Las guerras del Imperio
Alto Romano
Guerras de Augusto en Hispania (26-22 a.C)
El imperio
ganado por Octavio, se extendía desde el Adriático al Éufrates, y desde el mar
del Norte al desierto del Sahara. Para consolidarlo se necesitaba de dos cosas:
Primero la pacificación interna y segundo el establecimiento de fronteras
seguras.
Territorios conquistados por Augusto
Augusto
empezó por occidente partiendo para Hispania en el 26 a.C, con el fin de tomar
el norte, y así librar legiones. En el 25 a.C emprendió la tarea de ratificar
la Galia, ocupando los pasos del Pequeño y Gran San Bernardo, ocupando el ápice
de tierra aún sin conquistar, abriendo los pasos hacia la Galia Central y al
río Rin superior, a continuación prosiguió por el Tirol, Suiza y el sur de
Babiera, llegando al Rin superior en el 15 a.C.
Guerra contra los cántabros (36-31 a.C)
Aunque hay
noticias de combates en el norte de Hispania entre los años 36 al 31 a.C, no
tenemos constancia de qué pueblos estuvieron implicados en ellos, aunque
probablemente fuesen los cántabros y astures. El inicio oficial de las
hostilidades el año 29 a-C, cuando el general Statilio Tauro, quien se enfrentó
a cántabros, astures y vacceos, derrotándolos tras violentos choques. Fue un
año agotador que terminó con los vacceos fuera de la guerra y con el resto de
las tribus replegadas en sus santuarios de las montañas. Los romanos se
apoderaron de Asturica (Astorga), capital de los astures, donde se
establecieron una potente guarnición romana como vanguardia para futuras
ofensivas. Statilio regresó a Roma para celebrar el triunfo, aunque ya se
intuía que aquella guerra no había acabado.
Infantes cántabros
En los dos
años siguientes, se reanudan las hostilidades consiguiendo los romanos
triunfos, pero estas victorias debieron ser más oficiales que reales, ya que
los pueblos del Norte continuaban independientes; al menos, los cántabros, que,
según los textos más antiguos, eran los más rebeldes. Ello motivó que el propio
Augusto se trasladara a Hispania y al frente de los ejércitos iniciara la
importante campaña del año 26 a.C contra los cántabros.
Al año
siguiente, los nativos bajaron de sus reductos y atacaron allá donde pudieron,
hasta conseguir desestabilizar el frente. Por entonces el ejército romano
estaba dirigido por el general Calvisio Sabino, quien se limitó a contener la
ofensiva devolviendo los golpes siempre que pudo, sin que los romanos se
atrevieran jamás a lanzar ataque alguno sobre las temidas montañas cántabras.
La situación era tan incómoda como sonrojante: un supuesto puñado de nativos tenía en jaque al mejor ejército del mundo, y eso restaba crédito al flamante Imperio de Octavio.
La situación era tan incómoda como sonrojante: un supuesto puñado de nativos tenía en jaque al mejor ejército del mundo, y eso restaba crédito al flamante Imperio de Octavio.
Las
victorias romanas debieron ser más oficiales que reales, ya que los pueblos del
Norte continuaban independientes; al menos, los cántabros, que, según los
textos más antiguos, eran los más rebeldes. Ello motivó que el propio Augusto
se trasladara a Hispania y al frente de los ejércitos iniciara la importante
campaña contra los cántabros.
Según el
historiador romano Dión Casio la táctica de cántabros y astures consistía en
una guerra de guerrillas, evitando la acometida directa sobre las fuerzas
romanas conscientes de su inferioridad numérica, su inferior armamento y la
invulnerabilidad táctica de las legiones romanas en campo abierto. Su mejor
conocimiento de un territorio abrupto y montañoso les permitía ofensivas
rápidas y sorpresivas mediante el uso de armas arrojadizas, con emboscadas y
ataques de gran movilidad seguidos de un ágil repliegue, que causaban graves daños
a las fuerzas romanas y a sus líneas de abastecimiento.
Iban
provistos con espada pequeña, puñal, dardos o jabalinas, lanzas, escudos
redondos u ovalados de madera, petos de cuero o lino, gorros de piel con tiras
de nervios así como con la falcata ibérica y la bipennis, arma esta última que
consistía en un hacha de doble filo claramente definitoria de los pueblos del
norte de Hispania.
Jinete cántabro
Los
cántabros eran hábiles a la hora de montar a caballo como lo refleja el hecho
de que algunas de sus tácticas de caballería pasasen a ser empleadas por el
ejército romano tales como el circulus cantábricus, consistente en una
formación de caballería en semicírculo, y el cantabricus impetus, ataque
frontal y masivo contra las líneas enemigas con el fin de deshacerlas,
descritas por Flavio Arriano. La caballería era muy importante para los
cántabros, que se organizaban para luchar a pie y a caballo. Representaba el 20
o 25% de sus fuerzas, mientras que para los romanos era solo un 10 a 14% del
total del ejército y poseía un papel secundario.
La
población cántabra era de 160.000 a 200.000 personas, de los cuales
entre 40.000 a 50.000 eran guerreros.
A finales
de 27 a.C, Augusto desembarcó en Tarraco, ciudad que convirtió en su cuartel
general, hacia el frente marcharon no menos de 70.000 legionarios integrantes
de la legión I Augusta, II Augusta, III Macedónica, V Alaudae, VI Victrix, IX
Hispania y X Gemina.
Se presentó
en persona en Segisama (Sisamón, Burgos) e instaló allí su campamento. Instaló
otros tres campamentos junto al río Esla (León y Zamora), con el fin de
controlar a los astures.
Luego
dividió al ejército en tres partes e hizo rodear toda Cantabria, encerrando a
este pueblo feroz en una especia de red, como se hace con las fieras (…) Los
astures, por este tiempo descendieron de sus nevadas montañas con un gran
ejército (…) y se prepararon a atacar simultáneamente los tres campamentos
romanos.
Augusto
tomó el mando del ejército que constaba de 4 legiones (V Alaudae, VI Vicgtrix,
IX Hispana y X Gémina), y la XX que sería transportada por mar, y 4 alas de
caballería (Augusta, Parthorum, Cohors equitata IV Thracum, Thracum II Victrix)
conformando una fuerza total de unos 50.000 hombres, la operación se denominó
“Bellum Cantabricum” y avanzó contra los cántabros en tres columnas:
· La oriental tenía por objeto separar
a los cántabros de los y autrigones. Avanzó por el río Odra, valle del río
Ansón a Portus Samanum (Castro Urdiales).
· La columna central ejercía el
esfuerzo principal, fue mandada por el propio Augusto, avanzó por el río
Pisuerga, para descender por los valles del Besaya y el Pas.
· La occidental tenía como objeto
aislar a los cántabros de los astures. Avanzó por el río Carrión, pasando
Guardo, Liébana y el valle del Deva.
Invasión romana del territorio de los
cántabros en tres columnas y desembarcos en el Cantábrico
En la
retaguardia se fueron estableciendo diferentes campamentos de
aprovisionamiento, ya que los territorios cántabros no ofrecían la menor
posibilidad de abastecer tan gran ejército. Se ordenó que se trajera trigo
desde Aquitania. Paso a paso, aquella mole bélica fue avanzando dispuesta a
resolver la guerra de una vez por todas.
La estancia
de Augusto en Cantabria no debió ser afortunada. El cansancio, el desánimo de
una guerra de guerrillas, la aspereza del terreno, la climatología, la
enfermedad hicieron mella en el emperador. Los romanos avanzaban con lentitud
dada la dificultad del enemigo que se refugiaba en sus castros, muy complicados
de asaltar, teniendo que asaltar castro tras castro y valle tras valle.
Solo se
tiene conocimiento de las operaciones de la columna central, en el 26 a.C,
Augusto avanzó desde Segisama a Pisorica (Herrera de Pisuerga) y tomó el castro
de Peña Amaya, al asalto. Hay una cruenta batalla en la llanura
de Vellica cercana al monte Cildá (Mave, Palencia) un gran ejército unido
de cántabros y astures intentó expulsar al gran enemigo que había conseguido
que dos naciones que vivían una continua guerra fría se uniesen en hermandad.
Posiblemente trataron de romper las líneas romanas mediante un ataque en cuña,
pero las legiones I Augusta y la III Macedónica apoyadas por la IX
Hispana consiguen después de un duro combate consiguieron derrotar a la
confederación celta. Los supervivientes, se refugiaron en el castro de
Monte Bernorio (cerca de Aguilar), y Octavio puso cerco al castro y entró en la
ciudad que estos protegían y tras ver que no queda nadie con vida más que los
niños y mujeres, que fueron esclavizados, ordenó quemarlo y convertirlo en
cenizas.
Estas
primeras victorias costaron numerosas bajas a los romanos, los cuales tuvieron
que invernar en la zona sin obtener más victorias ni conquistas. A los rigores
del invierno, se unió una plaga de ratas que sumada a las emboscadas
cántabras acabaron con las reservas de grano de los romanos, teniendo que traer
nuevas provisiones y refuerzos por mar desde Aquitania (Francia).
Se
produjeron desembarcos en Portus Blendium (Ría de Suances), en Portus
Victoriae Iuliobrigensis (Santander), y en Portus Samanum (Castro
Urdiales), que cogieron a los cántabros por la retaguardia.
Octavio
puso precio de 25.000 sestercios a quién entregara la cabeza del líder cántabro
Corocota, que estaba atacando con mucho éxito las líneas de aprovisionamiento
de los romanos. Éste se presentó ante Augusto y reclamó la recompensa, Augusto
le pagó y le dejó marchar con el dinero, siendo asesinado meses después por sus
propios compañeros, posiblemente para robarle el dinero.
En el
verano siguiente, (año 25 a.C), los romanos se dedicaron a asediar el castro de
Aracillum (actual Aradillos, en Poo, Cantabria), otro de los castros
cántabros más importantes; el castro, que ofreció una resistencia heroica fue
rodeado por tres campamentos y 20 km de empalizada, siendo tomado por Antistio,
con 5 legiones. Los cántabros supervivientes se refugiaron en el Monte Vindio
(que significa monte blanco, puede ser el Tres Mares, Picos de Europa,), era
muy elevado, donde pensaban que “habían de subir las olas del mar antes que las
armas de Roma“. Los romanos cercaron la sierra y casi todos los allí refugiados
murieron en otoño por el hambre del asedio romano y el frío. Tras conseguir la
victoria los romanos conquistaron el resto de la región.
La
situación empezaba a crispar el ánimo de Augusto, los asuntos del Imperio
reclamaban su presencia y la guerra definitiva que esperaba no terminaba de
concluirse. El colmo fue un mal augurio que llegó a preocuparle. Al parecer,
mientras el emperador era trasladado en parihuelas, un rayo fulminó a uno de
los esclavos portadores. El susto del Emperador fue de tal magnitud que al poco
abandonó el escenario de los combates para regresar con toda rapidez a Tarraco,
donde se recuperaría a duras penas de la enfermedad y, sobre todo, de la
impresión producida por aquel acontecimiento. Dejó la campaña en manos de su
experto legado, Cayo Antistio Vetus.
Guerreros hispanos: Cántabro con bipennis
(hacha de doble filo), astur y balear.
Finalmente, en el 20 a.C, los
cántabros que habían sido sometidos y vendidos como esclavos, se rebelaron
y tras matar a sus dueños, regresaron a las montañas arrasando todo a su paso.
Augusto,
decidió acabar para siempre con las continuas sublevaciones y problemas
causados por los cántabros y envió a Marco Agripa, el mejor general del imperio
para pacificar la región definitivamente y a cualquier coste, ya que el
prestigio del Emperador estaba en juego. Agripa llevó a cabo una dura campaña
en la que no había piedad por parte de ninguno de los dos bandos. Se podían ver
guerreros crucificados elevando al cielo cánticos de victoria, así como a
mujeres, ancianos y niños suicidándose antes de ser capturados. Los
historiadores nos cuentan escenas horripilantes como madres matando a toda su
prole para luego quitarse la vida, mujeres que se asesinaban unas a otras para
no ser vendidas como esclavas, padres que pasaban a cuchillo a todo su clan y
luego se lanzaban a un desesperado combate final contra los romanos.
Esta
forma de combate, salvaje y brutal, causó numerosas bajas entre los
romanos e incluso la legión I perdió el título de “Augusta” por huir del
enemigo. Pero, finalmente los cántabros fueron derrotados, iniciándose a
continuación una represión terrible y despiadada con la que los romanos querían
evitar cualquier futuro conflicto: todos los varones cántabros en edad militar
apresados fueron esclavizados en minas o crucificados, los castros fueron
arrasados y el resto de la población será obligada a vivir en las llanuras.
En
el 19 a.C, el pueblo cántabro había sido sometido definitivamente tras
numerosas batallas, revueltas y baños de sangre, pero su nombre nunca será
olvidado por los romanos. Para evitar nuevos levantamientos, dejaron tres
legiones para vigilarlos, pese a lo cual durante el reinado de Nerón (54-68 DC)
hubo un conato de revuelta.
Las posteriores
intervenciones militares de los cántabros, serían como auxiliares del Imperio
Romano, llegando hasta Numidia, el Danubio, Palestina o Britania.
Guerra
contra los astures
Las tribus
del norte del río Duero eran llamadas astures por los romanos, ya que el rio
principal de la región era el Astura (Esla).
En la
primavera del año 25 a.C había tres castra (campamentos de legionarios)
instalados junto al río Astura (Esla) posiblemente en Pentovanium
(entre los ríos Tera y Eria), las Labradas y Chana (en la zona de Vidriales,
Zamora). Las fuerzas romanas eran de tres legiones (VI, IX y V) más un ala y
auxiliares, unos 30.000 hombres a los que se sumarán varias cohortes
transportadas por mar. Según Schulten la población astur era de unas
240.000 personas, de las cuales 80.000 a 100.000 serían capaces de luchar.
Guerreros astur y guerreros
celtíberos. Álbum de la Infantería Española
Los astures
descendieron de los montes y se establecieron junto al Astura para
atacar a los campamentos de invierno romanos. Los habitantes de Brigaecio
(la región de Benavente) contaron a Publio Carisio los planes de los astures.
El legado acudió en ayuda de los campamentos descubriendo a los astures,
lanzando un ataque por su retaguardia. Los astures fueron derrotados con
grandes pérdidas por ambos bandos. Los supervivientes se refugiaron
en Lancia (actual Villasabariego) la ciudad más poderosa de los
astures. Carisio puso sitio a la ciudad y esta se rindió por capitulación.
Carisio quería conservar la ciudad, pero los legionarios la incendiaron y la
arrasaron en represalia por las calamidades sufridas. Tras la victoria, Carisio
sometió otras plazas fuertes de los astures.
Carisió
decidió avanzar hacia el interior de Asturias posiblemente en dos columnas, una
siguiendo el puerto de Pajares, por la ruta conocida como “vía Carisa” y
la otra el puerto de la Mesa que comunica la región de Babia con Asturias,
apoyadas por desembarcos en Gigio (Gijón) para tomarlos por retaguardia. No
existen testimonios históricos de los avances, los romanos encontrarían
pequeñas emboscadas y tendrían que asaltar algún castro, ya que el grueso
de las fuerzas habría sucumbido en Lancia.
Después de
las operaciones, Carisio licenció parte de los veteranos de las legiones V y X,
fundando la ciudad de Emerita Augusta (Mérida).
En el 24 a.C,
los astures y cántabros conjuntamente ofrecen cereal a los romanos y tienden
una emboscada a un ejército que iba a recogerlo, asesinando a todos los
legionarios que deberían ser varias cohortes legionarias y auxiliares, pero
Lucio Emilio y Carisio reaccionó con rapidez y contundencia, en poco tiempo
arrasaron los campos indígenas, destruyeron poblados, ejecutaron o
cortaron las manos a los guerreros destacados, esclavizó a los prisioneros, y
obligó al resto de la población a abandonar los castros y vivir en el llano.
En el 23 a.C,
no hay noticias, es posible que los guerreros huidos hostigaran a los romanos
en los bosques y montes.
En el 22,
los astures, hartos de la crueldad de Carisio, se sublevan con apoyo de los
cántabros cortan la vía Carisa y asedian el campamento romano de Monte Curriel,
ocupado mayormente por tropas auxiliares, cercanos a los 5.000 hombres, se
dispusieron a aguantar la cometida de unos 15.000 astures y cántabros, que con
gran violencia masacraron a la guarnición entera, fue una gran victoria para
los autóctonos, Furnio acudió en su ayuda y encontró a los astures asediando
otro campamento romano, donde les derrotó en una batalla campal. Los astures ya
no volverían a ser capaces de movilizar ninguna fuerza, pues a todos sus
hombres en edad de combatir se les cortaron las manos, fueron crucificados o
esclavizados, con la cual se acabó definitivamente la Guerra Astur.
Roma
mantuvo tres legiones vigilando el norte de Hispania, la VI Victirx en Braga,
la X Gémina en Rosinos de Vidriales (Zamora) y la V Macedónica en Herrera de
Pisuerga (Palencia). En el año 68 DC fueron reemplazadas por la VII Gemina
acuartelada en León, con cohortes y vexilationes en Galicia, Asturias y
Cantabria.
Revuelta Iliria (6-9)
La revuelta
ilírica comenzó en el año 6, tras 15 años de ocupación romana y de aparente
calma. La revuelta fue la consecuencia natural del grave descontento que se
había incubado por la mala administración de los gobernantes, que habían
oprimido a la población con tributos demasiado onerosos.
Las tribus
de Iliria y de Panonia habitaban la mayor parte de lo que estaba hace poco
conocido como Yugoslavia. En la cultura que parecen haber estado en su mayoría
muy relacionado con los tracios, pero también había significativas e
influencias celta y macedonia en su idioma, cultura y rasgos militares. Los
panonios en particular, estaban en gran medida celtizados como lo estaban
también sus vecinos a las tribus dacias.
Los ilirios
eran predominantemente pastores, cazadores y guerreros de profesión. Su
“pasatiempo nacional”, sin embargo, era la piratería marítima, especialmente a
lo largo de las costas italianas. La República Romana luchó no menos de tres
guerras para reducir la piratería de Iliria. Con la conclusión de la última de
estas guerras en el año 168 AC, Iliria quedó efectivamente bajo la dominación
romana, y se mantuvo tranquila durante casi dos siglos. Dió a Roma excelentes
soldados, y tanto es así que, a comienzos de Nuestra Era, formaban el núcleo de
las tropas auxiliares del Imperio. Eran hombres duros, acostumbrados a las
penalidades de las montañas de lo que hoy es Bosnia.
No
obstante, el descontento se había asentado hacía años en la región debido a la
rapacidad de los publicani (agentes fiscales), y las siempre presentes voces de
insurrección empezaban a encontrar partidarios.
Año 6
inicio de la rebelión
La revuelta
se inició a principios del año 6. Los panonios e ilirios ya estaban inquietos y
agitados por los excesos de los publicani o recaudadores de impuestos romanos.
La gota que colmó el vaso fue cuando el emperador Augusto ordenó a varios
regimientos de dálmatas (una tribu iliria famosa por su bravura) que se
reunieran con su hijo adoptivo, Tiberio, a fin de iniciar una ambiciosa campaña
en Germania.
Revuelta Iliria año 6. Comienzo de la
rebelión
Tiberio
estaba a punto de lanzar la segunda campaña contra los marcómanos en Germania.
Marco Valerio Mesala Mesalino, el gobernador de Iliria, iba con él con la mayor
parte de su ejército en Iliria y los locales se encargarían de proporcionar
contingentes auxiliares.
Una tribu
que vivía en el centro de Bosnia, las desitiates, habían reunido todos sus
jóvenes para formar una cohorte auxiliar. Pero cuando vieron cómo muchos
jóvenes guerreros estaban fuertes y entrenados, comenzaron a perder el respeto
a Roma y sus demandas. Un guerrero que procedía de una casa noble, Bato, se
levantó y se inspiró a sus compatriotas con discursos sobre la libertad contra
Roma. Las semillas de la rebelión, que ya habían sido plantadas, de repente
brotaron.
Los
desitiates eran una de las tribus más numerosas de Iliria, y también eran los
más aguerrido de los ilirios; sus vecinos eran los escordiscos, una tribu celta
particularmente beligerante que había invadido Panonia en el siglo 3 a.C, y se
había quedado en la región desde entonces. Pasaban su tiempo atacando Dacia y
los asentamientos de Panonia para conseguir ganado y esclavos, pero eran
capaces de formar bandas de guerra que ponían en aprieto a los comandantes
romanos. Aunque la historia no nos dice mucho acerca de ellos, debieron haber
sido un pueblo muy fuerte y aguerrido. Los rebeldes, viendo la oportunidad que
se les presentaba, decidieron acudir al punto de reunión, pero en vez de
sumarse a la fuerza romana enviada para escoltarles, se rebelaron infligiéndole
una derrota.
Los
desitiates no estaban solos en su insurrección. A ellos se unieron
inmediatamente los panonios breucios, bajo el mando de otro cacique también
llamado Bato.
Bato el
ilirio sitió Salona, mientras que Bato el panonio atacaba Sirmio. Ninguno de
los rebeldes alcanzó nada en estos ataques iniciales.
Miles de
jóvenes guerreros acudieron a las banderas de estos líderes rebeldes; algunos
trajeron armas celtas, otros equipos romanos guerra y otros los simples hondas
y porras de pastores. Sus filas se nutrieron con veteranos que ya habían
servido en las filas de las auxilia romanas. De acuerdo con Velleius Patérculo,
la población de las tribus que se rebelaron era más de 800.000. de los cuales
200.000 eran soldados de infantería y 9.000 de caballería, (estas cifras desde
luego son exageradas). Estos ejércitos rebeldes formaron una peligrosa y
potente combinación de expertos en la guerra de guerrillas, y expertos en las
tácticas y equipos romanos y hablaban latín.
Tan
agresivos y arrogantes eran esos ejércitos rebeldes, que Augusto y Tiberio
temían que uno o ambos de los Batos estuvieran planeando una invasión de
Italia. Bato el ilirio devastó asentamientos romanos en la costa del Adriático
hasta el sur de Apollonia.
Tiberio,
que todavía estaba tratando los términos de paz con el marcomano Maroboduo, así
es que inmediatamente envió a Marco Valerio Mesala Mesalino gobernador de
Iliria, que dejó sus operaciones contra los germanos y marchó para cerrarles el
paso en caso de que decidieron invadir Italia. Bato el ilirio, en algún momento
a finales de año 6, se enfrentó con Mesala y lo derrotó con un ejército de
20.000 efectivos que casi casi le igualaba en número, armamento y organización,
pero era muy superior en espíritu y moral. Masala tras la derrota se retiró a
la fortaleza de Siscia, en espera de la llegada de Tiberio.
Dión Casio
afirma que Mesala poco después vengó esta derrota haciendo descuartizar muchos
ilirios que habían caído en una emboscada.
Tras esta
derrota, Bato el ilirio llevó a cabo una reunión con Bato el panonio y
acordaron una alianza. Los ejércitos rebeldes juntos establecieron su cuartel
general en Mons Alma en Panonia, cerca de Sirmio.
A lo largo
del frente oriental, Bato el panonio de la tribu de los breucios, atacó Sirmio
y su guarnición romana, pero Cecina Severo el legado de Mesia, lo sorprendió en
el río Drava y lo derrotó justo a tiempo para evitar la pérdida de un fuerte
tan importante para los romanos desde el punto de vista estratégico, no sin
grandes pérdidas romanas.
Los romanos
tenían, ahora, en manos de las fortalezas de Siscia y Srijem, pero todo el
territorio que se extendía entre estos lugares y al sur de ellos, hasta el mar
Adriático, estaba en manos de los rebeldes, mientras que Tiberio estaba
regresando al final del año.
Los
rebeldes no fueron atacados por los romanos, sino por Roemetalces era el rey
cliente romano de Tracia en este momento; mandó un fuerte ejército de
caballería que había sido entrenado y armado por oficiales romanos. Los tracios
tuvieron éxito en derrotar a los rebeldes de Iliria y de Panonia, pero el
intento posterior de Cecina Severo para perseguirles tras la victoria no tuvo
éxito ya que tuvo que retirarse cuando recibió la noticia de que bandas de guerra
sármatas y dacias estaban atacando Moesia. Así que acudió a hacerles frente,
mientras que Tiberio y Mesala, que había establecido su cuartel general en
Siscia se ocupaban de la revuelta. Tiberio estaba aparentemente inactivo,
posiblemente tratando de dejar que el hambre y las luchas internas hiciesen la
mayor parte de su trabajo. Posteriormente se demostraría que ésta era la
táctica apropiada.
Bato el
ilirio sitió Salona, mientras que Bato el panonio atacaba Sirmio. Ninguno de
los rebeldes alcanzó nada en estos ataques iniciales.
Miles de
jóvenes guerreros acudieron a las banderas de estos líderes rebeldes; algunos
trajeron armas celtas, otros equipos romanos guerra y otros los simples hondas
y porras de pastores. Sus filas se nutrieron con veteranos que ya habían
servido en las filas de las auxilia romanas. De acuerdo con Velleius Patérculo,
la población de las tribus que se rebelaron era más de 800.000. de los cuales
200.000 eran soldados de infantería y 9.000 de caballería, (estas cifras desde
luego son exageradas). Estos ejércitos rebeldes formaron una peligrosa y
potente combinación de expertos en la guerra de guerrillas, y expertos en las
tácticas y equipos romanos y hablaban latín.
Tan
agresivos y arrogantes eran esos ejércitos rebeldes, que Augusto y Tiberio
temían que uno o ambos de los Batos estuvieran planeando una invasión de
Italia. Bato el ilirio devastó asentamientos romanos en la costa del Adriático
hasta el sur de Apollonia.
Tiberio,
que todavía estaba tratando los términos de paz con el marcomano Maroboduo, así
es que inmediatamente envió a Marco Valerio Mesala Mesalino gobernador de
Iliria, que dejó sus operaciones contra los germanos y marchó para cerrarles el
paso en caso de que decidieron invadir Italia. Bato el ilirio, en algún momento
a finales de año 6, se enfrentó con Mesala y lo derrotó con un ejército de
20.000 efectivos que casi casi le igualaba en número, armamento y organización,
pero era muy superior en espíritu y moral. Masala tras la derrota se retiró a
la fortaleza de Siscia, en espera de la llegada de Tiberio.
Dión Casio
afirma que Mesala poco después vengó esta derrota haciendo descuartizar muchos
ilirios que habían caído en una emboscada.
Tras esta
derrota, Bato el ilirio llevó a cabo una reunión con Bato el panonio y acordaron
una alianza. Los ejércitos rebeldes juntos establecieron su cuartel general en
Mons Alma en Panonia, cerca de Sirmio.
A lo largo
del frente oriental, Bato el panonio de la tribu de los breucios, atacó Sirmio
y su guarnición romana, pero Cecina Severo el legado de Mesia, lo sorprendió en
el río Drava y lo derrotó justo a tiempo para evitar la pérdida de un fuerte
tan importante para los romanos desde el punto de vista estratégico, no sin
grandes pérdidas romanas.
Los romanos
tenían, ahora, en manos de las fortalezas de Siscia y Srijem, pero todo el
territorio que se extendía entre estos lugares y al sur de ellos, hasta el mar
Adriático, estaba en manos de los rebeldes, mientras que Tiberio estaba
regresando al final del año.
Los
rebeldes no fueron atacados por los romanos, sino por Roemetalces era el rey
cliente romano de Tracia en este momento; mandó un fuerte ejército de
caballería que había sido entrenado y armado por oficiales romanos. Los tracios
tuvieron éxito en derrotar a los rebeldes de Iliria y de Panonia, pero el
intento posterior de Cecina Severo para perseguirles tras la victoria no tuvo
éxito ya que tuvo que retirarse cuando recibió la noticia de que bandas de
guerra sármatas y dacias estaban atacando Moesia. Así que acudió a hacerles frente,
mientras que Tiberio y Mesala, que había establecido su cuartel general en
Siscia se ocupaban de la revuelta. Tiberio estaba aparentemente inactivo,
posiblemente tratando de dejar que el hambre y las luchas internas hiciesen la
mayor parte de su trabajo. Posteriormente se demostraría que ésta era la
táctica apropiada.
Año 7 Germánico se dirige a Iliria
Augusto
perdió la confianza en Tiberio y en Mesala para concluir la guerra por sí
mismos, así que ordenó a su sobrino Germánico manumitir a miles de esclavos a
fin de encontrar los soldados necesarios, circunstancia que no se daba desde la
derrota romana a manos de Aníbal en la batalla de Cannas, acaecida 200 años
atrás. Gracias a las disposiciones realizadas por Augusto, Roma fue capaz de
poner sobre el campo de batalla a 10 legiones (50.000), 10.000 voluntarios
veteranos romanos que se unieron a la causa, 14 alas auxiliares (8.000), y 70
cohortes de auxiliares (35.000), muchas de las cuales estaban compuestas
exclusivamente por ciudadanos romanos. Estos eran hombres que Augusto
consideraba por su condición o antecedentes inapropiados para formar parte de
las legiones: ciudadanos nacidos en las clases más bajas, vagabundos,
delincuentes o esclavos liberados (cuando a un esclavo se le liberaba,
inmediatamente adquiría la ciudadanía romana). A estas unidades especiales se
les otorgó el título de Civium Romanorum (de ciudadanos romanos). Cuando
finalizó la revuelta iliria, estas cohortes permanecieron al servicio del
Imperio y a cambio conservaron su ciudadanía. A las tropas reclutadas por
Augusto, Germánico y Tiberio se unió un poderoso contingente de tropas
procedentes de Tracia, cuyo monarca, Rometalces I era un rey amicus del
Imperio. Con todo, el total de tropas que desplegó el Imperio para enfrentarse
a los ilirios alcanzaba los 100.000 hombres.
Revuelta Iliria año 7. Germánico se
dirige a Iliria
Mientras
tanto, los rebeldes se volvieron cada vez más arrogante. Durante el invierno de
6-7, invadieron Macedonia, saqueando y quemando todo su camino. De nuevo fueron
derrotados por los tracios, esta vez por un ejército bajo el mando conjunto de
Remetalces y su hermano Raskiporis. La derrota fue un revés, y limitó la
influencia de los rebeldes a sus provincias de origen, pero no hizo nada
para paralizar el movimiento, o la resolución de los guerreros de Iliria.
Germánico
llegó a Iliria a primeros del 7. Para sofocar la insurrección de un par de
jefes bárbaros, Roma tuvo que emplear entre una tercera y una cuarta parte de
su fuerza total. En términos de números y la logística, la revuelta de Iliria
fue una de las guerras más épicas de la historia romana.
A las tres
legiones de Cecina Severo gobernador de Mesia se unió Marco Plaucio Silvano,
gobernador de Galacia y Panfilia con dos legiones (la IIII Escítica y la V
Macedonica y V) este ejército estaba comandado por ambos y se concentró en
Siscia, en el frente occidental.
El enemigo
bajo el mando de los dos Bato, esperando al ejército romano le habían bloqueado
el camino y esperaban vencerlos antes de que se uniesen a Tiberio. Y así,
cuando la vanguardia del ejército romano avanzaba y la retaguardia aún no había
abandonado el campamento, el enemigo cayó sobre ellos, siguiendo una táctica
similar a la utilizada por Aníbal en la batalla Trasimeno. El ejército romano vaciló,
pero finalmente se impuso una disciplina férrea y la tenacidad de las legiones
romanas, y una posible derrota se transformó en una victoria. Esta fue la
batalla de los pantanos Volcee al parecer en Moesia o muy cerca. Finalmente
Cecina y Silvano pudieron conducir sus tropas a Siscia y unirse a Tiberio.
Tiberio
estaba ahora en sus manos del valle del Sava, y sólo tenía que reforzarlo con
fortalezas, para evitar que los rebeldes pudiesen unirse de nuevo, y luego
vencería por separado.
Cohors VI Voluntariorum en Dalmacia
durante la revuelta de Iliria del 6-9
En la
segunda parte de Tiberio ese año, ordenó que varias columnas militares,
atacasen simultáneamente en varios puntos al enemigo. Entre estos también
participó Germánico, que derrotó y sometió a la tribu mazei de Dalmacia.
Al final de
estas operaciones, en vista del inminente invierno, Tiberio ordenó que:
·
Cecina volviese a Mesia
(quizás Nish) con dos legiones: la IIII Scythica y la V Macedonica una vez más
para defender la provincia de las incursiones de los dacios.
·
Plaucio Silvano volvió a
Sirmio con las legiones VII, VIII y XI Augusta.
·
Las cinco legiones restantes
permanecieron con él para Siscia.
Los ilirios
huyeron de toda batalla campal, en particular cuando sus filas eran disminuidas
por la enfermedad, el hambre, y la deserción según la guerra se prolongaba.
Eran maestros de la guerra de guerrillas, establecieron escondites en los
bosques o en los pantanos, o en colinas fortificadas similares a los “castros”
desde donde llevaban a cabo redadas. Varios miles de soldados romanos fueron
abatidos por oponentes sin protección, armados tan sólo con hondas y jabalinas.
Muchos de ellos ni siquiera pudieron ver al hombre que los mataba.
Año 8 final de la rebelión en Panonia
En el año 8
a los dálmatas y los panonios querían pedir la paz debido al hambre y las
enfermedades, pero los rebeldes se lo impidieron, no tenían esperanza que los
romanos respetaran sus vidas y continuaron resistiendo.
Después de
otra batalla en el verano del 8, el ejército alrededor de Siscia, se movió
rápidamente hacia el este, el 3 de agosto derrotó al ejército de Bato el
panonio en lugar desconocido, posiblemente a lo largo del río Bathinus (actual
Bosna), otras lo cual Bato el panonio y sus breucios se sometieron a Tiberio.
En recompensa por su traición, Tiberio declaró a Bato como “Rey de los
breucios” y amigo del pueblo romano.
Revuelta Iliria año 8. Final de la
rebelión en Panonia
La
deserción de Bato el panonio no iba a durar mucho. Su ejército fue derrotado y
él mismo fue capturado por el Bato el ilirio. Llevado ante una asamblea de
guerreros, y Bato el panonio fue tachado de traidor a la causa y condenado a
muerte en el acto. Esto debió ocurrir en algún momento del verano u otoño del
año 8.
La
eliminación de este rey de Panonia no aportó nada a la causa de Roma. Todas las
tribus de Panonia se levantaron con ferocidad sanguinaria, al parecer dirigida
contra los romanos y contra los ilirios por igual. Un ex-cónsul y comandante
militar, Marco Plaucio Silvano, fue enviado desde Roma para sofocar a los
panonios mientras Tiberio y Germánico siguieron centrándose en Bato el ilirio y
sus seguidores.
Silvano
aplastó completamente a los breucios en una batalla campal, y aceptó la
sumisión del resto de Panonia, suficientemente intimidados por la ferocidad con
había tratado a sus compatriotas.
Tiberio
penetró en Iliria-Dalmacia la guerra en esta difícil región fue llamada Bellum
Dalmaticum, y fue meticulosamente preparada por Tiberio durante el invierno,
dejando Lépido en Siscia, Silvano en Sirmio, Germánico al sur de los Alpes
Dinaricos y Cecina e Mesia, regresando a Roma para pasar el invierno. Tiberio
estaba ya seguro de que el año siguiente sería el año del éxito definitivo y la
capitulación de los insurgentes.
Mientras
tanto, la revuelta en Iliria-Dalmacia se fue marchitando. Los seguidores de
Bato habían sido diezmados por brotes de peste, así como por la escasez de
alimentos. Los soldados romanos estaban ahora recorriendo la mayor parte del
país, matando y saqueando indiscriminadamente. Muchos ilirios desertaron de
Bato, más preocupados por rescatar a sus seres queridos que en mantener la
lucha.
Año 9 final de la rebelión en Dalmacia
Se
reanudaron las hostilidades con el inicio del año, y Germánico, una vez más se
distinguió por su valor y el sentido de mando, llevando a cabo algunas acciones
militares de valor, tales como la conquista de las fortalezas de dálmata de
Splono (posiblemente la actual Plevlje) y Raetinum. Los otros generales, como
Marco Plaucio Silvano y Lépido se habían distinguido en la batalla, someter a
la ciudad fortificada importante de Seretium y muchos otros lugares.
Augusto
decidió volver a presentarse en Dalmacia, para dar un nuevo impulso a la guerra
y llevarla a su fin. Tiberio, por su parte dividió el ejército en tres
columnas:
·
La primera, encabezada por
Marco Plaucio Silvano, se dirigiría al interior de Dalmacia, partiendo de
Sirmio a lo largo del río Bosna.
·
La segunda, a cargo de Lépido
partiría de Siscia y recorrería el río Glina.
·
La tercera, bajo su mando
directo, junto con Germánico, seguiría el curso del río Urbas, en dirección a
la fortaleza de Andretium (cercano Salona), donde Bato el ilirio se ocultaba.
·
Un cuarto ejército, bajo el
mando del gobernador de Dalmacia, algunos Cayo Vibio Póstumo, limpiaría la
costa Adriática de rebeldes.
Revuelta Iliria año 9. Final
de la rebelión en Iliria
Germánico
persiguió a Bato hasta la fortaleza de Adetrium, sitiándola. Tiberio se acercó
Andretium y también se unió Lépido, asediando completamente la fortaleza.
Los
defensores de Adetrium lucharon con valor desesperado, haciendo rodar carros y
carretas llenas de piedras colina abajo contra las filas de los atacantes
romanos. Los legionarios también se encontraron bajo constantes andanadas de
piedras de honda, flechas y jabalinas, muchos de los cuales eran incendiarias.
Tiberio se
aseguró la victoria atacando la colina desde varios puntos a la vez. No había
suficientes efectivos en la fortaleza para repeler todos estos ataques al mismo
tiempo. Adetrium cayó, y Bato y sus últimos irreductibles cayeron en manos de
sus odiados enemigos romanos. Sería finales de agosto o principios de
septiembre.
Asedio de Adetrium año 9 durante la
revuelta de Iliria. Augusto contempla el asalto que se llevó a cabo por varios
puntos a la vez. Autor Adam Hook
Secuelas
La victoria
fue agridulce. La mayor parte de la población de Roma estaba de luto por
alguien, padre o hijo, marido o amante. La conclusión nominal de la Guerra de
Iliria, sin embargo, llegó con la noticia de la destrucción de la columna de
Varo en el bosque de Teutoburgo, con la pérdida de la mayor parte de 20.000
vidas. Tras conocerse la noticia, la población de Roma se volvió frenética
contra los inmigrantes alemanes y les masacró por los cientos; Augusto ordenó a
los supervivientes, entre ellos su propia Guardia Germánica, abandonar la
ciudad para su propia protección.
La
provincia de Iliria se dividió en dos: Panonia en el norte, y Dalmacia en el
sur. La mayor parte de las tribus habían perdido prácticamente la totalidad de
sus hombres. Muchas de las viudas y los huérfanos no lloraron en las ruinas
carbonizadas de sus casas y castros, sino en las jaulas y los mercados de
esclavos. Las tribus de Iliria una vez que se había enriquecido fuera del
comercio de esclavos en el Mediterráneo. Ahora que perdieron miles de sus hijos
e hijas a la misma.
Los
ejércitos romanos en Iliria actuaron con brutalidad casi sin precedentes hacia
las poblaciones nativas. Pannonia sufrió especialmente bajo Plaucio Silvano, un
comandante despiadado que parecía disfrutar con la destrucción y derramamiento
de sangre para su propio provecho. Los soldados romanos sufrieron de falta de
raciones y las condiciones miserables de vida en Iliria, y muchos de ellos no
eran voluntarios, e hicieron pagar su con las mujeres y familias del enemigo.
Los pueblos
ilirios sobrevivieron a este genocidio no oficial. Irónicamente, en el siglo
III Panonia y Dalmacia fueron las principales zonas de reclutamiento del
ejército romano, no sólo en la auxilia sino también en las legiones. Entre los
años 268 y 379 casi todos los emperadores procedieron de esta región.
Bato tras
su captura fue entrevistado por Tiberio, que le preguntó cuál era su motivación
para la revuelta. Bato, el líder de una raza de pastores-guerreros, dio una
respuesta acorde con sus orígenes y la cultura: “Ustedes los romanos son los
culpables de esto, usted nos envía lobos para defender los rebaños, en vez de
perros y pastores.”
Bato se
salvó y fue enviado a un cómodo exilio, viviendo el resto de sus días en una
villa en Rávena.
Próximo Capítulo: Los cuatro Emperadores
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