miércoles, 20 de mayo de 2020

Capítulo 5 - Arte Mudejar en Aragón


Torres   mixtas

Con  este  nombre se quiere  distinguir los campanarios mudéjares con uno  o dos cuerpos de planta  cuadrada, bajos, que  terminan  con otros octogonales.
La  presencia  de formas  tan  distintas en  un  mismo  monumento no está  explicada  satisfactoriamente por  los técnicos, ni la  razonan los pocos  documentos conocidos que  hacen  referencia  a las características  del trabajo que  proyectan desarrollar los  constructores.  Por eso hay que atribuir la  unión,  más  que  a  motivos   de  orden   constructivo, a  capricho o corrientes innovadoras impuestas por la evolución  de los estilos.
Si se  estudia   lo  decorativo de  los  cuerpos cuadrados de  estas torres, se encuentran temas  arcaicos  que enlazan  perfectamente  con los de los cuerpos octogonales, a  pesar  de  las  diferencias   entre  los elementos constructivos de unos  y otros, son,  seguramente, las primeras obras  que se hacen  bajo las nuevas  normas,  y los artistas  procuran,  en lo posible, dar cabida  en ellas a lo tradicional del estilo.
En otras, el primitivismo de la ornamentación del cuerpo cuadrado es evidente, y la  aplicación   de  la  forma   octogonal no  armoniza con la otra, bien  por  estar  ejecutada  por  artista de  poca  monta   o por  quedar roto  de propósito aquel  equilibrio; son  las menos. También se da el caso  de recrecer  el cuerpo cuadrado con traza  renacentista y coronarlo con uno o más cuerpos octogonales del mismo estilo.
Por fin, están las construcciones mixtas, que se construyen sin interrupción  y  en  perfecta  unidad   decorativa  para  los  dos  cuerpos, si bien la ornamentación, sin haber  dejado  las pautas  mudéjares, pierde carácter.
Conocidas las  fechas   de  construcción  de  algunos   campanarios del grupo, a ellas se supedita la descripción, sin conseguir deducciones firmes  a los efectos de la verdadera cronología.

TORRE   DE   ALFAJARIN.- Documentos  que   publicó   Serrano Sanz  dan  como  autores de los cuerpos  octogonales los  nombres de los  alarifes  zaragozanos Audalla   de  Brea  y  Mahoma   Moferriz, los cuales,  en  1486,  convienen   con  el Señor   del  lugar,  D.  Juan  Coloma,  la forma   de  realizar  la  obra   sobre el antiguo cuerpo cuadrado; y dicen  que  a  partir   del  tejado   de  la  iglesia,  hasta  cuya  altura llega el cuerpo cuadrado, han  de  subir  la  obra   ochavada, de ocho ochavos  iguales, con todos los detalles que corresponden a su belleza.
En este ejemplar  está  resuelto el  paso  de  la planta  cuadrada a la octogonal magistralmente: en  los cuatro frentes, continuación de los del cuerpo cuadrado, el muro  sigue a plomo,  decorado nada más con una faja de dientes  que  achica las  dimensiones, y  en  los  ángulos  se retira  suavemente hasta  tocar   la  cara correspondiente del octógono; y para disimular  o cubrir  en parte  esta  disposición obligada, se colocan en los ángulos  del cuadrado cuatro torrecitas de igual figura. En lo  constructivo, un  arco  de  medio   punto por  frente en  el  primer cuerpo  y  dos  en  el segundo. Como   la  parte   baja, cuadrada, tiene vuelo  de modillones, éstos  se repiten entre   cuerpo y  cuerpo octogonal, y la labor  en losange  que  lo  decora   en  mayor   proporción  es la que se aplica en los nuevos   cuerpos, mezclada  con fajas de esquinillas, como  están  en  aquél.  Es la  obra   de  forma   mixta  con mayor unidad  decorativa.
El cuerpo cuadrado inferior está dividido al exterior en tres pisos, sobrepasando ligeramente en altura al actual tejado.
El piso inferior se levanta sobre un pequeño basamento de piedra y está exento de decoración a excepción de una banda de esquinillas en la parte alta, debajo de la estrecha cornisa en ladrillo aplantillado que lo separa del piso superior.
Es en los dos pisos superiores donde se concentra la decoración de este cuerpo, muy parecida a la de la torre de la Iglesia de San Miguel de los Navarros de Zaragoza, también a base de  dos amplios paños decorativos superpuestos.
El primero está formado por un paño de sebqa generado por el entrecruzamiento de arcos de ramas mixtilíneas que desarrollan una serie de siete series entrecruzadas. 
La ornamentación del segundo la componen cruces de múltiples brazos creando una malla de rombos en once series entrecruzadas. 
Este paño decorativo está ribeteado horizontalmente por dos bandas de esquinillas. La baja formada por una hilada doble en dientes de sierra, y la superior por dos hiladas dobles dispuestas al tresbolillo. La cornisa de remate apoya en ménsulas en forma de pirámide invertida. 
A juicio de Gonzalo Borrás lo más interesante de esta torre lo conforma el cuerpo superior octogonal, puesto que se considera a esta torre de Alfajarín, la primera torre mixta construida en Aragón. 
Manuel Serrano Sanz dio a conocer el contrato de obras de este cuerpo octogonal, dato también recogido por Francisco Iñiguez Almech y Francisco Abbad Ríos. Según el mismo, al haberse hundido el cuerpo de campanas, fue encargada su reconstrucción a los maestros moros Audalla de Brea y Mahoma Monferriz que lo rehicieron en 1486 en planta octogonal.
El segundo piso se presenta con más sobriedad decorativa que el anterior. Un doble vano abre en cada lado con sendas bandas de esquinillas en la parte inferior y superior.
Cornisa sobre ménsulas del tipo ya visto, dan paso a un pequeño cuerpo liso con una banda de esquinillas en cada lado sobre el que reposa el remate almenado. 
Este paramento almenado es fruto de una de las remodelaciones a que ha sido sometido el remate original durante el siglo XX, remodelación en la que se suprimió el original apiramidado. 
En la última restauración se procedió a restituir este primitivo chapitel piramidal en ladrillo, respetando a su vez el almenado. 

TORRE  DE UTEBO.- De esta curiosísima torre dicen  los investigadores tué  hecha  en  1544  por  Alfonso  de Leznes, sin concretar si este  arquitecto o maestro de obras   hizo  tan  sólo  el cuerpo octogonal o toda  ella.
Años  antes,  en  1514,  otro  notable arquitecto, Antonio  de Sariñena,  realizó  importante reforma en la  iglesia  de Santa  María,  a la que  pertenece el campanario.
A nuestro juicio,  el conjunto es uniforme, y aunque la parte  más baja  del cuerpo cuadrado  contenga detalles ornamentales de cierta antigüedad y rudeza, debe  tenerse como  de la misma mano, bien construída exprofeso o  remozada con  algún  elemento  nuevo  y  la adición   de  cerámica.  La  decoran  desde   el  suelo   dos   fondos  de rombos, vestidos y orlados   de  cerámica,   entre   líneas de dientes, y encima  tres  casetones por  cara,  rehundidos, con fondos y recuadros de cerámica; dos vuelos y faja  intermedia de azulejos con fecha de construcción y nombre del  autor, coronados de dentellones. El segundo  cuerpo, cuadrado, lleva en la parte  baja: faja de arcos de medio punto cruzados, con fondo de  cerámica;   vuelo  encima;  sobre éste, dos  huecos de arcos de medio  punto en retirada y labores a los lados, cubiertos unos  y otros por  azulejos;   como  final, dos  vuelos  de moldura  y remate  de dentellones.
El cuerpo octogonal, que  por  su estructura se aparta  de sus similares, es muy  bello.  Está  dividido en tres,  según indican  las  distintas retiradas. Tiene  torrecillas en los ángulos  del  cuadrado que  deja  libres  el octógono, cuadradas primero  y después cilíndricas, con apliques  de cerámica,  y contrafuertes que  van retirándose a medida  que lo  hacen los cuerpos, para   terminar en agujas al rebasar  el segundo, adornados con   motivos  que   simulan  las  tallas  de los  pináculos góticos.
De estos  cuerpos  octogonales, el más bajo,  ciego, se adorna  con pequeños fondos de  dientes  de sierra,   rombos y ajedrezados; el segundo, destinado a campanas,  presenta, abiertos, cuatro huecos de arcos de medio punto y dos archivoltas que alternan  con huecos  fingidos en las demás caras,  éstos  mucho  más pequeños y encuadrados por faja de  azulejos   de   rombos.  Por  encima   corren,  salvando los  contrafuertes, una faja de rombos y otra  de dientes.
La parte  final, mucho  más  retirada que  los  otros  cuerpos, tiene galería de arquitos de  medio   punto, dos   por   frente, a peso  con  el muro  del cuerpo inferior, la cual forma  un paso alrededor del cuerpo tercero y a través  de los contrafuertes, que  como   verdaderos arbotantes se apoyan  en la masa del cuerpo, retirándose conforme ganan la altura.  Lo  adornan iguales  motivos que  a los  demás.   Para final, un gran vuelo en forma  de alero,  como  soporte del  chapitel.
Toda la obra  está  cuajada  de cerámica  puesta  en fondos de labores, fajas, frentes y costados de contrafuertes, en tal cantidad que resulta  excesiva,  porque aparece en sitios  donde se ve no era  necesaria por existir  decoración de ladrillo.  Dicha  cerámica,  por  la variedad de tipos tan  opuestos, no puede   estimarse fabricada exprofeso para el monumento, salvo la que  lleva la inscripción; la demás  es  cerámica que estuvo  aplicada  en otras  obras  y se utilizó para  ésta.
La particular manera de terminar la torre de Utebo, ejemplar único en Aragón,  mueve  a pensar  si fué tal  como   hoy  se ve o  finando   en forma   de  pináculo   por   reunión   de  los  contrafuertes,  disposición que  parece  señalan  éstos  al achicarse. 
Junto al tramo de los pies de la fachada sur de la iglesia se levanta la torre. De estructura mixta, para Gonzalo Borrás viene a significar el “canto del cisne” del arte mudéjar aragonés. Ya en 1924, Juan Moneva y Pujol en un artículo publicado el 11 de julio en el Heraldo de Aragón la llamaba “El campanar del los espejos”, apelativo que, aún hoy enb día, se le aplica con frecuencia.
De momento carecemos de noticias documentales sobre su construcción, limitándose los datos sobre la misma a la inscripción epigráfica que recorre el primer friso del cuerpo cuadrado, y aún así, de manera incompleta al haberse perdido por desprendimiento algunos de los azulejos, entre ellos los que contenían la fecha de comienzo.
En lo conservado puede leerse “A ONCE … EMBRE … SE ENPECO LA OBRA AR... DE VITEBO VI LA R PEDRO TARAGA COMO PROMICIERO E HIZOLA MAESTRE ALOSO DE LESNES ACABOSE EN 1544”, lo que nos proporciona el nombre del autor y fecha de terminación de la obra, además del dato de que era primiciero Pedro La Raga.
A pesar de que la casi totalidad de autores hablan de unidad constructiva en todo el conjunto, el análisis detallado del interior podría plantear alguna duda sobre el tema, sobre todo en lo que a la primera parte del cuerpo inferior se refiere. 
La torre resulta sencillamente “espectacular”. La armonía de sus proporciones y de la integración entre la decoración en ladrillo resaltado y la cerámica, así como la perfecta conjunción entre los motivos mudéjares con otros de corte renacentista y gótico, como la terminación de los contrafuertes del cuerpo octogonal, hacen de esta torre un elemento único dentro del mudéjar aragonés. 
La torre cuadrada se divide al exterior en dos cuerpos rematados con sendos entablamentos. Los motivos que se utilizan en la ornamentación son muy variados, incluyendo algunos antiguos como los arcos de medio punto entrecruzados, pasando por rombos y esquinillas al tresbolillo y merlones o almenas, que se mezclan con cajeamientos y vanos ciegos en arco de medio punto de corte renacentista.  Característico también de esta torre de Utebo, debido al escaso desarrollo en altura del entorno, es que la decoración comienza cerca del suelo.
Encima del zócalo, las dos bandas que ocupan la mitad inferior del primer cuerpo cuadrado se rellenan con rombos, la primera sobre una arquería de finos fustes. Se completa esta parte de la torre con dos franjas de esquinillas al tresbolillo.
Completan cada uno de los lados de este cuerpo tres casetones rehundidos con rombos en vertical decorando los fondos.
Termina el cuerpo en un entablamento de corte clasicista, a base de friso, ocupado por la inscripción epigráfica ya vista que recoge su datación y autoría, una cornisa bastante volada, y sobre ella una línea de merlones o almenas escalonadas. 


El segundo cuerpo de la torre cuadrada se divide a su vez en dos pisos mediante una cornisa del mismo estilo que la que separa el segundo del entablamento final.
En la parte inferior se disponen una serie de rehundidos en forma de cruz de múltiples brazos que, cubiertos con cerámicas, se alternan ocupando los huecos entre las almenas en que termina el cuerpo bajo.
El escaso desarrollo del primer piso lo ocupa una arcaizante banda de arcos de medio punto entrecruzados, motivo que se utilizó en torres mucho más antiguas, como las de San Pablo de Zaragoza, o Tauste.
El segundo piso lo ocupan dos vanos ciegos doblados en arco de medio punto con pequeñas bandas de medios rombos en las albanegas.
Se remata el cuerpo y la parte de planta cuadrada de la torre con un entablamento del mismo tipo que el visto en la separación con el cuerpo bajo. Al friso, cubierto con cerámica, le sigue una volada cornisa terminada en una línea de almenas escalonadas.

Frente a la sensación de pesadez y robustez que transmite el cuerpo cuadrado de la torre, el octogonal aparece mucho más ligero y esbelto. Con funciones de cuerpo de campanas, parece ser que se optó por este cambio de planta a la vista de lo sucedido en campanarios de planta cuadrada que se habían arruinado en su parte superior y restaurado en octogonal, solución que ofrecía una mayor garantía. 
Una importante innovación que ofrece esta torre de Utebo es la forma en que se desarrollan los contrafuertes que vertebran el muro calado por amplios y abundantes vanos, lo que le imprime un fuerte sabor goticista. El cuerpo lo articulan numerosas cornisas molduras y se decora a base de bandas menores que las del cuerpo cuadrado y con cerámica de mayor tamaño, menor cromatismo y menos abundante. Esta disminución de la azulejería debido a la distancia que impide observar sus detalles, se equilibra con un mayor calado mural y con la aplicación de formas de tradición gótica que aligeran de manera sensible la torre. 
Como suele ser habitual en esta tipología de torres, el cambio de planta se suaviza al exterior mediante la colocación de torreoncillos de diseño similar al de la torre en los cuatro ángulos. Estos de la torre de Utebo se emparentan con los de la Lonja zaragozana.
De los tres pisos en que se divide este cuerpo octogonal, el primer es ciego y se decora con una banda ancha de rombos, dos de esquinillas al tresbolillo formadas por dos hiladas, y una última de ladrillo aplantillado abocelado, también dispuesto al tresbolillo en tres hiladas.
El segundo piso se corresponde con el de campanas propiamente dicho. En cuatro de sus lados abren otros tantos vanos doblados en arco de medio punto que se alternan con otros cuatro ciegos en el resto de los paños.
En la parte alta del piso, una banda de rombos y otra de aplantillados abocelados al tresbolillo idéntica a la del piso bajo. En los paños de los vanos ciegos, dado su menor desarrollo en altura, se completa la decoración con sendas bandas de esquinillas al tresbolillo ribeteando horizontalmente los vanos.
Una galería corrida de arcos de medio punto, dos por lado, encierra al tercer piso que es de planta sensiblemente inferior a los otros. De esta forma se crea un estrecho paso alrededor de este cuerpo y de los contrafuertes que, a modo de arbotantes góticos, se apoyan en la masa del cuerpo, retirándose conforme ganan la altura.
En cada uno de los lados de este piso abre un vano en arco de medio punto, con una banda de aplantillado abocelado en la parte alta. Un volado alero sirve de soporte al chapitel octogonal en que se remata la torre. 
Siguiendo a Gonzalo Borrás podemos decir que: “En resumen, lo que significa la torre de Utebo es el canto del cisne del arte mudéjar aragonés; su virtualidad para la función de torre queda consagrada y pervive todavía bastantes años durante el siglo XVI, siendo las torres el último reducto en que se refugia el arte mudéjar. Pero la validez de un vocabulario formal mudéjar entra en su esplendoroso ocaso frente al nuevo vocabulario moderno consagrado en la Lonja por el nuevo patriciado urbano, en el que se erradica la tradición ornamental islámica. Lo que podemos denominar la expulsión ornamental mudéjar precede en bastantes años a los decretos de expulsión de los moriscos de Felipe II en 1609 y 1610. Como siempre, el arte había preludiado la realidad social.

TORRE  DE LA IGLESIA DE SAN MIGUEL, DE  MONZAL­ BARBA.- El   documento  publicado por Abizanda,   que  se relaciona con   ella,  no  concreta  cuál  fué  la  obra  de  Gaspar  de Pex hecha  en 1545. Desde  luego, se  diferencian   por  calidad  de obra  los dos  cuerpos,  con   mayor   carácter  de  modernidad  el  octogonal, si  bien el cuadrado  no  puede   calificarse  de mucho  más  antiguo tan sólo  por estar  ornamentado con  motivos  arcaicos.   Pudo  ocurrir que  Gaspar de Pex proyectase una torre  mixta  a imitación  de la de Utebo, construyera el cuerpo  cuadrado  nada   más, y más  tarde   continuaran la obra  otros artistas.
El cuerpo bajo de la torre de Monzalbarba guarda  cierto  parecido con el de Utebo: labores fuertes en fajas de rombos, separadas  por otras  de dientes  de sierra; rehundidos, vuelos de modillones  y huecos de medio  punto, faltándote  únicamente la cerámica  con  que  aquélla se cubre  profusamente.
Cuando en 1963 se demolió la iglesia parroquial de San Miguel, solamente se respetó su torre mudéjar que se levanta exenta en el centro de la Plaza de la Iglesia. La torre que se puede incluir dentro de las denominadas “mixtas”, se levantó a mediados del siglo XVI. Además de por sus elementos decorativos, propios de esta época, está documentado que, en el año 1545 el notario Jerónimo Villanueva testifica la capitulación según la cual la torre de la iglesia de San Miguel de Monzalbarba la realiza el maestro Gaspar de Pex. 
Como en el documento que aporta Manuel Abizanda y Broto no especifica que parte de la obra fue erigida por Gaspar de Pex, y dada la diferencia de calidad y de estilo, más moderno el octogonal, se considera que el inferior es anterior en su construcción, aunque según se aprecia en su estado actual de exenta, uno de los lados del primer cuerpo aparece liso, lo que indica que desde que se edificó hubo una edificación anexa a ella, que por lógica debería de corresponder al templo antes citado.
Otra opción es la que propuso José Galiay, según la que es posible que Gaspar de Pex proyectase una torre mixta a imitación de la cercana de Utebo, con cuyo cuerpo bajo guarda cierta similitud, construyendo el cuerpo cuadrado y terminando la obra otro maestro. 
La torre, construida íntegramente en ladrillo, se distribuye al exterior en dos cuerpos, el inferior de planta cuadrada y el superior octogonal. El inferior se subdivide, a su vez, en tres pisos. La parte baja se levanta en ligero decrecimiento, como el resto del cuerpo cuadrado, sobre un robusto zócalo de ladrillo terminado en cornisa abocelada de ladrillo aplantillado. A destacar los dos contrafuertes que refuerzan las esquinas del lado recayente a la iglesia.
Como he comentado anteriormente, el lateral que da a la calle es el que conectaba con el templo. Enmarcados por un gran arco ligeramente apuntado que marcaría la altura de la iglesia se aprecian dos vanos en medio punto a diferente altura cegados, que se supone servirían de conexión entre iglesia y torre. A la izquierda de la parte inferior de este mismo lado, abre la puerta de acceso al interior de la torre, que es hueco en toda su altura con los tramos de escalera adosados a los muros.
La decoración del primer piso de este cuerpo cuadrado se compone de un paño de rombos entre sendas bandas de esquinillas, ambas al tresbolillo formadas por tres hiladas de ladrillos, más finos los de la inferior. Sobre una imposta a base de pequeños rectángulos rehundidos, se levantan como remate merlones escalonados.
En el segundo piso del primer cuerpo de esta torre de Monzalbarba, encontramos los mismos motivos decorativos ya vistos en el anterior. Un paño de rombos ribeteado horizontalmente por dos bandas de esquinillas al tresbolillo, también con tres hiladas de ladrillos cada una, la primera oculta en parte por los merlones en que remata el piso bajo, ocupa la parte inferior. 

En la parte alta, un segundo paño de rombos, ese más estrecho, entre una doble imposta completa la decoración en ladrillo resaltado de esta zona. Una cornisa a base de ménsulas en forma de pirámide invertida da paso al tercer y último piso. 
Este último piso cuadrado, con función de cuerpo de campanas, es el más profusamente decorado. Comienza la decoración en la parte inferior con una estrecha banda, casi inapreciable, a base de medios rombos. 
En cada lado abren do vanos en arco ligeramente apuntado con una cruz en ladrillo resaltado en cada antepecho. Laterales y parte superior se rellenan con paños de rombos en vertical y horizontal. Remata el cuerpo una nueva cornisa a base de ménsulas en pirámide invertida sobre una banda de esquinillas simples. 
El pase del cuerpo cuadrado al octogonal se realiza mediante una amplia cornisa sobre la anterior, abocelada en su parte inferior y con decoración de esquinillas al tresbolillo, esta vez en ladrillo aplantillado en medio bocel, sobre la que se levantan en cada lateral tres merlones o almenas escalonadas en que terminaría la torre cuadrada antes de añadirle el cuerpo octogonal. 
Como suele ser habitual en las torres mixtas del mudéjar aragonés, el contraste del cambio de planta se suaviza visualmente con la colocación de torreoncillos en las esquinas. En este caso tienen planta circular, se decoran con ladrillos aplantillados en medio bocel y terminan en tejado piramidal de cerámica vidriada dispuesta en forma de escama de pez. A destacar la banda de la parte inferior donde el ladrillo abocelado se ha colocado en saliente. 
El cuerpo octogonal superior tiene poco desarrollo y se compone de un único piso en el que se abre en cada lado un alargado vano en arco de medio punto con derrame hacia el exterior a base de tres arquivoltas realizadas con ladrillo aplantillado. Se completa con pilastras en cada esquina, y pequeños rehundidos con esquinillas en pilastras y paños a la altura de los arcos, y una banda más ancha con tres hiladas de ladrillos abocelados al tresbolillo recorriendo todo el perímetro por debajo de la volada cornisa que sustenta el tejado, también a base de cerámica vidriada en escama de pez. 
TORRE   DE LA SEO  DE TARAZONA.- En el cuerpo cuadrado se señalan  dos épocas  o períodos de ejecución, delatados por  la  decoración  típica de la parte  inferior  y los elementos constructivos que contiene la alta, que,  no obstante su perfecto  enlace,  se diferencian con claridad. Además,  documentos  publicados por  Sanz Artibucilla fijan la fecha de 1588 como comienzo de las obras  para ampliarla, dispuestas  por Cerbuna, e indican  como  punto de partida el  del  reloj, que  está  situado  precisamente en  la  terminación de la parte  vieja.
La torre   asienta  sobre   restos   de una  construcción románica   de transición, en posición simétrica  con otra igual cuyo basamento se conserva, ambas dispuestas a los lados  dl pie de la primitiva  Catedral.
Aspecto  y decoración de  la obra   antigua   son  como  sigue:  gran trozo de muro  sin ornamentar; faja de esquinillas  y arcos de descarga; dos  líneas  de  esquinillas  conteniendo banda  de meandros; encima, tres rehundidos por cara, bajo arcos  de medio punto con escotadura  en la clave, y dentro de ellos, con poco  relieve, rombos dobles; vuelo   liso  de  tres  hiladas   de  ladrillo;   banda  de   rombos  verticales, fajitas  de esquinillas  y dientes, y encima fondo, no  muy  ancho, de  una  línea  de  rombos con  cruces  en  los  centros.  Comienza  el cuerpo cuadrado, construído  en  1588, con  vuelo  de  moldura   bastante  acusado, y sobre  él dos  huecos   de  arco  de  medio  punto  con rehundidos sencillos  a los lados  como  decoración, en cuyos   huecos se alojan las campanas. Sigue la parte  moderna, cuadrada, con  vuelo fino y faja de casetones  encima,  más  faja  de  dientes, coronándola un  grupo   de  cuatro huecos   de  arco  de  medio   punto y doble   archivolta  por  frente, a modo  de galería.
El cuerpo octogonal, de  gran  esbeltez, aumentada  por  las  proporciones gigantescas  del cuadrado, está  constituído  por  dos:  uno que  ocupa  toda  la planta  del cuadrado, con  torrecillas en los  ángulos,  y  otro   encima,  de  menos  diámetro. Los  dos  tienen  huecos  en cada frente del  octógono, cerrados en uno y abiertos en el alto, contrafuertes cuadrados en las aristas  y una faja de Óculos fingidos.
La torre-campanario que se levanta adosada a la izquierda del último tramo de los pies. De planta cuadrada, al exterior se divide en cuatro cuerpos correspondientes a otras tantas etapas constructivas. El primero de piedra sillar es la parte inferior de la torre gótica norte que llega hasta la altura de las bóvedas laterales, y que tiene su correspondencia en el lado contrario con otra torre también inacabada, al modo de las catedrales góticas donde se disponen dos grandes torres a ambos lados del hastial.
Sobre este primer cuerpo se levantó en 1406 otro en ladrillo y estilo mudéjar. Este cuerpo se encuadraba hasta la fecha en las obras que Alí Darocano realiza en la Catedral a finales del siglo XV, algo que se ha demostrado erróneo, ya que la datación correcta debe adelantarse a principios de siglo. Según información del equipo del Plan Director dentro del Catálogo de la exposición de 2012, entre los graffitis que se han localizado en los muros de la Catedral, uno de ellos en inciso dice: “anno CCCC VI en zectiembre el campanar se fizo”, lo que de alguna manera nos documenta la fecha de terminación de este cuerpo de la torre.
Al interior la escalera de caracol del cuerpo gótico deja paso a la típica estructura mudéjar de machón central cuadrado con caja de escaleras cubierta con bovedillas por aproximación de hiladas entre aquél y la torre exterior. 
En cuanto a la decoración en ladrillo resaltado, comienza con una banda de esquinillas simples por debajo de los dos vanos en arco apuntado que abren en cada lado para las campanas; a continuación entre otras dos bandas de esquinillas una de zig-zag, para terminar el cuerpo con un triple vano también apuntado.  

Desde la construcción del cuerpo mudéjar en 1406, no se realizaría obras en la torre hasta al menos 1509 y 1510, en que está documentada la intervención del maestro Muza de Vera para asentar una campana. Unos años más tarde, hacia 1522, se eleva la torre en un pequeño cuerpo bajo la dirección del maestro Mahoma Berroz. 

En esta tercera fase constructiva se cegaron las dos series de vanos del cuerpo inferior, los mayores sin decoración y los triples menores con un motivo de rombos en vertical con pequeñas cruces resaltadas en el centro, el mismo del paño superior de las dos que rellenan el corto recrecimiento junto a otro de rombos simples, separados por dos bandas de esquinillas, simples una y al tresbolillo la otra. Parece ser que por el cegamiento de los huecos de campanas del primer cuerpo, la intención era terminar esta fase con un nuevo cuerpo de campanas, algo que no se llegó a realizar probablemente por la mayor urgencia de las obras del nuevo cimborrio y de la reforma de las bóvedas que se estaban acometiendo también en esas fechas. 
No sería hasta 1588 en que se levantase el actual cuerpo de campanas de la torre, ya en estilo manieterista. Según un documento recuperado en 1882, las obras fueron financiadas por el obispo Pedro Cerbuna que se hizo cargo de la tercera parte de su coste, estimado en unos 7.000 sueldos; el canónigo Carlos Muñoz aportó 2.000, y el tesorero Mezquita el resto. El mismo documento sitúa el inicio de las obras el 16 de junio de 1588 bajo la dirección de Juan Guazar, albañil de Tórtoles y Juan de Villanueva, carpintero de Tarazona. En junio de 1589, cuando se acuerda colocar el reloj, las obras estarían finalizadas. 
Este recrecimiento consta de dos cuerpos de planta cuadrada alineados con los mudéjares y otros dos de planta octogonal retrotraídos hacia el interior. 
De los dos cuerpos cuadrados, en el primero abre un doble vano en arco de medio punto para las campanas; dos sencillas impostas enmarcan un corto tramo con una banda de cuadrados ciegos y otra de esquinillas al tresbolillo que lo separan del superior donde abren cuatro vanos más pequeños en arco doblado de medio punto, para rematar el cuerpo en un friso de pequeños cuadrados a modo de metopas y triglifos. 
A pesar del nuevo estilo en que se construye el cuerpo, no escapa a la influencia mudéjar, algo habitual en las torres aragonesas hasta bien entrado el siglo XVIII. Además de la banda de esquinillas vista en el cuerpo cuadrado, se mantiene la estética mudéjar de colocar pequeños torreoncillos en las esquinas para suavizar el pase del cuadrado al octógono. 
Los dos cuerpos que forman el cuerpo presentan contrafuertes en las esquinas y vanos doblados en medio punto en cada uno de sus paños. 
En el inferior, encima de los vanos se dispone un óculo ciego en el centro de un paño de esquinillas al tresbolillo; en el centro del óculo va un disco de cerámica verde. En el superior, esta parte se completa con una serie de cuadrados ciegos, que se extienden también a los contrafuertes, con una baldosa cerámica en color manganeso en el interior. Se remata la torre en chapitel metálico. 
A las torres  mixtas,   descritas en orden  cronológico según  datos documentales conocidos, se suman  otras  de difícil clasificación  dentro  del grupo, por  ignorarse   fecha  de  construcción y presentar  algunas  particularidades. Son  éstas  las  de  Albalate  del  Arzobispo y Monterde, que  pudieran ser las de mayor  antigüedad; las de  Paniza y Riela, como  intermedias, y  las  de  Villamayor, Almunia  de Doña Codina y Navarrete, en calidad  de tardías.   Con  ellas, otras   más  de menor  importancia.



TORRE  DE ALBALATE DEL  ARZOBISPO.- Cuerpo  cuadrado sencillo, sin más decoración que  faja  de esquinillas   y  vuelo  de  modillones  muy esbeltos junto  a la terminación. El  octogonal, ciego  en la parte  baja y huecos  en los demás;  contrafuertes  raquíticos y  de colocación de rombos en faja,  esquinillas,   vuelos  y  algún  aplique  de cerámica.  Tuvo torrecillas sobre los  ángulos  del  cuerpo cuadrado. A la torre se pega el cuerpo de la iglesia, desfigurándola.

La torre campanario que se levanta adosada al tramo de los pies del lado de la Epístola. No hace falta agudizar mucho los sentidos para advertir enseguida que torre e iglesia no guardan unidad constructiva. De la iglesia parroquial conocemos su cronología gracias a la Historia de la Villa de Albalate que en 1914 publicó Don Vicente Bardaviú Ponz que fue párroco de la localidad. Esta obra es actualmente la única fuente documental sobre el edificio ya que el archivo parroquial desapareció durante la guerra civil española de 1936. Según recoge mosén Bardaviú, en 1577 se separan las primicias de la villa de la mitra zaragozana para asignarlas a la construcción de la nueva iglesia. El 23 de enero de 1581 se ordena el comienzo de las obras por mandato del arzobispo Andrés Santos, obras que se iniciarían el 19 de marzo del mismo año consagrándose el templo ocho años más tarde, el 25 de septiembre de 1589.
en el exterior, el primer cuerpo se puede dividir en tres partes delimitadas, la primera por el cambio de materiales pasando de la piedra al ladrillo y las dos siguientes por una banda decorada con cerámica entre dos sencillas impostas. En el lado recayente a la iglesia abre en la parte inferior un óculo que sirve de iluminación a la capilla que ocupa esta parte baja de la torre.
En la parte alta de este mismo lado llama la atención un amplio vano en arco de medio punto con la rosca a base de ladrillo dispuesto a sardinel que abre en el centro. Con la construcción de la nueva iglesia quedo como amplio hueco de iluminación a la caja de escaleras en su inicio tal y como se puede ver en las fotografías de la página anterior. Indudablemente su función original no sería ésta. Es muy probable que se tratase del primitivo acceso al interior de la torre, aunque no es fácil ubicar desde donde se llegaba hasta él.

Aproximadamente a la mitad de la altura de este cuerpo corre la banda ya citada decorada con motivos cerámicos entre dos líneas de impostas.
En la misma se conjugan dos tipos de cerámica. Por un lado la que se dispone en los extremos de cada lado a base de coloridos azulejos que parecen de época más reciente que los demás y que cada cuatro forman una composición circular central con motivos vegetales alrededor.
El otro tipo parece más antiguo. De color azul oscuro y blanco son tres los motivos representados. En primer lugar, azulejos rectangulares y cuadrados con flores de cuatro hojas como motivo central. El segundo motivo, en azulejos cuadrados, presenta una serie de especie de “uves” en blanco sobre fondo azul.

Estos dos tipos se disponen a los lados de uno mayor en forma de octógono compuesto por cinco azulejos, el central del tipo ya visto a base de flor de cuatro hojas, y los laterales con forma hexagonal, con decoración vegetal.
Un poco por debajo del arranque del arco del vano descrito anteriormente corre una segunda banda de cerámica. Repuestos la mayor parte de los azulejos en la restauración todavía son fácilmente reconocibles los originales, principalmente porque han perdido casi totalmente su policromía.
Son dos los motivos que aparecen en esta franja. El primero en forma de aspa con una pequeña estrella de ocho central en color negro y los brazos y contorno alternando el verde y melado, todo sobre fondo blanco. En el segundo aparece un motivo central cuadrilobulado entre cuatro formas cruciformes con sus puntas unidas por líneas curvas. Se utilizan en su policromía los mismos colores que en el anterior.
La cornisa en ladrillo aplantillado abocelado que da paso a los cuerpos octogonales se sustenta sobre ménsulas en forma de pirámide invertida.
Como es habitual en la mayoría de torres mixtas, el pase del cuadrado al octógono se suaviza al exterior mediante la colocación de torreoncillos en los ángulos.
Aquí en esta torre de Albalate encontramos además otro elemento que denotaría una mayor antigüedad. Se trata de una línea de almenas o merlones triangulares que por su disposición parecen ser anteriores a la colocación de las torrecillas ya que cubren todo el contorno quedando aquéllas en su interior.

Las torrecillas son de planta octogonal y están muy trabajadas con bandas de esquinillas simples en su base, alargados y estrechísimos vanos en cada uno de sus ocho lados y remate octogonal sobre cornisa en voladizo a base de ladrillo abocelado.
En los cuerpos octogonales enseguida se ve como existe una cierta unidad entre los dos primeros cuerpos e incluso la mitad del tercero. Sus esquinas se refuerzan con contrafuertes que desaparecen en los cuerpos superiores más recientes.
La decoración del primer cuerpo es muy sencilla como correspondería a una torre levantada en el siglo XVI. En la mitad inferior únicamente una banda de esquinillas al tresbolillo recorre su perímetro. Donde terminan las torrecillas angulares se dispone una de grandes rombos a base de ladrillos aplantillados semicirculares.
Más arriba una franja cerámica del tipo visto en el cuerpo cuadrado y otra de esquinillas simples en dientes de sierra. Remata el cuerpo con una línea de ménsulas en pirámide invertida que sustenta la cornisa que da paso al cuerpo superior con una nueva banda cerámica idéntica a la anterior. 

Los contrafuertes son cuadrados con inicio y terminación en forma piramidal, invertido el inferior. Son lisos en su desarrollo excepto cuando coinciden con las bandas de esquinillas y cerámica de los paños que continúan estas formas en los lados de los contrafuertes. Rematan en media pirámide ya dentro de la parte baja del siguiente cuerpo junto con otro línea de merlones triangulares iguales a los vistos en el remate del cuerpo cuadrado.

El tercer cuerpo, antiguo de campanas, aparece exento de cualquier tipo de decoración en ladrillo resaltado. Un vano doblado en arco de medio punto abre en cada uno de sus lados. Los contrafuertes, cuadrados como los del cuerpo inferior, son lisos excepto una pequeña línea de imposta abocelada a media altura. En principio este cuerpo sería ya más moderno que los dos anteriores.
La altura de la nueva iglesia dejó inutilizado el primitivo cuerpo de campanas que quedaba a su altura, lo que hizo necesario elevar la torre y dotar a las campanas de una nueva ubicación. De esta manera junto con la nueva iglesia se construyeron los dos cuerpos superiores, huecos en su interior y para lo que se elevó el machón central en toda la altura del tercer cuerpo.  
La mitad inferior del primero de ellos parece corresponder con lo que sería la terminación de la antigua torre. Las esquinas se refuerzan con contrafuertes que parecen el remate de los del cuerpo inferior. También la decoración a base de paños de esquinillas al tresbolillo y banda cerámica igual a la de los otros cuerpos hace pensar en una continuidad.
En la mitad superior de este cuerpo únicamente rompe la monotonía del ladrillo un óculo abierto en cada uno de sus lados. El pase al cuerpo superior se hace mediante cornisa abocelada sobre ménsulas en pirámide invertida.

El quinto y último cuerpo es el actual de campanas. La parte baja la ocupa un amplio basamento ornamentado con una cruz en cada uno de sus lados formada por cuatro rectángulos de ladrillos taqueados. 
En cada uno de los paños de la parte superior abre un vano en arco de medio punto con pequeñas cruces y formas romboidales en ladrillo resaltado en los fustes y enjutas del arco. Se completa cada lado en altura con un paño de esquinillas al tresbolillo encima de los vanos. Las esquinas se refuerzan con contrafuertes de escaso desarrollo terminados en capiteles en pico de cuervo. 

Parece ser que antes de la última restauración la torre se remataba con un sexto cuerpo añadido en época moderna imitando el sistema de arbotantes de la torre de Utebo. En esta restauración se eliminó este cuerpo y se sustituyó por el actual chapitel de base octogonal cubierto con tejas de lágrima esmaltada en dos colores que parece más acorde con el que posiblemente tendría en origen.
Resulta ciertamente complicado establecer una cronología para esta torre de Albalate, especialmente para sus dos primeros cuerpos. Que los siguientes son añadidos posteriores resulta evidente a la vista, solamente hay que observar la diferencia del tipo de ladrillo entre una parte y la otra. Es probable que en las primeras décadas del siglo XVI se elevase la torre con el tercer cuerpo y la mitad del cuarto. Los dos superiores sí que parecen ser contemporáneos a la fábrica de la nueva iglesia e incluso más tardío el último.
A pesar de que la bóveda estrellada de la capilla que ocupa la parte baja hace pensar en fechas del XVI, eso sí de principios de siglo anteriores a las de construcción de la iglesia, no hay que olvidar que tanto este sistema de estancia en la parte baja con machón central apoyando en su bóveda y caja de escaleras cubierta con bovedillas enjarjadas corresponde a sistemas constructivos anteriores y que parecen no encajar del todo en las fechas que se barajan.
A ello habría que añadir al exterior las almenas o merlones triangulares que rematan ambos cuerpos, así como la clara diferencia entre los contrafuertes de este primer cuerpo octogonal y del siguiente. Surge la incógnita del empleo de ladrillos aplantillados semicirculares que se utilizan en los rombos que lo decoran y cuya utilización se vincula con las torres del siglo XVI. Por último nos queda ese vano “perdido” en la parte superior del cuerpo cuadrado que por su amplitud parece claramente una puerta de acceso. Faltaría por delimitar como se accedía a ella. No hay que olvidar el pasado islámico de la localidad y que si había una mezquita seguramente se situaba en el lugar que ahora ocupa la iglesia. Aquí lo dejo de momento, cada uno que saque sus conclusiones.

TORRE  DE MONTERDE.- El  cuerpo cuadrado, de ladrillo,  con labores   de  rombos, asienta  sobre otro   de  piedra  que  le  sirve   de base, y termina  a la altura  del tejado  de la iglesia.
La parte  octógona equivale  a dos  tercios  de la altura  total;  tiene tres  cuerpos que  refuerzan contrafuertes  cuadrados. El  paso  de  la planta  cuadrada a  la  octogonal se  hace  mediante  plano  inclinado; carece  de las torrecillas típicas  que,  ocupando los  ángulos   del  cuadrado, suavizan  el paso  de una  a otra  planta.
De los tres  cuerpos octogonales, el inferior,  ciego,  lleva por  decoración faja y fondo de rombos separados por  espacio  sin vestir,  y termina   con  faja  de  cerámica. El segundo presenta  un  hueco  por frente, de arco  de medio  punto de dos  archivoltas, con  óculo  ciego debajo  y fondo de  rombos  encima,  limitándolo otra  faja  de  cerámica como  la del inferior. El  último  tiene los mismos huecos   que  el inmediato, y el óculo  está  sustituído por  fondo de rombos, y  sobre el arco  faja de esquinillas  junto  al vuelo final que soporta la cubierta. Las impostas que  nacen en el arranque de  los arcos  y  otras   más bajas circundan los cuerpos y contrafuertes, éstos   últimos   decorados,  además,  con  rombos y rehundidos.
La parte  octógona de  esta  torre mixta  es  idéntica, en lo  constructivo, a las octogonales tardías.
La torre que se levanta adosada al tramo de los pies del lado del Evangelio. Se corresponde con la tipología de torre mixta ampliamente difundida en la segunda mitad del siglo XVI, cuando todavía se recurre al estilo mudéjar para levantar los campanarios de las iglesias.
Como suele ser habitual en este tipo de torres, el cuerpo inferior es de mampostería y sillar con terminación en ladrillo. Sobre este primer cuerpo se levanta el octogonal realizado completamente en ladrillo, con contrafuertes en las esquinas y dividido en tres pisos.
El cuerpo cuadrado de la torre, comienza con un alto basamento en piedra sillar, continuando ligeramente retranqueado hacia el interior en mampostería con refuerzo de piedra en las esquinas.
La parte alta de este cuerpo inferior y el cuerpo octogonal, se levantaron totalmente en ladrillo y en estilo mudéjar. Tal y como corresponde a este tipo de torres tardías, la decoración en ladrillo resaltado es escasa, simple y monótona, a base de paños de rombos y de esquinillas, que se completa con bandas de cerámica. 
Así, la parte de ladrillo del cuerpo cuadrado presenta dos bandas de rombos en cada lado a base de ladrillos taqueados. Se remata en una volada cornisa con un friso de cerámica de cuenca o arista.
El cuerpo octogonal se divide al exterior en tres pisos decrecientes en altura. De igual manera, los contrafuertes de los ángulos se van haciendo más finos y profundos conforme ganan altura.
Siguiendo el esquema constructivo de las torres mixtas, el pase del cuadrado al octogonal se suaviza al exterior con la colocación de torreoncillos en los ángulos. En este caso son de planta octogonal, decorados sus lados con cerámica de cartabón blanca y verde y terminados en pequeñas pirámides octogonales de cerámica vidriada de color verde
El primer piso del cuerpo octogonal es ciego y presenta en cada uno de sus lados dos paños de rombos, doble el superior que el inferior, motivo que también se extiende a la parte alta de los contrafuertes. La separación con el piso siguiente se realiza mediante amplia cornisa con piedra sillar en los contrafuertes sobre una faja de cerámica de cartabón blanca y verde.
En el segundo piso abre en cada uno de los lados un vano doblado en arco de medio punto. En el centro del antepecho bajo los vanos hay un óculo ciego con decoración cerámica en el interior que combina cerámica de arista y de cartabón. Separa el antepecho de los vanos una banda de cerámica de cartabón.
Debajo de la cornisa que lo separa del cuerpo octogonal corre una banda de cerámica de cuenca o arista. Otra banda de cerámica del mismo tipo corre a la altura del arranque de los arcos. Los azulejos se colocan formando rombos alternos de color verde y blanco.
Encima de los vanos aparece un pequeño paño de rombos y en la parte alta una banda de cerámica de arista a modo de entablamento entre una fina imposta con pequeños dentellones y la cornisa de separación con el cuerpo superior. 

Al igual que en el segundo cuerpo, en el tercero y último abre en cada uno de los lados un vano doblado en arco de medio punto sobre un antepecho ornamentado con un paño de rombos. Separa el antepecho de los vanos una banda de cerámica de cartabón.
También aquí se dispone decoración cerámica a la altura del arranque de los arcos, esta vez del tipo de arista. Sencillas bandas de esquinillas simples en la parte alta completan la ornamentación de la torre. El remate es en chapitel octogonal a base de cerámica vidriada colocada en escamas de pez.
Como hemos visto en las fotografías anteriores, son tres tipos de cerámica los que se utilizan en esta torre, todos muy frecuentes en torres y arrimaderos del XVI. El primero se compone de un motivo vegetal inscrito en el interior de una forma polilobulada.
El segundo es del tipo de cartabón en color blanco y verde que se combinan de tres formas distintas para conseguir una mayor variedad de motivos. El primero es en forma de aspa de cuatro brazos de color verde sobre fondo blanco.
En el segundo se colocan en forma de punta de fecha de dos colores, verde el superior y blanco el inferior. El otro motivo conforma rombos de uno u otro color.
El último tipo de baldosa cerámica es, al igual que el primero, de cuenca o arista y solamente se utilizó en el friso que corre a la altura del arranque de los arcos de los vanos del último piso. También muy corriente, desarrolla una línea de jarrones con flores sobre azulejos rectangulares en blanco y verde.

TORRE  DE RICLA.- Muy alto  el cuerpo cuadrado, dividido en tres  por  vuelos  de  separación. No  es  fácil  precisar   si  todo él  fué construído en  la  misma  época, porque, si  bien  preside  la  uniformidad  en lo decorativo,  presenta una  variante   no  corriente en  las torres cuadradas, cual es la retirada de  los  muros   en  la  parte  central,  dejando las aristas  a modo  de grandes   pilares  sobre los  cuales han de apoyarse las torrecillas que cercan  el cuerpo octógono en  su nacimiento.
Lo mismo  el cuerpo cuadrado que el octogonal están   decorados con  idéntico tema: fondos y fajas de  rombos horizontales trazados con  desaliño. La parte  baja del cuerpo cuadrado lleva faja de  esquinillas alternadas, pegada  a otra   de dos líneas de rombos; faja  de esquinillas en igual disposición que la otra,  cortando un trozo de muro liso; nueva  faja de dos  líneas de  rombos; faja  de  esquinillas  y  moldura  aplantillada coronada  de  almenas  en  escalerilla, como   remate. El segundo tramo   del  cuerpo cuadrado tiene  dos  arcos  apareados de medio  punto, en retirada, con los fondos ciegos, y a los lados, labor   de  rombos, y  sobre ellos, línea  de  esquinillas  alternadas;  más arriba  se inicia la retirada de la parte  central  de los muros  para  destacar  los extremos formando pilares,  vistiéndose en  la parte  inferior con fondo de tres  líneas de rombos y  en  la  alta  con  banda  de tres líneas  de  esquinillas alternadas  imitando ajedrezado,  y  para  final, vuelo  de modillones. El tramo tercero comienza con faja fina de  esquiníllas, y lo ocupan  todo dos  arcos  gemelos  de  medio  punto con fondos decorados por rombos, cuya labor  llevan también  los pilares, y en lo alto, faja de esquinillas  y vuelo  de moldura.
El cuerpo octogonal, que  en  su  parte   baja  tiene los  huecos  de campan as, lleva contrafuertes cuadrados, con  impostas a la  altura de los  antepechos y  del arranque  de los  arcos,  decorándolo   igual motivo  que  el  señalado. Las torrecitas de  la  base comienzan  siendo cuadradas, con  remate   octogonal,
Por la altura  y relación  entre  los dos  cuerpos, esta  torre   recuerda algo a la de  la Catedral de Tarazana.

La torre se construyó a la par que la iglesia. Es de suponer que estuviese finalizada el 14 de junio de 1542, fecha en la que  Juan Lucas Botero “el Joven” reconoce haber recibido lo que se le adeudaba “por razón de la obra del campanar que nuebamente yo he hecho en la villa de Ricla". Esta torre comprendería el actual cuerpo cuadrado formado por los tres primeros pisos y un cuerpo de campanas que más tarde se cegaría y transformaría.Su esbelta torre. Lo primero que hay que saber sobre la misma es que no responde a una misma etapa constructiva sino a dos separadas en el tiempo por más de dos siglos, conclusión a la que ha llegado Javier Ibáñez Fernández tras examinar detalladamente documentación y obra con motivo de su última restauración, y que ha volcado en su artículo sobre la torre publicado en el Boletín del Museo “Camón Aznar” del año 2009.
El primer piso se ornamenta con dos bandas de cruces de múltiples brazos formando dos filas de rombos entre las que se intercalan tres fajas de esquinillas al tresbolillo. Se remata este piso con merlones o almenas escalonadas, algo que también podemos ver en las torres de Monzalbarba y San Mateo de Gállego, ambas próximas a Zaragoza. 

En el segundo piso de este primer cuerpo cuadrado presenta dos vanos doblados cegados en arco de medio punto en cada uno de sus lados con sendos paños de rombos en vertical a los lados. Se completa su decoración con una banda de esquinillas al tresbolillo en la parte alta.
En los dos pisos siguientes la parte central de los muros se retrae hacia el interior dejando de esta forma los extremos a modo de pilares.
La mitad inferior del primero la cubren grandes paños de rombos. En la superior se dispone una banda de esquinillas entre la cornisa de separación con el siguiente piso y una pequeña imposta.
El cuarto y último piso de este cuerpo se correspondería, como ya se ha dicho, con el primitivo de campanas y como tal se distribuye al exterior mediante dos líneas de impostas, una debajo de los vanos y otra a la altura del arranque de los arcos. Su decoración sigue el modelo de lo ya visto, a base de esquinillas y rombos. Como dato curioso, hacer referencia a la terminación de las bandas de rombos horizontales de los laterales en forma de pequeñas cruces rehundidas.
De cuando se cegó este primitivo cuerpo de campanas y se recreció la torre, no hay referencia documental. Este primer recrecimiento concluiría con la colocación de la cruz de hierro forjado que corona el actual chapitel, firmada y fechada por Cristóbal de Freisleva en 1584, lo que ha llevado a la mayoría de autores a considerar erróneamente esta fecha como de finalización del cuerpo octogonal. Todo parece indicar que aquélla intervención consistió en cegar y cerrar al exterior los antiguos vanos de campanas con ladrillo diferente al de los cuerpos inferiores, aunque respetando los motivos decorativos en forma de rombos. Además, las trompas que hemos visto en la página anterior permiten intuir que se levantó un nuevo módulo de planta octogonal como el añadido unos años antes, en torno a 1575, en la cercana parroquial de La Almunia de Doña Godina.

A lo largo del siglo siguiente y principios del XVIII la torre requirió continuas intervenciones, hasta que en 1710, en plena Guerra de Sucesión, tuvo que desmocharse, operación que debió de afectar únicamente al módulo octogonal añadido en la segunda mitad del XVI. No se tardaría mucho en plantear un nuevo recrecimiento en la torre. Para ello, entre 1757 y 1759, la primicia entregó 40 libras, y los cofrades de Nuestra Señora de Mediavilla otras 50 a comienzos del mes de febrero de 1758 “para auida de la adicion y remate de la obra de la torre”. Además, se solicitó un adelanto al hospital de la localidad.
Todo parece indicar que fue en este momento cuando se elevó el cuerpo de planta octogonal que contemplamos en la actualidad. Se diferencia sustancialmente del cuadrado en los ladrillos que se utilizan, mucho más pequeños, y en el yeso que es de calidad y tonalidad diferentes. A pesar de ello, se continuo de una manera tan perfecta la ornamentación en ladrillo resaltado respetando y copiando los modelos del cuerpo inferior que, junto con la colocación de nuevo en el remate de la cruz de 1584, han llevado a la mayoría de autores a considerar la torre como una fábrica unitaria.
En cada uno de los lados de la parte baja del primer piso hay un vano doblado en arco de medio punto sobre un antepecho con un gran rombo en su centro. Estos vanos van abiertos y ciegos alternativamente, decorándose los segundos con rombos en vertical, al igual que los del segundo piso del cuerpo cuadrado.
La disposición de vanos y motivos en este segundo piso es idéntica a la vista en la parte baja del inferior: vanos doblados en arco de medio punto alternando ciegos y abiertos para cobijar las campanas, con decoración en los primeros y en los antepechos a base de rombos. Una volada cornisa, idéntica a la vista, lo separa del remate.
Parece ser que la terminación original de este cuerpo se dispuso en forma de chapitel de ocho paños convergentes. Esta cubierta debía de estar totalmente arruinada a mediados de noviembre de 1858, cuando el párroco y los representantes de la ciudad dan cuenta de su estado al Arzobispado de Zaragoza. Diferentes avatares retrasan las obras de reparación hasta 1863, cuando se aprueba el proyecto presentado por Pedro Lahuerta, consistente en reforzar la cima del prisma de planta octogonal con una cincha de hierro y reutilizar la estructura lígnea del chapitel anterior para conformar otro nuevo de perfil bulboso que, terminado en 1864, estaba prácticamente arruinado a mediados de 1954, cuando se comienza a recolectar fondos para repararlo.
De los dos proyectos presentados para la restauración, se seleccionó el de José María Martín Tenías, consistente en eliminar la cubierta primitiva y cerrar el cuerpo octogonal con una pesada estructura reticular de hormigón armado que serviría a modo de cincho y de base sobre la que levantar un nuevo remate al estilo de los de Albalate del Arzobispo inspirado en la torre de Utebo, que es el que actualmente sirve de terminación a la torre, y sobre el que se colocó la cruz de hierro forjada por Cristóbal de Freisleva en 1584.

TORRE   DE   LA  IGLESIA  DE  PANIZA.- Situada en el ángulo que forman  las capillas y la entrada  de  la  iglesia, la  parte   cuadrada se  confunde con los muros  y  comienza   a  destacarse por  encima de la cubierta de las capillas. Muy  pobre   en  ornato, tiene  unos  cuadrados  rebajados, fondo de rombos  y faja de  hexágonos, y  moldura  de ladrillo  aplantillado para  terminar.
El segundo cuerpo, octogonal, lleva  contrafuertes sencillos,  cuadrados, arquería   ciega en lo bajo  y de  campanas  arriba,  con escasas y vulgares  labores.

   
TORRE   DE  LA  PARROQUIA  DE  VILLAMAYOR.-Los diversos tipos  de ornamentación  vistos  hasta  aquí,  empleados sistemáticamente  y con  parquedad en la decoración de las partes  bajas de las torres, se  olvidan   en  éstas   para  dejar   paso    a  nuevas   tendencias Mientras   en  aquéllas  se  escatiman   generalmente, bien  para   derrocharlos  en zonas  más visibles o para destacar  las altas, en la de Villa­ mayor   ocupan   por  completo todas   las  caras   del  cuadrado,  como si el ornato hubiera  de suplir  las deficiencias  de la forma.
Las proporciones del cuerpo cuadrado equivalen  a dos  cubos superpuestos que separan  una calle de azulejos  entre   dos  vuelos,  disposición  adoptada igualmente para  terminación. El bajo se cubre materialmente con  una  red de rombos verticales,  cortada, junto  a las aristas,  por  faja de la misma labor  simulando pilares.  La  ornamentación  del segundo está  hecha  con  una  red  de  hexágonos irregulares, alargados, conteniendo en el fondo una barrita con nudos, labor  que, como  en el bajo, limitan  por  los  lados  las  bandas   de  rombos continuación  de las bajas. El conjunto remeda  rica tela brocade.
En  perfecta   armonía  decorativa se  levanta  el  cuerpo octógono sobre  el cuadrado, sin que  disuene  la unión  de  ambos   a  pesar de la diferencia  de forma. De  los  tres  sectores o  tramos, el  bajo, ciego; los demás, con huecos  de arco  de medio  punto, separándolos faja de azulejos  que  recorre  todas  las caras y monta  sobre los contrafuertes; éstos,  cuadrados y robustos. Las torrecillas   de  los  ángulos,  cuadradas primero  y después  octogonales, son  un  calco  perfecto del conjunto  de la torre. Seguramente será  este  ejemplar   de  torre  mixta  el prototipo de la variedad. 
La torre se levanta adosada al tramo de los pies, aunque en origen lo estuvo a la cabecera. Es de tipo mixto, con un cuerpo bajo cuadrado y otro superior octogonal. Su construcción está documentada a finales del siglo XVI, concretamente en 1587, siendo maestro de obras Domingo de Estada.
Estructuralmente se presenta al interior totalmente hueca. Se ilumina a través de pequeños vanos que cierran por aproximación de hiladas. El paso del cuerpo cuadrado al octogonal se resuelve, como suele ser habitual, mediante trompas de ángulo. Las escaleras adosadas a los muros es probable que sean posteriores a la obra de la torre.
El cuerpo inferior de la torre tiene planta cuadrada y se divide en dos pisos, quedando oculta la mitad del primero por la fábrica de la iglesia y los edificios colindantes. Los paños del primer piso se cubren con amplios paños de sebqa a base de cruces de múltiples brazos formando rombos. Se complementa en los laterales, junto a las esquinas, con fajas verticales del mismo motivo dispuesto en forma vertical.
La separación con el piso superior se realiza a través de un entablamento poco volado, en el que se dispone un friso de cerámica de arista que cada cuatro piezas forman un diseño vegetal de ocho puntas central inscrito en un motivo mixtilíneo.
La misma distribución presenta el segundo piso: grandes paños de sebqa y fajas verticales en los laterales. Estas últimas idénticas a las vistas en el piso inferior. Los paños de este cuerpo se cubren con una labor de alargados hexágonos en vertical con cruces de tres brazos en su interior. El entablamento que remata el cuerpo cuadrado tiene un friso de cerámica igual que el inferior pero el doble de ancho.
El cuerpo octogonal se divide en tres pisos separados por entablamentos decorados con cerámica, y un remate en terraza fruto de la reforma de 1973. Se refuerza en toda su altura con contrafuertes o pilastras en las esquinas.
El cuerpo inferior de planta cuadrada se decora con pequeños rehundidos en sus lados que se cubren con cruces formando dos rombos en vertical. En cada uno de los laterales del pequeño cuerpo octogonal se abre un alargado rehundido relleno de cerámica de cartabón en bandas diagonales que alternan el blanco y el verde. Bajo el remate piramidal, una nueva franja cerámica de capullos florales.
El primer piso de este cuerpo octogonal es ciego y se ornamenta con paños de rombos. La misma decoración se aplica en los contrafuertes, en forma de fajas verticales. En la parte inferior, tanto de paños como de contrafuertes, corre una banda de esquinillas de tres hiladas dispuestas al tresbolillo.
El pase al piso superior se resuelve, al igual que en el cuerpo bajo, mediante un amplio entablamento decorado con cerámica. En este caso se utiliza la de cartabón distribuida en cuatro filas colocadas de tal forma que el triángulo blanco ocupa la mitad superior-izquierda y el verde la inferior-derecha.

TORRE DE LA ALMUNIA DE DOÑA  GODINA.- Pudiera compararse con  la  que  antecede por  la  abundante  decoración  del cuerpo  cuadrado, aunque  en ésta sea diferente, y también  por el conjunto   armónico.  Lisa en la  base,  comienza   la  ornamentación  por una banda  doble  de meandros entre  esquinillas;  otra  de rombos con cerámica  cóncava  en los centros; nueva  faja  de  rombos, éstos  apoyados  en  pilares,  y cerámica  idéntica   a la  otra,   y  fajita  de  medios rombos con  cerámica.  Separan  las  fajas  líneas  de  esquinillas.  En la parte alta, el tema es un gran arco de medio  punto cortado simétricamente   por  dos  mitades  de  otros,  que,  al apoyarse en  el centro sobre  un pilar, dejan  dos espacios  de forma   de arco  ojiva  bajo el de medio  punto. Los fondos de esta arquería  simulada  los ocupa  labor de  rombos, repetida  a los  costados en  forma   de  fajas.  Remata  el cuerpo  cuadrado banda  de azulejos  entre  vuelos.
En el octogonal se repiten las características constructivas y decorativas que tiene la de Villamayor: contrafuertes cuadrados muy fuertes,  parte  baja  ciega,  huecos  en el resto,  fajas  de  cerámica, labores de rombos y torrecillas  mixtas. 
La torre mudéjar que quedó encajada en el ángulo izquierdo entre el presbiterio y el crucero. Como ya se ha apuntado anteriormente su estructura actual corresponde a dos épocas distintas con una diferencia en el tiempo de dos siglos entre ambas, ya que aunque se trata de una torre de las denominadas mixtas con un cuerpo inferior de planta cuadrada y otro superior de planta octogonal, tal y como señala Gonzalo Borrás “ello no es más que el resultado final de su peripecia histórica”.
Al interior, al igual que al exterior, los dos cuerpos están claramente diferenciados. El cuerpo inferior del siglo XIV presenta estructura de alminar hispanomusulmán a base de un machón central cuadrado envuelto por la torre propiamente dicha. Entre ambos discurre la caja de escaleras cuyos tramos se cubren con las características bovedillas de ladrillo por aproximación de hiladas.
el cuerpo inferior de planta cuadrada presenta decoración en ladrillo resaltado que se completa con discos o platos cerámicos en color verde. La propia fábrica de la iglesia y las construcciones adyacentes a la cabecera dejan solamente visible este primer cuerpo en el lado que da a la plaza y buena parte del mismo en el lateral izquierdo.
Lisa en su parte inferior que queda oculta en parte por el anexo de la cabecera del templo, la decoración comienza casi a media altura. Los motivos se distribuyen en cuatro bandas o franjas ribeteadas por bandas de esquinillas dispuestas en dientes de sierra más el primitivo cuerpo de campanas de la parte superior.
El primer motivo desarrolla una doble fila de zig-zag a base de doble hilada de ladrillos dispuestos a sardinel con abundante argamasa entre ambas.
A continuación, un paño de rombos que se complementan con un disco cerámico de color verde en el centro de cada uno. Estos discos o platos de cerámica verde que podemos ver completando la ornamentación en ladrillo resaltado fueron colocados en la restauración de 1960 retirando las originales que se habían conservado. Es una pena que no se respetasen las piezas antiguas dejándolas in situ para poderlas comparar con las nuevas. El paso del tiempo ha ido "envejeciendo" estas piezas quedando cincuenta años después bastante integradas en el conjunto de la torre.
La tercera franja ornamental presenta un nuevo paño de rombos, esta vez alargados y sobre una arcada que arranca de finas pilastras. Interiores de arcadas y rombos se completan con discos cerámicos de los ya vistos.
La última banda, más estrecha que las dos inferiores, desarrolla un motivo a base de medios rombos con el consabido complemento de los platos cerámicos verdes.
Culmina este cuerpo cuadrado el antiguo de campanas, que aunque conserva sus primitivos vanos, éstos quedaron completamente desvirtuados cuando se cegaron en el recrecimiento de 1575 para proporcionar mayor firmeza al soporte del nuevo cuerpo octogonal. En cada lado presenta dos vanos en arco apuntado que se obtienen por el entrecruzamiento de otros de medio punto, completo el central y dos medios laterales.
Cuando se cegaron los vanos se procedió también a decorar los espacios con rombos resultando un paño de los mismos en lo que fuese cada uno de los vanos. También se dispusieron en los laterales de forma vertical sendas filas de rombos con cerámica en el interior. Un último detalle también romboidal se colocó en la enjuta central de los arcos completándose con discos cerámicos en su interior y en los dos espacios superiores resultantes del entrecruzamiento de los arcos de medio punto.  



Como sucede en todas las torres de tipo mixto, el pase del cuadrado al octógono deja unos grandes espacios en las esquinas que resultan antiestéticos a la vista y desvirtúan el conjunto. Este problema se resolvió colocando en las mismas unas pequeñas reproducciones de la torre mayor o torreoncillos que vienen a rellenar estos espacios y a suavizar este efecto. Aquí en la torre de la Almunia se dispuso sobre el primitivo cuerpo cuadrado una cornisa en ladrillo aplantillado con un friso de cerámica de cuenca o arista que presenta dos filas de baldosas con un motivo muy común en el siglo XVI que combina un diseño vegetal de ocho puntas central inscrito en un motivo mixtilíneo.
Las cuatro torrecillas esquineras tienen un primer cuerpo cuadrado con labor de rombos en cada uno de sus lados. Una imposta con cerámica del tipo visto anteriormente separa este cuerpo del superior octogonal que se decora en cada lado con una banda vertical de cerámica con otro motivo clásico en esta época a base de capullos florales. Una nueva imposta con franja cerámica igual a la intermedia sirve de soporte a un pequeño chapitel octogonal rematado en bola.
Entrando ya en el cuerpo octogonal propiamente dicho, éste se divide en tres pisos separados mediante amplias cornisas con contrafuertes en los ángulos como es habitual en las torres mudéjares del momento.
El primer piso es el más corto en altura de los tres y se presenta ciego. La decoración en ladrillo resaltado se reduce a paños o series de rombos y esquinillas. En la parte inferior corre una línea de estas últimas en dientes de sierra. Cada uno de los lados se dividen en dos rehundidos, ocupando el bajo un motivo en forma de gran “V” y el superior por un paño de rombos. La misma división aparece en los contrafuertes, con un rombo en la parte inferior y dos dispuestos en vertical en la superior.
La separación entre este cuerpo y el superior se resuelve mediante amplia cornisa con banda cerámica de cartabón en colores blanco y verde dispuesta en forma de damero.
El piso intermedio de esta torre octogonal de La Almunia es el que tiene un mayor desarrollo en altura y cumple las funciones, junto con el superior, de cuerpo de campanas, albergando éste las de mayor tamaño. En cada uno de los paños abre un alargado vano doblado en arco de medio punto precedido de un antepecho en el que se dispone un pequeño óculo ciego. Se completa con un pequeño motivo de rombos en la parte superior.
Este piso tiene dos impostas y una cornisa. La primera sirve de separación entre los antepechos y los vanos y se decora con una banda cerámica de capullos florales. La segunda en el arranque de los arcos de los vanos se rellena con cerámica de cartabón blanca y verde dispuesta con alternancia de triángulos de ambos colores. La amplia cornisa que sirve de separación de cuerpos se completa con una franja de cerámica del mismo tipo alternando también triángulos de diferente color.  

Los contrafuertes de este segundo piso se dividen al igual que los paños mediante las impostas ya vistas en tres partes. La inferior correspondiente al antepecho presenta un rehundido que se cubre con un motivo cerámico a base de una cinta dorada con motivos florales. La parte intermedia que queda entre las dos impostas ya citadas presenta dos motivos del mismo tipo que se completa con rombos y medios rombos realizados con ladrillos dispuestos a sardinel. Un nuevo rectángulo cerámico como el visto y un rombo como los descritos completan la parte superior del contrafuerte. Como curiosidad se puede observar como la terminación del rehundido donde se aloja la cerámica se hace en forma de arco apuntado
El tercer y último piso presenta la misma estructura que el anterior con pequeñas variaciones en cuanto a motivos cerámicos y a disposición de la decoración en ladrillo resaltado. El antepecho lo ocupa un doble rombo incompleto. Los vanos que alojan las campanas son doblados en arco de medio punto al igual que los inferiores.
También aquí dos impostas separan, la primera el antepecho del vano y la segunda éste del arranque de los arcos. Ambas se rellenan con cerámica de cartabón dispuesta en bandas diagonales la inferior y en triángulos la superior. Termina la torre en una amplia cornisa con los capiteles en piedra sillar al igual que en las dos inferiores. La cerámica de cartabón se dispone aquí en forma de bandas de zig-zag alternando color blanco con verde. Los contrafuertes de este piso son macizos sin ningún tipo de ornamentación excepto las dos impostas y la cornisa superior.
Se remata la torre con un chapitel octogonal recubierto de cerámica vidriada de color verde dispuesta en “escama de pez”.  
La división  adoptada para el estudio de los campanarios mudéjares agrupados por la forma  de sus  plantas  no es, en verdad, método por  el cual se llegue a determinar la cronología de esta clase de obras arquitectónicas. Ha servido  tan sólo  para  colocar  en primer  término las torres  cuadradas, por  suponerlas imitación   de  los  alminares  musulmanes,  en lógica anteriores a ellas; después, las octogonales, algunas contemporáneas de aquéllas  y aun anteriores, y, en último  lugar, las mixtas,  juzgadas  en su parte  octogonal como  obra  hecha,  por  razones  técnicas  de orden  constructivo, sobre   otra  cuadrada, o  tam­ bién  producto de nuevas corrientes artísticas que  toleran   la  mezcla de los dos tipos.
Pero el método, aunque  imperfecto, sirve  cómodamente para establecer  nuevas  divisiones dentro de los tres  patrones, tomando esta vez como  base de clasificación sus elementos decorativos, ordenados no ya caprichosamente, sino  por la cronología que resulta  al compararlos  con sus similares de otros estilos  anteriores y contemporáneos
del  mudéjar, a la vez que  por las transformaciones que sufren  a tra. vés de su desarrollo. Y esta  nueva  clasificación  es la que lleva a conclusiones  tal vez más certeras.
De aquí la separación en cinco  grupos  para las  torres  cuadradas, de las que  figuran  a la cabeza  aquellas  que  tienen   como   decoración elementos arcaicos -románicos principalmente-, faltándoles los  mu­ sulmanes   (lazos  y  labores);   construcciones  con  carácter  mudéjar todavía  poco preciso. Tras ellas, las que  acusan  presencia  de temas de origen musulmán: arcos mixtilíneos,  lazos y labores  derivadas  de ellos· más cerámica  gruesa  y fina; son las típicamente mudéjares, de exuberante  decoración, construídas, quizá, en el apogeo  del estilo. Sigue a este  grupo  las que  tienen  los mismos  elementos decorativos citados, juntos   con   otros de  carácter  mudéjar   propiamente  dicho,   en  las cuales falta  la cerámica.  En  las descritas en  cuarto lugar,  los temas de ladrillo,  aunque arcaicos  algunos,  no están  ejecutados con  toda pureza:  aparecen  nuevos  motivos,  y tanto unos  como  otros se  apli­ can en bandas  o fajas dispuestas unas  sobre   otras,  a  veces  sin  arte; no llevan cerámica. Y, finalmente, las de  arcos  de medio  punto,  gemelos, en el cuerpo central  y en el de campanas,  adornadas con mo­ tivos  sencillos, sueltos, con  o sin  cerámica.
La forma  cuadrada no implica  rigurosa  prioridad constructiva, ni todas fueron levantadas antes  que  las octogonales, ni siquiera  con anterioridad a muchas  mixtas. En la descripción  de ellas  quedan   di­ ferenciados los caracteres predominantes, que fijan con alguna preci­ sión, si no las épocas constructivas, sí su evolución.
Para las torres  de  planta  octógona se  establecieron  dos  grupos, según sean  octógonos puros  o  deformados por  contrafuertes  colo­ cados  en las aristas.  Es una división  que  bastaría  para diferenciar por sí sola los dos  tipos   de  campanario, diametralmente  opuestos;  mas no sobra  - para separarlas con  alguna  mayor  precisión-dar las ca­ racterísticas de lo ornamental y constructivo.
Aquellas  que  no tienen  contrafuertes están  desprovistas de deco­ rado  en la parte  baja; el cuerpo  central   presenta   un  solo  hueco  por frente, de arco  apuntado, que  protege  dos de igual  forma,  donde se colocan  pequeñas  campanas,  y  en  algunos  ejemplares  otra  línea  de huecos  encima, no  tan grande,  en forma  de galería, con  arcos  apuntados  o  de  medio  punto,  añadidos por  recrecimiento  de  la  torre.
Las labores  que las ornamentan tienen  cierto  arcaísmo  y están  ejecutadas  correctamente.
En  cambio,   en  las  reforzadas con  estribos la disposición de los huecos, reales o fingidos,  abarca  a todos los  cuerpos y  se  acompaña de óculos  o clípeos,   impostas y  motivos   de  carácter  renacentis­ ta  que  emparentan esas torres  con las cuadradas de la última época. Sus labores, mudéjares,   adoptan nuevas   disposiciones en  la  distribución, y admiten  otros tipos.
Detalladas las diferencias que  caracterizan  a los  dos  grupos   de campanarios con  planta  octogonal, no parece   difícil determinar, con los naturales errores, antigüedad y marcha  evolutiva. Las  del prime­ ro, con elementos constructivos ojivales, son seguramente las más antiguas,  y pudieron construirse, a la  par  que las primeras  de planta cuadrada, en el período de transición del  románico al ojival, inspirada la forma,  no  en torres  góticas, sino  en  alminares  musulmanes de este  tipo,   como  lo  dan  a  entender ciertos detalles,  más  todos los elementos que  cor.tienen  y la calidad  de la obra.
Por el contrario, las torres  reforzadas en las aristas,  para cuya  modalidad  pudo  servir  de tránsito la Torre Nueva  de  Zaragoza,  dejan los  arcos  apuntados y toman   francamente las  normas  renacentistas para lo constructivo, siguiendo en lo decorativo el mudéjar, en tipos  y formas  pobres y degeneradas. Todas éstas  son  mucho   más  modernas que  las otras.
Más dificultades encierra   separar   debidamente, para  los  efectos de  evolución, las  torres  mixtas,  con  la falta  de  unidad   en  los  dos cuerpos unas  veces y la  presencia  de  elementos extraños, otras.  Sin embargo, apoyados en los documentos que fijan como  fecha  para la de Alfajarín el final del  siglo XV y para la de Tarazana el del XVI, de aspectos muy distintos, no ha de encontrarse arbitrario seguir en  la clasificación  cronológica un criterio parecido al que  presidió  en el es­ tudio de las octogonales.
En la de Alfajarín, las torrecitas puestas  en los ángulos  del cuerpo cuadrado para disimular  la unión  con  el octogonal son  cuadradas y vestidas  de labores. Las de Utebo, cuadradas en  la  parte   baja,  con apliques  de cerámica, más dos  pequeños cuerpos  cilíndricos  encima, como  tránsito, quizá,  a nuevas  formas.
La torre de Paniza las presenta  ochavadas en toda  su altura,  y las de las torres de Villamayor,  Riela. y Almunia de  Doña   Codina,  mixtas: parte  inferior  cuadrada y superior octogonal, simulando el conjunto  de la  torre.
Finalmente,  las de  la  Catedral de  Tarazana son  octogonales  en toda  su altura  y caladas,  como  se ven  en algunas  construcciones de ladrillo  francamente barrocas.
Dentro del orden  fijado  para  describrir lo arquitectónico,  sigue, tras  los campanarios, el  estudio de  los  ábsides   como   parte   interesantísima  de las construcciones mudéjares de carácter religioso. 

Próximo Capítulo: Capítulo 6 - Arte Mudejar en Aragón

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