LA ARQUITECTURA EN ROMA
1.- La arquitectura en Roma
1.1 Características generales.
La
arquitectura romana sigue los modelos arquitectónicos griegos. Sin embargo
sus planteamientos son más utilitarios
que en Grecia lo que explica el gran desarrollo de las obras impulsadas por el Estado romano (La República
o el Imperio).
Es
una arquitectura que tiene como finalidad exaltar el poder y la imagen del
Estado y que se caracteriza por:
a) Una gran
unidad estética y estilística (debido al centralismo que fue posible gracias a una lengua común en todo el Imperio
–el latín vulgar- y a una densa red de
calzadas).
b) Un gran
desarrollo de las ciudades y por tanto de la arquitectura urbana.
c) Un aumento de
la ornamentación en los edificios (molduras, guirnaldas, etc.)
d) Su
utilitarismo y solidez: los puentes, carreteras, arcos de triunfo, calzadas
y acueductos aún podrían utilizarse pese
al tiempo transcurrido (y de hecho algunos
se siguen utilizando).
e) La
utilización de nuevas técnicas: frente al carácter adintelado propio de la arquitectura griega, la romana empleó nuevas
técnicas a base de elementos como el
arco, la bóveda y la cúpula que conviven con las formas adinteladas.
Además, los romanos utilizan los órdenes
arquitectónicos griegos con plena libertad, por ejemplo alargando sus proporciones; asimismo se
generalizó la superposición de órdenes en
un mismo edificio que ocasionalmente había sido utilizada en Grecia.
También utilizaron un orden novedoso, el denominado orden toscano, de origen etrusco que está inspirado en el dórico y en él la
columna tiene basa y un fuste liso. El gusto
por lo decorativo determina el uso preferente del orden corintio de
tradición helenística. Pero la gran aportación del arte romano fue el orden compuesto combinación de las
volutas jónicas y las hojas de acanto del capitel corintio.
f) En esta
arquitectura se potencia la perspectiva. Se aprecia esto en los conjuntos que
suponen la integración de varios edificios.
g) También la
verticalidad constituye una novedad. En las obras griegas predomina la
horizontalidad. En Roma, el mismo desarrollo de la cúpula supone impulsar la
vista hacia lo alto.
h) Los nuevos
materiales de construcción utilizados hicieron posible, por su solidez y
facilidad de obtención, las enormes construcciones romanas. Esos materiales
fueron: la piedra, el hormigón y el ladrillo. Unas veces se servían de piedras
irregulares, sujetas con mortero (opus incertum o mampostería).
También
les daban forma de pirámide de base
cuadrada, con lo cual, al embutirlas en la pared, se formaba una especie de retícula (opus reticulatum).Pero es el aparejo de sillares (opus cuadratum) el más importante y
utilizado. A veces, los sillares presentaban en la cara externa una convexidad,
que les prestaba un aspecto decorativo. Es el llamado sillar almohadillado.
El
hormigón (opus caementicium) o
cemento llamado también mortero, se
fabricaba con una mezcla de agua, arena, cal y guijarros, determinando
al secarse una masa sólida,
indestructible. Se empleaba especialmente para las bóvedas. El interior de éstas se aligeraba incluyendo
elementos huecos (vasijas) y se robustecía
con arcos.
El
ladrillo (opus lateritium) constaba
de grandes piezas rectangulares y de poco
grosor.
Por
último El opus mixtum propio del
Bajo Imperio, consistía en disponer capas alternadas de ladrillos y piedra con
un armonioso contraste de color. El
hormigón y el ladrillo resultaban baratos y asequibles ya que eran fáciles de
obtener, pero precisaban ser recubiertos con mármol que se utilizaba como elemento ornamental.
i)
Frente al carácter
puramente religioso de la arquitectura griega, la romana es esencialmente civil y militar; se interesan
sobre todo por el sentido funcional (se
trata de construir edificios útiles) y son más ingenieros que artistas
creativos.
2
Tipología en la arquitectura. (Clasificación de los edificios romanos) Los
nuevos tipos de construcciones urbanas son, en gran medida, edificios de uso
público, entre los que figuran: la
basílica, lugar donde se imparte justicia y se realizan los negocios
públicos, los edificios para el ocio y
la diversión (las termas, los teatros, los anfiteatros y los circos)
y los monumentos conmemorativos (los arcos de triunfo y las columnas
conmemorativas). Además los romanos construyeron gran cantidad de obras de
ingeniería (calzadas, acueductos y
puentes) y junto a éstos el templo el edificio religioso por
excelencia, que copia el modelo griego (hay
templos de planta rectangular,
templos abiertos y templos de planta circular, como
en Grecia).Así pues podemos clasificar
los edificios romanos en dos grandes conjuntos:
a) La arquitectura religiosa: el Templo.
Entre
los edificios más importantes de las ciudades romanas estaban los templos, muy
parecidos a los griegos, aunque levantados sobre un pedestal. Tenían planta
rectangular y estaban rodeados por una hilera de columnas. Se remataban con un
tejado a dos aguas que daba lugar a un frontón anterior y otro posterior donde
solían representar escenas mitológicas.
Al
igual que a los griegos a los romanos les importaba el exterior del templo ya
que a su interior donde se encontraba la imagen del dios o la diosa sólo podían
entrar los sacerdotes.
Delante
de los templos los romanos rendían culto a sus dioses y les pedían solución a
todos sus problemas. También consultaban allí sobre su futuro.
El
templo principal delas ciudades romanas normalmente estaba dedicado a la tríada
capitolina, esto es a Júpiter, Juno y Minerva.
Los
templos y palacios son lujosos y monumentales con un claro fin representativo.
Las edificaciones más nobles se revestían de piedra formando órdenes que no
reflejaban la estructura interior real. Se decoraban los muros los edificios
suntuosos con pinturas y los pavimentos con mosaicos.
Los templos eran los lugares de culto de la Antigua Roma. En su origen
resultaban la combinación entre el tipo de cella etrusco-italico y el pórtico
de columnas del templo griego, con planta rectangular y ligeras diferencias en
lo que Vitrubio llamó orden toscano casi cuadrado sobre zócalo accesible por
una escalera anterior (podium). No obstante los esquemas varían mucho y adoptan
singularidades sobre todo en Oriente. Los de planta rectangular son los
normales así como el templo de Cesar en el foro de roma tenían un podium
recubierto de placas de piedra cuya parte delantera avanzaba hacia el foro y
formaba una tribuna llamado (rastra Julia) en cuyo centro un semicírculo dejaba
lugar para el altar y los lados estaban los espolones de las naves capturadas
en Accio por dos escaleras se subía al templo hexástilo y corintio construido
por Augusto en honor de sus hijos adoptivos Agripa, Cayo y Lucio.
Formas de templos:
a) La arquitectura religiosa: el Templo.
De
acuerdo con el tipo de planta distinguimos tres modelos:
1. El templo de planta rectangular:
Imita
claramente al templo griego. La diferencia respecto al griego es que las gradas
o estilobato
son reemplazadas por el p o d i u m
(muro de paredes verticales en tres de los cuatro lados) mientras que la
fachada principal tiene una escalinata que da acceso al interior del templo. El templo romano es en general próstilo o pseudoperíptero (las columnas están
adosadas al muro), salvo en el pórtico o entrada principal.
Entre
los templos romanos de este tipo podemos citar el de la Fortuna Viril, en Roma (S.I a.C.), de orden jónico y el conocido
como La Maison Carrée, (Casa
cuadrada), un templo construido en Nimes
en el año 16 (S.I. d.C.), de planta rectangular, hexástilo y pseudoperíptero.
Se accede a él por una escalinata situada en la fachada principal.
Su
estructura es muy sencilla: consta de una cella de dimensiones casi cuadradas,
cerrada por un muro y de un pórtico con 6 columnas en la fachada y otras cuatro
en los laterales, dos en cada lado,
todas ellas de orden corintio. La cella está rodeada en sus laterales y en la parte posterior por veinte columnas
adosadas al muro, sobresaliendo de él algo más de la mitad.
La
cubierta de este templo es adintelada, siguiendo los modelos helenísticos, con
arquitrabe a tres bandas, friso corrido y decorado con motivos vegetales, y
cornisa muy saliente con abundante
decoración. El frontón, triangular, no está decorado.
2. Los templos abiertos
Hay
otros templos al aire libre que presentan cierta similitud con los
santuarios helenísticos. Entre ellos
destaca el marmóreo Ara Pacis Augustea
(año 13 a.C.), en Roma. Es de pequeñas
dimensiones y destaca por su decoración escultórica (relieves), una de las
más importantes del arte romano, que
analizaremos posteriormente.
Lo
mandó construir Augusto en Roma, el año 13. Conmemora sus triunfos en Hispania y las Galias, y la pacificación
llevada a cabo por el Emperador en todo el Imperio. Su planta es cuadrada.
Se
concibió como un altar helenístico, pero su ejecución es típicamente romana
A
él se accede por una escalinata frontal. Los muros están decorados internamente
por bucráneos, en tanto que en el
exterior la pared tiene dos zonas de relieve: una de hojas de acanto y otra superior con relieves
historiados, que constituyen hasta hoy el conjunto más importante de relieves del arte romano.
3. El templo de planta circular Del Tholos griego deriva el interés romano por los templos
circulares. Eran de pequeñas dimensiones y sin problemas técnicos, ya que su
cubierta es de madera. Las cúpulas se
utilizan también, pero sólo se aprecian en el interior. Entre ellos está el Templo de Vesta en Roma y el de Sibila en Tívoli ambos de época republicana. Aunque si hay un
templo de planta circular que destaque
sobre los demás, ese es el Panteón de Agripa que vamos a analizar detalladamente más adelante.
Los primeros templos de Roma
Continuando con la
tradición heredada de la monarquía etrusca, durante los primeros momentos del
período republicano y durante todo el siglo V a.C., se levantan en Roma
numerosos templos, los elementos más representativos de la primera arquitectura
romana, aunque durante este período también se definen otros tipos
arquitectónicos, como la basílica y las termas públicas.
El modelo que siguen los primeros templos romanos ya se encuentra en el famoso santuario del Capitolio, dedicado a una tríada divina: la llamada tríada capitolina, constituida por Júpiter, Juno y Minerva. A ella fue consagrada el primer año de la República Romana (509 a.C.), siendo un edificio de grandes dimensiones que obedece básicamente a las tradiciones etruscas, como se refleja en la existencia de una triple cella, acorde con su triple dedicación, o en la decoración exterior a base de elementos de tierra cocida.
Cómo se aprovecharon los romanos de las formas del orden corintio para sus templos, ya en la época republicana, puede apreciarse en el templo circular de Tívoli, dedicado sin duda a Vesta, hoy llamado de la Sibila. Su capitel, aunque reproduce todos los elementos del capitel corintio griego, es mucho más rudo, basto, y las hojas de acanto están desprovistas de aquella finura ideal de los modelos de Grecia. Los templos circulares son casi una especialidad del arte romano; acaso por tradición se adoptó con preferencia esta forma, que recordaba la de las cabañas de los primitivos habitantes del Lacio.
El modelo que siguen los primeros templos romanos ya se encuentra en el famoso santuario del Capitolio, dedicado a una tríada divina: la llamada tríada capitolina, constituida por Júpiter, Juno y Minerva. A ella fue consagrada el primer año de la República Romana (509 a.C.), siendo un edificio de grandes dimensiones que obedece básicamente a las tradiciones etruscas, como se refleja en la existencia de una triple cella, acorde con su triple dedicación, o en la decoración exterior a base de elementos de tierra cocida.
Cómo se aprovecharon los romanos de las formas del orden corintio para sus templos, ya en la época republicana, puede apreciarse en el templo circular de Tívoli, dedicado sin duda a Vesta, hoy llamado de la Sibila. Su capitel, aunque reproduce todos los elementos del capitel corintio griego, es mucho más rudo, basto, y las hojas de acanto están desprovistas de aquella finura ideal de los modelos de Grecia. Los templos circulares son casi una especialidad del arte romano; acaso por tradición se adoptó con preferencia esta forma, que recordaba la de las cabañas de los primitivos habitantes del Lacio.
Una particularidad muy
característica de la construcción romana, que ya empieza a manifestarse desde
la época de la República, es la superposición de los órdenes de arquitectura,
destinando el estilo dórico, más robusto, al cuerpo inferior; el jónico al
segundo piso de la construcción; en algunos casos, el tercer piso tenía
columnas o pilastras de estilo corintio. Esto facilitará a los arquitectos
romanos construir obras monumentales de carácter civil muy complejas y
empleando las mismas formas simples que los griegos usaban para el edificio de
un solo plano, como era el templo. Una clara muestra de esta superposición de
órdenes puede verse en el teatro que mandó construir Marcelo en los últimos
años de la República, del cual existen en Roma restos importantísimos.
Pero el primer ejemplo
de ello se ve ya en un edificio venerable, del tiempo de la República, el
antiguo Tabularlo o Archivo,
que cierra el valle del Foro por el lado del Capitolio. Esta construcción, que
mandó edificar el cónsul Lutacio Catulo
en el año 86 a.C, es la que conmemora la victoria naval obtenida en el año 260
a.C. por el cónsul Duüio, y que hoy se conserva en el Capitolio. Es una columna
rostral, es decir, decorada ingenuamente con la figuración de seis rostra,
o agudas proas de nave, y con relieves de áncoras.
La basílica, lugar
público de reunión y contratación, con un tribunal que resolvía las cuestiones
entre los contratantes, fue otro edificio típico de la vida romana. Aunque el
origen de la basílica debe buscarse también en las polis griegas de Asia Menor,
en Roma la basílica se convirtió en una sala de tres naves; la mayor, que es la
central, forma un salón, con un pórtico a cada lado.
La primera basílica de
Roma, la basílica Emilia, estaba a un lado del Foro y constaba de cinco naves.
Las excavaciones han descubierto la planta, y se ve que sus pórticos carecían de
muros exteriores, pues los pilares arrancan aislados del pavimento. En otras
basílicas posteriores, las naves quedan cerradas por un muro con ventanas, como
en las basílicas cristianas. De manera que si el tipo de edificio que fue
denominado basílica no se inició en Roma, allí encontró su forma práctica y
definitiva, podría decirse europea.
Templo de Júpiter Óptimo Máximo
El Templo de Júpiter
Óptimo Máximo, también conocido como Templo de Júpiter Capitolino (Latín:
Aedes Iovis Optimi Maximi Capitolini, fue el templo más importante en la
Antigua Roma y estaba localizado en la Colina
Capitolina.
Estaba dedicado a Júpiter, junto a los otros dos integrantes de la Tríada
Capitolina, Juno y Minerva.
Colina
Capitolina en la era
republicana.
Historia
Fue el centro del culto
del estado romano y, según la tradición, fue construido para sustituir y marcar
la supremacía sobre el santuario dedicado a Iuppiter Latiaris en los Mons Albanus, cerca de Alba
Longa, con la intención de trasladar el centro de la liga latina a Roma. Al culto se logró que coincidieran hasta 47 pueblos, de los
cuales, 30 eran latinos, reuniéndose todos, una vez al año, para practicar
sacrificios rituales en común.
El Templo fue comenzado
por Tarquinio Prisco y completado
por el último rey de Roma, Tarquinio el Soberbio, aunque fue consagrado, según
una tradición registrada por los historiadores, el 13 de
septiembre del 509 a. C. por el cónsul Marco Horacio Pulvilo.
Tarquino Prisco, con el
botín obtenido tras las conquistas de Corniculum
y Apiolae, habría iniciado la construcción del templo de Júpiter Optimus Maximus sobre el
Capitolio, reubicando a sus primitivos habitantes en el Aventino. Abarcaba dos
santuarios ya existentes dedicados a Terminus
e Iuventas.
Delante del templo
terminaban las ceremonias triunfales con un sacrificio augural, utilizando un altar portátil. En su interior se guardaban,
entre otros, los libros sibilinos y un ánfora estándar, el amphora capitolina, de modo que sirviese de patrón de medida.
El Flamen Dialis (sacerdote encargado del culto a Júpiter) celebraba
allí el culto a "Iovi Optimus
Maximus": «Júpiter, palabra por palabra, el mejor y el más
grande». De hecho, se distinguen varias formas del poder de Júpiter,
principalmente el trueno y el relámpago, que en el caso del templo de Júpiter
Capitolino, es el soberano de los dioses, el más grande de los heliopolitanos,
el culmen de la Tríada Capitolina. Por esta razón, este templo fue siempre
objeto de atención preferente del poder romano.
Construcción
Se erigía sobre un podium elevado con una escalinata de entrada en su frontal. En
tres de sus lados tenía pórtico,
pero no en la parte trasera. Tenía otras dos filas de pilares dispuestos en
línea con las de la fachada para formar un profundo pronao que precedía las tres cellae que iban de lado a lado a la manera etrusca, siendo
la central, frente a la escalinata, dedicada a Júpiter, más ancha que las otras
dos, con el altar de Júpiter (ara
Iovis). La de la izquierda estaba dedicada a Minerva y la de la
derecha, a Juno.
Los restos conservados
de los cimientos y el podium,
la mayor parte de los cuales quedan debajo del Palazzo Caffarelli, están
formados (opus quadratum)
por enormes secciones paralelas de muros hechos de bloques cuadrados de tosca gris (cappellaccio) que dejan constancia del tamaño total de la
zona superficial de la base del templo (unos 53×62 m).
Sobre el tejado,
haciendo de acrótera, había una cuadriga de terracota pintada, hecha por el artista etrusco Vulca de Veyes
en el siglo VI a. C., encargada por Tarquinio el Soberbio, que fue
reemplazada en el 296 a. C. por una de bronce, a expensas de los ediles
romanos de ese año, los hermanos Ogulnii,
quienes también rehicieron la loba capitolina en bronce para el Lupercal.
La imagen de culto, también obra de Vulca, era de terracota y se le pintaba la cara de rojo
en los días festivos. Bajo los cellae
estaban los favissae o
pasajes subterráneos, en los que se almacenaban viejas estatuas que habían
caído desde el tejado y varias ofrendas dedicadas.
El templo fue
reconstruido en mármol por Sila, después de que un incendio lo destruyese por
completo en el 83 a. C., cuando la imagen de culto se perdió, así
como los Libros Sibilinos guardados en un cofre de piedra. Sufrió otro incendio
en el 69 d. C., cuando el Capitolio fue asaltado por los partidarios
de Vitelio.
La estatua de culto
principal que fue destruida por el fuego, fue sustituida en el 65 a. C.,
por una estatua crisoelefantina, obra de Apolonio de Atenas, que se piensa
estuvo inspirada en el Zeus de Olimpia, y también probable autor del conocido Torso Belvedere, firmado como
"Apolonio hijo de Néstor". Es muy probable que de esta estatua se
hicieran varias réplicas que se enviaban a los municipios de las ciudades
italianas colonizados por Roma. En este caso, la mejor copia sería la del Júpiter
de Otricoli, ahora en los Museos Vaticanos.
Como consecuencia de
otros incendios, fue vuelto a reconstruir en el 26 a. C. por Augusto
y en el año 75 por Vespasiano. Y después del incendio en el año 80, en el 83, Domiciano
lo revistió completamente en mármol, probablemente utilizando las columnas del templo
de Zeus Olímpico de Atenas, que le salvará de incendios posteriores.
Su demolición empezó en
el siglo V, cuando Estilicón se llevó las puertas doradas y Narsés retiró muchas de
las estatuas en el 571.
En monedas y relieves
históricos de la era imperial, el templo es representado como tetrástilo.
En la gran plaza frente
al templo (la Plaza Capitolina) había varios templos dedicados a divinidades
menores, además de otros edificios religiosos, estatuas y trofeos.
Reconstrucción de una estatua de Júpiter
datada en el siglo I.
Restos
En la actualidad,
apenas se conservan tres ángulos y restos del muro de cimentación, en bloques
de cappellaccio, hasta 19
filas, de la parte posterior del templo, que pueden contemplarse desde los
jardines del Palazzo dei Conservatori y en el Nuevo Museo
Capitolino.
Templo de
Júpiter Stator (Tonante)
El Templo de Júpiter
Stator estaba situado dentro del Foro
Romano.
El Templo fue fundado,
según la leyenda, primero por Rómulo
tras una batalla contra los Sabinos
ocurrida dentro del Foro. En el transcurso de esta batalla los romanos habían
sido forzados a retirarse colina arriba en la Vía Sacra, pero, en la Puerta
Mugonia, Rómulo invocó a Júpiter, ofreciéndole un templo si éste paraba el
avance de los Sabinos, como así ocurrió, pudiendo los romanos reagruparse y
vencer finalmente a los Sabinos. Sobre este lugar Rómulo fundó el templo,
probablemente cerca o justo en el exterior de la Puerta. Este santuario no
sería un templo (aedes) sino que sería más parecido a un altar rodeado por una
valla o un murete bajo.
Construcción
posterior
En 294 a. C. Marco
Atilio Régulo hizo un voto similar en una situación similar, cuando los Romanos
estaban perdiendo una batalla contra los Samnitas, pero entonces milagrosamente
la situación cambió por completo y vencieron al enemigo. Después de aquello,
construyó un templo (aedes) en el lugar en el que se encontraba el antiguo
altar.
Fue en este templo en
el que el 8 de noviembre 63 a. C., el senado se reunió a escuchar al
cónsul Marco Tulio Cicerón
pronunciar su famoso discurso contra Catilina[1].
Localización
Puesto que no se conoce
la ubicación de la Puerta Mugonia, la del templo tampoco se identifica con
absoluta seguridad. Las fuentes escritas dan algunas indicaciones, como cerca o
justo en el exterior de la Puerta, en la punta más alta de la Via Sacra o justo
en la colina del Palatino, en el enclave de la Roma de Rómulo.
Existe un gran consenso
sobre su localización justo junto al Arco de Tito en la ladera Norte de la colina del Palatino. Cuando en 1827 fue demolida una torre medieval, aparecieron las ruinas de
un edificio antiguo, frecuentemente identificadas como los cimientos de este
templo.
Grabado de 1890 Victor Duruy
El arqueólogo italiano
Filippo Coarelli lo sitúa más cerca del foro, entre el Templo de Antonino y Faustina y la Basílica de Majencio, donde se erige el llamado Templo de Rómulo. Sus argumentos se basan en el
curso de la Via Sacra antes de la construcción de la Basílica de Majencio, en
las fronteras conocidas de las regiones administrativas de la ciudad y en
fuentes literarias como son las listas de los monumentos de cada región. Así
pues la ubicación cerca del Arco de Tito no encajaría, dado que estaría en una
región administrativa inadecuada además de no corresponderse con los demás
edificios de las listas de escritores antiguos, y sin embargo, sí encajaría el
llamado Templo de Rómulo en la Via Sacra.
Templo de Cástor
y Pólux
Es un antiguo templo en el Foro Romano. Fue
originalmente construido como agradecimiento por la victoria en la batalla del
lago Regilo (495 a. C.). Cástor y Pólux, eran los Dioscuros, los
"gemelos" de Géminis, los dos hijos mellizos de Zeus (Júpiter) y
Leda. Su culto llegó a Roma desde Grecia a través de la Magna Graecia y la
cultura griega de la Italia meridional.
El templo está limitado al oeste por el Vicus
Tuscus que lo recorre y lo separa de la basílica Julia, y al este por la
fuente de Juturna y el templo de Vesta. Frente al templo se extiende el Foro
con el arco de Augusto a continuación y más allá del Templo de César. Detrás
del templo de los Dioscuros se encuentra la biblioteca del templo de Augusto,
ahora ocupada por la iglesia de Santa María Antigua.
El templo es el símbolo del éxito militar del
pueblo romano. Todos los 15 de julio, los caballeros romanos conmemoraban la
victoria de Régilo desfilando ante el templo de Cástor y Pólux durante la transvectio
equitum.
En la época republicana el templo sirvió como
lugar de reunión para el Senado romano, y desde mediados del siglo II a. C. el
podio del templo sirvió con frecuencia como plataforma de oradores. Calígula,
para exponerse entre los dioses gemelos hizo abrir en el fondo del templo un
acceso al palacio imperial, declarando que así los Dioscuros serían sus
porteros. Claudio hizo cerrar el pasadizo. Bajo el Imperio, el templo sirvió
numerosas veces como lugar de reunión imperial.
Fue también un centro económico de Roma, pues
albergó la oficina de pesos y medidas, y fue un almacén de la tesorería
estatal. Una «tabla de mediciones» (peso y longitud) se ubicó en el pronaos.
Fue utilizado, en particular, por los comerciantes de la Summa Sacra Via.
Los banqueros ocupaban los locales en torno al templo.
El espacio sagrado comprendía también la fuente
de Juturna, o, según la tradición, el lugar donde Cástor y Pólux abrevaron sus
caballos tras la batalla del lago Régilo.
El origen de este templo coincide con el
nacimiento de la República romana. El último rey de Roma, Lucio Tarquinio el
Soberbio, y sus aliados, los latinos, emprendieron la guerra a la incipiente
república romana. Antes de la batalla, el dictador romano Aulo Postumio Albino
hizo voto de consagrar un templo a Cástor y Pólux si la República salía
victoriosa.
Según la leyenda, Cástor y Pólux aparecieron en
el campo de batalla como dos jinetes capaces, ayudando a los romanos. Y después
de la batalla, se les vio abrevando sus caballos en la fuente de Juturna y
anunciaron a los romanos la victoria alcanzada, desapareciendo luego; se les
identificó con los Dioscuros. El templo se habría construido sobre el lugar de
esa supuesta aparición.
Uno de los hijos de Postumio fue elegido
duóviro para dedicar el templo el 15 de julio (los idus de julio) de
484 a. C.
Sin embargo Tito Livio se contradice con
Dionisio de Halicarnaso, que menciona el voto de un templo dedicado a Ceres,
Liber y Libera cuya ubicación exacta se desconoce, y por Ovidio que coloca a la
consagración en el sexto día antes de las calendas (27 de enero).
Según la leyenda transmitida por Plutarco, los
dos héroes habrían acudido a ayudar a las tropas romanas bajo la forma de
caballeros sin miedo. El templo original habría sido construido en el
emplazamiento en el que Cástor y Pólux hicieron beber agua a sus caballos en la
fuente de Juturna, de regreso de la batalla, y anunció la victoria del pueblo
romano sobre el último rey de la Roma antigua.
La introducción del culto a Cástor y Pólux,
probablemente, se hizo a través de los griegos que habitaban el sur de Italia.
Pero el interés de que los romanos desarrollaron por los caballos venía de los
etruscos. Fue fundamental en la adopción de los Dioscuros, que están
estrechamente relacionadas con caballos.
El templo arcaico fue completamente
reconstruido y ampliado en 117 a. C. por el cónsul Lucio Cecilio
Metelo Dalmático tras su victoria sobre los dálmatas que lo decoró con cuadros
y estatuas. Gayo Verres, gobernador de Sicilia de nuevo restauró este segundo
templo en el año 73 a. C.
El templo fue de nuevo restaurado en tiempos de
Augusto, en el año 6 y luego, en el año 14 a. C., por Tiberio, el hijo de Livia
de un matrimonio anterior e hijo adoptivo de Augusto y eventual heredero al
trono. Un incendio arrasó buena parte del foro destruyendo el templo y por eso
Tiberio lo reconstruyó junto con su hermano Druso. El templo de Tiberio fue
dedicado en el año 6. Los restos aún visibles hoy son del templo de Tiberio,
excepto el podio, que data del tiempo de Metelo.
Según Edward Gibbon[2], el templo de Cástor
sirvió como un lugar de encuentro secreto para el Senado romano. También
Cicerón mencionó frecuentes encuentros del Senado. Dijo que el senado fue
instigado a la rebelión contra el emperador Maximino Tracio y en favor del
futuro emperador Gordiano I en el templo de Cástor en 237.
El templo fue probablemente ya arruinándose en
el siglo IV, cuando un muro enfrente de la fuente de Juturna fue erigido con
material reutilizado. No se sabe nada de su historia posteriorm excepto que en
el siglo XV, sólo quedaban en pie tres columnas de su estructura original. La
calle que corría a un lado del edificio se llamaba via Trium Columnarum.
En 1760, los Conservatori, encontrando que las
columnas estaban en un estado de inminente colapso, erigieron un andamio para
realizar reparaciones. Tanto Piranesi como el joven arquitecto inglés George
Dance el Joven fueron capaces de trepar y tomar medidas precisas; Dance tenía
"un molde en yeso del mejor ejemplo del orden corintio quizás del mundo
entero", como dijo a su padre.
El complejo del templo fue excavado y estudiado
entre 1983 y 1989 por una misión arqueológica conjunta de las academias
nórdicas de Roma liderada por Inge Nielsen y B. Poulsen.
Hoy en día el podio sobrevive sin el paramento,
al igual que las tres columnas y un pedazo del entablamento, una de las
características más famosas del Foro.
El templo se eleva sobre un pedestal de
mampostería recubierto de toba y de travertino, de 49,5 metros de largo por 32
m de ancho, con escaleras a cada lado recubiertas de mármol. Tenía unos 7
metros de altura. Tras la restauración en época de Augusto, el templo era
períptero (pórticos columnados en el perímetro exterior de la cella), octástilo
(ocho columnas en el frente) y con once columnas en los lados mayores de orden
corintio.
Había una sola cella pavimentada con mosaicos.
Dentro de la cella dos filas de columnas cubren cada pared. Las ruinas actuales
permiten ver parte del cimiento y tres columnas de 12,5 metros, que sostienen
un fragmento del entablamento.
El edificio fue construido en opus
caementicium y originalmente revestido con toba, que después fue retirada y
reutilizada en otras construcciones.
Se discute si le precedía una escalinata, así
figura en la Forma Urbis de época de Septimio Severo, pero no se han hallado
restos en las excavaciones, que han puesto de relieve dos escaleras laterales.
Según una hipótesis, se debieron eliminar para emplazar una de las tres
tribunas de oradores que había en el Foro Tria rostra.
Aunque dedicado a los Dioscuros, era más
popularmente conocido como templo de Cástor. El templo guardaba las estatuas de
Cástor y Pólux considerados como los guardianes de la libertad de Roma.
Templo de Vesta
Es uno de los templos más antiguos de
Roma, ubicado en el Foro Romano cerca de
la Regia y la Casa de las Vestales, con la que forma un complejo religioso
llamado Atrium Vestae. El rasgo más reconocible del templo es su planta
circular. Puesto que la veneración de Vesta empezó en casas privadas, la
arquitectura parece ser un recuerdo de su historia. El templo existente usó
arquitectura griega con columnas corintias, mármol y una cella central. La
estructura que se conserva indica que había veinte columnas corintias
construidas sobre un podio de quince metros de diámetro. El tejado
probablemente tenía un agujero en lo alto para permitir que saliera el humo.
Reconstrucción
digital del Templo de Vesta
Está ubicado al sur de la Vía Sacra, delante de
la Regia, en el extremo oriental del Foro Romano. También se encuentra cerca de
la fuente de Juturna y del templo de Cástor y Pólux, originariamente en el seno
del barrio de las Vestales.
En él se custodiaba, siempre encendido, el
fuego sagrado en honor de la diosa Vesta.[] Vesta es conocida como la protectora de Roma,
diosa del fuego y del hogar. Según la tradición romana, el culto a la diosa
Vesta fue creado por Numa Pompilio, segundo rey de Roma. También allí estaba el
Paladio (una efigie en madera de Minerva legendariamente llevada por Eneas
desde Troya) así como otros objetos sagrados, que se guardan en lugares
secretos llamados penus Vestae, que no se abrían más que durante las Vestalia.
No había ninguna estatua de la diosa misma en la cella; en lugar de ello
se guardaba el hogar en el que ardía el fuego sagrado.
El edificio mismo consagrado a Vesta no era
tanto un templum (un espacio consagrado), aunque los poetas lo
calificaban así a menudo. Se trata, por el contrario, de un aedes
(templo). Según Ovidio, su forma redonda con un hogar en medio es una
representación simbólica de la Tierra, con su fuego central e inmóvil. Los
historiadores modernos también hacen una comparación con un rito funerario muy
antiguo observado en Roma, consistente en la recogida de las cenizas del
difunto después de la cremación, colocarlos en una urna redonda en forma de
cabaña en la que las inhumaban. Sin embargo, no se puede sacar de estas
similitudes simbólicas a otras conclusiones que la antigüedad extrema de este
culto y su carácter indígena.
Reconstrucción del templo, con el templo
de Cástor y Pólux en segundo plano
Todos los templos dedicados a Vesta eran de
planta circular, y tenían entradas que se enfrentaban al este para simbolizar
la conexión entre el fuego de Vesta y el sol como fuentes de vida. El templo de
Vesta representa el lugar de una actividad de culto antiguo ya en el siglo VII
a. C. El sitio en el que se construyó el templo conoció actividades de culto
desde el siglo VII a. C. La edificación del edificio se atribuyó por algunos
romanos a Rómulo, pero el templo está en el exterior del pomerio del Palatino y
no pudo haberse construido antes de la segunda etapa de crecimiento de la
ciudad. Los autores antiguos atribuyeron la construcción del primer templo de
cesta a Numa Pompilio, quien habría hecho construir en la zona la Regia
(su residencia) y la Casa de las Vestales en su forma original, lo que haría de
este uno de los edificios más antiguos que habría conocido la Roma antigua . En
origen, el rey encargó a sus propias hijas que supervisasen el fuego sagrado.
Poco a poco, ellas adquirieron el estatus de sacerdotisas y el orden de las
Vestales se convirtió en el único sacerdocio femenino de Roma.
Alrededor del templo se alzaba la Arboleda
sagrada, en la que también había un cementerio para sacerdotes y vírgenes.
Su versión actual es el resultado de
reconstrucciones posteriores. En lugar de una estatua de culto en la cella
había un hogar en donde se guardaba el fuego sagrado. El templo era almacén de
testamentos y documentos de los senadores romanos y objetos de culto como el
Paladio que como se ha dicho era una estatua de Minerva que se creía que se
había llevado a Roma por Eneas desde Troya; sería una de las Pignora imperii,
o "prendas de dominación", de la Antigua Roma. Según Dionisio de
Halicarnaso, los romanos creían que el fuego sagrado de Vesta estaba
estrechamente ligado a la suerte de la ciudad y su extinción se veía como una
premonición de desastre.
El edificio fue objeto de varias reconstrucciones,
que conservaron la entrada orientada hacia el este y la forma circular de la
planta. Aunque había un fuego en el templo, no suponía un gran riesgo de que
ardiera puesto que el fuego se mantenía en el hogar y se vigilaba celosamente
por las vestales. Más bien, la ciudad de Roma misma fue la fuente de incendios
que destruyeron el templo.
El templo quedó sin duda incendiado durante el
saqueo de Roma en el año 390 a. C. y de nuevo en el 241 a. C., cuando uno de
los pontífices, Lucio Cecilio Metelo se lanzó al templo en llamas y salvó los
objetos sagrados guardados en el Paladio y perdió la vista. Sin embargo,
Cicerón afirma que la vista de los objetos sagrados es lo que le cegó, y no el
incendio. En 210 a. C., se salvó de un incendio gracias a la devoción de trece
esclavos, que fueron después rescatados a cargo del Estado y obtuvieron la
libertad.
El templo sufrió, con la casa de las vestales,
importantes restauraciones. Volvió a estar amenazado en el año 14, y se
evacuaron los objetos sagrados. Las fuentes antiguas hablan de otras dos
destrucciones del templo en incendios. En el año 64, el gran incendio de Roma
quemó la mayor parte de Roma, incluyendo el templo de Vesta. Dice Dión Casio
que había sido prendido por el infame Nerón, pero según Tácito, Nerón estaba en
Antium en la época del incendio. Entonces fue reconstruido por orden de Nerón.
La reconstrucción más reciente, a la cual
pertenecen los restos conservados es de la época de Julia Domna, esposa del
futuro emperador Septimio Severo en 191, tras un fuego.
La llama sagrada fue apagada en 394 por
Teodosio I después de que ganara en la batalla del Frígido, derrotando a
Eugenio y Arbogastes. Este emperador abolió los ritos paganos por una serie de
decretos.
El templo de Vesta permaneció razonablemente intacto
hasta el Renacimiento. Sin embargo, según el testimonio del erudito Onofrio
Panvinio, en 1549, el edificio fue completamente demolido y su mármol
reutilizado en iglesias y palacios papales.
Los vestigios del templo son puestos de
manifiesto en excavaciones arqueológicas del siglo XIX. La sección que hoy se
ve, en pie, fue reconstruida en los años treinta durante la dictadura de Benito
Mussolini. Comprenden una parte del podio y de los cimientos, tres columnas y
el entablamento que soportan, así como la parte de la pared de la cella
correspondiente a la misma sección.
El templo es monóptero, esto es, de planta
circular. Se eleva sobre un podio de unos 15 metros de diámetro, con la cella.
El podio, en opus caementicium, está cubierto de placas de mármol.
Se complementa con veinte pedestales que
sostienen veinte columnas corintias de mármol blanco embebidas, como todos los
templos consagrados a Vesta. De dimensiones modestas, está rematada por una
cúpula cuya altura es la mitad del diámetro del edificio, probablemente en
imitación de las cabañas itálicas antiguas, y habría sido construido en origen
en acacia con un techo cubierto de paja.
La cella es cerrada, veinte columnas
trabadas decoran su muro exterior. Se accede por una puerta orientada hacia el
este que sirve de enlace entre el fuego sagrado y el Sol, considerados como
fuente de la vida.
El techo era cónico y tenía una abertura para
permitir la salida del humo. Dentro de la cella no se encontraba la
estatua de culto, sino solo el fuego sagrado. Una cavidad trapezoidal de 2,40 m
de alto, que se abre en el podio, y a la que se accedía solo desde la cella
parece ser la ubicación del penus Vestae , donde se conservaban los
objetos sagrados más preciosos.
Templo
de la Fortuna Viril o de Portunus en Roma (s. I a. C.)
Este templo fue llamado Portunus porque estaba
dedicado a una divinidad fluvial. Se construyó a finales del siglo II o
principios del siglo I a. C. En la época de la república y se encuentra en el
foro Boario en foro del comercio del buey.
Construido junto al río Tíber, en el foro
Boario de Roma, en realidad estaba dedicado a Portunus, divinidad
protectora de las murallas y cercas, de las puertas y del ganado. Posiblemente
protegía una de las entradas fortificadas de la ciudad. Se hallaba en la zona del
puerto, cerca del puente Emiliano.
Su construcción debió de iniciarse a fines del
siglo II y de continuar hasta mediados del siglo I, pues en este período
empiezan a emplearse en Roma el travertino, la caliza fina de Tibur que aún hoy
se utiliza mucho, y el tufo o toba rojiza del Anio. De travertino son las seis
columnas jónicas de basa ática del pórtico y las basas y capiteles de las cinco
semicolumnas de cada lado de la cella (los fustes de aquéllas y las paredes de
ésta, en toba del Anio). Una capa de estuco pintado lo revestía e igualaba
todo. De estuco también eran los relieves de candelabros y guirnaldas del
friso, coronado por una cornisa denticular y un cimacio lésbico. Las cabezas de
león (canecillos) de las cornisas laterales se conservan relativamente bien.
El edificio es, en esencia, un templo itálico,
con pórtico hexástilo en su primer tercio (dos intercolumnios) y cella en los
otros dos tercios. El podio, la escalinata frontal (de reconstrucción moderna)
y el pórtico profundo, le imponen la orientación unilateral característica.
Otra cosa es el templo griego, abierto por los cuatro costados e indiferente a
su entorno. El arquitecto, seguramente griego, cumplía con el ritual romano y
quedaba en libertad de revestir el edificio del refinamiento de un jónico
impecable.
El hecho de que este templo se halla conservado
hasta nuestros días en un excelente estado de conservación se debe a que en el siglo IX d. C.
se convirtió en un templo dedicado a Santa María Egipcíaca (patrona de las prostitutas)
abriéndose algunas ventanas en el interior y poco más. Posteriormente en
el siglo XVI el edificio pasó a una orden monacal armenia, la cual realizó
algunas reformas pero que apenas afectaron al edificio, construyéndose diversos
edificios contra sus muros (véase fotografía), los cuales fueron demolidos
durante el régimen fascista de Mussolini en los años 30 del siglo XX.
Santa Maria
Egipcíaca según un grabado de Giovanni Battista Piranesi.
Parte trasera
del templo.
Templo de la
Concordia (Roma)
El templo de la Concordia (en latín: Aedes
Concordiae bajo la República luego Aedes Concordiae Augustae bajo el Imperio)
fue el principal templo de la ciudad dedicado a la diosa de la Concordia. Se
encuentra en el Foro Romano.
Reconstrucción
del templo de la Concordia por F. Corni
Se encontraba en el extremo occidental del Foro
Romano, al pie de las pendientes de la colina Capitolina, ante el Tabularium
del que disimula una parte de la fachada, entre el Tullianum al noreste
y el templo de Vespasiano al sudoeste. Tras su construcción, el espacio en
torno al templo tomó el nombre de Area Concordiae, y así lo mencionan
Tito Livio y Julio Obsecuente para los años 183 a. C. y 181 a. C. en relación
con los prodigios que se decían producidos allí.
Dedicado a la Concordia, el templo simboliza la
unidad del pueblo romano. En este edificio se celebraron algunas reuniones del
Senado romano después del 121 a. C., sobre todo en tiempos de crisis social,
donde se trataba los asuntos de los tribunales. Es en este templo donde, en el
año 63 a. C., Cicerón pronuncia ante el Senado el cuarto discurso de las
Catilinarias. El podio del templo de época republicana, que daba a la explanada
del Foro, fue utilizado como tribuna de arengas por oradores como Cicerón o
Julio César. A principios del Imperio, en el 31, el Senado condenó allí a Sejano
que fue inmediatamente ejecutado en el Tullianum, construido no lejos de
allí. Los hermanos Arvales se reunían aquí igualmente.
Tras su reconstrucción a principios del siglo
I, Tiberio transformó el interior del templo en un verdadero museo. Hizo colocar
numerosas obras de arte, sobre todo pinturas y esculturas griegas, de las que
Plinio el Viejo hizo una lista en su Naturalis Historia. Allí se
encontraban, entre otras, una estatua de Vesta de Rodas, las estatuas de Apolo
y Juno por Baton, de Latona con Apolo y Diana niños por Eufranor, de Esculapio
e Higia por Nicerato, de Marte y de Mercurio por Piston, de Ceres y Minerva por
Estennis, los cuadros de Marsias por Zeuxis, de Liber por Nicias y de Casandra
por Teodoro, así como cuatro elefantes de obsidiana dedicados por Augusto y un
sardónice (piedra preciosa de color marrón) que habría pertenecido a Polícrates
de Samos.
Fue destruido y restaurado varias veces a lo
largo de su historia, y su última restauración, entre los años 7 y
10 a. C. bajo el emperador romano Tiberio, está descrito por Plinio
el Viejo en su Historia Natural.
Dibujo
del templo a partir de su representación en las monedas romanas
La historia del templo se remonta a las luchas
civiles del principio de la República. Para celebrar la pacificación entre
patricios y plebeyos tras la aprobación de las leyes Licinias en
367 a. C., el Senado ordena la construcción del templo en honor de la
Concordia que Marco Furio Camilo había prometido si la paz se restablecía.
Marca una etapa importante en la lucha de la plebe por obtener un
reconocimiento de sus derechos. Estas leyes colocaron en pie de igualdad, al
menos desde el punto de vista político, a los plebeyos y los patricios. El
pueblo habría liberado a Camilo de su voto y decidió al día siguiente construir
el templo en su nombre. Recientes excavaciones arqueológicas han permitido
sacar a la luz los restos del siglo IV a. C. pero parece poco probable que el
templo fuera construido en aquella época, la práctica consistente en deificar
virtudes abstractas no apareció más que a finales de este mismo siglo. Más
sorprendente aún sería que el hipotético templo de Camilo no fuera mencionado
por autores antiguos como Tito Livio o que no haya ninguna mención hasta que se
evocó la dedicatoria más tardía de Lucio Opimio.
En 304 a. C., el edil curul Cneo Flavio hizo
erigir un altar en bronce dedicado a la Concordia junto al Comitium, no
lejos del lugar donde más tarde se construyó el templo que lo reemplazó. La
construcción de este último no data más que quizá del 218 a. C., bajo la
dirección del pretor Lucio Manlio. Tito Livio relata que el templo fue
alcanzado por un rayo en 211 a. C. Sin embargo, parece haber una confusión con
otro templo dedicado a la Concordia construido no lejos de allí, en el Arx (in
arce).
El rayo
alcanza la estatua de la Victoria elevada en la cumbre del templo de la
Concordia, y la tiró sobre las victorias colocadas por debajo del friso, donde
se quedó, sin caer a lo más bajo.
Tito Livio, Historia romana, XXVI, 23.
El templo fue definitivamente establecido o
reedificado en 121 a. C. por el cónsul Lucio Opimio (quien también
habría mandado edificar la Basílica Opimia en su vecindad), tras el asesinato
de Cayo Graco, y por orden del Senado. Fue dedicado un 22 de julio. Es probable
que el templo de Lucio Opimio fuese el primero erigido en este lugar, dado que
no se hace ninguna mención a un templo preexistente por los autores antiguos o
en las inscripciones, lo cual es generalmente el caso en este supuesto, puesto
que el dies natalis de un templo se modifica. La presencia de material
más antiguo en el cemento del podio, como por los restos de toba de Grotta
Oscura o de Fidenes del siglo IV a. C., puede explicarse por la
reutilización de materiales de construcción de un edificio próximo al lugar del
nuevo templo, destruido con esta ocasión, no es necesariamente una prueba de la
existencia de un templo más antiguo.
Capitel
corintio de la cella del templo de la Concordia: las volutas clásicas que
sostienen el ábaco son reemplazadas por parejas de carneros[
Los trabajos, que se emprendieron poco después
de la represión sangrienta del alzamiento popular con Cayo Graco, la muerte de
este último y la condena a muerte de centenares de sus partidarios, fue
percibido por los plebeyos como una provocación arrogante de la aristocracia.
Se trataría, por parte del Senado, de reafirmar su autoridad y su posición ante
los intentos de reforma social profunda al evocar la paz y la estabilidad que
aportaba el sistema tradicional aristocrático que no podía funcionar más que
con la cooperación de los plebeyos, de manera que, según su punto de vista, los
actos de los reformadores no engendraban más que desorden y violencia
El templo resultó dañado por un incendio en el
9 a. C. Tiberio reconstruyó el templo entre los años 7 a. C. y
10 d. C. para conmemorar su triunfo, los trabajos fueron financiados
con una parte del botín traído de Germania
y para reapropiarse del símbolo de las victorias del Senado sobre los
reformistas. El templo se agrandó y dedicó a la Concordia Augusta el 16
de enero del año 10 o el año 12, en nombre de Tiberio, entonces heredero de
Augusto, y de su difunto hermano Druso , muerto durante una campaña militar en
el delta del Rin. Tiberio obtuvo del Senado el derecho de hacer figurar los dos
nombres en contrapartida por la financiación de los trabajos.
Fragmento de la
cornisa del templo
La restauración del templo permitió a Augusto
conciliar a los ojos de los romanos la concordia en el seno de la familia
imperial y la concordia del Estado, haciendo intervenir numerosos miembros de
su familia, directamente como Tiberio o indirectamente como Druso Octavia y Livia.
En efecto, Tiberio dedicó el nuevo templo el 1.º de enero del año 7 a. C. en el
pórtico de Octavia recientemente restaurado en nombre de la hija hermana de
Augusto. La emperatriz Livia, esposa de Augusto y madre de Tiberto, parece
haber tenido igualmente un papel importante en esta nueva dedicatoria, y más
específicamente en la elaboración del constitutum del nuevo templo en el
7 a. C., haciendo elevar en el lugar del templo un altar para proceder a un
sacrificio inaugural. Finalmente, el nuevo dies natalis del templo fue
fijado en el día del aniversario de la obtención por el emperador del título de
«Augusto».
En 16, se depositaron en el templo las ofrendas
por orden del Senado para celebrar la condena de Libón tras el fracaso de su
conspiración.
Última restauración
Puede que fuese restaurado por última vez tras
el incendio de 284 como indicaría una inscripción en el arquitrabe, hoy en día
desaparecida, vista por un peregrino durante su visita a Roma y consignada en
un documento llamado Itinerario de Einsiedeln.
El templo estaba aún al menos parcialmente en
pie a principios del siglo VIII pero ya mostraba signos de fragilidad y
amenazaba con derrumbarse durante el pontificado de Adriano I, entre 772 y 795.
Hoy en día el templo ha desaparecido casi por
completo en la actualidad. Toda la parte noreste del edificio está hoy en día
cubierta por la escalera moderna que permite el acceso al Capitolio. Sólo los
cimientos del podio y la entrada de la cella son visibles aún, así como
un fragmento de cornisa que está expuesta en una galería del Tabulario y un
capitel corintio adornado por carneros en lugar de volutas que se expone en el Forum
Antiquarium. Las ruinas visibles son de la época de Augusto y datan de la
reconstrucción de Tiberio.
En origen, el templo debió ser de orden jónico
y forma rectangular tradicional de dimensiones modestas con columnas en tres
lados según una forma períptera sine postico. Seguido por el templo de
Cástor y Pólux algunos años más tarde, restaurado en 117 a. C., se trata del
primer templo de influencia helenística construido en el Foro.
El templo imperial
Dimensiones
Con la reconstrucción de Tiberio, el templo de
Lucio Opimio fue agrandado y adoptó una forma original donde la anchura de la cella
era mayor que su profundidad (una cella llamada «barlonga» de 43,5
metros de ancho por 22,7 metros de profundidad), permitiendo así adaptarse de
este modo mejor al poco espacio disponible. La basílica Opimia, construida por
Lucio Opimio a lo largo del lado norte del templo que haría restaurar en la
misma época, desaparece con la reconstrucción imperial. El templo estaba
enteramente cubierto de mármol de Luni.
El pronaos, más estrecho que la cella
con 25,6 metros de ancho y 14,8 metros de profundidad, es hexástilo corintio,
seis columnas en la fachada, con tres columnas a los lados. Estas columnas
tienen un diámetro de 1,68 metros y están separadas por un espacio de 2,65
metros según un ritmo picnóstilo. Se accede al templo desde la explanada del
Foro por una escalera de peldaños muy ancha que permitía acceder al Area
Concordiae luego por una segunda escalera que desembocaba en el pronaos,
detrás de la alineación de las columnas en la fachada en razón del espacio
restringido disponible delante del templo.
Programa decorativo
exterior
La estatuaria
La representación del templo sobre un sextercio
en bronce data de finales del reinado de Tiberio permite describir precisamente
la estatuaria que adornaba el edificio tras su reconstrucción augústea. Se
percibe en medio de las columnas del pronaos, la figura sentada de la
Concordia, flanqueada por estatuas de Mercurio llevando el caduceo de la paz y
Hércules, «héroe civilizador»,
guardianes del santuario. La cumbre del frontón está decorada con un
grupo de tres estatuas que podrían identificarse con la triada capitolina
compuesta por Júpiter, de Juno y de Minerva. Podría igualmente tratarse de un
grupo de tres diosas ya que la postura recuerda a la de las tres Gracias: Concordia
rodeada por Salus (Higia en Grecia) y de Fortuna. Este grupo
estatuario está encuadrado por dos estatuas identificadas con Ceres y Diana, Honos
y Virtus, o incluso Tiberio y Druso según interpretaciones. Las
victorias ocupan las acróteras laterales inferiores, recordando que el templo
fue construido ex manubiis, con el botín tomado a los germanos tras las
victorias de Tiberio y Druso. Por debajo, el tímpano se muestra vacío de todo
bajorrelieve.
Al hacer figurar el templo en una moneda,
Tiberio podría al mismo tiempo celebrar el vigésimo quinto aniversario de la
dedicatoria del templo o los vicennalia, votos pronunciados por el
emperador con ocasión de su vigésimo año de reinado. Sin embargo, para esta
última hipótesis, la representación sola de la figura de la Concordia habría
bastado. El hecho de que la moneda se refiera específicamente al templo de la
Concordia, con especial énfasis en la estatuaria decorativa y el hecho de que
se acuñó a finales del reinado, o después de la agitación política provocada
por la caída de Sejano y la reconciliación de las dos ramas julio-claudias con
la elección de Calígula como heredero, mostraría más bien la voluntad de
Tiberio de subrayar el regreso a la vez a la concordia civil y a la concordia
familiar, «respetando la herencia de Augusto».
El
entablamento
Un fragmento de la cornisa en mármol del templo
se ha conservado y está hoy en día expuesto en una galería del Tabulario.
Revela una decoración rica en motivos vegetales (hojas de acanto), con
dentículos y modillones. Cada porción del entablamento está adornada con
molduras. La decoración parece inspirarse en la del templo de Marte Vengador (Templum
Martis Ultoris en el foro de Augusto), aunque más elaborada. La forma de
los modillones recuerda a los motivos de la cornisa del Erecteion de Atenas.
Entablamento
Decoración interior
La entrada de la cella se compone de dos
grandes bloques de mármol de Porta Santa grabados con un caduceo,
emblema de los embajadores y símbolo de reconciliación. Los muros de la cella
estaban cubiertos por mármoles exóticos polícromos. El muro del fondo estaba
dividido en once vanos por unas filas de columnas corintias de mármol blanco
dobladas de pilastras corintias adosadas. Los capiteles corintios de las
columnas presentan un motivo poco habitual: las cuatro volutas tradicionales de
las esquinas están reemplazadas por dos pares de carneros. Cada vano contiene
un nicho ocupado por las estatuas alegóricas. El nicho del centro del muro
opuesto a la entrada, más ancho que los otros, debió contener una gran estatua
representado a la Concordia sentada sobre un trono y sosteniendo un cuerno de
la abundancia (cornucopia) y una pátera. A uno y otro lado debían estar
acompañándola las estatuas de Salus y Fortuna, respectivamente,
repitiendo así la asociación de la cúspide del frontón.
Restos del
podio del templo
Templo de Hércules
Víctor
El templo de Hércules Víctor o Hércules
Olivario es un antiguo edificio romano ubicado al sur del Templo de
Portunus (templo de la Fortuna Viril), en el Foro Boario. Después del templo de
la Fortuna Viril, se levantó unos años
después el edificio más antiguo de mármol que se conserva en Roma, de mármol
pentélico, importado de Atenas y, por tanto, costosísimo. Es un templo monóptero,
redondo de diseño peristílico griego (completamente rodeado por columnas). Esta
disposición hizo que muchos lo tomasen erróneamente por un templo de Vesta,
pero se ha comprobado que es un templo de Hércules.
Fechado sobre el año 120 a. C., el
templo tiene 14,8 m de diámetro y consiste en una cella circular dentro de
un anillo concéntrico de 20 columnas corintias de 10,66 m de alto
descansando sobre cimientos de toba. Estos elementos sujetan un arquitrabe y un
techo que han desaparecido. El muro original de la cella y las columnas se
conservan pero el techo de teja actual es un añadido posterior. Andrea Palladio
sugirió un domo, aunque esto fue aparentemente erróneo. Fue reconstruido por
Tiberio en el año 15, en mármol de Luni. El templo es el edificio de mármol más
antiguo conservado en Roma.
En 1132 el templo fue convertido en iglesia,
conocida como Santo Stefano alle Carrozze. En 1475 se efectuaron
restauraciones adicionales (y un fresco sobre el altar). Sixto IV dedicó una
placa en el suelo. En el siglo XVII la iglesia fue renombrada a Santa Maria
del Sole.
A pesar del papel del Foro Boario como mercado
de ganado en la antigua Roma (o quizá debido a él), el Templo de Hércules es
objeto de una leyenda popular que afirma que ni las moscas ni los perros entran
a ese lugar sagrado.
El templo fue reconocido oficialmente como
monumento antiguo en 1935.
Templo de Juno
Moneta
El templo de Juno Moneta era un templo romano
antiguo que se colocó en el Arx o la ciudadela en la colina del Capitolio en lo
alto del foro romano. Situado en el centro de la ciudad de Roma, fue el lugar
donde las monedas romanas fueron acuñadas por primera vez, iniciando así la
antigua práctica de asociar menta con los templos. Además, era el lugar donde
los libros de los magistrados eran depositados.
Juno Moneta, el segundo nombre que asocia a la
diosa romana Juno con la diosa Moneta, que fue adorada en algunos lugares fuera
de Roma, fue considerada como la protectora de los fondos de la ciudad. El
dinero fue acuñado en su templo durante más de cuatro siglos, antes de que la
menta se trasladó a una nueva ubicación cerca del Coliseo durante el reinado
del emperador Domiciano. Así, Moneta llegó a significar " menta " (la
menta en sí misma es una corrupción de moneta) en latín, que se utilizó en
obras escritas de antiguos escritores romanos como Ovidio, Marcial, Juvenal y
Cicerón, y fue el origen de Las palabras "monetarias" y
"dinero".
Cicerón sugiere que el nombre Moneta deriva del
verbo "monere", porque durante un terremoto una voz de este templo
había exigido el sacrificio expiatorio de una cerda preñada, conectando con la
antigua leyenda romana que los sagrados gansos de Juno advirtieron al
comandante romano Marcus Manlius Capitolinus del acercamiento de los galos en
390 AC. Pero los eruditos modernos rechazan esta explicación.
Moneta es también un nombre usado por
Mnemosyne, madre de las musas, por Livius Andronicus en su traducción de la
odisea, y la cita de Hyginus de Júpiter y de Moneta como padres de las musas El
nombre Mnemosyne o Memoria estaba conectado a Juno Moneta que mantuvo en su
templo un registro intachable de los acontecimientos históricos.
En el comienzo de las hostilidades con el
Aurunci en el 345 AC, Camilo decidió convocar la ayuda de los dioses para el
conflicto prometiendo construir un templo a Juno Moneta. Mientras regresaba
victorioso a Roma, renunció a su puesto y el senado nombró a dos comisionados
para construir el templo. Ellos eligieron su sitio para estar en la ciudadela,
donde había sido la casa de Marcus Manlius Capitolinus, y lo dedicaron un año
después del voto. Esto fue registrado en la historia de Livy de Roma y Fasti de
Ovidio, donde este último dice:
"Arce quoque en
summa Junoni templa Monetæ,
Ex voto memorant
facta, Camille, tuo.
Ante domus
Manli fuerant, qui Gallica quondam
"El Templo de Juno Moneta, dedicado a la
cumbre de la Ciudadela,
Prometido, Camilo, por ti,
Era una vez la casa de Manlius, que condujo los
ejércitos galos
Lejos de Júpiter Capitolino. "(Fasti de
Ovidio, vi. 183-186)
El templo almacenó el Libri Lintei, los
registros de los cónsules elegidos anualmente, que datan de 444 a.C a 428 a.C. A
partir de 273 a,C, la menta de plata romana y sus talleres se adjunta al
templo. La tutela de Moneta de la acuñación romana alentó a los apostadores
romanos a usar este medio como un verdadero registro para glorificar a sus
familias conmemorando las heroicas leyendas de la familia.
Según la leyenda, fue aquí que la sibila romana
predijo la venida de Cristo al emperador Augusto, a quien se le otorgó una
visión celestial de la Virgen María de pie sobre un altar sosteniendo al niño
Cristo. Augusto supuestamente construyó un altar en el lugar - el altar del cielo
o ara coeli - y la iglesia de Santa María en Aracoeli se elevó a su alrededor.
La estructura original no puede remontarse a la época de Augusto (Roma no llegó
a ser oficialmente cristiana hasta el siglo IV), pero en el siglo VI la iglesia
existente ya era considerada antigua. Fue reconstruida más tarde, con la
estructura actual que data del siglo XIII.
Debido a la falta de vestigios y escasa
información sobre la ubicación exacta, el templo se considera un enigma en la
topografía de la antigua Roma. Sin embargo, todos coinciden en el hecho de que
se situaba en la cumbre de la ciudadela en lugar de en las otras dos zonas de
la colina. Algunos topógrafos colocaron la ubicación del templo debajo de la
iglesia de Santa María en Aracoeli, mientras que otros lo colocaron cerca del
borde de la colina que mira hacia el Foro al lado de la escalera hasta la parte
posterior de la iglesia.
Santa María en Aracoeli, la posible ubicación de algunos
topógrafos para el templo de Juno Moneta.
Aunque la tradición habla sobre la construcción
del templo en el sitio de la casa del héroe patricio Manlius, las fuentes
antiguas, en referencia al período de las guerras galas de 390 a.C, sugieren la
existencia de un edificio anterior del templo, que Se relacionó con dos
artefactos arcaicos de terracota encontrados en el jardín Aracoeli que datan
del período comprendido entre finales del siglo IV y principios del siglo
V. Otros restos de muros cuadrados y
piedras que se conservaron en el jardín, fueron atribuidos por los eruditos a
la obra de fortificación del Arx, posiblemente volviendo a las fases de Arcaico
y Republicano del Templo.
Templo de Rómulo
Pequeño templo levantado en el siglo IV en el
área denominada Via Sacra Summa, el templo del Divo Rómulo. Este pequeño
edificio se construyó en un espacio que quedaba entre el templo de Antonino y
Faustina (hoy día San Lorenzo en Miranda), la Basílica Nova (también conocida
como de Majencio o de Constantino) y el Foro de la Paz.
Propuesta de
reconstrucción infográfica del Templo del Divo Rómulo según Juan Alberto
Aguilar
Se trata de una muestra más de la originalidad
con la que los ingenieros romanos resolvieron la planta centrada que habían
tomado de los templos monópteros (templos circulares) de Grecia. Cercano a este
templo estaba el famoso tholos de Vesta, otra construcción de planta circular;
aunque bien es cierto que no debe tanto a éste como al Pantheon. La cúpula, de
unos 15m. (50 pies romanos) de diámetro, que cubre la cella principal apea
sobre un muro circular y continuo de hormigón y ladrillo que recuerda al
Pantheon, aunque no posee la complejidad estructural del edificio
adrianeo. Dos salas alargadas y absidadas flanqueaban a la cella
principal, con la que se comunicaban a través de sendos vanos abovedados, y que
abrían directamente a la Vía Sacra con puertas dispuestas a eje con sus
respectivos ábsides. Son precisamente estas dos alas longitudinales las que dan
más originalidad al edificio y las que condicionan la fachada principal del
mismo. Esta última, lejos de ser un pórtico alla griega, presentaba dos
grandes pedimenta (frontones) sobre los dos cuerpos laterales que se
adelantan, unidos gracias a una fachada cóncava horadada por hornacinas que en
su día se decoraron con esculturas y en la que se abre la portada principal del
templo.
Esta portada es de lo poco original que se
conserva y es bastante interesante desde el punto de vista de la información
que nos ofrece. Este acceso principal está flanqueado por dos columnas
corintias de pórfido rojo (también originales) que soportan un entablamento
jónico de travertino, el mismo material utilizado para plintos, basas y
capiteles. Los batientes de bronce estuvieron dorados en su época y decorados
con clavos, dorados también, cuyos únicos vestigios son los agujeros en los que
un día se anclaban. Curiosamente estos batientes han sobrevivido a todos los
saqueos que ha sufrido la Ciudad Eterna prácticamente desde finales del siglo
IV.
Detalle de la
puerta broncínea que da acceso al edificio. El desnivel que presenta hoy con
respecto a la calzada se debe a una errónea restauración de 1947 que eliminó un
pavimento de época neroniana al confundirlo con uno de época medieval, dejando
al descubierto la actual vía de época augustea. Esto explica por qué los
edificios postneronianos muestran actualmente parte de los cimientos al
descubierto.
Salvo la estructura que soporta el cuerpo de la
cúpula, la totalidad de la obra se realizó en opus latericium, esto es,
ladrillo romano, lo que ha condicionado en buena medida el estado en el que ha
llegado hasta nosotros. Sin embargo, el hecho de que en el siglo VI fuera
incluido en la iglesia de San Cosme y San Damián, a la que ha servido
como vestíbulo, ha permitido la conservación de la cella en un buen estado, de
hecho se han restaurado parte de la decoración parietal que cubría
interiormente el paramento.
Aunque tradicionalmente se ha identificado con
el Templo del Divo Valerio Rómulo, en los últimos años algunos historiadores
han puesto este hecho en cuestión atribuyéndoles otras advocaciones.
En torno al año 309 moría Valerio Rómulo, quien
fue cónsul de Roma e hijo del emperador Marco Aurelio Valerio Majencio, más
conocido como Majencio (o Maxentius). A la muerte de su hijo, el emperador
decretó su divinización y se le consagró un templo circular del que nos ha
quedado constancia a través de la numismática. El parecido de estas imágenes
con el edificio en cuestión hizo que se asociara a dicha advocación. A pesar de
todo ello se han alzado algunas voces que identifican las imágenes de dichas monedas
con el mausoleo que Majencio levantó en la Vía Apia para dar sepultura a su
hijo.
Templo de
Saturno
Dedicado a la deidad agrícola Saturno que se
erige en el extremo occidental del Foro Romano. Es uno de los templos romanos
más antiguos construidos en el entorno del Foro. Se construyó entre 501 y
498 a. C. Algunas fuentes lo atribuyen al rey Lucio Tarquinio el
Soberbio y otras lo datan de comienzos de la República romana. Bajo la
República, una habitación amueblada en el templo o en las proximidades inmediatas,
guardaba los documentos oficiales del Estado y del tesoro público (Ærarium,
«erario»).
El templo, que está orientado al norte, se
erigió en la esquina sudoeste del Foro Romano (in Foro Romano, sub Clivo
Capitolino), al pie de la vertiente oriental de la colina Capitolina, en
las proximidades de la basílica Julia . Delante del templo, una calle empinada,
parte de la via Sacra, conecta el Vicus Iugarius con el Clivus
Capitolinus. El templo marca el comienzo del Clivus Capitolinus, el
antiguo camino que llevaba a la cima de la colina Capitolina. Justo antes de la
intersección de las dos vías, el Vicus y el Clivus abarcando el Vicus
Iugarius, destacaba un arco de triunfo que Tiberio hizo erigir en el año 16
para conmemorar las victorias de Germánico y cuyos cimientos aún son visibles
entre el templo y la basílica.
El culto a Saturno es uno de los más antiguos
de Roma. La tradición romana hizo del dios caído Saturno, refugiado en el
Lacio, el fundador de una ciudad mítica en el Capitolio, Saturnia. La divinidad
habría enseñado a los romanos a cultivar la tierra. Le dedicaron un altar al
pie del Capitolio y sería ante este altar arcaico que se construyó el templo.
Aunque dedicado al dios Saturno, el principal
uso del templo era servir de sede al tesoro del Imperio Romano (aerarium),
almacenando las reservas de oro y plata. Bajo la República, el templo guardaba
el tesoro público del Estado Aerarium o Ærarium populi Romani)
gestionado por dos cuestores uno de los cuales tenía la responsabilidad de las
llaves de la sala construida en el templo. El erario debió ser almacenado en la
cella del templo o en una pieza situada debajo de la parte delantera del
podio. El templo de Saturno fue elegido como lugar de depósito del tesoro ya
que, según la leyenda, no se cometían robos cuando Saturno reinaba en Italia.
Además, bajo su mandato, el concepto de propiedad privada no existía sino que
todo lo que estaba guardado en el templo se consideraba como un bien común.
Los cuestores fueron reemplazados por dos
ediles por Julio César en el 45 a. C. luego por dos prefectos de rango
pretoriano a partir del 29 a. C., pero para entonces, el erario ya no estaba en
el templo de Saturno ya que a finales de la República, poco después del 45 a.
C., se desplazó a otro edificio (quizá el templo de Juno Moneta) mientras que
los otros archivos se transfirieron al Tabulario. La actividad principal de
estos magistrados era la gestión de los ingresos y los gastos, tarea
simbolizada por la presencia de dos balanzas en el templo.
Entre los documentos más importantes
depositados en el Erario, se encuentran las copias de las leyes grabadas en
bronce (leges) y los senadoconsultos, que no estaban vigentes sino a
partir del momento en que se archivaran las copias, los locationes para
los contratos públicos, los registros de deudas con el Estado mantenidos por
los censores, las cuentas de las actividades financieras de los pro magistrados,
una lista de decisiones de orden financiero adoptadas por el Senado y otros
registros importantes. Estos documentos oficiales podían fijarse en el exterior
sobre un gran panel en la parte superior del podio para que lo pudiera leer
todo el mundo.
El tesoro depositado en esta pieza albergaría
igualmente en tiempos de paz (Pax Romana) las insignias de las
diferentes legiones.
Construcción y primera
consagración
Los autores antiguos no coinciden en la fecha
de fundación del templo ni el lugar de su emplazamiento. Según Tito Livio, la
construcción del templo empezó durante el consulado de Tito Larcio Flavo y de
Quinto Clelio Sículo, en 498 a. C. Se habría completado en 497 a. C., año
durante el cual se habría consagrado por los cónsules Aulo Sempronio Atratino y
Marco Minucio Augurino. Pero según Dionisio de Halicarnaso, fue durante el
primer consulado de Tito Larcio Flavo con Postumio Cominio Aurunco como colega
que se decidió la construcción del templo. El Senado habría encargado por
decreto a Póstumo Cominio que dedicase el templo. El aniversario de esta
consagración, el 17 de diciembre, marca el comienzo de la fiesta de las
Saturnales, o quizá ocurrió al revés, se fijó deliberadamente esta fecha para
corresponder con las festividades más antiguas.
Macrobio habla de una tradición según la cual
Tulio Hostilio dedicó un altar a Saturno como un monumento que celebrase su
victoria sobre los sabinos. Más tarde instituyó las Saturnalia. Este lugar de
culto, que quizá sea el origen del templo de Saturno, es calificado de fanum
y pudo de hecho no tener ninguna relación con el templo republicano y
corresponderse con el altar situado en las proximidades de los rostra
imperiales. Según otra tradición, relatada por Macrobio o Varrón, el templo de
hecho fue dedicado por Tarquinio el Soberbio, último rey de Roma, y construido
poco antes de su deposición. Se trataría para el rey de una oferta de
compensación un nuevo lugar de culto para esta divinidad asociada al Capitolio
y de donde quedó excluida con la construcción del templo de Júpiter Capitolino,
dedicando la colina a la tríada Júpiter, Juno y Minerva.
La construcción no estaría terminada en el
momento de la deposición de los Tarquinios y los trabajos quedarían en suspenso
durante el tiempo en el que la situación política de Roma se estabilizase. Se
habrían retomado una década más tarde por parte de los magistrados entonces en funciones.
De todos modos, el templo no se habría consagrado por vez primera sino entre el
año 501 a. C. y el 497 a. C.
Segunda consagración
El templo parece haberse consagrado de nuevo
por un tal Lucio Furio, tribunus militum, después de la segunda mitad
del siglo V a. C.} En 174 a. C., un pórtico se construyó entre el templo y la
Curia Hostilia en el Comitium, cerrando con una columnata el extremo
noroeste del Foro Romano.
Reconstrucción de Lucio
Munacio Planco
En el año 42 a. C., el templo republicano de
estilo toscano, que ciertamente conservaba su apariencia arcaica del siglo V a.
C., fue reconstruido por entero según un estilo helenístico por Lucio Munacio
Planco que financió los trabajos gracias al botín amasado tras sus victorias
sobre los pueblos alpinos de Recia. Parece que el avance de los trabajos fue
irregular, perturbado por las luchas políticas con la guerra que enfrentó a
Octavio y Marco Antonio de quien Lucio Munacio Planco era partidario. Sin
embargo, Planco acabó por pasarse al campo de Octavio en 32 a. C., algunos
meses solamente antes de su victoria sobre Marco Antonio en Accio. Los trabajos
en Roma se reemprendieron y la reconstrucción del templo de Saturno no se
terminó hasta el final de los años 30 a. C. Se trataría de uno de los últimos
ejemplos de financiación de trabajos de restauración de un monumento importante
por un particular ajeno a la familia imperial. Tácito menciona el templo para
el año 16 cuando habla de la construcción de un arco de triunfo en las
cercanías.
Últimas restauraciones
después del incendio de Carino
Una importante restauración, en efecto una
reconstrucción, tuvo lugar después del gran incendio que estalló bajo el
reinado de Carino en 283, tal vez a comienzos del siglo IV , sin embargo es
poco probable que el templo quedara dañado en aquel incendio, no se lo menciona
por los autores antiguos que ofrecieron una lista de los daños materiales
relativamente precisa. El templo fue restaurado por última vez durante la
segunda mitad del siglo IV, entre 360 y 380, período en el que se asistió a una
renovación de los cultos paganos. Durante estas dos últimas restauraciones, los
materiales se recuperaron de otros monumentos como atestigua la disparidad de
las bases de las columnas, de tres tipos diferentes, los fustes de las columnas
que procedían del foro de Trajano y los modillones de la cornicha que son de
época augústea.
Templo de Saturno con la iglesia de
Santa Lucia y Martina al fondo
Restos
Las ruinas del templo visibles hoy en día
comprenden ocho columnas con fuste liso y una parte del entablamento, que data
probablemente de la restauración del siglo IV. Los vestigios del imponente
podio en opus caementicium revestido de travertino y que sirve de
cimiento datan de la reconstrucción de Lucio Munacio Planco.
El templo arcaico
En el interior de los restos del imponente
podio del templo de época imperial se descubrieron los restos de los cimientos
de la época republicana que se componía de cuatro muros en toba cappellaccio
en opus quadratum con una altura máxima de diez filas de piedra. Los
restos de estos muros tienen un grosor de 3 metros para una altura máxima de
3,92 metros. Dada la situación del templo en relación con el Capitolio y la
diferencia de nivel entre cada lado de aproximadamente 6 metros, el templo
arcaico de estilo toscano debió alzarse sobre una terraza que servía de base,
tal vez accesible desde el adyacente Clivus Capitolinus.
El templo restaurado
Arquitectura exterior
Las reconstrucciones modernas del templo de
Saturno se basan en gran parte en los trabajos llevados a cabo por los
arqueólogos Giuseppe Lugli y Piero Maria Lugli. No obstante, esta
reconstrucción se basa en un fragmento de la Forma Urbis con la
inscripción incompleta ORDIA, completada en CONCORDIA e
identificado como representante de la zona del Foro Romano ocupado por el
templo de la Concordia, el templo de Vespasiano y el templo de Saturno. Una
hipótesis más reciente propone identificar este fragmento como representante de
una zona del Aventino, en torno al templo dedicado a Venus Verticordia,
lo que haría de los primeros intentos de reconstrucción parcialmente fallidos,
sobre todo en lo que concierne a la escalera frontal.
El templo ocupa el extremo oriental de un
espacio más amplio (Area Saturni) que comprende una amplia zona en la
parte trasera del edificio. Después de la reconstrucción de Planco, el templo
tenía un largo de 40 metros y una anchura de 22,5 metros. Es pseudo-períptero
hexástilo de orden jónico y conserva a pesar de sus numerosas reconstrucciones
y la reutilización de numerosos elementos sacados de otros monumentos (spolia)
los rasgos particulares de los templos itálicos, como el hecho de alzarse sobre
un podio, de 24 metros de ancho por 33 de largo, que se eleva en nueve metros
encima de la explanada del Foro. El podio está construido en opus
caementicium disimulado por bloques de travertino recubiertos de mármol.
Las seis columnas de la fachada de trece metros
de alto llevan fustes lisos de 1,35 metros de diámetro en la base y de 11,65
metros de alto, en granito gris egipcio de Mons Claudianus, las otras a
los lados son de granito egipcio rosa. Los capiteles jónicos en mármol blanco
de Tasos datan de una restauración durante la Antigüedad tardía. Se componen de
cuatro caras con las volutas dispuestas en diagonal. Las mases de las columnas
están adornadas con molduras que recuerdan la forma de una cuerda (hypotrachelion).
Se accede al pronaos gracias a una gran
escalera frontal cuyas las proporciones y la disposición en relación con el
templo no se conoce con precisión. Según una primer hipótesis, la escalera sólo
cubriría un tercio de la fachada y estaría encuadrada por dos grandes elementos
rectangulares que prolongarían el podio bajo la forma de una terraza. Según una
segunda hipótesis, la presencia de estos dos elementos surge del estudio de un
fragmento de la Forma Urbis cuya identificación es errónea y la escalera
cubriría todo lo ancho del templo a pesar de la diferencia de altura entre el Vicus
Iugarius a un lado del templo y el Clivus Capitolinus al otro lado.
Finalmente, según una tercera hipótesis, la diferencia de nivel entre los dos
lados del templo no permitiría construir una escalera más estrecha que llevaría
a una primera terraza a partir de la cual empieza una segunda escalera que es
tan ancha como la fachada. El porche (pronaos) tiene tres intercolumnios
de profundidad, un cuarto de la longitud total del edificio, de proporciones
típicas del templo romano de finales de la República y comienzos del Imperio.
Más allá del porche, las columnas laterales se adosan a los muros exteriores de
la cella.
Entablamento
e inscripción dedicatoria del templo de Saturno
En el entablamento frontal, el friso y el
arquitrabe están invertidos de manera que está grabada la inscripción siguiente:
SENATVS POPVLVSQVE ROMANVS | INCENDIO CONSVMPTVM RESTITVIT, esto es, «el Senado
y el Pueblo romano construyeron [el templo] destruido por un incendio»,
haciendo con ello referencia, probablemente, al incendio de Carino. Los motivos
que adornan el entablamento de tiempos de Augusto son ahora visibles desde el
interior del pronaos. Según Macrobio, las acroteras del frontón están
decoradas por grupos estatuarios representando tritones y caballos.
Yo
añadiría que se posó sobre la parte superior del templo de Saturno de los
Tritones, la trompeta en la boca; ya que desde su época a la nuestra, la
historia es tan clara y elocuente; mientras ella estaba mudo delante, oscura y
mal entendido; esto es lo que representa la cola de los tritones, hundida y
oculta en el agua.
Macrobio,
Saturnales, libro I, VIII.
Detalle
del interior del entablamento
Decoración interior
Según las fuentes antiguas, la estatua de
Saturno en la cella, tallada en madera y llena de aceite de oliva para evitar
que la madera se degradara, está recubierto de una tela y provisto de una
guadaña. Las piernas de la estatua estaban envueltas en tiras de lana que no se
retiraban más que el 17 de diciembre, primer día de las Saturnales. En esas
fiestas los esclavos se hacían «libres», excepcionalmente liberados del deber
de servir a su amor. Según la tradición que se perpetuó, las festividades daban
lugar a intercambio de regalos.
Verrio
Flaco dice que no sabe por qué Saturno está representado en el cepo. Esta es la
razón que me da Apolodoro. Él sostiene que Saturno está encadenado durante el
año, con un lazo de lana, que afloja el día de su fiesta, en el mes de
diciembre, donde nos encontramos nosotros; y de ahí procede el proverbio que:
«los dioses con pies de lana». [...] Dicen que está atado, debido a que las
diversas partes del tiempo están unidas entre sí por las leyes ordinarias de la
naturaleza; o porque la sustancia de los frutos se forma de nudos y fibras
enlazadas. Por último, la fábula quiere que su guadaña haya caído en Sicilia,
porque este país es muy fértil.
Macrobio,
Saturnales, libro I, VIII.
Localización del Erario
Los vestigios en su estado actual hacen pensar
que el interior de la escalera frontal estaba hueca para albergar una pequeña
pieza que se ha identificado como el Erario. La habitación no es tan alta como
podría de aprovechar el espacio bajo los escalones, y es relativamente
estrecha, con el ancho de una o dos cámaras paralelas abovedadas. Según el
arqueólogo italiano Giuseppe Lugli, la pieza podría alcanzar los 4,80 metros de
ancho por 9,15 metros de profundidad. Una abertura situada en el centro de la
anchura oriental, un poco más baja que el tamaño de un hombre y de la que sólo
queda el umbral en mármol, permitía acceder al espacio desde el Foro. Los
bloques que forman el umbral están perforados por dos filas de pequeños
agujeros, la fila exterior casi alineada con la fachada. Según una primera
hipótesis, estos agujeros podrían corresponder a una puerta en forma de barrera
pero la presencia de plomo indicaría más bien que la abertura se convirtió en
una ventana equipada con barrotes sellados con este metal.
Templo de Bellona[3]
(Roma)
Restos del
templo de Belona.
El templo de Belona
fue un templo romano dedicado a la diosa Belona y situado junto al templo de Apolo
Sosiano y el teatro de Marcelo en la antigua Roma, al pie del Monte Palatino.
Su construcción se
debió a un voto de Apio Claudio Ceco en su batalla contra los etruscos y los samnitas
en el 296 a.C, en la zona posterior del circo Flaminio, fuera del pomerium sino
junto a las Murallas Servianas.
Los restos que pueden
verse hoy en día pertenecen a una reconstrucción en el período de Augusto que
no se menciona por las fuentes literarias, pero probablemente está relacionada
con la transformación de la zona durante la construcción del teatro en ese momento.
Augusto, relacionado con el fundador del templo a través de su esposa, pudo
haber reconstruido el templo o bien el dedicante pudo haber sido Publio Clodio
Pulcro, cónsul del 38 a. C., un aliado leal y suegro de Augusto.
Solamente se conservan
partes del núcleo de hormigón de cascotes de toba; toda la piedra de sillería
ha sido robada. Unos pocos fragmentos sueltos de arquitectura de mármol de carrara
y travertino, encontrados cerca, tales como un colosal capitel decorado con un
peto y hojas de palma, se atribuyen al alzado del templo. Gracias a la
información proporcionada por el Forma Urbis sabemos que tenía seis columnas a
lo largo de los lados más cortos y nueve a lo largo de los lados más largos,
asimismo se accedía al podio a través de una escalera frontal.
Frente al templo había una columna usada en la
ceremonia romana arcaica para declarar la guerra implicada lanzando una lanza
del territorio romano hacia el territorio enemigo. Sin embargo, cuando por
primera vez Roma tuvo que declarar la guerra a un Estado cuyo territorio no se
limitaba a su propio (es decir, Pyrrhus del Epiro), era difícil ver cómo se
podía llevar a cabo este rito. Por lo tanto, un prisionero de guerra se vio
obligado a sostener un trozo de tierra en la zona del circo Flaminius , donde
se levantaba una columna (tal vez en madera) como representación simbólica del
territorio hostil y una lanza que luego se lanzaba contra la columna. Este
nuevo procedimiento se utilizó entonces en todas las ocasiones subsiguientes
(el último ejemplo bien conocido es en 179 d.C, bajo Marcus Aurelius).
Un área circular con el pavimento restaurado
frente a este templo fue interpretado en las excavaciones como el lugar donde
se ubicó esta columna, sobre la base de referencias literarias. Esto se
interpreta ahora como donde el perirrhanterion (para ilustrar al final de
campañas) fue situado antes de que el templo de Apolo fuera construido.
Templo de
Venus y Roma
El templo de Venus y
Roma se sitúa en el extremo oriental del Foro Romano, cerca del Coliseo. Se
cree que fue el templo más grande de la Antigua Roma. Ubicado en la colina
Velia, entre el borde oriental del Foro Romano y el Coliseo, fue dedicado a las
diosas Venus Felix ("Venus la que trae buena fortuna") y Roma
Aeterna ("Roma eterna").
Fue construido por el
emperador romano Adriano, que empezó su construcción en 121. Fue inaugurado
oficialmente por Adriano catorce años más tarde, en 135, pero no fue terminado
totalmente hasta el año 141 por Antonino Pío. Dañado por el fuego en el año
307,1 fue restaurada con
cambios por el emperador Majencio.
El templo se construyó sobre la suave pendiente
que desciende hacia el Coliseo, sobre los terrenos que ocupaba el vestíbulo de
la Domus Aurea de Nerón. Hubo que desplazar el coloso de Nerón, al lado
del Anfiteatro Flavio, para liberar el espacio requerido[2] . Fue necesario un importante terraplén para
compensar una diferencia de nivel de 9 m y formar una terraza rectangular de
145 m por 100 m, en medio de la cual se alzaba el templo propiamente dicho de
108 x 54 m. Dos dobles columnatas bordeaban los lados más largos de la terraza.
Esta edificación está íntimamente ligada a la
celebración de los aniversarios de Roma: la fecha del 21 de abril como
aniversario de Roma se celebra cada año durante Parilia. Antonino Pío celebró
el 900.º aniversario en 148. Las monedas acuñadas con tal ocasión mostraban la
fachada decástila del templo poniendo de manifiesto el monumento y el culto al
que estaba dedicado. El templo se convirtió en la mejor representación de la
eternidad de Roma. En 248, durante la celebración del milenario de Roma el
templo de Venus y de Roma fue sin duda el centro de las ceremonias. Había
adquirido un papel fundamental en la vida religiosa de la ciudad. Es, según
Michel Christol, el punto de referencia cómodo en el que resumir toda la
religión romana tradicional cuya supervivencia y mantenimiento parecían una
garantía y una salvaguarda: el templo podía asumir que representaba la fortuna
de la ciudad. En las monedas de Felipe el Árabe celebrando el milenario de
Roma, se ve un templo hexástilo. Podría tratarse de la representación
simplificada del templo de Venus y de Roma con la leyenda SAECULUM NOVUM
(«Siglo nuevo»).
Reconstrucción 3D del templo
de Venus y Roma colocado a un lado del Foro.
La construcción y el diseño se deben al
emperador Adriano. Su arquitecto favorito, Apolodoro de Damasco, no quedó
demasiado impresionado por las habilidades arquitectónicas de su emperador, y
se burló del tamaño de las estatuas sedentes dentro de la cella, diciendo que
seguro que se golpearían en la cabeza si intentaran levantarse de sus tronos.
Esto provocó la ira del emperador, que lo mandó exiliar y luego ejecutar poco
después.
Comenzada la obra en el año 121, a principios
del reinado de Adriano, el edificio no fue inaugurado hasta el 21 de abril de
135 de 137 o 138, día del aniversario de la fundación de Roma, y su decoración
fue terminada en 141-143 bajo el reinado de Antonino Pío.
Sufrió un incendio en 283 que dañó las cellae
y fue restaurado a partir de 308 por el emperador Majencio, que remodeló los
ábsides que se ven hoy en día dotándolos de una cubierta abovedada. Esta
restauración cambió el diseño original introduciendo exedrae, nichos
semicirculares, en la parte trasera de cada cella y pavimentando el suelo con
mármoles policromados. Monedas de Maximiano y Majencio representan al templo
(la parte consagrada a la diosa Roma) con la leyenda CONSERVATOR VRBIS SVAE
(literalmente, «protector o conservador de la ciudad») conmemoraron estos
trabajos.
Según el historiador de la Antigüedad Amiano
Marcelino, el templo estuvo entre los grandes edificios de Roma que asombraron
al emperador Constancio II en su visita a la ciudad en 357.
Era de grandes proporciones, asentado sobre una
plataforma de 145 metros de longitud y 100 metros de ancho, y 29,5 m de alto,
31 metros si se cuentan las estatuas. El edificio con peristilo (también peripteral)
medía 110 metros de largo y 53 m de ancho.
Es un templo doble, combinando dos templos
juntos: uno dedicado a Venus, la diosa del amor en la versión de Venus Felix,
madre de Eneas, antecesora mítica de los romanos, y el otro a Roma Aeterna,
la diosa de la ciudad como "Roma eterna". Esta configuración doble,
original e inédita en la misma Roma, existía ya en la época en Oriente, como
por ejemplo en el templo de Zeus y de Cibeles en Sardes. Cada templo se compone
por una cella cerrada en un cuadrado de 25,7 metros de lado, cubierta de un
techo bastidor y precedida de un pórtico con cuatro columnas (tetrástilo). La
ausencia de un podio se aparta de la forma tradicional del templo romano. Las
cellas estaban dispuestas simétricamente, de espaldas, cada una conteniendo la
estatua de una diosa: aquella que tenía la estatua de Roma tiene
orientación oeste, mirando al Foro Romano, es la que se conserva y está englobada
en el antiguo convento de Sta. Francesca Romana; y la otra, la de Venus,
al este hacia el Coliseo.
Los lados oeste y este (los cortos) poseían
diez columnas (decástilo), mientras que el norte y el sur (lados largos)
poseían dieciocho (o veinte) columnas blancas, todas ellas de 1,8 metros de
ancho, lo que hacían de este un templo imponente y de estilo corintio (según la
forma clásica de un templo helenístico períptero). Finalizaban en escaleras que
bajaban al Coliseo.
Una reconstrucción del templo interior por el
arquitecto alemán Josef Bühlmann de 1913 presenta dos columnatas longitudinales
de columnas corintias formando una nave central flanqueada por dos naves
laterales bajo un techo abovedado con casetones. Descansando sobre las columnas
hay un doble entablamento que se extiende hacia atrás hasta la exedra, con una
semi-cúpula de casetones sobre la estatua sedente. Las paredes detrás de las
naves laterales llevan insertas pequeñas columnas que se alzan a alguna
distancia sobre el suelo sobre un plinto. Pequeñas estatuas situadas en
hornacinas entre estas columnas puntúan las paredes, los huecos rematados
alternando frontones triangulares y arqueados. Más estatuas pequeñas se
encuentran en el entablamento encima de cada columna pequeña.
Como una ingeniosa sutileza añadida por
Adriano, Venus representaba también al Amor, "AMOR" es
"ROMA" al revés. Así, colocando a las dos divinidades de Venus y Roma
espalda contra espalda en un solo templo creaba una simetría añadida de sus nombres.
Dentro de la cella de Venus había otro altar donde las parejas recién casadas
podían hacer sacrificios. Directamente al lado de este altar se alzaban
estatuas de plata gigantescas de Marco Aurelio y Faustina la menor.
También pasó por una restauración en tiempos de
Eugenio, un usurpador de breve reinado (392-394) contra Teodosio I, cuya
política fue la restauración de los cultos y templos paganos.
Como ocurrió con otros majestuosos edificios de
la Roma clásica, el templo fue más tarde objetivo por sus ricos materiales. En
630 el papa Honorio I con el consentimiento del emperador Heraclio, se llevó
las tejas doradas en bronce del tejado del templo para adornar el de San Pedro.
Se cree que fue destruido por un severo
terremoto. En el siglo VIII, el papa Pablo I hizo erigir en la zona del templo
en el lado del Foro un oratorio consagrado a los apóstoles Pedro y Pablo, que
se convertiría en el siglo IX en la iglesia cristiana de Santa María la Nueva (Santa
Maria Nova), por contraponerse a la de Santa María la Antigua que quedaba
al otro lado del foro, ya en tiempos del papa León IV alrededor del 850. Un
claustro vecino construido en el siglo XII recubre una parte de las ruinas del
templo antiguo.
El templo sufrió grandes destrucciones en la
Edad Media: los mármoles fueron recuperados o transformados en los hornos de
cal. Sobrevivió la terraza, una parte de las columnas de granito del peristilo
en el que se encontraban y el ábside con casetones que constituía el fondo de
la cella.
Después de una gran reconstrucción en 1612, la
iglesia de Santa María la Nueva fue rebautizada como Santa Francesca Romana,
incorporando la cella de Roma como campanario. El grabado de una vedute
algo fantasiosa por Giovanni Battista Mercati representa el lugar en 1629. La
vasta cantidad de mármol que en el pasado adornó el templo había desaparecido
por su uso como materia prima para proyectos constructivos de la Edad Media en
adelante. El arqueólogo italiano Rodolfo Amedeo Lanciani menciona su
descubrimiento de un horno de cal cerca del templo en su obra The
Destruction of Ancient Rome.
Actualmente sólo quedan unas pocas columnas en
su posición original, mientras que otras han desaparecido y reemplazadas por
arbustos de boj.
Entre los años 1815 y 2000 recibió varias
restauraciones. El templo sirvió de decorado a numerosas escenas de la película
La décima vittima (1965) con Marcello Mastroianni y Ursula Andress.
Desde el papado de Juan Pablo II, las alturas
del templo y su posición frente a la principal entrada al Coliseo se han usado
para causar un buen efecto como una plataforma para dirigirse al público. Esto
puede verse en la fotografía inferior, donde un dosel rojo se erigió para
proteger al papa así como una cruz iluminada, con ocasión de la ceremonia del
Viernes Santo. El papa, bien personalmente o a través de un representante, guía
a los fieles a través de meditaciones en las estaciones de la cruz mientras
llevan una cruz desde ahí hasta el Coliseo.
Recién el año 2003 el templo fue abierto al
público. Actualmente se conserva en un buen estado, manteniendo gran parte del
edificio. El templo ha sido reabierto al público después de un amplio programa
de restauración que duró 26 años. El acceso al templo está incluido en las
entradas para el Coliseo, el Foro y la colina Palatina.
Templo de Adriano
El Hadrianeum o templo
de Adriano fue construido en el 145 y está ahora incorporado a un edificio
situado en piazza di Pietra, Roma. El templo fue erigido en honor del emperador Adriano
por su sucesor Antonino Pío.
Era un templo octástilo y tenía 15 columnas a lo largo (4
han sido removidas) con una naos.
Estaba decorado con relieves que representaban a las distintas provincias del
Imperio y que ahora se hallan en le Museon
del Capitolio. Actualmente funciona en el edificio un museo dedicado a
Adriano y una galería de arte.
Sus restos están insertados en un edificio del
siglo XVII, transformado completamente en 1879 por Virginio Vespignani para
alojar la Cámara de Comercio y la Bolsa de Valores.
Sobre un podio de 4 metros de alto se apoyan 11
columnas de marmol blanco de 15 metros de alto pertenecientes al antiguo
templo.
En el interior de la Bolsa se pueden ver los
restos de parte interna del templo, decorado con una serie de pilastras
decoradas con las provincias romanas en relieve.
Captura de Dacian
Draco Rome Museums
Relieve trofeo
y armas. Palazzo dei Conservatori - Musei Capitolini – Rome
Relieve de las
provincias sujetas a Roma
Relieve de las
provincias sujetas a Roma
Templo de
Apolo Palatino
El templo de Apolo Palatino (Apollo Palatinus) estaba situado en una de
las siete colinas de Roma, en la colina Palatina, siendo el primero edificado
por el Emperador César Augusto en honor al dios Apolo y el segundo dedicado a
este dios en Roma después del templo de Apolo Sosianus. El templo estaba
situado al lado del templo de Cibeles en el Palatino.
El Templo de Apolo Palatino fue prometido por
Octavio en el 36 a.C. durante la Batalla de Nauloco. El futuro Augusto lo
edificó en el lugar de su casa del Palatino que había sido destruido por un
rayo y que los auríspices habían anunciado como elegida por el dios. Fue
dedicado el 9 de octubre de 28 a.C. y cedido inmediatamente al Estado. Celebra
igualmente la victoria sobre Marco Antonio en Accio.
El templo, que estaba realizado en mármol de
Carrara, se elevaba sobre un alto podio; era hexástilo, pseudoperíptero (con
medias columnas adosadas a la cella) y de orden corintio.
“Apollo
Barberini”, probablemente una copia de la escultura del templo
Delante de él se alzaba
una terraza artificial de grandes dimensiones (Area Apollinis) presidida
por un pórtico de columnas adornado con esculturas de las Danaides. Esta
terraza estaba conectada con la casa de Augusto a través de un pasillo cubierto
decorado con pinturas murales.
En el templo de Apolo y
en la biblioteca (que completaba el recinto) se reunía con frecuencia el Senado
romano como señal de sujeción del Príncipe a las antiguas instituciones
republicanas.
Las imágenes de culto en el interior de la
cella, de gran valor artístico, la componían una escultura de Apolo de Scopas,
una de Diana y otra de Latona (hermana y madre respectivamente del dios). Bajo
el podio de la escultura de Apolo fueron depositados por Augusto los Libros
Sibilinos (libros proféticos usados para adivinar el futuro). "Cuando
por fin asumió a la muerte de Lépido el Pontificado máximo hizo reunir todos
los libros proféticos griegos y latinos de autores desconocidos y poco dignos
de crédito que se encontraban en circulación, más de dos mil, y los mandó
quemar, conservando únicamente los Sibilinos, e incluso éstos después de haber
hecho una selección; los guardó en dos cajas doradas bajo el pedestal de Apolo
Palatino". (Suetonio. Vida de Augusto. 31).
Desgraciadamente del templo de Apolo sólo se
han conservado restos del basamento y de algunos capiteles (de una decoración
naturalista muy cuidada). En las excavaciones salieron también a la luz
una serie de paneles de terracota que representan escenas mitológicas en estilo
arcaico como Perseo y Atenas con la medusa o la disputa de Hércules y Apolo por
el trípode délfico (posiblemente evocadora de la disputa entre el propio
Octavio y Marco Antonio, que se consideraba descendiente de Hércules). Con toda
probabilidad decorarían el Area Apollinis.
Los restos del edificio fueron excavados en los
años 60 por Gianfilippo Carettoni, en un área escarpada inclinada hacia el Circus
Maximus. El recinto del templo (el área Apollinis) era una terraza artificial
(70 x 30 m), apoyado en las subestructuras del opus cuadratum. Contuvo un altar
hecho frente con el grupo escultural «manada
de Myron», localizada junto a una base elaborada. En la parte norte de
la terraza del templo fue levantado en un podium
alto, construido en bloques de tosca y travertino en las piezas
portadoras y a otra parte en el cemento.
La biblioteca colindante (biblioteca Apollinis), según el Forma Urbis, fue constituida
a partir de dos pasillos, con las paredes adornadas por una fila de columnas.
Templo de Vespasiano y Tito
Es un templo en el Foro, Roma, dedicado al
culto imperial del emperador Vespasiano, deificado por el Senado poco después
de su muerte. El templo lo empezó Tito en el año 79, pero lo terminó su
hermano, también emperador, Domiciano, aproximadamente en el año 87.
El templo ocupa el extremo norte del lado
occidental del Foro Romano. Se construyó en un espacio exiguo a lo largo de una
carretera en pendiente que sube hacia el Capitolio (el Clivus Capitolinus),
entre el Templo de la Concordia al norte, el Templo de Saturno y el pórtico de
los Dioses Consejeros al sur y el Tabularium al oeste. Las escaleras de
este último edificio arrancan inmediatamente al norte del templo. Una puerta de
acceso fue tapiada con la construcción.
Las tres columnas que quedan
en pie del Templo de Vespasiano en el Foro Romano.
Los catálogos regionales de Roma, el Curiosum
y la Notitia urbis Romae, redactados hacia la mitad del siglo IV,
precisaban que el templo fue dedicado a la vez a Vespasiano y a Tito bajo la
denominación Templum Vespasiani et Titi. Sin embargo, este concepto de
doble dedicatoria podría ser erróneo y parece derivar de una suposición
aparecida en la Antigüedad tardía según la cual el templo habría sido
construido en un primer momento en honor de Vespasiano, por decisión de su hijo
Tito, y luego en un segundo momento los trabajos se reanudarían por Domiciano
tras la muerte de su hermano Tito el 13 de septiembre del 81, el templo fue
dedicado de nuevo pero esta vez en honor de Vespasiano y de Tito que fue
igualmente deificado por decreto del Senado. Pero como sugiere el hecho de que
sólo el nombre de Vespasiano aparezca sobre la inscripción original, lo más
probable es que el templo se dedicara sólo al culto a Vespasiano.
La construcción del templo empezó con Tito poco
después de la muerte de su padre Vespasiano ocurrida el 23 de junio del 79 y el
comienzo del procedimiento de divinización, según una práctica iniciada por la
apoteosis de Claudio. Este procedimiento no era inmediato y se extendió durante
meses entre septiembre del 79 y mayo del 80. Las primeras monedas que
celebraron el acontecimiento no aparecieron hasta principios del año 80 después
de ser oficializado por el Senado. Los trabajos no pudieron por lo tanto
probablemente comenzar hasta finales del año 79 o principios del siguiente. Ese
año, Roma se vio afectada por un gran incendio que causó numerosos daños que
necesitaron importantes trabajos, lo que sin duda ralentizó los trabajos de
construcción del templo vio retrasados esos mismos trabajos que no habrían
podido comenzar más que unos meses más tarde, hacia el año 81.
Tito comenzó la construcción y presumiblemente
terminó los cimientos, elaborados con cemento de toba. A la muerte de Tito,
parece que el templo no se había completado y se limitaba a la realización de
una plataforma de fundación en opus caementicium y una parte del podio.
Domiciano continuó los trabajos, reanudados hasta el año 87, fecha en la que el
templo es mencionado por primera vez en las fuentes antiguas , en un acta del
colegio de los hermanos Arvales que realizaron un sacrificio en honor de la
diosa Dia que se desarrollaría delante del templo de la Concordia quae
est prope templum divi Vespasiani . En esta inscripción, el templo sirve de
nuevo punto de referencia topográfica para la zona noroeste del Foro lo cual no
es el caso en una inscripción datada en febrero del 86. Los trabajos se
debieron terminar, por lo tanto, entre estas dos fechas. Transcurrieron siete
años entre la oficialización de la divinización de Vespasiano y la terminación
de los trabajos, un retraso que puede explicar, por un lado, por la puesta en
marcha de muchos proyectos, ciertamente más importantes como los trabajos de
restauración del templo de Júpiter Capitolino, y por otro, por las dificultades
de orden técnico. En efecto, la ubicación del templo necesitó la explanación de
una zona accidentada y un trabajo en un espacio restringido.
Dimensiones
El templo tiene una profundidad de 27,75 a 33
metros dependiendo de si se tiene en cuenta o no la escalera frontal y una
anchura de 21 a 22 metros con una superficie de 582,75 m. Es pseudo-perípteroo
próstilo hexástilo de orden corintio, es decir, que la cella está
precedida de un pronaos con seis columnas corintias en la fachada y
flanqueada por dos columnas laterales. La pronaos tiene una anchura de
19,75 metros y una profundidad de 10,25 metros. Las columnas tenían 14,19
metros de alto de los que 11,79 metros son de fuste acanalado con un diámetro
en la base de 1,57 metros. El intercolumnio lateral de 3,25 metros es un poco
más estrecho que el de la fachada, de 3,65 metros, una diferencia que puede ser
explicada por el espacio estrecho que no permitía desarrollar el templo en toda
su longitud.
El podio tiene 4,2 metros de alto. Estaba
recubierto de mármol y su base y su cornisa están adornadas con molduras. La
escalera monumental que permitía acceder al pronaos estaba construida de
manera inusual, siendo un lado más alto que el otro. Esta diferencia de nivel
es debida al fuerte desnivel del Clivus Capitolinus que no podía
aplanarse debido a lo exiguo del espacio situado entre el templo de la
Concordia y el pórtico de los Dioses Consejeros. A la izquierda, la diferencia
de nivel entre el suelo del pronaos y la calle es de sólo un metro y se
supera con cuatro peldaños para 3 metros de profundidad. En la derecha, por
contra, del lado del templo de la Concordia, la diferencia de nivel es mucho
más elevada y se compensaba con una quincena de escalones por 4,5 metros de
profundidad. El estado actual de las ruinas no permite precisar cómo se
conectaba la escalera con el clivus. La falta de espacio igualmente
obligó a los arquitectos a desplazar la escalera frontal hacia el templo, así
como los últimos peldaños continuaron detrás de la alineación de las columnas
de la fachada, los últimos escalones se insertaban en los estilóbatos de las
columnas.
Entablamento
El entablamento tiene una altura de 3,012
metros, rematado por un frontón de 6,15 metros de alto y 12,85 metros de ancho
con un tímpano de 1,75 metros de alto. Está compuesto por un arquitrabe a tres
bandas adornadas con filas de perlas, con un friso por encima adornado con
relieves. Encima del friso, la cornisa se compone de líneas de dentellones, de
ovas y de modillones. Entre los dentellones se ha insertado un motivo de doble
anillo típico de las construcciones del reinado de Domiciano firma atribuida al
arquitecto Rabirio.
En origen, el entablamento es idéntico por
todos los lados del templo, con la excepción de la dedicatoria original
colocada en el centro del friso de la fachada. El entablamento fue modificado
con la restauración de tiempos de los Severos pues el arquitrabe y el friso
fueron cubiertos por entero con una placa epigráfica portando una inscripción
dedicatoria separada en el siglo VIII mientras que el templo estaba aún intacto
para un peregrino durante su visita a Roma. Su transcripción está en un documento
llamado Itinerario de Einsiedeln.
DIVO • VESPASIANO •
AVGVSTO • S P Q R
IMPP • CAESS • SEVERVS
• ET • ANTONINVS • PII • FELIC • AVGG • RESTITVER
«Al divino Vespasiano
Augusto, el Senado y el Pueblo romano»
«Los emperadores César
Severo y Antonino Pío y afortunados Augustos, restauraron [este templo].»
Programa decorativo
A los lados del templo, el friso del
entablamento está adornado con motivos complejos: bucráneos coronados por una infula,
alineados con las columnas laterales, encuadran una serie de instrumentos
utilizados en las ceremonias de sacrificios o como símbolos de los diferentes
colegios religiosos de Roma. La asociación de estos motivos aparece desde
finales de la República en las monedas en un contexto de propaganda personal de
personajes políticos y militares, notablemente en las piezas acuñadas durante
la dictadura de Julio César. Durante el Imperio, tras la dinastía
Julio-Claudia, las referencias a los grandes sacerdocios se convirtieron en un
tema recurrente figurando sobre los monumentos públicos. Permite expresar la
profunda religiosidad de un personaje político, emperador o princeps y
de subrayar la alta dignidad de un culto imperial. Se trataba de representar la
pietas, una de las principales virtudes políticas y civiles romanas.
Detalle de un capitel corintio y del
entablamento.
Reconstitución de una sección del
entablamento expuesto en una galería del Tabularium.
Detalle
de la parte superior del entablamento del templo. Se ve entre cada dentellón un
motivo compuesto de dos anillos pegados, firma probable del arquitecto Rabirio.
Entre los bucráneos, la serie de instrumentos y
de símbolos parece repetirse según el mismo orden a todo lo largo del friso,
cada serie correspondiéndose a un intercolumnio. En Por la izquierda, figura en
primer lugar el apex, llamado también albogalerus o galerus.
Se trata de un sombrero que llevaban los Flamen, símbolo de su sacerdocio,
único símbolo sacerdotal en el friso del templo. Le sigue el aspergillum,
utensilio utilizado para asperjar la víctima del sacrificio con aqua
lustralis durante la ceremonia de lustratio. Está dotado de un asa
en forma de pata de bovino. A su derecha está representado el urceus, un
tipo bien definido de vaso sacrificial con un asa, destinado a contener el
vino. Está representado en los relieves del adorno de los altares en las
escenas de sacrificios en relación con la patera. El cuerpo del vase a
menudo tiene figuras decorativas como motivos vegetales. Sobre el friso del
templo, estas figuras son más complejas y originales con la representación de
animales exóticos. Bajo el vaso se coloca un culter, un tipo de cuchillo
utilizado durante los sacrificios sangrantes de animales. Tenía una amplia hoja
triangular de un solo filo con un asa estrecha decorada sobre el friso de una cabeza
de león. En lo alto a su derecha figura una patera com omphalos decorada
en su cara interior, que recuerda el aspecto de un fruto abierto vista desde
abajo. El omphalos central está adornado con una cabeza de Medusa o de
Zeus Amón. En fin, sobre la patera y a su derecha, son visibles la securis
y el malleus, un hacha y un martillo de un tipo particular utilizado
para matar a la víctima.
Detalle del friso del templo de
Vespasiano. De izquierda a derecha: bucráneo coronado de infula, galerus,
aspergillum, urceus, cuchillo para el sacrificio, patera,
hacha y martillo de sacrificios, bucráneo.
Decoración interior
La cella, casi cuadrada, tiene 19 metros
de ancho por 18 metros de profundidad. Es espaciosa y ricamente decorada. Los
muros de travertino quedan disimulados detrás de placas de mármol. Los muros
laterales tienen una pauta de una serie de seis columnas de 0,4 metros de
diámetro recubiertos por mármoles coloreados procedentes de las provincias
orientales del Imperio, separadas por 2,25 metros. Están realzadas por un podio de 1,35 metros
de alto y 0,95 metros de ancho recubierto de mármol blanco por el dorso y de
mármol pavonazzetto por la cara.
Una estatua de culto colosal de Vespasiano en
mármol se erigió sobre un pedestal colocado en un edículo de 9 metros de ancho
y una profundidad de 3 metros que se apoya contra el muro del fondo en opus
latericium recubierto de mármoles coloreados. Las columnas del edículo
tienen un diámetro de 0,7 metros y los capiteles adornados por victorias y
trofeos. El podio del edículo de 6,85 metros de ancho y 5,75 metros de largo,
sobre la que se podía acceder gracias a dos pequeñas escaleras laterales, es
aún visible en parte hoy en día. Sólo se han recuperado restos en mármol y
travertino de pedestal y la cabeza de la estatua. Los fragmentos están hoy en
día conservados en el Museo Arqueológico Nacional de Nápoles con los fragmentos
de otra estatua colosal representando a Tito.
Foro republicano con los templos de Saturno, de Vespasiano y de la Concordia. Por encima el de la Triada Capitolina.
Entre el año 200 y el 205, el templo fue
restaurado por Septimio Severo y Caracalla. La restauración no parece haber
sido de gran importancia puesto que se mantuvieron numerosos elementos de la
época Flavia en el lugar pero la inscripción fue completada con una línea
añadida en el arquitrabe. Entre el siglo III y el V, el templo parece haber
resultado dañado por un importante incendio, como atestigua la capa de restos
carbonizados, de piedras y de metales fundidos y de fragmentos de decoración en
mármol calcinados que recubrían el suelo de la cella, encontrados
durante las excavaciones de principios del siglo XIX . Es difícil ser más
preciso respecto a la fecha de este incendio que podría bien corresponderse con
el incendio de Carino en 283, la invasión de Alarico en 410 o la ocupación de
la ciudad por los vándalos en 455. A pesar de un estado probablemente ruinoso,
el templo no se incluyó entre los edificios restaurados por Teodorico el Grande
entre 507 y 518.
El templo no vuelve a mencionarse antes del
siglo IX y el testimonio del Anónimo de Einsiedeln que transcribe la
inscripción del templo así como la de los templos vecinos de Saturno y de la
Concordia. En esta época, el templo parece haber sufrido destrozos importantes
con la degradación y la recuperación de los elementos de decoración interior y
exterior más fácilmente transportables. El templo resultó gravemente dañado a
principios de la Edad Media con el hundimiento del techo y la construcción en
sus proximidades de la iglesia de los santos Sergio y Baco, situada entre el
templo y el arco de Septimio Severo, en la esquina izquierda del templo de la
Concordia. Esta iglesia fue reconstruida y agrandada durante el pontificado de
Adriano I entre el 772 y el 795. El templo de Vespasiano no fue demolido sino
que se incluyó dentro de uno de los dos jardines pertenecientes a la iglesia,
el hortus post Sanctum Sergium.
El templo sufrió daños importantes durante la
época medieval, particularmente en el año 1300, cuando el papa Nicolás V
remodeló el foro, lo cual implicó la demolición de varias partes del templo.
Nicolás V reconvirtió el templo en una pequeña fortaleza. La representación más
antigua del templo data de principios del siglo XIV con un croquis publicado en
el Codex Escurialensis y se corresponde en gran parte con el estado
actual de las ruinas, excepto que el nivel del suelo es más elevado y recubre
la parte inferior hasta las bases de las columnas. La zona del templo sirvió de
almacén de mármol a lo largo de todo el siglo XVI, como atestigua la mención de
una «cantera de mármol» en un documento de 1579. La destrucción de la diaconía
de los santos Sergio y Baco y la reorganización de la plaza del Capitolio (Piazza
Campidoglio) en marcha contribuyeron al enterramiento de las ruinas
antiguas situadas al pie del Tabularium.
La parte visible de las ruinas no permitía
identificar el edificio original como un templo, de tal manera que el templo no
se menciona en las Descriptiones Urbis del siglo XV y XVI. Las tres
columnas eran interpretadas como parte de un pórtico. En 1553, Pirro Ligorio ve
en ellas nada menos que los restos de un edificio templario y propone que se le
identifique con el templo de Júpiter Tonante sobre la base de los catálogos
regionales. Esta hipótesis fue puesta en duda por Andrea Palladio y Étienne
Dupérac quienes consideraban que las columnas formaban parte de un pórtico en
torno a un templo este último identificado con el templo de Júpiter Tonantes
hasta el siglo XIX. Las ruinas fueron objeto de numerosos croquis, dibujos y
relieves, lo que atestigua el interés que suscitaban entre los artistas que
apreciaban la calidad de la decoración arquitectónica del entablamento y de los
capiteles corintios.
En el siglo XVIII se vivió un interés renacido
por las ruinas de la antigua Roma. Se iniciaron entonces numerosas excavaciones
arqueológicas bajo la autoridad de los papas. Entre 1774 y 1780, durante el
pontificado de Pío VI, se emprendieron excavaciones de desenterramiento junto
al arco de Septimio Severo. Algunas décadas más tarde, en 1802, surgió la idea
de extender estos trabajos de excavación justo hasta debajo del Tabularium a
fin de liberar completamente el arco de Septimio Severo, el templo de la
Concordia y el llamado «de Júpiter Tonante» donde las columnas estaban aún
enterradas en dos terceras partes.
En 1810, con la recreación de la Commissione
per la cura dei monumenti antichi, se relanzó el proyecto y la tarea de
desenterrar el templo vuelve al arquitecto italiano Francesco Camporesi que
hizo derribar un edificio establecido contra las ruinas. Camporesi comenzó
realizando un sondeo a lo largo de la columna más cercana al Tabularium
a fin de evaluar la solidez de las ruinas pues algunos predijeron el
derrumbamiento cuando se descubrieran. La estructura surgida se consolidó con
grapas de plomo aún visibles hoy en día. Al final de sus trabajos preliminares,
en abril de 1812, las tres columnas aparecieron enteramente libres. La retirada
del montículo de tierra permitió que salieran a la luz algunos elementos de
decoración que entraron en los Museos Vaticanos. Los registros de entrada que
aparecen en los documentos archivados entre 1812 y 1814 mencionan fragmentos de
una estatua femenina, un pie de estatua fisurado y una cornisa «procedente del
templo de Júpiter Tonante». Los fragmentos del entablamento fueron restaurados
y hoy en día se exponen en una galería del Tabularium, a la que se
accede desde los Museos Capitolinos. En mayo de 1812, las ruinas del ábside de
la diaconía de Sergio y Baco descubiertos recientemente fueron totalmente
desmanteladas.
Tras una breve pausa, las excavaciones se
reemprendieron en la primavera de 1817 bajo la dirección de Carlo Fea.
Permitieron la liberación completa del podio y revelaron el plano del suelo del
edificio. La escalera frontal estaba parcialmente despejada y los arqueólogos
destacaban su particularidad, más alta de un lado que de otro, debido a lo
exiguo del espacio de construcción y al fuerte desnivel de la calle de la
fachada. En esta ocasión, las columnas, el podio y la escalera, se reforzaron.
El resultado de las excavaciones arqueológicas está documentado por un grabado
de Rossini y por las declaraciones más precisas realizadas por los arquitectos
Valadier y Auguste Caristie. Los arqueólogos supusieron la existencia de una
doble fila de columnas en el interior de la cella y reconocieron en el
templo un plan pseudo-períptero. Aun así, era difícil decir si el templo tenía
seis u ocho columnas en la fachada.
Una nueva campaña de excavaciones se programó
para septiembre de 1827 con el apoyo del papa León XII pero no arrancó hasta
noviembre de 1829 bajo la dirección del arqueólogo Antonio Nibby. Esta campaña
permitió en 1830 dejar al descubierto por completo la cella. Entre los
restos excavados, hay fragmentos de columnas de mármol giallo antico
cuyos fustes estaban ornamentados por acanaladuras retorcidas y un pedazo de
arquitrabe que llevaba la mención SACRVM.
Hoy en día, solamente pueden verse los altos
cimientos conservados contra uno de los muros del Tabularium, el centro
del podio, una pequeña parte de la cella, y tres columnas corintias en la
esquina sureste del pórtico. Un gran fragmento del entablamento está expuesto
en una de las galerías del Tabularium desde 1827 a los lados de una
sección del entablamento del templo vecino de la Concordia, reconstruidos a
partir de los fragmentos recuperados en la zona en 1823. Otros fragmentos de la
decoración arquitectónica se reutilizaron para reconstruir el entablamento
soportado por las tres columnas enderezadas.
El templete de la iglesia de San Pietro in
Montorio en el Janículo, construido por Bramante, tiene un friso dórico cuyas
metopas están decoradas con objetos litúrgicos cristianos, inspirado en la
decoración del friso del templo de Vespasiano. En Viena, Johann Ferdinand
Hetzendorf von Hohenberg construyó en 1778 una ruina decorativa en los jardines
del palacio de Schönbrunn que se parece a las ruinas del templo de Vespasiano
tal como estaban representadas en un grabado de Piranesi. Brongniart se inspiró
en el templo para construir el Palacio de la Bolsa de París, la Bolsa de París
hasta el año 1998.
Templo de
Antonio y Faustina
Se alza en el Foro Romano, al norte de la vía
Sacra, al este de la Basílica Emilia, frente a la Regia. Fue construido por
Antonino Pío en honor de su esposa deificada, la emperatriz Faustina, fallecida
en 141. El templo fue dedicado una segunda vez tras la muerte y la deificación
de Antonino Pío en 161.
El emperador a menudo decía que habría
preferido vivir con ella en el desierto que sin ella en el palacio. Antonino
Pío dedicó el templo al culto a su difunta esposa que había sido deificada como
lo demuestra la inscripción dedicatoria sobre el arquitrabe:
"DIVAE • FAUSTINAE • EX • S • C"
Pocos años después, en 161, murió el emperador
y el Senado, al divinizarlo, consagró el templo a la pareja imperial, a
instancias de su sucesor, Marco Aurelio. Se añadió la primera línea de la
inscripción dedicatoria para incluir el nombre del emperador difunto en el
friso del entablamento.
Se colocaron estatuas honoríficas en el templo,
en honor de Tito Pomponio Próculo Vitrasio Polión en 176, de Marco Baseo Rufo
poco después y de Galieno Salonino hacia mediados del siglo III.
Arquitectura exterior
El edificio se alza sobre una alta plataforma
de grandes bloques de peperino. La cella está construida en bloques de
toba volcánica, en origen revestida de mármol veteado. Un altar en ladrillo
recubierto de mármol está construido en medio de los peldaños de la escalera
que une el pronaos y la vía Sacra.
El templo es próstilo hexástilo con dos
columnas laterales y los pilares enlazados en el muro exterior de la cella
que están recubiertos de placas de mármol blanco. El pronaos tiene seis
columnas de orden corintio en el frente y otras dos en cada lateral, son de mármol
cipolino y tienen una altura de unos 17 metros por 1,5 m de diámetro en la
base. Los capiteles de mármol blanco sostienen un entablamento también de
mármol blanco. El friso presenta una decoración de grifos enfrentados y motivos
vegetales, e instrumentos para el sacrificio. La parte superior del frontón
está adornada por una cuadriga mientras que las victorias se ubican en cada
ángulo. Estos ricos bajorrelieves del friso fueron
copiados con frecuencia desde el siglo XVI hasta el XIX.
La inscripción está dividida en dos partes. La
primera línea, añadida más tarde, está grabada en el friso del templo. La
segunda línea, pero que fue la primera en ser inscrita, está sobre el
arquitrabe. Conjuntamente, la inscripción dice:
DIVO • ANTONINO • ET
DIVAE • FAVSTINAE • EX • S • C
Esto es, "Al divino Antonino y a la divina
Faustina por decreto del Senado".
Este templo, aunque de pequeñas dimensiones, es
de un gran interés por su conservación, su simplicidad, la severidad y la
pureza de su estilo. Su construcción es de una perfección que se encuentra rara
vez en los monumentos de esta época. Sus columnas, de una bella proporción, presentan
los capiteles tallados en mármol blanco, así como las basas que reúnen
sencillez y belleza. El cornisamento es uno de los más sencillos del orden
corintio y no lleva ni dentellones ni modillones. En una palabra, este templo
es uno de los tipos más bellos de arquitectura corintia. Descansa sobre un
estilóbato, disposición que se encuentra en los templos primitivos y que fue
generalmente adoptada desde el tiempo de Domiciano.
Interior
La cella, construida con bloques de
peperino dispuestos en opus quadratum, albergaría las estatuas colosales
del emperador y de su esposa de las que sólo se han recuperado fragmentos.[
El templo debe su relativa buena conservación a
su transformación en iglesia durante la Edad Media. En efecto, la iglesia de
San Lorenzo in Miranda fue instalada en la cella del templo en el curso
de los siglos VII y VIII, pero su existencia no está acreditada sino después
del siglo XI, mencionada en el Mirabilia Urbis Romae.
Los profundos surcos aún visibles en los fustes
de las columnas del templo se dice que se deben a un intento medieval de
desmantelar el pórtico con sus pilares, bien como espolio de materiales o para
destruir lo que se veía todavía como un templo pagano. En el momento de la
construcción de la iglesia, el terreno era más alto que los alrededores doce
metros en relación con su nivel antiguo y las columnas, formadas por un solo
bloque, estaban en parte enterradas.
Hacia 1429 o 1430, el papa Martín V donó la
iglesia a la Universitas Aromatorium (colegio de químicos y de
herbolarios) . Se le añadieron capillas laterales. En 1536,
la iglesia fue en parte demolida y las capillas laterales fueron suprimidas
para recuperar el aspecto del antiguo templo ante la visita del emperador
Carlos V. La iglesia visible hoy en día fue reconstruida en 1602 por Orazio
Torriani, con una sola nave y tres nuevas capillas laterales, en un nivel
elevados numerosos metros debido al progresivo soterramiento de la zona del
Foro.
Las excavaciones enfrente del templo se
emprendieron en 1546, de nuevo en 1810, y a intervalos desde 1876. Permitieron
sacar a la luz el templo parcialmente enterrado con lo que se hizo imposible
acceder a la iglesia por la puerta de bronce que daba al lado de la vía Sacra,
dado que hay una diferencia de nivel de seis metros en relación al suelo del pronaos,
y de doce metros en relación a la vía Sacra.
Las excavaciones han revelado, no lejos del
templo, una necrópolis arcaica que databa del siglo X a. C., bautizada como
necrópolis del templo de Antonino y Faustina.
Hoy en día, quedan todas las columnas del pronaos.
Además de los restos en las columnas, se pueden ver graffitis cristianos
que datan, los más antiguos, del siglo IV y una representación de Hércules y el
león de Nemea, tema inspirado en las estatuas que debían encontrarse en los
alrededores. La escalera antigua fue reemplazada por una construcción más
reciente en ladrillo. Se pueden ver restos de las paredes de la cella en
peperino, en el interior de la iglesia. El friso y el arquitrabe del
entablamento han sobrevivido en parte, pero quedan pocos vestigios de la
cornisa.
Detalle
del entablamento con la inscripción dedicatoria.
El
templo visto desde el Foro Romano.
Templo de
Apolo Sosiano
Contiguo al Teatro de Marcelo en el Campo de
Marte, y recuperado también enteramente en las excavaciones arqueológicas
iniciadas en los años veinte, se encuentran el podio y tres columnas de algo
más de 14 metros de alto del primer templo de Apolo que tuvo Roma. Fue
construido a comienzos del principado de Augusto en sustitución de otro que,
iniciado a partir de un altar, el llamado Apollinar, se remontaba al siglo V a.
C., cuando Apollo Medicus, primer dios griego introducido en Roma, aunque no
dentro del pomerium, libró a la población de los efectos calamitosos de la
peste, pro valetudine populi (Livio, IV, 25, 3).
La necesidad de desplazarlo para hacer sitio al
Teatro de Marcelo dio ocasión a C. Sosio (cos. 33 a. C.), el almirante
antoniano, de invertir la parte correspondiente de su botín de la Guerra de
Judea, por la que celebró triunfo en el año 34 a. C., en la construcción de un
magnífico edificio. Plinio y la posteridad lo conocerían como Templum Apollinis
Sosiani. Su dedicación al culto debió de comenzar en el año 17 a. C. en que
Sosio era uno de los "XV viri sacris faciundis" de los Juegos
Seculares, pues la ornamentación está estrechamente relacionada con la del arco
elevado por el Senado en honor de Augusto por la devolución de los estandartes
y de los prisioneros romanos que estaban en poder de los partos (año 19 a. C.).
Presentaba un podio con una escalera central;
sin embargo fue sustituida por dos escalinatas que flanqueaban el pronaos
cuando se construyó el teatro Marcelo (que se encuentra al lado). Era hexástilo
y pseudoperíptero con capiteles corintios adornados con motivos vegetales.
En el interior de la cella, las paredes estaban
decoradas con escenas de las batallas legadas al triple triunfo celebrado por
Augusto en el 29 a.C. El frontón del templo se adornaba con esculturas traídas
desde Grecia procedentes de los despojos de un templo griego clásico de la
época del Partenón escenificando una amazonomaquia. Se conserva reconstruido en
los Museos Capitolinos.
El Templo de Apolo Sosiano refleja el nuevo estilo
decorativo que estaba despuntando; se aprecia por ejemplo en las columnas
en cuyo fuste las estrías se van volviendo desiguales a la vez que van
ascendiendo: alternativamente más largas y más estrechas. Se mezcla la
tradición republicana con las influencias de arquitectura helenística griega y
de Asia Menor. Otra novedad es la decoración destinada a honrar a Augusto
como el laurel en el friso y en los capiteles.
En la actualidad sólo se conservan tres columnas que
salieron a la luz en 1930 durante las tareas de limpieza y aislamiento del
Teatro Marcelo. Es una de las pocas veces que la arqueología devuelve unos
restos de los que sólo se conocía su existencia a través de las fuentes escritas.
Las excavaciones dieron la sorpresa, poco
corriente en Roma, de recuperar en buena parte un edificio del que no se tenían
más que referencias literarias. El templo se alzaba sobre un podio de 5,5
metros de alto, de toba y travertino, relleno de hormigón, y era un
pseudoperíptero corintio, de seis columnas de fachada y tres a cada lado del
pronaos. Seguía una cella de siete columnas, adosadas al exterior de los muros
laterales, todos ellos de travertino estucado, señal de arcaísmo. Las del
pórtico y el entablamento eran, en cambio, de mármol blanco y las de las
edículas del interior del polícromo africano.
Muchos de los rasgos estilísticos de la arquitectura y la escultura del templo, han hecho pensar en un taller asiático, y no porque Sosio hubiese sido procónsul de Siria y de Cilicia durante cuatro años. Los cables de las basas áticas de las columnas; la alternancia de estrías anchas y estrechas en los fustes; los enormes capiteles, hechos en dos piezas de atormentada labra; las cuatro fasciae del arquitrabe en lugar de las habituales tres, y la más alta de ellas adornada con estrígiles; la temática del friso exterior -guirnaldas de laurel pendientes de bucráneos de grutesco y en el centro de cada tramo un candelabro sobre un trébede, indicando que el titular del edificio era Apolo-. Nada de ello es típico de la arquitectura augústea, pero en cambio es muy expresivo todo de la situación reinante en Roma, en que junto al clasicismo se producían manifestaciones de arte puramente helenístico. Incluso en partes del friso histórico de la cella -representación del triunfo sobre Judea- parecen haberse ocupado escultores locales, exponentes del arte considerado popular, como los que hicieron los frisos pequeños del interior del Ara Pacis.
Muchos de los rasgos estilísticos de la arquitectura y la escultura del templo, han hecho pensar en un taller asiático, y no porque Sosio hubiese sido procónsul de Siria y de Cilicia durante cuatro años. Los cables de las basas áticas de las columnas; la alternancia de estrías anchas y estrechas en los fustes; los enormes capiteles, hechos en dos piezas de atormentada labra; las cuatro fasciae del arquitrabe en lugar de las habituales tres, y la más alta de ellas adornada con estrígiles; la temática del friso exterior -guirnaldas de laurel pendientes de bucráneos de grutesco y en el centro de cada tramo un candelabro sobre un trébede, indicando que el titular del edificio era Apolo-. Nada de ello es típico de la arquitectura augústea, pero en cambio es muy expresivo todo de la situación reinante en Roma, en que junto al clasicismo se producían manifestaciones de arte puramente helenístico. Incluso en partes del friso histórico de la cella -representación del triunfo sobre Judea- parecen haberse ocupado escultores locales, exponentes del arte considerado popular, como los que hicieron los frisos pequeños del interior del Ara Pacis.
Templo de
César
El templo de César o templo del
Divino Julio o de César Divinizado también conocido como templo del
Deificado Julio César, delubrum, heroon o Templo de la Estrella
cometa, es una estructura antigua en el Foro de Roma, situada cerca de la Regia y el templo
de Vesta.
El templo cerró el último lado que aún estaba
abierto en el Foro Romano, al este, entre la basílica Emilia y el templo de
Cástor y Pólux. Delante del podio se construyó una tribuna, los rostra del
divino Julio (Rostra ad Divi Iulii), que estaban enfrente de los Rostra
imperiales al otro lado de la explanada del Foro.
El templo fue dedicado al culto del cometa
(bautizado sidus Iulium) que apareció poco después del asesinato de
César y que se consideró como la manifestación del alma de César divinizado.
Un cometa
es objeto de culto en un solo lugar del mundo entero: en un templo de Roma. Fue
considerado absolutamente propicio por el Divino Augusto en persona, ya que
apareció cuando él iniciaba su reinado, durante los juegos que ofrecía a Venus
Generadora, no mucho después de la muerte de César, su padre, en el colegio
fundado por él. Precisamente manifestó su alegría en los siguientes términos:
«en los mismos días de mis juegos se ha visto una estrella de cola durante
siete días en la parte septentrional del cielo. [...] Con esta estrella la
gente creyó que se indicaba que el alma de César había sido admitida entre los
númenes de los dioses inmortales y en nombre de ello se le añadió como
distintivo a la cabeza de la estatua que poco después hemos consagrado en el
foro».
El templo fue comenzado por Augusto en el año
42 a. C. después de que el Senado deificase a Julio César tras su muerte.
Augusto dedicó el templo próstilo (todavía no se sabe si era jónico, corintio o
compuesto) a César, su padre adoptivo, el 18 de agosto de 29 a. C., tras la
batalla de Accio. Se encuentra en el lado este de la plaza principal del Foro
Romano, entre la Regia, el templo de Cástor y Pólux y de la basílica Emilia, en
el sitio de la cremación de César y donde se leyó el testamento de César, en
voz alta, por Marco Antonio, durante el funeral.
César fue el primer gobernante de Roma en ser
deificado y en ser honrado con un templo. Un cuarto flamen maior le fue
dedicado después del año 44 a. C., y Marco Antonio fue el primero que sirvió como
Flamen Divi Julii, sacerdote del culto a César.
La alta plataforma sobre la que se construyó el
templo sirvió de tribuna o rostra (Rostra ad divi Iuli) y, al igual que
la tribuna en el extremo opuesto del Foro, fue decorado con los mascarones de
los buques tomados en la batalla de Accio.
El templo de César fue el único templo dedicado
enteramente al culto de un cometa (al que se aludía como «estrella cometa»). El cometa apareció algún tiempo después de la
muerte de César (44 a. C.) y se consideró que era el alma del deificado Julio
César y el símbolo del «nuevo nacimiento» de Augusto como único gobernante
romano y emperador.[7] En la cultura griega y romana, el cometa
es un adjetivo determinar la característica distintiva de una estrella
especial. Así "estrella cometa" significa "estrella de pelo
largo", y fue representado de esta manera en las monedas y monumentos.
La "Estrella divina" fue representada
en monedas, y probablemente venerada en el templo mismo, como una
"estrella cometa" o como una "simple estrella". La simple
estrella ha sido utilizada como un símbolo general de la divinidad desde el año
44 a. C., como puede verse en la serie de monedas de ese año; después de la
aparición del cometa, la estrella sencilla se transformó en un cometa mediante
la adición de una cola a uno de los rayos de la estrella simple, tal como se ve
en series de monedas de 37-34 a. C., 19-18 a. C. y 17 a. C.
Según Apiano el lugar cerca de la Regia y
probablemente parte de la plaza principal del Foro Romano fue una segunda
opción, ya que la primera intención del pueblo romano era enterrar a César en
la colina Capitolina entre los otros dioses de Roma. Sin embargo, los
sacerdotes romanos les impidieron hacerlo (supuestamente porque la cremación
era considerada insegura debido a las muchas estructuras de madera que había
allí). Después del asesinato de César en la Curia de Pompeyo en el Campo de
Marte, su cuerpo fue expuesto en el Foro Romano, cerca de la Regia, que era la
sede personal de César como Pontífice Máximo. Después de una violenta disputa
sobre la pira funeraria y el destino de las cenizas de César, el pueblo romano,
los partidarios de César y los hombres de la familia de César decidieron
construir la pira en ese lugar. Parece que en ese mismo lugar en ese momento
había un tribunal praetoris sub divo con gradus conocido como el tribunal
Aurelium, una estructura construida por C. Aurelio Cota alrededor del año
80 a. C. cerca del llamado puteal Libonis, un bidental utilizado para
los juramentos sagrados antes de los juicios. Después del funeral de César y la
construcción del templo, este tribunal fue luego trasladado enfrente del templo
de César, probablemente a la ubicación de los llamados Rostra Diocletiani.
El cadáver de César se llevó al Foro Romano en
un sofá de marfil y configurado en la tribuna en un santuario dorado realizado
a semejanza del templo de Venus Genetrix, la diosa de quien la familia de los
julios afirmaban descender. Marco Antonio pronunció su famoso discurso, al que
siguió la lectura pública del testamento de César, mientras que en un
dispositivo mecánico, situado por encima del mismo féretro, giraba una imagen
de César hecha de cera, de manera que el pueblo viese claramente las 23 heridas
en todas las partes del cuerpo y en la cara. Así que la multitud, conmovida por
las palabras de Marco Antonio, el testamento de César y la visión de la imagen
de cera, intentó -pero fracasó- llevarse el cadáver al Capitolio para descansar
entre los dioses. Al final, el cadáver fue colocado en una pira funeraria
puesta cerca de la Regia usando todos los objetos de madera disponibles en el foro,
como bancos de madera, y la gran cremación duró toda la noche. Parece que se
había preparado un funeral corriente para César en el Campo de Marte.
Un altar y una columna fueron erigidos
brevemente en el lugar de la cremación para el culto al Pontífice Máximo
asesinado, un hombre sagrado, contra quien estaba estrictamente prohibido usar
armas y objetos cortantes. La columna era de piedra amarilla de Numidia y tenía
la inscripción Parenti Patriae, es decir, para el fundador de la nación.
Pero este primer monumento fue retirado hacia finales del mes de abril de 44 a.
C. por Dolabella, del partido anti-cesariano. En el 42 a. C., poco después de
la batalla de Filipos, el Senado ordenó, por orden de los triunviros Octavio,
Lépido y Marco Antonio, la construcción de un templo a César en el lugar donde
estuvieron los monumentos honoríficos destruidos, dedicado a Julio César que
había sido divinizado, primer ejemplo de divinización póstuma en Roma.
Algún tiempo después de la muerte de César,
apareció un cometa en el cielo de Roma y fue claramente visible todos los días
durante siete días, empezando una hora antes de la puesta de sol. Este cometa
apareció por primera vez durante los juegos rituales en frente del templo de
Venus Genetrix, la supuesta antepasada de la familia Julia en el foro de César,
y muchos en Roma pensaron que era el alma de César deificado llamada a unirse a
los otros dioses. Después de la aparición de ese signo Augusto pronunció un
discurso público que explicaba la aparición del cometa. El discurso se conoce,
como se ha visto en parte, gracias a la transcripción parcial que hizo Plinio
el Viejo. Después del discurso público Augusto acuñó unas pocas series de
monedas dedicadas a la estrella cometa y al César divinizado ("Divus
Iulius") que se distribuyeron ampliamente, de manera que es posible tener
una idea de la representación de la estrella cometa del deificado Julio César.
Placa
conmemorativa junto al altar de César.
Durante su discurso público sobre la aparición
del cometa, Augusto especificó que él mismo, el nuevo gobernante del mundo,
nació políticamente en el mismo momento en que su padre Julio César apareció
como un cometa en el cielo de Roma. Su padre estaba anunciando el nacimiento
político de su hijo adoptivo; fue él quien nació bajo el cometa, y a quien
anunciaba la aparición del cometa. Otras profecías mesiánicas sobre Augusto las
cuenta Suetonio, incluyendo la historia de la masacre de inocentes concebida
para matar al joven Octavio poco después de su nacimiento. Augusto quería ser
considerado el verdadero sujeto de cualquier clase de profecías y relatos
mesiánicos. Posteriormente durante su reinado, ordenó que todos los demás
libros sobre temas mesiánicos fueran reunidos y destruidos. El templo por lo
tanto acabó representando tanto a Julio César como un ser divinizado como al
propio Augusto como el renacido bajo el cometa. La estrella cometa en sí fue
objeto de veneración pública.
La consagración del templo duró muchos días,
durante los cuales se llevaron a cabo reconstrucciones del sitio de Troya,
juegos de gladiadores, escenas de caza y banquetes. Durante esta ocasión, un
hipopótamo y un rinoceronte se mostraron en Roma por primera vez. Parece que
las puertas del templo se dejaban abiertas de modo que era posible ver la
imagen del pontífice máximo deificado Julio César desde la plaza principal del
Foro Romano. Si esto es cierto, la nueva interpretación acerca de la ubicación
de los rostra de Diocleciano y los Rostra ad Divi Iuli no puede ser
correcta.
Augusto solía dedicar los botines de guerra a
este templo. El altar y el santuario conferían el derecho de asilo. Cada cuatro
años se celebraba una fiesta en frente de los Rostra ad Divi Iuli en
honor de Augusto. Los Rostra fueron utilizados para presentar discursos
fúnebres por los emperadores. Druso y Tiberio pronunciaron un doble discurso en
el Foro; Druso leyó su discurso desde los Rostra Augusti y Tiberio leyó
el suyo desde los Rostra ad Divi Iuli, uno frente al otro. El emperador
Adriano pronunció lo que quizá fue un discurso funerario desde los Rostra ad
Divi Iuli en el año 125, como puede verse en la serie de monedas acuñadas
para la ocasión.
El templo fue destruido por un incendio bajo
Septimio Severo que lo hizo restaurar.
Los vestigios del templo fueron puestos de
manifiesto tras las excavaciones emprendidas en el Foro en 1872. Otras
excavaciones se llevaron a cabo entre 1888 y 1899 bajo la dirección de Giacomo
Boni, después de 1950.
El resto de una columna (interpretada como un
altar circular) marca -según la tradición- el lugar donde César fue incinerado;
actualmente, los romanos depositan allí flores, o arrojan monedas.
El templo permaneció casi intacto hasta finales
del siglo XV, cuando su mármol y su piedra se reutilizaron en la construcción
de nuevas iglesias y palacios. Sólo se han conservado partes del núcleo de
cemento de la plataforma.
Arquitectura
El plano de este templo no se encuentra en la
Forma Urbis Imperial. Los fragmentos restantes de esta zona del Foro Romano
están todos en las placas V-11, VII-11, VI-6 y muestran planos de la Regia,
el templo de Cástor y Pólux, la Fuente y Lacus Iuturnae, la Basílica
Julia y la Basílica Emilia. Vitruvio escribió que el templo fue un ejemplo de
porche frontal picnóstilo, con seis columnas muy próximas entre sí en la parte
frontal. Sin embargo, la disposición real de las columnas es más incierto, ya
que podría ser tanto próstilo como períptero.
El tipo de orden utilizado originalmente para
este templo es todavía incierto. Monedas antiguas con representaciones del
templo del Divino Julio sugieren que las columnas eran jónicas o compuestas,
pero los arqueólogos han encontrado en el lugar fragmentos de capiteles de
pilastras corintias. Algunos estudiosos formulan la hipótesis de que el templo
tenía un pronaos jónico combinado con pilastras corintias en las paredes de la
cella, es decir, en las esquinas de la cella; otros estudiosos consideran el
templo era totalmente corintio y la evidencia monetaria simplemente es una mala
representación de columnas corintias. La distinción entre una columna corintia
y otra compuesta surgió en el Renacimiento y no es algo que los romanos
diferenciasen. En la Antigua Roma, corintio y compuesto era parte del mismo
orden. Parece que el estilo compuesto era común en los edificios civiles y arcos
exteriores y menos comunes en el exterior de templos. Muchos templos y
edificios religiosos de la época de Augusto eran corintios, como el templo de
Marte Ultor, la Maison Carrée en Nimes y otros.
El templo fue destruido por un incendio durante
el reinado de Septimio Severo y luego restaurado. Las comparaciones con monedas
de la época de Augusto y Adriano sugieren la posibilidad de que el orden del
templo hubiera cambiado a lo largo de la restauración de Septimio Severo. El
entablamento y la cornisa hallados en el lugar tienen una estructura de
modillones y rosas típica del orden corintio.
La posición original de la escalera del podio
también es incierta. Pudo haber estado en el fronto y en los lados del podio, o
en la parte trasera y los lados del podio. La posición en la parte posterior es
un modelo de reconstrucción sobre la base de una similitud hipotética entre
este templo y el templo de Venus Genetrix en el foro de César. Esta similitud
no se ha probado y se basa simplemente en el hecho de que durante el funeral
público y el discurso de Marco Antonio, el cuerpo de Julio César estaba en un
sofá de marfil y en un santuario dorado inspirado en el templo de Venus
Genetrix. La posición frontal se basa en algunas pruebas procedentes de las
excavaciones del siglo XIX y la impresión general del yacimiento, y las
representaciones en las monedas antiguas.
Reconstrucción del templo de César
Rostra
Dión Casio habla de que se unieron los
mascarones de la batalla de Accio al podio. Los llamados Rostra ad Divi Iuli
era un podio utilizado por los oradores para los discursos oficiales y civiles,
y en especial para las oraciones fúnebres imperiales. El podio es claramente
visible en las monedas de la época de Adriano y en los anaglifos de Trajano,
pero la conexión entre el podio de los rostra y la estructura del templo no es
evidente.
Así también en este caso hay muchas
reconstrucciones hipotéticas de la disposición general de los edificios de esta
parte del Foro Romano. Según una, el podio de los Rostra estaría unido al
templo del Divino Julio y sería en realidad el podio del templo dl Divino Julio
con los espolones unidos en una posición frontal. De acuerdo con otras
reconstrucciones, el podio de los Rostra era una plataforma separada construida
al oeste del templo del Divino Julio y directamente enfrente de él, de manera
que el podio del Templo del Divino Julio no sería la plataforma usada por los
oradores para sus discursos ni la plataforma a la que se unían los espolones de
las naves capturadas en Accio. Este podio separado e independiente, conocido
como Rostra ad Divi Iuli, se llama también Rostra Diocletiani,
debido a la última disposición del edificio.
Decoración superior del
frontón delantero
Por un análisis preciso de las monedas
antiguas, es posible determinar dos series diferentes de las decoraciones para
la parte superior del frontón delantero del templo. Lenguas de fuego (de
incierta identificación) decoraban el frontón, como en las antefijas decoradas
etruscas, similares a la decoración del Templo de Júpiter en la colina
Capitolina. Las lenguas de fuego quizá recordaban las llamas de la (estrella)
cometa en monedas del período de Augusto. Con una estrella como la decoración
principal del tímpano, como se puede ver en las monedas de Augusto, todo el
templo tenía la función de representar a la (estrella) cometa que anunciaba la
deificación de Julio César y el principado de Augusto, tal como relata Plinio
el Viejo.
Una estatua en el vértice del frontón y dos
estatuas en las esquinas de los extremos, la decoración clásica de los
frontones en los templos romanos, datan del reinado de Adriano.
Otros edificios de la época de Augusto con este
tipo particular de decoración de estilo etrusco aparecen en las monedas, así
como en representación de la sección frontal de la Curia.
La hornacina y el altar
La hornacina y el altar enfrente del podio del
templo son también un problema de interpretación basada en la escasez de los
datos. Eran visibles en 29 a. C. cuando el templo fue dedicado y cuando se
acuñaron series de monedas de Augusto con el templo de César desde el 37 a. C.
al 34 a. C. Para el período posterior a la acuñación de monedas de la serie que
no hay evidencia clara. Se sabe que en un momento determinado el altar se
retiró y la hornacina se rellenó y cerró con piedras para crear una pared
continuada en el podio del templo. Esto sucedió, según diversas hipótesis, ya
sea el 14 a. C., o probablemente antes del siglo IV, o después de Constantino I
o Teodosio I, debido a las preocupaciones religiosas sobre el culto pagano del
emperador.
Puesto que el altar otorgaba derecho de asilo,
parece extraño que el altar se eliminara poco después del año 14 a. C.
Richardson y otros investigadores plantean la
hipótesis de que la hornacina rellenada pudiera no ser un altar a Julio César,
sino el puteal Libonis, el viejo bidental utilizado durante los
juicios en el Tribunal Aurelium para juramentos públicos. Según C.
Hülsen la estructura circular visible bajo el Arco de Augusto no es el puteal
Libonis, y otros elementos circulares cubiertos de travertino cerca del
Templo de César y el Arcus Augusti son demasiado recientes como para
pertenecer a la época de Augusto.
El templo mide 26,97 m de ancho por 30 m de
largo, lo que se corresponde con 91 por 102 pies romanos. La zona de podio o
plataforma fue de al menos 5,5 m de altura (18 pies romanos), pero sólo 3,5 m
en la parte delantera. Las columnas, si eran corintias, medían probablemente de
11,8 a 12,4 m de altura, que corresponde a 40 o 42 pies romanos.
El friso era un patrón repetitivo con cabezas
femeninas, gorgonas y figuras aladas. El tímpano, al menos durante los primeros
años, probablemente tenía una estrella colosal, como se puede ver en las
monedas de Augusto.
La cornisa tenía dentículos y modillones tipo
viga (uno de los primeros ejemplos de la arquitectura de templo romano) y los
lados inferiores decorados con paneles rectangulares estrechos llevando flores,
rosas, discos, coronas de laurel y conos de piña. Los restos de las
decoraciones, incluyendo elementos de representación de una victoria y adornos
florales, son visibles en el yacimiento o en el Museo del Foro (Antiquarium
Forense).
Interior
Augusto utilizó el templo como ofrenda de los despojos
de guerra. Contenía una estatua colosal de Julio César, velado como pontífice
máximo, con una estrella en la cabeza y llevando el lituus augural en su
mano derecha. Cuando las puertas del templo se dejaban abiertas, era posible
ver claramente la estatua de la plaza principal Foro Romano. En la cella del
templo había una pintura famosa de Apeles representando a Venus Anadiomena.
Durante el principado de Nerón, la pintura de Apeles se deterioró y no pudo ser
restaurada, de manera que el emperador la sustituyó por otra de Doroteo. Hay
también otra pintura de Apeles, que representa a los Dioscuros con Victoria.
Panteón de Agripa
El Panteón de Agripa o
Panteón de Roma (Il Pantheon en italiano) es un templo circular
construido en Roma a comienzos del Imperio romano, dedicado a todos los dioses (la palabra panteón significa templo de todos los dioses). En la
ciudad se lo conoce popularmente como La Rotonda, de ahí el nombre de la
plaza en que se encuentra.
M.AGRIPPA.L.F.COS.TERTIVM.FECIT
Marco
Agrippa, hijo de Lucio, cónsul por tercera vez, (lo) hizo
Esta es la inscripción que puede leerse en el
friso del pórtico de entrada. Atribuye la construcción del
edificio a Marco Vipsanio Agripa, amigo y general del emperador Augusto. El tercer consulado
de Agrippa, nos indica el año 27 a. C. Además, Dión Casio lo
encuadra en las obras realizadas por Agrippa en la zona de Roma conocida como
el campo de Marte en 25 a. C.
Durante siglos se pensó que esta inscripión
hacía referencia al edificio actual. Sin embargo, tras las investigaciones efectuadas
por Chedanne en el siglo XIX se supo que en
realidad, el templo de Agripa fue destruido, y que el existente actualmente es
una reconstrucción realizada en tiempos de Adriano.
Los restos descubiertos a finales del siglo XIX
nos permiten saber que el templo original guardaba semejanzas con el actual. Lo
que hoy es un pórtico de entrada fue originalmente la fachada de un templo
períptero. La primitiva entrada se efectuaba por el lado opuesto, hacia el sur,
ya que en la rotonda actual había una plaza circular porticada. Al otro lado de
esa plaza se encontraba la basílica de Neptuno.
El primer templo era rectangular, con la cella dispuesta
transversalmente, al igual que en el templo de la Concordia del Foro romano, o
en el pequeño templo de Veiove en la colina del Campidoglio. Estaba construido
con bloques de travertino y forrado en mármol. También se sabe que los capiteles
eran de bronce y que la decoración incluía cariátides y estatuas frontales. En
el interior del pronaos había sendas estatuas de Augusto y Agripa.
Por Dión Casio sabemos que la denominación de
Panteón no era la oficial del edificio, y que la intención de Agrippa era la de
crear un culto dinástico,
probablemente dedicado a los protectores de la gens Julia: Marte, Venus
y el Divo Julio, es decir, Julio César divinizado.
El edificio sufrió daños por un incendio en el año 80, de los que fue reparado por Domiciano,
aunque sufrió una nueva destrucción en tiempos de Trajano, en el año 110.
El panteón reconstruido por Adriano
En tiempos de Adriano
el edificio fue enteramente construido. Su nombre no aparece en las
inscripciones debido al rechazo de este emperador a que su nombre figurase en
las obras llevadas a cabo bajo su mandato, muy al contrario que su predecesor
Trajano. Las marcas de fábrica encontradas en los ladrillos corresponden a los
años 123–125, lo que permite suponer que el templo fue inaugurado por el
emperador durante su estancia en la capital entre 125 y 128. Aunque no se sabe
con certeza quién fue el arquitecto, el proyecto se suele atribuir a Apolodoro
de Damasco.
Se cambió la
orientación respecto del panteón precedente, ya que se colocó la fachada
principal hacia el norte. El edificio quedó compuesto por una columnata a modo
de pronaos, una amplia cella redonda y una estructura prismática
intermedia. El gran pronaos y la estructura de unión con la cella ocuparon por
completo el espacio del templo anterior, mientras que la rotonda fue construida
sobre el espacio de la plaza augustea que separaba el panteón de la basílica de
Neptuno. Delante del templo se edificó una plaza porticada en tres de sus lados
y pavimentada con lajas de travertino.
Características
La construcción de una amplia sala redonda con
un pórtico rectangular, conformado como un templo clásico, es una innovación en
la arquitectura romana. El modelo de espacio circular cubierto por una bóveda
se había utilizado por la misma época en las grandes salas termales, pero era
una novedad usarlo en un templo. El efecto de sorpresa al cruzar el umbral de
la puerta debía de ser notable.
La construcción de una cúpula semiesférica
sobre un tambor circular era típico de la arquitectura de la época. Se observa
en la Villa Adriana en Tívoli, en las termas de Agripa, y en general en las
salas de los primeros tiempos del imperio. Las pechinas no se generalizarían
hasta una época más tardía, en tiempos de Diocleciano.
El espacio interno de la rotonda está
constituido por un cilindro cubierto por una semiesfera. El cilindro tiene una
altura igual al radio, y la altura total es igual al diámetro, por lo que se
puede inscribir una esfera completa en el espacio interior. El diámetro de la
cúpula es de 43,44 m (150 pies), lo que la convierte en la mayor cúpula de
hormigón en masa de la historia. La cúpula de la Basílica de San Pedro fue
construida un poco más pequeña.
Simbolismo
Quise que este santuario de todos los
dioses representase el globo terrestre y la esfera celeste, un globo dentro del
cual se encierra la semilla del fuego eterno, todo contenido en la cueva
esférica,
Marguerite Yourcenar.
El Panteón fue en origen un templo consagrado a
las siete divinidades celestes de la mitología romana: el Sol, la Luna, y
los cinco planetas (Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno). Cada uno de
ellos tenía asignado uno de los siete templetes del interior.
Por otro lado, la propia sala circular era una
esfera perfecta, representación de la concepción cosmogónica de Platón. Para
este filósofo clásico el círculo es la forma perfecta que no tiene principio ni
fin y por tanto, el símbolo del universo. El edificio estaba concebido para
unir al hombre con la divinidad (el óculo central de la cúpula comunica el
mundo terrenal con el cielo), pero sobre todo al emperador, que era proclamado
un dios a los ojos del pueblo.
El pronaos
El pronaos octástilo, con ocho columnas en la
fachada, y con cuatro columnas en los laterales, mide 34,20x15,62 m, y se
encuentra 1,32 m sobre el nivel de la plaza, de modo que se accede subiendo
cinco escalones. La altura total del orden es de 14,15 m y los fustes tienen un
diámetro de 1,48 m en la base.
El friso contiene la inscripción de Agripa en
letras de bronce. En el arquitrabe se grabó posteriormente una segunda
inscripción relativa a la restauración acometida en
tiempos de Septimio Severo. El frontón debía de estar decorado con estatuas de
bronce, ancladas con pernos, y hoy perdidas. Por la posición de los orificios
se especula con que pudo ser la figura de un águila con las alas desplegadas.
En el interior, dos filas de cuatro columnas
dividen el espacio en tres naves, la central y más amplia conduce a la gran
puerta de acceso a la cella, mientras que las dos laterales terminan en
dos amplios nichos que debían de albergar estatuas de César Augusto y de Agrippa,
trasladadas desde el edificio viejo. El fuste de las columnas estaba hecho de
granito gris (en la fachada) o rojo, provenientes de las canteras de Egipto.
También los pórticos que rodeaban la plaza eran de granito rojo, aunque de
menor dimensión. Los capiteles corintios, las basas y los elementos de trabazón
son de mármol pentélico, proveniente de Grecia. La última columna del lateral
oriental, perdida en el siglo XV, fue sustituida por otra de granito gris en
tiempos de Alejandro VII. La columna del extremo oriental de la fachada fue
igualmente sustituida con un fuste de granito rojo bajo el pontificado de
Urbano VIII. De este modo se modificó la alternancia de colores original.
La cubierta a dos aguas está soportada por
cerchas de madera, apoyadas sobre una estructura muraria que apoya por medio de
arcos en las columnas. La cobertura original estaba formada por cerchas de
bronce, con perfiles en forma de U, según las describió Andrea Palladio. Una
versión dice que fueron expoliadas por el papa Urbano VII, que mandó fundirlas
para fabricar cien cañones para el Castillo Sant'Angelo. Otra versión asegura
que el Papa Urbano VIII mandó fundir el bronce del techo para que fuera
empleado en el baldaquino de San Pedro. El pavimento es de piezas de mármol de
color, colocadas formando círculos y cuadrados.
Alzado y sección.
El cuerpo intermedio
El cuerpo intermedio que conecta el pronaos con
la cella está construido en opera
latericia, y consta de dos grandes machones adosados a la cella.
Los machones flanquean el paso de acceso a la rotonda, que es la prolongación
de la nave central del pronaos. Por otra parte, entre los machones y la cella
queda un espacio residual en el que se ubican dos escaleras de acceso a la
parte superior de la cúpula.
Al exterior, la estructura tiene la misma
altura del cilindro de la rotonda, y debía tener un revestimiento en estuco y mortero
hoy desaparecido. Sobre este cuerpo existe un segundo frontón de ladrillo, de
una altura mayor que la del pórtico de entrada, y que se preveía que se viera
solo desde gran distancia. Las líneas de cornisa, que recorren el exterior de
la rotonda marcando los pisos, continúan en este cuerpo sin solución de
continuidad.
La diferencia de nivel entre los dos frontones
ha hecho suponer que el pronaos estaba previsto de mayores dimensiones, con
columnas de 50 pies de alto (14,80 m), mayores incluso que las del acceso norte
del foro de Trajano. El proyecto hubo de ser modificado, al no poderse
suministrar columnas de tan grandes dimensiones.
En el nivel inferior se abren ocho amplias exedras,
de planta trapecial y semicircular alternativamente. Los nichos están
enmarcados por un orden de pilastras y de columnas, con un entablamento corrido en todo el perímetro, excepto en las
exedra del eje principal. En estas, cubiertas mediante bóvedas, el entablamento
se interrumpe ya que las columnas intermedias no son necesarias. Entre las
exedras, en los paños de muro intermedios, aparecen edículos con capialzados
triangulares y circulares alternados.
En un segundo nivel, desde el entablamento
hasta la imposta de la bóveda, hay una fila de ventanas. Estas ventanas, que
abren a una galería superior, coinciden en vertical con los nichos y los
edículos. La decoración romana original fue sustituida en el siglo XVIII por la
que se puede ver actualmente, realizada probablemente entre los años 1747-1752.
El sector sudoccidental ha sufrido varias restauraciones, no del todo
apropiadas, que han alterado el aspecto inicial.
El pavimento de la rotonda es ligeramente convexo,
con la parte central 30 cm más alta que el perímetro, para que la lluvia que
entre por el óculo fluya hacia el canal situado en todo el perímetro. El
revestimiento es de baldosas con un diseño de cuadrados en los que se inscriben
alternativamente cuadrados y círculos más pequeños.
La cúpula
La cúpula está formada en el interior con cinco
filas de casetones, que decrecen en tamaño hacia el centro, donde está
perforada por un óculo de 9 m de diámetro. Dicha ventana circular permanece
abierta, y por ella entra la luz; El óculo estaba rodeado por una cornisa de
bronce fijada a la cúpula en la última fila de casetones. Las oquedades en la
fábrica sugieren que tanto los casetones como el espacio intermedio estaban
forrados de bronce.
Al exterior, la cúpula arranca de una
sobreelevación del muro, a 8,40 m por encima del arranque interior de la
bóveda. Se encuentra articulada por medio de siete anillos superpuestos, el
inferior de los cuales conserva todavía el revestimiento de mármol. El resto se
encontraba cubierto por planchas de bronce dorado, hoy perdido a excepción del
perímetro del óculo, todavía en el lugar. Las planchas de bronce fueron
arrancadas en el año 663 por orden de Constante II, emperador de Bizancio, y se
colocó una cubierta nueva de plomo en 735. Otro elemento que refuerza la idea
de perfección es que la altura de la última cornisa segunda, donde arranca la
bóveda, es justo la mitad de la altura desde el punto más alto de la bóveda al
suelo, y curiosamente ésta coincide con el diámetro (pudiendo inscribir en el
interior de la construcción una esfera completa perfecta).
La técnica constructiva
Las técnicas constructivas romanas han
permitido a la cúpula resistir diecinueve siglos sin necesidad de reformas o
refuerzos. Son varios los factores técnicos responsables de que la cúpula haya
llegado hasta nuestros días en perfectas condiciones.
La cúpula es semiesférica, formada de hormigón
con cascotes de tufo y escoria volcánica. Las partes externas de la cúpula se
forraron con opera latericia (hormigón con paredes de ladrillo). También
se utilizaron ladrillos bipedales en capas horizontales, a modo de anillos.
Estaba reforzada conformando un sistema de nervios (paralelos y meridianos,
como muestra la forma de los casetones). Fue construida mediante sucesivos
anillos concéntricos de hormigón, resultando una estructura autoportante, ya
que al fraguar cada anillo, se puede desmontar el andamiaje y proceder a
hormigonar el siguiente anillo. Por ello, el óculo no se "cae", como
pensó Brunelleschi cuando entró, ya que en su época solo se utilizaban sistemas
de construcción para cúpulas mediante dovelas apoyadas en cimbras de madera.
La cúpula se apoya sobre un grueso muro
cilíndrico de opera latericia, en la que se practicaron aberturas
correspondiéndose con los tres niveles compositivos. En parte, estas aberturas
eran funcionales, ya que conformaban las exedras, pero sobre todo eran
estructurales, porque formaban una estructura interna de arcos de descarga.
Estos arcos, resistentes y flexibles, forman un armazón que es visible en la
pared trasera ahora que se ha perdido el revestimiento original. Choisy
describe detalladamente este proceso constructivo.
En cuanto a la composición del hormigón romano,
el cemento venía mezclado en pequeñas cantidades drenando de este modo el agua
sobrante. En el hormigón moderno, cuanta más agua se emplea en el amasado,
mayor es la porosidad una vez que el agua se evapora, reduciéndose la capacidad
resistente. Así se conseguía eliminar parcial o totalmente las burbujas de aire
que normalmente se forman durante el fraguado, confiriendo al material una
resistencia notable. El hormigón se vertía en delgadas capas, alternándolas con
hiladas horizontales de piedra. Al ser colocado en pequeñas cantidades, se
reduce la retracción del cemento, y por tanto la posibilidad de asientos o
agrietamientos.
Por otra parte, se buscó reducir el peso de la
cúpula por dos medios: aligerando los materiales (en lugar del travertino
empleado en la cimentación, en la cúpula se utilizó piedra pómez), y reduciendo
paulatinamente el espesor de la cáscara muraria hacia arriba (desde 5,90 m
inicialmente hasta 1,50 m). Además, los nichos, galerías y ventanas practicadas
en los muros, así como los casetones y el óculo de la bóveda, dispuestos entre
los arcos principales, aligeran la construcción en las zonas de relleno.
Historia posterior
Se sabe de una reparación realizada por
Antonino Pío. Por otra parte, una inscripción de menores dimensiones recuerda
otra restauración a cargo de Septimio Severo en 202.
El edificio se salvó de la destrucción a
principios de la Edad Media, porque el emperador bizantino Focas lo donó al
papa Bonifacio IV en el año 608, que lo transformó en iglesia cristiana (Santa María de los Mártires). Es el
primer caso de un templo pagano convertido al culto cristiano. Por esta razón
fue el único edificio de la Antigua Roma que permaneció intacto y en uso
ininterrumpido.
En el siglo XV, el panteón es enriquecido con
frescos: el más notable el de La Anunciación de Melozzo da Forlì,
colocado en la primera capilla a la derecha de la entrada. En 1435 se lleva a
cabo la demolición de las construcciones medievales anexas. A partir del
Renacimiento el panteón es utilizado como sede de la Academia de los
Virtuosos de Roma, sirviendo de sepulcro a grandes artistas italianos como
Rafael o Vignola. En el siglo XVII se añadieron a los lados del frontón dos campanarios,
obra de Gian Lorenzo Bernini, bautizados popularmente como orejas de asno,
y eliminados en 1893.
El rey Víctor Manuel II, su hijo Humberto I y
su esposa Margarita reposan en una de las capillas del Panteón. Estas tumbas
son mantenidas por voluntarios de organizaciones monárquicas. Existen continuas
polémicas acerca de si deberían trasladarse los restos, debido al
comportamiento de la Casa de Saboya en el curso de las dos guerras mundiales.
Aunque el Panteón es un monumento cuyos gastos
de conservación corren a cargo del Ministerio de Bienes Culturales de Italia,
sigue siendo una iglesia en la que se celebran misas (principalmente de la
forma extraordinaria del rito romano) y sobre todo bodas. Existe una tradición
en la que el día de Pentecostés, a mediodía, se lanzan miles de pétalos de
rosas rojas desde la linterna de la cúpula del Panteón mientras un coro canta
el himno Veni Creator Spiritus. Este gesto recuerda la venida del
Espíritu Santo en forma de lenguas de fuego sobre los apóstoles, y a dicho
ritual asisten cientos de personas cada año.
En 1980 el centro histórico de Roma, incluyendo
el Panteón, fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Interior del Panteón.
Los templos imperiales.
Dedicado a Mars Ultor,
el templo, sine postico, se alzaba sobre un podio
con una escalinata de acceso y estaba rodeado por columnas corintias
en su lado externo, mientras que la cella presentaba dos
órdenes de columnas superpuestas –adosadas a la pared- y un ábside. Los pórticos
laterales de la plaza también eran de orden corintio y soportaban un arquitrabe
que alternaba cariátides (copiadas del Erecteion de Atenas) y
clípeos decorados con la cabeza de Júpiter Amón. Tras los mismos se abrían dos
grandes exedras –probablemente hubo dos más de menor tamaño, posteriormente
amortizadas-, en cuyos muros perimetrales se alternaban columnas adosadas y
nichos donde se estableció un ciclo estatuario que representaba la
ascendencia de Augusto hasta los orígenes míticos de Roma: en la exedra
noroeste se encontraba Eneas huyendo de Troya con Ascanio y Anquises (de
quien descendía la Gens Iulia) y los reyes de Alba Longa,
mientras que en la exedra opuesta, la suroriental, estaba representado Rómulo
y los summi viri de época republicana –hombre ilustres y evergetas
que habían marcado el devenir de la ciudad hasta la llegada de Augusto, los
mismos de los que había borrado su memoria a través de la reforma filológica de
los principales edificios heredados de época republicana para darles espacio en
su foro y, dentro del juego simbólico que se hallaba detrás de su programa
urbanístico, ser representados –gracias a él- ante el princeps, nuevo
Rómulo y refundador de la ciudad-. El complejo se cerraba con un aula
cuadrangular al final del pórtico norte, llamada “del Coloso”, decorada en
época de Augusto con pinturas de Apeles donde aparecía representado
Alejandro Magno, con todas las connotaciones ideológicas y simbólicas que ello
implica, estancia en la que en época de Claudio se levantó un coloso que
representaba el Genio de Augusto.
Con Octavio Augusto, se consolida el modelo que mantiene el podium y la
escalinata frontal, pero que insiste más en el embellecimiento externo del edificio (uso de
mármol y orden corintio) a la manera helenística. El culto al emperador convierte
a su templo en el centro-eje de los
foros nuevos que se levantan en la ciudad.
Templo
de Mars UItior y Divo Augusto en el Foro de Augusto. Roma.
La basílica romana
La basílica romana tuvo múltiples usos,
dedicándose a mercado, lugar de transacciones financieras, culto o, más
ordinariamente, a la administración de justicia; también se utilizaba como
lugar de reunión de los ciudadanos para tratar asuntos comunes. En cuanto a su
concepción arquitectónica, se trataba de una gran sala rectangular compuesta
por una o más naves (siempre en número impar), en este segundo caso, la central
era más ancha y alta y estaba soportada por columnas. La diferencia de alturas
se aprovechaba para abrir huecos de iluminación en la parte alta de los muros.
En uno de los extremos de la nave principal existía una exedra o ábside, donde
se instalaba la presidencia, mientras que la entrada se efectuaba por el
extremo opuesto a través de un pórtico. En ocasiones, la puerta de acceso
también podía situarse en el centro de uno de los lados mayores.
Las basílicas del Foro Romano:
Basílica de Majencio 307 (Majencio)-313 d.C.
(Constantino). Foro de Roma. Ladrillo, hormigón, mármoles y estuco.
El Emperador Majencio comenzó la construcción
de esta famosa basílica, la Basílica Nova,
que fue terminada ya en tiempos de Constantino tras derrotar a Majencio en
Puente Milvio en el año 313. Por el momento en el que se produce su
construcción, ya en el Bajo Imperio, y por su grandiosidad y perfección
técnicas, es el gran testamento del arte romano que refleja hasta dónde pudo
llegar en el manejo de los materiales (la simbiosis de hormigón, ladrillo,
mármoles y estucos es perfecta), en la fusión de los elementos constructivos
(arquitrabados y abovedados) y en la capacidad de hacer una arquitectura
funcional pero esencialmente al servicio del poder político como aquí es el
caso. Es, en fin, un verdadero compendio del arte romano.
Análisis formal.
En ella se mantiene el criterio tradicional de las construcciones basilicales,
aunque se renunció a la planta y al alzado de las basílicas tradicionales, como
las dos existentes en el Foro, a favor de la magnificencia de un grandioso y
alto salón, cubierto de bóvedas de crucería, como los frigidaria de las termas
imperiales. Pues en realidad toma como referencia el “frigidarium” de las
termas de Diocleciano que se acababan de inaugurar. Hasta sería posible que el
autor de ambas fuera el mismo arquitecto.
Consta de una planta de
tres naves, divididas en tres tramos con una longitud total de 102 m y una
anchura de 80 m. La nave central presenta también tres tramos, que se cubren
con bóvedas de arista de unos 35 m. de altura. Gigantescas columnas estriadas de mármol
simulaban soportar el peso de las bóvedas centrales, aunque su función era más
de tipo ornamental pues realmente los empujes de las tres bóvedas de crucería,
siguiendo el ejemplo de las terma, fueron contrarrestados por las propias naves
laterales. A su vez, estas naves laterales se cubren con bóvedas de cañón
transversales al eje axial del edificio, sirviendo en realidad de contrarresto
al empuje de las bóvedas centrales. De hecho se apoyan sobre unos enormes
contrafuertes, auténticos soportes de todo el sistema de cubiertas. Estos
contrafuertes estaban horadados en su parte central, permitiendo así el
tránsito entre unos tramos y otros de las dos naves extremas. Eran tan
sumamente grandes que sobresalían por encima de las naves laterales, sirviendo
así de refuerzo a la parte alta de la nave central, más alta que las laterales.
Para aligerar esta parte de los contrafuertes, el arquitecto perforó su grosor
por medio de un arco de servicio dando como resultado un antecedente del
arbotante gótico. Para algunos autores, aunque los muros de separación de estas
salas están perforados por grandes arcos, no se puede considerar la basílica
como un edificio de tres naves, sino de una, compartimentada, y así era el
efecto óptico que producía su interior.
El eje longitudinal de la nave central se subrayaba gracias aun ábside que remataba el muro occidental, y del “nártex columnado” que daba acceso desde la parte oriental. A lo que se unía el uso de la luz al abrirse en la pared del fondo, sobre el nártex, dos series superpuestas de tres ventanales que proyectaban su luz en el ampliamente en el interior del recinto).
La derrota de Majencio
en el Puente Milvio puso la basílica al servicio del vencedor, introduciendo
unos cambios muy interesantes, porque supusieron la creación de un segundo eje.
Para ello se construyó, en el lado norte, un ábside en la estancia central, y
en el lado sur una puerta precedida de un pórtico de seis columnas de pórfido,
material predilecto de la época. El ábside primitivo fue destinado entonces a
la colosal estatua de mármol y bronce dorado de Constantino, y la mesa del
tribunal de justicia pasó al ábside acabado de construir.
El edificio, a pesar de
reflejar a grandes rasgos desde el exterior la estructura interna presentaba un
contraste muy acentuado. Pues el interior era de un lujo realmente oriental,
con todo lo que el ingenio humano había descubierto hasta entonces como recurso
suntuario de la arquitectura, destacando no solo la grandiosidad de sus bóvedas
y el espacio conseguido (35 m. de altura) sino que éstas se hallaban decoradas
con “lacunares octogonales”; el revestimiento de todo el conjunto era muy
lujoso a base de placas de mármol y estuco; y la luz acentuaba aún más la
sensación de amplitud, al abrirse en las paredes amplios ventanales que
iluminaban gozosa y generosamente todo el espacio interior. Por fuera, sin embargo,
algo nuevo: el ladrillo visto, monocromo y austero, revelando al fin que el
ladrillo de buena fábrica no necesitaba del revestimiento del mármol ni del
revoco del estuco pintado. En la actualidad sólo es visible el ala norte, con
sus tres tramos abovedados con bóvedas de cañón transversales que dan una idea
de su grandiosidad a pesar de no conservarse la nave principal.
Significado. La construcción de la
basílica se enmarca en un periodo de crisis política en el Imperio romano. Ala
abdicación de Diocleciano y Maximiliano siguió un periodo de luchas políticas
entre varios candidatos del que finalmente salió vencedor Constantino tras
derrotar a Majencio en la batalla de Puente Milvio en el 312. Éste, durante su
breve reinado (306-312), se vio obligado a realizar un amplio programa de
donativos y monumentales obras públicas para mostrar su agradecimiento a la
guardia pretoriana y a los plebeyos que le habían dado su apoyo para ser
elegido emperador. El origen pues de la basílica tiene un motivo claramente
propagandístico, de hecho, Majencio la concibió como sala de recepción imperial
y no solo como tribunal de justicia. Es evidente que la intervención de
Constantino sobre el mismo edificio tras su victoria no es sino reflejo de
querer imponer su poder también en este aspecto, reflejo de lo cual fue su
imponente estatua.
Tal fue el éxito del modelo diseñado que su
estructura se convirtió en referencia para las iglesias paleocristianas, sobre
todo en lo que se refiere a su orientación longitudinal con pórtico de entrada,
nave principal y ábside en la cabecera. Su influencia se dejaría ejercer
también en el Renacimiento, donde causó enorme fascinación, reflejada en la
obra de Bramante y el fresco de La
escuela de Atenas de Rafael.
El Emperador Majencio comenzó la construcción
de esta famosa basílica, la Basílica Nova, que fue terminada ya en tiempos de
Constantino tras derrotar a Majencio en Puente Milvio en el año 313. Por el
momento en el que se produce su construcción, ya en el Bajo Imperio, y por su
grandiosidad y perfección técnicas, es el gran testamento del arte romano que
refleja hasta dónde pudo llegar en el manejo de los materiales (la simbiosis de
hormigón, ladrillo, mármoles y estucos es perfecta), en la fusión de los
elementos constructivos (arquitrabados y abovedados) y en la capacidad de hacer
una arquitectura funcional pero esencialmente al servicio del poder político
como aquí es el caso. Es, en fin, un verdadero compendio del arte romano.
La Basílica de
Majencio estaba situada en el foro de Roma. Era uno de los edificios romanos más
importantes destinado a la administración de justicia, y a los tratos comerciales. Su forma y su planta fue copiada en la era
cristiana para construir las primeras iglesias. Solía
tener una planta de tres naves; una central y dos laterales.
La Basílica de
Majencio se inició en el año 306 d.C. bajo el mandato del Emperador Majencio, pero no fue terminada hasta el 312 d.C., ya
en el mandato del Emperador Constantino.
Basílica Emilia
Llamada también basílica Paulli o basílica
Fulvia, fue una basílica romana, situada en el lado norte del Foro Romano.
Su construcción data del año 179 a. C. pero fue modificada varias veces con
posterioridad. Actualmente sólo se pueden ver la planta y algunos elementos
reconstruidos.
La basílica está situada en el Foro Romano, a
lo largo del lado este de la explanada, entre la curia Julia y el templo de
Antonino y Faustina.
La basílica es a menudo identificada para
proteger a los peatones de la intemperie y ofrecer un refugio para las
actividades del Foro Romano, evitando tanto la lluvia como el sol. Estaba
dotada también de nuevas tiendas (tabernae), con una terraza para
asistir a los combates de gladiadores que se desarrollaban en la plaza. Los
tribunales también se asentaron aquí y más tarde los cambistas y banqueros se
instalaron en este entorno propicio para sus asuntos.
La basílica está cerca, por el lado norte, del
foro de Nerva y la Curia separados por la via dell'Argileto. Al sur,
pasa la vía Sacra que recorre el Foro a lo largo desde el templo de Saturno
justo hasta el arco de Tito. Cerca de allí, se encuentra el templo de Saturno,
sede del Tesoro público del pueblo romano.
La nueva basílica se construyó en un lugar
donde estaban las tabernae lanienae ("carnicerías") del siglo
V a. C. y más tarde (siglo IV a. C.) las tabernae argentariae. Estas
últimas albergaban a los banqueros de la ciudad, y después de un fuego fueron
llamadas tabernae novae ("tiendas nuevas"). La plaza tenía dos
filas de tiendas enfrentadas. Una primera basílica se había construido detrás
de las tabernae argentariae entre el año 210 a. C. y 195-191 a. C.,
fecha en la que Plauto las menciona. Los estudios arqueológicos han demostrado
que este edificio comprendía tres naves pavimentadas con toba de Monteverde, la
fachada trasera tenía un pórtico que se abría al Forum Piscatorium y el Macellum
(la zona que más tarde ocuparía el foro de Nerva).
La basílica
Fulvia-Emilia
Fue edificada por el censor Marco Fulvio
Nobilior en 179 a. C. con el nombre de basílica Fulvia. Después de la
muerte de éste, su colega Marco Emilio Lépido la terminó. En origen, se llamó
al edificio basílica Fulvia o basílica Æmilia. En el año 159 a.
C., el censor Publio Cornelio Escipión Nasica Córculo instaló una clepsidra en
la basílica. Para entonces, sólo se conservaba el nombre de basílica Emilia,
habiendo perdido antes del siglo II a. C. el de basílica Fulvia. Pudo deberse a
que fue frecuentemente restaurada y redecorada por miembros de la gens Emilia.
En el año 78 a. C., el cónsul, Marco Emilio
Lépido, la embelleció con los clipei ("escudos") o retratos
grabados de sus antepasados y la reconstruyó ligeramente. Esta intervención es
recordada en una moneda del año 61 a. C. de su hijo, el triunviro M. Emilio
Lépido.
Según otros estudiosos, no obstante, la Basilica
Aemilia era un edificio diferente de la Basilica Fulvia.
La Basilica Paulli
Otra reconstrucción de mayor alcance fue
emprendida en 55 a. C. por el edil curul Lucio Emilio Lépido Paulo,
hermano del triunviro Lépido. Se pudo emprender la restauración de la basílica
gracias al botín de las Galias reunido por Julio César. Las obras no acabaron
hasta 34 a. C., ya muerto César y con el hijo de Lucio Emilio Lépido
Paulo, L. Emilio Lépido Paulo, en la época de su consulado, con la ayuda de
César. El edificio ganó en esplendor. Lucio Emilio Lépido Paulo acabó y
consagró la basílica renovada. Toma entonces el nombre de basílica Paulli.
Frente a este edificio, César había hecho construir la basílica Julia.
Este edificio tenía líneas similares al
precedente; no obstante, tenía una largura reducida y una segunda nave en lugar
del pórtico trasero. Las columnas en la nave central, en mármol africano,
tenían capiteles corintios y frisos con hazañas de la historia de la República
romana. Las columnas en la segunda fila eran de mármol cipolino y, finalmente,
las externas llevaban capiteles jónicos.
El edificio se emplaza ahora sobre las Tabernae
novae pero un incendio obliga a reconstruirla en 14 a. C. por el
mismo Lucio Emilio Lepido Paulo y Augusto en el nombre de la gens Emilia, ya en
su forma final, decorándose el pórtico y la cella. En esta ocasión las tabernae
que la precedían hacia la plaza del Foro y el pórtico se reconstruyeron por
completo. El último fue dedicado a los dos nietos del emperador (Porticus
Gai et Luci): tenía dos órdenes de arcos con pilastras y semi-columnas
dóricas. Los dos pisos superiores de la basílica se reconstruyeron totalmente.
Sobre el orden superior se construyó un ático, decorado con elementos vegetales
y estatuas de bárbaros.
La basílica fue restaurada de nuevo en el año
22. En su doscientos aniversario, la basílica Emilia fue considerada por Plinio
como uno de los edificios más bellos de Roma. Era un lugar donde se
desarrollaban negocios y, en el pórtico de Cayo y Lucio (los nietos de Augusto)
frente al Foro Romano, estaban las Tabernae Novae (Tiendas nuevas). La
principal sala o patio (de 100 metros de largo y 29,9 de profundidad) estaba
detrás de las tiendas.
La última restauración documentada se efectuó
tras el incendio de 410, durante el saqueo de Alarico I el visigodo. El tejado
de madera, las Tabernae así como la fachada de la basílica quedaron
entonces completamente destruidos. En el suelo de mármol de color se pueden ver
aún manchas verdes de las monedas de bronce de principios del siglo V que se
fundieron durante el incendio. La basílica fue reconstruida después del fuego
añadiéndole una nueva planta mientras que la parte central del porche delantero
fue reemplazada por un pórtico hacia el año 420 con columnas de granito rosa
sobre bases, mucho más densas que los pilares del porche por encima (tres de
estas columnas fueron reconstruidas después de las excavaciones y aún están en
el lado este hacia el templo de Antonino y Faustina).
Un terremoto en el año 847 provocó el
derrumbamiento final de lo que quedaba de estructura. Los restos se usaron como
material de construcción. Restos visibles de la basílica aún podían verse en el
Renacimiento, y sin embargo, fueron usados para el palacio Giraud-Torlonia (que
ya no existe tampoco).
Sólo quedan hoy en día las bases de las
columnas exteriores y de la nave, así como las bases de las tiendas (tabernae),
dando el plano general del edificio del que no queda nada más.
Ruinas de la
Basílica Emilia en el Foro Romano.
La basílica tenía 100 metros de largo y
alrededor de 30 metros de ancho. A lo largo de los lados había dos órdenes de
16 arcos, y se accedía a través de una de las tres entradas. El orden
arquitectónico dominante es el dórico.
Estaba formada por un gran aula de unos 90
metros de largo por 27 metros de ancho, dividida en tres naves, una central de
casi 12 metros y dos laterales, por hileras de columnas, en mármol de África
con bases y capiteles en mármol blanco. Una cuarta nave fue añadida en las
reconstrucciones. Al noreste de nave central existía una segunda línea de
columnas. Al suroeste de la nave, se construyó una hilera de pequeñas tiendas (tabernae)
en opus quadratum de toba. En tres de ellos son puertas que comunican
con la nave. La arcada principal estaba formada por quince arcos.
El edificio estaba precedido por el lado del
foro por un pórtico de dos pisos con dieciséis arcos sobre pilastras. Por
detrás del pórtico hay una serie de tabernae entre ellas se abren las
tres entradas que dan acceso al aula.
Más tarde, Augusto alzó delante de la basílica,
los ophia, una columnata dórica en arcadas, que ocultaba las tiendas (tabernae)
a los ojos de los peatones que pasaban por la vía Sacra, y volvía la vieja basílica
al gusto del día. De tiempos de Augusto, el pórtico se separó de la estructura
de la basílica y formó un edificio por sí mismo, dedicado a sus dos hijos
adoptivos, Cayo y Lucio César.
Al norte de la basílica, parece que había una
puerta que daba al Campo Vaccino con lados, columnas sobre pedestal y un
entablamento dórico adornado con triglifos y bucráneos.
Basílica Julia
La Basílica Julia fue una estructura que
en el pasado se alzaba en el Foro Romano. Hoy sólo quedan unas ruinas,
principalmente de los cimientos. Se trata de una basílica civil construida en
la segunda mitad del siglo I a. C. Este edificio público ofrecía un lugar para
reuniones, procesos judiciales y otras actividades oficiales que se
desarrollaban en el Foro.
Cierra por el lado sur el Foro Romano, limita
al oeste con el Vicus Iugarius separándola del templo de Saturno y al
este con el Vicus Tuscus que la separa del templo de los Dióscuros.
Reemplazó a la basílica Sempronia que databa del año 169 a. C. y que había sido
destruida por un incendio. La nueva basílica conservó la misma orientación,
alineada con los templos de Cástor y Pólux y el de Saturno.
Era un edificio público grande y ornamentado,
usado para reuniones y otros negocios oficiales a principios del Imperio
romano. Albergaba los tribunales de lo civil y tabernae (tiendas), y
proporcionó espacio para oficinas gubernamentales y bancos. Se usó
principalmente como tribunal de justicia. A partir del siglo I, sirvió de sede
al tribunal de los Centunviros (el «tribunal de los Cien»), ciento ochenta
jueces que eran el total de los cuatro tribunales juntos, y enjuiciaban asuntos
de herencias. Podían celebrarse al mismo tiempo cuatro juicios diferentes, en
la nave central que estaba compartimentada, las diferentes salas estaban separadas
por tabiques móviles.
En sus Epístolas, Plinio el Joven
describe la escena cuando defendió a una dama de rango senatorial cuyo padre de
80 años la había desheredado diez días después de haberse casado de nuevo. Una
estatua de Crispo fue instalada en la basílica en recompensa por los frecuentes
alegados que emitió en defensa del emperador Domiciano.
Con lugares de reunión públicos y tiendas, fue
el lugar de reunión favorito del pueblo romano. En el pavimento del pórtico,
hay diagramas de juegos rayados sobre el mármol blanco. Una piedra, en el piso
superior del lado que da a la Curia, está marcada con una rejilla de ocho por ocho
casillas en las que podrían haberse jugado juegos parecidos al ajedrez o las
damas.
Fue empezada a construir por Julio César en
54 a. C., de quien tomó el nombre sobre el espacio antes ocupado por
la basílica Sempronia, erigida en 169 a. C. a lo largo del lado
meridional del Foro, en el lado opuesto a la basílica Emilia. Aquella basílica
Sempronia fue obra de Tiberio Sempronio Graco, padre de los tribunos de la
plebe Tiberio y Cayo, quien para edificarla habría demolido la casa de Escipión
el Africano y algunas tiendas de las Tabernae veteres.
Para despejar el solar, César tuvo además que
desplazar la tribuna de oradores a la extremidad oeste del Foro Romano. Los
trabajos constructivos se empezaron probablemente por el edil L. Emilio Paulo,
hermano del triunviro Lépido en el año 54 a. C., en nombre de Julio César. La
dedicatoria se realizó antes de que los trabajos terminara, en el año 46 a. C.
y los costes de la construcción fueron abonados con el botín de la guerra de
las Galias.
La basílica Julia fue acabada por Augusto,
quien dió al edificio el nombre de su padre adoptivo. Pero se incendió poco
después de su inauguración, posiblemente durante el incendio de Roma del año
14 a. C. y fue reconstruida por el mismo emperador, que la amplió. La
consagró de nuevo, quizá antes de que se acabaran los trabajos, dedicándosela a
sus hijos adoptivos Cayo y Lucio César en el año 12: Basilica Cai et Luci. Pero
este nombre no perduró y el edificio fue conocido como Basilica Iulia.
Se dice que Calígula se subió al techo de la basílica para lanzar piezas al
pueblo que quedaba debajo.
Las Basílicas Julia a la izquierda y
Emilia a la derecha
Sufrió un nuevo incendio en época de Carino en
283 y volvió a ser restaurada con Diocleciano. Una última destrucción parcial
sucedió con el saqueo del visigodo Alarico en el año 410 siendo reconstruida
por el prefecto urbano Gabinio Vetio Probiano en 416, quien lo decoró con
estatuas.
El lugar cayó poco a poco en la ruina a lo
largo de los siglos siguientes. Durante la Antigüedad tardía, la basílica fue
saqueada a causa de la cantidad y la calidad del mármol utilizado. Un horno de
cal, que permitía reutilizar los mármoles recuperados, se encontró cerca de los
restos de la basílica. Parte de los restos de la basílica, el ala oeste, se
convirtieron en una iglesia en el siglo VII o en el VIII, quizá la iglesia de
Santa María de Cannapara.
Excavaciones
El lugar fue excavado por Pietro Rosa en 1850,
quien reconstruyó una sola columna de mármol con apoyos en travertino. En 1852
se desenterraron fragmentos de bóveda de cemento con obra de estuco pero más
tarde fueron destruidos en el año 1872.
Restos
Sus ruinas se han excavado. Lo que queda de su
período clásico son principalmente los cimientos, bien visibles en el Foro
Romano. Puede verse aún fragmentos del pavimento de mármol. A lo largo del vicus
Iugarius quedan algunos pilares y arcos de ladrillo que datan de la
reconstrucción realizada en tiempos de Diocleciano.
El edificio es hoy en día sólo una zona
rectangular, nivelada y alzada alrededor de un metro por encima del nivel del
suelo, con bloques de piedra caídos en desorden por la zona. Una fila de
peldaños de mármol recorren todo lo largo del lado de la basílica que da a la
vía Sacra, y hay también acceso desde una serie de escalones más altos (estando
el suelo aquí a un nivel inferior) al extremo de la basílica que queda frente
al templo de Cástor y Pólux.
La basílica estaba enteramente revestida de
mármol blanco precioso. Ocupaba un espacio de 101 metros de largo por 49 metros
de ancho. Las arcadas exteriores contaban con 18 pilares en los lados más
largos y 8 en los más cortos. Se accedía a los pórticos laterales desde la
explanada del Foro por un tramo de escaleras. La vía Sacra, que bordea el largo
lado septentrional de la basílica, lo hace de forma regular a todo lo largo del
edificio, si bien hacen falta siete escalones para salvar la diferencia de
nivel con el vicus Tuscus, frente a sólo un peldaño a nivel del vicus
Iugarius.
En la planta baja, la gran nave central de la
basílica, que medía 82x16 metros, estaba rodeada por tres hileras de columnas
que formaban dos pórticos concéntricos de 7,5 metros de ancho. A lo largo del
lado sur se alineaba con una hilera de tiendas (tabernae) como en la
basílica Emilia, que se abre a la calle en el vicus Tuscus y vicus
Iugarius. Algunas de estas tiendas incluyen una escalera que permitía
acceder al piso superior. Del lado del Foro Romano, la doble fila de arcos
abiertos protegía a los peatones del sol y de la intemperie. Las escaleras
presentes a cada lado permitían acceder a la segunda y última planta. Las
columnas en este nivel son dóricas. El suelo de la nave central está
pavimentado con mármoles de color, mientras que las alas laterales están
pavimentadas con losas de mármol blanco.
En torno a la nave central cual había cuatro
naves menores abovedadas en dos pisos y con arcos enmarcados por semicolumnas.
La nave central se dividía en cuatro partes por cortinajes o estructuras de
madera que cuando se requería se retiraban para dejar el espacio vacío.
Los pórticos de la planta baja tienen encima
las galerías que conforman el segundo piso, de orden jónico. Sólo las alas
laterales tienen un segundo piso, en el centro, la gran nave central llega
hasta lo alto del edificio. Se cubre con un techo de madera y lo iluminaban
ventanas estrechas en la azotea.
En la escalinata del pórtico se encuentran
juegos grabados en el mármol blanco como una especie de damas chinas o un
círculo dividido en segmentos.
Basílica
Opimia
La basílica Opimia era una de las tres
basílicas civiles del Foro Romano de época republicana, junto con la basílica
Porcia y la basílica Emilia (que es la única superviviente).
Se construyó en el año 121 a. C. junto al
templo de la Concordia. Debe su nombre a Lucio Opimio, que costeó la
construcción, al igual que la del templo vecino. La basílica debió ser
derribada para permitir el agrandamiento del templo de la Concordia en época de
Tiberio (7 a. C.-10 d. C.), ya que no hay más testimonios de ella desde
entonces.
A diferencia de otros
edificios basilicales no es posible fijar una función específica para la
basílica Opimia.
Es probable que fuera utilizada
para uso comercial y / o administrativa, en general, típico de las basílicas
tardo-republicanas. Alternativamente, es concebible que la
construcción de Opimio se ha utilizado principalmente como una representación
de diversas acciones (comparable a la reunión de senadores en el Senado en el
templo de la Concordia). Uno se
pregunta sobre el propósito funcional de la basílica en el Foro, ya que al
parecer, no era demasiado importante, ya que 100 años después se abandonó.
La reconstrucción del Templo de la
Concordia por el emperador Tiberio, en el 10 d.C, la basílica fue sacrificada
por razones de espacio.
La renuncia de la basílica Opimia en este momento también puede estar vinculada
a los últimos días de la República y comienzos del Imperio con la basílica
Paulli en el lado norte y la basílica Julia en el lado sur, dos magníficos
edificios, que a continuación, fueron creados en al norte del Foro romano, el
Foro Julio Cesar y el Foro de Augusto.
Plano donde se supone estaba situada la
basílica Opimia
Basílica
Sempronia
La Basílica Sempronia fue una estructura
en el Foro Romano durante el período republicano.
Fue una de las cuatro basílicas que formaron el
Foro Romano original junto con la basílica Porcia, la basílica Emilia, y la
basílica Opimia, y fue la tercera construida, a principios del siglo II a. C.
Aunque hubo excavaciones que han revelado
restos de la basílica así como las estructuras que originariamente se alzaron
en ese lugar, ninguno de ellos son visibles desde el Foro Romano.[
La basílica está bordeada por un lado por el vicus
Tuscus que se une con el Foro Romano. Se encuentra rodeada por el templo de
Saturno y el de Cástor y Pólux. Está precedido a lo largo de toda su longitud
por las tabernae veteres, las tiendas abiertas sobre la plaza del Foro.
La basílica Emilia y las tabernae novae formaban una estructura
simétrica al otro lado del Foro.
La excavación de la basílica reveló que lo más
probable es que se hubiese construido usando bloques de toba, como era habitual
en los edificios de la época. Las zonas más débiles en el edificio pudieron
haber sido reforzados con bloques de travertino, y toda la fachada lo más
probable es que estuviera cubierta por estuco para ocultar la albañilería así
como para decorarla. El tejado se habría parecido a aquellos de los templos y
habrían estado realizados con cerchas y travesaños de madera. El exterior del
tejado habría estado cubierto de tejas para proteger el tejado de los
elementos, y el interior habría tenido casetones para aligerar su peso y con
terminación en estuco.
La basílica Sempronia fue construida en el año
169 a. C. por Tiberio Sempronio Graco, una figura política romana que fue
elegido censor en la época de la creación de la basílica. La basílica se
construyó sobre una superficie que en el pasado fue la casa de Escipión el
Africano y una variedad de tiendas adyacentes, lo que lleva a la creencia de
que la tierra que una vez fue propiedad de Escipión fue heredada por Tiberio en
el año 184 a. C. a la muerte de Escipión, pues Tiberio estaba casado con su hija,
Cornelia Africana; fueron los padres de los famosos Gracos. Otra hipótesis es
que el censor compró este terreno con los fondos asignados por el cuestor para
las obras públicas. Los restos de un impluvium de época republicana se
recuperaron sobre los cimientos del extremo occidental de la basílica Julia y
podrían corresponderse a la casa de Escipión de la que habla Tito Livio.
Los
cuestores, en virtud de un senadoconsulto, habían puesto a disposición de los
censores, para obra pública, la mitad de los impuestos de cierto año. Tito
Sempronio, con la suma que le fue entregada, adquiere para el Estado la casa de
Escipión el Africano, situado cerca de la estatua de Vertumno, así que las
carnicerías y las tiendas contiguas, e hizo construir una basílica que después
fue llamada Sempronia.
Tito
Livio, Historia romana, XLIV, 9-10
En el año 54 a. C., la basílica Sempronia fue
demolida por Julio César para construir su basílica Julia. También se dice que
fue destruida por un incendio y que la basílica Julia, más vasta, fue edificada
sobre sus ruinas en el año 54 a. C. , por el edil Lucio Emilio Paulo, hermano
del triunviro Marco Emilio Paulo, en nombre de Julio César.
[1]
Catilina es una de las figuras más enigmáticas de la historia de Roma,
envilecida y desdibujada por los cronistas e historiadores clásicos. Las dos
fuentes principales de información sobre Catilina son precisamente las más
hostiles al personaje. Marco Tulio Cicerón, su mayor enemigo político, no ahorró ninguna denuncia
contra él, especialmente en sus discursos llamados Catilinarias,
mientras Cayo Salustio Crispo le atribuyó algunos de los más viles
crímenes en su monografía moralista Bellum Catilinae. Aun así, muchas de
las peores acusaciones contra él, como la de que hacía sacrificios humanos,
eran con mucha probabilidad meras invenciones. A pesar de ello, la «Conjuración
de Catilina» sigue siendo uno de los más famosos y turbulentos hechos de las
últimas décadas de la república romana.
[2]Historiador británico, considerado como
el primer historiador moderno, y uno de los historiadores más influyentes de
todos los tiempos. Su obra magna, The History of the Decline and Fall of the
Roman Empire (Historia de la decadencia y caída del Imperio romano),
publicada entre 1776 y 1788.
[3]
En la mitología romana Belona era la diosa de la guerra
(en latín
bellum), hija de Forcis y Ceto, compañera o esposa de Marte. Es una diosa equivalente a la griega Enio y, al igual que Marte (el equivalente de Ares), mucho más popular que ésta.
Se creía que era uno de los dioses de
los romanos (sin una mitología particular y posiblemente de origen etrusco)
y muchos suponen que habría sido la deidad romana original de la guerra,
predando la identificación de Marte con Ares. Su nombre está directamente
relacionado con la palabra moderna «beligerante» (literalmente, ‘que está en
guerra’). En el arte, se le representa con casco, espada, lanza y antorcha.
Políticamente, todas las reuniones del Senado
sobre la guerra exterior se celebraban en el Templum Bellonae del Collis Palatium, fuera del pomerium.
Este templo fue construido en el 296 a. C. e incendiado en el 48 d. C. La fiesta de Belona se celebraba el 3 de junio.
bravo
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