La descendencia de
Alejandro
Alejandro habría tenido, no uno sino dos hijos
de Roxana. Se dice del primero que habría muerto a corta edad. Sin
embargo, algunas tradiciones orales pónticas hacen referencia a la
escenificación de la muerte de este último, que habría tenido descendencia. El
segundo, que nació poco después de la muerte de Alejandro, es Alejandro Aego,
conocido bajo el nombre de Alejandro IV de Macedonia, fue asesinado por orden
de Casandro en el 310 a. C.
Alejandro tuvo un hijo ilegítimo, Heracles,
nacido de Barsine, una princesa persa.
A la muerte de Alejandro, Nearco habría
intentado en vano colocar a Heracles sobre el trono. Murió con su madre en
309 a. C. por orden de Poliperconte, que pretendía con esta ejecución
congraciarse con Casandro.
Cuando Alejandro Magno murió el 13 de junio del
323 a. C. en Babilonia, ninguno de sus camaradas pensaba en dividirse el
imperio entre ellos. En primer lugar, porque el rey fallecido, tenía herederos
y la lealtad hacia la familia real de los Argéadas era fuerte, sino entre los
generales, por lo menos sí entre los soldados.
La idea de un único imperio perduró durante una
buena veintena de años, resistiendo a las fuerzas centrífugas, hasta la derrota
final de Antígono I Monóftalmos. Además, aún después de la desintegración del
imperio de Alejandro, su memoria siguió viva e inspiró las ambiciones de
algunos soberanos, como Antíoco III el Grande.
Alejandro había tomado la precaución, al
comienzo de su reinado, de hacer el vacío entre la numerosa parentela
masculina, a menudo ilegítima, de su padre. De ésta, sólo quedaba un bastardo,
mentalmente retrasado, Filipo Arrideo, al que Alejandro custodiaba a su lado.
Con sus esposas legítimas, Alejandro no tuvo hijos, pero Roxana estaba a punto
de dar a luz. Parece que en un primer momento, dos conceptos se enfrentaron en
el seno del Consejo que siguió a la muerte del rey, entre los Amigos (philoi) y los Guardaespaldas
(somatophylakes). Algunos,
entre ellos Pérdicas, preferían la opción de fortalecer el gobierno central y
su organización de forma drástica. Ptolomeo, y otros diádocos preferían por el
contrario, la constitución de una asamblea de sátrapas, que se reuniera de vez
en cuando, estructura bastante laxa, que permitiera una fuerte autonomía a las provincias
y a sus dirigentes. En cualquier caso, se decidió esperar al nacimiento del
hijo de Roxana: si se trataba de un varón sería rey. Pérdicas y Leonato, a los
cuales prestó juramento el Consejo, fueron designados tutores temporales del
futuro bebé de Roxana.
Esto se hizo sin contar con los soldados de
infantería, que aceptaban mal la política de fusión de culturas propugnada por
Alejandro Magno, y que se habían significado en el pasado en la sedición de
Opis. La idea de que el futuro rey podría ser un medio-iraní, por parte de su
madre, provocaba la oposición de la falange. Además, el general Meleagro,
enviado por la Junta para negociar con los soldados, jugó su carta personal se
puso del lado de los soldados. Parece que se estuvo cerca de la confrontación,
(los diádocos y la caballería debieron abandonar Babilonia por un tiempo), pero
se llegó a un compromiso, gracias al canciller de Alejandro Magno, Eumenes, que
se benefició de su condición de no macedonio para lograr una conciliación. El
medio hermano de Alejandro fue proclamado rey bajo el nombre de "Filipo
III Arrideo", pero los derechos del niño por nacer se conservaron, y
cuando éste nació, fue proclamado rey con el nombre de Alejandro IV de
Macedonia.
El reparto de los puestos
No siendo ninguno de los reyes capaz de asumir
las obligaciones del trono, se organiza un sistema organizado de distribución
de los puestos en el seno del Consejo de Babilonia. Pérdicas es designado
quiliarca del imperio, (equivalente a visir en la dinastía Aqueménida), y epimeleta
(gobernador) del reino. Crátero, el oficial al que, sin duda, Alejandro tuvo
mayor confianza después de Hefestión, se convierte en prostatés (tutor)
de Filipo III, por su epilepsia y su retraso mental.
En este momento, Crátero no se encuentra en
Babilonia, sino en Cilicia, con 50.000 veteranos, en camino de vuelta a Europa.
Antípatro conserva la regencia de Macedonia y Grecia (aunque antes de la muerte
de Alejandro, iba a ser para Crátero), mientras que su hijo Casandro, que llegó
a Babilonia, poco antes de la muerte del rey, es colocado a la cabeza del
batallón de hipaspistas. Seleuco recibió el título de hiparca que le
otorga el derecho al mando de la caballería de los Compañeros (mando
prestigioso siendo ejercido antes que él por Hefestión y Pérdicas). La elección
de Pérdicas como quiliarca no es de extrañar, ya que llevaba ese cargo con
Alejandro, pero sin el título, y al que el rey agonizante confió el anillo
real, cuyo sello autentificaba los actos de soberanía. Pérdicas se convierte
oficialmente en ese momento en quiliarca, pero la tutela de los reyes, que se
le escapa, es confiada a Crátero. Para marcar su nueva autoridad, Pérdicas hace
ejecutar rápidamente a Meleagro entre una treintena de insurgentes de la
falange.
El Consejo de Babilonia se traduce en una gran
renovación de la cabeza de las satrapías, que puede resumirse así:
Ptolomeo recibe Egipto (la satrapía más
rica y más poblada), la que ambicionaba desde tiempo atrás.
Antígono I Monóftalmos es confirmado como jefe de
Frigia, donde ya gobierna desde (333 a. C.) y obtiene Licia y Panfilia.
Lisímaco recibe Tracia (tomada a
Antipater), a donde acude rápidamente para hacer frente a las revueltas.
Leonato recibe Frigia helespóntica.
Peitón recibe Media.
Peucestas recibe Persis.
Filotas recibe Cilicia.
Arcón recibe Babilonia.
Asandro recibe Caria.
Atropates, uno de los pocos gobernantes
asiáticos que permanecía en su puesto, conserva Atropatene.
Eumenes de Cardia recibe Capadocia y Paflagonia con
la condición de que las conquistase, ya que ninguno de estos dos territorios fue
tomado por Alejandro.
La revisión de una lista exhaustiva muestra la
preponderancia neta de los macedonios. En efecto, se notan pocos griegos, (el
caso de Eumenes, que debe apoderarse de los territorios que le han sido
asignados es particularmente elocuente), y unos pocos soberanos asiáticos que
Alejandro había mantenido en su cargo, tales como Poros y Taxiles en la India,
Oxiartes en el país de los Paropanisades (como padrastro de Alejandro se hizo
intocable). La partición de las satrapías hay que considerarla bajo un doble
punto de vista. ¿Por qué en primer lugar, enviar tantos oficiales destacados a
las cuatro esquinas del imperio? Por otra parte, ¿La elección de los
beneficiarios tenía algún significado especial? A menudo se sugiere, habida
cuenta de la suerte de Ptolomeo o Seleuco, que son los diádocos[1]
quienes exigieron la distribución de las satrapías.
Dicho esto, y sin descartar las ambiciones a
largo plazo de algunos, se guardaron de proponerlo. Oficialmente, lo que prima
es la salvaguarda del imperio, y se impone la prestigiosa designación de
oficiales en las provincias de un imperio aún frágil. Pérdicas probablemente no
es infeliz al ver alejarse a rivales en potencia, vueltos aún más desafiantes
tras la ejecución de Meleagro.
Descartarlos presenta riesgos a largo plazo,
pera gana tiempo para poder consolidar su poder.
El levantamiento
bactriano
La crisis entre los diádocos y la falange no
fue la única que se produjo después de la muerte de Alejandro. En Bactriana
estalla una revuelta entre los colonos griegos instalados por Alejandro en los
asentamientos militares, más o menos disciplinados, a fin de proteger esta
frontera particularmente vulnerable. Considerándose a sí mismos como exiliados,
exigen su repatriación desde 325 a. C. Las colonias militares fundadas por
Alejandro en Bactriana y en Sogdiana estaban, en efecto, pobladas mayormente
por colonos griegos. Tras la muerte del soberano, este movimiento va cobrando
impulso y se combina, aparentemente, con un levantamiento bactriano. Los
rebeldes forman un ejército estimado en 20.000 hombres de infantería y 3.000
jinetes. Pérdicas pone entonces en pie un ejército integrado por macedonios
designados al azar (porque eran reacios a regresar a las tierras de la Alta
Asia) y por tropas orientales reclutadas en las distintas satrapías. Encarga a
Peitón, sátrapa de Media, que termine con la insurrección. Éste utiliza la
traición para vencer a los colonos griegos pero, contrariamente a las órdenes
de Pérdicas, quien le había ordenado exterminar a los insurgentes, acepta su
rendición. Pero los soldados no respetan el tratado porque consideran que no
tiene otro objetivo que servir a las ambiciones de Peitón, por lo que masacran
a todos los colonos, con la intención de hacerse con el botín prometido por
Pérdicas. Bactriana fue confiada entonces al sátrapa de Aria y Drangiana, el
chipriota Estasanor de Soli, quien se hizo así con un vasto territorio.
Mapa del antiguo Imperio persa, destacando en rojo el
territorio de Bactriana.
Guerra de Lamia o Lamiaca (323-322 a.C)
La guerra de
Lamia o Lamiaca (323-322 a.C), también llamada Guerra Griega, fue un conflicto
militar ocurrido en Grecia trás la muerte de Alejandro Magno.
Atenas,
junto a sus polis aliadas de la Grecia Continental, se alzó contra el gobierno
supremo macedonio de Antípatro, regente de Macedonia y Grecia. Esta fue la
última guerra en que Atenas desempeñó un papel principal; después de ser
derrotada, los atenienses perdieron su independencia.
Alzamiento de Atenas
Cuando
Alejandro murió en Babilonia en junio de 323, comenzaron a llegar rumores de su
muerte a Grecia, Demades, el estadista ateniense, bromeó: “Si fuese Alejandro verdaderamente estuviese muerto,
el hedor llenaría el mundo!”
Sin
embargo, en septiembre de ese año, se confirmó la muerte del conquistador.
En Atenas,
esta fue la señal para la revuelta.
Se produjo
la unión de todos los partidos anti-macedónicos, encabezados por los atenienses
y los etolios decidieron aprovechar la situación para rebelarse contra la
hegemonía macedonia en Grecia. Los líderes de la revuelta eran Leostenes e
Hiperides, que persuadieron a la Asamblea (Ecclesia) que había llegado el
momento de deshacerse de sus ataduras. Los atenienses votaron la guerra, con el
fin de alcanzar la libertad “de toda la Hélade”.
Se
contrataron 8.000 mercenarios del cabo Ténaro, y Atenas se puso en pie de
guerra. Se movilizaron 200 trirremes y 40 quadremes, junto con todos los
ciudadanos menores de 40 años El experimentado Leostenes fue elegido para
comandar las fuerzas griegas.
Consiguieron
la colaboración de muchas otras ciudades-estado o polis que proporcionaron a
los atenienses un gran número de soldados formando un ejército capaz de
oponerse a Antípatro de Macedonia, que poseía solamente 13.000 infantes y 600
jinetes debido a las campañas macedonias en el este.
Pidió ayuda
a las satrapias de los alrededores, entre los que se encontraban Leonato en
Frigia, en busca de ayuda; así como a otros más distantes como Cratero, que
marchaba a Macedonia con 10.000 veteranos y que se retrasó todo el tiempo que
pudo.
Antípatro
reunió lo que tenía en la mano y se dirigió hacia el sur en Tesalia. Allí se le
unieron 2,000 excelentes jinetes tesalianos; veteranos de las guerras de
Alejandro que habían servido bajo el mando de Parmenio y que estaban mandados
por Menon de Farsalia (el futuro abuelo materno del gran rey epirota y
conquistador, Pirro).
Leóstenes
no había estado inactivo. Poco después de la declaración de hostilidades, había
cruzado el golfo de Corinto a Etolia, donde había enviado los 8.000 mercenarios
de Ténaro. Allí, se le unieron 7.000 etolios (posiblemente infantería ligera).
Con este ejército combinado, se trasladó a las Termópilas (es probable marchase
a lo largo de la costa norte del golfo de Corinto a Amfisa, para llegar a las
Termópilas desde el oeste. Allí se enteró de que una fuerza ateniense de 5.500
ciudadanos (presumiblemente hoplitas) y otros 2.000 mercenarios que marchaban
para unirse a él, estaban detenidos en Beocia por un ejército promacedonio de
Beocia y Eubea. Leóstenes se apresuró hacia el sur, derrotando a los beocios y
uniéndose con la expedición ateniense. Regresó inmediatamente a las Termópilas
a tiempo para enfrentarse con el ejército de Antípatro, que venía del norte.
No hay
datos de la batalla es posible que Antípatro no pudo aprovechar su ventaja en
caballería y al encontrarse el paso cerrado, o bien que ambas fuerzas se
enfrentases al norte del río Esperqueo al sur de Lamia, donde si había espacio
para desplegar los ejércitos, lo que sí se conoce es que Antípatro se retiró a
Lamia esperando los refuerzos que venían en camino.
Asedio de Lamia
Allí fue
asediado por Leóstenes, pero debido a la falta de tren de sitio, los atenienses
sólo podían bloquear a los macedonios. Antípatro sería asediado durante todo el
invierno, y en el cerco murió Leóstenes que fue sucedido por Antífilo. El
nombre de Guerra Lamiaca debe nombre a esta ciudad.
El primero
en responder fue Leonato (sátrapa de Frigia), su objetivo era doble: derrotar a
los griegos y ganar un nombre para sí mismo; y casarse con la hermana viuda de
Alejandro, la princesa Cleopatra. Durante todo el invierno, había estado en
negociaciones con Cleopatra en Macedonia y con su madre intrigante, Olimpia,
todavía en Epiro.
Con Leonato
había llegado Eumenes de Cardia, que había sido nombrado sátrapa de Capadocia.
Pero Eumenes no le proporcionó ningún ejército para llevar a cabo esta tarea,
solamente llevó órdenes del quiliarca Pérdicas a Leonato y a Antígono “el Tuerto” para que le
prestasen ayuda. Ambos dieron escusas pero ninguna ayuda.
Leonato
ahora trató de asesinar a Eumenes, no se sabe los detalles, pero el caso es que
Eumenes escapó.
Leonato
después cruzó a Europa, y marchó por el sur de Tracia (reclutando tropas en el
camino) y llegó a Macedonia, tenía un ejército de 20.000 efectivos, de los que
sólo 1.500 eran jinetes. No quiso esperar a Crátero, que también estaba
marchando a Macedonia, es muy posible que quisiera los laureles de la victoria
para sí mismo, y no compartirlas con un colega. Tal vez el tiempo pudo haber
sido un factor esencial debido a las condiciones de los sitiados.
Leonato
marchó a Lamia a través del valle de Tempe, que era la puerta de entrada a
Grecia. Antifilo, que mandaba la coalición griega que asediaba Lamia, se
encontraba con un dilema, contaba con unos 22.000 soldados de infantería y
3.000 de caballería, la mayoría de estos últimos es las excelentes jinetes
tesalios bajo Menon de Farsalia. Con una clara ventaja en hombres y en la
caballería, tenían que enfrentarse con Leonato en una llanura abierta. Sin
embargo, la zona al norte de Lamia era montañosa. Corría el riesgo de ser
atacado en su retaguardia por las fuerzas de Antípatro, hicieron una salida de
la ciudad. El viejo regente tenía una fuerza considerable dentro; sus 13.000
efectivos originales.
Esto dejaba
a Antífilo dos opciones: bien retroceder hacia el sur, tal vez ofreciendo
batalla en la llanura de Traquis; o bien marchar a toda prisa hacia el norte, a
través de los pasos de las montañas Orthys y enfrentarse con Leonato en las
llanuras del sur de Tesalia. En ambas opciones debía dejar una fuerza para
fijar las fuerzas de Antípatro.
Antífilo
eligió la última opción. Dejó una fuerza de seguridad para mantener el asedio
de Lamia, y con el resto cruzó las montañas y desplegó en el borde de la
llanura de Tesalia. Allí, se encontraron con Leonato y el ejército de socorro
de Macedonia.
No hay
detalles de la batalla, ni siquiera su nombre ha sobrevivido. Pero
posiblemente, la caballería tesaliana bajo el mando de Menon de Farsalia
derrotó el ala derecha de Leonato, envolviéndole, Leonato murió en los
combates.
Sin
embargo, la fuerza dejada para fijar a Antípatro en Lamia fue insuficiente para
contener al viejo zorro. Antípatro salió de la ciudad, derrotó a los sitiadores
y marchó hacia el norte, con la intención de intervenir en la batalla.
Llegó
demasiado tarde para salvar a Leonato, pero con el tiempo suficiente para tomar
el mando de los supervivientes y unirlos a sus fuerzas.
No
dispuesto a continuar con lo que pudo haber sido una difícil batalla contra las
fuerzas macedonias reunidas, Antífilo permitió a los macedonios retirarse hacia
el norte, de vuelta a Macedonia.
Estos
eventos probablemente ocurrieron al final de la primavera o principios del
verano de 322 a.C. Para los griegos, este fue el punto culminante de su guerra
de liberación. Para durante el resto de ese verano, un evento tras otro iría
contra ellos.
Ciudadanos atenienses preparándose para
la batalla
La Liga
Helénica había sido capaz de reclutar 40.000 hombres, así como una flota
considerable. Etolia y Atenas fueron los que más aportaron.
Mientras se
dirigía a oponerse a Leonato en Tesalia, Atenas envió a su flota (200 trirremes
y 40 de las más grandes cuatrirremes) bajo el almirante ateniense, Euetion;
para cerrar el Helesponto y evitar que refuerzos macedonios cruzasen a Grecia
desde Asia. Consiguieron hacerse con Abydos, y se situaron allí para evitar que
se uniera Cratero a Antípatro en Macedonia. Sin embargo, Antípatro tenía 110
barcos propios, y éstas fueron reforzadas por una parte de la flota imperial,
estos refuerzo incluían penteras (llamadas quinquerremes por los romanos), los barcos de guerra más grandes en esos
momentos. La flota macedonia entró en el Helesponto, y Clito el Blanco se
marchó contra los atenienses. No hay datos de la batalla; pero es probable que
las penteras macedonias marcasen la diferencia.
Mapa de la guerra Lamia (323-2 AC) con
las batallas y movimientos de fuerzas
Se abrió el
camino para que Cratero cruzase a Europa. Lo hizo con 1.500 jinetes y 1.000
infantes arqueros asiáticos; y, lo más importante, una fuerza de 10.000
veteranos macedonios de las campañas de Alejandro. Cuando llegó a Pella,
Cratero se puso bajo el mando de Antípatro.
Los
atenienses respondieron reagrupándose, y reunieron una segunda flota de unos
170 buques que estuvo lista para mediados de finales de verano.
Euetion
tomó posición en Samos; probablemente para estar en condiciones de interceptar
los refuerzos macedonios por mar procedentes de Siria. Sin embargo, Clito el
Blanco con 240 buques se enfrentó a los atenienses, en las inmediaciones de
Amorgos; y consiguió una victoria decisiva.
En agosto
de 322 a.C, la flota Clito dirigió al golfo Sarónico y bloqueó el Pireo, que
era el puerto de Atenas. Al mismo tiempo, Antípatro y Crátero marcharon hacia
el sur hacia Tesalia, para enfrentarse al ejército de la Liga.
Batalla de Cranón (322 a.C)
Antípatro y
Crátero avanzaron con su combinado ejército al sur para obligar a los griegos a
batallar. Los griegos, después de reunir a sus dispersas fuerzas decidieron
enfrentarse con los macedonios cerca de Cranón, en Tesalia en agosto del 322 a.C.
Los
macedonios reunieron 30.000 falangistas, 10.000 hoplitas de los cuales 3.000
eran hipaspistas, 3.000 arqueros y honderos 5.000 jinetes, mientras que los
griegos mandados por Antífilo y Menón de Farsalia juntaron una fuerza de 25.000
infantes y 3.500 jinetes.
Basándose
en la alta reputación de la caballería tesalia, el general ateniense Antífilo
decidió utilizar la misma estrategia usada con Leonato, vencer la batalla por
acción de la caballería.
La batalla,
por lo tanto, se abrió con el choque entre la caballería griega y macedonia.
Con la caballería de ambos flancos ocupada, Antípatro ordenó a su infantería
cargar contra las líneas griegas. Los infantes griegos fueron superados por un
enemigo más numeroso y se retiraron a las colinas, desde donde podrían
fácilmente rechazar cualquier asalto macedonio. Viendo la retirada de la
infantería, la caballería griega abandonó el campo de batalla, dejando el campo
y la victoria en manos macedonias.
Las bajas
no fueron muchas, 130 macedonias y 500 griegas, pero convenció a los griegos a
pedir la paz. Esto marcó el final de las ciudades-estado libres y el principio
de la hegemonía macedonia sobre Grecia.
Durante los
siguientes días, Antífilo y Menon pidieron a Antípatro los términos de
rendición. Antípatro anunció que sólo sería tratar con las diversas ciudades de
forma individual. Al principio, la Liga se resistió, hasta que los macedonios
tomaron por asalto varias ciudades cercanas de Tesalia. La Liga se derrumbó ya
que la mayoría de sus miembros buscó la paz por separado.
La guerra
de Lamia había terminado, y Macedonia, una vez más había afirmado su dominio.
Todos los
antiguos estados de la Liga Helénica se rindieron o fueron capturados. En
septiembre de 322, una guarnición macedonia se instaló en Muniquia, con vistas
al puerto de Pireo; y Atenas estaría ocupada durante los siguientes 15 años,
como en el resto de los pueblos y ciudades capturadas, donde Antípatro instaló
oligarcas leales. Sus enemigos fueron condenados, y muchos huyeron. Hipérides
fue capturado en el templo de Poseidón en Egina, y condenado a muerte.
Demóstenes, un viejo enemigo de Macedonia que había regresado a Atenas sólo en
el comienzo de la guerra de Lamia, se suicidó antes de que los odiados macedonios
pudieran apoderarse de él.
Noticias de las
conquistas del este
En Oriente, la vitalidad militar del joven
imperio no fue dañada por la muerte de Alejandro. Así, el año 322 a. C., en el
que se puso un fin a la guerra Lamiaca, estuvo marcado por la rendición de
Capadocia y la anexión de Cirenaica.
Capadocia, independiente bajo el dominio de
Ariarates I, es concedida en el reparto de Babilonia a Eumenes de Cardia junto
con Paflagonia y los países del Ponto Euxino hasta Trebisonda. Pero Leonato,
quien debía dirigir la conquista, acabó muerto en la guerra Lamiaca, y Antígono
rechazó encargarse de ella. Fue por tanto Pérdicas en persona quien dirigió la
expedición. Acompañado por Filipo III marchó sobre Capadocia a la cabeza del
ejército real. Ariarates puso en pie un ejército de 30.000 soldados de
infantería y 5.000 de caballería. Estos efectivos imponentes no deben
sorprender, pues Capadocia y Paflagonia, eran tierras tradicionales de
reclutamiento, especialmente de caballeros. Parece además, que Ariarates no
pagaba tributos, ni a Darío III, ni a Alejandro. Pérdicas venció a Ariarates en
una o dos batallas, causando a las tropas capadocias 4.000 muertos y tomando
5.000 prisioneros. Ariarates fue capturado y crucificado, castigo que los
aqueménidas aplicaban a los rebeldes. La ciudad de Laranda fue tomada, al igual
que Isauria, pero la región del Ponto Euxino no fue alcanzada.
Pérdicas negoció un armisticio con los
capadocios e impuso a Eumenes a la cabeza de su satrapía.
Ptolomeo llegó a Egipto a finales del año 323
a. C., donde se enfrentó a Cleómenes, encargado por Alejandro de la
administración financiera del país, del que se había convertido en sátrapa.
Cleómenes fue mantenido en su cargo por Pérdicas para secundar y, sin duda
espiar, a Ptolomeo. Éste y los otros diádocos coincidieron en que el espionaje
y los inevitables conflictos que iban a desarrollarse eran la mejor manera de
debilitar la posición del ambicioso general.
Pero Ptolomeo eliminó rápidamente el problema
escuchando con atención las acusaciones de los egipcios contra Cleómenes,
acusaciones de abusos al parecer bien fundadas. Éste fue ejecutado rápidamente.
Desembarazado de su rival, Ptolomeo se volvió hacia Cirenaica. Cirene estaba
agitada por problemas políticos entre las diversas facciones y Tibrón, un
mercenario espartano que había matado a Hárpalo en Creta, se hace con el poder.
Tras ser expulsado de la ciudad por uno de sus generales, la asedia, y para
complicar más las cosas, la ciudad conoce una revolución democrática. Algunos oligarcas
se refugian junto a Ptolomeo, y consiguen convencerle de que aproveche la
situación. El compañero de armas de Ptolomeo, Ofelo, es enviado con un ejército
y aplasta a los cirenaicos, quienes se habían reconciliado con Tibrón. Tibrón
es asesinado y Ofelo se convierte en gobernador de la Cirenaica bajo el control
egipcio en 322 a. C.
La primera guerra de
los diádocos (322 a. C.-319 a. C.)
Alejandro tenía el poder asegurado por su
nacimiento, pero también por su genio y por la energía que desarrollaba para
alcanzar sus objetivos. A su muerte, nadie estaba en condiciones de imponerse a
los nobles macedonios, de los cuales, algunos no se creían indignos de suceder
al conquistador. Más de treinta años de guerra bajo Filipo II y Alejandro
desarrollaron fuertes personalidades entre la nobleza.
Pero el desmembramiento del imperio no resultó
del choque de ambiciones individuales. Este imperio era demasiado vasto y
dispar. A partir del momento en que la autoridad central se dividió, las
fuerzas centrífugas propiciaron la división. Además, las monarquías
helenísticas subsiguientes descansaban menos sobre un territorio que sobre la
persona de sus soberanos, con las notables excepciones de Egipto y de
Macedonia. Pero incluso los Lágidas de Egipto y los Antigónidas de Macedonia no
dudaron en anexionar territorios fuera de sus fronteras.
Pronto comenzaron las
hostilidades entre los diadocos, cada uno de los cuales quería ampliar sus
territorios.
Pérdicas de forma
unilateral se autotituló prostates, cargo que legalmente correspondía a
Crátero. Pérdicas, el regente, fue acusado por los demás generales de querer
restablecer la monarquía cuando se casó con Cleopatra hermana de Alejandro, y
para ello se divorció de la hija de Antípatro. Se formó una coalición contra él
formada por Antípatro, Crátero, Antígono, Lisímaco y Ptolomeo, quedándole tan
solo el apoyo de Peiton, Seleuco y Eumenes de Cardia, que era el único general
no macedonio y que había sido secretario de Alejandro.
Transporte del catafalco de
Alejandro, iba tirado por 64 mulas y escoltado por Arrideo. Autor Pablo
Outeiral
Pérdicas y el ejército
dejaron Babilonia, para irse de campaña hacia Asia Menor, dejó a cargo de la
construcción del catafalco para llevar a Alejandro a su distante tumba a un
oficial llamado Arrideo. El magnífico carruaje funerario tardó casi un año en
estar listo.
Salió de Babilonia a primeros
de septiembre del 321 a.C, hacia Siria. Pero Arrideo hizo un acuerdo con
Ptolomeo, y condujo la procesión en dirección sur hacia Egipto cuando se
aproximaba a Damasco, en vez de ir al norte hacia Macedonia, el catafalto era
enorme y estaba tirado por 64 mulas e iba acompañado por una escolta mandada
por Arrideo.
Pérdicas
recibió esta noticia con una semana de retraso e inmediatamente mandó un
contingente de caballería, bajo las órdenes de los comandantes Átalo y Polemón,
para que persiguieran a Arrideo. Podrían haber capturado al lento catafalco,
pero Ptolomeo había ido al norte con su ejército para escoltarlo, así que los
hombres del regente fueron rechazados.
Una vez en
Egipto, Tolomeo enterró temporalmente el cuerpo de su amigo viejo, en Menfis,
la capital de su satrapía. Con el tiempo, lo trasladaría a una elaborada tumba
que construiría en su nueva capital de Alejandría, en la desembocadura del
Nilo; una ciudad entonces en construcción.
En Grecia,
Antípatro y Crátero estaban en la marcha hacia el Helesponto; mientras Antigono
se disponía a tomar una nave de Caria, para abrir otro frente en la guerra.
Pérdicas espera a la primavera en Cilicia, para marchar sobre Ptolomeo. Y
Ptolomeo estaba contratando mercenarios en previsión de desafiar el poder del
regente.
Perdicas
estaba ahora entre dos frentes, había decidido marchar primero contra
Antípatro, pero la captura del catafalco le puso furioso y decidió atacar
primero a Ptolomeo.
Lo primero
que hizo fue enviar a la flota real bajo el mando de Clito el Blanco con
instrucciones de patrullar el estrecho y evitar el cruce de las fuerzas de
Antipatro.
También dio
el mando de las fuerzas de Anatolia a Eumenes, y él con el resto de fuerzas se
dirigió a Egipto.
El fracaso de
Pérdicas en Egipto
Pérdicas, una vez efectuado el reparto de
Babilonia, ve con buenos ojos la partida de las personalidades más fuertes
hacia sus satrapías respectivas. Rápidamente, hace ejecutar a Meleagro, el
comandante de la infantería macedonia, ya que su comportamiento después del
reparto había sido sospechoso. Luego ayuda a Eumenes a entrar en posesión de
Capadocia, tras la renuncia de Antígono. Eumenes se revela de una fidelidad
tenaz a la causa de la unidad imperial.
Pérdicas recibe el apoyo de la reina madre,
Olimpia, que le ofrece casarse con su hija, Cleopatra de Macedonia, hermana de
Alejandro. Pero Pérdicas duda. Enredado en la guerra en Asia Menor, en apoyo de
Eumenes, se enemista con Antígono. Irritada por la espera, Clopatra se niega
ahora a casarse con Pérdicas. Antígono encuentra refugio en Antípatro y
Crátero, que son aliados de Ptolomeo. Pérdicas decide entonces atacar a
Ptolomeo, en 321 a. C. pero le subestima, ya que éste era uno de los mejores
oficiales de Alejandro. Además, la frontera oriental del delta del Nilo es
relativamente fácil de defender. Pérdicas fracasa ante Pelusio y no puede traspasar el Nilo, perdiendo 2.000
hombres. Los propios oficiales del regente Antígenes,
Peitón y Seleuco asesinaron a Pérdicas con sus lanzas y ofrecieron la regencia
a Ptolomeo, quien la rechazó cortésmente. Aun así aprovisionó de nuevo al
ejército y lo envió de vuelta al norte con algunos de sus hombres en mando
conjunto (uno de los cuales era Arrideo). Ptolomeo es lo suficientemente prudente para no
tomar el título de quiliarca. Confía a Peitón y a Arrabeo la protección
de los dos reyes, y espera la llegada de Antígono, Crátero y Antípatro.
El
ejército de Pérdicas tratando de cruzar el río Nilo. Miles de hombres murieron
al intentar cruzarlo, muchos fueron devorados por los cocodrilos.
La guerra en Asia
Menor
En la primavera de 321 a. C., Antígono
desembarca sus tropas en Éfeso, mientras que Antípatro y Crátero atraviesan el
Helesponto. Eumenes debe abandonar Frigia, refugiándose en su satrapía de
Capadocia, y alerta a Pérdicas del desembarco. El quiliarca, estacionado
entonces en Cilicia con los reyes, decide marchar sobre Egipto, mientras que
Eumenes se encarga de defender Asia Menor contra el regente de Europa y sus
aliados. El título de strategos
autokrator da a Eumenes el mando de los ejércitos de Asia menor, que están
en esta época bajo control de Alcetas, hermano de Pérdicas, y de Neoptólemo,
sátrapa de Armenia. Esto pone en aprietos a Eumenes, pues Alceras rehúsa
colaborar, y se repliega a Pisidia. El motivo es que sus soldados «tenían vergüenza de combatir contra
Antípatro, y no tenían más que buenos sentimientos hacia Crátero». Por su
parte, Neoptólemo, jefe de los hipaspistas de Alejandro, no mostró nunca
consideración hacia Eumenes, el «escriba
griego», y acepta las propuestas de alianza de Antípatro, retirando gran
parte de la falange macedonia. Eumenes recibe a embajadores del regente de
Macedonia, pero rehúsa toda negociación. Cuando intercepta a Neoptólemo en la
Frigia helespóntica en abril de 331 a. C., consigue la victoria, y refuerza su
infantería con un fuerte contingente de caballeros capadocios. Eumenes se
apodera además de los bagajes de la falange, que termina por aliarse con él.
Neoptólemo consigue escapar, con un pequeño
contingente de caballeros, y se refugia con Crátero. Antípatro trata, sin éxito
de concluir una alianza con Eumenes, por lo que se decide que Crátero y
Neoptólemo marchen contra él, mientras que Antípatro debe llegar a Cilicia para
combatir a Pérdicas.
La muerte de Crátero
La batalla decisiva entre adversarios y
partidarios de Pérdicas tuvo lugar diez días después, oponiendo a Eumenes y
Neoptólemo. Advertido de la llegada inminente de Crátero, Eumenes reagrupa su
ejército y utiliza hábilmente el mito de Alejandro ante sus hombres: Dos
Alejandros se le habrían aparecido en sueños, uno protegido por Atenea, y
el otro por Deméter, y se enfrentan en combate, resultando vencido el protegido
de Atenea. Eumenes utiliza entonces, como lema, «Déméter y Alejandro» y pide a sus soldados coronarse con espigas de
trigo, símbolo de la diosa. . Parece, incluso, que Eumenes calla a sus tropas
que van a combatir contra Crátero en persona. , aunque es más probable que se
contentase con no colocar en el ala izquierda a ningún macedonio, ya que no se
hubieran atrevido a combatir a Crátero.
Segunda partición
321 a.C. y muerte de Antípatro
La situación después de este encuentro es
bastante confusa. Parece que estalló una nueva revuelta, fomentada sin duda por
Eurídice, la esposa de Filipo III, que al contrario que su marido, era sana de
espíritu y muy ambiciosa. El tutor real, después del reparto de Babilonia, era
Crátero, aunque la tutela efectiva la ejerciese Pérdicas. La muerte de Crátero
la deja el campo libre, al menos así lo cree ella. Al principio, trata de
imponerse a Peitón y a Arrideo, a quien Ptolomeo ha encargado dirigir el
ejército de Pérdicas. Su fracaso no la desanima, y es probablemente el origen
de la revuelta que estalla en Triparadiso contra Antípatro. Euridice utiliza el
descontento del ejército, que reclama las gratificaciones prometidas por
Alejandro, y acusa a Antípatro en público.
Antígono Monóftalmos y Seleuco son
desautorizados cuando toman la defensa de Antípatro. Antígono acaba por traer
sus tropas y retomar el control pero este episodio muestra la fragilidad de la
situación para cada uno de los diádocos. El ejército, según la costumbre
macedonia, es el depositario de la voluntad nacional, y puede por tanto
intervenir en la elección del soberano.
La principal decisión tomada en Triparadiso es
confiar la regencia a Antípatro. Es jefe del ejército, ya que a su llegada,
Peitón y Arrideo le han transmitido provisionalmente el poder, pero también es
jefe del gobierno y tutor de los reyes. Se decide un nuevo reparto de las satrapías,
para tener en cuenta la nueva situación política. Por supuesto, Ptolomeo se
mantiene en Egipto, con la posibilidad de intervenir en el oeste. Esto se
traduce en que el gobierno central le cede sus pregorrativas en la frontera sur
del imperio. Seleuco se convierte en sátrapa de Babilonia. Este cambio es
importante, porque en 323 a. C. había preferido el prestigioso cargo de
hiparca, pero ahora prefiere ostentar un gobierno provincial. Las fuerzas
centrífugas entran en acción y ciertos diádocos las comprenden perfectamente.
Otros son recompensados por haber participado en el complot contra Pérdicas,
como Antígenes y Peitón.
Antígono ve crecer sus dominios como sátrapa de
Frigia, Licia y Panfilia, añadiendo Licaonia. Sobre todo se encarga de poner fin a la
guerra con Eumenes, cuyo dominio es colindante con el suyo. Antípatro le confía
el mando efectivo del ejército con el título de «strategos de Asia», y le deja la custodia de los reyes. Es de hecho
un virrey; ningún otro diádoco tiene tanto poder, salvo quizá, Ptolomeo. Sin
embargo, Antípatro le manda como segundo al mando a su propio hijo, Casandro.
El mal entendimiento entre Antígono y Casandro resulta fatal, pues ninguno
quiere ocupar el segundo lugar. La situación estalla poco después. Casandro es
desheredado por su padre, pero le convence de que no debe separarse de los
reyes, que marchan con Antípatro a Macedonia. Esto supone un gesto de desconfianza
hacia Antígono, pero no es el momento de enfrentarse a él, así que como
compensación, entrega a su hija Fila, como esposa a Demetrio, el hijo de
Antígono. Esta unión no sería feliz, pero refuerza provisionalmente la alianza
entre los dos diádocos.
La regencia de
Antipatro (321 a. C.-319 a. C.)
La preeminencia de Antípatro dura alrededor de
dos años. Está marcada por la reanudación del conflicto contra los etolios, que
aprovechando la partida de Antípatro y Crátero para Asia, habían invadido Tesalia.
Ésta es reconquistada por Poliperconte, ayudado por una invasión de los
acarnanios, sin duda suscitada por Antípatro.
En Asia, Antígono casi acaba con Eumenes y los
últimos partidarios de Pérdicas. Eumenes, mal secundado por Alcetas (el hermano
de Pérdicas), que muere en Pisidia, con 500 caballeros y 200 infantes, se
refugia en la fortaleza de Nora, en los confines de Capadocia y Licaonia.
Antípatro muere poco después, en 319 a. C., a
la edad de 78 años. Con él desaparece el último compañero de Filipo II. Aunque
no participó en la expedición de Alejandro Magno, ha hecho posible mantener la
tutela macedonia sobre Grecia. Su sucesión va a reactivar los conflictos entre
los diádocos.
Antígono
Monóftalmos, o la última tentación imperial
La muerte de Antípatro va a aumentar la
ambición de Antígono en Asia. Dueño de la mayor parte de Asia menor, y
vagamente emparentado con la dinastía argéada, se juzga a sí mismo como el
único capaz de encarnar la idea imperial.
También es la personalidad que domina la compleja
historia del Oriente helenístico durante los quince años siguientes. No es que
a las personalidades de los otros diádocos les faltara grandeza o energía, pero
comparados con Antígono, sus ambiciones parecen limitarse a construirse un
espacio personal en el imperio de Alejandro, mientras que Antígono tiene la
voluntad de dominarles. Ciertamente no era uno de los oficiales más
prestigiosos de Alejandro. Había sido sátrapa de Frigia, pero no había ocupado
un puesto de mando de primer nivel. Sin embargo, a los 65 años revela su
talento militar contra los partidarios de Pérdicas, siendo secundado por su
hijo, Demetrio Poliorcetes, uno de los capitanes más brillantes del momento.
Segunda Guerra de
los diádocos (319 a. C.-315 a. C.)
Pronto estalló de nuevo la guerra. Antípatro no
tenía confianza en su hijo Casandro, así que había nombrado a Poliperconte como
su sucesor en la regencia de Macedonia. Entonces estalló la guerra civil entre
Casandro, apoyado por Antígono y Ptolomeo, y Poliperconte.
Mientras que Poliperconte se hace con el poder
de la regencia, Casandro sólo obtiene el cargo de quiliarca de la caballería,
título que ya había recibido en Triparadiso. La edad de Poliperconte, su falta
de prestigio, y la ambición de Casandro, llevan al conflicto. Además, el
nombramiento de Poliperconte no posee ninguna base política, ya que no emana de
un compromiso entre los diádocos.
Casandro se va a aliar primero con Ptolomeo,
que acaba de arrebatar la satrapía de Siria-Fenicia a Laomedonte, por lo que
entra en conflicto con el poder central, representado por Poliperconte. Éste
busca aliados, por lo que proclama la libertad de los griegos en un edicto y se
acerca los demócratas, mientras que en Asia busca la alianza de Eumenes, al que
nombra «strategos de Asia», título que había recibido Antígono en Triparadiso.
Así se enfrentan dos fuerzas antagonistas en el interior del imperio.
Lucha por el control
de Atenas
El edicto de Poliperconte pone en apuros a
Foción, jefe de la facción oligárquica de Atenas, y a Nicanor, jefe de la
guarnición macedonia. En un principio triunfa la facción democrática, pero la
llegada de Casandro revierte la situación. Ejecuta al jefe del partido
demócrata, y mantiene a Atenas dentro de su alianza.
Casandro parte para Macedonia, y se entiende
con la reina Eurídice, por lo que puede proclamarse regente, mientras que
Poliperconte, que no controla más que el Peloponeso, es despojado de su título.
Casandro marcha entonces contra Poliperconte, y sitia Tegea, pero Poliperconte
acude a Olimpia, la reina madre que reside en Epiro, y ésta le presta ayuda,
invadiendo Macedonia. Eurídice es arrestada, mientras intentaba huir a
Anfípolis.
En septiembre de 317 a. C., Olimpia hace
asesinar a Filipo III por sus soldados tracios, y obliga a Eurídice a suicidarse.
Hace, igualmente, ejecutar a 100 de los partidarios de ésta, entre ellos a
Nicanor, el hermano de Casandro. Éste reacciona con rapidez, y mientras us
oficiales rechazan a Poliperconte, él pone a sitio a Pidna, donde está Olimpia.
La ciudad se rinde, y Casandro, que teme la influencia de la reina madre, la
hace asesinar, y se apodera de Alejandro IV y de Roxana.
En adelante, se comporta como un rey sin
título. Además, se une a la dinastía de Alejandro, al casarse con Tesalónica,
una de las hijas de Filipo II.
Antígono se impone
en Asia (319 a. C.-316 a. C.)
La lucha que se abre en Asia es sobre todo
entre Antígono Monóftalmos y Eumenes. Éste consigue invertir la situación en
verano de 319 a. C., tras recibir fondos de Poliperconte, y el título de strategos.
Levanta tropas y sabe eclipsarse hábilmente ante el recuerdo de Alejandro
Magno. Para ello, alza en la tienda de su estado mayor el trono real, el cetro
y la diadema, y redacta las órdenes en nombre del rey difunto. De esta manera,
liga sus acciones a la causa oficial de la defensa de la monarquía, mientras
que extiende el culto de Alejandro. Eumenes, un griego, contrasta fuertemente
su personalidad refinada con el orgullo de los diádocos. Al principio,
desciende por Fenicia, prudentemente abandonada por Ptolomeo, que se repliega
al sur de Siria. Entonces le llega la noticia de un nuevo triunfo de Antígono.
Poliperconte había encargado al almirante
macedonio Clitos, vencedor de la flota ateniense en la guerra lamiaca, impedir
la llegada de las fuerzas de Lisímaco, sátrapa de Tracia. El dominio del mar
era vital para Poliperconte, para poder unir sus esfuerzos con Eumenes. Clitos
resulta vencedor en el mar, pero Antígono, con la ayuda de Nicanor, uno de los
oficiales de Casandro, consigue transferir sus tropas a la orilla europea del
Helesponto, y destruye el campamento y la flota enemiga amarrada en 318 a. C.
Disturbios en la
parte oriental del imperio
Eumenes abandona Fenicia en el verano de 318 a.
C., hacia Babilonia, a fin de aprovechar los disturbios que acaban de estallar
en la parte oriental del imperio. Peitón, el sátrapa de Media, había tratado de
crear un principado en la meseta iraní, apoderándose de Partia, para darla a su
hermano Eudamos. Derrotado por una coalición de sátrapas liderada por Peucestas,
que gobierna Persia, se refugia con Seleuco en Babilonia. Eumenes, que pasa sus
cuarteles de invierno en Babilonia, intima a Seleuco y a Peitón a unirse a él
contra Antígono, pero ellos rehúsan. Eumenes pasa entonces el Tigris en
condiciones difíciles, ya que Seleuco ha hecho abrir los diques. Finalmente,
Seleuco le deja pasar a Susiana, al este de Babilonia, para reunirse con sus
aliados, con su ejército de 40.000 hombres y 120 elefantes.
Antígono llega a Mesopotamia en el verano de
317 a. C., y recibe el apoyo de Peitón y Seleuco. Ambos marchan sobre Susa,
donde Seleuco comienza el asedio, mientras Antígono se dirige contra Eumenes.
La tentativa de atravesar el río Coprates es un desastre, donde Antígono pierde
miles de hombres, así que decide remontar hacia Media. Eumenes se retira hacia
Persia, al sudeste. La confrontación tiene lugar en otoño de 317 a. C. en la batalla de Paraitacene.
La
tentativa de atravesar el río Coprates fue un desastre, donde Antígono perdió
miles de hombres, así que decide remontar hacia Media. Eumenes se retira hacia
Persia, al sudeste.
Entonces,
Antígono emprende el proyecto de sorprender a su adversario en sus cuarteles de
invierno. Por caminos escarpados, estimados impracticables para un ejército,
cae sobre los acantonamientos diseminados de Eumenes.
Ejército de los diádocos. Elefantes de
guerra asiáticos. A la izquierda elefantes y caballería, autor José Daniel
Cabrera Peña; a la derecha elefantes e infantería en donde se aprecia los
argiraspidos y falangitas, autor Christos Giannopoulos.
En el otoño
de 317 AC, Eumenes movilizó su ejército contra el de Antígono. Ambos
ejércitos reconocieron las fuerzas adversarias, en los que hubo varias
escaramuzas de caballería y Eumenes decidió dirigirse a la ciudad de Gabiene que
ofrecía recursos y suministros, Antigono le persiguió y le obligó a presentar
batalla en las tierras de los paraitacenos, al noreste de Susa.
Antígono
contaba con 28.000 infantes, 9.000 jinetes y 65 elefantes, Eumenes contaba con
35.000 infantes, 6.000 jinetes y 120 elefantes.
Despliegue inicial
Eumenes en
su flanco izquierdo 3.150 jinetes ligeros apoyada peltastas y cubierta por 45
elefantes bajo el mando de Anfímaco. En el centro 3.000 hipaspistas de Susa
mandados por Teatomos, 3.000 argiraspidos o escudos de plata (eran los
hipaspistas de Alejandro que se cambiaron de nombre tras la batalla de Hidaspes
para distinguirse de otros hipaspistas y que contarían entre 50 y 60 años)
mandados por Antígenes, a continuación 12.000 mercenarios hoplitas y 12.000
falangitas nativos o pantodapoi cubiertos por 75 elefantes e infantería ligera.
En el ala derecha bajo su mando, dispuso 2.300 jinetes pesados de los cuales
800 eran compañeros mandados por Tepolemos.
Falange macedonia o pezetairoi o
campañeros de a pié. Autor Johnny Shumate
Antígono
dispuso su ejército en orden oblicuo, en su ala derecha colocó 5.000 jinetes,
de los cuales 1.000 eran arqueros montados y 2.000 tarantinos armados con
jabalinas y escudo pequeño bajo su mando y de su hijo Demetrio. En el centro
colocó 8.000 falangitas macedonios bajo el mando de Policrates, a continuación
8.000 falangitas nativos o pantodapoi bajo el mando de Hipostratos, 3.000
licios y paflagonios y a continuación 6.000 hoplitas mercenarios, delante
colocó los 65 elefantes protegidos por peltastas y arqueros. En su ala
izquierda desplegó 3.500 jinetes entre los que estaban 1.000 compañeros al
mando de Peitón.
Batalla de Paraiticene 317 a.C.,
despliegue inicial
Primera Fase
La batalla
la comenzó Antígono con una carga de la caballería dirigida por
Peitón, que atacó la caballería pesada de Tepolemos, quién la rechazó y
dispersó.
En el
centro mientras tanto, las falanges se enzarzaron en lucha, logrando ventaja
Eumenes debido a la habilidad de los argiráspidos o antiguos hipaspistas, que
eran muy veteranos. Con su caballería ligera en desbandada y su falange siendo
rechazada, la situación parecía grave para Antígono.
Segunda Fase
Sin
embargo, Antígono se dio cuenta de que el fuerte avance de los argiráspidos los
había llevado a adelantarse a sus compañeros, dejando al descubierto un hueco
en el flanco derecho entre el centro y su caballería. En una audaz maniobra
penetra por el hueco y desbarata la caballería de Eumenes. Una derrotado el
flanco izquierdo de Eumenes, Antígono mandó una parte de su caballería pesada
cargar contra la retaguardia de los argiráspidos y la otra parte, atacar a la
caballería del flanco derecho adversaria.
El ataque
fue un éxito, y consiguió equilibrar la balanza evitando la que parecía inevitable
victoria de Eumenes. La intensidad de la batalla disminuyó entonces, con ambos
bandos tratando de reagrupar sus unidades hasta el ocaso, en que Eumenes mandó
retirar a las tropas dejando el campo de batalla para Antigono, que se hizo
cargo de muertos y heridos.
Antígono el
Tuerto se proclamó el vencedor, si bien sus bajas fueron mayores, con 3.700
infantes muertos y cerca de 4.000 heridos. Las fuerzas de Eumenes tuvieron solo
540 infantes muertos y cerca de 1.000 heridos.
En las
jornadas posteriores al choque, los dos contendientes se alejaron el uno del
otro para establecer sus cuarteles de invierno, manteniendo una distancia
prudencial para no perder sus posiciones. Al año siguiente se libraría la batalla
definitiva en Gabiene.
Antígono resulta vencedor, pero sus pérdidas
mayores que las de su adversario, y se retira a Media.
Entonces, Antígono emprende el proyecto de
sorprender a su adversario en sus cuarteles de invierno. Por caminos
escarpados, estimados impracticables para un ejército, cae sobre los
acantonamientos diseminados de Eumenes. Éste consigue al menos reunir sus
tropas para una última batalla, que tiene lugar a comienzos de 316 a. C., la batalla de Gabiene. Antígono,
aprovechando la nube de polvo que se levanta en el campo de batalla, se apodera
del campamento.
Esta vez
las fuerzas enfrentadas son: Antígono: 22.000 infantes (5.000 menos que el año
anterior), 9.000 jinetes y 64 elefantes. Eumenes: 36.000 infantes (1.700 más),
6.000 jinetes y 114 elefantes. Antígono era superior en caballería y Eumenes lo
era en infantería.
Antigono
vuelve a repetir el despliegue de la batalla anterior, en su ala derecha 5.000
jinetes de caballería pesada mandada por él y su hijo Demetrio (Había 1.000
arqueros montados, 2.000 tarentinos que llevaban lanza y un pequeño escudo). En
el centro colocó la falange macedonia (6.000) bajo el mando de Policrates, a
continuación 6.000 pantodapoi (falangitas locales) bajo el mando de Hipostratos,
a continuación 1.600 licios y paflagonios 5.000 los mercenarios, delante colocó
los 64 elefantes protegidos por peltastas y arqueros. En su
ala izquierda desplegó 4.000 jinetes medios y tarantinos bajo el mando de Peitón.
Eumenes en
su flanco izquierdo 3.000 jinetes de caballería pesada apoyada peltastas y
cubierta por elefantes bajo el mando de Peulestas. En el centro 3.000
hipaspistas mandados por Teatomos, 3.000 argiráspidos o escudos de plata
mandados por Antigenes, a continuación 10.000 mercenarios, y 1o.000 falangistas
locales o pantodapoi. En el ala izquierda dispuso 3.000 jinetes ligeros
de Filipo. Cubrió todo el frente con los 114 elefantes apoyados por
peltastas y arqueros como una pantalla para proteger sus fuerzas al tiempo que
proporciona el tiempo de la falange de romper la línea enemiga.
Choque de los elefantes en el centro,
produciendo una nube de polvo
La batalla
comenzó con las dos líneas de elefantes chocaron de forma directa en el medio
del campo de batalla, levantando grandes nubes de polvo en el suelo del
desierto. Esto dio a Antígono una idea aprovechando la falta de visibilidad,
ordenó a su caballería ligera de su ala izquierda envolver por el sureste el
despliegue adversario e ir directamente al campamento de Eumenes que estaba
ligeramente defendido. Todo equipaje Eumenes y las familias de sus soldados
fueron llevados de vuelta al campamento de Antígono.
Aunque la
batalla continuaría, en realidad fue el momento decisivo. Mientras tanto, la
caballería pesada de Antígono del ala derecha mandada por Demetrio con sus
5.000 jinetes había maniobrado desbordando la pantalla de elefantes, y se
dirigió directamente contra la caballería del ala izquierda de Eumenes mandada
por Peulestas que disponía de 3.000 jinetes, cuando éstos vieron la nube de
polvo que se acercaba y huyeron.
Los
elefantes de Eumenes destrozaron a los de Antigono, y se dirigieron contra la
infantería adversaria, seguida de la infantería de Eumenes. Los
hipaspistas y los argiraspidos o escudos plateados destrozaron la falange
macedonia que huyó hacia el norte.
La
caballería de Antígono bloqueó a la caballería de Eumenes y Filipo para que no
accediera al campo de batalla, mientras que la caballería ligera de Peitón
atacó a los hipaspistas y argiráspidos por la retaguardia. Estos formaron un
cuadrado para poder enfrentarse, lo que permitió que la infantería de
Antígono pudiera escapar. Así pues la batalla aparentemente terminó en
empate, con la infantería Eumenes victoriosa en el centro, pero derrotado en
las alas.
Sin
embargo, a pesar de que la batalla fue un empate técnico, la toma del
campamento de Eumenes significaba que iba a ser en cambio una victoria decisiva
para Antígono.
Cuando los
argiráspidos descubrieron que su equipaje y sus familias habían sido capturados
por Antígono, decidieron que ya no querían luchar. Se amotinaron, y arrestaron
a Eumenes. A continuación, se pusieron en contacto con Antígono y acordaron
unirse a su ejército y entregar Eumenes a cambio de la devolución de sus bienes
y sus familias. Antígono estuvo de acuerdo y Eumenes junto con Antígenes fueron
ejecutados, poniendo fin a la guerra. Los argiraspidos o escudos de plata que
ya eran muy mayores, fueron disueltos y enviados a guarniciones, pero no
regresaron a Macedonia.
Situación de los reinos Diádocos en el
315 a.C tras la batalla de Gabiene
Apenas ha vencido a Eumenes, y mientras que su
aliado Casandro se impone en Macedonia contra Olimpia, Antígono se lanza a un
vasto movimiento de reorganización de Asia, comportándose como un soberano.
Descarta sin contemplaciones a los sátrapas, para sustituirlos por hombres
suyos. Así sucede con Peucestas, al que debe, sin embargo debe su victoria
contra Eumenes, que es descartado en Persia, donde es muy popular. Peitón de
Media es ejecutado, y Antígono llega a Babilonia, a pedir cuentas a Seleuco.
Éste debe su salvación a la huida, y Antígono, imitando en esto a Alejandro, no
duda nombrar a persas para los cargos importantes. En 316 a. C. es el más rico
y poderoso de los diádocos.
Tercera Guerra de
los diádocos (314 a. C.-311 a. C.)
Seleuco encuentra refugio con Ptolomeo en
Egipto. Le es fácil convencer al Lágida del peligro que constituye el aumento
del poder de Antígono. El precedente del ataque de Pérdicas a Egipto en 322 a.
C. demuestra que, para todo candidato a la restauración del poder imperial, la
independencia y la riqueza de Egipto constituyen una amenaza. Además, Ptolomeo
desea Siria, que ya ocupó provisionalmente en 318 a. C., y que ahora controla
Antígono.
Se envían embajadores a Casandro y Lisímaco,
inquietos también por los proyectos de Antígono, y se forma una coalición de
los tres diádocos. Se lanza un verdadero ultimátum a Antígono, que reclama un
nuevo reparto de las satrapías, lo que supondría desmantelar su dominio. El
viejo diádoco, (Antígono tiene 68 años) se declara presto para la guerra.
Antígono desea llevar la guerra a Europa, pues
es, al menos nominalmente, la cabeza del imperio. Además, espera probablemente
apoderarse del rey superviviente, Alejandro IV, el hijo de Alejandro. Pero es
retenido en Asia por sus adversarios, y no interviene en Grecia y Macedonia más
que por medio de intermediarios y aliados.
En Asia, hasta 313 a. C., los combates se
limitan a un enfrentamiento entre Antígono y Ptolomeo. El sátrapa de Egipto es
un general prudente, poco inclinado a jugárselo todo en una batalla, y no le
gusta alejarse de sus bases. Así que abandona Siria, evitando enfrentarse con
Antígono, y deja una fuerte guarnición en Tiro, que resiste casi un año
(315-314 a. C.). Ptolomeo confía su flota a Seleuco, que lleva a Chipre y Asia
Menor. Para Antígono, este período es favorable, aunque la toma de Tiro no le
permite acceder a Egipto, muy fortificado. Decide entonces apoderarse de Asia
menor, mientras que manda a sus sobrinos, Telesforo y Polemón desembarcar en
Grecia.
Es entonces cuando Ptolomeo comprende que su
cautela ya no resulta apropiada, y reacciona. Se apodera de Chipre, y se
aprovecha del ardor imprudente de Demetrio, al que vence en la batalla de Gaza.
El
encuentro entre ambos ejércitos se produjo al sur de la ciudad de Gaza.
Ptolomeo formó su ejército que no tenía elefantes.
Demetrio y
Pitón contaban con 11.000 infantes pesados que formaban sus falanges, 2.500
infantes ligeros, 4.400 jinetes y 43 elefantes, y los desplegaron de la
siguiente forma:
Ala izquierda
bajo su mando: 2.900 (200 era su agema o guardia personal compuesta por amigos
entre los que se encontraban Pitón y Boeoto y cuya misión era proteger a
Demetrio, 800 compañeros, el resto eran jinetes de todo tipo) 1.500 infantes
ligeros (1.000 arqueros y lanzadores de jabalinas y 500 honderos persas) y 30
elefantes de guerra.
Centro:
11.000 infantes (2.000 falangistas macedonios, 1.000 falangistas lirios y
paflagonios, y 8.000 hoplitas mercenarios) y 13 elefantes de guerra con
infantería ligera.
Ala derecha:
1.500 jinetes bajo el mando de Andrónico que formaba en ángulo para evitar la
lucha.
Ptolomeo
contaba con 18.000 infantes y 4.000 jinetes y desplegó sus fuerzas:
Ala derecha:
3.000 jinetes pesados bajo su mando y de Seleuco.
Centro:
bajo el mando de Eudamos con 18.000 infantes de los cuales unos 2.000
eran falangistas macedonios, 6.000 eran jóvenes reales que se encontraban en
Egipto por orden de Alejandro de Macedonia y el resto unos 10.000 era
infantería egipcia.
Ala izquierda:
1.000 jinetes bajo el mando de Tiepolemos.
Ptolomeo
dispuso su mejor y más numerosa caballería en el ala derecha, bajo su mando.
Contempló cómo Demetrio le oponía asimismo el grueso de la suya. Para paliar la
desventaja de no disponer de elefantes ideó una estratagema: Elaboró los
abrojos lo que podíamos llamar las primeras minas, es decir púas de hierro unidas
por cadenas que la infantería ligera debería colocar con el fin herir las
plantas de las patas de los elefantes cuando éstos las pisaran al avanzar. Dio
órdenes al resto de su ejército para que no entrase en combate o lo
retrasara todo lo posible, pues pensaba que la batalla la decidiría su ala
derecha de caballería.
Los planes
sucedieron como Ptolomeo había pensado. Demetrio dio orden a sus elefantes de
avanzar y cuando estos se lanzaron contra la caballería de Ptolomeo, con la
caballería de detrás. Cuando los elefantes habían cubierto más de la mitad de
la distancia, dio la señal de que los porteadores egipcios que llevaban las
minas, las colocaran delante de la infantería ligera, estableciendo una especie
de campo de minas protegido por la infantería ligera, y una vez establecido re
retiraron.
Cuando los
elefantes de Demetrio, pisaron los abrojos punzantes o minas, se detuvo el
avance, algunos elefantes se volvieron y arrollaron a su propia
infantería ligera y los que intentaron cruzar, sus conductores fueron abatidos
por la infantería ligera.
Aprovechando
la confusión, Ptolomeo dio orden a su infantería ligera de avanzar, así como
envolvió con su caballería a los elefantes, cargando contra la caballería
adversaria de flanco.
En medio
del desorden, agravado por la pérdida de los elefantes, la infantería ligera de
Demetrio rompió la formación y echó a correr. Los jinetes de también se
dieron a la fuga dejando solos a los compañeros y la agema o guardia real
que fueron rodeados, Pitón y Boeto murieron y finalmente Demetrio pudo huir.
La
infantería mercenaria, dejaron las armas y se rindieron, el resto se retiró a
Gaza. En las puertas de Gaza se originó una gran confusión, algunos
de su caballería prefiere rescatar su equipaje y cuando llegaron las tropas de
Ptolomeo nadie fue capaz de cerrar las puertas a tiempo” con el resultado de
que los perseguidores consiguieron entrar dentro de los muros, y la
ciudad pasó a manos de Ptolomeo.
La derrota
de Demetrio fue flagrante, tuvo 1.500 muertos la mayoría de caballería, 8.000
prisioneros y 40 elefantes capturados. No hay datos de las bajas de Ptolomeo.
Ptolomeo se
fue con su ejército contra las ciudades de Fenicia, conquistando Tiro y Sidón.
Demetrio, necesitando soldados, se retiró a Tripoli (ciudad de Grecia) junto
con lo que quedaba de sus fuerzas de guarnición en Cilicia.
En la
primavera de 311 a.C, Ptolomeo dio a Seleuco una pequeña fuerza de 800
infantería y 200 caballería para que pudiera regresar a Babilonia que había
sido su satrapía y donde todavía tenía partidarios. Seleuco fue capaz de
reclutar otros 3.000 hombres de los pueblos y las colonias griegas a lo largo
de la ruta y recapturar Babilonia rápidamente. Pero el gobernador dejado por
Antígono, Nicanor, armó contra él otro ejército con 10.000 infantes y 7.000
jinetes con fuerzas de Media y Aria y se lanzó en búsqueda del supuesto
usurpador.
Seleuco no
podía hacer frente a su enemigo en campo abierto, así que huyó. Nicanor le
persiguió a Seleuco, astutamente, esperó a que el ejército de su enemigo
hubiera acampado y lanzó un ataque sorpresa durante la noche, e hizo una
masacre en el campamento rival matando a Evangoro, el sátrapa de Aria, y en la
confusión, un gran número de sus hombres se rindieron y aceptaron luchar con
Seleuco, que ahora tenía cerca de 20.000 hombres. Tras haber salido de
Babilonia huyendo, retornó triunfante, con un ejército casi cuadruplicado y con
gran prestigio, pero todavía no era lo suficientemente potente para hacer
frente a Antígono en batalla abierta, así que acto seguido, ante la
inexistencia de fuerzas importantes en las satrapías orientales, Seleuco las
invadió y las hizo suyas.
Mientras
tanto, ya en el año 311 a.C, Antígono volvió a Siria, donde su hijo no había
estado a la altura. No obstante, sabía que su hijo era un buen estratego y que
Ptolomeo era un mal enemigo. Aprovechando su prestigio marchó sobre Fenicia y
las ciudades que habían abierto sus puestas a Ptolomeo, las volvieron a abrir,
ahora a Antígono. Las ciudades lo único que querían era vivir en paz y tanto
les daba que fuera su monarca un diádoco u otro. Ptolomeo, sabiendo que
Antígono era más duro de pelar que su hijo, retrocedió a sus posiciones en
Egipto.
Con el fin
de poner fin a las tensiones se entablaron conversaciones de paz. Los generales
se reunieron en el 311 AC para volver a realizar un nuevo reparto de los
antiguos territorios de Alejandro. Casandro fue nombrado regente, con la sede
de su poder en Macedonia, Ptolomeo y Lisímaco conservaron sus territorios,
mientras que Asia pasó a manos de Antígono, incluyendo Gaza que permaneció bajo
su poder, pero Babilonia quedó en manos de Seleuco.
En Grecia
seguía la lucha entre Casandro, hijo del difunto Antípatro, regente de
Macedonia nombrado por Alejandro, y Polemón, el sobrino de Antígono. Éste se
había hecho con el control del Peloponeso y la parte de Grecia situada debajo
de la Tesalia.
Con
Antígono dueño absoluto de Asia Menor, y con su sobrino Polemón amenazando a
Macedonia desde el Sur, Casandro temió que, en cuanto Antígono terminara su
operación contra Ptolomeo, podría invadir Grecia atravesando el Helesponto y
recibir el apoyo de su sobrino desde el Sur. Y poco podría hacer Lisímaco en la
Tracia contra el poderoso Antígono.
La paz de 311 a. C.
En 311 a. C., ninguno de los diádocos había
conseguido una ventaja decisiva, por lo que se hacía sentir la necesidad de una
tregua. Por ello, los plenipotenciarios de Lisímaco y Casandro toman contacto
con Antígono, a los que pronto se les unen los de Ptolomeo. La paz firmada es
conocida por una breve alusión de Diodoro, y por un texto epigráfico incompleto
descubierto en la ciudad de Skepsis en Troade.
Las dos principales disposiciones del tratado
son que cada uno conserva sus posesiones, y se proclama oficialmente la
libertad de los griegos. Antígono permanece como «strategos de Asia», lo que
hace que de facto, Seleuco se convierta en sátrapa rebelde. Antígono
aparece como el vencedor provisional del conflicto. Su imperio, centrado en
Asia menor está intacto, a excepción de Babilonia, en poder de Seleuco. Además,
se queda con los tesoros que sus adversarios deseaban arrebatarle. También
estima como favorable la proclamación de la libertad de las ciudades griegas,
ya que todos los diádocos las tienen en sus estados, aunque es un arma de doble
filo, que también puede volverse contra él.
Sin embargo, Antígono no ha logrado ninguno de
sus objetivos. Ninguno de sus adversarios ha sucumbido, y debe reconocer a
Casandro como «strategos de Europa», y tutor de Alejandro IV. Como la mayoría
de edad del rey se acerca, hay una amenaza para todos los diádocos, ya que
puede disponer de sus funciones. Por eso, la paz contiene en sí la extinción de
la dinastía argéada, ya que conviene a todos ellos. En definitiva, este arreglo
mantiene el statu quo, lo que vistas las circunstancias, no es de
extrañar.
Por esas fechas, Casandro asesina al joven rey
Alejandro IV, y a su madre, Roxana, poniendo fin a la Dinastía argéada, que
había gobernado Macedonia durante varios siglos. Por el momento, los generales
siguieron reconociendo a Alejandro como rey, ya que Casandro no anunció su
muerte, pero parecía claro que antes o después, algunos o todos reclamarían el
trono.
Guerra de Babilonia
(311 a. C.-309 a. C.)
La paz de 311 a. C. no es más que una simple
tregua, que se revela de corta duración. En efecto, Seleuco rechaza a los
generales enviados contra él por Antígono, y extiende su gobierno a todas las
satrapías interiores, hasta la India. Tanto Antígono, como su hijo Demetrio,
son derrotados por Seleuco, con lo que se acaba con cualquier posibilidad de
restauración del imperio de Alejandro el Grande, un resultado confirmado en la
batalla de Ipsos de 311 a. C.
El fin de la
dinastía real
Mientras Ptolomeo y Antígono se enfrentan, y
Seleuco está ocupado en Asia, Macedonia conoce trágicos acontecimientos, con la
desaparición de la casi totalidad de la familia real. El tratado de paz permite
a a Casandro conservar su título de «strategos de Europa» hasta la mayoría de
edad del rey Alejandro IV. Es prácticamente la condena de muerte de Alejandro y
de su madre, Roxana, que son asesinados en 310 a. C. Poliperconte, nuevamente
en desacuerdo con Casandro, toma bajo su protección a Heracles, hijo ilegítimo
de Alejandro y Barsine, y levanta un ejército de 20.000 hombres. Casandro se
siente incapaz de hacerle frente, pero le ofrece compartir el poder en Grecia,
a cambio de deshacerse de Heracles. Heracles es asesinado, y así desaparece el
último miembro masculino de la dinastía Argéada, y el último obstáculo para que
los diádocos se proclamen reyes.
Cuarta Guerra de los
diádocos (308 a. C.-301 a. C.)
Tras la paz alcanzada en la Tercera Guerra de
los Diádocos, la guerra estalló de nuevo. Ptolomeo había extendido su poder al
mar Egeo y a Chipre, mientras que Seleuco estaba consolidando su poder en los
vastos territorios del este del imperio de Alejandro. A partir de 318 a. C.,
Seleuco, emprende un largo conflicto con el príncipe indio Chandragupta Maurya,
que acaba con un tratado de paz en 303 a. C. Seleuco abandona las satrapías
indias del imperio de Gandhara, así como la parte oriental de Aracosia y
Gedrosia, pero se apodera de Bactriana y coloca el centro de su poder en
Babilonia, creando la capital de Seleucia del Tigris.
Pero es Ptolomeo el que retoma la iniciativa en
el mar Egeo, donde domina la confederación de las Cícladas, bajo control de
Antígono. Aprovechando un conflicto familiar entre Antígono y su sobrino
Polemón, se construye un principado en Eubea alrededor de Calcis. En ese
momento, Demetrio está ocupada en Asia con Seleuco, y Antígono no tiene flota.
El sátrapa de Egipto sabe que ya no puede contar con sus antiguos aliados.
Casandro está ocupado en oscuros conflictos internos de la península balcánica,
y Lisímaco tiene que defender sus fronteras de nuevos ataques. Así que tiene
que actuar solo, y en 310 a. C. envía a su general Leónidas a apoderarse de
Cilicia. La reacción de Antígono es rápida: recupera Frigia y vence a Leónidas.
Pero en 309 a. C., Ptolomeo se apodera de las ciudades costeras de Caria y de Lidia.
Por estas fechas, Ptolomeo parece alcanzar un
acuerdo con Antígono para repartirse el mar Egeo. Las islas serían recuperadas
por Antígono, y la Grecia continental para Ptolomeo. Esta alianza está
claramente dirigida contra Casandro y Poliperconte. A partir de 308 a. C.,
Ptolomeo atraviesa el Egeo y se apodera de Andros, y luego desembarca en el
Peloponeso. Sus embajadores llaman a la libertad de los griegos. Pero los
acontecimientos en Cirenaica le preocupan, así que hace un tratado con Casandro
y vuelve a Egipto.
La retirada de Ptolomeo de Grecia continental
deja el campo libre a Antígono.
En efecto, acaba de firmar un tratado con
Seleuco, reconociendo su control sobre las satrapías orientales, y aprovechando
que éste está ocupado en su frontera oriental, vuelve su activismo hacia lo que
siempre fue su objetivo: Grecia y Macedonia. Hace construir una nueva flota (la
anterior había pasado a poder de Ptolomeo), y en 308 a. C.-307 a. C., Demetrio
parte de Éfeso con 250 naves.
Entra en Atenas, expulsa a Demetrio de Falero,
el gobernador de Casandro que gobernaba desde hacía 10 años, y proclama de
nuevo la libertad de las ciudades griegas. Los acontecimientos son muy
desfavorables para Casandro, que se ve rechazado más allá de las Termópilas, y
pierde también el Épiro.
Esta situación es inaceptable para Ptolomeo,
para quien el nuevo poder de Antígono supone una amenaza. Así que también arma
una flota para atacar Siria.
Demetrio es llamado por su padre, sin haber
podido tomar Corinto ni Sición, en manos de Leónidas, el general de Ptolomeo.
Parte para Chipre y vence al strategos Menelas en la batalla de Salamina de Chipre en 306 a. C.
Lo diádocos se
proclaman reyes
Este éxito anima a Antígono, que tiende siempre
a la restauración del imperio de Alejandro, a tomar, junto con su hijo, el
título de basileus «rey» bajo el nombre de Antígono I, y Demetrio
I. Plutarco cuenta que fue por iniciativa de Aristodemo de Mileto por lo que se
tomó la decisión. De cualquier modo, es una manera de afirmarse como el sucesor
de Alejandro, sobre todo, después de la desaparición de los últimos herederos
de la dinastía argéada. El hecho de que, según Apiano, Demetrio sea asociado al
trono, ilustra bien esta voluntad de fundar una nueva dinastía.
Evidentemente, los demás diádocos deben reaccionar,
y adoptan sucesivamente una actitud idéntica, tomando el título real. Así se
convierten en reyes, Ptolomeo I (305 a. C.), Casandro de Macedonia, Lisímaco de
Tracia, y Seleuco I. Era una manera de oponerse a las pretensiones imperiales
de Antígono, y de asegurar la legitimidad de sus poderes. La consecuencia más
directa es el desmembramiento definitivo del imperio, y el nacimiento jurídico
de las monarquías helenísticas.
El sitio de Rodas
En el mismo año, Antígono intentó invadir
Egipto, pero las tormentas impidieron el abastecimiento de la flota de
Demetrio, y fue obligado a volver a casa. Ahora, con Casandro y Ptolomeo muy
debilitados, y Seleuco ocupado en el este, Antígono y Demetrio se ocuparon de
Rodas, a la que sometieron a sitio en 305-304 a. C., sin conseguir tomar la
ciudad.
Si Rodas adopta una estricta neutralidad en los
conflictos de los diádocos, sus intereses económicos se orientan
preferentemente a una alianza con Egipto. Además, el desarrollo de la piratería
concede a la isla un papel de gendarme de los mares que le vale un gran prestigio.
Antígono desea apoderarse de la ciudad por su importancia estratégica. Como ya
tiene Chipre, si consigue Rodas, puede controlar el conjunto de comunicaciones
del Mediterráneo oriental y el Egeo.
Demetrio
con un ejército de 40.000 infantes desembarcó en Rodas con más de 200 naves de
guerra. En las naves se transportaban asimismo potentes máquinas de asedio,
catapultas, torres de asalto, arietes, ballistas con las que se ganó su apodo
de Poliorcetes (conquistador de ciudades), a pesar de no haber podido
apoderarse de la ciudad. Utilizó numerosas máquinas y tácticas, a las cuales,
los rodios que disponían 7.000 efectivos se opusieron con una gran valentía.
Ptolomeo, Casandro y Lisímaco abastecieron a la ciudad, por lo que Ptolomeo se
ganó el apodo de Soter (salvador), la ciudad estuvo a punto de ceder en 305 a.C.
Por fin, gracias a la intervención de la Liga Etolia, en el 304 a.C, la ciudad
de Atenas, que corría peligro de ser tomada por Casandro, quien la estaba
sitiando. Demetrio levantó el cerco de Rodas y Demetrio fue reclamado por su
padre para rescatar Atenas. Se firmó un acuerdo. Rodas se convirtió en aliada
de Antígono, excepto contra Egipto. Para conmemorar la victoria, se levantó la
estatua de 35 metros del Coloso de Rodas.
Ballista en el asedio de Rodas (305-304
a.C). Ballista diseñada por Demetrio Poliorcetes (asediador de ciudades), podía
arrojar piedras de grandes dimensiones
Torre Helepolis empleada en el asedio de
Rodas en el 305 AC. Medía de 40 a 43 metros de altura, 22 metros de base
en cada lado y pesaba unas 150 toneladas.
La guerra de cuatro
años en Grecia (307 a. C.-304 a. C.)
Si Demetrio pone fin al asedio es porque en
Grecia, Casandro a vuelto a la ofensiva, amenazando Atenas. En 306 a. C.
Casandro se enfrenta a los etolios, consiguiendo batirles. En vista de la
situación. Casandro pide la paz, pero Antígono la rechaza, y en 304 a. C.
Demetrio vuelve del asedio de Rodas y reaparece en Grecia, rechazando a
Casandro al norte de las Termópilas, y poniendo fin a la guerra de los cuatro
años. Casandro llama en su ayuda a sus aliados, que invaden Anatolia.
En vista de la situación, Casandro pide la paz,
pero Antígono la rechaza, y Demetrio invade Tesalia, donde se enfrenta a
Casandro, sin resultados concluyentes. Entonces, Casandro llama en su ayuda a
sus aliados, y Anatolia es invadida por Lisímaco, forzando a Demetrio a
abandonar Tesalia, y enviar a sus tropas a Asia Menor, para ayudar a su padre.
La última coalición
contra Antígono (302 a. C.)
Los demás diádocos no pueden ver a Casandro
despojado de su reino, sin reaccionar. Si Antígono y Demetrio se apoderan de
Grecia y Macedonia, tendrán una legitimidad aún mayor. En 304 a. C. comienzan
unas negociaciones que acaban en una nueva coalición contra el viejo soberano.
Las fuerzas son equivalentes, pues la inmensidad de la riqueza del reino de
Antígono le permite movilizar efectivos considerables. Por tanto, es necesario
para sus adversarios conseguir la unión de sus fuerzas, si quieren ganarle. El
plan consiste en ganar tiempo, con una defensa obstinada en Europa contra
Demetrio, que permita sorprender a Antígono con un ataque de Lisímaco en Asia,
y temporizar hasta reunir a todas las fuerzas aliadas.
Lisímaco es el primero en ponerse en marcha en
la primavera de 302 a. C. Con ayuda de tropas enviadas por Casandro, invade
Frigia helespóntica, recibiendo la sumisión de numerosas ciudades de la costa
de Licia y Caria. Antígono marcha a su encuentro y llama a Demetrio.
Éste está invadiendo Tesalia en la primavera de
302 a. C., contorneando las Termópilas con su flota. Arregla rápidamente un
armisticio con Casandro, y pasa a Asia, desembarcando en Éfeso, que pone bajo
su control. Casandro, desde la partida de Demetrio, se ocupa de restablecer su
autoridad de Tesalia y Fócida, amenazando a Argos, en el Peloponeso. Derroca a
Pirro de Epiro, y le reemplaza por Neóptolemo.
Mapa de los reinos Diádocos en el
302 a.C, antes de la batalla de Ipsos
La llegada de Demetrio a Asia pone a Lisímaco
en dificultades. Los refuerzos que recibe de Casandro son barridos por
Demetrio, así que se retira Heraclea para pasar el invierno, y esperar la
llegada de Seleuco, que inverna en Capadocia. En cuanto a Ptolomeo, comete un
error importante, pues habiendo invadido Celesiria, y preparándose para recibir
a Seleuco, se bate en retirada, por la falsa noticia de una victoria de
Antígono. La llegada de Seleuco con 500 elefantes de guerra, obtenidos de
Chandragupta Maurya, trastorna la relación de fuerzas. Antígono se retira a
Frigia, pero es vencido y muerto en la batalla
de Ipsos, en 391 a. C.
Batalla de Ipsos (301 a.C)
Antígono
contaba, con 70.000 infantes, 10.000 jinetes y 73 elefantes de guerra, mientras
que la coalición había reunido 60.000 infantes, 15.000 jinetes, 400 elefantes y
120 carros de guerra falcados.
El plan de
batalla en ambos ejércitos era el habitual, las falanges en el centro,
flanqueadas por la caballería.
Antígono
dispuso a su mejor caballería unos 5.000, al mando de Demetrio, en el ala
derecha. Él se colocó en el centro con las falanges bajo su mando (8.000
falangitas macedonios, 25.000 falangitas katoikoi de Asia Menor y 15.000
hoplitas mercenarios. En su ala izquierda desplegó unos 5.000 jinetes ligeros.
Consciente del menor valor de la caballería de este flanco, desplegó sus pocos
elefantes en esta zona.
Seleuco, a
la vista de los elefantes de la parte contraria, colocó 100 de sus elefantes
enfrentados a ellos. El resto 300 los guardó como reserva a la vista de cómo
fuera el desarrollo de la batalla bajo su mando directo. En su flanco izquierdo
puso unos 5.000 jinetes ligeros persas. En el centro la infantería al mando de
Lisímaco, que contaba con 12.000 falangitas macedonios cedidos por Casandro, y
30.000 infantes persas. El ala derecha contaba con unos 10.000 jinetes, de los
cuales unos 3.000 eran griegos y el resto eran persas.
Elefantes de guerra hindúes acorazados,
fueron utilizados tanto por Antígono (73) como por Seléuco (100) en la batalla
de Ipsos, siendo desplegados en vanguardia
Batalla de Ipsos 301 a.C., despliegue inicial
Comenzó la
batalla cuando Demetrio, a la cabeza de su mejor caballería, atacó a Antíoco,
hijo de Seleuco, que fue derrotado y abandonó el campo de batalla siendo
perseguido por Antioco que se alejó del campo de batalla.
Al mismo
tiempo, elefantes de Antígono y Lisímaco apoyados por su infantería ligera, “avanzaron lucharon como si la naturaleza les
había acompañado por igual en valor y fuerza”, lo que sugiere que también
fueron iguales en número.
Seleúco,
viendo que Demetrio se había alejado del campo de batalla, ordenó a los 300
elefantes de reserva que avanzasen y cortaran el camino de regreso de Demetrio.
Se vio incapaz de superar la formidable barrera que suponían más de 300
elefantes con arqueros en sus lomos disparando flechas contra sus jinetes.
Parte de su caballería se pasó al enemigo, desalentada ante la capacidad del
enemigo y el resto fue masacrado por los elefantes.
Batalla de Ipsos 301 a.C., primera fase
La lucha en
el centro estaba muy igualada y el resultado era incierto. Privado del apoyo de
la caballería, en la que confiaba, las falanges de Antígono resistieron largo
tiempo. Pero mando volver la caballería de Antíoco que se dividió en dos
partes, una atacó directamente el flanco derecho de infantería de Antigono y la
otra reforzó el flanco derecho, poniendo en fuga a la caballería de Antígono, y
atacando a la falange por restaguardia. Seleuco envió caballería ligera a
hostigar los flancos. Sus falanges perdieron terreno ante el empuje combinado
de infantería y caballería contraria. El propio Antígono cayó de su caballo y
fue rematado en tierra.
A la vista
del desastre en que todo podía terminar, Demetrio pudo evitar que la mitad de
su ejército siguiera igual camino, ordenó formar las falanges en doble orden de
batalla y se retiró del campo de batalla. Logró salvar así la mitad de los
efectivos de las falanges y la mitad de la caballería, consiguiendo llegar a
Éfeso con 4.000 jinetes y 5.000 falangitas.
Batalla de Ipsos 301 a.C., segunda fase
Las bajas
del ejército de Antígono ascendieron a 25.000 hombres y el ejército aliado
debió de sufrir bajas mínimas, de 1.000 a 3.000 hombres. Tras la derrota,
Demetrios, se dirigió a Macedonia.
Reinos de los Diádocos en el 301 a.C.
trás la batalla de Ipsos
Demetrio huye a Grecia, para tratar de
preservar los restos de su gobierno. Lisímaco y Seleuco se reparten los
territorios de Antígono, quedándose el primero con el oeste de Asia Menor, y el
segundo con el resto, excepto Cilicia y Licia, que son para Plistarco, el
hermano de Casandro.
Últimos conflictos entre los
diádocos
La partición del reino de Antígono
Los reinos de los diádocos en 301 a. C.
La batalla de Ipsos consagra definitivamente el
desmembramiento del imperio de Alejandro. La idea de unidad del mundo
helenístico es abandonada. El reino de Antígono se divide en cuatro:
· Reino de Macedonia y Grecia para
Casandro. Disputado por Demetrio.
· Asia menor para Lisímaco. A
excepción de algunas plazas en Licia, Panfilia y Pisidia, en manos de Ptolomeo.
· Resto de Asia, para Seleuco.
· Cilicia, un pequeño reino de
existencia efímera, para Pleistarco, hermano de Casandro.
Demetrio
El personaje central del período que separa la
batalla de Ipsos de la batalla de
Corupedio (281 a. C.), que marca el final de las guerras de los diádocos,
es la de Demetrio, el hijo de Antígono. Sus acciones determinan en gran medida
las reacciones de los demás diádocos. Pero Demetrio no domina el período, pues
su ambición resulta oscurecida por una falta de medida y de prudencia, así como
por su inconstancia. Gran general, logra importantes victorias, pero también su
fogosidad es causa de desastres decisivos. Pronto a aprovechar la menor
ocasión, carece de un plan a largo plazo y de objetivos claramente definidos.
Seductor y generoso, adopta a menudo una conducta orgullosa, que le aleja de
unos apoyos fieles. Su vida novelesca, llena de acciones brillantes y bruscos
cambios de fortuna termina sin gloria, en cautividad (285 a. C.)
Primeros conflictos
entre los vencedores
La «Gran alianza»
entre los adversarios de Antígono Monóftalmos no dura mucho. Pronto sobreviene
un conflicto entre Ptolomeo y Seleuco por la Celesiria. Prometida a Ptolomeo,
en caso de victoria sobre Antígono, es ocupada por el Lágida. Pero después de
su retirada poco gloriosa antes de la derrota final de Antígono, esta provincia
es atribuida a Seleuco, que la reclama. Ante la negativa de Ptolomeo a
retirarse, Seleuco no insiste, pero tampoco renuncia a sus derechos. Así nace
la espinosa cuestión de la Siria meridional, que va a envenenar las relaciones
entre Lágidas y Seléucidas. Ptolomeo decide anticiparse a la amenaza y se
aproxima a Lisímaco, a quien ofrece a su hija Arsínoe en matrimonio en 299 a.
C. El diádoco de Tracia, a su vez, casa a su hija, también llamada Arsínoe, con
el futuro Ptolomeo II.
Esta alianza amenaza a Seleuco, que corre el
riesgo de ser atacado por la espalda, en caso de conflicto. Por tanto, busca la
aproximación a Demetrio Poliorcetes, con cuya hija Estratónice se casa, aunque
más tarde se la cede a su hijo, Antíoco, profundamente enamorado de ella.
Demetrio aprovecha esta oportunidad, y desembarca en Cilicia en 299 a. C., y
derroca a Pleistarco, el soberano de este reino efímero. Tras contactos
diplomáticos, se llega a un acuerdo: Casandro admite la pérdida de Cilicia, y
Demetrio no intenta nada contra él en Grecia
La muerte de
Casandro y nuevos conflictos entre Grecia y Macedonia
Casandro muere en una fecha indeterminada,
entre 298 a. C. y 297 a. C. Esta muerte perturba el frágil equilibrio entre los
diádocos, y permite a Demetrio relanzar sus ambiciones. El hijo de Casandro,
Filipo IV de Macedonia, muere al cabo de unos meses, y sus dos hermanos,
Antípatro II y Alejandro V, se disputan la herencia. Por consejo de su madre,
Tesalónica, se reparten el reino.
Demetrio ha elegido la muerte de Casandro para
intervenir de nuevo, y asedia Atenas. Esta amenaza alarma a sus adversarios, y
Ptolomeo reacciona. Envía a Épiro a Pirro, con tropas, que consiguen eliminar
definitivamente a su rival, Neoptólemo, en 297 a. C., y expide una flota, poco
numerosa, en auxilio de Atenas. En cuanto a Seleuco, invade Cilicia, su
verdadero objetivo, consagrando así la ruptura con su suegro.
Demetrio se apodera de Atenas en 294 a. C.,
pero ejerce un dominio bastante suave, dejando a los atenienses su constitución
y sus leyes. Se contenta con instalar una importante guarnición, y se lanza a
la conquista del Peloponeso. Se apodera de una parte, cuando es llamado por los
acontecimientos de Macedonia.
En efecto, los dos hijos de Casandro están
luchando entre sí. Antípatro II, estimándose perjudicado por la parcialidad de
su madre, la hace asesinar. Alejandro V llama en su ayuda a Ptolomeo, Pirro, y
lo que es más sorprendente, a Demetrio. Pirro, más rápido que Demetrio, exige
como pago varias pequeñas provincias limítrofes de sus estados. Alejandro se
inquieta por la llegada de Demetrio, y le recibe con fasto, haciéndole
comprender que su intervención ya no es necesaria. Plutarco afirma que piensa
en asesinarle para desembarazarse del problema. Pero Demetrio se adelanta y le
hace matar por sus guardias en Larissa. Luego marcha contra Antípatro, que es
derrotado, y huye con Lisímaco. Así, en otoño de 294 a. C., Demetrio realiza el
viejo sueño de su padre, y se convierte en rey de Macedonia.
La caída de Demetrio
(288 a. C.-285 a. C.)
En 289 a. C., Pirro lanza una expedición contra
Macedonia, aprovechando la noticia de que Demetrio está enfermo, Pero éste
reacciona rápidamente, y obliga al rey de Épiro a volver a su frontera. Esta
operación revela, sin embargo, la debilidad del rey de Macedonia, y el
descontento de la población, agotada por 75 años de guerras incesantes.
Ptolomeo, consciente de esta debilidad, parece ser el origen de una vasta
coalición, que engloba a Seleuco, Pirro y Lisímaco. Pirro y Lisímaco invaden
Macedonia en 288 a. C., con el apoyo de la flota de Ptolomeo. Demetrio vence a
Lisímaco en Anfípolis, pero Pirro es acogido como un liberador por los mismos
macedonios, y Demetrio es obligado a huir. Su esposa, Fila se da muerte.
Macedonia es repartida entre Pirro y Lisímaco. Este reparto sólo puede ser
provisional, pues la cohesión de sus habitantes y de sus intereses es muy
fuerte.
Sin embargo, el hijo de Antígono no está
totalmente derrotado, pues posee numerosas posesiones griegas. En 287 a. C.
pone sitio a Atenas, que bajo la dirección de Olimpiodoro, se ha rebelado. La
ciudad es salvada por los demás diádocos, pero Pirro reconoce a Demetrio sus
posesiones en Tesalia y resto de Grecia. Parece que Ptolomeo, del que Pirro es
aliado, quiere obstaculizar el poder creciente de Lisímaco, con una alianza
entre Pirro y Demetrio. La política de Ptolomeo es inmutable, siempre dirigida
contra todo el que suponga una amenaza para Egipto. Especialmente teme un poder
fuerte en Grecia y Macedonia, porque quiere asegurarse el dominio del mar Egeo.
Lisímaco es impopular en sus propios estados,
por su autoritarismo y la fiscalidad excesiva. Pero es dueño de una parte
importante de Asia menor, de Tracia y de media Macedonia. El asesinato de la
reina Amastris, que gobierna Heraclea Póntica, le da ocasión de intervenir y
apoderarse de la ciudad. Demetrio no duda en desembarcar en Mileto, dejando sus
posesiones griegas en manos de su hijo, Antígono II Gónatas, para acabar con
Lisímaco. Pero aparece un hijo de Lisímaco, Agatocles, con un ejército numeroso
que hace retroceder a Demetrio a Frigia, y luego, abandonado por sus soldados,
a Cilicia, territorio de Seleuco, donde se ve obligado a rendirse (285 a. C.).
Lisímaco exige su muerte, pero Seleuco se contenta con mantenerle prisionero
hasta su muerte, en 283 a. C.
El final de Lisímaco
La ruina de Demetrio representa el apogeo del
reino de Lisímaco. Una vez eliminado, se apodera en 285 a. C. de la parte sur
de Macedonia, correspondiente a Pirro. Esto le resulta fácil, porque el rey de
Épiro es abandonado por la mayor parte de sus tropas macedonias, cuya fidelidad
prefiere a Lisímaco, que es macedonio. Lisímaco resulta así uno de los tres
soberanos preponderantes, junto con Ptolomeo y Seleuco.
Sin embargo, un suceso doméstico va a arruinar
su posición. Cuando Ptolomeo abdica en 285 a. C. en Ptolomeo II, deshereda a su
hijo mayor Ptolomeo Ceraunos, que se refugia en la corte de Lisímaco. Lisímaco,
temeroso de que su hijo Agatocles conspire contra él, le manda asesinar. Como
Ptolomeo Ceraunos es cuñado de Agatocles, teme por su vida, así que huye a la
corte de Seleuco y le anima a la guerra contra Lisímaco. El encuentro decisivo
tiene lugar en la batalla de Corupedio
en 281 a. C., y Lisímaco es derrotado y muerto.
La batalla de Corupedio (también llamada
Curupedión) fue la última batalla de los Diádocos. Tuvo lugar en el año
281 a.C, entre los ejércitos de Lisímaco y Seleuco I.
Demetrio se
había refugiado en Macedonia con Casandro, cuando murió este de hidropesía en
el año 297 a.C., para llegar al poder arrojó del trono a los hijos del
Casandro, que eran Alejandro V, Filipo IV y Antípater I, mandando matar en el 295
a.C al llamado Filipo IV. Demetrio fue rey en activo de Macedonia desde el 294
al 285 a.C, año en que se vio obligado a capitular ante Seleuco I Nikátor de
Siria.
Lisímaco
había reinado en Tracia durante décadas y también en algunos lugares del oeste
de Turquía desde la batalla de Ipsos. En el 288 a.C invadió Macedonia y
aliándose con Pirro de Epiro tomó prisionero a Demetrio a quien expulsó
después. Demetrio se refugió entonces con Seleuco I Nikátor, que ya era rey de
Babilonia y Siria. Después se entregó a la bebida y murió a los dos años, en el
283 a.C.
En el año
285 a.C, cuando tenía 82 años, Ptolomeo I abdicó a favor de su hijo, el más
joven Ptolomeo Filadelfo o Ptolomeo II, Ptolomeo quería que su sucesor fuera
prudente y capaz de mantener a distancia a Seleuco y a sus sucesores.
Murió dos
años después, siendo el único de los diádocos que falleció de muerte natural,
todos los demás murieron de forma violenta.
Lisímaco,
se había aliado con Ptolomeo I Soter antes de abdicar, y se casó por segunda
vez con una hija de éste, llamada Arsínoe. Lisímaco tenía ya otro hijo llamado
Agatocles. Arsínoe encizañó contra él asegurando que tramaba asesinar a su
padre para acceder al trono. Fue tan persuasiva que finalmente Lisímaco hizo
matar a su hijo Agatocles. Este acto provocó una gran sublevación que no le favoreció
nada. Después de estos sucesos, Lisandra, la viuda de Agatocles huyó a la corte
de Seleuco I a quien persuadió para que se enfrentara con Lisímaco.
Seleuco
reinaba sobre el este de Turquía, Siria, Líbano, Israel, Irak e Irán decidió
atacar a Lisimáco, ambas fuerzas se encontraron en Corupedio, sin que se
conozca la fecha exacta.
Se estima
que Seleúco desplegó 31.500 infantes, 9.500 jinetes, 60 elefantes y 15 carros
de guerra falcados. Lisímaco desplegó 51.000 infantes, 8.300 jinetes y 25
elefantes de guerra.
Ejército seleúcida: disponía de
caballería con jinetes pesados y arquero a caballo, infantería con falangitas
pantodapoi o locales y katoikoi o colonos griegos; Carros de guerra y elefantes
de guerra hindúes.
Posiblemente
desplegaron a la manera tradicional con la caballería en las alas y la
infantería en el centro. No se sabe casi nada de la batalla misma, excepto que
ambos reyes, que ya tenían una edad avanzada (rondarían los 70 años),
combatieron cuerpo a cuerpo y que Seleuco ganó la batalla. Lisímaco murió
durante el transcurso de la misma.
Tampoco se
conoce con seguridad el extraño papel interpretado por Ptolomeo Cerauno (rayo),
el hijo mayor de Ptolomeo que había recibido asilo con Lisímaco.
Ceruano
cambió de bando después de la batalla y se convirtió en un aliado de Seleuco.
Otra de las
estrellas en Corupedio es Philetaros, el general de Pérgamo cuyos éxitos
militares allanaron el camino para un reino independiente en Asia Occidental.
Tras la
muerte de Lisímaco, parte de Tracia pasó a engrosar el reino de Macedonia y la
otra parte el reino de Asia Menor, de la dinastía de los Seleucos.
Aunque la
victoria le dio a Seleuco el control nominal de casi todo el imperio
alejandrino excepto Egipto, esta batalla no cambió prácticamente nada. Seleuco
fue asesinado poco después de la contienda en el 281 a.C por Ptolomeo Cerauno y
que había hecho una alianza con Pirro de Epiro; Seleúco fue sucedido en el
trono por su hijo Antíoco I Sóter.
Ceruano
venció a Antígono Gónatas y se nombró rey Macedonia. A continuación pidió a su
hermana Arsínoe que se case con él, y después de la ceremonia mató a los dos
hijos de Arsínoe. Ésta huyó a Egipto y se casa con su otro hermano Ptolomeo II
Filadelfos.
Ceruano
murió en una batalla contra los gálatas en el 279 a.C, siendo sucedido por su
hermano Maleagro, que solo duró dos meses siendo depuesto por el ejército, tras
varios sucesores que reinaron algunos meses, llegó al poder Antígono II
Gónatas, hijo de Demetrio I Poliorcetes, instalando la dinastía Antigónida en
Macedonia.
La muerte de Seleuco
La batalla de Corupedio se considera
generalmente como el final del período de conflictos entre los diádocos. Ya
sólo queda Seleuco, pues Ptolomeo había muerto en 283 a. C., y aparece como el
gran vencedor. El trono de Macedonia está vacante, y Seleuco ve la ocasión
única de restaurar la unidad del imperio (con excepción de Egipto).
Pero Seleuco olvida rápidamente las promesas
hechas a Ptolomeo Ceraunos, y éste, que esperaba ser rey de Macedonia, prepara
un complot y hace asesinar a Seleuco en la proximidad de la capital de
Lisímaco. (280 a. C.)
La muerte del último diádoco ve desaparecer a
la generación de oficiales de Alejandro. Marca también la existencia de las
tres grandes potencias que dominan la época helenística: El reino de Macedonia, el reino Seléucida, y el Egipto Lágida.
Próximo Capítulo: La evolución política del mundo helenístico
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[1] Los antiguos generales de Alejandro
Magno y sus hijos (también llamados epígonos)
que a su inesperada muerte en el 323 a. C. se repartieron su imperio,
disputándose el poder y la hegemonía sobre sus colegas con diversos pactos y
seis guerras que duraron veinte años. A continuación se estableció un sistema
político que hasta el inicio del Imperio romano en el Mediterráneo oriental a
principios del siglo II a. C. proporcionó el marco del desarrollo
cultural helenístico.
En los tiempos modernos, desde 1832 hasta 1974, el
término «diádocos» también ha designado el heredero al trono de Grecia, que
también ostentaba el título de Duque de Esparta.
Los términos «diádoco»
y «epígono» fueron acuñados por el
historiador Johann Gustav Droysen, quien llamó a los generales que se
disputaron el poder justo tras la muerte de Alejandro «diádocos», siendo los
«epígonos» las siguientes generaciones de reyes helenísticos.