EL NEOLÍTICO EN EL PRÓXIMO ORIENTE
El Natufiense. Jericó. El Tahuniense. El neolítico cerámico
anatólico. El neolítico en Mesopotamia. Períodos. Sus alcances materiales y su
significado.
Estos capítulos no
pretenden ser una historia de los pueblos del próximo oriente. En realidad
pretende mostrarnos, nada más y nada menos, que la raíz de nuestra civilización.
Que fue ahí precisamente donde por vez primera el hombre organizó la Sociedad y
tuvo la preocupación por problemas que han sido la base del pensamiento en
todos los tiempos, problemas filosóficos, cosmogónicos, éticos. Esta feliz
conjunción de elementos étnicos con
raíces culturales diversas, sería la simiente fecunda de la que brotaría el
árbol de la cultura moderna de la Humanidad. En la imagen de lo que fuera la
vida en aquellas primeras ciudades, asombra el encontrarse con tantos rasgos
modernos, que justifican la impresión de la proximidad de esos milenios tan
lejanos para el profano, que todos los prehistoriadores experimentamos. En general,
cada especialista en alguna de las ramas del orientalismo defiende la primacía
de su respectivo país de estudio en orden a la formación de la civilización
moderna. En especial, muchos autores han defendido la prioridad de Egipto,
basándose en la cronología más alta que el valle del Nilo nos ofrece para sus
primeras dinastías. Y Egipto tuvo también, desde muy pronto, una escritura
perfecta e independiente de la cuneiforme usada en Mesopotamia. A pesar de que
el período protodinástico egipcio parece algo más antiguo que el protodinástico
mesopotámico, la mayoría de los científicos se inclinan por una primacía
asiática en la revolución neolítica y urbana. Pero cuando se quiere precisar en
qué comarca del occidente de Asia tuvo lugar dicha revolución, trascendental
hasta el punto de poderse considerar como el arranque de la historia moderna,
las polémicas se encienden de nuevo. Hay que buscarla en algún lugar de la
llamada fértil Media Luna, las tierras que rodean por el norte el desierto
arábigo. Mientras para unos el foco neolítico estaría en Jarmo, al norte de
Mesopotamia, para otros hay que buscarlo en Palestina, concretamente en Jericó.
En ambos casos, hallaríamos los más viejos indicios de civilización neolítica,
alrededor del 6000 a. de C., superpuestos a la cultura de los cazadores y
recolectores mesolíticos. La polémica sobre este punto ha sido muy viva en
estos últimos tiempos y no nos atreveríamos a darla como resuelta. Tal vez la
hipótesis más verosímil sea la de que nuestra civilización occidental se ha
alimentado de una larga serie de raíces, y que a elaborarla contribuyeron,
entre muchos otros grupos culturales a lo largo de la Historia, las viejas
culturas de los cazadores nómadas de Europa y Asia y las de los agricultores
urbanistas y sedentarios del Próximo Oriente. Y dentro de este último tampoco
podemos negar un influjo, tanto en lo material como en lo espiritual, de
Egipto. El papel de los sumerios en la génesis de esta civilización primordial
sigue siendo un misterio, como lo es todavía cuanto se refiere a su propio
origen, relaciones étnicas y verdaderas raíces. Pero su país histórico, la baja
Mesopotamia, era inhabitable cuando ya Jarmo, Hassuna, Tell Halaf, Jericó y
tantos otros lugares conocían las primicias de la vida urbana.
El mundo sumerio es un
descubrimiento moderno. Hasta podemos decir que es el mayor de los
descubrimientos recientes en el terreno de la historia de la civilización. Al
principio de nuestro siglo XX sólo algunos especialistas, muy pocos y muy
valientes, se atrevían a pronunciar tímidamente y aun entre ellos nada más, el
nombre de Sumer, caído en un olvido total, cuatro veces milenario, sin que nada
hiciera evocar a los hombres el mundo glorioso que esta palabra había designado
en otro tiempo. Incluso un erudito de la talla de G. Maspero, en su magistral Histoire ancienne des peuples de l'Orient
classique, no decía ni palabra del primero y más fecundo de estos pueblos,
los sumerios. Entonces estaba de moda Egipto. Los descubrimientos
extraordinarios realizados en el valle del Nilo desde la expedición a Egipto
emprendida por Bonaparte y la exhibición, todo a la vez, de tantas obras
maestras y de tantos vestigios humildes de la vida cotidiana de un pueblo tan
antiguo, habían dejado deslumbrado al universo durante mucho tiempo. Y cuando
se intentaba remontar hasta el extremo horizonte de la historia, cuando se
quería reconstruir el camino recorrido por el hombre después de la interminable
noche prehistórica, cuando se pretendía establecer y fijar los primeros
progresos decisivos de su edad «adulta», se encontraba infaliblemente a Egipto
en este vasto fluir del tiempo que conduce hasta nosotros. Todavía hoy en día,
para la mayoría de los espíritus cultos, hasta entre los historiadores, es la
misma visión de conjunto la que predomina. Con sus tres mil años de existencia
antes de nuestra era, se considera a Egipto, consciente o inconscientemente,
como «la cuna de la civilización» y «el antepasado directo del hombre moderno».
En más de un «Manual de Historia de la Antigüedad», actualmente en uso, el país
de Sumer ni siquiera se menciona, o bien se le trata como a un pariente pobre,
como a una especie de gacetilla periodística sobre las civilizaciones
desaparecidas. Sin embargo, bajo el punto de vista de una ciencia histórica
rigurosa y al día, semejante posición resulta actualmente falsa y anacrónica.
Pero hay muy pocas personas que estén al corriente de la prodigiosa revolución
introducida en nuestros conceptos en la historia antigua del hombre, por
cincuenta años de trabajos obstinados y arduos, casi secretos si se tiene en
cuenta la tendencia al retraimiento y al poco amor al ruido que manifiestan sus
sabios autores; por cincuenta años de descubrimientos, menos espectaculares,
sin duda, que los de las tumbas reales de Egipto, pero de un contenido con toda
seguridad más rico para la comprensión de nuestro pasado. Gracias al cúmulo de
información que estos sabios exploradores del tiempo han podido constituir
durante medio siglo, con el rigorismo de un juez de instrucción, se ha efectuado
la prueba pericial requerida, y el asunto puede quedar desde ahora sometido al
juicio de nuestros lectores: La Historia empieza en Sumer. Es decir, que se
trata de la primera civilización del mundo, y no de una simple «cultura», como
tantas hay escalonadas a lo largo de nuestra inmensa prehistoria, sino el
resultado de todas estas «culturas» en progreso, su fruto más perfecto, la
civilización, plena y auténtica, con la riqueza de vida, la perfección y la
complejidad que implica: la organización social y política; el establecimiento
de ciudades y de Estados; la creación de instituciones, de obligaciones y de
derechos; la producción organizada de alimentos, de vestidos y de herramientas;
la ordenación del comercio y de la circulación de los bienes de intercambio; la
aparición de formas superiores y monumentales del arte; los comienzos del
espíritu científico; finalmente, y en lugar principal, el invento prodigioso, y
del que no se puede medir toda la importancia, de un sistema de escritura que
permitía fijar y propagar el saber. Pues bien, todo esto fue creado e
instaurado por los sumerios. Este enriquecimiento y esta organización
admirables de la vida humana no aparecieron sino en el cuarto milenio antes de
nuestra era y precisamente en el país de Sumer, en la región de la Baja
Mesopotamia, al sur de la Bagdad moderna, entre el Tigris y el Eufrates. Las
otras dos civilizaciones entre las más antiguas conocidas en la actualidad, o
sea la egipcia y la «protoindia», del valle del Indo, parecen ser, por lo que se
desprende de los últimos trabajos arqueológicos, posteriores en varios siglos a
la civilización sumeria. Pero aún hay más: ha quedado demostrado que esta
última ha representado respecto a las otras dos, en sus principios, el papel de
excitador y de catalizador o incluso algo más.1 La civilización más antigua de
la China, en la cuenca del río Amarillo, no se remonta más que a los principios
del segundo o al extremo final del tercer milenio; las civilizaciones andina y
mesoamericana no son anteriores a la mitad del primer milenio antes de nuestra
era. Y todas las demás civilizaciones históricas conocidas dependen en más o en
menos de aquéllas. Semejante descubrimiento es tanto más notable cuanto que es
evidente que resulta de datos más modestos e insignificantes. En Sumer, a
diferencia de Egipto, no habían quedado testimonios de su antiguo esplendor
sobre la tierra, esos monumentos eternos como son las pirámides, para recordar
a cada siglo la gloria de sus antiguos constructores; desde hacía cuatro mil
años, el mundo se había olvidado hasta del nombre de Sumer y de los sumerios; e
incluso los mismos personajes de la antigüedad clásica, los hebreos y los
griegos, por ejemplo, si bien nos hablan a menudo de Egipto, no dicen ni una
palabra de sus lejanos antepasados, los sumerios. Lo que de ellos se ha
encontrado se ha tenido que ir a buscarlo a las entrañas de la tierra, por
medio de profundas excavaciones. Y lo más corriente ha sido que el pico de los
arqueólogos haya puesto al descubierto el modesto y frágil ladrillo, cocido o,
aún más a menudo, crudo, en lugar de encontrarse con la piedra de las salas
hipóstilas; no se han descubierto obeliscos gigantescos, enormes esfinges o
estatuas imponentes y desmesuradas de faraones, sino modestas esculturas,
rarísimas veces superiores al tamaño natural, por economía de un material duro
que se había de hacer venir de lejos en ese país de aluviones y de arcilla;
como tampoco se han encontrado suntuosos anales, esculpidos o pintados en los
muros de las tumbas y de los templos, con toda la finura y la gracia de los
caracteres jeroglíficos, hechos ex profeso para deleite de la vista, sino que
han sido, por lo general, humildes tabletas de arcilla, más o menos
deterioradas y fragmentadas, recubiertas de minúsculos signos cuneiformes,
rarísimos, erizados, entremezclados y ásperos. Sin embargo, estos textos de
aspecto irrisorio, tan penosos de estudiar, tan difíciles de comprender y de
descifrar, han sido excavados en cantidades ingentes, de varios cientos de
millares, que abarcan todas las actividades, todos los aspectos de la vida de
sus redactores: gobierno, administración de justicia, economía, relaciones
personales, ciencias de todos los tipos, historia, literatura y religión.
Estudiando y descifrando el contenido de los vestigios, utensilios, estatuas,
imágenes, templos, palacios y ciudades, puestos bajo la luz del sol por los
arqueólogos, una pléyade de eruditos ha conseguido, después de medio siglo de
trabajos y esfuerzos oscuros y encarnizados, no solamente redescubrir y colocar
en su sitio de honor el nombre de los sumerios, sino también redescubrir el
secreto y el mecanismo complejo de su escritura y de su idioma y, por si ello
fuera poco, reconstruir, trozo por trozo, su extraordinaria aventura olvidada.
Las primeras instalaciones
humanas en Mesopotamia se remontan a unos cien mil años, mucho antes de que la
parte baja del Valle de los dos Ríos hubiera surgido de entre la mezcolanza de
sus poderosas aguas; es, pues, en las laderas de las montañas del norte de
Irak, principalmente en el país kurdo (estaciones de Barda-Balka, Palegawra,
Karim-Shahir, etc.), donde se han hallado los vestigios. Durante un primer
período, inmensamente largo, que parece durar hasta el año 6000 antes de
nuestra era, los hombres, en una especie de estancamiento interminable, vivían
aislados, en familias o agrupaciones minúsculas, en cavernas o en pequeños
campamentos transitorios, fabricando utensilios groseros de madera o hueso, o
con las esquirlas de una piedra dura, y hallándose reducidos para su
subsistencia a los azares de la caza y de las cosechas cotidianas. Es solamente
hacia los años 5000 a 4500 (datos obtenidos por el análisis de la radiactividad
del carbono encontrado en las excavaciones) cuando aparecen las primeras
ciudades (estaciones y épocas de Jarmo, de Hassuna, de Halaf) y cuando se
advierten los primeros progresos dignos de ser notados, a medida que la
progresiva desecación de la región baja del Valle permite su ocupación, cada
vez más extensa, en dirección al golfo Pérsico. El hombre va creando utensilios
cada vez más perfeccionados y más complejos: empieza a cultivar el suelo, a
domesticar los animales, a trabajar el primer metal: el cobre; se organiza en
sociedades, construye sus primeros edificios públicos, sus primeros templos; y
su sensibilidad artística se expresa y se traduce en una incomparable cerámica
pintada, tan hermosa que no se sabe qué admirar más, si la elegancia de las
formas, la imaginación, prodigiosamente rica, de la decoración, o la seguridad
del trazo y del gusto de los artistas. Esta cultura en constante progreso
alcanza su apogeo en la época llamada de El Obeid, hacia el final del quinto y
comienzo del cuarto milenio. Parece como si entonces se extendiera,
fundamentalmente idéntica no solamente por la Mesopotamia y sus aledaños, sino
desde la Turquía moderna hasta el Beluchistán, en la extremidad oriental de la
meseta iraní, y hasta el valle del Indo. Hacia el año 3500 antes de nuestra
era, y sobre este vastísimo fondo de cultura antigua, común a todo el Próximo
Oriente, en el sur de la Mesopotamia, y en las orillas del golfo Pérsico,
surgen, de golpe, según parece, los sumerios. ¿Quiénes eran los sumerios? ¿De
dónde venían? ¿Cómo llegaron? No se ha podido responder todavía a estas
preguntas: las «pruebas» arqueológicas e históricas son, a menudo, difíciles de
establecer y además muy delicadas. La luz es, de momento, tan endeble sobre
estas cuestiones, que ciertos especialistas han juzgado inútil plantear estos
problemas y están dispuestos a considerar a los sumerios como los primeros y
más antiguos habitantes del país. Sin embargo, actualmente nos parece más
probable que los sumerios hayan venido de otra parte (¿tal vez del este?), como
conquistadores o como masa de emigrantes y es muy posible que hubieran adoptado
y asimilado rápidamente la cultura de sus predecesores con los que seguramente
se integraron más o menos profundamente hasta transformarla totalmente a la
medida de su propio genio. Esta época de la instalación de los sumerios en la
Baja Mesopotamia ha sido llamada por los arqueólogos época de Uruk, cuya última
parte, entre los años 3000 y 27003, ha recibido de los excavadores
norteamericanos el nombre de protolítera. Los siete u ocho siglos de Uruk
fueron los que vieron a los sumerios crear, instaurar y madurar, sobre el fondo
de las culturas anteriores, esta primera civilización, por la que hoy en día se
les reconoce todo el mérito. Hacia el final de esta época aparecen los primeros
testimonios de la escritura que, con el tiempo, se convertiría en «cuneiforme»,
la primera escritura del mundo, inventada por los sumerios. Pero los textos son
aún muy raros en esta época, y su carácter, difícilmente penetrable, no permite
situar, de golpe, entre los tiempos históricos, el periodo protolítero de la
evolución sumeria, sino que constituye más bien una a modo de protohistoria que
se va reconstruyendo principalmente con la ayuda de los vestigios
arqueológicos. La verdadera historia de Sumer empieza en la época siguiente,
llamada protodinástica, entre los años 2700 y 2300, poco más o menos. Se verá
en la presente obra (véase sobre todo el capítulo V, pero también los capítulos
III, IV y VI) cómo los textos, ya más abundantes e inteligibles, nos permiten
reconstruir ciertas porciones de ella. Es ésta la época en que se desarrolla
plenamente la civilización sumeria iniciada unos siglos antes. Sumer se
encuentra distribuida en pequeños Estados urbanos, porciones, en realidad, de
territorio rural, agrupados, cada uno de ellos, alrededor de una
ciudad-capital. La ciudad, rodeada de murallas y fortificada, está centrada en
el Palacio, residencia del monarca terrestre que la gobierna, y también en el
Templo, morada del personaje divino cuya representación ostenta el rey. Templo
y Palacio, construidos en obra de ladrillo con un sentido cada vez más perfecto
de la arquitectura y del urbanismo, yacen al pie de la «atalaya» de las
ciudades sumerias, el ziggurat4, torre piramidal con pisos, que unía el mundo
divino al de los hombres. Una administración civil y religiosa, cada vez más
compleja, pulula por el barrio oficial de cada ciudad y responde a una
organización y a una especialización cada vez más detalladas de la vida pública
y de la privada. Alrededor del Palacio y del Templo, que también sirven de
universidad y de cuartel, se agrupan las casas de los ciudadanos, las tiendas
de los obreros, los almacenes, los depósitos, los graneros. Estos siglos están
henchidos (véase especialmente el capítulo V) de las luchas y rivalidades de
estas ciudades-Estado, que aspiran a la hegemonía, tan pronto conquistadoras
como conquistadas. Al final de este período, el país de Sumer por entero,
agrupado alrededor del venerable centro religioso de Uruk, acaba por hallarse
sujeto al poder de un monarca único, Lugalzaggisi, ex gobernador de la ciudad
de Umma. Estas tendencias imperialistas llegaron aún más lejos. Pero no fueron
los sumerios los que pudieron establecer el primer imperio mesopotámico, sino
que fueron los semitas. Estos últimos, antiguos beduinos nómadas del desierto
sirio-arábigo, se habían ido infiltrando, desde hacía mucho tiempo, por bandas
más o menos fuertes, entre los sumerios y, sin duda, ya entre los predecesores
de éstos, en el bajo Valle de los dos Ríos, y sobre todo al norte de este
valle, en el país de Accad. Hacia el año 2300, uno de ellos, el Carlomagno de
Mesopotamia, Sargón de Agadé, o Sargón el Viejo, reunió bajo su cetro no
solamente la Mesopotamia entera, Sumer inclusive, sino hasta el Elam, al este,
y una parte de Siria y del Asia Menor al oeste. De este modo se inició un nuevo
período de la historia sumeria, el período llamado de Accad o de Agadé, o,
sencillamente, período «accadio», que duraría más de dos siglos; dos siglos de
sueño político para los sumerios suplantados. Pero éstos despertaron por fin,
cuando una enorme avalancha de gutis, montañeses semibárbaros del Kurdistán,
sumergió al imperio y la dinastía de Sargón. Un siglo después de la invasión de
los gutis, o sea, poco antes del año 2000, amaneció una nueva época para los
sumerios, la última y, seguramente, la más brillante de su historia. Es la
época llamada de Ur III o dé la tercera dinastía de Ur, o, también, la época
«neosumeria», en el transcurso de la cual su civilización conoció un
extraordinario renacimiento. Entonces la civilización sumeria se extiende
alrededor de los límites propios del país mucho más que lo que se extendiera en
el pasado, al este, hasta Elam y Persia; al oeste hasta Capadocia y Siria; al
norte hasta Armenia, de tal modo que la sumeria llega a ser la cultura común de
todo el Próximo Oriente. Como signo de esta preponderancia intelectual, se
manifiesta el Gran Siglo de las letras y las ciencias sumerias, el momento en
que poetas, escritores y eruditos de todas clases empiezan a componer, a
escribir y a difundir, a menudo partiendo de tradiciones orales muy antiguas,
sus mitos, sus himnos, sus ensayos, sus tratados, que ya iremos conociendo en
el curso de la presente obra. Pero otras bandas semíticas, venidas del
inagotable desierto sirio-arábigo, los amoritas o amorreos, se infiltran poco a
poco también entre los sumerios de Ur III. Poco después de los comienzos del
segundo milenio ponen fin a la dinastía. De momento sólo quedan los reinos
meridionales, fuertemente semitizados, por otra parte, de Isin y de Larsa;
pero, finalmente, ellos también, conquistados y absorbidos, terminan por caer
bajo la férula del amorreo Hammurabi, hacia el año 1750 a. de Jesucristo,
creador del imperio semítico de Babilonia. Aquí termina la historia de los
sumerios; desde entonces, anegados por la preponderancia semítica, ya no se
hablará más de ellos, y, si los mesopotamios, sus herederos, pronuncian todavía
su nombre durante siglos, también ellos acabarán por olvidarlo, y más
rápidamente aún el resto del mundo... Pero, si su existencia política y aun étnica
ha tocado a su fin, los sumerios no han dejado de sobrevivir por lo mejor que
queda de ellos; los babilonios y más tarde los asirios (y hasta en gran parte
los hititas de Anatolia) y los hebreos no han hecho más que recoger y continuar
la civilización sumeria. De los sumerios, esos semitas nómadas de la
Mesopotamia, habían aprendido casi todo lo que se refería a la vida civilizada:
formas y contenido material de la religión, instituciones políticas y sociales,
organización administrativa, derecho, técnicas de la industria y del arte,
ciencias, arte de pensar, y hasta escritura, la escritura cuneiforme, que ellos
no hicieron sino adaptar a su propia lengua. Uno de los signos más reveladores
de la permanencia «espiritual» de los sumerios durante toda la historia de
Babilonia y de Asiria es éste: hasta el final, o sea, hasta un siglo antes de
la era cristiana, los semitas mesopotamios conservaron el sumerio como lengua
litúrgica y científica, igual que hacían nuestros reinos de la Edad Media, que
usaban el latín. Esta civilización sumeria, la primera y más antigua del mundo,
desarrollada en el curso de una larga historia y transmitida a los babilonios y
a los asirios y, por intermedio de ellos, al mundo helenístico, precursor
inmediato del nuestro, la han podido reconstruir los asiriólogos y sumerólogos,
a menudo hasta en sus detalles más concretos y más inesperados. Ya se verá en
el transcurso de la presente obra, la cual, bajo su forma original y directa,
constituye el mejor exponente actual de la cuestión, el más accesible, el más
nuevo y el más seguro. Hay que hacer hincapié en el hecho de que este libro no
haya sido escrito, como sucede demasiado a menudo con síntesis de este género,
por un ensayista cualquiera, por un periodista, por un autor que, aun siendo
culto y hasta erudito, hubiera trabajado de «segunda mano» con un material
leído y descifrado por otros. S. N. Kramer es uno de los sumerólogos más
competentes y más célebres del mundo. Gracias a un largo trabajo de estudio,
implacable y oscuro, sobre el que el mismo autor se explica al principio del
libro, ha conseguido ser el mejor conocedor contemporáneo y el mejor informado
de los «textos literarios» sumerios, de esta literatura sumeria que más que
nadie él ha contribuido a resucitar, a reconstruir y a dar a conocer. Para el
lector no especializado resulta un acontecimiento, como una especie de
privilegio, esto de poder verse desembarazado de una sola vez de todos los
cristales filtrantes y deformantes de los «vulgarizadores», y encontrarse mano
a mano con un sabio auténtico. Estos hombres retirados, a menudo aislados
dentro de sus investigaciones y sus técnicas, no abandonan de buen grado la
jerigonza algebraica que emplean al hablar entre ellos, para ponerse a relatar
sencillamente sus descubrimientos, igual que un viejo viajero que refiriera su
vuelta al mundo ante unos niños extasiados. Pero, cuando consienten en explicar
lo que han observado en el extremo de sus extraños telescopios, nada puede
igualar la riqueza de sus enseñanzas ni la fuerza de sus síntesis. Incluso
otros sabios, otros especialistas como ellos mismos, encuentran allí también el
pábulo nutricio de su instrucción. Éste es el caso de la obra que vamos a leer;
todo el mundo la comprenderá y la leerá apasionadamente, y, no obstante, resulta
una verdadera golosina incluso para nosotros, los asiriólogos. Era necesario un
maestro así para semejante tema. Para todo aquel que se interese por su pasado,
para todo aquel que busque el origen de las cosas, de las instituciones y de
las ideas; para aquel que quiera averiguar esa explicación genética que sólo
puede dar la Historia; para aquel que no considere la civilización y sus
riquezas como un encadenamiento de milagros, sino como un «continuo», como una
especie de río, cuyas fuentes una vez exploradas permiten una mejor percepción
de la naturaleza, no hay actualmente ningún descubrimiento tan grande como el
de los sumerios, no hay tema más digno de atención y de estudio que su
civilización. Y es que, verdaderamente, «la Historia empieza en Sumer». No
solamente la historia de los mayores progresos materiales e intelectuales del
Hombre, sino, más concretamente aún, de su civilización, que es su síntesis
orgánica, y, para ser más precisos, de esta civilización occidental que nos han
transmitido los griegos y los cristianos y que se ha extendido por toda la
tierra. Maestros del pensamiento del mundo del Próximo Oriente antiguo, los
sumerios elaboraron, bajo una forma imaginativa, mitológica y todavía
irracional, toda una «metafísica» del universo, y esa ideología formó e
impregnó el pensamiento de los «Clásicos», nuestros padres. Insistiré varias
veces, en la dependencia, indirecta pero profunda, de los autores de la Biblia
en relación a la «metafísica», ya que no a la religión, de los sumerios. Esta sola
evidencia ya decuplica el interés que pudiéramos tener por esos grandes
iniciadores. Todo el trabajo, la originalidad y la gloria externa de los
primeros filósofos griegos ha consistido en deducir y extraer las ideas
subyacentes a imágenes y mitos que se remontan, en definitiva, a los sumerios.
Pero si los griegos llegan a exaltar el pensamiento y la reflexión hasta la
razón pura, la dirección de este pensamiento y de sus investigaciones permanece
dentro de la trayectoria esbozada por los sumerios. Igual que los griegos, los
sumerios se interesaron, ante todo, por el destino de las cosas, y no vieron la
necesidad de suponer en ellas un Origen absoluto; igual que los griegos, los
sumerios consideraron el universo organizado como el resultado de la diferenciación
infinita de una inmensa Primera Materia, al principio caótica; igual que los
griegos, los sumerios englobaron dentro de este Universo todo lo que existe,
hasta los dioses, cuyo único papel sería el de organizadores y gobernadores...
Es verdad que, a pesar de aceptar la dialéctica racional de los griegos, el
judeo-cristiano propuso, y a menudo impuso, otra visión de conjunto, ignorada
por los sumerios y por sus discípulos helenos: por encima y aparte del universo
material, ha colocado una Esfera sublime, inaccesible y eterna, donde todo el
potencial divino se halla concentrado en una Personalidad única, pero infinita
y directamente incognoscible e indefinible; sería un acto «creador» de este Ser
absoluto el que habría dado, a partir de la nada, y no de una Primera Materia,
el origen y la existencia de nuestro universo perceptible... Pero esta
«metafísica» judeo-cristiana, en sus mismas innovaciones y alteraciones,
depende de la ideología bíblica, y puede, por consiguiente, relacionarse aún,
por otros sesgos, con los pensadores sumerios. ¿Quién podrá decir, por ejemplo,
la incalculable importancia que ha podido tener, en esta búsqueda
judeo-cristiana de la Omnipotencia y del Absoluto de lo divino, la «espiritualización»
de la acción divina imaginada por los sumerios, cuando llegaron a la idea
(conservada y reforzada aun en la Biblia) de la «palabra eficaz»? Estas breves
sugerencias (¡y únicamente dentro del terreno del pensamiento filosófico y
religioso!) pueden dar idea de las riquezas que guarda el estudio de la
civilización y del pensamiento sumerios. Actualmente y todavía durante muchos
años no encontraremos en todo el terreno de la Historia, de la Filología y de
la Arqueología, un campo más vasto y más fecundo abierto a nuestras
investigaciones, porque en él tenemos todavía mucho que descubrir. Que la
primera síntesis para el público en general; la primera síntesis de un mundo
tan insospechado y tan henchido de promesas y de realidades, haya sido elaborada
por uno de sus mejores exploradores doblado de gran erudito, constituye una
ventaja inapreciable, de la que el lector de la presente obra nunca podrá
felicitarse lo suficiente.
Civilización del Próximo Oriente: Su concepto no es
geográfico sino cultural porque dentro de éste están, además de los de la zona
del Próximo Oriente, Egipto, Turquía e Irán.
Ramas:
1- Hititología: Sobre
los hititas.
2- Ugarítica: Sobre
Ugarit.
3- Eblaitología: Sobre
Ebla.
4- Bíblica: Sobre el
antiguo Israel.
5- Asiriología: Sobre
los asirios (antes englobaba a todas las nombradas.
Se desarrollaron en
cuatro zonas geográficas:
Anatolia/Asia Menor: Riqueza en metales. Separado del resto por
los montes Tauros.
Región levantina: Formada
por Siria, Palestina y Transjordania. Es seca, esteparia y con grandes
desiertos.
Mesopotamia: Entre
el Tigris y el Éufrates, que causaban
grandes inundaciones. Es la zona clásica dividida en: Akkad y Sumer
Irán: Similar al
actual. Separado por los Zagros. Aquí se dio, entre otros, Urartu.
Ríos:
Bahrein: Era el delta que servía como punto de atraque en el Mar
Negro. También es un archipiélago en la misma zona. El delta del Éufrates y el
Tigris está invertido porque en la Antigüedad desembocaba en dos sitios.
Balikh y Khabur: Daban razón de ser a la llanura de Yazira.
Son afluentes del Éufrates.
Zab y Diyala: Por estas zonas (y en general todas) hay
muchos montículos y colinas artificiales de urbes en ruinas. Son afluentes del
Tigris.
Litani y Orontes: En Siria. Facilitaban la economía hidráulica.
Karum: En Elam. Río con salida al Océano Índico en la parte
occidental de Irán.
Halys: En Anatolia. Es el río de los hititas, facilitándoles el
abastecimiento de agua en una zona rocosa. Forma un arco, y en el centro estaba
Hattusa.
* La economía
hidráulica fomentó el desarrollo en Mesopotamia.
Pueblos y etnias:
Sumerios: “Los cabeza
negra”. No se sabe de qué etnia vienen, se cree que son asiáticos. Su idioma es
aglutinante, parecido al finés, el vasco,…
Semitas: Son varios
pueblos:
·
Eblaitas
·
Acadios
·
Cananeos
·
Fenicios
·
Amoritas/Amorreos
·
Asirios
·
Arameos
Indoeuropeos:
·
Hebreos
·
Hurritas/Mitanios
·
Urarteos
·
Elamitas
·
Qutu/Guti
·
Cassitas>
De Cassu.
·
Medos
·
Persas
·
Cimerios
·
Escitas
Formarán el Imperio Hitita
|
Luwitas
Hititas
Filisteos
Pueblos del Mar
Delimitación cronológica de los pueblos:
Períodos protosumerio y protodinástico: En algunos libros sale Predinástico o Dinástico Arcaico. Va desde
la invención de la escritura (3.500) hasta el 2.350.
Imperio Acadio: 2.350-2.065. Entre otras cosas, Ebla es
destruida.
Época neosumeria:
2.065-1.950.
Dominio amorreo/de los amorritas: 1.950-1.750.
Babilonia y Asiria gobiernan al mismo tiempo.
Complejidad imperial: Hay varios “imperios”: hititas, asirios,
hurritas, ciudades-estado sio-palestinas (sirio-palestinas), y babilonios
(casitas). 1.750-1.200.
Etapa de transición: Asirios, urarteos, neohititas y arameos.
1.200-750.
Últimos imperios: Neoasirios, caldeos (rama de los arameos
llamada “kaldu”, que controlará la zona y fundará una nueva dinastía, en la que
destacarán personajes como Nabucodonosor,…) y persas. 750-Alejandro Magno.
Los comienzos del Neolítico en el Próximo Oriente
Debemos distinguir una
serie de áreas bien diferenciadas tanto por su morfología, clima y paisaje como
por el diferente papel desempeñado en la gestación del primer Neolítico, en su
evolución y expansión:
Levante Mediterráneo:
comprende amplios territorios de Siria, Palestina y Jordania, donde se
documenta inicialmente el proceso.
Anatolia: en sus bordes
meridionales y orientales
Irak e Irán: algo
después llegó la neolitización a la región montañosa de Zagros y la meseta
oriental iraní, así como en la Mesopotamia de Heródoto y la parte baja de los
valles del Tigris y Éufrates de Irak.
Egipto: también tardío,
en el valle del Nilo, tributario del palestino.
Valle del Indo:
Neolítico más tardío (III milenio a.C.), en el actual Pakistán, con las
ciudades de Mohenjo Daro y Harappa.
Natufiense 10.000 a 8300 a C.
Natufiense a una
cultura del Epipaleolítico Final y Mesolítico, posterior a la cultura
Kebariense, que se extiende por toda la zona del Próximo Oriente, desde el Eúfrates
hasta Egipto y los desiertos situados al sur. Cronológicamente está situado
entre el 11.140 y 7.845 aproximadamente.
Su nombre fue definido
por Dorothy Garrod en 1932, a partir del yacimiento de Uadi-en-Natuf, situado
en Israel.
En el yacimiento de
Wadel Natuf -de ahí lo de natufienses- se ha localizado restos de hoces con
hilera de dientes, interpretados como herramientas, al menos, de recolección de
frutos silvestres.
Aunque en los
natufienses se dan ya las características del Neolítico, todavía se trata
de comunidades preagrícolas,
esto es, no productoras de alimentos, por tanto se incluyen generalmente en el Mesolítico a pesar
de que sus formas de vida son claramente evolucionadas o
pre-neolíticas.
Los asentamientos
natufienses servirán de base a los sucesivos poblados neolíticos.
La bonanza climática y
las tierras fértiles se tradujo en abundancia de recursos naturales lo de todo
tipo no sólo gacelas, también cabra salvaje, aves, vegetales variados incluidos
cereales y leguminosas.
Aunque la caza
especializada no fué tan desarrollada como se creyó, los
natufienses utilizaron varias estrategias para asegurarse la alimentación.
Comenzaron recolectando, pero pronto crearon los primeros excedentes que
guardaron en cubetas circulares poco profundas interpretadas como silos o fosas
culinarias.
¿Cómo vivían los
natufienses?
En un primer momento
los natufienses fueron pueblos nómadas, y sus poblados eran estacionales. Se
cree que según las estaciones del año, desarrollaron sus hábitos de caza y
recolección siguiendo un perfecto orden natural. Se iban y regresaban a los
poblados dependiendo de la época del año.
La recolección de
vegetales, más que la producción agrícola, es un hecho entre los natufienses,
dada la presencia de hoces y objetos de piedra como las molederas, cuencos y
morteros de basalto para machacar el grano, tenemos un claro
ejemplo en el natufiense reciente de Abu Hureyra.
El hecho es
que, estas nuevas tareas (moler y machacar el grano recolectado) les
llevan a pasar cada vez mayor tiempo en estas áreas estacionales que se
convirtieron en los primeros poblados semipermanentes.
Los
natufienses inventaron y desarrollan los modos de intercambios, y
nuevas técnicas de siega, recolección, de vestir, etc, hacia modos de
vida campesinos aunque todavía no son agricultores ni domestican animales.
El hábitat
Estos primeros
asentamientos estaban formados por pequeñas casas en fosas circulares, con
muros de arcilla endurecida y mortero pudieron alcanzar hasta 10m de diámetro,
en Mallaha se han encontrado postes semienterrados para sujetar el
tejado.
En cuanto a los hogares
son de dos tipos, unos con acumulación de cenizas rodeados por piedras y otros
con acumulaciones de materiales diversos quemados, huesos, silex tallado...
La población era
bastante homogénea con una esperanza de vida de unos 40 años.
La industria lítica
Con una industria
claramente paleolítica excepto en los segmentos laminares, lo más
característico del Natufiense es la fabricación de morteros troncocónicos de
basalto, molederas, recipientes y alisadores que remiten a un especializado
trabajo agrícola. La industria ósea, por el contra, es muy abundante y
especializada apareciendo punzones, azagayas y arpones, a veces decorados.
El arte
El arte y el adorno se
desarrollan especialmente entre estas comunidades, de forma única, sin
antecedentes ni precedentes, probablemente con un carácter mágico o religioso.
Sus obras son
estatuillas y zoomorfos en bulto redondo. También hay presencia de un arte
esquemático y más animalístico, con respecto al de la siguiente fase el
Khiamiense.
Enterramientos
Las sepulturas se
encuentran vinculadas a los asentamientos, incluso bajo el suelo de las
estructuras de habitación, se trata de inhumaciones individuales o colectivas,
con existencia de ritual funerario usando el ocre rojo y ajuar funerario con
figuras de piedra, hueso y restos de fauna, existía la costumbre de separar la
cabeza del difunto del resto del cuerpo enterrado.
En otros casos las
fosas forman verdaderas
necrópolis como Mallaha que pudieran reagrupar repetidas inhumaciones
de los miembros de una familia.
Eynan / Ain
Mallaha (10,000-8200 a.C.)
Después de la
última Edad de Hielo, cuando el clima se hizo más cálido y las lluvias más
abundantes, la población nómada de la región oriental del Mediterráneo
empezaron a establecer los primeros asentamientos permanentes.
Eynan fue el
sitio de una comunidad Natufiense, fue un
lugar ideal para cazadores-recolectores sedentarios, debido a los
abundantes recursos. El lago
cerca proporciona acceso a la pesca, y en la cuenca y las colinas los
habitantes podían cazar gacelas, gamos, jabalíes, ciervos y corzos, liebres
tortugas, reptiles y anfibios, así como las aves acuáticas migratorias que
visitaban el lago. Además de esto,
podrían reunir terebinto (una fruta amarga), los cereales silvestres y frutos
secos (Watkins, p.210).
El sitio es
importante para la historia de la cultura Natufiense, ya que los documentos de
toda la vida útil de la cultura de 12.000 a 9.600 antes de Cristo.
Un estudioso,
François Valla ha distinguido tres fases de la cultura Natufiense. Lo notable
es que el sitio de Eynan representa las tres fases.
La primera fase dio alrededor de 30 tumbas, muchas de las cuales habían sido cubiertos
por las estructuras de la misma época. Los cuerpos habían sido enterrados en los edificios, que fueron
abandonados, y luego se llenaban los cuerpos, ornamentos de concha Dentalium.
Un esqueleto fue encontrado con un tocado de este depósito, junto con un
collar, una pulsera, un cinturón y una liga.
La segunda
fase desenterrado edificios más pequeños de la fase
anterior, con los edificios dispuestos en tres rangos en las terrazas. Fosos
cilíndricos se encontraron en algunas de estas casas, algunas forradas con yeso
de barro, otras con piedras. Se ha sugerido que los pozos más viejos fueron
utilizados como tumbas, ya que algunos cuerpos fueron colocados en las fosas
inmediatamente después de la muerte. Se pensaba que los habitantes Natufiense
sólo utilizaban el sitio como una ocupación estacional por un grupo que regresó
a una estrategia de cazadores-recolectores. Sin embargo, las excavaciones e
investigaciones en el sitio revelaron que la ocupación continuaba aquí, pero a
una escala mucho más pequeña que antes. Casas más pequeñas fueron construidas
con materiales menos importantes antes de que el sitio fue abandonado
finalmente en torno a 9600 a.C.
El sitio de
Eynan testimonio de la cultura única que fue el Natufiense nos proporciona una visión única de la
pre-historia del Levante.
Jericó:
Jericó es una
de las ciudades más antiguas del mundo. La arqueología atestigua su existencia
al menos desde el año 8000 a. C. (cultura natufiense en la industria lítica y ósea).
Pero no será hasta el año 7000 a. C. cuando se reconozcan los restos
neolíticos.
Jericó se
rodea de gruesas murallas.
Sus casas
eran de planta circular, con cimientos de piedra, pavimentos pintados con ocre
y enterramientos en el interior de la vivienda.
Esta ciudad
tenía un templo, puede que dos, y una incipiente industria cerámica.
Su economía
se basaba en la agricultura y se completaba con la caza y la pesca. Pero Jericó
se hizo rica y próspera gracias al comercio: seguramente dominaba la extracción
de sal, betún y sulfuro, del mar Muerto.
El aumento de
población en Jericó les obliga a extender su dominio, pero también a
incrementar la productividad de su territorio. Fue entonces cuando comenzó
aquí, la ganadería y aparecieron nuevos útiles, como las mazas, los molinos de
mano, el cuenco o la cestería.
En este
período las casas eran de planta rectangular, tenían hornos y hogares, y
aparecieron los santuarios, en los que había pequeñas estatuas de dioses de la
naturaleza. Con características similares a las de Jericó tenemos los
yacimientos de Beidha y Jarmo.
Desde los
tiempos prehistóricos se distinguen tres asentamientos distintos cercanos a la
localización actual, que abarcan más de 11.000 años, en una posición noroeste
respecto al Mar Muerto.
El
asentamiento más temprano fue situado en el actual Tell es-Sultán, a un par de
kilómetros de la ciudad actual. En idioma árabe, tell significa el
‘montón’ o ‘colina’ de capas consecutivas que se acumularon por la habitación
humana, al igual que los establecimientos antiguos en Medio Oriente y Anatolia.
Tell
es-Sultan (Jericó), la ciudad más antigua del mundo.
El sitio de
Tell es-Sultan se encuentra en la llanura baja del valle del Jordán, a unos 10
kilómetros al norte del Mar Muerto. A una profundidad de 250 metros bajo
el nivel del mar, y con una historia que se remonta al Neolítico, es la ciudad
más baja y la más antigua del mundo. El montículo se eleva unos 21 metros
y cubre un área de aproximadamente un acre. El sitio está ubicado cerca de la
primavera perenne de Ein es-Sultan y una tierra fértil de la mitad de suelo
aluvial, aptas para la agricultura y se asocia con el clima tropical en verano
y templado en invierno.
El sitio de
Tell es-Sultan se identifica con la antigua Jericó y es mencionado en las
fuentes históricas y bíblicas antiguas. Recientemente, el nombre de Jericó apareció
en un escarabajo del segundo milenio antes de Cristo.
La historia de las exploraciones se remonta a finales del siglo 19, con los primeros sondeos por Charles Warren en 1868, en nombre del Fondo de Exploración de Palestina. La primera excavación a gran escala se llevó a cabo entre 1907 y 1909 por una expedición austro-alemana bajo la dirección de E. Sellin y C. Watzinger. La excavación se aclaró parte de los sistemas de fortificación temprana y mediana Edad de Bronce. La tercera campaña fue dirigida por G. Garstang entre 1930 y 1936, la excavación fue más controlado, pero Garstang perdió data la fortificación Edad del Bronce. El cuarto gran excavación se llevó a cabo por K. Kenyon entre 1952 y 1958. Esta excavación logró corregir la historia estratigráfica del sitio. El resultado de la excavación se publicó en cinco volúmenes.
1: Trinchera
principal de la excavación de Kenyon, con la torre neolítica. 2: Fuente de
Eliseo. 3: Excavaciones de Kenyon en la Ciudad IV del Bronce Medio. 4: Zona
aproximada del área excavada por Garstang. A-F: Excavaciones recientes de la
misión italo-palestina (1.997-2.000).
Después de la transferencia de la autoridad, el Departamento Palestino de Antigüedades, con la Universidad de Sapienza, en Roma, se reanuda el trabajo en Tell es-Sultan, en el marco de una nueva evaluación y el proyecto de rehabilitación.
Las sucesivas excavaciones descubrieron la historia cultural del lugar, que se extiende a más de 10.000 años. Los primeros restos de este sitio pertenecen a la cultura Natufian, entre el 10 y el octavo milenio antes de Cristo. El material cultural, que consta de herramientas de piedra, da fe de la presencia de un campamento Natufian caza cerca de la primavera. Los restos de los primeros asentamientos neolíticos están representado por un pequeño asentamiento, con casas circulares construidas con ladrillos de barro y rodeado por un muro con una torre redonda, que representa la pieza conservada más antigua de un sistema de fortificación. Esta fase se conoce como el Pre-Cerámica neolítica A, seguido por una segunda fase, Pre-Cerámica neolítica B, que se caracteriza por casas rectangulares que se construyen de ladrillo alargado. No se encontraron cráneos Estucado, lo que indica un culto ancestral, por debajo de los pisos de estas casas. El Neolítico en Tell es-Sultan representa las transformaciones durante el primer período de la historia humana a partir de un patrón de subsistencia prehistórica basada en la caza y la recolección, a un nuevo patrón de subsistencia basada en la domesticación de plantas y animales de la primera sociedad sedentaria. El excedente de producción de la agricultura permitió a los seres humanos a la parte libre de su tiempo, que fue dedicado en el pasado para asegurar la alimentación, para la construcción de viviendas y la creación de arte. La cultura material de este período indica la creciente complejidad social de la sociedad neolítica.
Después de ser abandonado por mucho tiempo, el sitio
fue ocupado durante el Período de Cerámica neolítica. Los agricultores de Tell es-Sultan fueron los primeros en
producir cerámica como resultado de un aumento en su necesidad de
almacenamiento. Evidencia del período
Calcolítico, que precedió al período urbano, no fue confirmada en el sitio,
sino más bien en los cementerios.
Durante la
Edad de Bronce Temprana II, Jericó se convirtió en un gran centro urbano. Se
observaron varias fases de construcción en el área de fortalecimiento al oeste
del montículo. Se descubrieron un gran número de enterramientos comunes
de este periodo. Después de un período de transición sin viviendas permanentes,
la vida urbana se reavivó de nuevo durante la Edad de Bronce Medio II, con una
fortificación consiste en un enorme muro construido de piedra y glacis, así
como un muro construido en la parte superior. La excavación palestino-italiana
descubrió un enorme edificio de ladrillo de barro fuera de la muralla de
mediana Edad de Bronce, con indicación de ocupación fuera de la muralla de la
ciudad. Las tumbas Media Edad de Bronce en Jericó preservar un testimonio único
de la vida doméstica como se evidencia en vasijas de cerámica, objetos
personales y muebles.
La ciudad fue
abandonada en la Edad de Bronce tardía (siglo 14 a.C.), y la muralla de la
ciudad de Jericó, de Josué a la invasión fama, no fue encontrada por los
arqueólogos, lo que indica una contradicción entre las narraciones bíblicas y
evidencia arqueológica. Hay escasos restos de la Edad de Hierro y períodos
persa, cuando el sitio fue totalmente abandonado, y el centro de la antigua
Jericó desplazado a Telul Abu Alyeq en el período greco-romano.
Las obras de
rehabilitación se llevó a cabo en el lugar por el Departamento Palestino de
Antigüedades durante la última década, en el marco de la cooperación con la
Universidad de Sapienza y de la UNESCO.
Dr. Hamdan
Taha, Viceministro Adjunto de Antigüedades y Patrimonio Cultural del Ministerio
de Turismo y Antigüedades, ha dirigido una serie de excavaciones arqueológicas
y proyectos de rehabilitación y ha producido varias publicaciones sobre la
arqueología de Palestina.
Otros
hallazgos
Pedernales: Se
han descubierto puntas de flecha (tipo espiga o de muescas laterales) y
dentadas, hoces laminadas, buriles, raspadores, algunas hachas de obsidiana
negra y obsidiana verde de fuente desconocida.
Piedras:
cuencos y algunas hachas, platos y tazones de piedra caliza suave. También
anzuelos hechos de piedra.
Herramientas
de hueso: espátulas y taladros.
Figuras
antropomorfas de yeso, casi de tamaño natural.
Figuras
antropomorfas de arcilla.
Conchas y
trozos de malaquita.
El Neolítico Precerámico A se desarrolló
en el Levante Sirio Palestino,
ocupando las franjas intermedias de terreno, no en la costa. La cronología es
del 8200 al 7500 a.C., es decir, de finales del IX Milenio a los inicios del
VIII.
La cultura
del Khiam es la heredera del Natufiense, a finales del IX Milenio. Crearon una
nueva punta de flecha y las primeras figuras femeninas. Abarca desde Palestina hasta el Éufrates, y es importante el
factor de la creación de figurillas, ignorado en determinados sectores de la
historiografía prehistórica por intereses partidistas.
La segunda fase se da en la primera mitad
del VIII Milenio. Era una continuación de forma evolucionada del Natufiense,
especialmente en el plano lítico y óseo. Tenía ya una economía diversificada
con agricultura, caza de pequeños herbívoros y pesca. Este neolítico
precerámico parece que aparece en tres zonas, el Valle Bajo del Jordán, el Oasis de Damasco y el Valle Medio del Éufrates. En este momento se dio un
crecimiento espectacular de los asentamientos, con complejidad arquitectónica y
con plantas circulares, compartimentadas por líneas rectas.
El yacimiento de Mureybet es muy importante. Tenían cierta especialización en la caza, con reducción de la pesca, sin animales domésticos y con recolección de cereales posiblemente silvestres. Pero se dio un altísimo crecimiento de la producción cerealística recolectada, aunque no parece haber modificación genética. Pero podía ser porque esta agricultura se basaba en recoger el cereal verde, con lo que aún no habían caído al suelo los tallos más débiles, y por ello no habría modificación genética. Además, no había malas hierbas. La agricultura conlleva siempre malas hierbas, al remover la tierra, por tanto, es posible que no hubiera siembra tradicional, sino que echaran una pequeña capa de tierra encima.
Además, en esta fase III del asentamiento de Mureybet ya se encuentran pequeños vasos rituales, sin funcionalidad, pero hechos usando la tecnología de la vasija cerámica. De todas formas, parece claro que es un yacimiento de los mismos Natufienses, que intensificaron la agricultura, especializándose, y por la forma de hacerlo puede parecer que no domesticaron las especies vegetales.
En el Oasis de Damasco está Tell Aswad, en una zona sin Natufiense relacionado. Es interesante porque en 70 km a la redonda no había cereal silvestre, por lo que al no haber posibilidad de domesticación inicial, lo lógico es pensar que vendrían de otro sitio con las técnicas.
En el Valle Bajo del Jordán está el
importante yacimiento de Jericó.
No hay continuidad estricta con el Natufiense, y mantienen tradiciones como las
casa excavadas. La planta monocelular pasó a ser pluricelular, y se da la
domesticación de plantas, aunque aún se recolectan las especies silvestres. En
Jericó, excavada en los años 50 por Catherine Kenyon se encontró una gran torre
de 9 m de alto por 10 de diámetro. Por ella deducimos que surgió la
arquitectura pública de carácter colectivo, como fosos, murallas y torres, además
de los inicios de un hábitat aglomerado.
Los enterramientos
solían ser individuales, con la cabeza separada del cuerpo y acompañado
por figurillas femeninas. En Jericó se han encontrado diversos enterramientos
de este tipo. Además, había cabezas de toro, omoplatos de buey y asno
enterrados en la arcilla en el asentamiento de Mureybet.
En la cultura
material, el desarrollo de la construcción creó los ladrillos de adobe.
El utillaje óseo se mantuvo al igual que las figurillas femeninas. Ya había
tradición de tierra cocida, con los vasitos de arcilla y las figurillas
femeninas. La economía se basaba en la caza de la gacela y la
recolección de cereales domésticos y silvestres, y aportes obtenidos de la
explotación de la sal y el betún, que se dedicaban al posible inicio de las
rutas comerciales.
NEOLITICO
PRECERAMICO B.
Gasoliense:
Viene de
“Gasul”, cerca del Jordán (Palestina), y es del 4.500 a .C. Hay cinco tells
(por lo que era grande el poblado), y allí hay casas de ladrillo, enlucidos de
yeso, con decoración mural, instrumento de piedra y cobre, mazas piriformes,
vajillas de basalto, cerámica a mano, cistas (tumbas),… Se han encontrado 4
niveles de ocupación. Anillos de cobre, fíbulas de cobre,…
Es la edad de
la piedra y el cobre. Ya hemos llegado a la edad de los metales. Hacia el 4.200
a.C. hay un cambio climático que produce una sequía que conduce a un
empobrecimiento (afecta mucho a Palestina, aunque hay un aumento poblacional,
cosa no muy lógica).
Empieza a
existir el comercio, quizás a causa del aumento poblacional. Hay una división
jerárquica del espacio y un establecimiento del control social, político y
religioso.
Todavía se
usa la piedra pulimentada y el uso del metal es mínimo; no se hacen armas ni
herramientas de metal, pero empieza la explotación de la minería, que implica
un desarrollo del comercio para suministrar este nuevo material a toda la zona
de Palestina.
Aquí surge un
cambio, los poblados no están aislados, se produce la difusión de ideas y
culturas; surgen los elementos culturales y económicos.
El cambio del
neolítico al calcolítico no es brusco, se produce paulatinamente y afecta a
toda Palestina. En primer lugar encontramos en Palestina un poblado (Ein Gazal)
donde hay los primeros restos de metal. Por este motivo en Palestina al
Calcolítico se le llamó Gasuliense.
Calcolítico
en Teleilat el Gasul
Arriba
tenemos muestras de la cerámica del calcolítico. Teleilat el Gasul es una
comunidad agrícola de casas adosadas. Respecto a la minería metalúrgica, los
metales son un objeto de lujo. El cobre es relativamente blando y no se puede
utilizar para fabricar ciertas cosas.
La industria
lítica es todavía muy importante; encontramos cuchillos, raspadores y hoces
dentadas, herramientas que nos indican que se trata de una cultura sedentaria
que se dedica a la agricultura (por eso encontramos menos puntas de flecha).
Poco a poco se va viendo la ganadería. En la misma Teleilat el Gasul se
encontraron las dos primeras hachas de cobre. Las tipologías que encontramos
aquí no se dan en toda Palestina (sólo en algunos lugares concretos, porque la
evolución no es igual en toda Palestina).
Por ejemplo
encontramos poblados en esta zona que todavía tenían flechas. La minería y la
metalurgia inician su camino, especialmente en tel Abu Matar. En éste tel
vivían unas 200 personas en unas cuevas artificiales de piedra y barro (no
tenían casas). La base de su economía era la agricultura y el trabajo con el
cobre. Surge la estratificación social. En el momento que alguien se dedica a
elaborar objetos de cobre, tiene que haber alguien que alimente a este
artesano, así surge la organización social. El metal de tel Abu Matar se
encontraba en las minas del Sinaí las cuales estaban muy lejos. Hay otras minas
a unos 90 quilómetros de tel Abu Matar. Las herramientas que se encuentran son
cuchillos y hachas. Herramientas para adorno, objetos de riqueza (en los
entierros). También encontramos anillos, collares y pendientes de cobre.
Neolítico de
Anatolia:
Neolítico de gran diversidad regional (Merzin, en
la zona de Cilicia; Catal Huyuk, en la zona de Konya; y Hacilar, en el área de
Lidia) aunque como un continuum en
lo cronológico y con las siguientes características básicas:
1. Agricultura tardía. Cuando se
documenta, en el VII milenio a. C., ya otras zonas del entorno (Siria, por
ejemplo, en Jericó) ya la desarrollaban. En cualquier caso, será una
agricultura muy diversificada,
con cereal y leguminosas, que, en ocasiones, convive con prácticas recolectoras (fase inicial de CayönüTepesi).
2. Cerámica temprana. Aunque existe un Neolítico Precerámico (Can Hasan o los
primeros niveles de Hacilar), cuando aparece la cerámica, hacia el 6.000 a. C. se diversifica en colores, así, es predominantemente
roja en Merzin, de grises o castaños en Catal Huyuk, y de color crema en
Hacilar. Lo más característico es la fabricación de tazas imitando las piezas
que se producían entonces en el Neolítico Griego de Sesklo, en Tesalia. Esto
demuestra el papel de Anatolia como
puente de contactos hacia Europa Occidental desde fecha muy temprana.
Foto de Esref
Adali
3. Industria lítica de piedra pulimentada conviviendo con piezas de
sílex trabajadas al modo Mesolítico (puntas de flecha pedunculadas).
4.
Generalización de las estatuillas de mujeres
como imagen de la diosa-Madre,
fabricadas en barro, a veces con la cabeza de piedra y las trenzas incisas y en
actitudes muy diversas:
Amamantando
leopardos (Catal Huyuk), o con niños en brazos (Hacilar).
5. Gran desarrollo urbanístico. El modelo es
Catal Huyuk, una auténtica ciudad. Vive de la agricultura (trigo, cebada, lentejas
y guisantes), se extiende por 12 Has de viviendas de adobe y armazón de madera,
organizadas en un urbanismo muy cuidado con patios abiertos en las casas y
grandes plazas.
Presencia de
espacios singulares a modo de santuarios centrados en la imagen del toro, la
diosa-Madre, el leopardo…
Posiblemente,
además de por la agricultura, el extraordinario crecimiento de Catal Huyuk
pudiera deberse a su papel como centro redistribuidor de la obsidiana, lo que
le convierte en un “centro protocapitalista”, como lo llamó C. RENFREW.
Hacilar
La cultura Hacilar o cultura de Hacilar fue una cultura
prehistórica que se desarrolló en la península de Anatolia (Turquía). En sus
etapas tempranas de desarrollo se remonta hasta aproximadamente el
7040 a. C. Los restos arqueológicos indican que el sitio fue
abandonado y reocupado en más de una ocasión.
Hacilar Höyük
(comúnmente abreviado como Hacilar) es el nombre moderno del yacimiento
arqueológico, situado a unos 25 km de la ciudad moderna de Burdur.
Hacilar
existió y desapareció durante la prehistoria. Lo que quedaba de Hacilar era un
montículo de unos 5 m de altura y unos 150 m de ancho en la llanura y
se mantuvo así hasta 1956. En ese año, un maestro local presentó la loma al
arqueólogo británico James Mellaart. Las excavaciones de Hacilar comenzaron
bajo la dirección de Mellaart al año siguiente y continuaron hasta 1960. Los
artefactos arqueológicos recuperados durante la excavación se encuentran
actualmente en el Museo de las Civilizaciones de Anatolia, en Ankara.
Se han
encontrado hasta 11 niveles estratigráficos. La parte más antigua, Neolítico
acerámico, está fechada en el VIII milenio a. C. Al VI
milenio a. C. se le asignan nueve niveles, el más antiguo con
cerámica, casi en su totalidad, sin decorar. El nivel VI, que se remonta al
5600 a. C., es el más interesante. Se encontraron nueve edificios,
agrupados alrededor de una plaza, hechos de ladrillos de barro. Los medios de
subsistencia fueron la agricultura, principalmente (espelta, escanda, trigo
harinero, cebada, guisantes y veza), y la cría de animales, encontrándose
huesos de ganado vacuno, cerdos, ovejas, cabras y perros. La cerámica es
simple, aunque algunos ejemplares representan animales.
Figurillas
femeninas de Hacilar. Museum für Vor- und Frühgeschichte (Berlin).
Destacan
numerosas figuras desnudas femeninas en arcilla, que posiblemente representaran
a alguna divinidad.
Otros niveles
posteriores contienen cerámica pintada. Los vasos están decorados con diseños
geométricos a partir de entonces. En el nivel II (c. 5300 a. C.), el
pueblo fue fortificado y tenía un pequeño templo. El asentamiento del nivel I,
que data de años posteriores al 5000 a. C., difiere significativamente
de las capas anteriores, por lo que se cree que hubo recién llegados que se
establecieron aquí. El sitio está ahora fuertemente fortificado. La cerámica
tiene una alta calidad y generalmente está pintada en rojo sobre fondo crema
con motivos geométricos o figuras estilizadas como pájaros o cabezas de toro
(en el calcolítico). Incluso la cerámica puede tener forma zoomorfa, y sería la
primera de este tipo encontrada en Anatolia.
En el período
precerámico, existían edificios con el típico revoco del suelo, pintado y
aplicado según se ha visto en Jericó. Bajo algunos suelos se han encontrado
cráneos sin esqueletos, como en otros lugares del Oriente Próximo, posiblemente
un indicio de culto a sus antepasados, pero el cementerio principal, estaba
fuera de la aldea.
Sus casas, con
habitaciones rectangulares, con patio, que parece que tendrían su entrada por
el techo, se situaban alrededor de plazas o callejones, a diferencia de otras
culturas con las que está emparentada, como la de Catal Huyuk. También parece
estar emparentada con las culturas Cukurkent y Mersin.
Cada vivienda
estaba construida sobre una base de piedra para protegerla contra el daño por
agua. Las paredes eran de madera y adobe o ladrillo de barro, con argamasa de
cal. Vigas de madera sostendrían una cubierta plana. Es probable que estas
casas tuvieran un piso superior de madera.
Los
interiores tenían un acabado liso con yeso y se pintaban en escasas ocasiones.
Con el tiempo se hicieron cambios en las viviendas, encontrándose en las mismas
piedras de mano para moler, morteros y braseros. También realizaron huecos en
las paredes para utilizarlos como armarios. La cocina estaba separada de la
sala de estar y los niveles superiores fueron utilizaron como graneros y/o
talleres.
Çatal Huyuk
Çatalhöyük, también conocido como Çatal Höyük o Çatal Hüyük, es un
antiguo asentamiento de los períodos Neolítico y Calcolítico, siendo el
conjunto urbano más grande y mejor preservado de la época neolítica en el
Oriente Próximo. En su apogeo este asentamiento llegó a cubrir 13 hectáreas.
Çatalhöyük
está ubicado al sur de la península de Anatolia, en la planicie de Konya, cerca
de la actual ciudad de Konya (antigua Iconium).
Un canal del
río Çarşamba fluía antiguamente entre los dos montículos que forman el
yacimiento, levantado sobre terrenos de arcilla aluvial que pudieron ser
favorables para una precoz agricultura. El que está situado hacia el este pudo
llegar a alcanzar unos 20 metros de altura sobre la llanura en los últimos
momentos de ocupación del Neolítico. El del oeste forma una elevación menor y
hay también un yacimiento bizantino a unos cientos de metros hacia el este. Los
asentamientos de época prehistórica fueron abandonados antes de la edad de
Bronce. En sus capas inferiores (y más antiguas) el yacimiento data de hacia
mediados del VIII milenio a. C. y las más recientes hacia el
5700 a. C. Aunque, según la «Escuela de Lyon» pertenece a los
períodos 4 y 5 de la prehistoria del Oriente Próximo (6600-5600 a. C.)
El desarrollo
de esta civilización se interrumpió bruscamente hacia el 5700 a. C.
por un gran incendio, que coció el adobe y permitió que paredes de hasta tres
metros quedaran en pie. La mayor parte del asentamiento fue destruido o
abandonado.
En 2012, la
Unesco lo incluyó dentro de la lista del Patrimonio de la Humanidad
Descubierto
inicialmente en 1958, el sitio de Çatalhöyük no saltó a la atención mundial
hasta las excavaciones de James Mellaart, llevadas a cabo entre 1961 y 1965,
las cuales revelaron que esta región de Anatolia era un foco de cultura
avanzada durante el período Neolítico. Pero Mellaart fue expulsado de Turquía
debido a su implicación en el asunto Dorak, al haber publicado los dibujos de
unos artefactos de la Edad del Bronce supuestamente importantes, que luego
desaparecieron.
Después del
escándalo el yacimiento permaneció inactivo hasta el 12 de septiembre de 1993,
cuando comenzaron las investigaciones dirigidas por Ian Hodder, entonces en la
Universidad de Cambridge. Dichos trabajos están entre los más ambiciosos
proyectos de excavación actualmente en marcha, de acuerdo con, entre otros,
Colin Renfrew. Además del uso extensivo del método arqueológico, se buscan
también interpretaciones psicológicas y artísticas del simbolismo de las
pinturas murales. Hodder, un antiguo discípulo de Mellaart, escogió el lugar
como el primer ensayo real a nivel mundial de su entonces controvertida teoría
académica de la arqueología postprocesual. El éxito de la excavación ha
validado el método post-procesual como un nuevo enfoque que ha creado escuela.
Según unos
autores todo el asentamiento de Çatalhöyük estaría formado por edificios de uso
residencial, sin que se pueda establecer la existencia de edificios públicos de
manera irrefutable. Para otros, el hecho de que las mejores y más exuberantes
pinturas murales estén en los locales más grandes, les lleva a definir éstos
como lugares rituales. Pero el propósito de estas habitaciones profusamente
decoradas no resulta claro.
La población
de la colina este ha sido estimada por encima de las 10 000 personas, pero
la población total probablemente variaría a lo largo de la historia del
poblado. Un promedio de entre 5000 y 8000 habitantes sería una estimación
razonable. Estos vivían en casas rectangulares construidas con adobes,
adosadas, sin calles ni pasajes entre ellas, apiñadas como si formaran un panal
de abejas. El acceso a las viviendas se hacía por los techos, caminando sobre
ellos como si de calles se tratara, utilizando escaleras, interiores y
exteriores, para comunicar los diversos niveles. Los muros también eran de
adobe y para conformar la cubierta utilizaron vigas de madera, y barro
apisonado sobre esteras vegetales. Las aberturas de los techos servían también
como la única fuente de ventilación, proporcionando aire fresco y permitiendo
salir al humo producido por cocinas y hogares abiertos.
Al estar las
casas en medianera, se configuraba una especie de muralla defensiva hacia el
exterior, sin aberturas. Esto debió resultar suficiente para salvaguardar a sus
habitantes de ataques pues no se han encontrado signos de luchas en el
yacimiento.
Todos los
interiores de las casas están enyesados con un acabado muy suave y se
caracterizan por la ausencia de ángulos rectos. Constan generalmente de una
habitación común de 20 a 25 m² y algunas estancias anexas. La pieza
principal dispone de bancos y plataformas para sentarse y dormir, de un hogar
rectangular elevado del suelo y de un horno para hacer pan, sirviendo para un
amplio abanico de actividades domésticas. Las habitaciones auxiliares se usaban
como almacenes y se accedía a ellas desde la sala principal por unas aberturas
bajas.
Reconstrucción
de una habitación de Çatalhöyük con las posiciones originales de los bucráneos
y la figura humana en relieve.
Las
habitaciones se mantenían escrupulosamente limpias: los arqueólogos han
identificado muy poca basura o desechos en el interior de los edificios, pero
los montones de desperdicios que hay en el exterior de las ruinas contienen
aguas residuales y restos de comida, así como significativas cantidades de
ceniza vegetal. Posiblemente, cuando hacía buen tiempo muchas de las
actividades diarias se realizarían en las terrazas, que así podrían haber
formado un espacio abierto similar a una plaza. Al parecer, en época tardía en
las terrazas se construyeron grandes hornos comunales. En el transcurso de los
siglos las casas se fueron renovando mediante demoliciones parciales y
reconstrucciones sobre unos cimientos formados por escombros, lo cual provocó
el crecimiento de la colina. Se han descubierto hasta 18 niveles de
asentamientos.
Cultura y
rituales
Los pobladores de Çatalhöyük enterraban a sus muertos dentro de la aldea:
han sido encontrados restos humanos en hoyos debajo de los suelos de las estancias,
especialmente bajo los hogares, las plataformas de las habitaciones principales
y las camas. Los cuerpos eran plegados al máximo y, a menudo, introducidos en
cestos o envueltos en esterillas rojas. Los huesos desarticulados de algunas
tumbas sugieren que los cuerpos pudieron ser expuestos al aire libre durante un
tiempo, antes de ser recogidos y enterrados. En ciertos casos, las tumbas han
sido removidas y las cabezas de los individuos separadas del esqueleto,
pudiendo haber sido usadas dichas calaveras de manera ritual, ya que algunas
han sido encontradas en otras zonas de la comunidad. Varios cráneos fueron
emplastados y pintados con ocre para recrear la cara humana, una costumbre más
característica de los sitios neolíticos de Siria y de Jericó, que de
yacimientos más cercanos.
Se han
hallado restos de hasta cuarenta edificios (repartidos entre nueve de los
niveles de la población) que parecen dedicados a sepulcros y santuarios. En los
muros de estos santuarios se encontraron frescos que mostraban escenas de caza,
danzas rituales, hombres con penes erectos, representaciones en rojo de los
ahora extintos uros (Bos primigenius o toro salvaje) y ciervos, así como
buitres precipitándose sobre figuras descabezadas. Un fresco que aparentaría
ser la aldea con los dos picos gemelos del Hasan Daği al fondo se cita
frecuentemente como el "mapa más antiguo del mundo" y la primera
pintura paisajística. Pero algunos arqueólogos cuestionan tal interpretación:
Stephanie Meece, por su parte, argumenta que el fresco es más parecido a la
piel de un leopardo que a un volcán, a un diseño geométrico decorativo que a un
mapa.
Modelados en
relieve, en los muros de estos "santuarios" hay personajes femeninos
(mujeres en posición de dar a luz y la figura de la «Diosa Madre» dominando
animales), cabezas de animales, como leopardos, cabras, osos y, destacando
entre todos ellos, los bucráneos de arcilla provistos de verdaderos cuernos de
toros (abajo, a la izquierda). Las características figurillas de mujer hechas
de arcilla o piedra, y descubiertas por todo el asentamiento, dentro y fuera de
sus muros, incluso en el interior de recipientes para conservar el grano,
pertenecen a los niveles superiores del yacimiento (los más recientes).
Aunque según
algunos investigadores, no se han encontrado aún templos claramente
identificables, es indiscutible que las tumbas, los murales y las figurillas
sugieren que la población de Çatalhöyük poseía una religión compleja, rica en
simbología y que se reunían en ciertas salas, abundantes en tales hallazgos,
que serían capillas o zonas de encuentro.
Al parecer,
los pobladores de Çatalhöyük vivían de manera relativamente igualitaria, sin
que tengamos constancia de que existieran clases sociales, ya que no se han
encontrado hasta ahora casas con características diferenciadas (que
pertenecieran a la realeza o a la jerarquía religiosa, por ejemplo). Las
investigaciones más recientes también revelan poca diferenciación social basada
en el género, recibiendo una alimentación equivalente tanto hombres como
mujeres y, aparentemente, teniendo un estatus social similar relativo, hecho
establecido como propio de las culturas paleolíticas.
En los
niveles superiores del sitio resulta evidente que los habitantes de Çatalhöyük
fueron ganando conocimientos en la agricultura y en la domesticación de
animales. Se cultivaban cereales tales como el trigo y la cebada, así como
guisantes, garbanzos, lentejas y lino, mientras que de los árboles de las
colinas circundantes se recogían frutos como almendras, pistachos, y manzanas.
Se extraían aceites vegetales de plantas y semillas, lo mismo que una especie
de cerveza. Aunque la mayoría de las proteínas animales procedían de la pesca y
de la caza (ciervo, jabalí y onagro), la oveja ya había sido domesticada y las
evidencias sugieren que los bóvidos comenzaban a estarlo también.
La
elaboración de cerámica y la fabricación de utensilios de obsidiana (obtenida
en el volcán Hasan Daği) eran unas industrias florecientes, lo cual les
permitía mantener relaciones comerciales con puntos distantes de la península
anatólica, obteniendo a cambio, conchas del Mediterráneo) y sílex de Siria.
También trabajaban la madera y el cobre, siendo los artesanos de Çatalhöyük
expertos en su fundición, lo cual supondría el ejemplo más antiguo de actividad
metalúrgica en el Oriente Próximo. La lista de productos que manufacturaban
estos artesanos incluiría puntas de flecha, lanzas y puñales de obsidiana o de
sílex, mazas de piedra, figurillas en piedra y arcilla cocida, prendas
textiles, cuencos y otros recipientes de madera o cerámica, y joyería hecha con
perlas o cobre.
Gracias al
clima seco de esta zona se han conservado restos de tejidos de excelente
calidad. También se han encontrado sellos de arcilla para estampar los trajes
con diversos dibujos, cuyo diseño guarda muchas semejanzas con los de las
alfombras turcas actuales.
Un rasgo
distintivo de Çatalhöyük son sus estatuillas femeninas: Mellaart sostenía que
estas figurillas realizadas esmeradamente en materiales tan diversos como
mármol, calizas azules y pardas, esquisto, calcita, basalto, alabastro y
arcilla, representaban una deidad femenina del tipo Diosa Madre. Aunque existía
también un dios masculino, el número de las figurillas femeninas era muy
superior y este dios no aparece realmente hasta después del nivel VI,
habiéndose identificado, hasta la fecha, 18 niveles. Las figurillas fueron
encontradas ante todo en zonas que Mellaart consideraba que fueron capillas. La
imponente diosa sentada en un trono flanqueado por dos leonas (ilustración de
la derecha) fue hallada dentro de un recipiente usado para almacenar el grano,
lo que le sugirió a Mellaart que era una deidad que aseguraría la cosecha o
protegería las provisiones almacenadas.
Mientras
Mellaart excavó cerca de doscientos edificios en cuatro temporadas,
actualmente, Ian Hodder dedica una temporada entera a excavar un único
edificio. Durante 2004 y 2005 Hodder y su equipo comenzaron a creer
que el modelo propuesto por Mellaart de una cultura de signo matriarcal era
falso. Habiendo encontrado solamente una figurilla similar al modelo de Diosa
Madre que Mellaart propugnaba, entre la gran cantidad de ellas desenterradas,
Hodder decidió que el yacimiento no ofrecía suficientes indicios como para
establecer si era una cultura matriarcal o patriarcal, sino que apuntaba más
bien hacia una sociedad relativamente igualitaria.
El
catedrático Lynn Meskell expone, en apoyo de esta teoría, que mientras en las
excavaciones iniciales se encontraron sólo 200 estatuillas, los nuevos trabajos
han desenterrado 2000, de las cuales muchas son de animales, siendo únicamente
un 5 % de las figurillas de mujeres.
Mersin>
6.000. Hay 30 niveles de estratos. Su cerámica tiene impresiones de dedos y
conchas. Hay elementos calcolíticos.
Alaca Huyuk
Del 5.100
aproximadamente. Del Bronce Antiguo. Hay sepulcros, ídolos y joyas de oro por
lo que hay comercio con Mesopotamia.
Alacahöyük o Alaca Höyük (a veces también escrito como Alacahüyük,
Euyuk o Evuk) es el sitio de un asentamiento Neolítico y más tarde
hitita. Está situado en Alaca, al noreste de Boğazkale,
donde estaba situada la antigua capital Hattusa del imperio hitita.
El montículo
de Alacahöyük era el centro de una floreciente cultura durante la Edad de
Bronce. El montículo fue ocupado en una secuencia continua de desarrollo desde
el Calcolítico, cuando las herramientas antiguas de cobre aparecieron junto con
el uso de herramientas de piedra. Los restos antiguos en Alacahöyük,
sin embargo, como la "Puerta de la esfinge", datan del periodo hitita
período que siguió al periodo Hatti, desde el siglo XIV antes de Cristo.
Mesopotamia
Cueva de
Shanidar es un sitio arqueológico en las montañas de Zagros, en el Kurdistán
iraquí (en el norte de Irak).
Poblados con
habitación en cuevas, destaca la cueva de Shanidar, el más antiguo (8.000 a .C.). Hacia el 7.000
se detectan ya otros 3 poblados importantes (todos ellos precerámicos), que
refuerzan la teoría de que el impulso de civilización vino de Mesopotamia, no
de Palestina. Son:
Mulefaat
Se excavó en
1854 y encontraron restos del 9.000
a .C. Coetáneo con el Natufiense. Presenta lugares de
habitación, zonas de piedra apisonada, restos de adobes,… En cuanto a restos
biológicos, tenemos gacelas (86%), búfalos (10%), toros salvajes, cebada
silvestre,… Era un poblado dedicado a la caza. Es de los poblados más antiguos
de Mesopotamia.
Con cabañas
circulares lo que denota unos planteamientos primitivos en la arquitectura. El
espacio rectangular es más operativo porque se puede separar mejor. En el
circular es más difícil la individualidad pues todos los miembros de la
familia, incluidos los animales conviven en el mismo recinto. Pero estas
cabañas están hechas con adobes, los más antiguos de Mesopotamia. Se han
encontrado restos de cabras salvajes, el 86% del total, siendo el resto de
bisontes y toros salvajes. También recolectaban cereales silvestres.
Nemrik
Casas de
planta circular y algunas rectangulares (una cuadrangular evidencia una mayor
evolución). Excavado en 1.985. Hay restos de inhumación y de los alimentos.
También han
aparecido cráneos, similares a los de Jericó, enterrados en el subsuelo de las
casas aunque se desconoce el motivo de esta práctica. Este no quiere decir que
hubiera relación entre ambos enclaves pues una misma cosa podía inventarse o
descubrirse en varios sitios a la vez. Hay gran cantidad de huesos de
antílopes.
Magzalia
7.000-6.500.
Entre otras cosas, se han encontrado un punzón de cobre y espejos obsidiana que
indica contacto con el mundo mesopotámico.
Como el resto
de estos asentamientos no tiene cerámica. Hay 16 niveles de ocupación, en los
que las casas rectangulares son más que las circulares de caliza en las bases y
arriba de adobe. La muralla más antigua está aquí. También se han detectados
restos de muralla con lo que sería la primera de Mesopotamia, hecho que delata
problemas, guerras para apropiarse de los excedentes de otros pueblos. Ha
aparecido un único punzón de cobre que debió de llegar de otros lugares como
Chipre o el sur de Anatolia donde además hay obsidiana. Se han encontrado
restos de ovinos lo que demuestra que la domesticación de determinados cápridos
estaba presente. Es una civilización que baja hacia el sur en búsqueda de
tierras de cultivo.
Norte de
Mesopotamia
Jarmo
La cultura de
Jarmo está definida por una serie de rasgos comunes en los hallazgos
arqueológicos encontrados en la zona de la alta Mesopotamia, especialmente en
el yacimiento de Jarmo, en el actual Kurdistán Iraquí.
Los primeros
restos pertenecen al 6500 a. C. Según la escuela de Lyon pertenece a
los períodos 4 y 5 de la historia del Oriente Próximo (años 6600 -
6000 a. C.).
Comenzó
siendo un pequeño poblado que a base de sucesivas reconstrucciones sobre el
mismo lugar se fue elevando artificialmente. Se datan unos 16 niveles de
ocupación, con alrededor de 20 casas pareadas de bases de rocas rectangulares,
paredes de Tauf y techo de juncos. Este tipo de asentamiento, que se eleva
sobre sí mismo en periódicas reconstrucciones, dará lugar a los tell, un
establecimiento típico de este país, aunque se ve en otros lugares. En Jarmo se
comprueba el alto desarrollo de la agricultura: trigo, cebada, guisantes,
lentejas, etc., a pesar de ser una área no regable; y de la ganadería: cabras,
ovejas, perros. La industria lítica era muy floreciente; trataban la obsidiana.
También se
han encontrado estatuillas zoomorfas. Los enterramientos se hacían fuera del
poblado. 6.500. 12 estratos. 150 casas rectangulares de barro prensado. Hay
estabulación de animales (domesticación de ovejas, cerdo y cabra) así como
cultivo de cebada y trigo. En los niveles superiores hay cerámica trabajada a
torno.
Aparte,
encontramos estatuillas femeninas. Parece que se fue moviendo hasta llegar a la
llanura fluvial danubiana.
Ali Kosh
Es un
yacimiento arqueológico del Neolítico localizado en el sur de Irán, en los
Montes Zagros, a unos 150 m de altitud, en la provincia de Juzistán, fronteriza
con Irak.
El yacimiento
se empezó a excavar en los años 60 del siglo XX, y en la actualidad mide 150 m
de diámetro y 7 m de fondo. Con una agricultura y ganadería muy temprana, el
lugar se ocupó desde el VIII milenio a. C. hasta su abandono en el VI
milenio a. C.
En ese
periodo se desarrollaron tres fases:
Fase Bus
Mordeh. (7950 a. C.) Se inicia la ocupación de la
zona en una agrupación de casas pequeñas, rectangulares, de varias habitaciones
y hechas de tapial. Desarrollan una economía básica sustentada en el consumo de
ovejas, cabras, caza y recolección de plantas silvestres.
Fase Ali Kosh. (6900-6300 a. C.) Con casas más amplias, se constata el enterramiento de los difuntos bajo el suelo de las casas, en ocasiones con algunos adornos como ajuar. También se encuentran algunos cráneos deformados por el uso de vendajes en vida, posiblemente como señal del estatus diferente de los portadores. La economía muestra una base agrícola más intensa apoyada en la pesca y el marisqueo como complemento de la dieta.
Fase de
Mohammed Jaffar (6150-5790 a. C.) Las
casas son de piedra y se establece una necrópolis en el entorno de la
población. El instrumental se compone de industria lítica laminar de sílex
(pero escasa obsidiana), recipientes de piedra pulimentada, molinos de mano,
morteros y trabajos de cestería (en ocasiones forradas con brea). En este periodo
aparece la cerámica que se utiliza para la creación de vasos decorados y
figurillas humanas y animales. Se confirma cierta presencia de materias
importadas de otras zonas (cobre, turquesa, etc.) colocando esta cultura al
nivel de otras coetáneas en Oriente Próximo. La economía introduce el traslado
de los rebaños en verano a las zonas de pasto en las montañas.
Umm
Dabaghiyah
Es un
yacimiento arqueológico de Mesopotamia. Construida en el período (6000 a. C.
- 5.800 a. C.) según la clasificación de la escuela de Lyon fue una
de las primeras poblaciones organizada de la región, junto a Yarim y Buqras.
Con la fundación de estas ciudades da comienzo el Neolítico en Mesopotamia, en
la llamada cultura Umm Dabaghiyah. No se le considera realmente un pueblo, sino
que era una factoría de curtido de pieles de animales. Hay almacenes y
edificios cubiertos de losas de piedra; alguna está decorada con escenas de la
caza del onagro (asno salvaje). La cerámica a mano presenta formas variadas y
está bruñida (frotada para dar aspecto reflejo). No hay viviendas, pero sí
copas de alabastro.
Es una de las
primeras regiones en sufrir el paso al Neolítico, sólo tras el área de los
montes Zagros y la cordillera del Tauro.
Durante el
período Umm Dabaghiyah florecieron la agricultura y la ganadería. Sin embargo
no se abandonaron completamente la caza y la recolección, por lo cual es una
cultura de transición. Una de las actividades comerciales más prolíficas era la
caza de onagros para la venta de sus pieles.
Cronología:
desde comienzos del VI milenio.
Poblado
pequeño con casas rectangulares de adobe con varias habitaciones. Las paredes
están decoradas con motivos animales y otros.
Había zona de
almacenes tipo celda.
La cerámica
era sencilla, cuencos y jarras, que a veces estaban pintados de rojo y con
adornos plásticos o incisos.
La industria
lítica era básicamente de sílex, aunque también hay útiles en obsidiana
importada.
Agricultura:
trigo, cebada y leguminosas.
Ganadería:
oveja, cabra, buey y cerdo.
Caza del
onagro, aunque también han aparecido restos de gacela.
Hassuna
Cultura
aproximadamente entre 5600 y 5000 a. C.
Los hallazgos
de esta cultura se deben al yacimiento arqueológico de tell Hassuna, al que
debe su nombre, y que está situado en Siria, cerca del curso del Tigris.
Hacia
6000 a. C. las comunidades agrícolas se instalaron definitivamente en
las llanuras al pie de las montañas y particularmente en ese yacimiento. La
cultura Hassuna se caracteriza por lo avanzado de su cerámica.
Generalmente
pintada en fondo mate, marrón rojizo o negro. Los temas no son figurativos. Los
motivos decorativos de esta alfarería (ciertos triángulos rodeados por un
rombo, cruces gamadas etc.) reaparecen en Nínive, Baghuz, el Éufrates medio, la
llanura de Anatolia e incluso al pie del Tauro.
Era en origen
3 campamentos sobre los que se creó un poblado que se convirtió en ciudad. Hay
inhumación de muertos y cerámica ornamental con influencias de Palestina y
Siria, lo que evidencia contactos. Además, a lo largo del Tigris encontramos
cerámica de tipo hassuna. Aparte, hay hornos para la fundición de metales.
También vemos cilindros-sellos (se llevaban al cuello y eran como un DNI.);
eran pequeños discos de piedra con rasgos geométricos incisos sobre su cara
plana. Se destaca aquí la idea de propiedad privada.
Bases de la
economía:
Agricultura:
varios tipos de trigo y cebada.
Ganadería:
oveja, cabra, buey y cerdo.
Almacenamiento
de recursos.
Caza.
Yacimientos
con los poblados más importantes:
Yarim Tepe I.
Hassuna.
Tell
Shimshara.
Características
de los poblados:
Los poblados
eran bastante grandes.
Las casas
eran rectangulares con habitaciones dedicadas a vivienda y otras dedicadas a
otras funciones.
Cerámica:
decoración pintada en rojo o negro con líneas onduladas y rayadas. A veces llevan
incisiones en borden y hombros.
Industria de
sílex y obsidiana, hueso y raramente de cobre y plomo.
Samarra
5.250.
Cultura de Samarra (c 5500-4800 a.C.)
Una de las
características de la cultura Samarra es su extensión hacia la zona más
meridional de Mesopotamia, situándose en la zona del Tigris medio,
principalmente en la región de Mandali, llegando hasta la zona de montaña baja
del Zagros. Cronológicamente se sitúa en la segunda mitad del VI milenio y está
representada por una serie de poblados que indican una estructura compleja a
nivel socioeconómico. Los más significativos y con mayor información son
Tell-es-Sawwan y Choga Mami, conociéndose, no obstante, otras instalaciones
como Matarrah, Shimshara y los niveles superiores de Yarim Tepe, entre otros.
Las producciones cerámicas significativas de esta cultura están caracterizadas por formas simples de jarras con cuerpo redondeado, cuencos, fuentes y grandes platos decorados con motivos pintados en tonos marrones-rojizos sobre superficie beige. Los motivos son variados, de temática animalística (aves, peces, escorpiones...), o de tipo antropomorfo, representados de forma estilizada y con una disposición equilibrada.
Las producciones cerámicas significativas de esta cultura están caracterizadas por formas simples de jarras con cuerpo redondeado, cuencos, fuentes y grandes platos decorados con motivos pintados en tonos marrones-rojizos sobre superficie beige. Los motivos son variados, de temática animalística (aves, peces, escorpiones...), o de tipo antropomorfo, representados de forma estilizada y con una disposición equilibrada.
La estructura
urbanística de los poblados muestra su creciente complejidad, destacando en
primer lugar su gran extensión (Choga Mami, cerca de las seis hectáreas; Tell
Sawwan y Bagouz, de dos a tres hectáreas). Las excavaciones iraquíes, desarrolladas
en extensión en Tell-es-Sawwan, han puesto en evidencia la existencia de diez
construcciones contemporáneas dispuestas en torno a un patio central, con
espacios de circulación entre las mismas. Más importante aún es la constatación
de construcciones colectivas que delimitan el poblado. En el nivel IIIA las
diferentes unidades de habitación son rodeadas por un foso dominado por una
muralla construida en adobe. En ella se abren varias puertas de acceso que
desembocan en el espacio central o plaza.
Las construcciones domésticas se caracterizan, principalmente, por su planta rectangular multicelular, de tipo complejo y grandes dimensiones (15 x 12 metros). Las habitaciones se disponen con disimetría, con un sistema de pasajes centrales alineados a partir del eje central de la vivienda. Destacan, además, a nivel tecnológico, dos novedades: el uso sistemático de adobe fabricado en molde y la construcción de contrafuertes exteriores en los ángulos de la construcción, estos últimos como consecuencia de las necesidades creadas por la existencia de un piso o nivel superior, al cual se accedería por escaleras exteriores.
Las construcciones domésticas se caracterizan, principalmente, por su planta rectangular multicelular, de tipo complejo y grandes dimensiones (15 x 12 metros). Las habitaciones se disponen con disimetría, con un sistema de pasajes centrales alineados a partir del eje central de la vivienda. Destacan, además, a nivel tecnológico, dos novedades: el uso sistemático de adobe fabricado en molde y la construcción de contrafuertes exteriores en los ángulos de la construcción, estos últimos como consecuencia de las necesidades creadas por la existencia de un piso o nivel superior, al cual se accedería por escaleras exteriores.
Económicamente,
la novedad más significativa es la constatación, por primera vez de forma
evidente, de la práctica de irrigación. Esto se comprueba principalmente en el
asentamiento de Choga Mami, donde las excavaciones han puesto al descubierto
una serie de canales en las vertientes de las montañas que rodean la llanura
donde se ubica el poblado, tallados, en una extensión considerable, de forma
paralela a la pendiente natural a fin de recoger las aguas. Estas evidencias
constituyen las primeras pruebas del transporte de agua en varios kilómetros.
En Sawwan la irrigación se debió realizar a partir del Tigris, situado en las
proximidades del poblado. Por otra parte, la práctica de la irrigación se
constata igualmente en las variedades cultivadas (cebada de seis hileras,
lino), especies que necesitan una gran cantidad de agua. Esta agricultura
floreciente se combina con una ganadería no menos significativa, donde los
ovicápridos y el buey constituyen las principales especies domésticas, a las
que habría que añadir el cerdo y el perro.
En Sawwan
destacan, asimismo, la explotación de los recursos naturales, bien provenientes
del propio Tigris, con una abundante pesca y recolección de moluscos, o bien de
la llanura aluvial con la caza de gacelas, onagros, gamos y jabalíes
principalmente.
Las prácticas
funerarias continúan con la tradición de inhumaciones con tratamiento
diferenciado para adultos, con una posición fetal a veces envueltos en esteras
impermeabilizadas con asfalto, o niños depositados en el interior de jarras, en
los dos casos colocados bajo el suelo del hábitat. Los ajuares son poco
significativos, a excepción de la presencia, exclusivamente en las sepulturas
de niños, de figurillas en terracota o piedra (mármol o alabastro),
correspondientes esencialmente a representaciones femeninas. Éstas, muy
características de esta cultura, son representadas de pie, y en algunos casos
con collares de perlas aplicados o con incrustaciones de concha o asfalto para
la representación de los ojos, diferenciándose ligeramente de las halladas en
el hábitat, en las que las representaciones son más heterogéneas (figuras
femeninas sentadas, masculinas, animalísticas), destacando, no obstante, la
clásica representación de los ojos en grano de café. Finalmente, hay que
señalar, como ya fue el caso en las culturas precedentes, la expansión por
medio del intercambio de la cerámica de Samarra hacia otras zonas culturales.
Esta fuerte expansión de las producciones cerámicas vinculadas a la nueva
movilidad de productos, ideas y probablemente grupos humanos del Próximo
Oriente, provoca que en el caso concreto del grupo Samarra su difusión llegara
hasta la zona montañosa del Zagros por la parte del este y al Éufrates por el
oeste.
Tell Halaf
A partir del
año 6100 a. C. se desarrolló la cultura de Tell Halaf, que se
extiende desde los montes Zagros al Mediterráneo, con sus centros principales
en la llanura del alto Tigris (Arpachiya), y el triángulo del Habur (Tell Halaf,
Tell Brak, Tell Chagar Bazar).
Hacia el
5400 a. C. esta cultura fue interrumpida. En otras partes el carácter
halafiense se mantiene por un tiempo, luego desaparece. El nivel VI de
Arpachiya muestra vestigios de destrucciones, evidencias, según Paul Garelli,
de la intrusión violenta de unos recién llegados.
Se han
encontrado restos que evidencian un arte decorativo cuyos temas alternan el
naturalismo y la geometría. Los motivos de doble hacha y bucráneo se repiten
insistentemente. Se encuentra la figura de la Diosa Madre como dibujo y como
objeto. Hay motivos decorativos varios, como son la cruz de Malta, la labris
minoica, figuras vegetales, animales.
Comparado a
las culturas anteriores se evidencia un refinamiento de la pasta de cerámica y
perfeccionamiento de hornos que lograban alcanzar elevadas temperaturas. Se
usaban sellos de piedra para delimitar la propiedad de los objetos sobre los
que eran aplicados. Su procedencia atestigua amplias relaciones comerciales de
la meseta de Anatolia al Golfo Pérsico. En esta etapa se extiende la metalurgia,
en especial el cobre y el plomo. También observamos que existió en este periodo
una preocupación por el urbanismo evidenciada en las calles empedradas con
guijarros.
Aquí hay
tholos_oi (pueden ser tumbas, silos de cereales, lugares de culto,…). Aparecen
figuras del dios padre en forma de toro (representan, entre otros, al dios de
la tormenta).
Gawrra
Destacan los
más antiguos ladrillos cocidos al horno (4.800). Hay restos de 3 templos (a lo
mejor lo eran) con la planta en forma de U, por lo que se dice que a lo mejor
estaba dedicado a 3 dioses (la
Tríada mesopotámica). Esta cultura es eliminada por El Obeid,
que tiene elementos protosumerios.
En este
período hay abundante evidencia de la riqueza diferencial y manifestar la
posición social en el ajuar funerario encontrado en una serie de tumbas
construidas con ladrillos de barro o piedra.
Tres de estas
tumbas fueron particularmente ricas, con muchos bienes de oro, lapislázuli y
marfil, todos los materiales que tenían que ser importados.
Varios templos
del Período Gawra han sido excavados, son de una forma inusual por separado no
pórtico con diferencia el plan Megaron. El edificio más característico de esta
fase, sin embargo, es una estructura circular, conocida por los excavadores
como la Casa Redonda.
Tiene un
diámetro de cerca de 18 metros, una pared externa de espesor y 17 habitaciones,
su función es desconocida.
Eridu
(Tell Abu
Shahrain): Era una antigua Ciudad-estado del sur de Mesopotamia, a 24
kilómetros al sur de Ur, en el actual yacimiento arqueológico de Tell Abu
Shahrein. En su fundación, posiblemente se encontrase a poca distancia del
golfo Pérsico; sin embargo, actualmente, debido a los sedimentos transportados
por los ríos Tigris y Éufrates, la línea de costa se encuentra a varios
kilómetros al sur. El nombre es una corrupción sumeria de
"Eri-dugga" que significa Ciudad Buena. Se las denominaba "la
ciudad del dios del agua Enki/Ea".
La antigüedad
de la ciudad fue demostrada por los arqueólogos a lo largo del siglo XX,
habiéndose datado los niveles más bajos (nivel XIX) de la excavación en torno
al 4900 a. C., a principios del período de El Obeid.
En esta primera
etapa los restos cerámicos muestran un papel significativo de Eridú en la
región. Hacia el 3800 a. C. (nivel VI) la ciudad contaba con un
importante templo y un cementerio del que se han descubierto unas mil
sepulturas. La ciudad participó de la unidad cultural marcada por el período de
El Obeid, la cual abarcó todo el Oriente Próximo.
En ella se
desarrollaron diferentes estratos de ocupación humana con materiales de las
culturas de Samarra y de Tell Halaf, de las que fue coetánea.
Se dice que
ahí llegaron los primeros reyes. Allí se situó uno de los templos en honor al
dios de las aguas Enki (más adelante será denominado Ea). El
excavador Lloyd lo desenterró y encontró la primera torre escalonada. Hay
ladrillos de varios tipos (prismáticos, abombados,…). Esta cultura será
desplazada por El Obeid.
A finales de
este período se muestran signos de declive, como el deterioro del templo de la
ciudad. La actividad económica quedó relegada y el montículo de la ciudad quedó
dedicado casi en exclusiva al templo y a viviendas para los sacerdotes y
sacerdotisas. Eridu fue quedando eclipsada por la vecina ciudad de Ur.
Hacia el año 2500 a. C.,
durante el período Dinástico arcaico un gobernante, tal vez de la I dinastía de
Ur, construyó un gran palacio en Eridu, y a finales del III
milenio a. C., durante el reinado de Amar-Sin, se construyó un gran zigurat
en la ciudad, la cual seguía siendo un importante centro religioso durante el
gobierno de la III dinastía de Ur.
El Obeid
Los primeros
enclaves de esta civilización datan del 5000 a. C., pero el esplendor
lo alcanzó hacia el 4500. En torno a 4000 a. C. se extiende por gran
parte del Oriente Medio, prolongándose hasta el 3700 a. C.
aproximadamente. El comienzo de esta etapa coincide aproximadamente con la
entrada en la región de nómadas provenientes de los montes Zagros.
Arqueológicamente,
el período Obeid está dividido en cuatro subperíodos. Según la Escuela de Lyon,
cada uno de ellos se corresponde con uno de los períodos de la historia de Oriente
Medio, comenzando el Obeid I en el "período 6" y el Obeid
IV en el "período 9".
Escuela de
Lyon
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Fechas
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Subdivisión
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Período 6
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5600 a. C.–5000 a. C.
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Obeid I
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Período 7
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5000 a. C.–4500 a. C.
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Obeid II
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Período 8
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4500 a. C.–4100 a. C.
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Obeid III
|
Período 9
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4100 a. C.–3700 a. C.
|
Obeid IV
|
La cerámica
de este período se desarrolló mediante unos rasgos muy característicos,
bastante diferentes a los de la anterior cultura Halaf: pasta verdosa con engobe
claro; cuencos, platos y jarras pequeñas como elementos más prolíficos y
decoración geométrica sobre fondo claro. Las formas cerámicas van
evolucionando: paredes cerámicas más finas, aparición de los
"vasos-tortugas", jarras mayores ahora dotadas de asas, e incluso
botellas con largos cuellos. La expansión de esta cerámica por toda la
cuenca mesopotámica hasta el Mediterráneo es una muestra del impulso que vivió
la cultura de El Obeid. Son importantes unas figuritas fenicias con cabeza de serpiente,
amamantando bebés y con tatuajes en los brazos.
Uruk
3.500. Resulta de
la fusión de 2 barrios religiosos, siendo el primero el de Eanna (donde se daba
culto a Ann, el “Cielo”) y el segundo Lullab, donde vivían los sacerdotes. Aquí
se descubre por primera vez la escritura. Se considera a Uruk como una cultura
totalmente sumeria.
Un dato
importante es que se han encontrado recientemente unas tablillas 200 años
anteriores a las fechadas en el 3.500
a .C. así que cabe la posibilidad de que no fuera en Uruk
donde se inventó la escritura.
Hay urbanismo
pleno. Se ha detectado un área habitable de unas 70 hectáreas (algo así
como la Atenas
de Pericles). También hay comercio a gran distancia, documentado en el gran
número de colonias suyas. Un arqueólogo cubano, en el 95, habló del “Sistema
mundial Uruk”, consistente en una serie de colonias a lo largo del Éufrates
hasta Siria, donde destaca Habuba Kabira, con muchos rasgos propios de Uruk. A
partir de ésta se extendieron colonias menores que llegaron incluso a la costa.
Por otro lado, Uruk también se expandió en otras direcciones, ya que también
encontramos en el curso del Tigris colonias como Aratta, en Fars. A lo largo de
este río se han encontrado restos de Uruk (cilindros-sellos, conos de barro con
vidrio de varios colores que se colocaban para dar un aspecto estético a los
templos; esto se daba en el delta oriental). Vía intermedia (Siria, Líbano,…),
Uruk hizo lo mismo hacia el norte de Egipto. De hecho llegaron productos de
Uruk al Alto Egipto.
Uruk fundó un
sistema comercial muy importante hasta el punto que se produjo una unificación
cultural con epicentro en Uruk.
En Sialk y en
Susa se están encontrando materiales de Uruk.
Existe un
gran problema actualmente en el territorio de la cabeza del Éufrates ya que se
están haciendo unas presas allí así que se van a perder los restos
arqueológicos que aún no se hayan descubierto; por este motivo se está
excavando lo más rápido posible para extraer la mayor cantidad de piezas.
La cultura de
Uruk tiene su núcleo en el templo de Eanna (casa del dios Ann). Hay sinecismo
(unión de dos enclaves) entre Eanna y Kullab (barrio político y religioso),
formando Uruk.
En sus
cercanías, Uruk tuvo otro enclave muy importante, Kish. En teoría, tras el
Diluvio Universal de la religión mesopotámica, los dioses eligieron a Kish como
pueblo para enviar al primer rey.
El fin de
Uruk se produjo en la fase tardía de esta cultura, denominada Djemde-iuaser.
Existen varias teorías acerca del fin de Uruk:
Demasiadas
colonias y Uruk no es capaz de controlarlas.
Al haber
murallas en muchas colonias, pudo deberse a conflictos armados.
Uruk no pudo
hacer frente a las nuevas necesidades: algunos querían independizarse, hubo
cambios sociales,…
Cambios
climáticos, como, por ejemplo, la salinización de la tierra,… La suma de
distintas causas contribuiría a su fin. Esta teoría es poco defendida.
Después de
Uruk hubo otras ciudades.
Artísticamente,
Uruk ha dejado sus templos, la rueda, manipulación del bronce, del oro,
escritura (además de escritos administrativos hay filosóficos, religiosos,…).
El período de
Uruk vio el nacimiento de la escritura pictográfica en Mesopotamia, la cual se
utilizó exclusivamente para asuntos administrativos y de contabilidad.
Desde el
período de El Obeid se habían utilizado sellos de estampar para marcar el
origen y el contenido de las distintas mercancías. La forma de estos primeros
sellos era plana, con la inscripción en relieve en una de las caras. Hacia
finales del período de Uruk los sellos se transforman, adquiriendo una forma de
tubo sobre cuya superficie se realizaban las inscripciones. De este modo el
texto se imprimía haciendo rodar el objeto sobre el material fresco.1 A este tipo
de sello se le denomina sello cilíndrico. En el período de Uruk los relieves de
los sellos incluían dibujos de animales y escenas de oficios, no siempre
relacionados con la mercancía que marcaban.
Otro medio en
el que se han hallado inscripciones es en tablillas de arcilla que se
utilizaban para contabilizar el movimiento de mercancías. Los símbolos que
contenían eran bien numéricos, bien representativos de los funcionarios e
instituciones. El tipo de mercancía se conocía a través del sistema numérico
utilizado, que era distinto para cada una de ellas. La escritura en arcilla
blanda debía ser complicada, especialmente cuando se trataba de representar
líneas curvas. Esto hizo que los trazos se fuesen linealizando, alejándose cada
vez más del objeto representado y volviéndose más conceptuales.
En el nivel
III, ya perteneciente al siguiente período, hay muestras de los primeros
escritos siguiendo un sistema fonético. El idioma que representan es sumerio, por
lo que es posible que ya en el nivel IV ésta fuese la lengua empleada.
La escritura
nació para controlar lo que entraba y salía del templo de Eanna.
La invención
de la rueda en Mesopotamia se sitúa hacia finales del período de Uruk. Antes de
ella el medio de transporte más utilizado fue probablemente el barco, que
siguió jugando un papel predominante después de su invención. El transporte
terrestre se realizaba mediante tracción animal, ya fuese humana, o procedente
de bueyes y burros, los cuales ya habían sido domesticados. No se tiene
constancia del uso de rodillos previos a la invención de la rueda, siendo
posible que ésta se inventase directamente.
Aparte del
transporte, una de las aplicaciones más destacables de la rueda fue la
invención del torno. En sus primeros usos consistía simplemente en una rueda
sobre la que se colocaba la pieza cerámica, permitiendo su giro. Pero el
verdadero nacimiento del torno de alfarero se produjo con la invención de un
sistema que permitía el girado de esta rueda mediante el movimiento de los
pies, lo cual se consiguió hacia el año 3000 a. C., ya en el
siguiente período.
Período
Yemdet Nasr
El período Yemdet Nasr o Jemdet Nasr a uno de los períodos
arqueológicos de la historia de Mesopotamia, comprendido entre el
3200 a. C. y el 3000 a. C. aproximadamente. Se trata de un
período de transición entre el período de Uruk —definido por la difusión de una
cultura común por todo el oriente Próximo— y un período Dinástico Arcaico
marcado por las diferencias regionales.
En el Yemdet
Nasr se observa la desaparición de los rasgos cerámicos Uruk en los objetos de
la periferia mesopotámica: Anatolia, Siria e Irán. En el centro de la cuenca de
los dos ríos se produjo el distanciamiento entre las regiones norte y sur; ésta
último, más poblada, vio el florecimiento de nuevas ciudades que desplazaron a
la anteriormente hegemónica Uruk. La administración abandonó el ámbito regional
y se localizó en cada una de las ciudades, las cuales se diferenciaron más
entre sí. La población rural se asentó en las ciudades; las cuales ofrecían
ventajas en el control de los recursos de los ríos. Esto hizo que la población
de muchas de ellas creciese considerablemente.
Por primera
vez se puede hablar de Ciudades-Estado y Ciudad-Templo, con ello es posible
denominar que esta época supuso un periodo de crisis y regionalizacion, que
acabaría evolucionando finalmente desde las sociedades más primitivas, a las
sociedades ya estatales.
En este nivel
los hallazgos de documentos escritos se ven reducidos considerablemente. Así,
en las regiones periféricas, su uso desapareció por completo; si bien se
mantuvo en la Baja Mesopotamia. Es probable que, debido al carácter administrativo
de la mayoría de los textos, ya no fuesen necesarios cuando la burocracia
regional dejó de funcionar
Próximo Capítulo: Etapa Colonizadora en Mesopotamia
Próximo Capítulo: Etapa Colonizadora en Mesopotamia
Bibliografía:
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Dabaghiyah." Irak Volumen 24: 69-72
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Valla F.R. (2009) - From Eynan (Ain Mallaha) to Netiv Hagdud. Building a new system
of self awareness. In J.J.SHEA and D.E.LIEBERMAN eds: Transitions in
Prehistory: papers in Honor of Ofer Bar-Yosef, p.303-324. Oxford, Oxbow.
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