de forma exclusiva, poseer carros de
combate. Eventualmente, las personas de esta clase social podían desempeñar
también profesiones de personas libres. Sin embargo, en razón de la información
que procuran las fuentes, parece claro que, en tanto que posesores de carros,
los marijannu formaban una élite militar más o menos numerosa ligada a los
príncipes hurritas y al mismo rey. Esta casta de guerreros era un grupo social
esencialmente no productivo, que representaría el soporte institucional más
importante de la realeza y sería, verosímilmente, cuna de los príncipes
vasallos.
Por otra parte, se ha discutido mucho acerca
del sistema "feudal" del imperio de Mittanni por contraposición al
sistema babilónico clásico de organización del estado. Ciertamente, una
denominación de "estado feudal" aplicada a Mittanni no ha satisfecho
a todos los historiadores, pues las fuentes que basan dicha caracterización se
fundamentan casi exclusivamente en los textos de Nuzi, procedentes de la
periferia de Mittanni, al otro lado del Tigris, y no del mismo núcleo del
estado mitáneo. Además, importantes diferencias de tipo organizativo (como la
identidad de la unidad productiva dominante o la relación de dependencia de los
productores con respecto a los príncipes) subyacen en dicho problema, para
poder trasladar un concepto típico de la historia medieval europea al Próximo
Oriente antiguo. Incluso, otras zonas de Mittanni en el oeste sirio, como por
ejemplo Alalah IV, presentan una realidad socio-económica distinta a la de los
textos de Nuzi.
En función de estas aparentes diferencias
internas, parece claro que el estado de Mittanni habría administrado territorios
cuyo desarrollo socio-económico no habría conocido un equilibrio interregional
completo: por un lado, la región de Nuzi-Arraphe se encontraba poderosamente
influida por el modelo babilónico desde el punto de vista político y social, al
menos desde los tiempos de la tardía dinastía de Hammurabi, ya que su evolución
social muestra una clara relación con Babilonia; la organización de la
producción agrícola pudo haber conservado allí, efectivamente, un sistema
colectivo de comunidades como unidades económicas estructuradas entre
productores y terratenientes. Los textos administrativos de Alalah IV, por otro
lado, no dejan entrever, al menos a primera vista, lo que podríamos considerar
un modelo "feudal" de estructura económica ni un modelo "babilónico"
de organización.
Religión.
Como otros muchos aspectos relativos al papel
de los hurritas en el Próximo Oriente antiguo, la religión hurrita encierra aún
numerosos interrogantes respecto al culto de divinidades y a sus distintas
manifestaciones religiosas. Las fuentes distinguen incluso claras diferencias
en el plano religioso entre los hurritas del este y los hurritas del oeste.
Existe, en efecto, un panteón hurrita oriental por contraposición a un panteón
hurrita occidental. Los dioses del panteón oriental, en base a los textos de
Nuzi, revelan una tradición más o menos original, mientras que los dioses
hurritas del dominio occidental acusan un proceso de aculturación y asimilación
a divinidades semíticas equivalentes de la Siria antigua.
Al igual que el panteón sumerio o el panteón
paleosemítico de Mesopotamia y Siria, el gran panteón hurrita se componía de
numerosas divinidades que representaban diversos aspectos de la naturaleza,
pero también conceptos abstractos estrechamente ligados a las creencias religiosas.
Estas divinidades parecen poder dividirse en tres órdenes de importancia, en
base a las fuentes del II milenio a. de C.:
En primer lugar, el dios más importante del
panteón hurrita era Teshub, que
encarnaba al dios del clima y equivalía al antiguo dios semítico occidental
Ada/Addu, al Ishkur sumerio y al Adad asiriobabilónico. En un segundo rango
estaban los dioses: Shaushga (la
Ishtar hurrita), Kumarbi, Eya, Kushuh (dios lunar equivalente a Nanna-Sin en el panteón
sumero-acadio), Shimige (dios solar
equivalente al Utu sumerio y al Shamash semítico), Ashtabi y Nubandig. El
tercer escalafón lo ocupaban numerosas divinidades hurritas aun
insuficientemente conocidas, cuya diversa formación varía en razón de la
procedencia de las fuentes.
Respecto a esta básica diferenciación
este-oeste y aun en un plano sumamente superficial, algunas precisiones
fundamentales pueden esbozarse dentro de este esquema básico de composición del
panteón hurrita: en la tradición de los hurritas del este, al otro lado del Tigris,
el dios Teshub tiene tradicionalmente como diosa paredra a Shaushga, sustituida
en la tradición hurrita occidental por la diosa paleosiria Hebat. Esta
tradición occidental, que unía a Teshub con Hebat, no representa sino una
herencia del modelo semítico occidental preexistente, que al menos desde el III
milenio emparentaba tradicionalmente al dios del clima paleosirio Ada (más
tarde Addu) con Hebat, como demuestra la documentación textual acadia
occidental desde los tiempos de Ebla. Dicha unión representa una antigua
tradición instalada fundamentalmente en Alepo, que fue adoptada por los
hurritas llegados a la región mediante la asociación de su dios principal
Teshub (equivalente a Addu) con Hebat. Por esta razón, los contenidos del culto
a Teshub en Siria, durante la primera mitad del II milenio, no están del todo
claros dada su práctica identificación con Addu. Una identidad del culto al
Teshub occidental no puede por consiguiente diferenciarse claramente de la de
su homólogo semítico, en virtud del estrecho contacto que se produjo entre
semitas y hurritas en Siria. No obstante, a pesar de esta confluencia
hurro-semítica en torno a la tradición del dios del clima en Alepo y en el
norte de Siria, un culto independiente de ambos dioses en otros lugares no
debiera descartarse. Sea como fuere, lo cierto es que los hurritas que
penetraron en Siria hacia finales del III milenio o comienzos del II adoptaron
modelos paleosirios anteriores que incorporaron a sus tradiciones
convirtiéndose, con el paso del tiempo, en un elemento cultural más del dominio
occidental. En este sentido, es significativo destacar la abundancia de
antropónimos teóforos híbridos hurro-semíticos de Alalah que han sustituido a
Teshub por Addu, como fiel reflejo de la nueva orientación de una parte de la
piedad popular local. Es más que probable, con todo, que Teshub hubiese
recuperado su posición en el panteón hurrita occidental frente a Addu durante
la fase de regeneración hurrita en Siria marcada por el surgimiento de
Mittanni.
Lengua.
El hurrita es una lengua estrechamente
emparentada al urarteo y ligada también, al parecer, a algunas lenguas del
Cáucaso. Concretamente, parece pertenecer a la familia de las lenguas
caucásicas nororientales, según recientes estudios comparativos. Aunque el conocimiento
del hurrita sufre aún grandes lagunas e imprecisiones en cuestiones
fundamentales de gramática, sintaxis y lexicografía, algunas características
generales de su morfología están bien establecidas:
El hurrita es una lengua aglutinante, cuya estructura
morfológica se caracteriza esencialmente por la formación de una cadena de
sufijos añadida a una base nominal, verbal o preposicional. Como el sumerio o
el elamita, el hurrita es también una lengua ergativa, que determina al sujeto
de la oración transitiva mediante una desinencia de ergativo. La categoría
gramatical del objeto directo no existe. En su lugar, un mismo caso, denominado
absolutivo o caso cero, expresa las categorías lógicas del objeto directo en la
frase transitiva, pero también las del sujeto en la oración intransitiva. Dada
la presencia del ergativo, no existen tampoco en hurrita los casos nominativo
ni acusativo. No se aprecia asimismo la existencia de una oposición clara entre
los conceptos "activo-pasivo", en el sentido en el que se aplica por
ejemplo al castellano, pero sí en cambio entre la oposición:
"acciónestado", sea dicha acción transitiva o intransitiva. Tampoco
se aprecia en hurrita la distinción de género (masculino/femenino).
Por otra parte, la lexicografía hurrita sólo se
conoce parcialmente, circunstancia que resulta imprescindible para comprender
numerosos interrogantes e imprecisiones que sobre muchos contextos aún planea.
Afortunadamente, un número considerable de lexemas ha sido comprendido gracias
al hallazgo accidental de diversas fuentes bilingües o políglotas que contienen
traducciones al hurrita, entre las que cabe destacar los vocabularios de
Ras-Shamra-Ugarit y los textos del Bilingüe de Bogazköy. Pero, aunque este
material ha permitido dar pasos importantes en la compresión del hurrita, otros
textos monolingües hurritas de Bogazköy y de otros lugares resultan todavía
prácticamente impenetrables, poniendo de manifiesto el estado incompleto, tanto
gramatical como lexicográfico, en que se encuentra aún el conocimiento de esta
lengua sometido a continua revisión.
Cultura
material.
A pesar de que puedan reconocerse una lengua y
una onomástica típica, un panteón y una literatura mitológica y laica original
hurritas, no parece que las diferencias lingüísticas existentes en amplias
zonas del Próximo Oriente antiguo coincidan con fronteras desde el punto de
vista de la cultura material. Al menos, los estudios arqueológicos realizados
en enclaves de poblamiento hurrita han señalado que una "cultura material
hurrita" no es fácilmente distinguible en el contexto geográfico de los
asentamientos de este pueblo.
A diferencia, pues, de las pruebas documentales
relativas a una identidad cultural hurrita que puede aportar la epigrafía, la
cultura material de los hurritas no tiene, hasta hoy, unas señas propias de
identidad bien definidas. No puede afirmarse, en consecuencia, que determinadas
piezas u objetos arqueológicos sean típicamente hurritas, por contraposición a
otros objetos "no hurritas". Más bien, los hurritas parecen haber
compartido con sus vecinos, como nosotros hoy con los países de nuestro
entorno, una cultura material coincidente al menos en sus rasgos más generales.
Ello no quiere decir, obviamente, que la cultura material hurrita no hubiese
tenido una típica caracterización como tal, sino, simplemente, que la
arqueología actual no está en condiciones de establecer, a la luz de los
hallazgos que se poseen, una clara delimitación entre qué fue típicamente
hurrita y qué no lo fue.
Los estados hurritas
Después de la caída del
imperio de Agadé, los hurritas fundaron una serie de reinos entre los que
destacan los siguientes:
Urkesh
El primer estado
hurrita atestiguado documentalmente es el creado en torno a la ciudad de
Urkesh, que ya se encuentra registrado en documentos del 2100 a. C.,
procedentes de Ur. Urkesh no gozó de independencia durante mucho tiempo, ya que
a comienzos del II milenio a. C. el reino amorreo de Mari impuso su
dominio político sobre la zona. Además, los asirios fundaron algunas ciudades
importantes en la zona durante el siglo XVIII a. C., lo que redujo
aún más el margen de maniobra de Urkesh.
Urkesh o Urkish (Cuneiforme: Ḫu-ur-ri, es una antigua ciudad estado de Siria hoy
desaparecida, fundada hacia comienzos del IV milenio a. C. por los Hurritas. La
ciudad se ubicaba en la actual gobernación de Al-Hasakah en el noreste de
Siria, al sur de los Montes Tauro, y en el norte de Mesopotamia. En la
actualidad es una zona arqueológica con el nombre de tell Mozan.
Es poco lo que se conoce sobre la historia de
Urkesh y en su mayoría ha sido revelado por los hallazgos arqueológicos en Tell
Mozan y por menciones halladas en inscripciones de los reinos vecinos. Era un
centro importante para la cultura hurrita que lo consideraban la sede de
Kumarbi, padre de los dioses. Era la capital de un reino que se extendía hacia
el norte, donde tenía lugar la extracción de cobre que fue la fuente de la
prosperidad de la ciudad.
Se ignora casi todo acerca de los gobernantes
de la ciudad de los que sólo se conservan algunos nombres y referencias
fragmentarias. Los más antiguos ostentan el título de endan:
Tupkish endan (c. 2250 a. C.)
Tish-atal endan (fecha desconocida)
Shatar-mat (fecha desconocida)
Atal-shen (fecha desconocida)
Ann-atal (c. 2050 a. C.)
Te'irru (c. 1800 a. C.)
La ciudad fue abandonada por razones
desconocidas hacia 1350 a. C.
La excavación arqueológica se llevó a cabo en
el montículo de Tell Mozan en un área de unas 135 hectáreas que se eleva unos
25 metros en su punto más alto. Los primeros sondeos los realizó Max Mallowan,
marido de Agatha Christie en la década de 1930, quien abandonó los trabajos en
el tell por creer haber encontrado restos romanos.
Se han realizado importantes descubrimientos
entre los que destaca el Palacio Real, un templo sobre una terraza monumental y
un pozo que se cree servía para realizar determinados ritos adivinatorios. La
ciudad estaba rodeada por una muralla de unos 7 metros de altura y unos 8 de anchura
y construida, como es habitual en la zona, con ladrillos de barro.
La excavación comenzó en 1984 a cargo de
Giorgio Buccellati de la UCLA y Marilyn Kelly-Buccellati de la California State
University y han proseguido hasta la actualidad con ayuda de otros equipos. La
excavación es célebre por su empleo de la alta tecnología en el estudio y
conservación de los hallazgos arqueológicos.
El sitio entero cubre alrededor de 135
hectáreas (330 acres), en su mayoría compuesta por la ciudad exterior. El alto
montículo cubre aproximadamente 18 hectáreas y se eleva a una altura de 25
metros, con 5 sub-montículos. El alto montículo está rodeado por una muralla de
ladrillo de barro que tenía aproximadamente 8 metros de ancho y 7 metros de
altura.
Las importantes estructuras excavadas incluyen
el palacio real de Tupkish , una estructura subterránea necromántica asociada
(Abi), una monumental terraza del templo con una plaza en la parte delantera y
un templo en la parte superior, las áreas residenciales, las zonas de entierro
y las paredes interiores y exteriores de la ciudad.
Los sondeos en el sitio fueron hechos por Max
Mallowan durante su estudio de la zona. Agatha Christie, su esposa, escribió
que decidieron no continuar en el sitio porque parecía tener material romano.
Sin embargo, no se han encontrado rastros de los niveles de ocupación romana en
las excavaciones posteriores. Mallowan fue a excavar Chagar Bazar, otro sitio
al sur de Mozan / Urkesh. Las excavaciones en Tell Mozan comenzaron en 1984 y
se han llevado a cabo durante al menos 17 temporadas hasta la actualidad. El
trabajo ha sido dirigido por Giorgio Buccellati de UCLA y Marilyn
Kelly-Buccellati de California State University, Los Angeles. La temporada de
2007 se dedicó principalmente a trabajar en material de publicación,
principalmente unidades de excavación A16, J1, J3 y J4. Un pequeño sondeo se
hizo en J1 para aclarar la transición entre Mittani y Khabur. Las excavaciones
han sido ayudadas en varias ocasiones por otros grupos, incluyendo el Instituto
Arqueológico Alemán.
Las excavaciones en Tell Mozan son conocidas
por el interés del proyecto en perseguir los usos de la tecnología en un
contexto arqueológico. El foco principal está en el ' Registro Global ', un
método de documentación que combina entradas de diario en una salida basada en
hipertexto. Este sistema combina las ventajas tanto de la base de datos como de
los enfoques de tipo prosa, ya que los elementos están vinculados
individualmente tanto a la estratigrafía como a la tipología y, sin embargo,
permanecen atados en un conjunto más sintético a través de la narración del
registro arqueológico. Otro punto focal de la investigación en el sitio es la
aplicación de la conservación.
La arquitectura de ladrillo de barro que
comprende la mayoría de las estructuras encontradas hasta la fecha se ha
conservado a través de los años a través de un sistema innovador. Este sistema
protege el monumento mientras que todavía permite una inspección detallada del
documento primario como desenterrado originalmente. El mismo sistema ofrece una
visión general de los volúmenes arquitectónicos tal como los perciben los
antiguos. Un importante laboratorio en la instalación de investigación de campo
permite a los conservadores para dar el mejor posible en el lugar de atención
al interactuar con las excavaciones. Se ha establecido una extensa instalación
de almacenamiento donde más de 10.000 objetos y muestras de calidad no
museográfica están disponibles para estudio adicional. Un catálogo detallado
indexa estos hallazgos.
Se hace especial hincapié en documentar los
tipos concretos de contacto que se observan en el suelo. Esto se hace con gran
detalle en el nivel de cada característica individual. De esta evidencia se
deriva automáticamente una historia deposicional completa de todos los
elementos en contacto. Los estratos se conciben como segmentos de este continuo
en el que se puede reconstruir un único momento de deposición. Las fases son
períodos que son culturalmente identificables sobre la base del análisis tipológico
y funcional. Los horizontes son las subdivisiones cronológicas amplias basadas
en el material comparativo y como pueden ser ligadas a la comprensión histórica
general.
Uno de los puntos de referencia fijos más
importantes para la cronología son las impresiones en los sellos de las puertas
del sello de Tar'am-Agade, hija de Naram-Sin, que debido a la estratigrafía
puede estar firmemente vinculada a la fase 3 de la ocupación del palacio AP.
Los hallazgos de las excavaciones en Tell Mozan
están expuestos en el Museo Deir ez-Zor.
Panorámica de Tell Mozan
(al noreste de Siria), antigua Urkesh, desde el norte. En el centro se puede ver
el campamento arqueológico (Wikimedia Commons)
Un león Urkish acompañado
de una tablilla de piedra con el texto conocido más antiguo de los Hurritas. La
inscripción dice: "Tishatal, [Endan] rey de Urkesh, ha construido un
templo para el dios Nergal. Que el dios Nubadag proteja este templo. Que
Nubadag destruya a quien quiera destruirlo; que su dios no escuche sus rezos.
Que la Señora de Nagar, [diosa del sol] Shimiga, y el dios de la tormenta
[maldiga 10.000 veces a quien quiera destruirlo]." (Wikimedia Commons).
Alepo, Alalakh y
Kizzuwadna
Desde Urkesh los
hurritas se expandieron al oeste, y se convirtieron en el elemento cultural
dominante en la zona. A partir de finales del siglo XVIII a. C. es
posible encontrar referencias hurritas en Alepo, Alalakh y Kizzuwadna. Mientras
que Alalakh y Alepo se enfrentaron continuamente con los hititas, siendo
derrotados en tiempos de Mursil I (finales del siglo XVII a. C.), el
reino de Kizzuwadna (que algunos historiadores traducen como ‘Tierra de los
Hurritas’) se mantuvo independiente y como una potencia a considerar hasta el
reinado del hitita Tudhalia I (finales del siglo XV a. C.), que lo
redujo a vasallaje. Aún reducido a vasallaje, Kizzuwadna conservo su
independencia hasta la época de Shubiluliuma I (mediados del siglo
XIV a. C.), que convirtió a Kizzuwadna en provincia hitita.
Alalakh, o Alalah, es el
nombre de una antigua ciudad y su asociada ciudad-estado del valle del río Amuq, localizada en la región de Hatay al sur de Turquía cerca de la ciudad de Antakya (antigua Antioquía), y hoy en día
representada por una extensa ciudad-montículo conocida como Tell Atchana.
Alalakh fue fundada
durante la Edad de Bronce en el II
milenio a. C., como una de las primeras grandes ciudades del Creciente Fértil. El primer palacio de la ciudadela de Alalakh
fue construido c. 2000 a. C., contemporáneo de la tercera dinastía de Ur.
Su fundación responde a
criterios estratégicos. La ciudad estaba en el camino más corto entre Alepo y
el mar, en el cruce entre dicha vía y una dirigida a norte-sur que llevaba, al
norte, a Anatolia y, al sur, hacia la
costa sirio-palestina.
Desde su privilegiada
posición, Alalakh podía controlar estas vías comerciales y la distribución de
las mercancías hacia el continente y hacia un puerto, que puede identificarse
razonablemente con Al-Mina.
La historia escrita del
sitio puede comenzar bajo el nombre de Alakhtum, con tablillas de Mari del siglo
XVIII a. C., cuando la ciudad formaba parte del reino de Yamhad (moderna Alepo). Un dossier de
tablillas refiere que el rey Sumu-epeh vendió el territorio de Alakhtum a su
yerno Zimri-Lim, rey de Mari, conservando para sí mismo el señorío. Tras la
caída de Mari en 1765 a. C., Alalakh estuvo bajo la autoridad de Yamhad. El rey Abba-ili de Alepo la concedió a
su hermano Yarim-Lim, en la reorganización de su imperio, que parece haber
seguido a una revuelta. Los descendientes de Yarim-Lin fue fundaron así una
dinastía centrada en Alepo, cuya hegemonía duró hasta el final del siglo
XVII a. C. En esta época Alalakh fue destruida, probablemente por el
rey hitita Hattusil
I, en
el segundo año de sus campañas.
Palacio
El máximo esplendor de
Alalakh se produjo en dos fases. En la primera fase de desarrollo, Alalakh no
era una ciudad independiente, pero debía ser uno de los centros más importantes
del reino amorrita de Yamhad, cuya capital era Alepo. La ciudad debía ser la
mayor, si no la única, salida de Yamhad al mar. A esto se debe tal vez el
impulso que recibió de los reyes de aquella dinastía y explicaría el cuidado y
las atenciones que le dedicaron aunque residían en Alepo. Del palacio real del
templo, sacados a la luz, en este periodo proceden la mayor cantidad de textos
que se refieren sobre todo a tres reyes: Hammurabi, Yarim-Lin y Niqmepa.
el último es un rey local. En cambio el segundo, que fue el artífice del
verdadero florecimiento de Alalakh era de Alepo y vivió entre 1790 y 1770 a. C., en tiempos del gran
Hammurabi de Babilonia.
Yarim-Lim, que se hizo
construir una residencia en Alalakh, fue muy poderoso, por lo menos a nivel
local, hasta que Hammurabi alcanzó la cúspide de su poder. En un documento
hallado en el palacio de Mari se lee: "Diez o quince reyes siguen a
Hammurabi de Babilonia, pero al menos veinte reyes siguen a Yarim-Lin de
Yamhad". Después, Yarim-Lim se hizo construir en la ciudad costera una
residencia que rivalizara con el palacio de Mari, hasta el punto de que un rey
de Ugarit pidió permiso para visitarlo.
El palacio fue
completamente destruido y saqueado, quizás cuando empezaron las campañas de los
grandes reyes hititas, Hattusil I y Mursil
I,
contra Alepo.
Como consecuencia de
las destrucciones provocadas en Siria por los ejércitos hititas y en Palestina
por las tropas egipcias, hubo un periodo de depresión en aquellas regiones.
Alalakh floreció de
nuevo bajo una dinastía local, entre 1450 y 1350 a. C. Uno de los documentos
de esta época, está grabado sobre una estatua de basalto y que representa al
rey Idrimi. Durante este periodo varias potencias se disputaban el predominio
sobre Siria: los mitani, de reciente fundación, los hititas, los egipcios y los asirios convirtieron Siria en
su campo de batalla y Alalakh permaneció casi siempre, aunque a veces no por
voluntad propia, en la órbita de la influencia hitita.
El fundador de la
dinastía local, a la que pertenecía también Idrimi, fue Niqmepa, quien
construyó un palacio real, que fue ampliado por sus sucesores.
Bajo el gobierno de la
dinastía de Niqmepa, Alalakh debió alcanzar una notable prosperidad económica,
testimoniada por las casas de los grandes señores de la ciudad.
Hacia el
1350 a. C., Alalakh fue conquistada por el rey hitita Suppiluliuma (1380-1346 a. C.) y no volvió a
reconquistar la independencia, aunque hubo una tentativa de revolución
filoegipcia truncada hacia el 1200 a. C. como consecuencia de
la invasión de los pueblos del mar.
Después Siria
reapareció como con un aspecto distinto. Surgieron por todas partes principados
arameos que., a veces, eligieron para sus fundaciones, lugares nunca ocupados
hasta entonces. De hecho, Alalakh fue abandonada tras un intento fallido de
reocupación, mientras surgió un nuevo asentamiento en Tell Ta'yinat.
Tras un intervalo de
menos de un siglo, los registros escritos de Alalakh se reanudaron. En esta
época, fue de nuevo la sede de una dinastía local. La mayoría de la información
sobre la fundación de esta dinastía proviene de una estatua inscrita con lo que
parece ser la autobiografía del rey fundador de la dinastía:
Según la inscripción,
en la primera mitad de siglo XV a. C., Idrimi, hijo del rey de Alepo
pudo haber huido de su ciudad a Emar, viajó por Alalakh, ganó el control de la
ciudad y fue reconocido como vasallo por Barattarna. La inscripción
registra las vicisitudes de Idrimi: tras haber sido su familia forzada a huir a
Emar, la abandonó y se unió a los "Habiru" de "Ammija
en la tierra de Canaán", donde los Hapiru lo reconocieron como "hijo de
su señor" y "se reunieron en torno a él;" tras vivir entre ellos
durante siete años, condujo a sus guerreros a un exitoso ataque por mar a
Alalakh, de donde llegó a ser rey.
Sin embargo, según el
informe de la época, esta estatua fue descubierta en un nivel de ocupación que
data de varios siglos después de la época en que vivió Idrimi, y ha sido largo
el debate académico sobre su historicidad. No obstante, las tablillas dicen que
Niqmepuh fue contemporáneo del rey Saushtastar de Mitani, las cuales podían
haber parecido sostener que la estatua afirma que Idrimi fue contemporáneo de
Barattarna, predecesor de Saushtatar.
La historia
socio-económica de Alalakh durante el reinado del hijo y del nieto de Idrimi,
Niqmepuh y Ilim-ilimma está bien documentada por tabillas excavadas en el
lugar. El propio Idrimi aparece sólo raramente en estas tablillas.
En el siglo
XIV a. C., el hitita Suppiluliuma
I
derrotó al rey Tushratta de Mitani y asumió el control del norte de Siria,
incluyendo Alalakh, la cual él incorporó al imperio hitita. Una tablilla recoge
la sublevación de la tierra de Mukish (que es de Alalakh) en Ugarit después de que el rey
de Ugarit alertara al rey hitita de una revuelta de los reinos de Mukish, Nuhassa, y Niye. Alalakh fue probablemente
destruida por los pueblos del mar en el siglo XII a. C., como lo
fueron muchas otras ciudades costeras de Anatolia y el Levante. El sitio
no fue nunca reocupado, el puerto de Al-Mina tomó su sitio durante la Edad
de Hierro.
Excavación
Los restos de la
ciudad, preservados por el Tell Atchana, fueron excavados por el
arqueólogo británico Sir Leonard
Woolley
en los años 1935-1939 y 1946-1949, durante los cuales
palacios, templos, casas privadas y las murallas de la fortificación fueron
descubiertos, en 17 niveles arqueológicos yendo desde el Calcolítico (Nivel XVII, c.3400
–3100 a. C. hasta el final de la Edad de Bronce (Nivel 0, siglo
XII a. C.).
Idrimi, rey y biógrafo.
El rey Idrimi es un caso
único en la historia antigua de Oriente Próximo. Su reinado, en apariencia
insignificante, es una de las fuentes más preciosas para conocer la vida
cotidiana en un período antiquísimo de la historia de la civilización.
Idrimi vivió en el siglo XV antes de
Cristo, en la región que hoy conocemos por Siria y Anatolia. Su vida es
conocida gracias al hallazgo de su tumba en la ciudad que gobernó, pero sobre
todo gracias al hallazgo de una pequeña estatua de piedra en la cual se le
representa sentado en su trono y que lleva grabada en lengua acadia su
autobiografía.
Según esta, el joven Idrimi vivía
tranquilamente con su padre, el rey, y su familia en la actual ciudad de
Alepo, sin embargo, unas revueltas provocaron la muerte del soberano y la huida
del resto de la familia real hacia el desierto.
Sobreponiéndose a su desgracia,
Idrimi comenzó una larga marcha por las tierras áridas del interior, con el
objetivo de poder lograr apoyos entre las tribus nómadas que vivían en la
región.
Estas, le reconocieron como el rey
legítimo y le ayudaron a formar un ejército con el que poder recuperar su
trono. Con sus tropas se dedicó a mostrar su poder a los dominadores de su
ciudad, el imperio Mitannio, los cuales, aun no devolviéndole la ciudad de
Alepo, consintieron que se estableciera como soberano de la importante ciudad
de Alalakh, en la orilla del río Orontes.
Desde allí Idrimi pudo gobernar con
relativa independencia, e incluso acrecentar sus posesiones en sus luchas
contra el reino Hitita.
En la inscripción no aparece como
terminó su reinado, solo se sabe que duró 30 años y que fue enterrado con
honores de gran gobernante.
Como parte de su ajuar funerario, se
encontró la estatua que nos ha permitido conocer sus peripecias de hace 35
siglos.
Al finalizar la escritura, Idrimi,
deseoso de permanecer vivo en el recuerdo de las generaciones venideras,
reproduce una maldición contra aquel que robe o destruya la estatua.
Sus últimas anotaciones fueron:
“Yo fui rey durante 30 años. Escribí mis logros sobre mi estatua. Dejad a
la gente leerla y bendecidme.”
Kizzuwadna fue un reino de
cultura hurrita situado en lo que hoy
es el golfo de Alejandreta, en Turquía. Su historia está
relacionada con el imperio hitita, y aunque al principio pudo ser una entidad
política independiente (llamada Adaniya), parece que se incorporó al
reino hitita en tiempos de Hattusil I (1650 - 1620 a. C.); sin
embargo, la posterior debilidad de los hititas en el siglo XVI a. C.
permitió a Kizzuwadna proclamarse independiente y jugar con su posición
intermedia entre Mitani y el imperio hitita para ganar una importante base de
poder.
Esta situación, que el
rey hitita Telebino y sus sucesores aceptaron, se mantuvo hasta el reinado de Tudhalia
I (1430 a. C. - 1400 a. C.), que convirtió a Kizzuwadna en
un estado vasallo mediante el tratado de Sunasura, como paso previo a sus
campañas contra Mitanni. Kizzuwadna se mantuvo como vasallo hitita hasta el
reinado de Shubiluliuma I (mediados del siglo XIV a. C.) que acabó
con la independencia nominal de este reino.
A pesar de su situación
política de subordinación, parece que Kizzuwadna ejerció una gran influencia
sobre los hititas, que a través de este reino incorporaron numerosos elementos
hurritas en su cultura, particularmente en su religión, hasta el punto de que
bastantes reyes hititas usaron nombres hurritas (por ejemplo, Urhi-Teshub).
Económicamente,
Kizzuwadna parece haber sido importante como centro de fundición y trabajado
del hierro.
Urkesh
(Ur Kasdim). La impronta hurrita en la genealogía del patriarca Abraham.
Contextuado históricamente, habría que
recordar la importancia que el Levante Mediterráneo tuvo en el
tránsito de mercaderías durante el III milenio a.c. debido a sus conexiones con
Egipto, Mesopotamia, Anatolia, la meseta iraní y las culturas del Mar
Egeo. Un desarrollo comercial que paralelamente supondría un renovado
impulso urbano en la cuenca media-alta del Eufrates y sus afluentes,
léase Ḫabur y Balikh, como consecuencia del intercambio cultural a que llevó el
desarrollo de un estratégico conjunto de vías terrestres de comunicación.
Éste entramado de rutas caravaneras, y durante la segunda mitad de III
milenio a.c., conectaría los puertos de las costas levantinas
meridionales mediterráneas, léase Biblos o Ugarit, con centros urbanos del
interior como Qatna, Ebla o Meri, y éstos, a su vez, con otra rutas principales
que hacían los recorridos este-oeste y norte-sur. Tales trayectos estaban
jalonados de pequeñas localidades o estaciones de postas con un intervalo
de un 20 km aprox.
– Un jornada de viaje para una recuas de mulas (M. Al-Maqdissi, 2008) – Harran fue uno de
éstos importantes enclaves de comunicaciones, tanto en la ruta entre la
antigua capital asiria, Assur, y la ciudad de Kanesh-Neša, su corresponsalía
comercial en Anatolia durante los siglos XX y XVIII a.c., como en la
posterior ruta entre Karkemish, Urkish/Urkesh y Nínive durante el Imperio
Neo-Asirio.
Añadir que Harran/Ḫaran/Ḫarān, cuyo yacimiento
está próximo a la ciudad turca de Edessa y que fue el enclave desde donde
Abraham partió a la “Tierra Prometida” por indicación divina, los primeros
documentos que la atestiguan se remontan al III milenio a.C. y
corresponden al “Palacio G” de la ciudad de Ebla. Por aquellos años,
posiblemente, Harran fuera una ciudad independiente, pero avasallada por Ebla – Aparece en los
registros administrativos eblaítas como gobernada por un “ba-da-lu(m)”, en
semita “sustituto” en referencia a un príncipe regente (E. Lipinski, 1988),
junto con los enclaves de Sanapzulum e Iritum (Otto, Biga, 2010), así como nudo de
comunicaciones de la ruta comercial mesopotámica con las costas del Levante
Mediterráneo. Función que siguió conservando tras su conquista por la ciudad de
Mari, el “Reino de Khana/Ḫana“, a finales del siglo XVIII a.c. De
hecho, “Ḫarrān(u)” viene a significar en acadio “caravana/cruce de
caminos”.
« (Refiriéndose a la ciudad de Tiro) Arabia,
y todos los príncipes de Kedar, trataban contigo en ovejas, y corderos y
machos cabríos; tales fueron tus proveedores. Sheva/Siete (incontables)
mercaderes de Ra’amah, fueron tus proveedores; con ellos comerciabas con
selectas especias, y con todo tipo de yekarah/piedras de valor, y zahav/oro. Ḫaran,
Kanneh y Eden, e incontables mercaderes de Aššur y Kilmad fueron tus
proveedores » Ezequiel 27: 21-23 Biblia Ortodoxa Hebrea.
Es evidente que hay una diferencia temporal de
alrededor de mil quinientos años entre la cita de Ezequiel. Que nació en el año
622 a.C. aproximadamente con el final de imperio asirio, y los primeros
escritos sobre la ciudad de Harran en los archivos de Ebla, aunque si se
advierte la importancia que tuvo la ruta anatólica hacia la vertiente sur
de los Montes Tauro y las fuentes del Tigris y Eufrates desde antiguo.
Así aparecen citados, por ejemplo, el topónimo “Kilmad”, una nomenclatura
urarteo-hurrita para denominar el “País de Qulmeri” (Diakonoff, Kashkai,
1981). Qulmeri/Kullimeri fue la capital de una provincia nor-oriental del
Imperio Neo-Asirio tras el sometimiento de los mitanno-hurritas, aliados de los
hititas –
La asiria “Šubria”, llamada el “País del Norte” y que comprendería una
región del Alto Tigris, delimitada por los Montes Tauro -. Por otro lado, el término
“Kanne(h)” tal vez corresponda al “País de Qumenu” en lengua hurrito-urartea,
“Kumme” en asirio
– Existen dos textos exorcistas hurritas del siglo XVIII a.c. encontrado
en la ciudad de Mari donde se hace referencia a Ku-um-me-né, en
referencia (Schwemer, 2001) – y situado entre el lago Van y la cuenca
oriental del Tigris o/y con la antigua población de “Kannu”, localizada,
tal vez, en la cuenca del río Zab Superior, un afluente por la derecha del
Tigris, y ubicada en la ruta principal desde Nínive a Urkesh, y que, a su vez,
enlazaba con la proveniente de Harran en dirección a Nihiri(ya)/Nihri(ya)
y Norşuntepe. En un primer momento, el único topónimo de la Alta
Mesopotamia que parece ser discordante en el texto de Ezequiel 27:23
sería la localización de la región o ciudad de Eden.
« Por aquel entonces, éstos fueron los
descendientes de Terach: Terach engendró a Avram, Nachor y Haran; y Haran
engendró a Lot. Y Haran murió antes que su av/padre Terach en la tierra donde
nació, en Ur Kasdim » Génesis 11: 27-28 Biblia Ortodoxa Hebrea.
Si bien el pasaje bíblico anterior parece hacer
exclusiva reseña de la descendencia de Teraḥ, una más profunda lectura etimológica
de los integrantes de la dinastía abrahámica nos proporciona una
cantidad apreciable de información adicional sobre el origen de saga patriarcal
de las religiones hebrea, cristiana y musulmana.
En un primer acercamiento al texto, sería de
notar que varios de los nombres propios son epónimos de poblaciones adscritas a
la Alta Mesopotamia. De hecho y por ejemplo, Terach/Teraḥ, haría
referencia a una antigua población al sur de Harran, en la cuenca de un
afluente del Eufrates por la derecha, el río Balikh, y denominada Turaḥi;
Nachor aludiría a la desaparecida ciudad de Nackur/Naḥur, a 30 km al noreste de
la actual población de Jir Nawaz en Siria, y, por supuesto, Haran al importante
nudo comercial de Ḫarān. Si bien, y lo realmente relevante, es que todas
corresponden a topónimos de origen hurrito-urarteo. Un global origen hurrita al
que habría que incorporar, y aunque en la Biblia católica y otras
sagradas escrituras cristianas se insista en traducir el topónimo “Ur-Kasdim”
como la “Ur de los caldeos” – En referencia a la antigua población de
Urim en la Baja Mesopotamia. Residencia del dios lunar sumerio “Nanna(r)”
-, a
la antigua capital del “Reino de Ḫurri“, Urkesh/Urkish, como el lugar de
nacimiento de Avram. (Bucelatti, 2007 y Berlyn, 2005) entre el IV y el II
milenio a.c., cuando fue abandonada. Anotar que de los tres hijos de Terach, el
único descendiente cuyo nombre no tiene relación toponímica directa es “Avram”,
más que otra cosa porque en hebreo viene a significar el “Excelso
Antecesor” como padre de la estirpe que poseerá la “Tierra Prometida”.
Tal es así, que el progenitor de Terach, Nachor, vuelve a incidir sobre la
correlación presentada – Una segunda población de Naḥur correspondería con
el yacimiento de Tell Brak, Alto Ḫabur, en el noreste de la actual Siria – y que, a la vez, se
ratifica con el nombre del abuelo de Terach, Sereg/Serug, que mantiene relación
epónima con la antigua ciudad de Sarugi/Tello, situada a 60 km a noroeste de Ḫarran
(S. Parpola, 1974).
Si a lo expuesto añadimos, por ejemplo, que el
término “Sarugi” viene a ser nominativo hurrito-urarteo para el dios acadio
Šamaš” y que “Terach/Teraḥ” es el sosias hurrita del dios acadio “Sîn”,
mientras que la poblaciones nombradas como “Naḥur”, habría que relacionarlas
con “Belēt Nagar”, la llamada “Dama de los Ojos”, una diosa-madre de la
Fertilidad sirio-hurrita, o que las mujeres de la “Casa de Terach”, léase
Sarai/Sarah o Milcah, hacen referencia a las diosas lunares hurritas Sar-Natum
y Malkatu (P. Berlyn, 2005), tendremos un argumento más para
ratificar la hipótesis. Como última nota, decir que Urkish, en su
templo principal, rendía culto patronal al “Dios de las
Tormentas” hurrito-urarteo, y posteriormente hitita, Teššub.
Apuntado lo anterior y como primera conclusión,
resulta evidente que la saga abrahámica, antes de su llegada a Canaán, tuvo un
fuerte vinculación con el “País de Ḫurri“. Unos hurritas, los hórreos del
Antiguo Testamento, que iniciaron su expansión hacia la “Creciente
Fértil” desde las estribaciones montañosas al norte de Urkesh hacia
el V milenio a.c. (Bucellati, 2007).
Otro relato bíblico que invitaría a desestimar
al emplazamiento sumerio de Urim, como la ciudad natal del patriarca, es
Génesis 8:4. Si bien, la tradición cristiana nos hable del “Monte Ararat”
como el lugar donde encalló definitivamente el Arca de Noé, realmente el texto
bíblico no afirma tal cosa.
« Y hat-tê-ḇāh/ el Arca encalló en el
séptimo mes de siete y en el décimo días del mes, ‘al hā-rê ă-rā-rāṭ/
sobre las montañas de Ararat » Génesis 8:4 Biblia Ortodoxa Hebrea.
Siendo “Ararat” la palabra hebrea para
denominar al “País de Urartu” (Nacar-Colunga, 1966) y que, como ya hemos
comentado, es la región origen de los hórreos. Por otro lado, y en
referencia a las “montañas de Ararat”, las estribaciones que relata el texto
bíblico, el relato de Atraḥasîs también nos habla del monte/montañas “Niṣir/Nimuš”
–
Botteró (1998) sugiere que se trata del actual monte Pi Omar Gudrun en
los montes Zagros, según la versión en acadio-babilónica ninivita del “Poema de
Gilgameš” para la Biblioteca de Ashurbanipal, 1300-1000 a.c. aprox. – en Urartu para la
versión kassito-babilónica. Como nota al margen, decir que las versiones no
sumerias del relato diluviano insisten en situar topográficamente el lugar del
final emplazamiento del arca lejos de la Baja Mesopotamia, aunque a su mentor,
Atraḥasîs/Utnapištim, lo sitúan, para el resto de sus días, en el “Dilmun“,
el “Eden mesopotámico”, convertido ya en el “Muy Sabio”. Digo esto, porque en
la primigenia versión sumeria, Ziusudra, el “Noé sumerio”, si desembarca en las
costas del Golfo Pérsico. De ahí, posiblemente, la incorporación en el texto de
Ezequiel 27: 23 de “Eden”, dentro de una topografía exclusivamente
hurrito-urartea en un contexto neo-asirio.
Un segundo punto de la hipótesis patriarcal
hurrita, se basa en que la emigración hacia Canaán de Abraham, fue la respuesta
a un primer periodo de severa sequía acontecido en el Medio Oriente entre el
año 2300-1800 a.C. (Arie S. Issar, 2007) – El segundo llevaría a la “Época
Oscura” y al tránsito entre la Edad del Bronce y la del Hierro en el siglo
XII-IX a.c. aprox. Aquí habría que incidir en la importancia del ciclo
pluviométrico en las economías de las culturas afectas al Levante Mediterráneo
y a la parte nor-oriental de la “Creciente Fértil”. Recordar que su panteón
habilita siempre al frente imprescindible “Dioses de las Tormentas” en su ciclo
mitológico. Léase Ugarit, Alalakh, Aleppo, etcétera, como consecuencia de ello. De hecho, las
corrientes migratorias provenientes del “País de Ḫurri” también se asentaron en
el Levante Mediterráneo por esas fechas, finales del III y principios del II
milenio a.c.
– Corroborado por los textos de Ebla y en relación con la cuenca media del
Eufrates, la región entre el río Balikh y la costa mediterránea hasta las
estribaciones de los montes Tauro, Léase Tuttul, Emar, Harrān y Mari, donde no
aparecen referencias hurritas anteriores a esas fechas. En el caso de Canaán,
los hurritas conquistaron varias ciudades-estado cananitas, fortificándolas.
Acontecimiento, el anterior, que también es coincidente con las invasiones
hicsas de Egipto y probablemente consecuencia de ese mismo acontecimiento
climático.
Aunque no hay consenso generalizados sobre su
origen de los denominados en griego “hicsos”, probablemente, éstos
partieran hacia su conquista de Egipto de los diferentes enclaves hurritas
situados en Canaán. (Mazar, 1990). Se conoce que en el transcurso del III
milenio a.c., el norte del Mediterráneo meridional levantino estaría habitado
por semitas y no semitas sobre un estrato anterior de poblaciones de
etnia mediterránea. (Haas, Nathan, 1973) – Haas y Nathan encontraron en
enterramientos datados en el Calcolítico Medio de la zona tanto individuos de etnia
mediterránea como de procedencia anatólica u oriental sin especificar.- A. Archi (1984)
sustenta que tales poblaciones no semitas son šubarteas, provenientes del curso
medio del Tigris, y que se extendieron hacia la costa mediterránea y la
cuenca del Khabur/Ḫabur a finales del “Periodo de Ebla”, III milenio a.c.
En igual sentido, Gelb (1961), afirma que un principio la región cananita está
poblada por una etnia indefinida, posteriormente por semitas occidentales,
léase amorritas, y más tarde por hurritas. Por último, existe la
evidencia de la antigüedad de la capital hurrita de Urkish, IV milenio
a.C. Así como el temprano intercambio lingüístico entre el idioma
hurrita por un lado, y el acadio, amorrita y cananita por otro (G. Wilhelm,
2008).
En resumen y como referencia, el “País de
Ḫurri” debe ser integrado en lo que viene a denominarse como
“Cultura Transcaucásica Temprana”. Las excavaciones realizadas en Tell
Mōzan, antigua Urkesh, nos habla de su vinculación con el noreste de la
Península de Anatolia, y la actual Armenia y Georgia desde el III milenio a.c.
La “Cultura de Kurá-Araxes”, y su impronta se extenderían desde Georgia al
oeste de Anatolia y desde el nor-oeste de Siria hasta enclaves del Cáucaso y el
suroeste de Canaán entre el IV y el II milenio a.C. aproximadamente. Asi
pues, los hurritas posiblemente provengan del norte o noreste,
estableciéndose, en un primer momento, en la región montañosa
norteña del “Transtigris” durante el V milenio a.c. aprox.,
extendiéndose, posteriormente, hacia el este de Anatolia durante el III milenio
a.c. Su más antigua evidencia textual corresponde al reinado de Narām-Sîn
de Akkad, finales del III milenio a.c., en la región noreste del
Tigris, si bien se conoce la presencia hurrita en la cuenca del Khabur
durante el Periodo Antiguo Acadio. Su testigo escrito se debe a que éstos
pueblos se desplazaron a lo largo de las fronteras del Imperio Acadio y,
posteriormente, de la III dinastía de Ur. , constatando sus diferentes
enfrentamientos con éstos estados.
Durante el Bronce Medio, 2000-1600 a.c. aprox.
y en interludio guteo entre el Imperio Acadio y la III dinastía de Ur, y
según un texto en acadio encontrado en Samarra por F. Thureau-Dangin
(1912), se relata la existencia del soberano Atal-šen quien afirma
ser “Rey de Urkesh y Nagar”. Por otro lado, un segundo texto ya
redactado en hurrita y encontrado al norte de Tell Mōzan, nos habla de
Tiš-Atal, “Rey de Nínive” – Un rey que aparece paralelamente en textos
del elamita “Reino de Eshnunna” y datados entre el 2037-2029 a.c.,
aprox.
– Apuntar aquí, que el bíblico Nimrod fue el genesíaco constructor de la
ciudad que posteriormente fue reedificada por los asirios en el I milenio
a.c. En tal sentido, G. Herrmann (2007) sugiere que la fundación de
Nínive es urartea,
evidenciando la existencia de un estado hurrita a finales del III y
principios de II milenio a.c., en la Alta Siria y en Mesopotamia y que
según los textos de la ciudad de Mari, 1800-1700 a.c., aprox. comprendería la
franja nor-sirio mesopotámica y el triángulo que forma con el río Ḫabur. En
definitiva, el núcleo del posterior imperio mitanno.
«Y Yehoshua/Josué dijo a las Kol
HaAm/Voces de su Pueblo, así dice Hashem Elohei Yisroel: Hace mucho
tiempo, los Avoteichem/ancestros habitaban a la otra orilla del Río, incluyendo
Terach, Avi Avraham, y Avi Nachor, y ellos sirvieron/adoraron a
elohim acherim/dioses extranjeros.» Josué 24:2 Biblia
Ortodoxa Hebrea.
Mitanni
A pesar de las derrotas
a manos de los hititas, los hurritas continuaron su expansión y migración, esta
vez hacia el sur. El saqueo de Babilonia a manos del rey hitita Mursil I y el
consiguiente ascenso de una dinastía casita en esta ciudad, unido a un periodo
de debilidad en Hatti tras el asesinato de Mursil, provocó un vacío de poder en
el que apareció un nuevo reino hurrita, Mitani. A pesar de las derrotas
iniciales a manos del faraón Tutmosis III, Mitani logró contener el avance egipcio y pronto se convirtió
en una gran potencia durante el siglo XV y comienzos del siglo
XIV a. C., llegando a saquear Assur. El ascenso del poder hitita bajo
Shubiluliuma I (mediados del siglo XIV a. C.) arrebató a Mitani la
mayoría de su territorio y lo redujo a un pequeño estado vasallo, que fue
posteriormente incorporado a Asiria en la época de Salmanasar I.
Entre los vasallos de
Mitani, hubo otros reinos hurritas de especial importancia; junto a los ya
mencionados Alepo, Alalakh y, posiblemente, aunque durante un corto período, Kizzuwadna,
cabe destacar el reino de Arrapha,
centrado alrededor de la moderna Kirkuk, y que fue incorporado al imperio
asirio durante el siglo XIV a. C.
Mitanni o Mitani fue el
nombre de un antiguo reino ubicado en el norte de la actual Siria, también
conocido como Naharina. Se puede considerar que el reino Mitanni existe desde
antes del 1500 a. C.
Como concepto geográfico, este nombre se
utilizó más adelante para designar también a la región comprendida entre el río
Jabur y el río Éufrates en la época neoasiria. El nombre Mitanni se habría
conservado entre los kurdos (la tribu Motikan) que habitan justo los mismos
territorios que el antiguo reino. Mitani fue un estado feudal dirigido por una
aristocracia militar que llegó a la zona en torno al 1800 a. C. o al
1700 a. C. y que llegó a adquirir una gran importancia en torno al
1600 a.C., debido a su privilegiada situación a orillas del río Orontes y entre
los imperios asirio, egipcio e hitita. Este reino habría sido conquistado por
Asiria, quedando anexionado en 1270 a. C. y convertido en el
virreinado o provincia de Hanigalbat.
Mitani se extendía desde Nuzi, cerca de Kirkuk,
y el río Tigris en el este, hasta Alepo y Siria en el oeste. Su centro estaba
en el valle del Jabur, con dos capitales: Taidu o Taite, y Wassugani
(denominada en las fuentes asirias como Ushshukana), que aún no ha sido
localizada con total seguridad, y por lo tanto no ha sido excavada. Toda su
superficie permitía la agricultura sin necesidad de irrigación artificial. Su
clima era muy parecido al asirio y estaba poblado por indígenas hurritas y
otras gentes que hablaban el lenguaje de los amorreos (Amurru).
Mitanni fue probablemente un término nativo del
país. Los hititas llamaban al país Hurri o Jurri y en un texto de Mursili I
(siglo XVI a. C.) se cita a un "rey de los hurritas". Los
asirio-acadios lo citan como Hanigalbat (Janigalbat) y los asirios no usaron el
nombre Mittani hasta una época en la que ya el reino no existía (indicando
entonces un término geográfico y no político). Los egipcios lo citan como
Naharina (en asirio-acadio quiere decir "río"). Mitanni es mencionado
por primera vez en las fuentes egipcias sobre el 1480 a. C. en las
memorias de un oficial egipcio llamado Amememhet, que sirvió a Amenhotep I (en
torno al 1525-1504 a. C.) y tal vez a sus dos sucesores.
La etnicidad u origen de los mitanni es difícil
de discernir. Un tratado sobre el entrenamiento de caballos de carros de guerra
de Kikkuli contiene un buen número de glosas de origen indoario. Kammenhuber
(1968) conjeturó que este vocabulario derivaría de una lengua cercana al
proto-indoiranio aunque
Mayrhofer (1974) demostró que presentaba características específicamente indoarias.
Los nombres de la aristocracia de Mitanni
frecuentemente son de origen indoario, pero son los nombres de sus deidades los
que traslucen raíces léxicas indoarias (asociadas a nombres como Mitra, Varuna,
Indra, Nasatya), aunque algunos piensan que estos nombres podrían estar
relacionados con la influencia de los casitas (kašku). La lengua común
del pueblo era el idioma hurrita, que no es una lengua indoeuropea ni semítica
pero que muestra características tipológicas a las lenguas caucásicas
nororientales, de hecho algunos lingüistas han conjeturado un parentesco con
estas lenguas (ver hipótesis alarodiana). Lo único seguro es que el hurrita
está filogenéticamente emparentado con el urartiano, formando la familia
hurrito-urartiana. Un pasaje en hurrita en las cartas de Amarna que usualmente están escritas en acadio, la lingua
franca de ese tiempo señala que la familia real de Mitanni también hablaba
usualmente hurrita.
Se cree que las tribus enemigas hurritas y las
ciudades-estado se unieron bajo una sola dinastía, gobernada por una élite
indoeuropea, tras el colapso de Babilonia debido al saqueo hitita de Mursili I
en 1595 a. C. y la invasión de los casitas. La conquista hitita de
Alepo, la debilidad de los reyes asirios del momento y las luchas internas de
los hititas crearon un vacío de poder en el norte de Mesopotamia. Esto llevó a
la creación del reino de Mitani. Los nombres indo-arios se reflejan sobre todo
en la onomástica de los reyes y de los dioses mitanios. Por otra parte, el
componente hurrita fue el transmisor de la vieja cultura sumeria.
La primera mención escrita de Mitani o
Janigalbat figura en la versión acadia de los textos hititas de Bogazköy,
correspondientes al reinado de Hattusili I. Khanigalbat y Mitani se usan
indistintamente, aunque el primer término es más antiguo. Asimismo, Jurri y
Mitani son términos estrechamente relacionados, pues corresponden a territorios
vecinos de la misma comunidad lingüística, habitualmente gobernados por el
mismo monarca. Sin embargo, geográficamente, Hurri se corresponde con la Alta
Siria, entre el Cáucaso y el lago Van, mientras que Janigalbat está en la Alta
Mesopotamia, al norte y nordeste de la anterior, entre los ríos Tigris y
Éufrates.
Organización del Estado
La idea que se tiene de la historia de Mitani
es forzosamente vaga, porque se dispone de pocos datos, y además proceden del
exterior; principalmente, las cartas de Amarna y las introducciones históricas
de varios tratados hititas hallados en Bogazköy. El estado de Mitani llegó a
adquirir una importancia capital en torno al 1600 a. C. debido a su
privilegiada situación entre los imperios Asirio, Egipcio e Hitita. Alcanzó su
máximo poder en el siglo XV a. C., expandiéndose al sudoeste hacia
Siria, donde logró contener a Egipto, hasta ser sustituido por Hatti como
potencia dominante en el siglo XIV a. C.
Contando con un ejército que introdujo mejoras
determinantes como los carros de guerra y una potente caballería, la maquinaria
bélica Mitani infligió varias duras derrotas al inmenso Egipto faraónico y
llegó a invadir Asiria (hecho que aún los historiadores no se explican dado el
potencial bélico del imperio semita).
Mitani no conseguiría mantener su territorio a
salvo de conquistas. Por un lado, el territorio entre el alto Éufrates y el
Tigris había sido objetivo de la expansión hitita desde los tiempos de
Hattusili I. Por otro lado, tras las derrotas de los hicsos, los faraones
egipcios trataron de reconquistar los territorios de Retenu que una vez
poseyeron en el norte de Siria. El auge hitita y los conflictos dinásticos de
Mitani debilitaron el reino, siendo eventualmente subyugado por una resurgida y
de nuevo poderosa Asiria, tan solo 250 años después de su surgimiento. Nos
dejaron un valioso legado destacando su innovadora organización administrativa
y un refinado arte con influencias diversas, tanto arias como semitas y
egipcias.
Según la documentación más antigua y los análisis realizados en las últimas
investigaciones, parece probado que el reino hurrita de Mitanni tuvo su origen
entre las gentes que ocupaban la Alta Mesopotamia, sumándose dos factores:
Un pueblo de lengua aglutinante, cuya documentación escrita ya es conocida
desde el II milenio. Tal vez su procedencia originaria habría que buscarla
entre las llanuras de Asia Central. La primera ciudad hurrita conocida es
Urkis, tal vez sede del primer principado o centro político hurrita, ciudad
santa y patria del dios Kumarbi, padre de los dioses. Conocemos población
hurrita como comerciantes de Kültepe / Kanish y otros lugares de Asia Menor, en
las ciudades – Estado con soberanos hurritas y en las ciudades – Estado no
hurritas de Siria, como Mari, Alalakh y Alepo. También obreros, artesanos y
comerciantes son citados en distritos diferentes y lejanos como los archivos de
Mari.
A mediados del II milenio, tribus procedentes tanto de las tierras altas
anatólicas como de las iranias, denominados “Pueblos de las montañas” cuyo componente principal sería el elemento
indoario, irrumpieron en el Oriente Próximo. Con la llegada y asentamiento de
estas tribus, se introduce un elemento nuevo que aporta numerosos factores,
como son la lengua y términos indoarios; técnicas y conocimientos nuevos, entre
los que sobresale la cría y doma de caballos; una élite guerrera que usa el
caballo y el carro; aparición de nombres de etimología indoaria, similares al
persa antiguo y al sánscrito; aparición de nombres de dioses como Indra, Mitra
y Varuna, Nasatya, invocados en textos hititas y hurritas.
Aunque los inicios de Mitanni están muy probablemente relacionados con la
llegada de estos grupos indoarios, sus comienzos son todavía muy inciertos. Se
supone que se produjo un lento proceso que tuvo como resultado final la fusión
entre las formaciones políticas hurritas y elementos indoarios.
Es por eso que no se puede hablar de superposición, sino de fusión de dos
poblaciones que formaron un Imperio y una cultura. Esta fusión debió irse
gestando paulatinamente culminando en todo su apogeo, apreciable en torno a l
siglo XVI a.C.
Cuando el rey hitita Hattusil I penetró en Siria, se encontró con la
oposición de importantes centros hurritas que pudieron hacerse fuertes gracias
a dos factores: la excelente organización de núcleos hurritas y las nuevas
técnicas bélicas aportadas por el elemento indoario: el carro y los caballos.
Tal vez el motivo que incentivó y logró la unión política de estos pequeños
núcleos fue la necesidad de unirse contra este poderoso peligro común hitita.
Este fenómeno de aglutinación, fortalecimiento y consolidación de elementos
diversos hasta formar un poderos y fuerte Estado centralizado se produjo entre
los años 1560 – 1550 a.C. en torno a la ciudad de Wassukani.
Evolución histórica
Los comienzos del reino de Mitanni
son casi desconocidos y son muy escasos los testimonios que proporcionan alguna
información. El más importante que se ha conservado es un sello con el nombre
del rey Suttarna, hijo de Kirta, rey de Mitanni. Otro antiguo rey sería
Barattarna, citado en una antigua inscripción de un príncipe de la ciudad siria
de Alalahk, denominado Idrimi, sometido al rey de Mitanni. Esto demostraría la
expansión de este país y su dominio sobre las ciudades fortalezas del corredor
sirio: Qatna, Kadesh, Alalakh y Hamma.
Por lo tanto, Kirta, Suttarna y
Barattarna serían los primeros reyes conocidos y documentados de Mitanni.
Su centro sería ya su capital
Wassukani, extendiéndose su reino entre Nuzi hasta Alalah, en Siria.
En el siglo XV a.C. el
expansionismo del faraón egipcio Tutmosis III frenó el auge mitannio sobre las
ciudades sirias, produciéndose el enfrentamiento entre ambas potencias, en el
que hubo dos momentos clave:
Expansión egipcia y enfrentamiento
egipcio – mitanni, cuando Tutmosis III, al morir Hatsepsut, prosiguió la
expansión de Egipto por la franja siria y llevó a cabo 17 campañas en esta
zona. En el año 1473, tuvo lugar el choque directo con Mitanni. Tutmosis III
venció cerca de Alepo y en Karkemish, firmándose después un primer Tratado de
amistad entre las dos potencias. En el año 1471, tuvo lugar un nuevo choque
Egipto – Mitanni, en el que venció Egipto nuevamente en Alepo. La lucha con las
guerrillas mitannias duró nueve años.
Primer equilibrio internacional. En
el año1464, Tutmosis III recuperaba Tunip y Kadesh, enclave ocupado por
Mitanni, y se firmó un posible tratado egipcio – mitannio. Tutmosis no volvió a
intervenir en Siria, que quedó en poder de Mitanni, que también dominaba
Asiria.
En Babilonia reinaba la Dinastía
casita y Hatti se encuentra en período de decadencia.
Tras la muerte de Tutmosis III de
Egipto, se inicia la época de mayor apogeo de Mitanni, con los reinados de
Parsatatar y sobre todo de su hijo y sucesor Saustatar, que fue el primer gran
rey de Mitanni.
Dominó Asiria, llevándose a su
capital numerosos tesoros, entre ellos, las puertas de oro y plata del templo
del dios Assur. Volvió a ocupar gran parte de las ciudades sirias, entre ellas
Alepo Fue también príncipe de Arrapha, en Transtriginia y de Mukish en Alalakh,
alcanzando la máxima extensión de su territorio, desde los Zagros hasta Siria.
Reorganizó su reino: de la paz y
prosperidad de esta época, nos hablan los textos reales hallados en los
archivos de Nuzi. Se iniciaron los primeros contactos diplomáticos con Hatti y
sobre todo con Egipto, coincidiendo con el reinado de Amenofis II.
A Saustatar, le sucedió Artatama I,
que mantuvo en su reino este período de paz y prosperidad, mejorando y
consolidando las relaciones con Egipto. Así, una princesa mitannia, (tal vez de
nombre Mutemuja) fue entregada en matrimonio al faraón Tutmosis IV, iniciándose
este tipo de vínculos matrimoniales entre ambas potencias.
El rey mitannio no mandó a su hija
como esposa del faraón egipcio Tutmosis IV hasta que éste se la hubo pedido
siete veces, lo que indica que se trataban de igual a igual. Esta princesa debe
ser la madre del futuro Amen-hotep o Amenofis III. También la esposa de
Amenofis IV fue posiblemente una princesa mitannia, Taduhepa, llamada por los
egipcios Nefertiti, hija del mitannio Tushratta, según varias teorías.
El hecho de que la diosa Sauska
Ishtar de la ciudad asiria de Nínive fuese enviada dos veces a Egipto, para
curar al faraón enfermo, pariente del rey mitanni, parece probar el dominio de
Asiria por Mitanni.
Esta alianza con Egipto continuó con
el sucesor de Artatama I, Suttarna II. Así las princesas mitannias, como
esposas y madres de los faraones egipcios, fueron las mejores embajadoras de su
país y las garantes de paz y las buenas relaciones entre Egipto y Mitanni.
Gobernantes de Mitani
Kirta
(1500-1490 a. C.)
Shuttarna
I, hijo de Kirta (1490-1470 a. C.)
Barattarna,
P/Barat(t)ama (1470-1450 a. C.]]
Parsha(ta)tar
(1450-1440 a. C.)
Shaushtatar
(hijo de Parsha[ta]tar) (1440-1410 a. C.)
Artatama
I (1410-1400 a. C.)
Shuttarna
II (1400-1385 a. C.)
Artashumara
(1385-1380 a. C.)
Tushratta
(1380-1350 a. C.)
Artatama
II, hermano de Tushratta y apoyado por los hititas (1350 a. C.)
Shuttarna
III, usurpador hijo de Artatama, apoyado por los asirios (1350 a. C.)
Shattiwaza,
hijo o hermano de Tushratta (1350-1320 a. C.)
Shattuara
I (1320-1300 a. C.)
Wasashatta,
hijo de Shattuara (1300-1280 a. C.)
Shattuara
II, hijo o sobrino de Wasashatta (1280-1270 a. C.), derrotado por
Salmanasar I.
Ejército de Mitanni
El
poder de Mitanni se basó en la creación de un nuevo tipo de guerrero: el mariyannu (joven guerrero en indoeuropeo).
Este arquetipo era el auriga perfecto. Así desarrollaron un nuevo tipo de carro
de guerra, ligero, aunque más robusto que el egipcio, con dos caballos, un
conductor y el noble. Pero el toque maestro llegó con el uso de las armaduras.
Los hurritas desarrollaron la cota de escamas de bronce, que los nobles
mitannios usaron para cubrirse tanto ellos como sus caballos, dado que la
protección del escudo era muy poco eficaz y se necesitaba una mayor protección
frente a los arqueros enemigos. Los veloces carros, dirigidos por un auriga y
con un guerrero protegido desde la cabeza a los pies, y equipado con un
poderoso arco, y con caballos también parcialmente protegidos, se convirtieron
en el núcleo del ejército. El efecto de este ejército sobre la infantería
enemiga era terrorífico, y el continuo entrenamiento de los nobles les dio
cierta superioridad sobre los cuerpos de carros enemigos. El concepto de maryannu fue
rápidamente copiado por todo Oriente, y en él se basaron tanto egipcios como
hititas y ciudades estados de Siria y Palestina para mejorar sus carros. De
hecho, este tipo de guerrero sería, tras la caída del reino, el mayor legado de
este valeroso pueblo, una nueva arma que revolucionaría la Baja Edad de Bronce.
Conquista de la ciudad de Ebla (Siria) 1600 a.C. El
rey mitano Mursili o Hattusili derrotó a
Indilimma rey de Ebla, arrasando la
ciudad. Autor Luca Tarlazzi
Carro de guerra e infantería de Mitanni
Según
las escasas fuentes disponibles, el ejército de Mitanni se organizaba en dos
alas de carros (derecha e izquierda), con una retaguardia de infantería no
especializada, cuyas funciones eran de apoyo y de sostenimiento del centro del
ejército cuando las alas de carros se lanzaban al combate.
Los
archivos de Nuzi hacia el 1.400 a.C detallan el equipo de cada carro: dos
carcaj con 37 flechas cada uno, arco, látigo, escudo, espada, lanza, casco y
coraza escamas de bronce.
El
cuerpo de infantería se componía de personal equipado con escudos y lanzas
cortas, que no luchaban en falange, sino que se comportaban como una infantería
media auxiliar, dando apoyo al sistema de carros. También se usaron corredores,
tropas ligeras que corrían detrás de los carros para auxiliar a los aurigas,
protegerlos si caían o incluso, apoyar en sus ataques a los carros enemigos.
También se reclutaron tropas de infantería ligera entre feroces tribus menos culturizadas, como los Apiru, que luchaban como hostigadores, y que eran conocidos tanto entre los egipcios como entre los Mitanni.
También se reclutaron tropas de infantería ligera entre feroces tribus menos culturizadas, como los Apiru, que luchaban como hostigadores, y que eran conocidos tanto entre los egipcios como entre los Mitanni.
A
pesar de contar con recursos humanos inferiores a los de Egipto y los hititas,
los mitannios, con la ayuda de las ciudades estado subyugadas, y desplegando un
buen número de nobles maryannu, se batieron con dureza a lo largo y ancho
de Oriente Próximo.
Fueron
especialistas en la cría y doma de potros, y se les atribuye las primeras
carreras de carros, de ellos aprenderían más tarde los hititas.
El
imperio de Mitani o reino de Mitani como mejor prefiera llamársele, duró poco
más de dos siglos y su capital fue Washukanni. Antes que nada, los dos primeros
reyes son legendarios y no se conoce nada acerca de su gobierno más que sus
nombres. Kirta instauró el reino alrededor del año 1500 a.C., y Shuttarna I se
encargó de asentarlo. El tercer soberano, Barattarna es de quién se tienen
muchos más datos y su existencia está comprobada gracias a tablillas
cuneiformes. Los primeros en enfrentarse a los hurritas mitanes fueron los
egipcios. Estos luego de varios meses de campaña consiguieron hacerse con parte
de Fenicia en la zona de Palestina actual. Del sucesor Parshatar no se sabe
mucho, pero tal parece que durante estos años, mediados del siglo XV a.C.
aprox., Alepo volvió a Mitani.
Shashtatar
fue el nuevo rey de Mitani quién saqueó Assur llevándose tesoros importantes y
tal parece que Asiria, débil por aquel entonces, fue obligada a pagarle tributo
a los hurritas. Luego le sigue Artatama I y a éste Shutamma II, el cual pactó
con los egipcios, según atestiguan numerosas cartas y textos hallados. Esto no
parece tan descabellado debido a los ricos tesoros de Egipto y otros recursos
que Mitani necesitaba. Además al parecer ambos países se necesitaban en contra
de los hititas los cuales venían azotando las fronteras de los hurritas. Luego
tenemos a los reyes Artashumara, el cual fue asesinado rápidamente tras asumir.
Lo sucedió Tushratta, su hermano. Aquí empezó una serie crisis en la cual
Egipto se alejó mientras que hititas y asirios seguían presionando la frontera.
Por otro lado, los estados vasallos de los hurritas comenzaron a revelarse
apoyados por los hititas, los cuales después terminaron invadiendo el Imperio
Mitani sembrando el caos y la destrucción, empero no pudieron tomar la capital
y se asentaron más en la zona de Siria. Al parecer durante esta era de expansión
hitita sería cuando estos tomaron el carro de combate, aquella arma que tantas
victorias les había dado a los hurritas. El siguiente rey fue Artatama II, el
cual junto con Shuttama III pasaron por momentos de incertidumbre. El primero
fue apoyado en subir al trono por los hititas y el segundo por los asirios, los
cuales ya parecían hacer planes para repartirse aquel pastel gigante que era
Mitani y que sólo parecía interrumpir la expansión de estos dos pueblos.
Después llegó Shattiwaza, quién se alzó con el poder, cuando los hititas
tomaron Carchemish y parte de la zona oeste al Éufrates, asegurándose
territorios que servirían de escudo ante Asiria.
El
siguiente rey fue Shattuara I, el cual fue humillado tras ser hecho prisionero
y llevado a la misma Assur, donde fue comprometido por el asirio Adad-nirari a
pagar tributo. El sucesor del soberano hurrita fue Wasashatta, el cual se
rebeló abiertamente contra los asirios, pidiendo ayuda a los hititas
inútilmente, pues estos prefirieron ocuparse de sus propios asuntos. Sí
fingieron que iban a ayudarlo recibiendo el dinero, pero jamás fueron a su
socorro. Los asirios entonces llegaron a Taidu y tomaron muchas otras urbes más
entre ellas Nabula, Kahat, Amasakku y Hurra. También cayó Irridu, y el rey
Wasashatta y toda su familia fueron capturados. El destino de la familia real
es incierto, pero tal parece que ocuparon alguna provincia vasalla. Adad nirari
entonces tomó el título de gran rey. Aparentemente con Wasashatta el Imperio
Mitani, si es que aún se le puede llamar así, llegó prácticamente a su fin. El
reino hurrita que más se había desarrollado e intentado preponderar en un
estado y territorio, cuyo levantamiento y consagración, les había costado
sangre y esfuerzo, ahora llegaba a su fin. Hubo aún uno más que podría llegar a
ser considerado como rey de Mitani, si bien algunos prefieren no incluirlo en
la lista. Primero esta Shattuara II, quién durante el reinado del asirio
Shalmaneser I, se rebeló con la ayuda de los hititas. El ejército sublevado
estaba bien preparado, pero el monarca asirio no tuvo piedad y mató a casi 15
mil, cegó a muchos otros, y destruyó lo que quedaba de las ciudades hurritas
incluyendo Taidu e Irridu. Los pueblos identificados como hurritas fueron
finalmente deportados y esparcidos perdiéndose por diversos lares. Los pocos
que quedaron sobre el antiguo territorio de Mitani, después se vieron
enfrascados en una lucha entre hititas y asirios. Estos últimos perdieron
territorios orientales, a causa de invasiones como la de las tribus arameas,
alrededor de un siglo más tarde de la caída de Mitani como entidad política
totalmente autónoma. Respecto a los pueblos hurritas que se asentaron en
Palestina y Siria, se terminaron mezclando y usando otros idiomas, primero el
acadio y después el arameo.
Kirta fue un rey legendario, al que se atribuye la fundación de
la dinastía de Mitani. Supuestamente reinó en el siglo XVI a. C.
Se
carece de inscripciones sobre su reinado. Un relato épico en una tablilla de
Ugarit narra de forma novelada la historia de su vida:
Una
vez muertos todos sus hijos y su esposa, el rey tuvo un sueño, en el que se le
apareció el dios creador, que le instruyó para pedir ayuda a Baal, dios de la
lluvia, para lo cual, emprendió una expedición a fin de conseguir una nueva
esposa. En el camino, encontró un santuario de la diosa Asherah, a la que
prometió ofrecer una estatua de oro, si encontraba esposa.
Kirta
encontró esposa, con la que tuvo varios hijos, pero olvidó su promesa a la
diosa, que le castigó con una enfermedad. Durante la misma, su hijo mayor trató
de derrocarle, pero él le lanzó una maldición, momento en el que acaba el
texto.
Shuttarna
I rey de Mitani, hijo de
Kirta, que reinó a comienzos del siglo XVI a. C.
La
única referencia escrita que existe de este rey, que es además la primera de
Mitani, es un sello real, encontrado en Alalakh, con la inscripción «Shuttarna,
hijo de Kirta, rey de Mitani».
Barattarna fue un rey de Mitani que reinó en la primera mitad del
siglo XV a. C.
Se
considera rey de Mitani, aunque en una inscripción de su vasallo Idrimi de
Alalakh, aparece como «rey de las tropas hurritas». Su reinado coincide con un
período de decadencia del Imperio hitita, y de relativa inactividad de Egipto,
por lo que pudo expandirse hacia el oeste, ocupando Aleppo.
Las
fuentes egipcias no le mencionan, aunque se puede deducir que fue el rey al que
derrotó Tutmosis III en la batalla de Megido en 1447 a. C., cuando
las tropas egipcias se enfrentaron a una coalición siria liderada por la ciudad
de Qadesh, en la que participó Mitani. También hacen mención de una segunda
expedición del mismo faraón, que habría navegado por el Éufrates y derrotado a
los mitannios. En cualquier caso, las victorias egipcias no supusieron
ganancias territoriales.
Después
de Barattarna, aparece el nombre de Parshatar en una inscripción de Nuzi, pero
no se sabe si en realidad se trata del mismo Barattarna, o si se trata de otro
rey desconocido, del que nada se sabe.
Parsatatar, Parshatatar, Paršatar, Barattarna o Parattarna
(del védico, Para-sastar, "aquél que castiga a los enemigos",
— c. 1425 a. C.) fue el nombre de un rey hurrita de Mitanni (o
Naharina, como lo conocían en el Antiguo Egipto) en el siglo XV a. C.
Existen
pocos registros de Parsatatar, pues las fuentes de la propia Mitanni son
escasas. La mayoría de la información sobre el reino, especialmente su historia
temprana y reyes proviene de registros externos al estado. Las fechas de los
reyes pueden deducirse mediante la comparación de la cronología de Mitanni con
la de otros estados, especialmente con el Antiguo Egipto. La información se
encuentra en la biografía de Idrimi de Alalaj (que llegó a ser la capital de
Alepo). Parsatatar conquistó la zona e hizo de Idrimi su vasallo. Idrimi
llegó a convertirse en rey de Alepo.
Mitanni
en ese momento, probablemente se extendía hasta Arrapḫa en el este, Terqa en el
sur y Kizzuwatna al oeste. Los textos de Idrimi nos informan que Parsatatar,
como rey de Mitanni extendió su territorio, y por tanto, presumiblemente,
contemporáneo de los reyes tutmósidas egipcios. Probablemente, sería el que se
enfrentara al faraón Tutmosis I, al principio de su reinado, en su campaña en
el río Éufrates, en su expansionismo por la zona Siria-Palestina, alrededor de
1493 a. C. Parece probable que el reino de Mitanni estuviese detrás
de la coalición rebelde formada en torno al gobernante de Kadesh para
enfrentarse al faraón Tutmosis III en la Batalla de Megido. La información
sobre su muerte es mencionada en un registro de Nuzi que data la fecha de la muerte
de Parsatatar, posiblemente alrededor de 1425-1420 a. C.
Su
hijo Sausatatar le sucedió como rey de Mitanni.
Mapa del reino de Mitanni del tiempo de
Parsatatar.
Shaushtatar rey de Mitani, reinó en la segunda mitad del siglo
XV a. C.
Era
hijo de su antecesor en el trono, ya fuera éste Barattarna o el desconocido
Parshatar. Su sello real se encontró en una carta del archivo de Nuzi. En un
tratado posterior en más de un siglo a su reinado, se afirma que conquistó y
saqueó Asur, la capital de Asiria, de donde trasladó unas puertas de oro y
plata a su propio palacio de Washshukanni.
Logró
aumentar la influencia de Mitani en Siria, coincidiendo con la renuncia a la
política exterior de Egipto, gobernado por la faraona Hatshepsut.
Sello real de Shaushtatar
Artatama I rey de Mitani, que reinó a finales del siglo XV a. C.
Se
sabe poco de su reinado porque no ha dejado inscripciones. Las cartas de Amarna
le mencionan como antepasado que estableció una alianza con Egipto. Fue el
primero de los reyes de Mitanni que estableció una política de alianzas
matrimoniales con los faraones, política muy beneficiosa para el desarrollo del
país, porque le permitía acceder al oro egipcio. Por eso, casó a una hija con
Tutmosis IV, aunque se hizo pedir la mano hasta siete veces, subrayando así la
independencia política y el prestigio del reino de Mitani.
Shuttarna
II rey de Mitani que
reinó a principios del siglo XIV a. C.
Hijo
de Artatama I, continuó la política de alianzas matrimoniales con los faraones
iniciada por su padre, casando a su hija Giluhepa con Amenhotep III. Los
acuerdos diplomáticos entre Shuttarna II y Amenhotep III figuran en las cartas
de Amarna.
Durante
su reinado, Mitani alcanzó altas cotas de poder y prosperidad. Compartía
frontera con Egipto en el norte de Siria, desde Alalakh en el oeste, siguiendo
aproximadamente el curso del río Orontes. Por el este, Asiria era por entonces
su reino vasallo. Los hititas intentaron una invasión por el norte, pero fueron
derrotados.
Artashumara rey de Mitani que reinó supuestamente en la primera mitad
del siglo XIV a. C.
Era
hijo de Shuttarna II, pero no se sabe nada de su reinado. En realidad, ni
siquiera se sabe a ciencia cierta si llegó a reinar, o fue simplemente un
pretendiente al trono. En cualquier caso, si llegó al trono, sería por muy
breve plazo, siendo asesinado, y sería sucedido por su hermano Tushratta.
Tushratta fue el noveno rey de Mitani. Reinó de 1380 a
1350 a. C., aproximadamente, con los títulos de Rey de Mitanni y Rey
de Khurri.
Al
morir el rey Shuttarna II, su sucesor fue su hijo Artashumara, quien gobernó
durante unos pocos años antes de ser derribado por un complot que sentó en el
trono al hermano de este, Tushratta, menor de edad, y del que se pensó que
fuese una marioneta; pero Tushratta demostró estar bien curtido en las intrigas
cortesanas y se deshizo sin mayores problemas de los asesinos de su hermano.
En
aquellos años Mitani vivía acosado por todos sus flancos por reinos e imperios
con afanes claramente imperialistas. De todos ellos el más peligroso era los
Hati, pueblo guerrero de Anatolia cuyo monarca, Suppiluliuma I comenzaba a
expandir sus territorios por el norte de Siria, acercándose peligrosamente al
área de influencia mitanio. La excusa que daría comienzo a las hostilidades
entre ambos países fue el apoyo que otorgó Suppiluliuma a otro hermano de
Tushratta, también candidato al trono, que se autoproclamó Artatama II,
"Rey de los hurritas".
Así,
aunque teóricamente apoyaban la candidatura del usurpador Artatama, los hititas
trabajaron por propio interés, comenzando a adueñarse del Alto Éufrates y del
Líbano, tejiendo además una complicada madeja de alianzas con los príncipes
sirios en detrimento de Mitani. Desesperado por el cariz que estaban tomando
las cosas, Tushratta fomentó la amistad con el principal rival de los hititas,
Egipto, y hace casar primero a su hermana Giluhepa y después a su hija Taduhepa
con el faraón Amenhotep III. Como contrapartida, el egipcio apoyó a Mitani y le
envió oro con el que financiar una guerra contra Artatama y los hititas.
Comprendiendo
que una guerra entre una coalición de hititas y sirios y otra de egipcios y
mitanios estaría demasiado igualada, el hábil Suppiluliuma optó por esperar una
ocasión más propicia que no tardaría mucho en llegar: la muerte de Amenhotep
III y la subida al trono de un nuevo faraón, su hijo Amenhotep IV, quien
después tomaría el nombre de Ajenatón. Pese a los esfuerzos de Tushratta por
mantener la amistad con el faraón (tal y como registran las cartas de Amarna,
en donde recuerda a Ajenatón y a la reina madre Tiy su amistad con el país, y
les conmina a que le echen una mano frente a los hititas), Ajenatón demostró no
mantener el mínimo interés ni por Mitani ni por las colonias egipcias en
Siria-Palestina, y no contestó a las peticiones de ayuda tanto militar como
económica de su "hermano" mitanio.
Tablilla cuneiforme con
una carta de Tushratta a Amenhotep III. Museo Británico.
Desesperado,
Tushratta trató de recomponer sus alianzas con los principados sirios, pero ya
la mayoría estaban bajo la influencia hitita, y Suppiluliuma no tardó en
invadir Mitani y llegar a su capital, de dónde huyó Tushratta y toda su corte.
Aquel modesto reino, que en su tiempo había sido la llave de Siria, tenía los
días contados y no pasó mucho hasta que fue completamente devorado por hititas
y por asirios. La reacción de Egipto llegó demasiado tarde, haciendo retroceder
a Suppiluliuma a la fortaleza de Qadesh. La guerra entre ambos imperios acababa
de comenzar, pero Mitani ya no existía como tal.
Tushratta
murió asesinado por uno de sus hijos, y con ello comenzaba la guerra civil que
desintegraría del todo Mitani. Artatama II, el favorito de los hititas, y su
hijo Shuttarna III, el de los asirios, acabaron por perder apoyos frente a un
hermano o hijo del difunto Tushratta, Shattiwaza, que gobernó como títere de
los todopoderosos hititas.
Artatama
II fue un usurpador del
trono de Mitani, que reinó brevemente hacia 1350 a. C.
No
se sabe si era hermano de Tushratta, o si pertenecía a una línea rival para la
sucesión. Primero se hizo coronar rey de Hurri, y luego, aliado con el hitita
Suppiluliuma I, intentó acceder al trono de Mitanni, siendo ambos derrotados en
una primera intentona. Sin embargo en un segundo intento, derrotaron y
asesinaron a Tushratta, reinando brevemente, antes de ser sucedido por su hijo
Shuttarna III.
Shuttarna
III rey de Mitani, que
reinó brevemente hacia 1350 a. C.
Hijo
del usurpador Artatama II, le sucedió en el trono de Hurri, y también en el de
Mitani, donde trató de mantenerse con ayuda de Asiria, que a su vez estaba
intentando renacer como potencia regional, pero fue derrotado por los hititas,
que instalaron en el trono a Shattiwaza.
Shattiwaza rey de Mitani que reinó en la segunda mitad del siglo
XIV a. C.
Hijo
de Tušratta, tuvo que huir cuando su padre fue asesinado, presentándose en la
corte hitita de Suppiluliuma I, donde solicitó ayuda para recuperar su trono.
El rey hitita le acogió con benevolencia, le concedió la mano de su hija y le
proporcionó tropas, con las que derrotó al usurpador Shuttarna III y accedió al
trono. Con esta maniobra, Suppiluliuma se aseguraba un estado escudo que le
separaba de la potencia emergente de Asiria.
Fue
el único rey mitanio que utilizó dos nombres oficiales. El primero, Shattiwaza,
Mattiwaza, o Kurtiwaza, era de origen indoeuropeo. El segundo, Kili-Teshup,
era de raíz hurrita. Supuestamente lo hizo para complacer a los dos segmentos
de población que formaban el reino de Mitanni.
A
la muerte de Suppiluliuma, hacia 1322 a. C., finalizó el apoyo
hitita, lo que fue aprovechado por el asirio Aššur-uballit I para invadir
Mitani, que entró en fase de decadencia final, quedando dividido en dos partes,
una como protectorado hitita al oeste, y otra, como provincia asiria de Ḫanigalbat.
Shattuara
I rey de Mitani, que
reinó a finales del siglo XIV a. C. o principios del siglo
XIII a. C.
Su
título oficial era rey de Hanigalbat, que era como se llamaba entonces la parte
del antiguo reino de Mitani que había caído bajo protección de Asiria. Era
vasallo de Adad-nirari I, contra el que se rebeló, según una inscripción,
siendo capturado y, sorprendentemente, perdonado, pudiendo renovar su juramento
de fidelidad.
Wasashatta fue uno de los últimos reyes de Mitani, que reinó a
principios del siglo XIII a. C.
Hijo
de Shattuara I, y como él, vasallo de Adad-nirari I de Asiria. Su título era
rey de Ḫanigalbat, nombre de la provincia asiria mitannia. También como su
padre, se rebeló, pero esta vez el resultado fue completamente distinto, pues
la ayuda hitita que esperaban no llegó, ya que estaban ocupados en Siria, en
pugna con Egipto. Los asirios aplastaron la rebelión y devastaron el país,
siendo la familia real mitannia capturada y llevada a Asur.
Shattuara
II fue el último rey de
Mitani, que reinó en la primera mitad del siglo XIII a. C.
Se
cree que era hijo o sobrino de Wasashatta, aunque algunos historiadores creen
que se trata del mismo personaje que reinó como Shattuara I. Su título era rey
de Ḫanigalbat, como vasallo de Asiria. Su reinado y el fin de la dinastía
llegaron a su fin cuando fue derrotado por Salmanasar I hacia
1270 a. C. Según palabras del propia Salmansar: «Un ejército de hititas y de tribus arameas estaban allí. Cortaron los
puentes y las fuentes y abrevaderos. En vista de la sed y de la extenuación de
mi ejército...arriesgué la batalla y les causé la derrota»
El enfrentamiento hitita-mitannio
Se produjo en el siglo
XV a.C. La subida al trono del rey hitita Subiluliuma cambió el panorama
internacional y rompió el predominio egipcio en Siria.
A la muerte de
Shuttarna II, le sucedió su hijo Artassummura, que fue asesinado por un
personaje llamado Ud-Hi que pone en el trono a otro hijo de Shuttarna, llamado
Tushratta que castigó al asesino de su hermano, mientras que Artatama, tal vez
otro hermano, reclama el trono. El país en esta época está dividido en dos:
Hurri: pacto con Hatti: Artatama II rey de Hurri, pretendiente más débil, pidió ayuda
Subiluliuma de Hatti, firmándose un pacto entre el país de Hurri y los hititas.
Subiluliuma atacó Mitanni y fue vencido por Tushratta. Pero más tarde se le
unieron los príncipes de Amurru y Tushratta fue vencido y asesinado.
Mitanni: Tushratta, rey de Mitanni, pidió ayuda a Amenofis IV, firmándose un pacto entre Mitanni y Egipto.
Mitanni: Tushratta, rey de Mitanni, pidió ayuda a Amenofis IV, firmándose un pacto entre Mitanni y Egipto.
Estas guerras civiles
acabaron con el poder de Mitanni y sus enemigos terminaron repartiéndose sus
despojos en la época de la Dinastía XII egipcia.
La disgregación de Mitanni
Mattiwaza, hijo de Tushratta y
posiblemente su asesino, se mantuvo en el trono de Mitanni. Fue expulsado por
Shuttarna, hijo de Artatama II, yendo a pedir ayuda a Subiluliuma de Hatti,
desapareciendo después, víctima de los asirios o de los hititas.
El territorio que constituía el
imperio del reino de Mitanni se lo repartieron sus vecinos más próximos: El principado
de Alshe y Asiria.
Adad – Nirari de Asiria tomó los
restos de Mitanni, cuyo rey Shattuara I, pasó a ser vasallo de Asiria. Su hijo
Wassahara se sublevó, esperando el apoyo hitita, que no llegó, perdiendo la
capital que fue devastada.
Bajo el reinado de Shattuara II
hubo nuevos levantamientos apoyados por Hatti hacia el año 1270, sofocados con
gran rigor por Salmanasar I de Asiria. A principios del I Milenio encontramos
en la región que ocupaba este reino a los Principados arameos de Tell-Halaf y
Guzana, perdiéndose todo recuerdo y dato material de esta importante
civilización hasta estos días.
La civilización mitannia. Lengua, organización del Estado, sociedad y cultura.
La lengua hurrita era aglutinante.
Su estructura gramatical, muy especial, al no conocer los géneros y usar para
el sujeto y el complemento directo un caso particular: el ergativo, que no
puede definirse ni como el nominativo, ni como el acusativo.
Los textos hurritas nos transmiten
muchos términos y nombres de raíz indoaria, usados en: palabras técnicas de la
doma de los caballos, de guerra y de armas. Divinidades y los nombres propios.
Curiosamente, los nombres de sus
reyes son de clara raíz indoaria, en cambio los nombres de las reinas y
princesas son hurritas.
En cuanto a la escritura, los
mitannios la usaron pronto, conocidas a través de los sumerios y acadios. En
Mitanni se conocen dos tipos de escritura: La cuneiforme acadia, usada desde
muy antiguo, que se mantuvo en su cancillería y administración para la
documentación oficial con otros estados, y la hurrita, considerada como lengua
común y propia, ya que en Mitanni, el elemento indoario se adaptó al hurrita.
Los textos religiosos y de carácter mágico, están redactados en hurrita.
Más adelante, la hurrita fue la
única lengua no semita que llegó a escribirse en un alfabeto consonántico
sirio.
Organización del Estado
A la cabeza del Estado estaba el
rey. La monarquía era hereditaria, denominándose con el término hurrita
Usryanni al sucesor. Las competencias del monarca eran muy diversas: era
administrador de la justicia, supremo jefe militar y conductor del ejército (el
rey ocupaba el primer lugar en el combate), máximo ejecutor de la política
nacional e internacional. La reina tenía también un papel importante.
En cuanto a la organización
administrativa de Mitanni, dependía del grado de relación y sumisión al rey y
al Estado mitannio.
Los territorios y ciudades
sometidos ya anexionados a Mitanni, como las ciudades sirias y Assur,
conservaron sus instituciones, tan sólo debían someterse por juramento de
fidelidad y realizar ciertas prestaciones.
Los territorios mitannios estaban
distribuidos en provincias. La situación de sus gobernantes era casi autónoma.
Es posible que tal vez pertenecieran a la familia real, o estuvieran
emparentados con ella.
El rey disponía de una
administración central formada por: comisarios y supervisores; Nish-Biti o
“gente de palacio” que vivían en él; funcionarios reales; administradores;
escribas; granjeros-jefe, que dirigían las explotaciones reales; gentes al
servicio del palacio.
En la administración provincial,
además de sus funcionarios, nombraba: los alcaldes de las ciudades (Hazannu);
los ricos propietarios que adquirían el dominio de las tierras; y el Tribunal
de la ciudad.
Sociedad y economía
Los estudios que se han realizado
sobre la sociedad de Mitanni, se basan en los textos de los archivos de Nuzzi y
Wassukani. Según Gernot Wilhelm, los mitannios vivían en comunidades
relacionadas por lazos de parentesco familiar y de descendencia.
El rey también tenía asignados
ciertos derechos sobre la tierra. Tras el rey, se encontraban los guerreros
(Maryannu). Tal vez sean ellos una de las características más sobresalientes,
no ya de la sociedad, sino de la cultura mitannia.
Muchos de los nombres conocidos de
estos maryanni son hurritas y no parece que pertenecieran a una etnia
determinada. Es posible que se tratara de una nobleza guerrera, o simplemente
de una élite militar. Debido a su fidelidad y preparación, estuvieron vinculados
con el monarca, que se apoyaba en ellos, recibiendo por esto los maryanni un
trato especial en la sociedad, como guardia personal del rey.
La documentación nos informa
también de la existencia de artesanos y profesiones especializadas.
Mitanni destacaba, sobre todo, por
la cría y comercio caballar.
Se conoce un tratado de Hipología,
redactado en lengua hitita. Su autor era un hurrita que empleaba repetidamente
en le texto palabras técnicas, derivadas del sánscrito. Por este tratado
sabemos que los mitanios se caracterizaban por su habilidad en la cría, doma y
monta de caballos, lo que les daba gran importancia en ese momento histórico,
ya que de los caballos dependía la efectividad del arma de guerra más
importante de la época: el carro ligero de combate.
A través de Mitanni pasaban
importantes rutas comerciales. Sin duda se exportarían productos agrícolas
excedentes, armas y caballos. A cambio, debían importar productos deficitarios,
principalmente metales, que se necesitaban para la guerra, que eran trabajados
por numerosos obreros mitannios.
Estos obreros y artesanos eran
ciudadanos libres, y pagaban sus impuestos al Estado en bienes especies, y
productos manufacturados que se almacenaban en depósitos y arsenales.
Había una clase campesina que a
menudo era explotada en posesiones de dominio de tipo familiar y hereditario,
denominadas Ilku.
Las mujeres mitannias, al menos las
de condición social y económica elevada, poseían una gran autonomía e incluso
poder político y religioso en la sociedad mitannia. Es de suponer que estas
princesas educadas en la corte para ejercer su poder, alcanzaran un gran
prestigio e influencia como esposas de los faraones egipcios. Pero no gozaban
de libertad y privilegios sólo las reinas, también sacerdotisas y damas de
cierto rango podían administrar sus propiedades y tenían bajo su autoridad
servidores e incluso a sus propios familiares.
Derecho mitannio
Este derecho, por definición, tuvo
que estar influido por el babilónico. Así, conocemos: Actas sobre el matrimonio:
en la ceremonia nupcial mitanni, como en Babilonia, existía el pago de la
novia, una suma de dinero y se autorizaba el repudio de la mujer si era
estéril. Existía una especie de levirato, es decir, la viuda era propiedad del
marido y estaba obligada a casarse con un hermano de este.
Actas de adopción: Los grandes
propietarios aumentaban sus dominios con contratos de adopción. El adoptado
pagaba su adopción con un regalo, a cambio de participación en la herencia. El
acta Ana Shimti, es una disposición a favor de una persona situada bajo la
autoridad del que quiera favorecerla a título particular. El Acta maruti adopta
a una persona extranjera, que puede participar en toda la herencia o sólo en un
aparte proporcional.
Las leyes penales de los mitannios
eran más humanas que las mutilaciones y suplicios de asirios y babilonios
semitas.
El robo se castigaba con
compensaciones en dinero, alcanzando 25 veces el valor de lo robado.
Religión y cultura
El largo proceso histórico que
sufrió el reino de Mitanni, así como el contacto con otras culturas y su propio
carácter heterogéneo, causaría la disparidad de divinidades, cultos y
creencias.
Los dioses nacionales de Mitanni,
formaban una tríada:
Teshub: señor de la tormenta, que destronó a su hermano Kumarbi (como Zeus,
también dios de la tormenta, a su padre, Cronos).
El carro de combate de Teshub era
tirado por los toros Seris (el Día) y Hurris (la Noche) y sus santuarios
principales estuvieron en Arrapkha (actual Kirkuk) y Halab (Alepo).
Su pareja era la diosa del amor y
la guerra, Shaushka, pero en los territorios del =. era Hebat, parecidas a la
Ishtar-Astarté semita. Sol y Luna eran dioses varones, Shimegi y Kushuh, casado
con Nikkal (la Ningal sumeria). El dios babilonio de la guerra y los infiernos,
Nergal, ocupó un rango superior a ellos.
Herat: su origen probablemente era sirio, asimilada a la religiosidad hurrita
como diosa de la fertilidad, se la consideraba como esposa de Teshub. Sus
animales eran el león y la pantera.
Sarruma: hijo de ambos, divinidad de la vegetación y renovación de los campos y la
vida Sauska: hermana de Teshub, diosa de la sexualidad y de la guerra. Era la
divinidad femenina más venerada entre los hurritas. Llega a identificarse con
Isthar.
Kumarbi, padre de los dioses;
Astabi, dios de la guerra,
Simiga, dios sanador y de la luz,
Kussur, dios lunar.
También eran adoradas divinidades
indoarias:
o
Indra,
o
Mitra,
o
Varuna y
o
Nasatiya, sin
que se sepa con seguridad si eran divinidades propias de la familia real o si
recibían un culto más amplio.
Eran muy importantes los númenes
impersonales de los cielos, la tierra, los montes y los ríos. En general, los
dioses eran entidades terribles, más que benefactoras.
Tenemos poca información sobre los
ritos, ceremonias religiosas, festividades, objetos de culto e incluso sobre el
culto a los muertos. Las necrópolis y enterramientos aún no se han descubierto.
Con el término Purli, se
denominaban los templos, que son grandes edificaciones con patios, entradas
laterales, sala y recinto para guardar la imagen del dios. Otro edificio de
carácter religioso, era la llamada “Casa de la purificación”.
La magia tuvo una gran importancia
en la religiosidad mitannia. Como en la cultura babilónica, los hurritas
practicaban la adivinación a través de las entrañas de los animales y del vuelo
de los pájaros. Eran muy apreciadas ciertas prendas como amuletos. Metales como
el oro, y sobre todo el hierro, tenían atribuciones especiales protectoras
contra males, hechizos y enfermedades.
Conocemos el nombre de una maga:
Azzari, denominada hechicera o curandera que preparaba aceites y ungüentos.
Manifestaciones artísticas
En este pueblo y su arte, se
combinan las tradiciones mesopotámicas con las de las regiones locales y
también en el arte mitannio son claramente perceptibles dos acusadas
influencias extranjeras: la egipcia y la egea.
La mayor parte de los objetos
artísticos que nos han llegado de la cultura mitannia proceden del yacimiento
de Nuzi, por ello se le llama “Estilo de Nuzi”.
La gran escultura está representada
por el dios de la fertilidad, encontrado en Assur, los relieves de Alepo y las
esculturas de Tell-Halaf.
La arquitectura es casi
desconocida, aunque sabemos algo de Nuzi. Merecen mención los restos de las
murallas del palacio de gruesos muros. Los hititas deben a los hurritas lo
mejor de su arquitectura y de su escultura. Hurrita es el Bit-hilani o edificio
construido con un pórtico de doble planta. La fachada estaba flanqueada por
muros macizos entre los que se alzaban una o varias columnas de madera que
reposaban sobre basas de piedra.
Las puertas del palacio estaban
adornadas con genios protectores, leones o toros. Fue este tipo de construcción
el que se copia en los palacios asirios del I milenio y hasta en Babilonia. Una
mención particular es la que merece la cerámica de Nuzi, de forma de cubilete
con pequeño pie plano, decorada en frisos de gran belleza y finura. La forma
más común es la de una copa alta decorada con dibujos blancos sobre fondo
marrón: pájaros y otros motivos.
Los motivos más corrientes en los
sellos mitanios son: el Pilar del Cielo, el árbol sagrado y el grifo.
La arquitectura mitannia es aún
desconocida si la comparamos con el legado arquitectónico de otras culturas del
Próximo Oriente. Los mitanno-hurritas eran famosos por sus armaduras, placas de
bronce y fabricación de armas.
Quizá
la alfarería es la mejor representación que los identifique. Se diferencian dos
estilos, el Khabur, caracterizado por sus trazos rojizos con figuras y líneas
triangulares, donde no hay efectos redondeados o curvas. Por otro lado tenemos
el estilo Nuzi, el cual por lo general está pintado en blanco o marrón. Además
destacan en la metalurgia, ya que fueron muy buenos comerciantes de plata,
cobre y estaño, intercambiándolo por oro, el cual era escaso en sus tierras o
las rutas comerciales que dominaron. Empero, aunque resulte paradójico, se han
encontrado muy pocas obras hechas con metales, salvo por algunas figuras de
leones descubiertas en Urkesh, y de tamaño pequeño. También fueron buenos
músicos, y como ya hemos citado, domadores de los mejores caballos de la
región. Respecto a sus principales dioses tenemos a Teshub, (el mismo de los
hititas), Hebat, Kumarbi padre de Teshub; Shimegi, el dios del sol; entre
otros. Si bien no le daban tanta importancia a los templos como los
mesopotámicos, estas deidades y otras más, tenían algunos lugares de culto en
diversas urbes.
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