III.- Corriente
nacional: Churrigueresco.
Durante el siglo XVIII se acelera la
construcción de edificios; resalta la plena asimilación de las formas
espaciales de Italia (De Borromini y Bernini) en edificios como: San Marcos de
Madrid, las Salesas Reales de Madrid, San Francisco El
Grande -Madrid-, Palacio Real de Aranjuez -capilla. Son todos ellos
edificios en los que destaca su compleja planta con juegos de curvas y
contracurvas, cambitación de formas ovaladas, tangentes y secantes; con alzados
en los que las cúpulas, bóvedas, etc. son de gran complejidad (destacan las
cúpulas encamonada creadas por Francisco Bautista en e1 siglo XVIII: son un
sistema de doble cúpula en el que el intradós es de madera y yeso, mientras que
el exterior se despega y separa quedando un espacio hueco para lograr mayor
efecto de altura y monumentalidad. Al ser de menor peso permite la constitución
de espacios más desahogados).
Por otro lado, la arquitectura del siglo
XVIII aumenta la tendencia ornamental hasta límites nunca conseguidos; a
este estilo se le llama Churrigueresco: por el nombre de la familia con
este apellido que produjo mayores obras. Es una decoración de amontonamiento de
formas en ciertos lugares del edificio –puertas, fachada, etc; sobresalen por su
monumentalidad y aparatosidad, frente al resto del edificio de líneas más sobrias-.
Destacan: colegios de Anava y Calatrava en Valladolid, plaza Mayor de la ciudad
de Salamanca. De Pedro Ribera son el puente de Toledo en Madrid, y
el Hospicio de Madrid. Otros edificios de este estilo son: San Telmo
en Sevilla. La fachada del Obradoiro en Santiago, etc. Esta fachada
de Casas y Novoa sustituye a la románica construida delante del
Pórtico de la Gloria; es una monumental fachada estructurada como un grandioso
arco de triunfo en diversos planos de profundidad (hasta tres) y de una gran
verticalidad.
Otra complicación del barroco español se
encuentra en los espacios creados para dar cabida a las imágenes religiosas
como: reliquias, sagrario , sacristías e imágenes de gran devoción :
vienen a combinarse teatrales efectos en la utilización del espacio, la luz
indirecta y de procedencia extraña, la pintura, escultura, etc. Son pequeños
lugares en los que el barroquismo estalla en su mayor grado de complicación y
teatralidad. Destacan el Transparente de la catedral de
Toledo (de Narciso Tomé), el camarín y tabernáculo de la Cartuja del
Paular, o el Sagrario de la Cartuja de Granada (Francisco Hurtado
Izquierdo). Otra de las grandes escuelas del barroco español, es la fundada a
inicios del siglo XVIII por Francisco Hurtado Izquierdo, en Priego de
Córdoba. En la que intervinieron, sucesivamente, los hermanos Sánchez de Rueda,
Juan de Dios Santaella, Francisco Javier Pedraxas, Remigio del
Mármol y José Álvarez Cubero.
El churrigueresco es una etapa, así
como un estilo arquitectónico, de España, que se dio en la época
del barroco, y llegó hasta el Nuevo Mundo, como en los edificios
construidos en los virreinatos de Perú y Nueva España (donde
se le conoció como barroco anticlásico).
El término churrigueresco proviene del
apellido Churriguera. Los Churriguera fueron una familia de arquitectos
barrocos de origen catalán cuya obra se caracterizó porque presentó una
recargada decoración. Por extensión, el término se ha utilizado para denominar
el barroco español del primer tercio del siglo xviii. Se entendían por
churriguerescas todas aquellas arquitecturas que poseían un marcado movimiento
y una abigarrada ornamentación, sobre todo en la retablística.
Este estilo es muy parecido al estilo barroco
que este presenta más ornamentación. Fueron construcciones de retablos efímeros
y también en lo arquitectónico.
El primero de los Churriguera fue José de
Churriguera (1665-1725), quien se formó como ensamblador de retablos,
elaborando algunos muy importantes para diversos templos
de Salamanca, Madrid, Valladolid y otras ciudades
españolas. Algunos han desaparecido y actualmente solo se conservan algunas
trazas.
Por otra parte Francisco de la
Maza señala que el término churrigueresco no solo se utiliza para el
barroco con Estípite (arquitectura), pues «muchas obras o casi todas las obras con pilastras comunes muy
ornamentadas y que correspondan, en España, de 1689 a 1730, y en México de 1725
a 1780, más o menos, ya que uno solo es el sentido de voluntad de forma
que preside a esas obras».
Por consiguiente el churrigueresco no es un
estilo arquitectónico, es más bien un estilo escultórico y decorativo.
Las formas del Barroco en España y México tuvo
dos maneras especiales: la columna salomónica y la pilastra estípite:
«Se le ha
llamado al primero Barroco Salomónico y al segundo, con tropiezos y
oposiciones, Barroco Churrigueresco, dos adjetivos derivados de un nombre y
apellido que se deben a dos muy distintos personajes: un rey hebreo y un
arquitecto madrileño».
La columna salomónica barroca tiene su
origen en Roma, en la capilla de san Pedro: «Se creyó como el templo de Salomón, regalada al papa por el
sultán Bayaceto. Es una columna, ciertamente, de origen oriental por
ondular y torcer su fuste en tirabuzón, pero es ya helenística por su
capitel jónico.»
Mientras la pilastra estípite nació también en
Grecia, su forma se caracteriza por ser pedestales en forma de pirámide
invertida, truncada y alta «sirvieron
para colocar bustos de héroes y dioses y sobre todo
de Hermes y Mercurio».
Los romanos y renacentistas siguieron
empleando el estípite: «Continuaron
realizándose en la misma forma y estos últimos lo incorporaron a las
estructuras arquitectónicas, otorgándole categoría de pilastra, por lo que
aparece sobre él un capitel, o bien, el busto emerge con todo el torso y
levanta las manos sirviendo como atlante o cariátide». Así en el
siglo xvii se hizo en volúmenes y fue llevado al su máximo desarrollo
por José Benito Churriguera: «El
estípite no fue realizado en volúmenes sino hasta la segunda mitad del
siglo xvii, de manera incompleta, por Barromini y ya completo, con nuevas
y precisas secciones y capitel, por Benito de Churriguera».
Si bien el estípite se caracteriza por
representar un esquema geométrico del cuerpo humano:
«El
capitel es la cabeza; el cubo o sección bulbosa es el pecho; el angostamiento
entre el cubo y la parte superior de la pirámide invertida, sería la cintura;
la pirámide misma hace claramente la figura de caderas y piernas,
estrechándose al descender a los pies».
Manuel González Galván señala que esta
abstracción se debe a un simbolismo franco y tan humanista o más que la misma
Grecia, donde se consideraba al dórico, robusto y sobrio, como
representativo de lo masculino y al jónico, más esbelto y curvo, de lo
femenino. Los romanos llegaron a presentarla sexuada pero la pilastra estípite
barroca, en su asexual y rigurosa abstracción, está más cerca de lo humano que
aquellas interpretaciones hechas sobre lo clásico. Pero para Francisco de la
Maza esto lo señala como parte de la influencia latina pues se apoya en
la idea de que coincide con la sensibilidad del arte precolombino,
escultórico por excelencia y con la sensibilidad misma del indígena
mexicano. Sin embargo, las más notorias características del churrigueresco,
están presentes en el retablo del Convento de San Esteban (Salamanca),
obra del español José Benito de Churriguera que por su impacto
originó el adjetivo churrigueresco.
Convento
de San Esteban
Es un convento dominico situado en la
ciudad de Salamanca, en la plaza del Concilio de Trento.
Los dominicos se instalaron en Salamanca entre
1255 y 1256. En el actual solar del convento, ocupado por la iglesia parroquial
de San Esteban, levantaron el primitivo convento, luego destruido para
construir el actual, en 1524 por iniciativa del cardenal fray Juan Álvarez
de Toledo.
Su construcción se extendió hasta 1610,
participando en ella Fray Martín de Santiago, Rodrigo Gil de
Hontañón, Juan Ribero de Rada y Pedro Gutiérrez. No obstante, la
planta y diseño son de Juan de Álava, quien comienza la obra en 1524, como
demuestra el plano conservado de este mismo maestro. Rodrigo Gil de Hontañón se
ocuparía del crucero con el cimborrio y de la cabecera. Aunque se le considera
un excelente ejemplo del estilo plateresco, lo prolongado de sus fases
constructivas explica la mezcla de estilos que van desde
el gótico final hasta el barroco, estilo este poco apreciable en
su arquitectura pero bien presente en el retablo mayor obra de José Benito
de Churriguera.
Según la tradición, Colón se alojó en
este convento (en realidad en el anterior, destruido para construir este)
cuando fue a Salamanca para defender ante los geógrafos de
la Universidad la posibilidad de llegar a las Indias navegando hacia
Occidente.
Durante la Contrarreforma fue un
importante centro donde se forjaron los padres dominicos que fundaron
la Escuela de Salamanca, con Francisco de Vitoria a la cabeza, y
se prestó ayuda a Santa Teresa de Jesús y a San Ignacio de Loyola.
Fachada
La fachada está compuesta por la portada de la
iglesia y el pórtico de acceso al convento que forma ángulo recto con ella.
La portada de la iglesia es uno de los más
bellos ejemplos de plateresco. Está concebida como portada-retablo formando
un arco de triunfo bajo cuya bóveda de medio cañón se despliega la abundante
decoración característica del estilo. En su centro se representa el martirio
de San Esteban y por encima un Calvario, relieves ambos ejecutados
por Juan Antonio Ceroni a comienzos del siglo XVII.
El pórtico, compuesto por arcos de medio punto,
está inspirado en las logias renacentistas italianas, contrastando su escueta
ornamentación con la exuberancia decorativa de la fachada de la iglesia. Fue
realizado por Juan Ribero de Rada entre 1590 y 1592, pero los
medallones de las enjutas son obra del escultor Martín
Rodríguez.
Iglesia
Su construcción la comenzó el
arquitecto Juan de Álava en 1524 y fue seguida por Fray Martín
de Santiago a quien sucedió Rodrigo Gil de Hontañón, siendo
consagrada en 1610.
Tiene planta de cruz latina y una sola nave,
con el coro elevado sobre un arco escarzano a los pies de la
iglesia. Los estilos presentes son el gótico tardío desde el crucero a los
pies, y el renacentista que abarca el crucero, el cimborrio y el presbiterio.
Mide 14,50 m de anchura, 27 m de altura en la nave y 44 m en el cimborrio. En
el coro destacan la pintura del Triunfo de la Iglesia, de Antonio
Palomino, y una Virgen con el Niño, de Rubens.
Claustro y capítulos
El claustro principal, denominado «de
procesiones» o de los Reyes, es obra de Fray Martín de Santiago, religioso
del convento. En la planta baja mezcla
elementos góticos y renacentistas. Los arcos que lo separan del
jardín son de medio punto, renacentistas, aunque tratados al estilo gótico ya
que están divididos por tres maineles. Las bóvedas de sus
cuatro crujías son de crucería, características del gótico. En el
centro del jardín se levanta un templete.
En la planta alta la cubierta es un sencillo
artesonado de madera, abriéndose las galerías mediante cuarenta arcos de medio
punto, que descansan sobre pilastras cuyos capiteles están decorados con
grutescos y otros motivos.
Desde la planta baja se accede a los «Capítulos». El «Capítulo antiguo», oscuro, modesto y austero, data del siglo XIV,
con obras en los siglos siguientes. Una de sus partes es la capilla, en la
parte más elevada y donde se enterraron los más destacados miembros del
convento, como Francisco de Vitoria o Domingo de Soto. En la
parte más baja se enterraban los demás religiosos y en los bancos adosados a
sus paredes tomaban asiento los frailes en sus reuniones. El «Capítulo nuevo», más grande, monumental
e iluminado que el antiguo, data del siglo xvii, pareciéndose en su traza
a la Sacristía, a la que se accede a través del arranque de la Escalera de
Soto.
Sacristía
Construida en el siglo xvii bajo el
mecenazgo de fray Pedro de Herrera Suárez, obispo de Tuy, por los
arquitectos Alonso Sardiña y Juan Moreno. De gusto clásico, los
muros están cubiertos por pilastras de orden corintio con frontones curvos y
triangulares partidos rematados con pirámides. El friso está decorado con
ménsulas y distintas alegorías.
El fundador construyó la sacristía para hacerla
también lugar de su enterramiento. Así en una hornacina elevada en el lado
izquierdo se encuentra su efigie orante en piedra policromada, obra
de Antonio de Paz. Del mismo autor son las imágenes de la Asunción de la
Virgen, San Pedro y San Pablo que se encuentran en el testero, presidido por un
Cristo anterior conocido como Jesús de la Promesa.
Escalera de Soto
Se construyó entre 1553 y 1556. Su nombre se
debe al mecenazgo de Fray Domingo de Soto, catedrático de
la Universidad (pertenece a la Escuela de Salamanca) y confesor
del emperador Carlos V. El autor fue el arquitecto Rodrigo Gil de
Hontañón, que utilizó una técnica nueva y revolucionaria, puesto que solamente
se apoya en los muros, en voladizo, sin otros soportes, creando un espacio
bastante diáfano que parece sostenerse milagrosamente, y que permite el
tránsito desde la parte baja del claustro a la parte alta. Su decoración la
constituyen casetones floreados y un relieve policromado en su tramo superior
en el que aparece María Magdalena.
Retablo mayor
Obra de José Benito de Churriguera, que
remata la cabecera de la iglesia. Seis grandes columnas salomónicas,
recubiertas de decoración vegetal, recorren el primer cuerpo, en cuyo centro se
halla el tabernáculo central concebido como un templete, flanqueado por un par
de columnas a cada lado; entre estas y las de los dos de los extremos se
encuentran dos hornacinas que dan cobijo a las esculturas de Santo Domingo
de Guzmán y San Francisco de Asís, atribuidas al autor del retablo.
El segundo cuerpo tiene como centro y remate
una pintura de Claudio Coello cuyo tema es el martirio de San
Esteban.
Todo está dorado y recubierto de profusa
decoración, dando lugar a uno de los más
monumentales retablos barrocos típicamente españoles.
Sepulcro
del III duque de Alba
Fernando Álvarez de Toledo murió
en Tomar, localidad próxima a Lisboa, el 11 de diciembre de 1582, a la
edad de setenta y cuatro años.
Sus restos fueron trasladados inicialmente
a Alba de Tormes, donde fue enterrado en el convento de San Leonardo. En
1619 fueron trasladados al convento de San Esteban, en donde desde 1983 reposan
en una capilla del convento que contiene un mausoleo proyectado por Chueca
Goitia y que fue costeado por la Diputación Provincial de Salamanca.
Zonas
reservadas a la comunidad
En la zona no visitable actualmente por estar
reservada a la comunidad existen dos claustros más. El primero de ellos,
conocido como «claustro de Colón», es denominado así porque según la tradición
fue aquí donde el descubridor conferenció con los frailes sobre sus proyectos.
Data de fines del siglo xv, pero su trazado es sencillo, con arcos de
medio punto que descansan en capiteles robustos y simples; cuenta con un
ventanal barroco en el fondo. El otro claustro, llamado «claustro de los
Aljibes», presenta arcos rebajados y una austeridad decorativa marcada por los
espacios vacíos y las superficies lisas que contrasta con la exuberancia decorativa
presente en otras partes del monumento.
JOSÉ
BENITO de CHURRIGUERA OCAÑA (n. Madrid; 21 de marzo
de 1665 – ibídem; 2 de marzo de 1725)
Fue un arquitecto y
retablista barroco español, miembro de una familia de
artistas de la que es recordado como el más destacado. Su influencia,
junto con el trabajo de sus hermanos Alberto y Joaquín, definió
el llamado estilo churrigueresco, caracterizado por la abundancia y
protagonismo de la decoración.
Nació en Madrid, en el barrio castizo de
Embajadores, en 1665, hijo de José Simón de Churriguera, ensamblador
y retablista oriundo de Barcelona, establecido en Madrid donde
contrajo matrimonio en 1665 con la madrileña María de Ocaña. Tuvo siete hijos
de dicho matrimonio, siendo el primogénito José Benito.
Se formó en el taller de su padre, y a la
muerte de éste en 1679, en el de José Ratés, abuelo adoptivo. En 1690, el
rey Carlos II lo designó como uno de los arquitectos de la corte, si
bien no recibió salario hasta 1696. En 1702 el rey Felipe V nombró
arquitecto jefe a Teodoro Ardemans, y poco tiempo después, Churriguera fue
acusado de insubordinación y presunción, perdiendo el patrocinio real.
Una de las primeras obras que le hicieron
famoso fue el retablo de la capilla del Sagrario en la Catedral
de Segovia, construido en 1689, que le valió, en 1690, la designación como
arquitecto de la catedral.
Con el retablo de la iglesia del convento
de San Esteban, en Salamanca, de 1692 la obra del artista se consolidó,
generando admiración y también críticas.
Si bien Churriguera permaneció el resto de su
vida residiendo y trabajando principalmente en la región madrileña, el
puesto en Salamanca permitió la obtención de otros muchos encargos para sus
hermanos y al menos para uno de sus hijos.
Una de las obras artísticas que también le
valió la atención pública fue el catafalco para la primera esposa de Carlos
II, María Luisa de Orleans, fallecida en 1689, que fue erigido
temporalmente en la Iglesia de la Encarnación de Madrid.
A principios del siglo XVIII (1709-1713), fue
uno de los primeros arquitectos en proyectar completa una población en la
península: la localidad de Nuevo Baztán por encargo de Juan de
Goyeneche y Gastón, para alojamiento de los obreros de la fábrica de vidrios
que éste fundó en el lugar.
Al fallecimiento del artista, en 1725, su
hermano Alberto completó el Palacio de Goyeneche.
El sentido teatral y ornamentado de sus obras
fue criticado por los puristas, pero se convirtió en un estilo popular, y se
difundió por España, México y otras capitales latinoamericanas.
Tuvo dos hijos también
arquitectos, Nicolás y Jerónimo Churriguera.
Iglesia
de San Millán y San Cayetano
Es un templo católico de la ciudad
española de Madrid. De estilo barroco, está situado en el nº 15 de
la calle de Embajadores.
La actual iglesia de san Cayetano tiene su
origen en la iglesia del Convento de Nuestra Señora del Favor, ya
desaparecido. En este lugar existió en su día un oratorio dedicado a san
Marcos y a Nuestra Señora del Favor, fundado en 1612 por Diego de Vera y
Ordóñez de Villaquián. El lugar de erección del oratorio fue el de unas casas
de su propiedad en la calle del Oso. Treinta y dos años más tarde, el padre
Plácido Mirto funda una casa de teatinos en el lugar. La iglesia
quedó bajo la advocación de san Cayetano de Thiene, cofundador de
la orden teatina.
En 1822, durante el trienio liberal, se
decreta por parte del Gobierno el traslado de los teatinos a un convento
de Zaragoza, quedando totalmente abandonado el edificio, el cual y de una
manera provisional fue cedido a los frailes franciscanos de San Gil,
llamados popularmente gilitos, mientras se reconstruía su convento, destruido
durante la ocupación francesa. En 1836, y debido a la desamortización de
Mendizábal, el propio convento pasa a ser destinado a viviendas, quedando sólo
la iglesia original destinada a servicios religiosos.
En 1869 se produce el traslado de la sede de la
derribada parroquia de San Millán Abad, sita en la plaza de la
Cebada, a esta iglesia, creándose así la iglesia parroquial de san Millán y san
Cayetano.
La iglesia resultó incendiada con latas de
gasolina el 19 de julio de 1936, durante la guerra civil, por grupos de
extrema izquierda. Solo quedó en pie la fachada, gracias a las labores de
mantenimiento que realizó Fernando Chueca Goitia durante la guerra.
En 1960 una comisión de eclesiásticos y laicos que, entre otros, integraba
la duquesa de Alba, aprueba la reconstrucción del templo, reabierto al
culto el 6 de agosto de 1962.
En 1980 el templo fue declarado Monumento
Histórico-Artístico de carácter nacional. En la actualidad tiene el estatus
de Bien de Interés Cultural.
La iglesia comienza a construirse en el año
1669 por el arquitecto Marcos López. Las obras son probablemente
continuadas por José de Churriguera y Pedro de Ribera. Sin
embargo, el templo no fue terminado hasta 1761, a cargo del
arquitecto Francisco de Moradillo.
La fachada, levantada por Moradillo, fue
construida en granito, componiéndose de ocho robustas pilastras rematadas con
capiteles de orden compuesto. Las pilastras de los dos extremos encuadran las
dos torres y entre las cuatro del centro se disponen tres arcos de acceso de
medio punto. Sobre los arcos de la fachada se colocaron en hornacinas ricamente
decoradas las estatuas de san Cayetano, de Nuestra Señora del Favor,
y de san Andrés Avelino, realizadas en piedra por Pedro Alonso de los
Ríos.
La planta es de cruz griega, constando de
tres naves y cuatro capillas cerradas con sus correspondientes cúpulas, más una
gran cúpula central de tambor sobre pechinas.
El interior perdió la práctica totalidad de las
obras de arte que conservaba en el incendio de la Guerra Civil, incluyendo el
retablo mayor. El retablo actual, realizado por Manuel Paradela Segade, imita
modelos barrocos, con copias de cuadros famosos del Museo del Prado. La
desnudez decorativa resalta la calidad de los detalles
(ménsulas, pilastras, cornisas), y el enlucido claro dota al interior
de una intensa luminosidad. En una de las capillas, bajo una sencilla lápida,
se encuentra la sepultura de Pedro de Ribera, el arquitecto principal del
edificio, que vivía en la casa frontera con la iglesia y fue feligrés de la
misma toda su vida.
Colegio
de Santo Tomás (Madrid)
El desaparecido colegio y convento de
Santo Tomás (denominado también Colegio de Atocha) fue un conjunto de
edificios perteneciente a los religiosos
dominicos, bajo la advocación de Santo Tomás
de Aquino, en Madrid.
Estaba ubicado en el arrabal de Santa Cruz, dando su fachada
principal a la calle de Atocha. Su
localización exacta se sitúa cerca de la actual plaza de
Santa Cruz, ocupando parte del solar de la moderna iglesia de la Santa Cruz.
Fue erigido a mediados del siglo XVII, siendo un buen ejemplo de
la arquitectura barroca española. El
convento tenía anexo un gabinete destinado a la enseñanza de Teología, Filosofía y Retórica (Colegio de Santo Tomás),
dependiente inicialmente de los dominicos del Real
Monasterio de Nuestra Señora de Atocha. El conjunto se componía
de un convento que hacía las funciones de colegio, un patio y una iglesia de
grandes dimensiones.
Iglesia y convento fueron exclaustrados y
desamortizados en 1836, pasando a tener
numerosos usos, desde centro administrativo hasta cuartel de la Milicia Nacional. El conjunto desapareció
del todo tres años después de haber sufrido un fuerte incendio, acaecido
en 1872. La primitiva iglesia de la
Santa Cruz, construida en el siglo XVII (1583), anexa al convento de Santo
Tomás, también se vio afectada por el incendio.
Los frailes dominicos del convento de Nuestra
Señora de Atocha fundaron en 1563 un
colegio de teología con el dinero obtenido de la venta de una casa que les
había sido donada, muy alejados ambos del núcleo urbano de la época. En 1583, a instancias de fray Diego de Chaves (confesor de Felipe II), éste se escinde como priorato independiente. El conde-duque de Olivares tomó el nuevo
convento bajo su protección. En 1635 comienza
a construirse el edificio en el arrabal de Santa Cruz y las obras duran
hasta 1656.
La fachada de la iglesia y la cúpula, ambas
entre las más destacadas obras del barroco cortesano español, fueron realizadas
por los hijos de José de Churriguera: Jerónimo y Nicolás. La fachada de la iglesia era
monumental, distribuyéndose el acceso al templo en tres portadas,
características del recargado estilo de la familia Churriguera. El patio de
honor, de dos pisos, realizado por José Donoso,
estaba considerado una de las mejores obras arquitectónicas del siglo XVII en
Madrid. La iglesia fue muy utilizada por numerosas cofradías madrileñas. Era
muy conocida la capilla de Santo Domingo en Soriano, propiedad de Fernando de
Fonseca Ruiz de Contreras, marqués de la Lapilla. En el año 1726 se desplomó la cúpula, matando a
unas ochenta personas.
Durante las revueltas
anticlericales de 1834 murieron varios dominicos. El
edificio conventual tuvo varios usos: fue lugar de reunión de la Sociedad Landaburiana;
se acondicionó para ser una de las primeras sedes del Ateneo, cárcel y cuartel de la Milicia Nacional con modificaciones
realizadas por el arquitecto Juan Pedro
Ayegui. A comienzos del siglo XIX,
se instaló en la esquina del conjunto de edificios el Café de Santa Cruz.
El 13 de abril de 1872 se produce un
incendio que daña gravemente sus estructuras. Cuatro años más tarde, el
edificio se desploma, y como consecuencia, fue demolido completamente.
De lo que antaño fue una gran institución
religiosa y cultural madrileña solamente restan unas pocas obras de su
patrimonio mueble: el excelente cuadro de Santo Domingo en Soriano, obra
de Antonio de Pereda, que adornaba la
capilla del marqués de la Lapilla, custodiada en el Museo Cerralbo, la Asunción de la
Virgen, cuadro de altar de gran tamaño pintado por Francisco Ignacio Ruiz de la Iglesia para
la capilla de Nuestra Señora de las Nieves junto con una Coronación de la
Virgen ahora en la parroquia del Corpus Christi de Sevilla y la escultura de Nuestra
Señora del Rosario, obra señera de Luis Salvador
Carmona, que se venera en el Oratorio del
Olivar.
El palacio de Goyeneche es un gran
palacio urbano español situado en la calle de
Alcalá de Madrid.
Proyectado en 1720 como residencia del industrial y financiero Juan de Goyeneche, por José Benito de Churriguera, al fallecer
este en 1725, fue completado por su hermano, Alberto de
Churriguera.
Hasta 1773, año en que es comprado por Carlos III de los herederos de
Goyeneche y reconvertido en sede de la Real Academia
de Bellas Artes de San Fernando, el palacio había sido alquilado
como las oficinas de las Rentas Reales y Real Estanco de Tabaco que se
trasladaron a la contigua Real Casa de la Aduana,
obra recién construida por Francesco
Sabatini y sede del actual Ministerio de
Hacienda.
En 1774, antes de su ocupación por la
Academia, Diego de Villanueva se
encargó de una reforma importante de la fachada del edificio. Entre 1973 y 1985
el edificio es restaurado y reformado por Fernando
Chueca Goitia.
El edificio consiste en una planta baja
almohadillada en cuyo centro se abre la portada, un segundo cuerpo de dos pisos
y una balaustrada de remate. Se
encuentra en un solar de planta irregular, aunque fundamentalmente rectangular.
Tiene fachada a dos calles y más fondo que fachada. Gracias a su forma, la
planta se estructura de forma casi simétrica en torno al eje que forman las
escaleras y dos patios centrales. La portada de acceso es adintelada y descansa sobre columnas
exentas.
El actual edificio de la Real Academia de
Bellas Artes de San Fernando se asienta sobre el solar de unos viejos caserones
conocidos como «Mesón de la Miel»,
que fueron adquiridos en 1724 por el financiero y banquero navarro Juan de Goyeneche para construir su
palacio.
El responsable del proyecto fue el
arquitecto José Benito de Churriguera,
el cual no pudo encargarse de la dirección de las obras al fallecer en 1725.
Tras su muerte, su hermano, Alberto de
Churriguera, completó el edificio. El único testimonio que se
tiene del aspecto original del edificio anterior a la remodelación en 1773,
consiste en un dibujo de Diego de Villanueva,
cuya mitad izquierda copia la fachada primitiva.
El encuadramiento de la puerta ofrece detalles
ciertamente muy barrocos, pero el resto
de la fachada es, al decir de Bellido,
tan clásico, seco y serio que corrobora la diferencia entre el Churriguera
desbordante de los retablos y el más contenido de los edificios.
Tras la muerte de Juan de Goyeneche en 1735
heredó la propiedad su hijo, Francisco Miguel de Goyeneche, marqués de Belzunce, que lo destinó a
estanco de tabaco y Real Gabinete de Historia Natural.
Como quiera que la Real Casa de la Panadería,
viejo domicilio de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, resultase
insuficiente, el rey Carlos III adquirió
en 1773, como nueva sede, el palacio de Goyeneche, y es entonces, en plena
fiebre neoclásica, cuando surge la
determinación de cambiar la fachada y desnudarla de ornamentación, tal como lo
testimonia el dibujo antes citado y otro del mismo Diego de Villanueva, que
también se conserva en la Academia.
En este dibujo, suprimidas las pilastras gigantes, convertida la
puerta en dórico-toscana y eliminados los bustos del
coronamiento, y el zócalo rocoso,
muestra la fachada del edificio tal como hoy se encuentra, a excepción de las
dos chatas torrecillas (introducidas para tapar las medianerías de los
edificios colindantes, que son más altos) y de la cuarta planta, que Ricardo Velázquez Bosco añadió a
finales del siglo XIX en la ampliación para la Escuela de Bellas Artes.
Interior del palacio, con obras de la colección
de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.
Entre 1973 y 1985 se realizaron obras de
restauración dirigidas por Fernando
Chueca Goitia. La reforma no solo recuperó espacios en el
interior del palacio, sino que los creó nuevos. Un ejemplo es el salón de
actos, construido en un antiguo patio.
Recientemente fueron incorporadas a la Real
Academia las dependencias situadas en las plantas superiores, antes ocupadas
por el Ministerio de Economía y Hacienda, en
las que se habilitaron 22 nuevas salas del Museo según proyecto del
artista Gustavo Torner, el cual previamente ya
se había encargado de habilitar nuevas salas y remodelar otras ya existentes en
el Museo del Prado. Además, se ha
realizado una rehabilitación general del edificio, dirigida por la arquitecta
Emanuela Gambini.
Es Monumento
Nacional desde 1971.
ALBERTO
de CHURRIGUERA OCAÑA (Madrid, 7 de agosto de 1676-Orgaz 27 de febrero de 1750)
Fue un arquitecto español del Barroco, miembro de la familia Churriguera.
Fue Maestro Mayor de
la Catedral Nueva de Salamanca e
inició las obras de la Plaza Mayor de Salamanca en 1728. Realizó dos lienzos de la Plaza, así como otros importantes trabajos
en Madrid y Valladolid.
Nace Alberto el 7 de agosto de 1676 en Madrid,
en la calle del Oso (barrio de Lavapiés)
hijo de José Simón de Churriguera, reconocido escultor y retablista oriundo
de Barcelona, y de María Ocaña. Es
bautizado en la parroquia de los Santos Justo y Pastor de Madrid, el día 28 de
agosto. Era hermano de José Benito y
de Joaquín Churriguera.
Quedó huérfano muy pronto, en 1679, y aprende
con su hermano José Benito las labores de la arquitectura, ayudándolo en las
labores de construcción en Nuevo Baztán.
En 1692 acompaña a José en su viaje a Salamanca para ayudarle a construir
el retablo de la iglesia del Convento de San Esteban. Dos
años después se encuentra ayudando a José en las obras del colegio de San Agustín. En enero de 1698 la
colaboración entre ambos es tan estrecha que los recibos de sus trabajos son
firmados indistintamente por uno u otro. El 3 de abril de 1698 se compromete
a ejecutar el retablo mayor (y un marco para el frontal del altar) de la ermita de Nuestra Señora de Gracia de Pedrosillo el Ralo, un pueblo ubicado a unos
14 kilómetros de Salamanca, ciudad en la que por entonces se encontraba avecindado.
El 13 de diciembre de 1723 cae un rayo en el
campanario de la Catedral de Oviedo y
el cabildo de la misma le comisiona
junto a otros arquitectos para que revise la obra. Colabora en el retablo de la
Asunción o del Tránsito de Nuestra Señora (1724-1726), en la catedral de Plasencia. El Colegio Calatrava de Salamanca, que fue
comenzado por su hermano Joaquín, en 1725 pasa a Alberto y al arquitecto Pedro de Gamboa.
En Valladolid construyó el cuerpo alto de la
fachada de la Catedral. Su
sobrino Manuel de Larra Churriguera ayudó
en la realización de esta obra. Otra de las obras vallisoletanas es la de la
iglesia de nuestra señora de la Asunción de Rueda
(Valladolid). Realiza también algunas obras en Madrid.
Se encontraba Alberto con José en Madrid cuando
en septiembre de 1724 muere su hermano Joaquín en Salamanca, quien por aquel
entonces era el encargado de las obras en la Catedral. Regresa entonces a
Salamanca y allí, el 9 de marzo de 1725, es elegido oficialmente maestro mayor y finaliza las obras de
la Catedral Nueva y el Colegio Mayor de Cuenca.
Su primer trabajo independiente como arquitecto
es el encargo del Consistorio de Salamanca como
maestro mayor en el diseño y construcción de la plaza Mayor de
Salamanca, ocupando una parte de la superficie de la antigua plaza de San
Martín, entre 1725 y 1733.
En octubre de 1738, abandona Salamanca y
empieza la dirección de las obras de la iglesia de Orgaz (Toledo). En enero de 1744 se
casa en segundas nupcias por poderes con doña Josefa Nieto Fernández, natural
de Orgaz. El 25 de febrero de 1746 nace su hijo José Cesáreo Alberto de Churriguera
y Nieto, y un año después, el 26 de marzo nace su hija Maria Josefa Churriguera
y Nieto. Falleció en Orgaz, sin lograr terminar la construcción de la iglesia.1
Fue enterrado en la cripta de la entonces inacabada iglesia. Su construcción,
interrumpida numerosas veces, finaliza en 1763.
La plaza Mayor de Salamanca es un
espacio urbano construido como plaza mayor que
con el tiempo se ha convertido en el centro de la vida social de la ciudad
española de Salamanca. Fue
construida en el periodo que va desde el año 1729 al 1756, en estilo barroco. El diseño es del arquitecto Alberto Churriguera (pabellones Real y
de San Martín) y posteriormente continuada por otros con pocas modificaciones
respecto al proyecto inicial. A comienzos del siglo xix sufrió
diversas remodelaciones urbanísticas, hasta que poco a poco a mediados del
siglo xx fue desprovista de sus jardines, quiosco de música central y
urinarios públicos para quedar diáfana. A la plaza, que cuenta con la
consideración de Bien de Interés Cultural, Miguel de Unamuno la definió de la
siguiente forma: «Es un cuadrilátero.
Irregular, pero asombrosamente armónico».
La primitiva plaza nació de forma natural en
una campa en la que se comerciaba, junto a la antigua Puerta del Sol de la
muralla salmantina y, por encontrarse allí la iglesia de
San Martín, fue conocida desde el siglo xv como plaza
de San Martín. Esta plaza era mucho más grande que la actual plaza Mayor,
casi cuatro veces más y se extendía no solamente por la actual plaza, sino que
comprendía la plaza del [[Mercado Central de Salamanca |mercado]], la del Corrillo y la del Poeta Iglesias,
siendo considerada como "La plaza
más grande de la cristiandad", en la cual se realizaban
simultáneamente todas las funciones de una plaza (fiestas, mercado, etc.).
La idea de su construcción proviene del empeño
administrativo del corregidor andaluz Rodrigo Caballero que a la edad de
sesenta años logró convencer al Ayuntamiento de
la necesidad de una plaza más armónica y
acorde con las corrientes urbanísticas de
la época. En 1724 se segregó de la plaza primitiva y se comenzó a construir una
plaza al estilo de la de Madrid, por el
arquitecto Alberto de Churriguera,
trasladándose a ella el Ayuntamiento (las Casas Consistoriales) lo que le dio
el rango de plaza mayor. Muerto Churriguera, terminó la obra Andrés García de Quiñones (1755). Desde
el punto de vista estético, la de Salamanca mejora claramente su modelo, no
solamente por el material empleado (piedra franca de Villamayor con su color dorado característico),
sino por sus proporciones, mucho más armoniosas y por ser completamente
cerrada. Hay que tener en cuenta, que por entonces la de Madrid tenía dos
plantas más y no estaba del todo cerrada: tras sufrir un incendio en 1790 (más
de tres décadas después de terminada la de Salamanca), fue reconstruida
por Juan de Villanueva, y fue remodelada
suprimiendo los mencionados dos pisos (lo que mejoró sus proporciones) y
cerrando las esquinas con arcos para la entrada de las calles, al modo de la de
Salamanca.
Las obras
Se edifican los pabellones siguiendo tres fases
constructivas bien diferenciadas a lo largo de un cuarto de siglo. La primera
fase que aborda en sucesión dos pabellones: el Real (lado Este) y el de San
Martín (lado Sur) (durante el período 1729-1735). El Pabellón Real era muy
importante, porque con él se cerraba el desnivel de la plaza, haciendo su suelo
plano.
El segundo período comprende quince años de
interrupción de la obra (durante el período: 1735-1750) debido a los litigios habidos por el Ayuntamiento
con los dueños de las casas, que era necesario expropiar para la construcción
del Pabellón de Petrineros (lado Oeste) y del Consistorial (lado Norte). Una
tercera fase de construcción de la Casa Consistorial y su fachada (1750-1756) a
cargo del arquitecto gallego Juan García
Berruguilla. Se completó el cierre de la Plaza el 29 de abril de
1755. La casa consistorial quedó arquitectónicamente incompleta, siendo
construida posteriormente la espadaña de
su fachada un siglo después (en 1852).
El ala este, en cuyo centro está el Pabellón
Real, fue la primera que se construyó, ya que servía como muro de contención
para hacer horizontal el suelo de la nueva plaza. Esta ala muestra entre sus
arcos medallones con el busto de algunos reyes de España. En las otras alas,
los medallones representan a otros personajes ilustres (santos, sabios,
descubridores, etc.).
En 1935, fue declarada Monumento Nacional, por
ser la plaza Mayor «más decorada, proporcionada y armónica de todas las de su
época».
La plaza Mayor de Salamanca no es un cuadrado
perfecto (es un cuadrilátero irregular) y ninguna de sus fachadas mide lo
mismo. Aproximadamente, la fachada del Ayuntamiento mide 82,60 m, la fachada
oriental (Pabellón Real) 80,60 m, la fachada oeste mide 81,60 m y el
lado de San Martín mide 75,69 m. Haciendo un cálculo aproximado, la plaza
tiene una superficie de unos 6400 m² sin contar los soportales. En total
la plaza tiene 88 arcos de medio punto con medallones en los que se representan
personajes importantes en sus albanegas.
Cuando a Miguel de
Unamuno, que hacía su tertulia diaria en la terraza que tiene en
la plaza el Café Novelty,
refiriéndose a la misma, le preguntaban si era un cuadrado perfecto o no, él
afirmaba:
Es un
cuadrilátero. Irregular, pero asombrosamente armónico.
La
edificación tiene tres pisos (más planta baja) de altura salvo en el pabellón
de las Casas Consistoriales, en el que tiene dos (más planta baja).
El programa iconográfico de la plaza Mayor
de Salamanca consiste en un conjunto de iconos,
también llamados medallones, ubicados en diferentes partes de la plaza Mayor de Salamanca. Este programa posee una historia que va unida al desarrollo de
la plaza. Una de las iconografías más evidentes es la que se puede ver
alrededor de la misma, en los medallones ubicados en las enjutas de los ochenta y ocho arcos.
Pero puede observarse igualmente escudos de armas en los soportales de los
arcos mayores, en los balcones y demás elementos arquitectónicos. Además de las
armas de la ciudad, siendo éstas las que más veces se repiten en el programa.
La plaza consiste en cuatro Pabellones que se fueron construyendo
de forma progresiva durante el periodo que va desde el año 1729 al 1756. Se
sabe que el corregidor andaluz Rodrigo Caballero que a su edad de
sesenta años diseña los medallones de los dos primeros Pabellones (Real y de
San Martín). La evolución histórica de los medallones va desde el pabellón
real, pasando por el de San Martín, el de Petrineros y finalmente el
Consistorial. Los dos primeros muestran un programa iconográfico relativamente
homogéneo en sus personajes, quizás debido a la existencia de patrocinadores y
realizadores activos (el corregidor de Salamanca Rodrigo Caballero y Llanes y
el tallador Alejandro Carnicero). Los otros dos restantes no han logrado ser
homogéneos por haber sido realizados posteriormente ya sin la tutela de un
personaje.
Pabellón
Real
Los medallones del Pabellón Real, de derecha a
izquierda, vistos desde el interior de la Plaza (es decir hacia el Portal de
San Fernando) son los que se muestran en la tabla siguiente. En el programa
originario de la Plaza diseñado por Rodrigo Caballero y Llanes todos ellos
corresponden a Reyes. Posteriormente se añadieron efigies como la de Francisco
Franco (en 1937).
Los medallones del Pabellón de San Martín con
efigies correspondientes a conquistadores españoles, así
como militares, Falta en esta sección el medallón nº16 correspondiente a
Sánchez Dávila posterior a Rodrigo Dávila.
Los medallones del Pabellón de Petrineros son
los de estructura iconográfica más heterogénea.
Este Pabellón tenía en el balcón central del
primer piso donde vemos dos hornacinas vacías, en ellas figuraban los bustos
del rey Carlos IV y su esposa María Luisa, ambas obras del escultor
José Álvarez. Los bustos desaparecieron durante la Revolución de 1868. Posteriormente
se colocaron los bustos de Alfonso XII y su madre Isabel
II que nuevamente desaparecieron en 1931 durante la Segunda República.
En el año 2005, con motivo de las celebraciones
del 250 aniversario de la construcción de la Plaza Mayor de Salamanca, se
procedió a esculpir nueve nuevos medallones en las enjutas de este Pabellón.
Las efigies elegidas eran de reyes y corresponden a Carlos
IV, Fernando VII, Isabel II, Amadeo de Saboya, Alfonso
XII, Alfonso XIII, don Juan de Borbón y dos alegorías de
la 1ª República y 2ª República españolas respectivamente.
Juan Vázquez de Coronado en 1967 (realizado por Damián Villar).
Fue un arquitecto y tracista de retablos español.
Miembro de una dinastía de arquitectos y retablistas barrocos, hijo
de José Simón de Churriguera y de María de Ocaña y hermano
de José Benito y de Alberto de Churriguera, nació en la casa que
tenían sus padres en la calle del Oso de Madrid, el 20 de marzo de 1674. A los
cinco años quedó huérfano de padre al cuidado de José Ratés, su abuelo
adoptivo. En 1692 se trasladó a Salamanca acompañando a su hermano
José Benito, nueve años mayor, y allí fijó su residencia. Su actividad
profesional la desarrolló principalmente en la ciudad de Salamanca, si
bien también trabajó en obras de cierta consideración en las provincias
de Zamora, León y Cáceres. A su muerte quedaron algunos de
sus trabajos inacabados, como el Coro de la Catedral Nueva de Salamanca,
que sería luego continuado por su hermano menor, Alberto.
Entre sus obras más importantes destaca la
realización de la gran cúpula de la Catedral Nueva de Salamanca, iniciada
en el año 1714, pero que en la actualidad sólo se conserva parcialmente, ya que
fue arruinada a causa de los daños ocasionados por el Terremoto de
Lisboa de 1755.
Una de sus obras más importante y famosa fue la
Hospedería del Colegio Mayor de San Bartolomé, también en Salamanca.
Organizada según la distribución de dependencias alrededor de un patio, su
construcción recuerda a la arquitectura plateresca, relegando el barroco a la
disposición de ciertos elementos ornamentales.
Otra de las obras importantes de este
arquitecto es el Colegio de Calatrava de esa misma ciudad, iniciada
en el año 1717 empleando de nuevo elementos renacentistas, inspirados en la
obra de Rodrigo Gil de Hontañón. En ella destaca su noble fachada
flanqueada por dos torres ligeramente avanzadas en los extremos, con un frente
organizado a través de pilastras entre las que se abren huecos decorados con
frontones alternados rectos y curvos, envueltos en baquetones con orejas; dando
lugar a una fachada serena que solo toma movimiento en la portada a través de
un molduraje mixtilíneo aplicado en sus dos cuerpos, más un frontón curvo que
interrumpiendo la balaustrada da lugar a un frontispicio.
Interviene en la obra de un Hospicio para el
Concejo salmantino, que a principios del siglo XX ocuparía el colegio de
San Ambrosio y ahora es sede del Archivo General de la Guerra Civil
Española.
Joaquín de Churriguera interviene además en
algunas otras obras, como son el cerramiento del Coro de la Catedral Nueva
de Salamanca, que a su muerte continuaría su hermano Alberto, la reforma de
la Capilla de la Vera Cruz o el Retablo Mayor del Convento de
Santa Clara en esa misma ciudad.
Para la Iglesia de San Pedro y San
Ildefonso de Zamora reforma la torre y construye su portada occidental; y
para la Catedral de Plasencia (Cáceres), interviene en la
remodelación del ábside y del Retablo del Tránsito de la Virgen.
Monasterio
de Sancti Spiritus el Real
Perteneciente a la congregación de
las dominicas contemplativas, se encuentra situado en la ciudad española de Toro (Zamora, Castilla
y León).
El retablo mayor es barroco, de
estilo churrigueresco, y sustituyó al que fue regalado a la iglesia de la
Trinidad de Toro en 1698. Contiene cuatro columnas salomónicas de las que
cuelgan racimos de uvas, y todo el retablo está dorado con pan de oro de alta
calidad. En el nicho central del retablo está colocado el expositor, y sobre él
se halla colocada la san Juan el Evangelista, obra de los hermanos Tomé.
En los laterales del retablo están colocadas las imágenes de santo Tomás
de Aquino y san Pedro de Verona, y sobre ellos están colocados tres
relieves que representan la Anunciación, la Venida del Espíritu
Santo y la Visitación. En el cuerpo superior del retablo está colocada
la imagen de santo Domingo de Guzmán.
Iglesia
de Santa María Madre
Es un templo católico situado en el casco
histórico de Orense, en Galicia (España). Ubicado probablemente
en el emplazamiento de la primitiva catedral de la ciudad, el santuario se
encuentra en el camino por el que discurre la Vía de la Plata.
La actual iglesia, fundada en 1720 por fray
Juan de Samos durante el episcopado del obispo Marcelino Siuri, fue edificada
en el posible solar de la antigua catedral de la ciudad, arrasada en el año 716
por el caudillo Abdelacid. Esta había sido erigida por orden
de Carriarico bajo la advocación de San Martín de Tours y
por influencia de San Martín Dumiense, figura importante en la
cristianización y el esplendor cultural de la Galicia sueva, siendo Orense la
última capital del reino hasta la muerte de Miro y la invasión e
incorporación al reino visigodo de Leovigildo.
Exterior
La fachada del templo, de estilo barroco, posee
cuatro columnas de mármol en el segundo y tercer cuerpo, de estilo bajorromano
o visigótico, y cuatro capiteles (dos de época sueva y dos del siglo IX)
pertenecientes a la antigua Catedral de Orense, fechado casi todo ello en los
siglos V o VI, hallándose en un nicho una imagen de Santa María Madre. La
iglesia fue reconstruida en el año 1084 tras ser devastada a causa de las
incursiones mozárabes y normandas, siendo demolida en 1722 para ser
reconstruida en estilo barroco a iniciativa del obispo Marcelino Siuri,
siendo a su vez ampliada por fray Juan Muñoz de la Cueva. La fachada posee
tres cuerpos y tres calles enmarcadas en pilastras acanaladas, encontrándose
en el cuerpo alto motivos heráldicos, un frontón y dos torreones a ambos lados.
Destacan, así mismo, varias tampas sepulcrales de estola y sepulturas
antropomorfas realizadas sobre el sábrego (fechables en el siglo V algunas de
ellas) apoyadas contra uno de los muros exteriores del templo, en la Plaza de
la Magdalena.
Uno de los elementos que otorgan
espectacularidad a la fachada es la gran escalinata que conduce a la puerta de
entrada, la cual conecta la Plaza de la Magdalena con la Plaza Mayor de la
ciudad y es escenario de la conocida como «Ceremonia
del Desplante», en la cual se recuerda el desencuentro entre las
autoridades eclesiásticas y el poder político ocurrido en el siglo XVIII,
cuando el gobierno local se negó a sufragar la reparación de la escalinata.
Interior
El interior del templo, de cruz latina con
bóveda nervada y cabecera rectangular, posee dos retablos en los extremos y un
Retablo Mayor situado en el centro, detrás del altar. Este último, de
estilo churrigueresco y realizado en madera, destaca por albergar
en el nicho central una talla barroca del siglo XVI de Santa María Madre,
patrona de los sastres, mientras que en los nichos laterales se encuentran, a
izquierda y derecha respectivamente, una imagen de San José y
una estatua de Santa Teresa de Ávila, esta última de un tamaño superior.
Por su parte, en el retablo situado a la
izquierda se muestra una talla de la Virgen Milagrosa, la cual dispone de una
instalación eléctrica que permite iluminar la aureola y los rayos sujetos a la
estatua, hallándose una imagen de San Vicente de Paúl en el ático,
mientras que a la derecha se ubica un retablo el cual contiene una escultura de
la Piedad de 1775 en estilo rococó, situándose bajo la misma, en la
predela del retablo, una urna con una imagen yacente de Cristo y en el ático la
cruz desnuda con el sudario suspendido. Junto a este retablo se encuentra una
vitrina con una talla de vestir la cual representa a La Dolorosa, mientras
que en el extremo opuesto, junto al retablo de la Virgen Milagrosa, se
encuentra una réplica de la talla de Santa María Madre que preside el Retablo
Mayor, la cual es sacada en procesión durante la «Ceremonia del Desplante», en el Domingo de Resurrección,
procesionando también el Sábado Santo. Del mismo modo, las imágenes de
Cristo yacente y La Dolorosa son sacadas el Viernes Santo en
la Procesión del Santo Entierro. En la nave se encuentran, a la
izquierda, las imágenes de San Antonio de Padua y el Sagrado
Corazón, y a la derecha, Santa Rita de Casia y la Virgen del
Carmen, hallándose una talla de Cristo crucificado en la entrada del santuario.
El palacio
de Goyeneche o de Goienetxe
Es un edificio de principios del siglo XVIII,
situado en la localidad española de Nuevo Baztán, en la zona
sureste de la Comunidad de Madrid. Fue levantado entre 1709 y 1713
en estilo barroco a partir de un diseño del arquitecto José de
Churriguera. Era el núcleo central de un complejo industrial, ideado, promovido
y desarrollado por el editor, periodista y político Juan de Goyeneche,
que posteriormente dio origen al actual municipio de Nuevo Baztán.
El palacio recibió la declaración
de Monumento Histórico Artístico en 1941, junto con la iglesia
de San Francisco Javier, anexa a la edificación, y las dos plazas situadas en
la parte delantera y trasera. En el año 2000 el conjunto monumental fue
catalogado como Bien de Interés Cultural por parte de la Comunidad de
Madrid.
El edificio toma su nombre del apellido de su
promotor. También es conocido como palacio de Nuevo Baztán, localidad que, a su
vez, recibe su topónimo de la villa navarra de Baztán, de donde
era natural Goyeneche.
Existen otros palacios con la misma
denominación, impulsados igualmente por Juan de Goyeneche (es el caso del
edificio madrileño que sirve de sede a la Real Academia de
Bellas Artes de San Fernando, y de la desaparecida casona palaciega
de Illana, en la provincia de Guadalajara), o por otros miembros de
su familia (como el Palacio de Goyeneche de Arequipa, en Perú).
Escudo superior del Conde de Saceda
La historia de este palacio se vincula a la del
complejo agrícola-industrial de Nuevo Baztán, puesto en marcha por
Goyeneche a partir de 1709. Fue una iniciativa industrial pionera
en España, que seguía, en buena parte, las corrientes
del colbertismo, como se denomina al pensamiento político-económico
de Jean-Baptiste Colbert, ministro del rey francés Luis XIV.
El proyecto quedó descrito en 1722 en un informe
elaborado por el arzobispado de Toledo, a cuya administración estaba
adscrito el pueblo de La Olmeda de la Cebolla (actualmente, Olmeda de las
Fuentes), donde fue desarrollado el citado complejo, en concreto, dentro del
paraje conocido como Bosque del Acevedo:
Don Juan
de Goyeneche, Señor de la Villa de La Olmeda de este Arzobispado, ha fundado a
sus propias expensas un Lugar en un despoblado en el término y jurisdicción de
la referida Villa de La Olmeda, llamado Nuevo Baztán, que tendrá ochenta casas,
y más de quinientas personas, donde ha puesto fábricas de cristales, sombreros,
pieles, y telares de seda, y lana, conduciendo maestros estrangeros, que
enseñen a los naturales, con notable utilidad de aquella tierra, y con crecidas
expensas suyas, plantando en sus cercanías olivas y viñas, y haziendo fructuoso
el campo, que antes era inútil (...).
El complejo se extendía alrededor de un núcleo
central de carácter monumental, formado por dos edificios anexos, el palacio de
Goyeneche (donde residieron su fundador y sus herederos) y la Iglesia de san
Francisco Javier. Son obra del arquitecto José de Churriguera y
fueron construidos entre 1709 y 1713.
Alrededor de ambos, se situaban las viviendas y
fábricas, dispuestas en cuadrícula, a partir de un trazado urbanístico
diseñado igualmente por Churriguera, del que sólo se conservan algunos
elementos. Todo el conjunto estaba concebido a modo de cortijo-pueblo, con
estructuras interdependientes.
Las fábricas fueron realizadas en varias fases.
La primera que abrió sus puertas fue la de paños (1710), instalada cerca del
casco urbano de La Olmeda. En 1715 empezaron a funcionar las factorías de
sombreros, municiones y textiles, ubicadas ya dentro del complejo de Nuevo
Baztán. Posteriormente se inauguraron las fábricas de aguardientes y aguas
(1716) y de cristales y finos vidrios (1720). La expansión industrial del lugar
vino acompañada de la obtención de privilegios fiscales para la producción y
venta de las manufacturas, concedidos en el año 1719, y de la consecución de
una entidad jurídica propia, alcanzada en 1723, cuando Nuevo
Baztán se independizó de La Olmeda. El complejo comenzó a entrar en
decadencia en 1735, con la muerte de Juan de Goyeneche y el cese de
algunos contratos, entre ellos el suscrito con el Ejército español. En
1748 sólo funcionaban las fábricas de sombreros y paños, que cerraron
definitivamente en 1778.
Durante la guerra civil española el
palacio quedó en la zona republicana y acogió a los prisioneros
del Bando sublevado que trabajaron en la construcción del denominado
"Ferrocarril de los cuarenta
días".
Tras varios siglos de abandono, el Ministerio
de Fomento ha procedido a la restauración del conjunto monumental y a su
utilización para diferentes fines culturales. En octubre de 2003, fue
instalada, dentro de unas dependencias próximas al recinto palaciego, la
primera fase del Centro de Interpretación y Museo Etnográfico de Madrid. Al
mismo tiempo, se ha barajado la posibilidad de convertir el palacio en un
Centro Internacional del Arte, que albergaría parte de la colección pictórica
de Carmen Cervera, a partir de una iniciativa de la Comunidad de Madrid.
El palacio de Goyeneche es una de las obras más
representativas de la arquitectura barroca española. Consta de dos
edificios principales, el recinto palaciego propiamente dicho y la Iglesia de
san Francisco Javier, que, por su emplazamiento contiguo y trazas armónicas,
conforman una estructura integrada. En los materiales empleados para la
construcción, se
combinan sillares de caliza y mampostería de
piedra, recubierta con enfoscado.
Su arquitecto, José de Churriguera,
fundador del estilo churrigueresco, junto con sus
hermanos Joaquín y Alberto, se apartó de las pautas
arquitectónicas de esta corriente e imprimió al conjunto un aire austero, con
notables influencias herrerianas, aunque rotas por la asimetría de
algunos volúmenes y otros efectos visuales.
El conjunto se completa con una serie de plazas
y construcciones menores, de una y dos plantas, dispuestas siguiendo un plan
urbanístico hipodámico.
El palacio es de planta rectangular y presenta
dos plantas, organizadas en dos arquitecturas y separadas, en las
fachadas, por una cornisa plana. Está flanqueado, en su esquina
noroeste, por un torreón cuadrangular, dispuesto a cuatro alturas y rematado
por una balaustrada de piedra,
con cornisa saliente, acroteras y adornos de bola.
La torre es el elemento que reúne los mayores
motivos ornamentales, junto con la portada principal, presidida por el relieve
de un león, que sostiene en sus fauces un tablero ajedrezado, en alusión
al escudo heráldico del Valle de Baztán (Navarra). La
entrada está enmarcada por el típico baquetón madrileño, columnilla cilíndrica
característica de la arquitectura gótica, que bordea su contorno con
esquinas dobladas. Este esquema se repite en las ventanas de la fachada
principal del palacio, orientada al oeste, si bien con un menor grosor en el
baquetón.
En la parte superior de la entrada se sitúa un
balcón de hierro forjado y, encima de éste, un escudo de armas correspondiente
al conde de Saceda, título que Juan de Goyeneche consiguió para sus
herederos. Fue instalado con posterioridad a la construcción del palacio.
El interior se distribuye alrededor de un patio
rectangular, con un pozo en su parte central. Está delimitado por dos galerías
de arcos de medio punto, que se unen mediante una escalera de
características similares a la existente en el palacio de Goyeneche
de Madrid (sede de la Real Academia de Bellas Artes de San
Fernando), diseñado igualmente por José de Churriguera.
Coro
Catedral de Salamanca.
Fue construido entre 1730 y 1740
por Joaquín Churriguera. La sillería, en dos cuerpos, alto y bajo, es obra
de varios artistas. La reja que cierra el coro y la que cierra la Capilla
Mayor, son obra de Duperier.
Retablo
de la iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles
Se sitúa en el municipio de Chelva, en
la provincia de Valencia.
Es un templo barroco sede de la Ilustre
Cofradía de la Santa Cruz del Redentor y de la Purísima Concepción, su Madre. La
más antigua de las cofradías penitenciales de la ciudad. Es referida
indistintamente como Iglesia, Ermita y más comúnmente, Capilla.
Esta iglesia fue mandada construir por su
cofradía titular y data de mediados del siglo XVI según un proyecto
de Rodrigo Gil de Hontañón aunque reformada en estilo barroco (1714)
por Joaquín Churriguera. De la primera época renacentista solo queda la
fachada y la hornacina con imagen de la Inmaculada, obra
de Sebastián Dávila.
Tiene planta rectangular, presentando una sola
nave dividida en tres tramos cubiertos con bóveda de cañón. Un cuarto
tramo corresponde al crucero, cubierto con cúpula ciega sobre pechinas. Tanto
las bóvedas como las pilastras que las soportan y las hornacinas que se abren
en los muros están cubiertas por una exuberante decoración barroca realizada
en yesería. Destaca el retablo mayor, obra de Joaquín
Churriguera con imagen de la Inmaculada Concepción de Gregorio
Fernández. A los pies hay un coro sobre arco escarzano.
Otras obras destacadas son el Lignum
Crucis (siglo XVII) de Pedro Benítez, la talla barroca de Nuestra
Señora de los Dolores de Felipe del Corral y un Cristo Resucitado
(siglo XVIII) de Alejandro Carnicero.
En 1718, se acondicionó la sala de Insignias
como capilla de los Dolores. A dicha capilla se accede desde una puerta de
rejería abierta en el lado del Evangelio de la capilla principal, a
la altura del crucero. La capilla de los Dolores tiene planta rectangular,
rematada la cabecera por el camarín de la Dolorosa, añadido en la reforma de
1718. Se cubre con techumbre plana, decorada también con yeserías barrocas. La
actual decoración obedece a la labor de las Escuelas Salesianas de Sarriá en la
tercera década del siglo XX, subvencionada por la camarera de la imagen Gonzala
Santana.
Anexa a la capilla de los Dolores se encuentra
el salón de Pasos, parte de la antigua sacristía, parcialmente cubierto con
bóvedas de yesería. Cuenta con puerta propia que da a la calle de Sorias. Del
otro lado, con puerta a la calle de Abajo, se halla la antigua casa del
capellán de la cofradía y propiedad de la misma.
El edificio fue declarado BIC con
categoría de Monumento el 25 de marzo de 1983, publicándose dicha declaración
en el BOE el 27 de mayo del mismo año.
El Colegio
de la Inmaculada Concepción de Calatrava.
Llamado corrientemente, Colegio de
Calatrava es el único colegio fundado en Salamanca por
las órdenes militares cuyo edificio todavía perdura; perteneció a la Orden
de Calatrava.
Instituido como colegio imperial en 1552
por Carlos V e incorporado a la Universidad de Salamanca en
1554; la construcción del edificio no comenzó hasta 1717, por Joaquín de
Churriguera quien dirigió las obras hasta su muerte en 1724. En 1750 las
obras se reanudaron dirigidas por Jerónimo García de Quiñones. Este se vio
obligado a eliminar los adornos barrocos del proyecto original por las ideas
neoclasicistas imperantes en ese momento, en especial las que quiso
imponer Francisco Ibáñez de Corbera, rector del colegio cuando se consagró
en 1790. En la Guerra de la Independencia desaparecieron los lienzos
de Goya que había en los retablos.
La fachada tiene dos cuerpos y está articulada
por pilastras de orden gigante y rematada con una balaustrada. Los elementos
decorativos que la adornan son en su mayoría de inspiración renacentista.
Advertimos en la decoración elementos mixtilíneos propiamente barrocos en torno
a la portada principal, en las puertas de las torres laterales y en las
molduras que envuelven todos los ventanales de la fachada.
Hoy es sede de la Casa de la Iglesia,
institución que acoge las dependencias de la Diócesis de Salamanca.
Palacio
de San Telmo,
Sevilla
Es la sede de la Presidencia de la Junta
de Andalucía. Se trata de un edificio barroco ubicado
en Sevilla y construido entre los siglos XVII y XVIII para ser la
sede de un colegio de marineros.
Siglos
XVII y XVIII
A comienzos del siglo XVII la Universidad
de Mareantes estaba establecida en unas casas del barrio de Triana. En
1607 comenzaron a realizarse gestiones para construir un colegio-seminario para
enseñar a los niños huérfanos a ser pilotos y emplearlos así en los barcos que
iban a las Indias. Este proyecto no se concretó hasta la Real Cédula de Carlos
II del 17 de junio de 1681.
Según la Real Cédula, esta institución estaría
a cargo de la Universidad de Mareantes. En un primer momento se quiso construir
donde se encontraban las casas que esta institución tenía en Triana desde 1573.
El colegio estaría situado al lado de la desaparecida capilla de Nuestra
Señora del Buen Aire, en la calle Larga (actual calle Pureza), que serviría
de capilla del centro. Se trataría de un gran edificio para 150 alumnos, sus
maestros y la servidumbre.
El Consejo de Indias nombró como
"juez conservador" de la
nueva institución al presidente de la Casa de Contratación de Indias. No
obstante, el edificio proyectado no cabía entre las calles de Triana donde se
encontraban las casas. El presidente de la Casa de Contratación, Juan Jiménez
Montalvo, propuso que se construyese frente a la Puerta de Jerez, en un terreno
conocido como haza de San Telmo, que pertenecía al Tribunal de la Inquisición.
Esta decisión fue suscrita por otras personas que habían inspeccionado la
ubicación trianera, que fueron; Acisclo Burgueño, maestro mayor de la ciudad;
Francisco Escobar, arquitecto del Alcázar; y Francisco Moreno, maestro mayor de
obras de fábricas. El presidente de la Casa de Contratación y el de la
Universidad de Mareantes escogieron, entre varias, una planta para el nuevo
colegio-seminario y la enviaron al Consejo de Indias, en Madrid, para su
aprobación. Las obras comenzaron en 1682. El edificio siguió con la misma
planta durante todo el proceso de construcción, que se prolongó durante el
siglo XVIII. El colegio ya tenía algunos alumnos a finales del siglo XVII.
En 1691 consta que era director de las obras el
albañil Antonio Rodríguez, que seguía trabajando en las estancias del edificio
en 1696. En la década de 1690 realizaron labores de cantería los maestros
Francisco Gómez Septier y Antonio Gil Gataón. En 1699 las obras se
paralizaron por falta de fondos y no se reanudaron hasta 1722. En 1722 el
arquitecto encargado de continuar el edificio fue Leonardo de Figueroa.
Tras la muerte este en 1730 su hijo Matías se encargó de finalizar los
proyectos de su padre. Las obras se suspendieron de nuevo en 1736 y no fueron
reanudadas hasta 1775 y prolongaron un par de años más.
En 1787 las obras fueron retomadas por Lucas
Cintora, que se encargó de terminar la fachada norte y de hacer la escalera
principal del palacio. Las obras en la escalera fueron de 1787 a 1791. El
edificio original se dio por terminado en 1796.
En 1704 la Universidad de Mareantes dejó de
tener su sede en Triana para trasladarse a este palacio. Esta institución vendió
su sede de Triana en 1778. Permaneció teniendo el palacio como sede hasta que
en 1793 se suprime la Universidad de Mareantes. Por Real Cédula del 6 de
noviembre de 1786 el colegio dejó de depender de la Universidad de Mareantes
para pasar a depender de la Secretaría de Estado y Despacho Universal de la
Marina.
Los principales elementos del palacio original
conservados en la actualidad son la fachada principal, el patio principal y la
capilla.
La portada principal fue terminada en 1734,
aunque la parte superior fue reformada entre 1775 y 1776. En el primer cuerpo
se encuentra la entrada y, a ambos lados, columnas con diversos relieves. En el
segundo cuerpo hay un balcón sostenido por figuras de atlantes y, a ambos lados
del mismo, columnas jónicas junto a doce figuras alegóricas de la navegación.
En el tercer cuerpo hay columnas de orden corintio y figuras de los monarcas
san Fernando y san Hermenegildo y, en un arco en el centro, una figura de san
Telmo. En el cuerpo superior hay dos estatuas sentadas con cornucopias. En el
intercolumnio del tercer cuerpo hay una inscripción que dice:
Reinando en España el señor don Felipe V, el
animoso, siendo juez conservador de este real colegio y seminario del señor San
Telmo don Manuel de Torres, del Consejo de S.M. en el Real de Castilla y
alcaide de los Reales Alcázares, y siendo mayordomo y diputado de la
Universidad de Mercaderes [sic] y dicho colegio y seminario don Gregorio de los
Ríos, del Orden de Calatrava, don Juan Sánchez y don Pedro Hernández Colarte,
del Orden de Santiago, se edificó esta portada y torres del claustro. Año de
1734
Pasada la portada se accede a un zaguán y, tras
este, está el patio principal, realizado por Leonardo de Figueroa. En el
otro lado de este patio se haya la entrada a la capilla.
El patio está rodeado por una galería con
pilares cuadrados que, en su parte exterior, tienen adosados capiteles jónicos.
Estos pilares sostienen arcos de medio punto. Los lados este y oeste tienen
siete arcos y los lados norte y sur tienen cinco. Se levanta un segundo cuerpo
de ladrillo rojizo, que tiene balcones que coinciden con las pilastras,
divididos por pilastras con capiteles corintios. Las pilastras, los frisos,
las jambas y otros elementos del patio están decorados con relieves. Sobre el
zaguán de acceso al patio hay una pequeña torre con un reloj y sobre la parte
de acceso a la capilla hay otra semejante con unas campanas.
La capilla cuenta con cinco retablos del siglo
XVIII. En el centro del altar mayor está la Virgen del Buen Aire. A sus lados
están san Pedro y san Andrés. En la parte superior del retablo están
representados san Fernando y san Telmo. Este retablo se realizó entre 1723 y
1726 y sus autores principales autores fueron Domingo Martínez y José
Maestre.
Antonio Cabral Bejarano realizó algunas
pinturas para la capilla entre 1850 y 1851. La bóveda de la capilla tiene tres
óvalos pintados por este autor; uno con san Luis, otro con san Fernando y otro
con la Virgen con el Niño. En cada uno de los laterales hay seis lunetos del
mismo autor y del mismo año. En el muro izquierdo están santa Elena, san Juan
de Dios, santa Cristina, san Felipe, san José con el Niño y santa Isabel de
Portugal. En el muro derecho se encuentran san Francisco de Asís, san Clemente,
san Carlomagno, santa Amelia, san Carlos Borromeo y santa Isabel de Hungría. Los frescos de la
bóveda y la pared del coro también son obra de Antonio Cabral Bejarano. En la
pared hay dos lunetos con dos momentos de la vida de san Antonio de Padua; uno
con la aparición del Niño Jesús y otro predicando a los peces. En el centro
de la pared hay un cáliz, simbolizando la Eucaristía. En la base de la bóveda
del coro hay ángeles adultos con instrumentos musicales y sobre los mismos hay
pintados querubines. Antonio Cabral Bejarano también realizó un frontal para
el altar mayor.
En 1895, se finalizó la fachada norte. En su
parte superior hay una serie de doce esculturas de sevillanos
ilustres (por nacimiento o por residir en la ciudad) realizadas por el
escultor Antonio Susillo. Los personajes representados en esta galería
son: Juan Martínez Montañés (Alcalá la Real, Jaén), Rodrigo
Ponce de León y Núñez (nacido en Cádiz), Diego
Velázquez, Miguel Mañara, Lope de Rueda, Diego Ortiz de
Zúñiga, Fernando de Herrera, Luis Daoíz, Benito Arias
Montano (nacido en Fregenal de la
Sierra, Badajoz), Bartolomé Esteban Murillo, Fernando Afán de
Ribera y Téllez-Girón y Bartolomé de las Casas.
PEDRO de
RIBERA PÉREZ
(Madrid, 4 de agosto de 1681 - ibídem, 19 de
octubre de 1742).
Arquitecto español del
período Barroco. Su actividad se desarrolló casi exclusivamente en Madrid
durante la primera mitad del siglo xviii. Fue discípulo de José
Benito de Churriguera (creador del estilo churrigueresco). Siguiendo
la estela de su maestro, llevó a su pleno desarrollo los principios del
«Barroco exaltado», hasta el punto de ser considerado uno de los arquitectos
más relevantes del Barroco final en España. Fue muy destacable su labor
urbanística en la capital, dotando a la ciudad de puentes, palacios, fuentes
monumentales, iglesias y todo tipo de edificios públicos, muchos de los cuales
aún pueden contemplarse.
Nació el 4 de agosto de 1681 en la calle
del Oso del barrio de Lavapiés, en el seno de una familia humilde.
Era hijo de Juan Félix de Ribera, carpintero natural de la villa de Gea de
Albarracín (Teruel), y de Josefa Pérez, procedente de la villa madrileña
de Torrejón de Velasco. Parece que fue discípulo de José de Churriguera
y Teodoro Ardemans, arquitectos del máximo prestigio en ese momento.
Fue nombrado, entre los años 1718 y 1719,
teniente del citado Ardemans, que era entonces maestro mayor de las
obras y fuentes de Madrid, sucediéndolo en el cargo a su muerte. Dicha posición
consagró su prestigio y le permitió ocupar un puesto relevante en la Corte, a
pesar de la preferencia clara del rey Felipe V por el estilo de arquitectos
extranjeros que trabajaban en Madrid en la década de 1720. Uno de sus más
decididos protectores fue Francisco de Salcedo y Aguirre, marqués de
Vadillo, corregidor de la Villa de Madrid, que le encargó numerosas e
importantes obras.
Murió el 19 de octubre de 1742 en Madrid, a los
sesenta y un años, en su casa de la calle de Embajadores, cerca de su lugar de
nacimiento y, por deseo propio, fue sepultado con el hábito de los
monjes teatinos en la cercana iglesia de San Cayetano, que él
mismo había proyectado.
Estilo y
elementos característicos
Supo introducir Ribera en su lenguaje
arquitectónico novedosos elementos que singularizan su estilo. Entre ellos se
pueden citar los baquetones en sección asimétrica y más salientes que los
utilizados hasta su época, que enmarcan frecuentemente la puerta del edificio.
Una constante en la obra de Pedro de Ribera es
la presencia de un módulo de fachada que repite casi sin variaciones, formado
por la fusión de la puerta y la balconada superior, habitualmente muy decorado
todo ello. Utiliza también imitaciones en piedra de cortinajes plegados, telas,
borlas y elementos similares, tomados quizá de las arquitecturas efímeras tan
frecuentes en la vida cortesana. Quizá uno de los elementos más característicos
de su obra sea el estípite, que utiliza en sustitución de
la columna o añadido a ésta. La parte central del estípite suele
estar formada por un cubo que se prolonga en dos pirámides truncadas, la
inferior más alta que la superior. Todo el conjunto suele estar recubierto con
abundante ornamentación.
Asimismo es importante el partido que supo
sacar Ribera de la cúpula y sus posibilidades decorativas. Muchas de sus
cúpulas adquieren formas bulbosas, extrañas a la arquitectura tradicional
castellana. Sin embargo, utilizó también el chapitel característico
de la arquitectura herreriana.
Muchas de las mejoras urbanas que se
desarrollaron en Madrid en el siglo xviii llevan la firma de este
arquitecto, quien, gracias a la estima en que le tenía el corregidor de la
capital, el marqués de Vadillo, realizó edificios públicos, palacios, fuentes,
iglesias, puentes e incluso un proyecto para la construcción del
nuevo Palacio Real, aunque finalmente el elegido fue el
del italiano Filippo Juvara. Muchas de las obras de Ribera fueron destruidas
o modificadas posteriormente, en especial durante el Neoclasicismo, cuando
se atacó el estilo abigarrado del arquitecto por parte de eruditos
como Antonio Ponz. La relación de sus proyectos más destacados es la
siguiente:
Ermita de
la Virgen del Puerto de Madrid (España)
Está situada en el paseo de la Virgen del
Puerto (antiguo paseo Nuevo de la Corte), en las inmediaciones
del Palacio Real. Es obra de Pedro de Ribera, fue construida
entre 1716 y 1718 por empeño personal de Antonio de
Salcedo y Aguirre, primer marqués de Vadillo, por entonces corregidor de
Madrid. La ermita resultó completamente destruida en el transcurso de
la Guerra Civil durante la defensa de Madrid, junto con la talla
de la Virgen ubicada en su interior. El edificio existente a comienzos de la
primera época del siglo XXI es una reconstrucción realizada en 1945.
Durante siglos fue el destino de la romería madrileña en veneración
de la imagen de la Virgen del Puerto que hay en su interior, costumbre que dio
lugar a la verbena de la Melonera.
La ermita tuvo su origen en la imagen tallada
de la Virgen del Puerto existente en su interior. Bajo el reinado
de Felipe V el corregidor de Madrid, Francisco Antonio de
Salcedo y Aguirre, marqués de Vadillo, le encargó al entonces
joven Pedro de Ribera embellecer y ordenar los alrededores del
viejo Alcázar. La primera gran obra que realizó Ribera en Madrid fue
la ordenación del terreno que había entre
el Manzanares (Campos de la Tela) y el Campo del Moro. El
paseo y arboleda se denominó paseo de la Virgen del Puerto en honor a
la patrona de Plasencia, ciudad de la que el marqués de Vadillo había sido
corregidor durante siete años (1689-1696) y en la que había desarrollado una
gran devoción por la advocación mariana placentina. Las obras estaban
completas en 1718, ya que el 7 de septiembre se solicitó permiso
para trasladar la imagen desde el Colegio Imperial hasta su nueva
sede. La procesión se celebró el día 10 de ese mismo mes. Al acto
asistió el Ayuntamiento, el cabildo y los grandes de la Corte.
Antonio de Salcedo y Aguirre realizó las
gestiones necesarias para que la Virgen del Puerto, patrona de Plasencia, se
instalara en las dependencias de la ermita, y dispuso que en sus dependencias
se encontraran al servicio religioso dos capellanes. Dejó el patronazgo de
la ermita a sus descendientes del marquesado de Vadillo. A pesar de ello, y
debido a la residencia de los marqueses fuera de Madrid, el patronazgo recayó
en los Padres Rectores del Colegio Imperial. El edificio es uno de los ejemplos
del arte barroco madrileño, siendo una de las primeras obras en Madrid de Pedro
de Ribera. El encargo fue doble, por un lado el edificio, por otro el paseo que
se finalizó en 1726. En época de Carlos III el Paseo Nuevo (en la
actualidad de la Virgen del Puerto) se elevó y se construyó una escalera para
salvar el desnivel entre el paseo y la ermita. En 1780 se construyeron casas en
los alrededores de la ermita, iniciándose así la urbanización de la zona. El
arquitecto Juan Durán hizo ampliaciones a la ermita incluyendo nuevas
dependencias al edificio. También tomo la decisión de retirar las cubiertas de
pizarra de los chapiteles y recubrirlas con cinc.
En el año 1936 la ermita fue asaltada por
grupos anticlericales y se perdieron los retablos originales.
Durante la Guerra Civil, la ermita y sus
edificios anejos quedan muy dañados por encontrarse en las inmediaciones de
un frente de batalla que existió durante casi dos años y medio. Al
finalizar la contienda el edificio estaba tan deteriorado por el efecto de los
proyectiles que sólo mostraba en pie sus muros
maestros de fábrica y la cúpula ochavada.
Los chapiteles de pizarra quedaron agujereados por el bombardeo
artillero; los paramentos exteriores derribados. La talla de la virgen quedó destrozada
y la nueva se encargó al escultor Víctor González Gil. Finalmente fue
declarada Monumento Nacional en 1945, año en el que comenzó su
completa reconstrucción. Del encargo se hizo cargo al ingeniero Carlos
Mendoza (autor de la canalización del Manzanares). La reconstruida
nueva ermita fue inaugurada de nuevo en 1951. La reconstrucción fue
mencionada en el NO-DO, se confirió una condecoración al párroco de
Santa María de la Cabeza y se efectuó una romería a la misma ermita. Con
posterioridad se volvió a restaurar, eliminando el revoco de las fachadas y
dejando al aire los ladrillos y la sillería de sus paramentos. En esta
restauración se volvieron a poner las pizarras en su cubierta, retirando las
planchas de cinc que había desde 1789. Entrado el siglo XXI el conjunto del
paseo y la ermita se incluyeron en el entorno de Madrid Río.
Se trata de uno de los primeros ejemplos
de arquitectura barroca en España. La fachada se encuentra marcada
por dos torres, cada una de ellas coronadas por campanas y chapiteles. El
portal es adintelado. El interior de la ermita fue construido en periodo
borbónico. La capilla es de planta ochavada. En su interior se puede
ver el sepulcro del marqués de Vadillo, también realizado por Pedro
de Ribera. Las decoraciones de las torres se realizan con balcones, sitios
privilegiados desde los que los patronos asistían a los momentos más
interesantes de las romerías y los festejos. El chapitel de la cúpula se
soporta sobre un tambor octogonal (ochavado). El edificio está
sustentado por pilastras. La explanada en torno a
la ermita sirvió de lugar para la celebración de las romerías que
posteriormente se trasladaron al Parque de la Arganzuela a finales
del siglo XX. Inicialmente fueron celebradas por los inmigrantes gallegos y
asturianos que se congregaban en Madrid. Su forma general fue calcada en las
ermitas seiscentistas de los jardines del palacio del Buen Retiro, formaba
parte de un interesante complejo urbanístico, lo mismo que el puente de
Toledo sobre el cauce del río Manzanares.
El cuartel
del Conde-Duque
Es un edificio de
estilo barroco churrigueresco construido en la ciudad española
de Madrid por el arquitecto madrileño Pedro de Ribera, a partir
de 1717. Se encuentra en la calle del Conde Duque, no lejos
del palacio de Liria y el Museo ABC. Su uso inicial militar dio
paso a su reconversión como centro cultural y de ocio, donde son programados
conciertos, exposiciones y ferias.
El 4 de noviembre de 1717 el rey Felipe
V firma la orden dirigida al corregidor de Madrid, el marqués de Vadillo,
para «que se haga la fábrica y obra que
se necesita en el cuartel de sus Reales Guardias de Corps que está en la calle
de la Puerta de Conde-Duque, junto al convento de nuestra Señora de los
Afligidos, para el alojamiento de 600 guardias y 400 caballos».
Las Compañías Reales de Guardias de
corps fueron un cuerpo militar de élite creado en el año 1704 como
custodia personal de los reyes. Formadas por «los mejores soldados en valor,
costumbres, nobleza, confianza, robustez y presencia», llamaban la atención por
la riqueza y vistosidad de sus uniformes. Desde el tiempo de la creación de
esta fuerza de élite, se hizo cargo el Ayuntamiento de los gastos de
alojamiento y conservación de su cuartel de los Afligidos.
De esta manera, en 1717 el corregidor de
Madrid, don Francisco Antonio de Salcedo y Aguirre, cumpliendo la orden
real, dispuso la construcción del nuevo cuartel, encomendándosela al entonces
maestro mayor de obras, Pedro de Ribera. Para ello, el Concejo
madrileño contribuyó con 2000 escudos de vellón, obtenidos a partir de
nuevos impuestos. El arquitecto madrileño proyecta un gran edificio con planta
rectangular, en el que consigue armonizar funcionalidad y belleza. Las
caballerizas se situaban en la vecina manzana 543. Para procurar perspectiva a
la portada, Ribera trazó una pequeña plaza frente a ella.
Se edificó tomando terrenos de cuatro pequeñas
manzanas pertenecientes a don Juan de Chaves, en una de las cuales
construyó su quinta don Gaspar de Guzmán. El edificio resultante fue un caserón
de 244.365 pies cuadrados, con el número 550, y para el cual Ribera diseñó una
llamativa portada, que resulta ser el ornamento más importante de la
construcción. Dicha portada, situada en la fachada este, fue muy criticada por
los clasicistas del siglo xviii. Las dos líneas principales se
corresponden a las fachadas este y oeste. En el interior del cuartel existen
tres grandes patios, siendo el central el mayor.
En el año 1869 un fuerte incendio destruyó los
pisos superiores, y casi hizo desaparecer la torre situada en la fachada oeste,
que había sido utilizada como prisión para numerosos personajes políticos. Este
hecho provocó la decadencia de las instalaciones. En el año 1969 el edificio
dejó de tener uso militar, y comenzó a ser rehabilitado por el
arquitecto Julio Cano Lasso, bajo encargo del Ayuntamiento de Madrid.
En 1975, existió un plan para derribarlo y construir un edificio de ópera.
Interior de la planta baja.
En 2006 el Ayuntamiento comenzó a ejecutar un
nuevo plan de rehabilitación a fondo del inmueble (interior, fachada e incluso
cimientos), encomendado al arquitecto Carlos de Riaño. Los nuevos
espacios culturales de que consta el edificio se inauguraron escalonadamente a
lo largo del año 2011. El edificio alberga además, desde los años 90,
instituciones como: el Archivo de Villa, la Biblioteca Histórica
Municipal, la Biblioteca Musical Víctor Espinós, la Hemeroteca
Municipal de Madrid, la Biblioteca Pública Conde Duque o el Museo de Arte
Contemporáneo.
El puente
de Toledo
Se encuentra situado en la ciudad española
de Madrid. Es de estilo barroco churrigueresco y fue
construido entre los años 1718 y 1732 por el arquitecto Pedro de Ribera.
Une ambas riberas del río Manzanares, enlazando la glorieta de
Pirámides, en la orilla este, con la glorieta del Marqués de Vadillo, en
la orilla oeste.
El origen de esta construcción data del
siglo xvii, cuando Felipe IV proyectó enlazar la villa de Madrid
con el camino de Toledo por medio de un puente sobre el río
Manzanares.
El primer proyecto fue concebido por Juan
Gómez de Mora y construido por José de Villarreal entre 1649 y
1660, y era conocido con el nombre de Puente Toledana. Sin embargo, una crecida
del río lo destruyó poco después, obligando a proyectar uno nuevo en 1671.
En 1680, recién terminado el nuevo puente, otra
riada lo volvió a destruir. En esta ocasión los encargados de su reconstrucción
fueron José del Olmo, que realizó el diseño en 1682 y José de Arroyo.
Las líneas básicas de este proyecto fueron mantenidas por Teodoro
Ardemans cuando se hizo cargo de las obras en 1684.
Pedro de Ribera fue encargado de realizar
el puente actual en el año 1715. Sin embargo, no se retomó el proyecto hasta
1718, cuando el corregidor Francisco Antonio de Salcedo y Aguirre, marqués
de Vadillo, se propuso terminar la obra. Estas comenzaron en 1719 y concluyeron
en 1732.
El puente, con un diseño barroco, se compone de
una parte central formada por nueve arcos de medio punto con sólidos
contrafuertes y tambores que se rematan en balconcillos. El tablero tiene un
ancho de 4,95 metros.
En la zona central se encuentran dos hornacinas
o templetes adornados con elementos churriguerescos y que contienen
las estatuas en piedra caliza de los patrones de Madrid, San
Isidro Labrador y Santa María de la Cabeza, realizadas en 1723 por el
escultor Juan Alonso Villabrille y Ron con la colaboración
de Luis Salvador Carmona.
En cada extremo del tablero se extienden sendas
rampas que enlazan con cada una de las orillas. En el lateral correspondiente a
la glorieta de Pirámides otras dos rampas, transversales al puente, daban
antiguamente acceso a los lavaderos y huertas situados en la orilla del río. Llamativos
son también los obeliscos que incluyó en el siglo xix el arquitecto
Francisco Javier de Mariategui en el extremo norte, así como las dos fuentes
que diseñó Ribera en la parte más cercana al centro de la ciudad.
Hornacina con Sta. Mª de la Cabeza
Iglesia
de Nuestra Señora de Montserrat
Es una iglesia de estilo
barroco localizada en la calle de San Bernardo de Madrid.
Fue fundada por Felipe IV para dar
acogida a los monjes castellanos procedentes del monasterio de Montserrat que
llegaban huyendo de la insurrección en Cataluña. El monasterio de
Montserrat era el principal
centro benedictino de Cataluña aunque pertenecía a la
jurisdicción castellana de Valladolid desde el 1493,
cuando Fernando el Católico envió 14 monjes de Valladolid e hizo que
el monasterio pasara a depender de la congregación de esta ciudad castellana.
Los monjes catalanes, que estaban molestos con que su abad fuese casi siempre
castellano, aprovecharon la insurrección para expulsar con violencia a los
monjes castellanos.
Las obras de la iglesia no comenzarían hasta
1668, reinando ya Carlos II, bajo la dirección de Sebastián Herrera
Barnuevo. La aportación económica para dicha construcción fue donada por el
ilustre barón de Gilet, en el Reino de Valencia, Pedro Arnaldo
Llansol de Romaní, a raíz del ascenso de barón a marqués de Llansol en 1690. La
fachada está inspirada en la de la iglesia del
Gesú de Vignola y es considerada como la más compleja y
elaborada del Barroco local.
Para salvar el desnivel de la calle, Herrera
coloca sobre un alto basamento tres cuerpos estrechos con cuerpos mayores y
menores presionados entre sí. Las pilastras son de
estilo dórico, desdoblándose con frecuencia. Tras el fallecimiento de
Herrera en 1671, Gaspar de la Peña seguiría con las obras sin llegar
a terminar el presbiterio ni la fachada principal. Las obras serían
abandonadas hasta 1716 que las retoma Pedro de Ribera al inicio de su
carrera. Ribera respetó la fachada inicial aunque redecoró la puerta y los
ventanales. Puede verse la diferencia entre los ventanales de Herrera y los de
Ribera cotejando el ventanal clásico del ático central con el resto, adornados
con copetes, veneras y otros elementos riberescos.
Al no existir los planos iniciales, se
desconoce si las dos torres que en principio estaban contempladas, se debían a
Herrera. Sea como fuere, su construcción no se inició hasta 1729, comenzando
con la torre del lado de la epístola, y en 1731 se pasó a levantar el primer
cuerpo del lado contrario, concluyéndose sólo la primera en 1740. Obra
característica del dinamismo decorativo de Pedro de Ribera remata con
singular chapitel, dando al conjunto la personalidad y armonía suficientes
como para entrar en la historia de la arquitectura madrileña. En su parte superior
se abren en cada cara sendos ventanales de medio punto flanqueados por
llamativos estípites. El tejado de pizarra se corona con una arandela, una
caperuza con un decorativo bulbo y el mencionado chapitel, terminado por una
bola del mundo con una cruz.
El templo sólo cuenta en la actualidad con la
nave de los pies y sus capillas. Los basamentos que quedan en el interior del
monasterio permiten recrear la planta de una iglesia grandiosa que no llegó a
ser terminada. Motivos diversos no lograron recabar los ingentes recursos para
continuar una obra tan ambiciosa. Faltó construir la gran cúpula del crucero,
la cabecera y las sacristías. Su cerramiento actual se realizó en 1986. El
planteamiento estilístico de la nave corresponde a una fase evolucionada del barroco español
del siglo XVII, consistiendo la contribución de Ribera en el revestimiento
ornamental.
El 25 de julio de 1835 un decreto de la Reina
suprimía todas las casas religiosas con menos de doce religiosos. Montserrat
fue cerrado junto a otros mil conventos y monasterios españoles. El monasterio
se convirtió en 1837 en prisión para mujeres con el sobrenombre
de La Casa Galera, con el que sería conocida durante el siglo XIX.
En 1851 parte del monasterio e iglesia se cedieron a Sor Patrocinio y
sus monjas concepcionistas, que fueron expulsadas en 1868. En 1918 la
iglesia fue cedida a los monjes benedictinos de Santo Domingo de
Silos. El 1 de agosto de 1922 siete monjes de Silos pudieron abrir al culto la
nave norte de la iglesia y en 1928 la totalidad de la iglesia. La guerra
civil de 1936 interrumpió bruscamente la vida de la comunidad. Los monjes
buscaron refugio en casas amigas, el Frente Popular convirtió la
iglesia en salón de baile. Tres monjes fueron llevados a la cárcel modelo,
luego a Alicante y salvaron su vida. Otros cuatro monjes fueron martirizados.
En 1939 de nuevo seis monjes de Silos ocupan el monasterio y en 1953 se les
entrega también el resto del mismo que había sido ocupado por la cárcel de mujeres.
En 1988, durante el priorato de Norberto Núñez, culmina una restauración
completa de todos los edificios bajo la dirección de los arquitectos Antón
Capitel, Antonio Riviere y Consuelo Martorell.
Antonio Palomino indica que en una de sus
capillas se guardaba un crucifijo en madera obra de Alonso Cano,
trasladado durante la invasión napoleónica a la Academia de Bellas Artes
de San Fernando, que en 1891 lo cedió a los capuchinos de Lecároz,
Navarra. También contaba con una bella pintura, La moneda del César,
de Antonio Arias Fernández, regalada por la Duquesa de Monteleón,
representando a los fariseos en el momento de presentar a Jesús
el denario. Este cuadro se encuentra hoy en el Museo del Prado. Otra
imagen, muy venerada en esta casa, era la de Nuestra Señora del Mayor Dolor.
En la actualidad cuenta con algunas obras
artísticas de mérito, destacando un gran lienzo anónimo del siglo
XVIII de curiosa iconografía inmaculista y la talla de la Virgen titular,
atribuida a Manuel Pereira. A los pies se encuentra una copia del Cristo
de Burgos, talla popular del siglo XVIII. Como su modelo, la imagen tiene a sus
pies unos huevos de avestruz que, según la tradición, fueron una
ofrenda de un rico comerciante de América. En la novela "Miau" de Benito Pérez
Galdós se narra el temor que impone esta imagen con su melena de pelo
natural. Las pinturas de las bóvedas, historias de la vida de San Benito,
fueron realizadas a comienzos del siglo XVIII por Pedro de Calabria a
quien también se encargaron los escudos situados debajo del coro y un cuadro
grande de San Basilio, perdido.
En su recinto fue sepultado el literato y
Comendador de Calatrava, Luis de Salazar y Castro, cuyo valiosísimo
archivo se conservó en el monasterio hasta 1835. Al suprimirse el monasterio
esos 49 volúmenes de documentos fueron llevados a la Real Academia de la
Historia.
Hace tiempo era costumbre dar un clamor con las
campanas todos los días del año al anochecer, por el alma de Felipe IV, por ser
esta la hora en que se les comunicó a los benedictinos la muerte del fundador.
Conocida como "el montserratico", es una construcción que según el
profesor Bonet no es arquitectura para ser descrita ni fotografiada,
sino para ser vista. Actualmente el templo lo ocupan los
benedictinos burgaleses de Santo Domingo de Silos, teniendo la
condición de priorato. También alberga una residencia para mayores
(anteriormente era de estudiantes).
El Real
Hospicio del Ave María y San Fernando
Es una construcción del siglo XVIII obra
de Pedro de Ribera, que destaca por su fachada
barroca churrigueresca, considerada obra cumbre del arquitecto y joya
del barroco madrileño. Se encuentra situado en el distrito Centro
de Madrid. En el siglo xx comenzó a utilizarse para exposiciones,
lo que originó su reconversión en museo municipal, denominado hoy en
día Museo de Historia de Madrid.
Fundación
Tras su muerte en 1624, la congregación
continuó su trabajo, fundando el Hospicio el 25 de marzo de 1668 en un pequeño
local de la calle de Santa Isabel, que fue donado para tal efecto por don Juan
Carvajal y Vargas, Señor del Puerto y Caballero de Calatrava (conde
del Puerto).
Debido a las malas condiciones del
emplazamiento, en 1674 se decidió su traslado a la calle Alta de Fuencarral, a
unas casas propiedad de Carlos Goveo, donde entraron el 1 de mayo. Parece que
esta refundación del Hospicio fue auspiciada por la reina Mariana de
Austria, segunda esposa de Felipe IV, y financiada por el camarista de
Castilla Benito de Trelles, marqués de Torralba.
En 1721, durante el reinado de Felipe V,
se decidió el derribo de estas casas, para que comenzara la construcción del
edificio definitivo, sobre el diseño de Pedro de Ribera. De las
construcciones anteriores se conserva tan solo la Capilla, cuya traza se debe
a José de Arroyo, donde se expone el magnífico lienzo de Luca
Giordano, San Fernando ante la Virgen, pintado para la misma. Las obras
terminarían en 1726.
Monumento
Histórico Artístico
En 1919 fue declarado Monumento Histórico
Artístico, cesando en sus funciones de Hospicio en 1922. El edificio parecía
condenado a su desaparición, sin embargo la intervención de la Real
Academia de Bellas Artes de San Fernando, y la iniciativa de la Sociedad
Española de Amigos del Arte, consiguió que en 1926 se organizara la
extraordinaria “Exposición del Antiguo Madrid”. El ayuntamiento había adquirido
el edificio y ordenado una profunda restauración al arquitecto Luis
Bellido, con el objeto de albergar dicha muestra. Tras ella, el consistorio
tomó la decisión en 1929 de crear el Museo Municipal.
En julio de 2002 comenzaron las obras de
rehabilitación integral del edificio, dirigidas por el arquitecto Juan Pablo
Rodríguez Frade, armonizando el respeto por los elementos originales con la
adecuación a los criterios museográficos más modernos, con el fin de mejorar la
atención al visitante. La reapertura, tras más de una década de espera, se
produjo al fin el 10 de diciembre de 2014, con humedades en la fachada y con
trabajos aún pendientes, como la adecuación de la capilla y el arreglo de la
fachada que da a la calle Beneficencia.
Fachada
La fachada, organizada como un retablo, se
divide en dos cuerpos cuyo intenso movimiento se desprende de todas sus formas
arquitectónicas. Estípites, óculos y rocallas generan el ritmo ondulatorio y
ascensional que conduce la mirada hasta la hornacina en que se erige la
escultura de San Fernando. Esta fachada parece una monumental escultura que
busca un efecto escenográfico y se integra eficazmente en el tejido urbano.
Iglesia
de San Millán y San Cayetano
Es un templo católico de la ciudad
española de Madrid. De estilo barroco, está situado en el nº 15 de
la calle de Embajadores.
La actual iglesia de san Cayetano tiene su
origen en la iglesia del Convento de Nuestra Señora del Favor, ya
desaparecido. En este lugar existió en su día un oratorio dedicado a san
Marcos y a Nuestra Señora del Favor, fundado en 1612 por Diego de Vera y
Ordóñez de Villaquián. El lugar de erección del oratorio fue el de unas casas
de su propiedad en la calle del Oso. Treinta y dos años más tarde, el padre
Plácido Mirto funda una casa de teatinos en el lugar. La iglesia
quedó bajo la advocación de san Cayetano de Thiene, cofundador de
la orden teatina.
En 1822, durante el trienio liberal, se
decreta por parte del Gobierno el traslado de los teatinos a un convento
de Zaragoza, quedando totalmente abandonado el edificio, el cual y de una
manera provisional fue cedido a los frailes franciscanos de San Gil,
llamados popularmente gilitos, mientras se reconstruía su convento, destruido
durante la ocupación francesa. En 1836, y debido a la desamortización de
Mendizábal, el propio convento pasa a ser destinado a viviendas, quedando sólo
la iglesia original destinada a servicios religiosos.
En 1869 se produce el traslado de la sede de la
derribada parroquia de San Millán Abad, sita en la plaza de la
Cebada, a esta iglesia, creándose así la iglesia parroquial de san Millán y san
Cayetano.
La iglesia resultó incendiada con latas de
gasolina el 19 de julio de 1936, durante la guerra civil, por grupos de
extrema izquierda. Solo quedó en pie la fachada, gracias a las labores de
mantenimiento que realizó Fernando Chueca Goitia durante la guerra.
En 1960 una comisión de eclesiásticos y laicos que, entre otros, integraba
la duquesa de Alba, aprueba la reconstrucción del templo, reabierto al
culto el 6 de agosto de 1962.
En 1980 el templo fue declarado Monumento
Histórico-Artístico de carácter nacional. En la actualidad tiene el estatus
de Bien de Interés Cultural.
La iglesia comienza a construirse en el año
1669 por el arquitecto Marcos López. Las obras son probablemente
continuadas por José de Churriguera y Pedro de Ribera. Sin
embargo, el templo no fue terminado hasta 1761, a cargo del arquitecto Francisco
de Moradillo.
La fachada, levantada por Moradillo, fue
construida en granito, componiéndose de ocho robustas pilastras rematadas con
capiteles de orden compuesto. Las pilastras de los dos extremos encuadran las
dos torres y entre las cuatro del centro se disponen tres arcos de acceso de
medio punto. Sobre los arcos de la fachada se colocaron en hornacinas ricamente
decoradas las estatuas de san Cayetano, de Nuestra Señora del Favor,
y de san Andrés Avelino, realizadas en piedra por Pedro Alonso de los
Ríos.
La planta es de cruz griega, constando de
tres naves y cuatro capillas cerradas con sus correspondientes cúpulas, más una
gran cúpula central de tambor sobre pechinas.
El interior perdió la práctica totalidad de las
obras de arte que conservaba en el incendio de la Guerra Civil, incluyendo el
retablo mayor. El retablo actual, realizado por Manuel Paradela Segade, imita
modelos barrocos, con copias de cuadros famosos del Museo del Prado. La
desnudez decorativa resalta la calidad de los detalles (ménsulas, pilastras, cornisas),
y el enlucido claro dota al interior de una intensa luminosidad. En una de las
capillas, bajo una sencilla lápida, se encuentra la sepultura de Pedro de
Ribera, el arquitecto principal del edificio, que vivía en la casa frontera con
la iglesia y fue feligrés de la misma toda su vida.
Capilla
del Monte de Piedad de Madrid
Situada en la Plaza de las Descalzas, fue
un templo de culto católico, parte del complejo donde se situaba
la entidad benéfica Monte de Piedad en el Centro de Madrid ahora
propiedad de Caja Madrid. Del templo original, sólo se conserva en la
actualidad la portada principal de la capilla, finalizada seguramente en 1721. Se la considera dentro del período conocido como Barroco final en España,
también denominado Barroco exaltado. El Monte de Piedad fue creado en 1702
del padre Piquer, capellán del convento de las descalzas.
Características
En la portada, se observan elementos
característicos del arquitecto español Pedro de Ribera al que se le
atribuye su autoría, como la sustitución de las
columnas pilastras por estípites. Está dividida en dos partes
mediante una moldura o imposta, separando la puerta del balcón. Sobre la
puerta se observa un rosetón, que al igual que el vano del balcón
está enrejado. Sobresaliendo en la parte más alta tenemos una estructura
mural con vano donde acomodar una campana, conocido como espadaña.
Monasterio
de Santiago de Uclés
Se halla en la localidad española de Uclés,
en la provincia de Cuenca, y fue construido por la Orden de Santiago,
cuya casa central (Caput Ordinis, «Cabeza de la orden») se encontraba allí.
Tiene el estatus de Bien de Interés Cultural.
La fachada principal o del mediodía fue
construida en 1735 por Pedro de Ribera, importante maestro barroco del
foco cortesano. Destaca en esta fachada tanto su composición, a modo de fachada
retablo, como su ornamentación esculpida.
En la portada aparecen dispuestas cuatro
pilastras, sin sujeción arquitectónica, que actúan como elementos decorativos.
En la parte superior se hallan delfines,
leones, cabezas, guerreros, trofeos, frutas y dos cruces de Santiago. Como
remate, dos bustos de moros sujetos con cadenas, medio cuerpo de Santiago con
la cruz maestral en la mano izquierda y una espada en la derecha en la que se
lee Fidei defensio («Defensa de
la fe»).
En la parte inferior figura la
inscripción Caput Ordinis («Cabeza de la orden»), cruces sueltas,
corona real, caballeros con trofeos y moros encadenados, exponente del dominio
que se tenía sobre ellos y de la esclavitud a la que los redujeron.
Palacio
de Torrecilla
Fue en su origen un edificio de
estilo churrigueresco de Madrid (España), construido entre
los años 1716 y 1731 por el arquitecto Pedro de Ribera.
Situado al comienzo de la calle de Alcalá,
se levantó como residencia de Félix de Salabert y Aguerri, Marqués de
Torrecilla y Valdeolmos. El edificio se distribuía en tres plantas y
piso bajo, y su estructura seguía las líneas habituales utilizadas
por Pedro de Ribera, que fundía en un único conjunto ornamental la puerta
y la balconada superior, de forma que la fachada servía de fondo al conjunto.
En el siglo XVIII fue utilizado como
estación de partida para las Postas Generales, albergando en él
la Fonda Peninsulares. A partir del siglo xix fue hotel de
la Compañía de Diligencias Peninsulares, sede del Círculo de Bellas Artes
y Centro Asturiano.
Durante la guerra civil, y dado que la
Junta de Defensa estuvo situada en los bajos del vecino Ministerio de Hacienda
–a la entrada de la calle de Alcalá–, la zona sufrió habituales bombardeos que
destruyeron varios de los edificios contiguos, entre ellos este palacio de
Torrecilla, del que solo quedó en pie la fachada que había sido protegida con
sacos terreros. Después de la guerra las necesidades de espacio para los
servicios administrativos del ministerio determinó la adquisición de los
solares contiguos, como el palacio. Se planteó la construcción de un edificio
que armonizara con el conjunto que forman los edificios de la Real Casa de
la Aduana, obra de Sabatini, y la Real Academia de Bellas Artes de
San Fernando. El arquitecto Miguel Durán Salgado diseñó el edificio
siguiendo un estilo clasicista, que comenzó a construirse en 1944, y la portada
del antiguo palacio, datada en 1730, fue integrada en el centro de la nueva
construcción.
Palacio
de Miraflores
Es un edificio de la
ciudad española de Madrid, situado en el número 15 de
la Carrera de San Jerónimo, en el distrito Centro.
El edificio original fue diseñado por el
arquitecto Pedro de Ribera y construido entre 1731 y 1732. El edificio
fue ampliado y remodelado según proyecto de Eduardo Gambra y Sanz en
1920, por lo que del palacio original sólo se conserva la fachada. Hacia 1946,
siendo propiedad de la Compañía de Seguros Atlántida, experimentó de nuevo
obras de restauración, acometidas por Joaquín Sainz de los Terreros.
Declarado «monumento histórico-artístico
nacional» por real decreto el 23 de abril de 1976, también ha sido
conocido con el nombre «edificio Atlántida». Fue adquirido en 1999 por
la Mutua Madrileña y más adelante, hacia 2007, pasó a servir como sede en
Madrid de Casa Asia.
Palacio
de Santoña o palacio de los duques de Santoña (antiguamente palacio
de Goyeneche)
Es un palacio urbano español que se encuentra
en la esquina de las calles Huertas y Príncipe, en la ciudad
de Madrid. Se trata de una construcción del siglo XVI, reformada
posteriormente en el siglo XVIII por el arquitecto Pedro de
Ribera, y en el siglo XIX por Antonio Ruiz de Salces.
En el siglo XVI ya existía un palacio
en la parcela, según el arquitecto Mariano Carderera y Ponzán, y
en 1576 era propiedad de los marqueses de Fresneda y vizcondes del
Fresno.
En 1593 adquiere cierta relevancia,
debido a que sirvió de residencia durante algún tiempo al príncipe de
Marruecos Muley Xeque, conocido como el Príncipe Negro y que
después de bautizado se llamó Felipe de África.
Los planos de Witt (1635) y Texeira (1656)
incluyen el palacio.
Palacio
de Goyeneche
En 1731 el antiguo caserón fue
adquirido por el político y banquero Juan Francisco de Goyeneche, Marqués de
Ugena. Este terrateniente navarro había acumulado una gran fortuna como
banquero de Felipe V e Isabel de Farnesio en las primeras
décadas del siglo XVIII.
El arquitecto de confianza de Goyeneche
era José de Churriguera, pero tras su muerte en 1725, para la reforma
del palacio recién adquirido se vio forzado a buscar un nuevo arquitecto.
Resultó elegido Pedro de Ribera, continuador del estilo barroco de
los Churriguera. Obra suya fue la portada de la calle Huertas, labrada en
granito, ejemplo genuino del estilo de Ribera.
Fallecido en 1744 el marqués de
Ugena, su viuda María de la Cruz Acedo siguió residiendo en el palacio hasta su
muerte.
En 1800 el palacio fue alquilado por
los sucesores de Goyeneche a la Contaduría del Pósito Real, siguiendo
la costumbre familiar de rentabilizar sus construcciones.
Tras la guerra de la
Independencia volvió a ser habitada por los condes de Saceda,
pertenecientes a la poderosa familia de los Goyeneche, hasta el
año 1874. Ese año es adquirido por don Juan Manuel de
Manzanedo, Marqués de Manzanedo y Duque de Santoña, del que toma
su nombre actual.
Palacio
de Santoña
Bajo la magnificencia de los Duques de Santoña,
el palacio adquiere la categoría de los más representativos palacios
del siglo XIX. A Juan Manuel de Manzanedo se debe la reforma más
importante nada más adquirirlo en 1874, encomendada al arquitecto Antonio
Ruiz de Salces, quien copió la portada principal en la fachada de la calle
Príncipe.
El 19 de
agosto de 1882 muere Juan Manuel de Manzanedo. Poco antes de su
muerte llega su hija desde Cuba para, después de su muerte, denunciar
a su madrastra por la herencia de su padre. Tras diez años de pleitos, en los
que la duquesa viuda se vio traicionada por sus abogados y administradores, el
juicio terminó con fallo a favor de la hija. En el año 1893 arruinada
a consecuencia del largo proceso, y por embargo judicial, la duquesa de Santoña
debe abandonar el palacio.
La propiedad pasó entonces a José
Canalejas, político del Partido Liberal y presidente del Gobierno,
que lo habitó hasta el día de su asesinato, el 12 de
noviembre de 1912. Su viuda continuó ocupando el palacio hasta su
muerte, momento en que pasó a uno de sus sobrinos, que a su vez vendió la
propiedad el 6 de junio de 1933 a la Cámara de
Comercio e Industria de Madrid, su actual propietaria y de la cual fue sede
hasta el año 2003.
El aspecto exterior del edificio muestra las
trazas típicas de los palacios madrileños del siglo XVIII. Composiciones
simétricas con perspectiva horizontal, combinando ladrillo con cantería, sobre
todo en la portada principal, labrada en granito y con los elementos decorativos
habituales hasta entonces en la madera de los retablos, que Ribera se
especializó en aplicar a portadas palaciegas.
Cuando en el siglo XIX los duques de
Santoña adquirieron el palacio lo adaptaron a los gustos de la época,
decoración exótica con influencias orientales, que se ha conservado hasta la
actualidad. En las paredes de sus estancias hay pinturas alusivas al comercio y
a la industria, entremezcladas con otras relacionadas con las Bellas Artes.
Varios salones del palacio son dignos de
nombrar por su valor artístico:
·
Salón
de Fiestas: esta sala incluye varios cuadros atribuidos a Francisco Sans
Cabot, que representan el origen del título de Santoña y una alegoría de las
cuatro estaciones.
·
Salón
Pompeyano: recibe el nombre del estilo en él está decorado. Las pinturas del
techo y de los medallones, cuya temática incluye alegorías de las artes
plásticas y retratos de artistas renacentistas, fueron obra de Manuel
Domínguez.
·
La
Rotonda: destaca el contraste de colores de los mármoles, así como las pinturas
que la decoran, atribuidas a Plácido Francés.
Palacio
del marqués de Perales
Es un edificio de la ciudad española
de Madrid cuya construcción se remonta al siglo XVIII.
Se trata una antigua mansión nobiliaria
de Madrid (España), diseñada por el arquitecto Pedro de
Ribera en el siglo xviii por encargo de los marqueses de
Perales del Río. Se encuentra ubicado en la calle de la Magdalena. El
edificio posee una portada barroca. En la actualidad es la sede de
la Filmoteca Española, debido a la restauración que realizaron los
arquitectos Manuel Sainz de Vicuña y García Prieto, y Manuel Sainz de Vicuña y
Melgarejo en el periodo que va desde 1979 y 1983.
Cuando el marqués de Perales encarga a Pedro de
Ribera diseñar un edificio de cuatro pisos en una planta, la ciudad se
encuentra bajo las transformaciones del nuevo monarca borbón Felipe V. La
decoración de la portada barroca con balcón superpuesto forma parte de la
fachada. Su interior posee varios patios.
El edificio responde a la tipología de palacio urbano
de la primera mitad del siglo XVIII. En la fachada principal, de gran sencillez
de líneas, resalta la gran portada barroca obra de Pedro de Ribera, donde se
superponen la puerta y el balcón, ricamente decorados y con un gran movimiento
de formas y planos. Su planta casi cuadrada, entre medianerías y dos fachadas,
tiene dos partes: la zona principal a la calle Magdalena y la secundaria, de
menor importancia y altura, a la calle Cabeza. Sufrió una reestructuración
parcial para adaptarla para la Hemeroteca Nacional entre 1979 y 1983. Entonces
se mantuvo la disposición de crujías, patios y escaleras, pero la zona a la
calle Cabeza se rehizo totalmente, manteniendo la misma altura y la portada se
trasladó a un lateral. También se recuperó el gran sótano cubierto con bóvedas
de ladrillo y galerías. En los últimos años, ha vuelto a ser reformado y
rehabilitado por Javier Feduchi para sede de la Filmoteca Nacional.
Es una fuente monumental
de Madrid que se encuentra en los jardines del Arquitecto
Ribera, entre la calle de Fuencarral y la calle de Barceló.
De estilo churrigueresco, fue obra de Pedro de
Ribera en 1732 y estuvo originalmente instalada en
la plazuela de Antón Martín, y alimentada por
el viaje del Arroyo Abroñigal. Según Pedro Felipe
Monlau tenía cuatro caños y asignados catorce aguadores.
Fue encargada por el rey Felipe V «para el embellecimiento de la villa y mejora
de los suministros de agua», que en 1716 encargó el proyecto al Arquitecto
Mayor de las Obras Reales, Pedro de Ribera. La obra, iniciada el 14 de junio de
1731, no se concluyó hasta el 10 de mayo del año siguiente. Se ha conservado
la leyenda de que, habiendo sido financiada mediante una subida de impuestos,
el día en que fue inaugurada colgaron en ella un letrero en el que podía
leerse: «Deo volente, rege survente et
populo contribuente, se hizo esta fuente», es decir «Dios lo quiso, el rey lo mandó y el pueblo lo pagó».
Alfonso Begué fotografió en 1864 la errante
fuente de la Fama, instalada en 1732 en Antón Martín. Según Cayetano, tras
trasladarse en principio al barrio de Las Peñuelas, en 1880, fue
desmontada y ‘guardada’. En 1911, recurriendo a materiales de otros monumentos
se colocó en el parque del Oeste, hasta que en 1941 se trasladó a
los jardines del Arquitecto Ribera, junto al Museo Municipal de
Madrid.
Su enclave original fue la plaza de Antón
Martín, razón por la cual fue conocida inicialmente como fuente de Antón
Martín. Debido a su mal estado y a que estorbaba al creciente tráfico en la plazuela,
fue desmantelada en 1880. El nueve de septiembre de 1907 se decidió
reconstruirla, para lo que fue necesario usar 68 sillares del
desaparecido cuartel de San Gil. La obra se encomendó al poco afortunado
escultor Ángel García, que introdujo algunas variaciones poco ortodoxas
(además, durante su instalación en el parque del Oeste, un desprendimiento de
parte del monumento mató a 7 ‘viandantes’, según recoge Guerra Chavarino).
En el año 1941, fue trasladada al barrio
de Justicia, en los jardines que rodean el antiguo Real Hospicio de San
Fernando –otra obra de Pedro de Ribera– donde luego se instaló
el Museo de Historia de Madrid.
La fuente combina en su
construcción piedra berroqueña (granito) y piedra
blanca de Colmenar de Oreja, materiales habituales en los grupos
escultóricos de la capital de España. El cuerpo del monumento, custodiado por
cuatro delfines mitológicos que arrojan agua, se levanta sobre un pilón en
forma de trébol de cuatro hojas. Estas esculturas sujetan una pilastra
profusamente adornada, siguiendo la moda churrigueresca de la época.
Entre los motivos ornamentales hay hornacinas con floreros y las estatuas de
cuatro niños, cada uno de ellos sosteniendo una concha invertida, que actúa de
parapeto sobre sus cabezas. La pilastra se estrecha en su parte superior, donde
se sitúa, a modo de remate, una “Fama”,
según unos, o Victoria alada, que sopla una trompeta, obra del escultor
Juan Bautista. Los estudiosos especulan que se trata de
una alegoría simbolizando que a pesar del triunfo, ejemplificado por
la trompeta, la fama no perdura, siguiendo el precepto clásico: «Carpe diem, carpe horam [aprovecha los días,
aprovecha las horas]».
NARCISO
TOMÉ (1690-1742)
Arquitecto y escultor español,
nacido en Toro. Junto con su hermano Diego esculpió en 1715 la
fachada de la Universidad de Valladolid. Trabajó
en Salamanca con los Churriguera.
En el 27 de octubre de 1721 fue nombrado
maestro de la catedral de Toledo, a las órdenes de Teodoro
Ardemans y a su muerte le sucedió como maestro mayor. En esta iglesia
mayor construyó, junto con cuatro hijos suyos, el
célebre Transparente (1721-1732), uno de los ejemplos más notables
del barroco español. También en este templo realizó otras labores
escultóricas, como el retablo marmóreo de los santos Vicente, Sabina y Cristeta
que se encuentra frente al Transparente.
Narciso Tomé terminó el Transparente en 1732 y
justo entonces una delegación de Orgaz le visita en Toledo para
hacerle el encargo de una imagen de Jesús Nazareno, encargo que Tomé aceptó y
cumplió en un plazo corto, ya que la nueva imagen llegó a Orgaz el 19 de marzo
de 1733.
Conocemos el origen de la imagen y cómo fue su
traslado desde Toledo a Orgaz gracias a un memorial escrito en 1734 por José
Gómez Manzaneque, vecino de Orgaz, que está incluido en las "Ordenanzas,
Privilegios y Concesiones de Indulgencias de la Esclavitud de Jesús
Nazareno", que se conservan en el archivo parroquial de Orgaz. El memorial
está fechado en Orgaz el 18 de marzo de 1734, y está legalizado por el notario
apostólico don Juan de Segovia Miguel, vecino de Orgaz, y a la vez secretario
de la Esclavitud de Jesús Nazareno.
El Transparente
de la catedral de Toledo
Es una obra viva del arte barroco construida
entre 1721 y 1732 por el escultor del período barroco Narciso
Tomé (ayudado por sus hijos), nombrado arquitecto suplente en 1721 en esta
catedral. El transparente se encuentra en el muro absidial de la catedral, en
el trasaltar mayor. La obra es de estilo churrigueresco, un estilo
estético iniciado por José de Churriguera (1665 - 1725). Tomé y sus
hijos realizaron el Transparente de la catedral de Toledo en tiempos del
arzobispo Diego de Astorga y Céspedes (1720 a 1734) y cuya tumba se
halla a los pies del altar del transparente. En el ángulo inferior de la
derecha puede verse una inscripción grabada en latín donde se da a conocer al
autor. Traducido al castellano es como sigue:
«Narciso
Tomé, Arquitecto Mayor de esta Santa Catedral Primada, delineó, esculpió y a la
vez pintó por sí mismo toda esta obra compuesta y fabricada de mármoles, jaspe
y bronce»
Está considerada la obra maestra de este
arquitecto-escultor. Todo el grupo escultórico es estimado como composición
arquitectónica más que escultórica. Desde su fabricación fue considerada una
obra de opiniones en que se dio una exaltación llevada a la exageración y más
tarde se la combatió hasta el aborrecimiento. En la actualidad está contemplada
con mucho respeto e interés internacional. Está hecho en mármoles traídos de
Génova, jaspe y bronces. La idea de hacer este transparente rompiendo el muro
absidal surgió con el fin de dar luz al sagrario que se encuentra justo a su
espalda. Se abrió un óculo a través de un hueco abierto en el muro. A su vez
este óculo recibe la luz de los tragaluces hechos en la parte superior del
ábside, de manera que el transparente queda iluminado al mismo tiempo que
reparte la luz a través del óculo hacia el sagrario. Dicho óculo puede recordar
al que talló Bernini sobre el altar de la Cátedra de San Pedro en Roma. Fue una
técnica impuesta en el arte barroco.
La estructura está concebida a manera de
retablo con dos cuerpos en altura unidos o separados por el óculo que es el
símbolo del Sol con sus rayos acompañados de un séquito de angelitos dispuestos
en múltiples posturas. A su alrededor se encuentran los cuatro arcángeles, y
además pasajes de Gedeón y profetas que llevan en sus manos las filacterias con
el texto de sus adivinaciones.
El eje de todo el grupo está compuesto de abajo
a arriba en primer lugar por la mesa de altar sobre la que se realza la estatua
de la Virgen de la Buena Leche, trabajada en mármol blanco de Carrara y
enmarcada por columnas decoradas ampliamente con ornamentación exuberante. A
continuación el óculo transparente que consiste en una vidriera adornada por un
sol de bronce.
Se ven bellos relieves en bronce: a la
izquierda Abigaíl ofrece al rey David pan y vino para aplacarle en su enfado
con Nabal; a la derecha Ajimelec entrega a David la espada de Goliat más el pan
consagrado. El cuerpo superior está ocupado por la Última Cena, de tamaño
ligeramente mayor que el natural, cuyo tema tiene un significado eucarístico.
Más arriba pueden verse las esculturas de la Fe, la Esperanza y la Caridad.
En los laterales del grupo están las imágenes
de san Eugenio y santa Leocadia a la izquierda; san Ildefonso y santa Casilda a
la derecha. La obra entera presenta movimientos de líneas como corresponde a lo
más espectacular del barroco español. Como culminación está la gran oquedad de
la bóveda por donde entra la luz. Es una bóveda decorada con pinturas al fresco
de temas bíblicos. Tiene también gran ornamentación de figuritas esculpidas en
mármol y alabastro.
Fachada
barroca de la Universidad de Valladolid (España)
Fue construida entre 1716-1718, bajo la
dirección de los Padres del Convento del Carmen Descalzo, de Valladolid,
siguiendo las trazas de Fray Pedro de la Visitación y que fue debida a la
ampliación y reformas llevadas a cabo en el edificio de la Universidad al
haberse quedado con poco espacio para sus necesidades.
En ella se encuentran distintos grupos
escultóricos de calidad y que representan alegorías de las materias que se
impartían en el edificio. Es de destacar el cuerpo central, organizado por
cuatro columnas gigantes y rematado por una gran peineta. En la balaustrada se
disponen cuatro esculturas que representan a los reyes que favorecieron a la
Universidad vallisoletana.
El primer edificio de la Universidad del que
tenemos noticias de su entidad arquitectónica es el construido a finales del
siglo XV, tras el traslado de la institución desde la Colegiata hasta su nuevo
emplazamiento. Constaba de un claustro de cuatro lados, al que se abrían las
aulas, y una capilla tardogótica de cierta magnitud. Al claustro se entraba por
una portada, también tardogótica, que se abría a la calle Librería. A
principios del siglo XVIII, este edificio resultaba insuficiente, por lo que se
amplió con otro claustro cuadrangular, con cuatro galerías, al que se abrían
varias aulas construidas en el mismo momento. Cerrando el conjunto a la plaza
de Santa María (hoy plaza de la Universidad), se realizó una interesante
fachada barroca proyectada por el carmelita Fray Pedro de la Visitación y que
se construyó en 1715.
Este conjunto, formado por estos dos claustros,
el del siglo XV y el del XVIII, sus aulas respectivas y otras edificaciones
anexas, como la capilla o la torre del reloj -construida en el siglo XIX-,
subsistió hasta 1909.
En 1909, y con gran polémica, se decidió
derribar el antiguo edificio (incluyendo la portada del siglo XV que se abría a
la calle Librería), para construir un nuevo edificio siguiendo líneas
eclécticas y proyectado por el arquitecto Teodosio Torres. De este derribo sólo
se salvó la fachada barroca de Fray Pedro de la Visitación y parece ser que la
idea inicial contemplaba también su destrucción. El proyecto de Torres
planteaba un edificio universitario con dos claustros, como el preexistente. Su
organización se efectuaba mediante una caja de escalera situada entre ambos
claustros y un gran vestíbulo que se abría a la calle Librería. La fachada del
edificio universitario a esta calle se basaba en una nueva interpretación de la
fachada barroca de Fray Pedro, pero utilizando elementos decorativos
provenientes del plateresco, barroco, neoclasicismo y grandes huecos propios de
la mentalidad higienística de la época. A un lado de la fachada se encontraba
la torre del observatorio y al otro, la nueva torre del reloj que solucionaba
la esquina entre la plaza de la universidad y la calle librería.
El proyecto poseía algunos problemas no
solucionados: se construía una grandiosa fachada representativa a una calle
estrecha como era la de la librería, por lo que estaba ahogada, y la fachada
barroca se encontraba incorporada al edificio de manera muy torpe. El edificio
de Torres se incendió en abril de 1939 y al ser reparado se añadió la actual
escalera principal, obra de Constantino Candeira e inaugurada en 1942. A esta
escalera se accede desde la fachada barroca, con lo que esta queda más
integrada en el edificio de Teodosio Torres.
Concebida en dos cuerpos, está realizada con piedra
caliza de la vecina población de Campaspero, presenta un marcado carácter
horizontal, contrastado por la articulación en vertical de pilastras corintias,
entre las que se sitúan amplios ventanales, que en el segundo piso quedan
precedidos por una balconada corrida de hierro, obra de Francisco Núñez.
El eje central de la fachada acentúa esta
verticalidad mediante cuatro columnas corintias de orden gigante sobre alto
pedestal, dos a cada lado de la portada, entre las que se dispone cuatro hornacinas
con estatua que alegorizan las Ciencias y las Letras. A los lados de la puerta,
en el piso inferior, la Retórica y la Geometría, y en el superior la Teología,
flanqueada por la Ciencia Canónica y la Ciencia Legalis. En el ático, sobre las
columnas, se dispone la Astrología, la Medicina, la Filosofía y la Historia.
Por encima, un frontispicio, que repite la
articulación de la parte inferior, alberga la estatua de la Sabiduría, -una
matrona pisando a la ignorancia-, y remata en un ondulante frontón abierto en
un óculo.
La realización escultórica es obra de la
familia Tomé, en la que interviene tanto Antonio, el padre, como los hijos,
Narciso y Diego.
La decoración se completa con guirnaldas,
tarjetas y escudos, tarea en la que intervienen Alonso Carnicero, Manuel
Gutiérrez, Juan de Lazbal, Francisco de Lazbal y Manuel Barredo.
El escudo de la Universidad, con el Árbol de la
Ciencia y la tiara -emblema del carácter pontificio de la Universidad- se sitúa
en el centro.
La fachada remata con un movido entablamento y balaustrada,
sobre la que emergen las estatuas de los reyes protectores de esta Universidad:
Juan I, Alfonso VIII, y Enrique III de Castilla y el rey Felipe II de España.
Un espacioso atrio, delimitado por dieciocho
columnas rematadas con figuras de leones sosteniendo el escudo real, precede a
la fachada y contribuye a su mejor contemplación. Entre los estudiantes existe
la superstición de que quien cuenta estos leones, jamás terminará sus estudios.
La Unidad Técnica de Arquitectura de la UVA
planteó la posibilidad de sustituir las esculturas de la fachada por réplicas
para poder conservar las originales en un museo. La situación de la fachada es
grave, aunque no tan urgente como si corriera riesgo de derrumbe, ya que la
mayor parte de los desprendimientos que motivaron el vallado del perímetro
pertenecían a la restauración que se hizo 25 años atrás, y que se mostró, con
el tiempo, poco adecuada para este tipo de piedra y el clima de la ciudad. La
fachada, además, está orientada al norte, y algunas de las figuras, sobre todo
las situadas por encima de la balaustrada, sufren grandes contrastes de
temperatura.
A modo de prevención, está previsto que se
instale un sistema electrostático antiaves para intentar evitar en lo posible
los problemas derivados de la presencia de palomas en el friso de la fachada,
ya que sus excrementos han dañado gravemente grandes zonas del monumento,
especialmente en los grupos escultóricos. Por otro lado, también se va a
acometer lo que se conoce como cámara bufa, que permitirá que la humedad que se
acumula en la base de la fachada, por debajo del nivel del suelo, y que después
asciende por toda la pared dañándola, se evapore. Esto aliviará, cara al
futuro, el sufrimiento de la piedra y evitará daños mayores.
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