ALFARJE DEL SALÓN DEL TANTO MONTA (HUESCA)
Después de largos años en los que
se han sucedido varios intentos que por diversas causas no llegaron a cuajar,
por fin se ha recuperado al completo el conocido como Salón del “Tanto Monta” del antiguo Palacio Episcopal
de Huesca. En el año 2009 se procedió, en una primera fase, a consolidar la
estructura de muros, cubierta y suelo. Una vez finalizada se cubrieron los
muros con planchas metálicas y el suelo con grandes plafones, a la espera de la
más costosa restauración de la techumbre que lo cubre. No será hasta enero de
2015 cuando, tras un estudio y diversas catas realizadas en el alfarje por un
equipo multidisciplinar bajo la dirección de Ana Carrassón López de Letona,
restauradora del Instituto del Patrimonio Cultural de España, se emprenda la
restauración de la techumbre, que se prolongará hasta bien entrado el 2017. Aún
tendrían que pasar varios meses hasta que, en noviembre del mismo año se
entregase al Obispado, se inaugurase y quedase abierto al público dentro de la
visita al Museo Diocesano, independientemente de su uso expositivo o cultural.
El Salón del “Tanto Monta” se ubica en la planta superior del antiguo Palacio
Episcopal, anejo a la Catedral. Fue sala de audiencias de los Obispos oscenses,
al menos desde el siglo XV hasta mediados del XX en que se abandonó y cerró,
quedando integrado en el conjunto de edificios que se conocen como entorno de
la Catedral y actualmente vinculado al Museo Diocesano. Los diversos avatares y
reformas, que a lo largo de los siglos ha sufrido la estancia han repercutido
sobre todo en su techumbre en forma de añadidos, repintes y modificaciones que
la restauración ha eliminado en su mayor parte, respetando casi únicamente la
leyenda del “Tanto Monta” que figura en los papos de las jácenas, ya que, según
recoge Antonio Navas en el artículo no
fue hasta 1918 cuando lo cita como tal Ricardo del Arco.
En síntesis, su evolución histórica
sería la siguiente:
1478: bajo el
mandato del obispo Antonio de Espés (1466-1484) se construye la techumbre, es
de suponer que a la par que el Salón, según recoge Francisco Diego de Aynsa en
su extensa obra de cinco volúmenes sobre la ciudad de Huesca, publicada a
principios del siglo XVII.
1608-1615: fechas
del obispado de Fray Berenguer de Bardaxí, quien realiza importantes reformas
en el palacio episcopal, entre ellas la reducción del Salón y cierre del
testero sur, lo que supuso el desmontaje de las dos secciones más próximas al
mismo. También se desmonta la antigua estructura de cerchas y se convierte en
una techumbre plana tipo alfarje sobre el que se levanta un piso superior.
Celia Fontana aporta datos sobre esta obra.
Según la documentación analizada,
en agosto de 1610 ya habría concluido la adaptación de la techumbre a alfarje y
sobre ella se habría levantado un nuevo piso para, casi con total certeza, una
capilla en sustitución de la anterior, cuya ubicación no se ha localizado, pero
que debería de encontrarse en la zona correspondiente a las dependencias
privadas del Obispo. En el contrato en que se basa su artículo, se hace
referencia expresa a la construcción de una escalera en el lado meridional del
Salón que vendría a ocupar la zona correspondiente a los dos tramos que desde
entonces faltaron en la techumbre, hasta su reciente restauración. En resumen,
sería la construcción del piso superior y de la escalera y rellano, lo que
conllevó el desmontaje de la antigua armadura de madera y su transformación en
forjado horizontal de piso, excepto en la parte de la nueva escalera, donde no
se volvió a reponer. En esta zona meridional irían colocadas las dos jácenas,
que en distinto estado de conservación, se conservaban desmontadas hasta su
reciente reposición.
(En
las siguientes fotografías tomadas por Ricardo del Arco entre 1913 y 1924 y por
Ricardo Compairé entre 1921-1923, extraídas de la fototeca de la Diputación
Provincial de Huesca, se observa esta escalera y la portada de acceso al piso
superior, así como su modificación en estos últimos años -las dos primeras
corresponden al aspecto que tenía la levantada por el obispo Bardají y las dos
siguientes corresponden a la reforma del obispo Mateo Colom).
Esta transformación de la techumbre
del Salón no es compartida por Antonio Naval, quien defiende que aquélla fue
siempre de tipo alfarje y que también desde la construcción del Salón había
existido en la zona meridional que la techumbre no cubre, una capilla separada
del primero con un muro, opinión que, con los argumentos que se pueden ver en
su artículo, rebate Celia Fontana. (una
recreación de como debió de ser el Salón según su hipótesis se puede ver en la
primera página de su artículo). Es de esperar que en la Memoria de
la restauración se pueda dilucidar esta controversia. En mi opinión una
estructura de tijera no parecería la más adecuada para cerrar una estancia de
la importancia del Salón como Tinel Mayor, algo que si cumpliría un alfarje con
la decoración pintada y tallada que ha recuperado la restauración.
1875-1886: siendo
obispo Honorio María de Onaindía se construye la Parroquieta y en 1876 se
consolida y acondiciona la techumbre con refuerzo en las vigas o jácenas,
enmascaramiento de los canes y repintes.
1922-1933: por
último, durante el episcopado del obispo Mateo Colom se pintan los paramentos
de la Sala y se hace un comedor donde rehabilita la techumbre con el escudo de
la familia Urriés, además de reformar la escalera y portada de la zona
meridional de la estancia.
(Fotografías
15 y 16 corresponden a la jácena que cierra el muro de la cabecera tras su
restauración. La nº 17 al can de la derecha antes de su restauración y
colocación en su actual ubicación)
El acceso al Salón del “Tanto Monta” se realiza por su lado
occidental desde el Claustro que forma parte del Museo Diocesano a través de
sencilla puerta en arco rebajado sobre la que se dispone la divisa heráldica
del obispo Esteban Esmir (1641-1654). En la parte alta de las dos hojas de
madera con que cierra la puerta figura el escudo del obispo Onaindía
(1875-1886), bajo cuyo mandato, como vimos en la página anterior, se reforzó y
consolidó la techumbre, se enmascararon las jácenas y se repintaron los canes.
Según Ana Carrassón, la Sala tiene
planta rectangular irregular con orientación norte sur y unas dimensiones de 30,20
m. de largo por 8 m. de ancho, y una altura de 10 m. En la actualidad los muros
se cubren con un estuco veneciano de color rojo y el suelo con mármol negro con
un espacio acristalado central donde queda reflejado el alfarje para la mejor
apreciación de sus detalles. Hasta que cayó en desuso, sus grandes dimensiones
permitieron que fuese usado, además de como sala de audiencias o ceremonias de
los Obispos, como comedor cuando el número de comensales era numeroso, por lo
que se denominó Tinell mayor y Sala mayor.
Hasta la primera fase de la
restauración el Salón se iluminaba a través de dos grandes ventanales
arquitrabados que abren en el muro de los pies o septentrional. Entonces,
además de darle a muros y suelo su aspecto actual, se abrieron tres vanos en el
muro oriental que se encontraban cegados. Dos corresponderían a sendas puertas
de acceso a dependencias anexas, ahora desaparecidas, y el tercero un ventanal
para iluminación del Salón. La portada más cercana a la tarima de la cabecera
es muy sencilla con arco trilobulado. A continuación, la otra portada de
piedra, en arco apuntado con una fina moldura abocelada a modo de guardapolvo
que se extiende a la altura del arranque de los arcos (esta portada estaba visible y abierta a
principios del siglo pasado, tal y como se aprecia en las fotografías 10 y 11
de la página anterior). Por último, una ventana de la que se
conserva la parte del arco con forma polilobulada, también en piedra.
Fue en el segundo semestre de 2009
y buena parte del año siguiente, cuando se acometió la primera fase de la
restauración, que consistió en solucionar los problemas de filtraciones de agua
y humedades, además de instalar nuevo tendido eléctrico y la climatización,
además de dotar a muros y suelo de su aspecto actual.
El alfarje que cubre el Salón del
“Tanto Monta” oscense tenía hasta su restauración unas medidas de 26,40 m. de
largo por 8 m. de ancho, por lo que no cubría por completo todo el espacio de
la estancia, quedando, por las medidas que aporta Ana Carrassón, 3,80 m. de
largo por 8 de ancho en la cabecera, que según Antonio Naval corresponderían a
esa segunda “sala anchurosa”
construida por el obispo Espés, y que hasta la restauración se cubrían con un
simple tejadillo de uralita.
La restauración ha seguido la teoría
de la citada Ana Carrassón de que en el siglo XVII se transformó la techumbre
de cerchas original en alfarje eliminado las dos últimas calles al añadir
nuevas plantas sobre la sala, reponiendo las jácenas que se encontraban
almacenadas en el Museo y trasladando la última al muro meridional.
Recuperada esta estructura, el
alfarje ocupa ahora toda la extensión de la sala (30,20 x 8 m.), con doce
calles delimitadas por trece jácenas. Siguiendo con el estudio preliminar de
Ana Carrassón, la separación entre ejes es de 2,10 m de media, mientras que la
longitud de las jácenas, debido a la planta irregular de la sala, varía entre
los 7,64 m. en el muro norte hasta los 8,50 m. del sur.
Como veremos en las páginas
siguientes, se han suprimido las diversas intervenciones posteriores que
afectaban a jácenas y canes, recuperando la decoración pintada original del
siglo XV, excepto la leyenda “TANTO MONTA”
que, por duplicado figura en los papos de las jácenas, sobre la que se trata
con detalle en la página siguiente.
También se han mantenido en la
tablazón de la techumbre las dos jaldetas próximas al muro oeste de la segunda
calle, contando desde los pies, y que no corresponden a ninguna de las etapas
descritas, ya que en las mismas figura el escudo de armas del obispo Jaime
Sarroca, que ocupo la sede oscense en la segunda mitad del siglo XIII, y que
parecen corresponder a una techumbre de esa época de la que no se tiene hasta
el momento noticia alguna.
En las cuatro fotografías
siguientes se puede apreciar el estado del alfarje en 2007 y 2013, cuando
solamente contaba con diez calles entre once jácenas, ya que faltaban las dos
calles que ahora se han repuesto en la cabecera. Las jácenas y los canes de una
de ellas se encontraban en el 2007 depositadas en el suelo del Salón, tal y
como se aprecia en las fotografías de la décima página, cuando se trata de las
mismas.
Como se ha dicho en la página
anterior, la restauración del alfarje ha completado la totalidad del espacio
del Salón, con lo que su estructura actual comprendo trece jácenas sobre canes
zapatas que se empotran en los muros laterales, once exentas y dos a modo de
tablas de cierre en los muros norte y sur, que conforman un total de doce
calles entre ellas.
Cada una de las jácenas apoya en
dos grandes canes zapata, con una zona recta rectangular que lleva decoración
pintada en los laterales y tallada con tracería gótica en el papo, y la quilla,
quizás la parte más interesante de la techumbre, que se decora con figuras
talladas de personas, animales e híbridos, sujetando con sus manos o garras un
escudo heráldico, que como en los espacios cuadrados de los laterales de las
vigas, en su mayoría representan el escudo de armas del obispo Espés.
Una vez eliminados los añadidos
posteriores al siglo XV, excepto las dos leyendas “TANTO MONTA” de los papos, que se han conservado, fundamentalmente
por ser las que dieron el nombre a esta dependencia, ha quedado visible la
decoración pintada de los laterales, de tipo geométrico y vegetal, que en las
páginas siguientes se ve con más detalles.
La decoración se divide en siete
registros, cuatro en forma de alargados rectángulos que se corresponden en
longitud, los laterales con la de los canes, y los centrales con la de las
leyendas “TANTO MONTA” del papo.
Entre estos espacios se intercalan otros tres cuadrados, más reducidos, y que
se sitúan en el centro de la jácena y en los extremos, a la altura del final de
la quilla de los canes. Separan y contonean todos los registros unas finas
cenefas con estilizados y sencillos motivos, generalmente en blanco sobre fondo
negro.
Esa doble leyenda “TANTO MONTA” de los papos está colocada
de tal manera que cada una se lee en una dirección. Al igual que veremos en el
tema de las tablas añadidas en los laterales, tampoco en este caso coinciden
los dos autores que, hasta el momento se han ocupado del tema. Para Ana
Carrassón, a la espera de la memoria definitiva de la restauración, las letras
recortadas de madera son de producción industrial, y su colocación la sitúa en
la reforma que en los años 1875-76 se hace bajo el mandato del obispo Onaindía.
Antonio Naval, sin embargo, lo sitúa en el momento de la construcción de la
techumbre, en el siglo XV.
La primera reseña que se conoce
sobre esta leyenda o mote, es de Ricardo del Arco en 1918, antes de la
intervención del obispo Colom, cuando en su artículo “Nuevo paseo arqueológico
por la ciudad de Huesca”, publicado en la revista de Arte Español, hace
referencia a estas letras recortadas en madera con el lema de los Reyes
Católicos: “Que el artesonado
es de la época de los Reyes Católicos lo demuestra el curioso detalle de que a
lo largo de cada una de las vigas que corren de un lado a otro de la
habitación, se lee, duplicado, el famoso mote Tanto Monta, en caracteres
góticos”.
Si los cuatro espacios
rectangulares se cubren con temática geométrica de estilo gótico y vegetal, los
cuadrados lo hacen con motivos heráldicos, que salvo excepciones corresponden
al escudo de armas del obispo Espés. La zona correspondiente al papo de los
laterales se rellena, excepto en una de las jácenas, con una tabla pintada con
dos manos en posición orante con un rosario entrelazado, emblema que también se
relaciona con el citado prelado. En el espacio central se dispone un abultado
florón o roseta sobredorada.
Posiblemente, la parte más visible
de la restauración de las jácenas, además de su consolidación estructural, sea
la retirada de las tablas que cubrían sus laterales. Estas tablas presentaban
todas un aspecto uniforme con la temática geométrica gótica en todos los
espacios alargados, y el escudo del obispo Espés en los tres cuadrados
intermedios, con lo que se consiguió una cierta homogeneidad en el conjunto,
algo que como se puede apreciar ahora no existía en origen. Con su añadido la
sección de las jácenas pasó de 34 cm. A 46 cm.
A la espera de la memoria de la
restauración, que es de suponer aclara las incógnitas que todavía plantea el
alfarje, es difícil establecer cuando se reforzaron las vigas con estos
tableros. Si para Ana Carrassón en su estudio preliminar a la restauración, se
colocaron en el siglo XIX, Antonio Naval sostiene que fue a principios del
siglo XVII, en la reforma del Salón que hizo el obispo Bardají. Lo que sí está
claro para ambos es que se añadieron para ocultar fisuras, fallos y deteriores
de las vigas.
Una vez retiradas las tablas que se
añadieron en los laterales de las jácenas, de la decoración que en origen los
cubría, se ha recuperado la mayor parte, aunque en dos de ellas, se encuentra
totalmente perdida. Unos escasísimos restos conservados en el lateral norte de
la nº 12, además de la zona sobre el can oeste de este mismo lado que se
mantiene íntegro, permiten determinar que se cubría con decoración de tipo
vegetal. En el resto de las jácenas la recuperación ha sido, en su mayor parte,
casi total, tal y como se puede ver en la descripción pormenorizada de cada una
de ellas.
La temática de tipo geométrico que
se utilizó en estas zonas, al igual que en los papos de los canes, es de estilo
gótico, a base de un diseño de tracerías que, con variantes, se repite en todas
las superficies.
La tracería parte de un motivo
seriado cuadrifoliado con una flor abierta en su centro, que se inscribe dentro
de un círculo con los extremos superior e inferior achatados, o en un
rectángulo con las esquinas redondeadas. Los espacios que quedan libres se
rellenan con formas flamígeras y de lágrimas. Para darle un cierto toque de
variedad se juega en cada una de las superficies con la anchura y color de las
cintas que forman la traza, y con los tonos del fondo.
Volviendo a la fotografía de
cabecera, y teniendo en cuenta que el sur corresponde a la cabecera y el norte
a los pies, se decoran con esta temática de tracerías góticas las jácenas
siguientes: nº 1 (muro de los pies), nº 3 en ambos lados, nº 5 en ambos lados,
nº 6 en el lado norte, nº 7 en ambos lados, nº 8 en el lado norte, nº 10 en
ambos lados, nº 11 (muro de la cabecera) y nº 12 en el lado norte.
A la vista de lo anterior, se
deduce que esta temática geométrica de estilo gótico se aplicó en la mayor
parte de superficies (tal vez por este motivo se eligió para decorar todas las
tablas superpuestas en época posterior). También es de reseñar que, en los
casos en que solamente se aplica en uno de los laterales, éste sea siempre el
recayente al muro de los pies (norte).
Si la decoración de tipo vegetal prima en
los laterales de las zonas rectas de los canes, como veremos en la página
siguiente, no ocurre así en las jácenas, donde únicamente la encontramos en
ambos lados en la nº 9, eso sí, solamente completa en el lateral recayente a la
cabecera, y con unos escasos restos en el contrario, excepto en la zona encima
del can oeste. El resto corresponden a los laterales recayentes a la cabecera
de las vigas nº 6, 8 y 12. De la nº 13 se conservan pequeños restos en el lado
de la cabecera y la zona encima del can oeste. Como en el caso de la temática
geométrica, es reseñable que cuando ambas comparten laterales de la misma
jácena, la vegetal lo haga siempre en el recayente a la cabecera.
En el lateral meridional de la jácena nº
12, la policromía se encuentra en bastante mal estado. Parece ser similar a la
de la nº 8. Se aprecia como los registros están enmarcados por una cenefa de
finas hojas en negro sobre fondo rojo, con un entramado de tallos y grandes
hojas formando aspas perfiladas también en negro y anaranjado (tal vez rojo
degradado), acompañado de otros más estilizados en blanco, todo sobre un fondo
difícil de definir.
En el lateral meridional de la jácena nº 9
encontramos una de las superficies pintadas mejor conservadas, lo que permite
apreciar perfectamente su llamativa policromía de temática vegetal. Los cuatro
registros rectangulares se rellenan a base de grandes y abultados tallos y
hojas en colores azules claros y grises para remarcar el relieve. Los registros
se enmarcan por una cenefa de hojas en tono claro con vuelta color rojo en
torno a un vástago central, sobre fondo negro, similar a la que aparece en el
espacio encima del can derecho en la segunda jácena.
Entre el follaje se intercala la figura de
un animal de orejas puntiagudas y boca abierta recostado, que parece ser un
can. En total se ven cuatro: uno en el centro del registro encima del can
izquierdo, otro en el centro del registro contiguo, un tercero a la izquierda en
este mismo espacio, con la cabeza y patas delanteras ocultas por el escudo de
las barras aragonesas, lo que puede indicar que éste se pintó encima de la
decoración vegetal; el último está colocado en el centro del registro central
de la derecha. El espacio encima del can de la derecha es el que se encuentra
más perdido, y no se aprecian restos de este motivo.
Muy perdida se encuentra la decoración del
lado contrario de la jácena, recayente a los pies, aunque se aprecian
perfectamente dos tipos de motivos diferentes, ambos también de temática
vegetal. Encima del can derecho y en la zona contigua del siguiente rectángulo
se ve que el motivo es similar al del lado contrario, incluso con dos animales
recostados, uno en el centro de la zona encima del can y el que está cerca del
perdido motivo heráldico. Por lo que resta la policromía aplicada es de tono
azul.
Nada más apreciable queda en este lateral
hasta llegar al escudo barrado que delimita, con el muro el registro de la
izquierda encima de este can. Conservado casi en su totalidad, el tema es
similar al del mismo lugar en la treceava jácena de a fotografía inferior a
ésta, una de las dos recuperadas: abultadas formas vegetales en dos tonalidades
verdes con algún toque azul sobre fondo naranja salpicado de pequeñas líneas
curvas en blanco. Aunque perdida la zona de la cabeza, se aprecia el mismo
animal recostado visto en otras zonas de la jácena y la parte superior de sus
orejas puntiagudas, con la variante de que aquí se le aplica policromía del
mismo color verde que al resto. Enmarcan lo conservado cenefas del mismo tipo
que las del lado contrario, en forma de hojas en idénticos tonos en torno a un
vástago central, con la diferencia de que en el fondo se aplica el azul.
En la citada jácena nº 13, la decoración
pintada se encuentra prácticamente perdida en el lateral recayente a la
cabecera del Salón. En el lado contrario se aprecian pequeños restos,
especialmente encima del can de la derecha, que como he comentado en el párrafo
anterior, se cubre con motivos y policromía similares a los vistos en la misma
zona de la jácena anterior, en forma de abultadas formas de color verde oscuro
sobre fondo del mismo tono más claro. Salpican este fondo espacios de
diferentes formas con un motivo de finas líneas blancas sobre color rojo.
Enmarca el conjunto, y probablemente toda la viga, una cenefa de hojas en torno
a un vástago central en colores verde y azul sobre fondos de este mismo último
color y rojos. Como nota curiosa, si nos fijamos en la parte derecha de la
composición se ve como esa forma oscura tiene una cierta similitud con la de un
batracio, rana o sapo.
En la jácena nº 8 encontramos la segunda
de las superficies de temática vegetal mejor conservadas de la techumbre. En el
lado meridional, recayente a la cabecera del salón, el motivo se desarrolla a
base de dobles hojas unidas por un mismo tallo que, en grupos de dos, se anudan
en el centro para generar una forma de aspa. El pequeño círculo central se
rellena con una flor abierta. Predomina el color verde con contornos en
amarillo y celestes en las puntas de las hojas. Rellenan los espacios
entre esas grandes “aspas” otras más pequeñas y sencillas en color blanco. Todo
el conjunto va sobre un fondo anaranjado y enmarcado en cada uno de los cuatro
registros por una cenefa de onduladas hojas en blanco sobre fondo negro.
Por último, dentro de esta temática de
tipo vegetal que cubre los laterales de las jácenas, tenemos la correspondiente
al lado meridional de la nº 6, que junto a la anterior y a la nº 9 son las que
se conservan más completas. En este caso, la composición es similar a que
veremos en la página siguiente aplicada a la mayoría de las partes rectas de
los canes. Parte de un gran capullo o flor abierta central de cuya parte
inferior salen abultados vástagos de grandes hojas en tonos verdes que terminan
en una hoja tipo vid de tono anaranjado. Del centro de la flor sale una forma
de piña o grupo de granos y dos pequeños tallos terminados en lo que parecen
bellotas, que también lo hacen de las grandes hojas.
Los canes que sustentan las jácenas
tienen dos partes claramente diferenciadas: la interior, que se empotra en el
muro, con forma rectangular, y la exterior, o quilla, en la que se reproducen
figuras talladas portando escudos heráldicos.
En la zona recta los laterales van
pintados, al igual que los laterales de las vigas, mientras que los papos se
cubren con tracerías de tipo gótico talladas. Si estas últimas apenas revisten
interés, si lo tiene la decoración policromada de los laterales.
Con las excepciones que vamos a ver
a continuación, y de aquellas otras que se han perdido, el motivo que cubre la
mayor parte de estas superficies repiten motivo. El desarrollo tiene como
motivo principal una gran flor o capullo abierto a modo de eje central del que
sale un grupo de granos o semillas. De los laterales y parte inferior salen
abultados vástagos o tallos en color marrón, con hojas en tonos azulados, que
terminan en los laterales en sendas flores del mismo tipo que la central. El
fondo es una fuerte tonalidad rojiza. La fotografía inferior corresponde a uno
de los canes de la jácena nº 1 (muro de los pies, o norte), donde podemos ver
dos de los mejor conservados.
En el can del lado oeste de la
jácena nº 5 encontramos el mismo motivo con la variante de los colores
aplicados, ya que aquí predominan los tonos azulados en la mayor parte de las
superficies.
Temática vegetal, pero de
desarrollo diferente a los anteriores la vemos en el can de ese mismo lado
oeste de la jácena nº 3. A pesar de que parte del motivo se ha perdido, se
aprecia como aquí se ha eliminado la gran flor central, y únicamente se trabaja
con un desarrollo de gruesos tallos y grandes hojas. Se mantienen los mismos
tonos marrones y azulados sobre fondo rojo.
La última variante de esta temática
vegetal la podemos ver en la jácena nº 12, en el lado meridional de su can
oeste. Además del predominio total de las tonalidades azuladas, su interés
radica en el escudo de armas del obispo Espés dibujado encima de la gran flor
central, que además presenta la anomalía de que el grifo rampante motivo
central del blasón heráldico tiene girada la cabeza hacia la derecha en lugar
de hacia la izquierda que es la correcta, tal y como se ve repetitivamente en
jácenas y figuras de los canes.
Un cambio radical se produce en la
decoración de los tres siguientes canes. El primero corresponde a los dos de la
segunda jácena, primera exenta por el lado de los pies. Aquí se representan
cinco rosas abiertas, de mayor tamaño la central y significativamente más
pequeñas las esquineras., en color rojo intenso sobre un fondo azul. Este mismo
motivo se utiliza en los registros cuadrados de la jácena, en lugar del escudo
heráldico del obispo Espés.
El segundo se sitúa en el muro
oriental de la décima jácena, y siguiendo la tónica de la heráldica de los
registros cuadrados de sus laterales. En lugar de la repetitiva composición
vegetal se decora con la representación de la divisa del rey Fernando II de
Aragón: el nudo gordiano atado al yugo con la leyenda “TANTO
MONTA” en caracteres góticos. Sobre un fondo rojo, las
letras y el yugo van en color oro.
Por último, en los laterales del
can de ese mismo lado este de la octava jácena encontramos uno de los motivos
decorativos más interesantes de esta techumbre. Se trata de la representación
de un astrolabio en la parte central con estilizados tallos y hojas hacia el
exterior rellenando el resto de los espacios, todo sobre fondo rojo. Una amplia
cenefa lleva escrita la siguiente leyenda en letras negras góticas sobre fondo
blanco, referente al obispo Espés: “LO
QUE * RAON * NO ALCANÇCA * ALCANÇA FE * Y * SPE RANÇA” (según Ana Carrassón en el artículo
reseñado en la primera página), que vendría a traducirse como “LO
QUE RAZÓN NO ALCANZA, ALCANZA FE Y ESPERANZA.
El último elemento que analizar de la
estructura de las jácenas corresponde a las quillas de los canes, talladas
representando figuras humanas, animales e híbridos, y que vamos a ver en esta
página y las dos siguientes. Todas estas figuras portan entre sus manos o
garras escudos heráldicos que, salvo excepciones que también veremos, se
corresponden con el escudo de armas del obispo Espés.
En el primer apartado de figuras humanas,
únicamente encontramos cinco, de las que tres de ellas se corresponden con representaciones
de obispos y que ocupan los canes: oeste de la segunda jácena y este de la
décima y octava (fotografías nº 1, 2 y 3 respectivamente).
Los tres van tocados con la mitra
episcopal (sólo el primero la lleva con ínfulas) y cubiertos con una capa
pluvial roja. Únicamente el de la octava jácena porta el escudo del obispo
Espés, ya que los otros dos se corresponden con el de los Reinos de los
territorios unidos tras el matrimonio de Isabel de Castilla y Fernando II de
Aragón: cuartelado, en 1º y 4º el escudo de Castilla-León, y en 2º y 3º los de
la Corona de Aragón y Reino de Sicilia. Falta la granada en la parte inferior,
puesto que cuando se realizó el alfarje en 1478, todavía no se había
conquistado este reino.
La siguiente figura representa a un
prelado, posiblemente a un cardenal, y se encuentra en el can este de la quinta
jácena. Al igual que los anteriores va cubierto capa pluvial
de remarcados pliegues, en color rojo, y sujeta con sus manos el escudo del
obispo Espés. Cubre la cabeza con capelo del mismo tono rojizo, que ha perdido
la parte delantera.
La quinta figura se corresponde a la
tallada en el can oeste de la sexta jácena, y representa a un personaje de
largas barbas y melena que le llega hasta el cuello de la capa de color magenta
oscuro con la que se cubre. Conserva en buen estado la policromía que marca los
rasgos del rostro, melena y barba, a la que le falta la parte inferior. Va
tocado con un sombrero de color rojo, al que también le falta la parte del ala
anterior, y como es común al resto de figuras, sujeta entre sus manos el escudo
del obispo Espés tocado con la mitra episcopal. Tal vez el artista quiso
representar en este caso la figura de un peregrino.
Un segundo grupo de figuras correspondería
a la representación de ángeles, que en número de cuatro van tallados en los
canes del lado oeste de las jácenas nº 12, 7, 5 y 4.
Todos van cubiertos con capas en colores
azul, rojo y dorado, que en el último caso se completa con una fina decoración
vegetal pintada en negro, y portan entre sus manos el escudo de armas del
obispo Espés.
Un tercer apartado dentro de las
figuras talladas en las quillas de los canes correspondería a animales
fantásticos. Así en un primer grupo encontramos dos representaciones de grifos,
ambos en los canes del muro este de la segunda y séptima jácena. Una característica
de ambas figuras es que ninguna lleva el escudo del obispo Espés, ya que la
primera porta uno coronado con las barras del Senyal Real de Aragón, y el
segundo uno muy deteriorado que se ha relacionado con el obispo Belenguer de
Bardaxí, artífice de la profunda reforma que se realizó en el salón en la
primera mitad del siglo XVII. El bandado azul y blanco, que también aparece en
las tabicas de la tablazón junto al del obispo Espés ha llevado a esta
conclusión, aunque, a falta de confirmar, parece ser que la restauración ha
determinado que es obra coetánea del resto de la techumbre, o sea del siglo XV,
y no un añadido del XVII, con lo que queda pendiente su adscripción.
La figura tallada en el can oeste
de la tercera jácena representa a un dragón de cuerpo escamoso con abultadas
alas plegadas en los costados de color rojo con detalles de botón en negro.
Como es habitual en las figuras animalescas de la techumbre, descansa sobre sus
cuartos traseros y sujeta entre las garras delanteras el escudo del obispo
Espés.
Una pareja de dragones la
encontramos en ambos canes de la primera jácena que cierra la techumbre en el
muro de los pies. Ambos aparecen enroscados con la cabeza vuelta hacia atrás,
tratando de morder su cola.
Otro grupo de difícil
clasificación, que podríamos denominar híbridos, incluye tres figuras que
ocupan los canes este de las jácenas cuarta, tercera y novena. Como
característica común, los tres portan entre sus manos o garras el escudo de
armas del obispo Espés.
La primera, que Antonio Naval
define como “carnero con escamas”, se presenta sentada sobre los cuartos
traseros de un animal con escamas y con la parte superior del cuerpo en forma
de persona que sujeta el escudo con las manos. Va vestido con una camisola roja
y cubre la cabeza con un tocado con cuello picudo sobre el que va una especie
de gorro con dos abultadas bolas en los laterales.
La segunda figura tiene forma de
animal peludo, también sentado sobre sus cuartos traseros, que Antonio Naval
identifica como “un mono”. Viste una especie de chaleco en rojo con ribetes
negros en las terminaciones y cuello picudo, y cubre la cabeza con una capucha
que parece ser era del mismo color, aunque lo ha perdido prácticamente en su
totalidad.
En la tercera y última de este
grupo, aunque el cuerpo y cabeza están cubiertos de pelaje remarcado por líneas
negras sobre el fondo marrón, y la fisonomía de los cuartos traseros es la
propia de un animal, los brazos y las manos que sustentan el escudo del obispo
Espés parecen humanos. Cubre la cabeza con un tocado picudo similar a los que
llevaban los escuderos medievales. Para Antonio Naval representa a un “mono con capucha”, aunque los rasgos no
parecen corresponder con este animal.
Por última tenemos el grupo de
tallas con forma de animales. Dentro del mismo encontramos en primer
lugar dos representaciones de leones en ambos canes de la jácena nº 11 que
cierra el muro de la cabecera. En el primero aparecen dos cabezas de leones,
mientras que en el contrario lo hace la figura de un león recostado.
La quilla del can oeste de la
novena jácena la ocupa un animal sentado sobre los cuartos traseros sujetando
el escudo del obispo Espés. Es una de las pocas de la techumbre sobre las que
parece no haber duda de lo que representan, en este caso un perro.
La figura del can oeste de la
décima jácena también tiene forma de animal, en este caso cubierto con una
especia de pelaje, plumaje o escamas, perfilado con unos gruesos trazos negros.
Antonio Naval lo describe como un “mono
con escamas”.
Las tres últimas figuras de la
techumbre tienes características similares y ocupan los canes este de la
doceava jácena, oeste de la octava y este de la sexta. Las tres portan el
escudo del obispo Espés y cubren los cuartos traseros con pelaje perfilado en
negro, mientras que la parte superior de cuerpo está tallada en forma de
abultada melena. Antonio Naval lo define como “perro-hiena”, tal vez por la expresión, un tanto risueña, de su
cara.
Siguiendo la estructura de los
alfarjes, entre cada pareja de jácenas se disponen 29 ó 30 jaldetas o vigas
menores, sobre las que se colocan cuatro cintas con sus correspondientes
saetinos, o listones de cierre, sobre los que descansan los tableros que cierran
la techumbre, formando un total de cinco casetones de poca profundidad que
alternan las formas cuadradas y rectangulares.
Tanto los plafones de cierre como
los laterales de las jaldetas se decoran con un motivo de tracería gótica
realizado con plantillas similar al geométrico que cubre alguno de los
laterales de las jácenas. Si en un principio estos elementos se dataron en el
siglo XVII, las labores de restauración han determinado que, al menos buena
parte de estos corresponden a la techumbre original del siglo XV.
La decoración de las jaldetas se
completa con unos finos agramilados en el papo. Las cintas llevan pintada una
cinta blanca que en un extremo se enrosca en espiral.
En esta fotografía se puede ver el
estado de tablazón, jaldetas y cintas antes de la restauración.
Como es habitual en este tipo de
techumbres, los huecos que quedan entre cada par de jaldetas en su unión con
las jácenas se rellenan con plafones o tabicas decoradas con motivos pintados,
que incluyen como motivo más recurrente tracerías góticas entre las que se
intercala algún elemento vegetal como un racimo de espigas o a base de
estilizadas ramas formando aspas.
Completan este repertorio
decorativo los escudos de armas de los obispos Espés y Berenguer de Bardaxi con
una mitra episcopal en una tabica entre ambos. Se aprecia como los escudos del
segundo fueron pintados sobre tabicas que en origen se cubrían con temática
geométrica, lo que hace pensar en un repinte del siglo XVII cuando este obispo
reforma profundamente el Salón.
El último elemento de la techumbre
correspondería a las tocaduras que cierran las jácenas, y que se decoran con
tres finas bandas. La central lleva una estilizada serie de formas curvadas en
blanco sobre fondo blanco. En la parte superior un motivo de cinta y en la
inferior de zig-zag, ambos combinando tonos rojos sobre fondo blanco.
Un último elemento a analizar antes
de entrar en la descripción detallada de jácenas y canes, corresponde a los
escudos, motivos y lemas heráldicos que se distribuyen, tallados y pintados,
por sus superficies.
El conjunto más numeroso de esta
temática corresponde al obispo Antonio Espés, promotor de la construcción de
este Salón y su techumbre. De los tres motivos alusivos a este prelado, el más
llamativo es su escudo de armas que portan, entre las manos o garras, la mayor
parte de las figuras que decoran las quillas de los canes que sujetan las
jácenas. Tallado, al igual que las figuras, representa un grifo en oro rampante
con la cabeza girada hacia la izquierda sobre campo azul orlado en rojo. La
mayoría de estos blasones van coronados por una mitra episcopal con las ínfulas
cayendo por los laterales. De las 20 figuras que comprende el alfarje, son 16
las que portan este escudo.
El mismo motivo heráldico, esta vez
pintado, decora también la mayoría de los tres registros cuadrados que, en
laterales y papo de las jácenas, separan los cuatro más alargados que se
rellenan con temática vegetal y geométrica. En este caso va acompañado de unas
estilizadas ramas en los laterales. En distintos grados de conservación lo
podemos ver en todas las jácenas, excepto en las que numero en la imagen
superior como nº 2, 9, 10 y 11, donde se aplican otros motivos que se detallan
en la página siguiente.
El tercer elemento, también pintado,
relacionado con el obispo Espés, lo encontramos pintado en el papo de los
registros laterales anteriores (el central lo ocupa una roseta dorada), excepto
en la jácena nº 10, que se sustituye por el lema del rey Fernando II. También
aparece en los registros laterales del frente de la jácena del muro de la
cabecera o meridional. Este formado por dos manos unidas en posición orante con
un rosario entrelazado sobre un fondo de fuego en la parte inferior y azul en
el resto. No se conservan en su totalidad, ya que falta en las vigas más
próximas a esa zona de la cabecera.
Por
último, hay que hacer referencia a la leyenda “TU ES MEA SPES”,
que aparece, en rojo sobre fondo blanco, en el papo del can del lado este de la
jácena del muro de la cabecera, y en la tocadura entre viga y can del lado
este, en color blanco sobre fondo azul, de las jácenas nº 6, 7 (solo en parte),
8 y 9.
El grifo tallado en el can del lado
oeste de la jácena nº 7, que con la techumbre restaurada ocupa la posición
central, sujeta entre sus garras un escudo en muy mal estado de conservación.
Bandado en azul y blanco se ha relacionado con el obispo Belenguer de Bardaxi,
artífice de la profunda reforma del salón en la primera mitad del siglo XVII.
El que este mismo blasón heráldico aparezca en las tabicas de la tablazón,
junto al del obispo Espés, llevó en un primer momento a esta conclusión. Según
Ana Carrassón en el artículo citado, los exámenes realizados antes de la
restauración parecen indicar que el escudo es del siglo XV, tanto por la talla,
policromía y tipo y calidad de los materiales, lo que deja pendiente su
adscripción. Escudo bandado en oro y azul oscuro o negro corresponde a la
familia Bardají, tal y como se puede ver en la techumbre de la mezquita de
Tórtoles y en el Salón de los Obispos del Palacio Episcopal de Tarazona, en
ambos casos en relación con el obispo de esa Diócesis Don Juan de Bardají que
ocupó la sede turiasonense a mediados del siglo XV.
En las tabicas que cubren los
huecos entre jaldetas en su unión con las jácenas, se incluye un grupo de tres
motivos heráldicos que incluye una mitra episcopal entre los escudos de armas
de los prelados Antonio Espés y Belenguer de Bardaxi. Como dato a tener en
cuenta, se aprecia que el escudo de este último parece estar pintado sobre la
decoración geométrica que decora la mayoría de estas tablas, algo que no se ve
en la mitra y en el blasón del obispo Espés.
Otro emblema heráldico que se
representa en la techumbre es el correspondiente al Senyal Real de Aragón. Tres
bandas de gules sobre fondo de oro, rematado por corona real, figura tallado
entre las garras de un grifo en el can oeste de la jácena más próxima al muro
norte, o de los pies. También aparece pintado en el frente de los registros
cuadrados laterales de la jácena nº 9 y el registro oeste de la nº 10,
Referencia a los Reyes Católicos
encontramos en dos motivos heráldicos representados en la techumbre. El primero
corresponde a la época de los Reyes Católicos antes de la toma de Granada, ya
que la misma no figura en el blasón. Cuartelado: en primero y cuarto, nuevo
cuarteado con castillo de tres torres sobre gules en primero y cuarto y león
rampante negro sobre blanco en segundo y tercero (representaciones de los
reinos de Castilla y León); en segundo y tercero, partido, a la izquierda dos
palos de gules sobre fondo de oro y a la derecha cuarteado en sotuer, con
primero y cuarto con dos palos de gules en fondo de oro; segundo y tercero,
águilas sable coronadas de oro, picadas y membradas de gules
(representando los reinos de Aragón y de Sicilia). Aparece tallado y entre las
manos de obispos en los canes este de la segunda jácena, primera exenta próxima
al muro de los pies, y de la décima. Pintado se representa en el centro de las
jácenas nº 9 y 10.
El segundo motivo relacionado con
los Reyes Católicos corresponde al lema del rey Fernando II de Aragón “TANTO
MONTA”, junto al nudo gordiano con el yugo. Se representa
pintado en los laterales del registro este de la décima jácena, y en el papo de
sus dos registros laterales. También aparece en los laterales de la zona recta
del can oeste de la octava jácena.
Por último, en dos jaldetas
colocadas junto al muro oeste de la segunda calle, contando desde el muro de
los pies, aparece el escudo heráldico del obispo Jaime Sarroca, dos torres de
ajedrez en color oro sobre fondo estrellado, que ocupó la sede oscense entre
1273 y 1290, y que serían reaprovechadas de una techumbre de aquella época
cuando se construye la primera del siglo XV o cuando se modifica en el XVII,
algo que queda pendiente de estudio.
La primera jácena (nº 1 de la
fotografía superior), más bien tabla de cierre, se sitúa en el muro de los pies
o septentrional del Salón. El motivo que cubre los cuatro alargados registros
es de tipo geométrico desarrollando una tracería de estilo gótico en forma de
serie de achatados círculos que encierran formas cuadrifoliadas con una flor
abierta, rosa, en el centro; se completa con formas flamígeras y de gotas. Los
finos trazos que desarrollan los dibujos son de color dorado perfilados por un
marrón muy claro sobre fondo negro. Ese fondo y la finura y tonos de la
tracería hacen que destaquen sobre el resto de la superficie los fuertes tonos
de las pequeñas flores centrales.
Los tres registros cuadrados
intermedios se rellenan, como como es habitual en la mayoría de las jácenas,
con el escudo heráldico del obispo Espés acompañado de estilizadas formas
vegetales. La cenefa que enmarca los registros lleva una cinta en zigzag de
color blanco sobre fondo negro, con una fina línea roja separándola de los
cuatro alargados registros de temática geométrica.
Los dos canes sobre los que apoya
esta primera jácena llevan el mismo motivo decorativo, tanto en la zona pintada
de la parte recta como en la tallada de la quilla.
Esta última representa la figura de un dragón enroscado que, con la cabeza vuelta hacia atrás, trata de morder su cola. Se aprecian perfectamente los cuartos traseros, el cuello enroscado, la crestería sobre el mismo, la cola terminada en esa forma característica de la época en flor de lis, y la cabeza con los rasgos bien definidos por la talla. La diferencia más notable con el can del lado contrario es la policromía, que aquí se han recuperado en buena parte los tonos marrones con otros más oscuros que delimitan las sombras, mientras que en aquél apenas se aprecia.
Esta última representa la figura de un dragón enroscado que, con la cabeza vuelta hacia atrás, trata de morder su cola. Se aprecian perfectamente los cuartos traseros, el cuello enroscado, la crestería sobre el mismo, la cola terminada en esa forma característica de la época en flor de lis, y la cabeza con los rasgos bien definidos por la talla. La diferencia más notable con el can del lado contrario es la policromía, que aquí se han recuperado en buena parte los tonos marrones con otros más oscuros que delimitan las sombras, mientras que en aquél apenas se aprecia.
Estos dos canes son los que en
mejor estado conservan el motivo y la policromía que cubren las zonas rectas
próximas a los muros. El motivo, que se verá en la mayoría del resto de canes
con pequeñas variaciones, es de tipo vegetal y floral. Parte de una gran flor o
capullo a modo de eje central del que salen sendos vástagos laterales con
grandes hojas que terminan en flores del mismo tipo que la central. En la parte
superior de esta última asoma un grupo de granos o semillas. La policromía
combina tonos azules en las hojas con marrones perfilados en negro en flores y
tallos, todo sobre fondo en rojo. La escasa superficie del papo se cubre con
tracería gótica, común al resto de canes.
Como he comentado en la página
anterior, el can del lado oeste de esta primera jácena desarrolla la misma
temática decorativa que el del lado contrario. La figura tallada en la quilla
en forma de dragón con la cabeza vuelta tratando de morderse la cola,
únicamente se diferencia de aquélla en que ha perdido prácticamente la
policromía.
Idéntico también es el motivo que
cubre la zona recta, que igualmente se conserva en perfecto estado. De la flor central,
de la que sale un grupo de semillas o granos, parten abultados tallos con hojas
que terminan en otras flores. Sobre fondo rojo, se combinan tonalidades azules
en las hojas con marrones en los vástagos y flores.
Poco se puede aportar sobre la decoración
pintada que cubría los cuatro alargados registros de cada lateral en esta
segunda viga, excepto las cenefas que los enmarcaban, que se rellenan con un
motivo seriado de estilizadas “eses” en horizontal de color blanco sobre fondo
negro.
A pesar de ello la jácena es una de las más
interesantes ya que, en los laterales de los tres pequeños registros
intermedios, en lugar del consabido motivo heráldico del obispo Espés, figura
una gran rosa abierta en tonos rojizos y dorados perfilados en negro,
acompañada de estilizadas formas vegetales. También se conserva la parte del
papo de los tres registros: roseta pinjante dorada en el central, y manos
orantes con el rosario entrelazado, en las tablas laterales.
Hay una serie de detalles en esta jácena en
relación con otras dos de la techumbre que, aunque ya las cité en la página que
trata sobre las vigas, es interesante volver a recordar.
En primer lugar, si tomamos la estructura del
alfarje anterior a la restauración, o sea con nueve jácenas completas más las
dos de cierre en los muros septentrional y meridional, hay dos que rompen los
esquemas del resto en el tema de la heráldica que figura en las mismas, y que
curiosamente ocupan una posición simétrica en la composición: la que estamos
viendo es la primera exenta por el lado norte, que en lugar de los escudos del
obispo Espés, lleva en los registros cuadrados la rosa abierta antes citada; la
del lado sur, cubre los tres registros cuadrados con los escudos de Aragón,
reinos unificados por los Reyes Católicos y el yugo con el nudo gordiano de
Fernando de Aragón, a lo que hay que añadir que en el papo de los dos registros
laterales el motivo de las manos orantes se sustituye por el lema TANTO MONTA
junto al jugo y nudo gordiano.
En segundo lugar, también son discordantes los
escudos heráldicos que portan las figuras de los canes. En esta septentrional,
tampoco aparece el del obispo Espés que se sustituye por el de Aragón, que
sujeta un grifo, en el can oriental y por el de los Reyes Católicos, entre las
manos de un obispo, en el contrario. En la jácena meridional, sí que figura el
escudo del obispo Espés en el can occidental, pero no en el contrario, que es
sustituido por el de los Reyes Católicos, que al igual que en la jácena
anterior se coloca entre las manos de un obispo.
El can del lado oriental de esta primera jácena
exenta cercana al muro de los pies no solamente difiere de la mayoría del resto
en el escudo que porta la figura tallada en la quilla, sino que también
encontramos un motivo novedoso en los laterales de la parte recta.
En ambos lados de la zona del can más próxima
al muro no se reproduce el tema vegetal y floral que iremos viendo en el resto,
sino que se rellena con cinco rosas abiertas en color rojo intenso sobre fondo
azul, una significativamente más grande en el centro y cuatro más pequeñas en
los laterales. Es el mismo motivo visto en los laterales de los registros
cuadrados de la jácena. Si la parte recayente a la cabecera está perdida en
buena parte, la contraria se conserva en perfecto estado. En el papo se ha
recuperado la primitiva tracería gótica en tonos rojos y azules. Se conserva en
buena parte la policromía del enmarque exterior, tanto de laterales como de
papo, en forma de espiga en negro sobre fondo blanco.
En la quilla se representa la figura de un
grifo que sujeta entre sus manos un escudo coronado con las barras del Senyal
Real de Aragón. El grifo está sentado sobre sus cuartos traseros y en sus alas
y plumaje del torso se definen los contornos con tonos rojos. Conserva la
cabeza, incluido el ganchudo pico en buen estado.
Esta figura de grifo solamente se repite otra
vez en la techumbre, y curiosamente lo hace en el can de este mismo lado de la
séptima jácena sujetando el deteriorado escudo heráldico que se ha relacionado
con la familia Bardají, o sea, que ninguno de los grifos porta el escudo del
obispo Espés, quizás porque se pretendió representar tallado el motivo central
de su blasón heráldico y su relación directa con los reyes aragoneses y, en
alguna medida con la familia Bardají.
Como se ha comentado anteriormente, también el
can del lado occidental de esta segunda jácena rompe la tónica decorativa
general del alfarje en cuanto a la heráldica que acompaña a la figura tallada
en la quilla, no así en los laterales de la zona recta que sí que son
recurrentes con la mayoría del resto.
La decoración pintada de estas zonas es similar
a la vista en los canes de la jácena anterior, con esa flor central, de la que
sale un racimo de granos o semillas, y abultados tallos con grandes hojas que
terminan en sendas flores en los laterales. El colorido también es el ya visto,
tonos azulados para las hojas y marrones para flores y vástagos, sobre fondo
rojo. Ambos laterales se conservan en buen estado. En el papo se retiró la
tabla moderna que lo cubría y ha quedado a la vista la tracería gótica
original.
La figura tallada en la quilla representa a un
obispo tocado con la mitra episcopal y cubierto con una capa roja, siguiendo el
modelo de las otras dos figuras de prelados que hay en la techumbre. En lugar
del escudo del obispo Espés, sujeta entre sus manos el escudo coronado de los
Reinos de los territorios unidos tras el matrimonio de Isabel de Castilla y
Fernando II de Aragón: cuartelado, en 1º y 4º el escudo de Castilla-León, y en
2º y 3º los de la Corona de Aragón y Reino de Sicilia. Falta la granada en la
parte inferior, puesto que cuando se realizó el alfarje en 1478, todavía no se
había conquistado este reino.
Al igual que con el grifo del lado contrario,
hay que hacer unas consideraciones sobre esta figura. En primer lugar, la mitra
que porta sobre la cabeza está completa, o sea, que lleva también las ínfulas o
cintas laterales, algo que no sucede con las otras dos tallas de prelados que
hay en la techumbre. También es significativo que porte el escudo de los Reyes
Católicos. Ambas circunstancias me llevan a especular sobre si en realidad no
se quiso representar al propio obispo Antonio Espés con el motivo heráldico
real en las manos, a la vez que en el lado contrario lo hacía, en forma de
grifo, con el Senyal Real de Aragón. Faltaría por concretar el significado de
esa rosa roja abierta.
Dentro de las vigas que se cubren con temática
geométrica, la parte recayente a la cabecera del salón de la tercera jácena es
de las mejor conservadas del alfarje, tanto en cuanto al desarrollo de los
motivos como a su policromía, algo que también es extensible a los motivos
heráldicos del obispo Espés. No sucede lo mismo en el lado contrario, donde
buena parte de la zona central se ha perdido.
El motivo es idéntico al visto en la jácena del
muro septentrional, a base de formas cuadrifoliadas con pequeñas flores en el
centro, todo inscrito en círculos achatados acompañados de formas flamígeras y
de gotas rellenando los espacios libres. La tracería, mucho más gruesa que la
de la viga del muro sur, tiene un fuerte tono dorado ribeteado por dos finas
líneas rojas, sobre fondo negro. Las cenefas que enmarcan los registros se
rellenan con una tira formando pliegues en zigzag con dobles tonos que le imprimen
sensación de relieve.
En la parte del papo, se pueden apreciar,
también en perfecto estado, las dos tablas con las manos orantes y el rosario,
y la roseta pinjante dorada central, así como la doble divisa moderna del
“TANTO MONTA”, colocada de forma que es legible desde los dos lados.
En el can del lado oriental de esta tercera
jácena también apreciamos una figura novedosa dentro de las tallas que decoran
las quillas de los canes. En cuanto a la parte recta que empotra en el muro, la
decoración pintada se encuentra en un estado de deterioro importante que apenas
deja apreciar en conjunto el motivo que se representa.
Por lo que se observa, sobre todo en el lado
recayente a la cabecera de la sala, la temática que cubre estos laterales es de
tipo vegetal, similar a lo ya descrito, aunque con la novedad de que faltan
esas grandes flores o capullos abiertos, quedando reducido el conjunto a
abultados vástagos con grandes hojas enroscadas. La policromía sigue con los
tonos marrones para los tallos y azulados para las hojas, todo sobre el
consabido fondo rojo. En el papo, una vez retirada la tabla moderna, ha quedado
a la vista el contorno de la tracería gótica, en forma de gotas, que la cubre.
En la quilla esta tallada la figura de un
animal peludo sentado sobre sus cuartos traseros, que Antonio Naval identifica
como un mono, y que sujeta el escudo del obispo Espés entre sus garras
delanteras. Viste una especie de chaleco en rojo con ribetes negros en las
terminaciones y cuello picudo, y cubre la cabeza con una capucha que parece ser
era del mismo color, aunque lo ha perdido prácticamente en su totalidad.
En la cabeza falta buena parte de la parte inferior y de la nariz, aunque
conserva en un estado aceptable la definición de sus rasgos en la parte superior,
en ojos y cejas.
En el can del lado oeste de esta tercera jácena
vemos tallada en la quilla la figura de un dragón. Como iremos observando, la
decoración policromada de los laterales de la zona recta es repetitiva.
Los laterales de la parte del can que se
empotra en el muro repiten la composición floral y vegetal ya vista en las
mismas zonas de otros canes, en ambos casos en un aceptable estado de
conservación. Una flor central de la que sale un grupo de granos o semillas en
la parte alta y unos vástagos con grandes hojas que terminan en sendas flores
laterales forman la composición. La policromía combina los tonos azules y
marrones ya vistos sobre fondo rojo. El papo se rellena con los motivos
geométricos de tipo gótico tallados entre un doble enmarque, en rojo entre
finas líneas negras el interior, y en negro en forma de punta de flecha sobre
fondo blanco en el exterior en forma esquinera con el enmarque exterior de los
laterales.
La figura tallada en el can representa a un
dragón de cuerpo escamoso con abultadas alas plegadas en los costados de color
rojo con detalles de botón en negro. Como es habitual en las figuras
animalescas de la techumbre, descansa sobre sus cuartos traseros y sujeta entre
las garras delanteras el escudo del obispo Espés. En la cabeza, orejas
puntiagudas, ojos rehundidos con pobladas cejas unidas encima de la nariz, a la
que le falta la terminación. La boca abierta deja ver las dos filas de dientes
y el paladar.
Poco se puede decir de la cuarta jácena, ya que
ha perdido completamente la decoración pintada que cubría los cuatro alargados
espacios de cada lateral. Únicamente se han conservado los escudos heráldicos
del obispo Espés acompañados de los recurrentes y estilizados motivos vegetales
en los laterales, una de las tablas con las manos orantes y el rosario, y la
parte superior de la roseta dorada central, así como las cenefas que enmarcan
los diferentes registros, en forma de “eses” en horizontal de color blanco
sobre fondo negro. Además, parte de la jácena de la zona encima del can del
ángel ha tenido que ser repuesta con madera nueva.
En este can del lado oriental de la cuarta
jácena encontramos una de las figuras más extrañas del alfarje. En cuanto a la
zona recta que se empotra en el muro, a pesar de que la tabla de uno de los
lados esta partida por el centro, se aprecia perfectamente el motivo que los
cubre y su policromía.
El tema que rellena las dos tablas de la zona
recta del can es similar al visto hasta el momento, sobre todo en el del lado
contrario de esta misma jácena. Juego de tonos en marrón y azul para colorear
las flores abiertas y los abultados tallos los primeros, y las hojas los
segundos, todo sobre un fuerte color rojo.
La figura tallada en la quilla tiene forma de
híbrido entre animal y humano. Antonio Naval, en su publicación sobre el
Palacio Episcopal, la define como “carnero con escamas”. Se representa sentado
sobre los cuartos traseros de un animal con escamas perfiladas en negro sobre
fondo azulado. La parte superior del cuerpo corresponde a un personaje que
sujeta con las manos el escudo del obispo Espés. Viste camisola en rojo y cubre
la cabeza con un tocado con cuello picudo sobre el que va una especie de gorro
con dos abultadas bolas en los laterales. La cabeza está ligeramente inclinada
hacia un lado.
En este can encontramos la primera figura de
ángel de las cuatro que hay en la techumbre, además de una decoración pintada
en los laterales de la parte de lo mejor conservado en su definición y
policromía.
En ambos lados de la parte recta del can se
aprecia en buen estado de conservación la decoración pintada, con el motivo
común a ambos lados ya visto anteriormente. De una gran flor o capullo central
salen abultados vástagos con grandes hojas que terminan en sendas flores,
también abiertas, en los laterales; de la parte superior de la flor central
salen más hojas y un grupo de granos o semillas. La policromía combina los
tonos marrones de tallos y flores con otros azulados de distinta intensidad en
las hojas, todo sobre fondo rojo.
La talla de la quilla representa a un ángel que
sujeta con sus manos el escudo del obispo Espés, figura que veremos en otras
tres ocasiones. Se cubre, al igual que el resto, con capa, que en este caso es
de tono celeste, y que además va decorada con trazos negros dibujando motivos
vegetales; cierra con un cuello dorado salpicado de perlas en negro, y luce
cabellera ensortijada de color dorado.
La quinta jácena es una de las más castigadas
por los sucesivos refuerzos que a lo largo del tiempo se fueron colocando en el
alfarje para evitar su derrumbe. Así lo deja patente la amplia cicatriz que
recorre en diagonal la zona recta del can del ángel y parte de la jácena de
este mismo lado, y que corresponde a una cercha metálica que la cubría, visible
en los laterales del can, pero no en la viga, ya que quedaba oculto por las
tablas que se coloraron en los lados. Tras la restauración se retiró este
refuerzo metálico y se sustituyó la zona dañada por madera nueva y lisa, por lo
que se aprecia perfectamente la zona que ocupaba.
Los tres pequeños registros en U conservan la
decoración prácticamente intacta, excepto el escudo del obispo Espés en los dos
laterales donde sujetaba el refuerzo metálico y la parte de los laterales que
recorría el mismo, así como la zona encima del mismo can del ángel perdida en
su parte superior. Si que se aprecian en el papo los tres motivos originales:
los laterales con las manos orantes y el rosario, y la roseta dorada central.
Todos los registros de ambos lados van enmarcados por una cenefa a base de
“eses” en horizontal de color blanco sobre fondo negro.
La decoración pintada que cubre sus laterales
es de tipo geométrico que desarrolla el motivo ya recurrente en otras jácenas,
y que consta de una serie de formas cuadrifoliadas con una flor abierta en el
centro inscritas en un círculo con las partes superior e inferior achatadas;
los espacios que quedan libres se cubren con formas flamígeras y de gotas.
La única diferencia entre ambos laterales la
encontramos en la policromía. En el lateral recayente a la cabecera la tracería
es de color dorado ribeteado con finas líneas rojas sobre fondo azul celeste.
En el lado contrario la tracería es más oscura, de color marrón con el mismo
ribete rojo y también sobre fondo azulado.
En la tocadura de la jácena, encima del can
izquierdo del lado recayente a la cabecera se ha recuperado un pequeño retazo
de su policromía de color azul en la que vemos por primera vez en estas zonas
la divisa en blanco del obispo Espés: “tu es mea spes”.
De los dos canes de esta jácena éste del lado
oriental es el mejor conservado. Parece ser que en esta zona no fue necesario
reforzar la estructura.
La decoración pintada de la parte recta se
conserva en un relativo buen estado en el lado recayente a la cabecera, y
perdida en parte en el lado contrario. Podemos ver que sigue la tónica de lo
descrito hasta el momento, en forma de gran capullo o flor abierta central de
la que salen abultados tallos con grandes hojas. En el lateral de la cabecera,
de la flor central sale un grupo de granoso semillas, mientras que en el
contrario se aprecia como son tallos y flores más pequeñas. En cuanto a la
policromía, apenas se aprecian otras tonalidades que no sean de color azul, en
contraposición con la variedad de lo visto hasta el momento.
La figura de la quilla representa a un prelado,
tal vez un cardenal, cubierto con capa pluvial de remarcados pliegues, en color
rojo, que sujeta con sus manos el escudo del obispo Espés. Cubre la cabeza con
capelo del mismo tono rojizo, que ha perdido la parte delantera, sobre una
media melena. Los rasgos del rostro parecen corresponder a una persona joven.
En los dos laterales del can derecho de la
novena jácena se puede apreciar perfectamente el perfil del refuerzo metálico
que se colocó para sustentar esa parte de la jácena, y que al retirarlo se ha
rellenado con madera nueva, perfectamente diferenciada del resto.
Ese añadido férreo causó importantes daños en
la decoración pintada de estas zonas, de tal manera que en ambas únicamente es
visible una pequeña parte de esta, aunque por lo que resta, y por lo visto
hasta el momento, sigue el mismo patrón que el resto de los canes, a base de
abultados motivos vegetales en torno a un gran capullo o flor abierta central,
en tonos azules y marrones sobre fondo rojo.
La figura tallada en la quilla del can ya se ha
visto en el mismo lado oeste de la jácena contigua, aunque con distintos rasgos
y policromía. Representa la figura de un ángel que sustenta con sus manos el
consabido escudo del obispo Espés. Está cubierto con una capa de color dorado,
y luce las alas en vistoso color rojo con el plumaje perfilado en negro. La
zona de la cabeza presenta pequeños desperfectos, visibles en la nariz y en la
pérdida de la policromía. Los cabellos ensortijados en color oro caen hasta el
cuello de la capa.
En la sexta jácena encontramos por primera vez
discrepancia entre los motivos que decoran ambos laterales: de tipo vegetal en
el recayente a la cabecera del Salón, y geométrica en el contrario. Además,
será la última vez que se vea completa la decoración del papo, que incluye la
roseta pinjante dorada central y las dos tablas laterales con las manos en
posición orante y el rosario entrelazado, motivo relacionado con el obispo
Espés. Ocupando los dos alargados espacios entre estos elementos del siglo XV,
la doble divisa moderna del “TANTO MONTA”, colocada en las dos direcciones, y
que se optó por mantener a pesar de no ser parte de la primitiva techumbre, ya
que su colocación fue la que dio el actual nombre a esta dependencia.
El lateral recayente a la cabecera es uno de
los que mejor han conservado su policromía, ya que se ha recuperado en toda su
extensión. El motivo que cubre los cuatro alargados registros de la viga, es en
su composición similar a los que rellenan las partes rectas de los canes, ya
que parte de un gran capullo o flor abierta de cuya parte inferior salen
vástagos de grandes hojas en tonos verdes, que terminan en una hoja tipo vid en
un tono anaranjado. Del centro de la flor sale una forma de piña y dos pequeños
tallos terminados en lo que parecen bellotas, que también lo hacen de las
grandes hojas. Como es habitual, los tres pequeños registros cuadrados que
separan los anteriores los ocupa el escudo del obispo Espés entre estilizadas y
curvadas ramas. Enmarca todos los espacios una cenefa con una cinta blanca en
zig-zag sobre fondo blanco.
Peor conservado se encuentra el lateral
recayente a los pies de la sala, donde se ha perdido buena parte de su
policromía original que solo es apreciable en su totalidad en la zona sobre el
can de la derecha. El motivo parte del ya visto en jácenas anteriores, a base
de formas cuadrifoliadas que esta vez se inscriben en un alargado rectángulo
vertical con los lados superior e inferior redondeados. También varían los
tonos, mucho más simples que en el resto de los casos, ya que se limitan al
anaranjado de las líneas sobre un fondo blanco. La cenefa que enmarca los
registros desarrolla un motivo a base de estilizadas y pequeñas ramas curvas en
negro sobre fondo blanco, que veremos con frecuencia en otras jácenas.
En la tocadura encima del can derecho del lado
recayente a la cabecera, volvemos a encontrar la divisa del obispo Espés, ya
vista en la jácena anterior: “tu es mea spes”, también en caracteres en tono
blanco sobre fondo azul oscuro.
En el can del lado este de la sexta jácena
encontramos motivos ya vistos anteriormente en la policromía de la zona recta y
una figura animalesca tallada en la quilla que será recurrente en otros canes.
El motivo de los laterales de la parte recta
del can, muy perdido en el lado recayente a los pies, repite el tema del gran
capullo o flor abierta con grandes y abultados tallos y hojas en tonos azules y
marrones sobre fondo rojo. También quedan restos del enmarque exterior con
líneas negras en espiga sobre fondo blanco.
La figura de la quilla representa a un animal
cuadrúpedo sentado sobre sus cuartos traseros que sujeta entre sus garras
delanteras el escudo del obispo Espés, y que Antonio Naval define como
“perro-hiena”. La parte inferior del cuerpo se cubre de pelo remarcado con
líneas y zonas negras, mientras que la superior está tallada en forma de
abultada melena. Lo más llamativo y curioso de esta figura es su cabeza, con un
rostro redondeado al que se le ha dado una expresión que podríamos definir como
“bonachona” con ojos rehundidos y boca muy grande ligeramente abierta. Conserva
en buen estado la policromía en negro que marca los rasgos.
En el can occidental de esta sexta jácena
encontramos una de las figuras más curiosas de la techumbre, además de la
consabida decoración vegetal en los laterales rectos.
Esta decoración en los laterales de la zona
recta del papo sigue el esquema ya visto en otros canes, aunque se va notando
una cierta tendencia a sustituir los colores marrones por distintas tonalidades
de azul, con un gran capullo o flor abierta en el centro de la que salen
abultados tallos y hojas, que parecen de vid, todo en tonos azules y marrones
sobre fondo rojo, en el lateral recayente a los pies de la sala. En la
contraria el motivo se encuentra medio perdido, a pesar de lo que se aprecia
una variación respecto al modelo anterior, ya que parece ser que aquí no hay
flor abierta central, sino otro tallo con grandes hojas, todo en los mismos
tonos que el del lado contrario.
La figura tallada en la quilla representa a un
personaje de largas barbas y melena que le llega hasta el cuello de la capa de
color magenta oscuro con la que se cubre. Conserva en buen estado la policromía
que marca los rasgos del rostro, melena y barba, a la que le falta la parte
inferior. Va tocado con un sombrero de color rojo, al que también le falta la
parte del ala anterior, y como es común al resto de figuras, sujeta entre sus
manos el escudo del obispo Espés tocado con la mitra episcopal. Tal vez el
artista quiso representar en este caso la figura de un peregrino.
La séptima jácena del alfarje, según la
disposición que ha quedado tras la restauración, ocupa la posición central de
la techumbre. Nuevamente encontramos la decoración de tipo geométrico vista en
varias de las jácenas anteriores decorando los dos laterales de esta séptima
viga. Prácticamente se han recuperado todas las superficies, excepto una
pequeña zona próxima al muro de la derecha encima del can de este lado, y parte
del escudo central. También falta la tabla del paño del lado contrario. Si en
la segunda jácena hablábamos de una simetría entre ésta y la décima, en cuanto
a ruptura de moldes en la temática heráldica, dentro de la estructura de la
techumbre antes de la restauración, en esa séptima hay que reseñar su situación
en la actual distribución del alfarje, ocupando el centro de la techumbre, y
curiosamente con la figura del grifo en uno de sus canes con un motivo
heráldico que difiere de los vistos hasta el momento y de los que iremos
viendo.
El motivo, como ya se ha comentado
anteriormente, parte de una serie de formas cuadrifoliadas con una pequeña flor
abierta en su centro, que se completa con otras de tipo flamígero y de gotas o
lágrimas. En el lado recayente a la cabecera, que es el mejor conservado, se
aprecia el color dorado de las cintas sobre fondo negro, así como la cenefa que
enmarca los registros, que también es recurrente, a base de una sucesión de
finas hojas onduladas en color rojo, bastante perdido en muchas zonas, sobre el
mismo fondo negro.
En los tres espacios cuadrados que separan los
cuatro anteriores se reproduce el escudo del obispo Espés entre dos estilizadas
ramas. La tabla central del papo de estos espacios la ocupa la consabida roseta
dorada, y de las dos laterales, la occidental, próxima al ángel, lleva el
motivo de las manos en posición orante con el rosario entrelazado, también
atribuido al mismo prelado, mientras que la del lado contrario, junto al grifo,
está perdida.
El can del lado este de la séptima jácena es
uno de los más castigados en las sucesivas intervenciones en el alfarje hasta
su restauración, como se puede apreciar en las fotografías inferiores.
Ese deterioro es patente especialmente en la
decoración de la parte recta que se empotra en el muro, donde únicamente se ha
recuperado un pequeño retazo de la decoración original en la esquina inferior
derecha del lado recayente a los pies. El teleobjetivo permite apreciar lo que
parece la parte inferior de dos letras, quizás una V y una D, sobre fondo azul
ribeteado en rojo.
La figura tallada en la quilla representa a un
grifo sentado sobre sus cuartos traseros que sujeta entre sus garras delanteras
un escudo muy deteriorado que se ha relacionado con el obispo Belenguer de
Bardaxí, artífice de la profunda reforma que se realizó en el salón en la primera
mitad del siglo XVII. El bandado azul y blanco, que también aparece en las
tabicas de la tablazón junto al del obispo Espés ha llevado a esta conclusión,
aunque, a falta de confirmar, parece ser que la restauración ha determinado que
es obra coetánea del resto de la techumbre, o sea del siglo XV, y no un añadido
del XVII, con lo que queda pendiente su adscripción. Escudo bandado en oro y
azul oscuro o negro corresponde a la familia Bardají, tal y como se puede ver
en la techumbre de la mezquita de Tórtoles y en el Salón de los Obispos del
Palacio Episcopal de Tarazona, en ambos casos en relación con el obispo de esa
Diócesis Don Juan de Bardají que ocupó la sede turiasonense a mediados del
siglo XV.
En cuanto a la figura del grifo, al igual que
en la segunda jácena, todo parece indicar que alude al obispo Antonio Espés, ya
que se trata del motivo central de su escudo heráldico. Su estado de
conservación es aceptable, sobre todo en la zona de la parte superior del
cuerpo y en las alas, con su remarcado plumaje en rojo que se extiende al resto
del cuerpo. La zona más castigada corresponde al cuello, donde estaba colocada
una cercha de hierro como parte de la sujeción del can y la jácena.
El can occidental de esta séptima jácena
presenta un aceptable estado de conservación tras la restauración, que ha
eliminado los repintes en color verde que cubrían buena parte de su superficie,
algo que se aprecia especialmente en la capa del ángel.
En los laterales de la zona recta del can se ha
recuperado parte de su decoración primigenia. Como hemos ido viendo
anteriormente, también aquí se ha perdido buena parte de ésta, en este caso en
el lado recayente a los pies de la sala, mientras que en el contrario se
recuperado completa. El motivo que se desarrolla en ambos laterales es el ya
visto, en forma de gran flor o capullo central del que salen abultados vástagos
y hojas, que parecen de vid, en tonos azules y marrones sobre fondo rojo.
También se aprecia parte del enmarque exterior en negro sobre fondo blanco.
La figura de la quilla representa a un ángel
que sostiene con sus manos el escudo del obispo Espés tocado con la mitra
episcopal. Siguiendo la tónica del resto de figuras humanas de la techumbre, la
capa que lo cubre está tallada remarcando grandes pliegues en los laterales,
relieve que también se enfatiza en el plumaje de las alas. La tonalidad roja de
las alas y la azulada de la capa diferencian claramente ambos elementos. Cubre
la cabeza con una media melena resaltada con líneas negras. Se han recuperado los
rasgos del rostro: ojos, cejas y labios dibujos en color negro con un matiz más
claro en el iris de los ojos.
En la octava jácena, al igual que en el resto
de las vigas, la retirada de las tablas que cubrían sus laterales ha sacado a
la luz la decoración pintada original del siglo XV. De idéntica manera, se han
mantenido en el papo las dos leyendas “TANTO MONTA” a pesar de ser un añadido posterior,
al considerar que fue su colocación la que llevó a la actual denominación de
esta estancia.
Nos encontramos ante una de las jácenas que
mejor conserva el conjunto de su decoración, además de ser también una de las
pocas que combinan en sus dos lados los motivos vegetales y los geométricos.
Otro detalle a destacar es que es la primera desde la cabecera en la que se
puede ver en el papo de los pequeños registros cuadrados de los laterales la
representación de las manos juntas en posición orante entre las que hay un
rosario entrelazado, motivo que se vincula con el obispo Espés. El central
sigue la tónica general con una roseta sobredorada en forma de pinjante. Los
laterales de los tres se rellenan con el escudo del mismo prelado.
En el lado recayente a la cabecera del salón la
decoración es de tipo vegetal a base de dobles hojas unidas por un mismo tallo
que, en grupos de dos, se anudan en el centro para generar una forma de aspa.
El pequeño círculo central se rellena con una flor abierta. Predomina el color
verde con contornos en amarillo y celestes en las puntas de las hojas.
Rellenan los espacios entre esas grandes “aspas” otras más pequeñas y sencillas
en color blanco. Todo el conjunto se desarrolla sobre un fondo anaranjado y
enmarcado en cada uno de los cuatro registros por una cenefa de onduladas hojas
en blanco sobre fondo negro.
Los cuatro alargados registros del lateral
recayente a los pies del salón se cubren con un motivo geométrico similar al
visto en otras jácenas. Cada registro va enmarcado por una cenefa de
estilizados roleos en negro sobre fondo blanco.
El can empotrado en el muro oriental de esta
jácena presenta varias coincidencias con el del mismo lado de la décima jácena:
la figura tallada es idéntica a aquélla y los laterales de la parte recta
rompen la monotonía de la temática vegetal común a estas zonas ya que se cubren
con un motivo único, cuya presencia en la techumbre es además un elemento de
sumo interés.
Ambos laterales se cubren con la representación
de un astrolabio en la parte central del que parten estilizados tallos y hojas
hacia el exterior que rellenan el resto del espacio, todo sobre fondo rojo. La
cenefa que lo rodea lleva la siguiente leyenda referente al obispo Espés: “LO QUE * RAON * NO ALCANÇCA
* ALCANÇA FE * Y * SPE RANÇA” (según Ana Carrassón en el artículo reseñado en
la primera página), que vendría a traducirse como “LO QUE RAZÓN NO
ALCANZA, ALCANZA FE Y ESPERANZA. El estado de conservación de ambos laterales
es dispar, mientras que el recayente a la cabecera de la sala está
prácticamente perdido, el del lado contrario es el que conserva buena parte de
su diseño, y permite definir la descripción anterior.
La figura tallada en la quilla representa a un
obispo cubierto con una capa roja de remarcados pliegues laterales y mitra
episcopal sobre una melena negra. Como viene siendo habitual en la mayoría de
las figuras, con sus manos sujeta el escudo del obispo Espés sin coronar por la
mitra episcopal, detalle curioso, ya que en las fotografías no se aprecian que
en algún momento lo llevase.
En el can occidental de esta octava jácena volvemos
a encontrar motivos recurrentes en la decoración pintada de la zona recta, y la
figura de un animal híbrido tallada en la quilla.
Ambos lados de la zona recta próxima al muro se
decoran con temática vegetal en forma de gran flor o capullo central del que
salen abultados vástagos o tallos con grandes flores. La policromía combina los
habituales tonos marrones con celestes sobre fondo rojo. Se aprecia una zona
oscura en la parte alta de la flor central que parece corresponder a ese grupo
de granos o semillas que hay en otros canes. Se aprecia parte del enmarque
exterior en forma de cinta y punta de flecha en negro sobre fondo blanco.
La figura tallada en la quilla tiene forma de
animal cuadrúpedo sentado sobre los cuartos traseros y sujeta entre las garras
delanteras el escudo del obispo Espés. Los cuartos traseros se cubren con
pelaje perfilado en negro, mientras que la parte superior del cuerpo está
tallada en forma de abultada melena. Antonio Naval lo define como
“perro-hiena”, tal vez por la expresión, un tanto risueña, de su cara.
Gracias a su casi completa conservación, en el
lado recayente a la cabecera del salón de la novena jácena, podemos apreciar
perfectamente su llamativa policromía de temática vegetal. Los cuatro registros
rectangulares se rellenan a base de grandes y abultados tallos y hojas en
colores azules claros y grises para remarcar el relieve. Los registros se
enmarcan por una cenefa de hojas en tono claro con vuelta color rojo en torno a
un vástago central, sobre fondo negro, similar a la vista en el espacio encima
del can derecho en la segunda jácena.
Entre el follaje se intercala la figura de un
animal de orejas puntiagudas y boca abierta recostado, que parece ser un can.
En total se ven cuatro: uno en el centro del registro encima del can izquierdo,
otro en el centro del registro contiguo, un tercero a la izquierda en este
mismo espacio, con la cabeza y patas delanteras ocultas por el escudo de las
barras aragonesas, lo que puede indicar que éste se pintó encima de la
decoración vegetal; el último está colocado en el centro del registro central
de la derecha. El espacio encima del can de la derecha es el que se encuentra
más perdido, y no se aprecian restos de este motivo.
Muy perdida se encuentra la decoración del lado
contrario de la jácena, recayente a los pies, aunque se aprecian perfectamente
dos tipos de motivos diferentes, ambos también de temática vegetal. Encima del
can derecho y en la zona contigua del siguiente rectángulo se ve que el motivo
es similar al del lado contrario, incluso con dos animales recostados, uno en
el centro de la zona encima del can y el que está cerca del perdido motivo
heráldico. Por lo que resta la policromía aplicada es de tono azul.
Nada más apreciable queda hasta llegar al
escudo barrado que delimita, con el muro, el registro de la izquierda encima de
este can. Conservado casi en su totalidad, el tema es similar al del mismo
lugar en la treceava jácena, una de las dos recuperadas: abultadas formas
vegetales en dos tonalidades verdes con algún toque azul sobre fondo naranja
salpicado de pequeñas líneas curvas en blanco. Aunque perdida la zona de la
cabeza, se aprecia el mismo animal recostado visto en otras zonas de la jácena
y la parte superior de sus orejas puntiagudas, con la variante de que aquí se
le aplica policromía del mismo color verde que al resto. Enmarcan lo conservado
cenefas del mismo tipo que las del lado contrario, en forma de hojas en
idénticos tonos en torno a un vástago central, con la diferencia de que en el
fondo se aplica el azul.
De los motivos heráldicos que rellenaban los
tres registros menores, se conserva el del lado izquierdo del lateral hacia los
pies y el derecho y central del lado contrario, de los que se deduce que en los
cuatro espacios laterales se representaba la Senyal Real de Aragón, y el escudo
de los Reyes Católicos tras la unificación de sus territorios, en el central,
todos tocados con corona. De las zonas de los papos, únicamente resta la roseta
dorada central, siendo las tablas laterales y la que sustenta a aquélla
reposiciones modernas.
Por último, en la tocadura encima del can
occidental del lateral septentrional, se ha recuperado la divisa del obispo
Espés, que ya vimos en el mismo lugar de otras vigas y que también encontramos
en el papo del can derecho de la jácena empotrada en el muro: “tu es mea spes”,
en caracteres en tono rojo sobre fondo azul oscuro.
En el can del lado oriental de esta novena
jácena volvemos a encontrar otra figura extraña tallada en la quilla y
decoración recurrente en la zona recta.
Como en otras ocasiones, la policromía de la
parte recta se conserva en mejor estado en el lado de los pies que en el de la
cabecera, donde está muy perdida. Siguiendo la tónica de lo visto hasta el
momento, el tema parte de una gran flor central con un grupo de granos de uva
sobresaliendo de su parte superior, acompañado de grandes vástagos y hojas, con
la policromía muy difuminada, de la que solamente se aprecia perfectamente el
fondo en color rojo.
La figura tallada en la quilla representa a un
animal sentado sobre sus cuartos traseros. Si el cuerpo y cabeza están
cubiertos de pelaje remarcado por líneas negras sobre el fondo marrón, y la
fisonomía de los cuartos traseros es la propia de un animal, los brazos y las
manos que sustentan el escudo del obispo Espés parecen humanos. Cubre la cabeza
con un tocado picudo similar a los que llevaban los escuderos medievales. Para
Antonio Naval representa a un “mono con capucha”, aunque los rasgos no parecen
corresponder con este animal.
En el can del lado occidental de la novena
jácena encontramos una de las figuras talladas que mejor se han conservado.
Como vamos viendo, no ocurre lo mismo con la policromía que decora los laterales
de la parte recta.
Los motivos que cubren los laterales de la
parte recta del can son los ya vistos anteriormente: un gran capullo central
del que salen abultados vástagos con grandes hojas que terminan, a su vez en
otras dos grandes flores del mismo tipo en los laterales. Un grupo de granos,
tal vez uvas, asoman por la parte alta del capullo central. Si en el lado
recayente a los pies predominan los tonos azules sobre el fondo rojo con los
granos en color oscuro, en el contrario estos colores se combinan con verdes.
Por cierto, la tabla de este lado está colocada al revés. De los dos finos
enmarques en los que se inscriben estas tablas restan algunos retazos de la
exterior, en forma de cinta de color blanco sobre fondo negro en la zona
inferior y de punta de flecha en los mismos tonos en los laterales. De la
interior, únicamente se aprecian pequeñas zonas amarillas. En el papo se ha
repuesto una tracería gótica sobre fondo azulado.
La figura tallada en la quilla representa a un
animal cuadrúpedo, que al igual que en el resto de las figuras de este tipo,
está sentado sobre sus cuartos traseros y sujeta con las garras delanteras el
escudo del obispo Espés. Es una de las pocas figuras, aparte de las que
representan personas, sobre las que no parece haber duda de lo que se quiere
representar, en este caso un perro. Sobre un color claro se perfila el pelaje
en negro, color que también se aplica en las zonas de la cabeza y parte alta de
patas delanteras y traseras.
En la décima jácena, primera exenta en la
techumbre antigua contando desde la cabecera, encontramos nuevos elementos
heráldicos que vienen a sustituir, excepto en la figura tallada en el can
oeste, a los del obispo Espés, tanto en cuanto al escudo heráldico propiamente
dicho, como a las manos orantes con el rosario entrelazado del papo de la viga.
Ya comenté al tratar la segunda jácena, primera exenta en el lado de los pies,
su sincronismo con ésta en cuanto a la variación heráldica de ambas en relación
con su posición en la techumbre antes del añadido en la restauración de las dos
contiguas hacia la cabecera.
La decoración geométrica de los cuatro
alargados registros de cada lateral es similar a la vista anteriormente, a base
de formas cuadrifoliadas con una pequeña roseta central. Su estado de
conservación es bueno, sobre todo en el lado que mira a la cabecera,
apreciándose el fondo rojo sobre el que se desarrolla el motivo mediante cintas
negras.
Si contamos desde la cabecera, ésta es la
primera jácena en la vemos el lema “TANTO MONTA” en los dos registros del papo,
colocados uno en cada dirección, de tal manera que la leyenda es legible desde
ambos lados. Como se vio en su momento, en la restauración se ha optado
por respetar este añadido moderno.
En cuanto a la heráldica de los tres pequeños
registros que separan los anteriores, el escudo del obispo Espés se sustituye
por el de los reinos unidos de los Reyes Católicos en el centro, el barrado del
Senyal Real de Aragón en el lado oeste, y el emblema de Fernando II en el
contrario, nudo gordiano atado al yugo sobre fondo naranja con la leyenda “tanto monta” en caracteres góticos
negros. En el papo, sobre el fondo negro de una tablilla el mismo lema con el
yugo y las letras en oro y ligero relieve. La misma tablilla se aplica en el
papo del lado contrario, mientras que el centro lo ocupa la abultada roseta
dorada común a todas las jácenas.
El can del lado oriental de esta décima jácena
es uno de los más interesantes de la techumbre, y no por la figura tallada en
la quilla, sino por el escudo heráldico que sustenta y los motivos que decoran
los laterales rectos, que rompen los esquemas decorativos de estas zonas en el
resto de los canes.
En los lados rectos, en lugar de la consabida
temática vegetal, se representa la divisa del rey Fernando II de Aragón: el
nudo gordiano atado al yugo con la leyenda “Tanto Monta” en caracteres góticos.
Sobre fondo rojo, letras y yugo en color oro. Como se puede ver en las
fotografías, el lado recayente a los pies de la sala se conserva más completo
que el contrario.
En la quilla está tallada la figura de un
obispo tocado con mitra episcopal que sujeta con sus manos el escudo de los
territorios unidos tras el matrimonio de Isabel de Castilla y Fernando II de
Aragón: cuartelado, en 1º y 4º el escudo de Castilla-León, y en 2º y 3º los de
la Corona de Aragón y Reino de Sicilia. Falta la granada en la parte inferior,
puesto que cuando se realizó el alfarje en 1478, todavía no se había
conquistado este reino.
Si la figura tallada de este can se ha podido
recuperar en un estado más que aceptable, no ocurre lo mismo con la decoración
pintada de los laterales en la zona recta, perdida totalmente en el lado de los
pies y conservada parcialmente en el contrario.
De lo que resta en este lateral se aprecia que
la temática sigue el modelo de lo visto hasta el momento, en forma de abultados
vástagos y hojas con una flor abierta central y otras dos en los laterales.
Sobre el consabido tono rojo de fondo se aprecia un predominio de tonos
azulados con algún toque marrón en los dibujos.
La figura tallada en la quilla representa a un
animal sentado sobre sus cuartos traseros que sujeta entre sus garras
delanteras el escudo heráldico del obispo Espés. Su cuerpo está cubierto con
una especia de pelaje, plumaje o escamas, perfilado con unos gruesos trazos
negros. El color del cuerpo parece de un tono azul. De la cabeza solo se
conserva la talla, ya que la policromía se perdió completamente. Antonio Naval
lo describe como un “mono con escamas”.
La que he numerado como undécima jácena se
corresponde, tanto en la techumbre antigua como en la restaurada, con el
contiguo al muro de la cabecera o meridional. En la distribución actual del
alfarje, quedan las dos jácenas repuestas entre la anterior y esta del muro,
que incluyo a continuación. (En la imagen superior resalto su situación
anterior y la actual)
Los cuatro alargados registros del lateral repiten la
temática geométrica vista anteriormente, a base de figuras cuadrifoliadas con
formas de lágrimas y flamígeras, aquí en un regular estado de conservación. Los
dibujos se forman a base de gruesas cintas de color claro sobre un fondo rojo.
Nuevamente encontramos otra variación respecto a la heráldica en los registros
cuadrados que separan los anteriores, y es que en los dos laterales el escudo
del obispo Espés es sustituido por el otro lema heráldico del mismo prelado:
las manos en posición orante con el rosario entrelazado; en el centro, muy
perdido, parece ser que sí que se representa el blasón heráldico del prelado.
Enmarcan los registros una cenefa a base de una cinta en zigzag sobre fondo
negro con finos trazos blancos. De la parte del papo, únicamente se conserva la
roseta dorada central.
Ambos canes comparten temática, tanto pintada en la
zona recta como tallada en la quilla, con figuras de leones.
La parte recta del can oriental sigue el modelo
generalizado de la mayoría de los canes, a base de tres grandes flores
abiertas, una central y dos laterales, unidas por abultados vástagos de los que
salen grandes hojas. La parte recayente al muro está perdida.
La quilla esta tallada en forma de león recostado en
el mismo tono de la madera con perfilados negros para acentuar relieve y
detalles.
El can del lado oeste de jácena, además de un
interesante dúo de cabezas de leones en la quilla, presenta como novedad la
divisa del obispo Espés en la estrecha zona del papo.
La parte recta sigue la tónica de lo visto
hasta el momento, y como única variante en relación con la del lado contrario
se puede citar su mejor estado de conservación, tanto en cuanto al dibujo en
sí, como a la policromía.
En la parte del papo de esta zona está inscrita
en letras gótica de tono rojizo, la divisa del obispo Espés: “tu es mea spes”,
que ya hemos visto en la tocadura de los canes de este mismo lado occidental en
otras jácenas de la techumbre.
La quilla se decora con dos cabezas de leones
con una curiosa expresión que podríamos calificar de “risueña”. Al igual que el
león del lado contrario, sobre el fondo de color madera se perfilan los
detalles y relieves con color negro. Al menos en lo conservado, únicamente la
policromía en color rojo de la lengua que queda a la vista es la única nota
colorista del conjunto.
La que he numerado como doceava jácena, primera
de las recuperadas en la restauración, es la mejor conservada de ambas, ya que
se ha sacado a la luz buena parte de su decoración lateral y los canes sobre
los que se sustenta. Al igual que en la segunda, el papo no conserva nada más
que la roseta central y una pequeña zona de esa cinta o cenefa blanca de formas
onduladas sobre fondo negro. Igualmente se ha repuesto en madera moderna buena
parte de la zona encima del can occidental, sobre todo en el lateral recayente
a la cabecera. Esta jácena es una de las pocas que presenta decoración
diferenciada en sus dos laterales: vegetal en el de la cabecera y geométrica en
el de los pies, o sea, los dos tipos que, con variaciones, cubren estas zonas
en todas las vigas.
En el lateral de la cabecera se aprecian los
escudos de armas, central y lateral izquierdo, del obispo Espés, habiéndose
perdido el derecho y la parte correspondiente a los papos.
De los cuatro registros en que queda dividido
el espacio por los motivos heráldicos, el correspondiente a la zona encima del
can derecho está totalmente perdido, así como parte del contiguo. El resto se
conservan en un estado aceptable. Delimitados por una cenefa de finas hojas en
negro sobre fondo rojo se desarrolla un entramado de grandes hojas perfiladas
en negro y anaranjado (tal vez rojo perdido en parte) acompañado de grupos de
finas líneas blancas, todo sobre un fondo cuyo tono no se aprecia bien.
Mejor conservación presenta el lateral
recayente a los pies del salón, donde lo perdido casi únicamente se reduce a la
zona recayente a la pared sobre el can izquierdo. De los tres registros
heráldicos se ve perfectamente el escudo del obispo Espés con buena parte de su
policromía y decoración lateral vegetal en el izquierdo. El central está más perdido,
y prácticamente inidentificable es el de la derecha, donde únicamente se
intuye.
Los cuatro alargados registros entre muros y
heráldica se cubren con el mismo motivo geométrico de tipo gótico en color
claro sobre fondo negro ya visto en otras jácenas. La cenefa que los enmarca
consta de una línea formando roleos en blanco sobre un fondo que podría ser
marrón.
Al igual que en el can contrario de esta
tercera jácena, si la quilla tallada se conserva en perfecto estado, no ocurre
lo mismo con la zona recta próxima al muro.
La policromía de la zona recta recayente a la
cabecera se ha perdido completamente, mientras que en la de los pies se ha
recuperado la parte central de la misma que, aunque presenta el mismo motivo
que la mayoría de los canes del alfarje, en forma de grandes flores abiertas
unidas por abultados tallos con grandes hojas, la policromía se reduce a
diversas tonalidades azuladas. Además, en el centro está pintado el escudo
heráldico del obispo Espés, algo que tampoco se ve en ningún otro can de la
techumbre. Hay que añadir que el grifo del escudo se ha representado con la
cabeza vuelta hacia la derecha, cuando en el original está girada hacia el lado
contrario.
La quilla lleva tallada la figura de un animal
cuadrúpedo sentado sobre los cuartos traseros que sujeta entre las garras
delanteras el escudo Espés. Es similar a la del lado contrario de la octava
jácena. Al igual que aquélla cubre los cuartos traseros con pelaje perfilado en
negro, mientras la parte superior de cuerpo está tallada en forma de abultada
melena. Antonio Naval lo define como “perro-hiena”, tal vez por la expresión,
un tanto risueña, de su cara.
En el can oeste de esta primera de las jácenas
recuperadas se representa en la quilla la figura de un ángel, el cuarto de la
techumbre, mientras que la policromía de las zonas rectas se encuentra muy
perdidas.
Nada queda de la zona recta recayente a los
pies, y aproximadamente solo la mitad de la contraria. Por lo conservado se
deduce que sigue la tónica generalizada de estas partes de los canes, con
abultados tallos de grandes hojas con tres grandes flores o capullos abiertos,
y un grupo de granos en la parte alta de la central. En el papo un motivo
geométrico tallado en relieve que parece obra de la restauración.
La quilla está tallada representando la figura
de un ángel que sujeta con las manos el escudo heráldico del obispo Espés
tocado con la mitra episcopal, el cuarto de la techumbre, todos en este lado
occidental. El ángel se cubre con una capa en rojo con muy marcados pliegues,
decorada con tallos y hojas en negro. Luce dos grandes alas en vistoso color
azul con las plumas perfiladas en negro.
La treceava jácena, primera exenta desde el
muro de la cabecera, corresponde a una de las dos que se han repuesto en la
reciente restauración. Según se observa lo recuperado es más bien escaso,
limitándose a pequeños retazos de la decoración de tipo vegetal que cubría sus
laterales. Los canes sobre los que apea, tal y como se puede ver en las
fotografías, son una reposición completa de los mismos, que únicamente perfilan
su forma.
En el papo se aprecia la roseta central y parte
de la madera original que únicamente presenta un pequeño resto de la cenefa
ondulada en blanco sobre fondo negro, a la derecha de la roseta.
En el lateral recayente a la cabecera del
salón, la decoración pintada también se encuentra prácticamente perdida. Es en
el lado contrario, hacia los pies, donde se pueden apreciar restos de esta
decoración, especialmente en la zona encima del can de la derecha. En el centro
se conservan pequeños restos dispersos que permiten establecer al menos los
tonos de la policromía: blanco, azul, rojo y verde. Por estos pequeños restos
se puede aventurar un cierto parecido con la temática vegetal vista en la
novena jácena, con la que también coincide en cuanto a formas y colorido la
parte mejor conservada encima del can occidental.
En esta zona se distinguen unas abultadas
formas de color verde oscuro (la derecha tiene una cierta forma de batracio)
sobre fondo del mismo color más claro. Salpican este fondo espacios de
diferentes formas con un motivo de finas líneas blancas sobre color rojo.
Enmarca el conjunto, y probablemente toda la viga, una cenefa de hojas en torno
a un vástago central en colores verde y azul sobre fondos de este mismo último
color y rojos.
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