Decoración interior
de los monumentos.- Decoración en
relieve: Techos, ventanas, celosías, puertas, bocas
de capilla, púlpitos
y barandillas.- Decoración pintada:
Bóvedas y muros.- Decoración grabada:
Puertas chapeadas.
Al tratar de las características del arte mudéjar
aragonés fué señalada como
una de las principales lo mezquino de la decoración
interior, en nada comparable a la exuberante y
rica de Andalucía y Castilla,
excepción hecha de la de
las iglesias del núcleo de Calatayud, ornamentadas de manera singular
dentro de la supuesta pobreza.
No hace falta,
por tanto, insistir sobre
el juicio, máxime estando reforzado
por pruebas tan elocuentes como son
los restos que existen.
No obstante, conviene recordar
que en aquel momento quedó clara la
imposibilidad de precisar
si la decoración interior
de las iglesias del grupo citado
era la única del estilo y la que
tuvieran las restantes
construcciones mudéjares de Aragón, porque con las gran des reformas interiores realizadas durante los siglos XVII y XVIII en las
iglesias de cierta antigüedad, borrando
toda huella decorativa anterior, desapareció la única
prueba verdad que
podía resolver de manera
terminante la duda.
Parece probable
que tanto las
iglesias del tipo
de Calatayud como las más
importantes de Zaragoza, Teruel, Tarazana, etc., tuvieran idéntica decoración que aquéllas,
sobre todo las cubiertas
con techumbre de madera, en las
cuales, para unificar
la ornamentación y dar realce a la del techo, nada más en
consonancia que la pintura de los
muros en la forma que
está en las del
grupo purista. Y esta suposición
puede apoyarse en los restos conservados en dependencia aneja a la iglesia del convento de Santa Catalina,
de Zaragoza, y antiguo refectorio y coro
de la capilla del
claustro en el convento del Sepulcro, de la misma ciudad, de ejecución, motivos y colorido
iguales a los de las iglesias de Tobed, Maluenda, Torralba de Ribota y
Cervera de la Cañada, que
forman el grupo de Calatayud.
Dos son los medios que
con preferencia se encuentran
utilizados en la decoración interior de las iglesias consideradas de tipo
mudéjar puro, en las cuales no faltan
otros que contribuyen a
aumentar su carácter. Uno es el
yeso, aplicado en molduras,
columnas, capiteles y armaduras
de ventanales; en bocas y techos
o bóvedas de capillas; puertas,
barandillas de coro y púlpitos; y en
aprovechamiento más amplio,
como celosías, óculos
y partes bajas
de grandes huecos, para endulzar las
violencias de la luz.
El otro, la pintura, hecha en bóvedas y paredes imitando despiezo de piedra
y ladrillo alternado con labores,
o bien alrededor de
las claves de
las bóvedas, para reforzar el efecto decorativo de
los colgantes o rosetones de
madera calada puestos en ellas.
Ambos procedimientos decorativos
se ajustan en el
fondo a la traza ojival; es decir, tienen
lo sustancial del estilo,
que es, como
en lo constructivo, el dominante,
si bien la ejecución
y detalle de los motivos mudéjares que se mezclan modifican
la forma para llegar
a la expresión de un todo que, como
producto de dos estilos,
puede llamársele ojival-mudéjar
con absoluta propiedad.
Tanto la pintura
como la decoración en relieve
a base de
yeserías talladas, no
vaciadas, al participar de la fusión
de los dos
estilos, presentan aspectos diferentes y, a veces, opuestos, según la proporción de elementos que intervienen en la
estructura general o en la formación
de temas ornamentales, encontrándose trabajos
de muy acusado sabor
musulmán junto a otros donde domina la fusión
de éstos mezclada con
elementos renacentistas, pero, en
todo caso, sin perder el sello
característico de la combinación.
Merece la pena
señalar ciertas particularidades sobre la
manera de estar ejecutados los dos procedimientos decorativos, por ser,
precisamente, la que imprime el sabor.
La pintura de los muros se lleva a
cabo previo trazado del despiezo, labores o lazos, que
constituyen el tema, grabándolo por huellas hechas
con ayuda de punzón, con lo que
se logra destacar los temas dulcemente
sin que desaparezcan, aun cuando la pintura se pierda;
procedimiento que, si tiene
precedentes, aquí se aplica con verdadera originalidad.
Descartadas de las
yeserías aquellas que
tienen por tema
motivos mudéjares inconfundibles,
tales como lazos, las de carácter
ojival tienden a perderlo
por la
presencia de atauriques
y ajaracados llenando los fondos de las ojivas, o por la fusión de éstas
con líneas que recuerdan los
perfiles de las arquerías mixtilíneas
y polilobulaas; y cuando no, es
el alfiz típico el que, al recuadrar la composición general en una boca de
capilla o ventana,
contribuye a mermar el carácter ojival de la composición.
Decoración en relieve
COLEGIATA DE
CASPE.- CAPILLA DE HEREDIA.- Desde
antiguo se le llamó la Privilegiada, y
en ella
se conservaba el sepulcro
del Gran Maestre de la Orden
de San Juan de Jerusalén Don Juan
Fernández de Heredia,
natural de Caspe,
fundador en dicha
parroquia del Capítulo de la
Orden.
Tiene bóveda
curva decorada con lazos de diez, dobles, vestidos los fondos de la lacería
con pequeños motivos
florales en relieve.
Si, como es de suponer, la capilla se hizo con
destino a enterramiento del
Gran Maestre, muerto en
Aviñón el año
1396, la obra mudéjar
tiene el valor de la fecha. Desde
luego, es ejemplar
único en Aragón como lacería de yeso, variedad empleada mucho después, en obras de madera
especialmente.
La
capilla se cubre con bóveda de medio cañón decorada con lazos de
diez dobles, rellenándose los huecos que genera la lacería con pequeños
motivos florales en relieve. La utilización en esta bóveda del lazo de diez es
un ejemplo único en Aragón dentro de la decoración en yeso, ya que más tarde sí
se utilizará pero casi exclusivamente en labores de madera.
De desarrollo complejo,
nada mejor que acudir a la descripción que José Galiay Sarañana hace en su obra
“Arte mudéjar aragonés” de este lazo.
Como se ha dicho, único ejemplo conocido en Aragón de decoración de yeso por
lacería clásica de dobles líneas “se ha supuesto su trazado dividida la superficie en rombos que
alojan cada uno un tema proyectado, en sentido normal, de manera alterna.
Inscribir en el rombo una circunferencia que se divide en diez partes iguales
para formar el decágono. Con el tercio del radio que sirvió para trazarla,
construir otra concéntrica que estará dividida igualmente en diez partes por
los diámetros del decágono, y formación de la estrella por unión de las
divisiones una y cuatro, dos y cinco, tres y seis, etc. Con ayuda de radios que
pasen por los ángulos entrantes de la estrella se situará la doble línea del
lazo que nace en el cruce de los radios con la circunferencia menor;
prolongación de los lados de la estrella hasta tocar los lados del decágono, en
cuyos ángulos se cruzan para enderezarse de nuevo en la dirección inicial, y
trazado de la segunda línea siguiendo a las otras con el debido paralelismo”.
Todo ello hace que en
el interior de cada rombo se forme la estrella de diez puntas con todas las
figuras complementarias sin ocupar los ángulos del rombos, donde se
realiza la unión de los temas. Los cruces de la lacería original forman fuera
de la estrella otras rectangulares de cinco enfrentadas con los lados del
decágono.
Si realmente la bóveda
de la capilla se realizó en la fecha de la capilla, o sea, anterior a 1396 año
de la muerte de D. Juan Fernández de Heredia, esta obra mudéjar adquiere, como
dice el autor citado, el valor de la fecha por lo temprano de la utilización de
este tipo de lazo a lo que hay que añadir la realización en yeso para su
decoración.
CAPILLA
DEL
CASTILLO DE CETINA.- Techumbre de tres planos en forma
de
artesón, cortado en los extremos
por la cabecera
y pie. Al plano central lo visten
tracerías ojivas agrupadas simétricamente, formando red de rombos. En los laterales, labor
distinta, aunque ojival, con temas reunidos en
grupos de cuatro
en
disposición
alterna. Una
faja de cardinas y monstruos corta el techo
al tocar en los muros. En el centro, rosetón
calado. Esta
decoración, a base de elementos ojivales
puros, es, no obstante, mudéjar.
Las obras que aquí nos
interesan corresponden al siglo XV, cuando se efectúa la remodelación más
importante del edificio, y se centran en varios alfarjes y la capilla situada
en el lado norte de la planta noble, popularmente conocida como Capilla de
Quevedo por haberse casado en la misma en 1634 Doña Esperanza López de Mendoza,
viuda de Juan Fernández de Heredia y Liñán, con Don Francisco de Quevedo, que
contaban con 52 y 53 años respectivamente. Fue durante su estancia en el
palacio cuando comenzó a escribir su obra “La
virtud militante contra las cuatro pestes del mundo: Envidia, Ingratitud,
Soberbia y Avaricia”.
Delante de la capilla
hay una pequeña sala que abre al norte mediante un gran ventanal en arco
rebajado con poyos de asientos adosados a las jambas en los laterales del ancho
muro, al estilo de las ventanas medievales.
Tanto la portada de
acceso como la techumbre interior están realizadas en estilo mudéjar, labradas
en yeso, con decoración y policromía en todas su superficies.
La portada se construyó
superpuesta al muro, y abre en arco apuntado cerrado en su parte inferior por
otro carpanel, recuadrado todo en alfiz. Al igual que en el interior, las
roscas de los arcos y las albanegas se decoran con motivos ojivales propios del
gótico florido.
En el tímpano que
forman los dos arcos de la portada figura en el centro el blasón de los Liñán
de Calatayud, formado por escudo fajado en gules sobre campo de oro, sostenido
por dos leones, de los que se representa su cabeza con extensa melena y larga
lengua que cuelga de su boca entreabierta. Un sencillo motivo floral ornamenta
el interior de las albanegas.
El arco apoya, al
estilo gótico, en un capitel corrido, también con decoración ojival, que apea
en cuatro columnillas adosadas. Igualmente, se encuentra ornamentada la parte
sobresaliente de los laterales de la portada.
Interesante resulta la
puerta de madera que la cierra; entre la decoración de los casetones en que se
dividen sus dos hojas hay varios motivos heráldicos relacionados con las
familias Liñán y Heredia, además de la salutación “ Ave María gratia plena” en uno de
ellos.
Al interior, la portada
presenta un aspecto mucho más sobrio, en arco adintelado y enmarcado por el
friso que recorre todo el contorno de la capilla.
La capilla es de
dimensiones muy reducidas, de planta rectangular y cabecera poligonal de tres
lados donde se aloja el retablo que la preside. Lo más destacable corresponde a
su techumbre, tanto por su estructura como por su decoración. Tiene forma de
artesa invertida, con la parte central plana a modo de almizate y los laterales
inclinados a modo de faldones, lo que sugiere el armazón de una armadura de par
y nudillo, solamente que este techo está realizado totalmente en yeso labrado y
policromado.
Separa el techo del
arrimadero de madera que cubre los muros una amplia franja con una interesante
y variada decoración que veremos con detenimiento en las páginas siguientes.
El techo está decorado
a base de tracerías de ojivas agrupadas simétricamente formando una red de
rombos con los lados curvos, cuyo ritmo repetitivo hasta el infinito es de
claro origen mudéjar.
Dos claves muy
deterioradas en madera dorada y policromada reproducen en su centro las armas
de los Liñán.
Los laterales presentan
en su decoración un motivo distinto del techo, también a base de tracerías
ojivales que forman temas reunidos en grupos de cuatro en disposición alterna.
Cada uno de estos grupos termina en un círculo en cuyo interior se alternan una
labor de entrecruzamiento formando pequeños rombos y pintado en color dorado y
una segunda labor más sencilla formada por cuatro pequeños círculos dispuestos
en forma cruciforme.
En los laterales de la
puerta de entrada es donde mejor se puede apreciar la policromía en color azul
que cubría la decoración. Al igual que en el techo, su ritmo repetitivo hasta
el infinito y su sintaxis lo encuadran en el estilo mudéjar.
Como ya he comentado en
la segunda página, todo el contorno de la capilla está recorrido bajo los
faldones del techo por una amplia franja que se adapta en su recorrido al
contorno del altar en la cabecera y al de la puerta en el muro de los pies.
Realizada también en yeso, su repertorio decorativo incluye elementos
vegetales, heráldicos, animales y humanos, todos ellos muy abultados y
policromados con vistosos colores.
Los motivos vegetales
representan vástagos de vid con hojas y racimos, destacando por sus proporciones
las hojas. Se conserva en bastante buen estado la policromía en colores verde,
rojo y negro.
Entre los motivos
vegetales se intercalan los heráldicos, animales y las figuras de dos
personas. Comenzando por la parte derecha desde la puerta del muro de los pies,
la primera figura, que se repite en el lado contrario de la puerta, representa
a un animal que parece de corte fantástico en posición de reposo y con la
cabeza vuelta hacia el frente.
En las cuatro esquinas
se repite el escudo de armas de los Liñán, sustentado por garras de cuatro
desproporcionados dedos asomando por la parte superior un busto, en este caso
de rasgos simiescos y pelo rizado, que además de con las garras, sujeta el
escudo con la boca.
En el centro de este
lateral derecho se dispone un animal lanudo con una segunda cabeza encima de
los cuartos traseros, y un racimo de uvas entre ambas cabezas. Las bocas están
muy remarcadas en color rojo con la lengua fuera conformando el inicio del
vástago de vid que se desarrolla a continuación.
En la segunda esquina,
nuevo escudo de los Liñán sustentado por cuatro garras dispuestas en el mismo
lugar que el anterior y cabeza humana ligeramente alargada con facciones
perfectamente definidas, largo cabello en los laterales y cubierto con un
tocado alto y cilíndrico.
Una figura masculina
con barba, larga cabellera ondulada, sujetando con las manos a la altura del
pecho un báculo o bastón ocupa este lateral del altar. El cuerpo lo tiene
cubierto por pelo o lana. Generalmente se le relaciona con la imagen de un
salvaje, aunque hay quien opina que se trata de una representación de Adán,
junto con Eva, la figura femenina que veremos en el lado contrario.
Debajo de la figura hay
un león en reposo con una gran hoja que le cubre desde la cabeza hasta los
cuartos traseros.
En la parte izquierda del altar
se representa esta figura femenina, al igual que al anterior sobre la cabeza de
un león idéntico al ya descrito. Con el pelo largo y rasgos femeninos, también
su cuerpo está cubierto de pelo o lana a excepción de los pechos que se han
representado desnudos. Con las manos sujeta una gran hoja que tapa la zona del
pubis. Tal vez este detalle sea el que ha llevado a considerar la figura como
una representación de Eva tras la expulsión del Paraíso.
En la siguiente esquina se repite
el motivo heráldico ya visto, con el escudo de los Liñán sustentado por cuatro
garras y cabeza humana, esta vez redondeada, con facciones perfectamente
definidas, largo cabello en los laterales y cubierto con un tocado alto y
cilíndrico.
A continuación, y junto al lado
derecho del vano que abre en el centro de este muro, la cabeza de lo que parece
un cordero, ya que el espacio contiguo al cuello se rellena con dos racimos de
vid que pueden formar el pelaje de este animal. De todas formas, se representa
con un cierto aspecto fiero, puntiaguda oreja y boca abierta con afilados
dientes.
En el lado contrario del vano, la
figura de un animal con amplia melena rodeando el rostro.
El blasón heráldico de los Liñán
de la última esquina se acompaña de una cabeza humana con largos cabellos
dorados.
Ya en el lateral de la puerta de entrada se puede ver la última figura en forma de cuadrúpedo idéntico al ya descrito en el lado contrario al comienzo de este recorrido por el friso.
Ya en el lateral de la puerta de entrada se puede ver la última figura en forma de cuadrúpedo idéntico al ya descrito en el lado contrario al comienzo de este recorrido por el friso.
En la cabecera de la capilla se
ubica el retablo de pequeñas dimensiones. Está compuesto por tres alargadas
tablas en las que se aparecen el Crucificado en la central y la Virgen y San
Miguel venciendo al demonio en las laterales. Enmarca el retablo un guardapolvo
con decoración de tipo vegetal entre la que se inscribe el escudo de los Liñán.
Tanto el retablo como la
decoración de la capilla fueron realizados a la par, situándose en torno a la
década de 1470 su ejecución. Gonzalo Borrás vincula el trabajo con el taller de
Calatayud, tanto en las yeserías mudéjares como en la pintura.
A la derecha del retablo una
pequeña puerta da entrada a la sacristía que ocupa un alargado espacio detrás
de la cabecera de la capilla. Interesante resulta la decoración pictórica mural
que cubre una amplia faja debajo en la parte alta del los muros y el techo.
La franja mural la cubre un
repertorio de abultados motivos vegetales y florales entre los que se
intercalan figuras de angelotes y niños tocando trompetas, todo en color blanco
con toques dorados sobre fondo morado.
Entre esta exuberante decoración
se intercalan medallones con representaciones de busto de un Ecce Homo y de
Santos, entre ellos Santa Rosa.
La decoración del techo está
prácticamente perdida, no restando nada más que una pequeña parte junto a los
muros, en la que se aprecia la figura de un angelote con una partitura en la
mano y parte de otro con un instrumento musical.
Además de la capilla, se
conservan en el edificio cuatro alfarjes mudéjares sin más elementos
decorativos que las terminaciones de los canes sobre los que apean las jácenas.
El acceso principal al castillo abre en el lado sur a través de una subida protegida por un muro a modo de barbacana con torreones circulares. Nada más traspasar la puerta de entrada se entra en un espacioso zaguán que cubre la primera de las techumbres. Se trata de un monumental alfarje de madera que sustentan dos grandes vigas o jácenas que lo dividen en tres tramos cubiertos por jaldetas dispuestas transversalmente. Las jácenas apoyan en canes con terminación en forma de modillones de rollo.
El acceso principal al castillo abre en el lado sur a través de una subida protegida por un muro a modo de barbacana con torreones circulares. Nada más traspasar la puerta de entrada se entra en un espacioso zaguán que cubre la primera de las techumbres. Se trata de un monumental alfarje de madera que sustentan dos grandes vigas o jácenas que lo dividen en tres tramos cubiertos por jaldetas dispuestas transversalmente. Las jácenas apoyan en canes con terminación en forma de modillones de rollo.
A la derecha del fondo del zaguán
arranca la escalera de subida a la planta noble que conserva el alfarje
original. Actualmente se encuentra dividido entre la escalera y una estancia
contigua por una pared levantada en época moderna. Presenta el mismo sistema de
jaldetas que el anterior, y las jácenas apoyan en canes con forma de modillón
lobulado con los extremos tallados en forma de flor de cuatro pétalos.
Para ver los otros dos alfarjes
hay que desplazarse a la parte occidental del palacio, muy remodelada en su
conjunto, ya que se dividió en varias viviendas que han sido habitadas hasta
hace poco tiempo, sirviendo incluso de Casa Cuartel de la Guardia Civil.
Afortunadamente en la división que afectó a los grandes salones de la planta
noble no se levantaron las paredes hasta los altos techos sino que se dejó un
espacio entre ambos, lo que permite ver las techumbres en toda su extensión y
sin modificaciones. Ambos son del mismo tipo de los ya vistos, sin policromar y
con canes en forma de modillones de rollo. Destaca en el del salón principal,
dada su envergadura y el grosor y tamaño de las vigas que conforman sus
jácenas.
En una de las dependencias e conserva
una puerta de madera similar a la que cierra la capilla, a base de casetones
decorados con motivos heráldicos, florales, geométricos y la salutación mariana
“Ave María gratia plena”.
Actualmente el castillo-palacio
no es visitable debido a la anómala situación en que se encuentra, tanto
administrativa como estructural. Ya en mi primera visita su propietario me dio
cuenta de todas las vicisitudes por las que ha pasado el edificio y su familia
desde 1980, situación que persiste en este año de 2013, y que parece ser no
tiene visos de solución a corto plazo.
Hasta 1980 los propietarios
pasaban temporadas en las dependencias del palacio que habían habilitado al
efecto, manteniendo incluso un régimen de visitas a la capilla. En este año el
Ministerio de Cultura contacta con la familia para proponerles la restauración
del edificio, llegándose a un acuerdo por el que lo desalojan mientras duren
las obras, obras que financia el Ministerio. Cuando se transfieren las
competencias en materia de patrimonio a la Diputación General de Aragón, lo
hacen también las obras de restauración del castillo-palacio de Cetina con
sus correspondientes partidas presupuestarias, partidas que tienen que ser
utilizadas para reparar con urgencia un desprendimiento en las cubiertas. En
1987 la cubierta de la capilla sufre un nuevo hundimiento que es subsanado con
la colocación de un tejado de uralita, sin llevar a cabo ninguna otra obra de
saneamiento de paredes ni instalación de aleros que preserven las yeserías que
decoran el interior.
En 1992, el Museo del Prado
contacta con los propietarios para poder trasladar el retablo de la capilla a
una exposición, ofreciendo a cambio su restauración. La familia lo pone en
conocimiento de las autoridades aragonesas, de las que aún están esperando la
respuesta, mientras el retablo sigue su lento pero inexorable proceso de
degradación.
En 1996, con las obras
paralizadas y el interior prácticamente “patas arriba”, los propietarios
interponen un recurso contencioso-administrativo contra el Departamento de
Educación y Cultura del Gobierno de Aragón en el que se le pide responsabilidad
patrimonial y la restitución de la propiedad. Al año siguiente se desplomó
parte de la fachada, presentando los propietarios denuncia ante la Guardia
Civil a la vez que reclamaban al Departamento de Cultura, entre tanto se
resuelve el contencioso interpuesto, la intervención en las cubiertas, en la
capilla y la restauración y custodia del retablo.
Más de diez años han transcurrido
desde entonces y las obras siguen inconclusas (solamente están finalizadas las
de la Torre del Homenaje que realizó el Ministerio de Cultura antes de la
transferencia de competencias), habiendo desaparecido incluso algunos elementos
de interés como la solería cerámica de varias salas. De momento los
propietarios han podido desalojar a los inquilinos que todavía ocupaban parte
de las viviendas habilitadas en la parte norte, estando a la espera de que se
les reintegre la propiedad y se concluyan las obras o se les compense
económicamente por las reformas que tendría que acometer por su cuenta si se el
edificio se les entrega tal y como está.
VENTANALES DE
CERVERA DE LA
CAÑADA.- Su estructura es de las más sencillas dentro del tipo ojival: un mainel que divide el hueco y da origen
a dos arquitos apuntados, para
soportar la rosa que cierra el vano
por la parte alta; en
la baja, dos tableros del mismo estilo achicando
el hueco, cerrado
con láminas de
alabastro.
Sin carácter
mudéjar en lo que a decoración se
refiere, se citan como
patrón de otros similares de tipo mudéjar
bien acusado, que, como
éstos, forman parte
de iglesias del estilo.
Su
sobrio exterior, desnudo de ornamentación y construido a base de materiales
pobres, nada hace presagiar la riqueza decorativa del interior, al que se
accede a través de una sencilla portada que abre en el segundo tramo de la
fachada sur. En el interior de un arco apuntado abaquetonado se cobija la
puerta en arco carpanel, como suele ser habitual en lo mudéjar. En el tímpano
un sencillo motivo heráldico que parece representar la Señal Real de Aragón en
un rombo en el centro de un cuadrilóbulo inscrito en un círculo.
La
iglesia se encuadra dentro de la tipología de iglesias-fortaleza, con las
peculiaridades propias del reaprovechamiento de los restos del antiguo
castillo. Así, solamente se construyeron tribunas defensivas sobre las dos
capillas de los dos primeros tramos del lado sur, tribunas que conectan con la
primera planta de la torre cuadrada, con la que quedan a ras al exterior al
tener capillas y tribunas su misma anchura. En el lado norte no se llegaron a
construir estas tribunas. Otra particularidad de esta iglesia es la carencia de
torres contrafuerte, que se suplen con las dos que flanquean el ábside.
Al
interior presenta nave de tres tramos con capillas laterales entre
contrafuertes ábside poligonal de cinco lados en la cabecera y coro alto a los
pies. Muros, bóvedas, ventanales, púlpito y pretil del coro aparecen
profusamente decorados con motivos mudéjares y gótico-mudéjares.
Tal
y como apuntan los autores que se han ocupado de la iglesia, lo primero que
llama la atención es que el ábside de la cabecera, que está encajado entre los
dos torreones, no se encuentra alineado con el eje de la nave, sino que queda
desviado hacia la derecha de la misma. También su altura es menor que los
tramos de la nave. Parece ser que estas irregularidades se deben al
reaprovechamiento de los antiguos restos de la fortaleza, que condicionaron
esta disposición.
La
nave se divide en tres tramos, más corto el de los pies que cobija el coro
alto. Los tres tienen capillas laterales, excepto el último del tramo de los
pies del lado derecho o del Evangelio.
Otra
peculiaridad de esta iglesia de Santa Tecla lo constituye el hecho de que las
capillas del lado sur o de la Epístola sean más profundas que las del lado
norte. Ya se ha dicho que sobre las primeras corren las tribunas.
Las
capillas de los dos primeros tramos abren en arco apuntado con un ventanal
decorado con yeserías caladas en el centro del muro superior. En las imágenes
inferiores la capilla que abre en el primer tramo del lado derecho.
El
ventanal situado sobre la capilla que abre en el segundo tramo del lado derecho
ha perdido completamente las yeserías. A la izquierda del mismo hay pintados
dos motivos: el primero de tipo heráldico y el inferior con escenas de caza.
Entre esta capilla y la anterior se ubica el púlpito con ornamentación mudéjar,
y una inscripción pintada en el muro.
El
lateral del lado de la Epístola del primer tramo sigue el mismo esquema
compositivo: capilla en arco apuntado con alargado ventanal en su parte
superior.
En
la capilla del segundo tramo de este lado se abre la entrada. Al no estar
ocupada su cabecera con retablo es la única en que es visible la decoración de
la parte superior de su muro. En una estrecha banda que corre entre el arco de
la capilla y el ventanal superior, encontramos otra inscripción relativa a la
construcción de la iglesia.
La
tercera capilla del lado sur abre al lateral derecho de la anterior y al
sotocoro. En su parte superior se ubica el coro.
Por
último, hacer una primera aproximación al coro alto, que ocupa la anchura del
tercer tramo y que también presenta una interesante decoración agramilada y
pintada.
Tanto
los tramos de la nave como el ábside de la cabecera y las capillas laterales se
abovedan con crucería sencilla. En el año 1670 se sustituyó la decoración
mudéjar del ábside por otra de tipo barroco de trampantojo, no apreciándose de
la primitiva ornamentación nada más que algunos tramos en los plementos. No
obstante esta ornamentación se complementa de una manera digna con la original
de la nave.
Al
igual que en las otras dos bóvedas de la nave, lo más destacable de la del
primer tramo es su clave y la decoración en torno a la misma.
En
la clave figura la Señal Real de Aragón inscrita en un círculo polilobulado. De
los nervios nacen bocas o cabezas de dragón de color negro de tradición gótica,
aunque han perdido casi completamente su policromía.
Esta
clave está embellecida por un disco sobre los paños de la bóveda. Con el fondo
de color negro, presenta una decoración de arcadas trilobuladas de color blanco
abiertas en abanico, con restos de policromía de color rojo en arcos y enjutas.
Alrededor,
una decoración de hojas de acanto estilizadas y enfrentadas, de tipo gótico, de
color rojo, gris y negro. Es curioso como en este caso, las hojas están
pintadas superpuestas sobre la imitación de despiece de ladrillo de la bóveda, lo
que hace suponer una intervención posterior o un olvido, algo que no ocurre en
las otras bóvedas.
Quizás
sea la clave y su ornamentación de la bóveda del segundo tramo la mejor
conservada.
Aquí,
la clave presenta el escudo de Cervera, en forma de ciervo color oro sobre
fondo de gules, en el interior como el anterior, de un círculo polilobulado. El
disco ornamental que cubre la parte superior de la bóveda está ribeteado por
una banda simple que imita despiece de ladrillo a soga y tizón dibujados con
una línea negra sobre fondo blanco. Más adelante veremos con detalle este
motivo que se repite en los plementos de las bóvedas.
Repitiendo
la composición de la bóveda del primer tramo, en la parte interna aparece una
galería de arquillos trilobulados blancos sobre fondo negro y enjutas
trifoliadas en color rojo. Al exterior también se repite el tema a base de
hojas de acanto afrontadas en color rojo con fondo vegetal.
Los
nervios tienen en su arranque cabezas de dragones negras con apuntadas
orejas y boca abierta de donde asoma una estilizada lengua roja entre
afilados dientes.
La
bóveda del tercer tramo, más corto que los anteriores, cubre el coro alto de
los pies.
Decorativamente
se asemeja a la anterior, ya que una banda imitando despiece de ladrillo a soga
y tizón de color blanco, enmarca la decoración circular a base de galería de
arquillos y hojas de acanto con fondo vegetal. De las tres vistas hasta el
momento es la que peor estado de conservación presenta.
En
la clave aparecen, en un círculo polilobulado dorado como los vistos, las armas
de Doña María de Castilla, esposa de Alfonso V rey de Aragón. Escudo partido
con las barras de Aragón en la mitad izquierda, y cuarteada la derecha,
castillo dorado sobre fondo de gules en primero y cuarto, y león rampante en
fondo azul celeste en segundo y tercero, motivo heráldico del reino de
Castilla-León.
Galería
de arquillos blancos de trazo más grueso que los anteriores sobre fondo negro.
Casi perdidos están los motivos florales de la parte exterior del disco.
Las
bóvedas de las cuatro capillas correspondientes a los dos primeros tramos se
cubren, al igual que aquéllos con bóvedas de crucería sencilla.
Las
cuatro claves también se asemejan, tanto en los motivos que las ocupan, como en
los discos decorativos de la parte superior de las bóvedas. La mejor conservada
es la correspondiente a la capilla del lado del Evangelio del primer tramo. Las
otras tres, en mayor o menor medida, han perdido parte de la pintura.
Sobre
fondo negro se desarrolla una temática vegetal en colores blancos y rojos.
Alrededor una pequeña banda de motivos geométricos en color rojo sobre fondo
blanco que en la primera clave dibuja una trama de aspas que forman rombos en
cuyo centro se inscribe un pequeño punto negro. Todo el conjunto se enmarca con
una banda imitando despiece de ladrillo a soga y tizón con contorno negro sobre
fondo blanco.
Como
es habitual, del arranque de los nervios aparecen cabezas o bocas de dragones
en color negro, con la boca abierta de la que sale la lengua en color rojo
entre afilados dientes. Los ojos tienen contorno rojo, fondo blanco y pupila
negra. Algunos presentan en el cuerpo manchas rojas a modo de escamas.
En
los laterales de las claves se observa un motivo de ataurique en forma de
palmeta, motivo que también aparece en las tabicas del alfarje sobre el que
apoya el coro.
Los
motivos vegetales del círculo superior son de color blanco y rojo sobre fondo
negro, al igual que los laterales de las claves antes citados.
Tres
de las claves presentan el escudo de la villa en un rombo inscrito en un
círculo cuadrilobulado. En una aparece el ciervo negro sobre fondo dorado. En
las otras dos, sobre fondo rojo, ciervo dorado. En la cuarta clave aparece un
motivo floral dorado que parece repujado.
En
la tercera capilla del lado de la Epístola, a la derecha de la puerta de
entrada, se ubica la pila bautismal. Tiene planta cuadrada, y es mucho más
pequeña que las anteriores.
Se
cubre también con bóveda de crucería sencilla con sus plementos decorados con
distintos motivos y escenas sobre fondo negro enmarcados por la ya tan repetida
banda de imitación de ladrillo blanco dispuesto a soga y tizón. En páginas
siguientes veremos con detalle esta decoración. La clave parece ser que tuvo
algún motivo pintado que actualmente no se aprecia.
Los
nervios de todas las bóvedas presentan sección de triple bocel, que en la nave
apean en ménsulas situadas a la altura de la línea de impostas que corre por
encima de las capillas laterales, siguiendo la tipología de las iglesias
mudéjares. A continuación, y en la página siguiente, unas imágenes de los
mismos.
La
decoración de las ménsulas es de tipo vegetal. En la que sirve de apoyo a los
nervios entre el segundo y tercer tramo del lado izquierdo, junto al pretil del
coro, aparece en su parte inferior el rostro de un animal con restos de
policromía de color negro.
Según
Gonzalo Borrás, el taller de Mahoma Rami se aprecia sobre todo en las yeserías
talladas de los ventanales y en el pretil del coro. Nuevas formas decorativas
pertenecientes al gótico tardío y que Mahoma Rami introduce en el arte mudéjar
aragonés en la primera mitad del siglo XV, como se puede observar en los
ventanales de los ábsides de La Seo zaragozana. De los cuatro correspondientes
a los dos primeros tramos de la nave se conservan las yeserías en tres de
ellos, habiendo desaparecido completamente en el correspondiente al lado
derecho del segundo tramo.
Todos
presentan arco apuntado y están ribeteados por una banda imitando despiece de
ladrillo a soga y tizón dibujado en negro sobre fondo blanco. Alrededor del
vano, exterior e interiormente también se simula despiece, esta vez de piedra
sillar.
Su
estructura también es similar. El interior del arco apuntado se divide en dos
arquillos trilobulados que apoyan en un parteluz o mainel central octogonal y
en sendas ménsulas laterales. El apuntado tímpano que generan los dos arquillos
se cubre con un motivo de estilo gótico. La parte inferior de los huecos se
cubre con una balaustra decorada igualmente con temática gótica tallada.
El
correspondiente al lado del Evangelio del primer tramo tiene la rosa conformada
por motivos trilobulados en el interior de tres lágrimas, más ancha la central
y curvadas las laterales para adaptarse a la forma circular que las encierra.
Se rellenan los espacios laterales con nuevos motivos trifoliados.
El
doble arco apuntado interior apea en el centro en capitel octogonal decorado
con motivos vegetales, al igual que las ménsulas laterales. De forma
trilobulada, muy cerrado el central con dos motivos florales en los extremos.
En su interior se desarrolla otro trilóbulo.
Los
mismos motivos se utilizan en las balaustras de la parte inferior para componer
su decoración. En este caso, cada una se divide en dos espacios cuadrados con
un cuadrifolio en el centro inscrito con una flor en su centro. Se enmarca con
cuatro espacios rectangulares en los lados con formas foliadas. Pequeños
cuadrifolios en las esquinas completan el conjunto.
El
situado en la parte alta del lado de la Epístola de este primer tramo presenta
en la parte superior idéntica composición y temática que el anterior.
Varían
los motivos utilizados en las balaustras de la parte baja. El motivo de ambas
es el mismo, una red de formas ovaladas en las que se inscriben cuadrilóbulos.
Cambia el tamaño de las mismas siendo las del lado izquierdo más pequeñas, con
lo cual se genera una malla más tupida. En el lado derecho seis de estos
motivos completos ocupan todo el espacio.
El
ventanal del segundo tramo del lado de la Epístola contiene motivos diferentes
a los vistos, aunque basados también en formas lobuladas y foliadas. Es de
suponer, que al igual que sucede con los del tramo anterior, en los que se
repite la decoración de los arcos, sucediese lo mismo con los de este segundo
tramo, y el del lado contrario que ha perdido las yeserías en su totalidad,
tuviese, al menos en la parte superior la misma ornamentación que el que
estamos viendo.
Aquí
la rosa central del tímpano también tiene forma de lagrima. En su interior
aparece un cuadrilóbulo con un motivo floral ocupando el centro. En cada uno de
los lóbulos se desarrolla una nueva forma lobulada.
Los
arquillos interiores siguen el mismo patrón que los vistos anteriormente:
trilobulados con motivos florales en los extremos superiores, y apoyo en
capitel central octogonal y ménsulas laterales, todos decorados con temática
vegetal de hojas de cardina.
Las
balaustras inferiores presentan idéntica decoración. En cada una de ellas se
disponen dos grandes rombos superpuestos con un cuadrilóbulo en su interior que
cierra al centro con un abultado motivo floral. en el interior de cada lóbulo
un motivo trilobulado. Los laterales y esquinas se completan con partes del
mismo tema. Este mismo motivo lo veremos en el pretil del coro.
No
es pródiga esa iglesia de Santa Tecla en óculos, elemento que suelen ser
bastante numerosos en las iglesias mudéjares de la zona, ya que se abren el la
parte superior de las capillas, en los muros encima de los ventanales y en
cabecera y hastial. Aquí solamente encontramos dos, ambos situados en el muro
de los pies.
De
gran interés es el situado en el centro del sotocoro, en la parte baja de la
pared, algo inusual en este tipo de construcciones. Está enmarcado por una
banda como las ya vistas anteriormente imitando despiece de ladrillo de fondo
blanco a soga y tizón.
Las
yeserías caladas parten de un lazo recto de siete islámico que se anuda
formando fajas curvas complementarias que, en los espacios libres del lazo,
dejan caer sus terminaciones en forma de piña. Este lazo es único en el mudéjar
hispánico.
El
segundo óculo es de gran tamaño y abre en el centro de la parte superior del
muro, en el coro alto.
El
motivo que desarrolla en los calados de su interior es bastante común en las
iglesias mudéjares aragonesas. En la parte externa una labor de lazos de seis
da lugar a estrellas de seis puntas que enmarcan un gran emblema central que
parte de una estrella central de doce puntas.
Comenzaremos
a abordar la decoración de muros y plementos por el ábside de la cabecera. Como
ya he comentado en las primeras páginas en el siglo XVII, concretamente en
1670, coincidiendo con la colocación del actual Retablo Mayor, se sustituyó la
decoración mudéjar por otra de estilo barroco de trampantojo, que coexiste
perfectamente con los agramilados mudéjares del resto del templo. Destaca en la
parte superior del arco de entrada un gran medallón coronado con un ciervo en
su interior, representando el escudo de la localidad.
Los
plementos y muros de las bóvedas, tanto de tramos de nave como de capillas, se
ornamentan con una decoración consistente en una simulación de aparejo de
ladrillo trazado con líneas blancas sobre un fondo neutro de color anaranjado.
Este
aparejo simula el flamenco diagonal, formado por la alternancia de hiladas a
soga con hiladas a soga y tizón. Como es habitual en lo mudéjar, se alternan
dos líneas a soga con otras tres a soga y tizón. Estas últimas están
compensadas para conformar un dibujo en forma de rombo, compuesto por la soga
central en color gris y los tizones que la enmarcan en rojo o negro.
Entre
este aparejo se insertan bandas compuestas por dos hiladas de ladrillos
ornamentales dispuestos a soga y tizón, dibujados con línea negra sobre fondo
blanco. Su particular decoración la veremos en página aparte. Hiladas simples
del mismo tipo enmarcan a modo de cenefa el perímetro de las plementerías. Los
nervios imitan despiece de sillería a base de líneas negras y rojas sobre fondo
blanco, realzando de esta forma la ornamentación de los paños que enmarcan.
Un
segundo tema decorativo lo constituyen los motivos heráldicos, animales y
vegetales que cubren el triángulo que forman el muro de la bóveda y los
plementos de la misma, además de la plementería de la capilla bautismal y las
enjutas de los arcos de sus embocaduras. Todos van enmarcados a modo de cenefa
por una banda de imitación de ladrillos blancos a soga y tizón como las
descritas, y todos están pintados en blanco sobre fondo negro con restos de
policromía de color rojo.
En
el primero de estos motivos se puede ver el escudo con la Señal Real de Aragón
que sujetan con sus patas delanteras dos leones rampantes. En los laterales
están representados lobos, rellenándose el fondo a base de temática vegetal.
Un
segundo espacio se cubre con el escudo de Cervera en el centro y dos aves con
cresta de plumas que tal vez podrían representar aves del paraíso, en los
laterales. Sobre el fondo negro decoración vegetal con predominio de árboles.
Un
motivo más sencillo está formado por un jarrón con asas del que asoman tres
tallos con hojas y flores, extendiéndose las laterales por los lados del
triángulo. El jarrón se ornamenta con tres cenefas muy sencillas en color rojo,
una en la base, otra en el centro, y la tercera en la embocadura.
En
el interior de un espacio triangular más pequeño se encuentran dibujadas las
petras “eps” en caracteres góticos,
con acompañamiento de detalles vegetales.
En
uno bastante perdido aparecen lo que pueden ser dos leones afrontados en
posición de reposo con algún objeto en el centro. Se pueden ver restos de policromía
de color rojo.
Un
último registro conserva un motivo floral con policromía color rojo.
Ya
he comentado anteriormente que la pequeña capilla situada a la izquierda de la
que cobija la puerta de entrada, es la más prolija en cuanto a decoración del
tipo que estamos viendo, es decir, motivos en blanco y rojo sobre fondo negro.
Una
excepción la vemos en las albanegas o enjutas del arco que abre al sotocoro y
que se cubren con sendos motivos vegetales de color negro sobre fondo claro.
Antes
de entrar en la capilla propiamente dicha, hay que detenerse en la enjuta que
se forma entre los dos arcos que sustentan el coro alto. En su parte interior
(sotocoro) aparece un motivo también de carácter excepcional. Se trata de un
óculo pintado, algo inusual en las iglesias mudéjares.
El
motivo de las yeserías pintadas parte de un lazo de seis enmarcado por un
motivo polilobulado. Los huecos superiores se cubren con sendos leones
rampantes en posición de sujetar el óculo, mientras que en el inferior aparece
una pequeña ave, todo ello acompañado del consabido fondo vegetal sobre fondo
negro.
En
los ángulos de los paños se pueden ver motivos ornamentales de tipo vegetal,
algunos de ellos muy perdidos.
Volviendo
a la capilla bautismal, en uno de los tímpanos están representados dos ángeles
con largas filacterias en sus manos.
Está
arrodillados y parece ser que las filacterias incluían algún texto, actualmente
imposible de leer. El bocel central de los nervios de esta capilla esta
decorado con una línea de pequeños motivos florales en color rojo.
El
tímpano en el que abre un pequeño óculo se decora con las figuras de tres
ángeles músicos en un relativo buen estado de conservación. Se representan con
las alas desplegadas y conservan trazos de color rojo. El situado en la parte
superior está tocando una vihuela, el de la derecha lo que podría ser una
gija o una viola, y el situado a la izquierda una pequeña trompeta.
Por
último, en las enjutas del arco de paso a la capilla donde abre la puerta de
entrada al templo, se puede ver jarrones con ramos de flores muy detalladas en
su realización, ya que se contempla perfectamente sus pétalos y centro en color
rojo.
Otro
motivo ornamental que se repite abundantemente en las bóvedas, y del que ya
hemos hablado repetidas veces, son las bandas de ladrillos ornamentales
dibujados con una línea negra sobre fondo blanco. En los dispuestos a soga no
aparece más motivo decorativo que su propio trazo, mientras que los tizones se
ornamentan con diversos motivos dibujados en color negro sobre fondo blanco.
Repitiendo lo ya comentado anteriormente, estas bandas aparecen tanto en forma
de doble hilada separando zonas en las bóvedas, como sencillas enmarcando
vanos, óculos, etc, y ribeteando los nervios.
Los
motivos que en esta iglesia de Santa Tecla aparecen dibujados en el tizón son
geométricos, atauriques, estilizadas flores y letras sueltas en caracteres
góticos. No hay ninguno, o al menos yo no lo he visto, que represente personas
o animales, algo que sí sucede, en las iglesias de Tobed y Torralba de Ribota.
El motivo más repetido el que aparece en primer lugar en las fotografías
inferiores, un lazo simple vuelto sobre sí mismo. En esta página y en la
siguiente se recogen imágenes de algunos de los motivos representados.
La
decoración de los muros de nave y capillas se divide en dos partes, más vistosa
y llamativa la superior.
Grandes
paños agramilados de arcos mixtilíneos que se entrecruzan y se anudan en la
parte superior e inferior formando una red que cubre los muros. Los espacios pequeños
entre arcos van pintados alternando los colores rojos y azul, mientras que las
cintas son de color blanco. La conservación de la policromía varía de unos
espacios a otros, habiéndose perdido en algunos tramos el color, como sucede en
parte del muro del sotocoro.
Se
puede observar como esta decoración se extiende incluso al interior y paredes
de la pequeño hornacina abierta en el muro derecho de la primera capilla del
lado izquierdo.
En
los dos espacios entre los arcos de las capillas de cada lateral, esta malla de
arcos mixtilíneos apoya en una arcada a base de finas columnillas.
La
parte baja de los muros presenta ornamentación imitando despiece de sillería
aparejada a soga con incisiones de color rojo y negro.
Mención
aparte merece el espacio del coro alto. La puerta de acceso al mismo abre en un
gran arco apuntado que cobija otro más pequeño del mismo tipo. En el tímpano
que se forma entre ambos está inscrito en un espacio circular el anagrama de
Jesús en caracteres góticos “IHS”. Los laterales se cubren con formas foliadas.
Rodeando todos los motivos y el propio tímpano se extiende la consabida banda
de ladrillo blanco a soga y tizón.
En
el triángulo superior de este mismo muro aparece dibujado, sobre fondo negro,
lo que parece un dragón acompañado de motivos vegetales.
En
el lateral contrario hay dibujada una escena con dos canes sentados y
afrontados.
Un
detalle curioso que no se observa a simple vista por la altura y por
encontrarse bastante deteriorado el dibujo, es que ambos perros llevan
collares, y de su parte superior sale una cadena, de la que son visibles sus
eslabones, hasta el borde del conjunto, dando la impresión de estar
sujetos.
Otro
detalle interesante de esta iglesia lo constituye la banda de lazos de cuatro
octogonales que corre a lo largo de la mitad del muro del coro.
En
cada una de las estrellas de ocho que se generan hay dibujado algún motivo.
Como norma general se encuentran muy perdidos pero todavía son apreciables
algunos. Así hay motivos vegetales, de ataurique en forma de palmetas, letras
góticas que es casi seguro que formasen alguna frase. También se distinguen una
especie de ave con las alas extendidas y un ciervo sobre el que se ha grabado
un graffiti. En fin, una sorpresa más que nos ofrece este templo.
No
son especialmente abundantes ni de gran variedad los temas heráldicos que
aparecen en los muros y bóvedas, repitiéndose los tres ya vistos en las claves
de las bóvedas. En la parte superior del muro de los pies se pueden ver tres
escudos, más grande el central y todos encerrados en cuadrilóbulos inscritos en
un círculo y rodeados de una banda de ladrillos blancos a soga y tizón. El
central lo ocupan las armas del Rey de Aragón, a la derecha el escudo de
Cervera de la Cañada, y a la izquierda el de la Reina Doña María de Castilla.
Este
último ocupa el espacio cuadrado superior de los dos que aparecen en la parte
izquierda del segundo tramo del lado derecho, entre el ventanal y la puerta
tapiada que daba acceso a la parte superior de la ménsula entre el coro y el
muro. El inferior presenta una abigarrada conjunción de animales y motivos
vegetales, que dado su altura y lo oscuro de los colores utilizados son de
difícil visión detallada. La policromía alterna los colores negro, rojo, gris y
blanco.
Observando
con atención, se pueden distinguir en altura tres escenas diferentes. En la
parte superior aparecen aves con abundantes motivos vegetales.
En
una segunda banda se puede apreciar una representación de la caza de jabalís
por perros. Una jauría atacan a varios jabalís. Un pequeño jabato aparece
debajo de un árbol a la derecha de la escena.
La
parte inferior la cubre otra escena de caza con canes, esta vez de lo que
parecen osos, aunque están dibujados en tamaño muy reducido, tal vez debido a
la falta de espacio. La parte superior de esta escena se superpone con la
inferior de la anterior.
Para
finalizar el tema de la decoración interior, hay que hacer referencia a las
inscripciones que aparecen en sus muros, además de en el pretil del coro y en
la ménsula del muro derecho. La primera de ellas ocupa una estrecha banda entre
la parte superior del arco de la embocadura de la capilla y la parte inferior
del ventanal del segundo tramo del lado izquierdo, o sea encima de la puerta de
entrada.
Escrita
en caracteres góticos dice: “por / los / [ho]n[r]ados / jurados / don /
miguel / morant / don / anton / cuguiello / fue / posada / la / clau / dorada /
la cierva / de las armas / de cervera”. Para Borras estas personas que
aparecen como regidores en 1426 en la inscripción del antepecho del coro que
luego veremos, aquí constan como jurados y debieron de sufragar el coste de la
clave dorada con las armas de Cervera que aparece en este segundo tramo.
Una
segunda inscripción aparece en la albanega entre las dos capillas del lado del
Evangelio, encima del púlpito. También en letras góticas, escrita en dos líneas
dice: “lorent / mateu / puso / la torr[e] / ... / e dio [g]rava a los /
[muros]”. Al carecer de datos documentales, es difícil saber si Lorent
Mateu fue el maestro de obras de la torre o el encargante.
Una
última inscripción pintada aparece en forma de graffiti en el coro alto, con
caracteres de los que no he averiguado su transcripción.
Como
ya se ha comentado, el tramo de los pies lo ocupa el coro alto con el frente
descansando sobre dos arcos ligeramente apuntados que apean en el centro sobre
un pilar de sección octogonal.
Las
albanegas se ornamentan con tres motivos cuadrilobulados inscritos en un
círculo. El centro del izquierdo lo ocupa el escudo de Cervera, el del central
las barras de Aragón, y el de la derecha un motivo floral.
Los
espacios entre estos círculos y los arcos se completan con alargadas formas
foliadas con ornamentación vegetal y floral.
Dos
aspectos interesantes nos presenta la barandilla de este coro, las yeserías
caladas de su frente y las inscripciones grabadas. Sobre una moldura que sirve
de base, se levantan nueve pilares que dividen el espacio en ocho espacios
regulares rectangulares, ocupados en su parte superior por yeserías caladas y
en la inferior por parte de una inscripción que más adelante veremos.
Estos
calados desarrollan tres motivos diferentes que se repiten siguiendo una
secuencia que comienza por la izquierda por uno muy sencillo en forma de
disco modular con decoración de mouchettes en su interior. Decora además los
espacios cuarto y séptimo.
En
segundo lugar aparece un motivo romboidal calado decorado en su interior con
una estilizada flor de cuatro pétalos con motivos lobulados. Se repite en los
espacios quinto y octavo.
El
tercero se compone de un cuadrado con decoración cuadrilobulada rodeado por
decoración de módulo apuntado con cuadrilóbulos en su interior y una estrella
de cuatro puntas convertidas en arcos apuntados decorados con arcos lobulados
en su interior. Se repite en el sexto espacio.
Las
inscripciones grabadas en este antepecho son tres, muy perdida la de la parte
alta, en el que todavía puede leerse: “Aquesta yglesia fue compecada de
obrar ayo de m....”. Es una verdadera lástima que no se conserve este
registro ya que nos hubiese facilitado la fecha de comienzo de las obras.
Si
que se conservan íntegramente las de la parte baja. En la correspondiente a la
parte inferior de las yeserías caladas se lee, distribuida en los ocho
espacios: “en nombre de / dios todo / poderoso seyor / fue acabada / esta
yglesia / en ayo de mil / cuatrozientos / e vint seys”. Gracias a esta
inscripción conocemos perfectamente la fecha de finalización de las obras de la
fábrica mudéjar en 1426.
Debajo,
ocupando todo lo largo del antepecho corre otro registro que hace referencia a
los nombres de los jurados, regidores y procurador de la villa en el citado
año: “fueron / jurados / de aqueste / dito / ayo / don / pascual / verdejo /
don / joan / aznar / regidores / don / anton / morant / don / domiguel / morant
/ anton / cuynillo / mateu / cubero / percurador / migel / frayre / con / dios”.
Un
elemento curioso de esta iglesia lo constituye la gran ménsula que Mahoma Rami
labró entre el antepecho del coro alto y el muro norte de la nave, en cuyo
frente inscribió su nombre como autor de la obra.
En
la misma se puede leer “obrada / deficada / por / mahoma / rami / con /
[dios]”. La última palabra, dios, está desaparecida actualmente, aunque
Gonzalo Borrás pudo leerla en 1985.
En
el muro del Evangelio, entre las capillas laterales, se ubica el púlpito, que
también presenta una interesante decoración gótico-mudéjar. De base hexagonal,
cinco de sus lados se cubren con otros tantos paños rectangulares, quedando
abierto para su acceso el cercano a la embocadura de la capilla del primer
tramo.
La
ornamentación es sencilla y repetitiva. Cada uno de los paños se divide en dos
espacios, el superior ocupado por un gran arco apuntado que cobija otro doble
del mismo estilo. En el tímpano un motivo cuadrilobulado con una flor en el
centro. Cada uno de los arcos geminados cobija a su vez otro doble con formas
lobuladas. Este motivo se repite en cinco de los paños, quedando muy
simplificado en el cercano al hueco de acceso, ya que es más estrecho que el
resto.
En
la parte inferior de cada paño un recuadro enmarca dos cuadrilóbulos inscritos
en sendos círculos con motivos florales en su centro. En el paño más estrecho,
al no caber los dos, se colocó uno solo en forma ovalada.
La
parte baja del púlpito la recorre una banda de motivos florales.
El
coro se sustenta sobre una techumbre plana o alfarje con las jacenas dispuestas
en eje longitudinal, y es de los más sencillo en cuanto a decoración se refiere
de los que pueden verse en las iglesias mudéjares de la Comarca de Calatayud.
Interesante
resulta el tramo que hay entre el alfarje y el muro de la capilla bautismal.
Aquí se dispuso sobre una superficie planta una decoración pintada a base de
diez estrellas de ocho puntas que al prolongarse generan hexágonos verticales y
horizontales, que se entrecruzan formando a su vez pequeños espacios cuadrados
y pentagonales.
Las
cintas son de color dorado con una finísima línea roja en su centro. Todos los
espacios tienen el fondo negro sobre el que se desarrollan motivos vegetales y
geométricos, sencillos los de los huecos pequeños y más elaborados los de las
grandes estrellas octogonales, en los que se combinan los colores rojo y blanco
alternativamente.
La
estructura del alfarje es la habitual de este tipo de techumbres, entre las
jacenas se colocan otras piezas más pequeñas o listeles, creando espacios
cuadrados que se cubren con los plafones que completan la estructura.
Los
plafones tienen el fondo de color rojo con un motivo circular dorado en el
centro en forma de corona que encierra un motivo floral azul. Los listeles
desarrollan sobre fondo negro una fina franja de “S” blancas entre dos líneas
del mismo color, franja que se corta a tramos por un motivo de color dorado
conformado por cuatro círculos en forma de cruz con otro más pequeño en el
centro.
Las
jacenas están pintadas en color verde, y como única ornamentación presentan en
el centro y en los laterales tres espacios rectangulares que ocupan el papo y
los laterales ribeteados horizontalmente por dos bandas de pequeños círculos
blancos sobre fondo negro, aparecen el escudo de Cervera y las barras de Aragón
acompañados de decoración vegetal y bandas de “S”.
Este
motivo alterna en las jacenas de tal manera que en una los laterales los ocupa
el motivo heráldico de la villa y el centro la Señal Real aragonesa, en la
siguiente son los laterales los que presentan este último motivo y la cierva el
central, y así sucesivamente.
Tanto
en el muro de los pies como en el que sustenta el pretil del coro, los espacios
entre jaldetas se cubren, como suele ser también habitual en los alfarjes, con
tablas rectangulares o tabicas, decoradas con diversos motivos. Esta decoración
es bastante repetitiva aquí en Cervera, y predomina la de tipo vegetal. Todos
los motivos tienen el fondo negro. En una tabica aparece representada un ave
con las alas desplegadas.
También
se representan dragones acompañados de temática vegetal.
En
otras pocas tabicas se puede encontrar un motivo de lazo de tipo islámico.
Solamente
en una se aprecia un jarrón con un ramo de flores, al estilo de los vistos en
la decoración mural de las albanegas de la capilla bautismal. También se
desarrolla un motivo a base de palmetas centrales que se complementan con
formas lobuladas y vegetales.
En
una tabica aparece una inscripción en letras góticas doradas, mientras que en
otras se aprecia una corona con distintos fondos.
Otro
tema lo constituyen mallas de rombos con las líneas onduladas y sencillos
motivos cubriendo los espacios centrales.
Dentro
de la temática vegetal se diferencian varios tipos. El más llamativo es el que
desarrolla grupos de árboles y flores en forma de parterres, bosques o grandes
ramos, con colores blanco, verde y oro.
Otro
grupo lo forman estilizadas formas vegetales, algunas partiendo de un punto
central, que se doblan en forma de volutas con hojas más o menos grandes.
También
se pueden observar dibujos vegetales que tienen como motivo central una flor de
cuatro pétalos alrededor de la que se desarrollan curvados tallos.
Por
último, un grupo en el que predominan grandes hojas blancas que ocupan casi
todo el espacio, en algunos casos con toques de color rojo.
Completa
la decoración de tipo mudéjar de esta iglesia la puerta de la sacristía que abre
en el lado izquierdo del presbiterio, ocupando la parte baja de la torre
cuadrada. De una sola hoja, el motivo que desarrolla parte de un lazo de ocho.
Pequeños cuadrados los cortan otros mayores en sentido diagonal, de tal manera
que cada cuatro cuadrados y las respectivas interferencias de los otros
se genera una estrella de ocho puntas, quedando en el centro de cada cuadrado
romboidal inscrita una cruz de brazos apuntados.
VENTANALES DE
TORRALBA DE RIBOTA.- Dos tipos ofrece esta interesante iglesia: uno,
con cierto parecido a los de Cervera
de la Cañada, por la
traza francamente ojival de los
elementos estructurales, que
comienza a alterarse
por su caprichosa distribución, impuesta por la presencia del mudéjar.
Merced a ello, la clásica rosa principal ha perdido la forma, y queda
reducida a cuatro círculos encerrados
entre calados, rodeada de otros hasta
llenar todo el
hueco. La segunda variedad, también
con un solo mainel, muestra ya el
dominio de lo mudéjar: los arquitos se coronan con
uno mixtilíneo con prolongaciones que, al cruzarse, dejan un
espacio equivalente al de la rosa típica,
y dentro de él aparecen labores
de franco sabor musulmán, verdaderos atauriques. Las celosías que
ocupan la parte baja del
hueco están hechas
con lazos de seis.
Cinco son los
ventanales que abren al interior de la nave de la iglesia: uno en el centro del
testero y otro en cada lateral de los tramos de la nave.
Antes de entrar a
verlos individualmente parece necesario hacer dos consideraciones. En primer
lugar, aunque su distribución es similar a los de la iglesia de la Virgen de
Tobed, estos de Torralba son más modestos ya que solamente van partidos en dos
con un único mainel central, mientras que los de Tobed se dividen en tres. De
esta forma, se asimilan más a los de Santa Justa y Rufina de Maluenda y a los
de Santa Tecla de Cervera de la Cañada.
En segundo lugar, tanto
Gonzalo Borrás como Katherina Pieper en su trabajo sobre las yeserías mudéjares
aragonesas, distinguen claramente dos talleres de yeso con tipología claramente
diferenciada. Ahora bien, mientras Borrás atribuye a una primera fase de obras
a partir de 1367 el ventanal de la cabecera y el resto a una etapa posterior,
ya entrado el siglo XV en tiempos del obispo Juan de Valtierra, Katharina
Pieper sitúa en la primera fase de obras también los ventanales y óculos del
primer tramo, dejando para la etapa más avanzada únicamente los del segundo
tramo de la nave.
En cuanto a la
autenticidad de las yeserías, la restauración realizada en la iglesia por el
arquitecto Joaquín Soro López afectó a las correspondientes al primer tramo de
la nave. Tanto las de los tres ventanales como las del óculo de la parte
superior del testero se encontraban casi intactas y solamente se rellenaron
pequeños huecos. Más deteriorados se encontraban los dos óculos abiertos encima
de los ventanales del segundo tramo, aunque se completaron gracias a los
fragmentos conservados. En los óculos de las capillas faltaban las yeserías que
fueron repuestas por otras de factura moderna. Estas intervenciones no
afectaron, como se puede observar, a los ventanales del segundo tramo.
El ventanal que abre
sobre el presbiterio está directamente relacionados con el de la iglesia de las
Santas Justa y Rufina de Maluenda, siendo ambos más evolucionados y tardíos que
los del presbiterio y tramo central de la nave de Tobed.
Todos los vanos cierran
en arco apuntado, cuyo interior se divide en dos arquillos que apoyan en
pequeños capiteles sobre un parteluz o mainel central y dos columnillas
adosadas en los laterales. El apuntado tímpano que generan los dos arquillos se
cubre con yeserías de diferentes tipos.
La decoración del
tímpano de este primer ventanal es de tipo islámico. Se divide en cinco campos
que se generan mediante entrecruzamiento de las ramas de los arcos formando
rombo o losange, aunque tal y como observa Gonzalo Borrás, los tramos rectos de
los lazos han desaparecido casi completamente, por lo que parece más apropiado
hablar de arcos lobulados que de arcos mixtilíneos. El gran campo central se
rellena con un motivo que representa el árbol de la vida del cual salen dos
filas superpuestas de tallos dispuestos simétricamente a cada lado del tronco
que se enrollan en espiral, acabando en una gran hoja bipartida. Otros dos
tallos crecen del pie del tronco enrollados hacia abajo. Cada uno de los cuatro
campos laterales se cubre con un tallo enrollado en espiral con hojas
digitadas.
Laterales y arco van
orlados por una doble banda pintada, la interior con una doble línea continua
de palmetas blancas sobre fondo negro, y la exterior con un cenefa de
estilizadas formas vegetales blancas sobre fondo rojo.
Los paneles inferiores
que cubren los huecos hasta aproximadamente la mitad de su altura, se cubren
con yeserías ciegas que desarrollan un sencillo motivo a base de una malla de
pequeños hexágonos entrelazados
Una importante
evolución se observa en los ventanales que abren al primer tramo de la nave,
con motivos y tracerías claramente góticas adaptadas, eso sí, a las
peculiaridades de los maestros mudéjares.
Su estructura es
idéntica a la vista en el del testero, un arco apuntado encierra una arquería
compuesta por dos arcos lobulados inscritos en sendos arcos apuntados. Apoyan
en un mainel central y dos columnas adosadas octogonales.
El tímpano se rellena a
base de círculos con lóbulos de tres inscritos en su interior. El centro lo
ocupan cuatro de estos círculos enmarcados por otro más grande. El resto del
espacio lo completan cinco de estos círculos con pequeños motivos trifoliados
rellenando los huecos entre ellos y dos vejigas natatorias en las enjutas
laterales de los arcos.
Los paneles que cierran
parte de los huecos, ocupan en estos dos ventanales más de las dos terceras partes
de los mismos. El motivo de estas celosías está formado por una red de
hexágonos que se entrecruzan, aunque de una forma más compleja que en el
ventanal del testero. Estos entrecruzamientos generan una estrella de seis en
el centro de cada hexágono.
Una doble cenefa orla
los laterales y arco del ventanal. Aunque se encuentran muy perdidos, los
motivos son los mismos que los del lado contrario que se conservan
perfectamente. Una doble línea interior de palmetas blancas, sobre fondo negro
la interior y sobre fondo rojo la exterior.
La composición del
ventanal que abre en el lado de la Epístola del primer tramo es, como se ha
dicho, prácticamente idéntica que la del lado contrario.
Nueve círculos cubren
el espacio entre la arquería y el arco exterior, con los cuatro centrales
inscritos en un círculo mayor que solamente es apreciable al aproximarse.
En el pequeño espacio
romboidal que queda en el centro se conserva policromía en forma de dos bandas
de color rojo, lo que parece indicar que se decoraba con las barras del señal
de los reyes de la Corona de Aragón. Se rellenan los huecos sobrantes con
pequeños trifolios y dos vejigas natatorias en las enjutas de los arcos
lobulados interiores.
Las dos cenefas
exteriores son del tipo ya visto en la del lado contrario, a base de palmetas
rellenas de ataurique.
En cuanto a los paneles
que cubren los huecos, el motivo que desarrollan también se basa en el
entrecruzamiento de hexágonos que aquí generan una estrella central de seis y
otros tantos pequeños espacios hexagonales en el interior de cada uno mayor.
Un nuevo salto
evolutivo se produce en la decoración de los dos ventanales que abren al
segundo tramo de la nave, con yeserías que desarrollan motivos claramente
góticos. Si Mahoma Ramí trabajó en esta iglesia, desde luego que estos
ventanales serían obra suya, ya que guardan cierto parecido con los del tercer
tramo de la iglesia de la Virgen de Tobed.
Aquí el tímpano lo
ocupan tres espacios circulares, dos pequeños en los extremos que se rellenan
con motivos trilobulados y un gran medallón central cubierto por cuatro
alargados espacios lobulados que generan una cruz de brazos iguales con un
pequeño trilóbulo encerrado en el círculo central. Los cuatro espacios
restantes se cubren con formas cuadrilobuladas.
Más trabajados que los
anteriores aparecen también los arquillos formados por cinco grandes lóbulos
terminados en pequeños motivos florales con el interior ocupado por trilóbulos.
Los tres pequeños capiteles donde apean presentan ornamentación de tipo vegetal.
También cambia el tipo de columnas que los sustentan, siendo en éste más finas
y de sección circular.
Interior de laterales y
arco se orlan con una cenefa de flores en relieve que alternan colores rojo y
blanco sobre fondo marrón en el que están dibujados los tallos y hojas de
aquéllas.
Los paneles que cierran
los huecos ocupan en este caso aproximadamente hasta la mitad de su altura. El
motivo que desarrollan es bastante más sencillo que los vistos hasta ahora. Se
trata de una red de lóbulos que encierran cuadrilóbulos en su interior. El tema
se repite en ambos paneles.
Del mismo tipo que la
anterior, con clara ornamentación de tipo gótico, se presenta el ventanal del
lado contrario. Las yeserías que lo cubren se encuentran muy deterioradas,
habiendo desaparecido por completo el panel del hueco izquierdo y buena parte
de la decoración lobulada de la parte superior.
El espacio del tímpano
se rellena con un gran medallón central con el centro ocupado por un
cuadrilóbulo encerrado en un círculo con un motivo floral central. Alrededor
alargadas formas foliadas con lóbulos en su interior, perdidas en su mayoría.
Las columnillas son de
tipo circular y los capiteles se decoran con motivos vegetales. Al igual que en
la ventana del lado contrario, los arquillos los conforman cinco lóbulos en los
que se inscriben trilóbulos.
La cenefa que rodea el
vano se compone de flores, que en este caso son de forma romboidal, mientras
que en el otro ventanal eran circulares con los pétalos marcados. La policromía
ha desaparecido. Son visibles sobre el fondo oscuro lo que parecen los tallos y
hojas pintados en color más claro.
De los dos paneles
solamente se conserva uno. Es de suponer que el que ocupaba el hueco contiguo
fuese idéntico a éste, como sucede en el resto de ventanales. Las yeserías se
distribuyen en dos grandes espacios cuadrados dispuestos en vertical ocupando
el espacio central. Cuatro lóbulos conforman el interior quedando un pequeño
espacio romboidal en el centro. A su vez, motivos lobulados más pequeños
rellenan los huecos de los anteriores. Alrededor de estos dos cuadrados se
distribuyen cuatro formas alargadas con el interior cubierto con ataurique.
Finalmente, y para completar todo el hueco, las cuatro esquinas se cubren con
cuadrados que encierran cuadrilóbulos. Tanto en los dos inferiores como en el
motivo rectangular la decoración ha desaparecido.
El último grupo de
vanos de esta iglesia de San Félix corresponde a los óculos que abren tanto en
la parte alta de los muros de la cabecera, hastial y tramos de la nave para
iluminar la misma, como en el centro de las cuatro capillas laterales y en
muros de separación entre las capillas del presbiterio.
El más amplio y
llamativo es el situado en el centro del muro hastial, encima de la portada
principal. Está inscrito dentro de un gran rectángulo cuyos ángulos se rellenan
con otros tantos escudos heráldicos dentro de un espacio circular polilobulado.
Los dos superiores representan el escudo de la localidad de Torralba, el
inferior izquierdo el señal barrado de los Reyes aragoneses, y el inferior
derecho las armas del obispo turiasonense Juan de Valtierra, que también se
puede ver en una de las enjutas del coro y en una de las ménsulas de este
último tramo, lo que ha servido a Gonzalo Borrás para situar durante su mandato
episcopal (1410-1433) la terminación de las obras de esta iglesia.
La celosía que cierra
el óculo se considera una copia más moderna y a mayor tamaño del situado en la
parte alta de la cabecera.
La lacería se genera de
una pequeña estrella de doce situada en el centro, de donde parten otras tantas
calles, para terminar en estrellas de seis rodeadas de espacios hexagonales.
El óculo situado en el
centro del muro del testero, encima de las capillas del presbiterio cierra con
una magnífica celosía que, como ya he dicho anteriormente, parece ser que se
copió en el hastial. Realizado en la primera fase de las obras, al igual que el
ventanal situado debajo, ya lo cita José Galiay. Katharina Pieper es quien más
extensamente se ocupa de él, al igual que del resto de vanos de la primera fase
constructiva del templo. La lacería que lo cierra se conforma de forma radial a
partir de un lazo de doce. Aparte de en esta iglesia de San Félix, solamente en
un óculo de la iglesia de la Virgen de Tobed se
observa este tipo de celosía, que Basilio Pavón Maldonado considera como único
en la península ibérica. Para Bernabé Caballero se trata de una de las
innovaciones importadas en Aragón en la segunda mitad del siglo XIV.
Kataherina Pieper dice
que “en el centro de este lazo circular
se encuentra una pequeña estrella de doce, de la cual salen doce calles que
terminan en doce estrellas de seis. Cada estrella de seis está rodeada de tres
hexágonos regulares, uno hacia dentro y dos laterales. Los hexágonos laterales
tocan los hexágonos correspondientes de las estrellas de seis colindantes, de
tal manera que constituyen un círculo de hexágonos. Las doce partes radiales de
este lazo son perfectamente idénticas”. Para esta autora “la singularidad
de este lazo se explica por su modo de construcción inusitado... a base de dos
hexágonos congruentes, superpuestos y girados 30º, en cuyos puntos angulares se
dibujan las doce estrellas de seis”.
MALUENDA. VENTANAL DE
LA
IGLESIA DE SANTAS JUSTA Y RUFINA.- De ojiva muy aguda, tiene,
como en Cervera, un solo mainel de sostén o apoyo
de los arquitos;
pero así como
en aquélla el carácter
ojival no se altera, en ésta
cambia
el aspecto
de tal modo
que sólo es ojival
parte de la estructura. Iniciados los arquitos con dos lóbulos
al
estilo
ojival,
el
de
cierre se transforma en uno mixtilíneo que se prolonga por el cruce de la cabecera
y da lugar a otros
semejantes; los fondos se
llenan con minuciosos
dibujos
a base de hojas de palmera en composición que recuerda
los atauriques de
las arquerías de la mezquita de la Aljafería. Además, los tableros de la parte
baja
del
ventanalI son
celosías
hechas con labores de doce,
y esto contribuye a aumentar el carácter eminentemente mudéjar
de la obra.
Dentro del tema de los
ventanales que iluminan los diferentes espacios del interior hay que
distinguir, siguiendo a Khaterina Pieper, tres talleres que trabajaron en los
mismos, y cuyas diferencias son claramente visibles. Al primero corresponden
los ventanales del presbiterio y primer tramo de la nave; al segundo los
ventanales y óculos del segundo tramo, y al tercero el óculo que abre en la
parte alta del hastial. Durante la restauración de 1965-70 se repusieron
algunos de ellos, especialmente el del lado sur del segundo tramo, que
prácticamente se rehízo completamente.
En el ábside de la
cabecera abre un vano en cada uno de sus paños. Están dispuestos en dos alturas
alternativamente: el central y los dos laterales más próximos a los paños
rectos abren en la parte inferior, a escasa distancia de la imposta que marca
el arranque de las bóvedas. Los cuatro, que coinciden con los paños salpicados
por la decoración de pequeños medallones que veremos en páginas aparte, lo
hacen en la parte alta de los paños. Una última diferencia entre ambos grupos
atañe a su tamaño, con prácticamente el doble de luz los tres primeros que los
cuatro restantes. Parece ser que la restauración no afectó a ninguno de ellos,
conservándose solamente en una pequeña parte su decoración de yeserías caladas,
tanto al exterior como al interior.
El mejor conservado es
el que abre en el paño central, oculto al interior en su parte inferior por el
ático del retablo mayor. Al exterior se observa su perfil de ladrillo en arco
apuntado que encierra dos arcos mixtilíneos inscritos en arcos apuntados que
apean en un mainel central y dos columnas adosadas octogonales. En el tímpano
un medallón que encierra un motivo polilobulado. El ventanal está completamente
cegado, por lo que no se aprecian bien el mainel y las columnas adosadas.
Al interior, esta misma
distribución se aprecia perfectamente, además de estar mejor conservada. La
parte inferior cierra, como es habitual, con paneles que se cubren con yeserías
caladas, no visibles al estar ocultas por el ático del retablo mayor. De lo
poco que se aprecia es que los enmarca una banda de zig-zag en blanco y negro,
así como unos escasos restos de bandado rojo y blanco en la parte inferior del
mainel y columnas que hacen pensar que todo el ventanal llevase esta
decoración, al igual que su contorno.
En cuanto al resto de
ventanales de la cabecera, su estado es muy deficiente, siendo mínimos los
restos que se conservan. En el segundo paño del lado meridional presenta una
curiosa forma al exterior. El primitivo vano de ladrillo en arco apuntado fue
ampliado en su parte inferior en forma de arco geminado de medio punto sobre un
mainel central y dos columnillas laterales perdidas. Cada uno de estos arcos
encierra, a su vez, otros dos, que parece ser llevaban motivos lobulados, al
igual que los medallones de los tímpanos que se completan con una flor abierta
central.
Más escuetos son los
restos del ventanal del mismo paño del lado contrario, que se reducen a un arco
trilobulado y la columna adosada derecha en el interior del correspondiente
arco apuntado de ladrillo. Al interior nada resta en ambos ventanales de su
decoración de yeserías caladas.
También son escasos los
restos conservados en los cuatro ventanales restantes, más pequeños y a mayor
altura que los otros tres. Su estructura sería similar a la vista en el paño
central, a base de doble arco mixtilíneo o lobulado inscritos en otros
apuntados, apoyando en un mainel central y dos columnas adosadas octogonales.
En el tímpano un medallón con motivos difíciles de definir en los dos que se
conservan parcialmente. En uno de ellos se aprecian pequeños restos en el lado
derecho del perfil de los paños inferiores.
Los ventanales que
abren en los muros del primer tramo de la nave están cegados completamente al
exterior. Al interior se aprecia perfectamente su perfil en arco apuntado y el
conjunto de yeserías caladas que los cubren, aunque parece ser que buena parte
de las mismas es producto de la restauración. Abren a la misma altura, cerca de
la bóveda, y tienen el mismo tamaño que los contiguos en los paños rectos del
ábside.
Su distribución es
similar al visto en el paño central del ábside, a base de doble arco mixtilíneo
en el lado del Evangelio, inscritos en otros apuntados que apean en capiteles
sobre un mainel central y dos columnas adosadas de sección octogonal. El
tímpano lo ocupa un medallón donde se inscribe una flor abierta de seis
pétalos.
El panel con que cierra
la parte inferior del ventanal se cubre con un motivo de entrelazo un tanto
extraño y complicado de describir.
Misma disposición de
elementos en el ventanal del lado contrario, o de la Epístola, donde el doble
arco interior es trilobulado en lugar de mixtilíneo, y el medallón del tímpano
encierra un motivo formado por la intersección de un triángulo, un trilóbulo y
una “Y”.
Es en el segundo tramo
de la nave donde se ubican los ventanales más interesantes de esta iglesia de
las Santas Justa y Rufina de Maluenda, mejor dicho, en el lado de la Epístola,
ya que el que abre en el lado contrario es producto íntegramente de la
restauración. Katherina Pieper lo emparenta con el situado en la cabecera de la
iglesia de San Félix de Torralba de Ribota. Al exterior es visible el entrecruzamiento
de arcos del tímpano.
El vano cierra en arco
apuntado. El interior se divide en dos arquillos que apoyan en pequeños
capiteles sobre un parteluz o mainel central y dos columnillas adosadas, de
sección octogonal, en los laterales. El apuntado tímpano que generan los dos
arquillos se cubre con yeserías de tipo islámico, mientras que los paneles que
cierran la parte inferior lo hacen con un motivo de lazo de ocho. Se conservan
pequeños restos de policromía roja en las cintas, ataurique y, más visible en
las estrellas de doce de los paneles inferiores.
Siguiendo a Pieper en
su descripción del ventanal, su sistema de arcos se forma a partir de cintas
continúas unidas por encima del capitel en forma de U, formando primero unos
arcos mixtilíneos básicos y a continuación arcos lobulados. Aunque existe un
nudo en el vértice del sistema de arcos, los brazos de éstos no confluyen en
él, sino que se cruzan por debajo del mismo y siguen su trayectoria lobulada
antes de que se corten por el marco. El arco mixtilíneo está formado por dos
segmentos circulares contiguos, el primero más grande que el segundo, y a
continuación por un ángulo recto muy pequeño antes de que dos pequeños
segmentos lobulados muy aplanados formen el vértice del arco. El lóbulo mayor que
lo divide en dos lleva un pico que tiene como relleno un diminuto folio de
tres.
Los seis huecos que
genera el entrecruzamiento de los arcos se rellenan, de manera simétrica e
integral, con ataurique. El campo central lo ocupa una variante del árbol de la
vida. En el campo superior otra versión más reducida del árbol de la vida con
un tronco corto y dos tallos enrollados en espiral. Los cuatro campos laterales
se rellenan con zarcillos enrollados en espiral.
Los paneles inferiores
que cubren totalmente la luz de los huecos hasta los capiteles se rellenan con
yeserías caladas que desarrollan un complejo motivo de lazo de doce, que parte
de una estrella central de doce puntas de la que salen otros tantos radios
formando un gran octógono cuyo centro es la estrella, enmarcado por una banda
de estrellas de seis puntas generadas por el entrecruzamiento de la
prolongación de las cintas de los radios.
El arco va orlado por
una doble banda pintada. La primera en forma de L, lleva al exterior una línea
continua de palmetas negras sobre fondo blanco, y al interior una cenefa de
estilizadas formas vegetales, también en negro sobre el mismo fondo blanco. Se
completa con otra banda exterior, también con temática vegetal en blanco sobre
fondo rojo.
Poco que decir del
ventanal del lado norte, o del Evangelio, de este segundo tramo, salvo que en
su reconstrucción se tomó como ejemplo el anterior, excepto en los paneles
inferiores donde se optó por cerrarlos con un motivo de lazo de ocho. La orla
que enmarca el arco al exterior es idéntica a la vista en el lado contrario,
aunque está muy deteriorada.
Encima de cada uno de
los ventanales de este segundo tramo abre un óculo que también se cubre con
yeserías caladas. Si el ventanal del lado del Evangelio es producto de la
restauración, no es así con el óculo que se conserva original, que también fue
estudiado por Katherina Pieper. Desarrolla un motivo de rueda de doce arcos con
elementos góticos e islámicos, como el entrelazado y las hojas de ataurique.
En realidad, no se
desarrolla un sistema de arcos entrecruzados, sino de soportes entrecruzados.
Está formado por doce arcos trebolados apuntados, que descansa cada uno en sus
propios soportes, de tal manera que los soportes están dispuestos de dos en dos
sobre el eje central. Cada arco forma con sus soportes una cinta continua que
termina sobre el eje central. Son los soportes contiguos que se cruzan entre
ellos como dos sogas de una cuerda. Otra cinta en forma de estrella de doce
rodea el eje central y se entreteje con los soportes. De esta manera se crea
una mezcla de ventana de rueda y lacería.
Al igual que óculo del
lado contrario, va rodeado al interior por una banda con estilizados motivos
vegetales en negro sobre fondo blanco idéntica a la de los ventanales, y al
exterior por la ya muy vista, alternancia de bandas verticales blancas y rojas.
El óculo del lado de la
Epístola que va sobre el ventanal original desarrolla un motivo de lazo de
seis. Dos triángulos entrelazados generan una estrella de seis con el centro de
sus lados partidos por las puntas de los seis lóbulos que los entrecruzan, que
a su vez se formar por la continuación de las cintas de aquéllos que se anudan
al exterior y continúan en forma circular formando estos lóbulos. En el centro
se forma una pequeña estrella de seis puntas policromada en rojo. El interior
de los nudos se rellena con flores abiertas de ocho pétalos, mientras que las
puntas de los lóbulos terminan en forma de piña. Al exterior lleva la misma
doble banda que el óculo del lado contrario.
En el centro de la
parte superior del hastial abre un óculo de mayor tamaño que los anteriores y
que se cubre con yeserías en las que prevalecen los motivos góticos sobre los
islámicos, al igual que sucede con las claves de este tercer tramo y del
sotocoro.
Presenta un complejo
módulo circular que da lugar a un medallón cuadrilobulado con una flor abierta
de ocho pétalos en el centro, rodeado de mouchettes caladas y flores
trifoliadas también caladas. Se aprecian pequeños restos de policromía en color
rojo. Enmarca el óculo al interior el muy repetido motivo de alternancia
de bandas rojas y blancas a sardinel. Al exterior, una banda de simulación de
despiece de piedra sillar en forma de dovelas.
VENTANALES DE
TOBED.- Gran variedad de
tipos, indicando las etapas de
construcción de la
iglesia. El de mayor
carácter ojival tiene un mainel para dos arquitos bastante anchos,
donde se apoyan la rosa y los triángulos cunilíneos
complementarios; los calados no
se separan, en cuanto a ejecución, de
los típicos del estilo, así como
tampoco los paneles de la parte baja
del vetanal.
Otra es de dos
maineles y tres arcos coronados por
otros menudos y alargados que cobijan
a otros diminutos, y sobre ellos, separados por línea horizontal, aparece la
rosa con los lóbulos
complementarios llenando el
hueco de la ojiva. Tableros ciegos de
labores ojivales cierran la
parte baja.
La tercera variedad
guarda algún parecido
con la anterior.
Las tres ojivas que apoyan
en los maineles
no soportan otras:
quedan cortadas por la línea horizontal de sostén de
la rosa, y
por fuera, dentro de un alfiz, se
ven los arquitos dobles, alargados, que
aparecen en el tipo segundo. Los
pies del alfiz y
los entrepaños de los
bajos del ventanal presentan
filacterias y adornos ojivas
con mucho carácter morisco.
En la cabecera
de la iglesia
hay huecos, verdaderos
y fingidos, muy semejantes a los
de Maluenda, y de igual tipo los de la segunda crujía. Todos ellos tienen
celosías de lazos
en distintas variedades, y entre
los atauriques de las ojivas, la
cruz patriarcal de los
Canónigos del Santo
Sepulcro, de Calatayud,
a quienes perteneció
la iglesia.
El ventanal del testero
situado a la derecha junto al muro norte presenta una estructura similar a la
vista en el contiguo, a base de arco apuntado dividido al interior en tres
arcos mixtilíneos entrecruzados mediante cuatro pilastras de sección pentagonal
rematados en capiteles góticos con decoración de tipo corintio muy estilizada.
El sistema de arcos
entrecruzados está formado por líneas continuas mixtilíneas que se unen de dos
en dos por encima de los capiteles y ascendiendo en sentido diagonal se cruzan
de tal manera que forman arcos mixtilíneos y una red de rombos o “sebka”. Los brazos de los arcos los
conforman las mismas cintas.
Los tres espacios
romboidales y los cinco más pequeños laterales aparecen perfilados en color
rojo y decorados con ataurique.
Estos motivos de
ataurique son distintos en los tres grandes campos romboidales. En el izquierdo
tallos entrecruzados forman espacios circulares que se rellenan con hojas de
ataurique, mientras que en el derecho la decoración es a base de tallos
entrecruzados de forma asimétrica. Al igual que en el ventanal de la izquierda,
una cruz patriarcal de la Orden del Santo Sepulcro policromada en color rojo
ocupa el centro del campo superior.
También al igual que en
el ventanal del lado norte, los tres vanos ciegos entre la arcada mixtilínea y
el antepecho se cubren con decoración mural policromada.
Los motivos del
intercolumnio izquierdo están muy deteriorados. Parece ser que se trata de una
labor de lacería con abundante color rojo en la que se distinguen estrellas de
ocho puntas y espacios hexagonales con sencillos motivos florales blancos en su
interior. Se completa la ornamentación con breves inscripciones en caracteres
góticos de color rojo.
En el intercolumnio central se
desarrolla un motivo muy sencillo imitando una reja metálica biselada con
machones cuadrados sobre fondo rojo con motivos vegetales en forma de flor de
lis de color blanco en su interior.
El intercolumnio de la derecha
tiene la decoración muy perdida, al igual que el izquierdo, y parece que los
motivos son idénticos a aquellos. Una labor de lacería con los espacios
rellenos de sencillos motivos florales blancos y breves inscripciones góticas
en color rojo.
El antepecho cierra al igual que
en todos los ventanales con yeserías caladas que desarrollan labores de lazo.
En los laterales se trata
de una labor de de cuatro hexagonal que se genera mediante pautas de
rombos verticales hasta formar una estrella de dos puntas verticales y cuatro
horizontales que por prolongación de los lados se rodea de hexágonos regulares.
El central cubre con una compleja lacería de labor de ocho que da lugar a
estrellas de ocho puntas y formas hexagonales.
Enmarca también este ventanal un
friso o banda de palmetas rellenas de ataurique en color blanco sobre fondo negro
con detalles en rojo que se interrumpe en los ángulos de la base por dos
casetones decorados con una cabeza humana muy deteriorada el de la izquierda y
con una cabeza de león el de la derecha, ambos en color negro sobre fondo
blanco con detalles en rojo.
Los ventanales del
primer tramo de la nave son ciegos al igual que los vistos en el testero.
Presentan una diferencia notable en cuanto a los anteriores y a los del segundo
tramo, en cuanto a los motivos en yeso tallado con que decoran los arcos ya que
aquí no se utiliza el relleno a base da ataurique como en aquéllos.
Su estructura es a base
de gran apuntado dividido en el interior en tres arcos apuntados entrecruzados
mediante el uso de cuatro pilastras pentagonales terminados en capiteles
góticos con ornamentación de tipo corintio estilizado.
El tímpano se genera
por el entrecruzamiento de dos arcos apuntados que soportan las pilastras y se
decora con motivos polilobulados dando lugar a arcos trilobulados en los
extremos y polilobulado en el central rematando las pilastras. Decoran el
tímpano dos cruces patriarcales de la Orden del Santo Sepulcro . Corona el
tímpano un óculo trilobulado.
Los tres vanos cegados
se rellenan, al igual que en el testero y en el lado contrario de este tramo,
con decoración pintada.
En el del extremo
izquierdo, esta decoración se compone de una serie de motivos vegetales
estilizados en color blanco y rojo sobre fondo azul. Se completa con un disco o
pátera litúrgica de bronce dorado en la parte inferior.
El espacio central se
rellena con un motivo de lacería a base de labor de seis formado por hexágonos
intrincados que generan una compleja malla de cintas de color verde oscuro
perfiladas en verde claro sobre fondo blanco.
Idéntica estructura
presenta el vano del lado contrario en este primer tramo, a base de gran arco
apuntado dividido en su interior en tres del mismo estilo entrecruzados que
apean en cuatro capiteles góticos con decoración de tipo corintio estilizado
sobre otras tantas pilastras de sección pentagonal.
En este caso los arcos
son polilobulados muy al estilo de los de la Aljafería zaragozana. Al igual que
en el caso anterior el tímpano generado por el entrecruzamiento de los arcos
apuntados está decorados con dos emblemas heráldicos de la Orden del Santo Sepulcro
en color rojo.
Corona el tímpano un
óculo cuadrilobulado flanqueado por dos pequeños motivos trilobulados.
También aquí los tres
vanos cegados se cubren con decoración mural que como motivo central presenta
un blasón heráldico en la parte superior de cada uno de ellos. En los tres
casos se corona con un tímpano triangular de tipo gótico perfilado en blanco
que ocupa el interior de los tres arcos, aunque solamente es apreciable en el
central.
En el intercolumnio de
la izquierda aparece un escudo compuesto por una banda de gules y sable sobre
campo de plata. Los motivos de tipo vegetal que rellenan el resto del espacio
están muy deteriorados. Se observan flores en color blanco sobre el fondo rojo
que cubre todo el espacio.
Los ventanales del segundo tramo
presentan una composición idéntica a los del testero con la salvedad de que
aquí los vanos ya están abiertos al andito de manera que permitan iluminar el
interior de la iglesia. A pesar de su similitud, Katharina Pieper que ha
estudiado estos ventanales encuentra diferencias notables en las yeserías lo
que conllevaría la intervención de dos talleres distintos. Por una parte el de
Mahoma Calahorri en el testero y otro vinculado con algunos de los ventanales
de Torralba y Ribota y de Santas Justa y Rufina de Maluenda en este segundo
tramo.
La estructura es la ya repetida
para el resto de ventanales, a base de un gran arco apuntado dividido en su
interior en tres arcos mixtilíneos entrecruzados mediante pilastras de sección
pentagonal con capiteles góticos con decoración de tipo corintio estilizado.
Este sistema de arcos
entrecruzados está compuesto de cintas continuas mixtilíneas que se unen de dos
en dos por encima de los capiteles en forma de U. Estas cintas que alternan
segmentos convexos y angulares ascienden diagonalmente y se cruzan de tal forma
que visualmente forman unos arcos mixtilíneos básicos y una red de rombos o
“sebka”. Las cintas constituyen los brazos de los arcos mixtilíneos que se
interrumpen cortados por el intradós de la ventana.
Todos los campos resultantes se
rellenan con ataurique. En los tres grandes espacios centrales la composición
es idéntica, simétrica formada por dos tallos en forma de S ocupando cada
uno la mitad del campo con las hojas digitadas solapando los tallos. Los
pequeños seis campos laterales se rellenan con un tallo en forma de S con sus
extremos enrollados en espiral.
Los tres espacios en que se
divide la balaustra o antepecho se cubren con decoración de lacería calada,
aunque ciega hacia el andito.
En los intercolumnios laterales
es una labor de seis que da lugar a estrellas de seis puntas. En el central
también es una labor de seis que genera estrellas de seis puntas en el centro
de grandes hexágonos.
Enmarca todo el ventanal un friso
con decoración epigráfica cúfica en color negro sobre fondo blanco con motivos
vegetales estilizados intercalados entre los caracteres.
El ventanal del lado
Sur de este segundo tramo sigue el mismo esquema estructural y decorativo que
el visto en el lado contrario, y también ha sido estudiado por Katharina Pieper
junto con los óculos de este mismo tramo.
Esta formado por un
arco apuntado dividido en su interior en tres arcos mixtilíneos entrecruzados
mediante pilastras de sección pentagonal con capiteles góticos con decoración
de tipo corintio estilizado.
El sistema de arcos
entrecruzados es similar al descrito para el ventanal del lado Norte con la
diferencia de que aquí se produce un motivo de arco invertido en espejo.
Después de formarse los arcos mixtilíneos básicos a base de tramos convexos y
angulares las cintas continúan alternándose a tramos cóncavos y angulares, de
tal manera que el arco básico aparece invertido en espejo por un eje de
simetría horizontal que atraviesa la punta de los arcos.
Los campos resultantes
se rellenan con ataurique de forma idéntica a los del ventanal Norte. En los
tres grandes espacios centrales la composición es idéntica, simétrica
formada por dos tallos en forma de S ocupando cada uno la mitad del campo con
las hojas digitadas solapando los tallos. Los pequeños seis campos laterales se
rellenan con un tallo en forma de S con sus extremos enrollados en espiral.
La parte inferior del
ventanal cierra con un antepecho o balaustra dividida en tres campos por las
dos pilastras centrales que se cubren con labores de yesería calada ciega hacia
el andito.
En los laterales es una
labor idéntica a la vista en los mismos espacios del ventanal del primer tramo
en este lado sur a base de un motivo de lazo de cuatro octogonal que da lugar a
una red de estrellas de ocho puntas de ángulos exteriores obtusos e interiores
rectos y agudos alternativamente y cruces apuntadas de brazos iguales. El
motivo del central es una labor de de cuatro hexagonal que se genera mediante
pautas de rombos verticales hasta formar una estrella de dos puntas verticales
y cuatro horizontales que por prolongación de los lados se rodea de hexágonos
regulares.
En el tercer tramo de la nave se
produce un cambio radical en la ornamentación, tanto de ventanales como de
óculos. Aparece el estilo gótico flamígero adaptado a lo mudéjar propio del
taller dirigido por Mahoma Ramí con motivos similares a los de los ábsides y
cimborrio de la Seo zaragozana, la casa-palacio de los
Luna en Daroca o el castillo-palacio de Illueca.
La estructura de los ventanales
es similar a la del resto aunque con decoración de tipo gótico totalmente
diferente al resto. Se trata de un arco apuntado con su interior dividido en
tres arcos apuntados que apean en cuatro capiteles de estilo gótico levantino a
base de una doble fila de hojas y el ábaco en nácela ornamentado con rosetas,
sobre otras tantas columnas de fuste circular.
El tímpano apuntado que generan
los arcos que soportan las columnas aparece decorado por dos bandas: la
inferior que ocupa el trasdós de los arcos da lugar a un tímpano plano sobre el
que aparece el friso superior. Los trasdoses de los arcos presentan una
decoración vegetal estilizada tallada de color verde sobre fondo rojo.
Sobre el tímpano se desarrolla
una decoración calada de tipo ojival y módulo circular, compuesto por un
medallón central con decoración lobulada y vegetal en los radios de la
circunferencia, rodeado de mouchettes caladas.
Rodeando el ventanal
aparece un friso compuesto de pequeños medallones con decoración calada en su interior.
Alternan pequeños
medallones circulares rellenos con cuadrilóbulos con una pequeña flor central
en su interior con otros ovalados de mayor tamaño con motivos epigráficos en
caracteres góticos alusivos a la Virgen.
Este friso llega hasta
la línea de imposta donde termina en un ábaco similar al visto en los
capiteles, del que nacen las ramas del arco que presentan molduras sin decorar
coronadas por ornamentación de ímbrices vegetales de tradición gótica y un gran
tímpano plano enmarcando el arco.
Este tímpano presenta
decoración tallada enmarcada por un friso decorado con flores cuadrifoliadas
sobre fondo negro. Está compuesto de una sucesión de arcos apuntados divididos
en su interior por dos arcos trilobulados coronados por una flor cuadrifoliada.
Corona el tímpano una crestería tallada a base de flores trifoliadas.
El antepecho presenta
decoración calada, al igual que en el resto de ventanales, con motivos
claramente diferenciados de los anteriores. Los intercolumnios laterales
se componen de una filacteria con una inscripción en caracteres góticos rodeada
enmarcada por un friso de medallones calados con un motivo cuadrilobulado en su
interior. La inscripción reza “Ihs autem ibat per médium illorum”.
En el intercolumnio
central aparece un pequeño friso central compuesto por medallones con
decoración calada cuadrilobulada enmarcado por otros con decoración vegetal y
calada intercalados con otros cuatro ovalados mayores con inscripciones góticas
relativas a la Virgen María.
El ventanal del lado contrario de
este tercer tramo presenta una estructura similar al anterior, a base un arco
apuntado con el interior dividido en tres arcos apuntados.
Estos arcos apean en cuatro finas
columnas de sección circular, adosadas las laterales al intradós del vano
terminadas en otros tantos capiteles de estilo gótico levantino compuestos de
una doble fila de hojas y el ábaco en nácela ornamentado con rosetas
El tímpano compuesto por los
arcos apuntados que soportan las columnas enriquecidos con decoración polilobulada
que da lugar a arcos también polilobulados rematando las columnas está
ornamentado por dos bandas decorativas.
La inferior a base de un friso de
arcos apuntados divididos en su interior por dos arcos polilobulados.
En el superior aparece un gran medallón
circular con decoración tetralobulada y el escudo del linaje de los Zapata en
su centro. El escudo es de tipo romboidal y presenta tres zapatos apuntados de
sable sobre campo de gules.
El antepecho o balaustra presenta
decoración calada de estilo gótico. Sobre ella abren los tres alargados vanos
al andito.
Dos son los motivos que podemos
ver. En los intercolumnios laterales está compuesto de una retícula romboidal
calada decorada en los centros con una estilizada flor de cuatro pétalos.
En el espacio central el motivo
es a base de dos discos de módulo circular con cuatro mouchettes en el interior
de cada uno. La parte inferior se completa con parte de un tercer disco.
Enmarcando el ventanal aparece un
friso a base de medallones con motivos vegetales en el interior. Este friso
llega hasta la línea de impostas donde termina en sendos cimacios similares a
los ábacos de los capiteles.
Desde este cimacio nacen las
ramas del arco decoradas con un friso formado por flores de cuatro pétalos
tallados sobre fondo azul. Corona el conjunto un motivo de ímbrices vegetales
de estilo gótico.
Los óculos abren en la
parte alta de cada muro de los tramos, en la parte superior de las capillas
laterales y en el centro del testero y del hastial. El que remata el testero presenta
totalmente perdidas las yeserías caladas que lo cerraban. Si que se conserva
parte del cordón tallado que lo rodea, enmarcado al exterior por una cinta
decorada con ataurique en blanco y negro sobre fondo rojo y motivo a sardinel
en blanco y rojo al interior.
Comenzando por el lado
derecho o del Evangelio, el óculo que remata el paramento presenta las yeserías
originales perdidas. Las que ahora lo cierran fueron colocadas en la década de
los 60 del siglo XX a base de labor de seis que da lugar a una gran estrella de
seis puntas enmarcada por un motivo polilobulado. Al exterior está enmarcado
por una cinta bastante perdida similar a la vista en el anterior, a base de
ataurique blanco y negro sobre fondo rojo y la embocadura también es de labor
de sardinel en blanco y rojo.
El pequeño óculo que
abre en la parte alta de la capilla de este lado del primer tramo es el único
de los de las capillas que conserva las yeserías originales, recuperadas en la
última restauración, ya que hasta entonces estaban cegadas con yeso. Desarrolla
una labor de lacería de tres que da lugar a formas geométricas combinadas con
formas trilobuladas caladas.
Tanto las yeserías
originales del gran óculo del paramento como las del más pequeño de la parte
superior de la capilla del lado izquierdo de este primer tramo se perdieron y
fueron sustituidas en la segunda mitad del siglo XX, al igual que las de la
capilla del lado contrario por las actuales con idéntico motivo. Al igual que
los vistos hasta el momento, al exterior están enmarcados por una cinta de
ataurique y sus embocaduras decoradas con labor de sardinel simulado en blanco
y rojo.
Del mayor interés es el
motivo desarrollado en las yeserías que cierran el óculo superior del lado del
Evangelio del segundo tramo. Se trata de un lazo radial de doce, similar al del
hastial de la iglesia de Torralba de Ribota. En
el centro del lazo circular hay una pequeña estrella de doce puntas de la cual
salen otras tantas calles que terminan en doce estrellas de seis. Cada estrella
de seis está rodeada de tres hexágonos regulares, uno hacia dentro y dos
laterales. Los hexágonos laterales tocan los hexágonos correspondientes de las
estrellas de seis colindantes de tal manera que constituyen un círculo de
hexágonos. Las doce partes radiales son idénticas. Al exterior decoración
prácticamente perdida de ataurique al igual que la de bandas rojas y blancas de
la embocadura.
El óculo de la capilla
presenta muy perdida la decoración exterior y las yeserías son producto de las
restauraciones de la década de los 60 del siglo XX con el motivo ya visto en
otras anteriores.
Al igual que el del
lado contrario, el óculo de la parte alta del paramento sur de este segundo tramo
conserva las yeserías originales que desarrollan un motivo de lo más
interesante. Se trata de una compleja labor de lacería de seis que da lugar a
estrellas esféricas de seis. Al exterior y en la embocadura la decoración ya
repetida.
De factura moderna son
también las yeserías caladas que cierran el óculo de la capilla de este lado
del segundo tramo, donde sí que se conserva en un relativo buen estado la labor
simulando sardinel en blanco y rojo de la embocadura.
En el tercer tramo cambia el tipo
de motivos que cubren ventanales y óculos, presentando ahora yeserías de tipo
gótico, aunque no se modifica la estructura a base de un óculo en la cima de
cada paramento, ventanal abierto a la tribuna y pequeño óculo en la parte alta
de las capillas. El gran óculo de la parte superior del paramento norte
presenta la decoración de yeserías caladas original, a base de un complejo
módulo circular que da lugar a un medallón con decoración polilobulada rodeado
de mouchettes caladas y flores trifoliadas también caladas. Enmarca el
óculo una cenefa con motivos vegetales naturalistas formando roleos vegetales
en blanco sobre fondo rojo. El único motivo que se mantiene de los óculos de
los tramos anteriores es la decoración de la embocadura a base de labor de sardinel
simulada en blanco y rojo.
El óculo que ilumina la parte
superior de la capilla de este lado presenta las yeserías perdidas, yeserías
que en este caso no han sido repuestas por otras modernas como en el resto de
capillas. Conserva en parte la labor en blanco y rojo de la embocadura.
El gran óculo que remata el
paramento sur, al igual que el anterior, conserva las yeserías originales, a
base de un complejo módulo central que da lugar a un medallón ovalado con
decoración polilobulada rodeado por motivos de módulo circular con mouchettes
caladas y una estrella de cuatro puntas convertidas en arcos apuntados que se
rellenan con arcos polilobulados en su interior. Enmarcando el óculo aparece
una cenefa idéntica al del óculo del lado contrariro, con temática vegetal
naturalista formando roleos vegetales. La decoración de la embocadura está
prácticamente perdida en su totalidad, aunque parece ser que sigue la tónica
general de los demás óculos a base de labor de sardinel simulada en blanco y
rojo.
Coronando los dos grandes arcos
apuntados que separan las tres capillas del presbiterio abren dos pequeños
óculos decorados, al igual que los anteriores, con yeserías caladas. El motivo
que presenta el del muro norte es similar al visto en la capilla de este mismo
lado del primer tramo, a base de lacería compuesta por labor de tres que da
lugar a formas geométricas combinadas con formas trilobuladas caladas. Al
exterior y en la embocadura presenta la ya tan repetida labor a sardinel
simulado en blanco y rojo.
El óculo del muro sur presenta un
motivo idéntica al de los paramentos de la bóveda de la capilla de este mismo
lado y que veremos más adelante. Se trata de una labor de cuatro octogonal que
parte de una red de cuadrados de lados quebrados que se interseccionan en los
ángulos formando otros cuadrados más pequeños. Los lados quebrados de los
cuadrados dan lugar a un ángulo entrante. el resultado es que los cuatro
ángulos rectos entrantes de los lados y los cuatro ángulos rectos entrantes por
intersección de los cuadrados mayores dan lugar a un espacio estrellado de ocho
puntas dentro de cada cuadrado mayor y otro espacio estrellado menor entre cada
cuatro cuadrados mayores. Las intersecciones de los cuadrados mayores en los
ángulos forman un pequeño espacio cuadrado. Su resultado en un lazo de ocho.
Los dos últimos óculos los
encontramos en los muros laterales de la Capilla Mayor. Ambos presentan
decoración de yeserías caladas originales que desarrollan temática de tipo
tardogótico flamígero. Similar en ambos, está compuesta por elementos
geométricos estilizados trazados a partir de cinco circunferencias tangentes
entre sí.
DAROCA. RESTOS
DE VENTANAS.-En el patio
de luces de la casa llamada del Archiduque, el arte ojival, en
mezcla con el mudéjar, dejó
muestras de su bella combinación
en yeserías que
decoraban las ventanas,
Uno de los
muros tuvo dos
huecos partidos cada uno
por columnita de sostén de
arcos y
círculos que llenan la ojiva, sobre la
cual un grupo de pequeños
arcos apuntados ocupa el espacio
que limita un
alfiz. Toda la
traza es correcta,
florida, viéndose en el
caveto de las impostas, en la archivolta de la ojiva y en la faja del alfiz, apliques, de
flora, aislados, como
se ven en los
ventanales de Tobed, detalle muy
aragonés y no menos morisco.
En estas ventanas,
los dos arcos que soporta el parteluz han pasado de
la ojiva al arco
de medio punto,
peraltado, señalando la presencia
de lo renacentista en la mezcla tan graciosa que se da en Aragón, y que representa
cumplidamente el claustro de la catedral de Tarazana.
Lo puramente
mudéjar está representado por los fondos de lazos que
cercan el alfiz. Una de estas
lacerías es a base de dos
octógonos de distinto
tamaño, concéntricos, de los cuales
el externo prolonga sus lados
de manera que,
al doblarse perpendicularmente, se cruzan en el
centro del octógono menor originando
una estrella de ocho que se
repite fuera del octógono pequeño por los enlaces de los mayores.
La otra la forman hexágonos
irregulares, alargados, puestos en
sentido vertical y horizontal en
líneas alternas, que en los
lados mayores se parten
para doblarse y enlazar con los
vecinos.
Quizás los elementos
por los que mayormente se conoce esta casa, y también los más fotografiados,
son los amplios ventanales que desde la planta noble abren al patio interior,
uno en el centro y dos en el ala izquierda. Nada de extraordinario tienen los
vanos en sí que actualmente cierran con ventanas modernas de madera; lo
realmente interesante lo encontramos en su parte superior y en los laterales,
decorados con yeserías góticas recuadras en alfiz con ornamentación exterior
mudéjar a base de motivos de lazo.
El ventanal central
abre en arco geminado con una estrecha columnita a modo de parteluz.
Esta división genera un
doble arco apuntado en la parte superior con alfiz recorrido al exterior por
motivos de lazo.
De ornamentación
totalmente gótica, en la parte baja de cada arco se abren otros dos lobulados
con un espacio circular central en la parte superior que se rellena también con
idéntica temática.
El interior del alfiz
está cubierto por pequeños arcos apuntados que cobijan en su interior otro
arquillo geminado con un pequeño óculo en su parte alta que se rellena con un
motivo tetralobulado. Alrededor de los dos grandes arcos principales se
disponen motivos florales, de mayor tamaño el del vértice superior que se
completa con una alargada piña.
El alfiz se rodea con
con franja de yeserías mudéjares que desarrollan un motivo que parte de un lazo
de ocho y que al prolongarse va formando espacios hexagonales de lados
alargados en sus laterales que se completan con cuatro pequeños huecos
pentagonales en los extremos, generando un cuadrado, composición que se repite
hasta el infinito.
El segundo ventanal lo
conforman dos ventanas geminadas separadas por una pilastra lisa hasta el
arranque de los arcos. A partir de aquí se decora con motivos geométricos
mudéjares que rodean los arcos y albanegas de ambos vanos.
El tipo de desarrollo y
decoración es prácticamente idéntico al ya descrito en el anterior, aunque con
alguna variación. En principio, ambas ventanas están partidas también por una
pequeña columnita que sustenta los arcos. Cierran en sendos arcos apuntados. En
su parte baja se desarrollan dos más pequeños en medio punto peraltado, en
contraste con la anterior que lo hacían en arco apuntado.
El centro se rellena
con un círculo u óculo ciego. En el derecho aparece en el centro un pequeño
espacio tetralobulado del que emanan radios curvos formando ojivas que también
se cubren con motivos del mismo tipo y trifoliados.
El espacio izquierdo
está formado por una gran cruz de brazos iguales de extremos apuntados. En el
centro un motivo tetralobulado, y en cada brazo un doble arquillo con un
trifolio en la parte superior. En las cuatro esquinas, temas ojivales con
relleno de ojivas y lóbulos, todo acompañado, en ambos casos, de decoración de
tipo floral.
Las albanegas se cubren con
alargados arquillos geminados apuntados parecidos a los del otro ventanal, con
la diferencia de que aquí la parte superior está formada por motivos ojivales,
mientras en aquél son tetralóbulos.
Los cuatro arcos de medio punto
que abren en la parte baja se decoran al interior con lóbulos terminados en
modillones.
Las columnillas que hacen las
funciones de parteluz terminan en un pequeño y estilizado capitel doble, del
que arrancan los correspondiente arcos laterales. Entre los arranques de ambos
se forma un pequeño vano apuntado con el arco trilobulado. Alrededor del alfiz
y prolongándose a la pilastra central y a los capiteles corre una pequeña banda
con una línea de flores abiertas.
Dos son los motivos de
lazo que ornamentan estos ventanales, ambos en buen estado, excepto la parte
alta que está prácticamente perdida.
En el de la derecha se
desarrolla un motivo a base de dos octógonos concéntricos de distinto tamaño,
de los cuales el externo prolonga sus lados de manera que, al doblarse perpendicularmente,
se cruzan en el centro del octógono menor originando una estrella de ocho
puntas que se repite fuera del octógono pequeño por los enlaces de los mayores.
El segundo motivo está
formado por alargados hexágonos irregulares, colocados en sentido vertical y
horizontal en líneas alternas que en los lados mayores se parten para doblarse
y enlazar con los vecinos, formando en los centros pequeños cuadrados y
espacios octogonales irregulares en los cuatro extremos.
CELOSIAS DEL CLAUSTRO DE LA CATEDRAL
DE TARAZONA.- Es de
interés, antes de proceder a su descripción, ocuparse de lo
estructural del claustro. Su traza
responde al tipo que resulta de la mezcla de los estilos ojival, mudéjar y renacimiento, que se da igualmente en otros
monumentos de Aragón.
Los tres
estilos, perfectamente unidos,
se separan en
funciones distintas: ojival es el armado de arcos apuntados que descargan
en fuertes pilares adicionados de contrafuertes, y del
mismo estilo la bóveda, nervada al modo
aragonés; mudéjar, la decoración exterior en la parte de labores hechas en las caras
de pilares y contrafuertes con rombos, esquinillas, vuelos
de modillones y otros motivos
corrientes, más el sinnúmero de celosías de
yeso tallado que, a pesar de su traza aparentemente ojival, resulta mudéjar
en la ejecución; y renacimiento, la parte
de arquería de
medio punto y
cuadrados puestos encima de ella
que cierran con
sus vanos los
lados del claustro y sirven de marco
a las celosías.
El armado es todo
de ladrillo; y pudo
ser un
claustro abierto, como
parece indicar la construcción de los muros
con sus grandes arcos
apuntados que van de pilar a
pilar. Luego, estos
grandes hue cos debieron
cerrarse mediante un grupo de
arquitos: uno central, más alto, y cuatro laterales, y sobre éstos, otros tantos espacios cua drados, todos
ellos ocupados por yeserías caladas que,
con un óculo puesto bajo la ojiva de ladrillo, bastarían para que el
claustro estu viese suficientemente iluminado.
No es fácil, dado el estado de las celosías- tabicad<Js en
gran número-, informar cumplidamente de los temas en ellas desarrollados,
pero todavía puede apreciarse en sus
restos algún detalle
morfo lógico. En los huecos
mayores, los de arco de
medio punto, hubo la cerías de arcos mixtilíneos
cruzados formando labores de rombos,
y los fondos de la traza con atauriques al modo de la Aljafería de Za ragoza, semejantes también a las de las ventanas de las iglesias de Ma
luenda, Torralba y Tobed. En los huecos
cuadrados se usaron motivos menos complicados y, a la vez,
con menos carácter
morisco, encontrándose algunos ocupados por red de cuadrados y
dbgonales; otros, consistentes en una circunferencia cortada por cuatro
medias circunfere cias y por cuartos de ésta, y varios más
de marcado ca rácter
ojival. Los óculos se ocuparon con labores complicadísimas de circunferencias en mezcla
con lóbulos de porciones de arco
en dis tintas posiciones.
En la actualidad, el
claustro ha recuperado su aspecto
primitivo. Suprimidas las capillas que
tenía adosadas invadiendo el
patio central y deformándolo, aparecieron distintas celosías que,
completas unas y maltrechas otras,
proporcionaron datos suficients para su fiel
reconstrucción.
Estas celosías del
claustro de la catedral de Tarazana se
repiten en distintos edificios de la ciudad como
medio decorativo local,
prodigado todavía, por
tradición, en los tiempos
actuales.
Así se encuentran en la
Jglesia del convento de la Concepción, como ce losías que dan luz a la dependencia bajo el coro y en la
barandilla de éste, donde el
artista tuvo que
tallar motivos en consonancia con las proporciones del
hueco, empleando temas a base de
circunferencias o porciones de ella dispuestas en forma de hoja y agrupadas alrededor de un punto,
repitiéndose el tema con simetría en los
espacios de una cruz o hasta llenar todo el hueco.
En el Palacio de los
Condes de Aranda, así como en el
convento de Concepcionistas que levantó
uno de los Arandas frente al palacio, los huecos de las galerías renacentistas que coronan
los edificios se adornan con celosías de tipos distintos, unas más moriscas que
otras, pero todas con
resabios mudéjares: estrellas
de seis en
mezcla con lazos curvos,
octógonos concéntricos en posición
encontrada y unidos por rectas,
combinaciones de cuadrados
y circunferencias, redes de
octógonos, lazos curvos, o labores
semejantes a éstas, ya degeneradas.
En la nave derecha de
la iglesia del monasterio del Císter, levantado en los primeros años del siglo
XIII en la margen izquierda del Ebro, frente al pueblo de Escatrón,
mezclados con su
típica arquitectura, hay unos
ventanales de formas distintas: uno de
ellos, el más próximo a la
cabecera, de arco ojiva con tracería del mismo estilo, pero con la
particularidad de tener ocupados los
círculos o rosas con lazos mudéjares, en vez de líneas curvas. La ventana tiene
tres arcos apoyados en dos maineles,
desaparecidos, y en dos
columnas con dos círculos bajos entre los arcos y uno alto
bajo la ojiva. Los dos bajos están ocupados
por dos celosías de apretado dibujo hecho mediante una red de lazos de
cuatro, octogonales¡ el alto lo llena un lazo de seis unido a otro curvo, con el que se anuda, y una estrella de
seis en el centro, las tres, correctamente ejecutadas.
Si
por algo resulta espectacular el claustro es por las celosías de yeso que cierran
todos los vanos y que constituyen una de las aportaciones más originales del
mudéjar aragonés. Tanto por extensión como por la variedad de motivos, ya que
ninguno se repite, este conjunto es único en España. Para Gonzalo Borrás “Tanto
el carácter de movilidad ornamental creada por la luz, cuanto la superposición
de motivos ornamentales, los proyectados sobre los existentes en las solerías,
son elementos definidores de la estética islámica, que hacen de este claustro
de Tarazona no sólo el canto del cisne de los claustros mudéjares aragoneses
sino uno de los logros más refinados del intimismo andalusí, solamente
comparable en el mundo islámico oriental a algunos monumentos funerarios
coetáneos en la India”. Para su mejor contemplación nada mejor que seguir
el consejo que ya en su día daba José María Cuadrado “hay que visitarlo en
día de sol para apreciar los efectos de alfombra móvil luminosa que produce su
proyección sobre la solería”.
La
temática de estas celosías se encuadra dentro del gótico florido aplicada a la
estética mudéjar del ritmo repetitivo hasta el infinito para llenar la
totalidad de las superficies. La descripción detallada de cada uno de estos
motivos resultaría farragosa y extensa por lo que nada mejor que las imágenes
para su exposición. Pinchando en el enlace de la parte inferior se accede a una
serie de páginas donde se pueden ver detallados la totalidad de motivos.
Por
último es necesario hacer mención a las obras de restauración y restitución que
se llevaron a cabo entre los años 1939 y 1941 bajo el impulso del canónigo José
María Sanz Artibucilla, el mecenazgo del empresario Cipriano Gutíerrez y la
dirección de los arquitectos Teodoro Ríos Balaguer y Manuel Lorente Junquera, y
que le confirieron su aspecto actual.
Entre
los siglos XVI y XVII el claustro sufrió profundas transformaciones al
construirse en el patio interior varias capillas que se adosaron a las galerías
septentrional y oriental, para lo que se rompieron los cerramientos originales.
La restauración eliminó todas estas capillas y restituyó las celosías caladas
desaparecidas, utilizando yeso de color más claro para diferenciarlas de las
originales conservadas.
PUERTA
EN EL CONVENTO DEL SEPULCRO. ZARAGOZA. En dependencia contigua
a la iglesia de San Nicolás, con
la que comunica, hay una puerta,
por la
que se pasa
para ir al ándito de
aquélla, de arco
muy rebajado, como
uno canopial, deformado, cuya cabecera recuadra fuerte
moldura que en el centro se cruza
en forma de X y, después de trazar un doble lazo en los ángulos supe riores del recuadro, vuelve
verticalmente al punto de origen mediante un nudo en cada lado; su aspecto es de verdadero alfiz. Los huecos se adornan con temas
florales en líneas de rombos.
Desde el claustro alto
se accede al antiguo dormitorio de la Comunidad, situado alrededor de la
iglesia de San Nicolás y donde se encuentra uno de los elementos más
interesantes del conjunto monacal. Se trata de una puerta mudéjar por la que se
accede a la escalera cegada de una de las dos torres contrafuerte situadas a
los pies de la fábrica mudéjar de la iglesia de San Nicolás, y a través de ella
al andito o tribuna que la recorría al estilo de las iglesias-fortaleza y que
se describirá con más detalle en el apartado correspondiente a esta iglesia.
Se trata de un alargado
y estrecho vano con puerta de madera claveteada de doble hoja que cierra en
arco conopial con la parte superior recuadra por una moldura a modo de alfiz,
todo realizado en piedra. Esta moldura o cinta traza un doble lazo en los
ángulos superiores para continuar en la parte alta hasta el centro donde se
cruza formando una “X” para continuar hacia el lateral donde se une al otro
extremo después de entrecruzarse con la parte superior de un pequeño espacio triangular
que en cada lado forma otra moldura del mismo tipo.
Los dos huecos
laterales que se generan, a modo de albanegas, se rellenan con motivos
florales, distintos en cada una de ellas, inscritos en pequeños espacios
romboidales a base de pequeñas cintas con los vértices en forma circular. La
puerta puede fecharse junto a las obras del claustro en el siglo XIV o
principios del XV.
PUERTAS
EN EL CONVENTO DE SANTA CATALINA. ZARAGOZA.- Espés, en su
manuscrito, dice que en tiempos del rey
Don Jaime y del obispo Sancho Ahones (año 1237) una dueña principal y de gran linaje llamada doña
Ermesenda de las
Celias fundó junto al monasterio
de Santa Engracia, que aun era entonces de reli giosos de San Benito, y en el lugar en
que ahora está el de Santa Cata· lina, un monasterio de monjas de la Orden de
San Damián, intitulado, como hoy, de Santa Catalina, que después se llamaron
Menoretas.
El monasterio tuvo
entre sus dependencias Sala
Capitular, junto al claustro, obra mudéjar interesante, de decoración
más rica que su similar del convento
del Sepulcro, todavía en pie. La sala se reformó en cierta época, y
recientemente desapareció. De los restos arquitectónicos de la misma se
recogieron e instalaron en el jardín de
la casa dos puertas: la de entrada a la sala y otra de comunicación entre ella y las estancias vecinas. La primera es de arco ojiva, con cruce de la archivolta
en la parte alta, para dar lugar a un
hexágono alargado sobre la clave, con prolongación horizontal
de dos de sus lados para formar un alfiz
que, después de encuadrar el arco, se suma
a éste mediante nudo. Las enjutas
quedan separadas por el hexágono, estando la izquierda vestida
con atauriques de palmas, y
la derecha, cortada
en cuadrados, en posición diagonal, rellenos
de hojas y piñas.
La otra puerta, de menor vano, está formada por arco mixtilíneo, con
entrantes y escotaduras un tanto extrañas, si
bien graciosas. La parte alta del arco
se cruza y expansiona en sentido
horizontal para formar el alfiz, haciendo en los ángulos un nudo
igual al que ostenta la puerta
citada del convento del Sepulcro. Los
fondos, de atauriques y un escudo
en cada lado.
PUERTA DE
LA MEZQUITA DE LA ALJAFERIA.
ZARAGOZA.- EI oratorio del palacio
de Moctadir Benihud debió
comunicar con las salas contiguas interiores sin
hacerló con el
exterior, como actualmente,
cuya puerta de entrada aboca en la estancia violentando la simetría.
A pesar de su
decoración, similar a la de los muros de
la pieza, no debe calificarse de
obra musulmana, porque
la discordancia entre su vano y
los demás huecos está visible, delatándola como una de las varias reformas hechas en el palacio siglos después.
La puerta que
hoy sirve de ingreso en el oratorio es obra mudéjar, ejecutada, probablemente, en las
postrimerías del siglo XV, cuando los Reyes Católicos dispusieron ampliar el palacio sin destruir los restos del anterior, aprovechándolos más bien. Es de
arco de herradura y decoración de atauriques,
formando un paño sobre el arco.
BOCA
DE CAPILLA EN LA IGLESIA PARROQUIAL
DE ALAGON.- Las reformas que
en esta iglesia,
como en otras
muchas, dieron al traste con la decoración mudéjar que en
ellas hubiera, respetaron aquí la del
arco de entrada a una de sus capillas, de arco de medio
punto, con motivos ojivales y fondos de lazos.
Del bocel del arco
interno penden graciosas molduras
en línea ondulada, ocupados los
espacios por lóbulos, y entre aquél
y otro externo se desarrolla una faja de follaje en un conjunto muy
bello. La portada va encuadrada en alfiz, y en las
enjutas, separadas por un círculo
de pequeños lazos de seis,
aparece rica lacería de hexágo nos y estrellas de seis, de dobles líneas, separadas convenientemente para destacar los lazos. Estrellas
y hexágonos contienen flores estilizadas
compuestas a medida de la forma
o figura que
ocupan.
El yeso utilizado
por mudéjares y moriscos como
decoración tallada en puertas,
ventanas, bóvedas, etc., en composiciones a base de lazos, continúa
sirviendo a los artistas
cristianos de los siglos
siguientes para vestir las
nuevas formas arquitectónicas, sobre todo las barrocas, en las cuales se
ven aplicadas las combinaciones más fantásticas hechas con el lazo
típico como trazado y
distintos adita mentos no muy en
armonía con ellos.
Labores y lazos
de cuatro, seis, ocho y
hasta mayor número
de lados, pocas veces puros
y degenerados las más, cubren
arcos y bóvedas de
gran cantidad de iglesias
aragonesas de los
siglos XVII y XVIII. Pero el carácter
morisco de las
decoraciones primitivas, tan
bello por sencillo, pierde en éstas
todo su valor ante
el fárrago de motivos complementarios aplicados sin otro objeto que enriquecer el conjunto. Los fondos de
lacerías se tallan
en bisel a
imitación de punta de diamante, y los mismos lazos sufren transformaciones que los deforman¡ todo en busca
de una riqueza
decorativa que no se logra
sin detrimento del estilo.
La fantasía de los
artistas de esta
época los lleva
a convertir el lazo en una
enrevesada trama, verdadera maraña
de líneas y
planos que aumenta al sustituir
las líneas rectas por
curvas, con enlaces
un tanto convencionales¡ modalidad que
se emplea en el decorado de cúpulas de capillas, con adición
de temas florales, cabecitas y
figu ras de ángel puestos en los
espacios libres.
El número de ejemplares
de este tipo
de decoración es tal, que describirlos todos ocuparía muchas páginas.
Baste citar algunos, los más destacados: Cúpulas de
lazos curvos tienen
una capilla de la Colegiata de Santa María,
de Calatayud, otra
de San Ildefonso, de Zaragoza; las de San Valero
y Santo Dominguito de
Val, en la Seo de la
misma ciudad, dos en
Santa María, de Maluenda, otra en la parroquia de
Longares y la iglesia de
San Benito, de Calatayud. Bóvedas y arcos
con lazos curvos unas
y rectos otras, degenerados y con las
adiciones señaladas, están en
las iglesias de
Alhama de Aragón, Illueca, Santa
María, de Calatayud; San Miguel, San
Ildefonso y Fecetas de
Zaragoza, y las iglesias de
Paniza y Brea, más muchas otras.
Próximo Capítulo: Capítulo 9 - Arte Mudejar en Aragón
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