INTRODUCCIÓN
El único país
sumido en el Oriente que griegos y romanos conocieron, aunque rodeado de un
halo que hacía de él una tierra misteriosa, fue la India. Después de la
expedición de Alejandro, se comentaron en Grecia las maravillas que explicaban
los hombres de ciencia que acompañaron al gran conquistador y a ello se
debieron en Europa las primeras noticias positivas acerca de los pueblos
hindúes, tres siglos antes de Jesucristo. Así que desde tiempos lejanos la
India había ejercido un gran poder fascinador sobre los gobernantes
occidentales. Por su parte, los relatos de los peregrinos chinos que después
visitaron los santos lugares del budismo contribuyeron a divulgar por el
Extremo Oriente los conocimientos acerca del país y del arte hindú, que ya a
través de misioneros budistas había penetrado en China en el siglo II a.C.
Durante bastante
tiempo se había creído ver en la India la cuna de todas las razas europeas y el
lugar donde se inventaron las principales industrias humanas. En todo caso, fue
la cuna de un arte que ha conocido una irradiación extensísima; porque además
de haber abarcado originariamente un área que no se circunscribe a la India y a
Ceilán, sino que comprende asimismo el territorio del actual Afganistán y gran
parte del Beluchistán, en el transcurso de los siglos ha informado el arte de
la dinastía Khmer, durante los siglos X al XII, en la Indochina, y ha
trascendido a Birmania, Tailandia e Insulindia, aparte de influir en el arte
tibetano y, como se verá, en el de China, Corea y Japón.
Es ante todo un
arte sacro, cuya finalidad primordial no es conseguir resultados meramente
estéticos, sino facilitar motivos de contemplación religiosa, ya por medio de
símbolos, ya valiéndose sobre todo de formas sensibles, o aun sensuales, que
forman parte, en muchos casos, de composiciones de un animado estilo narrativo,
en el que a veces esconde la intención religiosa bajo la capa de una apariencia
de dinamismo o aun de erotismo, todo ello de acuerdo con una teoría de la
belleza que es muy diferente de la que se ha manifestado en la mentalidad
occidental.
Para comprender
un poco mejor que en la India surgiera un arte en el que cobra especial
importancia, como valor estético, la sensualidad, hay que atender a las
características naturales de esta vasta península. La India es un subcontinente
en el que las fuerzas de la naturaleza se despliegan con toda su potencia y en
el que el clima tropical hace crecer una vegetación extraordinaria. Tierra en
la que los monzones riegan año tras año durante tantos meses los suelos, la
vegetación de la India es variada y densa, como pocas en el mundo. De este
modo, bosques de palmeras, lianas y bambúes despliegan su extraña belleza, y
sobre la superficie de las aguas florecen lotos blancos, rosas y azules, toda
una diversidad de formas y colores vegetales que sin duda tenían que influir en
las manifestaciones artísticas creadas por los habitantes de este
subcontinente. Por tanto, en este marco natural, no es extraño que el arte
refleje a la vez un misticismo sublime y una sensualidad desbordante e intensa.
Pero esto no debe llevar a pensar que el arte de la India queda inaugurado con
la llegada de los musulmanes o que no presenta elementos de interés en los
mimos tiempos en que, por ejemplo, en Egipto aparecía el arte de los faraones o
más tarde, en la Roma imperial, surgía el imponente arte romano. Tuvo la India
un prolongado arte prehistórico que, en líneas generales, y sin entrar en
mayores detalles, coincide con el del Próximo Oriente y sur de Europa, y que en
el sur del Deccán no conoció la Edad del Bronce y se prolongó allí, hasta
mediados del I milenio a.C, dejando vestigios de un arte megalítico autóctono.
Prehistoria
El Homo erectus, muy probablemente, se movilizó desde
África hacia el sur de Asia a través de Asia occidental, hace unos 500000 años.
El Homo sapiens, por su parte, llegó mucho más tarde al subcontinente
utilizando dos caminos principales y en dos épocas distintas. Una de ellas fue
la ruta tradicional a través de Asia occidental, hace unos 30000 años; la otra,
la que permitió la llegada de otro grupo un tiempo antes, en torno a unos
cincuenta mil años, desde las costas del sur de India mientras los homininos
seguían su viaje hacia las islas Andaman, Indonesia y Australia. En tal
sentido, y en el contexto indio y del sur de Asia, podría decirse que la edad
de piedra y, por tanto, el Paleolítico, comenzaría aquí hace quinientos mil
años, dilatándose hasta el III Milenio a.C. cuando ya existe constancia
arqueológica de objetos de cobre pertenecientes a la cultura harappense.
No obstante, los restos más antiguos del género homo encontrados
en el subcontinente, que corresponden al Hombre de Narmada, tienen una
cronología en torno a 250000 años, en tanto que los más antiguos homo sapiens,
hallados en Sri Lanka, se datan en 34000 años.
Los dos útiles predominantes durante el desarrollo del
Paleolítico Inferior fueron pequeñas herramientas y, sobre todo, las hachas de
mano. Grandes depósitos de pequeños útiles y choppers fueron
descubiertos en el valle del río Soan, en Pakistán. Las acumulaciones allí
encontradas, así como otras en sitios cercanos, han originado la denominación
de Cultura Soan. Las hachas de mano descubiertas en Chennai, ya en la segunda
mitad del siglo XIX, se conocen como la Cultura Madrasiana. Desde el
Paleolítico Medio existen evidencias de herramientas en forma de hojuelas,
núcleos, raspadores y buriles; a pesar de las variaciones regionales, todas
estas piezas constituyen una cultura conocida como Cultura Nevasan, cuyo nombre
procede del sitio Nevasa en el valle del río Godavari en el Decán.
Una muy remota evidencia que puede ayudar a la
reconstrucción de la arcaica vida social durante el Paleolítico Superior en el
subcontinente lo constituye la presencia de pinturas en cuevas, concretamente
en Bhimbetka, en las bancadas del río Narmada en la India central. En ellas se
representan escenas de caza vinculadas con símbolos de fertilidad.
La transición del Paleolítico al Mesolítico testifica
la emergencia de un Nuevo tipo de útil de piedra, el microlito. El conjunto
habitual de microlitos incluye triángulos, trapecios, crecientes y puntas de
flecha, todas ellas herramientas o armas de gran efectividad. La producción de
microlitos dependía de la disponibilidad de piedras que podían ser fácilmente
trabajadas, como el cuarzo y diversos tipos de calcedonia. La más antigua
evidencia de esos microlitos en el sur de Asia se encuentra en sitios de Sri
Lanka, que se datan en torno a 26000 años. Los microlitos de los yacimientos en
el territorio continental indio, Bagor, en Rajasthan, Langnaj en Gujarat, Sarai
Nahar Rai, Mahadaha y Damdama en la llanura del Ganges, además de Adamgarh,
Bhimbetka y Ghagharia en la India central central, se fechan en una época más
reciente a esos veintiséis mil años.
Los microlitos fueron unas herramientas funcionalmente
más útiles que las de mayor tamaño, porque podían ser enmangadas para formar
muchas otras herramientas, como cuchillos. Gracias a su presencia se puede
detectar un cambio de hábitat, de los sitios cercanos a los ríos a las colinas
y zonas boscosas. Una movilidad estacional se ha registrado en relación al
movimiento de personas entre las llanuras del Ganges y las escarpaduras Vindhya
en la India central. Los animales se mueven, en general, durante el invierno desde
las llanuras a las colinas, en tanto que la población les sigue y se refugia en
cavernas. El movimiento inverso se produce durante la estación cálida, cuando
la gente aumenta su capacidad de subsistencia gracias a la recolección de
plantas en las llanuras.
Pinturas
rupestres Bhimbetka - Madhya Pradesh
El hallazgo de numerosos molinos de mano y anillos de
piedra en diferentes yacimientos atestigua una primitiva forma de cultivo. Es
muy probable que los anillos pétreos fueran usados como pesos. Además, también
se han encontrado huesos de ovejas, cabras y vacas en las áreas de habitación, un
claro indicador de la domesticación de animales. Huesos de otros animales, como
ciervos, jabalíes y avestruces también son frecuentes entre los restos
adyacentes a los sitios habitados. Los lugares de enterramiento contienen
restos esqueléticos y bienes funerarios como los propios microlitos,
caparazones o pendientes de marfil. Todo ello sugiere la posible creencia en el
Más Allá, en la otra vida o en alguna forma particular de conciencia.
Algunos sitios de enterramiento estuvieron en basureros, como los ejemplificados
en Sri Lanka. Del mismo modo, notables ejemplos de arte parietal en el que se
representan cuerpos de animales y figuras humanas, han sido descubiertos en
diferentes lugares del paisaje indio, en cavernas en zonas tan apartadas entre
sí como Kerala y Cachemira.
En el contexto del sur de Asia e India, la evidencia
arqueológica de neolitización data de 11000 a.C., si bien la evidencia de
agricultura y domesticación de animales se fecha desde 7000 hasta 1000 a.C.
dependiendo de los lugares. Hasta el día de hoy se cree que los primeros
agricultores del sur de Asia se focalizaron en Beluchistán y que debieron haber
procedido de Mesopotamia y de la región del, Creciente Fértil.
Se pueden establecer cuatro concentraciones de
yacimientos neolíticos en India, que permiten identificar las similitudes y
disimilitudes regionales. La primera de tales concentraciones se halla en
Beluchistán, en las cercanías del río Bolan, cerca del paso que une las tierras
altas con las llanuras del río Indo. La presencia de restos de estructuras
elaboradas con adobe, de semillas de cebada y trigo y de huesos de cabras,
vacas y ovejas, proveen la evidencia más clara del desarrollo de la agricultura
y de las comunidades pastoriles en esta región del subcontinente. El lugar principal
aquí fue, sin duda, el sitio de Mehrgarh, cuyos estratos más antiguos han sido
datados en 7000 a.C. Otros sitios asociados a esta región son el de Kili Gul
Mohammad y el de Rana Ghundai.
La segunda agrupación de yacimientos se encuentra en
Cachemira y los valles del Swat, en Pakistán actual. Hay evidencia, en sitios
como Gufkral y Burzahom de asentamientos neolíticos de agricultores. En ellos
han aparecido objetos de distinto tipo, cerámica y restos de fauna doméstica.
Además, también se han encontrado peculiares fosos en forma de campana. Se ha
sugerido que estos pozos habrían servido como lugares subterráneos de morada
para seres humanos o como sitios de acumulación de inhumaciones. En tal
sentido, se ha pensado que las gentes que los usaron habrían estado vinculadas
con las comunidades neolíticas de Asia central, que utilizaba pozos
semejantes. No obstante, también es probable que hayan sido una suerte se
silos para el grano o grandes refugios.
Una tercera zona de concentración de yacimientos se
localiza en una gran área que cubre la cuenca del Ganges y casi todo el oriente
de India. En esta amplia zona algunos de los restos son yacimientos pre
agrícolas, lo cual indica una continuidad con el Mesolítico. En otros lugares,
sin embargo, caso de Chopani Mando, Chirand, Mahagara y Koldihawa, existe
evidencia de cultivo y de domesticación de animales ya desde el IV milenio a.C.
Así mismo, aquí se han encontrado restos de granos de arroz. No está claro si
esos granos se deben a cultivos indígenas o si el arroz entró en el
subcontinente desde Asia oriental y del sudeste en algún momento durante el II
milenio a.C.
La cuarta concentración regional de yacimientos
neolíticos ocurre en el sur de India. En esta región se encontraron, en sitios
como Utnur, grandes montículos de ceniza, muy probablemente restos de
empalizadas dentro de las cuales se encontraba el ganado vacuno en cierta
estación del año y era domesticado. Estos depósitos de cenizas pudieron ser el
resultado de la cremación de diferentes empalizadas. En varios asentamientos al
aire libre del sur de India la presencia de útiles como hachas de piedra
pulimentada y hojas de piedra entre restos de legumbres, tubérculos y mijo
provee una evidencia de una distinta cultura agro pastoral regional.
Tuvieron que pasar algunos milenios después del 7000
a.C. antes de que los cazadores-recolectores llegasen a ser figuras marginales
en el territorio indio. Durante largo tiempo los agricultores y los
cazadores-recolectores mantuvieron estrechos contactos, a causa de que aquellos
necesitaban también los bosques y aprovisionarse de miel. Cuando la agricultura
comenzó a incluir el cultivo de la tierra y la alimentación de animales
domésticos, los cultivadores colaboraron estacionalmente con los pastores semi
nómadas. Después de las cosechas, los pastores traían sus vacas, ovejas y
cabras para alimentarse de los rastrojos, en tanto que los excrementos de los
animales ayudaban a fertilizar la tierra. Además, ambos grupos, materialmente
se beneficiaban del intercambio de cereales, leche, carne y pieles de animales.
Con el tiempo, se intercambiaron también artefactos y productos fabricados no
por campesinos ni pastores, sino por artesanos. Sería un intercambio facilitado
ya por comerciantes.
Sin duda los agricultores disfrutaron de un mayor
nivel de prosperidad. Los restos de vasijas, caparazones y piezas de orfebrería
descubiertos en Beluchistán y en la cuenca del Indo, las primeras áreas
agrícolas del sur de Asia, testifican una diversidad presente, al menos, desde
el VI milenio a.C. Los conceptos de identidad, etnicidad y de pertenencia a los
antepasados llegan a ser significativos en el contexto de las comunidades
agrícolas. Asimismo, el desarrollo del liderazgo hereditario también empieza a
acontecer en este estado de evolución cultural y técnico. La complejidad
social se hace marcada cuando comienza la búsqueda de estatus entre familias
particulares dentro de la comunidad. Los restos de bienes funerarios son un
indicador de esta particular tendencia.
La complejidad social asociada con las comunidades
agrarias trajo consigo también el conflicto, la guerra, cuyo contencioso
principal fue la tierra y su posesión. Los vestigios de cercados defensivos o
de esqueletos pertenecientes a cuerpos empalados y con armas son claros
indicadores de conflictos violentos.
La transformación de las comunidades de agricultores
neolíticas en asentamientos proto urbanos se produjo esencialmente en el
noroeste, en la región del Indo. Conforma la primera y más arcaica fase de la
civilización de Harappa, denominada Era de Regionalización. Un número
importante de sitios en el área progresaron desde un estado neolítico de
existencia a otro con un estilo de vida cultural urbano propio de la Edad
del Bronce o el Calcolítico.
Esta transición de lo rural a lo urbano se verifica en
Beluchistán, en sitios como Mehrgarh, Kili Gul Mohammad, Rana Ghundai y
Balakot, el Sind (en yacimientos como Amri y Kot Diji), las planicies del
Punjab occidental (el propio sitio de Harappa), el valle del Gomal, con Rehman
Dheri, y el valle de Ghaggar-Hakra, (con lugares clave como Kalibangan), hoy en
los modernos estados indios de Rajasthan y Haryana.
Este incipiente urbanismo se comprueba a tenor de los
tamaños de los asentamientos, los restos de fundamentos de viviendas, de la
longitud de las calles y de la variada tipología de las manufacturas
cerámicas, además de la presencia de herramientas y valiosos bienes funerarios.
Los asentamientos a menudo se encuentran cerca de tierra fértil y a lo largo de
importantes rutas comerciales.
En Amri, un
yacimiento ubicado al sur de Mohenjo Daro, se distinguen, según los
arqueólogos, cuatro períodos. El Período I (3500-3000 a.C.), corresponde a la
fase más antigua, conocida como Cultura
Amri. En esta fase se encuentran viviendas rectangulares de piso hundido,
así como vasijas de terracota roja, además de algunas herramientas de piedra.
El segundo período se desarrolla entre 3000 y 2700 a.C., mientras que en el III
es cuando Amri forma parte ya de la Civilización del Indo, presentando grandes
casas de adobe.
Kot Diji, en el
Sind, conoció el desarrolló, entre 3200 y 2600 a.C., de una industria cerámica
mayor, un estilo cerámico que se encuentra en sitios como Rehman Dheri o
Kalibangan. Se trata de una cerámica roja con motivos decorativos en forma de
escamas de pez u hojas de ficus religiosa. Además, han aparecido figuras
de vacas y diversos objetos de hueso o caparazón. En Kot Diji hubo un complejo
fortificado con una ciudadela, además de una ciudad baja.
Kalibangan, en
Rajasthan estuvo ubicada en las bancadas del hoy seco río Ghaggar-Hakra.
Durante su fase Antigua, entre 3000 y 2700 a.C., se constata la presencia
de una fortificación de ladrillo además de casas con tres y cuatro
habitaciones. También se han hallado hojas de calcedonia, de cornalina y
fayenza, cerámica con varios diseños y piezas de plata y oro.
El yacimiento de
Mehrgarh, en Beluchistán es el más perfecto ejemplo de un sitio que
vincula la sociedad neolítica con la cultura de Harappa en su etapa de
madurez. El sitio se encontraba en el sistema de drenaje del Indo y, por
tanto, se trataba de un yacimiento muy apto para el desarrollo agrícola. Por
otra parte, Mehrgarh estuvo estratégicamente ubicado en la ruta histórica que
unía el valle del Indo con la meseta iraní, vinculando de tal modo el
Asia central con la región occidental. De los seis montículos en los que
consiste el yacimiento, los arqueólogos han denominado el más antiguo como MR3.
Aquí descubrieron evidencias de una continuada ocupación humana desde 7000
hasta 4700 a.C. Con posterioridad al Período I, hubo otros seis, con un
desarrollo cronológico que llega hasta 2300 a.C.
Finalmente, en
este yacimiento se han recuperado semillas de algodón, lo que ha motivado a los
especialistas a preguntarse si pudo existir aquí el primer centro de
manufactura de este producto en la zona del Indo.
El valle de los ríos Indo (o Sindhu) y Ghaggar-Hakra (o Saraswati) vieron nacer, en algún momento del VIII milenio a. C., las primeras formas conocidas de cultura plenamente neolítica en el sureste asiático.
Es el caso de la zona de Mehgarh, donde
se han sido encontradas numerosas construcciones de ladrillo y piedra,
herramientas agrícolas y utensilios varios. Entre los años 6000 y 3000 a. C.,
el valle del río Indo fue definitivamente ocupado por aquellos primeros
productores y se fue tejiendo una sociedad que, a finales del IV milenio a. C.,
ya poseía ciudades fortificadas y una cultura progresivamente homogeneizada.
Este proceso evolutivo generó la «civilización
del Indo», fechada entre los años 3300 y 1600 a. C., que destacaba
especialmente por las primeras formas de escritura[1] que
produjo y que, cronológicamente, podemos considerar casi coetáneas a las de
Sumeria o el antiguo Egipto; por la creciente urbanización y centralización de
los poderes político, económico y religioso en ciudadelas más elevadas que las
viviendas ordinarias de las ciudades[2], y
por el desarrollo de la agricultura (maíz, cebada, sésamo, legumbres, dátiles,
melones, algodón y arroz), de la ganadería (domesticación de asnos y bueyes,
búfalos, elefantes y animales de granja) y del comercio (metales y piedras
preciosas, joyas, herramientas y cerámica). Algunos registros administrativos
de la antigua Sumeria también plasman la existencia de tal civilización, que
conocían como meluhha y con quien seguramente establecieron contacto mediante
el tráfico comercial de lapislázuli, oro y plata. Esta civilización, del mismo
modo que la egipcia, fue posible gracias a las puntuales crecidas fluviales que
depositaban sedimentos muy fértiles y ricos para el cultivo.
Pero además, desde mediados del III
milenio a.C., se desarrolló al noroeste de la India, en el valle del Indo, una
civilización que ofreció muchas afinidades con la mesopotámica y es tan antigua
como ella, según han revelado las excavaciones emprendidas desde 1921 en
Harappa, en el Punjab, y desde 1924 en Mohenjo-Daro, en el Sind.
La India tiene una de las sociedades más
antiguas y más complicadas de la historia, algunas de ellas datan del año 3000
a.C. Todavía, el estudio de la historia de la India representa un problema
importante: hasta el siglo sexto a.C. casi no tenemos idea de cuándo sucedieron
los eventos. Al contrario de Egipto y Mesopotamia, las civilizaciones antiguas
de la India dejaron pocos registros de eventos específicos.
El pasado antiguo de la India fue descubierto hasta los años veinte cuando arqueólogos indios* (se dice indios porque pertenecen a la India y no hindúes porque esos son los practicantes de una religión llamada hinduismo) y británicos descubrieron la antigua capital llamada Harappa diez metros bajo la tierra al lado de uno de los afluentes del río Indo. Originalmente a esta civilización se le llamó la civilización del valle del Indo, pero ahora se llama harapista en honor del tamaño e importancia de la ciudad. La civilización harapista es una de las más admirables con las que nos hemos topado.
Alrededor del año 3000 a.C. comenzaron
los primeros signos de vida sedentaria en el valle del Indo pues los tornos y
herramientas de cobre se volvieron de uso común. Para 2600 a.C. con un
excedente agrícola, los pueblos del sistema del Indo se unieron en la temprana
civilización harapista, y este momento sólo puede ser descrito como una
explosión cultural.
Comenzaron a surgir ciudades grandes y bien
planeadas y la civilización harapista se convirtió en un centro económico,
involucrándose en actividades comerciales. Para el año 2300 a.C. la
civilización harapista entró a su fase de madurez, con la aparición de otras
ciudades –importantes y no tanto- alrededor del valle del Indo y más allá. Otra
ciudad comparable con Harappa fue Mohenjo-Daro, que también era grande y bien planeada,
probablemente tenía 50.000 habitantes en la cúspide de su desarrollo.
La civilización harapista es notable por
dos cosas. La primera es que los harapistas construyeron su civilización desde
el suelo. La madera para la construcción y piedras no son abundantes en esa
parte del mundo. Por ello, los harapistas desarrollaron una técnica de hornear
los ladrillos a temperaturas altas. Estos ladrillos tenían un tamaño y forma
uniformes y se utilizaban en todos lados. Los ladrillos horneados eran más
resistentes que los ladrillos cocidos al sol que los mesopotámicos utilizaban,
y esto permitió a los harapistas construir grandes ciudades y obras en los
ríos. Aquí subyace la principal razón de porqué los seres humanos se olvidaron
de los harapistas: los ladrillos no eran tan resistentes como para durar para
siempre lo que significó que casi nada de las ciudades quedara. Además, lo que
duró estaba diez metros bajo tierra. No obstante, los arqueólogos han excavado
docenas de asentamientos y la foto que surgió es única en muchas formas.
Esto me lleva al segundo aspecto
fascinante de la vida en Harappa: la increíble estandarización y uniformidad
que la definió. Las ciudades harapistas se ubicaban en un eje norte-sur en
donde las calles eran dos veces más grandes que las banquetas y las calles
principales eran dos veces más grandes que las calles regulares. Estas ciudades
también estaban “zonificadas”. En contraste con la desorganización de muchas
otras ciudades antiguas, las ciudades de Harappa tenían zonas comerciales y
residenciales así como una ciudadela separada en la que se construyeron
defensas y grandes edificios públicos. Además, las ciudades de Harappa tenían
grandes sistemas de drenaje, teniendo algunas calles baño en cada casa. Las
herramientas y utensilios también eran uniformes, construidos de acuerdo a
ciertos estándares que habían sido establecidos por una autoridad central.
Harappa también tenía un sistema uniforme de pesos y medidas que ayudaban al
movimiento de bienes por todo el imperio, y había una moneda común de la cual
sobreviven varios ejemplares. Debemos recordad que los harapistas hicieron esto
en un área mucho más grande que Egipto o Mesopotamia.
Las ventajas de la civilización de Harappa la convirtieron en una potencia
económica fuerte no sólo en el Océano Índico pero también en el Mediterráneo y
en el Golfo Pérsico. Los registros sumerios del tiempo de Sargón I mencionan el
comercio con Meluhha, que muchos académicos creen que se refiere a Harappa.
Otra evidencia interna indica un gran comercio. Los arqueólogos han descubierto
miles de sellos que los harapistas utilizaban para finiquitar transacciones
económicas. Estos sellos indican que la sociedad harapista estaba centralmente
organizada con algún tipo de autoridad política controlando los aspectos
básicos de la vida económica, aunque no queda claro cómo funcionaban estos
controles.
El poder económico y el control central
de la civilización harapista hacen que su declive y desaparición sean
desconcertantes. Por razones que los historiadores no comprenden, la
civilización de Harappa se colapsó en algún momento alrededor del año 1750. Sus
ciudades fueron abandonadas y quemadas de tal forma que los restos de la
existencia de Harappa desaparecieron. Hay un pedazo de tentativa evidencia en
un apéndice de los primeros Vedas, el Satapatha Brahmana, donde el poeta ario
habla de una gran inundación:
Cuando Manu estaba lavando sus manos una
mañana, un pequeño pez llegó a sus manos junto con el agua. El pez rogaba por
protección al decirle a Manu: Rear me. Yo te salvaré. La razón era que el
pequeño pez era propenso a ser devorado por peces más grandes y requería de
protección hasta que creciera. Pidió vivir en una jarra y después, cuando
creció, en una charca y finalmente en el mar. Manu actuó de esta manera. [Un
día] el pez previno a Manu de una inundación futura y le aconsejó que preparara
un barco y entró en él cuando vino la inundación. La inundación surgió en el
momento predicho y Manu entró en el barco. El pescado entonces nadó hasta él y
ató una cuerda del barco a su cuerno y pasó rápidamente por la montaña del
norte. Ahí Manu fue dirigido para que subiera a la montaña después de asegurar
la nave a un árbol, y desembarcó sólo después de que el agua bajó. De acuerdo
con esto, gradualmente descendió y por tanto la pendiente de la montaña norte
se llama Manoravataranam o el descenso de Manu. Las aguas disminuyeron los tres
cielos y sólo Manu se salvó.
Esta historia se parece mucho a la historia de la gran inundación que hemos visto en la Epopeya de Gilgamesh, pero no necesariamente provino de Mesopotamia. Las inundaciones son comunes en la India durante la época de los monzones por lo que una historia sobre inundaciones es muy común. La evidencia arqueológica señala que sí hubo algún tipo de inundación después de 1750 A.C. y esta historia fue escrita después de que la civilización de Harappa ya hubiera muerto. Puede ser que esta historia sobre la inundación fuera un eco del mundo que se había ido cuando el siguiente pueblo llegó a la India.
Esta historia se parece mucho a la historia de la gran inundación que hemos visto en la Epopeya de Gilgamesh, pero no necesariamente provino de Mesopotamia. Las inundaciones son comunes en la India durante la época de los monzones por lo que una historia sobre inundaciones es muy común. La evidencia arqueológica señala que sí hubo algún tipo de inundación después de 1750 A.C. y esta historia fue escrita después de que la civilización de Harappa ya hubiera muerto. Puede ser que esta historia sobre la inundación fuera un eco del mundo que se había ido cuando el siguiente pueblo llegó a la India.
El
urbanismo de Mohenjo-Daro
Lo primero que llama poderosamente la
atención al visitante de Mohenjo-Daro es la monumentalidad del urbanismo, bien
patente ya desde la entrada a la ciudad.
Impresionan la altura de los edificios,
todos ellos construidos de ladrillos, sin decoración ni ventanas, su
uniformidad y su extensión. Los muros de las casas están fabricados de
ladrillos colocados en hileras, alternando a soga y tizón. Ladrillos sin cocer
cimentaban las terrazas y, quizás, se usaban también en las partes superiores
de las paredes. Los ladrillos cocidos se colocaban frecuentemente sobre un
mortero bituminoso en los muros. Mohenjo-Daro y Harappa contaron con albañiles
que conocían bien la técnica de construcción. En lo referente a las técnicas
arquitectónicas, no pasaron del arco de ménsula, que se empleaba en las puertas
de casas -de 1 m de ancho aproximadamente-, en los boquetes de ventilación y en
las cloacas. Los tejados eran planos y se apoyaban en una columna de madera.
Los constructores de Mohenjo-Daro no usaban la bóveda, ni la cúpula, ni el
arco. De esta arquitectura no pervivió nada.
Casa de dos pisos
Las casas eran de varios pisos y se subía a los superiores por escaleras. El sistema de alcantarillado era muy perfecto, hasta el punto de que sorprende tan alta perfección en el sistema de desagüe en fechas tan tempranas.
Las casas están divididas en insulae
limitadas por las calles, al modo del urbanismo romano. Aún hoy, el visitante
se siente anonadado ante unos lienzos de pared de considerable altura, sin
ninguna abertura al exterior. Las puertas suelen dar a las calles laterales. El
interior de las calles está, de este modo, aislado totalmente del exterior.
Las habitaciones presentan una cierta
uniformidad, que M. Taddei atribuye a la existencia de una clase, bastante
numerosa, de lo que cabría denominar 'burguesía media de comerciantes'. Algunas
habitaciones son más modestas, y debieron ser las viviendas del personal de
categoría social inferior. Las casas tenían varias habitaciones dispuestas
alrededor de un patio central y solían tener baño.
La ciudad se divide en dos grandes
zonas. Una dedicada a viviendas, donde se asentaban los barrios cuadriculados
de los artesanos, con una extensión de 1,5 km. de lado.
Entre los edificios sobresalen unos
grandes graneros, construidos de madera, apoyados en gigantescas basas de
ladrillo. Grahan Clark opina que estos grandes graneros '... simbolizan de
forma monumental el aspecto redistributivo de esta sociedad, aspecto que iba
unido al elevado grado de especialización, que era parte indispensable del
proceso de urbanización'.
Plano
de ciudad de cuadrícula
L
En la acrópolis de Mohenjo-Daro destaca la ciudadela, lugar destinado a los edificios públicos. La planificación de las calles está magníficamente lograda y se adelanta más de 1500 años a los urbanistas griegos. En general son estrechas, como convenía a una región muy calurosa.
En la acrópolis de Mohenjo-Daro destaca la ciudadela, lugar destinado a los edificios públicos. La planificación de las calles está magníficamente lograda y se adelanta más de 1500 años a los urbanistas griegos. En general son estrechas, como convenía a una región muy calurosa.
Sistema
de drenaje
No hay en Mohenjo-Daro ningún edificio
que, por su aspecto o planta, pueda ser considerado templo, palacio real o
tumba real. Tampoco hay símbolos que indiquen la existencia de estos edificios.
Todos los muros son iguales. En opinión de Woolley, las construcciones de
Mohenjo-Daro, '... indican, más que una vivienda o un templo, el marco para
alguna clase de complicado ritual que pudo ser real o religioso'.
Los únicos edificios que destacan por su
utilización, son las defensas, los graneros y los baños, con grandes piscinas
-en el interior de la ciudadela se construyó también una gran piscina, con
posible finalidad religiosa-.
Mide 12 x 7 m, su profundidad es de 2,4
m y tiene una capacidad de 160 m3. Sus muros están formados por dos capas de
ladrillo, separadas por una capa impermeabilizante de betún, de 3 cm.
El «gran baño» de
Mohenjo-Daro
Harappa
Actualmente Harappa, a diferencia de
Mohenjo-Daro, se encuentra muy destruida, debido al robo de los ladrillos, por
lo que da una impresión muy pobre al que recorre sus ruinas. Estaba asentada en
la fértil ribera del río Ravi. Al igual que Mohenjo-Daro, tenía una ciudadela
fortificada, asiento probablemente de una administración muy centralizada.
Había también un barrio de artesanos, con suelo de ladrillos, graneros,
talleres y panaderías. Se han localizado más de 75 aldeas desplegadas en el
espacio comprendido entre la costa y las estribaciones de las colonias del
norte, seguramente habitadas por campesinos. Esta dispersión de hábitat
perteneciente a una misma cultura, excede a la que se conoce en las
civilizaciones contemporáneas de Irán, de Mesopotamia y de Egipto.
Harappa se subdividía en dos zonas: la
ciudadela, situada hacia el oeste, y el resto de las urbanizaciones de la parte
baja. La ciudadela tenía planta de paralelogramo. Entre la ciudadela y el río
se asentaba un número importante de construcciones. Al sur de la ciudadela se
encontraban los cementerios, denominados R 37 y cementerio H. La ciudadela,
dotada de excelentes desagües, estaba rodeada por una muralla y los edificios
se levantaron sobre una plataforma. Ha dado seis niveles de ocupación. Tenía
torres de vigilancia de planta rectangular y se accedía a la entrada mediante
una rampa.
Al norte se levantaron grupos importante
de construcciones. Hacia el sur, próximo a la ciudadela, se encontraba el
barrio de los artesanos, formado por dos hileras de casas de planta
rectangular. Cada casa tenía tres habitaciones, dispuestas alrededor de un
pequeño patio. Hacia el lado oeste del barrio de los obreros se descubrieron,
alineados, 16 hornos de forma de pera, que aún conservan restos de ladrillos
vitrificados.
Al norte del barrio de los artesanos se excavaron 18 plataformas circulares formadas por anillos dispuestos alrededor de un hueco central, que contenían un mortero de madera para triturar el grano. Restos de paja de trigo y de cebada indican claramente que, en la economía de esta Cultura del Valle del Indo, la agricultura desempeña un papel importante.
Los suelos de las casas eran de madera.
Las habitaciones estaban dispuestas alrededor de un atrio. La impresión que dan
al visitante las casas es que eran confortables y bien planeadas. La mayoría de
las viviendas eran de dos pisos y tenían baño, al igual que en Mohenjo-Daro.
El urbanismo, en suma, respondía a una planificación muy estudiada.
Forma de gobierno: monarquía, aristocracia
El excavador de Ur, L. Woolley, opina
que, al igual que en Mesopotamia y Egipto, la monarquía fue la forma de
gobierno de estas dos ciudades, pero de la que se ignora todo: si el monarca
fue sacerdote, un dios o un simple rey. Las casas de Mohenjo-Daro indican la
existencia de una rica aristocracia interesada en las tareas de gobierno.
Religión
Algunos autores han sugerido, en vista
que no haberse encontrado en Mohenjo-Daro ningún edificio susceptible de ser un
Palacio, que la ciudad estaba gobernada por una aristocracia o, en todo caso,
por el gobernador de otra ciudad mas importante, como podría ser Harappa.
Los trabajos de interpretación de las escrituras y signos
proto-indios, realizados por Enrique Heras en “The religion of Mohenjo-Daro people according to the
inscriptions”, y de cuya exactitud y validez ya no es posible
dudar, nos ha abierto un amplio campo de investigación que nos permite
estudiar muchos de los aspectos ésta cultura del Valle de Indo. Del examen de
las inscripciones se desprende que Monhenjo-Daro, parece ser, estaba
gobernada por un supremo sacerdote como representante de la divinidad en la
Tierra. Debido a ello, los títulos que adoptará estarán íntimamente
ligados con la religión, por lo que creemos necesario, antes de entrar su
estudio, hacer un breve resumen de los principales dogmas religiosos, así como
de las formas y distintos nombres tomados por el dios
principal proto-índico.
Estatuilla de
sacerdote. Mohenjo-Daro. Aparece con el moño sacerdotal y una túnica de
tréboles.
La religión era, en sus conceptos
principales, la misma entre las diferentes tribus o nomos y de los que sabemos
tenían cada uno como emblema un animal o símbolo totémico, si bien
aparecen algunos localismos a similitud de las ciudades del Antiguo
Oriente Próximo. Las divinidades principales, y que se constituían en una
tríada, eran los dioses Āṇ
(1,13), Āṇ-il (2,5) y la
diosa Amma (1,12), – posibles prototipos de Shiva,
Subrahamanya y Pārvati de las religiones hinduístas según Jorge Quintana.
Aunque, desde mi humilde opinión, también tiene relación con la tríada suprema
sumeria: An, En.il y
Ki, como “El Señor (Sol)”, El “Señor del Viento” y la “Madre
Tierra”. No en vano Āṇ-il o Vāyu es el “Dios del Viento” y
Amma representa a la “Madre” en la mitología védica – y que
nos son presentados en una inscripción muy importante, “Uda mūn per kaḍavuḷ-adu kalak uir” (1), “La vida unida de los tres grandes dioses
juntos”. De las tres principales personalidades deíticas, “mūn per kaḍavuḷ”, Āṇ era el mas importante, “Kovil ella kaḍavuḷ-adu Āṇ” (2), “Āṇ
de todos los dioses del Templo”. “Āṇ” como vocablo que abarca
la idea de superioridad y de subsistencia por si mismo y que era identificado
también con el Sol, “Uyarel
ire per kaḍavuḷ” (3) “El gran dios que es el
alto Sol”. Ésta identificación es primordial para comprender la idiosincrasia
de ésta religión, pues el Sol al recorrer las ocho constelaciones/periodos del
calendario proto-indio, tomaba en cada mes la personificación en
correspondencia. Así, los meses/periodos eran “Eḍu“, el carnero, y con el que empezaba el año; “Yāl”, el arpa; “Naṇḍ” (6,4), el cangrejo; “Amma” (1,12), la madre; “Tūk” (1,3), la balanza; “Kaṇi” (4,8), la saeta; “Kuda” (19,8), el jarro; y “Mīn” (4,10), el pez. Como
consecuencia de su identificación con cada uno de los ocho meses/periodos del
año, se daba al dios Āṇ
el nombre de “El dios de la ocho formas”,
“eṭ kaḍavul” y así
nos relata el texto: “Adu
tali per mīn oriḍa eṭ kaḍavul” (4) ,
“Este, el dios de la ocho formas, el gran pez, al que se le
hacen aspersiones (adoraciones)”
(2) “Kovil ella kaḍavuḷ-adu Āṇ”
(3) “Uyarel ire per kaḍavuḷ”
Según J. Quintana, ésta ultima inscripción es difícil
de traducir literalmente, como lo es, en general, todo texto dravídico debido a
su sintaxis – Aquí J. Quintana nos propone que en contraposición
a otras teorías, la lengua utilizada del Valle del Indo corresponde a una
lengua dravídica –. La palabra “kaḍavuḷ“, “dios”, como sujeto
de la oración, está precedida de un numeral, “eṭ”, “ocho”,
que actúa como un adjetivo calificativo, por lo que debe traducirse como
“El ocho dios”. “Per mīn“, “el gran pez”, está calificado por el
adjetivo “tali”, siendo, por tanto, su traducción literal “el aspérgido
gran dios”.
(4) “Adu tali per mīn oriḍa eṭ kaḍavuḷ”
El topónimo “Mohenjo-Daro” es una nomenclatura moderna
proveniente del dialecto sindhi y viene a significar “La Ciudad de
los Muertos”, no coincidiendo en ningún momento con su
primitivo nombre, así como tampoco con el de la región donde se sitúa en la
actual denominación. El país a orillas del Indo era denominado con el
nombre de “Mīnāḍ” (4,13), – “nāḍ” que significa “reino” y
“mīn” que significa “pez” – , y sus habitantes como los “mīnair”
(4,11), en plural o “mīnan” (5,3), en singular – “Mīnair ”que se
compone de símbolos “mīn” y “an”. Éste último como determinativo de
personalidad o lo que es lo mismo: “Los de el pez”, junto con “ir” como plural
– y cuyo “tótem” parece ser que fue el unicornio – En un
sello de la época aparece un hombre que porta un estandarte y donde
figura en su parte superior el citado animal mitológico –. Éstos posibles
antropónimos vienen corroborados por el nombre que los arios dieron a este
pueblo y al que llamaron en indoeuropeo, “matsyas”, “los
peces”.
Sello de
Mohenjo-Daro/Naṇḍūr conocido como “El ritual del sacrificio”. Aparece, de
izquierda a derecha, el dios supremo Āṇ sobre un árbol “Pipal” coronado
por el moño sacerdotal y su símbolo del tridente; un sacerdote
postrado y a continuación el símbolo del dios como “Señor de las ocho partes
del año”: “El carnero-pez”
La capital del “País de Mīnāḍ” era conocida como “Naṇḍūr” o “Ciudad del Cangrejo” y
que estaba dedicada al dios Āṇ en la forma que tomaba en la “octava
casa” del calendario. Sus habitantes eran conocidos como “naṇḍor” (14,8) o “naṇḍūrir”, es decir “Los del
cangrejo” o “Los de Nandor”. En la capital, el dios supremo Āṇ era adorado
bajo la forma combinada del carnero y del pez, primero y último signo del
calendario, y que era una manera de reconocer el paso del dios por las ocho
casas del firmamento. Ésta forma combinada de la divinidad Āṇ aparece
relatada en un sello como “Nila Naṇḍūr
eḍu mīn-adu Āṇ val”, ” Āṇ del carnero y del pez
de Naṇḍūr que posee tierras, que esté contento”, aunque también aparece
con éste significado en otras inscripciones como “Edu etru uyarel ir ār ire per kaḍavuḷ“, “El gran dios
que tiene dos formas del gran Sol de las ocho partes del año” o “Edu etru uyarel ir ār et per kaḍavuḷ-adu“,
“El gran dios de ocho formas, dos formas del alto Sol de las ocho partes del
año”.
El dirigente principal de Mīnāḍ,
que residía en Naṇḍūr, tenía dos clases de títulos: Unos que podríamos
denominar como jerárquicos y que se refieren a su situación a la cabeza de la
comunidad y otros de carácter religioso que indicaban su calidad como vicario
de la divinidad en la Tierra. Uno de los títulos que indicaban su
jerarquía en el país, siendo el más frecuente, es el de “Kōn”(12,7) y que vienen
literalmente a significar “El que tiene poder”/”El que domina”. Dice el
texto: “ūr-il ire mīn mīnan
kōn-adu”, “Del gobernante de los ilustres mīnan que esta en el
país”. El título de gobernante era llevado también por el regente de Vēlūr, ciudad dedicada al símbolo
del poder de Āṇ, el tridente, “vēl“.
Los Vēlūr pertenecían también a la estirpe de los Mînan, si bien éstos
habitaban más al Sur. Del gobernante de Vēlūr nos habla la siguiente
inscripción: “Il-il ire mīn Vēlūr kōn”,
“El regente de la ilustre Vēlūr que ésta en la casa (templo)”. Otro
título que se daba al regente de Nandūr era el de “Taltalālva“, traducido como “El
muy ilustre gobernador”, compuesto de la raíz “ālva“, gobernar, calificada por el adjetivo “tal”, ilustre, repetido dos veces. Nos dice otro texto, “Cuni sere taltalālva“, “El muy
ilustre gobernador del falo” y que nos habla de la introducción de un
culto al miembro viril de hombre como energía vital. Culto que, suponemos
fue introducido por tal gobernador entre los Mīnan y que tuvo gran aceptación
en Mohenjo-Daro – Hecho que se corrobora
con el hallazgo de gran número de “lingas” encontrados en dicha población
-. Hay otro título frecuente en las inscripciones y que era
llevado por el regente de Mīnāḍ, nos habla de “Mīnan adu udayan”, “El guía de
los mūnan”. Vocablo “Udayan” (15,10)
que viene a significar literalmente “el que dirige” o “el que guía” y que
proviene de la raíz “uda”
(15,8).
dirigir/guiar o conducir, ”
Il-il ire mīnan-adu udayan”, “el guía de los mīnan que está en la
casa” . También, y con respecto a la regencia, se tiene conocimiento de
un título de parera del regente con la denominación de “Kopen” (13,10). De una de
éstas esposas del gobernante nos aparece un texto que dice “Kopen ten-adu nalvid”, “Muchas
casas de la plantación de palmeras de la esposa del gobernante” y donde el
término “ten” significa
“palmera”.
Los títulos religiosos
son los que nos muestran la posición del gobernante con respecto a la divinidad
y de la que ha recibido su gobierno. Hemos visto que Ān era el dios
supremo de los proto-indios y que la ciudad de Nandûr estaba dedicada al
cangrejo, una de sus ocho formas. El título religioso mas importante del rey de
Nandûr era “Naṇḍ ulavan” (4,4 + 6,4) o “Naṇḍ-il ulavan” (4,4 +
14,6). En la segunda frase, la palabra “naṇḍ-il” es el
genitivo de “naṇḍ“(6,4), “país”, con la terminación “il”,
en cambio, en el primer caso se usa el genitivo directo – Tiene una
utilización similar análogo al genitivo directo egipcio, si bien aquí
el/lo regido precede al regidor -. El término “Ulavan” (4,4)
significa “hacendado”, o bien “arrendatario”, en definitiva, “el que tiene
derecho a cultivar la tierra” y que viene dado por la idea de quien ha recibido
de otra persona, en este caso el dios, la prerrogativa de cultivar la tierra.
La traducción de “naṇḍ-il ulavan” sería entonces “El arrendatario
del cangrejo/país”, indicando que al gobernante como representante y
administrador de los bienes divinos. Siendo el regente el apoderado del
dios, es probable que residiera en el Templo. Aunque, como hemos dicho
anteriormente, no se ha encontrado en Mohenjo-Daro construcción que pudiera
asumir el papel de Palacio o Templo, se sabe que bajo el túmulo sobre el que
están edificados la “estupa” y el templo budista, existen los restos de una
edificación construida sobre una colina artificial y que con todo posibilidad
debería corresponder con el templo de la ciudad (E Mackay, 1936). Hecho que
concuerda con la experiencia que multitud de “lugares santos” para una
religión lo serán posteriormente ser para otras. La circunstancia
de no haber encontrado otra edificación que pueda considerarse como Templo o
Palacio parece dirigirnos a la idea de la existencia de un único centro de
gobierno que sería la “Casa de la Divinidad”. Como rúbrica a ésta teoría,
hemos de considerar la etimología de la palabra “templo” en proto-indio, “kōvil“,
compuesto de raíz “kō“(1,8), regencia e “il”,
(23,3) casa – la “v” es eufónica – y que viene
a significar “La Casa de la Regencia” – palabra que era utilizada en
lengua tamil, si bien ha sido sustituida por el término “Irâça” – El
vocablo “il” pudiera tener relación con la alocución “il-il
ire”, “que está en la casa”, construcción de participio con
funciones adjetivales muy frecuente en las lenguas dravídicas, y donde la
palabra “il” , cuando la alocución hace referencia a un dios,
puede traducirse como “templo”. Un ejemplo sería: “Il-il ire mîn per
kadavul-adu Ān”, “El ser supremo, el gran dios de la estrellas, ésta en el
Templo”, cabiendo la posibilidad de tomar igual significancia en el caso que el
sujeto fuera el regente, como era el caso del texto traducido
anteriormente.
(5) “Or-il
tirpir ire mîn nand-il ulavan”
Las traducciones que
incluyen la alocución “naṇḍ-il ulavan” son variadas, aunque aquí
vamos a destacar el texto: “Or-il tirpir iremīn naṇḍ-il ulavan” (5),
“El ilustre hacendado del Cangrejo que posee los decretos del que es uno (el
dios)”. Al decir que el gobernante posee los decretos de la
divinidad, se ve aún más claramente el concepto teocrático del “País de Nandûr”.
Estos decretos o disposiciones pudieran perfectamente referirse a la
llevanza de los “asuntos mundanos” del dios, los cuales eran transmitidos a su
vicario en la Tierra y de los que se posee alguna información. Sabemos que
existieron tres disposiciones, “Mūn naṇḍal tirpir”, a cerca del “Naṇḍal”
o festividad que se celebraba al terminar la recolección de la cosecha. En
éstos decretos es posible que se indicara las partes de la cosecha que
correspondían a la regencia, ya que textos en referencia a Vēlūr nos
indican con seguridad que dos cuartas partes de la cosecha correspondían al
Templo.(E. Heras). Un gobernante denominado Mīna impuso una contribución
sobre la pesca, y a esta disposición hace referencia una inscripción que habla
de “Mīnan mīntirpu“, “El decreto sobre el pescado de Mīna” (Ilustrated
London News, 1924). También se pagaba al regente una contribución sobre la
tierras denominada “ade” que era reclamada por unos funcionarios llamados
“adekan” (13,2), “…adekan ire ir mīnir” (6) “…dos mīnan
que son adekan” (Mackay, 1936)
(6) “…adekan ire
ir mīnir”
El segundo de
los títulos religiosos del gobernante de Naṇḍūr era “Mīnavan”
(17,14 + 4,10) que viene a significar “El del pez” o “El devoto
del pez”. El “Pez” era el último mes del calendario de Monhenjo-Daro, indicando
al regente como adorador, en combinación con el “carnero” de la personificación
del dios supremo Ān bajo aquella forma. Se dispone un texto que narra “Parava
nila ir mīn Mīnavan Mūnkan“ (7), “El de los
tres ojos de Mînavan de los dos peces de la Luna de los Parava” . “Mūnkan“,
“El de tres ojos”, es uno de los nombres del dios Ān y que se cita en
numerosas inscripciones. Según la tradición shaivita, de época
posterior, dios reconoció que dos ojos no le eran suficientes para
ver, y desde entonces tuvo tres. Los “Pavaran de la Luna” constituían
una de las dos ramas que se dividía una tribu, siendo estos nomos una
subdivisión de los Mînan, denominados “Paravas del Sol” y “Paravas de la
Luna” – los descendientes de éstos últimos viven aún en Fishery Coast,
y, según su tradición, descienden de la Luna –. Los dos peces a lo que se
refiere el relato corresponden a un “lañchana” o divisa heráldica
de Mînâd. Como posible corroboración a éstas hipótesis, E. Heras alude a
que los reyes Pândyas de Madura, llevaban, hecho conocido desde el siglo I
d.C., el título de “Mînavan” y que su lañchana eran dos peces – peces que se
encuentran en todos los templos del Sur de la India construidos por los
Pândyas, así como en sus monedas, etc – Además, y según la tradición
conservada en el Mahabharata, los reyes Pândyas procedían del Norte de la
India, siendo tal dinastía los “señores naturales” de los Paravas de Fishery
Coast.
(7) “Parava nila
ir mîn Mînavan Mûnkan”
Anexo: Como
muestra y referencia a algunos símbolos proto-indios reflejados en el texto,
utilizaremos la siguiente tabla y que proviene de los fondos de la Promotora
Española de Lingüistica (PROEL). Para ubicar su referencia utilizaremos dos
numerales, un primero para la fila y un segundo para su posición en dicha fila.
Tal que (0,0) = blanco.
Arte
Entre la estatuaria que ha dado Harappa destaca un cuerpo desnudo de varón
tallado en piedra roja, con un buen estudio anatómico. Los brazos estaban
hechos aparte y ensamblados al cuerpo.
Harappa ha proporcionado un gran número
de terracotas de damas desnudas, con los senos bien marcados, señalando que se
trata, muy probablemente, de imágenes de la Gran Diosa Madre de la fecundidad,
muy propia de culturas con base económica agrícola y ganadera, como las diosas
madres de V y IV milenio de Tell Halaf o de Tell Brak, o la diosa entre
animales de Çatal Hüyük. Se distinguen por un sofisticado tocado, o por su
ampuloso peinado. Ciñen al cuello unos anchos collares con colgantes de
lengüeta. Las bocas son alargadas y de labios pronunciados. La nariz es picuda
y los ojos son unos pegotes de pasta. Representan a la misma diosa documentada
en Mesopotamia y Egipto.
Abundan las representaciones de diversos
animales mamíferos, aves y reptiles, de pequeño tamaño. También conservan pesas
de telar, que prueba que los habitantes de la Cultura del Valle del Indo
fabricaban sus vestidos de algodón, con un sistema muy perfeccionado.
Entre las terracotas de Harappa
atrae la atención un carro tirado por toros, de caja abarquillada y ruedas
macizas, como era frecuente en otras culturas -Agrab- en la primera mitad del
III milenio antes de Cristo.
Maqueta de un carrito
con los bueyes de terracota. Museo de Mohenjo-Daro.
La joyería era variada. Los anillos
estaban fabricados en cobre o bronce. Había también brazaletes collares de
terracota. Igualmente, como materiales nobles, se usaban el oro, el marfil, la
coralina y la concha.
A mil kilómetros al norte del Indo
se fundó el asentamiento de Shortugai, que permitía a Harappa controlar el
lapislázuli obtenido en Badakhshan (Afganistán). En la ilustración, mercaderes
del norte aguardan para mostrar turquesas y lapislázuli a un comerciante de
Harappa que pesa cuentas para hacer collares y brazaletes, una de las
principales exportaciones a Mesopotamia. El comercio descansaba en el trueque,
ya que la civilización del Indo carecía de moneda.
Sellos
Los sellos cilíndricos son "objetos
pequeños de piedra en forma de barril con un agujero en el centro, enrollados
sobre arcilla cuando están suaves para indicar la propiedad o para autenticar
un documento ... usados principalmente en Mesopotamia desde finales del 4 °
al 1 ° milenio a.C.
Impresión de un sello cilíndrico
Harappan de Kalibangan (K-65). "Dos guerreros, que se distinguen por el
pelo usado en un moño dividido en la parte posterior de la cabeza, se atan
entre sí, mientras que ambos están siendo sostenidos por la mano por una diosa
que lleva un tocado con un colgante largo (comparable al unos decorados con
conchas de cowry y turquesa que usan las mujeres de Ladakh y Chitral),
brazaletes en los brazos y una falda. Junto a la escena de combate (donde el
espacio parece haber impedido la representación de esos detalles), su cuerpo se
funde con la del tigre (más tarde la diosa hindú de la guerra) y su tocado está
elaborado con cuernos de animales y una rama de árbol ", escribe Asko
Parpola en Deciphering the Indus Script, p. 253.
Impresión de un sello
cilíndrico Harappan de
Kalibangan
Dholavira es un sitio arqueológico en el taluka
Bhachau (distrito de Kach), en el estado de Guyarat, en el noroeste de la
India. Tomó su nombre de un pueblo moderno que se encuentra a 1 km al sur
del sitio. El sitio de Dholavira ―conocido localmente como Kotada Timba―
contiene ruinas de una antigua ciudad de la cultura del valle del Indo (que
incluye a Moenshodaro y Harappa). Es uno de los sitios arqueológicos más
grandes e importantes en la India pertenecientes a la civilización del valle
del Indo. Se encuentra en la isla Khadir Bet, en el Santuario de Vida Silvestre
del Desierto de Kach en el Gran Rann de Kach. En la temporada del monzón, el
sitio queda rodeado por el agua.
El sitio fue ocupado desde el
2650 a. C. aproximadamente. Después del 2100 a. C. la
población fue disminuyendo lentamente hasta abandonar completamente el sitio.
Hacia el 1450 a. C. fue reocupado brevemente.
El sitio fue redescubierto en 1967 por
J. P. Joshi y es el quinto sitio harappense en el subcontinente indio. Desde
1990 ha sido objeto de excavaciones casi continuas por el Archaeological Survey
of India. Ya se han descubierto ocho grandes centros urbanos de esta misma
civilización: Harappa, MoenshoDaro, Ganeriwala, Rakhigarhi, Kalibangan, Rupar,
Dholavira y Lothal.
El antiguo sitio de Dholavira estaba
flanqueado por dos arroyos de agua de lluvia, el Mansar (al norte) y el Manhar
(al sur). La excavación se inició en 1989 por el Archaeological Survey of
India, bajo la dirección de R. S. Bisht. Las excavaciones sacaron a
la luz una arquitectura y planificación urbana sofisticadas, y descubrió una
gran cantidad de objetos antiguos tales como sellos, cuentas, huesos de
animales, oro, plata, adornos de cerámica y vasos vinculados a Mesopotamia. Los
arqueólogos creen que Dholavira fue un importante centro del comercio entre el
occidente de Asia y los asentamientos en el sur (Guyarat, Panyab y Sindh).
Se estima que es más antigua que el
puerto de la ciudad de Lothal, la ciudad de Dholavira tiene forma rectangular y
se extiende sobre 100 hectáreas. El área mide 771 metros de longitud,
y 617 metros de ancho. Como Jarapa y Mohensho-Daro, la ciudad se compone
de un plan geométrico preexistente, con tres divisiones: la ciudadela, la
ciudad media y la ciudad baja. La acrópolis y el centro de la ciudad poseían su
propia defensa, pasarelas, zonas edificadas, sistema de calles, pozos de agua y
grandes espacios abiertos. La acrópolis es la zona mejor conservada, se trata
de un complejo imponente y ocupa la mayor parte de la zona suroeste. El
imponente "castillo" se alza majestuoso, defendido por murallas
dobles. A su lado se encuentra un lugar llamado «patio», donde vivían los
funcionarios importantes. La ciudad dentro de la fortaleza ocupa
48 hectáreas. Más allá de la muralla se ha encontrado otro asentamiento.
La característica más llamativa de la ciudad es que todos los edificios, al
menos en su actual estado de conservación, están construidos de piedra,
mientras que la mayoría de los sitios de la cultura de Harapa, incluyendo las
propias Harapa y Mohensho-Daro en sí, son casi exclusivamente construidas de
ladrillo.
Una de las características únicas de
Dholavira es su sofisticado sistema de conservación de agua, con canales y
embalses, el más antiguo encontrado en cualquier parte del mundo y construido
totalmente en piedra, de los cuales tres están expuestos al aire libre. Fueron
utilizados para almacenar el agua fresca traída por las lluvias o para
almacenar el agua desviada de un riachuelo cercano. Esto probablemente se
produjo en consecuencia del clima desértico y las condiciones de Kutch, en
donde pueden pasar varios años sin lluvia.
Durante la etapa III de su desarrollo,
los habitantes de Dholavira crearon dieciséis o más depósitos de tamaño
variable. Algunos de estos se aprovecharon de la pendiente del terreno en el
gran asentamiento, una caída de 13 m desde el noreste al noroeste. Se
excavaron otros embalses, algunos en la roca viva. Trabajos recientes han
puesto de manifiesto dos grandes embalses, uno al este del castillo y una hacia
el sur, cerca del Anexo.
Los embalses están cortados
verticalmente en la piedra. Tienen unos 7 metros de profundidad y
79 metros de largo. Los depósitos bordeaban la ciudad, mientras que la
ciudadela y el baño se encontraban en un terreno elevado y de gran tamaño con
un canal de piedra de corte para conectar el drenaje destinado a dirigir el
agua a un tanque de almacenamiento que también se ha encontrado. El estanque
para baño tenía escalones para descender al interior.
Otras edificaciones y objetos
Se encontró una enorme edificación
circular, que se cree seria una tumba o monumento. Sin embargo, dentro no se
encontraron esqueletos o restos humanos. La edificación circular está
construida con diez paredes radiales de ladrillos de barro en forma de rueda de
radios. En el pasillo de la puerta oriental se encontró una escultura de
arenisca de un varón con el pene erecto, pero sin pies ni cabeza. Se
encontraron muchas de estructuras funerarias, pero todas ―excepto una― carecían
de esqueletos. También se hallaron muchas piezas de cerámica, sellos de barro,
pulseras, anillos, collares y grabados calcográficos.
Lothal fue una de las ciudades más importantes de la antigua
civilización del valle del Indo. Situada en el moderno estado de Guyarat, data
del 2400 a. C., hoy es uno de los yacimientos arqueológicos más
relevantes de la India. Descubierta en 1954, Lothal fue excavada entre el 13 de
febrero de 1955 y el 19 de mayo de 1960 por el ASI (Archaeological Survey of
India: Servicio Arqueológico de la India).
La dársena de Lothal es la más antigua
del mundo, conectaba la ciudad a un antiguo curso del río Sabarmati, integrado
en la ruta comercial entre la ciudad de Harappa en la región de Sind y la
península de Kathiawar donde el desierto que ahora rodea la zona de Kachchh, en
la antigüedad fue una parte del mar Arábigo. Fue un próspero y vital centro
comercial en la antigüedad, traficaban con perlas, metales, piedras preciosas y
semipreciosas y valiosos adornos que llegaban a los rincones más alejados del Extremo
Oriente y África. Los habitantes de Lothal hicieron las primeras
representaciones artísticas realistas en el arte y en la escultura, habiendo
creado algunas de las fábulas más conocidas hoy en día en la India. Utilizaron
la brújula con un caparazón, con 8 o 12 divisiones del horizonte, y
posiblemente fueron pioneros en el estudio de las estrellas y su uso en la
navegación 2000 años antes que los griegos. Sus técnicas metalúrgicas les han
sobrevivido y se han utilizado durante más de 4000 años.
Lothal está situada cerca de la aldea de
Saragwala que pertenece al Taluka de Dholka en el distrito de Ahmedabad. Se
encuentra a seis kilómetros al sudeste de la estación de tren Lothal-Bhurkhi de
la línea de ferrocarril Ahmedabad-Bhavnagar. También está enlazada por
carretera, transitable todo el año, con las ciudades de Ahmedabad, a 85 km,
Bhavnagar, Rajkot y Dholka. Las ciudades más próximas son Dholka y Bagodara.
Las excavaciones se reanudaron en 1961, los arqueólogos abrieron zanjas a lo
largo de los flancos norte, este y oeste del montículo, sacando a la luz los
canales de entrada a la dársena y los nullah ("barranco", o
"cauce") que conectaban el muelle con el río. Los hallazgos
principales son el propio montículo con restos arqueológicos, la ciudadela, la
plaza del mercado y el muelle. Junto a las zonas excavadas se encuentra el
Museo Arqueológico, donde algunos de los más importantes colecciones de
antigüedades que se encuentran expuestas en la India.
El 15 de abril de 2014 los «Restos
arqueológicos de una ciudad-puerto harappa, Lothal» fueron inscritos en la
Lista Indicativa de la India —paso previo a ser declarado Patrimonio de la
Humanidad—, en la categoría de bien cultural (nº. ref 5918).
En guyaratí, Lothal significa ‘colina de
los muertos’. Tal denominación no es inusual, ya que el nombre de la ciudad de
Mohenyo Daro, en sindhí significa lo mismo. La gente de los pueblos vecinos a
Lothal conocía desde hacía mucho la existencia en esa zona de una antigua
ciudad y de restos humanos. En fecha tan reciente como 1850, las embarcaciones
podían navegar hasta la colina, y en 1942 se transportaba madera en
embarcaciones por los canales que rodean la colina con restos arqueológicos,
desde Bharuch hasta Saragwala. Un arroyo cenagoso que conecta el moderno Bholad
con Lothal y Saragwala es lo que queda de un antiguo canal de Lothal. Cuando
la India se escindió en 1947, la mayoría de los yacimientos arqueológicos,
incluyendo Mohenjodaro y Harappa, quedaron en territorio del estado de
Pakistán. El Servicio Arqueológico de la India planificó un nuevo programa de
exploración y excavación en muchos lugares de Guyarat. Entre 1954 y 1958, se
excavó en más de 50 yacimientos de las penínsulas de Kutch y Saurashtra, lo que
amplió los límites de la Cultura del valle del Indo en 500 kilómetros,
descubriendo que llegaba hasta el río Kim, donde el yacimiento de Bhagatrav
guarda el acceso al valle de los ríos Narmada y Tapti. Lothal está a 270
kilómetros de Mohenjodaro, ciudad que se encuentra en Sind. También se ha
especulado que, debido a las dimensiones relativamente pequeñas de la ciudad
principal, Lothal no era un gran asentamiento, y que su "muelle"
puede que fuese tan solo un gran estanque de riego. Sin embargo, la ASI y otros
arqueólogos contemporáneos afirman que la ciudad estuvo integrada en una gran
ruta comercial de tipo fluvial mantenida por los antiguos pueblos del
territorio comprendido entre Sind y Saurashtra en Guyarat. En los
enterramientos que se han encontrado de ese período, hay indicios de que esos
pueblos era probablemente dravídicos, protoaustraloides o mediterráneos. Lothal
ha proporcionado la mayor colección de antigüedades de la moderna arqueología
de la India. Se trata esencialmente de un yacimiento perteneciente a una sola cultura,
la de Harappa. En la zona se ha descubierto también la existencia de otra
cultura, esta anterior a la de Harappa, la llamada cultura de la cerámica roja.
En el yacimiento de Lothal se diferencian claramente dos sub períodos, los
elementos descubiertos pertenecientes al comprendido entre el 2400 y el
1900 a. C. coinciden fielmente con la exuberante cultura de Harappa y
Mohenjodaro.
Estructura
de un baño-aseo de casas en Lothal
Después de que el núcleo central de la
civilización del valle del Indo en Mohenjodaro y Harappa entrase en declive,
Lothal aun permaneció próspera durante muchos años. No obstante, al final, las
inundaciones, y las tormentas tropicales le causaron estragos de tal
envergadura que originaron su destrucción y abandono. Ciertos estudios
topográficos, han hallado indicios de que por la fecha del abandono y
destrucción de Lothal, la región padeció una época de sequía y desertización
por la escasez de lluvias monzónicas. Por lo tanto, la causa del abandono de la
ciudad pudo haber sido debida a los cambios climáticos tanto como a los
desastres naturales. Lothal se construyó sobre un montículo existente en una
zona de marismas inundadas por las mareas. La teledetección y los estudios
topográficos publicados por científicos indios en el Diario Oficial de
Geofísica de la Unión India en 2004 puso de manifiesto un antiguo meandro
próximo a Lothal, de unos 30 km de largo, era una extensión de un afluente del
río Bhogavo. La existencia de pequeños canales de 10 a 300 m de ancho,
sugieren, al compararlos con los existentes en los tramos inferiores que son de
1,2 a 1,6 km de ancho, que el agua de las mareas penetraba en la tierra hasta
más allá de la ciudad. Este hecho implicó que los habitantes de Lothal tuviesen
que abastecerse de agua potable aguas arriba del río.
Antes de que se poblara la zona de
Harappa (c. 2400 a. C.), Lothal era un pequeño pueblo junto al río
que da acceso a la parte continental del golfo de Khambhat. Los pueblos
indígenas mantenían una próspera economía, hecho acreditado por el
descubrimiento de objetos de cobre, perlas y piedras semi-preciosas, y
artículos de materiales cerámicos fabricados con arcilla fina y lisa, con
superficies de color rojo micáceo. Descubrieron una nueva técnica de horneado
de la cerámica, controlando en parte la oxidación–reducción, que mejoraba mucho
el resultado, de ahí que a su cultura se la haya llamado la de la cerámica
roja. Las gentes de Harappa fueron atraídas a Lothal por su puerto bien
protegido, el buen arroz y algodón que se producían en la zona, y la creciente
industria de fabricación de cuentas y adornos. Las cuentas y gemas de Lothal
tenían una gran demanda en el oeste. Los colonos provenientes de Harappa vivían
pacíficamente con el pueblo de la cerámica roja, y adoptaron el estilo de vida
de los nativos, eso les llevó a que su comercio floreciera y el cambio de
técnicas de trabajo hizo que terminasen fabricando productos de cerámica
indígena con sus mismas formas.
Hacia el 2350 a. C., una
devastadora inundación destruyó muchas aldeas y asentamientos de la
civilización de la cerámica roja. Gentes de la civilización harappa que vivían
en las proximidades, y otras provenientes de Sindh, aprovecharon la oportunidad
para ampliar sus asentamientos y construir una ciudad según el modelo de las habituales
en esa época en el valle del Indo.8 Los
planificadores de Lothal previeron el problema de las inundaciones construyendo
sobre elevaciones. La ciudad se dividió en secciones, cada una era una
plataforma de ladrillos secados al sol de 1 o 2 metros de altura, en cada
sección se construyeron de 20 a 30 casas con paredes de ladrillo. La ciudad se
dividió en dos partes, una ciudadela o acrópolis, y la ciudad baja. Los
gobernantes de la ciudad vivían en la acrópolis, que incluía baños
pavimentados, alcantarillado subterráneo y de superficie (construido con
ladrillos endurecidos al horno) y un pozo de agua potable. La ciudad baja se
subdividía en dos sectores, al norte y al sur de la calle comercial principal,
flanqueada por las tiendas de los mercaderes ricos, los más ordinarios y los
artesanos. El área residencial se encontraba a ambos lados del mercado. La
ciudad baja fue ampliada periódicamente aprovechando los años de prosperidad de
Lothal.
Los ingenieros que diseñaron Lothal,
dieron una alta prioridad a la construcción de un astillero y un gran almacén
que facilitase el comercio marítimo. Si bien la opinión de consenso entre los
arqueólogos identifica esta estructura como un "astillero", también
se ha sugerido que, debido a sus pequeñas dimensiones, esta especie de dársena
podría haber sido una balsa de riego con sus correspondientes canales. El
dique fue construido en el flanco oriental de la ciudad, y es considerado por
los arqueólogos como una hazaña de ingeniería del más alto nivel. Se encuentra
fuera de la corriente principal del río para evitar la sedimentación, pero
siempre permitía el acceso de los barcos incluso con marea alta. El almacén fue
construido cerca de la acrópolis, tenía 3,5 metros de alto y se construyó con
ladrillos de barro cocido. Dada su proximidad a la ciudadela, los gobernantes,
de este modo podían supervisar simultáneamente la actividad en el muelle y en
el almacén. Para facilitar el movimiento de mercancías, el muelle de adobe
tenía 220 metros de longitud y estaba construido en el lado oeste de la
dársena, disponía de una rampa que conducía al almacén. Había un importante
edificio público frente al almacén cuya estructura ha desaparecido
completamente. A lo largo de su existencia, la ciudad tuvo que prepararse
continuamente para enfrentarse a las inundaciones y a las tormentas. El muelle
y los muros periféricos de la ciudad se han mantenido y aguantado el paso del
tiempo sin problemas. El celo puesto en las labores de mantenimiento y
reconstrucción de la ciudad les garantizaba el crecimiento y la prosperidad del
comercio. Sin embargo, con el aumento de la prosperidad, las gentes de Lothal
fueron abandonando esas labores de mantenimiento de sus protecciones y muros y
de los servicios portuarios, posiblemente como resultado de un exceso de
confianza en sus sistemas. Una inundación de intensidad moderada en el
2050 a. C., dejó al descubierto algunas deficiencias graves en las
infraestructuras, y a pesar de ello no abordaron esos problemas adecuadamente.
Economía y cultura urbana
El modelo uniforme de organización de la
ciudad y sus instituciones dan pruebas de que las gentes de la cultura de
Harappa eran un pueblo muy disciplinado. El comercio y las tareas
administrativas se realizaban con arreglo a las normas establecidas. La
administración municipal era muy estricta, por ejemplo, la anchura de la
mayoría de las calles siguió siendo la misma durante un largo tiempo, y las
construcciones que se fueron haciendo la respetaban. Cada hogar disponía de su
propio sumidero, con una cámara en la que se retenían los residuos sólidos, de
forma que no obstruyesen los desagües de la ciudad. Los drenajes, bocas de
inspección y pozos negros mantenían limpia la ciudad y los residuos se
depositaban en el río, para que fuesen arrastrados, cuando había marea alta. En
Lothal fueron pioneros en un nuevo estilo de arte y pintura, dando nuevos
enfoques de realismo a las pinturas de animales en su entorno natural,
incluyendo la representación de cuentos y del folclore. Se construyeron altares
para el fuego sagrado en lugares públicos. Metal, oro, joyas y adornos, todo
ello decorado con buen gusto, dan testimonio de la cultura y la prosperidad del
pueblo de Lothal.
La mayor parte de su equipamiento,
incluyendo herramientas de metal, pesas, patrones de medidas, sellos, cerámica
y adornos fue el estándar, incluso de calidad, en toda la civilización del
Indo. Lothal fue un importante centro comercial, la importación masiva de
materias primas como el cobre, sílex y piedras semi-preciosas de Mohenjo-Daro y
Harappa, ler permitía distribuir después, y también de forma masiva, los
productos terminados que fabricaban, a las ciudades y pueblos del interior.
También producían grandes cantidades de herramientas y otros objetos de bronce,
anzuelos, cinceles, lanzas y adornos. Lothal exportaba también sus perlas,
piedras preciosas, marfil y conchas. Poseían una pujante industria de
fabricación de herramientas de piedra para atender las necesidades domésticas,
el sílex lo importaban del valle de Sukkur y de Bijapur, en la moderna
Karnataka. Bhagatrav les suministraba piedras semi-preciosas, mientras que las
conchas chank provenían de Dholavira y de Dwarka. Una extensa red de
rutas comerciales proporcionó gran prosperidad a los habitantes de Lothal, esta
red se extendía a hasta Egipto, Baréin y Sumeria. Una de las pruebas halladas
sobre las actividades comerciales de Lothal es el descubrimiento de los típicos
sellos de la zona del golfo Pérsico, en concreto uno de ellos es un sello en
forma de botón circular.
Años de decadencia
Mientras continúa el amplio debate sobre
el final de la Civilización del valle del Indo, los indicios arqueológicos
recogidos por el ASI, parecen apuntar a las catástrofes naturales,
especialmente las inundaciones y las tormentas como la causa que provocó la
desaparición de Lothal. Una gran inundación sumergió la ciudad y destruyó la
mayoría de las casas, dejando los muros y las plataformas muy dañados. La
acrópolis y la residencia del gobernante fueron arrasadas
(2000-1900 a. C.), así como las viviendas recientemente construidas
por los comerciantes. Lo más dañino para la ciudad fue el cambio en el curso
del río, que cortó el acceso de los barcos al muelle. A pesar de la huida del
gobernante de la ciudad, las gentes, sin líder, construyeron una nueva dársena
pero menos profunda, abrieron el canal para conectar con el nuevo curso del
río, dando acceso de nuevo a los barcos pero solo a los de pequeño tamaño. Los
barcos grandes anclaban en fondeaderos más alejados. Las casas fueron
reconstruidas, pero no se eliminaron los deshechos de la inundación, lo que
significó que las nuevas construcciones fuesen de mala calidad y más
susceptibles a sufrir daños de nuevo. El sistema de alcantarillado público fue
sustituido por el de fosas sépticas. La falta de liderazgo supuso que las
reparaciones para la recuperación de la actividad y el mantenimiento posterior
no se hiciesen de forma adecuada. El gran almacén dañado nunca fue reparado
correctamente, y las mercancías se guardaban protegidas tan solo por
marquesinas de madera, lo que las dejaba expuestas a las inundaciones y los
incendios. La economía de la ciudad se transformó. Se redujo enormemente el
volumen del comercio, aunque no de forma catastrófica, de forma que los
recursos estaban disponibles en menores cantidades. Las empresas independientes
se hicieron con el control, centralizando todo el proceso de forma que se
organizaron centros fabriles donde cientos de artesanos trabajaban para el
mismo proveedor y financiador. La fábrica contaba con diez salas y un gran
patio de trabajo. El taller del cobre disponía de cinco hornos y la
infraestructura necesaria para que muchos artesanos trabajasen simultáneamente.
A la disminución de la prosperidad de la
ciudad, la escasez de recursos y la mala administración, se unieron las
calamidades periódicas originadas por las inundaciones y las tormentas. El
aumento de la salinidad del suelo hizo imposibles los cultivos y la vida. Esto
se evidencia también en las ciudades próximas de Rangpur, Rojdi, Rupar y
Harappa (en Panyab), y Mohenjo-Daro y Chanhudaro en Sindh. Hacia el
1900 a. C., una inundación masiva provocó la destrucción total de la
ciudad y su desaparición de un golpe. Los estudios arqueológicos realizados
muestran que el curso del río y el muelle quedaron cubiertos de sedimentos y
que los edificios fueron arrasados. La inundación afectó a toda la región de
Saurashtra, Sindh, y el sur de Guyarat, así como a la parte alta del Indo y
Sutlej, donde una gran cantidad de aldeas, pueblos y ciudades quedaron
arrasadas. La población huyó a las regiones del interior.
Cultura de Harappa tardía
Los restos arqueológicos muestran que el
lugar siguió habitado aunque con muchos menos habitantes y ya sin influencia
alguna. Las pocas personas que regresaron a Lothal no pudieron reparar y
reconstruir su ciudad, pero sorprendentemente siguieron viviendo allí en chozas
de caña pobremente construidas y manteniendo sus tradiciones religiosas. Se sabe
que eran gentes pertenecientes a la cultura de Harappa por sus enterramientos.
Si bien el comercio y los recursos de la ciudad, en la práctica, habían
desaparecido, los supervivientes continuaron utilizando su escritura, y
construyendo el mismo tipo de utensilios y de cerámica. En ese período, los
arqueólogos del ASI han detectado un movimiento masivo de refugiados
procedentes del Panyab y Sindh hacia Saurashtra y el valle del Sarasvati, entre
los años 1900 y 1700 a. C. aproximadamente. A este pueblo se le han
atribuido cientos de asentamientos mal equipados y se les ha denominado como
cultura de Harappa tardía, caracterizada por su nula urbanización, la
universalización del analfabetismo, una economía sin diversificar, una
administración muy simple y una gran pobreza. Aunque los sellos típicos de la
civilización del Indo dejaron de utilizarse, el sistema de unidades de peso lo
conservaron, su unidad básica era de 8,573 gramos. Entre 1700 y
1600 a. C., renació el comercio de nuevo. En Lothal resurgió la industria
de la cerámica tipo Harappa, cuencos, platos y jarros fueron producidos en
masa. Los comerciantes utilizaban materiales locales como calcedonia en vez de
sílex para las cuchillas de piedra. Las pesas de piedra arenisca sustituyeron
las clásicas pesas cúbicas de silex. La sofisticada escritura se simplificó al
dejar de emplear los símbolos pictóricos, y el estilo de la pintura quedó
reducido a líneas onduladas, bucles y frondas.
Ocaso de la
Cultura del Valle del Indo
Es generalmente
aceptado por los investigadores que los pueblos indoeuropeos terminaron con
esta cultura, que tuvo un final bastante repentino, acabando con el urbanismo
durante un milenio en la India.
La
llegada de los indoeuropeos o arios (la palabra ario proviene del sánscrito y
significó noble) hacia el 1400 a. de C., supuso la desaparición por
aniquilamiento de la cultura Harappa y el comienzo de un nuevo periodo: la
época Védica, que desde el punto de vista de la economía debió de significar un
retroceso.
El
comercio internacional perdió su anterior importancia y la base económica quedó
limitada a la agricultura, fundamentalmente cerealística (cebada, trigo y, más
tardíamente, arroz), al cultivo de algodón como fibra textil y a un artesanado
rural del que se desprendía un comercio limitado.
Escritura
del Indo
El término escritura del Indo
―también llamado idioma protoíndico― se refiere a breves secuencias agrupadas
de símbolos vinculados con la cultura del valle del Indo.
Los yacimientos protohistóricos más
importantes emparentados con la supuesta escritura son, Harappa y
Mohenjo-daro. Por ahora, el conjunto de signos y símbolos
que poseían los habitantes de esos centros, no suele aparecer inciso sobre
paredes, lápidas de tumbas,
estatuillas, tablillas de arcilla, papiro o códigos como en otros tipos
conocidos de sistemas de escritura, sino que viene grabado principalmente en
lajas ―piedras lisas― de forma cuadrada y rectangular, llamados por los peritos
«sellos» (seals en inglés).
También se ha encontrado sobre otros materiales imperecederos, como por ejemplo
en vasijas o fragmentos de vasijas de cerámica, tablillas de cobre, utensilios
variados de bronce y sobre varas de marfil y de hueso. Las piedras lisas que
llevan inscripciones se destacan por su estilo particular de incisión y su
apariencia exquisita.
Características
de la escritura del Valle del Indo
Los objetos descubiertos en el curso de
los años muestran un número reducido de símbolos en su superficie. El promedio
de los signos grabados es de cuatro o cinco. De manera similar, el documento
que registra 'la inscripción' más larga comprende 17 signos no repetitivos,
conocido como M-314 o 26 signos, i. e., M-494 (Parpola, 1994). Esa
conspicua brevedad de signos sobre 'los sellos' ha dado origen a hipótesis
diferentes respecto a su función. Es posible que contuvieran nombres
personales, títulos profesionales, administrativos o de propiedad o bien podían
haber servido de documentos de identidad, tarjetas de intercambio, amuletos u
objetos votivos.
En muchas lajas aparecen estampadas
figuritas de animales identificables como cebúes, búfalos, rinocerontes,
tigres, elefantes y asimismo ciertas criaturas fantásticas como unicornios o
seres tricefálicos. Por algún motivo, no aparecen animales típicos del
escenario campestre y salvaje hindú, tales como cobras, pavos reales, vacas
lecheras, camellos, monos y asnos. Hasta que no se obtengan más datos sobre esa
cultura, no se puede decir con precisión si las lajas servían para catalogar
animales y por qué se observa la presencia de determinados animales, mientras
se da la ausencia de otros.
Los objetos incisos no vienen
acompañados de otro código de símbolos o de otra forma de escritura paralela
para que los expertos especulen acerca de textos bilingües.
La dirección de la escritura parece ser
de derecha a izquierda.
El número de signos, conforme numerosos
autores, puede variar de 50 a más de 500 dependiendo de la manera de
identificarlos y contarlos. Con eso se intenta decir que aún hay polémica en
cuanto a las ligeras modificaciones o combinaciones de los signos básicos,
técnicamente llamados alógrafos.
Hasta el día de hoy se han recuperado
más de 4000 artefactos incisos.
Sin embargo, en vista de nuevas
evidencias, se espera que las afirmaciones de arriba sean descartables y/o
mejorables.
Los siguientes factores son considerados
como los mayores obstáculos a la comprensión y al desciframiento de dicha
escritura:
La escritura del Indo desapareció hace
mucho tiempo, lo cual dificulta aún más la identificación de la lengua de
sustrato o de la familia de lenguas a la que pertenece. En el caso de que fuera
una lengua aislada, sería casi imposible llegar al codiciado desciframiento.
La longitud media de las inscripciones
es de menos de cinco signos.
La falta de textos bilingües va a
ocasionar más dudas y más investigación de naturaleza intuitiva.
No hay una segmentación final de los
minitextos que sea aceptada por todos los expertos. Más allá de las
especulaciones personales, la sintaxis y la morfología de dicha lengua
resultarán por tanto oscuras.
Tampoco hay acuerdo respecto a un número
fijo de signos que componen la escritura.
A lo largo de los años se ha intentado
numerosas veces descifrar la escritura en cuestión (el profesor Gregory Possehl
habla de más de 60 intentos, mientras el autor hindú Iravatham Mahadevan
menciona más de 100 intentos), pero ninguna de las propuestas ha sido
recibida con júbilo por la comunidad científica. Las reprensiones ásperas,
ligeras o el mero silencio han sido constantes entre los autores respecto a lo
propuesto y enunciado.
Algunos de los estudiosos que han
abogado primero por un entendimiento y luego por un posible desciframiento han
sido:
En 1877, Alexander Cunningham pensó que
la escritura era el arquetipo de escritura brahmi usada en la época del
emperador Aśoka.
En 1982, S. R. Rao ―en su libro The
Decipherment of the Indus Script (‘el desciframiento de la escritura del
Indo’) ― se ofrece a comentar que la lengua de sustrato tiene que ser el
sánscrito védico, o sea una forma temprana del sánscrito (que es un idioma
indoeuropeo empleada en los textos védicos). Además, opina que muchos de los
signos son compuestos y que hay un conjunto básico de signos simples, a partir
de los cuales se han formado los compuestos.
En 1932, Flinders Petrie era de la
opinión de que la escritura del Indo funcionaba como los jeroglíficos egipcios,
aunque no se ofreció a sugerir que los idiomas subyacentes estuvieran
genéticamente emparentados.
En 1974, J. V. Kinnier Wilson ―en su
libro Indo-Sumerian: A New Approach to the Problems of the Indus Script
(‘el indo-sumerio: un nuevo acercamiento a los problemas de la escritura del
Indo’) ― intentó establecer un vínculo entre la cultura del valle del Indo y la
civilización sumeria. El autor consideró que ambas culturas eran ramas del
mismo tronco étnico, aunque por otro lado se ha confirmado que epigráficamente
no hay pruebas de conexión entre ellas. Su metodología se basaba en la
comparación de las formas externas de signos de ambas civilizaciones. Esa
manera de dilucidar el problema es similar a la de Guillaume de Hevesy, quien
vio una semejanza sorprendente entre los símbolos del valle del Indo y los
glifos rongo rongo de la Isla de Pascua, alegando su origen común.
En 1992, Walter Fairservis Jr. ―en su
libro The Harappan Civilization and its Writing: A Model for the
Decipherment of the Indus Script (‘la civilización de Harappa y su
escritura: un modelo de desciframiento de la escritura del Indo’) ― analizó la
forma de los signos y seleccionó palabras procedentes de un idioma drávido para
que se adaptaran al icono escogido. Al final, el autor determinó el significado
del símbolo particular tomando por referencia el drávido. Entre las lenguas de
la familia drávida, se pueden citar, entre otras, el támil antiguo, el télugu,
el malayam y el kannada.
Yuri Knorozov ―uno de los responsables
principales del desciframiento de los glifos mayas― y sus colaboradores rusos
realizaron un análisis distributivo de los signos y hallaron que la estructura
indicaba una lengua de naturaleza sufijante y aglutinativa, como el turco o el
japonés de hoy. De ese modo, según ellos, el candidato más probable en ese
contexto sería una lengua del tronco drávido.
Otros investigadores de peso que han
apostado por el drávido como lengua de sustrato son el profesor finlandés Asko Parpola,
que ha editado el corpus de inscripciones en varios tomos, creyendo que los
símbolos reflejan una escritura logo-silábica y el hindú Iravatham Mahadevan.
Finalmente, hay que decir que si los
signos fueran exclusivamente pictogramas o logogramas, existiría la alternativa
de que no contuvieran información alguna sobre la lengua hablada por los
antiquísimos escribas, ya que no se los podría definir una escritura en el
sentido más restringido de la palabra. En un artículo publicado online en 2004,
un trío de estudiosos estadounidenses, Steve Farmer, Richard Sproat y Michael
Witzel, basado en análisis comparativos, estructurales y de frecuencia de los
signos, han favorecido la idea de que la escritura del Indo no estaba asociada
a un definido lenguaje oral. Careciendo, por tanto, de valores fonéticos,
tendría un estatus meramente emblemático, lo que por otra parte explicaría la
extrema brevedad del material gráfico inciso. Los sellos, según ellos, parecen
ser artefactos producidos en masa, destinados a ser utilizados en rituales
comunitarios y llevarían encima símbolos religiosos y de sacrificio.
El siguiente pueblo son
los arioss. Los arios llegaron a la
India en algún momento entre 1500 a.C. y 1300 a.C. probablemente del área hoy
conocida como Hindu Kush. Se cree que los arios destruyeron la civilización de
Harappa pero la evidencia arqueológica no apoya esta hipótesis. El término ario
es una designación lingüística y el idioma que estos arioss hablaban, el
sánscrito, está relacionado con el persa así como casi todos los demás idiomas
hablados en Europa. El sánscrito es parte de una familia de idiomas que hoy
llamamos Indoeuropea.
Los arios eran un pueblo pastoril y nómada, bueno para montar a caballo y criar animales. También sabían como utilizar carruajes, lo que los hizo muy buenos en la lucha. Desde aproximadamente el año 1500 a.C. en adelante, los arios llegaron en oleadas dirigiéndose al sur y al este, eventualmente llegando al valle del Ganges. Si creemos en los Vedas, el libro que escribieron los arios, entonces también eran un pueblo violento. Sus dioses principales eran Agni, el dios del fuego e Indra, la diosa de la luz, y exaltaban la superioridad militar y las grandes batallas. Esto puede ser exagerado. Cuando los arios entraron a la India probablemente hubo grandes batallas y mucho bandidaje pero también parece que hubo una gran cooperación y coexistencia entre los pueblos.
Sin embargo, lo que queda claro de los Vedas es que los arios se sintieron totalmente diferentes y superiores de las poblaciones nativas. Después de someterlos, los arios les dieron el nombre peyorativo de dasa, o de forma alternativa, dasyu. Para los arios, estos términos describían a las personas que eran de estatura baja, de piel obscura, de nariz chata, poco refinados y no hablaban un idioma inteligible.
Los arios eran un pueblo pastoril y nómada, bueno para montar a caballo y criar animales. También sabían como utilizar carruajes, lo que los hizo muy buenos en la lucha. Desde aproximadamente el año 1500 a.C. en adelante, los arios llegaron en oleadas dirigiéndose al sur y al este, eventualmente llegando al valle del Ganges. Si creemos en los Vedas, el libro que escribieron los arios, entonces también eran un pueblo violento. Sus dioses principales eran Agni, el dios del fuego e Indra, la diosa de la luz, y exaltaban la superioridad militar y las grandes batallas. Esto puede ser exagerado. Cuando los arios entraron a la India probablemente hubo grandes batallas y mucho bandidaje pero también parece que hubo una gran cooperación y coexistencia entre los pueblos.
Sin embargo, lo que queda claro de los Vedas es que los arios se sintieron totalmente diferentes y superiores de las poblaciones nativas. Después de someterlos, los arios les dieron el nombre peyorativo de dasa, o de forma alternativa, dasyu. Para los arios, estos términos describían a las personas que eran de estatura baja, de piel obscura, de nariz chata, poco refinados y no hablaban un idioma inteligible.
En contraste, los arios eran altos, blancos, finos, y tenían mejores dioses y caballos. Esta no es la primera vez en que un pueblo pastoril se sentía superior a uno sedentario y agricultor. Lo mismo era cierto en la Península Arábiga hasta el advenimiento del Islam. De hecho, los nómadas han tenido un desdén pronunciado por la gente de la ciudad y por los granjeros. Los arios originalmente se asentaron en el Punjab, un área que hoy es parte de Pakistán. El Rig-Veda parece indicar esto con una referencia a Sapta-Sindhu o la tierra de los siete ríos. Posteriormente, se movieron hacia el este y comenzaron a asentarse en el valle del río Ganges. Otros Vedas como los Brahmanas y los Upanishads hablan de este gran cambio hacia el este. Lo que es importante acerca de esto es que la cultura aria y las formas sociales se esparcieron lentamente entre las poblaciones nativas. Por tanto, comenzó la larga asociación de la India con los tres énfasis arios, el sacerdocio, la jerarquía social y el idioma sánscrito.
Para entender los efectos de esta dispersión en la India tenemos que ver el Rig-Veda, que fue escrito alrededor de 1100 a.C. El Rig-Veda reporta las experiencias arias después de su llegada a la India (No hay ningún reporte de los arios anterior a ese). El lugar donde esto se lleva a cabo es el territorio entre el valle del Indo y el valle del Ganges, y de acuerdo con el texto, sólo hay dos tipos de personas, los arios y los de piel obscura. Las estructuras sociales de los arios se basaron en la mentalidad guerrera. La casta superior era por supuesto la de los guerreros o skatriyas. El siguiente nivel eran los sacerdotes o brahlmans seguido de los agricultores o vaishyas. La única división infranqueable era entre los arios y los no arios. Esta estructura básica de castas creció más con el paso de los años, con la casta más baja, los parias o shudra marcando la división original entre los arios y los demás.
Algo importante que debemos tener en mento acerca de los Vedas es su conexión con el surgimiento posterior de los Brahamanes. Los vedas eran un telón de fondo poético para rituales religiosos estatales, y cada ritual era una plegaria a los dioses para obtener algún tipo de favor. Una falla en la entonación o una palabra olvidada podría ser desastroso para el Estado en su conjunto (¡Y eso sin mencionar a la persona que cometió el error!). Esto ponía un gran incentivo en conocer los textos védicos y las formas exactas para todos los rituales. Por tanto solamente los brahamanes llegaron a la cúspide de la sociedad india. En la medida en laque la sociedad aria se volvió sedentaria y disminuyeron las guerras, los castrillas comenzaron a ver a los brahamanes como fuente de legitimidad. Los líderes de los clanes, conocidos como rajanya se volvieron en grandes patrones de los brahamanes, ofreciéndoles ganado, caballos, oro, mujeres esclavas y orgías rituales inspiradas por una bebida alucinógena llamada soma. Gradualmente, dicha “magnificencia” se volvió obligatoria para todos los reyes no solamente como signo de su riqueza sino como prueba de su poder continuo. Lo que es importante acerca de esto es que la búsqueda del favor divino por medio de los brahamanes se convirtió en el camino para legitimar la soberanía territorial y la ideología de la monarquía. De forma lenta, los líderes de los clanes cesaron de serlo y se convirtieron en reyes. Esto tendría consecuencias importantes después del siglo sexto.
La influencia aria en el norte de la India se hizo clara alrededor del año 900 a.C. pues durante este año y hasta el año 520 a.C., las estructuras sociales y la unidad cultural que comúnmente asociamos con la India se volvieron claras. Dos grandes epopeyas védicas nos ayudan a entender estos cambios, el Ramayana y el Mahabharata. Cada uno de estos Vedas se refiere a héroes arios a quienes se les negó su derecho a ser reyes y se les obligaron a exiliarse antes de regresar al poder. Lo que vemos en estas epopeyas es cómo una sociedad basada en clanes lidió con el problema de la sucesión. En una sociedad de clanes la monarquía es más importante que la sucesión directa, y la sucesión estaba basada en una serie de factores que estaban más allá de la primogenitura. Los clanes empezaron a perder influencia y quedó un mundo en el que competían nociones alternativas a la monarquía. Algunas áreas de la India desarrollaron monarquías “electas”, que los historiadores llaman de forma no rigurosa repúblicas. Otras áreas, siguiendo las historias reales que comenzaron con Manu, desarrollaron ideologías reales completas y reyes. De forma lenta, los reyes ganaron en la competencia diaria, probablemente porque estaban mejor organizados que las repúblicas y eran menos susceptibles a crisis políticas. Los reyes también tuvieron acceso a más recursos pues la ideología real hizo que los impuestos basados en los clanes a los botines de guerra cambiaran por impuestos regulares a lo producido. Pero los Vedas nos muestran lo complicado que fue este proceso que se desarrolló por siglos antes de su resolución final.
Para el año 600 a.C. con el ascenso de los reyes arios y la expansión de la cultura aria surgió un renacimiento urbano que no había sido visto en la India desde los harapistas. Este renacimiento apareció de forma más fuerte en el Este, pues loa arios habían cambiado el centro de gravedad de la India al Ganges. Había ciudades en el valle del Indo pero el ímpetu estaba en otra parte. Aparecieron fuertes hechos de tierra en el Este para proteger a las ciudades individuales. Sin embargo parecía que los arios habían perdido el método de cocer ladrillos en el horno pues las nuevas ciudades fueron construidas con barro y madera.
No obstante, surgieron nuevas formas de cerámica y se incrementó el comercio de forma dramática. Este incremento del comercio inclusive afectó la forma del sistema de castas. Ahora el rajá y sus sirvientes estaban a la cabeza. Los brahamanes (ksatriya) eran los siguientes. Después los comerciantes se unieron al rango de los granjeros conocidos como Vaisya. Finalmente, hasta abajo se reagruparon dos categorías. Eran, por supuesto, los sudra o los parias.
Pero los sudra se habían
convertido en una categoría intermedia que existía debajo de los dasa, que
ahora sólo eran esclavos. La economía india nunca fue tan dependiente de los
esclavos como era el caso de la antigua Grecia o Roma, pero esto se debió en
gran medida al hecho de que la mano de obra ya se había organizado de otra
forma. Por ejemplo, los granjeros no podían dejar su posición de casta de
granjeros. Esto no los ataba a la tierra como los campesinos medievales
europeos, pero tampoco les dejaba muchas otras opciones.
Para 520 a.C. podemos
hablar de una India en el sentido que hoy tenemos de ella, tanto externa como
internamente. Externamente, es durante este periodo que aparece la palabra
India. El término sánscrito para el área del valle del Indo era, como ya dije,
Sapta-Sindhu. En persa, la “s” en Sindhu se volvió “H”, dejando la palabra
Hindú. Cuando este término pasó de los persas a los griegos, la “H” se fue
completamente dejando la raíz ind que finalmente se volvió India. Alrededor del
año 520 a.C., el rey persa Dario I, a quien ya he mencionado en referencia a
los antiguos griegos, conquistó el Punjab, refiriéndose a esta área como Hidu.
Darío atestiguó esto en una inscripción en Persépolis fechada alrededor del año
518. Por tanto, esta era otra conexión entre el mundo Mediterráneo y el mundo
del Océano Índico, pues los soldados indios lucharon en los ejércitos de
Jerjes, participando en las batallas de las Termópilas y la de Platea. Además,
Darío adquirió el Punjab y esto da la primera fecha real en la historia de la
India. Internamente, vemos que el sistema de castas indio había alcanzado su
forma madura. Desde este punto en adelante, las divisiones básicas que primero
aparecieron con los arios más de mil años antes se volvieron fundamentales para
la vida y cultura indias. De hecho, el sistema de castas todavía domina la vida
diaria de la India, a pesar de que mucho ha cambiado.
Si nos hacemos a un lado por un momento, algo que podemos decir acerca del
siglo sexto es que ocurrieron cambios importantes en el norte de la India. La
economía creció, potencias extranjeras invadieron, el sistema de castas se
endureció y varios reinos nativos aparecieron para competir entre sí por poder
y gloria. Un ejemplo del fermento que comenzó aquí es la pequeña ciudad de
Taxila, que se localiza 30 km. fuera de lo que hoy es Islamabad. La riqueza de
Taxila se derivó del comercio, pues estaba situada en una ruta que iba por
Afganistán. Esta ciudad se convirtió en un gran punto de entrada para las ideas
de potencias occidentales, como Persia. Un ejemplo de ello es la importación de
la escritura Aramea para el idioma sánscrito. Taxila también fue un lugar
reverenciado para el aprendizaje pues los estudiantes viajaban hasta ahí para
aprender sánscrito. Taxila se jactaba de tener grandes pensadores, como
Kautilya quien escribió un texto clásico de la India sobre cómo el arte de
gobernar en el siglo tercero a.C. y Panini, quien escribió la gramática
sánscrita fundamental en el siglo cuarto a.C. Su trabajo fue considerado tan
profundo que fue llamado Samskrta o “perfeccionado”, de donde se deriva el
nombre sánscrito.
Se volvió parte de la búsqueda de legitimidad política el lograr una conexión con Taxila para los estados indios. Un ejemplo de ello es el reino de Magadha, que se localizaba más al Este, entre el Ganges y los bosques de Chota Nagpur. Durante el siglo sexto, este pequeño reino se expandió, atacando a los reinos vecinos como Licchavis, cuya capital era Vaisali. Con el tiempo, este reino se expandió hacia el sur hasta la Bahía de Bengala, al norte de Nepal y a lo largo del Ganges. Este reino comenzó con el rey Bisambra, quien fue sucedido por su hijo Ajatashatru. Ajatashatru cambió la capital del reino a Pataligrima, gastando grandes sumas de dinero en embellecer a su ciudad. Su sucesor continuó su trabajo, pero no sabemos por cuánto tiempo. Ajatashatru murió en alguna parte entre el año 380 a.C. y el 330 a.C. y sabemos que un sudra de nombre Mahapadma Nanda usurpó el trono, reclutando a un gran ejército que utilizó para extender las fronteras de Magadha. De acuerdo con reportes contemporáneos, el ejército de Nanda consistía en una infantería de 200,000 hombres, la caballería de 20,000, 2,000 carrozas de cuatro caballos y 6,000 elefantes de guerra. Para 326 a.C. Nanda utilizó este ejército para extender Magadha e incluir gran parte de la cuenca del Ganges e India central.
La historia del reino de Magadha es importante por dos razones. Primero, fue eclipsada después por la primera gran y universal dinastía de los Mauryas, cuyo reino comenzó en 320 a.C. Segundo, fue el reino de Magadha que dio forma al destino de una de las figuras históricas más importantes de la India. Esta persona es el gran pensador religioso Siddharta Gautama, de quien probablemente han oído como Buda o el Iluminado. Así, del fermento intelectual y político de los siglos sexto y quinto a.C. vino a la India el primer gran imperio y una de las grandes religiones mundiales.
Se volvió parte de la búsqueda de legitimidad política el lograr una conexión con Taxila para los estados indios. Un ejemplo de ello es el reino de Magadha, que se localizaba más al Este, entre el Ganges y los bosques de Chota Nagpur. Durante el siglo sexto, este pequeño reino se expandió, atacando a los reinos vecinos como Licchavis, cuya capital era Vaisali. Con el tiempo, este reino se expandió hacia el sur hasta la Bahía de Bengala, al norte de Nepal y a lo largo del Ganges. Este reino comenzó con el rey Bisambra, quien fue sucedido por su hijo Ajatashatru. Ajatashatru cambió la capital del reino a Pataligrima, gastando grandes sumas de dinero en embellecer a su ciudad. Su sucesor continuó su trabajo, pero no sabemos por cuánto tiempo. Ajatashatru murió en alguna parte entre el año 380 a.C. y el 330 a.C. y sabemos que un sudra de nombre Mahapadma Nanda usurpó el trono, reclutando a un gran ejército que utilizó para extender las fronteras de Magadha. De acuerdo con reportes contemporáneos, el ejército de Nanda consistía en una infantería de 200,000 hombres, la caballería de 20,000, 2,000 carrozas de cuatro caballos y 6,000 elefantes de guerra. Para 326 a.C. Nanda utilizó este ejército para extender Magadha e incluir gran parte de la cuenca del Ganges e India central.
La historia del reino de Magadha es importante por dos razones. Primero, fue eclipsada después por la primera gran y universal dinastía de los Mauryas, cuyo reino comenzó en 320 a.C. Segundo, fue el reino de Magadha que dio forma al destino de una de las figuras históricas más importantes de la India. Esta persona es el gran pensador religioso Siddharta Gautama, de quien probablemente han oído como Buda o el Iluminado. Así, del fermento intelectual y político de los siglos sexto y quinto a.C. vino a la India el primer gran imperio y una de las grandes religiones mundiales.
Periodo Védico
El período védico
de la India recibe su nombre de los textos clásicos del hinduismo, los Vedas (o
Sanatana Dharma), una inmensa compilación de literatura oral mística y
religiosa que tomó forma escrita entre los años 1500 y 500 a. C.,
tradicionalmente dividida en el Rig-Veda[1], el
Sama-Veda[2], el
Yajur-Veda[3]
(canónicos) y el Atharva-Veda[4]
(apócrifo).
Para los
hinduistas, los Vedas (término que significa conocimientos o libros sagrados)
son los libros fundacionales y más venerados de su religión; además, la
filosofía hinduista proclama que no fueron creados por el hombre ni
transmitidos por divinidad alguna, sino que han formado y formaran parte de la
naturaleza eternamente. Este crucial período de la historia de la India arcaica
también destaca por el hecho de que, hacia el año 537 a. C., Siddhartha Gautama Buddha (563-483 a.
C.) fundó la religión budista y Mahavira
Jayanti (599-527 a. C.), el jainismo.
La organización
política del primer período védico, correspondiente al centenar de reinos
llamados de la Edad del Hierro, dividía el territorio en rashtras
(reinos), que a su vez se dividían en janas, subdivididas en vishs,
que contenían las gramas (poblaciones). Al frente de un rashtra había un
rajan (rey), elegido por el pueblo para desempeñar funciones militares y
legislativas; el rashtra contaba con dos consejos, el sabha y el samiti,
de los cuales se desconocen las competencias específicas. Respecto a la
subdivisión del país, las janas estaban encabezadas por un jyeshta; los vishs,
por un vishpati, y las gramas, por un gramari. Los altos
funcionarios más importantes de la época eran el purohita (sacerdote
supremo) y el senani (comandante jefe del ejército, con soldados a pie y
carros de combate). La estructuración social de la India védica dividía a la
población en cuatro castas o varnas: los brahmin (sacerdotes y sabios, incluido
el purohita), los kshatiya (guerreros, incluido el rajan y el senani), los
vaishya (comerciantes) y los shudra (trabajadores no cualificados).
Casta (en sánscrito
varna, literalmente ‘color’ (visto como una cualidad) corresponden a una
forma de estratificación social establecida, en forma
tradicional y prescriptiva, por el hinduismo en
la India, la cual
clasifica a las personas dentro de la sociedad en
cuatro grandes grupos. En forma general casta se refiere a cualquier forma de
estratificación que pone énfasis en factores heredados o de nacimiento del
individuo para clasificarlo socialmente.
Doctrina
El sistema de
castas de la India
es un sistema hereditario de estratificación social que ha existido en el
subcontinente desde hace aproximadamente más de 2500 años. En él los grupos
sociales se definen por un número de grupos endógamos
conocidos como jāti. El sistema de castas está profundamente ligado al hinduismo
(una de las tres religiones principales de la India).
Los cuatro grupos
básicos se denominan varnas. Las castas se multiplicaron de acuerdo con
cambios introducidos en la ley brahmánica y por diversidades regionales, que
establecen subdivisiones de hecho. Estas subdivisiones sociales se denominan jāti
(familia).
El hinduismo
enseña que los seres humanos fueron creados de las diferentes partes del cuerpo
de una divinidad (Purusha)
llamada Brahmā.
Dependiendo de la parte del cuerpo de Brahmā de donde los humanos fueron
creados, éstos se clasifican en cuatro castas básicas, las cuales definen su
estatus social, con quién se pueden casar, y el tipo de trabajos que pueden
realizar.
Las Leyes
de Manu dictaminan que este orden es sagrado y que nadie puede aspirar
a pasar a otra casta en el transcurso de su vida. Es decir que debe tener el
oficio de su padre y casarse con alguien de su casta. Sólo mediante la sucesión
de reencarnaciones se puede ir avanzando (o retrocediendo) en este estatus. La reencarnación
no es casual. Los individuos que hayan seguido las actividades (karma)
correspondientes a su camino (dharma) pueden reencarnarse en un estadio superior. A
pesar de que varios reformadores sociales han tratado de abolirlo, el sistema
de castas continúa siendo una característica indeleble de la sociedad india.
El primer texto
hindú en hacer referencia a los varnas como las cuatro grandes clases es
el Purusha-sūkta del Rigveda. Allí se dice que Purusha el ser supremo o el primer
ser, mediante su sacrificio primigenio, su inmolación, se crearon todos los
seres y cosas que existen, y de él salieron las cuatro grandes castas:
- Los brāhmanas (sacerdotes) son la casta más alta, que —según ellos— salieron de la boca de Brahmā.
- Los chatrías (clase político-militar), que salieron de los hombros de Brahmā.
- Los vaishias (comerciantes, artesanos y agroganaderos), que se formaron de las caderas de Brahmā.
- Los shudras (esclavos), que provienen de los pies de Brahmā.
Los
intocables
Los dalits (parias, mlechas)
son los intocables, una clase tan baja que se considera fuera de los varnas.
Los hindúes consideran que los dalits son tan bajos como el excremento.
Historia
del sistema de castas
Siguiendo los
libros sagrados, los arios
que se establecieron en la India hacia el 1500 a. C.
fundaron este orden de castas.
En el siglo siglo I a. C.
ya existía el Mánava
Shastra Dharma (o Leyes
de Manu) (escrito por bráhmanas),
que establecía cuatro castas:
- brāhmanas o sacerdotes
- chatrías o guerreros
- vaishias o comerciantes y artesanos
- shudras o esclavos (eufemísticamente trabajadores y servidores).
Por último están
los que no tienen casta, intocables (parias o dalits).
Los dalits están fuera de este sistema y por lo tanto están tradicionalmente
relegados a realizar los trabajos de más ínfima importancia e incluso se les
prohíbe beber de las mismas fuentes de agua que las demás castas.
El sistema de
castas fue desafiado por el budismo, la principal disidencia del hinduismo, y
flexibilizado (recién en el siglo XX) por los movimientos de derechos sociales.
La prédica del Mahatma Gandhi contribuyó mucho a la construcción de
una sociedad civil no dependiente de los preceptos religiosos. Mismo asi Gandhi
no abogó por el derecho de los intocables, los sin casta, durante su lucha por
la independencia de la India (que fue posesión británica hasta 1947).
Aún durante el
período védico, los múltiples reinos surgidos en la India a raíz de las
invasiones arias de hacia el 1500 a. C. se fueron unificando hasta constituirse
en dieciséis mahajanapadas, entre los años 700 y 300 a. C. Estas mahajanapadas
fueron grandes monarquías hereditarias con un creciente poder por parte del
rey, que ya no lo elegía el pueblo y que tenía cada vez más competencias
militares y legislativas; en esta etapa, el cuerpo de funcionarios se amplió
notoriamente y los vaishyas y los shudras dejaron de participar activamente en
los asuntos del reino.
La mahajanapada
más importante fue la de Magadha, que en el año 684 a. C. se convirtió en un
imperio, cuando la dinastía Shishunaga conquistó dos mahajanapadas anexas;
en el año 424 a. C., un hijo ilegítimo del rajan Mahanandin se proclamó
soberano de este imperio e inició una nueva dinastía, la de los Nanda. La
dinastía Nanda cayó cuando, en el 321 a. C., el senani exiliado
Chandragupta Maurya se hizo con el poder y fundó el Imperio Maurya, que se
extendió por prácticamente toda la India actual.
Desde la
destrucción de las ciudades del Indo hasta el siglo III a.C, prácticamente no
se ha encontrado nada en la India. Se trata de un vacío en la historia del arte
que resulta muy difícil de cubrir por los estudiosos del arte de la India y del
que no se puede extraer más que conjeturas de muy difícil comprobación. Sin
embargo, ese milenio largo sentó los principios fundamentales del hinduismo y
es conocido como período védíco a causa de las cuatro grandes colecciones de
himnos, oraciones, fórmulas rituales y hechizos mágicos que reciben el nombre
de Vedas.
Estas
recopilaciones han desconcertado a los historiadores porque -a diferencia de
las otras literaturas sagradas de las grandes religiones- jamás hacen
referencia a acontecimientos históricos, ni hacen mención a dinastías, a
guerras, ni de fechas de ninguna clase. Pertenecen también al período védico
los dos grandes poemas épicos Mahabharata y Ramayana.
El
Mahabharata: la guerra entre kauravas y pandavas
Una leyenda hindú cuenta que los dioses
pusieron los Vedas y el Mahabharata en unas balanzas para comprobar qué obra
pesaba más; las balanzas se inclinaron a favor del último y por ese motivo lo
bautizaron con aquel nombre: maha (grande) bhara (peso).
El objetivo del Mahabharata es la divulgación
mediante una historia de interés popular de los cuatro conceptos básicos u
objetivos vitales del hinduismo: el kama (placer), el artha (riqueza),
el dharma (deber) y el moksha (liberación). La comprensión global
del Mahabharata es más compleja de lo que aparentemente podría parecer, ya que
la obra, a parte de la historia épica de la guerra entre kauravas[5] y
pandavas[6],
contiene un conjunto de leyendas y tratados filosóficos, cosmológicos y
religiosos independientes intercalados en el texto, de modo que, según los
principales hinduistas actuales, podrían ser extrapolados del conjunto de la
narración para servir de manuales educativos al servicio de la enseñanza de la
doctrina a nivel individual. Los tratados del Mahabharata son el Baghavad
Gita (las lecciones filosóficas que, como los Diálogos platónicos, Krishna
impartió a su discípulo, Arjuna, y que constituyen la esencia de los Upanishad[7]), el Damayanti
(historia de amor entre Damayanti y Nara), el Krishnavatara
(historia mítica del dios-héroe Krishna, que sobrevivió al intento de asesinato
por parte de su tío Kamsa y acabó matando a éste para convertirse en una de las
divinidades más veneradas de la India[8]), el Rama
(versión breve del Ramayana, el otro gran poema épico del hinduismo, el
Rishyasringa (leyenda de temática moral del santo homónimo hindú, que
también se encuentra intercalada en el Ramayana) y el Vishnu Sahasnarama (himno
que recita los mil nombres de Vishnu, el mantenedor, miembro de la trinidad
hindú junto a Brahma, el creador, y Shiva, el destructor).
El Ramayana: el viaje de Rama
El Ramayana es la segunda gran epopeya
de la India arcaica junto con el Mahabharata, aunque de menor extensión.
Etimológicamente, el título del poema épico se compone del nombre propio de su
protagonista y la voz sánscrita ayana (marcha), pese a que su traducción más
habitual es ‘el viaje de Rama’.
El Ramayana se divide en siete libros
que explican la historia de Rama desde su milagroso nacimiento hasta su muerte:
el Balakanda, que explica la infancia y juventud de Rama en el reino de
Kosala y su desposorio con la princesa Sita, hija del rey Janaka; el Ayodhyakanda,
donde se obliga al rey Dasharatha a expulsar a su hijo Rama del país junto a su
esposa Sita y Lakshmana, uno de sus dos hermanos; el Aranyakanda, que
describe el exilio en el bosque de Rama, Sita y Lakshmana, además del rapto de
Sita por parte del demonio Ravana, rey de Lanka (actual Sri Lanka); el Kishkindyakanda,
a partir del cual Rama y Sugriva, el rey de una tribu de simios, inician la
búsqueda de la princesa; el Sundarakanda, en el cual el simio Sundara (o
Hanuman), general de la tribu de Sugriva, localiza a la princesa encarcelada en
la isla de Lanka; el Yuddhakanda, que describe la guerra entre Rama y
Ravana, la derrota de éste y la coronación de Rama y Sita en Ayodhya, capital
del reino de Kosala, y el Uttarakanda, que narra la vida de Rama y Sita
como soberanos de Kosala hasta la muerte de ambos.
Fue durante esta época, en el siglo VI
a.C, cuando aparecieron en el norte de la India dos fenómenos religiosos
heterodoxos: el budismo y el jainismo. El primero fue fundado por el
príncipe Siddharta, llamado el Buda (el Iluminado), que rechazó radicalmente el
sistema de las castas y enseñó que la aceptación de la vida y el dominio sobre
sí mismo son más importantes que la fe. Por tanto, suponía el reverso de lo que
propugnaba el brahmanismo, en el que el núcleo de la sociedad debía ser el
sistema de castas y, por tanto, el ejercicio del poder para mantener dicha
estructura. De este modo, el budismo, que habría de extenderse con el correr
del tiempo por buena parte de Asia, se trataba de un auténtico movimiento
revolucionario que quebrantó profundamente los fundamentos del brahmanismo
védico. No es exagerado afirmar que fue una revolución pues de este modo lo
interpretaron las clases dirigentes de la sociedad hindú que, obviamente, no
estaban dispuestas a renunciar a sus numerosos privilegios. Por otra parte, el
jainismo, también surgido en el norte de la India y más oscuro en su origen, es
la reforma realizada por un genio religioso, Vardhamana, también llamado Jiña
el Victorioso, cuyo ascetismo era muy severo y predicaba la doctrina de la
omni-sensibilidad y la moral de la no violencia. La ascesis que practicaban los
seguidores del jainismo estaba basada en la idea de que el sufrimiento que
padecen las personas en la tierra es producto de la unión entre cuerpo y alma,
por lo que el objetivo debe ser la liberación del cuerpo -a la espera de la
liberación final, que llegará con la muerte- a través del ayuno y de las
ascesis, como ya se ha señalado.
Asimismo, el jainismo dará a lugar a la
aparición de numerosas sectas.
Algunas de las personificaciones típicas del politeísmo primitivo se incorporaron no sólo a la iconografía del brahmanismo, sino también al arte religioso búdico y al jainismo. Y así toda la serie de genios masculinos y femeninos, hadas y demonios, como los naga (seres con cabeza humana y cola de serpiente que habitan las regiones subterráneas), yakshi (genios masculinos y femeninos de la vegetación), apsaras (ninfas de las aguas), etc.
Algunas de las personificaciones típicas del politeísmo primitivo se incorporaron no sólo a la iconografía del brahmanismo, sino también al arte religioso búdico y al jainismo. Y así toda la serie de genios masculinos y femeninos, hadas y demonios, como los naga (seres con cabeza humana y cola de serpiente que habitan las regiones subterráneas), yakshi (genios masculinos y femeninos de la vegetación), apsaras (ninfas de las aguas), etc.
Durante el período comprendido entre 800
a.C y 200 a.C se formó el movimiento Shramana, del cual se originarían el
jainismo y el budismo. En el mismo período se escribieron los primeros
Upanishads. Después de 500 a.C comenzó la llamada "segunda
urbanización", en la que se originaron nuevos asentamientos urbanos en la
llanura del Ganges, particularmente en la llanura central del Ganges. Esta
región, donde Maghada ganó protagonismo para formar la base el Imperio Maurya,
fue un área cultural distintacon nuevos estados que se originaron después de 500 a.C durante esta segunda
urbanización. La llanura central del Ganges estuvo influida por la cultura
védica, pero se diferenciaba notoriamente de la región de Kuru-Panchala. Fue
"el área del cultivo de arroz más antigua de que se tenga noticia en el
sur de Asia y hacia 1800 a.C. fue la ubicación de una población neolítica
avanzada asociada con los sitios de Chirand y Chechar. En esta región
florecieron los movimientos shramánicos y se originaron el jainismo y el
budismo.
En el período védico tardío, el
subcontinente se había cubierto de pequeños reinos o ciudades estado, muchos de
ellos mencionados en la literatura védica, budista y jainista en fechas tan
lejanas como 500 a.C. Dieciséis monarquías y "repúblicas" conocidas
como Mahajanapadas —Kashi, Kosala, Anga, Magadha, Vajji (o Vriji), Malla,
Chedi, Vatsa (o Vamsa), Kuru, Panchala, Matsya (o Machcha), Shurasena, Assaka,
Avanti, Gandhara y Kamboja— se extendían a lo largo de la llanura
indogangeática desde el actual Pakistán hasta Bengala y Maharashtra. Este
período fue testigo del segundo gran origen del urbanismo indio después de la
cultura del valle del Indo.
Muchos clanes más pequeños que se
mencionan en las primeras obras literarias parecen haber estado presentes en el
resto del subcontinente. Algunos de estos reinos eran hereditarios, mientras
que otros elegían a sus gobernantes. Las "repúblicas" tempranas, como
la confederación Vajji (o Vriji) se centraron en la ciudad de Vaishali,
existieron desde el siglo VI a.C. y persistieron en algunas áreas hasta el
siglo IV d.C. La lengua culta en esa época fue el sánscrito, mientras que las
lenguas de la población general del norte de la India son llamadas prácritas.
Muchos de los dieciséis estados se fusionaron para formar cuatro entidades
mayores hacia 500 a.C. o 400 a.C, en tiempos de Buda Gautama. Estos cuatro
estados fueron Vatsa, Avanti, Kosala y Maghada. La vida de Buda Gautama estuvo
asociada principalmente con estos cuatro reinos. Este período corresponde en un
contexto arqueológico a la cultura de la cerámica negra pulida norteña.
Alrededor del año 500 a. C.,
la región del valle del Indo fue invadida por Darío I,
el rey persa, el
cual convirtió a la India en una satrapía
del Imperio aqueménida. Los persas designaron a Taxila como la
capital, pero su influencia fue marginal y duró sólo 150 años.
Los Upanishads y los movimientos
shramánicos
Entre 800 a.C. y 400 a.C. se compusieron
los primeros Upanishads. Los Upanishads son textos que forman la base teórica
del hinduismo clásico y se conocen como Vedanta (conclusión de los Vedas).
Los Upanishads más antiguos lanzaron ataques de intensidad creciente al ritual
védico. En el Brihadaranyaka-upanishad, cualquiera que adora a una divinidad
diferente a la propia es considerado un animal doméstico de los dioses. El
Mundaka-upanishad lanza el ataque más mordaz al ritual, al comparar a los que
valoran el sacrifico con una embarcación insegura que es continuamente
sorprendida por la vejez y la muerte.
La creciente urbanización de la India en
los siglos VII a.C. y VI a.C. produjo el origen de nuevos movimientos ascéticos
o shramánicos que desafiaron la ortodoxia de los rituales. Mahavira (ca. 549
a.C. – 477 a.C.), partidario del jainismo y Buda Gautama (ca. 563 a.C. – 483
a.C.), fundador del budismo, fueron los iconos más destacados de este
movimiento. El Shramana dio origen al concepto del ciclo de nacimiento y
muerte, el concepto de samsara, y el concepto de liberación. Buda encontró un
camino medio que mejoró el ascetismo extremo encontrado en las religiones
shramánicas.
Por la misma época, Mahavira (24.°
Tirthankara del jainismo) propagó una teología que más tarde se convertiría en
el jainismo. Sin embargo, la ortodoxia jainista cree que las enseñanzas de los
Tirthankaras son anteriores a todos los tiempos conocidos. De acuerdo con los
investigadores, los últimos dos Tirthankaras, Pashvanatha y Mahavira, fueron
figuras históricas. Rashabhanatha fue el primer Tinthankara. Se cree que los
Vedas documentaron a algunos Tirthankaras y un orden ascético similar al
movimiento shramánico.
Las dinastías de Magadha
Magadha fue uno de los dieciséis
Mahajanapadas (en sánscrito: grandes países) o reinos de la antigua India. El
área medular del reino fue el área de Bihar, al sur del Ganges; su primera
capital fue Rajagriha (la moderna Rajgir), después Pataliputra (la moderna
Patna). Magadha se expandió hasta incluir la mayor parte de Bihar y Bengala con
la conquista de Licchavi y Anga, respectivamente y posteriormente con gran
parte del oriente de Uttar Pradesh y Orissa. El antiguo reino de Magadha es muy
mencionado en textos jainistas y budistas. También se menciona en el Ramayana,
el Mahabharata y los Puranas. La referencia más antigua al pueblo maghada se
encuentra en el Atharvaveda, donde se listan junto con los angas, gandharis y
mujavats. El reino Magadha tuvo un papel importante en el desarrollo del
jainismo y el budismo, y dos de los más grandes imperios de la India, el Imperio
Maurya y el Imperio Gupta, se originaron de Magadha. El reino Magadha incluía
comunidades republicanas, como la comunidad de Rajakumara. Los poblados tenían
sus propias asambleas, bajo el poder de jefes locales llamados gramakas. Sus
administraciones estaban divididas en funciones ejecutiva, judicial y militar.
El Estado Magadha hacia
600 a.C., antes de expandirse desde su capital Rajagriha, durante las dinastías
Haryanka y Shishunaga.
El poema épico hindú Mahabharata
menciona a Brihadratha como el primer gobernante de Magadha.
Según el Majabhárata
Yará Samdha era el hijo de un rey llamado Brijad Ratha (cuya leyenda se
menciona en el Rig-veda.
Brijad-Ratha era el rey de
Magadha. Sus esposas eran dos princesas gemelas de Kashi (actual Benarés). A
pesar de que Brijadratha llevaba una vida de placeres y era un rey famoso,
durante un tiempo muy largo no pudo tener hijos, porque creía que ambas esposas
eran estériles. Frustrado por no tener descendencia, se retiró a la selva y
terminó sirviendo a un sabio llamado Chanda Kaushika.
El sabio, complacido con
su servicio doméstico, se apiadó del rey y le dio una fruta mágica. Le dijo que
se la diera a su esposa, y esta quedaría embarazada. Pero el sabio no sabía que
el rey tenía dos esposas. Brijad Ratha no quiso disgustar a ninguna de
ellas, por lo que cortó la fruta por la mitad y se las dio a ambas. Las dos
hermanas quedaron embarazadas, pero cada una dio a luz a la mitad de un bebé
diminuto. Estas dos mitades sin vida eran horribles. Brijad Ratha ordenó
que se tiraran los dos pedazos al bosque. Una demonia (rakshasi) llamada Yara
(o Barmata) encontró estos dos trozos de bebé y los tomó en sus manos para
comerlos. Pero cuando los acercó entre sí, las dos mitades se unieron y el niño
resucitó y empezó a chillar. Asustada, lo dejó caer. No tenía el corazón como
para comerse a un bebé vivo, por lo que lo recogió y fue hasta la casa del rey
Brijad Ratha y le explicó lo que le había pasado. El rey se quedó con el
bebé y lo llamó Yará Samdha (que literalmente significa ‘unido por Yara’).
Chanda Kaushika llegó a la
corte y vio al niño. Profetizó a que ese niño tendría mucho talento guerrero y
sería un gran devoto de Shivá.
En la India existen tribus
que dicen ser descendientes de Yará Sandh y al ponerles nombre a sus hijos
utilizan el sufijo Yoría (que significa ‘trozo de carne’) en honor de
Yará Sandha.
Yará Sandha se
convirtió en un rey famoso y poderoso, extendiendo su imperio a lo largo y a lo
ancho de Magadha. Él se impuso a muchos reyezuelos, y fue coronado emperador de
Magadha. Pero aunque su poder continuaba creciendo, Yará Sandha estaba
preocupado por el futuro de su imperio, ya que no tenía ningún hijo varón.
Siguiendo el consejo de su amigo el rey Banasura, Yará Sandh decidió casar
a sus hijas Asti y Prapti el heredero aparente del reino de Mathurá, Kamsa.
Yará Sandha le prestó su ejército y le dio consejos personales a Kamsa
para perpetrar un golpe de Estado en Mathura y tomar el poder.
Unos 20 años después5 el pastor Krisná aprovechó una
competencia de artes marciales que había convocado el rey Kamsa y lo mató,
usurpando el trono. El rey Yará Sandha se enfureció con Krisná por haber
hecho enviudar a sus dos hijas.
Yará Sandha invadió
Mathurá con un gran ejército de «demonios», pero el ejército de Mathurá lo
destruyó. Al año siguiente, Yará Sandha volvió a invadir Mathurá y los
mathuranos volvieron a destruir su ejército. Durante 17 años,
Yará Sandha reunió un ejército formado por sus aliados, invadía Mathurá y
era destruido. En la última invasión ―la decimoctava― recibió la ayuda de otro
asura llamado Kala Iávana, que rodeó Mathurá con otro ejército de
30 millones de demonios monstruosos. En medio de la batalla, Krisná
abandonó el combate y decidió huir con toda su tribu a Duáraka, una isla
frente al continente, a 1300 km de Mathurá.
Como Duáraka era una isla
fuertemente custodiada por el ejército iádava, Yará Sandha no fue capaz de
sitiarla, atacarla o invadirla, como había hecho tantas veces con Mathurá. Para
obtener la capacidad de invadir Duáraka, Yará Sandha planeó llevar a cabo
un iagñá para complacer al dios Shivá. Para este iagñá, planeaba realizar un
sacrificio en el fuego a 100 reyezuelos. Ya había secuestrado y
encarcelado a 95, por lo que solo le faltaban cinco. El supersticioso
Yará Sandha creía que este iagñá le permitiría ganarle al poderoso
ejército iádava.
Batalla
entre Balarama y Yará Sandha. Ilustración del Bhagavata-purana,
entre 1760 y 1765. Acuarela opaca y oro sobre papel. Tamaño: 27.2 ×
37.6 cm. Periodo mughal (entre 1526 y 1857).
Los reyes capturados por Yará Sandha
enviaron una carta secreta a Krisná pidiéndole que los rescatara de
Yará Sandha. Krisná, que no quería guerrear contra Yará Sandha para
rescatar a los reyes capturados, ideó un plan para asesinar a Yará Sandha:
instiló en Iudhistira la idea de que no debía conformarse con ser un rey más:
debía convertirse en emperador, rey de todos los reyes del mundo. Como símbolo
de imperio, Iudhisthira tendría que llevar a cabo un iagña rayasuia o
ashuamedha. Krisna lo convenció de que Yará Sandha era el único obstáculo
para su pretención de convertirse en el rey del mundo, y debería ser asesinado
antes de que Iudistira comenzara el iagñá rayasuia.
Al igual que el rey Karna,
Yará Sandha era muy bueno en dar donaciones de caridad a los miembros de
la casta brahmán. Después de realizar su pusha (adoración) al dios Shivá, solía
dar cualquier cosa que le pidiera un brahmán.
Entonces Krisna con Áryuna y Bhimá ―dos
hermanos de Iudhistir― se disfrazaron de brahmanes y se presentaron ante
Yará Sandha justo cuando terminaba su adoración. Cuando este les solicitó
que le pidieran cualquier cosa que quisieran, Krisna le pidió que eligiera a
cualquiera de los tres para un combate de lucha libre.
Yará Sandha eligió al más grande de
los tres, Bhima.
Bhima
mata a Yará Sandha, ilustración de un manuscrito disperso del Bhágavata-purana,
entre 1520 y 1540, de la zona de Delhi-Agra. Tinta y acuarela opaca sobre papel.
Se trenzaron en un duro combate, y al
atardecer pararon para dormir. Al día siguiente se trenzaron nuevamente, con
pausas para comer y descansar. Así lucharon durante 12 días (duandua
iudja).
Pero Bhima no sabía cómo derrotar a
Yará Sandha. Así, buscó la ayuda de Krisna. Krisna conocía el secreto del
nacimiento de Yará Sandha. Como Yará Sandha había sido resucitado
cuando se juntaron sus dos mitades sin vida, Krisna dedujo que moriría si se lo
desgarraba por su costura. Mientras Bhimá y Yará Sandha peleaban a
puñetazos, Krisna tomó una brizna de hierba (o una vara) y la bifurcó a lo
largo.
Bhima aunque era un poco simple, captó
la indirecta. Derribó a Yará Sandha y pisó una de sus piernas. Tomó la
otra y tiró de ella hasta que en medio de los alaridos de Yará Sandha se
empezó a desprender una mitad de la otra por su rafe (costura). Así quedó el
hombre con una pierna, un testículo y un brazo. Solo la cabeza quedó unida. Sin
embargo Yará Sandha no se murió. Llenando su boca de imprecaciones contra
el simple Bhimá y contra Krisná, las dos mitades de su cuerpo se reunieron por
la costura.
Bhima recurrió nuevamente a su amigo
Krisná. Este tomó otra brizna de hierba y la dividió en dos a lo largo. Después
tiró cada mitad lejos una de la otra. Bhimá volvió a bifurcar a
Yará Sandha y tuvo la precaución de tirar lejos ambos pedazos. Pero, para
horror de los tres, las dos mitades se arrastraron, guiadas por sus ojos
únicos, y se volvieron a juntar. Yará Sandha fue capaz de atacar a Bhima
nuevo.
Bhima volvió a buscar la ayuda de su
inteligente amigo. Esta tercera vez, Krisná tomó una brizna de hierba, la
bifurcó pero volvió a unirla, poniendo en contacto la punta superior de una
mitad con la base inferior de la otra mitad. Bhima por tercera vez rasgó el
cuerpo de Yará Sandha en dos y unió las dos medias bocas con los dos medios
anos y lo abrazó fuertemente para evitar que se separara para respirar. Pocos
minutos después de que las costuras se sellaron, Yará Sandha murió
asfixiado.
Después de su muerte, los Pandavas
pusieron en libertad a los 95 reyes encarcelados por Yará Sandha y coronaron
a su hijo, Sajádeva como nuevo rey de Magadha. Así, estos 95 reyes, junto
con Sajádeva, se convirtieron en aliados de los Pándavas, y más tarde lucharían
de su lado en la gran guerra del Majabhárata.
Fuentes tempranas, el Canon Pali
budista, los Agamas jainistas y los Pranas hindúes, mencionan que Magadha fue
gobernada por la dinastía Haryanka durante 200 años, desde ca. 600 a.C. a 413
a.C. El rey Bimbisara de la dinastía Haryanka llevó a cabo una activa política
expansionista y conquistó Aga, en la actual Bengala Occidental. Bimbisara murió
a manos de su hijo, el príncipe Ajatashatru. Durante este período, Buda Gautama
vivió gran parte de su vida en el reino Magadha. Alcanzó la iluminación en Bodh
Gaya, dio su primer sermón en Sarnath y el primer consejo budista se reunió en
Rajgriha. La dinastía Haryanka fue derrocada por la dinastía Shishunaga. El
último gobernante shishunaga, Kalasoka, fue asesinado en 345 a.C. por Mahapadma
Nanda, el primero de los llamados Nueve Nandas (Mahapadma y sus ocho hijos).
Bimbisara fue el padre de Áyata Shatru y
un devoto seguidor de Gautama Buda (448-368 a. C.). La tradición dice
que cuando Buda recién dejó su casa para buscar la iluminación, arribó a Rash
Grija (‘casa del rey’), la capital del reino de Magadha, en donde su aspecto
noble llamo la atención del rey Bimbisara, quien le ofreció riquezas y la
comandancia de sus ejércitos. Buda rechazó el ofrecimiento, explicando que él
solo buscaba la iluminación. Bimbisara entonces le solicitó a Buda que una vez
que encontrara la verdad que estaba buscando, volviera para enseñársela.
Después de que Buda alcanzara la iluminación, regresó a Magadha y Bimbisara se
convirtió en su seguidor. Bimbisara donó a Buda el Monasterio del Bosque de
Bambú. Hizo construir una escalera de piedras que llegaba a lo alto del Pico
del Águila, cerca de Raya Grija, donde Buda a menudo pernoctaba.
De acuerdo con el texto Sobre la
destrucción del orden, el hijo de Bimbisara, Áyata Shatrú, inducido por
Devadatta, puso a su padre en prisión y tomó el trono de Magadha. Más tarde
cuando Áyatashatru cayó gravemente enfermo, Bimbisara sintió lastima por él.
Áyata Shatru, arrepentido de sus acciones, envió a sus guardias a liberar a su
padre. Bimbisara, pensando que estos iban para torturarlo, se suicidó. De
acuerdo con otra fuente, Ajatashatru mató a su padre, o lo mató de hambre en
prisión. Incluso otras dicen que Bimbisara descubrió los planes de su hijo y,
al verlo tan obsesionado con el poder, simplemente abdicó voluntariamente al
trono a favor de su hijo.
Durante el reinado de Bimbisara, Magadha
se convirtió en el imperio más poderoso de la India. Anexionó el estado de Anga
(Bengala), situado al este de Magadha, de gran importancia económica por su
puerto, al que ingresaban al río Ganges los barcos del sur de la India. Aumentó
su influencia con enlaces matrimoniales con los reinos vecinos. Su primera
esposa fue la hija del rey de Kosala. Dedicó gran atención a la administración
y a las obras públicas. Construyó la nueva capital de Rashgrija, en sustitución
de la antigua Guiri Vrasha. No se conocen las razones, aunque quizá fueran
económicas o estratégicas.
Áyata Shatru reinó en el período
493 a. C.-461 a. C., contemporáneo de Buda.
Incitado por Devadatta, Áyata Shatru
usurpó el trono de Magadha tras matar a su padre, el rey Bimbisara, quien era
budista (seguidor de Shakyamuni). Áyata Shatru intentó también matar a
Shakyamuni y sus discípulos al soltar un elefante enloquecido para que los
atropellara. Áyata Shatru llevó a su reino a la guerra contra el rey Prasena
Shit de Koshala por el dominio de Kashi, pero luego hizo paz con Kosala.
Durante el reinado de Virudhaka —el hijo
de Prasenashit—, Áyata Shatru conquistó Koshala. Durante el reinado de Áyata
Shatru, Magadha se convirtió en el reino más poderoso de la India. Un año
después de la muerte de Buda, Áyata Shatru se convirtió al budismo y apoyó la
realización del Primer Concilio Budista para la colección de las enseñanzas de
Shakyamuni.
En su vejez, Áyata Shatru contaba una
leyenda acerca de su niñez. Debido a que su madre Vaideji —esposa del cruel rey
Bimbisara— no había concebido ningún heredero, este consultó a un adivino. El
adivinador le contó que un santo ermitaño que vivía en las montañas, renacería
como hijo del rey después de morir. Bimbisara estaba tan ansioso por concebir
un hijo que mandó matar al santo. Poco después, Vaideji concibió un varón, pero
el adivinador predijo que el niño (que era el santo asesinado) se convertiría
en enemigo del rey y vengaría su muerte. Bimbisara mandó matar al bebé.
Áyata Shatru contaba que había sido
arrojado desde lo alto de una torre, pero que —como era inmortal— había
sobrevivido con solo un dedo roto. Por era llamado «Dedo Roto». Se dice que fue
persuadido por Devadatta —quien le reveló la historia de su nacimiento— para
rebelarse en contra de su padre.
Después de matar a su padre, Áyata
Shatru dijo haberse sentido arrepentido. Atormentado por la culpa, virulentos
dolores aparecieron en el decimoquinto día del segundo mes de su decimoquinto
año, y le predijeron que fallecería tres semanas después, en el séptimo día del
tercer mes. Ante el consejo de su médico y ministro Yívaka, buscó a Buda, quien
le enseñó las doctrinas del Sutra del nirvana. Así Áyata Shatru fue
capaz de erradicar su mal karma y prolongar su vida.
Conquistas persa y griega del noroeste del subcontinente indio
En 530 a.C., Ciro el Grande, rey del
Imperio persa aqueménida, cruzó las montañas del Hindukush para buscar tributo
de las tribus de Kamboja, Gandhara y la región transindia (en los actuales
Afganistán y Pakistán). Hacia 520 a.C., durante el reinado de Darío I de
Persia, gran parte de la región noroccidental del subcontinente (Pakistán y
oriente de Afganistán) pasó a ser gobernada por el Imperio persa como parte de
sus territorios más orientales. El área permaneció bajo control persa durante
dos siglos. Durante esa época la India suministró mercenarios al ejército persa
que después combatirían en Grecia. Bajo el gobierno persa, la famosa ciudad de
Takshashila se convirtió en un centro donde se mezclaban las enseñanzas védicas
e iranias. La dominancia persa en el noroeste de Asia del sur terminó con la
conquista de Persia por Alejandro Magno en 327 a.C.
Asia en
323 a.C., el Imperio Nanda y los Gangaridai en relación con el imperio de Alejandro
y sus vecinos.
Hacia 326 a.C., Alejandro Magno había
conquistado Asia Menor y el Imperio persa y había llegado a las fronteras
noroccidentales del subcontinente indio. Ahí derrotó al rey Poros en la batalla
de Hidaspes (cerca de la actual Jhelum, Pakistán) y conquistó gran parte del
Punyab. La marcha de Alejandro hacia el este lo puso en confrontación con el
Imperio Nanda de Magadha y el reino Gangaridai de Bengala. Su ejército,
exhausto y temeroso ante la perspectiva de enfrentarse a ejércitos indios más
numerosos en el río Ganges, se amotinó en el río Hyphasis (actual río Beas) y
se negó a avanzar más al este. Alejandro, después de reunirse con su oficial
Coeno y saber del poder del Imperio Nanda, se convenció de que lo mejor era
regresar.
Las invasiones persas y griegas tuvieron
repercusiones en las regiones noroccidentales del subcontinente indio. La
región de Gandhara, en el actual occidente de Afganistán y noroeste de
Pakistán, se convirtió en una mezcla de culturas india, persa, centroasiática y
griega y dio origen a una cultura híbrida, el grecobudismo, que duraría hasta
el siglo V d.C. y tendría influencia en el desarrollo artístico del budismo
Mahayana.
Budismo y
helenismo
El año 327 a.C.
este enorme subcontinente conoció su primera invasión histórica: Alejandro
Magno, después de haber vencido a Darío, atravesó el Indo.
Casi al mismo tiempo, en el otro extremo del norte de la India, un kshatríya llamado Chandragupta se convirtió en rey de Magadha y desde allí extendió su dominio hasta entrar en contacto con las satrapías griegas del noroeste. Fue él quien fundó el primer imperio unificador: el de los Maurya (del 322 al 185 a.C), nacido de un despotismo despiadado que conocemos bien gracias a los informes del embajador griego Megástenes, enviado a la India por decisión de Seleuco I, y al texto de un manual sobre política, el Arthashastra, que dice que "el gobierno es la ciencia del castigo" y describe un ciclo de torturas de 18 días con un método diferente de tortura para cada día. Megástenes escribió que el ejército del Imperio maurya tenía 700.000 hombres, 9.000 elefantes y 10.000 carros de guerra.
Casi al mismo tiempo, en el otro extremo del norte de la India, un kshatríya llamado Chandragupta se convirtió en rey de Magadha y desde allí extendió su dominio hasta entrar en contacto con las satrapías griegas del noroeste. Fue él quien fundó el primer imperio unificador: el de los Maurya (del 322 al 185 a.C), nacido de un despotismo despiadado que conocemos bien gracias a los informes del embajador griego Megástenes, enviado a la India por decisión de Seleuco I, y al texto de un manual sobre política, el Arthashastra, que dice que "el gobierno es la ciencia del castigo" y describe un ciclo de torturas de 18 días con un método diferente de tortura para cada día. Megástenes escribió que el ejército del Imperio maurya tenía 700.000 hombres, 9.000 elefantes y 10.000 carros de guerra.
La dinastía
Shishunaga
La dinastía Shishunaga fundó el Imperio Magadha
en el año 684 a. C., siendo la capital Pataliputra
(cercana a la actual Patna).
Esta dinastía duró hasta el año 424 a. C.
cuando fue desalojada por la dinastía
Nanda.
Fue en este
período donde nacieron dos de las mayores religiones de la India, el budismo y
el jainismo,
mencionados con anterioridad.
La dinastía de los Shishunaga
gobernó la región de Magadha (en el noreste de la India) entre el año
684 a. C. y el 424 a. C.
Se consideraban sucesores del clan solar
(descendientes de Suria, el dios del Sol). Algunos de los reyes documentados de esta dinastía fueron:
Bimbisara fue un rey de Magadha, que reinó entre
el 540 y el 493 a. C. aproximadamente. Fue uno de los reyes más
poderosos de la India.
Bimbisara fue el padre de Áyata Shatru y
un devoto seguidor de Gautama Buda (448-368 a. C.). La tradición dice
que cuando Buda recién dejó su casa para buscar la iluminación, arribó a Rash
Grija (‘casa del rey’), la capital del reino de Magadha, en donde su aspecto
noble llamo la atención del rey Bimbisara, quien le ofreció riquezas y la
comandancia de sus ejércitos. Buda rechazó el ofrecimiento, explicando que él
solo buscaba la iluminación. Bimbisara entonces le solicitó a Buda que una vez
que encontrara la verdad que estaba buscando, volviera para enseñársela.
Después de que Buda alcanzara la iluminación, regresó a Magadha y Bimbisara se
convirtió en su seguidor. Bimbisara donó a Buda el Monasterio del Bosque de
Bambú. Hizo construir una escalera de piedras que llegaba a lo alto del Pico
del Águila, cerca de Raya Grija, donde Buda a menudo pernoctaba.
De acuerdo con el texto Sobre la
destrucción del orden, el hijo de Bimbisara, Áyata Shatrú, inducido por
Devadatta, puso a su padre en prisión y tomó el trono de Magadha. Más tarde cuando
Áyatashatru cayó gravemente enfermo, Bimbisara sintió lastima por él. Áyata
Shatru, arrepentido de sus acciones, envió a sus guardias a liberar a su padre.
Bimbisara, pensando que estos iban para torturarlo, se suicidó. De acuerdo con
otra fuente, Ajatashatru mató a su padre, o lo mató de hambre en prisión.
Incluso otras dicen que Bimbisara descubrió los planes de su hijo y, al verlo
tan obsesionado con el poder, simplemente abdicó voluntariamente al trono a
favor de su hijo.
Durante el reinado de Bimbisara, Magadha
se convirtió en el imperio más poderoso de la India. Anexionó el estado de Anga
(Bengala), situado al este de Magadha, de gran importancia económica por su
puerto, al que ingresaban al río Ganges los barcos del sur de la India. Aumentó
su influencia con enlaces matrimoniales con los reinos vecinos. Su primera
esposa fue la hija del rey de Kosala. Dedicó gran atención a la administración
y a las obras públicas. Construyó la nueva capital de Rashgrija, en sustitución
de la antigua Guiri Vrasha. No se conocen las razones, aunque quizá fueran
económicas o estratégicas.
Áyata Shatru fue un rey de Magadha que reinó en el
período 493 a. C.-461 a. C., contemporáneo de Buda.
Incitado por Devadatta, Áyata Shatru
usurpó el trono de Magadha tras matar a su padre, el rey Bimbisara, quien era
budista (seguidor de Shakyamuni). Áyata Shatru intentó también matar a
Shakyamuni y sus discípulos al soltar un elefante enloquecido para que los atropellara.
Áyata Shatru llevó a su reino a la guerra contra el rey Prasena Shit de Koshala
por el dominio de Kashi, pero luego hizo paz con Kosala.
Durante el reinado de Virudhaka —el hijo
de Prasenashit—, Áyata Shatru conquistó Koshala. Durante el reinado de Áyata
Shatru, Magadha se convirtió en el reino más poderoso de la India. Un año
después de la muerte de Buda, Áyata Shatru se convirtió al budismo y apoyó la
realización del Primer Concilio Budista para la colección de las enseñanzas de
Shakyamuni.
En su vejez, Áyata Shatru contaba una
leyenda acerca de su niñez. Debido a que su madre Vaideji —esposa del cruel rey
Bimbisara— no había concebido ningún heredero, este consultó a un adivino. El
adivinador le contó que un santo ermitaño que vivía en las montañas, renacería
como hijo del rey después de morir. Bimbisara estaba tan ansioso por concebir
un hijo que mandó matar al santo. Poco después, Vaideji concibió un varón, pero
el adivinador predijo que el niño (que era el santo asesinado) se convertiría en
enemigo del rey y vengaría su muerte. Bimbisara mandó matar al bebé.
Áyata Shatru contaba que había sido
arrojado desde lo alto de una torre, pero que —como era inmortal— había
sobrevivido con solo un dedo roto. Por era llamado «Dedo Roto». Se dice que fue
persuadido por Devadatta —quien le reveló la historia de su nacimiento— para
rebelarse en contra de su padre.
Después de matar a su padre, Áyata
Shatru dijo haberse sentido arrepentido. Atormentado por la culpa, virulentos
dolores aparecieron en el decimoquinto día del segundo mes de su decimoquinto
año, y le predijeron que fallecería tres semanas después, en el séptimo día del
tercer mes. Ante el consejo de su médico y ministro Yívaka, buscó a Buda, quien
le enseñó las doctrinas del Sutra del nirvana. Así Áyata Shatru fue
capaz de erradicar su mal karma y prolongar su vida.
La
dinastía Nanda
La dinastía nanda fue establecida
por un hijo ilegítimo del rey Mahanandin, de la anterior dinastía sísunaga.
Mahapadma Nanda reinó por 88 años según la tradición, por lo tanto,
gobernó la mayor parte del período de esta dinastía, que duró aproximadamente
100 años. Esta dinastía fue seguida por la dinastía mauria.
Al primer rey nanda (Maja Padma Nanda)
se le ha descrito como el destructor de todo los kshatriyas (la segunda casta,
de los militares). Derrotó a los pueblos iksuakús, panchalas, kasis, harhayas,
kalingas, asmakas, kurus, maithilas, surasenas, vitihotras, etc. Amplió su
territorio hasta el sur de Deccan.
El último rey nanda fue Dhana Nanda.
Plutarco dice que Chandragupta Mauria pudo derrocar a Dhana Nanda debido a la
tiranía que este ejercía sobre su pueblo.
La dinastía nanda que usurpó el trono de
la dinastía sísunaga era de origen bajo. Algunas fuentes indican que el
fundador, Majá Padma, era hijo de una madre sudrá (la cuarta casta, de los
esclavos); otras que nació de la unión de un peluquero con un cortesana (ambos
sudrás). Nanda fue la primera de las dinastías del norte de la India de origen
no chatría.
A la dinastía nanda se le describe a
veces como los primeros constructores del imperio en la India. Heredaron el
gran reino de Magadha y deseaban ampliarlo hacia fronteras más distantes. Para
este propósito acumularon un gran ejército que consistía en
20 000 tropas de caballería, 200 000 infantes,
2000 carros de guerra y 3000 elefantes. En cambio Plutarco estimó
unos 8000 carros y 6000 elefantes.
Pero los nandas (en ese entonces Dhana
Nanda) nunca tuvieron la oportunidad de utilizar este ejército contra los
indogriegos, que invadieron la India, puesto que la campaña de Alejandro
terminó en el Panyab. (Algunos eruditos son de la opinión que Alejandro confinó
su conquista a los llanos de Panyab por temor al poderoso ejército nanda).
Los nandas realizaron una recolección
metódica de impuestos por parte de funcionarios regularmente designados para el
sistema administrativo. La arcas del reino fueron llenadas continuamente, la
abundancia del Gobierno nanda era bien conocida.
Los proyectos y canales de irrigación
fueron construidos por los nanda. La posibilidad de una estructura imperial
basada en una economía esencialmente agraria comenzó a germinar en la mente de
la población india. Pero el desarrollo adicional de los nanda fue cortado
brevemente por Chandra Gupta Mauria y su mentor Kautalia Chanakia.
Dhana Nanda fue destronado por Chanakia
en una batalla, para luego ser sustituido por ChandraGupta Mauria, un joven
aventurero.
Dhana Nanda fue asesinado en el año
321 a. C., lo que finalmente señaló el advenimiento de la era maurya.
Mahapadma Nanda (450–362 a. C.) fue el primer
rey de la dinastía Nanda (que se extendió entre el 424 y el
321 a. C.).
Según algunas fuentes, nació de la unión
de un barbero y una cortesana, mientras que otros lo describen como un hijo
ilegítimo de Mahanandin, el último rey de la dinastía anterior Shishunaga. Los
nandas, bajo MajaPadma Nanda, establecieron el primer gran imperio indio del
Norte con su centro político en Magadha, que en los próximos años llevaría al
mayor imperio en la India antigua, que sería construido por los mauryas.
Maja-Padma Nanda venció a los antiguos
reyes del Norte, pero no para mantenerlos en el trono y extraer tributo de
ellos y ser reconocido como el más poderoso (el samrat o chakravarti),
sino más bien con el fin de destronarlos y declararse a sí mismo como el ekachatra,
el único rey de todas las tierras.
El colapso de la antigua casta ksatriya
bajo la rigurosa política de Maja Padma Nanda, que fue explícitamente denigrado
como «hijo de un shudrá (esclavo)», y el apoyo que les dio a seguidores de
filosofías no védicas, todo fue sido descrito como signos negativos en los
textos Puranas (escritos siglos después de su reinado), que a menudo
identifican la aparición de Maja Padma Nanda como el comienzo de kaliyuga ('era
de riña').
La tradición dice que reinó durante
88 años. Anexó partes de Kalinga, el centro de la India, Anga, y la parte
superior del valle del río Ganges. Fue el primer rey shudrá (de la cuarta
casta, de los esclavos) en Magadha.
Sus hijos no fueron capaces de retener
el poder, y pronto fueron derrocados por Chandragupta Mauria
(340-298 a. C.).
El indólogo F. E. Pargiter fecha la
coronación de Nanda en el 382 a. C., y R. K. Mookerji la data en el
364 a. C.
La dinastía Maurya
El Imperio Maurya fue el
primer gran imperio unificado de la India. Regido por la dinastía Maurya, duró desde 320 a. C. hasta 185 a. C.
(fechas probables), dominando todo el norte y centro de la India y algunas
regiones de Afganistán y Pakistán.
Originado del reino de Magadha en
los llanos de la cuenca Indo-Ganges en la hoy moderna ciudad de Bihar y Bengala, con su
capital Pataliputra (cerca de la moderna Patna), el Imperio fue fundado en el año 321 a. C. por Chandragupta Maurya,
que había derrocado a la Dinastía Nanda y comenzado a ampliar su poder a
través de la India central y occidental.
El imperio fue expandido
hacia el norte, a lo largo de las fronteras naturales del Himalaya, y al este
hacia el hoy estado de Assam. Al oeste, alcanzó más allá de Pakistán e incluyó
Beluchistán en Persia y partes significativas del ahora Afganistán, incluyendo
Herat y las provincias de Kandahar. El Imperio fue ampliado en las regiones
centrales y hacia el sur de la India por el emperador Bindusara, pero esto
excluyó una pequeña parte de las regiones inexploradas cerca de Kalinga.
Después de la conquista de
Kalinga, Ashoka el Grande termina la extensión militar del Imperio. Los reinos
de Pandya y Cheras en el sur de la India conservaron así su independencia,
aceptando la supremacía del emperador Maurya. El Imperio Maurya fue quizás el
mayor imperio que haya gobernado el subcontinente indio hasta la llegada de los
británicos. Su decadencia comenzó cincuenta años después de la muerte de
Ashoka, y se disolvió en el año 185 a. C. con la fundación de la
dinastía shunga, en Magadha.
Bajo Chandragupta, el Imperio Maurya
liberó la región que estuvo bajo la ocupación macedonia. Chandragupta derrotó a
los invasores conducidos por Seleuco I, un general griego del ejército de
Alejandro. Bajo Chandragupta y sus sucesores, tanto el comercio interno como
externo, la agricultura y las actividades económicas prosperaron y se ampliaron
a través de la India gracias a la creación de un sistema único y eficiente de
finanzas, administración y seguridad. Después de la Guerra de Kalinga, el
Imperio experimentó medio siglo de paz y seguridad bajo Ashoka: la India era un
Imperio próspero y estable de gran poder económico y militar, cuya influencia
política y comercio se extendieron a través del Asia central, occidental y
Europa.
La India también disfrutó de una era de
armonía social, la transformación religiosa, y la extensión de las ciencias y
del conocimiento. El abrazo de Chandragupta Maurya a la religión yaina aumentó
la renovación social y religiosa y la reforma a través de su sociedad, mientras
que la conversión de Ashoka al budismo fue la fundación del reinado de paz
social y política y no violencia a través de la India. Ashoka patrocinó la
extensión de los ideales budistas en Sri Lanka, el sudeste de Asia, el Asia
occidental y el Mediterráneo europeo. Se cree que en esta época se escribió el
texto ateísta Brihaspati sutras, lo que podría indicar la libertad
religiosa sin precedentes que se vivió en esta época.
El ministro Kautalya de Chandragupta
escribió el Artha shastra, uno de los mayores tratados sobre economía,
política, asuntos exteriores, administración, artes militares, guerra y
religión alguna vez producido en Asia. El Artha-sastra y los Edictos
de Ashoka son las fuentes primarias de los registros escritos sobre los
maurya. El Imperio maurya es considerado uno de los períodos más significativos
en la historia india. El capitel de los leones de Ashoka en Sarnath es el
actual emblema de la India.
Cuando Alejandro Magno conquistó el
noroeste de la India en el 326 a. C., estableció una alianza con el
rey Ambhi de Taxila (llamado Taxiles u Omphis en las fuentes griegas), con cuyo
apoyo logró vencer, en la batalla del Hidaspes, al rey Poros de Pauravas, un
reino de Panyab occidental. Alejandro creó varios Estados vasallos, gobernados
por los reyes Ambhi y Poros (tras atraerlo a su causa), fundando varias
fortalezas. En la región del bajo Indo, Alejandro dejó como gobernador a
Peithon, y en la del alto Indo a Filipo, que se estableció en la ciudad de
Taxila.
A la muerte de Alejandro en Babilonia
(323 a. C.), su imperio se fragmentó y se fundaron numerosos reinos
nuevos. En la India, Chandragupta Maurya aprovechó para crear el primer imperio
unificado del subcontinente indio.
Chandragupta, asesorado por Kautalya,
creó un Estado fuertemente centralizado con una compleja administración. La
capital del imperio estaba en Pataliputra, actual Patna (en Bihar); según
Megástenes, estaba rodeada por una muralla de madera con 64 puertas y 570
torres y rivalizaba en esplendor con las ciudades coetáneas Susa y Ecbatana del
extinto Imperio persa.
Chandragupta Maurya (nacido c. 340 a. C., rey
entre c. 320 a. C. y 298 a. C.), fue el fundador del
Imperio Maurya. Chandragupta logró unificar la mayor parte del territorio del
subcontinente indio, por lo que es considerado el primer emperador auténtico de
la India. En los textos extranjeros en griego y latín, es conocido como Sandrokyptos,
Sandrácoto, Sandrokottos o Androcottus.
Después de deponer al rey Mahapadma
Nanda de Magadha, dominó gran parte del norte de la India, creando el primer
gran imperio indio, que luego fue extendido por su hijo Bindusara y su nieto
Aśoka. Se cree que combatió a Alejandro Magno cuando éste invadió el norte de
la India. También luchó contra Seleuco I (c. 304 a. C.), logrando el
control total de Beluchistán y Afganistán.
A pesar de ser uno de los principales
monarcas de la historia india, los orígenes familiares de Chandragupta
continúan siendo un misterio para los historiadores. Existen varias teorías
sostenidas por diversos investigadores.
La primera que mencionaremos afirma que
Chandragupta Maurya era un descendiente ilegítimo de reyes de la dinastía Nanda
de Magadha. En el drama sánscrito Mudrarakshasa se llama a Chandragupta
Nandanvaia, y un comentador de esta obra en el siglo XVIII explica que su
padre (llamado Mauria) era el hijo ilegítimo del rey Nanda Sarvarthasiddhi con
una mujer de casta shudrá (esclava) llamada Mura. Por otro lado un comentarista
del Visnú-purana dice que Chandragupta era hijo de un príncipe Nanda con
una mujer dasi (una sierva) llamada Mura. Estas teorías acerca de sus
orígenes parecen concordar con los pasajes del historiador romano Juniano
Justino (siglo III d. C.) quien relata que el rey indio
Sandracottos (que los historiadores actuales identifican con Chandragupta) era
de orígenes humildes.
Por otro lado las fuentes budistas y
jainistas afirman que Chandragupta era hijo de una familia de cuidadores de
pavos reales (maiura-poshaka, en sánscrito). Las fuentes budistas
cuentan que Chandragupta era el hijo de un jefe de un clan de cuidadores de
pavos reales, mientras que las yainas dicen que era el nieto por vía materna de
un jefe de una aldea de cuidadores de pavos reales. Esto parece relacionarse
con los comentarios del historiador romano Claudio Eliano
(175-235 d. C.) quien escribe que en el palacio de Chandragupta en
Pataliputra se mantenían pavos reales.
Por otro lado está la teoría de que
Chandragupta era un miembro de un clan de chatrías denominado Moriya, de una
pequeña república entre lo que actualmente son Nepal y el estado de Uttar
Pradesh. Esta hipótesis se soporta sobre el texto del Majá-vamsha (una
antigua crónica budista acerca de la historia de Sri Lanka).
Para concluir hay que mencionar también
las teorías que afirman Chandragupta pudo ser originario de zonas de la India
noroccidental. Entre ellas está una que lo hace un miembro del clan ashvaka (que
aparece mencionado en las fuentes griegas como los assakenoi) de la región de
Gandhara.
Las fuentes para conocer el reinado de Chandragupta son relativamente escasas
e indirectas (al igual que lo son todas nuestras fuentes para el conocimiento
de la historia india antes de las invasiones islámicas). Por un lado tenemos a
los autores clásicos grecorromanos, interesados sobre todo por las campañas de
Alejandro Magno en los confines orientales del Imperio aqueménida y que hablan
tangencialmente acerca de la India. La principal fuente grecorromana acerca del
reinado de Chandragupta Maurya es el griego Megástenes, embajador del rey
macedonio Seleuco I ante la corte de Pataliputra. Desafortunadamente la
obra de Megástenes (Índica) se ha perdido y sólo nos quedan las referencias
indirectas a su descripción de la India en las obras de autores posteriores
como Estrabón y Arriano. Por otro lado contamos con las fuentes nativas,
crónicas budistas como el Maja-vamsa y sobre todo la obra del consejero
de Chandragupta, el brahmán Kautilia (también conocido como Chanakia o Visnú
Gupta). Este consejero escribió un tratado sobre el arte de gobernar, el Artha-shastra,
que los historiadores occidentales frecuentemente han comparado con la obra de
Maquiavelo. El Artha-shastra no es una obra de historia, sino más bien
una obra de lo que hoy en día llamaríamos ciencias políticas, pero
inevitablemente contiene mucha información acerca de la sociedad de su tiempo
bajo el gobierno mauria, por lo que a falta de algo mejor, es una de nuestras mejores
fuentes acerca de este periodo. También está el ya mencionado drama Mudrarakshasa
de Vishakha Datta. El Mudra-rakshasa es un drama histórico del
siglo IV d. C. que narra la ascensión de Chandragupta al poder
en la India septentrional. La trama es más o menos como sigue:
Chanakia, ministro del rey Nanda (Dhana
Nanda), es ofendido por éste, por lo que se alió en venganza a Chandragupta,
quien tenía intenciones usurpadoras. Un pacto con el rey Parvata de una región
noroccidental asegura la victoria sobre el rey Nanda. Parvata y Chandragupta se
reparten las antiguas posesiones de los nandas. Parvata, a continuación, muere
envenenado por la astucia de una joven, tras lo cual es sucedido por su hijo
Malaya Ketu. Éste, unido al último ministro de los nandas, reclama la herencia
de todos los antiguos territorios de los nandas. El drama comienza cuando
Malaia Ketu y sus aliados (los reyes de Persia, Sind y Cachemira) se disponen a
atacar a Pataliputra (la actual Patna, en el estado de Bihar), la capital de
Chanragupta. El desenlace llega cuando Chanakia logra mediante astucias atraer
al último ministro de los Nanda al bando Mauria, y deshacer la conflagración de
Malaia Ketu.
Lo auténticamente histórico en este
drama se reduce a los hechos que también son narrados por las fuentes griegas:
el fin violento de los nandas, la usurpación de Chandragupta, la formación del
Imperio mauria y la lucha contra los reinos bárbaros del Noroeste creados a
raíz de la conquista de Alejandro Magno.
Lo que se sabe con seguridad es que
Chandragupta, ayudado por Chanakya creó un imperio que abarcaba desde el río
Indo por occidente hasta Bengala por el oriente. El primer gran enfrentamiento
de Chandragupta con un monarca extranjero ocurrió cuando Seleuco I, uno de
los generales de Alejandro que había heredado las regiones orientales de su
imperio, trató de conquistar la India en el año 305 a. C.
Chandragupta logró derrotar a Seleuco, quien curiosamente era apodado Nikator
(‘vencedor’), tras lo cual todas las tierras al oeste del Indo hasta la actual
Kabul pasaron a soberanía mauria. Para sellar la paz, Seleuco le dio a
Chandragupta una de sus hijas como esposa, y Chandragupta a su vez le dio a
Seleuco unos elefantes que le ayudaron a este a ganar la batalla de Ipsos sobre
Antígono Monoftalmos.
Hacia el 298 a. C.,
Chandragupta renunció al trono en favor de su hijo Bindusara, tras convertirse
al yainismo, terminó sus días de una curiosa manera, dejándose morir de hambre
en el año 298 a.C
Bindusara (c. 320-c. 272 a. C.) fue
el hijo y sucesor de Chandragupta Mauria y por tanto, el segundo emperador del
Imperio mauria.
Los griegos lo conocían como
Amitrochates o Allitrochades, que son transliteraciones groseras de dos
términos sánscritos: A-mitra Ghata (‘destructor de los no-amigos’ o destructor
de los enemigos) o A-yata Shatru (‘no-nacido el vencedor’ o aquel cuyo vencedor
todavía no nació) (no debe confundirse con Ajatashatru, hijo de Bimbisara, que
gobernó [dinastía [Haryanka|Haryanka Magadha]] en 491-461 a. C.). .
Reinó desde el 298 o el
300 a. C. (cuando tenía 20 a 22 años de edad) hasta su muerte (a
los 52 años de edad).
Fue el heredero de un gran imperio que
comprendía el norte, centro y el este de la India e incluso partes de
Afganistán y Beluchistán. Cuando Bindusara llegó al trono (aproximadamente en
el 300 a. C.), encauzó su política expansiva a conquistar la India
meridional, actual Karnataka. Se le atribuye la gran expansión mauria hacia el
sur y por la amplia llanura del Deccan aunque, debido a la escasez de
documentación, es difícil precisar hasta qué punto llegó la conquista de
Bindusara. Se cree que, después de su muerte, el Imperio mauria poseía casi
toda la totalidad de la India, excepto los Estados del sur de los cholas,
pandias y cheras y el Estado de Kalinga, situado al este, que más tarde
conquistó su hijo ―el futuro emperador Asoka―, que durante el reinado de su
padre ocupaba el cargo de virrey de Uyaini.
Durante su reinado, tuvo como ministro a
Kautilia Chanakia (ya titular en tiempos de Chandragupta Mauria) que, según las
fuentes, conquistó dieciséis ciudades y que sufrió la rebelión de los
ciudadanos de Taksila en dos ocasiones. La mala administración de Susima, su
hijo mayor causó la primera revuelta, mientras que la segunda revuelta es de
origen desconocido. Las tradiciones budistas, hacen referencia a estas
revueltas y también a la de Takshasila que fue reprimida por su hijo Asoka y
que se debió a la tiranía de los gobernadores de provincia que, al no ser
controlados, abusaban de su poder (según los edictos de Asoka).
Bindusara conquistó dieciséis Estados y
extendió el imperio de mar a mar (es de suponer que se refiere a la tierra
entre el mar de Arabia y el golfo de Bengala), por todo el sur de la India. La
única región que mantuvo su independencia fue Kalinga y los drávidas del sur
(cholas, pandias y cheras) que mantenían una relación cordial con el Imperio
mauria. Sin embargo, no fue así con Kalinga, que en tiempos de Asoka fue
arrasada por este.
El emperador mantuvo también buenas
relaciones con Siria, Egipto y los helénicos, de quienes recibió embajadores e
incluso alimentos.
Bindu-Sara tuvo tres hijos, Susima y
Asoka, que fueron nombrados virreyes de Taksila y Uyain, y Vitashoka, que se
hizo monje jainista.
Se cree que en el momento de morir
Bindusara se inició una guerra de sucesión que probablemente duró
cuatro años. Esto es descrito según las fuentes budistas, que indican que
Asoka, que no era el hijo mayor, salió victorioso de este conflicto. A pesar de
esta inestabilidad inicial, el hijo de Bindusara supo continuar con su labor e
incluso logró ampliar el territorio del Imperio mauria.
Bindusara murió en el
272 a. C. o en el 268 a. C (se encuentra documentación
sobre ambas fechas) y le sucedió su hijo Asoka el Grande.
Aśoka o Ashoka Vardhana (304-232 a. C.) fue el
tercer emperador mauria. Era hijo del rey Bindusara y nieto de Chandragupta.
Aśoka reinó sobre la mayor parte del
subcontinente indio desde circa 269 a. C. hasta 232 a. C. del actual
Afganistán hasta Bengala y también hacia el sur, hasta la actual Mysore.
Alrededor de 260 a. C., Asoka emprendió
una destructiva guerra contra el estado de Kalinga, y lo conquistó, cosa que
no había logrado ninguno de sus antecesores. Después de presenciar las
matanzas de la guerra, Asoka se convirtió gradualmente al budismo.
La muerte de Bindusara llevó a una
guerra de sucesión. Según el Divyavandana, Bindusara quería que le
sucediese su hijo Susima, pero Asoka obtuvo el apoyo de los ministros de su
padre, que encontraban a Susima demasiado arrogante. Un ministro llamado
Radhagupta parece haber jugado un importante papel en el acceso al trono de
Asoka. La coronación tuvo lugar en 269 a. C.
Kalinga era un estado de la costa este
de la India, de monarquía parlamentaria. Asoka emprendió la guerra de conquista,
ocho años después de su coronación. La guerra ocasionó más de 100.000 muertos,
y 150.000 deportados. Cuando Asoka celebraba su victoria, paseando por los
jardines de Kalinga, quedó conmovido ante el número de cadáveres, y los
lamentos de los familiares de los muertos.
El edicto XIII de los Edictos de Asoka
refleja el gran remordimiento que sintió el rey tras observar la destrucción de
Kalinga:
Su
Majestad siente remordimientos a causa de la conquista de Kalinga, ya que
durante la subyugación de un país previamente invicto, se produjeron masacres,
muertes y deportaciones, por las que su Majestad siente profunda tristeza y
dolor.
La letal guerra con Kalinga transformó
al vengativo emperador Asoka en estable y pacífico mecenas del budismo. Si se
convirtió o no al budismo no está aclarado, a pesar de la tradición budista que
lo afirma. De acuerdo con el eminente indologista, A. L. Basham, la religión
personal de Asoka llegó a ser el budismo, al menos después de la guerra con
Kalingal, pero el Dharma propagado por él no era budismo.
Sin embargo, su patrocinio condujo a la
expansión del budismo durante su mandato en el Imperio Maurya, en otros reinos,
y en el mundo entero hacia el 250 a. C.
Hasta el siglo XIX, Aśoka era simplemente un nombre más en las genealogías inventadas de los reyes indios del periodo budista. Varios eruditos europeos de la época también tradujeron relatos budistas de la literatura india. Estos relatos mostraban las doctrinas budistas, así como las historias y biografías legendarias de la doctrina. En estas fuentes budistas —procedentes de Ceilán, Tíbet y China— presentes en relatos como el Divia avadana, el Aśoka avadana, el Maja-vamsa y otros, aparecía la figura de un gran rey Aśoka. A causa de la existencia de varias historias de este tipo consideradas de poco rigor histórico, ya que se creían procedentes de la cultura popular, se tomó a la figura de Aśoka como legendaria y no se le dio credibilidad. La historia habitualmente lo describía como un príncipe cruel que asesinó a sus hermanos para ascender al trono, pero que tras su sangrienta conquista de Kalinga (en la costa este de la India, actualmente en el estado de Orissa), Aśoka se convirtió en un budista pacifista, y contribuyó a la difusión del budismo, reinando desde ese momento de una manera justa y pacífica.
En el año 1837, el arqueólogo y filólogo
James Prinsep tradujo una antigua inscripción de un gran pilar de piedra
situado en la ciudad de Delhi (en el norte de la India). La escritura de la
inscripción era el brahmi, la escritura más antigua de la India, que se
utilizaba para escribir el sánscrito y el prákrito. Se trataba de una versión
ancestral del brahmi, que durante los siglos había evolucionado de tal manera
que estas primeras inscripciones eran ilegibles. La inscripción reveló una
serie de edictos proclamados por un rey que se autoproclamaba Devanampiya
Piyadasi (‘el amado de los dioses, rey Piyadasi’). Debido a las referencias
budistas que encontró, el investigador creyó inicialmente que Devanampiya
Piyadassi era un rey de Sri Lanka. Pero en el mismo año James Prinsep tuvo
oportunidad de leer dos de las crónicas más antiguas de la historia de Sri
Lanka, el Dipa vamsa y el Maha vamsa, compuestas por monjes
budistas. En las crónicas se deducía que el título de Piyadassi se le atribuía
al famoso rey Aśoka.
El Imperio mauria en tiempos del emperador Asoka, cuando este ya había anexionado el reino de Kalinga. La ciudad de Indraprasta
aparece nombrada como «Indrapastra».
Se conocen otros pilares y rocas con
inscripciones, y durante las siguientes décadas se irán descubriendo y
traduciendo más edictos del monarca. La fuente de la mayoría de nuestros
conocimientos sobre Aśoka son estas numerosas inscripciones que hizo grabar en
pilares y rocas por todo su imperio, mayoritariamente en idioma magadhi (una
lengua prácrita) en escritura brahmi (y a veces en caracteres kharosthi), pero
también en griego y en arameo.
Además de que estas inscripciones
representan las primeras muestras de la notación escrita de una lengua india y
que esta misma escritura originó todas las lenguas semisilábicas presentes
actualmente en suelo indio (como la escritura devánagari), favorecieron la
propagación de la ética budista y fomentaron la no violencia y la adhesión a la
doctrina del dharma, el deber o comportamiento justo. Se observa también la
importancia dada a una lengua vulgar y vernácula, el prácrito, en detrimento de
la lengua «noble» y literaria, el sánscrito, demostrando así una preocupación
por ser comprendido por el pueblo.
Fue en 1915 cuando se tradujo un edicto
que mencionaba el nombre de Aśoka y así se confirmó definitivamente su
identidad.
Mito y realidad
Tal fue Ashoka, el más grande de los reyes. Él fue por mucho un
avanzado a su época. No dejó ni un príncipe ni una organización de hombres para
continuar su trabajo, y a un siglo de su muerte los grandes días de su reino se
habían convertido en un recuerdo glorioso en una India descompuesta y
decadente.
H. G. Wells, A short
history of the world
La interpretación que se hizo en un
primer momento es precisamente la que H. G. Wells muestra en este fragmento:
que Aśoka había sido un avanzado a su tiempo y un gran devoto del budismo, y
por eso habían fracasado sus sucesores. Se aceptó la historia que empieza con
Aśoka descrito como un guerrero sanguinario, ya que muchas fuentes budistas lo
describen así. Según el Aśokavadhana, Aśoka construyó una prisión donde
se dedicaba a torturar a los presos. En el mismo texto se nos cuenta cómo
intentó torturar a un monje budista que parecía inmune al sufrimiento. Aśoka,
impresionado, se convirtió al budismo, destruyó la prisión y se propuso
construir 84.000 stupas budistas por todo el imperio.
Otras fuentes afirman que fue después de
las devastadoras consecuencias de su guerra en Kalinga, durante el octavo año
de su reinado, se sintió tan culpable que esto lo llevó a convertirse al
budismo, influido según las fuentes por su esposa o concubina Deví. Desde ese
momento se dedicó a propagar la política del dharma budista por su
imperio y envió misioneros a lugares lejanos, tales como la isla de Ceilán,
convertida por su hija Sanghamita y su hijo (o hermano) Mahinda, citados
solamente en las crónicas cingalesas, e ignorados en las inscripciones indias
que no mencionan más que a tres de sus hijos: Tuara, Kunala y Yalauka. Desde
entonces, defendió una política pacífica emitiendo una serie de edictos
dirigidos al pueblo. Un reinado que conoció una política oficial de a-jimsá
(‘no violencia’), llegando a construir hospitales para animales y restaurar las
carreteras principales de la India, convirtiéndose también Aśoka probablemente
en el gran difusor del vegetarianismo en el país.
Así pues, los estudios de los siglos XIX
y primera mitad del XX y otros posteriores basándose en estas fuentes,
describen su conversón al budismo como una «iluminación». Pasó de ser Chanda
Aśoka (Aśoka el Cruel) a ser Dhamma Aśoka (Aśoka el Piadoso). El monarca que
amplió la capital, Pataliputra (la actual Patna), hizo construir un palacio al
estilo persa y convocó el Tercer Concilio Budista (233 o 243 a. C.).
Aśoka, históricamente, fue un ferviente
propagandista del budismo, pero no necesariamente por motivos píos. Hay toda
una línea de historiadores, como la especialista Romila Thapar, que consideran
el dharma de Aśoka como una religión para ser utilizada como símbolo de una
nueva unidad imperial y una fuerza cohesionadora para unir los variados y
heterogéneos elementos de un imperio. O sea, que Aśoka se sirvió del budismo
para la consolidación política y económica de su gobierno. Y es que los edictos
de Aśoka y los textos budistas no terminan de coincidir con la imagen
proyectada. El budismo permitía a Aśoka una nueva política social bien
definida, acorde al mismo tiempo con los intereses de la sociedad de la época,
ya que la población no se oponía a las nuevas ideas budistas, y las nuevas
clases comerciales (interesadas en las nuevas tendencias) le apoyarían,
beneficiando a Aśoka, ya que no tuvo el apoyo de los ortodoxos al inicio de su
reinado. Así, el budismo dejó de estar perseguido.
Tras el reino «iluminado» de Aśoka, la
reforma del Imperio mauria fue aprovechada por los invasores, y pronto cayó en
declive y se fragmentó en multitud de principados. Hasta la colonización
británica (cerca de 2000 años más tarde), nunca una parte tan grande de un
subcontinente estuvo unida bajo un mismo gobierno.
Reconociendo el papel sin precedentes de
Aśoka en la historia del país, la India hizo del capitel de las columnas de
Aśoka (o lat) uno de los símbolos de la República India. Su simbología
también la podemos encontrar en la propia bandera de la India, ya que en el
centro de ésta se encuentra el ashoka chakrá (la ‘rueda de Aśoka’).
Los pilares de Ashoka son una
serie de columnas dispersas en todo el norte del subcontinente indio, erigidas
―o al menos inscritas con edictos― por orden del rey Ashoka (de la Dinastía
mauria) durante su reinado en el siglo III a. C. En un
principio, tiene que haber habido muchísimos pilares, pero solo diecinueve
sobrevivieron con inscripciones, y solo seis tienen capiteles de la figura de
algún animal, que fueron objetivo de los iconoclastas musulmanes. Muchos se
conservan en un estado fragmentario.2 Los pilares de piedra tenían un
promedio de entre 12 y 15 m de altura y un peso de hasta 50 toneladas
cada uno. En algunas ocasiones los pilares fueron arrastrados a veces cientos
de kilómetros, hasta donde fueron erigidos.
Todas las columnas se instalaron en
monasterios budistas, en muchos sitios importantes de la vida de Buda y en
lugares de peregrinación. Algunas de las columnas llevan inscripciones
dirigidas a los monjes y monjas.
Algunos fueron erigidos para conmemorar
visitas de Ashoka. La idea tradicional de que todos los pilares se extraían
originalmente en Chunar ―al sur de Benarés― y eran trasladados a sus sitios,
antes o después de la talla, «ya no se puede afirmar con confianza». En cambio
parece que las columnas fueron esculpidas en dos tipos de roca:
·
piedra
arenisca dura de grano fino y de color beige generalmente con pequeñas manchas
negras, que se extraía en Chunar;
·
piedra
arenisca manchada de rojo y blanco de la región de Mathura.
La uniformidad de estilo en los
capiteles de los pilares sugiere que todos ellos fueron esculpidos por
artesanos de la misma región. Parece, pues, que la piedra fue transportada
desde Mathura y desde Chunar hasta los diferentes sitios donde se han
encontrado los pilares, y allí fueron cortados y tallados por artesanos.
Los pilares tienen cuatro partes
componentes en dos piezas: las tres secciones de los capiteles están hechas en
una sola pieza, a menudo de una piedra diferente a la del eje monolítico al que
están unidos mediante una espiga grande de metal. Los ejes son siempre lisos y
suaves, con sección transversal circular, estrechándose ligeramente hacia
arriba, y siempre cincelado a partir de una sola pieza de piedra. Las partes
inferiores de los capiteles tienen la forma y el aspecto de una campana
suavemente arqueada formada de pétalos de loto. Los ábacos son de dos tipos: cuadrados
y lisos, y circulares y decorados y con diferentes proporciones. Los animales
que coronan las columnas son obras maestras del arte mauria, se muestran
siempre sentados o de pie, y cincelados como una sola pieza con el ábaco.
Es de suponer que todos o la mayoría de
los pilares que ahora carecen de capiteles y animales, alguna vez los tuvieron.
Las seis esculturas de animales que
sobreviven forman «el primer grupo importante de la escultura de piedra india»,
aunque se cree que provienen de una tradición de columnas de madera coronadas
por esculturas de animales en cobre, ninguna de las cuales ha sobrevivido.
También es posible que algunos de los pilares de piedra sean anteriores al
reinado de Ashoka. Ha habido mucha discusión sobre el alcance de la influencia
de la Persia aqueménida, donde son similares los capiteles de las columnas que
soportan los techos en Persépolis, y en especial el «estilo hierático bastante
frío» del capitel de león de Ashoka (en la ciudad de Sarnath) muestra una
«obvia influencia aqueménida y sargónida».
Cinco de los pilares de Ashoka, en
Vaishali, Lauriya-Areraj, Lauria Nandangarh y dos en Rampurva, posiblemente
marcaron el curso del antiguo camino real desde Pataliputra hasta el valle de
Nepal. Varios pilares fueron reubicados por posteriores gobernantes del Imperio
mogol, habiéndoles destruido los capiteles con animales.
Lista de pilares de Ashoka
Dos peregrinos chinos medievales
registraron la ubicación de varias columnas que ahora han desaparecido: Fa Xian
registra seis y Hsuan Tsang quince, de las cuales solo cinco como máximo se
pueden identificar con columnas supervivientes.
El capitel más célebre es el de los
cuatro leones, que se encuentra en Sarnath
(Uttar Pradesh). Fue erigido por el emperador Ashoka alrededor del año
250 a. C. También es llamado la Columna Asoka. Los cuatro leones
están sentados espalda contra espalda. En la actualidad, la columna se mantiene
en el mismo lugar, mientras que el capitel de los leones se encuentra en el
Museo de Sarnath. Este capitel de leones de Ashoka en Sarnath ha sido adoptado
como el emblema nacional de la India, y la rueda Ashoka Chakra de su base se
colocó en el centro de la bandera de la India.
Posiblemente los leones eran la base de
una rueda Dharma Chakra con 24 radios, como se conserva en la réplica del
siglo XIII construida en Wat U Mong ―cerca de Chiang Mai (Tailandia) ― por
un rey tailandés.
El pilar de Sanchi también cuenta con un
capitel similar de cuatro leones pero está dañado. En Rampurva hay dos pilares,
uno con un toro y el otro con un león. Sankissa tiene solo un capitel de elefante
(dañado), en general no pulido, aunque el ábaco está pulido, al menos en parte.
El pilar que sostenía este capitel nunca se encontró, y quizá nunca se erigió
en el lugar.
El capitel de
Sarnita o Ashoka es la pieza clave del estilo Maurya, porque materializa la
utilización del budismo como vehículo de unificación política.
Los cuatro leones
confrontados simbolizan a Buda predicando a los cuatro puntos cardinales. Son
unos animales poco naturalistas, hieráticos, con unas melenas peinadas
simétricamente y unos rizados bigotes sobre las fauces abiertas; aunque no
parecen nada fieros, transmiten cierta dignidad. Es lógico que un emperador de
sangre real eligiera el animal emblemático del clan aristocrático en el que
Buda había nacido; sin duda le interesaba dar énfasis al origen principesco de
Buda.
Los leones se
asientan sobre una losa circular adornada por cuatro ruedas (chakras) que
vuelven a simbolizar la Ley Sagrada, intercaladas con cuatro animales (caballo,
cebú, elefante y león) que simbolizan los vientos dominantes, encargados de
llevar la voz de Buda a los cuatro confines de la tierra. Todos estos animales,
incluso el león, se representan de forma naturalista, en actitud dinámica,
pues, como tradiciones populares, no tienen la carga sagrada de los leones
budistas; son un buen ejemplo de la riqueza plástica y de la diversidad
estilística que el arte indio brinda al panorama mundial.
Debajo, una
simple moldura anular simboliza el cordón monacal aludiendo a la austeridad de
la comunidad budista. Por último, soportando todo el grupo escultórico aparece
el capitel en forma de flor de loto cerrada e invertida, que simboliza la
pureza y la universalidad. El capitel de loto será un constante elemento
arquitectónico en los estilos posteriores, hasta que el estilo Gupta tardío lo
transforme en un recipiente abombado del que, como de un florero, surgen guirnaldas,
de claro efecto principesco y característico del estilo post-Gupta.
El pilar
de Vaishali tiene un capitel con un león solo. Este pilar se encuentra
contiguo al sitio donde estaban un monasterio budista y un tanque sagrado de
coronación. Todavía se están llevando a cabo excavaciones, y se han descubierto
varios estupas que sugieren un antiguo campus de estudio cercano al monasterio.
El león mira hacia el norte, que es la dirección que Buda tomó en su último
viaje. En 1969, la identificación del sitio donde se excavó se vio favorecida
por el hecho de que este pilar todavía sobresalía del suelo. Existen más
pilares de este tipo en el área, pero todos están desprovistos del capitel.
Pilar en Allahabad
En Allahabad existe una
columna con inscripciones de Ashoka e inscripciones posteriores, atribuidas a
Samudragupta y a Yajanguir. De la inscripción se deduce que el pilar se
construyó por primera vez en Kaushambi, una localidad a unos 30 kilómetros
al oeste de Allahabad, que fue la capital del reino Koshala, y se trasladó a
Allahabad, presumiblemente bajo el dominio musulmán. El pilar está ahora
situado dentro de la fortaleza de Allahabad, también el palacio real,
construido durante el siglo XVI por el emperador mogol Akbar en la
confluencia de los ríos Ganges y Yamuna. Como el ejército de la India ocupa la
fortaleza, esta se encuentra cerrada al público, por lo que se requiere de
autorización especial para ver la columna. La inscripción de Ashoka está en
letra brahmi y se fecha en torno al 232 a. C. Una inscripción posterior,
que se atribuye Samudragupta (el segundo rey del Imperio gupta), se encuentra
en la escritura gupta que es una versión posterior y más refinada de la
escritura brahmi, y está fechada en torno al 375 d. C. Esta
inscripción indica el alcance del imperio que Samudragupta construyó durante su
largo reinado. En ese momento ya había sido rey durante cuarenta años, y
gobernaría durante otros cinco. Después se encuentra otra inscripción en persa,
del emperador mogol Yajanguir. El fuerte Akbar también alberga el Akshay Vat,
una higuera de la India de gran antigüedad. La tradición dice que esta es la
higuera que menciona el Ramaiana (texto épicorreligioso del
siglo II a. C.), bajo cuya sombra rezó el rey Rama cuando estaba
en el exilio.
Los edictos de Ashoka son 33
edictos proclamados por el emperador Ashoka e inscritos en cuevas, muros, rocas
y los pilares de Ashoka, una serie de columnas repartidas por sus dominios con
el objetivo de hacer llegar el contenido de estos edictos a toda la población.
Algunos pilares contienen más de un edicto, otros son monográficos y finalmente
otros no conservan el texto original. Los edictos explican partes de la vida de
su creador y su visión del dharma, y constituyen un testimonio clave de la
historia del budismo y de las costumbres del siglo III a. C.
Su mensaje central es la idea de la
retribución, según la cual se recibe en vidas futuras lo que se causa en la
presente.
Los edictos se pueden clasificar según
tres criterios: la base de la inscripción, su contenido y la cronología.
·
Según
el soporte, existen los edictos de los pilares (divididos a su vez entre
los siete edictos mayores y los pilares menores), los edictos de rocas mayores
(14), los edictos de rocas menores (incluyendo las cuevas de Barabar) y los
edictos de Kalinga.
·
Según
el contenido, los edictos pueden ser morales, sociales, biográficos
(referidos a la conversión del emperador o a sus esfuerzos por difundir el
budismo) o híbridos.
·
Finalmente,
en cuanto a la cronología, se pueden dividir los edictos en ocho grupos,
coincidentes en gran medida con los soportes de escritura: primeros
edictos de rocas menores (258-257 a. C.), edictos de Babru (257 a. C.), edictos
de rocas mayores (257-256 a. C.), edictos de Kalinga (256 a. C.), edictos de
Barabar (250 a. C.), edictos de los pilares de Tarai (249 a. C.), los edictos
de los pilares mayores (243 a. C.) y los edictos de los pilares menores (232 a.
C.).
Se sabe que iconoclastas musulmanes han
atentado contra monumentos de la época, por lo que podrían existir edictos o
soportes perdidos.
Los edictos pueden ser transcripciones
literales de discursos de Ashoka, en cuyo caso empiezan por la expresión «Devanampiyadasi
(“el bienamado servidor de los dioses”) habla», o bien pueden incluir el
contenido sin introducción alguna. Los textos están escritos en prácrito, y
los primeros arqueólogos no los pudieron descifrar hasta la llegada en 1833 de
James Prinsep, quien identificó la lengua. Posteriormente, se observaron
variaciones dialectales respecto del estándar del magadhi y un estilo que
reflejaba la lengua oral, algo inusual en edictos reales. Los edictos se
grabaron en dos sistemas de escritura diferentes: brahmi y karosti, para
adaptarse a los usos locales. Algunos edictos de la zona del actual Afganistán
están en griego y arameo, lo cual ayudó a la traducción de determinados
conceptos prácritos. Debido a esta riqueza, los edictos son de gran i
Aśoka
protegió todas las religiones citando en sus edictos a budistas, jainistas,
brahmanes y ajivikas (una secta fatalista), excavando para estos últimos varias
cuevas donde refugiarse en la estación de las lluvias.
El más favorecido
fue, sin embargo, el budismo enviando Aśoka una misión
proselitista a Sri Lanka, encabezada por su hijo (o hermano menor) Mahendra,
para promover su implantación en ese país. Mantuvo, también, una activa
relación diplomática con los seléucidas mediante el intercambio de embajadores
y estableció contactos, según lo afirma en una de sus inscripciones, con
Antíoco II de Siria, Ptolomeo III de Egipto, Antígono Gonatas de Macedonia,
Magas de Cirene y Alejandro de Epiro. Aśoka, como otros soberanos
Mauryas, emitió monedas similares, en líneas generales, a las acuñadas por los maha-janapadas
aunque las formas se tornaron más regulares y uniformes a lo largo de todo el
imperio predominando las emisiones cuadradas con cuatro pictogramas a las que
siguieron otras redondas más pequeñas. A las series de plata se sumaron otras
en cobre, de menor valor, innovándose con un método que empleaba el metal
fundido para verterlo en moldes permitiendo la aplicación de diseños en ambos
lados de la moneda.
Construyó, según
la tradición, 84.000 stupas
budistas por toda la India, así como carreteras y hospitales. Erigió un gran
palacio en su capital, Pataliputra, inspirándose en el arte persa.
La stupa, creada por Ashoka en el siglo III a. C.
(aunque su origen megalítico puede remontarse al II milenio a. C.), es un
monumento funerario de peregrinación, que encerraba o simplemente señalaba el
lugar donde había sido enterrada una reliquia budista; ésta solía consistir en
las cenizas procedentes de la incineración de algún santo personaje o de algún
objeto ritual famoso, así como también en imágenes de culto consideradas
milagrosas. Esta costumbre estaba ya difundida en época de Buda, pues a su
muerte ocho clanes principescos se disputaron las cenizas de la incineración de
Buda y las enterraron bajo ocho stupas en diferentes lugares; no se conservan
restos de ellas, probablemente porque se construyeron en adobe y madera.
Ashoka la
concibió como símbolo cósmico, conmemorativo del paranirvana de Buda: sobre una
gran plataforma (medhi), a modo de altar sacrificial, que significa la tierra,
se levanta el cuerpo central semiesférico, macizo, que representa la bóveda
celeste (anda) o también el huevo cósmico. Encima, una empalizada cuadrangular
(harmika) alude al lugar donde reside la esencia divina, y protege la parte superior
del eje del universo (yashti), que hipotéticamente atraviesa la bóveda.
Rematando el eje aparecen varios discos decrecientes (chatravali), que se
adaptan a la forma de una sombrilla sagrada, queriendo insistir en la dignidad
de la reliquia en cuestión (cuantos más chatravali, más sagrada). El peregrino
debía acercarse desde el este, y rodearla de izquierda a derecha (dejando
siempre el monumento a su derecha) en el sentido en que las estrellas circundan
el firmamento.
Las numerosas
(según los textos budistas, 80.000) stupas que Ashoka mandó erigir en los
lugares más significativos de su imperio fueron recubiertas y adornadas en
posteriores etapas, sobre todo durante las dinastías Shunga y Andhara. Estos
monumentos tuvieron tal éxito que llegaron a congregar a una gran masa de
gente, de manera que se hizo necesario delimitar el lugar sacro para la
circunvalación (pradakshina). Surgen ahora el deambulatorio (védika) y las
cuatro puertas cardinales (toranas), que servirán de soporte para el adoctrinamiento
budista de un pueblo analfabeto, incapaz de interpretar los textos sagrados;
cumplen un servicio similar al de los primitivos capiteles historiados del
románico europeo. Lógicamente utilizan un lenguaje costumbrista y desenfadado
de fácil comprensión popular, pero que desde el elevado punto de vista
metafísico del budismo tuvo que resultar a veces vulgar y desvergonzado.
La capital de los Mauryas era Pataliputra (moderna Patna) situada a
orillas del Ganges, en la región de Magadha, centro político (aunque no
geográfico) del imperio. Se trataba de una ciudad relativamente nueva fundada
hacía poco más de un siglo por Ajatasatru, un rey local, como un mero fuerte.
En ella se instaló el griego Megástenes, embajador seléucida ante los Mauryas,
quien escribió una descripción de la India en la que incluyó no pocos datos
sobre su organización social y política. Su obra, intitulada “Índica”, no
sobrevivió íntegra el paso del tiempo, pero perdura como epítome en la obra de
Arriano y de otros autores clásicos constituyendo una de las principales
fuentes para el conocimiento de este período. El griego comenta que la ciudad:
·
“Tiene
la forma de un paralelogramo y está cercada por un muro de madera con troneras
para descargar flechas. Posee, además, un foso para defensa y para recibir las
aguas servidas”.
·
“Se
extiende con sus barrios habitados hasta una longitud máxima de 80 estadios (c.
14,5 km) y su anchura es de 15 estadios (c. 2,7 km) estando rodeada por un foso
de 600 pies (183 m) de ancho y 30 cúbitos (13,7 m) de profundidad. Su muralla
está coronada con 570 torres y se abre por 64 puertas”.
Durante
el reinado del emperador Ashoka en el siglo 3 a.C, fue una de las ciudades más
grandes del mundo, con una población de 150,000-400,000. Se estima que la
ciudad tenía una superficie de 25.5 kilómetros cuadrados y una circunferencia
de 33.8 kilómetros, y tenía la forma de un paralelogramo y tenía 64 puertas (es
decir, aproximadamente una puerta cada 500 metros). Pataliputra
alcanzó el pináculo de la prosperidad cuando era la capital de los grandes
emperadores Maurya, Chandragupta Maurya y Ashoka. La
ciudad prosperó bajo el Mauryas y un embajador griego, Megasthenes, residió
allí y dejó un relato detallado de su esplendor, refiriéndose a él como
"Palibothra":
"Megasthenes
dice que por un lado, donde es más larga, esta ciudad se extiende diez millas
de longitud, y que su anchura es de una y tres millas cuadradas, que la ciudad
ha sido rodeada con una zanja de 600 pies de ancho y 45 pies de profundidad;
que su pared tiene 570 torres y 64 puertas". Arrian,
"La Indica"
Strabo
en su Geographia agrega que las paredes de la ciudad estaban hechas de madera.
Se
cree que son las empalizadas de madera identificadas durante la excavación de
Patna.
"En
la confluencia del Ganges y de otro río se encuentra Palibothra, en longitud
80, y en amplitud 15 estadios. Tiene la forma de un paralelogramo, rodeado por
una pared de madera perforada con aberturas a través de las cuales se pueden
descargar flechas, el frente es una zanja, que sirve para el propósito de la
defensa y de una alcantarilla para la ciudad". Strabo,
"Geographia"
El
Eliano, aunque no citó expresamente a Megasthenes ni mencionó a Pataliputra,
describió los palacios indios como superiores en esplendor a Susa o Ectabana de
Persia:
"En
las residencias reales en la India donde vive el más grande de los reyes de ese
país, hay tantos objetos de admiración que ni la ciudad de Susa con su
extravagancia, ni la magnificencia de Ectabana se pueden comparar con ellos.
(...) En los parques, se guardan pavos reales y faisanes domesticados".
Eliano,
"Características de los animales"
El
palacio de Ashoka en Pataliputra y las columnas de monumentos en toda la India
fueron construidos para imitar los palacios aqueménidas y las columnas de Persépolis.
La
arquitectura de los recintos de Pataliputra y las columnas monumentales de
Ashoka habían sido afectadas por la arquitectura aqueménida persa.
El
diseño del capitel del palacio Pataliputra ha sido descrito como Perso -
Iionic, con una fuerte influencia estilística griega tardía-arcaica, que
incluye diseños de volutas, cuentas y carretes, meandros o madreselvas.
Capitel de Pataliputra, que muestra la influencia persa y
especialmente griega, con diseños de volutas, cuentas y carretes, meandros o
madreselvas. Período de Mauryan temprano,
siglo III a. C.
Dasharatha fue un emperador Maurya de 232 a 224 a.
C. Fue nieto de Aśoka y le sucedió como gobernante imperial de la India.
Dasharatha gobernó sobre un imperio decreciente, ya que varios territorios se
independizaron durante su reinado. Continuó las políticas religiosas y sociales
de su abuelo Asoka. Dasharatha fue el último gobernante de la dinastía Maurya
que emitió inscripciones imperiales, y por tanto el último conocida por las
fuentes epigráficas.
Dasharatha murió en 224 a. C., y fue
sucedido por su primo Samprati.
Samprati (224- c. 215 a. C.) fue un emperador de
la dinastía Maurya. Era hijo de Kunala, el hijo ciego de Asoka, y sucedió a su
primo, Dasharatha, como emperador del Imperio Maurya.
Kunala era hijo de Padmavati, una de las
reinas de Asoka, (que era jainista), pero fue cegado por una conspiración, en
la que pretendía derrocar a su padre para reclamar el trono. Así, Kunala fue
reemplazado por Dasharatha como heredero al trono. Kunala vivió en Ujjain,
donde se crió Samprati. Años después de habérsele negado el trono, Kunala y
Samprati se acercaron a la corte de Asoka, en un intento de reclamar la
sucesión. Asoka no podía entregar el trono a su hijo ciego, pero prometió hacer
heredero a Samprati, después de Dasharatha.
Según la tradición jaina, gobernó
durante 53 años. El texto jaina, Pariśiṣṭaparvan, menciona que gobernó
tanto desde Pataliputra como desde Ujjain.
Samprati está considerado como el «Asoka
jainista», por su patronazgo y esfuerzos por extender el jainismo en la India
del este. Estuvo influido por las enseñanzas de un monje jaina, Suhastin y
envió a sabios jainistas al extranjero para extender las enseñanzas jainistas.
Samprati fundó monasterios jainas por todo el imperio, incluso en territorio
no-ario.
Salisuka (IAST: Śāliśuka) Maurya fue un
gobernante de la dinastía Maurya1 de la India. Gobernó en el periodo
215–202 a. C. Fue el sucesor de Samprati Maurya. Mientras que el Iugá-purana,
sección del Gargi Samhita le menciona como pendenciero, y gobernante
injusto, también dice que, siendo de «palabras justas», fue de «conducta
injusta», debido a su patrocinio del Jainismo. Según el Purana, fue sucedido
por Devavarman.
Devavarman (o Devadharman) fue un rey del
Imperio Maurya. Gobernó en el periodo 202–195 a. C. Según el Purana, fue
el sucesor de Salisuka Maurya y reinó durante siete años. Fue sucedido por
Satadanvan.
Shatadhanwan o Shatadhanus fue un rey de la
dinastía Mauria.
Gobernó entre el 195 y el
187 a. C. Su nombre no aparece en el Rig-veda (el texto más
antiguo de la India, de mediados del II milenio a. C.) ni en el Majabhárata
(texto epicorreligioso del siglo III a. C.). Las primeras
menciones se encuentran en el Jari-vamsha y en el Visnu-purana (y
justamente ayudaron a datar esos dos textos). Según el Purana, fue el
sucesor de Devavarman y reinó durante ocho años. Durante este tiempo, el
imperio perdió algunos de sus territorios debido a invasiones.
Brijad Ratha Mauria fue el último gobernante de la Dinastía
mauria. Gobernó entre el 187 y el 180 a. C. Ese año fue asesinado por
su comandante PushiaMitra Sunga, de la casta brahmán (sacerdote).
Según los Puranas, BrijadRatha
sucedió a ShataDhanua y gobernó durante siete años.1 Cuando BrijadRatha llegó al trono,
los territorios de los mauria alrededor de la capital Pataliputra se habían
reducido considerablemente desde la época del gran emperador Ashoka
(304-232 a. C.).
En el 180 a. C., el noroeste
de la India (parte de las modernas Afganistán y Pakistán) fue atacado por el
ejército del rey grecobactriano Demetrio I. Él estableció su dominio sobre
el valle de Kabul y parte del Panyab (la actual Pakistán).
La sección Iugá-purana del Gargui-samjita
dice que durante el reinado de BrijadRatha el ejército iávana (‘jonio’, o sea
grecobactriano) dirigido por un tal DhamaMita (Demetrio) invadió el territorio
mauria y después de ocupar la región panchala y las ciudades de Saketa y
Mathurá, finalmente capturó Pataliputra. Pero pronto tuvo que retornar a
Bactriana para luchar una feroz batalla (posiblemente contra Eucrátides I).
En el JarshaCharita (de
BanaBhatta) dice que el senapati (jefe del ejército) PushiaMitra hizo desfilar
el ejército ante el rey BrijadRatha Mauria con el pretexto de mostrarle su
fuerza, y en ese momento aplastó a su amo BrijadRatha, porque éste era
demasiado débil como para cumplir su promesa (posiblemente de rechazar a los
iávanas).
BrijadRatha fue asesinado en el
180 a. C. El brahmán hinduista PusyaMitra Sunga estableció la
dinastía Sunga, que recomenzó la persecución contra los budistas y contra
cualquier persona que no fuera hinduista (esa persecución se había detenido
hacía unas cuatro décadas, con el emperador Ashoka).
Período Sangam
Durante el período Sangam, la literatura
tamil floreció desde el siglo III a.C. hasta el siglo IV d.C. Durante este
período, tres dinastías tamiles, llamadas colectivamente los Tres Reyes
Coronados de Tamikalam: la dinastía Chera, la dinastía Chola y la dinastía
Pandya, gobernaron partes del sur de la India.
La literatura sangam aborda temas de
historia, política, guerras y cultura del pueblo tamil durante este período.
Los sabios del período Sangam surgieron de entre la gente común que buscó el
patrocinio de los reyes tamiles, pero escribían sobre las personas comunes y
sus preocupaciones. A diferencia de los escritores sánscritos que en su mayor
parte eran brahmanes, lo escritores sangam provenían de diferentes clases
sociales y principalmente no eran brahmanes. Pertenecían a diferentes credos y
profesiones, como agricultores, artesanos, comerciantes, monjes, sacerdotes e
inclusive príncipes, y muy pocos de ellos eran incluso mujeres.
Tamilakam,
en el extremo sur de la India, durante el período Sangam, gobernado por las
dinastías Chera, Chola y Pandya.
Período clásico (ca. 200 a.C
– 1200 d.C)
El período entre 200 a.C.
y 1200 d.C. es la “Era clásica” de la India. Puede dividirse en varios
subperíodos, según la periodización que se elija. El período clásico comienza
después del declive del Imperio Maurya y el correspondiente surgimiento de la
dinastía Satavahana, que comienza con Simuka en 230 a.C. El Imperio Gupta
(siglo IV-VI d.C.) es considerado la “era dorada” del hinduismo, si bien muchos
reinos gobernaron la India en estos siglos. La literatura sangam floreció entre
el siglo III a.C. y el siglo III d.C. en el sur de la India. Durante este
período, se estima que la India tuvo la mayor economía del mundo y controlaba
entre una tercera y una cuarta parte de la riqueza del mundo.
Período clásico temprano (ca. 200 a.C. – 320 d.C.)
Dinastía
Satavahana
El Imperio Satavahana fue
una dinastía real india centrada en Amaravati, Andra Pradesh, así como en
Junnar (Pune) y Prathisthan (Paithan) en Maharashtra. El territorio del imperio
ocupó gran parte de la India desde 230 a.C. en adelante. Los Satavahanas comenzaron
como feudatarios de la dinastía Maurya, pero declararon su independencia con el
declive de esta última. Son conocidos como patrocinadores del hinduismo y el
budismo, lo que dio origen a monumentos budistas de Ellora a Amaravathi. Los
Satavahanas fueron uno de los primeros estados indios en acuñar monedas con sus
gobernantes grabados. Formaron un puente cultural y tuvieron un rol importante
en el comercio y en la transferencia de ideas y cultura entre la llanura
indogangética y el extremo sur de la India. Tuvieron que competir con el
Imperio Shunga y después con la dinastía Kanva de Magadha para establecer su
dominio. Posteriormente, tuvieron un rol crucial en la protección de una gran
parte de la India contra invasores extranjeros, como los sakas, yavanas y
pahlavas. En particular, sus luchas contra los Kshatrapas occidentales
continuaron durante un largo tiempo. Los gobernantes notables de la dinastía
Satavahana, Gautamiputra Satakarni y Sri Yajna Satakarni, pudieron derrotar a
los invasores extranjeros, como los Kshatrapas occidentales y detener su
expansión. En el siglo III d.C., el imperio se dividió en estados más pequeños.
Barco
indio en una moneda del rey Vasisthiputra Sri Pulamavi que muestra las
capacidades navales y comerciales de los Satavahana durante los siglos I y II
d.C.
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[3] De los versos. El más antiguo e importante
de los cuatro, dividido en diez mandalas (libros) que compilan mil veintiocho
himnos y cantos religiosos.
[4] De los cantos. Derivado del anterior, pero
con una finalidad más práctica: poner al servicio de los udgatar
(sacerdotes) los himnos del Rig-Veda para facilitar sus prácticas
rituales.
[5] De los sacerdotes de los sacrificios. Idéntico al Sama-Veda, pero con finalidades específicamente pensadas para los rituales con sacrificios.
[6] De los sacerdotes del fuego. Conjunto de
hechizos contra enemigos, demonios, magos, animales peligrosos, enfermedades,
etc. Aunque actualmente se considera un texto apócrifo, ya que no está basado
en el Rig-Veda, en el Mahabharata se le da la categoría de
canónico.
[7] Los hijos de Dritharastra, hermano de Pandu, que eran
Duriodhana (el envidioso), Dushasana, Dussala, Jalagandha y Sama.
[8] Los hijos de Pandu, rey de Hastinapura, que eran
Yudhishtira (el virtuoso), Bhima (el fuerte), Arjuna (el arquero), Nakula (el
jinete) y Sahadeva (el espadachín).
[9] A diferencia de los reconocidos Vedas, de tipo
marcadamente politeísta, los Upanishad son un conjunto de ciento ocho
libros doctrinales del hinduismo, redactados entre los siglos VI y III a. C.,
que defienden la existencia de un único Brahman en el sentido de divinidad
creadora y destructora.
[10] La historia de Krishna muestra paralelismos con una de las
divinidades de la antigua cultura helénica: Zeus. El tío de Krishna mató a
todos sus hermanos excepto a él para evitar el cumplimiento de una profecía que
decía que moriría a manos de uno de sus sobrinos; Krishna, años más tarde,
asesinó a su tío para vengar el crimen. Por otra parte, en la antigua Grecia,
Cronos devoró a todos sus hermanos e hijos excepto a Zeus, ya que su madre lo
sustituyó por una piedra para evitar su muerte; también según una profecía, uno
de los hijos de Cronos le destronaría y le suplantaría como dios supremo, cosa
que en efecto sucedió cuando Zeus, el único que se salvó, le obligó a liberar a
todos sus hermanos y tíos que había engullido y, entre todos, le desterraron al
Tártaro.
[1] El estudioso Yuri V. Knorosov considera
aquellos primeros símbolos como una forma de escritura logosilábica de origen
dravidiano, muy próxima a las lenguas protojaponesa, coreana, vasca, sumeria y
aborigen australiana. La escritura del Indo, del mismo modo que la Sumeria,
también fue encontrada inscrita sobre tablillas.
[2] En
estas ciudadelas, sobre todo en Harappa y Mohenjo-Daro, se han encontrado
restos arquitectónicos de edificaciones para usos religiosos, ceremoniales y
administrativos, pero en ningún caso de palacios o residencias soberanas. Otras
ciudades fortificadas importantes de la zona fueron Dholavira, Ganweriwala,
Kot-Diji, Amri, Surkotada, Lothal y Rakhigarthi.