1.- INTRODUCCION HISTORICA.
Aun sin
haber dado el paso trascendental de entrada en la Historia, el hombre inventó
la vela para hacerse a la mar. Y así, a finales del Neolítico, encontró la
forma de superar la impresionante barrera que el mar había supuesto hasta
entonces.
El
Mediterráneo como mar en torno al cual se desarrollaron las civilizaciones más
antiguas sería testigo de los primeros ensayos de navegación de cabotaje, y con
el inicio de las travesías, de la sensación de descubrir nuevos horizontes y otras
gentes, con las que intercambiar no sólo materias sino ideas.
Además de
la finalidad comercial que nunca desaparecería, con el tiempo la adopción de técnicas
de navegación más avanzadas -la conjunción de velamen, quilla y timón- la
experiencia de la exploración y el conocimiento de otras tierras darían lugar
en el I milenio a.C. a migraciones masivas y traslados definitivos de
población, quizás obligados por las circunstancias internas de su asentamiento
originario y atraídos por los nuevos descubrimientos.
Migraciones
que condujeron a fenicios de distintas ciudades-estado a abandonar la costa del
Mediterráneo Oriental para asentarse y fundar distintos enclaves costeros en
Occidente, Cartago y Lixus en el Norte de África, Gadir en la península
Ibérica, Tharros en Cerdeña...
También los
habitantes de algunas poleis griegas seguirían la ruta mediterránea, protagonizando
primero el origen de factorías comerciales y después el fenómeno colonial de mayor
envergadura en la antigüedad, con la fundación de colonias en los lugares de
emplazamiento más estratégico de las costas mediterráneas.
La impronta
de aquellos viajes, los avatares de la navegación y particularmente el nuevo hombre
griego, que frente al circunscrito al tradicional y cerrado mar Egeo, demuestra
una gran avidez de conocimientos, un ansia de contactos con pueblos y tierras
desconocidas hasta entonces y el interés por el otro obtiene su reflejo más
certero en la literatura clásica y el testimonio más lúcido en la Odisea.
Y el
Mediterráneo se convertiría en escenario de conflictos entre aquellos y otros
pueblos, pues a la posesión de enclaves costeros estratégicos pronto se sumaría
el interés por el control de las rutas marítimas, cuya dominio suponía en
definitiva la llave de acceso a determinados territorios.
En este
punto aparecerá la cultura que conseguirá que el Mediterráneo se convierta en
un mar propio: Roma.
La
civilización romana fue en sus inicios una cultura muy ligada a la tierra, a la
agricultura, con un río al lado, el Tiber.
Paradójicamente,
a pesar de la proximidad de Roma a la costa tirrena, su expansión en los siglos
V-IV a.C. se circunscribió a los territorios de la Península Itálica,
propiciando en cierto modo un tácito reparto de esferas que, a tenor de la
presencia griega y cartaginesa en los asentamientos costeros del sur de la
península y de Sicilia, dejaba la influencia sobre la zona marítima a las colonias
griegas y particularmente a la cada vez más poderosa Cartago.
Sin
embargo, el creciente ascenso de Roma y sus intereses sobre el sur de la
península Itálica terminarían por quebrar la tradicional alianza con Cartago,
iniciando una encarnizada rivalidad, que a la postre conllevaría la pérdida
progresiva del dominio cartaginés sobre el Mediterráneo occidental y la propia
destrucción de Cartago a manos de Roma.
El
conflicto con Cartago y, en consecuencia, la necesidad de hacer frente a una
potencia eminentemente marítima evidenció en principio las carencias del estado
romano en el ámbito marino y propició como respuesta la entrada de Roma en el
escenario marítimo del Mediterráneo.
Mapamundi del siglo I a.C.
Su
integración en este escenario no sólo significaría con el tiempo el control del
mar, sino la clave de acceso para lograr el dominio de los vastos territorios
que conocemos como Imperio Romano.
En este
sentido, desde la primera victoria naval en aguas de Mylae (Milazzo) en el año
260 a.C., la repercusión de determinadas intervenciones navales marcaría la
expansión y consolidación del poderío romano en el Mediterráneo.
El triunfo
en las islas Égadas (241 a.C.) supondría la evacuación cartaginesa de Sicilia y
la posterior conquista romana de Córcega y Cerdeña, el desembarco en la costa
tarraconense durante el 218 a.C. el inicio de la ocupación romana en la
Península Ibérica y el arribo a costas norteafricanas en el 204 a.C. la derrota
de Cartago en la Segunda guerra púnica.
En la zona
oriental, a mediados del siglo III a.C. la intervención en la costa dálmata
contra la piratería iliria aseguraría el tráfico marítimo en el Adriático,
iniciando una etapa de arbitraje que, de modo previo a la conquista, llevaría a
Roma a intervenir en los asuntos de los reinos helenísticos.
Sin
embargo, sería la victoria naval en Actium, la que en el año 31 a.C. culmina
frente a la alianza de Antonio y Cleopatra con el poder único de Octavio,
abriéndole las puertas de Egipto. Los límites del Imperio quedaban
prácticamente trazados. El Mare Nostrum era ya una realidad.
2.- MARCO GEOGRAFICO Y TECNICAS DE NAVEGACION.
La
investigación de la navegación romana se encuentra con muchas dificultades,
existen pocos pecios con el equipamiento de los barcos. Siendo así, la
tradición etnográfica resulta un gran aliado en este sentido, resultando una
fuente muy valiosa.
El estudio
del paleoclima es muy importante, así como la arqueología experimental
(reconstrucción de los barcos antiguos).
Se trata de
la reconstrucción de las naves antiguas en base a la información recopilada en
algunos yacimientos.
Sabemos que
ya en la Prehistoria se navegaba. Las primeras formas de navegación empezaron
en ríos y lagos al final del Paleolítico Inferior, sobre 400000 a.C.
aproximadamente.
Con total
seguridad en el Neolítico, se sabe por la distribución de la obsidiana y su
comercio. Cada volcán tiene su propia obsidiana, luego es fácil seguir su
periplo. La etnográfica también es importante para reconstruir naves del
pasado.
Primero
fueron las balsas, después embarcaciones hechas de pieles y maderas.
Existen también
medios muy simples, como pieles hinchadas de animales o las piraguas monóxilos,
hechas de un solo tronco de árbol vaciado. Así mismo se han encontrado piraguas
muy desarrolladas en la Suavia rumana. La experiencia de los navegantes nativos
del Pacifico es muy importante, ya que realizaron rutas de entre 3000 y 4000
millas de longitud.
Tradicionalmente,
la arqueología ha planteado sus estudios sobre el comercio antiguo partiendo de
los hallazgos de cerámicas y otros objetos importados tanto en los
asentamientos terrestres como en los pecios, prescindiendo de las condiciones
reales del transporte marítimo. Son muy escasas las investigaciones relativas a
instalaciones portuarias, y verdaderamente raros los trabajos centrados en el
medio físico de la navegación de una determinada área en época clásica, atendiendo
al contexto histórico, económico y tecnológico.
La suma
importancia de los condicionantes naturales en la navegación antigua fue ya
puesta de manifiesto en el capitulo correspondiente de la obra de Jean ROUGA
(1966), en el que se recogían las grandes líneas sobre este tema, dejando claro
que requiere un análisis mas detallado.
No
obstante, la bibliografía posterior se ha limitado, en general, a estos grandes
rasgos y, en particular, a reflejar la dirección de las principales corrientes
marítimas.
Tanto las
corrientes como los vientos pueden considerarse factores estables, al menos desde el Holoceno. No obstante debemos
recordar que se siguieron produciendo oscilaciones climáticas que debieron de
afectar en alguna medida a las condiciones de navegación (Pryor 1995) en el Mediterráneo.
Hacia el 900 BC y hasta el c. 300 BC el clima se tornó más frío, a lo
que siguió de nuevo una fase más calurosa que duró hasta el siglo cuarto de la
Era.
El
Mediterráneo es un mar único en el planeta, rodeado en su práctica totalidad
por tres grandes masas continentales y subdivididas en pequeños mares separados
por penínsulas y archipiélagos. Esta configuración determina en gran medida el
funcionamiento del clima.
Cuatro
factores determinan la climatología general del Mediterráneo: las masas de aire
tropical continental formadas en el norte de África, las masas de aire polar
continental procedentes de Rusia, las masas de aire atlánticas de origen
subpolar y la alta temperatura de la superficie del mar, que origina una gran
evaporación.
El anticiclón
de las Azores se sitúa en verano al E del Mediterráneo Occidental, de forma que
las borrascas originadas en el frente polar suelen seguir trayectorias muy
septentrionales, afectando a lo sumo el golfo de León. En esta situación, se
produce un régimen de tipo tropical caracterizado por la estabilidad
atmosférica, con brisas de tierra nocturnas y brisas de mar diurnas que, en
algunas zonas, pueden llegar a frecuencias del 80 al 90% de los días. Las
brisas de mar pronunciadas aumentan bruscamente al aproximarse el verano y su
fuerza se incrementa cuando coinciden con corrientes generales, con costas
montañosas y en contacto con corrientes marinas frías y con llanuras que
penetran en el mar.
El invierno
es la temporada del mal tiempo, con temporales peligrosos que suelen ser de levante
o de norte. Entre ambas estaciones, se dan dos fases de transición muy
inestables: en primavera se producen contactos súbitos entre masas de aire
frías y cálidas, mientras que en otoño el aire superficial húmedo y caliente
asciende hasta entrar en contacto con capas frías formando tempestades muy
peligrosas.
Los
antiguos, que conocían bien el comportamiento climático estacional de este mar,
a efectos de navegación, dividían el año entre una época apropiada, el mare
apertum, inaugurado con la ceremonia del Navigium Isidis descrita en
"La Metamorfosis" de Apuleyo, y el mare clausum, época en la
que la navegación no estaba prohibida pero se intentaba evitar a menos que
fuese imprescindible.
El
Mediterráneo, como es sabido, tiene una circulación general de sus aguas que
sigue siempre el sentido contrario de las agujas de un reloj. Este sistema de
movimiento general de las aguas viene originado por el desequilibrio existente
entre el deficitario aporte fluvial y la pérdida originada por la evaporación.
Ello provoca una entrada constante de agua desde el Atlántico a través del
Estrecho de Gibraltar, que origina una corriente sur, paralela a la costa
africana, la cual llega hasta Port Said, para girar hacia el Norte paralela a
la costa Palestina y después sigue rumbo Oeste por el Sur de la costa
Anatólica. En el Egeo toma de nuevo dirección Norte, donde entra en contacto con
la que sale por los Dardanelos, procedente del Mar Negro en dirección Sur,
mezcladas, se dirigen al Oeste a lo largo de la costa Norte de Creta. Al llegar
al Sur de Italia toma dirección NW y finalmente SW en las costas francesas y
española levantina, para, pegada a la costa Sur de Andalucía, salir de nuevo
por el Estrecho.
Principales
corrientes en el Mediterráneo Occidental.
Este
sentido general de la corriente tiene después multitud de variantes a escala
regional debida, sobre todo, a la recortada costa norte del Mediterráneo, la
barrera italo-siciliota y la multitud de islas que jalonan sus aguas.
El segundo
condicionante natural para la navegación son los vientos. Su régimen viene impuesto
por la circulación general atmosférica en torno al globo y, por lo tanto, es
también un factor estable, al menos, desde los cambios climáticos que dieron
lugar y caracterizan al Holoceno.
Durante el
verano el Mediterráneo Occidental acusa vientos suaves del NO, lo que dificulta
la navegación hacia el Estrecho en las proximidades de la costa africana. Sin
embargo, en los viajes desde Oriente se facilita la navegación eligiendo una
derrota más septentrional, que desde Sicilia se dirija a Cerdeña y las Baleares
hasta ganar la costa de la Península Ibérica.
La
iconografía, la arqueología y las fuentes literarias han demostrado que las
navegaciones en la antigüedad no eran exclusivamente dependientes de la visión
costera para realizar con éxito largas travesías. Al control de la ruta
contribuía igualmente el cómputo correcto del tiempo de las singladuras y el
dominio de la orientación mediante la observación astral y otras señales
indiciarias que después señalaremos. No obstante, en la navegación regional,
con singladuras relativamente cortas, el correcto conocimiento de las
referencias costeras juega un papel muy importante en la orientación.
Seguramente la fundación de santuarios costeros en lugares referenciales para
el marino pudo tener, entre otros fines, la de constituir marcadores relevantes
de rutas. Algunas fuentes literarias son significativas en este sentido. Además
de esta función, muchos santuarios debieron constituir verdaderos depósitos de
información trasmitida por los marinos a su regreso.
Un
instrumento tan modesto como el escandallo tenía un papel importante para el reconocimiento
de la costa en los momentos de escasa visibilidad o de fondeo nocturno. Además de medir la profundidad, la
configuración cóncava de su base, a la que se le añadía resina o betún, permitía
conocer la naturaleza de los fondos marinos, e, incluso, mediante el sabor y
olor de los distintos fangos adheridos al sacarlo, distinguir los fangos próximos
a los estuarios de grandes ríos como el Po, Ródano o el Ebro.
La
documentación más antigua, tanto literaria, como iconográfica, sobre la
orientación de los marinos nos remite reiteradamente al vuelo de las de aves.
En realidad, más que un sistema de validez universal para orientarse con
respecto a los puntos cardinales, la práctica de soltar aves desde los navíos
permitía conocer la dirección en la que se localizaba la costa más cercana.
A comienzos
del primer milenio a.C. se generaliza en el Mediterráneo oriental la navegación
con orientación astronómica. Sus inicios son difíciles de fijar, sin embargo,
los propios griegos atribuían la innovación de la orientación astronómica a los
fenicios y así la estrella polar era conocida entre los helenos como phoeniké
(Dusaud 1936), lo que parece poner de manifiesto que estos desarrollaron
con anterioridad a los griegos una orientación astronómica, tal vez con conocimientos
adquiridos en sus contactos con los egipcios del tercer milenio y, desde luego,
con Mesopotamia.
Aunque la
utilización de las aves como sistema de orientación persistió, los viajes de
los fenicios y griegos a Occidente se inscriben ya en un dominio claro de la
orientación astronómica; y los romanos como herederos de su tradición naval la
siguieron. Ésta posibilitaba trazar los grandes derroteros, pero en las
navegaciones locales y regionales los sistemas de orientación a partir del reconocimiento
de las referencias costeras no perdieron nunca vigencia.
No obstante
la importancia que las aves habían tenido en la ayuda a la orientación de los marinos
debió de contribuir a que su recuerdo quedase fosilizado en los mitos y
atributos de determinados personajes divinos protectores de la navegación y del
timonel. Buena prueba de ello es que la epifanía de estos poderes serán las
alas de paloma, ojos de lechuza, etc., y la manera de indicar la mejor ruta al
timonel o al patrón es siempre mediante el vuelo. Plinio el Viejo (NH, VI, 83)
nos indica que los navegantes llevan pájaros abordo, para soltarlos de vez
en cuando y conocer la dirección de tierra.
Los
estudiosos de la navegación antigua en el Mediterráneo admiten de forma
generalmente unánime que no todo el año era apto para la navegación de altura.
Las indicaciones más precisas sobre la estación navegable proceden de Hesíodo
(619-694) que nos señala el otoño/ invierno como mala época para la navegación,
sobre la primavera hace unas advertencias de índole general, y sólo el verano
lo señala como la época del año idónea para la navegación y, en concreto,
reduce la temporada óptima a los 50 días que preceden a la caída de las
Pléyades, es decir desde fines de julio a mediados de septiembre. Otros
investigadores, aún partiendo de las indicaciones de Hesíodo, estiman que la
temporada real debía alargarse algo más, entre la primavera y el otoño, es
decir entre abril y octubre.
Los viajes
que implicaban un largo periplo con frecuencia incluían la invernada en alguna escala
del trayecto. El regreso no podía reemprenderse de inmediato, ya que la
descarga de las naves, repostar víveres y volverlas a cargar, repararlas,
además de las actividades lógicas de relación comercial, diplomáticas, etc.,
suponen bastantes días de estancia en el puerto de destino, por consiguiente,
el viaje de regreso debía de planificarse para la siguiente temporada de navegación.
De todo
ello debemos deducir que las largas travesías ultramarinas, con grandes
mercantes que debían navegar por alta mar, no se planificaban fuera de los
meses más seguros. Sólo durante el duro invierno, por el frío y la mayor
duración de las noches y la intensificación de los temporales, el mar debía ser
muy poco frecuentado, salvo para cortos trayectos de cabotaje. Sin embargo, la navegación
de ámbito regional y local tenía periodos de actividad bastante más flexibles.
Sobre la
base de las antiguas fuentes escritas y con relación a los antiguos puertos y asentamientos,
es posible argüir los diferentes sistemas de navegación en uso en época romana.
Se pueden reconocer, pues, tres tipos fundamentales:
Navegación
de cabotaje: Cada noche se fondea, con navegación
a la vista de las costas y entre núcleos habitados próximos.
Navegación
de gran cabotaje: Como el anterior, pero sin
“etapas”.
Navegación
de altura: De largo recorrido, se enfrentaba con
amplios trechos de mar abierto, lejos de las costas y se dirigía hacia lugares
a menudo muy distantes del puerto de partida. Por lo que atañe a la navegación de
pequeño cabotaje, ésta se efectuaba preferentemente durante el día, en la
proximidad de las costas y, por lo tanto, navegando a la vista, para unir los
centros costeros separados entre sí no más de 25-30 millas náuticas. A este
fin, junto a los barcos mercantiles de mayor tamaño, se utilizaban también
embarcaciones de menor tonelaje, con relación al espejo de mar que había que
atravesar y a la posible carga que había que transportar. Por otra parte, la
navegación de largo recorrido tenía lugar especialmente en mar abierto, a una
mayor distancia de las costas, pero probablemente siempre a la vista de la
tierra, durante la noche. Cuando el trayecto no permitía paradas a la navegación,
la nave se orientaba por la constelación de la Osa Mayor, conocida en el mundo antiguo
con el nombre de Estrella Fenicia. En todo caso, cuando era posible y en
estrecha dependencia de las condiciones atmosféricas, también la navegación de
largo recorrido tenía que aprovechar las escalas temporales, necesarias para el
aprovisionamiento de los géneros alimenticios y para posibles reparaciones del
mismo barco. En las paradas nocturnas y caso del mal tiempo o de viento
contrario, se escogían espejos de agua respaldados por promontorios o islas,
mientras que, en lo tocante a las embarcaciones menores, éstas se llevaban a
tierra fácilmente, cada vez que se presentaba la necesidad de hacerlo. Si se
observa con atención un mapa geográfico del Mediterráneo, se puede constatar
fácilmente que los trechos de mar en los que se tenía que navegar necesariamente,
sin puntos de referencia en la costa, son muy raros en realidad. Pues, si se
tiene presente que la velocidad de la flota comercial giraba en torno a los 2-3
nudos, se deduce que en un día se podían recorrer más de 50 millas marinas, que
permitían llegar, salvo en algunas travesías de especial longitud, a la vista
de las costas. Los trayectos más largos, que suponían navegar sin puntos de
referencia en la costa, eran las travesías del canal de Cerdeña, desde las
costas africanas a las de la isla, o la travesía del mar de las Baleares, desde
las costas africanas a las islas Baleares, o de éstas a las costas occidentales
de Cerdeña. Las restantes rutas que los fenicios solían recorrer podían hacerse
costeando la tierra, como debía suceder durante las largas travesías de Oriente
a Occidente y viceversa. Por lo que se refiere a la velocidad máxima del recorrido
de un trecho de mar del que se tenía conocimiento cierto, el historiador
Polibio nos transmite la noticia de cómo un capitán cartaginés, llamado Aníbal
el Rodense, consiguió efectuar con un barco de guerra el trayecto entre Cartago
y el cabo Lilibeo hasta la actual Marsala, equivalente a 125 millas marinas, en
24 horas con una media de más de 5 nudos por hora. La navegación comercial
tenía lugar casi exclusivamente entre los meses de marzo y octubre, es decir,
durante la temporada más benigna del año, y empezaba con especiales ceremonias,
con la intención de propiciar los tráficos marítimos. La falta de vientos
constantes, como los alisios en la cuenca del Mediterráneo, constituyó
seguramente un problema no leve para los largos trayectos, con relación al tipo
de velamen en uso en aquella época.
Sin
embargo, la inconstancia de los vientos mediterráneos y su orientación tan
variable, aunque a veces impusieron paradas de varios días de duración, también
permitieron que el tráfico comercial se desarrollara en todas direcciones, sin
necesidad de que hubiera temporadas de espera o de que se dieran giros acaso
viciosos o excesivamente largos. La navegación de las embarcaciones de guerra, por
el contrario, tenía lugar durante todo el año, por la necesidad de patrullar
las costas y para la posible represión de la piratería; o bien, en el caso de
acontecimientos bélicos en curso, para las oportunas operaciones militares.
Estas eventualidades, condicionadas por la intemperie, fueron muchas veces
fatales si se considera que, por ejemplo, durante el desenvolvimiento de la
primera guerra púnica entre Cartago y Roma, las pérdidas de la flota comercial
-incluyendo barcos para el transporte de las tropas y de los
aprovisionamientos, y los barcos de línea- causadas por las tempestades y por
los consiguientes naufragios atribuibles a los cartagineses, sumaron cerca de
700 unidades; mientras que las pérdidas de las flotas romanas superaron incluso
el millar.
3.- TECNOLOGIA NAVAL ROMANA.
Básicamente
se puede afirmar que la tradición de construcción naval romana es heredera de
la de otras culturas mediterráneas tales como la fenicia, griega o cartaginesa.
En muchos casos los diseños de sus buques consistió en la mejora de las naves
de las mencionadas culturas, añadiéndose los avances tecnológicos que se iban
descubriendo.
Con algunas
excepciones, es sabido que las naves romanas raramente sobrepasaban una eslora
de cuarenta metros, dimensiones que parecen haber sido relativamente habituales
en las grandes líneas de abastecimiento de la capital del Imperio. Estas
líneas, dedicadas al transporte de aceite bético y de grano egipcio y africano,
eran fuertemente dependientes de la estructura estatal y los barcos que las
transitaban parecen ser excepcionalmente grandes en comparación con las dimensiones
de los pecios mejor conocidos.
En la
Península Ibérica existen algunos pecios destacables de los que podemos extraer
algunas conclusiones. Los pecios tarraconenses de los que conocemos las
dimensiones son sólo seis, de los que el menor era el de Culip IV (9,5 m. de
eslora) y el mayor el Cabrera 3 (35 m. de eslora). En general, parecen dominar
las naves medianas o pequeñas, con una media de 16,9 metros de eslora.
Sin duda
existieron naves mayores que comerciaban con los puertos tarraconenses, como lo
testifican los hallazgos de grandes cepos de plomo, pero su importancia parece
haber sido escasa dado que la inmensa mayoría de los pecios conocidos parecen
corresponder a embarcaciones menores.
Entre las
naves con cargamento romano halladas fuera de Hispania, la media es de 19
metros. La escasa diferencia respecto a los pecios locales, permite afirmar que
las naves que se dedicaban al comercio transmarítimo no eran mucho mayores que
las de cabotaje.
Las naves
construidas en la Hispania Citerior podrían haber tenido también una característica
técnica propia. Los tres únicos pecios romanos construidos con las tracas de
aparadura completamente horizontales, están asociados a cargamentos
tarraconenses. Estos, comparados con otros barcos del mismo periodo, tenían la
ventaja de navegar con menor calado y mayor facilidad en aguas poco profundas,
pero esta disminución de calado tenía que disminuir la estabilidad respecto a los
embates laterales del viento y el oleaje, dificultando o imposibilitando la navegación
del través y de bolina.
Si a esta
predisposición técnica sumamos el efecto de los aparejos de navegación
antiguos, las naves tarraconenses tenían que navegar habitualmente con vientos
largos, de popa o por la aleta.
Así, aunque
se ha demostrado que en época romana existían embarcaciones capaces de navegar
de bolina para remontar el viento, no podemos olvidar que el uso exclusivo de
las velas cuadras hacia casi imposible esta maniobra en las naves de un solo
mástil. El resto de embarcaciones, de mayores dimensiones y con dos o tres
palos, tuvo que tender a evitar la navegación del través o con vientos en
contra por motivos de velocidad y seguridad. Todavía en el siglo pasado los
derroteros advierten a los mercantes con velas cuadras para que eviten este
tipo de situaciones. El mosaico de las termas de Themetra representa una nave
romana navegando en estas condiciones, pero se trata de la única excepción de
un vasto repertorio iconográfico.
También
resultan muy interesantes los hallazgos encontrados en las cercanías de Roma en
el que fue el puerto de la ciudad Portus Claudius a partir de 1957.
Los buques
exhibidos actualmente en el museo de las naves romanas salieron a luz durante la
construcción “L. del aeropuerto internacional de Da Vinci” de Fiumicino. Fueron
excavados y recuperados bajo dirección entonces del inspector de la
superintendencia arqueológica de Roma, Dott.ssa V. Santa María Scrinari. Las
ruinas fueron encontradas en el linde del muelle derecho del puerto de Claudio
en un área marginal del muelle que era particularmente susceptible al abandono.
Podemos
presumir que en épocas antiguas debe haber habido un “cementerio o varadero”
donde los barcos y las naves demasiado viejas, y en condiciones demasiado
pobres de servicio, fueron abandonados.
En la
mayoría de casos, es la parte inferior del casco la que sobrevivió, debido a
que se hundieron y sellaron posteriormente debajo de los depósitos de limo del
puerto. En varios puntos las porciones sumergidas, no todavía cubiertas por la
arena y la cal, fueron atacadas por organismos que agujereaban la madera.
Además, el aspecto ennegrecido de los cascos es un resultado de los procesos de
la carbonización o de la reducción activados por los microorganismos que viven
dentro de las capas de la sedimentación.
El
descubrimiento del primer pecio, Fiumicino 2 (Oneraria Maggiore 11), fue en
1958. En el año siguiente las excavaciones trajeron a la luz Fiumicino I
(Oneraria Maggiore 1), Fiumicino 3 (Oneraria Minore 1) y Fiumicino 5 (el barco
del pescador), además de dos fragmentos de los lados del casco que sin embargo
estaban sin relación con los otros cascos. El casco pesado, Fiumicino 4 (Oneraria
Minore 11), fue descubierto en 1965. Al principio las estructuras de la madera,
dejadas expuestas a la degradación significativa al aire libre, se
deterioraron; por lo tanto para reducir estos procesos fueron cubiertos con las
esteras, la arena y la lona. Una zanja anular fue excavada posteriormente
alrededor del perímetro de cada casco y, radialmente a esto, pasos transversales
debajo de cada quilla. De este modo era posible construir una comba de la
madera con la cual apoyar los lados del casco y recuperar los restos en su
totalidad. Transportados al interior del museo en construcción, el Istituto
Centrale del Restauro (el instituto central de la conservación) en Roma aseguró
las medidas necesarias de la conservación, utilizando una mezcla de resinas.
Finalmente, para la exhibición definitiva de los cascos en marcos de acero de
soporte, el museo fue abierto en el público el 10 de noviembre de 1979.
La
excepcional colección de restos preservados en el museo de Fiumicino no sólo
enriquece nuestro conocimiento de la variada tecnología naval utilizada en el
período imperial, si no que también permite que admiremos las metodologías de
la construcción empleadas por los astilleros antiguos. La secuencia antigua de
la construcción naval era totalmente diferente del proceso actual considerado
en la región mediterránea, que consiste en la construcción de un esqueleto
interno (marcos) a lo largo de una quilla, que se cubre posteriormente con una
superficie de tablas de madera. Durante la época de Greco-Romana, en lugar de
esto, la estructura externa de tablones era construida directamente después de
poner la quilla. El esqueleto interno fue insertado más adelante, como función
de ayuda interna a la construcción. La carpintería entre el tablaje consistió
en las espigas, lengüetas finas de madera dura, insertadas en los surcos,
cortados dentro del grueso del tablón.
Las espigas
eran entonces trabadas con los clavos o las cabillas. De esta manera, el
tablaje autosuficiente podía mantener la forma deseada y adquirió una solidez
excepcional. Los cinco barcos de Fiumicino fueron construidos según los
principios de esta construcción, un sistema que se representa bien en el casco
de Fiumicino 4. Por otra parte Fiumicino 1 y 2, documentan el uso de metodologías
constructivas distintivas.
Entre las
características más significativas dignas de mención, además del uso masivo de
los clavos del hierro para unir el tablaje con el marco esquelético, destacamos
el uso de pernos de ensamblar en varias maderas del fondo del buque a la
quilla, y la separación considerable entre las espigas, o aún la ausencia real
de cualquier carpintería del tablón en todos. Estas características indican,
entre otras cosas, la última fecha de los recipientes (cuarto-quinto siglos
d.C.). Las características de la forma y de la construcción reflejan las
funciones diversas de las naves de Fiumicino. El perfil angular y elegante del
casco de Fiumicino 4 lo hizo conveniente para la navegación costera de pequeño
y de mediano alcance en el mar, dado sus dimensiones modestas (cerca de 15 m.
de longitud). El paso del mástil para asentarlo en la quilla demuestra que los
barcos habían sido dotados con una sola vela cuadrada. Una bomba para quitar el
agua de la sentina está situada en un zócalo dentro de las muletas que
flanquean el paso del mástil. Los servicios internos del tablaje para
consolidar la estructura longitudinalmente y para proteger el casco contra la
carga, integrado típicamente por ánforas de terracota. Fiumicino 5, es un
hallazgo único de su clase para el período romano del segundo siglo d.C., es un
barco de pesca pequeño que ofrece un compartimiento central dentro de el cual
almacenar y mantener las capturas recientemente pescadas vivas, con agua de
mar, cosa que se podría hacer inundando la cavidad a través de los agujeros tapados
a lo largo del tablaje inferior del casco. Fiumicino 1, 2 y 3, comparten
características de construcción similares, los cascos anchos y algo planos,
característica que indica que fueron utilizados para el transporte por el río.
Deben haber sido remolcados por animales a lo largo de la orilla derecha del
río según un sistema de la propulsión conocido como “seguida”, que aún funcionaba
a lo largo del río de Tiber en el siglo XIX. Su forma original puede ser
apreciada examinando las numerosas representaciones en mosaicos, bajorrelieves
y frescos existentes.
4.- EL COMERCIO EN EL MARE NOSTRUM.
Por activo
que haya sido el tráfico en los primeros siglos de la era cristiana en las vías
terrestres y en varias de las vías fluviales del imperio, sobre todo fue a
través del mar como las diversas regiones del mundo romano cambiaron sus
productos, sus objetos fabricados, sus mercancías de todas clases. Por mar, los
caminos no están trazados con la precisión y la fijeza material de las rutas
terrestres y de las vías fluviales. Al menos se conocen con certeza los
extremos que son los grandes puertos comerciales. Por otra parte, hay en el
trayecto seguido por las naves algunos puntos, determinados por la misma
naturaleza, y por los cuales les es imposible no pasar: tales son los Bósforos
y el Helesponto, el estrecho de Mesina.
Las grandes
direcciones del comercio marítimo en el mediterráneo han sido, durante el
imperio romano, del este al oeste y recíprocamente, y desde los diversos puntos
de la periferia hacia el centro, es decir, hacia los principales puertos de la
península itálica. En oriente, las cabezas de línea más importantes de la navegación
comercial eran, de norte a sur. En el litoral del África del norte, el gran
comercio estaba concentrado en los puertos de Tripolitania, sobre todo en
Leptis magna, en donde desembocaban las principales rutas de las caravanas que
atravesaban el Sahara, y en Cartago, reconstruido por cesar y por augusto. En
la Europa occidental, Gades en España, Narbona y Arles en la Galia mantenían relaciones
regulares y frecuentes ya con el oriente, ya con Italia. En el fondo Adriático,
Aquilea había adquirido gran importancia comercial desde que roma había llegado
a ser dueña de los países danubianos.
Principales rutas
comerciales marítimas en el Mediterráneo.
En el
centro del mediterráneo, además de Corinto, que había visto renacer su
actividad marítima y comercial después
que los grandes fundadores del imperio, rompiendo con la política estéril del
senado republicano, le habían devuelto la vida, los grandes puertos comerciales
eran Puteoli y Ostia, a las cuales de los puntos del horizonte mediterráneo,
iban a atracar los pesados navíos cargados con los productos y las mercancías
de todas clases destinadas a la capital del mundo y a Italia. Pero
posteriormente el puerto de ostia prospero mas, gracias a los arreglos que sufrió,
y alcanzo un vuelo maravilloso en los siglos II y III, por ultimo el puerto de
la misma roma, el Emporium, situado en la orilla izquierda el río, no lejos de
las ultimas pendientes del Aventino, recibía directamente una gran parte de los
cargamentos traídos de las diversas regiones del imperio y que en Ostia habían
sido transbordados de las naves de gran tonelaje a chalanas que podían remontar
el río.
Pero el
mediterráneo no era el único dominio marítimo que ocupo entonces un lugar en la
economía del mundo romano. Esa economía desbordada por el oeste y por el
noroeste sobre el Atlántico y los mares del norte europeo; por el sudeste,
sobre el océano índico. En una y otra dirección, la actividad comercial fue muy
amplia.
En el
Atlántico, Gades en España, Burdeos y Bologne en la Galia eran puertos activos.
Burdeos
estaba en relaciones comerciales con las costas occidentales de España y con la
Britania. En cuanto a Bolougne, cuyo puerto estaba alumbrado por un faro
instalado a la altura de 200 pies, en sus muelles se amontonaban las mercancías
procedentes de la isla de Britania o destinada a ella.
En el otro
extremo del mundo antiguo, los puertos de las costas oriental de Egipto, Myos
Hormos y Berenice, servían de cabeza de línea de las naves que, regularmente,
desde el descubrimiento de los monzones de Hippalos, hacia el comercio con las
indias; otras naves se conformaban con llegar a las costas meridionales de la
península arábica, donde algunas plazas se dedicaban al transito de mercancías
llegadas de la india y del extremo oriente; otras mas se dirigían hacia el sur
siguiendo las orillas del África central, y, haciendo escala en Aduli, el
puerto de los Auxamitas, en la bahía de Massaua, doblaban el promontorio de los
aromos y se adelantaban hasta los parajes del ecuador.
Desde de
los Myos, hornos y desde Berenice dos rutas terrestres unían al mar rojo con
Copos; junto al Nilo, por estas rutas, la mayor parte de los cargamentos
llegaban al puerto de Alejandría para de allí esparcirse por todo el
mediterráneo; el canal que unía el fondo del golfo arábigo con el Nilo no parece
haber desempeñado durante el imperio romano mas que un papel secundario.
Rutas
terrestres, vías fluviales, grandes líneas de navegación en el mediterráneo y
fuera de ella, constituían, a favor de una economía comercial del mundo antiguo
durante el imperio romano, una red muy bien coordinada de comunicaciones
regulares y fáciles.
En todos
esos caminos la circulación no era completamente libre. Las mercancías, transportadas
a través del imperio, tenían que pagar múltiples derechos cuyo conjunto formaba
lo que se llamaba el portorium. El portorium consiste a tres
clases de impuestos o de tasas conocidos por los modernos; la aduana, el
arbitrio, el peaje: los romanos no diferenciaban estas tasas. El conjunto del
mundo romano estaba dividido, desde el punto de vista de las aduanas, en diez circunscripciones
además de Italia. Las diversas tasas, percibidas a lo largo del recorrido que seguían
las mercancías, aumentaban considerablemente el precio de estas. La percepción
del portorium ven sus múltiples formas tenia una gran importancia para las
finanzas del estado.
5.- LA GUERRA EN EL MAR.
No se poseen
textos de historiadores o pensadores de la Antigüedad latina o griega que hayan
tratado este asunto. En Grecia, la marina ocupó una gran parte de las
preocupaciones de los políticos, sobretodo después de la batalla de Salamina,
pero dieron lugar a declaraciones de política naval sin referencias subyacentes
a un pensamiento estratégico más afinado. Por otra parte, en Roma, para el
ciudadano medio, la marina jugaba un papel secundario y quedaba menospreciada con
respecto al glorioso servicio de las legiones. Por el contrario, los que
tuvieron a cargo el destino de Roma, tanto durante la República como durante el
Imperio, comprendieron la importancia de la marina y el primer Augusto tuvo la
intuición de una estrategia naval a gran escala, a nivel Imperial.
El capítulo
de la historia de Roma concerniente a la marina, tanto Republicana como
Imperial, ha sido tratado con descuido por los historiadores de la antigüedad y
sólo nos han quedado indicios imperfectos. El único autor que nos puede aclarar
sobre el pensamiento naval romano del período republicano es Polibio
(200-125a.C.). Desgraciadamente, la parte de su obra que trata de la superioridad
marítima, está perdida. En cuanto a Tito Livio (64 a.C.- 17 d.C.), su historia
no aporta más que reseñas. Del mismo modo, los autores de la época imperial no
están casi interesados en la creación de las flotas de Misena y Ravenna y,
curiosamente, el mismo Augusto no dice nada en la inscripción de Ancira,
considerada como su testamento. Dion Cassius (II/III siglos d.C.), tampoco dice
más. Estrabón (63 a.C. - 19 d.C.) forjó el concepto de talasocracia, que más
tarde tendría gran fama, pero la pérdida de sus escritos impide apreciar la
importancia de lo que estamos tratando.
En cuanto a
Suetonio (69-122 d.C.), informa que los romanos, con sus tenaces prejuicios
contra la marina, han estimado que la existencia de esas flotas era para ellos
un hecho desdeñable
La Marina Romana durante la República.
Los
historiadores modernos están divididos en sus opiniones sobre este asunto y la
mayoría de ellos responderá sin duda, negativamente. Sin embargo, se puede
estimar que si los romanos no tuvieron un pensamiento naval estructurado y
específico, por lo menos tuvieron que por la fuerza de las cosas, dar,
importancia a la marina de guerra, teniendo geográficamente cercanos a pueblos como
los etruscos o los griegos de Siracusa. ¿Acaso los primeros no tuvieron una
holgada victoria sobre los focios entre 540-535 antes de nuestra era y los
segundos la victoria de Himera sobre los púnicos en el 480,el año de Salamina.
Jacques Heurgon hace notar que "se deja entrever en particular que Roma,
antes de dotar a Ostia de un puerto adecuado, utiliza la flota de Caeré para
los fines de su política marítima naciente". Al mismo tiempo, los romanos
no desconocían la actividad de las marinas mercantes de las ciudades griegas de
Campania y de la Gran Grecia, Nápoles y Tarento, así como también sabían de los
éxitos de las Escuadras siracusanas contra los púnicos.
El suceso
más antiguo de la historia de la marina romana se remonta al 394, año en el
cual una nave romana que se dirigía a Delfos en una embajada religiosa, fue
capturada por dos navíos de las islas de Lípari y conducida a puerto; las
gentes de Lípari habían confundido a ese barco con un barco pirata etrusco.
Después de las averiguaciones, los romanos pudieron continuar su viaje hasta Delfos
escoltados por las naves de guerra de las Islas y regresar en seguida a Roma.
Está
establecido que al comienzo del siglo IV, en una fecha indeterminada, Roma intenta
una colonización en ultramar. Los textos dan a entender que Roma "maniobra
en conjunto con Pyrgi, el puerto de Caeré o bien, utilizando sus propias
Flotas".
En el año
349, piratas griegos atacaron la costa del Lacio. Roma, que no debía poseer fuerzas
navales en esa época, se contenta con enviar tropas que se oponen con éxito al
desembarco; los griegos, faltos de víveres y sobre todo de agua, abandonan las
operaciones.
Pero es el
ejemplo de la toma de Antium (hoy día, puerto de Anzio) al sur de Roma en el
año 348, el más típico. Antium era un reparo de piratas etruscos que los
romanos debían reducir por una acción naval, pero fueron los legionarios los
que se apoderaron de la flota de Antium.
A pesar de
eso, Roma aparecía como una pequeña potencia marítima naciente: la renovación de
la alianza cartaginesa en el año 348, el enrolamiento de los piratas de Anzio,
la fundación de una colonia en Ostia, en la desembocadura del Tíber (Ostium
Tiberis), donde se construirá un puerto en el año 335, la ocupación militar de
la isla de Ponza y de la costa de Campania, muestran que el destino de Roma se
jugará en adelante más por mar que por tierra.
A partir
del 311, Roma nombra cada año dos magistrados encargados de la marina (duoviri navales)
que estarán a la cabeza de diez naves de guerra cada uno para luchar contra la
piratería tirrena. Esas Escuadras no tuvieron mucho éxito: una de ellas intenta
un desembarco contra Nuceria, cerca de Nápoles, pero encalló en la costa. A
pesar de ello, la ciudad fue tomada por tropas de tierra; en el conflicto entre
Roma y Tarento, una de esas Escuadras fue severamente dañada por fuerzas
navales adversarias en el año 282.
Los tipos
de navíos de guerra empleados por los romanos en sus Escuadras comandadas por los
Duoviri Navales nos son desconocidos; se puede suponer razonablemente que se
trataba de trirremos (tres niveles de remos) y de penteconteras (navíos de
cincuenta remeros).Así, se sabe que en el año 264, al comienzo de la primera
guerra púnica, Roma no tenía una marina y debió recurrir a sus asociados(socii
navales), a las ciudades de la Gran Grecia y de la Campania, Tarento, Locres, Velia,
Nápoles, para tener a su disposición las naves que le permitirán a sus tropas
cruzar el estrecho de Messina.
En
definitiva, en los años precedentes a la primera guerra púnica, Roma sólo
poseía una débil marina militar y sólo una pequeña experiencia marítima,
ocupada más que nada en la conquista de la península, conquista en la cual tuvo
mejor éxito con su espíritu "terrestre".
J.H.Thiel
ha estudiado de una manera profunda las primeras acciones marítimas de los romanos,
juzgándolos con mucha severidad y sobre todo sin matices cuando dice que los
romanos eran "verdaderos terrestres" y "marinos de agua
dulce". Hasta la primera guerra púnica y aún después, fueron marinos
torpes y tácticos mediocres a pesar de sus victorias conseguidas gracias a la
disciplina más que al conocimiento íntimo del mar o a su sentido táctico.
El carácter
general de la historia romana durante este período (primera guerra púnica) no
deja mucho lugar a las acciones navales, no es esta la historia de una potencia
naval, sino de una potencia continental característica, la de un pueblo de
agricultores que ha conquistado, paciente y obstinadamente, toda la Italia
desde el interior, sin que aparezca una sola vez la Marina de Guerra en el
tablero.
Según Jean
Rouge, esta concepción "terrestre" del poder marítimo ha llevado a
los romanos, que visiblemente no aprendieron verdaderamente de la experiencia
de los marinos de la Gran Grecia, a defender su territorio costero por la
acción terrestre de las tropas legionarias o por "intermedio de las
colonias marítimas situadas en posiciones estratégicas".
Jacques
Heurgon hace notar que los intereses navales de Roma se intensifican alrededor
de los años 306-302 "por numerosos hechos diplomáticos importantes: es por
esa época que Polibio hace remontarla amistad entre Roma y Rodas, el tercer
tratado acordado con Cartago en el 306 que definía las zonas de exclusión
respectivas: Roma fuera de Sicilia y Cartago fuera de Italia, y el acuerdo
acordado en el 302 entre Roma y Tarento, donde Roma se comprometía a no
traspasar el cabo Lacinio por el norte.
La victoria
de Roma sobre Pirro en el 275 y su alianza con Tarento en el 272, que fue,
junto con Nápoles, obligaba a proveer las naves en tiempo de guerra, hicieron
de Roma una potencia mediterránea. Se creó en el 267 el cargo de Quaestores
classici, los que no estaban encargados de comandar una flota aún
inexistente, sino, más bien, a controlar la movilización de las Escuadras de las
ciudades aliadas de Roma, los socii navales. Se sabe, de acuerdo a
Polibio, cómo los romanos construyeron una flota de 100 quinquerremos y 20
trirremos, tomando como modelo para los primeros, un quinquerremo púnico
encallado y caído en sus manos. Polibio nos
presenta la captura de esta nave cono el suceso que determina a los romanos a
combatir por mar a los púnicos.
Si este
incidente no se hubiera producido, está claro que, con sólo su inexperiencia,
los romanos jamás hubiesen podido realizar sus diseños.
A los ojos
de ciertos historiadores modernos, como Gilbert Charles-Picard, este suceso de
la captura de la nave púnica le parece sospechoso, una "historieta";
cualquiera que sea la génesis de la flota romana, la decisión de construirla
denota, de parte de los romanos, una firme resolución de combatir a los púnicos
en su propio terreno con sus propias armas: el quinquerremo, en el uso del cual
son maestros. Eso no es el fruto de un pensamiento naval, sino una forma de
estrategia primaria pero eficaz que no tiene el menor elemento constitutivo de
esa forma de pensamiento.
Por otro
lado, el método elegido para el comando romano para el entrenamiento de los
equipos que manejarán el quinquerremo, muestra una sistematización digna de los
marinos "materialistas" del siglo XX.
Como lo
recalca Jean Rouge "es evidente que el escrito de Polibio glorificando la determinación
y el espíritu de iniciativa de Roma, debe ser considerado como algo adornado,
pues para sus tripulaciones Roma disponía de sus socii navales, sus
aliados marítimos.
La idea que
resulta de los estudios de los historiadores contemporáneos es que los ensayos iniciales
de la actividad naval de los romanos no deben ser ni exagerados ni minimizados
y hay que estar de acuerdo con Polibio en sus escritos.
Cartago,
enfrentada al pequeño poderío continental romano, ejerce su hegemonía entre las
Sirtes y Gibraltar, se instalan en Sicilia y en Cerdeña, explota los minerales
del sur de España.
Cartago es
una ciudad de comerciantes y, sobre todo, de navegantes de los mares. Su flota
de guerra es poderosa y combativa. Cartago será el enemigo principal de Roma y
el obstáculo mayor al imperialismo romano entre el siglo III y mediados del
siglo II.
LA FLOTA CARTAGINESA
No se sabe
a ciencia cierta el numero de efectivos con que contaba la flota cartaginesa al
comenzar la guerra, si sabemos exactamente la flota destinada a proteger
Hispania, 60 navíos, de los cuales, listos para entrar en combate unos 40. En
África los efectivos variaron como es normal durante todo el conflicto, la
mayor cifra alcanzada fue de unos 130 barcos de guerra durante la campaña de
Sicilia.
Estrategia
naval como tal no existía o al menos no la conocemos, mas alla de las
operaciones puntuales y del hecho de que los púnicos, casi por sistema, no se
enfrentaban a los romanos en el mar. No obstante, la operatividad de la flota
cartaginesa estuvo a muy buen nivel, aprovechando siempre la incapacidad de los
romanos para guarnecer correctamente todas las costas bajo su control
realizaron grandes hazañas, como el envió de grandes refuerzos terrestres al
sur de Italia o la de bloquear el puerto de Tarentum e incluso intervenir en Grecia
en apoyo de Filipo V. En Hispania los desastres se sucedieron y tan solo
consiguió levantar cabeza la flota cartaginesa cuando los romanos retiraron a
Escipión gran parte de su escuadra, además de que, para la restante, es posible
que el general romano, siempre corto de efectivos humanos, escogiese por
vararla y reutilizar sus tripulaciones para otros fines. A consecuencia de la
debilidad de la flota romana en Hispania, los cartagineses maniobraron y se
reorganizaron siempre a placer manteniendo expeditas las lineas de comunicación
entre África e Hispania, e incluso los últimos días pudieron evacuar con
tranquilidad la península y enseñorearse de tal manera del mar que Magón Barca
pudo, sin la menor oposición, cruzar el Mediterráneo desde Gades a Genua,
organizando allí una fuerte resistencia a Roma amenazando peligrosamente además
Etruria.
Así pues,
la flota cartaginesa, habiendo podido ser decisiva en la guerra, renuncio a su
papel protagonista, un error sin duda, pero si es cierto que, asumida una cierta
inferioridad, dentro de sus posibilidades actuó admirablemente, posiblemente
mejor que el uso que los romanos hicieron de su propia flota.
Reconstrucción
de un navío púnico hundido cerca de Lilybaeum, se trata de una birreme
cartaginesa de los tiempos de la I guerra púnica. Sin duda modelos idénticos a
este participaron también en la siguiente conflagración.
A la luz de
las notas de Thiel en su análisis de la primera guerra púnica, es fácil de comprender
por qué el pensamiento naval es poco consistente y por qué una competencia
entre las dos marinas era improbable. En efecto, el autor, observando
minuciosamente la estrategia de los dos adversarios, dado el sesgo de los
eventos de la guerra, hace un juicio de cada uno de ellos:
1.-Roma
parece tener a primera vista una estrategia naval poco sólida, incoherente y superficial;
en realidad, no se debe únicamente a la falta de tradición marítima, sino a la
necesidad; el Senado romano no era libre de hacer lo que le pareciera mejor,
pues debía contar con la opinión pública, no sólo de la ciudad de Roma, sino
que también de las otras ciudades de Italia: "El mar estaba lejos de ser
algo familiar a los romanos, sobre todo que trataban de evitar el combate
naval; si se decidía construir navíos, era Roma quien soportaba los gastos y
eran romanos los que debían servir como soldados marinos sobre los bastiones de
la flota, pero correspondía a los aliados italianos de Roma conseguir la mayor
parte de las tripulaciones y los remeros".
Thiel
estima que en el 259, un año después de la victoria de Milae, los romanos
habrían podido lanzar una operación de desembarco en África, lo cual no fue
posible porque faltaba una nueva flota más numerosa que la precedente. El
Senado no habría podido convencer a los romanos, poco conocedores de las cosas
navales. La construcción de una nueva flota después de una victoria, les habría
parecido absurdo.
De todas
maneras, entre el 257 y 256, los romanos construyeron una flota mucho más poderosa
que la del año 260, lo que representa el segundo gran programa de construcción
de toda la guerra que dura desde el 264 al 241. En fin, fue la puesta en
servicio de la flota, enteramente nueva y muy eficaz, la que logró la victoria
de las islas Agades bajo el mando de un almirante excepcional, el cónsul Cayo
Lutecio Cátulo.
Birreme de
combate.
Las enormes
pérdidas en vidas humanas y en construcciones debido a las acciones militares o
a las tempestades, diezmaron literalmente la población masculina adulta de
Roma: Thiel habla del 20% ente el 264 y el 241, alrededor de 50.000 hombres; Roma no pudo reponerse en el mar entre el 249
y 243.
2.- En el
caso de Cartago, sin entrar a considerar los errores que cometió en esta
guerra, puede decirse que poseía una flota poderosa y eficaz y almirantes hábiles
y valerosos. Sin embargo, los cartagineses sufrían de una debilidad que les
hacía optar por lo fácil, inclinados a tomar el camino menos difícil y a
subestimar a sus adversarios. Cartago, no hay que olvidarlo, era una ciudad de mercaderes
apacibles, que deseaban evitar las guerras cada vez que era posible o bien
relajaban sus esfuerzos, en tiempos de guerra, cuando el peligro estaba
momentáneamente descartado. Thiel habla de la "tranquilidad púnica",
una suerte de torpeza, de parálisis, que se manifiesta por una apatía que les
hacía dejar pasar las ocasiones y perder un conflicto en el que debían haber
triunfado.
Por
añadidura, no podía sustentar a la vez una gran flota y una armada de
mercenarios muy numerosa; una consecuencia desastrosa de ese Estado fue la
derrota de una flota púnica mal armada, sobrecargada, con tripulaciones mal
entrenadas, enfrentadas a las fuerzas navales romanas en excelente condición a
lo largo de las islas Agades en el 241.
Roma, al
final de la primera guerra púnica, se transforma en la única potencia naval mediterránea
occidental; juega su papel de "fleet in being" (flota en potencia)
por durante los sesenta años que separan a la batalla de Agades del comienzo de
la segunda guerra púnica.
Además, sin
que ello sea una premeditada voluntad de expansión marítima, con la posesión de
Córcega y Cerdeña, Roma comienza a constituir a partir del Tirreno, un embrión
de "Mare Nostrum" pero más como protección de su territorio
que como zona de operaciones navales. Thiel recalca que en el curso del siglo
II "el poderío romano muestra más y más los síntomas de debilidad a medida
que el centro de gravedad se desplaza hacia los excelentes marinos de Pérgamo y
sobre todo de Rodas; durante la guerra contra Antíoco, serán las fuerzas
navales de Rodas las que ganarán las batallas".
Thiel
concluye: "Durante el reinado de Augusto, no era cuestión de importancia
para Roma poseer una marina de guerra permanente, cuando se pensaba que no
habría una guerra naval, los romanos no mantenían navíos de guerra armados.
Durante casi un siglo y exactamente durante el período de la historia de Roma
que corresponde a su mayor expansión, la marina de guerra romana fue casi
inexistente".
Las flotas
de los últimos siglos de la República fueron muy diferentes a las de las
guerras púnicas. Desde sus inicios, al final del siglo IV, las actividades
marítimas de los romanos habían sacado provecho de las experiencias de los
griegos y de los etruscos; por otra parte, hay que hacer notar que durante las
guerras púnicas, es Roma la que ha armado sus Escuadras con sus propios ciudadanos,
construido sus navíos con sus propios artífices y ha puesto a su cabeza un
cónsul o un pretor romano. Pero a partir del 200 a.C. Roma hizo descansar su
poder naval sobre sus aliados griegos y, sobretodo, sobre las fuerzas navales
de Rodas donde el entrenamiento era verdaderamente provechoso.
Las
ciudades aliadas de Jonia, Fenicia, de Pamfilia y de Siria proveían a la mayor
parte de los navíos de las Escuadras romanas, con excepción de las que construía
Roma, que eran armadas con tripulaciones de sus ciudades, si bien las técnicas
navales griegas y orientales se fueron imponiendo más y más en la marina
romana, hacia la época de la guerra social (90-88). A los Comandantes en Jefe
de esas Escuadras, que eran sobre todo griegos, Roma los subordinaba a los Comandantes
de las tropas de tierra, prueba que no había aún comprendido enteramente el
papel de una fuerza naval.
Esas
disposiciones no impidieron a Mitridates, rey de Ponto, desde la primera guerra
que conduce contra Roma entre el 89 y el 85a.C., hacerse señor del Mar Egeo, lo
cual entraña, después de su derrota en el 84, la aparición, por primera vez, de
una flota permanente en la historia de la marina romana; en consecuencia, ya no
se desarman los barcos después de una victoria, como había estado ocurriendo en
el pasado. Esta evolución deja presagiar que un pensamiento naval está en gestación
y que un embrión de marina imperial se está formando, lo que permite a C.G.
Starr decir que:
"Si se nos pide citar un hecho que marque el
inicio de la marina imperial romana,
este evento será, sobre seguro, la primera guerra de Roma contra
Mitiridato".
Otra
consecuencia de esa evolución fue la puesta en práctica por Sila, probablemente
en el 85, de un plan de defensa de las costas del Asia Menor: las ciudades
marítimas de esa región debían construir navíos de guerra y conservarlos en
reserva para una utilización futura; eso permite a Roma tener la supremacía del
mar durante la tercera y última guerra contra Mitridates (83-82); C.G. Starr
observa que era difícil para el estado romano proseguir la realización de un
plan a mayor plazo, a causa de los cambios anuales de aquellos que tenían la
responsabilidad de su ejecución. Esta evolución siguió adelante cuando Pompeyo triunfa
en sólo tres meses (67 a.C.), al eliminar a los piratas que infectaban casi
todas las aguas mediterráneas. Según Plinio (Historia natural, VII, 98),
Pompeyo "devolvió la jefatura del mar a Roma" la cual había perdido
hasta el punto que los piratas tuvieron la audacia de hundir una flota consular
en el puerto mismo de Ostia.
Es la época
donde el comportamiento de Roma en el ejercicio del mando en el mar va a comenzar
a precisarse y donde la marina romana va a jugar un papel capital en las
guerras civiles y, después de ellas, en el Imperio. Las guerras contra
Mitridates y la rápida campaña contra los piratas habían mostrado la
importancia del poder naval, que había estado olvidado después de las guerras púnicas.
F.E. Adcock
subraya que "en los momentos más difíciles de su campaña, Pompeyo se apoyaba
en el poder naval y Cesar tenía confianza en el mar; en las situaciones graves,
la última palabra está en el mar". Hace alusión a las operaciones alrededor
de Dyrrachium (Durazzo),donde la muy poderosa flota de Pompeyo fue puesta en
jaque por las fuerzas cesarianas. Se tiene allí una prueba suplementaria de que
el ejercicio del poder naval era considerado, por los generales romanos, como
un testimonio de victoria.
Durante la
guerra civil, las flotas llegaron a ser más y más poderosas; Pompeyo, pidiendo ayuda
a las ciudades marítimas de Asia, logró reunir una fuerza de alrededor de 300
navíos, a comienzos del año 48. Será Sextus Pompeyo, hijo del gran Pompeyo,
quien, poseyendo la supremacía del Mediterráneo occidental, atacará el
reavituallamiento en granos de Roma al descender por las costas italianas con
un pillaje en regla, entre el 40 y el 42 a.C.
En el año
38, el futuro Augusto y Agrippa, su consejero militar y técnico, construirán
una flota de 400 naves que triunfará contra la de Sextus Pompeyo en Milae, en
el año 37; en Naulo que, el 36 y, finalmente, en Actium, en el año 31. Esta
fuerza naval será la base de la futura flota imperial. Vemos aquí un esbozo ya
bastante avanzado de un pensamiento naval, donde Octavio, el futuro Augusto,
representa la parte política y estratégica y Agrippa, la colaboración técnica y
sobre todo táctica. (Por algo fue el inventor del "harpax", especie de
ancla o gancho que se lanzaba por medio de una catapulta para mantener abarloado
el buque enemigo), y fue honrado por el nuevo César con una corona naval,
distinción que jamás se le había concedido a nadie y se otorgaba desde entonces
al primero que pisara en el combate la cubierta enemiga. A esta flota le hacía
falta una base naval que, curiosamente, fue elegida en el año 37 en la
Provincia, en Forum Julii (Frejus) donde fue construida una parte de la flota;
un puerto militar fue creado luego más cerca de Roma, en Portus Julius en el
golfo de Puteoli (Pouzzoles) y un centro de entrenamiento se estableció en el lago
Averne, que ocupa un cráter perfectamente abrigado de todos los vientos. El
pensamiento naval embrionario de la época republicana, debió en un principio
ser consecuente con una concepción racional de la división de las tareas
durante un conflicto; Roma dejaba en manos de los aliados de las ciudades
marítimas la preocupación de las operaciones navales, mientras que las operaciones
de tierra le correspondían por derecho a los romanos. Curiosamente la misma
división de tareas apareció en el siglo XX en los conflictos donde las
hegemonías marítimas de Gran Bretaña y de los Estados Unidos se vieron
implicadas conjuntamente.
NACIMIENTO DE LA FLOTA ROMANA
"...Pero
los cartagineses eran dueños absolutos del mar y por esto la guerra a los
romanos, les resultaba de signo indeciso... por todo lo cual vieron que la
guerra se les alargaba; entonces, y no antes, emprendieron la construcción de
navíos, de cien quinquerremes y de 20 trirremes...". (Polibio, Historias,
I, 20, 9-10, s II a.C).
6.- LOS PUERTOS ROMANOS.
Sobre las
otras ramas de la ingeniería civil romana, vías de comunicación y transporte e hidráulica,
hay mucho estudiado y escrito, no así de la que tenía su principal ocupación en
realizar obras en el mar, pues a la dificultad para identificar los restos como
estructuras pertenecientes a un puerto antiguo, hay que añadir la escasez de
yacimientos que den una visión contrastada sobre su tipología y la ausencia de
documentación escrita que nos hable sobre la capacidad técnica necesaria para
acometerlas.
Para
conocer cual fue el nivel técnico-científico de los ingenieros romanos se deben
elaborar una serie de hipótesis basadas en la ingeniería portuaria actual y en
el conocimiento que tenemos sobre la desarrollada sociedad romana, siendo los
períodos tardo republicano y el Imperial, los más indicados para ello, pues
tenemos a nuestra disposición la única referencia clásica escrita, "Los
diez libros de arquitectura" de Vitruvio, que documenta parcialmente los
métodos constructivos empleados en las obras de nueva planta y en las de
remodelación de los puertos romanos.
La mayoría
de los trabajos históricos no hacen referencia de los conocimientos
técnico-científicos que desarrolló y tuvo la ingeniería portuaria romana. Si en
alguna publicación encontramos referencias relacionadas con los puertos,
habitualmente son simples descripciones de la ruina de una obra concreta,
remarcando en ocasiones el interés en conservarla, y describiendo a veces, la
importancia que tuvo en el desarrollo económico de la zona geográfica de
influencia de puerto, pero rara vez hallamos algún análisis técnico sobre sus
estructuras y sobre las formas constructivas utilizadas, ni sobre el
conocimiento científico-técnico necesario para llevar a cabo tan importante
empresa.
El tratado
escrito por Vitruvio, es el único compendio sobre construcción que ha llegado a
nosotros. El capítulo 13 del libro V lo dedica a la construcción en el mar y en
los capítulos 4º y 7º del libro I hay alguna referencia sobre puertos. El resto
de las reseñas son de geógrafos como Estrabón, Mela, o Plinio el Viejo; o de
historiadores como Herodoto, Polibio, Quinto C. Rufo, Flavio Josefo, o Tito
Livio que dan pequeños retazos sobre puertos y actividades en la costa que pasan
casi desapercibidos.
Sabemos por
referencias de autores clásicos que existieron libros técnicos dedicados al mar
y a los puertos. Vitruvio da noticia sobre la existencia de libros dedicados a
describir las técnicas constructivas y menciona a varios escritores que
dedicaron alguna de sus obras a esta rama del conocimiento: Agatarco,
Anaxágoras, Demócrito, Piteo,
Hermógenes, Teodoro de Focea, Cosuzio, Muzio, Fuficio, Terencio Varron. Así
mismo nos cuenta, (V-12), que a finales del siglo III a.C., Filón de Bizancio
escribió un libro titulado "Construcción de Puertos". Pero no fue el
único que escribió sobre este tema, que sepamos también lo hizo Timostenes de
Rodas.
El bagaje
tecnológico de la ingeniería portuaria romana era tal, que ponía a disposición
de los ingenieros diferentes formas constructivas para un mismo tipo de
estructura de acuerdo con los condicionantes de la obra, entre los que podemos
destacar: las solicitaciones del oleaje de los temporales dominantes en la zona,
la calidad geotécnica de los fondos, el tipo de materiales disponibles para
llevar a realizar la construcción, etc. (Vitruvio V-13), y les permitía definir
el mejor proyecto de construcción, delimitando sus diferentes fases para
optimizar el tiempo necesario en la
ejecución de una determinada estructura o de un puerto completo.
La
ingeniería civil romana en general, pero sobre todo la rama que se dedicó a las
obras en el mar, experimentó un gran avance en comparación con los logros
alcanzados en este campo por las otras culturas del Mediterráneo debido al
descubrimiento y utilización de morteros y hormigones hidráulicos utilizando
tierra de las regiones de Cumas y de Bayas4 con alto contenido de polvo puzolánico
y que era conocida en su tiempo por carbúnculo.
El concepto
de puerto de entonces es el mismo que el de hoy. Aquellos ingenieros conocían
la importancia de una buena comunicación terrestre entre el puerto, la ciudad y
su zona de influencia comercial (Vitruvio V-13)5 y distinguían claramente entre
un simple fondeadero y un puerto, natural
o artificial, exigiendo al puerto una serie de servicios básicos (Polibio X-1,
Vitruvio V-13).
Entendían
que la disposición en planta de un puerto se configuraba con una playa en la
que a un lado de ella, o generalizando el concepto, a ambos, se disponían el o
los diques exteriores que proporcionasen el suficiente espacio de aguas
abrigadas a los barcos. Sabían también que tipo de obras auxiliares; almacenes
(horreas), pórticos, atarazanas, y estradas, debía tener todo puerto, natural o
artificial (Vitruvio V-13).
Obras exteriores
Lo más
apropiado para describir la tipología de obra exteriores que se utilizaron el
periodo romano, es leer lo que dice
Vitruvio sobre ellas en el capítulo de su libro (V, 13): "...Pero si no
hubiera un lugar naturalmente apropiado para proteger los navíos durante las borrascas,
parece que debe procederse de este modo: si hubiese en aquel lugar un pico que constituyera
un abrigo contra las tempestades, sino que sólo por una parte hubiera una playa
apropiada, entonces es preciso levantar del otro lado, con ayuda de
mampostería, espolones o escolleras que lleguen a formar un puerto cerrado...
"
Tanta
simplicidad en la descripción, hace pensar desde el punto de vista técnico, que
esta forma de escribir no solo hace referencia a los materiales que se
utilizaban, sino que es una definición sobre el tipo de estructura que se puede
construir empleando cada uno de esos elementos. De esta forma se puede asumir
que el texto estaba dirigido a gente con formación técnica, y que al leerlo
entendería, desde su experiencia, cual era la tipología de las estructuras a
las que se refiere Vitruvio en este párrafo.
1.-«...mampostería...».
Con este material se hacían estructuras
verticales empleando diferentes métodos constructivos.
2.-«...espolones...».
Se debe traducir aquí "espolón", por el
término actual "pilote". Estas estructuras, formadas por entramados
de pilotes clavados mediante maquinaria de hinca, constituían la
infraestructura de todo tipo de obras portuarias.
3.-«...escolleras...».
Realizando vertidos de piedras de diferentes
tamaños se construían estructuras de escollera en talud similares a los
actuales.
En los
diques verticales romanos, la superestructura formada por bloques alcanzaba una
profundidad máxima de 4 ó 5 metros, colocándose en pequeñas profundidades,
sobre una cama de escollera o directamente sobre el fondo. Para mayores calados
se construía un dique de escollera en talud sumergido a modo de
infraestructura, en el que la cota de coronación, que servía de cimiento a los
bloques de la estructura vertical, se mantenía a esa misma profundidad de 4 ó 5
metros. Tanto para medianos como para grandes calados, terminada la
superestructura, era frecuente verter un escollerado en lado hacia el mar para
disipar la energía del oleaje de forma parecida a como lo hace una estructura
de defensa de escollera en talud.
Vitruvio
describe los diferentes métodos constructivos de diques verticales empleados en
su tiempo y de forma indirecta da algunas indicaciones sobre construcción de
las estructuras en talud.
Sin
embargo, nada cuenta de las estructuras sobre «... espolones... », que rara vez
se emplearon como obras aligeradas de abrigo, aunque si se utilizaron para
pantalanes, cimentación de muelles, de estatuas, de torres de defensa y de
señalización en el mar.
De todas
las formas constructivas de diques empleadas por los ingenieros romanos cuya utilización
estaba en función de la capacidad portante del terreno, del clima marino y del
tipo de materiales disponibles para realizar la obra, podemos enumerar las que
conocemos a través de Vitruvio (V-13), mostradas en los siguientes gráficos:
Estos tres
tipos de estructura de defensa portuaria eran elementos básicos que podían combinarse
convenientemente para construir diques mucho más robustos. Tal es ejemplo de la
sección tipo del dique de defensa del puerto de Cesárea Marítima, mandado
construir por Herodes el Grande. Su descripción nos ha llegado por Flavio
Josefo (I-16) y sus restos se han estudiado minuciosamente, especialmente por
Raban.
La
estructura base del dique está formada por dos diques de bloques de hormigón,
antes descritos, de 6 y 12 m de ancho aproximadamente y por un dique vertical
de sillería. Tras construir estos tres diques paralelos, el espacio intermedio
se rellenó de todo uno, utilizando la misma técnica que 2000 años antes habían
utilizado los ingenieros portuarios minoicos en la construcción del puerto
Antiguo de Faros.
El
resultado fue un dique de 61 m de anchura al que se le adosó un manto exterior
de escollera. La mitad de su ancho, 30'5 m, se la dejó libre para que
funcionase como cuenco amortiguador del oleaje, llamado por los romanos “procimia”.
En ese cuenco se dispuso de una serie de canaletas hechas en el hormigón que funcionaban
como red de drenaje del agua de rebase de la ola. En la mitad del dique se
dispuso de un muro o espaldón que aislaba el cuenco amortiguador de la zona de
muelles. Este espaldón se reforzó construyendo cada cierta distancia torres de
sujeción del muro.
Obras interiores y auxiliares
Obras interiores y auxiliares
Las obras
interiores y auxiliares de los puertos antiguos y las del periodo romano se
pueden enumerar siguiendo a Vitruvio (V, 13):"...Bastará entonces
construir en torno suyo pórticos, atarazanas, almacenes y estradas para las
mercancías, y desde allí calles hasta los mercados....".
Se debe
añadir que también se disponía en los puertos de sistemas de aguada, de
señalización y de maquinaria específica para las distintas maniobras
portuarias.
Los pórticos:
Formaban el recinto dónde se establecían las "horreas" (tinglados, almacenes), las oficinas y otras dependencias portuarias. Frecuentemente se construían alrededor de las zonas de carga y descarga de mercancías. Cuando el trasdós del dique se utilizaba como muelle, los pórticos se empleaban también como contrafuerte o refuerzo de la muralla que se construía sobre él. Esta muralla, además de realizar su función tradicional, servía de espaldón.
Formaban el recinto dónde se establecían las "horreas" (tinglados, almacenes), las oficinas y otras dependencias portuarias. Frecuentemente se construían alrededor de las zonas de carga y descarga de mercancías. Cuando el trasdós del dique se utilizaba como muelle, los pórticos se empleaban también como contrafuerte o refuerzo de la muralla que se construía sobre él. Esta muralla, además de realizar su función tradicional, servía de espaldón.
Las Atarazanas:
O
arsenales, se construían en la zona más al interior del puerto, frente a las
estradas o varaderos, y su estilo no distaba mucho de las construidas por los
griegos (Figura 14), si bien se adaptaban a las necesidades volumétricas de la
construcción naval romana. En esencia constaban de arcadas o columnatas alineadas
rematadas con cimbras y techos de madera o de fábrica. En astilleros importantes
los techados se sustentaban sobre arcos o su peso se descargaba mediante
bóvedas. En los puertos de cierta importancia habría diques secos, al igual que
el existente en el puerto de Motya.
Los almacenes:
Se
construían en la ciudad y en el puerto, y servían de depósito para las
mercancías que esperaban su redistribución por la zona de influencia comercial,
o su estiba en los barcos. Los almacenes dedicados a los productos básicos de
alimentación y los militares, tenían una importancia especial, normalmente
estratégica, y su control lo monopolizaba el estado.
Las estradas:
O
varaderos, rampas de pequeña pendiente por las que se elevaba el barco a tierra
desde el mar, o se botaba hacia el agua desde tierra. Se construían colocando
dos vigas de madera, paralelas entre sí y dispuestas transversalmente a la
línea de costa sobre travesaños apoyados en la arena de la playa, o revistiendo
la pendiente con losas de piedra o de mortero hidráulico. La disposición de los
varaderos al fondo de la dársena, junto al arranque del dique del puerto, se
repite en otros hallazgos portuarios como en Murgi o en el Pireo. La pendiente
de la rampa variaba, pudiendo alcanzar valores de 1/14.
Sistemas de aguada:
El servicio
de aguada era esencial en los puertos desde siempre, en algunos, como el
antiguo de Ostia, el agua potable se traía mediante acueductos y solían
disponer de depósito de regulación de caudal como el hallado en Leptis Magna.
En la figura siguiente se muestra el sistema de aguada del puerto de Bares, que
consistía en:
·
Un punto de captación de
agua.
·
Una conducción para el transporte
de agua: una tubería formada por piezas de barro cocido.
·
Un punto de salida de agua,
regulado por un depósito.
Maquinaría:
Para el izado de los barcos a tierra
se disponía de la maquinaria auxiliar del varadero, cuya existencia y
utilización se menciona en los clásicos: Homero (Iliada II, 153), Heródoto
(II, 154) y (II, 159), Tucidides (III, 15), y según Vitruvio (X, 5), también se
emplearon grúas en este tipo de operaciones.
El libro
décimo del tratado de Vitruvio, fundamental para saber que tipo de maquinaria utilizaba la ingeniería civil
romana, tras describir una serie de grúas diferentes, entre las que se
encuentran las de utilización común en los puertos, Figuras 17 y 18, indica:«...Todos
estos tipos de máquinas que se han descrito hasta ahora sirven no solo para lo
que hemos dicho, sino también para cargar y descargar naves, colocándolas unas derechas y otras echadas
sobre soportes de rotación. Igualmente sin aparejos de maderos, sino
disponiéndolas en tierra, siguiendo las mismas reglas y sirviéndose únicamente
de cordajes y un sistema de poleas se pueden sacar las naves del agua...»
Señalización:
Se sabe que
desde muy antiguo se distinguía entre baliza portuaria y faro. La primera indicaba
la situación de la bocana del puerto y se ubicaba a la derecha de la entrada en
la ruta de acceso a él, y solía constituir una seña de identidad que lo
diferenciaba de cualquier otro puerto. Al otro lado de la bocana se construía,
si bien no siempre, un monumento que daba carácter de identidad, no solo al
puerto, sino también a la ciudad, ejemplo de ello lo tenemos en el famoso Coloso
de Rodas (Polibio, V, 23) o en la bocana del puerto de Cesárea Marítima, Flavio
Josefo (I, 16).
Los faros
son estructuras que señalan la situación de la costa a los navegantes. Aún hoy quedan
restos del antiguo faro fenicio de Akko, Acre. Existen referencias del faro
cartaginés del puerto de Lilibeo en Sicilia (Polibio, I, 13). Sabemos del
famoso faro de Alejandría. Y de los construidos por Roma conocemos de la
existencia de bastantes estructuras, entre los que se puede citar: la Torre de
Hércules, en la Coruña, el faro de Cádiz, el faro de Chipiona (Estrabón, III,
1, 9; Mela III, 4), el faro de Narbona, el de Leptis Magna, el de Ostia y el de
Puteoli.
Organización y explotación portuaria
La
dominación romana del Orbe supuso la hegemonía sobre los puertos y las rutas comerciales
marinas y terrestres que confluían en ellos. Fue tan importante el tráfico comercial
a través del mar que forzó la mejora y ampliación de las rutas terrestres ya
existentes, creando así una basta red viaria que ha estado en servicio hasta el
siglo XVIII, que permitió desarrollar y afianzar las zonas de influencia
comercial de algunos puertos hasta transformarlos en puertos muy importantes,
-Ostia, Puteoli, Gades, Alejandría, etc. Su tráfico comercial se vio favorecido
por la existencia de una red de puertos de segundo orden y por la de puertos
locales y fondeaderos.
Estos grandes
puertos, en ocasiones eran estructuras administrativas que agrupaban diferentes
instalaciones portuarias, como el puerto de Gades, conocido como el Portus
Gaditanus, al que pertenecía el propio puerto de la ciudad, los astilleros
situados en el actual Puerto Real, etc.(15), o el puerto de Puteoli que
englobaba diversos puertos ubicados en golfo de Nápoles, como el propio puerto
de Puteoli, el de Miseno, el de Nápoles,...
Es difícil,
por no decir imposible, conocer cual era la organización portuaria que regía
cada una de las grandes áreas portuarias, solo se conocen datos aislados que
permiten deducir ciertas hipótesis. De forma análoga a Cartago, habría en cada
puerto una institución administrativa que podemos asimilarla a una capitanía,
Apiano sobre el puerto de Cartago. En el mosaico de Toledo, se puede apreciar
una edificación de estructura circular con una serie de mástiles en su zona
alta y a su lado otra estructura, podría tratarse del edificio de “capitanía”
del puerto, con sus mástiles para las banderas de órdenes y con la baliza a su
lado.
Mosaico
romano (siglo III d.C.) hallado en la Vega Baja de Toledo (Museo de Santa Cruz
de Toledo)-foto CEHOPU
El mosaico
romano de Toledo ofrece grandes posibilidades para el estudio de la ingeniería portuaria
y naval romana, y solamente su análisis y la explicación de cada una de las
figuras representadas en él formarían un compendio del saber romano en esas
materias.
7.-TIPOS
DE NAVES ROMANAS
1.- Comerciales.
El buque de carga
En el barco
a finales antigua Yassi Ada, Turquía, en la popa se descubrieron los restos de
un incendio en la cabina y los utensilios de cocina, que consta de varios
contenedores en terracota y bronce, un mortero y restos de huesos de animales. Descubrimientos
similares en muchos otros naufragios que a menudo incluso han devuelto las
copias de los molinos de mano para subir a bordo y preparar la harina de
cereales, también, polenta, sopa o pan.
Los
alimentos necesarios para sostener la tripulación fueron mantenidos en
recipientes tales como frascos, cestas o sacos. La base para la navegación
incluye alimentos líquidos (agua, vino, aceite y garum) y alimentos sólidos
(cereales, aceitunas, frutas frescas o en conserva, hortalizas, carnes ahumadas
o saladas).
También en
la tripulación de cabina de pasajeros o "artículos personales como ropa,
zapatos, anillos o los dados que, guardados en cajas o bolsas especiales, se
utiliza como pasatiempo en el camino. A bordo había medicamentos, así como
monedas y escalas (etapa) para las transacciones comerciales en los puertos.
Para la iluminación se hace gran uso de lámparas de aceite. A bordo había
también pequeños altares portátiles y las imágenes de deidades.
Durante la
navegación, la tripulación, si no participan en las maniobras de la nave, podía
esperar para el mantenimiento, tales como la reparación de las velas con agujas
de hueso, o la pesca, que es útil para enriquecer la dieta de los pobres de
alimentos frescos a bordo.
2.-
Buques de guerra.
Los buques de guerra fueron: bireme,
el trirreme, el quadriremes la quinquireme la esareme
la deceris, el 'Actuaria del Liburna la caudicaria. Había
buques de apoyo: se utiliza para la logística (buques comerciales), el
rápido transporte de tropas (actuarios) y caballos (ippagoghe), los vínculos (celoci), las exploraciones (especulador).
Las Galeras romanas
En la
Antigüedad se utilizaron en las batallas marítimas distintos tipos de navíos y
uno de los más famosos como se ha comentado anteriormente fue la galera y se
trataba de un navío de guerra de gran eslora de remo y vela y en las navis longa de los romanos hay
que citar el eslabón y dos ordenes de remeros aunque su número varió según los
tiempos.
Normalmente
llevaba este tipo de embarcación un espolón a proa, el rostrum de bronce y reforzado con zunchos de hierro
trabajado este metal de forma diferente figurando una triple hoja de acero,
colocado casi en la linea de flotación del navío y servía para acometer al
navío de guerra enemigo y enviarle a pique por la trompada.
Tanto podía
ser una pirámide aguda o una cabeza de animal con el hocico puntiagudo, el
rostro o rostrum citado anteriormente. Se conserva una medalla de
Loecina (Lourida) espolón formado por una cabeza de elefante y más bien
dispuesta para ofender al enemigo (Los romanos ya experimentaban la guerra
psicológica para asustar o desmoralizar al enemigo) que para el choque y atravesar
el costado del enemigo.
Como ya se
ha dicho el espolón se situaba en la linea de flotación del buque para que el
golpe dado al enemigo fuera más eficaz pues el agua invadía el sellado y por
los historiadores como los citados en este artículo se conoce cuan terribles
eran los combates dados por loas antiguos el choque de un espolón de un buque
lanzado a toda fuerza sobre el otro que era la forma de verificarse el abordaje
en la Antigüedad. (En la película Ben-Hur se ve meridianamente bien)
Es curioso
que es difícil encontrar en algún Museo Arqueológico del Mundo algún espolón de
esa época aunque si se ven en los Bajos Relieves. Si que hay un espolón en
buenas condiciones en el Arsenal de Génova encontrado en 1557 el cual en la
entrada de la habitación que esta expuesto se pueden leer las siguientes
palabras: Vetustionis hoc aeus romani rostrum in expurgamdo postus anno 1597
erutum unicum hac usque visuaneximiae majorum in re nautica gloriae dicavere
conciver y el citado espolón tiene tres pies de altura y 9 pulgadas de
espesor y es cuadrado y la figura es un jabalí.
Como esta
figura se ha encontrado dibujado en monedas españolas de esa época algunos
opinan que perteneció alguno de los buques que pelearon con Mogón, general
famoso cartaginés según arqueólogos navales.
Como
anécdota histórica decir que la Tribuna de las Arengas en el Foro romano se
llamaba los rostros porque estaba adornada con los espolones de los navíos o
galeras apresadas a las escuadras enemigas.
Se
utilizaban ingenios para las batallas marítimas como el cuervo de asas o ases
que era un aparato naval o un dardo grande
En un
principio sobre cubierta estaba el banco de remeros con la crupia que permitía ir de popa a proa y con el portador para vigilar el buen
hacer de los remeros cuyo conjunto constituía la chusma. El número de filas varió con el tiempo y se
denominaban según esto con los siguientes nombres:
·
unirreme con solo una fila de
remeros
·
triacontoros galera de unos 30
metros con quince por banda
·
pentekomtoros con 50 remeros
·
birrenes con 2 filas de remos
·
trirrenes con tres filas de
remos
·
cuatrirremes con 4 filas de
remos
·
quinquirremes con 5 filas de
remos
·
sietirremes con 7 filas de
remos, etc.
A
partir del siglo IV d. J. C. fueron los unirremes y birremes los más
utilizados.
LA BIREME
Se trata de
una nave denominada "longa" de las utilizadas en las guerras púnicas,
del año 31 antes de Cristo, armada de un espolón, dos catapultas y una pasarela
giratoria denominada "pico de cuervo" inventada por el cónsul romano
Caius Duilius, con la cual el imperio romano enfrentó y venció a los
cartagineses en la batalla de Milae (130 naves romanas hundieron 260
cartaginesas).
Llamado así porque había dos tipos de remos, utilizada desde el siglo V antes de Cristo, sufrió algunos cambios con el tiempo. Longitud de unos 23 m. de larga y 3 de ancho, con dos filas de remeros sentados en el mismo banco. Tenía una vela cuadrada y puede alcanzar velocidades a través del peso discreto y pequeño tamaño. Más tarde suplantada por la cocina más funcional y completa. Fue un navis longa (larga buque) que se hace para contener a más hombres y municiones, no para perseguir y velocidad.
La galera de guerra romana era un Birreme
impulsada por dos órdenes de remos y con un mástil en el centro de su eslora.
La característica más notable de estos navíos,
que eran rápidos, manejables y de escaso calado, fue su estrecha pasarela de
combate y su poderoso espolón en forma de cuerno.
La pasarela de combate albergaba a las tropas
de infantería que, durante la batalla, tenían como misión la defensa del barco
y el abordaje del contrario.
El trirreme
El trirreme medía unos 50 metros de eslora y
portaba una vela cuadrada. Sus tres órdenes de remos le impulsaban a gran
velocidad contra el barco enemigo al ritmo que el "Cómitre" marcaba
y, una vez que el espolón se clavaba en el costado del adversario, dejaban caer
el "Cuervo" que era una plataforma de asalto con un gancho que se
hincaba en la cubierta enemiga impidiendo separarse ambas naves. Así unidos,
las tropas de asalto pasaban al buque adversario trabándose una lucha que
terminaba con la captura de uno de los barcos.
Más tarde, en la época de Julio César, se
dotó a los trirremes romanos de armas ofensivas como catapultas y ballestas que
lanzaban bolas incendiarias. El trirreme fue el rey del Mediterráneo hasta el
final del Imperio Romano.
Alrededor
del año 263 antes de cristo ocurría en el islita de la actual Sicilia un
conflicto que llevaba siglos sin resolverse. Los mamertinos
(hijos de Marte), mercenarios pagos que se habían revelado allá en el tiempo,
se dedicaban a saquear la isla, para la época que tratamos fueron
definitivamente acorralados por los siracusanos en la ciudad de Messana. Los
otrora rudos mercenarios mamertinos pidieron auxilio a la única potencia que podía
hacerles frente a estos ejércitos. Roma.
Los romanos
sabían aprovechar oportunidades y tenían a su excedente poblacional ocioso
desde que hace unos años terminara su ultima guerra, por lo que rápidamente
fueron a prestar ayuda a los desvalidos mercenarios y de paso ver de quedarse
con un vuelto. Enviaron a un ejercito que se encargo de hacerle frente a la
potencia de la isla, los mencionados Siracusanos.
Los cartagineses,
que andaban siempre cerca, vieron que Roma ayudaba a los Mamertos por lo que
para evitar que la potencia continental pudiera hacer pie en la estratégica
isla decidieron brindarle su mano a la ciudad de Siracusa.
Hieron II (tirano de Siracusa) pronto vio
que quedaba en medio de una discusión de la que podía sacar mas ventaja
quedándose al margen que siendo participe activos. Se hizo a un lado, firmo paz
con Roma y espero a ver que pasaba entre Roma y Cartago. Así surge la Primera Guerra Púnica.
Resulta que el fuerte de los cartagineses era el mar y el de los
romanos era la tierra. Roma vio que por mas que ganara cada batalla en terreno
firme, siempre que los odiosos púnicos (aka: cartagineses) pudieran mandarse a
sus barcos para reorganizarse o pudieran recibir nuevos suministros o tropas,
no había forma de lograr una batalla definitiva. Por esto se plantearon la
forma de ganarles también en el mar (ahí se ve la actitud que los hizo tan
grandes).Roma usaba trirremes, y no tenia una cultura de
navegantes. Cartago era hace siglos una civilización que conocía y dominaba los
mares como pocos. Su flota consistía en barcos llamados quinquéremes, o sea de 5 líneas de remos
(contra las tres de los trirremes).
Se dio la
casualidad (si estas cosas existieran) de que los romanos se hicieron de un
quinquéremes cartaginés encallado. Y como eran (y fueron por mucho tiempo) muy
buenos copiando lo de otros, se armaron así de la nada una nueva flota bien
moderna.
Ahora el
problema era el enfrentamiento naval. Roma tenia todas las de perder por lo que
idearon un método que el cónsul Cayo Duilio puso en practica allá, por el año
260 antes de cristo, en la batalla de Milas. Los cartagineses se mandaron a la
batalla con el clásico objetivo de espolear a sus enemigos para hundirlos. La
idea es embestir alguna parte blanda del barco enemigo con alguna parte dura de
la nave propia lo que siempre redundaba en darle con el espolón de la proa a
toda maquina (o a todo remo en este caso) contra un costado del enemigo,
partiéndolo, o causándole suficiente daño como para mandarlo al fondo del mar.Pero los romanos sorprendieron a sus enemigos al situar sus naves
en paralelo a las cartaginesas, evitando una confrontación directa. Una vez
puestos de lado y cerca del enemigo realizaron la treta que los llevo al éxito.
Bajaron unas grandes plataformas (que llamaron corvus y según pude ver estaban
las que estaban al costado y al frente de los barcos) que se incrustaron sobre
las naves enemigas dejando un piso firme donde los romanos podían pelear como
mejor sabían. O sea, haciendo pie en algún lado.
No bien
termino la batalla se comenzó a decir que Cartago perdió mas por impericia del
almirante Aníbal Giscón que por merito romano, por lo que el desafortunado
almirante termino crucificado (literalmente) por sus propios hombres.
Pocos años
después, durante la batalla de Cabo Ecnomo el sistema probó que realmente era
bueno ya que se gano y no se contaba ni con el factor sorpresa ni con la
incompetencia de un almirante. No había excusas cartaginesas que minimizaran el
logro romano. Roma hacia las cosas de manera que podía llevar su fuerza a donde
sea, en este caso llevo la batalla terrestre al mar.
Sin
embargo, no hay casi mas noticias del uso de esta arma en años posteriores.
Posiblemente la creciente experiencia de los marinos romanos hizo que sea mas
practica la clásica batalla. O por ahí se termino renegando de esta arma por
otros motivos que poco tengan que ver con su efectividad. Realmente no lo se y
me sorprende ver su pronta eliminación de los barcos romanos. Ya para la
segunda guerra púnica (40 años depuse) no hay registros de este artilugio.
El quadriremes
era buque de 48 metros de largo y 8 de ancho y una profundidad de 1, fue el acorazo de la época junto a la
quinquirreme. Tenía una torre y un
puente de asedio, una o dos torres de
madera real en el puente, para permitir que los arqueros pudieran disparar desde lo alto.
El
quadriremes tenía 240 remeros, marineros 15 y 120 infantes de marina en la
armadura. El quinquireme lleva por 300 remeros, con 50 marineros y 120
soldados.
LA QUINQUIREME
El
quinquerreme era el navío más poderoso del Mediterráneo. Su tripulación era de
420 hombres, de ellos 120 soldados que colocaban sus escudos en las bordas.
De los 300
marineros, 270 eran remeros, todos contratados, que se disponían en tres
órdenes de la siguiente forma: 2 remeros en el orden superior, dos en el medio
y uno en el inferior. La nave montaba a proa un recio espolón reforzado con
bronce y su obra viva (parte de la nave que queda bajo el agua) estaba forrada
de placas de plomo para evitar la corrosión de la madera.
A popa se
alzaba una tienda de cuero y los dos grandes remos que servían de timones. Un
mástil retráctil podía alzarse para soportar una vela cuadra, pero en combate
siempre se utilizaban exclusivamente los remos.
LA ESAREME
Parece que fue utilizado para transportar
el Estado Mayor del Ejército, y el almirante y los oficiales superiores, que no
tomó parte en los combates al menos que fuera necesario. Sirvió para organizar
y dirigir la batalla naval, así como apoyo moral.
Fuertemente armados para defender al
personal de transporte. Fue una longa navis.
También conocido como decireme, cuenta con
diez de remos. El deceris tenía cerca de
47 metros de larga y 8 o 9 metros de ancha. Los remos de "orden superior,
12 metros de largo fueron tripulada por cuatro remeros, y tres de las clases
bajas. El equipamiento se componía de 600 soldados y 200 a 250 infantes de
marina.
El ACTUARIA
Muy
rápido, la luz, al aire libre, construida sobre el modelo de los barcos de los
piratas. No es adecuado para el combate, se utilizó principalmente para el
transporte rápido de tropas, sino también como un buque de reconocimiento. Cetera
Navis (rápido).
LIBURNIA
Esta era un
tipo de embarcación que tuvo su origen en Liburnia parte de la Iliria en la
costa del Adriático, entre los ríos Arsia y Ticio provincia de Dalmacia y que
se empleaba en la piratería de aquella época ya que sus habitantes eran los
temibles liburnos que eran sarmatas o escitas. Con el auxilio de este tipo de
naves de guerra venció Augusto a la flota de Marco Antonio y Cleopatra en la
memorable Batalla de Accio o Actium debido a lo ligeras y maniobrables que eran
en comparación a las monumentales pero lentas galeras y desde entonces se le
dio preferencia en la Armada Romana. Estaba construida de los siguientes
materiales:
- Las maderas eran de ciprés y del pino alerce y abeto
- Tenía la embarcación clavazas de cobre con preferencia de hierro.
Los tipos
eran los siguientes:
·
Una orden de remeros
·
Otros más capaces de 2, 3, 4
orden de remeros
·
En la batalla de Actium se
habla de 6 o más orden de remeros
Cada una de
estas embarcaciones tenía su contramaestre que enseñaba y ejercitaba
diariamente en sus respectivas maniobras a los remeros, pilotos y soldados.
Las mayores
llevaban de avanzada una falua de cuarenta remos para hacer la descubierta,
sorprender las naves enemigas, interceptar sus convoyes y avisar de su derrota
y de sus intenciones. Para que no fueran avistadas por sus enemigos se
camuflaban pintando dichas embarcaciones, así como sus velas y jarcias, de un
color verde pardo parecido al mar y del mismo color vestían a los marineros y
soldados que iban embarcados en estas naves.
También
decir que habían otros tipos de embarcaciones aparte de naves fumentariae que eran naves de carga, naves rotundae, naves lungae y las liburnia que eran las
siguientes:
·
Naves acturiae que se utilizaban para
transportar a las legiones parecidas a las unirremes
·
Hipagogae que se empleaban para
el transporte de equinos con celdas para su traslado
LA CAUDICARIA
De la ampliación del plano, una especie de
barcaza de transporte en las vías navegables. Fue tirado por animales
procedentes de la margen derecha del río en un sistema de propulsión, el
dell'alaggio, todavía en uso hasta el siglo XIX en el Tíber.
Barco de transporte
OPERACIONES NAVALES ROMANAS 218/202 a.C.
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218. Movilización de la flota romana, son botados
220 quinquirremes y 20 navíos menores. El cónsul, T. Sempronio recibe de
estos un total de 160 quinquirremes y 12 de los menores, P. Cornelio Escipión
recibe así mismo 60 quinquirremes para su campaña en Hispania pues se piensa
que no tendrá mucha oposición en el mar. Se cuen ta con el apoyo de la flota
siracusana, quizás unas 50 trirremes. Siete navíos cartagineses son
destruidos en aguas de Sicilia por la flota del cónsul. Conquista de la isla
de Pantelaria. T. Sempronio reparte la flota de la siguiente manera: Sexto
Pomponio con 25 navíos defenderá las costas de Calabria del acoso de los
incursores púnicos, al pretor de Sicilia, M. Emilio, le reforzó con 50
quinquirremes y finalmente el resto de la flota daría escolta o transportaría
al ejercito consular hasta el Piceno a través del mar Jónico y Adriático, es
de suponer que esa flota regresaría mas tarde a Ostia, base principal de la
flota romana.
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217. Una flota cartaginesa de cerca de 100 unidades
merodea por la costa de Etruria, captura un convoy de transportes que se
dirige a Hispania. Cneo Servilio Gemino sale con 120 quinquirremes en
persecución de la flota cartaginesa, la persecución, sin éxito, se prolonga a
través del Tirreno, Córcega y Cerdeña, finalmente la flota se dedica a
saquear algunos puntos del territorios africano, en la Gran Sirte son
rechazados en tierra con numerosas bajas. La flota entra en Lilybaeum,
después vuelve a Ostia.
Derrota y destrucción de la
flota cartaginesa en la desembocadura del Ebro.
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216. La flota romana es enviada de nuevo a Sicilia
debido a los ataques que los cartagineses realizan continuamente sobre el
territorio siracusano y la misma provincia romana. La flota ataca África,
incursiones sin mucho éxito parece ser, el propio jefe de la flota, el pretor
P. Furio Filo, es gravemente herido y tras regresar a Sicilia es relevado.
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215. La flota romana defiende ahora también el golfo
de Tarento y la costa de Brindisium con 25 navíos, 25 quinquirremes el
litoral cercano a Roma. Se reciben noticias de la alianza de Filipo y Aníbal,
es reforzada la flota de Tarento con 30 quinquirremes y es enviada a Grecia.Una
importante flota romana es enviada a Cerdeña con refuerzos, una vez allí es
varada pues las tripulaciones deberán combatir en tierra, tras la victoria la
escuadra vuelve a Ostia. T. Otacilio Craso, pretor de la flota en Sicilia
recibe del senado las tres premisas estratégicas que deberá seguir: primero,
defender las costas de Italia, segundo, atacar las costas del territorio
cartaginés y hacer el mayor daño posible y, tercero, impedir que Aníbal
recibiese refuerzos en Italia. Merodea T. Otacilio por las costas africanas,
derrota y dispersa a la flota cartaginesa que regresa de Cerdeña.
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214. La flota romana alcanza este año 150 unidades
en total. Se botan 100 nuevos navíos para reforzar la escuadra. Critica
escasez de marinos para la flota, se recurren a medidas excepcionales. Guerra
en Sicilia, los romanos mantienen una escuadra de 100 quinquirremes cerca de
Messina por si se debe intervenir en Siracusa. Guerra en Siracusa, bloqueo de
la ciudad por la escuadra romana. 30 Quinquirremes llegan a Panormus en donde
desembarcan una legión de refuerzo. Una flota macedonia compuesta por 120
birremes opera contra Apollonia (zona de Iliria-Epiro), la flota romana de 55
quinquirremes que defiende el paso de Italia con Grecia es enviada a combatir
a los macedonios en Apollonia, Filippo II se retira incendiando su flota para
evitar su captura por los romanos.
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213. Sin datos.
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212. Una pequeña flota consigue saltarse el bloqueo
de Tarento y entregar a la guarnición sitiada suministros. Se abastece
navalmente al ejercito que opera en Campania, para ello se construye una
importante base de operaciones en la ciudad costera de Puzzuoli. La flota
romana de 80 quinquirremes que se encuentra en aguas de Siracusa hace huir a
la superior flota cartaginesa. T. Otacilio pasa ahora a África frente a 80
navíos, consigue capturar en su incursión en aguas y territorio de Utica un
total de 130 naves con trigo.
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211. Caída de Carthago Nova, en poder de Escipión 70
transportes y 16 navíos de guerra cartagineses. La flota romana en Hispania
cuenta así con 80 barcos de guerra. Una flota romano/aliada de 20 navios de
varias clases es derrotada por otra similar tarentina en aguas de Tarentum.
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210. Una escuadra romana de 50 navíos ataca el
territorio africano saqueando con éxito las tierras de Utica (la campaña
entera duro alrededor de 13 días desde que salió de Lilybaeum hasta que
regreso a puerto).
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209. Se reduce la flota romana en Sicilia a 70
quinquirremes pues 30 navíos son enviados a Fabio Máximo para su campaña de
Tarento. Se ordena a Escipión enviar 50 barcos a Cerdeña.
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208. LLegan a Cerdeña 50 navíos de combate que el
senado ha ordenado a Escipión que envié allí desde Hispania, se refuerza así
la defensa de la isla. Las 30 quinquirremes que se encontraban sirviendo a
Fabio Máximo, tras la caída de Tarentum son devueltas a Sicilia, la isla
cuenta así con 100 barcos de guerra. Se restauran 30 viejos navíos a los que
se les unen 20 de los aliados, estos 50 barcos de guerra son destinados a la
defensa de las costas del Lacio y como reserva estratégica Se rumorea en Roma
que los cartagineses aprestan 200 navíos para atacar en masa por todos los
flancos. Escipión cuenta ahora en Hispania con 30 navíos La flota de Sicilia
(100 barcos) pasa a África, se saquea el territorio de la ciudad de Clupea
(cabo Bon), se encuentra la escuadra con una flota cartaginesa de 83 barcos,
victoria romana que captura 18 navíos enemigos y pone en fuga a los
restantes.
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207. La flota romana en el Egeo suma 25
quinquirremes propias y 35 navíos de Atalo de Pergamo. Ataques de la flota de
Sicilia al territorio norteafricano, se saquea entonces el territorio de
Utica, nuevamente son interceptados por los cartagineses quienes les oponen
70 navíos de guerra, 16 son capturados y 6 hundidos.
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206. Se reduce la flota en Sicilia a 30 unidades, el
grueso de la escuadra es ahora concentrada en Ostia. LLega Escipión a Roma
con 12 quinquirremes, deben quedar ahora en Hispania no mas de 28 navíos
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205. Escipión construye 20 quinquirremes y 10
cuadrirremes para su próxima campaña a África, con estos nuevos navíos se
dirige ahora a Sicilia. Capturada una gran flota de transportes cartagineses
en aguas de Cerdeña.Incursion de la flota romana a África, el territorio de
Hippo Rhegius es saqueado. 35 quinquirremes de refuerzo son enviadas a
Grecia, la flota romana en Grecia alcanza seguramente las 60 unidades.
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204. Escipión parte para África con 40 trirremes y
400 navíos de transporte
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203. Sicilia se guarnece con 40 quinquirremes (13 de
nueva construcción, los restantes los viejos navíos de siempre solo que de
nuevo restaurados), otras tantas para Cerdeña. En total la república dispone
ese año de 160 navíos de guerra. Aprovechando una tregua con los
cartagineses, los romanos envían a Escipión desde Cerdeña 100 navíos de carga
escoltados por 20 quinquirremes. Otras 200 de carga con 30 quinquirremes le
son también enviadas desde Sicilia, esta flota sufre las consecuencias de una
fuerte tormenta y se pierden muchos barcos, barcos abandonados en las costas
que son tomados por los cartagineses.
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202. Cincuenta nuevas quinquirremes son enviadas a
Escipión a África Sicilia será defendida tan solo por 20 navíos Una nueva
flota de guerra y transporte es enviada a Escipión al frente de la cual se
encuentra el cónsul Tiberio Claudio (después ya de la batalla de Zama) pero
sufre muchos daños a causa de las tormentas ya antes de llegar a Cerdeña.
Tiene que ser reparada la flota en Carales perdiendo allí todo el tiempo de
mando de que disponía su magistratura, invernara allí Tiberio Claudio y en primavera
enviara a la flota de vuelta a Roma.
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201. Escipión cuenta ahora con 40 navíos de guerra
en África bajo su mando personal, también esta junto a el Gneo Octavio con
otras 50, pero estas deberán enviarse a Roma en donde el nuevo cónsul se
haría cargo de ellas. 10 navíos guarnecen ahora Cerdeña. En total 100 barcos
de guerra defienden los intereses de la república en el Mediterráneo Fin de
la II Guerra Púnica
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Composición de la marina romana
La flota
del imperio romano tenía dos bases importantes, así como varias de menor
categoría. Las dos flotas principales que controlaban el Mare Nostrum fueron:
Classis
Misenensis. Creada en el 27 a. C.,
su base estaba en Miseno. La Classis Misenensis, posteriormente llamada Classis
Praetoria Misenensis, fue creada para controlar la parte oriental del Mar
Mediterráneo. A los componentes de esta flota, Nerón les denominó la Legio I
Classis. En el año 330, las naves se desplazaron a Constantinopla, a donde
el emperador Constantino había trasladado la capital del Imperio romano. Según
una inscripción hallada en Miseno, al comienzo de la Era Cristiana, sus
principales buques de guerra eran los siguientes:
1 Hexarreme:
Ops
1 quinquerreme:
Victoria
9 cuatrirremes:
Fides, Vesta, Venus, Minerva, Dacicus, Fortuna, Annona, Libertas, Olivus
50 trirremes:
Concordia, Spes, Mercurius, Iuno, Neptunus, Asclepius, Hercules, Lucifer,
Diana, Apollo, Venus, Perseus, Salus, Athenonix, Satyra, Rhenus, Libertas,
Tigris, Oceanus, Cupidus, Victoria, Taurus, Augustus, Minerva, Particus,
Eufrates, Vesta, Aesculapius, Pietas, Fides, Danubius, Ceres, Tibur, Pollux,
Mars, Salvia, Triunphus, Aquila, Liberus Pater, Nilus, Caprus, Sol, Isis, Providentia,
Fortuna, Iuppiter, Virtus, Castor
11 liburnias:
Aquila, Agathopus, Fides, Aesculapius, Iustitia, Virtus, Taurus Ruber, Nereis,
Clementia, Armata, Minerva.
Classis
Ravennatis. Con base en Rávena desde el año 27 a. C.,
fue utilizada para controlar la parte occidental del Mar Mediterráneo. En el
año 330 las naves se trasladaron a Constantinopla. En cuanto a las flotas
provinciales, se tiene constancia de las siguientes:
Classis Britannica. Situada en Portus Itius (la actual Boulogne-sur-Mer, también llamada Gesoriacum o Bononia) en la Galia, y desde el año 296 en Rutupiae (Richborough) en Britania. Controlaba el Canal de la Mancha y las aguas en torno a las islas. Esta flota desempeñó un papel importante en la invasión de esta provincia romana por Julio César. Bajo el mando de Agrícola circunnavegó Escocia, y en el 83 atacó su costa oriental. Un año más tarde, la flota alcanzó las islas Orcadas. El control de la Classis Britannica y del puerto de Bononia permitió que dos generales romanos, Carausius y Allectus, declararan la secesión de la provincia de Britania en los años 290. Cuando Constancio Cloro, por orden de Diocleciano, recuperó Bononia, se puso fin al así llamado Imperio Británico.
Classis Germanica. Se creó en el año 12 a. C. en Castra Vetera (Germania Inferior). Esta flota fluvial controlaba el río Rin y el Mar del Norte. Después del año 50 a. C. trasladó su base principal a Colonia Agrippinensis (Germania).
Classis Pannonica. Actuaba a partir del 35 a. C. en Aquincum (Pannonia, la moderna Budapest). Esta flota fluvial controlaba el Danubio desde '"Castra Regina (provincia de Recia, la moderna Ratisbona), hasta Singidunum (Moesia, la actual Belgrado). Fue reorganizada bajo la dinastía Flavia, siendo rebautizada como Classis Flavia Pannonica.
Classis Moesica. Controlaba el oeste del Mar Negro.
Classis Pontica. Operaba desde el año 14 a. C., y su base estaba desde el 54/60 d.C en Trapezus (en el Ponto). Esta classis custodiaba el Mar Negro meridional.
Classis Syriaca. Establecida en el 63 a. C., y con base desde el año 70 en Seleucia Pieriae (Siria), esta flota controlaba el Mar Mediterráneo oriental y el Mar Egeo.
Classis Alexandrina. Con base en Alejandría, en la provincia romana de Aegyptus, controlaba el oeste del Mar Mediterráneo.
Classis Mauretania. Controlaba las costas africanas del Mar Meditárraneo occidental.
Classis Aquitanica. Intervino en el Golfo de Vizcaya. Participó en la invasión romana de Cantabria durante las Guerras Cántabras y, para algunos autores, en la represión de la sublevación de los aquitanos en el año 28 a. C.
Algunos de los nombres de almirantes de la flota romana que han llegado hasta nuestros días:
· Cayo Duilio, vencedor de la batalla de Milas (260 a. C.).
· Marco Atilio Régulo, vencedor de la batalla del Cabo Ecnomo (256 a. C.).
· Cayo Lutacio Cátulo, vencedor de la batalla de las Islas Egadas (241 a. C.).
· Marco Vipsanio Agripa, vencedor en la Batalla de Actium (31 a. C.).
· Plinio el Viejo, prefecto de la Classis Misenensis (77–79 a. C.)
Las tropas de caballería incluían a los arqueros a caballo (en latín, sagittarii), a la caballería de choque (cataphractii o clibanarii) o armados con lanzas (antesignani o lancearii). La infantería podía ir armada con arcos, hondas, lanzas arrojadizas, espadas largas o lanzas. Las unidades auxiliares originalmente eran dirigidas por sus propios jefes y, en este periodo, su organización interna dependía de sus comandantes.
Escorpiones:
os escorpiones romanos, maquinas pequeñas, era la arma más terrible, muy fácil de manejar, lanzaba proyectiles de hierro fino a distancias de 400 metros. Los Legio Scorpio eran los legionarios que las manejaban. Fueron usados por primera vez en el asedio de Avarico, durante las campañas de Julio César. Desde ese momento, cada legión contaba con al menos 40 o 50 legionarios escorpiones.
Ariete:
El ariete era usado para romper las puertas o las murallas durante el asedio. En su forma básica estaba formado por un tronco que era cargado por varios soldados. En sus formas más sofisticadas eran impulsados por cuerdas dentro de un marco de madera, al ser mayores de tamaño eran necesarios más soldados para su uso. En el segundo caso este ariete podía estar protegido con cubiertas para evitar ser atacado por los defensores mientras era usado. También se podían apoyar sobre rodillos, dando una mayor velocidad al ariete antes de golpear a su objetivo.
Asedio del ejército romano:
Próximo Capítulo: Primeras guerras de los romanos
Classis Britannica. Situada en Portus Itius (la actual Boulogne-sur-Mer, también llamada Gesoriacum o Bononia) en la Galia, y desde el año 296 en Rutupiae (Richborough) en Britania. Controlaba el Canal de la Mancha y las aguas en torno a las islas. Esta flota desempeñó un papel importante en la invasión de esta provincia romana por Julio César. Bajo el mando de Agrícola circunnavegó Escocia, y en el 83 atacó su costa oriental. Un año más tarde, la flota alcanzó las islas Orcadas. El control de la Classis Britannica y del puerto de Bononia permitió que dos generales romanos, Carausius y Allectus, declararan la secesión de la provincia de Britania en los años 290. Cuando Constancio Cloro, por orden de Diocleciano, recuperó Bononia, se puso fin al así llamado Imperio Británico.
Classis Germanica. Se creó en el año 12 a. C. en Castra Vetera (Germania Inferior). Esta flota fluvial controlaba el río Rin y el Mar del Norte. Después del año 50 a. C. trasladó su base principal a Colonia Agrippinensis (Germania).
Classis Pannonica. Actuaba a partir del 35 a. C. en Aquincum (Pannonia, la moderna Budapest). Esta flota fluvial controlaba el Danubio desde '"Castra Regina (provincia de Recia, la moderna Ratisbona), hasta Singidunum (Moesia, la actual Belgrado). Fue reorganizada bajo la dinastía Flavia, siendo rebautizada como Classis Flavia Pannonica.
Classis Moesica. Controlaba el oeste del Mar Negro.
Classis Pontica. Operaba desde el año 14 a. C., y su base estaba desde el 54/60 d.C en Trapezus (en el Ponto). Esta classis custodiaba el Mar Negro meridional.
Classis Syriaca. Establecida en el 63 a. C., y con base desde el año 70 en Seleucia Pieriae (Siria), esta flota controlaba el Mar Mediterráneo oriental y el Mar Egeo.
Classis Alexandrina. Con base en Alejandría, en la provincia romana de Aegyptus, controlaba el oeste del Mar Mediterráneo.
Classis Mauretania. Controlaba las costas africanas del Mar Meditárraneo occidental.
Classis Aquitanica. Intervino en el Golfo de Vizcaya. Participó en la invasión romana de Cantabria durante las Guerras Cántabras y, para algunos autores, en la represión de la sublevación de los aquitanos en el año 28 a. C.
Algunos de los nombres de almirantes de la flota romana que han llegado hasta nuestros días:
· Cayo Duilio, vencedor de la batalla de Milas (260 a. C.).
· Marco Atilio Régulo, vencedor de la batalla del Cabo Ecnomo (256 a. C.).
· Cayo Lutacio Cátulo, vencedor de la batalla de las Islas Egadas (241 a. C.).
· Marco Vipsanio Agripa, vencedor en la Batalla de Actium (31 a. C.).
· Plinio el Viejo, prefecto de la Classis Misenensis (77–79 a. C.)
EL EJERCITO ROMANO (exercitus, -us)
La historia
de la estructura del ejército romano describe las principales
transformaciones cronológicas de la organización y constitución de las fuerzas
armadas de la antigua Roma, las cuales han sido calificadas como «la
institución militar más efectiva y duradera conocida de la historia».
Desde sus
orígenes alrededor del año 800 a. C. hasta el hundimiento del Imperio
romano de Occidente en 476 d. C., la estructura militar de Roma
atravesó una serie de cambios estructurales de gran envergadura. A grandes
rasgos, las armas romanas se dividían en ejército y armada, si bien estas dos
ramas estaban menos diferenciadas que en los ejércitos nacionales actuales. A
su vez, en estas dos ramas los cambios estructurales fueron ocurriendo como
resultado de una reforma militar con visión de futuro, así como de una
evolución estructural orgánica.
Después de
un periodo protohistórico del cual no existe información escrita, la estructura
del ejército romano puede generalizarse a través de una serie de fases
históricas. Inicialmente, el ejército romano consistía en unas levas anuales de
ciudadanos que prestaban el servicio militar como parte de sus deberes para con
el Estado. Durante este periodo el ejército romano se enfrentó principalmente a
adversarios locales en campañas estacionales.
A medida
que los territorios controlados por Roma se iban expandiendo, y a medida que el
tamaño de las ciudades se incrementaba, los ejércitos de la antigua Roma fueron
poco a poco profesionalizándose, asalariando a sus soldados. Como consecuencia,
los servicios militares de los niveles más bajos de la sociedad se fueron
haciendo cada vez a más largo plazo. Las unidades militares de ese periodo eran
muy homogéneas y estaban muy reguladas. El ejército consistía en unidades de
infantería romana conocida como legiones, así como tropas aliadas formadas por
ciudadanos no romanos conocidas como tropas auxiliares (auxilia). Esta
última se solía llamar para que proveyese al ejército de infantería ligera o de
caballería, formando las legiones el núcleo de infantería pesada.
En la
tercera fase del desarrollo militar de Roma, las fuerzas estaban encargadas de
mantener y asegurar las fronteras de las provincias bajo control romano, así
como de la propia Italia. Las amenazas estratégicas de la época eran en general
menos serias en este periodo, y el énfasis se puso en la preservación del
territorio ganado. El ejército fue evolucionando a la nueva situación y se
volvió más dependiente de las guarniciones estables, y menos en los campamentos
itinerantes y las operaciones de campo continuas.
En la fase
final del ejército romano, el servicio militar continuó siendo asalariado y
profesional para las tropas regulares. Sin embargo, la tendencia a emplear a
aliados o a tropas mercenarias se expandió hasta el punto de que éstas acabaron
representando una proporción muy sustancial de las fuerzas de Roma. Al mismo
tiempo, la uniformidad de la estructura que presentaba el ejército romano en
épocas anteriores desapareció: los soldados de la época variaban desde arqueros
montados y muy poco armados a la infantería pesada, en regimientos de muy
variable tamaño y calidad. Esto fue acompañado de una importancia cada vez
mayor de la caballería frente a la infantería, así como una recuperación de la
importancia de la movilidad.
El primer
ejército romano mencionado en los escritos se describe por fuentes mucho más
tardías. En concreto, Tito Livio y Dionisio de Halicarnaso hablan del ejército
romano remontándose al siglo VIII a. C. A menudo se hace referencia a
ese ejército como el ejército curiado de Roma, nombre que procede de las
subdivisiones del ejército basadas en las tres tribus fundadoras de la ciudad
(en latín: curiae). El ejército era relativamente pequeño, y sus
actividades se limitaban «principalmente a saqueos y robos de ganado con
escaramuzas ocasionales».
Carecía del
profesionalismo y la organización de posteriores ejércitos romanos, estando las
unidades y regimientos probablemente compuestos por divisiones por tribu o por gens.
El ejército estaba compuesto de infantería desde sus comienzos en algún momento
del primer milenio a. C., mientras que la caballería (conocida como los celeres
o, literalmente, 'los rápidos') no se formaría, según la tradición (muy
discutida, por otra parte), hasta tiempos de Rómulo.
Durante
esta época, Roma sería probablemente un pueblo fortificado en lo alto de una
colina, y su ejército se podría aproximar al típico grupo de guerreros de la
edad del bronce, liderados por el jefe de la tribu. Muchas de las armas y
armaduras de este periodo eran muy similares al resto de la cultura de
Villanova, que era la predominante en la región. Los diseños de las espadas,
por ejemplo, eran muy similares a las utilizadas por otras poblaciones de esa
época.
El ejército
(legio en latín) de este periodo consistía, según Tito Livio, en
exactamente 3.000 soldados de infantería y 300 de caballería. Cada una de las
tres tribus fundadoras debía aportar un tercio del mismo. Sin embargo, Livio es
muy posterior a los hechos descritos, lo que unido a la exactitud matemática de
estas cifras, las convierte en poco creíbles. En lo que coinciden la mayoría de
los historiadores modernos es en que la práctica totalidad del ejército la
formaban los soldados de a pie o pedites. Posiblemente se tratara de una
infantería homogénea armada con jabalinas. La caballería (en latín, celeres),
era mucho menos numerosa, y seguramente compuesta por los nobles adinerados de
la ciudad.
En la
entrada del siglo VII a. C., los etruscos (en latín, Etrusci),
en la edad del hierro, constituían la civilización predominante en el Lacio.
Como tantos otros pueblos de la región, los romanos guerrearon con los etruscos
para conservar su independencia y fueron derrotados. A finales de siglo los
etruscos conquistaron Roma, estableciendo una dictadura militar o un reino en
la ciudad.
Aunque
algunas fuentes romanas, incluyendo a Tito Livio y a Polibio, hablan en sus
relatos del ejército romano de la época de la monarquía romana (periodo que
siguió a la captura de Roma por los etruscos), ninguna de ellas son fuentes
contemporáneas a los hechos. Polibio, por ejemplo, escribía unos 300 años
después de los acontecimientos que relata, y Tito Livio se sitúa
cronológicamente unos 500 años más tarde de los hechos. Adicionalmente, los
registros y documentos que pudieran ser redactados por los romanos a lo largo
de esa época fueron destruidos cuando la ciudad fue saqueada por los galos, por
lo que las fuentes no pueden ser tan fiables en este periodo como lo son en la
historia militar posterior a la primera guerra púnica. Por todos estos motivos,
gran parte de la historia de este periodo se considera apócrifa.
De acuerdo,
sin embargo, a los escritos que tenemos, los tres reyes de Roma en la época de
la ocupación etrusca fueron Tarquino el Viejo, Servio Tulio y Tarquino el
Soberbio. Durante esta época, el ejército pasó por una reforma hacia el modelo centurial,
basado en la clase socio-económica. Esta reforma se atribuye tradicionalmente a
Servio Tulio, segundo de los reyes etruscos, que habría llevado a cabo primero
el primer censo de todos los ciudadanos romanos. Livio dice que Tulio reformó
el ejército trasplantando en él la nueva estructura diseñada originalmente para
la vida civil como resultado del censo. Entre otros motivos, el servicio
militar era considerado en este tiempo una responsabilidad cívica y una forma
de mejorar el estatus social dentro de la sociedad romana.
En
cualquier caso, las clases sociales romanas no fueron creadas por el censo,
sino que más bien fueron calificadas por él. Sería por tanto algo más exacto
decir que, en lugar de ser reformada, la estructura militar de la época fue
mejor definida: la calificación como ciudadanos de «primera clase» (aquellos
calificados para servir militarmente como infantería pesada) a aquellos con
activos por valor de 100.000 o más ases (la moneda de la época), no
altera el hecho de que antes de esa calificación los ciudadanos más pobres no
hubieran sido capaces de pagarse las armas y la armadura necesarias para servir
como infantería pesada.
Los relatos
también dicen que el ejército duplicó su tamaño en ese momento, pasando a estar
formado desde los 3.000 hasta los 6.000 hombres, que a su vez se dividieron en
60 centurias de 60-80 hombres cada una. El ejército estaba compuesto por
una serie de tropas diferentes basadas en las clases sociales de los ciudadanos
propietarios, conocidos colectivamente como assidui. Todos, desde los
ciudadanos más pobres pertenecientes a la «quinta clase» hasta los más ricos de
la «primera clase» y con la orden ecuestre, por encima de todos ellos, estaban
obligados a cumplir el servicio militar.
Es
importante hacer un inciso para señalar que los ciudadanos romanos de esta
época normalmente veían el servicio militar como un honroso deber para con el
Estado. Esta visión contrastaría con la que se tendría del servicio militar en
tiempos posteriores, cuando ya se percibía como una carga desagradable y
gravosa. Mientras que existen relatos de romanos del Bajo Imperio que llegaron
a mutilarse para evadir el servicio militar, parece que no existían esos
problemas en los comienzos de la historia de Roma. Ello, en parte, puede
deberse a la menor intensidad de los conflictos en esta época, y en parte
también a que solían luchar cerca de sus propias tierras y hogares, y que
incluso a menudo su lucha era con el fin de proteger esas posesiones. También
podía deberse, como apuntan algunos de los últimos escritores romanos, a la
existencia de un mayor espíritu marcial en la antigüedad.
El orden
ecuestre, los plebeyos adinerados, servía como caballería montada (de ahí su
nombre). La primera clase, compuesta por los ciudadanos más ricos, servía como
infantería pesada con espadas y largas lanzas (con cierto parecido a los hoplitas),
y ocupaba la primera línea de batalla. La segunda clase iba armada de forma
similar a la primera, pero sin un peto que les protegiese el torso, y con un
escudo oblongo en lugar de redondo. Se colocaba justo detrás de la primera en
formación de batalla.
Las tercera
y cuarta clases tenían un armamento más ligero que las otras dos, y portaban
una lanza y varias jabalinas para ataque a distancia. Normalmente se colocaban
detrás de la segunda clase, para dar apoyo con sus armas arrojadizas. Por
último, los ciudadanos de la quinta clase eran demasiado pobres para permitirse
mucho equipamiento, por lo que iban armados como hostigadores, con hondas y
piedras. Se colocaban a modo de pantalla por delante del ejército principal,
cubriendo su aproximación y ocultando sus maniobras.
Quedaba,
sin embargo, una última clase que no figuraba ni en el censo, compuesta por
aquellos hombres sin propiedades, que eran excluidos de las clases sociales de
los assidui, y se les eximía del servicio militar debido a que eran
demasiado pobres como para aportar ningún tipo de equipamiento militar. Sin
embargo, en las situaciones más complicadas incluso esta clase, los proletarii,
eran llamados al servicio, aunque su valor militar era probablemente muy
cuestionable. Las tropas de estas clases lucharían juntas en el campo de batalla,
con la excepción de las tropas más veteranas, a las que se encargaba la
protección de la ciudad.
El ejército
de los comienzos de la República Romana continuó evolucionando, y si bien
existió una cierta tendencia entre los romanos de atribuir los cambios a
grandes reformistas, lo más probable es que los cambios fuesen producto de una
lenta evolución, y no tanto de una política singular y deliberada de reforma.
Durante
este periodo se denominaba legión a la formación militar compuesta por unos
5.000 hombres. Sin embargo, en contraste con posteriores formaciones
legionarias, que estarían compuestas exclusivamente por infantería pesada, las
legiones del comienzo y mediados de la República estaban compuestas por una
mezcla de infantería ligera y pesada.
Para
referirse a este tipo de legión se utiliza el término ejército manipular.
El motivo de este término es marcar el contraste existente entre esta legión
basada en unidades de 120 hombres llamadas manípulos, y los posteriores
ejércitos legionarios del Imperio, basados en el sistema de cohortes.
El ejército manipular estaba basado parcialmente en el sistema de clases
sociales y parcialmente en la edad y experiencia militar de los soldados.
Representa, por tanto, un paso intermedio teórico entre los anteriores
ejércitos basados en la clase social y los ejércitos posteriores, donde el
estrato social será irrelevante. En la práctica, incluso los esclavos llegaron
a ser llamados para formar parte del ejército de la República cuando ello llegó
a ser necesario.
El ejército
manipular recibió su nombre de la forma en la que se colocaba la infantería
pesada. Los manípulos eran unidades de 120 hombres que pertenecían a una
misma clase de infantería. Eran lo suficientemente pequeños como para permitir
el movimiento táctico de unidades de infantería individuales en el campo de
batalla y dentro del marco de un ejército más grande.
Los
manípulos se organizaban en tres distintas líneas de batalla (en latín, triplex
acies) basadas cada una en un tipo de infantería pesada: hastati, princeps
y triarii.
La primera
clase, los hastati, formaba en primera línea de batalla: Se trataba de
soldados de infantería cubiertos con armaduras de cuero, corazas y cascos
adornados con 3 plumas de aproximadamente 30 centímetros de altura. Llevaban un
escudo de madera, reforzado con hierro, que medía 4 pies de altura (unos 120
cm) y tenía forma de rectángulo convexo. Blandían una espada llamada gladius
y dos lanzas arrojadizas conocidas como pila (un pesado pilum y
una jabalina más pequeña).
La segunda
clase, los príncipes o princeps, formaban habitualmente la
segunda línea de soldados en la formación de batalla. Eran soldados de
infantería pesada, armados y protegidos igual que los hastati, salvo por
el hecho de que utilizaban una cota de malla más ligera en lugar de una coraza
sólida.
Los triarii,
que formaban habitualmente la tercera fila cuando el ejército se colocaba en
orden de batalla, eran los últimos remanentes de soldados de estilo hoplita en
el ejército romano. Sus armas y armadura eran similares a las de los princeps,
con la excepción de que su arma principal era una pica en lugar de las dos
pilas.
En la
legión manipular estándar se podían encontrar 1.200 hastati, 1.200 princeps
y 600 triarii. Las tres clases de unidades podrían haber mantenido algún
paralelo con las divisiones sociales en la sociedad romana pero, al menos de
forma oficial, la pertenencia a cada una de las tres líneas se basaba en la
edad y experiencia del soldado, y no tanto en la clase social. Los hombres más
jóvenes y novatos servirían en el ejército como hastati, los hombres
algo más formados y con experiencia militar serían princeps, y las
tropas más veteranas de edad más avanzada formarían la línea de triarii.
La
infantería pesada de los manípulos era a su vez apoyada por las tropas de
infantería ligera (en latín, vélites) y de caballería (en latín, equites),
normalmente 300 hombres a caballo por legión manipular. La caballería la
formaba en principio la clase más rica de la orden ecuestre, pero en ocasiones
se conseguía caballería e infantería ligera adicional de los aliados latinos
del resto de la península itálica. Los equites seguían perteneciendo a
las clases más ricas de la sociedad romana.
Había, por
último, una clase adicional de tropas que recibían el nombre en latín de accensi
o adscripticii. Más adelante también fueron denominados supernumerarii.
Se trataba de tropas que seguían al ejército sin un rol material específico, y
que se situaban detrás de los triarii. Su principal función era suplir a
las bajas que pudieran producirse en los manípulos, aunque también pueden haber
servido de forma ocasional como mensajeros de los oficiales.
La
infantería ligera de 1200 velites consistía en tropas hostigadoras sin
armadura que procedían de las clases sociales más bajas y de los soldados más
jóvenes. Estaban armados con una espada y una rodela de 3 pies (unos 90
centímetros) de diámetro, además de varias jabalinas ligeras de madera, también
de unos 3 pies de largo, y con una punta metálica estrecha de unos 25 centímetros.
El número de estas tropas se incrementaba con la inclusión de infantería ligera
aliada y los irregulares rorarii (tropas parecidas a los accensi).
El
reclutamiento efectuado en el año 403 a. C. fue el primero que fue
realizado para una campaña más larga que una simple estación, y desde ese
momento la práctica se fue volviendo cada vez más común, hasta el punto de
llegar a ser habitual.
En cuanto a
las fuerzas armadas navales, hubo una pequeña armada que operó a bajo nivel
tras la segunda guerra samnita, y que se vio incrementada de forma masiva
durante este periodo, expandiéndose desde lo que sería una simple patrulla
fluvial y costera hasta el tamaño de una verdadera unidad marítima. Tras un
periodo de construcción frenética debida a la primera guerra púnica, la armada
creció hasta un tamaño de más de 400 naves realizadas bajo el diseño naval cartaginés.
Una vez completada, esta flota pudo llegar a albergar hasta 100 000
marineros y tropas embarcadas para la batalla.
La armada
se redujo en tamaño en los años posteriores. Esto, en parte, tuvo lugar porque
la pacificación del mar Mediterráneo hizo que no fuera necesario llevar a cabo
una política militarista naval, y en parte también se produjo porque los
romanos eligieron confiar en este periodo en las naves que aportaban las
ciudades griegas, cuyos habitantes tenían una mayor experiencia marítima.
Proletarización de la
infantería (217 a. C.-107 a. C.)
Las
extraordinarias exigencias militares de las guerras púnicas, junto con la falta
de mano de obra, pusieron en evidencia las debilidades tácticas de la legión
manipular, al menos en el corto plazo. En 217 a. C. Roma se vio
obligada a ignorar sus principios establecidos de que sus soldados debían ser
ciudadanos romanos y propietarios, y se vio en la necesidad de enrolar a los esclavos
en el servicio naval. Además, aproximadamente en 213 a. C., los
requisitos de propiedad se redujeron desde 11.000 a 4.000 ases. Teniendo en
cuenta que los romanos preferirían utilizar a ciudadanos libres antes que a los
esclavos en sus ejércitos, debe asumirse que, llegados a este punto, los proletarii,
los ciudadanos más pobres, también debían haber sido llamados al servicio
militar a pesar de su incapacidad legal. Para 123 a. C., los
requisitos financieros para el servicio militar fueron de nuevo reducidos de
los 4.000 ases a solamente 1.500. Para entonces, por tanto, está claro que
muchos de los anteriores proletarii sin propiedades habrían sido
admitidos nominalmente en el grupo de los adsidui.
Durante el siglo
II a. C., el territorio de Roma sufrió un descenso demográfico
general, que en parte se debió a las importantes pérdidas humanas incurridas
durante varias guerras. Esto se vio a su vez acompañado por una serie de
tensiones sociales y el gran colapso económico de las clases medias, que se
fueron incorporando a las clases bajas del censo y a los proletarii. El
resultado fue que tanto la sociedad romana como su ejército se fueron proletarizando
cada vez más. El estado romano se veía obligado a armar a sus soldados a costa
del erario público, puesto que muchos de los soldados que formaban las clases
bajas se habían empobrecido hasta ser proletarii en todo salvo en el
nombre, y no tenían recursos para pagar su propio equipamiento.
Por otro
lado, la distinción entre los hastati, los princeps y los triarii
comenzó a ser cada vez más borrosa, posiblemente por el hecho de tener que
encargarse el estado de proveer equipamiento estándar a todos salvo las clases
más altas, que eran los únicos que podían pagar el suyo propio. En la época de
Polibio, los triarii o sus sucesores todavía representaban una
infantería pesada distinta, armada con un estilo único de coraza, pero los hastati
y los princeps se habían vuelto ya indistinguibles los unos de los
otros.
Por último,
la falta de hombres llevó a un incremento considerable en la carga repartida
entre los aliados (socii) en cuanto a sus aportaciones de soldados, y
cuando los aliados habituales no fueron capaces de proveer a Roma con las
cantidades y tipos de soldados requeridos, los romanos tampoco pusieron pegas a
contratar mercenarios para luchar junto con sus legiones.
La legión mariana
(107 a. C.-49 a. C.)
En un
proceso conocido como reformas de Mario o reformas marianas, un cónsul romano
llamado Cayo Mario llevó a cabo un importante programa de reformas en el
ejército de la república. En el año 107 a. C. todos los ciudadanos,
sin importar su nivel de riqueza o su clase social, fueron habilitados
formalmente para entrar en el ejército romano. Este último movimiento formalizó
y concluyó un proceso gradual que había ido forjándose a través de varios
siglos, mediante la reducción de los requisitos económicos para el servicio
militar.
La
distinción entre hastati, princeps y triarii, que por otra
parte ya se había vuelto muy borrosa, fue oficialmente eliminada, y se creó la legión
romana en el concepto en el que se la recuerda habitualmente. La infantería
legionaria pasó a ser una fuerza homogénea de infantería pesada compuesta por ciudadanos
romanos. Hay que tener en cuenta que, por entonces, la ciudadanía romana y la
latina se había ido expandiendo geográficamente por gran parte de Italia y de
la Galia Cisalpina, por lo que al hablar de ciudadanos romanos el concepto
abarca distintas poblaciones ya romanizadas y no meramente a la ciudad de Roma.
Los equites
y la infantería más ligera, como los velites, fueron reemplazados por tropas
auxiliares (en latín, auxilia) compuestas por mercenarios o soldados que
no eran ciudadanos romanos. Además, debido a la concentración de las legiones en
una fuerza de infantería pesada los ejércitos de Roma dependían de la
caballería auxiliar que les daba apoyo. Como necesidad táctica, las legiones
eran acompañadas casi siempre por un número igual o mayor de tropas auxiliares
más ligeras, que a su vez eran reclutadas de los no ciudadanos que vivían en
los territorios del Imperio. La única excepción en este periodo histórico en la
que una legión llegó a estar formada por soldados que no eran ciudadanos
romanos fue una Legión de imitación que fue reclutada en la provincia de Galacia.
Al
contrario que en fechas anteriores, los legionarios ya no luchaban sobre la
base de campañas estacionales para la protección de su tierra. Por el
contrario, ahora recibían una paga fija, y eran empleados por el estado por una
duración determinada. Como consecuencia, el servicio militar pasó a desplazarse
a las clases más bajas de la sociedad romana, para quienes la paga asalariada
del estado resultaba un buen incentivo para alistarse.
A través de
este proceso de reformas el ejército fue modificando su composición, de forma
que las personas más pobres, y sobre todo las de origen rural, pasaron a
constituir un gran porcentaje del total de los soldados. Una consecuencia
desestabilizadora de este desarrollo fue que el proletariado «adquirió una
posición más fuerte y elevada» dentro del Estado. Sin embargo, esta
profesionalización del ejército era absolutamente necesaria si se quería poder
establecer guarniciones permanentes en territorios recién adquiridos y tan
distantes como Hispania, lo cual no era posible bajo las anteriores milicias
estacionales de ciudadanos.
El
historiador R. E. Smith apunta que hubo también la necesidad de reclutar
legiones adicionales en situaciones de emergencia, con la finalidad de repeler
amenazas estratégicas específicas. Argumenta que esto podría haber llevado a
crear dos tipos de legiones distintas: Por un lado estarían las legiones de
larga duración, establecidas en las provincias y compuestas probablemente por
tropas profesionales que componían un ejército en pie de guerra. Por otra parte
estarían las legiones formadas rápidamente, que estarían compuestas por hombres
más jóvenes con poca o nula experiencia militar, con esperanzas de aventura y
botín. En cualquier caso, no se conoce ninguna distinción en cuanto a la paga
básica, la disciplina o el equipamiento entre estos dos tipos de legión. La
práctica de las tropas veteranas de enrolarse voluntariamente en las nuevas
legiones podría haber significado que ningún ejército se compuso exactamente de
uno u otro de esos dos arquetipos.
Las
legiones de finales de la República estaban compuestas por infantería pesada
casi en su totalidad. La principal sub-unidad de la legión era la cohorte (en
latín cohors), formada por 480 hombres de infantería. La cohorte era
mucho más grande que el anterior manípulo, y estaba dividida en seis centurias
de 80 hombres cada una. A su vez cada centuria se dividía en 10 «grupos de
tienda» (en latín, contubernia) de 8 hombres cada uno. Las legiones
comprendían también un pequeño cuerpo, normalmente de unos 120 hombres, de
caballería legionaria romana (en latín, equites legionis). Los equites
se utilizaban como exploradores y mensajeros, y no como verdadera caballería de
batalla, dada la inexistencia por aquel entonces de estribos y sillas de
montar. Las legiones también contenían un grupo dedicado a la artillería de
aproximadamente unos 60 hombres, y que operaban las armas de asedio como las ballistas
(en latín, ballistae).
Cada legión
iba acompañada normalmente con un número aproximadamente igual de tropas
auxiliares de aliados. Esto fue una formalización de lo que antes era una
práctica habitual, esto es, el uso de tropas ligeras de latinos y otros
aliados, que para entonces habían recibido la ciudadanía romana tras la guerra
social. Las tropas auxiliares, además, podían estar formadas por distintos tipo
de tropas:
- Caballería ligera, conocida como alae.
- Infantería ligera auxiliar, conocida como cohors auxiliae.
- O unidades combinadas con ambos tipos de soldados, conocidas como cohors equitata.
Las tropas de caballería incluían a los arqueros a caballo (en latín, sagittarii), a la caballería de choque (cataphractii o clibanarii) o armados con lanzas (antesignani o lancearii). La infantería podía ir armada con arcos, hondas, lanzas arrojadizas, espadas largas o lanzas. Las unidades auxiliares originalmente eran dirigidas por sus propios jefes y, en este periodo, su organización interna dependía de sus comandantes.
Sin
embargo, «la deficiencia más obvia» del ejército romano seguía siendo su
escasez de caballería, especialmente caballería pesada, hasta el punto de que
incluso las unidades auxiliares estaban compuestas principalmente por
infantería. Luttwak comenta que las tropas auxiliares consistían en gran parte
de arqueros de Creta, honderos baleares e infantería de Numidia, todos los
cuales luchaban a pie. Sin embargo, a medida que las fronteras de Roma se
fueron expandiendo, sus adversarios cambiaron de ser ejércitos basados en la
infantería a estar basados en la caballería, por lo que el ejército romano
comenzó a encontrarse en una cierta desventaja táctica, principalmente en
Oriente.
En cuanto a
la armada de este periodo, había quedado muy reducida tras las guerras púnicas
y la conquista de Grecia. En consecuencia, los piratas cilicios se convirtieron
en los verdaderos amos del Mediterráneo. A finales del período republicano, en
el contexto de las guerras mitridáticas y la campaña de Pompeyo Magno contra
los piratas se acometió una profunda revitalización naval, que sirvió asimismo
para hacer frente a nuevos requerimientos: por ejemplo, Julio César reunió una
flota en el Canal de la Mancha para invadir Britania. Por último, durante la guerra
civil posterior, se llegaron a construir o transformar para el uso militar
desde las ciudades griegas un número cercano al millar de naves.
Reclutamiento de no ciudadanos
(49 a. C.-27 a. C.)
Durante la
época de Julio César, en 54 a. C., las unidades regulares de
legionarios fueron apoyadas por nuevas unidades especiales. En concreto, se
llevó a cabo el reclutamiento de los exploratores, un cuerpo de
exploradores, y de los speculatores, espías cuya misión era infiltrarse
en los campamentos enemigos.
Por otra
parte, y debido a las exigencias de la guerra civil, se tomó la medida
extraordinaria de reclutar legiones de no ciudadanos. Julio César lo hizo en la
Galia Transalpina, Pompeyo lo hizo en Farsalia y Marco Junio Bruto en
Macedonia. Es importante precisar que este reclutamiento tuvo carácter
irregular y extraordinario y que no fue, sin embargo, un reclutamiento típico
de este periodo. La ley romana siguió exigiendo oficialmente que las legiones
estuviesen compuestas exclusivamente por ciudadanos romanos.
Las legiones imperiales
y la reforma de las tropas auxiliares (27 a. C.-75 d. C.)
Augusto fue el último eslabón de una larga
cadena trazada por Mario, Sila, Pompeyo, César y Marco Antonio. Así, la
reforma constitucional con la que Octavio inició un nuevo periodo de la
historia de Roma, el Imperio, debía tener en cuenta al ejército, al que era
preciso institucionalizar y privarle de contenido político, más allá del
servicio al estado a través de su personificación en la figura del emperador.
Ello suponía una compleja obra de reforma,
cuando no de auténtica creación: en primer lugar debía dar, una ingente y
satisfactoria solución al problema de los veteranos, problema todavía más
complejo por la necesidad de licenciar a una considerable parte de las
gigantescas fuerzas que habían combatido durante la guerra civil; en segundo
lugar, organización de los efectivos y mandos del ejército, adaptado a su nuevo
carácter de permanente, y por último, inversión de las fuerzas así
sistematizadas como justificación ante el Estado y la sociedad de la necesidad
de su mantenimiento.
Se ha calculado en 230.000 el número de
soldados bajo el mando de Octavio César Augusto tras la victoria de Accio
(Actium), que puso fin a la guerra civil. A lo largo de los años siguientes,
Augusto llevó a cabo un proceso de desmovilización que redujo esto efectivos a
la mitad. Los soldados fueron recompensados con tierras, mediante una amplia
política de establecimiento de veteranos en colonias creadas en suelo
provincial. El resto de las tropas fue utilizado, en parte, en la defensa de
las fronteras y, en parte, en la sangrienta guerra contra las tribus del norte
de Hispania.
Pero entretanto, estas tropas, herencia de la
guerra civil, y por tanto, no suficientemente fiables, serían siendo
sustituidas por un nuevo ejército disciplinado y escogido, bajo el mando de
oficiales cuidadosamente seleccionados. Era impensable una vuelta al sistema
republicano de reclutamiento por el correspondiente magistrado para campañas
determinadas. El mantenimiento de un ejército permanente era condición
indispensable para un jefe de Estado que apoyaba los fundamentos de su poder en
el ejército.
La política de reclutamiento y las guerras de
conquista, con las que Augusto justificó la inversión permanente de un
ejército, hicieron de las fuerzas del Imperio una milicia de frontera, que con
su sucesor Tiberio, quedaron transformadas en una guarnición permanente,
destinada, primordialmente, a proteger las fronteras de invasiones exteriores y
mantener el orden en las provincias.
Profesionalización y permanencia significaban,
en primer lugar, limitación de potencial. Las gigantescas fuerzas de la guerra
civil quedaron finalmente reducidas a 28 legiones, unos 150.000 hombres,
completadas con un número prácticamente igual en efectivos de fuerzas
auxiliares. Tras el desastre de Varo, en el bosque de Teotuburgo, donde fueron
liquidadas tres legiones, permanecieron en servicio solo 25 legiones hastas que
Vespasiano elevó su número a 30 y finalmente Septimio Severo a comienzos del
siglo III, las aumentó a 33; es decir alrededor del 3% de la población
ciudadana.
Cada legión tenía un número aunque algunos se
repetían como el III que llegó a existir 5 legiones con el mismo número. Cuando
una legión era destruida su número se consideraba nefasto y no volvía a usarse
jamás como fue el caso de la XVII, XVIII y XIX.
En cuanto al reclutamiento de los efectivos,
Augusto cumplió finalmente el paso de integración en las fuerzas militares
romanas de elementos romanos provinciales no itálicos, También posibilitó la
creación de una fuerza auxiliar regular y profesionalizada (auxilia), destinada
a ser un elemento permanente en el ejército romano, que contrapartida recibían
la ciudadanía romana, que posibilitaba a sus hijos el ingreso en las legiones
romanas, cosa que pasaba a menudo. Al principio los militares servían cerca de
su lugar de procedencia, más tarde fueron destinados a guarnecer las fronteras
lejos de sus hogares.
La legión romana del
Alto Imperio
La legión en tiempos de Augusto siguió siendo
formada por 10 cohortes (de la I a la X) con 480 efectivos cada una, y una
unidad de caballería con 4 turmas con unos 120 jinetes (equites legionis) para
exploración y mensajes, a los que se añadían los más de 2.000 auxiliares (tanto
de caballería como de infantería), una legión podía llegar a movilizar cerca de
8.000 soldados. En tiempos de Nerón hacia el año 69 se cambió y la primera
cohorte pasó a tener solo 5 centurias con 160 cada una, siguendo esta plantilla
hasta el año 244 en que fue la última vez que la legión se empleó como unidad,
siendo posteriormente reformada por Vagecio.
Legión romana a partir de
Nerón con 10 cohortes y 59 centurias
Legión romana del Alto Imperio (69 – 250)
con auxiliares
Personal de la Legión
Cada legión
tenía el siguiente personal:
El legado (legatus
legionis)
Era el
comandante de la legión. Generalmente era nombrado por el emperador,
anteriormente debía haber sido tribuno por un periodo de 3-4 años, tenía que
ser senador con unos treinta y pico años. Normalmente vestía con coraza
musculada bien de bronce para la guerra o bien de cuero, con un adorno en el
pecho; encima llevaba una capa morada y una banda morada en la cintura,
llevaban pteruges (tiras que cuelgan de la cintura) blancos.
Los
tribunos (tribunus militum)
Había seis
tribunos, uno del orden senatorial o laticlavio, que era el segundo jefe de la
legión, que se distinguía por una franja ancha de color púrpura, tenía unos
veinte y pico años y a veces con muy poca o ninguna experiencia militar. Vestía
de forma similar al legado con una coraza musculada bien de bronce o de cuero
blanco sin adorno en el pecho, una capa morada y una banda morada a la cintura.
Había otros cinco tribunos de clase media-alta u orden ecuestre nombrados por
el legado y se denominaban angusticlavios que llevaban una banda roja estrecha
en la cintura. Todos llevan una capa roja, tenían que haber tomado parte en
campañas anteriores, y formaban una especie de estado mayor sin tareas
específicas. Se les podía dar el mando de 2 cohortes.
Prefecto
del campamento (praefectus
castrorum)
·
Era un oficial de avanzada
edad, que normalmente había sido previamente un primus pilum y sus funciones
eran las siguientes:
Elegir el campamento, su trazado y formación.
Elegir el campamento, su trazado y formación.
·
Cuidar de la defensa del
campamento con construcción de fosos y empalizadas.
·
Inspeccionar todo el material
de la legión incluyendo las máquinas de guerra como las catapultas,
ballestas, arietes y las ambulancias de los heridos.
·
Atender al aprovisionamiento
de los legionarios y de la caballería.
Era elegido por el cónsul o el emperador
entre los oficiales más antiguos y experimentados.
Mandos de una legión imperial,
de izquierda a derecha: legado, tribuno laticlavio, prefecto de campamento o
praefectus castrorum, tribuno angusticlavio.
Primus Pilus
El primus
pilus también llamado primipilo era el centurión de la primera centuria de la primera
cohorte de una legión romana. A sus órdenes se encontraban todos los demás
centuriones y soldados de la legión y por encima de él solo estaba el legado de
legión (legatus legionis), el tribuno laticlavio y el prefecto del campamento (praefectus
castrorum). Por su experiencia participaba en las reuniones del Estado Mayor.
El cargo de centurión primus pilus se ejercía por un solo año, transcurrido el
cual la mayoría de los primipilos eran licenciados e ingresaban en el orden
ecuestre, como caballeros romanos, lo que les daba derecho a participar en la
vida de la comunidad urbana en la que se instalasen y a aspirar al cursus
honorum de los equites romani, o bien a asentarse en Roma y asesorar
directamente al emperador y sus generales. Sin embargo, unos pocos primipilos
permanecían en el ejército, bien en el rarísimo rango de primus pilus bis, o
bien como praefectus castrorum de una legión. Llevaba pteruges blancos como los
mandos de la legión y capa roja.
Aquilifer
Era el
soldado que llevaba el Aquila, que era el estandarte de la legión, que debía
ser protegido y salvaguardado a toda costa. Para una Legión, perder su
estandarte era el mayor deshonor. Sobre el casco llevaba una piel de león, y se
protegía con un pequeño escudo circular.
Imaginifer
Era una
clase de signifer que portaba la imago o la imagen del emperador. Este cargo
fue establecido a partir de la implantación del culto imperial durante el
reinado de César Augusto. La imago era un retrato tridimensional del emperador
hecho de metal labrado que portaba sólo la cohorte principal.
Personal de la legión, de
izquierda a derecha: centurión primus pilus, aquilifer, imaginifer, y cornicen.
Dado el carácter defensivo que adquiere la
legión, fueron reforzados en materiales de fortificación y artillería, así
según Vegetio, cada cohorte iba equipada con una catapulta, y cada centuria una
ballista transportada en un carroballista, tirado por mulas, tal y como se
puede ver en la Columna de Trajano.
Cuerpo de especialistas
Le legión
incluía además incluía un cuerpo de unos 600 hombres que no participaba en la
batalla, estaba formado los inmunes o especialistas estaban exentos de los
trabajos más pesados, y que realizaban unas tareas concretas según su
cualificación especifica. Esta cualificación les colocaba por encima de sus
compañeros no sólo en lo que al trato se refería, sino en cuanto a la paga, que
solía ser el doble que la del milites o soldado raso, pero inferior a la del optio.
En lo que respecta al trato tenían la misma consideración que los suboficiales
si bien carecían de mando.
Dentro de
esta categoría se distinguían entre otros: los escribientes, los armeros, los
ordenanzas, los carreteros, los sanitarios y los guardias del cuartel general,
equivalentes estos últimos a la actual policía militar. Con el tiempo los
inmunes terminaron siendo integrados en unas centurias logísticas que dependían
de la Primera Cohorte, motivo por el que ésta siempre, contaba, al menos sobre
el papel, con el doble de efectivos que las restantes cohortes de la Legión.
Escribientes
Dependían
del tessesarius y se ocupaban, entre otros asuntos del papeleo, de la
contabilidad, de los suministros, del control de las tierras y de los negocios
de la Legión. Además, tanto el tessesarius como los escribientes a su cargo
ejercían labores de notarios y registradores de la propiedad para con los
soldados y sus familias.
Armeros
Es de sobra
conocido que el arma más importante del legionario era el pilum, el cual
constaba de dos partes, una de madera y otra de metal unidas por pasadores, uno
de ellos metálicos y el resto de madera. El pilum tenía la doble característica
de ser a la vez un arma desechable y reutilizable. Cuando el pilum, tras ser
lanzado impactaba contra su objetivo, los pasadores de madera se rompían
inutilizando el arma, la punta de madera se doblaba. Sin embargo, después de la
batalla los pila se recogían y se reparaban sustituyendo los pasadores rotos
por otros nuevos, con lo que el arma podía volver a ser empleada. De ésta y
otras labores relacionadas con el armamento se ocupaban los armeros.
Sanitarios
Todas las
Legiones disponían de un hospital fijo en su cuartel base, y de un hospital de
campaña que las acompañaba en todos sus desplazamientos. El prefecto del
campamento tenía entre sus atribuciones el mando logístico del primero de estos
hospitales, el fijo, mientras que el mando técnico correspondía a un médico
civil, que solía ser el médico particular del cónsul o legado y, habitualmente,
de origen griego o un veterano de la legión.
Por otro lado, en cada centuria existía un legionario capacitado para practicar los primeros auxilios, y que sin dejar de ser combatiente desempeñaba su labor durante o después de los combates.
Por otro lado, en cada centuria existía un legionario capacitado para practicar los primeros auxilios, y que sin dejar de ser combatiente desempeñaba su labor durante o después de los combates.
A su vez,
en el hospital del campamento había unos sanitarios con mayor nivel de cualificación.
Estos sanitarios, procedentes de los milites, recibían distintos nombres según
el papel que desempeñaban:
·
Optiones valetudinarii: enfermeros encargados del hospital.
·
Qui aegris praesto sunt: literalmente, aquellos que ayudan a los
pacientes.
·
Seplasarius: los farmacéuticos.
·
Pequari: los veterinarios.
Otros
También
había comerciantes y artesanos como agrimensores, plumbarii (los que trabajaban
el plomo), carpinteros, albañiles, herreros, sastres, etc.
Las cohortes
Siguen
siendo formadas por 6 centurias (6 x 80) con un total de unos 480 hombres sin
incluir los mandos, (cohortes de la 2 a la 10). Desde Augusto a Nerón las
cohortes eran exactamente iguales. Pero a partir de Nerón la 1ª cohorte estaba
formada por 5 centurias, cada una de ellas formada por 160 hombres, (5 x 160)
lo que daba un total de 800 hombres sin incluir los mandos. Las dos últimas
centurias podían empleadas para proteger el campamento o como reserva.
La cohorte
formaba en tres manípulos, cada uno formado por 2 centurias (2 x 80), conservaban
el nombre tradicional de astados (hastati), príncipes y triarios.
Las
centurias
Sigue
siendo una unidad de 80 hombres (10 contubernios). Formaba en un cuadro de (10
x 8) hombres, y a veces (20 x 4). Las centurias de la primera cohorte tenía 160
hombres (10 x 16) o (20 x 8). La centuria tenía el siguiente personal: un
centurión que era el oficial, un optio o suboficial segundo jefe, un
tesserarius o suboficial de seguridad y contabilidad, signifer o suboficial
portador del estandarte, un cornicen y 10 contubernios, además una ballista en
un carro o carroballista.
Centuria romana en el Alto
Imperio: 105 efectivos: 1 centurión, 1 signifer, 1 cornicen, 1 tesserarius, 1
optio, 10 decanos, 70 gregarios o legionarios, y 20 sirvientes; además 20
mulas y 1 ballista sobre un carro
Formación de una centuria a la
izquierda en 20 x 4 en formación abierta, a la derecha en 10 x 8 en formación
cerrada, cada legionario ocupa 1 m², con lo cual la centuria ocuparía 10 x 8 m,
se puede observar la posición del centurión, cornicen detrás de él y signifer a
su izquierda, el optio ocupa una posición atrás a la izquierda. Autor Adam Hook
Primera centuria prior en ataque. Se distingue
porque su signum termina en punta de lanza, el centurión (1) va a la derecha,
el signifer (2) va en la tercera fila, el cornicen (4) va detrás del signifer y
detrás el optio (3) y tesserario (5). Autor Angus McBride
Centurión
Mandaba la
centuria, era la pieza fundamental de la legión. Se obtenía el cargo después de
muchos años de servicio. Los centuriones de la primera cohorte eran los
principales y se denominaban los primi ordinis, al centurión de la primera
centuria (príncipes) se le llamaba primus pilus, y por tanto el cuarto hombre
de la unidad, con acceso directo al legado. Las funciones de los centuriones
eran muy variadas, adiestraban a los reclutas, inspeccionaban las tropas,
ponían centinelas, marchaban a la cabeza en el campo de batalla e incluso dada
su experiencia aconsejaban a los oficiales jefes antes de la batalla.
Como distinción
llevaba una capa y el casco con un penacho transversal y la espada en el lado
izquierdo al contrario que los legionarios, llevaban una lorica hamata (cota de
malla), o lorica squamata (cota de escamas) sobre la que se ponían las
decoraciones o faralae, llevaba una vara llamada uitis, de madera de vid o de
olivo que utilizaba para escarmentar a los legionarios que hicieran mal su
trabajo. A la categoría de centurión se accedía automáticamente tras producirse
una vacante. Para ello, se necesitaba haber sido elegido con anterioridad como optio
ad spem ordinis, que era el suboficial seleccionado de entre los mejores por el
primus pilus.
Los
centuriones de la primera centuria se les denominaba prius, y a los de la
segunda centuria se les denominaba posterior. Conservaron los nombres de la
república: pilus prior y pilus posterior triarios, pilus prior y pilus
posterior príncipes, pilus prior y pilus posterior astados o hastati.
Optio
Para llegar
al cargo de optio o segundo jefe, aunque se necesitaba cierta cultura, lo más
importante era demostrar que se poseían determinados valores como la valentía y
la sensatez, y haber probado fidelidad al centurión y a los compañeros. Eran
los propios milites los que elegían a quienes según su criterio, reunían estas
características, presentándolos a continuación al centurión para que éste, a su
vez, eligiera a la persona que debía recibir el empleo de optio o suboficial.
Entre los elementos característicos del optio estaba el bastón de mando que
llevaba en las formaciones. Este bastón era de madera, medía alrededor de 1,50
metros, y tenía una contera de metal y, en el extremo superior un pomo de plata
que simbolizaba el mando del suboficial. El Optio también se distinguía porque
en su casco lucía plumero o penacho longitudinal, que atravesaba el casco de la
parte posterior a la anterior. Esta disposición del plumero no era un capricho,
sino que se llevaba así para que los solados localizasen rápidamente al optio.
Este suboficial solía situarse en el lado derecho de la última línea de la
formación, en paralelo con sus hombres, por lo que cuando éstos giraban la
cabeza hacía la derecha podían ver el plumero o penacho.
Tesserarius
Llamado
también suboficial de seguridad y contabilidad. Era un soldado del ejército
romano, con la categoría de miles principalis, que se encargaba, en cada
centuria, de las tareas de seguridad, especialmente de conocer y fijar la
tessera o tablilla o teja de madera cubierta de cera en la que se escribía el
santo y seña ordenado por el comandante. Esta tablilla la recibía y custodiaba
el tessesarius. Tambien era el encargado de los escribientes que plasmaban las
órdenes por escrito, de controlar las necesidades de la unidad o reflejar los
gastos en los libros de contabilidad. Dependía del centurión de su centuria a
través de su lugarteniente, el optio.
Signifer
Era el
portador del estandarte o signum. Era el encargado de transmitir las señales
ópticas, para ello movía el signum rítmicamente o le orientaba hacia un lado u
otro para indicar a las tropas la acción que debían realizar. Llevaba la lorica
hamata (cota de malla), o lorica squamata (cota de escamas) a diferencia del
resto de los legionarios que empleaban la lorica segmentata. No usaba el pilum,
solía llevar el gladius, el pugio y un escudo redondo de 60 cm de diámetro.
Llevaban una piel completa de oso o lobo que llevaban extendida cubriéndoles la
cabeza y la espalda. Las patas delanteras del animal se anudaban sobre el
pecho. Su categoría era la de miles principalis y era elegido por su valor,
dominio del oficio militar y honradez. Por ello, también se le encomendaba la
custodia de la caja de ahorros de su centuria, que unida a las del resto de las
centurias, se custodiaba en el aedes o capilla de los principia del campamento
de la unidad, capilla en la que se encontraban los estandartes de cada legión o
cohorte auxiliar cuando no salían las tropas al campo. El signum o estandarte
de la centuria estaba formado por un asta de madera decorada con discos
metálicos o phalerae, que podían indicar bien el número de la centuria de la
cohorte (de uno a seis) y las condecoraciones colectivas obtenidas por la
centuria, un cartel en el que indicaba la unidad a la que pertenecía -p. ej.-
COH IV PRAET, LEG XX VV, COH V AST-, terminaban en una punta de lanza en las
unidades auxiliares o en una mano abierta en las legiones y cohortes
pretorianas.
Cornicen
El cornicen
(cornicines en plural) era un oficial subalterno en el ejército romano. Su
trabajo era saludar a los oficiales y dar las órdenes acústicas a la centuria.
Los cornicines siempre marchaban a la cabeza de los siglos, con el tesserarus y
el signifer. Los cornicines también se utilizaron como ayudantes de un
centurión (como un optio). El cornicen era un duplicario o soldado que tiene el
doble de la remuneración básica del legionario.que portaba un instrumento
musical llamado trompa mediante el que se emitían distintas señales acústicas
que eran entendidas por las tropas como órdenes. Llevaban el mismo equipo que
el signifer. El instrumento cornicen se fabricaba en tres tamaños. El más
grande era asignado al cuartel general de la legión, asignado al Estado Mayor
del legado, tribunos y primus pilum. El de tamaño medio era asignado a las
cohortes. En las centurias y a razón de un instrumento por cada, eran los más
pequeños y manejables.
Personal de una centuria, de izquierda a
derecha centurión, optio, tesserario, signifer con un signum (el de la cohorte
terminaba en punta de lanza y el de la centuria el forma de
palma de la mano), y cornicen
En el
campamento, las diez tiendas de cada centuria (en color marrón) formaban filas
paralelas a la Vía Praetoria, que era el eje longitudinal del campamento, con
la tienda del centurión (en color rojo) en el extremo. Al fondo se cercaba un
espacio para las 20 mulas de la centuria y entre las tiendas de cada centuria
quedaba una espacie de patio que se utilizaba para los menesteres de los
legionarios. Polibio resalta que en caso de necesidad, los legionarios podían
salir del campamento o acudir a la empalizada o rápidamente, ya que las salidas
de los espacios de cada manípulo siempre estaban orientadas hacia una de las
grandes vías.
Contubernio
Era un
grupo de 8 hombres que vivían bajo una misma tienda, constituía lo que hoy es
un pelotón, estaba mandado por un decano o suboficial, entre sus misiones
estaba la de organizar los trabajos y mantener la disciplina. Mandaba 7
soldados rasos a los que se denominaba miles gregarius. Podian ser castigados o
recompensados como unidad. Contaban adicionalmente 2 sirvientes y 2 mulas para
llevar la tienda y los equipos del pelotón. Cada contunbernio tenía un molino
de grano y una trébede para hacer fuego.
Contubernio en marcha año
14.En decano marcha delante, los gregarios detrás y por último los dos
sirvientes con las mulas. Autor Angus Mcbride
Contubernio romano desmontando
su tienda para iniciar la marcha y cargando el equipo en las mulas.
Legionario romano
Reclutamiento
El
reclutamiento romano durante el Imperio alto romano era voluntario, aunque en
algunas ocasiones ante la escasez de voluntarios se acudió al reclutamiento
obligatorio, empezaba en invierno para que en la primavera los reclutas
estuviesen preparados para la guerra.
Voluntarii (voluntarios):
esta clase de reclutamiento pasaba por distintos altibajos según en el momento
en que se encontraba el Imperio, como era lógico, abundaban más candidatos en
tiempos de calma o en campañas donde el botín fuera substancioso, por el
contrario en momentos de campañas largas y arriesgadas el voluntariado era
escaso.
Lecti
(forzosos): solamente se empleaba en caso de emergencia cuando no había
voluntarios suficientes y había que reclutar soldados de forma obligatoria
llamado delectus o leva. La incorporación a filas de forma forzosa, se hacía
por sorteo entre los ciudadanos en edad militar. Estas levas eran dirigidas y
supervisadas por oficiales o en su caso por las autoridades locales pertinentes
y su duración era solo durante la crisis.
Reclutamiento romano forzoso. Augusto
tuvo que recurrir a este sistema cuando no había voluntarios suficientes sobre
todo durante la revuelta Iliria, se utilizó métodos expeditivos e incluso las
ejecuciones como último recurso. Autor Angus Mcbride
Habitualmente
en su mayoría, los reclutas procedían del as regiones rurales del Imperio,
asimismo y aunque en menos medida provenían de los centros urbanos, esto se
debía a que el ejército prefería que sus filas se nutriesen con soldados
provenientes del campo, estos estaban acostumbrados al trabajo duro y a la
falta de comodidades, condiciones con las que se topaba el soldado romano con
más frecuencia en el ejercito. Así mismo Los reclutas provenientes del
campesinado no necesitaban un excesivo entrenamiento físico, por el contrario
los llegados de centros urbanos necesitan una formación extra.
Se reclutaba
por un período mínimo que con Augusto se alargó hasta los 20. Los auxiliares
tenían una duración de 25. Al término de éste período, el legionario tenía dos
opciones: o se reenganchaba o se licenciaba con una paga de 3.000 denarios o
una porción de tierra para crear una granja o una explotación agrícola, solían
acabar el servicio con una edad de 45 a 50 años.
Condiciones
La edad de
reclutamiento oscilaba entre los 17 y 46 años, auque en su mayoría los reclutas
estaban entre las edades de 17 y 23 años, se tiene constancia de reclutas
jóvenes con edades de 13 y 14 años, y de edades más maduras de 36 años.
Debiendo cumplir unos requisitos legales y físicos.
Requisitos legales
Los ciudadanos romanos tenían que cumplir unos
requisitos legales para poder ser alistados:
·
Ser ciudadano romano, sólo
los ciudadanos romanos podían servir en las legiones.
·
Estar legalmente censado y
tener el visto bueno de las autoridades municipales o provinciales. Una especie
de certificado de buena conducta que incluía avales de familiares y amigos
recomendando al joven aspirante.
·
Ser soltero. Un legionario
romano tenía prohibido casarse, aunque una vez alistado se solía hacer la vista
gorda si vivía con una mujer en contubernio es decir sin estar casado, algunos
incluso tuvieron hijos.
·
Estar libre de cargos.
Resultaba tentador alistarse para ocultar ciertos delitos o crímenes graves
cometidos, si esto era descubierto se llevaba a cabo la expulsión inmediata del
cuerpo.
Requisitos físicos
·
Tener entre la edad
estipulada que variaba a lo largo del tiempo.
·
Tener una estatura mínima de
1,70. Hay que tener en cuenta que en la Alta Edad Media la estatura media de
los hombres bajó alrededor de 5 centímetros. Aunque no era determinante,
ya que un hombre sin la altura reglamentaria, pero gozando de una buena
corpulencia, bien podía ser aceptado en el ejército
·
No sobrepasar un determinado
peso y tener una determinada masa muscular. En general se buscaba un tipo de
recluta delgado pero fibroso.
·
Superar las pruebas físicas.
No las conocemos pero serían prácticamente iguales que las de hoy en día, para
demostrar que el aspirante a recluta era capaz de correr, saltar, etc.
·
Gozar de buena salud. Se les
hacían un reconocimiento médico completo que incluía pruebas de oído y vista a
la que se daba mucha importancia.
Si el
aspirante creía reunir todos los requisitos se presentaba ante las autoridades
locales de su municipio que debían certificar que había tenido un buen
comportamiento y que era apto para el servicio. Entonces era enviado a la
capital de su provincia donde se les hacía un primer examen físico o probatio,
la inspección de los reclutas era dirigida por el gobernador provincial, y una
vez pasadas las pruebas y el reconocimiento médico y se les daba un certificado
o probatus, se les hacía entrega de un viaticum o dieta consistente en unas
monedas (75 denarios) para pagar el viaje y eran enviados al cuartel general de
la legión a la que habían sido adscritos.
Una vez en
el cuartel general de la legión, que era su sede administrativa, los funcionarios
militares revisaban los documentos de los aspirantes dándoles el visto bueno y
se les sometía a un nuevo examen médico y a una prueba física. Si pasaban este
trámite eran formalmente aceptados como reclutas o tiros.
El
centurión les informaba del sueldo que iba a recibir en 4 pagas (era de 225
denarios con Augusto y en el siglo III llegó a 750) y de que en los depósitos
de la legión encontrarían todo su equipo: lorica hamata, galea, espada, pugio,
pila, etc. Ese equipo debían pagarlo de su bolsillo, así era difícil que lo
perdieran y podían adquirir el estándar fabricado en serie para el ejército o
uno más caro adquirido a artesanos especializados con bonitos adornos. Lo
normal era adquirír el estándar, cuyo coste se descontaba de su sueldo.
Nuevos reclutas o tiros incorporándose a una
unidad auxiliar
La instrucción
Durante la probatio
o instrucción, los novatos practicaban dos veces al día con las armas, mientras
que los veteranos solo una. Para ello, les daban una espada de madera y un
escudo más pesados que los de guerra, y debían pasar horas golpeando un poste
vertical al que apuñalaban sin cesar, para aprender los rudimentos de la
esgrima. Debían lanzar las pila hasta que alcanzaban la distancia y precisión
requeridas.
Legionarios romanos haciendo instrucción. Se ve
un grupo marchando, otro practicando con la gladius y otro practicando
equitación con equipo completo. Se observa a los suboficiales que llevan el
bastón dirigiendo la instrucción.
Cuando habían alcanzado un cierto grado de
instrucción y habilidad se enfrentaban entre ellos por parejas y más tarde
frente a veteranos que no tenían piedad.
Se les
enseñaba a desfilar marcando el paso. Luego se les llevaba de marcha,
forzándolos al máximo hasta que fueran capaces de recorrer 20 millas romanas
(30 km) en cinco horas. El entrenamiento continuaba hasta que eran capaces de
recorrer 24 millas (36 km) en cinco horas con el equipo completo, que incluía
armas y armaduras, utensilios de cocina, estacas para la empalizada,
instrumentos para cavar y provisiones para varios días, pues al final de cada
marcha tenían que levantar un campamento con terraplenes y fosos de defensa
incluso con condiciones climatológicas adversas.
Aprender a
maniobrar, adoptando de forma fulminante las órdenes de las distintas
formaciones: en círculo, en cuña, formar testudo, etc. Y todo ello bajo los
gritos del centurión y sus ayudantes, de forma que, cuando caía la noche y
podían retirarse a sus contubernia, caían como muertos en sus piltras.
Se les
enseñaba también a cavar los fosos, levantar los terraplenes y las empalizadas
y montar las tiendas del campamento. Además había otros los ejercicios
obligatorios como montar a caballo, natación, etc. No es extraño que las
primeras semanas el valetudinarium (hospital) del cuartel estuviera siempre
lleno de reclutas quejándose de ampollas y dolores musculares, aunque lo que de
verdad funcionaban en estos casos eran los remedios caseros de los veteranos
que los novatos se apresuraban a aplicarse con gran alivio.
La
instrucción finalizaba cuando los tiros o reclutas realizaban la instrucción
por unidades, que terminaba con el enfrentamiento entre centurias, e incluso
contra centurias veteranas para comprobar su grado de instrucción. Desde
luego los veteranos ponían todo su empeño en no ser ridiculizados por los
novatos.
Instrucción de centurias. El emperador Adriano
observando la instrucción de la Legion III Augusta en Lambesis en el año 128.
Dos centurias se enfrentan durante el ejercicio. Autor Sean O’brogain
El juramento
El juramento
era el último de los pasos que el tiro o recluta debía realizar para
consagrarse al ejercito, por lo general se realizaba al cuarto mes después de
la provatio, el juramento se prestaba ante los dioses y el emperador y se
consideraba un rito religioso que vinculaba al soldado con el estado y con el
emperador, a sí mismo el juramento comprometía al soldado a mantenerse firme
bajo cualquier situación en el campo de batalla, obedeciendo a sus oficiales y
protegiendo a sus compañeros en cualquier situación de combate.
El
juramento implicaba la obediencia de legionario hacia el comandante al mando, y
la formula era:”obedecerás las ordenes con entusiasmo y sin vacilar.
Renunciaras a la protección de la ley civil romana y reconoces el poder de tus
comandantes de matarte sin juicio por desobediencias o deserción. Prometes
servir bajo los estandartes durante tu periodo de servicio y no abandonarlo
hasta que tu comandante te releve. Servirás a Roma con lealtad, incluso a costa
de tu propia vida, y respetaras la ley en lo que respecta a los civiles y a tus
comandantes en el campamento”.
Y después
un segundo juramento hacia los compañeros de armas: ”Jamás abandonare a los
camaradas para salvar mi vida, jamás abandonare el puesto en la línea de
batalla, excepto para recoger un arma, atacar al enemigo o salvar a un
compañero de armas”.
Una vez
cumplimentado todos los requisitos, se les enviaba a sus respectivas unidades,
a estos soldados se les entregaba el signaculum, que era una tablilla la cual
identificaba al soldado, esta iba introducida en una bolsita que iba colgada al
cuello, llevaba su nombre junto a cualquier característica indentificativa para
que pudiera ser reconocido en cualquier circunstancia.
Equipo del
legionario
El equipo
del legionario al principio del Imperio era muy similar al de la república,
pero después se modificó el yelmo a la galea, el escudo se hizo semicilíndrico
y la coraza se adoptó la lorica segmentata.
Yelmo
galico-imperial o galea
El yelmo
evolucionó desde el tipo coolus que era semiesférico con protección de nuca y
carrilleras, y que estuvo en vigor hasta la mitad del siglo I, fue sustituido
por el yelmo galico-imperial o galea.
Este tipo
de casco presenta una evolución tecnológica muy superior a sus predecesores,
también adaptada a su nuevo contexto bélico (limes germano-danubiano y Dacia).
Existiendo varios modelos dentro del mismo tipo con pocas variaciones, es el
que más protección y adaptabilidad a la cabeza tiene de los cascos romanos. Su
uso se extiende desde el siglo I al III. Fueron fabricados en hierro, no en
bronce, de forma artesanal en la zona gala, posteriormente fueron fabricados en
Italia y recibieron el nombre de italico-imperial. Este yelmo estaba fabricado
en láminas de hierro de 1,5 a 2 mm de grosor pesando de 2 a 3,5 kg. Tiene
multitud de detalles que deben ser estudiados.
Evolución del yelmo gálico-imperial o galea
El
cubrenuca se amplía hasta llegar a los 10 cm o más de anchura, pero a
diferencia de los anteriores no acompaña su recorrido por todo la
circunferencia del casco, sino que frena a la altura de las orejas. El uso
combinado de este cubrenuca con el levantamiento de los hombros, junto con la
flexión del cuello hacia ese lateral o contrayéndose en sí mismo, provoca una
protección total hacia cualquier ataque que se dirija al cuello o cara. En esta
zona trasera consta de una franja de escalones o pliegues en la zona vertical
del casco, que dan una protección extra cuando el soldado es atacado por la
espalda o con armas curvas, como la sica judía, la falx dacia o la rhomphaia
tracia. Este elemento del casco, tiene una peculiaridad, que en los modelos F
al H, son cubrenucas rectos, siguiendo el eje de la zona frontal, mientras que
otros modelos, tiene una inclinación que parece cubrir mejor el cuello. Esto
supone un hueco entre la espalda y el cubrenuca que debe ser resuelto mediante
otro elemento protector, la focale o especie de pañuelo que protege el cuello
de rozaduras y posibles tajos. Se deduce, que los modelos F-H no se
desarrollaron a lo largo de las Guerras Dacias, sino en el periodo de
pre-guerra Dacia (usados para las guerras contra germanos y Próximo Oriente) y
al principio de la misma, pero la gran mayoría ya serían reemplazados los I y
J.
Las
carrilleras consiguen proteger todo el lateral del rostro dejando libres la
zona auditiva, pero protegiendo incluso parte lateral del cuello. La forma que
tienen en la parte delantera, las carrilleras, permiten, igual que en caso del
Montefortino, proteger la cara, permitiendo una visión de 180º. Éstas tienen un
refuerzo central para evitar la penetración de armas por esa zona y añade una
protección más a la zona ocular o labial. Aparte de que están adaptadas a la
cara, teniendo una forma abombada que otorga un ajuste óptimo, evitando huecos
entre el rostro y el metal. Esto permite una sujeción mejor del casco con una
serie de cuerdas que van desde la nuca hasta las carrilleras, ajustado al
cuello para evitar que con los golpes, se desplace el casco. A esto se añade un
elemento peculiar, un saliente en la parte trasera de la carrillera, que
permite el desplazamiento del arma enemiga hacia el exterior, así como proteger
mejor orejas y cuello. Además envuelven la cara, arropándola de golpes
procedentes del enemigo o de choques involuntarios del propio escudo.
El frontal,
tiene una visera algo más amplia, lo que denota que el enemigo seguía atacando
de arriba abajo, algo que efectivamente hacían con la especie de guadaña o
falx, y además con más contundencia. Es por el uso de estas armas en las
Guerras Dacias, lo que obligará a perfeccionar el casco, creando el
itálico-imperial, que ofrece, principalmente, la protección extra en la parte
superior del casco, en forma de cruz completa, como el modelo gálico-imperial
G, que hace de guía para reflectar los golpes hacia los laterales, teniendo un
refuerzo extra en la parte superior; ampliación del guardanuca y más anchura y
grosor de la protección frontal, como el casco encontrado en Berzobis.
Continuando
con el gálico-imperial, y situándonos en la zona superior del casco, aparece una
novedad, que son las cejas curvadas. Existe una controversia entre estudiosos y
aficionados a la materia, en que esas cejas podían constituir funciones
decorativa o de refuerzo, o quizás ambas.
Los
cubreorejas, otra novedad que tiene este casco, es la protección extra de las
orejas, se debe a que por la forma de la visera del casco, los golpes con
espada son repelidos o desplazados a los laterales sobre todo a la zona de las
orejas, para solucionar los tajos o desvíos de estos golpes, los romanos protegieron
la oreja con un reborde para pararlos.
Los yelmos
itálico-imperiales, se diferencian en cuanto a los otros, los gálicos, en el
simple hecho de que no poseían decoración. Estos cascos se denominan así por
ser creados por herreros itálicos en grandes cantidades, a diferencia de los
anteriores se sustituyó el trabajo de decoración por la rapidez, o posiblemente
peor manejo de los metales. También fueron usados desde el siglo I hasta
principios del siglo III. Varios modelos usan un sistema de fijación de la
cresta en forma plana, posiblemente para las crestas de los prtorianos o
cohortes urbanas. El refuerzo central es más delgado y en forma de “L” en
algunos casos, se debe a que buscan una mayor contundencia. A pesar de no tener
decoración de cejas, en algunos casos se adornaban con remates en latón y
figuras muy labradas. Posiblemente esto se deba a que eran para tropas como
pretorianos, y el resto de legionarios tuvieran cascos sin adornos.
La coraza o lorica
Protegía el
pecho del legionario y las había de varios tipos: lorica segmentata, lorica
hamata, lorica squamata y lorica musculata.
Lorica segmentata
La
designación lorica segmentata nace, según creemos, en el siglo XVI y significa
“coraza de segmentos o seccionada”. La ventaja de la lorica segmentada era su
fácil desmonte. Desajustando los sujetadores internos era fácil apilar la
armadura en cuatro secciones y empacarla para su transporte. De hecho se cree
que éstas eran desensambladas durante la marcha de las legiones para facilitar
su traslado. Su estructura principal consta de cuatro secciones: Una parte
superior compuesta de dos secciones que cubrían los hombros y una parte
inferior, también compuesta por dos secciones, que cubría el torso.
Estas
secciones, a su vez, estaban armadas, o compuestas, por bandas de hierro
dobladas de tal manera que ofrecían una protección muy superior a cualquier
cota de malla. Las bandas metálicas que conformaban las diferentes secciones
estaban sujetadas entre si mismas por un sistema de hebillas y tiras de cuero,
algo que la convertía en una pieza extremadamente modular. Las bandas de las
secciones que protegían los hombros eran situadas en posición vertical mientras
que las del torso eran ubicadas horizontalmente.
Este tipo
de coraza confería mucha mayor protección que la cota de malla,
permitiendo también libertad de movimientos. Detenía golpes más fuertes sin
sufrir daños y proporcionaba una buena protección no solo contra elementos
arrojadizos ligeros sino también contra lanzas y jabalinas. A ello deberíamos unir
que su coste de fabricación era menor y que pesaba solo entre 6-9 kg, por lo
que mejoraba los movimientos de los soldados en combate y facilitaba su
transporte en los desplazamientos.
Se conocen
4 tipos de lorica segmentata. Estos tipos son denominados en base al lugar
donde se descubrió la primer pieza, ya que al igual que con la armadura,
realmente no sabemos la denominación Romana para cada variante. Dichas
variantes no son en realidad cambios estructurales muy significativos. Sino que
constan, principalmente, en cambios internos de la armadura y diferentes puntos
de ajuste para sus partes.
Kalkriese: Se cree que
ésta fue una de las primeras variantes en ser utilizadas y se calcula su
utilización desde el 20 AC al 50 DC. El hallazgo de ésta lorica fue realizó
donde se encontraba emplazado el campamento legionarios de Carnuntum en
Kalkriese (Alemania). Es muy posible que muchos legionarios del general Varo la
vistieran, aunque no estaba extendido a todas las legiones.
Tipos de lorica segmentata, de izquierda a
derecha: Kalkriese, Corbridge, Newstead, y Alba Iulia
Corbridge: Localizada
en la región del Noreste de Inglaterra denominada Corbridge, dentro de una caja
de madera. Constaba de 12 secciones: 6 hombros y 6 torsos. Hasta el día de hoy
la lorica segmentada del tipo Corbrige es de la que más detalles se posee. Se
calcula que fue utilizada desde el 40 al 120.
Newstead: Se calcula
su utilización entre los años 120 al 250 aproximadamente. Fue encontrada por
vez primera en Newstead y posteriormente gracias nuevos hallazgos realizados en
Carlisle, se pudo establecer que la diferencia más importante, que fue notada
un tiempo después de su descubrimiento, son las bisagras de mayor tamaño con
respecto a los otros tipos. Esto, en teoría, le podría llegar a otorgar una
movilidad más amplia. Junto a estos cambios también se pudo establecer que el
sistema de ajuste entre las secciones superiores e inferiores dejó de ser por
hebillas y se pasó a utilizar ganchos.
Alba Iulia: De la
escultura Alba Iulia (Rumania) se deduce un cuarto tipo de lorica segmentata.
Se trata de una armadura mixta, el cuerpo está protegido por 4 bandas o
segmentos telescópicos que se superponen unos con otros, mientras que los
hombros están protegidos por lorica squamata o de escamas. El brazo
derecho está protegidos por bandas de metal llamada lorica manica.
Las loricas
segmentatas se completaron después de la primera batalla de Tapas o Tapae,
debido a los numerosos costes producidos por las falces dacias con la lorica
manica, que protegía en brazo derecho y que hasta entonces había sido llevada
por los gladiadores romanos.
Lorica hamata
La lorica
hamata o cota de malla que estaba en uso al final de la Républica, fue
sustituida por lorica segmentata, posiblemente como resultado de la perdida de
equipos tras la batalla de Teotoburgo en el Rin. No obstante siguió
utilizándose para las unidades de caballería, los auxiliares y por los
centuriones, signifers y cornicens. A pesar de ser muy pesadas (8-14 kg) eran
cómodas ya que la mayor parte del peso descansaba en los hombros y el resto en
la cadera al apoyarse en el cinturón, cuya misión también era la de evitar que
la coraza fuera muy suelta en combate y dificultara los movimientos del soldado.
Así, las cotas de malla ofrecían una aceptable protección contra las armas de
punta, y una mejor contra las de corte y contra proyectiles ligeros.
Loricas o corazas romanas: de izquierda a
derecha: hamata, squamata, plumata y musculata con pteruges (tiras de cuero) en
cintura y hombros
Lorica squamata
La lorica
squamata o de escamas fue utilizada por primera vez durante la República Romana
y en periodos posteriores. Estaba formada por pequeñas escamas de metal cosidas
para formar la armadura. Solían llevarla los portadores de estandartes,
músicos, centuriones, tropas de caballería e incluso algunas unidades de
infantería auxiliar, aunque también podían portarlas los legionarios regulares
sobre todo en Asia. Tenía la misma forma que la lorica hamata, con la misma
longitud y las coberturas de los hombros.
Las escamas
indidividuales podían ser de hierro o de bronce, e incluso podían alternarse
ambos metales en la misma armadura. Podían recibir también algún baño que les
protegiese de la oxidación (nos ha llegado un fragmento de armadura con escamas
de bronce con baños de metal).
El metal no
solía ser muy grueso: posiblemente entre 0,5 y 0,8 mm. Sin embargo, y dado que
las escamas se sopreponían unas a otras en todas direcciones, las múltiples
capas daban una buena protección. El tamaño de las escamas variaba entre 6 mm
de ancho y 1,2 cm de alto hasta unos 5 cm de ancho por 8 cm de alto, siendo los
tamaños más comunes alrededor de 1,25 por 2,5 cm. Todas las escamas de la misma
armadura solían ser del mismo tamaño, aunque las escamas de distintas armaduras
podían variar de forma muy significativa. Muchas tenían la parte inferior
redondeada, mientras que otras terminaban en punta o tenían la parte inferior
plana con cortes en las esquinas.
Una
variedad era la lorica plumata se debe a su nombre al parecido con las plumas
de un pájaro, las escamas tenían un nervio central.
Lorica musculata
Estaban
fabricada en bronce puro, y protegían todo el tronco superior del oficial,
mostrando marcados músculos pectorales y abdominales fielmente conseguidos en
metal por los maestros herreros. Se hacía a medida y la llevaban los legados y
los tribunos, para el día a día usaban una de cuero con la misma forma.
El escudo o scutum
El scutum
ovalado y curvo de la época de la república se fue haciendo durante el imperio
cada vez más semicilíndrico al hacerse los extremos cada vez más rectilíneos.
El único ejemplar entero se encontró en Dura Europos y data del siglo III.
Al igual
que el de la república estaba formado por tres capas de madera desbastada de
unos 3 milímetros de espesor, encoladas de forma entrecruzada para formar un
plancha entrechapada y curva, todo el escudo estaba revestido de una capa de
piel, y ademas en la parte delantera tenía una capa de lino. En la parte
central estaba el umbro que era semiesférico y estaba construido de una
aleación de cobre y de hierro, su objeto era proteger el asa del escudo, aunque
se utilizaba de forma ofensiva, siendo lo suficientemente pesado y denso como
para aturdir o desplazar a un oponente, lo cual facilitaba al legionario el
siguiente ataque con su gladius. Los legionarios solían avanzar de forma
alterna primero con el scutum ligeramente alzado para bloquear al oponente, y
despues atacar con la gladius. Los bordes del escudo también se forraban de
metal para mayor protección, pudiendo también ser usados de forma ofensiva para
golpear.
Escudos romanos de Dura Europos siglo III. A la
izquierda un scutum, en el que se observa las tres capas de madera, la capa de
lino y la de cuero, asi como el reborde de latón. A la derecha un escudo
redondo tipo parma, usado por los centuriones, cornicen, aquilifer y signifer.
Autor Peter Connolly
La forma
del scutum permitía las formaciones compactas de legionarios sobre todo el
testudo o tortuga, en que se superponían los escudos de forma que diesen una
mayor protección contra las armas arrojadizas. El tamaño estándar del scutum va
desde el hombro del legionario hasta la parte superior de su rodilla, es decir
1 x 0,5 metros con unos 6 kg de peso. Esta medida es eficiente y muy bien
adaptada al modo de combate de la legión romana, otorgando no solo una
cobertura formidable sino que además resulta ideal para cubrir parte del cuerpo
del compañero de fila en una formación cerrada, de la que los romanos eran muy
partidarios.
Los centuriones, siginifer, aquilifer y otros empleaban un escudo redondo llamado parma.
Los centuriones, siginifer, aquilifer y otros empleaban un escudo redondo llamado parma.
Armamento
Pilum. Se siguen
usando una pilum ligera y una pilum pesada, pero las versiones producidas
durante el Imperio eran un poco más ligeras que las de la república.
Gladius: Espada
gladius se sigue usando, pero en el II, se empieza a usar la spata, más larga y
que posibilitaba la distancia con el enemigo y estaba diseñada para que en vez
de ser principalmente un arma punzante fuese un arma de corte. Medía entre los
70 y 100 cm.
Pugio: se sigue usando
este tipo de puñal, al principio tenía una anchura de 4 cm, con el tiempo se
hizo más finos.
Equipo del legionario romano en el 103 durante las Guerras Dacias
Prendas
La túnica
Era la
principal vestimenta bajo la armadura de todos los soldados de la república y
de comienzos de la era imperial. Normalmente estaba hecha de lana, y los
primeros diseños utilizados por los legionarios consistían en una simple tela
rectangular cosida en los laterales y con huecos para los brazos. La parte
superior simplemente se dejaba descosida. Más tarde fueron apareciendo túnicas
más elaboradas a las que se les añadían mangas.
Los braccae
Eran
pantalones que llegaban a media rodilla y fueron usados en climas más fríos.
Eran de color marrón o pardo para los legionarios.
El subarmalis
Era una
pieza que se coloca bajo la armadura para amortiguar su peso y los golpes
durante el combate. Su uso no era obligatorio, su elaboración se deja a
criterio de cada legionario. No obstante se aconsejaba utilizar fieltro forrado
de lino, haciendo hincapié en necesidad de reforzar la parte de los hombros.
Los oficiales llevaban flecos o pteruges que asoman por debajo de la cota sobre
los hombros y alrededor de la cintura.
El focale
Era un
pañuelo de unos 140 x 40 cm usado para proteger el cuello de las rozaduras
causadas por el contacto constante con la armadura. Todos los de una misma
legión eran del mismo color.
El sagun
Pieza de
lana gruesa, cuadrada de 2 x 1,5 mts, aproximadamente, que sirve de abrigo. Se
coge un doblez en la parte superior y se pone sobre los hombros cogiéndolo con
una fíbula en la parte delantera. El doblez superior se pone sobre la cabeza en
casa de frío extremo.
La paenula
Capa de
lana tipo poncho con capucha hasta media pantorrilla. Impermeabilizada con
lanolina o grasa para protegerse de la lluvia. Se abrocha con botones de madera
o hueso.
El cingulum o balteus
Era un
cinto servía para sujetar sus armas de filo, pugio y gladius y cumplir su
función de cinturón, por delante llevaba unas tiras de cuero o pteryges con
adornos.
Los udones
Eran
calcetines
Los putee
Tiras de
tejido que se enrollaban en las piernas desde el tobillo hasta la rodilla a
modo de leguis.
Las caligae
Se sigue
usando este tipo de sandalias, las legiones que estaban más al norte fueron
sustituyéndolas por botas.
Herramientas
La furca
Estaba
compuesta por dos palos atados en cruz, de la que se colgaban otros elementos
necesarios del legionario.
La sarcina
La sarcina
era el macuto o mochila de cuero en el que transportaban los legionarios sus
enseres.
La patella
La patella
era un cuenco utilizado para beber, normalmente en un contexto ritual.
La vanga
Pequeña
cantimplora para llevar aceite.
El securis
Era un
hacha normal, para evitar cortes, cuando era transportada se cubría el filo con
esa especie de capuchón de bronce.
La dolabra
Era un
zapapico, compuesto de un hacha y pico, era sumamente versátil y, por supuesto,
imprescindible para cavar los fosos que, cada vez que el ejército se detenía
para acampar en territorio hostil, debía cavar y formar un talud con la tierra
extraída. La parte del hacha también se protegía con un capuchón de bronce. En
caso de necesidad se podía emplear como arma.
Pala
Herramienta
transportada por los legionarios para la construcción de fortificaciones,
zanjas, letrinas, etc. Cada legionario llevaba, o bien una pala para cavar, o
un pico para horadar la tierra.
Sudis o estacas
Los
legionarios debían transportar a razón de dos unidades por cabeza, por lo que
una legión transportaba al menos 12.000 de ellas. Con dichas estacas se podían
además formar otra serie de obstáculos similares a los caballos de frisia o
bien un pilum murale, que significa muralla de lanzas.
Guardia Pretoriana
En Roma
existían las legiones urbanas, que estaban constituidas por soldados muy
veteranos. Augusto las disolvió y creó en sustitución la Guardia Pretoriana.
Esta era un cuerpo militar que servía de escolta y protección a los
emperadores romanos. Antes de los emperadores, la escolta personal ya había
sido usada por los líderes militares aún desde los días de la familia de
los Escipiones alrededor del año 275 AC. Los miembros de
la Guardia Pretoriana estaban entre las más diestras y célebres fuerzas
militares. Los soldados de las cohortes pretorianas recibían doble paga y
gozaban de numerosos privilegios. Cada miembro, al abandonar la cohorte,
recibía 20.000 sestercios después de 16 años de servicios.
Guardias pretorianos de
izquierda a derecha: Jonny Shumate le representa con lorica musculata plateada,
Giuseppe Rava le representa con lorica musculata dorada, Peter Connolly le
presenta sin coraza y con lorica segmentata y autor desconocido sin coraza.
Los
pretorianos custodiaban al emperador en Roma y en sus desplazamientos, cuando
el emperador estaba en camino se enviaba un destacamento por delante para
despejar la ruta y atajar peligros potenciales. Actuaban además como guardia de
honor en las distintas ceremonias oficiales; por ejemplo, las que festejaban la
salida del emperador cuando iba a la guerra o regresaba victorioso, su
aniversario o la recepción de embajadores. Asimismo, eran responsables del mantenimiento
del orden en Roma, ayudaban al cuerpo de vigiles (bomberos) en la extinción de
incendios, reprimían rebeliones e investigaban las conjuras contra el
emperador. Durante los espectáculos públicos montaban guardia, e incluso podían
participar en ellos; el emperador Claudio, por ejemplo, hizo que un grupo de
jinetes pretorianos abatiera fieras africanas en el circo Máximo. También
actuaron como fuerzas de combate.
El
emperador Tiberio mandó construir un fuerte para los pretorianos en las
cercanías de Roma, en el Viminal, al que se llamó Castra Praetoria y se
inauguró en el año 23. Posteriormente se amplió para dar cobijo a unas 12
cohortes completas de 1.000 hombres, unos 12.000 hombres en total. Estaba
fuertemente fortificado y tras el inicio de la crisis del siglo III, el
emperador Aureliano rodeó a Roma de sus impresionantes murallas, abarcando el
Castra. Tiberio tenía el signo zodiacal del Scorpio y la Guardia Pretoriana
adoptó el símbolo del escorpión como suyo.
En tiempos
de Augusto cuando se creó la Guardia Pretoriana que estaba mandada por dos
prefectos de pretorio, elegidos directamente por el emperador y así
contrarrestan el poder senatorial, era un puesto vitalicio y muchas veces se
reducían a una sola persona con todo el poder, con las implicaciones políticas
que eso conllevaba. Tenía la misma articulación y efectivos de una legión de la
época es decir 10 cohortes de 480 hombres, su numeración iba de la XI a la XX,
en un principio solo tres cohortes fueron acantonadas en Roma, mientras que el resto
se repartió por la península Italiana.
Cada
pretoriano cobraba anualmente 3.000 sestercios frente a los 900 de un
legionario normal. El aspirante típico a pretoriano era un voluntario civil, de
entre 17 y 20 años, con una excelente forma física y una altura mínima de 1,75
metros, aunque también era necesaria una buena carta de recomendación. Al
ingresar se le hacía un reconocimiento y se comprobaba que era ciudadano
romano. En los dos primeros siglos, los reclutas procedían principalmente de la
parte central y septentrional de la península itálica y de Hispania, Macedonia
y Nórico (territorio entre Austria y Alemania). En el siglo III, tras la
reforma de Septimio Severo, los pretorianos no procedían ya de la vida civil,
sino que eran soldados pertenecientes a las legiones acantonadas en las
fronteras del Imperio, principalmente del Danubio. Pasó a convertirse en un
premio o beneficium (favor) que éste otorgaba a los mejores soldados de las
legiones de todo el Imperio, con una antigüedad en el servicio no inferior a
cuatro o cinco años, como máxima condecoración a la que podían aspirar, pasando
al grueso de los pretorianos.
Nerón bajó
a 9 cohortes cuando renovó las legiones y el emperador Claudio elevó a 12
cohortes con unos 6.000 efectivos. En el convulso año 69 (el de los 4
emperadores) Vitelio tras su llegada de Germania, elevó la Guardia a 16
cohortes de 1.000 soldados reclutados entre los legionarios y auxiliares de su
propio ejército. Pero los pretorianos despedidos se convirtieron en la espina
dorsal del ejército de un nuevo pretendiente al trono, llamado Tito Flavio
Vespasiano, que cuando derrotó a Vitelio en la batalla de Bedriacum disolvió
las fuerzas de Vitelio y volvió a 9 las cohortes pretorianas, su sucesor Tito
las aumentó a 10 pero con 10.000 efectivos, cuya composición se mantendría
prácticamente hasta su disolución.
Guardia pretoriana
combatiendo. No llevan el scutum semiesférico. Autor Peter Dennis
Hacia el
año 284, bajo el gobierno de Diocleciano, la Guardia Pretoriana fue sustituida
por dos nuevos cuerpos militares. Por un lado estaban los jovianos, en honor al
Dios Júpiter. Y por otro lado estaban los herculianos, derivados de Hércules.
Como anteriormente hiciesen los pretorianos, estos dos nuevas escoltas
imperiales hicieron las mismas funciones para cada uno de los co-emperadores. A
su muerte en el 305 se disolvieron y volvieron a la Guardia Pretoriana.
Finalmente
la Guardia Pretoriana vio su completa desaparición bajo el gobierno de
Constantino, que tras la batalla del Puente Milvio en el 312 ordenó demoler la
Castra Praetoria y sus miembros fueron enviados a las diferentes fronteras del
Imperio.
Últimos pretorianos. Un tribuno pretoriano da órdenes a un guardia,
bajo la mirada del emperador Majencio a finales de octubre del año 312. Majencio
se prepara para cruzar el río Tíber con sus tropas para hacer frente a su rival
Constantino. Para ello, construyó un puente de pontones paralelo al estrecho
puente de Milvio sobre el Tiber. Transcurridos unos días, él y sus pretorianos
se retiraron en desorden por el puente de pontones, y se ahogaron al hundirse
el puente. Tras la derrota, Constantino disolvió a los pretorianos. Autor
Richard Hook
Disponían
de cuatro uniformes según el servicio a desempeñar: el uniforme civil (con toga
de ciudadano para los servicios en el palatino y en el exterior del Senado, con
la espada oculta bajo la toga y sin coraza), el uniforme de parada (utilizado
cuando acompañaban al emperador en algún evento y por ello portando solo una
daga ceremonial), el uniforme de servicio (compuesto por una túnica y el
gladius) y el uniforme de combate (con armadura, escudo, armas, etc.). En el
”pomerium” (dentro de los límites de la ciudad) llevaban el uniforme de
servicio con túnicas, las caligulae y una gladius. Su uniforme de campaña era
similar al de un legionario salvo por los símbolos utilizados, por el scutum
tipo republicano y por la famosa túnica escarlata. En ceremonias usaban otro
tipo de vestimentas más ricas y adornadas, siempre presentes la túnica
escarlata. Como distintivo tenían el escorpión, su yelmo solían llevar un
penacho y su capa era más corta, de color rojo que llegaba hasta las rodillas.
Caballería legionaria (equites legionis)
Era una
unidad romana adscrita a la legión, es decir legionarios a caballo, estaba
compuesta por 4 turmas numeradas de la I a la IV. Cada turma de 32
jinetes, en total 130 hombres, aunque al final del imperio llegó a alcanzar los
760.
Turma de caballería en el Alto Imperio
La turma
era mandada por un decurión, como segundo jefe tenía un duplicarius, (soldado
de doble paga), uno de los jinetes era el tercero en el mando y se denominaba
sexquiplicarius (soldado de paga y un sexto). Cada turma tenía 32
hombres. Su reclutamiento era entre los propios legionarios, y cumplían funciones
de mensajeros, escolta o reconocimiento.
Su equipo
era igual al de la caballería auxiliar, pero su escudo llevaba pintado los
rayos que representaban al dios Júpiter.
Equites singulares
Eran los
cuerpos de caballería que hacían las funciones de escolta de emperadores y
gobernadores provinciales; los que protegían al emperador se denominaban
equites singulares más el nombre del emperador (equites singulari Augusti), y
eran el equivalente a la guardia pretoriana. Sus jinetes eran elegidos por su
valor, destreza e integridad de entre los que servían en las unidades
auxiliares del ejército romano, alas y cohortes equitatas. Su
núcleo inicial fueron soldados de caballería bátava germana. En
la Columna de Trajano (113), los estandartes de la unidad aparecen
mostrando el mismo motivo que el de las legiones, el rayo y el trueno.
Equites singulari augusti durante la primera guerra
Dacia (101-102). 1 jinete con lorica squamata (escamas) y yelmo tipo Xanten
(Holanda); 2 decurión con lorica squamata dorada, y pecho petral del caballo
adornado; 3 jinete con lorica hamata (anillas). Autor Richard Hook
El
regimiento imperial fue reconstituido a finales del siglo I en la
forma de un ala bajo el mando de un tribuno militar, con base en
un campamento en la colina del Celio.
Inicialmente
contaba con 720 soldados de caballería, divididos en 24 turmas, o escuadrones,
de 32 hombres cada uno. Los números se incrementaron hasta alrededor de 1.000
soldados durante el reinado de Adriano (117-38) y el regimiento fue
expandido hasta los 2.000 soldados a comienzos del siglo III por el
emperador Septimio Severo (197-211), quien construyó para ellos un
nuevo acuartelamiento, localizado debajo de la Archibasílica de San Juan
de Letrán. A partir de 313 Constantino I demolió el cuartel y el palacio
para construir en su lugar la basílica de San Juan de Letrán, y las
excavaciones recientes realizadas en el subsuelo de esta basílica han revelado
estancias y estructuras pertenecientes al cuartel y algunas muestras
interesantes de decoración mural del palacio. Se conservan algunos restos de un
supuesto cementerio de los equites singulares en un lugar cerca de Roma.
Equites singulari augusti durante las guerras Dacias
(105-106). 1 Vexilario o portaestandarte (vexilum), 2 Optio se distingue por
las plumas, 3 jinete, llevan un escudo exagonal con el distintivo del
escorpión, signo del zodiaco de Tiberio. Autor Richard Hook.
Armas y equipamiento
El
equipamiento de la caballería era muy similar a la de la infantería romana,
aunque con algunas diferencias que se matizan a continuación.
La galea o casco.
Los cascos de la caballería romana solían ser de hierro, con decoraciones
de bronce, algunas de estas decoraciones imitaban el cabello. Se han encontrado
varios ejemplares muy elaborados, que cubren casi toda la cabeza, dejando al
descubierto sólo los ojos, la nariz y la boca. El cubrenucas era más corto que
el de infantería, dado que al caerse del caballo, podía fracturarle el cuello.
La loricas o coraza.
Se siguieron empleando la de cota de malla o lorica hamata,
posteriormente usó la lorica de escamas o lorica squamata en las
catafractas y clibanarios. Por lo general era corta y sólo llegaba hasta las
caderas, abriéndose por las mismas para permitir montar a caballo y evitar
posibles enganches en la silla de montar. En lo alto de la espalda tenía dos
capas, que se sujetaban a los hombros mediante un par de placas sujetas con
ganchos al pecho. Las escamas de las armaduras romanas se unían con alambres y
tiras de cuero antes de coserlas a una prenda de tela.
La espada o spatha.
La caballería romana siguió utilizando la espada larga de origen celta
o spatha, que llevaban colgada del cinturón o de una bandolera que pasaba
sobre el hombro izquierdo. La hoja de estas espadas podía medir de 65 a 80 cm.
Lanzas y jabalinas.
Siguen llevando la lanza de acometida o contus. Según el historiador judío
Josefo, la caballería romana en Siria llevaba una lanza muy pesada y una aljaba
con tres o cuatro jabalinas.
El escudo o clipeus.
Era un escudo plano de forma ovalada u exagonal, más ligero y manejable que el
scutum de la infantería. Estaban fabricados con tres capas de madera de abedul
unidas con pegamento, las capas se colocaban transversalmente para evitar
deformaciones y darle mayor resistencia, en el centro iba provisto de un umbro
que protegía la mano al empuñar la manija. Tenía adornos de bronce y medía 1,18
m de largo y 55 cm de ancho. Al final del imperio se volvió al escudo redondo.
El escudo durante la marcha, iba colgado en la espalda.
Prendas. Los jinetes
romanos emplean un pantalón que les llega a las pantorrillas, al final del
imperio evoluciona hasta llegar a los tobillos. Siguen llevando las sandalias o
caligae, haciendo uso de calcetines de lana o udones, si el clima lo requería.
Al final se usaron botas denominadas calceus. También usaban acicates o
espuelas.
Equipo de un jinete
auxiliar durante las guerras Dacias: 1 Jinete con caballo; 2 escudo oval o
clipeus; 3 yelmos, 3a de hierro siglo I encontrado en Bélgica, 3b con penacho
correspondiente a un decurión, 3c casco de bronce encontrado en Alemania, 3d de
hierro con refuerzos de bronce siglo II; 4a mallas, 4b escamas; 5 puntas de
lanza; 6 espatha con su tahali; 7 caligae con espuela. Autor Adam Hook
Equipamiento del caballo
Los
caballos romanos tenían una alzada media de 145 cm. Los arreos no difieren
mucho de los actuales, la cabezada llevaba ahogadero y muserola. Usaban
indistintamente filete o bocado. En cuanto a la montura se adoptó la llamada
montura de cuernos Los dos traseros, verticales, sujetan las nalgas, mientras
que los delanteros, inclinados hacia los lados, encajan bajo ellos los muslos
del jinete, que posiblemente fuera copiada a los partos durante las campañas
contra ellos. Bajo la silla se colocaba una manta o tapetum, para proteger el dorso
de roces. La montura iba sujeta al caballo mediante una cincha, y para
que no se desplazase, llevaban pecho petral y baticola. Los arneses iban unidos
con piezas de bronce.
Instrucción de los jinetes
Toda la
información sobre la instrucción de un jinete proviene de Arriano que en el
siglo III escribió un manual. Primero realizaban la instrucción como un
legionario normal, y cuando realizaban los ejercicios de equitación elegían a
los más diestros. Los auxiliares eran ya elegidos entre los pueblos jinetes.
El primer
paso era la instrucción en el potro de madera, que tenía mas o menos la misma
altura de de un caballo y donde aprendían a montar y desmontar sin equipo desde
todos los ángulos, después montaban y desmontaban con el equipo completo, y
también cogían la postura de montar. Cuando los hacían con soltura, empezaban
los ejercicios con el caballo, primero montar y desmontar y luego a trotar y
cabalgar sin equipo y luego con el equipo completo. Se les obligaba a saltar
zanjas y parapetos, así como subir y bajar colinas.
La mayor
parte de la instrucción tenía lugar en campo abierto llamado hípica donde
aprendían a montar con el equipo completo y a manejar sus armas, había una
plataforma elevada llamada tribunal desde donde los oficiales podían seguir la
instrucción, se el suelo era llano y blando para evitar lesiones tanto al
caballo como al jinete.
Después
empezaban con el manejo de armas desde el caballo, para ello aprendían a
arrojar jabalinas de madera contra un poste, a embestir con la lanza contra un
poste de madera y a manejar su spatha, incluso para atacar a un enemigo caído.
Cuando el
jinete estaba instruido comenzaba la instrucción de unidad, aprendían a
realizar marchas a caballo, las distintas formaciones y evoluciones y
finalmente falsa batalla con armas de madera entre unidades.
Formaciones de la caballería romana:
izquierda en testudo y derecha en cuña
Los más
expertos participaban en la hippika gymnasia, que eran juegos de caballería,
con espectaculares exhibiciones públicas de habilidad, de los jinetes del
ejército romano. Para estos acontecimientos, tanto caballos como jinetes iban
equipados con equipos muy decorados para la ocasión. Durante la hippika
gymnasia los diferentes pueblos de donde procedían los jinetes exhibían sus
destrezas hípicas: Dos unidades solían enfrentarse, alternándose en defensa y
ataque, combatiendo con armas de prácticas sin punta.
Un ejemplo
es el “círculo cántabro“, en el que los jinetes de la unidad atacante, describe
un círculo cada jinete se iba turnando para lanzar su jabalina, manteniendo una
lluvia constante de proyectiles sobre el enemigo, mientras que el equipo
defensor adopta un testudo de caballería.
Tropas auxiliares o Auxilia
Las tropas
auxiliares del ejército romano o auxilia se reclutaban mediante alistamiento
voluntario y eran organizadas en unidades de infantería o cohortes y de
caballería o alas.
Originariamente,
la conscripción de las correspondientes unidades se hacía con reclutas
procedentes del mismo grupo étnico; de ahí los nombres que estas tropas
llevaban: astures, tracios, tongrios, sirios, retios, etc. De este modo, al
tratarse de pueblos con tradición de actividades guerreras, y en no pocas
ocasiones de reciente sometimiento, se sustraía al grupo de elementos jóvenes
más activos en disposición de luchar, trasladados a frentes muy alejados de sus
hogares.
El
reclutamiento era muy parecido al de los legionarios, se realizaba entre las
personas no ciudadanas del Imperio llamados peregrini, y que tenían unas
habilidades especiales que interesaban al ejército romano. Los oficiales de
reclutamiento les reunían en unas zonas asignadas, donde se les hacía un
reconocimiento o probatio, y también tenían que demostrar sus cualidades como
jinetes, arqueros, honderos, etc. Los seleccionados pasaban a ser reclutas o
tiros se les daba el viaticum o dinero para el viaje para que se incorporasen a
su unidad.
Para
completar los huecos que se producían paulatinamente en la unidad, no se siguió
manteniendo, sin embargo, el principio étnico: se recurría para ello a reclutas
de otra procedencia, generalmente de las regiones cercanas al lugar de
estacionamiento de la tropa. Con ello, al cabo de los años, perdía la unidad su
carácter nacional, y solo el nombre recordaba la procedencia de origen.
Al parecer,
los regimientos auxiliares contaron también con la contratación de ciudadanos
romanos; probablemente hijos de veteranos de este cuerpo que decidían seguir
los pasos de sus padres. Estos descendientes de veteranos se alistaban en los
auxilia con el objetivo de medrar en una unidad en la que era mucho más fácil
ascender que en las legiones. Tanto es así, que algunos legionarios solicitaban
el traslado de las legiones a los auxilia.
Auxiliares romanos siglo I. Izquierda Legionario,
infante y jinete auxiliar. Derecha jinetes auxiliares. Autor Nicholas Subkov
Los cuerpos
auxiliares se convirtieron en un elemento muy importante de romanización, no
solo como consecuencia del efecto que sobre provinciales procedentes de las más
apartadas regiones del Imperio operaba un servicio de veinticinco años bajo
mandos y organización romanos, sino porque el licenciamiento regular (honesta
missio) entrañaba la concesión de la ciudadanía romana. Este privilegio no
sabemos si fue establecido por Augusto; en todo caso, a mitad del siglo I
los veteranos auxiliares gozaban del derecho de ciudadanía, que les era
reconocido expresamente en un documento especial, el diploma militar o
certificado de licenciamiento.
Aunque el
servicio de los auxiliares era más prolongado que el legionario y la paga
menor, las condiciones y, sobre todo, la posibilidad de adquirir la ciudadanía
romana era suficientemente atrayente para los provinciales. Las unidades
auxiliares, adscritas en un principio a las legiones, fueron a lo largo del
tiempo independizándose, incluso con el establecimiento en cuarteles propios, y
aproximaron sus tareas y objetivos a los de las tropas legionarias.
Es también
obra de Augusto la creación de una flota de guerra permanente, que puso colofón
a la tradicional falta de interés de la República por el control del mar, en el
que, sin embargo, se había visto obligada a librar sus batallas más decisivas y
del que dependía, en gran medida, la economía. No fue, sin embargo, un proyecto
de gran alcance: Augusto organizó dos bases navales en Italia, destinadas a ser
durante siglos los cuarteles generales de las dos mayores flotas romanas:
Miseno, en la bahía de Nápoles y Rávena, en la desembocadura del Po.
La caballería auxiliar romana
La
procedencia de los jinetes auxiliares eran en su mayoría galos, que tenían fama
de ser buenos jinetes, su proporción llegó a ser del 44,5% de los jinetes
mientras que los hispanos llegaron al 15% durante el periodo Flavio (69 – 96).
En cuanto a la proporción de auxiliares dentro del ejército en tiempos de Augusto
el ejército romano tenía 300.000 efectivos de los cuales 30.000 eran jinetes,
que suponían el 10% de la fuerza. En el año 130 el ejercito romano disponía de
377.728 efectivos, de los cuales había 28 legiones con 154.000 efectivos, 293
cohortes auxiliares con 152.260 efectivos y 71.468 jinetes, es decir casi un
20%, y la infantería auxiliar 40%.
La
caballería auxiliar romana estaba organizada en 2 tipos diferentes de unidades:
·
Alas formadas formadas
exclusivamente por jinetes. Las habia de dos tipos la quingenaria formada por
16 turmas (512 jinetes o eques) y la milliaria con 24 turmas (768 jinetes o
eques).
·
Cohortes equitatas. Unidad
mixta de infantería ligera y caballería (en proporción de 3 a 1). Estas
unidades podían ser quingenarias o milliarias.
Se llamaba
pedes a los soldados rasos de una cohorte, que cobraban 188 denarios; los eques
o jinetes de las cohortes equitatas cobraban 225 denarios y los gregalis a los
jinetes de las alas que cobraban 265.
Ala quingenaria
Estaba
dividida en 16 turmas (16 x 32 = 512). El ala tenía su propio portaestandarte o
vexillarius, que llevaba una bandera o vexilum con el nombre del ala. A su
mando estaba un prefecto de ala (praefectus alae) procedente de la orden
ecuestre, la clase media alta de Roma, pero esto no sucedió hasta el final del
siglo primero, ya que hasta entonces el comandante era un no-romano del pueblo
al que perteneciera el ala.
Ala auxiliar año 61. Legionario romano de la legión
XIV, jinetes auxiliares y arquero sirio. Autor Chris Collingwood
A comienzos
del Imperio, las alas o alae estaban adscritas a una legión, pero a lo largo
del siglo I fueron asentadas en campamentos independientes o castellum alae en
los diferentes limites del territorio romano. Estos campamentos, de forma
rectangular y de entre 1,9 y 2,5 ha de superficie, tenían en su centro los
principia o cuartel general, donde se custodiaban los emblemas de la unidad y
la caja común, y a partir de ahí se encontraban el pretorium o residencia del
prefecto de ala, los horrea o almacenes, los barracones, mixtos con establos, y
algunos establos independientes y, a veces, un valetudinarium u hospital.
A
continuación de los edificios estaba el intervallum, y después el vallum o
muralla, precedido por un foso sencillo o doble, con cuatro puertas, de las
cuales las portae principalis solían ser de doble vano.
En el
exterior, solía existir una instalación termal y un terreno despejado amplio
para el entrenamiento. Cerca de cada castellum había normalmente un
establecimiento civil o cannabae, y más lejos, los prados o prata, terrenos en
los que hacer pastar a los caballos y un terreno para hacer ejercicios.
Las alas
hispanas fueron: la I Hispanorum, la II Hispanorum, la II Flavia Hispanorum,
Ala I Hispanorum Arevacorum, la II Hispanorum et Arevacorum, la I Hispanorum
Asturum, la I Hispanorum Auriana, la I Hispanorum Campagonum, la Hispanorum
Vettonum, la Hispanorum Vettonum civium Romanarum.
Ala milenaria
Estaba
dividida en 24 turmas (24 x 32 = 768), era más rara que la quingenaria, estaba
mandada por un un prefecto de ala (prefectus alae), que era el grado más alto
que se podía alcanzar en una unidad auxiliar. En el siglo II había 90
quingenarias y solo 10 milenarias.
Cohorte equitata quingenaria
Constaba en
total de 6 centurias (6 x 80 = 480) soldados de infantería o pedes y 4 turmas
(4 x 32 = 128) jinetes o eques. En total unos 610 hombres. Estaba mandada por
un prefecto de cohorte (prefectus cohortis) y como segundo jefe un oficial
equestre.
Al estar
orgánicamente integradas en la misma unidad caballería e infantería, ambos
tipos de soldados aprendían a luchar como armas combinadas.
Las
cohortes equitatas quingenarias hispanas fueron: la I Hispanorum, la II
Hispanorum scutata Cyrenaica, la II Hispanorum Pia Felix.
Los
campamentos de estas cohortes o castellum cohortis equitatae, eran una
combinación de los de las alae y cohortes peditatae, con forma rectangular con
cuatro puertas, un cuartel general o principia en el centro, con los horrea o
almacenes y el pretorium o residencia del prefecto a los lados, y con seis
barracones para la infantería y otros cuatro barracones con establos para la
caballería, con una extensión de entre 1,5 y 2 ha. En las cercanías del
castellum cohortis se creaba una plaza de armas en la que pudieran realizarse
ejercicios de entrenamiento con los caballos, y también corrales más amplios
que los establos del castellum en los que permitir pastar y mover libremente a
los caballos y mulas.
Cohorte equitata milliaria
Bajo
Domiciano empezaron a reclutarse las cohortes equitatas milliarias, constaban
de 10 centurias (10 x 8 = 800) soldados de infantería o pedes y 8 turmas (8 x
32 = 256) jinetes o eques. En total 1.060 hombres. Estaba mandada por un
tribuno de cohorte (tribunus cohortis) y como segundo jefe un oficial equestre.
Las
cohortes equitatas milliarias hispanas fueron: la I Hispanorum, la I Flavia
Hispanorum, I Hispanorum veterana equitata, y la II Hispanorum civium.
La
caballería auxiliar en tiempos de Trajano había 22 alas con un total de unos
17.000 hombres, mientras que la infantería auxiliar eran 70 cohortes unos
35.000 hombres.
Tipos de
tropas de caballería
·
Conttarii: Fueron creados bajo el
mandato del emperador Trajano. Probablemente fue creada para hacer frente a la
caballería de los pueblos Sármatas. Estos llevaban una lanza pesada (contus)
que había sido desarrollada por los Sármatas.
·
Cataphractii: Eran caballería pesada
completamente protegida de los pies a la cabeza, este tipo fue desarrolla por
las civilizaciones del este para hacer frente a las flechas. Estas tropas
aparecieron en Roma probablemente bajo el gobierno de Adriano (117-138). Fueron
principalmente sármatas roxolanos.
·
Sagittarii: Estas arqueros a caballo
fueron reclutados de Creta, Numidia (Argelia), Tracia (Bulgaria y oeste
de Turquía), y Siria.
·
Caballería Ligera. Eran más móviles
que los cataphractii y harían uso de lanzas, jabalinas y espadas. Procedían de
Numidia, Asturias, Germania, etc.
Diferentes clases de caballeria: catafracto, sagitarii y ligero
Cabe
destacar la caballería española al servicio de Roma, Arriano habla de
Cantabricus Impetus, que mereció los elogios de Adriano en su arenga a los
componentes de la Cohors II Hispanorum Equitata, acampados en Numidia.
Arriano nos
describe el ejercicio que realizaban entre los escuadrones armados de jabalinas
sin la punta de hierro. Ambas unidades avanzaban en hilera en dirección
contraria, unos a la izquierda y otros a la derecha del campo preparado para el
enfrentamiento describiendo cada una un círculo, lanzando la jabalina al centro
del jinete que presenta su escudo al cruzarse, las reglas impedían disparar a
los venían de frente o de espalda. Este tipo de ejercicio estimula el
lanzamiento de jabalinas, así como la protección del que la recibe, mientras se
ejercita la equitación.
La
aplicación práctica en combate real era que estos escuadrones se acercaban a
galope a la formación enemiga, girando a la derecha presentado su escudo y
lanzar jabalinas con brea encendida al centro de los escudos para incendiarlos.
Con varias pasadas conseguían que la infantería propia, al llegar al cuerpo a
cuerpo, las primeras filas enemigas se encontrasen sin protección y
desorganizadas.
Reformas en el Imperio Alto
En la época
del emperador Adriano la proporción de italianos en las legiones
había caído hasta tan sólo el 1% y se había vuelto habitual completar los
destacamentos de legionarios mediante las levas locales. La mayoría de
las tropas de las legiones a comienzos del siglo III procedían de la
provincia relativamente romanizada (aunque no italiana) de Iliria. A
medida que el siglo fue avanzando, más y más bárbaros (en
latín, barbari) recibían permiso para establecerse dentro del territorio
romano a cambio de ayudar en su defensa. Como resultado un gran número de
bárbaros y semibárbaros fueron admitidos de forma gradual en el ejército.
Primero barbaros mandados por romanos, más tarde serán unidades de bárbaros
mandados por bárbaros los que se enfrenten a otros bárbaros.
Parece que
la disciplina en las legiones se flexibilizó. Sin embargo los bárbaros eran más
feroces y tenían mayor estatura que los italianos.
En tiempos
de Adriano, de un nuevo tipo de unidad añadida a las legiones y a
las auxilia, y que sería conocida como numerii. Estaba formada
por cuerpos de unos 300 soldados irregulares, y eran reclutados de las
provincias subyugadas, así como de los ciudadanos de los reinos aliados o
de más allá de los límites fronterizos del estado. Estaban menos equipadas y
menos romanizadas que las tropas auxiliares, con un «pronunciado carácter
nacional», incluyendo las vestimentas nativas, sus propias armas y equipos,
y sus propios gritos de guerra. La introducción de
los numerii fue la respuesta a la necesidad de tropas baratas, que
fuesen al mismo tiempo fieras y con una fuerza equilibrada de caballería e
infantería ligera. Estaban, por tanto, mucho menos armadas y menos entrenadas
que los auxilia o que las legiones, aunque también se utilizaron
algunas tropas irregulares nativas de élite.
Marco
Aurelio (161 – 180) El emperador filosofo que no le gustaba la guerra,
tenía 28 legiones que estaban estacionadas en las fronteras del imperio
romano, eran tropas profesionales y como tales recibían un sueldo.
Mandó una
embajada a China. La confusión se produce porque Marco Aurelio tomó como
nombres adicionales los de su predecesor, en señal de respeto. De este modo, la
historia china se refiere al emperador como «An Tun» (Antonino). La misión
alcanzó la capital china Luoyang en 166, y fue recibida por el Emperador Huan,
de la dinastía Han. En China se han encontrado monedas romanas con la efigie
del emperador Marco Aurelio.
El problema
respecto a cualquier campaña que los romanos emprendieran, era que para
preparar un ejército de campaña no se reclutaban tropas nuevas, sino que
se enviaban legiones desde puntos en los que no hubiera conflictos, y
también se procedía a reforzarlas con unidades auxiliares y vexillationes
(destacamentos) de otras legiones romanas.
Esto como
sucedió en otras campañas, no representaba en teoría inconvenientes para la
seguridad de las fronteras romanas, pero en esta ocasión fallaron los cálculos.
Estando en guerra con los partos, aprovechándose de la debilidad de la limes,
los guerreros bárbaros integrados por las tribus de los hermunduros,
marcomanos, cuados, naristos y victumalos atacaron en la frontera del Danubio,
en Brigetio (Pannonia), donde la debilitada I legión Adiutrix tenía su sede,
llegando hasta las costas del Adriatico desde el Rin y hasta Atenas desde el
Danubio.
Los romanos
afortunadamente rechazaron a los bárbaros en sus acometidas, pero por el
contrario, los bárbaros se dieron cuenta de la debilidad romana en las
fronteras.
Septimio
Severo (193 – 211) llegó a contar 300.000 hombres en 33 legiones, aumentó
la paga de los soldados, pero la compra y mantenimiento del equipo y suministros
pasó a ser responsabilidad de los soldados. Mejoró el suministro de
víveres y permitió a los militares vivir fuera de los campamentos casarse y
tener hijos (antes no se permitía dormir fuera del campamento, Claudio
reformó el sistema a fin de permitir a los soldados salir del campamento cuando
no estuvieran de servicio, sin embargo no tenían derecho a casarse o reconocer
a sus hijos hasta concluir su tiempo en filas).
Creó una
reserva a su disposición en Roma con los pretorianos (10.000) y la legión II
Partica que quedó estacionada en Albano (cerca de Roma), dobló el tamaño de
los equites singulares, la escolta imperial a caballo, hasta 2.000
hombres.
Entre los
años 197 y 199, libró con éxito una serie de campañas contra el Imperio
Parto, puso de nuevo cerco a la ciudad de Hatra, pero los defensores
utilizaron armas biológicas, cogieron escorpiones y avispas, los metieron en
vasijas de barro y se las arrojaron a los legionarios, causándoles numerosas
bajas, teniendo que cesar en el cerco. Posteriormente conquistó la ciudad de
Ctesifonte, en cuyo asedio murieron cerca de 100.000 personas, los romanos se
apoderaron de los tesoros de los partos. Finalizando con el
establecimiento de la nueva provincia de Mesopotamia.
Caracala
(211 – 217) dada la dificultad para reclutar soldados para las legiones,
decretó que todos los hombres libres del imperio son ciudadanos romanos, pero
persistió la división entre legiones y auxiliares. También excluyó a los
senadores de los altos cargos militares que son sustituidos por militares
profesionales. Así como la creación de columnas móviles y ligeras que acuden a
puntos atacados por el enemigo bajo las órdenes del Emperador o legados fieles.
El ejercito
romano en el Imperio Bajo
El siglo
III fue testigo de un período de guerras civiles y crisis generalizada. Las
usurpaciones se sucedían; era mucho más fácil alcanzar el trono que mantenerse
en él. Muchos emperadores no duraron más que unos pocos meses; los reinados de
más de una década constituían raros períodos de estabilidad. La amplia mayoría
de los emperadores fallecía de muerte violenta, ya fueran asesinados o en
combate contra rivales romanos o enemigos extranjeros. La situación se agravó
cuando los persas sasánidas sucedieron a los partos arsácidas, y cuando el
Imperio se vio atacado a la vez en tres frentes, por el norte desde el Rin los
germanos, desde el Danubio los sármatas y los sasánidas desde oriente. El
desorden interno del Imperio fomentaba los ataques en casi todas las fronteras,
con incursiones bárbaras de saqueo que penetraban en el interior de las
provincias. La crisis provocó una nueva transformación del ejército, una
reacción ante las dificultades del momento.
La reforma de Galieno (253 -268)
Galieno se
dio cuenta de la ineficacia de las limes frente a las invasiones bárbaras, por
una lado buscó dar más movilidad a las legiones, por medio de las vexilationes
(viene de vexilum, estandarte en latín) destacamentos de las
legiones o de caballería autónomos al mando de un dux (en plural, duces), origen
del título medieval de duque.
Galieno
creó cuerpos especializados de caballería en el interior, que estacionados en
campamentos fortificados podían moverse con rapidez de un sitio a otro en caso
de invasión.
Creó tres
fuerzas centralizadas de caballería llamada los comitatus en Mediolanum al
norte de Italia, en Grecia y en los Balcanes al mando de un magister equitum.
Estas fuerzas incluía los equites promoti (contingentes de caballería
procedentes de las legiones), más la caballería ligera de Iliria (equites dalmatarum),
caballería ligera del norte de África (equites mauri) y caballería
bárbara aliada (equites foederati).
La
artillería se formó en unidades autónomas llamadas los ballestarii
Los cambios
en el armamento del ejército romano tienen su máxima representación en el
abandono, desde el siglo III, de gladius y pilum en favor de spatha y
lancea, así como el gradual abandono de la lorica segmentata. Estos cambios se
reflejan en una importante transformación de las tácticas de combate de la
legión, que se desarrollaron hacia formaciones más compactas tipo falange, si
bien se conservó la flexibilidad táctica.
Se constata
el abandono en las legiones de los modelos de scutum de épocas precedentes,
principalmente del scutum rectangular, en favor de los modelos de forma oval,
más o menos amplios y cada vez más planos. Es posible que esto se deba al auge
en el siglo III d. C. de las tácticas de escudos entrelazados (synaspismós), a
las que los escudos ovales planos se adaptarían mejor. Los escudos romanos, no
obstante, estaban provistos de un umbo circular de metal en el centro, por lo
que estaban pensados para la lucha individual cuerpo a cuerpo y no eran aptos
para acometer una táctica de falange de estilo griego, es decir, no servían
para empujar unas filas sobre otras.
A partir
del reinado de Galieno el aumento de los problemas en las fronteras y la fuerte
inestabilidad interna del Imperio dieron lugar a la obstaculización de las vías
de distribución del equipo militar desde las fabricae imperiales
hasta los lugares donde se encontraban las tropas, lo que se refleja en una
falta de uniformidad en equipamiento. De estas fabricae, tres se
encontraban en Oriente (Nicomedia, Cesarea y Antioquía) y sólo una en Occidente
(Augustodonum). Conforme pasó el tiempo los talleres de Augustodonum fueron a
menos -como el Imperio de Occidente en su conjunto- y en el siglo V apenas
quedaban rastros de producción.
Reformas de Diocleciano (284 – 305)
La
institución de la tetrarquía dividió el territorio y la propia
autoridad imperial entre dos augustos y dos césares, con el
propósito de poner fin a las revueltas por la sucesión, a través de la
cooptación al cargo imperial. Se delegaban algunas competencias civiles del
emperador en el vicarius a consiliis sacris, mientras que las militares se
ejercían a través de los jefes de la milicia, ayudantes directos de los
tetrarcas.
Las
provincias se agruparon en diócesis, a cargo de un vicario, seis en
Oriente (Oriente, Ponto, Asia, Tracia, Mesia y Panonia) y seis en Occidente
(Britania, Italia, Galia, Hispania, Vienense y África). Los vicarios, de rango
ecuestre, controlaban a los gobernadores provinciales, pero no a los
procónsules ni al prefecto de Roma. Sus poderes eran exclusivamente civiles, no
militares. Las competencias militares las seguían ejerciendo los duces. En
el año 305 se crearon las prefecturas, administradas por dos prefectos
del Pretorio (uno para Oriente y otro para Occidente), que
posteriormente se duplicaron. Sus competencias eran tanto civiles como
militares.
Las provincias
no podían tener más de dos legiones y dos formaciones ecuestres.
Además el
ejército fue dividido en comitatenses o unidades de los ejércitos de campo y
limitanei o fuerzas estáticas.
Los
limitanei (tropas de limes) concentraban la mayor parte de las tropas,
asignadas a la guarnición de un área determinada, habitualmente fronteras. Si
estas fronteras no son terrestres, sino fluviales, entonces nos referimos a los
ripenses. Este tipo de tropa de frontera procedería de un reclutamiento
eminentemente local, y estaría bajo el mando de oficiales ecuestres, duces de
cada región o praepositi limitis, cuyo mando no siempre coincidía
territorialmente con los límites de las provincias.
Los
limitanei vivían normalmente en fuertes. Algunos fuertes construidos en épocas
anteriores, como los de Housesteads y Great Chester en el muro de Adriano,
muestran evidencias de grandes transformaciones en el diseño de los barracones
hacia finales del siglo III. Un conjunto de habitaciones pareadas de
contubernium fue acondicionado para convertirse en seis estancias individuales,
cada una de ellas con sus propios muros exteriores y tejados, y separadas por
estrechas callejuelas. En Housesteads (cita), estas estancias individuales
varían en tamaño entre los ocho y los cinco metros, se les conoce con el nombre
de “barracones chalé”. Siempre hay menos de estos edificios respecto al número
de habitaciones de contubernium que había en los antiguos bloques de barracones
comunales. En la mayoría de estos chalés se han encontrado hogares. Una
posibilidad es que estas estancias fueran las casas de uno o dos soldados y sus
familias, indicando en tamaño decreciente de las unidades militares en época
bajo imperial. No hay pruebas que apoyen esta teoría, cuya interpretación es
aún más dudosa teniendo en cuenta que se han hallado barracones-chalé parecidos
y datados a comienzos del siglo III.
Los
comitatenses, unidades pertenecientes a uno de los ejércitos de campo o
comitatus, estaban sujetos a las órdenes inmediatas de uno de los emperadores o
sus directos subordinados. Era un ejército selecto, de élite, formado para la
realización de ofensivas, campañas en el extranjero. En él primaba la
caballería. Estaban situadas en las cuatro capitales del imperio para asistir a
los conflictos que puedan surgir por los alrededores. Así pues, estas tropas
también estaban destinadas a velar por la seguridad de cada capital.
Las tropas
comitatenses no tenían campamentos fijos, sino que vivían la mayor parte del
tiempo acantonados en pueblos y ciudades, junto a la población. Cuando no
estaban en campaña; se establecían en campamentos temporales. Ello provocaba
desórdenes, y frecuentemente los civiles acusaban a los soldados de valerse de
su fuerza para tomar más de lo que legalmente les correspondía. Las evidencias
jurídicas parecen indicar que los soldados eran obligatoriamente alojados en
casas particulares (hospitalitas)
Diocleciano
aumento el número de legiones a 53 pero sus efectivos se redujeron a unos 2.000
hombres. Había un número similar de vexilationes de caballería (a partir de
este periodo cuando se habla de vexilationes se refiere únicamente a
caballería) que contaban con una fuerza de 500 jinetes, pero no existía
dependencia alguna con las legiones. El número total de efectivos en ese tiempo
alcanzaba los 500.000 hombres. La proporción de la población masculina adulta
dedicada al servicio en el ejército se incrementó aproximadamente de 1 de cada
25 hombres hasta 1 de cada 15, incremento considerado excesivo por algunos
comentaristas modernos. La proporción de caballería con infantería fue de una a
tres.
La
estrategia era, que las tropas fronterizas no intentarían rechazar una gran
incursión, sino que se refugiarían en las fortificaciones y esperarían a que
los ejércitos móviles (comitatenses) llegaran e interceptaran a los invasores.
Las tropas fronterizas eran sustancialmente más débiles que en épocas
anteriores, pero su inferioridad numérica (y de calidad) quedaría compensada
por la existencia de fortificaciones mucho más fuertes para protegerse. Los limitanei
lidiaban con ataques a pequeña escala. Las incursiones grandes, las que
llevaban a cabo varios cientos de guerreros o más, no podían ser obstaculizadas
por ellos, de modo que se buscaba refugio en fuertes o pueblos fortificados,
para esperar apoyos armados o para acosar al enemigo en su posterior retirada.
Las batallas eran tan escasas en estas fronteras como en Oriente. El objetivo
romano era moverse con rapidez y golpear por sorpresa. Siempre que fuese
posible, se emboscaba o tomaba por sorpresa a las incursiones bárbaras, de modo
que su derrota fuese relativamente segura y se redujesen las bajas romanas al
mínimo.
Infantes romanos en el Imperio Bajo
Reformas de Constantino (306 – 337)
Constantino
reunifica de nuevo el imperio, mantuvo los dos ejércitos anteriores, los
comitatenses y los limitanei, pero creó los palatini tras
licenciar y disolver a la Guardia Pretoriana en el 312, que
originalmente estuvo compuesta por los antiguos pretorianos. A los regimientos
de caballería palatini (de unos 500 hombres) se les dio el nombre
scholae palatinae, eran cuerpos de élite principalmente de origen germánico, a
la scholae de catafractas se les denominaron clibanierii (que viene del griego
horno, debido al calor que debían pasar). Los regimientos de infantería pasaron
a llamarse legiones o auxilia palatina. Las legiones
palatinae tenían entre 800 y 1.200 y las auxilia palatina o bien
entre 800 y 1000, o bien entre 400 y 600. Por otra parte, el tamaño de la legión
comitatense se redujo a 1.000 soldados.
Crea el
magister militum que manda todas las fuerzas, magister equitum para el
mando de caballería y magister peditum para el mando de la infantería.
Constantino
modificó el antiguo sistema de frontera fortificada en un sistema de defensa
elástica en profundidad con la formación de una gran reserva central en
desventaja de las tropas de frontera y el fortalecimiento de la caballería.
Constituyó una segunda línea defensivas más allá del Danubio en
Hungría/Rumanía, en dónde emplazó una guarnición mixta de romanos y tropas
nativas con idea de proteger las tribus dacias y sármatas de las incursiones
góticas.
En cuanto a
las tácticas, los arqueros a caballo y los honderos que se ubicaban en frente
de las líneas lanzarían sus proyectiles al enemigo antes del enfrentamiento
entre las infanterías, retirándose rápidamente a la retaguardia de su propia
línea de infantería. Desde ahí la totalidad de los hostigadores lanzarían una
lluvia de proyectiles continua sobre los enemigos, disparando por encima de las
cabezas de su propia infantería. La labor de la caballería de cada ala era
poner en fuga a la caballería enemiga y luego, si era posible, envolver a la
infantería enemiga para atacarles desde los flancos y la retaguardia.
Mientras
que el rol de los arqueros y la caballería permanecía similar, las tácticas de
infantería se hicieron menos agresivas, utilizando menos la carga y a menudo
esperando la carga enemiga en su lugar. Durante la batalla, la línea romana
ejercía una presión constante en formación cerrada. Por otro lado,
el pilum había sido sustituido por la lancea, una lanza de mano de 2
a 2,5 metros de largo utilizada para ensartar. El mayor alcance de
la lanza y la adopción de escudos ovales o redondos permitían un despliegue de
batalla en la que los escudos se unían para formar un muro de escudos, y las
lanzas sobresalían por los huecos en ‘V’ que formaban los escudos entrelazados,
similar a la falange hoplita. El ejército tardío también daba más
importancia a los proyectiles, reemplazando la antigua pilum de un solo
uso por una descarga prolongada de jabalinas y dardos.
Reformas de
Teodosio I el grande (378 – 395)
Teodosio
consiguió reunificar el imperio de nuevo, y a su muerte (395), el imperio quedó
dividido definitivamente entre sus hijos Arcadio y Honorio.
El ejército
en tiempos de Teodosio estaba constituido por las siguientes fuerzas:
·
12 scholae palatinae. (500
por unidad)
·
146 legiones comitatenses.
(1.000 por unidad)
·
42 legiones limitanei. (3.000
por unidad)
·
97 auxilia palatinae. (800
por unidad)
·
85 vexillationes
comitatenses. (500 por unidad)
·
196 cohortes o auxilia (500
por unidad)
·
253 vexilationes limitanei
(350 por unidad)
En total
debía de disponer de unos 500.000 hombres. Teodosio se sabe que empleó bárbaros
aliados o foederati, por ejemplo en la batalla de del rio Frigidus (394),
20.000 godos sirvieron bajo sus propios mandos y con sus propias tácticas.
Se constata
además la adopción por parte del ejército del siglo IV, (especialmente en el
Limes germano) de ropas y costumbres bárbaras. Por ejemplo, algunas unidades
adoptaron sobrenombres como cornuti, una referencia a la costumbre germana de
fijar cuernos a sus cascos, y el barritus, un grito de guerra de origen
germano.
También se
emplearon los bucellarii (el plural latino de bucellarius; literalmente
comedores de galletas) es un término para una unidad de jinetes de
la época romana tardía y el Imperio Bizantino, que no estaban al servicio del
estado, sino al servicio de particulares como generales, gobernadores o incluso
señores de la guerra.
Estas
unidades fueron en general bastante pequeñas, pero numerosas, sobre todo
durante las las guerras civiles, algunas podrían alcanzar hasta varios miles de
hombres. En efecto, los bucellarii eran ejércitos privados pequeños,
equipados y pagados por personas influyentes y ricos. Estaban bastante mejor
entrenados y equipados, por no hablar de motivados, que los soldados regulares
de la época. En el siglo VI, Belisario, empleó hasta 7.000 bucellarii. En ese
momento, los bucellarii estaban bien integrados en el ejército principal
romano, y pronto el término se aplicó indiscriminadamente a las tropas de
caballería bien equipadas.
Máquinas
de guerra: Los romanos desarrollaron y
perfeccionaron la ingeniería militar:
·
pluteus, -i, mamparas de mimbre y cubiertas de cuero;
·
vinea, -ae, galerías cubiertas y con ruedas que permitían a los legionarios
acercarse a las murallas;
·
turris, -is, torres que, aplicadas a las murallas, elevaban a los soldados por
encima de ellas;
·
testudo, -inis, formación en la que los soldados hacían con los escudos una
especie de caparazón protector (=tortuga);
·
aries, -etis, troncos terminados en punta de hierro con forma de cabeza de
carnero ("aries"=carnero), para abrir brechas en las puertas o
en los muros;
·
catapulta, -ae, para lanzar piedras o flechas;
·
ballista, -ae, también para lanzar piedras.
Armas
Una de las
ventajas del ejército romano frente a su enemigo era su planificación y su gran
armamento listo para cualquier ocasión, para el ataque disponían de
escorpiones, onagros, tortugas... que consistían en catapultas que proyectaban
con gran precisión piedras, dardos o jabalinas.
El Onagro:
Era una arma de
asedio del estilo catapulta que se usaba para lanzar piedras a las murallas
enemigas y destruir torres de defensa en los asedios. La primera referencia de
esta arma es del griego Filón en el año 200 a.C.
Ballista o Balista:
Arma de asedio
similar a una ballesta pero mayor en tamaño. Se usaba para disparar grandes
piedras durante el asedio. Debido a su gran tamaño eran necesarios varios
hombres para su manejo.
Escorpiones:
os escorpiones romanos, maquinas pequeñas, era la arma más terrible, muy fácil de manejar, lanzaba proyectiles de hierro fino a distancias de 400 metros. Los Legio Scorpio eran los legionarios que las manejaban. Fueron usados por primera vez en el asedio de Avarico, durante las campañas de Julio César. Desde ese momento, cada legión contaba con al menos 40 o 50 legionarios escorpiones.
Ariete:
El ariete era usado para romper las puertas o las murallas durante el asedio. En su forma básica estaba formado por un tronco que era cargado por varios soldados. En sus formas más sofisticadas eran impulsados por cuerdas dentro de un marco de madera, al ser mayores de tamaño eran necesarios más soldados para su uso. En el segundo caso este ariete podía estar protegido con cubiertas para evitar ser atacado por los defensores mientras era usado. También se podían apoyar sobre rodillos, dando una mayor velocidad al ariete antes de golpear a su objetivo.
Armas y
Tácticas del ejército romano
En el imperio romano la disciplina de la
guerra era considerada una ciencia y un arte, el entrenamiento constante hacía
del ejército romano uno de los más temibles y era el gran responsable de sus
éxitos.
El combate del
ejército romano:
El ejército romano se preparaba para el
ataque usando una formación básica, usando una vanguardia de Velites
(infantería ligera) y a continuación se encontraba la infantería dispuesta en
tres líneas, los Hastati, los Principes y los Triarii (Veteranos) que solo
entraban si era necesario su intervención. A la derecha de la infantería se
situaba la caballería y a su izquierda la caballería de los aliados.
Una vez presentada la batalla los
generales lanzan en primer lugar a los Auxiliares bárbaros debido a que eran
considerados como mas substituibles, si estos eran rechazados intervenían los
legionarios y si no aún así no se conseguía la victoria eran reclamados los
Pretorianos que formaban la élite del ejército.
En la batalla ante el enemigo el ejército
se presentaba como una muralla formada por los escudos de los soldados erizada
por sus jabalinas. Se esperaba el avance enemigo hasta que se acercaran a unos
20 metros de la primera línea, momento en el que la primera línea lanzaba el
Pilum. Si igualmente el enemigo seguía avanzando la segunda línea lanzaba su
arma.
A la orden de ataque, la primera línea los
soldados avanzaban escudo con escudo, mientras los de la segunda línea
protegían a los de la primera con sus propios escudos colocándolos sobre sus
cabezas.
Antes del contacto, si era necesario se
arrojaba el escudo contra el enemigo, para atacarlo con la espada
inmediatamente después. Los legionarios entrenados para el combate cuerpo a
cuerpo buscaban un punto débil al enemigo para atacar con la espada. Con una
herida de 10 centímetros de la Gladius (espada romana) bastaba para dejar fuera
de combate al enemigo.
Si la primera línea no era suficiente, la segunda
atacaba por los espacios dejados por la anterior, mientras la primera
retrocedía para reabastecerse de lanzas y escudos.
Asedio del ejército romano:
Para el asedio eran también utilizados
torres para los arqueros, arietes para abrir brechas en las murallas o terrazas
y torres móviles que contaban con un puente levadizo para poder escalar los
muros.
Otra de las tácticas usadas para el asedio
era rodear con dos muros a la ciudad sitiada, uno interior para evitar salir a
los sitiados y otro exterior para evitar el acceso a posibles fuerzas
auxiliares.
Procedimientos de asalto:
·
Obsidio, -onis: asedio o cerco que
se establece en torno a una ciudad o a un campamento para rendirla por falta de
subsistencias.
·
Oppugnatio, -onis: asalto.
El
campamento (castra, -orum):
·
Generalmente se construía de
forma provisional cada tarde al terminar la marcha durante la campaña.
·
Si se instala para pasar el
invierno, recibe el nombre de hiberna, -orum y es más sólido.
·
En algunos puntos
estratégicos se construían campamentos permanentes (stativa, -orum), algunos de
los cuales dieron origen después a ciudades.
Solía
emplazarse en lugares bien situados para el aprovisionamiento de agua, de
alimentos y de forraje. Estos lugares eran previamente elegidos por los
exploratores.
Descripción del campamento:
De planta
rectangular, está rodeado por un foso (fossa,
-ae) y un terraplén (agger,
-eris) construido con la tierra excavada al hacer el foso. Sobre el
terraplén se levanta una empalizada (vallum,
-i).
Está
cruzado por dos calles (via, -ae)
perpendiculares entre sí, que desembocan en cuatro puertas (porta, -ae):
· via principalis: entre la porta principalis
dextra y la porta principalis sinistra.
·
via decumana: entre la porta decumana y la porta praetoria.
En el
centro estaban:
·
el foro (forum, -i) para las asambleas;
·
el pretorio (praetorium, -i) o pabellón del
general;
·
el quaestorium, -i para el cuestor y
·
un altar (ara, -ae).
Alrededor
del praetorium se
alineaban las tiendas del estado mayor y de las tropas elegidas. Al otro lado
las tiendas (tentoria, -ae) de los soldados, ocupando cada unidad un lugar
fijo.
Entre el vallum y las tiendas se
dejaba un espacio: intervallum, -i.
El
ejército en marcha (agmen, -inis): Los soldados iban cargados con su impedimenta personal (sarcina,
-ae) y formados:
·
primum agmen: la vanguardia o primera línea.
·
medium agmen: grueso de las tropas.
·
novissimum agmen: retaguardia o última línea.
A veces era
necesario realizar marchas forzadas: maxima
itinera (de maximus, -a, -um y de iter, itineris). La
expresión magnis itineribus,
en ablativo, se traduce “a marchas forzadas”.
Formación en el combate:
La
primitiva formació n era la falange (phalanx, -ngis): columna muy
apretada y de frente muy amplio.
A partir de
Camilo, el ejército en orden de batalla (acies, -ei) presenta
generalmente la siguiente disposición:
·
En el centro se coloca la
infantería legionaria.
·
A los lados o flancos (cornu,
-us) los aliados y auxiliares.
·
En los extremos de estos
flancos o alas, la caballería.
Cada legión
se presenta en tres líneas articuladas en manípulos: prima acies o primera línea, secunda acies o segunda línea y tertia acies o tercera línea.
Esta
formación en triple línea de combate (triplex acies), compuesta por
manípulos, estuvo constituida a partir de Mario por cohortes, reproduciendo
cada una de ellas por su composición el aspecto de la legión entera.
Cualquiera fuese el tipo de despliegue, el ejército
romano tenía una marcada flexibilidad, disciplina y cohesión. Se asumían
diferentes formaciones de acuerdo a diferentes situaciones tácticas.
Repellere equites ("repeler caballos") era la formación utilizada para
resistir las cargas de caballería. Los legionarios asumían una formación en cuadro, sosteniendo sus pila como
lanzas en el hueco entre dos escudos, y se dispondrían hombro con hombro.
A la orden eicere pila ("lanzar
pila", los legionarios arrojaban sus pila al enemigo.
A la orden cuneum formate ("formad en
flecha"), la infantería formaba una flecha para cargar y romper la línea
enemiga. Esta formación se utilizaba como táctica de choque.
A la orden contendite vestra sponte
("Enfrentaos a vuestro rival"), los legionarios asumían disposición
agresiva y atacaban a cualquier rival que se les opusiera.
A la orden orbem formate ("formad en
orbe"), los legionarios asumían una formación circular, con los arqueros
situados en el centro y tras los legionarios, suministrando fuego de cobertura.
Esta táctica se utilizaba principalmente cuando un pequeño destacamento debía
mantener una posición y se hallaba rodeado de enemigos.
A la orden ciringite frontem, los
legionarios mantenían la posición.
A la orden frontem allargate
("ensanchad el frente"), los legionarios se dispersaban en una
formación más suelta. Esta orden se utilizaba principalmente cuando recibían
fuego de misiles enemigo durante una carga.
A la orden testudinem formate ("formad
en tortuga"), los legionarios adoptaban la formación en testudo o tortuga. Se movía
lentamente pero resultaba prácticamente impenetrable al fuego enemigo, y por
tanto muy efectiva durante asedios o cuando se enfrentaban a un copioso fuego
enemigo. Sin embargo, resultaba una formación débil para el combate cuerpo a
cuerpo, por lo cual sólo se adoptaba cuando el enemigo se hallaba lo
suficientemente lejos para que los legionarios tuvieran tiempo de recomponer la
formación antes de recibir la carga rival.
A la orden Agmen formate ("formad en
cuadro"), los legionarios se disponían en cuadro, formación más común de
una centuria durante la batalla.
LOS SÍMBOLOS DE ROMA
La
enseñanza romana, tomada de la tradición etrusca, se compone de un poste de
madera o metal, y el extremo más alto había una tela, generalmente púrpura, y,
más arriba, una pequeña estatua de un animal, tipo de metal, que representa el
emblema de la compañía. In essa erano di solito raffigurati animali predatori
come aquile, leoni, pantere. En ella se suele representar depredadores como
águilas, leones, panteras.
El
signo era el emblema de la legión romana y estaba protegido, ya que no cayera
en manos enemigas: hecho de su pérdida o destrucción simbolggiava la derrota de
la Legión. El Signa más importantes fueron: el águila, el lobo, la pieza de
mano, el león, el jabalí y la pantera.
Simbología
Durante los principios de la república la
división del ejército estaba compuesta por cinco estandartes, el águila, el
lobo, el minotauro, el caballo y el jabalí, pero en el año 104 a.C. Mario
abolió los demás estandartes y dejó únicamente el águila (Aquila) como símbolo
de todo el ejército.
También se podía encontrar el Signum que
era el estandarte de las centurias, constituido por el águila y la insignia de
la corona romana en la punta y bajo esta la inscripción SPQR. Con el imperio se
substituyó la inscripción por el nombre del emperador.
Otro símbolo usado era el Vexillum,
estandarte usado por las unidades que estaban lejos de sus legiones haciendo un
servicio. Este estandarte tenía la forma de un largo bastón con una bandera que
contenía un águila en su centro. En tiempos de Augusto se usó tan solo de color
rojo.
La perdida de un estandarte en un
enfrentamiento era considerada una auténtica desgracia en la sociedad romana,
su recuperación era celebrada como una gran victoria por parte del ejército y
de toda la sociedad.
El ejército romano estaba muy ligado a la
religión, para las declaraciones de guerra, un colegio de sacerdotes llamados
feciales presentaban las exigencias al enemigo, si no recibían una respuesta en
un plazo máximo de 30 días, los sacerdotes se dirigían a la frontera del país
en cuestión y pronunciando una formula ritual lanzaban una lanza en su
territorio declarando oficialmente la guerra.
El jefe militar antes de comenzar la
campaña pronunciaba los vota enumerando los sacrificios y juegos que tendrían
los dioses en caso de victoria, también se intentaba atraer a las divinidades
de los enemigos mediante la Evocatio prometiendo plegarias y sacrificios en
caso de salir vencedores.
Si la victoria era considerada de
suficiente importancia, el Senado concedía al jefe militar un triunfo en el
cual se le vestía al igual que Júpiter Capitolino y seguido de sus soldados (el
ejército no podía entrar en Roma en ninguna otra ocasión), de los prisioneros y
de los carros con el botín conseguido desfilaba por la ciudad.
Estandartes
Aquila: instituido por
Mario el último año del siglo II a.C., el águila fue el símbolo de la legión y
era el estandarte más apreciado, la perdida del mismo era considerada una
deshonra para la legión y para Roma. Este estaba al cuidado de la primera
centuria de la primera cohorte de la legión. Portado por el aquilifer
(aquiliferi en plural) era el soldado más valiente de toda la legión. En
tiempos de Mario y César, los estandartes eran de plata.
Vexilla: era un
pequeño estandarte con el nombre de la legión o de una unidad, y era utilizado por
unidades que prestaban servicio lejos de su legión. Las unidades de caballería
llevaban un vexilla. Los soldados eran nombrados vexillarius (vexillarii en
plural).
Signum: cada centuria
tenía su propio estandarte llamado signum. Había dos variaciones, uno con una
punta de lanza en lo alto del estandarte y otro con una mano abierta. Los
discos circulares probablemente identificaran la centuria y la cohorte a la
cual pertenecían. Los soldados eran los signifer (signiferi en plural).
Imago: en la época imperial
las legiones llevaban un pequeño busto del emperador. Existía uno por legión, y
lo más probable es que fuese con el legado y los otros oficiales. El soldado
era el imaginifer (imaginiferi en plural).
Draco: bien avanzado
el imperio un nuevo estandarte llamado draco (de origen Dacio) fue adoptado por
el ejército. El estandarte consistía en una cabeza de dragón con un cuerpo de
tela que se ondeaba con el viento. Algunos estudios indican que el draco haría
un inquietante sonido cuando el viento pasase a través de el. El soldado que lo
portaba era llamado un draconarius (draconarii en plural). Tanto la infantería
como la caballería tenían un draco como uno de sus estandartes.
Otros estandartes:
Antes de que Mario hiciera el águila el estandarte universal para todas las
legiones, estas tenían estandartes con jabalís, lobos, minotauros, toros y
águilas. Parece ser que los cuatro primeros eran los estandartes para hastati,
principes, triarii y velites, y que el águila, siempre el más importante, era
para la legión. Las legiones imperiales tomaban el signo del zodiaco del mes en
el que la legión era formada. Algunas legiones también tenían otros símbolos
asociados como el elefante o el delfín.
El Águila
Imperial
El águila
romana era un símbolo de las legiones romanas, el más importante de los signa
militaria, que eran las insignias o vexilla (banderas) romanas.
El
estandarte más antiguo empleado por los romanos se dice haber sido un puñado (maniple)
de paja fijado en lo alto de una lanza o poste. De ahí que la compañía de
soldados que pertenecían a ella se llamara simplemente manípulo. El ramo
de paja o helecho pronto fue sustituido por figuras de animales, de los que Plinio
el Viejo enumera cinco: el águila, el lobo, el minotauro (Festus, s.v.
Minotaur.), el caballo y el jabalí.
En el
segundo consulado de Cayo Mario (104 a. C.) los cuatro cuadrúpedos se dejaron
de lado como estandartes, conservándose sólo el águila (Aquila). Estaba
hecha de plata o bronce, con alas extendidas, pero probablemente era de tamaño
pequeño, puesto que bajo Julio César en circunstancias de peligro el portador
del estandarte (signifer) arrancaba el águila de su poste y la ocultaba entre
los pliegues de su faja.
Con los
emperadores posteriores el águila se llevaba, como ha ocurrido durante muchos
siglos, con la legión, llamándose por ello a veces la legión simplemente aquila. Cada cohorte tenía como insignia propia la serpiente o el dragón, que estaba
tejido sobre una pieza cuadrada de tela textilis anguis, elevado sobre
un poste dorado, a la que se adaptó una barra transversal con tal propósito, y
se la llevaba por el draconarius.
Otra figura
usada en los estandartes era una bola (orbe), que se suponía emblema del
dominio de Roma sobre el mundo; y por la misma razón una figura de bronce de la
Victoria se fijaba a veces en lo alto del poste, tal como se ve esculpido,
junto con estatuillas de Marte, en la columna trajana y el arco de Constantino.
Bajo el águila u otro emblema a menudo se colocaba la cabeza del emperador
reinante, que era objeto de adoración por el ejército. El nombre del emperador,
o de aquel a quien reconocían como tal, a veces se inscribía del mismo modo. El
mástil usado para llevar el águila tenía en su extremo inferior una punta de
hierro (cuspis) para fijarlo al suelo, y permitir al aquilifer en
caso de necesidad repeler un ataque.
Cada
división menor de una cohorte, llamada centuria, tenía una insignia, inscrita
con el número de la cohorte y de la centuria, conocida con el nombre de signum
porque su parte superior culminaba en una mano. Esto, junto con las diversas
crestas que lucían los centuriones, permitía a cada soldado ubicarse
fácilmente.
En el arco
de Constantino en Roma hay cuatro paneles esculpidos cerca del remate que
muestran un gran número de estandartes e ilustran algunas de las formas
descritas. El primer panel representa a Trajano dándole un rey a los partos:
los soldados sostienen siete estandartes. El segundo, conteniendo cinco
estandartes, representa la celebración de un sacrificio llamado suovetaurilia.
Cuando Constantino
I abrazó el cristianismo, la cabeza del emperador se sustituyó por el emblema
de Cristo (crismón) tejido en oro sobre una tela púrpura. Este estandarte
ricamente ornamentado fue llamado lábaro (labarum).
Puesto que
los movimientos de un cuerpo de tropas y de cada porción de él estaban
regulados por los estandartes, todas las evoluciones, actos, e incidentes del
ejército romano se expresaban con frases derivadas de esta circunstancia. Así signa
inferre significaba avanzar, referre retirada, y convertere
volver; efferre, o castris vellere, salir del campamento; ad
signa convenire, reunirse. A pesar de cierta oscuridad en el uso de los
términos, parece que, mientras el estandarte de la legión era llamado con
propiedad aquila, los de las cohortes se llamaban en un especial sentido
del término signa, llamándose a sus portadores signiferi, y a
aquellos de los manípulos o divisiones menores de la cohorte se los llamaba vexilla,
siendo sus portadores vexillarii. También, aquellos que luchaban en las
primeras filas de la legión delante de los estandartes de la legión y de la
cohorte se llamaban antesignani.
En
estrategias militares a veces era preciso ocultar los estandartes. Aunque los
romanos normalmente consideraban cuestión de honor conservar sus estandartes,
en algunos casos de peligro extremo el líder mismo los arrojaba sobre las filas
enemigas para distraer su atención o para animar a sus propios soldados. Un
porta-estandartes herido o moribundo lo entregaba, si era posible, a su
general, de quien lo había recibido signis acceptis.
Relieve
funerario de un Aquilifer procedente de Brescia (Italia) decorado con un
Aquila legionaria, cuya asta está condecorada con dos phalerae o
pateras, obtenidas por el valor de los legionarios de una legión desconocida,
aunque posiblemente una de las reclutadas en época de Julio César durante la
guerra de las Galias.
SÍMBOLOS de las
LEGIONES
Cada legión tenía su propio símbolo o
signo astrológico, que apareció en las monedas, algunas estelas funerarias, en
los azulejos u otros objetos, y distingue además una legión de otros; estos
símbolos, tomados en la batalla, había una derivación precisa, asociadas a la
unidad o el cumpleaños de su fundador, y tomó la forma de un signo del zodiaco.
· Escorpio: El emblema de la Guardia
Pretoriana, en honor del emperador Tiberio utilizados para la construcción del
campamento pretoriana en Roma era su signo astrológico de Escorpio.
· Toro: Leg. III Gallica, IV Macedónica,
VII, VIII Augusta, X Gemina, VI Victrix y quizás VI Ferrata
· Capricornio: Leg. II Augusta, IV Macedonica,
IV Scythica, XIV Gemina, XXI Rapax.
· Jabalí: Leg. I Italica, II Adiutrix, X
Fretensis e XX Valeria Victrix. Yo Itálica, II Adiutrix, X y XX Valeria Victrix
Fretensis.
· Elefante: Leg V Alaudae
· Pegaso: Leg. Augusta II y III Augusta
Augusta
·
Rayo: Leg. XII Fulminada
· Lupa: Leg. VI Ferrata
El fasces
Entre los romanos, el ministro de justicia se
denominaba lictor y salía por las calles delante de magistrados como los
cónsules, y de otros cargos, para ejecutar sus mandatos a la voz de: Quirites,
consul venit (¡Ciudadanos, viene el cónsul!). Al parecer, el origen
de su nombre procede del verbo ligare (atar) porque los lictores eran
los encargados de atar a los reos de pies y manos antes de golpearlos con unas
varas para cumplir con el castigo impuesto por la magistratura.Sin embargo, la imagen que ha trascendido de ellos, con el paso de los siglos,
está más relacionada con su insignia: las fasces.Este antiguo emblema, que ya utilizaron los etruscos, consistía básicamente en
un haz de 30 varas de madera sujetas con cintas de cuero, formando un cilindro,
donde se ataba una segur (el filo de un hacha); de este modo, cuando el lictor
caminaba con las fasces al hombro, delante de los magistrados, simbolizaba su
autoridad para impartir justicia (las varas) y ejecutarla (el hacha); es decir,
la fuerza al servicio del Derecho.
Estrabón escribió: "También
dice que a partir de Tarquinia fueron transportados a Roma los adornos de los
triunfos, los cónsules y, en general, todos los magistrados, así como las
vigas, la oscuridad, los cuernos, los sacrificios, la
adivinación y la música que el uso público de los romanos. "
El saludo
romanoEl Saludo
Romano es un gesto en el cual una persona extiende su brazo hacia adelante, de
manera recta, con la palma de la mano
hacia abajo. El brazo suele extenderse de manera paralela al suelo o formando
un ángulo
indeterminado hacia arriba.
A pesar del
nombre de este gesto, la interpretación de éste como un "saludo" ha
evolucionado a través del tiempo y no está debidamente acreditado que en la antigua
Roma se utilizara permanentemente como forma "oficial" de saludar, ya
sea en el ámbito militar o civil, aún cuando existen numerosos testimonios de
su empleo en el Imperio romano.
En la Columna
de Trajano, en Roma, aparecen diversos ejemplos de "saludo romano",
en relieves donde se muestra legionarios saludando al emperador, así como en
las estatuas de algunos emperadores como Augusto, o en la estatua ecuestre de Marco
Aurelio. También existe un relieve del siglo II d. C. hallado cerca
de Éfeso donde aparece este saludo en la ilustración de los funerales de un
oficial militar, siendo posible ver a manera de saludo brazos extendidos hacia
adelante, con la palma de la mano abierta y hacia el suelo, en un ángulo de 45
grados.
Con la
desaparición del Imperio romano también desapareció la costumbre del "saludo
romano", pero ésta fue recuperada en motivos pictóricos desde el siglo
XVIII, cuando en pleno auge de la Ilustración los intelectuales y filósofos
revaloraron las instituciones tradicionales de la antigua República Romana y
entre ellas le dieron al extinto "saludo romano" un significado
cívico o heroico.
Los Triunfos
El triunfo
fue una espectacular ceremonia que se celebraba en la antigua Roma para
agasajar al general o comandante militar (en latín Dux) que hubiera
regresado victorioso con su ejército de alguna campaña en tierras extranjeras.
Para el general protagonista era un día glorioso. Su ejército quedaba a la
espera en el Campo de Marte, sin poder traspasar las Murallas Servianas. En
principio, sólo podían celebrar un triunfo los miembros del orden senatorial y
convertirse, con ello, en vir triumphalis (no triumphator que es
una forma moderna).
En el siglo
II a. C. el general tenía que haber sido aclamado imperator por sus
tropas para poder solicitar el triunfo al Senado, que era la institución que
podía concederlo. El espectáculo consistía en un desfile militar que recorría
un itinerario previsto que comenzaba en el Campo de Marte. Para entrar en la
ciudad pasaba por una puerta especial de las murallas llamada Porta
Triumphalis; de allí al Velabrum, Foro Boarium y Circo Máximo, desde donde se
dirigía al monte Capitolino a través de la Vía Sacra del Foro Romano, haciendo
el triumphator el recorrido completo en una cuadriga acompañado por un esclavo,
que sostiendo los laureles de la victoria sobre su cabeza le recordaba
constantemente la formula: Respice post te, hominem te esse memento (“mira
hacia atrás y recuerda que sólo eres un hombre”). El cortejo se detenía al pie
de la escalinata del templo de Júpiter Optimus Maximus. El general iba
acompañado de sus lictores y con ellos entraba en dicho templo para ofrecer al
dios sus laureles de victoria. A continuación se celebraba una gran fiesta
costeada por el protagonista que solía ser bastante generoso, en la que
participaba todo el pueblo.
Requisitos
Si bien en
ocasiones se celebraron triunfos sin cumplir con todos los requisitos, en
teoría para que éste se concediese en la época republicana era necesario:
Ganar una
victoria significativa contra un enemigo extranjero, matando al menos a 5.000 enemigos.
La victoria debe realizarse en una guerra victoriosa. Una batalla ganada en una
guerra perdida no da derecho a triunfo. Además, esa guerra debe haber sido
"Bellum Iustum", es decir, una guerra correctamente declarada
conforme al rito fecial.
Ser un
magistrado electo con imperium
(como un cónsul o un pretor).
Traer a las
tropas a casa, simbolizando con ello el fin de la guerra y de la necesidad del
ejército (esto fue aplicable hasta la profesionalización del ejército romano).
Más adelante el triunfo se celebraba con una pequeña cantidad simbólica de
tropas.
La aprobación
del Senado.
Más
adelante, desde Augusto y durante toda la época del Imperio,
el triunfo era algo reservado al emperador y a su familia,
puesto que el poseía el mayor "Imperium" siendo los demás delegados
del suyo. Se entendía que todos los triunfos eran del emperador, dado que los
generales actuaban a sus órdenes.
"Recuerda
que no eres un dios"
El Triunfo
romano era la apoteosis del vencedor. Lo concedía el Senado al general que
lograba una victoria para Roma en la que perecieran más de 5.000 enemigos.
El Senado
ya había escamoteado a César un triunfo conseguido en España. César hubo de
renunciar al triunfo para poder presentarse a las elecciones, pero terminada la
Guerra Civil, no tuvo más remedio que concederle 4 Triunfos, ya que César no
quiso celebrar su victoria contra Pompeyo, al tratarse de una victoria
conseguida sobre ciudadanos romanos.
El Triunfo
era una ceremonia religiosa de carácter festivo cuya apoteosis se alcanzaba con
el magnífico desfile a través de una Roma repleta de ciudadanos que vitoreaban
a los héroes bajo miles de guirnaldas y adornos. A la cabeza desfilaban los
magistrados en ejercicio y los senadores. Tras ellos, el botín capturado al
enemigo a hombros de los legionarios junto con grandes pinturas y gigantescas
maquetas de hasta cuatro pisos de altura representando con todo lujo de
detalles los pormenores de la victoria. Los prisioneros de más alta alcurnia,
que también eran transportados a hombros sobre plataformas junto con armaduras
capturadas les seguían. Precedido por los lictores que portaban las fasces, Un
carro de oro tirado por cuatro caballos blancos y conducido por un esclavo en el
que iba el general victorioso vestido con túnica y toga púrpuras ribeteadas en
oro, con las manos y el rostro pintados de rojo, sosteniendo en una mano un
cetro de oro y en la otra una rama de olivo. A su espalda, otro esclavo
sostenía sobre su cabeza una corona de laurel y le murmuraba continuamente al
oído: "Recuerda que no eres un dios".
Detrás
desfilaba todo el ejército con sus oficiales al frente, todos llevando coronas
de laurel en la cabeza.
En estas
ocasiones los soldados cantaban canciones obscenas sobre sus generales, ya que
estaba permitido. Los legionarios de César gritaban: "¡Romanos, encerrad
en casa vuestras mujeres e hijas, que aquí vuelve el putero calvo!". Y
César reía con toda Roma. Aunque sabemos que más de un general acabó la procesión
con la cara más roja de la ira hacia sus hombres que de la pintura que llevaba
encima.
El desfile
arrancaba en las puertas de Roma, atravesaba los dos circos repletos de gente y
la Via Sacra
del Foro (momento que plasma la ilustración). Allí, el cabecilla enemigo era
separado para ser ejecutado ritualmente en el Tullianum, como sucedió con
Vercingétorix. El general y los magistrados entonces remontaban la empinada
cuesta hacia el Capitolio, la ciudadela sagrada de Roma donde esperaban. Cuando
se confirmaba la ejecución de los sentenciados, el general sacrificaba los
bueyes blancos sagrados a Iupiter Optimus Maximus y comenzaba la gran fiesta en
toda Roma a costa del vencedor que debía pagarlo todo de su propio bolsillo.
Una fiesta que podía prolongarse días y días, donde participaba toda Roma y que
consistía en grandiosos banquetes al aire libre, festivales teatrales, juegos
circenses, etc.
César
celebró sus cuatro Triunfos a cual más espectacular. Días enteros de juegos
gratuitos en los circos, banquetes al pueblo romano en los que gastó millones
de sestercios, festivales, etc.
Tras el
Triunfo, los legionarios eran licenciados. Los legionarios de César recibieron
tierras, su parte del botín, esclavos y un generoso donativo personal del
general. Tras 12 años de servicio, se convirtieron en civiles prósperos con la
vida solucionada. Si bien, muchos de ellos, sobre todo los oficiales, tras el
asesinato de César, volvieron a reengancharse en las legiones que habrían de
vengar la muerte del hombre que los había convertido en el eje sobre el que
giró la Historia.