Ejército macedonio
Batalla de Issos representada en un mosaico
de la Casa del Fauno en Pompeya, expuesta en el Museo Arqueológico de Nápoles.
El ejército
macedonio del Reino de Macedonia está considerado como uno de los mejores
ejércitos de leva de la Antigüedad. Instrumento de la conquista de la Antigua
Grecia, en el reinado de Filipo II de Macedonia, después del Oriente en el
reinado de Alejandro Magno, es el modelo sobre el cual se formaron los
ejércitos de los reinos helenísticos, sobre todo los de los seléucidas y lágidas,
en los siglos III y II a. C. Su dominación terminó con la conquista
romana, que demostró la superioridad de la legión sobre la falange macedonia en
la Batalla de Pidna en el 168 a. C., finalizando la tercera guerra
macedónica.
Las
innovaciones militares, tanto en las armas como en las tácticas, llevadas a
cabo por Filipo II forjaron el ejército que conquistó un imperio. Convirtió la
guerra y el combate en un estilo de vida para los macedonios, quienes hasta
entonces habían considerado el ejército como una ocupación a tiempo parcial
para ejercerla fuera de la temporada agrícola. Al introducir el ejército como
una ocupación a tiempo completo, Filipo pudo entrenar a sus hombres con
regularidad, cimentando la unidad y la cohesión. Este creó una de las mejores
máquinas militares que Asia o Grecia habían visto nunca, gracias a la suma de
tiempo y esfuerzo invertido tanto en maniobras como en innovaciones militares.
Las
innovaciones tácticas incluían un uso más eficaz de la tradicional falange
griega, como de los ataques coordinados, en primer lugar, la combinación de
armas y las tácticas militares entre sus unidades de infantería de la falange, caballería,
arqueros y armas de asedio. Las armas introducidas eran la sarisa, un tipo de pica larga de peso contrabalanceado, que aportó
muchas ventajas, ofensivas y defensivas, para la infantería macedonia en
particular, y para el ejército combinado en general.
Los
ejércitos creados por Filipo comprendían una amalgama de diferentes fuerzas.
Macedonios y otros griegos (especialmente de Tesalia), así como una amplia gama
de mercenarios del otro lado del Egeo. Después del 338 a. C., muchos
de los nuevos reclutas de Filipo para su planeada invasión de Persia vinieron
desde todas partes del mundo griego y de los Balcanes, aunque la mayor parte
del ejército lo constituían los macedonios.
El ejército
macedonio era conocido sobre todo por los historiadores de los reinados de
Filipo II, Alejandro Magno y sus sucesores: Arriano, Quinto Curcio Rufo, Diodoro
Sículo, Polibio y Tito Livio. Hay que añadir un conjunto de documentos
epigráficos, que han contribuido a renovar de modo considerable el aporte de
los textos literarios: los reglamentos militares emitidos por la cancillería
macedonia (diagramma de Calcis, Cinos, Casandrea y Anfípolis), las
cartas reales y reglamentos legislativos civiles (Ley de Anfípolis sobre la efebía,
Ley sobre la gimnasiarquía de Veria) (Hatzopoulos 2001.) Resulta en
ocasiones delicado reconciliar las informaciones suministradas por las
diferentes fuentes, que no concuerdan ni en las cifras, ni incluso a veces en
el vocabulario técnico. Una dificultad particular es que algunas denominaciones
(peltastas, hipaspistas) designan diferentes unidades según las épocas. Por
estas razones, existen numerosas incertidumbres sobre la organización del
ejército macedonio.
Para el
detalle del armamento, se dispone de las armas descubiertas en algunas tumbas (sarisa, espada y coraza en las
tumbas de Vergina, de un cierto número de fuentes iconográficas que representan
diversos tipos de soldados: el sarcófago de Alejandro en Sidón, el mosaico de Pompeya
que representa la Batalla de Issos, una estatuilla de Herculano, los frescos
funerarios de Macedonia (sobre todo los de la tumba de Lisón y Calicles en Leucadia),
las estelas funerarias esculpidas.
Composición
El ejército
de los reyes macedonios estaba compuesto de soldados-ciudadanos (politikoì
stratiỗtai), de mercenarios reclutados con contrato a corto o a largo
plazo, y de tropas aliadas. El ejército cívico, considerado como el mejor del
mundo griego, constaba de dos componentes distintos con Filipo: de una parte,
un núcleo de tropas profesionales que formaban la guardia real, que comprendía
una infantería, los pezétairoi,
más tarde denominados «hipaspistas», cuya última denominación
fue argiráspidas; y por último los «peltastas», y una caballería,
reclutados en el conjunto de Macedonia, y de otra parte, una importante reserva
movilizada sobre una base territorial, según las necesidades.
Los mercenarios
eran contratados personalmente por los reyes, mediante acuerdos internacionales
que ellos podían concluir, en tanto que eran los únicos representantes del Estado
facultados para conducir las relaciones con las potencias extranjeras.
El ejército
estaba bajo el mando de generales (strategoi)
y con frecuencia formado por divisiones (morai), mandadas por ellos, así
como por las unidades (taxeis) de infantería. El escalón siguiente de los
oficiales (hegemones) estaba ocupado por los aristócratas macedonios, de
la región de origen de las unidades, al menos en los inicios. Muchos de ellos
eran príncipes de las familias de la Alta Macedonia: por poner un ejemplo, Pérdicas,
hijo de Orontes, mandaba el taxis de Oréstide y pertenecía en realidad a
la casa real de esta región.
Contaba
también con prodromoi.
Infantería
El origen
de la infantería de línea hoplítica puede remontarse al reinado de Arquelao:
antes de él, la única infantería pesada de la que disponía el Reino de
Macedonia le era suministrada por las ciudades griegas aliadas.
Sin
embargo, su verdadero creador fue Filipo II, considerado el inventor de la falange
macedonia: una infantería pesada particularmente eficaz, liberada de una parte
de su armamento defensivo: el escudo fue reducido en un tercio, la coraza
abandonada, en provecho de una pica más larga (5,5m), la sarissa, y de una velocidad de carga incrementada.
Aunque
Filipo fue inspirado asimismo por la reforma militar de Tebas (donde pasó parte
de su vida como rehén) promovida por Epaminondas.
Esta
reforma militar tuvo también consecuencias políticas considerables: permitía
integrar una cantidad bastante mayor de macedonios en la defensa del reino y en
su vida política. Al final del reinado de Filipo, el número de macedonios
movilizables en la infantería pesada, reclutada sobre una base territorial, se
estimaba en 30.000.
El ejército
de Filipo constaba de un núcleo de infantes profesionales, los pezhetairoi (compañeros de a
pie), que constituían la guardia real, y una leva territorial.
Pezhetairos
combatiendo en la Batalla de Issos (detalle del Sarcófago de Sidón).
El ejército
de Alejandro constaba de 24.000 infantes repartidos en 12 taxeis de
falangitas, de alrededor de 1500 hombres, y 3 quiliarquías de 1000 hipaspistas.
Hay que
añadir un número indeterminado de arqueros y de otros falangitas ligeros.
Alejandro extendió la denominación de pezhetairoi al conjunto de
falangitas, lo que explica la lealtad que estos últimos dedicaron a su persona,
y después de su muerte, a sus descendientes directos.
Los hipaspistas
Ilustración de un hipaspista.
El nombre
de hipaspistas se refería quizás a los pezhetairoi, cuando este último nombre
fue aplicado a los falangitas de la leva territorial. Al final del reinado de
Alejandro, o quizás después de su muerte, la denominación de hipaspistas fue
reemplazada por la de argiráspidas. Posteriormente, en el Imperio seléucida,
este término designaría a los soldados de élite con escudo de plata (arguros,
plata), falangitas ligeros y pesados por una parte, legionarios (inspirados en
el original romano), por otra parte.
En las
fuerzas expedicionarias de Asia, bajo el mando de Alejandro, los pezhetairoi
(compañeros de a pie) sumaban 9000, repartidos en 6 batallones (taxeis)
de 3 lochoi cada uno. Los taxeis llevaban el nombre de su
comandante y eran reclutados sobre una base territorial.
Los hipaspistas (portadores de
escudo) o hipaspistas de los Compañeros eran originalmente un regimiento
compuesto de escuderos personales de los Compañeros del rey. Los
primeros hipaspistas llevaban las armas personales del rey, incluido el Escudo
sagrado de Troya, en el combate. Esta unidad de infantería ligera, de 3000
infantes, estaba dividida en 6 lochoi y fue dirigida por Nicanor, hijo
de Parmenio, hasta su muerte en 330 a. C. Fueron entonces reagrupados
en tres quiliarquías.
Los soldados
del primer lochos constituían la vanguardia (agêma), y eran conocidos por la denominación de basilikoi hypaspistai (portadores
del escudo real), a no ser que no constituyeran más que una fracción. Los
hipaspistas reales, unidad de élite, guardaban la tienda del rey y tenían un
lugar de honor en el orden de batalla. Se trataba a la vez de guardias de corps
(sômatophylakes somatophylakes),
y de una policía militar.
Eran
reclutados entre los jóvenes macedonios. En la época antigónida, el reglamento
militar de Casandrea confirma su papel de unidad de élite y su reclutamiento
nobiliario.
Los
hipaspistas reales estaban armados con una doratia, una lanza más corta
que la sarissa, más manejable para el combate cuerpo a cuerpo y más adaptada
para su función de guardia de corps. Cubrían su cabeza con un casco de tipo
tracio, adornado con plumas en los laterales, y portaban escudos macedonios de
un diámetro de unos 75 cm.
Los
hipaspistas formaban una fila entre la caballería de los Compañeros y los
compañeros de a pie: su armamento ligero les permitía seguir a la caballería y
preceder a la infantería pesada.
En la época
antigónida, los peltastas, en número de 3.000, constituían con los 2.000
infantes de la agêma, la élite de la infantería macedonia. Es posible
que los peltastas antigónidas fueran los herederos de los hipaspistas de
Alejandro y los pezhetairoi de Filipo II, un cuerpo de infantería pesada de
élite.
El cambio
de nombre estaría quizás ligado a la adopción de un escudo más pequeño. De
todos modos, el término de hipaspistas habría estado reservado a la guardia
real.
La falange
El término
cubre a la vez a los pezhetairoi
y a los asthetairoi (mucho
menos conocidos, situados en la retaguardia, cuidaban a los heridos), lo
esencial de la infantería pesada macedonia. En la época antigónida, los
falangitas se dividían en dos alas de calcáspides
(escuderos de bronce) y leucáspides
(escudos blancos), atestiguados tanto por Polibio como por Tito Livio.
Sus
efectivos crecieron al final de la Dinastía Antigónida: fueron 10.000 en el 224 a. C.,
16.000 en el 197 a. C., 21.000 en el 171 a. C., y
probablemente 24.000 en el 168 a. C.
El
componente básico de la falange era el lochos,
la fila de 16 hombres mandados por un lochagos. Cuatro lochoi
componían una tetrarquía de
64 hombres bajo la dirección de un tetrarca. Cuatro tetrarchiai
formaban un syntagma o
incluso una speira, la unidad
táctica básica. La unidad superior que reunía cuatro speirai, 1.024
hombres, era la quiliarquía,
mandada por un quiliarca. Cuatro quiliarquías formaban una strategia de 4.096 falangitas, a
la cabeza de la cual estaba un strategos. En cada nivel, el comandante
de la unidad lo era también de una de las unidades inferiores que la componían:
el strategos era así uno de los cuatro chiliarchai (quiliarcas).
Las
unidades superiores contaban con un cierto número de oficiales suplementarios (ektaktoi
o exarithmoi taxéos), de los cuales el hipereta en la speira,
el archipereta en la quiliarquía, eran oficiales de intendencia.
Estaban encargados del inventario y la conservación del botín, la distribución
de la soldada y de las raciones, y del equipamiento eventualmente. En el nivel
de strategia, se hallaban los grammateis (secretarios), quienes
se encargaban del papeleo del ejército.
El
armamento de los falangitas es descrito por el código militar de Anfípolis, que
preveía las multas a los militares desprovistos del armamento reglamentario.
Trata para las armas defensivas de una coraza
no metálica, de un casco ojival, de
un escudo (aspis) y de grebas, y para las armas ofensivas de
una pica (sarissa) y de una
espada corta (makhaira).
Significativamente, las multas más graves eran para las armas ofensivas y el
escudo, cuya ausencia comprometía la eficacia total de la formación.
Los
oficiales llevaban una semicoraza metálica en lugar de una coraza no metálica.
Hay que subrayar que los descubrimientos arqueológicos muestran que los
falangitas podían utilizar asimismo la espada hoplítica recta de dos filos, el xifos, así como la lanza hoplítica (dory), más corta que la sarissa.
La falange
macedonia demostró con creces su superioridad sobre la falange tradicional
griega durante la batalla de Queronea en el 338 a. C., donde se
enfrentaron los macedonios contra una fuerza conjunta de atenienses y tebanos,
que fueron vencidos (el Batallón Sagrado de Tebas fue casi aniquilado) y en
consecuencia Macedonia pasó a controlar la Hélade.
Otras unidades de infantería
Asthetairoi
Los asthetairoi
(singular asthetairos) fueron la élite de la infantería macedonia. Eran
elegidos entre los pezhetairoi, pero la distinción ha dado lugar a
debates, aunque parece que más tarde el nombre de asthetairoi fue preferido al
de pezhetairoi.
Estaban
equipados con una sarissa, un escudo argivo y una espada corta. Llevaban un
casco de bronce. Fueron los guardaespaldas de los reyes macedonios.
Tureóforos y peltastas
Los
tureóforos fueron un tipo de soldados de infantería, común entre los siglos III
y I a. C., que llevaban un gran escudo oval llamado thureos
que era de madera, recubierto de cuero, con una franja metálica y una espina
central, y disponía de un asa central. Estaban armados con una larga lanza de
empuje, jabalinas y una espada. Usaban normalmente un casco macedonio de hierro
o de bronce. El thureos fue probablemente una adaptación de un escudo
celta o gálata. Las infanterías iliria y tracia quizás adoptaran este escudo
antes que los macedonios.
Los
tureóforos no eran normalmente escaramuzadores ni falangitas, sino que tenían
una función intermedia entre ambos tipos y eran capaces de operar de un modo
similar al de los peltastas. En el ejército de Filipo V de Macedonia eran
utilizados para dirigir la columna de marcha en territorios peligrosos.
En el siglo
IV a. C., la principal infantería mercenaria era la peltasta, cuyo nombre se convirtió en
sinónimo de mercenario. Unas pocas ilustraciones de principios del siglo
III a. C. aún muestran en uso un pequeño escudo redondo, la pelta, pero a mediados del mismo siglo
fue reemplazado por el tureo.
Los
tureóforos no eran sólo griegos o macedonios, sino que también procedían de
lugares como Anatolia.
Los
tureóforos aparecen con frecuencia ilustrados en las pinturas funerarias de Alejandría
y de Sidón. Igualmente se han encontrado representados en terracotas de Seleucia
del Tigris.
Agêma
Los agêma, literalmente «los
guardias», eran los guardias de élite.
Eran
hipaspistas y asthetairoi, y posteriormente argiráspidas. En los Estados orientales de los diádocos (seléucida,
ptolemaico de Egipto, el reino de Bactria) constituían los guardias de
infantería del rey. Los guardias agêma orientales llevaban coraza de bronce,
casco frigio o tracio y escudo argivo. Como armas ofensivas tenían una sarissa
y una espada cortas.
Reconstrucción
de la decoración policromada del Sarcófago de Alejandro Magno, proveniente de
la necrópolis real de Sidón, representando la Batalla de Issos
Toracitas
Los toracitas eran unos soldados de
infantería similares a los tureóforos, que se cubrían con una corta cota de
malla y utilizaban como armas arrojadizas unas jabalinas algo pesadas.
Fueron
usados en los ejércitos helenísticos como auxiliares de la infantería ligera, y
en la falange macedonia protegían sus flancos. Eran un tipo de infantería
acorazada, pero móvil, que no requerían de una formación rígida para su
eficacia en el combate, constituyendo una poderosa unidad de choque. Son
mencionados por Polibio en el ejército de la Liga Aquea y en el seléucida.
Caballería
La
caballería pesada, llamada «caballería de los compañeros» (hetairoi), era reclutada entre la nobleza de Macedonia.
Constaba de 3000 caballeros al principio de las campañas de Alejandro, de los
cuales 1500 le acompañaron en Asia. Al igual que los philoi (basilikoi) 'amigos
(reales)', el término se conoció como «título áulico» en la época de los diádocos.
Estaba
dividida en 12 escuadrones, el primero de los cuales era el Escuadrón Real,
que constituía la vanguardia de la unidad. Este escuadrón tenía un efectivo de
300 jinetes, mientras que los otros constaban de 250 lanzas. Fue Alejandro
quien extendió el nombre de Compañeros al conjunto de la caballería
pesada macedonia.
La unidad
básica de la caballería era una ila,
escuadrón de 250 jinetes mandado por un ilarca, y estaba dividida en dos
lochoi, que a su vez se
dividían en dos tetrarquías
de 60 caballeros, bajo el mando de un tetrarca.
La
formación táctica básica de la tetrarquía era la cuña, inventada por Filipo II:
el tetrarca se colocaba en la punta de esta formación triangular,
mientras que los jinetes experimentados ocupaban el centro de la formación y
cada extremidad de las líneas de 13 caballeros.
El ilarca
estaba acompañado de un heraldo que transmitía sus órdenes, y era auxiliado por
hiparetas (sirvientes).
Los cuatro
vértices de la ila se colocaban en una sola línea de intervalo,
respetando un intervalo suficiente entre ellas para permitirles maniobrar. Esta
formación confería una mayor flexibilidad en las maniobras con un cambio rápido
de la dirección de ataque. Podían juntarse de dos a cuatro ilai para
formar una hiparquía o brigada, bajo el mando de un hiparco.
Cada
caballero disponía de un asistente encargado de vigilar su caballo y su
equipamiento. Los caballeros eran propietarios de su caballo y recibían cuando
se enrolaban la suma de dinero suficiente para subvenir a la compra de un
caballo de calidad.
Iban
cubiertos con un casco. Al principio fue del modelo frigio, pintado con los
colores del escuadrón, antes de que Alejandro impusiera el modelo beocio, más
simple. El casco llevaba los distintivos del rango del caballero. Estaban
equipados con una lanza de 3 m llamada xyston,
hecha con madera de cornejo, provista de dos puntas, para poder ser utilizada
si se rompía. Como arma secundaria, el caballero portaba en el costado
izquierdo una espada curva (kopis,
makhaira). El tipo de coraza con el que se protegían variaba, aunque
sólo los caballeros de las unidades pesadas la llevaban. En la época de Alejandro
no llevaban escudo. Una serie de relieves funerarios encontrados en Macedonia
indican la evolución del armamento de los caballeros en la época antigónida,
con la adopción de un gran escudo redondo de origen celta.
Caballería ligera
Los prodromoi (exploradores) o
también llamados sarisophoroi (portadores de sarissa) constituían la
caballería ligera empleada para misiones de reconocimiento, de persecución y
para provocar el inicio de las batallas. Estos caballeros estaban armados con jabalinas,
actuaban como tiradores y aseguraban los flancos del ejército durante la
batalla, realizando misiones de reconocimiento. La caballería se completaba con
varios cientos de jinetes aliados, provenientes de diversos lugares, que
llevaban a cabo distintos roles y empuñaban distintas armas.
Cuando Alejandro
III regresó de la India, la caballería había sufrido reformas drásticas, e
incluía a miles de arqueros a caballo y caballería pesada formada por
asiáticos.
Los prodromoi
desaparecen de las fuentes después del 330 a. C. y se ha emitido la
hipótesis de que fueron divididos entonces en hippakontistai (lanzadores
de jabalina montados) y en sarisophoroi hippeis (portadores de sarissa
montados), dos tipos de caballeros que existían antes de esta fecha,
probablemente en el seno de los prodromoi. Es posible también que esta
caballería ligera acogiera a los jóvenes macedonios antes de su integración en
la caballería pesada. Se sabe por la ley efébica de Anfípolis que la equitación
y los ejercicios ecuestres formaban parte de la educación de los jóvenes
macedonios.
Los
caballeros estaban tan bien considerados como los oficiales y pasaban a la reserva
a la edad de 55 años, contrariamente a los soldados de infantería. Por esta
razón, se beneficiaban de recompensas y privilegios suplementarios.
Caballería tesalia
A partir
del 352 a. C. y de la victoria de Filipo II sobre Onomarco, Tesalia
estuvo prácticamente bajo protectorado macedonio. Filipo fue elegido arconte de
los tesalios, título que recibió también Alejandro, y que le otorgaba un cierto
número de prerrogativas, como la utilización del tesoro federal. Como
consecuencia, un importante contingente de caballería pesada tesalia formaba
parte del ejército macedonio.
La
organización y el equipamiento de la caballería tesalia eran similares a la
caballería de los hetairoi. Empuñaban lanzas muy cortas y empleaban
formaciones romboidales. Los efectivos de Alejandro que desembarcaron en Asia
para la invasión incluían a 1.800 jinetes tesalios, divididos en 8 ilai,
cuya vanguardia estaba constituida por el escuadrón de élite de Farsalia. Se
les confiaba un papel defensivo, de protección del flanco izquierdo. Los
Compañeros, con una cantidad de jinetes, se situaban en el flanco derecho, el
cual era la posición de honor en los ejércitos helenísticos para las tropas de
élite. Los Compañeros realizaban la maniobra decisiva de ataque de la batalla.
En las
batallas de Gránico, Issos y Gaugamela, la caballería tesalia, situada en el
flanco izquierdo, estuvo mandada por Parmenio. En ocasiones fue considerada la
mejor unidad de caballería, aunque su actuación no había sido decisiva durante
las tres grandes batallas contra los persas; la ofensiva victoriosa siempre
tuvo lugar desde el ala mandada por Alejandro.
Caballería
tesalia en la batalla de Issos (detalle del sarcófago de Sidón).
Elefantes de guerra
El elefante
utilizado como recurso bélico por el ejército persa en la Batalla de Gaugamela
contra el ejército del conquistador macedonio, y que tanto desconcierto causó
en sus filas, fue lo que impulsó a Alejandro a incorporarlo a su ejército
tiempo después.
En el 326 a. C.,
en la Batalla del Hidaspes contra el rey indio Poros, aunque aún no contaba con
elefantes, sabía muy bien cómo enfrentarse a los 200 elefantes que había en el
campo de batalla. Aunque los caballos de la caballería macedonia se negaron a
enfrentarse a ellos, la infantería se encargó de los mahout. Se estima que sólo
sobrevivieron la mitad de los elefantes.
Alejandro
fue idealizado como vencedor de los «monstruos» del Indo. En el «decadracma de
Poros», acuñado hacia el 323 a. C., puede verse a Poros montado en un
elefante blandiendo una lanza hacia Alejandro, quien lo persigue a caballo. En
una moneda acuñada en el reinado de Ptolomeo, Alejandro está cubierto con la
piel de un elefante, símbolo de su victoria en India.
Uno de los
motivos que se barajan para explicar que el ejército de Alejandro no procediera
a la conquista del reino de Magadha, fue el elevado número de elefantes del
ejército de este reino, cuyo rey Chandragupta Maurya incrementó hasta casi diez
mil. No se sabe con seguridad si llegaron a enfrentarse ambos reyes. Hay
constancia, sin embargo, de que Seleuco I Nicátor, uno de los diádocos de
Alejandro, en el 305 a. C. se enfrentó a este rey y fue vencido. En
virtud del tratado que firmaron, el monarca de Magadha entregó un elefante a
Seleuco, quien le correspondió con la entrega de una de sus hijas.
En el 301 a. C.,
en la Batalla de Ipsos, considerada como la más grande batalla de elefantes de
la Antigüedad (por lo menos no india), Seleuco alineó contra Antígono I
Monóftalmos una tropa de 400 elefantes, obtenidos gracias al tratado de paz
mencionado con Chandragupta Maurya. Situó a la masa de elefantes apoyando a la
infantería, lo que le permitió impedir que la caballería enemiga tomara la
retaguardia y lograr una gran victoria.
El campo de
batalla fue dominado por una combinación de la falange, de la caballería y de
los elefantes de guerra durante las Guerras de los diádocos. El poder del
elefante creció con las torretas puestas a lomos del animal. En la torreta, un
piquero y un arquero podían atacar a los enemigos y a la vez intentar detener
al elefante para que no cruzara a las líneas enemigas. Era controlado por un
conductor de origen indio, armado con varias jabalinas.
Las
principales ventajas de los elefantes eran su tamaño y el terror que causaba el
verlos. Eran especialmente útiles contra la caballería, porque los caballos,
que no estaban acostumbrados a la visión y al sonido de un elefante, se escapaban
la mayoría de las veces.
Una fila de
elefantes, con un espacio entre ellos de 20 a 50 metros, bastaba para detener
una carga de la caballería pesada. En cambio, los elefantes tenían una gran
desventaja, ya que aunque era difícil matarlos, las heridas infringidas o la
pérdida del conductor eran a menudo suficientes para asustar al elefante y
también se convertía en un gran peligro para su propio ejército si retrocedía.
Debido a esto, normalmente eran escoltados por un grupo de infantería ligera.
Al final de
la época de los diádocos, los elefantes tenían adscrito de modo permanente una
escolta de la infantería ligera, disponían de una torreta suficientemente
grande para soportar a cuatro hombres, y sus patas eran protegidas con cuero o
bandas metálicas, para impedir que el enemigo cortara sus músculos. Los
soberanos helenísticos adoptaron esta arma de guerra.
El elefante
africano también fue usado por los Ptolomeos, por el ejército cartaginés y por Pirro
de Epiro contra los romanos. Se ignora si Cartago usó torretas, pero los
ejércitos de los lágidas sí las emplearon.
En la Batalla
de Rafia (217 a. C.), Ptolomeo IV dispuso de 73 elefantes africanos y
Antíoco III el Grande de 102 elefantes asiáticos. Fue la primera batalla de la
Antigüedad en la que los elefantes de ambos continentes se enfrentaron en gran
número. Los dos adversarios dividieron sus tropas de elefantes en dos unidades
dispuestas en las alas a fin de defender a la caballería; los elefantes de Asia
eran más grandes y más agresivos que sus congéneres africanos (se trataba de elefantes
indios), y derrotaron a los de Ptolomeo, pero no bastó para que éste fuera
vencido.
Bajo los
seléucidas y los lágidas, los elefantes fueron revestidos con una coraza y con
una torreta (mencionada arriba), en la que había de dos a cuatro tiradores. El mahout
se ponía a horcajadas sobre el cuello del animal.
Reclutamiento
Tanto la
caballería como la falange eran reclutadas sobre una base territorial
constituida por cuatro grandes distritos (Botiea, Anfajítida, Alta Macedonia y prôtè
méris), subdivididas en ciudades o en grupos de ciudades en la Baja
Macedonia, y en ethnè o grupos de ethnè en la Alta Macedonia. El
reclutamiento territorial se aplicaba tanto a los soldados como a los
oficiales. Se puede decir que el ejército macedonio no era más que la colección
de armas particulares de sus subdivisiones cívicas o territoriales. Varias
unidades cívicas podían ser combinadas para formar una unidad táctica si sus
efectivos eran insuficientes.
El
reclutamiento era efectuado por oficiales especiales, a los cuales el rey
enviaba las órdenes de movilización, precisando la fecha y el lugar de la
concentración. La movilización podía ser general, o sólo parcial, según un
sistema de rotación que se ha perdido. Coincidía generalmente con la gran
asamblea de los macedonios en armas en primavera, para la lustración ritual del
ejército, cuando la celebración de la fiesta de las Xandika (que daban
su nombre al mes macedonio). El lugar de reunión del ejército era o en la
capital, Pella, o en un gran centro religioso, como Díon, o incluso en el lugar
idóneo según la siguiente campaña militar.
Según el
reglamento del servicio militar de la época antigónida, del cual ha sido
encontrada una copia epigráfica en Casandrea, se reclutaba a los hombres entre
los 15 y 50 años.
La
asignación de las diferentes unidades (peltastas, agêma, falange) se hacía
mediante un criterio censal: los reclutados de las familias más ricas eran
enrolados como peltastas y la agêma (probablemente también para pezhetairoi/hipaspistas
bajo Filipo II y Alejandro, respectivamente).
Lógicamente,
tan sólo los macedonios más acomodados podían dedicar el tiempo necesario al
entrenamiento intensivo que requería la pertenencia a los cuerpos de élite. Por
las mismas razones, el límite de edad de los peltastas se rebajaba a 35 años, y
la de los integrantes de la agêma a 45 años. El límite de edad para ser
rechazado por criterios familiares, seguía o no la posibilidad de reemplazar al
soldado, que podía ser llevado a servir en la reserva hasta los 55 años.
Entrenamiento
El
entrenamiento del soldado macedonio comenzaba en su juventud con la educación efébica durante dos años, para los que
vivían en las ciudades: la ley gimnasiarca de Véria muestra la práctica de
numerosas disciplinas paramilitares (tiro al arco, lanzamiento de jabalina), en
los que hay que contar probablemente los ejercicios de maniobras preparatorios
para la integración en la falange, puesto que el reclutamiento podía tener
lugar desde los 15 años de edad. La participación en la efebía estaba sujeta a
un censo mínimo de 3000 dracmas en la ciudad de Anfípolis), y estaba vetada a
los hijos de los artesanos o de los comerciantes.
Polieno
describe cómo Filipo II entrenaba a su ejército multiplicando los ejercicios y
las maniobras. Los falangitas se entrenaban con todas las armas, cargados con
su ración alimentaria, y debían recorrer a marchas forzadas 300 estadios
(alrededor de 54 km). Frontino precisa que Filipo había prohibido a sus tropas
el uso de carros para los bagajes y que una unidad de 10 hombres no tenía
derecho más que a un solo porteador, y un caballero a un único escudero. En
campaña, cada hombre debía llevar trigo para 30 días.
Logística
La
administración del ejército en campaña era asunto del secretario real (grammateus
basilikos), Eumenes de Cardia lo fue en la época de Filipo II y de
Alejandro. El Secretariado del Ejército poseía las listas de movilización (syllogismous) y los registros de
efectivos (syntelas), que
indicaban las fuerzas de las diferentes unidades, y en función de las cuales
eran ocasionalmente distribuidas las raciones, pagados los equipamientos,
decididos los refuerzos y las promociones. Los suministros eran repartidos por lochoi
en la infantería y por ilai en la caballería: el reparto final era
asunto de los hyperetai, el equivalente en la época helenística a los sargentos
mayores.
El
Secretariado del ejército estaba dividido en diversas secciones, cada una
dirigida por un secretario (grammateus) asistido por inspectores (episkopoi):
se sabe de la existencia de un Secretario de la Caballería y de un Secretario
de los Mercenarios para Egipto.
El
Secretario de la Caballería tenía la difícil tarea de reemplazar las monturas
perdidas en combate (1.000 de 7.000 en Gaugamela, por ejemplo), por requisa
local o por el envío de refuerzos provinciales. Los Lágidas y los Seléucidas el
testimonio de acaballaderos reales (hippotropheia) que proveían los
caballos: debieron existir también en Macedonia. El reino antigónida los
mantenía en Sición.
Un tipo de tetradracmas
de Alejandro I lleva en el anverso un caballo marcado con un caduceo, marca de
las caballerizas reales. Su existencia está confirmada por un reglamento del servicio
militar encontrado en Casandrea, concerniente al desfile de los caballos de la
caballería, el examen (dokimasia)
que, como en Atenas, debía determinar si eran buenos para el servicio: era
probablemente el hiparco quien se encargaba y transmitía la información al epístata.
Si fallaba en su tarea, podía ser castigado con una multa de 1000 dracmas
(Hatzopoulos 2001).
Normalmente,
las raciones no eran suministradas, sino que cada soldado debía comprarlas a
los mercaderes que seguían al ejército. La requisa no era utilizada más que
como último recurso.
Que las
armas eran suministradas por el Reino, al menos en parte, es revelado no
solamente por las fuentes literarias (25.000 panoplias fueron enviadas para
reequipar al ejército de Alejandro antes de la campaña de la India), sino
también por la arqueología: numerosas armas (balas de hondas, puntas de flechas
encontradas en Metone, puntas de lanzas, escudos en Díon), llevaban las
inscripciones (MAC o PHILIPPOU, por ejemplo) que atestiguan la existencia de
manufacturas y de arsenales reales donde eran fabricadas. En el siglo
III a. C., Eumenes de Pérgamo declaró al Senado romano que los
arsenales de su reino podían equipar totalmente a tres ejércitos de 30.000
infantes, 5000 caballeros y 10.000 mercenarios.
Composición étnica del ejército y recuento
Las fuentes
dan una idea de la escala de los movimientos de población. En
334 a. C., cuando invadió Asia, Alejandro llevó 12.600 griegos del
sur con él, de los cuales 7.600 eran de las ciudades de la Liga de Corinto y el
resto mercenarios.
El resto de
su ejército de 37.000 hombres estaba formado por macedonios, reclutas de las
tribus del norte de Macedonia y griegos del centro-norte de Grecia, como los
tesalios. Recibió alrededor de 65.000 nuevos mercenarios durante su expedición,
de los cuales al menos 36.000 se quedaron como tropas de guarnición o colonos.
Unos 23.000
griegos (que podrían haber incluido norteños e incluso macedonios) fueron
asentados después por Alejandro en las satrapías persas orientales. A su muerte
se rebelaron con el deseo de volver a Grecia y fueron masacrados por los
macedonios.
Tras la
muerte de Alejandro, parece que los nuevos gobernantes (diádocos) continuaron
reclutando en Grecia en cantidades cada vez mayores. Antígono I Monoftalmos
tenía 28.000 infantes y 8.500 jinetes en 317 a. C. Contra él presentó
Eumenes 35.000 infantes y 5.000 jinetes.
Once años
más tarde, Antígono tenía 80.000 infantes.
Un siglo
después Antíoco, uno de los epígonos, pudo movilizar 70.000 infantes y 5.000
jinetes, de los cuales no menos de 40.000 habían sido reclutados en Grecia y Asia
Menor. La fuerza que Ptolomeo le opuso en 217 a. C. incluía 5.000
mercenarios griegos, contando con 2.500 cretenses.
Gran parte
de los contingentes procedían de las zonas menos urbanizadas, como Etolia,
Tesalia y Creta, y no de otras ciudades como Atenas. Incluso en la ciudad
relativamente próspera de Magnesia del Meandro, a orillas del río Meandro, bajo
Antígono los ciudadanos querían trasladarse a la nueva fundación de Antíoco en
la lejana Persis.
Desde inicios del siglo IV a. C.,
los espartanos también habían estado ganando dinero sirviendo a potentados
extranjeros, y esto continuó en los siglos posteriores.
Las
ambiciones de estos miles de hombres, muchos de los cuales habrían
experimentado una relativa pobreza en sus ciudades natales, pudieron
proporcionar algo de la motivación para las conquistas iniciales de Alejandro y
las luchas territoriales de los diádocos.
Falange macedonia
La falange
macedonia era una formación de infantería creada y usada por Filipo II, y
más tarde por su hijo Alejandro Magno en su conquista del Imperio persa. Esta
formación predominó en las batallas durante el período helenístico hasta ser
reemplazada por las legiones romanas. Fue elevada al cénit de su efectividad
por Alejandro y en el mundo griego se la consideraba un sistema de combate
invencible hasta las derrotas de Cinoscéfalos (197 a. C.) y,
especialmente, Pidna (168 a. C.).
La falange
macedonia surgió, de hecho, como una respuesta ante las modificaciones tácticas
que los estrategos tebanos, Epaminondas y Pelópidas, desarrollaron a principios
del siglo IV a. C. para oponerse a la superioridad, aunque ya
decadente, que la formación hoplítica espartana había ejercido en los combates
terrestres entre las polis griegas hasta esa fecha.
La falange de piqueros macedonia
La aportación de Filipo II
Hasta la
mitad del siglo IV a. C., el Reino de Macedonia no tuvo gran
influencia con respecto al exterior, ya fuera en el dominio económico, cultural
o militar. El país estaba formado por montañas arboladas y planicies ideales
para la cría de caballos, que componían la fuerza principal del ejército
macedonio y eran montados, a la manera griega, por los aristócratas llamados
los «compañeros» (hetairoi).
Cuando Filipo
II accedió al poder en 359 a. C., emprendió la reorganización de la
institución militar ya iniciada por sus predecesores. A la vista de los
mediocres resultados de los combatientes, desarrolló el entrenamiento y formó
una tropa de élite profesional de infantería, llamada «compañía de a pie» (pezhetairoi), para valorizar a este
tipo de combatientes. Al estar el reino del nuevo monarca amenazado desde el
interior y el exterior, se apoyó en el ejército para estabilizar políticamente
el país e imponerse militarmente al exterior. Para hacer esto, Filipo adoptó
diversas medidas descritas por Diodoro Sículo:
«El rey dio a sus tropas una organización mejor,
perfeccionó los armamentos y ocupó a los soldados en ejercicios continuos para
habituarlos a la guerra. Dotó de más profundidad a las filas y fue el inventor
de la falange macedonia.»
Composición y formación
A comienzos
del reinado de Filipo II, Macedonia no era un país rico ni podía, por tanto,
equipar a sus soldados profesionales con armamento pesado, que era costoso,
como el de los hoplitas.
Filipo
formó la falange de la siguiente manera: la dotó de piqueros ligeramente
protegidos, cuya arma principal era la sarissa.
Esta era una larga pica que portaban todos los falangitas. Tenía una longitud
de cinco a seis metros de media y llevaba en las extremidades puntas de bronce;
la extremidad inferior tenía añadidos cuatro topes para plantarla en el suelo y
poder soportar una carga de caballería. Debido a su longitud, la sarissa
estaba dividida en dos partes, que había que unir antes de la batalla; para
manejarla se requería ambas manos y no permitía la utilización del aspis koilé, el escudo hoplita,
que fue reemplazado por un modelo más pequeño que se llevaba colgado del brazo.
El casco
era de hierro y el modelo más común era de forma cónica, cuya punta era
redondeada e inclinada hacia el frente, al estilo de un gorro frigio; las
protecciones de las mejillas (carrilleras)
podían ser articuladas gracias a charnelas. La coraza era exclusiva de los oficiales y podía estar fabricada de
hierro.
En
formación de combate, los piqueros de la primera fila blandían la sarissa de
forma totalmente horizontal, sujeta a unos 4,50 metros de su extremidad, y el
ángulo de inclinación de la sarissa iba aumentando fila tras fila, de modo que
las últimas la portaban de forma casi vertical. Cada combatiente estaba situado
a una distancia de alrededor de un metro de su compañero de fila. Las cuatro
filas siguientes, distantes cada una un metro, portaban las picas de la misma
manera, lo que daba a la falange su característico aspecto de «puercoespín». Las lanzas de las cinco
primeras filas emergían en la avanzada de la falange y alcanzaban a cualquier
enemigo que se presentase.
Polibio,
que tenía un excelente conocimiento de la falange macedonia, explica la
utilidad de la sarissa en las siguientes líneas:
«Los hombres alineados más allá de la quinta fila no
pueden utilizar sus sarissas para golpear al enemigo. Esto es porque, en lugar
de bajarlas a la horizontal, las tienen con la punta en el aire, pero
inclinándolas hacia los hombros de los soldados que tienen delante de ellos,
para proteger a toda la tropa contra las saetas que llegan sobre ella, pues
todas estas astas puestas unas al lado de las otras paran los proyectiles.»
Para el
combate cuerpo a cuerpo, el armamento se completaba con una espada corta de
hierro. Los falangistas también portaban una pequeña daga como arma secundaria.
Además de la utilización de piqueros en la falange, Filipo llevó a esta
formación a una profundidad de 16 filas, inspirándose en la falange hoplítica tebana.
Filipo II
pasó parte de su juventud como rehén en Tebas, donde estudió junto al conocido
general Epaminondas, cuyas reformas fueron la base de la falange. Los
falangistas eran soldados profesionales y estaban entre las primeras tropas que
entraban en combate, lo que les permitía ejecutar maniobras complejas mucho
mejor que el resto. La formación era rectangular, con dieciséis filas de
hombres, y un líder a la cabeza de cada columna más otro en el medio, para que
las filas de atrás pudieran moverse a los lados en caso de que fuera necesario
realizar un ataque frontal. Cada columna estaba compuesta de 256 hombres y recibía
el nombre de syntagma, y se
conoce a partir de las descripciones de Polibio y Asclepiodoto.
Unidades y compañías de la falange
La
formación ideal constaba de 64 syntagmas,
mandada cada una de ellas por un syntagamatarchos. La estructura de una syntagma
partía de la idea de la fila de 16 hombres (lochoi) mandada por un lochagos (primer soldado de la
fila), ayudado por el ouragos
(último soldado de la fila).
El lochoi
se dividía a su vez en cuatro grupos de cuatro soldados (enomotia) mandados cada uno de
ellos por un enomotarchos.
A su vez,
la enomotia era el resultado de sumar los guerreros de dos filas impares (próstatas) y dos filas pares (epistatas).
Horizontalmente,
dos filas constituían una diloquia,
unidad de 32 soldados formados de dos en dos en fondo, bajo el mando de un dilochites,
cargo que correspondía al lochagos de la octava fila derecha.
La suma de
dos diloquias constituía una tetrarquía,
unidad de 64 hombres mandada por un tetrarca.
Dos
tetrarquías constituían una taxiarquía,
de 128 guerreros bajo el mando de un taxiarca, cargo que correspondía al
lochagos de la octava fila contando desde la izquierda de la formación.
Por último, la suma de dos taxiarquías constituía un syntagma.
Como unidad
básica, dos syntagmas se agrupaban en una pentekosiarquia,
integrada por 512 hombres. La agrupación de dos formaciones de este tipo
constituía una chiliarquia de
1024 soldados, al frente de la cual estaba el chiliarca.
Las
formaciones de mayor rango incluían la merarchia
(2048 guerreros), la phalangarchia
(4096 soldados) agrupadas en dos alas (keras),
constituidas por la suma de 32 syntagmas dispuestas bajo el mando de un kerarka,
en total 8192 hombres.
La suma de
ambas alas formaba el ejército (phalanx)
mandado por el strategós.
La falange
completa contaba, por tanto, con 16.384 falangitas, a los que debían sumarse
los heraldos, señaladores y trompetas de cada syntagma.
Por
supuesto, la movilización del ejército contaba también con un elevado número de
tropas auxiliares y empleos destinados al transporte de los bagajes y las máquinas
de guerra, así como al aprovisionamiento y distribución de los suministros.
Contando
con la pieza básica de la syntagma, entendida como una unidad independiente, un
jefe militar podía disponer estas tropas, en diversas formaciones dependiendo
de las características del terreno, la estrategia del adversario y su propio
planteamiento táctico. Las unidades de pocos efectivos podían disponerse en
múltiples esquemas de formación en línea, desde el clásico frente recto hasta
la formación oblicua, pasando por la formación en media luna o en cuña y el
medio cuadro abierto, utilizado básicamente para el avance de las tropas
durante las marchas de una campaña militar.
Inconveniente de la falange de piqueros
El problema
básico de la falange macedonia era la escasa flexibilidad del sistema. Aunque
prácticamente invencible en un ataque frontal, al igual que la de los hoplitas
precisaba de un terreno llano y despejado para desplegarse, dado que la rigidez
de la syntagma dificultaba en gran medida el combate en terrenos abruptos.
Puesto que
los generales macedonios no siempre podían elegir el terreno, la propia fuerza
de su ejército se convertía en su principal problema al no disponer de la
flexibilidad necesaria para adaptarse a un modo de lucha diferente del basado
en la carga frontal. Además, las numerosas picas que apuntaban hacia el cielo
planteaban aparte del problema del tipo de terreno en el que debía luchar la
falange macedonia, llano y sin obstáculos para poder combatir fuera de la
cubierta de los árboles en la que las sarissas se enmarañaban. Estas largas
picas estorbaban los movimientos curvos que la falange podía tener que ejecutar
durante las rápidas maniobras que a veces imponían las circunstancias del
combate y la volvían muy vulnerable en sus flancos.
La falange,
cualquiera que sea su forma, es una formación que lucha en bloque y que debe
quedar compacta para dar todo su potencial. Polibio, en su relato de la batalla
de Cinoscéfalos (197 a. C.), expone su mayor debilidad:
«En la guerra, el momento y el lugar donde la acción
se pondrá en marcha no pueden ser determinados de antemano, al tiempo que, para
permitirle desplegarse, la falange precisa su momento y su terreno... llano y
desnudo, un terreno que no corte ningún obstáculo como fosos, barrancos,
relieves, taludes o cursos de agua, porque cualquiera de estos accidentes basta
para paralizar o dislocar una tropa así formada.»
Los
ejércitos que debieron enfrentarse a los monarcas macedonios durante el siglo
II a. C., especialmente los romanos, optaron esencialmente por el
flanqueo de la falange macedonia que, una vez privada de sus tropas auxiliares,
era atacada desde todas las direcciones, sucumbiendo sin remedio incluso en
planteamientos tácticos en los que disponía de superioridad numérica como en
las batallas de Cinoscéfalos y Pidna.
«Como la falange está organizada de modo que
imposibilita a los hombres dar media vuelta y librar combates individuales, los
romanos pudieron impulsar su ataque, masacrando a los soldados que se
encontraban delante de ellos y que no podían defenderse.»
Las tácticas
militares utilizadas por Alejandro Magno demuestran que ha sido uno de los
más grandes generales de la historia. Durante la batalla de Queronea (338 a. C.),
ganada contra los ejércitos ateniense y tebano, y las batallas del Gránico (334 a. C.)
y de Issos (333 a. C.), ganadas contra el ejército persa de Darío III,
Alejandro empleó la táctica llamada del «martillo y el yunque». Sin embargo, en
la batalla de Gaugamela (331 a. C.), los persas poseían un ejército
ampliamente superior en efectivos al ejército macedonio. Esta táctica de cerco
por las unidades de choque rápidas no era muy factible. Alejandro tuvo que
componer y decidir una formación de combate innovadora para la época: dispuso
sus unidades en niveles; fingió querer rodear al enemigo para poder dividirlo
mejor y así abrió una brecha en sus líneas defensivas.
Táctica del martillo y el yunque
Esta táctica no podía realizarse a menos que los dos
ejércitos tuvieran más o menos el mismo número de efectivos, ya que consistía
en encerrar al contrario por los lados.
·
El "yunque"
correspondía a la falange y a los hipaspistas (la infantería de élite) que
presionaba al adversario y lo contenía en un espacio cerrado.
·
El "martillo"
correspondía a la caballería pesada de los hetairoi que intervenían justo
después.
Fase 1: "El martillo"
Para llevar a las fuerzas enemigas lejos de su centro, la
caballería macedonia rodeaba los flancos del ejército contrario,
sistemáticamente por el flanco derecho que estaba comandado por Alejandro en
persona, para luego intentar hacer un hueco y colocarse en las líneas enemigas,
por lo que obligaban a sus enemigos a reagruparse.
Fase 2: "El yunque"
Atacando por los flancos, la caballería macedonia
sorprendía a las tropas enemigas por la rapidez y fuerza de su impacto; en el
centro, la falange y los hipaspistas avanzaban para abrir el segundo frente.
Una vez se le cerraba el paso al enemigo, éste quedaba en una trampa.
Generalmente, esto causaba una gran confusión porque no podía distinguirse si
las unidades estaban dispersas o sólo mal coordinadas.
Táctica de la batalla de Gaugamela
La batalla de Gaugamela supuso la confrontación decisiva
entre el ejército de Alejandro y el de Darío III (1 de octubre del
331 a. C.). También se la conoce como batalla de Arbela, debido a su
relativa proximidad (100 km) con la ciudad de Arbela, la actual Erbil, al
norte de Irak.
Número de efectivos
Alejandro Magno disponía de un ejército de 47 000
hombres, que eran pocos si los comparamos con los de Darío, quien según los
historiadores modernos reunió entre 100 000 y 240 000 soldados (cifra
máxima debido a los problemas de suministro). La técnica del
"martillo" y del "yunque", que fue la clave de las
victorias de Alejandro hasta entonces, ya no podía conducir a la victoria, pues
era en efecto imposible rodear a la totalidad del ejército persa.
Desarrollo de la batalla
Disposición en niveles
Con el fin de no dejarse rodear por la innumerable
caballería persa, Alejandro decidió disponer a sus tropas en niveles, algo
completamente innovador en la Antigüedad. Alejandro tomó el mando del ala
derecha de la caballería de compañeros (hetairoi), mientras que Darío
III permaneció en el centro, en medio de sus tropas. Para ocupar el máximo
terreno posible, Alejandro decidió alargar su flanco derecho. Avanzaba al trote
para que le siguieran de cerca sus batallones de tiradores de élite (soldados
de a pie equipados con hondas o lanzas de corto alcance), que Alejandro tenía
como tropas de apoyo. Dicha táctica le sirvió para hacer que el ejército persa
no se percatara de su presencia. Los falangistas y la caballería de Tesalia y
Tracia, situada en el ala izquierda bajo el mando de Parmenión, tenían que
mantener su posición durante todo el tiempo posible.
Ocupación máxima del terreno
El plan de Alejandro funcionó: las tropas A, B y C
(letras asignadas arbitrariamente para permitir una definición rápida) les
bloquearon el paso, creando así una brecha en el ejército persa. Dando un
rápido revés, Alejandro dio media vuelta para dirigirse a la brecha. Los
honderos y los lanzadores de jabalina, que hasta entonces estaban tapados por
el ala derecha de la caballería, se descubrieron y llevaron a cabo su misión.
En los demás frentes, la caballería del ala izquierda y la infantería de
Alejandro resistieron a pesar de todo la embestida de los carros persas sobre el
centro macedonio.
Los honderos y lanzadores de jabalina atacaron a las
tropas A, B y C para impedirles realizar sus maniobras. Al desestabilizarse,
estas tropas perdieron la formación. Alejandro se metió de lleno en la brecha y
decidió ir a por Darío III, subido en su carro y protegido por la Guardia Real.
Cuando Darío vio lo que Alejandro pretendía hacer, comprendió que no le quedaba
más opción que huir. Su huida desmoralizó a las tropas. En los otros frentes,
el ala izquierda y la falange comenzaron a dar signos de debilidad, ya que las
tropas que les atacaban no oyeron la señal de retirada por encontrarse en medio
del fragor de la batalla y alejados del rey persa.
Persecución y muerte de Darío
Tal y como ocurrió en la batalla de Issos, Alejandro
estuvo a punto de capturar a Darío, pero la caballería del ala izquierda estaba
muy debilitada. Alejandro decidió entonces dejar ir a Darío para poder salvar a
su ejército. Aprovechando la situación en que se encontraban los macedonios,
las tropas persas huyeron del campo de batalla con sus jefes. Alejandro tenía
la victoria asegurada, a pesar de que al principio de la batalla su posición no
era favorable, pero quedó decepcionado por no haber podido capturar o matar al
Gran Rey.
Darío huye con su guardia de Inmortales y la caballería
bactriana. Alejandro y sus compañeros les persiguieron durante 120 km. Al
ver que Alejandro estaba decidido a capturar a Darío, un grupo de nobles, entre
los que se encontraban los sátrapas Besos, Barsaentes y Nabarzanes, tomaron al
rey persa como rehén, para así poder pactar con Alejandro. Sin embargo,
decidieron asesinarlo y abandonarlo poco antes de su llegada ante el temor de
que Alejandro no aceptase tal negociación. A raíz de esta victoria, Alejandro
es coronado como rey de Asia en una ceremonia fastuosa celebrada en Arbela y a
su llegada a Babilonia.
Próximo Capítulo: Guerras mecedonias
Próximo Capítulo: Guerras mecedonias
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