BUSCANDO UNA SALIDA, UNA NUEVA PERSPECTIVA (1907 –
1908)
- El pintor en
la vida moderna y la magia primitiva
Hay
que tener en cuenta la gran consideración que tenía Picasso por Charles
Baudelaire y “El pintor en la vida moderna”, artículo sobre Constantin
Guys publicado por el diario Le Figaro en 1863, para entender por qué
hay copias de las ilustraciones de este libro en cuadros del artista.
En
un Autorretrato de 1907, ya con elementos cubistas, toca los temas que
deben ser los del pintor de la vida moderna. Aparecen un burdel y un desfile de
carrozas en el bosque de Bologna, temas que Baudelaire cita como fundamentales
en esa obra. Más tarde, en los dibujos preliminares a Les demoiselles
d’Avignon de este mismo año, Picasso parece moverse entre la opción de los
dos temas hasta que se decide por las prostitutas.
Estos
personajes (las prostitutas) serán símbolo de la belleza del pecado, marca de
su comercio, también de la fealdad y la belleza profesional; se muestran en
poses provocativas y solemnes, como unas horribles ninfas que se contorsionan.
Son todas expresiones de un texto de Baudelaire de “El pintor de la vida
moderna” que se reflejan en Las señoritas de Aviñón, y se sabe que
Picasso asocia Baudelaire a Matisse. Por estos momentos, en 1907 también, será
de destacar el descubrimiento del arte africano gracias al Museo del Trocadero.
Los estudios de Picasso muestran diversas referencias a las máscaras, y no hay
que olvidar para él están ligadas a los espíritus.
- Matisse, Derain,
Cézanne y El Greco
Alfred
H. Barr, primer director del Museo de Arte Moderno de New York (MoMA)
calificaría de obra maestra a Les demoiselles d’Avignon, y sería quien
organizase una retrospectiva de Picasso entre los años 1939 – 1940. Picasso aseguró
a un amigo que por la época en que pintó la obra aún no conocía la estatuaria
africana, sino tan sólo las máscaras: estuvo ajeno a la escultura, algo que
resulta muy ingenuo. En la obra serían unas cabezas ibéricas (s. V – III a.C.)
las piezas intercesoras y el pintor el mediador. Fue Apollinaire quien las robó
estas dos piezas para él aunque Picasso siempre lo negase justificándose con
que los verdaderos ladrones fueron los arqueólogos que expoliaron España. Estas
cabezas ibéricas tenían para él fuerza y energía, un significado simbólico, de
ahí la imperiosa necesidad de poseerlas.
Cinco bañistas, 1885 –
1887, Paul Cézanne
Picasso
conoce por entonces a Derain mediante Gertrude Stein en 1907. Derain se
convierte en amante de Alice Princet, amiga de Picasso, y también ha recibido
la influencia de Matisse y Cézanne. Reflexionan juntos sobre las aportaciones
de Cézanne y abandonan la pintura ilusionista para buscar el colorido,
produciéndose así ese abandono del tema por el color. Hay una necesidad de
encontrar respuestas más allá de la tradición y una mirada hacia culturas muy
distintas de la europea, sobre todo de África.
Tres bañistas, 1907, André
Derain
Esto
aparecerá en 1906, cuando Matisse, Picasso y Derain descubren esto al mismo
tiempo. Sin embargo, en Matisse y Derain esto no produce un giro en su pintura,
sino una inclinación hacia cierto camino: una renovación de la pintura y, más
tarde, de la escultura. Descubren también la influencia del arte negro en
Cézanne, y así fue naciendo Las señoritas de Aviñón.
Derain
decide enviar al Salón des Indépendants de 1907 su obra Tres bañistas,
con influencias africanas, y por primera vez en una obra se juntan el
expresionismo de Cézanne con lo africano. Por entonces realizaría Matisse en
1907 su obra Desnudo azul.
Picasso siente que va rezagado y siente el
impulso de seguir trabajando. Quiso ya en marzo de este año plasmar el tema del
burdel, pero quería darle un toque narrativo. En los estudios que realiza desde
junio se aprecia que ha saltado de una figura redondeada a una figura más
angulosa, acentuando los movimientos y las tensiones, también el primitivismo
en los rostros.
- Contemplando Les demoiselles d’Avignon
Es de notar la fuerza constructiva de la
geometría que se ve al exponerse en el Salon des Indépendants. Busca ritmos,
formas plásticas más puras: los contrastes de formas y ritmos para expresar
volúmenes de movimiento llegan a lo más alto en Las señoritas de Aviñón.
Sin la visión de las obras sobre bañistas de sus amigos no habría podido
realizar la obra. Esta obra permanecerá oculta mucho tiempo por estar en
colecciones particulares. Picasso conservará hasta finales de 1921 el lienzo al
ser rechazado por sus amigos en el taller.
André
Breton y Louis Aragon cuentan que la obra fue adquirida por Jacques Doucet
antes de publicar en 1925 su revista La Révolution Surréaliste. Tras
ello fue comprada por el museo de New York, donde se califica de primera obra
cubista a pesar de conocer ya obras cubistas. Ya fue expuesta en 1916 pero por
debates o llevarse a cabo la I Guerra Mundial nadie reparó en este gran lienzo,
que pasó desapercibido.
Desnudo con paños, 1907,
Pablo Picasso
Desnudo
con paños fue expuesta junto a Las
señoritas pero fue comprada por los Stein, y Lienzo de tres mujeres fue
adquirida por un coleccionista ruso. El cuadro de Derain de las bañistas, sin
embargo, no fue visto hasta 1976 por pertenecer también a una colección
privada. Picasso profundiza en las relaciones entre figuras y espacio, tomando
de Cézanne lo que tiene de técnicamente más complejo, más nuevo. Se alcanza el
summum de esa belleza negra y para él Las señoritas ocuparían un lugar
crucial en su obra desde el Muchacho desnudo conduciendo a un caballo, pasando
por el Retrato de Gertrude Stein, llegando a Las señoritas y
finalizando con Desnudo con paños.
Les demoiselles d’Avignon, 1907, Pablo
Picasso
Picasso
concibe la figura humana por su volumen plástico desde que volvió de Gósol, un
volumen que tiende a reducir y simplificar a unos pocos bloques. Viola las
proporciones y las formas naturales, descuida la perspectiva y las relaciones
de las distintas partes del cuerpo entre sí. Los colores y los contornos van a
su aire: no hay efectos de ilusión figurativa, sino que todo va unido
únicamente bajo esa misión de engendrar la forma. Se pone en evidencia el
carácter autónomo de la pintura, que es la protagonista.
En la
primavera de 1907, cuando comenzó a pintar Les Demoiselles d'Avignon,
hasta su finalización más tarde en el año, Picasso competía con Matisse por la
posición preeminente de ser el nuevo líder percibido de la pintura moderna. Cuando se completó, el impacto y la conmoción de la pintura
llevaron a Picasso al centro de la controversia y casi sacaron del mapa a
Matisse y al fauvismo, y prácticamente pusieron fin al movimiento el año
siguiente. En 1907, Picasso se unió a la galería
de arte que Daniel-Henry Kahnweiler (1884-1979) había abierto recientemente en
París. Kahnweiler fue un historiador de arte
alemán, coleccionista de arte que se convirtió en uno de los principales
distribuidores de arte francés del siglo XX. Se
hizo famoso en París a partir de 1907 por estar entre los primeros campeones de
Pablo Picasso, y especialmente por su pintura Les Demoiselles d'Avignon.
Antes de 1910, Picasso ya era reconocido como uno de
los líderes más importantes del arte moderno junto a Henri Matisse, líder
indiscutido del fauvismo y más de diez años mayor que él y sus contemporáneos
el fauvista André Derain y el antiguo fauvista y compañero cubista, Georges
Braque.
En su ensayo de 1992 Reflexiones sobre Matisse,
el crítico de arte Hilton Kramer escribió:
Sin
embargo, después del impacto de Les Demoiselles d'Avignon, Matisse nunca más
fue confundido con un incendiario de vanguardia. Con la extraña pintura que
horrorizó y electrizó a los entendidos, que entendieron que Les Demoiselles era
a la vez una respuesta al Le bonheur de vivre de Matisse (1905-1906) y un
asalto a la tradición de la que derivaba, Picasso se apropió efectivamente del
papel de avant -garde bestia salvaje -un papel que, en lo que a la opinión
pública se refería, nunca debía renunciar.
Kramer continúa diciendo,
Mientras
que Matisse había recurrido a una larga tradición de la pintura europea -desde
Giorgione , Poussin y Watteau hasta Ingres , Cézanne y Gauguin- para crear una
versión moderna de un paraíso pastoral en Le bonheur de vivre , Picasso había
recurrido a una tradición alienígena de arte primitivo para crear en Les
Demoiselles un inframundo de dioses extraños y emociones violentas. Como entre
las ninfas mitológicas de Le bonheur de vivre y las grotescas efigies de Les
Demoiselles, no había duda de cuál era la más impactante o más destinada a ser
impactante. Picasso había desatado una veta de sentimientos que iba a tener
consecuencias inmensas para el arte y la cultura de la era moderna, mientras
que la ambición de Matisse llegó a parecer, como dijo en sus Notas de un
pintor, limitada más limitada , es decir, al reino de placer estético. Así se
abrió, en la primera década del siglo y en el trabajo de sus dos mejores
artistas, el abismo que ha continuado dividiendo el arte de la era moderna
hasta nuestros días".
Se ha argumentado que
la pintura fue una reacción a Le bonheur de vivre y Blue Nude de
Henri Matisse.
En
otoño de 1906 ya empezaba el camino hacia Les demoiselles para
convertirse en el señor de la vanguardia. Hacia marzo de 1907 realiza la
primera composición general de un estudio para Les demoiselles
conservado en Basilea (Suiza) de formas muy redondeadas y con una escena de
burdel. Otro de estos dibujos se conserva en Philadelphia, donde Picasso
modificó profundamente el contenido y la forma: ya es una composición de cinco
mujeres de rasgos angulosos.
En
julio 1907 realiza la pintura en su versión actual, tras alrededor de 800
bocetos propios, nueve meses de concentrado trabajo que daría al traste con su
relación con Fernande, que le distraía. Ya vemos una obra sistemáticamente
trabajada en un proceso totalmente racional y que sorprende por las labores
preparativas. Más tarde el propio Picasso explicaría que se inspiró en un
burdel de Barcelona, de la calle d’ Avinyó, de ahí su nombre. La investigación
de sus estudios nos permite distinguir entre la fase formal y la fase temática,
aunque a veces concurren paralelamente o en síntesis, se en combinadas ambas
fases del desarrollo.
La
fase formal quiere desarrollar un lenguaje con la misma capacidad de imitación
de la naturaleza, pero lo suficiente para ser comprendida como representación:
implica una mínima cantidad de elementos naturales para ser reconocidos. Hay un
dominio plástico que pone de relieve la autonomía del arte y que evita caer en
la abstracción, manteniéndose un vínculo pequeño pero imprescindible.
Además,
juega con el cuerpo humano (influencias de Matisse, Derain, Cézanne) y hay una
tendencia a simplificar para alejarse de la naturaleza pero sin perder el
carácter representativo, que parecerá convencional. Hay un sombreado para dar
volumen, unas líneas muy marcadas para representar el tabique nasal, etc.,
ofreciendo una impresión más plástica, más alejada de la realidad con estas
líneas.
Picasso no ponía casi nunca título a sus
cuadros hasta bien pasado el tiempo, a veces hasta dos años después de ser
pintado. En el caso de esta obra ocurrió lo mismo, cuando Picasso presentó la
obra a sus amigos era una obra sin título. No hay datos fidedignos y escritos
sobre esta cuestión pero se cree que fue su amigo Apollinaire quien le dio el
título de El burdel filosófico y después André Salmon lo llamó Les
demoiselles d'Avinyó, una calle de Barcelona, en la que había prostíbulos.
Salvo aquellos amigos, nadie conocía tal calle y pronto empezó a confundirse el
nombre de Avinyó con el nombre de la ciudad francesa de Avignon. Cuando por
fin el cuadro se presentó con título fue con el de Les demoiselles d’Avignon
y así ha llegado hasta el tiempo actual.
Todos aquellos amigos (un grupo muy reducido) a
quienes Picasso enseñó el cuadro en privado coincidieron en sus comentarios
sobre el gran impacto que les produjo. Hubo asombro y también burla. Picasso lo
enseñó y lo guardó hasta que en 1916 (nueve años más tarde) fue expuesto.
Trascurridos otros ocho años, Picasso lo vendió por un precio no muy elevado.
Aunque Les Demoiselles tuvo una enorme y
profunda influencia en el arte moderno, su impacto no fue inmediato, y la pintura
permaneció en el estudio de Picasso durante muchos años. Al principio, solo el círculo íntimo de artistas, traficantes,
coleccionistas y amigos de Picasso conocía el trabajo. Mientras que muchos se sorprendieron y algunos se indignaron,
personas influyentes como Georges Braque y Daniel-Henry Kahnweiler fueron el
apoyo. Poco después del final del verano de
1907, Picasso y su amante de toda la vida Fernande Olivier (1881-1966) tuvieron
una separación de los caminos. La pintura de las
dos cabezas en la extrema derecha de Les Demoiselles alimentó la
especulación de que era una indicación de la división entre Picasso y Olivier.
Aunque luego se reunieron por un período, la relación
terminó en 1912.
Les Demoiselles no se exhibiría hasta 1916, y no fue ampliamente reconocido como un logro
revolucionario hasta principios de la década de 1920, cuando André Breton
(1896-1966) publicó la obra. Richardson continúa diciendo que Henri Matisse se estaba enojando al ver a
las Demoiselles en el estudio de Picasso.
Se hizo saber que
consideraba la pintura como un intento de ridiculizar el movimiento moderno;
estaba indignado de encontrar su sensacional Desnudo azul, por no hablar
de alegría de vivir, superado por putas "horribles" de
Picasso. Se comprometió a conseguir incluso hacer que Picasso le pidiera
misericordia. Al igual que la alegría de vivir se había alimentado la
competitividad de Picasso, Les Demoiselles ahora alimentada Matisse.
Entre el círculo
cerrado de amigos de Picasso y colegas había una mezcla de opiniones sobre las Señoritas.
Georges Braque y André Derain estuvieron inicialmente un tanto preocupados porque eran el apoyo de
Picasso. De acuerdo con William Rubin, dos de los amigos de Picasso, el crítico
de arte André Salmon y el pintor Ardengo Soffici (1879-1964), fueron
entusiastas al respecto, mientras que Guillaume Apollinaire (1880-1918) no lo
era. Tanto el distribuidor de arte Wilhelm Uhde (1874-1947), y el marchante
Daniel-Henry Kahnweiler sin embargo eran más entusiastas acerca de la pintura.
De acuerdo con
Kahnweiler las Señoritas fue el inicio del cubismo. El escribe:
A principios de 1907 Picasso empezó una gran pintura
extraña que representan mujeres, frutas y cortinas, que dejó inacabada. No se puede
llamar de otra sin terminar, a pesar de que representa un largo período de
trabajo. Comenzado en el espíritu de las obras de 1906, que contiene una
sección en los esfuerzos de 1907 y por lo tanto no constituye un todo
unificado.
Los desnudos, con ojos
grandes y tranquilos, están rígidas, como maniquíes. Sus cuerpos redondos,
rígidas son de color carne, blanco y negro. Ese es el estilo de 1906.
En el primer plano, sin
embargo, ajeno al estilo del resto de la pintura, aparecerá una figura que se
agacha y un plato de fruta. Estas formas se dibujan angularmente, no modelada
rotundamente en claroscuro. Los colores son el azul delicioso, estridente
amarillo, junto al blanco puro y negro. Este es el comienzo del cubismo, el
primer aumento, un choque titánico desesperada con todos los problemas a la
vez. (Kahweiler, 1920)
Del 16 al 31 de julio de 1916 Las señoritas
se expuso al público por primera vez en el Salon d'Antin, una exposición
organizada por André Salmon titulado L'Art moderne en France. El espacio
de exposición en 26 rue d'Antin fue prestado por el famoso modisto y
coleccionista de arte Paul Poiret. Cuanto mayor sea Salón de Otoño y el Salón
de los Independientes había sido cerrada debido a la Primera Guerra Mundial,
haciendo de esta la única exposición cubistas en Francia desde 1914. El 23 de
julio de 1916 con varias revisiones fue publicada en Le Cri de París:
Los
cubistas no están a la espera para la guerra para terminar de reanudar las
hostilidades contra el sentido común. Ellos están exhibiendo en las mujeres
desnudas Galerie Poiret cuyas partes dispersas están representados en las
cuatro esquinas de la tela: aquí un ojo, hay una oreja, de ahí una mano, un pie
en la parte superior, una boca abajo. M. Picasso, su líder, es posiblemente el
menos desaliñado del lote. Ha pintado, o más bien embadurnado, cinco mujeres
que son, a decir la verdad, toda hackeadas, y sin embargo, sus extremidades se
las arreglan para mantenerse juntas. Tienen, además, caras porcinas con ojos
vagando por negligencia, por encima de sus oídos.
Un arte-amante entusiasta ofreció el artista
20.000 francos por esta obra maestra. Picasso quería más. El amante del arte no
insistió.
Picasso se refirió a su única entrada en el
Salon d'Antin como su burdel de pintura llamándolo Le Bordel de Aviñón,
pero André Salmon retitulado que Las señoritas de Avignon con el fin de
disminuir su impacto sobre la escandalosa pública. Picasso nunca le gustó el
título, sin embargo, prefiriendo "Las chicas de Avignon", pero el
título de salmón atrapado.
La única vez que la pintura podría haber sido
expuesta al público antes de una actuación de 1937 en Nueva York fue en 1918,
en una exposición dedicada a Picasso y Matisse en la galería Paul Guillaume, en
París, aunque existe muy poca información sobre esta exposición o la presencia
(si en todos) de Les Demoiselles .
Posteriormente, la pintura se enrolló y se
mantuvo con Picasso hasta 1924 cuando, con urgencia y la ayuda de Breton y
Louis Aragon (1897-1982), lo vendió al diseñador Jacques Doucet (1853-1929),
por 25.000 francos.
Interpretación
Picasso dibujó cada una de las figuras en Les
Demoiselles diferente. La mujer que tira de la cortina en la parte superior
derecha se representa con pintura pesada. Compuesta de afiladas formas
geométricas, su cabeza es la más estrictamente cubista de los cinco. La cortina
parece mezclarse parcialmente en su cuerpo. La cabeza cubista de la figura
agachada (inferior derecha) se sometió al menos a dos revisiones de una figura Ibérica
a su estado actual. Ella también parece haber sido elaborada a partir de dos
perspectivas diferentes a la vez, la creación de una figura retorcida confusa.
La mujer encima de ella es bastante viril, con una cara oscura y el pecho
cuadrado. Todo el cuadro es de un estilo de dos dimensiones, con una
perspectiva abandonado.
Detalle de la
figura de la parte superior derecha
Detalle de la figura de la derecha
más baja
Gran parte del debate crítico que ha tenido
lugar en los últimos años se centra en intentar dar cuenta de esta
multiplicidad de estilos dentro de la obra. La comprensión dominante durante
más de cinco décadas, abrazado sobre todo por Alfred Barr, el primer director
del Museo de Arte Moderno de la ciudad de Nueva York y organizador de grandes
retrospectivas de carrera para el artista, se ha visto que se puede interpretar
como evidencia de una transición periodo en el arte de Picasso, un esfuerzo por
conectar su trabajo anterior al cubismo, el estilo que ayudaría a inventar y
desarrollar en los próximos cinco o seis años.
El crítico de arte John Berger, en su polémica
biografía 1965 El éxito y el fracaso de Picasso, interpreta señoritas de
Avignon como la provocación que llevó al cubismo:
Mitigado por la insolencia de arte tanto
reciente, es probable que la tendencia a subestimar la brutalidad de la
señoritas de Avignon. Todos sus amigos que lo vieron en su estudio fueron
sorprendidos en un primer momento por el mismo. Y que estaba destinado a los golpes...
Un burdel no puede en sí mismo ser chocante.
Pero las mujeres pintadas y sin encanto o la tristeza, sin ironía o el
comentario social, las mujeres pintadas como las estacas de una empalizada a
través de los ojos que miran como si la muerte - que es impactante. E
igualmente el método de la pintura. El propio Picasso ha dicho que él fue
influenciado en su momento por la escultura arcaica española (Ibérica). Él
también fue influenciado - sobre todo en las dos cabezas de la derecha - por
las máscaras africanas... aquí parece que las citas de Picasso son simples,
directos y emocional. No es en absoluto preocupado por los problemas formales.
Las dislocaciones en esta imagen son el resultado de la agresión, no la
estética; es lo más cercano que se puede conseguir en una pintura de un atropello...
Subrayo el aspecto violento e iconoclasta de
esta pintura, ya que por lo general se consagró como el gran ejercicio formal
que fue el punto de partida del cubismo. Fue el punto de partida del cubismo,
en la medida en que llevó a Braque a comenzar a pintar a finales de año su
propia respuesta mucho más formal para las señoritas de Avignon... sin embargo,
si hubiera sido abandonado a sí mismo, esta imagen nunca habría llevado a
Picasso al cubismo o a cualquier manera de pintar remotamente que se le parezca...
Sin embargo, lo hizo provocar el comienzo del
gran período de excepción en la vida de Picasso. Nadie puede saber exactamente
cómo el cambio se inició dentro de Picasso. Sólo podemos observar los
resultados. Las señoritas de Aviñón, a diferencia de cualquier pintura anterior
de Picasso, no ofrece pruebas de habilidad. Por el contrario, es torpe, exceso
de trabajo, sin terminar. Es como si su furia en la pintura era tan grande que
destruyó sus dones.
En 1972, el crítico de arte Leo Steinberg en su
ensayo El Burdel Filosófico postula una explicación completamente diferente
para la amplia gama de atributos estilísticos. El uso de los bocetos -que
anteriores habían sido ignorados por la mayoría de los críticos-argumentó que
lejos de pruebas de un artista de someterse a una metamorfosis estilística
rápida, la variedad de estilos puede leerse como un intento deliberado, un plan
de cuidado, para capturar la mirada del espectador. Se observa que las cinco
mujeres todas parecen extrañamente desconectadas, de hecho completamente
inconscientes una de la otra. Por el contrario, se centran exclusivamente en el
espectador, sus estilos divergentes solamente la promoción de la intensidad de
su mirada.
Los primeros bocetos cuentan con dos hombres en
el interior del burdel; un marinero y un estudiante de medicina (que a menudo
se representa con un libro o un cráneo, y otros a leen la pintura como un
memento mori, un recordatorio de la muerte). Un rastro de su presencia en una
mesa en el centro: el borde que sobresale de una mesa cerca de la parte
inferior del lienzo. El espectador, argumenta Steinberg, ha llegado a sustituir
a los hombres sentados, obligados a enfrentarse a la mirada de las prostitutas
de frente, invocando lecturas mucho más complejas que una alegoría simple o la
lectura autobiográfica que trata de entender el trabajo en relación con la
propia historia de Picasso con la mujer. Un mundo de significados Entonces se
hace posible, lo que sugiere la obra como una meditación sobre el peligro del
sexo, el "trauma de la mirada" (para usar una frase de Rosalind
Krauss), y la amenaza de la violencia inherente a la escena y las relaciones
sexuales en general.
De acuerdo con Steinberg, la mirada invertida,
es decir, el hecho de que las figuras miran directamente al espectador, así
como la idea de la mujer dueña de sí misma, ya no existe únicamente para el
placer de la mirada masculina, puede remontarse a Manet 's Olympia de 1863.
William Rubin (1927-2006), el ex director del Departamento de Pintura y
Escultura en el MoMA escribió que "Steinberg fue el primer escritor en
enfrentarse con el tema sexual de las Demoiselles".
Pocos años después de escribir El Burdel
Filosófico, Steinberg escribió más acerca de la naturaleza revolucionaria de las
Señoritas:
Picasso decidió
deshacer las continuidades de la forma que el arte occidental había tomado
tanto tiempo y dado por sentado. La famosa ruptura estilística resultó ser
simplemente una consumación. Las coherencias artificiales de arte figurativo -
las unidades fingidas de tiempo y lugar, las consistencias estilísticas - todas
fueron declaradas ficticias.
En éste trabajo Picasso descubrió que las
demandas de discontinuidad se podrían cumplir en múltiples niveles: mediante la
escisión de carne representada; por cambios bruscos de vista; y por un cambio
de estilo repentino en el clímax. Por último, se encontró el staccato
insistente de la presentación de intensificar la dirección de la imagen y la
carga simbólica: el espectador, en lugar de observar una habitación de putas descansando, está dirigido desde
todos los lados. Hasta el momento de suprimir el sujeto, el modo de
organización aumenta su erotismo flagrante.
Al final del primer volumen de su (hasta ahora)
biografía en tres volúmenes: una vida de Picasso. The Prodigy, 1881-1906, John
Richardson comenta las Señoritas. Richardson dice:
Es en este punto, al comienzo de 1907, que
propongo para llevar este primer volumen a su fin. El artista de 25 años de
edad, Picasso trata de evocar un quinteto de dionisíacas Las Demoiselles en su
nuevo y enorme lienzo. La ejecución de esta pintura haría un clímax dramático a
estas páginas. Sin embargo, ello implicaría que gran obra revolucionaria de
Picasso constituye una conclusión a todo lo que ha pasado antes. No es asi. Por
todo lo que las Demoiselles tiene sus
raíces en el pasado de Picasso, por no hablar de precursores tales como las
edades de hierro ibéricas , El Greco, Gauguin y Cézanne, que es esencialmente
un principio: la pintura más innovadora desde Giotto. Como veremos en el siguiente
volumen, se estableció una nueva sintaxis pictórica; que permitió a la gente a
percibir las cosas con ojos nuevos, nuevas mentes, nueva conciencia. Las
señoritas de Avignon es la primera obra maestra del siglo 20 de manera
inequívoca, un detonador principal del movimiento moderno, la piedra angular
del arte del siglo 20. Para Picasso también sería un rito de paso: lo que llamó
un exorcismo'. Se despejó el camino para el cubismo. Asimismo expulsó demonios
del artista. Más tarde, estos demonios volverían y requieren más exorcismo.
Para la próxima década, sin embargo, Picasso se sentiría tan libre y creativo,
y 'como exceso de trabajo' como Dios.
Forma sobre el contenido
Leo Steinberg en 1988 en su texto "El
Burdel Filosófico", cita a partir de una fuente no citada que puede dar
una idea con respecto a la intención de Picasso en la creación y el contexto de
señoritas de Avignon. Citando un New Yorker en el anonimato, pero bien
informado, Steinberg sugiere que "en 1907 Picasso había contraído VD, y
pintó Las Demoiselles para desahogar su rabia contra las mujeres". Esta
suposición puede ser reforzada en la referencia del artista a la obra como
"Mi primer exorcismo-pintura". En 1965, el crítico británico John
Berger sugirió que Picasso, durante sus primeros años en París,
"probablemente sufría de enfermedades venéreas y estaba obsesionado por
ella". Luego, en su Picasso: El arte como Autobiografía, María Gedo
justifica la sospecha de Berger (teoría confirmada por Françoise Gilot). Por
consiguiente, se interpretó gran parte de la evolución y el carácter final de
las señoritas a la luz de la historia clínica del artista y la consiguiente
ambivalencia hacia las mujeres. Mientras que los críticos tales como Alfred H.
Barr Jr. preferirían que el trabajo se discutirá en cualidades puramente
formalistas, Edwin Mullins afirma que el efecto de las infecciones de
transmisión sexual no puede ser tan fácilmente pasarse por alto y que aunque
éstos no son" experiencias actuales de arte, que se encuentran entre las
experiencias qué, y para el cual, el arte se ha hecho - y sin el cual no se
habría hecho una gran cantidad de arte en absoluto". Carol Duncan en su
artículo de 1973 "La virilidad y la dominación temprana en la pintura del
siglo XX Vanguard" establece que:
"No
hace falta pintar de esta década se articula mejor la dicotomía
masculino-femenino y la experiencia ambivalencia hombres antes de que ... ¿Qué
es tan notable acerca de este trabajo es la forma en que se manifiesta la base
estructural que subyace tanto a la mujer fatal y la nueva mujer primitiva.
Picasso. Pero no sólo de combinarlas en una sola imagen horrible, que dragar la
vista de su psique a la bestia aterradora y fascinante que dio a luz a dos de
ellos el Demoiselles refleja prismática sus muchas caras opuestas: puta y
deidad, decadentes y salvajes, tentadoras y de repulsión, impresionante y
obsceno, amenazante y en cuclillas, enmascarado y desnudo, amenazando e
impotente."
Estas fuentes en estrecha conexión entre sí
sugieren que la representación de las mujeres en la era post-moderna puede
estar más estrechamente vinculado a la propagación de enfermedades de
transmisión sexual, que algunos individuos e instituciones dentro del mundo del
arte desean reconocer. Para citar Edwin Mullins en la bruja pintado (1985)
"Un día alguien va a tener el mundo
del arte para llegar a sus sales de olor con un estudio de los efectos de la
enfermedad en la realización del arte."
Steinberg rechazó muchas de las opiniones de Barr que favoreció que Las señoritas de
Avignon podría reducirse a una composición figura estrictamente formal. En
particular, que Barr argumentó que el observador intelectual aborde el trabajo
para verlo en cualidades estrictamente formales: el trabajo era un triunfo de
la forma sobre el contenido; verlo con la inteligencia era ver que resuelve en
energías abstractas. Metodología de abordar la obra de Picasso de Barr no fue
desafiado fundamentalmente hasta el artículo de Leo Steinberg. Steinberg
consideró que en 1988 este método de la crítica se ha transformado desde la
crítica a cliché y que reducir el trabajo a una composición figura puramente
formal haría un mero precursor de lo que vendrá. Picasso había abandonado de
hecho el memento morialegoría, pero no las temáticas sexuales de la
pintura. Anna C. Chave por ejemplo, en "New Encuentros con Les Demoiselles
d'Avignon: sexo, raza, y los orígenes de cubismo" direcciones que el
trabajo había llegado a entenderse para marcar o incluso a haber precipitado la
desaparición de la viejo orden visual y el advenimiento de lo nuevo. Un acto
trascendental de la destrucción, la pintura también se entiende como uno de
creación. Designado el primer cuadro cubista "la señal para la revolución
cubista" en su desmantelamiento de pleno derecho de las convenciones de
representación de la pintura está ahora más libremente considera una
recaudación de cortina o gatillo para cubismo. Otros habían tirado
desencadenantes cruciales antes de Picasso. Cuando Baudelaire dijo Manet,
"Usted es sólo el primero de la decrepitud de su arte", que se
refiere a la imagen escandalosamente franca de una cortesana, Olympia (Manet),
dictada con plenitud sorprendente en 1865. Por lo demás, un comprimido o
comprometida forma femenina, a menudo la de prostituta o mujer fatal, vendría a
servir casi como un avatar de la modernidad'. Picasso, a menudo levantado la
imaginería del léxico del arte europeo y volviendo a visitar las obras,
sacudido al espectador a reaccionar a ella de nuevo.” Si la desintegración de
las grandes tradiciones de la pintura ya se pudo detectar en Olympia, la
evidencia de que la decrepitud era claramente mucho más avanzada en Señoritas.
Y en la medida en que exige el estilo noción unificada, y por lo tanto la
posibilidad de acabado, en tela de juicio, los aspectos de la ruptura de la
pintura lo hizo sirven al propósito de significar un momento de ruptura
particularmente bien. La evolución del cubismo fue impulsado por una
realización de "lo convencional en lugar de la naturaleza de la
representación imitativa", como profesor de historia del arte Christine
Poggi lo expresa de manera sucinta; y el corolario de esta realización fue
"que el estilo puede ser una especie de máscara, para ser llevado a
voluntad", por lo que "no había ninguna razón para observar la ley de
la unidad".
¿Tenían que ser putas?
El empleo de la hembra privadas de sus derechos
como icono visual en el mundo del arte es un hecho que los críticos feministas
han diagnosticado, como las pruebas de la vanguardia de los límites culturales,
donde el cuerpo de la mujer, como un síntoma de un régimen visual en el que
"la mujer" sirve como "el mismo suelo de la representación, a la
vez objeto y el apoyo de un deseo que, íntimamente ligado con el poder y la
creatividad, es la fuerza motriz de la cultura y la historia". La capacidad de los
artistas masculinos para formar nuevos modos expresivos de la representación
llena de potencia dinámica no es un nuevo concepto dentro de la historia del
arte; Duncan, en particular, enfatiza y expone la relación entre los historiadores
del arte y los pintores de vanguardia de la era post moderna en que los
historiadores del arte subrayar la idea: “que el arte de vanguardia se compone
de tantos movimientos de libertad artística individual, una libertad de
manifiesto en la capacidad del artista para la innovación” y en esta libertad
tanto artista e historiador son liberados para analizar y construir el trabajo
en una estructura más amplia, sin reconocer las limitaciones sociales y las
responsabilidades del pasado y su impacto en la sociedad contemporánea. Duncan
pregunta ¿De dónde surgen de esta innovación? Es completamente desmotivado? ¿Un
regalo de Dios? Nunca sabremos. Picasso en la discusión del trabajo a menudo
era resistente a reconocer ningún tipo de orientación en su contexto;
favoreciendo en cambio para hacer frente de una manera que iban desde vaga,
humorística y sarcástica. Por ejemplo, cuando “habla a Kahnweiler en diciembre
de 1933, Picasso recordó los chistes que él y sus amigos muy de moda las
mujeres en el cuadro Las señoritas, la identificación de uno de ellos como la
novia de Picasso, Fernande, otro como Marie Laurencin, un tercio de la abuela
de su amigo poeta Max Jacob-"todo ello en un burdel en Aviñón!”.
Picasso en la elección de su tema con la intención
de crear un nuevo lenguaje visual como dirigida por Barr que "El
Demoiselles es una imagen de transición, un laboratorio o, mejor, un campo de
batalla de juicio y experiencia, pero también es una obra de formidable,
potencia dinámica sin igual en el arte europeo de su tiempo"¿el trabajo
tiene que ser una representación de putas? ¿No podrían los efectos
Proto-cubistas descritos anteriormente se han logrado con la misma facilidad
con un elenco de jugadores de cartas?”. De acuerdo con diversas fuentes críticas
tales como Steinberg, Chave, Mullins, Rubins y otros críticos de Señoritas la
respuesta es no. Tenían que ser prostitutas. Si el espectador es capaz de
entender completamente el efecto inquietante creado por Picasso en su visión de
la obra, esta reconfiguración del poder sólo podría haber sido realizada por el
papel de la mujer o como marcado por Edwin Mullins; Devoradores de hombres.
Esto se debe a la entidad de la mujer existentes como la encarnación simbólica
de la naturaleza en su belleza y ferocidad de existir en contraste y fuera de
las estructuras hegemónicas creados por el hombre. Como tal, una imagen de una
mujer peligrosa es de gran alcance, ya que es el icono de los terrores más
íntimos de un hombre.” Como, la mujer es una criatura que amenaza con usurpar
el poder y el control de su contraparte masculina a través del empleo de su
sexo; descrito por Freud como angustia de castración. La ansiedad presente en
Les Demoiselles presume que prácticamente todos crítico que se ha ocupado de
Señoritas espectador previsto de la imagen es de sexo masculino y heterosexual.
Como convencionalmente, tanto el acto de la pintura y el de visualización han
sido descritos como actos fálicos, actos de penetración se realiza en ese
receptáculo pasivo, el campo en blanco de la tela y el crítico Jean Clair
proclamado una vez sucintamente, "la mirada es la construcción del ojo.
"' tales metáforas y la presunción general de la penetración como un tropo
para conocer implícitamente excluye la artista femenina y el espectador, como
tal y desde un punto de vista machista, el trabajo se puede leer como una
historia de terror, pero a partir de una feminista que podría ser, por el
contrario, una fábula o incluso un buen augurio de la venganza ganado contra la
tiranía masculina.
El trauma de la mirada
El análisis freudiano es un paso bastante
reciente en la literatura dedicada a la pintura. Varios escenarios
psicoanalíticos que se ocupan de la “escena primaria” y el “complejo de
castración” se aplican sorprendentemente bien a las señoritas de Avignon. Nos
ayudan a entender tanto la supresión de la alegoría “memento mori” y la
brutalidad de la imagen terminada. De acuerdo con Sigmund Freud las figuras del
cuerpo femenino en la fantasía masculina se asignan como un cuerpo castrado, las
señoritas no se limitan a representar una figura de la impotencia; más bien, la
mujer se convierte en fálica a través de su asociación con esta energía
poderosa fantasmática. Como Steinberg y otros los ven, las demoiselles de
Picasso son eminentemente fálico: la segunda prostituta de izquierda
"llega como un proyectil"; el que está en el centro es "un pilar
desnudo"; la figura agachada a la derecha evoca "un títere"; y
todas las mujeres "puestas en marcha como marionetas.” Para construir la
figura femenina como un falo es, en términos freudianos, una estrategia
fetichista, un gesto a la vez del reconocimiento y la negación del hecho
alarmante de que las mujeres no tienen penes. Numerosos críticos han enmarcado
acto de Picasso en la creación de Señoritas en términos relacionados, como una
estratagema de auto-ministerio de exorcizar sus demonios ""privado su
temor de las mujeres y otros. "Mi primer exorcismo-pintura," el
artista llamó una vez a la imagen, en una declaración citada a menudo. Los
demonios dentro de la obra, sin embargo representados son meros fisiones de
peligro. Como, las imágenes presentadas son meramente pinturas sobre lienzo y
en lugar de poner al espectador en riesgo de daño físico les permiten hacer
frente a su ansiedad dentro del espacio de la galería desinfectados. breve
texto de Freud la cabeza de la medusa con toda su multitud de significados -
Incluyendo la noción de que la cabeza de la medusa es el órgano sexual femenino
- la vista de que despierta la angustia de castración en el varón joven; la
edad im de la castración en sí (decapitación); y la negación de la castración,
por un lado, por la multiplicación de los penes (el pelo se compone de
serpientes) y, por otro, por su poder de convertir el espectro de piedra, en
otras palabras, en un erecto, aunque muerto, falo.
El libro de 1994 Las señoritas de Avignon
por William Rubin, Helene Seckel y Cousins Judith representa un análisis en
profundidad de la obra y su génesis. Rubin sugiere que algunas de las caras de
la figura simbolizan las desfiguraciones de la sífilis, y que la pintura fue
creada a raíz de una serie de visitas de burdeles de Picasso, que luego fue
separado temporalmente de su amante Fernande Olivier. Rubin interpreta la
pintura como expresión del artista ateísmo, su disposición a arriesgar la
anarquía por la libertad, el miedo a la enfermedad y la enfermedad, y, con
mayor fuerza, 'su profundo miedo y repugnancia del cuerpo femenino, que existía
al lado del otro con su ansia de éxtasis y la idealización de ella'.
Compra
Jacques Doucet había visto la pintura en el
Salon d'Antin, sin embargo, parece haber comprado las Señoritas sin
pedir a Picasso poder verlo de nuevo en
su estudio. André Breton describirá más adelante la transacción:
Recuerdo
el día en que compró la pintura de Picasso, que por extraño que pueda parecer,
parecía estar intimidado por Doucet e incluso no ofreció resistencia cuando el
precio se fijó en 25.000 francos: "Pues bien, estamos de acuerdo, M.
Picasso". Doucet luego dijo: "Recibiréis 2.000 francos por mes, a
partir del próximo mes, hasta que se alcanza la suma de 25.000 francos.
John Richardson cita Bretón en una carta a Doucet
sobre las Señoritas de escritura:
A través de ella se penetra directamente en el núcleo
de laboratorio de Picasso y porque es el quid del drama, el centro de todos los
conflictos que Picasso ha dado lugar a, y que durarán para siempre .... Se
trata de una obra que en mi opinión trasciende la pintura; es el teatro de todo
lo que ha ocurrido en los últimos 50 años.
En última instancia, parece que Doucet pagó 30.000
francos, más que el precio acordado. Unos meses después de la compra Doucet
tenía la pintura de tasación entre 250.000 y 300.000 francos. Richardson
especula que Picasso, que en 1924 estaba en la cima del mundo del arte y no
tenía que vender la pintura a Doucet, lo hizo y en ese precio bajo porque
Doucet prometió que las Señoritas iría a la lumbrera en su testamento.
Sin embargo, después Doucet murió en 1929 no salió de la pintura a la lumbrera
en su voluntad, y se vendió como la mayor parte de la colección Doucet a través
de distribuidores privados.
En noviembre de 1937, el Jacques Seligman & Co.
galería de arte en la ciudad de Nueva York organizó una exposición titulada
"20 años en la evolución de Picasso, 1903-1923" que incluía las Señoritas.
El Museo de Arte Moderno adquirió la pintura por $ 24.000.
El Museo de Arte Moderno de la Ciudad de Nueva York montó
una importante exposición de Picasso el 15 de noviembre 1939 que se mantuvo a
la vista hasta el 7 de enero de 1940. La exposición titulada: Picasso: 40
años de su arte, fue organizada por Alfred H. Barr (1902-81), en
colaboración con el Instituto de Arte de Chicago. La muestra contenía 344
obras, incluyendo el principal y luego recién pintado Guernica y sus
estudios, así como señoritas.
Legado
En julio de 2007, la
revista Newsweek publicó un artículo de dos páginas sobre señoritas de
Avignon y lo describió como "la obra más influyente del arte de los
últimos 100 años". El crítico de
arte Holland Cotter argumentó que Picasso "cambió la historia con este
trabajo. Se había reemplazado el ideal benigna del desnudo clásico con una
nueva raza de seres sexualmente armados y peligrosos."
Pablo
Picasso, Cabeza de una mujer durmiente (Estudio de desnudo con la pañería),
1907, óleo sobre lienzo, 61,4 x 47,6 cm, el Museo de Arte Moderno, Nueva York
Busto de mujer o marino, 1907, Pablo
Picasso
En
Busto de mujer o marino presentará una composición a base de líneas
rectas y curvas, rayados, etc. Es más pintura que representación. Picasso
ensaya con la composición, con los elementos y la contraposición de superficies
claras y oscuras, y realiza el rostro mediante contrastes de colores básicos
pero sin gradaciones, extrañas a la realidad del objeto que lo hacen muy
plástico, no natural, lo que recuerda al Retrato de Madame Moitessier de
Ingres.
Retrato
de Madame Moitessier, 1856, Dominique Ingres
Tras
tanta experimentación en Les demoiselles se reúne el resultado de todos
estos bocetos reunidos. Cada rostro es un elemento aislado de muestrario,
obteniendo una grandísima variedad. Una intensa investigación le lleva a una
síntesis de elementos de representación plástica. Todo queda confinado dentro
del lienzo, no sale nada, es completamente cerrado. Las líneas blancas dan
espacio, aunque es un espacio claustrofóbico, sin aire.
En
Las señoritas vemos un ensamblaje de tres bandos verticales que se ensanchan
hacia la derecha. Al centro vemos una naturaleza muerta que sirve de nexo de
unión entre los distintos puntos, acentuando el eje central y repitiendo la
forma, vemos los brazos cruzados sobre la cabeza de la mujer marcando ese
triángulo invisible en relación con el bodegón. Es un ideal de orden estricto
en las normas del arte clásico que coloca a Picasso entre la ruptura y la
continuidad.
Otro
rasgo sería la renuncia a este ideal clásico en cuanto a perspectiva que
indique profundidad. Destaca el tratamiento dado a las figuras, que las vincula
a distintas visiones (frontales, laterales...), imposibles en la naturaleza. Se
define el grupo de mujeres con las líneas y los colores. Parece que posan
ofreciendo al espectador sus encantos. Picasso subraya el cuerpo femenino que
había servido de soporte en el arte clásico, a lo que se remite.
El
Greco, por otra parte, estaría también siempre presente en la obra de Picasso
como hemos visto, quien tuvo acceso también a su Visión del Apocalipsis
ya que por entonces el dueño era Ignacio Zuloaga, amigo pintor que la mostraría
al propio Picasso y a Rainer Maria Rilke, poeta alemán. Las señoritas
tendrá también referencias a esta obra, donde con ese modo sumamente plástico
de representar del Greco. Está pintada por facetaciones, como se ve en el paño
de una mujer que indica la transformación de la Venus de Milo y el tratamiento
de los cuerpos de forma antinatural.
Visión del Apocalipsis, 1608, El Greco
Por último resulta imprescindible mencionar la
influencia de la obra de Braque El gran desnudo, donde suprime el
apuntalamiento temático de la obra. Además, puede verse una posible influencia
del Juicio de Paris de Rubens, donde lo importante es el ideal de
belleza y su planteamiento, como si preguntase al espectador cuál de las tres
mujeres es más bella.
Gran desnudo, 1907 – 1908, Georges
Braque
Picasso marca el eje de la composición con una
flecha y pone a los pies de las figuras unas frutas a modo de bodegón. En los
desnudos lanza su propuesta a la pintura ilusionista a sus pies con ese
bodegón. Investigará así su propio proceso creativo buscando formas puramente
formales, y obtiene conclusiones que le permiten articular una nueva pintura en
obras de arte independientes, muy diferentes en ese período cubista maduro.
Los amigos de Picasso al ver la obra en el
taller la desaprueban por su actitud agresiva hacia los planteamientos de la
vanguardia parisina del momento: Picasso demuestra su desinterés por el
fauvismo y su respeto sacro hacia Cézanne. Deja claro su primitivismo,
invirtiendo la idea de felicidad en comunión con la naturaleza: sus figuras son
prácticamente monstruos, y acentuando el misterio y la magia de lo primitivo,
la exorcización de los males y la muerte, etc.
Por ahora Braque pinta aún a lo fauve y se
interesa por los volúmenes de Picasso, a quien visita en su taller y cinco
meses después pintará ese Gran desnudo en cuyo fondo y distorsión vemos
a Les demoiselles d’Avignon.
Braque sólo pinta de este modo cuando Picasso
le incita, que confiesa en sus obras ese valor de exorcización, fuerzas
poderosas de los espíritus de los antepasados y de los muertos recientes.
Quieren representar a ese espíritu. Entre 1907 y 1916 estarían Las señoritas
ocultas a la mirada de los demás en el taller del artista.
- Tras Les demoiselles d’Avignon
Picasso
titubea tras la realización de esta obra por la incomprensión generalizada,
pero consigue mantener y consolidar los pasos que ha dado con ella. En Mujer
del paño utiliza el rayado o estriado como elemento unificador de figura y
forma, y para dar volumen. Las luces claras y oscuras son sustituidas por esos
rayados, de los que más tarde intentará prescindir en su obra para aportar
volumen de otras maneras. Le influyen también los Bañistas de Cézanne, e
intenta romper la pared que supone el lienzo al realizar Bañistas en el
bosque, donde coloca a las figuras en muy diversas posturas para acentuar
su musculatura.
Amistad, 1907, Pablo Picasso
En
Amistad representa figuras femeninas solitarias y progresivamente irá
pintando parejas o tríos. El título lo puso el que fuese su primer propietario,
un coleccionista ruso, para mantener quizá el recuerdo de la homosexualidad de
Stein y Alice. A Picasso le interesa la construcción plástica que tanto tiene
que ver con la escultura africana en madera. Con un entrecruzamiento y una
fusión de cuerpos nos hace recordar las figuras duales en el mundo africano: el
desdoblamiento de la imagen y la fusión mediadora en su obra.
La danza de los velos (desnudo con paños), 1907, Pablo Picasso
En
Desnudo de pie se aprecia ya una geometrización total de la figura
humana modificando las proporciones naturales, aportando sensación de
hieratismo y fuerza de la representación de los antepasados africanos.
Tres mujeres, 1907 –
1908, Pablo Picasso
Por otro lado, en Las tres mujeres juega de
nuevo con la composición de un grupo femenino, haciendo notar la evolución
desde la escarificación o rayados tribales que provocan un endurecimiento de la
piel y por eso quedan a modo de dibujo o de rayados.
Hablando de la visita que efectuó al estudio de
Picasso en octubre de 1907, Gertrude Stein escribió: "Había en la
pared un enorme cuadro, una pintura extraña de luz y colores oscuros
(....) de un grupo grande y, junto a ella, otro cuadro buerdo de
un cromatismo pardo rojizo que mostraba tres mujeres en una pose
artificial; en resumidas cuentas, terrible".
A pesar de su poco halagador comentario del
cuadro, a comienzos de 1909, Gertrude Stein y su hermano Leo adquirieron
la versión definitiva de Tres mujeres (Trois femmes) de Picasso para
su colección común. El artista había comenzado a realizar pequeños esbozos
de la pintura, terminada a finales de 1908, nada más concluir Las
señoritas de Aviñón. Se trataba asimismo de una obra de gran formato que,
por sus tonos oscuros y su fraccionamiento en formas angulares de las
redondeces corporales, encontró incomprensión y rechazo entre los
contemporáneos del pintor.
La representación de los tres desnudos
femeninos es una clara referencia a Las Señoritas de Aviñón, cuando
realizado el año anterior. Los rostros de las mujeres, parecidos a
máscaras estilizadas, se anteponen a sus cabezas en mayor medida que
aquel. El rosa color carne, que subraya la desnudez en Las señoritas,
da paso esta vez a ocres oscuros, en una gama que abarca desde el negro hasta
el naranja claro. Con los ojos cerrados y las cabezas inclinadas, adoptan
una actitud de recogimiento o introversión que contrasta con su abierta
desnudez.
Aunque la realización de los cuerpos y los
rostros de las tres mujeres es mucho más tosca que en Las señoritas
de Aviñón , las figuras izquierda y central apuntan un
movimiento que hacen de este último un cuadro comparativamente estático
. El aspecto de cada uno de los personajes individuales, que en un
principio resultaba acartonado, da paso a poses de danza visto el cuadro
en su conjunto. La figura arrodillada de la izquierda y la que está
de pie en el centro cobijan a la de la derecha formando un semicírculo en
su actitud. El dinamismo resuelto de esta manera hace que las máscaras
cerradas sean la expresión de un trance en el que la percepción
externa cede ante la expresión de los sentimientos más íntimos traducidos
en movimientos.
El
volumen se convertirá en esa facetación de rayados, cambiando el tratamiento
formal. Otras obras que influyen a Picasso ahora son La toilette de
Derain y La femme de Braque, pero es ahora cuando Picasso adelanta a
Matisse y a Derain, descubriendo cómo Braque trabaja en su misma línea. Tras un
viaje a Horta del Ebro por estas fechas, Picasso saca fuerzas para subir otro
escalón y fragmentar las superficies y el espacio. Así iniciará un nuevo
estilo: el cubismo, que quedará subdividido a su vez en dos: cubismo analítico
y cubismo sintético.
Próximo Capítulo: Del cubismo analítico al cubismo sintético
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