Cosmogonía maya
EL POPOL VUH
El Popol Vuh es el
libro sagrado de los quiché, conjunto de tribus habitantes en lo que hoy es
Guatemala y que pertenecían a la familia lingüística de los maya.
Está redactado después
de la conquista española y hace referencia a un libro original escrito en la
antigüedad, que permanece “inaccesible a investigadores y pensadores”. La obra
narra la creación del Universo y del hombre, además de profecías sobre la llegada
de seres procedentes del otro lado del mar. Se refiere a la revelación
realizada a los humanos por una serie de dioses llamados: Tzacol, Bitol, Alom, Qaholom, Hunahpú-Vuch, Hunahpú-Utiú, Zaqui-Nimá-Tziís, Nim-Ac, Tepeu, Gucumatz, U Qux Cho, U Qux Paló, Ah Raxá Lac,
Ah Raxá Tzel, así como narraciones
de “la Abuela y el Abuelo cuyos nombres son Ixmucané e Ixpiyacoc,
amparadores y protectores, dos veces abuela, dos veces abuelo, cuando contaban
todo lo que hicieron en el principio de la vida, el principio de la historia”.
En la primera parte,
capítulo primero, se inicia el relato exponiendo que todo estaba en silencio,
con una gran calma y reinando la total oscuridad. El cielo estaba vacío y no
existía la tierra ni el hombre, ni animales, ni plantas, ni piedras, ni nada.
Sólo existía el cielo y el agua en reposo. En ella, y rodeados de claridad, se
hallaban el Creador (Gran Padre), el
Formador (Gran Madre), Tepeu y Gucumatz (Progenitores). Todos estaban ocultos bajo plumas verdes y
azules.
En este contexto, Tepeu y Gucumatz dialogaron entre sí y acordaron la creación del Universo y los procedimientos a seguir para ello. Dispusieron que el agua se retirara para que surgiera la tierra y que amaneciera tanto en ella como en el cielo. Encargaron la materialización de la tarea a Corazón del Cielo, llamado Caculhá-Huracán y Chipi-Caculhá y Raxá-Caculhá.
En este contexto, Tepeu y Gucumatz dialogaron entre sí y acordaron la creación del Universo y los procedimientos a seguir para ello. Dispusieron que el agua se retirara para que surgiera la tierra y que amaneciera tanto en ella como en el cielo. Encargaron la materialización de la tarea a Corazón del Cielo, llamado Caculhá-Huracán y Chipi-Caculhá y Raxá-Caculhá.
Y dijeron ¡Tierra! Y se
formaron la tierra, las montañas y los valles. Aparecieron los ríos y los lagos
quedando las aguas separadas y, al instante, brotaron los bosques de cipreses y
pinos en la superficie.
Gucumatz y Tepeu
quedaron satisfechos y dijeron: “¡Buena ha sido tu venida, Corazón del Cielo,
tú, Huracán, y tú, Chipi-Caculhá, Raxá-Caculhá!”
Así fue la creación de la tierra.
Así fue la creación de la tierra.
Asimismo ordenaron que
hubiera vida sobre la tierra y así se hizo. Fueron creados todos los animales y
les pidieron que adoraran y alabaran a sus progenitores, pero al no poder
conseguirlo los desterraron a los bosques y barrancos para allí obtener su
alimento y hallar su cobijo. “Por esta razón fueron inmoladas sus carnes y
condenados a ser matados y comidos los animales que existen sobre la faz de la
tierra”.
Ante este fracaso, los
dioses cambiaron de estrategia y decidieron crear un ser obediente y respetuoso
para que los venerara y alabara. Decidieron utilizar el barro para formarlo,
pero pronto vieron que no era adecuado “porque se deshacía, estaba blando, no
tenía movimiento, no tenía fuerza, se caía, estaba aguado, no movía la cabeza,
la cara se le iba para un lado, tenía velada la vista, no podía ver hacia
atrás. Al principio hablaba, pero no tenía entendimiento.
Ante el nuevo fracaso,
Huracán, Tepeu y Gucumatz decidieron pedir opinión a sus abuelos del alba, Ixpayacoc e Ixmucané y a otras deidades como Hunahpú-Vuch, Hunahpú-Utiú, Nim-Ac, Nim-Tziís, sobre si podría tener éxito
la construcción de un hombre de madera.
Y los dioses
respondieron “Buenos saldrán vuestros muñecos hechos de madera y hablarán y
conversarán sobre la faz de la tierra”.
Ante esta respuesta, el
Creador y el Formador labraron unos muñecos de madera que se parecían al hombre
y hablaban como él. Se multiplicaron y poblaron la superficie de la tierra,
pero no tenían alma, ni entendimiento, ni sangre y caminaban a gatas sin rumbo.
Estos fueron los
primeros hombres que en gran número existieron sobre la faz de la tierra.
Pero como no reconocían
al Creador, ni al Formador ni a Corazón del Cielo, pronto cayeron en desgracia
y fueron aniquilados. Corazón del Cielo provocó un gran diluvio y se oscureció
la faz de la Tierra. Todos los animales y los utensilios domésticos se
sublevaron por los malos tratos recibidos por los hombres de madera y se
vengaron de ellos ayudando a su destrucción. Los muñecos de madera,
desesperados, trataban de refugiarse entrando en sus viviendas, pero éstas se
derrumbaban, querían subirse a los árboles y éstos los arrojaban lejos de sí y
si pretendían entrar en las cavernas, éstas se cerraban ante ellos y dicen que
la descendencia de aquellos muñecos de madera son los monos que habitan en los
bosques. Y por esta razón el mono se parece al hombre.
El nuevo fracaso en la creación del hombre motivó que, de nuevo, los dioses se
reunieran y celebraran consejo en la oscuridad de la noche. Y tras mucho
reflexionar, Tepeu y Gucumatz dijeron: “Ha llegado el tiempo
del amanecer, de que se termine la obra y que aparezcan los que nos han de
sustentar y nutrir, los hijos esclarecidos, los vasallos civilizados. Que
aparezca el hombre, la humanidad, sobre la superficie de la tierra.”
Faltaba poco para que
el Sol, la Luna y las estrellas aparecieran sobre los Creadores y Formadores
cuando Yac, el gato montés, Utiú, el coyote, Quel, la cotorra y Hoh,
el cuervo les informaron de la existencia de mazorcas amarillas y blancas en Paxil y Cayalá. Y entonces vieron claramente que el hombre había de ser
creado de maíz.
Y de esta manera se
sintieron alegres porque habían encontrado una hermosa tierra con gran
abundancia y variedad de alimentos. Y entonces Ixmucané molió las mazorcas
amarillas y blancas haciendo nueve bebidas que sirvieron para elaborar los
músculos y el vigor de los hombres. A continuación formaron los cuatro primeros
seres humanos a base de maíz amarillo y blanco. “Esto hicieron los
Progenitores, Tepeu y Gucumatz, así llamados”.
El primer hombre se
llamó Balam-Quitzé, el segundo Balam-Acab, el tercero Mahucutah y el cuarto Iqui-Balam. A continuación, y de los
cuerpos de aquéllos, crearon a las cuatro primeras mujeres: Caha (Agua Parada que cae), Comí (Agua Hermosa Escogida), Tzununiha (Agua de Gorriones) y Caquixaha (Agua de Guacamayas). Todos
fueron dotados de inteligencia y vista y observaron y conocieron todo lo que
hay en el mundo, aún aquello que se encontraba distante u oculto, y su
sabiduría era grande.
Pero el Creador y el
Formador no estaban satisfechos porque los habían creado como dioses y
sintieron celos de ellos.
De nuevo se reunieron
el Corazón del Cielo, Huracán, Chipi-Caculhá, Raxá-Caculhá, Tepeu, Gucumatz,
los Progenitores, Ixpiyacoc, Ixmucané, el Creador y el Formador, decidiendo
modificar la naturaleza de su obra. Entonces el Corazón del Cielo les echó un
vaho sobre los ojos, que quedaron empañados y sólo podían ver con claridad lo
que estaba cerca, quedando así fue destruida la sabiduría de los cuatro
hombres, que fueron el origen de la raza quiché.
LA LEYENDA DE XEL-HÁ
La leyenda Xel-Há habla
de una creación mágica y dice así:
“Después del último
diluvio, bulkabal, reinaba el caos. Del caos nació la oscuridad y todo era como
en el principio. Nada tenía existencia, ni movimiento.
Sólo mar y cielo
habitados por la oscuridad y el silencio”.
Entonces Hunab-Kú, único dios-creador del mundo,
descendió a los mares. Invitó a los trece dioses celestiales, Oxlahuntikú, a danzar con él sobre las
aguas y el primer día separaron el mar del firmamento.
Al segundo día, una vez
cansados de danzar en las frías aguas del mar, crearon una firme capa de tierra
donde reposarían hasta terminar su creación. Dijeron ¡Tierra! y la más bella
surgió de entre las aguas.
Al tercer día invocaron
a Chac, dios de la lluvia, y éste
derramó una lluvia fértil sobre las hendiduras secretas de la tierra que la
revistió de hierbas, flores, plantas, y árboles.
Al cuarto día la lluvia
continuó cayendo y se llenaron todas las oquedades que existían en la tierra,
creándose así las más bellas lagunas y cenotes.
El quinto día, Kukulcán, dios del viento, batió sus
alas y de ellas se extendieron las más cálidas brisas que dotaron de armoniosos
movimientos a todo cuanto en la breve península existiera.
El sexto día, Kukulcán
sopló sobre los mares, y de la espuma surgió Ixchel, diosa de la Luna y de la fertilidad, que subió a los cielos
y, tras ser fecundada por Ahkin,
dios Sol, alumbró a Itzamná, señor
de los cielos. Y así hubo día y noche en la bella tierra entre las aguas.
El séptimo día, Itzamná pintó la noche con hermosas
estrellas celestes, entre ellas la más brillante, Yaman Ek, vigilante-guardián.
El octavo día, los
dioses ordenaron “¡Que todos los árboles tengan sus guardianes!” y llegaron las
más variadas aves y, a Mo, la
guacamaya, que era la más agraciada y colorida, la nombraron “ángel guardián de
los cielos”.
Al noveno día, Hunab-Kú clavó en la tierra un cuchillo
blanco. Y de allí salieron las bestias y reptiles, jaguares y monos. Y
nombraron “guardián de la Tierra” a Huh,
la iguana.
El décimo día, Ixchel descendió de los cielos para
danzar desnuda en un cenote y fecundó las aguas. Brotaron bancos de peces,
grandes, pequeños, multicolores, y los dioses escogieron a Kay-Op, pez lora, como “guardián de las aguas”.
El décimo primer día,
los dioses descansaron, pero sintieron frío y oraron a Ahkin, dios del Sol, y éste salió de entre los cielos y con su
mágico fuego iluminó los mares, cenotes y lagunas Y el clima de la tierra se
tornó cálido y gentil.
El duodécimo día los
dioses crearon al más perfecto de los seres vivos, a quien dotaron de
inteligencia, habla, vista, olfato, oído, tacto, gusto y movimiento, para que
disfrutara de toda la magia de cuanto hubiere en la tierra y entre las aguas.
Y entonces danzaron,
cantaron, celebraron jubilosos y se elevaron nuevamente a los cielos. Y los
dioses contemplaron complacidos su mágica obra, la creación más perfecta, la
más gloriosa, la más hermosa de todas las creaciones y la nombraron Xel Há,
“lugar donde nacen las aguas”.
LOS MAYA DE YUCATÁN
Los mayas del Yucatán
tenían su propia leyenda sobre la creación del universo y del hombre. Una
leyenda que les había sido revelada por una iguana sagrada.
Ellos también creían
que antes de que se creara el mundo sólo había agua cubriendo y abrazando a la
tierra y que únicamente existía una pareja de dioses:
El Gran Padre,
representado como una iguana cubierta de plumas, y la Gran Madre, ambos eran
también llamados Señor Iguano y Señora Iguana. La narración pone en
boca de una iguana “Mis antepasados, las iguanas de los primeros tiempos,
oyeron contar que el Gran Padre dormía amorosamente abrazado a la Gran Madre,
porque él era el agua y ella la tierra”.
Cuando el Gran Padre
despertó, dijo a la Gran Madre, al tiempo que resonaban muchas piedras
preciosas: “Debemos elevar los cielos para que haya vida sobre la tierra y que
el agua ocupe de inmediato su lugar y surjan los valles y las montañas”. La
Gran Madre estuvo de acuerdo y el Gran Padre tomó una piedra preciosa y la
colocó en el centro de la tierra haciendo que despertara el espíritu del maíz
dormido en su interior. De las entrañas de la tierra brotó una ceiba frondosa
con la misión de sostener el cielo. Por eso las ceibas son sagradas entre los
mayas. La Gran Madre dudaba de que el cielo quedara bien firme sobre la tierra
y entonces el Gran Padre situó una piedra preciosa en cada una de las cuatro
esquinas y en el oriente creció un árbol rojo, en el norte, uno blanco, en el
poniente, uno negro y en el sur uno amarillo. Así, cinco ceibas sagradas, sostuvieron
el cielo y sus raíces crecieron en la parte inferior de la tierra. Tras quedar
separados el cielo y la tierra, las aguas fueron desplazándose y aparecieron
las montañas, los ríos, los lagos, y el mar ocupó todo el espacio en torno a la
tierra emergida. Entonces la Gran Madre propuso al Gran Padre crear vida en los
montes, selvas, ríos y mares: “Hagamos las plantas y animales para que habiten
la tierra”. Y para crearlas, el Gran Padre utilizó piedras preciosas y así
nacieron todas las plantas y animales que pueblan el agua, la tierra, y el
aire.
A cada uno le dieron su
propia voz y su lugar donde vivir. Ambos dioses ordenaron al quetzal, de plumas
verdes y azules, que se posara sobre el primer árbol que había existido en el
mundo y dispusieron que el centro de la tierra fuera el lugar de la
regeneración de la vida. Mandaron a la oropéndola roja al oriente a que se
posara sobre el árbol rojo, creando así a los dioses de la fecundidad.
Enviaron al cenzontle
(un pájaro) al norte, al árbol blanco, y ése fue el lugar que el Gran Padre y
la Gran Madre escogieron para vivir.
Dispusieron que el
pajarillo de pecho negro fuera al poniente a posarse sobre el árbol negro y lo
designaron como el lugar del reposo de los muertos.
La oropéndola amarilla
fue destinada al sur, al árbol amarillo, y allí se ubicaron los demás dioses
del maíz, las aves y las semillas.
Terminada toda la
labor, el Gran Padre y la Gran Madre pidieron a los animales que los adoraran,
pero no fueron capaces de ello y además no sabían pronunciar los nombres de los
dioses. Sólo gorjeaban, trinaban, piaban, graznaban, ladraban, rugían, gruñían,
pero no hablaban.
Los dioses se sintieron
decepcionados, pero continuaron la creación y con unas piedras rojas hicieron
el Sol, con otras amarillas compusieron la Luna y con otras muchas más, las
estrellas. La tierra ya tenía luz y calor para que pudieran vivir los animales
y plantas, pero el Gran Padre y la Gran Madre pensaron que era necesario
controlar las lluvias y los vientos para que la vegetación pudiera
desarrollarse sin que se secara o se pudriera de humedad.
Y para ello, crearon al
dios del viento llamado Kukulcán, quien se encargaría de que los vientos
barrieran con cuidado el camino de la lluvia.
Le dieron a Kukulcán
como disfraz un traje de serpiente emplumada y le otorgaron el poder sobre los
vientos y los huracanes.
Después crearon a Chac,
el dios de la lluvia, y le dieron como disfraz una nariz larga, una lengua y
unos colmillos de serpiente. Y le regalaron un hacha, símbolo del rayo y el
trueno con que anunciaría su paso. Las ranas serían los heraldos de Chac y
croarían anunciando la lluvia.
El Gran Padre y la Gran
Madre dieron cuatro ayudantes a Kukulkán y Chac para que cumplieran su trabajo
de hacer llegar el viento y la lluvia a la tierra. Estos ayudantes eran los
chacs, que llevaban consigo unas calabazas con agua, unos sacos con viento, un
tambor y un hacha. Para cumplir las órdenes de Kukulkán y de Chac, abrían las
calabazas para dejar caer la lluvia, de los sacos dejaban escapar el viento, con
el tambor producían los truenos y con las hachas los relámpagos.
Tras estas creaciones,
la Señora Iguana dibujó en la tierra el mapa de Yucatán para que los seres
humanos vivieran allí y adoraran a los dioses, ya que los animales y plantas no
habían tenido la suficiente inteligencia para hacerlo. El Gran Padre enseñaría
a los hombres a labrar la tierra, mientras que la Gran Madre mostraría a las
mujeres cómo tejer y pintar.
Entonces los dioses
crearon a los primeros habitantes del Yucatán: unos enanos sabios e
industriosos. Pero el Sol se desplomó desde el cielo cayendo sobre las aguas de
la tierra y ocasionó un gran diluvio que acabó con los enanos. Los dioses
crearon a otros hombres para que habitaran la tierra, pero también dejaron de
existir por otro diluvio.
En su tercer intento,
crearon unos hombres justos y sabios que trabajaban de noche, porque no había
Sol y la Luna no alumbraba lo suficiente.
Estos hombres
levantaron grandes pirámides con poderes mágicos, pues colocaban las piedras en
su lugar sin tener que tocarlas, simplemente lo hacían silbando. Pero fueron
destruidos de nuevo por otra inundación.
Entonces el Gran Padre
y la Gran Madre crearon a cuatro dioses llamados Bacabs para que sostuvieran el
cielo en cada uno de los puntos cardinales evitando que el agua celestial se
desplomara sobre la tierra causando otra inundación. Los Bacabs se llamaron:
Bacab Rojo, Bacab Blanco, Bacab Negro y Bacab Amarillo.
Al Bacab Rojo fue
ubicado en el oriente y le permitieron controlar el espíritu de las lluvias abundantes.
Al Bacab Blanco lo
situaron en el norte y le dieron poder sobre el espíritu de la lluvia que
facilitaba el crecimiento del algodón.
Al Bacab Negro le
correspondió el poniente con poder sobre las tormentas y los espíritus de los muertos.
Al Bacab Amarillo lo
ubicaron en el sur y le otorgaron el poder de gobernar las lluvias que
propiciaban el crecimiento del maíz y le encargaron que vigilara la producción
de la miel de abejas.
Una vez sujeto el
cielo, los dioses crearon a los hombres de maíz y por eso perduraron.
La Luna iluminaba
escasamente porque ya estaba cansada de alumbrar sola desde que el Sol se
hundió y, ante ello, los dioses pensaron en crear de nuevo a los dos astros.
Una noche que salieron a pasear por la playa, el Señor Iguano y la Señora
Iguana encontraron dos huevos pequeños y los enterraron en la arena. Al cabo de
un tiempo, los huevos se rompieron naciendo de ellos un niño que dormía en un
árbol y una niña que dormía en el interior de un pequeño cenote.
Desde el árbol, el niño
veía como el Señor Iguano y la Señora Iguana rehacían las montañas y los valles
y los ríos para los mayas. Pero como no había Sol, la tierra estaba muy mojada
por los diluvios que habían acabado con los hombres antes que los dioses los
hicieran de maíz.
El Señor Iguana y la
Señora Iguana preguntaron a los niños si estarían dispuestos a ser el Sol y la
Luna y, ante la respuesta afirmativa, el niño se transformó en el Sol y la niña
en la Luna. Alumbraron la tierra durante cuarenta días y cuarenta noches hasta
que se secó y crecieron de nuevo las plantas comestibles y los hombres pudieron
variar su alimentación que hasta entonces se componía exclusivamente de peces.
Sin embargo si permanecían simultáneamente en el firmamento generaban demasiada
luz y calor sobre la tierra por lo que los dioses ordenaron que el Sol saliera
sólo durante el día y la Luna de noche.
Una vez restablecidos
el Sol y la Luna en el cielo, el hombre creado de la sustancia del maíz pudo
vivir sin dificultad. Entonces el Gran Padre, Señor Iguano y la Gran Madre,
Señora Iguana, ordenaron a los hombres que los adoraran y los hombres lo
hicieran. Los hombres alababan a los dioses y cultivaban la tierra, pero no
encontraban los granos de maíz que constituían su verdadero sustento. El maíz estaba
debajo de una montaña y sólo las hormigas conocían su situación. Sin embargo,
un día, observando la astuta zorra el quehacer de las hormigas vio que
transportaban unos granos blancos sobre sus espaldas. La zorra no resistió la
curiosidad y probó un grano y, al comprobar su naturaleza, corrió a informar a
otros animales y al hombre que había encontrado el escondite del maíz. El
hombre pidió ayuda a los dioses de la lluvia para extraer los granos de debajo
de la tierra y los chacs golpearon con sus hachas las rocas, pero no pudieron
romperlas. Entonces Chac lanzó un rayo contra la montaña y el maíz quedó al
descubierto. El rayo había sido muy poderoso y algunos granos se chamuscaron y
por eso hay cuatro clases de maíz: maíz negro, el que tiñó el humo del rayo,
maíz rojizo, el que pintó el fuego del rayo, el maíz amarillo, el que recibió
poco calor y el blanco, que no se dañó.
Cuando los dioses
vieron que el hombre ya tenía su alimento y que todo estaba en orden en el
universo y en la tierra, se sintieron contentos y se retiraron a descansar con
la seguridad de que el hombre vigilaría su sueño.
Dioses
Los dioses DEL PANTEÓN
MAYA son invisibles, intangibles y ayudaron a la creación de acuerdo a lo que
afirma la cosmogonía maya y se les representó a través de diversos animales
como el murciélago, la serpiente, el dragón, el jaguar, los pájaros o los
vegetales como el maíz, los minerales como el cuarzo. “Indicándonos con ello
que la divinidad tiene su expresión en la naturaleza, en todo lo que nos rodea
incluyendo a nosotros mismos”.
Los dioses de la
mitología maya están representados como seres sobrenaturales cuyas figuras
están hechas por trazos muy estilizados de diversos animales y de elementos
vegetales que a veces se combinan con formas humanas dando como resultado un
ARTE IMPRESIONISTA. Los dioses mayas son superiores a los hombres y capaces de
crear, sin embargo, son concebidos como seres mortales que nacen y mueren y
tienen que ser alimentados para sobrevivir. Esto último en realidad es algo
simbólico, los mayas se refieren a que sus dioses son concebidos en el auge de
su poderosa cultura espiritual, son alimentados (venerados) mientras dicha
cultura perdura y posteriormente mueren en el ocaso, decadencia y extinción de
la misma.
ACAT
Es el dios de la vida, formador de los niños en el vientre de sus madres.
Es el dios de la vida, formador de los niños en el vientre de sus madres.
AH MUN
Era padre de los dioses gemelos y el dios del
maíz, de la agricultura y señor de los bosques. También se le conocía como Hun
Hunahpú o Hum Kaax y estaba asociado a la vida, la prosperidad y la abundancia.
Era una deidad benévola y se representaba como un joven que, algunas veces,
mostraba una mazorca de maíz en la cabeza o sostenía una vasija con tres
mazorcas.
Como patrono de la agricultura realizaba una
gran variedad de tareas y se enfrentaba a muchos enemigos entre los propios
dioses. Sus principales adversarios eran las deidades de la lluvia, del viento,
de la sequía, del hambre y de la muerte.
AH
MUZENKAB
Era el dios de las abejas y la miel.
AH PUCH
También conocido como Kisin, Kimil, Yun cax o
Hun Ahaw era el dios de la muerte violenta, de los sacrificios humanos y señor
del noveno infierno. Se le representaba con una calavera en la cabeza y en su
torso podían verse las costillas y la columna vertebral. Si el cuerpo tenía
carne, ésta se mostraba cubierta de círculos negros indicando putrefacción.
Exhibía, a modo de ornamento, cascabeles en los cabellos o en forma de collar.
En las representaciones artísticas se le solía ver incendiando casas con una
antorcha y derribándolas con una lanza.
AH RAXÁ
LAC
Era el Señor del verde plato, es decir, la
tierra en opinión de Fray Francisco Ximénez.
AH RAXÁ
TZEL
Era el Señor de la jícara verde o del cajete
azul. Según Fray Francisco Ximénez, cajete azul era la forma de denominar el
cielo.
AHAU CHAMAHEZ
Dios de la Medicina, junto con Cit Bolon Tum.
Hacían triplete con Ixchel, patrona de los curanderos, de los partos y
nacimientos.
AHAU
KINICH
Era la representación deificada del Sol para
los mayas del Yucatán, aunque, lo más probable es que fuera una advocación del
dios creador Itzamná. En su tránsito nocturno por el mundo inferior se le
representaba como el Dios Jaguar, el felino nocturno, por lo que los cielos
tachonados de estrellas se han considerado como la piel moteada del jaguar.
Entre los mayas había un aspecto dual del Sol:
el anciano celeste asociado a Itzamná y llamado Itzamná Kinich Ahau y por otra
parte el joven sol, personificación del día (Ahau) quien cortejaba a la luna
con quien tuvo algunas aventuras. Llevaba una cerbatana por la tierra antes de
ser el Sol, el joven dios Sol suele representarse con ojos almendrados,
mientras que en su forma de anciano Itzamná Kinich Ahau (rostro del Sol), suele
representarse con sus enormes ojos cuadrados, bizcos, la nariz muy recta y los
dientes incisivos superiores limados en forma de una pequeña “T”. En los
códices se le agrega el signo Kin (sol, día) de cuatro pétalos.
AHALCANÁ
Provocaba el Chuganal (hepatitis). Residía en el Xibalbá o inframundo.
Provocaba el Chuganal (hepatitis). Residía en el Xibalbá o inframundo.
AHALMEZ
Causaba desgracias. Residía en el Xibalbá o inframundo.
Causaba desgracias. Residía en el Xibalbá o inframundo.
AHALPUH
Provocaba el Chuganal (hepatitis). Residía en el Xibalbá o inframundo.
Provocaba el Chuganal (hepatitis). Residía en el Xibalbá o inframundo.
AHALTOCOB
Causaba desgracias. Residía en el Xibalbá o inframundo.
Causaba desgracias. Residía en el Xibalbá o inframundo.
AHAUAB DE
XIBALBÁ
(Los Señores de la Noche)
Con esta denominación se conocían a los Señores
del Infierno, asistentes directos de los Señores Principales, Hun-Camé y
Vucub-Camé, los padres y soberanos del Inframundo. Los Señores Infernales más
conocidos eran: Ahalcaná, “el que hace la aguadija”, y Ahalpuh, “el que labra
las materias”, cuyo oficio era provocar la inflación de las piernas de los
humanos induciéndoles heridas purulentas y provocándoles la ictericia.
Ahalmez, “el que hace la basura”, y Ahaltocob,
“el que causa la miseria”, que tenían como misión mortificar a los humanos para
que contrajeran enfermedades y murieran boca abajo, en la puerta de su casa o
detrás de ella. Cuchumaquic, “la sangre junta”, y Xiquiripat, “la angarilla
voladora”, que provocaban hemorragias.
Chamiabac también llamado “vara de hueso” y Chamiaholom “la vara de calavera”, que eran los esbirros del Infierno y que se dedicaban a enflaquecer a los hombres hasta que morían con la piel del vientre pegada a la columna vertebral.
Otros señores eran Patán y Quicxic, encargados de provocar vómitos de sangre en los humanos con el resultado de una muerte repentina.
Chamiabac también llamado “vara de hueso” y Chamiaholom “la vara de calavera”, que eran los esbirros del Infierno y que se dedicaban a enflaquecer a los hombres hasta que morían con la piel del vientre pegada a la columna vertebral.
Otros señores eran Patán y Quicxic, encargados de provocar vómitos de sangre en los humanos con el resultado de una muerte repentina.
AHMAKIQ
Dios de la agricultura, que se encargaba de encerrar al viento cuando amenazaba con destruir las cosechas.
Dios de la agricultura, que se encargaba de encerrar al viento cuando amenazaba con destruir las cosechas.
ALAGHOM-NAOM
Es la diosa de la tierra, la abundancia y la sabiduría. Creadora del conocimiento consciente y el pensamiento.
Es la diosa de la tierra, la abundancia y la sabiduría. Creadora del conocimiento consciente y el pensamiento.
ALOM
Era la diosa madre, la que concebía los hijos, de al, hijo, alán, dar a luz.
Según Fray Francisco Ximénez, los indígenas la llamaban Madre y Fray Bartolomé de las Casas refería que la consideraban como la Gran Madre, que estaba en el cielo.
Era la diosa madre, la que concebía los hijos, de al, hijo, alán, dar a luz.
Según Fray Francisco Ximénez, los indígenas la llamaban Madre y Fray Bartolomé de las Casas refería que la consideraban como la Gran Madre, que estaba en el cielo.
BACABS (Los 4 Bacabs)
Era los dioses del viento y pilares del Cielo,
ya que lo sostenían sobre sus espaldas en los cuatro rincones del Universo.
Representan los cuatro puntos cardinales. Uno llevaba una caracola de mar en su
espalda, otro una tela de araña, el tercero un caparazón de tortuga y el cuarto
una concha en espiral. Eran también dioses de la apicultura.
BACKLUM-CHAAM
Era el Príapo maya.
Era el Príapo maya.
BITOL
Según Adrián Recinos, etimológicamente significaba “El Formador”. Sin embargo en el texto del Popol Vuh el formador era Gucumatz.
Según Adrián Recinos, etimológicamente significaba “El Formador”. Sin embargo en el texto del Popol Vuh el formador era Gucumatz.
BOLON
DZACAB
Era el dios relacionado con los linajes reales.
CAMAZOTZ
Dios-murciélago del Inframundo.
Dios-murciélago del Inframundo.
CENOTE
Término utilizado para designar un pequeño estanque o depósito de agua alimentado por corrientes subterráneas, y originado por el hundimiento de una caverna. En el Cenote Sagrado se arrojaban gran cantidad de objetos, con lo que se convirtieron en cenagosos museos del arte prehispánico. También se realizaban sacrificios humanos, arrojando a sus profundidades mujeres, niños e incluso hombres adultos.
Término utilizado para designar un pequeño estanque o depósito de agua alimentado por corrientes subterráneas, y originado por el hundimiento de una caverna. En el Cenote Sagrado se arrojaban gran cantidad de objetos, con lo que se convirtieron en cenagosos museos del arte prehispánico. También se realizaban sacrificios humanos, arrojando a sus profundidades mujeres, niños e incluso hombres adultos.
CHAC
Era una de las divinidades más importantes del panteón maya. Se trataba del
dios de la lluvia y, por extensión, de la fertilidad y de la agricultura.
Estaba representado con una nariz en forma de trompa y dos colmillos enrollados
que se dirigían hacia abajo. Generalmente aparecía con un turbante anudado en
la cabeza. Solía mostrarse multiplicado en chacs, divinidades que producían la
lluvia, el trueno y el relámpago vaciando sus calabazas, tocado sus tambores y
arrojando sus hachas de piedra. Les precedían las ranas croando como
anunciadoras de la lluvia.
Alguna teoría identificaba a los chacs con los
puntos cardinales y se atribuía a cada uno un color distinto.
Ek Xib Chaac el hombre negro. Chaac
del oeste, simbolizado por el cuervo negro.
Chac Xib Chaac el hombre rojo Chaac del este, simbolizado por el
faisán rojo.
CHAMIABAC
Causaba el adelgazamiento. Residía en el Xibalbá o inframundo.
Causaba el adelgazamiento. Residía en el Xibalbá o inframundo.
CHAMIAHOLOM
Causaba el adelgazamiento. Residía en el Xibalbá o inframundo.
Causaba el adelgazamiento. Residía en el Xibalbá o inframundo.
CHUCHUMAQUIC
Causaba hemorragias de sangre. Residía en el Xibalbá o inframundo.
Causaba hemorragias de sangre. Residía en el Xibalbá o inframundo.
CHAMIABAC
y CHAMIAHOLOM
Eran los esbirros del Infierno.
CHILAM
BALAM
La palabra Chilam se aplicaba a una clase de
sacerdotes que eran oráculos, adivinos y profetas, mientras que la palabra
Balam traducida como Jaguar, indicaba algo misterioso y oculto. Los llamados
“Libros de Chilam Balam” eran los libros sagrados de los sacerdotes mayas, que
se suponían traducciones literales al alfabeto latino de los originales en
lengua jeroglífica maya.
CHIN
Dios del vicio.
Dios del vicio.
CIT BOLON
TUM
Era dios de la Medicina, junto con Ahau
Chamahez.
EC AHUA
El llamado Jefe Negro, una de las divinidades
de la guerra. También se le suponía el señor de las plantaciones de cacao.
EK CHUAK
Era el dios de la guerra y patrono de los
mercaderes. Se le representaba como una figura de labios gruesos y colgantes,
cola de escorpión y cargado con una bolsa de mercancías. Solía pintársele de
color negro.
Como dios de la guerra, tenía atributos
malévolos y aparecía empuñando una lanza en combate.
Sin embargo, era un dios de naturaleza dual y
cuando se le rendía culto como dios de los mercaderes ambulantes, se mostraba
como una divinidad benévola.
Era también patrono del cacao y los
cultivadores de este fruto lo honraban con una ceremonia especial para obtener
sus favores.
EKCHUAN
Dios de la estrella polar, patrón de los viajeros y los comerciantes. Mantenía constantes relaciones con el Mundo Inferior.
Dios de la estrella polar, patrón de los viajeros y los comerciantes. Mantenía constantes relaciones con el Mundo Inferior.
GUCUMATZ
Era la serpiente cubierta de plumas verdes, de guc, plumas verdes, quetzal por antonomasia, y cumatz, serpiente. Equivalía a Kukulkán, el nombre maya de Quetzalcóatl, el rey tolteca, conquistador, civilizador y dios de Yucatán durante el período del Nuevo Imperio Maya.
Era la serpiente cubierta de plumas verdes, de guc, plumas verdes, quetzal por antonomasia, y cumatz, serpiente. Equivalía a Kukulkán, el nombre maya de Quetzalcóatl, el rey tolteca, conquistador, civilizador y dios de Yucatán durante el período del Nuevo Imperio Maya.
HUNAB KU
Fue el principal dios maya, creador del mundo y
de la humanidad a partir del maíz. Era el padre y señor de todos los dioses y
no se representaba bajo ningún aspecto. Creían que su corazón y su mente
estaban en el centro del universo y sólo a través del Sol podían comunicarse
con él. Se le consideraba una deidad eterna, y única, que confió el gobierno
del mundo a dioses menores.
Construyó el mundo tres veces. La primera vez fue habitado por enanos. La segunda vez por los dzolob, una raza oscura y siniestra, y la tercera, y última, por los Mayas.
Construyó el mundo tres veces. La primera vez fue habitado por enanos. La segunda vez por los dzolob, una raza oscura y siniestra, y la tercera, y última, por los Mayas.
HUN-CAMÉ
Era uno de los nombres del dios maléfico principal, dios de la Muerte y Gran Señor de los Infiernos. Estaba representado como una calavera descarnada y su nombre era traducido como “uno tomador”. Junto con Vucub-Camé eran los dos grandes jueces del Infierno. Se le conocía también por los nombres de Ah Puch y Hun-Ahau. Se asociaba con Cizibn (el “hedor”), que es la deidad que más se venera en la actualidad a lo largo de toda el área maya desde Chiapas a Yucatán.
Era uno de los nombres del dios maléfico principal, dios de la Muerte y Gran Señor de los Infiernos. Estaba representado como una calavera descarnada y su nombre era traducido como “uno tomador”. Junto con Vucub-Camé eran los dos grandes jueces del Infierno. Se le conocía también por los nombres de Ah Puch y Hun-Ahau. Se asociaba con Cizibn (el “hedor”), que es la deidad que más se venera en la actualidad a lo largo de toda el área maya desde Chiapas a Yucatán.
HUN-CIMIL
Ver Hun-Camé.
Ver Hun-Camé.
HUNAHPÚ
Junto con su hermano Ixbalanqué, era los dioses gemelos del Popol-Vuh, que entraron en el Inframundo y derrotaron a los Señores del Infierno, saliendo convertidos en el Sol y la Luna.
Junto con su hermano Ixbalanqué, era los dioses gemelos del Popol-Vuh, que entraron en el Inframundo y derrotaron a los Señores del Infierno, saliendo convertidos en el Sol y la Luna.
HUNAHPÚ
UTIÚ
Era el dios de la noche, como manifestación
masculina.
HUNAHPÚ-VUCH
Era el dios del amanecer. Vuch parecía un término con el que se denominaba el momento que precede al amanecer. Era una divinidad con manifestación femenina.
Era el dios del amanecer. Vuch parecía un término con el que se denominaba el momento que precede al amanecer. Era una divinidad con manifestación femenina.
HURACÁN
Era el dios del viento, de las tormentas y del fuego. Provocó el diluvio que destruyó a los primeros seres humanos. Según la leyenda vivía en la niebla existente sobre las aguas torrenciales y pronunció repetidamente la palabra “tierra” hasta que ésta emergió de las aguas.
Era el dios del viento, de las tormentas y del fuego. Provocó el diluvio que destruyó a los primeros seres humanos. Según la leyenda vivía en la niebla existente sobre las aguas torrenciales y pronunció repetidamente la palabra “tierra” hasta que ésta emergió de las aguas.
Su nombre se traducía como “Corazón del Cielo”.
Se presentaba en forma de tres manifestaciones distintas: Caculhá Huracán, el
“Rayo de Una Pierna”, Chipí Caculhá, el “Más Pequeño de los Rayos”, y Raxá
Caculhá, el “Rayo muy Hermoso”.
ITZAMNA
Unas veces aparecía como hijo de Hunab Ku y otras se le identificaba con él. También existían diferencias interpretativas en cuanto a su relación con Kinich Ahau, dios del Sol. En ocasiones era el mismo dios y en otras Itzamná figuraba como el padre de Kinich Ahau. Algunas versiones lo consideraban como la deidad más destacada del panteón maya y en otras este honor recaía sobre Hunab Ku. En todo caso, era una deidad bondadosa y se le consideraba como un dios creador, señor del fuego y del corazón. Representaba la muerte y el renacimiento de la vida en la naturaleza. Era el esposo de la diosa de la Luna, Ixchel.
Unas veces aparecía como hijo de Hunab Ku y otras se le identificaba con él. También existían diferencias interpretativas en cuanto a su relación con Kinich Ahau, dios del Sol. En ocasiones era el mismo dios y en otras Itzamná figuraba como el padre de Kinich Ahau. Algunas versiones lo consideraban como la deidad más destacada del panteón maya y en otras este honor recaía sobre Hunab Ku. En todo caso, era una deidad bondadosa y se le consideraba como un dios creador, señor del fuego y del corazón. Representaba la muerte y el renacimiento de la vida en la naturaleza. Era el esposo de la diosa de la Luna, Ixchel.
Alguna leyenda le atribuía, junto a su padre, la creación del mundo. Enseñó a los hombres la escritura, el calendario y el arte los códices, también el cacao, el caucho, el maíz y la civilización. Se le representaba como un anciano de nariz ganchuda, desdentado y de mejillas hundidas.
Alguna teoría mostraba la existencia de cuatro
itzamnás o Bacabs como sostenedores del cielo y se correspondían con los cuatro
puntos cardinales que, a su vez, se asociaban a colores simbólicos, a un árbol
(ceiba sagrada) y un ave.
Hobnil, bacab del Este, tenía asignado el color rojo y los años Kan.
Hobnil, bacab del Este, tenía asignado el color rojo y los años Kan.
Can Tzicnal, bacab del Norte le correspondía el
color blanco y los años Muluc,
Zac Cimi, bacab del Oeste estaba asociado al color negro y los años Ix.
Hozanek, bacab del Sur cuyo color era el amarillo y los años Cauac.
NOTA: Kan, Muluc, Ix y Cuac son nombres de días del calendario sagrado maya y cuando el año nuevo comenzaba en uno de ellos, era conocido con ese nombre y se consagraba al bacab correspondiente.
Zac Cimi, bacab del Oeste estaba asociado al color negro y los años Ix.
Hozanek, bacab del Sur cuyo color era el amarillo y los años Cauac.
NOTA: Kan, Muluc, Ix y Cuac son nombres de días del calendario sagrado maya y cuando el año nuevo comenzaba en uno de ellos, era conocido con ese nombre y se consagraba al bacab correspondiente.
IXBALANQUÉ
Junto con su hermano Hunahpú, eran los dioses gemelos del Popol-Vuh, que entraron en el Inframundo y derrotaron a los Señores del Infierno, saliendo convertidos en el Sol y la Luna.
Junto con su hermano Hunahpú, eran los dioses gemelos del Popol-Vuh, que entraron en el Inframundo y derrotaron a los Señores del Infierno, saliendo convertidos en el Sol y la Luna.
IXCHEL
Era esposa de Itzamná y se la consideraba como la diosa de la Luna y del arco iris. Alcanzó fama por su infidelidad e inconstancia amorosa, así como por mostrarse, en ocasiones, poco benévola con los humanos al provocar inundaciones devastadoras. Sin embargo, se la adoraba como la diosa de los alumbramientos y las futuras madres, a menudo, realizaban peregrinaciones a la isla de Cozumel, o Isla Mujeres, para encomendarse a ella.
Era esposa de Itzamná y se la consideraba como la diosa de la Luna y del arco iris. Alcanzó fama por su infidelidad e inconstancia amorosa, así como por mostrarse, en ocasiones, poco benévola con los humanos al provocar inundaciones devastadoras. Sin embargo, se la adoraba como la diosa de los alumbramientos y las futuras madres, a menudo, realizaban peregrinaciones a la isla de Cozumel, o Isla Mujeres, para encomendarse a ella.
Se le representaba como una anciana enojada con
una serpiente sobre la cabeza, garras de felinos y tibias cruzadas en la falda.
En unas ocasiones estaba vaciando un cántaro sobre la tierra y en otras llevaba
un telar en la cintura y tejía. Determinadas veces aparecía como una mujer
sentada en el cuarto creciente de la luna y sosteniendo un conejo. Fue la
inventora del arte textil y personificaba el agua como elemento destructivo
cuando causaba inundaciones y otros desastres.
IXCHELBELYAR
Diosa de artes como la pintura, los tejidos y bordados.
Diosa de artes como la pintura, los tejidos y bordados.
IXPIYACO
e IXMUCANÉ
Eran conocidos como el viejo y la vieja, (en
maya ixnuc es vieja), y se trataba de figuras un tanto confusas. Aparecían
invocadas por Tepeu y Gucumatz para que les dieran su opinión sobre el posible
éxito de su intención de crear un hombre de madera. Se hablaba de ellos como
los Abuelos del Alba, es decir, como si fueran una primera generación de
dioses. Esta misma consideración se les atribuía en la leyenda de los dioses
gemelos donde aparecían como padres de los dos hermanos Hunahpú-Vuh y
Hunahpú-Utiú. Adrián Recinos estimaba que equivalían a los dioses mexicanos
Cipactonal y Oxomoco, los sabios que, según la leyenda tolteca, inventaron la
astrología y compusieron el calendario.
IXQUIC
Era la diosa de la penitencia, cuyo nombre se traduce como “sangre”. Se creía que era la hija de Cuchumaquic, uno de los Señores de Xibalbá, y que, según la leyenda, concibió a los héroes gemelos, Ixbalanqué y Hunahú, mediante la saliva de la cabeza de Hun Hunahpú que cayó en la palma de su mano. Fue expulsada por su padre de Xibalbá y se escapó a Uleu, la Tierra.
Era la diosa de la penitencia, cuyo nombre se traduce como “sangre”. Se creía que era la hija de Cuchumaquic, uno de los Señores de Xibalbá, y que, según la leyenda, concibió a los héroes gemelos, Ixbalanqué y Hunahú, mediante la saliva de la cabeza de Hun Hunahpú que cayó en la palma de su mano. Fue expulsada por su padre de Xibalbá y se escapó a Uleu, la Tierra.
IXTAB
Era la esposa de Ah Puch y diosa del suicidio. Se le representaba colgada del cielo con los ojos cerrados y las mejillas marcadas con círculos negros. Los mayas creían que los suicidas iban directamente al paraíso y por ello les asignaron una diosa protectora, que los ayudaba a alcanzarlo sin extraviarse.
Era la esposa de Ah Puch y diosa del suicidio. Se le representaba colgada del cielo con los ojos cerrados y las mejillas marcadas con círculos negros. Los mayas creían que los suicidas iban directamente al paraíso y por ello les asignaron una diosa protectora, que los ayudaba a alcanzarlo sin extraviarse.
IXTUNTUN
Patrón protector de los grabadores de jade.
KAN U
UAYEYAB
Dios Guardián de las ciudades.
KINICH
AHAU
Era una advocación de Itzamna, aunque alguna
versión lo menciona como hijo.
Señor del ojo del sol. En la mitología maya,
Kinich Ahau era el dios del Sol y patrono de la música y la poesía; era
hijo de Hunab Kuy estaba casado con Ixchel, la Luna. Se le considera una de las
advocaciones de Itzamná o Zamná. También se le vincula con Kinich Kakmó.
Era el gobernante de los dioses, y como tal
solucionaba los problemas y distribuía las tierras entre los diferentes
pueblos. También era el dios de la guerra.
Los sacerdotes de sus templos recibían el
nombre de Ah Kin, los del Sol y del Tiempo, y profetizaban el futuro de
los hombres.
KISIN
Era el espíritu maligno de los terremotos. Vivía bajo tierra en un purgatorio donde todas las almas permanecían durante un cierto tiempo hasta llegar a su destino final. Se exceptuaban las de los soldados muertos en la batalla y las de las mujeres que morían en el parto.
KUKULCÁN
Era un dios heredado de los toltecas, la llamada Serpiente Emplumada, sinónimo del dios azteca Quetzalcóatl. Los mayas quichés lo llamaban Gukumatz.
Era un dios heredado de los toltecas, la llamada Serpiente Emplumada, sinónimo del dios azteca Quetzalcóatl. Los mayas quichés lo llamaban Gukumatz.
La majestuosa pirámide en Chichen Itza dedicada
o construida en honor a Kukulkan, que aun cuando nadie no lo dijera bastaría
observar el fenómeno natural que acontece en el equinoccio de primavera en
aquella región, para por si mismos descubrirlo. Observamos cómo cada año se
forman 9 triángulos de luz y sombras unidos entre sí y terminando en las
cabezas de serpiente que están al pie de la pirámide, dándole esa figura de una
serpiente que baja a la tierra o la fecunda, llamada en la sabiduría maya
Kukulkan.
Kukulkan fecunda la tierra para que ésta tenga
vida y la tenga en abundancia, así también tenemos que proceder con nuestra
propia existencia, lograr que todo ese conjunto de valores que llegan a
nosotros cuando luchamos por una transformación integral, en verdad fecunden y
logren que nazcan nuevas formas de vida en todo el roce social que tenemos
diariamente, que es en donde podremos observar si de verdad estamos siendo
fecundados por nuestro Kukulkan interior.
LENGUAJE
DE ZULÚA, EL
Este término se refiere a la importancia mágica
de la palabra que debía permanecer oculta para el pueblo el general.
El “Lenguaje de Zulúa” denominaba a un conjunto
de conocimientos esotéricos trasmitidos secretamente de padres a hijos en la
aristocracia maya. Entre los mayas del Yucatán existía una figura llamada
Alachuinic, Hombre Verdadero, encargado de someter cada 20 años a los hombres
de alcurnia al llamado “Interrogatorio de los Jefes”, para que los candidatos a
la dirección de una población demostraran sus conocimientos.
MITNAL El
MITNAL o MICTLAN
Era un término en lengua maya utilizado para designar
al Noveno Infierno. Para los mayas el Mundo Inferior estaba constituido por
nueve zonas, siendo la última la más aterradora de todas, el llamado Mitnal.
Algunos mitólogos asociaban el nombre de Mitnal
al Dios de la Muerte y Dueño de los Infiernos.
NACON
Uno de los dioses de la Guerra.
Uno de los dioses de la Guerra.
NIM-AC
Era el dios padre, consorte de Zaqui-Nimá-Tziís, que, según Patricia Henríquez fue Ixpiyacoc.
Era el dios padre, consorte de Zaqui-Nimá-Tziís, que, según Patricia Henríquez fue Ixpiyacoc.
NOHOK EK
Era un dios astral que se identificaba con el
planeta Venus.
Venus es una estrella
que tenía importancia fundamental en la astronomía y religión maya, conocida
con los nombres de:
NOH EK cuyo significado
literal es “Gran Estrella”, y
XUX-EK “La estrella
avispa”
Las imágenes que
representan a este planeta tienen los ojos cuadrados, la pupila a veces en
vírgula (raya muy delgada) y los incisivos limados en forma de T, la nariz es
normal.
Decían que propiciaba
el combate.
A la luz del
gnosticismo vemos que se asocia a QUETZALCOATL-KUKULKAN en donde en una
de sus representaciones, esta deidad aparece en medio de las nubes como el
lucero del amanecer.
OXLAHUNTIKÚ
Las trece divinidades del mundo superior, una por cada nivel del cielo maya.
PATÁN
Causaba la muerte repentina. Residía en el Xibalbá o inframundo.
Causaba la muerte repentina. Residía en el Xibalbá o inframundo.
PIZLIMTEC
Dios del canto.
Dios del canto.
POPOL-VUH
Literalmente, “El Libro de la Comunidad”, es el Libro Sagrado o Biblia de los mayas quichés. Era originalmente un antiguo códice maya y se dividía en tres partes fundamentales: la creación y el origen del hombre, las aventuras de los semidioses Hunaphú e Ixbalanqué y la historia antigua de las tribus indígenas de Guatemala. Este libro desapareció, y en el siglo XVIII, gracias al empeño del Padre Fray Francisco Ximénez, se consiguió que unos indios dieran a conocer un libro escrito en lengua quiché poco después de la conquista española (¿1544?), donde se recopilaban estas viejas tradiciones. En la actualidad se llama Popol Vuh a esta traducción (también conocida como Manuscrito de Chichicastenango).
Literalmente, “El Libro de la Comunidad”, es el Libro Sagrado o Biblia de los mayas quichés. Era originalmente un antiguo códice maya y se dividía en tres partes fundamentales: la creación y el origen del hombre, las aventuras de los semidioses Hunaphú e Ixbalanqué y la historia antigua de las tribus indígenas de Guatemala. Este libro desapareció, y en el siglo XVIII, gracias al empeño del Padre Fray Francisco Ximénez, se consiguió que unos indios dieran a conocer un libro escrito en lengua quiché poco después de la conquista española (¿1544?), donde se recopilaban estas viejas tradiciones. En la actualidad se llama Popol Vuh a esta traducción (también conocida como Manuscrito de Chichicastenango).
QAHOLOM
Era el dios padre que engendraba los hijos, de qahol, hijo del padre, qaholaj, engendrar.
Según Fray Francisco Ximénez, los indígenas lo llamaban Padre y Fray Bartolomé de las Casas refería que lo consideraban como el Gran Padre, que estaba en el cielo.
Era el dios padre que engendraba los hijos, de qahol, hijo del padre, qaholaj, engendrar.
Según Fray Francisco Ximénez, los indígenas lo llamaban Padre y Fray Bartolomé de las Casas refería que lo consideraban como el Gran Padre, que estaba en el cielo.
SATUNSAT
Es un curioso edificio hallado en las ruinas de Oxkintok, en el norte de la península del Yucatán. Está formado por un laberinto de piedra con tres pisos conectados entre sí por escaleras interiores y se supone que representa el camino de bajada al Inframundo. Se cree que la persona que se internaba en él, experimentaba una especie de “muerte ritual”, entrando en comunicación con sus antepasados y con los dioses, renaciendo finalmente con una nueva fuerza y con extraordinarios conocimientos adquiridos durante el fantástico viaje. Este rito iniciático de descenso a los infiernos suponía una catarsis para los gobernantes de la ciudad o los sacerdotes y, actualmente, para ciertos chamanes y curanderos que buscan en su interior revelaciones sobrenaturales.
Es un curioso edificio hallado en las ruinas de Oxkintok, en el norte de la península del Yucatán. Está formado por un laberinto de piedra con tres pisos conectados entre sí por escaleras interiores y se supone que representa el camino de bajada al Inframundo. Se cree que la persona que se internaba en él, experimentaba una especie de “muerte ritual”, entrando en comunicación con sus antepasados y con los dioses, renaciendo finalmente con una nueva fuerza y con extraordinarios conocimientos adquiridos durante el fantástico viaje. Este rito iniciático de descenso a los infiernos suponía una catarsis para los gobernantes de la ciudad o los sacerdotes y, actualmente, para ciertos chamanes y curanderos que buscan en su interior revelaciones sobrenaturales.
TEOTLACHCO
Era el Juego de Pelota de los mayas. El Juego de Pelota estuvo muy extendido en los pueblos de la América antigua. Consistía en una diversión, en ocasiones muy violenta, donde se apostaba habitualmente y era normal que terminara con la muerte de los perdedores, aunque existieron otras variantes que incluían el sacrificio de los vencedores. No era solamente un acto lúdico o una competición atlética, pues la cancha de juego era en realidad un diagrama cosmológico y la pelota simbolizaba al sol, lanzada constantemente por el firmamento y que sólo se detenía en los extremos correspondientes a los solsticios. Las zonas de juego estaban habitualmente cerca de los templos y consistían en recintos rectangulares con superficies escalonadas, en cuyos muros se fijaban dos discos de piedra agujereados, uno frente al otro, a través de los cuales cada bando debía introducir la pelota. Se conocen muy poco sus reglas, aunque la pelota que se utilizaba para el juego no podía tocarse con las manos o los pies, debiendo utilizar el pecho, el vientre o las caderas. Jugaban dos equipos opuestos que se protegían con un cinturón ancho y pesado de madera y cuero, protectores en muslos y rodillas, guantes y, en algunas zonas, también cascos.
Era el Juego de Pelota de los mayas. El Juego de Pelota estuvo muy extendido en los pueblos de la América antigua. Consistía en una diversión, en ocasiones muy violenta, donde se apostaba habitualmente y era normal que terminara con la muerte de los perdedores, aunque existieron otras variantes que incluían el sacrificio de los vencedores. No era solamente un acto lúdico o una competición atlética, pues la cancha de juego era en realidad un diagrama cosmológico y la pelota simbolizaba al sol, lanzada constantemente por el firmamento y que sólo se detenía en los extremos correspondientes a los solsticios. Las zonas de juego estaban habitualmente cerca de los templos y consistían en recintos rectangulares con superficies escalonadas, en cuyos muros se fijaban dos discos de piedra agujereados, uno frente al otro, a través de los cuales cada bando debía introducir la pelota. Se conocen muy poco sus reglas, aunque la pelota que se utilizaba para el juego no podía tocarse con las manos o los pies, debiendo utilizar el pecho, el vientre o las caderas. Jugaban dos equipos opuestos que se protegían con un cinturón ancho y pesado de madera y cuero, protectores en muslos y rodillas, guantes y, en algunas zonas, también cascos.
TEPEU
Fue un dios creador y también era conocido como “El Conquistador”, según la traducción de Fray Alonso de Molina en su “Vocabulario de la lengua mexicana”.
Fue un dios creador y también era conocido como “El Conquistador”, según la traducción de Fray Alonso de Molina en su “Vocabulario de la lengua mexicana”.
TUCUR
Eran también llamados Tecolotes o mensajeros de los Señores del Inframundo. Se trataba de cuatro búhos o lechuzas mágicas: Chavi-Tucur o “flecha de búho”, rápido como una flecha, Huracán-Tucur o “piedra de búho”, que no tenía más que una pierna, Caquix-Tucur o “guacamaya búho”, con alas color rojo de fuego y Holom-Tucur o “cabeza de búho”, que era sólo cabeza y alas, sin cuerpo ni piernas.
Eran también llamados Tecolotes o mensajeros de los Señores del Inframundo. Se trataba de cuatro búhos o lechuzas mágicas: Chavi-Tucur o “flecha de búho”, rápido como una flecha, Huracán-Tucur o “piedra de búho”, que no tenía más que una pierna, Caquix-Tucur o “guacamaya búho”, con alas color rojo de fuego y Holom-Tucur o “cabeza de búho”, que era sólo cabeza y alas, sin cuerpo ni piernas.
TZACOL
Según Adrián Recinos etimológicamente significa “El Creador”. Sin embargo en el texto del Popol Vuh el creador es Tepeu.
Según Adrián Recinos etimológicamente significa “El Creador”. Sin embargo en el texto del Popol Vuh el creador es Tepeu.
TZOMPANTLI
Consistía en una especie de pódium en forma de T cerca de los campos de juego de pelota, cuyo nombre significa “muro de cráneos”. En él se depositaban las cabezas de los perdedores en el Juego de Pelota.
Consistía en una especie de pódium en forma de T cerca de los campos de juego de pelota, cuyo nombre significa “muro de cráneos”. En él se depositaban las cabezas de los perdedores en el Juego de Pelota.
U QUX CAH
Se le consideraba como el corazón o espíritu
del cielo.
U QUX CHO
Se le consideraba como el corazón o el espíritu
de la laguna.
U QUX
PALÓ
Se le consideraba como el corazón o el espíritu
del mar.
VUCUB-CAMÉ
Traducido como “Siete Tomadores” era junto con Hun-Camé, el otro Gran Señor de Xibalbá, que eran servidos y asistidos por el resto de los Señores del Infierno.
Traducido como “Siete Tomadores” era junto con Hun-Camé, el otro Gran Señor de Xibalbá, que eran servidos y asistidos por el resto de los Señores del Infierno.
XAMAN EK
Fue el dios de la estrella Polar y “guía de los
mercaderes”. Era también conocido como Ah Chicum Ek. Estaba considerado como
una deidad benévola y se lo representaba con una nariz encorvada y pintas
negras en la cabeza.
Se le rendía culto como el dios de los comerciantes y mercaderes porque tomaban como referencia a la estrella polar para orientarse. Por esa razón le levantaban altares a lo largo de los caminos donde le hacían ofrendas para contar con su ayuda en el recorrido.
Se le rendía culto como el dios de los comerciantes y mercaderes porque tomaban como referencia a la estrella polar para orientarse. Por esa razón le levantaban altares a lo largo de los caminos donde le hacían ofrendas para contar con su ayuda en el recorrido.
XIBALBÁ
Para los mayas del Yucatán era el diablo, para los mayas-quichés era la región subterránea habitada por los enemigos del hombre, era el Mundo Inferior o Infierno, y su nombre puede ser traducido como “Lugar del Espanto”.
Para los mayas del Yucatán era el diablo, para los mayas-quichés era la región subterránea habitada por los enemigos del hombre, era el Mundo Inferior o Infierno, y su nombre puede ser traducido como “Lugar del Espanto”.
El territorio de Xibalbá estaba formado por
nueve niveles llenos de murciélagos mortíferos y una fauna asquerosa, como
perros demoníacos devoradores de almas. Cada nivel estaba regido por un Señor
de la Noche, siendo el más profundo y tenebroso de todos el llamado Mitnal.
En el descenso a Xibalbá se cruzaban varios
ríos, entre ellos uno de pus y otro de sangre, y luego se llegaba a una
encrucijada de cuatro caminos: uno negro, otro blanco, otro rojo y el último
verde. Siguiendo el camino negro se llegaba a las Casas del Sufrimiento o
Lugares de Tormento: la Casa de la Oscuridad, la Casa del Frío, la Casa del
Fuego, la Casa de las Navajas de Chay o Cuchillos de Pedernal, la Casa de los
Tigres, la Casa de los Murciélagos, etc.
Los mayas consideraban a ciertas cuevas como conductos o pasajes que enlazaban directamente con el Infierno, creencia que hoy en día forma parte de las leyendas de los descendientes de los mayas.
Los mayas consideraban a ciertas cuevas como conductos o pasajes que enlazaban directamente con el Infierno, creencia que hoy en día forma parte de las leyendas de los descendientes de los mayas.
XIC
Causaba la muerte repentina. Residía en el Xibalbá o inframundo.
Causaba la muerte repentina. Residía en el Xibalbá o inframundo.
XIQUIRIPAT
Causaba hemorragias de sangre. Residía en el Xibalbá o inframundo.
Causaba hemorragias de sangre. Residía en el Xibalbá o inframundo.
YAXCHÉ
Era un árbol inmenso (ceiba) que se encontraba cerca de cada uno de los Bacabs que enraizaban en el mundo subterráneo y sus ramas acogían a las buenas almas, especialmente las de los suicidas.
Era un árbol inmenso (ceiba) que se encontraba cerca de cada uno de los Bacabs que enraizaban en el mundo subterráneo y sus ramas acogían a las buenas almas, especialmente las de los suicidas.
YUM KAAX
Dios del Maíz, era una de las deidades más
importantes. Se le representaba como un dios joven, atacado constantemente por
el dios de la sequía y defendido por el dios de las lluvias.
ZAQUI-NIMÁ-TZIÍS
Era la diosa madre que se presentaba encanecida por la edad. Patricia Henríquez Fuentes, de la Universidad de Concepción, la identificó con Ixmucané.
Era la diosa madre que se presentaba encanecida por la edad. Patricia Henríquez Fuentes, de la Universidad de Concepción, la identificó con Ixmucané.
ZOTZILHA
CHIMALMAN
Era una figura siniestra antagónica a Kinich
Ahau, que habitaba en las cavernas y se representaba como un murciélago. Estaba
estrechamente relacionado con los señores de la muerte y del inframundo. En el
Popol Vuh aparecía a veces bajo la denominación de Camazotz.
Cosmogonía inca
Al igual que otras
muchas civilizaciones, los incas trataban de explicarse el mundo donde vivían y
justificada por esta pretensión surgió su mitología, que no resulta homogénea
debido a la diversidad de leyendas.
Los incas, como la
mayor parte de las civilizaciones primitivas, eran politeístas, pero sus dioses
no se encontraban todos al mismo nivel. En la cúspide podemos encontrar a
Viracocha, dios creador, y a Inti, dios del Sol. Tras ellos, aparecían
divinidades de menor categoría representativas de las fuerzas de la Naturaleza.
LA PRIMITIVA CREACIÓN
En una época muy
lejana, cuando aún no se había iniciado el cómputo del tiempo, sólo existía un
dios innominado y tres elementos primordiales: tierra, agua y fuego. El dios
sintió el impulso de crear el universo y lo formó con los tres materiales
primigenios diseñando tres planos que constituían las partes de un todo
indisoluble.
El plano superior,
llamado Janan Pacha, fue designado como morada de los dioses, quienes eran
brillantes y tomaron el aspecto del Sol, de la Luna, de las estrellas, de los
cometas y de todo cuanto luce en la bóveda celeste. En la parte inferior de
dicho plano moraban los dioses del rayo, del relámpago, del trueno, del arco
iris y de todas las cosas que únicamente los dioses pueden explicar.
El plano intermedio, conocido con el nombre de Cay Pacha, fue ocupado por los humanos, los animales, las plantas y, en general, por todos los seres vivos, incluidos los espíritus.
El plano intermedio, conocido con el nombre de Cay Pacha, fue ocupado por los humanos, los animales, las plantas y, en general, por todos los seres vivos, incluidos los espíritus.
El plano inferior, cuyo
nombre era Ucu Pacha, quedó reservado para los muertos.
Los tres planos estaban
intercomunicados por medio de unas vías especiales que permitían el acceso
entre ellos. Al mundo superior podía acceder el hijo del Sol, el Inca o
príncipe, el Intip churín. Desde el inferior se podía ascender al intermedio a
través de unas puertas especiales llamadas “pacarinas” que solían identificarse
con los conductos naturales por los que brotaban las aguas, con las cuevas,
grietas y volcanes. Uno de los mitos relataba cómo por una de estas vías
llegaron los humanos, los gérmenes que dieron origen a los animales y las
semillas que hicieron brotar las plantas.
LA CREACION DE VIRACOCHA
La leyenda de la
creación del Universo por Viracocha era posterior a la primitiva y la sustituyó
definitivamente. El nuevo mito otorgaba al dios todopoderoso la facultad de
crear todo lo visible e invisible. La creación de Viracocha comenzó en
Tiahuanaco, situada en las orillas del lago Titicaca, donde fue tallando en
piedra las figuras de los primeros seres humanos y colocándolas en las
correspondientes pacarinas para que, conforme les iba imponiendo un nombre,
fueran adquiriendo vida en la oscuridad reinante en el mundo primigenio, en el
que únicamente existía la luz procedente de Titi, un animal salvaje y brillante
que vivía en la cima del mundo. (Las representaciones de este ser mitológico
parecían una mezcla del jaguar con otros animales). El mundo estaba aún en
tinieblas porque Viracocha otorgó prioridad a la creación de los seres humanos
sobre la luz. Tras quedar satisfecho con la creación de los hombres, el dios
prosiguió su proyecto colocando en el firmamento el Sol, la Luna y las
estrellas hasta cubrir la bóveda celestial. Después, Viracocha abandonó
Tiahuanaco y se dirigió al norte, camino de Cacha, para, desde allí, llamar a
su lado a las criaturas creadas.
Al partir de Tiahuanaco, Viracocha había delegado las tareas secundarias de la creación en dos dioses menores, Tocapu Viracocha e Imaymana Viracocha, quienes emprendieron inmediatamente las rutas del Este y del Oeste de los Andes, para dar vida y nombre a los animales y plantas que iban haciendo aparecer sobre la faz de la tierra. La misión que les había encomendado el dios creador principal terminaría cuando llegaran a las aguas del mar donde debían internarse hasta desaparecer.
LA REBELION DE LOS HUMANOS
Los humanos, al igual
que en otros muchos mitos, no se mostraron agradecidos ante la bondad del dios
y desatendieron su llamada desde Cacha para que lo acompañaran. El dios,
entristecido ante la desobediencia, decidió castigarlos enviándoles una lluvia
de fuego para purificarlos y recordarles quién tenía el poder. La lluvia de
fuego que salió de las entrañas de la tierra a través de los volcanes de Cacha
llenó de pavor a los humanos, quienes pudieron contemplar como su torpe
conducta había ocasionado la destrucción del maravilloso entorno y puesto en
peligro su propia existencia. Ante ello, se arrepintieron de su pecado y
solicitaron la clemencia del dios. Éste, con gran satisfacción por el
arrepentimiento de sus criaturas, se dirigió, junto a ellos, a Cuzco donde
estableció su reino delegando el poder en Allca Huisa, que fue el primer Inca
designado por la voluntad divina y el fundador de la estirpe incaica.
LA CREACIÓN SEGÚN LA CULTURA DE TIAHUANACO
Pedro Cieza de León (s.
XVI d. C), en su obra “Crónica del Perú”, recogía las leyendas que le contaron
sus guías aymaras sobre Tiahuanaco. Según éstas, la ciudad fue construida antes
del diluvio en una sola noche por gigantes que vivieron en la ciudad en
palacios monumentales y que fueron exterminados por el dios del Sol por no
hacer caso a una profecía de los adoradores del dios.
Las leyendas contaban que:
“En un principio no
existía nada sobre la Tierra, pero un día llegó la vida desde el cielo a bordo
de grandes piedras humeantes que cayeron por toda la superficie terrestre. La
vida traía escrito en el lenguaje de los dioses los seres que había de crear y
esas criaturas ocuparon la tierra, el mar y el aire. También apareció el ser
humano con forma semejante al actual, pero con una inteligencia muy limitada porque
la vida había cometido un error de diseño al no interpretar correctamente las
instrucciones de los dioses. Los humanos carecían de habilidades y vivían en
cavernas vistiendo pieles de animales y hojas de árboles.
Todos los seres de
aquel tiempo tenían grandes dimensiones.
Las divinidades
contemplaron la creación y vieron que la obra, en general, estaba bien
concebida y realizada, pero no era perfecta debido a la escasa inteligencia de
los humanos y, entonces, decidieron enviar a Oryana para corregir los errores.
Oryana era una diosa que procedía de las profundidades del universo y se asemejaba a las mujeres que poblaban la Tierra excepto en que tenía unas orejas muy grandes y su cabeza era cónica. Para aumentar la inteligencia de los humanos, cuando llegó a la Tierra, mezcló su vida con la de algunos terrícolas y dio a luz a setenta criaturas, todas ellas con un cerebro idéntico al suyo, capaz de aprender todo cuanto le enseñaran. Oryana enseñó a sus hijos a hablar dándoles su lenguaje sagrado y comunicándoles que habían sido creados a semejanza de los dioses y que debían conservar aquella lengua, el Jaqui Aru, sin alterarla porque era común a todos y debía servir para utilizar la inteligencia de la que ahora disponían.
Oryana era una diosa que procedía de las profundidades del universo y se asemejaba a las mujeres que poblaban la Tierra excepto en que tenía unas orejas muy grandes y su cabeza era cónica. Para aumentar la inteligencia de los humanos, cuando llegó a la Tierra, mezcló su vida con la de algunos terrícolas y dio a luz a setenta criaturas, todas ellas con un cerebro idéntico al suyo, capaz de aprender todo cuanto le enseñaran. Oryana enseñó a sus hijos a hablar dándoles su lenguaje sagrado y comunicándoles que habían sido creados a semejanza de los dioses y que debían conservar aquella lengua, el Jaqui Aru, sin alterarla porque era común a todos y debía servir para utilizar la inteligencia de la que ahora disponían.
Mientras enseñaba
muchas cosas a sus hijos, ellos construyeron una ciudad a la que llamaron
Taipikala, imitando el modelo de la ciudad de donde procedía su madre.
Aprendieron a fabricar las bebidas procedentes de la fermentación de las nuevas
plantas que, como el maíz, les había proporcionad Oryana y a obtener la miel
producida por la abeja, un insecto que también vino con ella. Del mismo modo
les enseñó a trabajar los metales, a hilar, a tejer, a estudiar el cielo, a
calcular, a escribir, etc. y cuando todo estuvo bien encauzado, la diosa se
marchó.
Transcurrieron los
milenios y los descendientes de Oryana, u Orejona, como se la llamaba a causa
sus grandes orejas, poblaron el mundo construyendo ciudades y estableciendo
culturas por todo el planeta. Pasaron muchas eras, pero el Jaqui Aru se conservó
sin modificación alguna y todas las civilizaciones sabían utilizar el poder que
contenía. Sin embargo, con el tiempo y a pesar del mandato de Oryana, fueron
apareciendo variaciones en lugares distintos que provocaron la incomprensión
entre los pueblos y la pérdida de los antiguos conocimientos. La humanidad, en
general, dejó de utilizar los poderes de su cerebro perfecto, aunque, en
realidad, nunca habían llegado a conocerlos en su totalidad. Pero en Taipikala
se mantuvo la lengua de Oryana y, por respeto, siguieron insertándose orejeras
de oro en los lóbulos y deformándose los cráneos hasta dejarlos en forma
cónica, como el de ella. Por ello la ciudad se convirtió en un centro muy
importante y los yatiris fueron los guardianes de la vieja sabiduría.
En aquel mundo no había
ni hielo ni desiertos, ni frío ni calor, no había estaciones y el clima era
siempre templado. Una cubierta de vapor de agua envolvía a la Tierra y la luz
llegaba de forma amortiguada. El aire era más rico y las plantas crecían durante
todo el año no siendo necesario sembrar ni cosechar porque siempre había
abundancia de todo. Y existían todos los animales mucho más grandes que los
actuales, al igual que las plantas.
Pero un día, siete
enormes rocas se precipitaron desde el cielo golpeando la Tierra con tanta
fuerza que se alteró el eje del planeta y las estrellas cambiaron de lugar en
el firmamento. Los impactos de las rocas produjeron enormes nubes de polvo que
oscurecieron el Sol, la Luna y las estrellas quedando el mundo envuelto en una
densa oscuridad. Los volcanes entraron en actividad expulsando grandes
cantidades de humo, cenizas y lava, al tiempo que violentos terremotos
destruían las construcciones dejando todo asolado. La lava volcánica teñía todo
de rojo fuego provocando heridas que no cicatrizaban y envenenando las aguas al
contacto con los vapores tóxicos. El fuego abrasaba los árboles y las hierbas y
las aguas de muchos ríos se evaporaron dejando secos sus cauces. Se desataron
huracanes ardientes que devastaban todo cuanto encontraban a su paso. Los
humanos y animales buscaban refugio en las cuevas y en los abismos, huyendo de
la muerte, pero muy pocos lo consiguieron.
Unos días más tarde,
sobrevino un frío intenso seguido por abundantes lluvias que causaron
inundaciones que apagaron los incendios. Y apareció la nieve. Y todo ocurrió
tan rápido que muchos animales quedaron enterrados en el hielo. Precedidas por
un tremendo fragor, las gigantescas olas marinas cubrieron la tierra
arrastrando hasta las cumbres de las montañas los restos de los animales
muertos. Había comenzado lo que los pueblos del mundo llamaron el diluvio.
Llovió durante casi un
año sin descanso. A veces, cuando el frío era muy intenso, la lluvia se
convertía en nieve y, luego, volvía a llover y el agua seguía inundándolo todo.
Desde el día que había comenzado el desastre no había vuelto a verse el sol. Se
perdió el contacto entre pueblos y ciudades y no volvió a saberse nunca más de
ellos, como tampoco a verse a muchos animales y plantas que antes eran abundantes
y que se extinguieron en aquel período. Sólo quedó su recuerdo en algunos
relieves de Taipikala y los escasos supervivientes de la gran tragedia lo se
encontraban débiles, enfermos y aterrorizados. La Tierra había sido destruida y
se hacía necesario reconstruirla.
Pasado mucho tiempo, la
nube oscura que cubría el mundo se retiró y la cubierta de vapor de agua que
cubría la Tierra desapareció. Dejó de llover y los rayos del Sol llegaron
entonces a la superficie con toda su potencia, produciendo grandes quemaduras y
desecando el suelo hasta dejarlo yermo. Lentamente, los seres vivos se fueron
adaptando a aquella nueva situación y la vida volvió a escribir sobre lo que
había quedado según sus eternas instrucciones. Sin embargo el cambio en la
inclinación del eje de la Tierra había hecho que los años fueran cinco días más
largos y que aparecieran las estaciones obligando a sembrar y recolectar en
épocas concretas del año, lo que, a su vez, significó la alteración de la forma
de vida y del calendario. También se reconstruyeron las ciudades, Taipika entre
ellas, pero los seres humanos estaban muy débiles y el trabajo resultaba
agotador. Los niños nacían enfermos y con deformaciones, muriendo la mayoría en
los primeros años de vida. La Tierra se rehizo con relativa facilidad y la
naturaleza tardó poco en reconstruirse a partir de sus propios restos, pero los
seres humanos y algunos animales necesitaron siglos para recobrar la
normalidad, comprobando que, con el paso del tiempo, sus vidas se iban
acortando y que sus hijos y nietos no llegaban a desarrollarse con normalidad.
Los yatiris tuvieron
que asumir la responsabilidad, al menos en su territorio, de recuperar la
autoridad para acabar con el caos y la barbarie en la que había caído la
humanidad. Inventaron ritos y nuevos conceptos, explicaciones sencillas para
calmar al pueblo ya que sólo ellos conservaban el recuerdo de lo que había
existido antes y de lo sucedido.
El mundo volvió a
poblarse, aparecieron nuevas culturas y nuevos pueblos que tenían que volver a
empezar sin nada y luchar duramente para sobrevivir. Los yatiris, y su pueblo,
pasaron a llamarse los aymara, el pueblo de los tiempos remotos, porque sabían
cosas que los demás no comprendían y porque conservaban su lenguaje sagrado y
su poder. Hasta los Incap rúman, cuando llegaron a Taipikala para unirla a
Tiwantisuyu conservaban en parte el recuerdo de quienes eran los yatiris y los
respetaron.
Dioses
INCAS
APU
KATIKIL y PIKIRU,
Eran los dioses tutelares de los gemelos.
AUQUIS (Los)
Su misión era la vigilancia de las poblaciones.
CHASCA
Era la representación de la estrella de oro o de la tarde, Venus, que hacía guardia junto a la Luna.
Era la representación de la estrella de oro o de la tarde, Venus, que hacía guardia junto a la Luna.
CHINCHAY
Representaba la constelación del jaguar y se ocupaba de la protección frente a los felinos.
Representaba la constelación del jaguar y se ocupaba de la protección frente a los felinos.
CHUYCHÚ
Representaba el arco iris y, al principio, era un dios menor, aunque más tarde fue elevado de categoría y pasó a ser dios de los nobles a causa de su belleza.
Representaba el arco iris y, al principio, era un dios menor, aunque más tarde fue elevado de categoría y pasó a ser dios de los nobles a causa de su belleza.
HURKAWAY
Tenía forma de serpiente y era la divinidad de todo lo subterráneo.
Tenía forma de serpiente y era la divinidad de todo lo subterráneo.
ILLAPA
Era el dios del trueno y de las batallas.
Era el dios del trueno y de las batallas.
INTI
Los habitantes del imperio inca, al igual que otros pueblos de la América precolombina, adoraban al Sol como primer dios de su panteón y lo denominaban con el sagrado nombre de Inti. Era el dios Sol y la divinidad protectora de la casa real. Lo denominaban “siervo de Viracocha” y su calor beneficiaba a la tierra haciendo madurar las plantas. Era la deidad popular más importante del imperio incaico y se representaba con un rostro humano sobre un disco radiante. Cada soberano inca lo veía como su divino antepasado. Lo consideraban el padre de Manco Cápac y Mama Ocllo, fundadores del pueblo inca, y escondían su culto a Viracocha porque no querían presentarlo como deidad suprema. En las ceremonias en su honor se le ofrecían artículos valiosos, como hojas de coca y ropajes finos que eran quemados e, incluso, se le sacrificaban llamas. Si la petición era muy importante, se llegaban a realizar sacrificar humanos, generalmente reos de muerte. A su servicio estaban las llamadas Vírgenes del Sol.
Los habitantes del imperio inca, al igual que otros pueblos de la América precolombina, adoraban al Sol como primer dios de su panteón y lo denominaban con el sagrado nombre de Inti. Era el dios Sol y la divinidad protectora de la casa real. Lo denominaban “siervo de Viracocha” y su calor beneficiaba a la tierra haciendo madurar las plantas. Era la deidad popular más importante del imperio incaico y se representaba con un rostro humano sobre un disco radiante. Cada soberano inca lo veía como su divino antepasado. Lo consideraban el padre de Manco Cápac y Mama Ocllo, fundadores del pueblo inca, y escondían su culto a Viracocha porque no querían presentarlo como deidad suprema. En las ceremonias en su honor se le ofrecían artículos valiosos, como hojas de coca y ropajes finos que eran quemados e, incluso, se le sacrificaban llamas. Si la petición era muy importante, se llegaban a realizar sacrificar humanos, generalmente reos de muerte. A su servicio estaban las llamadas Vírgenes del Sol.
La Gran Fiesta del Sol, el Inti Raymi, se celebraba en el solsticio de invierno. Para darle la bienvenida, se encendía una hoguera en la que quemaban la víctima del sacrificio, coca y maíz. Culminada la celebración, pedían al dios que los pueblos vivieran en paz y que se multiplicaran.
La personalidad del dios fue evolucionando
hasta transformarse en un ser mucho más complejo y universal en el que se unían
las características y poderes del dios solar con las de la divinidad creadora
sin nombre. Ésta comunión dio paso a Viracocha, expresión que era una
abreviatura del nombre completo del dios Apu-Kon-Tiki-Uira-Cocha, que definía
su poder omnímodo al enumerar el dominio que ejercía sobre los tres elementos
primordiales que utilizó para la creación del Universo. Su nombre completo
significaba “supremo ser del agua, la tierra y el fuego”.
El nuevo, y mucho más poderoso, dios del Sol no
estaba solo en su reino sino que le acompañaba su esposa y hermana, la Luna,
que ocupaba el segundo rango en la corte celestial, bajo el nombre de Quilla.
Al Sol se le representaba con la forma de una especie de elipse de oro en la
que también podían aparecer los rayos como otro de sus atributos de poder. La
Luna, en cambio, tenía la forma de un disco de plata. El Sol, como creador, era
adorado y reverenciado, pero también se acudía a él en busca de ayuda para
resolver problemas y aliviar necesidades, pues sólo él tenía poder para que las
cosechas nacieran y crecieran, curar enfermedades y proteger a los humanos. La
diosa Quilla disfrutaba especialmente del fervor religioso femenino pues nadie
mejor que ella podía comprender sus deseos y temores, y darles el amparo
buscado.
KUKAA
MANKA
Representaba la constelación de la copa de coca
y su misión era cuidar las hierbas mágicas.
MAMA
COCHA
Madre del Mar, a quien se le rendía culto para
calmar las aguas bravas y para la buena pesca. Era la madre que representaba
todos los aspectos femeninos.
MAMA
QUILLA
Era hermana, madre y esposa de Inti. Se le
adoraba como diosa de la Luna y tenía una estatua en el templo del Sol, donde
una orden de sacerdotisas le rendía culto. Se encargaba de regular los ciclos
menstruales de la mujer.
MAMA SARA
Era la Madre Maíz o del alimento, la más
importante Conopa (representación religiosa) de los alimentos junto con la coca
y la papa (patata). Cuidaba de los alimentos vegetales.
PACHACAMAC
Se le consideraba como una advocación de Viracocha y era venerado en algunas zonas del imperio incaico. Era conocido como el dios de los terremotos.
Se le consideraba como una advocación de Viracocha y era venerado en algunas zonas del imperio incaico. Era conocido como el dios de los terremotos.
PACHA
MAMA
Era llamada también Madre Tierra ya que se
ocupaba de favorecer la fertilidad de los campos. Recibía ofrendas junto a las
peticiones del pueblo para que bendijera las cosechas.
QHAXRA-KAMAYUQ
Trataba d evitar los robos en las viviendas.
SUPAY
Reinaba en el mundo de los muertos y no cesaba de reclamar víctimas para su causa, lo que hizo que los españoles le dieran el nombre de diablo, aunque tenía cualidades benignas y malignas.
Reinaba en el mundo de los muertos y no cesaba de reclamar víctimas para su causa, lo que hizo que los españoles le dieran el nombre de diablo, aunque tenía cualidades benignas y malignas.
TEMENDUARE
Y ARIKUTÉ
Eran hermanos de Pachacamac y dieron origen al
diluvio al conjurar, en sus querellas, a un temible monstruo de cientos de
patas de agua.
VIRACOCHA
Era el dios creador y se le conocía como el “Anciano hombre de los cielos o señor maestro del Universo”. Muchas versiones lo consideraban como la primera divinidad de los antiguos peruanos, especialmente los Tiahuanacos, que provenían del lago Titicaca. Surgió de las aguas, creó el cielo y la tierra así como a los seres humanos, cuya primera generación fue destruida, pero la segunda, creada de piedra, sobrevivió. Después los dispersó hacia los cuatro puntos cardinales.
Su nombre verdadero era Hatún Túpac y enseñó a los humanos diversas técnicas y habilidades. Emprendió varios viajes, llegando en uno de ellos hasta Manta (Ecuador). Surcó el Océano Pacífico caminando sobre el agua según los incas o extendiendo su capa como un barco según otros.
Era el dios creador y se le conocía como el “Anciano hombre de los cielos o señor maestro del Universo”. Muchas versiones lo consideraban como la primera divinidad de los antiguos peruanos, especialmente los Tiahuanacos, que provenían del lago Titicaca. Surgió de las aguas, creó el cielo y la tierra así como a los seres humanos, cuya primera generación fue destruida, pero la segunda, creada de piedra, sobrevivió. Después los dispersó hacia los cuatro puntos cardinales.
Su nombre verdadero era Hatún Túpac y enseñó a los humanos diversas técnicas y habilidades. Emprendió varios viajes, llegando en uno de ellos hasta Manta (Ecuador). Surcó el Océano Pacífico caminando sobre el agua según los incas o extendiendo su capa como un barco según otros.
Viracocha se contemplaba como el resplandor originario de la vida y su culto, practicado sólo por la nobleza, significó la introducción de un concepto abstracto e intelectual. Viracocha, al igual que otros dioses, fue un dios nómada y tenía un compañero alado, el Pájaro Inti, una especie de ave mágica, que conocía la actualidad y el futuro. Este pájaro era el mensajero de los dioses y sus plumas servían para confeccionar la corona del emperador inca.
WAKON O
KON
Era hermano de Pachacamac y cuando fue
expulsado por éste se vengó llevándose consigo la lluvia y dejó desértica para
siempre la costa de Perú. Se trataba de un dios maligno, de risa cruel, que
devoraba a los niños y poseía gran habilidad para rodar por las montañas.
WASIKAMAYUQ
Era el dios que protegía los hogares.
Era el dios que protegía los hogares.
Cosmogonía azteca
LOS MITOS COSMOGÓNICOS AZTECAS
Los Cinco Soles
Los distintos mitos
aztecas carecen de unanimidad sobre quien fue el creador supremo. Según alguna
versión, sólo existía una divinidad principal, el dios del fuego, llamada
Ometeotl. Era una figura andrógina que se mostraba como una dualidad masculina
y femenina llamadas respectivamente Ometecuhtli y Omecihuatl. De este dios
hermafrodita, o pareja cósmica, descendían los dioses creadores de los cuatro
primeros soles y el resto de las divinidades.
Otra versión prescindía
de Ometeotl y otorgaba la categoría de supremo creador a Ometecuhlti quien,
junto a su esposa Omecihuatl, infundió la vida sobre la tierra.
La leyenda mexica señalaba que vivían en el quinto Sol, o quinta era, tras la destrucción de los cuatro anteriores. Según este mito, los dioses creadores pretendían alcanzar la supremacía en el mundo utilizando cada uno su fuerza cósmica: tierra, fuego, viento y agua. Mientras esas fuerzas se mantuvieran en equilibrio, el mundo estaría en orden y podía existir la era de un sol. Sin embargo, si se producía un desequilibrio, ese sol, junto con la Tierra y los seres humanos, perecerían.
El primero de los soles fue el creado por Tezcatlipoca, dios de la tierra. No obstante, su creación no fue perfecta ya que los seres humanos eran gigantes y además sólo creó medio sol. Los humanos únicamente podían alimentarse de bellotas y piñones por lo que se encontraban débiles y fueron presa fácil de los jaguares que, en un momento determinado, tras devorar el medio sol existente, los exterminaron aprovechando la oscuridad. El primer Sol se llamaba Nahui-Ocelotl (Cuatro-Ocelote o Jaguar), porque había sido destruido, después de tres veces cincuenta y dos años, por los jaguares a quienes los aztecas consideraban como una representación zoomorfa del dios Tezcatlipoca.
La leyenda mexica señalaba que vivían en el quinto Sol, o quinta era, tras la destrucción de los cuatro anteriores. Según este mito, los dioses creadores pretendían alcanzar la supremacía en el mundo utilizando cada uno su fuerza cósmica: tierra, fuego, viento y agua. Mientras esas fuerzas se mantuvieran en equilibrio, el mundo estaría en orden y podía existir la era de un sol. Sin embargo, si se producía un desequilibrio, ese sol, junto con la Tierra y los seres humanos, perecerían.
El primero de los soles fue el creado por Tezcatlipoca, dios de la tierra. No obstante, su creación no fue perfecta ya que los seres humanos eran gigantes y además sólo creó medio sol. Los humanos únicamente podían alimentarse de bellotas y piñones por lo que se encontraban débiles y fueron presa fácil de los jaguares que, en un momento determinado, tras devorar el medio sol existente, los exterminaron aprovechando la oscuridad. El primer Sol se llamaba Nahui-Ocelotl (Cuatro-Ocelote o Jaguar), porque había sido destruido, después de tres veces cincuenta y dos años, por los jaguares a quienes los aztecas consideraban como una representación zoomorfa del dios Tezcatlipoca.
El segundo sol fue
creado por Quetzalcoatl, dios del viento. En este período soplaban fuertes
vientos y los humanos, deficientemente alimentados con semillas de árboles, no
pudieron sobrevivir a los huracanes, excepto aquellos que consiguieron
transformarse en monos. El segundo Sol se llamaba Nahui-Ehécatl (Cuatro-Viento)
y desapareció después de siete veces cincuenta y dos años al desatarse un gran
huracán, manifestación de Quetzalcóatl, que transformó a los supervivientes en
monos.
Tlaloc, dios de la
lluvia y señor del rayo, creó el tercer sol llamado Nahui-Quiahuitl (Cuatro-Lluvia
de fuego), que desapareció al cabo de seis períodos de cincuenta y dos años,
bajo una lluvia de fuego enviada por Tláloc Los habitantes de la tierra, que
sobrevivían exclusivamente de cereales, fueron pereciendo a causa del fuego y
de las cenizas procedentes de las erupciones volcánicas.
Únicamente escaparon de
la destrucción aquellos que lograron convertirse en pájaros.
La encargada de la
creación del cuarto sol fue la diosa del agua, Chalchiuhtlique. Este sol,
conocido como Nahui-Atl (Cuatro-Agua), acabó con un terrible diluvio una vez
transcurridos tres ciclos de cincuenta y dos años, El agua emergió del centro
de la Tierra causando una catástrofe de la que sólo algunos humanos
sobrevivieron tras adquirir la forma de peces.
Cada uno de estos soles
corresponde a un punto cardinal: Norte, Oeste, Sur y Este, respectivamente.
Las cuatro creaciones
anteriores habían sido destruidas por catástrofes habiendo desaparecido todo lo
existente en cada una de las eras.
Fray Bernardino de
Sahagún, en su obra “La Historia General de las cosas de la Nueva España”,
también conocida como: “Código Florentino”, recoge la leyenda, transmitida por
los aztecas, que habla sobre la creación del quinto Sol y de la Luna.
La leyenda decía así:
“Antes de que hubiese día,
se reunieron los dioses en Teotihuacan y dijeron, “¿Quién alumbrará el mundo?”
Un dios rico, Tecuzitecatl, dijo “yo tomo el cargo de alumbrar el mundo”.
“¿Quién será el otro?”, y como nadie respondiera, se lo ordenaron a otro dios
que era pobre y buboso, Nanahuatzin. Después del nombramiento, los dos
comenzaron a hacer penitencia y a elevar oraciones. El dios rico ofreció plumas
valiosas de un ave que llamaban quetzal, pepitas de oro, piedras preciosas,
coral e incienso de copal. El buboso ofrecía cañas verdes, bolas de heno,
espinas de maguey cubiertas con su sangre, y, en lugar de copal, ofrecía las
postillas de sus bubas. A media noche se terminó la penitencia y comenzaron los
oficios. Los dioses regalaron al dios rico un hermoso plumaje y una chaqueta de
lienzo y al dios pobre, una estola de papel. Después encendieron fuego y
ordenaron al dios rico que se introdujera en él. Pero tuvo miedo y se echó para
atrás. Lo intentó de nuevo y volvió a retirarse, así hasta cuatro veces.
Entonces le tocó el turno a Nanahuatzin que cerró los ojos y se metió en el
fuego y ardió. Cuando el rico lo vio, lo imitó. A continuación entró un águila,
que también se quemó y por eso el águila tiene las plumas de color muy oscuro.
Después entró un tigre que se chamuscó y quedó manchado de blanco y negro. Los
dioses se sentaron entonces a esperar por dónde saldría Nanauatzin. Miraron
hacia Oriente y vieron salir el Sol muy colorado, tan brillante que no podían
mirarlo y lanzando rayos en todas direcciones. Volvieron a mirar hacia Oriente
y vieron salir la Luna. Al principio los dos dioses resplandecían por igual,
pero uno de los presentes arrojó un conejo a la cara del dios rico y de esa
manera disminuyó su resplandor. Todos se quedaron quietos sobre la tierra.
Después decidieron morir para dar de esa manera la vida al Sol y la Luna. Fue
el Aire quien se encargó de matarlos y a continuación el Viento empezó a soplar
y a mover, primero al Sol y más tarde a la Luna. Por eso sale el Sol durante el
día y la Luna más tarde, por la noche.”
Para conmemorar el
nacimiento de los astros, se construyeron en Teotihuacán dos pirámides en los
sitios donde habían orado ambos dioses antes del sacrificio. La pirámide mayor
se llamó Tonatiuh Itzacualli, Casa del Sol, y la menor Meztli Itzacualli, Casa
de la Luna.
El quinto Sol se
llamaba Nahui-Ollin (Cuatro-Movimiento), porque está destinado a desaparecer
por un terremoto que sacudirá la Tierra y los monstruos del Oeste, tzitzimime,
con apariencia de esqueletos, matarán a todos los seres humanos.
LA ESTRUCTURA DEL UNIVERSO Y LA TIERRA
Para los aztecas, el
Universo, pese a las varias creaciones y destrucciones, se mantenía intacto. El
Universo mexica se encontraba dividido en tres partes: el cielo, la tierra y el
inframundo. Los seres humanos habitaban en un disco central llamado Tierra que
se hallaba rodeado por un anillo de agua que llegaba a tener contacto con el
Cielo. Éste tenía una estructura piramidal de trece niveles donde habitaban los
dioses. Los cuatro primeros constituían el llamado Teteocán, donde se ubicaban
las tormentas, el Sol, el firmamento, las estrellas, la Luna, etc. Los
siguientes niveles se conocían con el nombre de Ilhuicatl y eran la residencia
de los dioses del fuego, del de la estrella de la tarde y del Sol. El nivel más
elevado lo ocupaba el dios Ometecuhlti, el supremo creador.
Bajo la Tierra se
hallaban los nueve niveles que constituían el inframundo, conocido con el
nombre de Mictlán, el lugar de los muertos. En el nivel inferior vivía
Mictlanteutli, el dios de la muerte. La travesía de estos Inframundos era muy
dolorosa hasta llegar al noveno nivel, donde los difuntos encontraban el
descanso eterno junto a Mictlanteutli. Sin embargo, también existía para los
aztecas la posibilidad de ir al cielo para las madres que fallecían en el parto
o para los guerreros que perdían la vida en la batalla. En ambos casos se podía
acceder a Tlalocán, el primer Cielo.
OTRO MITO DE LA CREACIÓN
Los aztecas tenían
varios mitos sobre la creación como resultado de la integración de distintas culturas.
En uno de ellos, Tezcatlipoca y Quetzalcóatl sintieron necesidad de una
compañía distinta a la de otros dioses y pensaron en crear la Tierra y poblarla
de seres. Para ello se inspiraron en un primitivo monstruo marino llamado
Cipactli cuyo cuerpo era una mezcla de cocodrilo y pez. Tezcatlipoca ofreció su
pie como cebo para atraer al monstruo y éste se lo devoró. Antes de que
volviera a sumergirse, los dioses lo atraparon y con su cuerpo crearon la
Tierra convirtiendo los ojos en lagunas, las lágrimas en ríos y los orificios
en cuevas. Tras ello, y para mitigar su dolor, hicieron crecer la vegetación.
Así, la Tierra se concebía como un fantástico monstruo flotando sobre el mar
original. Los extremos de este mitológico animal sostenían el cielo.
La creación de los seres humanos de la quinta era se atribuye al dios Quetzalcoatl, quien, según cuenta la leyenda, descendió al inframundo para recoger los huesos de los seres humanos de los períodos precedentes y sobre ellos esparció su propia sangre para transformarlos en seres vivientes.
La creación de los seres humanos de la quinta era se atribuye al dios Quetzalcoatl, quien, según cuenta la leyenda, descendió al inframundo para recoger los huesos de los seres humanos de los períodos precedentes y sobre ellos esparció su propia sangre para transformarlos en seres vivientes.
Dioses Aztecas
La adopción por parte
de los aztecas de divinidades existentes en los territorios que iban ocupando y
su afán por colocarlos al mismo nivel de los antiguos dioses de su propio
pueblo, hizo que proliferaran de tal forma las deidades que los sacerdotes
tuvieron que organizar el amplísimo panteón para simplificar el culto.
Los dioses más
conocidos eran:
ACALOMETOCHTLI
Era el dios protector de los navegantes.
Era el dios protector de los navegantes.
AHUÍZOTL
Era una criatura con forma de perro, manos de mono y con una larga cola que terminaba en una mano con la que ahogaba a los incautos. Estaba al servicio de los dioses del agua, por lo que la víctima sólo podía ser tocada por los sacerdotes tras ser extraída del agua. Era símbolo de mala suerte y desgracia. En ocasiones el Ahuizotl lloraba como un niño atrayendo a quien se atreviese a investigar de dónde procedía el llanto.
Era una criatura con forma de perro, manos de mono y con una larga cola que terminaba en una mano con la que ahogaba a los incautos. Estaba al servicio de los dioses del agua, por lo que la víctima sólo podía ser tocada por los sacerdotes tras ser extraída del agua. Era símbolo de mala suerte y desgracia. En ocasiones el Ahuizotl lloraba como un niño atrayendo a quien se atreviese a investigar de dónde procedía el llanto.
AMIMITL
Era la divinidad que calmaba las tempestades y protegía a los pescadores.
Era la divinidad que calmaba las tempestades y protegía a los pescadores.
ATLACAMANI
Era la diosa de las tormentas marinas.
Era la diosa de las tormentas marinas.
ATLACOYA
Era la diosa de las sequías.
Era la diosa de las sequías.
ATLATONIN
Era la diosa de las costas.
Era la diosa de las costas.
AYAUHTÉOTL
Era la diosa de la bruma y aparecía por las mañanas o en las noches. Se la asociaba con la vanidad y la fama.
Era la diosa de la bruma y aparecía por las mañanas o en las noches. Se la asociaba con la vanidad y la fama.
CENTÉOTL
En la mitología mexica es el dios del maíz, en
ocasiones es considerado como un ser dual, hombre y mujer, o bien solo del sexo
masculino mientras en sexo femenino pasó a ser Chicomecóatl, que según la
Cosmogonía mexica nació de la unión de Piltzintecuhtli, dios de los temporales,
y Xochiquétzal, diosa de la belleza, de las flores, de la juventud y de la
fertilidad, patrona de las jóvenes, del embarazo, de los partos y de los
oficios de las mujeres, que tras su nacimiento se refugió bajo la tierra convirtiéndose
en distintos sustentos, de entre ellos, el maíz divinizado.
Entre sus diversos cultos se le celebraba junto
a Chicomecóatl, la diosa de la agricultura, de las cosechas y de la fecundidad,
en los meses de “Huey tozoztli” y “Huey tecuilhuitl” sacrificando a una
cautiva.
CHALCHIUTLICUE
Era de origen teotihuacano y se le consideraba como la pareja femenina de Tláloc, dios de la lluvia. Era venerada como diosa de los ríos, mares y lagos. También se la invocaba como el principio femenino y protectora de los matrimonios y de los recién nacidos. En su mano derecha llevaba un báculo que simbolizaba el rayo y en la mano izquierda una bolsa de “copal” que simbolizaba el lugar donde nacían las nubes.
CHANTICO
Chantico, también llamada Cuauhxólotl es la
consorte de Xiuhtecutli, dios del fuego. Era la diosa de los fuegos del
corazón, los fuegos del hogar, los volcanes y los fuegos de la estufa, y la
responsable de la maduración de las niñas enanas. Es representada con el rostro
en negro y rojo y sus símbolos eran una serpiente roja y púas del cactus.
Al igual que Cihuacóatl-Tonan, era asociada al
calor y a la luz brillante. En las representaciones, figuraba con un manojo de
rayos en su espalda. Era adorada en la cumbre del Tepeyac, durante el primer
día de la cuarta trecena (1 flor), exactamente el 23 de marzo.
CHICOMECÓATL
Era la diosa mexica de la subsistencia, en
especial del maíz, principal patrona de la vegetación y, por extensión, diosa
también de la fertilidad. Chicomecóatl era la parte femenina de Centéotl. Se la
podía llamar también Xilonen (‘la peluda’), refiriéndose a las barbas
del maíz en vaina, se la consideraba «joven madre del jilote [maíz tierno]»,
así era protectora de una de las fases del ciclo del maíz. Xilonen también
podía ser llamada Centeocíhatl y se encontraba casada con Tezcatlipoca. Otra
forma asociada a Chicomecoatl es Ilamatecuhtli (‘anciana dignataria’,
‘ama anciana’) la mazorca madura, cubierta por hojas arrugadas y amarillentas.
El culto a Chicomecóatl, sobre todo durante el
periodo cultural medio, su culto se centraba en el mes huei tozoztli (‘del
ayuno prolongado’) que se sitúa en septiembre. Entonces los altares de las
casas eran adornados con plantas de maíz y en los templos se bendecían sus
semillas, mientras le era ofrecida en sacrificio una muchacha decapitada que
representaba a la diosa, cuya sangre se vertía sobre una estatua de
Chicomecóatl mientras que con su piel, una vez desollada, se vestía un
sacerdote. Por otra parte Xilonen también recibía sacrificios humanos el 24 de
junio para conseguir una cosecha abundante.
Entre sus representaciones se encuentran;
En los códices mexicas tenía pintados de rojo
cuerpo y rostro y con los atributos de Chalchiuhtlicue, como su tocado (una
especie de mitra de papel) y pequeñas líneas sobre sus mejillas.
·
En
las esculturas lleva en cada mano una doble mazorca de maíz.
·
Una
muchacha llevando flores acuáticas.
·
Una
mujer cuyo abrazo supone una muerte segura.
·
Una
madre que lleva a cuestas el Sol como protección.
CHICOMEXOCHTLI
Era el patrono de los artistas.
Era el patrono de los artistas.
CHICONAHUI
Era la diosa doméstica de la fertilidad.
Era la diosa doméstica de la fertilidad.
CIHUATETEO
Era la diosa protectora de las mujeres muertas en el parto.
Era la diosa protectora de las mujeres muertas en el parto.
CIPACTLI
Era el monstruo con cuerpo de sapo y lagarto que formaba los cimientos de la Tierra y se tragaba todos los días al Sol al ponerse por occidente.
Era el monstruo con cuerpo de sapo y lagarto que formaba los cimientos de la Tierra y se tragaba todos los días al Sol al ponerse por occidente.
CITLALICUE
Era un dios creador de las estrellas.
Era un dios creador de las estrellas.
COCHÍMETL
Era el dios del comercio, el regateo, el trueque y los comerciantes.
Era el dios del comercio, el regateo, el trueque y los comerciantes.
COYOLXAUHQUI
Coyolxauhqui es una diosa mexica
lunar. En la mitología nahua, Coyolxauhqui era hija de la diosa madre Coatlicue
y regente de los Centzon Huitznáhuac, sus hermanos y dioses de las estrellas.
Se representa como una mujer desmembrada, ya que su hermano Huitzilopochtli la
descuartizó y arrojó su cabeza al cielo, pues ella y sus otros hermanos
planeaban matar a su madre Coatlicue tras quedar ésta embarazada de
Huitzilopochtli de un modo que consideraban deshonroso, por medio de una bola
de plumas que guardó en su seno.
Según el mito del nacimiento de
Huitzilopochtli, Coyolxauhqui, al enterarse de que su madre, Coatlicue, estaba
embarazada de un padre desconocido, furiosa guío a sus hermanos (los
cuatrocientos surianos) hacia Coatepec, donde aquélla se encontraba, para matarla,
y así lavar la afrenta.
Cuando llegaron, Coatlicue dio a luz a
Huitzilopochtli, quien nació vestido de guerrero y armado, listo para defender
a su madre. Venció a sus hermanos, decapitó a su hermana y la arrojó montaña
abajo, por lo que su cuerpo quedó desmembrado; así es como se la representa en
un monolito de cantera descubierto en 1978 en el centro de la ciudad de México.
Coyolxauhqui se convirtió en la luna y los demás guerreros vencidos, en las
estrellas.
Su ubicación original recrea el mito, pues se
situaba en la parte frontal del Templo Mayor, en el edificio dedicado a
Huitzilopochtli, de la antigua Tenochtitlan, igual que en el cerro de Coatepec.
La escultura de su madre, Coatlicue, fue
encontrada en el año de 1790 al cambiar el empedrado de la Plaza Mayor, más o
menos por la época en que fue hallada la Piedra del Sol o Calendario Azteca;
por su parte, el monolito de la Coyolxauhqui fue encontrado durante
excavaciones por empleados de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro, lo que
dio pie a ampliar las investigaciones arqueológicas de las ruinas del Templo
Mayor que aún continúan en esa zona de la Ciudad de México.
EHÉCATL
Era una advocación de Quetzalcóatl y se consideraba como dios del viento y creador de la tierra, los cielos y la actual raza humana, al rescatar los huesos de los hombres viejos del Mictlan. Como dios del Oeste, era uno de los que sostenía el cielo y producía el viento que limpiaba el camino de los Tlaloque, dioses menores de la lluvia, ayudantes de Tláloc.
Era una advocación de Quetzalcóatl y se consideraba como dios del viento y creador de la tierra, los cielos y la actual raza humana, al rescatar los huesos de los hombres viejos del Mictlan. Como dios del Oeste, era uno de los que sostenía el cielo y producía el viento que limpiaba el camino de los Tlaloque, dioses menores de la lluvia, ayudantes de Tláloc.
Usualmente se le interpreta como una de las
manifestaciones de Quetzalcōātl, la serpiente emplumada, tomando el nombre de
Ehécatl-Quetzalcoatl, apareciendo en el aliento de los seres vivos y en las
brisas que traen las nubes con lluvia para los sembradíos. Es uno de los dioses
principales de la creación y héroe cultural en las mitologías de creación del
mundo. Su aliento inicia el movimiento del Sol, anuncia y hace a un lado a la
lluvia. Trae vida a lo que está inerte. Se enamoró de una muchacha humana
llamada Mayáhuel, y le dio a la humanidad la habilidad de amar para que ella
pudiera corresponderle su pasión. Su amor fue simbolizado con un hermoso árbol,
el cual crece en el lugar en el que llegó Ehécatl a la tierra.
Según el mito azteca, luego de la creación del
quinto sol, éste estaba fijo en un punto del cielo, al igual que la luna, hasta
que Ehécatl soplo sobre ellos y los puso en movimiento. Usualmente era
representado con una máscara bucal roja en forma de pico. Con ella limpiaba el
camino para Tláloc, dios de la lluvia, y los Tlaloque, dioses menores de la
lluvia. En ocasiones se le representaba con dos máscaras, tiene un caracol en
el pecho, pues el viento es usado para tocar el caracol, y asemeja el sonido
del viento; Sus templos normalmente tenían forma circular, para tener menor
resistencia al viento y ayudar a su circulación. A veces se le asociaba con los
cuatro puntos cardinales, pues el viento viene y va en todas direcciones.
HUEHUECÓYOTL
Era un dios bromista e indulgente, señor de la promiscuidad y de los lugares salvajes.
Era un dios bromista e indulgente, señor de la promiscuidad y de los lugares salvajes.
HUEHUETÉOTL
Era de origen maya y se le rendía culto como el patrón de los volcanes. Se le representaba con un brasero en la espalda y con la serpiente de fuego que simbolizaba el tiempo. Se le asociaba con la Estrella Polar y el Norte. Era uno de los dioses que sostenían los cielos.
Era de origen maya y se le rendía culto como el patrón de los volcanes. Se le representaba con un brasero en la espalda y con la serpiente de fuego que simbolizaba el tiempo. Se le asociaba con la Estrella Polar y el Norte. Era uno de los dioses que sostenían los cielos.
HUITZILOPOCHTLI
Era conocido también con el nombre de Mextli y se trataba del dios supremo de Tenochtitlan. Su nombre significaba Colibrí Zurdo o Colibrí del sur.
Era conocido también con el nombre de Mextli y se trataba del dios supremo de Tenochtitlan. Su nombre significaba Colibrí Zurdo o Colibrí del sur.
El Dios de la guerra, según la leyenda,
Huitzilopochtli nació de Coatlicue,
la Madre Tierra, quien quedó embarazada con una bola de plumas o algodón azulino
que cayó del cielo mientras barría los templos de la sierra de Tollan. Sus 400
hermanos (Centzonhuitznahua) al notar el embarazo de su madre y a instancias de
su hermana Coyolxauhqui, decidieron
ejecutar al hijo al nacer para ocultar la supuesta deshonra, pero
Huitzilopochtli nació y mató a la mayoría. Tomó a la serpiente de fuego
Xiuhcoatl entre sus manos, le dio forma de hacha y venció y mató con enorme
facilidad a Coyolxauhqui, quien quedó desmembrada al caer por las laderas de
los cerros. Huitzilopochtli tomó la cabeza de su hermana y la arrojó al cielo,
con lo que se convirtió en la Luna, siendo Huitzilopochtli el Sol.
Este suceso era celebrado por los
Mexica-Nahuatlacas el último día del decimoquinto mes del calendario náhuatl
que es Pānquetzaliztli (Levantamiento de las Banderas). En el libro del
historiador Rafael Tena «El Calendario Mexica y la Cronografía» publicado por
el Instituto Nacional de Antropología e Historia de México, da como correlación
de esta fiesta el día 9 de diciembre del calendario juliano o en su diferencia
el 19 de diciembre del vigente calendario gregoriano, con la variante del 18 de
diciembre en años bisiestos.
Al ser Huitzilopochtli una deidad originaria de
México-Tenochtitlan y sin predecesores identificables a los distintos pueblos
mesoamericanos, los antiguos mexicas elevaron a Huitzilopochtli a la misma
posición de otras deidades más reconocidas como Xipetótec, Quetzalcóatl y
Tezcatlipoca como uno de los Cuatro
Tezcatlipocas, dejando reflejado su identificación mítica como el Tezcatlipoca Azul, cuyo reino sagrado o
punto cardinal fuese el Sur.
Pero tras el auge del México-Tenochtitlan, los
culhuas-mexicas habrían separado el nacimiento de Huitzilopochtli en dos mitos
individualizados, el Huitzilopochtli nacido de los dioses primordiales
Ometecuhtli y Omecihuatl bajo el relato de la creación del universo, siendo
quien incendiara al Medio Sol creado por Quetzalcóatl, representando así la
voluntad para decidir y ordenar la creación del mundo, el universo y a la humanidad;
Mientras el Huitzilopochtli hijo de Coatlicue (la tierra), la cual según el
mito quedara embarazada al tocar unas plumas (o alternativamente de Mixcóatl)
ayudará a su madre contra su hermana Coyolxauhqui (la luna) y sus hermanos Centzon Huitznáhuac (las estrellas
meridionales), que desearon asesinarla por deshonra, simbolizando así la
perpetua lucha entre el sol y la luna a través del firmamento como el dios
solar patrón del fuego, de la guerra, de las batallas y de las tácticas
bélicas.
Por lo tanto y desde entonces los Tlahtoānis de
la Gran Tenochtitlan, fortalecían al dios Huitzilopochtli con la ejecución de
guerreros enemigos cautivos como en la mitología mexica del nacimiento de
Huitzilopochtli, la cual lograría alimentar la vida indefinidamente del Sol
sobre la cima del Templo Mayor, distinguiéndose entre dos manifestaciones
representadas por dos historias; Tezcatlipoca Azul o Huitzilopochtli (voluntad
solar) y Huitzilopochtli (guerra solar).
El dios se
representaba habitualmente con la forma de colibrí o como un guerrero con una
armadura de plumas del ave.
HUIXTOCÍHUATL
Era la diosa de la sal y también del agua salada.
Era la diosa de la sal y también del agua salada.
IXTLILTON
Era el dios de la curación, las danzas, los festivales y los juegos. Hermano de Xochipilli.
Era el dios de la curación, las danzas, los festivales y los juegos. Hermano de Xochipilli.
MICTECACÍHUATL
Era la diosa de la muerte y Señora de Mictlan, el inframundo.
Era la diosa de la muerte y Señora de Mictlan, el inframundo.
MICTLANTECUHTLI
Era el dios de la muerte y Señor de Mictlan. También era conocido como dios del norte y se trataba de uno de los cuatro dioses que sostenían los cielos.
Era el dios de la muerte y Señor de Mictlan. También era conocido como dios del norte y se trataba de uno de los cuatro dioses que sostenían los cielos.
MIXCOÁTL
También llamado Taras en Michoacán y Camaxtle
en Tlaxcala y Huexotzinco, es en la mitología mexica, el dios de las
tempestades, de la guerra y de la cacería. Los mexicas creían que la Vía Láctea
era una representación de éste dios, aunque existe otra clase llamado
Iztac-Mixcóatl un viejo dios celeste parecido a Ometéotl. También es un
personaje legendario, padre de Cē Ācatl Topiltzin Quetzalcóātl y guía de un
grupo de chīchīmēcas que se asentó en Tula (en el actual Hidalgo) en el siglo
X.
Es indudable que existen divergencias entre
Xipetótec, Camaxtle, Mixcóatl y Tezcatlipoca Rojo entre las religiones
mesoamericanas, si bien en la Cosmogonía Náhuat , la creación del universo, menciona que en un principio
sólo existía un cielo, que llamaron el décimo tercero, en el cual vivían una
pareja divina, Ometecuhtli y Omecíhuatl, que procrearon cuatro hijos, el
primogénito fue Tlatlauhqui-tezcatlipoca (Tezcatlipoca Rojo), el cual fue
adorado particularmente por los Tlaxcaltecas y Huejocincas bajo el nombre de
Camaxtli pero asimilado por los mexicas como Xipetótec, “Nuestro Señor El
Desollado”; el segundo hijo fue Yayauhqui-tezcatlipoca (Tezcatlipoca Negro); el
tercero fue Iztauhqui-tezcatlipoca o Quetzalcóatl (Tezcatlipoca Blanco; el
cuatro fue Omitéotl-Inaquizcóatl (Tezcatlipoca Azul), asimilado por los mexicas
como Huitzilopochtli.
Estos cuatro dioses después de 600 años de
inactividad, se reunieron y conferenciaron acerca de lo que debían ordenar y de
las leyes que debían imponer a lo que creasen, y puestos de acuerdo,
comisionaron a Quetzalcóatl y Huitzilopochtli, los responsables de crear al
Medio Sol, que alumbraba poco por no ser entero; por otra parte, al transcurrir
el 2 acatl, el numen Camaxtli o Camaxtle, “el señor desnudo”, el dios del fuego
pero venerado como dios de la cacería, tomó por nombre de Mixcóatl, “culebra
de nubes” o “la tromba”, identificado como Mixcóatl-Camaxtli, por lo que tras
el diluvio, I tecpatl, subió al Octavo Cielo y creó cuatro hombres y una mujer
para dar a comer al Sol; pero apenas creados cayeron al agua; por lo que
Mixcóatl y Camaxtle, ‘el que tiene bragas y calzado’‘cactli, calzado;
maxtlatl, braga; e, que tiene’)?, es la
misma entre los Tlaxcaltecas y Huejocincas, mientras Xipetótec era honrado
principalmente por aquellos que vivían a la orilla del mar, teniendo origen en
Zapotlán, Jalisco, atribuyéndole las enfermedades de las apostemas y de la
sarna.
En cierta forma, los dioses Xipetótec y
Mixcóatl eran relacionados como dioses forasteros para los pueblos nahuas,
Mixcóatl como dios de los Otomíes, dios de la caza, ya que éste pueblo vivía en
los montes y eran considerados todos cazadores, y Chichimecos; mientras
Xipetótec como dios de los Zapotecos y de los Yopis, vecinos de los Mixtecos,
comunidades que vivía hacia la costa del Océano Pacífico. Autores como Paso y
Troncoso mencionan que Mixcóatl es frecuentemente confundido por Camaxtle,
deidad principal de los Chalqueños, bajo cuya denominación se comprendían los
moradores de Tepeaca, Zacatlan, Cholula, Tlaxcalla, Huexotzinco, por lo que las
ceremonias que se hacían honrar a Mixcóatl en México, se dedicaban a Camaxtle
en Tlaxcalla; en Michoacán, adoraban a Mixcóatl con el nombre de Taras, y sólo
le sacrificaban culebras, aves, y conejos.
NANAHUATZIN O NANA, NANAUTZIN, O
NANAUATZIN
Dios más humilde de todos y fue quien se
autosacrificó en una hoguera hecha por los dioses en Teotihuacan para
convertirse en el Quinto Sol tras haber quedado la tierra bajo las tinieblas
por la destrucción de los anteriores cuatro soles.
Después de la creación y la destrucción de los
4 Soles, la tierra, Tlaltípac, estaba hundida por las tinieblas, así que los
dioses se volvieron a juntar en Teotihuacán para crear al Quinto Sol. Por lo
que acordaron que Tecciztécatl y Nanahuatzin ayunaran por 13 días para
purificarse en cuerpo y espíritu para lanzarse a la fogata, pero al final
Tecucciztecatl no quiso sacrificarse, por lo que Nanahuatzin lo hizo sin
titubeos. Y fue cuando desde el Horizonte surge Nanahuatzin como el Quinto Sol,
convirtiéndose en Tonatiuh, el dios del nuevo Sol, al que todos los dioses, al
verlo, aclamaron. Pero en seguida surgió desde el Oriente otro Sol, el
arrepentido Tecciztécatl, pero los dioses acordaron que no podían existir dos
soles al mismo tiempo, por lo que lanzaron un conejo sobre el rostro de
Tecucciztecatl para opacar su luz y se convirtió en Meztli, la diosa de la
nueva luna.
OCTLI
Era el patrono de los bebedores y de las drogas.
Era el patrono de los bebedores y de las drogas.
OMETÉOTL
Era la deidad suprema que se desdoblaba en una personalidad masculina conocida como Citlatonac u Ometecuhtli, “el que reside en el cielo” y otra femenina llamada Omecíhuatl o Citlalicue, “la madre universal”.
Era la deidad suprema que se desdoblaba en una personalidad masculina conocida como Citlatonac u Ometecuhtli, “el que reside en el cielo” y otra femenina llamada Omecíhuatl o Citlalicue, “la madre universal”.
OPOCHTLI
Era el dios de la pesca.
Era el dios de la pesca.
PATÉCATL
Era el dios de la medicina y de la fertilidad, esposo de Mayahuel, creador del peyote (alucinógeno).
Era el dios de la medicina y de la fertilidad, esposo de Mayahuel, creador del peyote (alucinógeno).
QUETZACÓALTL
También llamado Tlahuizcalpantecuhtli, lucero del alba, y adorado como dios del viento bajo la advocación de Ehecartl. Era de origen tolteca y su nombre significa “serpiente de plumas preciosas”. Era un dios creador y patrono del gobierno, los sacerdotes y los mercaderes. Quetzalcóatl, junto con su hermano gemelo, Xólotl, creó a la humanidad actual al rociar con su propia sangre los huesos de los antiguos humanos hallados en el inframundo.
También llamado Tlahuizcalpantecuhtli, lucero del alba, y adorado como dios del viento bajo la advocación de Ehecartl. Era de origen tolteca y su nombre significa “serpiente de plumas preciosas”. Era un dios creador y patrono del gobierno, los sacerdotes y los mercaderes. Quetzalcóatl, junto con su hermano gemelo, Xólotl, creó a la humanidad actual al rociar con su propia sangre los huesos de los antiguos humanos hallados en el inframundo.
El conocimiento del mito de Quetzalcoatl es imprescindible para comprender la reacción de los aztecas ante la llegada de los conquistadores españoles.
Quetzalcoatl no era
originariamente una deidad de los mexicas, sino un dios antiguo que fue
adoptado por ellos. Hay diversas versiones sobre su función e, incluso, sobre
su personalidad ya que es muy posible que el máximo mandatario de Teotihuacán
adoptara este nombre o quizá el gobernador de la ciudad fuera el propio dios.
Algunos lo
consideraban como el dios creador del hombre, mientras que para otros fue el
que introdujo entre los humanos la cultura, la agricultura, el calendario, las
artes y los oficios. Son muchos los mitos que hablaban de Quetzalcoatl. En uno
de ellos fue engañado por Tezcatlipoca haciendo que bebiera mezcal hasta
embriagarse y manteniendo relaciones incestuosas con su hermana. Lleno de
arrepentimiento se arrojó a una pira funeraria donde ardió hasta su muerte.
Tras ello, su corazón se convirtió en el lucero de la mañana, y como tal se
adora bajo la advocación de Tlahuizcalpantecutli.
Otra leyenda lo describía como un ser de rostro blanco y barbado de carácter
pacífico y contrario a los sacrificios humanos, práctica que intentó erradicar.
Al fracasar en su propósito, emigró hacia el este, prometiendo que regresaría
en un determinado año.
La llegada de los conquistadores españoles coincidió con el año en que, según
la profecía, debía volver Quetzalcoatl. Cuando llegó Hernán Cortés, Moctezuma
lo confundió con el dios por su rostro blanco y su barba. Cuando los aztecas
comprendieron que los extranjeros no eran dioses, convirtieron a Quetzalcoatl
en un dios símbolo de la muerte y la resurrección y lo declararon patrón de los
sacerdotes. A partir de entonces el sumo sacerdote también era llamado
Quetzalcoatl.
El dios tiene varias etapas, primero como
deidad olmeca, tolteca, maya como Kukulcán y más tarde en el grupo de los
dioses aztecas. Es claro como la cultura tolteca tomó la figura de este dios de
la tradición religiosa de Teotihuacan en donde se encuentra una pirámide
dedicada a la serpiente emplumada que data del siglo II de nuestra era. Sin
embargo tiene una raíz histórica más antigua. Los estudios recientes demuestran
que este personaje se relaciona con la Mitología olmeca y con su visión de la
serpiente emplumada. El arte y la iconografía de los olmecas demuestran
claramente la importancia de la deidad de la Serpiente Emplumada en las
cronologías de Mesoamérica, así como en el arte olmeca. En las grutas de
Juxtlahuaca hay una representación de una serpiente emplumada de estilo olmeca.
Incluso, en lugares lejanos como la Laguna de Asososca, en Managua, Nicaragua
se encuentran pinturas rupestres representativas de La Serpiente Emplumada; hasta
Tula, hoy Estado de Hidalgo México. El nombre de Quetzalcóatl se compone de dos
palabras de origen náhuatl: quetzal, que es un ave de hermoso plumaje
que habita la selva centroamericana, y cóatl, que significa “serpiente”.
Existe otra versión científica según la cual es posible que este dios tenga
raíces Chichimecas. Sus influencias culturales abarcaron gran parte de
Mesoamérica, incluyendo a las culturas maya, mixteca. Los mayas retomaron a
Quetzalcóatl como Kukulkán o Gucumatz, aunque como se ha dicho antes es más
conocida la versión de la cultura tolteca. Los aztecas incorporaron esta deidad
a su llegada al valle de México.
Los mexicas relacionaban a Quetzalcóatl con
Venus, que se puede observar como si fuera una estrella al lado del volcán
Popocatépetl durante ocho meses al año, y desaparece otros tres meses; la
profecía indica que esta estrella y los dos solsticios en donde se dice que
Quetzalcóatl viene a la tierra dos veces al año a traer fertilidad y cosecha,
sucederán hasta la segunda venida de Quetzalcóatl. Una de las representaciones
de esta deidad es la de un hombre barbado y blanco, por lo que durante la
conquista de la Nueva España (Mesoamérica) los pueblos indígenas creyeron en un
principio que Hernán Cortés era Quetzalcóatl. A fin de propiciar la conversión
de los nativos, los cronistas crearon el mito sincretista de que Quetzalcóatl
era un apóstol cristiano (Santo Tomás). En tiempos recientes las religiones de
origen neotolteca hablan en sus tradiciones y leyendas urbanas del renacimiento
de este personaje. Este concepto está basado en el Códice de Quetzalcóatl.
Quetzalcóatl y Tezcatlipoca, Códice
Borbónico.
TECUCIZTÉCATL o TECCIZTECALT
Era el dios
aristócrata que tuvo miedo de arrojarse a la hoguera para crear el quinto
ciclo. Al final lo hizo y se transformó en la Luna, cuyo rostro está oscurecido
al haberle sido arrojado un conejo por los otros dioses. Fue el patrón de los
granjeros.
TEPEYÓLLOTL
Se le adoraba como dios de los terremotos y del eco.
Se le adoraba como dios de los terremotos y del eco.
TEOYAOMQUI
Era el dios de los guerreros muertos.
TEPOZTÉCATL
Era el dios del pulque y los conejos.
Era el dios del pulque y los conejos.
TEZCATLIPOCA
También conocido como Omácatl o Titlacauan. Su nombre significaba “el espejo humeante” y representaba el mal.
También conocido como Omácatl o Titlacauan. Su nombre significaba “el espejo humeante” y representaba el mal.
Es el señor del cielo y de la tierra, fuente de
vida, tutela y amparo del hombre, origen del poder y la felicidad, dueño de las
batallas, omnipresente, fuerte e invisible. Entre los nahuas, Quetzalcóatl y
Tezcatlipoca son dualidad y antagonía. Quetzalcóatl es llamado también
Tezcatlipoca blanco en tanto que el color de Tezcatlipoca es el negro.
Ometéotl, el creador, el
principio dual, masculino y femenino, en la cultura nahuatl, viviendo en el
decimotercero cielo, engendró cuatro hijos: el primero fue Xipe Tótec
(Tezcatlipoca Rojo o Camaxtle), el segundo fue Tezcatlipoca
(Tezcatlipoca negro), el tercero fue Quetzalcóatl (Tezcatlipoca blanco), y al
cuarto lo llamaron Huitzilopochtli (Tezcatlipoca azul o colibrí zurdo).
En una de las leyendas nahuatlacas,
Tezcatlipoca y Quetzalcóatl originaron al mundo. Existía solo un océano
primigenio, donde únicamente vivía el monstruo de la tierra, Cipactli,
Tezcatlipoca ofreció su pie como señuelo, y el monstruo de la tierra emergió y
se lo comió. Entonces, Tezcatlipoca y Quetzalcóatl se apoderaron de él, y lo
extendieron para convertirlo en la tierra. Sus múltiples ojos se convirtieron
en estanques y lagunas, y sus fosas nasales son las cuevas. Para resarcir el
daño que le hicieron al monstruo de la tierra, Tezcatlipoca exige ofrendas
humanas, consistentes en dar de cada uno lo mejor de sí, alcanzando la
trascendencia a través de la acción y la preservación de la naturaleza. Entre
los toltecas, era un protector transformador que descendió del cielo a la
tierra valiéndose de una tela de araña, para destruir la obra de Quetzalcóatl,
a quién se le apareció bajo el aspecto de un viejo que le ofreció el brebaje de
la inmortalidad, pero éste era en realidad una bebida enloquecedora. Los
espíritus de los muertos debían presentarse ante Tezcatlipoca para recibir su
sentencia vestidos con una piel de ocelote y con un yugo de madera al cuello.
Antes de entrar en el reino de la muerte, la morada de Mictlán, eran sometidos
a varias pruebas.
Sus representaciones eran pintadas con un tipo
especial de tintes con reflejos metálicos; solía aparecer representado con una
franja negra en el rostro y un espejo de obsidiana en el pecho, donde veía
todas las acciones y pensamientos de la humanidad, y del cual brotaba un humo
que mataba a sus enemigos; la condición de espejo resume a Tezcatlipoca, los
contrastes y dualismos presiden todas sus funciones, Tezcatlipoca también es
representado con una franja negra en el rostro y en una pierna muestra un hueso
expuesto donde debería estar el pie, como un jaguar, el que va al corazón de la
montaña (Tepeyolohtli), fuerza interna de la Madre Tierra, el sol nocturno; su
emblema es un cuchillo de obsidiana, que representa el viento negro y cortante,
como las palabras que desarmonizan el entorno y la comunicación cuando no se
emplean adecuadamente.
Tezcatlipoca es, señor del lado norte del
universo, que se identificaba con el Mictlán, región del reposo, y se llama
Mictlampa, rumbo de los muertos. Se asocia con el color negro, con la imagen
del Técpatl o cuchillo de pedernal, lo preside Yayauhqui Tezcatlipoca (Oscuro
espejo su esplendor); el norte es una región árida por donde soplan los vientos
fríos; él tenía la habilidad de conocer los pensamientos y los sentimientos,
además de ser omnipresente; es el guerrero del norte, representa el cielo
nocturno, la luna y las estrellas, es llamado “noche y viento, el árbitro, el
que piensa y rige por su propia voluntad”; es el dios de la noche y la
tentación, una de sus características más relevantes es poseer la juventud
eterna, por eso era llamado telpochtli (el siempre joven); es invisible, virtud
por la que se lo creía omnipresente y se le atribuye además el nombre yáotl (el
enemigo), como la creación del aire y la música (en una mano porta flechas, en
la otra una flauta). Es el dios que da y quita la riqueza, es el protector de
los esclavos.
Tezcatlipoca fue el dios azteca de la noche y
todas las cosas materiales. Llevaba consigo un espejo de cualidades mágicas,
que emanaba humo y era capaz de matar al enemigo, aspecto por el que también
era llamado dios del espejo humeante. Fue deidad de la región norte y, como
señor del mundo y de las fuerzas naturales, era el oponente de Quetzalcóatl,
relacionado con lo espiritual; juntos complementaban la dualidad antagónica con
que la cosmogonía azteca explicó el mundo. Entre los investigadores aún no
existe acuerdo sobre quién, de los dos, fue el dios principal en el panteón,
aunque no se duda de que ambos lo fueran. En ocasiones, Tezcatlipoca aparece en
las narraciones como un tentador de los hombres, instándolos al mal: castigando
la maldad y recompensando la bondad, él ponía a prueba la mente de los hombres
frente a las tentaciones. También era el dios de la belleza y de la guerra,
señor de héroes y muchachas preciosas, representado siempre con un cuerpo joven
y hermoso. Una leyenda cuenta cómo el mundo fue creado por Quetzalcóatl y
Tezcatlipoca, cuando sólo existían el océano y un monstruo de la tierra que
habitaba sus aguas. Entonces, Tezcatlipoca ofrendó su pie, utilizándolo como
carnada para atraer al monstruo hasta la superficie, en donde, tan pronto
asomó, fue capturado por ambos dioses, que lograron estirar su cuerpo a lo
largo del globo, creando así la superficie terrestre, la tierra firme. La
herida de batalla aparece representada toda vez que se evoca a Tezcatlipoca,
quien aparece con una de sus piernas sin pie.
En honor a Tezcatlipoca se hacían las fiestas
segundas en importancia después de las correspondientes a Huitzilopochtli; su
nombre fue probablemente tomado de Tézcatl, que es el mes en el que se
celebraba, aparte que significa espejo y luna, dado que Tezcatlipoca era un
dios lunar, caracterizado por el espejo, la fiesta era celebrada el 19 de mayo.
Consistía en la ofrenda simbólica de un joven que representaba a Tezcatlipoca.
Un esclavo era elegido para ser sacrificado y durante un año era tratado como
un dios en la tierra. Era escogido por no tener tacha alguna en su cuerpo, por
tener los cabellos hasta la cintura, y por ser agraciado y fuerte. Recorría las
calles tocando la flauta y siendo adorado, para esto se le eran asignados 12
acompañantes, uno de ellos le sustituiría si él escapaba. Se escogían 4
sacerdotisas para que cumplieran todos sus deseos durante el año y 20 días
antes de su sacrificio se casaba con ellas, siéndoles asignados los nombres de
las diosas (Xochiquétzal, Xilonen…) a cada una. La fiesta tenía alrededor de 6
o 7 fases, en las que participaba el pueblo. En las primeras 4 fases, es la
imagen de Tezcatlipoca la que es ataviada, vestida y adorada, por el pueblo y
por jóvenes de ambos sexos, que lo cubrían con cuerdas de maíz. Al final del año,
el pueblo hacía sacrificios de animales pequeños, dejaba comida al ídolo, la
cual recogían los sacerdotes y hacían ofrendas de joyas, mantas y copal. Al
joven le cortaban el cabello “como a un capitán” y lo vestían con joyas y
mantas. Los últimos 5 días se pasaba de ciudad en ciudad, junto con sus
esposas, hasta que finalmente debía subir a un templo ubicado a una legua de
Tenochtitlán, rompiendo cuatro flautas que representaban los puntos cósmicos.
Cuando ascendía, se recostaba en una piedra y se le arrancaba el corazón.
TLACOTZONTLI
Era la diosa protectora de los caminos. Para tener una marcha sin dificultades, los viajeros le ofrecían la sangre que se producían ellos mismos al pincharse con ramas de espino.
Era la diosa protectora de los caminos. Para tener una marcha sin dificultades, los viajeros le ofrecían la sangre que se producían ellos mismos al pincharse con ramas de espino.
TLACÚLTETL
Era la diosa de la belleza y del amor sensual.
Era la diosa de la belleza y del amor sensual.
TLAHUIZCALPANTECUHTLI
En la mitología mexica, es el dios del
amanecer, la deidad colorida sonrosada de la aurora. Como su nombre indica,
Tlahuizcalpantecuhtli significa Señor de la Estrella del Alba, es la
personificación del lucero de la mañana, el planeta Venus.
En algunas páginas del códice Borgia aparece
como un esqueleto flechador. En ciertas trecenas se dice que desafió al sol,
pero Tonatiuh lo mató convirtiéndolo en Itztlacoliuhqui-Ixquimilli. En general,
Tlahuizcalpantecuhtli se consideraba un dios peligroso y maligno, y estaba
asociado con Quetzalcoatl.
Se menciona que fue adoptado como deidad por
los toltecas, y que posteriormente algunas otras culturas lo retomaron (como
los mexicas), también se le relaciona mucho con la deidad Quetzalcóatl “la
serpiente emplumada” el cual simbolizaba al planeta Venus. Entonces, se le
conocía como Tlahuizcalpantecuhtli o estrella de la mañana y además como
estrella de la tarde se conocía por el nombre de Xolotl, o su hermano gemelo,
como lo llamaban en algunas civilizaciones. Por lo que Tlahuizcalpan lo podemos
interpretar como “estrella del amanecer”. Aunque claro, podría haber
discrepancias con otras versiones y alguien más podrá decir que no necesariamente
significa eso, con bien dice la leyenda que se encuentra en el edificio que
puede leerse: TLAHUIZCALPAN (lugar donde nace la luz). En el Calendario Mexica,
Tlahuizcalpantecuhtli es el patrón de la trecena que empieza el día 1 Cóatl
(Serpiente) y que finaliza con el día 13 Ollin (Movimiento). En este está
emparejado con Xiuhtecuhtli, el dios del fuego.
TLÁLOC o NUHUALPILLI.
Dios del rayo, de la
lluvia y de los terremotos, por otra parte, la voz Tláloc deriva de tlālli,
que significa ‘tierra’ y octli, que significa ‘néctar’ o ‘pulque’. En
realidad la traducción literal sería ‘néctar de la tierra’, y se refiere al
momento en que la lluvia penetra la tierra y forma parte de ella. Éste es el
dios de las aguas que llegan del cielo, pero no de las aguas que ya están en la
tierra, como pueden ser los ríos. Para los ríos y lagos está la diosa
Chalchiuhtlicue, que significa “falda de jade”. Es hermana o una de las esposas
de Tláloc.
Tláloc fue una de las divinidades más antiguas
y veneradas de toda Mesoamérica. Su culto se extendió por gran parte del
territorio centroamericano. Fue tomado por los nómadas aztecas (así se llamaban
los mexicas cuando apenas acababan de salir de Aztlán) que se instalaron en el
lago Texcoco, asimilándolo como divinidad agrícola. Siguió siendo uno de los
dioses fundamentales de las distintas comunidades agrícolas autóctonas;
originario de la cultura de Teotihuacan, dada la caída de la ciudad pasó a
Tula, y de ahí su culto se esparció entre los pueblos nahuas. Los teotihuacanos
tuvieron contacto con los mayas, de ahí que ellos lo adoptaran o lo
identificaran en la forma del Dios Chaac. En la cosmología tlaxcalteca, Tláloc
se casó primero con Xochiquétzal, Diosa de la belleza, pero Tezcatlipoca la
secuestró. Tláloc se casó otra vez con Matlalcueye, y tiene una hija o hermana
mayor que se llamada Huixtocíhuatl.
Ni a Tláloc, ni a los demás Teteo se les deben
atribuir los títulos “dios de tal” o “dios de cual”, pues aquel concepto
equivale más a una teología y cosmología de origen helénico y judaico-semítico.
Tláloc es la Lluvia y es el Trueno, una expresión de la Esencia
Suprema que se manifiesta de variadas formas al hacerse tangible en el
universo. Como las divinidades mesoamericanas en general, posee una ambigüedad,
en cuanto a que Es una Fuerza Suprema en y de la naturaleza (la naturaleza y el
cosmos no representan en los términos humanos bondad o maldad, sino más bien un
entramado de fuerzas, a veces en equilibrio, a veces en pugna; en veces
benéficas para los humanos, en veces desastrosas); lo cual implica que, si bien
es Dador de Vida, Providencia y Benefactor, también muestra en veces su faceta
destructiva, aniquiladora. Así desciende desde el cielo para fecundar a la
Tierra y poder cultivar la milpa, para germinar las semillas. Así también envía
“los relámpagos y rayos, las tempestades del agua y los peligros de los ríos y
del mar”; dicho en palabras del fraile de Sahagún. Dominaba también las fuerzas
destructoras y si así era su voluntad podía enviar granizos, inundaciones,
sequías, heladas y rayos fulgurantes o fulminantes.
Estaba encargado de enviar el agua a la
comunidad a través de sus ayudantes, los Tlaloques; Tláloc mismo multiplicado y
diversificado, manifestado a veces a los humanos como “seres enanos y
antropomórficos” -como refiere Juan Carlos Pérez Guerrero-, que desde el
interior de los cerros enviaban las cuatro clases de lluvias. Ellos también
recibían súplicas y en su honor se realizaban ceremonias y rituales. Alain
Musset asevera que, en vez de enanos, son la representación de las montañas que
rodean el Valle de México y sobre las cuales parecen formarse las nubes que
anuncian la lluvia. Su papel consistía en favorecer la venida de las aguas
celestes pero también protegían a los pescadores y los navegantes.
Dios de los más representados y quizás también
uno de los de mayor antigüedad del panteón de Mesoamérica. Aparece representado
desde la época teotihuacana. Se le manifestaba siempre con unos atributos
característicos:
·
Anteojeras
formadas por unas serpientes que se entrelazaban y cuyos colmillos acababan
siendo las fauces del dios.
·
Una
especie de bigotera que no era otra cosa que su labio superior. Se cree que
este gran labio era el símbolo de la entrada en la cueva que comunica con el
inframundo y que deriva de la boca de las figuras olmecas.
·
La
cara estaba casi siempre pintada de color negro o azul, más veces de color
verde, para imitar los visos que hace el agua.
·
Llevaba
en la mano una especie de estandarte de oro, largo y con forma de culebra,
terminado en punta aguda; era para representar los relámpagos y los truenos que
acompañan a veces al agua de lluvia.
·
En
los dibujos de los códices puede verse que sus vestidos tienen pintados unas
manchas que son el símbolo de las gotas de agua.
Tláloc está compuesto en sus representaciones
por los tlaloques o dioses de los 4 rumbos. Cada uno de ellos manejaba y
era el responsable de una vasija colocada en un rumbo. Cada vasija
proporcionaba una lluvia diferente.
La residencia de Tláloc era múltiple debido a
la posibilidad de división de la sustancia que lo conformaba, característica
que trataremos al hablar de los Tlaloques. Su morada se encontraba tanto en el
Templo Mayor de Tenochtitlan, como en el Tlálocán, en el interior del cerro que
lleva su nombre, el cual pertenece a la cadena montañosa Tlalocán, que separa
el Valle de México del de Huexotzinco. Esto no es más que en hablando en
términos Eliadianos sublimación de la Paradoja de lo sagrado y lo profano.
La libertad y poder absoluto que posee la Divinidad le permite tomar cualquier
forma, así como estar presente en cualquiera partes, y viendo la “Morada divina”
como una extensión de la misma divinidad, con aquella sucede lo mismo.
TLAZOLTÉOTL
Era la protectora de las mujeres en el momento del parto y madre de Centéotl, dios del maíz. Se la consideraba como la diosa de la purificación de la suciedad, la enfermedad y de los excesos. A ella se acogían los moribundos para confesar sus pecados ante el sacerdote. También se le rendía culto como la patrona del tejido, de los amores y placeres impuros. Protectora y patrona de los amantes.
Era la protectora de las mujeres en el momento del parto y madre de Centéotl, dios del maíz. Se la consideraba como la diosa de la purificación de la suciedad, la enfermedad y de los excesos. A ella se acogían los moribundos para confesar sus pecados ante el sacerdote. También se le rendía culto como la patrona del tejido, de los amores y placeres impuros. Protectora y patrona de los amantes.
TOZI
Era la diosa de la salud, de los baños y de los trabajos textiles.
Era la diosa de la salud, de los baños y de los trabajos textiles.
XIPE TÓTEC
Era el dios de la
fertilidad, de la primavera, la germinación de las semillas y la renovación de
la vegetación. Estaba considerado como el patrono de los orfebres.
Es la parte masculina del universo, la región
de la juventud y de la aurora, del maíz tierno. Representa la fertilidad y
regeneración de la piel en las personas, y del suelo seco en suelo fértil.
Xipe Tótec usaba el chicahuaztli[1]
para dar inicio a los rayos para atraer lluvia enfocando en el crecimiento del
maíz, donde algunas veces el instrumento era representado como una serpiente.
Como símbolo de la nueva vegetación, Xipe Totec
usaba la piel de una víctima humana, que representaba la “nueva piel” que
cubría la tierra en la primavera; sus estatuas y máscaras de piedra siempre lo
muestran usando piel recién desollada, y los mexicas adoptaron a Xipe como su
dios durante el mandato del emperador Axayácatl (1469-1481) durante el segundo
mes ritual del año mexica, Tlacaxipehualiztli (“desolladero de hombres”), los
sacerdotes sacrificaban víctimas humanas extirpando sus corazones y desollando
los cuerpos y se ponían las pieles, las cuales eran pintadas de amarillo y
llamadas teocuitlaquémitl (“vestiduras doradas”), posteriormente eran
arrojadas hacia una cámara interior, posiblemente donde se encontraba la Piedra
del Sol, de entre otras víctimas eran atadas a un marco y se les daba muerte
con flechas, ya que se creía que la sangre que brotaba de sus cuerpos
simbolizaba las fértiles lluvias de la primavera, así como también se cantaba
un himno en honor de Xipe-Tótec llamándolo Yohuallahuana (“bebedor nocturno”)
porque las buenas lluvias caían durante la noche. Le agradecían por traer a la
Serpiente Emplumada, símbolo de abundancia, y por prevenir la sequía.
XIUHCÓATL
Era la serpiente de fuego coronada de estrellas que acompañaba al Sol durante su viaje por la bóveda celeste.
Era la serpiente de fuego coronada de estrellas que acompañaba al Sol durante su viaje por la bóveda celeste.
XIUHTECUHTLI
Era la personificación de la vida después de la muerte, la luz en la oscuridad y la comida en épocas de hambruna.
Era la personificación de la vida después de la muerte, la luz en la oscuridad y la comida en épocas de hambruna.
Es el dios del fuego y el calor. Se le
representaba con un rostro rojo o amarillo y con aspecto de un hombre anciano,
su contraparte femenina era la diosa Chantico.
En el final del xiuhmolpilli —período de 52 años— se temía que los dioses se
apartasen de los humanos dejándolos a su suerte, y para evitarlo se celebraban
festines en honor de Xiuhtecuhtli y se realizaban sacrificios humanos en los
que se inmolaba a un cautivo ataviado con el ropaje del dios tras haberle
extraído su corazón.
“Xiuh” significa verdor y por extensión lo
relacionado con la hierba, el pasto ,”xiutláltic” significa verdor “xiuhízuatl”
lo relacionado con la yerba “xiuhtla” lugar lleno de hierba, “xiuitl” o “xiuhitl”
significa atado de hierba o varas verdes, por extensión se llama
así a la cuenta de los años y los días; Xiutecutli o Xiuhtecuhtli es el señor del
año, y su contraparte Chantico son
personificaciones de los dioses padres de los dioses y de la humanidad, los
Huehuetéotl, los dioses viejos, mismos que fueron los Ometéotl; literalmente, Ometecuhtli y Omecíhuatl literalmente los “Dios dos”; Su primera fiesta se
celebraba a principios del mes de Xocohuetzi, la segunda a final del mes
Izcalli, último del año, Xiutlaltla significa tener hambre, pero sin relación
con Xiutecuhtli, la palabra se relaciona con tlatle o tlalti
sufijo para cosas relacionadas con la tierra: “tlatletontli”, montón de tierra,
“tlatelolco” montón de arena; La ceremonia del fuego nuevo en lo que respecta
al sacrificio se verificaba encendiendo fuego sobre el pecho del sacrificado
esto según los cronistas españoles.
“Xiuhtl” o “Xihuitl” o atado de hierbas
significa año, la Xiuitlamolpia es la cuenta de 52 años de los días solares por
lo tanto es la cuenta de los días de fuego. El señor del año es xiutecutli,
inventor y poseedor de la cuenta de los años o “Xiutlalpilli” o atado de hierbas
o cuenta de los años, y el Xiutlapoalamatl de xiu; hierba poalli; cuenta y
amatl; papel o libro, era la cuenta de los años; Como otros dioses nahuas
Xiuhtecuhtli y Xiuhtecíhuatl (Chantico) son herencia de culturas anteriores
asimilados al panteón nahua originalmente era el dios del fuego, el abuelo de
los hombres, el dueño del tiempo, y se le representa como un anciano que carga
un brasero; Por último los Ometeotl son también los Tonacatéotl es decir los
dioses creadores de nuestra carne, tonacatl en nahua y se representan en
Tonacatecuhtli el dios y la diosa de nuestra carne, la Tonacacíhuatl.
En cuanto a “Chalchi”, falda o vestido
de piedras preciosas, es decir Chalchitlicue es la señora de las aguas
quietas por extensión esposa o contraparte de Tláloc, señor de la lluvia o de
las aguas móviles nombre antiguo no nahua que algunos autores traducen como “sobre
la tierra”. Los Ometéotl por último habitan en el Omeyocan, el lugar del dos o
lo doble, y desde ahí crean el Anáhuac o el lugar rodeado de agua que ahora se
conoce como América. En otras culturas mesoamericanas Yahui es el nombre de la Serpiente
de fuego en la cultura mixteca. Aparece representado en varios códices
mixtecos, como el Nuttall; En la mitología mexica, Xiuhtecuhtli también es
llamado Huehuetéotl (este último nombre de significado dios viejo), dios
del fuego y el calor que generalmente se le representaba con un rostro rojo o
amarillo y con aspecto de un hombre anciano.
Xiuhtecuhtli
en el Códice Fejérváry-Mayer.
XOCHIPILLI
Era el joven dios de las fiestas, la pintura, la danza, los juegos, el canto, el amor y la escritura. Castigaba con enfermedades secretas a quienes no guardaban ayuno. Identificado con Macuilxóchitl.
XOCHIQUETZAL
Era la diosa de la sexualidad femenina, las prostitutas, las flores, el placer, la artesanía, el tejido, la danza, el canto y las madres jóvenes.
Era la diosa de la sexualidad femenina, las prostitutas, las flores, el placer, la artesanía, el tejido, la danza, el canto y las madres jóvenes.
XOCHITÓNAL
Era el dios que cuidaba la entrada al reino de los muertos.
XÓLOTL
Es el dios del atardecer, de los espíritus, de
los gemelos y de Venus vespertino, el cual ayudaba a los muertos en su viaje al
Mictlán, señor de la estrella de la tarde (Venus) y del inframundo.
Xólotl era también el dios de fuego y de la
mala suerte. Era gemelo de Quetzalcóatl, y la personificación maligna de Venus.
Protege al Sol cuando viaja a través del inframundo durante la noche. También
llevó adelante al género humano y le entregó el fuego de la sabiduría. En el
arte, Xólotl fue representado como un esqueleto, un hombre con cabeza de perro
- “xólotl” también puede significar un animal monstruoso con pies invertidos en
náhuatl, la lengua azteca. Era también el patrón del juego Ulama. Es
identificado con Xócotl como el dios azteca del fuego.
YACATECUHTLI
Era el dios de los mercaderes y los viajeros.
YOHUALTECUHTLI
Era la diosa de la noche protectora del sueño de los niños.
Próximo Capítulo: Cosmogonía Indú
Era la diosa de la noche protectora del sueño de los niños.
Próximo Capítulo: Cosmogonía Indú
[1] El chicahuaztli
es un instrumento de percusión de origen azteca. Se trata de un bastón en forma
de rayo de sol, en cuya parte superior había una esfera de bronce que contenía
semillas o perdigones de metal y se hacía sonar a manera de sonaja. Estos
elementos se asociaban a las deidades del agua, la fertilidad y la vida,
especialmente Xipe Tótec y Tláloc.
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