Decoración pintada
Complemento decorativo de la estructura de las
iglesias gótico mudéjares de
Aragón en lo interior, juntamente con
las yeserías de ventanas,
púlpitos, celosías, barandillas de coro, más algunas techumbres de apoyo de
éstos, es la decoración
pintada de muros y bóvedas, muy
típica por su factura, así como por los
temas utilizados
Se encuentra, con pequeñas variantes de detalle que
no afectan al conjunto, en
iglesias del Arcedianato de Calatayud, que todavía se mantienen inalterables, y en
dependencias de algunos conventos
de Zaragoza.
Dos son
los temas que la integran: uno, a base
de lazos de cuatro, octogonales,
en enlaces rectos y curvos unas veces y
solamente rectos otras, o también de
lazos curvos, el segundo
tema que acompaña
a éste es un despiezo simulando ladrillo y piedra. El
tema primero, de dibujo grueso
y amplio, va
desarrollado en !a
parte baja de los muros hasta alcanzar la clave de los arcos de las capillas abiertas
en ellos, y encima, el despiezo
cubriendo el resto de muro, más toda la bóveda.
Las redes
de lazos van
grabadas en el enlucido,
destacadas por relleno de color negro¡ las bandas de sus gruesos, pintadas de blanco, y los fondos de la lacería, de tono ocre, destacándose los de los polígonos estrellados con tonos
rojos y verdes, alternativamente. En decoración algo más
rica, como ocurre con la
de los conventos
de Zaragoza, los fondos de los
polígonos se llenan con siluetas de águilas o cuarteles de blasones imitando ricos tapices o
paños bordados.
La parte de
despiezo que imita ladrillo se
traza, bien por línea blanca
única o doble, con las
piezas coloreadas de amarillo,
y para evitar la monotonía a que pudiera
dar lugar la masa de color
se simulan grandes cuadrados mediante la disposición del
ladrillo, cual si estuviera colocado a
soga o tizón o mezcladas ambas
maneras. Dentro de estos
cuadrados aparecen como centro
otros pequeños, formados por
un ladrillo de
igual tamaño que
los demás, pintado de azul, colocado a soga entre
dos rojos, uno
encima y otro
debajo, puestos a tizón.
La masa de ladrillo se corta
en trechos iguales por faja de motivos compuesta por dos
líneas de plafones
lobulados y cuadrados imitando azulejos, que se
repiten indefinidamente sin coincidir.
Para los nervios de la bóveda, el despiezo es
de piedra, en tamaños iguales hasta cerca
de las claves, donde vuelve
a imitarse ladrillo
en coloraciones vivas, sin duda
para resaltar la llave, colgante o
rosa, puestas en las
confluencias, que en otros casos se hace destacar mediante temas
florales de gran riqueza.
No todos los motivos que en fajas anchas o estrechas alternan con los despiezos son iguales, ni están ejecutados con el mismo
primor. En algunos casos, los
plafones lobulados se completan con
triángulos que ocupan los espacios
angulares del paralelogramo, así como
en otros, mejor dibujados, los mismos espacios se
llenan por contrafiguras
del lóbulo. Los cuadrados imitando azulejos, que
alternan en las fajas
con los plafones,
contienen principalmente dibujos muy sencillos hechos
con lazo de cuatro, que se
utilizan en las partes más altas de los muros
y en las
plementerías de las bóvedas, donde a simple vista no es fácil distinguir si los temas
son variados o
repetidos; pero en las zonas más
visibles, o también en decoraciones más cuidadas, el lazo se sustituye por flores
de cuatro pétalos, flores de lis
y temas vegetales estilizados.
En fajas anchas
se desarrollan composiciones de otro
género: blasones bajo arquerías,
o encerrados en lazos de líneas
rectas y curvas que se cruzan
mediante nudos.
MUROS Y BOVEDA DE LA IGLESIA DE CERVERA DE LA
CAÑADA.- En
la parte baja de los muros, red grabada de lazos rectos y curvos,
apoyada en columnitas y rematando con hexágonos degenerados, la cual
llega hasta las claves de los
arcos de las capillas,
en las paredes del coro cambia
la decoración por
lazos de cuatro, octogonales. Sigue después en despiezo
de ladrillo, que corta
de trecho en trecho faja de
dos hilos de plafones y
cuadrados con temas
sencillos y poco
variados. La misma faja, con una
sola línea, recorta los huecos de
ventanas y la parte de muro
en la unión con nervios
y plementerías. Los nervios de la
bóveda, en despiezo de piedra
con enlaces y ladrillo en las
claves. Las plementerías, con despiezo de
ladrillo y fajas de motivos, en
dirección simétrica dos a
dos y perpendiculares entre
sí. En el cruce de los
nervios, y como complemento de la rosa calada que
ostentan, gran composición a base de
una faja anular hecha
con arquitos ojivales, cercada
por otra más ancha
cuajada de temas vegetales hábilmente estilizados.
La decoración de los
muros de nave y capillas se divide en dos partes, más vistosa y llamativa la
superior.
Grandes paños
agramilados de arcos mixtilíneos que se entrecruzan y se anudan en la parte
superior e inferior formando una red que cubre los muros. Los espacios pequeños
entre arcos van pintados alternando los colores rojos y azul, mientras que las
cintas son de color blanco. La conservación de la policromía varía de unos
espacios a otros, habiéndose perdido en algunos tramos el color, como sucede en
parte del muro del sotocoro.
Se puede observar como
esta decoración se extiende incluso al interior y paredes de la pequeña
hornacina abierta en el muro derecho de la primera capilla del lado izquierdo.
En los dos espacios
entre los arcos de las capillas de cada lateral, esta malla de arcos
mixtilíneos apoya en una arcada a base de finas columnillas.
La parte baja de los muros
presenta ornamentación imitando despiece de sillería aparejada a soga con
incisiones de color rojo y negro.
Mención aparte merece
el espacio del coro alto. La puerta de acceso al mismo abre en un gran arco
apuntado que cobija otro más pequeño del mismo tipo. En el tímpano que se forma
entre ambos está inscrito en un espacio circular el anagrama de Jesús en
caracteres góticos “IHS”. Los laterales se cubren con formas foliadas. Rodeando
todos los motivos y el propio tímpano se extiende la consabida banda de
ladrillo blanco a soga y tizón.
En el triángulo
superior de este mismo muro aparece dibujado, sobre fondo negro, lo que parece
un dragón acompañado de motivos vegetales.
En el lateral contrario
hay dibujada una escena con dos canes sentados y afrontados.
Un detalle curioso que
no se observa a simple vista por la altura y por encontrarse bastante
deteriorado el dibujo, es que ambos perros llevan collares, y de su parte
superior sale una cadena, de la que son visibles sus eslabones, hasta el borde
del conjunto, dando la impresión de estar sujetos.
Otro detalle
interesante de esta iglesia lo constituye la banda de lazos de cuatro
octogonales que corre a lo largo de la mitad del muro del coro.
En cada una de las
estrellas de ocho que se generan hay dibujado algún motivo. Como norma general
se encuentran muy perdidos pero todavía son apreciables algunos. Así hay
motivos vegetales, de ataurique en forma de palmetas, letras góticas que es
casi seguro que formasen alguna frase. También se distinguen una especie de ave
con las alas extendidas y un ciervo sobre el que se ha grabado un graffiti. En
fin, una sorpresa más que nos ofrece este templo.
No son especialmente
abundantes ni de gran variedad los temas heráldicos que aparecen en los muros y
bóvedas, repitiéndose los tres ya vistos en las claves de las bóvedas. En la
parte superior del muro de los pies se pueden ver tres escudos, más grande el
central y todos encerrados en cuadrilóbulos inscritos en un círculo y rodeados
de una banda de ladrillos blancos a soga y tizón. El central lo ocupan las
armas del Rey de Aragón, a la derecha el escudo de Cervera de la Cañada, y a la
izquierda el de la Reina Doña María de Castilla.
Este último ocupa el
espacio cuadrado superior de los dos que aparecen en la parte izquierda del
segundo tramo del lado derecho, entre el ventanal y la puerta tapiada que daba
acceso a la parte superior de la ménsula entre el coro y el muro. El inferior
presenta una abigarrada conjunción de animales y motivos vegetales, que dado su
altura y lo oscuro de los colores utilizados son de difícil visión detallada.
La policromía alterna los colores negro, rojo, gris y blanco.
Observando con
atención, se pueden distinguir en altura tres escenas diferentes. En la parte
superior aparecen aves con abundantes motivos vegetales.
En una segunda banda se
puede apreciar una representación de la caza de jabalís por perros. Una jauría
atacan a varios jabalís. Un pequeño jabato aparece debajo de un árbol a la
derecha de la escena.
La parte inferior la
cubre otra escena de caza con canes, esta vez de lo que parecen osos, aunque
están dibujados en tamaño muy reducido, tal vez debido a la falta de espacio.
La parte superior de esta escena se superpone con la inferior de la anterior.
Para finalizar el tema
de la decoración interior, hay que hacer referencia a las inscripciones que
aparecen en sus muros, además de en el pretil del coro y en la ménsula del muro
derecho. La primera de ellas ocupa una estrecha banda entre la parte superior
del arco de la embocadura de la capilla y la parte inferior del ventanal del
segundo tramo del lado izquierdo, o sea encima de la puerta de entrada.
Escrita en caracteres
góticos dice: “por / los / [ho]n[r]ados / jurados / don / miguel / morant /
don / anton / cuguiello / fue / posada / la / clau / dorada / la cierva / de
las armas / de cervera”. Para Borras estas personas que aparecen como
regidores en 1426 en la inscripción del antepecho del coro que luego veremos,
aquí constan como jurados y debieron de sufragar el coste de la clave dorada
con las armas de Cervera que aparece en este segundo tramo.
Una segunda inscripción
aparece en la albanega entre las dos capillas del lado del Evangelio, encima
del púlpito. También en letras góticas, escrita en dos líneas dice: “lorent
/ mateu / puso / la torr[e] / ... / e dio [g]rava a los / [muros]”. Al
carecer de datos documentales, es difícil saber si Lorent Mateu fue el maestro
de obras de la torre o el encargante.
Una última inscripción
pintada aparece en forma de graffiti en el coro alto, con caracteres de los que
no he averiguado su transcripción.
IGLESIA DE
TORRALBA DE RIBOTA.- Muy
semejante a la de Cervera, ocupa
la parte baja de los muros, hasta alcanzar las bocas de capilla,
lacería de cuatro, octogonal, con cruces
rectos y curvos. Lo
restante, muros y bóveda,
con despiezo fino y
fajas de motiuos, aquí ejecutados con más
cuidado, si bien con
más tacañería, pues no se emplean
para cortar los límites de los muros
ni orlar las ventanas.
Tanto en las cuatro capillas laterales como en
el hastial, la parte superior de los muros en su confluencia con los plementos
de las bóvedas presentan decoración pictórica, que en el caso de las capillas
se completa con un óculo central.
La correspondiente al muro de los pies se
encuentra perdida en el centro, pudiéndose distinguir las figuras de dos
animales cuadrúpedos, tal vez leones acompañados de motivos vegetales y
florales, todo en color blanco sobre fondo marrón.
Pasando a los tramos de la nave, y comenzando
por el lado derecho o del Evangelio, el óculo de la capilla que abre en el
primer tramo se encuentra oculto por el ático del retablo.
Sí que son visibles los dos grandes ciervos
pintados en los laterales, acompañados de estilizados motivos vegetales.
El óculo que abre en la parte alta del muro
sigue el mismo sistema ornamental que el ventanal, ya visto, situado debajo.
Cierra con seis espacios circulares dispuestos alrededor de otro central, todos
del mismo tamaño. El interior de cada uno se rellena con una forma trilobulada
cerrada. Se orla al exterior con decoración de sardinel de tipo cordobés en
blanco y rojo, muy perdida la policromía. Al interior se completa con ataurique
en negro sobre fondo blanco, también muy deteriorado.
En el centro de la parte alta del muro de la
capilla del segundo tramo abre un pequeño óculo, que al igual que en el resto,
se completa con decoración pintada y agramilada en los laterales.
Como en el de la parte alta del muro del tramo,
también aquí se ha perdido completamente la celosía. La embocadura se decora
con flores en relieve que alternan colores blanco y rojo sobre fondo negro
donde se pintaron los tallos y hojas de las anteriores. El motivo es idéntico
al que orla el ventanal de la parte superior, aunque aquí está se conserva en
peor estado.
Los laterales se decoran con figuras de
dragones con la cabeza girada. Se acompañan de motivos vegetales de estilizados
tallos con grandes hojas y de una línea de finas florecillas en la parte baja.
El óculo que abre en la parte superior de este
tramo ha perdido totalmente las yeserías, no restando del mismo nada más que
parte de la ornamentación exterior, consistente en una cinta de flores blancas
sobre fondo rojo en la embocadura y al exterior en una banda simulando despiece
de ladrillo a soga y tizón, del que trataremos en profundidad más adelante.
Los plementos de la bóveda están pintados de azul
salpicado de pequeñas estrellas de ocho puntas de color dorado, simulando un
cielo estrellado. En ellos se representan a los evangelistas a través de sus
símbolos acompañados de una filacteria con su nombre en latín y el
correspondiente halo de santidad.
San Lucas está representado por un buey alado
Un león alado recordando a San Marcos
Un ángel representa a San Mateo,
Y finalmente San Juan con forma de águila.
A excepción de San Marcos, que tiene perfilados los
rasgos de la cabeza y algunos detalles del cuerpo, las otras tres figuras son
muy esquemáticas sin detalles en los rostros y cabezas que aparecen vacíos, tal
vez por haberse perdido. Si que merece la pena fijarse en los motivos que
decoran los halos de santidad, sobre todo los de la figura de San Lucas.
Al estar los muros frontales
cubiertos en mayor o menor medida por altares, donde mejor se aprecia esta
ornamentación es en los laterales, además de en los tímpanos que forman los
arcos de separación entre capillas.
La decoración mural de estos
paramentos se divide en tres partes. La baja presenta imitación de despiece de
sillería agramilada con aparejo a soga con incisiones de color negro y rojo
sobre fondo blanco.
La parte intermedia la ocupan grandes paños de
arcos mixtilíneos que se entrecruzan.
Perfilados en blanco fustes y arcos, los
interiores alternan vistosos colores rojo y azul, como es habitual en la
decoración de interiores en las iglesias mudéjares.
La parte alta la ocupa un fondo negro sobre el
que se salpican formas cruciformes compuestas por ocho manchas blancas
dispuestas en rombo las cuatro interiores y una más pequeña al lado de cada uno
de sus vértices. En el centro de cada y rellenando los huecos entre estas
composiciones, aparecen grupos de seis pequeños puntos blancos alrededor de uno
un poco más grande.
Ya hemos visto que perfilando los arcos de las
bóvedas y enmarcando la decoración de la parte alta de los
paramentos aparece una banda negra en la que se simula despiece en color
blanco a soga y tizón un tanto peculiar, ya que los tizones son de forma
circular. El interior de estos últimos se rellena con formas florales de cuatro
pétalos, mientras que las sogas lo hacen con dobles palmetas.
En lo alto de cada uno de los muros laterales
hay una pequeña ventana, hoy cegada, que cierra por aproximación de hiladas.
Una sencilla cenefa en color blanco con motivo de rombos terminada en la parte
superior en forma de corona floral, recorre su contorno. En los tímpanos sobre
los arcos de separación de capillas abren sendos óculos que ya hemos visto en
el apartado correspondiente.
Para terminar el tema de los elementos
decorativos interiores, faltan por ver muros y bóvedas de la nave y capillas
laterales.
Al igual que en Cervera de la Cañada, Tobed o
la Sala Capitular del Convento del Santo Sepulcro de Zaragoza, la decoración
mural de las bóvedas simula un despiece de aparejo de ladrillo trazado mediante
líneas blancas sobre fondo de color anaranjado.
Este aparejo copia el flamenco diagonal,
formado por la alternancia de hiladas a soga con hiladas a soga y tizón. Como
es habitual en lo mudéjar, se alternan dos líneas a soga con otras tres a soga
y tizón. Estas últimas están compensadas para conformar un dibujo en forma de
rombo, compuesto por la soga central en color rojo y los tizones que la
enmarcan en azul.
Entre este aparejo se insertan bandas
compuestas por dos hiladas de ladrillos ornamentales dispuestos a soga y tizón,
dibujados con línea negra sobre fondo blanco. Su particular decoración la
veremos en página aparte. Hiladas simples del mismo tipo enmarcan a modo de
cenefa el perímetro de las plementerías. Los nervios imitan despiece de
sillería a base de líneas negras y rojas sobre fondo blanco, realzando de esta
forma la ornamentación de los paños que enmarcan.
En cuanto a los muros o paramentos, su
decoración se divide en dos espacios, que se corresponden con los vistos en las
capillas del presbiterio. El inferior conformado por imitación de despiece de
sillería con trazos negros y rojos y el superior a base de grandes paños
agramilados de arcos mixtilíneos que se entrecruzan y se anudan en la parte
superior e inferior formando una red que cubre los paramentos.
Los espacios pequeños entre arcos van pintados
alternando los colores rojos y azul, mientras que las cintas son de color
blanco. Según las zonas del templo, la pintura presenta un grado más o menos
aceptable de conservación.
Las bóvedas de las capillas laterales presentan
una decoración del mismo tipo que las de la nave central.
Otro motivo ornamental que se repite abundantemente en
las bóvedas, como hemos visto en la página anterior, son las bandas de
ladrillos ornamentales dibujados con una línea negra sobre fondo blanco. En los
dispuestos a soga no aparece más motivo decorativo que su propio trazo,
mientras que los tizones se ornamentan con diversos motivos dibujados en color
negro sobre fondo blanco. Estas bandas aparecen tanto en forma de doble hilada
separando zonas en las bóvedas, como sencillas enmarcando vanos, óculos, y
ribeteando los nervios.
Los motivos que en esta iglesia de San Félix aparecen
dibujados en el tizón son representaciones de animales, vegetales, ataurique y
lo que parece algún carácter gótico. En las siguientes fotografías y en las de
la página siguiente puedes ver algunos de estos motivos: un nudo simple vuelto
sobre sí mismo, que es el más repetido; una palmeta; una figura que parece un
mono; aves, flores de cuatro pétalos, hojas y un ave fénix.
IGLESIA DE
SANTAS JUSTA Y
RUFINA. MALUENDA. Bajos de los muros,
con el tipo corriente. Parte alta, con
despiezo de ladrillo marcado por
una sola línea, formando cuadrados mediante el artificio de su especial colocación para
lograrlos; las fajas, mejor ejecutadas y con motivos
variados, no encuadran las
ventanas, adornadas en su grueso
con fajas de cardinas y hojas de
acanto pintadas. Los nervios de la bóveda
y la plementería, como en las demás
iglesias.
La decoración del centro de
la bóveda y de la clave denotan igualmente su época más tardía. En el espacio
de los plementos entre nervios se desarrolla un muy amplio círculo lobulado con
variada y colorida temática.
La propia configuración del espacio
hace que estos huecos sean más estrechos en los laterales que en los frentes.
Los primeros se rellenan con temática vegetal en cuyo centro se coloca el
escudo barrado de Aragón en losange.
Los espacios más amplios llevan una
decoración a base de figuras y cabezas de ángeles, muy perdida en el lado
recayente a la nave. Son dos medias figuras en la parte cercana a la clave más
seis cabezas en la parte exterior lobulada.
En el arranque de los nervios se
representan elaboradas cabezas de dragones. Volvemos a encontrar en la unión
entre cada dos el Senyal Real aragonés.
En el centro va la clave de madera
sobredorada, redonda con una estilizada y sobresaliente crestería gótica. En el
centro un desaparecido escudo de armas.
Los muros y bóvedas de las capillas
se decoran con motivos agramilados y pintados que se conservan en mayor o menor
medida, siendo más evidente el deterioro en las del muro norte. Común a las
cuatro de los dos primeros tramos, es el motivo que cubre el frente del arco de
entrada, a base de simulación de despiece de piedra sillar, muy curioso en esta
iglesia, que alterna una rectangular con dos cuadradas. En la clave se dispone
un escudo, que en esta primera lleva el Senyal Real de Aragón.
La decoración que cubría los muros
hasta la altura de la imposta que marca el inicio de la bóveda está
prácticamente perdida. La bóveda se cubre con simulación de despiece de
ladrillo a soga y tizón, con las sogas simplemente marcadas y alternancia del
clásico nudo simple y de un estilizado tallo en forma de roleo terminado en un
trébol de tres hojas en el centro. Salpican el conjunto escudos con el barrado
aragonés.
La capilla del lado de la Epístola
del primer tramo de la nave parece ser era propiedad de la familia Ciria, y en
ella tenían su enterramiento, tal y como queda patente por el arcosolio y las
pinturas murales de su frente.
A la derecha del muro frontal abre
el arcosolio, y en el de la derecha un arco apuntado cobija el espacio que
ocupa la escalera de acceso al púlpito ubicado entre esta capilla y la contigua
del segundo tramo.
La decoración en los muros arranca
a la altura de la parte alta del arcosolio con una hilera simulando aparejo de
ladrillo a soga y tizón, alternando en los tizones, al igual que en la capilla
anterior, el nudo simple con el estilizado tallo y trébol de tres hojas. En el
centro de las sogas aparece el escudo de los Ciria. De la parte inferior nada
resta, aunque es de suponer que si había decoración de este tipo sería en forma
de despiece de sillares, como es habitual en las iglesias mudéjares de la zona.
Desde esta banda hasta la imposta
en forma de nacela donde se inicia la bóveda los muros se cubren con paños de
lazos mixtilíneos entrecruzados que arrancan de finas columnillas con capiteles
y basas que, de forma alterna, se rellenan con unos estilizados tallos
terminados en doble trébol de tres hojas.
En la clave del arco de entrada
figura el escudo de armas de la familia Ciria. El resto lleva el ya visto
despiece de piedra sillar alternando rectángulos con dobles cuadrados.
La bóveda, que arranca de una
imposta en forma de nácela con el barrado alterno rojo y blanco, se cubre con
el mismo motivo ya visto en la capilla del lado norte, y que es común al resto
de capillas. Merece la pena detenerse en ésta por su buen estado de
conservación, apreciándose perfectamente el perfil de las sogas y los dos
motivos alternos de los tizones, todo en color negro.
En cuanto a la decoración de los
muros de cabecera y nave, sigue la pauta de las iglesias mudéjares, aunque de
una manera sencilla, ya que se limita a la imitación de despieces de piedra
sillar y de ladrillo. El primero se utiliza en los muros hasta la imposta que
los separa de las bóvedas. Se trata del clásico agramilado y pintado negro y
rojo.
En el muro del hastial, a la
izquierda de la portada, se conservan unos grafitis y un colorista dibujo de un
hombre sujetando una especia de filacteria, que según parece, por su
indumentaria podría representar a un carlista.
A su alrededor varias inscripciones
y un dibujo representando la cabeza y los brazos en alto de una persona y una
mano en el lado derecho; no se aprecia lo que está sujetando el primero con las
manos.
En el resto de los muros de la nave
únicamente rompen la monotonía dos escudos con el barrado real aragonés el
primero, con una inscripción en su parte superior no legible. El segundo ha
perdido totalmente sus motivos heráldicos.
Muros y plementos de las bóvedas se
cubren con simulación de despiece de ladrillo, mientras que los nervios lo
hacen imitando piedra sillar. Los ladrillos son de color marrón oscuro con los
tendeles en blanco, motivo que se corresponde con lo conservado de las iglesias
mudéjares más antiguas, como la de Santa María de Ateca o Nuestra Señora de la
Piedad de Azuara, ambas datadas en el siglo XIV, fechas que se corresponden con
las que apunta Gonzalo Borrás para esta de Santas Justa y Rufina, segunda mitad
de este siglo hasta 1413. Este despiece de ladrillo no guarda uniformidad, ya
que combina en el mismo paño soga y tizón con soga, y ésta a su vez de
diferentes tamaños.
También siguiendo las pautas de la
decoración del interior de espacios mudéjares, las uniones entre plementería y
muros, como con los nervios se perfilan con el ya visto despiece de piedra
sillar, esta vez dispuesta a soga y tizón, que también se utiliza en muros y
plementería para romper, cada cierto número de hiladas, la monotonía del ladrillo.
En negro sobre fondo blanco, las
sogas van perfiladas mientras que los tizones se rellenan con los ya vistos
motivos del nudo simple y de estilizados tallos terminados en tréboles, junto
con algún escaso otro motivo geométrico o vegetal.
Esta iglesia de las Santas Justa y Rufina de
Maluenda presenta una peculiaridad única dentro del mudéjar aragonés. Se trata
la decoración, en forma de medallones pintados, que salpica las bóvedas de
cuatro de los paños del ábside de la cabecera. Concretamente de los paños en
los que los ventanales abren el alto: los dos contiguos al central y los dos
rectos. El fondo en estos cuatro espacios se cubre únicamente con despiece de
ladrillo marrón con tendeles en blanco, sin las bandas blancas a soga y tizón
que en el resto de bóvedas las separan en paños.
Cada bóveda lleva 18 medallones, lo que hace un
total de 72, que se disponen 4 en cada plemento y 10 en el muro: 5 en laterales
y clave de los ventanales y 5 en la mitad inferior, 2 a cada lado y uno
central. Todos son redondos, excepto 3 trilobulados, forma que también
encontramos en otros, pero inscritos en el círculo del medallón. En su interior
se representa un variado repertorio de motivos figurativos, geométricos,
heráldicos, vegetales y de lazo de 5 y de 6. Por los pocos restos que se
conservan, en origen debían de cubrirse con una vistosa policromía. Quizás su
tamaño, junto con su lejanía del suelo de la iglesia, que no permiten que se
aprecien bien, ha sido la causa de que hasta el momento hayan pasado prácticamente
desapercibidos, ya que creo no se hace mención de ellos en ninguna de las
reseñas escritas hasta el momento. El teleobjetivo de la cámara hace posible su
vista y análisis detallado.
En esta página y siguientes incluyo imágenes de
todos los medallones a suficiente resolución para que se aprecien
correctamente. Espero que su divulgación a través de esta web sirva para su
mejor conocimiento y para que, al menos, en futuras referencias a esta iglesia
de Santas Justa y Rufina se tengan en cuenta como un elemento más a destacar,
junto con sus ventanales, púlpito, capilla del Rosario, etc., que habitualmente
se nombra cuando se describe su interior.
El tema figurativo se reduce a la
representación de cabezas y rostros masculinos de grandes narices y ojos
almendrados, rosetones en los carrillos y una lengua en rojo vivo que asoma en
el centro de la boca. Dos de ellos, un tocador de cuerno y un rostro son los
únicos que ocupan el medallón completo.
Los encontramos también rellenando algunos
círculos en un motivo que se repite con frecuencia y que parece una alusión a
la flor de la vida, ya que se compone de un pequeño círculo central y cuatro o
cinco a su alrededor, todo encerrado en el medallón. En uno de ellos que
conserva su policromía en muy buen estado, los rostros aparecen en tres de los
círculos, mientras que el resto se rellena con flores abiertas de ocho pétalos
con un punto rojo en su parte más ancha, motivo que es el que habitualmente rellena
estos círculos exteriores, como vemos en las fotografías inferiores, donde el
rostro se queda en el centro, que además va orlado por pequeños radios, quizás
como una referencia al sol.
En otros dos medallones, el rostro ocupa el
centro del medallón y va rodeado por siete porciones que se rellenan con
diversos motivos vegetales. En uno son 16 las porciones, alternando espacios
rectangulares en color rojo con cruces y otras formas en blanco. el rostro
masculino del último de los medallones que lo lleva, va inscrito en un círculo
central de lo que parece una estrella de cinco puntas entrelazada en su parte
exterior con una cinta polilobulada.
El grupo más numeroso de representaciones
corresponde al heráldico que lo encontramos en 21 medallones. En otro, un lobo
ocupa el centro del campo, tal vez como referencia al apellido Lobez. Se
completa el repertorio con un escudo con una cruz roja y dos con escudos
partidos que llevan, uno a la izquierda el barrado aragonés y a la derecha un
damero, y el otro el mismo barrado a la derecha y la izquierda perdida.
Al igual que los rostros masculinos, los
escudos de armas se inscriben en el centro de variadas formas geométricas y de
lazo, que en algunos casos se acompaña de decoración vegetal o geométrica,
además de la policromía que se conserva en buena parte ellos.
Estas formas incluyen la ya vista de un círculo
central, donde va el escudo real aragonés, rodeado de otros seis que se
rellenan con flores de ocho pétalos. (este motivo es único dentro de la
heráldica). En tres medallones, el escudo aparece en el centro de un lazo de
ocho formado por la superposición de dos cuadrados concéntricos, uno de ellos
girado 45 grados. El resto de escudos van inscritos en el centro de
formas trilobuladas o cuadrilobuladas dentro de los medallones, excepto tres
que no llevan este complemento.
En todo el conjunto de medallones hay uno que
no se repite. Está formado por una forma polilobulada de ocho lóbulos cuyas
puntas se alternan para terminar en forma de hojas de ataurique y en líneas
rectas que forman una cruz central.
En dos de los medallones se inscriben siete y
seis círculos formados por tallos que terminan en hojas encerradas en el centro
de los círculos.
Otros dos se rellenan con ocho porciones tipo
“quesitos” en forma de flor abierta, con una flor abierta de ocho pétalos
encerrada en un círculo en su parte más ancha.
Un medallón lleva seis círculos exteriores que
rodean otro central, todos rellenos con el muy visto tema de la flor de ocho
pétalos. Los espacios que quedan entre círculos se completan con figuras
triangulares rellenas de motivos vegetales.
El grupo más numeroso de esta serie de
círculos, lo componen 9 medallones que constan de un círculo central rodeado de
cinco, todos con la flor de ocho pétalos en su interior.
Los dos últimos medallones con motivos
circulares van rodeados de una cenefa partida en porciones. El primero lleva
una gran flor de seis pétalos en el centro rodeada de ocho porciones que se
rellenan con lo que parecen flores de cuatro pétalos.
El segundo medallón es uno de los más complejos
del conjunto. Un círculo central de ocho pétalos se rodea de cuatro porciones
triangulares con círculos de seis pétalos acompañados de decoración vegetal.
Todo es conjunto lo enmarca a su vez otro grupo de ocho porciones que se
alternan en grupos de dos con cuatro círculos de seis pétalos; las porciones se
rellenan con motivos florales y vegetales en forma de roleos. Todavía se
aprecia buena parte de su policromía, sobre todo en los fondos.
El lazo de cinco lo encontramos en un total de
14 medallones. En todos los casos el entrecruzamiento de cintas forma una
estrella de cinco puntas en el centro de otra mayor con las puntas redondeadas.
En dos medallones van rodeadas de porciones
rellenas de motivos vegetales, mientras que un caso se acompaña de
semicírculos, y en el resto el espacio entre puntas se completa con formas
triangulares con decoración vegetal. Como en los vistos hasta ahora la
conservación de la policromía es irregular.
El último motivo de estos medallones
corresponde al lazo de seis que aparece en 15 medallones, 4 con cintas y líneas
rectas y el resto combinando formas rectas y curvas. Todos se forman por dos
triángulos entrelazados, o estrella de David.
Los de formas rectas llevan en el centro los ya
muy vistos círculos con flores abiertas, y se completan con formas
semicirculares, triangulares y trilobuladas.
En el resto, cada uno de los lados de los
triángulos lo forman dos cintas que al llegar al centro se curvan hacia el
interior y se entrelazan para continuar formando el centro curvo de los lados
contiguos, continuando hasta cerrar el lazo completo, quedando en el centro una
estrella de cinco puntas de lados cóncavos.
IGLESIA DE
TOBED.-
Se ven restos de
lacería común en la
parte baja de los muros. El plano de la cabecera, a partir de la
cornisa sobre los arcos,
está decorado con
despiezo de ladrillo
a dos líneas marcando las
juntas, cortado por fajas
de motivos, pero, además,
debajo y encima de los dos
ventanales hay dos fajas
anchas de blasones encerrados en figuras octogonales de curvas
y rectas. Despiezo y fajas en la
plementería, y en los nervios, despiezo de
piedra. En los muros latenles de
la cabecera, dentro, la decoración es semejante a la vista en las demás iglesias
del grupo como
especial de la parte
baja de los muros: es decir, de
arquitos y lacería de cuatro, octogonal,
con cruces rectos y curvos.
La decoración mural
comprende tres tipos perfectamente diferenciados, el primero aplicado a las
bóvedas hasta la línea de impostas, el segundo a la parte superior de los muros
desde el arranque de los arcos de las capillas laterales y a sus bóvedas y el
último cubre la mitad inferior de los muros desde el suelo hasta el arranque de
los arcos.
La correspondiente a
las bóvedas simula un despiece de aparejo de ladrillo trazado con líneas
blancas sobre fondo neutro que combina los colores amarillo y anaranjado. Se
basa en el llamado “aparejo flamenco diagonal” con hiladas a soga y tizón en
las que se intercalan pequeñas formas romboidales formadas por una soga de
color rojo enmarcada por dos tizones de color azul.
Este despiece se separa
en paños horizontales mediante bandas compuestas de dos hiladas de ladrillos
dibujados con línea negra sobre fondo blanco, en los que la soga no tiene más
adorno que su propio trazo, mientras que los tizones se decoran con motivos de
temática variada, de los que veremos en la página siguiente algunos ejemplos.
Hiladas simples del
mismo tipo decoran a modo de cenefa el perímetro de cada paño de la plementería
enmarcando de este modo toda la decoración descrita.
El espinazo de cada
paño se decora con una banda central imitando labor de espiga alternando
colores blanco y negro. Se acompaña con una hilada como las vistas
anteriormente a cada lado.
Como he comentado en la página anterior los
tizones presentan diversos motivos decorativos, motivos que se pueden dividir
en geométricos, vegetales, de ataurique, figurativos de tipo humano y
figurativos de tipo animal. Al igual que en otros aspectos ornamentales,
también en éste la iglesia de Tobed presenta un amplio repertorio.
El más común de todos está formado por un lazo
simple vuelto sobre sí mismo. Los motivos vegetales son de tipo estilizado.
También podemos observar algún motivo en forma de palmeta.
Simples pero interesantes resultan las
representaciones figurativas. En el caso de los animales hay aves acompañadas
de estilizados motivos vegetales.
En uno de los tizones aparece la cabeza
esquemática de un caballo acompañada de temática vegetal.
Curiosos resultan los rostros humanos, de los
que he encontrado dos, ambos barbados, uno de frente y otro de perfil que
parecen representar a la misma persona.
Por último, y como no podía ser menos, también aquí
aparece la Cruz Patriarcal de la Orden del Santo Sepulcro
En el segundo grupo de
espacios correspondientes a la parte superior de los muros y a las bóvedas de
las capillas laterales se desarrolla un motivo similar al visto en las bandas
anteriores a base de simular aparejo de soga y tizón. Esta decoración se ha
conservado en buen estado en el lado sur mientras que en el norte ha
desaparecido casi por completo.
Estas hiladas están
compuestas de ladrillos ornamentales agramilados con incisiones de color negro
y rojo sobre fondo blanco, con los tizones, al igual que en las anteriores,
decorados con motivos de color negro o rojo sobre fondo blanco, mientras que
las sogas únicamente presentan su contorno en estos mismos colores.
Dentro de los motivos
que decoran los tizones, también aquí el más común es el lazo simple vuelto
sobre sí mismo. Igualmente aparecen estilizados motivos vegetales, ataurique,
flores estilizadas y algún motivo figurativo.
De estos últimos he
localizado tres. En dos de ellos aparece un ave de frente con las alas
desplegadas una en rojo y la otra en negro. También una figura de ave de perfil
en negro.
En algunos lugares se
pueden ver grafitis de la época, recuperados en la última restauración al haber
eliminado los repintes que los cubrían, en forma de inscripciones en caracteres
góticos y dibujos esquemáticos.
Por último, tenemos la
parte baja de los muros, desde el arranque de las bóvedas de las capillas
laterales, con separación en el interior de éstas por una línea de imposta,
hasta el suelo. También aquí el estado de conservación es muy desigual,
aceptable en los muros del lado meridional y desaparecido casi completamente en
los del muro norte.
Esta parte presenta
imitación de despiece de sillería agramilada aparejada a soga con incisiones de
color negro y rojo sobre fondo blanco.
También aquí son
abundantes los grafitis de la época especialmente en la segunda capilla del
lado sur (en la que abre la portada lateral de entrada).
Curiosas resulta la
representación de lo que parece un carnero, ya que tiene larga cornamenta y
barba.
También merece la pena
detenerse a observar el dibujo de un barco con las velas desplegadas
Pueden verse
inscripciones en caracteres góticos que en algunos casos parecen nombres,
posiblemente de obreros.
De lo más interesante y abundante es la
decoración a base de motivos heráldicos que se distribuye por los paramentos de
esta iglesia de la Virgen de Tobed. Los encontramos fundamentalmente en las
impostas que recorren a la altura del arranque de las bóvedas, tanto la nave
como el interior de las capillas. También en los paramentos superiores debajo
de los ventanales, en las claves de los arcos fajones, bóvedas de la nave y
tabicas del alfarje que sustenta el coro a los pies. De las claves de las bóvedas
ya hemos hablado en su apartado correspondiente y del alfarje lo haremos más
adelante. Por los motivos heráldicos que se representan, vinculados en su
mayoría con el papa Benedicto XIII, se puede afirmar que esta decoración se
realizó, seguramente sobre otra anterior, en la etapa correspondiente al
mecenazgo del Pontífice,
La línea de impostas presenta una decoración de
sardinel a base de alternancia de bandas rojas y blancas con motivos heráldicos
intercalados.
Cada ocho bandas (cuatro blancas y cuatro
rojas) se dispone un motivo heráldico. A todo lo largo de las impostas estos
motivos alternan el escudo de la Orden del Santo Sepulcro con la cruz
patriarcal roja sobre fondo blanco con otro motivo heráldico, algunos de los
cuales veremos a continuación y la mayoría de los cuales están o perdidos o sin
identificar.
El escudo de la Orden de Calatrava con una cruz
flordelisada de gules sobre campo de plata aparece varias veces, una de ellas
con la cruz perfilada y su interior igualmente en plata.
Escudo con una torre de plata sobre campo de
gules. Motivo heráldico de Benedicto XIII con dos llaves de plata sobre campo
de gules. Escudo con dos lobos pasantes de púrpura sobre campo de gules.
Escudo de los Gotor con cinco roeles de sable
puestos en souter. Escudo con faja de gules sobre campo de plata. Escudo
cuartelado con barras de plata y gules en primero y cuarto y campo de gules en
segundo y tercero.
Un motivo curioso, que se aparta de la
heráldica, son las dos cabezas de diablo en negro y rojo sobre fondo blanco que
se pintaron en el arranque de las bóvedas de las capillas del presbiterio y
que, según Caty Gallardo, pudieran representar el descontento de los artistas
mudéjares hacia sus mandatarios. Se complementan con un disco metálico sobre
fondo rojo.
En las claves de los arcos fajones se repite el
motivo ornamental ya visto en el arranque de los nervios y en las claves de las
bóvedas a base de labor a sardinel que alterna colores blanco y rojo,
acompañada de motivos heráldicos en forma de un escudo en cada lado. En los
cinco se dispuso en uno de sus lados el escudo de la Orden del Santo Sepulcro,
aunque solamente reconocible en cuatro de ellos, por lo que se presupone que el
motivo perdido del cuarto fajón sería el mismo. Del resto solamente está identificado
el de los Martínez de Luna, dos veces en los fajones segundo y cuarto,
compuesto por creciente ranversado de plata sobre campo de gules y campaña de
plata con bordura de sable con escudos fajados de sable sobre campo de plata.
Los otros tres motivos heráldicos están muy perdidos.
El paramento del presbiterio presenta dos
frisos con motivos heráldicos. El primero corre bajo el óculo central y sobre
los ventanales apuntados, cuyas claves llegan a invadir lo que denota, según lo
dicho en la página anterior, una intervención posterior a la decoración
primitiva, a la cual se superpone, durante las obras acometidas en tiempos de
Benedicto XIII.
Los escudos de forma romboidal se enmarcan en
una motivo a base de lazos de cuatro octogonales sobre fondo rojo con
estilizados motivos vegetales y discos metálicos cubriendo los espacios entre
lazos.
En total son diez y nueve escudos que se
corresponden de izquierda a derecha: el primero, sin identificar, presenta
decoración cuartelada muy perdida. A continuación lo que parecen aves pasantes
sobre campo de plata, igualmente sin identificar su linaje. Tampoco se conoce a
quien pertenece el tercero, cuartelado con decoración cuatribarrada en plata y
gules en primero y cuarto y lo que parece ser una flor de lis en segundo y
tercero.
En cuarto lugar aparece el escudo de los Gotor
con seis roeles de sable adiestrados sobre campo de planta. Después el escudo
de los Martínez de Luna con creciente ranversado de plata y campaña y campaña
de plata sobre campo de gules.
Continúa el friso con el escudo heráldico de
los Ferrench de Luna que aunque ha perdido parte de su policromía se distingue
que consta de creciente ranversado de jaquetes de plata y sable y campaña
jaquelada de los mismos esmaltes sobre campo de plata.
Escudo cuadribarrado de gules y plata con
águilas de sable sobre las barras de plata. Escudo del Reino de Sicilia,
cuartelado en aspa con primero y cuarto cuadribarrado de plata y gules y águila
de sable con alas extendidas sobre campo de plata en segundo y tercero. Este
escudo aparece coronado con corona real perfilada en negro pintada encima del
friso. En noveno lugar el escudo de la Orden del Santo Sepulcro con cruz
patriarcal de gules sobre campo de plata.
Escudo de la Monarquía aragonesa, cuadribarrado
de gules y plata y corona real encima al igual que el del Sicilia. Escudo de
Castilla y León del que prácticamente han desaparecido los motivos y policromía
conformados por castillo de plata sobre campo de gules en primero y cuarto y
león rampante de gules sobre campo de plata en segundo y tercero. Al ser motivo
heráldico real como los de Aragón y Sicilia, aparece también coronado. A
continuación se repite el escudo de los reyes aragoneses.
El siguiente motivo heráldico no se ha
identificado. Partido con cuartel diestro barrado de plata y gules y siniestro
cuartelado de plata sobre azur flores de lis (bastante perdidas) en primero y
cuarto y peces dispuestos en vertical en segundo y tercero.
En catorceavo lugar un escudo partido con
cuartel diestro cuadribarrado de gules y plata y águilas de sable sobre los
campos de plata y escudo de los Ferrench de Luna en cuartel siniestro. Escudo
cuadribarrado con motivos irreconocibles sobre bordura de plata. Escudo con
creciente ranversado de plata y campaña de plata sobre campo de gules y bordura
de plata decorada con motivos irreconocibles sobre campo de plata.
Escudo de la familia Urrea, bandado de azur
sobre campo de plata. En penúltimo lugar el escudo de los Martínez de Luna (no
hay fotografía). Por último, un motivo heráldico bastante perdido, con lo que
parece una cruz griega flordelisada de gules sobre campo de azur.
Un segundo friso con
motivos heráldicos hay en este mismo paramento, esta vez debajo de los
ventanales apuntados. Lo componen once escudos en total, romboidales al igual
que los anteriores que se decoran con palmetas vegetales en los cuatro
vértices. De los once, tres pertenecen a la Orden del Santo Sepulcro
intercalados entre cada dos. Al igual que el friso superior son fruto de una
intervención posterior a la decoración mural de este tramo, en tiempo de
Benedicto XIII.
El primer escudo
corresponde al linaje de los Heredia, con cinco torres almenadas de plata sobre
campo de gules. A continuación un escudo con león rampante de plata sobe campo
de gules.
Escudo de la Orden del Santo
Sepulcro. Escudo con figura de toro pasante de gules sobre campo de plata.
Escudo cuartelado con cruz patriarcal roja sobre campo de plata en primero y
cuarto y torre almenada de plata sobre campo de gules en segundo y terceron
posiblemente escudo heráldico del prior Juan Pérez de Torres.
En el centro del friso,
motivo heráldico de la Orden del Santo Sepulcro.
Motivo heráldico
bastante perdido, con un pelícano de plata con nido de sable sobre campo de
gules y bordura de plata con losanges de gules y torres almenadas de plata en
su interior, probablemente de simbología religiosa ya que el pelícano
representa la resurrección de Cristo. Se repite el escudo visto en quinto
lugar, esta vez en mejor estado de conservación. Aquí vuelven a aparecer los
tres escudos del hastial oeste que también se repiten en los vanos ciegos de
uno de los ventanales del primer tramo y debajo del contrario: el del pelícano,
el del Santo Sepulcro y el posible de Juan Pérez de Torres.
Tercer y último escudo
de la Orden del Santo Sepulcro. Escudo partido con llamas de gules sobre campo
de plata en cuartel diestro y campo de gules en siniestro. Escudo con
decoración totalmente perdida.
Ya en la nave, debajo
del ventanal del lado del Evangelio del primer tramo aparecen tres escudos nobiliarios
que como se ha comentado anteriormente desentonan de ls características
formales del resto de motivos heráldicos de la iglesia.
Los tres presentan
motivos ya vistos con anterioridad: en el centro el escudo de la Orden del
Santo Sepulcro, a la izquierda escudo cuartelado con armas de la Orden en
primero y cuarto y torre de plata sobre campo de gules en segundo y tercero,
tal vez perteneciente al prior Juan Pérez de la Torre. A la derecha, pelicano
de plata con nido de sable sobre campo de gules y bordadura de plata con
losanges de gules y torres almenadas de plata en el interior, de posible
simbología religiosa ya que el pelícano se relaciona con la resurrección de
Jesucristo.
También debajo del
ventanal de la capilla del segundo tramo de este mismo lado aparece un friso
con motivos heráldicos, esta vez con cinco escudos y que tampoco sigue la
tónica de los frios o bandas realizados en tiempos de Benedicto XIII. De los
cinco solamente el segundo por la izquierda es parcialmente reconocible,
cuartelado con castillo de tres torres en plata sobre campo de gules en primero
y cuarto y motivos perdidos en segundo y tercero. En el resto están perdidos
los motivos.
En la parte superior del
paramento del tercer tramo de este mismo lado, aparece encima del óculo un
tímpano de color negro con el escudo nobiliario de los Martínez de Luna en el
centro.
En los laterales
sujetando el escudo dos animales rampantes, probablemente leones o lobos. Se
completa la decoración con motivos vegetales estilizados en color blanco.
SALA CAPITULAR
DEL CONVENTO DE SANTA
CATALINA. ZARAGOZA.-La estancia fué
destruída en tiempos
recientes, y estuvo decorada interiormente con pintura
mudéjar al estilo aragonés, con
más riqueza que la de las iglesias
del grupo de
Calatayud, aunque íntimamente
ligada con ellas.
En la parte
baja de los muros, lazos de cuatro, octogonales, hasta alcanzar la
imposta que recorría la
sala; sobre ella, arquería mixtilínea, enlazadas las cabezas con
nudos y prolongaciones horizontales, dentro de cada arquito, un escudo ojival con blasones distintos, entre los cuales
figura el de una
de las ramas de
los Lunas, y
encima de la faja formada
por la
arquería, despiezo de ladrillo a
soga y tizón.
CONVENTO
DEL SEPULCRO. ZARAGOZA.- Dos son los departamentos con decoración mudéjar que
existen en este
convento: el refectorio y la Sala Capitular, ambos en servicio actualmente distinto al de sus
títulos.
El antiguo comedor es una espaciosa estancia
situada en el lado Sur del claustro bajo, con
bóveda de crucería, pintadas
la parte
alta de los muros y la plementería
con despiezo de ladrillo;
perdida la pintura de
la parte baja, que,
seguramente, sería de arquitos enlazados.
La Sala Capitular, al Norte del claustro, sirve
hoy de coro a las religiosas. De
planta cuadrada, cubierta con crucería
sencilla, apoyan los arcos en cuatro columnas con capiteles muy toscos de marcado carácter románico, puestas
en los ángulos de la sala¡ de la clave
de la bóveda cuelga un mocárabe. La decoración pintada que
cubrió los muros, hoy encalados, se proyecta a través de
las capas de
cal por su dibujo rayado, que consiste en red de rombos curvilíneos formados
por repetidos cruces de
arquería lobulada; en cada rombo, con el fondo pintado de
rojo, hay un
escudo o una águila con las alas
extendidas. La composición, muy
decorativa, quiso imitar rica
tela de damasco.
Se
ilumina con la luz
que desde el
claustro llega a ella
por la puerta y dos
ventanas de ojiva a sus costados, quedando los detalles en dulce
penumbra. Del pavimento de azulejos, cuyo
esmalte desapareció con los
años, restan piezas sueltas, no tan
deterioradas, en las que se ve
parte de la traza de un lazo
de cuatro, octogonal, de línea ancha
de color azul, y dentro de la estrella, la doble cruz
de la Orden del Sepulcro, pintada en rojo.
Al igual que sucede con la
parte inferior de los muros, la decoración que cubre éstos a partir del
arranque de las bóvedas y sus plementos también sigue el modelo de la utilizada
en el interior de espacios mudéjares para estas zonas en forma de simulación de
despiece de ladrillo.
Siguiendo con esa misma tónica, los nervios de
la bóveda se decoran imitando piedra sillar perfilados en negro y resaltados en
una segunda línea interior en rojo.
Tanto las uniones entre plementería y muros
como con los nervios se perfilan con el clásico despiece de piedra sillar, esta
vez dispuesta a soga y tizón, pintándose los alargados con un sencillo motivo
lineal mientras que los cuadrados o atizonados se rellenan con motivos
vegetales y lineales muy repetitivos en color rojo, y que se reducen a la
alternancia de un aspa central en el interior de dos alargadas formas ovaladas
que se entrecruzan en el centro, con una forma de ataurique; únicamente he
encontrado un tercer motivo de extraña forma, tal vez un carácter cúfico, que
rompe la monotonía y que está situado en la parte alta de la pared norte junto
a la cruz patriarcal.
El alargado espacio triangular que se forma en
la parte inferior de los plementos antes de su unión con el muro y los nervios
a la altura de los capiteles, está pintado de rojo y enmarcado con bandas
imitando piedra sillar a soga y tizón. De la decoración figurativa que cubría
estos ocho espacios únicamente se conservan dos motivos en forma de cabezas de
animales con largas melenas, ojos almendrados y lengua fuera, que parecen ser
representaciones de leones.
En cuanto a la decoración de muros y
plementería, la monotonía que supone el despiece de ladrillo en hiladas a soga
se rompe cada cierto número, que va aumentando en una hilada conforme se
extiende hacia la parte inferior, por otras tres, a soga y tizón la primera y
tercera y a soga la intermedia, que intercalan ladrillos en color rojo en esta
última con otros azules en las contiguas, de tal manera que forman una especie
de rombo que proporciona al conjunto un efecto colorista propio también de las
decoración mudéjar de interiores.
Para romper la monotonía que supone el tema
lineal repetido en toda la superficie de los muros cada determinado número de
hiladas, que va disminuyendo conforme se gana altura, se intercalan bandas que
recorren todo el perímetro de la Sala con continuación en los plementos de la
bóveda, y que desarrollan una variada temática sobre todo de tipo vegetal,
aunque también encontramos motivos figurativos y epigráficos.
Los motivos vegetales incluyen estilizados
tallos con fresas y hojas. Muy abundante también es el que incluye palmetas
entrelazadas iguales a las vistas ribeteando los arcos de portada y ventanas
contiguas. Por último podemos ver composiciones de ataurique.
La temática figurativa de estas bandas se
limita a dos de ellas, ambas con figuras de animales. La primera la podemos ver
junto a la ventana que abre en lo alto del muro contiguo a la iglesia de San
Nicolás y presenta una serie de leones pasantes acompañados de estilizados
motivos vegetales.
La segunda banda se encuentra en la parte alta
del muro de la cripta e incluye una inscripción decorativa a base de caracteres
cúficos y palmetas junto a una serie de aves entre motivos vegetales y
florales.
De los cuatro motivos heráldicos que cubrían
los espacios triangulares superiores de las paredes laterales se conservan dos
de ellos. En la pared norte aparece la cruz patriarcal de la Orden del Santo
Sepulcro en color rojo sobre fondo blanco. La posible decoración de los
laterales se ha perdido.
En el lado contrario o sur, las armas de don
Lope Fernández de Luna. Aquí se ha conservado el fondo rojo y uno de los leones
rampantes, concretamente el de la izquierda, que sujetan el blasón.
En época barroca se sobrepintaron algunas zonas
de los muros de la Sala. Así, en el centro del muro norte figura una cruz
patriarcal del Santo Sepulcro en rojo dentro de un escudo de tipo barroco;
sobre el fondo blanco de la parte inferior la fecha “Año 1703”. En la parte baja derecha del mismo muro hay dos jarrones
con azucenas.
La pintura como
medio ornamental, no sólo se
utiliza en el decorado de muros y bóvedas: se extiende a las
techumbres de madera de todos los tiempos y formas, y también como medio
para hacer resaltar
labores de ladrillo, si bien esta
modalidad se vea aplicada tan sólo en un caso.
En los techos de madera se
pintan los frentes de
las vigas con lazos o
fragmentos de ellos, sirviéndose, casi siempre, del de
cuatro octogonal como figura de
fácil descomposición, si se quiere
reproducir solamente en sus cruces. Con
ellos alternan otras
figuras geométricas: círculos y circunferencias, estrellas, rombos,
etc., etc.
Otro de los motivos pintados en las viguerías de las techumbres son los escudos
de forma
ojival y en losange, formas que
aparecen alternadas y se ligan con
dibujos de flora.
En las techumbres planas con vigas
vistas, donde los fondos, en vez
de planos, se han convertido en
plafones lobulados, éstos se decoran
con temas vegetales muy estilizados, que se
repiten con escasas modificaciones,
cambiando únicamente las tonalidades de color.
Figuras
de animales y humanas son
temas prodigados en la pintura de techos, bien en representaciones reales
o en composiciones grotescas, unas y otras
muy bien estilizadas y de gran fuerza
decorativa.
Finalmente, la pintura se encuentra aplicada en
construcciones de ladrillo -portada en la iglesia de San
Martín, de la Aljafería - sobre capa
de estuco puesta en fondos
de enjutas, lóbulos, etc., reproduciendo
escudos.
A juzgar
por algunos ejemplares vistos,
las puertas de cierre
de las iglesias gótico-mudéjares, así como las de
edificios civiles, todas de madera, se revestían de chapas
metálicas para protegerlas de las aguas y del sol, a fin de evitar su rápida
destrucción.
Sobre el
armado van clavadas tablas
forrándolo por la cara externa,
y sobre éstas, la chapa sujeta
por clavos sencillos si la puerta
es de pequeñas dimensiones, o bien
por bulas o clavos de
cabeza ricamente adornada cuando se trata
de puertas monumentales, en las
que jamás faltan los grandes pernios
de hierro forjado, de
igual estilo que aquéllas.
Clavos y pernios bastarían para
adornarlas, pero los mudéjares aragoneses extreman
el espíritu decorativo hasta el punto de grabar o rayar las chapas con
dibujos de labores o lazos, según conviene
a la distribución de los otros elementos, con los que forman
bello conjunto.
Pocos
ejemplares se conservan para
juzgar del desarrollo que llegara a
adquirir esta nueva manifestación decorativa, así como de sus orígenes y evolución,
que bien pudo nacer como
derivada del rayado que se utilizó para refuerzo de la decoración pintada, amoldándose sus tipos
a los estilos empleados en las
piezas donde se aplicaba
el procedimiento.
Entre
las puertas chapeadas más interesantes que se conservan en Zaragoza, está la de la entrada
principal de la iglesia de San Pablo, templo
muy mudéjar a pesar de
haber perdido cuanta
decoración tuviera, cuya carpintería quizá estuvo
colocada antes en la primitiva portada, sita al pie del
edificio.
De dos
hojas, con sus correspondientes postigos, se
cubrió de chapa metálica,
donde el artista grabó o rehundió a martillo rica
lacería compuesta de cuatro lazos de doce, dos en cada hoja, con cuantas
cruces y
figuras complementarias
lleva consigo, ejecutada con verdadera pericia.
La Lonja, otra construcción zaragozana donde
abundan las muestras del estilo mudéjar, entre otras
los huecos bajos de
medio punto y triple archivolta
que encierra sencillo alfiz,
tiene carpintería chapeada y artísticos clavos y pernios. En varias puertas, el dibujo de la
chapa se reduce a labores
sin carácter morisco: círculos
y estrellas curvas, conchas,
etc.; pero en una se ve una red de hexágonos prolongados puestos en líneas
horizontales, con las que alternan
otras de cuadrados.
Labor
de octógonos y cuadrados tiene la puerta de la
Colegial de Daroca, obra tardía.
Próximo Capítulo: Capítulo 10 - Arte Mudejar en Aragón
Próximo Capítulo: Capítulo 10 - Arte Mudejar en Aragón
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