miércoles, 20 de mayo de 2020

Capítulo 10 - Arte Mudejar en Aragón


La obra mudéjar de madera. Techumbres de estructura  angular. Planas con vigas vistas y decoración pintada.  De vigas ocultas y decoración en relieve.  Techumbres de pares y nudillo.  Cupulares. Artesonados. Aleros. Puertas y ventanas. Muebles

La obra   de  madera ejecutada  durante el período mudéjar, o con posterioridad por  arraigo del  estilo, tuvo entre nosotros, como la  de  albañilería, copiosa representación,  de  la que  sólo  se conserva pequeña parte. Los  ejemplares  más  bellos   y  artísticos, fuera de  la carpintería corriente y  muebles, están   entre las  techumbres de  los palacios señoriales  y  las  de  ciertas iglesias  y  ermitas, que,  por  aisladas   o  faltas   de  dotación, se  han   mantenido libres de  reformas, llegando intactas hasta  los  tiempos presentes.  Techos de estructura variada, ornamentos  con   pinturas, tallas  y  dorados, según   el  gusto del  momento en que  se hicieron muchos, sin el sabor propio de  las techumbres mudéjares puras, con  sus  característicos armados y lacerías inconfundibles.
Gran  parte de estos techos nuestros están   inspirados en  los  más elementalísimos principios del  estilo, utilizado tan  sólo   en  lo  decorativo; y  es  que   el  arte   mudéjar  aragonés, íntimamente  ligado   al ojival,  respeta tradiciones y le presta únicamente el  ropaje   con   que se viste.
Las diversas estructuras, la  decoración en relieve   o  pintada  con sus abundantes y variados temas, embarazan el camino a seguir  para estudiarlas metódicamente, porque, ignorado el momento en que comienza a utilizarse la pintura -seguramente primera  manifestación del arte  mudéjar en  la  decoración- se  encuentran techumbres de formas  simples  y primitivas en las  que  se  observan atisbos  de  pintura  del estilo,  mientras  que  en otras,  tan arcaicas  como  aquéllas,  es mudéjar  la forma  y ojival la decoración. De  ello  son  ejemplos  la techumbre de Barluenga, que  por  cubrir una diminuta  ermita  románica de tipo  avanzado, por  añadidura con  pinturas murales  del  período, se le asigna carácter de época, siendo así que la pintura  que la exorna tiene  mucho de morisca;  y la  techumbre de  la  catedral de  Teruel, de estructura  francamente mudéjar, que  ostenta en la parte   pintada motivos  y escenas  del más puro  goticismo.
Con  la decoración en relieve  ocurre lo propio.  Techos hay, como el de una de las salas pequeñas de las habitaciones reales del Castillo de la Aljafería, en los que el tema  decorativo es un lazo más o menos complicado,  en  mezcla  con   molduras  y  tallas  de  traza   ojival,  y aunque clasificadas  como gótico-mudéjares, más tienen  de lo último que  de lo primero.
Respecto  a las formas,  deben  incluirse  entre  las techumbres  mudéjares  algunas  que  no  tienen  estructura ni  decoración  puras  del estilo;  pero  la disposición de  sus  vigas, semejante a  otras   con  pin­ turas  francamente mudéjares, motiva  compararlas con  éstas,  y  aun equiparadas.  Nos  referimos a las techumbres planas  de vigas vistas, muy  abundantes en Aragón,  donde tomaron carta  de  naturaleza  seguramente por  lo  sencillo  de  su  torma   y  Ia  facilidad   de  poderse decorar con riqueza  mediante molduras y adornos pintados. Algunas aparecen   al  natural, desnudas de  tallas  y  pintura, como   acontece con la del salón de actos  del Palacio  Episcopal   de  Tarazana, que, a tener  en sus jácenas lazos  y en los fondos de los  casetones  motivos geométricos  pintados, calificaríamos   sin  vacilar  de  obra   mudéjar, pues  el armado o  disposición de la madera  es, al fin y al cabo, idéntico  al  de  los  techos sobre  las puertas de entrada de las iglesias de los alrededores de Calatayud, reputadas del estilo.
Con  aleros  y cúpulas de escaleras  de palacios  oficiales y particulares  construídos por  cristianos y  sometidos  sucede   otro   tanto.   En ellos se utilizaron elementos decorativos  del  estilo  que,  absorbidos por  otros ajenos,  restáronles tipismo;  pero  obra  son  de los tiempos del mudejarismo, y, aunque faltos  en parte  de lo que  debiera   caracterizarles, hay que  estudiarlos decididamente entre  ellos.
En  cambio, la  carpintería  de  puertas y  ventanas   conocida  no deja lugar  a dudas. Toda tiene  por  decoración temas  de  lazos  o  la bores, a veces  puros y  mixtificados otras,  pero   siempre con  el  carácter propio del estilo, que  no  llega  a perderse, a pesar  de las degeneraciones, quizá por  condición de la obra  misma.
Tales  particularidades de la obra mudéjar aragonesa en esta  rama del  estilo confirman, una  vez  más,  la opinión  que  teníamos formada acerca de  su  valor, considerándolo arte  con  elementos similares   del estilo verdadero, pero  tan  regional que  se  nutre de los  locales  y lle· gan a practicarlo todos los  artistas sin  distinción de  clases  ni religiones, infiltrándose de tal  manera  que  es admitido en  mezcla  con  otros estilos, e  interpretado  libremente.

Techumbres
Resulta  difícil  clasificarlas por  estructuras si éstas  se suponen  derivadas de  un  tipo  que  evoluciona lentamente a nuevas formas, porque  se da  el caso  de  aparecer como  contemporáneas  tres   obras  de tipo  estructural distinto, sin nexo  decorativo: la que  hubo en la Sala Capitular del Monasterio de Sigena, quemada en 1936,de ocho  grandes  bacías o artesones; la de la parroquieta o capilla  de San   Miguel, en la Seo  de Zaragoza, cupular, y la de la catedral de Teruel, de pares y nudillo, las tres  construídas en la segunda mitad del  siglo   XIV.  El caso   se repite en  algunas del siglo XV, tales  como la de la Sala Prioral de Sigena,  en forma de  cañón seguido, apuntado, con  tirantes; la del coro de  Santa  María  de  Maluenda, plana  de  vigas  vistas;   las   de  las cámaras que  hubo en el Palacio  de  la  Diputación del  Reino,   en  Zaragoza, constituídas  por  pequeños artesones, y algunas  de  las  salas del Palacio  de  la Aljafería, planas  con  vigas  ocultas  y  decoración  en relieve;  tipos opuestos entre sí y distintos a los  otros.
La enorme variedad de  formas dentro de  períodos  relativamente cortos confirma que  hubo amplio criterio para  aceptar gustos y tendencias, así como libertad en los  constructores para   interpretarlos  a su  antojo. De  aquí  los  distintos  tipos  señalados, imposibles de  encajar  dentro de  patrones fijos a no  haber cierta elasticidad.
Desde luego, es de  señalar la ausencia  de  techumbres con   armadura clásica   mudéjar  decoradas  exclusivamente con  lacerías,  pues salvo  la de la capilla  de San  Miguel,  de Zaragoza, las que,  por  su  forma similar, caen  dentro del  tipo   se   apartan bastante  de  él en lo decorativo.
Las de formas  sencillas, sin carácter del estilo,  representado  unicamente  por las pinturas  que tienen, son las que predominan, y constituyen  el grupo  seguramente más aragonés,  del que  derivan  muchas modalidades asimismo  típicas.  De ellas hay que  ocuparse en  primer lugar por las razones  apuntadas, figurando  a la  cabeza  las  planas  de vigas vistas y decoración pintada, en un grupo  de iglesias y palacios de la comarca  de Calatayud.
La techumbre, de  estructura angular,  es  la forma  más simple  de todas: cubierta y techumbre a la vez. Su disposición  sugiere  la idea de decorar por  lo menos  la viga principal  o jácena donde se  apoyan las secundarias; y,  una  vez  visto  cómo   por  tan  sencillo   medio  se enriquece el conjunto, debió  completarse la decoración extendiéndo­ la a los demás elementos. Aceptada, debió  aplicarse el procedimiento en las techumbres planas de  las  habitaciones  mucho  antes  que  los demás  sistemas  de decoración. Tipo  de esta elementalísima forma de cubierta decorada es la de la nave  derecha   y  primitiva  de  la  iglesia de   la   Magdalena,  de  Tarazona,  donde   sobre   la  clave  de  unos   arcos apuntados que  ocultan  bóveda   moderna   corre   una  jácena  que  recibe la madera  apoyándose  en  ella  y  en  los muros. Las vigas principales ostentan como  decoración  pintada   blasones   y labores, predominando los primeros, distintos en  cada  sector   de  la  nave  y  en correspondencia con  las  diferentes  capillas  que  cubrían, de  cuyos Patronos son los escudos.
También  a dos vertientes, como  la citada,  es la de la ermita  de San Miguel, de Barluenga,  dentro del cementerio del pueblo.  Las jácenas se apoyan  sobre  cuatro arcos apuntados, y paralelas a ella, las  vigas secundarias, de sección  cuadrada. La  maestra   aparece   decorada  con hojas de acanto  estilizadas, cuadrados y rombos;  en las demás vigas, ajedrezados, fajas en zig-zag, etc.; elementos  que, si bien figuran en la decoración románica,  los vemos igualmente  en la mudéjar.
En las iglesias de Torralba de Ribota, Tobed, Santa María de Maluenda   y ermitas  de  Castro y  Cabañas existen  lindas  techumbres sobre  las puertas de  entrada, sirviendo de  sostén   a los  coros.  Son techumbres planas de vigas vistas  que  se  apoyan   en  el  muro  y  en arcos,  sobre  los  cuales  vuelan  en  disposiciones semejantes. La  de Maluenda  podía  servir  de tipo  en  lo  constructivo,  remedado en  las demás. Vigas de gran sección  reforzadas por zapatas  en los apoyos, dividen el techo  en grandes  compartimientos. A lo largo de las maes tras, y en sentido perpendicular a ellas, vuelan pequeñas  piezas a modo de zapatas para  recibir  las  vigas  secundarias, cuyos   vuelos,  salien­ do también  de los muros, forman  una faja alrededor de cada división. Sobre  la faja, y coincidiendo con los apoyos, se tiende  la viguería, de sección  cuadrada y delgada,  que  forma  el fondo de  cada  compartimiento, en el que aparecen  plafones largos  y lobulados en los extre­ mos, en dos líneas. El aspecto de conjunto es el de un techo  de grandes artesones poco   profundos,  enriquecidos  por   profusa  decoración pintada, cubriendo  vigas  y plafones. La decoración de las vigas está  hecha  a base de motivos  florales  enlazando blasones,  la  de  los fondos de las fajas de cada  división  la constituyen círculos divididos en seis partes  mediante dos colores, y en los plafones, diversos  tipos de vegetación estilizada, correctamente dibujados. La obra  es de gran belleza.
El techo  que recibe  el coro  en la  iglesia de Jobed  es menos rico: faltan las jácenas dividiéndolo en compartimientos. La parte  comprendida entre  el muro  en que  está  amarrada y el arco en que se apoya  y vuela, tiene, como  en aquélla, la faja de canecillos  o pequeñas zapatas que ayuda  a soportar las viguetas,  con las que forma dos planos  a distinta altura  en un solo  artesón. Las zapatas, prolongadas fuera  del arco,  permiten  que  la  techumbre vuele  bastante y  avance  sobre la nave. Tanto las vigas como  las zapatas tienen las terminaciones o cabezas  talladas  en disposición muy  típica,  que  se repite  en  todos  los techos  de esta  forma. Los espacios  de la viguería  están  divididos  en plafones   de  dos  paralelogramos centrales y  dos  cuadrados, en  sus extremos, mediante moldura  sencilla. La pintura, de tonos  distintos, reproduce motivos muy sencillos, que  consisten  en  circunferencias sueltas  o apareadas conteniendo estrellas  de   seis puntas  o flores estilizadas.
En la de Jorralba  de Ribota,  de igual tipo  que las dos anteriores, es interesante el gran vuelo  que  en  tres  planos  avanza   resueltamente sobre  la nave de la  iglesia. El techo  se apoya  por la parte libre en dos arcos  laterales apuntados y uno central  rebajado. El primer  grupo de vigas, espaciadas y poco  salientes, se cubre con una faja plana¡ el segundo, con igual vuelo  que las otras, las viguetas  son  de sección menor, colocadas  más unidas,  correspondiendo tres  en  el  espacio  que dejan las inferiores, las del tercer  grupo sobresalen de las del segundo bastante más, y están repartidas en igual proporción. Todas tienen la cabeza  tallada en forma tal, que simula la proa de un barco asomando entre  curvas  muy  graciosas   que  la  enfundan. La  pintura cubre las vigas por  todas  sus caras  y los espacios  o huecos que  dejan; en el vuelo  bajo corre, por  la frentecilla, una inscripción  de caracteres góticos,  y en el techo  se ven  lazos  de  cuatro con  dos  ruedas  o especie de estrellas  cada  uno; los frentes y cubiertas de los otros planos los llenan  motivos  sencillos  de gran  variedad;  las  caras de  todas   las vigas aparecen cuajadas de temas  vegetales  estilizados.
Las tres  obras  descritas, de igual tipo  estructural, se asemejan  en lo decorativo, como  obra  de la  misma  escuela  o de iguales tiempos.
Fuera de este foco, al Norte  de la provincia de Huesca, se encuentra la iglesia parroquial del antiguo  pueblo  de Castro, desaparecido, convertida en ermita  de Puebla  de Castro.  El templo,  románico   avanzado, es de una nave amplia que a los  pies  tiene  un  corete sobre   techumbre de  madera en idéntica  disposición que los descritos, si bien no tan rico como éstos. Un gran arco rebajado que carga en los muros laterales  sirve de sostén  a vigas de gran sección,  que,  empotradas en el muro  del hastial, vuelan sobre  el arco  más de un metro, los extremos libres  terminan  en un corte  igual al que  tienen  las  de  los  coros de  Torralba, Maluenda  y  Tobed, sólo   que   aquí  están   decoradas imitando cabezas  de monstruos de distintos  aspectos. Como  la  techumbre tiene  madera  de  gran  escuadría, ha  bastado cubrirla   con tablas  para formar  el suelo  del coro  y marcar  por  la cara inferior  divisiones  mediante  tiras  delgadas  de madera   para  simular  un  artesonado.  Encuadrando el techo  hay una  viga empotrada en  los  muros, como  a modo   de  solera   que  recibiera  la  viguería. En  los espacios que  deja ésta, y llenando todo su espesor, hay colocadas tablas  en plano  inclinado,  decoradas con  blasones   y  escenas  humanas, alternados; las maestras  lo están  con ricos  motivos   vegetales  en las caras inferiores y de variadísima  fauna en  las laterales¡  toda  la  pintura  es brillantísima, y muy curiosa  por  la profusión de  temas. La barandilla del coro,  bambién de madera,  en  forma  de  celosías  de  labores  a base de octógonos y otros tipos.
En la hoy ermita de Cabañas,  próxima  al pueblo de La  Almunia de Doña Codina, se alzó una techumbre a los pies de la nave adosada a la derecha de  la  primitiva, que  todavía   conserva   ábside  románico, para recibir el pequeño coro  y cobijar  la pila bautismal. El armado  no puede  ser más sencillo: una viga cuadrada  apoyada  en  el  muro  y en un  pilar  levantado para  ello,  y sobre la viga, otras de  menor  sección colocadas perpendicularmente a la mayor, sobresaliendo algo; las  viguetas tienen  la terminación tallada en  la misma  forma que  todas las del grupo. La viguería, como en Castro, se  cruza  con   otra   para   si­ mular  entre las dos  el artesonado. La policromía, pobre  en las vigas secundarias, se prodiga en la principal y en el vuelo   de  las  otras. La jácena  presenta en la cara  inferior  una  serie   de  circunferencias que contactan mediante nudo, y  dentro de  ellas  distintos  blasones; en los espacios libres,  motivos en forma  de triángulo con  barras y estrellas. La cara  anterior, ocupada por  una faja de guerreros o caballeros, montados en  corceles galopantes,  armados  de  lanza. Los  espacios que  forman las vigas secundarias sobre la mayor están   cerrados mediante tablas en  posición  un  tanto inclinada, y el vuelo, cubierto por otra corrida que  protege las cabezas de las  vigas  y sirve  de  apoyo a la barandilla. Unas   y  otras están   decoradas con   diversos  motivos: las tablas de la frentecilla, con  blasones bajo  arco  mixtilíneo, y las de cubierta, con   circunferencias  que   encierran estrellas lobuladas de ocho, parecidas a las de  Maluenda, más   una  fajita   de  blasones en el borde. La barandilla tiene  dos  celosías: una de  estrellas de  ocho, y la otra  con  labor semejante, pero  invertida.
Semejante a éstas, en lo estructural, es la de  una  de las plantas de la torre del  homenaje en  el  castillo  de  Alcaíliz, con   temas  sencillos  y blasones.
Derivación  de  las  techumbres  descritas  deben  considerarse  las del Salón del1rono en el  palacio  del Conde  de  Aranda,  en Epila, la del  salón principal del  palacio  del Obispo, en Tarazona, y la de  uno   de los  salones  del  palacio  de  los  Lunas, en Illueca. Las tres  copian en  lo  estructural la de  Maluenda, con  pequeñas  modificaciones que  tienden a  enriquecerla en   una   y  simplificarla  en  otras, pero   sin alterar en nada  el tipo.
La más suntuosa, dentro de la sencillez, es la del  palacio  de Aranda.
Cuatro jácenas  de gran  longitud y sección, reforzadas  en  los extremos  por  sendas zapatas talladas que   apoyan en  los  muros mayores de la estancia, dividen el techo en cinco zonas  o grandes compartimientos. Cada uno  de éstos es dividido en   otros mediante vigas  de menor grosor que   las  principales, dispuestos perpendicularmente  a éstas, con  alguna  separación. Las segundas vigas, que,  como es natural, marchan a lo largo  del salón, se apoyan  y montan sobre zapatas que  cargan  en las jácenas  y asoman   por  los  lados  simétricamente a otras  que hay en los muros, por cuya  disposición  se logran  dos  planos a distintas profundidades, y con ello mayores  contrastes de luz. Sobre  las segundas  vigas cruzan  otras, ya  de  menores  gruesos,  for­ mando  la viguería,  cuyos  fondos se parten  en  paralelogramos y cuadrados mediante   listeles.  Jácenas,   vigas,  zapatas, bandas   y  fondos, en una palabra,  todas  las superficies   visibles  de la  techumbre,  están decoradas a  pincel  con  bellísimos  motivos   hábilmente combinados en sus formas  y coloraciones.  Las  vigas  principales   llevan  orlas  de lazos  degenerados y estilizaciones de hojas  vegetales,  éstos   últimos repartidos en infinitas   variedades por  plafones  y vigas  secundarias.
Comparada la techumbre de Epila con la de Maluenda, se verá que no son tantas las diferencias que pudieran separarlas. En la de Maluenda, la proximidad de las  vigas  maestras  permite  cargar   las  otras, de poca   tirada, con sobrado apoyo, mientras  que en la de Epila la gran separación de las  principales  obliga a situar   otras, equivalentes a  las maestras  empleadas en aquélla,  donde cargan  las secundarias.
El techo del Palacio   Episcopal  de Tarazona representa la  simplificación de la armadura de  una  techumbre  plana  de  vigas  vistas, tan  típicamente  aragonesas.  Las  vigas  principales   se  apoyan   en  los  muros mayores  de la sala en distancias cortas; por  su gran sección  y proximidad  pueden  emplearse  vigas secundarias de poca escuadría; se han suprimido las bandas  recuadrando los  compartimientos, y los plafones del fondo se  marcan   mediante   listeles  perpendiculares a las viguetas, formando cuadrados y paralelogramos; sencillas molduras visten,  por los costados, las vigas maestras  y recuadran las caras infe­riores. La falta  de pintura   le  resta  carácter, pero  no por  eso ha de negársele  parentesco con las del grupo.
Otra  techumbre plana  con   vigas  vistas, de gran parecido con la de  Tarazana, se   conserva   en  el  salón  principal   del  Palacio   de  los [unas, m ]llueca. Las jácenas, directamente apoyadas en los muros  mayores,  tienen  las caras  inferiores  adornadas  con  recuadros de  moldura  que  se  interrumpen   por  espacios   lisos  donde  van  pintados escudos de la Casa; las vigas, tiradas  directamente sobre las maestras, dividen   los  espacios   que  dejan en cuadrados y paralelogramos que alternan  entre  ellos y los de los lados.  Como  se ve, aquí  han desaparecido  también  las bandas  que daban  profundidad a la techumbre y los plafones rehundidos que ayudaban al mismo efecto, consiguiéndose la belleza  con la decoración pintada  nada  más. Los temas de ésta son semejantes  a los de las otras:  hojas de acanto  estilizadas  en los para­lelogramos  y labor  sencilla en los  ángulos  de los cuadrados, con  un botón lobulado en los centros; las  caras  inferiores  de  las  vigas  pequeñas  tienen  todas el mismo  motivo: líneas de círculos  enlazados en ocho.  A pesar  del mal estado  de  conservación, todavía   muestra   la severidad y riqueza  de sus bellos  colores.
Descritas las principales  techumbres planas con vigas vistas en sus dos  variedades, angular  y  plana  -ésta apoyada en  muros   o  sobre arcos-, corresponde tratar de los techos planos con vigas  ocultas   y decoración en relieve, forma  menos  rica que  las otras, pero  de  gran  tipismo en Aragón.
Dentro del grupo encajan los techos   de  las  habitaciones    reales   del Castillo de la Aljafería  de Zaragoza, sala de Santa Isabel, despacho, etc.  La estancia  donde se  dice  nació  la  Santa  tiene  techo   plano  de  tablas ocultando las  vigas,  y  por  decoración labores  geométricas hechas con  molduras anchas  en polígonos estrellados de  ocho  y  cuadrados, por   cuya   combinación  fórmanse espacios mayores  encerrados por estrellas  de ocho,  irregulares, que  contienen emblemas   de  los Reyes Católicos:  yugos,   haces  de  flechas  y  la  leyenda   «Tanto  monta». En los centros de las estrellas  regulares  van arandelas caladas,  de  las que  penden  piñas. En  la parte  alta del muro,  una cornisa   de  madera corta  la composición del techo,  y  en ella, una cinta  central,  pintada de azul,  deja  ver  la  siguiente   inscripción, hecha   en  letras   de oro:
FERDINANOUS HISPANIARUM, SICILIAE, SARDINAE, CORSICAE, BALEARUMQUE, REX, PRINCIPUM OPTIMUS I PRUDENS I STRENUS I PlUS, CONSTANS I JUSTUS, FELIX:  EUSA­ BETH I    REGINA   RELIGIONI   ET   ANIMI   MAGNITUDINI   SUPRA    MULIERUM  INSIGNI, CONJUGES AUXILIANTE CHRISTO  VICTORIOSISSIMI1 POST LIBERATAM  A MAURIS BAETICAM1   PULSO    VETERI    FERO    QUE    HOSTE    OPUS    CONSTRUEDUM   CURARUNT ANNO  SALUTIS   MCCCCXCII.

La otra  sala con  techumbre mudéjar   está  separada  de  ésta   por otra  con techumbre de estructura semejante y decoración completamente ojival. La que  nos ocupa   tiene,   como  la  primera,  decoración a base de polígonos estrellados de  ocho,  formados  por   ancha  moldura  que en la parte  media lleva tallada una cardina  muy bien movida cruzándose como  en las  lacerías.   Las  estrellas   están   dispuestas  en cailes paralelas  y prolongados todos sus lados,  con lo que dan  lugar a figuras complementarias propias  de la labor. Dentro de las estrellas se ven los mismos emblemas  citados anteriormente, y en la central, el escudo  de España  coronado con  un casco  que   tiene   por  cimera  el dragón  dorado. En los espacios  libres,  grandes  clavos  de talla primo­ rosa con calados.  Por las paredes  corre   igualmente   una  cornisa   con la misma leyenda  que en la de la sala primera.
A la derecha  del salón  principal  del  palacio de la Maestranza   de  Zaragoza, edificio  del siglo XVI, construído por los Don Lope para  vivienda  suya,   una  salita  pequeña   tiene   techo   plano   de  vigas   ocultas, decorado con un tema  central  a base  de un octógono del que cuelga mocárabe, y  cercando el  octógono  bella lacería repitiendo la  figura inicial, con las consiguientes figuras de piñones y estrellas complementarias,  y  como cierre  otro   octógono en  posición  encontrada con el central,   que traza  gruesa  moldura. El resto   del techo,   con   plafones y  calles  trazadas según  permite  el motivo  principal.
Todavía hay nuevos  tipos  decorativos en techos  planos  de  vigas ocultas, sin lazos  ni motivos  góticos  en talla, hecha la ornamentación simplemente con  molduras ricas aplicadas   de  distintos  modos.   Un ejemplar  de esta  clase  se  conserva   en  una  de  las  habitaciones  del palacio de los Manjueses   de  San Martín, después   de  los Ariño, con   un tema central  formado por  artesón  octogonal encerrado  en un  cuadrado   al que cercan  fajas  de  cuadros  más  pequeños.  Es  obra   de época  muy avanzada.
Hasta  aquí los techos  de madera  que podían  llamarse  aragoneses por estructura  y  decoración, completamente distintos  en  forma   a los característicos mudéjares   de   pares   y  nudillo y  derivados,  a  los cuales,  no obstante, unen los procedimientos de ornamentados.

TECHUMBRE  DE LA CATEDRAL  DE TERUEL.- Única en  la región aragonesa del sistema de pares y nudillo; tan abundantes en la andaluza.
Fué el primitivo  techo  de la catedral, oculto muchos  tiempos por bóveda  construída bajo él, a cuya circunstancia se debía la posibilidad de contemplarlo y estudiarlo de cerca con relativa comodidad. Por su estructura forma  un trapecio que limitan  los tirantes en la base,  por los costados los faldones y por  arriba  el  paño   horizontal  o  harneruelo,  en una extensión de treinta y dos  metros.
Los paños  están armados mediante madera  ancha   colocada  per­pendicularmente al eje, ligada con  travesaños de  la  misma  anchura para formar  pequeños artesones de poca profundidad, unos alargados y otros en estrella  de ocho,  en líneas alternas,  donde va desarrollada fantástica decoración pintada. En las caras  de las  vigas,  vistiéndolas por  completo, lazos  de cuatro, pintados, y  rosas   o  estrellas   en  los cruces.  Los grandes  tirantes de contrarresto se  refuerzan con   zapa­ tas  talladas,  unos  y otras  decorados espléndidamente.
Ofrece  el singular  contraste de su pintura  de carácter  ojival  con el de la armadura, a  todas   luces  mudéjar, y  de  ahí  el  considerarlo ejemplar  de gran interés, merecedor de descripción detallada.
A  esos efectos debe  dividírsele en tantos sectores como  señalan los  tirantes, no  sólo  para  una  exposición metódica,  sino   también porque, seguramente, el artista hizo lo propio al desarrollar en cada uno  asuntos distintos.
Como  autor de la decoración señálase  a Domingo Peñaflor,  pintor  zaragozano que  figura  en  documentos del primer  tercio  del siglo  XIV,  contemporáneo de  los  Torrent, Fort,   Bescansa  y   otros grandes   decoradores, quien   pudo   ver   trabajos de  Ferrer   Bassa  y Jaime Serra  en sus  retablos de la Aljafería y convento del  Sepulcro. Pero  es muy  posible   que  Peñaflor  hiciera   tan  sólo  la parte  de  figu­ ras, corriendo la  decoración  de  lazos,  temas  florales y  heráldicos a cargo  de artistas de menos  fuste.
Pocos  críticos  habrán  estudiado con el detenimiento con  que  lo hizo Pano las pinturas de la techumbre de la  catedral  de  Teruel,  y como  nadie  hasta  la  fecha  ha  rectificado la verosímil  interpretación dada  por él de lo representado en las figuras, es preferible, al describirlas, atenernos a su juicio:
«Los  dos órdenes de  artesones  de  cada parte  de la  bóveda   presentan  en sus policromados fondos una variedad  infinita   de sujetos: reyes y reinas,  príncipes y princesas, santos y obispos y frailes y  músicos  y guerreros, escenas campestres, cazas y luchas, elementos heráldicos  y los consabidos  leones  y tigres  y endriagos y bichas  de  todo género,  sin que  falten  los vegetales  y todos los caprichos imaginables, y todo esto con  pasmosa  riqueza  de colorido, que debió hacer  de esta bóveda motivo  constante  de admiración   de  propios y de extraños.  Algo así como uno  de esos  poemas sinfónicos  alemanes  donde al rumor  placentero de la  floresta, al trinar  delicioso de las aves,  se juntan  el clarín  de  la batalla,   el  relinchar   del caballo de guerra  y el fragor  de la  tempestad,  y donde  entre la  hojarasca  y los pedernales parect que asoman  los vivaces  colores  del lagarto,  las angulares tes­ tas de la salamandra,  y más allá, por entre los árboles  de la  selva,  las rojizas y poco tranquilizadoras  miradas de los leones y de las panteras.
No sé  si aun con esto es posible formar  idea  aproximada   de  la estupenda ornamentación  de la techumbre de Teruel.»
"Dividida en nueve secciones correspondientes a los nueve  compartimientos  en que los grandes tirantes  de contrarresto la dividen,  procederemos al estudio detallado de la acción  que en cada  uno de ellos se desenvuelve.
Acción  puramente histórica, como  veremos,  y que  al  parecer abraza  un período de tiempo de siglo  y medio, desde la  fundación  del templo de Santa  María hasta  el casamiento   del  infante Don Alfonso con  la hermana   de Don Juan II de Castilla.
Puesto el observador  de frente al altar mayor,  tiene a  su izquierda   en  dos órdenes, superior e inferior,  y en otros tantos  a la derecha, los treinta  y ocho artesonados que  podemos considerar  incluidos  en la  sección primera.
Llaman  desde luego la atención en ella dos  fondos heráldicos que  ocupan a la derecha el número  seis, lo mismo en la  serie superior  de artesones  que en la inferior. Son las armas  del abad  o del   obispo  que tal  vez presidió  la  construcción   del templo.
Tres escudos aparecen  en cada fondo, alternando  los que ostentan un báculo sobre campo,  hoy de color indefinido,  con otros  escudos divididos   en cuatro cuarteles que no contienen  pieza ni divisa alguna.
La fauna  gótica  se desarrolla  en todo su esplendor  por  los  restantes  artesones: dragones  y tigres y leones sobre  fondo  rojo, aves  con  cara  de homhe o con cabeza de dragón, águilas y grifos, Las demás  pinturas   parecen ser de mera or­namentación:  cruces griegas inscritas  en círculos,   flores de lis que se  desenvuel­ven en graciosas  ondulaciones,   follajes  orientados  al   parecer hacia  el gusto del próximo  renacimiento de las artes.
El tirante  se adorna  con leoncillos rampantes  inscritos  en elegantes curvaturas. Las grandes  zapatas en que  se   apoya presentan  castillos  y leones. En una de ellas aparece, con buen dibujo y  mejor colorido, un animado  torneo, ocultas las cabezas de los  guerreros  en  fuertes  yelmos  de  notable  realismo:   yelmos procedentes sin duda  de alguna  forja  turolense, según  su factura y según los  herrajes que, para mayor  consistencia,  refuerzan  los costados de las piezas.
En resumen, la ornamentación  de  la  gran techumbre  comienza,  al   parear, por ensalzar  y honrar  la memoria del  prelado que hizo  levantar  el templo, y, tal vez, por recordar  las fiestas y torneos que se celebraron  para inaugurar  debidamente los trabajos.
«Cosa  muy puesta en razón  era que el  artista  director  de la obra de Teruel, después  de  honrar,  en  la  primera   parte de  su trabajo,   la  memoria  del  prelado fundador del  templo,  dedicara   la  segunda  a  la  heroica  población,  dispuesta siempre a la defensa  del territorio  y a la de sus propios fueros  y libertades.
Constituyen   esta  segunda  sección, a  la   parte  derecha, varios  artesones con pinturas  heráldicas    mientras   el  lado izquierdo    presenta interesantes   personajes en los cuales  podemos tal  vez reconocer  las diferentes  clases u oficios  del vecindario turollense.
La parte heráldica es de difícil  interpretación.  Pintados  los escudos con gran sobriedad  de colorido,  basta  el  punto de hallarse todo  representado mediante  dos solos colores,  el negro  y el  rojo, falta uno  de  los  factores   principales  en este género de estudios. Aparte  de esto, la transformación   que el tiempo  y los gases han podido   producir   en la tonalidad   de las tintas  debe ser tenida también en cuenta.
Sin embargo, no  podemos dejar  de reconocer el escudo de los cuatro  bastones o barras,  diferentes veces repetido en representación de  la  noble  región en que  la ciudad  se halla enclavada.  :Ni podemos  dudar del  blasón   turolense, repetido en dos artesones, alternando su toro  sobre  campo  de gules    con el mismo  escudo  de las cuatro barras.
Otros  dos artesones, además,  presentan divisas  armeras, tres cada uno. Ora se distinguen   en ellos las fajas  que bien pudieran atribuirse a Bardají,  o 'Yillara­ gut, ora las bandas de  Liñán o de Urrea,  ora el  palo único  o la  banda   única de gules sobre campo  de oro.
En su  parte izquierda   presenta  la  segunda  sección  del artesonado   gran variedad de figuras  y personajes.   Parece violento   el ver representados en ellos, como be dicho, los diferentes oficios  de la ciudad:  la clase  popular  y la dase directora, como ahora  decimos.
El Judex,supremo  magistrado cuyos deberes y preeminencias  señala el código foral al que  antes  hice referencia, lleva  túnica  roja, y se  abriga    con el  manto o mantel que tiene más dé toga que de capa. Ostenta  la espada  en su mano  dere­ cha  y lleva  alzado   el  puño izquierdo  envuelto en  los  pliegues del  amplio   ropaje.
El clérigo que bendice y lleva  los óleos o tal  vez el  agua bendita   en  el  vaso que sujeta  con su mano izquierda,  cúbrese con verdoso manto orlado de amarillo.
El joven  adolescente, con  su libro o  cuaderno de  escritura;   túnica roja, calzado  abierto que tal vez podemos clasificar  de sandalia  o de  alpargata.
La popularísima  labradora  que en  amplios   cestos  ofrece  y vende  los  delicados  frutos  de las huertas del Quadalaviar,  aparece en la  misma tabla  que  la doméstica  que extrae  el agua  de los  pozos de la ciudad.   Ambas  llevan  tocado  de origen morisco que, a la vez que la  frente envuelve la garganta   y aun la barba.
Sigue la industriosa  encajera, desplegando ante los ojos del   público su artística y deliciosa mercancía,  y hasta  señalando  el  precio con los cuatro dedos de la mano izquierda,  alzados  hasta  la altura de los ojos.
La dama  de dudosa  calidad,  ocultos  los  pies por  el amplio  vestido,  cubierta la  cabeza   por dor<tdo sombrerete,  corto  el cabello,  tal  vez en señal  de mancebía  y abténdose  el  pecho en  poco honesta  actitud.
Personajes  todos dignos  de estudio, notables  por la indumentaria   verdaderamente arcaica  que  presentan, la cual más  bien  para contemporánea  de  Jaime II que  de Fernando de Antequera.
Las demás  secciones  vienen  ahora desarrollando  la acción  histórica  mediante  la sucesión de reinados  y la  presentación de conspicuos   personajes,  según iremos viendo,  siendo de notar  que al  frente   de esta sección,  y en su lado izquierdo, aparecen dos figuras  harto significativas.  Dichas figuras podríamos decir que son cabezas  de línea de la  procesión la rguísima  de  personajes que en las dos series,  superior   e inferior,  se irá sucediendo en toda  la  extensión  de la techumbre.
En la  línea  superior  es un clérigo que recuerda las miniaturas   del códice escurialense de las Cántigas;   presenta, desarrollada,  una gran tira de pergamino.
El de la línea inferior  viste  roja túnica,  y tal vez quiere representar la  figura de algún  e criptor o notario.  Desarrolla  también  su  pergamino  correspondiente.
Los dos tienen, sin duda,  alguna  significación  en las dos  series  de   pinturas que encabezan,  debiéndose notar  que ninguno  de los   pergaminos  contiene  caracteres que den margen a interpretación  especial.  Por  lo cual   no debemos ver en ellos sino la general significación  de hechos pasados que suelen denotar,  en  las artes decorativas,  las hojas  o  rollos  de  pergaminos.   Y mucho  menos confundirlos aquí con esas  prolongadas filacterias  que, en  las pinturas góticas,  presenta  frases o leyendas   puestas  por el artista   en boca  de  sus personajes,   puesto  que  aquí no aparece leyenda  alguna.
El artista  desarrolla  ante el espectador   el libro de la historia  a fin de  procurarle una indicación  segura  para la interpretación   de cuantos   hechos o  figuras vienen detrás. Y detrás  viene, en la  serie o línea  inferior,   Un  rey vestido  con  tunica  verde, manto  amarillo y calzas rojas Rey caballero que calza  espuelas. La corona exige mencián especial:   no es la de florones que  presentan los grandes  sellos;  rodado;  de  nuestros   monarcas,    sino más  bien la corona  abonetada   de las  modeditas de  vellón  aragonesas   de la  dinastía catalana.
Sigue  al  Rey,  en  la misma línea, un fraile que  bien   puede calificarse    de franciscano   por el tosco  sayal que viste, la  cuerda  o  cíngulo   que  cuelga  de  su cinlura,  la cogulla y el cerquillo   de sus   cabellos. 'Va descalzo ,  y la cabeza aparece rodeada    por el  nimbo  de  los  santos.   Esta  circunstancia   y la  que  ofrece  el «Libro de las Constituciones,  que en  las manos lleva   nos hace  ver  al   mismo sin Francisco   de Asís en este  personaje;  y claro  está que el  Rey a quién   presenta su libro,  en tal caso a Dom Jaime   el Coquistador, que en tan gran  manera  protegió la implantación   en  sus reinos  de  la  Orden   'Franciscana;   Rey caballero, infatigable,  que anduvo siempre recorriendo sus estados sin hallar  descanso  sino en la tumba  de Poblet,  y aún en ella no  para siempre.
Aparecen  detrás  del Rey varias figuras   menos  importantes,  entre ellas  un interesante tatiedor de viola.  Figura   airosa y  perfectamente movida,  vistiendo túnica  corta sin otro aderezo ni vestimenta   al  parecer.
En la  serie  superior falta el  número   tres,   al  cual  sigue  otro  fraile   frasciscano que no lleva aureola. ¿Representarían estas  dos  tablas  a  los  dos  famosos mártires  Juan  de Perusa  y  Pedro  de Saxoferrato,    fundadores  del convento   de San Francisco  de Tame.
Y continúa  la  procesión con dos santos,  San Pedro y San Pablo  (7 ),  titulares  tal  vez  de iglesias  de Teruel,   por lo menos el primero, siendo  el de San Pedro uno de los más  antiguos  templos  de la ciudad.
'Una hermosa figura de Reina  ocupa el número  siete de esta serie: corona  semeiante a la  del Rey, doble collar  de  perlas, elegantísima  túnica  y magnífico  manto forrado  de armllo.  No lleva distintivo   ni señal que la caracterice  y nos  revele cuál de las mujeres del Conquistador  quiso el  artista  representar en figura  de  tan majestuoso   porte.
El lado  derecho de esta  sección tercera está  completamente   dedicado   a   la  heráldica y a la ornamentación.   Llaman  desde luego  la  atención  alli dos  grupos blasonados. Al primero concurren  cuatro  artesones: dos de castillos.  Los otros dos parece que  debían   ser  leones ,   pero no lo es sino  el uno,  que   presenta  el rojo león rampante  de Castilla.   El otro  nos presenta un dragón, rampante también,  y  nos trae a la memoria aquella circunstancia  curiosísima  de que hicimos  mención:  la alianza   de Fernando  I con el   Emperador  Segismundo,  cuando,  con  ocasión  del Concilio  de Constanza,   se vieron  y  sellaron  su amistad  en un lance muy propio de aquel tiempo:  un cambio  de divisas. El  Emperador tomó  la divisa  del Rey, éste unió  a las suyas las del  dragón   que  usaba el   Emperador El segundo  grupo heráldico  se compone  de dos  tablas  en que alternan  el águila   y el león. (Se refiere acaso  a  la  Reina, que, según hemos  visto, aparece  enfrente. Los  hallamos,  al   parecer, en  pleno reinado  de Don Jaime  el Conquistador, según la interpretación  dada  a la tercera sección, o tercer espacio de la techumbre.
En las secciones restantes aparecen otras  figuras  de reyes  y de reinas,  y una de dos: o todas  las secciones se refieren al mismo   personaje, o  representan  reina dos sucesivos que  por varios  atributos  y accidentes  podremos tal Pez calificar.
De todos modos, no hay que   pensar  en  una serie ordenada   y  completa   de monarcas,  sino  más  bien en los hechos relacionados con las grandes tradiciones de la Iglesia turolense, y en circunstancias  que, por ser  contemporáneas  tal   pez al artista,  hirieron más profundamente su imaginación.
Como  vimos ya al describir   los  interesantes  dibujos   de  la  sección tercera, aparece en ellos claramente  indicada  la  primera  fundación  de la Orden Franciscana  en Teruel. Los santos  titulares  de los más antiguos   templos  aparecen  también: San Pedro y otro  santo,  en  la  sección tercera,  San  Miguel, en  la  cuarta. Desgraciadamente,  esta sección hállase  mutilada.
La parte derecha del artesonado   presenta, sin embargo, una hermosa  figura de reina: corona  trilobada,  como la que ostenta el monarca  de la sección anterior, larga túnica  que, en numerosos y apiñados    pliegues, oculta   los   pies  y  sirve  de pedestal a la figura,  elegante cotardía, con los acostumbrados  adornos  en forma de, heráldico  faldellín,  rico en colores, representando  el motivo  de  las barras aragonesas,  dorado  cetro con  remate  bordelisado,  peinado  partido  en  raya con bucles alrededor  de las orejas. La estatua  de Juana de  Borbón,  dama que  vivió hacia 13 50, nos  presenta un hermoso ejemplar  de este mismo  traje.
Frente a la  figura,  hállase  precisamente el  plafón  vacío de la  parte izquierda, ti cual, sin duda,  correspondió al monarca  marido de la reina descrita.
Y debajo  de él, en la línea  o serie inferior, aparece otro  personaje por demás interesante. Túnica  de color rojo,  manto  obscuro,  en  el hombro   izquierdo   apoya un cetro, también   jlordelisado,  no  lleva  corona,  un casquete  rojo, a   modo   de gorra  con visera,  le cubre  la cabeza,  con  el brazo  derecho oprime  contra   el  seno un libro encuadernado  en cuero rojo. Que  es un príncipe  aragonés   lo  asegura   el cetro,  el libro supone alguna  indicación  más difícil  de adivinar.
Los príncipes que fueron jurados sucesores a la  corona  durante  la  época a que  parecen referirse  e5fas  pinturas,   fueron   dos: en 1276, Alfonso,  que  después reinó  como  el tercero de este nombre,  en 1301, un hijo de Jaime 11,  llamado Jaime también,  el cual profesó en la Orden  de San Juan l. Acaso  la  pintura  se refiere a este personaje. Y en tal caso, la reina que hemos visto,  podría ser Doña  Blanca de Nápoles, madre de aquél  príncipe. No  podemos salir  de meras conjeturas.
En el número  seis de la  parte derecba  aparece  una pintura interesante que tal vez  representa  el gran   combate  de San Miguel con  Lucifer;   o sea  con  el  dragón infernal.   El  ángel  le clava  la  lanza, el  dragón   se  revuelve   furioso y   pretende morderle la  pierna. 'Viste  aquél el traje militar  ceñido al cuerpo, con su  jubón  de cuero y las  piernas  desnudus.   El dragón  es rojo, con alas  de águila.
Sabido  es que el arcángel  San Miguel es titular  de una de las más antiguas iglesias de Teruel, en la cual, según Cuadrado, un retrato  de Jaime  I recuerda  todavía  a los fieles la institución   de la Cofradía  de Caballeros, establecida en 1262 por aquel  monarca.
Motivos  de  pura ornamentación   son los canes  y  el  bellísimo    pavo   real;   ni faltan  los leones heráldicos   tan repetidos en toda  la techumbre".

Hasta  aquí la minuciosa  descripción hecha por Pano, que,  a pesar de  haber   quedada  incompleta  por  motivos   ajenos   a sus  deseos, basta  para reflejar las bellezas  de la  obra  con  la  interpretación justa  de sus representaciones.
La techumbre de la Catedral de Teruel es un elemento de sumo interés dentro del arte mudéjar, no solo aragonés, sino nacional. Su estructura de armadura de par y nudillo es única en Aragón. Por sus grandes dimensiones y su espléndida decoración que cubre todos los espacios, tanto en faldones, como en aliceres, canes-zapata y tirantes, se he considera la “Capilla Sixtina del arte mudéjar”.
A partir de la página siguiente se inicia una visita por todos estos elementos decorativos. Después de una breve introducción cronológica e histórica se pasa a los tirantes, los canes-zapata que los sustentan, los aliceres o estribos, y finalmente las tabicas de los faldones. Para desplazarse por todas ellas se puede optar por los botones de "anterior" y "siguiente" de la parte inferior de las páginas, como es habitual en la web, o por el menú desplegable de la parte superior o bien por los grandes apartados que figuran en la parte derecha de la imagen inferior, pinchando sobre las imágenes o nombres con el ratón. Creo que la importancia y variada ornamentación de la techumbre merece esta extensión, necesaria si se quieren ver con un mínimo detalle todos sus elementos decorativos. Espero poder ampliar la información fotográfica con algunos elementos que no supe apreciar en mi primera visita, así como mejorar los descritos.
Hasta la fecha no disponemos de ningún dato documental que nos aporte una fecha para la construcción de la techumbre que cubre la nave central de la catedral turolense. Una interpretación errónea del cuaderno de cuentas de 1335 “Recepta de la obra de Sancta María”, llevo a establecer su cronología hasta bien entrado el siglo XX en ese año, además de atribuir su autoría al pintor Domingo de Peñaflor.  No es hasta 1973 en que Santiago Sebastián y César Tomás Laguía realizan un nuevo estudio del documento, cuando se concreta que las obras a que hace referencia el mismo no tienen ninguna vinculación con la techumbre.
En este estado de la cuestión, únicamente los análisis dendrocronológicos y los datos aportados por diversos estudiosos del tema nos aproximan a una cronología situada alrededor de las últimas décadas del siglo XIII. Ya en 1953, Leopoldo Torres Balbás apuntaba la segunda mitad de este siglo como fecha de construcción. Angel Novella Mateo reduce, en 1964, esta cronología al último tercio de siglo. En 1991 Antonio Almagro da a conocer el resultado de los análisis dendrocronológicos realizados por Eduardo Rodríguez Trobajo que aportan la fecha de 1261 como año de corte de las maderas utilizadas en la carpintería de la techumbre. Teniendo en cuenta que la madera se dejaba secar después de su cortado durante un período razonable, podría situarse su uso alrededor del año 1270, coincidiendo con la teoría expuesta por Angel Novella relativa al último tercio del siglo XIII. Por último, Joaquín Yarza, en base al estudio artístico de los motivos decorativos,  precisa los años 1295 a 1302 como fechas de realización.

Lo que sí conocemos son algunas de las intervenciones que a lo largo del tiempo han afectado en mayor o menor medida a la estructura de la techumbre. La primera se produce en 1335 cuando se construye el crucero con el cimborrio primitivo, lo que debió de repercutir, en opinión de Gonzalo Borrás, sobre todo en el primer tirante que pudo haber sufrido daños y reparaciones, al igual que en las obras de 1538. En tiempos del obispo Gerónimo Zolivera, alrededor del año 1700,  se cubre la nave central con una bóveda encamonada formada por tres tramos de aristas que ocultan la techumbre mudéjar. Con anterioridad, se habrían pintado de color oscuro los aliceres para ocultar su decoración. Para el profesor Borrás este enmascaramiento se produjo alrededor de 1538, cuando se coloca el Retablo Mayor y se construye el nuevo cimborrio. Así, la techumbre quedó oculta durante dos siglos y medio, desde principios del siglo XVIII hasta el año 1953 en que se inaugura la Catedral tras ser restaurada de los daños sufridos durante la guerra civil.  

De alguna manera hay que agradecer el que permaneciese oculta por la bóveda renacentista, ya que ello ha propiciado el buen estado de conservación en que la podemos contemplar actualmente. A pesar de no ser visible, al menos desde el siglo XIX se conoce su existencia. En 1869, tuvieron entrada en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid, por donación del catedrático de la Universidad de Zaragoza don Pablo Gil y Gil, cuatro piezas procedentes de la techumbre: un canecillo terminado en cabeza, una roseta y dos tablas con representaciones de una aguadora y un judío. Fue el estudio del canecillo lo que llevó a Torres Balbás a datar la obra en la segunda mitad del siglo XIII. Por Real Orden de fecha 10 de marzo de 1911, son declarados Monumentos Nacionales las torres de San Martín y de El Salvador, además de la techumbre de la Catedral de Santa María de Mediavilla. Como consecuencia de ello, en 1914 el arquitecto valenciano Luis Ferreres redacta un proyecto de consolidación y restauración que no llegó a realizarse. En los años 1932 y 1935 el archivo Más de Barcelona lleva a cabo una doble campaña fotográfica de la techumbre. Estas fotografías han sido fundamentales a la hora de determinar las pérdidas sufridas durante la Guerra Civil y las transformaciones realizadas en intervenciones posteriores, sobre todo en cuanto a desaparición o cambio de lugar de tabicas. 
Es en esta contienda cuando mayores desperfectos se producen en la techumbre de la catedral, que también alcanzan a la fábrica del templo, al igual que a buena parte del patrimonio artístico de la Ciudad. Gonzalo Borrás transcribe parte de un informe del servicio de Protección del tesoro artístico nacional editado por el gobierno republicado en Barcelona en 1938, en el que se describe la situación de la armadura: “La Catedral había sufrido grandes daños, pero casi exclusivamente en sus partes modernas, sobre todo en las naves laterales, cuyas bóvedas estaban casi todas en el suelo. Igualmente se habían desprendido dos de las tres bóvedas modernas de la nave central, dejando al descubierto, como no se veía desde hace tres siglos, la magnífica armadura mudéjar. Ésta presentaba arruinado el tramo de los pies, y una de las alfardas del inmediato estaba perforada por un proyectil de obús: cuyas pérdidas las más sensibles en el Tesoro Artístico de Teruel, pueden evaluarse en menos de una sexta parte de la obra total. Lo único irreparable sería la destrucción de las tablas pintadas, pero cabe confiar en que aparezcan al realizar, con el cuidado que ya se ha previsto, el desescombro del templo”. 
Desde finales de este año hasta julio de 1939 se procede a realizar trabajos de apeo y protección de la techumbre. Más tarde, durante los veranos de 1943, 1944 y 1945 se efectúa la restauración dirigida por Tomás Pérez y César Prieto, restauradores del Museo del Prado. Básicamente se procedió a reponer todo lo desaparecido y a restaurar lo conservado, lo que afecto seriamente a la autenticidad de la techumbre. Los días 14 y 15 de agosto de 1953, la Catedral fue inaugurarse, renovada y consagrada, quedando a la vista la techumbre de su nave central. Fue entonces cuando se construyó el estrecho balcón volado que la recorre en sus laterales y tramo de los pies,  que permite ser contemplada con detalle. Dos intervenciones se han realizado hasta la fecha. La primera, por el Instituto Central de Restauración de Obras de Arte en 1987, consistente en proteger la techumbre contra humedades y xilófagos, hallándose sobre el almizate diversos fragmentos y una tabla, depositada en el Museo Diocesano de Teruel. La segunda la llevo a cabo el Instituto de Patrimonio Histórico Español, bajo la dirección de Ana Carrassón, y consistió en una completa restauración que finalizó en 1999. 
Desde el punto de vista estructural, la techumbre es del tipo de par y nudillo, apeinazada, con tirantes de vigas dobles apeados en canes o asnados. Al igual que hace el profesor Borrás, nada mejor que transcribir la descripción que de esta estructura hace Antonio Almagro: 
La armadura, de par y nudillo, está formada por vigas inclinadas de acuerdo con la pendiente del faldón de la cubierta y apoyadas en la cumbrera o vértice superior, entestando con las correspondientes del otro faldón. Estas vigas van colocadas a pequeños intervalos y se denominan pares o alfardas. Para evitar la flecha y pandeo de estas piezas se dispone, normalmente a la distancia de un tercio de su longitud desde la cumbrera, una pieza horizontal de igual sección, que une los dos pares y que recibe el nombre de nudillo. Los pares entestan superiormente con los de la otra vertiente, bien directamente o bien con la interposición de una tabla que se denomina hilera. En la parte inferior apoyan en otra pieza de madera corrida llamada estribo y que es la encargada de repartir el peso y el empuje horizontal a los muros. Los pares se colocan a escasa distancia unos de otros, generalmente separados una distancia igual a dos veces su propio grueso, aunque esta medida varía en ocasiones. El nudillo evita la flecha o comba hacia el interior de los pares a la vez que absorbe parte del empuje horizontal que produce la estructura.” 
Como en grandes luces este empuje puede ser considerable, se colocan otras vigas, los tirantes, uniendo horizontalmente los estribos de los dos lados a fin de contrarrestar los empujes opuestos que se producen en ambos apoyos. Estas vigas, que se suelen colocar apareadas, son de notable mayor tamaño que los pares y nudillos, pues además de tener que trabajar a tracción deben soportar su propio peso con una gran separación entre apoyos. Para reducir ésta se disponen piezas empotradas funcionando como ménsulas, que se denominan canes o asnados y cuyas cabezas o extremos libres se decoran con formas geométricas, zoomórficas o con cabezas humanas. 
La estructura así concebida tiene la facultad de producir un reparto de las cargas y empujes prácticamente uniforme en todo el perímetro de los apoyos, adecuándose de esta forma a las fábricas de escasa resistencia, como las de ladrillo y tapial, que caracterizan a la arquitectura hispanomusulmana y más en particular a la mudéjar.”  

Ésta es la disposición estructural del conjunto. Con el fin de permitir el asiento del tejado por la parte superior y poder presentar decoración hacia el interior, los espacios entre los pares y entre los nudillos se cubren con tablas, que forman los faldones inclinados y el almizate o harneruelo horizontal. Estos elementos delimitan el espacio definido por la armadura que se percibe como unitario al estar sólo interrumpido de manera ocasional por los tirantes. Éstos, a su vez, también se enlazan cerrando el espacio entre las dos vigas, dando la impresión de elementos más potentes de lo que en realidad son. Frente a las estructuras latinas, en las que abundan los elementos verticales, como pendolones y tornapuntas, que dividen el espacio bajo la cubierta, la solución musulmana y mudéjar es más unitaria recordando una bóveda corrida. 
El enriquecimiento decorativo lleva a dividir las calles o espacios entre pares, enlazando éstos con piezas de unión o peinazos, que determinan formas de hexágonos alargados o de estrellas. Las aristas de estas piezas se biselan a la vez que reciben cortes con formas especiales, dando lugar a lo que se conoce como labor de menado. Las zonas de las paredes que quedan entre los tirantes y los canes se cubren con tablas decoradas, que enmascaran los estribos formando el alicer. En el exterior la nave central tiene un alero con canes con rollos menudos y terminados en estilizadas cabezas de toros. Estos canes tuvieron decoración pictórica al igual que los sofitos y que aún se conserva en algunas zonas". 
Así pues hay que resaltar que la techumbre de la catedral turolense no es un artesonado, sino una armadura de par y nudillo. Tiene 32 metros de longitud y 7,76 de anchura. De perfil trapezoidal, ya que los nudillos cierran horizontalmente los pares aproximadamente a dos tercios de su altura. Los nudillos forman la parte arquitrabada de la techumbre, llamada almizate o harneruelo, que mide 3,50 metros de anchura, mientras que los pares o alfardas forman los faldones inclinados, de 2,85 metros de longitud. 
La cara inferior de los tirantes, rima perfectamente con el harneruelo, en el que las tablas de los artesones son cóncavas y están decoradas exclusivamente de temas florales muy delicados y graciosos. En cada sentido transversal las calles siguen la misma estructura de los faldones. Cada calle está compuesta por una estrella de ocho, un pequeño casetón, de igual forma que los grandes y colocado transversalmente. Sigue casetón grande, otro pequeño y estrella, que forma el eje longitudinal del harneruelo. Como es natural continúa lo mismo al otro lado del eje.
En la línea de estrellas centrales y, entre cada dos tirantes, se desarrolla un gran cupulín rehundido. Todas las estrellas de a ocho están decoradas, interiormente, con un cupulín o con una estrella de ocho radios e relieve y cupulín, y estrellas que alternan longitudinalmente. Estos motivos y los grandes cupulines del eje, estaban dorados, como en los tirantes, enriqueciendo de modo portentoso la policromía del conjunto.
En cuanto al aspecto decorativo, las superficies en las que se desarrolla la decoración son fundamentalmente los aliceres, las tabicas y los laterales de los canes-zapata. Actualmente está descartado que exista un programa unitario, ya que lo que ofrece el conjunto es un amplísimo repertorio de temas muy variados que se agrupan  para su estudio en cuatro tipos de elementos: vegetal, geométrico, epigráfico y figurado, a los que hay que añadir las diferentes combinaciones entre ellos. A su vez se dividen entre motivos de tradición ornamental islámica y motivos de tradición ornamental occidental.
En cuanto a los primeros, se centran en un amplio repertorio de decoración vegetal estilizada, configurado como norma general por vástagos entrecruzados formando ejes de simetría lateral, con o sin vástago central, de los que arrancan estilizadas hojas que, a menudo adoptan la forma de palmeta doble y disimétrica. Además, también son variados los motivos geométricos, donde predomina el lazo de cuatro octogonal formando estrellas de ocho puntas combinadas con cruces. En cuanto a la ornamentación epigráfica, se limita a las inscripciones cúficas que decoran los laterales del cuarto tirante.
La tradición ornamental occidental está representada en su mayoría por la decoración figurada que se divide en tres grandes apartados: a) imágenes y escenas de carácter religioso; b) imágenes y escenas de carácter profano con representación de las tres clases sociales de la época: la caballería villana, el clero y el común; c) imágenes y escenas fantásticas procedentes del bestiario y otras imágenes y escenas alegóricas. Además, también se desarrolla temática de tipo vegetal y epigráfico, la primera con clara influencia de las pinturas que ornamentaban la Sala Capitular del Monasterio de Sijena. La segunda queda reducida, al igual que la musulmana, a una salutación angélica que se desarrolla en los laterales del sexto tirante. Dentro de la decoración figurativa  destacan los ciclos dedicados a la Pasión, a los oficios de carpinteros y pintores de la techumbre, el mensario y a los alardes y justas de caballeros.
Técnicamente, la decoración está ejecutada al temple sobre tabla. Aunque presenta las características del estilo gótico lineal del último tercio del siglo XIII, las fuentes y modelos utilizados son arcaizantes, ya que pueden situarse a comienzos del mismo siglo, especialmente miniaturas bizantinizantes de principios de siglo y, como se ha dicho, las pinturas de Sijena. 
En cuanto a su autor, nada se conoce de él. Hasta bien entrado el siglo XX se le atribuía, por una incorrecta lectura de un cuaderno de cuentas del año 1335 conservado en el Archivo Catedralicio, al pintor Domingo Peñaflor. En 1973 se publica parte de la transcripción de este documento que hace César Tomás Laguía, en base al cual se pueden determinar con exactitud las obras que se realizan en la Catedral en 1335 y que corresponden a dependencias y partes de la cabecera del templo, no afectando a la techumbre. Se contrata a Domingo Peñaflor para pintar las bóvedas y las claves, decorar un sepulcro, barnizado del retablo de pintura y pintado de su parte posterior, o sea, nada que ver con la decoración de la techumbre.
A partir de la página siguiente se presenta un recorrido pormenorizado por las distintas partes de la techumbre con imágenes de la práctica totalidad de sus motivos decorativos. Dado lo extenso de este repertorio, se ha dividido en cuatro grandes apartados: los tirantes, los canes-zapata en que se sustentan los anteriores, los aliceres o estribos y las tabicas de los faldones. Para ello se sigue el esquema utilizado en todas las obras que tratan del tema: los tirantes dividen la techumbre en nueve secciones, que se numeran desde el crucero hacia los pies del uno al nueve, tanto para situar los faldones como los estribos (corresponden las nueve secciones a las fotografías que acompañan este texto). A su vez en cada uno se distingue entre lateral izquierdo y derecho, lógicamente siguiendo la misma orientación: mirando al altar desde los pies.
Finalmente una serie de consideraciones relacionadas sobre todo con la primera restauración:
a) En primer lugar, la novena sección fue destrozada completamente durante la guerra civil y se reconstruyó enteramente.
b) El primer tirante, correspondiente con el más cercano al presbiterio, es de construcción moderna realizado en los talleres de Regiones Devastadas. Todavía no se entiende como no se dejó completamente liso como las tabicas de la última sección.
c) Algunas tabicas se cambiaron de lugar sin aparente causa justificada.
d) La restauración de algunas figuras fue defectuosa, incluyéndose en las tabicas algunas de moderna factura y que desentonan completamente con el conjunto.
e) Por último, gracias a la descripción y dibujos de Mariano de Pano y a las fotografías de las colecciones Mas y del archivo Amartller, se sabe que han desaparecido un buen número de tabicas, todas ellas con representaciones de figuras humanas. A las anteriores hay que añadir dos que se encuentran depositadas en el Museo Arqueológica Nacional.
El primer tirante, comenzando desde la cabecera, se construyó totalmente nuevo durante la primera restauración. Al tenerse que colocar ligeramente desplazado hacia el interior, debido al refuerzo de los arcos del crucero hecho cuando se realizó el cimborrio, algunas figuras del alicer han quedado tapadas y medio oculta la primera calle de los faldones de ambos lados. 
A la hora de decorarlo se copiaron motivos de la techumbre, aunque la realización es un tanto cuestionable. En la parte baja se disponen tres grupos formados por una estrella de ocho central con dos pequeños hexágonos de alargados lados en sus laterales. Entre ellos dos grandes hexágonos longitudinales del mismo tipo. Todos los hexágonos se cubren con motivos vegetales. Ribetean el tirante horizontalmente dos cenefas que se entrecruzan para forman espacios hexagonales de diferente tamaño, a la vez que van bordeando todos los motivos descritos. 
Los laterales se cubren con temática vegetal a base de abultadas hojas, del estilo 1200 que parece tomar como modelo las pinturas de la Sala Capitular del Monasterio de Sijena. 
En el segundo tirante, la ornamentación de su cara inferior está compuesta por medios octógonos entrelazados con centros cuadrados que se cubren con estrellas de seis en relieve. El centro del tirante lo ocupan alargados hexágonos que se forman por el entrecruzamiento de los octógonos y que se rellenan con temática floral.  

Los laterales se cubren con un friso de temática floral en ritmos circulares, que al igual que el anterior sigue la técnica sijenense, con la diferencia de que éste es original. 
El motivo central de la parte baja del tercer tirante está formado por once estrellas de ocho en las que se incrustan otros tantos cupulines rehundidos de seis gajos. Se enmarcan con alargados hexágonos en los laterales y pequeños cuadrados en las esquinas que se cubren con temática vegetal y floral.  

En los laterales un nuevo tema floral, esta vez compuesto por una arquería formada por veinte arcos lobulados que apean sobre pequeños capiteles y columnas. En el interior de cada uno, un motivo floral de carnosas y coloridas flores, también siguiendo el estilo de Sijena. 
El cuarto tirante presenta en su cara inferior una composición que mezcla hexágonos alargados con espacios cuadrados y rectangulares. Los cuadrados se rellenan con cupulines hexagonales, mientras que los dos grandes rectángulos y los pequeños hexágonos lo hacen con temática floral. 

En los laterales, el que mira a los pies del templo, se decora con un friso de rombos de clara tradición románica al estilo, según Novella, de los frescos románicos del siglo XIII que se pueden ver en el Museo de Arte de Cataluña.
El lateral contrario se ornamenta con un friso de temática geométrica, alternando tonalidades de rojo y grises para darle sensación de relieve. Los pequeños huecos que quedan se rellenan con el motivo de tres puntos blancos en triángulo.
La cara inferior del quinto tirante alterna, en el centro, estrellas de ocho puntas con alargados hexágonos. Las estrellas se rellenan con cupulines rehundidos de seis gajos, mientras que los hexágonos lo hacen con motivos vegetales. Se ribetea horizontalmente por dos franjas formadas por espacios lobulados con fondo blanco y un león rojo en el centro, entre los que se intercalan pequeños círculos con un libro abierto en su interior. 
En el lateral que mira hacia los pies, un friso de temática floral a base de abultadas y carnosas hojas entre tallos que se curvan formando espacios circulares. En los extremos dos aves con patas de cabra y cabeza humana girada hacia el interior. 
En el lado contrario una serie de diecisiete círculos formados por una cinta o lazo que se anuda entre cada dos. Sobre el fondo rojo, alternan leones y castillos de tres torres. 
En su cara inferior o papo, el sexto tirante presenta tres estrella de ocho que se rellenan con cupulines de seis gajos, con dos pequeños hexágonos de alargados lados en sus laterales. entre estos tres grupos se disponen dos grandes y alargados espacios hexagonales decorados, al igual que los pequeños transversales, con temática floral. Ribetean este motivo central dos pequeñas cenefas a base de hexágonos de diferente tamaño generados por el entrecruzamiento de cintas o lazos. Parece ser que este motivo sirvió de modelo para decorar la parte inferior del primer tirante. 

Los laterales se ornamentan con un friso que desarrolla un motivo en zig-zag, herencia del románico y que se verá en varias ocasiones en los faldones y aliceres de los faldones. Los pequeños espacios triangulares que quedan en los laterales se cubren con el motivo de tres puntos blancos en triángulo tan repetido en la techumbre. 
La parte inferior del séptimo tirante de decora a base de once grandes octógonos entrelazados que forman espacios cuadrados centrales que alternan estrellas de seis en relieve con cupulines de seis gajos rehundidos excepto el central que se cubre con una media esfera. Los espacios hexagonales que se crean en sus contornos se cubren con motivos de temática floral y vegetal. 
En cada uno de los laterales se desarrolla una serie de diecisiete espacios circulares entrecruzados, que alternando fondos rojo y verde se rellenan con diferentes animales reales y fantásticos. Todos aparecen afrontados por parejas. (Para ver los medallones con detalle hacer doble clic sobre las dos fotografías inferiores).


En el octavo tirante, la cara inferior se ornamenta con un motivo que parte de un lazo de cuatro octogonal y que genera estrellas de ocho puntas y espacios cruciformes que, por la estrechez del tirante, quedan reducidos a especies de “T”. El interior de las estrellas se decora con ocho pequeñas flores de lis blancas, una frente a cada punta, que ribetean a una media esfera central, esferas que debieron de estar doradas.
En los laterales, un friso de rombos en rojo y verde con flores de ocho pétalos en su interior. Sobre el fondo negro, en cada pequeño espacio entre pétalos un punto blanco. 
La parte inferior o papo del noveno tirante se cubre con cinco grandes espacios hexagonales que alternan fondos azul y rojo. El central lo ocupa una gran media luna y los cuatro restantes estilizadas estrellas de seis puntas, todo en relieve.
El lateral que mira hacia el altar se cubre con un friso de círculos entrelazados que, sobre fondo rojo, se rellenan con estrellas de ocho puntas doradas. El lateral posterior quedó muy dañado por lo que se optó por cubrirlo con un color uniforme.
Como ya se ha dicho al hablar de los tirantes, este primero fue construido totalmente nuevo durante la primera restauración de la techumbre. No obstante, quiero tratarlo como al resto por lo que describiré y acompañaré fotografías de su decoración.
Un aspecto común a todos los canes-zapata en su forma delantera, compuesta por un casetón decorado en el techo con un cupulín hexagonal rehundido y un busto decorando cada una de sus tres caras verticales. Si que varían la terminación de los dos canes y las personas representadas. 

La terminación de los canes es en forma de cabeza de águila. 
Para cubrir los tres lados interiores del casetón delantero se eligieron tres bustos de mujeres, de frente la central y de perfil mirando hacia el exterior las laterales. 
El papo o parte inferior se ornamenta, al igual que en la mayoría, con los mismos motivos que el tirante. Siguiendo su composición aquí se incluye un alargado hexágono con decoración vegetal simétrica en su interior. Lo bordea una cinta blanca y gris que en los laterales se dobla y entrecruza creando grandes hexágonos alargados y estrechos. 
Los laterales de todos los canes-zapata presentan dos alargadas zonas que se decoran con motivos diferentes: la superior correspondiente a la prolongación del tirante y la inferior correspondiente a la ménsula que lo sustenta.
También aquí se pintaron con diversos motivos, algunos como veremos copiando motivos de otras partes de la techumbre y otros, tal vez más desafortunados, dejando la temática al libre albedrío del artista.
La parte superior de este lateral la ocupa un friso de temática floral compuesto por finos tallos que se curvan para formar espacios circulares que se rellenan con flores de grandes y abultadas hojas. 


Debajo se han representado tres escenas de tipo romántico con una pareja en cada una, completando el conjunto otros tantos árboles frutales que quieren imitar el modelo del gótico lineal. En cuanto a las vestimentas, como sucede con los bustos del casetón delantero, se han mezclado distintas modas y épocas.
Comenzando por la izquierda, en la primera de ellas, un hombre apoya su mano izquierda en el hombro de la mujer mientras le coge con la diestra la contraria. La mujer se representa embarazada a juzgar por su abultado vientre.
En la escena central, la mujer toca una viola, mientras el hombre sujeta en sus manos sendas espigas.
En la tercera, el hombre toca una viola mientras la mujer le ofrece una flor con la derecha y sujeta en la izquierda un pañuelo.
En el lateral contrario se puede ver, en la parte superior un nuevo friso de temática floral, y debajo la primera parte de lo que podríamos llamar un ciclo de la Epifanía o Adoración.
El friso vegetal lo forman cuatro grandes flores con abultadas hojas entre finos tallos que se curvan formando círculos y de los que salen pequeñas hojas. El fondo está salpicado por el motivo de los tres puntos blancos en forma triangular.

Debajo, una representación de la Epifanía. A la izquierda una estrella y uno de los reyes que ofrece con el brazo estirado un cofre con joyas al Niño que se ha dibujado totalmente desproporcionado y de una edad bastante avanzada para estar en cuna, dentro de una especie de caja con barrotes ladeada hacia el frente, con los pies que le salen por la parte baja. En el lado contrario un segundo personaje ofrece una bandeja que sujeta con ambas manos, y completa la escena el rey Baltasar que sujeta las riendas de un camello.
La parte inferior de este can-zapata derecho se ornamenta con el mismo motivo que la contraria.

Las quillas terminan en forma de cabeza de león, ambos con los ojos entornados.
En cuanto a los bustos interiores, aquí representan cabezas masculinas, de frente la central y mirando hacia el exterior las laterales, al igual que en lado contrario. El hombre del centro está totalmente fuera de lugar. Mayor conjunción con el resto de la techumbre presentan las figuras laterales de un tonsurado y un hombre de perfil.
La única diferencia del papo con del extremo opuesto son  pequeñas variaciones en el desarrollo de hojas y tallos que cubren el interior del hexágono central.
La decoración del lateral izquierdo de este can sigue la temática del derecho contrario: tirante con decoración floral y parte inferior representando la adoración de los pastores.
En el friso vegetal se ha querido copiar los motivos florales que se repiten en varias ocasiones en la techumbre, formado por grandes flores de brillantes colores y carnosas hojas como terminación de gruesos tallos que se curvan formando círculos que las encierran.

En cuanto a la parte inferior, el centro lo ocupa la imagen de la Virgen representada en posición orante, coronada y con capa roja, delante del Niño desnudo y de gran tamaño, igual que en lado izquierdo, tendido sobre una alfombra de tipo oriental. En el lado izquierdo una mujer y un hombre de rodillas, también en posición orante y con la cabeza inclinada hacia adelante. A la derecha un hombre barbado con cayado arrodillado y detrás un joven de pie con las manos juntas. Parece ser que se han querido representar a los dos sexos y a las tres etapas: joven, adulto y anciano.  
Este lateral lo forman un friso superior de temática floral, al igual que el resto y debajo una escena de caza que puede haberse inspirado en la que aparece en el can-zapata del cuarto tirante.
En cuanto al friso de temática vegetal, está compuesto por cinco flores de abultadas hojas, más grandes las tres centrales, que salen de gruesos tallos que van curvándose por toda la superficie para formar espacios circulares que ocupan los motivos florales.

La escena de la parte baja representa la caza del jabalí. Ocupando la mitad izquierdo, un hombre armado con una lanza que sujeta con ambas manos a la altura de los hombres acomete a un jabalí. A la derecha, un perro ataca al animal por detrás mientras un segundo personaje hace sonar un cuerno lleva en la mano izquierda mientras sujeta con la derecha una lanza. Completa la escena un árbol frutal. Es curioso el sombrero con el que se cubre, así como la forma del cuerno y de sujetarlo, ya que la primera impresión es de un fumador de pipa.

Este segundo tirante es ya original de la techumbre. Como se ha dicho, también aquí se repite en la cara inferior o papo, la decoración del tirante a base octógonos entrecruzados. Debido al poco espacio, éste se completa con la intersección de dos medios octógonos, formando una especie de cruz central compuesta por dos alargados hexágonos y la mitad de otros dos. Completan la superficie cuatro cuadrados en los laterales, alternando con los medios hexágonos.

Los canes rematan en alargadas cabezas de cordero, con la boca ligeramente abierta.
Los tres bustos de las caras interiores representan hombres con el mechón en el centro del pelo que los identifica como tales y con redondos rosetones en mejillas y barbilla según el modelo románico todavía vigente. Muy vivos los colores en los laterales y demasiado exagerados los rosetones en el de la derecha, puede que hayan sido demasiado retocados en la restauración.
El pequeño espacio rectangular de las quillas se decora con motivos vegetales simétricos, compuestos por dos tallos que se curvan y de los que emergen motivos florales.
Los dos alargados hexágonos se cubren con motivos del mismo tipo sobre una superficie en relieve de forma piramidal.
Igual temática se desarrolla en los dos medios espacios hexagonales de los lados, esta vez sobre superficie plana. En cada uno de los cuadrados una estrella de seis puntas en relieve.
Un friso vegetal se desarrolla en la parte superior de este lateral, mientras que un gran dragón ocupa la inferior.
El friso vegetal está compuesto por finos tallos que se curvan para formar cinco grandes espacios circulares que se rellenan con grandes y abultadas flores de vivos colores. Pequeñas flores salen de los tallos. El fondo se salpica con el motivo de los tres puntos blancos dispuestos en triángulo.

En el lateral de la ménsula, un gran dragón con la cabeza girada, con una gruesa lengua que asoma entre sus dientes. La cola se prolonga en un grueso tallo que se separa en dos para curvarse formando dos grandes círculos que se rellenan con grandes motivos florales, motivos que en menor tamaño se extienden por la superficie cubriendo el fondo azulado.  
El lateral derecho presenta una composición muy parecido al contrario: friso de temática floral en la parte superior y un dragón, esta vez en lucha con un hombre, en la inferior.
Los motivos florales del tirante son del mismo tipo que los vistos en el lado izquierdo, aquí compuesto el friso por cuatro grandes espacios circulares formados a base de finos tallos curvados, que se rellenan con grandes flores de abultadas y carnosas hojas, completando el conjunto pequeñas flores y hojas que salen de los tallos.
En la parte baja un dragón en lucha con un hombre.
El animal tiene la cabeza girada hacia el hombre, que de pie le sujeta la barba con la mano derecha mientras con la izquierda maneja una lanza que tiene la punta clavada en la boca entre los dientes apretados del dragón.
La cola termina en forma de tallo vegetal que se bifurca para forman dos grandes roleos terminados en motivos florales que ocupan el interior.

Al igual que el contrario, este can sigue en la ornamentación del papo la temática del tirante, desarrollada de la misma forma que la vista en aquél.

Las terminaciones de las quillas son en forma de cabezas se gallo, de color rojo el de la izquierda y  negro el derecho.
Tres cabezas masculinas ocupan los recuadros de los lados interiores del casetón, también con rosetones en mejillas y mentón. 
Temática vegetal simétrica como la descrita en el can izquierdo cubre los espacios rectangulares de las quillas, así como los hexagonales. Igualmente, estrellas en relieve de seis puntas rellenan los cuadrados. 
Los dos espacios de este lateral están ocupados por motivos de temática floral.
El superior por un motivo a base de dos líneas paralelas de finos tallos que se entrelazan formando cuatro espacios ovalados que se cubren con otras tantas flores simétricas compuestas por cuatro grandes hojas, dos por lado que se entrecruzan en la parte superior para terminar en otras más pequeñas. De los tallos salen también pequeñas flores, todo en vivos colores rojo y verde. El fondo se salpica con el motivo de los tres puntos blancos. Es un motivo de clara ascendencia islámica en contraposición a los vistos anteriormente y el que ocupa el friso inferior, de influencia netamente occidental.
En la parte inferior, cuatro grandes motivos florales como terminaciones de tallos curvados que crean otros tantos círculos a su alrededor. Pequeños tallos acabados en flores completan el tema.
Siguiendo con la temática del lateral contrario, también aquí los dos espacios rectangulares se cubren con temática  vegetal y floral.

En la parte superior, sobre fondo azul salpicado por el motivo de tres puntos blancos, finos tallos general cuatro roleos o círculos en los que se insertan otros tantos motivos florales de grandes y coloristas hojas.
Debajo, la misma temática, esta vez con tallos más gruesos y tres espacios circulares con otros tantos motivos florales, que se acompañan de otros más pequeños que salen de los tallos principales.
Como hemos visto en los anteriores, nuevamente este can se ornamenta en su parte inferior con los mismos motivos que el tirante, a base estrellas octogonales, en este caso dos, que se enmarcan con alargados hexágonos en los laterales y pequeños cuadrados en las esquinas. 

Los canes terminan en dos cabezas que, para Yarza son de leones, y para Novella de lobos, aunque más parecen los primeros. Ambos representados con las fauces abiertas, el de la izquierda lleva un cordero en la boca. 
En el centro de los lados interiores, una cabeza con diadema, y en los laterales dos personajes barbados de avanzada edad. Se especula sobre si el de la izquierda podría tratarse de San Pedro. Estos dos bustos aparecen dentro de arcos de medio punto ligeramente deprimidos que apoyan en pequeños capiteles sobre columnas, al igual que las series de los aliceres en las que se representan personajes de clase alta.
En la parte inferior de los canes hay dos pequeñas miniaturas que representan a dos obispos, ambos con mitra y báculo y en posición de bendecir con la mano derecha levantada.   
En cuanto a la decoración del papo, los hexágonos se cubren con motivos vegetales compuestos por tallos que se curvan en eses y de los que salen tres pequeñas flores, una en cada lado y otra central.
Dentro de los dos espacios estrellados se sitúa un cupulín rehundido de seis gajos. Los pequeños cuadrados de las esquinas se rellenan con una especie de estrella de ocho puntas dorada.

En el lateral izquierdo, la parte superior la ocupa un friso vegetal, mientras que en la inferior aparece la primera parte de uno  de los ciclos más interesantes de las pinturas de la techumbre, el de la Pasión.
El friso de temática vegetal lo componen cinco grandes formas acorazonadas o de palmeta con otros tantos motivos florales ocupando el interior. El motivo es de origen románico, próximo al 1200.
En cuanto a las escenas de la parte inferior, corresponden a la primera parte del ciclo de la Pasión que se desarrolla en los cuatro laterales de los canes de este tercer tirante. La secuencia más lógica es la que apunta Yarza, comenzando por éste, sigue por el lado derecho de la ménsula derecha, con Jesús camino del Calvario, el Descendimiento y el Entierro para continuar en el lado contrario de la misma ménsula con tres escenas vinculadas a la Resurrección. Finalmente en el lateral derecho de esta ménsula aparece una representación de Cristo en Majestad y la Crucifixión, ambas aparentemente fuera del Ciclo pero que de alguna manera vienen a resumirlo.
Estas dos primeras escenas de Jesús ante Pilatos y la Flagelación, aunque no presentan ninguna separación entre ellas, si que se encuentran claramente diferenciadas sobre todo por dos aspectos: en primer lugar, Cristo aparece dos veces, y en ambas se representa a un individuo vestido con ropa corta y manto largo que realiza el mismo gesto acusador señalando con el dedo extendido de su mano a Jesús. Parece ser que se trata de judíos, que pintados de esta manera se les implica directamente en su muerte.
En la primera escena se representa a Jesucristo ante Pilatos. A la izquierda aparece este último sentado en un sitial con una pierna cruzada, señal de que estamos ante un tribunal de justicia. A su lado el personaje antes aludido, vestido con manto largo y capucha sobre la cabeza que señala acusador hacia la figura de Cristo, quien está entre dos personajes, civiles, uno de ellos barbado y con túnica larga, bien podría hacer referencia a algún sacerdote del Templo. Finalmente, a la derecha, un soldado armado con una lanza en la mano derecha y sujetando escudo oblongo en la izquierda, completa la escena.
La segunda escena corresponde a la Flagelación. Jesús se representa atado a un poste mientras dos esbirros mantienen en alto sus látigos en posición de azotarle. El segundo judío aparece a la derecha, esta vez con la cabeza descubierta, y al igual que el anterior, señalando a Cristo.
En este lateral, nuevo friso con decoración floral y dos últimas escenas del ciclo de la Pasión en la parte inferior.

El lateral superior de este lado presenta una temática floral del mismo tipo de origen románico que la vista en el contrario, a base de cinco grandes espacios acorazonados o en forma de palmetas formados por tallos, y que encierran otros tantos motivos florales de vistosas y coloristas flores.
Debajo  las escenas de Cristo en Majestad y de la Crucifixión. Aquí si que se han delimitado las dos escenas mediante una línea de pequeños cuadrados de fondo negro que se rellenan con cruces aspadas de color rojo. Para Yarza, ambas escenas vienen a resumir la idea eucarística y redentora con la maistática.
En la primera escena, en el centro aparece la figura de Jesucristo sentado en un sitial con expresión triunfante y en posición de bendecir, dentro de una mandorla o almendra mística de fondo azul. En los laterales las figuras aladas de los cuatro evangelistas con la cabeza de su correspondiente símbolo: San Juan y San Mateo en la parte superior y San Lucas y San Marcos en la inferior, todos con un pergamino o libro en la mano.
En la escena contigua se representa la Crucifixión. A la izquierda de la cruz aparece la figura de María con las manos unidas y la cabeza baja, y a la derecha San Juan sujetando un libro en su mano izquierda mientras se lleva la derecha a la cabeza que también tiene bajada. Ocupando el centro, un Crucificado de tres clavos, algo que llevó en un principio a fechar la techumbre a principios del siglo XIV, aunque posteriormente se ha demostrado que existen representaciones de este tipo anterior a esa fecha. A la izquierda, Longinos le clava la punta de la lanza en el costado, mientras que, a la derecha, Estefatón, acerca con la mano derecha una esponja a los labios de Cristo, mientras sujeta en la mano izquierda una especie de cantara. Completa la escena la figura de un soldado vestido con cota de malla y que con dedo acusador parece surgir del muro.
En cuanto a la decoración del  papo, este can-zapata repite, como suele ser habitual, los motivos ya vistos en el del lado izquierdo. 

La terminación de los canes es en forma de cabezas de caballo con bridas y frenos muy bien elaboradas y tallados con esmero.
En la parte interior, el centro lo ocupa una cabeza masculina con diadema, repitiendo motivo del lado contrario, y en los laterales, también bajo arco de medio punto rebajado sobre columnas y capiteles, dos bustos. El de la derecha de un hombre de edad barbado, que podría representar a San Pedro o San Pablo. El de la izquierda, más joven y sujetando un libro con su mano derecha.
Dos miniaturas con las figuras de presbíteros ocupan la parte inferior de los canes. El uno, de rostro barbado, lleva un pergamino o papel enrollado en su mano izquierda, mientras que el otro sujeta un libro con ambas manos. Parecen querer ser una continuación de los bustos que hay en los mismos lados de las caras interiores.
En cuanto a la decoración de la parte inferior, los hexágonos se rellenan con tallos de los que salen tres o cuatro motivos florales.
El interior de las estrellas de ocho lo hace con cupulines rehundidos de seis y el de los pequeños cuadrados de las esquinas con motivos estrellados de ocho puntas.

En este lateral la parte superior la ocupa un friso floral como los vistos en el can-zapata contrario, mientras que en la parte baja se recoge la tercera parte del ciclo de la Pasión con tres escenas relacionadas con la Resurrección.
Cinco grandes formas acorazonadas con otros tantos motivos florales conforman el friso vegetal del tirante.  
Las tres escenas que se representan aquí, corresponderían a la tercera parte del ciclo de la Pasión y tienen como finalidad ensalzar la victoria de Cristo sobre la muerte.
Comenzando por la izquierda, se representa la aparición de Jesús a María Magdalena, o “noli me tangere” (no me toques), frase que dijo a la Magdalena según el evangelio de San Juan. Cristo aparece con una larga cruz roja sobre el hombro derecho y las señales visibles de los clavos en los dorsos de las manos y en los pies. María se presenta de rodillas con las manos unidas frente al pecho en posición orante. Completa la escena un árbol frutal a la derecha, tal vez en referencia al jardín donde se produce el hecho.
En el centro se representa a los discípulos de Emaús, los tres con figura de peregrinos compostelanos con bastón, sombrero y morral, cubiertos con una capa de lana y descalzos. Aunque no se distingue, Cristo parece ser el personaje de la derecha, mientras que a la izquierda están Cleofás y Pedro, a los que se presenta resucitado como un viandante.
En tercer lugar se escenifica la duda de Santo Tomás, en el momento en que éste comprueba que Jesús vive tocando la llaga de su costado. También aquí Cristo aparece con las marcas de los clavos en manos y pies.
Nuevo friso floral en el lateral del tirante y tres escenas de la Pasión en la ménsula ocupan este lado.
En el friso superior se vuelve a repetir el motivo ya repetido con anterioridad, a base de grandes y coloridas flores en el interior de espacios acorazonados formados por tallos de los que salen pequeñas ramas.
Las tres escenas que presenta este lado corresponderían a la segunda parte del ciclo de la Pasión: Cristo con la cruz a cuestas, el Descendimiento y el Entierro.
En primer lugar, Jesús con la cruz a cuestas camino del Calvario. La escena la componen cuatro personajes. El central corresponde a Cristo con una cruz sobre el hombro que lleva al contrario de lo que suele ser habitual. Detrás un soldado vestido con cota de malla y con espada en la mano derecha que apoya en el hombro, le empuja con la izquierda. Un segundo individuo, al que no se le ve la cara, parece estar ayudando a Jesús, y tal vez se trate de Cirineo. Completa la escena un individuo delante que, a modo de conductor parece indicar el camino a seguir.
A continuación, la escena del Descendimiento con María a la izquierda sujetando la mano derecha ya desclavada de Jesús. Un hombre le sujeta el cuerpo mientras que otro está en posición de desclavarle la mano izquierda. A la derecha la figura de San Juan con el libro en su mano izquierda y la derecha en la cabeza.
Por último, una curiosa representación del Entierro. Para Yarza se han mezclado en una sola dos escenas: la Resurrección, o las Marías ante el sepulcro y el Entierro propiamente dicho. Así, aparece el cuerpo de Cristo sobre un lecho cubierto hasta el cuello con un sudario. A sus pies la Virgen apoya sus manos en las piernas mientras un soldado la contempla con la espada apoyada en el hombro. Sujetando los hombros de Jesús, la figura de medio cuerpo del que parece San Juan. En el lateral de la cama, un soldado tendido dormido, con un brazo apoyado en el lecho y el otro en un escudo de fondo rojo con una flor de lis en blanco.

La parte inferior de los canes de este cuarto tirante siguen el motivo ornamental del tirante, copiando la composición formada por un espacio cuadrado con dos alargados hexágonos en sus laterales, que en el tirante aparece en laterales y centro, todo ribeteado por una cinta o lazo gris y blanco que se entrecruza creando formas geométricas. 

Los canes terminan en cabezas de lobo, el de la izquierda con la boca completamente abierta y a medio abrir el de la derecha.  
Un rostro barbado ocupa el centro del interior, un hombre coronado con diadema el izquierdo y otro busto masculino el tercero. Los dos últimos con vestiduras adornadas con pedrería.
En la parte inferior de los canes se representan dos figuras, tonsuradas ambas, una con un libro en las manos y la segunda sujetando una gran llave. Parece que se trata de San Pedro y San Pablo
En cuanto a la decoración del papo, los espacios cuadrados se rellenan con cupulines hexagonales rehundidos. Los dos alargados hexágonos lo hacen con temática floral simétrica sobre un relieve en forma piramidal. Los espacios geométricos exteriores que forma la cinta, se cubren con motivos vegetales a base de finos tallos que se curvan formando roleos, para terminar en formas florales.

En este lateral izquierdo, la parte superior la ocupa una inscripción cúfica, mientras que en la inferior aparece un hombre que, ayudado por un perro, lucha con un dragón.
Sobre la inscripción que aparece en los lados del tirante de los dos canes-zapata de este tirante, hay diferentes opiniones: hay quien dice que repite el dicho: “EL PODER PERTENECE A DIOS”, para otros alude a la realeza con el término “AL MULK”, mientras hay quien opina que no tiene ningún significado y que cumple una función meramente decorativa. Desde luego es de estilo mudéjar-musulmán. Se ornamenta con pequeños motivos florales entre y sobre los caracteres.
En la escena inferior aparece un gran dragón con la cola terminada en tallos que se curvan y de los que salen ramas y motivos florales. Entre los tallos de la cola, un hombre armado con una espada que sujeta en alto con la mano derecha acomete al animal que lo mira con la cabeza girada, mientras un perro le ataca mordiéndole el cuello.
El tirante se cubre, al igual que en el lado contrario, con una amplia inscripción cúfica. En la parte inferior dos escenas de lucha de hombres con seres fantásticos.
Nuevamente aparece la inscripción cúfica ya comentada.
Dos escenas ocupan este lateral de la ménsula.
En la primera, dos hombres luchan con un dragón con patas de cabra. El de la izquierda sujeta con la mano izquierda el ala del animal, mientras con la derecha maneja una laza que le está clavando. El otro, al que tiene atrapado entre su larga cola enroscada al cuerpo, le sujeta con una mano los cuernos mientras que con la otra le intenta desgarrar la boca.

En la escena contigua, un hombre armado con espada lucha con un animal con cabeza de perro, patas de león y cola bífida. Agachado, sujeta con la mano izquierda la pata del animal, mientras le clava la punta de la espada que lleva en la derecha en el vientre. Le ayuda un perro que acomete al animal por la espalda.
La parte inferior de este can-zapata sigue la misma composición decorativa que el contrario y que el tirante: espacio cuadrado con dos hexágonos en sus laterales. 

Los canes terminan en cabezas talladas. A la izquierda la de un hombre con barba, flequillo sobre la frente y melena hasta el cuello.

A la derecha, cabeza de mujer cubierta con una toca con barboquejo que sujeta con las manos a la altura de las mejillas.
De los tres bustos que hay en el interior del casetón llama la atención el de la derecha, que presenta a un hombre con pelo blanco llameante y barba del mismo color. Se parece mucho al que aparece en el frente del can derecho del sexto tirante, y en el que se ha querido ver a San Juan Bautista.
Dos dragones con las colas prolongadas en tallos vegetales que terminan en forma bífida con motivos florales, ocupan la parte baja de los canes.
En cuanto a la decoración inferior de la ménsula, los hexágonos se rellenan con una forma en relieve piramidal que se cubre con motivos florales simétricos.
Los espacios cuadrados lo hacen con cupulines rehundidos de seis gajos, mientras que los espacios creados por los lazos se cubren con temática vegetal en blanco.

En la parte superior se repite la misma inscripción ya vista en la ménsula izquierda. Debajo dos escenas de lucha de hombres con animales.
Sobre la inscripción cúfica, repetir lo ya dicho para el can-zapata contrario: hay quien dice que repite el dicho: “EL PODER PERTENECE A DIOS”, para otros alude a la realeza con el término “AL MULK”, mientras hay quien opina que no tiene ningún significado y que cumple una función meramente decorativa.  
Dos son las escenas que ocupan el lateral de la ménsula, ambas de hombres con animales fantásticos. Las separa una ancha banda vertical de fondo rojo sobre el que se desarrolla un motivo a base de roleos en blanco.
En la primera escena, un hombre lucha con un dragón con las alas desplegadas y cola en forma de tallo con terminaciones florales. Con las piernas flexionadas, tiene cogida con la mano izquierda la barba del animal, mientras le clava la lanza que sujeta con la derecha.
A su lado, un hombre se bate con un unicornio, que con la cabeza baja atraviesa el escudo del cazador con su largo cuerno cuyo extremo se pierde entre su cuerpo y el brazo. El hombre le clava su lanza en el cuello mientras sujeta el centro del escudo con la mano contraria, escudo que también se sustenta con una especie de tirante alrededor del cuello.
Nuevamente, y por cuarta vez, se repite la misma inscripción cúfica en la parte alta de este lateral. En la parte inferior, se representa la caza del jabalí.
Misma inscripción cúfica ya vista en los otros tres laterales.  
Debajo, se desarrolla una escena que representa la caza del jabalí, práctica que debió de ser corriente en las inmediaciones de la Ciudad durante la Edad Media.
En la parte izquierda, un cazador clava la punta de la lanza que sujeta con las dos manos, en el lomo de un jabalí que es atacado a la vez por dos perros: uno subido sobre su lomo le muerde a la altura del cuello, mientras que el otro le alcanza por detrás atrapándolo con la boca por una pata. A la derecha aparecen otros dos cazadores que parecen dirigirse a ayudar al primero, armados con lanzas, uno de ellos solamente visible de medio cuerpo, como si saliese del muro. Completa la escena un arbusto, especie de árbol, inclinado hacia la izquierda. 

En la parte inferior de este can-zapata la decoración solamente es coincidente con la del tirante en parte. Se mantiene el motivo central a base de estrella de ocho y dos alargados hexágonos verticales, pero varía la temática de los lados horizontales, compuesta por un entrecruzamiento de lazos o cintas. 

Los canes rematan en sendas cabezas de águila pintadas en color rojo intenso.   
Las tres caras interiores del casetón delantero se cubren con otros tantos bustos masculinos sin nada que resaltar a no ser el parecido entre ellos, sobre todo en los laterales que repiten hasta vestimenta. Mejillas y barbilla se resaltan con rosetones al estilo de la pintura románica.
Los dos pequeños hexágonos alargados se cubren con motivos vegetales sobre una superficie en relieve de forma piramidal. El espacio octogonal se rellena con un cupulín hexagonal rehundido.
Tanto la parte inferior de los canes como los laterales de la ménsula se rellenan con cintas grises y blancas, como las vistas en otras ocasiones, que se entrecruzan creando formas geométricas como alargados hexágonos, círculos u óvalos, a la vez que ribetean los hexágonos y la estrella octogonal central.  
Este lateral lo ocupan en su parte superior dos grandes dragones acompañados de temática floral. En la inferior aparece la lucha entre un centauro y un animal que contempla un dragón.
Los dos dragones del friso superior están dispuestos de espaldas, con un gran desarrollo vegetal en el centro que emana de sus rematar en forma bífida con terminaciones florales. El de la derecha tiene la boca abierta, mientras que en el de la izquierda falta la cabeza que queda cortada por el alicer. 
En la parte baja, un espléndido centauro armado con una especie de maza se enfrenta a un león que muerde el escudo que sujeta con la mano izquierda. El león está enredado entre las terminaciones vegetales de la cola de un dragón que ocupa la parte derecha. Con un ala desplegada lleva la cabeza cubierta por un gorro con capucha.  
El lateral del tirante lo ocupan tres escenas de lucha de hombres y leones, mientras que la parte baja de la ménsula desarrolla un friso de temática floral.
Las tres escenas de lucha entre hombres y leones están separadas en este caso por dos bandas verticales de fondo rojo con una fina ornamentación de líneas curvilíneas en blanco. Los tres fondos son de color azul.
En la primera, un león se abalanza sobre el escudo que sujeta un cazador mediante un tirante que le pasa por el cuello. Con la mano sujeta una lanza que ha clavado en el cuello del animal.
En la segunda un hombre a caballo alancea a una fiera que sobre los cuartos traseros tiene presa entre sus mandíbulas la cabeza de la montura.
En la última, un jinete se gira para clavar la punta de la lanza en el león que ataca a la montura mordiendo sus cuartos traseros. Tanto hombre como caballo son los mismos que en la escena anterior. En los animales, aunque son también iguales, se ha variado el color de la piel.

En el lateral de la ménsula se desarrolla un friso de temática floral a base de finos tallos que se curvan para formar tres grandes espacios circulares donde terminan en motivos florales. De los tallos se general pequeñas ramas y flores, todo de vivos colores.

El papo o parte inferior de este can-zapata derecho mantiene en el centro, al igual que el del lado contrario, los motivos decorativos del tirante a base de estrella de ocho puntas con alargados hexágonos en sus laterales. en cuanto a la decoración horizontal, también varía, tanto en cuanto al tirante como a la ménsula izquierda, ya que aquí está compuesta por seis figuras de hombres. 

Los canes terminan en cabezas cubiertas con capuchón listado en amarillo y rojo, colores de la enseña de la Monarquía aragonesa muy utilizados en la época. La de la izquierda corresponde a una mujer de resaltadas mejillas. 
La de la derecha representa a un hombre con barba y bigote y el mechón que sobresale de la capucha en el centro de la frente.
En el interior del casetón, tres bustos masculinos, los laterales cobijados por arcos de medio punto rebajados que apean sobre capiteles y columnas. El de la derecha aparece tonsurado y con barba, y viste lo que parece un hábito con capuchón ¿tal vez una nueva imagen de un franciscano?.
La parte inferior de los canes la ocupan dos figuras de medio cuerpo de hombres con manto, uno de ellos sujetando un libro en su mano derecha a la altura del pecho.
Los laterales del papo de la ménsula se completan con cuatro representaciones de cuerpo entero de otros tantos hombres también cubiertos con manto. Uno de ellos, barbado y cubierto con un sombrero, sujeta con ambas manos un libro. El último parece que ha sido modificado en sus brazos y manos. Se observa como el brazo derecho está muy deteriorado en su parte superior, pasando desde aquí a doblarse por el codo y cruzarse sobre el pecho para colocar la mano en el lado contrario, mientras por debajo aparece la parte inferior de un brazo y una mano que parecen estar sujetando una especie de tabla y que podría ser la prolongación original de este brazo. También parece que la mano izquierda la tiene recogida bajo la axila derecha. Desde luego que es una postura un tanto extraña.
Al igual que en el lado contrario, el hexágono se ornamenta con temática vegetal sobre superficie piramidal en relieve y la estrella octogonal lo hace con un cupulín hexagonal rehundido.

La parte superior de este lateral está dividida en dos espacios que ocupan respectivamente, la lucha de un hombre y un dragón y dos caballeros enfrentados en justa. Debajo cuatro cuadrados cobijan otros tantos bustos masculinos.
Una pequeña banda vertical de fondo rojo separa las dos escenas de este friso.
En primer lugar, la lucha de un dragón con un hombre. El animal aparece de cara al muro, con un hombre a caballo en el inicio de su larga cola que le está clavando una lanza. Otra le atraviesa el cuello y llega hasta el cuerpo. La cola termina en un gran motivo floral que sale de su prolongación en forma de tallo. Parece que la cabeza del hombre está atrapada por una de las dos grandes ramas que salen del tallo.
En la escena contigua se representa una justa entre dos caballeros sobre fondo azul salpicado de flores de lis blancas. Ninguno va provisto de armadura ni cota de malla ni tampoco se protegen con cascos. Se distinguen el motivo barrado de la Monarquía aragonesa en los ropajes de la montura de la izquierda, mientras que el de la derecha porta en escudo y vestimentas del caballo un motivo de damero en colores dorado y rojo.
La parte inferior la ocupan cuatro cabezas masculinas en otros tantos espacios cuadrados que alternan fondos rojo y azul. Dos de ellos aparecen con barba y poblados bigotes. Hay un parecido entre el primero y el tercero que se presenta de perfil.

Cosa curiosa en la techumbre, en la parte del tirante se repiten dos figuras de grandes dragones con colas terminadas en motivos florales al igual que las vistas en el lateral contrario. Esta repetición, que suele ser normal en motivos vegetales y florales, no se da sin embargo en el tema iconográfico.
Los dos dragones están, como en el caso anterior, de espaldas, quedando oculta la cabeza del que mira hacia el muro. El centro lo ocupan motivos florales que salen de las largas colas en forma de tallo de los animales.  
En la parte baja volvemos a encontrar una nueva escena de lucha entre hombre y dragón. El animal tiene una larga cola que termina, como suele ser habitual, en motivos florales menos elaborados que en otras ocasiones. Tiene girada la cabeza con la boca abierta en posición de acometer al hombre que, echado sobre su larga cola le sujeta ésta con la mano izquierda, mientras con la derecha le agarra una pata. El dragón tiene sujetas sus piernas con su cola que se enrosca entre ellas.
La parte inferior de este can zapata, al igual que el contrario, se ornamenta siguiendo el esquema del tirante, con un alargado hexágono ocupando el espacio central. La decoración lateral varía, tanto respecto al tirante como al otro can-zapata. 

Los canes terminan en cabezas que parecen de dragón, con pequeñas barbas colgando de la parte inferior del morro. Están pintados de color azul.    
Nada reseñable en los tres retratos masculinos que ocupan los lados del interior del casetón, salvo el parecido casi exacto entre los dos de los laterales, algo que también vemos en otras ménsulas.
Tanto la parte inferior de los canes, como los laterales de la ménsula se cubren con motivos geométricos generados por cintas o lazos de color gris y blanco que se entrecruzan formando cuadrilóbulos, hexágonos, cadenas de rombos, etc. El fondo de color rojo se cubre con fina temática vegetal de tallos curvados en blanco con terminaciones florales.

El amplio hexágono alargado que ocupa el centro presenta decoración simétrica de tipo vegetal. Dos tallos se van enroscando a los lados de un eje central imaginario, creando espacios circulares que se rellenan con motivos florales.
La parte superior de este lateral la ocupa, parte de una salutación angélica. Debajo dos escenas de luchas de animales y de hombre contra dragón.
A lo largo de los cuatro laterales de este sexto tirante se desarrolla, en letra gótica de color negro, la salutación angélica: “AVE MARIA GRATIA PLENA (do) MINUS TECUM BENED” (Dios te salve María, llena de gracia, el Señor es contigo). Su disposición es un tanto extraña, ya que comienza por el lateral derecho del lado contrario, sigue en el mismo lateral de este can-zapata izquierdo, continúa en el lateral derecho de este mismo can, y finaliza en el contrario. En este lado figura la parte: “MINUS TE”.

En la parte baja, dos escenas separadas por una ancha banda que se ornamenta con cruces aspadas de color rojo sobre fondo negro.

En la primera aparece un león en posición de reposo. Sobre su lomo un animal que parece un perro o lobo con cuerpo alado le sujeta con la boca abierta la parte trasera de la cabeza.
Al lado, un hombre con una espada en la mano derecha, está a caballo sobre el lomo de un dragón que, con la cabeza girada, se muerde la pata derecha. El hombre parece estar indicándole con la mano que le mire o que le ataque.
Al igual que los otros cuatro laterales del tirante, éste se cubre con parte de la salutación angélica, mientras que el lado de la ménsula se cubre con cuatro retratos masculinos.
La parte de la frase “AVE MARIA GRATIA PLENA (do) MINUS TECUM) BENED” (Dios te salve María, llena de gracia, el Señor es contigo) que se puede ver en este lateral es “ATIA PLENA”.

El lateral de la ménsula se cubre con cuatro retratos encuadrados en otros tantos espacios que alternan los clásicos fondos rojo y azul.

El primero corresponde a un hombre barbado, el siguiente a un hombre con cabellos ensortijados y tocado con una diadema. Los otros dos aparecen de perfil, afrontados, con barba y tonsurado el de la izquierda.
En cuanto al motivo central de la parte inferior de esta ménsula, se repite el alargado hexágono cubierto con decoración vegetal de tipo simétrico. Varía la ornamentación de los laterales, ocupados aquí por dos figuras de sirenas-pájaros. 

Los canes terminan, al igual que en la ménsula del lado izquierdo, en cabezas que parecen de dragón, esta vez pintadas de color rojo.    
En los tres espacios interiores encontramos una novedad que solamente se da aquí. Se trata del dragón que ocupa el lateral derecho, ya que es la única representación no humana que se puede ver en todos estos espacios. En el espacio central aparece la cabeza de un hombre con pelo blanco llameante y barba del mismo color. Es muy parecido al que hay en la ménsula del cuarto tirante y se especula sobre si puede representar a San Juan Bautista, o ser una alusión a un salvaje por su aspecto asilvestrado y descuidado. El último busto también es curioso, ya que el hombre tiene pintados pelo y barba de color rojo y los ojos aparecen bizqueando, algo que podremos ver en otros retratos.
Los laterales del papo o parte inferior, están ocupados por dos estilizadas figuras de sirena-pájaro, ambos con terminaciones de las colas en tallos vegetales curvados y terminados en motivos florales. Ambos se cubren con gorros puntiagudos que también se prolongan ocupando la parte de los canes con nuevos motivos vegetales y florales más sencillos que los de la cola.  

La del lado izquierdo representa a una mujer y la contraria a un hombre, ambos con largos cabellos y con barba el hombre. En la mujer están menos definidos los detalles, ya que cuerpo, alas, garras y gorro tienen el mismo color verde, mientras que en el contrario solamente se aplica este color al cuerpo, aplicándose en el resto color rojo con delimitaciones en blanco.

Un tercer fragmento de la salutación que llena los laterales del tirante ocupa la parte superior. En la inferior un dragón con abundante decoración floral.
Aquí finaliza la frase que comienza en el lateral contrario y que continúa en la ménsula del lado izquierdo. “AVE MARIA GRATIA PLENA (do)MINUS TECUM BENED” (Dios te salve María, llena de gracia, el Señor es contigo) concretamente el siguiente texto: “CUM BENED”.
La parte baja la ocupa un gran dragón con la cabeza girada y cola que se prolonga en forma bífida a base de tallos que generan espacios circulares o roleos con motivos florales de grandes y coloristas flores. Otras flores y ramas salen de los tallos principales.  
Siguiendo con la salutación angélica, en la parte superior se puede ver parte de la frase. Debajo, tres espacios ocupados por representaciones de animales.
En este lateral comienza la frase que recorre los cuatro laterales del tirante: “AVE MARIA GRATIA PLENA (do)MINUS TECUM BENED” (Dios te salve María, llena de gracia, el Señor es contigo) concretamente el siguiente texto: “AVE MARIA GRA”.
El lateral inferior se divide en tres espacios enmarcados en negro mediante dos sencillas bandas verticales con el centro de color amarillo .
En el primero aparecen dos perros, ambos con la cabeza a ras del suelo y la lengua fuera, parecen mirarse y querer embestirse.
En el centro un león con la cabeza girada y larga cola que le pasa entre las piernas hacia delante para terminar por encima del lomo en forma de ataurique.
Finalmente, otra figura de dragón, también con la cabeza girada que parece sujetar con la boca la terminación floral de uno de los tallos en que se prolonga su cola.
Siguiendo con la tónica de los canes-zapata anteriores, también aquí la decoración inferior es coincidente con la del tirante. Dos grandes octógonos se entrelazan generando otros tantos espacios centrales cuadrados, mientras que en los laterales se forman cuatro alargados hexágonos.  

Los canes terminan en forma de cabezas humanas. El de la izquierda que mira hacia el altar, representa a un rey, con corona y barba corta.
En el lado contrario la figura de un obispo con la parte superior del bonete ornamentada con finos motivos vegetales de tipo simétrico. También lleva una fina barba.
Tres retratos masculinos ocupan los lados interiores del casetón delantero. Nuevamente hay un cierto parecido entre los que ocupan los laterales, algo que no se da con el central.
En la parte inferior de los canes dos motivos florales compuestos por sendos tallos que se juntan en el centro formando una especie de “X” con los extremos curvados hacia el interior terminando en flores.
En el interior de los hexágonos temática vegetal de tipo simétrico cubriendo un relieve en forma piramidal.

Los espacios cuadrados centrales se rellenan, uno con cupulín gallonado hexagonal rehundido y el otro con una estilizada estrella de seis puntas en relieve.
Cinco bustos ocupan el lateral del tirante, mientras que el de la ménsula lo cubre un friso de temática floral.
Los cinco retratos corresponde a personajes masculinos entre cuatro columnas que terminan en ornamentados capiteles.

El central está representado de perfil y lleva barba al igual que el quinto. El que hay entre ambos tiene el pelo ensortijado. Todos presentan las típicas rosetas en mejillas y mentón propias de la pintura románica. También es reseñable la expresión sonriente de los dos barbados.
El friso inferior está compuesto por cuatro grandes motivos florales de abultadas hojas, encerrados en otros tantos espacios circulares. Sobre el fondo el motivo de los tres puntos colocados en triángulo, esta vez en color rojo. Este tipo de decoración recuerda al que se desarrolla en las pinturas de la Sala Capitular del monasterio de Sijena.  
En la parte superior se desarrolla un friso de temática vegetal y floral. En la inferior, dos espacios rectangulares con representaciones de animales fantásticos.
En el lateral del tirante, finos tallos se entrecruzan para formar seis espacios circulares que se rellenan con otros tantos motivos florales de grandes y coloristas flores. El fondo se salpica con el motivo de los tres puntos dispuestos en triángulo.
Debajo dos grandes rectángulos ocupados por sendos animales fantásticos.
En primer lugar, un dragón con la cola terminada en motivos florales, como suele ser habitual. El cuello y cabeza pintados de rojo, aquél se ornamenta con vistosos motivos en color blanco.

En el espacio contiguo una sirena-pájaro con cabeza de mujer con largas melenas y patas de cabra. También su larga cola se prolonga en forma bífida para terminar en motivos florales. La cabeza está girada mirando al frente en una posición un tanto forzada.
La parte inferior de este can-zapata derecho se ornamenta de idéntica manera que el contrario, a base de dos octógonos entrecruzados con otros tantos espacios centrales cuadrados. 

También los canes terminan en forma de cabezas de rey y obispo e igualmente la del primero se sitúa en el lateral más próximo al altar. La talla es bastante mas tosca que las anteriores, marcar los rasgos de ojos, nariz, boca o mentón, que aquí se resuelven únicamente con la pintura.  
Los tres bustos del interior del casetón delantero representan, el central a un hombre de frente y los laterales a otros dos de perfil mirando hacia el exterior, ambos vestidos con togas o túnicas cerradas en el cuello.
La ornamentación de la parte inferior de los canes es idéntica a la vista en el del lado izquierdo, a base de dos tallos que se unen en el centro en un botón o pequeño rectángulo y que se curvan en sus extremos hacia el interior para terminar en forma floral.
También los relieves piramidales que cubren el interior de los hexágonos se decoran con temática vegetal simétrica.
Un cupulín gallonado hexagonal rehundido ocupa el centro de uno de los espacios centrales, mientras que en el otro hay una estrella de seis en relieve.

El lateral superior lo ocupan cinco retratos. Debajo tres escenas con dragones y lucha de hombre contra león.
Al igual que en el extremo contrario, los espacios que ocupan los bustos están separados por columnas con capiteles.
Todos representan a hombres. En el centro aparece coronado. El situado a su derecha con largas barbas. Los de los extremos, barbado también el de la izquierda, tienen la cabeza girada hacia el centro.
Las tres escenas de la parte inferior están separadas por dos bandas verticales a base de cruces aspadas sobre fondo negro. 
Un estilizado dragón ocupa la primera. Presenta un alargado cuello y tiene la cabeza girada encima de su también larga y enroscada cola terminada en forma de flor de lis.

En el centro, un hombre de pie sujeta una lanza en alto con ambas manos que clava en la boca de un león al que ataca por detrás y que tiene la cabeza girada. El animal, al igual que muchos otros de la techumbre se presenta con las patas de cabra.
En la última escena, otro dragón con la cabeza girada y boca abierta. Tiene doble cola: la inferior se desarrolla hacia abajo y termina en forma de flor de lis, la superior tiene forma de tallo que se curva para terminar en forma bífida con motivos florales.
El espacio del tirante lo ocupa una galería de cinco retratos, al igual que en el lado contrario y en la prolongación del can-zapata izquierdo. También se repite el friso de temática floral de la parte inferior.
En la parte superior, cinco espacios entre columnas con capiteles que sustentan el arranque de arcos que no se ven albergan otros tantos retratos femeninos.
El primero por la derecha parece estar fuera de lugar, tanto en cuanto a colores como a personaje, ya que parece un hombre con el pelo ensortijado. Tiene la particularidad, ya vista en otro busto, de tener cruzados los ojos. Además, se presenta totalmente de frente, mientras los otro cuatro tienen la cabeza ligeramente vuelta hacia un lado.
Debajo, friso de temática floral del estilo de las pinturas del monasterio de Sijena. Cuatro espacios circulares albergan otras tantas flores de gran tamaño y abultadas hojas. También aquí el fondo se salpica con el motivo de tres puntos en color rojo, al igual que en el can-zapata izquierdo.  
En la parte inferior de la ménsula se desarrolla un tema ornamental, que sigue el modelo del papo del tirante, a base de un lazo de cuatro octogonal que genera dos estrellas de ocho puntas y cruces de extremos apuntados que, al igual que en tirante, por la estrechez del espacio quedan reducidos a una especie de “T”.

Los canes terminan en sendas cabezas de tosca talla y bastante deterioradas. Ambas están giradas hacia el interior, mirándose mutuamente. A la izquierda una mujer con toca y en el lado contrario el busto de un hombre.
Los tres retratos masculinos que ocupan los espacios interiores no presentan otra peculiaridad que su enorme parecido, esta vez incluida la figura central.
La parte inferior de los canes la ocupan las figuras de un hombre de pie tocando el violín en el izquierdo, y de una bailarina contorneándose en una posición casi increíble, doblada por la cintura, mirando al frente y con las manos apoyadas en el suelo. Recuerda al tema del músico y la bailarina tan utilizado en el románico por el Maestro de Agüero en capiteles de iglesias de Huesca y las Cinco Villas.
Los espacios estrellados se decoran con pequeñas flores de lis doradas, sobre fondo rojo, alrededor de una semiesfera que, al igual que las del tirante, debieron de estar doradas. Los espacios en forma de “T” se cubren con fondo azul que se salpica con puntos blancos y temas vegetales en torno a un espacio circular central rojo con un motivo estrellado dorado en su interior.
Tanto en los laterales de este can-zapata como en el contrario de la derecha, se repiten los dos mismos temas ornamentales: la parte alta del tirante la ocupa un vistoso friso de temática floral, mientras que la inferior de la ménsula se cubre con una galería de cuatro retratos.
El friso superior desarrolla, sobre fondo azul, un tallo principal que se curva generando cinco espacios, tres convexos y dos cóncavos que se cubren con motivos florales, hacia arriba los primeros y boca abajo los dos segundos. Los espacios circulares se cierran con tallos que salen del principal y que terminan en las flores antedichas y con alargados pétalos laterales de éstas. Alternan fondos rojos con marrones.
En la parte inferior, cuatro retratos en otros tantos espacios cuadrados. Al igual que viene sucediendo con los bustos de los interiores de los casetones delanteros, aquí también hay una repetición de rostros, sobre todo los dos barbados que son idénticos.

Como ya he comentado en la página anterior, se repiten los motivos en ambos espacios: temática floral en el superior y galería de retratos en el inferior.
En el friso con temática floral aparece el mismo motivo ya visto en el anterior con ligeras variantes. En primer lugar, son cuatro los motivos florales y consiguientes espacios circulares que lo ocupan lo que hace que sea más prolongado el tramo de tallo entre ellos. También, aquí las flores son de un solo color, alternando las rojas hacia arriba y las azules boca abajo.
En los retratos se representan dos figuras masculinas y dos femeninas. Con larga barba el primero de los hombres, el otro, que está de perfil, tiene barba de un día. Las dos mujeres se tocan con una cinta sobre el pelo corto la primera y de melena larga la segunda.
Como ya es habitual, la parte inferior de este can-zapata repite motivos decorativos del izquierdo: motivo a partir de lazo de cuatro octogonal que genera dos espacios estrellados de ocho y otros cruciformes en los laterales, que dada la estrechez del tirante no tienen nada más que tres brazos. 

Los canes terminan en cabezas de hombre, bastante deteriorados como los del lado contrario. El de la izquierda presenta una pequeña barba en el contorno de la cara a base de pequeños puntos negros sobre un fondo más oscuro que el resto de la cara.
El de la derecha tiene la cabeza girada hacia el anterior y la boca abierta con la lengua fuera, en un gesto de burla hacia aquél.
Nueva serie de tres bustos masculinos en el interior del casetón delantero, también repitiéndose los rostros, sobre todo en los laterales.
En la parte inferior de los canes las figuras de dos luchadores a pie, uno armado con un palo y escudo, y el otro con espada y una pequeña rodela. Aparecen afrontados como en posición de enfrentarse.
Media esfera ocupa el centro de los espacios estrellados que se completan con pequeñas flores de lis sobre fondo rojo. Los espacios laterales se cubren con motivos vegetales en torno a un círculo de fondo rojo con una estrella de seis en su interior.
También en los laterales de este can-zapata se desarrollan los temas de motivos vegetales en la parte superior y galería de retratos en la inferior.
El friso de temática floral sobre fondo azul es prácticamente idéntico al del lateral izquierdo del otro extremo del tirante. Las flores alternan los colores azul y rojo sobre fondos marrones y rojos.
En los cuatro bustos de la parte inferior vuelven a duplicarse de forma casi exacta los retratos por parejas de forma alterna, apreciable sobre todo en los de rostro barbado incluso en la falta de la mitad del bigote.

Para terminar, nuevo friso vegetal y galería de retratos en este lateral.
Cinco grandes espacios circulares que alternan fondos rojos y marrones, con otros tantos motivos florales, que se diferencian de los anteriores en su policromía, componen este friso sobre el mismo fondo azul.
En cuanto a los cuatro retratos, otra vez encontramos alternándose dos barbilampiños con otros tantos hombres con barba. Se vuelve a repetir el parecido entre las dos parejas. A pesar de disponerse con expresiones y posiciones distintas, repiten rasgos faciales e incluso vestimenta. Curiosa la expresión de asombro o sorpresa que presenta el primero.
También aquí la parte inferior del can-zapata se ornamenta con mismo motivo que el tirante. En este caso, un gran hexágono ocupa el espacio central del papo. 

Los canes terminan en cabezas humanas de labra muy simple, ya que todos los rasgos y detalles faciales están realizados en pintura sin realce tallado. A la izquierda se presenta la cabeza de una mujer con toca rizada, mientras que en el otro lado es un hombre con una especie de cinta o corona de color dorado adornada con piedras preciosas, que le rodea la cabeza.
Los tres retratos del interior del casetón delantero mantienen la tónica vista en los anteriores: parecido casi exacto de los tres hombres que se representan, de tal manera que parece que sea el mismo con ligeras variaciones en gestos de ojos y boca.
9 10 1 En la parte delantera de la parte inferior se crea un espacio que ocupa los canes y la parte anterior de la ménsula en forma triangular. Se rellena con motivos vegetales a base de tallos que se curvan generando volutas y un espacio central acorazonado. El fondo está salpicado de motivos de tres puntos blancos.
El hexágono central se rellena con una gran y estilizada estrella de ocho puntas en relieve sobre fondo azul que se completa con pequeñas estrellas de ocho pintadas en los espacios entre puntas.  Las cuatro esquinas del hexágono se cubren con otros tantos triángulos de fondo rojo con temática vegetal de tipo islámico a base de ataurique.

Al igual que sucede con el tirante, nada queda de los motivos que ornamentaban los laterales de los canes-zapata que miran hacia los pies del templo. Si que son visibles los temas del lado contrario, en este caso dos dragones en la parte del tirante y círculos con leones en la ménsula.
Los laterales de la parte superior los ocupan sendos dragones con las cabezas giradas hacia el centro mirándose. Sus colas terminan en tallos que se curvan y se entrelazan, con terminaciones en motivos florales.
Debajo, cuatro espacios circulares que se generan del entrecruzamiento de las cintas exteriores negras con pequeños círculos en su interior que recorren el perímetro. Sobre el fondo rojo, otros tantos leones blancos afrontados por parejas.
Al igual que en el lado contrario, la parte inferior o papo la ocupa un gran espacio hexagonal con una estrella de ocho en relieve en su interior. 

La terminación de los canes es en forma de cabezas masculinas de talla muy simple, con mechón en el flequillo y dos grandes rosetas en las mejillas.
Los retratos de la parte interior delantera continúan repitiendo la semejanza entre ellos. En este caso corresponden a hombres, muy deteriorado el del lado izquierdo.
La ornamentación del espacio hexagonal central es la misma que la descrita para el del can-zapata izquierdo: gran estrella de ocho en relieve sobre fondo azul en el que se dibujan otras tantas más pequeñas en los espacios entre puntas.
La decoración vegetal de los papos y parte anterior de la ménsula es aquí más vistosa y trabajada que en el contrario. gruesos tallos, de los que salen pequeñas ramas, se curvan en los laterales creando dos espacios circulares que se completan con motivos florales, todo sobre fondo azul salpicado de pequeños puntos blancos. Los cuatro triángulos laterales, también presentan sobre fondo rojo decoración a base de ataurique.

En el lateral que mira al altar se conserva la decoración de tipo vegetal y geométrica que cubre el tirante y la ménsula, mientras en el lado contrario, como ya se ha dicho, nada más que pequeñísimos retazos quedan de la misma.

En la parte superior se desarrolla un friso de temática floral al estilo de la que se decoraba la Sala Capitular del Monasterio de Sijena, y que tantas veces se verá repetida en la techumbre. En este caso está compuesta por seis grandes espacios acorazonados en cuyo interior hay grandes motivos florales. Entre estos espacios, dos pequeñas flores en forma de “L” invertida sobre fondo azul crean la impresión de que están cobijados entre semiarcos sobre columnas.

En la parte inferior se desarrolla un motivo de lazo típicamente mudéjar, y que siglos más tarde se verá en varias decoraciones de bóvedas barrocas en yeso. Parte de cadenas de hexágonos de alargados laterales que se cruzan generando un espacio central en forma estrellada de ocho puntas. En cada uno de los laterales se forma un espacio romboidal y dos pentagonales más pequeños. Los espacios estrellados centrales se cubren con cruces rojas sobre rombos que parece que estaban dorados.   
Los canes-zapata del último tirante son los que peor se conservan. Debido a su situación fueron, junto a esta sección, lo más dañado cuando en la guerra civil de 1936, cayó la bomba que destruyó esta zona. 

En el lado derecho solamente restan las formas de las cabezas talladas en que rematan los canes. En la del lado izquierdo aún se pueden distinguir algunos rasgos, así como el tocado que cubría su cabeza.
En cuanto al casetón delantero, dos son los bustos que se pueden ver (el otro es complicado de fotografiar). son retratos de hombres con los ya tan vistos rosetones en mejillas y mentón.
El del lado izquierdo ha conservado en bastante buen estado parte de su ornamentación lateral, así como la forma de las cabezas en que terminan los canes.

Aunque desaparecida la policromía, todavía se distinguen los rasgos de estas cabezas y, si el peinado original se correspondía con el que se conserva, parece ser que se trata de bustos femeninos.
El interior, sin embargo, está más dañado que el anterior, no quedando nada más que un retrato, que parece de mujer, en el que falta el rostro.

En la parte superior se representan cuatro caballeros disputando una justa por parejas, todos vestidos con cota de malla y sobrevesta, cubierta la cabeza con yelmo y los caballos con ropajes, y tres de ellos armados con lanza y escudo.
En la primera pareja, el jinete de la derecha, vestido de rojo con una gran cruz ribeteada de blanco como símbolo heráldico, acomete con la lanza al contrario, que alcanzado en el pecho cae hacia atrás con las manos desnudas en alto. Este segundo es el único de los cuatro que aparece desarmado. Las vestimentas presentan un bandado azul claro sobre fondo blanco.
La otra pareja de contendientes se acometen mutuamente con las lanzas sin llegar a alcanzarse (se puede ver como en el de la izquierda pasa por la axila). Uno de ellos lleva como motivo heráldico el de la Casa Real de Aragón, mientras que el otro lo conforma una gran barra blanca sobre fondo azul.
La parte baja se decora con un motivo floral muy vistoso a base de gruesos tallos que se curvan creando cuatro grandes espacios donde terminan en forma de grandes flores de abultadas y carnosas flores. Todo sobre fondo azul con finos motivos en blanco.

La parte baja de este primer alicer o estribo se decora con una cinta en zig-zag de tipo románico, pintada en color más claro la mitad superior y degradando grises hasta llegar al negro en la inferior. Este motivo lo volveremos a ver en varias ocasiones en las tabicas en forma vertical.
En la parte superior una arcada formada por diez vanos que cierran en arco de medio punto rebajado sobre pequeños capiteles y columnitas. En cada uno de ellos se representa el busto de una persona, hombres y mujeres, todos ellos de clase alta. Se resaltan mejillas y mentón con una recortada roseta, lo que recuerda al estilo románico.
Comenzando por la izquierda, el segundo parece un guerrero, ya que viste cota de malla. Cuarto y quinto van coronados y podrían ser una reina y un rey. El siguiente está tonsurado y parece representar a un eclesiástico de alto rango, por la capa que viste. Una mujer con diadema en séptimo lugar, y un hombre mayor en el octavo. En los dos últimos espacios, la figura de perfil. que Novella interpreta como de una dama enlutada con el velo en la cabeza, y una joven con tocado en forma de cofia que sujeta un velo que le cae sobre los hombros.

De lo representado en el friso superior de este alicer lo único que parece claro es que se trata de una gran fiesta musical. Ahora  bien, en cuanto a su interpretación, hay diversas opiniones que la relacionan con una boda o con una fiesta cortesana. Últimamente Yarza ha descartado ambas y apuesta por la hipótesis de que lo que se ha pretendido es resaltar la música instrumental. A la vista de su composición formada por tres músicos con instrumentos de cuerda a la izquierda, tres personas en el centro, de las cuales la central parece haberse querido destacar de forma notable, dos heraldos con largas trompetas a continuación, para terminar con un nuevo músico y una dama que, por el gesto de sus manos, parece dirigirse al centro, Yarza no ve claro el elemento religioso o la presencia de los cónyuges que haga pensar en un rito nupcial. Tampoco, ningún elemento que haga pensar en las fiestas cortesanas o el amor cortés. Lo que si está claro es el ambiente de fiesta y celebración, en un lugar exterior, que se desprende de la escena. Esto puede hacer pensar que se ha querido representar una alusión con una fuerte influencia islámica de los jardines paradisíacos de los que habla el Corán, a lo que contribuye la presencia de árboles, algunos de ellos parecen frutales. Para Novella, sin embargo, estos árboles serían representaciones del árbol de la vida.
El primer personaje por la izquierda corresponde a un músico que está tocando una vihuela. A su derecha, un árbol de color rojo. A continuación un segundo músico con una giga y un árbol del que  parecen colgar alguna especie de frutos.  

El tercer músico de esta parte izquierda lleva en las manos una viola. También el árbol de su derecha parece frutal. En el lado contrario otro músico con lo que pudiera ser otra giga mira a una dama que parece estar indicando algo con su mano derecha, mientras con la izquierda sujeta un pequeño bolso a la altura de la cintura.  

Dos heraldo con largas trompetas dan paso a la escena central en la que se pueden ver tres figuras. Para Novella, las laterales están presentando a la del centro que viste saya y pellote y se cubre con capa encordada, con forro de armiño contraverado en plata y sable. Con la mano derecha se coge el cordón de la capa, símbolo de elegancia en el siglo XIII. Todos los personajes, a excepción de los dos heraldos se tocan con diademas.
En la parte baja se desarrolla una temática floral muy vistosa, y que veremos otras veces repetida con variaciones. Se compone de grandes hojas carnosas, tradicionales del estilo 1200 y que se relacionan con las pinturas murales de la Sala Capitular del Monasterio de Sijena.

Está formada por ocho grandes motivos florales, que se pueden ver a continuación, entre los que se desarrollan tallos y hojas. El fondo se cubre con el motivo a base de tres puntos blancos dispuestos en triángulo.

La parte baja de este estribo se divide en cuatro espacios, de alguna manera coherentes los tres principales pero fuera de lugar el pequeño rectángulo de la derecha que parece haber sido colocado ahí para rellenar un espacio. Alargados los tres primeros, se separan con bandas negras ornamentadas con pequeñas aspas grises, algo que no sucede con el pequeño, que remarcado en negro y con un fondo rojo, parece un añadido.
En el primer rectángulo, la escena se ha interpretado como un hombre que agarra la cola de un gigantesco cuadrúpedo o que lo persigue, aunque ampliando la fotografía se aprecia como en realidad lo que está haciendo es herirlo con la punta de una lanza que pasándole por detrás de los hombros, sujeta por la parte trasera con la mano izquierda a la altura de la cabeza y a media altura con la diestra. De la herida que le infringe en la pata trasera izquierda mana un abundante chorro de sangre. El animal parece una especie de dragón con el cuerpo escamado, representado con una larga lengua fuera, rostro fiero y cola corta.
En el tercer espacio se presentan dos grandes animales afrontados. De afiladas garras y con pequeñas barbas bajo el morro, tal vez se podría proponer una atrevida identificación como leones.
El motivo vegetal que ocupa el espacio central es de temática floral del tipo predominante en la techumbre y que se relaciona con el estilo 1200 y el monasterio de Sijena. Aquí, partiendo de una gran flor de lis central se generan dos tallos laterales que se curvan hacia el interior, para terminar en una flor que ocupa el centro del roleo o voluta que crea. Se completa con pequeñas ramas que salen de los tallos y flor principal.
En el último, pequeño y rectangular espacio, se puede ver sobre fondo rojo la figura de un ave que bien podría ser un ibis.
La parte superior del alicer la ocupa un  alarde de caballeros. Se puede afirmar que se trata de una simple cabalgada ya que van armados con todo lo necesario para la guerra pero con la cabeza descubierta, como solía ser habitual en estos eventos en los que los caballeros se limitaban a dar un paseo. Toda la escena se desarrolla sobre fondo azul claro, a excepción del correspondiente al último caballero de la izquierda que se dibuja sobre fondo rojo.
En total son ocho jinetes que, lanza en ristre, abandonan una ciudad amurallada sobre cuya puerta un heraldo hace sonar una trompa de lucha. Aunque hay quien ha querido identificar las armas que portan en escudos, banderines de lanzas y gualdrapas de monturas, con las de Ordenes Militares como San Juan de Jerusalén, Santiago o Calatrava, alternando con otras particulares, lo cierto es que son tan genéricas que, como opina Yarza, nada hace pensar en algo que no sea un alarde de caballería y por ello una exaltación de la misma.
Comenzando por la izquierda, las armas del primer caballero están formadas por un fondo oscuro con un fino bandeado diagonal en blanco. Las del segundo, sobre fondo marrón una alargada torre almenada en gules. El siguiente porta sobre fondo blanco una cruz de Calatrava roja, lo que sugiere se trate de un caballero de esta Orden.
El blasón del cuarto caballero lo componen pequeños círculos rojos con cruces en su interior, sobre fondo blanco. Un nuevo jinete también se podría considerar calatravo, ya que luce sobre fondo blanco la cruz de la orden, esta vez en color azul. En el contiguo se repite el motivo del primero, a base de fino bandeado sobre fondo azulado.
El penúltimo porta, sobre fondo oscuro, una sencilla cruz griega blanca. En cuanto al más próximo a la puerta, una gran flor de lis dorada sobre fondo rojo conforma su motivo heráldico. Finalmente, sobre la puerta de la ciudad o castillo se ven los brazos y cabeza de un heraldo, que hace sonar una larga trompeta sujeta con su mano derecha, mientras la izquierda con el índice extendido parece indicar el camino a los caballeros.
La parte superior del alicer la ocupan cinco grandes animales míticos de una excelente realización. Aunque no se encuentran encuadrados, se pueden diferenciar tres escenas.
La primera figura representa un león de afiladas garras y cola terminada en ataurique. A continuación, dos grifos afrontados en posición de atacarse mutuamente. Es curiosa la quíntuple cola del de la derecha.
Completan el friso las figuras de dos dragones con los cuellos entrelazados, las cabezas afrontadas y grandes colas, bífida el de la derecha, en forma de tallos que se curvan para terminar en motivos florales que cubren el interior.

En el friso inferior se representan tres escenas de cacería.
La primera escena es de tipo fantástica, y presenta a tres hombre luchando con un pavo gigante. A la izquierda, el primero de ellos, arrodillado, le clava una pica en el cuello; el segundo cabalgando sobre su lomo está intentando sujetarle la parte trasera del cuello, mientras que el tercero le hiere con la lanza en la parte posterior. A la izquierda de la escena un árbol de color rojo.
Un segundo árbol separa la escena anterior de la siguiente en la que se representa la caza del ciervo. Un jinete sujetando con brazo y mano derecha la lanza en ristre y las riendas con la izquierda cruzada sobre el cuello del caballo, clava la punta en el costado de un ciervo que huye a la carrera.

Un nuevo árbol deja paso a la última escena en la que se puede ver la caza del jabalí. A la izquierda, un caballero, armado con lanza, parece frenar a su caballo cuando el jabalí al que persigue es atacado por un perro que se le ha subido sobre el lomo. Detrás de otro árbol, un cazador arrodillado empuñando la lanza con ambas manos contempla la escena. Parece que estuviese en posición de insertar al jabalí si fracasa el ataque del perro.  Completa la escena la puerta amurallada de un recinto poblado, de la que sale un caballo al trote del que solamente se ve la parte delantera.
El friso superior del alicer izquierdo de esta tercera sección representa un combate que tanto puede ser una batalla como un torneo. Novella opina que la escena se relaciona con la del alicer contiguo, donde se veía salir una cabalgada de caballeros que aquí están en plena lucha. Sin embargo, parece más convincente la interpretación de Yarza, para quien el orden de los combates casi elimina la posibilidad de que se trate de una batalla. Además la indumentaria y los signos heráldicos son todos cristianos, lo que hace más verosímil la idea más bien de una justa, donde los enfrentamientos son por parejas, a diferencia de los torneos donde lo hacen todos contra todos. Aquí son cuatro las luchas que se representan, todas sobre fondo rojo salpicado con el motivo de tres puntos blancos en forma triangular.
Comenzando por la izquierda, en la primera lucha un caballero montado, que luce como armas en el escudo, casco y gualdrapa del caballo una franja negra sobre fondo blanco embiste con la lanza a un caballo cuyo jinete yace tendido en el suelo con el escudo en la mano. Casco, escudo y ropaje del caballo lucen las barras de la Monarquía aragonesa. Ambos caballeros se cubren la cabeza con yelmos.
En la segunda escena, el caballero de la izquierda está inclinado sobre el cuello del caballo mientras parece soltar de la mano la lanza que se ha partido al impactar con su contrincante, que aparece tendido sobre la silla con el escudo que sujeta con la mano izquierda descolgado por el lateral. Ha perdido la lanza que está en el suelo. Los dos visten cota de malla y cabeza protegida con cascos. El primero porta como motivo heráldico una especie de gran copa cerrada en color rojo sobre la gualdrapa del caballo. El segundo, un aspa, también roja sobre fondo marrón, en escudo y ropaje de la montura. 

En la tercera lucha, dos jinetes, protegidos con yelmo, se acometen mutuamente con las lanzas a la altura de la cabeza. El de la izquierda luce un fino bandeado blanco sobre fondo azul como motivo heráldico, ya visto en el alarde del alicer contiguo, mientras que el de la derecha lo conforma una gran estrella de seis puntas con pequeñas estrellas de ocho puntas en los espacios intermedios. En ambos el motivo cubre yelmos, escudos y ropajes de las monturas.
La última escena presenta a un caballero que acomete con la lanza a un infante armado con espada que sujeta con la mano derecha y que tiene echada completamente hacia atrás en posición de ataque. El jinete se cubre con cota de malla, mientras que el infante se protege la cabeza con casco. En la gualdrapa del caballo y en el escudo del jinete aparece un motivo rojo en forma de sol con alargados rayos radiales. En el escudo del infante está representado, del mismo color, la figura de un toro.
El friso inferior esta ornamentado con temática floral muy abigarrada y colorista, del tipo ya visto en la primera sección.
Aquí son nueve los grandes motivos florales de grandes hojas carnosas representados, entre los que alternan tallos y hojas. El fondo se cubre con el tema de tres puntos en forma de triángulo dispuestos aleatoriamente.

La parte baja del alicer la ocupan cinco motivos en otros tantos espacios rectangulares formados por un motivo de lazo a base de una doble cinta entrecruzada.

En el primer espacio, un hombre se enfrenta a un estilizado dragón. Armado con una lanza que le pasa por detrás de la cabeza y que sujeta con ambas manos clava su punta en el cuello del animal, mientras que éste le muerde la pierna izquierda. La cola del dragón tiene unas vistosas terminaciones en forma de tallos con motivos florales.
En segundo lugar, un tema floral simétrico, a base de un doble tallo que se curva hacia al interior y del que salen pequeñas flores. En el interior de cada una de las volutas que forman hay representada un ave de largo pico.
 A continuación una nueva representación de la lucha del hombre contra el dragón. Aquí, el personaje sujeta con la mano derecha una lanza que clava en el abultado vientre del animal cuya ejecución es un tanto extraña, ya que se le presenta sin cuello, ventrudo y con patas de cabra.

Nuevamente se repite el enfrentamiento, esta vez con el hombre sujetando la lanza con ambas manos y clavando su punta en el vientre del dragón, al igual que en el caso anterior.
En la última escena es un centauro el oponente del dragón. El centauro es sagitario, ya que se representa a lo parto, lanzando la fecha girándose hacia atrás. El carcaj lo lleva sobre el hombro derecho con la mano en posición de haber soltado la flecha que cargaba en el arco que sujeta con la izquierda. La flecha está clavada en el lomo del dragón que se presenta con un aspecto un tanto extraño, sobre todo en la cabeza donde no aparecen orejas y sí una especie de vello erizado en forma de pequeños trazos negros rectos.
El friso inferior lo componen once círculos formados por el entrecruzamiento de cintas que se anudan en el centro de los cuatro lados.
En su interior alternan un escudo abacial con báculo (seis) y otro de armas cuarteado en gules en 1 y 4 y oro en 2 y 3. (cinco)
En la parte superior del alicer izquierdo de esta cuarta sección se continúa con la temática caballeresca vista en las dos anteriores, en este caso con la representación de cuatro nuevos enfrentamientos armados. Para Novella lo aquí descrito es la terminación de la lucha del alicer de la sección tercera. Yarza opina que se trata de nuevas escenas de justas entre caballeros cristianos, a pesar de que uno de ellos se ve claramente que es musulmán. Al tratar de la escena veremos las opiniones al respecto. Todo el fondo es de color azul salpicado por el motivo de tres puntos blancos en forma triangular.
Comenzando por la izquierda, aparece un jinete solitario que parece entrar en escena con el rostro girado y señalando con la mano izquierda hacia delante, como arengando a otros jinetes que le siguen. Por lo que se adivina en la gualdrapa del caballo, luce motivo heráldico en forma de gran cruz aspada dorada sobre fondo rojo, que también lleva en el casco.

A continuación, una pareja armados con espadas levantadas en la mano diestra y escudos que sujetan con la izquierda, se acometen de forma violenta. Es difícil interpretar los motivos heráldicos que portan, ya que están prácticamente borrados. Únicamente en el de la derecha se adivina una barra dorada sobre fondo rojo, tanto en escudo como en ropajes del caballo. El jinete de la izquierda luce una vistosa sobrevesta roja y casco del mismo color sobre la cota de malla.
En el enfrentamiento siguiente aparecen un ballestero a caballo que apunta con su arma al jinete que le acomete espada en mano, con la que parece querer desviar la ballesta hacia un lado. Sujeta escudo en bajo con la mano izquierda, mientras que el ballestero va sin él, ya que utiliza las dos manos para sujetar el arma. En la gualdrapa del caballo de este último aparece un bandeado dorado sobre fondo de gules, mientras que el caballero luce escudo en sotuer de los mismos colores, al igual que en los ropajes del caballo. Ambos se protegen la cabeza con sendos cascos rojos.
La pareja contigua es la que mayor duda ofrece en cuanto a su posible interpretación. Aquí, un caballero con un motivo heráldico a base de barras doradas sobre fondo gules, que recuerda vagamente al de la Casa Real aragonesa, en sobrevesta, casco, escudo y ropaje de la montura, acomete violentamente con la lanza a un segundo jinete que se presenta tendido sobre la silla y lomo del caballo, como consecuencia de la violenta acción de su adversario. Esta claro que el personaje es un musulmán, tanto por el color oscuro de su cara, como por el armamento que porta: alfarje o sable curvo en lugar de espada, que ha perdido en la lucha y ha caído al suelo, y la rodela, en lugar del escudo oblongo que todavía sujeta con su mano derecha. Hay que tener en cuenta, además que es el único caballero o personaje de la techumbre al que se le representa realizando alguna acción principal con la mano izquierda, en este caso sujetar el sable o alfarje. A ello hay que añadir que, tanto en el casco, como en la rodela y en la gualdrapa del caballo aparece dibujada la estrella de David. Para Yarza, la lucha entre un caballero cristiano y un musulmán se trata de un recuerdo a la reciente campaña contra Valencia.
En la última escena dos caballeros se acometen mutuamente con las lanzas. La lanza del de la izquierda atraviesa la parte superior del escudo de su contrario para impactar en el hombro, mientras que es herido a su vez en la parte superior del brazo izquierdo por la lanza de su oponente. Ambos se protegen con yelmo y llevan sobrevesta. El de la derecha luce las barras de la Monarquía aragonesa en yelmo, sobrevesta, escudo y ropajes del caballo, mientras que el motivo heráldico del otro lo forman unas finas bandas doradas sobre fondo de gules.
La parte baja del alicer la ocupa una arquería compuesta por doce arcos de medio punto de tipo románico que apoyan en sencillos capiteles sobre columnillas. El fondo azul de la rosca de los arcos se decora con pequeños puntos blancos.
En su interior, sobre fondo rojo,  motivos florales que alternan los dos modelos que se pueden ver en las imágenes, ambos a base de grandes y abultadas hojas.
La parte superior de este estribo se ornamenta con una serie de diez círculos unidos entre si por los laterales mediante un pequeño tramo horizontal en el centro. En el interior un trazado geométrico de tipo oriental, formado por un cuadrilóbulo en el que entrecruzan de esquina a esquina dos alargados y estrechos óvalos, creando un espacio romboidal en el centro que se completa con una cruz griega.
Alternan dos variantes cromáticas. La primera y más simple tiene las cintas que la forman de color blanco ribeteadas en negro con los fondos en rojo, sobre los que se dispone el motivo de tres puntos blancos distribuido aleatoriamente. La cruz en blanco y rojo. En el segundo las cintas son de color marrón oscuro, los fondos exteriores de color rojo y los interiores de azul, mientras que el rombo central es azul con amplio ribete rojo, con la cruz del mismo color. Se repite el motivo de los tres puntos blancos. 
En la parte inferior, una nueva composición geométrica, más compleja que la anterior. Está compuesta por dos filas en las que alternan espacios cuadrilobulados y romboidales que, en número de veintiuno en cada una, se crean por el entrecruzamiento de cintas o lazos que se anudan en los espacios que quedan entre cada cuatro.
Sobre fondo rojo, los rombos se rellenan con cruces de brazos apuntados en forma de pétalos de flor, mientras que los cuadrilóbulos lo hacen con cruces aspadas de color blanco con los brazos terminados en forma de flor.
El friso inferior se decora con un motivo geométrico que también se verá más tarde en las tabicas de los faldones. Aquí, está compuesto por cuarenta y cuatro octógonos entrelazados, dispuestos en dos filas. El entrecruzamiento da lugar a espacios centrales cuadrados enmarcados por cuatro hexágonos de alargados lados laterales. Entre cada cuatro se crea un espacio en forma de rombo con una cruz aspada en su interior fruto del cruce de las cintas que unen el superior izquierdo con el inferior derecho y el superior derecho con el inferior izquierdo.
Los cuadrados interiores se rellenan con cruces svásticas, alternando color negro sobre fondo marrón con color blanco sobre fondo rojo con ribete anaranjado. Igualmente los hexágonos laterales son, en el primer caso, de fondo rojizo con una sencilla línea más intensa que en su eje, mientras que en el otro, sobre el fondo marrón se distribuyen cinco pequeños puntos negros en forma longitudinal. Los cuatro pequeños cuadraditos que quedan en los rombos exteriores tienen fondo marrón y en cada uno hay pintado un pequeño punto blanco.
Una nueva arquería de tipo románico ocupa la parte alta del alicer. Esta vez compuesta por diez arcos, completos y dos medios en los extremos, de medio punto ligeramente rebajados, que descargan en pequeñas columnillas con capiteles.
Los capiteles tienen resaltado el ábaco en color gris con un dibujo muy simple que imita el despiece, mientras que en los fustes se han colocado alternativamente, uno o dos espacios circulares de fondo gris con esquemáticos dibujos en blanco en su interior. Los arcos albergan motivos florales de dos tipos formados por grandes y abultadas hojas. El color claro del fondo está salpicado por el motivo de los tres puntos en triángulo, pintados en rojo. Arquería y columnas son igualmente de color rojo.
El alicer derecho de esta quinta sección está decorado en sus dos frisos por motivos vegetales y florales.
El superior es del tipo ya  visto en las secciones primera y quinta, a base de flores de grandes y carnosas hojas que se relacionan con las pinturas de la Sala Capitular del Monasterio de Sijena en Huesca.
El friso está compuesto por ocho grandes motivos florales, alrededor de los cuales dos tallos paralelos forman un doble círculo para luego extenderse y entrecruzarse hasta llegar al siguiente. De estos finos tallos salen pequeñas ramas y flores. Sobre el fondo el tema de los tres puntos blancos dispuestos en triángulo. 
En la parte inferior los motivos florales son de tipo más islámico, también con diez grandes flores entre las que se entrecruzan finos tallos de los que salen flores y ramas.
En el friso superior de este alicer se puede ver la más completa representación de las labores de carpintería en la Edad Media que se conoce en España. En nueve cuadrados que alternan fondos rojo y verde oscuro, se van desarrollando, como si se tratase de una tira de comic, diversos trabajos relacionados con la construcción del artesonado.
En cuanto a la vestimenta, los obreros visten una especie de mandil de peto, parecido a un pellote, con falda hendida. Alternan los de color rojo y azul con listado rojo en el segundo caso y azul en el primero. Debajo llevan camisas blancas bordadas en la bocamanga y calzas del mismo color. Yarza apunta la probabilidad de que se trate de obreros moros. El mandil del joven que reparte agua en la escena central es de un solo tono.
Comenzando por la izquierda, en el primer cuadrado se ve a un obrero apoyado con la mano izquierda sobre una larga madera que descansa sobre el banquillo sustentado por dos caballetes y con una especie de azuela grande en la derecha con la que parece estar refinando la madera.
En el segundo, el operario está a caballo sobre la madera con una azuela en alto en la mano derecha con la que debe de estar labrándola, antes de pasar al refinado de la escena anterior.
A continuación, dos obreros extienden sobre la madera, que reposa en el banquillo, una especie de cinta de medir.

La siguiente escena muestra a un tallista a caballo sobre la madera y el banco, manejando un cincel y un martillo mientras talla una cabeza que parece de águila en que terminan los canes.
En el cuadrado central aparece un joven sonriente, sosteniendo, en un raro y forzado cruce de brazos  en su mano izquierda una botella tripuda y en la derecha un pequeño cuenco, ambos de color rojo. A la derecha, y en el suelo, lo que parece una garrafa.
La primera de las cuatro escenas siguientes presenta a un obrero de pie con la mano izquierda sujetando una azuela que apoya en la madera que apoya en el banquillo. con los dedos índice y corazón de la mano derecha levantados parece indicar al joven que quiere agua o licor del que reparte o bien la cantidad que debe de servirle.
En el cuadrado contiguo dos operarios están montado la “A” que forma transversalmente la estructura de par y nudillo de la techumbre. Ambos van provistos de mazas. Uno de ellos subido en uno de los pares parece estar acoplando su unión con el contrario, mientras que el segundo sujeta con la mano izquierda el nudillo mientras ajusta su unión con el par sobre el que está su compañero.
El obrero de la siguiente escena está devastando con una azuela de largo mando que sujeta con ambas manos, una madera que reposa en el suelo en la que apoya el pie izquierdo.
Finalmente, dos hombres están serrando longitudinalmente un largo madero que apea inclinado en un caballete. Uno de ellos está de cuclillas en el suelo mientras que el otro se apoya en el tablón sujetando ambos la sierra con las dos manos.

En el friso inferior aparecen doce círculos que alternan fondos rojos y azules con ribetes de los mismos colores.
Dentro de cada círculo un ciervo que alterna los citados colores con detalles en blanco, de tal manera que coincida con el del ribete, diferentes ambos del fondo. Todos tienen la cabeza erguida y una larga cornamenta que se extiende en horizontal encima del lomo. Cada uno presenta diferencias con el resto, de manera que no hay dos iguales. A continuación se pueden ver imágenes de los doce.
Así como en la parte superior del alicer de la izquierda de esta misma sección se desarrolla el ciclo de los carpinteros, aquí se ha representado, en los cinco primeros espacios del friso, el trabajo de los pintores del artesonado. Los dos rectángulos de la derecha lo ocupan sendos animales mitológicos. Todas las escenas se desarrollan sobre fondo rojo.
En la primera, comenzando por la izquierda, aparecen tres personajes. El de la izquierda, que viste saya larga de color oscuro, está sentado sobre un banquillo y pinta  una de las tablas de los faldones de la techumbre con motivos heráldicos. A la derecha otro personaje, vestido con saya y una especie de túnica sin mangas blanca y listada está pintado, también sentado en un banquillo, otra tabla en la que aparecen escudos con las armas de la Casa Real aragonesa. Ambos trabajan sosteniéndose una mano con la otra, lo que debía de ser la forma habitual de la manera en que se pintaba. Aunque por la indumentaria se ha supuesto que eran mujeres, en realidad son hombres, ya que llevan el tocado masculino con mechón en el flequillo. Es posible que se trate de maestros pintores con su indumentaria de trabajo. Entre ambos, la figura de un joven de pie, que viste falda azul hendida, que gira la cabeza hacia el pintor de la izquierda mientras sujeta, con los brazos extendidos, un botellín en la mano izquierda y una copa en la derecha que parece ofrecer al pintor de este lado. Para Yarza está postura indica que, aunque está sirviendo bebida a uno de los maestros, no desatiende al otro.
La escena contigua parece no encajar del todo con las labores de pintura. En ella aparece un joven con el cabello revuelto, vestido con saya hendida de color oscuro con listado rojo y claro, tipo oriental, que tiene la mano izquierda extendida mientras señala con el índice de la derecha. En el centro un personaje, que viste falda hendida, gesticula con ambas manos mientras se dirige al hombre de la derecha con gesto que parece de enfado. Este personaje viste una especie de tabardo con capuchón, abierto en el lado izquierdo por el que extiende el brazo como tratando de hacer comprender algo, mientras mira con gesto serio a los otros dos. Tanto podría tratarse de la compra de materiales como de una discusión por conflictos laborales como sugiere Novella. Para Yarza los gestos enérgicos con que se han representado los personajes hacen pensar también en una discusión. Así, la mano cerrada con el índice extendido que exhibe el hombre del centro es un indicativo de querer explicar algo, mientras que el puño cerrado es señal de enemistad u oposición. La mano extendida por completo del hombre de la capucha es sinónimo de decisión y firmeza de posición, a pesar de la actitud, al parecer hostil, de su interlocutor.
En el tercer recuadro se retoma el trabajo de los pintores. Una mujer de pie, que viste túnica de encima con escote en las sisas, tipo pellote, de color azul y con el cabello cortado en recto, se inclina y extiende color rojo sobre una tabla preparada de blanco que apoya en un banquillo bajo.
En la siguiente escena, una mujer extiende colores, tal vez prepara las mezclas, sobre una tabla. Viste saya larga y lleva el pelo largo cortado en recto. Tiene la cabeza girada hacia un hombre que se le acerca con un cuenco en la mano izquierda, mientras señala con el índice de la derecha extendido, como indicando que se lo llene.
En el quinto recuadro aparecen dos hombres, el de la izquierda viste túnica talar oscura y manto ocre plegado sobre el brazo derecho en cuya mano extendida lleva lo que parece una bolsa de monedas, mientras con el índice extendido de la mano izquierda señala al suelo con el brazo extendido. El otro personaje parece reclamar algo, con el brazo izquierdo extendido y el índice de la diestra extendido con el puño cerrado como amenazando o reclamando algo a su interlocutor. Al igual que la segunda escena, tampoco esta clara su relación con el tema de los pintores, a no ser que, por la bolsa de dinero que porta uno de los hombres se trate de la compra de materiales.
Concluido el tema de los pintores, en el rectángulo contiguo se representa la figura de color gris oscuro, con la cabeza girada y las alas extendidas.
El último espacio lo ocupa lo que parece ser la figura de una arpía, con cuerpo de ave, patas de cabra, y cabeza de mujer con cabellos largos y rosetones rojos en mejillas y mentón, recordando el estilo románico.

La parte inferior se puede dividir en dos espacios, de muy diferente tamaño.
En un primer espacio rectangular, de fondo oscuro, se representa un dragón pintado en un tono rosáceo, con la cabeza girada y la cola bífida terminada en forma de ataurique.
El resto del friso lo ocupan ocho cuadrados en los que se enmarcan otros tantos círculos, formados por una cinta de color marrón oscuro, con fondos rojos y blancos. El interior lo ocupan leones pasantes en diferentes posiciones que alternan su color blanco o rojo con el del fondo. A continuación se incluyen fotografías de los ocho.

El friso superior de este alicer se decora con una serie de once espacios mixtilíneos, formados por el entrecruzamiento de cintas horizontales y verticales.
En el interior de cada recuadro un león pintado de rojo sobre fondo blanco, dispuestos de manera que están afrontados por parejas.

La parte inferior presenta una serie de nueve arcos de medio punto, ligeramente rebajado, que apoyan en pequeños capiteles y columnillas, al estilo de los vistos en la primera sección. Cada uno de ellos cobija la cabeza de un personaje.
Los personajes representados parecen de categoría social inferior a los de la primera sección, aunque también notable. De todas formas, los dos primeros corresponden con un obispo y un rey colocados, como suele ser habitual, juntos y mirándose. En tercer lugar un hombre barbado. A continuación otro con media barba, presentado con la cabeza de perfil hacia la izquierda. Sigue una mujer de frente en el espacio central, un joven con la cabeza ligeramente girada hacia la anterior, una nueva cabeza masculina de perfil, esta vez vuelta hacia la derecha. Una mujer con cinta en el pelo y mofletes exageradmujer, se deduce por el peinado, con el pelo corto.

La parte superior de este alicer se divide en siete espacios en los que se representan una serie de escenas sin conexión entre sí, e incluso algunas de ellas de difícil interpretación. Los fondos alternan el verde oscuro con el rojo.
Ningún problema ofrece el primer cuadrado, en el que aparee un contorsionista con las rodillas y los codos apoyados en el suelo que sujeta una espada en cada mano.
A continuación un hombre vestido con cota de malla y túnica sin mangas encima, se enfrenta con un animal no definido. En la mano derecha porta una espada en alto, y en la izquierda lleva una tela con la que parece querer envolver a la fiera. Para Yarza es probable que se trate de representar un espectáculo callejero, aunque la cota de malla que viste el hombre hace pensar en un noble, con lo cual también sería posible que sea la lucha del noble con el animal, al que da caza.
En el recuadro contiguo, un hombre con saya roja y manto encordado azul oscuro de forro blanco y calzas rojas,  con dos dedos de la mano derecha levantados parece estar en posición de bendecir el líquido (vino, por el color rojizo) que, desde un gran odre que carga al hombro, vierte un joven con falda roja y calzas negras en un gran cuenco que hay en el suelo entre ambos.
En la escena siguiente se representa a una pareja en la cama. El mueble está pintado al estilo románico. Están abrazados y parece que la mujer está hablando al hombre. Por este detalle hay quien ha querido relacionar a la pareja con los Amantes de Teruel, recordando la escena en que Isabel le cuanta a su esposo lo que ha sucedido, lo cual no deja de ser anecdótico. Es más verosímil que lo que se quiere representar sea una imagen de la lujuria.

Los tres recuadros siguientes los ocupan dos bestias y un centauro. En primer lugar la figura de un león pintado en color rojo.
En el centro, un centauro sagitario que está girado y con el arco tensado parece dirigir su ataque contra el animal que ocupa el último espacio y que parece otro león aunque en el cuerpo se han dibujado lo que podrían ser escamas.

En la parte baja una nueva arquería, esta vez compuesta por once arcos de medio punto rebajados sobre capiteles y columnillas, que cobijan otros tantos bustos o cabezas de hombres sobre fondos que alternan los colores rojo y azul oscuro. Al igual que en el lado izquierdo, todos parecen de categoría social alta.
Los cuatro primeros, entre los que figura un rey en tercer lugar, miran al frente. El quinto, el noveno y el último se presentan de perfil mirando hacia la izquierda, el segundo con cinta en el pelo. El resto tienen la cabeza ligeramente girada y levantada el décimo. Hay una cierta similitud entre varios de ellos, como si el pintor hubiese repetido algunos modelos con pequeñas variaciones en pelo, barba o posición, manteniendo casi idénticos los rasgos. Las túnicas con que visten alternan los colores rojo y azul oscuro en contraposición con el fondo.
Se termina la descripción de los aliceres de la techumbre con los correspondientes a esta octava sección, puesto que los de la novena quedaron destruidos con el tramo, no conservándose ningún resto de su decoración.
La parte alta del de la izquierda se divide en siete espacios ocupados por animales más o menos fantásticos sobre fondos que alternan fondos azules con rojos.
En primer lugar aparece una especie de dragón con cabeza y pico de ave. La cola se extiende en tallo vegetal para terminar en motivos florales.
A continuación otro dragón, éste con cabeza humana de hombre barbado y larga melena. También aquí la cola se prolonga para terminar en forma bífida con motivos vegetales.
En tercer lugar una extraña ave con el pico abierto y el ala izquierda extendida. La cola tiene el mismo desarrollo que los anteriores.
Contiguo al anterior la figura de un dragón, seguido por la representación de un león sin melena. Afrontado con el anterior aparece otro león, este con larga melena.
En último lugar un animal de raro pelaje con la cabeza girada de la que sobresale un cuerno central, con una barba debajo del morro. Para Yarza se trata de la representación de un unicornio.

El friso inferior se divide en nueve recuadros que albergan otros tantos bustos, todos ellos femeninos.
Hay ciertas variaciones con las galerías de bustos vistas hasta el momento. En primer lugar se abandonan los arcos y se colocan en simples espacios recuadrados, lo que quizás sea porque se trata de representar a gente de categoría social inferior. En segundo lugar, la ejecución parece mucho más tosca y simplicista. Desde la serie de cabezas vistas en la sección primera hasta estas dos últimas se puede comprobar como paulatinamente se van perdiendo detalles, tanto en rasgos como en vestimentas. Todas las mujeres aparecen con melena corta y seis de ellas llevan cinta en la cabeza.
En la parte superior de este estribo son ocho los recuadros en que se divide el friso para albergar otras tantas figuras humanas y animales que forman tres escenas de lucha y caza, que se completan con dos animales afrontados.
En el primer recuadro se representa a un hombre de gesto amenazador, que viste saya hendida de color rojo, blande una espada en la mano derecha mientras se protege con una rodela que sujeta con la izquierda, está en posición de atacar al centauro que aparece en el siguiente espacio. Este alza los brazos también dispuesto a lanzarse contra su oponente.
En la siguiente escena aparece en el primer rectángulo un hombre descalzo que viste saya y que lleva una lanza en la mano derecha y una tela en la contraria. Parece posicionarse para atacar al jabalí representado en el recuadro contiguo. Una escena en la que también un hombre luchaba contra un animal con una tela en la mano izquierda la hemos visto en la sección anterior. Si allí se apuntaba la posibilidad de que se tratase de representar un espectáculo callejero, aquí tal vez la tela se use para distraer al jabalí mientras se le alancea.
A continuación dos animales afrontados. Un ciervo de color rojo frente a lo que parece un león.
El rectángulo contiguo lo ocupa un animal que por la forma de la cabeza podría ser un lobo que mira a un hombre de pie que, dibujado en el último espacio, tensa la flecha en el arco para atacara al animal.

En la parte inferior del alicer se repite la composición del lado contrario, nueve recuadros con otras tantas cabezas muy simples en su interior.
Sobre fondos rojo y verde oscuro alternos, se pueden ver bustos de hombres y mujeres, dos de ellas con cintas en la cabeza. En todos aparecen las mejillas acentuadas con dos rosetones, al estilo de la pintura románica, algunas de cuyas características se ven todavía en la decoración de esta techumbre.

Lo primero que se observa en esta sección es que el tirante oculta parcialmente la zona derecha. La decoración de las tabicas se reparte en dos escenas con iconografía humana, motivos heráldicos y motivos ornamentales, tanto de tipo vegetal como geométrico.
Comenzando por la fila superior de izquierda a derecha, la primera tabica contiene un motivo que se repite muy a menudo en la techumbre. Se trata de tres círculos o medallones dispuestos verticalmente, que en este caso se rellenan con un castillo de tres torres en los extremos y una flor de lis en el central, todos sobre fondo azul.
La segunda tabica superior y la segunda inferior están decoradas con el mismo tema: tres círculos con un león rampante en vertical en el interior de cada uno
La contigua presenta un tema que también veremos en repetidas ocasiones con variantes. Se trata de una ornamentación geométrica compuesta por tres medallones u óculos formados por entrelazamientos rectos y curvos que generan motivos de lazo en forma de círculo diferentes en cada uno. Los cuatro espacios exteriores se completan con flores de lis en posición vertical.
La cuarta tabica superior también coincide ornamentalmente con la inferior. Es un motivo de zig-zag en vertical, de modo que se genera una especie de red de rombos. Se remarca alternado el color más claro con el oscuro para producir la impresión de incidencia de luz. Los pequeños espacios triangulares laterales de fondo negro se completan con un tema igualmente muy repetido, consistente en tres pequeños puntos blancos dispuestos en forma triangular. 
Continuando en la fila superior, e siguiente hexágono contiene un motivo de temática vegetal en forma de roleos, compuesto por tallos que se curvan en volutas o círculos de los que salen pequeñas ramas. Los espacios entre ramas y tallos se completan con el motivo de tres puntos blancos.
La penúltima tabica la ocupa un nuevo motivo heráldico formado por tres círculos en los que se inscriben castillos de tres torres sobre fondo rojo.
La última de esta fila superior presenta, sobre fondo verdoso oscuro, a dos hombres semidesnudos, cubiertos con un calzón blanco y corto, que luchan a brazo partido, con las cabezas muy juntas y sujetándose por el cuello y por la pierna respectivamente. Para Yarza son una representación de la discordia. Hay quien ha querido ver representados en ellos a Adán y Eva, aunque claramente se trata de dos figuras masculinas, tanto por su anatomía hombruna como por el típico mechón del tocado masculino que lucen en el flequillo.
En la primera tabica de la línea inferior se repiten los motivos de la superior a base de tres medallones o círculos, con la diferencia de que aquí son dos los que contienen una flor de lis y el central un castillo de tres torres.
En la tercera encontramos también el mismo tema de ornamentación geométrica que en la superior con variantes. Así los tres medallones están compuestos por lazos de forma circular el central y cuadrilobulados los de los extremos, generados a base de entrelazamientos rectos y curvos. También aquí los espacios exteriores se rellenan con flores de lis verticales.
 En quinto lugar se desarrolla la misma temática vegetal en forma de roleos que en la superior variando únicamente el número de volutas y ramas que se trazan. Se completa con el tema de tres puntos blancos dispuestos al tresbolillo.
A continuación, tres círculos encierran castillos de tres torres, al igual que en la superior.
Por último, se representa, sobre fondo verdoso oscuro, una pareja con el hombre a la izquierda pasando el brazo derecho sobre los hombros de la mujer y el izquierdo extendido por delante del pecho con la mano abierta como queriendo unirse con la que reposa en el hombro derecho, en lo que parece el inicio de un tímido abrazo o, según Novella, una amorosa despedida. El hombre, con mechón en el flequillo, viste saya o gonela y aljuba o túnica de encima, amplia y sin mangas, y la mujer, saya o gonela de color carminoso.  
Nuevamente Yarza opina que varias de las tabicas de esta zona que contienen figuras han sido retocadas, algunas con bastante torpeza, como la muchacha que toca la vihuela, o la bailarina de la tabica inferior.
La primera tabica de la fila superior se decora con un tema ya visto en la octava sección. Se trata de un motivo de lazo formado a partir de lazos de cuatro octogonales que forman espacios estrellados de ocho puntas y otros cruciformes con extremos apuntados cubriendo el hueco entre cada cuatro de los anteriores. Los estrellados, dispuestos en dos columnas, se rellenan con el escudo de armas de la Monarquía aragonesa, muy perdidos, dentro de un espacio cuadrilobulado. La tabica inferior presenta la figura de una mujer con vestido blanco, pero al estar oculta por el tirante no dispongo de imágenes de la misma de momento.
La siguiente tabla forma parte del mensario incompleto que se puede ver en cuatro de ellas, y que abarca desde enero hasta agosto. En esta, dividida en dos espacios, se representan los dos primeros meses. En la parte superior, enero se representa como un personaje sentado, visto de frente, tocado con gorro o bonete y con una llave que sujeta en alto con la mano derecha; es una figura de Jano, el dios romano que cierra las puertas del año viejo y abre las del nuevo, muy poco habitual, ya que generalmente se le representa bifronte. En la parte inferior febrero, en forma de hombre de cierta edad con manto y capucha echada, que se calienta, probablemente (esta parte está perdida) ante el fuego.
En el hexágono contiguo una cinta que se entrecruza crea tres espacios circulares o medallones, con anudamientos intermedios y exteriores. En el círculo central se puede ver el escudo con la Señal real de Aragón y en los extremos la figura de un toro, que tal vez haga referencia a Teruel.
En esta tabica se puede ver la figura de una muchacha tocando una vihuela de arco. Viste atuendo lujoso que deja ver una camisa margomada transparente a través de las mangas de su larga y flecada cota que aparece bordada con aspas doradas. Lleva calzas soladas y se toca con bonete que se le añadió, según Yarza, en la restauración, ya que en origen debía de llevar la cabeza descubierta. 
Un nuevo tema vegetal se desarrolla en la siguiente tabica. Se trata de dos tallos que, de forma simétrica, se curvan formando entre ambos dos grandes espacios acorazonados o palmetas con los extremos extendidos hacia el exterior y curvados. De los extremos salen flores en forma de ataurique que se completan con dos pequeñas aves en el espacio cóncavo que forma la parte del tallo que queda entre ambos corazones. El fondo se completa con el motivo de tres puntos blancos en triangulo.
A continuación la figura de un guerrero de pie, vestido con cota de malla, que lucha contra un pequeño dragón de alargado cuello sobre cuyo lomo parece apoyar los pies el hombre. La escena recuerda mucho a las dos vistas en la sección anterior de hombres con lanza luchando con pequeños dragones.
Nuevamente encontramos un motivo vegetal formado por tallos que se curvan para crear tres grandes roleos que se rellenan con motivos florales de ataurique que salen del extremo del tallo. Pequeñas flores del mismo tipo se generan a lo largo de los tallos. Este tema parece un paso intermedio entre el arcaizante de clara raigambre islámica en el que se utilizan palmetas al más elaborado a base de distintas formas de flores de lis. 
En esta última tabica de la fila superior se puede ver un tema vegetal que sigue el esquema ya descrito de dos tallos con desarrollo en vertical, que se curvan y del que salen motivos florales de ataurique. La tabica inferior también se decora ton temática vegetal pero, al igual que la primera, también está tapada por el tirante.
En consonancia con la tabla superior, en esta se presentan otros dos meses del mensario: marzo y abril. En la parte superior, marzo está representado como un campesino vestido con ropa corta y cabeza descubierta que poda lo que podría ser una vid seca. Debajo, abril en forma de un hombre de talla corta, coronado, y llevando en las manos lo que parecen espigas, aunque no se puede afirmar que lo sean dado el esquematismo con que se trazaron.
Nuevamente se repite el motivo de la fila superior. La única variante es que aquí el toro ocupa el círculo central y la Señal real de Aragón los exteriores.
También en armonía con la figura superior, en esta tabica se representa una mujer tocando una especie de castañuelas llamadas tejoletas, a cuyo compás parece estar danzando. Viste una camisa margomada y saya encordada. El cinturón se desliza por su cuerpo, lo que es señal de indecorosidad según los cánones medievales. La cabeza se cubre con una especie de pañuelo del que pendes cintas. Como se ha dicho anteriormente, se complementa con el músico de la tabica superior, formando el dúo tan característico en el románico.  
En la tabica contigua se reitera el motivo superior con variantes. Aquí son cuatro los tallos con terminación en ataurique que forman las dos grandes palmetas. Las aves se presentan posadas sobre los tallos inferiores.
A continuación se representa a un jinete montado sobre un caballo blanco en un escorzo de frente. Viste de malla y lleva la pica en la mano derecha y escudo bandado en rojo y azul en la izquierda.
En la última tabica se desarrolla el tema de tallos curvados para generar tres roleos con los espacios centrales ocupados por los motivos florales en que terminan los tallos. A lo largo de éstos salen pequeños motivos florales en ataurique.  
Esta sección es la que mayor número de escenas con personas contiene, ya que de las dieciséis que la conforman, únicamente las dos últimas de la derecha contienen decoración de tipo geométrico. El resto son diferentes personas agrupadas de alguna manera verticalmente, de tal manera que el personaje de la tabica superior guarda alguna relación con el de la inferior. Así, si arriba hay una mujer, abajo otra; arriba una figura nimbada, abajo se repite; rey arriba y rey en la inferior, etc.
En la primera tabica superior se representa una mujer de pie que está hilando. Viste gonela y sobre ella cota amplia sin mangas. Toca rizada enrollada a la cabeza y barboquejo. Sujeta el huso con la mano izquierda en alto mientras pasa el hilo por la derecha.
En segundo lugar la representación de un hombre de pie que viste saya de color carminoso y túnica de encima sin magas y hendida de color azul. Las calzas son del mismo color que la saya.
La siguiente figura corresponde a un rey sentado, aunque no se ve el trono, con corona y cetro en forma de lis que sujeta en la mano izquierda, mientras con la derecha parece querer señalar algo situado en la parte superior izquierda. Viste capa y traje talar. Las vestiduras y el portar un cetro en lugar de espada hace pensar a Yarza en la posibilidad de que se ha tratado de representar a un monarca del Antiguo Testamento.
A continuación un personaje con capirote al que se identifica como judío sobre todo por su analogía con el personaje que aparece al lado de Pilatos en la escena del ciclo de la Pasión representado en los canes. Viste con saya corta, calzas y el caperón de pastores y villanos que aparece en las Cántigas.
La quinta tabica presenta a Jesucristo bendiciendo, representado de una forma totalmente convencional, con nimbo crucífero, el libro de la Revelación en la mano izquierda mientras bendice con la diestra. Vestido con ropas intemporales a base de túnica y capa recogida en el brazo izquierdo, va descalzo
En la contigua aparece la figura de una muchacha cimbreante tocada con corona, que porta en el dorso de la mano izquierda un pájaro a la altura de la cabeza. Viste brial encordado de color azul con cinturón rojo, y sobre él la cota o pellote castellano con hendiduras cortadas para que se vea el brial debajo.
Una nueva figura de muchacha, tocada con una diadema de la que cuelgan dos cintas, esta vez mirándose en lo que parece un espejo o disco con el dorso rojo que sujeta en la mano izquierda. Viste brial ajustado color carminoso con cinturón ciñendo la falda del que pende una escarcela de cuero.
Tanto esta última tabica de la fila superior como en la inferior se decoran con el mismo tema, a base de un motivo en zig-zag en vertical de forma que se genera una especie de red de rombos. Se intercalan colores claros y oscuros para producir la impresión de incidencia de luz. También aquí los pequeños espacios triangulares laterales de fondo negro se completan con los tres pequeños puntos blancos dispuestos en forma triangular.
En la primera tabica de la fila inferior la figura de una mujer, que parece de edad avanzada, con una larga vara terminada en flor de lis en su mano derecha. Viste saya blanca y usa cota como traje de encima con cordón que sujeta con la mano izquierda. La punta del traje de encima la recoge en el cintillo. Yarza interpreta que representa a Virgo
Seguidamente, una figura masculina de pie y vestida con capa que, al igual que la superior tampoco se asocia con ningún estamento en particular. Viste falda hendida gris oscuro y calzas negras, y se cubre con capa con cuerda y forro de armiño ajedrezado.
Continuando con la simetría apuntada al inicio, en la tercera tabica encontramos la figura de un rey de pie vestido únicamente con túnica larga y corona. En la mano izquierda despliega algo que podría ser una especie de filactelia. Al igual que el superior y basándose sobre todo en sus atuendos, Yarza dice que podría tratarse de la representación de un monarca del Antiguo Testamento. Novella identifica en el pergamino o filactelia la letra omega y el signo de Jesús, e incluso dice que pudiese tratarse de Alfonso II que concedió el fuero a Teruel.
La siguiente figura ha recibido diversas interpretaciones. Por una parte, y teniendo en cuenta que en la tabica superior se representa a un judío, se le asocia con un miembro de esta raza que viste indumentaria de amplias mangas y bonete en la cabeza. Yarza rebate este argumento basándose en que en las miniaturas del Vidal Mayor nunca aparecen los judíos llevando bonete. Si que lo hacen en varios casos el juez, por lo que interpreta que se trata de uno de ellos, o al menos un hombre de leyes que porta en la mano derecha un pergamino que parece estar leyendo.
La siguiente tabica que se alinea con la que representa a Jesucristo en la fila superior, presenta la imagen de un Apóstol o Santo, en forma de personaje con nimbo, esta vez sin cruz, en la misma posición, con el libro de la Revelación en la mano izquierda y bendiciendo con la derecha. Viste igualmente túnica larga de color verde oscuro y manto rojo. Parece ser que en esta sección, antes de la primera restauración, había dos tabicas más con imágenes de San Pedro y de un santo o apóstol. De ser así, tal vez en su posición original cuatro tabicas formaban un pequeño ciclo compuesto por Cristo, San Pedro y dos apóstoles más.
La penúltima tabica de esta fila inferior recoge la imagen de una mujer representada de perfil con vestiduras modernas, clara falsificación producto de la restauración posterior a la guerra civil. Para Novella es "como una blasfemia entre una oración". Lleva falda hasta la rodilla, manga corta y vestido estampado.
Finalmente, aparece la figura de una mujer de pie, con las manos apoyadas en las caderas y coronada la cabeza con una diadema de la que penden dos cordones. Viste pellote rojo sobre gonela aprestada de color malva.  
Nuevamente encontramos una sección con representaciones iconográficas. Según Yarza algunas de las tabicas han sido cambiadas de lugar, lo que se evidencia sobre todo en el león coronado de la segunda tabica de la fila superior, identificado como Nobles que forma parte del relato de Renard, cuya representación está en otra sección. Lo más obvio sería que ambas figuras formasen pareja ocupando la misma línea de una zona.
La primera tabica está dividida en tres espacios, ocupando cada uno de ellos una forma geométrica formada por un cuadrilóbulo en el que se entrecruzan dos alargados lazos ovalados en forma de aspa, generando un espacio central en forma de rombo que se rellena con una cruz. Todos los huecos que quedan entre las líneas se decoran con el motivo de tres puntos blancos.
A continuación se encuentra la figura ya nombrada de un león coronado visto de frente que ha sido identificado con Nobles, enfermo según el relato literario del Roman de Renard.
La siguiente tabla presenta a un fraile. Viste garnacha con capuchón, va calzado y está tonsurado. Por la tonsura, Yarza lo identifica con un fraile que lleva vestiduras raras.   
En el hexágono contiguo, un hombre lucha con una lanza con un pequeño dragón sobre cuyo lomo emplumado parece reposar sus pies descalzos. El gesto de su cara indica que está clavando con fuerza el arma en el  cuello del animal.
Sigue un tema muy repetido en la techumbre formado por un lazo que se entrecruza generando tres espacios circulares y pequeños anudamientos entre ellos. En el interior, sobre fondo rojo, tres leones con colas terminadas en forma de ataurique.
En esta tabla se representa la figura de un hombre de pie con la mano derecha levantada como en posición de estar explicando algo. Viste saya o gonela y túnica de encima sin mangas de color carminoso
El siguiente motivo está compuesto por una red de cuarenta y ocho pequeños cuadrados con el interior dibujado en perspectiva simulando cubos.
Esta tabla se cubre con un motivo vegetal ya visto. Se trata de tallos que se entrecruzan en el centro de forma simétrica a lo largo de un eje vertical imaginario. Se completa con flores en ataurique.
Además en el lateral de cada flor central reposa, medio oculto, el cuerpo de un ave, parecen palomas, que alternan los colores blanco y negro. Cada par juntan los picos por encima de la unión de los dos atauriques. La tabica está colocada al revés.
A continuación un tema geométrico formado por doce cuadrados divididos en dos columnas. En el interior de cada uno de ellos un rombo que se rellena con flores de ocho pétalos blancas. En el centro se genera otra columna de espacios romboidales con una forma cruciforme en su centro. El motivo se repite en la inferior que queda oculta por el tirante.
La primera tabica de la fila inferior repite la temática de la superior, con la salvedad de que en aquella las figuras de los extremos son blancas, mientras que aquí lo es la central.   
En segundo lugar aparece la figura de una mujer que parece muy retocada por el restaurador en la zona del cuerpo, donde la capa de color que viste está, según Yarza, muy lejos del gótico lineal. Muestra de su deterioro es el agujero que se ve en la parte inferior.
A continuación un hombre que se lleva la mano izquierda a la cabeza. Viste saya hendida color azul, calzas rojas y se toca con una cofia blanca. También aquí se aprecia un agujero en la zona intermedia.
En consonancia con la tabica superior, en ésta se representa a un hombre armado con lanza que lucha contra un pequeño dragón con cuerpo de serpiente sobre el que, también parece apoyar sus desnudos pies.
Nuevamente se corresponde el tema de la tabla inferior con el de la superior, en forma de tres círculos de fondo rojo con anudamientos intermedios que se rellenan con figuras de leones. 
En la siguiente tabica se representa la figura de un hombre vestido con saya hendida de tono carminoso que mira a su derecha.
En este hexágono se repite el motivo superior, a base de pequeños cuadrados simulando cubos superpuestos. Está bastante más deteriorado que el otro.
La última tabica presenta tres círculos con otras tantas figuras de ciervos en su interior.
En la tercera sección izquierda se encuentran dos de las tabicas más reproducidas y cuya interpretación, sobre todo la de los dos hombres subiendo al árbol, a dado lugar a multitud de hipótesis. Para Yarza es una de las partes de la techumbre menos castigadas por el tiempo y las restauraciones.
La primera tabica de la fila superior se ornamenta con una cenefa que cubre todo el contorno interior, formada por dos cintas que se entrecruzan generando rombos. En el interior, temática vegetal a base de tallos que se curvan en volutas o círculos de los que salen ramas y motivos florales
A continuación la representación de un dragón colocado en vertical con la boca abierta de la que asoma una lengua en forma de tallo curvado de la que salen motivos vegetales. Su larga cola termina también en tallo vegetal que se curva en forma de roleo terminando en una flor de lis central. También aquí, a lo largo del tallo se generan ramas terminadas en forma de ataurique.
La siguiente tabica muestra un motivo heráldico compuesto por tres círculos de fondo rojo en cuyo interior se inscriben cruces flordelisadas doradas.
En la cuarta tabica aparece la figura de un ballestero, que viste saya carminosa, en posición de cargar su ballesta con el arco sujeto con el pie izquierdo, mientras con la mano derecha tira de la cuerda con el tensor que lleva sujeto al cinturón.
Esta figura es una de las que mayormente se reproducen de la techumbre. Se trata de un animal humanizado con cabeza de zorro, sentado en gran sitial, vestido con una amplia túnica, con extremidades inferiores en forma de espectaculares garras, que sostiene en las manos protegidas con una tela, una ampolla o pequeño recipiente. Tanto Moralejo como Yarza lo han identificado como Renard, el correlato de Nobles en la ficción literaria, que aquí se representa ejerciendo de médico en posición de examinar un recipiente de orina para hacer examen de la enfermedad, costumbre muy extendida y ampliamente representada en la Edad Media.
En sexto lugar, un nuevo motivo heráldico formado por tres medallones que se generan por dos cintas blancas que se entrelazan y que se prolongan por los laterales. En el interior, tres escudos de armas con fondo rojo y cruces flordelisadas ocupando sus centros.
Volvemos a encontrar el motivo de zig-zag en vertical generando una red de rombos, en la que se intercalan los colores claros y oscuros para simular luces y sombras. Como es habitual los pequeños espacios triangulares laterales de fondo negro se completan con los tres pequeños puntos blancos dispuestos en forma triangular.
La tabica contigua se ornamenta con una composición formada por espacios romboidales a modo de cajas con una amplia perspectiva, tanto interior como exterior. Tanto los colores como la perfección de trazos e igualdad de espacios hacen pensar en que sea obra de la restauración, copiando el motivo de la tabica inferior, con el que si se compara se verán claras diferencias.
La última tabica de la fila superior, que se repite en la inferior quedando medio oculta por el tirante, presenta una decoración compuesta por cuatro formas acorazonadas o palmetas dispuestas en vertical, con los extremos que se curvan hacia el interior en forma de volutas laterales. El centro de la parte inferior lo ocupa un motivo también en forma de corazón con el vértice hacia arriba.
El primer tema de la fila inferior también se ha visto ya anteriormente. Se trata de un motivo en zig-zag en vertical que genera una especie de red de rombos. Se remarca alternado el color más claro con el oscuro para producir la impresión de incidencia de luz. Los pequeños espacios triangulares laterales de fondo negro se completan con un tema igualmente muy repetido, consistente en tres pequeños puntos blancos dispuestos en forma triangular.
En la segunda tabica se repite el tema de la superior, la figura de un dragón, esta vez representado con la cabeza girada y larga lengua en forma de tallo de donde salen temas vegetales. Su alargada cola se curva, bifurcándose en la parte superior para crear dos roleos que terminan en sendas flores de lis en su centro. Se completa la ornamentación con pequeños motivos vegetales que crecen de los tallos.
Una joven que viste sobre la saya o gonela una cota sin magas y con icntas pendientes de los hombros, tocada con diadema sosteniendo una flor de lis en la mano izquierda levantada a la altura de los ojos ocupa la siguiente tabica. Del cinturón pende una escarcela de cuero.
La escena de esta tabica es una de las que más interpretaciones ha tenido. La escena representa a dos hombres subidos a un árbol, uno barbilampiño en la parte superior entre las ramas y otro barbado, con una hoz o podadera colgada del cinto, trepa por el tronco. Aunque no se ha pronunciado exactamente sobre su significado, Yarza relaciona esta composición con la palmera de los justos que aparece en los Beatos. Se descarta la interpretación más simple que sugiere que se trata de un robo de fruta.
A continuación una mujer de pie a la que se interpreta de dos formas. Yarza dice que se trata de una Venus-vista, con un disco  o espejo que sujeta con la mano izquierda a la altura de la cara. Otra teoría la relaciona con una bailarina o juglaresa que se contonea al compás de la pandereta que toca con la mano izquierda. Viste pellote con escotaduras amplias que deja ver gran parte de la cadera y brazos desnudos, con largas tiras de tela que cuelgan de sus hombros, moda de una clara influencia orientalizante. Calza con zapatos lujosos y puntiagudos con adornos de bordados. El cinturón, en lugar de ceñir la cintura como se representa en las mujeres honradas, cae deslizándose suavemente por las caderas, lo que quiere expresar una simbología pecaminosa.
Se vuelve a repetir el motivo de zig-zag en vertical generando una red de rombos de la tabica superior con la única variante del cambio de parte de la policromía.
Por último, también aquí se repite el tema superior a base de espacios romboidales, esta vez de tamaño desigual y con distintos tonalidades. Ya se ha comentado que tiene diferencias notables con la superior, sobre todo en cuanto a su trazado que parece más simple que aquél, por lo que es de suponer que si una de las dos es original, debería de ser esta inferior.
Nuevamente aparece en esta sección la iconografía, tanto en forma de personajes como de animales, acompañada de motivos ornamentales. Para Yarza, es otra de las que parecen conservar su disposición original sin retoques ni daños en las tabicas.
La primera tabica la ocupa un motivo vegetal cuya base compositiva ya la hemos visto en numerosas ocasiones. Esta vez, un grueso tallo genera otros tres a distintas alturas que se curvan formando roleos que se rellenan con motivos florales. De los tallos principales salen pequeñas ramas y flores.
La contigua está dividida en dos, con sendas representaciones de jóvenes luchando con dragones. En la superior, el hombre le clava una lanza al dragón, que parece estar mordiéndole la pantorrilla izquierda, a la altura de la cabeza, que le atraviesa el cuello en vertical saliendo la punta por la parte inferior. Debajo, el joven lucha con espada mientras sujeta la cabeza del dragón con la mano izquierda.
Otro motivo muy repetido se desarrolla en el hexágono siguiente: tres círculos de fondo rojo que alojan otras tantas estilizadas estrellas de ocho puntas. El mismo tema ocupa la tabica inferior de esta línea.
Sigue la figura de un león visto lateralmente, con la cabeza vuelva al frente y ligeramente hacia arriba. La cola termina en forma de ataurique, como suele ser habitual.
En esta tabica se representa a un joven tocando un cuerno que sujeta con la mano diestra, mientras mantiene la izquierda a la altura de la cintura. Se le relaciona con el tema de la caza que se representa en zonas contiguas.
Nuevo motivo a base de tres círculos decora este hexágono. Esta vez el interior se rellena con motivos que parecen de tipo vegetal, a base de lo que parecen cuatro flores de lis con las hojas curvadas hacia el interior unidas en el centro por un pequeño espacio circular, y que forman una especie de flor de cuatro pétalos.
Otra vez nos encontramos con el tema de los tres roleos o grandes volutas formadas por tallos y con flores en su interior, mientras que pequeñas ramas salen de los anteriores.
La última tabica de esta fila superior la ocupa un motivo vegetal de clara tradición islámica compuesto por tallos que se curvan creando tres grandes roleos que se rellenan con palmetas en composición afrontada. Otras palmetas de tamaño más pequeño ocupan los espacios exteriores. Este motivo es el que sirve de base para los tantas veces repetidos en la techumbre, como el anterior, y que parten de uno o varios tallos curvados formando tres espacios cerrados que se completan con motivos florales en lugar de palmetas, mientras que el exterior se complementa con pequeñas ramas y flores en lugar de nuevas palmetas.
La primera tabica de la fila inferior la ocupa un tema geométrico compuesto por tres cuadrilóbulos con motivos florales en su interior. Los espacios exteriores se completan con ornamentación de ataurique.
En la siguiente un joven clava una lanza en el cuello de un león que le está mordiendo la pierna izquierda. Es curiosa la posición del dragón, en vertical y con las cuatro patas en un lateral.
Al igual que en la superior, aquí aparece un león en vertical, esta vez coronado y con unas pequeñas alas en el lomo.
El hexágono contiguo lo ocupa la figura de un guerrero sin armadura, vestido con saya hendida de color azul oscuro, con una espada en alto en la mano derecha y un escudo o rodela ornamentada con una estrella. Por la posición puede estar en posición de defensa o enfrentándose a un imaginario enemigo.
El motivo de esta tabica es igual al descrito en la superior con la única variación de la diferencia de policromía en las flores de lis que rellenan los espacios circulares.
También aquí se repite el tema de la tabla superior, solo que más simplificado. Un fino tallo forma los tres espacios circulares que se rellenan con grandes flores.
Por último, nuevamente reiteración de motivo pintado en la superior, esta vez más elaborado, sobre todo por el tallo doble y la colocación de pequeñas palmetas en los extremos. 
En esta cuarta sección izquierda vuelve a primar la ornamentación geométrica y vegetal sobre las representaciones de personas. Yarza observa una anomalía en la sexta fila donde se rompe la armonía que prima como norma general en toda la techumbre en cuanto a la disposición de disponer las pinturas en parejas ocupando los hexágonos superior e inferior. En este caso, la parte superior está ocupada por un motivo vegetal que, según el autor citado, podría tratarse de una falsificación fruto de la restauración posterior a la guerra civil, ya que el tema es muy simplicista y se da la circunstancia de que, al contrario de lo que ocurre con la mayoría de temática ornamental, no se vuelve a repetir en ningún otro lugar de la techumbre, aunque si existen algunas variantes.
La primera tabica, se ornamenta con un motivo a base de lazos de cuatro octogonales a base de doble cinta blanca que generan dos columnas de estrellas de siete puntas, ya que los laterales exteriores son rectos. Entre cada cuatro estrellas, un espacio cruciforme de extremos apuntados. En el interior de cada estrella, un círculo ribeteado en negro con una flor de ocho pétalos roja, muy perdido su color en la mayoría de ellas. El mismo tema se desarrolla en la tabica inferior
Le sigue un tema vegetal compuesto por tallos que se curvan en volutas o roleos, de los que salen pequeñas ramas. También aquí el tema se repite en la tabica inferior
Nueva composición vegetal en la tabica contigua, a base de un vástago central del que salen tallos en forma simétrica en ambos lados, que se curvan hacia abajo para terminar en una gran flor de lis. Este tipo de decoración está a medio camino entre la tradición islámica y la cristiana, en la que el desarrollo partiendo de un vástago o eje central recuerda al hom o árbol de la vida de la tradición islámica, mientras que la forma más naturista de las hojas enlaza con la tradición occidental. Otra vez, el mismo motivo ocupa tanto la tabica superior como la inferior.
Un motivo geométrico se puede ver a continuación. Está formado por cincuenta y dos pequeños cuadrados que se reparten en trece líneas dispuestas en cuatro columnas. El interior de cada uno se rellena con una cruz aspada. El tema se repite en el hexágono inferior.
En la siguiente tabica se representa a un hombre que mira hacia lo alto armado con una espada en la mano derecha echada hacia atrás mientras con la izquierda sujeta un escudo levantado. Para Yarza, se trata de un guerrero, igual que el que veremos más adelante, que lucha como si tratase de derribar o conquistar una fortaleza. En todo caso el enemigo contra el que se enfrenta, aunque no aparece en la escena si que se deduce que se encuentra en altura superior a la suya. A pesar de ir armado no lleva armadura ni casco.
El segundo motivo de temática vegetal ya se ha comentado al principio. Yarza opina que puede tratarse de una moderna realización durante la primera restauración ya que viene a ser la copia simple del motivo visto en la tercera línea, compuesto por tallos que se entrecruzan en torno a un eje imaginario central que se puede seguir a través de dichos entrecruzamientos. Los tallos forman volutas con terminación floral en forma de ataurique.
La tabica contigua contiene un nuevo tema vegetal compuesto por tallos que se curvan formando tres grandes roleos ornamentados con motivos florales al igual que los espacios que quedan libres en los laterales.
Sigue un motivo repetitivo en su composición, formado por tres círculos de fondo rojo, esta vez con su interior ocupado por leones pasantes, con cabeza erguida, pata izquierda y cola levantadas. La misma temática se repite en la tabica inferior.
Las últimas tabicas, inferior y superior, se cubren con un nuevo tema de tipo vegetal de desarrollo ya visto, a base de gruesos tallos que se curvan formando tres espacios circulares que se cubren con motivos florales, mientras que a lo largo de los tallos salen otros más pequeños terminados en ramas.
Como los cuatro primeros hexágonos de la fila inferior coinciden en su temática con los superiores ya descritos veremos el motivo representado en la quinta tabica. Se trata de un guerrero, esta vez vestido con cota de malla y almofar o capuchón de malla que se ponían en la cabeza debajo del casco o yelmo. Armado con una especie de pico parece atacar o taladrar una muralla o algo semejante. Al igual que el que aparece en la tabica superior también mira hacia lo alto, con lo que se supone que contra lo que arremete se encuentra en alto.
A continuación la figura de pie de un hombre que viste saya y calzas rojas que está tocando una gaita de fuelle que impulsa con el brazo derecho.
Para terminar esta sección, un nuevo motivo vegetal en la séptima tabica, igual en su desarrollo que el que se ve en la superior, con la única diferencia del cambio de motivos centrales en los tres roleos: allí el central es de color verde mientras aquí lo son los exteriores.
Nuevamente encontramos una sección cuya decoración es totalmente de tipo ornamental. Yarza llama la atención sobre la similitud entre los motivos que conforman las diferentes líneas, a excepción de las tablas con imágenes de leones, hace dudar de su autenticidad, que por otra parte parecería evidente ya que es de los pocos faldones donde todas las líneas coinciden en los motivos superior e inferior. La manipulación es notoria y visible, como se puede comprobar en la tabica inferior de la séptima línea que en algún momento fue manipulada y colocada al revés.
El tema que decora las tabicas de la primera línea es de tipo geométrico. Se forma por anchas bandas que se desarrollan diagonalmente de izquierda a derecha en diagonal alternando colores gris y rojo. La esquina saliente monta sobre la entrante de la banda superior con lo que se general pequeños cuadrados de fondo negro que se ornamentan con cuatro puntos blancos.
En la línea contigua volvemos a ver el tan repetido tema vegetal de tallos curvados formando tres roleos con motivos florales en el centro y saliendo de los tallos.
La tabica siguiente se divide en tres espacios ocupados por figuras de leones pasantes sobre fondo verde. Con colas terminadas en forma de ataurique, el superior mira hacia la derecha con la lengua fuera; el central lo hace al centro con el cuerpo girado hacia la izquierda y está coronado; finalmente, el inferior mira hacia la izquierda. En los tres se han destacado en blanco las uñas de las garras, así como la fina lengua del primero.
El tema de este hexágono está compuesto por tres círculos con los interiores decorados con un motivo formado por un cuadrilóbulo en el que se interseccionan dos espacios ovalados en forma de aspa cuyas puntas ocupan los huecos exteriores entre los lóbulos.
Nuevamente, en la línea siguiente, se emplea el motivo vegetal de tallos creando tres grandes espacios circulares, en este caso más complejo, ya que tanto tallos como flores son finos y de pequeño tamaño, lo que genera un gran número de pequeños brotes o ramas terminados en florecillas. El fondo se complementa con el motivo de tres puntos blancos en triángulo.
El motivo que ornamenta estas tabicas, ya lo hemos visto en las de la cuarta línea. Se trata de un entrelazo entre un cuadrilóbulo y dos alargados óvalos, de pequeño tamaño, que en número de catorce se reparten en dos columnas. Alternan el color blanco con el negro en las cintas. El espacio romboidal central se rellena en los blancos con pequeñas cruces del mismo color y en los negros con cuatro puntos blancos dispuestos en forma cruciforme. Se completa la ornamentación con puntos blancos en el interior de los ocho pequeños espacios que se forman en los extremos.
La tabica siguiente está dividida en ocho espacios de fondo verde, en los que se disponen otras tantas flores de lis blancas. En las cuatro esquinas de los rectángulos se colocan pequeñas estrellas de ocho puntas del mismo color.
A continuación un motivo muy simplificado del tan visto a base de tallos creando tres roleos con motivos florales en el centro, esta vez en forma acorazonada o de palmeta, acercándose mucho a los de la sección contigua, de clara influencia islámica.
Las tabicas de la última línea desarrollan un motivo geométrico parecido al de la primera. Se cubre la superficie con un conjunto de pequeños cubos vistos en perspectiva hacia el interior, con lo que se dibujan dos paredes de interiores en cada uno, una lateral y otra superior o inferior. Se intercalan los colores rojo y gris en estas paredes. Los fondos de color negro se cubren con cinco pequeños puntos rojos.
Solamente voy a mostrar dos tabicas de la fila inferior, que aunque manteniendo los motivos de la superior, tienen ciertas particularidades. En primer lugar la tabica de la tercera línea presenta los tres leones con la cabeza a la izquierda, que los dos primeros la tienen ligeramente girada hacia el frente. También aquí se resaltan las uñas y las lenguas que los tres tienen fuera, en color blanco.
En segundo lugar la tabla que recoge las ocho flores de lis se encuentra colocada al revés, lo que indica como se ha dicho al principio, una clara manipulación en las tabicas.
En esta sección quinta izquierda se vuelve a incluir una importante representación de personajes, incluyendo dos de las tabicas que forman el ciclo incompleto del mensario que aparece en la techumbre, así como la figura de un obispo con un laúd que ha suscitado gran número de comentarios e interpretaciones.
El motivo del primer hexágono, coincidente con el inferior que queda oculto en la fotografía por el tirante, es de tipo vegetal. El motivo que se duplica en la parte inferior invertido, se forma por dos talles que salen de la parte inferior de una flor de lis curvándose formando una forma acorazonada en torno a la flor para continuar en forma de volutas exteriores terminadas en motivos florales.
En la tabica contigua se conjugan la temática vegetal con la animal. Partiendo de un eje de simetría central se generan tallos que forman cuatro volutas por lateral con terminación en el centro en forma floral. Entre ellas se intercalan tres aves con la cabeza vuelta hacia el exterior y asomando entre los tallos.
En tercer lugar se presenta un nuevo motivo vegetal que se repite en la tabica inferior. Ya visto en la sección anterior, se trata de una trama muy simple de tallos entrecruzados formando espacios acorazonados con terminaciones florales.
La figura que aparece a continuación tiene dos interpretaciones. Se trata de un hombre de pie representado de pie sujetando un objeto con la mano izquierda a la altura de la boca. Para unos se trata de un músico haciendo sonar una flauta muy simple. En realidad se trata de un copero, ya que si se amplia lo suficiente la imagen se puede ver perfectamente la forma de la copa que sujeta con la mano. Viste saya y túnica de encima hendida en la falda con mangas cortas de color rojo.
La quinta tabica de esta fila superior representa a un caballero visto de frente, enfrentándose a un dragón.  Viste cota de malla y lleva lanza en la mano derecha y escudo en punta, ajedrezado en oro y gules en la izquierda. El alargado dragón o serpiente se le enrosca en la parte baja del cuerpo con la cabeza a la altura del escudo. Hay quien le ha querido ver una representación de San Miguel, aunque en principio, esta hipótesis parece carecer de fundamento.
A continuación aparece la primera de las tabicas del ciclo del mensario. Dividida en dos partes representa los meses de mayo y junio. En la parte superior un noble a caballo con un halcón en la mano izquierda representa a mayo. Debajo junio,  representado por un hombre que corta espigas con ayuda de una hoz y tocado con un sombrero muy característico
El hexágono contiguo recoge la figura de un caballero vestido con capa sujetando en la mano izquierda lo que parece un halcón, lo que se interpreta como signo de nobleza y se relaciona asimismo con la caza.
La figura de un fraile franciscano ocupa la siguiente tabica. Tonsurado, viste un manto cerrado como una gran esclavina con abertura para el cuello, porta una especie de saco o bulto indefinido sobre el hombro izquierdo y va descalzo, al igual que el que veremos en la sección séptima.
Volvemos a ver un tema ya descrito, aunque con algunas variantes. Se trata de tallos que se curvan creando tres roleos que terminan en el centro en formas florales. El mismo motivo se repite en la tabica inferior.
En esta tabica se repite la composición de la superior. La diferencia más notable con aquélla corresponde a las parejas de aves superior e inferior, que en lugar de mirar hacia el exterior tienen el cuello girado hacia el interior, con las cabezas afrontadas.
La figura de un músico haciendo sonar una flauta de ocho orificios o dulzaina mirando hacia la derecha y con el brazo izquierdo en jarras, ocupa el hexágono contiguo. Viste falda hendida color carminoso y calzas negras.
A continuación la figura de una mujer de pie con el pelo largo que cae sobre sus hombros. En la mano izquierda, que mantiene en alto frente  a los ojos, sujeta una especie de tela o pañuelo, mientras mantiene la mano derecha extendida y vuelta hacia si. Tiene el rostro compungido. Novella opina que es producto de la restauración o de una torpe realización ya que la cabellera tan larga suelta sobre los hombros ni es propia de la época, ni se ve en ninguna otra figura femenina de la techumbre.
En la siguiente tabica se representan otros dos meses del mensario: julio y agosto. En la parte superior julio, representado como un campesino que golpea con el mayal o trilla la mies sobre el campo. La representación del campo es muy elemental, pero el objeto que lleva en la mano si que está claro que sirve para golpear y no para cortar. En la parte inferior, un campesino fabricando una cuba para el vino representa agosto. Las dos tabicas que hemos visto en esta sección se completan con otras tantas en la sección primera derecha que abarcan desde enero hasta abril, faltando por lo tanto los cuatro últimos meses del año, que es posible estuviesen representados en las tabicas perdidas de la última sección. En este mensario se aprecian tanto influjos franceses como italianos y a su vez influirá en el mensario representado en la pintura mural del castillo de Alcañiz.
En el hexágono contiguo se puede ver una figura que viste un tabardo con largas mangas y capuchón, que hace pensar en un letrado o doctor más que en un noble con quien también se le ha intentado identificar.
La última figura que encontramos en esta sección es la que representa a un obispo tocando un laúd corto. Visto de perfil, lleva las ropas sacerdotales que le corresponden, pero en lugar del báculo y la bendición, pulsa un instrumento músico. Yarza lo ha interpretado como un símbolo del clero licencioso, mientras que Moralejo lo relaciona con un conocido obispo trovador de la época, Folquet de Marsella. Se le ha buscado un significado negativo, fundamentalmente por estar representado de perfil. Hay que tener en cuenta que, sobre todo en el románico, hubo una tendencia casi generalizada de representar de perfil a los personajes negativos o que comportaban alguna maldad, mientras que los positivos o neutros lo hacían de frente o tres cuartos.
Lo más interesante de esa sección son las figuras reales que aparecen en la cuarta línea. También se sabe que a la derecha del superior no se encontraba la figura actual sino la representación de un obispo que ha desaparecido. Se completaba en la parte inferior con la imagen del presbítero vista en la sección anterior, y que fue cambiada de lugar. En cuanto a posibles falsificaciones, Yarza llama la atención sobre la quinta línea en la que el motivo es exacto en ambas tablas, por lo que es de suponer que una de ellas, probablemente la superior, sea producto de la restauración.
El  motivo de la primera tabica superior es de tipo geométrico. Está formado por entrecruzamientos de cintas que crean pequeños rombos distribuidos en tres columnas destacadas, las exteriores formadas por nueve y la central por diez. En su interior pequeñas cruces que parecen ser flordelisadas que alternan los colores rojo y negro, ambos ribeteados en blanco. Los espacios entre estos rombos principales se completan con otros de la misma forma, también rellenos con cruces del mismo tipo en color oscuro que casi no destaca del fondo.
A continuación un tema vegetal muy comentado hasta el momento. Tallos que se curvan formando tres grandes roleos con grandes motivos florales en su interior. Pequeñas ramas salen de los tallos principales. Además de la comentada quinta línea que cita Yarza, los motivos de esta segunda también son demasiado parecidos en su desarrollo como para poder pensar en una posible realización moderna de una de ellas, probablemente ésta de la línea superior. Más abajo se puede comparar con la inferior.
Sigue la representación de un personaje de pie, vestido con manto azul y túnica roja y tocado con un curioso gorro. Sujeta en su mano derecha una especie de cetro distintivo de poder y en la izquierda un libro. Se le ha relacionado con un noble, incluso con un rey por el cetro. Parece más probable que, tanto por las vestiduras como por el libro en la mano, se pueda tratar de algún personaje sacro.   
En el hexágono siguiente se puede ver la figura de un rey, visto de frente, vestido con túnica y manto y sentado en un trono. Sujeta un arpa entre las manos a la altura del pecho. Por este motivo se le ha querido identificar con el rey David, que se complementaria con la figura inferior, que al portar una espada se relaciona con Salomón, formando una doble composición de reyes bíblicos.
En esta tabica se desarrolla un motivo ornamental de temática vegetal a base de los consabidos tallos creando espacios circulares con motivos florales en forma de flor de lis en su interior, mientras que pequeñas ramas salen de los tallos principales. Para Yarza, aunque la policromía está más apagada que en la inferior, parece ser que sería la falsificación, correspondiendo la original a la inferior.
Seguidamente otro motivo vegetal repite la composición simétrica partiendo de tallos que se entrecruzan en el centro a lo largo de un eje vertical imaginario, curvándose en forma de volutas para terminar en motivos florales.
A continuación un tema geométrico a base de motivos de lazo formado por cadenas diagonales de hexágonos de alargados laterales que se entrelazan en los centros creando espacios estrellados de ocho puntas. En el centro de la cruz que forma cada unión entre dos hexágonos se crea un hueco cuadrado con dos pentágonos en los laterales apuntados. Los espacios estrellados se rellenan con cruces blancas que parecen recruzadas. Este motivo se verá mucho en la decoración de yeserías en bóvedas y arcos durante los siglos XVI y XVII.
En el hexágono contiguo se vuelve a repetir el tema vegetal de tallos creando tres grandes círculos o roleos en cuyo interior se inscribe un motivo floral en forma de flor de lis y pequeñas ramas que salen de los tallos principales.
Otro motivo repetidito en cuanto a su composición lo encontramos en las dos tabicas de la última línea (la inferior queda prácticamente oculta por el tirante). Se trata de un motivo de lazo que forma tres espacios circulares con anudamientos intermedios. En el interior, estilizadas cruces de ocho puntas.
El motivo que decora la primera tabica de la fila inferior es similar al de la séptima superior, mientras que la que ocupa este lugar  es más parecida en su temática a la superior de esta primera línea, lo que hace pensar que pueden haberse cambiado de lugar. La diferencia con el comentado radica en que aquí las cadenas de hexágonos se colocan en posiciones vertical y horizontal en lugar de diagonalmente. No se distingue bien que motivo rellena el espacio estrellado. Los pequeños pentágonos están ocupados por puntos de color blanco.  
En la segunda tabica se repite el motivo de la superior con ligeras variaciones, sobre todo en el desarrollo de las pequeñas ramas que se generan de los tallos principales.
Le sigue una tabla cuyo contorno está recorrido por una cenefa orlada con un motivo de zig-zag. En el espacio interior se vuelve a reiterar una temática vegetal que parte de entrecruzamientos centrales de tallos, en torno a un eje vertical imaginario, que se desarrollan hacia el exterior de forma simétrica para terminar en formas florales.
En cuarto lugar, la figura del segundo rey. También se representa sentado en un trono y vestido con túnica y manto. Sujeta en la mano derecha una espada en alto. Ya he comentado antes que se ha buscado una relación bíblica para estas dos figuras, correspondiendo la que porta espada al rey Salomón. Es curioso comprobar como de las pocas figuras regias representadas en la techumbre, solamente esta va armada.
A continuación, el motivo de temática vegetal al que hace alusión Yarza cuando habla de posibles falsificaciones. Ya se ha dicho que opina que esta inferior es la original.
Nuevo motivo vegetal compuesto por tres grandes roleos que se generan por la curvatura de tallos con terminaciones en grandes formas florales y pequeñas ramas saliendo a lo largo de los mismos.
La tabica siguiente presenta un motivo geométrico a base de una red de cuadrados, dispuestos en tres columnas, que alternan fondos rojos con otros claros. El interior se ornamenta con pequeñas aspas que también alternan coloridos en función del fondo. Como ya he comentado parecería más lógica su ubicación en la parte baja de esta misma fila en correspondencia con el tema de la superior.
Nuevamente se repite el mismo tema que en la tabla superior con ligeras variaciones en cuanto al desarrollo de ramas y flores.
Esta sección es una en las que todas las tabicas son de tipo ornamental, no conservando ninguna con iconografía humana. Únicamente el león aparece en dos motivos. A excepción de la sexta línea en las demás se dobla la decoración, repitiéndose los motivos, a veces con ligeras variantes como veremos. Es extraño esta única salvedad, así como que el motivo de la tabica superior repita el de la primera línea, lo que hace pensar en una posible falsificación de alguna de las tres.
En el primer hexágono, coincidente con el inferior, se desarrolla un motivo a base de tres triángulos equiláteros en cada lateral con los vértices hacia el interior que se unen, creando dos rombos completos y otros dos medios en los extremos. Se rellena el interior, tanto de rombos como de triángulos  con motivos florales, de cuatro pétalos los romboidales.
La línea siguiente está compuesta por dos tabicas en las que se representan dos leones rampantes superpuestos en vertical sobre fondo rojo.
A continuación, dos cintas se entrecruzan formando tres círculos con anudamientos intermedios. En el interior de cada uno un león con la cabeza erguida, lengua resaltada en blanco fuera y pata derecha levantada. Se representan mirando hacia abajo.
El motivo de la siguiente tabica está compuesto por grandes octógonos que se forman por entrecruzamiento de las cintas en el centro de los cuatro lados inclinados, llegando hasta el centro donde se genera un cuadrado. Aplicando el mismo trazado al interior de los grandes se crean unos octógonos más pequeños que forman pequeños rombos en el centro de los lados inclinados de los exteriores. El dibujo resultante parte de cuadrados centrales en cuyo interior se ha colocado una svástica, alternando colores blanco y negro. En sus laterales un doble hexágono alargado que alterna un motivo a base de puntos negros en exteriores e interiores. Finalmente, los espacios romboidales quedan divididos en otros cuatro más pequeños que se ornamentan con pequeños puntos blancos. El mismo tema se repite en la tabica inferior.
A continuación un motivo vegetal, también común a ambos hexágonos. La base de su desarrollo ya la hemos visto anteriormente. Se trata de tallos entrecruzados de forma simétrica curvándose hacia el interior para terminar en formas florales.
En esta tabica se repite, como he dicho al principio, el tema de las de la primera línea: rombos con decoración floral de cuatro pétalos en su interior
El hexágono contiguo contiene un motivo ya descrito en la primera sección. Se trata de una ornamentación geométrica compuesta por tres medallones u óculos formados por entrelazos rectos y curvos que generan motivos de lazo en forma de círculos. Aquí concretamente los motivos centrales están formados por cruces dobles con puntas apuntadas en la que se entrecruza un cuadrilóbulo.
El tema de las dos tabicas que forman la siguiente línea se compone de diez cuadrados de fondo rojo dispuestos en dos columnas. En su interior estilizadas estrellas de ocho puntas en color dorado que en la mayoría están muy perdidas.
El motivo siguiente es igual que el de la superior con la única diferencia de que los tres leones inscritos en los círculos se han representado mirando hacia arriba.
En último lugar, una tabica dividida en dos con sendas figuras de leones o leonas, ya que se representan sin melena. El superior mira al frente, mientras que el inferior vuelve la cabeza mirando al anterior. Las colas terminan en forma de ataurique.
Aunque escasa, ya aparece alguna tabica con decoración figurativa en esta sección. Para Yarza, varias tabicas son fruto de la restauración, estando algunas de ellas cambiadas de lugar. También faltan algunas, entre las que destaca una con la figura de San Miguel o santo parecido que aparece en la documentación antigua y que ha desaparecido. Para poder ver las diferencias, sobre todo de policromía, incluyo imágenes de todas ellas, a excepción de la baja de la última línea que se encuentra oculta por el tirante.
En la primera tabica de la fila superior se desarrolla un motivo vegetal a base del consabido tallo curvado que forma tres grandes volutas cuyos centros los ocupan motivos florales en forma de flor de lis. A lo largo del tallo salen otros más pequeños terminados en formas más simples.
La tabica contigua la ocupa en su totalidad un león rampante rojo de rostro fiero con larga cola terminada en forma de ataurique.
Un nuevo motivo vegetal ocupa la siguiente. Cuatro espacios circulares se generan por las curvaturas de tallos vegetales terminados en formas florales simples, al igual que los pequeños tallos que salen de los principales. El fondo se completa con pequeños puntos blancos que a veces se agrupa formando el tema de tres en triángulo tan visto en la techumbre.
A continuación, la tabica está cubierta en su contorno por una ancha cenefa que intercala aspas y rombos de pequeño tamaño. El alargado y estrecho espacio central se completa con temática vegetal a base de tallos formando espacios cóncavos y convexos con terminaciones florales.
Otro nuevo motivo vegetal de tallos entrecruzados y curvados terminados en sencillas flores en forma de ataurique ocupa la tabica contigua. El fondo se cubre con puntos blancos, que también aquí se agrupan a veces de tres en tres.
El siguiente hexágono se divide en dos espacios ocupados por sendos leones con la cola terminada en forma de ataurique.
La figura representada a continuación se identifica con un presbítero, tonsurado, vestido con dalmática de tradición bizantina, sujeta en su mano izquierda un libro mientras levanta la diestra en posición de bendecir.
Nueva temática vegetal con fondo a base de puntos blancos ocupan la siguiente tabica. Varios tallos se entrecruzan formando espacios circulares para terminar en formas florales, al igual que las pequeñas ramas que salen de los mismos.
Se repite en las dos tabicas de esta última línea el motivo de tallos curvados que forman tres grandes espacios centrales o roleos que se cubren con grandes formas florales.
En la primera tabica de la fila inferior se repite el motivo de la superior con la variante de que aquí las flores miran hacia arriba, mientras que en la superior lo hacen hacia abajo. Probablemente sea debido a que esta última se colocó al revés en la restauración como ocurre en otros lugares de la techumbre.  
La siguiente se decora con tres círculos con ciervos en su interior, los tres en idéntica posición.
Volvemos a encontrar nuevamente un motivo de zig-zag en vertical generando una especie de red de rombos. Alterna diversas tonalidades de claros y oscuros para producir la impresión de incidencia de luz. Los pequeños espacios triangulares laterales de fondo negro se completan con el tan visto motivo de tres pequeños puntos blancos dispuestos en forma triangular.
En la tabica contigua se repite el motivo de la superior, con una acusada decoloración en la policromía, al igual que el siguiente. En ambos la total similitud en el trazado de los motivos ornamentales, tanto de desarrollo de tallos como de posición y tamaño de terminaciones florales hace pensar en una posible falsificación, probablemente realizada en tonos más suaves para poder diferenciarlas de las originales superiores.
La misma apreciación sería aplicable para el hexágono de la  fila inferior dividido en dos partes con sendos leones ocupando los espacios. Aquí también es sospechoso que se haya reproducido exactamente el motivo superior. Lo mismo sería aplicable a la última tabica, aunque aquí parece que la copia pudiera ser la de la fila superior.
Entre ambas la figura de una mujer joven con un pájaro en su mano izquierda que cruza delante del pecho y largo cabello rubio que se extiende sobre sus hombros. Viste una almaxia o túnica de amplias mangas de rica tela de seda, encordada por la falda, dejando ver una saya interior. Se ha relacionado este atuendo con la moda orientalizante de las comunidades judías, con lo que sería una alusión a esta raza, pero no precisamente positiva sino más bien al contrario, ya que resalta el carácter frívolo de la actitud y de la lujosa indumentaria, además de llevar el cabello descubierto y suelto, símbolo de deshonestidad. 
Esta sección es probablemente la que mayores variaciones ha sufrido respecto a su aspecto original. Han desaparecido varias tablas que se pueden ver en fotografías antiguas, entre ellas las representaciones de un Cristo nimbado ligeramente vuelto hacia un lado y de un San Pedro con las llaves, y otras han sido cambiadas de lugar. Yarza también especula sobre posibles falsificaciones durante la primera restauración, sobre todo en la tabica de la fila inferior que contiene la figura de un gran pavo real.
La primera tabica de la línea superior representa a un hombre vestido con túnica roja que sujeta un rollo que podría ser un pergamino, en parte extendido, en la mano derecha, mientras mantiene la izquierda en alto.
En la contigua un motivo vegetal cuyo desarrollo base ya hemos podido ver con anterioridad. Dos tallos crean formas acorazonadas que se cubren con motivos florales de diferentes tonos, tanto en el interior como en el exterior.
A continuación una cinta entrecruzada forma tres espacios circulares con anudamientos intermedios. En cada uno de ellos se inscribe un escudo de armas. Sobre fondo gules, el superior presenta tres bandas horizontales, mientras que en los otros dos las bandas son diagonales.
Le sigue otro motivo de temática vegetal también visto en las secciones anteriores. Tallos que se entrecruzan en el centro de forma simétrica a lo largo de un eje vertical imaginario se curvan hacia el interior para terminar en motivos florales en ataurique.
El siguiente hexágono contiene una figura real de pie, que viste largo brial y capa recogida en el brazo izquierdo. Una interpretación dice que se trata de la reina Violante de Hungría, esposa del rey Jaime I que sería el rey representado en la segunda tabica inferior. Yarza rechaza esta teoría y cree que se trata más bien de un caballero. Se puede apreciar perfectamente como el lado derecho ha sido totalmente retocado.
Continúa la imagen de un posible franciscano, ya que va tonsurado y viste el hábito de la Orden. Porta en sus manos una especie de tabla o filactelia, pudiendo ser ambas cosas por la rigidez con que se ha pintado.
Un nuevo motivo vegetal también repetido ocupa la siguiente tabica. Se trata de tallos que forman cuatro grandes roleos que se rellenan con motivos florales complejos, mientras que de los tallos salen otros más sencillos.
La temática del siguiente motivo se repite en las dos tabicas de esta última línea. Una cenefa a base de semicírculos ocupa la parte exterior, mientras la estrecha y alargada franja central se rellena con círculos de fondo rojo que parece ser incluían en su interior algún motivo en forma de cruz dorada, aunque no se puede determinar por encontrarse casi completamente borrada.
En la primera tabica de la línea inferior encontramos otra de las figuras que ha recibido varias identificaciones. Se trata de uno de los pocos santos que aparecen en la techumbre. Representa a un franciscano con nimbo, tonsurado y  barbilampiño va descalzo. Vestido con el hábito pardo de la orden y capucha baja,  portando un libro entre ambas manos a la altura del pecho. Hay quien lo ha identificado con San Francisco, aunque no responde a la iconografía habitual de este santo. Otra interpretación dice que podría tratarse de Juan de Perugia o Pedro de Sassoferrato, santos franciscanos que llegaron a Teruel entre 1217 y 1220.
Otro personaje de difícil identificación es el siguiente. Representa a un rey de pie con barba (atributo de virilidad y preciado trofeo de todo caballero bien portado). Viste cota por media pierna y manto púrpura recogido en su brazo izquierdo, con calzas soladas también de color rojo y calza espuelas. Una interpretación cree que se trata del rey Jaime I, que se detuvo en Teruel antes de la conquista de Valencia. Para ello se base en algunos detalles, tales como las calzas rojas, que estaban prohibidas para todo aquel que un tuviese tropas que mandar, o las espuelas que lo relacionan con un rey guerrero. Con su mano derecha parece señalar algún lugar concreto de la parte superior, que podría ser la figura regia vista anteriormente y que se correspondería, como se ha dicho, con su esposa Violante de Hungría. Yarza rechaza esta teoría y dice que se trata de la figura de un rey de pie sin identificar.
A continuación el motivo de tres círculos entrelazados con escudos de armas en su interior descritos en la tabica superior, con la variante de que aquí, el superior presenta una banda de gules horizontal en el centro sobre fondo que podría ser oro, en el central, banda dorada sobre fondo de gules, y en el inferior banda diagonal de gules sobre fondo oro.
También aquí se repite el motivo superior con variantes que afecta sobre todo a la distribución de los motivos florales.
La figura representada en este hexágono se ha identificado con un cantor o declamador, que formaría pareja con un músico o juglar portador de una vihuela de arco de tipo oval que ocupaba la tabica contigua según se puede ver en fotografías antiguas, y que desapareció durante las restauraciones. Viste saya hendida color rojo y calzas azules.
Un gran pavo real en posición vertical ocupa actualmente este espacio. Junto con la muchacha de la parte inferior de la segunda sección, parece una clara falsificación producto de la primera restauración realizada para ocupar el espacio del juglar anteriormente descrito.
Por último, un nuevo motivo vegetal a base de tallos que se curvan en forma simétrica a partir de un eje vertical imaginario, creando volutas o espacios acorazonados que se completan con motivos florales.  
Las tabicas de esta sección no presentan, según Yarza, ningún motivo especialmente interesante. La verdad es que la temática es repetitiva y simple, limitándose la decoración figurativa a representaciones de animales.
El primer motivo, que se repite en la tabica inferior, está formado por tres círculos, algo que veremos en cuatro ocasiones en este faldón. Sobre fondo de color rojo y ribete dorado se inscriben estrellas de ocho puntas de este último color. Este tema de las estrellas de ocho puntas está muy repetido en la techumbre en relieve en el almizate y en la parte inferior de tirantes y ménsulas.
También el siguiente tema se repite en los dos hexágonos de la segunda línea. Se trata de un motivo vegetal que, aunque con mayor profusión de motivos florales, sigue el esquema repetitivo de tallos, de los que salen otros más pequeños, curvándose y creando espacios circulares que se cubren con temática floral, esta vez más abundante por ser de menor tamaño que en otras tabicas.
Por segunda vez encontramos tres círculos ocupando la tabica, esta vez formados por un entrecruzamiento de cintas con anudamientos intermedios. Sobre fondo rojo, en el superior se representa un león con la cabeza vuelta hacia atrás, en el intermedio un águila heráldica, y en el inferior un león mirando al frente.
A continuación, la tabica se divide en tres partes con un león pasante en cada una, todos con largas lenguas resaltadas en blanco.
En cuarto lugar se intercalan dos motivos ya vistos. Una cinta se entrecruza formando tres espacios circulares con anudamientos intermedios, con estrellas de ocho puntas doradas en el interior de color rojo. Se nota un cierto abuso de este color en la tabica, ya que de este color es el fondo de la tabla, del interior de los círculos y de la cinta que forma el lazo. Únicamente el fino remarcado en negro y blanco de este último diferencia los distintos elementos. El tema se repite en la tabica inferior.
El hexágono contiguo se cubre con la alargada figura de un león rampante con largas lengua y uñas en las garras que se resaltan en color blanco.
Le sigue un tema heráldico formado por castillos de tres torres en el interior de tres círculos entrelazados con anudamientos intermedios.
La última tabica de esta fila superior la ocupa la estilizada figura de un dragón, con cabeza de reptil y larga lengua fuera en forma de tallo terminado en ataurique. Su clásico cuerpo de ave termina en larga cola de serpiente, que aquí se curva y bifurca en un complicado entrecruzamiento de tallos terminados en formas también de ataurique. Todo el fondo se cubre de pequeñas estrellas blancas de ocho puntos.
En la fila inferior veremos la tercera tabica, que repite el motivo de la superior a base de tres círculos ocupados, esta vez el central por un león pasante y los laterales por águilas heráldicas.
También la siguiente es repetitiva de la superior, con la única variante de la policromía aplicada, que tal vez se deba a la pérdida de color por estar en peor estado que la superior. 
Una nueva figura de dragón ocupa este hexágono. Con la cabeza inclinada hacia abajo se han remarcado su lengua y uñas de las garras en color blanco, al igual que en el león de la tabica superior. También aquí, como en el dragón ya visto, la cola termina en forma de tallo vegetal que se curva y bifurca creando roleos y volutas con terminaciones florales muy simples.
Aunque repetido el tema heráldico, he querido incluir la tabica inferior de tres castillos de tres torres en el interior de otros tantos círculos entrelazados, por existir también una visible diferencia en su estado de conservación en relación con la superior.
Por último, también en esta línea se repite el motivo del dragón de la fila superior. Muy parecido a aquél, con larga lengua en forma de tallo vegetal terminado en ataurique, al igual que la cola creando formas curvadas. El fondo también se cubre con pequeñas estrellas blancas de ocho puntas.
El faldón izquierdo de esta octava sección es otra de las pocas en las que la casi totalidad de los hexágonos se cubren representaciones de personajes. Asimismo destaca, como bien señala Yarza, que estando tan próxima a la sección más dañada (la novena o última) las tabicas se hayan conservado en mejor estado que muchas otras más alejadas de esta zona.
En la primera tabica se representa una muchacha con un cetro o bastón terminado en forma de flor de lis que sujeta con la mano izquierda. Viste falda lila encordada y en la cabeza lleva una diadema con cintas. Según Novella, antes de la restauración, el brazo derecho, que ahora mantiene en posición extraña, lo tenía levantado y la mano abierta a la altura del rostro. Igualmente, la parte inferior tampoco corresponde al trazado antiguo, habiéndose realizado en la falda unos pliegues blandengues.
La contigua está dividida en dos partes que contienen sendas escenas de mujeres trabajando. En la escena superior la mujer se presenta transportando materiales en sendos cestos; en la inferior una mujer manipula el interior de uno de los cestos. Por el tocado se han identificado como mudéjares, y Yarza opina que se trata de alfareras. No es extraño que se encuentren realizando estas tareas ya que era frecuente la colaboración de las mujeres en la limpieza y saca de escombros en las obras de construcción.
En la tabica siguiente, una muchacha que se lleva la mano izquierda a la cara, tapándose un ojo, y que sostiene en la derecha una especie de larga cuerda.
A continuación un hombre vestido con túnica se lleva el dedo de la mano derecha al ojo. Tanto esta escena como la anterior resultan un tanto extrañas y podrían querer representar el mal de ojo, temor muy común en la Edad Media.
En este hexágono se puede ver a un hombre de pie, vestido con capa, que señala con el dedo de la mano derecha una rama que sostiene con la izquierda.
A continuación, la tabla se divide en dos partes, con representaciones de guerreros a caballo en posición de lucha, sujetando la espada en alto con la mano derecha y el escudo en la izquierda. Aunque ambos visten cota de malla, el  superior lleva la cabeza descubierta, mientras que el inferior se la cubre con almofar o capuchón de malla y casco encima. Montan en caballos blancos y miran hacia la derecha
Un motivo ya visto cubre la tabica siguiente. Se trata de una ornamentación geométrica compuesta por tres medallones u óculos formados por entrelazos rectos y curvos que generan motivos de lazo en forma de círculos. Aquí se repiten los motivos centrales vistos en la sección sexta, formados por cruces dobles con puntas apuntadas en la que se entrecruza un cuadrilóbulo.
El motivo geométrico que veremos a continuación es común a las dos tabicas de esta última línea. Esta formado por doce espacios cuadrados, dispuestos en dos columnas, en cuyo interior se inscriben rombos, que a su vez se rellenan con cruces blancas.
La primera tabica de la fila inferior presenta a un hombre vestido con túnica y manto que porta en su mano izquierda un objeto inidentificable en el que se ha querido ver, tanto una pequeña caja como un libro.
En consonancia con el hexágono superior, este esta ocupado por una mujer mudéjar trabajando en tareas relacionadas con la construcción. Se ha especulado sobre si está elevando materiales en un capazo mediante el uso de una polea, o si está sacando agua de un pozo.
A continuación una mujer de corta talla y cabeza grande se presenta en una postura un tanto extraña. Vestida con una larga túnica, parece intentar abrírsela con ambas manos a la altura de los pechos. Este gesto se asemeja al de los judíos al rasgarse las vestiduras en señal de escándalo. Se le ha relacionado con la lascivia. De todas maneras, esta mujer es muy poco expresiva, y podría suponerse que simplemente se limita a colocar las manos sobre la tela.
Un hombre de pie sujetando con ambas manos un libro ocupa la siguiente tabica.
La figura siguiente representa a un hombre de pie vestido con saya azul oscuro y calzas y manto rojo recogido en su mano izquierda y empuñando una espada larga en la derecha que apoya en el hombro.
Una nueva representación de la realeza se encuentra en este hexágono. Se trata de una reina vista de frente, de pie con corona y cetro en la mano izquierda terminado en forma de flor de lis. Viste brial largo y manto atado con cuerdas. Esta es la única representación de reina cuya identificación como tal es segura, ya que las otras dos que se relacionan con reinas son dudosas al estar muy alteradas. Se le ha querido identificar con la reina Violante de Hungría, aunque esta hipótesis no ha sido mayoritariamente aceptada.
La figura de un joven de pie que viste saya color carminoso que parece estar caminando, ocupa la última tabica. 
En esta sección es la segunda en que no encontramos ninguna representación figurativa, además de haber perdido la última línea, contigua a la última sección. Para Yarza la repetición casi perfecta de motivos en todas las líneas puede inducir a sospecha en cuanto a la autenticidad de alguna de ellas. También es de destacar la abundancia de escudos con la Señal real de Aragón que aparecen en las líneas quinta y sexta.
La temática de las tabicas de la primera línea es de tipo vegetal, aunque con desarrollo casi geométrico. Se basa en el desarrollo ya varias veces visto que parte de un eje central imaginario a partir del que se generan tallos que se curvan hacia el interior de forma simétrica y que terminan en motivos florales completando el interior.
También el siguiente tema es ya conocido. Se trata de un motivo de zig-zag en vertical formando una especie de red de rombos.  Se remarca alternado una gama de colores claros y oscuros para producir la impresión de incidencia de luz. Los pequeños espacios triangulares laterales de fondo negro se completan con un tema igualmente muy repetido, consistente en tres pequeños puntos blancos dispuestos en forma triangular.
En tercer lugar, las tabicas están ocupadas por tres círculos con cruces flordelisadas en su interior
A continuación otro motivo vegetal de desarrollo simétrico. Parte de un tallo central en la parte superior, que después de dos bifurcaciones a cada lado terminadas en formas florales, se entrecruza creando un espacio acorazonado, volviéndose a entrelazar para terminar en semicírculo. Estos últimos espacios se completan con motivos florales en forma de flor de lis.
El siguiente hexágono contiene un motivo heráldico formado por un motivo de lazo entrecruzado que genera tres espacios circulares con pequeños anudamientos intermedios. En cada uno de ellos se inscribe un escudo con las armas de la Monarquía aragonesa: sobre campo de gules cuatro barras en oro.
Otro motivo de lazo se encuentra en la tabica contigua. Parte de lazos de cuatro octogonales que forman espacios estrellados de ocho puntas y otros cruciformes con extremos apuntados cubriendo el hueco entre cada cuatro de los anteriores. Los estrellados, dispuestos en dos columnas, se rellenan con el escudo de armas de la Monarquía aragonesa ya descrito.
Un nuevo motivo vegetal repetido de otras tabicas ocupa las dos de esta línea. Se trata de tallos que se curvan formando tres grandes roleos con motivos florales en forma de flor de lis en sus centros.
De desarrollo parecido al anterior pero ligeramente más complejo, es el tema vegetal que ocupa la última línea. Dos tallos se curvan a lo largo de todo el largo de la tabica formando espacios circulares. Tanto los tallos principales como los más pequeños que salen de éstos terminan en motivos florales en forma de ataurique.
En cuanto a la novena y última sección, fue la que mayores desperfectos sufrió durante la guerra civil, ya que fue aquí donde cayó la obús que causo gran parte de los destrozos.
La restauración en este tramo se limitó a reconstruir la cubierta ornamentándola con motivos iguales a los que se ven en el resto de secciones. Así, en el centro del almizate se dispuso una gran cúpula gallonada con una triple banda a ambos lados formada la central por cupulillas gallonadas que se intercalan con estrellas de ocho puntas en relieve, y las laterales por hexágonos de laterales alargados. Una banda de hexágonos en vertical por lado con una doble banda de hexágonos horizontales y cupulillas y estrellas completan la cubierta.
En los faldones también se respetó la misma composición ornamental que en el resto de la techumbre, disponiendo dos filas de hexágonos entre las que se intercalan tres de lazos de cuatro octogonales. Todos los espacios se han pintado de diversos colores sin intentar reproducir ni reconstruir la posible decoración pictórica que los cubría. 

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