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jueves, 9 de junio de 2011

Capítulo 6 - TEMPLOS Y BASÍLICAS

LA ARQUITECTURA EN ROMA
1.- La arquitectura en Roma
1.1 Características generales.
La arquitectura romana sigue los modelos arquitectónicos griegos. Sin embargo sus  planteamientos son más utilitarios que en Grecia lo que explica el gran desarrollo de las obras  impulsadas por el Estado romano (La República o el Imperio). 
Es una arquitectura que tiene como finalidad exaltar el poder y la imagen del Estado y que se caracteriza por: 
a) Una gran unidad estética y estilística (debido al centralismo que fue posible  gracias a una lengua común en todo el Imperio –el latín vulgar- y a una densa red de  calzadas). 
b) Un gran desarrollo de las ciudades y por tanto de la arquitectura urbana. 
c) Un aumento de la ornamentación en los edificios (molduras, guirnaldas, etc.) 
d) Su utilitarismo y solidez: los puentes, carreteras, arcos de triunfo, calzadas y  acueductos aún podrían utilizarse pese al tiempo transcurrido (y de hecho algunos  se siguen utilizando). 
e) La utilización de nuevas técnicas: frente al carácter adintelado propio de la  arquitectura griega, la romana empleó nuevas técnicas a base de elementos como el  arco, la bóveda y la cúpula que conviven con las formas adinteladas. Además, los  romanos utilizan los órdenes arquitectónicos griegos con plena libertad, por ejemplo  alargando sus proporciones; asimismo se generalizó la superposición de órdenes en  un mismo edificio que ocasionalmente había sido utilizada en Grecia. También utilizaron un orden novedoso, el denominado orden toscano, de origen etrusco que  está inspirado en el dórico y en él la columna tiene basa y un fuste liso. El gusto  por lo decorativo determina el uso preferente del orden corintio de tradición helenística. Pero la gran aportación del arte romano fue el orden compuesto combinación de las volutas jónicas y las hojas de acanto del capitel corintio. 

f) En esta arquitectura se potencia la perspectiva. Se aprecia esto en los conjuntos que suponen la integración de varios edificios. 
g) También la verticalidad constituye una novedad. En las obras griegas predomina la horizontalidad. En Roma, el mismo desarrollo de la cúpula supone impulsar la vista  hacia lo alto. 
h) Los nuevos materiales de construcción utilizados hicieron posible, por su solidez y facilidad de obtención, las enormes construcciones romanas. Esos materiales fueron: la piedra, el hormigón y el ladrillo. Unas veces se servían de piedras irregulares,  sujetas con mortero (opus incertum o mampostería).

También les daban forma de  pirámide de base cuadrada, con lo cual, al embutirlas en la pared, se formaba una  especie de retícula (opus reticulatum).Pero es el aparejo de sillares (opus cuadratum) el más importante y utilizado. A veces, los sillares presentaban en la cara externa una convexidad, que les prestaba un aspecto decorativo. Es el llamado  sillar almohadillado.

El hormigón (opus caementicium) o cemento llamado también mortero, se  fabricaba con una mezcla de agua, arena, cal y guijarros, determinando al secarse  una masa sólida, indestructible. Se empleaba especialmente para las bóvedas. El  interior de éstas se aligeraba incluyendo elementos huecos (vasijas) y se robustecía  con arcos.
El ladrillo (opus lateritium) constaba de grandes piezas rectangulares y de poco  grosor.
Por último El opus mixtum propio del Bajo Imperio, consistía en disponer capas alternadas de ladrillos y piedra con un armonioso contraste de color.  El hormigón y el ladrillo resultaban baratos y asequibles ya que eran fáciles de obtener, pero precisaban ser recubiertos con mármol que se utilizaba como  elemento ornamental.


i)               Frente al carácter puramente religioso de la arquitectura griega, la romana es  esencialmente civil y militar; se interesan sobre todo por el sentido funcional (se  trata de construir edificios útiles) y son más ingenieros que artistas creativos.

2 Tipología en la arquitectura. (Clasificación de los edificios romanos) Los nuevos tipos de construcciones urbanas son, en gran medida, edificios de uso público, entre los que figuran: la basílica, lugar donde se imparte justicia y se realizan los negocios públicos,  los edificios para el ocio y la diversión (las termas, los teatros, los anfiteatros y los circos) y los  monumentos conmemorativos (los arcos de triunfo y las columnas conmemorativas). Además los romanos construyeron gran cantidad de obras de ingeniería (calzadas, acueductos y puentes) y  junto a éstos el templo el edificio religioso por excelencia, que copia el modelo griego (hay  templos de planta rectangular, templos abiertos y templos de planta circular, como en  Grecia).Así pues podemos clasificar los edificios romanos en dos grandes conjuntos:

a) La arquitectura religiosa: el Templo.
Entre los edificios más importantes de las ciudades romanas estaban los templos, muy parecidos a los griegos, aunque levantados sobre un pedestal. Tenían planta rectangular y estaban rodeados por una hilera de columnas. Se remataban con un tejado a dos aguas que daba lugar a un frontón anterior y otro posterior donde solían representar escenas mitológicas.
Al igual que a los griegos a los romanos les importaba el exterior del templo ya que a su interior donde se encontraba la imagen del dios o la diosa sólo podían entrar los sacerdotes.
Delante de los templos los romanos rendían culto a sus dioses y les pedían solución a todos sus problemas. También consultaban allí sobre su futuro.
El templo principal delas ciudades romanas normalmente estaba dedicado a la tríada capitolina, esto es a Júpiter, Juno y Minerva.
Los templos y palacios son lujosos y monumentales con un claro fin representativo. Las edificaciones más nobles se revestían de piedra formando órdenes que no reflejaban la estructura interior real. Se decoraban los muros los edificios suntuosos con pinturas y los pavimentos con mosaicos.
Los templos eran los lugares de culto de la Antigua Roma. En su origen resultaban la combinación entre el tipo de cella etrusco-italico y el pórtico de columnas del templo griego, con planta rectangular y ligeras diferencias en lo que Vitrubio llamó orden toscano casi cuadrado sobre zócalo accesible por una escalera anterior (podium). No obstante los esquemas varían mucho y adoptan singularidades sobre todo en Oriente. Los de planta rectangular son los normales así como el templo de Cesar en el foro de roma tenían un podium recubierto de placas de piedra cuya parte delantera avanzaba hacia el foro y formaba una tribuna llamado (rastra Julia) en cuyo centro un semicírculo dejaba lugar para el altar y los lados estaban los espolones de las naves capturadas en Accio por dos escaleras se subía al templo hexástilo y corintio construido por Augusto en honor de sus hijos adoptivos Agripa, Cayo y Lucio.

Formas de templos:
a) La arquitectura religiosa: el Templo.
De acuerdo con el tipo de planta distinguimos tres modelos:

1. El templo de planta rectangular:
Imita claramente al templo griego. La diferencia respecto al griego es que las gradas o  estilobato son reemplazadas por el p o d i u m (muro de paredes verticales en tres de los cuatro lados) mientras que la fachada principal tiene una escalinata que da acceso al interior del  templo. El templo romano es en general próstilo o pseudoperíptero (las columnas están  adosadas al muro), salvo en el pórtico o entrada principal.

Entre los templos romanos de este tipo podemos citar el de la Fortuna Viril, en Roma (S.I a.C.), de orden jónico y el conocido como La Maison Carrée, (Casa cuadrada), un templo  construido en Nimes en el año 16 (S.I. d.C.), de planta rectangular, hexástilo y pseudoperíptero. Se accede a él por una escalinata situada en la fachada principal.
Su estructura es muy sencilla: consta de una cella de dimensiones casi cuadradas, cerrada por un muro y de un pórtico con 6 columnas en la fachada y otras cuatro en los  laterales, dos en cada lado, todas ellas de orden corintio. La cella está rodeada en sus laterales  y en la parte posterior por veinte columnas adosadas al muro, sobresaliendo de él algo más de  la mitad.
La cubierta de este templo es adintelada, siguiendo los modelos helenísticos, con arquitrabe a tres bandas, friso corrido y decorado con motivos vegetales, y cornisa muy  saliente con abundante decoración. El frontón, triangular, no está decorado.

2. Los templos abiertos
Hay otros templos al aire libre que presentan cierta similitud con los santuarios  helenísticos. Entre ellos destaca el marmóreo Ara Pacis Augustea (año 13 a.C.), en Roma. Es  de pequeñas dimensiones y destaca por su decoración escultórica (relieves), una de las más  importantes del arte romano, que analizaremos posteriormente.
Lo mandó construir Augusto en Roma, el año 13. Conmemora sus triunfos en  Hispania y las Galias, y la pacificación llevada a cabo por el Emperador en todo el Imperio. Su  planta es cuadrada.
Se concibió como un altar helenístico, pero su ejecución es típicamente romana
A él se accede por una escalinata frontal. Los muros están decorados internamente por  bucráneos, en tanto que en el exterior la pared tiene dos zonas de relieve: una de hojas de  acanto y otra superior con relieves historiados, que constituyen hasta hoy el conjunto más  importante de relieves del arte romano.

3. El templo de planta circular Del Tholos griego deriva el interés romano por los templos circulares. Eran de pequeñas dimensiones y sin problemas técnicos, ya que su cubierta es de madera. Las cúpulas  se utilizan también, pero sólo se aprecian en el interior. Entre ellos está el Templo de Vesta en  Roma y el de Sibila en Tívoli ambos de época republicana. Aunque si hay un templo de planta  circular que destaque sobre los demás, ese es el Panteón de Agripa que vamos a analizar  detalladamente más adelante.

Los primeros templos de Roma
Continuando con la tradición heredada de la monarquía etrusca, durante los primeros momentos del período republicano y durante todo el siglo V a.C., se levantan en Roma numerosos templos, los elementos más representativos de la primera arquitectura romana, aunque durante este período también se definen otros tipos arquitectónicos, como la basílica y las termas públicas.
El modelo que siguen los primeros templos romanos ya se encuentra en el famoso santuario del Capitolio, dedicado a una tríada divina: la llamada tríada capitolina, constituida por Júpiter, Juno y Minerva. A ella fue consagrada el primer año de la República Romana (509 a.C.), siendo un edificio de grandes dimensiones que obedece básicamente a las tradiciones etruscas, como se refleja en la existencia de una triple cella, acorde con su triple dedicación, o en la decoración exterior a base de elementos de tierra cocida.

Cómo se aprovecharon los romanos de las formas del orden corintio para sus templos, ya en la época republicana, puede apreciarse en el templo circular de Tívoli, dedicado sin duda a Vesta, hoy llamado de la Sibila. Su capitel, aunque reproduce todos los elementos del capitel corintio griego, es mucho más rudo, basto, y las hojas de acanto están desprovistas de aquella finura ideal de los modelos de Grecia. Los templos circulares son casi una especialidad del arte romano; acaso por tradición se adoptó con preferencia esta forma, que recordaba la de las cabañas de los primitivos habitantes del Lacio.
Una particularidad muy característica de la construcción romana, que ya empieza a manifestarse desde la época de la República, es la superposición de los órdenes de arquitectura, destinando el estilo dórico, más robusto, al cuerpo inferior; el jónico al segundo piso de la construcción; en algunos casos, el tercer piso tenía columnas o pilastras de estilo corintio. Esto facilitará a los arquitectos romanos construir obras monumentales de carácter civil muy complejas y empleando las mismas formas simples que los griegos usaban para el edificio de un solo plano, como era el templo. Una clara muestra de esta superposición de órdenes puede verse en el teatro que mandó construir Marcelo en los últimos años de la República, del cual existen en Roma restos importantísimos.
Pero el primer ejemplo de ello se ve ya en un edificio venerable, del tiempo de la República, el antiguo Tabularlo o Archivo, que cierra el valle del Foro por el lado del Capitolio. Esta construcción, que mandó edificar el cónsul Lutacio Catulo en el año 86 a.C, es la que conmemora la victoria naval obtenida en el año 260 a.C. por el cónsul Duüio, y que hoy se conserva en el Capitolio. Es una columna rostral, es decir, decorada ingenuamente con la figuración de seis rostra, o agudas proas de nave, y con relieves de áncoras.
La basílica, lugar público de reunión y contratación, con un tribunal que resolvía las cuestiones entre los contratantes, fue otro edificio típico de la vida romana. Aunque el origen de la basílica debe buscarse también en las polis griegas de Asia Menor, en Roma la basílica se convirtió en una sala de tres naves; la mayor, que es la central, forma un salón, con un pórtico a cada lado.
La primera basílica de Roma, la basílica Emilia, estaba a un lado del Foro y constaba de cinco naves. Las excavaciones han descubierto la planta, y se ve que sus pórticos carecían de muros exteriores, pues los pilares arrancan aislados del pavimento. En otras basílicas posteriores, las naves quedan cerradas por un muro con ventanas, como en las basílicas cristianas. De manera que si el tipo de edificio que fue denominado basílica no se inició en Roma, allí encontró su forma práctica y definitiva, podría decirse europea.

Templo de Júpiter Óptimo Máximo
El Templo de Júpiter Óptimo Máximo, también conocido como Templo de Júpiter Capitolino (Latín: Aedes Iovis Optimi Maximi Capitolini, fue el templo más importante en la Antigua Roma y estaba localizado en la Colina Capitolina.
Estaba dedicado a Júpiter, junto a los otros dos integrantes de la Tríada Capitolina, Juno y Minerva.

Colina Capitolina en la era republicana.

Historia
Fue el centro del culto del estado romano y, según la tradición, fue construido para sustituir y marcar la supremacía sobre el santuario dedicado a Iuppiter Latiaris en los Mons Albanus, cerca de Alba Longa, con la intención de trasladar el centro de la liga latina a Roma. Al culto se logró que coincidieran hasta 47 pueblos, de los cuales, 30 eran latinos, reuniéndose todos, una vez al año, para practicar sacrificios rituales en común.
El Templo fue comenzado por Tarquinio Prisco y completado por el último rey de Roma, Tarquinio el Soberbio, aunque fue consagrado, según una tradición registrada por los historiadores, el 13 de septiembre del 509 a. C. por el cónsul Marco Horacio Pulvilo.

Tarquino Prisco, con el botín obtenido tras las conquistas de Corniculum y Apiolae, habría iniciado la construcción del templo de Júpiter Optimus Maximus sobre el Capitolio, reubicando a sus primitivos habitantes en el Aventino. Abarcaba dos santuarios ya existentes dedicados a Terminus e Iuventas.
Delante del templo terminaban las ceremonias triunfales con un sacrificio augural, utilizando un altar portátil. En su interior se guardaban, entre otros, los libros sibilinos y un ánfora estándar, el amphora capitolina, de modo que sirviese de patrón de medida.
El Flamen Dialis (sacerdote encargado del culto a Júpiter) celebraba allí el culto a "Iovi Optimus Maximus": «Júpiter, palabra por palabra, el mejor y el más grande». De hecho, se distinguen varias formas del poder de Júpiter, principalmente el trueno y el relámpago, que en el caso del templo de Júpiter Capitolino, es el soberano de los dioses, el más grande de los heliopolitanos, el culmen de la Tríada Capitolina. Por esta razón, este templo fue siempre objeto de atención preferente del poder romano.

Construcción
Se erigía sobre un podium elevado con una escalinata de entrada en su frontal. En tres de sus lados tenía pórtico, pero no en la parte trasera. Tenía otras dos filas de pilares dispuestos en línea con las de la fachada para formar un profundo pronao que precedía las tres cellae que iban de lado a lado a la manera etrusca, siendo la central, frente a la escalinata, dedicada a Júpiter, más ancha que las otras dos, con el altar de Júpiter (ara Iovis). La de la izquierda estaba dedicada a Minerva y la de la derecha, a Juno. 
Los restos conservados de los cimientos y el podium, la mayor parte de los cuales quedan debajo del Palazzo Caffarelli, están formados (opus quadratum) por enormes secciones paralelas de muros hechos de bloques cuadrados de tosca gris (cappellaccio) que dejan constancia del tamaño total de la zona superficial de la base del templo (unos 53×62 m).

Sobre el tejado, haciendo de acrótera, había una cuadriga de terracota pintada, hecha por el artista etrusco Vulca de Veyes en el siglo VI a. C., encargada por Tarquinio el Soberbio, que fue reemplazada en el 296 a. C. por una de bronce, a expensas de los ediles romanos de ese año, los hermanos Ogulnii, quienes también rehicieron la loba capitolina en bronce para el Lupercal.
La imagen de culto, también obra de Vulca, era de terracota y se le pintaba la cara de rojo en los días festivos. Bajo los cellae estaban los favissae o pasajes subterráneos, en los que se almacenaban viejas estatuas que habían caído desde el tejado y varias ofrendas dedicadas.
El templo fue reconstruido en mármol por Sila, después de que un incendio lo destruyese por completo en el 83 a. C., cuando la imagen de culto se perdió, así como los Libros Sibilinos guardados en un cofre de piedra. Sufrió otro incendio en el 69 d. C., cuando el Capitolio fue asaltado por los partidarios de Vitelio.
La estatua de culto principal que fue destruida por el fuego, fue sustituida en el 65 a. C., por una estatua crisoelefantina, obra de Apolonio de Atenas, que se piensa estuvo inspirada en el Zeus de Olimpia, y también probable autor del conocido Torso Belvedere, firmado como "Apolonio hijo de Néstor". Es muy probable que de esta estatua se hicieran varias réplicas que se enviaban a los municipios de las ciudades italianas colonizados por Roma. En este caso, la mejor copia sería la del Júpiter de Otricoli, ahora en los Museos Vaticanos.
Como consecuencia de otros incendios, fue vuelto a reconstruir en el 26 a. C. por Augusto y en el año 75 por Vespasiano. Y después del incendio en el año 80, en el 83, Domiciano lo revistió completamente en mármol, probablemente utilizando las columnas del templo de Zeus Olímpico de Atenas, que le salvará de incendios posteriores.
Su demolición empezó en el siglo V, cuando Estilicón se llevó las puertas doradas y Narsés retiró muchas de las estatuas en el 571.
En monedas y relieves históricos de la era imperial, el templo es representado como tetrástilo.
En la gran plaza frente al templo (la Plaza Capitolina) había varios templos dedicados a divinidades menores, además de otros edificios religiosos, estatuas y trofeos.
Reconstrucción de una estatua de Júpiter datada en el siglo I.

Restos
En la actualidad, apenas se conservan tres ángulos y restos del muro de cimentación, en bloques de cappellaccio, hasta 19 filas, de la parte posterior del templo, que pueden contemplarse desde los jardines del Palazzo dei Conservatori y en el Nuevo Museo Capitolino.

Templo de Júpiter Stator (Tonante)
El Templo de Júpiter Stator estaba situado dentro del Foro Romano.
El Templo fue fundado, según la leyenda, primero por Rómulo tras una batalla contra los Sabinos ocurrida dentro del Foro. En el transcurso de esta batalla los romanos habían sido forzados a retirarse colina arriba en la Vía Sacra, pero, en la Puerta Mugonia, Rómulo invocó a Júpiter, ofreciéndole un templo si éste paraba el avance de los Sabinos, como así ocurrió, pudiendo los romanos reagruparse y vencer finalmente a los Sabinos. Sobre este lugar Rómulo fundó el templo, probablemente cerca o justo en el exterior de la Puerta. Este santuario no sería un templo (aedes) sino que sería más parecido a un altar rodeado por una valla o un murete bajo.

Construcción posterior
En 294 a. C. Marco Atilio Régulo hizo un voto similar en una situación similar, cuando los Romanos estaban perdiendo una batalla contra los Samnitas, pero entonces milagrosamente la situación cambió por completo y vencieron al enemigo. Después de aquello, construyó un templo (aedes) en el lugar en el que se encontraba el antiguo altar.
Fue en este templo en el que el 8 de noviembre 63 a. C., el senado se reunió a escuchar al cónsul Marco Tulio Cicerón pronunciar su famoso discurso contra Catilina[1].

Localización
Puesto que no se conoce la ubicación de la Puerta Mugonia, la del templo tampoco se identifica con absoluta seguridad. Las fuentes escritas dan algunas indicaciones, como cerca o justo en el exterior de la Puerta, en la punta más alta de la Via Sacra o justo en la colina del Palatino, en el enclave de la Roma de Rómulo.
Existe un gran consenso sobre su localización justo junto al Arco de Tito en la ladera Norte de la colina del Palatino. Cuando en 1827 fue demolida una torre medieval, aparecieron las ruinas de un edificio antiguo, frecuentemente identificadas como los cimientos de este templo.
Grabado de 1890 Victor Duruy

El arqueólogo italiano Filippo Coarelli lo sitúa más cerca del foro, entre el Templo de Antonino y Faustina y la Basílica de Majencio, donde se erige el llamado Templo de Rómulo. Sus argumentos se basan en el curso de la Via Sacra antes de la construcción de la Basílica de Majencio, en las fronteras conocidas de las regiones administrativas de la ciudad y en fuentes literarias como son las listas de los monumentos de cada región. Así pues la ubicación cerca del Arco de Tito no encajaría, dado que estaría en una región administrativa inadecuada además de no corresponderse con los demás edificios de las listas de escritores antiguos, y sin embargo, sí encajaría el llamado Templo de Rómulo en la Via Sacra.

Templo de Cástor y Pólux
Es un antiguo templo en el Foro Romano. Fue originalmente construido como agradecimiento por la victoria en la batalla del lago Regilo (495 a. C.). Cástor y Pólux, eran los Dioscuros, los "gemelos" de Géminis, los dos hijos mellizos de Zeus (Júpiter) y Leda. Su culto llegó a Roma desde Grecia a través de la Magna Graecia y la cultura griega de la Italia meridional.
El templo está limitado al oeste por el Vicus Tuscus que lo recorre y lo separa de la basílica Julia, y al este por la fuente de Juturna y el templo de Vesta. Frente al templo se extiende el Foro con el arco de Augusto a continuación y más allá del Templo de César. Detrás del templo de los Dioscuros se encuentra la biblioteca del templo de Augusto, ahora ocupada por la iglesia de Santa María Antigua.
El templo es el símbolo del éxito militar del pueblo romano. Todos los 15 de julio, los caballeros romanos conmemoraban la victoria de Régilo desfilando ante el templo de Cástor y Pólux durante la transvectio equitum.
En la época republicana el templo sirvió como lugar de reunión para el Senado romano, y desde mediados del siglo II a. C. el podio del templo sirvió con frecuencia como plataforma de oradores. Calígula, para exponerse entre los dioses gemelos hizo abrir en el fondo del templo un acceso al palacio imperial, declarando que así los Dioscuros serían sus porteros. Claudio hizo cerrar el pasadizo. Bajo el Imperio, el templo sirvió numerosas veces como lugar de reunión imperial.

Fue también un centro económico de Roma, pues albergó la oficina de pesos y medidas, y fue un almacén de la tesorería estatal. Una «tabla de mediciones» (peso y longitud) se ubicó en el pronaos. Fue utilizado, en particular, por los comerciantes de la Summa Sacra Via. Los banqueros ocupaban los locales en torno al templo.
El espacio sagrado comprendía también la fuente de Juturna, o, según la tradición, el lugar donde Cástor y Pólux abrevaron sus caballos tras la batalla del lago Régilo.
El origen de este templo coincide con el nacimiento de la República romana. El último rey de Roma, Lucio Tarquinio el Soberbio, y sus aliados, los latinos, emprendieron la guerra a la incipiente república romana. Antes de la batalla, el dictador romano Aulo Postumio Albino hizo voto de consagrar un templo a Cástor y Pólux si la República salía victoriosa.
Según la leyenda, Cástor y Pólux aparecieron en el campo de batalla como dos jinetes capaces, ayudando a los romanos. Y después de la batalla, se les vio abrevando sus caballos en la fuente de Juturna y anunciaron a los romanos la victoria alcanzada, desapareciendo luego; se les identificó con los Dioscuros. El templo se habría construido sobre el lugar de esa supuesta aparición.
Uno de los hijos de Postumio fue elegido duóviro para dedicar el templo el 15 de julio (los idus de julio) de 484 a. C.

Sin embargo Tito Livio se contradice con Dionisio de Halicarnaso, que menciona el voto de un templo dedicado a Ceres, Liber y Libera cuya ubicación exacta se desconoce, y por Ovidio que coloca a la consagración en el sexto día antes de las calendas (27 de enero).
Según la leyenda transmitida por Plutarco, los dos héroes habrían acudido a ayudar a las tropas romanas bajo la forma de caballeros sin miedo. El templo original habría sido construido en el emplazamiento en el que Cástor y Pólux hicieron beber agua a sus caballos en la fuente de Juturna, de regreso de la batalla, y anunció la victoria del pueblo romano sobre el último rey de la Roma antigua.
La introducción del culto a Cástor y Pólux, probablemente, se hizo a través de los griegos que habitaban el sur de Italia. Pero el interés de que los romanos desarrollaron por los caballos venía de los etruscos. Fue fundamental en la adopción de los Dioscuros, que están estrechamente relacionadas con caballos.
El templo arcaico fue completamente reconstruido y ampliado en 117 a. C. por el cónsul Lucio Cecilio Metelo Dalmático tras su victoria sobre los dálmatas que lo decoró con cuadros y estatuas. Gayo Verres, gobernador de Sicilia de nuevo restauró este segundo templo en el año 73 a. C.
El templo fue de nuevo restaurado en tiempos de Augusto, en el año 6 y luego, en el año 14 a. C., por Tiberio, el hijo de Livia de un matrimonio anterior e hijo adoptivo de Augusto y eventual heredero al trono. Un incendio arrasó buena parte del foro destruyendo el templo y por eso Tiberio lo reconstruyó junto con su hermano Druso. El templo de Tiberio fue dedicado en el año 6. Los restos aún visibles hoy son del templo de Tiberio, excepto el podio, que data del tiempo de Metelo.
Según Edward Gibbon[2], el templo de Cástor sirvió como un lugar de encuentro secreto para el Senado romano. También Cicerón mencionó frecuentes encuentros del Senado. Dijo que el senado fue instigado a la rebelión contra el emperador Maximino Tracio y en favor del futuro emperador Gordiano I en el templo de Cástor en 237.
El templo fue probablemente ya arruinándose en el siglo IV, cuando un muro enfrente de la fuente de Juturna fue erigido con material reutilizado. No se sabe nada de su historia posteriorm excepto que en el siglo XV, sólo quedaban en pie tres columnas de su estructura original. La calle que corría a un lado del edificio se llamaba via Trium Columnarum.
En 1760, los Conservatori, encontrando que las columnas estaban en un estado de inminente colapso, erigieron un andamio para realizar reparaciones. Tanto Piranesi como el joven arquitecto inglés George Dance el Joven fueron capaces de trepar y tomar medidas precisas; Dance tenía "un molde en yeso del mejor ejemplo del orden corintio quizás del mundo entero", como dijo a su padre.
El complejo del templo fue excavado y estudiado entre 1983 y 1989 por una misión arqueológica conjunta de las academias nórdicas de Roma liderada por Inge Nielsen y B. Poulsen.
Hoy en día el podio sobrevive sin el paramento, al igual que las tres columnas y un pedazo del entablamento, una de las características más famosas del Foro.
El templo se eleva sobre un pedestal de mampostería recubierto de toba y de travertino, de 49,5 metros de largo por 32 m de ancho, con escaleras a cada lado recubiertas de mármol. Tenía unos 7 metros de altura. Tras la restauración en época de Augusto, el templo era períptero (pórticos columnados en el perímetro exterior de la cella), octástilo (ocho columnas en el frente) y con once columnas en los lados mayores de orden corintio.
Había una sola cella pavimentada con mosaicos. Dentro de la cella dos filas de columnas cubren cada pared. Las ruinas actuales permiten ver parte del cimiento y tres columnas de 12,5 metros, que sostienen un fragmento del entablamento.
El edificio fue construido en opus caementicium y originalmente revestido con toba, que después fue retirada y reutilizada en otras construcciones.
Se discute si le precedía una escalinata, así figura en la Forma Urbis de época de Septimio Severo, pero no se han hallado restos en las excavaciones, que han puesto de relieve dos escaleras laterales. Según una hipótesis, se debieron eliminar para emplazar una de las tres tribunas de oradores que había en el Foro Tria rostra.
Aunque dedicado a los Dioscuros, era más popularmente conocido como templo de Cástor. El templo guardaba las estatuas de Cástor y Pólux considerados como los guardianes de la libertad de Roma.


Templo de Vesta
Es uno de los templos más antiguos de Roma,  ubicado en el Foro Romano cerca de la Regia y la Casa de las Vestales, con la que forma un complejo religioso llamado Atrium Vestae. El rasgo más reconocible del templo es su planta circular. Puesto que la veneración de Vesta empezó en casas privadas, la arquitectura parece ser un recuerdo de su historia. El templo existente usó arquitectura griega con columnas corintias, mármol y una cella central. La estructura que se conserva indica que había veinte columnas corintias construidas sobre un podio de quince metros de diámetro. El tejado probablemente tenía un agujero en lo alto para permitir que saliera el humo.
Reconstrucción digital del Templo de Vesta

Está ubicado al sur de la Vía Sacra, delante de la Regia, en el extremo oriental del Foro Romano. También se encuentra cerca de la fuente de Juturna y del templo de Cástor y Pólux, originariamente en el seno del barrio de las Vestales.
En él se custodiaba, siempre encendido, el fuego sagrado en honor de la diosa Vesta.[]  Vesta es conocida como la protectora de Roma, diosa del fuego y del hogar. Según la tradición romana, el culto a la diosa Vesta fue creado por Numa Pompilio, segundo rey de Roma. También allí estaba el Paladio (una efigie en madera de Minerva legendariamente llevada por Eneas desde Troya) así como otros objetos sagrados, que se guardan en lugares secretos llamados penus Vestae, que no se abrían más que durante las Vestalia. No había ninguna estatua de la diosa misma en la cella; en lugar de ello se guardaba el hogar en el que ardía el fuego sagrado.
El edificio mismo consagrado a Vesta no era tanto un templum (un espacio consagrado), aunque los poetas lo calificaban así a menudo. Se trata, por el contrario, de un aedes (templo). Según Ovidio, su forma redonda con un hogar en medio es una representación simbólica de la Tierra, con su fuego central e inmóvil. Los historiadores modernos también hacen una comparación con un rito funerario muy antiguo observado en Roma, consistente en la recogida de las cenizas del difunto después de la cremación, colocarlos en una urna redonda en forma de cabaña en la que las inhumaban. Sin embargo, no se puede sacar de estas similitudes simbólicas a otras conclusiones que la antigüedad extrema de este culto y su carácter indígena.
Reconstrucción del templo, con el templo de Cástor y Pólux en segundo plano

Todos los templos dedicados a Vesta eran de planta circular, y tenían entradas que se enfrentaban al este para simbolizar la conexión entre el fuego de Vesta y el sol como fuentes de vida. El templo de Vesta representa el lugar de una actividad de culto antiguo ya en el siglo VII a. C. El sitio en el que se construyó el templo conoció actividades de culto desde el siglo VII a. C. La edificación del edificio se atribuyó por algunos romanos a Rómulo, pero el templo está en el exterior del pomerio del Palatino y no pudo haberse construido antes de la segunda etapa de crecimiento de la ciudad. Los autores antiguos atribuyeron la construcción del primer templo de cesta a Numa Pompilio, quien habría hecho construir en la zona la Regia (su residencia) y la Casa de las Vestales en su forma original, lo que haría de este uno de los edificios más antiguos que habría conocido la Roma antigua . En origen, el rey encargó a sus propias hijas que supervisasen el fuego sagrado. Poco a poco, ellas adquirieron el estatus de sacerdotisas y el orden de las Vestales se convirtió en el único sacerdocio femenino de Roma.

Alrededor del templo se alzaba la Arboleda sagrada, en la que también había un cementerio para sacerdotes y vírgenes.
Su versión actual es el resultado de reconstrucciones posteriores. En lugar de una estatua de culto en la cella había un hogar en donde se guardaba el fuego sagrado. El templo era almacén de testamentos y documentos de los senadores romanos y objetos de culto como el Paladio que como se ha dicho era una estatua de Minerva que se creía que se había llevado a Roma por Eneas desde Troya; sería una de las Pignora imperii, o "prendas de dominación", de la Antigua Roma. Según Dionisio de Halicarnaso, los romanos creían que el fuego sagrado de Vesta estaba estrechamente ligado a la suerte de la ciudad y su extinción se veía como una premonición de desastre.
El edificio fue objeto de varias reconstrucciones, que conservaron la entrada orientada hacia el este y la forma circular de la planta. Aunque había un fuego en el templo, no suponía un gran riesgo de que ardiera puesto que el fuego se mantenía en el hogar y se vigilaba celosamente por las vestales. Más bien, la ciudad de Roma misma fue la fuente de incendios que destruyeron el templo.
El templo quedó sin duda incendiado durante el saqueo de Roma en el año 390 a. C. y de nuevo en el 241 a. C., cuando uno de los pontífices, Lucio Cecilio Metelo se lanzó al templo en llamas y salvó los objetos sagrados guardados en el Paladio y perdió la vista. Sin embargo, Cicerón afirma que la vista de los objetos sagrados es lo que le cegó, y no el incendio. En 210 a. C., se salvó de un incendio gracias a la devoción de trece esclavos, que fueron después rescatados a cargo del Estado y obtuvieron la libertad.
El templo sufrió, con la casa de las vestales, importantes restauraciones. Volvió a estar amenazado en el año 14, y se evacuaron los objetos sagrados. Las fuentes antiguas hablan de otras dos destrucciones del templo en incendios. En el año 64, el gran incendio de Roma quemó la mayor parte de Roma, incluyendo el templo de Vesta. Dice Dión Casio que había sido prendido por el infame Nerón, pero según Tácito, Nerón estaba en Antium en la época del incendio. Entonces fue reconstruido por orden de Nerón.

La reconstrucción más reciente, a la cual pertenecen los restos conservados es de la época de Julia Domna, esposa del futuro emperador Septimio Severo en 191, tras un fuego.
La llama sagrada fue apagada en 394 por Teodosio I después de que ganara en la batalla del Frígido, derrotando a Eugenio y Arbogastes. Este emperador abolió los ritos paganos por una serie de decretos.
El templo de Vesta permaneció razonablemente intacto hasta el Renacimiento. Sin embargo, según el testimonio del erudito Onofrio Panvinio, en 1549, el edificio fue completamente demolido y su mármol reutilizado en iglesias y palacios papales.
Los vestigios del templo son puestos de manifiesto en excavaciones arqueológicas del siglo XIX. La sección que hoy se ve, en pie, fue reconstruida en los años treinta durante la dictadura de Benito Mussolini. Comprenden una parte del podio y de los cimientos, tres columnas y el entablamento que soportan, así como la parte de la pared de la cella correspondiente a la misma sección.
El templo es monóptero, esto es, de planta circular. Se eleva sobre un podio de unos 15 metros de diámetro, con la cella. El podio, en opus caementicium, está cubierto de placas de mármol.
Se complementa con veinte pedestales que sostienen veinte columnas corintias de mármol blanco embebidas, como todos los templos consagrados a Vesta. De dimensiones modestas, está rematada por una cúpula cuya altura es la mitad del diámetro del edificio, probablemente en imitación de las cabañas itálicas antiguas, y habría sido construido en origen en acacia con un techo cubierto de paja.
La cella es cerrada, veinte columnas trabadas decoran su muro exterior. Se accede por una puerta orientada hacia el este que sirve de enlace entre el fuego sagrado y el Sol, considerados como fuente de la vida.
El techo era cónico y tenía una abertura para permitir la salida del humo. Dentro de la cella no se encontraba la estatua de culto, sino solo el fuego sagrado. Una cavidad trapezoidal de 2,40 m de alto, que se abre en el podio, y a la que se accedía solo desde la cella parece ser la ubicación del penus Vestae , donde se conservaban los objetos sagrados más preciosos.

Templo de la Fortuna Viril o de Portunus en Roma (s. I a. C.)
Este templo fue llamado Portunus porque estaba dedicado a una divinidad fluvial. Se construyó a finales del siglo II o principios del siglo I a. C. En la época de la república y se encuentra en el foro Boario en foro del comercio del buey.

Construido junto al río Tíber, en el foro Boario de Roma, en realidad estaba dedicado a Portunus, divinidad protectora de las murallas y cercas, de las puertas y del ganado. Posiblemente protegía una de las entradas fortificadas de la ciudad. Se hallaba en la zona del puerto, cerca del puente Emiliano.
Su construcción debió de iniciarse a fines del siglo II y de continuar hasta mediados del siglo I, pues en este período empiezan a emplearse en Roma el travertino, la caliza fina de Tibur que aún hoy se utiliza mucho, y el tufo o toba rojiza del Anio. De travertino son las seis columnas jónicas de basa ática del pórtico y las basas y capiteles de las cinco semicolumnas de cada lado de la cella (los fustes de aquéllas y las paredes de ésta, en toba del Anio). Una capa de estuco pintado lo revestía e igualaba todo. De estuco también eran los relieves de candelabros y guirnaldas del friso, coronado por una cornisa denticular y un cimacio lésbico. Las cabezas de león (canecillos) de las cornisas laterales se conservan relativamente bien.
El edificio es, en esencia, un templo itálico, con pórtico hexástilo en su primer tercio (dos intercolumnios) y cella en los otros dos tercios. El podio, la escalinata frontal (de reconstrucción moderna) y el pórtico profundo, le imponen la orientación unilateral característica. Otra cosa es el templo griego, abierto por los cuatro costados e indiferente a su entorno. El arquitecto, seguramente griego, cumplía con el ritual romano y quedaba en libertad de revestir el edificio del refinamiento de un jónico impecable.

El hecho de que este templo se halla conservado hasta nuestros días en un excelente estado de conservación se debe a que en el siglo IX d. C. se convirtió en un templo dedicado a Santa María Egipcíaca (patrona de las prostitutas) abriéndose algunas ventanas en el interior y poco más. Posteriormente en el siglo XVI el edificio pasó a una orden monacal armenia, la cual realizó algunas reformas pero que apenas afectaron al edificio, construyéndose diversos edificios contra sus muros (véase fotografía), los cuales fueron demolidos durante el régimen fascista de Mussolini en los años 30 del siglo XX.
Santa Maria Egipcíaca según un grabado de Giovanni Battista Piranesi.

Parte trasera del templo.


Templo de la Concordia (Roma)
El templo de la Concordia (en latín: Aedes Concordiae bajo la República luego Aedes Concordiae Augustae bajo el Imperio) fue el principal templo de la ciudad dedicado a la diosa de la Concordia. Se encuentra en el Foro Romano.
Reconstrucción del templo de la Concordia por  F. Corni

Se encontraba en el extremo occidental del Foro Romano, al pie de las pendientes de la colina Capitolina, ante el Tabularium del que disimula una parte de la fachada, entre el Tullianum al noreste y el templo de Vespasiano al sudoeste. Tras su construcción, el espacio en torno al templo tomó el nombre de Area Concordiae, y así lo mencionan Tito Livio y Julio Obsecuente para los años 183 a. C. y 181 a. C. en relación con los prodigios que se decían producidos allí.
Dedicado a la Concordia, el templo simboliza la unidad del pueblo romano. En este edificio se celebraron algunas reuniones del Senado romano después del 121 a. C., sobre todo en tiempos de crisis social, donde se trataba los asuntos de los tribunales. Es en este templo donde, en el año 63 a. C., Cicerón pronuncia ante el Senado el cuarto discurso de las Catilinarias. El podio del templo de época republicana, que daba a la explanada del Foro, fue utilizado como tribuna de arengas por oradores como Cicerón o Julio César. A principios del Imperio, en el 31, el Senado condenó allí a Sejano que fue inmediatamente ejecutado en el Tullianum, construido no lejos de allí. Los hermanos Arvales se reunían aquí igualmente.
Tras su reconstrucción a principios del siglo I, Tiberio transformó el interior del templo en un verdadero museo. Hizo colocar numerosas obras de arte, sobre todo pinturas y esculturas griegas, de las que Plinio el Viejo hizo una lista en su Naturalis Historia. Allí se encontraban, entre otras, una estatua de Vesta de Rodas, las estatuas de Apolo y Juno por Baton, de Latona con Apolo y Diana niños por Eufranor, de Esculapio e Higia por Nicerato, de Marte y de Mercurio por Piston, de Ceres y Minerva por Estennis, los cuadros de Marsias por Zeuxis, de Liber por Nicias y de Casandra por Teodoro, así como cuatro elefantes de obsidiana dedicados por Augusto y un sardónice (piedra preciosa de color marrón) que habría pertenecido a Polícrates de Samos.
Fue destruido y restaurado varias veces a lo largo de su historia, y su última restauración, entre los años 7 y 10 a. C. bajo el emperador romano Tiberio, está descrito por Plinio el Viejo en su Historia Natural.
Dibujo del templo a partir de su representación en las monedas romanas

La historia del templo se remonta a las luchas civiles del principio de la República. Para celebrar la pacificación entre patricios y plebeyos tras la aprobación de las leyes Licinias en 367 a. C., el Senado ordena la construcción del templo en honor de la Concordia que Marco Furio Camilo había prometido si la paz se restablecía. Marca una etapa importante en la lucha de la plebe por obtener un reconocimiento de sus derechos. Estas leyes colocaron en pie de igualdad, al menos desde el punto de vista político, a los plebeyos y los patricios. El pueblo habría liberado a Camilo de su voto y decidió al día siguiente construir el templo en su nombre. Recientes excavaciones arqueológicas han permitido sacar a la luz los restos del siglo IV a. C. pero parece poco probable que el templo fuera construido en aquella época, la práctica consistente en deificar virtudes abstractas no apareció más que a finales de este mismo siglo. Más sorprendente aún sería que el hipotético templo de Camilo no fuera mencionado por autores antiguos como Tito Livio o que no haya ninguna mención hasta que se evocó la dedicatoria más tardía de Lucio Opimio.

En 304 a. C., el edil curul Cneo Flavio hizo erigir un altar en bronce dedicado a la Concordia junto al Comitium, no lejos del lugar donde más tarde se construyó el templo que lo reemplazó. La construcción de este último no data más que quizá del 218 a. C., bajo la dirección del pretor Lucio Manlio. Tito Livio relata que el templo fue alcanzado por un rayo en 211 a. C. Sin embargo, parece haber una confusión con otro templo dedicado a la Concordia construido no lejos de allí, en el Arx (in arce).
El rayo alcanza la estatua de la Victoria elevada en la cumbre del templo de la Concordia, y la tiró sobre las victorias colocadas por debajo del friso, donde se quedó, sin caer a lo más bajo.
Tito Livio, Historia romana, XXVI, 23.

El templo fue definitivamente establecido o reedificado en 121 a. C. por el cónsul Lucio Opimio (quien también habría mandado edificar la Basílica Opimia en su vecindad), tras el asesinato de Cayo Graco, y por orden del Senado. Fue dedicado un 22 de julio. Es probable que el templo de Lucio Opimio fuese el primero erigido en este lugar, dado que no se hace ninguna mención a un templo preexistente por los autores antiguos o en las inscripciones, lo cual es generalmente el caso en este supuesto, puesto que el dies natalis de un templo se modifica. La presencia de material más antiguo en el cemento del podio, como por los restos de toba de Grotta Oscura o de Fidenes del siglo IV a. C., puede explicarse por la reutilización de materiales de construcción de un edificio próximo al lugar del nuevo templo, destruido con esta ocasión, no es necesariamente una prueba de la existencia de un templo más antiguo.
Capitel corintio de la cella del templo de la Concordia: las volutas clásicas que sostienen el ábaco son reemplazadas por parejas de carneros[

Los trabajos, que se emprendieron poco después de la represión sangrienta del alzamiento popular con Cayo Graco, la muerte de este último y la condena a muerte de centenares de sus partidarios, fue percibido por los plebeyos como una provocación arrogante de la aristocracia. Se trataría, por parte del Senado, de reafirmar su autoridad y su posición ante los intentos de reforma social profunda al evocar la paz y la estabilidad que aportaba el sistema tradicional aristocrático que no podía funcionar más que con la cooperación de los plebeyos, de manera que, según su punto de vista, los actos de los reformadores no engendraban más que desorden y violencia
El templo resultó dañado por un incendio en el 9 a. C. Tiberio reconstruyó el templo entre los años 7 a. C. y 10 d. C. para conmemorar su triunfo, los trabajos fueron financiados con una parte del botín traído de Germania  y para reapropiarse del símbolo de las victorias del Senado sobre los reformistas. El templo se agrandó y dedicó a la Concordia Augusta el 16 de enero del año 10 o el año 12, en nombre de Tiberio, entonces heredero de Augusto, y de su difunto hermano Druso , muerto durante una campaña militar en el delta del Rin. Tiberio obtuvo del Senado el derecho de hacer figurar los dos nombres en contrapartida por la financiación de los trabajos.
Fragmento de la cornisa del templo

La restauración del templo permitió a Augusto conciliar a los ojos de los romanos la concordia en el seno de la familia imperial y la concordia del Estado, haciendo intervenir numerosos miembros de su familia, directamente como Tiberio o indirectamente como Druso Octavia y Livia. En efecto, Tiberio dedicó el nuevo templo el 1.º de enero del año 7 a. C. en el pórtico de Octavia recientemente restaurado en nombre de la hija hermana de Augusto. La emperatriz Livia, esposa de Augusto y madre de Tiberto, parece haber tenido igualmente un papel importante en esta nueva dedicatoria, y más específicamente en la elaboración del constitutum del nuevo templo en el 7 a. C., haciendo elevar en el lugar del templo un altar para proceder a un sacrificio inaugural. Finalmente, el nuevo dies natalis del templo fue fijado en el día del aniversario de la obtención por el emperador del título de «Augusto».
En 16, se depositaron en el templo las ofrendas por orden del Senado para celebrar la condena de Libón tras el fracaso de su conspiración.

Última restauración
Puede que fuese restaurado por última vez tras el incendio de 284 como indicaría una inscripción en el arquitrabe, hoy en día desaparecida, vista por un peregrino durante su visita a Roma y consignada en un documento llamado Itinerario de Einsiedeln.
El templo estaba aún al menos parcialmente en pie a principios del siglo VIII pero ya mostraba signos de fragilidad y amenazaba con derrumbarse durante el pontificado de Adriano I, entre 772 y 795.
Hoy en día el templo ha desaparecido casi por completo en la actualidad. Toda la parte noreste del edificio está hoy en día cubierta por la escalera moderna que permite el acceso al Capitolio. Sólo los cimientos del podio y la entrada de la cella son visibles aún, así como un fragmento de cornisa que está expuesta en una galería del Tabulario y un capitel corintio adornado por carneros en lugar de volutas que se expone en el Forum Antiquarium. Las ruinas visibles son de la época de Augusto y datan de la reconstrucción de Tiberio.
En origen, el templo debió ser de orden jónico y forma rectangular tradicional de dimensiones modestas con columnas en tres lados según una forma períptera sine postico. Seguido por el templo de Cástor y Pólux algunos años más tarde, restaurado en 117 a. C., se trata del primer templo de influencia helenística construido en el Foro.

El templo imperial
Dimensiones
Con la reconstrucción de Tiberio, el templo de Lucio Opimio fue agrandado y adoptó una forma original donde la anchura de la cella era mayor que su profundidad (una cella llamada «barlonga» de 43,5 metros de ancho por 22,7 metros de profundidad), permitiendo así adaptarse de este modo mejor al poco espacio disponible. La basílica Opimia, construida por Lucio Opimio a lo largo del lado norte del templo que haría restaurar en la misma época, desaparece con la reconstrucción imperial. El templo estaba enteramente cubierto de mármol de Luni.
El pronaos, más estrecho que la cella con 25,6 metros de ancho y 14,8 metros de profundidad, es hexástilo corintio, seis columnas en la fachada, con tres columnas a los lados. Estas columnas tienen un diámetro de 1,68 metros y están separadas por un espacio de 2,65 metros según un ritmo picnóstilo. Se accede al templo desde la explanada del Foro por una escalera de peldaños muy ancha que permitía acceder al Area Concordiae luego por una segunda escalera que desembocaba en el pronaos, detrás de la alineación de las columnas en la fachada en razón del espacio restringido disponible delante del templo.

Programa decorativo exterior
La estatuaria
La representación del templo sobre un sextercio en bronce data de finales del reinado de Tiberio permite describir precisamente la estatuaria que adornaba el edificio tras su reconstrucción augústea. Se percibe en medio de las columnas del pronaos, la figura sentada de la Concordia, flanqueada por estatuas de Mercurio llevando el caduceo de la paz y Hércules, «héroe civilizador»,  guardianes del santuario. La cumbre del frontón está decorada con un grupo de tres estatuas que podrían identificarse con la triada capitolina compuesta por Júpiter, de Juno y de Minerva. Podría igualmente tratarse de un grupo de tres diosas ya que la postura recuerda a la de las tres Gracias: Concordia rodeada por Salus (Higia en Grecia) y de Fortuna. Este grupo estatuario está encuadrado por dos estatuas identificadas con Ceres y Diana, Honos y Virtus, o incluso Tiberio y Druso según interpretaciones. Las victorias ocupan las acróteras laterales inferiores, recordando que el templo fue construido ex manubiis, con el botín tomado a los germanos tras las victorias de Tiberio y Druso. Por debajo, el tímpano se muestra vacío de todo bajorrelieve.
Al hacer figurar el templo en una moneda, Tiberio podría al mismo tiempo celebrar el vigésimo quinto aniversario de la dedicatoria del templo o los vicennalia, votos pronunciados por el emperador con ocasión de su vigésimo año de reinado. Sin embargo, para esta última hipótesis, la representación sola de la figura de la Concordia habría bastado. El hecho de que la moneda se refiera específicamente al templo de la Concordia, con especial énfasis en la estatuaria decorativa y el hecho de que se acuñó a finales del reinado, o después de la agitación política provocada por la caída de Sejano y la reconciliación de las dos ramas julio-claudias con la elección de Calígula como heredero, mostraría más bien la voluntad de Tiberio de subrayar el regreso a la vez a la concordia civil y a la concordia familiar, «respetando la herencia de Augusto».

El entablamento
Un fragmento de la cornisa en mármol del templo se ha conservado y está hoy en día expuesto en una galería del Tabulario. Revela una decoración rica en motivos vegetales (hojas de acanto), con dentículos y modillones. Cada porción del entablamento está adornada con molduras. La decoración parece inspirarse en la del templo de Marte Vengador (Templum Martis Ultoris en el foro de Augusto), aunque más elaborada. La forma de los modillones recuerda a los motivos de la cornisa del Erecteion de Atenas.
Entablamento

Decoración interior
La entrada de la cella se compone de dos grandes bloques de mármol de Porta Santa grabados con un caduceo, emblema de los embajadores y símbolo de reconciliación. Los muros de la cella estaban cubiertos por mármoles exóticos polícromos. El muro del fondo estaba dividido en once vanos por unas filas de columnas corintias de mármol blanco dobladas de pilastras corintias adosadas. Los capiteles corintios de las columnas presentan un motivo poco habitual: las cuatro volutas tradicionales de las esquinas están reemplazadas por dos pares de carneros. Cada vano contiene un nicho ocupado por las estatuas alegóricas. El nicho del centro del muro opuesto a la entrada, más ancho que los otros, debió contener una gran estatua representado a la Concordia sentada sobre un trono y sosteniendo un cuerno de la abundancia (cornucopia) y una pátera. A uno y otro lado debían estar acompañándola las estatuas de Salus y Fortuna, respectivamente, repitiendo así la asociación de la cúspide del frontón.
Restos del podio del templo

Templo de Hércules Víctor
El templo de Hércules Víctor o Hércules Olivario es un antiguo edificio romano ubicado al sur del Templo de Portunus (templo de la Fortuna Viril), en el Foro Boario. Después del templo de la Fortuna Viril,  se levantó unos años después el edificio más antiguo de mármol que se conserva en Roma, de mármol pentélico, importado de Atenas y, por tanto, costosísimo. Es un templo monóptero, redondo de diseño peristílico griego (completamente rodeado por columnas). Esta disposición hizo que muchos lo tomasen erróneamente por un templo de Vesta, pero se ha comprobado que es un templo de Hércules.
Fechado sobre el año 120 a. C., el templo tiene 14,8 m de diámetro y consiste en una cella circular dentro de un anillo concéntrico de 20 columnas corintias de 10,66 m de alto descansando sobre cimientos de toba. Estos elementos sujetan un arquitrabe y un techo que han desaparecido. El muro original de la cella y las columnas se conservan pero el techo de teja actual es un añadido posterior. Andrea Palladio sugirió un domo, aunque esto fue aparentemente erróneo. Fue reconstruido por Tiberio en el año 15, en mármol de Luni. El templo es el edificio de mármol más antiguo conservado en Roma.
En 1132 el templo fue convertido en iglesia, conocida como Santo Stefano alle Carrozze. En 1475 se efectuaron restauraciones adicionales (y un fresco sobre el altar). Sixto IV dedicó una placa en el suelo. En el siglo XVII la iglesia fue renombrada a Santa Maria del Sole.
A pesar del papel del Foro Boario como mercado de ganado en la antigua Roma (o quizá debido a él), el Templo de Hércules es objeto de una leyenda popular que afirma que ni las moscas ni los perros entran a ese lugar sagrado.
El templo fue reconocido oficialmente como monumento antiguo en 1935.
  
Templo de Juno Moneta
El templo de Juno Moneta era un templo romano antiguo que se colocó en el Arx o la ciudadela en la colina del Capitolio en lo alto del foro romano. Situado en el centro de la ciudad de Roma, fue el lugar donde las monedas romanas fueron acuñadas por primera vez, iniciando así la antigua práctica de asociar menta con los templos. Además, era el lugar donde los libros de los magistrados eran depositados.
Juno Moneta, el segundo nombre que asocia a la diosa romana Juno con la diosa Moneta, que fue adorada en algunos lugares fuera de Roma, fue considerada como la protectora de los fondos de la ciudad. El dinero fue acuñado en su templo durante más de cuatro siglos, antes de que la menta se trasladó a una nueva ubicación cerca del Coliseo durante el reinado del emperador Domiciano. Así, Moneta llegó a significar " menta " (la menta en sí misma es una corrupción de moneta) en latín, que se utilizó en obras escritas de antiguos escritores romanos como Ovidio, Marcial, Juvenal y Cicerón, y fue el origen de Las palabras "monetarias" y "dinero".

Cicerón sugiere que el nombre Moneta deriva del verbo "monere", porque durante un terremoto una voz de este templo había exigido el sacrificio expiatorio de una cerda preñada, conectando con la antigua leyenda romana que los sagrados gansos de Juno advirtieron al comandante romano Marcus Manlius Capitolinus del acercamiento de los galos en 390 AC. Pero los eruditos modernos rechazan esta explicación.
Moneta es también un nombre usado por Mnemosyne, madre de las musas, por Livius Andronicus en su traducción de la odisea, y la cita de Hyginus de Júpiter y de Moneta como padres de las musas El nombre Mnemosyne o Memoria estaba conectado a Juno Moneta que mantuvo en su templo un registro intachable de los acontecimientos históricos.
En el comienzo de las hostilidades con el Aurunci en el 345 AC, Camilo decidió convocar la ayuda de los dioses para el conflicto prometiendo construir un templo a Juno Moneta. Mientras regresaba victorioso a Roma, renunció a su puesto y el senado nombró a dos comisionados para construir el templo. Ellos eligieron su sitio para estar en la ciudadela, donde había sido la casa de Marcus Manlius Capitolinus, y lo dedicaron un año después del voto. Esto fue registrado en la historia de Livy de Roma y Fasti de Ovidio, donde este último dice:
"Arce quoque en summa Junoni templa Monetæ,
Ex voto memorant facta, Camille, tuo. Ex voto memorant facta, Camille, tuo.
Ante domus Manli fuerant, qui Gallica quondam Ante domus Manli fuerant, qui Gallica quondam
A Capitolino reppulit arma Jove."(Ovid's Fasti, vi. 183-186) [5] Un Capitolino reppulit arma Jove. "(Fasti de Ovidio, vi. 183-186)

"El Templo de Juno Moneta, dedicado a la cumbre de la Ciudadela,
Prometido, Camilo, por ti,
Era una vez la casa de Manlius, que condujo los ejércitos galos
Lejos de Júpiter Capitolino. "(Fasti de Ovidio, vi. 183-186)

El templo almacenó el Libri Lintei, los registros de los cónsules elegidos anualmente, que datan de 444 a.C a 428 a.C. A partir de 273 a,C, la menta de plata romana y sus talleres se adjunta al templo. La tutela de Moneta de la acuñación romana alentó a los apostadores romanos a usar este medio como un verdadero registro para glorificar a sus familias conmemorando las heroicas leyendas de la familia.
Según la leyenda, fue aquí que la sibila romana predijo la venida de Cristo al emperador Augusto, a quien se le otorgó una visión celestial de la Virgen María de pie sobre un altar sosteniendo al niño Cristo. Augusto supuestamente construyó un altar en el lugar - el altar del cielo o ara coeli - y la iglesia de Santa María en Aracoeli se elevó a su alrededor. La estructura original no puede remontarse a la época de Augusto (Roma no llegó a ser oficialmente cristiana hasta el siglo IV), pero en el siglo VI la iglesia existente ya era considerada antigua. Fue reconstruida más tarde, con la estructura actual que data del siglo XIII. 
Debido a la falta de vestigios y escasa información sobre la ubicación exacta, el templo se considera un enigma en la topografía de la antigua Roma. Sin embargo, todos coinciden en el hecho de que se situaba en la cumbre de la ciudadela en lugar de en las otras dos zonas de la colina. Algunos topógrafos colocaron la ubicación del templo debajo de la iglesia de Santa María en Aracoeli, mientras que otros lo colocaron cerca del borde de la colina que mira hacia el Foro al lado de la escalera hasta la parte posterior de la iglesia.
Santa María en Aracoeli, la posible ubicación de algunos topógrafos para el templo de Juno Moneta.

Aunque la tradición habla sobre la construcción del templo en el sitio de la casa del héroe patricio Manlius, las fuentes antiguas, en referencia al período de las guerras galas de 390 a.C, sugieren la existencia de un edificio anterior del templo, que Se relacionó con dos artefactos arcaicos de terracota encontrados en el jardín Aracoeli que datan del período comprendido entre finales del siglo IV y principios del siglo V.  Otros restos de muros cuadrados y piedras que se conservaron en el jardín, fueron atribuidos por los eruditos a la obra de fortificación del Arx, posiblemente volviendo a las fases de Arcaico y Republicano del Templo.
  
Templo de Rómulo
Pequeño templo levantado en el siglo IV en el área denominada Via Sacra Summa, el templo del Divo Rómulo. Este pequeño edificio se construyó en un espacio que quedaba entre el templo de Antonino y Faustina (hoy día San Lorenzo en Miranda), la Basílica Nova (también conocida como de Majencio o de Constantino) y el Foro de la Paz.
Propuesta de reconstrucción infográfica del Templo del Divo Rómulo según Juan Alberto Aguilar

Se trata de una muestra más de la originalidad con la que los ingenieros romanos resolvieron la planta centrada que habían tomado de los templos monópteros (templos circulares) de Grecia. Cercano a este templo estaba el famoso tholos de Vesta, otra construcción de planta circular; aunque bien es cierto que no debe tanto a éste como al Pantheon. La cúpula, de unos 15m. (50 pies romanos) de diámetro, que cubre la cella principal apea sobre un muro circular y continuo de hormigón y ladrillo que recuerda al Pantheon, aunque no posee la complejidad estructural del edificio adrianeo.  Dos salas alargadas y absidadas flanqueaban a la cella principal, con la que se comunicaban a través de sendos vanos abovedados, y que abrían directamente a la Vía Sacra con puertas dispuestas a eje con sus respectivos ábsides. Son precisamente estas dos alas longitudinales las que dan más originalidad al edificio y las que condicionan la fachada principal del mismo. Esta última, lejos de ser un pórtico alla griega, presentaba dos grandes pedimenta (frontones) sobre los dos cuerpos laterales que se adelantan, unidos gracias a una fachada cóncava horadada por hornacinas que en su día se decoraron con esculturas y en la que se abre la portada principal del templo.

Esta portada es de lo poco original que se conserva y es bastante interesante desde el punto de vista de la información que nos ofrece. Este acceso principal está flanqueado por dos columnas corintias de pórfido rojo (también originales) que soportan un entablamento jónico de travertino, el mismo material utilizado para plintos, basas y capiteles. Los batientes de bronce estuvieron dorados en su época y decorados con clavos, dorados también, cuyos únicos vestigios son los agujeros en los que un día se anclaban. Curiosamente estos batientes han sobrevivido a todos los saqueos que ha sufrido la Ciudad Eterna prácticamente desde finales del siglo IV.
Detalle de la puerta broncínea que da acceso al edificio. El desnivel que presenta hoy con respecto a la calzada se debe a una errónea restauración de 1947 que eliminó un pavimento de época neroniana al confundirlo con uno de época medieval, dejando al descubierto la actual vía de época augustea. Esto explica por qué los edificios postneronianos muestran actualmente parte de los cimientos al descubierto.

Salvo la estructura que soporta el cuerpo de la cúpula, la totalidad de la obra se realizó en opus latericium, esto es, ladrillo romano, lo que ha condicionado en buena medida el estado en el que ha llegado hasta nosotros. Sin embargo, el hecho de que en el siglo VI fuera incluido en la iglesia de San Cosme y San Damián, a la que ha servido como vestíbulo, ha permitido la conservación de la cella en un buen estado, de hecho se han restaurado parte de la decoración parietal que cubría interiormente el paramento.
Aunque tradicionalmente se ha identificado con el Templo del Divo Valerio Rómulo, en los últimos años algunos historiadores han puesto este hecho en cuestión atribuyéndoles otras advocaciones.
En torno al año 309 moría Valerio Rómulo, quien fue cónsul de Roma e hijo del emperador Marco Aurelio Valerio Majencio, más conocido como Majencio (o Maxentius). A la muerte de su hijo, el emperador decretó su divinización y se le consagró un templo circular del que nos ha quedado constancia a través de la numismática. El parecido de estas imágenes con el edificio en cuestión hizo que se asociara a dicha advocación. A pesar de todo ello se han alzado algunas voces que identifican las imágenes de dichas monedas con el mausoleo que Majencio levantó en la Vía Apia para dar sepultura a su hijo.

Templo de Saturno
Dedicado a la deidad agrícola Saturno que se erige en el extremo occidental del Foro Romano. Es uno de los templos romanos más antiguos construidos en el entorno del Foro. Se construyó entre 501 y 498 a. C. Algunas fuentes lo atribuyen al rey Lucio Tarquinio el Soberbio y otras lo datan de comienzos de la República romana. Bajo la República, una habitación amueblada en el templo o en las proximidades inmediatas, guardaba los documentos oficiales del Estado y del tesoro público (Ærarium, «erario»).
El templo, que está orientado al norte, se erigió en la esquina sudoeste del Foro Romano (in Foro Romano, sub Clivo Capitolino), al pie de la vertiente oriental de la colina Capitolina, en las proximidades de la basílica Julia . Delante del templo, una calle empinada, parte de la via Sacra, conecta el Vicus Iugarius con el Clivus Capitolinus. El templo marca el comienzo del Clivus Capitolinus, el antiguo camino que llevaba a la cima de la colina Capitolina. Justo antes de la intersección de las dos vías, el Vicus y el Clivus abarcando el Vicus Iugarius, destacaba un arco de triunfo que Tiberio hizo erigir en el año 16 para conmemorar las victorias de Germánico y cuyos cimientos aún son visibles entre el templo y la basílica.
El culto a Saturno es uno de los más antiguos de Roma. La tradición romana hizo del dios caído Saturno, refugiado en el Lacio, el fundador de una ciudad mítica en el Capitolio, Saturnia. La divinidad habría enseñado a los romanos a cultivar la tierra. Le dedicaron un altar al pie del Capitolio y sería ante este altar arcaico que se construyó el templo.
Aunque dedicado al dios Saturno, el principal uso del templo era servir de sede al tesoro del Imperio Romano (aerarium), almacenando las reservas de oro y plata. Bajo la República, el templo guardaba el tesoro público del Estado Aerarium o Ærarium populi Romani) gestionado por dos cuestores uno de los cuales tenía la responsabilidad de las llaves de la sala construida en el templo. El erario debió ser almacenado en la cella del templo o en una pieza situada debajo de la parte delantera del podio. El templo de Saturno fue elegido como lugar de depósito del tesoro ya que, según la leyenda, no se cometían robos cuando Saturno reinaba en Italia. Además, bajo su mandato, el concepto de propiedad privada no existía sino que todo lo que estaba guardado en el templo se consideraba como un bien común.
Los cuestores fueron reemplazados por dos ediles por Julio César en el 45 a. C. luego por dos prefectos de rango pretoriano a partir del 29 a. C., pero para entonces, el erario ya no estaba en el templo de Saturno ya que a finales de la República, poco después del 45 a. C., se desplazó a otro edificio (quizá el templo de Juno Moneta) mientras que los otros archivos se transfirieron al Tabulario. La actividad principal de estos magistrados era la gestión de los ingresos y los gastos, tarea simbolizada por la presencia de dos balanzas en el templo.
Entre los documentos más importantes depositados en el Erario, se encuentran las copias de las leyes grabadas en bronce (leges) y los senadoconsultos, que no estaban vigentes sino a partir del momento en que se archivaran las copias, los locationes para los contratos públicos, los registros de deudas con el Estado mantenidos por los censores, las cuentas de las actividades financieras de los pro magistrados, una lista de decisiones de orden financiero adoptadas por el Senado y otros registros importantes. Estos documentos oficiales podían fijarse en el exterior sobre un gran panel en la parte superior del podio para que lo pudiera leer todo el mundo.
El tesoro depositado en esta pieza albergaría igualmente en tiempos de paz (Pax Romana) las insignias de las diferentes legiones.

Construcción y primera consagración
Los autores antiguos no coinciden en la fecha de fundación del templo ni el lugar de su emplazamiento. Según Tito Livio, la construcción del templo empezó durante el consulado de Tito Larcio Flavo y de Quinto Clelio Sículo, en 498 a. C. Se habría completado en 497 a. C., año durante el cual se habría consagrado por los cónsules Aulo Sempronio Atratino y Marco Minucio Augurino. Pero según Dionisio de Halicarnaso, fue durante el primer consulado de Tito Larcio Flavo con Postumio Cominio Aurunco como colega que se decidió la construcción del templo. El Senado habría encargado por decreto a Póstumo Cominio que dedicase el templo. El aniversario de esta consagración, el 17 de diciembre, marca el comienzo de la fiesta de las Saturnales, o quizá ocurrió al revés, se fijó deliberadamente esta fecha para corresponder con las festividades más antiguas.
Macrobio habla de una tradición según la cual Tulio Hostilio dedicó un altar a Saturno como un monumento que celebrase su victoria sobre los sabinos. Más tarde instituyó las Saturnalia. Este lugar de culto, que quizá sea el origen del templo de Saturno, es calificado de fanum y pudo de hecho no tener ninguna relación con el templo republicano y corresponderse con el altar situado en las proximidades de los rostra imperiales. Según otra tradición, relatada por Macrobio o Varrón, el templo de hecho fue dedicado por Tarquinio el Soberbio, último rey de Roma, y construido poco antes de su deposición. Se trataría para el rey de una oferta de compensación un nuevo lugar de culto para esta divinidad asociada al Capitolio y de donde quedó excluida con la construcción del templo de Júpiter Capitolino, dedicando la colina a la tríada Júpiter, Juno y Minerva. 
La construcción no estaría terminada en el momento de la deposición de los Tarquinios y los trabajos quedarían en suspenso durante el tiempo en el que la situación política de Roma se estabilizase. Se habrían retomado una década más tarde por parte de los magistrados entonces en funciones. De todos modos, el templo no se habría consagrado por vez primera sino entre el año 501 a. C. y el 497 a. C.


Segunda consagración
El templo parece haberse consagrado de nuevo por un tal Lucio Furio, tribunus militum, después de la segunda mitad del siglo V a. C.} En 174 a. C., un pórtico se construyó entre el templo y la Curia Hostilia en el Comitium, cerrando con una columnata el extremo noroeste del Foro Romano.

Reconstrucción de Lucio Munacio Planco
En el año 42 a. C., el templo republicano de estilo toscano, que ciertamente conservaba su apariencia arcaica del siglo V a. C., fue reconstruido por entero según un estilo helenístico por Lucio Munacio Planco que financió los trabajos gracias al botín amasado tras sus victorias sobre los pueblos alpinos de Recia. Parece que el avance de los trabajos fue irregular, perturbado por las luchas políticas con la guerra que enfrentó a Octavio y Marco Antonio de quien Lucio Munacio Planco era partidario. Sin embargo, Planco acabó por pasarse al campo de Octavio en 32 a. C., algunos meses solamente antes de su victoria sobre Marco Antonio en Accio. Los trabajos en Roma se reemprendieron y la reconstrucción del templo de Saturno no se terminó hasta el final de los años 30 a. C. Se trataría de uno de los últimos ejemplos de financiación de trabajos de restauración de un monumento importante por un particular ajeno a la familia imperial. Tácito menciona el templo para el año 16 cuando habla de la construcción de un arco de triunfo en las cercanías.

Últimas restauraciones después del incendio de Carino
Una importante restauración, en efecto una reconstrucción, tuvo lugar después del gran incendio que estalló bajo el reinado de Carino en 283, tal vez a comienzos del siglo IV , sin embargo es poco probable que el templo quedara dañado en aquel incendio, no se lo menciona por los autores antiguos que ofrecieron una lista de los daños materiales relativamente precisa. El templo fue restaurado por última vez durante la segunda mitad del siglo IV, entre 360 y 380, período en el que se asistió a una renovación de los cultos paganos. Durante estas dos últimas restauraciones, los materiales se recuperaron de otros monumentos como atestigua la disparidad de las bases de las columnas, de tres tipos diferentes, los fustes de las columnas que procedían del foro de Trajano y los modillones de la cornicha que son de época augústea.
Templo de Saturno con la iglesia de Santa Lucia y Martina al fondo

Restos
Las ruinas del templo visibles hoy en día comprenden ocho columnas con fuste liso y una parte del entablamento, que data probablemente de la restauración del siglo IV. Los vestigios del imponente podio en opus caementicium revestido de travertino y que sirve de cimiento datan de la reconstrucción de Lucio Munacio Planco.

El templo arcaico
En el interior de los restos del imponente podio del templo de época imperial se descubrieron los restos de los cimientos de la época republicana que se componía de cuatro muros en toba cappellaccio en opus quadratum con una altura máxima de diez filas de piedra. Los restos de estos muros tienen un grosor de 3 metros para una altura máxima de 3,92 metros. Dada la situación del templo en relación con el Capitolio y la diferencia de nivel entre cada lado de aproximadamente 6 metros, el templo arcaico de estilo toscano debió alzarse sobre una terraza que servía de base, tal vez accesible desde el adyacente Clivus Capitolinus.

El templo restaurado
Arquitectura exterior
Las reconstrucciones modernas del templo de Saturno se basan en gran parte en los trabajos llevados a cabo por los arqueólogos Giuseppe Lugli y Piero Maria Lugli. No obstante, esta reconstrucción se basa en un fragmento de la Forma Urbis con la inscripción incompleta ORDIA, completada en CONCORDIA e identificado como representante de la zona del Foro Romano ocupado por el templo de la Concordia, el templo de Vespasiano y el templo de Saturno. Una hipótesis más reciente propone identificar este fragmento como representante de una zona del Aventino, en torno al templo dedicado a Venus Verticordia, lo que haría de los primeros intentos de reconstrucción parcialmente fallidos, sobre todo en lo que concierne a la escalera frontal.
El templo ocupa el extremo oriental de un espacio más amplio (Area Saturni) que comprende una amplia zona en la parte trasera del edificio. Después de la reconstrucción de Planco, el templo tenía un largo de 40 metros y una anchura de 22,5 metros. Es pseudo-períptero hexástilo de orden jónico y conserva a pesar de sus numerosas reconstrucciones y la reutilización de numerosos elementos sacados de otros monumentos (spolia) los rasgos particulares de los templos itálicos, como el hecho de alzarse sobre un podio, de 24 metros de ancho por 33 de largo, que se eleva en nueve metros encima de la explanada del Foro. El podio está construido en opus caementicium disimulado por bloques de travertino recubiertos de mármol.
Las seis columnas de la fachada de trece metros de alto llevan fustes lisos de 1,35 metros de diámetro en la base y de 11,65 metros de alto, en granito gris egipcio de Mons Claudianus, las otras a los lados son de granito egipcio rosa. Los capiteles jónicos en mármol blanco de Tasos datan de una restauración durante la Antigüedad tardía. Se componen de cuatro caras con las volutas dispuestas en diagonal. Las mases de las columnas están adornadas con molduras que recuerdan la forma de una cuerda (hypotrachelion).
Se accede al pronaos gracias a una gran escalera frontal cuyas las proporciones y la disposición en relación con el templo no se conoce con precisión. Según una primer hipótesis, la escalera sólo cubriría un tercio de la fachada y estaría encuadrada por dos grandes elementos rectangulares que prolongarían el podio bajo la forma de una terraza. Según una segunda hipótesis, la presencia de estos dos elementos surge del estudio de un fragmento de la Forma Urbis cuya identificación es errónea y la escalera cubriría todo lo ancho del templo a pesar de la diferencia de altura entre el Vicus Iugarius a un lado del templo y el Clivus Capitolinus al otro lado. Finalmente, según una tercera hipótesis, la diferencia de nivel entre los dos lados del templo no permitiría construir una escalera más estrecha que llevaría a una primera terraza a partir de la cual empieza una segunda escalera que es tan ancha como la fachada. El porche (pronaos) tiene tres intercolumnios de profundidad, un cuarto de la longitud total del edificio, de proporciones típicas del templo romano de finales de la República y comienzos del Imperio. Más allá del porche, las columnas laterales se adosan a los muros exteriores de la cella.
Entablamento e inscripción dedicatoria del templo de Saturno

En el entablamento frontal, el friso y el arquitrabe están invertidos de manera que está grabada la inscripción siguiente: SENATVS POPVLVSQVE ROMANVS | INCENDIO CONSVMPTVM RESTITVIT, esto es, «el Senado y el Pueblo romano construyeron [el templo] destruido por un incendio», haciendo con ello referencia, probablemente, al incendio de Carino. Los motivos que adornan el entablamento de tiempos de Augusto son ahora visibles desde el interior del pronaos. Según Macrobio, las acroteras del frontón están decoradas por grupos estatuarios representando tritones y caballos.
Yo añadiría que se posó sobre la parte superior del templo de Saturno de los Tritones, la trompeta en la boca; ya que desde su época a la nuestra, la historia es tan clara y elocuente; mientras ella estaba mudo delante, oscura y mal entendido; esto es lo que representa la cola de los tritones, hundida y oculta en el agua.
Macrobio, Saturnales, libro I, VIII.
Detalle del interior del entablamento

Decoración interior
Según las fuentes antiguas, la estatua de Saturno en la cella, tallada en madera y llena de aceite de oliva para evitar que la madera se degradara, está recubierto de una tela y provisto de una guadaña. Las piernas de la estatua estaban envueltas en tiras de lana que no se retiraban más que el 17 de diciembre, primer día de las Saturnales. En esas fiestas los esclavos se hacían «libres», excepcionalmente liberados del deber de servir a su amor. Según la tradición que se perpetuó, las festividades daban lugar a intercambio de regalos.
Verrio Flaco dice que no sabe por qué Saturno está representado en el cepo. Esta es la razón que me da Apolodoro. Él sostiene que Saturno está encadenado durante el año, con un lazo de lana, que afloja el día de su fiesta, en el mes de diciembre, donde nos encontramos nosotros; y de ahí procede el proverbio que: «los dioses con pies de lana». [...] Dicen que está atado, debido a que las diversas partes del tiempo están unidas entre sí por las leyes ordinarias de la naturaleza; o porque la sustancia de los frutos se forma de nudos y fibras enlazadas. Por último, la fábula quiere que su guadaña haya caído en Sicilia, porque este país es muy fértil.
Macrobio, Saturnales, libro I, VIII.

Localización del Erario
Los vestigios en su estado actual hacen pensar que el interior de la escalera frontal estaba hueca para albergar una pequeña pieza que se ha identificado como el Erario. La habitación no es tan alta como podría de aprovechar el espacio bajo los escalones, y es relativamente estrecha, con el ancho de una o dos cámaras paralelas abovedadas. Según el arqueólogo italiano Giuseppe Lugli, la pieza podría alcanzar los 4,80 metros de ancho por 9,15 metros de profundidad. Una abertura situada en el centro de la anchura oriental, un poco más baja que el tamaño de un hombre y de la que sólo queda el umbral en mármol, permitía acceder al espacio desde el Foro. Los bloques que forman el umbral están perforados por dos filas de pequeños agujeros, la fila exterior casi alineada con la fachada. Según una primera hipótesis, estos agujeros podrían corresponder a una puerta en forma de barrera pero la presencia de plomo indicaría más bien que la abertura se convirtió en una ventana equipada con barrotes sellados con este metal.

Templo de Bellona[3] (Roma)
Restos del templo de Belona.

El templo de Belona fue un templo romano dedicado a la diosa Belona y situado junto al templo de Apolo Sosiano y el teatro de Marcelo en la antigua Roma, al pie del Monte Palatino.
Su construcción se debió a un voto de Apio Claudio Ceco en su batalla contra los etruscos y los samnitas en el 296 a.C, en la zona posterior del circo Flaminio, fuera del pomerium sino junto a las Murallas Servianas.
Los restos que pueden verse hoy en día pertenecen a una reconstrucción en el período de Augusto que no se menciona por las fuentes literarias, pero probablemente está relacionada con la transformación de la zona durante la construcción del teatro en ese momento. Augusto, relacionado con el fundador del templo a través de su esposa, pudo haber reconstruido el templo o bien el dedicante pudo haber sido Publio Clodio Pulcro, cónsul del 38 a. C., un aliado leal y suegro de Augusto.
Solamente se conservan partes del núcleo de hormigón de cascotes de toba; toda la piedra de sillería ha sido robada. Unos pocos fragmentos sueltos de arquitectura de mármol de carrara y travertino, encontrados cerca, tales como un colosal capitel decorado con un peto y hojas de palma, se atribuyen al alzado del templo. Gracias a la información proporcionada por el Forma Urbis sabemos que tenía seis columnas a lo largo de los lados más cortos y nueve a lo largo de los lados más largos, asimismo se accedía al podio a través de una escalera frontal.
Frente al templo había una columna usada en la ceremonia romana arcaica para declarar la guerra implicada lanzando una lanza del territorio romano hacia el territorio enemigo. Sin embargo, cuando por primera vez Roma tuvo que declarar la guerra a un Estado cuyo territorio no se limitaba a su propio (es decir, Pyrrhus del Epiro), era difícil ver cómo se podía llevar a cabo este rito. Por lo tanto, un prisionero de guerra se vio obligado a sostener un trozo de tierra en la zona del circo Flaminius , donde se levantaba una columna (tal vez en madera) como representación simbólica del territorio hostil y una lanza que luego se lanzaba contra la columna. Este nuevo procedimiento se utilizó entonces en todas las ocasiones subsiguientes (el último ejemplo bien conocido es en 179 d.C, bajo Marcus Aurelius).
Un área circular con el pavimento restaurado frente a este templo fue interpretado en las excavaciones como el lugar donde se ubicó esta columna, sobre la base de referencias literarias. Esto se interpreta ahora como donde el perirrhanterion (para ilustrar al final de campañas) fue situado antes de que el templo de Apolo fuera construido.

Templo de Venus y Roma

El templo de Venus y Roma se sitúa en el extremo oriental del Foro Romano, cerca del Coliseo. Se cree que fue el templo más grande de la Antigua Roma. Ubicado en la colina Velia, entre el borde oriental del Foro Romano y el Coliseo, fue dedicado a las diosas Venus Felix ("Venus la que trae buena fortuna") y Roma Aeterna ("Roma eterna").
Fue construido por el emperador romano Adriano, que empezó su construcción en 121. Fue inaugurado oficialmente por Adriano catorce años más tarde, en 135, pero no fue terminado totalmente hasta el año 141 por Antonino Pío. Dañado por el fuego en el año 307,[1] fue restaurada con cambios por el emperador Majencio.
El templo se construyó sobre la suave pendiente que desciende hacia el Coliseo, sobre los terrenos que ocupaba el vestíbulo de la Domus Aurea de Nerón. Hubo que desplazar el coloso de Nerón, al lado del Anfiteatro Flavio, para liberar el espacio requerido[2] . Fue necesario un importante terraplén para compensar una diferencia de nivel de 9 m y formar una terraza rectangular de 145 m por 100 m, en medio de la cual se alzaba el templo propiamente dicho de 108 x 54 m. Dos dobles columnatas bordeaban los lados más largos de la terraza.
Esta edificación está íntimamente ligada a la celebración de los aniversarios de Roma: la fecha del 21 de abril como aniversario de Roma se celebra cada año durante Parilia. Antonino Pío celebró el 900.º aniversario en 148. Las monedas acuñadas con tal ocasión mostraban la fachada decástila del templo poniendo de manifiesto el monumento y el culto al que estaba dedicado. El templo se convirtió en la mejor representación de la eternidad de Roma. En 248, durante la celebración del milenario de Roma el templo de Venus y de Roma fue sin duda el centro de las ceremonias. Había adquirido un papel fundamental en la vida religiosa de la ciudad. Es, según Michel Christol, el punto de referencia cómodo en el que resumir toda la religión romana tradicional cuya supervivencia y mantenimiento parecían una garantía y una salvaguarda: el templo podía asumir que representaba la fortuna de la ciudad. En las monedas de Felipe el Árabe celebrando el milenario de Roma, se ve un templo hexástilo. Podría tratarse de la representación simplificada del templo de Venus y de Roma con la leyenda SAECULUM NOVUM («Siglo nuevo»).
Reconstrucción 3D del templo de Venus y Roma colocado a un lado del Foro.

La construcción y el diseño se deben al emperador Adriano. Su arquitecto favorito, Apolodoro de Damasco, no quedó demasiado impresionado por las habilidades arquitectónicas de su emperador, y se burló del tamaño de las estatuas sedentes dentro de la cella, diciendo que seguro que se golpearían en la cabeza si intentaran levantarse de sus tronos. Esto provocó la ira del emperador, que lo mandó exiliar y luego ejecutar poco después.
Comenzada la obra en el año 121, a principios del reinado de Adriano, el edificio no fue inaugurado hasta el 21 de abril de 135 de 137 o 138, día del aniversario de la fundación de Roma, y su decoración fue terminada en 141-143 bajo el reinado de Antonino Pío.
Sufrió un incendio en 283 que dañó las cellae y fue restaurado a partir de 308 por el emperador Majencio, que remodeló los ábsides que se ven hoy en día dotándolos de una cubierta abovedada. Esta restauración cambió el diseño original introduciendo exedrae, nichos semicirculares, en la parte trasera de cada cella y pavimentando el suelo con mármoles policromados. Monedas de Maximiano y Majencio representan al templo (la parte consagrada a la diosa Roma) con la leyenda CONSERVATOR VRBIS SVAE (literalmente, «protector o conservador de la ciudad») conmemoraron estos trabajos.
Según el historiador de la Antigüedad Amiano Marcelino, el templo estuvo entre los grandes edificios de Roma que asombraron al emperador Constancio II en su visita a la ciudad en 357.

Era de grandes proporciones, asentado sobre una plataforma de 145 metros de longitud y 100 metros de ancho, y 29,5 m de alto, 31 metros si se cuentan las estatuas. El edificio con peristilo (también peripteral) medía 110 metros de largo y 53 m de ancho.

Es un templo doble, combinando dos templos juntos: uno dedicado a Venus, la diosa del amor en la versión de Venus Felix, madre de Eneas, antecesora mítica de los romanos, y el otro a Roma Aeterna, la diosa de la ciudad como "Roma eterna". Esta configuración doble, original e inédita en la misma Roma, existía ya en la época en Oriente, como por ejemplo en el templo de Zeus y de Cibeles en Sardes. Cada templo se compone por una cella cerrada en un cuadrado de 25,7 metros de lado, cubierta de un techo bastidor y precedida de un pórtico con cuatro columnas (tetrástilo). La ausencia de un podio se aparta de la forma tradicional del templo romano. Las cellas estaban dispuestas simétricamente, de espaldas, cada una conteniendo la estatua de una diosa: aquella que tenía la estatua de Roma tiene orientación oeste, mirando al Foro Romano, es la que se conserva y está englobada en el antiguo convento de Sta. Francesca Romana; y la otra, la de Venus, al este hacia el Coliseo.
Los lados oeste y este (los cortos) poseían diez columnas (decástilo), mientras que el norte y el sur (lados largos) poseían dieciocho (o veinte) columnas blancas, todas ellas de 1,8 metros de ancho, lo que hacían de este un templo imponente y de estilo corintio (según la forma clásica de un templo helenístico períptero). Finalizaban en escaleras que bajaban al Coliseo.

Una reconstrucción del templo interior por el arquitecto alemán Josef Bühlmann de 1913 presenta dos columnatas longitudinales de columnas corintias formando una nave central flanqueada por dos naves laterales bajo un techo abovedado con casetones. Descansando sobre las columnas hay un doble entablamento que se extiende hacia atrás hasta la exedra, con una semi-cúpula de casetones sobre la estatua sedente. Las paredes detrás de las naves laterales llevan insertas pequeñas columnas que se alzan a alguna distancia sobre el suelo sobre un plinto. Pequeñas estatuas situadas en hornacinas entre estas columnas puntúan las paredes, los huecos rematados alternando frontones triangulares y arqueados. Más estatuas pequeñas se encuentran en el entablamento encima de cada columna pequeña.

Como una ingeniosa sutileza añadida por Adriano, Venus representaba también al Amor, "AMOR" es "ROMA" al revés. Así, colocando a las dos divinidades de Venus y Roma espalda contra espalda en un solo templo creaba una simetría añadida de sus nombres. Dentro de la cella de Venus había otro altar donde las parejas recién casadas podían hacer sacrificios. Directamente al lado de este altar se alzaban estatuas de plata gigantescas de Marco Aurelio y Faustina la menor.
También pasó por una restauración en tiempos de Eugenio, un usurpador de breve reinado (392-394) contra Teodosio I, cuya política fue la restauración de los cultos y templos paganos.
Como ocurrió con otros majestuosos edificios de la Roma clásica, el templo fue más tarde objetivo por sus ricos materiales. En 630 el papa Honorio I con el consentimiento del emperador Heraclio, se llevó las tejas doradas en bronce del tejado del templo para adornar el de San Pedro.
Se cree que fue destruido por un severo terremoto. En el siglo VIII, el papa Pablo I hizo erigir en la zona del templo en el lado del Foro un oratorio consagrado a los apóstoles Pedro y Pablo, que se convertiría en el siglo IX en la iglesia cristiana de Santa María la Nueva (Santa Maria Nova), por contraponerse a la de Santa María la Antigua que quedaba al otro lado del foro, ya en tiempos del papa León IV alrededor del 850. Un claustro vecino construido en el siglo XII recubre una parte de las ruinas del templo antiguo.

El templo sufrió grandes destrucciones en la Edad Media: los mármoles fueron recuperados o transformados en los hornos de cal. Sobrevivió la terraza, una parte de las columnas de granito del peristilo en el que se encontraban y el ábside con casetones que constituía el fondo de la cella.

Después de una gran reconstrucción en 1612, la iglesia de Santa María la Nueva fue rebautizada como Santa Francesca Romana, incorporando la cella de Roma como campanario. El grabado de una vedute algo fantasiosa por Giovanni Battista Mercati representa el lugar en 1629. La vasta cantidad de mármol que en el pasado adornó el templo había desaparecido por su uso como materia prima para proyectos constructivos de la Edad Media en adelante. El arqueólogo italiano Rodolfo Amedeo Lanciani menciona su descubrimiento de un horno de cal cerca del templo en su obra The Destruction of Ancient Rome.
Actualmente sólo quedan unas pocas columnas en su posición original, mientras que otras han desaparecido y reemplazadas por arbustos de boj.
Entre los años 1815 y 2000 recibió varias restauraciones. El templo sirvió de decorado a numerosas escenas de la película La décima vittima (1965) con Marcello Mastroianni y Ursula Andress.
Desde el papado de Juan Pablo II, las alturas del templo y su posición frente a la principal entrada al Coliseo se han usado para causar un buen efecto como una plataforma para dirigirse al público. Esto puede verse en la fotografía inferior, donde un dosel rojo se erigió para proteger al papa así como una cruz iluminada, con ocasión de la ceremonia del Viernes Santo. El papa, bien personalmente o a través de un representante, guía a los fieles a través de meditaciones en las estaciones de la cruz mientras llevan una cruz desde ahí hasta el Coliseo.
Recién el año 2003 el templo fue abierto al público. Actualmente se conserva en un buen estado, manteniendo gran parte del edificio. El templo ha sido reabierto al público después de un amplio programa de restauración que duró 26 años. El acceso al templo está incluido en las entradas para el Coliseo, el Foro y la colina Palatina.

Templo de Adriano
El Hadrianeum o templo de Adriano fue construido en el 145 y está ahora incorporado a un edificio situado en piazza di Pietra, Roma. El templo fue erigido en honor del emperador Adriano por su sucesor Antonino Pío.
Era un templo octástilo  y tenía 15 columnas a lo largo (4 han sido removidas) con una naos. Estaba decorado con relieves que representaban a las distintas provincias del Imperio y que ahora se hallan en le Museon del Capitolio. Actualmente funciona en el edificio un museo dedicado a Adriano y una galería de arte.
Sus restos están insertados en un edificio del siglo XVII, transformado completamente en 1879 por Virginio Vespignani para alojar la Cámara de Comercio y la Bolsa de Valores.
Sobre un podio de 4 metros de alto se apoyan 11 columnas de marmol blanco de 15 metros de alto pertenecientes al antiguo templo.
En el interior de la Bolsa se pueden ver los restos de parte interna del templo, decorado con una serie de pilastras decoradas con las provincias romanas en relieve.  


Captura de Dacian Draco Rome Museums 

Relieve trofeo y armas. Palazzo dei Conservatori - Musei Capitolini – Rome
Relieve de las provincias sujetas a Roma
Relieve de las provincias sujetas a Roma


Templo de Apolo Palatino
El templo de Apolo Palatino (Apollo Palatinus) estaba situado en una de las siete colinas de Roma, en la colina Palatina, siendo el primero edificado por el Emperador César Augusto en honor al dios Apolo y el segundo dedicado a este dios en Roma después del templo de Apolo Sosianus. El templo estaba situado al lado del templo de Cibeles en el Palatino.

El Templo de Apolo Palatino fue prometido por Octavio en el 36 a.C. durante la Batalla de Nauloco. El futuro Augusto lo edificó en el lugar de su casa del Palatino que había sido destruido por un rayo y que los auríspices habían anunciado como elegida por el dios. Fue dedicado el 9 de octubre de 28 a.C. y cedido inmediatamente al Estado. Celebra igualmente la victoria sobre Marco Antonio en Accio.
El templo, que estaba realizado en mármol de Carrara, se elevaba sobre un alto podio; era hexástilo, pseudoperíptero (con medias columnas adosadas a la cella) y de orden corintio. 
“Apollo Barberini”, probablemente una copia de la escultura del templo

Delante de él se alzaba una terraza artificial de grandes dimensiones (Area Apollinis) presidida por un pórtico de columnas adornado con esculturas de las Danaides. Esta terraza estaba conectada con la casa de Augusto a través de un pasillo cubierto decorado con pinturas murales.
En el templo de Apolo y en la biblioteca (que completaba el recinto) se reunía con frecuencia el Senado romano como señal de sujeción del Príncipe a las antiguas instituciones republicanas.
Las imágenes de culto en el interior de la cella, de gran valor artístico, la componían una escultura de Apolo de Scopas, una de Diana y otra de Latona (hermana y madre respectivamente del dios). Bajo el podio de la escultura de Apolo fueron depositados por Augusto los Libros Sibilinos (libros proféticos usados para adivinar el futuro). "Cuando por fin asumió a la muerte de Lépido el Pontificado máximo hizo reunir todos los libros proféticos griegos y latinos de autores desconocidos y poco dignos de crédito que se encontraban en circulación, más de dos mil, y los mandó quemar, conservando únicamente los Sibilinos, e incluso éstos después de haber hecho una selección; los guardó en dos cajas doradas bajo el pedestal de Apolo Palatino". (Suetonio. Vida de Augusto. 31).
Desgraciadamente del templo de Apolo sólo se han conservado restos del basamento y de algunos capiteles (de una decoración naturalista muy cuidada). En las excavaciones salieron también a la luz una serie de paneles de terracota que representan escenas mitológicas en estilo arcaico como Perseo y Atenas con la medusa o la disputa de Hércules y Apolo por el trípode délfico (posiblemente evocadora de la disputa entre el propio Octavio y Marco Antonio, que se consideraba descendiente de Hércules). Con toda probabilidad decorarían el Area Apollinis.
Los restos del edificio fueron excavados en los años 60 por Gianfilippo Carettoni, en un área escarpada inclinada hacia el Circus Maximus. El recinto del templo (el área Apollinis) era una terraza artificial (70 x 30 m), apoyado en las subestructuras del opus cuadratum. Contuvo un altar hecho frente con el grupo escultural «manada de Myron», localizada junto a una base elaborada. En la parte norte de la terraza del templo fue levantado en un podium alto, construido en bloques de tosca y travertino en las piezas portadoras y a otra parte en el cemento.
La biblioteca colindante (biblioteca Apollinis), según el Forma Urbis, fue constituida a partir de dos pasillos, con las paredes adornadas por una fila de columnas.

Templo de Vespasiano y Tito
Es un templo en el Foro, Roma, dedicado al culto imperial del emperador Vespasiano, deificado por el Senado poco después de su muerte. El templo lo empezó Tito en el año 79, pero lo terminó su hermano, también emperador, Domiciano, aproximadamente en el año 87.
El templo ocupa el extremo norte del lado occidental del Foro Romano. Se construyó en un espacio exiguo a lo largo de una carretera en pendiente que sube hacia el Capitolio (el Clivus Capitolinus), entre el Templo de la Concordia al norte, el Templo de Saturno y el pórtico de los Dioses Consejeros al sur y el Tabularium al oeste. Las escaleras de este último edificio arrancan inmediatamente al norte del templo. Una puerta de acceso fue tapiada con la construcción.
Las tres columnas que quedan en pie del Templo de Vespasiano en el Foro Romano.

Los catálogos regionales de Roma, el Curiosum y la Notitia urbis Romae, redactados hacia la mitad del siglo IV, precisaban que el templo fue dedicado a la vez a Vespasiano y a Tito bajo la denominación Templum Vespasiani et Titi. Sin embargo, este concepto de doble dedicatoria podría ser erróneo y parece derivar de una suposición aparecida en la Antigüedad tardía según la cual el templo habría sido construido en un primer momento en honor de Vespasiano, por decisión de su hijo Tito, y luego en un segundo momento los trabajos se reanudarían por Domiciano tras la muerte de su hermano Tito el 13 de septiembre del 81, el templo fue dedicado de nuevo pero esta vez en honor de Vespasiano y de Tito que fue igualmente deificado por decreto del Senado. Pero como sugiere el hecho de que sólo el nombre de Vespasiano aparezca sobre la inscripción original, lo más probable es que el templo se dedicara sólo al culto a Vespasiano.
La construcción del templo empezó con Tito poco después de la muerte de su padre Vespasiano ocurrida el 23 de junio del 79 y el comienzo del procedimiento de divinización, según una práctica iniciada por la apoteosis de Claudio. Este procedimiento no era inmediato y se extendió durante meses entre septiembre del 79 y mayo del 80. Las primeras monedas que celebraron el acontecimiento no aparecieron hasta principios del año 80 después de ser oficializado por el Senado. Los trabajos no pudieron por lo tanto probablemente comenzar hasta finales del año 79 o principios del siguiente. Ese año, Roma se vio afectada por un gran incendio que causó numerosos daños que necesitaron importantes trabajos, lo que sin duda ralentizó los trabajos de construcción del templo vio retrasados esos mismos trabajos que no habrían podido comenzar más que unos meses más tarde, hacia el año 81.
Tito comenzó la construcción y presumiblemente terminó los cimientos, elaborados con cemento de toba. A la muerte de Tito, parece que el templo no se había completado y se limitaba a la realización de una plataforma de fundación en opus caementicium y una parte del podio. Domiciano continuó los trabajos, reanudados hasta el año 87, fecha en la que el templo es mencionado por primera vez en las fuentes antiguas , en un acta del colegio de los hermanos Arvales que realizaron un sacrificio en honor de la diosa Dia que se desarrollaría delante del templo de la Concordia quae est prope templum divi Vespasiani . En esta inscripción, el templo sirve de nuevo punto de referencia topográfica para la zona noroeste del Foro lo cual no es el caso en una inscripción datada en febrero del 86. Los trabajos se debieron terminar, por lo tanto, entre estas dos fechas. Transcurrieron siete años entre la oficialización de la divinización de Vespasiano y la terminación de los trabajos, un retraso que puede explicar, por un lado, por la puesta en marcha de muchos proyectos, ciertamente más importantes como los trabajos de restauración del templo de Júpiter Capitolino, y por otro, por las dificultades de orden técnico. En efecto, la ubicación del templo necesitó la explanación de una zona accidentada y un trabajo en un espacio restringido.

Dimensiones
El templo tiene una profundidad de 27,75 a 33 metros dependiendo de si se tiene en cuenta o no la escalera frontal y una anchura de 21 a 22 metros con una superficie de 582,75 m. Es pseudo-perípteroo próstilo hexástilo de orden corintio, es decir, que la cella está precedida de un pronaos con seis columnas corintias en la fachada y flanqueada por dos columnas laterales. La pronaos tiene una anchura de 19,75 metros y una profundidad de 10,25 metros. Las columnas tenían 14,19 metros de alto de los que 11,79 metros son de fuste acanalado con un diámetro en la base de 1,57 metros. El intercolumnio lateral de 3,25 metros es un poco más estrecho que el de la fachada, de 3,65 metros, una diferencia que puede ser explicada por el espacio estrecho que no permitía desarrollar el templo en toda su longitud.
El podio tiene 4,2 metros de alto. Estaba recubierto de mármol y su base y su cornisa están adornadas con molduras. La escalera monumental que permitía acceder al pronaos estaba construida de manera inusual, siendo un lado más alto que el otro. Esta diferencia de nivel es debida al fuerte desnivel del Clivus Capitolinus que no podía aplanarse debido a lo exiguo del espacio situado entre el templo de la Concordia y el pórtico de los Dioses Consejeros. A la izquierda, la diferencia de nivel entre el suelo del pronaos y la calle es de sólo un metro y se supera con cuatro peldaños para 3 metros de profundidad. En la derecha, por contra, del lado del templo de la Concordia, la diferencia de nivel es mucho más elevada y se compensaba con una quincena de escalones por 4,5 metros de profundidad. El estado actual de las ruinas no permite precisar cómo se conectaba la escalera con el clivus. La falta de espacio igualmente obligó a los arquitectos a desplazar la escalera frontal hacia el templo, así como los últimos peldaños continuaron detrás de la alineación de las columnas de la fachada, los últimos escalones se insertaban en los estilóbatos de las columnas.

Entablamento
El entablamento tiene una altura de 3,012 metros, rematado por un frontón de 6,15 metros de alto y 12,85 metros de ancho con un tímpano de 1,75 metros de alto. Está compuesto por un arquitrabe a tres bandas adornadas con filas de perlas, con un friso por encima adornado con relieves. Encima del friso, la cornisa se compone de líneas de dentellones, de ovas y de modillones. Entre los dentellones se ha insertado un motivo de doble anillo típico de las construcciones del reinado de Domiciano firma atribuida al arquitecto Rabirio.
En origen, el entablamento es idéntico por todos los lados del templo, con la excepción de la dedicatoria original colocada en el centro del friso de la fachada. El entablamento fue modificado con la restauración de tiempos de los Severos pues el arquitrabe y el friso fueron cubiertos por entero con una placa epigráfica portando una inscripción dedicatoria separada en el siglo VIII mientras que el templo estaba aún intacto para un peregrino durante su visita a Roma. Su transcripción está en un documento llamado Itinerario de Einsiedeln.

DIVO • VESPASIANO • AVGVSTO • S P Q R
IMPP • CAESS • SEVERVS • ET • ANTONINVS • PII • FELIC • AVGG • RESTITVER
«Al divino Vespasiano Augusto, el Senado y el Pueblo romano»
«Los emperadores César Severo y Antonino Pío y afortunados Augustos, restauraron [este templo].»
Programa decorativo
A los lados del templo, el friso del entablamento está adornado con motivos complejos: bucráneos coronados por una infula, alineados con las columnas laterales, encuadran una serie de instrumentos utilizados en las ceremonias de sacrificios o como símbolos de los diferentes colegios religiosos de Roma. La asociación de estos motivos aparece desde finales de la República en las monedas en un contexto de propaganda personal de personajes políticos y militares, notablemente en las piezas acuñadas durante la dictadura de Julio César. Durante el Imperio, tras la dinastía Julio-Claudia, las referencias a los grandes sacerdocios se convirtieron en un tema recurrente figurando sobre los monumentos públicos. Permite expresar la profunda religiosidad de un personaje político, emperador o princeps y de subrayar la alta dignidad de un culto imperial. Se trataba de representar la pietas, una de las principales virtudes políticas y civiles romanas. 
Detalle de un capitel corintio y del entablamento.
Reconstitución de una sección del entablamento expuesto en una galería del Tabularium.

Detalle de la parte superior del entablamento del templo. Se ve entre cada dentellón un motivo compuesto de dos anillos pegados, firma probable del arquitecto Rabirio.

Entre los bucráneos, la serie de instrumentos y de símbolos parece repetirse según el mismo orden a todo lo largo del friso, cada serie correspondiéndose a un intercolumnio. En Por la izquierda, figura en primer lugar el apex, llamado también albogalerus o galerus. Se trata de un sombrero que llevaban los Flamen, símbolo de su sacerdocio, único símbolo sacerdotal en el friso del templo. Le sigue el aspergillum, utensilio utilizado para asperjar la víctima del sacrificio con aqua lustralis durante la ceremonia de lustratio. Está dotado de un asa en forma de pata de bovino. A su derecha está representado el urceus, un tipo bien definido de vaso sacrificial con un asa, destinado a contener el vino. Está representado en los relieves del adorno de los altares en las escenas de sacrificios en relación con la patera. El cuerpo del vase a menudo tiene figuras decorativas como motivos vegetales. Sobre el friso del templo, estas figuras son más complejas y originales con la representación de animales exóticos. Bajo el vaso se coloca un culter, un tipo de cuchillo utilizado durante los sacrificios sangrantes de animales. Tenía una amplia hoja triangular de un solo filo con un asa estrecha decorada sobre el friso de una cabeza de león. En lo alto a su derecha figura una patera com omphalos decorada en su cara interior, que recuerda el aspecto de un fruto abierto vista desde abajo. El omphalos central está adornado con una cabeza de Medusa o de Zeus Amón. En fin, sobre la patera y a su derecha, son visibles la securis y el malleus, un hacha y un martillo de un tipo particular utilizado para matar a la víctima.
Detalle del friso del templo de Vespasiano. De izquierda a derecha: bucráneo coronado de infula, galerus, aspergillum, urceus, cuchillo para el sacrificio, patera, hacha y martillo de sacrificios, bucráneo.

Decoración interior
La cella, casi cuadrada, tiene 19 metros de ancho por 18 metros de profundidad. Es espaciosa y ricamente decorada. Los muros de travertino quedan disimulados detrás de placas de mármol. Los muros laterales tienen una pauta de una serie de seis columnas de 0,4 metros de diámetro recubiertos por mármoles coloreados procedentes de las provincias orientales del Imperio, separadas por 2,25 metros.  Están realzadas por un podio de 1,35 metros de alto y 0,95 metros de ancho recubierto de mármol blanco por el dorso y de mármol pavonazzetto por la cara.
Una estatua de culto colosal de Vespasiano en mármol se erigió sobre un pedestal colocado en un edículo de 9 metros de ancho y una profundidad de 3 metros que se apoya contra el muro del fondo en opus latericium recubierto de mármoles coloreados. Las columnas del edículo tienen un diámetro de 0,7 metros y los capiteles adornados por victorias y trofeos. El podio del edículo de 6,85 metros de ancho y 5,75 metros de largo, sobre la que se podía acceder gracias a dos pequeñas escaleras laterales, es aún visible en parte hoy en día. Sólo se han recuperado restos en mármol y travertino de pedestal y la cabeza de la estatua. Los fragmentos están hoy en día conservados en el Museo Arqueológico Nacional de Nápoles con los fragmentos de otra estatua colosal representando a Tito.
Foro republicano con los templos de Saturno, de Vespasiano y de la Concordia. Por encima el de la Triada Capitolina.

Entre el año 200 y el 205, el templo fue restaurado por Septimio Severo y Caracalla. La restauración no parece haber sido de gran importancia puesto que se mantuvieron numerosos elementos de la época Flavia en el lugar pero la inscripción fue completada con una línea añadida en el arquitrabe. Entre el siglo III y el V, el templo parece haber resultado dañado por un importante incendio, como atestigua la capa de restos carbonizados, de piedras y de metales fundidos y de fragmentos de decoración en mármol calcinados que recubrían el suelo de la cella, encontrados durante las excavaciones de principios del siglo XIX . Es difícil ser más preciso respecto a la fecha de este incendio que podría bien corresponderse con el incendio de Carino en 283, la invasión de Alarico en 410 o la ocupación de la ciudad por los vándalos en 455. A pesar de un estado probablemente ruinoso, el templo no se incluyó entre los edificios restaurados por Teodorico el Grande entre 507 y 518.
El templo no vuelve a mencionarse antes del siglo IX y el testimonio del Anónimo de Einsiedeln que transcribe la inscripción del templo así como la de los templos vecinos de Saturno y de la Concordia. En esta época, el templo parece haber sufrido destrozos importantes con la degradación y la recuperación de los elementos de decoración interior y exterior más fácilmente transportables. El templo resultó gravemente dañado a principios de la Edad Media con el hundimiento del techo y la construcción en sus proximidades de la iglesia de los santos Sergio y Baco, situada entre el templo y el arco de Septimio Severo, en la esquina izquierda del templo de la Concordia. Esta iglesia fue reconstruida y agrandada durante el pontificado de Adriano I entre el 772 y el 795. El templo de Vespasiano no fue demolido sino que se incluyó dentro de uno de los dos jardines pertenecientes a la iglesia, el hortus post Sanctum Sergium.




El templo sufrió daños importantes durante la época medieval, particularmente en el año 1300, cuando el papa Nicolás V remodeló el foro, lo cual implicó la demolición de varias partes del templo. Nicolás V reconvirtió el templo en una pequeña fortaleza. La representación más antigua del templo data de principios del siglo XIV con un croquis publicado en el Codex Escurialensis y se corresponde en gran parte con el estado actual de las ruinas, excepto que el nivel del suelo es más elevado y recubre la parte inferior hasta las bases de las columnas. La zona del templo sirvió de almacén de mármol a lo largo de todo el siglo XVI, como atestigua la mención de una «cantera de mármol» en un documento de 1579. La destrucción de la diaconía de los santos Sergio y Baco y la reorganización de la plaza del Capitolio (Piazza Campidoglio) en marcha contribuyeron al enterramiento de las ruinas antiguas situadas al pie del Tabularium.

La parte visible de las ruinas no permitía identificar el edificio original como un templo, de tal manera que el templo no se menciona en las Descriptiones Urbis del siglo XV y XVI. Las tres columnas eran interpretadas como parte de un pórtico. En 1553, Pirro Ligorio ve en ellas nada menos que los restos de un edificio templario y propone que se le identifique con el templo de Júpiter Tonante sobre la base de los catálogos regionales. Esta hipótesis fue puesta en duda por Andrea Palladio y Étienne Dupérac quienes consideraban que las columnas formaban parte de un pórtico en torno a un templo este último identificado con el templo de Júpiter Tonantes hasta el siglo XIX. Las ruinas fueron objeto de numerosos croquis, dibujos y relieves, lo que atestigua el interés que suscitaban entre los artistas que apreciaban la calidad de la decoración arquitectónica del entablamento y de los capiteles corintios.
En el siglo XVIII se vivió un interés renacido por las ruinas de la antigua Roma. Se iniciaron entonces numerosas excavaciones arqueológicas bajo la autoridad de los papas. Entre 1774 y 1780, durante el pontificado de Pío VI, se emprendieron excavaciones de desenterramiento junto al arco de Septimio Severo. Algunas décadas más tarde, en 1802, surgió la idea de extender estos trabajos de excavación justo hasta debajo del Tabularium a fin de liberar completamente el arco de Septimio Severo, el templo de la Concordia y el llamado «de Júpiter Tonante» donde las columnas estaban aún enterradas en dos terceras partes.
En 1810, con la recreación de la Commissione per la cura dei monumenti antichi, se relanzó el proyecto y la tarea de desenterrar el templo vuelve al arquitecto italiano Francesco Camporesi que hizo derribar un edificio establecido contra las ruinas. Camporesi comenzó realizando un sondeo a lo largo de la columna más cercana al Tabularium a fin de evaluar la solidez de las ruinas pues algunos predijeron el derrumbamiento cuando se descubrieran. La estructura surgida se consolidó con grapas de plomo aún visibles hoy en día. Al final de sus trabajos preliminares, en abril de 1812, las tres columnas aparecieron enteramente libres. La retirada del montículo de tierra permitió que salieran a la luz algunos elementos de decoración que entraron en los Museos Vaticanos. Los registros de entrada que aparecen en los documentos archivados entre 1812 y 1814 mencionan fragmentos de una estatua femenina, un pie de estatua fisurado y una cornisa «procedente del templo de Júpiter Tonante». Los fragmentos del entablamento fueron restaurados y hoy en día se exponen en una galería del Tabularium, a la que se accede desde los Museos Capitolinos. En mayo de 1812, las ruinas del ábside de la diaconía de Sergio y Baco descubiertos recientemente fueron totalmente desmanteladas.
Tras una breve pausa, las excavaciones se reemprendieron en la primavera de 1817 bajo la dirección de Carlo Fea. Permitieron la liberación completa del podio y revelaron el plano del suelo del edificio. La escalera frontal estaba parcialmente despejada y los arqueólogos destacaban su particularidad, más alta de un lado que de otro, debido a lo exiguo del espacio de construcción y al fuerte desnivel de la calle de la fachada. En esta ocasión, las columnas, el podio y la escalera, se reforzaron. El resultado de las excavaciones arqueológicas está documentado por un grabado de Rossini y por las declaraciones más precisas realizadas por los arquitectos Valadier y Auguste Caristie. Los arqueólogos supusieron la existencia de una doble fila de columnas en el interior de la cella y reconocieron en el templo un plan pseudo-períptero. Aun así, era difícil decir si el templo tenía seis u ocho columnas en la fachada.
Una nueva campaña de excavaciones se programó para septiembre de 1827 con el apoyo del papa León XII pero no arrancó hasta noviembre de 1829 bajo la dirección del arqueólogo Antonio Nibby. Esta campaña permitió en 1830 dejar al descubierto por completo la cella. Entre los restos excavados, hay fragmentos de columnas de mármol giallo antico cuyos fustes estaban ornamentados por acanaladuras retorcidas y un pedazo de arquitrabe que llevaba la mención SACRVM.
Hoy en día, solamente pueden verse los altos cimientos conservados contra uno de los muros del Tabularium, el centro del podio, una pequeña parte de la cella, y tres columnas corintias en la esquina sureste del pórtico. Un gran fragmento del entablamento está expuesto en una de las galerías del Tabularium desde 1827 a los lados de una sección del entablamento del templo vecino de la Concordia, reconstruidos a partir de los fragmentos recuperados en la zona en 1823. Otros fragmentos de la decoración arquitectónica se reutilizaron para reconstruir el entablamento soportado por las tres columnas enderezadas.
El templete de la iglesia de San Pietro in Montorio en el Janículo, construido por Bramante, tiene un friso dórico cuyas metopas están decoradas con objetos litúrgicos cristianos, inspirado en la decoración del friso del templo de Vespasiano. En Viena, Johann Ferdinand Hetzendorf von Hohenberg construyó en 1778 una ruina decorativa en los jardines del palacio de Schönbrunn que se parece a las ruinas del templo de Vespasiano tal como estaban representadas en un grabado de Piranesi. Brongniart se inspiró en el templo para construir el Palacio de la Bolsa de París, la Bolsa de París hasta el año 1998.

Templo de Antonio y Faustina
Se alza en el Foro Romano, al norte de la vía Sacra, al este de la Basílica Emilia, frente a la Regia. Fue construido por Antonino Pío en honor de su esposa deificada, la emperatriz Faustina, fallecida en 141. El templo fue dedicado una segunda vez tras la muerte y la deificación de Antonino Pío en 161.
El emperador a menudo decía que habría preferido vivir con ella en el desierto que sin ella en el palacio. Antonino Pío dedicó el templo al culto a su difunta esposa que había sido deificada como lo demuestra la inscripción dedicatoria sobre el arquitrabe: "DIVAE • FAUSTINAE • EX • S • C"
Pocos años después, en 161, murió el emperador y el Senado, al divinizarlo, consagró el templo a la pareja imperial, a instancias de su sucesor, Marco Aurelio. Se añadió la primera línea de la inscripción dedicatoria para incluir el nombre del emperador difunto en el friso del entablamento.


Se colocaron estatuas honoríficas en el templo, en honor de Tito Pomponio Próculo Vitrasio Polión en 176, de Marco Baseo Rufo poco después y de Galieno Salonino hacia mediados del siglo III.

Arquitectura exterior
El edificio se alza sobre una alta plataforma de grandes bloques de peperino. La cella está construida en bloques de toba volcánica, en origen revestida de mármol veteado. Un altar en ladrillo recubierto de mármol está construido en medio de los peldaños de la escalera que une el pronaos y la vía Sacra.
El templo es próstilo hexástilo con dos columnas laterales y los pilares enlazados en el muro exterior de la cella que están recubiertos de placas de mármol blanco. El pronaos tiene seis columnas de orden corintio en el frente y otras dos en cada lateral, son de mármol cipolino y tienen una altura de unos 17 metros por 1,5 m de diámetro en la base. Los capiteles de mármol blanco sostienen un entablamento también de mármol blanco. El friso presenta una decoración de grifos enfrentados y motivos vegetales, e instrumentos para el sacrificio. La parte superior del frontón está adornada por una cuadriga mientras que las victorias se ubican en cada ángulo. Estos ricos bajorrelieves del friso fueron copiados con frecuencia desde el siglo XVI hasta el XIX.
La inscripción está dividida en dos partes. La primera línea, añadida más tarde, está grabada en el friso del templo. La segunda línea, pero que fue la primera en ser inscrita, está sobre el arquitrabe. Conjuntamente, la inscripción dice:
DIVO • ANTONINO • ET
DIVAE • FAVSTINAE • EX • S • C
Esto es, "Al divino Antonino y a la divina Faustina por decreto del Senado".

Este templo, aunque de pequeñas dimensiones, es de un gran interés por su conservación, su simplicidad, la severidad y la pureza de su estilo. Su construcción es de una perfección que se encuentra rara vez en los monumentos de esta época. Sus columnas, de una bella proporción, presentan los capiteles tallados en mármol blanco, así como las basas que reúnen sencillez y belleza. El cornisamento es uno de los más sencillos del orden corintio y no lleva ni dentellones ni modillones. En una palabra, este templo es uno de los tipos más bellos de arquitectura corintia. Descansa sobre un estilóbato, disposición que se encuentra en los templos primitivos y que fue generalmente adoptada desde el tiempo de Domiciano.

Interior
La cella, construida con bloques de peperino dispuestos en opus quadratum, albergaría las estatuas colosales del emperador y de su esposa de las que sólo se han recuperado fragmentos.[
El templo debe su relativa buena conservación a su transformación en iglesia durante la Edad Media. En efecto, la iglesia de San Lorenzo in Miranda fue instalada en la cella del templo en el curso de los siglos VII y VIII, pero su existencia no está acreditada sino después del siglo XI, mencionada en el Mirabilia Urbis Romae.
Los profundos surcos aún visibles en los fustes de las columnas del templo se dice que se deben a un intento medieval de desmantelar el pórtico con sus pilares, bien como espolio de materiales o para destruir lo que se veía todavía como un templo pagano. En el momento de la construcción de la iglesia, el terreno era más alto que los alrededores doce metros en relación con su nivel antiguo y las columnas, formadas por un solo bloque, estaban en parte enterradas.
Hacia 1429 o 1430, el papa Martín V donó la iglesia a la Universitas Aromatorium (colegio de químicos y de herbolarios) . Se le añadieron capillas laterales. En 1536, la iglesia fue en parte demolida y las capillas laterales fueron suprimidas para recuperar el aspecto del antiguo templo ante la visita del emperador Carlos V. La iglesia visible hoy en día fue reconstruida en 1602 por Orazio Torriani, con una sola nave y tres nuevas capillas laterales, en un nivel elevados numerosos metros debido al progresivo soterramiento de la zona del Foro.
Las excavaciones enfrente del templo se emprendieron en 1546, de nuevo en 1810, y a intervalos desde 1876. Permitieron sacar a la luz el templo parcialmente enterrado con lo que se hizo imposible acceder a la iglesia por la puerta de bronce que daba al lado de la vía Sacra, dado que hay una diferencia de nivel de seis metros en relación al suelo del pronaos, y de doce metros en relación a la vía Sacra.
Las excavaciones han revelado, no lejos del templo, una necrópolis arcaica que databa del siglo X a. C., bautizada como necrópolis del templo de Antonino y Faustina.
Hoy en día, quedan todas las columnas del pronaos. Además de los restos en las columnas, se pueden ver graffitis cristianos que datan, los más antiguos, del siglo IV y una representación de Hércules y el león de Nemea, tema inspirado en las estatuas que debían encontrarse en los alrededores. La escalera antigua fue reemplazada por una construcción más reciente en ladrillo. Se pueden ver restos de las paredes de la cella en peperino, en el interior de la iglesia. El friso y el arquitrabe del entablamento han sobrevivido en parte, pero quedan pocos vestigios de la cornisa.
Detalle del entablamento con la inscripción dedicatoria.

El templo visto desde el Foro Romano.



Templo de Apolo Sosiano
Contiguo al Teatro de Marcelo en el Campo de Marte, y recuperado también enteramente en las excavaciones arqueológicas iniciadas en los años veinte, se encuentran el podio y tres columnas de algo más de 14 metros de alto del primer templo de Apolo que tuvo Roma. Fue construido a comienzos del principado de Augusto en sustitución de otro que, iniciado a partir de un altar, el llamado Apollinar, se remontaba al siglo V a. C., cuando Apollo Medicus, primer dios griego introducido en Roma, aunque no dentro del pomerium, libró a la población de los efectos calamitosos de la peste, pro valetudine populi (Livio, IV, 25, 3).


La necesidad de desplazarlo para hacer sitio al Teatro de Marcelo dio ocasión a C. Sosio (cos. 33 a. C.), el almirante antoniano, de invertir la parte correspondiente de su botín de la Guerra de Judea, por la que celebró triunfo en el año 34 a. C., en la construcción de un magnífico edificio. Plinio y la posteridad lo conocerían como Templum Apollinis Sosiani. Su dedicación al culto debió de comenzar en el año 17 a. C. en que Sosio era uno de los "XV viri sacris faciundis" de los Juegos Seculares, pues la ornamentación está estrechamente relacionada con la del arco elevado por el Senado en honor de Augusto por la devolución de los estandartes y de los prisioneros romanos que estaban en poder de los partos (año 19 a. C.).

Presentaba un podio con una escalera central; sin embargo fue sustituida por dos escalinatas que flanqueaban el pronaos cuando se construyó el teatro Marcelo (que se encuentra al lado). Era hexástilo y pseudoperíptero con capiteles corintios adornados con motivos vegetales.

En el interior de la cella, las paredes estaban decoradas con escenas de las batallas legadas al triple triunfo celebrado por Augusto en el 29 a.C. El frontón del templo se adornaba con esculturas traídas desde Grecia procedentes de los despojos de un templo griego clásico de la época del Partenón escenificando una amazonomaquia. Se conserva reconstruido en los Museos Capitolinos.
El Templo de Apolo Sosiano refleja el nuevo estilo decorativo que estaba despuntando;  se aprecia por ejemplo en las columnas en cuyo fuste las estrías se van volviendo desiguales a la vez que van ascendiendo: alternativamente más largas y más estrechas. Se mezcla la tradición republicana con las influencias de arquitectura helenística griega y de Asia Menor. Otra novedad es la decoración destinada a honrar a Augusto como el laurel en el friso y en los capiteles.
En la actualidad sólo se conservan tres columnas que salieron a la luz en 1930 durante las tareas de limpieza y aislamiento del Teatro Marcelo. Es una de las pocas veces que la arqueología devuelve unos restos de los que sólo se conocía su existencia a través de las fuentes escritas. 
Las excavaciones dieron la sorpresa, poco corriente en Roma, de recuperar en buena parte un edificio del que no se tenían más que referencias literarias. El templo se alzaba sobre un podio de 5,5 metros de alto, de toba y travertino, relleno de hormigón, y era un pseudoperíptero corintio, de seis columnas de fachada y tres a cada lado del pronaos. Seguía una cella de siete columnas, adosadas al exterior de los muros laterales, todos ellos de travertino estucado, señal de arcaísmo. Las del pórtico y el entablamento eran, en cambio, de mármol blanco y las de las edículas del interior del polícromo africano.
Muchos de los rasgos estilísticos de la arquitectura y la escultura del templo, han hecho pensar en un taller asiático, y no porque Sosio hubiese sido procónsul de Siria y de Cilicia durante cuatro años. Los cables de las basas áticas de las columnas; la alternancia de estrías anchas y estrechas en los fustes; los enormes capiteles, hechos en dos piezas de atormentada labra; las cuatro fasciae del arquitrabe en lugar de las habituales tres, y la más alta de ellas adornada con estrígiles; la temática del friso exterior -guirnaldas de laurel pendientes de bucráneos de grutesco y en el centro de cada tramo un candelabro sobre un trébede, indicando que el titular del edificio era Apolo-. Nada de ello es típico de la arquitectura augústea, pero en cambio es muy expresivo todo de la situación reinante en Roma, en que junto al clasicismo se producían manifestaciones de arte puramente helenístico. Incluso en partes del friso histórico de la cella -representación del triunfo sobre Judea- parecen haberse ocupado escultores locales, exponentes del arte considerado popular, como los que hicieron los frisos pequeños del interior del Ara Pacis.

Templo de César
El templo de César o templo del Divino Julio o de César Divinizado también conocido como templo del Deificado Julio César, delubrum, heroon o Templo de la Estrella cometa, es una estructura antigua en el Foro de Roma,  situada cerca de la Regia y el templo de Vesta.
El templo cerró el último lado que aún estaba abierto en el Foro Romano, al este, entre la basílica Emilia y el templo de Cástor y Pólux. Delante del podio se construyó una tribuna, los rostra del divino Julio (Rostra ad Divi Iulii), que estaban enfrente de los Rostra imperiales al otro lado de la explanada del Foro.

El templo fue dedicado al culto del cometa (bautizado sidus Iulium) que apareció poco después del asesinato de César y que se consideró como la manifestación del alma de César divinizado.
Un cometa es objeto de culto en un solo lugar del mundo entero: en un templo de Roma. Fue considerado absolutamente propicio por el Divino Augusto en persona, ya que apareció cuando él iniciaba su reinado, durante los juegos que ofrecía a Venus Generadora, no mucho después de la muerte de César, su padre, en el colegio fundado por él. Precisamente manifestó su alegría en los siguientes términos: «en los mismos días de mis juegos se ha visto una estrella de cola durante siete días en la parte septentrional del cielo. [...] Con esta estrella la gente creyó que se indicaba que el alma de César había sido admitida entre los númenes de los dioses inmortales y en nombre de ello se le añadió como distintivo a la cabeza de la estatua que poco después hemos consagrado en el foro».
El templo fue comenzado por Augusto en el año 42 a. C. después de que el Senado deificase a Julio César tras su muerte. Augusto dedicó el templo próstilo (todavía no se sabe si era jónico, corintio o compuesto) a César, su padre adoptivo, el 18 de agosto de 29 a. C., tras la batalla de Accio. Se encuentra en el lado este de la plaza principal del Foro Romano, entre la Regia, el templo de Cástor y Pólux y de la basílica Emilia, en el sitio de la cremación de César y donde se leyó el testamento de César, en voz alta, por Marco Antonio, durante el funeral.
César fue el primer gobernante de Roma en ser deificado y en ser honrado con un templo. Un cuarto flamen maior le fue dedicado después del año 44 a. C., y Marco Antonio fue el primero que sirvió como Flamen Divi Julii, sacerdote del culto a César.
La alta plataforma sobre la que se construyó el templo sirvió de tribuna o rostra (Rostra ad divi Iuli) y, al igual que la tribuna en el extremo opuesto del Foro, fue decorado con los mascarones de los buques tomados en la batalla de Accio.
El templo de César fue el único templo dedicado enteramente al culto de un cometa (al que se aludía como «estrella cometa»). El cometa apareció algún tiempo después de la muerte de César (44 a. C.) y se consideró que era el alma del deificado Julio César y el símbolo del «nuevo nacimiento» de Augusto como único gobernante romano y emperador.[7] En la cultura griega y romana, el cometa es un adjetivo determinar la característica distintiva de una estrella especial. Así "estrella cometa" significa "estrella de pelo largo", y fue representado de esta manera en las monedas y monumentos.
La "Estrella divina" fue representada en monedas, y probablemente venerada en el templo mismo, como una "estrella cometa" o como una "simple estrella". La simple estrella ha sido utilizada como un símbolo general de la divinidad desde el año 44 a. C., como puede verse en la serie de monedas de ese año; después de la aparición del cometa, la estrella sencilla se transformó en un cometa mediante la adición de una cola a uno de los rayos de la estrella simple, tal como se ve en series de monedas de 37-34 a. C., 19-18 a. C. y 17 a. C.
Según Apiano el lugar cerca de la Regia y probablemente parte de la plaza principal del Foro Romano fue una segunda opción, ya que la primera intención del pueblo romano era enterrar a César en la colina Capitolina entre los otros dioses de Roma. Sin embargo, los sacerdotes romanos les impidieron hacerlo (supuestamente porque la cremación era considerada insegura debido a las muchas estructuras de madera que había allí). Después del asesinato de César en la Curia de Pompeyo en el Campo de Marte, su cuerpo fue expuesto en el Foro Romano, cerca de la Regia, que era la sede personal de César como Pontífice Máximo. Después de una violenta disputa sobre la pira funeraria y el destino de las cenizas de César, el pueblo romano, los partidarios de César y los hombres de la familia de César decidieron construir la pira en ese lugar. Parece que en ese mismo lugar en ese momento había un tribunal praetoris sub divo con gradus conocido como el tribunal Aurelium, una estructura construida por C. Aurelio Cota alrededor del año 80 a. C. cerca del llamado puteal Libonis, un bidental utilizado para los juramentos sagrados antes de los juicios. Después del funeral de César y la construcción del templo, este tribunal fue luego trasladado enfrente del templo de César, probablemente a la ubicación de los llamados Rostra Diocletiani.
El cadáver de César se llevó al Foro Romano en un sofá de marfil y configurado en la tribuna en un santuario dorado realizado a semejanza del templo de Venus Genetrix, la diosa de quien la familia de los julios afirmaban descender. Marco Antonio pronunció su famoso discurso, al que siguió la lectura pública del testamento de César, mientras que en un dispositivo mecánico, situado por encima del mismo féretro, giraba una imagen de César hecha de cera, de manera que el pueblo viese claramente las 23 heridas en todas las partes del cuerpo y en la cara. Así que la multitud, conmovida por las palabras de Marco Antonio, el testamento de César y la visión de la imagen de cera, intentó -pero fracasó- llevarse el cadáver al Capitolio para descansar entre los dioses. Al final, el cadáver fue colocado en una pira funeraria puesta cerca de la Regia usando todos los objetos de madera disponibles en el foro, como bancos de madera, y la gran cremación duró toda la noche. Parece que se había preparado un funeral corriente para César en el Campo de Marte.
Un altar y una columna fueron erigidos brevemente en el lugar de la cremación para el culto al Pontífice Máximo asesinado, un hombre sagrado, contra quien estaba estrictamente prohibido usar armas y objetos cortantes. La columna era de piedra amarilla de Numidia y tenía la inscripción Parenti Patriae, es decir, para el fundador de la nación. Pero este primer monumento fue retirado hacia finales del mes de abril de 44 a. C. por Dolabella, del partido anti-cesariano. En el 42 a. C., poco después de la batalla de Filipos, el Senado ordenó, por orden de los triunviros Octavio, Lépido y Marco Antonio, la construcción de un templo a César en el lugar donde estuvieron los monumentos honoríficos destruidos, dedicado a Julio César que había sido divinizado, primer ejemplo de divinización póstuma en Roma.
Algún tiempo después de la muerte de César, apareció un cometa en el cielo de Roma y fue claramente visible todos los días durante siete días, empezando una hora antes de la puesta de sol. Este cometa apareció por primera vez durante los juegos rituales en frente del templo de Venus Genetrix, la supuesta antepasada de la familia Julia en el foro de César, y muchos en Roma pensaron que era el alma de César deificado llamada a unirse a los otros dioses. Después de la aparición de ese signo Augusto pronunció un discurso público que explicaba la aparición del cometa. El discurso se conoce, como se ha visto en parte, gracias a la transcripción parcial que hizo Plinio el Viejo. Después del discurso público Augusto acuñó unas pocas series de monedas dedicadas a la estrella cometa y al César divinizado ("Divus Iulius") que se distribuyeron ampliamente, de manera que es posible tener una idea de la representación de la estrella cometa del deificado Julio César.
Placa conmemorativa junto al altar de César.

Durante su discurso público sobre la aparición del cometa, Augusto especificó que él mismo, el nuevo gobernante del mundo, nació políticamente en el mismo momento en que su padre Julio César apareció como un cometa en el cielo de Roma. Su padre estaba anunciando el nacimiento político de su hijo adoptivo; fue él quien nació bajo el cometa, y a quien anunciaba la aparición del cometa. Otras profecías mesiánicas sobre Augusto las cuenta Suetonio, incluyendo la historia de la masacre de inocentes concebida para matar al joven Octavio poco después de su nacimiento. Augusto quería ser considerado el verdadero sujeto de cualquier clase de profecías y relatos mesiánicos. Posteriormente durante su reinado, ordenó que todos los demás libros sobre temas mesiánicos fueran reunidos y destruidos. El templo por lo tanto acabó representando tanto a Julio César como un ser divinizado como al propio Augusto como el renacido bajo el cometa. La estrella cometa en sí fue objeto de veneración pública.
La consagración del templo duró muchos días, durante los cuales se llevaron a cabo reconstrucciones del sitio de Troya, juegos de gladiadores, escenas de caza y banquetes. Durante esta ocasión, un hipopótamo y un rinoceronte se mostraron en Roma por primera vez. Parece que las puertas del templo se dejaban abiertas de modo que era posible ver la imagen del pontífice máximo deificado Julio César desde la plaza principal del Foro Romano. Si esto es cierto, la nueva interpretación acerca de la ubicación de los rostra de Diocleciano y los Rostra ad Divi Iuli no puede ser correcta.
Augusto solía dedicar los botines de guerra a este templo. El altar y el santuario conferían el derecho de asilo. Cada cuatro años se celebraba una fiesta en frente de los Rostra ad Divi Iuli en honor de Augusto. Los Rostra fueron utilizados para presentar discursos fúnebres por los emperadores. Druso y Tiberio pronunciaron un doble discurso en el Foro; Druso leyó su discurso desde los Rostra Augusti y Tiberio leyó el suyo desde los Rostra ad Divi Iuli, uno frente al otro. El emperador Adriano pronunció lo que quizá fue un discurso funerario desde los Rostra ad Divi Iuli en el año 125, como puede verse en la serie de monedas acuñadas para la ocasión.
El templo fue destruido por un incendio bajo Septimio Severo que lo hizo restaurar.
Los vestigios del templo fueron puestos de manifiesto tras las excavaciones emprendidas en el Foro en 1872. Otras excavaciones se llevaron a cabo entre 1888 y 1899 bajo la dirección de Giacomo Boni, después de 1950.
El resto de una columna (interpretada como un altar circular) marca -según la tradición- el lugar donde César fue incinerado; actualmente, los romanos depositan allí flores, o arrojan monedas.
El templo permaneció casi intacto hasta finales del siglo XV, cuando su mármol y su piedra se reutilizaron en la construcción de nuevas iglesias y palacios. Sólo se han conservado partes del núcleo de cemento de la plataforma.
Arquitectura
El plano de este templo no se encuentra en la Forma Urbis Imperial. Los fragmentos restantes de esta zona del Foro Romano están todos en las placas V-11, VII-11, VI-6 y muestran planos de la Regia, el templo de Cástor y Pólux, la Fuente y Lacus Iuturnae, la Basílica Julia y la Basílica Emilia. Vitruvio escribió que el templo fue un ejemplo de porche frontal picnóstilo, con seis columnas muy próximas entre sí en la parte frontal. Sin embargo, la disposición real de las columnas es más incierto, ya que podría ser tanto próstilo como períptero.
El tipo de orden utilizado originalmente para este templo es todavía incierto. Monedas antiguas con representaciones del templo del Divino Julio sugieren que las columnas eran jónicas o compuestas, pero los arqueólogos han encontrado en el lugar fragmentos de capiteles de pilastras corintias. Algunos estudiosos formulan la hipótesis de que el templo tenía un pronaos jónico combinado con pilastras corintias en las paredes de la cella, es decir, en las esquinas de la cella; otros estudiosos consideran el templo era totalmente corintio y la evidencia monetaria simplemente es una mala representación de columnas corintias. La distinción entre una columna corintia y otra compuesta surgió en el Renacimiento y no es algo que los romanos diferenciasen. En la Antigua Roma, corintio y compuesto era parte del mismo orden. Parece que el estilo compuesto era común en los edificios civiles y arcos exteriores y menos comunes en el exterior de templos. Muchos templos y edificios religiosos de la época de Augusto eran corintios, como el templo de Marte Ultor, la Maison Carrée en Nimes y otros.
El templo fue destruido por un incendio durante el reinado de Septimio Severo y luego restaurado. Las comparaciones con monedas de la época de Augusto y Adriano sugieren la posibilidad de que el orden del templo hubiera cambiado a lo largo de la restauración de Septimio Severo. El entablamento y la cornisa hallados en el lugar tienen una estructura de modillones y rosas típica del orden corintio.
La posición original de la escalera del podio también es incierta. Pudo haber estado en el fronto y en los lados del podio, o en la parte trasera y los lados del podio. La posición en la parte posterior es un modelo de reconstrucción sobre la base de una similitud hipotética entre este templo y el templo de Venus Genetrix en el foro de César. Esta similitud no se ha probado y se basa simplemente en el hecho de que durante el funeral público y el discurso de Marco Antonio, el cuerpo de Julio César estaba en un sofá de marfil y en un santuario dorado inspirado en el templo de Venus Genetrix. La posición frontal se basa en algunas pruebas procedentes de las excavaciones del siglo XIX y la impresión general del yacimiento, y las representaciones en las monedas antiguas.
Reconstrucción del templo de César
Rostra
Dión Casio habla de que se unieron los mascarones de la batalla de Accio al podio. Los llamados Rostra ad Divi Iuli era un podio utilizado por los oradores para los discursos oficiales y civiles, y en especial para las oraciones fúnebres imperiales. El podio es claramente visible en las monedas de la época de Adriano y en los anaglifos de Trajano, pero la conexión entre el podio de los rostra y la estructura del templo no es evidente.
Así también en este caso hay muchas reconstrucciones hipotéticas de la disposición general de los edificios de esta parte del Foro Romano. Según una, el podio de los Rostra estaría unido al templo del Divino Julio y sería en realidad el podio del templo dl Divino Julio con los espolones unidos en una posición frontal. De acuerdo con otras reconstrucciones, el podio de los Rostra era una plataforma separada construida al oeste del templo del Divino Julio y directamente enfrente de él, de manera que el podio del Templo del Divino Julio no sería la plataforma usada por los oradores para sus discursos ni la plataforma a la que se unían los espolones de las naves capturadas en Accio. Este podio separado e independiente, conocido como Rostra ad Divi Iuli, se llama también Rostra Diocletiani, debido a la última disposición del edificio.


Decoración superior del frontón delantero
Por un análisis preciso de las monedas antiguas, es posible determinar dos series diferentes de las decoraciones para la parte superior del frontón delantero del templo. Lenguas de fuego (de incierta identificación) decoraban el frontón, como en las antefijas decoradas etruscas, similares a la decoración del Templo de Júpiter en la colina Capitolina. Las lenguas de fuego quizá recordaban las llamas de la (estrella) cometa en monedas del período de Augusto. Con una estrella como la decoración principal del tímpano, como se puede ver en las monedas de Augusto, todo el templo tenía la función de representar a la (estrella) cometa que anunciaba la deificación de Julio César y el principado de Augusto, tal como relata Plinio el Viejo.
Una estatua en el vértice del frontón y dos estatuas en las esquinas de los extremos, la decoración clásica de los frontones en los templos romanos, datan del reinado de Adriano.
Otros edificios de la época de Augusto con este tipo particular de decoración de estilo etrusco aparecen en las monedas, así como en representación de la sección frontal de la Curia.

La hornacina y el altar
La hornacina y el altar enfrente del podio del templo son también un problema de interpretación basada en la escasez de los datos. Eran visibles en 29 a. C. cuando el templo fue dedicado y cuando se acuñaron series de monedas de Augusto con el templo de César desde el 37 a. C. al 34 a. C. Para el período posterior a la acuñación de monedas de la serie que no hay evidencia clara. Se sabe que en un momento determinado el altar se retiró y la hornacina se rellenó y cerró con piedras para crear una pared continuada en el podio del templo. Esto sucedió, según diversas hipótesis, ya sea el 14 a. C., o probablemente antes del siglo IV, o después de Constantino I o Teodosio I, debido a las preocupaciones religiosas sobre el culto pagano del emperador.
Puesto que el altar otorgaba derecho de asilo, parece extraño que el altar se eliminara poco después del año 14 a. C.
Richardson y otros investigadores plantean la hipótesis de que la hornacina rellenada pudiera no ser un altar a Julio César, sino el puteal Libonis, el viejo bidental utilizado durante los juicios en el Tribunal Aurelium para juramentos públicos. Según C. Hülsen la estructura circular visible bajo el Arco de Augusto no es el puteal Libonis, y otros elementos circulares cubiertos de travertino cerca del Templo de César y el Arcus Augusti son demasiado recientes como para pertenecer a la época de Augusto.
El templo mide 26,97 m de ancho por 30 m de largo, lo que se corresponde con 91 por 102 pies romanos. La zona de podio o plataforma fue de al menos 5,5 m de altura (18 pies romanos), pero sólo 3,5 m en la parte delantera. Las columnas, si eran corintias, medían probablemente de 11,8 a 12,4 m de altura, que corresponde a 40 o 42 pies romanos.
El friso era un patrón repetitivo con cabezas femeninas, gorgonas y figuras aladas. El tímpano, al menos durante los primeros años, probablemente tenía una estrella colosal, como se puede ver en las monedas de Augusto.
La cornisa tenía dentículos y modillones tipo viga (uno de los primeros ejemplos de la arquitectura de templo romano) y los lados inferiores decorados con paneles rectangulares estrechos llevando flores, rosas, discos, coronas de laurel y conos de piña. Los restos de las decoraciones, incluyendo elementos de representación de una victoria y adornos florales, son visibles en el yacimiento o en el Museo del Foro (Antiquarium Forense).

Interior
Augusto utilizó el templo como ofrenda de los despojos de guerra. Contenía una estatua colosal de Julio César, velado como pontífice máximo, con una estrella en la cabeza y llevando el lituus augural en su mano derecha. Cuando las puertas del templo se dejaban abiertas, era posible ver claramente la estatua de la plaza principal Foro Romano. En la cella del templo había una pintura famosa de Apeles representando a Venus Anadiomena. Durante el principado de Nerón, la pintura de Apeles se deterioró y no pudo ser restaurada, de manera que el emperador la sustituyó por otra de Doroteo. Hay también otra pintura de Apeles, que representa a los Dioscuros con Victoria.

Panteón de Agripa
El Panteón de Agripa o Panteón de Roma (Il Pantheon en italiano) es un templo circular construido en Roma a comienzos del Imperio romano, dedicado a todos los dioses (la palabra panteón significa templo de todos los dioses). En la ciudad se lo conoce popularmente como La Rotonda, de ahí el nombre de la plaza en que se encuentra.
                                                                         M.AGRIPPA.L.F.COS.TERTIVM.FECIT
Marco Agrippa, hijo de Lucio, cónsul por tercera vez, (lo) hizo
Esta es la inscripción que puede leerse en el friso del pórtico de entrada. Atribuye la construcción del edificio a Marco Vipsanio Agripa, amigo y general del emperador Augusto. El tercer consulado de Agrippa, nos indica el año 27 a. C. Además, Dión Casio lo encuadra en las obras realizadas por Agrippa en la zona de Roma conocida como el campo de Marte en 25 a. C.
Durante siglos se pensó que esta inscripión hacía referencia al edificio actual. Sin embargo, tras las investigaciones efectuadas por Chedanne en el siglo XIX se supo que en realidad, el templo de Agripa fue destruido, y que el existente actualmente es una reconstrucción realizada en tiempos de Adriano.
Los restos descubiertos a finales del siglo XIX nos permiten saber que el templo original guardaba semejanzas con el actual. Lo que hoy es un pórtico de entrada fue originalmente la fachada de un templo períptero. La primitiva entrada se efectuaba por el lado opuesto, hacia el sur, ya que en la rotonda actual había una plaza circular porticada. Al otro lado de esa plaza se encontraba la basílica de Neptuno.
El primer templo era rectangular, con la cella dispuesta transversalmente, al igual que en el templo de la Concordia del Foro romano, o en el pequeño templo de Veiove en la colina del Campidoglio. Estaba construido con bloques de travertino y forrado en mármol. También se sabe que los capiteles eran de bronce y que la decoración incluía cariátides y estatuas frontales. En el interior del pronaos había sendas estatuas de Augusto y Agripa.
Por Dión Casio sabemos que la denominación de Panteón no era la oficial del edificio, y que la intención de Agrippa era la de crear un culto dinástico, probablemente dedicado a los protectores de la gens Julia: Marte, Venus y el Divo Julio, es decir, Julio César divinizado.
El edificio sufrió daños por un incendio en el año 80, de los que fue reparado por Domiciano, aunque sufrió una nueva destrucción en tiempos de Trajano, en el año 110.

El panteón reconstruido por Adriano
En tiempos de Adriano el edificio fue enteramente construido. Su nombre no aparece en las inscripciones debido al rechazo de este emperador a que su nombre figurase en las obras llevadas a cabo bajo su mandato, muy al contrario que su predecesor Trajano. Las marcas de fábrica encontradas en los ladrillos corresponden a los años 123–125, lo que permite suponer que el templo fue inaugurado por el emperador durante su estancia en la capital entre 125 y 128. Aunque no se sabe con certeza quién fue el arquitecto, el proyecto se suele atribuir a Apolodoro de Damasco.
Se cambió la orientación respecto del panteón precedente, ya que se colocó la fachada principal hacia el norte. El edificio quedó compuesto por una columnata a modo de pronaos, una amplia cella redonda y una estructura prismática intermedia. El gran pronaos y la estructura de unión con la cella ocuparon por completo el espacio del templo anterior, mientras que la rotonda fue construida sobre el espacio de la plaza augustea que separaba el panteón de la basílica de Neptuno. Delante del templo se edificó una plaza porticada en tres de sus lados y pavimentada con lajas de travertino.

Características
La construcción de una amplia sala redonda con un pórtico rectangular, conformado como un templo clásico, es una innovación en la arquitectura romana. El modelo de espacio circular cubierto por una bóveda se había utilizado por la misma época en las grandes salas termales, pero era una novedad usarlo en un templo. El efecto de sorpresa al cruzar el umbral de la puerta debía de ser notable.
La construcción de una cúpula semiesférica sobre un tambor circular era típico de la arquitectura de la época. Se observa en la Villa Adriana en Tívoli, en las termas de Agripa, y en general en las salas de los primeros tiempos del imperio. Las pechinas no se generalizarían hasta una época más tardía, en tiempos de Diocleciano.
El espacio interno de la rotonda está constituido por un cilindro cubierto por una semiesfera. El cilindro tiene una altura igual al radio, y la altura total es igual al diámetro, por lo que se puede inscribir una esfera completa en el espacio interior. El diámetro de la cúpula es de 43,44 m (150 pies), lo que la convierte en la mayor cúpula de hormigón en masa de la historia. La cúpula de la Basílica de San Pedro fue construida un poco más pequeña.

Simbolismo
Quise que este santuario de todos los dioses representase el globo terrestre y la esfera celeste, un globo dentro del cual se encierra la semilla del fuego eterno, todo contenido en la cueva esférica, Marguerite Yourcenar.
El Panteón fue en origen un templo consagrado a las siete divinidades celestes de la mitología romana: el Sol, la Luna, y los cinco planetas (Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno). Cada uno de ellos tenía asignado uno de los siete templetes del interior.
Por otro lado, la propia sala circular era una esfera perfecta, representación de la concepción cosmogónica de Platón. Para este filósofo clásico el círculo es la forma perfecta que no tiene principio ni fin y por tanto, el símbolo del universo. El edificio estaba concebido para unir al hombre con la divinidad (el óculo central de la cúpula comunica el mundo terrenal con el cielo), pero sobre todo al emperador, que era proclamado un dios a los ojos del pueblo.

El pronaos
El pronaos octástilo, con ocho columnas en la fachada, y con cuatro columnas en los laterales, mide 34,20x15,62 m, y se encuentra 1,32 m sobre el nivel de la plaza, de modo que se accede subiendo cinco escalones. La altura total del orden es de 14,15 m y los fustes tienen un diámetro de 1,48 m en la base.
El friso contiene la inscripción de Agripa en letras de bronce. En el arquitrabe se grabó posteriormente una segunda inscripción relativa a la restauración acometida en tiempos de Septimio Severo. El frontón debía de estar decorado con estatuas de bronce, ancladas con pernos, y hoy perdidas. Por la posición de los orificios se especula con que pudo ser la figura de un águila con las alas desplegadas.
En el interior, dos filas de cuatro columnas dividen el espacio en tres naves, la central y más amplia conduce a la gran puerta de acceso a la cella, mientras que las dos laterales terminan en dos amplios nichos que debían de albergar estatuas de César Augusto y de Agrippa, trasladadas desde el edificio viejo. El fuste de las columnas estaba hecho de granito gris (en la fachada) o rojo, provenientes de las canteras de Egipto. También los pórticos que rodeaban la plaza eran de granito rojo, aunque de menor dimensión. Los capiteles corintios, las basas y los elementos de trabazón son de mármol pentélico, proveniente de Grecia. La última columna del lateral oriental, perdida en el siglo XV, fue sustituida por otra de granito gris en tiempos de Alejandro VII. La columna del extremo oriental de la fachada fue igualmente sustituida con un fuste de granito rojo bajo el pontificado de Urbano VIII. De este modo se modificó la alternancia de colores original.
La cubierta a dos aguas está soportada por cerchas de madera, apoyadas sobre una estructura muraria que apoya por medio de arcos en las columnas. La cobertura original estaba formada por cerchas de bronce, con perfiles en forma de U, según las describió Andrea Palladio. Una versión dice que fueron expoliadas por el papa Urbano VII, que mandó fundirlas para fabricar cien cañones para el Castillo Sant'Angelo. Otra versión asegura que el Papa Urbano VIII mandó fundir el bronce del techo para que fuera empleado en el baldaquino de San Pedro. El pavimento es de piezas de mármol de color, colocadas formando círculos y cuadrados. 
Alzado y sección.

El cuerpo intermedio
El cuerpo intermedio que conecta el pronaos con la cella está construido en opera latericia, y consta de dos grandes machones adosados a la cella. Los machones flanquean el paso de acceso a la rotonda, que es la prolongación de la nave central del pronaos. Por otra parte, entre los machones y la cella queda un espacio residual en el que se ubican dos escaleras de acceso a la parte superior de la cúpula.
Al exterior, la estructura tiene la misma altura del cilindro de la rotonda, y debía tener un revestimiento en estuco y mortero hoy desaparecido. Sobre este cuerpo existe un segundo frontón de ladrillo, de una altura mayor que la del pórtico de entrada, y que se preveía que se viera solo desde gran distancia. Las líneas de cornisa, que recorren el exterior de la rotonda marcando los pisos, continúan en este cuerpo sin solución de continuidad.
La diferencia de nivel entre los dos frontones ha hecho suponer que el pronaos estaba previsto de mayores dimensiones, con columnas de 50 pies de alto (14,80 m), mayores incluso que las del acceso norte del foro de Trajano. El proyecto hubo de ser modificado, al no poderse suministrar columnas de tan grandes dimensiones.
En el nivel inferior se abren ocho amplias exedras, de planta trapecial y semicircular alternativamente. Los nichos están enmarcados por un orden de pilastras y de columnas, con un entablamento corrido en todo el perímetro, excepto en las exedra del eje principal. En estas, cubiertas mediante bóvedas, el entablamento se interrumpe ya que las columnas intermedias no son necesarias. Entre las exedras, en los paños de muro intermedios, aparecen edículos con capialzados triangulares y circulares alternados.
En un segundo nivel, desde el entablamento hasta la imposta de la bóveda, hay una fila de ventanas. Estas ventanas, que abren a una galería superior, coinciden en vertical con los nichos y los edículos. La decoración romana original fue sustituida en el siglo XVIII por la que se puede ver actualmente, realizada probablemente entre los años 1747-1752. El sector sudoccidental ha sufrido varias restauraciones, no del todo apropiadas, que han alterado el aspecto inicial.
El pavimento de la rotonda es ligeramente convexo, con la parte central 30 cm más alta que el perímetro, para que la lluvia que entre por el óculo fluya hacia el canal situado en todo el perímetro. El revestimiento es de baldosas con un diseño de cuadrados en los que se inscriben alternativamente cuadrados y círculos más pequeños.

La cúpula
La cúpula está formada en el interior con cinco filas de casetones, que decrecen en tamaño hacia el centro, donde está perforada por un óculo de 9 m de diámetro. Dicha ventana circular permanece abierta, y por ella entra la luz; El óculo estaba rodeado por una cornisa de bronce fijada a la cúpula en la última fila de casetones. Las oquedades en la fábrica sugieren que tanto los casetones como el espacio intermedio estaban forrados de bronce.
Al exterior, la cúpula arranca de una sobreelevación del muro, a 8,40 m por encima del arranque interior de la bóveda. Se encuentra articulada por medio de siete anillos superpuestos, el inferior de los cuales conserva todavía el revestimiento de mármol. El resto se encontraba cubierto por planchas de bronce dorado, hoy perdido a excepción del perímetro del óculo, todavía en el lugar. Las planchas de bronce fueron arrancadas en el año 663 por orden de Constante II, emperador de Bizancio, y se colocó una cubierta nueva de plomo en 735. Otro elemento que refuerza la idea de perfección es que la altura de la última cornisa segunda, donde arranca la bóveda, es justo la mitad de la altura desde el punto más alto de la bóveda al suelo, y curiosamente ésta coincide con el diámetro (pudiendo inscribir en el interior de la construcción una esfera completa perfecta). 


La técnica constructiva
Las técnicas constructivas romanas han permitido a la cúpula resistir diecinueve siglos sin necesidad de reformas o refuerzos. Son varios los factores técnicos responsables de que la cúpula haya llegado hasta nuestros días en perfectas condiciones.
La cúpula es semiesférica, formada de hormigón con cascotes de tufo y escoria volcánica. Las partes externas de la cúpula se forraron con opera latericia (hormigón con paredes de ladrillo). También se utilizaron ladrillos bipedales en capas horizontales, a modo de anillos. Estaba reforzada conformando un sistema de nervios (paralelos y meridianos, como muestra la forma de los casetones). Fue construida mediante sucesivos anillos concéntricos de hormigón, resultando una estructura autoportante, ya que al fraguar cada anillo, se puede desmontar el andamiaje y proceder a hormigonar el siguiente anillo. Por ello, el óculo no se "cae", como pensó Brunelleschi cuando entró, ya que en su época solo se utilizaban sistemas de construcción para cúpulas mediante dovelas apoyadas en cimbras de madera.
La cúpula se apoya sobre un grueso muro cilíndrico de opera latericia, en la que se practicaron aberturas correspondiéndose con los tres niveles compositivos. En parte, estas aberturas eran funcionales, ya que conformaban las exedras, pero sobre todo eran estructurales, porque formaban una estructura interna de arcos de descarga. Estos arcos, resistentes y flexibles, forman un armazón que es visible en la pared trasera ahora que se ha perdido el revestimiento original. Choisy describe detalladamente este proceso constructivo.
En cuanto a la composición del hormigón romano, el cemento venía mezclado en pequeñas cantidades drenando de este modo el agua sobrante. En el hormigón moderno, cuanta más agua se emplea en el amasado, mayor es la porosidad una vez que el agua se evapora, reduciéndose la capacidad resistente. Así se conseguía eliminar parcial o totalmente las burbujas de aire que normalmente se forman durante el fraguado, confiriendo al material una resistencia notable. El hormigón se vertía en delgadas capas, alternándolas con hiladas horizontales de piedra. Al ser colocado en pequeñas cantidades, se reduce la retracción del cemento, y por tanto la posibilidad de asientos o agrietamientos.
Por otra parte, se buscó reducir el peso de la cúpula por dos medios: aligerando los materiales (en lugar del travertino empleado en la cimentación, en la cúpula se utilizó piedra pómez), y reduciendo paulatinamente el espesor de la cáscara muraria hacia arriba (desde 5,90 m inicialmente hasta 1,50 m). Además, los nichos, galerías y ventanas practicadas en los muros, así como los casetones y el óculo de la bóveda, dispuestos entre los arcos principales, aligeran la construcción en las zonas de relleno.

Historia posterior
Se sabe de una reparación realizada por Antonino Pío. Por otra parte, una inscripción de menores dimensiones recuerda otra restauración a cargo de Septimio Severo en 202.
El edificio se salvó de la destrucción a principios de la Edad Media, porque el emperador bizantino Focas lo donó al papa Bonifacio IV en el año 608, que lo transformó en iglesia cristiana (Santa María de los Mártires). Es el primer caso de un templo pagano convertido al culto cristiano. Por esta razón fue el único edificio de la Antigua Roma que permaneció intacto y en uso ininterrumpido.
En el siglo XV, el panteón es enriquecido con frescos: el más notable el de La Anunciación de Melozzo da Forlì, colocado en la primera capilla a la derecha de la entrada. En 1435 se lleva a cabo la demolición de las construcciones medievales anexas. A partir del Renacimiento el panteón es utilizado como sede de la Academia de los Virtuosos de Roma, sirviendo de sepulcro a grandes artistas italianos como Rafael o Vignola. En el siglo XVII se añadieron a los lados del frontón dos campanarios, obra de Gian Lorenzo Bernini, bautizados popularmente como orejas de asno, y eliminados en 1893.
El rey Víctor Manuel II, su hijo Humberto I y su esposa Margarita reposan en una de las capillas del Panteón. Estas tumbas son mantenidas por voluntarios de organizaciones monárquicas. Existen continuas polémicas acerca de si deberían trasladarse los restos, debido al comportamiento de la Casa de Saboya en el curso de las dos guerras mundiales.
Aunque el Panteón es un monumento cuyos gastos de conservación corren a cargo del Ministerio de Bienes Culturales de Italia, sigue siendo una iglesia en la que se celebran misas (principalmente de la forma extraordinaria del rito romano) y sobre todo bodas. Existe una tradición en la que el día de Pentecostés, a mediodía, se lanzan miles de pétalos de rosas rojas desde la linterna de la cúpula del Panteón mientras un coro canta el himno Veni Creator Spiritus. Este gesto recuerda la venida del Espíritu Santo en forma de lenguas de fuego sobre los apóstoles, y a dicho ritual asisten cientos de personas cada año.
En 1980 el centro histórico de Roma, incluyendo el Panteón, fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

Interior del Panteón.

Los templos imperiales.
Dedicado a Mars Ultor, el templo, sine postico, se alzaba sobre un podio con una escalinata de acceso y estaba rodeado por columnas corintias en su lado externo, mientras que la cella presentaba dos órdenes de columnas superpuestas –adosadas a la pared- y un ábside. Los pórticos laterales de la plaza también eran de orden corintio y soportaban un arquitrabe que alternaba cariátides (copiadas del Erecteion de Atenas) y clípeos decorados con la cabeza de Júpiter Amón. Tras los mismos se abrían dos grandes exedras –probablemente hubo dos más de menor tamaño, posteriormente amortizadas-, en cuyos muros perimetrales se alternaban columnas adosadas y nichos donde se estableció un ciclo estatuario que representaba la ascendencia de Augusto hasta los orígenes míticos de Roma: en la exedra noroeste se encontraba Eneas huyendo de Troya con Ascanio y Anquises (de quien descendía la Gens Iulia) y los reyes de Alba Longa, mientras que en la exedra opuesta, la suroriental, estaba representado Rómulo y los summi viri de época republicana –hombre ilustres y evergetas que habían marcado el devenir de la ciudad hasta la llegada de Augusto, los mismos de los que había borrado su memoria a través de la reforma filológica de los principales edificios heredados de época republicana para darles espacio en su foro y, dentro del juego simbólico que se hallaba detrás de su programa urbanístico, ser representados –gracias a él- ante el princeps, nuevo Rómulo y refundador de la ciudad-. El complejo se cerraba con un aula cuadrangular al final del pórtico norte, llamada “del Coloso”, decorada en época de Augusto con pinturas de Apeles donde aparecía representado Alejandro Magno, con todas las connotaciones ideológicas y simbólicas que ello implica, estancia en la que en época de Claudio se levantó un coloso que representaba el Genio de Augusto.
Con Octavio Augusto, se consolida el modelo que mantiene el podium y la escalinata frontal, pero que insiste más en el embellecimiento externo del edificio (uso de mármol y orden corintio) a la manera helenística. El culto al emperador convierte a su templo en el centro-eje de los foros nuevos que se levantan en la ciudad.
Templo de Mars UItior y Divo Augusto en el Foro de Augusto. Roma.

La basílica romana
La basílica romana tuvo múltiples usos, dedicándose a mercado, lugar de transacciones financieras, culto o, más ordinariamente, a la administración de justicia; también se utilizaba como lugar de reunión de los ciudadanos para tratar asuntos comunes. En cuanto a su concepción arquitectónica, se trataba de una gran sala rectangular compuesta por una o más naves (siempre en número impar), en este segundo caso, la central era más ancha y alta y estaba soportada por columnas. La diferencia de alturas se aprovechaba para abrir huecos de iluminación en la parte alta de los muros. En uno de los extremos de la nave principal existía una exedra o ábside, donde se instalaba la presidencia, mientras que la entrada se efectuaba por el extremo opuesto a través de un pórtico. En ocasiones, la puerta de acceso también podía situarse en el centro de uno de los lados mayores.

Las basílicas del Foro Romano:

Basílica de Majencio 307 (Majencio)-313 d.C. (Constantino). Foro de Roma. Ladrillo, hormigón, mármoles y estuco.
El Emperador Majencio comenzó la construcción de esta famosa basílica, la Basílica Nova, que fue terminada ya en tiempos de Constantino tras derrotar a Majencio en Puente Milvio en el año 313. Por el momento en el que se produce su construcción, ya en el Bajo Imperio, y por su grandiosidad y perfección técnicas, es el gran testamento del arte romano que refleja hasta dónde pudo llegar en el manejo de los materiales (la simbiosis de hormigón, ladrillo, mármoles y estucos es perfecta), en la fusión de los elementos constructivos (arquitrabados y abovedados) y en la capacidad de hacer una arquitectura funcional pero esencialmente al servicio del poder político como aquí es el caso. Es, en fin, un verdadero compendio del arte romano.

Análisis formal. En ella se mantiene el criterio tradicional de las construcciones basilicales, aunque se renunció a la planta y al alzado de las basílicas tradicionales, como las dos existentes en el Foro, a favor de la magnificencia de un grandioso y alto salón, cubierto de bóvedas de crucería, como los frigidaria de las termas imperiales. Pues en realidad toma como referencia el “frigidarium” de las termas de Diocleciano que se acababan de inaugurar. Hasta sería posible que el autor de ambas fuera el mismo arquitecto.
Consta de una planta de tres naves, divididas en tres tramos con una longitud total de 102 m y una anchura de 80 m. La nave central presenta también tres tramos, que se cubren con bóvedas de arista de unos 35 m. de altura. Gigantescas columnas estriadas de mármol simulaban soportar el peso de las bóvedas centrales, aunque su función era más de tipo ornamental pues realmente los empujes de las tres bóvedas de crucería, siguiendo el ejemplo de las terma, fueron contrarrestados por las propias naves laterales. A su vez, estas naves laterales se cubren con bóvedas de cañón transversales al eje axial del edificio, sirviendo en realidad de contrarresto al empuje de las bóvedas centrales. De hecho se apoyan sobre unos enormes contrafuertes, auténticos soportes de todo el sistema de cubiertas. Estos contrafuertes estaban horadados en su parte central, permitiendo así el tránsito entre unos tramos y otros de las dos naves extremas. Eran tan sumamente grandes que sobresalían por encima de las naves laterales, sirviendo así de refuerzo a la parte alta de la nave central, más alta que las laterales. Para aligerar esta parte de los contrafuertes, el arquitecto perforó su grosor por medio de un arco de servicio dando como resultado un antecedente del arbotante gótico. Para algunos autores, aunque los muros de separación de estas salas están perforados por grandes arcos, no se puede considerar la basílica como un edificio de tres naves, sino de una, compartimentada, y así era el efecto óptico que producía su interior.

El eje longitudinal de la nave central se subrayaba gracias aun ábside que remataba el muro occidental, y del “nártex columnado” que daba acceso desde la parte oriental. A lo que se unía el uso de la luz al abrirse en la pared del fondo, sobre el nártex, dos series superpuestas de tres ventanales que proyectaban su luz en el ampliamente en el interior del recinto).
La derrota de Majencio en el Puente Milvio puso la basílica al servicio del vencedor, introduciendo unos cambios muy interesantes, porque supusieron la creación de un segundo eje. Para ello se construyó, en el lado norte, un ábside en la estancia central, y en el lado sur una puerta precedida de un pórtico de seis columnas de pórfido, material predilecto de la época. El ábside primitivo fue destinado entonces a la colosal estatua de mármol y bronce dorado de Constantino, y la mesa del tribunal de justicia pasó al ábside acabado de construir.

El edificio, a pesar de reflejar a grandes rasgos desde el exterior la estructura interna presentaba un contraste muy acentuado. Pues el interior era de un lujo realmente oriental, con todo lo que el ingenio humano había descubierto hasta entonces como recurso suntuario de la arquitectura, destacando no solo la grandiosidad de sus bóvedas y el espacio conseguido (35 m. de altura) sino que éstas se hallaban decoradas con “lacunares octogonales”; el revestimiento de todo el conjunto era muy lujoso a base de placas de mármol y estuco; y la luz acentuaba aún más la sensación de amplitud, al abrirse en las paredes amplios ventanales que iluminaban gozosa y generosamente todo el espacio interior. Por fuera, sin embargo, algo nuevo: el ladrillo visto, monocromo y austero, revelando al fin que el ladrillo de buena fábrica no necesitaba del revestimiento del mármol ni del revoco del estuco pintado. En la actualidad sólo es visible el ala norte, con sus tres tramos abovedados con bóvedas de cañón transversales que dan una idea de su grandiosidad a pesar de no conservarse la nave principal.

Significado. La construcción de la basílica se enmarca en un periodo de crisis política en el Imperio romano. Ala abdicación de Diocleciano y Maximiliano siguió un periodo de luchas políticas entre varios candidatos del que finalmente salió vencedor Constantino tras derrotar a Majencio en la batalla de Puente Milvio en el 312. Éste, durante su breve reinado (306-312), se vio obligado a realizar un amplio programa de donativos y monumentales obras públicas para mostrar su agradecimiento a la guardia pretoriana y a los plebeyos que le habían dado su apoyo para ser elegido emperador. El origen pues de la basílica tiene un motivo claramente propagandístico, de hecho, Majencio la concibió como sala de recepción imperial y no solo como tribunal de justicia. Es evidente que la intervención de Constantino sobre el mismo edificio tras su victoria no es sino reflejo de querer imponer su poder también en este aspecto, reflejo de lo cual fue su imponente estatua.
Tal fue el éxito del modelo diseñado que su estructura se convirtió en referencia para las iglesias paleocristianas, sobre todo en lo que se refiere a su orientación longitudinal con pórtico de entrada, nave principal y ábside en la cabecera. Su influencia se dejaría ejercer también en el Renacimiento, donde causó enorme fascinación, reflejada en la obra de Bramante y el fresco de La escuela de Atenas de Rafael.
El Emperador Majencio comenzó la construcción de esta famosa basílica, la Basílica Nova, que fue terminada ya en tiempos de Constantino tras derrotar a Majencio en Puente Milvio en el año 313. Por el momento en el que se produce su construcción, ya en el Bajo Imperio, y por su grandiosidad y perfección técnicas, es el gran testamento del arte romano que refleja hasta dónde pudo llegar en el manejo de los materiales (la simbiosis de hormigón, ladrillo, mármoles y estucos es perfecta), en la fusión de los elementos constructivos (arquitrabados y abovedados) y en la capacidad de hacer una arquitectura funcional pero esencialmente al servicio del poder político como aquí es el caso. Es, en fin, un verdadero compendio del arte romano.

La Basílica de Majencio estaba situada en el foro de Roma. Era uno de los edificios romanos más importantes destinado a la administración de justicia, y a los tratos comerciales. Su forma y su planta fue copiada en la era cristiana para construir las primeras iglesias. Solía tener una planta de tres naves; una central y dos laterales.
La Basílica de Majencio se inició en el año 306 d.C. bajo el mandato del Emperador Majencio, pero no fue terminada hasta el 312 d.C., ya en el mandato del Emperador Constantino. 




Basílica Emilia



Llamada también basílica Paulli o basílica Fulvia, fue una basílica romana, situada en el lado norte del Foro Romano. Su construcción data del año 179 a. C. pero fue modificada varias veces con posterioridad. Actualmente sólo se pueden ver la planta y algunos elementos reconstruidos.
La basílica está situada en el Foro Romano, a lo largo del lado este de la explanada, entre la curia Julia y el templo de Antonino y Faustina.
La basílica es a menudo identificada para proteger a los peatones de la intemperie y ofrecer un refugio para las actividades del Foro Romano, evitando tanto la lluvia como el sol. Estaba dotada también de nuevas tiendas (tabernae), con una terraza para asistir a los combates de gladiadores que se desarrollaban en la plaza. Los tribunales también se asentaron aquí y más tarde los cambistas y banqueros se instalaron en este entorno propicio para sus asuntos.
La basílica está cerca, por el lado norte, del foro de Nerva y la Curia separados por la via dell'Argileto. Al sur, pasa la vía Sacra que recorre el Foro a lo largo desde el templo de Saturno justo hasta el arco de Tito. Cerca de allí, se encuentra el templo de Saturno, sede del Tesoro público del pueblo romano.
La nueva basílica se construyó en un lugar donde estaban las tabernae lanienae ("carnicerías") del siglo V a. C. y más tarde (siglo IV a. C.) las tabernae argentariae. Estas últimas albergaban a los banqueros de la ciudad, y después de un fuego fueron llamadas tabernae novae ("tiendas nuevas"). La plaza tenía dos filas de tiendas enfrentadas. Una primera basílica se había construido detrás de las tabernae argentariae entre el año 210 a. C. y 195-191 a. C., fecha en la que Plauto las menciona. Los estudios arqueológicos han demostrado que este edificio comprendía tres naves pavimentadas con toba de Monteverde, la fachada trasera tenía un pórtico que se abría al Forum Piscatorium y el Macellum (la zona que más tarde ocuparía el foro de Nerva).

La basílica Fulvia-Emilia
Fue edificada por el censor Marco Fulvio Nobilior en 179 a. C. con el nombre de basílica Fulvia. Después de la muerte de éste, su colega Marco Emilio Lépido la terminó. En origen, se llamó al edificio basílica Fulvia o basílica Æmilia. En el año 159 a. C., el censor Publio Cornelio Escipión Nasica Córculo instaló una clepsidra en la basílica. Para entonces, sólo se conservaba el nombre de basílica Emilia, habiendo perdido antes del siglo II a. C. el de basílica Fulvia. Pudo deberse a que fue frecuentemente restaurada y redecorada por miembros de la gens Emilia.
En el año 78 a. C., el cónsul, Marco Emilio Lépido, la embelleció con los clipei ("escudos") o retratos grabados de sus antepasados y la reconstruyó ligeramente. Esta intervención es recordada en una moneda del año 61 a. C. de su hijo, el triunviro M. Emilio Lépido.
Según otros estudiosos, no obstante, la Basilica Aemilia era un edificio diferente de la Basilica Fulvia.

La Basilica Paulli
Otra reconstrucción de mayor alcance fue emprendida en 55 a. C. por el edil curul Lucio Emilio Lépido Paulo, hermano del triunviro Lépido. Se pudo emprender la restauración de la basílica gracias al botín de las Galias reunido por Julio César. Las obras no acabaron hasta 34 a. C., ya muerto César y con el hijo de Lucio Emilio Lépido Paulo, L. Emilio Lépido Paulo, en la época de su consulado, con la ayuda de César. El edificio ganó en esplendor. Lucio Emilio Lépido Paulo acabó y consagró la basílica renovada. Toma entonces el nombre de basílica Paulli. Frente a este edificio, César había hecho construir la basílica Julia.
Este edificio tenía líneas similares al precedente; no obstante, tenía una largura reducida y una segunda nave en lugar del pórtico trasero. Las columnas en la nave central, en mármol africano, tenían capiteles corintios y frisos con hazañas de la historia de la República romana. Las columnas en la segunda fila eran de mármol cipolino y, finalmente, las externas llevaban capiteles jónicos.
El edificio se emplaza ahora sobre las Tabernae novae pero un incendio obliga a reconstruirla en 14 a. C. por el mismo Lucio Emilio Lepido Paulo y Augusto en el nombre de la gens Emilia, ya en su forma final, decorándose el pórtico y la cella. En esta ocasión las tabernae que la precedían hacia la plaza del Foro y el pórtico se reconstruyeron por completo. El último fue dedicado a los dos nietos del emperador (Porticus Gai et Luci): tenía dos órdenes de arcos con pilastras y semi-columnas dóricas. Los dos pisos superiores de la basílica se reconstruyeron totalmente. Sobre el orden superior se construyó un ático, decorado con elementos vegetales y estatuas de bárbaros.
La basílica fue restaurada de nuevo en el año 22. En su doscientos aniversario, la basílica Emilia fue considerada por Plinio como uno de los edificios más bellos de Roma. Era un lugar donde se desarrollaban negocios y, en el pórtico de Cayo y Lucio (los nietos de Augusto) frente al Foro Romano, estaban las Tabernae Novae (Tiendas nuevas). La principal sala o patio (de 100 metros de largo y 29,9 de profundidad) estaba detrás de las tiendas.
La última restauración documentada se efectuó tras el incendio de 410, durante el saqueo de Alarico I el visigodo. El tejado de madera, las Tabernae así como la fachada de la basílica quedaron entonces completamente destruidos. En el suelo de mármol de color se pueden ver aún manchas verdes de las monedas de bronce de principios del siglo V que se fundieron durante el incendio. La basílica fue reconstruida después del fuego añadiéndole una nueva planta mientras que la parte central del porche delantero fue reemplazada por un pórtico hacia el año 420 con columnas de granito rosa sobre bases, mucho más densas que los pilares del porche por encima (tres de estas columnas fueron reconstruidas después de las excavaciones y aún están en el lado este hacia el templo de Antonino y Faustina).
Un terremoto en el año 847 provocó el derrumbamiento final de lo que quedaba de estructura. Los restos se usaron como material de construcción. Restos visibles de la basílica aún podían verse en el Renacimiento, y sin embargo, fueron usados para el palacio Giraud-Torlonia (que ya no existe tampoco).
Sólo quedan hoy en día las bases de las columnas exteriores y de la nave, así como las bases de las tiendas (tabernae), dando el plano general del edificio del que no queda nada más.
Ruinas de la Basílica Emilia en el Foro Romano.

La basílica tenía 100 metros de largo y alrededor de 30 metros de ancho. A lo largo de los lados había dos órdenes de 16 arcos, y se accedía a través de una de las tres entradas. El orden arquitectónico dominante es el dórico.
Estaba formada por un gran aula de unos 90 metros de largo por 27 metros de ancho, dividida en tres naves, una central de casi 12 metros y dos laterales, por hileras de columnas, en mármol de África con bases y capiteles en mármol blanco. Una cuarta nave fue añadida en las reconstrucciones. Al noreste de nave central existía una segunda línea de columnas. Al suroeste de la nave, se construyó una hilera de pequeñas tiendas (tabernae) en opus quadratum de toba. En tres de ellos son puertas que comunican con la nave. La arcada principal estaba formada por quince arcos.
El edificio estaba precedido por el lado del foro por un pórtico de dos pisos con dieciséis arcos sobre pilastras. Por detrás del pórtico hay una serie de tabernae entre ellas se abren las tres entradas que dan acceso al aula.
Más tarde, Augusto alzó delante de la basílica, los ophia, una columnata dórica en arcadas, que ocultaba las tiendas (tabernae) a los ojos de los peatones que pasaban por la vía Sacra, y volvía la vieja basílica al gusto del día. De tiempos de Augusto, el pórtico se separó de la estructura de la basílica y formó un edificio por sí mismo, dedicado a sus dos hijos adoptivos, Cayo y Lucio César.
Al norte de la basílica, parece que había una puerta que daba al Campo Vaccino con lados, columnas sobre pedestal y un entablamento dórico adornado con triglifos y bucráneos.

Basílica Julia
La Basílica Julia fue una estructura que en el pasado se alzaba en el Foro Romano. Hoy sólo quedan unas ruinas, principalmente de los cimientos. Se trata de una basílica civil construida en la segunda mitad del siglo I a. C. Este edificio público ofrecía un lugar para reuniones, procesos judiciales y otras actividades oficiales que se desarrollaban en el Foro.
Cierra por el lado sur el Foro Romano, limita al oeste con el Vicus Iugarius separándola del templo de Saturno y al este con el Vicus Tuscus que la separa del templo de los Dióscuros. Reemplazó a la basílica Sempronia que databa del año 169 a. C. y que había sido destruida por un incendio. La nueva basílica conservó la misma orientación, alineada con los templos de Cástor y Pólux y el de Saturno.
Era un edificio público grande y ornamentado, usado para reuniones y otros negocios oficiales a principios del Imperio romano. Albergaba los tribunales de lo civil y tabernae (tiendas), y proporcionó espacio para oficinas gubernamentales y bancos. Se usó principalmente como tribunal de justicia. A partir del siglo I, sirvió de sede al tribunal de los Centunviros (el «tribunal de los Cien»), ciento ochenta jueces que eran el total de los cuatro tribunales juntos, y enjuiciaban asuntos de herencias. Podían celebrarse al mismo tiempo cuatro juicios diferentes, en la nave central que estaba compartimentada, las diferentes salas estaban separadas por tabiques móviles.
En sus Epístolas, Plinio el Joven describe la escena cuando defendió a una dama de rango senatorial cuyo padre de 80 años la había desheredado diez días después de haberse casado de nuevo. Una estatua de Crispo fue instalada en la basílica en recompensa por los frecuentes alegados que emitió en defensa del emperador Domiciano.

Con lugares de reunión públicos y tiendas, fue el lugar de reunión favorito del pueblo romano. En el pavimento del pórtico, hay diagramas de juegos rayados sobre el mármol blanco. Una piedra, en el piso superior del lado que da a la Curia, está marcada con una rejilla de ocho por ocho casillas en las que podrían haberse jugado juegos parecidos al ajedrez o las damas.
Fue empezada a construir por Julio César en 54 a. C., de quien tomó el nombre sobre el espacio antes ocupado por la basílica Sempronia, erigida en 169 a. C. a lo largo del lado meridional del Foro, en el lado opuesto a la basílica Emilia. Aquella basílica Sempronia fue obra de Tiberio Sempronio Graco, padre de los tribunos de la plebe Tiberio y Cayo, quien para edificarla habría demolido la casa de Escipión el Africano y algunas tiendas de las Tabernae veteres.
Para despejar el solar, César tuvo además que desplazar la tribuna de oradores a la extremidad oeste del Foro Romano. Los trabajos constructivos se empezaron probablemente por el edil L. Emilio Paulo, hermano del triunviro Lépido en el año 54 a. C., en nombre de Julio César. La dedicatoria se realizó antes de que los trabajos terminara, en el año 46 a. C. y los costes de la construcción fueron abonados con el botín de la guerra de las Galias.
La basílica Julia fue acabada por Augusto, quien dió al edificio el nombre de su padre adoptivo. Pero se incendió poco después de su inauguración, posiblemente durante el incendio de Roma del año 14 a. C. y fue reconstruida por el mismo emperador, que la amplió. La consagró de nuevo, quizá antes de que se acabaran los trabajos, dedicándosela a sus hijos adoptivos Cayo y Lucio César en el año 12: Basilica Cai et Luci. Pero este nombre no perduró y el edificio fue conocido como Basilica Iulia. Se dice que Calígula se subió al techo de la basílica para lanzar piezas al pueblo que quedaba debajo.
Las Basílicas Julia a la izquierda y Emilia a la derecha


Sufrió un nuevo incendio en época de Carino en 283 y volvió a ser restaurada con Diocleciano. Una última destrucción parcial sucedió con el saqueo del visigodo Alarico en el año 410 siendo reconstruida por el prefecto urbano Gabinio Vetio Probiano en 416, quien lo decoró con estatuas.
El lugar cayó poco a poco en la ruina a lo largo de los siglos siguientes. Durante la Antigüedad tardía, la basílica fue saqueada a causa de la cantidad y la calidad del mármol utilizado. Un horno de cal, que permitía reutilizar los mármoles recuperados, se encontró cerca de los restos de la basílica. Parte de los restos de la basílica, el ala oeste, se convirtieron en una iglesia en el siglo VII o en el VIII, quizá la iglesia de Santa María de Cannapara.

Excavaciones
El lugar fue excavado por Pietro Rosa en 1850, quien reconstruyó una sola columna de mármol con apoyos en travertino. En 1852 se desenterraron fragmentos de bóveda de cemento con obra de estuco pero más tarde fueron destruidos en el año 1872.

Restos
Sus ruinas se han excavado. Lo que queda de su período clásico son principalmente los cimientos, bien visibles en el Foro Romano. Puede verse aún fragmentos del pavimento de mármol. A lo largo del vicus Iugarius quedan algunos pilares y arcos de ladrillo que datan de la reconstrucción realizada en tiempos de Diocleciano.
El edificio es hoy en día sólo una zona rectangular, nivelada y alzada alrededor de un metro por encima del nivel del suelo, con bloques de piedra caídos en desorden por la zona. Una fila de peldaños de mármol recorren todo lo largo del lado de la basílica que da a la vía Sacra, y hay también acceso desde una serie de escalones más altos (estando el suelo aquí a un nivel inferior) al extremo de la basílica que queda frente al templo de Cástor y Pólux. 


La basílica estaba enteramente revestida de mármol blanco precioso. Ocupaba un espacio de 101 metros de largo por 49 metros de ancho. Las arcadas exteriores contaban con 18 pilares en los lados más largos y 8 en los más cortos. Se accedía a los pórticos laterales desde la explanada del Foro por un tramo de escaleras. La vía Sacra, que bordea el largo lado septentrional de la basílica, lo hace de forma regular a todo lo largo del edificio, si bien hacen falta siete escalones para salvar la diferencia de nivel con el vicus Tuscus, frente a sólo un peldaño a nivel del vicus Iugarius.
En la planta baja, la gran nave central de la basílica, que medía 82x16 metros, estaba rodeada por tres hileras de columnas que formaban dos pórticos concéntricos de 7,5 metros de ancho. A lo largo del lado sur se alineaba con una hilera de tiendas (tabernae) como en la basílica Emilia, que se abre a la calle en el vicus Tuscus y vicus Iugarius. Algunas de estas tiendas incluyen una escalera que permitía acceder al piso superior. Del lado del Foro Romano, la doble fila de arcos abiertos protegía a los peatones del sol y de la intemperie. Las escaleras presentes a cada lado permitían acceder a la segunda y última planta. Las columnas en este nivel son dóricas. El suelo de la nave central está pavimentado con mármoles de color, mientras que las alas laterales están pavimentadas con losas de mármol blanco.
En torno a la nave central cual había cuatro naves menores abovedadas en dos pisos y con arcos enmarcados por semicolumnas. La nave central se dividía en cuatro partes por cortinajes o estructuras de madera que cuando se requería se retiraban para dejar el espacio vacío.
Los pórticos de la planta baja tienen encima las galerías que conforman el segundo piso, de orden jónico. Sólo las alas laterales tienen un segundo piso, en el centro, la gran nave central llega hasta lo alto del edificio. Se cubre con un techo de madera y lo iluminaban ventanas estrechas en la azotea.
En la escalinata del pórtico se encuentran juegos grabados en el mármol blanco como una especie de damas chinas o un círculo dividido en segmentos.

Basílica Opimia
La basílica Opimia era una de las tres basílicas civiles del Foro Romano de época republicana, junto con la basílica Porcia y la basílica Emilia (que es la única superviviente).
Se construyó en el año 121 a. C. junto al templo de la Concordia. Debe su nombre a Lucio Opimio, que costeó la construcción, al igual que la del templo vecino. La basílica debió ser derribada para permitir el agrandamiento del templo de la Concordia en época de Tiberio (7 a. C.-10 d. C.), ya que no hay más testimonios de ella desde entonces.
A diferencia de otros edificios basilicales no es posible fijar una función específica para la basílica Opimia. Es probable que fuera utilizada para uso comercial y / o administrativa, en general, típico de las basílicas tardo-republicanas. Alternativamente, es concebible que la construcción de Opimio se ha utilizado principalmente como una representación de diversas acciones (comparable a la reunión de senadores en el Senado en el templo de la Concordia). Uno se pregunta sobre el propósito funcional de la basílica en el Foro, ya que al parecer, no era demasiado importante, ya que 100 años después se abandonó. La reconstrucción del Templo de la Concordia por el emperador Tiberio, en el 10 d.C, la basílica fue sacrificada por razones de espacio. La renuncia de la basílica Opimia en este momento también puede estar vinculada a los últimos días de la República y comienzos del Imperio con la basílica Paulli en el lado norte y la basílica Julia en el lado sur, dos magníficos edificios, que a continuación, fueron creados en al norte del Foro romano, el Foro Julio Cesar y el Foro de Augusto.
Plano donde se supone estaba situada la basílica Opimia


Basílica Sempronia
La Basílica Sempronia fue una estructura en el Foro Romano durante el período republicano.
Fue una de las cuatro basílicas que formaron el Foro Romano original junto con la basílica Porcia, la basílica Emilia, y la basílica Opimia, y fue la tercera construida, a principios del siglo II a. C.
Aunque hubo excavaciones que han revelado restos de la basílica así como las estructuras que originariamente se alzaron en ese lugar, ninguno de ellos son visibles desde el Foro Romano.[
La basílica está bordeada por un lado por el vicus Tuscus que se une con el Foro Romano. Se encuentra rodeada por el templo de Saturno y el de Cástor y Pólux. Está precedido a lo largo de toda su longitud por las tabernae veteres, las tiendas abiertas sobre la plaza del Foro. La basílica Emilia y las tabernae novae formaban una estructura simétrica al otro lado del Foro.
La excavación de la basílica reveló que lo más probable es que se hubiese construido usando bloques de toba, como era habitual en los edificios de la época. Las zonas más débiles en el edificio pudieron haber sido reforzados con bloques de travertino, y toda la fachada lo más probable es que estuviera cubierta por estuco para ocultar la albañilería así como para decorarla. El tejado se habría parecido a aquellos de los templos y habrían estado realizados con cerchas y travesaños de madera. El exterior del tejado habría estado cubierto de tejas para proteger el tejado de los elementos, y el interior habría tenido casetones para aligerar su peso y con terminación en estuco.

La basílica Sempronia fue construida en el año 169 a. C. por Tiberio Sempronio Graco, una figura política romana que fue elegido censor en la época de la creación de la basílica. La basílica se construyó sobre una superficie que en el pasado fue la casa de Escipión el Africano y una variedad de tiendas adyacentes, lo que lleva a la creencia de que la tierra que una vez fue propiedad de Escipión fue heredada por Tiberio en el año 184 a. C. a la muerte de Escipión, pues Tiberio estaba casado con su hija, Cornelia Africana; fueron los padres de los famosos Gracos. Otra hipótesis es que el censor compró este terreno con los fondos asignados por el cuestor para las obras públicas. Los restos de un impluvium de época republicana se recuperaron sobre los cimientos del extremo occidental de la basílica Julia y podrían corresponderse a la casa de Escipión de la que habla Tito Livio.
Los cuestores, en virtud de un senadoconsulto, habían puesto a disposición de los censores, para obra pública, la mitad de los impuestos de cierto año. Tito Sempronio, con la suma que le fue entregada, adquiere para el Estado la casa de Escipión el Africano, situado cerca de la estatua de Vertumno, así que las carnicerías y las tiendas contiguas, e hizo construir una basílica que después fue llamada Sempronia.
Tito Livio, Historia romana, XLIV, 9-10
En el año 54 a. C., la basílica Sempronia fue demolida por Julio César para construir su basílica Julia. También se dice que fue destruida por un incendio y que la basílica Julia, más vasta, fue edificada sobre sus ruinas en el año 54 a. C. , por el edil Lucio Emilio Paulo, hermano del triunviro Marco Emilio Paulo, en nombre de Julio César.



[1]    Catilina es una de las figuras más enigmáticas de la historia de Roma, envilecida y desdibujada por los cronistas e historiadores clásicos. Las dos fuentes principales de información sobre Catilina son precisamente las más hostiles al personaje. Marco Tulio Cicerón, su mayor enemigo político, no ahorró ninguna denuncia contra él, especialmente en sus discursos llamados Catilinarias, mientras Cayo Salustio Crispo le atribuyó algunos de los más viles crímenes en su monografía moralista Bellum Catilinae. Aun así, muchas de las peores acusaciones contra él, como la de que hacía sacrificios humanos, eran con mucha probabilidad meras invenciones. A pesar de ello, la «Conjuración de Catilina» sigue siendo uno de los más famosos y turbulentos hechos de las últimas décadas de la república romana.
[2]Historiador británico, considerado como el primer historiador moderno, y uno de los historiadores más influyentes de todos los tiempos. Su obra magna, The History of the Decline and Fall of the Roman Empire (Historia de la decadencia y caída del Imperio romano), publicada entre 1776 y 1788.
[3]    En la mitología romana Belona era la diosa de la guerra (en latín bellum), hija de Forcis y Ceto, compañera o esposa de Marte. Es una diosa equivalente a la griega Enio y, al igual que Marte (el equivalente de Ares), mucho más popular que ésta.
Se creía que era uno de los dioses de los romanos (sin una mitología particular y posiblemente de origen etrusco) y muchos suponen que habría sido la deidad romana original de la guerra, predando la identificación de Marte con Ares. Su nombre está directamente relacionado con la palabra moderna «beligerante» (literalmente, ‘que está en guerra’). En el arte, se le representa con casco, espada, lanza y antorcha.
Políticamente, todas las reuniones del Senado sobre la guerra exterior se celebraban en el Templum Bellonae del Collis Palatium, fuera del pomerium. Este templo fue construido en el 296 a. C. e incendiado en el 48 d. C. La fiesta de Belona se celebraba el 3 de junio.

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