miércoles, 20 de mayo de 2020

Capítulo 11 - Arte Mudejar en Aragón


CÚPULA DE LA CAPILLA DE SAN MIGUEL EN LA SEO. ZARAGOZA.-Cuadrada, comienza con una faja de medios  mocárabes, grandes  en la parte central  y pequeños en las laterales,  que con su avance  va estrechando el cuadro inicial; moldura  estrecha de separación, y sobre ella, faja  plana  decorada con lazos  de ocho;  otra  moldura,  y nueva  faja de mocárabes cerrando más el espacio. Esta planta se ve cortada en el lado opuesto al del altar por la bóveda   que se hizo al reformar la capilla vistiéndola de arte barroco.
Otra faja  donde nacen   unos  apoyos que  convierten  la  planta cuadrada en octogonal, en cuya  faja  va una  inscripción de caracteres góticos  que se interrumpe en los puntos donde apoyan  las vigas.
El espacio  triangular que  resta  entre  la planta  cuadrada y la octogonal, limitado por la  viga puesta  en el ángulo del cuadrado, va cerrado por  techillo   decorado con  lazos  de  cuatro y  una  artesa   octogonal en el centro.
La parte  octogonal está formada por  planos  verticales  que luego doblan   en ángulo  recto  formando un techillo  que cierra  de nuevo  el espacio.  En las caras  de los ocho  planos  verticales, y también   en las que  doblan,  tupida  decoración  de  lazos   y labores  delicadamente ejecutados.
Dentro del plano que achica el octógono aparece,  como inscrustada en  él, la  bóveda  final, de ocho  planos trapezoidales, confluentes, con lazos   de  cuatro, dorados, para  destacarse  del fondo poco  iluminado. Los planos,  en su parte  alta, dejan  un  octógono  pequeño que cobija  un cupulín  de menudos mocárabes.
A pesar del indudable interés que ofrece todo lo anteriormente expuesto del interior de esta Capilla, su obra más relevante la encontramos en la magnífica techumbre que cubre el presbiterio. Se trata de una armadura de madera de limas moamares con una base cuadrada que pasa a octogonal mediante cuatro cuadrantes situados en las esquinas. 
La parte inferior cuadrada se divide horizontalmente en cuatro bandas que se cubren con motivos de mocárabes y lazos de ocho. 

La banda inferior presenta en sus lados norte, este y oeste una banda de arcos de mocárabes con conchas o veneras en su interior, mientras que en el sur, recayente a la cabecera, se colocó una seudo-inscripción entre seis escudos de armas de Don Lope, además de contar con otra larguísima y muy estrecha en la parte alta de la banda. Todas las inscripciones de la techumbres las veremos más adelante, después de la descripción de su decoración.  





La banda intermedia de la zona cuadrada de la techumbre se rellena con una serie de motivos de lazo de ocho en número de tres por cada lado, que partiendo de estrellas de ocho puntas generan por la prolongación de sus lados diversas y complejas composiciones cuya descripción resultaría en extremo farragosa, por lo que nada mejor que verlas pormenorizadas en fotografía. Las dos laterales del lado oriental generan octógonos que se rellenan con pequeñas cupulitas agallonadas.  






La tercera y última banda se cubre con una nueva serie de arcos de mocárabes, que en este caso se rellenan con inscripciones.  


Separa esta tercera banda de la superior y última que presenta una serie de doce inscripciones, una fina línea de merlones o almenas escalonadas sobre fondo rojo. 
En la cuarta y última banda apoyan los cuadrantes esquineros que permiten el paso del cuadrado al octógono, de tal manera que dividen cada uno de los lados en tres registros. 
Con estos cuadrantes se genera en cada esquina un espacio triangular que se cubre con un motivo de lazo de ocho que genera un amplio espacio octogonal en el centro que se rellena con mocárabes de forma que parecen una reproducción en simple de la techumbre octogonal de la parte superior.  

Cada uno de los cuadrantes apoya en sendas ménsulas con figuras talladas y laterales, papo y un pequeño espacio rectangular en los laterales se decoran con motivos vegetales en color dorado sobre fondo azul.  

De estas figuras, las cuatro situadas en los dos ángulos más próximos a la cabecera representan, al igual que en las ménsulas pétreas que sustentan los nervios de las bóvedas de la nave, los símbolos de los cuatro Evangelistas sujetando una filacteria con su nombre en letra gótica: el águila de San Juan, el toro alado de San Lucas, el león alado de San Marcos y el ángel de San Mateo.  



Las figuras de los otros dos cuadrantes representan temas alegóricos sacados de los bestiarios medievales y de la tradición religiosa cristiana. En la esquina recayente al sepulcro del arzobispo podemos ver un pelícano alimentando a sus polluelos con su propia carne, y en el lado contrario la figura de un dragón alado.  

En la esquina del lado contrario, un águila picoteando la cabeza de una liebre y una sirena con un espejo en su mano izquierda. 

La parte octogonal de la techumbre está formada por planos verticales que doblan en ángulo recto formando un techillo que cierra de nuevo el espacio. 
La banda inferior presenta un motivo de lazo de ocho con pequeñas cupulitas gallonadas rellenando los espacios.  


El pequeño techo que separa esta banda de la superior se rellena con una serie de octógonos con lados que se prolongan creando espacios en forma de punta de flecha.  



Termina esta primera banda de la parte octogonal con un colgante de mocárabes y decoración pintada de motivos vegetales.  


La parte intermedia de este espacio octogonal es la que propiamente tiene una estructura de limas moamares.  



Recorren el perímetro tres bandas de lazos de ocho que alternan estrellas de ocho puntas con cruces aspadas en la central, y estrellas de ocho y una pareja de hexágonos entrecruzados en la inferior y superior. En el interior de cada estrella se dispone una pieza octogonal sobre la que se ha colocado una pequeña cupulita gallonada.  


Estas bandas enmarcan dos series de espacios rectangulares, cinco en la inferior y tres en la superior en cada uno de los paños, que se cubren con plafones decorados con cupulines gallonados en relieve e inscripciones de tipo ornamental, acompañados de motivos de ataurique. Mismo motivo de cupulines se colocó en las tabicas de las limas.  


Una sucesión de líneas de mocárabes cubren la cúpula superior que va cerrando hasta convertirse en un espacio circular que cierra con un cupulín gallonado. 


Sin menoscabar el indudable interés de la estructura y motivos decorativos de esta techumbre de la Parroquieta de La Seo, quizás su elemento más sobresaliente sean las inscripciones que la jalonan en su parte inferior cuadrada. El estudio más detallado realizado hasta el momento de las mismas lo llevaron a cabo Bernabé Caballero Subiza y Carmelo Lasa Gracia, que publicaron sus conclusiones en un amplio artículo en el número 19 de la revista Artigrama del año 2004, y al que me he remitido para los textos de sus traducciones y descripciones. Igualmente incluyo croquis de las bandas epigráficas y seudo-epigráficas del friso superior y sigo su numeración en las descripciones, igual que hacen los autores, como mejor solución para localizar cada una de ellas.
Las inscripciones se reparten en la parte inferior y superior del lado este, recayente al altar, el interior de los arcos de mocárabes de la tercera banda, y a lo largo de toda la cuarta, en número de doce separadas por las ocho ménsulas que sustentan los cuadrantes de las esquinas, quedando ocho dentro de los mismos. De todas ellas solamente un número limitado contienen verdaderamente inscripciones, siendo la mayoría seudo-inscripciones de tipo decorativo, tal y como se podrá ir viendo en las fotografías detalladas que incluyo en las páginas siguientes. 
Excepto en las correspondientes a la parte superior del lado este y a la arquería de mocárabes, en el resto se intercalan escudos de armas en negro del arzobispo Don Lope Fernández de Luna. Tal y como se irá apreciando en las fotografías estos escudos no están superpuestos ni interrumpen en ningún momento las inscripciones ni los motivos decorativos, lo que hace pensar en que su colocación es simultánea a la construcción de la techumbre, o sustituyeron a otras piezas de idéntico tamaño y forma que ocupaban los mismos espacios. 
La primera banda que aparece en la techumbre se sitúa en la parte inferior del lado oriental, recayente al altar. En el interior de la arquería de mocárabes se disponen motivos seudo-epigráficos donde predominan los anudamientos entre ocho escudos de armas del arzobispo Don Lope.  

En este mismo lado este, entre el friso de mocárabes y el de motivos de lazo de ocho, corre una estrecha banda seudo-epigráfica que no tiene traducción posible, ya que en la base de la caja de escritura no se llegó a tallar ni una sola palabra en árabe. La banda es obra de los mismos artistas que labraron las bandas seudo-epigráficas del friso superior, por lo que presentan los mismos tipos de lazos en los astiles, pequeños nudos circulares debajo de los ápices, trazos horizontales paralelos a la parte superior de la caja de escritura que describen un ángulo recto con un lazo en forma de cuadrado, etc. 
Entre las peculiaridades de esta banda cabe destacar dos. La primera es que debido a que los astiles están muy próximos entre sí, puesto que al ser una banda seudo-epigráfica no existen letras bajas que exijan su distanciamiento, tan apenas existe un fondo vegetal. La segunda es que la base de la caja de escritura no es una línea horizontal completamente recta, ya que tiene pequeñas escotaduras rectangulares que amplían la superficie de la banda con el fin de que, dado que el friso tiene una altura de pocos centímetros, se pueda en estos ensanchamientos disponer lazos en forma de cadeneta que aumentan la belleza de la composición.  

Debajo del friso superior epigráfico y seudo-epigráfico que ocupa los cuatro lados de la techumbre, y que veremos a continuación, hay otras inscripciones doradas sobre fondo azul cobijadas en pequeños arcos de mocárabes. Estas inscripciones repiten alternativamente el siguiente texto “al-mulk llahi al-mulk Lah”, que en castellano sería “el poder de Dios, el poder a Él”. Los astiles de las letras que ocupan todo el campo epigráfico y que llevan un anudamiento en la parte superior, terminan con un ápice triangular. En la base de la letra ka:f de la palabra al-mulk aparece también otro anudamiento. La letra ha: de llahi para poder acomodarse a la ornamentación no sube su terminación hasta el extremo del campo epigráfico sino que se adapta al fondo ornamental. Los intersticios entre las letras se rellenan con motivos vegetales. En estas inscripciones se produce una reducción del nombre de Allah que pasa en primer lugar a llahi y después a Lahu
De las doce inscripciones del friso superior, únicamente tres contienen inscripciones epigráficas: las número 4, 8 y parte derecha de la 7.1. Seudo-epigráficas son todas las de las esquinas excepto la anterior, además de las número 2 y 6.


De las bandas epigráficas las número 4 y 8 presentan inscripciones de tipo cúfico florido (al-kufic al-mukhamal) con caracteres muy esbeltos. En ambas, los elementos verticales de las letras se prolongan hasta alcanzar la parte superior de la caja de escritura, terminando en ápices triangulares a izquierda y derecha para mantener un ritmo compositivo simétrico. Los ápices llevan en el interior decoración digitada, consiguiendo así el efecto de un elemento vegetal. Los astiles presentan un pequeño nudo antes de la terminación triangular.
Los espacios que quedan libres entre las grafías se rellenan con un denso fondo de decoración vegetal en forma de pequeños tallos de los que surgen a partir de un anillo central palmetas digitadas bifurcadas o simples, generalmente asimétricas. Entre estos motivos vegetales hay también piñas, granadas y otros simples. Los tallos de esta decoración vegetal, que a veces llevan pequeños anudamientos, discurren tanto por debajo como por encima de las letras, y nacen una veces de la base de la caja de escritura y otras de las letras bajas de la inscripción.
Para Caballero y Lasa, estas inscripciones fueron hechas por mudéjares aragoneses, tanto en cuanto a los textos como a los fondos vegetales en los que se utilizan motivos del vocabulario artísticos del taller de la Aljafería del siglo XI, y que recuerdan mucho a las decoraciones mudéjares del siglo XIV del Palacio Real, en concreto a la ventana de la estancia situada al oeste del Salón del Trono de los Reyes Católicos, y a las cenefas que enmarcan la puerta de la conocida como “alcoba de Santa Isabel”.
La banda nº 4 está dividida en dos secciones por el escudo del arzobispo Don Lope. En la sección situada a la derecha según se mira se lee “[al]-hafiz Allahi al-hafiz Ilahi”, sin el alif y la:m del artículo del primer al-hafiz, que en castellano sería: “[La] protección es Dios, la protección de Dios”.
En la sección de la izquierda se lee: “al-hafiz Ilahi al-hafiz, “La protección de Dios, la protección”.

En el lado derecho de la banda nº 7.1, recayente a la nave se lee “al-hafiz Ilahi” o “La protección de Dios”.
La raíz hafiz aparece en numerosas ocasiones en el Corán con diferentes acepciones, en concreto en 44 aleyas pertenecientes a 22 suras. Sobre todo hacer referencia a la comprensión, custodia, observancia, guardia y protección, estando relacionada con la palabra Hafiz, uno de los 99 nombres de Dios. Esta palabra aparece escrita de la misma manera que en esta inscripción de la techumbre de la Parroquieta en la aleya 4 de la sura 86: “toda alma tiene un guardián junto asi

En la banda epigráfica nº 8 se encuentra la tercera y última inscripción de este friso con las mismas características paleográficas y decorativas de las anteriores, también de tipo al-kufic al-mukhamal, con idéntica decoración de ataurique. Dividida en dos secciones por el escudo de Don Lope, al igual que el resto, contiene una eulogía muy común en la cultura islámica, con la inscripción “al-mulk llahi” repetida cuatro veces, aunque en la parte derecha, según se mira, falta el primer alif del primer al-mulk llahi, y en el izquierdo falta al final la segunda la:m y la ha: del llahi final. En castellano vendría a decir “el poder de Dios”.
La raíz de esta inscripción mlk se cita más de 130 veces en el Corán en sus diversas aceptaciones: soberano, monarca, rey, poder, dueño, reino, señorío, dominio, etc., estando a su vez relacionada con al-Mulk, uno de los 99 nombres de Dios, el Soberano. El mismo texto aparece en el cimacio de uno de los capiteles y en una dovela de la Sala Capitular y en una inscripción en el muro del claustro del Monasterio del Santo Sepulcro y en la tercera planta del Torreón del Trovador del Palacio de la Aljafería, ambos en Zaragoza.
Todas estas inscripciones de la parte superior de la techumbre hacen referencia a Dios y su reino, así como a la protección que brinda a los creyentes, a los que premia en la otra vida. al-Hafiz, el Protector, el Conservador, el Preservador, rodea todas las cosas con su omnipresencia para preservar su existencia. al-Mulk, el Rey, mantiene su soberanía sobre los cielos y la tierra en cuanto que Dueño (Malik) y Señor (Rabb) de todas las cosas.
Las bandas seudo-epigráficas son aquellas que están integradas por letras árabes inconexas que no llegan a formar ninguna palabra, y por lo tanto carecen de traducción. En este friso de la techumbre de la Parroquieta son de este tipo las: 1.1, 1.2, 2, 3.1, 3.2, 5.1, 5.2, 6, parte izquierda de la 7.1, y la 7.2. Los elementos que contienen están formados en su mayoría por astiles que se entrelazan generando una serie de motivos muy complejos inspirados en las inscripciones nazaríes.
Banda nº 1.1
Banda nº 1.1 -derecha-
Banda nº 1.1 -izquierda-
Los elementos decorativos de las bandas seudo-epigráficas de esta techumbre de la Capilla de San Miguel están trazados en el estilo al-kufic al-muzfar (cúfico trenzado), y son combinación de las siguientes letras: alif iniciales y finales, la:m mediales y un nexo que las une a modo de adorno recordando a las letras ha: finales, y que así cierra la composición en imagen espectacular creando unas líneas compositivas que ordenan toda la banda. El empleo de estas letras confiere a la banda una repartición regular de la acción gráfica, a la vez que introduce un movimiento rítmico.
En este estilo, las letras empiezan a entrelazarse primero en la zona de base de la escritura, principalmente en las letras ha: y nu: n, alcanzando pronto los astiles, en los que aparecen lazos y nudos, casi siempre en las letras ka:f y nu:n, así como en el nexo alif-la:m.
Banda nº1.2
Banda nº 1.2 -izquierda-
Banda nº 1.2 -derecha-
Banda nº 2
Banda nº 2 -izquierda-
Banda nº 2 -derecha-
Banda nº 3.1
Banda nº 3.1 -izquierda-
Banda nº 3.1 -derecha-
En las inscripciones trazadas en el estilo al-kufic al-muzfar, las combinaciones de letras comienzan generalmente por un alif inicial y continúan con una la:m media y un alif final; este grupo se puede repetir varias veces cerrando la composición un alif inicial en imagen especular con el alif que inicia el grupo, o una la:m final, formando grupos de letras separados por los escudos del arzobispo. Los ápices de las letras alif inicial y la:m final terminan en elementos vegetales digitados.
El primer alif no suele tener ningún nudo ni trenzado en el astil, sino que es abrazado por un lazo recto o curvo o por una anilla de la la:m siguiente, sucediendo lo mismo al alif o la la:m de cierre. El grupo la:m- alif, se anuda o se trenza con el alif inicial o con la la:m inicial del siguiente grupo en formas de diferente complejidad, empezando por los simples anudamientos en un mismo astil. Si el astil tiene forma curva generará una forma acorazonada, y si es de forma recta una solución romboidal. A continuación pasarán a combinarse dos astiles formando un doble nudo con dos formas acorazonadas afrontadas, y una combinación de dos a cuatro rombos con extremos rectos o curvos.
De la combinación de estas formas surgen otras más complejas hasta formar verdaderos trenzados en los que intervienen, no sólo los astiles de dos letras, sino que unidos a ellas o a la línea de unión de la la:m con el alif, que se eleva y trenza, se le entretejen uno o más astiles de doble final que están formando parte de la composición
Banda nº 3.2
Banda nº 3.2 -derecha-
Banda nº 3.2 -izquierda-
Banda nº 5.1
Banda nº 5.1 -derecha-
Banda nº 5.1 -izquierda-
Banda nº 5.2
Banda nº 5.2 -derecha-
Banda nº 5.2 -izquierda-
Entre los nudos que aparecen en estas bandas seudo-epigráficas de la techumbre de la Parroquieta, hay que distinguir dos tipos fundamentales: los situados en los ángulos rectos descritos por los astiles y los dispuestos en la zona medial de éstos. Las soluciones con lazos cuadrados en las esquinas formadas por los astiles existentes de esta techumbre (zona derecha de la banda 1.2, parte izquierda de la 3.1, derecha de la 6, e izquierda de la 7.2), son, según los autores de este estudio, prácticamente idénticas a las de las inscripciones epigráficas del Salón de Comares de la Alhambra de Granada.
También de clara inspiración nazarí son dos modelos de lazos que hay en la zona inferior o medial de los astiles. En primer lugar aquél que tiene la forma de una cadeneta (parte izquierda de la banda 1.1, derecha de la 1.2, derecha de la 6, izquierda de la 7.1 e izquierda de la 7.2). En segundo lugar aquél otro en el que los astiles al entrecruzarse forman un lazo con cuatro rombos dispuestos en damero (derecha de la banda 3.2). El primero de estos nudos en forma de cadeneta se encuentra en muchos lugares de la Alhambra, y el segundo, entre otros sitios, en las bandas epigráficas inscritas en cartuchos a mitad de altura de las paredes interiores del Torreón de Comares. De este segundo nudo hay tres variantes en la Parroquieta, también bastante similares a los de la Alhambra granadina, son los tipos de lazos dispuestos generalmente en la base del astil que están formados por tres rombos colocados en damero en vez de cuatro (izquierda de la banda 1.1, derecha de la 1.2 y derecha de la 6), dos rombos dispuestos vertical y horizontalmente (izquierda de la 1.2 e izquierda de la 2) o solo un rombos (derecha de la 1.1, izquierda y derecha de la 1.2, izquierda de la 5.2, izquierda de la 6 e izquierda de la 7.2). Estas tres últimas soluciones se encuentran, entre otros lugares, en las paredes del Salón de Comares.
Los lazos tallados en la zona izquierda de la banda 2 recuerdan mucho a las soluciones de las inscripciones en estilo al-kufic al-muzfar que hay encima de las tacas y en la base del intradós del arco de mocárabes situado en el ingreso al Salón de Comares. Entre estos lazos destacan dos peculiaridades: la creación de verdaderas retículas romboidales creadas por el entrecruzamiento de astiles por un lado, y la conjunción en un mismo nudo de esquinas semicirculares con otras en forma de ángulo recto por otro.
Todas estas soluciones epigráficas que están presentes tanto en la Alhambra de Granada como en la Capilla de San Miguel de La Seo de Zaragoza, se completan con otras que son derivaciones de las que hemos visto, que adquieren en la Parroquieta a veces una gran complejidad distanciándose de las de la Alhambra, y por lo tanto presentando una cierta personalidad propia.
Banda nº 6
Banda nº 6 -izquierda-
Banda nº 6 -derecha-
Banda nº 7.2
Banda nº 7.2 -izquierda-
Banda nº 7.2 -derecha-
Para Bernabé Caballero y Carmelo Lasa, aunque no cabe duda de que estas inscripciones seudo-epigráficas de la Parroquieta son obra de artistas andaluces, o al menos fueron artistas conocedores de las inscripciones nazaríes los que dieron las pautas para su labra, existen en ellas dos elementos de tradición local.
El primero y más claro es la utilización de fondos vegetales de motivos propios del arte mudéjar aragonés contemporáneo, algo que es especialmente evidente en la zona derecha de la banda 7.2 donde aparecen palmetas bifurcadas asimétricas y digitadas superpuestas sobre granadas y elementos con base y parte superior formados por dos perlas y una hoja digitada unilateral respectivamente, lo que hace suponer a estos autores que estos fondos vegetales son obra, al menos en su mayor parte, de carpinteros mudéjares aragoneses.
El segundo elemento de tradición local es la existencia de un rasgo que tiene el aspecto de un pentágono abierto en su base, que recuerda a las seudo-inscripciones de la techumbre de la catedral de Santa María de Mediavilla de Teruel, donde aparece un rasgo parecido en el comienzo de la letra ka:f. Del mismo modo, cuando este rasgo presenta su ángulo hacia la parte inferior de la caja de escritura y está abierto por su parte superior recuerda lejanamente el nexo que precede a la letra ha: y que normalmente llega hasta la base de la caja de escritura. Conclusión de esto sería que aunque estos rasgos presentes en la techumbre de la Parroquieta ya no tienen traducción ni forman siquiera parte de letras completas, son coherentes en su proceso de atrofia con el estadio y formad e degeneración epigráfica que se documenta en monumentos aragoneses anteriores, como la techumbre de la Catedral turolense, obra de las últimas décadas del siglo XIII.

CUPULA  DE LA CAPILLA DEL CASTILLO DE  MESONES.­ Está cubriendo el presbiterio de la iglesita que,  sin duda,  perteneció al castillo,  convertida hoy  en ermita  del pueblo.
Su estructura, sencilla, de paños inclinados divididos en pequeños compartimientos, sirvió para vestirla con incontable número de figuritas en conjunto de rico colorido.
Es ejemplar sin semejanza con otras techumbres aragonesas, pues ni la forma ni la decoración se dan en las restantes. 
Al interior, la primitiva capilla del castillo presenta planta hexagonal que se cubre con una excepcional techumbre de madera, única dentro del arte mudéjar aragonés. Se trata de una armadura de limas moamares, ya que las limas se encuentran dobladas en la unión de las péndolas. Está formada por seis paños o faldones trapezoidales que parten de cada uno de los lados del muro para unirse al almizate o harneruelo, que es la pieza plana hexagonal colocada en el centro. La disposición en planta de los muros de apoyo (un hexágono inscrito en el cilindro del torreón) motivó la adopción de este tipo de techumbre de seis lados.  
El carácter excepcional de esta armadura viene dado por la combinación de la labor de carpintería, de tradición mudéjar, con las pinturas figurativas que ocupan las tabicas y los frisos de la parte baja. Estos frisos horizontales debajo de los paños de la armadura están decorados por motivos animales y vegetales inscritos en alargados rectángulos entre los que se intercalan otros de tipo heráldico, todo ello ribeteado por una fina cinta de círculos negros sobre fondo blanco.
Dos son los motivos que se alternan en los espacios alargados. El primero presenta a dos aves afrontadas, en color negro con las colas unidas rodeadas de motivos vegetales.  
En el segundo aparecen dos animales fantásticos en color rojo que parecen dragones, rodeados también de motivos vegetales en forma de grandes y carnosas hojas.
Entre estos dos temas, que se van alternando a lo largo de todo el friso, se intercala el escudo de armas de D. Lope Fernández de Luna: luna blanca sobre campo rojo con punta blanca y los escudetes de los Vidaurre de campo de oro con una banda azul atravesando el centro.

Cada uno de los paños se encuentra recorrido horizontalmente por unas bandas de carpintería decoradas, simples en las partes superior e inferior y dobles en el centro.
Estas bandas se decoran con lazos de ocho en cuyo interior se dispone una pieza octogonal sobre la que se coloca una pequeña cupulita agallonada pintada en oro. Los octógonos alternan colores azules y rojos.

La prolongación de los lazos de ocho generan entre cada par dos hexágonos de alargados lados laterales con un pequeño espacio romboidal central.

Los faldones o paños que ocupan cada uno de los seis lados se unen mediante limas moamares compuestas de dos piezas (limas) cada una correspondiente a uno de los planos de los paños. Este sistema permitía hacer los paños de la armadura en el suelo o en el taller montándose posteriormente en su lugar.  

El espacio que queda entre cada par de limas se rellena con plafones en forma de flecha decorados con motivos vegetales sobre fondos azules y rojos. Entre ellos se intercalan una corona en la parte inferior y el escudo de D. Lope Fernández de Luna también en esta parte baja, pero a ambos lados de las limas ya dentro de los paños propiamente dichos.   
El almizate o harneruelo que cierra la parte superior de la techumbre se forma geométricamente por la prolongación de las limas y de los pares centrales de cada paño. Son estas cuatro piezas de cada uno de los seis faldones las que conforman la estrella central de doce puntas, muy poco frecuente en el arte mudéjar aragonés.
Dentro de la estrella de doce central se inscribe una piña de mocárabes dorada, a modo de clave. Los mocárabes tienen su precedente en Aragón en la techumbre de la parroquieta de la Seo zaragozana extendiéndose también a las iglesias del Arcedianato de Calatayud construidas en tiempos de D. Lope Fernández de Luna.
Los doce espacios exteriores, en forma de punta de flecha, se ornamentan con dos cupulillas doradas sobre fondo azul.
Finalmente, otros tantos huecos entre estos últimos y la banda superior de lazos de ocho se rellenan con motivos estrellados ribeteados al interior por una fina banda de círculos. En el centro un círculo de color rojo o azul con temática floral alternando con los mismos colores en el fondo.  




Las tabicas o paños inclinados de las calles formadas por las péndolas de la armadura se cubren con pinturas de clara influencia italogótica. En origen eran un total de 96 repartidas en dos filas de once y cinco en cada uno de los paños. Actualmente algunas de las tablas han desaparecido.
Estas pinturas representan figuras humanas portando grandes velones y vestidas con una túnica holgada recogida en la cintura que cae hasta los pies, grandes alas plegadas y un halo dorado en sus cabezas.

Abbad Ríos las identifica como “las vírgenes prudentes” y “las vírgenes necias” aunque la opinión más extendida es que se trata de un cortejo de ángeles. Precisamente, la iconografía de estos ángeles portando grandes velas y el encontrarse la capilla sobre una cripta han hecho pensar que se tratase de una capilla funeraria, algo no probable sí se tiene en cuenta que D. Lope Fernández de Luna estaba preparando su enterramiento en La Seo zaragozana.
Las figuras siguen dos patrones o modelos que se repiten en la misma postura aunque con alguna variación en el rostro y la túnica. El primero es una representación frontal con la cabeza inclinada hacia la izquierda y sosteniendo el velón en su parte derecha. El segundo está de perfil mirando siempre hacia la izquierda del espectador, con la cabeza girada en este sentido y sosteniendo el velón.  
Los colores son muy vivos con predominio del rojo y del azul que combinan con el blanco, el amarillo y el castaño, utilizándose el oro en los fondos, nimbos y en algunos elementos de la carpintería. Los rostros, siguiendo la línea italogótica, son de modelado suave, delicados y con unas variaciones casi imperceptibles de unos a otros.   
Las túnicas tienen grandes cuellos y puños en las mangas como únicos adornos. Así como en los rostros hay una gran similitud, en las telas existe una rica variedad de motivos en forma de brocados o tejidos de seda en oro y plata de clara inspiración oriental, con estampados que reproducen motivos geométricos, vegetales, animales reales y fantásticos y fragmentos de frases en letra gótica. 

Para terminar parece necesario hacer referencia a dos aspectos de esta armadura: su autoría y el posible significado y función de la capilla. Las pinturas se relacionaron en un principio con las del tríptico relicario del Monasterio de Piedra, actualmente en Real Academia de la Historia de Madrid que es obra desconocida realizada en 1390 por iniciativa del abad Martín Ponce y presenta la característica, al igual que la techumbre que nos ocupa, de combinar la carpintería mudéjar con la pintura gótica. Más tarde se relacionan las pinturas de la armadura del castillo de Mesones con los Hermanos Serra. Gonzalo Borrás se inclina por la última aportación realizada por Fabián Mañas quién, sin descartar totalmente la estrecha relación de estas pinturas con el círculo de los Serra y con las pinturas de Tobed y del Monasterio de Piedra, piensa que los autores fueron Juan y Nicolás de Bruselas quienes trabajaron a partir de febrero de 1379 en la Seo para D. Lope Fernández de Luna, donde coincidieron con Garcí y Lope Sánchez de Sevilla, azulejeros sevillanos mandados venir por el arzobispo para las obras de la Catedral de Zaragoza, que se encontraban allí en abril y mayo de ese año, estando documentada además la presencia en septiembre de Lope Sánchez como alcaide del castillo de Mesones. Todo ello, lleva a pensar en una posible colaboración entre estos cuatro artistas.
En cuanto a su función y significado, tradicionalmente se le ha venido atribuyendo un carácter funerario aunque también lo es la que el arzobispo mandó realizar en la Seo y donde fue enterrado. Esta última es la única que presenta también armadura de limas, en este caso octogonal y sin pinturas. Para Borrás, "los ángeles con cirios encendidos siempre me han parecido los introductores en el paraíso cristiano y de Jerusalén celestial, tema de enorme interés ya que está demostrado que similar significado tenía por estas fechas en el arte granadino; por ejemplo, la techumbre del Salón de Comares en la Alhambra de Granada, cuyo significado ha sido estudiado por Darío Cabanelas como una representación de los siete cielos del paraíso musulmán”. 

CUPULA DE LA ESCALERA DEL PALACIO DE LA MAESTRANZA. ZARAGOZA. -   La caja de la   escalera   es   cuadrada, transformada en octógono mediante trompas. Un friso con gran vuelo da comienzo a la obra de madera que constituye la techumbre, la cual se apoya en una galería situada sobre el vuelo.  Esta  galería, de carácter renacentista, tiene  tres  arquitos en cada  lado  del  octógono  para  iluminar  cumplidamente la  escalera, que  se  desarrolla en tres  tramos.
La parte  baja de la cúpula  la forman  ocho  planos  indinados, uno por lado del octógono, constituído cada  plano por un gran hexágono subdividido en  cuatro  rombos de  fondo profundo. Ligados  estos hexágonos acusan otro octógono de  tamaño   menor  que  el  inicial, sobre  el que  carga el fondo de cúpula  de rica  y  minuciosa   decoración, formada   por  ocho   artesones octogonales puestos en  los  ángulas,  y  una gran  estrella  formada  por   rombos que  contiene otro octógono más pequeño, y dentro de él, ocho  hexágonos dibujando una estrella   de ocho  puntas.
Los espacios entre los octógonos exteriores y la estrella   de rombos están ocupados por bustos de varones y matronas de buena ejecución, y los restantes fondos, por cardinas y pequeños motivos ornamentales.
Del centro de la estrella final penden un mocárabe y grupitos de arandelas o estrellas caladas.
De  la  cubierta angular,  apoyada en  arcos  y  convertida en  techumbre por la decoración de las vigas, pudo surgir  la idea  de transformar  en verdadero techo  sin más que  enderezar los dos   planos poniéndolos al  mismo  nivel y  dejar  la madera  al descubierto,  bien para  adornarla con  pinturas o convertirla en artesonado mediante aditamentos que  le dieran  la forma.
Tal  es el caso de la disposición que   presentó la  techumbre de la Sala Capitular  del Monasterio de Sigena, donde unos  arcos  de gran luz, ligeramente apuntados, apoyándose en los muros  mayores, reciben  en sus  claves la  viga maestra  que   divide cada  tramo  en  dos  compartimientos  para alojar cada uno rico artesonado del más puro estilo  mudéjar. Los ocho artesones están decorados con lacerías en relieve de temas distintos. La bacía o artesón es de   tres planos, dos en fajas orlando el fondo mayor, donde se desarrolla la lacería, y dentro de ésta otros más profundos.
Entre los temas más ricos figuran los de octógonos en combinación con sus estrellas, en número de dos, tres y ocho. El del artesón que se describe en primer lugar lo forman   dos grandes octógonos vaciados conteniendo estrellas de ocho puntas de ángulos entrantes rectos, y dentro de ellas otras   de ángulos entrantes obtusos, excavadas.  El  plano  de  los  octógonos está   cuajado de  fragmentos de lados  de  ocho  con  estrellas  de  relieve; la  faja que   constituye el segundo plano es de hexágonos irregulares enlazados, y la más externa, decorada con  motivos sueltos.
En otra bacía figuran los   mismos temas en número de tres, desarrollados de igual manera, y los lazos del plano, aquí más pequeños, se ven menos fraccionados. La faja del plano segundo es de lazos de cuatro, octogonales, siendo simple moldura la que señala el primero.
Ocho octógonos y sus respectivas estrellas, interpretados en forma semejante a las anteriores, ocupan  el fondo mayor  de otro de los artesonados, en el  que, por  necesidad  de  espacio  para  desarrollar los temas,  se ha  suprimido una de las  fajas que  marcan  la profundidad de las bacías. La faja intermedia se decora con hexágonos irregulares enlazados e interrumpidos por estrellas, y la lacería del fondo mayor, idéntica a las otras, se ve aquí completa.
Siguen  siendo motivos principales de la decoración de otro artesonado los octógonos, esta  vez sin ayuda  de estrellas  y desfigurados parte  de ellos, que, en  número de ocho, forman  los cuatro centrales una especie  de  cruz   por  supresión  de  parte  de los  lados, estando aislados  los  otros. Los  mismos lazos  y estrellas  en relieve  llenan el fondo donde están  los  temas, la faja del  segundo plano  es de lazos de cuatro, octogonales, y la más externa  o del primer  plano,  pintada con  motivos que, por  estar  deteriorados, no es fácil interpretar.
Temas  a base de estrellas  de seis y hexágonos, suprimidos parte de unos   o  de  otras, excavados a  veces y  en  relieve  otras, llenan  los fondos de dos   artesones con  fajas de motivos ya vistos,  orlándolos.
La serie se  enriquece con  otros ejemplares, tan bellos o más que éstos, reproduciendo estrellas  sencillas  y  dobles   con  lacerías   complicadas o modificaciones muy  originales  que las  apartan de lo  corriente.  En suma: la techumbre de la Sala Capitular del Monasterio de Sigena fué la más interesante de las aragonesas como lacería.

Si por algo destaca esta casa de Donlope es por las espléndidas techumbres de madera que cubren algunas de sus dependencias. Las cuatro que se conservan son obra del fustero Bernat Giner, alias Valenciano, que consigue una armoniosa conjunción entre la novedad de los elementos renacentistas con la tradición de motivos mudéjares.  

La pieza estelar de este conjunto de cubiertas es la techumbre cupular que cubre la caja de escaleras circundada por un corredor abierto al estilo de la que cubre el Salón del Trono del Palacio de los Reyes Católicos de la Aljafería.
La cúpula, formada por una sencilla armazón de elementos trapezoidales, se cubre con un lazo degenerado que forma una red de polígonos y estrellas para dar la sensación de una estructura acasetonada. 

Lo mudéjar queda patente en los mocárabes que forman una gran estrella de ocho puntas en el centro de la cúpula y que cuelgan también en los ángulos de transición entre la base cuadrada de la escalera y la octogonal de la estructura de la techumbre. 


Junto a estos elementos se conjugan armoniosamente frisos de grutescos, ovas y dardos, motivos vegetales y medallones con bustos tallados. 





En la planta noble se conservan las techumbres de la Sala principal y de sus dos cámaras adyacentes.
La que cubre la gran Sala central es la más sobria y sencilla de las tres. Una labor de lazo de ocho genera una red de espacios octogonales en los que se alojan casetones que alternan con formas equivalentes que penden entre ellos. 



La techumbre de esta Sala principal descansa sobre una cornisa con ménsulas. En el centro de cada uno de los cuatro lados de la cornisa se disponen dos cabezas humanas talladas en relieve.
Las dos del lado sur representan a un hombre barbado y a una mujer que parecen ser corresponderían a Donlope y a su esposa Doña Leonor, ya que era costumbre de la época que una representación del señor de la casa apareciese en su zona más importante; el resto de cabezas podrían ser de familiares o personajes célebres.
Quizás la más interesante y complicada en su desarrollo de estas tres techumbres sea la que cubre la pequeña sala sur.

La parte central la ocupa un gran octógono rehundido en cuyo interior se desarrolla un complicada labor de lacería que termina formando en el centro una estrella de ocho puntas en la que se inscribe un octógono del que pende un espléndido pinjante de mocárabes. 

El interior de las formas geométricas que rellenan los ángulos de la techumbre se decora con extrañas figuras humanas con elementos vegetales.  

En torno al gran espacio octogonal central se desarrollan rectángulos en los cuatro laterales que alternan figuras humanas en dos de ellos con motivos vegetales en los otros dos.

La cornisa que recorre el perímetro de la techumbre presenta motivos ornamentales vegetales con cabezas humanas y de animales entre pequeños medallones y cartelas.
La última de las techumbres de esta casa de Donlope cubre la sala norte y es la que más se aproxima al modelo renacentista de artesonado a base de casetones.

Está formada por una malla de casetones hexagonales que se general a partir de una red de cintas que forman estrellas de ocho puntas; toda la superficie inferior de estas cintas se cubre con pequeñas puntas de diamante.  




Ribetea el espacio central de casetones hexagonales una serie de casetones cuadrados en los lados cortos y octogonales en los largos, estos últimos alternando entrantes y salientes del mismo modo que en la Sala principal.
La cornisa presenta motivos ornamentales en forma de pequeñas bandas de dentellones, ovas y dardos y candelieri con cartelas vacías.
Aunque las obras de la casa finalizaron en enero de 1542, aunque el fustero Jaime Fanegas estuvo trabajando hasta 1547 y Bernat Giner no terminó hasta 1554. Parece ser que el edificio lo heredó Manuel, el hijo de Donlope, que por su implicación en los movimientos de Aragón en tiempos de Felipe II fue encartado y su casa condenada a ser demolida por orden del 19 de noviembre de 1594; gracias a los servicios prestados por su hermano Miguel al Rey, la sentencia fue revocada. De la familia Donlope, la propiedad pasó a los Oña y más tarde a los Jordán de Urriés.
En el siglo XIX se realizaron diversas obras en el edificio, concretamente en 1861 se subdivide en viviendas, y en 1882 se convierten en balcones las ventanas del piso principal.
El palacio fue declarado Monumento Histórico-Artístico Nacional el 3 de junio de 1931. A lo largo de todo el siglo XX la Real Maestranza de Caballería ha llevado a cabo importantes obras de restauración y limpieza de sus dependencias, trabajos que siguen en la actualidad, a fin de preservar este magnífico ejemplo de casa-palacio aragonesa, quizás el más completo y espectacular de todos los que han llegado hasta nuestros días. Una de las últimas zonas recuperadas para la visita es la correspondiente a las caballerizas y bodegas.

ALJAFERIA. ARTESONADO  DEL  SALON   DEL  TRONO.­ Vigas  cuadradas  de  gran   sección  se  apoyan    directamente  en  los muros  mayores de la  estancia, separadas por  vanos de dos  metros, aproximadamente. En  sentido del  eje  mayor, y, por  tanto, perpendiculares a ellas, unos  suplementos de madera  fingen  otras  vigas de igual sección,  con las cuales la techumbre queda  dividida  en grandes espacios  cuadrados con profundidad proporcionada a su dimensión. Cada  cuadrado o bacía  se cierra  por  medio  de  un plano  octogonal que  contiene en el centro un  artesón de  la misma  forma, de  cuyo fondo cuelga  una  gran piña  dorada   que  sale de  un  grupo  de  mocárabes.
Las caras inferiores de las vigas se  adornan  con lazos  de cuatro, octogonales, hechos  con  madera de cierto  grosor  para acusar  bien el relieve, y en las  estrellas  de ocho   puntas  que se  forman  en el cruce de  las vigas  van colocadas  arandelas   o rosas   caladas,  cada  una  de dibujo  distinto, de las que  penden  otras  piñas.
Decorando las caras de las bacías aparecen   los emblemas de los Reyes   Católicos:  yugos   y haces   de flechas ejecutados en   talla aplicada.
Complemento de la techumbre es la galería que circunda el Salón suavizando el brusco contraste que habría entre las paredes o muros ciegos, sin decoración alguna, y el rico artesonado. Dicha  galería, de arcos  canopiales  sobre esbeltas columnitas, se  apoya  en un vuelo al que sirve de repisa  una faja inclinada cubierta de gruesa  talla de flora y  fauna,  acompañada de otras  separadas por  molduras, por  una de las que  corre   la consabida leyenda  que  figura en  las demás  salas, y sobre  los arcos,  faja de cardinas en contacto con el techo.
La última estancia del nuevo Palacio renacentista de los Reyes Católicos es la conocida como Salón del Trono, que desde antiguo se ha considerado era el lugar donde los Reyes recibían y atendían las quejas y súplicas se las más distinguidas personalidades del Reino. No obstante, a pesar de que esta gran sala, por sus dimensiones y ornamentación, centraliza por sí misma la composición del complejo palaciego, y que todo parece indicar que fue concebida para la celebración de actos y ceremonias palaciegas, desde una perspectiva histórica sabemos que su utilización para estos fines protocolarios debió de ser bastante escasa.
La sala, de planta rectangular con unas dimensiones más que considerables, de unos 20 m. de longitud por casi 8 m. de anchura es producto de la unión de tres estancias del palacio mudéjar de Pedro IV.
Así como su parte alta se corona con un maravilloso artesonado, los muros no presentan decoración alguna, excepto la de las puertas y ventanal que a él abren. Esta desornamentación de los paramentos permitiría engalanarlos con tapices, brocados y cortinajes que aportarían el toque de lujo y de distinción en las grandes solemnidades.
Un elemento destacado de esta estancia es la solería, de la que se conserva parte de la original a base de piezas hechas en los alfares de Muel. Es un reflejo de la techumbre que la cubre, con sus cuadrados y octógonos inscritos, todo encuadrado por una orla perimetral. En páginas aparte se describe de manera pormenorizada junto a las solerías de las Salas de los Pasos Perdidos.

El elemento más interesante y espectacular de este Salón es la techumbre que lo corona, de madera tallada y policromada con riquísimos dorados, sustentada por gruesas vigas y traviesas decoradas con motivos de lazo mudéjares, que generan profundos casetones en los que se inscriben octógonos con un gran florón central y grandes piñas colgantes, todo acompañado de temática vegetal goticista y de la reiterada emblemática real del yugo y las flechas.

Estructuralmente la techumbre consta de once vigas maestras o jácenas que cargan directamente sobre los muros sin ayuda de canes que aquí se han sustituido por una galería corrida debajo de la armadura. Por primera vez en un techumbre aragonesa, las jaldetas no se sitúan encima de las jácenas, sino que se bajan hasta la misma altura que las vigas mayores, creando de esta manera una forma cuadrada que recuerda mucho a los casetones de un artesonado.
En realidad, las jaldetas no son vigas en el sentido estricto, sino secciones de igual anchura y altura que las jácenas, y que sirven para conformar los espacios cuadrangulares. Estos cuadrados se resuelven en altura por medio de unas pechinas en los ángulos que delimitan un octógono central perfectamente moldurado.
Dejando para más adelante la galería corrida y el friso que corre por su parte inferior, la techumbre en sí presenta tres grandes novedades. La primera, el cambio de forma y función de las jaldetas, que en lugar de cargar sobre las jácenas, como es habitual en los alfarjes mudéjares, descienden hasta su nivel, quedando perfectamente enrasadas logrando así una retícula de cuadrados. Además, las jaldetas no están clavadas a la zona superior de las vigas mayores, sino que, probablemente, están machihembradas a éstas, con lo que se consigue una mayor consistencia de la estructura general de la cubierta.
Con este novedoso sistema las vigas menores pierden su valor estructural de tal manera que, al ser meras secciones y estar al mismo nivel que las jácenas, la tablazón superior no carga sobre las jaldetas sino sobre estas falsas vigas menores y sobre las vigas mayores. De esta manera el reparto de cargas está mucho más proporcionado, al hacerse por partes iguales y en el mismo plano, logrando una mayor consistencia de la techumbre, tanto en el plano horizontal como en el vertical.  

Otra novedad de esta techumbre es el cambio que se produce en la tablazón que la cierra. Si antes consistía en una serie de tablas de forma predominantemente rectangular o cuadrada que descansaban sobre las jaldetas y los listeles, ahora aparecen por primera vez los casetones. Además estos grandes espacios cuadrados adoptan, a su vez, una forma octogonal mediante la utilización de pechinas y molduras que se remata en la tabla de cierre con un gran pinjante dorado. Sin duda, esta es la gran novedad que aporta este alfarje y que va a influir de una manera significativa en las techumbres aragonesas del siglo XVI, que a partir de este momento van a ser mayoritariamente de tipo artesonado. 

La techumbre consta de treinta casetones cuadrados que se decoran con el repertorio tradicional gótico y mudéjar a base de hojarasca y lacerías.  


El amplio y rico repertorio decorativo de los casetones comprende rosas de follaje y racimos de pinjante sujetos al plafón por pernios, los emblemas regios del haz de flechas y el yugo con el lema “Tanto Monta” clavados en los laterales, y una banda de roleos y palmetas sobre fondos alternos de color rojo y azul, pintada en el fondo octogonal.
El papo de las vigas se ornamenta con un motivo mudéjar de lazo que genera estrellas de ocho en las intersecciones, en cuyo centro se disponen rosas y pinjantes de mazonería dorada, del mismo tipo que las que hay en el centro de los casetones.

TECHUMBRES DE LA CASA DE GASPAR DE ARIÑO (ZARAGOZA)
En la planta noble de la Casa Consistorial de Zaragoza se encuentran reubicadas tres techumbres de la desaparecida Casa de Gaspar de Ariño, también conocida como Palacio de los Marqueses de Osera, obra de las primeras décadas del siglo XVI, que ocupaba el solar recayente a la calle Espoz y Mina, a la calle Santa Cruz y a la plaza del mismo nombre. El Palacio fue adquirido en 1937 por la Caja de Ahorros de la Inmaculada (CAI) como sede de Acción Social Católica, entidad que había fundado la Caja en 1905. A finales de 1963 fue derribado, pasando tres de las techumbres que cubrían otras tantas de sus estancias al Ayuntamiento de la Ciudad. Actualmente se encuentran en el Despacho de Alcaldía, en el contiguo Salón de Comisiones y en el Salón de Sesiones o Plenos. Estas techumbres fueron el núcleo principal de la tesis doctoral de Rafael Chiribay Calvo, y a su estudio me remito mayormente en las páginas siguientes.
La primera de las techumbres cubre la zona central del Despacho de Alcaldía. Tiene forma rectangular con unas medidas de 5, 35 m en sus lados largos y 4, 80 en los cortos. Desde el punto de vista decorativo se trata de un artesonado, aunque presenta algunas peculiaridades que estructuralmente lo relacionan con la tipología de los alfarjes.

La armadura se sustenta sobre un gran cerco perimetral a base de molduras voladas alternando bocel y escocia. Encima hay tres tablas machihembradas inclinadas hacia el interior que se rellenan con un motivo de lacería de cuatro octogonal formado por cintas molduradas que crean líneas de estrellas de ocho puntas entre las que se intercalan otras de cuatro apuntadas que se generan por la intersección de cada cuatro octógonos.
En total son once estrellas octogonales centrales flanqueadas por otras tantas medias. Entre ellas dos filas de doce estrellas de cuatro puntas. Cada espacio octogonal se rellena con una flor dorada entreabierta de doce pétalos con cinco gallones simulando el centro. Encima de esta zona se sitúa otro cerco moldurado del mismo estilo que el inferior, que da paso al artesonado propiamente dicho.  

El artesonado propiamente dicho se compone de series de vigas paralelas entre sí, que cruzadas en diagonal crean una retícula de diez casetones romboidales en el centro del artesonado. Los laterales se rellenan con triángulos, los correspondientes a los lados largos, en número de ocho (cuatro por lado) perfectamente equiláteros, y los de los cortos con la base más ancha que los otros dos lados, en este caso dos por lado.
Los casetones triangulares laterales van cerrando el espacio interior mediante molduras escalonadas que terminan en su interior con un triángulo cubierto por una tabla plana con un florón dorado trilobulado. Las artesas romboidales se cierran hacia el interior, al igual que las anteriores, con molduras escalonadas.
Estos casetones romboidales se cierran en el fondo con un octógono de lados iguales, igualmente a base de molduras en bocel y escocia, que se decora en el centro con una flor dorada de seis hojas y pinjante. Los espacios laterales se rellenan con flores trilobuladas, también doradas.
Los florones dorados que decoran este artesonado presentan varios motivos. Los de los extremos de las vigas son trilobulados con pinjante central de mayor tamaño que los de los casetones. Los situados en las intersecciones de las vigas tienen ocho puntas dispuestas en forma cruciforme, o sea, que las hojas de los brazos de la cruz son alargadas, mientras que hay otras de menor tamaño que se intercalan con las primeras. Los del interior de los casetones son de seis hojas con un pequeño pinjante central.

El papo de las vigas que forman esta retícula romboidal se decora con filacterias que ocupan los cuatro lados de los espacios romboidales. Se componen de bandas doradas y enrolladas hacia dentro en los extremos y con un bucle central. Se decoran con series de tres triglifos o pequeñas hendiduras a cada lado del bucle. Van enmarcadas en rojo.  
La segunda de las techumbres se ubica en el Salón de Comisiones. En origen parece ser que cerraba una de las habitaciones del piso principal de la Casa de la Baronía de Osera. Al igual que la anterior, se trata de una armadura tipo artesonado con estructura de alfarje.
El conjunto tiene unas medidas totales de 7 m. de largo por 6 m. de ancho, aunque debido al acusado vuelo de los laterales, la cubierta central queda reducida a 5,50 m. de largo por casi 4,80 m. de ancho.
La techumbre se sustente sobre las cinco grandes vigas, o jácenas, del lado largo, que son las que se empotran en los muros. Las vigas del lado corto, aún cuando quedan al mismo nivel que las anteriores, actúan como jaldetas, ya que no montan sobre las anteriores, y únicamente tiene la función de compartimentar espacialmente la armadura. Este entramado crea a lo largo cuatro calles de cinco casetones cada una, lo que hacen un total de veinte.  

En cuanto a la decoración pintada, se utilizan tres colores: el dorado, el rojo y el verde. El dorado es el más utilizado, ya que se emplea para resaltar determinados elementos, como las molduras de las vigas o las superficies en el aspo del cuadrado al octógono en los casetones. También se utiliza para resaltar la separación entre las distintas series molduradas. En cuanto a la temática, sólo se utilizan motivos vegetales.
Los casetones tienen planta cuadrada. En su parte inferior, por encima del cerco, se dispone en cada ángulo una tabla triangular con el vértice invertido, que son las que permiten el paso del cuadro al octógono de la parte superior en los ángulos. En los lados largos, son tablas trapezoidales las que completan esta parte.
Los triángulos se rellenan con un motivo a base de hojas de cardina trilobuladas en rojo perfiladas en dorado sobre fondo verde oscuro.
El motivo de las tablas trapezoidales es algo más complejo. Consta de una flor de color rojo, de cuatro pétalos y botón central dorado y sombreado en verde. Los laterales de la flor van decorados con zarcillos dorados. Se completa el conjunto con hojas en verde claro que, de forma simétrica, se extienden hacia los laterales, todo sobre un fondo general verde oscuro.
En cada uno de los casetones vistos en la página anterior, por encima de las tablas pintadas se dispone una sucesión de molduras aboceladas que van cerrando escalonadamente el espacio interior hasta la zona superior. Parte de la zona inferior con dos molduras gruesas para según con dos series alternas de moldura fina y moldura gruesa, para cerrar una fina y una gruesa.
Cada casetón cierra con una tabla octogonal plana que se decora en el centro con un florón dorado de cinco pétalos con dentículos vueltos hacia el interior y con un pinjante central terminado en botón. 

En cuanto a la tablazón que cierra la parte inferior de la techumbre, presenta también un acusado escalonamiento para cerrar la parte superior. Comienza la serie con una franja corrida de mayor anchura que las siguientes, formada por dos molduras a bocel, la primera ancha y la otra la mitad de gruesa. A continuación, una tabla plana y otra pareja de molduras ancha y fina. De nuevo otra superficie planta, de mayor anchura con una serie de boceles en grupos de tres. Por último, otra zona plana de igual anchura que la anterior, cerrada por encima con molduras aboceladas, deja paso a la zona del artesonado.
Las dos bandas de las molduras laterales se decoran con temática vegetal a base de tallos y hojas que, de forma repetitiva generan formas rectangulares a lo largo de la banda.
En la banda inferior el motivo alterna flores de cuatro hojas en rojo con pistilos dorados, enmarcadas en los laterales con una forma que simula un arco mixtilíneo siluetado. Encadenado con este último motivo van flores lanceoladas y confrontadas entre sí que dejan un espacio central semicircular en rojo.

El esquema del motivo de la banda superior es similar al anterior. Sobre fondo verde oscuro una forma romboidal con los vértices inferior y superior curvados mientras que los laterales son lanceolados; se completa el conjunto con una flor de color rojo oscuro en su interior. Entre cada dos de estas formas hay otra de forma rectangular, a modo de cartela, con el centro rehundido y una flor con capullo en rojo y zarcillos en oro.

La casa-palacio de Gabriel Sánchez se levantaba ocupando buena parte de la manzana entre las calles Santiago.
Siguiendo la estructura de los alfarjes, las seis jácenas que sustentan la techumbre crean cinco calles o tramos rectangulares entre ellas, en las que se disponen transversalmente a aquéllas una serie de vigas menores o jaldetas. En este alfarje son un total de quince por calle, lo que hace un total de setenta y cinco jaldetas.
Las jaldetas llevan decoración tallada en el papo en forma de moldura abocelada, y pintada en los laterales con un motivo que tiene como centro una figura circular de ocho gajos flanqueada por dos semicírculos; a cada lado una hoja trilobulada y a continuación un alargado tallo con ramas de diferente anchura. Todo el conjunto se enmarca con una línea de perlas doradas, mismo color que se aplica al resto de motivos citados.


Entre cada par de jaldetas se colocan otros listones menores o cintas con sus correspondientes saetinos sobre los que descansan los plafones que cierran la techumbre. En total son cinco en cada una de las dieciséis calles que hay entre jaldetas en cada uno de los cinco tramos de la techumbre.
El papo de las cintas se decora con una línea de perlas doradas. Los plafones lo hacen con molduras aboceladas y dos motivos pintados que se alternan. El primero tiene forma de cruz en aspa y el otro combina un cuadrilóbulo enmarcado por cuatro formas triangulares que recuerdan las tracerías de los ventanales góticos. En ambos se utiliza únicamente el color dorado.  


Completan esta estructura de la techumbre las tablas rectangulares o tabicas que se colocan inclinadas hacia el interior en la unión de cada dos jaldetas con las jácenas. El motivo que las decora es el que lleva el centro de los laterales de las jaldetas, o sea, una forma circular de ocho gajos con dos semicírculos en los laterales y dos hojas trilobuladas, todo también en tonos dorados, al igual que las dos líneas de perlas que enmarcan horizontalmente el conjunto.
El último elemento de este alfarje corresponde a las tablas rectangulares que cierran los muros largos en cada una de las cinco calles. En total son diez tablas divididas en tres espacios, rectangulares los laterales y cuadrado el central, mediante molduras abaquetonadas.
La decoración pintada incluye un mismo motivo para las zonas rectangulares similar a los que cubren los alfardones del alfarje del coro de la iglesia de Santa María de Maluenda. Está compuesto por hojas de cardina que encierran un espacio romboidal central en cuyo interior hay una flor de cuatro pétalos y botón central en rojo. Se completa el conjunto en los laterales con formas de flores cerradas dispuestas en horizontal sobre fondo rojo. Las hojas de cardina y las cintas que cierran los contornos son de color dorado, todo sobre un fondo verde oscuro. El espacio central se rellena con escudos heráldicos, entre los que se puede ver el de Aragón, el de la ciudad de Zaragoza, y otros ocho que podrían corresponder a otras tantas poblaciones aragonesas. Todos ellos se recogen en esta página y en la siguiente. 



























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