LA CIUDAD
EN GRECIA
Aunque el fenómeno urbano y las ciudades-estado son realidades
históricas anteriores a los griegos, su concepto de polis es totalmente original, hasta el extremo de ser uno de los
rasgos que identifican la civilización griega.
La ciudad para los griegos no es únicamente el centro
político, económico, religioso y cultural, sino un ideal de vida, la forma más
perfecta de sociedad civil. En ella se integran de forma armónica los intereses
del individuo con el Estado, gracias a la ley, y con la comunidad,
mediante la participación del ciudadano en los asuntos públicos. En
definitiva, la ciudad es un elemento distintivo del hombre civilizado.
El concepto de ciudad-Estado presenta una diferencia sustancial
con la idea moderna de nación: para los griegos la polis no se identifica con
un territorio sino con el conjunto de sus ciudadanos, por eso, aunque se
hubiese perdido el territorio en alguna contienda, si el cuerpo cívico
había sobrevivido y podía rehacer sus tradiciones en otro lugar, consideraban
que la polis estaba a salvo.
Origen y estructura
El nacimiento de la polis es fruto de un largo proceso.
Durante la edad Oscura, S. XII a VIII a.C., los habitantes de la Hélade vivían
dispersos en aldeas, organizados en torno a vínculos de sangre. Fue en la
época arcaica, a partir del s. VIII a. C., cuando estas localidades se
reunieron en agrupaciones urbanas a las que fueron llegando también artesanos y
comerciantes dando lugar a la polis; este fenómeno se conoce con el nombre de sinecismo.
Poco a poco las polis se convirtieron en una comunidad
política con leyes e instituciones propias en la que sus habitantes ejercían
una intensa vida cívica, más importante para el ciudadano que la vida privada,
refrendando así la máxima de Aristóteles de que el hombre es un animal
político.
En este incipiente núcleo urbano se levantaron dos espacios; en la
parte más elevada, la acrópolis (ciudad alta), zona fortificada con templos,
destinada al culto religioso y a proteger a los habitantes en caso de peligro;
y en la parte baja, los grandes espacios públicos como santuarios, teatros,
gimnasios y el ágora ("plaza"),
lugar dedicado a la vida civil, institucional y económica. La más
representativa fue el ágora
de Atenas. En torno a estos
edificios públicos se desarrollaba una red de calles residenciales.
Para garantizar la seguridad de la polis se amurallaba todo su
perímetro. La estructura urbana de estas ciudades era caótica porque los
barrios se construían sin ningún orden adaptándose a la topografía del terreno.
A partir del s. V a. C, las ciudades de nueva construcción y los nuevos barrios
siguieron un plano ordenado, con calles paralelas y
perpendiculares entre sí, formando una cuadrícula geométrica.
El espacio de la
ciudad se divide en tres áreas:
Privada: ocupada por las
viviendas
Pública: destinada a reuniones
políticas, comercio, teatro y manifestaciones deportivas, etc.
Sagrada: destinada a los templos de
los dioses. Los edificios religiosos sobresalen por encima de todos los
edificios restantes y surgen en una posición dominante.
La ciudad tiene un límite de crecimiento, por lo que se recurre a
dos soluciones:
·
Crea un organismo equivalente
o incluso mayor junto a la ciudad primitiva. A la ciudad primitiva se la llama palaiapolis
y a la nueva neapolis.
· Crea una colonia en algún lugar lejano.
La ciudad griega se caracteriza por:
·
Unidad
·
Articulación
·
Equilibrio con la naturaleza
·
Límite de crecimiento
En muchos lugares el urbanismo tomó impulso gracias al sinecismo, proceso mediante el cual varios
pueblos de una misma región se unen y sus habitantes se trasladan a una ciudad
situada en el centro del territorio.
Las murallas se convertirán en la condición y símbolo de la
independencia de las ciudades.
·
Siguen la forma del terreno
·
Aprovechan las ventajas que
ofrece la topografía con el fin de aumentar su fuerza defensiva
·
Las
técnicas de fortificación irán haciendo grandes progresos desde época arcaica
has su culminación en época helenística. Al arte en la defensa y ataque de las
ciudades se le llamará poliorcética
La ciudad tradicional de Grecia se caracteriza por:
·
Situarse
en un terreno más o menos llano
· Enclavada al pie de una colina escarpada
de difícil acceso y fácil defensa.
o
Colina
que sirve como acrópolis
o
Fuertemente
amurallada
o
Los ciudadanos
podrían refugiarse en caso de peligro
o
Solía
contener un santuario donde se veneraba
a una divinidad protectora.
· Centro sin construir destinado al
ágora, en donde se realizaban diversas actividades:
- Mercado
- Reuniones de gobierno ciudadano
- Lugar donde presencias espectáculos públicos celebrados en las diferentes festividades
- Lugar de paseo
- Sólo una función de importancia quedaba fuera del ágora, la religiosa.
· La ciudad griega debía realizar las siguientes
funciones:
o
Defensiva:
según Aristóteles en
lo que se refiere a la política, las ciudades debían estar protegidas con
murallas que pudieran soportar las técnicas de ataque y asegurar la autonomía
de las ciudades. Platón y sus leyes se muestra contrario a las ideas del anterior y considera
que las murallas pueden plantear problemas de sanidad y hacer que los
ciudadanos fueran más descuidados y menos vigilantes.
o
Para él
la mejor defensa era un ejército en armas.
o Político-administrativa.
o
Religiosa:
ciudades como Olimpia, Delfos
o Delos surgen a partir de centros religiosos importantes.
o
Económicas.
Reconstrucción hipotética
de la Acrópolis de Atenas. Se puede ver claramente que su emplazamiento se
caracteriza por estar en un lugar elevado y escarpado donde se concentraban los
edificios religiosos, entre los que destacaba siempre uno de mayor envergadura
para la divinidad mayor de la ciudad
a) Edificios destinados a instalaciones oficiales (Boloupterion, Pritaneo y Strategión).
En un primer momento las asambleas populares se celebraban
al aire libre bajo protección del altar, en un espacio enlosado y
delante de la mansión del príncipe. A través de los relatos homéricos conocemos
que Agamenón y Ulises, dos reyes de la época, presidieron dichas asambleas.
Con el surgimiento de la polis esas asambleas se celebraban en el pnx,
en una amplia explanada en la que había bancos de madera reservados para los
magistrados y oradores, y una tribuna tallada en la roca junto al altar de
Zeus, en el que se ofrecían los rituales preliminares de purificación.
A finales del siglo V a. C. se hizo necesaria la existencia de
edificios para celebrar tales reuniones.
1.- Boloupterion
El bouleuterión es el edificio donde se reunía la boulé, (o
consejo de los quinientos), en las ciudades de la Antigua Grecia. En función del
nombre específico de esta institución en las diferentes ciudades, podía llevar
otro nombre: por ejemplo, sinedrión en Mesene o gerontikón en Nisa.
La boulé era una institución básica en las antiguas polis (ciudades-estado)
griegas. Estaba compuesta por representantes de los ciudadanos, que se reunían
para discutir y decidir sobre los asuntos públicos. La palabra bouleuterión
se compone del griego boulé (consejo) y el sufijo terio (lugar
para hacer algo).
Se conservan restos de bouleuterión tanto en ciudades de la
Antigua Grecia (Delfos, Delos, y otras), como de sus colonias (Acras y Murgantia
(Sicilia); Apolonia de Iliria (Albania); Glanum (Francia); Alabanda, Egas, Éfeso,
Nisa y Yaso (Turquía), y otras).
Al igual que otros edificios dedicados a la política de la ciudad,
se encuentran generalmente cerca del ágora. Suelen tener planta cuadrada, con
varias filas de asientos en su interior, interrumpidas por las columnas de
soporte del techo.
Las gradas de los asientos pueden estar alineadas con las paredes
o dispuestas en tres lados, en forma de Π (el mejor ejemplo es el de Priene
(Turquía), de finales del siglo II a. C.). Como alternativa, el
bouleuterión nuevo de Atenas (finales del siglo V a. C.) presenta por
primera vez forma de herradura, similar a un pequeño auditorio de teatro, al
igual que el de Mileto (175-164 a. C.)
Bouleuterión de
Priene.
En el ágora ateniense se construyeron dos bouleuterión, en
periodos diferentes, para albergar a la boulé, que en Atenas constaba de 500
miembros. Este órgano legislativo redactaba los proyectos de ley para su
posterior discusión y aprobación en la Ekklesía.
El bouleuterión más antiguo es el Metroón, que a su vez se
construyó sobre un edificio anterior.
El Metroón era un
edificio situado en el lado oeste del Ágora de Atenas, que sirvió como
santuario de la diosa Rea y como archivo del estado.
El Metroón original fue construido entre los años 509 y 507 a. C.
El tamaño y el emplazamiento del edificio han permitido identificarlo como el
antiguo Bouleterion de la época de Clístenes, donde se reunían los bouleutas y
que albergaba los archivos de la polis.
Tras la construcción del Bouleterion Nuevo, hacia 415 a. C.,
el edificio antiguo mantuvo su condición de archivo, incluso cuando la boulé ya
no se reunió más allí. Es entonces cuando recibió el nombre de Metroón. En esta
época cumplía dos funciones: santuario dedicado a Rea, madre de los Dioses
olímpicos, y repositorio de los registros oficiales.
Hacia 140 a. C.,
el antiguo edificio fue remplazado por un complejo helenístico, erigido encima.
El
Bouleuterion Antiguo se presenta como un edificio prácticamente cuadrado, de 23
m de lado. Se supone que poseía cinco soportes interiores para el techo.
Plano
del Ágora de Atenas: el Metroón es el número 11.
Los restos actuales datan de mediados del siglo II a. C.
y se superponen a trazas de edificios públicos anteriores, incluyendo el
Antiguo Bouleuterion. Sólo se conservan los cimientos de conglomerado rojizo y
un tramo de escaleras en el lado sur.
El edificio helenístico tenía cuatro habitaciones ubicadas lado a
lado, unidas por una fachada de 14 columnas jónicas, abierta hacia el Ágora en
el lado este. Las dos cámaras situadas más al sur tenían el mismo tamaño.
Probablemente, la segunda de ellas era el templo de Rea. La tercera cámara era
un poco más grande que las dos anteriores. La cuarta cámara, al norte, era la
más grande y tenía una columnata interior cuadrada de 12 columnas, con otras 2
in antis en la entrada. Éste es el santuario mencionado por Pausanias en el siglo
II.
Ruinas
del Metroón
Vestigios
del bouleuterión en el Ágora de Atenas
Del 415 al 406 a. C., se construyó un nuevo bouleuterión
al oeste del antiguo. Las razones de su construcción permanecen oscuras. El
nuevo edificio, de planta rectangular, medía 16 m x 22 m. Los asientos
originales eran probablemente de madera. El interior ha sido difícil de
reconstruir: mientras algunos arqueólogos orientan los asientos al este, otros
lo hacen al sur. En la segunda mitad del siglo IV a. C., se añadió a
la entrada un propileo de orden jónico, situado inmediatamente al sur del
antiguo bouleuterión. Hoy, no subsisten más que los cimientos del edificio,
lo que no permite aclarar su construcción.
Durante un tiempo, el nuevo bouleuterión funcionó junto con el
antiguo, que llegó a utilizarse como archivo estatal.
En el santuario de Dodona,
el bouleuterión se encuentra al este del teatro de la ciudad, adosado a la
ladera de la colina.
Se construyó en el siglo III a. C.
Consta de un gran salón precedido por un pórtico de dórico. Al
fondo se encuentran los asientos, tallados en la roca y con acceso por
escaleras laterales. En el lado de entrada se situaron un altar dedicado a Zeus
Bouleus y una urna de piedra para las votaciones. El techo estaba sostenido por
ocho columnas jónicas y tres filas de pilastras adosadas a las paredes.
Restos
del bouleuterión de Dodona.
Bouleuterión
de Mileto
El bouleuterión de Mileto se sitúa entre las ágoras del norte y
del sur.
Fue construido entre 175 a. C. y 164 a. C.
Estaba precedido por un propileo con cuatro columnas corintias.
Constaba de un patio abierto, rodeado en tres de sus lados por una columnata dórica,
y una sala de reuniones en el lado del fondo, accesible directamente desde la
parte exterior trasera. En ella hay 18 filas de gradas de piedra, dispuestas en
semicírculo. El techo estaba sostenido por columnas jónicas sobre pedestales, a
los que más tarde se agregaron soportes de madera. Podía albergar entre 1.200 y
1.500 personas.
Restos del bouleuterión de Mileto.
El Bouleuterión de Olimpia se hallaba en la zona sur del
bosque sagrado del santuario de Olimpia, próximo al Templo de Zeus Olímpico,
aunque separado de él por los límites del recinto del Altis.
Fue el edificio del alojamiento, sala de sesiones, reuniones y
ubicación específica de la boulé, el Senado eleo. A este Senado o Consejo se le
atribuía la facultad de oír y resolver las denuncias presentadas contra los
jueces y atletas por irregularidades cometidas en el desarrollo de los juegos
olímpicos, así como cualquier otro tipo de reclamación urgente y grave
relacionada con los mismos.
Además de esta función, en el Bouleuterión se guardaban diversos
materiales y utensilios deportivos, y los archivos y registros donde constaban
los resultados de las competiciones.
Se ignora la fecha de su construcción, se ha estimado que sería
construido ente el 668 y el 572 a. C., debido a la similitud de la
técnica constructiva a la de los pisatios.
El conjunto arquitectónico lo componían dos naves absidiales de distintas
dimensiones (30,79 m la del norte y 30,53 m la del sur), que enmarcaban en su
espacio interior un patio cuadrado de 14,28 m de lado. A Los dos edificios
absidiales se accedía por el este.
Bouleuterión de
Olimpia.
Plano
del santuario de Olimpia. El Bouleterión estaba en el nº 31.
Durante el periodo helenístico al edificio originario se la añadió
un pórtico oriental de estilo jónico. En época romana se amplió con un pórtico
de estilo dórico en forma de letra Ρ griega (ro), orientado al este.
En el centro del patio cuadrado, se halló una base o pedestal en
su mismo centro, punto donde debió erigirse la estatua de Zeus Horcio («Zeus
vengador»), ante la que los participantes y directores en los juegos prestaban
juramento de fidelidad a las normas deportivas. La ubicación de la estatua en
este sitio, se apoya en la noticia de que el juramento ante la estatua del
Bouleuterión debía de prestarse en una estructura abierta, según la costumbre
griega de que los juramentos a los dioses tenían que hacerse al aire libre. Pausanias
dice respecto a la estatua que «la del bouleuterión es de todas las imágenes de
Zeus la más apropiada para atemorizar a los hombres injustos. Su nombre es
Horcio, y tiene un rayo en cada mano». A continuación describe en detalle el
acto del juramento. Delante de los pies de Zeus Horcio había una tablilla de
bronce con una inscripción, en versos elegíacos, para infundir temor a quienes
juraran en falso.
2.- Pritaneo
Era el lugar reservado para los más altos magistrados, los
conocidos como pritaneos, 50 consejeros representativos de las 10 tribus que
eran las que convocaban las reuniones en el boloupterion.
Estos edificios nunca tuvieron una forma definida. Debían
suministrar las instalaciones necesarias para los banquetes en los que
participaban tanto los embajadores de las ciudades extranjeras como los
ciudadanos nombrados por decreto del pueblo.
En él se custodiaba el fuego sagrado de Hestia. En él eran
mantenidos a costa del Estado los cincuenta pritanos de Atenas.
En el mismo edificio se daban comidas públicas a las cuales eran
admitidos los que por sus servicios habían merecido ser mantenidos por la polis.
El pritaneo servía también de granero público.
Pritaneo de Efeso SIII a. C.
3.- Strategión
Este
edificio estaba dedicado exclusivamente como lugar de reunión para los jefes
del ejército, que eran a su vez elegidos por turno.
b) Edificios destinados a defensa (fortaleza y
arsenal).
Fortaleza. Los griegos desarrollaron las innovaciones que habían
observado en los pueblos de Asia menor. Utilizaron diversos materiales de
construcción:
Piedra. Era considerado como el material constructivo por
excelencia, utilizado en diferentes
técnicas constructivas (ciclópea, poligonal, regular
pseudoisódo y regular isódomo). Estas dos últimas alcanzaron una gran
difusión en épocas avanzadas del clasicismo, a partir del siglo IV.
Madera. La madera se usó para los interiores de las
estancias de la fortaleza. Para endurecerla se calentaba y se embadurnaba con
brea. Se utilizó para realizar los parapetos
o lienzos superiores, para coberturas de torres y para caminos de ronda.
Arcilla
(adobes y ladrillos). Este
material tiene una mayor capacidad para absorber y amortiguar las embestidas de
las máquinas de guerra.
Hormigón. Material que tuvo muy poco éxito entre las
construcciones militares griegas.
La arquitectura militar en la Antigua Grecia es la que se ocupa de
proyectar y construir edificios destinados a fines militares de defensa nace en
la época micénica. Los aqueos, conquistadores de la Grecia continental,
edificaron sus ciudadelas basándose en los palacios minoicos de Creta y
fortificándolas con piedras ciclópeas. De este modo nacieron las murallas de
piedra y las primeras soluciones para la protección de las puertas de las ciudades,
los puntos más vulnerables, basándose en la táctica militar griega que obligaba
a los soldados a portar el escudo a la izquierda. Los micénicos construyeron
sus fortalezas elevadas y rampas de acceso; su difícil ascenso permitía apuntar
a los defensores a los flancos derechos de los soldados, desprotegidos.
El desarrollo de la arquitectura militar sufrió un parón durante
la Edad Oscura, de tal manera que muchas ciudades ya no se fortificaban, aunque
había algunas que seguían haciéndolo (Esmirna, por ejemplo). En el siglo
VI a. C. se volvió a la construcción de murallas y torres, y en el siglo
IV a. C. la arquitectura militar griega alcanzó su máximo esplendor.
Al menos desde el siglo VI a.C., las construcciones militares
griegas eran financiadas con fondos públicos o con los bienes saqueados en las
campañas militares. Varios textos dejan constancia de que algunos hombres ricos
donaban dinero para este tipo de construcciones.
Los asalariados (carpinteros, canteros y demás profesionales) eran
dirigidos por un arquitecto (architékton) que se encargaba tanto del
diseño como de dirigir la construcción. Un ejemplo de esta práctica nos lo da
un documento ateniense donde se dice que la Asamblea destacó a un arquitecto
para arreglar los desperfectos de la muralla entre el 307 y el
306 a. C. Otro nos habla de la paga de un arquitecto por haber hecho
obras en el Erecteión en los años 409-408 a. C.
Los griegos defendieron desde antiguo sus ciudades con murallas,
de las cuales las más antiguas dieron lugar a los recintos fortificados que
llamamos acrópolis. Sin embargo, situándonos ya en el período helénico, las
murallas en las nuevas ciudades aparecen en el siglo VI a. C.; un
hecho tardío, pues la población se refugiaba en las acrópolis o en una
fortaleza en caso de peligro. Hay que tener en cuenta, además, que las
fortificaciones eran tan caras en Grecia que superaban los recursos de muchas ciudades-estado.
Este hecho se veía magnificado en casos como el de Esparta, ciudad formada por
varios núcleos de población distribuidos en una superficie más o menos extensa,
por lo que existían espacios libres entre los barrios. (Véase Laconia)
Las murallas de las ciudades (que no de las fortalezas) solieron
aparecer, por tanto, ante peligros consabidos como las guerras contra Persia,
aunque fueron habituales en la Grecia continental desde la época micénica y
existieron casos en las colonias anteriores al siglo VI a. C., como
lo fue Esmirna (Anatolia).
Había que tomar en consideración los agujeros que forzosamente
tenían que aparecer en la base de la muralla, como la evacuación de aguas,
diseñándolas para ser lo más pequeñas posible y poco visibles. Así mismo se
elevaban taludes en las esquinas para evitar los ángulos muertos en la visión,
lo cual afectaba a la altura de los paramentos.
Robert Walpole hizo a comienzos del siglo XIX la siguiente
clasificación de murallas y fortalezas, atendiendo a su forma de construcción:
·
Muros ciclópeos, es decir, de
grandes piedras, típicas de la Grecia micénica.
·
Muros construidos con piedras
irregulares de tamaño medio, las más habituales. A pesar de las diferencias
entre piezas, éstas se labran con siete y ocho lados y se colocan a hueso de
manera que formen un conjunto compacto.
·
Muros de piedras más o menos
homogéneas dispuestas en hileras similares. Es típico de Micenas y Tirinto.
La única función aparente de la muralla griega era la defensa, de
manera que eran infraestructuras libres en cuanto a planta y recorrido, y no
tenían que coincidir con límites territoriales, como en el caso de las romanas.
Se adaptaban a la topografía del terreno y buscaban cortar el paso de los
enemigos, caso de la muralla construida por Pericles entre Atenas y El Pireo,
que comunicaba ambos sitios como un corredor elevado y evitaba que los enemigos
cortasen la conexión entre ambos núcleos. En la antigua Grecia se construían
muros tratando de establecer un sentido de pertenencia con el asentamiento.
El material habitual era la piedra, aparejada rectangularmente, es
decir, con piezas de caras con cuatro lados (sillar), siendo el resultado final
un paralelepípedo (medio más barato). Si la ciudad disponía de suficientes
recursos, encargaba labrar las piedras por varias caras (5 o 6) y las
aparejaban de manera poligonal, lo cual confería más resistencia a la muralla.
Estas murallas estaban sujetas a remodelaciones y tensiones políticas entre los
Estados, lo que daba lugar a que hubiera diferencias de altura palpables en una
misma muralla, o que incluso se modificase parte del trazado.
El método corriente de construcción de una muralla era el emplecton,
que consistía en aparejar dos paredes pétreas paralelas y rellenar el interior
con arcilla y mampostería.
En el caso de los pasos para vigilancia se construía una muralla
más ancha con base en una estructura de madera, y se resguardaba el camino
elevado con almenas. Con la mejora de la maquinaria de guerra estas almenas se
sustituyeron por pequeñas aberturas en continuación elevada del muro, a modo de
aspilleras por las que disparar los proyectiles (epalxis). En ocasiones
estos caminos se cubrían con una techumbre para evitar que los proyectiles de balistas
y otras máquinas los alcanzaran desde arriba, sobrepasando las almenas o el epalxis.
A veces el camino de vigilancia o de ronda no era lo suficientemente ancho para
la trasfusión de tropas, en cuyo caso se recurría a una estructura auxiliar que
permitiese la creación a un nivel inferior de un nuevo paso.
En torno al siglo IV a. C. los griegos se dieron cuenta
de que podían utilizar el adobe como sustituto de la piedra. Gracias a sus
propiedades plásticas absorbía mejor los impactos sin romperse. Las
construcciones de adobe se construyeron encima de las pétreas, si estas ya
existían. Si no había muralla anterior se edificaban los cimientos en piedra, e
igual sucedía cuando había una estructura de madera, para evitar que los zapadores
cavasen un túnel hasta ellos y prendiesen fuego, derribando la estructura.
(Véase Los trabajos de desmonte)
Una estrategia eficaz era el hecho de sustituir las torres -de un
coste muy elevado- por tramos de muralla conectados que avanzaban y retrocedían
sobre el terreno, de manera que desde arriba, en caso de ataques frontales, los
defensores podían atacar los flancos del enemigo (disposición en cremallera).
Ejemplos de este sistema se dan en Mileto o las ciudades macedónicas.
Las puertas o propileos constituían las zonas más fáciles
de atacar en un asedio, por lo que se inventaron soluciones desde antiguo, que
en muchos casos se combinaron.
·
Un primer método sería crear
un espacio de transición entre la ciudad y el exterior, a modo de patio cuyo
recorrido es inevitable (Troya).
·
Otro método era doblar el
muro formando un corredor en el que los asaltantes tenían que cubrirse de los
ataques a ambos lados (Mantinea).
·
También podían crearse varias
puertas seguidas, dos o tres, que retrasaban la entrada de los ejércitos.
·
El caso más eficiente era
flanquear la entrada con dos torres defensivas que la protegieran (Corinto).
·
Una variante del caso
anterior era colocar una única torre, aprovechando las particularidades orográficas
del terreno, para obligar a los agresores a entrar desde la izquierda. Desde la
torre podía entonces atacarse el flanco derecho, que en los ejércitos griegos
eran más vulnerables.
·
Otra solución consistía en
colocar la puerta al lado de un requiebro del muro, de tal manera que no podían
penetrar las máquinas de asedio, y los defensores podían en un momento dado
salir y volver a entrar en rápidas incursiones.
·
Así mismo está la poterna, un
hueco en la muralla de dimensiones muy reducidas que permite el paso a una
única persona, por lo que es muy fácilmente defendible.
Las torres de defensa eran estructuras tremendamente costosas,
cuya función era evitar que los enemigos se acercasen a la muralla y la
atacasen directamente. Se construían en piedra o adobe, y solían ser macizas
hasta la altura de la planta de defensa, evitando que los arietes las
derribaran golpeando una primera planta. En la Grecia helénica este sistema
queda obsoleto, instaurándose una planta baja (caso de Caria) con ventanas por
las que disparar, para mejorar el rendimiento de la defensa.
Tipos
Planta cuadrada o rectangular: La más habitual y barata. Tenían el
fallo de los ángulos de visión limitados, ya que desde una de las caras no se
tiene conciencia de lo que pasa en las otras.
Planta poligonal: Solución intermedia en coste y eficacia entre
las torres rectangulares y circulares. Ampliaban la visión pero seguían siendo
más vulnerables en los extremos laterales.
Planta en pico: Otra solución intermedia, con peor defensa lateral.
Planta semicircular: Más caras y de construcción compleja. Sus
muros curvos eran capaces de desviar la dirección de los proyectiles sin que
éstos impactaran plenamente en ellos. Por otro lado su visión era bastante
amplia.
Planta circular: La carencia de ángulos muertos en los extremos
hacía de estas torres la mejor opción de defensa de una ciudad. También suponían un coste elevado que no todas las polis podían
permitirse. Su uso se extendió sobre todo por el Peloponeso, pero nunca
llegaron a construirse demasiadas.
Las torres vigía o phyktorion eran estructuras exentas y
alejadas de la ciudad a la que pertenecían pero en contacto visual con ella.
Poseían una gran entidad propia, llegando a convertirse en algunos en casos en
pequeñas fortalezas (como la de Massalia). También requerían más recursos para
su construcción que las torres de defensa.
Sus funciones eran avisar a las ciudades-estado de la aproximación
de enemigos y defender su posición.
A veces, para mejorar su resistencia y su defensa, se construían
sus muros inclinados, en forma de talud. Esto les permitía soportar mejor el
ataque de la maquinaria pesada como los arietes.
Las fortalezas griegas aparecieron en
dos contextos.
·
Antiguos centros de las
ciudades, fortificados desde edades tempranas, que al crecer éstas funcionaban
de elemento defensivo y albergaban al conjunto de la población. Se asocian aquí
las acrópolis como Tirinto y las fortalezas de los gobernantes como la de Micenas.
Las acrópolis posteriores como la de Atenas, a partir del gobierno de Pericles,
se entienden como centros religiosos magnificados, públicos y monumentales, más
que como fortalezas, ya que surgen en ciudades que se han expandido y han sido
rodeadas por nuevas murallas.
·
Refuerzos de torres vigía y
planificaciones fortificadas en las inmediaciones de las ciudades, con vistas a
las urbes y a sus campos, que avistaban al enemigo y protegían el territorio.
Fosos
Aunque los fosos existieron desde siempre, normalmente asociados a
las murallas, no es hasta el siglo IV a. C. cuando se generalizan,
entorpeciendo el traslado de la maquinaria de asedio y las tropas. Su anchura
era muy variable, y podían llegar a ser verdaderamente grandes, habiendo casos
constatados que llegaban a los 20 metros.
Cuando aparecían pegados a las murallas servían para aprovisionar
de agua a la polis sitiada, además de como elementos defensivos. Una técnica
eficiente era hacer comunicar unos túneles subterráneos con los fosos, de tal
manera que pudieran drenarse todo aquello que los atacantes tirasen con el
objetivo de clausurar el foso.
Los elementos constructivos de las murallas son:
Cimientos. Era el principal elemento
de la construcción. Para su efectivo uso tenía que alcanzarse la roca madre que
tenía que ser tallada para conseguir una superficie plana.
Lienzos. Erigidos en lógica
disposición vertical, aunque hay casos excepcionales en los que edificaron con
inclinación hacia el interior.
Pasos de ronda (parodoi). Los pasos
de ronda podían ser merlonados (de tipo prismático y rematado a dos
aguas o cubiertos. Este último, avanzado el siglo IV, ante la
efectividad de las máquinas de asalto, se buscó aumentar la seguridad de las
defensas, lo que desembocó en un ensanchamiento de los merlones que, a su vez,
terminaron cerrándose para sólo dejar unas pequeñas oberturas muy estrechas:
las saeteras. Se crea un paramento largo y corrido, la epalxis,
que condicionaba la visibilidad del defensor.
Torres (pyrgos). Se crearon para fortalecer los tramos más necesitados de
vigilancia. Permitían controlar visualmente el desarrollo de la contienda y
dominar los puntos muertos. Hasta el siglo IV dominó la planta
cuadrangular con dos o tres pisos, siendo el inferior macizo. Desde el
370-368 a.
Puertas. Se
puede distinguir entre dos tipos principales de puertas, que serían la puerta
principal (pylai) y las puertas secundarias (pylis).
Saeteras. Eran
aquellas aperturas por las que podían disparar los arcos y las pequeñas piezas
ligeras de artillería (toxika).
Cañoneras. Eran
los ventanales.
Fosos. Ampliaban
la altura de las murallas y suponían un inconveniente para la aproximación del
hombre y la maquinaria enemiga.
Proteichisma. Ante-muro situado entre las murallas y el foso o, incluso
en algunas ocasiones, entre un doble foso. Era utilizado como parapeto para la artillería
ligera. Desde el siglo VI hasta bien entrado el helenismo, las murallas pasaron
a absorber los mayores recursos económicos.
La capital cuya preeminencia refrendaban la acrópolis, el pritaneo,
el
bouleuterion y el ágora poseía un territorio más o
menos extenso que le era necesario para vivir.
Allí se encontraban la mayor parte de las casas y el puerto,
puesto que la acrópolis, que había determinado la ubicación de la ciudad,
estaba situada por lo general a una cierta distancia de la costa, en una
posición elegida por poblaciones que temían la piratería A través del puerto, la
Ciudad, cuyos dominios estaban casi siempre rodeados por montañas, se
comunicaba con el mundo exterior y añadía a sus propios recursos las riquezas
de las que carecía. En todo caso, de la aglomeración urbana principal, el astu, dependía un número más o
menos grande de caseríos, pueblos, aldeas, llamadas conai, demoi y también algunas veces, como en Laconia, potéis.
No está claro si Atenas estuvo rodeada de muralla con anterioridad
al siglo V a.C. Los atenienses después de su vitoria sobre los persas las construyen.
Los restos anteriores al año 500 no dan trazas de muralla, salvo en un
determinado espacio, circundado el perímetro de la Ciudad.
Una muralla rodeaba la colina de la Acrópolis que se pudo ampliar
a las colinas, del Areópago. La muralla se construyó bajo la dirección de
Temístocles, el artífice de la flota ateniense y de la batalla de Salamina.
Esta muralla se construyó tras la toma y quema de Atenas por Jerjes. De esta
quedan abundantes restos y puede seguirse su trazado con toda precisión. En el
sureste de la ciudad, la muralla tenía tres puertas, la Puerta Dypilon, la
Puerta Sacra y la Puerta del Pireo.
Cada cierto intervalo se construía una torre de 5 metros de lado,
que reforzaba el muro. Se llegaron a usar lápidas del cercano cementerio. También
se emplearon fustes de columna del Templo de Zeus, que estaba sin terminar
cuando la invasión persa y que éstos terminaron de destruir. No es que fueran
unas murallas impresionantes, pero dieron a los atenienses la confianza que
precisaban. La Puerta Dypilon tenía el pasadizo mayor de toda la Hélade, de 22
metros de anchura por 41 de profundidad. La constante reconstrucción de estas
murallas indica que no siempre impidieron la derrota de la ciudad a manos de
sus enemigos. Por la Puerta Sacra salía la procesión que se dirigía al
santuario de Eleusis. Por la Puerta Dipilon el arroyo Erídano abandonaba la
ciudad después de abastecer de agua los alfares. La avenida que sale de la
ciudad por la Puerta Dypilon es la Vía Panatenaíca, por donde entraba en la ciudad
una procesión solemne que terminaba con sus ofrendas en lo alto de la
Acrópolis, atravesando la ciudad. La Puerta del Pireo llevaba al puerto militar
y comercial de Atenas. En total, se abrían en las murallas de Atenas 15
puertas.
El Arsenal del puerto del Pireo
(Atenas).
La Skeuoteca era el Arsenal
de la Antigua Atenas por antonomasia. La palabra tenía un significado de
«almacén de utensilios y herramientas», pero pasó a denominar en Atenas al gran
Arsenal de su poderosa marina. Es una palabra del léxico común griego «aparato,
utensilio en general» y «caja para guardar cosas»), y en composición «almacén
de cosas ordenadas». Era un edificio donde se depositaban los aparejos de los
barcos, bajo la vigilancia de los magistrados encargados del arsenal. Construido
en el puerto de Zea, partía del propileo del ágora y pasaba por detrás de los tinglados.
Calícrates, el arquitecto, aparece en el decreto ateniense de una
inscripción, en la que también figura el presupuesto redactado por Filón de
Atenas. A los poletas, magistrados encargados de las obras públicas,
correspondía adjudicar las obras.
En El Pireo existían ya varios edificios llamados σκευοθῇϰα en las
inscripciones de la marina ateniense. La Skeuoteca es mencionada en un
inventario del año 357 a. C. La nueva Skeuoteca fue llamada
λίθινη («de piedra») para distinguirla de los almacenes de madera. La mayor
parte de la construcción era de piedra del Pireo, y algunas partes de mármol
del Pentélico o del Himeto.
El Arsenal tenía 400 pies de largo y 55 de ancho. La altura de los
muros era de 27 pies, medidos desde el zócalo a la cornisa. Un pie equivalía a
308,30 milímetros.
El εύθυντηρίχ era une especie de zócalo formado por una línea de
piedras que tenían 3 palmos de anchura, un palmo y medio de alta y 4 de larga.
Sobre el zócalo, que sobresalía algunos centímetros por cada lado, se elevaba
una especie de basamento, compuesto por piedras de 4 palmos de largas por 3 de
altura y un grosor de 2 palmos y medio y un dedo. Un palmo medía 77,1
milímetros, y un dedo eran 19,3 mm.
El muro estaba rematado por un friso con triglifos cuyas
dimensiones se desconocen. En los ángulos, la longitud de todas las piedras debía estar en correspondencia
con las proporciones de los triglifos.
Los muros de los lados largos tenían practicadas ventanas de 3
pies de alto por 2 de ancho; cada una de estas aberturas tenía una ventana de
bronce. La altura a la que estaban situadas no está indicada en los
inventarios navales, sin embargo se señala que había una por cada intercolumnio,
es decir, 34. Para airear el edificio, este disponía de espacios vacíos entre
las juntas, en los sitios diseñados por el arquitecto. Las dos fachadas
laterales eran idénticas. Como el interior, estaban divididas en tres partes.
Al espacio de 20 pies correspondiente a la galería del medio, se abrían dos
puertas separadas por un pilar de 2 pies de grosor. Cada puerta medía 15 pies
de alto y 3 de ancho. Los umbrales de mármol del Himeto soportaban dos montantes
de mármol del Pentélico o del Himeto, sobre los que se apoyaba el dintel, de
mármol pentélico, de 12 pies de largo, del espesor del muro, y de una altura de
3 pies. Encima había una cornisa en saledizo de 1,5 pies.
A cada lado de las puertas, el muro tenía practicadas tres
ventanas, de las mismas dimensiones que las de los muros de los lados largos.
Había arriba un friso con triglifos y la cornisa que corría sobre la fachada, y
un frontón con su cornisa.
El pilar de dos pies de ancho que separaba las dos puertas se
prolongaba en el interior 7,5 pies dentro del muro (10 pies incluido el muro).
Además, había a cada lado, en el interior, hasta la primera columna un muro en
el que se abría la puerta. Esta era de un solo batiente y estaba revestida con
bronce.
Tres muros dividían la entrada en tres espacios distintos hasta la
altura de las primeras columnas; este doble pasaje estaba cubierto por mármol
del Himeto.
Longitudinalmente, el edificio estaba dividido en tres naves, con
dos hileras de 35 columnas. La galería del medio, reservada para dejar un
paso al pueblo a través de la skeuoteca, tenía 20 pies de ancho. Las
dos naves laterales medían cada una 15 pies de ancho, contados a partir del
muro interior e incluyendo la columna.
Su estructura estaba dividida en tres naves, la central más ancha
servía como corredor de transporte. Las naves laterales presentaban
estantes donde se disponían los aparejos de los navíos. El Pireo fue el puerto
principal de Atenas, fortificado por Temistocles (político ateniense). Fue
unido a Atenas gracias a la creación de un recinto amurallado compuesto por
muros largos.
Los Muros
Largos de la Grecia Antigua, eran murallas construidas desde la ciudad
hasta su puerto, proporcionando una conexión segura hasta el mar incluso en la
época de la cosecha. Aunque los muros largos fueron construidos en muchas
localizaciones en Grecia, Corinto y Megara son dos de los mejores ejemplos
conocidos. La frase «muros largos» generalmente se refiere a las murallas que
unían Atenas con sus puertos de El Pireo y Falero. Estos muros se erigieron a
mediados del siglo V a. C., fueron destruidos por los espartanos en 404 a. C.
tras la derrota de Atenas en la guerra del Peloponeso, y reconstruidos otra vez
con ayuda persa durante la Guerra corintia. Fueron un elemento clave en la
estrategia ateniense, dado que proporcionaron a la ciudad una unión permanente
con el mar y previnieron que fuera asediada por tierra.
Los muros originales de Atenas habían sido destruidos por los persas
durante las ocupaciones del Ática en 480 y 479 a. C., en la Segunda
Guerra Médica. Tras la batalla de Platea, las fuerzas persas que habían
invadido Grecia en 480 a. C. fueron desalojadas, y los atenienses
fueron libres para reocupar su territorio y reconstruir su ciudad. Pronto, en
el proceso de reconstrucción, se empezó por levantar nuevas murallas, alrededor
de la propia ciudad. Este proyecto provocó la oposición de los espartanos y de
sus aliados peloponesios, a los que alarmaba el aumento reciente del poder de
Atenas. Enviados espartanos instaron a los atenienses a que no siguieran
adelante con la construcción, argumentando que una Atenas amurallada sería una
base útil para un ejército invasor, y que las defensas del istmo de Corinto
proporcionarían un escudo suficiente contra los invasores. Los atenienses
ignoraron estos argumentos, conscientes de que dejar des amurallada
completamente su ciudad suponía ponerla a merced de los peloponesios;
Tucídides, al relatar estos hechos, describe una serie de complejas
maquinaciones de Temístocles con las que distrajo y retrasó a los espartanos
hasta que los muros hubieron sido erigidos hasta una altura como para ser
defendibles.
A finales de la década del 460 a. C., comenzó una
contienda entre Atenas y varios aliados peloponesios de Esparta,
particularmente Corinto y Egina. En la mitad de este enfrentamiento, Atenas
empezó la construcción de dos muros más, uno en dirección desde la ciudad hasta
el puerto viejo de Falero, y el otro hasta el puerto más nuevo de El Pireo. En 457 a. C.,
un ejército espartano derrotó a un ejército ateniense en Tanagra mientras
intentaban impedir la construcción, pero el trabajo en los muros continuó y
fueron terminados poco después de la batalla. Estos nuevos muros, los Muros
Largos, aseguraron que Atenas nunca estaría aislada de suministros mientras
controlara el mar.
La construcción de los Muros Largos reflejaba la estrategia que
Atenas había seguido desde principios del siglo V a. C. A diferencia
de la mayoría de los estados ciudad federales griegos, que se especializaron en
defenderse con ejércitos de hoplitas, Atenas, desde la época de la construcción
de su primera flota durante una guerra con Egina en la década del
480 a. C., se había concentrado en la marina como el centro de sus
ejércitos. Con la fundación de la Liga de Delos en 477 a. C., Atenas
se comprometió a largo plazo a una guerra naval contra los persas. Durante las
siguientes décadas, la marina ateniense se convirtió en el pilar de una liga
cada vez más imperial, y el control ateniense del mar permitió que la ciudad
fuera abastecida a través del Helesponto y las regiones del mar Negro. La
política naval no fue seriamente cuestionada ni por los demócratas ni por los
oligarcas entre el 480 a. C. y el 462 a. C. A partir de
este año, sin embargo, después de que Tucídides hijo de Melesias hiciera de la
oposición a la política imperialista el grito de guerra de la facción
oligárquica, el escritor conocido como el Viejo Oligarca empezaría a
identificar armada con democracia, conclusión de la que se han hecho eco
algunos modernos académicos. Los Muros largos fueron un factor crítico en
permitir que la flota ateniense se hiciera la fuerza primordial de la ciudad.
Con la construcción de los Muros Largos, Atenas se hizo una isla
esencialmente dentro de tierra firme, en ese caso ninguna fuerza estrictamente
terrestre podía esperar capturarla. (En la guerra griega antigua, era casi
imposible tomar una ciudad amurallada de ninguna manera aparte del hambre y la
rendición.) Así, Atenas podía confiar en su poderosa flota para ponerla a salvo
en cualquier conflicto con otras ciudades del continente griego. Los muros
fueron terminados en el periodo subsiguiente a la derrota ateniense en la
batalla de Tanagra, en la que un ejército espartano derrotó a los atenienses en
el campo, pero fueron incapaces de tomar la ciudad debido a la presencia de los
muros de la ciudad. Tratando de asegurar su ciudad incluso contra el sitio, los
atenienses terminaron los Muros Largos y, esperando impedir todas las
invasiones del Ática, también se apoderaron de Beocia, que, cuando ya
controlaban a Megara, puso todos los accesos al Ática en manos amigas. Durante
la mayor parte de la Primera Guerra del Peloponeso, Atenas fue inatacable por
tierra, pero las pérdidas de Megara y Beocia al final de ese conflicto forzó a
los atenienses a recurrir a los Muros Largos como su fuente de defensa.
En el gran conflicto de Atenas con Esparta, la guerra del
Peloponeso del 432 a. C. al 404 a. C., los muros tuvieron
una importancia extrema. Pericles, el líder de los atenienses desde el principio
de la guerra hasta su muerte en el 429 a. C., basó su estrategia en
el conflicto alrededor de ellos. Sabiendo que los espartanos intentarían
provocar a los atenienses en una batalla terrestre arrasando sus cultivos, como
hicieron en la década del 440 a. C., ordenó que los atenienses se
quedaran detrás de los muros y que dependerían de su flota para ganar la
guerra. Por consiguiente, las campañas de los primeros años de la guerra
siguieron un diseño consecuente: Los espartanos enviarían un ejército de tierra
para arrasar el Ática, esperando provocar que los atenienses salieran. Los
atenienses se quedarían detrás de sus murallas, y enviarían una flota para
saquear ciudades y quemar cultivos mientras navegaban alrededor del Peloponeso.
Los atenienses tuvieron éxito al evitar una derrota terrestre, pero sufrieron
grandes pérdidas en las cosechas por las incursiones peloponesias, y su tesoro
se debilitaba por los gastos de las expediciones navales y por la importación
de grano. Además, la peste devastó la ciudad en 430 a. C. y 429 a. C.,
siendo empeorados sus efectos por el hecho de que la población entera de la
ciudad estaba concentrada dentro de los muros.
Los atenienses continuaron usando los muros para protegerse en la
primera fase de la guerra hasta la captura de rehenes espartanos durante la
victoria ateniense en Pilos. Tras la batalla, los espartanos se vieron
obligados a cesar en sus incursiones anuales, cuando los atenienses amenazaron
con matar a los rehenes si una invasión era lanzada.
En la segunda fase de la guerra, los muros fueron de nuevo
centrales para la estrategia de ambos bandos. Los espartanos ocuparon un fuerte
en Decelia, en el Ática, en 413 a. C., y situaron allí una fuerza que
constituía una amenaza durante todo el año para Atenas. Ante este ejército, los
atenienses sólo podían abastecer a la ciudad por mar. Los Muros Largos y el
acceso a un puerto que ellos proporcionaron, eran ya lo único que protegía a
Atenas de la derrota. Dándose cuenta de que no podían vencer a los atenienses por
tierra, los espartanos volvieron su atención a construir una marina, y desde el
principio hasta la fase final de la guerra se dedicaron a tratar de vencer a
los atenienses en el mar. Su triunfo final, en la victoria de la Egospótamos,
cortó a los atenienses sus rutas de suministro y les forzó a rendirse. Uno de
los términos más importantes de esta rendición era la destrucción de los muros
largos, que fueron desmantelados en 404 a. C.
A continuación de su derrota en el 404 a. C., los
atenienses rápidamente recuperaron algo de su poder y autonomía, y en el 403 a. C.
derrocaron al gobierno que los espartanos les habían impuesto. En 395 a. C.,
los atenienses habían entrado con bastante fuerza en la guerra corintia como
beligerantes con Argos, Corinto y Tebas. Para los atenienses, el hecho más
significativo de esta guerra fue la reconstrucción de los Muros Largos. En 394 a. C.,
una flota persa bajo el almirante Conón derrotó decisivamente a la flota
espartana en Cnidos, y, tras esta victoria, condujo su flota a Atenas, donde
proporcionó ayuda y protección para que los Muros Largos fueran reconstruidos.
Así, al final del conflicto, los atenienses habían recuperado la inmunidad
frente a los asaltos desde tierra que los espartanos les hicieron al final de
la guerra del Peloponeso.
Desde el final de la guerra corintia hasta la derrota final de la
ciudad por Filipo II de Macedonia, los Muros Largos continuaron jugando un
papel central en la estrategia ateniense. El Decreto de Aristóteles de 377 a. C.
restableció una liga ateniense que contenía a muchos ex miembros de la Liga de
Delos. A mediados del siglo IV a. C., Atenas tenía de nuevo el
preeminente poder naval del mundo griego, y había restablecido las rutas de
suministro que le permitieron resistir un asedio por tierra.
El ágora de Atenas
era el centro de la actividad política, administrativa, comercial y
social de la antigua Atenas, su foco religioso y cultural, y el lugar de
impartición de justicia. Se trataba de un amplio espacio abierto,
aproximadamente rectangular, flanqueado por una acumulación de edificios
públicos.
Con el tiempo, el Ágora fue adquiriendo una mezcla de funciones:
Centro de gobierno
Era, entre otros, el lugar donde los atenienses se reunían para
discutir sus leyes y decidir el futuro político de su ciudad, el cual solía
depositarse en manos de aquellos que mejor dominasen la oratoria, el arte de
convencer. La filosofía de Sócrates, o, con más exactitud, los diálogos
platónicos (y la Academia de Platón, cuyas puertas estuvieron abiertas durante
varios siglos) le dieron a nuestra forma de pensar, unas bases imperecederas,
nacidas en el seno de un grupo de amigos de la sofía (sabiduría) que se
oponía a aquella democracia, del ágora, que dejaba el futuro de la ciudad en
manos de sofisticados oradores y demagogos.
Hasta las reformas de Clístenes era el lugar de concentración de
la Ekklesía (Asamblea).
La ekklesía o ecclesía
era la principal asamblea de la democracia ateniense en la Grecia
clásica. Fue instaurada por Solón en el 594 a. C. y tenía un carácter popular,
abierta a todos los ciudadanos varones con 2 años de servicio militar, incluso
a los tetes.
La ekklesía era utilizada para designar magistrados, de manera que
estos eran elegidos mediante el sorteo, participando todos los atenienses que formasen
parte de la asamblea. De esta forma, también elegían de forma indirecta a los
componentes del Areópago, quienes eran elegidos por los magistrados electos por
la ekklesia.
Entre otras cosas, la asamblea tenía la última palabra en lo
referente a la legislación ateniense, las declaraciones de guerra, la firma de
la paz, la estrategia militar, la elección del strategos y otros
oficiales y poseía la facultad de llamar a los magistrados a rendir cuentas
ante ella al final del año de su mandato.
En el siglo V a. C. sus miembros ascendían a 43.000
personas, sin embargo, sólo aquellos con riqueza suficiente como para poder
pasar mucho tiempo lejos de casa podían haber participado de forma habitual,
hasta que las reformas de Pericles en los años 451 y 452 a. C., que
suponían un pago por desempeñar tareas públicas, permitieron el acceso de todo
ciudadano, independientemente de su nivel económico.
Al principio se reunían una vez al mes, pero más tarde llegaron a
reunirse tres o cuatro veces mensuales. La agenda para la ekklesía la
establecía el Boulé, el consejo popular. Las votaciones se hacían a mano alzada
Recinto sagrado
El Ágora era un lugar sagrado, como testimonian numerosos santuarios.
Allí se encontraban templos dedicados a los dioses olímpicos, a Hefestos, a Zeus
y a Apolo.
Sede judicial
En el Ágora estaban los tribunales donde se celebraban juicios y
donde se condenó, entre otros, a Sócrates a pena de muerte por, según sus
acusadores, corromper a los jóvenes e introducir dioses nuevos.
Mercado
Su vitalidad era aumentada por la Vía Panatenaica, la calle
principal de Atenas, —después de trasponer la Puerta Dípilon—, y que en
ocasiones fue el escenario principal de la procesión que la cruzaba durante las
fiestas de las Panateneas.
La Vía Panatenaica era la calle principal de la Antigua
Atenas. Iba desde la puerta Dípilon hasta la Acrópolis, a 1 km de distancia,
atravesando el Ágora en diagonal, de noroeste a sureste.
El piso era de capas de grava compactada, excepto en el sur, donde
comienza la empinada subida a la Acrópolis, que se pavimentó con grandes losas
de piedra en época romana. Se han excavado unas sesenta y seis capas
superpuestas, que corresponden a un millar de años de uso de la vía, desde el siglo
VI a. C. hasta el siglo VI.
En los periodos helenístico y romano, la calle estaba delimitada
por canaletas de piedra. Estos canales contaban con hoyos para retener los
sedimentos y mantener la limpieza.
A lo largo de esta calle discurría una procesión solemne durante
el Festival de las Panateneas, celebrado cada año en honor de la diosa Atenea,
patrona de la ciudad.
La calle fue usada también para las carreras de carros disputadas
durante las Panateneas. Igualmente, parece haber servido como pista de
atletismo para carreras a pie, antes de que se construyese un estadio, y como
campo de entrenamiento de la caballería ateniense.
El Dípilon "doble puerta") es el nombre que
recibía una de las puertas de entrada a la antigua Atenas, situada en el
noroeste, por la que pasaba el camino procedente de Eleusis. Se encontraba
junto a la llamada puerta Sacra, por la que pasaba la procesión de las Panateneas,
más antigua y reemplazó a la anterior puerta de Tria. Era una doble puerta que,
un lado daba al campo y conducía a la Academia, que distaba unos 6 estadios (unos
1150 m). La otra parte daba al interior de la ciudad.
La puerta del Dípilon fue levantada en el 330 a. C., a instancias
de Licurgo (ortador)|Licurgo, orador ateniense, aprovechando los restos y el
vano de la anterior puerta de Temístocles, de la que actualmente subsiste la
base de estructura de la torre oeste. Originalmente era llamada en plural
"puertas Triasias", porque la llanura de Eleusis recibía el nombre de
llanura Triasia.
En el siglo IV a. C., la parte exterior de la puerta
estaba dividida por un pilar, en cuya base había un monumento para ofrendas de
mármol. Reconstruida y reforzada en este siglo y el siguiente, servía para
que tras franquearse la parte exterior se penetrase en un corredor que quedaba
encajonado entre dos grandes muros, desde los cuales los eventuales sitiados
podrían saetear y disparar a los asaltantes que hubieran forzado la primera
puerta de entrada. . Un suceso así se produjo en el año 200 a. C.
cuando la asaltaron las tropas macedonias de Filipo V.
En las excavaciones de esta zona se encontró una necrópolis,
conocida como necrópolis del Dípilon, con enterramientos de los siglos IX al VII a. C.
En esta zona se encontró la Inscripción del Dípilon, de 720 a. C.,
uno de los ejemplos más antiguos de uso del alfabeto griego. También se han
encontrado cerámicas pintadas por el conocido como Maestro del Dípilon, del siglo
VIII a. C.
Extramuros de ambas puertas, la Sacra y el Dípilon, a lo largo del
camino a Eleusis, se encontraba el cementerio del Cerámico.
La parte interior de la puerta está flanqueada por dos torres
cuadradas, amplias y de muros de gran espesor. Intramuros, la puerta estaba
subdividida en dos entradas. Cada una de ellas permitía el paso de dos carros.
Frente al Dípilon había una fuente adosada a un edificio y adornada
con un pequeño pórtico marmóreo. Tras el pilar central que dividía en dos la
entrada al interior del Dípilon, se hallaba un altar dedicado a los siguientes
dioses: a Zeus Herceo, que era el protector de los lugares fortificados; a Hermes,
dios de las puertas y los caminos; y a Acamante, que era un dios tribal.
La torre sudoeste del Dípilon y la puerta sagrada que se encuentra
a la izquierda del Dípilon, vistas desde el interior de la ciudad, están unidas
mediante una muralla de unos 40 m de longitud, construida durante el arcontado
de Temístocles. El material con el que se construyó fue el ladrillo, sustentado
sobre un zócalo de piedra. Fue objeto de varias reconstrucciones a lo largo del
tiempo. La propia puerta es un conglomerado de mampostería de muy diversas
épocas.
Construida también por Temístocles, se compone de un largo camino
encerrado entre dos muros altos. Sus ángulos fueron bastionados con dos torres
defensivas, siendo la de la izquierda una reconstrucción romana. La puerta
estaba dividida longitudinalmente en dos partes. Una de ella servía para
encauzar las aguas del arroyo Eridanos que, descendiendo de la colina del Licabeto,
llegaba hasta allí canalizado. Unido por ambas partes a las dos torres de las
puertas se extendían los muros de Temístocles, que después reforzó con un
segundo muro trasero a una distancia de unos 11 m, de forma que quedó un camino
de ronda entre ambas murallas.
El muro sur adosado a la Puerta Sagrada, levantado sobre la
vertiente rocosa que desciende a la depresión formada por el arroyo, es donde
más se aprecian las diversas restauraciones. En esta parte del muro se abre una
puerta. El nivel del terreno en cada reconstrucción se fue elevando, estando la
base del amurallamiento enterrada en el suelo. El estilo de la construcción de
su base es ecléctico. La primera restauración del siglo IV a. C.,
consistió en bloques poligonales. Tras la batalla de Queronea se construyó
apresuradamente otro muro sustentado por dos hileras de bloques. Además, se
construyó una serie de caminos cubiertos frente al muro, así como casas
fortificadas al estilo de la fortificación de Tirinto, en la que las murallas
son huecas y abovedadas, facilitando la circulación de las tropas. La longitud
de este sistema defensivo llegaría a tener aproximadamente unos 200 m.
Entre las puertas Dípilon y la Puerta Sagrada, existe un espacio
que contiene un conjunto de construcciones de comienzos del siglo
IV a. C. Este conjunto de edificios ha quedado delimitado por la
calle Melioni y no ha podido ser excavado. Junto a dicha calle hay un propíleo,
es decir, una entrada monumental. Se han hallado los restos de un gimnasio,
probablemente construido en dicho siglo. Un patio columnado amplio tenía en sus
lados una serie de habitaciones que servían para vestuario o el descanso. El
patio daba acceso a una entrada de mármol por la que entraban los carros. Este
lugar servía de lugar de reunión durante la procesión de las Panateneas., y
como almacén del instrumental y elementos necesarios para dichas fiestas. De
ahí le viene el nombre de Pompeion.
Hacia el año 400 se intentó reconstruir el recinto amurallado de
Temístocles. Con las invasiones de los hérulos la defensa del burgo ateniense
había quedado reducida a una muralla perimetral circunscrita a la Acrópolis.
Todas estas reconstrucciones de muros quedaron soterrados durante la Edad Media
a causa de los aluviones depositados ro diversas riadas del río Eridanos.
Vía Sagrada, tumbas y monumentos
Por la Puerta Sagrada no solo discurría la Vía Sagrada, sino que
también lo hacía el río Eridanos bajo un arco.
La Vía Sagrada conducía desde el Ágora hasta el santuario de Eleusis,
siendo recorrida por las procesiones que se celebraban durante los Misterios
eleusinos. Próxima a la bifurcación que la vía Sacra efectúa a unos 50 m de la
Puerta Sagrada, se encuentran los restos de un edificio que permanece sin
identificar. Un poco más adelante se hallan dos monumentos con epigramas
inscritos. También hay unas tumbas de embajadores extranjeros (próxenos) que
murieron en Atenas.
Donde se construyó la estela pintada de Tersandro y Similos, procedentes de Córcira
en el 380 a. C. Ahí se forma un ángulo entre la Vía Sacra y una
avenida de tumbas que se dirige hacia el oeste. En el lugar de la bifurcación
se encuentra el santuario de los Tritopateis, con un períbolo que circunda un
muro. Es un temenos delimitado por tres mojones (horois). Estas
divinidades aquí veneradas probablemente sean de la época arcaica, ya que se ha
descubierto la siguiente inscripción: ΗΙΕΡΟΝ ΤΡΙΤΟΠΑΤΡΕΟΝ.
Enfrente del Tritopator, la vía se divide en dos ramales, uno que
se dirige hacia el oeste y otro que se encamina hacia el sur, el cual está
bordeado de tumbas de la época clásica, aproximadamente del siglo
IV a. C. La mayoría de estos enterramientos constituyen terrazas
superpuestas sobre los muros. Otras son simples túmulos. En estas terrazas hay
diversidad de restos de mármol, pilares y columnas, vasos macizos como lutróforos,
lecitos, templetes funerarios, trapezas, bajorrelieves y pinturas. Los
bajorrelieves están tallados en una especie de templetes, como los naiskos.
Los ángulos de las terrazas están a veces decorados con lecitos o esculturas
marmóreas de animales. Perviven pocos de estos monumentos.
En la propia Vía Sagrada hay una estela funeraria dedicada a
Abtidosis, antaño pintada. Son destacables asimismo el lecito de Aristómaco y
el lutróforo de Olímpicos. Se halla allí la tumba de Eucoline, que está
adornada con un relieve con el difunto representado con un pájaro en sus manos
y un perro a sus pies despidiéndose de su dueño. A Eucoline le acompañan dos
mujeres y un hombre. Esta estela está situada sobre un túmulo. Cercano a este
monumento se descubrieron las bases de una muralla de época micénica.
Paralela a la Avenida de las Tumbas, hay otra avenida que
se dirige hacia el oeste, a unos 200 m del monumento de Eucoline, se halla el
monumento de Aristión. La decoración es en bajorrelieve. El difunto está
representado con un pájaro en su mano. Ante él un servidor lleva un estrígile,
herramienta usada en los gimnasios. A los pies de Aristión hay una sirena en
actitud implorante. Continuando por esta vía occidental son visibles monumentos
funerarios casi intactos.
Las Panateneas eran
unas fiestas religiosas que se llevaban a cabo todos los años en Atenas
dedicadas a Atenea, diosa Poliada (protectora de la ciudad), y que tenían lugar
durante algunos días del mes de hecatombeón (primer mes en el calendario
ático) equivalente a finales del mes de julio actual o principios de agosto.
Eran las celebraciones religiosas más antiguas e importantes de Atenas.
Por otra parte, y cada cuatro años, se celebraban las Grandes
Panateneas que duraban más que las anuales y que eran las más prestigiosas
y apreciadas por los ciudadanos de Atenas, similares, en importancia, a los Juegos
Olímpicos o los Juegos Panhelénicos. Además había desfiles militares desde el Cerámico
hasta la Acrópolis pasando por el Ágora.
Según una tradición, el mítico rey Erictonio, tras convertirse en
rey de Atenas, erigió una estatua de madera de Atenea e instauró la festividad
de las Panateneas. Sin embargo, otra versión relatada por Plutarco decía que la
Panatenea, concebida como un sacrificio común, había sido instaurada por Teseo.
Según Harpocración, las fiestas se habían denominado anteriormente Ateneas.
Por otra parte, la alusión que hace Homero a una festividad en
Atenas donde se sacrificaban toros y corderos en un templo que Atenea compartía
con Erecteo es considerada como una primera alusión a las Panateneas.
Ánfora panatenaica que representa por un
lado una escena de pugilato y por el otro la imagen de Atenea Promacos. Hacia
490 a. C., Antikensammlung, Berlín.
Los eventos principales que tenían lugar en las Panateneas anuales
eran la procesión, los sacrificios y la fiesta nocturna y además se
desarrollaban algunas competiciones solo para atenienses entre las que al
parecer figuraban una danza de hombres armados, una carrera de antorchas y el
concurso de belleza masculina conocido como evandria. En las Grandes
Panateneas, además de estos mismos eventos, se desarrollaban otras
competiciones atléticas, ecuestres y artísticas en las que podían participar
otros griegos no atenienses.
Sobre la base de un festival anterior del que se no se conocen
apenas detalles, las Grandes Panateneas fueron remodeladas o creadas en 566 a. C.,
bajo el arconte Hipoclides o, según otras fuentes, por Pisístrato. Esta
reorganización, inspirada en los Juegos Píticos, incluía competiciones
deportivas además de certámenes de poesía y música.
Había competiciones que eran exclusivas para los atenienses y
otras abiertas para todos los griegos. Entre estas últimas, se incluían
carreras (estadio, diaulo, dólico y carreras de hombres armados), pugilato, lucha,
pancracio, pentatlón, lanzamiento de jabalina a caballo y carreras de cuadrigas
de muy diversas modalidades. Los vencedores de los certámenes artísticos
(recitado y música) eran premiados con una corona de oro y con dinero mientras
los ganadores de las carreras recibían como premio ánforas panatenaicas que
contenían aceite de oliva procedente de los olivos sagrados de Atenas. Las ánforas
estaban cinceladas por un lado con la imagen de la diosa y por el otro con un
grabado del vencedor de la prueba. Además, figuraban dos columnas con dos
gallos sobre ellas posteriormente sustituidos por Victorias aladas, así como la
inscripción ΤΟΝ ΑΘΕΝΕΘΕΝ ΑΘΛΟΝ, que indicaba que formaba parte de los premios
de Atenas.
Los juegos reservados a los atenienses incluían una carrera con
antorchas (predecesora de los relevos de antorcha de los Juegos Olímpicos
modernos) que partía desde el santuario de la Academia, situado en el exterior
de la muralla, en cuyo altar se encendían las mismas. Su recorrido pasaba por
el Cerámico y el ágora y concluía en la Acrópolis. Otra modalidad era la
carrera de carros conocida como la de los apóbatas, en la que en un momento
dado el apóbata debía saltar del carro y acabar la carrera a pie o bien, según
otros autores, desmontar y volver a montar en el carro en diversos momentos.
Otras competiciones tribales reservadas solo para atenienses incluían batallas
de caballería (antipasia), regatas, la danza pírrica (aparentemente
ejercicios militares con música) y la evandria (un concurso de belleza entre
los atletas). Los ganadores de estas competiciones recibían premios en metálico
y animales.
Al menos desde el siglo VI a. C., tanto las
competiciones atléticas como las poéticas, las musicales y las hípicas se
desarrollaban en el ágora. En el 446 a. C. los concursos de música y
de recitado se trasladaron al odeón. En el siglo IV a. C. desde la
época del Licurgo los concursos atléticos pasaron a realizarse en el Estadio
Panatenaico (cuya ubicación es objeto de debate) y probablemente también desde
el siglo IV a. C. las competiciones hípicas tenían lugar en el
hipódromo ubicado en el demo de Equelidas, pese a que algunas competiciones
seguían celebrándose en el ágora en el siglo II a. C.
Las pruebas y los concursos estaban organizados y supervisados por
diez magistrados especiales que se elegían cada cuatro años, los athlotétes.
Estos magistrados también se encargaban de organizar la procesión, de
garantizar que el peplo fuera elaborado y de la entrega de las ánforas con
aceite a los vencedores.
La procesión
La procesión, que se desarrollaba el día 28 de Hecatombeón, era el
acto más importante de la fiesta y sus fines fundamentales eran la ofrenda del peplo
(vestidura amplia y sin mangas, con pliegues escalonados) a Atenea y la
conducción de las víctimas (bueyes y ovejas) a los sacrificios. Según la
opinión mayoritaria, el motivo de este ritual era la celebración de la victoria
de los dioses en la Gigantomaquia y por ello se representaba este evento mítico
en la tela. El peplo era tejido, durante muchos meses, por las arréforos y
las ergástinas, a veces ayudadas por esclavas y era portado por las ergástinas
o por las arréforos en la solemne procesión que partía desde el Cerámico o,
según otras fuentes, desde el Leocoreo (o desde el Pompeion, a partir de fines
del siglo V a. C.) y recorría la ciudad a través de la vía
Panatenaica hasta la Acrópolis, donde se encontraba el altar de Atenea Polias.
La participación en esta procesión significaba un gran honor.
Además de las ergástinas y las arréforos, en la procesión iban los
organizadores (llamados hieropes en las panateneas anuales y athlotetes
en las grandes Panateneas), arcontes, altos cargos militares, ancianos con
ramas de olivo (talóforos), músicos, portadoras de cestas (canéforas),
portadores de cántaros (hidrióforos), personas que llevaban sillas, sombrillas
y pasteles de miel y representantes del pueblo. Es también posible que
participaran también personas con armas (caballeros y hoplitas).
En algún momento del periodo clásico se introdujo en la procesión
la llamada «nave panatenaica», un barco al que se le colocaba el peplo como si
fuera una vela. También se incorporaron a la procesión algunos metecos, clerucos,
colonos y aliados.
Las diferencias principales de la procesión de las Panateneas
anuales con la de las Grandes Panateneas parece que solo eran que en las
primeras no figuraba ni la nave panatenaica ni los representantes de los
cleruquías. Esta procesión continuó celebrándose hasta el año
395 d. C.
Sacrificios y banquete
El festejo terminaba con grandes sacrificios en honor de Atenea
Polias, de Atenea Niké, de Atenea Higía y otros de contenido misterioso
realizados en el Antiguo templo de Atenea. Durante una misma festividad, las
víctimas sacrificadas llegaron a ser más de 250. Después, la carne de los
animales sacrificados se comía durante un gran banquete en el demo del
Cerámico que cerraba por la noche el festival.
En el Friso del Partenón, que recorre el perímetro de la parte
superior de los muros de la cella, está representada, según la interpretación
más aceptada, la procesión de las Panateneas. Medía 160 metros, contaba con más
de 350 figuras y fue esculpida entre los años 447-438 a. C. La
procesión de las Panateneas, que se inicia en la fachada occidental, avanza en
dos filas, a la vez por el norte y por el sur, y termina ante la asamblea de
los dioses, en la fachada oriental. En el lado occidental figuran los
preparativos, con personajes que se calzan las sandalias y enjaezan los
caballos. Por los costados se ve avanzar a la caballería ya formada, precedida
por carros con parejas de guerreros y por los que caminan a pie: ancianos con
tallos de olivo, músicos tocando la lira y el aulos o doble flauta, jóvenes que
llevan vituallas y, delante de todos, las muchachas atenienses (ergastinas)
portadoras del peplos que regalan a los sacerdotes para que vistan a Atenea, la
cual se acerca a la asamblea de los dioses sentados.
Relieve
del friso del Partenón que representa un hombre, probablemente un arconte
recibiendo de un niño o de una niña una tela, que se ha interpretado como el peplo sagrado.
recibiendo de un niño o de una niña una tela, que se ha interpretado como el peplo sagrado.
La representación, no obstante, presenta diversas incógnitas, ya
que no está claro si se trata de la procesión de las Panateneas anuales o la de
las Grandes Panateneas; también hay dudas acerca de si se ha representado una
procesión histórica o una mítica; además podría tratarse de una representación
de diversos momentos de la procesión o quizá de la procesión en el momento de
llegar a la acrópolis y hay también dudas en la identificación de diversos
personajes.
Relieve
del friso del Partenón con la procesión panatenaica de jinetes montados a
caballo (Museo Británico).
La zona del Ágora ha estado ocupada sin interrupción en todas las
épocas de la historia de la ciudad.
Los aledaños del Ágora ya estaban poblados en el Neolítico (hacia 3000 a. C.).
Durante las Edades del Bronce y del Hierro fue utilizada como cementerio. Se
han encontrado tumbas que datan desde 1600 hasta 700 a. C. Varias
decenas de pozos marcan la posición de casas, lo que indica que la zona fue
dedicada también a vivienda.
En esta área existió un extenso cementerio micénico. A juzgar por
las fosas domésticas halladas, hubo asentamientos durante el Periodo geométrico
y siguió utilizándose como lugar de enterramiento.
Fue ocupada por viviendas aisladas y necrópolis, sobre todo
durante los siglos VIII y VII a. C.
En la Época Arcaica, el Ágora estaba situada al noreste de la Acrópolis.
Se tiene muy poca información sobre los edificios de esa época y menos aún
sobre su función. De manera general, el Ágora era un espacio abierto a todos
los habitantes. Es citada en la Ilíada y la Odisea.
A principios del siglo VI a. C., bajo el arcontado de Solón,
el Ágora fue desplazada al pie de la colinas Kolonos Agoraios (oeste), Areópago
(sur) y Acrópolis (sureste). De este modo, reemplazó a la antigua agorá
de Teseo, situada en la vertiente noroccidental de la Acrópolis.
Los primeros edificios político-religiosos, situados a lo largo
del lado oeste del Ágora, datan de esta época. La fuente sudeste y el Altar de
los Doce Dioses se erigieron hacia 520 a. C., durante la tiranía de
los Pisistrátidas.
El Altar de los Doce Dioses era un santuario y lugar de asilo. Estaba situado
en el centro del lado norte del Ágora y a partir de él se medían las distancias.
Progresivamente, los lados restantes de la plaza se enriquecieron
también con edificios públicos, fuentes y estoas, en un proceso que duró mucho
tiempo. Se debió vaciar el emplazamiento de las tumbas y de las casas que allí
había.
El Ágora encontró su sitio en el centro de la ciudad, con
numerosas funciones. Se encontraba en el punto más bajo del asty, en el cruce
de los grandes ejes de comunicación de la polis de Atenas: hacia El Pireo (uno
de los puertos de Atenas), la Puerta Sagrada, la Puerta Dípilon y la Vía
Panatenaica, hacia la Acrópolis.
El advenimiento de la nueva democracia, en 508/507 a. C.,
condujo a la construcción del Bouleuterion Antiguo, en el lugar ocupado
posteriormente por el Metroón, la demarcación del Ágora con hitos fronterizos (horos)
y, tal vez, la construcción de la Stoa Basileos.
Ágora
clásica
Durante la invasión persa de 480-479 a. C., el Ágora
sufrió el mismo destino que la Acrópolis. Las casas fueron destruidas y los
monumentos de la época arcaica sufrieron graves daños. El Templo de Apolo
Patroos y el Altar de los Doce Dioses fueron abandonados. Tras la victoria de
los atenienses sobre los persas en Maratón, aquellos ocuparon al día siguiente
el Ágora y encargaron a Critios y a Nesiotes la ejecución del grupo escultórico
de los Tiranicidas, símbolo de la libertad de Atenas. Fue erigido en el lugar
que ocupaba el de Antenor, robado por los persas.
Quizá antes, y a partir del fin de la Guerras Médicas, se efectuó
la reconstrucción a gran escala, con la adición de nuevas obras monumentales,
especialmente a partir de la época de Cimón (479-461 a. C.) Sobre
todo, con la construcción de stoas grandiosas de múltiples usos, situadas en el
perímetro del Ágora, y también con la erección del templo llamado Hefestión.
Entrando al Ágora por la Vía Panatenaica, el primer edificio que
se encontraba era la Stoa Basileos, uno de los más antiguos de la polis.
Inmediatamente después se alzaba otro pórtico, la Stoa de Zeus, frente al
cual se erigía una gran estatua de Zeus Eleuterios. Siguiendo hacia el sur
estaba el pequeño templo jónico y tetrástilo dedicado a Apolo Patroos,
construido sobre un templo en ábside de mediados del siglo VI a. C.
Los primeros edificios civiles fueron la Stoa Pecile y la Tholos
(465 a. C.), un edificio circular, sede de los 50 pritanos
(funcionarios) de la Boulé (Consejo de los 500).
La invasión persa destruyó el Bouleterion y el Metroón, pero sólo
el primero fue reconstruido y siguió funcionando hasta finales del siglo
V a. C. En esta época fue transformado en archivo y se construyó a
sus espaldas una nueva sede para las reuniones de la Boulé, en forma de cávea
teatral. Estos edificios, estrechamente relacionados entre sí, fueron puestos
bajo la protección de la Madre de los Dioses y su estatua se colocó dentro del
archivo. Todo el complejo arquitectónico, del que se conservan los restos, fue
reestructurado, tal vez en concomitancia con los grandes trabajos de
remodelación de los lados oriental y meridional del Ágora, y tomó el nombre de
Metroón.
Frente al Metroón se erigió, poco después de mediados del siglo
IV a. C., el Monumento de los héroes epónimos, que anteriormente
estaba situado más al sur. El monumento fue ampliado varias veces, según se iba
incrementando el número de tribus atenienses, lo cual tuvo lugar, ya en el periodo
helenístico, bajo Demetrio Poliorcetes, Ptolomeo III, Átalo I y, finalmente, en
época imperial romana, con Adriano.
Junto con el cercano Estrategeion—la sede de los estrategos
atenienses— el Tholos cierra el lado occidental del Ágora y la serie de
edificios públicos de ese lado de la plaza.
Edificios y estructuras del Ágora
clásica
Ágora de Atenas en el siglo
V a. C.: plano con los principales edificios y estructuras.
1.
Vía Panatenaica
2.
Patio Peristilar (tribunal de
justicia)
3. Ceca (Casa de la Moneda)
4.
Eneacrunos (fuente sudeste)
5.
Stoa Sur I y Stoa Sur II
6.
Heliea
7.
Estrategeion
8.
Kolonos Agoraios (colina del
Ágora)
9.
Tholos
10.
Horos (hito fronterizo del
Ágora)
11.
Monumento de los héroes
epónimos
12.
Metroón (Bouleterion Antiguo)
13.
Bouleterion Nuevo
14.
Hefestión (Templo de Hefesto)
15.
Templo de Apolo Patroos
16.
Stoa de Zeus
17.
Altar de los Doce Dioses
18.
Stoa Basileos (Stoa Real)
19.
Templo de Afrodita Urania
20.
Hermai
21.
Stoa Pecile
En época helenística, la construcción de las grandes terrazas de
las stoáis (pórticos), que se hallaban a los lados de la plaza, permitió
a los espectadores tener asegurada una posición cómoda, desde la cual asistir a
los distintos espectáculos relativos a la gran fiesta de Atenas: las
Panateneas.
Durante el siglo II a. C., el lado sur del Ágora cambió
radicalmente de aspecto con la construcción de varios edificios nuevos. El
primero en levantarse fue la Stoa Media, edificada entre 180 y 140 a. C.
Este edificio corría de este a oeste a través de la antigua plaza, dividiéndola
en dos mitades desiguales. La Stoa Sur II reemplazó a la Stoa Sur I en la
segunda mitad del mismo siglo. Corría paralela a la Stoa Media, formando un
rectángulo en el lado sur del Ágora, junto con otros edificios.
La Stoa de Átalo se construyó, entre 159 y 138 a. C.,
cerrando el lado oriental del Ágora. Fue un regalo de Átalo II Filadelfio a la polis
de Atenas, en agradecimiento por la educación que había recibido en ella antes
de ser rey de Pérgamo.
Además, el edificio del archivo (Metroón) fue reconstruido en el siglo
II a. C. con una fachada con columnas.
El Ágora no perdió del todo su función lúdica, ni siquiera cuando
la ciudad fue dotada de edificios permanentes para espectáculos.
Eneacrunos o Eneacruno, «La
Fuente de los Nueve Caños») era una fuente situada en el ángulo sudoriental del
Ágora de Atenas. Fue construida en la segunda mitad del siglo
VI a. C. y, según Pausanias, fue embellecida por Pisístrato, tirano
de Atenas. Añade el geógrafo que «existen pozos en toda la ciudad, pero ésta es
la única fuente». En su época era conocida como Fuente del sureste y se
detiene a mencionarla porque era muy antigua, un resto del Ágora arcaica (c. 550-525 a. C.)
Su identificación es uno de los problemas más debatidos de la topografía
ateniense. Heródoto la menciona en un pasaje relativo al asentamiento de los pelasgos
en las faldas del monte Himeto y su expulsión del Ática por los atenienses por
el maltrato recibido por parte de este pueblo hacia sus mujeres, en un relato,
además de anacrónico, carente de historicidad. Tucídides la sitúa en el valle
del río Iliso y la nombra como fuente Calírroe. Se ha sugerido que tal vez se
tratara de una cisterna de nueve fuentes, y no de una fuente de nueve caños.
La tradición localizaba esta fuente, antes llamada Calírroe, y que recibió el
nombre de Eneacrunos a partir de que fue acondicionada y canalizada en tiempos
de los Pisistrátidas, al sudeste de la Acrópolis y del Templo de Zeus Olímpico,
y cerca del río Iliso, en un tramo que aún hoy se conoce como Calírroe.
Heródoto, como se ha dicho arriba, la sitúa en esta zona, fuera de la ciudad y
en dirección al Himeto. Pausanias, la coloca al norte de la Acrópolis, en el
vértice sudeste del Ágora, cerca del Odeón de Agripa y del Eleusinion, en un
lugar donde los arqueólogos han encontrado restos de una fuente del siglo
VI a. C. Cuando describe la zona del Iliso no hace mención de la
Eneacrunos ni de ninguna otra fuente, lo que complica evidentemente el
problema. Debido a esta importante contradicción han aparecido muchas hipótesis
y diversos intentos de localización arqueológica. Los investigadores, sin
argumentos decisivos, se han inclinado en uno u otro sentido.
Wilhelm Dörpfeld halló un gran depósito al excavar al oeste de la
Acrópolis, entre el Areópago y la Pnyx, y situando la Calírroe junta a la Pnyx,
sostuvo la teoría de una canalización, obra de los Pisistrátidas, que conectaba
con el manantial del Iliso.
Con una interpretación distinta del término Eneacrunos, que no
sería la fuente de los nueve caños, sino la canalización de las nueve fuentes,
en un sistema que partiendo de la Calírroe, se extendería por diversos puntos
de la ciudad, se ha intentado armonizar los dos testimonios contradictorios.
Es probable que pesen más los argumentos de la tesis de Tucídides
sobre una antigua prolongación de la ciudad «hacia el sur» y sobre la
localización de la fuente Calírroe al sudeste de la Acrópolis. Tucídides
conocía bien el lugar y es posible que Pausanias estuviera mal informado al
respecto, y que en su época la antigua fuente reformada por los Pisistrátidas
no fuera utilizada. Otros, sin embargo, la sitúan en el emplazamiento dado por
Pausanias, el sudeste del Ágora.
Los restos descubiertos al sureste del Ágora se han identificado
como una antigua fuente. La identificación se basa en una tubería de terracota,
que conduce el agua a la parte trasera del edificio desde el este, y en los
aliviaderos para eliminar el agua de las dos cámaras laterales. La sala central
se abre al norte en una fachada con tres columnas. La fuente es uno de los
edificios públicos más antiguos del Ágora. Se ha datado circa 530-520 a. C.
por la cerámica encontrada en el suelo y por el uso de mampostería de piedra
caliza poligonal, con abrazaderas en Z para unir los bloques.
La Stoa Sur I de Atenas era un stoa (edificio porticado)
del lado sur del Ágora, situada entre el tribunal de la Heliea y la fuente Eneacrunos,
o fuente del sureste.
Fue construida entre los años 425-400 a. C. y estuvo en
uso hasta circa 150 a. C., cuando fue reemplazada por la Stoa Sur II.
Se descubrió en 1936, al excavarse por debajo de la Stoa sur II de
época helenística y a lo largo de una calle más antigua, que pasaba junto al
lado meridional de la Heliea.
Tradicionalmente, las stoas eran grandes pórticos con locales en
la parte posterior, a menudo utilizados como comercios. Pero la Stoa Sur I debe
su característica peculiar a que detrás de un doble fila de columnas dóricas
había una serie de estancias destinadas a servir de oficinas a los magistrados
atenienses. Cada una de las quince habitaciones daba al pórtico a través de
una puerta de dos hojas, situada no en el centro de la habitación, sino hacia
el lado oriental. La octava estancia empezando por el este era la más grande y
poseía un amplio vestíbulo. El pavimento era de tierra apisonada o, a veces,
más compacta por el uso de cal blanca.
La posición de la puerta en un lado es característica de las
estancias pensadas para colocar lechos para banquetes (klínai) a lo
largo de las paredes y dejar así espacio para los comensales, cuyo número ideal
de siete daba en ocasiones nombre a la habitación (óikos eptáklinos,
habitación de siete lechos). La octava habitación resulta muy similar a las
salas para banquetes de las casa de la polis de Olinto.
En otras dependencias de esta stoa había hogares, o el pavimento
se construyó más alto sobre el nivel del suelo, para favorecer la salida de los
líquidos durante o después de los convites. Aunque estas estancias tuvieron más
de una función, su estructura indica que podían emplearse como salas de
banquetes cuando fuera necesario. Así, estas dependencias eran utilizadas por
los magistrados y sus colaboradores, ya fuera para desempeñar las tares
relacionadas con su cargo, ya para reunirse a comer todos juntos, como era
habitual entre todos los altos funcionarios de Atenas.
Es probable que su construcción estuviera relacionada con la
exigencia de reunir en un mismo lugar a todas aquellas magistraturas que, desde
la época de Solón, e incluso antes, habían tenido una sede propia.
Todos estos aspectos han inclinado a pensar a los arqueólogos e historiadores,
que si no toda la stoa, una parte de la misma debió cumplir la función del Tesmoteteion,
citado por las fuentes antiguas como uno de los edificios en que los
magistrados se reunían para comer en común. O también como en el Tholos
reservado a los pritanos.
La Stoa Sur II de Atenas era una stoa ubicada en el lado
sur del Ágora, entre el tribunal de la Heliea y la fuente Eneacrunos,
construida para reemplazar a la Stoa Sur I.
Fue edificada en la segunda mitad del siglo II a. C.
Constaba de una sola columnata de 30 columnas dóricas de piedra caliza, abierta
al norte.
La superestructura reutilizaba elementos de un edificio del siglo
IV a. C. Su único adorno era una pequeña fuente situada en la pared
trasera (sur). El edificio fue situado al oeste de la Stoa Sur I, a la que
reemplazaba, para hacer sitio a los niveles inferiores de la Plaza Sur del
Ágora
La Heliea era el
Tribunal Supremo de la Antigua Atenas. En general, se sostiene que el nombre
del tribunal proviene del verbo griego antiguo, que significa, congregarse.
Otra versión es que el tribunal recibe su nombre del hecho que las audiencias
se llevaban a cabo en el exterior, bajo el sol. La Heliea también era llamada
gran ekklesía. Inicialmente, este era el nombre del lugar donde se realizaban
las audiencias, pero luego esta denominación se extendió hasta incluir también
al tribunal.
Los jueces eran llamados heliastas o dikastas = los que juraban, es
decir, los jurados).
La Heliea era un tribunal popular compuesto por 6000 ciudadanos,
mayores de 30 años y repartidos en diez clases de 500 ciudadanos (1000 quedaban
en reserva) sorteados cada año para ser heliastas. La acusación era siempre, en
ausencia del equivalente a nuestros «ministerios públicos», una iniciativa
personal de un ciudadano. En caso de condena, recibían una parte de la multa,
como indemnización y recompensa de sus esfuerzos por la justicia, por lo cual
algunos ciudadanos hacían de la delación su oficio. Eran los sicofantas. A
pesar de los mecanismos limitando las desviaciones de este sistema, esto contribuía
a dividir la ciudad y servía de argumento al partido aristocrático contra el
nuevo régimen. Por un complicado sistema y según el asunto, se designaba por
sorteo (bajo control de un magistrado instructor) un número pequeño o grande de
heliastas para cada proceso. Así, a título de ejemplo, para un proceso privado,
se reunían 201 jueces normalmente, 401 excepcionalmente. Para los procesos
públicos, eran 501, 1001, o 1501 jueces. La labor de juzgar era difícil ya que
no había un código de procedimiento, ni código penal, ofreciendo así una gran
libertad de interpretación de las leyes (por otra parte de cantidad reducida).
Recinto
de las ruinas del tribunal de la Heliea. Stoa de Átalo al fondo. Ágora de
Atenas.
Los veredictos eran sin apelación e inmediatamente ejecutables,
donde se comprende el importante papel político que los tribunales de la Heliea
tuvieron. Tenían lugar doscientas reuniones anuales, cada una bajo la
presidencia de un magistrado que no tomaba parte en la votación. El tribunal de
los Efetas (51 miembros) fue el que acaparó las prerrogativas del Areópago,
podía reunirse en cuatro sitios diferentes según los tipos de asuntos:
Fichas de voto utilizadas por los jurados
de la Heliea, Museo del Ágora de Atenas.
·
En el Pritaneo, juzgaban todo
lo que había podido acarrear la muerte de hombres (objetos, animales);
·
En el Paladio, juzgaban las
muertes involuntarias, a los metecos y los esclavos;
·
En el Delfinio, juzgaban la
legítima defensa;
·
En una playa juzgaban a los
exiliados que habían conocido una muerte en su exilio. El acusado estaba sobre
una embarcación.
No está claro si la Heliea fue instituida por Clístenes o por Solón,
pero parece que este último inició una función de la Asamblea para representar
a un tribunal de recursos. El mismo Aristóteles afirma en otra obra suya que
los tribunales son un elemento democrático en la constitución de Solón.
El tribunal tenía 6000 miembros, elegidos anualmente por sorteo
entre los ciudadanos varones de más de 30 años sin deudas con el Tesoro o no
privados de sus derechos, concretamente privados de sus derechos civiles
mediante el castigo humillante de la atimia. Aquellos que sufrían de defectos
intelectuales o corporales también eran exceptuados, si sus taras les impedía
apercibir los procedimientos. Si una persona descalificada participaba en un
jurado, la información que era presentada contra él le conducía ante la Heliea.
Si era condenado, el tribunal podía imponerle el castigo o multa que mereciera.
Si el castigo era una multa, el infractor era llevado a prisión hasta que
pagara la deuda anterior por la que se le denunció, y la que además le
impusiera el tribunal.
Cleroterion,
máquina de sorteo de los jurados, Museo del Ágora de Atenas.
El cargo público de heliasta no era obligatorio, pero los
ciudadanos que deseaban ejercer estos servicios debían presentar una petición.
Los heliastas percibían un salario anual. Y, así, los jurados eran
renumerados por cada día de empleo con un óbolo y más tarde, tras la muerte de Cleón
en 425 a. C. con tres óbolos, nominalmente 3 dracmas antiguas. Según Aristóteles,
«Pericles fue el primero que dio una retribución a los tribunales, para hacer
frente a la popularidad de Cimón por su riqueza».
Los 6000 eran sacados de las diez tribus (cada tribu ofrecía 600
miembros) y eran divididos en cámaras de 600 jurados, 500 o 501 eran miembros
regulares y el resto constituía un jurado alternativo. En caso excepcional, el
tribunal podía constituirse en sesiones plenarias. A veces las cámaras
estaban compuestas de 201 a 401 miembros o de 1001 a 1501 miembros. Después
de la elección, los heliastas tenían que hacer jurar una vez al año.
Después del acto de jurar, cada juez recibía una tablilla de
madera de boj, con su propio nombre, el de su padre y el de su demo inscritos
en esta, y una letra del alfabeto, hasta la kappa y los jurados de cada tribu
eran divididos en secciones, aproximadamente en una cantidad igual a cada
letra.
La expresión por tribus (katà phylás) no quiere decir que
cada tribunal era asignado a una tribu diferente, sino que representantes de
todas las tribus estaban en cada tribunal. En 390 a. C., la
asignación diaria no era por tribus, sino por «divisiones heliásticas» o
«secciones».
Las diez secciones (mérē), distinguidas con las letras del alfabeto
griego desde la Α hasta la Κ, no coincidían con las diez tribus, sino que cada
sección tenía aproximadamente un número igual de jueces de todas las tribus.
Las tablillas que se conservan prueban que miembros de diferentes tribus
pertenecían a la misma sección.
Aristóteles dice sobre los tribunales:
Los tribunales tienen
diez entradas, una para cada tribu, y cien cajas (kibōtia), diez para cada
tribu, y veinte aparatos para sorteo (cleroterion), dos para cada tribu, y cien
cajas, diez para cada tribu, y otras tantas cajas en las que se echan las
tablillas de los jueces a quienes toque en suerte, y dos cántaros. Y en cada
entrada se colocan tantos bastones como jueces hay, y se echan en un cántaro
tantas bellotas de bronce como bastones hay. En las bellotas están inscritas
las letras del alfabeto a partir de la undécima, o sea la Λ, tantos cuantos
tribunales hayan de formarse.
La primera serie de cajas era cien, diez por cada tribu,
porque los jueces de cada tribu estaban divididos en diez secciones en las que
estaban distribuidos todos ellos.
Con respecto a las tablillas (pinákia), en cada
tribu, las que llevaban los nombres de los jueces con la sección A se colocaban
en la primera caja (kibōtion); las de sección B en la segunda, y sucesivamente
las diez secciones.
Según los jueces requeridos, se sacaba un número igual de
tablillas, por sorteo, del conjunto de las cien cajas. Así, cada tablilla
sacada tenía asignada por sorteo un tribunal. A continuación, todas las
tablillas se colocaban en la segunda serie de cajas. Todas las tablillas de
jueces asignadas a un determinado tribunal eran colocadas en la caja que
llevaba la letra correspondiente a ese tribunal.
Los bastones eran el distintivo del cargo de juez. Estaban
marcados con el mismo color que el dintel de la puerta del tribunal asignado al
juez. El juez lo entregaba al entrar al tribunal y recibía una tésera o
contraseña oficial (sýmbolon) a cambio. La tésera servía para reclamar
el pago del trióbolo (moneda de tres óbolos).
Las bellotas, llamadas bálanoi, eran unas bolas de
bronce, que tenían la letra del tribunal inscrita, y se depositaban en un
cántaro: tantas bellotas como bastones había.
En su origen, la jurisdicción de la Heliea fue limitada a juzgar a
los arcontes y, probablemente, algunas otras acusaciones similares contra los
titulares de cargos públicos. Fue cuando Efialtes y Pericles provocaron una
solución obligatoria a través de la ekklesía, desmantelamiento del Areópago, el
centro del conservadurismo, de la mayoría de los casos que juzgó, dice que la
Heliea empezó a juzgar casi todos los casos civiles y penales. El Areópago
mantuvo su competencia sólo para los crímenes, homicidios e incendios
provocados, mientras que los arcontes podían imponer algunas multas menores.
Digno de ser mencionado es, que la jurisdicción de la Heliea incluía también
litigios, que involucraban a ciudadanos atenienses de otras ciudades (clerucos)
y a otras ciudades, las aliadas, (o tributarias), es decir, las que por fuerza
o de buen grado formaban parte de la Liga de Delos; estaban pues todo sujetos,
pues, a unas leyes, que podríamos calificar de internacionales. Concretamente,
la Heliea funcionaba como un tribunal competente en litigios de leyes públicas,
privadas, penales y leyes privadas internacionales.
Al tener atribuciones sobre la llamada grafé paranomon, la
Heliea reemplazó al Areópago en la ejecución y el control legal de las
decisiones de la Ekklesía (Asamblea ateniense). Hasta las reformas de Efialtes
de Atenas, el Areópago tuvo la obligación de guardar las leyes y tener
vigilados la mayoría de los principales asuntos estatales.
Procedimiento
La Heliea ejercía durante todos los días laborables, excepto los
tres últimos días de cada mes y los días en que la Ekklesía estaba en sesión.
Las cámaras se situaban en el exterior, puesto que no existía un edificio
específico donde alojarse. Sin embargo, el lugar donde se realizaba la
audiencia estaba rodeado de setos, detrás de los cuales se ubicaba el público. En
detalle, el procedimiento legal era como sigue:
El hegemon del tribunal era el responsable de reunir los
pleitos y quejas. Tras realizar una investigación preliminar, tenía que citar a
los litigantes y testigos para comparecer ante el jurado. La mañana de la
audiencia, el hegemon echaría a suertes en qué cámara se efectuaría el
juicio y el lugar donde se reuniría el jurado. Después de la formación del
jurado, el hegemon debía suministrar las conclusiones de su
investigación preliminar, anunciando y definiendo el litigio sobre el cual
decidiría el tribunal. A continuación, comenzaba la audiencia del demandante,
el defendido y los testigos. Los propios litigantes eran quienes exponían sus
argumentos, sin el apoyo legal de un abogado, intercambiando monólogos
acotados por un tiempo establecido por una clepsidra (reloj de agua).
Durante un juicio público, cada litigante tenía tres horas para dar su
discurso, mientras que en juicios privados contaban con mucho menos tiempo
(aunque es estos últimos casos la proporción dependía de la suma de dinero en
juego). Así, los casos judiciales se convirtieron en una lucha vehemente de
sensaciones, puesto que los jurados no constituían un pequeño grupo de
ciudadanos maduros, como en el caso del Concejo de Areópago, que sólo se
interesaba en la correcta aplicación de la ley. Además, ante las Cámaras de la
Heliea cada ciudadano debía convertirse en un eficaz orador y actuar únicamente
en su carácter como ciudadano, para así proteger sus intereses y forzar sus
puntos de vista.
Las decisiones se tomaban votando luego de una deliberación para
la cual no existía un plazo determinado. No obstante, nada evitaba que los
jurados hablasen informalmente entre ellos durante el proceso de votación y
podían expresar a los gritos su desaprobación o descreimiento respecto de lo
dicho por los litigantes. Esto podría haber tenido algún papel en la
construcción de un consenso. La votación era pública y transparente. Cada
heliasta recibía dos votos: un «inocente» y un «culpable». Luego, el heraldo
debía, primero, preguntar a los heliastas si deseaban presentar alguna objeción
acerca de los testigos y, después, debía decirles que debían colocar sus votos
en dos ánforas distintas, una de cobre (para los votos válidos) y otra de
madera (los votos desechados). La votación era secreta (cada jurado debía tapar
con sus dedos el voto para que nadie viera en cuál ánfora lo arrojaba) y se
verificaba introduciendo en la urna de bronce una ficha perforada si el voto
era culpable, o una maciza, si el voto era inocente, descartando la ficha
sobrante en la urna de madera. Durante los casos civiles, el proceso de
votación era diferente, ya que las ánforas eran tantas como las partes
litigantes.
Después del recuento de votos, el heraldo anunciaba el resultado
final. En caso de empate en el número de votos, el defendido era absuelto por
considerárselo bajo el favor del «voto de Atenea».
Sentencias
Los heliastas podían imponer multas (en casos civiles y penales) o
«sentencias corporales» (sólo en casos penales). Las multas de la Heliea eran
mayores que las impuestas por los arcontes. Las «sentencias corporales» lato
sensu incluían la muerte, el encarcelamiento (para ciudadanos que no fueran
atenienses), la atimia (en ocasiones, acompañada por confiscación de bienes) y
el exilio.
Juicios famosos ante la Heliea.
Sócrates fue acusado de impiedad por Meleto, Anito y Licón. Su
juicio tuvo lugar en 399 a. C. y el jurado fundó su culpabilidad con
280 votos frente a 220. Su sentencia a muerte fue decidida en segunda
votación, lo que incluso fue peor para el filósofo. No obstante, Sócrates no
perdió la calma y, aunque durante el juicio él podría haber propuesto al jurado
su autoexilio, no lo hizo, puesto que la vida fuera de su querida ciudad ya no
tendría sentido para él.
Según Plutarco, Pericles se enfrentó a dos serias acusaciones.
La primera justo antes del estallido de la guerra del Peloponeso y la segunda
durante el primer año de la guerra, cuando fue condenado a una multa, el
importe de la cual era quince o cincuenta talentos. Antes de la guerra una
moción de Dracóntides, según la cual Pericles debía depositar sus cuentas del
dinero público a los pritanos y los jueces para que pudieran decidir sobre su
caso con votaciones sobre el altar de los dioses de la acrópolis. Esta cláusula
de la proposición fue, sin embargo, enmendada con la moción de que el caso
fuera juzgado ante mil quinientos jurados por la vía ordinaria, si se quería
llamarlo a juicio por desfalco y cohecho, o malversación.
Al cabo del tiempo los tribunales de la Heliea podían controlar a
la Ekklesía (Asamblea del pueblo ateniense). En efecto, en 416 a. C.
el procedimiento de la grafé paranomon (acusación a una ley) fue
introducido, para sustituir a la práctica del ostracismo, utilizado por última
vez el año precedente. Ello permitía a no importa qué ciudadano hacer examinar
por un tribunal de la Heliea toda ley que había sido votada por la Ekklesia o
en curso de proposición por la Ekklesia. Si el tribunal juzgaba la ley o la
proposición de ley contraria a las leyes generales de la ciudad, no solamente
era anulada sino que su autor y el epístata que dirigía los debates en el
momento de su adopción (o proposición) estaban sujetos a graves sanciones,
llegando hasta la atimia. Si el tribunal era apelado para juzgar una ley en
curso de proposición y que la había declarado compatible con la Constitución,
eso entrañaba su adopción sin reexamen por la Ekklesía. La grafé paranomon
ofrecía pues a la Heliea un papel mayor que el de mero consejo constitucional,
papel antes ejercido por el Areópago. La Heliea se convirtió al cabo del tiempo
en un colegislador, compartiendo el poder legislativo con la Boulé y la
Ekklesía. El resultado fue, que a partir de 355 a. C. las luchas
políticas no tuvieran lugar más en la Pnyx, sino en los tribunales.
El Estrategeion es un edificio trapezoidal situado en el Ágora.
Sin pruebas concluyentes, se piensa que servía de lugar de reunión para los estrategos.
Varias inscripciones en honor de combatientes han sido halladas al
suroeste del Ágora, lo que sugiere que el Estrategeion debía estar en las
proximidades.
Aunque no existe total certidumbre, las ruinas de un edificio del siglo
V a. C. precisamente en ese sitio pueden ser identificadas como las
del Estrategeion.
Fue construido encima de dos antiguas tumbas que datan de hace
casi 2700 años, e indicaciones arqueológicas revelan la presencia de un culto
heroico dedicado al héroe llamado Strategos, nombre que más tarde se usó como
título para los generales atenienses.
Los diez strategoi (figuras conocidas como Pericles, Arístides,
Temístocles, Cleón, Alcibíades y Nicias), que eran elegidos para un mandato de
un año, uno por cada tribu, discutían aquí y tomaban decisiones sobre materias
de finanzas y de política interior y exterior.
La tholos fue un edificio situado en el Ágora. Era la sede
de los pritanos (los 50 consejeros que presidían por turno la Boulé). Estos magistrados
ejercían el poder ejecutivo durante un mes.
Los Tholos, reconocibles por su
forma redonda, sirvieron como cuartel general de los prytaneis (comité ejecutivo)
del boule (senado de 500), según Aristóteles (Ath. Pol. 43.3). Aquí los cincuenta senadores fueron alimentados a expensas
del público, y al menos diecisiete pasaron la noche en el edificio, disponibles
para hacer frente a cualquier emergencia, independientemente de la hora. En cierto sentido,
entonces, Tholos representa el corazón de la democracia ateniense, donde los
ciudadanos que sirven como senadores se pueden encontrar en servicio las
veinticuatro horas del día.
Construido alrededor
del 470 a. C. el edificio era un tambor sin adornos, con
seis columnas interiores que sostienen un techo cónico de grandes tejas de
terracota en forma de diamante (Fig. 15). La forma redonda del edificio es inadecuada para su función
principal como comedor y puede ser que la práctica griega habitual de
reclinarse en sofás durante las comidas fue abandonada aquí a favor de sentarse
en un banco simple. Se encontraron jarras y vasos de vino etiquetados como
propiedad pública alrededor del edificio.
Plano de los
edificios administrativos en el extremo sur del lado oeste del Ágora.
Vestigios
de la tholos de Atenas.
Fue edificada en 465 a. C., después de la destrucción
por Jerjes I, durante la Segunda Guerra
Médica (480 a. C.), de un monumento más antiguo que tenía la misma
función.
Este lugar tenía la función de comedor y cocina, siendo un lugar
central en las actividades económicas de la polis. Se conservaban allí los
patrones de las medidas utilizadas para controlar las transacciones
comerciales.
Según Pausanias:
Cerca del Bouleterion se
halla el llamado Tholos, donde los prítanes hacen sacrificios, y hay algunas
imágenes, no grandes, hechas de plata.
El edificio tenía planta circular, con una puerta que se abría en
el lado oeste. El techo era cónico, sostenido por 6 columnas centrales, y
estaba recubierto en parte con tejas de terracota (algunas están en el Museo de
la Acrópolis) y en parte con tejas de bronce, tal vez en el centro.
Las excavaciones fueron realizadas en 1934 por la Escuela
Americana de Estudios Clásicos de Atenas.
Un horos es un mojón o señal de piedra utilizado en
la Antigua Grecia para delimitar las propiedades. A partir del siglo
IV a. C., los horoi son también empleados como señales
hipotecarias, marcando las tierras adscritas a un acreedor.
El Monumento de los héroes epónimos es un monumento de
carácter público, situado en el Ágora y construido en el siglo
V a. C., a raíz de las reformas políticas y sociales del legislador ateniense
Clístenes.
Cuando Clístenes instauró la democracia en Atenas, en 508/507 a. C.,
distribuyó a todos los atenienses en diez tribus recién formadas. El sistema
tribal fue la base de la nueva democracia ateniense: la ciudadanía dependía de
la pertenencia a una tribu, el ejército se organizaba en contingentes tribales,
cada ciudadano servía en la boulé como miembro de una tribu y se celebraban
fiestas en honor de cada héroe tribal.
Según Aristóteles, fue la Pitia quien designó los diez héroes
epónimos de las nuevas tribus atenienses, escogiéndolos de entre un grupo de
cien que los atenienses le presentaron. Pausanias menciona sus nombres.
Plano
del Monumento de los Héroes Epónimos y dibujo de la reconstrucción (Ágora de
Atenas).
Nombres de los
diez héroes
·
Erecteo
·
Egeo (padre de Teseo)
·
Pandion (normalmente uno de
los dos reyes legendarios de Atenas, Pandion I ó Pandion II)
·
Leos
·
Acamante
·
Eneo
·
Cécrope II
·
Hipótoo
·
Áyax el Grande
·
Antioco (un hijo de Heracles)
Según Pausanias, en los periodos helenístico y romano se añadieron nuevas
tribus.
Las referencias más antiguas al Monumento de los héroes epónimos
se encuentran en Aristófanes, en el 420 a. C. El monumento actual,
que data de circa 330 a. C., está formado por una larga base para
soportar diez estatuas de bronce, que representaban a los diez héroes epónimos
de las nuevas tribus. Además, tenía un trípode en cada extremo. El edificio
da prueba de la importancia de las reformas de Clístenes.
Sólo se conservan partes de piedra del umbral y de la valla que
rodeaba al edificio, junto con cinco bloques de piedra caliza de la propia base
y dos bloques de mármol de la corona.
El edificio cumplía también una función práctica, puesto que en él
se fijaba información útil para las distintas tribus, por debajo del héroe
epónimo correspondiente. Además, se anunciaba información más general.
Erecteo fue un rey de Atenas, hijo de Pandión I de
Atenas y Zeuxipa. Pandión era hijo de Erictonio, a quien algunos autores llaman
Erecteo I, recibiendo por tanto su nieto el nombre de Erecteo II. Por
otra parte, algunas fuentes afirman que llegó al Ática desde Egipto.
Según Apolodoro, tuvo un gemelo llamado Butes. Se dividieron el
poder real de Pandión. Erecteo tomó el poder real, y Butes el sacerdocio de Poseidón
y Atenea, el cual pasó directamente a sus descendientes.
Erecteo tuvo siete hijas con su esposa Praxítea: Protogenia, Pandora,
Procris (esposa de Céfalo), Creúsa, Oritía, Ctonia (que se casó con Butes, su
tío) y Otionia.
Tres de las hijas de Erecteo, forman la Triple Diosa
(neopaganismo) pelasga a quien se le hacían libaciones. Se dice que Otionia fue
la elegida para el sacrificio de Atenea, ya que un oráculo vaticinó que la
supervivencia de Atenas dependía de ella, y además era la misma Atenea como
Lechuza. Protogenia, por otro lado, era la Eurínome creadora y Pandora era la
diosa de la tierra Rea. Existen distintas versiones donde se dice que Cetonia
fue la sacrificada y que las dos hermanas mayores, Protogenia y Pandora, se
ofrecieron. En cualquier caso, se dice que las hermanas restantes, o al menos
alguna de ellos, se mataron.
Su reinado estuvo marcado por la guerra entre Atenas y Eleusis,
cuando Eumolpo de Tracia regía a los eleusinos, el cual (aceptando la principal
genealogía común) era hijo de Poseidón con Quíone, hija de Bóreas con Oritía,
hermana de Erecteo y bisnieto de éste. En la siguiente batalla entre las
fuerzas de Atenas y Eleusis, Ión fue el encargado de llevar la victoria a los
atenienses. En esta batalla Erécteo mató a Eumolpo cuando este intentaba huir.
Esto enfureció a Poseidón, quien apeló a su hermano Zeus, quien destruyó con un
rayo a Erécteo. Otros dicen que Poseidón lo derribó con un golpe de tridente en
Macras, donde la tierra se abrió para recibirlo.
Pausanias, en cambio, indica que en la batalla entre atenienses y
eleusinos murieron Erictonio e Imárado, el hijo de Eumolpo, y que después de
este enfrentamiento los eleusinos se sometieron a los atenienses en todo
excepto en la celebración de los misterios.
Según Cástor de Rodas y Apolodoro le sucedió su hermano o su hijo Cécrope
II. Otros hijos suyos, mencionados algunas veces, son Orneo, Metión, Pandoro,
Tespio y Eupálamo.
Poseidón era conocido en Atenas generalmente como Poseidón
Erecteo. El vestíbulo del templo de Poseidón fue llamado el Erecteión.
Egeo era el noveno rey de Atenas,
hijo de Pandión II y Pilia, y hermano por tanto de Niso, Palas y Lico.
Nació en Megara, en el istmo de Corinto, ciudad donde se había
exiliado su padre después de que los hijos de Metión le hubiera usurpado el
trono. Otras versiones afirman que Egeo era realmente hijo de Esciro o Femio,
un habitante de Megara, y que Pandión lo adoptó al poco de llegar a la ciudad.
Cuando Pandión murió, Egeo y sus hermanos atacaron Atenas y expulsaron
de ella a los hijos de Metión, repartiéndose entonces entre los cuatro el
dominio sobre el Ática: Egeo (que por ser el primogénito reclamó la mejor
parte) recibió Atenas, Niso reinó sobre Megara, Lico sobre Eubea y Palante
sobre el sur de la región.
Pero Egeo no estaba dispuesto a compartir el poder, y decidió
adueñarse de las partes que habían correspondido a sus hermanos. Expulsó a Lico
de su territorio, obligándole a refugiarse en Mesenia. Hizo lo mismo con
Palante, que después de muerto Egeo inició con sus cincuenta hijos una revuelta
para reconquistar su reino, pero fueron derrotados por Teseo, el hijo de Egeo.
De Niso no se tuvo que preocupar Egeo, pues ya había sido derrotado por Minos
de Creta, que se había aprovechado de la traición de una hija de Niso para
conquistar Megara.
En primer lugar, Egeo contrajo nupcias con Mélite, hija de Hoples,
pero como ésta no le daba hijos la repudió y se casó con Calcíope, hija de Rexenor,
matrimonio del que tampoco tuvo descendencia. Egeo, atemorizado porque sus
hermanos y sobrinos aprovecharan esta circunstancia para atacarle, pensó que la
falta de hijos podía deberse a un enfado de la diosa Afrodita, por lo que
introdujo el culto a Afrodita Urania en Atenas y luego acudió al oráculo de
Delfos en busca de ayuda. El oráculo le dio una respuesta que él no pudo descifrar:
«no abras la boca de tu repleto odre de vino, ¡oh el mejor de los hombres!,
hasta que llegues al punto más alto de Atenas».
Decepcionado por la enigmática contestación de la sibila, Egeo inició
su viaje de vuelta a Atenas, parando en Trecén y quejándose de su desdicha a su
hospedante: el rey de la ciudad, Piteo. Sin embargo éste sí entendió la
respuesta del oráculo y, emborrachando a Egeo, lo incitó a yacer con su hija Etra.
Cuando Egeo se dio cuenta de lo que había hecho, enterró debajo de
una gran piedra su espada y sus sandalias, diciéndole a Etra que si había
quedado embarazada y tenía un hijo varón de él, lo criase en secreto (por miedo
a la venganza de sus sobrinos) y lo enviase a Atenas cuando fuera lo
suficientemente fuerte como para levantar la piedra y cogerlas. Tras esto, Egeo
volvió a su ciudad para celebrar los juegos panateneos.
Teseo
Cuando pasó el tiempo oportuno, Etra, que había quedado
embarazada, dio a luz un niño al que llamó Teseo, que llegaría a ser uno de los
mayores héroes de toda Grecia. Algunos autores, quizás para engrandecer la
figura de Teseo, afirman que Poseidón yació con Etra la misma noche en que lo
hiciera Egeo, y que por tanto sería el dios del mar el verdadero padre del
héroe.
Teseo fue criado en Trecena por su madre, que no le reveló el
nombre de su padre hasta que cumplió dieciséis años. Llegado a esta edad, Teseo
pudo levantar la piedra, calzarse las sandalias y la espada de su padre e
iniciar su viaje a Atenas para ser reconocido como hijo del rey.
Androgeo, hijo del famoso rey Minos de Creta había ganado los juegos
panatenienses, momento de gran gloria que aprovechó Egeo para retarle a
luchar en una batalla campal, que estaba asolando esa parte del Ática. La
terrible batalla acabó con la vida del príncipe, o según otra versión, éste
murió a manos de los otros competidores de los juegos, celosos de su victoria.
El rey Minos utilizó la excusa de la muerte de su hijo para lanzar
su poderosa flota contra las costas de Grecia, conquistando Megara a Niso y
condenando con el aislamiento a Atenas, que sufrió el hambre y las epidemias.
Los atenienses consultaron al oráculo y éste les aconsejó que
aceptaran lo que les propusiera Minos si querían acabar con la guerra. Así,
aceptaron el humillante tributo que les impuso el rey de Creta para firmar la
paz: cada año debían enviar siete jóvenes y siete doncellas para que fueran
devorados por el minotauro, el monstruoso supuesto hijo de Minos que estaba
encerrado en un laberinto construido por Dédalo del que era prácticamente
imposible encontrar la salida.
Mientras esto ocurría en el Ática, los habitantes de Corinto se
habían rebelado contra Medea y habían apedreado a sus hijos en castigo por los
crímenes que la maga cólquida estaba cometiendo en su ciudad. Medea, abandonada
por su marido Jasón, huyó entonces a Atenas buscando la hospitalidad que le
ofreció Egeo cuando se la encontró en su camino de vuelta de Delfos. Una vez
llegada al palacio de Egeo, Medea le convenció de que se casase con ella
prometiéndole darle un heredero a pesar de que era ya casi un anciano. Egeo
pensó que las pócimas de la maga ayudarían a cumplir su deseo, y aceptó el
matrimonio, depositando en Medea toda su confianza y jurando por Gea y Helios
que nunca la expulsaría de su reino.
La nueva esposa de Egeo cumplió su promesa, y al poco dio a luz a
un niño al que llamaron Medo, si bien algunos autores piensan que éste era hijo
de Jasón o incluso de una relación posterior a la estancia de Medea en Atenas.
Medea tenía todo planeado para que su hijo Medo heredara el reino
de Atenas, por lo que reconoció e intrigó contra el recién aparecido Teseo nada
más poner éste los pies en la ciudad. El joven había acudido al palacio de
incógnito precisamente para evitar los ardides de su madrastra, lo que
aprovechó ésta para convencer a Egeo de que el recién llegado era un traidor.
El rey se dispuso entonces a deshacerse de él de la misma forma que había hecho
con Androgeo: ordenándole luchar contra el toro de Maratón.
Pero esta vez el toro fue derrotado y Teseo aprovechó la fiesta
organizada para la ocasión para mostrar la espada de Egeo justo cuando le
ofrecían una copa con veneno preparado por Medea. Egeo reconoció la espada de
inmediato y arrebató la copa de las manos de Teseo, salvándolo de una muerte
segura. Emocionado por haber encontrado a su hijo, desterró a Medea, que huyó
con su hijo Medo a Oriente y terminó sus días en su tierra natal, continuando
allí su carrera de muertes y conspiraciones.
La llegada a Atenas de un heredero fortificó los ánimos de los
atenienses, que estaban dispuestos a librarse del humillante tributo que
ofrecían a Creta desde el fin de la guerra.
Para ello, Teseo se incluyó en la ofrenda de siete jóvenes y siete
doncellas de ese año y viajó hasta el reino de Minos dispuesto a acabar con la
vida del Minotauro. Antes de zarpar su padre le indicó que si triunfaba
cambiase las velas negras del barco por otras blancas, para poder enterarse así
de su victoria lo antes posible.
Desde que Teseo zarpó su padre se obsesionó con su vuelta y cada
día subía hasta el cabo de Sunión, para ver si divisaba las velas blancas del
barco de regreso. Pero Teseo, que había derrotado al Minotauro, olvidó cambiar
las velas al estar pensando en la pérdida de Ariadna, la hija de Minos que lo
había ayudado. Egeo, desesperado al creer muerto a su hijo, se suicidó
lanzándose al mar que desde entonces lleva su nombre.
Tras honrar a su padre, Teseo heredó el reino de Atenas y puso fin
a las aspiraciones de sus primos matando a todos los hijos de Palante.
Pandíon, hijo de Erictonio y de Praxitea,
fue el quinto rey legendario de Atenas. Se casó con Zeuxipe, tía materna suya,
de la que tuvo dos hijos, Erecteo y Butes, que eran gemelos, así como dos
hijas, Filomela y Procne.
Su gobierno no fue nada extraordinario. Libró una guerra con Lábdaco,
rey de Tebas, por cuestiones fronterizas, y casó a su hija Procne con Tereo a
cambio de la ayuda en la guerra.
Según Apolodoro, fue durante el reinado de Pandíon cuando los
dioses Deméter y Dioniso llegaron al Ática. A Deméter la acogió en Eleusis su
rey Céleo.
A la muerte de Pandíon le sucedió en el trono Erecteo, y a Butes
otorgó los sacerdocios de Poseidón Erecteo y Atenea.
No debe ser confundido con Pandíon II, su bisnieto, padre de Egeo
y de Niso.
Pandíon II era hijo y heredero de Cécrope
II, Rey de Atenas, y su mujer Metiadusa. Fue desterrado de Atenas por los hijos
de su tío Metión, que intentaban ascender a su padre hasta el trono. Pandíon
huyó a Mégara donde se casó con Pilia, hija del rey Pilas. Más tarde, Pilas se
exilió voluntariamente a Mesenia, porque había asesinado a su tío, Bías. Pilas
se las arregló para que su yerno Pandíon fuese rey de Mégara.
Pilia tuvo cuatro hijos, Egeo, Palas, Niso y Lico. Cuando Pandíon
murió en Mégara, Niso le sucedió como rey. Tuvo un santuario de héroe en
Mégara.
Después de su muerte sus otros hijos regresaron a Atenas y
expulsaron a los hijos de Metión del trono, poniendo a Egeo en el mismo.
Algunos eruditos creen que Pandíon II fue una figura inventada
para rellenar un hueco en la cronología de los gobernantes míticos de Atenas. Pausanias
lo llama padre de Procne y Filomela, que son hijas de Pandíon I, lo que apoya
esta teoría.
Acamante o Acamas es un hijo
de Teseo y de Fedra, y hermano de Demofonte.
Antes de la expedición de los griegos contra Troya, Diomedes y él
fueron enviados para exigir la entrega de Helena (en la Ilíada, se dice
que formaron esa embajada Menelao y Odiseo), pero durante su estancia en la
ciudad, Acamante se ganó el afecto de Laodicea, hija de Príamo, de la que tuvo
un hijo, Múnito, que fue criado por Etra, la abuela de Acamante. Virgilio
nombra a Acamante entre los griegos que se encerraron en el Caballo de Troya
para tomar la ciudad. Acamante recibió como parte del botín de guerra a la
cautiva Clímene. Durante su regreso a Grecia fue detenido en Tracia por su amor
Filis, pero después abandonó este país y llegó a la isla de Chipre, donde murió
al caer de su caballo sobre su propia espada. No obstante, en otras versiones
esta leyenda es la muerte no de Acamante sino de su hermano Demofonte.
De él reciben sus nombres la montaña de Acamas en la isla de Chipre,
la ciudad de Acamantio en Frigia y una tribu de Atenas: los acamántidas. Fue pintado
en el lesque de Delfos por Polignoto, y también había una estatua de él en la
ciudad.
Eneo. Hijo de Partaón y de Éurite,
fue rey de Pleurón y Calidón en Etolia. Se casó en primer lugar con Altea, hija
de Testio, teniendo como hijos a Texeo, a quien mató por saltar desafiante el
foso de Calidón a pesar de tenerlo expresamente prohibido, Clímeno, Meleagro,
Gorge y Deyanira, la esposa de Heracles.
Dioniso le regaló la primera cepa de vid plantada en Grecia, y
aunque no fue el primero en fabricar vino, pues se le adelantó Icario, sí fue
el primero en difundirlo, hasta el punto de que le dio su nombre: oinos
significa vino en griego.
En su corte vivieron importantes personajes: Heracles pasó allí
varios años hasta que fue desterrado por matar accidentalmente a Éunomo,
pariente de Eneo. También Agamenón y Menelao residieron en su juventud junto a
Eneo, tras haber sido expulados de Micenas por Egisto.
Durante un sacrificio a los doce dioses olímpicos, Eneo olvidó
invocar a Ártemis, y ésta, en represalia, envió un jabalí gigantesco que
comenzó a devastar las tierras de Eneo.
Para dar caza a la bestia, Eneo convocó en Calidón a los más
grandes guerreros y héroes de Grecia. Muchos de ellos perderían la vida durante
la misión.
Una vez abatido el jabalí, la decisión del reparto de los trofeos
provocó los celos de los hermanos de Altea, y en la discusión fueron muertos
por Meleagro, hijo de ella y de Eneo. Altea provocó la muerte de Meleagro y
finalmente se suicidó.
Eneo volvió a casarse con Peribea hija de Hipónoo, rey de Óleno.
Hay dos versiones de como fue el casamiento. Una dice que Peribea fue parte del
botín que tomó Eneo en su victoria en la guerra que sostuvo con Hipónoo. En la
segunda Peribea fue seducida por Hipóstrato. Descubierta por su padre, éste se
la remitió a Eneo con la petición de que la matase. Eneo prefirió casarse con
ella. Con ella tuvo a Tideo, padre a su vez de Diomedes.
En su vejez, fue destronado por los hijos de su hermano Agrio. Diomedes
vino en su ayuda y mató a todos ellos excepto a dos. Como Eneo era ya muy
mayor, instaló en el trono de Pleurón y de Calidón a Andremón, marido de Gorge,
y se llevó a Eneo con él a Argos. Sin embargo por el camino fueron alcanzados
por los dos hijos supervivientes de Agrio, Onquesto y Tersites, quienes
consiguieron matar a Eneo, cerca del altar de Télefo en Arcadia. Diomedes
enterró a su abuelo Eneo en un lugar de Argólida que pasó a denominarse Énoe en
su honor.
Eneo con capa y cetro. Lecito ático de fondo blanco.
Ca. 500 a.C. Staatliche Antikensammlungen (Colección Local de
Antigüedades) de Múnich (Inv. 1905).
Cécrope era el nombre del séptimo
rey de Atenas, hijo de Erecteo y Praxitea, y distinto, por tanto, del primer
rey de la ciudad, que tenía el mismo nombre y con el que algunos autores le
confunden.
Cuando Erecteo murió, sus cuatro hijos (Cécrope, Pandoro, Metión y
Orneo) se disputaron la sucesión. Siendo nombrado árbitro Juto, el hijo del
patriarca Helén, se inclinó a favor de Cécrope. A pesar de haber elegido al
primogénito, esta decisión fue muy discutida, y Juto tuvo que exiliarse a la
ciudad de Egialia.
Tras un reinado de cuarenta años, la presión ejercida por Metión y
Orneo, que no habían cesado nunca de querer matarle, obligó a Cécrope a huir,
primero a Megara y luego a Eubea. Allí se le unió su otro hermano, Pandoro, y
juntos fundaron una colonia.
Cécrope casó con Metiadusa, hija de Eupálamo y hermana de Dédalo,
con la que tuvo a Pandión, que fue sobre el que recayó el trono de Atenas tras
la huida de su padre.
Hipótoo o Hipotoonte era un
rey de Eleusis, en el Ática, que se libró de la muerte siendo niño de una
manera prodigiosa.
Nació de los amores secretos de Poseidón con la bella Álope, la
hija del malvado rey Cerción, aunque algunos autores afirman que éste era su
padre. Cerción, además de gobernar Eleusis, se había convertido en un temido
bandido que retaba a los viandantes a un combate singular, prometiéndoles el
reino si lograban vencer. Al estar dotado de una fuerza prodigiosa sometía a
los vencidos o a los que rehuían de la lucha a una muerte terrible: doblaba los
troncos de árboles cercanos uniendo sus ramas y ataba en ellas los miembros de
sus víctimas, despedazándolos cuando soltaba los troncos y los árboles volvían
a su posición original.
Conociendo la crueldad de su padre, Álope dio a luz a escondidas,
ordenando a su nodriza que abandonara al recién nacido en el monte. Se salvó
porque fue amamantado por una yegua hasta que dos pastores lo encontraron. Sin
embargo, éstos discutieron por quién se quedaba con el bebé y, sobre todo, con
la rica túnica que lo cubría. Buscando un juez imparcial se dirigieron al rey,
que de inmediato reconoció las vestiduras del niño. Montando en cólera, Cerción
mandó emparedar a su hija y abandonó de nuevo al bebé en el bosque. Otra vez
fue amamantado por la yegua, pero el pastor que lo encontró reconoció su
ascendencia regia y lo escondió en su casa, llamándole Hipótoo en honor al
animal que le salvó.
Cerción conoció la derrota a manos de Teseo, que había descubierto
las artes de la lucha, y murió de la misma forma que él había hecho con sus
víctimas. Cuando Teseo venció a Cerción y se apoderó de Eleusis, puso a
Hipotoonte en el trono de Eleusis y enterró el cuerpo de Álope en el camino que
va desde Eleusis a Megara, aunque Poseidón transformó el cuerpo de su
desafortunada amante en una fuente que recibió su nombre.
Hipótoo fue, en algunas versiones, uno de los valientes que
participaron en la famosa caza del jabalí de Calidón y fue considerado un héroe
por los áticos. De hecho, uno de los clanes en los que se dividió la región fue
llamado Hippothoontis por él.
Áyax o Ayante, hijo de Telamón,
rey de Salamina, y Peribea. Es un legendario héroe de la mitología griega. Para
distinguirlo de Áyax, hijo de Oileo se lo llamaba Áyax el Grande, Gran
Áyax o Áyax Telamonio Telamốnios, hijo de Telamón).
Su nombre fue elegido por Heracles, amigo de Telamón, quien al ver
que el águila de Zeus se posaba en su hombro le anunció: «Nacerá de ti,
Telamón, el hijo que deseas y del nombre del ave que acaba de aparecérsenos lo
llamarán Áyax. Sorprenderá a los pueblos en las luchas de Ares», según anotó el
poeta Píndaro.
Fue un valeroso guerrero, el más fuerte después de su primo Aquiles
que se embarcó a la mítica Guerra de Troya al mando de doce navíos de Salamina
acompañado de su hermano Teucro. Tuvo como hijos suyos a Eantides con su
esposa Brenda, y Eurísaces y Fileo, con su sierva Tecmesa. Tradicionalmente se
consideraba que Fileo era el primer ancestro de la familia ateniense de los Filaidas.
Peleó en la guerra con coraje y destreza. En la Ilíada de Homero
se lo describe como un guerrero de gran estatura y fuerza colosal, testarudo y
de inmenso escudo que por sí mismo es un antemural de las falanges, segundo en
destreza y valentía en la batalla únicamente por detrás de Aquiles. No fue
herido en ninguna de las batallas relatadas en la Ilíada y es el único
personaje de importancia en la obra que no recibió ayuda por parte de ninguno
de los dioses griegos. Era por decirlo, el único héroe homérico, que debía
todos su triunfos a su ser humano. Al igual que Aquiles, fue entrenado por el centauro
Quirón. Áyax, era sin duda, uno de los reyes más importantes en el campo de
batalla, aunque no tan sabio como Néstor, Idomeneo o Menesteo, ni tan hábil
como Diomedes, Odiseo o Palamedes. Mandaba su ejército llevando una gran hacha
de guerra y un enorme escudo, acompañado siempre por Teucro, su hermanastro.
Durante la guerra de Troya, Áyax luchó con Héctor en dos
ocasiones. La primera fue en un duelo que duró todo un día sin que hubiera un
vencedor. La segunda fue durante una incursión de los troyanos en el
campamento de los aqueos: Áyax y Héctor pelearon en los barcos griegos. Áyax
dejó casi muerto a Héctor arrojándole una gran piedra. Ambos encuentros tuvieron lugar cuando Aquiles había abandonado el campo de
batalla debido a su enfado con Agamenón, y los griegos estaban desolados.
Cuando Patroclo murió a manos de Héctor, los troyanos intentaron
hacerse con su cuerpo y alimentar con él a los perros, pero Áyax luchó y logró
proteger el cadáver, devolviéndolo al campamento griego y a su amigo Aquiles.
Posteriormente, cuando Aquiles murió tras ser alcanzado por una flecha de Paris,
Áyax y Odiseo consiguieron recuperar el cuerpo del héroe para llevarlo al
campamento griego.
Tras los juegos funerarios que se celebraron en honor a Aquiles
ambos héroes griegos reclamaron la armadura de Aquiles como recompensa por sus
esfuerzos. Tras una disputa de ingenio o tal vez porque Agamenón aborrecía el
linaje de Éaco, Odiseo recibió la armadura y Áyax quedó enloquecido de furia.
En su delirio confundió un rebaño de ovejas con los líderes aqueos, Odiseo y
Agamenón, y mató a todos los animales. Atenea misma había intervenido creando la
confusión y delirio del héroe, pues era de los pocos que no iba al combate
implorando alguna protección divina.
Cuando Áyax despertó de su locura, vio que había deshonrado su
espada de guerrero con sangre de animales domésticos y decidió quitarse la vida
antes que vivir en la vergüenza y el oprobio. Para ello utilizó la espada de
Héctor, que éste le había entregado como una ofrenda de honor tras su primer
duelo.
Tras su muerte brotó una flor de jacinto en el punto donde cayó su
sangre cuyos pétalos llevaban marcadas las dos primeras letras del nombre de
Áyax (AY) como si fueran un lamento.
Agamenón se opuso a que Áyax fuera incinerado, por lo que fue el
único de los griegos muertos en la guerra de Troya cuyo cuerpo se enterró en un
féretro, en el lugar denominado Reteo, según la tradición.
Durante el descenso de Odiseo al Inframundo, este héroe pudo ver
el alma de Áyax entre los muertos pero, aunque Odiseo trató de entablar
conversación con ella, el alma de Áyax no quiso responderle nada, pues seguía teniendo
resentimiento por haber perdido en el juicio por las armas de Aquiles.
En su nombre se celebraban en Salamina las fiestas Aiantes.
Áyax
llevando el cadáver de Aquiles, protegido por Hermes (izquierda) y Atenea
(derecha). Lado 1 de un ánfora ática de figuras negras, ca. 520 - 510 a.
C.
Áyax
preparando su suicidio. Reproducción de un ánfora de figuras negras pintada por
Exequias (530 – 525 a. C.).
El Hefestión o templo de Hefesto y de Atenea Ergané
o Teseion es un templo griego, situado en el noroeste del ágora de
Atenas, en la cima de la colina llamada Colonos Agoreo. Desde el siglo
VII hasta 1834, fue una iglesia cristiana.
No se ha hallado ningún resto de un edificio anterior y no se
trata, por tanto, de una reconstrucción de uno posterior a las destrucciones
persas ocasionadas en Atenas durante las Guerras Médicas.
Es un templo dórico, períptero y hexástilo, que da testimonio de
una particular riqueza de ornamentos esculpidos. Conserva la techumbre a dos
aguas, con un frontón que ya no contiene ningún ornamento.
En general, el edificio es identificado como el Hefestión, donde
se rendía culto a Hefesto y a Atenea. Hefesto era el dios de la metalurgia.
Atenea Ergané era la diosa de la cerámica griega y de la artesanía. Había
muchos talleres y tiendas de ceramistas y de trabajo de metales en las
proximidades del templo, lo que justifica su dedicación a estas divinidades.
Esta identificación se funda en dos testimonios: el de Pausanias y el de Harpocración.
Es a veces llamado el Teseion, debido a una creencia
corriente en la época bizantina de que los huesos del legendario héroe griego Teseo
fueron enterrados allí. A decir verdad, los presuntos huesos de Teseo fueron
enterrados en el siglo V a. C. en otro sitio cercano de la Acrópolis,
traídos de la isla de Esciro por Cimón en el año 475 a. C.
Construcción
Las excavaciones arqueológicas hacen pensar que no hubo un edificio
precedente situado en la cima de la colina Agoraios Kolonos, aparte de
un pequeño santuario, que fue incendiado cuando los persas ocuparon Atenas en 480 a. C.
Después de la Batalla de Platea, los griegos juraron no
reconstruir jamás los santuarios destruidos por los persas durante la invasión
de Grecia (véase Segunda Guerra Médica), y dejarlos en ruinas como recuerdo
perpetuo de la ferocidad bárbara. Los atenienses concentraron sus esfuerzos en
la reconstrucción de su economía y el reforzamiento de su influencia en la Liga
de Delos. Cuando Pericles llegó al poder, concibió un vasto proyecto para hacer
de Atenas un gran centro de poder y de cultura griegos. El templo de Hefesto
otorgaba al Ágora la prueba de la tradicional riqueza ateniense, como lo testimonian
la utilización del orden dórico, y el conjunto de metopas y figuras esculpidas.
La construcción del templo comenzó en 449 a. C., pero no
fue acabado hasta el año 415 a. C., probablemente porque el acento
había sido puesto en la construcción de los monumentos de la Acrópolis. El friso
occidental fue terminado entre 445 y 440 a. C., mientras que el
oriental, el frontón oeste y varias modificaciones del interior del templo son
datables de 435 a 430 a. C. Hasta la época de la Paz de Nicias, de 421
a 415 a. C., no fue puesta la techumbre y erigidas las estatuas de culto.
Fue inaugurado oficialmente en 416/415 a. C.
En el siglo III a. C., fueron plantados árboles y
arbustos alrededor del templo (granados, mirtos y laureles), creándose un
pequeño jardín.
No se conoce el nombre del arquitecto, al que, sin embargo, se le
atribuyen otros templos de similar estructura en el Ática.
Las dimensiones del templo son 13,708 m de norte a sur, y 31,776 m
de este a oeste, con seis columnas en las fachadas este y oeste, y trece en la
norte y sur.
El edificio consta de un pronaos, una cella
(estancia principal de culto a las imágenes de las divinidades) y un opistodomos.
El alineamiento de las antas del pronaos sobre la tercera columna lateral del peristilo
constituye una característica única para un templo de mediados del siglo
VI a. C. Además, tiene una columnata dórica interior con cinco columnas
en los lados norte y sur, y tres en las extremidades.
El material utilizado fue mármol pentélico, excepto el primer escalón
del crepidoma, que es de caliza, y las esculturas decorativas, para las que se
eligió mármol de Paros, de mayor calidad.
Las esculturas decorativas ponen de relieve el grado de mezcla de
los dos estilos, dórico y jónico en la construcción del templo. El pronao y el
opistodomos fueron decorados con frisos jónicos, en lugar de los más típicos triglifos
dóricos, que generalmente complementan a las esculturas en los frontones y en
las metopas (mezcla de órdenes seguramente inspirada en el Partenón): el friso
oeste corto, entre las antas, por encima de la fachada del opistodomos; al
este, el friso prosigue por encima de las galerías laterales hasta las
columnatas exteriores.
El friso este, el del pronao, muestra combates, interrumpido por
dos grupos simétricos de tres deidades sentadas sobre rocas. El grupo se halla
girado hacia la derecha, muy numeroso, delante. Hay dos interpretaciones
posibles. Se podría tratar de una gigantomaquia (los gigantes son los únicos en
principio en combatir con los «roqueños»), pero es un gigantomaquia extraña,
puesto que los dioses son espectadores. La otra interpretación es el friso
cortado por episodios sucesivos de Teseo luchando con las Palántidas en
presencia de los dioses.
El friso oeste, el opistodomos, representa la batalla de los centauros
y de los lápitas. No están presentes las mujeres lápitas ni los muebles que
representan normalmente el banquete de boda de Pirítoo.
La reconstrucción de los temas es dificultosa dada la naturaleza
fragmentaria de los restos supérstites: una antigua interpretación es la del
nacimiento de Erictonio en el frontón este, y Heracles ante Tetis en el oeste.
Teorías ulteriores sugieren que el frontón oeste fue consagrado de nuevo a la
batalla entre los centauros y los lápitas, mientras que el frontón este
representa la «deificación» de Héracles y la entrada del héroe en el Monte
Olimpo.
Friso
jónico.
Solo 18 de las 68 metopas fueron esculpidas, el resto estaban
probablemente pintadas. Las diez del lado este representan los doce trabajos de
Heracles; las cuatro metopas orientales de los lados norte y sur describen las
hazañas de Teseo.
Según Pausanias, el templo albergaba las estatuas en bronce de
Atenea y de Hefesto. Una inscripción contable menciona pagos, entre 421 y 415 a. C.,
por dos estatuas de bronce, pero no precisa el nombre del escultor. La
tradición las atribuye a Alcámenes, pero no existen pruebas tangibles.
El Templo de Apolo Patroos es un pequeño templo jónico en
ruinas, situado al noroeste del Ágora de Atenas, cerca de la Stoa de Zeus.
Plano
reconstruido del Templo de Apolo Patroos, que data de la segunda mitad del siglo
IV a. C
Estatua de Apolo Patroos
(Museo del Ágora de Atenas).
Patrôos significa Paterno, en el
sentido de perteneciente a los antepasados. Este dios se considera padre de Ion,
fundador de la raza jonia, que incluía a los atenienses, y protector de las
familias. El sobrenombre de Patroos habría sido dado al dios por los atenienses
después de la llegada de Ion, cuando se estableció en Atenas al ser sus reyes
unos ineptos para la guerra.
El templo fue construido entre los años 340-320 a. C.
Mide 16,5 m de largo y 10 m de ancho Consta de una cella con un pronaos de
cuatro columnas al este. El sekos[1]
del templo comunicaba por el norte con una pequeña sala, tal vez el ádyton o un
santuario interior.
El templo contenía una estatua de culto dedicada al dios,
esculpida por Eufránor. Cerca del templo, durante las excavaciones, se halló
un torso monumental de mármol, vestido con un largo quitón. Parece ser la
estatua en cuestión, mencionada por Pausanias. Se expone en el Museo del Ágora
de Atenas.
La Estoa de Zeus era una stoa situada en el ángulo noroeste
del Ágora. Según el estilo arquitectónico atestiguado por los fragmentos
encontrados, se puede datar entre los años 430 y 420 a. C.
La estoa estaba dedicada a Zeus Eleuterios (salvador). Los
orígenes del culto a Zeus Eleuterios pueden datarse después de la batalla de
Platea (479 a. C.).
Se trata, posiblemente, de uno de los logros de Mnesicles, el
arquitecto de los Propileos.
Aunque era un edificio con función religiosa, tenía la forma de un
edificio civil: una stoa abierta al este, de 43.56 m x 10.73 m, con dos alas en
sus extremos. Tenía columnas dóricas en el exterior y jónicas en el interior.
Era raro que un edificio religioso tomara la forma de una stoa, en lugar de un
templo, por lo que, teniendo en cuenta su ubicación céntrica, es probable que
también sirviera para fines cívicos.
Reconstrucción
de la Stoa Dórica de Zeus Eleutherios, ca. 430–420 430-420 a.C
Contrariamente a la mayoría de los monumentos de la época clásica
erigidos en el Ágora de Atenas, su fachada era completamente de mármol, lo que
se explica por la naturaleza inhabitual del edificio.
Según Pausanias, estaba decorada con pinturas de Eufránor, como la
Stoa Pecile, y adornada con los escudos de los caídos luchando por la libertad
de Atenas.
Al inicio del periodo romano, se añadieron habitaciones en la
parte posterior de la stoa, que pudieron albergar un culto a los emperadores
romanos.
Niké
de la stoa de Zeus (Museo del Agora de Atenas).
El Altar de los Doce Dioses era un altar y santuario,
situado en la esquina noroeste del Ágora de Atenas, cerca del Templo de Ares.
Estaba dedicado a los doce dioses adorados en la Antigua Grecia: Zeus, Hera, Poseidón,
Deméter, Hestia, Apolo, Artemisa, Hefesto, Atenea, Ares, Afrodita y Hermes.
Era el punto cero, desde el que se medían las distancias en la polis de Atenas,
además de un lugar de súplica y refugio.
El altar original fue erigido en 522/521 a. C. por Pisístrato
(hijo de Hipias y nieto del tirano Pisístrato). La asociación con los Pisistrátidas
está atestiguada por Tucídides: Pisístrato, en su calidad de arconte había
dedicado el altar a los doce dioses, pero la inscripción fue borrada
ulteriormente por los atenienses. Fue reconstruido cerca 425 a. C.
para reparar el daño sufrido en la invasión persa de 480/479 a. C.
El altar fue uno de los pocos monumentos permitidos en el interior
del Ágora y sirvió como hito cero o centro de la ciudad. Heródoto, el
historiador del siglo V a. C., dice que la distancia desde Heliópolis
(Egipto) al mar es similar a la distancia desde el Altar de los Doce Dioses al
templo de Zeus Olímpico en Pisa (Grecia).
Altar de los Doce
Dioses, originalmente fechado en 522/1 a.C, con reconstrucciones posteriores. Solo se ve una esquina del
alféizar, justo al sur del moderno ferrocarril Atenas-Pireo.
Era célebre en la antigüedad como asilo y refugio de suplicantes.
Por ejemplo, en 519 a. C., los embajadores de la ciudad de Platea
solicitaron ayuda a Atenas contra Tebas en este altar. De igual modo, en el año
431 a. C., como resultado de acusaciones de malversación de fondos
públicos que implicaban a Pericles y a Fidias, algunos ayudantes de Fidias se
sentaron como suplicantes ante el altar. Y, poco antes de su ejecución en
Atenas (circa 355 a. C.), el general ateniense Calístrato de Afidnas
se refugió en él.
La ubicación exacta del altar, dentro del ágora, no está
especificada en las fuentes antiguas. No obstante, las excavaciones de 1891 y 1934
(la excavación estadounidense del Ágora) indican el sur de la vía férrea Atenas-El
Pireo (ISAP), donde se produjo el hallazgo de la esquina suroeste de la pared
del recinto del altar, bajo los estratos bizantino y romano. Sobrevive la
base de mármol para una estatua de bronce, con una inscripción que dice:
Leagros,
hijo de Glaukon, dedicó esto a los doce dioses.
Otros restos del altar fueron descubiertos por arqueólogos griegos
en 2011, cuando las vías del tren fueron retiradas temporalmente por obras de
mantenimiento. Después de una disputa legal, el altar fue enterrado de nuevo en
agosto de 2011.
Sobre el altar hay una dedicatoria, que puede datarse entre 490 y 470 a. C.
La Estoa Basileos (Basiliké Stoà), también llamada Estoa
Real, fue una estoa construida en el año 500 a. C., en el Ágora
de Atenas; es uno de los edificios más antiguos de la ciudad. Este pórtico era
el primer elemento arquitectónico que se alzaba al entrar por la Vía
Panatenaica. Estaba situado en el ángulo noroeste, conocido como el de «los
Hermas», dado el gran número de hermas erigidos allí.
Era la sede del arconte basileus (magistrado basileo), magistrado
que se ocupaba de las cuestiones religiosas y el culto, de los procesos
judiciales de asébeia (blasfemia) y de las reuniones del tribunal del Areópago,
donde se juzgaban los crímenes. Albergaba las copias de las leyes de Atenas,
inscritas en piedra. La audiencia preliminar del juicio de Sócrates tuvo
lugar en este pórtico.
Según Aristófanes, la Stoa era utilizada también para banquetes
oficiales, hecho atestiguado por la vajilla encontrada.
El edificio primitivo era de orden dórico, con un frontispicio de
ocho columnas y un podio en la base de las tres paredes. Aunque subsiste un
problema de datación, ya que los elementos arquitectónicos, por su estilo, son
del siglo VI a. C., mientras que la cerámica encontrada bajo el suelo
puede datarse en los años 500 a. C. El material reutilizado para los
cimientos ha llevado a la teoría de que la construcción debe datarse después de
la ocupación persa de 480 a. C.
A principios del siglo IV a. C. se agregaron dos cuerpos
laterales salientes porticados, que le otorgaron un aspecto similar a la
cercana Estoa de Zeus. Sus dimensiones eran pequeñas: 18 m de largo por 7,5 m
de ancho.
Según el geógrafo griego Pausanias:
Sobre el tejado de este
pórtico hay estatuas de terracota: Teseo lanzando al mar a Escirón y Hemera
raptando a Céfalo.
Al este del edificio se erigió una estatua de Temis, diosa de la
justicia. Detrás de ella había un gran bloque pétreo, sobre el que los arcontes
basileus juraban fidelidad a las leyes de la polis.
El Templo de Afrodita Urania estaba situado al noroeste del
Ágora, al otro lado de la Vía de las Panateneas y al oeste de la Stoa Basileos.
Fue descubierto en 1981. Las excavaciones han permitido datar el
edificio hacia el año 500 a. C. Se ha identificado un altar por la
forma del monumento, por las cenizas y osamentas encontradas resultantes de sacrificios.
Se supone que el altar estaba dedicado a Afrodita Urania, puesto que Pausanias
lo menciona en dicho enclave, afirmando que el santuario tenía una estatua de
mármol de la deidad esculpida por Fidias. Dos fragmentos de relieves de mármol
sustentan esta tesis.
Hoy en día, apenas quedan algunas piedras del templo en la ladera
de la colina, al lado de las vías del tren y cerca del templo de Hefesto, el
marido de Afrodita.
En la Antigua Grecia, una herma era un pilar cuadrado o rectangular de piedra,
terracota o bronce —el estípite— sobre el que se colocaba un busto, normalmente
el del dios Hermes, habitualmente con barba, signo de fuerza física, y cuya
base se adornaba con un falo en erección, símbolo de masculinidad y de
disposición a las armas.
Se discute si se la llamaba así bien porque la cabeza de Hermes
era la más común o por su relación etimológica con la palabra griega ἕρματα
(‘bloques de piedra’), pues originalmente no hacía referencia alguna a Hermes.
Se empleaban como hitos o marcas para señalar y delimitar
carreteras y fronteras, y marcar los límites de las propiedades, aunque también
tenían una función apotropaica, es decir, de alejamiento de lo maligno, ya
fuera espíritu, adversidad o enemigo. En Atenas se colocaban fuera de las casas
para atraer la buena suerte. Cada barrio tenía su herma, y se conservan vasijas
con pinturas que muestran sacrificios particulares siendo realizados en ellas.
Estas estatuas estaban compuestas de una cabeza, normalmente la
del dios Hermes, colocada sobre un pilar cuadrangular que frecuentemente era
más ancho en la cima que en la base, cuya altura corresponde con la estatura
del cuerpo humano.
Las que se erigían en las encrucijadas tenían a menudo tres o
cuatro cabezas.
Las hermas solían ser desnudas y normalmente masculinas, rara vez
aparecen vestidas o con atributos característicos, y con frecuencia presentan
inscripciones con apotegmas y acertijos, además de con indicaciones relativas a
la ruta, y a veces también con inscripciones en honor de quienes habían luchado
bravamente por su país. Así como era costumbre que los transeúntes mostraran
respeto a las formas más rudimentarias del dios (el montón de piedras)
añadiendo una piedra al montón o ungiéndolo con aceite, también se depositaban
cerca de las hermas pequeñas ofrendas, normalmente de higos secos, para aplacar
el apetito de los viajeros necesitados. También se colgaban guirnaldas de
flores de los dos espaldones parecidos a brazos que sobresalían a ambos lados
del extremo superior de la columna. Estos pilares también se usaban para
señalar los límites fronterizos o para delimitar los diferentes estados. Las
hermas constituían el objeto de una industria especial, siendo sus fabricantes
llamados hermoglifos.
Las más antiguas tenían a ambos lados del pilar prismático unos
salientes (‘manos’, en griego chelres) para colgar de ellos coronas de
flores, así como un falo en su parte frontal.
Una barba puntiaguda
correspondía al tipo antiguo. Con frecuencia se colgaba un manto sobre sus hombros. Originalmente las
piernas y brazos eran en general deficientes y, en lugar de brazos, a menudo
tenían salientes en los que colgar guirnaldas; pero cuando disminuyó la
reverencia por el antiguo tipo y creció la pasión por la novedad, se puso el
torso completo sobre un pilar cuadrangular, que se estrechaba en la base, y
finalmente el propio pilar se cincelaba para señalar la separación de las piernas,
como puede verse por ejemplo en una estatua tetragonal femenina en la Villa
Albani. A veces, como se ha dicho antes, la cabeza era doble, triple, e
incluso cuádruple. La estatua completa solía ser de piedra o mármol, aunque Cicerón
menciona algunas que eran de mármol del Pentélico con cabezas de bronce.
Tipos de Hermas
A medida que el arte avanzó, el pilar fue evolucionando, primero
con una cabeza barbada y luego con la cabeza juvenil del dios.
En la última época del arte antiguo se encuentran modelos que
unían un torso humano hasta las caderas con la columna cuadrangular, y que
mostraban incluso movimiento en la figura (como las hermas de Discóbolos en la Villa
Ludovisi de Roma). Más tarde la cabeza y la columna solían formar una sola
pieza.
Existían muchas estatuas de otras deidades con la misma forma de
las hermas, que sin duda se originaron de la misma manera y a las que se
llamaba con el nombre genérico de hermas, de Afrodita Urania en Atenas. La
razón por la que las estatuas de otras deidades se desarrollaron hasta formas
perfectas, mientras que las de Hermes generalmente (aunque no siempre)
retuvieron su antiguo estilo, se debe obviamente al significado religioso
asociado al símbolo del pilar como marca fronteriza. Donde este motivo no
importaba, el propio Hermes era representado con forma humana completa y toda
la perfección del arte griego, como por ejemplo en las estatuas de las palestras
y en las que personificaban otros atributos suyos.
Algunas estatuas de este tipo se describen con un nombre compuesto
por los de Hermes y otra deidad. Se tienen así Hermanubis, Hermares,
Hermathena, Hermeracles, Hermeros, Hermopan, Hermapollon
y Hermamithras. Se ha discutido mucho sobre si estas figuras estaban
formadas por el pilar cuadrado, como el emblema de Hermes, coronadas por el
busto de otra divinidad, o si las cabezas de Hermes y el otro dios estaban
unidas, como en el busto de Jano, o si las características simbólicas de las
dos deidades se combinaban en la misma estatua. Sobre la primera explicación
parece poco probable que, tan tarde como en la época de Cicerón, el mero pilar
hubiera sido considerado una representación tan adecuada de Hermes como el
busto lo era de la otra deidad, la segunda es apoyada por los muchos bustos
dobles terminales conservados y la tercera sólo puede ser considerada como una
ingeniosa conjetura, que puede ser cierta en algunas obras de un periodo
artístico tardío. La segunda parece ser la explicación verdadera en los pasajes
de Cicerón.
Hay aún una tercera clase de estas obras, en la que el busto no
representa a deidad alguna sino que era simplemente el retrato de un hombre, y
en la que el pilar tiene todo su significado simbólico y pasa a ser un mero
pedestal. Incluso estas estatuas conservaron, sin embargo, los nombres de hermae
y termini. Los ejemplos de este tipo conservados son muy numerosos,
destacando por su número los Hermalkibiades. C. W. Müller da una lista
de estas y otras hermas.
Un tipo especial de herma es la llamada herma doble, en la
que sobre la base aparecen dos cabezas opuestas unidas por la nuca. El dios
romano Jano era representado a menudo de esta forma, si bien también se
retrataba a poetas famosos en estas hermas dobles. En el Museo Nazionale Romano
se conserva una herma doble con los retratos de Menandro y un poeta anciano,
quizá Apolonio de Tiana o uno de los muchos retratos reconstruidos de Homero,
aunque su identidad no está clara.
Estatua
de Jano.
Las columnas de piedra rematadas con una cabeza de mujer se llaman
hermas cariátides, por su similitud con las cariátides (columnas con
forma de mujer, incluyendo el cuerpo). Se usaron en la arquitectura manierista
del siglo XIX, tanto en la decoración de edificios representativos como en
palacios públicos. Estas hermas seguían fielmente el modelo de las cariátides
del Erecteión de la Acrópolis de Atenas, siendo comparativamente raras las del
más antiguo modelo de koré (o doncella de pie vestida). Su contrapartida
masculina, el kurós, también se encuentra en esta forma, pero en
contraste con las cariátides suele aparecer completamente desnudo.
Hay numerosos ejemplos descritos por Pausanias y otros autores de
su ubicación en los límites de fincas y estados y en las puertas de las
ciudades así como en sus calles y plazas. También se usaban pequeñas hermas
como pilastras y como soportes en muebles y utensilios.
Origen
Se cree que en las épocas más antiguas Hermes, como otras
divinidades, era adorado (especialmente en Arcadia) en la forma de un montón de
piedras o de un bloque amorfo de madera o piedra, que posteriormente tomó la
forma de un falo, el símbolo de la productividad. El siguiente paso fue la
adición de una cabeza a esta columna fálica que pasó a ser cuadrangular (el
número 4 estaba consagrado a Hermes, quien había nacido el cuarto día del mes),
con la significativa indicación del sexo aún prominente.
Existen ciertas dificultades sobre la cuestión de su origen y
significado como símbolos de Hermes. Una de las más importantes características
en la mitología de Hermes es su presidencia sobre el común intercambio de vida:
comercio, viajes, caminos, fronteras y demás, y no cabe duda de que era
fundamental en tales relaciones, dado que éstas eran las que se pretendía que
representase en las hermae de los griegos y en las termini de los
romanos, cuando estas últimas fueron identificadas con las hermas. Es, por
tanto, natural que se busque la existencia de este símbolo en las más antiguas
épocas en las que el uso de marcas fronterizas era necesario, y en las que los
símbolos tendrían un carácter más simple: un montón de piedras o un bloque de
mármol sin tallar. Así, resulta que había en muchas partes de Grecia montones
de piedras a los lados de los caminos, especialmente en sus cruces, y sobre las
fronteras de los países. Se asume que estas pilas de piedras y pilares que
marcaban las fronteras eran originalmente símbolos de Hermes o fueron
posteriormente consagrados al dios Hermes. Aunque no pueda negarse que tales
monumentos conmemorativos toscos eran al principio símbolos de diversos dioses
parecidos, ya en un periodo muy antiguo llegaron a estar más especialmente
relacionados con el culto de Hermes. Estrabón observó muchas en los caminos
de la Élide e incluso en la actualidad puede verse una antigua pila de piedras
en la frontera de Laconia. El respeto religioso prestado a tales pilas de
piedras, especialmente en las encrucijadas, queda demostrado por la costumbre
de arrojar una piedra al montón cuando se pasaba junto a él, costumbre que
también se observaba respecto a las hermas de épocas posteriores, al menos con
las situadas en los cruces de caminos. Tales pilas de piedras también fueron
observadas por Estrabón en los caminos de Egipto. Otra forma de marcar una
frontera u otra localidad precisa era usar un pilar de piedra, originalmente
sin tallar, cuyo carácter sagrado se indicaba vertiendo aceite sobre él y
adornándolo. El obelisco egipcio probablemente pertenece a la misma clase de
monumentos.
El primer intento en el desarrollo artístico de los bloques de
piedra y madera, que en las épocas más antiguas del culto a los ídolos
representaba a todas las divinidades, fue añadirles una cabeza, en cuyos rasgos
se suponía que se expresaban las características del dios. Más tarde, fueron
añadidos otros miembros del cuerpo, al principio con un significado simbólico.
Estos cambios produjeron las hermas tal como son descritas por los autores
antiguos y como actualmente se conservan. El falo formaba una parte esencial
del símbolo. Heródoto atribuye su origen a los pelasgos, quienes los
transmitieron a los atenienses, y éstos a los demás griegos. Pausanias da la
misma versión del asunto, y también afirma que los arcadios estaban
particularmente orgullosos, que es alguna confirmación de la tradición que
remontaba la invención a la época pelásgica.
Ya en el siglo V a. C. aparecían en esta forma otros
dioses además de Hermes, permaneciendo no obstante el nombre de «herma». Además
del uso privado, las hermas eran también objetos de exposición y
representación. Un buen ejemplo es la conocida herma de Temístocles de Ostia.
Posteriormente, estas esculturas se acercan cada vez más a la forma de los
bustos que serían usados con frecuencia en los retratos artísticos romanos. En
éstos, y a diferencia de lo que sucedía con la mayoría de las hermas, se
vuelven a esbozar unos hombros con el arranque de los brazos.
Además de políticos, se conservan hermas de filósofos y poetas,
como por ejemplo de Teofrasto, maestro de Menandro.
Herma griega arcaica (Museo Arqueológico
Nacional de Atenas).
Eran colocadas delante de los templos, cerca de las tumbas, en los
gimnasios, palestras, bibliotecas, pórticos y lugares públicos, en las esquinas
de las calles, en las carreteras principales como postes indicadores, con las
distancias inscritas sobre ellos, y algunas aún pueden ser vistas en Atenas con
los nombres de los vencedores de las competiciones gimnásticas inscritos sobre
ellas. Incluso fueron usadas como vehículo para la instrucción pública, de
acuerdo con el autor del Hiparco, quien dice que el tirano Hiparco
colocó hermas en las calles de la ciudad y en los caminos de toda el Ática,
inscritas con versos que contenían un corto proverbio o precepto moral para la
edificación de los viajeros.
En la plaza al noroeste de la Acrópolis, las hermas, erigidas en
parte por individuos privados y en parte por corporaciones, formaban una larga
columnata que se extendía entre el Pórtico de las Pinturas (stoa poikile)
y el Pórtico del Rey (stoa basileios). Por ello, el segundo era, a
veces, llamado Pórtico de las Hermas.
En Atenas las casas tenían una de estas estatuas colocadas en la
puerta y a veces también en el peristilo. Eran adoradas por las mujeres como
ayuda a la fecundidad.
En mayo del 415 a. C., la noche anterior a la partida de
la flota ateniense hacia Siracusa durante la Guerra del Peloponeso, todas las
hermas atenienses fueron víctimas de vandalismo, lo que fue considerado una
señal de mal augurio. Aunque nunca fue demostrado, los atenienses de la época
creyeron que había sido obra de saboteadores, bien de Siracusa o de pacifistas
de la propia Atenas. De hecho Alcibíades, pupilo de Sócrates, fue acusado de
ser el cerebro de la operación. Él negó las acusaciones y se ofreció a ser
juzgado, pero los atenienses no querían trastornar aún más los planes de la
expedición, y ésta partió en la fecha prevista. Sin embargo, más tarde sus
enemigos políticos lo juzgaron y sentenciaron a muerte in absentia,
tanto por la mutilación de las hermas, como por el crimen supuestamente
relacionado de profanar los misterios eleusinos.
La Stoa Pecile o Pórtico
pintado, originariamente llamada «Pórtico de Pisianacte», era un monumento,
erigido en un enclave privilegiado, al norte de la Ágora de Atenas.
La Stoa Poikilè originó el nombre de la escuela filosófica
de los estoicos. El fundador del movimiento, Zenón de Citio, tenía la costumbre
de enseñar allí.
A tenor de la cerámica encontrada, la stoa se puede datar entre 475–450 a. C.
Tenía columnas dóricas en el exterior y jónicas en el interior.
Fue construida con piedra caliza y mármol. Estaba orientada hacia el sur, lo
que favorecía la entrada del calor del sol en invierno, mientras que los
vientos glaciales del norte se detenían en su fachada trasera.
Al principio el edificio se llamaba Peisianaktios, por su
financiador Pisianacte (cuñado de Cimón). Pero poco tiempo después de su
construcción fue adornado con pinturas, lo que le valió el nombre de Poikilè
(pintado). Dichas pinturas fueron realizadas por eminentes artistas de Atenas
de mediados del siglo V a. C.: Polignoto, Micón y Paneno. Según Plutarco,
cuando Polignoto pintó a las troyanas, representó el rostro de Laódice a
imagen del de Elpinice. Añade que pintó la stoa gratis, para ser recordado con
honor por Atenas, como cuentan los historiógrafos. El poeta Melantio dice al
respecto:
Pues a su costa adornó los templos de los
dioses y el ágora de Cécrope con hazañas heroicas.
Las pinturas son descritas con detalle por Pausanias, quien aún
las pudo admirar en el siglo II. En ellas se representaron las grandes hazañas
militares de Atenas, a la vez históricas y mitológicas. En concreto, Pausanias
describe, sin mencionar a sus autores:
·
La batalla de Oenoe, de tema
y autor desconocidos.
·
La Amazonomaquia, de Micón.
·
La toma de Troya, que
Plutarco atribuye a Polignoto.
·
La batalla de Maratón,
atribuida a Paneno, Polignoto o Micón, según la fuente.
Además, la stoa albergaba escudos de bronce y armamento tomado a
los vencidos como botín.
La stoa se mantuvo en buen estado durante más de seis siglos, con
la adición ocasional de nuevas obras pictóricas. Sufrió daños cuando Atenas fue
saqueada en 267 por los hérulos, aunque sólo se llevaron lo más fácil de
despojar. Las pinturas fueron retiradas por un procónsul romano, poco antes de 396.
La stoa existió otros 50 o 100 años, hasta que fue demolida para obtener
material de construcción para una muralla de la ciudad.
Las excavaciones, realizadas por la Escuela Americana de Estudios
Clásicos de Atenas, descubrieron en 1981, gran parte de los cimientos y
elementos inferiores de la stoa, en el lado norte del ágora ateniense. El
edificio ha sido identificado gracias al testimonio de Pausanias.
c) Edificios relacionados con el abastecimiento de las
ciudades.
En este apartado estarían los acueductos y las fuentes.
Corre muy válida, y apoyada en un texto mal entendido de Estrabón,
la idea de que los griegos prestaron poca atención al problema de surtir de
agua sus grandes poblaciones, opinión errónea, que ha nacido del hecho de no
conservarse de ellos los asombrosos puentes acueductos que atestiguan la
grandeza del pueblo romano por todo el ámbito de su vasto imperio.
Esto consiste en que la posición de las ciudades griegas, casi todas en la costa y muy próxima a los manantiales de las montañas vecinas, hacía fácil conducir el agua contorneando las laderas y con obras relativamente poco costosas, como lo eran también las de los romanos siempre que obstáculos insuperables no les obligaban a otra cosa.
Esto consiste en que la posición de las ciudades griegas, casi todas en la costa y muy próxima a los manantiales de las montañas vecinas, hacía fácil conducir el agua contorneando las laderas y con obras relativamente poco costosas, como lo eran también las de los romanos siempre que obstáculos insuperables no les obligaban a otra cosa.
La insuficiencia de las aguas suministradas por las fuentes
naturales y las cisternas talladas en las rocas para satisfacer las necesidades
de las ricas y florecientes repúblicas griegas, había hecho de interés público
y apremiante la cuestión de aguas, y entre otros, Polícrates en Samos y los
Pisistrátidas en Atenas se distinguieron por las importantes obras que realizaron
para hacer frente a las exigencias de sus Estados respectivos.
Para este objeto, se procuró el primero los servicios de Eupalino,
célebre por la habilidad con que había llevado a cabo las obras para el
abastecimiento de aguas de Megara, bajo el dominio del tirano Teagenes (hacia
625 A. C.).
En Samos era la mayor dificultad una montaña que se alzaba entre
la ciudad y el manantial. Atravesando esta montaña, perforó Eupalino un túnel
de 2,48 metros de ancho, otro tanto de alto y 1300 metros de largo, abriendo
dentro de él un canal de cerca de un metro de ancho y 24 centímetros de
profundidad. El agua, después de correr por un declive cuidadosamente arreglado
y al aire libre en todo su curso, caía en el extremo superior en un depósito de
fábrica y desde allí se distribuía por toda la ciudad, donde surtía fuentes,
baños, cloacas, etc., terminando en la bahía.
Túnel de Eupalinos en Samos
En Atenas, durante el gobierno de Pisístrato (560 A. C.) se
terminaron obras semejantes, si bien menos difíciles, para conducir las aguas
de los montes Himeto, Pentélico y Parnes. Desde el Himeto partían dos conductos
que pasaban por debajo del lecho del Iliso y estaban en la mayor parte de su
curso tallados en la roca. El Pentelico, como más rico en agua, abastecía otro
conducto, que aún puede distinguirse en la aldea moderna de Chalandri, por unos
60 ventiladores que suben por encima del terreno, separados entre sí de 40 a 50
metros y con un diámetro de uno a uno y medio. Canales tributarios conducían a
la corriente principal las aguas del distrito que ésta atravesaba.
Antes de llegar a Atenas, los dos acueductos mencionados se
reunían en un gran receptáculo, del cual el agua se distribuía por medio de una
ramificación subterránea que atravesaba toda la ciudad. Estos últimos conductos
eran de forma varia, unos redondos, otros cuadrados y generalmente construidos
con piedra: los principales tienen suficiente altura y ancho para permitir el
paso de dos hombres. Algunas veces se colocaban tubos de barro dentro de los
canales. El conducto de la montaña Parnes parece haber sido rehecho en época
posterior. Algunos de estos conductos continúan abasteciendo a Atenas hasta el
día y se tienen como maravillas de habilidad.
El régimen irregular de lluvias en Grecia hacía necesaria la previsión
y la recogida de agua en épocas de abundancia para utilizarla en momentos de
escasez. Entre los depósitos de agua y
las cisternas conocidos, además de la ya citada de la isla de Rodas, es famosa
la de Hybla (Sicilia). Se trataba de un gran depósito de 1.300 metros de
perímetro y 9 de profundidad, que conducía el agua de lluvia hacia el mar.
Combinaba las funciones de piscina, estanque para peces y depósito de agua para
riegos. También se conoce bastante del abastecimiento de aguas de Atenas y la gestión
sostenible de agua urbana. Atenas fue la más importante ciudad de la antigüedad
con una población de más de 200.000 personas durante su época de apogeo. Sus
condiciones climáticas hacen que la falta de agua fuera característicamente
reflejada en el conocido mito de la competición entre Atenas
y Poseidón, donde los atenienses prefirieron la rama de olivo y a
la diosa de la sabiduría que la traía frente a la abundancia de agua de mar
ofrecida por el dios marino Poseidón. Los ateniense pusieron un gran cuidado para mantener el
aprovisionamiento de agua de su anhídrica ciudad. Los primeros habitantes se
establecieron en la Acrópolis por sus condiciones naturales de defensa y porque
tenía tres fuentes naturales, siendo la más famosa la llamada Clepsidra. Pero
las fuentes naturales no bastaban para proporcionar el agua que la gente
necesitaba, por lo que se acostumbraron a hacer pozos y cisternas para recoger
el agua de lluvia, además de construir acueductos. Así mismo, el agua de los
únicos ríos, el Cefiso y el Ilisos, fue empleada para el riego. La más
importante obra fue el acueducto de los Pisistratidas, construido en época de
Pisistrato y sus descendientes, hacia el 510 a.C. Llevaba el agua desde el
Himeto, a unos 7,5 kilómetros de distancia hasta el centro de la ciudad de
Atenas. Algunas de las cañerías, de arcilla, se han descubierto con ocasión de
las obras del metro de la ciudad, así
como servidores que se cruzan en cruz, construidos en mampostería, que traían a
la sedienta y muy poblada ciudad aguas de lluvias y de las fuentes próximas
como la de Eridanos. Además de las soluciones estructurales para el
establecimiento de aguas en Atenas, los atenienses desarrollaron una
legislación que regulase la utilización de los recursos hidráulicos por parte de
los ciudadanos atenienses. La primera regulación conocida fue diseñada por
Solón, elegido arconte en 594 a.C., y muchas de estas leyes fueron relatadas
más tarde por Plutarco. También se conocen regulaciones antipolución, a fin de
mantener limpias las aguas públicas.
Las termas en su origen eran dependencias de los gimnasios y
contaban únicamente con agua fría en un primer momento aunque más tarde se
conservan elementos de calefacción del agua. A partir del siglo V a.C., se
empezaron a convertir en complejas instalaciones cuyo uso estaba asociado tanto
a actos rituales, medicinales como atléticos. Con el tiempo todas las ciudades
helenas contaron con este tipo de equipamiento y su uso pasó a Roma. En Delfos
y Olimpia quedan restos de un baño público del siglo V. Estas instalaciones
ofrecían baños de vapor y piscinas mixtas de agua caliente, templada y fría. El
baño se convirtió así en un complicado ritual de cuidados corporales, que
incluía la práctica de ejercicio, masajes con aceites especiales, una sucesión
de baños a diferentes temperaturas, la limpieza a fondo de la piel y, al final,
un nuevo ungimiento con cremas u otros afeites. Existían en el mundo griego
varias divinidades sanadoras. La principal de ellas era Apolo, considerado el dios de las plagas y de
la enfermedad, el que aparta y desvía el mal y que domina también la profecía y
el oráculo, y su hermana Artemisa que, aunque virgen, era tenida como
protectora de los partos y del crecimiento de los niños, además de considerarse
‘la diosa que cura el alma’, relacionada con las curación por las aguas
termales, sobre todo de las enfermedades relacionadas con los trastornos
femeninos y la esterilidad. Aunque Palas Atenea, patrona de las artes y de
Atenas, fue considerada también como sanadora, el principal dios curador fue
Asclepios (Esculapio para los romanos), hijo de Apolo y padre de las diosas
Panacea e Higia, personificaciones de la
salud. El centro de la medicina teúrgica o espiritual griega estuvo
constituido por los templos de este dios griego de la medicina, los llamados
asklepieia, en los que recibía culto junto con Higia (de la que procede el
término higiene), considerada a menudo su hija. Estos templos estaban a menudo
edificados en lugares de belleza natural, con agua abundante y en ocasiones
regados por manantiales y fuentes minerales medicinales. Alrededor de ellos se
construyeron numerosos locales para residencia de los sacerdotes, médicos,
enfermos y acompañantes, así como otros para baños y ejercicios gimnásticos.
Los sacerdotes que regían el templo recibían a los enfermos con un relato de
las curaciones principales allí conseguidas. El enfermo participaba en las
ceremonias de culto, realizaba la ofrenda y el sacrificio a Asclepios y pasaba
por un ritual de abstinencia o dieta, baños, masajes y unciones, vida tranquila
y relajada, que le preparaban para pasar al descanso de una o dos noches en el
interior del templo. Al llegar la noche dormía en el templo, cerca de la
estatua de Asclepios y pasaba por la incubatio (incubación), sueño en que se le
aparecía el asclepiades que le recomendaban el remedio para el mal, o tenía
sueños donde recibía el consejo o la curación de la deidad. Al obtener la
curación era costumbre que el enfermo dedicara un exvoto en metal o en cera del
órgano afectado, como luego se hizo en los templos romanos o cristianos hasta nuestros días. En estos
asklepieiaexistían también fuentes ‘milagrosas’ que devolvían la salud, no sólo
física sino también mental. Por los pasillos del templo de Pérgamo, en Asia
Menor, aún se conservan los pequeños canales por los que el agua circulaba,
cuyo rumor melodioso calmaba la tensiones psíquicas, en lo que se ha
considerado, por su uso de la meloterapia hídrica, el primer sanatorio mental
del mundo. La música, la danza y el sonido dedicados a expulsar los agentes
causantes de una enfermedad se emplearon también como prácticas terapéuticas en
la Grecia antigua, y Pitágoras recomendó la terapia con música para tratar de
restablecer la armonía natural o simpatía entre el cuerpo y el alma. Entre los
instrumentos musicales consideraba la lira como el más útil para ciertas
enfermedades internas y para reencontrar el equilibrio, mientras que prefería
el cántico, acompañado de este instrumento, para hacer frente a la melancolía o
la cólera.
En cuanto a la aplicación del agua por la escuela de Hipócrates de
Cos (nace hacia el 460 a C.), éste indica que: “Los baños fríos, seguidos de
ejercicios físicos, dan más calor al cuerpo que los baños calientes. Los
dolores muy fuertes de la gota o del reumatismo pueden desaparecer con
repetidos chorros de agua fría. El agua del mar cura heridas y úlceras
cutáneas”.
d) Edificios para la educación y el entretenimiento (teatro
y gimnasio).
La educación tuvo una gran importancia en Grecia, al menos
en los niveles básicos. No era competencia estatal sino privada, por lo que la
educación estaba llevada a cabo por profesores particulares y costeada, a su
vez, por los padres del alumno.
Teatro «lugar para contemplar»), o más específicamente, teatro de la
Antigua Grecia, es la cultura teatral que floreció en la antigua Grecia
entre 550 a. C. y 220 a. C. El teatro griego se
originó en un espacio circular al aire libre llamado orchestra,
en el que se ejecutaban una gran variedad de actividades, desde espectáculos artísticos
(danzas, recitados, y piezas musicales), hasta eventos cívicos y religiosos. Se
trataba de un lugar de tierra lisa y compacta dispuesto para la representación
de cantos corales, una de cuyas variedades, el llamado ditirambo, fue, según la
tradición, el progenitor de la tragedia ática. Todos los grandes teatros se
construyeron a cielo abierto.
Independientemente de cuál sea la definición que se le dé a la
palabra mito o leyenda, puede entenderse que con ella se designa
a una serie de antiguos relatos referidos a los héroes e incluso a los dioses,
de los que se narran hazañas espectaculares, y en los que el imaginario
colectivo posterior de un pueblo ha creado un conjunto de símbolos culturales.
La literatura griega está plagada, desde sus más remotos orígenes homéricos, de
personajes y sagas míticas locales; así, suele hablarse del ciclo troyano (en
torno al cual se agrupan los principales héroes y familias que participaron en
la expedición de la Guerra de Troya: Agamenón, Menelao, Electra, Orestes) y del
ciclo tebano (en el que aparecen las figuras de Edipo, Antígona, Eteocles y Polinices,
los dioses Dioniso y Zeus y el héroe local Heracles, entre otros).
No obstante, la postura que han mantenido ante el mito los
diversos autores de tragedias dista mucho de ser homogénea. En una progresiva
evolución, se observa cómo al principio Esquilo se muestra respetuoso y crédulo
ante el mito y la religiosidad tradicional, mientras que no muchos años más
tarde Eurípides asumirá una crítica revisionista de los personajes míticos y de
las antiguas creencias religiosas. Con ello, este último no hacía sino seguir
probablemente los pasos de filósofos y pensadores como Jenófanes de Colofón,
quien defendía la idea de que los dioses de Homero no eran sino una pura
ficción. De otro lado, si hay una característica singular del mito es su
anticanonicidad. No existe una única versión de un mito. En todo caso, para los
antiguos griegos no estaba tan nítida como para nosotros la contraposición
entre mito e historia o entre pensamiento mítico y pensamiento racional. Sin
duda, los antiguos griegos creían que Agamenón fue un antiguo rey que, con toda
certeza, había acudido a una antiquísima guerra de Troya, y seguían respetando
y venerando las tumbas de los «antiguos héroes» a los que continuaban rindiendo
culto como criaturas benéficas, incluso después de muertos, para la comunidad.
Incluso cabría recordar que el mito es un producto de una sociedad
esencialmente oral, un conjunto de relatos que pueden transmitirse en un
formato múltiple: como canto, como recitado poético, como representación
plástica e iconográfica. El hecho de que los griegos no hayan tenido ningún
libro sagrado sobre la verdad de los dioses, equivalentes a lo que son la Biblia,
la Torá o el Corán para otras culturas, confería al mito una casi completa
versatilidad y la posibilidad de ser revisado una y otra vez.
El repertorio mítico entronca por otra parte con los rituales
religiosos a los que también desde antiguo estuvo vinculado al teatro como
parte de una serie de celebraciones o fiestas religiosas insertas en la
tradición de antiguos rituales. Para los antiguos griegos, la base de la
religión se encuentra más en el ritual que en un conjunto de creencias, y aquí
de nuevo la civilización contemporánea se halla alejada de los griegos. La
sociedad ateniense estaba más ritualizada. De otro lado, entre ritual y teatro
antiguo existen una serie de enlaces muy sugestivos que interactúan en uno y
otro sentido, del ritual al teatro y del teatro al ritual. Estos son los elementos:
el ritual de súplica, los rituales funerarios, la purificación o catarsis de la
«oración».
En una sociedad primitiva en la que no está institucionalmente
asegurada la protección personal, los ritos del suplicante adquieren una
extraordinaria importancia. De hecho se interpreta como un abominable acto no
proporcionar derecho de acogida a un suplicante o expulsarlo del santuario
donde ha buscado asilo. En el teatro abundan las escenas del suplicante que
implora el auxilio del poderoso, y es posible que los propios autores de
tragedia aprovecharan la existencia de este ritual de súplica porque
encontraron en él un mecanismo de enorme impacto escénico y dramático.
De otro lado, las costumbres y ritos funerarios de los griegos
entraron igualmente de lleno en la arquitectura dramática. La persona que muere
no encontrará definitivo reposo hasta que le hayan cumplido una serie de ritos
religiosos relacionados con su enterramiento. La joven Antígona entiende que
debe dar sepultura a su hermano Polinices, a pesar de la expresa prohibición
del rey Creonte; en Las Coéforas de Esquilo se encuentra a un grupo de
personas enviadas por Clitemestra para que viertan libaciones sobre la tumba de
Agamenón. Estas y otras prácticas funerarias implican un ritual complicado: las
mujeres lloran, se golpean el pecho, se cortan el pelo, se desgarran sus
vestidos al tiempo que entonan gritos inarticulados de tipo «ió», «ió», «ai»,
«ai», «paián», «paián», mientras vierten libaciones y presentan sus ofrendas al
muerto. En todo caso, la muerte se presenta al griego como fuente de
contaminación míasma, de la que tanto el individuo como la colectividad
debe limpiarse mediante un ritual de purificación. Así, cuando Orestes llega a Atenas
después de haber asesinado a su madre, los atenienses le dan acogida pero no le
dirigen la palabra, porque todavía está contaminado por el asesinato. Y
nuevamente en el Edipo Rey aparece toda una ciudad contaminada porque en
ella habita un asesino que aún no se ha sometido al ritual de la purificación.
Los ciudadanos acuden al palacio de Edipo como suplicantes con una petición
concreta: encontrar al causante de la contaminación y expulsarlo de la ciudad.
Es un tipo de súplica a la vez política y religiosa, ya que no se trata solo de
lograr que regrese la prosperidad a Tebas, sino que tiene una carga de
significación religiosa.
Cabe mencionar que el teatro se consagraba íntegramente a las
nueve musas de la inspiración, por su muy estrecha vinculación con el dios Apolo,
patrón de las Bellas Artes. Cada una de ellas representan virtudes
artísticas y cognoscitivas, dos de ellas son musas directas del teatro antiguo.
Las musas en el teatro
Urania
El teatro estuvo en la Antigua Atenas, al igual que en muchas
otras culturas, vinculado desde siempre a la celebración de determinados
festivales y rituales de carácter religioso. Según las noticias de que se
dispone, uno de los más antiguos y concurridos fue el que se celebraba en honor
del dios Dioniso en Atenas durante los días 11 al 13 del mes llamado en griego Antesterion
(mes de las flores) que corresponde aproximadamente a nuestro mes de febrero.
Hay un testimonio de Filóstrato, donde se nos afirma que dicho nombre de
Antesteria se refiere a un ritual en el que una serie de chicos y chicas
atenienses portaban durante una procesión unos ramos de flores una vez llegados
a la pubertad. Por su parte, la cerámica griega atestigua algunas
representaciones que parecen corresponder a estas celebraciones. Las fiestas
duraban cinco días:
·
En el primero, denominado Pithoigia,
se procedía a abrir los cántaros (pithoi) en que se había conservado el mosto
desde el mes de septiembre anterior, vino que —previsiblemente— se consumía en
parte en honor del dios Dioniso y en provecho y disfrute de los participantes.
·
El segundo día, llamado Choes,
continuaba la celebración festiva y se sorteaba un pellejo de vino entre los
que asistían a las fiestas.
En cualquier caso, se ha de admitir que estas celebraciones solo tangencialmente
se relacionan con los orígenes del teatro griego, aunque sin duda fueron el
precedente de otros festivales que se comentan más abajo.
Las Leneas
Estas fiestas se celebraban en Atenas durante el mes de Gamelión
(el mes de las bodas), que corresponde aproximadamente a nuestro mes de enero,
mes que recibía el nombre de Leneo en el ámbito de las ciudades jonias según el
testimonio de Aristóteles.
El rey atiende, en primer
lugar, con la colaboración de los comisarios que haya votado el pueblo con el
brazo en alto, a los misterios; estos comisarios son dos de entre todos los
atenienses, uno de entre los Eumólpidas y otro de entre los Cérices... Atiende
también en segundo lugar a las Dionisias Leneas, que consisten en una procesión
y un certamen. La procesión la organizan en colaboración el rey y los
comisarios, y el certamen lo controla el rey. Regula también el todas las
carreras de antorchas y de alguna manera, él es quien regula todos los
sacrificios tradicionales.
Estas Leneas se celebraban en Atenas en un edificio llamado el
Leneo, aunque no se tiene noticias claras acerca de dónde pudo estar el
emplazamiento, si en la propia acrópolis o en las afueras. Se trata de una
institución muy antigua, anterior a la de las Grandes Dionisias, y es probable
que al cabo del tiempo su celebración se trasladara (en torno al 440 a. C.)
al Teatro de Dioniso. Parece ser que la concurrencia a estas fiestas era solo o
mayoritariamente ateniense, sin la numerosa presencia de extranjeros
característica de otras celebraciones. Así al menos parece atestiguarlo, entre
otros testimonios, el cómico Aristófanes:
DICEÓPOLIS. No toméis a
mal, señores del público, que yo, un mendigo, me disponga a hablar ante los
atenienses acerca de la ciudad en el seno de una comedia, porque también la
Comedia sabe de Justicia. Voy a decir cosas terribles pero justas, y ahora no
podrá reprocharme Cleón que hable mal de la ciudad en presencia de extranjeros,
porque solos estamos- es el concurso de las Leneas- y no hay extranjeros, pues
ni han llegado los tributos ni los aliados de las ciudades: ahora estamos
solos: trigo sin broza, limpio, porque a los metecos los llamo el salvado de
los ciudadanos.
Las Leneas fueron el principal marco de representación de las
comedias de Aristófanes, según se sabe por las noticias (hipótesis) que
anteceden al texto de algunas de sus obras. Así en la «hipótesis» a Los
acarnienses se lee: «La obra es una de las mejor compuestas e incita a la
paz por todos los medios. La hizo representar en las Leneas, a nombre de
Calístrato, durante el arcontado de Eucino 426/425 a. C., y quedó la
primera». También en la segunda hipótesis a Los caballeros encontramos
nuevas alusiones a las Leneas: «La obra fue representada a expensas públicas en
el arcontado de Estratocles 424/424 a. C. en las Leneas bajo la
dirección del propio Aristófanes. Quedó el primero. El segundo premio lo ganó Cratino
con Los Sátiros y el tercero, Aristómenes con Los Leñadores».
Noticias similares encontramos también en las hipótesis de Las
avispas y de Las ranas, así como en una serie de inscripciones
estudiadas por Csapo.
Las Dionisíacas Rurales
La celebración de estas fiestas tenía lugar durante el mes
Posidonio, que equivale más o menos a nuestro diciembre. Se trataba de una
procesión en torno a un falo con la que se buscaba propiciar la fertilidad de
los campos sembrados durante el otoño. No nos es dado precisar cuándo se
produjo la asociación de esta fiesta al dios Dioniso, aunque de acuerdo con el
testimonio de Platón parece que existieron diversas celebraciones, ya que
había gente que asistía consecutivamente a más de una de ellas:
Y aún son de más extraña
ralea para ser contados entre los filósofos los que gustan de las audiciones,
que no vendrían de cierto por su voluntad a estos discursos y entretenimientos
nuestros, pero que, como si hubieran alquilado sus orejas, corren de un sitio a
otro para oír todos los coros de las Fiestas Dionisias sin dejarse ninguna
atrás, sea de ciudad o de aldea.
Un nuevo testimonio sobre el contenido de estas fiestas se puede
ver en la comedia Los acarnienses de Aristófanes, donde el personaje
Diceópolis parodia la procesión de la fiesta, mientras entona un canto a Falo,
personificación de la fertilidad, a quien su esclavo Jantias lleva como estandarte.
Se ha de suponer que pasajes de este tipo son los que debió utilizar Aristóteles
cuando en su Poética nos habla de que en sus orígenes la comedia se
remonta a estas comparsas de cantantes fálicos (Cf. komoi. Especialmente
famosas fueron las celebraciones que tenían lugar en el Pireo. Aunque la
ciencia epigráfica y filológica dispone de algunas inscripciones halladas en el
terreno, el antiguo edificio del teatro del Pireo ha desaparecido por completo.
En todo caso parece que las Dionisíacas Rurales tenían un carácter más agrario
que los grandes festivales de la ciudad, aunque precisamente por ello es
posible que hayan conservado un carácter más marcadamente religioso y
primitivo.
Escultura
del dios Dioniso, a quien se le dedicaban fiestas cívico-religiosas
Las Dionisíacas ciudadanas (Grandes
Dionisíacas)
Pero las fiestas más célebres, las fiestas atenienses por
antonomasia, fueron las llamadas Dionisias Ciudadanas o Grandes Dionisias,
instituidas en honor del dios Dioniso, cuya imagen era trasladada desde la
ciudad de Eléuteras (Beocia) a Atenas. Se sabe que en época de Pisístrato (siglo
VI a. C.), el festival había ya alcanzado notable fama y que su
celebración coincidía con nuestro mes de marzo, época en que la navegación y
los viajes se hacían más cómodos y seguros con la llegada de la primavera. La
ciudad de Atenas se engalanaba para recibir a embajadores y aliados, hombres de
negocios y políticos a quienes el Estado condecoraba por algún servicio
especial prestado en beneficio de Atenas. La procesión de una estatua de
Dioniso recorría las calles de la ciudad, acompañada de un desfile de antorchas
que llevaban los jóvenes en edad militar. Al cortejo se sumaban igualmente
cortejos de muchachas (canéforas) con ofrendas para diversos sacrificios. Cada
una de las diez tribus de la ciudad organizaba un coro de cincuenta chicos y otro
coro de cincuenta adultos que participaban en el concurso.
Por lo que se refiere a las representaciones dramáticas que tenían
lugar durante estos días, se sabe que Aristóteles se ocupó de registrarlas
debidamente por escrito en torno a los años 330 a. C. De parecido
tenor son las didascalias, inscripciones halladas en la falda de la Acrópolis,
donde quedaron asentados los títulos de las tragedias representadas en las
Dionisias, las comedias de las Dionisias y de las Leneas, los nombres de los arcontes,
los nombres de los autores de las piezas dramáticas, etc. Una de las
principales inscripciones está incompleta, y delante del nombre de Esquilo
(cuya primera victoria en los concursos se fecha en el 484 a. C.)
faltan unas diez líneas que debían referirse a los autores de tragedia de las
Dionisias.
Ha llegado al presente el testimonio extraordinario de una
inscripción, conocida como «Marmor Parium», descubierta en la isla de Paros, en
la que se han reproducido algunos acontecimientos históricos desde la fundación
mítica de la ciudad de Atenas (c. 1580 a. C.) hasta el 263 a. C.
aproximadamente. En ese documento se habla de la presentación de ciertos
festivales dramáticos en un espacio de tiempo que va desde el año 580 a. C.
al 508 a. C. El texto dice así:
Desde que en Atenas se
organizó el primer coro de actores cómicos, siendo el pueblo de Icaria el
primero que corrió a cargo de su organización, y el poeta Susarión su inventor,
se estableció como premio al vencedor un cesto de higos y un odre de cuarenta
libros de vino... Desde que el poeta Tespis puso en escena su primera obra
dramática en la ciudad, donde se propuso como premio al vencedor un macho
cabrío, han pasado más de 250 años, siendo arconte en Atenas un tal [...]teneo,
el Viejo... Y desde que se organizó el primer coro de hombres en un certamen,
en el que obtuvo la victoria Hipódico de Calcis, han transcurrido 236 años,
siendo arconte en Atenas Liságoras.
¿Cuál era, pues, la vinculación de estas fiestas con la
celebración de los concursos dramáticos? Durante el siglo V concurrían al
certamen de tragedias tres autores, cada uno de los cuales presentaba cuatro
piezas, tres tragedias y un drama satírico de acuerdo con el siguiente
calendario y programa: el día previo, llamado proagón, se dedicaba a
ultimar los preparativos y los autores hacían la presentación de sus obras en
compañía de sus actores. El día siguiente (el primero propiamente hablando) se
iniciaba con la procesión y traslado de la estatua del dios Dioniso, que era
acompañado por grupos de jóvenes hasta la Acrópolis y en ella intervenía la
mayor parte de los ciudadanos, agrupados según las distintas tribus de la
ciudad. Atravesando el ágora, finalizaba en el altar que se hallaba en el
centro del propio teatro, donde tenía lugar el concurso de ditirambos; el
segundo día se representaban cinco comedias; y cada uno de los tres días
siguientes se escenificaba tres tragedias y un drama satírico. De este modo,
durante los seis días de fiesta de las Grandes Dionisias se ponían en escena un
total de diecisiete obras, además de los cantos ditirámbicos del primer día. No
obstante, tanto el número de piezas como su extensión estaban regulados por las
necesidades del programa diario de representaciones o por especiales
circunstancias durante algunos años de la Guerra del Peloponeso
(431-404 a. C.). Esquilo fue autor de trilogías (tres obras en torno
a un mismo personaje o motivo), mientras que Sófocles abandonó dicha práctica,
según atestigua el antiguo léxico Suidas.
En cuanto a la comedia, la organización era distinta. Cada autor
presentaba a concurso (fuera en las Leneas o en las Dionisias) una sola obra en
cada festival. Esto es lo que se atestigua para el siglo V y probablemente para
el siglo IV a. C., aunque tal vez merezca dejar constancia de que Aristófanes
pudo presentar en alguna ocasión, de manera excepcional, dos obras. Hay una didascalia
que nos habla de que un tal Diodoro obtuvo el segundo y el tercer premio el
mismo año, aunque no debe descartarse la posibilidad de que se tratara de dos
autores distintos con un mismo nombre. Por otra parte, lo más corriente fue que
durante el siglo V participaran cada año en el concurso cinco autores, aunque
durante los años de crisis de la Guerra del Peloponeso se redujeron a tres.
El vestuario
El vestuario de una representación griega está compuesta por:
• Máscaras: los actores griegos utilizaban las máscaras o, en su
defecto, ocultaban su rostro con barro o azafrán. El ocultar la cara simboliza
el vestirse con elementos nuevos y no comunes, necesarios para realizar el
rito, era también un ritual.
Más tarde, cuando el teatro fue teatro y no un acto religioso, la
máscara era aquel elemento que transformaba al actor en personaje, había
máscaras de viejos, de jóvenes, mujeres, etc. Con el tiempo, los artesanos
consiguieron verdadero realismo en las caretas.
Además la máscara poseía unas enormes dimensiones para que fuera
mucho más visible al público y para, junto con los coturnos (zancos), guardar
la proporción entre las diferentes filas de asientos. Por otra parte, las
máscaras podían servir de "megáfono" aumentando la voz del actor. Y
por último, permitía al actor interpretar varios personajes.
• Los coturnos: son una especie de zapatos de madera con alza que
servían para dar altura al actor. Conseguían que los personajes nobles
destacasen sobre el coro y dar proporción al actor con la gran máscara. Así el
actor era enorme, con lo que el público podía verlo con facilidad. Generalmente
solo eran usados en la tragedia.
• Ropas: por lo general, los trajes usados eran túnicas, cortas o
medias y mantos. Según los colores de las ropas el personaje tenía más o menos
importancia, así, los colores oscuros eran para los personajes tristes, los
alegres para los importantes o los colores normales para la gente del pueblo.
Los actores usaban unas almohadillas para abultarse, de modo que se siguiese
guardando la proporción con el coturno y la máscara. Además podían usar otros
elementos como corona en el caso de los reyes.
El diálogo recitado y el canto
Si el actor recitaba y el coro contestaba cantando se daba un
diálogo epirremático. En el caso de que ambos actor y coro cantaran se daba la
figura del Kommós. El conjunto de diálogos entre actor y coro recibía el nombre
de amebeo. A veces un mismo verso era recitado por dos o más actores a eso se
le llamaba antilabē.
El coro
Los movimientos del coro en la representación eran muy variados,
su entrada a escena se llamaba párodo, generalmente precedida por el prólogo.
Ya que el coro había entrado en la orquesta iniciaba un canto coral conocido
como estásimo el cual poseía versos líricos, a lo largo de la pieza solía haber
tres estásimos. Además de esto el coro podía dialogar con los actores.
Funciones del coro en la tragedia
griega
El coro en la tragedia griega actuaba como intermediario. Los
coros se involucraban en la acción, sus cantos eran importantes y explicaban a
menudo el significado de los acontecimientos que precedían a la acción.
El coro normalmente iba vestido de negro, se encontraba junto a la
orquesta y acompañaba a la escena. Pero no todos los días, solo cuando el
público pagaba.
El coro se ubicaba de espaldas al público, en la parte delantera
de la escena (orquesta) y acompañaba con cantos y danzas la representación.
Detrás de la orquesta se desarrollaba el acto teatral (proscenio). En el fondo
se encontraba un escenario (skene) en el que había tres aberturas por donde
entraban y salían los actores
La composición del público
Es cierto que acudían gentes de otras polis griegas que llegaban a
Atenas en esos momentos aprovechando la bonanza marítima de la nueva estación
que se acababa de abrir, después del forzado paréntesis invernal. Sin embargo,
tal circunstancia sólo se daba al parecer en las Grandes Dionisias, ya que a
las Leneas sólo asistían los atenienses, según se desprende de una clara
alusión de la parábasis de Los acarnienses de Aristófanes.
Resultaba difícil encontrar un asiento e incluso se producía
cierta violencia con motivo de la compra de los mismos. Este fue, al parecer,
uno de los motivos que impulsaron a Pericles a crear el fondo público destinado
a sufragar los gastos de los ciudadanos con menos recursos que se veían
claramente marginados.
Además, la mayoría de los edificios sufrieron obras de remodelación para ampliar el espacio dedicado a los espectadores.
Además, la mayoría de los edificios sufrieron obras de remodelación para ampliar el espacio dedicado a los espectadores.
Existían localidades fijas en las filas destinadas a los magistrados
de la ciudad, a los sacerdotes de Dioniso y a aquellos ciudadanos que habían
contribuido de forma especial al bienestar público, los cuales recibían como
reconocimiento de la ciudad este derecho a ocupar uno de los asientos
preferentes (la proedría). Los hijos de los caídos en la guerra y los
embajadores de otros estados recibían el mismo privilegio. El resto de la cávea
estaba distribuido por tribus, de forma que cada una de ellas tenía asignado un
sector determinado, pero no parece que esto fuera suficiente para evitar
altercados y premuras de última hora. Es muy significativa la importancia que
se daba a la concesión de un asiento preferente, aparte del prestigio social
que ello confería al destinatario.
Otro motivo que explica esta asistencia masiva a las
representaciones teatrales es la ausencia de discriminaciones de cualquier
clase para el acceso a las mismas, a diferencia de lo que sucedía con otro tipo
de acontecimientos como los jurados o las asambleas populares.
Respecto a las mujeres, colectivo casi siempre marginado de las
actividades principales en la sociedad griega, alguna cuestionan su presencia
en el interior del recinto teatral y se ha llegado a suponer que asistían a los
espectáculos desde fuera en los caminos que bordeaban la ladera de la Acrópolis
sobre la que se ubicaba el teatro ateniense.
En algunos pasajes cómicos en los que se alude al auditorio, como La
paz de Aristófanes, o El díscolo de Menandro, no se las menciona en
ningún momento. Sin embargo, una serie de testimonios del siglo
IV a. C., perfectamente retrotraíbles al período anterior, y ciertas
anécdotas procedentes de autores tardíos, parecen indicar lo contrario. Así, en
un pasaje de Leyes de Platón, se hace alusión a la preferencia de las
mujeres educadas por el género trágico. Y en un escolio de Aristófanes se
menciona un posible decreto de un tal Espirómaco, que proponía la separación de
sexos en el teatro e incluso una separación entre mujeres libres y cortesanas.
Por otro lado, una biografía tardía de Esquilo menciona cómo la
representación de Las euménides provocó tales reacciones de horror entre
el auditorio femenino que muchas llegaron incluso a abortar, y en Ateneo se
recoge la noticia de la gran admiración que produjo entre hombres y mujeres por
igual la entrada al recinto de Alcibíades, en calidad de corego y ataviado con
ropas de púrpura.
Los jóvenes también asistían al teatro, según se deduce del
comentario de Aristóteles en Política sobre la conveniencia de prohibirlo.
Además, en La paz, 50-53, lo confirma Aristófanes.
Sobre la asistencia de los esclavos es posible que sólo fuera
sirviendo de compañía para sus amos más jóvenes. Resulta ilustrativo que Teofrasto
incluya en sus Caracteres la figura del desvergonzado, cuya especial
hazaña consistía en el teatro a uno de sus esclavos en compañía de sus hijos
ocupando asientos que estaban reservados para posibles invitados.
La respuesta del auditorio
Las obras puestas en escena revelan una complejidad de pensamiento
y unas sutilezas literarias que no parecen estar al alcance de cualquiera. Los
argumentos de los dramas están basados en los pormenores de la leyenda heroica
y, a pesar de la difusión que ésta alcanzó gracias a la actividad de los rapsodas
y recitadores profesionales, resulta difícil imaginar que todos contasen con un
bagaje considerable al respecto, dadas sus múltiples variantes y lo difuso de
algunas ramificaciones genealógicas. Los estudiosos albergan serias dudas al
respecto. ¿No habría sido el teatro un espectáculo de élite forzosamente
compartido con toda la masa social ateniense por las imposiciones políticas y
religiosas?. Aristófanes alude en repetidas ocasiones a la ingratitud de los
espectadores prestos siempre a silbar a los poetas ancianos y a la volubilidad
y mal gusto del público. En Las aves se burla de la incapacidad de los
asistentes, al no tener alas para escapar del teatro y poder volver en el
momento adecuado cuando la comedia terminaba.
No hay que sobrevalorar el nivel del público ateniense a partir de
las parodias que Aristófanes hacía de algunas tragedias o de sus autores.
Muchas de estas alusiones se referían a obras que habían sido puestas en escena
hacía poco, o se dirigían más que a pasajes concretos que puedan hacer suponer
un cierto conocimiento literario por parte de los espectadores, al estilo
general de un poeta, a su tono, que era algo mucho más fácil de retener,
especialmente si había repetido sus intervenciones en años sucesivos.
A pesar de todo, parece que al menos una parte del público
ateniense estuvo a la altura de las circunstancias y adoptó ante las
representaciones un alto grado de seriedad e inteligencia. Supo reconocer las
grandes figuras, cuyas obras ganadoras de los premios en los certámenes y luego
representadas con cierta regularidad, son precisamente las que han sobrevivido.
Hay anécdotas sobre las respuestas emocionales excesivas por parte
del público ante algunas representaciones como la mencionada de Las
Euménides, o la que se refiere a la prohibición de futuras representaciones
de La captura de Mileto, obra de Frínico, a causa de los sentimientos
dolorosos que provocó a los espectadores.
En el teatro griego, a diferencia del de Shakespeare, por ejemplo,
apenas importa la personalidad de los personajes y son los problemas, la
moralidad y las acciones los que alcanzan el primer plano.
Es muy probable que dada la variedad del auditorio, en ocasiones
los poetas se dirigieran únicamente a un sector más formado, a cuya apreciación
irían destinadas ciertas sutilezas poéticas. Hay que mencionar la anécdota que
narra cómo se salvaron de una muerte atroz en las latomías de Siracusa aquellos
cautivos atenienses que eran capaces de recitar pasajes completos de Eurípides.
O bien la noticia de Teofrasto sobre la alta distinción y estima social que
alcanzaban quienes eran capaces de recitar parlamentos de tragedias.
Existía además un alto grado de propaganda y de concienciación
cívica en todos los festejos que rodeaban las representaciones teatrales, tanto
al inicio del certamen como una vez finalizado éste. La ceremonia de apertura
de los festivales se convertía en una gran manifestación del poderío ateniense
y en una promoción de los deberes ciudadanos. Se exponía ante los espectadores
llegados de todas partes del mundo griego el tributo enviado por los aliados de
Atenas, se hacía desfilar a los huérfanos de los caídos por la ciudad, cuya
educación y armamento habían sido costeados por la comunidad, y se proclamaban
los honores de aquellos que habían beneficiado a la polis de alguna forma.
Los principales representantes del estado se sentaban en las
primeras filas y debían realizar unas ofrendas al inicio de la celebración.
Buena parte de la financiación corría a cargo de un ciudadano rico, que cumplía
con un impuesto denominado liturgia, cuya función era subvenir a las
necesidades básicas de la comunidad.
La asamblea reunida al principio para determinar el curso de la
celebración, debía reunirse también al término de la misma para dictaminar la
buena o la mala organización del certamen por parte del magistrado encargado a
tal efecto.
Los jurados que otorgaban los premios eran seleccionados entre los
ciudadanos por un curioso y complicado sistema, y en ocasiones era el público,
con su presión sobre los jueces, quien decidía el resultado (Platón alude con
desprecio a la "«teatrocracia»" así creada). A pesar de las
diferencias de actitud y de respuesta ante las obras representadas, pocos
podrían haber escapado a la atmósfera general que rodeaba el acontecimiento:
una semana de fiesta pública en la que todos los asuntos se posponían, en la
que se glorificaba el orgullo ateniense y en la que la ciudad era dominada por
una experiencia singular que todos sus habitantes podían compartir
personalmente: el edificio como espacio escénico.
La construcción de los teatros griegos "clásicos" va
desde el siglo V a. C. al siglo III a. C. Es relativamente
fácil identificar a un centenar. Antes de este período, las construcciones
existentes son de la Época Arcaica, y después son helenísticas o romanas, e
innumerables.
Los teatros clásicos griegos están presentes en toda la Grecia
continental e insular, así como en Magna Grecia y Asia Menor.
Los teatros se construían en la ladera de una montaña, para poder
apreciar la obra representada, a diferencia de los romanos, muchos de los
cuales se levantaban en terreno llano y elevaban sus gradas por medio de
bóvedas y arcos.
Comparando los teatros griegos con los romanos se observan varias
características:
·
Ningún teatro griego está en
terreno llano, debido a que los griegos no sabían construir bóvedas de
hormigón, pero sí rellenaban los laterales si era necesario, como en Dodona, Epidauro
y sobre todo en Argos, donde prácticamente se ha construido todo el koilon.
·
La inmensa mayoría de teatros
romanos también están respaldados por una colina, ya que la construcción en
llano era un lujo reservado para casos necesarios, como los levantados en el Campo
de Marte en Roma. Esto no se aplicaba a los anfiteatros, que se construían en
cualquier lugar debido a su importancia social.
Los teatros de las grandes ciudades estaban construidos en gran
escala para acomodar a un gran número de personas en la orquesta, así como a la
mayor cantidad de espectadores (hasta 18.000). Las matemáticas jugaron un papel
muy importante en la construcción de estos teatros, y su diseño semicircular
permitía tanto buena visión como acústica.
Los griegos comprendieron esta última de manera inigualable; los
diseñadores fueron capaces de crear una acústica inmejorable en los teatros, de
tal manera que las voces de los actores pudieran ser oídas en todo el teatro,
incluidas las personas que estaban sentadas en la última y más alta fila de
asientos; actualmente es difícil encontrar un teatro moderno de gran tamaño
capaz de mejorarla. En el teatro de Epidauro se puede oír desde las más altas
gradas cualquier susurro dicho en la skené. Se puede suponer que esto sería
igual en muchos de los teatros, todos construidos de forma semicircular, si
estuvieran en un estado de conservación tan bueno como el famoso santuario de Asclepio.
Según recientes estudios del Instituto Tecnológico de Georgia la
gran acústica del teatro tiene su raíz en sus asientos de caliza.
Los teatros griegos constaban de tres partes principales: koilon,
orchesta y skené.
Teatro de Epidauros
Koilon
El koilon era el conjunto de gradas donde se asentaban los
espectadores. Ocupaba la ladera de la montaña, y recibió también el nombre de theatron,
cuyo significado es "lugar desde el que se mira", que más tarde pasó
a referirse a todo la construcción. Tenía forma semicircular y los asientos
estaban situados en gradas. Estaba dividido en sectores (kerkís): de
forma vertical, por escaleras y en horizontal, por pasillos (diazoma).
Al principio los asientos de las primeras filas estaban hechos de
madera, y el resto de la gente se sentaba directamente sobre la tierra; pero
alrededor de 499 a. C. se comenzaron a construir líneas de bloques de
piedra en la ladera de la colina para crear asientos permanentes y estables,
que se fueron haciendo cada vez más comunes; los de la primera fila fueron
llamados prohedria, eran de mejor calidad y estaban reservados para los
sacerdotes y para los ciudadanos más respetados. Entre el koilon y la orchesta
había un murete llamado balteus.
Sitial para el arconte epónimo en el
teatro de Dioniso.
Orchestra
Era la parte más antigua del teatro, y era utilizada por los coros
y las danzas rituales. En los primeros tiempos tenía un altar en el centro, thymile,
donde se sacrificaba un cordero en honor del dios Dioniso antes de comenzar la
representación. El altar fue disminuyendo de tamaño con el tiempo hasta
desaparecer.
Las obras estaban conformadas por un ditirambo, es decir, un coro
formado por 50 personas entre hombres y niños, donde el elemento más importante
era el ritornello, grito lanzado para llamar la atención del Dios.
La orchestra, que en general tenía forma circular, poseía 24
metros de diámetro, y estaba situada al pie de la ladera en un lugar aplanado.
Cuando se creó la skené, ésta se adentraba en ocasiones en el círculo
hasta ocupar un séptimo de su diámetro. En el centro se colocaba una
plataforma, aunque no en todos ellos: en Dodona no lo hay, y en Eretria lo que
hay es un agujero conectado a un túnel.
También existieron orchestas semicirculares, como en el teatro de
Epidauro y de Metaponto, y a partir del siglo V a.C. algunos teatros también
tenían en la orchesta una zona ampliada llamada logeion usada para los
discursos.
Plano de un teatro griego clásico.
(Teatro de Dioniso).
Skené
Cuando además de coros comenzó a haber un argumento y actores, se
construyó la skené. Era una plataforma alargada y estrecha situada junto a la
orchesta, en el lado opuesto al koilon. Con el tiempo se elevó cerca de tres
metros sobre la orchesta, sostenida por una columnata.
La muerte de un personaje siempre ocurría ob skené, fuera
de escena, ya que era inapropiado mostrar una matanza a ojos de la audiencia;
de esta expresión deriva la palabra obsceno. En 465 a. C. los
dramaturgos comenzaron a usar un telón para estos casos, que colgaba detrás de
la skené simulando un decorado, y que también servía a los actores para
ocultarse detrás y cambiar de vestuario durante la obra; se convirtió en una
pared de ladrillo o piedra en 425 a. C., llamada paraskenia, y
desde entonces fue un elemento común en los teatros; consistía en una pared
larga proyectada hacia delante por los lados, la cual podía tener puertas para
las entradas y salidas de los actores. Justo delante de la paraskenia, entre
ella y la orchestra, la skené recibió el nombre de proskenion.
Hacia el final del siglo V a. C., alrededor de la época
de la guerra del Peloponeso, la paraskenia tenía dos pisos de altura y fue
llamada epskenion.
Parodoi
Los teatros griegos tenían entradas para los actores y los
miembros del coro llamados parodoi (plural de parodo). Los parodoi eran
dos entradas que se abrían entre la skené y la orchesta, que también recibieron
el nombre de eisodoi. Tenían una función dramática, ya que, por
convenio, los más occidentales representaban la salida hacia el mar o el campo
y los más orientales a la acrópolis. Por lo tanto, dependiendo de por dónde
entrasen o saliesen los coros o personajes, el público sabía a dónde iban o
venían.
Proskenion
El proskenion (delante de la escena), adornado con columnas
y estatuas, era el lugar donde actuaban los actores y era similar al proscenio
actual. La paraskenia se decoraba con figuras y pinturas, según el lugar en que
la acción se desarrollaba.
El Gimnasio
El gimnasio
en la Antigua Grecia era una institución dedicada a la instrucción física y
espiritual. También funcionaba como una instalación de entrenamiento para
competidores en juegos públicos. Era también un lugar para socializar y para
encontrar grupos con los cuales se compartieran ideas. El nombre proviene del griego
gymnos, que significa desnudez. Los atletas competían desnudos, una
práctica para dar mayor realce a la belleza de la figura masculina y femenina,
además de como tributo a los dioses. Algunos tiranos temieron que las
instalaciones del gimnasio se volvieran un lugar de pederastia entre aquellos
que acudían a él. La Gimnasia y la Palestra estaban bajo la protección de Heracles,
Hermes y, en Atenas, de Teseo.
En estos edificios se daba culto a Hermes y a Hércules, a
los que se pedía protección en los juegos.
En este caso estaríamos ante el verdadero símbolo de la
cultura griega. Estaban dirigidos cada uno de ellos por el Gimnesiarca,
personaje que tuvo una importancia clave en la formación de la cultura. Los
gimnasios tenían tres funciones diferentes: funcionaban a modo de escuela para
los niños, era donde los atletas se preparaban para los juegos, y se fueron
convirtiendo en centros de preparación militar.
Las pruebas atléticas para cuya instrucción estaba destinado el
gimnasio formaban parte de las costumbres sociales y espirituales de los
griegos desde muchos siglos atrás. Las pruebas se realizaban en honor de sus héroes
y dioses, formando algunas veces parte de un festival periódico (como los Juegos
Olímpicos) o de un ritual fúnebre.
La agitada vida de los griegos libres (que se empleaba en
actividades al aire libre) los impulsaba a competir en estas justas, que fueron
un elemento importante en la cultura de Grecia. El campeón en las competencias
deportivas en honor a un dios, aunque no era premiado con un trofeo material,
era recompensado con el honor y respeto de sus con ciudadanos. El entrenamiento
para las competencias mayores incumbía a todo el público, así que edificios
especiales eran diseñados para ese uso. La victoria en juegos religiosos
grandes contaba como un triunfo para toda la ciudad estado.
La protección de los gimnasios atenienses le era conferida a Teseo.
Solón creó un importante número de leyes con ese tema, que se limitaban a la
regulación de los recintos en tiempos de Clístenes (entre los años 400 a. C.
y 500 a. C. La práctica del ejercicio en la desnudez tuvo sus
comienzos en el siglo VII a. C. Se cree que la costumbre comenzó en Esparta
y fue debido a la erotización de la anatomía masculina. El mismo propósito es
atribuido a la tradición de aceitarse el cuerpo, una costumbre bastante costosa
para el gimnasio (y en la que se invertía la mayor parte de los fondos que se
invertían en él).
La fascinación con la estructura corporal masculina, reflejada en
las costumbres citadas, se vinculan con la introducción de la pederastía como
institución. Este complejo Atletismo-pederastía tuvo sus comienzos en las tradiciones
de Esparta, en los albores del siglo VII a. C. y rápidamente se
dispersó en todas las ciudades-estado.
En un principio, el gimnasio sólo consistía en un terreno cercado
o cerrado cuyo interior se dividía en zonas para los diferentes ejercicios. Así
era el antiguo de Elis según lo describe Pausanias, constituyendo por su forma
una sencilla ágora.
Posteriormente, a medida que la arquitectura se desarrollaba se
transformaron dichos locales. Se construyeron con elegancia, sus puertas y
paredes se cubrieron de pinturas y entonces, comenzaron a servir además de para
los ejercicios corporales, para los intelectuales, pues allí se reunían los filósofos,
retóricos y literatos citando a sus discípulos y dándoles conferencias sobre
temas literarios y científicos. Comprendían entonces, los gimnasios salas
cubiertas, paseos en sombra, pórticos columnados, baños y cuanto el
refinamiento del gusto podía exigir para aquella concurrencia.
Todas las ciudades de Grecia de alguna importancia tenían su
gimnasio situado a las afueras y junto a algún bosque por lo general. Atenas
poseía tres gimnasios:
·
La Academia, que en su
origen fue un terreno pantanoso del Cerámico;
·
El Liceo, al que se
llegaba después de atravesar el río Iliso;
·
El Cinosargo, situado
en la colina de igual nombre.
En Atenas, diez gimnasiarcas eran reconocidos anualmente,
uno de cada familia. Estos oficiales se rotaban en una serie de trabajos; eran
los responsables de entrenar individuos para las competencias, coordinar los
juegos en Atenas, motivar moralmente a los atletas y decorar y dar
mantenimiento al gimnasio. El ser un gimnasiarca era un servicio público
de bastante reconocimiento de la comunidad.
Los paedotribae (pedotribas) y los gymnastae eran
los responsables de enseñar los métodos de técnica en varios ejercicios, así
como de elegir los ejercicios adecuados conforme a la edad. Los gymnastae
también eran responsables de monitorear a los pupilos y suministrar remedios si
estos no se sentían bien. Los aleiptae aceitaban el cuerpo de los
jóvenes, actuaban como sus médicos y administraban todo medicamento prescrito.
Los gimnasios eran amplios espacios arquitectónicos distribuidos
en zonas específicas para cada tipo de ejercicio. Estaban compuestos comúnmente
por exedras, pórticos y variadas dependencias, como una palestra, baños
públicos, y zonas para practicar con clima adverso. Los gimnasios de Atenas
fueron construidos fuera de los muros de la ciudad en virtud de la gran
cantidad de espacio requerido para ellos.
En la época clásica, los gimnasios podían contar con las
siguientes dependencias:
·
pórticos sencillos que rodeaban todo el edificio; solían ser dobles en la
parte meridional, para mejor protegerse del sol y la lluvia;
·
exedras columnadas; podían estar en los pórticos y haber una mayor en el
pórtico principal.
Y varias estancias menores (oikoi, akroatéria), tales como:
·
el epistasion, o sala
de vigilantes,
·
el apodytérion, o
vestuario,
·
el loutrón, o sala para
lavarse,
·
el konisteion y el alipterion,
donde se embadurnaban el cuerpo con polvos, aceites o esencias,
·
el sphairisterion,
donde se practicaba el juego de pelota y el pugilismo,
·
el korykeion, para
entrenarse con un pesado saco de arena,
·
el pyraterion, para el
baño con agua caliente y vapor,
·
el propnigeion, sala
para calentar el agua,
·
el xustós, pista
cubierta, pórticos bajo los cuales los atletas se ejercitaban en invierno,
·
la paradromis, o pista
descubierta;
Y otras zonas, como:
·
la palestra
propiamente dicha, en donde se ejercitaban en la lucha y el pugilato,
·
grandes alamedas con
terreno natural para las carreras,
·
el gramateo o lugar en
donde se conservaban los archivos atléticos,
·
el efebo, adonde los
jóvenes iban por la mañana para ejercitarse al abrigo de las miradas del
público.
Restos de la Palestra en Olimpia, Grecia
Los gimnasios de la antigüedad griega pronto se transformaron en
más que espacios donde se realizaba ejercicio. Este desarrollo se dio por la
estrecha relación que los griegos establecían entre el atletismo, la educación
y la salud. El entrenamiento físico y la conservación de la salud y la fuerza
eran partes sustanciales de la educación de los infantes. Salvo el tiempo
dedicado a las letras y la música, la instrucción de los niños se daba
mayormente en el gimnasio, donde también se les inculcaban bases de moral y ética.
Los filósofos y los sofistas frecuentemente sostenían discusiones y realizaban
lecturas de discursos en estos recintos.
Platón consideró los ejercicios realizados en los gimnasios como
parte importante de la educación (véase La República de Platón).
Hay textos médicos que datan de la época que prescribían
ejercicios especiales para padecimientos específicos. Hoy en día, esto también
ocurre en la práctica médica, donde el ejercicio es recomendado por los
galenos.
Los jóvenes atenienses empezaban sus ejercicios gimnásticos
a partir de los doce años, bajo la dirección del paidotribes, que vestía
un manto púrpura y un bastón largo para marcar el ritmo de los ejercicios. Los
movimientos tenían un carácter rítmico que se efectuaba con el acompañamiento
del aulos. Los jóvenes se dividían en dos grupos: de12-14 años y de
15-18 años. Se ungían el cuerpo con aceite y arena, costumbre espartana por la
que el primero protegía el cuerpo de la intemperie y el segundo evitaba que el
cuerpo estuviera resbaladizo.
Stoas.
Las primeras formas aparecen al final del
siglo VIII a. C., en los santuarios: construcciones alargadas y estrechas,
abiertas por uno de sus lados mayores y provistos de soportes como la de
Olimpia. En el siglo V van cobrando cada vez más importancia en el urbanismo,
llegando a cumplir diversas funciones: punto de encuentro, carácter comercial
sede de instituciones, galería de exposiciones.
Tal y como se puede
comprobar en Esparta la stoa
albergaba las efigies que evocaban las victorias de los lacedemonios. En el
caso de Atenas hay verdaderas galerías
de escultores y pintores donde los grandes maestros como Polignoto exponían
sus obras en amplios cuadros, como Pausanias. Hasta el final de la época
clásica, los edificios tendrán un tamaño mediano y durante el helenismo, serán
grandes edificios con varias naves y plantas, como es el caso de la Stoa de
Átalo (140 a. C.).
Viviendas
Las
viviendas atenienses carecían de agua corriente, aunque algunas contaban con
pozos; por esta razón era preciso acudir a las fuentes públicas, que por otro
lado no eran demasiado abundantes. Otro problema era la falta de red de
alcantarillado, puesto que tradicionalmente los deshechos se arrojaban a la vía
pública que estaba sin pavimentar; todo esto ocasionaba graves problemas de
insalubridad. Además, los materiales de construcción eran de baja calidad:
madera, adobes, cascajos, etc.
Primitivamente
las casas griegas más pobres estaban excavadas en roca o adosadas a alguna
pared rocosa. Otro tipo de viviendas, cimentadas ya en el suelo, constaban de
una sola planta divida en piezas pequeñas. Algunas de ellas tenían una planta
superior, a la que se accedía por medio de una escalera exterior que daba
independencia a ambas. Éstas podían ser alquiladas.
Con
frecuencia los tabiques eran comunes a dos viviendas, y las dependencias
interiores eran tan pequeñas que las puertas debían abrirse hacia afuera. Las
ventanas eran de dimensiones reducidas y no tenían cristales sirviendo sólo de
ventilación.
Hasta el s. IV a.C. no había un espacio reservado a la cocina; el fuego se encendía en la calle transportándose luego a la casa en la que se separaba una pieza del techo para la salida de humos, ya que no había una chimenea. Posteriormente la planta de la vivienda es cuadrada orientada hacia dentro: a la entrada hay un vestíbulo de recepción seguido de un pórtico abierto al que dan todas las piezas; éste estaba orientado hacia el sur para recibir mejor los rayos del sol, con independencia de que la puerta de entrada dé también al sur o al este. Al norte se encuentra el cuarto de estar, la pieza más grande, que recibe desde el pórtico la luz y el calor de mediodía; hay además un andrón o sala de reuniones, y un comedor al que estaban anexionados el baño y la cocina. En la planta superior se hallan instalados el tálamo o dormitorio conyugal, el gineceo o sala de las mujeres y de los niños y las habitaciones de los esclavos domésticos.
Los muros se revestían simplemente con cal y sólo en las piezas más nobles tenían mosaicos o tapices; en algunas ocasiones podían aparecer pinturas murales. El mobiliario era escaso y pobre, se componía de los lechos que servían para dormir y para recostarse en los banquetes, las mesas, los taburetes, asientos con respaldo fabricados en madera o cuero, arcones y cofres.
Las casas ordinarias se componían de un piso bajo dividido en dos
piezas muy pequeñas, y de un piso alto, al que se subía ordinariamente por una
escalera exterior. La parte inferior estaba abierta en la roca y las paredes
eran de madera, de ladrillos o de argamasa. En vez de forzar las cerraduras,
los ladrones se contentaban con perforar el muro. En el interior, las paredes
estaban blanqueadas con cal; no había chimeneas, la familia se calentaba con
brasero.
Los
techos eran planos y en numerosas ocasiones sirvieron para levantar sobre ellos
una segunda planta que sobresalía sobre el eje de la calle, lo que era
castigado por la administración pública con tributos. Los suelos de las
viviendas eran de barro. Para evitar incendios el fuego era encendido en la
calle, aunque no era muy frecuente la existencia de braseros ni chimeneas
debido a la carestía de la leña y la práctica inexistencia de conductos de
ventilación en los hogares.
La familia pasaba el día en el patio, pero cuando anochecía o
hacía frío entraban en la casa e iluminaban las estancias con lámparas de
aceite, de arcilla o bronce. De las paredes encaladas pendían jarrones,
botellas de perfume y otros objetos domésticos.
Los muebles, hechos de madera de ciprés y olivo, incluían
elegantes sofás tapizados con colores vivos, sillas formales de respaldos
altos, una silla curva, con brazos, llamada klismos, y mesitas de tres patas
con incrustaciones de marfil.
Las viviendas conservadas en Atenas se
caracterizaban por: Dimensiones pequeñas Planta baja con dos o tres
habitaciones, y piso superior con diversas estancias a las que se accedía a
través de escaleras interiores.
Apenas existía algún tipo de embellecimiento.
Las habitaciones de los hombres estaban bien adornadas,
mientras que las de las mujeres eran mucho más modestas.
Había cajones y arcones de
madera para guardar ropa y pequeños bancos portátiles, a veces plegables y con
asiento de tela. Las camas eran marcos de madera con correas de cuero
entrelazadas que sostenían un colchón, sobre el que se colocaban cojines,
cobijas y colchas. La estancia más amueblada era el andrón, o comedor, donde
los hombres disfrutaban de un simposión, o reunión formal en la cual bebían en
compañía de otros hombres invitados.
Los griegos llamaban
“escarbamuros” a los ladrones: se debía a que los muros exteriores de las casas
del siglo V a.C. no tenían ventanas, por lo que los ladrones sencillamente
hacían agujeros en las endebles paredes de adobe. Aun en esta casa de una
familia pudiente, las paredes encaladas tienen ventanas escasas y pequeñas,
cerradas con postigos. La torre en la esquina es también un puesto de
vigilancia.
En el patio abierto, una
mujer guisa en una olla y los niños juegan con un perro. Los tejados, apoyados
en vigas de madera, proyectan sombra. Cerca, una mujer trabaja en un telar
colgado de la pared, en el que confecciona la ropa de la familia. Otras mujeres
trabajan en telares en la estancia principal, el andrón o comedor.
En la cocina, un esclavo
corta verduras frente al horno, y el padre de la casa desayuna antes de salir a
inspeccionar las labores que se hacen en sus propiedades. En la torre, una
bodega contiene sacos de tela hilada y vasijas, mientras que en la habitación
inferior un esclavo ayuda al joven de la casa a tomar un baño. Afuera, un asno
espera mientras las vasijas se llenan con vino o con miel de los panales que
hay bajo el techo de paja junto a la pared.
Cuando el
agua del pozo no era suficiente debía acudirse a la fuente pública, trabajo
casi siempre reservado a las mujeres. Las casas ricas se parecían a los palacios
homéricos, y comprendían tres partes una entrada que guardaba un portero, el
departamento de hombres, cuyas salas y cámaras daban a un patio rodeado de un
pórtico, es decir, de una galería cubierta sostenida por columnas, y, por
último, el departamento de mujeres o gineceo, que daba a un jardín.
Los muebles principales
consistían en butacas, sillas, trípodes, taburetes, lechos de reposo, lechos de
mesa —porque se comía tendido — y cofres para las ropas. Las paredes estaban
decoradas de pinturas, y los suelos cubiertos de alfombras y cojines.
El urbanismo en Grecia
La
civilización griega fue la primera en la que se desarrolló un nivel alto de
pensamiento e indagación de la realidad, tal que los filósofos y pensadores que
aquí se gestaron, desde sus inicios usaron la razón para interpretar los
fenómenos y no dejándose llevar por creencias, supersticiones, mitos, etc.
Fue una
civilización que heredó grandes conocimientos a la humanidad, desde su
arquitectura, arte literatura, pensamiento, escritura, historia y urbanismo.
Porque aquí inició formalmente el ordenamiento de las ciudades a través de un
sistema reticular denominado hipodámico, que procede del
arquitecto griego Hipódamo de Mileto,
quien en 443 a. C. diseñó a instancias de Pericles, la colonia de Turios,
emplazamiento situado en el sur de Italia, y reorganizó el puerto ateniense del
Pireo siguiendo un trazado en cuadrícula que sin duda había aprendido de sus
compatriotas milesios, quienes ya lo utilizaban de forma habitual.
Este hecho, la distribución racional de los emplazamientos de
viviendas, significó un cambio importante en lo que sería el hilo histórico de
esta civilización, sobre todo porque hasta ese momento la distribución de las
calles y las casas se daba por el azar.
A
partir de aquí comenzaron a surgir elementos destacables dentro del diseño de
las ciudades y centros religiosos y civiles, así como la jerarquía de los
accesos, los cuales se daban mediante puertas abiertas definidas por tres
vanos, uno más grande para el paso de carruajes y otros aledaños para la
circulación peatonal.
Otra
característica que destaca es la importancia que se dio a los emplazamientos elevados
como una forma de permanecer en contacto o en la cercanía con las divinidades.
Es por eso que se fueron desplazando las viviendas hacia los alrededores y a
las artes bajas. Siendo la acrópolis un lugar espiritual donde se edificaron
los templos de culto a los dioses principales.
En la
ciudad que se formó alrededor de la acrópolis, en cambio era más viva, con el
bullicio característico de las personas paseando al aire libre, sobre todo en
el ágora, centro de la vida económica, social y política. Era en éstos ágoras y stoas donde Zenón y Sócrates
enseñaban a sus seguidores sus principales doctrinas y donde este último
practicaba la mayéutica.
Otra
característica importante fue el conocimiento y uso de la naturaleza en su
favor. Por ejemplo, la orientación de los edificios. La construcción de los
teatros en las laderas que requería de estudios de sol y viento, y la
localización de los mismo edificios. Muchas de estas características las recoge
Vitruvio en su “De Architectura”.
“La
construcción de las murallas se regirá por los siguientes principios: primero
se escogerá un lugar muy sano. Este lugar deberá ser elevado y estar protegido
por las nieblas y heladas y no deberá estar orientado hacia los vientos cálidos
o a los vientos del norte, sino a las zonas templadas. Finalmente deberá
evitarse la proximidad de lugares pantanosos…
Una vez
acabadas las murallas, se deberá llevar a cabo la distribución de solares y
plazas del recinto, y establecer la dirección de las calles según los puntos
cardinales. Consideramos una buena distribución aquella que no haga coincidir
la dirección de la calle con la de los vientos. “Puesto que si los vientos son fríos, molestan; si son cálidos,
desequilibran; si son húmedos, perjudican la salud." Vitruvio, 1. 4.
1; 6.1
A partir
de entonces las colonias necesitaron ser planeadas debido a su extensión, a
diferencia de los centros religiosos, que generalmente respondían al orden que
obligaba la topografía del territorio y las fuerzas naturales del lugar. Así se
dividió la ciudad en dos focos importantes, uno eran los centros religiosos y
el otro, el ágora, centro cívico donde se daban los intercambios comerciales y
económicos de la ciudad.
Finalmente
la civilización griega marcó un hito en la historia de la humanidad, a partir
de ella evolucionaron otras ciudades de gran importancia como la romana, que
heredó casi completamente sus elementos culturales; dioses, escritura,
arquitectura, ingeniería, solo que estos hicieron evolucionar todas estas
características, en pos de la magnificencia del imperio, y a partir de este
imperio del resto del mundo.
TÉRMINOS ARTE GRIEGO
ACRÓPOLIS: parte elevada y amurallada de algunas ciudades griegas, dónde se
emplazaban los edificios públicos y de carácter sagrado. Una de la más
interesante es la Acrópolis de Atenas en gran parte reedificada en el S. V a C.
donde se distinguen los Propilios o puerta monumental de acceso, el Erecteión,
el Partenón o el templo de Atenea Niké.
ACRÓTERA: en arquitectura elemento decorativo que remata cada uno de los vértices de un frontón, normalmente suelen ser una hoja de palmeta. Por extensión se denomina así al pedestal que sirve para sostener las figuras de animal que pueden decorar estos mismos vértices, utilizadas más tarde en el mundo etrusco.
ÁGORA: gran espacio abierto, plaza mayor de las ciudades griegas, normalmente porticado rodeada por edificios públicos y privados. Servía de lugar de mercado, de reunión y de celebración, donde se congregaban los ciudadanos, resumiendo centro neurálgico de la vida ciudadana. Se corresponde con el foro romano. Una de la más interesante la de Atenas, remozada y ennoblecida en el S. V a C., en ella desarrollaron su labor Sócrates, Platón… allí se encontraban los templos de Hefestos, Zeus y Apolo, el palacio de justicia etc. con la ocupación romana se convirtió en zona residencial.
ÉNTASIS: engrosamiento
de una columna, generalmente hacia el centro, de modo que por efecto de la
perspectiva, perezca recta en lugar de cóncava, que es como podría aparecer sin
él éntasis, llamase también galbo. Propio de las correcciones ópticas
realizadas por arte clásico griego. En el Partenón se producen toda una serie
de correcciones ópticas entre ellas este éntasis (447 – 432 a C)
ESTILÓBATO: plano de sustentación de las columnas de una columnata. En los
ordenes clásicos los pórticos se alzan sobre tres escalones, llamados
estereóbatos los dos inferiores y estilóbato el superior. Por extensión se
denomina estilóbato a la baldosa sobre la que descansa la columna (plinto),
también al plinto más alto de lo normal y rematado por molduras o con filetes.
Pedestal continúo.
FRONTÓN: remate
triangular de una fachada, pórtico, ventana, etc. el espacio cerrado que
delimita se llama tímpano. Remate triangular de una fachada o de un pórtico; se
coloca también encima de puertas y ventanas. Puede existir un frontón curvo,
utilizando un segmento de arco y una base horizontal. Suelen alternarse
frontones triangulares y curvos, en los remates de ventanas y puertas, o en los
tambores que sirven de apoyo a una cúpula (sobre todo en el Renacimiento y
Barroco). Existen también frontones partidos, o rotos utilizando segmentos de
arco, ménsulas… Un ejemplo importante dentro del mundo griego el frontón
del Partenón (447 – 432 a C.)
KORÉ: joven
griega. Específicamente las esculpidas durante la época arcaica del arte
griego. A diferencia de los kúroi, (masculinos) vestidas ya sean con peplo
(túnica) o con Chitón y Himatión, (vestido y manto).Un ejemplo Koré del Peplo
(530 a C.)
KOUROS: escultura
de jóvenes atletas griegos masculinos, especialmente en época arcaica del
arte griego. También se denominan Apolos, pueden representar atletas vencedores
de los juegos de atletismo. Se presentan totalmente desnudos, con unas
características similares, píe adelantado en actitud frontal. La cabeza es
cúbica con rasgos esculpidos en bajorrelieve, labios cerrados (sonrisa arcaica)
cabellos largos y dispuestos simétricamente en la frente, ojos abultados, (ojos
almendrados). Presentan actitud de marcha, con los brazos pegados al
cuerpo y puños cerrados, las plantas de los píes pegadas al suelo. Se inspiran
en la escultura egipcia, aunque intentando mostrar un estudio anatómico de
la musculatura, con una serie de convencionalismos, como son el pliegue
inguinal en V, el pecho en una marcada W o el tórax en forma de U
invertida. Algún ejemplo significativo, los gemelos Cleobis y Bitón. (590 a C.)
NAOS:
cámara central donde se emplazaba la estatua del Dios en los templos clásicos,
generalmente de planta rectangular, se suele acceder a ella, a través de un
pórtico o pronaos. Esta naos, suele ser adintelada y estar sostenida por una
doble columnata, en el caso del Partenón esta columnata es de orden dórico
formando una U entorno a la Escultura de la Atenea Parthenos, mientras que en
la segunda cámara “partenón” se sustenta con cuatro enormes columnas jónicas.
447aC.)
OPISTÓDOMOS: parte posterior del templo clásico griego, opuesta al pronaos
que no suele tener acceso a la cella o naos. Caso singular se presenta en el
templo de Atenea Parthenos (denominado Partenón), una segunda cámara de la
cella, cámara sin comunicación con la naos que ocupa la estatua de la diosa y
que servía para alojar las ofrendas de la ciudad (el peplo de la diosa, etc).
el opistodomo se convierte en un pórtico de entrada a esta cámara.447
– 432 a C.
ORDEN (SE
INDICARÁN Y EXPLICARÁN LAS PARTES Y LOS TIPOS: COLUMNA, ARQUITRABE, FRISO Y
CORNISA): norma o principio que debe regir toda la arquitectura y la
combinación y proporción de cada uno de los elementos sustentantes y sustentados.
Básicamente conocemos tres órdenes:
DÓRICO: se
caracteriza por la sobriedad y sencillez:
Columnas con estrías, el
capitel está desnudo de ornamentación consta de equino (forma circular
saliente) ábaco (pieza rectangular).
Entablamento: arquitrabe
liso, friso compuesto por triglifos y metopas y cornisa con alero que
sobresale adornado por regletas y mútulos y un cimacio.
Frontón: triangular con
un espacio interior o tímpano y rematado en cada uno de los vértices con
acróteras.
JÓNICO: originario
del Asia menor, esbelto y rico en decoración.
Columnas: sobre basa y fuste esbelto acanalado. El capitel tiene como característica principal las volutas que enmarcar un pequeño equino (pequeño collar de ovas y flechas), en la parte superior un estrecho ábaco rectangular.
Columnas: sobre basa y fuste esbelto acanalado. El capitel tiene como característica principal las volutas que enmarcar un pequeño equino (pequeño collar de ovas y flechas), en la parte superior un estrecho ábaco rectangular.
Entablamento: arquitrabe
dividido en platabandas, friso corrido sin triglifos, ni metopas. Cornisa
compuesta por un saledizo y una moldura ornamentada con ovas, flechas y
dardos.
Frontón: igual que en el
dórico.
CORINTIO: similar al jónico cuya característica principal será el capitel vegetal, constituido por un cestillo en forma de campana sobre el que se sitúan una doble fila de acantos, terminando en volutas los de las esquinas llamadas caulículos, sobre ellas un pequeño ábaco con lados cóncavos.
PALESTRA: en el mundo clásico, espacio destinado a ejercicios
gimnásticos. De origen griego, formaba parte del gimnasio. A finales de s. IV a
C. adoptó la forma de patio cuadrangular anexo al gimnasio. En Roma estaba
anexa a las termas.
PERISTILO: es la galería de columnas que rodea un edificio. Esencialmente,
se trata de un patio rodeado de columnas, típico de la casa griega y de la
grecorromana pero no de la romana. Normalmente se concebía a modo de jardín,
con un pequeño estanque en medio, con fuente o surtidor. A veces se le llama
así al patio de la casa romana. Galería de columnas.
PRONAOS: literalmente «el espacio situado delante del templo», designa el vestíbulo o la entrada de un templo. Posee normalmente la misma anchura que el naos que prolonga en el mismo eje. Sus paredes laterales pueden ser o de muros o de soportes aislados (pilares o columnas). Su abertura puede tomar toda la amplitud del edificio o sólo una parte (puerta). Está muy a menudo constituido por una columnata o in antis o próstila de dos a ocho columnas. Sala o pórtico que da acceso a la naos o cella. Atrio o parte anterior de un templo. Pórtico columnado que precede a un edificio cuya fachada recuerda a un templo antiguo.
STOA: es la denominación, en arquitectura griega, de un pórtico. Es una de las construcciones más sencillas, un espacio arquitectónico de planta rectangular, alargada, cubierto, conformado mediante una sucesión de columnas (pilares o soportes) y muros laterales; solía formar parte de espacios públicos, como plazas, gimnasios y jardines. Normalmente en el ágora como espacio público, protegido del sol y la lluvia, servía para entablar relaciones y, a veces establecer puestos de comercio.
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[1] Literalmente, el término
designa a sus dos hijos: Hipias e Hiparco, que heredaron y gobernaron,
conjuntamente, en Atenas, tras el fallecimiento de su padre en el
527 a. C.
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