Torres mixtas
Con este
nombre se quiere distinguir los
campanarios mudéjares con uno o dos
cuerpos de planta cuadrada, bajos,
que terminan con otros octogonales.
La presencia
de formas tan distintas en
un mismo monumento no está explicada
satisfactoriamente por los
técnicos, ni la razonan los pocos documentos conocidos que hacen
referencia a las
características del trabajo que proyectan desarrollar los constructores. Por eso hay que atribuir la unión,
más que a
motivos de orden
constructivo, a capricho o
corrientes innovadoras impuestas por la evolución de los estilos.
Si se estudia
lo decorativo de los
cuerpos cuadrados de estas torres,
se encuentran temas arcaicos que enlazan
perfectamente con los de los
cuerpos octogonales, a pesar de
las diferencias entre
los elementos constructivos de unos
y otros, son, seguramente, las
primeras obras que se hacen bajo las nuevas normas,
y los artistas procuran, en lo posible, dar cabida en ellas a lo tradicional del estilo.
En otras, el
primitivismo de la ornamentación del cuerpo cuadrado es evidente, y la aplicación
de la forma
octogonal no armoniza con la
otra, bien por estar
ejecutada por artista de
poca monta o por
quedar roto de propósito
aquel equilibrio; son las menos. También se da el caso de recrecer
el cuerpo cuadrado con traza
renacentista y coronarlo con uno o más cuerpos octogonales del mismo
estilo.
Por fin, están las
construcciones mixtas, que se construyen sin interrupción y
en perfecta unidad
decorativa para los
dos cuerpos, si bien la
ornamentación, sin haber dejado las pautas
mudéjares, pierde carácter.
Conocidas las fechas
de construcción de
algunos campanarios del grupo, a
ellas se supedita la descripción, sin conseguir deducciones firmes a los efectos de la verdadera cronología.
TORRE DE
ALFAJARIN.- Documentos
que publicó Serrano Sanz
dan como autores de los cuerpos octogonales los nombres de los alarifes
zaragozanos Audalla de Brea
y Mahoma Moferriz, los cuales, en
1486, convienen con
el Señor del lugar,
D. Juan Coloma,
la forma de realizar
la obra sobre el antiguo cuerpo cuadrado; y
dicen que a
partir del tejado
de la iglesia,
hasta cuya altura llega el cuerpo cuadrado, han de
subir la obra
ochavada, de ocho ochavos
iguales, con todos los detalles que corresponden a su belleza.
En este ejemplar está
resuelto el paso de la
planta cuadrada a la octogonal magistralmente:
en los cuatro frentes, continuación de
los del cuerpo cuadrado, el muro sigue a
plomo, decorado nada más con una faja de
dientes que achica las
dimensiones, y en los
ángulos se retira suavemente hasta tocar
la cara correspondiente del
octógono; y para disimular o cubrir en parte
esta disposición obligada, se
colocan en los ángulos del cuadrado
cuatro torrecitas de igual figura. En lo
constructivo, un arco de
medio punto por frente en
el primer cuerpo y
dos en el segundo. Como la
parte baja, cuadrada, tiene
vuelo de modillones, éstos se repiten entre cuerpo y
cuerpo octogonal, y la labor en
losange que lo
decora en mayor
proporción es la que se aplica en
los nuevos cuerpos, mezclada con fajas de esquinillas, como están
en aquél. Es la
obra de forma
mixta con mayor unidad decorativa.
El cuerpo cuadrado
inferior está dividido al exterior en tres pisos, sobrepasando ligeramente en
altura al actual tejado.
El piso inferior se
levanta sobre un pequeño basamento de piedra y está exento de decoración a
excepción de una banda de esquinillas en la parte alta, debajo de la estrecha
cornisa en ladrillo aplantillado que lo separa del piso superior.
Es en los dos pisos
superiores donde se concentra la decoración de este cuerpo, muy parecida a la
de la torre de la Iglesia de San Miguel de los Navarros de Zaragoza, también a
base de dos amplios paños decorativos superpuestos.
El primero está formado
por un paño de sebqa generado por el entrecruzamiento de arcos de ramas
mixtilíneas que desarrollan una serie de siete series entrecruzadas.
La ornamentación del
segundo la componen cruces de múltiples brazos creando una malla de rombos en
once series entrecruzadas.
Este paño decorativo
está ribeteado horizontalmente por dos bandas de esquinillas. La baja formada
por una hilada doble en dientes de sierra, y la superior por dos hiladas dobles
dispuestas al tresbolillo. La cornisa de remate apoya en ménsulas en forma de
pirámide invertida.
A juicio de Gonzalo Borrás lo más
interesante de esta torre lo conforma el cuerpo superior octogonal, puesto que
se considera a esta torre de Alfajarín, la primera torre mixta construida en
Aragón.
Manuel Serrano Sanz dio a conocer
el contrato de obras de este cuerpo octogonal, dato también recogido por
Francisco Iñiguez Almech y Francisco Abbad Ríos. Según el mismo, al haberse
hundido el cuerpo de campanas, fue encargada su reconstrucción a los maestros
moros Audalla de Brea y Mahoma Monferriz que lo rehicieron en 1486 en planta
octogonal.
El segundo piso se
presenta con más sobriedad decorativa que el anterior. Un doble vano abre en
cada lado con sendas bandas de esquinillas en la parte inferior y superior.
Cornisa sobre ménsulas
del tipo ya visto, dan paso a un pequeño cuerpo liso con una banda de
esquinillas en cada lado sobre el que reposa el remate almenado.
Este paramento almenado
es fruto de una de las remodelaciones a que ha sido sometido el remate original
durante el siglo XX, remodelación en la que se suprimió el original
apiramidado.
En la última
restauración se procedió a restituir este primitivo chapitel piramidal en
ladrillo, respetando a su vez el almenado.
TORRE DE UTEBO.- De esta curiosísima
torre dicen los investigadores tué hecha
en 1544 por
Alfonso de Leznes, sin concretar
si este arquitecto o maestro de obras hizo
tan sólo el cuerpo octogonal o toda ella.
Años antes,
en 1514, otro
notable arquitecto, Antonio de Sariñena, realizó
importante reforma en la
iglesia de Santa María,
a la que pertenece el campanario.
A nuestro juicio, el conjunto es uniforme, y aunque la
parte más baja del cuerpo cuadrado contenga detalles ornamentales de cierta
antigüedad y rudeza, debe tenerse
como de la misma mano, bien construída
exprofeso o remozada con algún
elemento nuevo y la
adición de cerámica.
La decoran desde
el suelo dos
fondos de rombos, vestidos y
orlados de cerámica,
entre líneas de dientes, y
encima tres casetones por
cara, rehundidos, con fondos y
recuadros de cerámica; dos vuelos y faja
intermedia de azulejos con fecha de construcción y nombre del autor, coronados de dentellones. El segundo cuerpo, cuadrado, lleva en la parte baja: faja de arcos de medio punto cruzados,
con fondo de cerámica; vuelo
encima; sobre éste, dos huecos de arcos de medio punto en retirada y labores a los lados,
cubiertos unos y otros por azulejos;
como final, dos vuelos de moldura
y remate de dentellones.
El cuerpo octogonal,
que por
su estructura se aparta de sus
similares, es muy bello. Está
dividido en tres, según
indican las distintas retiradas. Tiene torrecillas en los ángulos del
cuadrado que deja libres
el octógono, cuadradas primero y
después cilíndricas, con apliques de
cerámica, y contrafuertes que van retirándose a medida que lo
hacen los cuerpos, para terminar
en agujas al rebasar el segundo,
adornados con motivos que
simulan las tallas
de los pináculos góticos.
De estos cuerpos
octogonales, el más bajo, ciego,
se adorna con pequeños fondos de dientes
de sierra, rombos y ajedrezados;
el segundo, destinado a campanas,
presenta, abiertos, cuatro huecos de arcos de medio punto y dos
archivoltas que alternan con huecos fingidos en las demás caras, éstos
mucho más pequeños y encuadrados
por faja de azulejos de
rombos. Por encima
corren, salvando los contrafuertes, una faja de rombos y otra de dientes.
La parte final, mucho
más retirada que los
otros cuerpos, tiene galería de
arquitos de medio punto, dos
por frente, a peso con el
muro del cuerpo inferior, la cual
forma un paso alrededor del cuerpo
tercero y a través de los contrafuertes,
que como verdaderos arbotantes se apoyan en la masa del cuerpo, retirándose conforme
ganan la altura. Lo adornan iguales motivos que
a los demás. Para final, un gran vuelo en forma de alero,
como soporte del chapitel.
Toda la obra está
cuajada de cerámica puesta
en fondos de labores, fajas, frentes y costados de contrafuertes, en tal
cantidad que resulta excesiva, porque aparece en sitios donde se ve no era necesaria por existir decoración de ladrillo. Dicha
cerámica, por la variedad de tipos tan opuestos, no puede estimarse fabricada exprofeso para el
monumento, salvo la que lleva la
inscripción; la demás es cerámica que estuvo aplicada
en otras obras y se utilizó para ésta.
La particular manera de
terminar la torre de Utebo, ejemplar único en Aragón, mueve
a pensar si fué tal como
hoy se ve o finando
en forma de pináculo
por reunión de
los contrafuertes, disposición que parece
señalan éstos al achicarse.
Junto
al tramo de los pies de la fachada sur de la iglesia se levanta la torre. De
estructura mixta, para Gonzalo Borrás viene a significar el “canto
del cisne” del arte mudéjar aragonés. Ya en 1924, Juan Moneva y Pujol
en un artículo publicado el 11 de julio en el Heraldo de Aragón la llamaba “El
campanar del los espejos”, apelativo que, aún hoy enb
día, se le aplica con frecuencia.
De momento carecemos de
noticias documentales sobre su construcción, limitándose los datos sobre la
misma a la inscripción epigráfica que recorre el primer friso del cuerpo
cuadrado, y aún así, de manera incompleta al haberse perdido por
desprendimiento algunos de los azulejos, entre ellos los que contenían la fecha
de comienzo.
En lo conservado puede
leerse “A ONCE
… EMBRE … SE ENPECO LA OBRA AR... DE VITEBO VI LA R PEDRO TARAGA COMO
PROMICIERO E HIZOLA MAESTRE ALOSO DE LESNES ACABOSE EN 1544”,
lo que nos proporciona el nombre del autor y fecha de terminación de la obra,
además del dato de que era primiciero Pedro La Raga.
A pesar de que la casi
totalidad de autores hablan de unidad constructiva en todo el conjunto, el
análisis detallado del interior podría plantear alguna duda sobre el tema,
sobre todo en lo que a la primera parte del cuerpo inferior se refiere.
La torre resulta sencillamente
“espectacular”. La armonía de sus proporciones y de la integración entre la
decoración en ladrillo resaltado y la cerámica, así como la perfecta conjunción
entre los motivos mudéjares con otros de corte renacentista y gótico, como la
terminación de los contrafuertes del cuerpo octogonal, hacen de esta torre un
elemento único dentro del mudéjar aragonés.
La torre cuadrada se divide al
exterior en dos cuerpos rematados con sendos entablamentos. Los motivos que se
utilizan en la ornamentación son muy variados, incluyendo algunos antiguos como
los arcos de medio punto entrecruzados, pasando por rombos y esquinillas al
tresbolillo y merlones o almenas, que se mezclan con cajeamientos y vanos
ciegos en arco de medio punto de corte renacentista. Característico
también de esta torre de Utebo, debido al escaso desarrollo en altura del
entorno, es que la decoración comienza cerca del suelo.
Encima del zócalo, las dos bandas
que ocupan la mitad inferior del primer cuerpo cuadrado se rellenan con rombos,
la primera sobre una arquería de finos fustes. Se completa esta parte de la
torre con dos franjas de esquinillas al tresbolillo.
Completan cada uno de los lados
de este cuerpo tres casetones rehundidos con rombos en vertical decorando los
fondos.
Termina el cuerpo en un entablamento
de corte clasicista, a base de friso, ocupado por la inscripción epigráfica ya
vista que recoge su datación y autoría, una cornisa bastante volada, y sobre
ella una línea de merlones o almenas escalonadas.
El segundo cuerpo de la
torre cuadrada se divide a su vez en dos pisos mediante una cornisa del mismo
estilo que la que separa el segundo del entablamento final.
En la parte inferior se
disponen una serie de rehundidos en forma de cruz de múltiples brazos que,
cubiertos con cerámicas, se alternan ocupando los huecos entre las almenas en
que termina el cuerpo bajo.
El escaso desarrollo
del primer piso lo ocupa una arcaizante banda de arcos de medio punto
entrecruzados, motivo que se utilizó en torres mucho más antiguas, como las de San
Pablo de Zaragoza, o Tauste.
El segundo piso lo
ocupan dos vanos ciegos doblados en arco de medio punto con pequeñas bandas de
medios rombos en las albanegas.
Se remata el cuerpo y
la parte de planta cuadrada de la torre con un entablamento del mismo tipo que
el visto en la separación con el cuerpo bajo. Al friso, cubierto con cerámica,
le sigue una volada cornisa terminada en una línea de almenas escalonadas.
Frente a la sensación
de pesadez y robustez que transmite el cuerpo cuadrado de la torre, el
octogonal aparece mucho más ligero y esbelto. Con funciones de cuerpo de
campanas, parece ser que se optó por este cambio de planta a la vista de lo
sucedido en campanarios de planta cuadrada que se habían arruinado en su parte
superior y restaurado en octogonal, solución que ofrecía una mayor garantía.
Una importante
innovación que ofrece esta torre de Utebo es la forma en que se desarrollan los
contrafuertes que vertebran el muro calado por amplios y abundantes vanos, lo
que le imprime un fuerte sabor goticista. El cuerpo lo articulan numerosas
cornisas molduras y se decora a base de bandas menores que las del cuerpo
cuadrado y con cerámica de mayor tamaño, menor cromatismo y menos abundante.
Esta disminución de la azulejería debido a la distancia que impide observar sus
detalles, se equilibra con un mayor calado mural y con la aplicación de formas
de tradición gótica que aligeran de manera sensible la torre.
Como suele ser habitual
en esta tipología de torres, el cambio de planta se suaviza al exterior
mediante la colocación de torreoncillos de diseño similar al de la torre en los
cuatro ángulos. Estos de la torre de Utebo se emparentan con los de la Lonja
zaragozana.
De los tres pisos en
que se divide este cuerpo octogonal, el primer es ciego y se decora con una
banda ancha de rombos, dos de esquinillas al tresbolillo formadas por dos
hiladas, y una última de ladrillo aplantillado abocelado, también dispuesto al
tresbolillo en tres hiladas.
El segundo piso se
corresponde con el de campanas propiamente dicho. En cuatro de sus lados abren
otros tantos vanos doblados en arco de medio punto que se alternan con otros
cuatro ciegos en el resto de los paños.
En la parte alta del
piso, una banda de rombos y otra de aplantillados abocelados al tresbolillo
idéntica a la del piso bajo. En los paños de los vanos ciegos, dado su menor
desarrollo en altura, se completa la decoración con sendas bandas de
esquinillas al tresbolillo ribeteando horizontalmente los vanos.
Una galería corrida de
arcos de medio punto, dos por lado, encierra al tercer piso que es de planta
sensiblemente inferior a los otros. De esta forma se crea un estrecho paso
alrededor de este cuerpo y de los contrafuertes que, a modo de arbotantes
góticos, se apoyan en la masa del cuerpo, retirándose conforme ganan la altura.
En cada uno de los
lados de este piso abre un vano en arco de medio punto, con una banda de
aplantillado abocelado en la parte alta. Un volado alero sirve de soporte al
chapitel octogonal en que se remata la torre.
Siguiendo a Gonzalo
Borrás podemos decir que: “En resumen, lo que significa la torre de Utebo es el canto del
cisne del arte mudéjar aragonés; su virtualidad para la función de torre queda
consagrada y pervive todavía bastantes años durante el siglo XVI, siendo las
torres el último reducto en que se refugia el arte mudéjar. Pero la validez de
un vocabulario formal mudéjar entra en su esplendoroso ocaso frente al nuevo
vocabulario moderno consagrado en la Lonja por el nuevo patriciado urbano, en
el que se erradica la tradición ornamental islámica. Lo que podemos denominar
la expulsión ornamental mudéjar precede en bastantes años a los decretos de
expulsión de los moriscos de Felipe II en 1609 y 1610. Como siempre, el arte
había preludiado la realidad social.”
TORRE DE LA IGLESIA DE SAN MIGUEL, DE MONZAL BARBA.- El documento
publicado por Abizanda, que se relaciona con ella,
no concreta cuál
fué la obra
de Gaspar de Pex hecha
en 1545. Desde luego, se diferencian
por calidad de obra
los dos cuerpos, con
mayor carácter de
modernidad el octogonal, si
bien el cuadrado no puede
calificarse de mucho más
antiguo tan sólo por estar ornamentado con motivos
arcaicos. Pudo ocurrir que
Gaspar de Pex proyectase una torre
mixta a imitación de la de Utebo, construyera el cuerpo cuadrado
nada más, y más tarde
continuaran la obra otros
artistas.
El cuerpo bajo de la
torre de Monzalbarba guarda cierto parecido con el de Utebo: labores fuertes en
fajas de rombos, separadas por otras de dientes
de sierra; rehundidos, vuelos de modillones y huecos de medio punto, faltándote únicamente la cerámica con
que aquélla se cubre profusamente.
Cuando en 1963 se
demolió la iglesia parroquial de San Miguel, solamente se respetó su torre
mudéjar que se levanta exenta en el centro de la Plaza de la Iglesia. La torre
que se puede incluir dentro de las denominadas “mixtas”, se levantó a mediados del siglo XVI. Además de por sus
elementos decorativos, propios de esta época, está documentado que, en el año
1545 el notario Jerónimo Villanueva testifica la capitulación según la cual la
torre de la iglesia de San Miguel de Monzalbarba la realiza el maestro Gaspar
de Pex.
Como en el documento
que aporta Manuel Abizanda y Broto no especifica que parte de la obra fue erigida
por Gaspar de Pex, y dada la diferencia de calidad y de estilo, más moderno el
octogonal, se considera que el inferior es anterior en su construcción, aunque
según se aprecia en su estado actual de exenta, uno de los lados del primer
cuerpo aparece liso, lo que indica que desde que se edificó hubo una
edificación anexa a ella, que por lógica debería de corresponder al templo
antes citado.
Otra opción es la que
propuso José Galiay, según la que es posible que Gaspar de Pex proyectase una
torre mixta a imitación de la cercana de Utebo, con cuyo cuerpo bajo guarda
cierta similitud, construyendo el cuerpo cuadrado y terminando la obra otro
maestro.
La
torre, construida íntegramente en ladrillo, se distribuye al exterior en dos
cuerpos, el inferior de planta cuadrada y el superior octogonal. El inferior se
subdivide, a su vez, en tres pisos. La parte baja se levanta en ligero
decrecimiento, como el resto del cuerpo cuadrado, sobre un robusto zócalo de
ladrillo terminado en cornisa abocelada de ladrillo aplantillado. A destacar
los dos contrafuertes que refuerzan las esquinas del lado recayente a la
iglesia.
Como
he comentado anteriormente, el lateral que da a la calle es el que conectaba
con el templo. Enmarcados por un gran arco ligeramente apuntado que marcaría la
altura de la iglesia se aprecian dos vanos en medio punto a diferente altura
cegados, que se supone servirían de conexión entre iglesia y torre. A la
izquierda de la parte inferior de este mismo lado, abre la puerta de acceso al
interior de la torre, que es hueco en toda su altura con los tramos de escalera
adosados a los muros.
La
decoración del primer piso de este cuerpo cuadrado se compone de un paño de
rombos entre sendas bandas de esquinillas, ambas al tresbolillo formadas por
tres hiladas de ladrillos, más finos los de la inferior. Sobre una imposta a
base de pequeños rectángulos rehundidos, se levantan como remate merlones
escalonados.
En el segundo piso del
primer cuerpo de esta torre de Monzalbarba, encontramos los mismos motivos
decorativos ya vistos en el anterior. Un paño de rombos ribeteado
horizontalmente por dos bandas de esquinillas al tresbolillo, también con tres
hiladas de ladrillos cada una, la primera oculta en parte por los merlones en
que remata el piso bajo, ocupa la parte inferior.
En la parte alta, un
segundo paño de rombos, ese más estrecho, entre una doble imposta completa la
decoración en ladrillo resaltado de esta zona. Una cornisa a base de ménsulas
en forma de pirámide invertida da paso al tercer y último piso.
Este último piso
cuadrado, con función de cuerpo de campanas, es el más profusamente decorado.
Comienza la decoración en la parte inferior con una estrecha banda, casi
inapreciable, a base de medios rombos.
En cada lado abren do
vanos en arco ligeramente apuntado con una cruz en ladrillo resaltado en cada
antepecho. Laterales y parte superior se rellenan con paños de rombos en
vertical y horizontal. Remata el cuerpo una nueva cornisa a base de ménsulas en
pirámide invertida sobre una banda de esquinillas simples.
El pase del cuerpo
cuadrado al octogonal se realiza mediante una amplia cornisa sobre la anterior,
abocelada en su parte inferior y con decoración de esquinillas al tresbolillo,
esta vez en ladrillo aplantillado en medio bocel, sobre la que se levantan en
cada lateral tres merlones o almenas escalonadas en que terminaría la torre
cuadrada antes de añadirle el cuerpo octogonal.
Como suele ser habitual
en las torres mixtas del mudéjar aragonés, el contraste del cambio de planta se
suaviza visualmente con la colocación de torreoncillos en las esquinas. En este
caso tienen planta circular, se decoran con ladrillos aplantillados en medio
bocel y terminan en tejado piramidal de cerámica vidriada dispuesta en forma de
escama de pez. A destacar la banda de la parte inferior donde el ladrillo
abocelado se ha colocado en saliente.
El cuerpo octogonal
superior tiene poco desarrollo y se compone de un único piso en el que se abre
en cada lado un alargado vano en arco de medio punto con derrame hacia el
exterior a base de tres arquivoltas realizadas con ladrillo aplantillado. Se
completa con pilastras en cada esquina, y pequeños rehundidos con esquinillas
en pilastras y paños a la altura de los arcos, y una banda más ancha con tres
hiladas de ladrillos abocelados al tresbolillo recorriendo todo el perímetro
por debajo de la volada cornisa que sustenta el tejado, también a base de
cerámica vidriada en escama de pez.
TORRE DE LA SEO
DE TARAZONA.- En el cuerpo cuadrado se señalan dos épocas
o períodos de ejecución, delatados por
la decoración típica de la parte inferior
y los elementos constructivos que contiene la alta, que, no obstante su perfecto enlace,
se diferencian con claridad. Además,
documentos publicados por Sanz Artibucilla fijan la fecha de 1588 como
comienzo de las obras para ampliarla,
dispuestas por Cerbuna, e indican como
punto de partida el del reloj, que
está situado precisamente en la
terminación de la parte vieja.
La torre asienta
sobre restos de una
construcción románica de
transición, en posición simétrica con
otra igual cuyo basamento se conserva, ambas dispuestas a los lados dl pie de la primitiva Catedral.
Aspecto y decoración de la obra
antigua son como
sigue: gran trozo de muro sin ornamentar; faja de esquinillas y arcos de descarga; dos líneas
de esquinillas conteniendo banda de meandros; encima, tres rehundidos por
cara, bajo arcos de medio punto con
escotadura en la clave, y dentro de
ellos, con poco relieve, rombos dobles;
vuelo liso de
tres hiladas de
ladrillo; banda de
rombos verticales, fajitas de esquinillas y dientes, y encima fondo, no muy
ancho, de una línea
de rombos con cruces
en los centros.
Comienza el cuerpo cuadrado,
construído en 1588, con
vuelo de moldura
bastante acusado, y sobre él dos
huecos de arco
de medio punto
con rehundidos sencillos a los
lados como decoración, en cuyos huecos se alojan las campanas. Sigue la
parte moderna, cuadrada, con vuelo fino y faja de casetones encima,
más faja de
dientes, coronándola un
grupo de cuatro huecos de
arco de medio
punto y doble archivolta por
frente, a modo de galería.
El cuerpo octogonal,
de gran
esbeltez, aumentada por las proporciones
gigantescas del cuadrado, está constituído
por dos: uno que
ocupa toda la planta
del cuadrado, con torrecillas en
los ángulos, y otro encima,
de menos diámetro. Los
dos tienen huecos
en cada frente del octógono,
cerrados en uno y abiertos en el alto, contrafuertes cuadrados en las
aristas y una faja de Óculos fingidos.
La
torre-campanario que se levanta adosada a la izquierda del último tramo de los
pies. De planta cuadrada, al exterior se divide en cuatro cuerpos
correspondientes a otras tantas etapas constructivas. El primero de piedra
sillar es la parte inferior de la torre gótica norte que llega hasta la altura
de las bóvedas laterales, y que tiene su correspondencia en el lado contrario
con otra torre también inacabada, al modo de las catedrales góticas donde se
disponen dos grandes torres a ambos lados del hastial.
Sobre
este primer cuerpo se levantó en 1406 otro en ladrillo y estilo mudéjar. Este
cuerpo se encuadraba hasta la fecha en las obras que Alí Darocano realiza en la
Catedral a finales del siglo XV, algo que se ha demostrado erróneo, ya que la
datación correcta debe adelantarse a principios de siglo. Según información del
equipo del Plan Director dentro del Catálogo de la exposición de 2012, entre
los graffitis que se han localizado en los muros de la Catedral, uno de ellos
en inciso dice: “anno CCCC VI en zectiembre el
campanar se fizo”, lo que de alguna manera nos
documenta la fecha de terminación de este cuerpo de la torre.
Al interior la escalera
de caracol del cuerpo gótico deja paso a la típica estructura mudéjar de machón
central cuadrado con caja de escaleras cubierta con bovedillas por aproximación
de hiladas entre aquél y la torre exterior.
En cuanto a la
decoración en ladrillo resaltado, comienza con una banda de esquinillas simples
por debajo de los dos vanos en arco apuntado que abren en cada lado para las
campanas; a continuación entre otras dos bandas de esquinillas una de zig-zag,
para terminar el cuerpo con un triple vano también apuntado.
Desde la construcción
del cuerpo mudéjar en 1406, no se realizaría obras en la torre hasta al menos
1509 y 1510, en que está documentada la intervención del maestro Muza de Vera
para asentar una campana. Unos años más tarde, hacia 1522, se eleva la torre en
un pequeño cuerpo bajo la dirección del maestro Mahoma Berroz.
En esta tercera fase
constructiva se cegaron las dos series de vanos del cuerpo inferior, los
mayores sin decoración y los triples menores con un motivo de rombos en
vertical con pequeñas cruces resaltadas en el centro, el mismo del paño
superior de las dos que rellenan el corto recrecimiento junto a otro de rombos
simples, separados por dos bandas de esquinillas, simples una y al tresbolillo
la otra. Parece ser que por el cegamiento de los huecos de campanas del primer
cuerpo, la intención era terminar esta fase con un nuevo cuerpo de campanas,
algo que no se llegó a realizar probablemente por la mayor urgencia de las
obras del nuevo cimborrio y de la reforma de las bóvedas que se estaban
acometiendo también en esas fechas.
No sería hasta 1588 en
que se levantase el actual cuerpo de campanas de la torre, ya en estilo
manieterista. Según un documento recuperado en 1882, las obras fueron
financiadas por el obispo Pedro Cerbuna que se hizo cargo de la tercera parte
de su coste, estimado en unos 7.000 sueldos; el canónigo Carlos Muñoz aportó
2.000, y el tesorero Mezquita el resto. El mismo documento sitúa el inicio de
las obras el 16 de junio de 1588 bajo la dirección de Juan Guazar, albañil de
Tórtoles y Juan de Villanueva, carpintero de Tarazona. En junio de 1589, cuando
se acuerda colocar el reloj, las obras estarían finalizadas.
Este recrecimiento
consta de dos cuerpos de planta cuadrada alineados con los mudéjares y otros
dos de planta octogonal retrotraídos hacia el interior.
De los dos cuerpos
cuadrados, en el primero abre un doble vano en arco de medio punto para las
campanas; dos sencillas impostas enmarcan un corto tramo con una banda de
cuadrados ciegos y otra de esquinillas al tresbolillo que lo separan del
superior donde abren cuatro vanos más pequeños en arco doblado de medio punto,
para rematar el cuerpo en un friso de pequeños cuadrados a modo de metopas y
triglifos.
A pesar del nuevo
estilo en que se construye el cuerpo, no escapa a la influencia mudéjar, algo
habitual en las torres aragonesas hasta bien entrado el siglo XVIII. Además de
la banda de esquinillas vista en el cuerpo cuadrado, se mantiene la estética mudéjar
de colocar pequeños torreoncillos en las esquinas para suavizar el pase del
cuadrado al octógono.
Los dos cuerpos que
forman el cuerpo presentan contrafuertes en las esquinas y vanos doblados en
medio punto en cada uno de sus paños.
En el inferior, encima
de los vanos se dispone un óculo ciego en el centro de un paño de esquinillas
al tresbolillo; en el centro del óculo va un disco de cerámica verde. En el
superior, esta parte se completa con una serie de cuadrados ciegos, que se extienden
también a los contrafuertes, con una baldosa cerámica en color manganeso en el
interior. Se remata la torre en chapitel metálico.
A las torres mixtas,
descritas en orden cronológico
según datos documentales conocidos, se
suman otras de difícil clasificación dentro
del grupo, por ignorarse fecha
de construcción y presentar algunas
particularidades. Son éstas las
de Albalate del
Arzobispo y Monterde, que
pudieran ser las de mayor
antigüedad; las de Paniza y
Riela, como intermedias, y las
de Villamayor, Almunia de Doña Codina y Navarrete, en calidad de tardías.
Con ellas, otras más
de menor importancia.
TORRE DE ALBALATE DEL ARZOBISPO.- Cuerpo cuadrado sencillo, sin más decoración
que faja
de esquinillas y vuelo
de modillones muy esbeltos junto a la terminación. El octogonal, ciego en la parte
baja y huecos en los demás; contrafuertes
raquíticos y de colocación de
rombos en faja, esquinillas, vuelos
y algún aplique
de cerámica. Tuvo torrecillas
sobre los ángulos del
cuerpo cuadrado. A la torre se pega el cuerpo de la iglesia,
desfigurándola.
La torre campanario que se levanta adosada al tramo de los pies del lado
de la Epístola. No hace falta agudizar mucho los sentidos para advertir
enseguida que torre e iglesia no guardan unidad constructiva. De la iglesia
parroquial conocemos su cronología gracias a la Historia de la Villa de
Albalate que en 1914 publicó Don Vicente Bardaviú Ponz que fue párroco de la
localidad. Esta obra es actualmente la única fuente documental sobre el
edificio ya que el archivo parroquial desapareció durante la guerra civil
española de 1936. Según recoge mosén Bardaviú, en 1577 se separan las primicias
de la villa de la mitra zaragozana para asignarlas a la construcción de la
nueva iglesia. El 23 de enero de 1581 se ordena el comienzo de las obras por
mandato del arzobispo Andrés Santos, obras que se iniciarían el 19 de marzo del
mismo año consagrándose el templo ocho años más tarde, el 25 de septiembre de 1589.
en el
exterior, el primer cuerpo se puede dividir en tres partes delimitadas, la
primera por el cambio de materiales pasando de la piedra al ladrillo y las dos
siguientes por una banda decorada con cerámica entre dos sencillas impostas. En
el lado recayente a la iglesia abre en la parte inferior un óculo que sirve de
iluminación a la capilla que ocupa esta parte baja de la torre.
En la parte
alta de este mismo lado llama la atención un amplio vano en arco de medio punto
con la rosca a base de ladrillo dispuesto a sardinel que abre en el centro. Con
la construcción de la nueva iglesia quedo como amplio hueco de iluminación a la
caja de escaleras en su inicio tal y como se puede ver en las fotografías de la
página anterior. Indudablemente su función original no sería ésta. Es muy
probable que se tratase del primitivo acceso al interior de la torre, aunque no
es fácil ubicar desde donde se llegaba hasta él.
Aproximadamente
a la mitad de la altura de este cuerpo corre la banda ya citada decorada con
motivos cerámicos entre dos líneas de impostas.
En la misma
se conjugan dos tipos de cerámica. Por un lado la que se dispone en los extremos
de cada lado a base de coloridos azulejos que parecen de época más reciente que
los demás y que cada cuatro forman una composición circular central con motivos
vegetales alrededor.
El otro
tipo parece más antiguo. De color azul oscuro y blanco son tres los motivos
representados. En primer lugar, azulejos rectangulares y cuadrados con flores
de cuatro hojas como motivo central. El segundo motivo, en azulejos cuadrados,
presenta una serie de especie de “uves” en blanco sobre fondo azul.
Estos dos
tipos se disponen a los lados de uno mayor en forma de octógono compuesto por
cinco azulejos, el central del tipo ya visto a base de flor de cuatro hojas, y
los laterales con forma hexagonal, con decoración vegetal.
Un poco por
debajo del arranque del arco del vano descrito anteriormente corre una segunda
banda de cerámica. Repuestos la mayor parte de los azulejos en la restauración
todavía son fácilmente reconocibles los originales, principalmente porque han
perdido casi totalmente su policromía.
Son dos los
motivos que aparecen en esta franja. El primero en forma de aspa con una
pequeña estrella de ocho central en color negro y los brazos y contorno
alternando el verde y melado, todo sobre fondo blanco. En el segundo aparece un
motivo central cuadrilobulado entre cuatro formas cruciformes con sus puntas
unidas por líneas curvas. Se utilizan en su policromía los mismos colores que
en el anterior.
La cornisa
en ladrillo aplantillado abocelado que da paso a los cuerpos octogonales se
sustenta sobre ménsulas en forma de pirámide invertida.
Como es
habitual en la mayoría de torres mixtas, el pase del cuadrado al octógono se
suaviza al exterior mediante la colocación de torreoncillos en los ángulos.
Aquí en
esta torre de Albalate encontramos además otro elemento que denotaría una mayor
antigüedad. Se trata de una línea de almenas o merlones triangulares que por su
disposición parecen ser anteriores a la colocación de las torrecillas ya que
cubren todo el contorno quedando aquéllas en su interior.
Las torrecillas
son de planta octogonal y están muy trabajadas con bandas de esquinillas
simples en su base, alargados y estrechísimos vanos en cada uno de sus ocho
lados y remate octogonal sobre cornisa en voladizo a base de ladrillo
abocelado.
En los
cuerpos octogonales enseguida se ve como existe una cierta unidad entre los dos
primeros cuerpos e incluso la mitad del tercero. Sus esquinas se refuerzan con
contrafuertes que desaparecen en los cuerpos superiores más recientes.
La
decoración del primer cuerpo es muy sencilla como correspondería a una torre
levantada en el siglo XVI. En la mitad inferior únicamente una banda de
esquinillas al tresbolillo recorre su perímetro. Donde terminan las torrecillas
angulares se dispone una de grandes rombos a base de ladrillos aplantillados
semicirculares.
Más arriba
una franja cerámica del tipo visto en el cuerpo cuadrado y otra de esquinillas
simples en dientes de sierra. Remata el cuerpo con una línea de ménsulas en
pirámide invertida que sustenta la cornisa que da paso al cuerpo superior con
una nueva banda cerámica idéntica a la anterior.
Los
contrafuertes son cuadrados con inicio y terminación en forma piramidal,
invertido el inferior. Son lisos en su desarrollo excepto cuando coinciden con
las bandas de esquinillas y cerámica de los paños que continúan estas formas en
los lados de los contrafuertes. Rematan en media pirámide ya dentro de la parte
baja del siguiente cuerpo junto con otro línea de merlones triangulares iguales
a los vistos en el remate del cuerpo cuadrado.
El tercer cuerpo, antiguo de campanas, aparece exento de cualquier tipo de decoración en ladrillo resaltado. Un vano doblado en arco de medio punto abre en cada uno de sus lados. Los contrafuertes, cuadrados como los del cuerpo inferior, son lisos excepto una pequeña línea de imposta abocelada a media altura. En principio este cuerpo sería ya más moderno que los dos anteriores.
La altura
de la nueva iglesia dejó inutilizado el primitivo cuerpo de campanas que
quedaba a su altura, lo que hizo necesario elevar la torre y dotar a las
campanas de una nueva ubicación. De esta manera junto con la nueva iglesia se
construyeron los dos cuerpos superiores, huecos en su interior y para lo que se
elevó el machón central en toda la altura del tercer cuerpo.
La mitad
inferior del primero de ellos parece corresponder con lo que sería la
terminación de la antigua torre. Las esquinas se refuerzan con contrafuertes
que parecen el remate de los del cuerpo inferior. También la decoración a base
de paños de esquinillas al tresbolillo y banda cerámica igual a la de los otros
cuerpos hace pensar en una continuidad.
En la mitad
superior de este cuerpo únicamente rompe la monotonía del ladrillo un óculo
abierto en cada uno de sus lados. El pase al cuerpo superior se hace mediante
cornisa abocelada sobre ménsulas en pirámide invertida.
El quinto y
último cuerpo es el actual de campanas. La parte baja la ocupa un amplio
basamento ornamentado con una cruz en cada uno de sus lados formada por cuatro
rectángulos de ladrillos taqueados.
En cada uno
de los paños de la parte superior abre un vano en arco de medio punto con
pequeñas cruces y formas romboidales en ladrillo resaltado en los fustes y
enjutas del arco. Se completa cada lado en altura con un paño de esquinillas al
tresbolillo encima de los vanos. Las esquinas se refuerzan con contrafuertes de
escaso desarrollo terminados en capiteles en pico de cuervo.
Parece ser
que antes de la última restauración la torre se remataba con un sexto cuerpo
añadido en época moderna imitando el sistema de arbotantes de la torre de
Utebo. En esta restauración se eliminó este cuerpo y se sustituyó por el actual
chapitel de base octogonal cubierto con tejas de lágrima esmaltada en dos
colores que parece más acorde con el que posiblemente tendría en origen.
Resulta
ciertamente complicado establecer una cronología para esta torre de Albalate,
especialmente para sus dos primeros cuerpos. Que los siguientes son añadidos
posteriores resulta evidente a la vista, solamente hay que observar la
diferencia del tipo de ladrillo entre una parte y la otra. Es probable que en
las primeras décadas del siglo XVI se elevase la torre con el tercer cuerpo y
la mitad del cuarto. Los dos superiores sí que parecen ser contemporáneos a la
fábrica de la nueva iglesia e incluso más tardío el último.
A pesar de
que la bóveda estrellada de la capilla que ocupa la parte baja hace pensar en
fechas del XVI, eso sí de principios de siglo anteriores a las de construcción
de la iglesia, no hay que olvidar que tanto este sistema de estancia en la
parte baja con machón central apoyando en su bóveda y caja de escaleras
cubierta con bovedillas enjarjadas corresponde a sistemas constructivos
anteriores y que parecen no encajar del todo en las fechas que se barajan.
A ello
habría que añadir al exterior las almenas o merlones triangulares que rematan
ambos cuerpos, así como la clara diferencia entre los contrafuertes de este
primer cuerpo octogonal y del siguiente. Surge la incógnita del empleo de
ladrillos aplantillados semicirculares que se utilizan en los rombos que lo
decoran y cuya utilización se vincula con las torres del siglo XVI. Por último
nos queda ese vano “perdido” en la parte superior del cuerpo cuadrado que por
su amplitud parece claramente una puerta de acceso. Faltaría por delimitar como
se accedía a ella. No hay que olvidar el pasado islámico de la localidad y que
si había una mezquita seguramente se situaba en el lugar que ahora ocupa la
iglesia. Aquí lo dejo de momento, cada uno que saque sus conclusiones.
TORRE DE MONTERDE.- El cuerpo cuadrado, de ladrillo, con labores
de rombos, asienta sobre otro
de piedra que
le sirve de base, y termina a la altura
del tejado de la iglesia.
La parte octógona equivale a dos
tercios de la altura total;
tiene tres cuerpos que refuerzan contrafuertes cuadrados. El
paso de la planta
cuadrada a la octogonal se
hace mediante plano
inclinado; carece de las
torrecillas típicas que, ocupando los
ángulos del cuadrado, suavizan el paso
de una a otra planta.
De los tres cuerpos octogonales, el inferior, ciego,
lleva por decoración faja y fondo
de rombos separados por espacio sin vestir,
y termina con faja
de cerámica. El segundo
presenta un hueco
por frente, de arco de medio punto de dos
archivoltas, con óculo ciego debajo
y fondo de rombos encima,
limitándolo otra faja de
cerámica como la del inferior.
El último tiene los mismos huecos que
el inmediato, y el óculo
está sustituído por fondo de rombos, y sobre el arco
faja de esquinillas junto al vuelo final que soporta la cubierta. Las
impostas que nacen en el arranque
de los arcos y
otras más bajas circundan los
cuerpos y contrafuertes, éstos
últimos decorados, además,
con rombos y rehundidos.
La parte octógona de
esta torre mixta es
idéntica, en lo constructivo, a
las octogonales tardías.
La torre que se levanta
adosada al tramo de los pies del lado del Evangelio. Se corresponde con la
tipología de torre mixta ampliamente difundida en la segunda mitad del siglo
XVI, cuando todavía se recurre al estilo mudéjar para levantar los campanarios
de las iglesias.
Como suele ser habitual
en este tipo de torres, el cuerpo inferior es de mampostería y sillar con
terminación en ladrillo. Sobre este primer cuerpo se levanta el octogonal
realizado completamente en ladrillo, con contrafuertes en las esquinas y
dividido en tres pisos.
El cuerpo cuadrado de
la torre, comienza con un alto basamento en piedra sillar, continuando ligeramente
retranqueado hacia el interior en mampostería con refuerzo de piedra en las
esquinas.
La parte alta de este
cuerpo inferior y el cuerpo octogonal, se levantaron totalmente en ladrillo y
en estilo mudéjar. Tal y como corresponde a este tipo de torres tardías, la
decoración en ladrillo resaltado es escasa, simple y monótona, a base de paños
de rombos y de esquinillas, que se completa con bandas de cerámica.
Así, la parte de
ladrillo del cuerpo cuadrado presenta dos bandas de rombos en cada lado a base
de ladrillos taqueados. Se remata en una volada cornisa con un friso de
cerámica de cuenca o arista.
El cuerpo octogonal se
divide al exterior en tres pisos decrecientes en altura. De igual manera, los
contrafuertes de los ángulos se van haciendo más finos y profundos conforme
ganan altura.
Siguiendo el esquema
constructivo de las torres mixtas, el pase del cuadrado al octogonal se suaviza
al exterior con la colocación de torreoncillos en los ángulos. En este caso son
de planta octogonal, decorados sus lados con cerámica de cartabón blanca y
verde y terminados en pequeñas pirámides octogonales de cerámica vidriada de
color verde
El primer piso del cuerpo
octogonal es ciego y presenta en cada uno de sus lados dos paños de rombos,
doble el superior que el inferior, motivo que también se extiende a la parte
alta de los contrafuertes. La separación con el piso siguiente se realiza
mediante amplia cornisa con piedra sillar en los contrafuertes sobre una faja
de cerámica de cartabón blanca y verde.
En el segundo piso abre en cada
uno de los lados un vano doblado en arco de medio punto. En el centro del
antepecho bajo los vanos hay un óculo ciego con decoración cerámica en el
interior que combina cerámica de arista y de cartabón. Separa el antepecho de
los vanos una banda de cerámica de cartabón.
Debajo de la cornisa que lo
separa del cuerpo octogonal corre una banda de cerámica de cuenca o arista.
Otra banda de cerámica del mismo tipo corre a la altura del arranque de los
arcos. Los azulejos se colocan formando rombos alternos de color verde y
blanco.
Encima de los vanos aparece un
pequeño paño de rombos y en la parte alta una banda de cerámica de arista a
modo de entablamento entre una fina imposta con pequeños dentellones y la
cornisa de separación con el cuerpo superior.
Al igual que en el segundo
cuerpo, en el tercero y último abre en cada uno de los lados un vano doblado en
arco de medio punto sobre un antepecho ornamentado con un paño de rombos.
Separa el antepecho de los vanos una banda de cerámica de cartabón.
También aquí se dispone
decoración cerámica a la altura del arranque de los arcos, esta vez del tipo de
arista. Sencillas bandas de esquinillas simples en la parte alta completan la
ornamentación de la torre. El remate es en chapitel octogonal a base de cerámica
vidriada colocada en escamas de pez.
Como hemos visto en las
fotografías anteriores, son tres tipos de cerámica los que se utilizan en esta
torre, todos muy frecuentes en torres y arrimaderos del XVI. El primero se
compone de un motivo vegetal inscrito en el interior de una forma polilobulada.
El segundo es del tipo de
cartabón en color blanco y verde que se combinan de tres formas distintas para
conseguir una mayor variedad de motivos. El primero es en forma de aspa de
cuatro brazos de color verde sobre fondo blanco.
En el segundo se colocan en forma
de punta de fecha de dos colores, verde el superior y blanco el inferior. El
otro motivo conforma rombos de uno u otro color.
El último tipo de baldosa
cerámica es, al igual que el primero, de cuenca o arista y solamente se utilizó
en el friso que corre a la altura del arranque de los arcos de los vanos del
último piso. También muy corriente, desarrolla una línea de jarrones con flores
sobre azulejos rectangulares en blanco y verde.
TORRE DE RICLA.- Muy alto el cuerpo cuadrado, dividido en tres por
vuelos de separación. No es
fácil precisar si
todo él fué construído en la
misma época, porque, si bien
preside la uniformidad
en lo decorativo, presenta una variante
no corriente en las torres cuadradas, cual es la retirada
de los
muros en la
parte central, dejando las aristas a modo
de grandes pilares sobre los
cuales han de apoyarse las torrecillas que cercan el cuerpo octógono en su nacimiento.
Lo mismo el cuerpo cuadrado que el octogonal
están decorados con idéntico tema: fondos y fajas de rombos horizontales trazados con desaliño. La parte baja del cuerpo cuadrado lleva faja de esquinillas alternadas, pegada a otra
de dos líneas de rombos; faja de esquinillas
en igual disposición que la otra,
cortando un trozo de muro liso; nueva
faja de dos líneas de rombos; faja
de esquinillas y
moldura aplantillada coronada de
almenas en escalerilla, como remate. El segundo tramo del
cuerpo cuadrado tiene dos arcos
apareados de medio punto, en
retirada, con los fondos ciegos, y a los lados, labor de
rombos, y sobre ellos, línea de
esquinillas alternadas; más arriba
se inicia la retirada de la parte
central de los muros para
destacar los extremos formando
pilares, vistiéndose en la parte
inferior con fondo de tres líneas
de rombos y en la
alta con banda
de tres líneas de esquinillas alternadas imitando ajedrezado, y
para final, vuelo de modillones. El tramo tercero comienza con
faja fina de esquiníllas, y lo
ocupan todo dos arcos
gemelos de medio
punto con fondos decorados por rombos, cuya labor llevan también los pilares, y en lo alto, faja de
esquinillas y vuelo de moldura.
El cuerpo octogonal,
que en
su parte baja
tiene los huecos de campan as, lleva contrafuertes cuadrados,
con impostas a la altura de los
antepechos y del arranque de los
arcos, decorándolo igual motivo
que el señalado. Las torrecitas de la
base comienzan siendo cuadradas,
con remate octogonal,
Por la altura y relación
entre los dos cuerpos, esta
torre recuerda algo a la de la Catedral de Tarazana.
La
torre se construyó a la par que la iglesia. Es de suponer que estuviese
finalizada el 14 de junio de 1542, fecha en la que Juan Lucas Botero “el
Joven” reconoce haber recibido lo que se le adeudaba “por
razón de la obra del campanar que nuebamente yo he hecho en la villa de
Ricla". Esta torre comprendería el actual cuerpo
cuadrado formado por los tres primeros pisos y un cuerpo de campanas que más
tarde se cegaría y transformaría.Su esbelta torre. Lo primero que hay que saber
sobre la misma es que no responde a una misma etapa constructiva sino a dos
separadas en el tiempo por más de dos siglos, conclusión a la que ha llegado
Javier Ibáñez Fernández tras examinar detalladamente documentación y obra con
motivo de su última restauración, y que ha volcado en su artículo sobre la torre
publicado en el Boletín del Museo “Camón Aznar” del año 2009.
El
primer piso se ornamenta con dos bandas de cruces de múltiples brazos formando
dos filas de rombos entre las que se intercalan tres fajas de esquinillas al
tresbolillo. Se remata este piso con merlones o almenas escalonadas, algo que
también podemos ver en las torres de Monzalbarba
y San Mateo de Gállego, ambas próximas a
Zaragoza.
En el
segundo piso de este primer cuerpo cuadrado presenta dos vanos doblados cegados
en arco de medio punto en cada uno de sus lados con sendos paños de rombos en
vertical a los lados. Se completa su decoración con una banda de esquinillas al
tresbolillo en la parte alta.
En los
dos pisos siguientes la parte central de los muros se retrae hacia el interior
dejando de esta forma los extremos a modo de pilares.
La
mitad inferior del primero la cubren grandes paños de rombos. En la superior se
dispone una banda de esquinillas entre la cornisa de separación con el
siguiente piso y una pequeña imposta.
El
cuarto y último piso de este cuerpo se correspondería, como ya se ha dicho, con
el primitivo de campanas y como tal se distribuye al exterior mediante dos
líneas de impostas, una debajo de los vanos y otra a la altura del arranque de
los arcos. Su decoración sigue el modelo de lo ya visto, a base de esquinillas
y rombos. Como dato curioso, hacer referencia a la terminación de las bandas de
rombos horizontales de los laterales en forma de pequeñas cruces rehundidas.
De
cuando se cegó este primitivo cuerpo de campanas y se recreció la torre, no hay
referencia documental. Este primer recrecimiento concluiría con la colocación
de la cruz de hierro forjado que corona el actual chapitel, firmada y fechada
por Cristóbal de Freisleva en 1584, lo que ha llevado a la mayoría de autores a
considerar erróneamente esta fecha como de finalización del cuerpo octogonal.
Todo parece indicar que aquélla intervención consistió en cegar y cerrar al
exterior los antiguos vanos de campanas con ladrillo diferente al de los
cuerpos inferiores, aunque respetando los motivos decorativos en forma de
rombos. Además, las trompas que hemos visto en la página anterior permiten
intuir que se levantó un nuevo módulo de planta octogonal como el añadido unos
años antes, en torno a 1575, en la cercana parroquial de La Almunia
de Doña Godina.
A lo largo del siglo
siguiente y principios del XVIII la torre requirió continuas intervenciones,
hasta que en 1710, en plena Guerra de Sucesión, tuvo que desmocharse, operación
que debió de afectar únicamente al módulo octogonal añadido en la segunda mitad
del XVI. No se tardaría mucho en plantear un nuevo recrecimiento en la torre.
Para ello, entre 1757 y 1759, la primicia entregó 40 libras, y los cofrades de
Nuestra Señora de Mediavilla otras 50 a comienzos del mes de febrero de 1758 “para auida de la adicion y
remate de la obra de la torre”. Además, se solicitó un adelanto al
hospital de la localidad.
Todo parece indicar que
fue en este momento cuando se elevó el cuerpo de planta octogonal que
contemplamos en la actualidad. Se diferencia sustancialmente del cuadrado en
los ladrillos que se utilizan, mucho más pequeños, y en el yeso que es de
calidad y tonalidad diferentes. A pesar de ello, se continuo de una manera tan
perfecta la ornamentación en ladrillo resaltado respetando y copiando los
modelos del cuerpo inferior que, junto con la colocación de nuevo en el remate
de la cruz de 1584, han llevado a la mayoría de autores a considerar la torre
como una fábrica unitaria.
En
cada uno de los lados de la parte baja del primer piso hay un vano doblado en
arco de medio punto sobre un antepecho con un gran rombo en su centro. Estos
vanos van abiertos y ciegos alternativamente, decorándose los segundos con
rombos en vertical, al igual que los del segundo piso del cuerpo cuadrado.
La
disposición de vanos y motivos en este segundo piso es idéntica a la vista en
la parte baja del inferior: vanos doblados en arco de medio punto alternando
ciegos y abiertos para cobijar las campanas, con decoración en los primeros y
en los antepechos a base de rombos. Una volada cornisa, idéntica a la vista, lo
separa del remate.
Parece
ser que la terminación original de este cuerpo se dispuso en forma de chapitel
de ocho paños convergentes. Esta cubierta debía de estar totalmente arruinada a
mediados de noviembre de 1858, cuando el párroco y los representantes de la
ciudad dan cuenta de su estado al Arzobispado de Zaragoza. Diferentes avatares
retrasan las obras de reparación hasta 1863, cuando se aprueba el proyecto
presentado por Pedro Lahuerta, consistente en reforzar la cima del prisma de
planta octogonal con una cincha de hierro y reutilizar la estructura lígnea del
chapitel anterior para conformar otro nuevo de perfil bulboso que, terminado en
1864, estaba prácticamente arruinado a mediados de 1954, cuando se comienza a
recolectar fondos para repararlo.
De los
dos proyectos presentados para la restauración, se seleccionó el de José María
Martín Tenías, consistente en eliminar la cubierta primitiva y cerrar el cuerpo
octogonal con una pesada estructura reticular de hormigón armado que serviría a
modo de cincho y de base sobre la que levantar un nuevo remate al estilo de los
de Albalate
del Arzobispo inspirado en la torre de Utebo,
que es el que actualmente sirve de terminación a la torre, y sobre el que se
colocó la cruz de hierro forjada por Cristóbal de Freisleva en 1584.
TORRE DE
LA IGLESIA DE
PANIZA.- Situada en el ángulo que forman las capillas y la entrada de
la iglesia, la parte
cuadrada se confunde con los
muros y
comienza a destacarse por encima de la cubierta de las capillas.
Muy pobre en
ornato, tiene unos cuadrados
rebajados, fondo de rombos y faja
de hexágonos, y moldura
de ladrillo aplantillado
para terminar.
El segundo cuerpo,
octogonal, lleva contrafuertes
sencillos, cuadrados, arquería ciega en lo bajo y de
campanas arriba, con escasas y vulgares labores.
TORRE DE
LA PARROQUIA DE
VILLAMAYOR.-Los diversos tipos de ornamentación vistos
hasta aquí, empleados sistemáticamente y con
parquedad en la decoración de las partes
bajas de las torres, se olvidan en
éstas para dejar
paso a
nuevas tendencias Mientras en
aquéllas se escatiman
generalmente, bien para derrocharlos
en zonas más visibles o para
destacar las altas, en la de Villa
mayor ocupan por
completo todas las caras
del cuadrado, como si el ornato hubiera de suplir
las deficiencias de la forma.
Las proporciones del
cuerpo cuadrado equivalen a dos cubos superpuestos que separan una calle de azulejos entre
dos vuelos, disposición
adoptada igualmente para
terminación. El bajo se cubre materialmente con una
red de rombos verticales,
cortada, junto a las aristas, por
faja de la misma labor simulando
pilares. La ornamentación
del segundo está hecha con
una red de
hexágonos irregulares, alargados, conteniendo en el fondo una barrita
con nudos, labor que, como en el bajo, limitan por
los lados las
bandas de rombos continuación de las bajas. El conjunto remeda rica tela brocade.
En perfecta
armonía decorativa se levanta
el cuerpo octógono sobre el cuadrado, sin que disuene
la unión de ambos
a pesar de la diferencia de forma. De
los tres sectores o
tramos, el bajo, ciego; los
demás, con huecos de arco de medio
punto, separándolos faja de azulejos
que recorre todas
las caras y monta sobre los
contrafuertes; éstos, cuadrados y
robustos. Las torrecillas de los
ángulos, cuadradas primero y después
octogonales, son un calco
perfecto del conjunto de la
torre. Seguramente será este ejemplar
de torre mixta
el prototipo de la variedad.
La
torre se levanta adosada al tramo de los pies, aunque en origen lo estuvo a la
cabecera. Es de tipo mixto, con un cuerpo bajo cuadrado y otro superior
octogonal. Su construcción está documentada a finales del siglo XVI,
concretamente en 1587, siendo maestro de obras Domingo de Estada.
Estructuralmente
se presenta al interior totalmente hueca. Se ilumina a través de pequeños vanos
que cierran por aproximación de hiladas. El paso del cuerpo cuadrado al
octogonal se resuelve, como suele ser habitual, mediante trompas de ángulo. Las
escaleras adosadas a los muros es probable que sean posteriores a la obra de la
torre.
El cuerpo inferior de
la torre tiene planta cuadrada y se divide en dos pisos, quedando oculta la
mitad del primero por la fábrica de la iglesia y los edificios colindantes. Los
paños del primer piso se cubren con amplios paños de sebqa a base de cruces de
múltiples brazos formando rombos. Se complementa en los laterales, junto a las
esquinas, con fajas verticales del mismo motivo dispuesto en forma vertical.
La separación con el
piso superior se realiza a través de un entablamento poco volado, en el que se
dispone un friso de cerámica de arista que cada cuatro piezas forman un diseño
vegetal de ocho puntas central inscrito en un motivo mixtilíneo.
La
misma distribución presenta el segundo piso: grandes paños de sebqa y fajas
verticales en los laterales. Estas últimas idénticas a las vistas en el piso
inferior. Los paños de este cuerpo se cubren con una labor de alargados
hexágonos en vertical con cruces de tres brazos en su interior. El entablamento
que remata el cuerpo cuadrado tiene un friso de cerámica igual que el inferior
pero el doble de ancho.
El
cuerpo octogonal se divide en tres pisos separados por entablamentos decorados
con cerámica, y un remate en terraza fruto de la reforma de 1973. Se refuerza
en toda su altura con contrafuertes o pilastras en las esquinas.
El cuerpo inferior de
planta cuadrada se decora con pequeños rehundidos en sus lados que se cubren
con cruces formando dos rombos en vertical. En cada uno de los laterales del
pequeño cuerpo octogonal se abre un alargado rehundido relleno de cerámica de
cartabón en bandas diagonales que alternan el blanco y el verde. Bajo el remate
piramidal, una nueva franja cerámica de capullos florales.
El primer piso de este
cuerpo octogonal es ciego y se ornamenta con paños de rombos. La misma
decoración se aplica en los contrafuertes, en forma de fajas verticales. En la
parte inferior, tanto de paños como de contrafuertes, corre una banda de
esquinillas de tres hiladas dispuestas al tresbolillo.
El pase al piso
superior se resuelve, al igual que en el cuerpo bajo, mediante un amplio
entablamento decorado con cerámica. En este caso se utiliza la de cartabón
distribuida en cuatro filas colocadas de tal forma que el triángulo blanco
ocupa la mitad superior-izquierda y el verde la inferior-derecha.
TORRE
DE LA ALMUNIA DE DOÑA GODINA.- Pudiera
compararse con la que antecede
por la
abundante decoración del cuerpo
cuadrado, aunque en ésta sea diferente,
y también por el conjunto armónico.
Lisa en la base, comienza
la ornamentación por una banda
doble de meandros entre esquinillas;
otra de rombos con cerámica cóncava
en los centros; nueva faja de
rombos, éstos apoyados en
pilares, y cerámica idéntica
a la otra, y
fajita de medios rombos con cerámica.
Separan las fajas
líneas de esquinillas.
En la parte alta, el tema es un gran arco de medio punto cortado simétricamente por
dos mitades de
otros, que, al apoyarse en el centro sobre un pilar, dejan dos espacios
de forma de arco ojiva
bajo el de medio punto. Los
fondos de esta arquería simulada los ocupa
labor de rombos, repetida a los
costados en forma de
fajas. Remata el cuerpo
cuadrado banda de azulejos entre
vuelos.
En el octogonal se
repiten las características constructivas y decorativas que tiene la de
Villamayor: contrafuertes cuadrados muy fuertes, parte
baja ciega, huecos
en el resto, fajas de
cerámica, labores de rombos y torrecillas mixtas.
La
torre mudéjar que quedó encajada en el ángulo izquierdo entre el presbiterio y
el crucero. Como ya se ha apuntado anteriormente su estructura actual
corresponde a dos épocas distintas con una diferencia en el tiempo de dos
siglos entre ambas, ya que aunque se trata de una torre de las denominadas
mixtas con un cuerpo inferior de planta cuadrada y otro superior de planta
octogonal, tal y como señala Gonzalo Borrás “ello no es más que el resultado
final de su peripecia histórica”.
Al
interior, al igual que al exterior, los dos cuerpos están claramente
diferenciados. El cuerpo inferior del siglo XIV presenta estructura de alminar
hispanomusulmán a base de un machón central cuadrado envuelto por la torre
propiamente dicha. Entre ambos discurre la caja de escaleras cuyos tramos se
cubren con las características bovedillas de ladrillo por aproximación de
hiladas.
el cuerpo inferior de
planta cuadrada presenta decoración en ladrillo resaltado que se completa con
discos o platos cerámicos en color verde. La propia fábrica de la iglesia y las
construcciones adyacentes a la cabecera dejan solamente visible este primer
cuerpo en el lado que da a la plaza y buena parte del mismo en el lateral
izquierdo.
Lisa en su parte
inferior que queda oculta en parte por el anexo de la cabecera del templo, la
decoración comienza casi a media altura. Los motivos se distribuyen en cuatro
bandas o franjas ribeteadas por bandas de esquinillas dispuestas en dientes de
sierra más el primitivo cuerpo de campanas de la parte superior.
El primer motivo
desarrolla una doble fila de zig-zag a base de doble hilada de ladrillos
dispuestos a sardinel con abundante argamasa entre ambas.
A continuación, un paño
de rombos que se complementan con un disco cerámico de color verde en el centro
de cada uno. Estos discos o platos de cerámica verde que podemos ver
completando la ornamentación en ladrillo resaltado fueron colocados en la
restauración de 1960 retirando las originales que se habían conservado. Es una pena
que no se respetasen las piezas antiguas dejándolas in situ para poderlas
comparar con las nuevas. El paso del tiempo ha ido "envejeciendo"
estas piezas quedando cincuenta años después bastante integradas en el conjunto
de la torre.
La tercera franja
ornamental presenta un nuevo paño de rombos, esta vez alargados y sobre una
arcada que arranca de finas pilastras. Interiores de arcadas y rombos se
completan con discos cerámicos de los ya vistos.
La última banda, más
estrecha que las dos inferiores, desarrolla un motivo a base de medios rombos
con el consabido complemento de los platos cerámicos verdes.
Culmina este cuerpo
cuadrado el antiguo de campanas, que aunque conserva sus primitivos vanos,
éstos quedaron completamente desvirtuados cuando se cegaron en el recrecimiento
de 1575 para proporcionar mayor firmeza al soporte del nuevo cuerpo octogonal.
En cada lado presenta dos vanos en arco apuntado que se obtienen por el
entrecruzamiento de otros de medio punto, completo el central y dos medios laterales.
Cuando se cegaron los
vanos se procedió también a decorar los espacios con rombos resultando un paño
de los mismos en lo que fuese cada uno de los vanos. También se dispusieron en
los laterales de forma vertical sendas filas de rombos con cerámica en el
interior. Un último detalle también romboidal se colocó en la enjuta central de
los arcos completándose con discos cerámicos en su interior y en los dos
espacios superiores resultantes del entrecruzamiento de los arcos de medio
punto.
Como sucede en todas
las torres de tipo mixto, el pase del cuadrado al octógono deja unos grandes
espacios en las esquinas que resultan antiestéticos a la vista y desvirtúan el
conjunto. Este problema se resolvió colocando en las mismas unas pequeñas reproducciones
de la torre mayor o torreoncillos que vienen a rellenar estos espacios y a
suavizar este efecto. Aquí en la torre de la Almunia se dispuso sobre el
primitivo cuerpo cuadrado una cornisa en ladrillo aplantillado con un friso de
cerámica de cuenca o arista que presenta dos filas de baldosas con un motivo
muy común en el siglo XVI que combina un diseño vegetal de ocho puntas central
inscrito en un motivo mixtilíneo.
Las cuatro torrecillas
esquineras tienen un primer cuerpo cuadrado con labor de rombos en cada uno de
sus lados. Una imposta con cerámica del tipo visto anteriormente separa este
cuerpo del superior octogonal que se decora en cada lado con una banda vertical
de cerámica con otro motivo clásico en esta época a base de capullos florales. Una
nueva imposta con franja cerámica igual a la intermedia sirve de soporte a un
pequeño chapitel octogonal rematado en bola.
Entrando ya en el
cuerpo octogonal propiamente dicho, éste se divide en tres pisos separados
mediante amplias cornisas con contrafuertes en los ángulos como es habitual en
las torres mudéjares del momento.
El primer piso es el
más corto en altura de los tres y se presenta ciego. La decoración en ladrillo
resaltado se reduce a paños o series de rombos y esquinillas. En la parte inferior
corre una línea de estas últimas en dientes de sierra. Cada uno de los lados se
dividen en dos rehundidos, ocupando el bajo un motivo en forma de gran “V” y el
superior por un paño de rombos. La misma división aparece en los contrafuertes,
con un rombo en la parte inferior y dos dispuestos en vertical en la superior.
La separación entre
este cuerpo y el superior se resuelve mediante amplia cornisa con banda
cerámica de cartabón en colores blanco y verde dispuesta en forma de damero.
El piso intermedio de
esta torre octogonal de La Almunia es el que tiene un mayor desarrollo en
altura y cumple las funciones, junto con el superior, de cuerpo de campanas,
albergando éste las de mayor tamaño. En cada uno de los paños abre un alargado
vano doblado en arco de medio punto precedido de un antepecho en el que se
dispone un pequeño óculo ciego. Se completa con un pequeño motivo de rombos en
la parte superior.
Este piso tiene dos
impostas y una cornisa. La primera sirve de separación entre los antepechos y
los vanos y se decora con una banda cerámica de capullos florales. La segunda
en el arranque de los arcos de los vanos se rellena con cerámica de cartabón
blanca y verde dispuesta con alternancia de triángulos de ambos colores. La
amplia cornisa que sirve de separación de cuerpos se completa con una franja de
cerámica del mismo tipo alternando también triángulos de diferente color.
Los contrafuertes de
este segundo piso se dividen al igual que los paños mediante las impostas ya
vistas en tres partes. La inferior correspondiente al antepecho presenta un
rehundido que se cubre con un motivo cerámico a base de una cinta dorada con
motivos florales. La parte intermedia que queda entre las dos impostas ya
citadas presenta dos motivos del mismo tipo que se completa con rombos y medios
rombos realizados con ladrillos dispuestos a sardinel. Un nuevo rectángulo
cerámico como el visto y un rombo como los descritos completan la parte
superior del contrafuerte. Como curiosidad se puede observar como la
terminación del rehundido donde se aloja la cerámica se hace en forma de arco
apuntado
El tercer y último piso
presenta la misma estructura que el anterior con pequeñas variaciones en cuanto
a motivos cerámicos y a disposición de la decoración en ladrillo resaltado. El
antepecho lo ocupa un doble rombo incompleto. Los vanos que alojan las campanas
son doblados en arco de medio punto al igual que los inferiores.
También aquí dos
impostas separan, la primera el antepecho del vano y la segunda éste del
arranque de los arcos. Ambas se rellenan con cerámica de cartabón dispuesta en
bandas diagonales la inferior y en triángulos la superior. Termina la torre en
una amplia cornisa con los capiteles en piedra sillar al igual que en las dos
inferiores. La cerámica de cartabón se dispone aquí en forma de bandas de
zig-zag alternando color blanco con verde. Los contrafuertes de este piso son
macizos sin ningún tipo de ornamentación excepto las dos impostas y la cornisa
superior.
Se remata la torre con
un chapitel octogonal recubierto de cerámica vidriada de color verde dispuesta
en “escama de pez”.
La división adoptada para el estudio de los campanarios
mudéjares agrupados por la forma de
sus plantas no es, en verdad, método por el cual se llegue a determinar la cronología
de esta clase de obras arquitectónicas. Ha servido tan sólo
para colocar en primer
término las torres cuadradas,
por suponerlas imitación de
los alminares musulmanes,
en lógica anteriores a ellas; después, las octogonales, algunas
contemporáneas de aquéllas y aun
anteriores, y, en último lugar, las
mixtas, juzgadas en su parte
octogonal como obra hecha,
por razones técnicas
de orden constructivo, sobre otra
cuadrada, o tam bién producto de nuevas corrientes artísticas
que toleran la
mezcla de los dos tipos.
Pero el método,
aunque imperfecto, sirve cómodamente para establecer nuevas
divisiones dentro de los tres
patrones, tomando esta vez como
base de clasificación sus elementos decorativos, ordenados no ya
caprichosamente, sino por la cronología
que resulta al compararlos con sus similares de otros estilos anteriores y contemporáneos
del mudéjar, a la vez que por las transformaciones que sufren a tra. vés de su desarrollo. Y esta nueva
clasificación es la que lleva a
conclusiones tal vez más certeras.
De aquí la separación
en cinco grupos para las
torres cuadradas, de las que figuran
a la cabeza aquellas que
tienen como decoración elementos arcaicos -románicos
principalmente-, faltándoles los mu
sulmanes (lazos y
labores); construcciones con
carácter mudéjar todavía poco preciso. Tras ellas, las que acusan presencia
de temas de origen musulmán: arcos mixtilíneos, lazos y labores derivadas
de ellos· más cerámica
gruesa y fina; son las
típicamente mudéjares, de exuberante
decoración, construídas, quizá, en el apogeo del estilo. Sigue a este grupo
las que tienen los mismos
elementos decorativos citados, juntos
con otros de carácter
mudéjar propiamente dicho,
en las cuales falta la cerámica.
En las descritas en cuarto lugar,
los temas de ladrillo, aunque
arcaicos algunos, no están
ejecutados con toda pureza: aparecen
nuevos motivos, y tanto unos
como otros se apli can en bandas o fajas dispuestas unas sobre
otras, a veces
sin arte; no llevan cerámica. Y,
finalmente, las de arcos de medio
punto, gemelos, en el cuerpo
central y en el de campanas, adornadas con mo tivos sencillos, sueltos, con o sin
cerámica.
La forma cuadrada no implica rigurosa
prioridad constructiva, ni todas fueron levantadas antes que
las octogonales, ni siquiera con
anterioridad a muchas mixtas. En la
descripción de ellas quedan
di ferenciados los caracteres predominantes, que fijan con alguna
preci sión, si no las épocas constructivas, sí su evolución.
Para las torres de
planta octógona se establecieron
dos grupos, según sean octógonos puros o
deformados por contrafuertes colo cados
en las aristas. Es una
división que bastaría
para diferenciar por sí sola los dos
tipos de campanario, diametralmente opuestos;
mas no sobra - para separarlas
con alguna mayor
precisión-dar las ca racterísticas de lo ornamental y constructivo.
Aquellas que no
tienen contrafuertes están desprovistas de deco rado en la parte
baja; el cuerpo central presenta
un solo hueco
por frente, de arco apuntado, que protege
dos de igual forma, donde se colocan pequeñas
campanas, y en
algunos ejemplares otra
línea de huecos encima, no
tan grande, en forma de galería, con arcos
apuntados o de
medio punto, añadidos por
recrecimiento de la torre.
Las labores que las ornamentan tienen cierto
arcaísmo y están ejecutadas
correctamente.
En cambio,
en las reforzadas con estribos la disposición de los huecos, reales
o fingidos, abarca a todos los
cuerpos y se acompaña de óculos o clípeos,
impostas y motivos de
carácter renacentis ta que
emparentan esas torres con las
cuadradas de la última época. Sus labores, mudéjares, adoptan nuevas disposiciones en la
distribución, y admiten otros
tipos.
Detalladas las diferencias
que caracterizan a los
dos grupos de campanarios con planta
octogonal, no parece difícil
determinar, con los naturales errores, antigüedad y marcha evolutiva. Las del prime ro, con elementos constructivos
ojivales, son seguramente las más antiguas,
y pudieron construirse, a la
par que las primeras de planta cuadrada, en el período de transición
del románico al ojival, inspirada la
forma, no en torres
góticas, sino en alminares
musulmanes de este tipo, como
lo dan a
entender ciertos detalles,
más todos los elementos que cor.tienen
y la calidad de la obra.
Por el contrario, las
torres reforzadas en las aristas, para cuya
modalidad pudo servir
de tránsito la Torre Nueva
de Zaragoza, dejan los
arcos apuntados y toman francamente las normas
renacentistas para lo constructivo, siguiendo en lo decorativo el
mudéjar, en tipos y formas pobres y degeneradas. Todas éstas son
mucho más modernas que
las otras.
Más dificultades
encierra separar debidamente, para los
efectos de evolución, las torres
mixtas, con la falta
de unidad en
los dos cuerpos unas veces y la
presencia de elementos extraños, otras. Sin embargo, apoyados en los documentos que
fijan como fecha para la de Alfajarín el final del siglo XV y para la de Tarazana el del XVI, de
aspectos muy distintos, no ha de encontrarse arbitrario seguir en la clasificación cronológica un criterio parecido al que presidió
en el es tudio de las octogonales.
En la de Alfajarín, las
torrecitas puestas en los ángulos del cuerpo cuadrado para disimular la unión
con el octogonal son cuadradas y vestidas de labores. Las de Utebo, cuadradas en la
parte baja, con apliques
de cerámica, más dos pequeños cuerpos cilíndricos
encima, como tránsito,
quizá, a nuevas formas.
La torre de Paniza las
presenta ochavadas en toda su altura,
y las de las torres de Villamayor,
Riela. y Almunia de Doña Codina,
mixtas: parte inferior cuadrada y superior octogonal, simulando el
conjunto de la torre.
Finalmente, las de
la Catedral de Tarazana son
octogonales en toda su altura
y caladas, como se ven
en algunas construcciones de
ladrillo francamente barrocas.
Dentro del orden fijado
para describrir lo
arquitectónico, sigue, tras los campanarios, el estudio de
los ábsides como
parte interesantísima de las construcciones mudéjares de carácter
religioso.
Próximo Capítulo: Capítulo 6 - Arte Mudejar en Aragón
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