RENUKA
Renúkā es una diosa (actualmente conocida como
Yellamma) hija del sabio Renú (identificado con Vaishuámitra [‘descendiente de
Vishwá Mitra], autor de los versos 9.70 y 10.81 del Rig Vedá) esposa del sabio
Yamad Agni, y madre de Parashúrama (el sexto avatar de Vishnú). Su leyenda se
cuenta en el Majábharata, el Bhágavat Puraná y el Jarí Vamsha.
En sánscrito, Renúkā representa los ‘granos
finos de arena’.
El sabio Yamad Agni y su piadosa esposa Renuka
vivían en su āshram cerca del río Ganges, o en la colina Yelama Gudda, a
orillas del río Malaprabha.
Un desafortunado día, Renuka fue a buscar agua
para su esposo como todos los días, vio a Chitra Ratha, el rey de los gandarvas
(ángeles del cielo), vestido sólo con una guirnalda de flores, copulando en el
agua con sus apsaras (huríes). El sabio Yamad Agní se enfureció porque
consideró que ella había perdido su inocencia, y ordenó a sus hijos que le
cortaran la cabeza: “Ghnata-enam putrakáh papam” (‘¡mátenla, hijos,
pecadora!’). Todos se negaron. Entonces le pidió a su hijo menor, Rāma, que les
cortara la cabeza a sus desobedientes hermanos y a su mentalmente adúltera
madre. Rāma tomó su hacha y los decapitó. Fue conocido entonces como Parashú
Rāma, ‘el Rāma del hacha’ (Es distinto del rey-dios Rāma Chandra).
El sabio, al calmarse su ira, le ofreció una
bendición a su obediente hijo. Parashúrāma pidió que resucitara a Renuka y a
todos sus hermanos, y que hiciera que no recordaran que él los había matado. El
sabio, en virtud de sus poderes místicos, así lo hizo.
Tiempo después, el orgulloso rey Kartavīria (de
mil brazos) mató a Yamad Agni para robarle la vaca celestial Kāma Dhenu
(Surabhí). Aunque Yamad Agni fue resucitado, su esposa tuvo que sufrir la
viudez durante cuatro días.
La piadosa Renuka fue considerada
posteriormente una encarnación de la diosa Śakti y es adorada actualmente como
Yellamma Devī. Su templo, en la colina Yellammagudda, es un importante lugar de
peregrinación. Se encuentra a 5 km del pueblo de Savadatti, a 37 km
de Dharwad y a 72 km del actual Belgaum (antiguamente Venu Nagara). Entre
Savadatti y el templo está el magnífico fuerte de Paresh Ghad, del
siglo X.
Fuera del templo de Yellamma Devī se encuentra
una capilla de Kala Bhairava. En el lado oeste se encuentra la capilla de
Parashú Rāma. En frente del templo hay una laguna de roca sólida, que se divide
en tres estanques más pequeños llamados Yenne Honda, Arisina Honda y Kumkuma
Honda (o Jogula Bavi).
El agua potable de esos estanques se considera
curativa. Generalmente los peregrinos se bañan en esos estanques antes de
entrar al templo. Las hojas de nim tienen un profundo significado. Antes de la
invasión inglesa, los devotos entraban en los templos desnudos, cubriendo su
cuerpo con hojas de nim solamente (tal como se vestían los humanos en la época
del mito). El gobierno británico prohibió este ritual, declarándolo obsceno.
A la diosa se le ofrece alcanfor, sal, aceite,
cocos y plátanos. Durante el tiempo de la adoración, los devotos golpean un
tambor especial. Un palanquín de plata se usa para llevar a la deidad en
procesión alrededor del templo cada jueves y viernes a la tarde. El templo de
Yellamma está construido en estilo dravídico antiguo, una mezcla de estilos
arquitectónicos Chalukyan tardío y Rashtrakuta.
RUDRA
Rudra y Shiva se identifican con el
mismo dios, el primero es un dios védico, destructor y terrible. Más tarde,
durante el hinduismo pierde mucha influencia hasta casi desaparecer por
completo a favor del recién llegado Shiva el benéfico. Este último
absorbe sus rasgos maléficos pero que conserva al mismo tiempo su carácter de
benévolo.
Rudra tiene un origen polémico, unos lo ven
como resultado de un incesto de Usas, la aurora, trasformada en ninfa, y
sus hermanos nacidos de Prajapati: Agni (el fuego), Vayu
(el viento), Aditya (el sol) y Candramas (la luna).
Otros dicen que nació de Manyu y otros, que nace de un incesto de Prajapati
y su hija. Los dioses para castigarlo juntan en él todo lo malo de ambos y Rudra
traspasa con una flecha a su padre.
En cualquier caso Rudra es el gran
destructor, siembra enfermedades y muerte, ataca a animales y hombres, maneja
en veneno y el relámpago, propaga el terror a su alrededor. Los dioses acuden a
él para hacer actos viles. Rudra es un marginal prefiere lo que está fuera
de norma, todos los que no actúan y viven como los demás, son de su preferencia
los extranjeros, los excluidos, los que viven ermitaños. Es un poder divino
salvaje, indómito y peligroso.
Rudra se une con Rudrani en un largo
abrazo y los dioses temerosos por lo que esta larga unión puede engendrar le
piden a Rudra que no procree, acepta y guarda desde ese momento una
abstinencia sexual total. Rudrani se pone furiosa y maldice a todos los
dioses a no tener descendencia. Solo queda fuera de la maldición Agni
que está en ese momento ausente.
Rudra vive como un ermitaño, la montaña es su
guarida, pero baja de ella y va a los lugares habitados, no obstante prefiere
los lugares aislados donde los hombres se aterrorizan ante la posibilidad de
encontrarlo.
Los “Rudras” son sus hijos, o sus
representantes, son muchos y abundan por todas partes. Hacen reinar el terror.
Dos de ellos Bhava y Carva, corren en la naturaleza como lobos
salvajes.
Se le representa con los cabellos trenzados el
vientre negro y la espalda roja; vestido con pieles de animales y armado con
arco y flechas. Es rudo y grosero, los bandidos y los ladrones son sus amigos,
es el patrono de todos los que matan, lo mismo por necesidad como por placer.
Todas estas cualidades lo hace un dios temible
y se le implora para obtener su protección. De dios destructor se convierte a Shiva
el dios benéfico y se le hacen ofrendas y sacrificios.
Cuenta la leyenda que cuando se hicieron los
ritos a los dioses del cielo, Rudra como siempre estaba apartado. Se dio
cuenta que quedaría excluido y comenzó a perseguir a los demás, los dioses
asustados por su violencia le prometieron otro sacrificio, pero ya solo
quedaban los restos del sacrificio principal y solo esto se le pudo ofrecer,
por eso le llaman Vâstavya (el dios de los restos).
SARASVATI
Sárasvati es la diosa del
conocimiento y una de las tres diosas principales (siendo las otras dos Laksmí
y Durgá).
Es esposa (o hija, o ambas) del dios Brahmā.
Sárasvatī es mencionada en el Rig-veda era
una diosa adorada en la religión védica.
Es probable que haya comenzado como una diosa
meramente fluvial, relacionada con el río Sárasuati, ya que su nombre en
sánscrito significa ‘la [zona] que tiene lagos’ (sáras: ‘algo fluido’,
un lago, un estanque, vatī: ‘la que posee’). Algunos «estiran» la
traducción para que signifique ‘la que fluye’, lo que se puede aplicar a la
mente, las palabras, las ideas, o la corriente de un río.
En el Rigveda a Sárasuatī se le atribuye
la destrucción por medio del dios Indra de Vritrasura, un gigantesco demonio
que había acaparado toda el agua del mundo conocido, y que representaba la
sequía, la oscuridad y el caos.
En el himno 10.184.2 del Rig-veda se la
invoca junto con Sinivalí para que el embrión se adhiera al útero
En los Puranas (textos que generaron la
religión hinduista) se convirtió en la diosa del aprendizaje y de las artes
(por ejemplo, de la música). También es adorada como la diosa de los
pensamientos veraces y del perdón.
A veces también se la equipara con otras diosas
hinduistas como Vach, Savitrí y Gaiatrí.
En el Vedānta se le considera la energía
femenina (śakti) y el aspecto del conocimiento del Brahman. Como en los
textos védicos, es la diosa del conocimiento, de la elocuencia, la poesía y la
música. Los seguidores del Vedanta creen que sólo mediante la
adquisición de conocimiento podrán alcanzar moksha (la liberación de la
reencarnación). Sólo mediante la adoración de Sárasuatī y mediante la búsqueda
continua del conocimiento verdadero con atención completa, se puede obtener la
iluminación necesaria para alcanzar el moksha.
En distintas leyendas contadas en el Majábharata
y el Bhágavata-purana es (contradictoriamente) la consorte del dios
Brahmā. En otras leyendas de esos mismos libros, cuando Sárasuati es la hija de
Brahmá, la esposa es Savitrí y Gayatri. Su belleza es tal que Brahmá tiene
cuatro caras para poder verla desde todas las direcciones.
En las Leyes de Manu se la identifica
con Durgā, o incluso con la diosa Lakshmí (la esposa del dios Vishnú) o con la
esposa de Manu. En el Majábharata también aparece como hija del prajāpati
(‘patriarca’, padre de la humanidad) Daksha.
El Sárasuatī stuti (‘elogio a
Sárasuatī’) declara que ella es la única diosa que es adorada por los tres
grandes dioses del hinduismo (Brahmá, Vishnú y Shivá. Ella es la única diosa
que es adorada por los devas (dioses menores), por los asuras
(demonios), los gandharvas (los músicos celestiales) y por los nagas (los seres
serpentinos divinos).
La iconografía de la diosa Sárasuatī la muestra
como una hermosa mujer de piel clara, vestida con ropa blanca pura, sentada
sobre un loto, aunque se considera que su verdadero vahan (‘vehículo’)
es un cisne.
Se la asocia con el color blanco, que
representa la pureza del conocimiento.
Ocasionalmente se la asocia con el color
amarillo, el color de las flores de mostaza, que florecen en la época del
festival de Sárasuati, en primavera.
No tiene una cantidad exagerada de adornos
(como la diosa Laksmi) sino que está vestida modestamente, quizá representando
su preferencia por el conocimiento por encima de los objetos materiales.
Generalmente su iconografía la muestra con
cuatro brazos, que representan los cuatro aspectos de la inteligencia humana,
según el hinduismo:
·
la
mente (mana),
·
el
intelecto (buddhi),
·
estado
de vigilia y
·
ego
(ahankara).
En
sus manos sostiene cuatro objetos:
·
Un
libro (lo cual es un anacronismo, ya que no hubo libros en la India hasta la
introducción de la imprenta por los conquistadores británicos, en el siglo
XVIII).
·
Un
mālā (rosario) de perlas blancas, que representa el poder de la
meditación y la espiritualidad.
·
Un
pote con agua sagrada, que significa que el conocimiento tiene un poder
purificador de los pecados.
·
Una
vīna, instrumento musical parecido a un sitar, que representa su grado de
perfección en todas las artes.
·
Sárasuatī
también se relaciona con Anurāga (el ‘apego’ por las notas musicales y el
ritmo), que representa todas las emociones que se expresan mediante el discurso
o la música.
Los hinduistas creen que las niñas que llevan
su nombre serán muy afortunadas en sus estudios.
Frecuentemente se muestra un jansá (ánsar
índico) blanco cerca de sus pies. Los hinduistas creen que si se le ofrece a un
jamsá una mezcla de leche y agua, es capaz de tomar sólo la leche. De esta
manera, el jansá simboliza la capacidad de sacar provecho de lo malo, o de
obtener sabiduría de un conocimiento maligno. Debido a su relación con el
cisne, a la diosa Sárasuatī se la conoce también como Jamsá Vajini: ‘la que
tiene un ganso como vehículo’.
Se la pinta al lado de un río (el Sárasuati,
que puede estar relacionado con su primera función como una diosa del agua. Su
relación con el cisne y con la flor de loto también señala su origen más
antiguo que el de otras diosas.
A veces se muestra también un pavo real al lado
de la diosa. El pavo real representa la arrogancia y el orgullo debido a la
belleza personal. Al tener un pavo real como vehículo, la diosa enseñaría que
los hindúes no deben estar preocupados por la apariencia externa.
Otros nombres de la diosa Sárasvatī
Aria (‘noble’ o ‘virtuosa’)
Bhāratī (según el Majábharata,
‘la que sostiene’), discurso, voz, palabra, elocuencia, composición literaria,
arte dramático, recitación dramática, la pronunciación sánscrita de un actor.
Bhāratī (en los himnos de Āpri
también puede ser una deidad distinta, que forma una tríada con Ilā y
Sárasuatī.
Esta diosa Bhāratī sería hija de Āditya (Según
el Nirukta 8.13, de Yāska).
Brāhmī o Brahmānī (la śakti
o energía personificada de Brahmā)
Jansá
Vahini
(que tiene un ánsar indio como vehículo)
Maha-vani (gran palabra)
Shāradā
Śhonapunia, una voz sánscrita que
significa ‘la purificada por la sangre’ (śóna: ‘rojo, sangre’, punya:
‘virtuoso, puro’).
Vach, la creadora del
alfabeto y el sánscrito, el lenguaje de los textos sagrados hinduistas.
Vag
Īśwarī
(controladora de la palabra).
Vānī: palabra
Vinidra (‘[la que] no duerme’)
SANKARA-NARAIANA
Dios hermafrodita compuesto de Shiva y Visnu.
SARASUATI
Diosa de la música.
SATI
Sati es la diosa de la felicidad marital y la
longevidad. Como una expansión de Devi, Satí es la primera consorte del dios
Shiva. Parvati es su reencarnación tras esta morir en el fuego fruto de los
insultos de su padre hacía el dios Shiva. En la mitología hindú, Satí tuvo el papel de seducir
sexualmente a Shiva para sacarlo del aislamiento ascético (meditación
profunda).
Luego de casarse con
Shivá, ella asistió a una fiesta que oficiaba su padre Daksha (a la que él no
la había invitado, por ser esposa del sucio Shivá).
Ante un desaire de Daksha contra su esposo
Shivá, Sati se suicidó: se sentó en el piso a meditar y encendió a sí misma en
llamas (un raro poder místico que adquirió). Al enterarse Shivá, mató a todos
los asistentes a la fiesta, incluido su suegro Daksha. La religión hinduista
creó de esta manera la tradición Sati, en que ataban a las viudas a la pira
funeraria de su marido como acto final de “lealtad y devoción”.
El nacimiento de Sati y su devoción por Shiva.
La
gran fuerza femenina se encarnó en Sati y estaba determinada a unirse al
todopoderoso dios Shiva y ser su consorte en este ciclo de la creación. Sati nació como hija del
rey Daksh, un poderoso monarca que había llevado a cabo un sacrificio de mil
años para conseguir precisamente esto: que la Divina Madre encarnara en su
linaje.
Desde su niñez, la muchacha mostró una
ferviente devoción por el dios Shiva. Nadie sino él ocupaba su mente. Todo su
tiempo lo pasaba dedicada a su devoción. En el momento en que Sati tuvo la
edad adecuada y llegó la hora de casarla, Daksh pensó que nadie mejor que el
dios podría ser el esposo de la diosa que había encarnado en la forma de su
hija.Para lograrlo, Sati inició una serie de duras
austeridades durante mucho tiempo. Hizo ayunos y oraciones, meditó en Shiva y
le adoró de todas las formas concebibles. Todos los dioses de los cielos
supieron de este fervor, salvo el propio Shiva, quien se hallaba en meditación
en los montes Himalaya.Los dioses fueron en su búsqueda y le hablaron
de Sati y de su amor. Shiva quedó complacido con lo que oyó. Además, las
deidades insistieron en la necesidad de que Shiva contrajera matrimonio,
uniéndose a la fuerza femenina representada por Sati, para el mejor
funcionamiento del universo y prosperidad de las criaturas. Al escuchar esto,
Shiva, amante de todos los seres, accedió de inmediato y se manifestó delante
de la muchacha:
• ¡Oh, hija de Daksh! le dijo. Me han complacido tus sacrificios y oblaciones. En premio a ellos, te concederé el don que me pidas. Elige, pues. ¿Cuál es tu deseo?
• ¡Oh, hija de Daksh! le dijo. Me han complacido tus sacrificios y oblaciones. En premio a ellos, te concederé el don que me pidas. Elige, pues. ¿Cuál es tu deseo?
Ella, deslumbrada por la presencia del dios, se mostró totalmente
incapaz de hablar.
Pero Shiva conocía el secreto de su corazón.
Pero Shiva conocía el secreto de su corazón.
• Serás
mi esposa -afirmó.
Y, desde aquel momento, quedaron unidos.
Shiva, el dios que no
se arrodilló ante Daksh, padre de Satí:
Shiva regresó a los montes Himalaya y los
dioses fueron los encargados de pedir a Daksh la mano de su hija. Éste accedió
a ello. Shiva acudió al palacio de su esposa y allí se llevaron a cabo todos
los ritos matrimoniales prescritos por la tradición.
Tras ello, la pareja divina marchó a su morada en los montes Himalaya, donde vivió feliz durante veinticinco años.
Tras ello, la pareja divina marchó a su morada en los montes Himalaya, donde vivió feliz durante veinticinco años.
Pero, durante ese tiempo, tuvieron lugar
asimismo tristes sucesos. En cierta ocasión, Daksh llevó a cabo un gran
sacrificio, invitando a dioses, santones y brahmanes de todos los lugares.
Muchos acudieron a su llamada y Shiva entre ellos. Todos rindieron pleitesía a
Daksh, el más poderoso de los reyes, y se inclinaron ante él. Pero Shiva no lo
hizo, pues los dioses no deben tal respeto a los mortales.
Daksh se sintió herido en su vanidad. Para
vengarse, fingió no conocer a Shiva y le increpó de este modo:
¿Quién es este ser que va acompañado siempre
por espectros y seres fantasmales? ¿Quién es éste que no sabe comportarse con
respeto en la corte del rey más poderoso del universo? ¡Mirad su atuendo!
-indicó a los que le rodeaban-. Va vestido con una andrajosa piel de tigre y su
cuerpo está sucio, cubierto todo de cenizas. No creo que pueda participar en un
sacrificio que exige pureza a los que lo llevan a cabo.
Shiva escuchó todo esto en silencio y, por
respeto a su suegro, no dijo nada. Se limitó a abandonar el lugar.
Cuando se hubo marchado, los seguidores de
Shiva se enfrentaron con Daksh.
¿Qué has hecho, rey necio? Has ofendido al
dios que lo es todo en el universo. Has alejado de tu lado al otorgador de
todos los bienes. Sólo su infinita compasión ha impedido que te destruyera con
una sola mirada de su tercer ojo. Además, ¿qué valor puede tener en este
momento tu sacrificio? Sin Shiva, nada en el universo tiene ningún sentido.
Daksh no hizo caso alguno de lo que se le
decía y obligó a las huestes de Shiva a abandonar el lugar.
Cuando, un tiempo más tarde, Daksh quiso
llevar a cabo un sacrificio todavía más importante y multitudinario que el
anterior, decidió no invitar a Shiva ni a ninguno de sus seguidores.
La noticia de la celebración del sacrificio
llegó a oídos de Sati, quien se enojó mucho con su padre, por no haber invitado
a su marido. Preguntó a Shiva la causa de no haber sido convocados y el dios le
refirió lo sucedido.
El suicidio de Satí por
las ofensas a su marido Shiva:
Ella quiso remediar la situación e insistió en
marchar junto a su padre y asistir al sacrificio, para conseguir una
reconciliación entre ambos.
Shiva amaba intensamente a Sati y no quiso
negarle su permiso. Encargó a sus acólitos que cuidasen de su mujer y la mandó
al palacio de Daksh, con una gran comitiva.
Sati llegó a la casa de su padre, en la que estaba teniendo lugar el sacrificio al fuego. En el momento en que Daksh la vio, no mostró ninguna señal de cariño ni de respeto. Todos los dioses, excepto Shiva, se encontraban presentes allí. Sita no pudo contener su cólera y preguntó a los presentes:
Sati llegó a la casa de su padre, en la que estaba teniendo lugar el sacrificio al fuego. En el momento en que Daksh la vio, no mostró ninguna señal de cariño ni de respeto. Todos los dioses, excepto Shiva, se encontraban presentes allí. Sita no pudo contener su cólera y preguntó a los presentes:
¿Cómo es que no se ha invitado al que es el
dios de los dioses, la causa y el origen de este universo? Todos los ritos
quedan incompletos sin su presencia. ¿Cómo explicáis su ausencia? ¿Cuál ha sido
el motivo de esta ofensa?
Daksh, obcecado por su rencor, contestó a su hija con dureza:
Daksh, obcecado por su rencor, contestó a su hija con dureza:
Mujer le increpó, puedes permanecer aquí, ya
que has venido. Pero no pronuncies ni una sola palabra más. No estoy dispuesto
a escuchar nada en defensa de mi enemigo.
Pero, padre...
¡Calla! le interrumpió. Todos saben que Shiva
es un ser poco auspicioso, de linaje incierto. Es un dios, sí: el dios de los
fantasmas y de los seres inferiores. Viste andrajos, está sucio y no puede
estar al lado de los reyes y de los otros dioses.
Y Daksh continuó ofendiendo a Shiva y dirigiéndole palabras insultantes.
Sati no pudo soportarlo durante mucho tiempo.
Y Daksh continuó ofendiendo a Shiva y dirigiéndole palabras insultantes.
Sati no pudo soportarlo durante mucho tiempo.
¡Oh, soberano! Ofendiendo a mi esposo has
llamado a tu propia destrucción. Pero ése es tu destino. El mío es aún más
triste, pues me encuentro en la casa de mi padre, teniendo que escuchar
palabras ofensivas para aquel a quien más amo. No estoy dispuesta a hacerlo. Y,
para demostrarte cómo me has herido, abandonaré ahora mismo mi cuerpo físico.
Y, ante el estupor de todos, Sati empleó sus
poderes e hizo brotar de su cuerpo unas llamas de fuego que la consumieron en
breves instantes. De esta manera se inmoló para no escuchar más insultos a su
esposo.
Este término pertenece a la mitología hindú.
Dios que origina el movimiento en la
naturaleza; su nombre significa «el vivificador», y pone en movimiento los
rayos solares, las aguas y los vientos Va montado en una carroza arrastrada por
corceles de blancura resplandeciente, y sus brazos son de oro.
SHESHA, Ananta
En el hinduismo, Shesha es una serpiente
masculina divina, rey de todos los nagas (serpientes), uno de los seres
primigenios de la creación.
De acuerdo con el Bhágavata-purana
(siglo XI) es un avatar de Dios.
En los Puranas se dice que Shesha
sostiene a todos los astros del universo sobre sus caperuzas, mientras canta
las glorias de Visnú con todas sus bocas.
El dios
hinduista Visnú descansa sobre la blanca
serpiente de muchas cabezas Ananta-Shesha, mientras la diosa Laksmí masajea sus «pies de loto».
Generalmente Shesha se representa como una
serpiente enorme que flota enroscada sobre el océano universal, siendo la cama
sobre la que está acostado Visnú. A veces se lo pinta con cinco o con siete
cabezas, aunque la forma más común de representación tiene unas veinte cabezas.
A veces cada cabeza tiene una corona.
Su nombre proviene de la raíz sánscrita śiṣ
(‘lo que queda’), debido a que cuando todo el universo se destruye al final de
cada kalpa, Shesha permanece inalterado.
A Visnú acostado sobre Shesha se lo conoce como
Shesha-shaii Vishnú.
En una historia llamada «el batido del océano
de leche», que se presenta en varios Puranás, los devas (dioses) y los
asuras (demonios) tiraron de la cabeza y la cola de Shesha para hacer girar el
monte Mandara (o el monte Meru) y así batir el océano de leche.
De acuerdo con el primer capítulo («Adi Parva»)
del texto épico Majábharata, su padre era el sabio Kashiapa y su madre
Kadru.
La ciudad de Thiruvananthapuram (en el sur de
la India) recibe ese nombre en honor a Anantha (Shesha).
Se considera que algunos personajes más o menos
legendarios de la India son avatares de Shesha (o según cada credo hinduista
viceversa: la serpiente Shesha sería apenas una encarnación del personaje):
Lakshmana, hermano menor del
dios rey Rama
Balarāma, hermano mayor del
dios Krishná
Patañyali
(siglo II a. C.), lingüista hindú. Se lo considera una
encarnación parcial de Shesha. A veces se lo representa incluso con forma de
serpiente.
Nityananda (1474 – c. 1540) religioso
bengalí, compañero íntimo del santón Chaitania).
SITA
Sītā es un personaje principal en el texto
épico-religioso sánscrito Ramaiana (‘el sendero de Rama’), del
siglo III a. C.
Desde la época del Ramaiana, Sita es
considerada una diosa (devī) hinduista, avatar (encarnación) de la diosa
Laksmí, eterna consorte del dios Visnú (del que el dios Rama es el séptimo
avatar).
En la tradición hindú, Sita es el estándar de
vida que toda esposa hindú debe seguir. Su vida es un ejemplo del
comportamiento conyugal y las virtudes de toda mujer hindú al dar sus votos
conyugales, celebrando por cinco días en el festival de las luces o diwali a
finales de octubre y principios de diciembre.
Según el visnuismo (una rama del hinduismo que
adora a Visnú), Sita y Rama viven eternamente con las almas que les aman, en un
planeta espiritual (fuera de este universo) llamado Ramaloka (‘el planeta de
Rama’). Una vez cada 4320 millones de años descienden a la Tierra para
realizar los eternos y cíclicos pasatiempos del Ramaiana, como esposos
en el bosque. Desde la teología hindú, Sita como avatar de Laksmí, escogió
encarnar en la Tierra, y padecer en vida para así proveer un ejemplo a la
humanidad de las virtudes humanas.
Ídolo de la
diosa Sita en un templo de Sita Marhi.
De acuerdo con la leyenda, el rey Yanaka de
Mithila (antiguo reino de Nepal) junto con su esposa Sunaiana, encontraron a
Sita en un surco de arado (por lo que debe de haber sido una niña abandonada
por una madre desconocida), pero consideraron que había nacido directamente de
la diosa madre Tierra, por lo que se la llamaba «hija de Bhudevi».
Al llegar a su edad conyugal, se le buscó un
suaiam-vara (‘el propio mejor’, ceremonia para conseguir el esposo más fuerte)
de acuerdo a su clase. Así fue entregada al príncipe Rama de Aiodhia.
Exilio y rapto
Después de casados, las circunstancias llevaron
a Rāma a salir de Ayodhya y exiliarse por un tiempo en el campo de Dandaka.
Sita bien dispuesta renunció a las comodidades de su palacio y se unió a su esposo.
Vivieron juntos en el bosque de Dandaka. Ahí empezarían sus problemas: Sita,
caprichosa, envió a su esposo a matar un venado dorado (un señuelo). Entonces
el rey demonio Rāvana la engañó disfrazándose de un sabio bráhmana (de la casta
sacerdotal).
Todo esto había sido hecho por venganza sobre
Rama y su hermano Laksmaná por haberle cortado la nariz a Surpanakha hermana de
Rāvana.
El rey buitre Yataiu, amigo de Rama pelea
valientemente contra Rávana pero, debido a su edad, no puede con el demonio y éste
le corta un ala dejándolo moribundo. En su búsqueda Rama y su hermano Laksmaná
encuentran a Yataiu, y éste les informa de lo sucedido.
Rávana llevó a Sita en su pushpaka vímana
(nave voladora hecha con flores) hasta su palacio en la isla de Lanka. Allí la
mantuvo cautiva durante un año. En ese tiempo, Sita logro mantenerse apartada
de los avances sexuales de su captor (quien, debido a una maldición, no podía
tocarla). Finalmente Rama la rescató en la famosa batalla de Iudha-ganapitiya.
Rama mató a Rávana con su proyectil brahma-shira (la cabeza de Brahmá) o
brahma-astra (arma de Brahmá), cuando Ravana se encontraba haciendo
planes de guerra en un lugar llamado Lakgala. Cuando Rama desde Dunuwila lanza
su flecha en el pecho, debido a que Ravana era un brahmán (sacerdote), matarlo
era considerado un pecado aunque fuera en batalla y con razones, para lavar sus
pecados Rama tuvo que orar en el templo de Munneswaram Sivan, en Chilaw.
El
demonio Ravana secuestra a Sita.
El juicio del fuego
Hay una discordancia entre las traducciones de Ramaiana;
mientras en toda la historia precedente concuerdan en la mayoría de los
detalles, el desenlace cambia en varios:
Después de que Sita fuese rescatada por Rama,
él desconfió abiertamente de su virtud, con un recibimiento frío y palabras
poco respetuosas, diciéndole que ya que Ravana había muerto ella era libre de
escoger su camino en la vida, pudiendo elegir entre quedarse en Lanka junto
Vibhishan, hermano de Ravana, quien se había aliado con Rama en la guerra
contra su hermano por lo injusto de su acción al raptarla, o bien acompañar a
su hermano Laksmaná o quizás al rey de los simios Sugriva, o también podría ir
a Bharat si así lo deseaba.
Se sintió dolida por la desconfianza de su
marido por haber vivido un año con Ravana, y con que cuestionara su lealtad en
público. Ella, indignada, le recuerda que estuvo en calidad de prisionera y
bajo el acoso de Ravana, pero que podía demostrar la fidelidad a su marido
mediante la prueba del agní pariksa (‘el dios del fuego como testigo’).
Así pues, se presentó ante Laksmaná y le pidió
que llevaran a cabo el ritual de fuego de acuerdo a la tradición iniciática
creada por Agní (el dios del fuego), según la cual si ella había sido infiel en
pensamiento o en obra, las llamas la consumirían. Por otro lado si su mente y
su corazón nunca había flaqueado en su devoción a su esposo, ella saldría
intacta de las llamas. Terminando su discurso, entró lentamente al fuego, el
público espantado veía como las llamas devoraban a Sita, y momentos después
suspiraron de alivio al ver salir a Sita ilesa del fuego, ni siquiera un
cabello se había quemado.
Representación artística del juicio de
fuego.
Y a partir de aquí hay discordancia entre las
versiones. Mientras que en algunas, su esposo se retractó, corrió a abrazarla
diciéndole que nunca había dudado de su fidelidad y pureza, justificándose al
decir que como monarca era su deber satisfacer las mentes de los incrédulos con
respecto a ese tema, si no lo hubiese hecho los demás no le tendrían respeto
como rey, y que el juicio del fuego pondría fin a cualquier especulación en el
futuro.
De acuerdo a la teología hindú del dharma cada
acción obtiene resultados independientemente del estatus de las personas, una
línea de pensamiento dice que Rama cuestionó la fidelidad de Sita como castigo
por haber cuestionado primeramente ella la integridad de su hermano Laksmaná,
quien había dejado sus comodidades para servir fielmente a ambos durante 14
años, y que por este motivo Laksmana le pidió que fuera él el que encendiera el
fuego a pesar de que él se había opuesto a tal procedimiento puesto que creía
que, en efecto, Sita era inocente.
La pareja regresó a Ayodhya, donde Rama fue
coronado rey con Sita a su lado, y aunque su confianza en Sita nunca declinó,
llegó a ser evidente que algunas personas en Ayodhya no aceptaban que durante
el prolongado cautiverio de Sita no hubiese pasado nada, esto llevaría a Sita a
un segundo exilio.
No obstante, según el texto del Ramaiana
de Valmiki, Rama ni aun así aceptó la inocencia de Sita, y la Tierra, indignada
de que trataran así a su hija, abrió sus fauces y se la tragó.
SIVA O
SHIVA
En el marco del hinduismo, Shiva es uno
de los dioses de la Trimurti (‘tres-formas’, la Trinidad hinduista), en la que
representa el papel de dios destructor, junto con Brahmá (dios creador) y Visnú
(dios preservador).
Dentro del shivaísmo es considerado el
dios supremo.
Usualmente, Shiva es venerado en la forma
anicónica de lingam.
Se le describe como un yogui omnisciente que
vive una vida ascética en el monte Kailash, y también se le representa como a
un dueño de un hogar con su esposa Parvati, y dos hijos, Ganesha y Kartikeia.
Shiva tiene muchas formas benevolentes así como también otras de temer. A
menudo se lo figura como sumergido en meditación profunda, con su mujer e hijos
o también como el Natarásh (el rey de la danza).
En el shivaísmo (o religión saiva o saivita) la
deidad principal es Shiva-Rudra, y en la que Brahmá y Visnú son considerados
dioses menores.
En la religión védica más antigua, la única
deidad destructora era Rudra (‘terrible’), pero posteriormente en el hinduismo
se volvió usual darle a ese dios el nombre eufemístico de Shiva, ‘auspicioso’
(así como en Grecia a las Furias se las terminó llamando Euménides, ‘las
Gracias’).
Shiva Lakulisha, arte de la era gupta,
Museo Nacional Indio, en Nueva Delhi.
En su calidad de destructor, a veces se le
llama Kāla (‘negro’), y es entonces identificado con el tiempo, aunque
su función destructiva activa es entonces asignada a su esposa bajo el nombre
de Kali. Como deidad de la reproducción (concomitante a la destrucción), el
símbolo de Shiva es un monolito de piedra o de mármol llamado lingam.
Originalmente había doce shiva-linga,
siendo los más conocidos los de Somanatha (en Guyarat), Maja-Kala (en Ujjayinī)
y Visuésvara (en Benarés). A finales del siglo XIX, en India se estimaba
que había más de 30 millones de linga.
Shiva tiene tres ojos, uno de los cuales está
en medio de su frente (denotando su capacidad de ver las tres divisiones del
tiempo: pasado, presente y futuro), su piel es de color azul grisáceo (cubierta
de cenizas).
Una luna en cuarto creciente situada sobre su frente
representa la división del tiempo en meses, una serpiente alrededor de su
cuello representa la división en años y un collar de calaveras la sucesiva
extinción y generación de las razas de la humanidad.
Tiene varias serpientes enroscadas en sus
brazos, su cabello está enredado en varias matas sobre su cabeza y forma un
rodete en punta sobre la frente. Encima de este hueco se ve el rebote y la
materialización del río Ganges (la madre Ganga, ‘la Rápida’ o
literalmente ga-n-gā ‘va y va’), a quien él intercepta en su eterna
caída invisible desde el cielo (en Gangotri, un glaciar de los montes
Hima-alaya o ‘morada del hielo’) para evitar que hundiera a la Tierra por su
fuerza.
Cuando los dioses batieron el océano de leche
para generar el néctar que los volvería inmortales, lo primero que se produjo
fue el veneno, que podía destruir el mundo. Shiva se lo bebió para salvar a
todos los seres del mundo, por eso su garganta adoptó un color azul y él fue
llamado Nila Kantha (‘cuello azul’), y también fue llamado Loka
Naiaki (salvador del mundo).
En una de sus cuatro manos sostiene un tri-shūla
o tridente (también llamado Pinaka). Los shivaístas creen que denota su
combinación de los tres atributos de Creador, Destructor y Regenerador. También
sostiene un tamborcito damaru (con forma de reloj de arena).
Sus sirvientes se llaman pramathas
(‘atormentadores’) y son considerados seres sobrenaturales, quienes forman
tropas (gana), cuyo líder es el hijo de Shiva: Ganesha (‘señor de las
tropas’) o Ganapati (‘líder de las tropas’), representado como un muchacho
regordete con cabeza de elefante.
Su esposa Satí es el objeto de
adoración de los shaktas y los tántrikas. Recibe muchos nombres:
Dakshaiani: ‘hija de Daksha’
Durga: ‘cárcel’ o
literalmente dur-gā, ‘difícil de escaparse’
Kali: ‘negra’
Gauri: ‘dorada’
Uma
Bhavani.
Cuando su padre Daksha insultó a su esposo
ausente, Sati se suicidó.
Shiva se volvió a casar con Parvati (‘del monte
Parvata’), diciendo que ella era la reencarnación de Satí.
Ardha Narīshuar (ardha: ‘mitad’, narī:
‘mujer’, īśwara: ‘controlador’), manifestación como mitad Parvati, mitad
Shiva.
Shiva también es adorado como un gran asceta.
Existe un mito acerca de que en una ocasión quemó con su tercer ojo a Kama
(‘deseo erótico’, siendo los Kāma-sūtras sus aforismos), el alado dios
del amor, quien —mientras Shiva estaba dedicado a una severa meditación— le
había disparado sus flechas de flores para hacerle enamorar de quien terminaría
siendo su segunda esposa, Parvati. Desde entonces a Kama se le conoce como An-anga
(‘sin-forma’, incorpóreo).
Las escrituras de los shivaístas dicen que con
la mirada ardiente de su tercer ojo quema el universo, incluidos a Brahmá y a
Visnú, y se unta sus cenizas mortuorias por todo el cuerpo. Por eso los
adoradores de Shiva se cubren de cenizas. También usan cuentas de semillas de rudraksa
(‘ojos de Rudra’), las cuales dicen que surgieron al caer lágrimas de los ojos
de Shiva o Rudra, cuando iba a destruir Tripura (las ‘tres ciudades’ de los asuras
o demonios).
La paradisíaca residencia de Shiva se encuentra
en el monte Kailash.
Tiene tres hijos:
Aiapa (generado con la diosa
Mojini, que es una encarnación femenina del dios varón Visnú), luego de la
muerte del demonio Bhaumasura.
Kartikeia o Skanda (dios de la
guerra).
Ganesha.
El tercer ojo: el tercer ojo de Shiva
en su frente es el ojo de la sabiduría, conocido como bindi. Es el ojo
que ve más allá de lo evidente. En consecuencia, a Shiva se lo conoce como Tri-netri-īshwara
(‘señor de los tres ojos’). El tercer ojo de Shiva es comúnmente asociado con
su energía salvaje que destruye a los malhechores y los pecados.
El collar de la cobra: el dios Shiva está más
allá de los poderes de la muerte. Ingirió el veneno kalketu para el
bienestar del universo. Para no ser herido por este veneno, se dice que su
consorte Parvati ató una cobra a su cuello. Esto retuvo el veneno en su
garganta y, por consiguiente, la tornó azul. De ahí su nombre Nīla-kantha
(‘garganta azul’). La peligrosa cobra representa a la muerte, que Shiva ha
conquistado completamente. Shiva también es conocido como Nageśwara
(‘señor de las serpientes’). Las cobras alrededor de su cuello también
representan la energía dormida y yaciente, Kundalinī.
Media luna: Shiva lleva en su
frente la luna en su quinto día (panchami). Está ubicada cerca del
tercer ojo y demuestra el poder del Soma (la ofrenda sacrificial, que
representa a la Luna). Significa que Shiva posee el poder de la procreación
junto con el poder de la destrucción. La Luna también es una medida de tiempo,
por consiguiente también representa su control sobre el tiempo. Shiva entonces
es conocido por los nombres de Somasundara (Soma: ‘dios de la
Luna’; súndara: ‘hermoso’) y Chandrashekara (chandra: ‘luna’; śekhara:
‘corona’). Refiere también al símbolo de su montura, un toro.
Cabello enmarañado (jata): el ondeo de su cabello
lo representa como el dios del viento, o Vaiu, que es la forma sutil de
aliento presente en todas las formas vivientes. Por consiguiente, es Shiva como
la línea vital de todos los seres vivos. Él es Pashupatinath.
El río Ganges: el sagrado río fluye
desde el cabello de Shiva. El rey BhaguiRatha pidió a la madre Ganga que
descendiera en este planeta para que purificara sus pecados y los de los
humanos. El dios Shiva ofreció su enmarañado cabello para detener su caída
desde los planetas celestiales. El flujo del agua es uno de los cinco elementos
que componen el universo y desde el cual la Tierra nace. El Ganges también
representa fertilidad y el aspecto creativo de Rudra.
El tambor: el sonido del damaru
en la mano de Shiva es el origen de la palabra universal que da origen a todo
lenguaje y expresión.
Vibhuti: se trata de las tres
líneas de ceniza dibujadas en la frente y representa la esencia de nuestro ser,
que permanece aún después de los malas (impurezas de la ignorancia, el
ego y la acción) y vasanas (gustos y disgustos, apego al cuerpo, al
mundo, a la fama, los entretenimientos mundanos, etc.) han sido quemadas en el
fuego del conocimiento. El vibhuti es reverenciado como la forma de
Shiva y simboliza la inmortalidad del alma y la gloria manifiesta del dios.
Ceniza: Shiva cubre su cuerpo
con bhasma (ceniza de crematorio) que señala la filosofía de la vida y
la muerte y el hecho de que la muerte es la realidad última de la vida.
Piel de tigre: el tigre es el
vehículo de Shaktí, la diosa del poder y la fuerza. Shiva está más allá y por
encima de cualquier tipo de fuerza. Es el señor de Śakti. La piel de tigre
simboliza la victoria sobre toda fuerza. Sentado sobre la misma, Shiva enseña
que ha conquistado el deseo.
El elefante y la piel del venado: Shiva también viste
con la piel de un elefante. Los elefantes simbolizan el orgullo. Vestir su piel
simboliza la conquista del orgullo. Similarmente, el venado simboliza el saltar
de la mente, su parpadeo. Vistiendo la piel del venado simboliza que ha
controlado la mente a la perfección.
Rudraksa: Shiva viste bandas en
sus muñecas de madera de rudraksha (‘ojos de Rudra’), a la que se le
atribuye poderes medicinales.
El tridente: el trishula
simboliza las tres funciones de la tríada: la creación, el mantenimiento y la
destrucción. El tridente en la mano de Shiva indica que todos los tres aspectos
están bajo su control. Se dice que la antigua ciudad de Kashi (actual Benarés),
queda justo sobre el trishul. Como un arma el tridente representa el
instrumento de castigo al malhechor en los tres planos: espiritual, mental y
físico. Otra interpretación del tridente es que representa el pasado, el
presente y el futuro. El tridente en la mano de Rudra indica su control sobre
el tiempo.
Shiva representado como Natarásh (‘rey
de la danza’), una de sus representaciones más conocidas en Occidente.
Adicionalmente, Shiva también significa
‘favorable’ o ‘bueno’. Frecuentemente se representa como el esposo de Uma o
Parvati. En el proceso de manifestación, Shiva es la conciencia primitiva y
crea a los otros miembros del trimurti. Es simbolizado por la sabiduría de la
serpiente. Tiene muchos otros nombres, por ejemplo, Shankará (‘causante
de prosperidad’) y Majadeva (‘gran dios’).
Shiva le dio su hacha (paraśu) a
Parasurama, un avatar de Visnú y discípulo de Dattátreia (encarnación combinada
de Brahmá, Visnú y Shiva). El gran arco de Shiva se llama Pinaka y, por
consiguiente, él es llamado Pinaki. La mayoría de las representaciones de Shiva
muestra el Tridente, otra de sus armas, en el fondo. También es conocido por
haber entregado a Pandava Arjuna el arma divina Pashupata, bajo la condición de
usarla únicamente contra alguien de fuerzas iguales o, de otra manera, el arma
habría de destruir al reino mortal.
Según los adoradores de la diosa Kali, ésta
nació cuando Shiva miró dentro de sí mismo. Ella es considerada como su
reflejo, la divina Adi-shakti o energía primordial mientras que él es el Señor
Supremo carente de forma, tiempo y espacio.
En otra versión, Kali fue a destruir los asuras
que atacaban Suargá-Loka, pero se llenó de ira y los destruía de tal forma que
puso en peligro el balance natural entre bien y mal que permite la creación.
Para calmarla, Shiva se acostó en el suelo a su paso. Cuando ella lo pisó, lo
miró y se dio cuenta de a quién había pisado, dándose cuenta de sus acciones y,
avergonzada por sus actos, se mordió la lengua.
Como Natarásh (‘rey del baile’), Shiva
simboliza el baile del universo, con todos sus cuerpos celestiales y leyes
naturales complementándose y balanceando el uno al otro. A veces, también se
simboliza haciendo su danza de la destrucción, tandava, en el momento
del pralaia (disolución del universo, al final de cada kalpa).
Algunos hindúes, especialmente los smartas
(seguidores de las regulaciones smriti), creen que Shiva es una de las
muchas formas del atman o el Brahman. En cambio los shivaístas lo
ven como el verdadero Dios del cual todas las demás deidades y principales
emanaron. Esta visión está usualmente relacionada con los grupos bhakti
(devocionales) del shivaísmo.
Aun cuando está definido como el destructor en
su aspecto Rudra, Shiva es el dios más benevolente. Uno de sus nombres es
Ashutosh, aquel a quien es fácil complacer (āśu: ‘rápido’; tosha:
‘satisfacción’). Sus devotos creen que el dios Shiva puede dar muchas
bendiciones (tanto materiales como espirituales) a cambio de poco.
Shiva es la realidad última de la felicidad y
el éxtasis y todo se completa en él. Shiva está más allá de la descripción, de
la manifestación, limitación de la forma, tiempo o espacio. Es eterno, infinito
y siempre permanece, todo lo conoce y es omnipotente.
Según los Puranas que lo glorifican a él
por encima de otros dioses, Shiva es el dios que Rama (encarnación de Visnú)
adoró en Ramésuaram. También el dios Krisná (encarnación de Visnú) lo adoró
para tener un hijo que fuera un guerrero invencible. El buen dios Shiva
respondió las plegarias de Krisná y lo bendijo con un hijo. Krisná llamó a este
hijo Samba, en honor a Shiva.
Otra encarnación de Shiva es el sabio Durvasa.
Sintoísmo
En Japón, en donde muchas deidades hindúes son
adoradas por la relación que estas dos naciones mantuvieron, Shiva es conocido
como Shiba y Daikoki (que significa ‘negro’, pues el señor Shiva
está cubierto por cenizas de los cadáveres cremados y se le llama Kala o
Kali).
Avatares
de Shiva
La diosa Parvati adora al señor Shiva (1750-1800), acuarela opaca, oro y
plata sobre papel, en Datia (Madhya Pradesh, India).
Agni. En el Majabhárata
se dice que el señor Agni es un avatar de Shiva.
Indra. Se dice que el señor Shiva es el mismo
Indra. Los Pauravas son héroes del Rig vedá y su señor era Indra. En el Rig
vedá, el señor Indra se llama a sí mismo Shiva en muchas ocasiones (2.20.3,
6.45.17, 8.93.3). Ambos son dioses relacionados con la planta soma.
Jánuman. En el Jánuman-chalisa
y en el Shiva-purana se dice que Śrī Jánuman (el antropoide devoto del
señor Rama) es una encarnación de Shiva.
Bhairava: otra forma similar al Kali de Durga.
Ardhanaríshwara: ‘mitad Shiva, mitad
Parvati’ (siendo ardha: ‘mitad’, narī: ‘mujer’, femenino de nara
‘hombre’; īshuara: ‘señor’), encarnación combinada de los esposos.
Lingam: al señor Shiva se lo
venera en la forma del Shivling (falo de Shiva) porque es un yogui que niega su
cuerpo y su sexualidad. El símbolo de los Purus era este falo.
Agastia. Algunos proponen
que este rishi (sabio) védico era una encarnación del señor Shiva. Se
dice que este rishi inició la veneración de Shiva en el sur de la India.
Durvasa, un mítico sabio
célibe y neurótico, declaraba que no podía controlar su ira debido a que era
una encarnación del iracundo Rudra.
Shankar (788-820): maestro que
inició la doctrina vedanta (una de las seis dárshanas) y restauró el
brahmanismo, contra el pacifismo budista. En varios textos él declaraba ser una
encarnación de Shiva (esta forma de auto propaganda es utilizada aún hoy en la
India). Aunque Shankar creía en el nirguna Brahman (Dios sin ningún
atributo), aun así veneraba a Shiva.
Shiva
lingam, el símbolo de protección de este universo:
El Shiva lingam no es un símbolo de una
religión en particular, sino que en realidad significa un principio científico
de protección de este universo, un universo donde a Shiva se le rinde culto:
En la India, durante miles de años, el Universo
se conoce como Brahmandam, lo que significa el “gran huevo”. Brahman significa
el absoluto supremo o más grande. El Shiva lingam es un microcosmos de ese
huevo cósmico.
Cuando adoramos el Shiva linga, estamos adorando, en realidad, el Universo entero como la Forma Auspiciosa (protectora) y como la Conciencia Divina; no se trata de adorar un Dios que está sentado en algún lugar más allá del cielo. Esto nos enseña que cualquier servicio desinteresado prestado al Universo, incluyendo a todos los seres vivos, es el culto de Shiva.
La Realidad Absoluta, es la Fuente y Soporte de
todo. Está desprovista de atributos, características e imagen. ¿Cómo puede ser
descrita sin atributos? En este difícil contexto, los sabios encontraron un
símbolo para representar esta etapa inicial entre Brahman y la creación: el
Shiva linga. Significa la creación del Universo a partir de Brahman. El Shiva
linga es el símbolo que los Rishis (los sabios videntes) utilizaron para
revelar la verdad que ellos poseían, de una manera que la gente sencilla podía
entender.
La palabra Shiva significa “auspicioso” o
protector. La protección no tiene una representación perceptible. Mediante la
adoración del Shiva linga, que es un símbolo de buen augurio, el devoto recibe
lo que es auspicioso, es decir la protección.
“Hijos míos, la gente solo habla así porque no
entiende el principio que hay detrás del Shiva linga. Cada uno lo ve todo bueno
o malo dependiendo de sus propias tendencias internas.”
Él nos ha creado en la tierra. La tierra entera es creada por él, y él gobierna el
cosmos con sus propias leyes. Sólo él conoce la ley del Karmaen su totalidad. Los árboles, las piedras
preciosas, animales salvajes, bacterias, peces, y todos los demás seres vivos
nacen de sus manos. Él
crea los átomos y moléculas. Él crea gases, líquidos y sólidos... Su
nombre es lo más sagrado.
Coreando su nombre puede hacer que una persona
se libre de sus impurezas. Aparte de él, todo lo demás puede cambiar. Sólo
él sigue siendo el mismo en todo momento y en todo lugar. De acuerdo a los
textos sagrados, Shiva no tiene forma, ni color y no se puede sentir, él no puede
ser destruido por nada. No se puede describir de ninguna manera.
El
sacrificio de caballo de Daksha:
Daksha estaba muy furioso con
la marcha de Satí con el dios Shiva. Esta enemistad culminó en un gran
sacrificio de caballo que él había organizado, donde invitó a todos sus amigos,
conocidos familiares, rishis (sabios yoguis), cortesanos y súbditos.
Conscientemente excluyó a Dakshaiani (Satí) de la lista de invitados. Incluso
en la entrada de su casa puso una estatua de Shivá, de la cual se burlaba y que
ensució con comida.
Dakshaiani, atraída por la
idea de participar del importante iagñá (acontecimiento-rito) supuso que
la hija del rey sería bienvenida aunque no hubiera sido invitada. Shivá le
aconsejó que no fuera, pero al verla tan decidida, envió a un grupo de sus
discípulos con ella. Cuando Dakshaiani llegó, su padre la trató con desdén,
pero Dakshaiani mantuvo su compostura.
Cuando Daksha hizo un discurso
en que se burlaba de Shivá, su hija Dakshaiani, herida en el corazón se arrojó
al inmenso fuego del sacrificio y se suicidó.
Los dioses tomaron el cadáver
y lo cortaron en pedazos (como se hace con el caballo que se sacrifica en el
ashua medha iagñá). Donde cayeron sus pedazos se construyeron templos.
Al enterarse de la muerte de
Dakshaiani (Satí), los asistentes de Shivá (que la esperaban afuera) entraron
en la ceremonia y mataron a varios de los presentes. Sin embargo, el sabio
Bhrigu rishi invocó a los demonios, quienes atacaron a los sirvientes de Shivá,
que se tuvieron que retirar hasta la morada de Shivá. Éste, al oír las noticias
de la muerte de su única esposa, Shivá enfurecido tomó una rasta de sus
enmarañados cabellos y la estrelló contra el piso. Surgió entonces el terrible
Virabhadra.
Por las órdenes de Shivá entraron en la ceremonia y decapitaron a Daksha y a muchos de los asistentes. Aterrorizados y con remordimiento, los que quedaron le pidieron a Shivá que fuera misericordioso y le devolviera la vida a Daksha y permitiera que el sacrificio se completara. Shivá, el Misericordioso, le colocó una cabeza de cabra y lo resucitó. Con humildad y arrepentido de sus actos inicuos, Daksha se convirtió en otro de los seguidores de Shivá, que le consideraban un dios.
Shivá llevó los trozos que encontró del cadáver de Dakshaiani (que ahora sería conocida como la casta Satí) clavados en su tridente. En su morada realizó una danza salvaje de dolor, en honor a ella.
Shivá volvió a casarse con una
mujer llamada Párvati (hija del monte Parvata) y Shivá dijo que era la
reencarnación de Dakshaiani, por lo que él seguiría siendo monógamo, ya que
estaba casado con la misma mujer. Ella, convencida de ser Dakshaiani, le juró
que nunca más haría algo separada de él.
Nandi,
amada montura del señor Shiva:
Nandi es el toro que Shiva monta y el portero
de Shiva y Parvati en la mitología hindú. Los templos que veneran a Shiva y
Parvatiun, Nandi sentado, generalmente mirando hacia el lugar sagrado. También
hay algunos templos dedicados solamente a Nandi.
El respeto que se tiene al toro en la India actual es una consecuencia de su asociación con Shiva. En muchos templos saivitas hay una estatua de Nandi ante la puerta del santuario principal, de modo que pueda vigilar a su amo. Es el más leal de las divinidades protectoras. En las pinturas que representan a la «divina familia» de Siva, Parvati, Ganesha y Skanda siempre sale Nandi: según la leyenda, el toro fue un regalo de boda de Shiva y Parvati de parte de Daksha, el suegro de Shiva (entre los cuales no se llevaban del todo muy bien)
Nandi comparte muchos de los atributos de su
amo: es fuerte, feroz y sexualmente potente y es una personificación del poder
que se puede conseguir domando la fuerza bruta y controlando la pasión.
El toro Nandi es la encarnación de la “rendición
a los poderes divinos”, y es considerado uno de los símbolos principales del
Dios Shiva. El toro Nandi, amada montura de Shiva, comenzó a volverse
demasiado orgulloso de su papel como “vahara” de Shiva (vehículo). Para enseñar
a Nandi una lección de humildad, Shiva colocó un mechón de su pelo sobre la
espalda del toro. Sintiéndose súbitamente demasiado débil para transportar la
carga, el toro se dejó caer sobre sus rodillas. Postrándose, pidió el perdón de
Shiva por su soberbia. De esta manera el toro Nandi fue iniciado en la sabiduría
divina, y desde ese día en adelante no solamente fue la montura de Shiva, sino
también el jefe de sus discípulos.
En la religión Hindú, el toro Nandi se
convirtió en el símbolo reverenciado de la renovación, la fertilidad, la
correcta motivación y las aspiraciones religiosas. Solo perpetuando esas
características personales, cada aspecto de la ley divina florecerá. La
devoción de Nandi por su maestro llegó al punto de sacrificar su propia vida
por él.
La leyenda nos cuenta que Shiva ingirió “el veneno del Karma humano” como una muestra de auto sacrificio. Viendo como su maestro se preparaba para perder la vida, Nandi hizo lo mismo que él absorbiendo también el veneno. Shiva, dándose cuenta de que su querida montura no sería capaz de resistir los efectos del veneno al contrario que él, protegió a Nandi de su fatal destino. Tras eso Nandi nunca abandonó el lado de Shiva, convirtiéndose en su guardián siempre presente, y en la fuente de la devoción de los seguidores de Shiva.
Conocer la religión hindú, sus dioses y
deidades sería imposible sin la enorme plasmación plástica y artística de todos
sus dioses. De esta manera, conocemos los rasgos de Shiva muy bien explicados
por cada parte de su bello cuerpo en esta ilustración más texto.
SOMA
El soma es el narcótico divino de
la antigua India. Diferente a la mayoría de los alucinógenos, considerados
mediadores con lo divino, el soma fue reconocido como un dios por sí mismo. Su
naturaleza se mantuvo como un misterio a lo largo de varios miles de años.
Este alucinógeno ganó un privilegiado lugar en
las ceremonias mágico-religiosas de los arios que, hace 3500 años, bajaron del
norte hacia el Valle del Indo, donde propagaron su culto. Los oficiantes bráhmanas
la bebían durante los sacrificios en honor a Agní (dios del fuego).
Era una importante bebida ritual entre los
antiguos indoiranios, las culturas de la civilización védica (antes del
hinduismo) y las grandes culturas persas. En el texto Avesta, el soma
o haoma tiene un yasht (capítulo) entero dedicado a él. En la
tradición irania, Haoma (que es el mismo dios védico Soma) cuenta a Zaratustra
que fue Viuanjant (el dios del sol) el primero que lo filtró.
Se menciona frecuentemente en el texto sagrado Rig-veda
(el texto más antiguo de las escrituras de la India, de mediados del
II milenio a. C.), el cual contiene muchos himnos alabando sus
cualidades energizantes y embriagantes.
En los Vedas, Soma es retratado como
sagrado y como un (deva). El dios, la bebida y la planta probablemente
se refieren a la misma entidad. Mientras que la mayor parte de las plantas
alucinógenas fueron consideradas como simples mediadores con lo divino, el soma
se reconoció como un dios por sí mismo. En este aspecto, el soma es
similar a la ambrosía griega (cognada con el amrita, el néctar de la
‘inmortalidad’): es lo que los dioses beben, y es lo que los hace dioses. Hay
retratos de Indra y Agní consumiendo soma en grandes cantidades. Los
seres humanos consumían soma probablemente con la idea de que les
otorgaba cualidades divinas.
En el arte hindú, el dios Soma es representado
como un toro o un ave y a veces como un embrión, pero raramente como un adulto.
En el hinduismo, el dios Soma evolucionó hasta convertirse en una deidad lunar,
y se relaciona con el inframundo. La Luna es el vaso donde los dioses beben soma,
y así el soma termina identificado con el dios de la luna Chandra. La
luna creciente significa que el soma se está volviendo a crear, listo
para dejarse beber otra vez.
Las 27 esposas de Soma eran las diosas
estelares, las Nakshatras, hijas del progenitor cósmico Daksha, quienes se
quejaron con su padre que Soma le prestaba demasiada atención a solo una de
ellas, Rojini. Daksha entonces maldijo a su yerno a disminuir y morir, pero las
esposas intervinieron y le pidieron que la muerte fuera periódica, que quedó
simbolizado por la mengua y creciente de la Luna. El lunes (‘día de la Luna’)
se llama soma var en sánscrito y en sus idiomas descendientes (tales como
el hindi y el guyaratí, y alude a la importancia de este dios Luna-droga en la
espiritualidad hinduista.
SRI
Lakshmi, más conocida como Sri, es la esposa de
Vishnu y aparece bajo nombres diferentes, según sus diversas encarnaciones.
Así, cuando Hari nació como un enano, la hija de Aditi, Lakshmi, apareció del
loto como Padma, o Kamala. Cuando Él nació como Rama (Parasurama) de la raza de
Bhnigu, ella era Dharani; cuando Él fue Raghava (Ramachandra), ella fue Sita; y
cuando Él fue Krishna, ella fue Rukmíni. En los otros descendientes de Vishnu
ella fue su asociada. Cuando él toma forma celestial, ella aparece como divina;
cuando toma forma mortal ella se vuelve también mortal, transformándose a sí
misma de acuerdo a la forma que a Vishnu le complace asumir.
SURYA
Dios Védico cuyo elemento es el cielo. Es una
Divinidad solar y su esposa Ushas es el alba.
En los himnos védicos Surya y Savitri son dos
nombres comúnmente empleados para designar al sol. Se supone que Savitri se
refiere al sol cuando no es visible, mientras que Surya se refiere al mismo
cuando es visible para quienes le adoran. Su adoración estaba sumamente
generalizada en tiempos remotos y ha continuado estándolo hasta hoy. Este dios
es invocado por cada devoto brahmán al comienzo del Gayatri, el texto más
sagrado de los Vedas. Solamente por su fraseología se supone que este verso
ejerce poderes mágicos. Dice así:
”Meditemos en la excelente gloria del divino Vivificador. Que él ilumine (o estimule) nuestra compresión”.
”Meditemos en la excelente gloria del divino Vivificador. Que él ilumine (o estimule) nuestra compresión”.
Conduce una carroza tirada por radiantes
caballos de patas blancas. Se dice que Surya lleva como auriga a Aruna (Rosy),
la aurora, hija de Kasyapa y Kadru, de sus dorados brazos surge toda la luz y
energía que necesitan todos los seres vivos. Guía a las almas de los muertos
para que lleguen a la morada de los justos.
TAPATI
Nombre de la aurora, hija de Indra.
TARA
Tārā es una diosa hindú. Es la segunda en el
grupo de deidades femeninas llamadas dasha majá vidiá (‘diez grandes
sabidurías’).
Los hinduistas consideran que Tārā Devī concede
sabiduría, protección y sanación a quienes le rinden culto.
Fácilmente puede confundirse la apariencia de
Tārā con la diosa Kālī: las dos se representan con piel azul, los pechos
desnudos, el pelo enmarañado o suelto, llevando en el cuello un mālā
(rosario de oración) hecho con calaveras humanas. Las dos diosas portan una
cabeza humana cortada y una espada.
La diosa Tara
sostiene un recipiente hecho con un cráneo humano, dos espadas sangrientas y
una flor de loto, y está de pie sobre su esposo Shivá. Detrás
se ven dos piras funerarias. Generalmente se
asocia a la diosa Kali con esta imagen, por lo que las dos diosas son
prácticamente indistinguibles.
Los elementos que distinguen a Tārā son un loto
azul, unas tijeras que lleva en sus manos y una falda de piel de tigre.
Según la tradición, Tārā salvó al dios Shivá
del veneno que éste bebió para salvar al mundo. La diosa lo convirtió en un
bebé, lo tomó en brazos y lo amamantó: la leche materna neutralizó el veneno.
Este mantra es recitado en Tíbet, donde el
culto a Tārā fue introducido alrededor del siglo VII y ella se convirtió
en un Buda femenino.
En el
Budismo
Tara (‘estrella’ en sánscrito) es un buda
típicamente asociada con la práctica del budismo tántrico en la forma en que ha
sido preservado en el budismo tibetano.
Otros
nombres
Aria
Tara
(Ārya Tārā).
Jetsun
Dölma
en tibetano
Duoluo o Dumu en chino
Ella es la «madre de la liberación» y
representa las virtudes del éxito en el trabajo y en las hazañas. Tara es una
deidad tántrica cuya práctica es usada por los practicantes de la rama tibetana
del vasraiana para desarrollar ciertas cualidades interiores y comprender lo
exterior, lo interior y enseñanzas secretas sobre la compasión y el vacío. Tara
no aparece en la rama japonesa del budismo vasraiana, el Shingon.
Tara es en realidad un nombre genérico para
una serie de budas o bodhisattvas de aspecto similar. Pueden ser
comprendidas como diferentes aspectos de una misma cualidad, del modo en que
los bodhisattvas son a menudo considerados como la metáfora de una
virtud budista.
Las formas de Tara más ampliamente conocidas
son:
Tara la
Verde,
conocida como la Buda de la actividad iluminada y superación de obstáculos,
superar obstáculos durante la meditación o en la vida, es la más valorada junto
con la Tara Blanca.
Tara la
Blanca:
conocida por la compasión, la larga vida, la sanación y la serenidad; también
como chinta-chakra (rueda que cumple los deseos).
Tara la
Roja
(Kurukula): o aspecto violento, asociado con atraer a todas las cosas buenas.
Tara la
Negra:
asociada con el poder
Tara la
Amarilla:
asociada con la riqueza y la prosperidad
Tara la
Azul o Ekajati:
asociada con transmutación de la ira
Chintámani
Tara:
una forma de Tara ampliamente practicada en el nivel alto del Tantra Yoga en la
escuela Gelug del budismo tibetano, retratada verde y a menudo fundida con Tara
la Verde
Khadiravani
Tara
(Tara del bosque de teca): quien se apareció a Naga Aryuna en la selva
Khadiravani del sur de la India y quien es a veces referida como la “Vigésima
Segunda Tara”.
Ilustración Thangka tibetana del siglo
XVIII de Tara Samaya Yogini con las Taras negra, roja, blanca y amarilla a los
lados. La obra está en el Museo Rubín, Nueva York.
En algunas escuelas budistas se reconoce a 21
Taras. Un texto de práctica titulado como En alabanza de las 21 Taras,
se recita durante las mañanas en todas las cuatro sectas del budismo tibetano.
El mantra principal de Tara es oṃ tāre
tuttāre ture svāhā (en sánscrito) u oṃ tāre tu tāre ture soha (en
palí, como lo pronuncian por los tibetanos y budistas que siguen las
tradiciones tibetanas).
Dentro del budismo tibetano Tara es
considerada como un buda de compasión y de acción. Es el aspecto femenino de
Avalokitéswara (Chenrezig) y en algunas historias sobre su origen ella habría
venido de las lágrimas de aquél. Tara es también conocida como una salvadora,
como una divinidad celeste que escucha los lamentos de los seres que experimentan
la miseria en el samsara. La figura de Tara proviene del hinduismo,
donde la devi Tara, fue una dentro un sinnúmero de figuras de la diosa
madre al lado de Sárasvatī, Lakshmí, Parvati, y Sakti. En el siglo VI, durante
la era del Imperio Pala, Tara fue adoptada en el panteón budista como una
importante bodhisattva.
No es mera coincidencia que fuera introducida
pocos siglos después de la aparición del Prajñāpāramitā Sūtra en lo que llegaría
a ser el budismo mahāyāna de la India. Parecería que el principio femenino hizo
su primera aparición en el budismo como la “madre de la perfecta sabiduría” y
más tarde Tara llegó a ser vista como una expresión de la sabiduría de la
perfecta compasión. Sin embargo, en ocasiones Tara es también conocida como la “madre
de los budas”, lo cual normalmente se refiere a la sabiduría iluminada de los
budas, luego al aproximarse a las divinidades budistas, se debe aprender a no
imponer márgenes totalmente estricto acerca de lo que una deidad cubre, como
opuesta a otra deidad.
Todas ellas pueden ser vistas como expresiones
del juego de las energías de forma manifestada danzando fuera de la vasta
vacuidad. Sea como sea, Tara comenzó a ser asociada con las cualidades maternas
de compasión y la misericordia. Indudablemente para la gente común que era
budista en la India de ese tiempo, Tara era una deidad más próxima. Los ojos de
una divinidad que representa la sabiduría como vacío es una cosa concreta para
contemplar. Quizá sea más fácil alabar a una diosa cuyos ojos miran hacia
afuera con compasión infinita y que tiene una dulce sonrisa. Tara entonces se
volvió muy popular como objeto de veneración y llegó a ser integrada en la
práctica del tantra alrededor el siglo VII. Con el movimiento e
influencia del budismo índico en el Tíbet, la veneración y prácticas de Tara se
incorporaron al budismo tibetano.
Independientemente de si se la clasifica como
deidad, buda o bodhisattva, Tara se mantiene muy popular en el Tíbet y
Mongolia.
Otra razón para su popularidad fue que Tara se
convirtiera en una divinidad budista que podía ser invocada directamente por
los laicos, sin necesidad o intervención de un lama o monje.
Así, como Tara fue aceptada dentro de los
rangos de los bodhisattvas budistas, ella llegó a ser popular tanto para la
gente común, como una a la cual invocar en la vida cotidiana; como para los
monjes, como una entrada a la comprensión de la compasión y la misericordia
como parte del camino de evolución personal dentro del budismo. (Véase también
Guānyīn, el aspecto femenino de Avalokitéswara en el budismo chino).
Tara como salvadora
Tara también encarna muchas de las cualidades
del principio femenino. Por ello se la conoce como la Madre de la Misericordia
y la Compasión. Ella es la fuente, el aspecto femenino del universo, lo cual da
nacimiento a la cordialidad, la compasión y alivio del mal karma que es
experimentado por los seres comunes durante su existencia cíclica.
Engendra, nutre, sonríe a la vitalidad de la
creación, y tiene empatía por todos los seres como una madre lo hace por sus
hijos. Como Tara la Verde ofrece socorro y protección de todas las
circunstancias desafortunadas que se pueden encontrar en el mundo samsárico.
Como Tara la Blanca expresa la compasión maternal y ofrece sanación a los seres
que están heridos o dañados, sea física o psicológicamente. Como Tara la Roja enseña
la conciencia que discrimina acerca de los fenómenos creados y cómo transformar
el deseo crudo en compasión y amor. Como Tara la Azul (Ekayati) llega a ser una
protectora en el linaje Nyingma, que expresa una energía femenina feroz e
iracunda, cuya invocación destruye todos los obstáculos dhármicos y engendra
buena suerte y promueve el despertar espiritual.
Tara como divinidad tántrica
Tara como divinidad tántrica del yoga puede ser
rastreada hasta el período de Padmasambhava. Hubo una práctica de Tara la Roja
que fue dada por Padmasambhava a Yeshe Tsogyal. Él le pidió a ella que lo
ocultara como tesoro. No fue hasta este siglo que un gran lama nyingma,
Apong Tertön lo redescubrió. Este lama se reencarnó como Su Santidad Sakya
Trizin, actual líder de la secta Sakyapa. Un monje que había conocido a Apong
Tertön logró retransmitirlo a Su Santidad Sakya Trizin, y el mismo monje
también se lo dio a Chagdud Tulku Rinpoché, quien lo difundió a sus discípulos
occidentales.
Sadhanas de Tara
Las sádhanas (prácticas espirituales) en donde
Tara es el yidam (deidad de meditación) puedes ser extensas o más bastante
breves. La mayoría de ellas incluyen algún tipo de plegaria u homenaje para
invocar su presencia y oraciones de toma de refugio. Luego se canta su mantra,
seguido de una visualización de ella, ya sea en su forma o como una luz del
color correspondiente. Luego más mantra y la visualización se disuelve. A esto
le sigue la dedicación de los méritos obtenidos por la práctica a todos los
seres sintientes. Adicionalmente puede haber plegarias de aspiraciones y de
larga vida para el Lama que originó la práctica. Muchas de las sadhanas de Tara
son consideradas como prácticas iniciales en el mundo del budismo vasraiana,
sin embargo lo que ocurre durante la visualización de la deidad realmente
invoca algunas de las más sublimes enseñanzas del budismo.
En estos casos, durante la fase de creación de
Tara como Yidam, ella es vista con tanta realidad como cualquier otro fenómeno
percibido por la mente. Por medio de la recitación del mantra y la
visualización de su forma en frente o en sobre la cabeza del adepto, uno se
abre a sus energías de compasión y sabiduría. Después de un período el
practicante comparte algunas de estas cualidades, se vuelve imbuido con su ser
y todo lo que representa. Al mismo tiempo todo esto es visto como emanando de
la vacuidad y teniendo una cualidad traslucida como un arco iris. Entonces,
muchas veces hay una visualización de uno mismo como Tara. Uno simultáneamente
se vuelve inseparable de todas sus buenas cualidades mientras, al mismo tiempo,
dándose cuenta de la vacuidad de uno mismo como el Yidam y de uno mismo como “yo”
ordinario.
Esto ocurre en la parte final de la práctica.
Uno disuelve la forma creada de a deidad y al mismo tiempo se da cuenta de
cuanto de lo que uno mismo considera como “Yo” es una creación de la propia
mente y carece de existencia inherente de largo plazo. Esta parte de la
práctica está preparando al practicante para ser capaz de confrontar la
disolución de uno mismo durante la muerte y para ser capaz de acercarse a
través de varias etapas de la meditación a la Vacuidad, la realización de la
verdad última como un vasto despliegue del vacío y la luz.
Al mismo tiempo la recitación del mantra ha
estado invocando la energía de Tara a través de su “sonido semilla” sánscrito
purificando y activando ciertos centros psíquicos en el cuerpo (chakras). Esto
desata los nudos de energía psíquica que ataban al practicante impidiéndole
desarrollar un cuerpo vasra, el cual es necesario para ser capaz de
progresar a prácticas más avanzadas y a estados más profundos de realización.
Entonces aun en una simple sadhana de Tara
están tomando lugar una serie de eventos invisibles, tanto internos como
externos y existen muchos trabajos como Yoga divino (del Dalái Lama),
los cuales exploran todas las ramificaciones del trabajo con un yidam en las
prácticas tántricas.
Los resultados de hacer tales prácticas de Tara
son muchos. Uno de ellos es reducir las fuerzas de la ilusión en la forma de
karma negativo, enfermedad, aflicciones por klesha (‘dolores’) y otros
obstáculos y oscuridades. El mantra ayuda a generar mentalidad búdica (bodhi
chita) en el corazón del practicante y purifica los canales psíquicos (nadis)
en el cuerpo permitiendo una expresión más natural de generosidad y compasión
que fluye desde el centro del corazón. Experimentando la forma perfecta de Tara
uno se hace consciente de su propia forma perfecta, o sea de la intrínseca
naturaleza de Buda la cual está tapada por obscuridades y nuestra inclinación a
ver los fenómenos dualisticos como verdaderos y permanentes.
TVASTRI O VISVAKARMA
En el marco del hinduismo Vishvákarma es
el dios de los artesanos y los arquitectos.
Él es el «principal arquitecto universal», el
artesano que fabricó y diseñó la geometría sagrada y la arquitectura divina a
pedido de Brahmā, el dios creador del universo.
En la mitología hinduista, Viswákarma se
considera el deva shilpi (arquitecto de los dioses). Su padre era
Prabhas, el octavo ermita del legendario Astam Basu. Su madre era Ioga Siddha
(hermana de Brijas Pati). El Rig-veda describe a Viswákarma como el dios
de la visión multidimensional y la fuerza suprema. Puede predecir con
anticipación en qué dirección se moverá su creación. En la mitología posterior se
identifica a veces con Tuashtri. Él es el
artesano divino de todo el universo. Es el constructor de los palacios de todos
los semidioses.
Como artesano, Visuákarma es el diseñador de
todos los carros voladores de los dioses, de todas sus armas y atributos
divinos.
Reveló a los seres humanos el Sthápatia-veda
(o cuarto Upa-veda). Preside sobre las 64 artes mecánicas.
De acuerdo con algunas mitologías, es
Viswákarma quien creó el universo completo, y el cielo y la tierra.
También se le atribuye a Viswákarma la creación
de armas utilizados en la era mitológica, como el vashra (‘rayo’), la
horrorosa lanza del dios Indra, hecha con la columna vertebral del sabio
Dadichi.
Vishuá Karma
En el Majábharata y el Jari-vamsa,
él es hijo del Vasu Prabhasa y su madre era Yoga Siddha. El Majábharata
lo describe como «el señor de las artes, ejecutor de mil artesanías, el
carpintero de los dioses, el más eminente de los artesanos, el modisto de todos
los ornamentos, y un gran dios inmortal». Es considerado el obrero supremo, la
esencia misma de la excelencia y la calidad en artesonado. Viswákarma es el
arquitecto divino de todo el universo. Tiene corona y joyas de oro, y cuatro
manos, que sostienen un pote de agua, un libro (lo cual es un anacronismo, ya
que en esa época no había libros), un lazo, y herramientas de artesano.
Vishuá
Karma en un panel arquitectónico camboyano de arenisca (siglo X). En el
centro se ve al dios Vishnú, montado sobre su vehículo (el hombre pájaro Garudá). A la izquierda está el dios Brahmā de cuatro cabezas y
a la derecha está Bishnakum (según el nombre que aparece en la placa del museo), el
dios Vishvákarma, dios de la arquitectura
.
.
Sone Ki (dorada) Lanka
De acuerdo con la mitología hinduista, Sone Ki Lanka
(Sri Lanka de Oro) era el lugar donde el demoníaco rey Ravana vivió en el treta
iugá. Como se lee en el Ramayana, este era el palacio donde Ravana
mantuvo secuestrada a Sita (la esposa del rey dios Rama). La historia de la
construcción es la siguiente: Cuando el dios Shivá se casó con Párvati, le
pidió a Viswákarma que le construyera un hermoso palacio donde formar su hogar.
Viswákarma hizo un palacio completamente hecho de oro. Shivá invitó al sabio
Ravana para que ejecutara el ritual grija pravesh (‘entrada en el
hogar’). Después de la sagrada ceremonia, Shivá le ofreció a Ravana que pidiera
cualquier cosa como dakshina (honorarios). Ravana, enamorado de la
grandeza del palacio de oro, le pidió a Shivá que quería el propio palacio.
Shivá se vio obligado por el dharma a acceder al deseo del demonio, y así Lanka
se convirtió en el palacio de Ravana.
Las fuentes tradicionales en cambio apuntan al
asura Maia como arquitecto del palacio. Allí su hija Mandodari se casó con
Ravana.
URVASHÍ
En la mitología hindú, Uruashí es una apsará (ninfa).
Uruashí era una doncella celestial en la corte
de Indra y fue considerada como la más bella de todas las apsarás.
Nacimiento
Hay muchas leyendas acerca del nacimiento de
Uruashí pero el siguiente es más frecuente.
En una ocasión los venerados sabios
Nara-Naraiana considerados una encarnación conjunta de Visnú estaba meditando
Badrinath, sitio de peregrinación situado en los Himalayas. Indra, el rey de
los dioses, no quería que estos sabios adquirieran poderes divinos mediante la
meditación y les envió dos apsarás (ninfas) para distraerlos. Los sabios se
dieron una palmada en el muslo y crearon una niña púber tan hermosa que eclipsó
a las mujeres de Indra. Fue llamada Uruashí (‘amplios muslos’ o ‘nacida del
muslo’, en sánscrito). Después de terminar su meditación, los sabios regalaron
a la niña Uruashí como objeto para Indra que la ubicó en un lugar de honor en
su harén celestial.
La
ninfa Uruashí y el rey Pururavas
Los sabios-dioses Naraiana (a la
izquierda) y Nara (a la derecha), Deogarh (Uttar Pradesh, India), hacia el
siglo V d. C.
Amor con un mortal
Uruashí se convirtió en la esposa del rey
Pururavas (‘llorón’), un antiguo jefe de la dinastía lunar, según el Shatapatha-bráhmana
(11.5.1). Esta historia se cuenta en el drama Vikramá-uruashíiam de
Kalidasa (siglo V).
Ella es perennemente joven e infinitamente
encantadora, pero siempre difícil de alcanzar. Ella es una fuente tanto de
placer como de dolor.
Pururavas era el legendario rey de
Pratishthana, que se enamoró de Uruashí]] a primera vista. Ella correspondió a
su amor, sin que se tratase de una directriz de Indra (que mandaba a sus
mujeres a conquistar a sus enemigos); pero le puso como condición no verlo nunca
desnudo. Vivieron felices durante un tiempo, pero los gandharvás, que echaban
de menos a su compañera y estaban celosos de su relación con el mortal,
prepararon un plan para obligarla a volver a los bosques con ellos. Engañaron a
Pururavas disfrazados de ladrones y le hicieron salir una noche a rescatar el
cordero de Uruashí. Cuando Pururavas estuvo ante la apsará, en medio de la
oscuridad, los gandharvás iluminaron su desnudez con el resplandor de un
relámpago. Uruashí vio a Pururavas y huyó de él, que se quedó solo y
desesperado, hasta que los dioses le mostraron el camino para transformarse él
mismo en un gandharvá y así reunirse con Uruashí en el Suarga (el Paraíso de
Indra).
USHAS O
UCHAS
Es la diosa que representa a la Aurora hindú.
Se le describe como hija del cielo, tiene a la noche por hermana y está
relacionada con Varuna. A veces se la menciona como esposa del Sol, en otras
ocasiones se cita a Agni como su amante; los Asvines son sus amigos. Indra es
considerada en una ocasión como su creador y en otra adopta una posición hostil
e incluso fulmina su carrosa con un rayo. Se dice que Ushas viaja en una
carrosa reluciente conducida por caballos o vacas coloradas. Como una hermosa
novia vestida por su madre, como una bailarina cubierta de joyas, como esposa
alegremente ataviada que se aparece a su marido o como una hermosa doncella
saliendo del baño, Ushas, sonriendo y confiando en el irresistible atractivo de
sus encantos, descubre sus senos ante la mirada de quien la observa.
En los «libros de familia» del Rig vedá
(por ejemplo en el texto 6.64.5), se identifica poéticamente a Ushás como una
hija divina (divó dujitá) de Diaúsh Pitá (el Padre Cielo). En las
genealogías tradicionales de la mitología hinduista, esta identificación se
toma de manera literal.
VAMANA
En el marco del hinduismo, Vāmaná
(‘enano’) es una encarnación (o avatar) del dios Visnú.
De acuerdo con el Garudá-purana
(primeros siglos de la era común) es el quinto avatar de Visnú, y según el Bhagavata-purana
(siglo XI d. C.) es el decimoquinto.
Cuando el demonio Balí había, a fuerza de
ascetismo, dominado la Tierra y amenazaba el poder de los dioses, Visnú se
encarnó como un bráhmana enano. Vāmaná fue ante el rey Balí, y pidió que se le
concediera tanta tierra como pudiera abarcar en tres pasos.
Cuando Balí le hizo la ofrenda (justamente balí
significa ‘ofrenda’ en sánscrito), Vamaná adoptó una forma gigantesca. Con el
primer paso abarcó el cielo, con el segundo la Tierra, y no teniendo más sitio
donde apoyar su tercer paso, Balí inclinó la cabeza como apoyo, y fue hundido
en el Patala o inframundo.
A esta advocación se la llama Trivikrama, y
entronca directamente con un mito védico según el cual Visnú organizó el
universo en tres pasos.
El avatar enano
Vamaná en el templo Rani Ki Vav, en la ciudad de Patán (Guyarat).
La escritura sagrada llamada Brahma-vaivarta-purana
narra las glorias del vamaná-ekadasi o parivartini-ekadasi.
VARUNA
También llamado Waruna es un dios
del cielo, del agua y del océano celeste, así como un dios
de la ley y del inframundo. Un cocodrilo
llamado Makara es su montura. En la mitología hindú, Varuna
continuó siendo considerado el dios de todas las formas
del elemento agua, en particular los océanos.
Como jefe de los Adityas, Varuna tiene aspectos
de una deidad solar, sin embargo, cuando se opuso a Mitra (término védico para
Surya), está más bien relacionado con la noche, y Mitra con la luz del día.
Como el más prominente Asura, sin embargo, es sobre todo que ver con asuntos
morales y sociales de ser una deificación de la naturaleza. Junto a
Mitra-originalmente ‘acuerdo’ (entre tribus) personificada-ser dueño de RTA, él
es el guardián del orden supremo y el dios de la ley. La palabra RTA, el orden,
también se traduce como “temporada”.
Varuna y Mitra son los dioses de los asuntos
sociales, incluyendo el juramento, y son a menudo hermanado Mitra-Varuna (a
dvandva compuesto). Varuna también está hermanada con Indra en el Rig Veda,
como Indra, Varuna (cuando ambos cooperan en Año Nuevo en restablecer el orden.
Como dios del cielo, Varuna bien puede
corresponder a, o gobernar, la mitad oscura del cielo o celeste océano (RASA),
o representar a la ‘oscuridad’ del don, ya que viaja de oeste a este durante la
noche. El Rigveda y el Atharvaveda describen a Varuna como omnisciente, la
captura de los mentirosos en sus trampas. Las estrellas son sus miles de ojos
espías, vigilando cada movimiento de los hombres.
En el Rig Veda, Indra jefe de los Devas, es
cerca de seis veces más prominente que Varuna, quien es mencionado 341 veces.
Esto puede distorsionar la importancia real de Varuna en la sociedad védica
temprana debido al foco del Rigveda en fuego y Soma ritual, Soma está
estrechamente asociado con Indra, Varuna con su omnisciencia y omnipotencia en
los asuntos de los hombres tiene muchos aspectos de una deidad suprema. El
diario Sandhyavandanam ritual de un dvija Varuna aborda en este aspecto en su
rutina de la noche, pidiéndole que perdone todos los pecados, mientras que
Indra no recibe ninguna mención.
Tanto Mitra y Varuna se clasifican como Asuras
en el Rigveda (por ejemplo RV 5 .63.3), aunque también se tratan como Devas
también (por ejemplo RV 7 .60.12), lo que posiblemente indica el comienzo de
las connotaciones negativas realizadas por Asura en los últimos tiempos.
En los textos védicos post-Varuna se convirtió
en el dios de los océanos y los ríos y guardián de las almas de los ahogados.
Como tal, Varuna es también un dios de los muertos, y puede conceder la
inmortalidad. Varun lo que significa viento. Él es atendido por los nagas. Él
es también uno de los guardianes de las direcciones, lo que representa el
oeste. Más tarde, el arte representa Varuna como una deidad lunar, como un
hombre amarillo que lleva armadura de oro y sosteniendo una soga o lazo hecho
de una serpiente. Cabalga el mar criatura Makara.
Váruna parece ser un
dios de origen indoeuropeo. En un tratado celebrado en el siglo
XIV a. C. entre hititas y mitanis, se le menciona junto a Mitra y
otras divinidades como uno de los garantes del acuerdo. En la religión védica
primitiva (previa al hinduismo), Váruna era un dios principal, uno de los
Aditias. Era uno de los dioses hindúes más importantes: el jefe de los asuras,
según se menciona en el Rig-veda (mediados del
II milenio a. C.).
Se le consideraba un
dios del cielo o dios de la lluvia, en un aspecto más o menos negativo, ya que
formaba el caos del cielo, creando lluvias, tormentas, rayos y truenos.
Váruna también regía
el reino de los muertos.
Su consorte era la
diosa Varuni o Varunani. El nombre de la diosa, mera derivación del propio
nombre de Váruna, se ha interpretado en ocasiones como indicio de un
estrato evolutivo en el panteón védico en el que las divinidades femeninas no
tenían un papel relevante dentro un panteón eminentemente masculino.
Siempre iba
acompañado de su hermano gemelo Mitra (‘amigo’), que era el Dios Sol del alba,
de la amistad. Ambos eran los dioses del juramento y los contratos. Juntos
representaban al día completo: Váruna era la noche y lo oscuro, mientras que
Mitra era el día, la mañana y la luz solar. Es por ello que ambos representaban
la ley, con sus dos caras.
A flechazos, el
rey-dios Rāma obliga al dios Váruna a salir del mar.
El Átharva-veda
describe a Váruna como omnisapiente, capaz de detectar cualquier mentira. Las
estrellas son sus espías de mil ojos, vigilando cada movimiento de los hombres.
Mientras Mitra
vigilaba que se cumplieran las promesas, los juramentos, los contratos, y la
honestidad en la amistad y en todas las relaciones, Váruna hacía lo propio en
su ámbito, pero de manera belicosa, tanto en el cielo como en la inmensidad de
las profundidades.
Váruna era el regente
de la noche «es a veces visible a la mirada de sus adoradores»; habita en una
casa con mil puertas, de forma que es siempre accesible a los nombres. Se dice
que tiene una excelente vista, pues conoce cuanto ocurre en el corazón de los
hombres. Es el rey de los dioses y hombres; es poderoso y temible: nadie puede
resistir su autoridad. «Es el soberano regente del universo», «es el que hace
que brille el sol en el cielo; los vientos que soplan no son más que su
aliento; él ha vaciado los cauces de los ríos, que fluyen obedeciendo a sus
mandatos y ha hecho la profundidad de los mares».
Sui
Ten, uno de los doce devas principales (versión japonesa del dios Váruna)
En
el hinduismo
En la época puránica,
Váruna pasó a ser el dios del mar, un semidiós secundario. Su vajana (vahana:
‘vehículo’) era un ser que a menudo es representado con una forma similar a la
de un cocodrilo, llamado Makara.
Según el texto épico Rámaiana,
Váruna era dueño de Saumanasá, el elefante del Oeste (entre los cuatro
elefantes que sostienen el universo).
VAYU o VAIU
Vaiu es el dios del viento.
También se lo conoce como
Vāta ‘soplado’,
Pávana ‘purificador’, y
Prāna: ‘respiración’ (el
aire vital, energía presente en el aire).
Como elemento, el vaiu (aire) forma
parte de los pancha majá bhuta, los ‘cinco grandes elementos’ en el
hinduismo:
prithuí o bhumi: tierra
apa o yala: agua
agni o teyas: fuego
vaiu: aire
akasha: éter.
El concepto Vaiu es fundamental como Mukhia
Vaiu (‘viento principal’) o Mukhia Prana (‘aire vital principal’), formado por
un grupo de cinco divinidades, conocidas como Prana, Apana, Viana, Udana y
Samana que controlan la vida, el aliento vital, el viento, el tacto, la
digestión y la excreción.
En los Upanishad hay numerosas
referencias a Vaiu, particularmente en el Brijad-araniaka-upanishad,
donde se relata la historia de las divinidades que controlan las funciones
vitales y su lucha para determinar cuál de ellas es la imprescindible. Cuando
una deidad como la de la visión abandona el cuerpo del hombre, este continúa viviendo
y se adapta a la nueva situación de invidente. Esto pasa con todas y cada una
de las funciones reguladas por los dioses que controlan el cuerpo, excepto con
Vaiu, que en este relato demostrará ser el imprescindible aliento que permite
realizar su función al resto de deidades y por tanto mantener la vida.
Vaiu es uno de los diez dioses dik pala
(protectores de las direcciones): es el guardián del noroeste.
Este: Indra
Sudeste: Agní
Sur: Iama
Sudoeste: Níriti
Oeste: Varuna
Noroeste: Vaiu
Norte: Kubera
Nordeste: Ishana
(un aspecto de Shivá).
Según el texto sánscrito el Ramaiana,
Pavan otro aspecto de Vaiu tuvo un papel importante en cómo la humana Anyana
tuvo a su hijo semidiós Jánuman (antropoide parecido a un mono). Por eso
Jánuman también recibe el nombre de Pavan Putra (hijo de Pávana) y Vaiu Putra
(hijo de Vaiu). En algunos textos se lo considera un avatar parcial de Vaiu.
Vaiu fue su mentor espiritual.
Según el Majabhárata, el dios Vaiu tuvo
relaciones sexuales con la reina Kunti (esposa del rey Pandu), quien así tuvo
su segundo hijo: Bhima (uno de los cinco Pándavas), quien tenía la fuerza
destructiva de su divino padre.
El religioso vaisnava Madhua (1238-1317) fue el
fundador de la doctrina duaita o dualista que sostiene que Dios y las almas son
diferentes. Él afirma en sus libros citando el Rig-veda (el texto más
antiguo de la India, de mediados del II milenio a. C.) como
evidencia que él era un avatar de este Mukhia-Vaiu, que se encarna para
enseñar a las almas dignas la correcta veneración del dios Vishnú y para
corregir los «errores» de la filosofía aduaita (que considera que Dios y las
almas son lo mismo), de la que él estaba en contra.
VISHNU
Visnú (también llamado vishnú o vishnu,
sánscrito e hindi: Viṣṇu) es un dios venerado en el hinduismo.
La primera aparición de Visnú se encuentra en
el Rig-veda. Allí se lo presenta como un dios menor, secundario a otros
dioses rigvédicos.
Varios siglos después, en el Átharva-veda
(fines del II milenio a. C.) se describen sus dos
esposas: Aditi y Sinivali, y un hijo: Kamadeva.
Con el paso de los siglos, su parentesco fue
variando. En el Majabhárata (siglo III a. C.), su hijo
Kamadeva será el hijo del dios Dharma y en el Bhagavat-purana
(siglo X d. C.) será el hijo del dios Shivá. En el Majabhárata y los Puranas ya las esposas
de Visnú son Laksmí y Sri, e incluso Sarasuati.
En los Puranas, Visnú se convirtió en uno
de los dioses más importantes, y pasó a formar parte de la trimurti (‘tres
formas’):
·
Brahmá (el Creador, en la
modalidad de la pasión),
·
Visnú (el Preservador, en la
modalidad de la bondad)
·
Shiva (el Destructor, en la
modalidad de la ignorancia).
Según el Padma-purana, Visnú es el dios
principal de la trímurti; es decir, él es el creador, preservador y el
destructor del universo: cuando Visnú decidió crear el universo se dividió a sí
mismo en tres partes. Para crear dio su parte derecha, dando lugar al dios
Brahmá. Para proteger dio su parte izquierda, originando a Visnú (es decir, a
sí mismo) y por último, para destruir dividió en dos partes su mitad, dando
lugar a Shivá.
Es más célebremente identificado con sus
avatares, más especialmente Rama y Krisna.
Visnú habita en un paraíso conocido con el
nombre de Vaikhunta donde todo es oro y piedras preciosas. Desde ese lugar más
allá del cielo, el río Ganges surge de sus divinos pies y cae en un lugar
inaccesible de los Himalayas, sobre la cabeza del dios Shiva.
Visnú posee seis glorias divinas:
jñāna (‘conocimiento’).
śakti (‘energía’,
‘potencia’)
bala (‘fuerza’).
vīrya (‘virilidad’).
tejas (‘resplandor’).
aiśvarya (‘poderes
sobrenaturales’):
§ visión
§ audición
§ cogitación
§ discriminación
§ omnipotencia
§ velocidad de
pensamiento
§ poder de transformismo
§ facultad de explayarse
o explicarse
Su vehículo es Garuda, el dios de los pájaros.
Habitualmente se representa como un ser de
forma humana, piel azul y cuatro brazos sosteniendo
§
un
padma (flor de loto, cuyo aroma da placer a los devotos visnuistas),
§
un
sudarshaná chakrá (anillo similar al que usan los ninjas y los rajput,
que Visnú utiliza para degollar a los demonios),
§
un
shankhá (caracola, cuyo sonido en la India representaba la victoria después de
matar a algún enemigo) y
§
una
maza de oro (para aplastar el cráneo de los demonios).
Frecuentemente se le ve sentado, descansando
sobre una flor de loto, con su consorte Laksmí
sentada sobre una de sus rodillas.
En el pecho tiene un rizo de vello blanco (o
una marca blanca) llamado srivatsa.
Maha-Visnú
Mahavisnú (el ‘gran Visnú’) es su aspecto más
grande, y el encargado de crear todos los universos. Se acuesta en un lugar del
mundo espiritual Vaikuntha y su sueño es denominado yoga nidra (‘sueño
yógico’). De su respiración emanan (como partículas) los millones de universos
materiales.
Mientras duerme, sueña las actividades de todos
los seres vivos.
Según la filosofía adwaita, el Brahman
impersonal (Dios sin forma ni cualidades) es el origen de todas las formas de
Dios. En cambio según los visnuistas, el Brahman es tan solo la refulgencia brahma-yioti
(‘divino brillo’) que emana del cuerpo de las formas de Visnú.
Garbhodaka-shai Visnú
Dentro de cada universo materia generado del
cuerpo de Mahā Visnú, él se expande y se acuesta en el fondo de cada universo
(imaginado como un huevo en cuyo fondo hay un océano). Esa expansión se llama
Garbhodaka-shai Visnú.
Kshirodaka-shai Visnú
Los hinduistas creían que la Tierra era plana,
y que no era un astro más. En ella había un océano de agua salada, que rodeaba
la India, y luego varios océanos concéntricos inalcanzables por los seres
humanos: de agua dulce, leche, mantequilla frita, miel, etc.). Hay otra
expansión de ‘Visnú acostado en el océano de leche’.
Paramatman
Ese Visnú se expande también para estar
presente dentro de cada cuerpo que ocupan la gran cantidad de almas. Se le
llama Parama-ātman (‘súper alma’).
Shalágram shilá
Existe una forma de Visnú como deidad, que es
una piedra generalmente negra y esférica (en realidad un fósil de amanita), que
se denomina shálagram shila.
Ananta Shesha
La serpiente de mil cabezas Ananta Shesha es
una expansión de Balaram (primera expansión de krishna) como sirviente.
Lakshmi, la consorte
La consorte de Visnú es Lakshmi-devi, la Diosa
de la fortuna. Esta sakti (‘energía’) es la samvit (‘completo
conocimiento’) del dios, mientras que los demás cinco atributos surgen de esta samvit.
Śakti es la aham-mata (‘pensamiento del yo’) de Visnú. Es personificada
en el folclore hinduista y es llamada Shri o Laksmí. Ella se manifiesta en: kríia-sakti
(‘actividad creativa’), y bhuti-sakti (‘creación’) de Dios.
Visnú no puede ser parte de su propia energía o
creatividad (ahamta: ‘cualidad del yo’). Por lo tanto él necesita que su
consorte la diosa Laksmi esté siempre con él, sin ser tocada por nadie más. Por
eso la diosa tiene que acompañar a Visnú en todas sus encarnaciones.
Culto
Visnú es el principal dios del visnuismo. En la
actualidad los hinduistas creen que Visnú se encarnó en la India como varios
avatares. Es frecuentemente adorado en la forma de esos avatares.
No se sabe claramente cuándo o cómo comenzó el
culto a Visnú. En los Vedas (recopilaciones de las creencias de los
arios), Visnú es clasificado como un dios menor, estrechamente asociado con
Indra. Solo más tarde en la mitología hinduista llegó a ser un miembro de la
trimurti y finalmente la más importante de las deidades de esa religión.
Nombres
Como todas las deidades hinduistas, Visnú tiene
muchos nombres, quizá más que cualquier otro, recogidos en los Visnú-sajasra-nama (‘Visnú, mil
nombres’), que aparecen en el Majabhárata.
Los nombres derivan generalmente de los supuestos an-anta kaliana gunas
(‘in-finitos afortunados atributos’) del Señor. Los siguientes son algunos
nombres con estatus especial:
Achiuta: ‘infalible’ (a:
partícula negativa; chiuta: ‘que puede caer’).
Ananta: infinito (a:
partícula negativa; anta: ‘final’).
También se llama así su expansión Ananta Shesha.
Ananta-saiana: que se acuesta sobre la serpiente Ananta.
Antariami: ‘de lo interno, el
controlador’
Bhagaván: ‘de las glorias, el
poseedor’.
Jarí (proveniente de la
raíz sánscrita hrī que significa ‘quitar [el pecado o el sufrimiento]’).
Jrishīkesh: ‘amo de los sentidos’
(siendo jriśika: ‘sentidos’ e īśá: ‘señor, controlador’).
Hrishīka Nātha: ‘amo de los sentidos’ (siendo jriśika: ‘sentidos’ e nātha:
‘señor’).
Jagannātha: ‘señor del mundo’.
Keshavá: ‘[que posee] cabello
hermoso, abundante o largo’.
Mādhava: ‘primaveral’
Majápurusha: ‘gran disfrutador’
(siendo mahā: ‘grande’, y púruṣa: ‘varón’).
Naraianá ‘de los hombres, el
refugio’ (siendo nara: ‘hombre’, ayāṇa: ‘refugio’).
Padmanābha: ‘loto-ombligo’. Así
se llama a Garbhodakashai Visnú, quien tiene una gigantesca flor de loto que
nace de su ombligo. De esa flor nace el Señor Brahmá, creador del universo.
Paramatman: ‘suprema-alma’
Púrusha: ‘varón’ o
‘disfrutador’
Shesha: ‘final’
Vaikuntha Natha: el señor de Vaikunthá (el paraíso espiritual donde vive
Visnú y sus devotos).
Visnú: ‘el omnipenetrante’.
Nombres de Krisna
Al ser Krisna la encarnación más importante de
Visnú, a veces se usan indistintamente sus nombres. En el krisnaísmo (llamado
visnuismo de Bengala) se considera que Krisna es el ser supremo y no Visnú. Las
mismas ven a Visnú como un avatar de Krisna y no al viceversa, como es
tradicional.
AVATARES DE VISHNÚ:
Vienen a la tierra para ayudar al ser humano,
Dasvatara (son los 10 avatares, aunque puede haber más)
Matsya, el pez: anunció a Manu, el
primer hombre, el diluvio universal y que debía construir un arca para la
salvación del género humano.
Después le creció un cuerno y Manu amarró el
arca utilizando a Ananta, la serpiente, para que Matsya le remolcara a un lugar
seguro.
Kurma, la tortuga: sostiene el monte Meru
y ayudó a los dioses a rescatar los catorce tesoros perdidos en el fondo del
mar tras el diluvio universal.
Varaha, el jabalí salvaje: mató al demonio Hiranyaksha que se había apoderado del mundo y elevó la tierra con sus colmillos, pues había quedado abnegada tras la inundación.
Narasimha, el hombre-león:
destrozó al demonio Hiranya-Kashipu que gobernaba el mundo.
Vamaná, el enano: le arrebató la Tierra al rey Bali, pidiéndole que le otorgara aquella tierra que pudiese abarcar en tres pasos, así consiguió recuperar el mundo entero.
Parashu-Rama, el guerrero: dominaba el mundo la
casta de los guerreros, Kartavirya era su rey, pero los dioses pensaron que era
mejor que lo gobernaran los sacerdotes, brahmanes. Parashu -Rama pertenecía a
esta última casta aunque también era guerrero, mató al rey y dispuso el
control del mundo en manos de los brahmanes.
Rama, el gentil: su misión fué dar
muerte al demonio Ravana. Es llamado dios/rey de atodhya.
Krishna, el amante: por su amor por Radha. Se marchó a la guerra y de su conversación filosófica con el conductor del carro que le acompañaba escribió el texto sagrado, Bhagadvad Gita. También es el Dios de Mathura.
Buda, el inteligente o el histórico: enseñó a la humanidad
como librarse del deseo, las ilusiones y las infinitas reencarnaciones.
Kalki, el destructor de la impureza: renovará el mundo al
final de esta era montando un caballo blanco y armado con una espada de fuego.
Vendrá a restablecer el orden.
VRITRA
En la religión védica (previa al hinduismo), Vritrá
es un asura (demonio) con forma de serpiente o dragón, personificación de la
sequía y enemigo del dios Indra. En los textos Vedas
también era conocido como Aji (‘serpiente’). Era hermano de Valá. Como un
dragón bloqueó el curso de los ríos védicos y fue muerto heroicamente por
Indra. Su nombre significa “el que envuelve”.
Según el Rig-veda, Vritrá mantuvo
cautivas las aguas del mundo hasta que fue asesinado por Indra, quien destruyó
las noventa y nueve fortalezas de Vritrá (aunque a veces estas fortalezas se
atribuyen a Shambara) antes de liberar a los ríos represados. El combate
comenzó poco después del nacimiento de Indra, quien había bebido una gran
cantidad de soma en casa del sabio Tuashtri para empoderarlo antes de
enfrentarse a Vritrá. Tuashtri creó el rayo (vashra) para Indra, y el
dios Visnú, cuando Indra se lo pidió, hizo espacio para la batalla, dando los
tres grandes pasos por los que se hizo famoso.
Indra contra Vritra
Durante la batalla, Vritrá le rompió ambas
mandíbulas a Indra, pero finalmente fue derribado por éste. Al caer, terminó de
aplastar sus fortalezas, que ya Indra había hecho añicos.
Por esta hazaña, Indra fue conocido como
Vritraján (‘asesino de Vritrá’) y también como ‘asesino del primogénito de los
dragones’. Después Indra atacó con su rayo y derrotó a la madre de Vritrá, Danu
(que era también la madre de toda la raza danavá de asuras).
En una de las versiones de la leyenda, Indra
convenció a tres devas Váruna, Soma y Agní para que lo ayudaran en su lucha
contra Vritrá. Antes ellos habían estado del lado del asura, a quien llamaban
«Padre».
En un verso de un himno rigvédico que elogia a
la diosa Sárasuati, a ésta se le atribuye el asesinato de Vritrá. Esta mención
no ocurre en ninguna otra parte.
En una confusa modificación posterior del mito,
Vritrá habría sido creado por Tuashtri para vengar la muerte de su hijo
Trisiras o Vishua Rupa, que había sido asesinado por Indra. Vritrá ganó la
batalla y se tragó Indra, pero los demás dioses lo obligaron a vomitarlo. La
batalla continuó e Indra se vio forzado a huir.
Visnú y los rishís (sabios ermitaños)
negociaron una tregua: Indra prometió que no atacaría a Vritrá con cualquier
cosa hecha de metal, madera o piedra, ni nada que fuera seco o húmedo, o
durante el día o la noche. Entonces Indra utilizó espuma extraída de las olas
del océano (en la que el omnipenetrante Visnú se había introducido para
convertirla en arma) y lo mató en el crepúsculo.
El Bhágavata-purana
(siglo XI d. C. aprox.) convierte a Vritrá en un bhakta (devoto)
del dios Visnú y por lo tanto más avanzado espiritualmente que el materialista
Indra. Esa leyenda dice así:
Vritrá (que en esta versión es un brahmán) se
convirtió en el líder de los asuras (que en los Puranas se consideran
como inherentemente demoníacos, a diferencia de la antiquísima versión védica
que les permitía ser dioses o demonios). Vritrá luchó durante miles de años
contra los dioses devas. Al final, los asuras ganaron y los devas se retiraron.
Dirigidos por Indra, se acercaron al dios Visnú en busca de ayuda. Éste les
reveló que Vritrá no podría ser destruido por medios ordinarios, sino solo con
una lanza hecha con la columna vertebral de un sabio. Cuando los dioses
revelaron sus dudas acerca de que ningún asceta se suicidaría para ayudarlos,
Visnú los envió con el sabio rishí Dadichi. Los huesos de éste eran
indestructibles porque años atrás, cuando los devás le pidieron que guardara
sus armas de hierro (una metalurgia desconocida en la India en esa época),
Dadichi involuntariamente las había arruinado al mantenerlas almacenadas en
agua del Ganges (que él creía que les daría brillo y energía). Las armas se
habían oxidado y disuelto en el agua, y Dadichi bebió de esa agua para absorber
la energía de las armas. Cuando fue interpelado por los dioses, Dadhichi con
gusto renunció a su cuerpo para la causa de los devas, indicando que ese era un
mejor uso de sus huesos que pudrirse en la tierra. El sabio se suicidó, los
animales comieron su carne e Indra recogió su columna y creó el vashra aiudha.
Cuando atacó nuevamente a Vritrá, la batalla se prolongó durante 360 días
antes de que el brahmán asura exhaló su último suspiro.
En ambas versiones (ya sea por matar al brahmán
Trisiras o al brahmán Vritrá), Indra terminó siendo perseguido por la
personificación antropomórfica del brahmanicidio (brāhmana-jatia). Indra
se escondió por su pecado, y Najusha fue invitado a ocupar su lugar como rey
del cielo.
Otras leyendas
La versión puránica de que Indra pudo matar a
Vritrá únicamente cuando se cumplieran ciertas condiciones podría provenir del Ramaiana
(cuya composición podría datarse en la misma época), en donde los dioses no
podían matar al demonio Ravana a causa de una bendición que impedía que él fuera
muerto por cualquier ser humano. En ese caso Rama pudo matarlo porque aprovechó
el vacío legal: él no era un ser humano sino un dios encarnado.
Quizá sea anterior una leyenda también puránica
más similar, la de Nara Simja (‘hombre-león’, avatar de Visnú). Allí
Jirania-Kashipú, siendo un rey asura, utilizó la misma estratagema que sus
antepasados, obtuvo una bendición del dios Brahmá que le impedía morir de día o
de noche, por ser humano o bestia, dentro o fuera de una casa, y por ningún
arma creada por el hombre. Para matar a este asura sin contradecir la bendición
de su querido Brahmá, Visnú encarnó como una mezcla de hombre y león (no era
ser humano ni bestia). Narasimja utilizó sus uñas (ningún arma creada por el
hombre), colocó a Jirania-Kashipú en la puerta (no era el interior ni el
exterior) y le arrancó los intestinos en el crepúsculo (no era de día ni de
noche).
Fué uno de los Asuras, quizás el más poderoso
de todos ellos. Su nombre significa “el que envuelve”. Fué una serpiente o un
dragón que dijo ser tan grande que sus ondulaciones cercaba montañas, y su
mayor enemigo era Indra. En el Rig Veda, Vritra fue un terrible demonio que
absorbía todas las aguas del mundo dentro de él y causaba una sequía que cubría
toda la tierra. El mundo se convirtió en un desperdicio. En un lugar distante,
él se escondió en su guarida, acumulando su tesoro de manera que el mundo
parecía todavía más reseco. Finalmente, Indra, que llegaría a ser el Rey de los
dioses, nació. Él fué a atacar al demonio y a liberar las aguas. Bebiendo
cantidades ingentes de Soma para conseguir la fuerza necesaria, partió en busca
de su enemigo. Primero Indra asaltó 99 guaridas, arrasando cada una de ellas,
después fué por el propio Vritra. Los dos lucharon en una terrible batalla, y
al final, Vritra fué destruido por el rayo de Indra.
Vala (demonio)
En el marco de la mitología hindú, Vala
es un asura (demonio) en el Rig-veda.
Tiene forma de caverna o de serpiente, y es
hermano del dragón Vritra.
Históricamente, el mito de Vala tiene el mismo
origen que el de Vritra. Vala, Vritra y Varuna (dios del mar) derivan de la
misma raíz sánscrita val y var (que proviene del protoindoeuropeo
wel), que significan ‘cubrir’ y ‘cercar’. Posiblemente sea cognada del
término español «velo».
Paralelo con su hermano Vritra ‘el bloqueador’,
serpiente de piedra asesinado por el dios Indra para liberar a los ríos védicos
que aquel había bloqueado—, Vala es una caverna de piedra, destruida por Indra
(embriagado y fortalecido por la droga soma, identificada con el sacerdote
Brijaspati (en 4.50 y 10.68) o con Trita (en 1.52), con la ayuda de Anguirasa
en 2.11), para liberar a las vacas y a Ushas, escondidas allí por los Panis.
El dios Indra desciende de un dios indoiranio conocido
como Vritraján (igual al protoindoeuropeo *wltro-gwhen) que significa ‘asesino
del bloqueador’. El nombre del semidiós griego Triptólemo fue analizado por
Janda (1998) como una continuación griega de una variante del epíteto *trigw-t-welumos,
un compuesto terpsimbrotos de ‘rompedor de cáscaras’, el griego (w)elumos
se referiría a las cáscaras (envolturas) de los cereales, que descendería de la
misma raíz *wel.
A partir de este argumento, se puede
reconstruir un mito protoindoeuropeo acerca de una roca o una montaña (welos
o welumos) dividida por una deidad heroica, que liberó así al amanecer o
al Sol. Ese mito se relaciona con el mito de «el sol en la roca», que se
especula que se relaciona con la realización de fuego a partir de un pedernal.
Ya en el Rig-veda 2.24, el mito tiene
una interpretación mística, con el guerrero Indra sustituido por el sacerdote
Brahmanaspati, el señor de la oración, que dividió a Vala mediante la oración (brahman)
en lugar de con el rayo.
YAMA IAMA O NIRRITI O NIRRTI
Juez de los hombres y rey del mundo oculto. Era
uno de los “guardianes de las direcciones”, protector de la muerte y el
guardián del hemisferio Sur. Era el hijo del dios sol Vivasvat (para algunos
Surya) y Saranya, la hija de Tvastri. Nació antes de que su madre se volviera
temerosa de su glorioso marido. Era hermano gemelo de Yami. Se dice que fueron
el primer hombre y primera mujer (mortales). De hecho, Yama fue el primer
mortal en morir, y habiendo descubierto el camino al mundo oculto, es el guía
de aquellos que abandonan esta vida, y se dice que les conduce a un hogar en el
que están a salvo para siempre. Yama es un rey y mora envuelto en luz celestial
en el más recóndito santuario del cielo. Yama tiene cuerpo verde, lleva ropa
roja, y monta un toro negro. En su mano izquierda sostiene un lazo con el cual
saca las almas de los cuerpos enfermos.
Iama pertenece a una etapa muy temprana de la
mitología védica. Su nombre aparece por primera vez en el Rig-veda.
Había nacido de Vívasuat (el dios del Sol) y de
su primera esposa Saraniú. Su hermano, el séptimo Manu, otra forma del primer
hombre, es hijo de Vivasvat con su segunda esposa Samguiá, quien era el reflejo
o la sombra (chaia) de Saraniú. Al morir, debido a que fue el primero en
llegar al Cielo, se le nombró líder de los muertos (todavía no los juzgaba).
En los Vedas, Iama es llamado “rey” (samgamano
yananam: ‘el que reúne a la gente’) y dirige bondadosamente sobre los
antepasados muertos (pitri), cuyo camino está custodiado —para evitar
que entren los vivos— por dos perros Shabala (‘[pelaje] con manchas, con
colores’) de colores manchados, de cuatro ojos y amplio hocico, vástagos de
Śaramā y parecidos al can Cerbero griego de tres cabezas.
Su hermana Iamí
El término sánscrito iama significa
‘gemelo’. En las creencias védicas, Iama tiene una hermana gemela, Iamí
(‘melliza’), que fue la primera mujer. Iamau mithunau quiere decir ‘dos
gemelos de distinto género’. El décimo mándala (capítulo, círculo) del Rig-veda
contiene un himno (10, 10, 14) en el que ambos se cantan uno al otro.
Iama resistió los avances sexuales de su hermana (el primer incesto). Después
de que él murió, ella lo lloró tanto que los devas para hacerle olvidar su
dolor crearon la noche.
En la mitología pos védica, su hermana Iamí es
conocida también como Iamuna (el larguísimo río Iamuna, paralelo al Ganges).
Iamarash posvédico
En sánscrito, la palabra iama no sólo
significa ‘mellizo’, sino también ‘prohibición’ y ‘restricción’ (como en el iama
y el niiama del yoga). Así que gradualmente en la mitología puránica,
Iama empieza a aparecer como Iámarash (el rey de la prohibición) y como
Dhármarash (rey del deber) o Dharma (la personificación del dharma,
‘deber o religión’).
Es el castigador de los muertos, y es quien
mide la balanza del karma (las actividades buenas y malas cometidas en
cada encarnación). Vive en una región del inframundo llamada Iamapura (‘ciudad
prohibida’).
El dios de la
muerte Iama sobre su toro, sosteniendo una vara real (Danda)
Cuando un alma abandona su cuerpo, se encuentra
con Iamarash. El contador Chitra Gupta lee un informe acerca de todas las
actividades de esa alma en particular, que están registradas en un libro
llamado Agra-samdhana (agra: ‘principio’, sam-dhānā:
‘reunión, poner todo junto’). Luego Iamarash da su justa sentencia inapelable.
En el Majábharata se describe a Iama con
ropajes color rojo sangre, cuerpo brillante, corona sobre la cabeza, ojos
relampagueantes. Como Varuna (el anterior rey de la muerte védico) lleva en su
mano un lazo (con el que ata al alma luego de arrancarla del cuerpo) del tamaño
de un pulgar humano. También se lo representa con gesto severo, de piel verde,
vestido de rojo, montado sobre un búfalo. Sostiene una maza de oro en una mano y
el lazo de la muerte en el otro.
Su morada se llama Iamaloka (‘el planeta de
Iama’) o Kshaia (‘desgaste, destrucción’).
En las mitologías más modernas (por ejemplo, el
Bhágavat-purana, del siglo XI d. C.) se lo presenta
siempre como una deidad terrible, que inflige torturas inimaginables (llamadas iatana)
a las almas en el infierno.
En la mitología griega el papel de Iámarash
correspondería al de Plutón y Minos.
YONI: Símbolo de la naturaleza femenina.
El término sánscrito ioni
significa ‘útero’, ‘vagina’, ‘vulva’ o ‘vientre’ (en el sentido de ‘fuente de
vida’).
Entre los dioses (deva), destacan tres dioses: Brahma (creador del mundo), Vishnú (conservador) y Shiva (destructor). En el hinduismo,
las divinidades tienen parte masculina y femenina. La parte femenina,
especialmente bajo su forma demoniaca, es conocida como devi. Los dioses viven
en el cielo más elevado, el Brahma-Loka, que se encuentra en la cima de una
montaña inaccesible para los humanos, el monte Meru.
Imagen del ioni-mudra (gesto de
la vulva) que se utiliza en el yoga.
Trimurti
La Trimurti (en sánscrito: ‘tres
formas’) es un término sánscrito que hace referencia a los tres dioses
principales de la mitología hinduista: Brahmá
que no se debe confundir con el Brahman (divinidad impersonal hinduista), Visnú y Shiva.
Estos dioses representan respectivamente los
ciclos de creación, conservación y destrucción del universo. Así, Brahmá sería
el creador del universo, Visnú su conservador y Shivá, el destructor.
Las primeras apariciones de la palabra trimurti
se encuentran en el Kumara-sambhava (2.4), en el Chatur-varga-chintámani
(11.547) de Jemadri, y en el escoliasta del Rama-tapanía-upanishad (16).
La trimurti conocida actualmente (de Brahma,
Visnú y Shivá) es la puránica, llamada así porque se presentó en los Puranas.
En cambio en la mitología védica (anterior a la
hinduista) esos tres dioses no existían o no tenían ninguna importancia: en el Rig-veda
se nombra a otro trío de dioses principales, aunque no recibían el nombre de
«trimurti». Eran los dioses Indra
(heroico rey de los devas), Agni
(dios del fuego), y Soma (dios de la
Luna y de la bebida psicotrópica homónima).
En cambio el Nirukta (7.5), de Iaska, se
presenta otro trío de dioses principales del Rig-veda: Indra (heroico rey de los devas), Agni (dios del fuego), y Suria (dios del Sol).
La Trimūrti es la tríada
esencial del hinduismo y su traducción podría ser ‘las tres formas’. El
hinduismo considera que el Ser Supremo (llamado Brahman) es Absoluto, no manifestado, imposible
de describir, sin nombre ni forma y, por tanto, no puede ser representado. Por
ello, la Trimūrti
es la representación masculina de las tres cualidades fundamentales que rigen
el Universo.
Asimismo, cada uno de estas representaciones
masculinas tiene su contraparte femenina en la forma de diosas (sus consortes)
como personificaciones de la Madre Divina o la energía femenina universal (shakti), tan valorada en la
filosofía de la India. Sobre todo la shakti
de Durgā
(destrucción/regeneración) posee diversas manifestaciones, aunque en el esquema
sólo he puesto una de ellas, la madre de Ganesha, la por todos querida deidad
con cabeza de elefante.
En lugar de explayarme demasiado, mi plan para
hoy fue crear una imagen y dejar que lo visual prime sobre lo escrito.
El Ramayana
Entre los muchos poemas épicos o epopeyas con
que cuenta la literatura sánscrita sobresalen por su mérito el Ramayana y el Mahabharata, anteriores y superiores en originalidad y belleza a la
Ilíada y la Odisea.
La lengua sánscrita con su literatura prosigue
interesando a los orientalistas de Occidente y a los eruditos de Oriente,
aunque hace más de dos mil años que el sánscrito dejó de ser lengua viva sin
perder su carácter de sagrada.
El Ramayana y el Mahabharata describen
subalternamente los usos, costumbres, creencias y cultura de los antiguos
arios.
El Ramayana puede considerarse como el
monumento más antiguo de la poesía sánscrita, por más que anteriormente se
escribieron los Vedas cuya mayor parte está en forma métrica; pero en India se
diputa el Ramayana por la primera y primitiva producción poética.
El autor del Rámayana fue Valmiki, sobre cuya
vida se forjaron después tantas conjeturas como sobre Homero y Shakespeare en
Occidente, aunque no cabe duda de la autenticidad de su existencia, si bien
muchos versos del poema no sean suyos, sino interpolaciones que no obstante
acrecientan si cabe la poética magnificencia del poema sin par en la literatura
mundial.
Resumen
del «Valmiki Ramayana
La batalla entre el rey dios Rama y el
demoníaco rey de Lanka.
El
argumento
En la provincia de Oudh, unida hoy
administrativamente con la de Agla, subsiste todavía, aunque medio en ruinas,
la antiquísima ciudad de Ayodhya, en otro tiempo uno de los más potentes
centros religiosos de India, y lugar de peregrinación.
Reinaba en Ayodhya hace ya muchos siglos un rey
llamado Dasaratha, quien no había tenido sucesión de ninguna de sus tres
esposas, por lo que como buenos induístas fueron en peregrinación a varios
santuarios y ayunaron en fervorosa súplica de que Dios les concediera sucesión.
Por fin obtuvieron respuesta a sus ruegos en
cuatro hijos, de los que el mayor fue Rama.
Cual con venía a su estirpe, los cuatro
hermanos recibieron completa educación en todos los ramos del saber, y para
evitar futuras contiendas era costumbre en la antigua India que el rey asociara
a su hijo mayor al gobierno del país, con el título de Yuvaraja que significa:
«el rey joven».
En otra ciudad había un rey llamado Janaka,
quien tenía una ahijada maravillosamente hermosa cuyo nombre era Sita, a la que
habían encontrado recién nacida en un campo, como si hubiese surgido del seno
de la Tierra.
En sánscrito antiguo, la palabra Sita significa
«surco hecho por el arado» , y en la mitología indica vemos personajes que sólo
tienen padre o madre o nacen sin padre ni madre del fuego del sacrificio, de un
campo, etc., como si cayeran de las nubes. Todas esas clases de nacimientos
milagrosos son frecuentísimas en la mitología índica.
Sita, hija de la Tierra, era como tal pura e
inmaculada. La crió el Rey Janaka, quien al llegar ella a la edad núbil,
deseaba encontrarle digno esposo.
Era costumbre en la antigua India que las
princesas reales escogiesen marido. A esta costumbre se la llamaba Swayamvara;
y según su práctica, el padre de la princesa casadera invitaba a todos los
príncipes del contorno a que acudiesen a la corte, donde la princesa,
espléndidamente ataviada, guirnalda en mano y precedida por un heraldo que iba
enumerando las prendas, dotes y cualidades de cada pretendiente, pasaba por
delante de ellos y colgaba la guirnalda del cuello del que elegía por marido.
Muchos eran los príncipes que aspiraban a la
mano de Sita, quien había exigido en prueba de merecimiento, que el predilecto
quebrara con sus manos un formidable arco llamado Haradhana.
Todos los príncipes fracasaron en el empeño, a
pesar de haberse esforzado en lograrlo, menos Rama, que con graciosa facilidad
tomó el potente arco en sus manos y lo quebró en dos mitades.
Así eligió Sita por marido a Rama y las bodas
se celebraron con pomposa magnificencia.
Rama se llevó a su esposa a la corte de su
padre Dasaratha, quien creyó llegado el momento de nombrar yuvaraja a su hijo
mayor y confiarle el gobierno del país.
En consecuencia, dispuso Dasaratha todo lo
conveniente a la proclamación, y el pueblo entero acogió entusiastamente la
noticia, cuando una doncella de Kaikeyi, la más joven de las tres esposas de
Dasaratha, le recordó a su señora que hacía largo tiempo que el rey su esposo
le había prometido dos cosas en gracia a la mucha que a él le hiciera, diciéndole:
Pide dos cosas que yo pueda otorgarte y te las
otorgaré.
La reina Kaikeyi no pidió por entonces ninguna
de ambas cosas a su marido, y había olvidado la promesa; pero la maligna
doncella empezó a socavar el ánimo de la reina, representándole la injusticia
de colocar a Rama en el trono, cuando con sólo exigir del rey el cumplimiento
de su promesa, podría ocupar el trono su propio hijo; y así fue que la reina
Kaikeyi enloqueció de celos.
La taimada doncella incitó entonces a su ama a
que desde luego exigiera del rey la concesión de los prometidos dones, y uno de
ellos había de ser que su hijo Bharata ocupase el trono, y el otro que
condenase a Rama a catorce años de destierro en los bosques.
Aunque Rama era alma y vida para el rey
Dasaratha, cuando la reina Kaikeyi le exigió el cumplimiento de su promesa,
vióse obligado como rey a no faltar a su palabra, por lo que no sabía qué
hacer.
Pero Rama disipó la duda ofreciéndose
voluntariamente a renunciar al trono y salir desterrado, a fin de que nadie
pudiera acusar a su padre de falsía.
En consecuencia, Rama se marchó al destierro
acompañado de su amante esposa Sita y de su predilecto hermano Lakshmana, que
en modo alguno quiso separarse de él.
Los arios no sabían quiénes eran los habitantes
de los bosques, y así es que en aquel tiempo les llamaban «monos» ya los más
robustos y corpulentos les llamaban «demonios».
A uno de estos bosques habitados por monos y
demonios, tal como denominaban los arias a las tribus silvanas, fueron a
cumplir su destierro Rama, Sita y Lakshmana.
Cuando Sita manifestó su deseo de acompañar su
marido al destierro, le dijo Rama:
¿Cómo puedes tú, una princesa, arrostrar las
penalidades que me esperan en un bosque lleno de insospechados peligros?
Pero Sita respondió:
Doquiera vaya Rama, irá Sita. ¿Cómo puedes
hablarme de principados ni de regias cunas? Iré contigo.
Y con Rama fue Sita, y también el joven
Lakshmana, hermano menor de Rama.
Se internaron en el bosque hasta llegar a
orillas del rio Godavari, donde construyeron unas chozas y se sustentaron de la
caza y de frutos silvestres.
Hacía ya algún tiempo que allí estaban, cuando
un día se presentó una gigantesca demonia, hermana del gigante rey de Lanka
(Ceilán).
Vagando a capricho por los bosques, se encontró
con Rama, y al verle tan varonil mente hermoso, se prendó de él con fulminante
amor. Pero como Rama, además de casado, era varón castísimo, no pudo
corresponder al amor de la intrusa, quien para vengar tamaño desaire, volvióse
al lado de su hermano y le ponderó sobremanera la encantadora hermosura de
Sita, la esposa de Rama.
Rama aventajaba en poder a todos los mortales y
no había gigante ni demonio, ni quienquiera que fuese, capaz de vencerle, por
lo que el gigante rey de Lanka encomendó a la astucia lo que sabía que le era
imposible conseguir por fuerza.
Así es que recurrió a las artes de otro
gigante, que era mago, quien lo convirtió en un hermoso ciervo de áureo color,
y de esta suerte metamorfoseado, fuése al bosque donde Rama vivía, y empezó a
triscar alrededor de la cabaña, hasta que, fascinada Sita por la extraordinaria
belleza del animal, le dijo a Rama que lo capturase para ella.
Rama fue en busca del ciervo, dejando a su
hermano Lakshmana el cuidado de Sita; pero Lakshmana encendió un círculo de
fuego alrededor de la cabaña y le dijo a Sita:
Presiento que te va a suceder una desgracia; y
por tanto, te ruego que no traspongas el círculo mágico, pues si lo traspones
te acarrearás infortunio.
Entre tanto, Rama había herido al ciervo
encantado con una flecha, e inmediatamente se transformó en figura de hombre y
murió el animal.
A este mismo punto, se oyó en la cabaña la voz
de Rama que gritaba:
¡Oh! Lakhmana, ven en mi auxilio.
Sita exclamó:
Ve enseguida, Lakshmana, en ayuda de Rama.
Lakshmana repuso:
Esta voz no es la de Rama.
Sin embargo tanto suplicó Sita, que Lakshmana
salió en busca de Rama.
Tan pronto como estuvo lejos, se presentó junto
al círculo mágico, frente a la puerta de la choza, el rey gigante, en figura de
monje mendicante que pidió limosna.
Sita le dijo: - Espera un poco a que vuelva mi
marido y te daré abundante limosna.
El falso mendigo repuso:
No puedo esperar, bondadosa señora, porque
estoy hambriento. Dame lo que tengas.
Sita fue entonces por algunas frutas para
echárselas al mendicante; pero ella persuadió a que ella misma le diera la
limosna, pues nada había de temer de él, que era un santo varón.
Así fue que Sita transpuso el círculo mágico
para darle las frutas al mendicante, quien al punto asumió su gigantesca forma
y arrebatando entre sus brazos a Sita la puso en su carro encantado y huyó
velozmente con su codiciada presa.
La infeliz Sita, deshecha en llanto, no tuvo
quien la protegiese .en aquella soledad; pero se le ocurrió la idea de ir
arrojando de trecho en trecho del camino los adornos de sus brazos.
El rey gigante, raptor de Sita, se llamaba
Ravana, y se la llevó a Lanka, su reino, hoy isla de Ceilán. Llegados a la
corte, le propuso Ravana a Sita que consintiera en ser su esposa y reina del
país; pero ella, que era la castidad personificada, no quiso ni siquiera
escuchar las palabras de Ravana, quien para castigarla la obligó a permanecer
día y noche cabe un árbol hasta que consintiese en ser su esposa.
Cuando al regresar Rama y Lakshmana a la
cabaña, notaron la desaparición de Sita, no tuvo límites su desconsuelo, pues
no acertaban a imaginar qué había sido de ella.
Los dos hermanos salieron en busca de Sita y
aunque exploraron todo el bosque no hallaron huella de su paso.
Después de mucho buscar dieron con un grupo de
monos capitaneados por Hanuman, el «mono divino», el mejor de los monos, que
solícitamente se puso desde luego al servicio de Rama, y enterado del caso, le
dijo que habían visto atravesar los aires un carro en el que iba sentado un
demonio con una hermosísima mujer, amargamente llorosa, quien al pasar el carro
sobre sus cabezas, les había arrojado un brazalete para llamarles la atención.
Enseguida le enseñaron el brazalete, y al
examinarlo Lakshmana no lo reconoció, porque en la antigua India, la esposa del
hermano mayor estaba tan reverenciada por su cuñados, que Lakshmana nunca se
había atrevido a posar la vista en los brazos de Sita; pero Rama reconoció al
instante el brazalete de su esposa.
Los monos le dijeron a Rama quién era y donde
vivía aquel rey gigante, y todos fueron en su busca.
El rey de los monos se llamaba Bali, pero le
había usurpado el trono su hermano menor Sugriva. En esta lucha, Rama ayudó a
Bali a recobrar la corona, y él en recompensa prometió auxiliar a Rama en la
empresa de recobrar a Sita.. Sin embargo, aunque reconocieron todo el país no
la encontraron.
Por fin, el divino mono pasó de un enorme salto
de las costas de India a las de Ceilán, y estuvo buscando a Sita por toda la
isla sin encontrarla.
Ravana había vencido a los dioses y a los
hombres, al mundo entero, y raptado todas las mujeres hermosas, de las que
habían hecho sus concubinas; y así fue que Hanuman reflexionó y se dijo:
Sita no puede estar con las concubinas en
palacio. Hubiera preferido la muerte a la deshonra.
En consecuencia, prosiguió sus pesquisas, y al
fin encontró a Sita sobre el árbol donde Ravana la relegara. Estaba pálida y
delgada como la luna nueva al trasponer el horizonte. Hanuman asumió entonces
la figura de un mono pequeño, y aposentado en el ramaje del árbol, vió como la
gigante hermana de Ravana venía con encargo de él para atemorizar a Sita y
forzarla a someterse; pero la casta esposa no quería ni oír hablar del rey
gigante.
Cuando se marchó la hermana de Ravana, acercóse
Hanuman a Sita, le enseñó el brazalete que Rama le había dado para atestiguar
su identidad, y le dijo cómo su marido le había comisionado para buscarla, y en
cuanto Rama supiera donde estaba, vendría con un poderoso ejército para vencer
al gigante y rescatarla.
Sin embargo, añadió que si ella quería, podría
tomarla en brazos y de un salto atravesar el océano y devolverla a Rama; pero
Sita, como era la misma castidad, rechazó aquella insinuación, porque
deliberadamente no quería tocar ni que la tocase otro hombre que su marido. Así
es que Sita permaneció donde estaba, y después de darle a Hanuman una joya
desprendida de sus cabellos para que se la entregara a Rama, despidiose de ella
el divino mono y se volvió a su país.
Enterado Rama por Hanuman de cuanto le había
sucedido a Sita, reunió un ejército de monos, con el que llegó al punto más
meridional de la isla, donde los monos tendieron un puente llamado Setu-Bandha,
entre la India y Ceilán. Todavía hoy es posible en la marea baja pasar a pie
enjuto de una a otra costa.
Para construir el puente arrancaron los monos
de cuajo varias colinas, las asentaron en el mar y las cubrieron con piedras y
troncos de árbol. Una ardilla daba vueltas y revueltas en la arena hasta
llenarse de ella la cola y el cuerpo. Después se paseaba de arriba abajo por el
puente sacudiéndose la arena, y de este modo contribuía con muchos granos de
arena a la construcción del puente de Rama.
Los monos se reían y burlaban de la ardilla al
verla revolcarse en la arena y sacudirse después en el puente, pues su labor
era insignificante en comparación de la de ellos, que aportaban colinas
enteras, dilatados bosque y enormes cargas de arena.
Pero Rama les dijo:
Bienaventurada esta ardilla, porque hace su
labor con toda habilidad de que es capaz, y por tanto es tan grande como el
mayor de vosotros.
Enseguida tocó suavemente a la ardilla en la
espalda y por esto se ve hasta hoy en la espalda de las ardillas, la marca
longitudinal de los dedos de Rama.
Terminado el puente, el ejército de monos al
mando de Rama y Lakshmana invadió la isla de Ceilán. Durante algunos meses
guerrearon en sangrientas batallas contra las huestes de Ravana que al fin fue
vencido y muerto. Los vencedores se apoderaron de todos sus palacios que eran
de oro macizo. Rama los cedió a Vibhishana, hermano menor de Ravana, y lo sentó
en el trono, en recompensa de los valiosos servicios que le había prestado
durante la guerra.
Rama y Sita con su séquito resolvieron salir de
Ceilán y regresar a India; pero antes quisieron las gentes que Sita atestiguase
haber permanecido pura mientras estuvo en poder de Ravana.
Rama les dijo:
Pero ¿qué pruebas ni qué testimonio queréis, si
es Sita la castidad personificada?
No importa. Queremos la prueba.
En consecuencia, encendieron una hoguera
sacrificial en la que se había de arrojar Sita con la esperanza de que el fuego
no la abrasase si había permanecido pura.
Rama se angustió en ext1-emo, creyendo
irremisiblemente perdida a Sita; pero en aquel mismo instante apareció el dios
del fuego que llevaba sobre su cabeza un trono en el que estaba sentada Sita.
Todos quedaron satisfechos del feliz resultado
de la prueba. De regreso en el bosque, recibió Rama la visita de su hermano
Bharata, quien le notificó la muerte del viejo rey Dasaratha, y que él no se
había atrevido ocupar un trono que no le correspondía de derecho, y en
consecuencia había colocado en el trono los zapatos de Rama en señal de
respeto.
Entonces Rama volvió a la capital y con
beneplácito del pueblo fue rey de Ayodhya y prestó los acostumbrados juramentos
que en tiempos antiguos prestaban los reyes en beneficio de su pueblo, pues el
rey era esclavo de su pueblo y había de inclinarse ante la pública opinión.
Después de pasar Ráma algunos años en la
dichosa compañía de Sita, las gentes levantaron el rumor de que la reina había
sido raptada en otro tiempo por un demonio que se la llevó allende el océano.
No se conformó el pueblo con la sufrida prueba del fuego y exigió otra más
concluyente, o de lo contrario que se la desterrase del reino.
Para satisfacer las demandas del pueblo, decretó
Rama el destierro de su esposa, que se fue a vivir en el mismo bosque donde
estaba la ermita del sabio y poeta Valmiki, quien encontró a la infeliz Sita
llorosa y abatida, y enterado de lo ocurrido la albergó en su ermita, donde al
poco tiempo dió a luz dos gemelos.
Andando el tiempo, el rey Rama hubo de celebrar
un solemne sacrificio, según costumbre de los reyes; pero como en India no
permiten los Shastras que un hombre casado celebre una ceremonia religiosa sin
la compañía de su esposa, de su sahadharmini o correligionaria, y Sita estaba
desterrada, el pueblo le pidió a Rama que volviera a casarse, pero él, por
primera vez en su vida, se opuso a la voluntad del pueblo y dijo:
Esto no puede ser. Sita es mi vida.
En consecuencia, a fin de que se pudiese
celebrar la ceremonia, mandó construir el rey una áurea estatua de Sita, y
dispuso que se ornamentara un escenario en el lugar del sacrificio, para
intensificar el sentimiento religioso, por medio de una representación
dramática.
Por entonces ya eran los gemelos de Sita,
llamados Lava y Kusha, dos gallardos donceles a quienes había educado Valmiki
en la vida de brahmacharin sin revelarles su origen.
Durante aquel período había compuesto Valmiki
la epopeya de la vida de Rama, con música a propósito para cantarla en
rapsodias, y enterado del festival que iba a celebrarse en Ayodhya, se fue a la
ciudad con sus dos discípulos, los desconocidos hijos de Rama y Sita, quienes bajo la dirección de su
maestro cantaron en el escenario la vida de Rama, con tan sorprendente
habilidad que fascinaron a los espectadores presididos por el rey, sus hermanos
y los magnates de la corte.
Cuando llegaron los cantores al pasaje en que
el poema describe el destierro de Sita, conmovióse profundamente Rama, y
Valmiki le dijo:
No te aflijas, porque vas a ver a tu esposa.
Y Sita apareció entonces en el escenario,
inundando de júbilo el corazón de Rama.
Pero el pueblo clamó a vez en grito:
¡La prueba! ¡La prueba!
Tan hondamente afectada quedó Sita por aquel
reiterado recelo del pueblo acerca de su reputación, que impetró de los dioses
el fehaciente testimonio de su inocencia.
En aquel momento se abrió la tierra y Sita
desapareció en su seno exclamando:
¡Esta es la prueba!
Arrepintióse el pueblo ante tan trágico
desenlace, y Rama no pudo dar tregua a su dolor, hasta que a los pocos días
llegó un mensajero de los dioses para decirle que terminada su misión en la
tierra había de volver al cielo.
Este mensaje movió a Rama al reconocimiento de
su verdadero ser, y arrojándose a las aguas del río Savayu (hoy Gogra) que
bañaba su capital, se reunió con Sita, en el otro mundo.
Simbolismo
Rama y Sita son los ideales de la nación aria.
Se considera a Rama como una encarnación de la Divinidad, y a Sita como dechado
de castidad conyugal.
Todas las doncellas adoran con profunda
devoción a Sita, y el supremo anhelo de toda mujer es parecerse a Sita, la
pura, la abnegada y paciente.
Los monos no son, como muchos orientalistas
occidentales se figuran, los cuadrúmanos a que dan dicho nombre los naturalistas,
sino el apelativo dado en aquel tiempo por los arios a las tribus autóctonas de
India, así como los demonios no son los malignos espíritus a que se da tal
nombre en Occidente, sino los reyezuelos o caciques de las tribus o los reyes
de países extraños; pero unos y otros son seres humanos.
Al estudiar el carácter de los protagonistas
del Ramayana, se advierte cuán distinto del de Occidente es el ideal ético de
India.
El Occidente dice: «Manifestad vuestro poder en
las obras». India dice: «Manifestad vuestro poder en el sufrimiento».
Y para India es Sita el ideal del sufrimiento.
El Occidente ha resuelto el problema de cuán
mucho puede hacer el hombre.
India ha resuelto el problema de cuán poco
puede hacer el hombre.
Los dos extremos.
Sita es el símbolo de India; la India
idealizada. No importa saber si fue Sita un personaje real, si la epopeya es o
no es histórica, pues lo que importa es el ideal simbolizado en Sita.
Ningún purana ha descrito tan acabadamente la
índole de la raza aria ni ha penetrado tan hondamente en la vida índica ni está tan en la sangre de la nación como el ideal simbolizado por Sita, cuyo
nombre equivale en India a todo lo bueno, puro y santo, a cuanto constituye la
noble feminidad.
Si un brahmán ha de bendecir a una mujer le
dice: Sé como Sita. Si bendice a una niña la exhorta a que sea como Sita.
Niñas y mujeres son hijas de Sita., la
paciente, la abnegada, la fidelísima, la siempre casta esposa.
En medio de las penalidades que soporta, no
sale de sus labios ni una queja ni un lamento contra Rama.
Considera el sufrimiento como un deber y
resignadamente lo cumple. No se rebela, y aunque afligida y llorosa, sobrelleva
la horrible injusticia de su destierro. Es el ideal de India.
Dice el señor Buda:
“Cuando alguien os daña y en venganza le
dañáis, no por ello remediáis el primer daño sino que agraváis la maldad del
mundo.”
Sita era por naturaleza genuina india. Nunca
devolvió mal por mal.
¿Quién acertará a decir si es más noble ideal
la aparente fuerza y poderío material de los occidentales o la fortaleza y
aguante en el sufrimiento de los orientales?
Dice Occidente: «Nosotros aminoramos el mal por
vencimiento».
Dice India: «Nosotros destruímos el mal por
sufrimiento, hasta que se convierte en gozo».
Ambos son nobles ideales; pero ¿quién sabe cuál
de ambas actitudes será la más beneficiosa para la humanidad? , ¿Quién sabe
cuál de las dos vencerá y desarmará a la animalidad? ¿Será el combate o el
sufrimiento?
Entre tanto, no tratemos de menoscabar ni uno
ni otro ideal, pues ambos pro penden al mismo fin de extirpar al mal. Que
Occidente siga su método y Oriente seguirá el suyo. En modo alguno aconsejaré a
Occidente que se porte como India. El fin el mismo aunque los medios sean
distintos.
Cosmología budista
La cosmología budista es la descripción
de la forma y evolución del universo de acuerdo con los escritos y comentarios
canónicos budistas. No es solamente la forma de múltiples mundos o esferas en
un espacio, sino su evolución en el tiempo. Se divide en cosmología espacial y cosmología
temporal.
Introducción
En el budismo, el mundo, no fue creado por un
ser superior, forma parte de ciclos de destrucciones y de creaciones. Es como
una persona que nace y muere y luego vuelve a nacer. Nuestro mundo como miles
de los que hay está condenado a morir y renacer, el universo nace, muere y
renace. La auto-coherente cosmología budista que es presentada en comentarios y
trabajos de Abhidharma, tanto en escuelas theravada como majáiana, es el
producto final de un análisis y reconciliación de los comentarios cosmológicos
presentes en las sutras budistas y en las tradiciones vinaia. No hay un solo
sūtra que explique toda la estructura del multiverso. Sin embargo, en varios
sūtras el Buda Gautama describe otros mundos y estados del ser, y otros sūtras
describen el origen y destrucción del universo. La síntesis de estos
conocimientos en un solo sistema exhaustivo debió de haber ocurrido
tempranamente en la historia del budismo, ya que el sistema descrito en la
tradición palí vibhajyavāda (representada por los theravādas de hoy) concuerda,
a pesar de incoherencias de nomenclatura, con la tradición sarvāstivāda que es
preservada por los budistas majáiana.
La visión del mundo presentada en las
descripciones de la cosmología budista no se debe interpretar como una
descripción literal del universo. Es incoherente y no es consecuente con la
información astronómica ya conocida en la antigua India. Pero no es su
intención hacer una descripción de cómo los humanos ordinarios perciben su mundo,
sino, más bien, mostrar el universo visto a través del divia chakṣus, el
‘ojo divino’ por el cual un Buda o Arhat que ha cultivado esta facultad puede
percibir todos los demás mundos y seres naciendo y muriendo dentro de estos y
saber sus renacimientos pasados y futuros. Esta cosmología también ha sido
interpretada de manera simbólica o alegórica (ver Diez reinos espirituales).
La cosmología budista puede ser dividida en dos
clases relacionadas: cosmología espacial,
que describe la organización de los distintos mundos dentro del universo, y cosmología temporal, que describe los
ciclos de estos mundos empezando y terminando su existencia.
Cosmología espacial
La cosmología espacial puede dividirse en dos
ramas. La vertical (chakravāḍa) describe el arreglo de mundos en un patrón
vertical, algunos son más altos, superiores, y otros más bajos, inferiores. En
cambio, la horizontal (sajasra, ‘miles’) describe el agrupamiento de
estos mundos verticales en conjuntos de miles, millones o billones.
Cosmología vertical: chakravāḍa
En la cosmología vertical, el universo consiste
en muchos mundos o “planos” (lokāḥ) apilados uno
encima del otro en capas. Cada mundo corresponde a un estado mental o a un
estado del ser. Un mundo es más los seres que componen un lugar que el lugar en
sí; sostenido por su karma. Si todos los seres en un mundo mueren o
desaparecen, el mundo desaparece también. Así mismo, un mundo aparece en la
existencia cuando el primer ser nace en este. La separación física no es tan importante
como la diferencia en estado mental; humanos y animales, a pesar de compartir
los mismos entornos físicos, siguen perteneciendo a distintos mundos porque sus
mentes perciben y reaccionan a estos entornos de manera distinta.
La cosmología vertical está dividida en treinta
y un planos de existencia y estos planos en tres reinos, o dhātus, cada
uno correspondiendo a un diferente tipo de mentalidad. Estos tres (tridhātu)
son el Ārūpyadhātu, el Rūpadhātu, y el Kāmadhātu. Esta división técnica no corresponde a la más informal
categorización de los “seis reinos”. En el esquema posterior, todos los seres
nacidos en Ārūpyadhātu y Rūpadhātu se pueden clasificar como “dioses” o “divinidades”
(devāḥ), así como una fracción considerable de los
seres nacidos en Kāmadhātu, aunque los dioses de Kāmadhātu difieren más de las
de Ārūpyadhātu de lo que difieren de la humanidad. Se debe entender que deva
es un término impreciso que se refiere a cualquier ser actualmente viviendo una
vida más larga y generalmente con menos dolor que el de los humanos. Estos “dioses”
tienen poco o ningún interés en la humanidad y raramente, si acaso, interactúan
con esta; solo los dioses inferiores de Kāmadhātu corresponden a dioses
descritos en muchas religiones politeístas.
El término “brahmā” es usado tanto como nombre
como término genérico para uno de los devas superiores. En su sentido más
amplio, puede referirse a cualquier habitante de Ārūpyadhātu o de Rūpadhātu. En
un sentido más estricto, puede referirse a un habitante de los nueve planos
inferiores de Rūpadhātu, o en su sentido más reducido, a los tres planos
inferiores de Rūpadhātu. Un largo número de devas usa el nombre “Brahmā”, como
Brahmā Sahampati, Brahmā Sanatkumāra, Baka Brahmā, etc. No es claro a que plano
pertenecen, sin embargo siempre tiene que ser uno de los mundos de Rūpadhātu
debajo de los planos Śuddhāvāsa.
Ārūpyadhātu
El Ārūpyadhātu (en sánscrito), Arūpaloka (en
palí), es el ‘reino sin forma’. Actualmente, los budistas no creen que estos
reinos tienen un lugar en la cosmología puramente física, ya que ninguno de los
seres habitándolo tiene forma o lugar; y correspondientemente, el reino no
tiene localización. Sin embargo, estos seres aún viven dentro del tiempo y la
ley del karma. Este reino pertenece a los devas que alcanzaron y mantuvieron
las chatuḥ-samāpatti (‘cuatro absorciones inmateriales’) o arupa
jhanas en una vida pasada, y ahora disfrutan los frutos (vipāka) del
buen karma de este logro. Sin embargo, quienes son bodhisattvas nunca nacen en
el Ārūpyadhātu aunque hayan alcanzado los arupa jhanas. Hay cuatro tipos de
Ārūpyadhātu devas, correspondiendo a los cuatro tipos de arūpajhānas:
Naivasaṃgñānāsaṃgñāyatana o Nevasaññānāsaññāyatana
“Esfera que trasciende la dualidad percepción-no percepción”. En esta esfera
los seres inmateriales han trascendido la simple negación de la percepción,
alcanzando un estado en el cual no hay “percepción” (saṃgñā,
reconocimiento de algo particular por sus marcas) pero que no están totalmente
inconscientes. Este fue el estado alcanzado por Udraka Rāmaputra (palí: Uddaka
Rāmaputta), el segundo de dos maestros de Buda Gautama, quien lo consideró
equivalente a la iluminación.
Ākiṃcanyāyatana o Ākiñcaññāyatana
‘esfera de la nada’ (literalmente ‘ausencia de todo’). En esta esfera los seres
inmateriales meditan, contemplando en el pensamiento “no existe ninguna cosa”.
Esto es considerado una forma de percepción, aunque una muy sutil. Esta fue la
esfera alcanzada por Ārāḍa Kālāma, el primero de dos
maestros de Buda Gautama, quien lo consideró equivalente a la iluminación.
Vigñānānantyāyatana, Viññāṇānañchāyatana
o Viññāṇañchāyatana “esfera de la conciencia
infinita”. En esta esfera, los seres inmateriales contemplan, meditan en su
conciencia (vigñana) como infinitamente omnipresente.
Ākāśānantyāyatana o Ākāsānañchāyatana
“esfera del espacio infinito”. En esta esfera los seres inmateriales
contemplan, meditan sobre el espacio o extensión (ākāśa) como infinitamente
omnipresente.
Bhavacakra
o Rueda del devenir, también llamada samsaracakra (rueda del
Samsara). Las seis divisiones interiores de mayor tamaño representan los seis
reinos de la existencia
Rūpadhātu
Rūpadhātu (palí: Rūpaloka o “Reino Material” o “Reino
de las Formas” es, como su nombre lo implica, el primero de los reinos físicos;
todos sus habitantes tienen un lugar y cuerpos o formas de algún tipo. Sin
embargo, en este reino los cuerpos de los seres que lo habitan están compuestos
por una sustancia sutil que es invisible para los habitantes de Kāmadhātu. De
acuerdo con el Sutra Janavasabha, cuando un brahma (un ser del mundo de
brahmas en Rūpadhātu) quiere visitar a un deva del cielo de Trāyastriṃśa (en
Kāmadhātu), él o ella debe asumir su “forma fea” para así ser visible a seres
de otro reino.
Quienes habitan en el reino material no viven
en los extremos del placer o el dolor, y no son gobernados por los deseos de
aquello que es placentero a los sentidos, como lo son los seres de Kāmadhātu.
Los cuerpos de este reino no tienen distinciones sexuales.
Como los seres de Ārūpyadhātu, los habitantes
de Rūpadhātu tienen mentes correspondientes a los jhānas. En este caso son los
cuatro primeros jhānas o rūpajhānas. Los seres de Rūpadhātu pueden dividirse en
cuatro grandes grados correspondientes a los cuatro rūpajhānas, a su vez
subdivididos en más grados, tres para cada uno de los cuatro rūpajhānas y cinco
para los devas Śuddhāvāsa, para un total de diecisiete grados (la tradición
Theravāda cuenta un grado menos para el cuarto jhāna, para un total de
dieciséis).
Físicamente, Rūpadhātu consiste en una serie de
planos apilados uno encima de otro, cada uno en una serie de escalones con un
tamaño que es la mitad del anterior a medida que se desciende. En parte, esto
refleja el hecho de que los devas se cree que son físicamente más grandes en
los planos superiores. Los planos superiores también tienen una extensión más
amplia que los planos inferiores, como se discute en cosmología sahasra.
La altura de estos planos se expresa en ióyanas, una medida de tamaño no
muy especificado, pero a veces descrito como 4000 veces la altura de un
humano, entonces es aproximadamente 6 kilómetros (siendo la altura de los
seres humanos en la China de hace 2000 años de 1,50 promedio).
Planos Śuddhāvāsa
Los planos Śuddhāvāsa (palí: Suddhāvāsa;
tibetano: gnas gtsang.ma), o “moradas puras”, son distintos de los demás
mundos de Rūpadhātu en el hecho de que no habitan seres que nacieron ahí por
mérito ordinario o logros en la meditación, solamente habitan Anāgāmins (“alguien
que no regresa”) quienes ya están en el camino hacia el nirvana y que
alcanzarán la iluminación directamente en los planos Śuddhāvāsa sin renacer en
un plano inferior (Anāgāmins también pueden nacer en planos inferiores). Cada
deva Śuddhāvāsa es entonces alguien que protege el budismo (Brahma Sahampati,
quien solicitó al nuevo Buda (Siddharta Gautama) que enseñara, fue un Anagami
de un Buda anterior[1] ). Ya que un deva Śuddhāvāsa no renacerá fuera
de los planos Śuddhāvāsa, ningún Bodhisattva nace en estos mundos, ya que un
Bodhisattva debe renacer como humano en su última vida.
Como estos devas surgen de planos inferiores
debido a las enseñanzas de un Buda, pueden permanecer vacíos por largos
períodos si no surge un Buda. Sin embargo, a diferencia de los mundos
inferiores, los planos Śuddhāvāsa nunca son destruidos por catástrofes
naturales. Los devas Śuddhāvāsa predicen la venida de un Buda y, tomando la
forma de brahmins, les revelan a los humanos los signos por los cuales se puede
reconocer un Buda. También se aseguran de que un Bodhisattva en su última vida
vea los cuatro signos que llevan a la renunciación.
Los cinco mundos Śuddhāvāsa son:
Akaniṣṭha o Akaniṭṭha:
Mundo de los devas “de igual rango” (literalmente: sin tener a alguien de menor
edad que el resto). Es el más alto de los mundos Rūpadhātu, se usa regularmente
para referirse al extremo más alto del universo. El Śakra actual eventualmente
nacerá ahí. La duración de una vida en Akaniṣṭha es
16,000 kalpas (tradición Vibhajyavāda). La altura de este mundo es de
167,772,160 ióyanas encima de la Tierra.
Sudarśana o Sudassī:
devas de “ver claro” viven en un mundo similar y amigable al mundo Akaniṣṭha. La altura de este mundo es de
83 886 080 ióyanas encima de la Tierra.
Sudṛśa o Sudassa: en
el mundo de devas con “belleza” se dice que nacen cinco tipos de anāgāmins. La
altura de este mundo es de 41 943 040 ióyanas encima de la
Tierra.
Atapa o Atappa: el mundo de devas “sin
problemas”, cuya compañía es deseada por aquellos de reinos inferiores. La
altura de este mundo es de 20 971 520 ióyanas encima de la
Tierra.
Avṛha o Aviha: el
mundo de los devas que “no caen”, tal vez la destinación más común para que
renazcan Anāgāmins. Pueden alcanzar el Nirvana directamente en este mundo, pero
también hay quienes mueren y renacen en planos consecutivamente superiores de
las “Moradas Puras” hasta que finalmente renacen en el mundo Akaniṣṭha. Quienes habitan este plano se llaman en palí uddhaṃsotas, ‘quienes tienen una corriente que solo va
hacia arriba’. La duración de la vida en este plano en es 1000 kalpas
(según la tradición vibhajyavāda). La altura de este mundo es de
10 485 760 ióyanas encima de la Tierra.
Planos Bṛhatphala
El estado mental de los devas de los mundos Bṛhatphala corresponde al cuarto jhāna, y se caracteriza
por el factor del Nirvana ecuanimidad (upekṣā). Los
mundos Bṛhatphala forman el límite superior de la
destrucción del universo por el viento en el final de un maja-kalpa, lo que
significa que son librados de esta destrucción.
Asaññasatta, o Asaṃgñasattva, sánscrito (solo en la escuela
vibhajyavāda): “Seres inconscientes”, devas que han obtenido un alto jhāna
(similar al del Reino Inmaterial), y, deseando evitar los inconvenientes de la
percepción sensorial, alcanzan un estado de no percepción en el cual se
mantienen por un tiempo. Luego, sin embargo, la percepción aparece de nuevo y
caen a un estado inferior.
Bṛhatphala o Vehapphala. Devas
“con grandes frutos”. Su esperanza de vida es de 500 mahākalpas (tradición
Vibhajyavāda). Algunos anāgāmins renacen aquí. La altura de este mundo es de
5 242 880 ióyanas encima de la Tierra.
Puṇyaprasava (solamente en la
tradición Sarvāstivāda; El mundo de devas que son “hijos del mérito”. La altura
de este mundo es de 2 621 440 ióyanas encima de la Tierra.
Anabhraka (solamente en la
tradición Sarvāstivāda; El mundo de devas “sin nubes”. La altura de este mundo
es de 1 310 720 ióyanas encima de la Tierra.
Planos Śubhakṛtsna
El estado mental de los devas de los mundos Śubhakṛtsna corresponde al tercer jhāna, y se caracteriza
por la felicidad (sukha). Estos devas tienen cuerpos que irradian una luz
constante. Los mundos Śubhakṛtsna forman el límite
superior de la destrucción del universo por el agua al final de un mahākalpa
(ver cosmología temporal), lo que significa que la inundación de agua no sube
lo suficiente para alcanzarlos.
Śubhakṛtsna o Subhakiṇṇa
/ Subhakiṇha: El mundo de devas con “belleza total”. Su esperanza de
vida es de 64 mahākalpas (algunas fuentes: 4 mahākalpas) de acuerdo
con la tradición Vibhajyavāda. 64 mahākalpas es el intervalo entre las
destrucciones del universo por viento, incluyendo los mundos Śubhakṛtsna. La altura de este mundo es de
655 360 ióyanas encima de la Tierra.
Apramāṇaśubha o Appamāṇasubha:
El mundo de devas con “belleza ilimitada”. Su esperanza de vida es de
32 mahākalpas (tradición Vibhajyavāda). Poseen “fe, virtud, aprendizaje,
generosidad y sabiduría”. La altura de este mundo es de
327 680 ióyanas encima de la Tierra.
Parīttaśubha o Parittasubha:
El mundo de devas de “belleza limitada”. Su esperanza de vida es de
16 mahākalpas. La altura de este mundo es de 163 840 ióyanas
encima de la Tierra.
Planos Ābhāsvara
El estado mental de devas en los planos
Ābhāsvara corresponde al segundo jhāna, y se caracteriza por el placer (prīti)
y la alegría (sukha); se dice que los devas Ābhāsvara gritan por su alegría aho
sukham! (“Oh alegría!”). Estos devas tienen cuerpos que emiten rayos en
destellos de luz como los de relámpagos. Se dice que tienen cuerpos similares
(entre ellos) pero percepciones diversas.
Los mundos Ābhāsvara forman el límite superior
de la destrucción del universo por fuego al final de un mahākalpa (ver cosmología
temporal), esto significa que la columna de fuego no sube lo suficiente para
alcanzarlos. Después de la destrucción del mundo, al inicio del vivartakalpa,
los mundos son poblados primero por seres que renacen desde los mundos
Ābhāsvara.
Ābhāsvara o Ābhassara: el
mundo de devas “que poseen esplendor”. La esperanza de vida de los devas
Ābhāsvara es de 8 mahākalpas (otras fuentes: 2 mahākalpas).
8 mahākalpas es el intervalo de tiempo entre la destrucción del universo
por agua, que incluye los mundos Ābhāsvara. La altura de este mundo es de
81 920 ióyanas encima de la Tierra.
Apramāṇābha o Appamāṇābha:
El mundo de devas de “luz ilimitada”, un concepto en el cual meditan. Su
esperanza de vida es de 4 mahākalpas. La altura de este mundo es de
40 960 ióyanas encima de la Tierra.
Parīttābha o Parittābha:
El mundo de devas de “luz limitada”. Su esperanza de vida es de
2 mahākalpas. La altura de este mundo es de 20 480 ióyanas
encima de la Tierra.
Planos Brahmā
El estado mental de devas en los planos Brahmā
corresponde al primer jhāna, y se caracteriza por la observación atenta
(vitarka) y la reflexión (vichāra) como también por el placer (prīti) y la
alegría (sukha). Los mundos Brahmā, junto con los otros mundos inferiores del
universo, son destruidos por fuego al final de un mahākalpa.
Mahābrahmā: El mundo del “Gran
Brahmā”, quienes muchos creen ser el creador del universo, y teniendo como
títulos “Brahmā, Gran Brahmā, Conquistador, No Conquistado, Omnisciente,
Omnipotente, el Señor, el Creador, quien Regula (Ley), quien Designa y Ordena,
Padre de Todo lo que Existe y Existirá”. De acuerdo con el Sutta Brahmajāla
Sutta (DN.1), un Mahābrahmā es un ser de los mundos Ābhāsvara quien cayó en un
mundo inferior debido a que sus méritos se terminaron y renace solo en el plano
Brahma; olvidando su existencia pasada, se imagina como alguien que empezó a
existir sin una causa. Nótese que inclusive una deidad de tan alto rango no
tiene un conocimiento intrínseco de los planos superiores al plano Brahma.
Mahābrahmā tiene 1 ½ ióyanas de alto. Su esperanza de vida se dice
que es de 1 kalpa (tradición Vibhajyavāda) o de 1 ½ kalpas
(tradición Sarvāstivāda), aunque parece ser que no puede ser mayor a ¾
de un mahākalpa; todo el mahākalpa excepto por el Saṃvartasthāyikalpa,
porque ese es el período total de tiempo entre la reconstrucción del mundo
inferior y su destrucción. No es claro a qué período “kalpa” se refiere en este
caso. La altura de este mundo es de 10 240 ióyanas encima de la
Tierra.
Brahmapurohita: Los “Ministros de
Brahmā” son seres, también originarios de los mundos Ābhāsvara, que nacen como
compañeros de Mahābrahmā después de que él ha pasado un tiempo solo. Como
aparecen después de su pensamiento en desear compañía, se cree a sí mismo como
su creador, y ellos asimismo creen que él es su creador y señor. Tienen
1 ióyana de altura y su esperanza de vida se dice que variadamente que es ½
kalpa (tradición Vibhajyavāda) o un kalpa entero (tradición Sarvāstivāda). Si
renacen posteriormente en un mundo inferior, y recuerdan alguna parte de su
existencia pasada, enseñan la doctrina que MahaBrahmā es el creador como verdad
revelada. La altura de este mundo es de 5120 ióyanas encima de la Tierra.
Brahmapāriṣadya o Brahmapārisajja:
Los “consejeros de Brahmā” o los devas “que pertenecen al séquito de Brahmā”.
También se les llama Brahmakāyika, pero este nombre se puede usar para
todos los habitantes de los mundos-Brahma. Tiene medio ióyana de altura y su
esperanza de vida se dice que es de 1/3 kalpa (tradición
Vibhajyavāda) o ½ kalpa (tradición Sarvāstivāda). La altura de este
mundo es de 2560 ióyanas encima de la Tierra.
Kāmadhātu
Los seres que nacen en Kāmadhātu (palí:
Kāmaloka) difieren en su grado de felicidad, pero todos están, con excepción de
arhats y Budas, bajo el dominio de Māra y están atados por el deseo sensual,
cuyo anhelo causa sufrimiento.
Paraísos
Los siguientes cuatro mundos son planos atados.
Cada uno es de 80 000 ióyanas cuadradas, flotando en el aire encima
de la cima del Monte Sumeru. Aunque todos los mundos habitados por devas (esto
es, todos los mundos debajo del mundo Chāturmahārājikakāyika y también
incluyendo los Asuras) a veces son llamados “paraísos”, en el sentido
occidental de la palabra el término aplica mejor a los siguientes cuatro
mundos:
Parinirmita-vaśavartin
o Paranimmita-vasavatti
El cielo de devas, “con poder sobre otros”
(creaciones). “Estos devas no crean agradables formas que ellos desean para sí
mismos, pero sus deseos se cumplen por los actos de otros devas que desean para
su favor. El gobernante de este mundo se llama Vaśavartin (pali: Vasavatti),
que tiene ya la vida, más belleza, más poder y la felicidad y más deliciosos
objetos de los sentidos que los otros devas de su mundo. Este mundo es también
el hogar de la Devaputra (bienestar de divina raza) llamada Māra, que se
esfuerza por mantener todos los seres de la Kamadhatu en el agarre de los
placeres sensuales. Māra es también llamado a veces Vaśavartin, pero en general
estos dos habitantes de este mundo se mantienen distinta. Los seres de este
mundo son 4.500 pies (1.400 m) de altura y viven por 9,216,000,000 años
(Sarvastivada tradición). La altura del mundo es 1.280 yojanas por encima de la
Tierra. El Paranimmita-vasavatti más alto del cielo, reino, que es un cielo de
sensuales placeres del más alto orden, (Paranimmitavasavatti sexto Cielo)
Nirmāṇarati o Nimmānaratī: El
mundo de devas
Es el reino de la
clase más alta de los dioses kāmāvacara controlan goces
creados por otros. Los dioses que habitan en los seis reinos tienen cuerpos
sutiles y por lo tanto no se puede ver con el ojo humano. Son jóvenes y
disfrutar de la felicidad.
Tuṣita o Tusita (tibetano: dga’.ldan):
Tuṣita (sánscrito) o Tusita
(pali) es uno de los seis deva-mundos del Kāmadhātu, situados entre el cielo de
Yāma y el cielo de Nirmāṇarati. Como los otros cielos, Tushita es una tierra
pura donde se facilita mucho el hacer meditación y alcanzar el estado de
Budeidad o Bodhi.
Es al mismo tiempo, el cielo o Tierra Pura
donde el Bodhisattva Śvetaketu (Pāli: Setaketu, bandera blanca) residía, antes
de renacer en la tierra como Siddhartha Gautama, el Buddha histórico; es
también, el cielo o tierra pura en donde actualmente reside el Bodhisattva
Nātha (protector), que renacerá en un futuro como un Buddha de nombre Maitreya.
En ese mundo, también habita el Buda Manjushri,
Buda de la Sabiduría, el cual enseña el vacío de los objetos samsáricos de la
existencia, doctrina conocida como la Vacuidad.
Mundos de Sumeru
El mundo-montaña de Sumeru es un pico inmenso y
de forma extraña que se erige en el centro del mundo, en cuyo borde se mueven
el Sol y la Luna. Su base descansa en un vasto océano, y es rodeado por varios
anillos de cadenas montañosas y océanos inferiores.
§
Trāyastriṃśa o Tāvatiṃsa
(tibetano: sum.cu.rtsa.gsum.pa):
§
Chātur mahā rājika kāyika o Chātummahārājika
§
Asura (tibetano: lha.ma.yin):
Asura es una palabra en
idioma sánscrito que en el budismo hace referencia al peldaño más bajo del
rango de dioses o semidioses de la cosmología budista.
En el hinduismo los asuras eran seres sedientos
de poder, que terminaron siendo considerados demoníacos o pecaminosos.
En la religión zoroástrica o mazdeísta de
Persia, los asuras o ahuras fueron asociados a Ahura Mazda con las fuerzas del
bien o como ángeles.
Los asuras del budismo derivan de los asuras
del hinduismo, pero han adquirido varios mitos distintivos a partir de
características que sólo existen en los textos budistas.
En este contexto budista, la palabra se puede
traducir como el Titán de la mitología de la antigua Grecia o como un semidiós,
aunque esta definición no es del todo satisfactoria. La analogía más cercana en
las tradiciones europeas pueden ser los jötnar de la mitología escandinava, que
van desde semi-divinidades hasta monstruos y suelen tener guerras contra los
dioses, aunque en ocasiones se casan con ellos. También se puede traducir como
gigantes.
Mientras todos los dioses del Kāmadhātu están
sujetos a pasiones en algún grado, los asuras han llegado a ser adictos a
éstas, especialmente al orgullo, la belicosidad, la ira o la vanidad.
Debido a sus pasiones, el renacimiento en asura
se considera uno de los cuatro nacimientos desdichados (junto con el
renacimiento en animal, en el reino de los Pretas o en el reino Naraka). El
estado de un asura refleja el estado mental de un humano obsesionado con la
fuerza y la violencia, siempre buscando una excusa para entrar en guerras y
conflictos, enfadados con todo el mundo e incapaces de mantener la calma o
solventar problemas pacíficamente.
En términos de poder, los asuras se encuentran
por encima de los humanos pero por debajo de los demás dioses. Viven en la
región al pie del monte Sumeru y al menos parcialmente en el mar que le rodea.
En la cosmografía popular del Bhavachakra, los
asuras se ven como la sexta etapa de la existencia y algunas veces agrupada con
la de los devas. Originariamente, la versión fue la de las cinco etapas,
convertidas en seis en el Tíbet por la autoridad de Je Tsongkhapa.
Los líderes de los asuras son los Asurendra (en
sánscrito indra significa ‘rey’), que en idioma pāli se transformaron en
Asurinda). Hay varios tipos de Asurendra, ya que los asuras se dividieron en
diferentes tribus o facciones, entre las que encontramos los asuras dānaveghasa
y los asuras kālaka añyakas. Los líderes principales son Vemachitrin, Rajú
(también llamado Verocha o Veróchana) y Pajārāda.
Reinos terrestres
Manuṣyaloka (tibetano: mi):
o Yambuduipa o Jambudīpa
o Pūrvavideha o Pubbavideha
o Aparagodānīya o Aparagoyāna
o Uttarakuru
Tiryagyoni-loka o Tiracchāna-yoni
Pretaloka o Petaloka
Narakas
Naraka es el nombre dado a uno de los seis
reinos de existencia de mayor sufrimiento en toda la cosmología budista.
Naraka se traduce generalmente al español como
infierno o “purgatorio”. Los Narakas de la religión budista están estrechamente
relacionados con Di Yu, el infierno en la mitología china. Un Naraka difiere de
los infiernos de tradición occidental en dos aspectos. Primero, los seres no
son enviados al Naraka como resultado de un juicio divino con su
correspondiente castigo; segundo, la estancia en el Naraka no es eterna, aunque
suela ser muy larga.
Según el budismo, un ser nace en un Naraka como
resultado directo de su karma previo (consecuencia de sus pensamientos, sus
palabras y sus acciones), y reside en él por un período determinado, hasta que
su karma haya alcanzado su resultado final. Después de que su karma negativo
termine y se agote, podrá renacer en alguno de los mundos superiores como
resultado de un karma anterior que no había madurado todavía.
La mentalidad de un ser en el infierno
correspondería a un estado de extremo terror, desamparo y angustia en un
humano.
Físicamente, el reino Naraka se encuentra a lo
largo de una serie de redes de cavernas que se extienden por debajo del Yambu
Duipa (el mundo humano ordinario) en el interior de la Tierra. Hay diferentes
maneras de enumerar los distintos Narakas y describir sus tormentos. Una de las
más comunes es la de los Ocho Narakas Helados y los Ocho Narakas Ardientes, que
se describen más abajo.
Representación
del infierno budista.
Narakas fríos
Arbuda: el Naraka “ampolla”
El Naraka “ampolla”. Es una oscura y congelada
llanura rodeada de montaña heladas y continuamente barrida por ventiscas. Los
habitantes de este mundo nacen directamente siendo adultos y soportan una larga
vida desnuda y sola, mientras que el frío les provoca quemaduras y ampollas por
todo el cuerpo. Se dice que la duración de una vida en este Naraka es la que se
necesitaría para vaciar un barril de semillas de sésamo si sólo se tomara un grano cada cien años.
Nirarbuda: el Naraka “ampolla
rota”
El Naraka “ampolla abierta”. Este Naraka es
todavía más frío que el anterior, y aquí las ampollas se abren, dejando a los
seres que lo habitan con sus cuerpos helados y cubiertos de sangre y pus.
Aṭaṭa: el Naraka de
escalofríos
El Naraka de los escalofríos. En él, los seres
sufren un frío terrible, y el sonido que producen con sus bocas al temblar (aṭ-aṭ-aṭ)
le da el nombre al Naraka.
Hahava: el Naraka de la
lamentación
El Naraka de la lamentación. Los seres se
lamentan enmedio del frío, pronunciando ha, ho de dolor.
Huhuva: el Naraka de los
dientes castañeantes
El Naraka de los dientes castañeantes. En este
Naraka, los seres tiemblan y castañean sus dientes de forma continua,
produciendo el sonido hu hu.
Utpala: el Naraka del “loto
azul”
El Naraka del “loto azul”. Aquí, el frío
intenso provoca que la piel se vuelva de color azul como el color del nenúfar Utpala
Padma: el Naraka del “loto”
El Naraka del “loto”. En este Naraka las
ventiscas rompen la piel congelada, abriendo heridas de sangre y carne cruda.
Mahāpadma: el Naraka del “gran
loto”
El Naraka del “gran loto”. En él, el cuerpo
entero termina por romperse en piezas, quedando los órganos internos expuestos
también al frío, y rompiéndose ellos también más tarde.
Narakas calientes
Sañjīva: el Naraka del “resurgimiento”. La vida
en este Naraka dura 1,62*1012 años (o 1,62 billones de años).
El Naraka
“del resucitado”.
En este Naraka, el suelo está hecho de hierro al rojo vivo, calentado por un inmenso
fuego. Se renace siendo adulto directamente, en un estado de miedo y miseria.
Tan pronto como el ser comienza a tener miedo de sentirse perjudicado o dañado
por los otros seres que lo acompañan, empiezan a atacarse unos a otros con unas
cuchillas o garras de acero que aparecen en el lugar. Otras fuentes indican que
son los guardias de Iama los que atacan a los
seres con una amplia variedad de armas terribles. Una vez el ser comienza a
sentir la inconsciencia que sigue al fallecimiento, recuperan repentinamente
las fuerzas y la salud, y el ataque comienza de nuevo. Otras torturas que
también se pueden experimentar en este Naraka incluyen el morir calcinados al
arrojarles metal fundido, ser descuartizados, y sufrir debido a las altísimas
temperaturas del propio suelo. La vida en este Naraka dura unos
1620 billones (1 620 000 000 000) de años. Se dice que
está 1000 ioyanas (13 000 km)
por debajo del Yambuduipa y mide
10 000 ioyanas en cada dirección.
Kālasūtra:
el Naraka del “hilo negro”. La vida en este Naraka dura 12,96*1012 años.
El Naraka “de líneas/hilos negros”. En él,
aparte de los tormentos antes nombrados, se incluye el de dibujar líneas negras
a lo largo del cuerpo del condenado, tras lo cual los sirvientes de Iama cortan el cuerpo
siguiendo las líneas con ardientes sierras y afiladas hachas. La vida en este
Naraka tiene una duración de 12 960 billones de años.
Saṃghāta: el Naraka del “aplastamiento”.
La vida en este Naraka dura 103,68*10 años.
El Naraka “del aplastado”. Este Naraka también
tiene el suelo de hierro al rojo vivo, pero está rodeado de enormes montañas de
rocas que se estrellan unas contra otras y caen, aplastando a los seres, y
dejando una masa sanguinolenta debajo de los escombros. Las rocas vuelven a
colocarse en su posición original, y el ser se recupera de nuevo, repitiéndose
el proceso una y otra vez. Una vida en este Naraka suele durar unos
103 680 billones de años.
Raurava:
el Naraka del “grito”. La vida en este Naraka dura 82 944*1012
años.
El Naraka “del grito”. Aquí los seres corren,
huyendo de los anteriores tormentos, y sobre todo del suelo ardiente. Cuando
encuentran un refugio, quedan encerrados dentro, mientras unas llamaradas
rodean la estructura, oyéndose desde fuera los gritos de los seres atrapados
mientras se consumen lentamente. La vida en este Naraka tiene una duración de
6,6355 trillones de años.
Mahāraurava:
el Naraka del “gran grito”. La vida en este Naraka dura 6635,52*1012
años.
El Naraka “del gran grito”. Similar al
anterior, pero con castigos y dolor más grandes. La vida aquí dura
53,08 trillones de años.
Tapana:
el Naraka del “calentamiento”. La vida en este Naraka dura 53 084,16*10
años.
El Naraka
“del calor”.
En este Naraka los sirvientes de Iama empalan a los condenados con lanzas
ardientes, hasta que las llamas salen a través de la boca y la nariz. La vida
en este Naraka dura 53,08 trillones de años.
Pratāpana: el Naraka del “gran calentamiento”.
La vida en este Naraka dura 424 673,28*1012 años.
El Naraka “del gran calor”. Las torturas son
parecidas a las del Naraka Tapana, pero aquí los seres son atravesados de una
forma aún más sangrienta, usando tridentes. Este Naraka tiene una duración de
424,67 trillones de años. Se ha dicho que es la mitad de un kalpa.
Avīci: el
Naraka “sin interrupción”. La vida en este Naraka dura 3 397 386,24*1012
años (o 3,4 trillones de años)
El Naraka “ininterrumpido”. Aquí, los
condenados se asan en enormes hornos con gigantescas llamaradas y con un
sufrimiento terrible. La vida en este Naraka dura 3397,3862 trillones de
años. Se considera como la duración de un kalpa (eón)
Otros Narakas sin definiciones tienen enormes
listas de tormentos y vías de sufrimiento. Algunas fuentes hablan de centenares
o incluso miles de Narakas diferentes. En algunos textos budistas chinos los
nombres y tipos de Narakas fueron elaborados en una gran variedad de formas
distintas.
Los sufrimientos de los moradores del Naraka
pueden recordar en ocasiones a los que sufren los Pretas, lo que puede llevar
al error de confundirlos. La distinción es bastante simple; Los seres del
Naraka viven en el inframundo, en el mundo subterráneo, mientras que los pretas
viven en la Tierra, por lo que son libres.
Los cimientos de la Tierra
Cosmología Horizontal: Sahasra
Mientras que la cosmología vertical describe el
arreglo de los mundos en forma vertical, la cosmología del Sahasra (Sánscrito:
“mil”) describe cómo se agrupan de manera horizontal. De acuerdo con el maestro
universal, el Señor Buda, el universo es infinito en tiempo y espacio. Infinito
en el espacio se refiere a que la longitud del universo, el ancho del universo
o el número de sistemas solares (lokadhatu) en el universo es infinito. El
universo infinito con respecto al tiempo significa que no tiene una fecha de
inicio o final. Todo se encuentra surgiendo, creciendo/decayendo y falleciendo.
Todo cambia y nada más que el Nirvana es permanente.
Todo este grupo de Mundos/Reinos, desde el
Plano de no percepción-ni-no-percepción (Nevasaknkna’nasaknknayatana) hasta el
Avichi’, el Naraka “no interrumpido”, constituye un sólo mundo-sistema (llamado
un Sakwala). Esto corresponde al alcance del sistema Solar-Salwala que es
destruido por el fuego al final del primer mahakalpa. El sistema solar que es
destruido siete veces por fuego al final de los mahakalpas y por agua al final
del octavo mahakalpa.
Diez
reinos espirituales
El concepto de los Diez reinos espirituales
forma parte de la creencia budista de que existen diez estados en la vida a los
que los sentimientos están sujetos en cada momento.
El concepto está presente en la cosmología
budista y consiste en cuatro estados superiores y seis inferiores.
Algunas escuelas budistas los ven como algo
externo, diez planos existenciales diferentes en los que se puede nacer en cada
vida. Otras lo ven como estados de la mente, que pueden intercambiarse
debido a influencias internas y externas.
Cuatro reinos superiores o nobles
En la tradición del budismo Mahāyāna, los
cuatro estados nobles son: aprendizaje, comprensión, bodhisattva y budeidad.
Éstos se desarrollan a través de la búsqueda, descubriendo y aspirando a ellos,
por la creencia de que los humanos necesitan hacer un esfuerzo para llegar a
ellos a partir de sus vidas.
Aprendizaje
El aprendizaje es la condición en la cual un
ser busca alguna habilidad, verdad última o automejora a través de las
enseñanzas de los demás. Para acceder a este estado, la persona que
experimenta, debe primero desarrollar la sabiduría de la naturaleza de las
cosas, libre de ilusiones y desilusiones. Este estado se caracteriza por buscar
la verdad a través de fuentes externas, como textos y personas.
Es comparable al concepto de discípulo o
sravaka (ver Savakabuda, buda como discípulo).
Realización
Es el estado en el cual se descubre una verdad
parcial a través de las propias observaciones, esfuerzos, concentración y
meditación personal. Normalmente, para acceder a este estado, el que
experimenta debe haber comprendido que las fuentes de sabiduría externas son
inferiores a las internas como su mente. Se caracteriza por buscar la verdad y
la comprensión a través de una percepción interna.
Es comparable al concepto de iluminación de
buda o Pratyekabuda.
Los dos estados anteriores se conocen en
conjunto como los dos vehículos; aunque se basan en el deseo de
incrementar la sabiduría, el ego está presente y condiciona.
Bodhisattva
En el estado de bodhisattva, la persona no solo
aspira a la iluminación personal, sino también busca la liberación del
sufrimiento de los demás a través de acciones altruistas y compasivas, como la
ayuda desinteresada a los demás. Este estado se caracteriza por que el
sentimiento de felicidad que da el hecho de ayudar a los demás es superior al
de la felicidad que uno consigue para sí mismo.
Budeidad
El estado de budeidad es el más alto de los
diez, la condición de pura e indestructible felicidad que no depende de las
circunstancias personales. Quien lo experimenta está totalmente libre de toda
desilusión, sufrimiento y miedo. Es la condición de la libertad perfecta y
absoluta, caracterizada por sensatez (sabiduría, prudencia) ilimitada, coraje,
compasión y fuerza vital.
Este estado es realmente complicado de
describir y se obtiene únicamente a través de la percepción directa e interna
de la realización, se caracteriza porque no permite caer en estados inferiores
debido a causas externas y porque no confía en lo externo para conseguir la
felicidad.
Seis reinos inferiores o del Samsara
Los Seis reinos del samsara, seis reinos
de existencia o inferiores son: infierno, hambre, animalidad, ira,
humanidad y éxtasis. Éstos aparecen en las vidas de la gente como respuesta a
su entorno.
La mayoría de los seres sintientes pasan la
mayor parte de su tiempo moviéndose entre estas seis condiciones de vida, del
infierno al paraíso, gobernados por sus reacciones a las influencias externas y
por tanto muy vulnerables a cualquiera de los seis reinos inferiores. De hecho,
su identidad en la realidad mundana está basada en factores externos.
Infierno
El infierno es la condición de agresión
claustrofóbica total, donde uno percibe la carencia total de libertad en sus
acciones al tener una energía física y mental mínima. La persona siente estar
atrapada por sus circunstancias y está dominada por la ira frustrada y la
urgencia de destruir y autodestruirse.
Esta condición es comparable al reino de los
Narakas.
Hambre
El hambre es la condición caracterizada por el
deseo insaciable de la posesión que gobierna el resto de acciones:
alimentación, poder, fama, placer, envidia, etc. En este estado, la persona
está atormentada por la poca habilidad y la lentitud existente para conseguir
los objetivos incluso cuando consigue satisfacer sus deseos.
Esta condición es comparable al reino de los
espíritus hambrientos o pretas.
Animalidad
La animalidad es la condición en la cual uno es
gobernado por su instinto, no tiene ningún sentido de moralidad y vive
únicamente para vivir el presente. En este estado, la persona no dudará en
realizar cualquier tipo de actos para conseguir algo personal. Este estado se
caracteriza por la total ausencia de buen juicio y razón.
Esta condición es comparable al reino animal.
Ira
Es el estado en el cual una persona es dominada
por su ego, la competitividad, la arrogancia y la necesidad de ser superior en
todas las cosas. El que lo experimenta es esclavo de sus desilusiones, viéndose
más importante y superior a los demás. Este estado se caracteriza por ver a los
demás seres como amenazas potenciales. Así y todo, el resto de experiencias en
este estado son bastante placenteras comparadas con el estado humano.
Esta condición es comparable al reino de los
asuras o semidioses.
Humanidad
El reino humano, reino de la humanidad o
idealismo de las pasiones, es un estado en el cual la capacidad para
diferenciar y la mente pensante están desarrolladas. Se caracteriza por la
ambición pasional por ideales abstractos y modelos de rol y es única entre los
estados inferiores ya que sabe de su potencial y tiene la motivación suficiente
como para superar el sufrimiento. Se caracteriza por lo limitado de su tiempo
en comparación con los reinos de los devas y los asuras y porque ocurre de
manera muy poco frecuente.
Esta condición es comparable al reino humano.
Éxtasis
El éxtasis es el Reino de los Deva (dioses), la
condición de placer total, cuando los deseos han sido superados por las
experiencias de una vida corta pero intensa en sentimientos de disfrute. A
diferencia de la verdadera felicidad conseguida con la budeidad, este estado es
temporal y, como la humanidad, fácilmente destructible con un pequeño cambio en
las circunstancias. Una persona inevitablemente descenderá a un reino inferior
una vez que esta felicidad temporal desaparezca.
Este estado se caracteriza por no sentir
emociones negativas y ser menos vulnerable a influencias externas que los
estados inferiores a él.
Esta condición es comparable al Reino de los
Deva o dioses.
Interpretación de los diez reinos
Cada uno de los estados, tiene potencial
suficiente para dar paso a cualquiera de los demás en cualquier momento. Muchas
corrientes del budismo creen que según se practica el budismo, se consigue que
el estado de budeidad se vaya haciendo predominante en la vida de quien lo
practica, ya que los actos que realizamos en un estado son una especie de
filtro que hace aparecer los aspectos positivos de los otros nueve.
Los estados se denominan igual que los planos
de existencia; la forma de pasar de uno a otro es a través del renacimiento en
la próxima vida; nacer en otro estado tras la muerte. Todo ello está a su vez
gobernado por el karma según las elecciones que se hacen durante la vida.
Próximo Capítulo: Cosmogonía Medo-Persa
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