miércoles, 20 de mayo de 2020

Capítulo 9 - Arte Mudejar en Aragón


Decoración  pintada
Complemento decorativo de  la estructura de  las  iglesias gótico­ mudéjares de  Aragón en lo interior, juntamente con   las  yeserías de ventanas, púlpitos, celosías, barandillas de coro, más algunas techumbres  de apoyo de  éstos, es  la  decoración  pintada de  muros y  bóvedas, muy  típica por  su  factura, así como por  los  temas utilizados
Se encuentra, con  pequeñas variantes de  detalle que   no  afectan al conjunto, en iglesias  del  Arcedianato de  Calatayud, que   todavía se mantienen inalterables, y  en  dependencias de  algunos conventos de  Zaragoza.
Dos  son los  temas que  la integran: uno,  a base  de lazos  de cuatro, octogonales, en enlaces rectos y curvos unas  veces y solamente rectos otras, o también de  lazos  curvos, el segundo tema   que   acompaña  a éste  es un  despiezo simulando ladrillo y piedra. El tema  primero, de dibujo  grueso  y  amplio,  va  desarrollado  en  !a  parte baja   de  los muros hasta  alcanzar la clave  de los arcos de las capillas   abiertas  en ellos,  y encima, el despiezo cubriendo el resto de  muro, más  toda la bóveda.
Las redes  de  lazos  van  grabadas en  el enlucido, destacadas por relleno  de color  negro¡ las bandas de sus  gruesos, pintadas de blanco, y los  fondos de la lacería, de  tono ocre, destacándose los de  los polígonos estrellados con   tonos  rojos y  verdes,  alternativamente.  En decoración algo  más  rica,  como ocurre con   la  de  los  conventos  de Zaragoza, los  fondos de  los  polígonos se llenan  con  siluetas de águilas o cuarteles de  blasones imitando ricos  tapices o  paños bordados.
La parte de  despiezo que   imita   ladrillo se  traza, bien   por  línea blanca  única o doble,  con las piezas  coloreadas de  amarillo,   y  para evitar  la monotonía a que  pudiera  dar lugar la masa  de  color   se  simulan grandes  cuadrados mediante la disposición del ladrillo,  cual si estuviera colocado a soga o tizón  o mezcladas  ambas  maneras.  Dentro  de estos  cuadrados aparecen   como centro otros  pequeños, formados  por  un  ladrillo  de  igual  tamaño   que  los  demás,  pintado de azul, colocado a soga  entre   dos  rojos,  uno  encima  y  otro  debajo, puestos a tizón.
La masa de ladrillo  se corta  en trechos iguales  por  faja de motivos compuesta por  dos  líneas  de  plafones  lobulados y  cuadrados  imitando azulejos,  que  se repiten  indefinidamente sin coincidir.
Para los nervios de la bóveda, el despiezo es de piedra, en tamaños iguales  hasta  cerca  de las claves, donde vuelve  a  imitarse  ladrillo  en coloraciones vivas, sin duda   para  resaltar   la  llave,  colgante o  rosa, puestas  en las confluencias, que  en otros casos  se hace destacar mediante  temas  florales  de gran riqueza.
No todos los motivos que  en fajas anchas  o estrechas alternan  con los despiezos son iguales, ni están  ejecutados con  el mismo  primor. En algunos  casos, los plafones  lobulados se completan con triángulos que  ocupan los  espacios   angulares   del  paralelogramo, así  como  en otros, mejor  dibujados, los  mismos espacios  se  llenan  por  contrafiguras  del lóbulo. Los cuadrados imitando azulejos,  que  alternan   en las  fajas  con  los   plafones,  contienen  principalmente dibujos   muy sencillos  hechos  con lazo  de cuatro, que se utilizan  en las partes  más altas de los  muros   y  en  las  plementerías de  las  bóvedas, donde  a simple vista no es fácil distinguir si los  temas  son  variados   o  repetidos; pero en las zonas  más visibles,  o también  en decoraciones  más cuidadas, el lazo se sustituye por  flores  de cuatro pétalos, flores   de lis y temas  vegetales  estilizados.
En fajas anchas  se desarrollan composiciones de otro  género: blasones  bajo arquerías, o encerrados en lazos  de líneas rectas  y curvas que  se cruzan  mediante  nudos.

MUROS  Y BOVEDA DE LA IGLESIA DE CERVERA DE LA CAÑADA.- En la parte  baja de los muros,  red grabada de lazos rectos  y curvos,  apoyada en columnitas y rematando con hexágonos degenerados, la cual llega hasta  las claves de  los  arcos   de  las  capillas, en las paredes  del coro   cambia  la  decoración  por  lazos  de  cuatro, octogonales. Sigue después  en despiezo  de ladrillo,  que  corta  de trecho  en trecho faja de dos  hilos de plafones  y  cuadrados con  temas sencillos  y  poco  variados. La misma faja, con  una sola línea, recorta los huecos  de ventanas  y la parte  de muro  en la unión  con  nervios  y plementerías. Los  nervios  de  la bóveda,   en despiezo de  piedra  con enlaces y ladrillo  en las claves. Las plementerías, con  despiezo  de  ladrillo y fajas de  motivos,  en  dirección  simétrica  dos  a dos  y perpendiculares  entre  sí.  En el cruce  de los  nervios,  y como  complemento de la rosa calada  que  ostentan, gran composición a base de  una  faja anular  hecha  con arquitos ojivales, cercada  por  otra  más ancha  cuajada de temas  vegetales  hábilmente estilizados.
La decoración de los muros de nave y capillas se divide en dos partes, más vistosa y llamativa la superior.
Grandes paños agramilados de arcos mixtilíneos que se entrecruzan y se anudan en la parte superior e inferior formando una red que cubre los muros. Los espacios pequeños entre arcos van pintados alternando los colores rojos y azul, mientras que las cintas son de color blanco. La conservación de la policromía varía de unos espacios a otros, habiéndose perdido en algunos tramos el color, como sucede en parte del muro del sotocoro. 
Se puede observar como esta decoración se extiende incluso al interior y paredes de la pequeña hornacina abierta en el muro derecho de la primera capilla del lado izquierdo. 
En los dos espacios entre los arcos de las capillas de cada lateral, esta malla de arcos mixtilíneos apoya en una arcada a base de finas columnillas. 
La parte baja de los muros presenta ornamentación imitando despiece de sillería aparejada a soga con incisiones de color rojo y negro.
Mención aparte merece el espacio del coro alto. La puerta de acceso al mismo abre en un gran arco apuntado que cobija otro más pequeño del mismo tipo. En el tímpano que se forma entre ambos está inscrito en un espacio circular el anagrama de Jesús en caracteres góticos “IHS”. Los laterales se cubren con formas foliadas. Rodeando todos los motivos y el propio tímpano se extiende la consabida banda de ladrillo blanco a soga y tizón. 

En el triángulo superior de este mismo muro aparece dibujado, sobre fondo negro, lo que parece un dragón acompañado de motivos vegetales. 
En el lateral contrario hay dibujada una escena con dos canes sentados y afrontados. 
Un detalle curioso que no se observa a simple vista por la altura y por encontrarse bastante deteriorado el dibujo, es que ambos perros llevan collares, y de su parte superior sale una cadena, de la que son visibles sus eslabones, hasta el borde del  conjunto, dando la impresión de estar sujetos. 
Otro detalle interesante de esta iglesia lo constituye la banda de lazos de cuatro octogonales que corre a lo largo de la mitad del muro del coro. 
En cada una de las estrellas de ocho que se generan hay dibujado algún motivo. Como norma general se encuentran muy perdidos pero todavía son apreciables algunos. Así hay motivos vegetales, de ataurique en forma de palmetas, letras góticas que es casi seguro que formasen alguna frase. También se distinguen una especie de ave con las alas extendidas y un ciervo sobre el que se ha grabado un graffiti. En fin, una sorpresa más que nos ofrece este templo. 
No son especialmente abundantes ni de gran variedad los temas heráldicos que aparecen en los muros y bóvedas, repitiéndose los tres ya vistos en las claves de las bóvedas. En la parte superior del muro de los pies se pueden ver tres escudos, más grande el central y todos encerrados en cuadrilóbulos inscritos en un círculo y rodeados de una banda de ladrillos blancos a soga y tizón. El central lo ocupan las armas del Rey de Aragón, a la derecha el escudo de Cervera de la Cañada, y a la izquierda el de la Reina Doña María de Castilla.
Este último ocupa el espacio cuadrado superior de los dos que aparecen en la parte izquierda del segundo tramo del lado derecho, entre el ventanal y la puerta tapiada que daba acceso a la parte superior de la ménsula entre el coro y el muro. El inferior presenta una abigarrada conjunción de animales y motivos vegetales, que dado su altura y lo oscuro de los colores utilizados son de difícil visión detallada. La policromía alterna los colores negro, rojo, gris y blanco.  

Observando con atención, se pueden distinguir en altura tres escenas diferentes. En la parte superior aparecen aves con abundantes motivos vegetales. 
En una segunda banda se puede apreciar una representación de la caza de jabalís por perros. Una jauría atacan a varios jabalís. Un pequeño jabato aparece debajo de un árbol a la derecha de la escena.   
La parte inferior la cubre otra escena de caza con canes, esta vez de lo que parecen osos, aunque están dibujados en tamaño muy reducido, tal vez debido a la falta de espacio. La parte superior de esta escena se superpone con la inferior de la anterior. 
Para finalizar el tema de la decoración interior, hay que hacer referencia a las inscripciones que aparecen en sus muros, además de en el pretil del coro y en la ménsula del muro derecho. La primera de ellas ocupa una estrecha banda entre la parte superior del arco de la embocadura de la capilla y la parte inferior del ventanal del segundo tramo del lado izquierdo, o sea encima de la puerta de entrada. 
Escrita en caracteres góticos dice: “por / los / [ho]n[r]ados / jurados / don / miguel / morant / don / anton / cuguiello / fue / posada / la / clau / dorada / la cierva / de las armas / de cervera”. Para Borras estas personas que aparecen como regidores en 1426 en la inscripción del antepecho del coro que luego veremos, aquí constan como jurados y debieron de sufragar el coste de la clave dorada con las armas de Cervera que aparece en este segundo tramo. 
Una segunda inscripción aparece en la albanega entre las dos capillas del lado del Evangelio, encima del púlpito. También en letras góticas, escrita en dos líneas dice: “lorent / mateu / puso / la torr[e] / ... / e dio [g]rava a los / [muros]”. Al carecer de datos documentales, es difícil saber si Lorent Mateu fue el maestro de obras de la torre o el encargante. 
Una última inscripción pintada aparece en forma de graffiti en el coro alto, con caracteres de los que no he averiguado su transcripción. 

IGLESIA  DE  TORRALBA  DE  RIBOTA.- Muy  semejante a la de Cervera, ocupa  la parte  baja de los muros,  hasta alcanzar las bocas de capilla, lacería  de cuatro, octogonal, con  cruces  rectos   y  curvos. Lo  restante, muros  y bóveda, con  despiezo fino  y  fajas  de  motiuos, aquí ejecutados con  más  cuidado, si  bien  con  más  tacañería, pues no se  emplean   para  cortar los límites  de los muros  ni orlar  las ventanas. 
Tanto en las cuatro capillas laterales como en el hastial, la parte superior de los muros en su confluencia con los plementos de las bóvedas presentan decoración pictórica, que en el caso de las capillas se completa con un óculo central. 
La correspondiente al muro de los pies se encuentra perdida en el centro, pudiéndose distinguir las figuras de dos animales cuadrúpedos, tal vez leones acompañados de motivos vegetales y florales, todo en color blanco sobre fondo marrón.
Pasando a los tramos de la nave, y comenzando por el lado derecho o del Evangelio, el óculo de la capilla que abre en el primer tramo se encuentra oculto por el ático del retablo. 
Sí que son visibles los dos grandes ciervos pintados en los laterales, acompañados de estilizados motivos vegetales. 

El óculo que abre en la parte alta del muro sigue el mismo sistema ornamental que el ventanal, ya visto, situado debajo. Cierra con seis espacios circulares dispuestos alrededor de otro central, todos del mismo tamaño. El interior de cada uno se rellena con una forma trilobulada cerrada. Se orla al exterior con decoración de sardinel de tipo cordobés en blanco y rojo, muy perdida la policromía. Al interior se completa con ataurique en negro sobre fondo blanco, también muy deteriorado. 
En el centro de la parte alta del muro de la capilla del segundo tramo abre un pequeño óculo, que al igual que en el resto, se completa con decoración pintada y agramilada en los laterales.
Como en el de la parte alta del muro del tramo, también aquí se ha perdido completamente la celosía. La embocadura se decora con flores en relieve que alternan colores blanco y rojo sobre fondo negro donde se pintaron los tallos y hojas de las anteriores. El motivo es idéntico al que orla el ventanal de la parte superior, aunque aquí está se conserva en peor estado.
Los laterales se decoran con figuras de dragones con la cabeza girada. Se acompañan de motivos vegetales de estilizados tallos con grandes hojas y de una línea de finas florecillas en la parte baja.
El óculo que abre en la parte superior de este tramo ha perdido totalmente las yeserías, no restando del mismo nada más que parte de la ornamentación exterior, consistente en una cinta de flores blancas sobre fondo rojo en la embocadura y al exterior en una banda simulando despiece de ladrillo a soga y tizón, del que trataremos en profundidad más adelante.
Los plementos de la bóveda están pintados de azul salpicado de pequeñas estrellas de ocho puntas de color dorado, simulando un cielo estrellado. En ellos se representan a los evangelistas a través de sus símbolos acompañados de una filacteria con su nombre en latín y el correspondiente halo de santidad.
San Lucas está representado por un buey alado
Un león alado recordando a San Marcos
Un ángel representa a San Mateo, 
Y finalmente San Juan con forma de águila. 
A excepción de San Marcos, que tiene perfilados los rasgos de la cabeza y algunos detalles del cuerpo, las otras tres figuras son muy esquemáticas sin detalles en los rostros y cabezas que aparecen vacíos, tal vez por haberse perdido. Si que merece la pena fijarse en los motivos que decoran los halos de santidad, sobre todo los de la figura de San Lucas.
Al estar los muros frontales cubiertos en mayor o menor medida por altares, donde mejor se aprecia esta ornamentación es en los laterales, además de en los tímpanos que forman los arcos de separación entre capillas.
La decoración mural de estos paramentos se divide en tres partes. La baja presenta imitación de despiece de sillería agramilada con aparejo a soga con incisiones de color negro y rojo sobre fondo blanco.
La parte intermedia la ocupan grandes paños de arcos mixtilíneos que se entrecruzan. 
Perfilados en blanco fustes y arcos, los interiores alternan vistosos colores rojo y azul, como es habitual en la decoración de interiores en las iglesias mudéjares. 
La parte alta la ocupa un fondo negro sobre el que se salpican formas cruciformes compuestas por ocho manchas blancas dispuestas en rombo las cuatro interiores y una más pequeña al lado de cada uno de sus vértices. En el centro de cada y rellenando los huecos entre estas composiciones, aparecen grupos de seis pequeños puntos blancos alrededor de uno un poco más grande.

Ya hemos visto que perfilando los arcos de las bóvedas y enmarcando la decoración de la parte alta de los paramentos aparece una banda negra en la que se simula despiece en color blanco a soga y tizón un tanto peculiar, ya que los tizones son de forma circular. El interior de estos últimos se rellena con formas florales de cuatro pétalos, mientras que las sogas lo hacen con dobles palmetas.
En lo alto de cada uno de los muros laterales hay una pequeña ventana, hoy cegada, que cierra por aproximación de hiladas. Una sencilla cenefa en color blanco con motivo de rombos terminada en la parte superior en forma de corona floral, recorre su contorno. En los tímpanos sobre los arcos de separación de capillas abren sendos óculos que ya hemos visto en el apartado correspondiente.
Para terminar el tema de los elementos decorativos interiores, faltan por ver muros y bóvedas de la nave y capillas laterales. 
Al igual que en Cervera de la Cañada, Tobed o la Sala Capitular del Convento del Santo Sepulcro de Zaragoza, la decoración mural de las bóvedas simula un despiece de aparejo de ladrillo trazado mediante líneas blancas sobre fondo de color anaranjado. 
Este aparejo copia el flamenco diagonal, formado por la alternancia de hiladas a soga con hiladas a soga y tizón. Como es habitual en lo mudéjar, se alternan dos líneas a soga con otras tres a soga y tizón. Estas últimas están compensadas para conformar un dibujo en forma de rombo, compuesto por la soga central en color rojo y los tizones que la enmarcan en azul. 
Entre este aparejo se insertan bandas compuestas por dos hiladas de ladrillos ornamentales dispuestos a soga y tizón, dibujados con línea negra sobre fondo blanco. Su particular decoración la veremos en página aparte. Hiladas simples del mismo tipo enmarcan a modo de cenefa el perímetro de las plementerías. Los nervios imitan despiece de sillería a base de líneas negras y rojas sobre fondo blanco, realzando de esta forma la ornamentación de los paños que enmarcan. 
En cuanto a los muros o paramentos, su decoración se divide en dos espacios, que se corresponden con los vistos en las capillas del presbiterio. El inferior conformado por imitación de despiece de sillería con trazos negros y rojos y el superior a base de grandes paños agramilados de arcos mixtilíneos que se entrecruzan y se anudan en la parte superior e inferior formando una red que cubre los paramentos. 
Los espacios pequeños entre arcos van pintados alternando los colores rojos y azul, mientras que las cintas son de color blanco. Según las zonas del templo, la pintura presenta un grado más o menos aceptable de conservación. 
Las bóvedas de las capillas laterales presentan una decoración del mismo tipo que las de la nave central. 
Otro motivo ornamental que se repite abundantemente en las bóvedas, como hemos visto en la página anterior, son las bandas de ladrillos ornamentales dibujados con una línea negra sobre fondo blanco. En los dispuestos a soga no aparece más motivo decorativo que su propio trazo, mientras que los tizones se ornamentan con diversos motivos dibujados en color negro sobre fondo blanco. Estas bandas aparecen tanto en forma de doble hilada separando zonas en las bóvedas, como sencillas enmarcando vanos, óculos, y ribeteando los nervios. 
Los motivos que en esta iglesia de San Félix aparecen dibujados en el tizón son representaciones de animales, vegetales, ataurique y lo que parece algún carácter gótico. En las siguientes fotografías y en las de la página siguiente puedes ver algunos de estos motivos: un nudo simple vuelto sobre sí mismo, que es el más repetido; una palmeta; una figura que parece un mono; aves, flores de cuatro pétalos, hojas y un ave fénix. 

IGLESIA  DE   SANTAS   JUSTA   Y   RUFINA.   MALUENDA.­ Bajos de los muros, con el tipo  corriente. Parte  alta, con  despiezo de ladrillo marcado  por una sola línea, formando cuadrados mediante el artificio  de su especial colocación para lograrlos;  las fajas, mejor  ejecutadas y con  motivos   variados,   no  encuadran las  ventanas, adornadas en su grueso  con fajas  de cardinas y hojas de acanto  pintadas. Los nervios  de la bóveda  y la plementería, como en las demás  iglesias.
 La decoración del centro de la bóveda y de la clave denotan igualmente su época más tardía. En el espacio de los plementos entre nervios se desarrolla un muy amplio círculo lobulado con variada y colorida temática. 
La propia configuración del espacio hace que estos huecos sean más estrechos en los laterales que en los frentes. Los primeros se rellenan con temática vegetal en cuyo centro se coloca el escudo barrado de Aragón en losange. 
Los espacios más amplios llevan una decoración a base de figuras y cabezas de ángeles, muy perdida en el lado recayente a la nave. Son dos medias figuras en la parte cercana a la clave más seis cabezas en la parte exterior lobulada. 
En el arranque de los nervios se representan elaboradas cabezas de dragones. Volvemos a encontrar en la unión entre cada dos el Senyal Real aragonés.  
En el centro va la clave de madera sobredorada, redonda con una estilizada y sobresaliente crestería gótica. En el centro un desaparecido escudo de armas. 
Los muros y bóvedas de las capillas se decoran con motivos agramilados y pintados que se conservan en mayor o menor medida, siendo más evidente el deterioro en las del muro norte. Común a las cuatro de los dos primeros tramos, es el motivo que cubre el frente del arco de entrada, a base de simulación de despiece de piedra sillar, muy curioso en esta iglesia, que alterna una rectangular con dos cuadradas. En la clave se dispone un escudo, que en esta primera lleva el Senyal Real de Aragón.
La decoración que cubría los muros hasta la altura de la imposta que marca el inicio de la bóveda está prácticamente perdida. La bóveda se cubre con simulación de despiece de ladrillo a soga y tizón, con las sogas simplemente marcadas y alternancia del clásico nudo simple y de un estilizado tallo en forma de roleo terminado en un trébol de tres hojas en el centro. Salpican el conjunto escudos con el barrado aragonés. 
La capilla del lado de la Epístola del primer tramo de la nave parece ser era propiedad de la familia Ciria, y en ella tenían su enterramiento, tal y como queda patente por el arcosolio y las pinturas murales de su frente. 
A la derecha del muro frontal abre el arcosolio, y en el de la derecha un arco apuntado cobija el espacio que ocupa la escalera de acceso al púlpito ubicado entre esta capilla y la contigua del segundo tramo. 
La decoración en los muros arranca a la altura de la parte alta del arcosolio con una hilera simulando aparejo de ladrillo a soga y tizón, alternando en los tizones, al igual que en la capilla anterior, el nudo simple con el estilizado tallo y trébol de tres hojas. En el centro de las sogas aparece el escudo de los Ciria. De la parte inferior nada resta, aunque es de suponer que si había decoración de este tipo sería en forma de despiece de sillares, como es habitual en las iglesias mudéjares de la zona. 
Desde esta banda hasta la imposta en forma de nacela donde se inicia la bóveda los muros se cubren con paños de lazos mixtilíneos entrecruzados que arrancan de finas columnillas con capiteles y basas que, de forma alterna, se rellenan con unos estilizados tallos terminados en doble trébol de tres hojas. 
En la clave del arco de entrada figura el escudo de armas de la familia Ciria. El resto lleva el ya visto despiece de piedra sillar alternando rectángulos con dobles cuadrados. 
La bóveda, que arranca de una imposta en forma de nácela con el barrado alterno rojo y blanco, se cubre con el mismo motivo ya visto en la capilla del lado norte, y que es común al resto de capillas. Merece la pena detenerse en ésta por su buen estado de conservación, apreciándose perfectamente el perfil de las sogas y los dos motivos alternos de los tizones, todo en color negro. 
En cuanto a la decoración de los muros de cabecera y nave, sigue la pauta de las iglesias mudéjares, aunque de una manera sencilla, ya que se limita a la imitación de despieces de piedra sillar y de ladrillo. El primero se utiliza en los muros hasta la imposta que los separa de las bóvedas. Se trata del clásico agramilado y pintado negro y rojo. 
En el muro del hastial, a la izquierda de la portada, se conservan unos grafitis y un colorista dibujo de un hombre sujetando una especia de filacteria, que según parece, por su indumentaria podría representar a un carlista.  
A su alrededor varias inscripciones y un dibujo representando la cabeza y los brazos en alto de una persona y una mano en el lado derecho; no se aprecia lo que está sujetando el primero con las manos. 
En el resto de los muros de la nave únicamente rompen la monotonía dos escudos con el barrado real aragonés el primero, con una inscripción en su parte superior no legible. El segundo ha perdido totalmente sus motivos heráldicos.

Muros y plementos de las bóvedas se cubren con simulación de despiece de ladrillo, mientras que los nervios lo hacen imitando piedra sillar. Los ladrillos son de color marrón oscuro con los tendeles en blanco, motivo que se corresponde con lo conservado de las iglesias mudéjares más antiguas, como la de Santa María de Ateca o Nuestra Señora de la Piedad de Azuara, ambas datadas en el siglo XIV, fechas que se corresponden con las que apunta Gonzalo Borrás para esta de Santas Justa y Rufina, segunda mitad de este siglo hasta 1413. Este despiece de ladrillo no guarda uniformidad, ya que combina en el mismo paño soga y tizón con soga, y ésta a su vez de diferentes tamaños. 
También siguiendo las pautas de la decoración del interior de espacios mudéjares, las uniones entre plementería y muros, como con los nervios se perfilan con el ya visto despiece de piedra sillar, esta vez dispuesta a soga y tizón, que también se utiliza en muros y plementería para romper, cada cierto número de hiladas, la monotonía del ladrillo. 
En negro sobre fondo blanco, las sogas van perfiladas mientras que los tizones se rellenan con los ya vistos motivos del nudo simple y de estilizados tallos terminados en tréboles, junto con algún escaso otro motivo geométrico o vegetal. 


Esta iglesia de las Santas Justa y Rufina de Maluenda presenta una peculiaridad única dentro del mudéjar aragonés. Se trata la decoración, en forma de medallones pintados, que salpica las bóvedas de cuatro de los paños del ábside de la cabecera. Concretamente de los paños en los que los ventanales abren el alto: los dos contiguos al central y los dos rectos. El fondo en estos cuatro espacios se cubre únicamente con despiece de ladrillo marrón con tendeles en blanco, sin las bandas blancas a soga y tizón que en el resto de bóvedas las separan en paños. 

Cada bóveda lleva 18 medallones, lo que hace un total de 72, que se disponen 4 en cada plemento y 10 en el muro: 5 en laterales y clave de los ventanales y 5 en la mitad inferior, 2 a cada lado y uno central. Todos son redondos, excepto 3 trilobulados, forma que también encontramos en otros, pero inscritos en el círculo del medallón. En su interior se representa un variado repertorio de motivos figurativos, geométricos, heráldicos, vegetales y de lazo de 5 y de 6. Por los pocos restos que se conservan, en origen debían de cubrirse con una vistosa policromía. Quizás su tamaño, junto con su lejanía del suelo de la iglesia, que no permiten que se aprecien bien, ha sido la causa de que hasta el momento hayan pasado prácticamente desapercibidos, ya que creo no se hace mención de ellos en ninguna de las reseñas escritas hasta el momento. El teleobjetivo de la cámara hace posible su vista y análisis detallado.
En esta página y siguientes incluyo imágenes de todos los medallones a suficiente resolución para que se aprecien correctamente. Espero que su divulgación a través de esta web sirva para su mejor conocimiento y para que, al menos, en futuras referencias a esta iglesia de Santas Justa y Rufina se tengan en cuenta como un elemento más a destacar, junto con sus ventanales, púlpito, capilla del Rosario, etc., que habitualmente se nombra cuando se describe su interior.
El tema figurativo se reduce a la representación de cabezas y rostros masculinos de grandes narices y ojos almendrados, rosetones en los carrillos y una lengua en rojo vivo que asoma en el centro de la boca. Dos de ellos, un tocador de cuerno y un rostro son los únicos que ocupan el medallón completo.  

Los encontramos también rellenando algunos círculos en un motivo que se repite con frecuencia y que parece una alusión a la flor de la vida, ya que se compone de un pequeño círculo central y cuatro o cinco a su alrededor, todo encerrado en el medallón. En uno de ellos que conserva su policromía en muy buen estado, los rostros aparecen en tres de los círculos, mientras que el resto se rellena con flores abiertas de ocho pétalos con un punto rojo en su parte más ancha, motivo que es el que habitualmente rellena estos círculos exteriores, como vemos en las fotografías inferiores, donde el rostro se queda en el centro, que además va orlado por pequeños radios, quizás como una referencia al sol.
En otros dos medallones, el rostro ocupa el centro del medallón y va rodeado por siete porciones que se rellenan con diversos motivos vegetales. En uno son 16 las porciones, alternando espacios rectangulares en color rojo con cruces y otras formas en blanco. el rostro masculino del último de los medallones que lo lleva, va inscrito en un círculo central de lo que parece una estrella de cinco puntas entrelazada en su parte exterior con una cinta polilobulada.
El grupo más numeroso de representaciones corresponde al heráldico que lo encontramos en 21 medallones. En otro, un lobo ocupa el centro del campo, tal vez como referencia al apellido Lobez. Se completa el repertorio con un escudo con una cruz roja y dos con escudos partidos que llevan, uno a la izquierda el barrado aragonés y a la derecha un damero, y el otro el mismo barrado a la derecha y la izquierda perdida.
Al igual que los rostros masculinos, los escudos de armas se inscriben en el centro de variadas formas geométricas y de lazo, que en algunos casos se acompaña de decoración vegetal o geométrica, además de la policromía que se conserva en buena parte ellos.
Estas formas incluyen la ya vista de un círculo central, donde va el escudo real aragonés, rodeado de otros seis que se rellenan con flores de ocho pétalos. (este motivo es único dentro de la heráldica). En tres medallones, el escudo aparece en el centro de un lazo de ocho formado por la superposición de dos cuadrados concéntricos, uno de ellos girado 45 grados.  El resto de escudos van inscritos en el centro de formas trilobuladas o cuadrilobuladas dentro de los medallones, excepto tres que no llevan este complemento.  



En todo el conjunto de medallones hay uno que no se repite. Está formado por una forma polilobulada de ocho lóbulos cuyas puntas se alternan para terminar en forma de hojas de ataurique y en líneas rectas que forman una cruz central.
En dos de los medallones se inscriben siete y seis círculos formados por tallos que terminan en hojas encerradas en el centro de los círculos.
Otros dos se rellenan con ocho porciones tipo “quesitos” en forma de flor abierta, con una flor abierta de ocho pétalos encerrada en un círculo en su parte más ancha.
Un medallón lleva seis círculos exteriores que rodean otro central, todos rellenos con el muy visto tema de la flor de ocho pétalos. Los espacios que quedan entre círculos se completan con figuras triangulares rellenas de motivos vegetales.
El grupo más numeroso de esta serie de círculos, lo componen 9 medallones que constan de un círculo central rodeado de cinco, todos con la flor de ocho pétalos en su interior.  
Los dos últimos medallones con motivos circulares van rodeados de una cenefa partida en porciones. El primero lleva una gran flor de seis pétalos en el centro rodeada de ocho porciones que se rellenan con lo que parecen flores de cuatro pétalos.
El segundo medallón es uno de los más complejos del conjunto. Un círculo central de ocho pétalos se rodea de cuatro porciones triangulares con círculos de seis pétalos acompañados de decoración vegetal. Todo es conjunto lo enmarca a su vez otro grupo de ocho porciones que se alternan en grupos de dos con cuatro círculos de seis pétalos; las porciones se rellenan con motivos florales y vegetales en forma de roleos. Todavía se aprecia buena parte de su policromía, sobre todo en los fondos.
El lazo de cinco lo encontramos en un total de 14 medallones. En todos los casos el entrecruzamiento de cintas forma una estrella de cinco puntas en el centro de otra mayor con las puntas redondeadas.
En dos medallones van rodeadas de porciones rellenas de motivos vegetales, mientras que un caso se acompaña de semicírculos, y en el resto el espacio entre puntas se completa con formas triangulares con decoración vegetal. Como en los vistos hasta ahora la conservación de la policromía es irregular.

El último motivo de estos medallones corresponde al lazo de seis que aparece en 15 medallones, 4 con cintas y líneas rectas y el resto combinando formas rectas y curvas. Todos se forman por dos triángulos entrelazados, o estrella de David.
Los de formas rectas llevan en el centro los ya muy vistos círculos con flores abiertas, y se completan con formas semicirculares, triangulares y trilobuladas.
En el resto, cada uno de los lados de los triángulos lo forman dos cintas que al llegar al centro se curvan hacia el interior y se entrelazan para continuar formando el centro curvo de los lados contiguos, continuando hasta cerrar el lazo completo, quedando en el centro una estrella de cinco puntas de lados cóncavos.

IGLESIA  DE  TOBED.- Se ven  restos   de  lacería  común   en  la parte  baja de los muros.  El plano de la cabecera, a partir  de la   cornisa sobre  los arcos, está   decorado  con   despiezo  de  ladrillo  a dos líneas marcando las  juntas,  cortado por  fajas  de motivos,  pero, además, debajo  y encima  de los dos  ventanales  hay dos  fajas  anchas  de blasones  encerrados en figuras  octogonales de  curvas  y rectas.  Despiezo y fajas en la plementería, y en los nervios, despiezo de  piedra. En los muros  latenles de la cabecera, dentro, la decoración es semejante a la vista en las demás  iglesias  del  grupo   como  especial  de  la parte  baja de los muros: es decir,  de arquitos y lacería de cuatro, octogonal,  con cruces  rectos  y curvos.

La decoración mural comprende tres tipos perfectamente diferenciados, el primero aplicado a las bóvedas hasta la línea de impostas, el segundo a la parte superior de los muros desde el arranque de los arcos de las capillas laterales y a sus bóvedas y el último cubre la mitad inferior de los muros desde el suelo hasta el arranque de los arcos.
La correspondiente a las bóvedas simula un despiece de aparejo de ladrillo trazado con líneas blancas sobre fondo neutro que combina los colores amarillo y anaranjado. Se basa en el llamado “aparejo flamenco diagonal” con hiladas a soga y tizón en las que se intercalan pequeñas formas romboidales formadas por una soga de color rojo enmarcada por dos tizones de color azul.
Este despiece se separa en paños horizontales mediante bandas compuestas de dos hiladas de ladrillos dibujados con línea negra sobre fondo blanco, en los que la soga no tiene más adorno que su propio trazo, mientras que los tizones se decoran con motivos de temática variada, de los que veremos en la página siguiente algunos ejemplos.
Hiladas simples del mismo tipo decoran a modo de cenefa el perímetro de cada paño de la plementería enmarcando de este modo toda la decoración descrita.
El espinazo de cada paño se decora con una banda central imitando labor de espiga alternando colores blanco y negro. Se acompaña con una hilada como las vistas anteriormente a cada lado.
Como he comentado en la página anterior los tizones presentan diversos motivos decorativos, motivos que se pueden dividir en geométricos, vegetales, de ataurique, figurativos de tipo humano y figurativos de tipo animal. Al igual que en otros aspectos ornamentales, también en éste la iglesia de Tobed presenta un amplio repertorio.
El más común de todos está formado por un lazo simple vuelto sobre sí mismo. Los motivos vegetales son de tipo estilizado. También podemos observar algún motivo en forma de palmeta.
Simples pero interesantes resultan las representaciones figurativas. En el caso de los animales hay aves acompañadas de estilizados motivos vegetales.
En uno de los tizones aparece la cabeza esquemática de un caballo acompañada de temática vegetal.
Curiosos resultan los rostros humanos, de los que he encontrado dos, ambos barbados, uno de frente y otro de perfil que parecen representar a la misma persona.
Por último, y como no podía ser menos, también aquí aparece la Cruz Patriarcal de la Orden del Santo Sepulcro

En el segundo grupo de espacios correspondientes a la parte superior de los muros y a las bóvedas de las capillas laterales se desarrolla un motivo similar al visto en las bandas anteriores a base de simular aparejo de soga y tizón. Esta decoración se ha conservado en buen estado en el lado sur mientras que en el norte ha desaparecido casi por completo.
Estas hiladas están compuestas de ladrillos ornamentales agramilados con incisiones de color negro y rojo sobre fondo blanco, con los tizones, al igual que en las anteriores, decorados con motivos de color negro o rojo sobre fondo blanco, mientras que las sogas únicamente presentan su contorno en estos mismos colores.
Dentro de los motivos que decoran los tizones, también aquí el más común es el lazo simple vuelto sobre sí mismo. Igualmente aparecen estilizados motivos vegetales, ataurique, flores estilizadas y algún motivo figurativo.
De estos últimos he localizado tres. En dos de ellos aparece un ave de frente con las alas desplegadas una en rojo y la otra en negro. También una figura de ave de perfil en negro.
En algunos lugares se pueden ver grafitis de la época, recuperados en la última restauración al haber eliminado los repintes que los cubrían, en forma de inscripciones en caracteres góticos y dibujos esquemáticos.
Por último, tenemos la parte baja de los muros, desde el arranque de las bóvedas de las capillas laterales, con separación en el interior de éstas por una línea de imposta, hasta el suelo. También aquí el estado de conservación es muy desigual, aceptable en los muros del lado meridional y desaparecido casi completamente en los del muro norte.
Esta parte presenta imitación de despiece de sillería agramilada aparejada a soga con incisiones de color negro y rojo sobre fondo blanco.
También aquí son abundantes los grafitis de la época especialmente en la segunda capilla del lado sur (en la que abre la portada lateral de entrada).
Curiosas resulta la representación de lo que parece un carnero, ya que tiene larga cornamenta y barba.
También merece la pena detenerse a observar el dibujo de un barco con las velas desplegadas
Pueden verse inscripciones en caracteres góticos que en algunos casos parecen nombres, posiblemente de obreros.
De lo más interesante y abundante es la decoración a base de motivos heráldicos que se distribuye por los paramentos de esta iglesia de la Virgen de Tobed. Los encontramos fundamentalmente en las impostas que recorren a la altura del arranque de las bóvedas, tanto la nave como el interior de las capillas. También en los paramentos superiores debajo de los ventanales, en las claves de los arcos fajones, bóvedas de la nave y tabicas del alfarje que sustenta el coro a los pies. De las claves de las bóvedas ya hemos hablado en su apartado correspondiente y del alfarje lo haremos más adelante. Por los motivos heráldicos que se representan, vinculados en su mayoría con el papa Benedicto XIII, se puede afirmar que esta decoración se realizó, seguramente sobre otra anterior, en la etapa correspondiente al mecenazgo del Pontífice,
La línea de impostas presenta una decoración de sardinel a base de alternancia de bandas rojas y blancas con motivos heráldicos intercalados.

Cada ocho bandas (cuatro blancas y cuatro rojas) se dispone un motivo heráldico. A todo lo largo de las impostas estos motivos alternan el escudo de la Orden del Santo Sepulcro con la cruz patriarcal roja sobre fondo blanco con otro motivo heráldico, algunos de los cuales veremos a continuación y la mayoría de los cuales están o perdidos o sin identificar.
El escudo de la Orden de Calatrava con una cruz flordelisada de gules sobre campo de plata aparece varias veces, una de ellas con la cruz perfilada y su interior igualmente en plata.
Escudo con una torre de plata sobre campo de gules. Motivo heráldico de Benedicto XIII con dos llaves de plata sobre campo de gules. Escudo con dos lobos pasantes de púrpura sobre campo de gules.
Escudo de los Gotor con cinco roeles de sable puestos en souter. Escudo con faja de gules sobre campo de plata. Escudo cuartelado con barras de plata y gules en primero y cuarto y campo de gules en segundo y tercero.
Un motivo curioso, que se aparta de la heráldica, son las dos cabezas de diablo en negro y rojo sobre fondo blanco que se pintaron en el arranque de las bóvedas de las capillas del presbiterio y que, según Caty Gallardo, pudieran representar el descontento de los artistas mudéjares hacia sus mandatarios. Se complementan con un disco metálico sobre fondo rojo.   
En las claves de los arcos fajones se repite el motivo ornamental ya visto en el arranque de los nervios y en las claves de las bóvedas a base de labor a sardinel que alterna colores blanco y rojo, acompañada de motivos heráldicos en forma de un escudo en cada lado. En los cinco se dispuso en uno de sus lados el escudo de la Orden del Santo Sepulcro, aunque solamente reconocible en cuatro de ellos, por lo que se presupone que el motivo perdido del cuarto fajón sería el mismo. Del resto solamente está identificado el de los Martínez de Luna, dos veces en los fajones segundo y cuarto, compuesto por creciente ranversado de plata sobre campo de gules y campaña de plata con bordura de sable con escudos fajados de sable sobre campo de plata. Los otros tres motivos heráldicos están muy perdidos.
El paramento del presbiterio presenta dos frisos con motivos heráldicos. El primero corre bajo el óculo central y sobre los ventanales apuntados, cuyas claves llegan a invadir lo que denota, según lo dicho en la página anterior, una intervención posterior a la decoración primitiva, a la cual se superpone, durante las obras acometidas en tiempos de Benedicto XIII.
Los escudos de forma romboidal se enmarcan en una motivo a base de lazos de cuatro octogonales sobre fondo rojo con estilizados motivos vegetales y discos metálicos cubriendo los espacios entre lazos.
En total son diez y nueve escudos que se corresponden de izquierda a derecha: el primero, sin identificar, presenta decoración cuartelada muy perdida. A continuación lo que parecen aves pasantes sobre campo de plata, igualmente sin identificar su linaje. Tampoco se conoce a quien pertenece el tercero, cuartelado con decoración cuatribarrada en plata y gules en primero y cuarto y lo que parece ser una flor de lis en segundo y tercero.
En cuarto lugar aparece el escudo de los Gotor con seis roeles de sable adiestrados sobre campo de planta. Después el escudo de los Martínez de Luna con creciente ranversado de plata y campaña y campaña de plata sobre campo de gules.
Continúa el friso con el escudo heráldico de los Ferrench de Luna que aunque ha perdido parte de su policromía se distingue que consta de  creciente ranversado de jaquetes de plata y sable y campaña jaquelada de los mismos esmaltes sobre campo de plata.
Escudo cuadribarrado de gules y plata con águilas de sable sobre las barras de plata. Escudo del Reino de Sicilia, cuartelado en aspa con primero y cuarto cuadribarrado de plata y gules y águila de sable con alas extendidas sobre campo de plata en segundo y tercero. Este escudo aparece coronado con corona real perfilada en negro pintada encima del friso. En noveno lugar el escudo de la Orden del Santo Sepulcro con cruz patriarcal de gules sobre campo de plata.

Escudo de la Monarquía aragonesa, cuadribarrado de gules y plata y corona real encima al igual que el del Sicilia. Escudo de Castilla y León del que prácticamente han desaparecido los motivos y policromía conformados por castillo de plata sobre campo de gules en primero y cuarto y león rampante de gules sobre campo de plata en segundo y tercero. Al ser motivo heráldico real como los de Aragón y Sicilia, aparece también coronado. A continuación se repite el escudo de los reyes aragoneses.

El siguiente motivo heráldico no se ha identificado. Partido con cuartel diestro barrado de plata y gules y siniestro cuartelado de plata sobre azur flores de lis (bastante perdidas) en primero y cuarto y peces dispuestos en vertical en segundo y tercero.
En catorceavo lugar un escudo partido con cuartel diestro cuadribarrado de gules y plata y águilas de sable sobre los campos de plata y escudo de los Ferrench de Luna en cuartel siniestro. Escudo cuadribarrado con motivos irreconocibles sobre bordura de plata. Escudo con creciente ranversado de plata y campaña de plata sobre campo de gules y bordura de plata decorada con motivos irreconocibles sobre campo de plata.
Escudo de la familia Urrea, bandado de azur sobre campo de plata. En penúltimo lugar el escudo de los Martínez de Luna (no hay fotografía). Por último, un motivo heráldico bastante perdido, con lo que parece una cruz griega flordelisada de gules sobre campo de azur.
Un segundo friso con motivos heráldicos hay en este mismo paramento, esta vez debajo de los ventanales apuntados. Lo componen once escudos en total, romboidales al igual que los anteriores que se decoran con palmetas vegetales en los cuatro vértices. De los once, tres pertenecen a la Orden del Santo Sepulcro intercalados entre cada dos. Al igual que el friso superior son fruto de una intervención posterior a la decoración mural de este tramo, en tiempo de Benedicto XIII.
El primer escudo corresponde al linaje de los Heredia, con cinco torres almenadas de plata sobre campo de gules. A continuación un escudo con león rampante de plata sobe campo de gules.
Escudo de la Orden del Santo Sepulcro. Escudo con figura de toro pasante de gules sobre campo de plata. Escudo cuartelado con cruz patriarcal roja sobre campo de plata en primero y cuarto y torre almenada de plata sobre campo de gules en segundo y terceron posiblemente escudo heráldico del prior Juan Pérez de Torres.
En el centro del friso, motivo heráldico de la Orden del Santo Sepulcro.

Motivo heráldico bastante perdido, con un pelícano de plata con nido de sable sobre campo de gules y bordura de plata con losanges de gules y torres almenadas de plata en su interior, probablemente de simbología religiosa ya que el pelícano representa la resurrección de Cristo. Se repite el escudo visto en quinto lugar, esta vez en mejor estado de conservación. Aquí vuelven a aparecer los tres escudos del hastial oeste que también se repiten en los vanos ciegos de uno de los ventanales del primer tramo y debajo del contrario: el del pelícano, el del Santo Sepulcro y el posible de Juan Pérez de Torres.
Tercer y último escudo de la Orden del Santo Sepulcro. Escudo partido con llamas de gules sobre campo de plata en cuartel diestro y campo de gules en siniestro. Escudo con decoración totalmente perdida.
Ya en la nave, debajo del ventanal del lado del Evangelio del primer tramo aparecen tres escudos nobiliarios que como se ha comentado anteriormente desentonan de ls características formales del resto de motivos heráldicos de la iglesia.

Los tres presentan motivos ya vistos con anterioridad: en el centro el escudo de la Orden del Santo Sepulcro, a la izquierda escudo cuartelado con armas de la Orden en primero y cuarto y torre de plata sobre campo de gules en segundo y tercero, tal vez perteneciente al prior Juan Pérez de la Torre. A la derecha, pelicano de plata con nido de sable sobre campo de gules y bordadura de plata con losanges de gules y torres almenadas de plata en el interior, de posible simbología religiosa ya que el pelícano se relaciona con la resurrección de Jesucristo.
También debajo del ventanal de la capilla del segundo tramo de este mismo lado aparece un friso con motivos heráldicos, esta vez con cinco escudos y que tampoco sigue la tónica de los frios o bandas realizados en tiempos de Benedicto XIII. De los cinco solamente el segundo por la izquierda es parcialmente reconocible, cuartelado con castillo de tres torres en plata sobre campo de gules en primero y cuarto y motivos perdidos en segundo y tercero. En el resto están perdidos los motivos.
En la parte superior del paramento del tercer tramo de este mismo lado, aparece encima del óculo un tímpano de color negro con el escudo nobiliario de los Martínez de Luna en el centro.
En los laterales sujetando el escudo dos animales rampantes, probablemente leones o lobos. Se completa la decoración con motivos vegetales estilizados en color blanco. 

SALA  CAPITULAR  DEL  CONVENTO DE  SANTA  CATALINA.  ZARAGOZA.-La estancia   fué   destruída  en  tiempos   recientes, y estuvo decorada interiormente con  pintura  mudéjar   al estilo aragonés,  con  más riqueza  que la  de  las  iglesias  del   grupo   de  Calatayud, aunque  íntimamente ligada con ellas.
En la parte  baja de los muros, lazos de cuatro, octogonales, hasta alcanzar la imposta que  recorría  la  sala;  sobre ella, arquería   mixtilínea, enlazadas las cabezas  con  nudos y prolongaciones horizontales, dentro de cada  arquito, un escudo ojival con blasones  distintos, entre los  cuales  figura  el  de una  de  las ramas  de  los  Lunas,  y  encima  de la faja formada por  la  arquería, despiezo de ladrillo  a soga y tizón.

CONVENTO DEL SEPULCRO. ZARAGOZA.- Dos son los departamentos con  decoración mudéjar  que  existen   en  este  convento: el refectorio y la Sala Capitular, ambos en servicio   actualmente distinto  al de sus  títulos.
El antiguo comedor es una espaciosa  estancia   situada en  el lado Sur  del claustro bajo,  con  bóveda  de crucería, pintadas la  parte  alta de los muros y  la  plementería  con  despiezo de  ladrillo;  perdida  la pintura  de  la  parte   baja, que,  seguramente, sería  de arquitos enlazados.
La Sala Capitular, al Norte del claustro, sirve hoy  de coro a las religiosas. De planta   cuadrada, cubierta con  crucería   sencilla,  apoyan los arcos  en cuatro columnas  con capiteles muy  toscos de marcado carácter románico, puestas en los ángulos  de la sala¡ de la clave de la bóveda  cuelga  un mocárabe. La decoración  pintada que  cubrió  los muros,  hoy encalados, se proyecta a través  de  las  capas  de  cal  por su dibujo rayado, que  consiste en red de rombos curvilíneos  formados  por  repetidos cruces  de  arquería   lobulada; en cada  rombo, con el fondo  pintado de  rojo,  hay  un  escudo o una águila  con las alas extendidas. La composición, muy  decorativa, quiso  imitar   rica  tela de  damasco.
Se  ilumina  con  la luz  que  desde  el  claustro llega  a  ella  por  la puerta  y dos  ventanas de ojiva a sus costados, quedando los detalles en dulce penumbra. Del pavimento de azulejos, cuyo  esmalte  desapareció con los años,  restan  piezas sueltas,   no tan  deterioradas, en  las que se ve parte  de la traza  de un lazo  de cuatro, octogonal, de línea ancha  de color azul, y dentro de la estrella, la doble  cruz  de la Orden del Sepulcro, pintada en rojo.

Al igual que sucede con la parte inferior de los muros, la decoración que cubre éstos a partir del arranque de las bóvedas y sus plementos también sigue el modelo de la utilizada en el interior de espacios mudéjares para estas zonas en forma de simulación de despiece de ladrillo.
Siguiendo con esa misma tónica, los nervios de la bóveda se decoran imitando piedra sillar perfilados en negro y resaltados en una segunda línea interior en rojo.
Tanto las uniones entre plementería y muros como con los nervios se perfilan con el clásico despiece de piedra sillar, esta vez dispuesta a soga y tizón, pintándose los alargados con un sencillo motivo lineal mientras que los cuadrados o atizonados se rellenan con motivos vegetales y lineales muy repetitivos en color rojo, y que se reducen a la alternancia de un aspa central en el interior de dos alargadas formas ovaladas que se entrecruzan en el centro, con una forma de ataurique; únicamente he encontrado un tercer motivo de extraña forma, tal vez un carácter cúfico, que rompe la monotonía y que está situado en la parte alta de la pared norte junto a la cruz patriarcal.
El alargado espacio triangular que se forma en la parte inferior de los plementos antes de su unión con el muro y los nervios a la altura de los capiteles, está pintado de rojo y enmarcado con bandas imitando piedra sillar a soga y tizón. De la decoración figurativa que cubría estos ocho espacios únicamente se conservan dos motivos en forma de cabezas de animales con largas melenas, ojos almendrados y lengua fuera, que parecen ser representaciones de leones.
En cuanto a la decoración de muros y plementería, la monotonía que supone el despiece de ladrillo en hiladas a soga se rompe cada cierto número, que va aumentando en una hilada conforme se extiende hacia la parte inferior, por otras tres, a soga y tizón la primera y tercera y a soga la intermedia, que intercalan ladrillos en color rojo en esta última con otros azules en las contiguas, de tal manera que forman una especie de rombo que proporciona al conjunto un efecto colorista propio también de las decoración mudéjar de interiores.
Para romper la monotonía que supone el tema lineal repetido en toda la superficie de los muros cada determinado número de hiladas, que va disminuyendo conforme se gana altura, se intercalan bandas que recorren todo el perímetro de la Sala con continuación en los plementos de la bóveda, y que desarrollan una variada temática sobre todo de tipo vegetal, aunque también encontramos motivos figurativos y epigráficos.
Los motivos vegetales incluyen estilizados tallos con fresas y hojas. Muy abundante también es el que incluye palmetas entrelazadas iguales a las vistas ribeteando los arcos de portada y ventanas contiguas. Por último podemos ver composiciones de ataurique.
La temática figurativa de estas bandas se limita a dos de ellas, ambas con figuras de animales. La primera la podemos ver junto a la ventana que abre en lo alto del muro contiguo a la iglesia de San Nicolás y presenta una serie de leones pasantes acompañados de estilizados motivos vegetales.

La segunda banda se encuentra en la parte alta del muro de la cripta e incluye una inscripción decorativa a base de caracteres cúficos y palmetas junto a una serie de aves entre motivos vegetales y florales.
De los cuatro motivos heráldicos que cubrían los espacios triangulares superiores de las paredes laterales se conservan dos de ellos. En la pared norte aparece la cruz patriarcal de la Orden del Santo Sepulcro en color rojo sobre fondo blanco. La posible decoración de los laterales se ha perdido.
En el lado contrario o sur, las armas de don Lope Fernández de Luna. Aquí se ha conservado el fondo rojo y uno de los leones rampantes, concretamente el de la izquierda, que sujetan el blasón.

En época barroca se sobrepintaron algunas zonas de los muros de la Sala. Así, en el centro del muro norte figura una cruz patriarcal del Santo Sepulcro en rojo dentro de un escudo de tipo barroco; sobre el fondo blanco de la parte inferior la fecha “Año 1703”. En la parte baja derecha del mismo muro hay dos jarrones con azucenas.  

La pintura como  medio  ornamental, no sólo se utiliza  en el decorado  de muros y bóvedas: se extiende a las techumbres de madera  de todos los  tiempos y formas, y también como   medio  para  hacer  resaltar  labores de ladrillo,  si bien  esta  modalidad se vea  aplicada  tan sólo en un caso.
En los techos de madera  se  pintan   los  frentes de  las  vigas con lazos  o  fragmentos de ellos, sirviéndose, casi siempre,  del de  cuatro octogonal como  figura de fácil descomposición, si se quiere  reproducir solamente en sus cruces. Con  ellos  alternan   otras  figuras geométricas: círculos y circunferencias, estrellas, rombos, etc.,  etc.
Otro de los motivos pintados en las  viguerías de las techumbres son los escudos de  forma  ojival y en  losange,  formas que  aparecen alternadas y se ligan con  dibujos de flora.
En las techumbres planas  con vigas  vistas, donde los  fondos, en vez de  planos, se han convertido en plafones  lobulados, éstos  se decoran  con  temas  vegetales muy estilizados, que se repiten  con escasas modificaciones, cambiando únicamente las tonalidades de color.
Figuras  de animales y humanas son  temas  prodigados en  la  pintura  de techos, bien en representaciones  reales  o  en  composiciones grotescas, unas y otras muy  bien estilizadas y de gran  fuerza  decorativa.
Finalmente, la pintura se encuentra aplicada en construcciones de ladrillo -portada en la iglesia de  San  Martín, de la Aljafería - sobre capa  de estuco puesta  en fondos de  enjutas, lóbulos, etc.,  reproduciendo  escudos.

Decoración  grabada
A juzgar  por algunos  ejemplares  vistos,  las  puertas de  cierre  de las iglesias gótico-mudéjares, así como  las de  edificios  civiles,  todas de madera, se revestían  de chapas  metálicas  para  protegerlas de  las aguas y del sol, a fin de evitar  su rápida  destrucción.
Sobre  el armado  van clavadas  tablas  forrándolo por la cara externa,  y  sobre  éstas, la chapa  sujeta  por clavos sencillos si la puerta  es de  pequeñas   dimensiones, o  bien  por bulas o  clavos  de  cabeza   ricamente  adornada cuando  se trata  de puertas monumentales, en  las que  jamás faltan los grandes  pernios  de  hierro  forjado, de  igual  estilo que  aquéllas.
Clavos y pernios bastarían   para  adornarlas, pero los mudéjares aragoneses  extreman  el espíritu decorativo hasta el punto de grabar  o rayar las chapas  con  dibujos de labores  o lazos, según  conviene   a la distribución de los otros elementos, con los que  forman   bello  conjunto.
Pocos  ejemplares  se conservan para juzgar  del desarrollo que llegara a adquirir esta  nueva  manifestación decorativa, así como  de sus orígenes  y evolución,  que bien pudo  nacer como derivada  del rayado que se utilizó  para refuerzo de la decoración pintada,  amoldándose sus  tipos  a los estilos  empleados en las piezas donde   se  aplicaba   el procedimiento.
Entre  las puertas chapeadas más interesantes que se conservan  en Zaragoza, está la de la entrada principal  de la iglesia  de  San  Pablo, templo  muy mudéjar  a pesar  de  haber   perdido  cuanta   decoración tuviera,  cuya  carpintería quizá  estuvo  colocada  antes  en la primitiva portada, sita al pie del edificio.
De dos  hojas,  con sus  correspondientes  postigos, se  cubrió   de chapa  metálica,  donde el artista  grabó  o rehundió a martillo  rica  lacería compuesta de cuatro lazos de doce, dos en cada hoja, con cuantas cruces  y  figuras  complementarias lleva  consigo,   ejecutada con verdadera  pericia.
La Lonja, otra construcción zaragozana donde abundan las muestras  del estilo  mudéjar, entre  otras  los huecos  bajos  de  medio punto y triple  archivolta que encierra  sencillo  alfiz,  tiene  carpintería chapeada  y artísticos clavos  y pernios. En varias puertas, el dibujo de la chapa  se reduce  a labores  sin carácter  morisco:   círculos  y estrellas curvas,  conchas, etc.;  pero  en una se ve una red  de hexágonos prolongados puestos en líneas horizontales, con las  que   alternan   otras de cuadrados.
Labor  de  octógonos y  cuadrados tiene la puerta  de  la Colegial de Daroca,  obra  tardía.

Próximo Capítulo: Capítulo 10 - Arte Mudejar en Aragón

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