La
obra mudéjar de madera. Techumbres de estructura angular. Planas con vigas vistas y decoración
pintada. De vigas ocultas y decoración
en relieve. Techumbres de pares y
nudillo. Cupulares. Artesonados. Aleros.
Puertas y ventanas. Muebles
La
obra de
madera ejecutada durante el
período mudéjar, o con posterioridad por
arraigo del estilo, tuvo entre
nosotros, como la de albañilería, copiosa representación, de la
que sólo
se conserva pequeña parte. Los
ejemplares más bellos
y artísticos, fuera de la carpintería corriente y muebles, están entre las
techumbres de los palacios
señoriales y las
de ciertas iglesias y
ermitas, que, por aisladas
o faltas de
dotación, se han mantenido libres de reformas, llegando intactas hasta los
tiempos presentes. Techos de
estructura variada, ornamentos con pinturas, tallas y
dorados, según el gusto del
momento en que se hicieron muchos, sin el sabor propio de las
techumbres mudéjares puras, con sus característicos armados y lacerías
inconfundibles.
Gran parte de estos techos nuestros están inspirados en los
más elementalísimos principios del
estilo, utilizado tan sólo en
lo decorativo; y es
que el arte
mudéjar aragonés,
íntimamente ligado al ojival,
respeta tradiciones y le presta únicamente el ropaje
con que se viste.
Las
diversas estructuras, la decoración en
relieve o pintada
con sus abundantes y variados temas, embarazan el camino a seguir para estudiarlas metódicamente, porque, ignorado
el momento en que comienza a utilizarse la pintura -seguramente primera manifestación del arte mudéjar en
la decoración- se encuentran techumbres de formas simples
y primitivas en las que se
observan atisbos de pintura
del estilo, mientras que en
otras, tan arcaicas como
aquéllas, es mudéjar la forma
y ojival la decoración. De
ello son ejemplos
la techumbre de Barluenga, que
por cubrir una diminuta ermita
románica de tipo avanzado,
por añadidura con pinturas murales del
período, se le asigna carácter de época, siendo así que la pintura que la exorna tiene mucho de morisca; y la
techumbre de la catedral de
Teruel, de estructura francamente
mudéjar, que ostenta en la parte pintada motivos y escenas
del más puro goticismo.
Con la decoración en relieve ocurre lo propio. Techos hay, como el de una de las salas
pequeñas de las habitaciones reales del Castillo de la Aljafería, en los que el
tema decorativo es un lazo más o menos
complicado, en mezcla
con molduras y
tallas de traza
ojival, y aunque
clasificadas como gótico-mudéjares, más
tienen de lo último que de lo primero.
Respecto a las formas,
deben incluirse entre
las techumbres mudéjares algunas
que no tienen
estructura ni decoración puras
del estilo; pero la disposición de sus
vigas, semejante a otras con
pin turas francamente mudéjares,
motiva compararlas con éstas,
y aun equiparadas. Nos
referimos a las techumbres planas
de vigas vistas, muy abundantes
en Aragón, donde tomaron carta de
naturaleza seguramente por lo
sencillo de su
torma y Ia
facilidad de poderse decorar con riqueza mediante molduras y adornos pintados. Algunas
aparecen al natural, desnudas de tallas
y pintura, como acontece con la del salón de actos del Palacio
Episcopal de Tarazana, que, a tener en sus jácenas lazos y en los fondos de los casetones
motivos geométricos pintados,
calificaríamos sin vacilar
de obra mudéjar, pues el armado o
disposición de la madera es, al
fin y al cabo, idéntico al de
los techos sobre las puertas de entrada de las iglesias de los
alrededores de Calatayud, reputadas del estilo.
Con aleros
y cúpulas de escaleras de
palacios oficiales y particulares construídos por cristianos y
sometidos sucede otro
tanto. En ellos se utilizaron
elementos decorativos del estilo
que, absorbidos por otros ajenos,
restáronles tipismo; pero obra
son de los tiempos del
mudejarismo, y, aunque faltos en
parte de lo que debiera
caracterizarles, hay que
estudiarlos decididamente entre
ellos.
En cambio, la
carpintería de puertas y
ventanas conocida no deja lugar
a dudas. Toda tiene por decoración temas de
lazos o la bores, a veces puros y
mixtificados otras, pero siempre con
el carácter propio del estilo,
que no
llega a perderse, a pesar de las degeneraciones, quizá por condición de la obra misma.
Tales particularidades de la obra mudéjar aragonesa
en esta rama del estilo confirman, una vez
más, la opinión que
teníamos formada acerca de
su valor, considerándolo
arte con
elementos similares del estilo
verdadero, pero tan regional que
se nutre de los locales
y lle· gan a practicarlo todos los
artistas sin distinción de clases
ni religiones, infiltrándose de tal
manera que es admitido en mezcla
con otros estilos, e interpretado
libremente.
Techumbres
Resulta difícil
clasificarlas por estructuras si
éstas se suponen derivadas de
un tipo que
evoluciona lentamente a nuevas formas, porque se da
el caso de aparecer como
contemporáneas tres obras
de tipo estructural distinto, sin
nexo decorativo: la que hubo en la Sala Capitular del Monasterio de
Sigena, quemada en 1936,de ocho
grandes bacías o artesones; la de
la parroquieta o capilla de San Miguel, en la Seo de Zaragoza, cupular, y la de la catedral de
Teruel, de pares y nudillo, las tres
construídas en la segunda mitad del
siglo XIV. El caso
se repite en algunas del siglo
XV, tales como la de la Sala Prioral de
Sigena, en forma de cañón seguido, apuntado, con tirantes; la del coro de Santa
María de Maluenda, plana de
vigas vistas; las
de las cámaras que hubo en el Palacio de
la Diputación del Reino,
en Zaragoza, constituídas por
pequeños artesones, y algunas
de las salas del Palacio de la
Aljafería, planas con vigas
ocultas y decoración
en relieve; tipos opuestos entre
sí y distintos a los otros.
La enorme variedad
de formas dentro de períodos
relativamente cortos confirma que
hubo amplio criterio para aceptar
gustos y tendencias, así como libertad en los
constructores para
interpretarlos a su antojo. De
aquí los distintos
tipos señalados, imposibles
de encajar dentro de
patrones fijos a no haber cierta
elasticidad.
Desde luego, es de señalar la ausencia de
techumbres con armadura clásica mudéjar
decoradas exclusivamente con lacerías,
pues salvo la de la capilla de San
Miguel, de Zaragoza, las
que, por
su forma similar, caen dentro del
tipo se apartan bastante de él
en lo decorativo.
Las de formas sencillas, sin carácter del estilo, representado
unicamente por las pinturas que tienen, son las que predominan, y
constituyen el grupo seguramente más aragonés, del que
derivan muchas modalidades
asimismo típicas. De ellas hay que ocuparse en
primer lugar por las razones
apuntadas, figurando a la cabeza
las planas de vigas vistas y decoración pintada, en un
grupo de iglesias y palacios de la
comarca de Calatayud.
La techumbre, de estructura angular, es la
forma más simple de todas: cubierta y techumbre a la vez. Su
disposición sugiere la idea de decorar por lo menos
la viga principal o jácena donde
se apoyan las secundarias; y, una
vez visto cómo
por tan sencillo
medio se enriquece el conjunto,
debió completarse la decoración
extendiéndo la a los demás elementos. Aceptada, debió aplicarse el procedimiento en las techumbres
planas de las habitaciones
mucho antes que
los demás sistemas de decoración. Tipo de esta elementalísima forma de cubierta
decorada es la de la nave derecha y
primitiva de la
iglesia de la Magdalena,
de Tarazona, donde
sobre la clave
de unos arcos apuntados que ocultan
bóveda moderna corre
una jácena que
recibe la madera apoyándose en
ella y en los
muros. Las vigas principales ostentan como
decoración pintada blasones
y labores, predominando los primeros, distintos en cada
sector de la nave y en
correspondencia con las diferentes
capillas que cubrían, de
cuyos Patronos son los escudos.
También a dos vertientes, como la citada,
es la de la ermita de San Miguel,
de Barluenga, dentro del cementerio del
pueblo. Las jácenas se apoyan sobre
cuatro arcos apuntados, y paralelas a ella, las vigas secundarias, de sección cuadrada. La
maestra aparece decorada
con hojas de acanto estilizadas,
cuadrados y rombos; en las demás vigas,
ajedrezados, fajas en zig-zag, etc.; elementos
que, si bien figuran en la decoración románica, los vemos igualmente en la mudéjar.
En las iglesias de
Torralba de Ribota, Tobed, Santa María de Maluenda y ermitas
de Castro y Cabañas existen lindas
techumbres sobre las puertas
de entrada, sirviendo de sostén
a los coros. Son techumbres planas de vigas vistas que
se apoyan en
el muro y en
arcos, sobre los
cuales vuelan en
disposiciones semejantes. La de Maluenda podía
servir de tipo en lo constructivo,
remedado en las demás. Vigas de
gran sección reforzadas por zapatas en los apoyos, dividen el techo en grandes
compartimientos. A lo largo de las maes tras, y en sentido perpendicular
a ellas, vuelan pequeñas piezas a modo
de zapatas para recibir las
vigas secundarias, cuyos vuelos,
salien do también de los muros,
forman una faja alrededor de cada división.
Sobre la faja, y coincidiendo con los
apoyos, se tiende la viguería, de
sección cuadrada y delgada, que
forma el fondo de cada
compartimiento, en el que aparecen
plafones largos y lobulados en
los extre mos, en dos líneas. El aspecto de conjunto es el de un techo de grandes artesones poco profundos,
enriquecidos por profusa
decoración pintada, cubriendo
vigas y plafones. La decoración
de las vigas está hecha a base de motivos florales
enlazando blasones, la de los
fondos de las fajas de cada
división la constituyen círculos
divididos en seis partes mediante dos
colores, y en los plafones, diversos
tipos de vegetación estilizada, correctamente dibujados. La obra es de gran belleza.
El techo que recibe
el coro en la iglesia de Jobed es menos rico: faltan las jácenas
dividiéndolo en compartimientos. La parte
comprendida entre el muro en que
está amarrada y el arco en que se
apoya y vuela, tiene, como en aquélla, la faja de canecillos o pequeñas zapatas que ayuda a soportar las viguetas, con las que forma dos planos a distinta altura en un solo
artesón. Las zapatas, prolongadas fuera
del arco, permiten que
la techumbre vuele bastante y
avance sobre la nave. Tanto las
vigas como las zapatas tienen las
terminaciones o cabezas talladas en disposición muy típica,
que se repite en
todos los techos de esta
forma. Los espacios de la
viguería están divididos
en plafones de dos
paralelogramos centrales y
dos cuadrados, en sus extremos, mediante moldura sencilla. La pintura, de tonos distintos, reproduce motivos muy sencillos,
que consisten en
circunferencias sueltas o
apareadas conteniendo estrellas de seis puntas
o flores estilizadas.
En la de Jorralba de Ribota,
de igual tipo que las dos
anteriores, es interesante el gran vuelo
que en tres
planos avanza resueltamente sobre la nave de la
iglesia. El techo se apoya por la parte libre en dos arcos laterales apuntados y uno central rebajado. El primer grupo de vigas, espaciadas y poco salientes, se cubre con una faja plana¡ el
segundo, con igual vuelo que las otras,
las viguetas son de sección menor, colocadas más unidas,
correspondiendo tres en el
espacio que dejan las inferiores,
las del tercer grupo sobresalen de las
del segundo bastante más, y están repartidas en igual proporción. Todas tienen
la cabeza tallada en forma tal, que
simula la proa de un barco asomando entre
curvas muy graciosas
que la enfundan. La
pintura cubre las vigas por
todas sus caras y los espacios o huecos que
dejan; en el vuelo bajo corre,
por la frentecilla, una inscripción de caracteres góticos, y en el techo
se ven lazos de
cuatro con dos ruedas
o especie de estrellas cada uno; los frentes y cubiertas de los otros
planos los llenan motivos sencillos
de gran variedad; las
caras de todas las vigas aparecen cuajadas de temas vegetales
estilizados.
Las tres obras
descritas, de igual tipo
estructural, se asemejan en lo
decorativo, como obra de la
misma escuela o de iguales tiempos.
Fuera de este foco, al
Norte de la provincia de Huesca, se
encuentra la iglesia parroquial del antiguo
pueblo de Castro, desaparecido,
convertida en ermita de Puebla de Castro.
El templo, románico avanzado, es de una nave amplia que a
los pies
tiene un corete sobre
techumbre de madera en
idéntica disposición que los descritos,
si bien no tan rico como éstos. Un gran arco rebajado que carga en los muros
laterales sirve de sostén a vigas de gran sección, que,
empotradas en el muro del
hastial, vuelan sobre el arco más de un metro, los extremos libres terminan
en un corte igual al que tienen
las de los
coros de Torralba, Maluenda y
Tobed, sólo que aquí
están decoradas imitando
cabezas de monstruos de distintos aspectos. Como la
techumbre tiene madera de
gran escuadría, ha bastado cubrirla con tablas
para formar el suelo del coro
y marcar por la cara inferior divisiones
mediante tiras delgadas
de madera para simular
un artesonado. Encuadrando el techo hay una
viga empotrada en los muros, como
a modo de solera
que recibiera la
viguería. En los espacios
que deja ésta, y llenando todo su
espesor, hay colocadas tablas en
plano inclinado, decoradas con
blasones y escenas
humanas, alternados; las maestras
lo están con ricos motivos
vegetales en las caras inferiores
y de variadísima fauna en las laterales¡ toda
la pintura es brillantísima, y muy curiosa por la
profusión de temas. La barandilla del
coro, bambién de madera, en
forma de celosías
de labores a base de octógonos y otros tipos.
En la hoy ermita de
Cabañas, próxima al pueblo de La Almunia de Doña Codina, se alzó una techumbre
a los pies de la nave adosada a la derecha de
la primitiva, que todavía
conserva ábside románico, para recibir el pequeño coro y cobijar
la pila bautismal. El armado no
puede ser más sencillo: una viga
cuadrada apoyada en
el muro y en un
pilar levantado para ello,
y sobre la viga, otras de
menor sección colocadas
perpendicularmente a la mayor, sobresaliendo algo; las viguetas tienen la terminación tallada en la misma
forma que todas las del grupo. La
viguería, como en Castro, se cruza con
otra para si mular
entre las dos el artesonado. La
policromía, pobre en las vigas
secundarias, se prodiga en la principal y en el vuelo de
las otras. La jácena presenta en la cara inferior
una serie de
circunferencias que contactan mediante nudo, y dentro de
ellas distintos blasones; en los espacios libres, motivos en forma de triángulo con barras y estrellas. La cara anterior, ocupada por una faja de guerreros o caballeros, montados
en corceles galopantes, armados
de lanza. Los espacios que
forman las vigas secundarias sobre la mayor están cerrados mediante tablas en posición
un tanto inclinada, y el vuelo,
cubierto por otra corrida que protege
las cabezas de las vigas y sirve
de apoyo a la barandilla.
Unas y
otras están decoradas con diversos
motivos: las tablas de la frentecilla, con blasones bajo
arco mixtilíneo, y las de
cubierta, con circunferencias que
encierran estrellas lobuladas de ocho, parecidas a las de Maluenda, más una
fajita de blasones en el borde. La barandilla
tiene dos celosías: una de estrellas de
ocho, y la otra con labor semejante, pero invertida.
Semejante a éstas, en
lo estructural, es la de una de las plantas de la torre del homenaje en
el castillo de
Alcaíliz, con temas sencillos
y blasones.
Derivación de
las techumbres descritas
deben considerarse las del Salón del1rono en el palacio
del Conde de Aranda,
en Epila, la del salón principal
del palacio del Obispo, en Tarazona, y la de uno
de los salones del
palacio de los
Lunas, en Illueca. Las tres
copian en lo estructural la de Maluenda, con
pequeñas modificaciones que tienden a
enriquecerla en una y
simplificarla en otras, pero
sin alterar en nada el tipo.
La más suntuosa, dentro
de la sencillez, es la del palacio de Aranda.
Cuatro jácenas de gran
longitud y sección, reforzadas
en los extremos por
sendas zapatas talladas que
apoyan en los muros mayores de la estancia, dividen el
techo en cinco zonas o grandes compartimientos.
Cada uno de éstos es dividido en otros mediante vigas de menor grosor que las
principales, dispuestos perpendicularmente a éstas, con
alguna separación. Las segundas
vigas, que, como es natural, marchan a
lo largo del salón, se apoyan y montan sobre zapatas que cargan
en las jácenas y asoman por
los lados simétricamente a otras que hay en los muros, por cuya disposición se logran
dos planos a distintas
profundidades, y con ello mayores
contrastes de luz. Sobre las
segundas vigas cruzan otras, ya
de menores gruesos,
for mando la viguería, cuyos
fondos se parten en paralelogramos y cuadrados mediante listeles.
Jácenas, vigas, zapatas, bandas y
fondos, en una palabra,
todas las superficies visibles
de la techumbre, están decoradas a pincel
con bellísimos motivos
hábilmente combinados en sus formas
y coloraciones. Las vigas
principales llevan orlas
de lazos degenerados y
estilizaciones de hojas vegetales, éstos
últimos repartidos en infinitas
variedades por plafones y vigas
secundarias.
Comparada la techumbre
de Epila con la de Maluenda, se verá que no son tantas las diferencias que
pudieran separarlas. En la de Maluenda, la proximidad de las vigas
maestras permite cargar
las otras, de poca tirada, con sobrado apoyo, mientras que en la de Epila la gran separación de
las principales obliga a situar otras, equivalentes a las maestras
empleadas en aquélla, donde
cargan las secundarias.
El techo del
Palacio Episcopal de Tarazona representa la simplificación de la armadura de una
techumbre plana de
vigas vistas, tan típicamente
aragonesas. Las vigas
principales se apoyan
en los muros mayores
de la sala en distancias cortas; por
su gran sección y proximidad pueden
emplearse vigas secundarias de
poca escuadría; se han suprimido las bandas
recuadrando los compartimientos,
y los plafones del fondo se marcan mediante
listeles perpendiculares a las
viguetas, formando cuadrados y paralelogramos; sencillas molduras visten, por los costados, las vigas maestras y recuadran las caras inferiores. La
falta de pintura le
resta carácter, pero no por
eso ha de negársele parentesco
con las del grupo.
Otra techumbre plana con
vigas vistas, de gran parecido
con la de Tarazana, se conserva
en el salón
principal del Palacio
de los [unas, m ]llueca. Las
jácenas, directamente apoyadas en los muros
mayores, tienen las caras
inferiores adornadas con
recuadros de moldura que se interrumpen
por espacios lisos
donde van pintados escudos de la Casa; las vigas,
tiradas directamente sobre las maestras,
dividen los espacios
que dejan en cuadrados y
paralelogramos que alternan entre ellos y los de los lados. Como
se ve, aquí han desaparecido también
las bandas que daban profundidad a la techumbre y los plafones
rehundidos que ayudaban al mismo efecto, consiguiéndose la belleza con la decoración pintada nada
más. Los temas de ésta son semejantes
a los de las otras: hojas de
acanto estilizadas en los paralelogramos y labor
sencilla en los ángulos de los cuadrados, con un botón lobulado en los centros; las caras
inferiores de las
vigas pequeñas tienen
todas el mismo motivo: líneas de
círculos enlazados en ocho. A pesar
del mal estado de conservación, todavía muestra
la severidad y riqueza de sus
bellos colores.
Descritas las
principales techumbres planas con vigas
vistas en sus dos variedades,
angular y plana
-ésta apoyada en muros o
sobre arcos-, corresponde tratar de los techos planos con vigas ocultas
y decoración en relieve, forma
menos rica que las otras, pero de
gran tipismo en Aragón.
Dentro del grupo
encajan los techos de las
habitaciones reales del Castillo de la Aljafería de Zaragoza, sala de Santa Isabel, despacho,
etc. La estancia donde se
dice nació la
Santa tiene techo
plano de tablas ocultando las vigas,
y por decoración labores geométricas hechas con molduras anchas en polígonos estrellados de ocho
y cuadrados, por cuya
combinación fórmanse espacios
mayores encerrados por estrellas de ocho,
irregulares, que contienen
emblemas de los Reyes Católicos: yugos,
haces de flechas
y la leyenda
«Tanto monta». En los centros de las
estrellas regulares van arandelas caladas, de las
que penden piñas. En
la parte alta del muro, una cornisa
de madera corta la composición del techo, y en
ella, una cinta central, pintada de azul, deja
ver la siguiente
inscripción, hecha en letras
de oro:
FERDINANOUS
HISPANIARUM, SICILIAE, SARDINAE, CORSICAE, BALEARUMQUE, REX, PRINCIPUM OPTIMUS I
PRUDENS I STRENUS I PlUS, CONSTANS I JUSTUS, FELIX: EUSA BETH I REGINA
RELIGIONI ET ANIMI
MAGNITUDINI SUPRA MULIERUM
INSIGNI, CONJUGES AUXILIANTE CHRISTO
VICTORIOSISSIMI1 POST LIBERATAM A
MAURIS BAETICAM1 PULSO VETERI
FERO QUE HOSTE
OPUS CONSTRUEDUM CURARUNT ANNO SALUTIS
MCCCCXCII.
La otra sala con
techumbre mudéjar está separada
de ésta por otra
con techumbre de estructura semejante y decoración completamente ojival.
La que nos ocupa tiene,
como la primera,
decoración a base de polígonos estrellados de ocho,
formados por ancha
moldura que en la parte media lleva tallada una cardina muy bien movida cruzándose como en las
lacerías. Las estrellas
están dispuestas en cailes paralelas y prolongados todos sus lados, con lo que dan lugar a figuras complementarias propias de la labor. Dentro de las estrellas se ven
los mismos emblemas citados
anteriormente, y en la central, el escudo
de España coronado con un casco
que tiene
por cimera el dragón
dorado. En los espacios
libres, grandes clavos
de talla primo rosa con calados.
Por las paredes corre igualmente
una cornisa con la misma leyenda que en la de la sala primera.
A la derecha del salón
principal del palacio de la Maestranza de Zaragoza,
edificio del siglo XVI, construído por
los Don Lope para vivienda suya,
una salita pequeña
tiene techo plano
de vigas ocultas, decorado con un tema central
a base de un octógono del que cuelga
mocárabe, y cercando el octógono
bella lacería repitiendo la
figura inicial, con las consiguientes figuras de piñones y estrellas
complementarias, y como cierre
otro octógono en posición
encontrada con el central, que
traza gruesa moldura. El resto del techo,
con plafones y calles
trazadas según permite el motivo
principal.
Todavía hay nuevos tipos
decorativos en techos planos de vigas
ocultas, sin lazos ni motivos góticos
en talla, hecha la ornamentación simplemente con molduras ricas aplicadas de
distintos modos. Un ejemplar
de esta clase se
conserva en una
de las habitaciones
del palacio de los Manjueses
de San Martín, después de
los Ariño, con un tema
central formado por artesón
octogonal encerrado en un cuadrado
al que cercan fajas de
cuadros más pequeños.
Es obra de época
muy avanzada.
Hasta aquí los techos de madera
que podían llamarse aragoneses por estructura y
decoración, completamente distintos
en forma a los característicos mudéjares de
pares y nudillo y
derivados, a los cuales,
no obstante, unen los procedimientos de ornamentados.
TECHUMBRE DE LA CATEDRAL DE TERUEL.- Única en la región aragonesa del sistema de pares y
nudillo; tan abundantes en la andaluza.
Fué el primitivo techo
de la catedral, oculto muchos
tiempos por bóveda construída
bajo él, a cuya circunstancia se debía la posibilidad de contemplarlo y
estudiarlo de cerca con relativa comodidad. Por su estructura forma un trapecio que limitan los tirantes en la base, por los costados los faldones y por arriba
el paño horizontal
o harneruelo, en una extensión de treinta y dos metros.
Los paños están armados mediante madera ancha
colocada perpendicularmente al
eje, ligada con travesaños de la
misma anchura para formar pequeños artesones de poca profundidad, unos
alargados y otros en estrella de
ocho, en líneas alternas, donde va desarrollada fantástica decoración
pintada. En las caras de las vigas,
vistiéndolas por completo,
lazos de cuatro, pintados, y rosas
o estrellas en
los cruces. Los grandes tirantes de contrarresto se refuerzan con zapa tas
talladas, unos y otras
decorados espléndidamente.
Ofrece el singular
contraste de su pintura de
carácter ojival con el de la armadura, a todas
luces mudéjar, y de
ahí el considerarlo ejemplar de gran interés, merecedor de descripción
detallada.
A esos efectos debe dividírsele en tantos sectores como señalan los
tirantes, no sólo para
una exposición metódica, sino
también porque, seguramente, el artista hizo lo propio al desarrollar en
cada uno asuntos distintos.
Como autor de la decoración señálase a Domingo Peñaflor, pintor
zaragozano que figura en
documentos del primer tercio del siglo
XIV, contemporáneo de los
Torrent, Fort, Bescansa y
otros grandes decoradores, quien pudo
ver trabajos de Ferrer
Bassa y Jaime Serra en sus
retablos de la Aljafería y convento del
Sepulcro. Pero es muy posible
que Peñaflor hiciera
tan sólo la parte
de figu ras, corriendo la decoración
de lazos, temas
florales y heráldicos a cargo de artistas de menos fuste.
Pocos críticos
habrán estudiado con el
detenimiento con que lo hizo Pano las pinturas de la techumbre de
la catedral de
Teruel, y como nadie
hasta la fecha
ha rectificado la verosímil interpretación dada por él de lo representado en las figuras, es
preferible, al describirlas, atenernos a su juicio:
«Los dos órdenes de artesones
de cada parte de la
bóveda presentan en sus policromados fondos una variedad infinita
de sujetos: reyes y reinas,
príncipes y princesas, santos y obispos y frailes y músicos
y guerreros, escenas campestres, cazas y luchas, elementos heráldicos y los consabidos leones
y tigres y endriagos y
bichas de todo género,
sin que falten los vegetales
y todos los caprichos imaginables, y todo esto con pasmosa
riqueza de colorido, que debió
hacer de esta bóveda motivo constante
de admiración de propios y de extraños. Algo así como uno de esos
poemas sinfónicos alemanes donde al rumor placentero de la floresta, al trinar delicioso de las aves, se juntan
el clarín de la batalla,
el relinchar del caballo de guerra y el fragor
de la tempestad, y donde
entre la hojarasca y los pedernales parect que asoman los vivaces
colores del lagarto, las angulares tes tas de la salamandra, y más allá, por entre los árboles de la
selva, las rojizas y poco tranquilizadoras miradas de los leones y de las panteras.
No
sé si aun con esto es posible
formar idea aproximada
de la estupenda
ornamentación de la techumbre de Teruel.»
"Dividida
en nueve secciones correspondientes a los nueve
compartimientos en que los
grandes tirantes de contrarresto la
dividen, procederemos al estudio
detallado de la acción que en cada uno de ellos se desenvuelve.
Acción puramente histórica, como veremos,
y que al parecer abraza un período de tiempo de siglo y medio, desde la fundación
del templo de Santa María
hasta el casamiento del
infante Don Alfonso con la
hermana de Don Juan II de Castilla.
Puesto
el observador de frente al altar
mayor, tiene a su izquierda
en dos órdenes, superior e
inferior, y en otros tantos a la derecha, los treinta y ocho artesonados que podemos considerar incluidos
en la sección primera.
Llaman desde luego la atención en ella dos fondos heráldicos que ocupan a la derecha el número seis, lo mismo en la serie superior de artesones
que en la inferior. Son las armas
del abad o del obispo
que tal vez presidió la
construcción del templo.
Tres
escudos aparecen en cada fondo,
alternando los que ostentan un báculo
sobre campo, hoy de color indefinido, con otros
escudos divididos en cuatro
cuarteles que no contienen pieza ni
divisa alguna.
La
fauna gótica se desarrolla
en todo su esplendor por los
restantes artesones:
dragones y tigres y leones sobre fondo
rojo, aves con cara
de homhe o con cabeza de dragón, águilas y grifos, Las demás pinturas
parecen ser de mera ornamentación:
cruces griegas inscritas en
círculos, flores de lis que se desenvuelven en graciosas ondulaciones, follajes
orientados al parecer hacia el gusto del próximo renacimiento de las artes.
El
tirante se adorna con leoncillos rampantes inscritos
en elegantes curvaturas. Las grandes
zapatas en que se apoya presentan castillos
y leones. En una de ellas aparece, con buen dibujo y mejor colorido, un animado torneo, ocultas las cabezas de los guerreros
en fuertes yelmos
de notable realismo:
yelmos procedentes sin duda de
alguna forja turolense, según su factura y según los herrajes que, para mayor consistencia,
refuerzan los costados de las
piezas.
En
resumen, la ornamentación de la
gran techumbre comienza, al
parear, por ensalzar y
honrar la memoria del prelado que hizo levantar
el templo, y, tal vez, por recordar
las fiestas y torneos que se celebraron
para inaugurar debidamente los
trabajos.
«Cosa muy puesta en razón era que el
artista director de la obra de Teruel, después de
honrar, en la
primera parte de su trabajo,
la memoria del
prelado fundador del templo, dedicara
la segunda a
la heroica población,
dispuesta siempre a la defensa
del territorio y a la de sus
propios fueros y libertades.
Constituyen esta
segunda sección, a la
parte derecha, varios artesones con pinturas heráldicas
mientras el lado izquierdo presenta interesantes personajes en los cuales podemos tal
vez reconocer las diferentes clases u oficios del vecindario turollense.
La
parte heráldica es de difícil
interpretación. Pintados los escudos con gran sobriedad de colorido,
basta el punto de hallarse todo representado mediante dos solos colores, el negro
y el rojo, falta uno de
los factores principales
en este género de estudios. Aparte
de esto, la transformación que
el tiempo y los gases han podido producir
en la tonalidad de las
tintas debe ser tenida también en
cuenta.
Sin
embargo, no podemos dejar de reconocer el escudo de los cuatro bastones o
barras, diferentes veces repetido en
representación de la noble
región en que la ciudad se halla enclavada. :Ni podemos
dudar del blasón turolense, repetido en dos artesones,
alternando su toro sobre campo
de gules con el mismo escudo
de las cuatro barras.
Otros dos artesones, además, presentan divisas armeras, tres cada uno. Ora se
distinguen en ellos las fajas que bien pudieran atribuirse a Bardají, o 'Yillara gut, ora las bandas de Liñán o de Urrea, ora el
palo único o la banda
única de gules sobre campo de oro.
En
su parte izquierda presenta
la segunda sección
del artesonado gran variedad de
figuras y personajes. Parece violento el ver representados en ellos, como be
dicho, los diferentes oficios de la
ciudad: la clase popular
y la dase directora, como ahora
decimos.
El
Judex,supremo magistrado cuyos deberes y
preeminencias señala el código foral al
que antes hice referencia, lleva túnica
roja, y se abriga con el
manto o mantel que tiene más dé toga que de capa. Ostenta la espada
en su mano dere cha y lleva
alzado el puño izquierdo envuelto en
los pliegues del amplio
ropaje.
El
clérigo que bendice y lleva los óleos o
tal vez el agua bendita
en el vaso que sujeta con su mano izquierda, cúbrese con verdoso manto orlado de amarillo.
El
joven adolescente, con su libro o
cuaderno de escritura; túnica roja, calzado abierto que tal vez podemos clasificar de sandalia
o de alpargata.
La
popularísima labradora que en
amplios cestos ofrece
y vende los delicados
frutos de las huertas del
Quadalaviar, aparece en la misma tabla
que la doméstica que extrae
el agua de los pozos de la ciudad. Ambas
llevan tocado de origen morisco que, a la vez que la frente envuelve la garganta y aun la barba.
Sigue
la industriosa encajera, desplegando
ante los ojos del público su artística
y deliciosa mercancía, y hasta señalando
el precio con los cuatro dedos de
la mano izquierda, alzados hasta
la altura de los ojos.
La
dama de dudosa calidad,
ocultos los pies por
el amplio vestido, cubierta la
cabeza por dor<tdo sombrerete, corto
el cabello, tal vez en señal
de mancebía y abténdose el
pecho en poco honesta actitud.
Personajes todos dignos
de estudio, notables por la indumentaria verdaderamente arcaica que
presentan, la cual más bien para contemporánea de
Jaime II que de Fernando de
Antequera.
Las
demás secciones vienen
ahora desarrollando la
acción histórica mediante
la sucesión de reinados y la presentación de conspicuos personajes,
según iremos viendo, siendo de
notar que al frente
de esta sección, y en su lado
izquierdo, aparecen dos figuras harto
significativas. Dichas figuras podríamos
decir que son cabezas de línea de
la procesión la rguísima de
personajes que en las dos series,
superior e inferior, se irá sucediendo en toda la
extensión de la techumbre.
En
la línea
superior es un clérigo que
recuerda las miniaturas del códice
escurialense de las Cántigas; presenta,
desarrollada, una gran tira de
pergamino.
El
de la línea inferior viste roja túnica, y tal vez quiere representar la figura de algún e criptor o notario. Desarrolla
también su pergamino
correspondiente.
Los
dos tienen, sin duda, alguna significación
en las dos series de
pinturas que encabezan,
debiéndose notar que ninguno de los
pergaminos contiene caracteres que den margen a interpretación especial.
Por lo cual no debemos ver en ellos sino la general
significación de hechos pasados que
suelen denotar, en las artes decorativas, las hojas
o rollos de
pergaminos. Y mucho menos confundirlos aquí con esas prolongadas filacterias que, en
las pinturas góticas, presenta frases o leyendas puestas
por el artista en boca de sus
personajes, puesto que
aquí no aparece leyenda alguna.
El
artista desarrolla ante el espectador el libro de la historia a fin de
procurarle una indicación
segura para la
interpretación de cuantos hechos o
figuras vienen detrás. Y detrás
viene, en la serie o línea inferior,
Un rey vestido con tunica verde, manto
amarillo y calzas rojas Rey caballero que calza espuelas. La corona exige mencián
especial: no es la de florones que presentan los grandes sellos;
rodado; de nuestros
monarcas, sino más bien la corona abonetada
de las modeditas de vellón
aragonesas de la dinastía catalana.
Sigue al
Rey, en la misma línea, un fraile que bien
puede calificarse de franciscano por el tosco
sayal que viste, la cuerda o cíngulo que
cuelga de su cinlura,
la cogulla y el cerquillo de sus cabellos. 'Va descalzo , y la cabeza aparece rodeada por el
nimbo de los
santos. Esta circunstancia y la que ofrece
el «Libro de las Constituciones,
que en las manos lleva nos hace
ver al mismo sin Francisco de Asís en este personaje;
y claro está que el Rey a quién
presenta su libro, en tal caso a
Dom Jaime el Coquistador, que en tan
gran manera protegió la implantación en
sus reinos de la
Orden 'Franciscana; Rey caballero, infatigable, que anduvo siempre recorriendo sus estados
sin hallar descanso sino en la tumba de Poblet,
y aún en ella no para siempre.
Aparecen detrás
del Rey varias figuras
menos importantes, entre ellas
un interesante tatiedor de viola.
Figura airosa y perfectamente movida, vistiendo túnica corta sin otro aderezo ni vestimenta al
parecer.
En
la serie
superior falta el número tres,
al cual sigue
otro fraile frasciscano que no lleva aureola.
¿Representarían estas dos tablas
a los dos
famosos mártires Juan de Perusa
y Pedro de Saxoferrato, fundadores
del convento de San Francisco de Tame.
Y
continúa la procesión con dos santos, San Pedro y San Pablo (7 ),
titulares tal vez de
iglesias de Teruel, por lo menos el primero, siendo el de San Pedro uno
de los más antiguos templos
de la ciudad.
'Una
hermosa figura de Reina ocupa el
número siete de esta serie: corona semeiante a la del Rey, doble collar de
perlas, elegantísima túnica y magnífico
manto forrado de armllo. No lleva distintivo ni señal que la caracterice y nos
revele cuál de las mujeres del Conquistador quiso el
artista representar en
figura de tan majestuoso porte.
El
lado derecho de esta sección tercera está completamente dedicado a
la heráldica y a la
ornamentación. Llaman desde luego
la atención alli dos
grupos blasonados. Al primero concurren
cuatro artesones: dos de
castillos. Los otros dos parece que debían
ser leones , pero no lo es sino el uno,
que presenta el rojo león rampante de Castilla.
El otro nos presenta un dragón,
rampante también, y nos trae a la memoria aquella
circunstancia curiosísima de que hicimos mención:
la alianza de Fernando I con el
Emperador Segismundo, cuando,
con ocasión del Concilio
de Constanza, se vieron y
sellaron su amistad en un lance muy propio de aquel tiempo: un cambio
de divisas. El Emperador
tomó la divisa del Rey, éste unió a las suyas las del dragón
que usaba el Emperador El segundo grupo heráldico se compone
de dos tablas en que alternan el águila
y el león. (Se refiere acaso
a la Reina, que, según hemos visto, aparece enfrente. Los
hallamos, al parecer, en
pleno reinado de Don Jaime el Conquistador, según la interpretación dada a
la tercera sección, o tercer espacio de la techumbre.
En
las secciones restantes aparecen otras
figuras de reyes y de reinas,
y una de
dos: o todas las secciones se refieren
al mismo personaje, o representan
reina dos sucesivos que por
varios atributos y accidentes
podremos tal Pez calificar.
De
todos modos, no hay que pensar en una
serie ordenada y completa
de monarcas, sino
más bien en los hechos
relacionados con las grandes tradiciones de la Iglesia turolense, y en
circunstancias que, por ser contemporáneas tal
pez al artista, hirieron más
profundamente su imaginación.
Como vimos ya al describir los
interesantes dibujos de
la sección tercera, aparece en
ellos claramente indicada la
primera fundación de la Orden Franciscana en Teruel. Los santos titulares
de los más antiguos templos aparecen
también: San Pedro y otro
santo, en la
sección tercera, San Miguel, en
la cuarta. Desgraciadamente, esta sección hállase mutilada.
La
parte derecha del artesonado presenta,
sin embargo, una hermosa figura de
reina: corona trilobada, como la que ostenta el monarca de la sección anterior, larga túnica que, en numerosos y apiñados pliegues, oculta los
pies y sirve
de pedestal a la figura, elegante
cotardía, con los acostumbrados
adornos en forma de,
heráldico faldellín, rico en colores, representando el motivo
de las barras aragonesas, dorado
cetro con remate bordelisado,
peinado partido en
raya con bucles alrededor de las
orejas. La estatua de Juana de Borbón,
dama que vivió hacia 13 50,
nos presenta un hermoso ejemplar de este mismo
traje.
Frente
a la figura, hállase
precisamente el plafón vacío de la
parte izquierda, ti
cual, sin duda, correspondió al
monarca marido de la reina descrita.
Y
debajo de él, en la línea o serie inferior, aparece otro personaje por demás interesante. Túnica de color rojo, manto
obscuro, en el hombro
izquierdo apoya un cetro,
también jlordelisado, no lleva corona,
un casquete rojo, a modo
de gorra con visera, le cubre
la cabeza, con el brazo
derecho oprime contra el
seno un libro encuadernado en cuero
rojo. Que es un príncipe aragonés
lo asegura el cetro,
el libro supone alguna
indicación más difícil de adivinar.
Los
príncipes que fueron jurados sucesores a la
corona durante la
época a que parecen referirse e5fas
pinturas, fueron dos: en 1276, Alfonso, que
después reinó como el tercero de este nombre, en 1301, un hijo de Jaime 11, llamado Jaime también, el cual profesó en la Orden de San Juan l. Acaso la
pintura se refiere a este personaje.
Y en tal caso, la reina que hemos visto,
podría ser Doña Blanca de Nápoles,
madre de aquél príncipe. No podemos salir
de meras conjeturas.
En
el número seis de la parte derecba
aparece una pintura interesante
que tal vez representa el gran
combate de San Miguel con Lucifer;
o sea con el
dragón infernal. El ángel
le clava la lanza, el
dragón se revuelve
furioso y pretende morderle
la pierna. 'Viste aquél el traje militar ceñido al cuerpo, con su jubón
de cuero y las piernas desnudus.
El dragón es rojo, con alas de águila.
Sabido es que el arcángel San Miguel es titular de una de las más antiguas iglesias de Teruel,
en la cual, según Cuadrado, un retrato
de Jaime I recuerda todavía
a los fieles la institución de
la Cofradía de Caballeros, establecida
en 1262 por aquel monarca.
Motivos de
pura ornamentación son los
canes y
el bellísimo pavo
real; ni faltan los leones heráldicos tan repetidos en toda la techumbre".
Hasta aquí la minuciosa descripción hecha por Pano, que, a pesar de
haber quedada incompleta
por motivos ajenos
a sus deseos, basta para reflejar las bellezas de la
obra con la
interpretación justa de sus
representaciones.
La techumbre de la
Catedral de Teruel es un elemento de sumo interés dentro del arte mudéjar, no
solo aragonés, sino nacional. Su estructura de armadura de par y nudillo es
única en Aragón. Por sus grandes dimensiones y su espléndida decoración que
cubre todos los espacios, tanto en faldones, como en aliceres, canes-zapata y
tirantes, se he considera la “Capilla Sixtina del arte mudéjar”.
A partir de la página
siguiente se inicia una visita por todos estos elementos decorativos. Después
de una breve introducción cronológica e histórica se pasa a los tirantes, los
canes-zapata que los sustentan, los aliceres o estribos, y finalmente las
tabicas de los faldones. Para desplazarse por todas ellas se puede optar por
los botones de "anterior" y "siguiente" de la parte
inferior de las páginas, como es habitual en la web, o por el menú desplegable
de la parte superior o bien por los grandes apartados que figuran en la parte
derecha de la imagen inferior, pinchando sobre las imágenes o nombres con el
ratón. Creo que la importancia y variada ornamentación de la techumbre merece
esta extensión, necesaria si se quieren ver con un mínimo detalle todos sus
elementos decorativos. Espero poder ampliar la información fotográfica con
algunos elementos que no supe apreciar en mi primera visita, así como mejorar
los descritos.
Hasta la fecha no disponemos de
ningún dato documental que nos aporte una fecha para la construcción de la
techumbre que cubre la nave central de la catedral turolense. Una
interpretación errónea del cuaderno de cuentas de 1335 “Recepta de la obra de Sancta María”, llevo a establecer su
cronología hasta bien entrado el siglo XX en ese año, además de atribuir su
autoría al pintor Domingo de Peñaflor. No es hasta 1973 en que Santiago
Sebastián y César Tomás Laguía realizan un nuevo estudio del documento, cuando
se concreta que las obras a que hace referencia el mismo no tienen ninguna
vinculación con la techumbre.
En este estado de la cuestión,
únicamente los análisis dendrocronológicos y los datos aportados por diversos
estudiosos del tema nos aproximan a una cronología situada alrededor de las
últimas décadas del siglo XIII. Ya en 1953, Leopoldo Torres Balbás apuntaba la
segunda mitad de este siglo como fecha de construcción. Angel Novella Mateo
reduce, en 1964, esta cronología al último tercio de siglo. En 1991 Antonio
Almagro da a conocer el resultado de los análisis dendrocronológicos realizados
por Eduardo Rodríguez Trobajo que aportan la fecha de 1261 como año de corte de
las maderas utilizadas en la carpintería de la techumbre. Teniendo en cuenta
que la madera se dejaba secar después de su cortado durante un período
razonable, podría situarse su uso alrededor del año 1270, coincidiendo con la
teoría expuesta por Angel Novella relativa al último tercio del siglo XIII. Por
último, Joaquín Yarza, en base al estudio artístico de los motivos
decorativos, precisa los años 1295 a 1302 como fechas de realización.
Lo que sí conocemos son algunas
de las intervenciones que a lo largo del tiempo han afectado en mayor o menor
medida a la estructura de la techumbre. La primera se produce en 1335 cuando se
construye el crucero con el cimborrio primitivo, lo que debió de repercutir, en
opinión de Gonzalo Borrás, sobre todo en el primer tirante que pudo haber
sufrido daños y reparaciones, al igual que en las obras de 1538. En tiempos del
obispo Gerónimo Zolivera, alrededor del año 1700, se cubre la nave central
con una bóveda encamonada formada por tres tramos de aristas que ocultan la
techumbre mudéjar. Con anterioridad, se habrían pintado de color oscuro los
aliceres para ocultar su decoración. Para el profesor Borrás este
enmascaramiento se produjo alrededor de 1538, cuando se coloca el Retablo Mayor
y se construye el nuevo cimborrio. Así, la techumbre quedó oculta durante dos
siglos y medio, desde principios del siglo XVIII hasta el año 1953 en que se
inaugura la Catedral tras ser restaurada de los daños sufridos durante la
guerra civil.
De alguna manera hay que
agradecer el que permaneciese oculta por la bóveda renacentista, ya que ello ha
propiciado el buen estado de conservación en que la podemos contemplar
actualmente. A pesar de no ser visible, al menos desde el siglo XIX se conoce
su existencia. En 1869, tuvieron entrada en el Museo Arqueológico Nacional de
Madrid, por donación del catedrático de la Universidad de Zaragoza don Pablo
Gil y Gil, cuatro piezas procedentes de la techumbre: un canecillo terminado en
cabeza, una roseta y dos tablas con representaciones de una aguadora y un
judío. Fue el estudio del canecillo lo que llevó a Torres Balbás a datar la
obra en la segunda mitad del siglo XIII. Por Real Orden de fecha 10 de marzo de
1911, son declarados Monumentos Nacionales las torres de San Martín y de El
Salvador, además de la techumbre de la Catedral de Santa María de Mediavilla.
Como consecuencia de ello, en 1914 el arquitecto valenciano Luis Ferreres
redacta un proyecto de consolidación y restauración que no llegó a realizarse.
En los años 1932 y 1935 el archivo Más de Barcelona lleva a cabo una doble
campaña fotográfica de la techumbre. Estas fotografías han sido fundamentales a
la hora de determinar las pérdidas sufridas durante la Guerra Civil y las
transformaciones realizadas en intervenciones posteriores, sobre todo en cuanto
a desaparición o cambio de lugar de tabicas.
Es en esta contienda cuando
mayores desperfectos se producen en la techumbre de la catedral, que también
alcanzan a la fábrica del templo, al igual que a buena parte del patrimonio
artístico de la Ciudad. Gonzalo Borrás transcribe parte de un informe del
servicio de Protección del tesoro artístico nacional editado por el gobierno
republicado en Barcelona en 1938, en el que se describe la situación de la
armadura: “La Catedral había sufrido grandes daños, pero casi exclusivamente
en sus partes modernas, sobre todo en las naves laterales, cuyas bóvedas
estaban casi todas en el suelo. Igualmente se habían desprendido dos de las tres
bóvedas modernas de la nave central, dejando al descubierto, como no se veía
desde hace tres siglos, la magnífica armadura mudéjar. Ésta presentaba
arruinado el tramo de los pies, y una de las alfardas del inmediato estaba
perforada por un proyectil de obús: cuyas pérdidas las más sensibles en el
Tesoro Artístico de Teruel, pueden evaluarse en menos de una sexta parte de la
obra total. Lo único irreparable sería la destrucción de las tablas pintadas,
pero cabe confiar en que aparezcan al realizar, con el cuidado que ya se ha
previsto, el desescombro del templo”.
Desde finales de este año hasta
julio de 1939 se procede a realizar trabajos de apeo y protección de la
techumbre. Más tarde, durante los veranos de 1943, 1944 y 1945 se efectúa la
restauración dirigida por Tomás Pérez y César Prieto, restauradores del Museo
del Prado. Básicamente se procedió a reponer todo lo desaparecido y a restaurar
lo conservado, lo que afecto seriamente a la autenticidad de la techumbre. Los
días 14 y 15 de agosto de 1953, la Catedral fue inaugurarse, renovada y
consagrada, quedando a la vista la techumbre de su nave central. Fue entonces
cuando se construyó el estrecho balcón volado que la recorre en sus laterales y
tramo de los pies, que permite ser contemplada con detalle. Dos
intervenciones se han realizado hasta la fecha. La primera, por el Instituto
Central de Restauración de Obras de Arte en 1987, consistente en proteger la
techumbre contra humedades y xilófagos, hallándose sobre el almizate diversos
fragmentos y una tabla, depositada en el Museo Diocesano de Teruel. La segunda
la llevo a cabo el Instituto de Patrimonio Histórico Español, bajo la dirección
de Ana Carrassón, y consistió en una completa restauración que finalizó en
1999.
Desde el punto de vista estructural,
la techumbre es del tipo de par y nudillo, apeinazada, con tirantes de vigas
dobles apeados en canes o asnados. Al igual que hace el profesor Borrás, nada
mejor que transcribir la descripción que de esta estructura hace Antonio
Almagro:
“La armadura, de par y
nudillo, está formada por vigas inclinadas de acuerdo con la pendiente del
faldón de la cubierta y apoyadas en la cumbrera o vértice superior, entestando
con las correspondientes del otro faldón. Estas vigas van colocadas a pequeños
intervalos y se denominan pares o alfardas. Para evitar la flecha y pandeo de
estas piezas se dispone, normalmente a la distancia de un tercio de su longitud
desde la cumbrera, una pieza horizontal de igual sección, que une los dos pares
y que recibe el nombre de nudillo. Los pares entestan superiormente con los de
la otra vertiente, bien directamente o bien con la interposición de una tabla
que se denomina hilera. En la parte inferior apoyan en otra pieza de madera
corrida llamada estribo y que es la encargada de repartir el peso y el empuje
horizontal a los muros. Los pares se colocan a escasa distancia unos de otros,
generalmente separados una distancia igual a dos veces su propio grueso, aunque
esta medida varía en ocasiones. El nudillo evita la flecha o comba hacia el
interior de los pares a la vez que absorbe parte del empuje horizontal que
produce la estructura.”
“Como en grandes luces este
empuje puede ser considerable, se colocan otras vigas, los tirantes, uniendo
horizontalmente los estribos de los dos lados a fin de contrarrestar los
empujes opuestos que se producen en ambos apoyos. Estas vigas, que se suelen
colocar apareadas, son de notable mayor tamaño que los pares y nudillos, pues
además de tener que trabajar a tracción deben soportar su propio peso con una
gran separación entre apoyos. Para reducir ésta se disponen piezas empotradas
funcionando como ménsulas, que se denominan canes o asnados y cuyas cabezas o
extremos libres se decoran con formas geométricas, zoomórficas o con cabezas
humanas.
La estructura
así concebida tiene la facultad de producir un reparto de las cargas y empujes
prácticamente uniforme en todo el perímetro de los apoyos, adecuándose de esta
forma a las fábricas de escasa resistencia, como las de ladrillo y tapial, que
caracterizan a la arquitectura hispanomusulmana y más en particular a la
mudéjar.”
“Ésta es la disposición
estructural del conjunto. Con el fin de permitir el asiento del tejado por la
parte superior y poder presentar decoración hacia el interior, los espacios
entre los pares y entre los nudillos se cubren con tablas, que forman los
faldones inclinados y el almizate o harneruelo horizontal. Estos elementos
delimitan el espacio definido por la armadura que se percibe como unitario al
estar sólo interrumpido de manera ocasional por los tirantes. Éstos, a su vez,
también se enlazan cerrando el espacio entre las dos vigas, dando la impresión
de elementos más potentes de lo que en realidad son. Frente a las estructuras
latinas, en las que abundan los elementos verticales, como pendolones y
tornapuntas, que dividen el espacio bajo la cubierta, la solución musulmana y
mudéjar es más unitaria recordando una bóveda corrida.
El enriquecimiento decorativo
lleva a dividir las calles o espacios entre pares, enlazando éstos con piezas
de unión o peinazos, que determinan formas de hexágonos alargados o de
estrellas. Las aristas de estas piezas se biselan a la vez que reciben cortes
con formas especiales, dando lugar a lo que se conoce como labor de menado. Las
zonas de las paredes que quedan entre los tirantes y los canes se cubren con
tablas decoradas, que enmascaran los estribos formando el alicer. En el
exterior la nave central tiene un alero con canes con rollos menudos y
terminados en estilizadas cabezas de toros. Estos canes tuvieron decoración
pictórica al igual que los sofitos y que aún se conserva en algunas
zonas".
Así pues hay que resaltar que la
techumbre de la catedral turolense no es un artesonado, sino una armadura de
par y nudillo. Tiene 32 metros de longitud y 7,76 de anchura. De perfil
trapezoidal, ya que los nudillos cierran horizontalmente los pares
aproximadamente a dos tercios de su altura. Los nudillos forman la parte
arquitrabada de la techumbre, llamada almizate o harneruelo, que mide 3,50
metros de anchura, mientras que los pares o alfardas forman los faldones
inclinados, de 2,85 metros de longitud.
La cara inferior de los tirantes,
rima perfectamente con el harneruelo, en el que las tablas de los artesones son
cóncavas y están decoradas exclusivamente de temas florales muy delicados y
graciosos. En cada sentido transversal las calles siguen la misma estructura de
los faldones. Cada calle está compuesta por una estrella de ocho, un pequeño
casetón, de igual forma que los grandes y colocado transversalmente. Sigue
casetón grande, otro pequeño y estrella, que forma el eje longitudinal del
harneruelo. Como es natural continúa lo mismo al otro lado del eje.
En la línea de estrellas
centrales y, entre cada dos tirantes, se desarrolla un gran cupulín rehundido.
Todas las estrellas de a ocho están decoradas, interiormente, con un cupulín o
con una estrella de ocho radios e relieve y cupulín, y estrellas que alternan
longitudinalmente. Estos motivos y los grandes cupulines del eje, estaban
dorados, como en los tirantes, enriqueciendo de modo portentoso la policromía
del conjunto.
En cuanto al aspecto decorativo,
las superficies en las que se desarrolla la decoración son fundamentalmente los
aliceres, las tabicas y los laterales de los canes-zapata. Actualmente está
descartado que exista un programa unitario, ya que lo que ofrece el conjunto es
un amplísimo repertorio de temas muy variados que se agrupan para su
estudio en cuatro tipos de elementos: vegetal, geométrico, epigráfico y
figurado, a los que hay que añadir las diferentes combinaciones entre ellos. A
su vez se dividen entre motivos de tradición ornamental islámica y motivos de
tradición ornamental occidental.
En cuanto a los primeros, se
centran en un amplio repertorio de decoración vegetal estilizada, configurado
como norma general por vástagos entrecruzados formando ejes de simetría
lateral, con o sin vástago central, de los que arrancan estilizadas hojas que,
a menudo adoptan la forma de palmeta doble y disimétrica. Además, también son
variados los motivos geométricos, donde predomina el lazo de cuatro octogonal
formando estrellas de ocho puntas combinadas con cruces. En cuanto a la
ornamentación epigráfica, se limita a las inscripciones cúficas que decoran los
laterales del cuarto tirante.
La tradición ornamental
occidental está representada en su mayoría por la decoración figurada que se
divide en tres grandes apartados: a) imágenes y escenas de carácter religioso;
b) imágenes y escenas de carácter profano con representación de las tres clases
sociales de la época: la caballería villana, el clero y el común; c) imágenes y
escenas fantásticas procedentes del bestiario y otras imágenes y escenas
alegóricas. Además, también se desarrolla temática de tipo vegetal y
epigráfico, la primera con clara influencia de las pinturas que ornamentaban la
Sala Capitular del Monasterio de Sijena. La segunda queda reducida, al igual
que la musulmana, a una salutación angélica que se desarrolla en los laterales
del sexto tirante. Dentro de la decoración figurativa destacan los ciclos
dedicados a la Pasión, a los oficios de carpinteros y pintores de la techumbre,
el mensario y a los alardes y justas de caballeros.
Técnicamente, la decoración está
ejecutada al temple sobre tabla. Aunque presenta las características del estilo
gótico lineal del último tercio del siglo XIII, las fuentes y modelos
utilizados son arcaizantes, ya que pueden situarse a comienzos del mismo siglo,
especialmente miniaturas bizantinizantes de principios de siglo y, como se ha
dicho, las pinturas de Sijena.
En cuanto a su autor, nada se
conoce de él. Hasta bien entrado el siglo XX se le atribuía, por una incorrecta
lectura de un cuaderno de cuentas del año 1335 conservado en el Archivo
Catedralicio, al pintor Domingo Peñaflor. En 1973 se publica parte de la
transcripción de este documento que hace César Tomás Laguía, en base al cual se
pueden determinar con exactitud las obras que se realizan en la Catedral en
1335 y que corresponden a dependencias y partes de la cabecera del templo, no
afectando a la techumbre. Se contrata a Domingo Peñaflor para pintar las
bóvedas y las claves, decorar un sepulcro, barnizado del retablo de pintura y
pintado de su parte posterior, o sea, nada que ver con la decoración de la
techumbre.
A partir de la página siguiente se
presenta un recorrido pormenorizado por las distintas partes de la techumbre
con imágenes de la práctica totalidad de sus motivos decorativos. Dado lo
extenso de este repertorio, se ha dividido en cuatro grandes apartados: los
tirantes, los canes-zapata en que se sustentan los anteriores, los aliceres o
estribos y las tabicas de los faldones. Para ello se sigue el esquema utilizado
en todas las obras que tratan del tema: los tirantes dividen la techumbre en
nueve secciones, que se numeran desde el crucero hacia los pies del uno al
nueve, tanto para situar los faldones como los estribos (corresponden las
nueve secciones a las fotografías que acompañan este texto). A su vez en
cada uno se distingue entre lateral izquierdo y derecho, lógicamente siguiendo
la misma orientación: mirando al altar desde los pies.
Finalmente una serie de
consideraciones relacionadas sobre todo con la primera restauración:
a) En primer lugar, la novena
sección fue destrozada completamente durante la guerra civil y se reconstruyó
enteramente.
b) El primer tirante,
correspondiente con el más cercano al presbiterio, es de construcción moderna
realizado en los talleres de Regiones Devastadas. Todavía no se entiende como
no se dejó completamente liso como las tabicas de la última sección.
c) Algunas tabicas se cambiaron
de lugar sin aparente causa justificada.
d) La restauración de algunas
figuras fue defectuosa, incluyéndose en las tabicas algunas de moderna factura
y que desentonan completamente con el conjunto.
e) Por último, gracias a la
descripción y dibujos de Mariano de Pano y a las fotografías de las colecciones
Mas y del archivo Amartller, se sabe que han desaparecido un buen número de
tabicas, todas ellas con representaciones de figuras humanas. A las anteriores
hay que añadir dos que se encuentran depositadas en el Museo Arqueológica
Nacional.
El primer tirante, comenzando
desde la cabecera, se construyó totalmente nuevo durante la primera
restauración. Al tenerse que colocar ligeramente desplazado hacia el interior,
debido al refuerzo de los arcos del crucero hecho cuando se realizó el
cimborrio, algunas figuras del alicer han quedado tapadas y medio oculta la
primera calle de los faldones de ambos lados.
A la hora de decorarlo se
copiaron motivos de la techumbre, aunque la realización es un tanto
cuestionable. En la parte baja se disponen tres grupos formados por una
estrella de ocho central con dos pequeños hexágonos de alargados lados en sus
laterales. Entre ellos dos grandes hexágonos longitudinales del mismo tipo.
Todos los hexágonos se cubren con motivos vegetales. Ribetean el tirante
horizontalmente dos cenefas que se entrecruzan para forman espacios hexagonales
de diferente tamaño, a la vez que van bordeando todos los motivos descritos.
Los laterales se cubren con temática
vegetal a base de abultadas hojas, del estilo 1200 que parece tomar como modelo
las pinturas de la Sala Capitular del Monasterio de Sijena.
En el segundo tirante, la
ornamentación de su cara inferior está compuesta por medios octógonos
entrelazados con centros cuadrados que se cubren con estrellas de seis en
relieve. El centro del tirante lo ocupan alargados hexágonos que se forman por
el entrecruzamiento de los octógonos y que se rellenan con temática floral.
Los laterales se cubren con un friso
de temática floral en ritmos circulares, que al igual que el anterior sigue la
técnica sijenense, con la diferencia de que éste es original.
El motivo central de la parte
baja del tercer tirante está formado por once estrellas de ocho en las que se
incrustan otros tantos cupulines rehundidos de seis gajos. Se enmarcan con
alargados hexágonos en los laterales y pequeños cuadrados en las esquinas que
se cubren con temática vegetal y floral.
En los laterales un nuevo tema
floral, esta vez compuesto por una arquería formada por veinte arcos lobulados
que apean sobre pequeños capiteles y columnas. En el interior de cada uno, un
motivo floral de carnosas y coloridas flores, también siguiendo el estilo de
Sijena.
El cuarto tirante presenta en su
cara inferior una composición que mezcla hexágonos alargados con espacios
cuadrados y rectangulares. Los cuadrados se rellenan con cupulines hexagonales,
mientras que los dos grandes rectángulos y los pequeños hexágonos lo hacen con
temática floral.
En los laterales, el que mira a
los pies del templo, se decora con un friso de rombos de clara tradición
románica al estilo, según Novella, de los frescos románicos del siglo XIII que
se pueden ver en el Museo de Arte de Cataluña.
El lateral contrario se ornamenta
con un friso de temática geométrica, alternando tonalidades de rojo y grises
para darle sensación de relieve. Los pequeños huecos que quedan se rellenan con
el motivo de tres puntos blancos en triángulo.
La cara inferior del quinto
tirante alterna, en el centro, estrellas de ocho puntas con alargados
hexágonos. Las estrellas se rellenan con cupulines rehundidos de seis gajos,
mientras que los hexágonos lo hacen con motivos vegetales. Se ribetea
horizontalmente por dos franjas formadas por espacios lobulados con fondo
blanco y un león rojo en el centro, entre los que se intercalan pequeños
círculos con un libro abierto en su interior.
En el lateral que mira hacia los
pies, un friso de temática floral a base de abultadas y carnosas hojas entre tallos
que se curvan formando espacios circulares. En los extremos dos aves con patas
de cabra y cabeza humana girada hacia el interior.
En el lado contrario una serie de
diecisiete círculos formados por una cinta o lazo que se anuda entre cada dos.
Sobre el fondo rojo, alternan leones y castillos de tres torres.
En su cara inferior o papo, el
sexto tirante presenta tres estrella de ocho que se rellenan con cupulines de
seis gajos, con dos pequeños hexágonos de alargados lados en sus laterales.
entre estos tres grupos se disponen dos grandes y alargados espacios
hexagonales decorados, al igual que los pequeños transversales, con temática
floral. Ribetean este motivo central dos pequeñas cenefas a base de hexágonos
de diferente tamaño generados por el entrecruzamiento de cintas o lazos. Parece
ser que este motivo sirvió de modelo para decorar la parte inferior del primer
tirante.
Los laterales se ornamentan con
un friso que desarrolla un motivo en zig-zag, herencia del románico y que se
verá en varias ocasiones en los faldones y aliceres de los faldones. Los
pequeños espacios triangulares que quedan en los laterales se cubren con el
motivo de tres puntos blancos en triángulo tan repetido en la techumbre.
La parte inferior del séptimo
tirante de decora a base de once grandes octógonos entrelazados que forman
espacios cuadrados centrales que alternan estrellas de seis en relieve con
cupulines de seis gajos rehundidos excepto el central que se cubre con una
media esfera. Los espacios hexagonales que se crean en sus contornos se cubren
con motivos de temática floral y vegetal.
En cada uno de los laterales se
desarrolla una serie de diecisiete espacios circulares entrecruzados, que
alternando fondos rojo y verde se rellenan con diferentes animales reales y
fantásticos. Todos aparecen afrontados por parejas. (Para ver los
medallones con detalle hacer doble clic sobre las dos fotografías inferiores).
En el octavo tirante,
la cara inferior se ornamenta con un motivo que parte de un lazo de cuatro octogonal
y que genera estrellas de ocho puntas y espacios cruciformes que, por la
estrechez del tirante, quedan reducidos a especies de “T”. El interior de las
estrellas se decora con ocho pequeñas flores de lis blancas, una frente a cada
punta, que ribetean a una media esfera central, esferas que debieron de estar
doradas.
En los laterales, un
friso de rombos en rojo y verde con flores de ocho pétalos en su interior.
Sobre el fondo negro, en cada pequeño espacio entre pétalos un punto blanco.
La parte inferior o
papo del noveno tirante se cubre con cinco grandes espacios hexagonales que
alternan fondos azul y rojo. El central lo ocupa una gran media luna y los
cuatro restantes estilizadas estrellas de seis puntas, todo en relieve.
El lateral que mira hacia
el altar se cubre con un friso de círculos entrelazados que, sobre fondo rojo,
se rellenan con estrellas de ocho puntas doradas. El lateral posterior quedó
muy dañado por lo que se optó por cubrirlo con un color uniforme.
Como ya se ha dicho al hablar de
los tirantes, este primero fue construido totalmente nuevo durante la primera
restauración de la techumbre. No obstante, quiero tratarlo como al resto por lo
que describiré y acompañaré fotografías de su decoración.
Un aspecto común a todos los canes-zapata
en su forma delantera, compuesta por un casetón decorado en el techo con un
cupulín hexagonal rehundido y un busto decorando cada una de sus tres caras
verticales. Si que varían la terminación de los dos canes y las personas
representadas.
La terminación de los canes es en
forma de cabeza de águila.
Para cubrir los tres lados
interiores del casetón delantero se eligieron tres bustos de mujeres, de frente
la central y de perfil mirando hacia el exterior las laterales.
El papo o parte inferior se
ornamenta, al igual que en la mayoría, con los mismos motivos que el tirante.
Siguiendo su composición aquí se incluye un alargado hexágono con decoración
vegetal simétrica en su interior. Lo bordea una cinta blanca y gris que en los
laterales se dobla y entrecruza creando grandes hexágonos alargados y
estrechos.
Los laterales de todos los
canes-zapata presentan dos alargadas zonas que se decoran con motivos
diferentes: la superior correspondiente a la prolongación del tirante y la
inferior correspondiente a la ménsula que lo sustenta.
También aquí se pintaron con
diversos motivos, algunos como veremos copiando motivos de otras partes de la
techumbre y otros, tal vez más desafortunados, dejando la temática al libre
albedrío del artista.
La parte superior de este lateral
la ocupa un friso de temática floral compuesto por finos tallos que se curvan
para formar espacios circulares que se rellenan con flores de grandes y
abultadas hojas.
Debajo se han representado tres
escenas de tipo romántico con una pareja en cada una, completando el conjunto
otros tantos árboles frutales que quieren imitar el modelo del gótico lineal.
En cuanto a las vestimentas, como sucede con los bustos del casetón delantero,
se han mezclado distintas modas y épocas.
Comenzando por la izquierda, en
la primera de ellas, un hombre apoya su mano izquierda en el hombro de la mujer
mientras le coge con la diestra la contraria. La mujer se representa embarazada
a juzgar por su abultado vientre.
En la escena central, la mujer toca
una viola, mientras el hombre sujeta en sus manos sendas espigas.
En la tercera, el hombre toca una
viola mientras la mujer le ofrece una flor con la derecha y sujeta en la
izquierda un pañuelo.
En el lateral contrario se puede
ver, en la parte superior un nuevo friso de temática floral, y debajo la
primera parte de lo que podríamos llamar un ciclo de la Epifanía o Adoración.
El friso vegetal lo forman cuatro
grandes flores con abultadas hojas entre finos tallos que se curvan formando
círculos y de los que salen pequeñas hojas. El fondo está salpicado por el
motivo de los tres puntos blancos en forma triangular.
Debajo, una representación de la
Epifanía. A la izquierda una estrella y uno de los reyes que ofrece con el
brazo estirado un cofre con joyas al Niño que se ha dibujado totalmente
desproporcionado y de una edad bastante avanzada para estar en cuna, dentro de
una especie de caja con barrotes ladeada hacia el frente, con los pies que le
salen por la parte baja. En el lado contrario un segundo personaje ofrece una
bandeja que sujeta con ambas manos, y completa la escena el rey Baltasar que
sujeta las riendas de un camello.
La parte inferior de este
can-zapata derecho se ornamenta con el mismo motivo que la contraria.
Las quillas terminan en forma de
cabeza de león, ambos con los ojos entornados.
En cuanto a los bustos
interiores, aquí representan cabezas masculinas, de frente la central y mirando
hacia el exterior las laterales, al igual que en lado contrario. El hombre del
centro está totalmente fuera de lugar. Mayor conjunción con el resto de la
techumbre presentan las figuras laterales de un tonsurado y un hombre de
perfil.
La única diferencia del papo con
del extremo opuesto son pequeñas variaciones en el desarrollo de hojas y
tallos que cubren el interior del hexágono central.
La decoración del lateral
izquierdo de este can sigue la temática del derecho contrario: tirante con
decoración floral y parte inferior representando la adoración de los pastores.
En el friso vegetal se ha querido
copiar los motivos florales que se repiten en varias ocasiones en la techumbre,
formado por grandes flores de brillantes colores y carnosas hojas como
terminación de gruesos tallos que se curvan formando círculos que las
encierran.
En cuanto a la parte inferior, el
centro lo ocupa la imagen de la Virgen representada en posición orante,
coronada y con capa roja, delante del Niño desnudo y de gran tamaño, igual que
en lado izquierdo, tendido sobre una alfombra de tipo oriental. En el lado
izquierdo una mujer y un hombre de rodillas, también en posición orante y con
la cabeza inclinada hacia adelante. A la derecha un hombre barbado con cayado
arrodillado y detrás un joven de pie con las manos juntas. Parece ser que se
han querido representar a los dos sexos y a las tres etapas: joven, adulto y
anciano.
Este lateral lo forman un friso
superior de temática floral, al igual que el resto y debajo una escena de caza
que puede haberse inspirado en la que aparece en el can-zapata del cuarto
tirante.
En cuanto al friso de temática
vegetal, está compuesto por cinco flores de abultadas hojas, más grandes las
tres centrales, que salen de gruesos tallos que van curvándose por toda la
superficie para formar espacios circulares que ocupan los motivos florales.
La escena de la parte baja
representa la caza del jabalí. Ocupando la mitad izquierdo, un hombre armado
con una lanza que sujeta con ambas manos a la altura de los hombres acomete a
un jabalí. A la derecha, un perro ataca al animal por detrás mientras un
segundo personaje hace sonar un cuerno lleva en la mano izquierda mientras
sujeta con la derecha una lanza. Completa la escena un árbol frutal. Es curioso
el sombrero con el que se cubre, así como la forma del cuerno y de sujetarlo,
ya que la primera impresión es de un fumador de pipa.
Este segundo tirante es ya
original de la techumbre. Como se ha dicho, también aquí se repite en la cara
inferior o papo, la decoración del tirante a base octógonos entrecruzados.
Debido al poco espacio, éste se completa con la intersección de dos medios
octógonos, formando una especie de cruz central compuesta por dos alargados
hexágonos y la mitad de otros dos. Completan la superficie cuatro cuadrados en
los laterales, alternando con los medios hexágonos.
Los canes rematan en alargadas
cabezas de cordero, con la boca ligeramente abierta.
Los tres bustos de las caras
interiores representan hombres con el mechón en el centro del pelo que los
identifica como tales y con redondos rosetones en mejillas y barbilla según el
modelo románico todavía vigente. Muy vivos los colores en los laterales y
demasiado exagerados los rosetones en el de la derecha, puede que hayan sido
demasiado retocados en la restauración.
El pequeño espacio rectangular de
las quillas se decora con motivos vegetales simétricos, compuestos por dos
tallos que se curvan y de los que emergen motivos florales.
Los dos alargados hexágonos se
cubren con motivos del mismo tipo sobre una superficie en relieve de forma
piramidal.
Igual temática se desarrolla en
los dos medios espacios hexagonales de los lados, esta vez sobre superficie
plana. En cada uno de los cuadrados una estrella de seis puntas en relieve.
Un friso vegetal se desarrolla en
la parte superior de este lateral, mientras que un gran dragón ocupa la
inferior.
El friso vegetal está compuesto
por finos tallos que se curvan para formar cinco grandes espacios circulares
que se rellenan con grandes y abultadas flores de vivos colores. Pequeñas
flores salen de los tallos. El fondo se salpica con el motivo de los tres
puntos blancos dispuestos en triángulo.
En el lateral de la ménsula, un
gran dragón con la cabeza girada, con una gruesa lengua que asoma entre sus
dientes. La cola se prolonga en un grueso tallo que se separa en dos para
curvarse formando dos grandes círculos que se rellenan con grandes motivos
florales, motivos que en menor tamaño se extienden por la superficie cubriendo
el fondo azulado.
El lateral derecho presenta una
composición muy parecido al contrario: friso de temática floral en la parte
superior y un dragón, esta vez en lucha con un hombre, en la inferior.
Los motivos florales del tirante
son del mismo tipo que los vistos en el lado izquierdo, aquí compuesto el friso
por cuatro grandes espacios circulares formados a base de finos tallos
curvados, que se rellenan con grandes flores de abultadas y carnosas hojas,
completando el conjunto pequeñas flores y hojas que salen de los tallos.
En la parte baja un dragón en
lucha con un hombre.
El animal tiene la cabeza girada
hacia el hombre, que de pie le sujeta la barba con la mano derecha mientras con
la izquierda maneja una lanza que tiene la punta clavada en la boca entre los
dientes apretados del dragón.
La cola termina en forma de tallo
vegetal que se bifurca para forman dos grandes roleos terminados en motivos
florales que ocupan el interior.
Al igual que el contrario, este
can sigue en la ornamentación del papo la temática del tirante, desarrollada de
la misma forma que la vista en aquél.
Las terminaciones de las quillas
son en forma de cabezas se gallo, de color rojo el de la izquierda y
negro el derecho.
Tres cabezas masculinas ocupan
los recuadros de los lados interiores del casetón, también con rosetones en
mejillas y mentón.
Temática vegetal simétrica como
la descrita en el can izquierdo cubre los espacios rectangulares de las
quillas, así como los hexagonales. Igualmente, estrellas en relieve de seis
puntas rellenan los cuadrados.
Los dos espacios de este lateral
están ocupados por motivos de temática floral.
El superior por un motivo a base
de dos líneas paralelas de finos tallos que se entrelazan formando cuatro
espacios ovalados que se cubren con otras tantas flores simétricas compuestas
por cuatro grandes hojas, dos por lado que se entrecruzan en la parte superior
para terminar en otras más pequeñas. De los tallos salen también pequeñas
flores, todo en vivos colores rojo y verde. El fondo se salpica con el motivo
de los tres puntos blancos. Es un motivo de clara ascendencia islámica en
contraposición a los vistos anteriormente y el que ocupa el friso inferior, de
influencia netamente occidental.
En la parte inferior, cuatro
grandes motivos florales como terminaciones de tallos curvados que crean otros
tantos círculos a su alrededor. Pequeños tallos acabados en flores completan el
tema.
Siguiendo con la temática del
lateral contrario, también aquí los dos espacios rectangulares se cubren con
temática vegetal y floral.
En la parte superior, sobre fondo
azul salpicado por el motivo de tres puntos blancos, finos tallos general
cuatro roleos o círculos en los que se insertan otros tantos motivos florales
de grandes y coloristas hojas.
Debajo, la misma temática, esta
vez con tallos más gruesos y tres espacios circulares con otros tantos motivos
florales, que se acompañan de otros más pequeños que salen de los tallos
principales.
Como hemos visto en los
anteriores, nuevamente este can se ornamenta en su parte inferior con los
mismos motivos que el tirante, a base estrellas octogonales, en este caso dos,
que se enmarcan con alargados hexágonos en los laterales y pequeños cuadrados
en las esquinas.
Los canes terminan en dos cabezas
que, para Yarza son de leones, y para Novella de lobos, aunque más parecen los
primeros. Ambos representados con las fauces abiertas, el de la izquierda lleva
un cordero en la boca.
En el centro de los lados
interiores, una cabeza con diadema, y en los laterales dos personajes barbados
de avanzada edad. Se especula sobre si el de la izquierda podría tratarse de
San Pedro. Estos dos bustos aparecen dentro de arcos de medio punto ligeramente
deprimidos que apoyan en pequeños capiteles sobre columnas, al igual que las
series de los aliceres en las que se representan personajes de clase alta.
En la parte inferior de los canes
hay dos pequeñas miniaturas que representan a dos obispos, ambos con mitra y
báculo y en posición de bendecir con la mano derecha levantada.
En cuanto a la decoración del
papo, los hexágonos se cubren con motivos vegetales compuestos por tallos que
se curvan en eses y de los que salen tres pequeñas flores, una en cada lado y
otra central.
Dentro de los dos espacios
estrellados se sitúa un cupulín rehundido de seis gajos. Los pequeños cuadrados
de las esquinas se rellenan con una especie de estrella de ocho puntas dorada.
En el lateral izquierdo, la parte
superior la ocupa un friso vegetal, mientras que en la inferior aparece la
primera parte de uno de los ciclos más interesantes de las pinturas de la
techumbre, el de la Pasión.
El friso de temática vegetal lo
componen cinco grandes formas acorazonadas o de palmeta con otros tantos
motivos florales ocupando el interior. El motivo es de origen románico, próximo
al 1200.
En cuanto a las escenas de la
parte inferior, corresponden a la primera parte del ciclo de la Pasión que se
desarrolla en los cuatro laterales de los canes de este tercer tirante. La
secuencia más lógica es la que apunta Yarza, comenzando por éste, sigue por el
lado derecho de la ménsula derecha, con Jesús camino del Calvario, el Descendimiento
y el Entierro para continuar en el lado contrario de la misma ménsula con tres
escenas vinculadas a la Resurrección. Finalmente en el lateral derecho de esta
ménsula aparece una representación de Cristo en Majestad y la Crucifixión,
ambas aparentemente fuera del Ciclo pero que de alguna manera vienen a
resumirlo.
Estas dos primeras escenas de
Jesús ante Pilatos y la Flagelación, aunque no presentan ninguna separación
entre ellas, si que se encuentran claramente diferenciadas sobre todo por dos
aspectos: en primer lugar, Cristo aparece dos veces, y en ambas se representa a
un individuo vestido con ropa corta y manto largo que realiza el mismo gesto
acusador señalando con el dedo extendido de su mano a Jesús. Parece ser que se
trata de judíos, que pintados de esta manera se les implica directamente en su
muerte.
En la primera escena se
representa a Jesucristo ante Pilatos. A la izquierda aparece este último
sentado en un sitial con una pierna cruzada, señal de que estamos ante un
tribunal de justicia. A su lado el personaje antes aludido, vestido con manto
largo y capucha sobre la cabeza que señala acusador hacia la figura de Cristo,
quien está entre dos personajes, civiles, uno de ellos barbado y con túnica
larga, bien podría hacer referencia a algún sacerdote del Templo. Finalmente, a
la derecha, un soldado armado con una lanza en la mano derecha y sujetando
escudo oblongo en la izquierda, completa la escena.
La segunda escena corresponde a
la Flagelación. Jesús se representa atado a un poste mientras dos esbirros
mantienen en alto sus látigos en posición de azotarle. El segundo judío aparece
a la derecha, esta vez con la cabeza descubierta, y al igual que el anterior,
señalando a Cristo.
En este lateral, nuevo friso con
decoración floral y dos últimas escenas del ciclo de la Pasión en la parte
inferior.
El lateral superior de este lado
presenta una temática floral del mismo tipo de origen románico que la vista en
el contrario, a base de cinco grandes espacios acorazonados o en forma de palmetas
formados por tallos, y que encierran otros tantos motivos florales de vistosas
y coloristas flores.
Debajo las escenas de
Cristo en Majestad y de la Crucifixión. Aquí si que se han delimitado las dos
escenas mediante una línea de pequeños cuadrados de fondo negro que se rellenan
con cruces aspadas de color rojo. Para Yarza, ambas escenas vienen a resumir la
idea eucarística y redentora con la maistática.
En la primera escena, en el
centro aparece la figura de Jesucristo sentado en un sitial con expresión
triunfante y en posición de bendecir, dentro de una mandorla o almendra mística
de fondo azul. En los laterales las figuras aladas de los cuatro evangelistas
con la cabeza de su correspondiente símbolo: San Juan y San Mateo en la parte
superior y San Lucas y San Marcos en la inferior, todos con un pergamino o
libro en la mano.
En la escena contigua se
representa la Crucifixión. A la izquierda de la cruz aparece la figura de María
con las manos unidas y la cabeza baja, y a la derecha San Juan sujetando un
libro en su mano izquierda mientras se lleva la derecha a la cabeza que también
tiene bajada. Ocupando el centro, un Crucificado de tres clavos, algo que llevó
en un principio a fechar la techumbre a principios del siglo XIV, aunque
posteriormente se ha demostrado que existen representaciones de este tipo
anterior a esa fecha. A la izquierda, Longinos le clava la punta de la lanza en
el costado, mientras que, a la derecha, Estefatón, acerca con la mano derecha
una esponja a los labios de Cristo, mientras sujeta en la mano izquierda una
especie de cantara. Completa la escena la figura de un soldado vestido con cota
de malla y que con dedo acusador parece surgir del muro.
En cuanto a la decoración
del papo, este can-zapata repite, como suele ser habitual, los motivos ya
vistos en el del lado izquierdo.
La terminación de los canes es en
forma de cabezas de caballo con bridas y frenos muy bien elaboradas y tallados
con esmero.
En la parte interior, el centro
lo ocupa una cabeza masculina con diadema, repitiendo motivo del lado
contrario, y en los laterales, también bajo arco de medio punto rebajado sobre
columnas y capiteles, dos bustos. El de la derecha de un hombre de edad
barbado, que podría representar a San Pedro o San Pablo. El de la izquierda,
más joven y sujetando un libro con su mano derecha.
Dos miniaturas con las figuras de
presbíteros ocupan la parte inferior de los canes. El uno, de rostro barbado,
lleva un pergamino o papel enrollado en su mano izquierda, mientras que el otro
sujeta un libro con ambas manos. Parecen querer ser una continuación de los
bustos que hay en los mismos lados de las caras interiores.
En cuanto a la decoración de la
parte inferior, los hexágonos se rellenan con tallos de los que salen tres o
cuatro motivos florales.
El interior de las estrellas de
ocho lo hace con cupulines rehundidos de seis y el de los pequeños cuadrados de
las esquinas con motivos estrellados de ocho puntas.
En este lateral la parte superior
la ocupa un friso floral como los vistos en el can-zapata contrario, mientras
que en la parte baja se recoge la tercera parte del ciclo de la Pasión con tres
escenas relacionadas con la Resurrección.
Cinco grandes formas acorazonadas
con otros tantos motivos florales conforman el friso vegetal del tirante.
Las tres escenas que se
representan aquí, corresponderían a la tercera parte del ciclo de la Pasión y
tienen como finalidad ensalzar la victoria de Cristo sobre la muerte.
Comenzando por la izquierda, se
representa la aparición de Jesús a María Magdalena, o “noli me tangere” (no me
toques), frase que dijo a la Magdalena según el evangelio de San Juan. Cristo
aparece con una larga cruz roja sobre el hombro derecho y las señales visibles
de los clavos en los dorsos de las manos y en los pies. María se presenta de
rodillas con las manos unidas frente al pecho en posición orante. Completa la
escena un árbol frutal a la derecha, tal vez en referencia al jardín donde se
produce el hecho.
En el centro se representa a los
discípulos de Emaús, los tres con figura de peregrinos compostelanos con
bastón, sombrero y morral, cubiertos con una capa de lana y descalzos. Aunque
no se distingue, Cristo parece ser el personaje de la derecha, mientras que a
la izquierda están Cleofás y Pedro, a los que se presenta resucitado como un
viandante.
En tercer lugar se escenifica la
duda de Santo Tomás, en el momento en que éste comprueba que Jesús vive tocando
la llaga de su costado. También aquí Cristo aparece con las marcas de los
clavos en manos y pies.
Nuevo friso floral en el lateral
del tirante y tres escenas de la Pasión en la ménsula ocupan este lado.
En el friso superior se vuelve a
repetir el motivo ya repetido con anterioridad, a base de grandes y coloridas
flores en el interior de espacios acorazonados formados por tallos de los que
salen pequeñas ramas.
Las tres escenas que presenta
este lado corresponderían a la segunda parte del ciclo de la Pasión: Cristo con
la cruz a cuestas, el Descendimiento y el Entierro.
En primer lugar, Jesús con la cruz
a cuestas camino del Calvario. La escena la componen cuatro personajes. El
central corresponde a Cristo con una cruz sobre el hombro que lleva al
contrario de lo que suele ser habitual. Detrás un soldado vestido con cota de
malla y con espada en la mano derecha que apoya en el hombro, le empuja con la
izquierda. Un segundo individuo, al que no se le ve la cara, parece estar
ayudando a Jesús, y tal vez se trate de Cirineo. Completa la escena un
individuo delante que, a modo de conductor parece indicar el camino a seguir.
A continuación, la escena del
Descendimiento con María a la izquierda sujetando la mano derecha ya desclavada
de Jesús. Un hombre le sujeta el cuerpo mientras que otro está en posición de
desclavarle la mano izquierda. A la derecha la figura de San Juan con el libro
en su mano izquierda y la derecha en la cabeza.
Por último, una curiosa
representación del Entierro. Para Yarza se han mezclado en una sola dos
escenas: la Resurrección, o las Marías ante el sepulcro y el Entierro
propiamente dicho. Así, aparece el cuerpo de Cristo sobre un lecho cubierto
hasta el cuello con un sudario. A sus pies la Virgen apoya sus manos en las
piernas mientras un soldado la contempla con la espada apoyada en el hombro.
Sujetando los hombros de Jesús, la figura de medio cuerpo del que parece San
Juan. En el lateral de la cama, un soldado tendido dormido, con un brazo
apoyado en el lecho y el otro en un escudo de fondo rojo con una flor de lis en
blanco.
La parte inferior de los canes de
este cuarto tirante siguen el motivo ornamental del tirante, copiando la
composición formada por un espacio cuadrado con dos alargados hexágonos en sus
laterales, que en el tirante aparece en laterales y centro, todo ribeteado por
una cinta o lazo gris y blanco que se entrecruza creando formas geométricas.
Los canes terminan en cabezas de
lobo, el de la izquierda con la boca completamente abierta y a medio abrir el
de la derecha.
Un rostro barbado ocupa el centro
del interior, un hombre coronado con diadema el izquierdo y otro busto
masculino el tercero. Los dos últimos con vestiduras adornadas con pedrería.
En la parte inferior de los canes
se representan dos figuras, tonsuradas ambas, una con un libro en las manos y
la segunda sujetando una gran llave. Parece que se trata de San Pedro y San
Pablo
En cuanto a la decoración del
papo, los espacios cuadrados se rellenan con cupulines hexagonales rehundidos.
Los dos alargados hexágonos lo hacen con temática floral simétrica sobre un
relieve en forma piramidal. Los espacios geométricos exteriores que forma la
cinta, se cubren con motivos vegetales a base de finos tallos que se curvan
formando roleos, para terminar en formas florales.
En este lateral izquierdo, la
parte superior la ocupa una inscripción cúfica, mientras que en la inferior
aparece un hombre que, ayudado por un perro, lucha con un dragón.
Sobre la inscripción que aparece
en los lados del tirante de los dos canes-zapata de este tirante, hay
diferentes opiniones: hay quien dice que repite el dicho: “EL PODER PERTENECE A
DIOS”, para otros alude a la realeza con el término “AL MULK”, mientras hay
quien opina que no tiene ningún significado y que cumple una función meramente
decorativa. Desde luego es de estilo mudéjar-musulmán. Se ornamenta con
pequeños motivos florales entre y sobre los caracteres.
En la escena inferior aparece un
gran dragón con la cola terminada en tallos que se curvan y de los que salen
ramas y motivos florales. Entre los tallos de la cola, un hombre armado con una
espada que sujeta en alto con la mano derecha acomete al animal que lo mira con
la cabeza girada, mientras un perro le ataca mordiéndole el cuello.
El tirante se cubre, al igual que
en el lado contrario, con una amplia inscripción cúfica. En la parte inferior
dos escenas de lucha de hombres con seres fantásticos.
Nuevamente aparece la inscripción
cúfica ya comentada.
Dos escenas ocupan este lateral
de la ménsula.
En la primera, dos hombres luchan
con un dragón con patas de cabra. El de la izquierda sujeta con la mano izquierda
el ala del animal, mientras con la derecha maneja una laza que le está
clavando. El otro, al que tiene atrapado entre su larga cola enroscada al
cuerpo, le sujeta con una mano los cuernos mientras que con la otra le intenta
desgarrar la boca.
En la escena contigua, un hombre
armado con espada lucha con un animal con cabeza de perro, patas de león y cola
bífida. Agachado, sujeta con la mano izquierda la pata del animal, mientras le
clava la punta de la espada que lleva en la derecha en el vientre. Le ayuda un
perro que acomete al animal por la espalda.
La
parte inferior de este can-zapata sigue la misma composición decorativa que el
contrario y que el tirante: espacio cuadrado con dos hexágonos en sus
laterales.
Los
canes terminan en cabezas talladas. A la izquierda la de un hombre con barba,
flequillo sobre la frente y melena hasta el cuello.
A
la derecha, cabeza de mujer cubierta con una toca con barboquejo que sujeta con
las manos a la altura de las mejillas.
De
los tres bustos que hay en el interior del casetón llama la atención el de la
derecha, que presenta a un hombre con pelo blanco llameante y barba del mismo
color. Se parece mucho al que aparece en el frente del can derecho del sexto
tirante, y en el que se ha querido ver a San Juan Bautista.
Dos
dragones con las colas prolongadas en tallos vegetales que terminan en forma
bífida con motivos florales, ocupan la parte baja de los canes.
En
cuanto a la decoración inferior de la ménsula, los hexágonos se rellenan con
una forma en relieve piramidal que se cubre con motivos florales simétricos.
Los
espacios cuadrados lo hacen con cupulines rehundidos de seis gajos, mientras
que los espacios creados por los lazos se cubren con temática vegetal en
blanco.
En
la parte superior se repite la misma inscripción ya vista en la ménsula
izquierda. Debajo dos escenas de lucha de hombres con animales.
Sobre
la inscripción cúfica, repetir lo ya dicho para el can-zapata contrario: hay
quien dice que repite el dicho: “EL PODER PERTENECE A DIOS”, para otros alude a
la realeza con el término “AL MULK”, mientras hay quien opina que no tiene
ningún significado y que cumple una función meramente decorativa.
Dos
son las escenas que ocupan el lateral de la ménsula, ambas de hombres con
animales fantásticos. Las separa una ancha banda vertical de fondo rojo sobre
el que se desarrolla un motivo a base de roleos en blanco.
En
la primera escena, un hombre lucha con un dragón con las alas desplegadas y
cola en forma de tallo con terminaciones florales. Con las piernas flexionadas,
tiene cogida con la mano izquierda la barba del animal, mientras le clava la
lanza que sujeta con la derecha.
A
su lado, un hombre se bate con un unicornio, que con la cabeza baja atraviesa
el escudo del cazador con su largo cuerno cuyo extremo se pierde entre su
cuerpo y el brazo. El hombre le clava su lanza en el cuello mientras sujeta el
centro del escudo con la mano contraria, escudo que también se sustenta con una
especie de tirante alrededor del cuello.
Nuevamente,
y por cuarta vez, se repite la misma inscripción cúfica en la parte alta de
este lateral. En la parte inferior, se representa la caza del jabalí.
Misma
inscripción cúfica ya vista en los otros tres laterales.
Debajo,
se desarrolla una escena que representa la caza del jabalí, práctica que debió
de ser corriente en las inmediaciones de la Ciudad durante la Edad Media.
En
la parte izquierda, un cazador clava la punta de la lanza que sujeta con las
dos manos, en el lomo de un jabalí que es atacado a la vez por dos perros: uno
subido sobre su lomo le muerde a la altura del cuello, mientras que el otro le
alcanza por detrás atrapándolo con la boca por una pata. A la derecha aparecen
otros dos cazadores que parecen dirigirse a ayudar al primero, armados con lanzas,
uno de ellos solamente visible de medio cuerpo, como si saliese del muro.
Completa la escena un arbusto, especie de árbol, inclinado hacia la izquierda.
En
la parte inferior de este can-zapata la decoración solamente es coincidente con
la del tirante en parte. Se mantiene el motivo central a base de estrella de
ocho y dos alargados hexágonos verticales, pero varía la temática de los lados
horizontales, compuesta por un entrecruzamiento de lazos o cintas.
Los
canes rematan en sendas cabezas de águila pintadas en color rojo intenso.
Las
tres caras interiores del casetón delantero se cubren con otros tantos bustos
masculinos sin nada que resaltar a no ser el parecido entre ellos, sobre todo
en los laterales que repiten hasta vestimenta. Mejillas y barbilla se resaltan
con rosetones al estilo de la pintura románica.
Los
dos pequeños hexágonos alargados se cubren con motivos vegetales sobre una
superficie en relieve de forma piramidal. El espacio octogonal se rellena con
un cupulín hexagonal rehundido.
Tanto
la parte inferior de los canes como los laterales de la ménsula se rellenan con
cintas grises y blancas, como las vistas en otras ocasiones, que se entrecruzan
creando formas geométricas como alargados hexágonos, círculos u óvalos, a la vez
que ribetean los hexágonos y la estrella octogonal central.
Este
lateral lo ocupan en su parte superior dos grandes dragones acompañados de
temática floral. En la inferior aparece la lucha entre un centauro y un animal
que contempla un dragón.
Los
dos dragones del friso superior están dispuestos de espaldas, con un gran
desarrollo vegetal en el centro que emana de sus rematar en forma bífida con
terminaciones florales. El de la derecha tiene la boca abierta, mientras que en
el de la izquierda falta la cabeza que queda cortada por el alicer.
En
la parte baja, un espléndido centauro armado con una especie de maza se
enfrenta a un león que muerde el escudo que sujeta con la mano izquierda. El
león está enredado entre las terminaciones vegetales de la cola de un dragón
que ocupa la parte derecha. Con un ala desplegada lleva la cabeza cubierta por
un gorro con capucha.
El
lateral del tirante lo ocupan tres escenas de lucha de hombres y leones,
mientras que la parte baja de la ménsula desarrolla un friso de temática
floral.
Las
tres escenas de lucha entre hombres y leones están separadas en este caso por
dos bandas verticales de fondo rojo con una fina ornamentación de líneas
curvilíneas en blanco. Los tres fondos son de color azul.
En
la primera, un león se abalanza sobre el escudo que sujeta un cazador mediante
un tirante que le pasa por el cuello. Con la mano sujeta una lanza que ha
clavado en el cuello del animal.
En
la segunda un hombre a caballo alancea a una fiera que sobre los cuartos traseros
tiene presa entre sus mandíbulas la cabeza de la montura.
En
la última, un jinete se gira para clavar la punta de la lanza en el león que
ataca a la montura mordiendo sus cuartos traseros. Tanto hombre como caballo
son los mismos que en la escena anterior. En los animales, aunque son también
iguales, se ha variado el color de la piel.
En
el lateral de la ménsula se desarrolla un friso de temática floral a base de
finos tallos que se curvan para formar tres grandes espacios circulares donde
terminan en motivos florales. De los tallos se general pequeñas ramas y flores,
todo de vivos colores.
El
papo o parte inferior de este can-zapata derecho mantiene en el centro, al
igual que el del lado contrario, los motivos decorativos del tirante a base de estrella
de ocho puntas con alargados hexágonos en sus laterales. en cuanto a la
decoración horizontal, también varía, tanto en cuanto al tirante como a la
ménsula izquierda, ya que aquí está compuesta por seis figuras de hombres.
Los
canes terminan en cabezas cubiertas con capuchón listado en amarillo y rojo,
colores de la enseña de la Monarquía aragonesa muy utilizados en la época. La
de la izquierda corresponde a una mujer de resaltadas mejillas.
La
de la derecha representa a un hombre con barba y bigote y el mechón que
sobresale de la capucha en el centro de la frente.
En
el interior del casetón, tres bustos masculinos, los laterales cobijados por
arcos de medio punto rebajados que apean sobre capiteles y columnas. El de la
derecha aparece tonsurado y con barba, y viste lo que parece un hábito con
capuchón ¿tal vez una nueva imagen de un franciscano?.
La
parte inferior de los canes la ocupan dos figuras de medio cuerpo de hombres
con manto, uno de ellos sujetando un libro en su mano derecha a la altura del
pecho.
Los
laterales del papo de la ménsula se completan con cuatro representaciones de
cuerpo entero de otros tantos hombres también cubiertos con manto. Uno de
ellos, barbado y cubierto con un sombrero, sujeta con ambas manos un libro. El
último parece que ha sido modificado en sus brazos y manos. Se observa como el
brazo derecho está muy deteriorado en su parte superior, pasando desde aquí a
doblarse por el codo y cruzarse sobre el pecho para colocar la mano en el lado
contrario, mientras por debajo aparece la parte inferior de un brazo y una mano
que parecen estar sujetando una especie de tabla y que podría ser la
prolongación original de este brazo. También parece que la mano izquierda la
tiene recogida bajo la axila derecha. Desde luego que es una postura un tanto
extraña.
Al
igual que en el lado contrario, el hexágono se ornamenta con temática vegetal
sobre superficie piramidal en relieve y la estrella octogonal lo hace con un
cupulín hexagonal rehundido.
La
parte superior de este lateral está dividida en dos espacios que ocupan
respectivamente, la lucha de un hombre y un dragón y dos caballeros enfrentados
en justa. Debajo cuatro cuadrados cobijan otros tantos bustos masculinos.
Una
pequeña banda vertical de fondo rojo separa las dos escenas de este friso.
En
primer lugar, la lucha de un dragón con un hombre. El animal aparece de cara al
muro, con un hombre a caballo en el inicio de su larga cola que le está
clavando una lanza. Otra le atraviesa el cuello y llega hasta el cuerpo. La
cola termina en un gran motivo floral que sale de su prolongación en forma de
tallo. Parece que la cabeza del hombre está atrapada por una de las dos grandes
ramas que salen del tallo.
En
la escena contigua se representa una justa entre dos caballeros sobre fondo
azul salpicado de flores de lis blancas. Ninguno va provisto de armadura ni
cota de malla ni tampoco se protegen con cascos. Se distinguen el motivo
barrado de la Monarquía aragonesa en los ropajes de la montura de la izquierda,
mientras que el de la derecha porta en escudo y vestimentas del caballo un
motivo de damero en colores dorado y rojo.
La
parte inferior la ocupan cuatro cabezas masculinas en otros tantos espacios
cuadrados que alternan fondos rojo y azul. Dos de ellos aparecen con barba y
poblados bigotes. Hay un parecido entre el primero y el tercero que se presenta
de perfil.
Cosa
curiosa en la techumbre, en la parte del tirante se repiten dos figuras de
grandes dragones con colas terminadas en motivos florales al igual que las vistas
en el lateral contrario. Esta repetición, que suele ser normal en motivos
vegetales y florales, no se da sin embargo en el tema iconográfico.
Los
dos dragones están, como en el caso anterior, de espaldas, quedando oculta la
cabeza del que mira hacia el muro. El centro lo ocupan motivos florales que
salen de las largas colas en forma de tallo de los animales.
En
la parte baja volvemos a encontrar una nueva escena de lucha entre hombre y
dragón. El animal tiene una larga cola que termina, como suele ser habitual, en
motivos florales menos elaborados que en otras ocasiones. Tiene girada la
cabeza con la boca abierta en posición de acometer al hombre que, echado sobre
su larga cola le sujeta ésta con la mano izquierda, mientras con la derecha le
agarra una pata. El dragón tiene sujetas sus piernas con su cola que se enrosca
entre ellas.
La
parte inferior de este can zapata, al igual que el contrario, se ornamenta
siguiendo el esquema del tirante, con un alargado hexágono ocupando el espacio
central. La decoración lateral varía, tanto respecto al tirante como al otro
can-zapata.
Los
canes terminan en cabezas que parecen de dragón, con pequeñas barbas colgando
de la parte inferior del morro. Están pintados de color azul.
Nada
reseñable en los tres retratos masculinos que ocupan los lados del interior del
casetón, salvo el parecido casi exacto entre los dos de los laterales, algo que
también vemos en otras ménsulas.
Tanto
la parte inferior de los canes, como los laterales de la ménsula se cubren con
motivos geométricos generados por cintas o lazos de color gris y blanco que se
entrecruzan formando cuadrilóbulos, hexágonos, cadenas de rombos, etc. El fondo
de color rojo se cubre con fina temática vegetal de tallos curvados en blanco
con terminaciones florales.
El
amplio hexágono alargado que ocupa el centro presenta decoración simétrica de
tipo vegetal. Dos tallos se van enroscando a los lados de un eje central
imaginario, creando espacios circulares que se rellenan con motivos florales.
La
parte superior de este lateral la ocupa, parte de una salutación angélica.
Debajo dos escenas de luchas de animales y de hombre contra dragón.
A
lo largo de los cuatro laterales de este sexto tirante se desarrolla, en letra
gótica de color negro, la salutación angélica: “AVE MARIA GRATIA PLENA
(do) MINUS TECUM BENED” (Dios te salve María, llena
de gracia, el Señor es contigo). Su disposición es un tanto extraña, ya
que comienza por el lateral derecho del lado contrario, sigue en el mismo
lateral de este can-zapata izquierdo, continúa en el lateral derecho de este
mismo can, y finaliza en el contrario. En este lado figura la parte: “MINUS
TE”.
En
la parte baja, dos escenas separadas por una ancha banda que se ornamenta con
cruces aspadas de color rojo sobre fondo negro.
En
la primera aparece un león en posición de reposo. Sobre su lomo un animal que
parece un perro o lobo con cuerpo alado le sujeta con la boca abierta la parte
trasera de la cabeza.
Al
lado, un hombre con una espada en la mano derecha, está a caballo sobre el lomo
de un dragón que, con la cabeza girada, se muerde la pata derecha. El hombre
parece estar indicándole con la mano que le mire o que le ataque.
Al
igual que los otros cuatro laterales del tirante, éste se cubre con parte de la
salutación angélica, mientras que el lado de la ménsula se cubre con cuatro
retratos masculinos.
La
parte de la frase “AVE MARIA GRATIA PLENA (do) MINUS TECUM)
BENED” (Dios te salve María, llena de gracia, el Señor es contigo)
que se puede ver en este lateral es “ATIA PLENA”.
El
lateral de la ménsula se cubre con cuatro retratos encuadrados en otros tantos
espacios que alternan los clásicos fondos rojo y azul.
El
primero corresponde a un hombre barbado, el siguiente a un hombre con cabellos
ensortijados y tocado con una diadema. Los otros dos aparecen de perfil,
afrontados, con barba y tonsurado el de la izquierda.
En
cuanto al motivo central de la parte inferior de esta ménsula, se repite el
alargado hexágono cubierto con decoración vegetal de tipo simétrico. Varía la
ornamentación de los laterales, ocupados aquí por dos figuras de
sirenas-pájaros.
Los
canes terminan, al igual que en la ménsula del lado izquierdo, en cabezas que
parecen de dragón, esta vez pintadas de color rojo.
En
los tres espacios interiores encontramos una novedad que solamente se da aquí.
Se trata del dragón que ocupa el lateral derecho, ya que es la única
representación no humana que se puede ver en todos estos espacios. En el
espacio central aparece la cabeza de un hombre con pelo blanco llameante y
barba del mismo color. Es muy parecido al que hay en la ménsula del cuarto
tirante y se especula sobre si puede representar a San Juan Bautista, o ser una
alusión a un salvaje por su aspecto asilvestrado y descuidado. El último busto
también es curioso, ya que el hombre tiene pintados pelo y barba de color rojo
y los ojos aparecen bizqueando, algo que podremos ver en otros retratos.
Los
laterales del papo o parte inferior, están ocupados por dos estilizadas figuras
de sirena-pájaro, ambos con terminaciones de las colas en tallos vegetales
curvados y terminados en motivos florales. Ambos se cubren con gorros
puntiagudos que también se prolongan ocupando la parte de los canes con nuevos
motivos vegetales y florales más sencillos que los de la cola.
La
del lado izquierdo representa a una mujer y la contraria a un hombre, ambos con
largos cabellos y con barba el hombre. En la mujer están menos definidos los
detalles, ya que cuerpo, alas, garras y gorro tienen el mismo color verde,
mientras que en el contrario solamente se aplica este color al cuerpo,
aplicándose en el resto color rojo con delimitaciones en blanco.
Un
tercer fragmento de la salutación que llena los laterales del tirante ocupa la
parte superior. En la inferior un dragón con abundante decoración floral.
Aquí
finaliza la frase que comienza en el lateral contrario y que continúa en la
ménsula del lado izquierdo. “AVE MARIA GRATIA PLENA (do)MINUS TECUM
BENED” (Dios te salve María, llena de gracia, el Señor es contigo)
concretamente el siguiente texto: “CUM BENED”.
La
parte baja la ocupa un gran dragón con la cabeza girada y cola que se prolonga
en forma bífida a base de tallos que generan espacios circulares o roleos con
motivos florales de grandes y coloristas flores. Otras flores y ramas salen de
los tallos principales.
Siguiendo
con la salutación angélica, en la parte superior se puede ver parte de la
frase. Debajo, tres espacios ocupados por representaciones de animales.
En
este lateral comienza la frase que recorre los cuatro laterales del tirante: “AVE
MARIA GRATIA PLENA (do)MINUS TECUM BENED” (Dios
te salve María, llena de gracia, el Señor es contigo) concretamente el
siguiente texto: “AVE MARIA GRA”.
El
lateral inferior se divide en tres espacios enmarcados en negro mediante dos
sencillas bandas verticales con el centro de color amarillo .
En
el primero aparecen dos perros, ambos con la cabeza a ras del suelo y la lengua
fuera, parecen mirarse y querer embestirse.
En
el centro un león con la cabeza girada y larga cola que le pasa entre las
piernas hacia delante para terminar por encima del lomo en forma de ataurique.
Finalmente,
otra figura de dragón, también con la cabeza girada que parece sujetar con la
boca la terminación floral de uno de los tallos en que se prolonga su cola.
Siguiendo
con la tónica de los canes-zapata anteriores, también aquí la decoración
inferior es coincidente con la del tirante. Dos grandes octógonos se entrelazan
generando otros tantos espacios centrales cuadrados, mientras que en los
laterales se forman cuatro alargados hexágonos.
Los
canes terminan en forma de cabezas humanas. El de la izquierda que mira hacia
el altar, representa a un rey, con corona y barba corta.
En
el lado contrario la figura de un obispo con la parte superior del bonete
ornamentada con finos motivos vegetales de tipo simétrico. También lleva una
fina barba.
Tres
retratos masculinos ocupan los lados interiores del casetón delantero.
Nuevamente hay un cierto parecido entre los que ocupan los laterales, algo que
no se da con el central.
En
la parte inferior de los canes dos motivos florales compuestos por sendos
tallos que se juntan en el centro formando una especie de “X” con los extremos
curvados hacia el interior terminando en flores.
En
el interior de los hexágonos temática vegetal de tipo simétrico cubriendo un
relieve en forma piramidal.
Los
espacios cuadrados centrales se rellenan, uno con cupulín gallonado hexagonal
rehundido y el otro con una estilizada estrella de seis puntas en relieve.
Cinco
bustos ocupan el lateral del tirante, mientras que el de la ménsula lo cubre un
friso de temática floral.
Los
cinco retratos corresponde a personajes masculinos entre cuatro columnas que
terminan en ornamentados capiteles.
El
central está representado de perfil y lleva barba al igual que el quinto. El
que hay entre ambos tiene el pelo ensortijado. Todos presentan las típicas
rosetas en mejillas y mentón propias de la pintura románica. También es
reseñable la expresión sonriente de los dos barbados.
El
friso inferior está compuesto por cuatro grandes motivos florales de abultadas
hojas, encerrados en otros tantos espacios circulares. Sobre el fondo el motivo
de los tres puntos colocados en triángulo, esta vez en color rojo. Este tipo de
decoración recuerda al que se desarrolla en las pinturas de la Sala Capitular
del monasterio de Sijena.
En
la parte superior se desarrolla un friso de temática vegetal y floral. En la
inferior, dos espacios rectangulares con representaciones de animales fantásticos.
En
el lateral del tirante, finos tallos se entrecruzan para formar seis espacios
circulares que se rellenan con otros tantos motivos florales de grandes y
coloristas flores. El fondo se salpica con el motivo de los tres puntos
dispuestos en triángulo.
Debajo
dos grandes rectángulos ocupados por sendos animales fantásticos.
En
primer lugar, un dragón con la cola terminada en motivos florales, como suele
ser habitual. El cuello y cabeza pintados de rojo, aquél se ornamenta con
vistosos motivos en color blanco.
En
el espacio contiguo una sirena-pájaro con cabeza de mujer con largas melenas y
patas de cabra. También su larga cola se prolonga en forma bífida para terminar
en motivos florales. La cabeza está girada mirando al frente en una posición un
tanto forzada.
La
parte inferior de este can-zapata derecho se ornamenta de idéntica manera que
el contrario, a base de dos octógonos entrecruzados con otros tantos espacios
centrales cuadrados.
También
los canes terminan en forma de cabezas de rey y obispo e igualmente la del
primero se sitúa en el lateral más próximo al altar. La talla es bastante mas
tosca que las anteriores, marcar los rasgos de ojos, nariz, boca o mentón, que
aquí se resuelven únicamente con la pintura.
Los
tres bustos del interior del casetón delantero representan, el central a un
hombre de frente y los laterales a otros dos de perfil mirando hacia el
exterior, ambos vestidos con togas o túnicas cerradas en el cuello.
La
ornamentación de la parte inferior de los canes es idéntica a la vista en el
del lado izquierdo, a base de dos tallos que se unen en el centro en un botón o
pequeño rectángulo y que se curvan en sus extremos hacia el interior para
terminar en forma floral.
También
los relieves piramidales que cubren el interior de los hexágonos se decoran con
temática vegetal simétrica.
Un
cupulín gallonado hexagonal rehundido ocupa el centro de uno de los espacios
centrales, mientras que en el otro hay una estrella de seis en relieve.
El
lateral superior lo ocupan cinco retratos. Debajo tres escenas con dragones y
lucha de hombre contra león.
Al
igual que en el extremo contrario, los espacios que ocupan los bustos están
separados por columnas con capiteles.
Todos
representan a hombres. En el centro aparece coronado. El situado a su derecha
con largas barbas. Los de los extremos, barbado también el de la izquierda,
tienen la cabeza girada hacia el centro.
Las
tres escenas de la parte inferior están separadas por dos bandas verticales a
base de cruces aspadas sobre fondo negro.
Un
estilizado dragón ocupa la primera. Presenta un alargado cuello y tiene la
cabeza girada encima de su también larga y enroscada cola terminada en forma de
flor de lis.
En
el centro, un hombre de pie sujeta una lanza en alto con ambas manos que clava
en la boca de un león al que ataca por detrás y que tiene la cabeza girada. El
animal, al igual que muchos otros de la techumbre se presenta con las patas de
cabra.
En
la última escena, otro dragón con la cabeza girada y boca abierta. Tiene doble
cola: la inferior se desarrolla hacia abajo y termina en forma de flor de lis,
la superior tiene forma de tallo que se curva para terminar en forma bífida con
motivos florales.
El
espacio del tirante lo ocupa una galería de cinco retratos, al igual que en el
lado contrario y en la prolongación del can-zapata izquierdo. También se repite
el friso de temática floral de la parte inferior.
En
la parte superior, cinco espacios entre columnas con capiteles que sustentan el
arranque de arcos que no se ven albergan otros tantos retratos femeninos.
El
primero por la derecha parece estar fuera de lugar, tanto en cuanto a colores
como a personaje, ya que parece un hombre con el pelo ensortijado. Tiene la
particularidad, ya vista en otro busto, de tener cruzados los ojos. Además, se
presenta totalmente de frente, mientras los otro cuatro tienen la cabeza
ligeramente vuelta hacia un lado.
Debajo,
friso de temática floral del estilo de las pinturas del monasterio de Sijena.
Cuatro espacios circulares albergan otras tantas flores de gran tamaño y
abultadas hojas. También aquí el fondo se salpica con el motivo de tres puntos
en color rojo, al igual que en el can-zapata izquierdo.
En
la parte inferior de la ménsula se desarrolla un tema ornamental, que sigue el
modelo del papo del tirante, a base de un lazo de cuatro octogonal que genera
dos estrellas de ocho puntas y cruces de extremos apuntados que, al igual que
en tirante, por la estrechez del espacio quedan reducidos a una especie de “T”.
Los
canes terminan en sendas cabezas de tosca talla y bastante deterioradas. Ambas
están giradas hacia el interior, mirándose mutuamente. A la izquierda una mujer
con toca y en el lado contrario el busto de un hombre.
Los
tres retratos masculinos que ocupan los espacios interiores no presentan otra
peculiaridad que su enorme parecido, esta vez incluida la figura central.
La
parte inferior de los canes la ocupan las figuras de un hombre de pie tocando
el violín en el izquierdo, y de una bailarina contorneándose en una posición
casi increíble, doblada por la cintura, mirando al frente y con las manos
apoyadas en el suelo. Recuerda al tema del músico y la bailarina tan utilizado
en el románico por el Maestro de Agüero en capiteles de iglesias de Huesca y
las Cinco Villas.
Los
espacios estrellados se decoran con pequeñas flores de lis doradas, sobre fondo
rojo, alrededor de una semiesfera que, al igual que las del tirante, debieron
de estar doradas. Los espacios en forma de “T” se cubren con fondo azul que se
salpica con puntos blancos y temas vegetales en torno a un espacio circular
central rojo con un motivo estrellado dorado en su interior.
Tanto
en los laterales de este can-zapata como en el contrario de la derecha, se
repiten los dos mismos temas ornamentales: la parte alta del tirante la ocupa
un vistoso friso de temática floral, mientras que la inferior de la ménsula se
cubre con una galería de cuatro retratos.
El
friso superior desarrolla, sobre fondo azul, un tallo principal que se curva
generando cinco espacios, tres convexos y dos cóncavos que se cubren con
motivos florales, hacia arriba los primeros y boca abajo los dos segundos. Los
espacios circulares se cierran con tallos que salen del principal y que
terminan en las flores antedichas y con alargados pétalos laterales de éstas.
Alternan fondos rojos con marrones.
En
la parte inferior, cuatro retratos en otros tantos espacios cuadrados. Al igual
que viene sucediendo con los bustos de los interiores de los casetones
delanteros, aquí también hay una repetición de rostros, sobre todo los dos
barbados que son idénticos.
Como
ya he comentado en la página anterior, se repiten los motivos en ambos
espacios: temática floral en el superior y galería de retratos en el inferior.
En
el friso con temática floral aparece el mismo motivo ya visto en el anterior
con ligeras variantes. En primer lugar, son cuatro los motivos florales y
consiguientes espacios circulares que lo ocupan lo que hace que sea más
prolongado el tramo de tallo entre ellos. También, aquí las flores son de un
solo color, alternando las rojas hacia arriba y las azules boca abajo.
En
los retratos se representan dos figuras masculinas y dos femeninas. Con larga
barba el primero de los hombres, el otro, que está de perfil, tiene barba de un
día. Las dos mujeres se tocan con una cinta sobre el pelo corto la primera y de
melena larga la segunda.
Como
ya es habitual, la parte inferior de este can-zapata repite motivos decorativos
del izquierdo: motivo a partir de lazo de cuatro octogonal que genera dos
espacios estrellados de ocho y otros cruciformes en los laterales, que dada la
estrechez del tirante no tienen nada más que tres brazos.
Los
canes terminan en cabezas de hombre, bastante deteriorados como los del lado
contrario. El de la izquierda presenta una pequeña barba en el contorno de la
cara a base de pequeños puntos negros sobre un fondo más oscuro que el resto de
la cara.
El
de la derecha tiene la cabeza girada hacia el anterior y la boca abierta con la
lengua fuera, en un gesto de burla hacia aquél.
Nueva
serie de tres bustos masculinos en el interior del casetón delantero, también
repitiéndose los rostros, sobre todo en los laterales.
En
la parte inferior de los canes las figuras de dos luchadores a pie, uno armado
con un palo y escudo, y el otro con espada y una pequeña rodela. Aparecen
afrontados como en posición de enfrentarse.
Media
esfera ocupa el centro de los espacios estrellados que se completan con
pequeñas flores de lis sobre fondo rojo. Los espacios laterales se cubren con
motivos vegetales en torno a un círculo de fondo rojo con una estrella de seis
en su interior.
También
en los laterales de este can-zapata se desarrollan los temas de motivos
vegetales en la parte superior y galería de retratos en la inferior.
El
friso de temática floral sobre fondo azul es prácticamente idéntico al del
lateral izquierdo del otro extremo del tirante. Las flores alternan los colores
azul y rojo sobre fondos marrones y rojos.
En
los cuatro bustos de la parte inferior vuelven a duplicarse de forma casi
exacta los retratos por parejas de forma alterna, apreciable sobre todo en los
de rostro barbado incluso en la falta de la mitad del bigote.
Para
terminar, nuevo friso vegetal y galería de retratos en este lateral.
Cinco
grandes espacios circulares que alternan fondos rojos y marrones, con otros
tantos motivos florales, que se diferencian de los anteriores en su policromía,
componen este friso sobre el mismo fondo azul.
En
cuanto a los cuatro retratos, otra vez encontramos alternándose dos
barbilampiños con otros tantos hombres con barba. Se vuelve a repetir el
parecido entre las dos parejas. A pesar de disponerse con expresiones y
posiciones distintas, repiten rasgos faciales e incluso vestimenta. Curiosa la
expresión de asombro o sorpresa que presenta el primero.
También
aquí la parte inferior del can-zapata se ornamenta con mismo motivo que el
tirante. En este caso, un gran hexágono ocupa el espacio central del papo.
Los
canes terminan en cabezas humanas de labra muy simple, ya que todos los rasgos
y detalles faciales están realizados en pintura sin realce tallado. A la
izquierda se presenta la cabeza de una mujer con toca rizada, mientras que en
el otro lado es un hombre con una especie de cinta o corona de color dorado adornada
con piedras preciosas, que le rodea la cabeza.
Los
tres retratos del interior del casetón delantero mantienen la tónica vista en
los anteriores: parecido casi exacto de los tres hombres que se representan, de
tal manera que parece que sea el mismo con ligeras variaciones en gestos de
ojos y boca.
9
10 1 En la parte delantera de la parte inferior se crea un espacio que ocupa
los canes y la parte anterior de la ménsula en forma triangular. Se rellena con
motivos vegetales a base de tallos que se curvan generando volutas y un espacio
central acorazonado. El fondo está salpicado de motivos de tres puntos blancos.
El
hexágono central se rellena con una gran y estilizada estrella de ocho puntas
en relieve sobre fondo azul que se completa con pequeñas estrellas de ocho
pintadas en los espacios entre puntas. Las cuatro esquinas del hexágono
se cubren con otros tantos triángulos de fondo rojo con temática vegetal de
tipo islámico a base de ataurique.
Al
igual que sucede con el tirante, nada queda de los motivos que ornamentaban los
laterales de los canes-zapata que miran hacia los pies del templo. Si que son
visibles los temas del lado contrario, en este caso dos dragones en la parte
del tirante y círculos con leones en la ménsula.
Los
laterales de la parte superior los ocupan sendos dragones con las cabezas
giradas hacia el centro mirándose. Sus colas terminan en tallos que se curvan y
se entrelazan, con terminaciones en motivos florales.
Debajo,
cuatro espacios circulares que se generan del entrecruzamiento de las cintas
exteriores negras con pequeños círculos en su interior que recorren el
perímetro. Sobre el fondo rojo, otros tantos leones blancos afrontados por
parejas.
Al
igual que en el lado contrario, la parte inferior o papo la ocupa un gran
espacio hexagonal con una estrella de ocho en relieve en su interior.
La
terminación de los canes es en forma de cabezas masculinas de talla muy simple,
con mechón en el flequillo y dos grandes rosetas en las mejillas.
Los
retratos de la parte interior delantera continúan repitiendo la semejanza entre
ellos. En este caso corresponden a hombres, muy deteriorado el del lado
izquierdo.
La
ornamentación del espacio hexagonal central es la misma que la descrita para el
del can-zapata izquierdo: gran estrella de ocho en relieve sobre fondo azul en
el que se dibujan otras tantas más pequeñas en los espacios entre puntas.
La
decoración vegetal de los papos y parte anterior de la ménsula es aquí más
vistosa y trabajada que en el contrario. gruesos tallos, de los que salen
pequeñas ramas, se curvan en los laterales creando dos espacios circulares que
se completan con motivos florales, todo sobre fondo azul salpicado de pequeños
puntos blancos. Los cuatro triángulos laterales, también presentan sobre fondo rojo
decoración a base de ataurique.
En
el lateral que mira al altar se conserva la decoración de tipo vegetal y
geométrica que cubre el tirante y la ménsula, mientras en el lado contrario,
como ya se ha dicho, nada más que pequeñísimos retazos quedan de la misma.
En
la parte superior se desarrolla un friso de temática floral al estilo de la que
se decoraba la Sala Capitular del Monasterio de Sijena, y que tantas veces se
verá repetida en la techumbre. En este caso está compuesta por seis grandes
espacios acorazonados en cuyo interior hay grandes motivos florales. Entre
estos espacios, dos pequeñas flores en forma de “L” invertida sobre fondo azul
crean la impresión de que están cobijados entre semiarcos sobre columnas.
En
la parte inferior se desarrolla un motivo de lazo típicamente mudéjar, y que
siglos más tarde se verá en varias decoraciones de bóvedas barrocas en yeso.
Parte de cadenas de hexágonos de alargados laterales que se cruzan generando un
espacio central en forma estrellada de ocho puntas. En cada uno de los
laterales se forma un espacio romboidal y dos pentagonales más pequeños. Los
espacios estrellados centrales se cubren con cruces rojas sobre rombos que
parece que estaban dorados.
Los
canes-zapata del último tirante son los que peor se conservan. Debido a su
situación fueron, junto a esta sección, lo más dañado cuando en la guerra civil
de 1936, cayó la bomba que destruyó esta zona.
En
el lado derecho solamente restan las formas de las cabezas talladas en que
rematan los canes. En la del lado izquierdo aún se pueden distinguir algunos
rasgos, así como el tocado que cubría su cabeza.
En
cuanto al casetón delantero, dos son los bustos que se pueden ver (el otro es
complicado de fotografiar). son retratos de hombres con los ya tan vistos
rosetones en mejillas y mentón.
El
del lado izquierdo ha conservado en bastante buen estado parte de su
ornamentación lateral, así como la forma de las cabezas en que terminan los
canes.
Aunque
desaparecida la policromía, todavía se distinguen los rasgos de estas cabezas
y, si el peinado original se correspondía con el que se conserva, parece ser
que se trata de bustos femeninos.
El
interior, sin embargo, está más dañado que el anterior, no quedando nada más
que un retrato, que parece de mujer, en el que falta el rostro.
En
la parte superior se representan cuatro caballeros disputando una justa por
parejas, todos vestidos con cota de malla y sobrevesta, cubierta la cabeza con
yelmo y los caballos con ropajes, y tres de ellos armados con lanza y escudo.
En
la primera pareja, el jinete de la derecha, vestido de rojo con una gran cruz
ribeteada de blanco como símbolo heráldico, acomete con la lanza al contrario,
que alcanzado en el pecho cae hacia atrás con las manos desnudas en alto. Este
segundo es el único de los cuatro que aparece desarmado. Las vestimentas
presentan un bandado azul claro sobre fondo blanco.
La
otra pareja de contendientes se acometen mutuamente con las lanzas sin llegar a
alcanzarse (se puede ver como en el de la izquierda pasa por la axila). Uno de
ellos lleva como motivo heráldico el de la Casa Real de Aragón, mientras que el
otro lo conforma una gran barra blanca sobre fondo azul.
La
parte baja se decora con un motivo floral muy vistoso a base de gruesos tallos
que se curvan creando cuatro grandes espacios donde terminan en forma de
grandes flores de abultadas y carnosas flores. Todo sobre fondo azul con finos
motivos en blanco.
La
parte baja de este primer alicer o estribo se decora con una cinta en zig-zag
de tipo románico, pintada en color más claro la mitad superior y degradando
grises hasta llegar al negro en la inferior. Este motivo lo volveremos a ver en
varias ocasiones en las tabicas en forma vertical.
En
la parte superior una arcada formada por diez vanos que cierran en arco de
medio punto rebajado sobre pequeños capiteles y columnitas. En cada uno de
ellos se representa el busto de una persona, hombres y mujeres, todos ellos de
clase alta. Se resaltan mejillas y mentón con una recortada roseta, lo que recuerda
al estilo románico.
Comenzando
por la izquierda, el segundo parece un guerrero, ya que viste cota de malla.
Cuarto y quinto van coronados y podrían ser una reina y un rey. El siguiente
está tonsurado y parece representar a un eclesiástico de alto rango, por la
capa que viste. Una mujer con diadema en séptimo lugar, y un hombre mayor en el
octavo. En los dos últimos espacios, la figura de perfil. que Novella
interpreta como de una dama enlutada con el velo en la cabeza, y una joven con
tocado en forma de cofia que sujeta un velo que le cae sobre los hombros.
De
lo representado en el friso superior de este alicer lo único que parece claro
es que se trata de una gran fiesta musical. Ahora bien, en cuanto a su
interpretación, hay diversas opiniones que la relacionan con una boda o con una
fiesta cortesana. Últimamente Yarza ha descartado ambas y apuesta por la
hipótesis de que lo que se ha pretendido es resaltar la música instrumental. A
la vista de su composición formada por tres músicos con instrumentos de cuerda
a la izquierda, tres personas en el centro, de las cuales la central parece
haberse querido destacar de forma notable, dos heraldos con largas trompetas a
continuación, para terminar con un nuevo músico y una dama que, por el gesto de
sus manos, parece dirigirse al centro, Yarza no ve claro el elemento religioso
o la presencia de los cónyuges que haga pensar en un rito nupcial. Tampoco,
ningún elemento que haga pensar en las fiestas cortesanas o el amor cortés. Lo
que si está claro es el ambiente de fiesta y celebración, en un lugar exterior,
que se desprende de la escena. Esto puede hacer pensar que se ha querido
representar una alusión con una fuerte influencia islámica de los jardines
paradisíacos de los que habla el Corán, a lo que contribuye la presencia de
árboles, algunos de ellos parecen frutales. Para Novella, sin embargo, estos
árboles serían representaciones del árbol de la vida.
El
primer personaje por la izquierda corresponde a un músico que está tocando una
vihuela. A su derecha, un árbol de color rojo. A continuación un segundo músico
con una giga y un árbol del que parecen colgar alguna especie de frutos.
El
tercer músico de esta parte izquierda lleva en las manos una viola. También el
árbol de su derecha parece frutal. En el lado contrario otro músico con lo que
pudiera ser otra giga mira a una dama que parece estar indicando algo con su
mano derecha, mientras con la izquierda sujeta un pequeño bolso a la altura de
la cintura.
Dos
heraldo con largas trompetas dan paso a la escena central en la que se pueden
ver tres figuras. Para Novella, las laterales están presentando a la del centro
que viste saya y pellote y se cubre con capa encordada, con forro de armiño
contraverado en plata y sable. Con la mano derecha se coge el cordón de la
capa, símbolo de elegancia en el siglo XIII. Todos los personajes, a excepción
de los dos heraldos se tocan con diademas.
En
la parte baja se desarrolla una temática floral muy vistosa, y que veremos
otras veces repetida con variaciones. Se compone de grandes hojas carnosas,
tradicionales del estilo 1200 y que se relacionan con las pinturas murales de
la Sala Capitular del Monasterio de Sijena.
Está
formada por ocho grandes motivos florales, que se pueden ver a continuación,
entre los que se desarrollan tallos y hojas. El fondo se cubre con el motivo a
base de tres puntos blancos dispuestos en triángulo.
La
parte baja de este estribo se divide en cuatro espacios, de alguna manera
coherentes los tres principales pero fuera de lugar el pequeño rectángulo de la
derecha que parece haber sido colocado ahí para rellenar un espacio. Alargados
los tres primeros, se separan con bandas negras ornamentadas con pequeñas aspas
grises, algo que no sucede con el pequeño, que remarcado en negro y con un
fondo rojo, parece un añadido.
En
el primer rectángulo, la escena se ha interpretado como un hombre que agarra la
cola de un gigantesco cuadrúpedo o que lo persigue, aunque ampliando la
fotografía se aprecia como en realidad lo que está haciendo es herirlo con la
punta de una lanza que pasándole por detrás de los hombros, sujeta por la parte
trasera con la mano izquierda a la altura de la cabeza y a media altura con la
diestra. De la herida que le infringe en la pata trasera izquierda mana un
abundante chorro de sangre. El animal parece una especie de dragón con el
cuerpo escamado, representado con una larga lengua fuera, rostro fiero y cola
corta.
En
el tercer espacio se presentan dos grandes animales afrontados. De afiladas
garras y con pequeñas barbas bajo el morro, tal vez se podría proponer una
atrevida identificación como leones.
El
motivo vegetal que ocupa el espacio central es de temática floral del tipo
predominante en la techumbre y que se relaciona con el estilo 1200 y el
monasterio de Sijena. Aquí, partiendo de una gran flor de lis central se
generan dos tallos laterales que se curvan hacia el interior, para terminar en
una flor que ocupa el centro del roleo o voluta que crea. Se completa con
pequeñas ramas que salen de los tallos y flor principal.
En
el último, pequeño y rectangular espacio, se puede ver sobre fondo rojo la
figura de un ave que bien podría ser un ibis.
La
parte superior del alicer la ocupa un alarde de caballeros. Se puede
afirmar que se trata de una simple cabalgada ya que van armados con todo lo
necesario para la guerra pero con la cabeza descubierta, como solía ser
habitual en estos eventos en los que los caballeros se limitaban a dar un
paseo. Toda la escena se desarrolla sobre fondo azul claro, a excepción del correspondiente
al último caballero de la izquierda que se dibuja sobre fondo rojo.
En
total son ocho jinetes que, lanza en ristre, abandonan una ciudad amurallada
sobre cuya puerta un heraldo hace sonar una trompa de lucha. Aunque hay quien
ha querido identificar las armas que portan en escudos, banderines de lanzas y
gualdrapas de monturas, con las de Ordenes Militares como San Juan de
Jerusalén, Santiago o Calatrava, alternando con otras particulares, lo cierto
es que son tan genéricas que, como opina Yarza, nada hace pensar en algo que no
sea un alarde de caballería y por ello una exaltación de la misma.
Comenzando
por la izquierda, las armas del primer caballero están formadas por un fondo
oscuro con un fino bandeado diagonal en blanco. Las del segundo, sobre fondo
marrón una alargada torre almenada en gules. El siguiente porta sobre fondo
blanco una cruz de Calatrava roja, lo que sugiere se trate de un caballero de
esta Orden.
El
blasón del cuarto caballero lo componen pequeños círculos rojos con cruces en
su interior, sobre fondo blanco. Un nuevo jinete también se podría considerar
calatravo, ya que luce sobre fondo blanco la cruz de la orden, esta vez en
color azul. En el contiguo se repite el motivo del primero, a base de fino
bandeado sobre fondo azulado.
El
penúltimo porta, sobre fondo oscuro, una sencilla cruz griega blanca. En cuanto
al más próximo a la puerta, una gran flor de lis dorada sobre fondo rojo
conforma su motivo heráldico. Finalmente, sobre la puerta de la ciudad o
castillo se ven los brazos y cabeza de un heraldo, que hace sonar una larga
trompeta sujeta con su mano derecha, mientras la izquierda con el índice
extendido parece indicar el camino a los caballeros.
La
parte superior del alicer la ocupan cinco grandes animales míticos de una
excelente realización. Aunque no se encuentran encuadrados, se pueden
diferenciar tres escenas.
La
primera figura representa un león de afiladas garras y cola terminada en
ataurique. A continuación, dos grifos afrontados en posición de atacarse mutuamente.
Es curiosa la quíntuple cola del de la derecha.
Completan
el friso las figuras de dos dragones con los cuellos entrelazados, las cabezas
afrontadas y grandes colas, bífida el de la derecha, en forma de tallos que se
curvan para terminar en motivos florales que cubren el interior.
En
el friso inferior se representan tres escenas de cacería.
La
primera escena es de tipo fantástica, y presenta a tres hombre luchando con un
pavo gigante. A la izquierda, el primero de ellos, arrodillado, le clava una
pica en el cuello; el segundo cabalgando sobre su lomo está intentando
sujetarle la parte trasera del cuello, mientras que el tercero le hiere con la
lanza en la parte posterior. A la izquierda de la escena un árbol de color
rojo.
Un
segundo árbol separa la escena anterior de la siguiente en la que se representa
la caza del ciervo. Un jinete sujetando con brazo y mano derecha la lanza en
ristre y las riendas con la izquierda cruzada sobre el cuello del caballo,
clava la punta en el costado de un ciervo que huye a la carrera.
Un
nuevo árbol deja paso a la última escena en la que se puede ver la caza del
jabalí. A la izquierda, un caballero, armado con lanza, parece frenar a su
caballo cuando el jabalí al que persigue es atacado por un perro que se le ha
subido sobre el lomo. Detrás de otro árbol, un cazador arrodillado empuñando la
lanza con ambas manos contempla la escena. Parece que estuviese en posición de
insertar al jabalí si fracasa el ataque del perro. Completa la escena la
puerta amurallada de un recinto poblado, de la que sale un caballo al trote del
que solamente se ve la parte delantera.
El
friso superior del alicer izquierdo de esta tercera sección representa un
combate que tanto puede ser una batalla como un torneo. Novella opina que la
escena se relaciona con la del alicer contiguo, donde se veía salir una
cabalgada de caballeros que aquí están en plena lucha. Sin embargo, parece más
convincente la interpretación de Yarza, para quien el orden de los combates
casi elimina la posibilidad de que se trate de una batalla. Además la
indumentaria y los signos heráldicos son todos cristianos, lo que hace más
verosímil la idea más bien de una justa, donde los enfrentamientos son por
parejas, a diferencia de los torneos donde lo hacen todos contra todos. Aquí
son cuatro las luchas que se representan, todas sobre fondo rojo salpicado con
el motivo de tres puntos blancos en forma triangular.
Comenzando
por la izquierda, en la primera lucha un caballero montado, que luce como armas
en el escudo, casco y gualdrapa del caballo una franja negra sobre fondo blanco
embiste con la lanza a un caballo cuyo jinete yace tendido en el suelo con el
escudo en la mano. Casco, escudo y ropaje del caballo lucen las barras de la
Monarquía aragonesa. Ambos caballeros se cubren la cabeza con yelmos.
En
la segunda escena, el caballero de la izquierda está inclinado sobre el cuello
del caballo mientras parece soltar de la mano la lanza que se ha partido al
impactar con su contrincante, que aparece tendido sobre la silla con el escudo
que sujeta con la mano izquierda descolgado por el lateral. Ha perdido la lanza
que está en el suelo. Los dos visten cota de malla y cabeza protegida con
cascos. El primero porta como motivo heráldico una especie de gran copa cerrada
en color rojo sobre la gualdrapa del caballo. El segundo, un aspa, también roja
sobre fondo marrón, en escudo y ropaje de la montura.
En
la tercera lucha, dos jinetes, protegidos con yelmo, se acometen mutuamente con
las lanzas a la altura de la cabeza. El de la izquierda luce un fino bandeado
blanco sobre fondo azul como motivo heráldico, ya visto en el alarde del alicer
contiguo, mientras que el de la derecha lo conforma una gran estrella de seis
puntas con pequeñas estrellas de ocho puntas en los espacios intermedios. En
ambos el motivo cubre yelmos, escudos y ropajes de las monturas.
La
última escena presenta a un caballero que acomete con la lanza a un infante
armado con espada que sujeta con la mano derecha y que tiene echada
completamente hacia atrás en posición de ataque. El jinete se cubre con cota de
malla, mientras que el infante se protege la cabeza con casco. En la gualdrapa
del caballo y en el escudo del jinete aparece un motivo rojo en forma de sol
con alargados rayos radiales. En el escudo del infante está representado, del
mismo color, la figura de un toro.
El
friso inferior esta ornamentado con temática floral muy abigarrada y colorista,
del tipo ya visto en la primera sección.
Aquí
son nueve los grandes motivos florales de grandes hojas carnosas representados,
entre los que alternan tallos y hojas. El fondo se cubre con el tema de tres
puntos en forma de triángulo dispuestos aleatoriamente.
La
parte baja del alicer la ocupan cinco motivos en otros tantos espacios
rectangulares formados por un motivo de lazo a base de una doble cinta
entrecruzada.
En
el primer espacio, un hombre se enfrenta a un estilizado dragón. Armado con una
lanza que le pasa por detrás de la cabeza y que sujeta con ambas manos clava su
punta en el cuello del animal, mientras que éste le muerde la pierna izquierda.
La cola del dragón tiene unas vistosas terminaciones en forma de tallos con
motivos florales.
En
segundo lugar, un tema floral simétrico, a base de un doble tallo que se curva
hacia al interior y del que salen pequeñas flores. En el interior de cada una
de las volutas que forman hay representada un ave de largo pico.
A
continuación una nueva representación de la lucha del hombre contra el dragón.
Aquí, el personaje sujeta con la mano derecha una lanza que clava en el
abultado vientre del animal cuya ejecución es un tanto extraña, ya que se le
presenta sin cuello, ventrudo y con patas de cabra.
Nuevamente
se repite el enfrentamiento, esta vez con el hombre sujetando la lanza con
ambas manos y clavando su punta en el vientre del dragón, al igual que en el
caso anterior.
En
la última escena es un centauro el oponente del dragón. El centauro es
sagitario, ya que se representa a lo parto, lanzando la fecha girándose hacia
atrás. El carcaj lo lleva sobre el hombro derecho con la mano en posición de
haber soltado la flecha que cargaba en el arco que sujeta con la izquierda. La
flecha está clavada en el lomo del dragón que se presenta con un aspecto un
tanto extraño, sobre todo en la cabeza donde no aparecen orejas y sí una
especie de vello erizado en forma de pequeños trazos negros rectos.
El
friso inferior lo componen once círculos formados por el entrecruzamiento de
cintas que se anudan en el centro de los cuatro lados.
En
su interior alternan un escudo abacial con báculo (seis) y otro de armas
cuarteado en gules en 1 y 4 y oro en 2 y 3. (cinco)
En
la parte superior del alicer izquierdo de esta cuarta sección se continúa con
la temática caballeresca vista en las dos anteriores, en este caso con la
representación de cuatro nuevos enfrentamientos armados. Para Novella lo aquí
descrito es la terminación de la lucha del alicer de la sección tercera. Yarza
opina que se trata de nuevas escenas de justas entre caballeros cristianos, a
pesar de que uno de ellos se ve claramente que es musulmán. Al tratar de la
escena veremos las opiniones al respecto. Todo el fondo es de color azul
salpicado por el motivo de tres puntos blancos en forma triangular.
Comenzando
por la izquierda, aparece un jinete solitario que parece entrar en escena con
el rostro girado y señalando con la mano izquierda hacia delante, como
arengando a otros jinetes que le siguen. Por lo que se adivina en la gualdrapa
del caballo, luce motivo heráldico en forma de gran cruz aspada dorada sobre
fondo rojo, que también lleva en el casco.
A
continuación, una pareja armados con espadas levantadas en la mano diestra y
escudos que sujetan con la izquierda, se acometen de forma violenta. Es difícil
interpretar los motivos heráldicos que portan, ya que están prácticamente
borrados. Únicamente en el de la derecha se adivina una barra dorada sobre
fondo rojo, tanto en escudo como en ropajes del caballo. El jinete de la
izquierda luce una vistosa sobrevesta roja y casco del mismo color sobre la
cota de malla.
En
el enfrentamiento siguiente aparecen un ballestero a caballo que apunta con su
arma al jinete que le acomete espada en mano, con la que parece querer desviar
la ballesta hacia un lado. Sujeta escudo en bajo con la mano izquierda,
mientras que el ballestero va sin él, ya que utiliza las dos manos para sujetar
el arma. En la gualdrapa del caballo de este último aparece un bandeado dorado
sobre fondo de gules, mientras que el caballero luce escudo en sotuer de los
mismos colores, al igual que en los ropajes del caballo. Ambos se protegen la
cabeza con sendos cascos rojos.
La
pareja contigua es la que mayor duda ofrece en cuanto a su posible
interpretación. Aquí, un caballero con un motivo heráldico a base de barras
doradas sobre fondo gules, que recuerda vagamente al de la Casa Real aragonesa,
en sobrevesta, casco, escudo y ropaje de la montura, acomete violentamente con
la lanza a un segundo jinete que se presenta tendido sobre la silla y lomo del
caballo, como consecuencia de la violenta acción de su adversario. Esta claro
que el personaje es un musulmán, tanto por el color oscuro de su cara, como por
el armamento que porta: alfarje o sable curvo en lugar de espada, que ha
perdido en la lucha y ha caído al suelo, y la rodela, en lugar del escudo
oblongo que todavía sujeta con su mano derecha. Hay que tener en cuenta, además
que es el único caballero o personaje de la techumbre al que se le representa
realizando alguna acción principal con la mano izquierda, en este caso sujetar
el sable o alfarje. A ello hay que añadir que, tanto en el casco, como en la
rodela y en la gualdrapa del caballo aparece dibujada la estrella de David.
Para Yarza, la lucha entre un caballero cristiano y un musulmán se trata de un
recuerdo a la reciente campaña contra Valencia.
En
la última escena dos caballeros se acometen mutuamente con las lanzas. La lanza
del de la izquierda atraviesa la parte superior del escudo de su contrario para
impactar en el hombro, mientras que es herido a su vez en la parte superior del
brazo izquierdo por la lanza de su oponente. Ambos se protegen con yelmo y
llevan sobrevesta. El de la derecha luce las barras de la Monarquía aragonesa
en yelmo, sobrevesta, escudo y ropajes del caballo, mientras que el motivo
heráldico del otro lo forman unas finas bandas doradas sobre fondo de gules.
La
parte baja del alicer la ocupa una arquería compuesta por doce arcos de medio
punto de tipo románico que apoyan en sencillos capiteles sobre columnillas. El
fondo azul de la rosca de los arcos se decora con pequeños puntos blancos.
En
su interior, sobre fondo rojo, motivos florales que alternan los dos
modelos que se pueden ver en las imágenes, ambos a base de grandes y abultadas
hojas.
La
parte superior de este estribo se ornamenta con una serie de diez círculos
unidos entre si por los laterales mediante un pequeño tramo horizontal en el
centro. En el interior un trazado geométrico de tipo oriental, formado por un
cuadrilóbulo en el que entrecruzan de esquina a esquina dos alargados y
estrechos óvalos, creando un espacio romboidal en el centro que se completa con
una cruz griega.
Alternan
dos variantes cromáticas. La primera y más simple tiene las cintas que la
forman de color blanco ribeteadas en negro con los fondos en rojo, sobre los
que se dispone el motivo de tres puntos blancos distribuido aleatoriamente. La
cruz en blanco y rojo. En el segundo las cintas son de color marrón oscuro, los
fondos exteriores de color rojo y los interiores de azul, mientras que el rombo
central es azul con amplio ribete rojo, con la cruz del mismo color. Se repite
el motivo de los tres puntos blancos.
En
la parte inferior, una nueva composición geométrica, más compleja que la
anterior. Está compuesta por dos filas en las que alternan espacios
cuadrilobulados y romboidales que, en número de veintiuno en cada una, se crean
por el entrecruzamiento de cintas o lazos que se anudan en los espacios que
quedan entre cada cuatro.
Sobre
fondo rojo, los rombos se rellenan con cruces de brazos apuntados en forma de
pétalos de flor, mientras que los cuadrilóbulos lo hacen con cruces aspadas de
color blanco con los brazos terminados en forma de flor.
El
friso inferior se decora con un motivo geométrico que también se verá más tarde
en las tabicas de los faldones. Aquí, está compuesto por cuarenta y cuatro
octógonos entrelazados, dispuestos en dos filas. El entrecruzamiento da lugar a
espacios centrales cuadrados enmarcados por cuatro hexágonos de alargados lados
laterales. Entre cada cuatro se crea un espacio en forma de rombo con una cruz
aspada en su interior fruto del cruce de las cintas que unen el superior
izquierdo con el inferior derecho y el superior derecho con el inferior
izquierdo.
Los
cuadrados interiores se rellenan con cruces svásticas, alternando color negro
sobre fondo marrón con color blanco sobre fondo rojo con ribete anaranjado.
Igualmente los hexágonos laterales son, en el primer caso, de fondo rojizo con
una sencilla línea más intensa que en su eje, mientras que en el otro, sobre el
fondo marrón se distribuyen cinco pequeños puntos negros en forma longitudinal.
Los cuatro pequeños cuadraditos que quedan en los rombos exteriores tienen
fondo marrón y en cada uno hay pintado un pequeño punto blanco.
Una
nueva arquería de tipo románico ocupa la parte alta del alicer. Esta vez compuesta
por diez arcos, completos y dos medios en los extremos, de medio punto
ligeramente rebajados, que descargan en pequeñas columnillas con capiteles.
Los
capiteles tienen resaltado el ábaco en color gris con un dibujo muy simple que
imita el despiece, mientras que en los fustes se han colocado alternativamente,
uno o dos espacios circulares de fondo gris con esquemáticos dibujos en blanco
en su interior. Los arcos albergan motivos florales de dos tipos formados por
grandes y abultadas hojas. El color claro del fondo está salpicado por el
motivo de los tres puntos en triángulo, pintados en rojo. Arquería y columnas
son igualmente de color rojo.
El
alicer derecho de esta quinta sección está decorado en sus dos frisos por
motivos vegetales y florales.
El
superior es del tipo ya visto en las secciones primera y quinta, a base
de flores de grandes y carnosas hojas que se relacionan con las pinturas de la
Sala Capitular del Monasterio de Sijena en Huesca.
El
friso está compuesto por ocho grandes motivos florales, alrededor de los cuales
dos tallos paralelos forman un doble círculo para luego extenderse y
entrecruzarse hasta llegar al siguiente. De estos finos tallos salen pequeñas
ramas y flores. Sobre el fondo el tema de los tres puntos blancos dispuestos en
triángulo.
En
la parte inferior los motivos florales son de tipo más islámico, también con
diez grandes flores entre las que se entrecruzan finos tallos de los que salen
flores y ramas.
En
el friso superior de este alicer se puede ver la más completa representación de
las labores de carpintería en la Edad Media que se conoce en España. En nueve
cuadrados que alternan fondos rojo y verde oscuro, se van desarrollando, como
si se tratase de una tira de comic, diversos trabajos relacionados con la construcción
del artesonado.
En
cuanto a la vestimenta, los obreros visten una especie de mandil de peto,
parecido a un pellote, con falda hendida. Alternan los de color rojo y azul con
listado rojo en el segundo caso y azul en el primero. Debajo llevan camisas
blancas bordadas en la bocamanga y calzas del mismo color. Yarza apunta la
probabilidad de que se trate de obreros moros. El mandil del joven que reparte
agua en la escena central es de un solo tono.
Comenzando
por la izquierda, en el primer cuadrado se ve a un obrero apoyado con la mano
izquierda sobre una larga madera que descansa sobre el banquillo sustentado por
dos caballetes y con una especie de azuela grande en la derecha con la que
parece estar refinando la madera.
En
el segundo, el operario está a caballo sobre la madera con una azuela en alto
en la mano derecha con la que debe de estar labrándola, antes de pasar al
refinado de la escena anterior.
A
continuación, dos obreros extienden sobre la madera, que reposa en el
banquillo, una especie de cinta de medir.
La
siguiente escena muestra a un tallista a caballo sobre la madera y el banco,
manejando un cincel y un martillo mientras talla una cabeza que parece de
águila en que terminan los canes.
En
el cuadrado central aparece un joven sonriente, sosteniendo, en un raro y
forzado cruce de brazos en su mano izquierda una botella tripuda y en la
derecha un pequeño cuenco, ambos de color rojo. A la derecha, y en el suelo, lo
que parece una garrafa.
La
primera de las cuatro escenas siguientes presenta a un obrero de pie con la
mano izquierda sujetando una azuela que apoya en la madera que apoya en el
banquillo. con los dedos índice y corazón de la mano derecha levantados parece
indicar al joven que quiere agua o licor del que reparte o bien la cantidad que
debe de servirle.
En
el cuadrado contiguo dos operarios están montado la “A” que forma
transversalmente la estructura de par y nudillo de la techumbre. Ambos van
provistos de mazas. Uno de ellos subido en uno de los pares parece estar
acoplando su unión con el contrario, mientras que el segundo sujeta con la mano
izquierda el nudillo mientras ajusta su unión con el par sobre el que está su
compañero.
El
obrero de la siguiente escena está devastando con una azuela de largo mando que
sujeta con ambas manos, una madera que reposa en el suelo en la que apoya el
pie izquierdo.
Finalmente,
dos hombres están serrando longitudinalmente un largo madero que apea inclinado
en un caballete. Uno de ellos está de cuclillas en el suelo mientras que el
otro se apoya en el tablón sujetando ambos la sierra con las dos manos.
En
el friso inferior aparecen doce círculos que alternan fondos rojos y azules con
ribetes de los mismos colores.
Dentro
de cada círculo un ciervo que alterna los citados colores con detalles en
blanco, de tal manera que coincida con el del ribete, diferentes ambos del
fondo. Todos tienen la cabeza erguida y una larga cornamenta que se extiende en
horizontal encima del lomo. Cada uno presenta diferencias con el resto, de
manera que no hay dos iguales. A continuación se pueden ver imágenes de los
doce.
Así
como en la parte superior del alicer de la izquierda de esta misma sección se
desarrolla el ciclo de los carpinteros, aquí se ha representado, en los cinco
primeros espacios del friso, el trabajo de los pintores del artesonado. Los dos
rectángulos de la derecha lo ocupan sendos animales mitológicos. Todas las
escenas se desarrollan sobre fondo rojo.
En
la primera, comenzando por la izquierda, aparecen tres personajes. El de la
izquierda, que viste saya larga de color oscuro, está sentado sobre un
banquillo y pinta una de las tablas de los faldones de la techumbre con
motivos heráldicos. A la derecha otro personaje, vestido con saya y una especie
de túnica sin mangas blanca y listada está pintado, también sentado en un
banquillo, otra tabla en la que aparecen escudos con las armas de la Casa Real
aragonesa. Ambos trabajan sosteniéndose una mano con la otra, lo que debía de
ser la forma habitual de la manera en que se pintaba. Aunque por la indumentaria
se ha supuesto que eran mujeres, en realidad son hombres, ya que llevan el
tocado masculino con mechón en el flequillo. Es posible que se trate de
maestros pintores con su indumentaria de trabajo. Entre ambos, la figura de un
joven de pie, que viste falda azul hendida, que gira la cabeza hacia el pintor
de la izquierda mientras sujeta, con los brazos extendidos, un botellín en la
mano izquierda y una copa en la derecha que parece ofrecer al pintor de este
lado. Para Yarza está postura indica que, aunque está sirviendo bebida a uno de
los maestros, no desatiende al otro.
La
escena contigua parece no encajar del todo con las labores de pintura. En ella
aparece un joven con el cabello revuelto, vestido con saya hendida de color
oscuro con listado rojo y claro, tipo oriental, que tiene la mano izquierda
extendida mientras señala con el índice de la derecha. En el centro un
personaje, que viste falda hendida, gesticula con ambas manos mientras se
dirige al hombre de la derecha con gesto que parece de enfado. Este personaje
viste una especie de tabardo con capuchón, abierto en el lado izquierdo por el
que extiende el brazo como tratando de hacer comprender algo, mientras mira con
gesto serio a los otros dos. Tanto podría tratarse de la compra de materiales como
de una discusión por conflictos laborales como sugiere Novella. Para Yarza los
gestos enérgicos con que se han representado los personajes hacen pensar
también en una discusión. Así, la mano cerrada con el índice extendido que
exhibe el hombre del centro es un indicativo de querer explicar algo, mientras
que el puño cerrado es señal de enemistad u oposición. La mano extendida por
completo del hombre de la capucha es sinónimo de decisión y firmeza de
posición, a pesar de la actitud, al parecer hostil, de su interlocutor.
En
el tercer recuadro se retoma el trabajo de los pintores. Una mujer de pie, que
viste túnica de encima con escote en las sisas, tipo pellote, de color azul y
con el cabello cortado en recto, se inclina y extiende color rojo sobre una tabla
preparada de blanco que apoya en un banquillo bajo.
En
la siguiente escena, una mujer extiende colores, tal vez prepara las mezclas,
sobre una tabla. Viste saya larga y lleva el pelo largo cortado en recto. Tiene
la cabeza girada hacia un hombre que se le acerca con un cuenco en la mano
izquierda, mientras señala con el índice de la derecha extendido, como
indicando que se lo llene.
En
el quinto recuadro aparecen dos hombres, el de la izquierda viste túnica talar
oscura y manto ocre plegado sobre el brazo derecho en cuya mano extendida lleva
lo que parece una bolsa de monedas, mientras con el índice extendido de la mano
izquierda señala al suelo con el brazo extendido. El otro personaje parece
reclamar algo, con el brazo izquierdo extendido y el índice de la diestra
extendido con el puño cerrado como amenazando o reclamando algo a su
interlocutor. Al igual que la segunda escena, tampoco esta clara su relación
con el tema de los pintores, a no ser que, por la bolsa de dinero que porta uno
de los hombres se trate de la compra de materiales.
Concluido
el tema de los pintores, en el rectángulo contiguo se representa la figura de
color gris oscuro, con la cabeza girada y las alas extendidas.
El
último espacio lo ocupa lo que parece ser la figura de una arpía, con cuerpo de
ave, patas de cabra, y cabeza de mujer con cabellos largos y rosetones rojos en
mejillas y mentón, recordando el estilo románico.
La
parte inferior se puede dividir en dos espacios, de muy diferente tamaño.
En
un primer espacio rectangular, de fondo oscuro, se representa un dragón pintado
en un tono rosáceo, con la cabeza girada y la cola bífida terminada en forma de
ataurique.
El
resto del friso lo ocupan ocho cuadrados en los que se enmarcan otros tantos
círculos, formados por una cinta de color marrón oscuro, con fondos rojos y
blancos. El interior lo ocupan leones pasantes en diferentes posiciones que
alternan su color blanco o rojo con el del fondo. A continuación se incluyen
fotografías de los ocho.
El
friso superior de este alicer se decora con una serie de once espacios
mixtilíneos, formados por el entrecruzamiento de cintas horizontales y
verticales.
En
el interior de cada recuadro un león pintado de rojo sobre fondo blanco,
dispuestos de manera que están afrontados por parejas.
La
parte inferior presenta una serie de nueve arcos de medio punto, ligeramente
rebajado, que apoyan en pequeños capiteles y columnillas, al estilo de los
vistos en la primera sección. Cada uno de ellos cobija la cabeza de un
personaje.
Los
personajes representados parecen de categoría social inferior a los de la
primera sección, aunque también notable. De todas formas, los dos primeros
corresponden con un obispo y un rey colocados, como suele ser habitual, juntos
y mirándose. En tercer lugar un hombre barbado. A continuación otro con media
barba, presentado con la cabeza de perfil hacia la izquierda. Sigue una mujer
de frente en el espacio central, un joven con la cabeza ligeramente girada
hacia la anterior, una nueva cabeza masculina de perfil, esta vez vuelta hacia
la derecha. Una mujer con cinta en el pelo y mofletes exageradmujer, se deduce
por el peinado, con el pelo corto.
La
parte superior de este alicer se divide en siete espacios en los que se
representan una serie de escenas sin conexión entre sí, e incluso algunas de
ellas de difícil interpretación. Los fondos alternan el verde oscuro con el
rojo.
Ningún
problema ofrece el primer cuadrado, en el que aparee un contorsionista con las
rodillas y los codos apoyados en el suelo que sujeta una espada en cada mano.
A
continuación un hombre vestido con cota de malla y túnica sin mangas encima, se
enfrenta con un animal no definido. En la mano derecha porta una espada en
alto, y en la izquierda lleva una tela con la que parece querer envolver a la
fiera. Para Yarza es probable que se trate de representar un espectáculo
callejero, aunque la cota de malla que viste el hombre hace pensar en un noble,
con lo cual también sería posible que sea la lucha del noble con el animal, al
que da caza.
En
el recuadro contiguo, un hombre con saya roja y manto encordado azul oscuro de
forro blanco y calzas rojas, con dos dedos de la mano derecha levantados
parece estar en posición de bendecir el líquido (vino, por el color rojizo)
que, desde un gran odre que carga al hombro, vierte un joven con falda roja y
calzas negras en un gran cuenco que hay en el suelo entre ambos.
En
la escena siguiente se representa a una pareja en la cama. El mueble está
pintado al estilo románico. Están abrazados y parece que la mujer está hablando
al hombre. Por este detalle hay quien ha querido relacionar a la pareja con los
Amantes de Teruel, recordando la escena en que Isabel le cuanta a su esposo lo
que ha sucedido, lo cual no deja de ser anecdótico. Es más verosímil que lo que
se quiere representar sea una imagen de la lujuria.
Los
tres recuadros siguientes los ocupan dos bestias y un centauro. En primer lugar
la figura de un león pintado en color rojo.
En
el centro, un centauro sagitario que está girado y con el arco tensado parece dirigir
su ataque contra el animal que ocupa el último espacio y que parece otro león
aunque en el cuerpo se han dibujado lo que podrían ser escamas.
En
la parte baja una nueva arquería, esta vez compuesta por once arcos de medio
punto rebajados sobre capiteles y columnillas, que cobijan otros tantos bustos
o cabezas de hombres sobre fondos que alternan los colores rojo y azul oscuro.
Al igual que en el lado izquierdo, todos parecen de categoría social alta.
Los
cuatro primeros, entre los que figura un rey en tercer lugar, miran al frente.
El quinto, el noveno y el último se presentan de perfil mirando hacia la
izquierda, el segundo con cinta en el pelo. El resto tienen la cabeza
ligeramente girada y levantada el décimo. Hay una cierta similitud entre varios
de ellos, como si el pintor hubiese repetido algunos modelos con pequeñas
variaciones en pelo, barba o posición, manteniendo casi idénticos los rasgos.
Las túnicas con que visten alternan los colores rojo y azul oscuro en
contraposición con el fondo.
Se
termina la descripción de los aliceres de la techumbre con los correspondientes
a esta octava sección, puesto que los de la novena quedaron destruidos con el
tramo, no conservándose ningún resto de su decoración.
La
parte alta del de la izquierda se divide en siete espacios ocupados por
animales más o menos fantásticos sobre fondos que alternan fondos azules con
rojos.
En
primer lugar aparece una especie de dragón con cabeza y pico de ave. La cola se
extiende en tallo vegetal para terminar en motivos florales.
A
continuación otro dragón, éste con cabeza humana de hombre barbado y larga
melena. También aquí la cola se prolonga para terminar en forma bífida con
motivos vegetales.
En
tercer lugar una extraña ave con el pico abierto y el ala izquierda extendida.
La cola tiene el mismo desarrollo que los anteriores.
Contiguo
al anterior la figura de un dragón, seguido por la representación de un león
sin melena. Afrontado con el anterior aparece otro león, este con larga melena.
En
último lugar un animal de raro pelaje con la cabeza girada de la que sobresale
un cuerno central, con una barba debajo del morro. Para Yarza se trata de la
representación de un unicornio.
El
friso inferior se divide en nueve recuadros que albergan otros tantos bustos,
todos ellos femeninos.
Hay
ciertas variaciones con las galerías de bustos vistas hasta el momento. En
primer lugar se abandonan los arcos y se colocan en simples espacios
recuadrados, lo que quizás sea porque se trata de representar a gente de
categoría social inferior. En segundo lugar, la ejecución parece mucho más
tosca y simplicista. Desde la serie de cabezas vistas en la sección primera
hasta estas dos últimas se puede comprobar como paulatinamente se van perdiendo
detalles, tanto en rasgos como en vestimentas. Todas las mujeres aparecen con
melena corta y seis de ellas llevan cinta en la cabeza.
En
la parte superior de este estribo son ocho los recuadros en que se divide el
friso para albergar otras tantas figuras humanas y animales que forman tres
escenas de lucha y caza, que se completan con dos animales afrontados.
En
el primer recuadro se representa a un hombre de gesto amenazador, que viste
saya hendida de color rojo, blande una espada en la mano derecha mientras se
protege con una rodela que sujeta con la izquierda, está en posición de atacar
al centauro que aparece en el siguiente espacio. Este alza los brazos también
dispuesto a lanzarse contra su oponente.
En
la siguiente escena aparece en el primer rectángulo un hombre descalzo que
viste saya y que lleva una lanza en la mano derecha y una tela en la contraria.
Parece posicionarse para atacar al jabalí representado en el recuadro contiguo.
Una escena en la que también un hombre luchaba contra un animal con una tela en
la mano izquierda la hemos visto en la sección anterior. Si allí se apuntaba la
posibilidad de que se tratase de representar un espectáculo callejero, aquí tal
vez la tela se use para distraer al jabalí mientras se le alancea.
A
continuación dos animales afrontados. Un ciervo de color rojo frente a lo que
parece un león.
El
rectángulo contiguo lo ocupa un animal que por la forma de la cabeza podría ser
un lobo que mira a un hombre de pie que, dibujado en el último espacio, tensa
la flecha en el arco para atacara al animal.
En
la parte inferior del alicer se repite la composición del lado contrario, nueve
recuadros con otras tantas cabezas muy simples en su interior.
Sobre
fondos rojo y verde oscuro alternos, se pueden ver bustos de hombres y mujeres,
dos de ellas con cintas en la cabeza. En todos aparecen las mejillas acentuadas
con dos rosetones, al estilo de la pintura románica, algunas de cuyas
características se ven todavía en la decoración de esta techumbre.
Lo
primero que se observa en esta sección es que el tirante oculta parcialmente la
zona derecha. La decoración de las tabicas se reparte en dos escenas con
iconografía humana, motivos heráldicos y motivos ornamentales, tanto de tipo
vegetal como geométrico.
Comenzando
por la fila superior de izquierda a derecha, la primera tabica contiene un
motivo que se repite muy a menudo en la techumbre. Se trata de tres círculos o
medallones dispuestos verticalmente, que en este caso se rellenan con un
castillo de tres torres en los extremos y una flor de lis en el central, todos
sobre fondo azul.
La
segunda tabica superior y la segunda inferior están decoradas con el mismo
tema: tres círculos con un león rampante en vertical en el interior de cada uno
La
contigua presenta un tema que también veremos en repetidas ocasiones con
variantes. Se trata de una ornamentación geométrica compuesta por tres
medallones u óculos formados por entrelazamientos rectos y curvos que generan
motivos de lazo en forma de círculo diferentes en cada uno. Los cuatro espacios
exteriores se completan con flores de lis en posición vertical.
La
cuarta tabica superior también coincide ornamentalmente con la inferior. Es un
motivo de zig-zag en vertical, de modo que se genera una especie de red de
rombos. Se remarca alternado el color más claro con el oscuro para producir la
impresión de incidencia de luz. Los pequeños espacios triangulares laterales de
fondo negro se completan con un tema igualmente muy repetido, consistente en
tres pequeños puntos blancos dispuestos en forma triangular.
Continuando
en la fila superior, e siguiente hexágono contiene un motivo de temática
vegetal en forma de roleos, compuesto por tallos que se curvan en volutas o
círculos de los que salen pequeñas ramas. Los espacios entre ramas y tallos se
completan con el motivo de tres puntos blancos.
La
penúltima tabica la ocupa un nuevo motivo heráldico formado por tres círculos
en los que se inscriben castillos de tres torres sobre fondo rojo.
La
última de esta fila superior presenta, sobre fondo verdoso oscuro, a dos
hombres semidesnudos, cubiertos con un calzón blanco y corto, que luchan a
brazo partido, con las cabezas muy juntas y sujetándose por el cuello y por la
pierna respectivamente. Para Yarza son una representación de la discordia. Hay
quien ha querido ver representados en ellos a Adán y Eva, aunque claramente se
trata de dos figuras masculinas, tanto por su anatomía hombruna como por el
típico mechón del tocado masculino que lucen en el flequillo.
En
la primera tabica de la línea inferior se repiten los motivos de la superior a
base de tres medallones o círculos, con la diferencia de que aquí son dos los
que contienen una flor de lis y el central un castillo de tres torres.
En
la tercera encontramos también el mismo tema de ornamentación geométrica que en
la superior con variantes. Así los tres medallones están compuestos por lazos
de forma circular el central y cuadrilobulados los de los extremos, generados a
base de entrelazamientos rectos y curvos. También aquí los espacios exteriores
se rellenan con flores de lis verticales.
En
quinto lugar se desarrolla la misma temática vegetal en forma de roleos que en
la superior variando únicamente el número de volutas y ramas que se trazan. Se
completa con el tema de tres puntos blancos dispuestos al tresbolillo.
A
continuación, tres círculos encierran castillos de tres torres, al igual que en
la superior.
Por
último, se representa, sobre fondo verdoso oscuro, una pareja con el hombre a
la izquierda pasando el brazo derecho sobre los hombros de la mujer y el
izquierdo extendido por delante del pecho con la mano abierta como queriendo
unirse con la que reposa en el hombro derecho, en lo que parece el inicio de un
tímido abrazo o, según Novella, una amorosa despedida. El hombre, con mechón en
el flequillo, viste saya o gonela y aljuba o túnica de encima, amplia y sin
mangas, y la mujer, saya o gonela de color carminoso.
Nuevamente
Yarza opina que varias de las tabicas de esta zona que contienen figuras han
sido retocadas, algunas con bastante torpeza, como la muchacha que toca la
vihuela, o la bailarina de la tabica inferior.
La
primera tabica de la fila superior se decora con un tema ya visto en la octava
sección. Se trata de un motivo de lazo formado a partir de lazos de cuatro
octogonales que forman espacios estrellados de ocho puntas y otros cruciformes
con extremos apuntados cubriendo el hueco entre cada cuatro de los anteriores.
Los estrellados, dispuestos en dos columnas, se rellenan con el escudo de armas
de la Monarquía aragonesa, muy perdidos, dentro de un espacio cuadrilobulado. La
tabica inferior presenta la figura de una mujer con vestido blanco, pero al
estar oculta por el tirante no dispongo de imágenes de la misma de momento.
La
siguiente tabla forma parte del mensario incompleto que se puede ver en cuatro
de ellas, y que abarca desde enero hasta agosto. En esta, dividida en dos
espacios, se representan los dos primeros meses. En la parte superior, enero se
representa como un personaje sentado, visto de frente, tocado con gorro o
bonete y con una llave que sujeta en alto con la mano derecha; es una figura de
Jano, el dios romano que cierra las puertas del año viejo y abre las del nuevo,
muy poco habitual, ya que generalmente se le representa bifronte. En la parte
inferior febrero, en forma de hombre de cierta edad con manto y capucha echada,
que se calienta, probablemente (esta parte está perdida) ante el fuego.
En
el hexágono contiguo una cinta que se entrecruza crea tres espacios circulares
o medallones, con anudamientos intermedios y exteriores. En el círculo central
se puede ver el escudo con la Señal real de Aragón y en los extremos la figura
de un toro, que tal vez haga referencia a Teruel.
En
esta tabica se puede ver la figura de una muchacha tocando una vihuela de arco.
Viste atuendo lujoso que deja ver una camisa margomada transparente a través de
las mangas de su larga y flecada cota que aparece bordada con aspas doradas.
Lleva calzas soladas y se toca con bonete que se le añadió, según Yarza, en la
restauración, ya que en origen debía de llevar la cabeza descubierta.
Un
nuevo tema vegetal se desarrolla en la siguiente tabica. Se trata de dos tallos
que, de forma simétrica, se curvan formando entre ambos dos grandes espacios
acorazonados o palmetas con los extremos extendidos hacia el exterior y
curvados. De los extremos salen flores en forma de ataurique que se completan
con dos pequeñas aves en el espacio cóncavo que forma la parte del tallo que
queda entre ambos corazones. El fondo se completa con el motivo de tres puntos
blancos en triangulo.
A
continuación la figura de un guerrero de pie, vestido con cota de malla, que
lucha contra un pequeño dragón de alargado cuello sobre cuyo lomo parece apoyar
los pies el hombre. La escena recuerda mucho a las dos vistas en la sección
anterior de hombres con lanza luchando con pequeños dragones.
Nuevamente
encontramos un motivo vegetal formado por tallos que se curvan para crear tres
grandes roleos que se rellenan con motivos florales de ataurique que salen del
extremo del tallo. Pequeñas flores del mismo tipo se generan a lo largo de los
tallos. Este tema parece un paso intermedio entre el arcaizante de clara
raigambre islámica en el que se utilizan palmetas al más elaborado a base de
distintas formas de flores de lis.
En
esta última tabica de la fila superior se puede ver un tema vegetal que sigue
el esquema ya descrito de dos tallos con desarrollo en vertical, que se curvan
y del que salen motivos florales de ataurique. La tabica inferior también se
decora ton temática vegetal pero, al igual que la primera, también está tapada
por el tirante.
En
consonancia con la tabla superior, en esta se presentan otros dos meses del
mensario: marzo y abril. En la parte superior, marzo está representado como un
campesino vestido con ropa corta y cabeza descubierta que poda lo que podría
ser una vid seca. Debajo, abril en forma de un hombre de talla corta, coronado,
y llevando en las manos lo que parecen espigas, aunque no se puede afirmar que
lo sean dado el esquematismo con que se trazaron.
Nuevamente
se repite el motivo de la fila superior. La única variante es que aquí el toro
ocupa el círculo central y la Señal real de Aragón los exteriores.
También
en armonía con la figura superior, en esta tabica se representa una mujer
tocando una especie de castañuelas llamadas tejoletas, a cuyo compás parece
estar danzando. Viste una camisa margomada y saya encordada. El cinturón se
desliza por su cuerpo, lo que es señal de indecorosidad según los cánones
medievales. La cabeza se cubre con una especie de pañuelo del que pendes
cintas. Como se ha dicho anteriormente, se complementa con el músico de la
tabica superior, formando el dúo tan característico en el románico.
En
la tabica contigua se reitera el motivo superior con variantes. Aquí son cuatro
los tallos con terminación en ataurique que forman las dos grandes palmetas.
Las aves se presentan posadas sobre los tallos inferiores.
A
continuación se representa a un jinete montado sobre un caballo blanco en un
escorzo de frente. Viste de malla y lleva la pica en la mano derecha y escudo
bandado en rojo y azul en la izquierda.
En
la última tabica se desarrolla el tema de tallos curvados para generar tres
roleos con los espacios centrales ocupados por los motivos florales en que
terminan los tallos. A lo largo de éstos salen pequeños motivos florales en
ataurique.
Esta
sección es la que mayor número de escenas con personas contiene, ya que de las
dieciséis que la conforman, únicamente las dos últimas de la derecha contienen
decoración de tipo geométrico. El resto son diferentes personas agrupadas de
alguna manera verticalmente, de tal manera que el personaje de la tabica
superior guarda alguna relación con el de la inferior. Así, si arriba hay una
mujer, abajo otra; arriba una figura nimbada, abajo se repite; rey arriba y rey
en la inferior, etc.
En
la primera tabica superior se representa una mujer de pie que está hilando.
Viste gonela y sobre ella cota amplia sin mangas. Toca rizada enrollada a la
cabeza y barboquejo. Sujeta el huso con la mano izquierda en alto mientras pasa
el hilo por la derecha.
En
segundo lugar la representación de un hombre de pie que viste saya de color
carminoso y túnica de encima sin magas y hendida de color azul. Las calzas son
del mismo color que la saya.
La
siguiente figura corresponde a un rey sentado, aunque no se ve el trono, con
corona y cetro en forma de lis que sujeta en la mano izquierda, mientras con la
derecha parece querer señalar algo situado en la parte superior izquierda.
Viste capa y traje talar. Las vestiduras y el portar un cetro en lugar de espada
hace pensar a Yarza en la posibilidad de que se ha tratado de representar a un
monarca del Antiguo Testamento.
A
continuación un personaje con capirote al que se identifica como judío sobre
todo por su analogía con el personaje que aparece al lado de Pilatos en la
escena del ciclo de la Pasión representado en los canes. Viste con saya corta,
calzas y el caperón de pastores y villanos que aparece en las Cántigas.
La
quinta tabica presenta a Jesucristo bendiciendo, representado de una forma
totalmente convencional, con nimbo crucífero, el libro de la Revelación en la
mano izquierda mientras bendice con la diestra. Vestido con ropas intemporales
a base de túnica y capa recogida en el brazo izquierdo, va descalzo
En
la contigua aparece la figura de una muchacha cimbreante tocada con corona, que
porta en el dorso de la mano izquierda un pájaro a la altura de la cabeza.
Viste brial encordado de color azul con cinturón rojo, y sobre él la cota o
pellote castellano con hendiduras cortadas para que se vea el brial debajo.
Una
nueva figura de muchacha, tocada con una diadema de la que cuelgan dos cintas,
esta vez mirándose en lo que parece un espejo o disco con el dorso rojo que
sujeta en la mano izquierda. Viste brial ajustado color carminoso con cinturón
ciñendo la falda del que pende una escarcela de cuero.
Tanto
esta última tabica de la fila superior como en la inferior se decoran con el
mismo tema, a base de un motivo en zig-zag en vertical de forma que se genera
una especie de red de rombos. Se intercalan colores claros y oscuros para
producir la impresión de incidencia de luz. También aquí los pequeños espacios
triangulares laterales de fondo negro se completan con los tres pequeños puntos
blancos dispuestos en forma triangular.
En
la primera tabica de la fila inferior la figura de una mujer, que parece de
edad avanzada, con una larga vara terminada en flor de lis en su mano derecha.
Viste saya blanca y usa cota como traje de encima con cordón que sujeta con la
mano izquierda. La punta del traje de encima la recoge en el cintillo. Yarza
interpreta que representa a Virgo
Seguidamente,
una figura masculina de pie y vestida con capa que, al igual que la superior
tampoco se asocia con ningún estamento en particular. Viste falda hendida gris
oscuro y calzas negras, y se cubre con capa con cuerda y forro de armiño
ajedrezado.
Continuando
con la simetría apuntada al inicio, en la tercera tabica encontramos la figura
de un rey de pie vestido únicamente con túnica larga y corona. En la mano
izquierda despliega algo que podría ser una especie de filactelia. Al igual que
el superior y basándose sobre todo en sus atuendos, Yarza dice que podría
tratarse de la representación de un monarca del Antiguo Testamento. Novella
identifica en el pergamino o filactelia la letra omega y el signo de Jesús, e
incluso dice que pudiese tratarse de Alfonso II que concedió el fuero a Teruel.
La
siguiente figura ha recibido diversas interpretaciones. Por una parte, y
teniendo en cuenta que en la tabica superior se representa a un judío, se le
asocia con un miembro de esta raza que viste indumentaria de amplias mangas y
bonete en la cabeza. Yarza rebate este argumento basándose en que en las
miniaturas del Vidal Mayor nunca aparecen los judíos llevando bonete. Si que lo
hacen en varios casos el juez, por lo que interpreta que se trata de uno de
ellos, o al menos un hombre de leyes que porta en la mano derecha un pergamino
que parece estar leyendo.
La
siguiente tabica que se alinea con la que representa a Jesucristo en la fila
superior, presenta la imagen de un Apóstol o Santo, en forma de personaje con
nimbo, esta vez sin cruz, en la misma posición, con el libro de la Revelación
en la mano izquierda y bendiciendo con la derecha. Viste igualmente túnica
larga de color verde oscuro y manto rojo. Parece ser que en esta sección, antes
de la primera restauración, había dos tabicas más con imágenes de San Pedro y
de un santo o apóstol. De ser así, tal vez en su posición original cuatro
tabicas formaban un pequeño ciclo compuesto por Cristo, San Pedro y dos
apóstoles más.
La
penúltima tabica de esta fila inferior recoge la imagen de una mujer
representada de perfil con vestiduras modernas, clara falsificación producto de
la restauración posterior a la guerra civil. Para Novella es "como una
blasfemia entre una oración". Lleva falda hasta la rodilla, manga corta y
vestido estampado.
Finalmente,
aparece la figura de una mujer de pie, con las manos apoyadas en las caderas y
coronada la cabeza con una diadema de la que penden dos cordones. Viste pellote
rojo sobre gonela aprestada de color malva.
Nuevamente
encontramos una sección con representaciones iconográficas. Según Yarza algunas
de las tabicas han sido cambiadas de lugar, lo que se evidencia sobre todo en
el león coronado de la segunda tabica de la fila superior, identificado como
Nobles que forma parte del relato de Renard, cuya representación está en otra
sección. Lo más obvio sería que ambas figuras formasen pareja ocupando la misma
línea de una zona.
La
primera tabica está dividida en tres espacios, ocupando cada uno de ellos una
forma geométrica formada por un cuadrilóbulo en el que se entrecruzan dos
alargados lazos ovalados en forma de aspa, generando un espacio central en
forma de rombo que se rellena con una cruz. Todos los huecos que quedan entre
las líneas se decoran con el motivo de tres puntos blancos.
A
continuación se encuentra la figura ya nombrada de un león coronado visto de
frente que ha sido identificado con Nobles, enfermo según el relato literario
del Roman de Renard.
La
siguiente tabla presenta a un fraile. Viste garnacha con capuchón, va calzado y
está tonsurado. Por la tonsura, Yarza lo identifica con un fraile que lleva
vestiduras raras.
En
el hexágono contiguo, un hombre lucha con una lanza con un pequeño dragón sobre
cuyo lomo emplumado parece reposar sus pies descalzos. El gesto de su cara
indica que está clavando con fuerza el arma en el cuello del animal.
Sigue
un tema muy repetido en la techumbre formado por un lazo que se entrecruza
generando tres espacios circulares y pequeños anudamientos entre ellos. En el
interior, sobre fondo rojo, tres leones con colas terminadas en forma de
ataurique.
En
esta tabla se representa la figura de un hombre de pie con la mano derecha
levantada como en posición de estar explicando algo. Viste saya o gonela y
túnica de encima sin mangas de color carminoso
El
siguiente motivo está compuesto por una red de cuarenta y ocho pequeños
cuadrados con el interior dibujado en perspectiva simulando cubos.
Esta
tabla se cubre con un motivo vegetal ya visto. Se trata de tallos que se
entrecruzan en el centro de forma simétrica a lo largo de un eje vertical
imaginario. Se completa con flores en ataurique.
Además
en el lateral de cada flor central reposa, medio oculto, el cuerpo de un ave,
parecen palomas, que alternan los colores blanco y negro. Cada par juntan los
picos por encima de la unión de los dos atauriques. La tabica está colocada al
revés.
A
continuación un tema geométrico formado por doce cuadrados divididos en dos
columnas. En el interior de cada uno de ellos un rombo que se rellena con
flores de ocho pétalos blancas. En el centro se genera otra columna de espacios
romboidales con una forma cruciforme en su centro. El motivo se repite en la
inferior que queda oculta por el tirante.
La
primera tabica de la fila inferior repite la temática de la superior, con la
salvedad de que en aquella las figuras de los extremos son blancas, mientras
que aquí lo es la central.
En
segundo lugar aparece la figura de una mujer que parece muy retocada por el
restaurador en la zona del cuerpo, donde la capa de color que viste está, según
Yarza, muy lejos del gótico lineal. Muestra de su deterioro es el agujero que
se ve en la parte inferior.
A
continuación un hombre que se lleva la mano izquierda a la cabeza. Viste saya
hendida color azul, calzas rojas y se toca con una cofia blanca. También aquí
se aprecia un agujero en la zona intermedia.
En
consonancia con la tabica superior, en ésta se representa a un hombre armado
con lanza que lucha contra un pequeño dragón con cuerpo de serpiente sobre el
que, también parece apoyar sus desnudos pies.
Nuevamente
se corresponde el tema de la tabla inferior con el de la superior, en forma de
tres círculos de fondo rojo con anudamientos intermedios que se rellenan con
figuras de leones.
En
la siguiente tabica se representa la figura de un hombre vestido con saya
hendida de tono carminoso que mira a su derecha.
En
este hexágono se repite el motivo superior, a base de pequeños cuadrados
simulando cubos superpuestos. Está bastante más deteriorado que el otro.
La
última tabica presenta tres círculos con otras tantas figuras de ciervos en su
interior.
En
la tercera sección izquierda se encuentran dos de las tabicas más reproducidas
y cuya interpretación, sobre todo la de los dos hombres subiendo al árbol, a
dado lugar a multitud de hipótesis. Para Yarza es una de las partes de la
techumbre menos castigadas por el tiempo y las restauraciones.
La
primera tabica de la fila superior se ornamenta con una cenefa que cubre todo
el contorno interior, formada por dos cintas que se entrecruzan generando
rombos. En el interior, temática vegetal a base de tallos que se curvan en
volutas o círculos de los que salen ramas y motivos florales
A
continuación la representación de un dragón colocado en vertical con la boca
abierta de la que asoma una lengua en forma de tallo curvado de la que salen
motivos vegetales. Su larga cola termina también en tallo vegetal que se curva
en forma de roleo terminando en una flor de lis central. También aquí, a lo
largo del tallo se generan ramas terminadas en forma de ataurique.
La
siguiente tabica muestra un motivo heráldico compuesto por tres círculos de
fondo rojo en cuyo interior se inscriben cruces flordelisadas doradas.
En
la cuarta tabica aparece la figura de un ballestero, que viste saya carminosa,
en posición de cargar su ballesta con el arco sujeto con el pie izquierdo,
mientras con la mano derecha tira de la cuerda con el tensor que lleva sujeto
al cinturón.
Esta
figura es una de las que mayormente se reproducen de la techumbre. Se trata de
un animal humanizado con cabeza de zorro, sentado en gran sitial, vestido con
una amplia túnica, con extremidades inferiores en forma de espectaculares
garras, que sostiene en las manos protegidas con una tela, una ampolla o
pequeño recipiente. Tanto Moralejo como Yarza lo han identificado como Renard,
el correlato de Nobles en la ficción literaria, que aquí se representa
ejerciendo de médico en posición de examinar un recipiente de orina para hacer
examen de la enfermedad, costumbre muy extendida y ampliamente representada en
la Edad Media.
En
sexto lugar, un nuevo motivo heráldico formado por tres medallones que se
generan por dos cintas blancas que se entrelazan y que se prolongan por los
laterales. En el interior, tres escudos de armas con fondo rojo y cruces
flordelisadas ocupando sus centros.
Volvemos
a encontrar el motivo de zig-zag en vertical generando una red de rombos, en la
que se intercalan los colores claros y oscuros para simular luces y sombras.
Como es habitual los pequeños espacios triangulares laterales de fondo negro se
completan con los tres pequeños puntos blancos dispuestos en forma triangular.
La
tabica contigua se ornamenta con una composición formada por espacios romboidales
a modo de cajas con una amplia perspectiva, tanto interior como exterior. Tanto
los colores como la perfección de trazos e igualdad de espacios hacen pensar en
que sea obra de la restauración, copiando el motivo de la tabica inferior, con
el que si se compara se verán claras diferencias.
La
última tabica de la fila superior, que se repite en la inferior quedando medio
oculta por el tirante, presenta una decoración compuesta por cuatro formas
acorazonadas o palmetas dispuestas en vertical, con los extremos que se curvan
hacia el interior en forma de volutas laterales. El centro de la parte inferior
lo ocupa un motivo también en forma de corazón con el vértice hacia arriba.
El
primer tema de la fila inferior también se ha visto ya anteriormente. Se trata
de un motivo en zig-zag en vertical que genera una especie de red de rombos. Se
remarca alternado el color más claro con el oscuro para producir la impresión
de incidencia de luz. Los pequeños espacios triangulares laterales de fondo
negro se completan con un tema igualmente muy repetido, consistente en tres
pequeños puntos blancos dispuestos en forma triangular.
En
la segunda tabica se repite el tema de la superior, la figura de un dragón,
esta vez representado con la cabeza girada y larga lengua en forma de tallo de
donde salen temas vegetales. Su alargada cola se curva, bifurcándose en la
parte superior para crear dos roleos que terminan en sendas flores de lis en su
centro. Se completa la ornamentación con pequeños motivos vegetales que crecen
de los tallos.
Una
joven que viste sobre la saya o gonela una cota sin magas y con icntas
pendientes de los hombros, tocada con diadema sosteniendo una flor de lis en la
mano izquierda levantada a la altura de los ojos ocupa la siguiente tabica. Del
cinturón pende una escarcela de cuero.
La
escena de esta tabica es una de las que más interpretaciones ha tenido. La
escena representa a dos hombres subidos a un árbol, uno barbilampiño en la
parte superior entre las ramas y otro barbado, con una hoz o podadera colgada
del cinto, trepa por el tronco. Aunque no se ha pronunciado exactamente sobre
su significado, Yarza relaciona esta composición con la palmera de los justos
que aparece en los Beatos. Se descarta la interpretación más simple que sugiere
que se trata de un robo de fruta.
A
continuación una mujer de pie a la que se interpreta de dos formas. Yarza dice
que se trata de una Venus-vista, con un disco o espejo que sujeta con la
mano izquierda a la altura de la cara. Otra teoría la relaciona con una
bailarina o juglaresa que se contonea al compás de la pandereta que toca con la
mano izquierda. Viste pellote con escotaduras amplias que deja ver gran parte
de la cadera y brazos desnudos, con largas tiras de tela que cuelgan de sus
hombros, moda de una clara influencia orientalizante. Calza con zapatos lujosos
y puntiagudos con adornos de bordados. El cinturón, en lugar de ceñir la
cintura como se representa en las mujeres honradas, cae deslizándose suavemente
por las caderas, lo que quiere expresar una simbología pecaminosa.
Se
vuelve a repetir el motivo de zig-zag en vertical generando una red de rombos
de la tabica superior con la única variante del cambio de parte de la
policromía.
Por
último, también aquí se repite el tema superior a base de espacios romboidales,
esta vez de tamaño desigual y con distintos tonalidades. Ya se ha comentado que
tiene diferencias notables con la superior, sobre todo en cuanto a su trazado
que parece más simple que aquél, por lo que es de suponer que si una de las dos
es original, debería de ser esta inferior.
Nuevamente
aparece en esta sección la iconografía, tanto en forma de personajes como de
animales, acompañada de motivos ornamentales. Para Yarza, es otra de las que
parecen conservar su disposición original sin retoques ni daños en las tabicas.
La
primera tabica la ocupa un motivo vegetal cuya base compositiva ya la hemos
visto en numerosas ocasiones. Esta vez, un grueso tallo genera otros tres a
distintas alturas que se curvan formando roleos que se rellenan con motivos florales.
De los tallos principales salen pequeñas ramas y flores.
La
contigua está dividida en dos, con sendas representaciones de jóvenes luchando
con dragones. En la superior, el hombre le clava una lanza al dragón, que
parece estar mordiéndole la pantorrilla izquierda, a la altura de la cabeza,
que le atraviesa el cuello en vertical saliendo la punta por la parte inferior.
Debajo, el joven lucha con espada mientras sujeta la cabeza del dragón con la
mano izquierda.
Otro
motivo muy repetido se desarrolla en el hexágono siguiente: tres círculos de
fondo rojo que alojan otras tantas estilizadas estrellas de ocho puntas. El
mismo tema ocupa la tabica inferior de esta línea.
Sigue
la figura de un león visto lateralmente, con la cabeza vuelva al frente y
ligeramente hacia arriba. La cola termina en forma de ataurique, como suele ser
habitual.
En
esta tabica se representa a un joven tocando un cuerno que sujeta con la mano
diestra, mientras mantiene la izquierda a la altura de la cintura. Se le
relaciona con el tema de la caza que se representa en zonas contiguas.
Nuevo
motivo a base de tres círculos decora este hexágono. Esta vez el interior se
rellena con motivos que parecen de tipo vegetal, a base de lo que parecen
cuatro flores de lis con las hojas curvadas hacia el interior unidas en el
centro por un pequeño espacio circular, y que forman una especie de flor de
cuatro pétalos.
Otra
vez nos encontramos con el tema de los tres roleos o grandes volutas formadas
por tallos y con flores en su interior, mientras que pequeñas ramas salen de
los anteriores.
La
última tabica de esta fila superior la ocupa un motivo vegetal de clara
tradición islámica compuesto por tallos que se curvan creando tres grandes
roleos que se rellenan con palmetas en composición afrontada. Otras palmetas de
tamaño más pequeño ocupan los espacios exteriores. Este motivo es el que sirve
de base para los tantas veces repetidos en la techumbre, como el anterior, y
que parten de uno o varios tallos curvados formando tres espacios cerrados que
se completan con motivos florales en lugar de palmetas, mientras que el
exterior se complementa con pequeñas ramas y flores en lugar de nuevas
palmetas.
La
primera tabica de la fila inferior la ocupa un tema geométrico compuesto por
tres cuadrilóbulos con motivos florales en su interior. Los espacios exteriores
se completan con ornamentación de ataurique.
En
la siguiente un joven clava una lanza en el cuello de un león que le está
mordiendo la pierna izquierda. Es curiosa la posición del dragón, en vertical y
con las cuatro patas en un lateral.
Al
igual que en la superior, aquí aparece un león en vertical, esta vez coronado y
con unas pequeñas alas en el lomo.
El
hexágono contiguo lo ocupa la figura de un guerrero sin armadura, vestido con
saya hendida de color azul oscuro, con una espada en alto en la mano derecha y
un escudo o rodela ornamentada con una estrella. Por la posición puede estar en
posición de defensa o enfrentándose a un imaginario enemigo.
El
motivo de esta tabica es igual al descrito en la superior con la única
variación de la diferencia de policromía en las flores de lis que rellenan los
espacios circulares.
También
aquí se repite el tema de la tabla superior, solo que más simplificado. Un fino
tallo forma los tres espacios circulares que se rellenan con grandes flores.
Por
último, nuevamente reiteración de motivo pintado en la superior, esta vez más
elaborado, sobre todo por el tallo doble y la colocación de pequeñas palmetas
en los extremos.
En
esta cuarta sección izquierda vuelve a primar la ornamentación geométrica y
vegetal sobre las representaciones de personas. Yarza observa una anomalía en
la sexta fila donde se rompe la armonía que prima como norma general en toda la
techumbre en cuanto a la disposición de disponer las pinturas en parejas
ocupando los hexágonos superior e inferior. En este caso, la parte superior
está ocupada por un motivo vegetal que, según el autor citado, podría tratarse
de una falsificación fruto de la restauración posterior a la guerra civil, ya
que el tema es muy simplicista y se da la circunstancia de que, al contrario de
lo que ocurre con la mayoría de temática ornamental, no se vuelve a repetir en
ningún otro lugar de la techumbre, aunque si existen algunas variantes.
La
primera tabica, se ornamenta con un motivo a base de lazos de cuatro
octogonales a base de doble cinta blanca que generan dos columnas de estrellas
de siete puntas, ya que los laterales exteriores son rectos. Entre cada cuatro
estrellas, un espacio cruciforme de extremos apuntados. En el interior de cada
estrella, un círculo ribeteado en negro con una flor de ocho pétalos roja, muy
perdido su color en la mayoría de ellas. El mismo tema se desarrolla en la
tabica inferior
Le
sigue un tema vegetal compuesto por tallos que se curvan en volutas o roleos,
de los que salen pequeñas ramas. También aquí el tema se repite en la tabica
inferior
Nueva
composición vegetal en la tabica contigua, a base de un vástago central del que
salen tallos en forma simétrica en ambos lados, que se curvan hacia abajo para
terminar en una gran flor de lis. Este tipo de decoración está a medio camino
entre la tradición islámica y la cristiana, en la que el desarrollo partiendo
de un vástago o eje central recuerda al hom o árbol de la vida de la tradición
islámica, mientras que la forma más naturista de las hojas enlaza con la
tradición occidental. Otra vez, el mismo motivo ocupa tanto la tabica superior
como la inferior.
Un
motivo geométrico se puede ver a continuación. Está formado por cincuenta y dos
pequeños cuadrados que se reparten en trece líneas dispuestas en cuatro
columnas. El interior de cada uno se rellena con una cruz aspada. El tema se
repite en el hexágono inferior.
En
la siguiente tabica se representa a un hombre que mira hacia lo alto armado con
una espada en la mano derecha echada hacia atrás mientras con la izquierda
sujeta un escudo levantado. Para Yarza, se trata de un guerrero, igual que el
que veremos más adelante, que lucha como si tratase de derribar o conquistar
una fortaleza. En todo caso el enemigo contra el que se enfrenta, aunque no
aparece en la escena si que se deduce que se encuentra en altura superior a la
suya. A pesar de ir armado no lleva armadura ni casco.
El
segundo motivo de temática vegetal ya se ha comentado al principio. Yarza opina
que puede tratarse de una moderna realización durante la primera restauración
ya que viene a ser la copia simple del motivo visto en la tercera línea,
compuesto por tallos que se entrecruzan en torno a un eje imaginario central
que se puede seguir a través de dichos entrecruzamientos. Los tallos forman
volutas con terminación floral en forma de ataurique.
La
tabica contigua contiene un nuevo tema vegetal compuesto por tallos que se
curvan formando tres grandes roleos ornamentados con motivos florales al igual
que los espacios que quedan libres en los laterales.
Sigue
un motivo repetitivo en su composición, formado por tres círculos de fondo
rojo, esta vez con su interior ocupado por leones pasantes, con cabeza erguida,
pata izquierda y cola levantadas. La misma temática se repite en la tabica
inferior.
Las
últimas tabicas, inferior y superior, se cubren con un nuevo tema de tipo
vegetal de desarrollo ya visto, a base de gruesos tallos que se curvan formando
tres espacios circulares que se cubren con motivos florales, mientras que a lo
largo de los tallos salen otros más pequeños terminados en ramas.
Como
los cuatro primeros hexágonos de la fila inferior coinciden en su temática con
los superiores ya descritos veremos el motivo representado en la quinta tabica.
Se trata de un guerrero, esta vez vestido con cota de malla y almofar o
capuchón de malla que se ponían en la cabeza debajo del casco o yelmo. Armado
con una especie de pico parece atacar o taladrar una muralla o algo semejante.
Al igual que el que aparece en la tabica superior también mira hacia lo alto,
con lo que se supone que contra lo que arremete se encuentra en alto.
A
continuación la figura de pie de un hombre que viste saya y calzas rojas que
está tocando una gaita de fuelle que impulsa con el brazo derecho.
Para
terminar esta sección, un nuevo motivo vegetal en la séptima tabica, igual en
su desarrollo que el que se ve en la superior, con la única diferencia del
cambio de motivos centrales en los tres roleos: allí el central es de color
verde mientras aquí lo son los exteriores.
Nuevamente
encontramos una sección cuya decoración es totalmente de tipo ornamental. Yarza
llama la atención sobre la similitud entre los motivos que conforman las
diferentes líneas, a excepción de las tablas con imágenes de leones, hace dudar
de su autenticidad, que por otra parte parecería evidente ya que es de los
pocos faldones donde todas las líneas coinciden en los motivos superior e
inferior. La manipulación es notoria y visible, como se puede comprobar en la tabica
inferior de la séptima línea que en algún momento fue manipulada y colocada al
revés.
El
tema que decora las tabicas de la primera línea es de tipo geométrico. Se forma
por anchas bandas que se desarrollan diagonalmente de izquierda a derecha en diagonal
alternando colores gris y rojo. La esquina saliente monta sobre la entrante de
la banda superior con lo que se general pequeños cuadrados de fondo negro que
se ornamentan con cuatro puntos blancos.
En
la línea contigua volvemos a ver el tan repetido tema vegetal de tallos
curvados formando tres roleos con motivos florales en el centro y saliendo de
los tallos.
La
tabica siguiente se divide en tres espacios ocupados por figuras de leones
pasantes sobre fondo verde. Con colas terminadas en forma de ataurique, el
superior mira hacia la derecha con la lengua fuera; el central lo hace al
centro con el cuerpo girado hacia la izquierda y está coronado; finalmente, el
inferior mira hacia la izquierda. En los tres se han destacado en blanco las
uñas de las garras, así como la fina lengua del primero.
El
tema de este hexágono está compuesto por tres círculos con los interiores
decorados con un motivo formado por un cuadrilóbulo en el que se interseccionan
dos espacios ovalados en forma de aspa cuyas puntas ocupan los huecos
exteriores entre los lóbulos.
Nuevamente,
en la línea siguiente, se emplea el motivo vegetal de tallos creando tres
grandes espacios circulares, en este caso más complejo, ya que tanto tallos
como flores son finos y de pequeño tamaño, lo que genera un gran número de
pequeños brotes o ramas terminados en florecillas. El fondo se complementa con
el motivo de tres puntos blancos en triángulo.
El
motivo que ornamenta estas tabicas, ya lo hemos visto en las de la cuarta
línea. Se trata de un entrelazo entre un cuadrilóbulo y dos alargados óvalos,
de pequeño tamaño, que en número de catorce se reparten en dos columnas.
Alternan el color blanco con el negro en las cintas. El espacio romboidal
central se rellena en los blancos con pequeñas cruces del mismo color y en los
negros con cuatro puntos blancos dispuestos en forma cruciforme. Se completa la
ornamentación con puntos blancos en el interior de los ocho pequeños espacios
que se forman en los extremos.
La
tabica siguiente está dividida en ocho espacios de fondo verde, en los que se
disponen otras tantas flores de lis blancas. En las cuatro esquinas de los
rectángulos se colocan pequeñas estrellas de ocho puntas del mismo color.
A
continuación un motivo muy simplificado del tan visto a base de tallos creando
tres roleos con motivos florales en el centro, esta vez en forma acorazonada o
de palmeta, acercándose mucho a los de la sección contigua, de clara influencia
islámica.
Las
tabicas de la última línea desarrollan un motivo geométrico parecido al de la
primera. Se cubre la superficie con un conjunto de pequeños cubos vistos en
perspectiva hacia el interior, con lo que se dibujan dos paredes de interiores
en cada uno, una lateral y otra superior o inferior. Se intercalan los colores
rojo y gris en estas paredes. Los fondos de color negro se cubren con cinco
pequeños puntos rojos.
Solamente
voy a mostrar dos tabicas de la fila inferior, que aunque manteniendo los
motivos de la superior, tienen ciertas particularidades. En primer lugar la
tabica de la tercera línea presenta los tres leones con la cabeza a la
izquierda, que los dos primeros la tienen ligeramente girada hacia el frente.
También aquí se resaltan las uñas y las lenguas que los tres tienen fuera, en
color blanco.
En
segundo lugar la tabla que recoge las ocho flores de lis se encuentra colocada
al revés, lo que indica como se ha dicho al principio, una clara manipulación
en las tabicas.
En
esta sección quinta izquierda se vuelve a incluir una importante representación
de personajes, incluyendo dos de las tabicas que forman el ciclo incompleto del
mensario que aparece en la techumbre, así como la figura de un obispo con un
laúd que ha suscitado gran número de comentarios e interpretaciones.
El
motivo del primer hexágono, coincidente con el inferior que queda oculto en la
fotografía por el tirante, es de tipo vegetal. El motivo que se duplica en la
parte inferior invertido, se forma por dos talles que salen de la parte
inferior de una flor de lis curvándose formando una forma acorazonada en torno
a la flor para continuar en forma de volutas exteriores terminadas en motivos
florales.
En
la tabica contigua se conjugan la temática vegetal con la animal. Partiendo de
un eje de simetría central se generan tallos que forman cuatro volutas por
lateral con terminación en el centro en forma floral. Entre ellas se intercalan
tres aves con la cabeza vuelta hacia el exterior y asomando entre los tallos.
En
tercer lugar se presenta un nuevo motivo vegetal que se repite en la tabica
inferior. Ya visto en la sección anterior, se trata de una trama muy simple de
tallos entrecruzados formando espacios acorazonados con terminaciones florales.
La
figura que aparece a continuación tiene dos interpretaciones. Se trata de un
hombre de pie representado de pie sujetando un objeto con la mano izquierda a
la altura de la boca. Para unos se trata de un músico haciendo sonar una flauta
muy simple. En realidad se trata de un copero, ya que si se amplia lo
suficiente la imagen se puede ver perfectamente la forma de la copa que sujeta
con la mano. Viste saya y túnica de encima hendida en la falda con mangas
cortas de color rojo.
La
quinta tabica de esta fila superior representa a un caballero visto de frente,
enfrentándose a un dragón. Viste cota de malla y lleva lanza en la mano
derecha y escudo en punta, ajedrezado en oro y gules en la izquierda. El
alargado dragón o serpiente se le enrosca en la parte baja del cuerpo con la
cabeza a la altura del escudo. Hay quien le ha querido ver una representación
de San Miguel, aunque en principio, esta hipótesis parece carecer de
fundamento.
A
continuación aparece la primera de las tabicas del ciclo del mensario. Dividida
en dos partes representa los meses de mayo y junio. En la parte superior un
noble a caballo con un halcón en la mano izquierda representa a mayo. Debajo
junio, representado por un hombre que corta espigas con ayuda de una hoz
y tocado con un sombrero muy característico
El
hexágono contiguo recoge la figura de un caballero vestido con capa sujetando
en la mano izquierda lo que parece un halcón, lo que se interpreta como signo
de nobleza y se relaciona asimismo con la caza.
La
figura de un fraile franciscano ocupa la siguiente tabica. Tonsurado, viste un
manto cerrado como una gran esclavina con abertura para el cuello, porta una
especie de saco o bulto indefinido sobre el hombro izquierdo y va descalzo, al
igual que el que veremos en la sección séptima.
Volvemos
a ver un tema ya descrito, aunque con algunas variantes. Se trata de tallos que
se curvan creando tres roleos que terminan en el centro en formas florales. El
mismo motivo se repite en la tabica inferior.
En
esta tabica se repite la composición de la superior. La diferencia más notable
con aquélla corresponde a las parejas de aves superior e inferior, que en lugar
de mirar hacia el exterior tienen el cuello girado hacia el interior, con las
cabezas afrontadas.
La
figura de un músico haciendo sonar una flauta de ocho orificios o dulzaina
mirando hacia la derecha y con el brazo izquierdo en jarras, ocupa el hexágono
contiguo. Viste falda hendida color carminoso y calzas negras.
A
continuación la figura de una mujer de pie con el pelo largo que cae sobre sus
hombros. En la mano izquierda, que mantiene en alto frente a los ojos,
sujeta una especie de tela o pañuelo, mientras mantiene la mano derecha
extendida y vuelta hacia si. Tiene el rostro compungido. Novella opina que es
producto de la restauración o de una torpe realización ya que la cabellera tan
larga suelta sobre los hombros ni es propia de la época, ni se ve en ninguna
otra figura femenina de la techumbre.
En
la siguiente tabica se representan otros dos meses del mensario: julio y
agosto. En la parte superior julio, representado como un campesino que golpea
con el mayal o trilla la mies sobre el campo. La representación del campo es
muy elemental, pero el objeto que lleva en la mano si que está claro que sirve
para golpear y no para cortar. En la parte inferior, un campesino fabricando
una cuba para el vino representa agosto. Las dos tabicas que hemos visto en
esta sección se completan con otras tantas en la sección primera derecha que
abarcan desde enero hasta abril, faltando por lo tanto los cuatro últimos meses
del año, que es posible estuviesen representados en las tabicas perdidas de la
última sección. En este mensario se aprecian tanto influjos franceses como
italianos y a su vez influirá en el mensario representado en la pintura mural
del castillo de Alcañiz.
En
el hexágono contiguo se puede ver una figura que viste un tabardo con largas
mangas y capuchón, que hace pensar en un letrado o doctor más que en un noble
con quien también se le ha intentado identificar.
La
última figura que encontramos en esta sección es la que representa a un obispo
tocando un laúd corto. Visto de perfil, lleva las ropas sacerdotales que le
corresponden, pero en lugar del báculo y la bendición, pulsa un instrumento
músico. Yarza lo ha interpretado como un símbolo del clero licencioso, mientras
que Moralejo lo relaciona con un conocido obispo trovador de la época, Folquet de
Marsella. Se le ha buscado un significado negativo, fundamentalmente por estar
representado de perfil. Hay que tener en cuenta que, sobre todo en el románico,
hubo una tendencia casi generalizada de representar de perfil a los personajes
negativos o que comportaban alguna maldad, mientras que los positivos o neutros
lo hacían de frente o tres cuartos.
Lo
más interesante de esa sección son las figuras reales que aparecen en la cuarta
línea. También se sabe que a la derecha del superior no se encontraba la figura
actual sino la representación de un obispo que ha desaparecido. Se completaba
en la parte inferior con la imagen del presbítero vista en la sección anterior,
y que fue cambiada de lugar. En cuanto a posibles falsificaciones, Yarza llama
la atención sobre la quinta línea en la que el motivo es exacto en ambas
tablas, por lo que es de suponer que una de ellas, probablemente la superior,
sea producto de la restauración.
El
motivo de la primera tabica superior es de tipo geométrico. Está formado por entrecruzamientos
de cintas que crean pequeños rombos distribuidos en tres columnas destacadas,
las exteriores formadas por nueve y la central por diez. En su interior
pequeñas cruces que parecen ser flordelisadas que alternan los colores rojo y
negro, ambos ribeteados en blanco. Los espacios entre estos rombos principales
se completan con otros de la misma forma, también rellenos con cruces del mismo
tipo en color oscuro que casi no destaca del fondo.
A
continuación un tema vegetal muy comentado hasta el momento. Tallos que se
curvan formando tres grandes roleos con grandes motivos florales en su
interior. Pequeñas ramas salen de los tallos principales. Además de la
comentada quinta línea que cita Yarza, los motivos de esta segunda también son
demasiado parecidos en su desarrollo como para poder pensar en una posible
realización moderna de una de ellas, probablemente ésta de la línea superior.
Más abajo se puede comparar con la inferior.
Sigue
la representación de un personaje de pie, vestido con manto azul y túnica roja
y tocado con un curioso gorro. Sujeta en su mano derecha una especie de cetro
distintivo de poder y en la izquierda un libro. Se le ha relacionado con un
noble, incluso con un rey por el cetro. Parece más probable que, tanto por las
vestiduras como por el libro en la mano, se pueda tratar de algún personaje
sacro.
En
el hexágono siguiente se puede ver la figura de un rey, visto de frente,
vestido con túnica y manto y sentado en un trono. Sujeta un arpa entre las
manos a la altura del pecho. Por este motivo se le ha querido identificar con
el rey David, que se complementaria con la figura inferior, que al portar una
espada se relaciona con Salomón, formando una doble composición de reyes
bíblicos.
En
esta tabica se desarrolla un motivo ornamental de temática vegetal a base de
los consabidos tallos creando espacios circulares con motivos florales en forma
de flor de lis en su interior, mientras que pequeñas ramas salen de los tallos
principales. Para Yarza, aunque la policromía está más apagada que en la
inferior, parece ser que sería la falsificación, correspondiendo la original a
la inferior.
Seguidamente
otro motivo vegetal repite la composición simétrica partiendo de tallos que se
entrecruzan en el centro a lo largo de un eje vertical imaginario, curvándose
en forma de volutas para terminar en motivos florales.
A
continuación un tema geométrico a base de motivos de lazo formado por cadenas
diagonales de hexágonos de alargados laterales que se entrelazan en los centros
creando espacios estrellados de ocho puntas. En el centro de la cruz que forma
cada unión entre dos hexágonos se crea un hueco cuadrado con dos pentágonos en
los laterales apuntados. Los espacios estrellados se rellenan con cruces
blancas que parecen recruzadas. Este motivo se verá mucho en la decoración de
yeserías en bóvedas y arcos durante los siglos XVI y XVII.
En
el hexágono contiguo se vuelve a repetir el tema vegetal de tallos creando tres
grandes círculos o roleos en cuyo interior se inscribe un motivo floral en
forma de flor de lis y pequeñas ramas que salen de los tallos principales.
Otro
motivo repetidito en cuanto a su composición lo encontramos en las dos tabicas
de la última línea (la inferior queda prácticamente oculta por el tirante). Se
trata de un motivo de lazo que forma tres espacios circulares con anudamientos
intermedios. En el interior, estilizadas cruces de ocho puntas.
El
motivo que decora la primera tabica de la fila inferior es similar al de la
séptima superior, mientras que la que ocupa este lugar es más parecida en
su temática a la superior de esta primera línea, lo que hace pensar que pueden
haberse cambiado de lugar. La diferencia con el comentado radica en que aquí
las cadenas de hexágonos se colocan en posiciones vertical y horizontal en
lugar de diagonalmente. No se distingue bien que motivo rellena el espacio
estrellado. Los pequeños pentágonos están ocupados por puntos de color blanco.
En
la segunda tabica se repite el motivo de la superior con ligeras variaciones,
sobre todo en el desarrollo de las pequeñas ramas que se generan de los tallos
principales.
Le
sigue una tabla cuyo contorno está recorrido por una cenefa orlada con un
motivo de zig-zag. En el espacio interior se vuelve a reiterar una temática
vegetal que parte de entrecruzamientos centrales de tallos, en torno a un eje
vertical imaginario, que se desarrollan hacia el exterior de forma simétrica
para terminar en formas florales.
En
cuarto lugar, la figura del segundo rey. También se representa sentado en un
trono y vestido con túnica y manto. Sujeta en la mano derecha una espada en
alto. Ya he comentado antes que se ha buscado una relación bíblica para estas
dos figuras, correspondiendo la que porta espada al rey Salomón. Es curioso
comprobar como de las pocas figuras regias representadas en la techumbre,
solamente esta va armada.
A
continuación, el motivo de temática vegetal al que hace alusión Yarza cuando
habla de posibles falsificaciones. Ya se ha dicho que opina que esta inferior
es la original.
Nuevo
motivo vegetal compuesto por tres grandes roleos que se generan por la
curvatura de tallos con terminaciones en grandes formas florales y pequeñas
ramas saliendo a lo largo de los mismos.
La
tabica siguiente presenta un motivo geométrico a base de una red de cuadrados,
dispuestos en tres columnas, que alternan fondos rojos con otros claros. El
interior se ornamenta con pequeñas aspas que también alternan coloridos en
función del fondo. Como ya he comentado parecería más lógica su ubicación en la
parte baja de esta misma fila en correspondencia con el tema de la superior.
Nuevamente
se repite el mismo tema que en la tabla superior con ligeras variaciones en
cuanto al desarrollo de ramas y flores.
Esta
sección es una en las que todas las tabicas son de tipo ornamental, no conservando
ninguna con iconografía humana. Únicamente el león aparece en dos motivos. A
excepción de la sexta línea en las demás se dobla la decoración, repitiéndose
los motivos, a veces con ligeras variantes como veremos. Es extraño esta única
salvedad, así como que el motivo de la tabica superior repita el de la primera
línea, lo que hace pensar en una posible falsificación de alguna de las tres.
En
el primer hexágono, coincidente con el inferior, se desarrolla un motivo a base
de tres triángulos equiláteros en cada lateral con los vértices hacia el
interior que se unen, creando dos rombos completos y otros dos medios en los
extremos. Se rellena el interior, tanto de rombos como de triángulos con
motivos florales, de cuatro pétalos los romboidales.
La
línea siguiente está compuesta por dos tabicas en las que se representan dos
leones rampantes superpuestos en vertical sobre fondo rojo.
A
continuación, dos cintas se entrecruzan formando tres círculos con anudamientos
intermedios. En el interior de cada uno un león con la cabeza erguida, lengua
resaltada en blanco fuera y pata derecha levantada. Se representan mirando
hacia abajo.
El
motivo de la siguiente tabica está compuesto por grandes octógonos que se
forman por entrecruzamiento de las cintas en el centro de los cuatro lados
inclinados, llegando hasta el centro donde se genera un cuadrado. Aplicando el
mismo trazado al interior de los grandes se crean unos octógonos más pequeños
que forman pequeños rombos en el centro de los lados inclinados de los exteriores.
El dibujo resultante parte de cuadrados centrales en cuyo interior se ha
colocado una svástica, alternando colores blanco y negro. En sus laterales un
doble hexágono alargado que alterna un motivo a base de puntos negros en
exteriores e interiores. Finalmente, los espacios romboidales quedan divididos
en otros cuatro más pequeños que se ornamentan con pequeños puntos blancos. El
mismo tema se repite en la tabica inferior.
A
continuación un motivo vegetal, también común a ambos hexágonos. La base de su
desarrollo ya la hemos visto anteriormente. Se trata de tallos entrecruzados de
forma simétrica curvándose hacia el interior para terminar en formas florales.
En
esta tabica se repite, como he dicho al principio, el tema de las de la primera
línea: rombos con decoración floral de cuatro pétalos en su interior
El
hexágono contiguo contiene un motivo ya descrito en la primera sección. Se
trata de una ornamentación geométrica compuesta por tres medallones u óculos
formados por entrelazos rectos y curvos que generan motivos de lazo en forma de
círculos. Aquí concretamente los motivos centrales están formados por cruces
dobles con puntas apuntadas en la que se entrecruza un cuadrilóbulo.
El
tema de las dos tabicas que forman la siguiente línea se compone de diez
cuadrados de fondo rojo dispuestos en dos columnas. En su interior estilizadas
estrellas de ocho puntas en color dorado que en la mayoría están muy perdidas.
El
motivo siguiente es igual que el de la superior con la única diferencia de que
los tres leones inscritos en los círculos se han representado mirando hacia
arriba.
En
último lugar, una tabica dividida en dos con sendas figuras de leones o leonas,
ya que se representan sin melena. El superior mira al frente, mientras que el
inferior vuelve la cabeza mirando al anterior. Las colas terminan en forma de
ataurique.
Aunque
escasa, ya aparece alguna tabica con decoración figurativa en esta sección.
Para Yarza, varias tabicas son fruto de la restauración, estando algunas de
ellas cambiadas de lugar. También faltan algunas, entre las que destaca una con
la figura de San Miguel o santo parecido que aparece en la documentación
antigua y que ha desaparecido. Para poder ver las diferencias, sobre todo de
policromía, incluyo imágenes de todas ellas, a excepción de la baja de la
última línea que se encuentra oculta por el tirante.
En
la primera tabica de la fila superior se desarrolla un motivo vegetal a base
del consabido tallo curvado que forma tres grandes volutas cuyos centros los
ocupan motivos florales en forma de flor de lis. A lo largo del tallo salen
otros más pequeños terminados en formas más simples.
La
tabica contigua la ocupa en su totalidad un león rampante rojo de rostro fiero
con larga cola terminada en forma de ataurique.
Un
nuevo motivo vegetal ocupa la siguiente. Cuatro espacios circulares se generan
por las curvaturas de tallos vegetales terminados en formas florales simples,
al igual que los pequeños tallos que salen de los principales. El fondo se
completa con pequeños puntos blancos que a veces se agrupa formando el tema de
tres en triángulo tan visto en la techumbre.
A
continuación, la tabica está cubierta en su contorno por una ancha cenefa que
intercala aspas y rombos de pequeño tamaño. El alargado y estrecho espacio
central se completa con temática vegetal a base de tallos formando espacios
cóncavos y convexos con terminaciones florales.
Otro
nuevo motivo vegetal de tallos entrecruzados y curvados terminados en sencillas
flores en forma de ataurique ocupa la tabica contigua. El fondo se cubre con
puntos blancos, que también aquí se agrupan a veces de tres en tres.
El
siguiente hexágono se divide en dos espacios ocupados por sendos leones con la
cola terminada en forma de ataurique.
La
figura representada a continuación se identifica con un presbítero, tonsurado,
vestido con dalmática de tradición bizantina, sujeta en su mano izquierda un
libro mientras levanta la diestra en posición de bendecir.
Nueva
temática vegetal con fondo a base de puntos blancos ocupan la siguiente tabica.
Varios tallos se entrecruzan formando espacios circulares para terminar en
formas florales, al igual que las pequeñas ramas que salen de los mismos.
Se
repite en las dos tabicas de esta última línea el motivo de tallos curvados que
forman tres grandes espacios centrales o roleos que se cubren con grandes
formas florales.
En
la primera tabica de la fila inferior se repite el motivo de la superior con la
variante de que aquí las flores miran hacia arriba, mientras que en la superior
lo hacen hacia abajo. Probablemente sea debido a que esta última se colocó al
revés en la restauración como ocurre en otros lugares de la techumbre.
La
siguiente se decora con tres círculos con ciervos en su interior, los tres en
idéntica posición.
Volvemos
a encontrar nuevamente un motivo de zig-zag en vertical generando una especie
de red de rombos. Alterna diversas tonalidades de claros y oscuros para
producir la impresión de incidencia de luz. Los pequeños espacios triangulares
laterales de fondo negro se completan con el tan visto motivo de tres pequeños
puntos blancos dispuestos en forma triangular.
En
la tabica contigua se repite el motivo de la superior, con una acusada
decoloración en la policromía, al igual que el siguiente. En ambos la total
similitud en el trazado de los motivos ornamentales, tanto de desarrollo de
tallos como de posición y tamaño de terminaciones florales hace pensar en una
posible falsificación, probablemente realizada en tonos más suaves para poder
diferenciarlas de las originales superiores.
La
misma apreciación sería aplicable para el hexágono de la fila inferior
dividido en dos partes con sendos leones ocupando los espacios. Aquí también es
sospechoso que se haya reproducido exactamente el motivo superior. Lo mismo
sería aplicable a la última tabica, aunque aquí parece que la copia pudiera ser
la de la fila superior.
Entre
ambas la figura de una mujer joven con un pájaro en su mano izquierda que cruza
delante del pecho y largo cabello rubio que se extiende sobre sus hombros.
Viste una almaxia o túnica de amplias mangas de rica tela de seda, encordada
por la falda, dejando ver una saya interior. Se ha relacionado este atuendo con
la moda orientalizante de las comunidades judías, con lo que sería una alusión
a esta raza, pero no precisamente positiva sino más bien al contrario, ya que
resalta el carácter frívolo de la actitud y de la lujosa indumentaria, además
de llevar el cabello descubierto y suelto, símbolo de deshonestidad.
Esta
sección es probablemente la que mayores variaciones ha sufrido respecto a su
aspecto original. Han desaparecido varias tablas que se pueden ver en
fotografías antiguas, entre ellas las representaciones de un Cristo nimbado
ligeramente vuelto hacia un lado y de un San Pedro con las llaves, y otras han
sido cambiadas de lugar. Yarza también especula sobre posibles falsificaciones
durante la primera restauración, sobre todo en la tabica de la fila inferior
que contiene la figura de un gran pavo real.
La
primera tabica de la línea superior representa a un hombre vestido con túnica
roja que sujeta un rollo que podría ser un pergamino, en parte extendido, en la
mano derecha, mientras mantiene la izquierda en alto.
En
la contigua un motivo vegetal cuyo desarrollo base ya hemos podido ver con
anterioridad. Dos tallos crean formas acorazonadas que se cubren con motivos
florales de diferentes tonos, tanto en el interior como en el exterior.
A
continuación una cinta entrecruzada forma tres espacios circulares con
anudamientos intermedios. En cada uno de ellos se inscribe un escudo de armas.
Sobre fondo gules, el superior presenta tres bandas horizontales, mientras que
en los otros dos las bandas son diagonales.
Le
sigue otro motivo de temática vegetal también visto en las secciones
anteriores. Tallos que se entrecruzan en el centro de forma simétrica a lo
largo de un eje vertical imaginario se curvan hacia el interior para terminar
en motivos florales en ataurique.
El
siguiente hexágono contiene una figura real de pie, que viste largo brial y
capa recogida en el brazo izquierdo. Una interpretación dice que se trata de la
reina Violante de Hungría, esposa del rey Jaime I que sería el rey representado
en la segunda tabica inferior. Yarza rechaza esta teoría y cree que se trata
más bien de un caballero. Se puede apreciar perfectamente como el lado derecho
ha sido totalmente retocado.
Continúa
la imagen de un posible franciscano, ya que va tonsurado y viste el hábito de
la Orden. Porta en sus manos una especie de tabla o filactelia, pudiendo ser
ambas cosas por la rigidez con que se ha pintado.
Un
nuevo motivo vegetal también repetido ocupa la siguiente tabica. Se trata de
tallos que forman cuatro grandes roleos que se rellenan con motivos florales
complejos, mientras que de los tallos salen otros más sencillos.
La
temática del siguiente motivo se repite en las dos tabicas de esta última
línea. Una cenefa a base de semicírculos ocupa la parte exterior, mientras la
estrecha y alargada franja central se rellena con círculos de fondo rojo que
parece ser incluían en su interior algún motivo en forma de cruz dorada, aunque
no se puede determinar por encontrarse casi completamente borrada.
En
la primera tabica de la línea inferior encontramos otra de las figuras que ha
recibido varias identificaciones. Se trata de uno de los pocos santos que
aparecen en la techumbre. Representa a un franciscano con nimbo, tonsurado
y barbilampiño va descalzo. Vestido con el hábito pardo de la orden y
capucha baja, portando un libro entre ambas manos a la altura del pecho.
Hay quien lo ha identificado con San Francisco, aunque no responde a la
iconografía habitual de este santo. Otra interpretación dice que podría
tratarse de Juan de Perugia o Pedro de Sassoferrato, santos franciscanos que
llegaron a Teruel entre 1217 y 1220.
Otro
personaje de difícil identificación es el siguiente. Representa a un rey de pie
con barba (atributo de virilidad y preciado trofeo de todo caballero bien
portado). Viste cota por media pierna y manto púrpura recogido en su brazo
izquierdo, con calzas soladas también de color rojo y calza espuelas. Una
interpretación cree que se trata del rey Jaime I, que se detuvo en Teruel antes
de la conquista de Valencia. Para ello se base en algunos detalles, tales como
las calzas rojas, que estaban prohibidas para todo aquel que un tuviese tropas
que mandar, o las espuelas que lo relacionan con un rey guerrero. Con su mano
derecha parece señalar algún lugar concreto de la parte superior, que podría
ser la figura regia vista anteriormente y que se correspondería, como se ha
dicho, con su esposa Violante de Hungría. Yarza rechaza esta teoría y dice que
se trata de la figura de un rey de pie sin identificar.
A
continuación el motivo de tres círculos entrelazados con escudos de armas en su
interior descritos en la tabica superior, con la variante de que aquí, el
superior presenta una banda de gules horizontal en el centro sobre fondo que
podría ser oro, en el central, banda dorada sobre fondo de gules, y en el
inferior banda diagonal de gules sobre fondo oro.
También
aquí se repite el motivo superior con variantes que afecta sobre todo a la
distribución de los motivos florales.
La
figura representada en este hexágono se ha identificado con un cantor o
declamador, que formaría pareja con un músico o juglar portador de una vihuela
de arco de tipo oval que ocupaba la tabica contigua según se puede ver en
fotografías antiguas, y que desapareció durante las restauraciones. Viste saya
hendida color rojo y calzas azules.
Un
gran pavo real en posición vertical ocupa actualmente este espacio. Junto con
la muchacha de la parte inferior de la segunda sección, parece una clara
falsificación producto de la primera restauración realizada para ocupar el
espacio del juglar anteriormente descrito.
Por
último, un nuevo motivo vegetal a base de tallos que se curvan en forma simétrica
a partir de un eje vertical imaginario, creando volutas o espacios acorazonados
que se completan con motivos florales.
Las
tabicas de esta sección no presentan, según Yarza, ningún motivo especialmente
interesante. La verdad es que la temática es repetitiva y simple, limitándose
la decoración figurativa a representaciones de animales.
El
primer motivo, que se repite en la tabica inferior, está formado por tres
círculos, algo que veremos en cuatro ocasiones en este faldón. Sobre fondo de
color rojo y ribete dorado se inscriben estrellas de ocho puntas de este último
color. Este tema de las estrellas de ocho puntas está muy repetido en la
techumbre en relieve en el almizate y en la parte inferior de tirantes y
ménsulas.
También
el siguiente tema se repite en los dos hexágonos de la segunda línea. Se trata
de un motivo vegetal que, aunque con mayor profusión de motivos florales, sigue
el esquema repetitivo de tallos, de los que salen otros más pequeños,
curvándose y creando espacios circulares que se cubren con temática floral,
esta vez más abundante por ser de menor tamaño que en otras tabicas.
Por
segunda vez encontramos tres círculos ocupando la tabica, esta vez formados por
un entrecruzamiento de cintas con anudamientos intermedios. Sobre fondo rojo,
en el superior se representa un león con la cabeza vuelta hacia atrás, en el
intermedio un águila heráldica, y en el inferior un león mirando al frente.
A
continuación, la tabica se divide en tres partes con un león pasante en cada
una, todos con largas lenguas resaltadas en blanco.
En
cuarto lugar se intercalan dos motivos ya vistos. Una cinta se entrecruza
formando tres espacios circulares con anudamientos intermedios, con estrellas
de ocho puntas doradas en el interior de color rojo. Se nota un cierto abuso de
este color en la tabica, ya que de este color es el fondo de la tabla, del
interior de los círculos y de la cinta que forma el lazo. Únicamente el fino
remarcado en negro y blanco de este último diferencia los distintos elementos.
El tema se repite en la tabica inferior.
El
hexágono contiguo se cubre con la alargada figura de un león rampante con
largas lengua y uñas en las garras que se resaltan en color blanco.
Le
sigue un tema heráldico formado por castillos de tres torres en el interior de
tres círculos entrelazados con anudamientos intermedios.
La
última tabica de esta fila superior la ocupa la estilizada figura de un dragón,
con cabeza de reptil y larga lengua fuera en forma de tallo terminado en
ataurique. Su clásico cuerpo de ave termina en larga cola de serpiente, que
aquí se curva y bifurca en un complicado entrecruzamiento de tallos terminados
en formas también de ataurique. Todo el fondo se cubre de pequeñas estrellas
blancas de ocho puntos.
En
la fila inferior veremos la tercera tabica, que repite el motivo de la superior
a base de tres círculos ocupados, esta vez el central por un león pasante y los
laterales por águilas heráldicas.
También
la siguiente es repetitiva de la superior, con la única variante de la
policromía aplicada, que tal vez se deba a la pérdida de color por estar en
peor estado que la superior.
Una
nueva figura de dragón ocupa este hexágono. Con la cabeza inclinada hacia abajo
se han remarcado su lengua y uñas de las garras en color blanco, al igual que
en el león de la tabica superior. También aquí, como en el dragón ya visto, la
cola termina en forma de tallo vegetal que se curva y bifurca creando roleos y
volutas con terminaciones florales muy simples.
Aunque
repetido el tema heráldico, he querido incluir la tabica inferior de tres
castillos de tres torres en el interior de otros tantos círculos entrelazados,
por existir también una visible diferencia en su estado de conservación en
relación con la superior.
Por
último, también en esta línea se repite el motivo del dragón de la fila
superior. Muy parecido a aquél, con larga lengua en forma de tallo vegetal
terminado en ataurique, al igual que la cola creando formas curvadas. El fondo
también se cubre con pequeñas estrellas blancas de ocho puntas.
El
faldón izquierdo de esta octava sección es otra de las pocas en las que la casi
totalidad de los hexágonos se cubren representaciones de personajes. Asimismo
destaca, como bien señala Yarza, que estando tan próxima a la sección más
dañada (la novena o última) las tabicas se hayan conservado en mejor estado que
muchas otras más alejadas de esta zona.
En
la primera tabica se representa una muchacha con un cetro o bastón terminado en
forma de flor de lis que sujeta con la mano izquierda. Viste falda lila
encordada y en la cabeza lleva una diadema con cintas. Según Novella, antes de
la restauración, el brazo derecho, que ahora mantiene en posición extraña, lo
tenía levantado y la mano abierta a la altura del rostro. Igualmente, la parte
inferior tampoco corresponde al trazado antiguo, habiéndose realizado en la
falda unos pliegues blandengues.
La
contigua está dividida en dos partes que contienen sendas escenas de mujeres
trabajando. En la escena superior la mujer se presenta transportando materiales
en sendos cestos; en la inferior una mujer manipula el interior de uno de los
cestos. Por el tocado se han identificado como mudéjares, y Yarza opina que se
trata de alfareras. No es extraño que se encuentren realizando estas tareas ya
que era frecuente la colaboración de las mujeres en la limpieza y saca de
escombros en las obras de construcción.
En
la tabica siguiente, una muchacha que se lleva la mano izquierda a la cara,
tapándose un ojo, y que sostiene en la derecha una especie de larga cuerda.
A
continuación un hombre vestido con túnica se lleva el dedo de la mano derecha
al ojo. Tanto esta escena como la anterior resultan un tanto extrañas y podrían
querer representar el mal de ojo, temor muy común en la Edad Media.
En
este hexágono se puede ver a un hombre de pie, vestido con capa, que señala con
el dedo de la mano derecha una rama que sostiene con la izquierda.
A
continuación, la tabla se divide en dos partes, con representaciones de
guerreros a caballo en posición de lucha, sujetando la espada en alto con la
mano derecha y el escudo en la izquierda. Aunque ambos visten cota de malla,
el superior lleva la cabeza descubierta, mientras que el inferior se la
cubre con almofar o capuchón de malla y casco encima. Montan en caballos
blancos y miran hacia la derecha
Un
motivo ya visto cubre la tabica siguiente. Se trata de una ornamentación
geométrica compuesta por tres medallones u óculos formados por entrelazos
rectos y curvos que generan motivos de lazo en forma de círculos. Aquí se
repiten los motivos centrales vistos en la sección sexta, formados por cruces
dobles con puntas apuntadas en la que se entrecruza un cuadrilóbulo.
El
motivo geométrico que veremos a continuación es común a las dos tabicas de esta
última línea. Esta formado por doce espacios cuadrados, dispuestos en dos
columnas, en cuyo interior se inscriben rombos, que a su vez se rellenan con
cruces blancas.
La
primera tabica de la fila inferior presenta a un hombre vestido con túnica y
manto que porta en su mano izquierda un objeto inidentificable en el que se ha
querido ver, tanto una pequeña caja como un libro.
En
consonancia con el hexágono superior, este esta ocupado por una mujer mudéjar
trabajando en tareas relacionadas con la construcción. Se ha especulado sobre
si está elevando materiales en un capazo mediante el uso de una polea, o si
está sacando agua de un pozo.
A
continuación una mujer de corta talla y cabeza grande se presenta en una
postura un tanto extraña. Vestida con una larga túnica, parece intentar
abrírsela con ambas manos a la altura de los pechos. Este gesto se asemeja al
de los judíos al rasgarse las vestiduras en señal de escándalo. Se le ha
relacionado con la lascivia. De todas maneras, esta mujer es muy poco
expresiva, y podría suponerse que simplemente se limita a colocar las manos
sobre la tela.
Un
hombre de pie sujetando con ambas manos un libro ocupa la siguiente tabica.
La
figura siguiente representa a un hombre de pie vestido con saya azul oscuro y
calzas y manto rojo recogido en su mano izquierda y empuñando una espada larga
en la derecha que apoya en el hombro.
Una
nueva representación de la realeza se encuentra en este hexágono. Se trata de
una reina vista de frente, de pie con corona y cetro en la mano izquierda
terminado en forma de flor de lis. Viste brial largo y manto atado con cuerdas.
Esta es la única representación de reina cuya identificación como tal es
segura, ya que las otras dos que se relacionan con reinas son dudosas al estar
muy alteradas. Se le ha querido identificar con la reina Violante de Hungría,
aunque esta hipótesis no ha sido mayoritariamente aceptada.
La
figura de un joven de pie que viste saya color carminoso que parece estar
caminando, ocupa la última tabica.
En
esta sección es la segunda en que no encontramos ninguna representación
figurativa, además de haber perdido la última línea, contigua a la última
sección. Para Yarza la repetición casi perfecta de motivos en todas las líneas
puede inducir a sospecha en cuanto a la autenticidad de alguna de ellas.
También es de destacar la abundancia de escudos con la Señal real de Aragón que
aparecen en las líneas quinta y sexta.
La
temática de las tabicas de la primera línea es de tipo vegetal, aunque con
desarrollo casi geométrico. Se basa en el desarrollo ya varias veces visto que
parte de un eje central imaginario a partir del que se generan tallos que se
curvan hacia el interior de forma simétrica y que terminan en motivos florales
completando el interior.
También
el siguiente tema es ya conocido. Se trata de un motivo de zig-zag en vertical
formando una especie de red de rombos. Se remarca alternado una gama de
colores claros y oscuros para producir la impresión de incidencia de luz. Los
pequeños espacios triangulares laterales de fondo negro se completan con un
tema igualmente muy repetido, consistente en tres pequeños puntos blancos
dispuestos en forma triangular.
En
tercer lugar, las tabicas están ocupadas por tres círculos con cruces
flordelisadas en su interior
A
continuación otro motivo vegetal de desarrollo simétrico. Parte de un tallo
central en la parte superior, que después de dos bifurcaciones a cada lado
terminadas en formas florales, se entrecruza creando un espacio acorazonado,
volviéndose a entrelazar para terminar en semicírculo. Estos últimos espacios
se completan con motivos florales en forma de flor de lis.
El
siguiente hexágono contiene un motivo heráldico formado por un motivo de lazo
entrecruzado que genera tres espacios circulares con pequeños anudamientos
intermedios. En cada uno de ellos se inscribe un escudo con las armas de la
Monarquía aragonesa: sobre campo de gules cuatro barras en oro.
Otro
motivo de lazo se encuentra en la tabica contigua. Parte de lazos de cuatro
octogonales que forman espacios estrellados de ocho puntas y otros cruciformes
con extremos apuntados cubriendo el hueco entre cada cuatro de los anteriores.
Los estrellados, dispuestos en dos columnas, se rellenan con el escudo de armas
de la Monarquía aragonesa ya descrito.
Un
nuevo motivo vegetal repetido de otras tabicas ocupa las dos de esta línea. Se
trata de tallos que se curvan formando tres grandes roleos con motivos florales
en forma de flor de lis en sus centros.
De
desarrollo parecido al anterior pero ligeramente más complejo, es el tema
vegetal que ocupa la última línea. Dos tallos se curvan a lo largo de todo el
largo de la tabica formando espacios circulares. Tanto los tallos principales
como los más pequeños que salen de éstos terminan en motivos florales en forma
de ataurique.
En
cuanto a la novena y última sección, fue la que mayores desperfectos sufrió
durante la guerra civil, ya que fue aquí donde cayó la obús que causo gran
parte de los destrozos.
La
restauración en este tramo se limitó a reconstruir la cubierta ornamentándola
con motivos iguales a los que se ven en el resto de secciones. Así, en el
centro del almizate se dispuso una gran cúpula gallonada con una triple banda a
ambos lados formada la central por cupulillas gallonadas que se intercalan con
estrellas de ocho puntas en relieve, y las laterales por hexágonos de laterales
alargados. Una banda de hexágonos en vertical por lado con una doble banda de
hexágonos horizontales y cupulillas y estrellas completan la cubierta.
En
los faldones también se respetó la misma composición ornamental que en el resto
de la techumbre, disponiendo dos filas de hexágonos entre las que se intercalan
tres de lazos de cuatro octogonales. Todos los espacios se han pintado de
diversos colores sin intentar reproducir ni reconstruir la posible decoración
pictórica que los cubría.
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