Los
persas
Ciro y el Imperio persa aqueménida – La conquista de Egipto
y la expansión del Imperio persa – Instituciones y sociedad – La vida económica
– La religión y arte – En enfrentamiento con Grecia – La conquista de Alejandro
Magno.
Medos y persas:
Primer periodo: III
Milenio. Los pueblos prearios.
A lo largo del III milenio y a principios del
II vivían en la meseta de Irán diferentes culturas claramente diferenciadas
unas de otras. La cultura de Gorgán
abarcaba toda la zona este del mar Caspio. La cultura de Ghian entre el IV y III milenio y la cultura de Gudin, en el III milenio comprendía la
zona este de Lorestán. La cultura Yanik
comenzó en el este de Azerbaiyán pero se extendió hasta la zona central de la
meseta. En el sur, este y sureste de Irán vivían otras tres culturas en Fars, Sistán y Kermán respectivamente.
La cultura de Gorgán
Al noreste de la meseta iraní y al este del mar
Caspio se encontraba esta cultura que estaba compuesta por grupos humanos
locales y otros grupos que con mucha probabilidad procedían del oeste. Los
restos de este pueblo los podemos encontrar en los yacimientos de Shah Tappeh, Yurang Tappeh, Yarim Tappeh y
Darreh Gaz, entre otros lugares.
Esta cultura se extendió incluso hasta Tappeh Hesar, cerca de la actual
Damghan, junto a la meseta central, y los estratos históricos hallados en estos
lugares nos dice que estas culturas se asentaron allí entre el III y II milenio
a. C. Al parecer, las culturas de Tappeh Hesar y Yarim Tappeh desaparecieron a
la vez en el III milenio debido a la irrupción de tribus del este, pero el
resto de las mencionadas siguieron su vida normal sin ser perturbadas por
ningún evento de este tipo.
Las vasijas halladas pertenecientes a este
período están adornadas con líneas en relieves que se entrecruzan; se han
hallado cántaros, recipientes con pitorro y otros tipos de vasijas de diversas
formas destinadas a contener líquidos. Algunos de los recipientes hallados,
como por ejemplo, algunos fruteros con pie y botijos cilíndricos con pitorro,
no eran de arcilla sino de mármol. Por la cantidad de objetos de cobre hallados
en Gorgán se puede deducir que tenían fácil acceso a este metal, objetos como
hojas de puñales, martillos, hachas, alfileres, encontrados todos ellos en el
interior de tumbas. También utilizaban oro, plata y estaño para confeccionar
pequeños objetos y hacían uso de piedras preciosas para el diseño de joyas,
especialmente de anillos. El hallazgo de todo esto nos demuestra la inmensa
riqueza que había en la zona de Gorgán a mediados del III milenio.
Por otra parte, el diseño de muchos de
los objetos hallados en Gorgán nos demuestra que los habitantes tenían
relaciones con el valle del Indo al este (y quizás aún más lejos, con China),
y, por el oeste, con Anatolia y Mesopotamia. Una de las razones de estas
relaciones era la ubicación de Gorgán en medio de la ruta comercial que lleva
de Oriente a Occidente.
La cultura de Gorgán probablemente
desapareció en el 1900 o 1800 antes de nuestra era. Desde entonces, no sólo
dicha cultura sino todas las demás fueron desapareciendo paulatinamente siendo
la de Turan Teppeh la que más duró. La causa de la desaparición fue la
irrupción de las tribus nómadas arias procedentes de Asia Central, irrupciones
que traían consigo el arrasamiento de las ciudades pues a los nuevos inquilinos
les gustaba más la vida bajo las tiendas y al aire libre, lo mismo que dos mil
años después ocurriría con la invasión mongola. Estos nuevos intrusos
continuaron su marcha más hacia el sur, hacia lo que hoy día es la India. Teniendo
en cuenta de que las culturas Gorganíes de Tappeh Hesar y Yarim Tappeh eran las
zonas habitadas situadas más al este y que fueron las primeras en desaparecer,
se puede deducir mediante este hecho la ruta de entrada que escogieron los
arios para introducirse en Irán, es decir, desde Asia Central y por la zona más
oriental. En lo que a la ruta situada al oeste se refiere, se han hallado allí
vestigios que nos demuestran la relación habida entre las culturas indoeuropeas
de Irán con las de Anatolia, las islas del mar Egeo y Europa Central.
En el noroeste de Irán: la cultura de
Yanik
A mediados del III milenio a. C. tribus
procedentes del Cáucaso y del este de Anatolia hicieron entrada en Irán por el
oeste de Azerbaiyán y se extendieron en diferentes puntos de la geografía
iraní. Los vestigios más antiguos que se han hallado de estas tribus han sido
los desenterrados en Yanik Tappeh,
que son piezas de objetos de barro completamente diferentes a los de la cultura
de Gorgán. Los de Yanik Tappeh son vasijas toscas, hechas manualmente y con
boca cuadrada mientras que las de la cultura de Gorgán son finas y mejor
elaboradas. Las vasijas halladas en Yanik Tappeh pertenecientes al primer
período de la Era del Bronce tienen adornos geométricos en relieve cuyas oquedades
han sido rellenadas por una pasta blanca. En el segundo período de la Era del
Bronce, la marca de fuego sustituye al dibujo en relieve. El pueblo de la
cultura de Yanik ocupó toda la región que va desde el norte de Azerbaiyán hasta
la mitad del lago Urumiyeh.
En Yanik Tappeh se han encontrado hasta hoy 9
estratos donde se han desenterrado edificios de forma circular. La entrada de
estos edificios se encontraba en el tejado. La existencia de este tipo de
viviendas con otras similares encontradas en otros dos emplazamientos, como en
el Cáucaso (concretamente en Shengavit) y en Beth Yerah (Palestina) nos
demuestra lo dispersa que estaba la población en la Edad del Bronce por la
región de Asia Occidental.
Más tarde, durante lo que podríamos
calificar como el segundo período de la cultura de Yanik, las casas circulares
fueron sustituidas por casas cuadradas con una puerta en una de las fachadas.
En este tipo de viviendas se accedía al tejado por medio de una escalera.
Durante la segundad mitad de la Edad del Bronce, la cultura de Yanik fue
emigrando al sur a través de las montañas de Alvand hasta llegar a Hamadán,
donde podemos ver sus restos en diferentes yacimientos. También se han hallado
objetos de la cultura de Yanik Tappeh en zonas como Tappeh Ghian, en Nahavand y
en Malayer.
El año 2050 a. C. marca el final de esta
cultura. Tras la desaparición de la cultura Yanik aparece ya la alfarería
policromada, muy similar a la hallada en Anatolia. Este tipo de vasijas y
alfarería ha sido hallada en Guy Tappeh y pertenecen al período que va desde la
mitad del II milenio hasta la Edad del Hierro. Son botijos de cuello alto,
recipientes abombados con los bordes moldeados hacia fuera y cántaros redondos
de borde ancho, son grises y rojas y con dibujos marcados a fuego.
Otros yacimientos que pertenecen al mismo
período que la cultura de Yanik Tappeh es el de Hatvan Tappeh, cerca de la
ciudad de Salmas, con siete estratos, siendo el más antiguo uno perteneciente
al 2300 antes de nuestra era, y el más reciente de principios de la época
sasánida.
Período II. Elam
durante el Imperio Acadio
Los Elamitas, que se llamaban a sí mismos
Hatamtis, eran protagonistas de una avanzada y brillante civilización en el sur
de Persia, entre el cuarto y segundo milenio antes de Cristo. Era un pueblo de
origen asiánico y étnicamente nada tenían que ver con los iranios que llegaron
a la meseta iraní a mediados del II milenio a.C. Al parecer, los elamitas
tomaron la escritura de sus vecinos, los sumerios, aproximadamente en el 2800
a.C. Según se puede desprender de algunas inscripciones, como la hallada en la
ciudad de Reishahr, cerca de Bushehr (golfo Pérsico), esta civilización llegó a
dominar muchas zonas de lo que es hoy el sur y sureste de Persia, llegando a
poseer las regiones costeras de dicho golfo. La población elamita más
civilizada vivía en la ciudad de Susa y alrededores.
La primera vez que los elamitas son mencionados
en la historia fue cuando fueron atacados por el semita Sargón de Acad alrededor del siglo XXV o XXVI, que, a pesar de la
resistencia que ofrecieron liderados por su rey Luhhi-Ishshan, fueron finalmente derrotados por el poderoso rey
acadio. Después de éste, su hijo Hishep-Rashir
se aviene con los acadios y para mantener la paz le hace llegar un
tributo.
Escritura protoelamita.
A finales del reino de Sargón, los elamitas
fueron reprimidos por su hijo Rimush.
Éste es sucedido por Manishtusu que
también ataca el norte de Elam y se trae su rey arrastrado hasta colocarlo a
los pies del dios acadio Shamash.
Pero la derrota definitiva de los elamitas fue
llevada a cabo por el rey Naram-Sin,
sucesor de Manishtusu, que logró imponerse sobre los elamitas. En Susa
construye templos con ladrillos sellados con su nombre y es durante este
período cuando la influencia de la cultura y civilización acadias en Elam es
evidente. Naram-Sin es sucedido por Shar-Kali-Sharri,
quien también se declara rey de Acad. Tras su reinado, Acad se sume en la
anarquía y es devastado por los lulubíes.
El último rey elamita de este período es Puzur-Shushinak, cuya imagen podemos
ver en una estela guardada en el Museo de Louvre. Logró algunas victorias
pudiendo finalmente arrebatarles el poder que ejercían a los acadios en la
región, avanzando hasta Babilonia.
No tardaron en retroceder, pero a la vuelta de
las expediciones Puzur-Shushinak es nombrado rey. La gloria del dios elamita
Shushinak es ensalzada tras aquellas victorias, su templo es reedificado, los
músicos tocan mañana y tarde y se instaura el sacrificio de dos carneros
diarios en honor de su dios. La importancia de Puzur-Shushinak en la historia
de Elam es también debida a que es el único rey del que se conservan
inscripciones en caracteres protoelamitas, sistema que empleaba en sus
inscripciones junto al acadio. El reino de Puzur-Shushinak no perduró debido a
los ataques e incursiones de los lulubíes
y gutíes, dos poblaciones que vivían en los montes Zagros central y
septentrional y que hablaban lenguas emparentadas, tras lo cual la historia de
Elam permanece bajo el dominio de estos pueblos hasta que aparece lo que los
historiadores denominan III Dinastía de
Ur (2200 a.C.?).
Los Guti y la III
Dinastía de Ur
En Akkad, después de Sarkalisharri (2217- 2193
a .C.) Elam pasa a manos de los Guti (asiáticos del Zagros). Tuvieron al menos
20 reyes, y son expulsados por Utu-Hegal de Uruk (2123- 2113 a .C.). Años más
tarde, la III Dinastía de Ur inició su expansión hacia el Zagros y Elam con
Shulgi.
Alrededor del XXI-XXII a.C. Shulgi sucedió a su padre Ur-Nammu en
el trono. La política exterior de este nuevo rey es imperialista y decide
expandirse a los montes Zagros y más allá del Elam. Su reinado duró 50 años. En
lo que a Elam se refiere, durante su soberanía se convierte en una de las
provincias de su imperio.
Shulgi mandó edificar en Susa templos para sus
dioses Nashushinak y Ninhursag. En estos templos se han
hallado objetos valiosos y vajilla tanto de cobre como de barro y piedra. En
las excavaciones llevadas a cabo en Susa se han hallado más de 300 tablillas
datadas entre los años 2300 y 1700 a.C. Muchas de estas tablillas son contratos
y en ellas se puede leer cómo se jura en el nombre de su rey o bien de su dios.
El período del reinado de Shulgi es un período
de paz para Susa. En fin, hasta la llegada de los Altos Comisarios (Sukkalmahhu) Susa es dominada
alternativamente por los reyes de Ur o de Larsa.
Los reyes de Simash en
la Baja Mesopotamia
En las regiones del norte de Elam no se admitió
el dominio de Ur III. Fuera de Susa y su distrito, Elam estaba en manos de los
reyes de Simash, hasta que en tiempos del rey de Larsa Gungunum (1932- 1906 a
.C.) casi todo Elam cae en su poder. Cuando se vuelve a independizar, el que
gobierna en Elam ya no lleva el título de rey, sino el de "Alto
Comisario" o Sukkalmahhu.
El general Abarti
o Ebarti libera a su pueblo y crea
una nueva dinastía. Este general sería el padre del primer ‘sukkalmahhu’. La fecha en qué vivió es
incierta aunque se le puede colocar en el siglo XIX. Alrededor del año 1850
Ebarti es reemplazado por Shilhaha,
que llegó a tener gran poder e influencia. Reinó en todo Elam y Simash
(probablemente la actual provincia de Chahar Mahal). Shilhaha será considerado
para las siguientes generaciones elamitas como el antepasado epónimo de la
dinastía. El hijo de Shilhaha, Kudur-Mabug,
atacó Babilonia cuando aún vivía su padre y se hizo de Amurtabal, en Larsa. El
hijo de Kudur-Mabug, Warad-Sin, fue
nombrado rey de Larsa.
Kudur-Mabug se nombra a sí mismo regente de su
hijo menor. Pero la muerte prematura de su hijo le obligó a nombrar rey a Rim-Sin, otro de sus hijos, que debía
de ser también bastante joven ya que su padre siguió ostentando la regencia. El
reinado de Rim-Sin duró sesenta años y al final del cual su reino es
conquistado por Babilonia y la ayuda de Elam fue inútil contra el poder de Hammurabi.
Este rey babilónico reinó entre los años 1792 y 1750.
Tras la muerte de Hammurabi hubo en Elam
setenta años de desórdenes hasta la llegada del rey Kutir-Nahhunte, en 1850,
que restablece el orden.
Durante cien años Elam fue regida por varios
Altos Comisarios, siendo el último de ellos Kuk-Kirwash. Fue entonces cuando irrumpieron los cassitas, que
depusieron al rey Kuk-Kirwash allá por el año 1600.
Después de este acontecimiento, la historia de
Elam se sumerge en un período de 4 siglos que pertenece más a la historia de
los cassitas que a la de los elamitas, aunque después es anexionado Elam al
Imperio babilónico.
Fue aproximadamente por esta fecha cuando
aparecen las tribus arias en la meseta iraní y en el norte de Mesopotamia, a
mediados del II milenio a.C.
A finales del siglo XIV Pahir-Ishshan restituye de nuevo el poder real de los elamitas al
margen de Babilonia. Huban-Mana, el
tercer rey de esta dinastía, expandió de nuevo el poderío elamita y, según
dicen las inscripciones fue “sumamente bendecido y agraciado por los dioses.”
Los textos de este rey están redactados en elamita y no en acadio.
Después de Huban-Mana reinó Huntash-Huban (o Untash-Gal),
considerado el rey más importante de esta época. Durante su reinado se
desarrolló mucho la metalurgia. Este rey también mandó construir el célebre
zigurat de Susa de Chogha Zanbil,
que hoy se conserva en muy buen estado.
También construye templos dedicados a deidades
semitas, aunque no tantos como los dedicados a sus propios dioses. El período
de este rey está marcado por un abandono o repulsa de la cultura babilónica que
se traducía en un sentimiento nacional y en una vuelta a lengua y cultura
original.
El zigurat de Chogha Zanbil, declarado
por la Unesco Patrimonio de la Humanidad
Después de Huban Untash es entronizado su tío Unpatar-Huban en 1245, y, en 1238,
llega al trono el hermano de éste último, Kidin-Hutran,
quien llegó a ser muy poderoso militarmente y cuyo poderío demostró en los
distintos ataques e incursiones que realizó en Babilonia. Kidin-Hutran es
sucedido por Hallutush-Inshushinak I
del que sólo se sabe el nombre y que era el padre del poderoso Shutruk-Nahhunte.
Shutruk-Nahhunte siguió la misma
dinámica de sus inmediatos antecesores de redactar los monumentos en lengua
elamita. Entre sus numerosas obras cabe destacar el haber engalanado los
templos con maderas nobles, haciendo incluso uso de los materiales hallados en
otros templos. Shutruk-Nahhunte atacó Babilonia, destituyó al último rey
cassita y lo sustituyó por su hijo, el entonces general, Kutir-Nahhunte. En el
saqueo de Babilonia se llevó a Elam un inmenso botín, numerosas estelas,
estatuas de reyes. Entre los valiosos objetos que se llevó se encontraba el
Código de Hammurabi.
Después de Shutruk-Nahhunte fue nombrado rey su
hijo Kutir-Nahhunte en 1170. Reinó
cuatro años dedicados casi enteramente a aplastar las revueltas de los
cassitas-babilonios que no habían asumido su derrota, terminando
definitivamente con los cassitas, la dinastía extranjera que más tiempo había
dominado Babilonia. La estatua del dios babilónico Marduk fue llevada como
trofeo a Elam donde permanecería unos 50 años hasta que la recuperara
Nabucodonosor.
El reinado de Kutir-Nahhunte fue interrumpido
al poco por su muerte. Luego fue nombrado rey su hermano Shilhak-Inshushinak quien toma como esposa a la viuda del malogrado
rey. Durante su reinado el reino elamita volvió a expandirse en la región y
recuperó de nuevo su poder, su importancia política y su influencia en el
comercio de la región. La riqueza adquirida le permitió a este rey construir
suntuosos templos y palacios en Susa, embellecer los barrios de esta ciudad,
terminar el templo que su hermano dejó a medio hacer etc.
Después de la muerte de este rey comienza la
decadencia de los Elamitas, hasta que Nabucodonosor I (1146-1123) atacó Elam en
venganza por las guerras pasadas y por haber ‘secuestrado’ a su dios Marduk. En
fin, es nombrado rey de Elam Huteludush-Inshushinak,
hijo de Kutir-Nahhunte. En la primera batalla salieron vencedores los elamitas,
pero en la segunda, el ejército de Elam fue derrotado en las cercanías de Susa
y fue muerto el rey, traicionado por algunos de los suyos.
Desde la victoria de Nabucodonosor (circa 1150) hasta el año 821 a.C., carecemos por
completo de documentación elamita y la historia de esta región es protagonizada
por asirios y babilonios.
A partir de la primera mitad del siglo VIII
aparece el reino que los historiadores llaman neoelamita. Elam vuelve a
vislumbrarse en la historia y comienza el reinado de Huban-Nugash en Susa. Este rey, que según la crónica babilónica
comenzó su reinado en el año 742, se alió con un general caldeo con el objetivo
de poder enfrentarse a Asiria. Le presentó batalla a Sargón II porque éste
había atacado Accad, estado vasallo elamita. Sargón es derrotado en aquella
batalla (721).
Shutruk Nahunteh II fue entronizado tras
la muerte de su tío Huban-Nugash. El nuevo rey reafirmó su alianza con
Babilonia contra los asirios y le volvió a declarar la guerra a Sargón II, pero
esta vez los elamitas fueron derrotados perdiendo en esta guerra varias de sus
fortalezas. Debió de ser un rey bastante importante por las 30 estatuas suyas
que mandó erigir en 30 ciudades. Cuando Senaquerib,
hijo de Sargón, llegó al poder en el año 705 volvió a reprimir a los elamitas,
represión que fue seguida de violentas revueltas por parte de la población y
que desembocaron en la expulsión del trono de Shutruk Nahunteh en beneficio de
Hallushu-Inshushinak, su propio tío por línea materna. Por otra parte, tras la
expedición militar de Senaquerib, Babilonia vuelve a caer bajo el yugo asirio.
Hallushu-Inshushinak se proclamó rey de
Anzán y Susa. Atacó Babilonia en el año 696 y apresó y asesinó a Ashurnadin
III, hijo de Senaquerib. Para vengar la sangre de su hijo, el rey asirio
contraatacó a los elamitas, a los que venció, pudiendo recuperar Babilonia y
matar también al hijo del rey. Hallushu-Inshushinak es destronado por sus
propios súbditos después de seis años de reinado (693). Fue sustituido por
Kudur-Nahhunte quien prosigue las guerras contra Senaquerib contra el que no
tiene mucho éxito, por lo que también es destronado y reemplazado por su
hermano Huban-Immena II (692-688), quien le declara de nuevo la guerra a los
Asirios pero en la que no pudo cosechar tampoco grandes éxitos. Durante el
reinado de Huban-Immena II es mencionado el nombre de los persas ya que éstos
por entonces vivían en la región de Parsumash, al este de Shushtar. La mención
se hace en una estela del rey asirio Senaquerib como parte del ejército de los
elamitas donde están los “parsuash”. Al parecer, Huban-Immena II y sus aliados
babilonios y caldeos no fueron muy afortunados en las expediciones militares ya
que según los Anales de Senaquerib aquellos “huyeron como jóvenes palomas
perseguidas.” En fin, son derrotados por los asirios. Huban-Immena II cae
gravemente enfermo, sus ejércitos se dispersan y Senaquerib entra en Babilonia,
que bañó en sangre por la afrenta pasada y como venganza.
Tras el reinado de Huban-Immena II hubo una
guerra entre los príncipes por la sucesión, hasta que Huban-Haltash I que
disputaba por el trono contra Shilhak Anshushinak II renunció al trono en favor
de su hermano Urtaku (675), aunque en estos detalles las fuentes no son muy
precisas y las crónicas susianas difieren de las asirias. En fin, Urtaku reinó
entre los años 675 y 663 en una parte de Elam. En un principio estaba aliado
con los asirios, con los que mantenía unas excelentes relaciones. Llegaron a
intercambiar anales y documentos astronómicos que eran traducidos a sus respectivas
lenguas. Incluso Elam, asolado por una sequía, recibió generosa ayuda de parte
del recién nombrado rey Asurbanipal. Pero Urtaku no se mostró muy agradecido
por aquellos favores y después de una alianza matrimonial con el rey de Susa,
Tepti-Huban-Inshushinak, atacó y conquistó Babilonia. Sin embargo, una epidemia
de peste acabó con la vida de Urtaku y su aliado susiano quedó como rey de todo
el Elam, y, viéndose poderoso, le declaró la guerra a los asirios, pero pereció
en batalla en las cercanías de Susa.
Asurbanipal, tras vencer a los elamitas nombró
como reyes de Elam a los mismos príncipes elamitas en el exilio que le habían
ayudado en la guerra, siendo el primero de ellos Huban-Nugash en la ciudad de
Madaktu, cuya investidura está representada en las paredes del palacio de
Nínive. Por otro lado, se nombra rey de Hidalu, otra región de Elama Tammaritu,
hijo de Urtaku. Más tarde hubo insurrecciones y Huban-Nugash atacó Babilonia,
algo que le costó la vida.
Hubo un período de unos 15 años de guerras
entre los elamitas y los asirios en las que los primeros, a pesar de no salir
bien parados ante los temibles ejércitos de Asurbanipal, no dejaban de
defenderse y de contraatacar. Durante este intervalo se sucedieron varios reyes
en Elam y a las guerras que mantenía contra los asirios se añadía la tensa
situación interna. Asurbanipal envía un ultimátum a Elam pero éste no llega a
destino, lo cual no impide la propagación de rumores de una invasión asiria
inminente, lo que provoca una rebelión que destrona al rey elamita Indabigash.
En Susa es nombrado rey Huban-Haltash III, que
después de varios años decide atacar asiria, en el año 640, al hilo de unas
hostilidades que nunca habían cesado, por lo cual Asurbanipal ya perdió la
paciencia y decidió de acabar con Elam de una vez por todas. Llevó a su gran
ejército hasta Elam y el rey huyó a las montañas despavorido poniendo a salvo
su familia y abandonando a la población a su suerte.
El resto fue un paseo militar durante el cual
Asurbanipal y su soldadesca arrasaron y saquearon todo Elam, incluyendo el
palacio y los templos; pasaron a la mayor parte de la población masculina a
cuchillo y deportaron a Asiria a las mujeres de la familia real y a los
gobernantes no dejando más que gente llana sin influencia ninguna en la
política, deportando a todo aquel elamita que tuviese sangre azul, fuese
militar o alto funcionario.
Todos ellos tuvieron como destino la esclavitud
o bien el repoblar Samaria, que había sido arrasada por Sargón II en el 722.
Todas las riquezas de sus palacios, sus santuarios e incluso su dios
Inshushinak es transportado a Asiria. Este saqueo está minuciosamente relatado
por un testigo asirio de los hechos en cuyo tono se ve cómo se regocija en
enumerar detalladamente el saqueo de Susa. Los soldados entraron en lugares
sagrados, como el interior del gran zigurat, que fue saqueado como el resto de
los templos. Son profanadas las tumbas de los reyes y Asurbanipal establece
allí gobernadores asirios.
Por extraño que parezca, Susa no murió del todo y Elam vislumbra en el horizonte de la historia con una última chispa, como un fuego fatuo. El rey fugitivo Huban-Haltash III regresa después de la quema y vuelve a instalarse sobre las cenizas de su imperio. Intenta avenirse con Asurbanipal, al cual envía un mensaje en el que se dirige a él como “hermano” e intenta formalizar los términos para extraditar a Asiria al virrey Nabu-Bel-Shumate, para así ganarse el perdón y la simpatía del rey asirio. Nabu-Bel-Shumate se enfrenta finalmente en lucha cuerpo a cuerpo con Huban Haltash, y éste mata al primero y ordena meter en sal su cuerpo para llevárselo a Asurbanipal. Éste, al recibir el cuerpo, ordena que la cabeza fuese colgada en la misma espada que usó para levantar al pueblo en rebelión. Huban-Haltash tiene nuevamente que salir huyendo cuando un tal Huban-Nugas lidera una revuelta en su contra. Se refugia en las montañas de norte de Elam donde es finalmente apresado por los asirios, llevado ante Asurbanipal y obligado a tirar de un carro —en el que estaba montado el rey asirio—, junto a otros tres reyes, en una ceremonia en la que Asurbanipal celebraba su victoria final (639).
Así acaba la historia y la gloria de Elam. No obstante, años más tarde también desaparecerá Asiria, y, la capital del reino elamita, Susa, renacerá pronto de la mano de los persas que llegarán incluso a hacer uso de la lengua elamita en sus inscripciones.
Por extraño que parezca, Susa no murió del todo y Elam vislumbra en el horizonte de la historia con una última chispa, como un fuego fatuo. El rey fugitivo Huban-Haltash III regresa después de la quema y vuelve a instalarse sobre las cenizas de su imperio. Intenta avenirse con Asurbanipal, al cual envía un mensaje en el que se dirige a él como “hermano” e intenta formalizar los términos para extraditar a Asiria al virrey Nabu-Bel-Shumate, para así ganarse el perdón y la simpatía del rey asirio. Nabu-Bel-Shumate se enfrenta finalmente en lucha cuerpo a cuerpo con Huban Haltash, y éste mata al primero y ordena meter en sal su cuerpo para llevárselo a Asurbanipal. Éste, al recibir el cuerpo, ordena que la cabeza fuese colgada en la misma espada que usó para levantar al pueblo en rebelión. Huban-Haltash tiene nuevamente que salir huyendo cuando un tal Huban-Nugas lidera una revuelta en su contra. Se refugia en las montañas de norte de Elam donde es finalmente apresado por los asirios, llevado ante Asurbanipal y obligado a tirar de un carro —en el que estaba montado el rey asirio—, junto a otros tres reyes, en una ceremonia en la que Asurbanipal celebraba su victoria final (639).
Así acaba la historia y la gloria de Elam. No obstante, años más tarde también desaparecerá Asiria, y, la capital del reino elamita, Susa, renacerá pronto de la mano de los persas que llegarán incluso a hacer uso de la lengua elamita en sus inscripciones.
Reyes
Después de Huban-Mana
reinó Huban-Untash (o Untash-Gal),
considerado el rey más importante de esta época. Durante su reinado se desarrolló
mucho la metalurgia. Este rey también mandó construir el célebre zigurat de
Susa de Chogha Zanbil, que hoy se conserva en muy buen estado. Erige estatuas
tanto de piedra como de metal así como diversas estelas algunas de ellas
guardadas hoy en el Museo de Louvre. En este museo también se expone una bella
estatua de bronce de Napir-Asu, la
esposa de Untash-Gal.
También construye templos dedicados a deidades
semitas, aunque no tantos como los dedicados a sus propios dioses. El período
de este rey está marcado por un abandono o repulsa de la cultura babilónica que
se traducía en un sentimiento nacional y en una vuelta a lengua y cultura
original.
Después de Huban Untash es entronizado su tío Unpatar-Huban en 1245, y, en 1238,
llega al trono el hermano de éste último, Kidin-Hutran,
quien llegó a ser muy poderoso militarmente y cuyo poderío demostró en los
distintos ataques e incursiones que realizó en Babilonia. Kidin-Hutran es
sucedido por Hallutush-Inshushinak I
del que sólo se sabe el nombre y que era el padre del poderoso
Shutruk-Nahhunte.
Shutruk-Nahhunte siguió la misma
dinámica de sus inmediatos antecesores de redactar los monumentos en lengua
elamita. Entre sus numerosas obras cabe destacar el haber engalanado los
templos con maderas nobles, haciendo incluso uso de los materiales hallados en
otros templos. Shutruk-Nahhunte atacó Babilonia, destituyó al último rey
cassita y lo sustituyó por su hijo, el entonces general, Kutir-Nahhunte. En el
saqueo de Babilonia se llevó a Elam un inmenso botín, numerosas estelas,
estatuas de reyes. Entre los valiosos objetos que se llevó se encontraba el
Código de Hammurabi.
Después de Shutruk-Nahhunte fue nombrado rey su
hijo Kutir-Nahhunte en 1170.
En Susa es nombrado rey Huban-Haltash III (648-644 a. C.), que después de varios años
decide atacar asiria, en el año 640, al hilo de unas hostilidades que nunca
habían cesado, por lo cual Asurbanipal ya perdió la paciencia y decidió de
acabar con Elam de una vez por todas. Llevó a su gran ejército hasta Elam y el
rey huyó a las montañas despavorido poniendo a salvo su familia y abandonando a
la población a su suerte.
IRÁN DURANTE EL PRIMER
MILENIO a. C.
Las fuentes que tenemos para el estudio de la
historia de los medos se encuentran en varias lenguas de la época como son el
elamita, el babilonio, el urartio, el asirio, el persa antiguo o aqueménida, el
avéstico, el armenio antiguo, hebreo bíblico, griego, latín y arameo. La
cantidad de lenguas que hay que manejar, la dificultad en entender algunas de
ellas de las que además hay pocos especialistas y la falta de una investigación
metódica hacen que a las fuentes no se le saque el partido que se debiera. Por
otra parte, está el hecho de que la mayor fuente sobre los medos de la
antigüedad, es decir las inscripciones cuneiformes asirias, callan a partir del
730 a. C.
Otra de las fuentes importantes para el estudio
de los medos es lo que de ellos nos cuenta el historiador griego Herodoto, que,
a pesar de su poca rigurosidad, nos aporta datos vitales, especialmente sobre el
período de formación del reino medo y su expansión como imperio, que es
precisamente donde las fuentes asirias no nos dicen nada.
En los primeros siglos del primer milenio y
hasta la primera década del siglo VII a. C. nos encontramos, en lo que hoy es Irán
y alrededores, además de los medos, con otros pueblos como los maneos, escitas, caspios, urartios, cassitas, elamitas, sumerios, persas
etc., que tenían una presencia activa en su región y que mantenían luchas
permanentes, ya sea entre ellos o contra los asirios. Por otro lado, estaban
también los gutíes que, junto a
otros pueblos como los lulubíes, los
mitanios, elamitas, cassitas y caspios poblaban desde el III milenio a. C.
la meseta del Irán. Para conocer mejor a los medos, que dejaron una profunda impronta
en la historia posterior de Irán, especialmente en la época aqueménida, es
fundamental conocer mejor la historia de estos pueblos que habitaron las
diferentes regiones de Persia.
Sin duda, de entre estos pueblos los más
poderosos fueron los elamitas, los cassitas, los mitanios y los urartios, pues
pudieron formar a lo largo de los siglos un poderío político y económico. Así,
por ejemplo, los urartios se mantuvieron en la brecha de la historia durante
tres siglos desde el 900 a. C. y llegaron a tener tanto poderío militar que
pudieron hacerle frente a un imperio como el asirio.
Tras esta breve introducción, sería ahora
apropiado hacer un esbozo de la forma de vida y relaciones de algunos de los
pueblos más importantes para el tema que nos ocupa.
Lulubíes
Estaban asentados en la extensa región que va
desde la parte alta del río Diyaleh hasta el lago Urumiyeh. Poblaban la zona
desde el II milenio a. C. y de ellos es el más antiguo bajorrelieve hallado en
Irán, la llamada estela del rey Annu Banini. Uno de las cosas que más llaman la
atención en la estela es la presencia de seis figuras desnudas que se
encuentran debajo de la del rey y cuyas efigies y gorros se parecen
asombrosamente a las que podemos ver en las procesiones de medos y persas de
Persépolis. Dicho en otras palabras, a lo largo de dos mil años hay una
continuidad en la vestimenta en la meseta iraní.
Gutíes
Los gutíes vivían en el III y II milenio al
oeste y nordeste de los lulubíes, en lo que es hoy día Azerbaiyán y Kurdistán.
De ellos también se ha conservado la estela de Hurin Sheij Jan, muy parecida a
la de Annu Banini, que se encuentra cerca del río Diyaleh. También de este
pueblo se ha hallado una cabeza de bronce en Hamadán que representa a uno de
los reyes gutíes que reinaron en las postrimerías del II milenio.
Mitanios o mitanni
Los mitanios poblaban en el II milenio la
región del este de la meseta iraní. Sobre el 1500 a. C. crearon un poderoso
imperio que dominaba la zona que iba desde el mediterráneo hasta el este de los
montes de Azerbaiyán y los Zagros. Una vez se extendieron hasta allí, se
anexionaron también el norte de Mesopotamia. La primera capital de los mitanios
fue la ciudad de Vashuganni (en el actual Jabur) y luego la trasladaron a
Arrafa (Kirkuk, en Irak). Se considera que los mitanios eran un pueblo ario, un
grupo étnico indoeuropeo compuesto en su mayor parte por guerreros que cruzó el
Cáucaso y llegó hasta Shatt al-‘Arab. Este grupo se mezcló con los hurritas
(otro pueblo indoeuropeo que habitaba la zona) y formaron el reino mitanio o
mitanni.
Los pobladores extendieron sus dominios hasta
el norte de Mesopotamia, presionando así a los asirios y ocupando también los
asentamientos de los gutíes. Por otro lado, unificaron Egipto y los reyes
mitanios casaron a sus hijas con los faraones más poderosos. Los Mitanios no
sólo fueron importantes desde el punto de vista político y militar sino que
también hay que mirarlos como buenos administradores y legisladores cuyas leyes
podemos conocer mediante los hallazgos obtenidos en Yurgan Tappeh, al sudeste
de Kirkuk.
El
reino de los Mitanios.
Cassitas
Desde el III milenio en adelante, se
asentaron, primero al sudoeste del mar Caspio para luego emigrar a los valles
de los montes Zagros. Se considera que los actuales luros o loríes son
descendientes de los cassitas. En las inscripciones asirias se les nombra como
los kassi. Antes de los medos, los asirios llamaban a Ecbatana (la actual
Hamadán) con el nombre de Kassi-Kar que quería decir “la Ciudad de los
Cassitas”. También hay que decir que topónimos como Qazvin, Kashán y Caspio
tienen su origen en el nombre de este pueblo. La extensión total del territorio
que ocupaban los Cassitas iba desde la parte occidental de la meseta hasta
Hamadán. Así pues, vemos que los Cassitas poblaron parte de lo que más tarde
fuese dominio medo. Sobre el origen étnico de este pueblo y su parentesco con
los arios, varias son las hipótesis. Hay quienes son de la opinión que son
arios mientras que otros ven en ellos a un pueblo asiánico. Lo que sí se puede
afirmar, es que, basándose en los nombres de algunos de sus dioses, es evidente
que los Cassitas tenían una relación especial con los pueblos indoeuropeos.
Urartios
Urartu es también una de las
civilizaciones más importantes antes de la llegada de los medos. De ellos
tenemos restos arqueológicos que nos muestran su arquitectura, que es una de
las más destacadas de su época. Los Urartios surgieron en el siglo IX a. C. por
la confederación de una serie de tribus alrededor del lago Van, al este de la
actual Turquía. Más tarde, se extendieron hasta la cuenca del Tigris y la parte
alta de Éufrates fluctuando también por la zona de lo que hoy es parte del
Azerbaiyán iraní.
Los Urartios hablaban una lengua asiánica
emparentada con el hurrita. Su dios más importante se llamaba Jaledi. Además de
destacar en la arquitectura eran muy diestros en la metalurgia y en la
elaboración de canales. Fue un pueblo que ejerció una fuerte influencia a la
hora de configurar el posterior arte de los medos y aqueménidas. Urartu fue
sometido al mandato medo en la última década del siglo VII a. C.
Mapa del reino urartio.
Maneos o
Mannai
Los Maneos eran un pueblo que vivió en la Media
Atropatena (Azerbaiyán actual) desde aproximadamente el año 1000 a. C. hasta
que fue anexionado por los medos. En cuanto a su origen étnico, eran una mezcla
de pueblos arios y caucásicos. Estos inmigrantes se establecieron en la región
que va desde la ribera sudeste del lago Urumiyeh hasta la costa sudoeste del
Caspio. La mayoría de los expertos están de acuerdo en que los maneos lo
componían una confederación de pueblos de la región con muchos elementos de los
lulubíes y los gutíes, que se impusieron sobre las demás agrupaciones.
Los asirios hostigaban continuamente a los
maneos y aprovechaban la más mínima oportunidad para atacar su territorio y
expoliarlo. Cada incursión traía consigo sus deportaciones donde los asirios se
llevaban a artesanos y artistas maneos para su servicio pues eran considerados
por este pueblo semítico como precioso botín y dejaron su impronta artística en
las ciudades asirias, en especial en Nínive. Por otra parte, a pesar de los
lazos étnicos y culturales que unían a los urartios y a los maneos, hubo entre
ellos continuas guerras debidas a las ansias de expansión que tenían ambos
reinos.
Como hemos dicho, los maneos eran un
pueblo de grandes dotes artísticas y con una gran capacidad de gestión
económica. Es por ello que cuando fueron conquistados por los medos, la región
manea era considerada como el centro cultura y civilización del imperio y
poseía la mejor gestión administrativa además de los mejores campos de cultivo,
algo que la distinguía del resto de los territorios del imperio medo. La base
económica de este pueblo era la ganadería y el pastoreo. Además de la arquitectura
y los objetos de arte, este pueblo era diestro elaborando joyas de oro. Hasta
ahora, se han desenterrado restos de estas piezas de arte en tres yacimientos
arqueológicos diferentes que son Zeyviyeh, Hasanlu y Qalachi. Estas piezas
halladas son clave a la hora de conocer el estado del arte en la meseta de Irán
en el I milenio a. C. Las excavaciones realizadas en los últimos años en
Qalachi han sacado a la luz un edificio maneo que era con toda probabilidad un
templo y que es una muestra de la rica arquitectura que utilizaban y su rica
ornamentación de ladrillos pintados con diversos motivos. A decir verdad, este
arte era había sido heredado de una civilización anterior, la elamita.
En la primera década del siglo VII a. C.
los maneos pasan a engrosar la lista de pueblos que son anexionados por los
medos. Los otros dos grupos étnicos de la época, los cimerios y los escitas,
estaban emparentados étnica y lingüísticamente con los medos.
Media 705-550 a.C. Génesis y formación
del imperio medo
El líder que unificó las tribus medas era un
hombre llamado por los griegos Deyoces. Entre los años 767-745 logró, con el
apoyo de su pueblo, unir en una confederación todas las zonas que estaban
regidas por gobernadores locales y reyezuelos, y crear las bases de lo que
sería la futura Media, el imperio más grande y portentoso de su tiempo.
Poco después de que Deyoces fuese derrotado por el rey asirio Sargón, su hijo, cuyo
nombre ha sido registrado en las fuentes históricas de distintas maneras (Fraortes, Farvartish etc.), tomó las
riendas del poder y mostró resistencia a los asirios (673-2).
Unas dos décadas más tarde y debido a las
ansias de poder y de dominar la zona de los jefes escitas, se ocuparon durante
más de 25 años (652-585) en ordenar y extender el imperio conquistando las
poblaciones adyacentes. Según Herodoto, los medos sometieron a los jefes
escitas presentándoles batalla allá por el 612 a. C. Fue en estas mismas fechas
cuando también fueron anexionados los maneos y los urartios, y cuando la
Pérside fue ocupada por el rey medo Ciájares
y nombra gobernador de la provincia a Cambises,
padre de Ciro el Grande.
Ciájares, aprovechando el
poderío militar acumulado por la unión de tal cantidad de pueblos, aprovechó la
ocasión para derrotar a los sanguinarios asirios que habían sido durante siglos
el terror de Oriente Medio. Corría el año 612 a. C. Desde hacía un tiempo los
asirios y los babilonios estaban enzarzados en continuas luchas, pero éstos
últimos nada podían hacer contra un imperio tan poderoso como el asirio.
Ciájares condujo su ejército hasta Arrafa a través de los montes Zagros, ciudad
situada en la parte norte de Nínive, y, tras la conquista de la ciudad de
Tarbis cruzó el Tigris y avanzó hasta Ashur y la conquistó. Los babilonios, que
vieron la inminente derrota y caída de los asirios, acudieron en ayuda de los
medos cumpliendo así los tratados que otrora hicieran, y juntos sitiaron
Nínive. En agosto del 612 a. C. cae Nínive y los asirios desaparecen
definitivamente del escenario de la historia.
La caída del imperio asirio marca un antes y un
después en la historia de Oriente Medio.
Todos los pueblos de la región recibieron con
alegría la noticia, ya que todos eran víctimas constantes, en mayor o menor
medida, de las incursiones y ataques de la Asiria imperialista.
Ciájares, para asegurarse de que su enemigo
vencido no pudiese levantar más cabeza, remató al remanente de su
ejército que se había refugiado en Harrán, dando el golpe de gracia a Asiria:
toda Mesopotamia, Siria incluida, pasaba a manos de los medos.
Ciájares, tras ver la esplendorosa victoria
sobre los asirios, no se conformó y siguió avanzando hacia el noroeste para
enfrentarse a los lidios contra los que estuvo luchando 5 años, hasta que
ocurrió el famoso eclipse de sol predicho por Tales de Mileto que aconteció en
plena batalla, interpretándolos ambos bandos contendientes como una señal
divina que les conminaba a acabar la contienda. También el rey babilonio
Nabucodonosor medió en la contienda y los dos estados firmaron la paz. Se estableció
como frontera el río Halis. Así pues, Media estaba limitaba al sudoeste con
Babilonia, al oeste con Lidia y al norte con Armenia, que era a su vez su
estado vasallo. Ciájares es sustituido por su hijo Astiages en el 584 a. C.
Características del estado y la
civilización medas
Media no permaneció por mucho tiempo en el
escenario de la historia y no tardó mucho en ceder su sitio a los persas aqueménidas, pueblo iranio como
ellos. No obstante, habría que puntualizar que el período aqueménida, de alguna
manera, se podría considerar como una continuación del imperio medo. La
característica más sobresaliente de los medos es que supieron crear un estado
estable con las piezas que componían el puzzle de los pueblos y tribus de la
región, que a pesar de sus estrechos lazos culturales no habían sabido hasta
entonces confederarse.
La fundación de Media puede considerarse el
acontecimiento de más relevancia en la historia de Irán, un acontecimiento que
significó la creación del primer estado basado en la unión nacional de las
distintas etnias repartidas por la meseta iraní. Bajo estas condiciones fue
cómo Media pudo organizar una poderosa máquina estatal y unas firmes
instituciones políticas, económicas y militares. Basándose en la estructura
general de la sociedad, en sus creencias y en sus principios, elaboró una
legislación que pudo salvaguardar los derechos de los ciudadanos.
En definitiva, los cimientos que echaron los
medos permanecieron en los siglos venideros ya que fueron aceptados por las
sociedades que vinieron después. Según podemos leer en la inscripción de
Bisotun, no solo la administración aqueménida, sino también la sociedad estaba
fuertemente influida por los medos.
Reyes de Media (en rojo) y
aqueménidas de Anshan (azul) y Persia (verde). Los reyes aqueménidas de Anshan
eran sub-reyes, sometidos a la autoridad de los reyes de Media
AQUEMÉNIDAS 550-330 A. C.
Con la creación del Estado Aqueménida por Ciro el Grande, Persia aparece en el
escenario de la historia con un papel activo y determinante. Además, es
considerado este imperio como una de las civilizaciones más importantes que
existieron en Asia y en el mundo antiguo.
Aquémenes, fue el antepasado epónimo de la dinastía aqueménida. Posiblemente vivió
alrededor del 700 a. C., aunque se duda de su
historicidad. Perteneciente a la tribu pasargada, se convirtió en jefe de clan de la
federación de tribus persas.
El nombre es un compuesto bahuvrihi, que
literalmente se traduce como <<tener la mente de un amigo>>
o <<caracterizado por un espíritu de seguidor>>.
Como antepasado epónimo del clan, Aquémenes es
muy a menudo considerado como legendario. Se le conoce, generalmente, como el
líder de uno de los clanes conocidos por los antiguos griegos como Pasagardas,
aunque esta identificación puede ser debida a una confusión con la capital
aqueménida de Pasargada, empezada por Ciro el Grande alrededor de
546 a. C. Esta era una de las diez ó quince tribus persas. Algunas
inscripciones reales persas, como la Inscripción de Behistún, le colocan cinco
generaciones antes de Darío
I. Por lo
tanto, de acuerdo con las inscripciones, Aquémenes pudo haber vivido alrededor
de 700 a. C. En ellas, se le etiqueta como "rey", lo que
quiere decir que fue el primer rey oficial de los persas.
Aparte de las inscripciones reales persas, hay
muy pocas fuentes históricas sobre Aquémenes, por lo que poco se sabe a ciencia
cierta sobre él. Se ha propuesto que pudo, simplemente, haber sido un
<<antepasado mítico de la casa real persa>>. El babilónico Cilindro de Ciro, atribuido a Ciro el
Grande, no hace mención de Aquémenes en su detallada genealogía. Algunos historiadores
sostienen que Aquémenes fue, quizá, una creación posterior de Darío el Grande,
hecha para legitimar su conexión con Ciro el Grande, después de que Darío
alcanzara la posición de sah o rey de Persia en 522
a. C., tras matar al usurpador Gaumata.
Según Darío, Gaumata era un impostor, que pretendía ser el mismo Esmerdis, hermano menor, ya
fallecido de Cambises
II. Darío
tenía, ciertamente, mucho que ganar si compartía un antepasado común con Ciro,
y pudo sentir la necesidad de una conexión más fuerte que la que proporcionaba
el matrimonio con la hija de Ciro, Atosa. Una inscripción de Pasargada, también
atribuida a Ciro, hace mención de que Ciro descendía de Aquemenes; pero el
historiador Bruce Lincoln ha sugerido que esa inscripción de Ciro fue grabada
durante el reinado de Darío, en c. 510 a. C.
En cualquier caso, la dinastía real persa,
desde Darío, reverencia a Aquémenes como el fundador de la dinastía. Sin
embargo, muy poco se ha recordado de su vida o acciones. Suponiendo que
existiese, lo más probable es que fuera un jefe guerrero del siglo VII a. C., o
el primer rey que dirigió a los persas, o bien una de las tribus persas, como
vasallo de Imperio
Medo. Una
inscripción asiria del tiempo de Senaquerib, en 691 a. C., menciona que
el rey asirio casi repelió un ataque de los Parsuamash, y Anzan,
con los medos a la ciudad de Halule.
Los historiadores sostienen que, caso de existir, Aquémenes debió ser uno de
los comandantes que dirigieron a los persas con tropas independientes de Anshan, durante la indecisa
batalla de Halule de 691 a. C.
Los escritores griegos proporcionan alguna
información legendaria sobre Aquémenes: llaman a su tribu, los Pasargadae,
y dicen que fue <<"alzado por un águila">>. Platón, cuando escribe sobre
los persas, identifica a Aquémenes con Perses (hijo de Perseo y Andrómeda, antepasado de los
persas en la mitología
griega.
Escritores posteriores creen que Aquémenes y Perses eran personas distintas, y
que Perses fue el antepasado del rey.
Las fuentes persas y griegas afirman que
Aquémenes fue sucedido por su hijo Teispes, quien dirigió a los persas para
conquistar la ciudad elamita de Anshan, al sur de
Irán. El nieto de Teispes, Ciro, conquistó a los medos y estableció el Imperio persa. Teispes es citado
como hijo de Aquémenes en viejos textos persas de Behistun.
Teispes fue un líder persa que, de acuerdo con las inscripciones de sus
sucesores, llevaba el título de Rey de Anshan. Era el bisabuelo de Ciro II el Grande. Nacido tal vez a
fines del Siglo
VIII a. C.
o comienzos del siglo
VII a. C.,
se lo menciona como hijo del legendario Aquemenes. Su reinado finaliza en 640 a. C., fecha supuesta de su
muerte. No se conocen fuentes de su propio reinado, aunque es aludido en
inscripciones de reyes posteriores y por el historiador griego Heródoto de Halicarnaso:
·
Heródoto
menciona a Teispes en una lista genealógica de la Dinastía Aqueménida, pero lo
hace de modo evidentemente erróneo: hay dos Teispes, uno hijo de Aquemenes y
padre de Cambises, y otro hijo de Ciro y padre de Ariaramnes.
·
Un
sello cilíndrico hallado en Persépolis contiene la inscripción «Ciro el
anshanita, hijo de Teispes» en idioma elamita. Era propiedad de su hijo y
sucesor, Ciro I.
·
En
el llamado Cilindro de Ciro (un depósito de fundación babilonio), Ciro el
Grande dice que: «Soy Ciro, rey del mundo, gran rey, rey poderoso, rey de
Anshan, hijo de Cambises, gran rey, rey de Anshan, nieto de Ciro, gran rey, rey
de Anshan, descendiente de Teispes, gran rey, rey de Anshan».
·
En
la Inscripción de Behistún, Darío I lo hace hijo de Aquemenes y padre de su
propio antepasado Ariaramnes.
·
Una
inscripción firmada por Ariaramnes menciona asimismo a Teispes. Se trata
probablemente de una falsificación obra de reyes persas posteriores,
descendientes Darío I y de Ariaramnes.
Sumando la información -no contradictoria- de Behistún y de las inscripciones
de Ciro el Grande y de Ciro I, es posible concluir que Teispes, hijo de
Aquemenes, tuvo dos hijos, Ciro I
y Ariaramnes, los cuales fundaron
dos ramas paralelas de la Dinastía Aqueménida, de las que serían miembros, respectivamente,
Ciro el Grande y Darío
I. Sin
embargo, algunos autores han notado que,
mientras Darío I insiste constantemente en su filiación con Aquemenes, este no
es mencionado ni por Ciro el Grande ni por Ciro I. Esto sería debido,
argumentan, a que ni ellos ni Teispes eran de hecho descendientes de Aquemenes.
Así, la mención de Teispes en la genealogía de Behistún sería un intento por
parte de Darío I de legitimar su usurpación del trono mediante la inclusión de
la Dinastía Téispida (y particularmente a Ciro el Grande) en su propia familia
aqueménida.
Ciro I rey de Fenicia (hoy se llama Siria) (persa antiguo Kuruš), rey de Anshan desde el año 600 al 580 a. C., o según otros desde 652 al 600 a. C.
Ciro fue uno de los primeros miembros de la
dinastía aqueménida. Al parecer, era nieto
de su fundador Aquemenes, e hijo de Teispes de Anshan. Los hijos
de Teispes dividieron el reino entre ellos después de su muerte. Ciro gobernó
como rey de Anshan, mientras que su hermano Ariaramnes fue posiblemente rey de Persia.
La cronología de este acontecimiento es
incierta. Esto se debe a que se presume que Ciro fue identificado también (aún
en debate) como el monarca conocido como "Kurash de Parsumas". Kuras
es mencionado por primera vez en el año 652 a. C. En ese año, Shamash-shum-ukin, el rey de Babilonia (668-648 a. C.) se rebeló contra su
señor y hermano mayor, Asurbanipal, rey de Asiria (668-627 a. C.). Se dice que Kurash
tenía una alianza militar con este último. La guerra entre los dos hermanos
terminó en el 648 a. C., con la derrota y el
aparente suicidio de Shamash-shum-ukin.
Se menciona a Kurash otra vez en 639 a. C. En ese año, Assurbanipal
se las arregló para derrotar al Imperio elamita y convertirse en el
señor de sus aliados. Al parecer, Kuras estaba entre ellos. El más viejo de sus
hijos, "Arukku", según se informa fue enviado hacia Asiria para pagar
el tributo a su rey. Entonces Kuras desaparece de los expedientes históricos.
Su identificación sugerida con Ciro ayudaría a conectar la dinastía Aqueménida
con los acontecimientos principales del siglo VII a. C.
Assurbanipal murió en 627 a. C. Al
parecer, Ciro continuó pagando tributo a sus hijos y sucesores, Assur-etil-ilani (627 -
623 a. C.) y Sin-shar-ishkun (623 a. C. -
612 a. C.). Estos tuvieron que hacer frente a una alianza entre Ciáxares de Media (633 -
584 a. C.) y Nabopolasur de Babilonia (626 -
605 a. C.). En el 612 a. C., estos lograron capturar la
capital Asiria de Nínive. Esto fue de hecho el
fin del Imperio
asirio,
aunque restos del ejército asirio bajo el mando de Ashur-uballit II (612 -
609 a. C.) continuaron resistiéndose al gobierno de Harrán.
Media y Babilonia compartieron las tierras controladas
anteriormente por los asirios. Al parecer, Anshan cayó bajo control de estos.
Se considera que Ciro terminó sus días bajo el señorío de Ciáxares, o de su hijo Astiages (584 a. C. -
550 a. C.). Ciro fue sucedido por su hijo Cambises I de Anshan. Su nieto
sería conocido como Ciro
el Grande,
creador del Imperio
persa.
Se ha observado que esta cronología de su vida
y de su reinado colocaría sus primeras actividades a más de un siglo antes de
su nieto. Esto supondría que engendraría a Cambises en una época tardía de su
vida, y que su muerte aconteció durante una edad muy avanzada. Se ha discutido
que Kuras y Ciro fueron figuras separadas y de relación incierta el uno con el
otro. Este último entonces habría reinado a principios del siglo
VI a. C.
y su reinado parecería algo fuera de lugar. Debido a la carencia de suficientes
registros sobre este período histórico sigue siendo incierto qué teoría es más
exacta sobre los hechos.
Cambises I fue un rey persa de Anshan (600 a. C. – 559 a. C.), padre de Ciro el Grande, el que sería
posteriormente el fundador del Imperio persa.
Cambises lideraba los grupos persas que
habitaban en torno a la ciudad elamita de Anshan, cerca de la actual Shiraz, el área conocida como
Parsa (en persa) o Persis (en griego), en lo que había sido la región más
oriental del reino de Elam. Tanto Cambises I
como su padre Ciro I y su hijo Ciro II utilizaban el título
de «rey de Anshan».
De acuerdo con la genealogía tradicional,
basada en Heródoto y la Inscripción de Behistún, Cambises pertenecía a
la Dinastía
Aqueménida,
la cual habría gobernado en la región desde el siglo VIII a. C. Es probable que, como
lo indican los historiadores griegos Heródoto y Ctesias, en la época de Cambises los persas
hayan sido vasallos de los medos, aunque de hecho no existen datos
contemporáneos que lo confirmen.
No está claro en qué momento Cambises sucedió a
su padre Ciro
I. Fuentes
asirias informan que cierto Kurash de Parsumash envió a su hijo mayor a Asiria
con tributo en el año 639 a. C. Si es posible
identificar a Kurash de Parsumash con Ciro I de Anshan, habría que situar la
sucesión alrededor del 600 a. C. De todos modos, se ha
señalado que dicha identificación es difícil desde el punto de vista
cronológico, ya que hay una distancia temporal muy grande entre el
639 a. C. y el 559 a. C., fecha segura de la
muerte de Cambises.
Según ciertas inscripciones supuestamente
halladas en Hamadán, Arsames, miembro de una rama
colateral de los aqueménidas y abuelo del futuro rey Darío I, habría sido «rey
de Persia» mientras su primo Cambises reinaba en Anshan. No obstante, se ha
puesto en duda la autenticidad de dichas inscripciones, las que podrían ser
obra de reyes persas posteriores, o de falsificadores modernos.
Como padre de Ciro el Grande, Cambises es un
personaje frecuente en los relatos de los historiadores clásicos. Heródoto conoce
cuatro historias que circulaban en relación al origen de Ciro, pero solo cuenta
la que considera más creíble. Según ella, el poderoso rey medo Astiages, temeroso de ser
destronado por su nieto a raíz de unos sueños premonitorios, evitó dar a su
hija Mandana en matrimonio de uno
de los grandes nobles medos. Por el contrario, casó a Mandane con su vasallo el
persa Cambises, el cual no podría haberle hecho sombra. A pesar de todo, Ciro,
el hijo de la pareja, cuando creció se convirtió en rey de los persas y,
cumpliéndose la premonición, derrotó y encarceló a su abuelo Astiages.
Si bien el relato de Heródoto posee muchos
elementos legendarios, algunos datos, como
la relación de vasallaje entre medos y persas o el matrimonio entre Mandane y
Cambises, son considerados plausibles. Cabe destacar, de todos modos, que,
según Heródoto, Mandane era hija de la princesa lidia Arienis, casada con Astiages.
De esta forma, Ciro el Grande era el heredero legítimo tanto de Media como de Lidia, los reinos que
conquistaría, por lo que se podría considerar a la historia como un invento de
la propaganda oficial persa.
Tumba de Cambises en
Pasargada
Ciro II el Grande fue un rey aqueménida de Persia (circa 559-530 a. C.) y el fundador del Imperio persa
aqueménida
(en persa antiguo: Haxāmanišiya), tras vencer a Astiages, último rey medo
(550 a. C.) y extendió su dominio por la meseta central de Irán y
gran parte de Mesopotamia. Sus conquistas se extendieron sobre Media, Lidia y Babilonia, desde el mar Mediterráneo hasta la cordillera
del Hindu
Kush, con
lo que creó el mayor imperio conocido hasta ese
momento. Este duró más de doscientos años, hasta su conquista final por Alejandro Magno (332 a. C.).
Ciro II era hijo de Cambises I de Anshan, de la dinastía
aqueménida, y, según Heródoto, de Mandane, hija del rey medo Astiages y de Aryenis, princesa del reino de
Lidia. Esto le proporciona
cierta legitimidad sobre los tronos de Media y Lidia, por lo que se puede tomar
como un invento de la propaganda oficial. No obstante, las alianzas dinásticas
eran usuales.
Los antecesores de Ciro lideraban los grupos
persas establecidos en la zona montañosa del este del antiguo reino de Elam (sudoeste del actual Irán) desde principios del siglo
VII a. C.,
bajo Aquemenes, legendario fundador
de la dinastía aqueménida. Ostentaban el título de «rey de Anshan», ciudad de
fuerte tradición elamita, y desde el siglo VI a. C. eran vasallos del
reino de Media. La residencia real de Ciro se situaba en Pasargada, cerca de Anshan. Pero
es probable que ya se utilizase Susa, otro antiguo centro urbano de Elam, como capital
alternativa.
Hacia el 559 a. C., Ciro II sucedió a su
padre Cambises I. Según Heródoto, Ciro se rebeló contra
el soberano medo Astiages, a quien logró deponer
luego de recibir el apoyo de Harpago,
comandante del ejército medo. Fuentes contemporáneas confirman que en
550 a. C. (Crónica
de Nabonido,
o Crónica
de Babilonia
Nº7), o 553 a. C. (Cilindro de Sippar), Astiages atacó a Ciro, pero
fue entregado al rey persa por sus propias tropas. Ciro tomó entonces Ecbatana, la capital de Media,
y trasladó su tesoro a Persia.
Heródoto menciona varias veces a generales de
origen medo en las campañas de Ciro, entre ellos Harpago. Ecbatana se
transformaría en residencia de verano de los soberanos persas. No obstante, se
pueden encontrar reseñas antipersas en las tradiciones, probablemente de origen
medo, recogidas por el historiador griego Ctesias. También, en la inscripción de Behistún, que describe
rebeliones en Media hacia 521 a. C., unos ocho años después de la muerte de Ciro.
Solo la frontera occidental del área de
influencia meda era el río
Halis (Anatolia, actual Turquía), que lo separaba del
reino de Lidia. Creso, rey de Lidia, era
cuñado del depuesto Astiages, por lo que existía una alianza matrimonial entre
ambos reinos. Según Heródoto, consultó al oráculo de Delfos sobre la conveniencia
de atacar a los persas. Este le respondió que si lo hacía, destruiría un gran
imperio. Entonces, Creso cruzó el río Halys y se enfrentó con Ciro en Pteria. Pero ninguno de los
dos bandos ganó.
Según Heródoto, Creso se retiró para pasar las
estaciones frías y esperar refuerzos de su aliado Amasis II de Egipto y de la
ciudad griega de Esparta. Pero fue perseguido
por los persas hasta su capital, Sardes, y sitiado. Sardes cayó. A punto de ser
quemado en la hoguera, Ciro le perdonó la vida. El gran imperio destruido
terminaba siendo, entonces, el suyo propio.
La Crónica de Nabonido nos informa que
en el verano del 547 a. C., Ciro «conquistó el
país de Li[...]» y mató a su rey. Los símbolos cuneiformes que representan el reino conquistado
parecen poder interpretarse como «Lidia». Esta contradice a Heródoto en la
estación de la conquista de Sardes y en la muerte de Creso.
Los primeros años de la conquista persa de
Lidia fueron tumultuosos. Pacties, lidio encargado del tesoro de Sardes, lideró
una rebelión que asedió Sardes. Esta fue reprimida por el sátrapa Mazares,
quien murió poco después. Su sucesor, Harpago, dirigió la conquista de las
ciudades griegas de Asia Menor.
El rey de Babilonia era Nabonido, que había pasado una gran parte de su
reinado en el oasis árabe de Tema, pero había regresado a Babilonia probablemente
a raíz de la amenaza de Ciro. Las campañas contra Babilonia parecen haber
comenzado a finales de la década de 540 a. C. El primer hecho preciso
del que se tiene noticia es la victoria de Ciro sobre los babilonios en la batalla de Opis, en el otoño de
539 a. C. Sippar se rindió, y Gobrias, gobernador persa de Gutium, entró sin batalla en
Babilonia el 12
de octubre
del 539 a. C. Ciro llegó varios días más tarde.
Relieve
de Ciro en Pasargada.
Para la conquista de Babilonia, Ciro tuvo el
sustancial apoyo del sacerdocio babilonio, que estaba enfrentado con Nabonido a
causa de sus reformas religiosas. A su vez, la llegada de Ciro es celebrada por
la comunidad judía de Babilonia (Isaías 41-27).
Para la conquista de Babilonia, Ciro tuvo el
sustancial apoyo del sacerdocio babilonio, que estaba enfrentado con Nabonido a
causa de sus reformas religiosas. A su vez, la llegada de Ciro es celebrada por
la comunidad judía de Babilonia (Isaías 41-27).
Existe un problema sobre cuándo fueron
conquistadas las provincias orientales del Imperio, en Asia central, que
corresponden a los actuales Afganistán,
Tayikistán, Uzbekistán y Turkmenistán. Eran habitadas por sogdianos, bactrianos y arios, pueblos de origen
iranio indoeuropeo y emparentados
estrechamente con medos y persas.
Son mencionadas como satrapías (provincias)
persas en 521 a. C. (inscripción de Behistún), por lo que necesariamente formaban parte del
Imperio de Ciro (su sucesor Cambises II no pudo haberlas conquistado ya que sus
campañas se concentraron en Egipto). Ciro pudo haberlas heredado del reino
medo, o conquistado tras la anexión de Lidia, según se puede suponer de los textos de
Heródoto y Ctesias.
La región de Siria-Judea, que formaba parte del Imperio neobabilónico,
fue subyugada pacíficamente. Ciro permitió el regreso a Jerusalén de las comunidades
judías deportadas en Babilonia (Esdras). Según datos
arqueológicos, también de grupos de deportados arameos a su tierra de origen en Siria. Las
ciudades fenicias no ofrecieron
resistencia, y se estableció una especie de protectorado.
Hacia 530 a. C., Ciro emprendió una
campaña contra los nómadas escitas
del nordeste del imperio, concretamente la tribu de los masagetas, dejando a su hijo
Cambises como heredero con el título de rey de Babilonia.
Según informes posteriores, como Anábasis de Alejandro
Magno
de Flavio
Arriano,
fundó una ciudad cerca del Sir Daria.
La llamó Cirópolis o *Kurushkatha. En todo caso, fue superado y muerto por los
masagetas acaudillados por la reina Tomiris. Fue sucedido por su hijo Cambises II.
Según una de las versiones presentadas por
Heródoto, la esposa principal de Ciro era Casandana, hija de Farnaspes, un miembro de la familia real
Aqueménida. El dato es con toda probabilidad correcto, ya que se ve en parte
corroborado por la Crónica de Nabonido, a pesar de que esta no menciona
explícitamente a Casandana.
La segunda versión, que afirma que la madre de
Cambises era una hija del rey egipcio Amasis, debe ser considerada como un intento de
legitimación de la conquista de Egipto por parte de Cambises
(527 a. C.). Del mismo modo, es descartada la versión de Ctesias,
según la cual la reina de Ciro era Amitis, hija del rey medo Astiages.
Casandana dio a luz a al menos dos hijos,
Cambises y Esmerdis, y una hija, Atosa. Otras dos hijas, Artistona y una anónima,
aparecen también en el relato de Heródoto, aunque no se conoce la identidad de
su madre. Tanto Atosa como Artistona fueron sucesivamente consortes de su
hermano Cambises
II, del
usurpador Gaumata y de Darío I; de este
último también lo fue Parmis, la única hija de
Esmerdis. Roxana, una consorte de
Cambises mencionada por Ctesias, podría así mismo tratarse de una hija de Ciro.
Conquistas
de Ciro.
Ideología y propaganda
imperial
El persa es un imperio universalista. Además de
«rey de Anshan» (muy usual) y «rey de Persia», Ciro asume los títulos de «rey
del Mundo» y de «rey de los cuatro extremos de la Tierra», ambos de origen
babilonio, así como «rey de Babilonia» y el arcaizante «rey de Súmer y Acad».
Los enemigos de Ciro son vituperados en el
marco de una campaña propagandística de legitimación. Astiages de Media es descrito en Heródoto como un rey cruel y
despótico. Según la misma fuente, Creso fue quien cruzó el río Halys y atacó a Ciro, quien
solo se habría defendido. En cuanto a Babilonia, en el Cilindro de Ciro y otras fuentes
sacerdotales, se ridiculiza a Nabonido
y a su política religiosa. Aun así, las tradiciones recogidas por Heródoto y Beroso hablan de que Ciro
otorgó altos cargos políticos tanto a Creso como a Nabonido.
Ciro destaca por su política de concesiones
hacia los pueblos sometidos, que en muchos casos lo hacen de buen grado, y a
los que no se exige más que tributo, reclutamiento y aceptación de una
guarnición permanente. Rechaza la deportación masiva practicada por sus
antecesores asirios y babilonios, y ocasionalmente por sus sucesores persas.
Con Ciro el movimiento es a la inversa. A las comunidades deportadas, como los judíos, se les permite
regresar a su tierra.
Cambises II ―llamado en persa Kambujiya―
(muerto en 523 a. C.) fue un rey de Persia entre el 530 y el
523 a. C. de la dinastía aqueménida, hijo y heredero del fundador del Imperio persa, Ciro II el Grande.
Cuando Ciro II conquistó Babilonia en 539 a. C., Cambises fue el
encargado de dirigir las ceremonias religiosas (según cuenta la Crónica de Nabónido), y en el cilindro que contiene
la proclamación de Ciro
a los babilonios, el nombre de Cambises está ligado al de su padre en las
oraciones a Marduk. En una tablilla fechada
en el primer año del reinado de Ciro, se menciona a Cambises como rey de Babel.
Pero su autoridad debió ser efímera, pues hasta
530 a. C. no fue asociado al
trono, cuando su padre partió hacia su última campaña contra los masagetas del Asia Central. Se han hallado
numerosas tablillas en Babilonia de este momento de su ascensión y de su primer
año de reinado, y donde Ciro es denominado «rey de naciones» (sinónimo de «rey
del mundo»).
Tras la muerte de su padre en la primavera del 530 a. C., se convirtió en el
soberano único del Imperio persa. Las tablillas encontradas en Babilonia acerca
de su reinado abarcan hasta su octavo año de reinado, concretamente hasta marzo
del 523 a. C. Heródoto (3, 66) establece
su reinado desde la muerte de su padre, y le otorga una duración de siete años
y cinco meses, desde el año 530 a. C. hasta el verano del
523 a. C.
Tras la conquista de los países asiáticos por Ciro, era
esperable que Cambises emprendiera la conquista de Egipto, el único estado
independiente que subsistía en Oriente. Según la inscripción de Behistún de Darío I, antes de partir con
su expedición, mandó asesinar a su
hermano Esmerdis, a quien Ciro había
designado gobernador de las provincias orientales. Los autores griegos clásicos dicen por el contrario
que su asesinato se produjo tras la conquista de Egipto.
La guerra comenzó en 525 a. C., cuando al faraón Ahmose II lo sucedió su hijo Psamético III. Cambises había
preparado la marcha de su ejército a través del desierto
del Sinaí con la ayuda de tribus
árabes, que le prepararon depósitos de agua, esenciales para cruzar el
desierto. La esperanza del anterior faraón egipcio, Ahmose II, para conjurar la amenaza
persa se basaba en una alianza con los griegos.
Pero su esperanza fue vana cuando comprobó que
las ciudades chipriotas y el tirano Polícrates de Samos (quien poseía una
poderosa flota) decidieron pasarse al bando persa, como también hiciera Fanes
de Halicarnaso, comandante de las
tropas griegas mercenarias en Egipto, y el egipcio Udjahorresne de Sais, jefe de la flota
egipcia.
Finalmente, en la decisiva batalla de Pelusio, los persas derrotaron
a los egipcios. Poco después, Menfis
caía en manos de Cambises. Psamético fue capturado y ejecutado tras intentar
una rebelión. Las inscripciones egipcias de este periodo muestran que Cambises
adoptó oficialmente los títulos y costumbres de los faraones, si bien es
factible creer que no ocultó su desprecio por las costumbres y la religión egipcia.
Desde Egipto, Cambises planeó la conquista de
los reinos nubios de Napata y Meroe, en el actual Sudán. Pero su ejército no
pudo atravesar el desierto nubio al sufrir elevadas pérdidas, que le obligaron
a retirarse. En una inscripción en Napata, actualmente en el Museo Egipcio de Berlín, el rey nubio Nastesen
describe su victoria sobre las tropas de Kembasuden y la captura de sus
barcos, personaje que se identifica con Cambises.
De la misma manera, otra expedición de Cambises
al oasis de Siwa también fracasó. A su
vez, tuvo que renunciar a la conquista de Cartago por la negativa de sus marineros fenicios a atacar a sus
compatriotas. Estos eran indispensables para cruzar el Mediterráneo y salvar así el
desierto libio.
Mientras Cambises llevaba a cabo estas
tentativas de expansión por África,
en Persia un mago llamado Gaumata se hizo pasar por el
hermano de Cambises, Bardiya/Esmerdis, que el rey había ordenado matar
previamente y en secreto, ante el temor de que se revelase contra él tras
partir hacia Egipto. De esta manera Gaumata consiguió el apoyo del pueblo, tras
dictar varias medidas favorables, por lo que Cambises decidió emprender el
retorno a Persia y castigar al usurpador. Sin embargo, al comprobar finalmente
que no podría vencer la revuelta, acabó suicidándose en marzo del 523 a. C., tal como narra Darío I en la inscripción de
Behistún, mientras que Heródoto y Ctesias afirman, con menor
credibilidad, que su muerte se debió a un accidente. Heródoto narra que
Cambises murió en Ecbatana
de Siria,
la actual Hama (3, 64); Flavio Josefo señala que su muerte
se produjo en Damasco
(Siria) (Antigüedades,
xi. 2. 2); mientras que Ctesias aboga por la ciudad de Babilonia, algo difícilmente
posible.
Hay varias fuentes principales que proporcionan
la información acerca del reinado de Cambises, entre las que destacan las de
los autores griegos Heródoto y Ctesias. El primero habla de
Cambises en su relato de la historia de Egipto (3. 2-4; 10-37), donde Cambises aparece como
el hijo legítimo de Ciro y de Nitetis, hija del faraón Apries. La muerte de Apries a manos del usurpador Amosis II fue lo que decidió a
Cambises a vengarse del usurpador.
Esta versión de la historia es corregida por
las tradiciones persas que también recoge Ctesias (Athen. Xiii. 560) y
también Heródoto, y que explican que Cambises deseaba contraer matrimonio con
una de las hijas de Amosis, pero el faraón egipcio, consciente de que
sólo las mujeres persas eran declaradas reinas consortes, comprendió que su
hija acabaría formando parte del harén real persa. De esta forma decidió enviar
a Cambises a una hija de su predecesor Apries, quien, humillado al descubrir
este engaño, decidió vengarse preparando la invasión de Egipto.
Amosis ya había muerto para cuando Cambises
conquistó el país, por lo que su venganza recayó en su hijo Psamético III, al que hizo beber la
sangre del dios-toro Apis, por lo cual fue
castigado con la locura, según las fuentes clásicas. Así, Cambises en su locura
acabó con la vida de su hermano y su hermana Roxana, perdiendo finalmente su
imperio a manos de un usurpador y muriendo a causa de una herida (quizás
autoinducida) en la cadera, el mismo lugar donde había mandado herir al animal
sagrado. Otra historia relacionada con Cambises es la de Fanes de Halicarnaso, el jefe de los
mercenarios griegos al servicio del faraón Amosis II, que decidió buscar la
protección del rey persa, y que pagó su traición con la cruel muerte de sus dos
hijos, que permanecieron en Egipto.
La tradición persa, por el contrario, cuenta
que la causa de su locura fue el asesinato de su hermano Esmerdis, lo cual, unido a los
abusos de la bebida, fueron señalados como
causas de su prematura ruina.
Todas estas tradiciones se basan en diferentes
pasajes tardíos de Heródoto, complementados con detalles familiares poco
fiables de los fragmentos de Ctesias. Con la excepción de la escasa información
que proporcionan las tablillas babilonias y algunas inscripciones egipcias, la
única fuente de información coetánea que poseemos del reinado de Cambises es el
relato de Darío
I en la inscripción de Behistún. Es por ello que es
difícil tener una imagen correcta acerca del carácter real de Cambises, si bien
todo apunta ciertamente a que se trató de un soberano déspota y sanguinario.
Psamético
III ante Cambises II. Museo del
Louvre.
Según Heródoto, Cambises envió un ejército de
50.000 hombres para someter al oráculo de Amón, ubicado en el oasis de Siwa. Cuando ya había atravesado la mitad del
desierto que separa el oasis del valle del Nilo, una tormenta de arena sorprendió a sus
hombres, sepultándolos para siempre. Muchos egiptólogos consideran esta historia como una
leyenda, si bien mucha gente ha tratado de encontrar los restos de este
ejército durante mucho tiempo.
En noviembre de 2009, los arqueólogos italianos
Ángelo y Alfredo Castiglioni aseguraron haber encontrado restos de soldados
sepultados bajos las arenas del desierto del Sáhara, al sur de Siwa. Hallaron artefactos
aqueménidas que datan de la época de Cambises: armas de bronce, un brazalete de
plata, pendientes y cientos de huesos humanos.
Esmerdis, también llamado Bardia
o Bardija) fue un rey de Persia de la dinastía aqueménida (muerto en 523 a. C.), hijo menor de Ciro II y hermano de Cambises II, que también fueron
monarcas.
Su nombre griego se ha impuesto al tradicional
persa, debido en parte a las formas adaptadas al griego por los autores
clásicos de esta cultura. Ctesias
lo llama Tonyoxarces (Pers. 8); para Jenofonte, quien recoge su
nombre de Ctesias, es Tanooxares (Cyrop. Vin. 7); Justino lo llama Mergis
(i. 9); y Esquilo, Mardos (Pers.
774). El nombre Esmerdis o Smerdis aparece así
escrito en los poemas de Anacreonte y Alceo.
Esmerdis era el hijo menor de Ciro II y hermano de Cambises II. De acuerdo con
Ctesias, en su lecho de muerte Ciro lo designó como gobernador de las
provincias orientales del imperio persa (cf. Jenofonte, Cyrop. Vin. 7). Según Heródoto y el propio Darío I, sucesor de Esmerdis
(tal como Darío mandó grabar en la inscripción de Behistún), Cambises II, antes
de partir en campaña contra Egipto,
ordenó matar secretamente a su hermano Esmerdis, temiendo que pudiera intentar
una rebelión durante su ausencia.
Su muerte no fue conocida por el pueblo, por lo
que en la primavera del año 523 a. C. un usurpador llamado Gaumata, fingiendo ser Esmerdis,
se autoproclamó rey de Persia en las montañas cercanas a la ciudad de Pishiyauvda. Debido al gobierno
despótico de Cambises y a su larga estancia en Egipto, el pueblo entero
(persas, medos y el resto de las naciones del imperio) reconoció al usurpador,
especialmente cuando éste autorizó la bajada de los impuestos durante tres años
(Heródoto, III. 68).
La inscripción de Behistún, en la que aparece citado Esmerdis.
Una vez al corriente de estos hechos, Cambises
emprendió la marcha desde Egipto contra el usurpador, pero al comprobar que no
quedaban esperanzas para su causa, acabó suicidándose en la primavera de 523 a. C. Según Darío, el
verdadero nombre del usurpador era Gaumata, un sacerdote mago de Media. Este nombre ha sido
preservado por Justino (i. 9), pero
adjudicado al hermano del usurpador, quien es señalado como el verdadero
instigador de la intriga, y el cual recibe a su vez el nombre de Oropastes
(Patizeithes según Heródoto; según Ctesias, Sphendadates o Esfendádates).
La historia del falso Esmerdis es narrada por
Heródoto y Ctesias de acuerdo con la tradición oficial, recogida en la
inscripción de Behistún. Antes de morir, Cambises confesó públicamente el
asesinato de su hermano, por lo cual el fraude del usurpador que se hacía pasar
por Esmerdis quedó al descubierto. Pero, como nos cuenta Darío, nadie se
atrevió a oponerse al usurpador, quien gobernó todo el imperio durante siete
meses.
Algunos contratos que datan de su reinado han
sido hallados en Babilonia, en los que aparece el
nombre Barziya. La inscripción de Darío explica que el falso Esmerdis
destruyó algunos templos (que Darío mandó reconstruir más tarde, durante su
reinado), y trasladó las casas y rebaños de muchas gentes (Inscripción de Behistún, i. 14), lo cual
provocó un gran malestar entre los pueblos del imperio.
Desde entonces, el reinado de Gaumata fue
considerado como de infausto recuerdo, y su muerte fue anualmente celebrada en
Persia con una fiesta denominada El asesinato del mago, en la cual
ningún mago tenía permiso para mostrarse como tal (Heródoto, ~ 79 Ctes.
Pers. 15).
Al año siguiente de la caída del usurpador,
otro pseudo-Esmerdis, llamado Vahyazdgta,
se alzó contra Darío en Persia oriental. Al principio tuvo éxito. Sin embargo,
fue derrotado, capturado y ejecutado (Inscripción de Behistún, 40). Quizás se
trate del personaje identificado como el rey Marafis el Marafiano
(nombre de una tribu persa), quien es nombrado en la lista de reyes persas
ofrecida por Esquilo (Pers. 778).
De acuerdo con Heródoto, Esmerdis tenía una hija
llamada Parmis, la que posteriormente
sería tomada en matrimonio por Darío.
Darío I el Grande (en persa antiguo: Dārayawuš,
"aquel que apoya firmemente el Bien"; en griego clásico; Dareîos) (549-486 a. C.) fue el tercer rey de
la dinastía
aqueménida
de Persia desde el año 521 al 486 a. C., heredó el Imperio
persa en su cénit; incluyendo los territorios iranios, Elam, Mesopotamia, Siria, Egipto, el norte de la India y las colonias griegas de Asia Menor. Según algunos autores
el declive del Imperio persa comenzaría con el reinado de su hijo, Jerjes I.
Según el relato tradicional, basado en el
historiador griego Heródoto, Darío ascendió al
trono tras asesinar al usurpador Gaumata, o falso Esmerdis, con la ayuda de otros seis
aristócratas persas, siendo coronado a la mañana siguiente. La inscripción de Behistún, mandada a realizar
por Darío, confirma su participación en la captura y muerte del usurpador, un
miembro de la tribu de los magos,
de origen medo según ambas fuentes,
pero no coincide completamente con el relato griego. El nuevo soberano tuvo que
enfrentar numerosas revueltas desde el comienzo su reinado, sofocándolas con la
ayuda de la nobleza aqueménida. También, amplió las
fronteras del imperio conquistando Tracia y Macedonia, e invadiendo las tierras de los saces, una tribu escita que había luchado con
los medos y eran considerados
responsables de la muerte de Ciro II el Grande. Dirigió asimismo una expedición punitiva
contra Atenas por la ayuda brindada
por esta a los griegos de Asia Menor durante la revuelta jónica.
Entre sus logros se destaca la reforma
administrativa y financiera del Estado; dividió el territorio conquistado en satrapías, asignando su gestión
a un poderoso gobernador, con amplios poderes, el sátrapa. Implantó un sistema monetario
unificado,
organizó los códigos legales tradicionales de Egipto, por lo que Diodoro Sículo le llamó "el
último legislador de Egipto" e hizo del arameo el idioma administrativo de las regiones occidentales
del imperio.
También impulsó proyectos de construcción, en especial en Susa, Pasargada, Persépolis, Babilonia y Egipto. Entre los documentos
primarios de su reinado se destaca la ya mencionada inscripción de Behistún,
una autobiografía de gran valor para la historia y para el desciframiento de la
escritura cuneiforme.
Darío dejó un relieve monumental trilingüe en
el monte Behistún escrito en elamita,
persa antiguo y acadio en algún momento entre
su coronación y su muerte. La inscripción ofrece en primer lugar una breve
autobiografía de Darío donde se menciona su ascendencia y su linaje. Para
explicar su ascendencia, Darío ofrece una serie de sucesos que ocurrieron tras
la muerte de Ciro
II el Grande,
justificando su legitimidad por la gracia de Ahura Mazda, el dios zoroástrico. También se han hallado otros textos y
monumentos en Persépolis, Susa, Babilonia o Egipto; un fragmento de
inscripción en persa
antiguo
procedente de Gherla (Rumania); y una carta
de Darío a Gadates, preservada en un
texto en griego de época romana.
Fue hijo de Histaspes, gobernador de Partia bajo los reyes persas Ciro II y Cambises II. Su padre provenía de
la dinastía Aqueménida persa, la misma a la
que pertenecían Ciro II y Cambises II, quienes sin embargo no se tenían por
tales, pues en los orígenes persas se la consideraba una alianza de tribus.
Nació hacia el 549 a. C. y recibió
una educación cortesana, como todos los hijos príncipes. Cambises II lo elevó a "portador
de la lanza" personal, función en la que lo acompañó a su campaña contra
los egipcios. Allí, hacia el año
522 a. C. Cambises II debió de recibir la noticia de la revuelta y
alzamiento de su hermano, Esmerdis (en persa, Bardill) contra él en la
capital Ecbatana, asentamiento
originario persa.
Lo que había sucedido sigue siendo objeto de
discusión. Se considera que Esmerdis había sido asesinado en secreto ya un año
antes, con lo que Cambises sabía que un mago, Gaumata, habilitado como sustituto por él,
estaba usurpando el poder. Pero según otras fuentes, fue Esmerdis quien
realmente se levantó contra su hermano el rey.
En cualquier caso, Cambises partió
inmediatamente de Egipto para sofocar la sublevación, pero murió en el camino,
posiblemente en un accidente. Heródoto
señala también la posibilidad de que se produjera un asesinato.
La reconstrucción de los hechos lleva mucho
tiempo discutiéndose. La versión “oficial”, según Heródoto y el informe de los
hechos de Darío es la siguiente. Darío decidió, según sus propias palabras,
vengar a Cambises. Así que regresó a Persia y se ganó el apoyo de seis viejos amigos,
colegas de educación cortesana, para preparar la caída del supuesto “falso
Esmerdis”, que se llamaba Gaumata,
hermano del gobernador de Oropastes.
En el fuerte de Sikayawautish, situado a las
cercanías de Ecbatana lo encontró y lo
asesinó. A continuación regresó con sus conspiradores a Persia, donde en Pasargada, la capital ceremonial
del reino, se hizo coronar emperador como supuesto último descendiente de la
línea aqueménida junto a su padre Histaspes y su abuelo Arsames, quienes abdicaron.
Darío se consideró legítimo sucesor de Cambises. Sin embargo esta proclamación
se encontró con la resistencia de una parte imperial, pues Gaumata había
pertenecido a la clase noble superior y el pueblo apreciaba mucho por su
generosa política fiscal.
Para continuar la legitimación de su poder se
casó con la primogénita de Ciro, Atosa (en persa ‘‘Hutausa’’) y viuda de Cambises y
de Gaumata. Quizá esperara que le alumbrara un varón, para regular las futuras
pretensiones sucesorias. Ya tenía un hijo, pero de una mujer de ascendencia no
aqueménida, la hija de Gobrias.
Hasta aquí la versión a grandes rasgos,
presentada por Darío personalmente en la inscripción de Behistún. Mientras tanto, se
han reforzado las dudas de los historiadores contemporáneos sobre el “Esmerdis
falso”, cuestionado desde la antigüedad. Así hoy día se parte de que esta
historia se divulgó en el campamento de Darío para legitimar las circunstancias
de su ascenso al trono. Probablemente de esa manera es también como la conoció
y recontó Heródoto. Especialmente llamativo resulta que nadie parezca haberse
enterado del fallecimiento del "auténtico Esmerdis". Esto resulta
inverosímil, ya que Ciro le había asignado el gobierno de toda la parte
oriental del Imperio.
Darío afirma en la inscripción de Behistun que Gaumata mantuvo
engañado a su entorno durante meses, incluyendo a la propia esposa. Siendo
escépticos con los poderes mágicos, resulta poco verosímil que alguien parecido
a Esmerdis y que hablara como él fuera en realidad el tal Gaumata.
La mayoría de los investigadores creen
unánimemente hoy que Darío solo era pariente lejano de Ciro II y Cambises II.
Ciro se consideraba descendiente de Teispes y como tal se denominaba, no como
aqueménida. Las posteriores modificaciones genealógicas con las que Darío lo
convirtió en fundador dinástico aqueménida sirvieron evidentemente para
consolidar sus propias pretensiones reales. Una supuesta inscripción de Ciro en
Pasargada, en la que debía
llamarse aqueménida, ha sido entretanto reconocida como falsificación del
tiempo de Darío. En cualquier caso la alteración genealógica no tiene una
repercusión decisiva, pues él también era un teispida (vid. infra Árbol
genealógico).
Pero sin Aquemenes existía una mancha decisiva, que no
podía trasmitirse a ningún mismo rey predecesor en línea directa, ya que Ciaxares, probablemente depuso
de sus funciones a Ariaramnes y le entregó su región
de dominio a la otra línea teispida, la de Ciro I. Sin embargo, estos acontecimientos siguen en
la oscuridad debido al mal estado de las fuentes.
Tras la coronación en Pasargada se mudó a Ecbatana, donde sufrió una
serie de sublevaciones comenzando por Elam y Babilonia, encendidas por los seguidores de
Gaumata (que en caso de haber sido muerto el "Esmerdis auténtico", se
trataría de resistencia contra el usurpador Darío).
·
El
levantamiento elamita pudo sofocarlo de raíz, al detenerse y ajusticiarse a su
cabecilla Aschina en Susa.
·
En
Babilonia se había coronado rey Nidintu-Bel con el nombre de Nabucodonosor III,
pues supuestamente descendía de Nabucodonosor y del hijo de este, Nabónido.
Darío llegó con un ejército a la ciudad y a los tres meses lo depuso y mató.
·
Mientras
seguía allí, un hombre llamado Frada inició una nueva rebelión en Bactriana. El
auténtico sátrapa de Bactriana permanecía sin embargo fiel a Darío y pudo
expulsarlo al desierto del actual Turkestán, donde sería después detenido y
ejecutado.
·
Al
mismo tiempo se levantó en Persia, la patria de los persas, un hombre, que
también afirmaba ser Esmerdis.
·
Mientras
tanto en Elam renacieron los disturbios y además también en Media, Partia,
Asiria, Egipto, entre los satagidias y otra vez en Babilonia surgieron graves
enfrentamientos y luchas.
Hacia finales del 522 a. C. casi todo
el imperio persa se encontraba bajo algún tipo de insurrección. Darío pudo sin
embargo confiar en un ejército local, dirigido por un círculo de confianza, así
que en el trascurso de un año fueron las revueltas sofocadas con éxito.
·
En
septiembre del 522 a. C. continuaron los levantamientos en Babilonia,
que a excepción de una breve interrupción, perduraron hasta el 521 a.C.
·
En
mayo de ese año se coronó otro nuevo rey babilónico Nabucodonosor IV, quien
siete meses tras su predecesor, corrió la misma suerte.
A esto se refiere la declaración sobre el
tiempo entre sus siete primeras operaciones militares. Tras asesinar a Gaumata
derrotó a en total ocho “falsos reyes” según sus propias palabras. A finales
del 521 a. C. reinaba de nuevo la paz en el imperio, solo la frontera
septentrional seguía gravemente amenazada. En el 517 a. C. fue
liberada también esta área y sometidos a tributo a sus habitantes, los escitas, victorias que
pormenorizó en la inscripción
de Behistún.
Administración y Milicia
Durante
sus primeros años de regencia realizó una completa reforma administrativa, cuyo
principal componente fue la fundación de provincias unitarias, las satrapías. La extensión y localización de cada gobierno, así como
sus funciones, es insegura, pues las fuentes, es decir, la lista proporcionada
por Heródoto y las inscripciones reales persas, difieren mucho unas de otras.
Estaban apoyadas por un gran aparato burocrático, conocido sobre todo por los
registros egipcios. Tanto el que fuera el rey personalmente quien renovara las
satrapías, como el que fueran vitalicias –salvo en pocas excepciones
previstas–, permite deducir que el puesto se parecía al de un sub-rey o
rey vasallo. Su poder provincial era enorme, y
debía rendir pocas explicaciones al emperador, salvo las fiscales y militares.
Según Heródoto, el sátrapa Aryandes llevaba carros de combate y también acuñaba
su propia moneda. Como el emperador y los altos funcionarios cortesanos poseían
los sátrapas su propio sello.
Este
funcionamiento es diferente al de los feudos
medievales europeos, ya que
el señor feudal poseía el poder central e indiscutible. Así tenía el emperador
por ejemplo la posibilidad, con una oferta real, de reclutar a su propio
ejército, personalmente o delegándolo en terceros. Ya el nombre de este
reclutamiento indica que aquí se alistaban contingentes de la misma área
imperial –ordenados étnicamente–. Además Darío introdujo un ejército permanente
que disolvió a las milicias de sus predecesores. Este ejército tenía entre
otros la tarea de guardar la seguridad interior, similar a las modernas
policiales, y en cada gran ciudad había guarniciones. Aparte, había asociaciones
responsables de la seguridad fronteriza. Desde Egipto se hicieron famosas estas
asociaciones de soldados, estacionadas en las ciudades fronterizas. La guardia
personal del rey, conocida como los Inmortales, también combatió en la guerra.
La
lengua cancilleresca fue hasta el reino de Artajerjes I el elamita, posteriormente reemplazada por el arameo.
Economía y sociedad
A
continuación se creó una red de carreteras que unificó entre sí todas las
grandes áreas imperiales. El camino
real más conocido era el
que conducía de Éfeso a Susa o, en realidad, hasta Persépolis, porque Heródoto
lo describe minuciosamente en su Historia. Facilitó mucho el comercio y
el transporte, junto con los puentes sobre el Bósforo y la compleción de un
canal desde el mar Rojo hasta el Nilo, ya
comenzado por el faraón Necao
II.
Bajo
su gobierno, se reformó también el régimen monetario, además la acuñación del dárico significó la primera unificación
monetaria de un imperio en la historia y benefició el comercio interior.
A
todos los pueblos del imperio, se les concedió el ejercicio de sus propias
costumbres y religiones. Pese a todo, algunos se sintieron discriminados, bien
porque —como Egipto— estaban insatisfechos con la soberanía persa, bien porque
la fragmentación en múltiples satrapías les destruyó la ilusión de que los
viejos imperios como el Medo, Lidio y Babilonio perduraban. Los jonios, quienes
bajo los lidios gozaron de numerosos privilegios hasta
el punto de casi “helenizar” ese imperio, los griegos dejaron pues una huella,
un influjo que no tenían sobre el gran rey. Debido a esta frustración quizá se
expliquen las revueltas jónicas.
Con
todo, no se rompió con todas las tradiciones. Continuó existiendo la unión
personal del gran rey con el rey medo y babilónico. Darío designó, como ya
había hecho Ciro y Cambises, a su hijo y copríncipe, Jerjes I, como rey de Babilonia. Además, todavía portaba
personalmente el título de faraón egipcio.
Bajo
Darío surgió una «paz pérsica», un estado de paz interior, caracterizada por un
cuidadoso reajuste estructural imperial y en el que el reino poseyó una unidad
segura y ordenada. Esto se expresó en que Darío cambió su título de “Rey de los
persas” a “Rey de los países y pueblos” y representó equitativamente a las
naciones representativas imperiales. Únicamente en la contribución fiscal
poseían privilegios los persas, para quienes no había sátrapas ni tributos
reales.
Amenazas a la paz
interior
La
paz predominó durante casi todo el gobierno de Darío. Solo Egipto era una
provincia insegura. Aquí Ariandes había ampliado considerablemente su
poder y, según Heródoto, acuñaba su propia moneda a imitación del dárico. Si
esto debe considerarse una sublevación contra Darío, permite ponerse en duda,
pues los sátrapas, que poseían por lo general bastante poder que aumentaba con
el tiempo, también acuñaban monedas en las provincias.
En
el año 486 a. C. sin embargo surgió un levantamiento abierto,
promovido por las fuerzas egipcias; Ariandes había fallecido en el
500 a. C. Estas rebeliones tuvo que aplacarlas Jerjes, el sucesor de
Darío; según Heródoto, después renunció a una invasión planeada a Grecia.
Prescindiendo
de la frontera imperial septentrional con los escitas, cuyas actividades
durante el tiempo de Darío son desconocidas, el único foco de inquietud en vida
de este fue la frontera occidental jónica, donde en 499 a. C. sucedió
el levantamiento que originó la guerras
médicas. Sin embargo, la
situación en la zona fue tranquila.
Política religiosa
Darío
continuó la política de Ciro que autorizaba la libertad de culto siempre que se
aceptase a Ahuramazda como máxima divinidad. Menciones
positivas a esta práctica aparecen en el ‘’Libro de Esdras’’
del ‘’Antiguo Testamento’’, en el que se menciona el supuesto
apoyo a la reconstrucción del Templo
de Jerusalén. Sin embargo,
aparecen dudas a esta presentación, pues Jenofonte ya menciona esta política primeramente
en la ‘’Ciropedia’’ en el 362 a. C. La obra no
representa ningún documento histórico. Faltan inscripciones del propio Darío
sobre el apoyo a la reconstrucción.
Darío
promovió el Zoroastrismo, pero el cuándo permanece confuso, al
igual que los cultos persas de este tiempo. El dios supremo era Ahura Mazda, que no admitía ningún otro junto a él. Se supone que
Darío heredó de su padre esta religión.
El
apoyo al Zoroastrismo se implantó cuidadosamente. Los magos seguían siendo la
clase sacerdotal superior, y por orden del gran rey se ofrecían sacrificios a
los dioses iránico, elamítico y babilónico. Solo en las inscripciones reales se
encuentra a Ahuramazda como único dios. Se presupone que la estatua que le hizo
erigir a su mujer Artystone, era una efigie de la diosa madre persa Anahita.
Por
esto surge la duda de que o era el giro zoroastrista de Darío una declaración
vana, o nunca sucedió. El dios Ahuramazda se puede datar en el tiempo previo al
zoroastrismo. La adoración de Ahuramazda como dios único tras los mandamientos
de Zaratustra no se deja imponer. Del tiempo de Atajerjes II son actos
oficiales en honor de Anahita y los Mithras, ambos también con seguidores en el
tiempo sasánida.
Política exterior
El imperio persa hacia el 500 a. de C.
Con los indios
Tras consolidar el dominio intrafronterizo, fue
el momento de adelantarse a posibles amenazas desde la frontera oriental. Por
lo que el área de los satagidas se anexionó
definitivamente al imperio persa, cuyas tropas avanzaron hasta el valle del Indo, que pudo asimismo ser
completamente avasallado. Especialmente valiosa para esta campaña de conquista
demostró ser la región Gandhara, reconocidos como la
tribu india más valiente y bajo dominio persa desde hacía mucho tiempo.
El valle del Indo no era solo
políticamente interesante. En sus fértiles llanuras había muchas ciudades ricas
y del río mismo se obtenía polvo áureo. Más lejos podía entonces establecerse
comercio ilimitado con el interior subcontinental indio. Una impresión del
interés comercial lo demostró el viaje de Escílax de Carianda, quien unos doscientos
años antes había navegado la costa del golfo Pérsico desde Nearchos, para demostrar su
utilidad para el comercio marítimo. Más tarde navegó también la península arábiga hasta Egipto.
Con los libios y los
egipcios
Al comienzo de su reinado, Egipto se había
separado del imperio y costaría muchísimo reconquistarlo. En lo que desempeñó
un papel significativo Ariandes, el sátrapa designado
por Cambises. Darío visitó personalmente el territorio en el
518 a. C. Este acto significó la derrota definitiva de la disidencia
y la consideración de la anexión egipcia en Persia. La meseta Cirenaica había sido sometida
durante la campaña egipcia de Cambises, pero recuperaron la independencia
durante los tumultos de los años 522 al 521. En una expedición
extraordinariamente pérfida y brutal, Ariandes conquistó las ciudades de Cirene y Barka y ensanchó su satrapía
hasta el golfo
de Sidra.
Tal como prueban las inscripciones persas, se encontraban también los
habitantes no griegos de la Libia oriental bajo dominio persa.
Con los tracios y los
escitas
Es de suponer que pese al vasallaje, Darío
seguía considerando a los escitas como una amenaza para la frontera
septentrional imperial. Poblaban la región del mar de Aral hasta la actual Ucrania. Probablemente debían
atacarlos y cercarlos desde su frontera occidental. Así, se envió una gran
cantidad de reclutados ad hoc a preparar una campaña sobre el continente
europeo. En Bizancio se destruyó un puente sobre el Bósforo, tal como documenta una
inscripción encontrada en esa ciudad. El ejército se asentó sobre la orilla
opuesta, la Tracia, y conquistó esta área para protegerse la retaguardia. Entonces avanzó por
la costa del mar
Negro y
vadearon el Danubio en la región de los
escitas, quienes emplearon la táctica de tierra quemada, obligándolos a
retroceder. La frontera del Danubio se
fortificó, protegiendo por lo tanto la Tracia. Mientras convertía sin embargo a
los escitas en una amenaza continua para el resto de la historia imperial
aqueménida.
Con la campaña militar de los años 513 y
512 a. C. entraron por primera vez en contacto con los griegos desde
las expediciones de Asia menor de Ciro.
Si bien es cierto que muchas áreas coloniales griegas mediterráneas orientales
se encontraban bajo dominio persa, esta tierra les atraía poquísimo. Tras la
dominación de Tracia, durante la que de paso se avasalló también Macedonia, los
griegos independientes confiaban en que perdieran pronto el interés. Atenas
intentó prevenirlos, al aliárseles en el 506 a. C., mediante un pacto que los
persas entendieron como un sometimiento formal. Aunque los griegos jónicos
habitantes de las costas asiáticas menores disfrutaban de numerosos privilegios
–entre otros, incluso la concesión de su propia satrapía– se alzaron en el
500 a. C. Los atenienses rompieron la alianza y enviaron apoyo
militar. En el 499 a. C. ocuparon y destruyeron Sardes, la capital de la
satrapía Lidia.
El contraataque masivo persa alcanzó hasta Chipre.
El punto final de este levantamiento jónico se considera la toma y
destrucción de Mileto en el 494 a. C.,
considerada la iniciadora de las revueltas. Y para prevenir futuros disturbios,
se envió en el 492 a. C. una expedición de castigo, que sin embargo
fracasó. Tracia y Macedonia, que se habían
desprendido del imperio durante los levantamientos, fueron reconquistadas, pero
la expedición contra Atenas fracasó al estrellarse
la flota contra el monte Atos durante una tormenta.
Batalla de Maratón
Dos años después se desarrolló una campaña
militar contra Datis y Artafernes exitosa al principio.
En el mar
Egeo pudo
intensificarse la hegemonía persa y Eretria quedó destruida. La marina persa atracó
cerca de la llanura maratoniana, para disponer de un campo de batalla abierto contra los
atenienses. La estrategia se cambió tras varios días y entonces planearon
atacar Atenas directamente desde las naves. Y reembarcando en las trirremes los sorprendieron los
atenienses bajo órdenes de Milciades
y les destruyeron una parte de la armada. Entonces avanzaron a marchas forzadas
hacia Atenas, para evitar una posible capitulación urbana. Filípides corrió sin parar hasta
la ciudad para anunciar inmediatamente la victoria. Los persas, por su parte,
se retiraron.
A esta batalla de Maratón se le ha concedido un
significado histórico trascendental, representada como el éxito de la unión
occidental libre frente al despotismo oriental. Mientras tanto, los
historiadores argumentan sin embargo que los persas solo pretendían castigar la
infidelidad ateniense a la alianza, y no avasallar el país.
El hijo de Darío, Jerjes I sería el primero en
emprender una gran invasión a Grecia. Pese a los fracasos frente a Atenas, se
consideraba la frontera oriental liberada, ya que la costa jónica se encontraba
de nuevo bajo dominio persa.
Actividad edificatoria
Desarrollo artístico y
arquitectónico bajo su reinado
Bajo Darío aconteció una ruptura entre arte y
arquitectura. Hay del tiempo de Ciro y especialmente de Cambises pocas fuentes
arqueológicas, las pocas conservadas remiten a cultos de tradiciones locales.
Un famoso relieve del tiempo de Ciro en Pasagarde indica influjo elemita. Solo
la tumba de Ciro figura en su forma original, sin que se conozcan ejemplos
directos de esa construcción. Bajo Darío se reunieron conscientemente
diferentes elementos estilísticos, artísticos y arquitectónicos de todo el
imperio. Los monumentales y estriados pilares de palacios y edificios públicos
recuerdan, con excepción de los materiales constructivos y las dimensiones, al
fuste griego, pero sin embargo son probablemente ejecutados a imitación de
ejemplos mesopotámicos. Los capiteles muestran sobre todo influjo egipcio.
Tal como suponen numerosos científicos
orientalistas y egiptólogos, la planta del palacio de Persépolis es originaria
egipcia (Gerd Gropp). En contra destacan los historiadores antiguos según los
modelos para palacios en la India y construcciones en Grecia.
Como en la historia general de Oriente antiguo,
también fue entre los aqueménidas el relieve el arte de moda. Se encuentra en
inscripciones, muros palaciegos y entrada de escaleras. Bajo el predecesor de
Darío se caracterizaba el relieve sobre todo según ejemplos elamitas. Bajo
Darío se muestran claros ejemplos mesopotámicos, especialmente sirios. Los
relieves se pintaban y muchas veces se enjoyaban; así se hicieron por ejemplo
muchas barbas en los relieves de Persépolis con lapislázuli. Influjos babilónicos se aprecian sobre
todo en los relieves de Susa, que como mínimo parcialmente, son contemporáneos
de Darío. Los de Susa están hechos de ladrillo pintado y vidriado, que hacen
pensar en procesiones públicas y la puerta de Ischar en Babilonia.
Darío quiso trasladar el centro imperial desde
la médica Ecbatana y la mesopotámica
Babilonia a la tierra originaria persa. En cuya vecindad directa se encontraba Elam con su antigua capital
real Susa, que Darío amplió como su residencia principal, función que mantuvo
hasta el final del imperio. En otra ciudad también persa y que había sido
centro administrativo, mandó construir una residencia. La ciudad fue nominada
‘’Parsa’’ por la costumbre de llamar a las capitales como los países. Los
griegos la llamaron Persépolis.
Bajo Darío también floreció la escultura.
Pequeñas y mayores estatuillas y figuras hechas de materiales preciosos como
lapislázuli o marfil. Además hay una estatua de Darío en tamaño natural
conservada en Egipto, que aunque lo muestra con un uniforme elemita e insignias
reales persas, también tiene una inscripción jeroglífica egipcia. Obritas
artísticas y artículos de uso artísticos están hechos de metal noble, sobre
todo oro y plata. Un gran número de ellos se encontraron en el tesoro del Oxus, donde además
aparecieron algunos retales y una alfombra mayor, que también indican una gran
habilidad en esta área.
Susa
Al norte de Susa se crearía un nuevo complejo palacial. Una
terraza se colocaría en uno de los vestíbulos (en persa, ‘’Apadana’’) y se
construiría un palacio que bajo Artajerjes I destruyó un incendio para ser
después reconstruido. Solo han quedado relieves de ladrillo cristalizado, cuya
mayoría hoy se encuentra en París.
Persépolis
El proyecto de construcción en Persépolis se pareció al de Susa.
Aquí también construyó una apadana
en la terraza. Junto a la cual se edificó un palacete, posiblemente para
asuntos privados. Estas obras fueron pese a todo algo menores a las de Susa.
Además, en la terraza se levantaron los edificios administrativos que, sin
embargo, hasta ahora han sido poco estudiados arqueológicamente.
Tanto en Persépolis como en Susa se
construyeron los edificios con materiales de diferentes países y se levantaron
con mano de obra de todo el imperio. Los diferentes pueblos fueron retratados
en los relieves de las escaleras con uniformes y obsequios típicos de cada
país.
Pasargada
Probablemente durante el gobierno de Ciro perdió
Pasargada el papel de sede
gubernamental y se mantuvo como capital ceremonial y probablemente también
religiosa del imperio. Obras quizá comenzadas por Ciro fueron terminadas
durante el reinado de Darío; además se construyó un nuevo palacio. El método
constructivo recuerda al de Susa y Persépolis. Si bien es verdad que en un
edificio se inscribió el nombre de Ciro, el hecho es que la escritura
cuneiforme empleada habla por sí, pues se introdujo bajo el mandato de Darío.
Antiguo Egipto
También en Egipto, numerosas construcciones,
especialmente de carácter religioso, testimonian el reinado de Darío. Se
construyeron o restauraron varios templos durante su época de gobierno, entre
ellos el templo de Hibis y Qasr el-Ghueda en el oasis de Jariyá, el templo de Ptah y el templo de Busiris. Otras construcciones
de Darío se pueden ver en Karnak,
Fayum y Sais. Los materiales
constructivos se obtenían en parte de las canteras de Uadi Hammamat, en cuyas rocas
aparecen inscripciones de Darío. Una importante obra fue también la conclusión
de un canal de ochenta y cuatro kilómetros de largo, comenzado bajo Necao II, que conducía desde el
Nilo, por Uadi Tumilat, hasta el mar Rojo, facilitando la
comunicación de Persia con Egipto. A lo largo del canal, se han encontrado estelas
escritas en jeroglíficos egipcios, persa
antiguo, elamita y acádico.
Muerte
Heródoto refiere que Darío se aprestó enseguida
a preparar una nueva expedición contra Grecia, que dirigiría personalmente,
pero fue interrumpida por una insurrección en Egipto en 486 a. C. Mientras se preparaba para
intervenir, le sobrevino una enfermedad y murió en noviembre del mismo año. Fue
inhumado en una tumba rupestre, que hizo construir en vida, en Naqsh-e Rostam.
Le sucedió su hijo Jerjes I a la cabeza del
Imperio.
Jerjes I, también conocido como
Jerjes el Grande (circa 519-466 a. C.), fue el quinto Gran Rey del Imperio aqueménida (486-466 a. C.), hijo de Darío I y de Atosa, hija de Ciro II el Grande. Su nombre Jerjes
(también escrito Xerxes) es una transliteración al griego de su nombre persa tras su ascensión al
trono, Jshāyār shāh, que significa "gobernador de héroes". En
la Biblia se le menciona como
«Asuero», Axashverosh o Ahasuerus transliterado al griego).
Jerjes I reinó desde la India hasta Cus (Etiopía).
Jerjes fue designado sucesor de Darío I por
delante de todos sus hermanastros, mayores que él, y que nacieron antes de que
Darío ascendiera al trono. Tras ser coronado en octubre de 486 a. C., se enfrentó
victoriosamente a una rebelión en el Egipto sometido, que comenzó en 486 a. C. Dejó a su hermano Aquemenes como sátrapa de esa región, sobre
la cual ejerció un control represivo.
Sus predecesores, especialmente su padre, no
fueron muy afortunados en sus intentos de conciliar las antiguas civilizaciones
sometidas con el gobierno persa. Esta fue probablemente la razón por la cual
Jerjes abolió definitivamente el reino de Babilonia en 484 a. C., cuando también se llevó la estatua
dorada de Bel (Marduk o Merodac, cuyas manos
debía tocar el legítimo rey de Babilonia el primer día de cada año) y mató a
los sacerdotes que trataban de impedírselo.
Por lo tanto, no aparece con el título de Rey
de Babilonia en los textos babilónicos que datan de su reinado, pero sí con
el de Rey de Persia y Media, o simplemente Rey
de naciones (equivalente a Rey del mundo). Este proceder desencadenó
dos rebeliones, en 484
a. C. y en
479 a. C., que fueron sofocadas
enérgicamente.
Una vez sofocadas todas las revueltas, y
alentado por su primo Mardonio, trató de vengar la
derrota sufrida por su padre, Darío I, en la batalla de Maratón, durante la Primera Guerra Médica (490 a. C.). Darío no había
podido castigar a los atenienses por su intromisión en
la Revuelta
jónica en Asia Menor, por lo que Jerjes
planificó la operación de castigo y conquista con sumo cuidado (483 a. C.).
Ya que una flota persa había naufragado en el
año 492 a. C. al pie del monte Athos, mandó excavar el Canal de Jerjes a través del istmo que comunicaba la Península Calcídica, donde está el Monte Athos, con el continente europeo; se almacenaron
provisiones en escalas a lo largo de la ruta que recorría Tracia y se erigieron dos puentes que atravesaban el Helesponto.
Jerjes concluyó una alianza con Cartago, lo cual privó a los
griegos helénicos del apoyo de los griegos sicilianos de Agrigento y Siracusa, a la vez que consiguió ganar para la
causa persa a varios Estados griegos, como Tesalia, Macedonia, Tebas y Argos. Los persas lograron reunir para la ocasión
una gran flota (la mayoría de las naves procedían de sus vasallos fenicios y chipriotas) y un poderoso
ejército. En relación al número de efectivos, podemos mencionar lo siguiente
extraído del libro VII de Heródoto:
"No
puedo en verdad decir detalladamente el número de gente que cada nación
presentó, no hallando hombre alguno que de él me informe. El grueso de todo el
ejército en la reseña ascendió a un millón y setecientos mil hombres; el modo
de contarlos fue singular: juntaron en un sitio determinado diez mil hombres
apiñados entre sí lo más que fue posible y tiraron después una línea alrededor
de dicho sitio, sobre la cual levantaron una pared alrededor, alta hasta el
ombligo de un hombre. Salidos los primeros diez mil, fueron después metiendo
otros dentro del cerco, hasta que así acabaron de contarlos a todos, y contados
ya, los fueron separando y ordenando por naciones".
Heródoto, Historia
VII, 60,1
De esta forma, en la primavera del año 480 a. C., Jerjes abandonó Sardes al frente de su
ejército, desencadenando así la Segunda Guerra Médica contra la alianza
griega de Atenas y Esparta. En principio el ejército persa consiguió importantes
victorias: la flota griega fue rechazada en el cabo Artemisio, y tras la victoria
sobre Leónidas
I de Esparta y sus 300 hombres en
el desfiladero de las Termópilas, los persas
devastaron Beocia y el Ática, llegando hasta Atenas.
La ciudad había sido evacuada previamente por
orden de Temístocles, refugiándose sus
habitantes en las islas cercanas, de manera que el ejército persa solo tuvo que
enfrentarse a la guarnición de la Acrópolis, saqueando a continuación la ciudad e
incendiando y arrasando los templos de la Acrópolis, mientras las fuerzas
espartanas y atenienses establecían su última línea de resistencia en el istmo de Corinto y el golfo Sarónico.
Sin embargo, Jerjes fue engañado por un astuto
mensaje de Temístocles, llevado por un falso
esclavo huido del campo griego, en el que animaba a los persas a atacar cuanto
antes. De opinión en contra fue la advertencia de Artemisia de Halicarnaso), reina aliada de
Jerjes, que estimaba perjudicial atacar a la flota griega bajo condiciones
adversasen lugar de enviar parte de sus barcos al Peloponeso y esperar simplemente
la disolución del ejército griego tras un prolongado asedio. La
batalla naval librada en Salamina (480 a. C.), donde la flota
griega se había refugiado en el golfo entre el Ática y la isla de Salamina, fue ganada por la flota
ateniense, al mando de Euribíades, un revés decisivo para los persas, que dejó
el control del mar Egeo en manos de la coalición griega. Interrumpidas
las líneas de suministro marítimas con Asia Menor, Jerjes decidió retornar a Sardes; el ejército que dejó en Grecia al
mando de Mardonio fue derrotado en 479 a. C. en Platea. La posterior derrota
persa en Mícala, al norte de Mileto, supuso la libertad de
las ciudades griegas de Asia Menor y la renuncia de Jerjes a las mismas,
dejando de entrometerse en la política griega.
La batalla de Atenas, que Jerjes dirigió
personalmente, es a menudo erróneamente interpretada como un enfrentamiento
entre griegos y persas cuando en verdad la intención de Jerjes era
castigar a los atenienses por el pillaje y la destrucción causados por sus
fuerzas en las ciudades jonias de Asia Menor, que estaban bajo el dominio
persa. Es de destacar que para esta empresa contó con la ayuda de otras
ciudades griegas, y aun del Reino de Macedonia. Jerjes tomó Atenas, y después de un breve
periodo de ocupación, la abandonó, debido a que su interés no estaba en la
conquista de la misma sino en castigar a aquellos que habían llevado
la guerra contra otras ciudades griegas en el Asia Menor.
El hecho histórico a resaltar, por tanto, es
que Jerjes no combatió contra todos los griegos, ni contra Grecia entendida como país
(ya que el país de Grecia era inexistente; solo existían las polis), sino
contra una alianza de ciudades griegas, contra la cual consiguió la ayuda de
otras ciudades griegas de la propia Hélade, no interesadas en un frente común,
bien por no sentirse amenazadas por los persas, o por haberse aliado con estos,
abiertamente o en secreto, como fue el caso de los príncipes de Tesalia, de Argos, enemiga jurada de
Esparta, o de los aqueos del norte del
Peloponeso, no interesados en ninguna guerra.
Últimos años
De los últimos años del reinado de Jerjes poco
se sabe. Se conoce que envió a sátrapas
a intentar la circunnavegación
de África,
pero la victoria de los griegos en la Segunda Guerra Médica supuso la paulatina
inmersión del Imperio
aqueménida
en un estado de apatía, de la cual no volvería a despertar. El mismo rey se vio
involucrado en varias intrigas palaciegas, dependiendo en exceso de sus
cortesanos y eunucos.
Después de los errores militares cometidos en
Grecia, volvió a Persia. Allí supervisó la finalización de muchos proyectos
iniciados por su padre en Susa
y Persépolis, como la Puerta de
las Naciones y la Sala de las cien columnas, en Persépolis, que son
las estructuras más grandes e impactantes del palacio. También la conclusión de
la Apadana del palacio de Darío,
y el Tesoro, ambos empezados por Darío, y su propio palacio, que alcanzó el
doble de tamaño del de su padre. Su gusto arquitectónico era similar al de
Darío, aunque a una escala todavía más gigantesca.
Dejó varias inscripciones: en Van (Armenia), en el Monte Elvend
(cerca de Ecbatana) y en Persépolis. En todos esos textos
simplemente recogió las palabras de su padre.
En 465 a. C., Jerjes fue asesinado por Artabano, comandante de la
guardia real y el más poderoso funcionario de la corte persa. Aunque Artabano
llevaba el mismo nombre que el famoso tío de Jerjes, su ascenso se debió a su
popularidad en los sectores religiosos de la corte y a intrigas del harén. Ideó
un plan para destronar a los aqueménidas y colocó a sus siete hijos en posiciones clave del
gobierno.
El 4 de agosto de este año, Artabano asesinó a
Jerjes con la ayuda de un eunuco
llamado Aspamitres. Los historiadores griegos dan versiones contradictorias
sobre el suceso. Según Ctesias (en Persica 20),
Artabano acusó del asesinato al príncipe heredero, Darío, primogénito de
Jerjes, y persuadió a otro de los hijos de Jerjes, Artajerjes, a vengar el
parricidio, matando a Darío.
Pero según Aristóteles (en Política 5-1311b), Artabano
mató primero a Darío y luego a Jerjes. Cuando Artajerjes descubrió los
asesinatos, mató a Artabano y a sus hijos. En estas intrigas participó el
general Megabizo, cuya decisión de
cambiar de bando probablemente salvó a los aqueménidas de perder el trono
persa.
En el libro bíblico de Ester, se menciona a Jerjes
con el nombre Asuero -Aḥashverosh (Ahasuerus)-. Durante su reinado, y
también en el de su antecesor (Darío I)
y en el de su sucesor (Artajerjes
I), muchos
samaritanos pidieron ayuda al rey
de Persia con acusaciones contra los judíos.
Igualmente se indica que Asuero repudió a su
reina consorte Vasti, debido a que ella se negó a obedecer su orden de aparecer
como reina del imperio en una fiesta que el rey había organizado para
mostrar las riquezas y poderío de su reino. Según las usanzas persas, tal
comportamiento por parte de la reina debía ser castigado con su inmediata
destitución. Una vez hecho esto, el rey debía elegir para sí una reina, por lo
que después de reunir a un considerable número de muchachas vírgenes de todo el
imperio, Asuero escogió finalmente a Ester, cuyo origen judío había ocultado hasta al mismo
rey.
Hamán, el agagueo, ministro del rey y proveniente de un
pueblo que había sido destruido por Israel obedeciendo el mandato de Dios,
aprovechó un disgusto personal con un judío de nombre Mardoqueo (primo y tutor de
Ester), ya que este rehusaba inclinarse ante él, para convencer al rey Asuero
de ordenar por decreto la destrucción del pueblo judío por no seguir sus
mandatos. Tal decreto fue publicado. Sin embargo, la reina Ester, aconsejada
por su primo Mardoqueo, halló gracia ante su esposo (el rey Asuero), y logró
intervenir en favor de su pueblo al desvelarle a él su identidad judía y dejar
al descubierto la trama de Hamán. Como los decretos del rey eran irrevocables,
hubo de publicarse un nuevo decreto, dando al pueblo judío el derecho a
defenderse de sus atacantes.
En su obra Antigüedades de los Judíos, Flavio Josefo sugiere que esta
historia es real, y que tanto Ester como Vasti fueron personajes que existieron
realmente. Pero Heródoto, por su parte, señaló
que la reina consorte de Jerjes era Amestris, la hija de Ótanes.
Artajerjes I (persa antiguo Artaxšacā,
también Artajerjes I Macrocheir (macrojeir) y Artajerjes I Longímano)
fue un rey aqueménida de Persia desde el 465 hasta el 424 a. C. Sucede en el trono a
su padre, Jerjes
I.
El nombre de Artajerjes (persa Artaxshaca) es
interpretado en Heródoto como "gran
guerrero", aunque esto ha sido desechado por la crítica moderna, que
prefiere traducirlo como "el que reina en el Arta", "el que
reina en la verdad y rectitud". Artajerjes I recibe los apodos de Macrocheir
en las fuentes griegas, y Longímano (Longimanus) en las latinas;
ambos significan ‘el de la larga mano’.
Artajerjes era el segundo hijo de Jerjes y la
reina Amestris. Su padre Jerjes murió
asesinado por Artabano, un oficial de la
corte, en agosto del año 464 a. C.; Artajerjes ascendió al trono recién en
diciembre del mismo año, por aquel entonces tenía alrededor de veinte años. Las
fuentes nos dicen que Artajerjes, engañado por Artabano, mató a Darío (primogénito de
Jerjes) creyéndolo asesino de su padre, pero luego ejecutó a los verdaderos
culpables. Aunque los detalles (por la naturaleza de las fuentes, tardías y
basadas en rumores de corte) no se pueden tomar al pie de la letra, el contexto
general refleja una sucesión conflictiva.
Un nuevo pretendiente, que se trataría de Histaspes, otro hijo de Jerjes,
se alzó en la satrapía de Bactriana, pero fue derrotado al
poco tiempo.
Los desórdenes internos por los que pasaba el
Imperio persa fueron aprovechados por el líder libio Inaro para rebelarse en el Bajo Egipto. Con la ayuda de
mercenarios atenienses, las primera
expedición, comandada por el sátrapa Aquemenes, tío de Artajerjes, fue derrotada en
Papremis hacia el 460 a. C. Aquemenes fue muerto
por los rebeldes, y las tropas persas se refugiaron en el "Castillo
Blanco" -la ciudadela- de Menfis.
En el 456 a. C., un ejército persa
comandado por los sátrapas Megabizo
y Artabazo reprimió la rebelión
egipcia. Los mercenarios atenienses huyeron a Cirene, mientras que Inaro fue capturado y
crucificado años más tarde.
Artajerjes y Grecia
La política de Artajerjes con respecto a Grecia se concentró en el
debilitamiento del predominio naval de la Liga de Delos, afianzado tras la batalla del Eurimedonte (c. 468 a. C.). Cerca de 457 a. C. una embajada persa fue
enviada a Esparta para que ésta le
declare la guerra a Atenas, y así apartar la atención ateniense de Egipto. La
embajada fue infructuosa, y luego de la victoria persa en Egipto hubo
enfrentamientos con Atenas en Chipre
(c. 450 a. C.).
El progresivo retroceso frente a la Liga de
Delos y las derrotas en Chipre habrían llevado al establecimiento (hacia 449 a. C.) de la llamada Paz de Calias, la cual, según Diodoro Sículo, presentaba las
siguientes cláusulas:
·
Se
le concede la autonomía a las ciudades jónicas de Asia Menor
·
Ningún
sátrapa persa tiene jurisdicción sobre la costa del mar Egeo.
·
Se
prohíbe la navegación persa en el mar Egeo.
·
Atenas
no puede intervenir en los territorios persas.
Si bien se tienen dudas sobre la existencia y
el contexto de este tratado, el fin de las hostilidades directas entre la Liga
de Delos y Persia hacen pensar en, por lo menos, un acuerdo verbal entre ambas
partes, aunque se cree que su contenido era diferente al que es expuesto por
Diodoro Sículo.
Retrato Bíblico en el
Libro de Esdras
Artajerjes encargó a Esdras un sacerdote-escriba
judío, a través de una carta de decreto, que se encargara de los asuntos
eclesiásticos y civiles de la nación judía. Una copia de este decreto aparece
en el Libro
de Esdras,
7:13-28.
Esdras entonces abandonó Babilonia en el primer mes
del séptimo año (aproximadamente 457 a. C.) del reinado de
Artajerjes, al frente de una compañía de judíos que incluía a sacerdotes y
levitas. Llegaron a Jerusalén el primer día del
quinto mes del séptimo año (Calendario hebreo).
La reconstrucción de la comunidad judía en Jerusalén había comenzado bajo Ciro el Grande quien había permitido
a los judíos cautivos en Babilonia regresar a Jerusalén y reconstruir el Templo de Salomón. Una serie de judíos
liderados por Zorobabel (descendiente del rey David) había en consecuencia
regresado a Jerusalén en el año 537 a. C.
Artajerjes construyó en Persépolis un palacio, del que
hoy quedan prácticamente sólo los cimientos, y completó la llamada "Sala
de las Cien Columnas" (la sala del trono), iniciada por Jerjes. Se cree
que, siguiendo el precedente de Jerjes y Darío, fue enterrado en Naqsh-e Rostam (seis kilómetros al
norte de Persépolis), aunque la tumba que se le atribuye es anónima.
Inscripciones
La mayor parte de sus inscripciones reales han
sido halladas en Persépolis. Están escritas tanto en persa como en babilonio y elamita, y son menores en
extensión y cantidad que las de sus predecesores.
Las fuentes griegas nos pintan un Artajerjes
firme en cuanto a política exterior, pero débil frente a la corte y las mujeres
de la familia real. Continuamente relacionan los hechos políticos con deseos de
venganza o intrigas amorosas. Un problema abierto está en determinar cuánto hay
en esto de rumores de la época, de inserciones literarias de los autores o de
prejuicios de la sociedad griega, y cuánto refleja con cierto grado de
veracidad la vida de la corte en tiempos de Artajerjes.
Entre las mujeres que se nos presentan con
roles centrales dentro del reinado de Artajerjes están su madre Amestris y su hermana
Amitis, esposa del sátrapa
Megabizo. Damaspia, la reina, dio a luz un único hijo, el futuro Jerjes II. Según Ctesias,
Artajerjes tuvo diecisiete hijos más, de los cuales Sogdiano y Oco (futuro rey Darío II) disputarían el trono
con Jerjes II. Su hija Parisátide sería reina de su
medio hermano Darío II, con quien engendraría al futuro rey Artajerjes II.
Jerjes II fue un rey persa, hijo y sucesor de Artajerjes I. Tras un reinado de
cuarenta y cinco días, fue asesinado en 424 a. C. por orden de su hermano
Sogdiano, que fue asesinado a
su vez por Darío
II.
Es un personaje histórico poco conocido,
esencialmente por los escritos de Ctesias. Era supuestamente el único hijo
legítimo de Artajerjes I y de su esposa Damaspia. Se sabe que ejerció como príncipe heredero
de Persia.
La última inscripción que menciona a Artajerjes
I en vida puede ser fechada el 24 de diciembre de 424 a. C. Jerjes
aparentemente tomó el trono, pero dos de sus hermanos ilegítimos lo reclamaron.
El primero era Sogdiano, hijo de la concubina Alogine de Babilonia. El segundo era Oco, hijo de la concubina Cosmartidene de Babilonia. Él se
casó con su hermanastra Parisátide, la hija de Artajerjes
I y de la concubina Andia de Babilonia.
Supuestamente Jerjes sólo era reconocido en
Persia y Sogdiano en Elam. La primera
inscripción de Darío
II puede
ser fechada el 10 de enero de 423 a. C., era ya sátrapa de Hircania y pronto fue
reconocido por los medos, babilonios y egipcios.
Fue supuestamente embriagado y asesinado por Farnacias y Menostanes a las órdenes de
Sogdiano.
Aunque Sogdiano ganó aparentemente el apoyo de
sus regiones, murió unos meses más tarde. Darío II llegó así a ser el único
gobernante del Imperio aqueménida reinando hasta 404 a. C.
Sogdiano fue brevemente rey de Persia durante el año 423 a. C. Era hijo bastardo del
rey Artajerjes
I y Alogine, una concubina babilona. Es conocido
principalmente gracias al historiador griego Ctesias de Cnido.
Cuando Artajerjes murió fue sucedido por Jerjes II, su único hijo
legítimo, pero éste fue asesinado a su vez por Sogdiano y el eunuco Farnacias, después de
reinar 42 días. Sogdiano se hizo con el trono, pero después de 6 meses y 15
días fue derrotado y muerto por su medio hermano Darío II Oco.
El último documento babilonio fechado en el reinado
de Artajerjes I data del 24
de diciembre
de 424 a. C. El próximo rey
mencionado en los documentos es Darío II (el 10 de enero de 423 a. C.) siendo omitidos tanto
Jerjes II como Sogdiano. Es posible, entonces, que la guerra fratricida se haya
desatado apenas muerto Artajerjes, y que la autoridad de Darío haya sido
reconocida en Babilonia desde un primer momento.
Darío II, en persa antiguo: Dārayavahusch,
Dārayavausch, llamado originalmente Oco y a menudo con el apodo
de Noto (posiblemente del latín nothus, «viento austral», o noto,
"nódulo", «tumor», en el sentido de «advenedizo», «bastardo»), fue
rey de Persia de 423 a 404 a. C.
Artajerjes I, murió poco después
del 24 de diciembre de 424 a. C., sucediéndole su hijo Jerjes II. Después de un mes y
medio Jerjes fue asesinado por su hermano Sogdiano. Su hermano ilegítimo, Oco, sátrapa de Hircania, se rebeló contra
Sogdiano con el apoyo del eunuco
Artoxares, Arbario, el comandante de la
caballería, y Arsames, sátrapa de Egipto.
Tras una breve lucha, Oco mató a Sogdiano, y más tarde zanjó la tentativa de
traición de su propio hermano Arsites
para imitar su ejemplo.
Oco adoptó el nombre de Darío. Sólo en
textos más tardíos (del historiador Pausanias) recibe el epíteto de Noto («el
viento del Sur» o «el advenedizo»; «el bastardo»). Ni Jerjes II ni Sogdiano
están registrados en las numerosas tablillas babilonias de Nippur, en estas el reinado
de Darío II sigue inmediatamente después al de Artajerjes I.
Del reinado de Darío sabemos muy poco, sólo que
él era bastante dependiente en su esposa Parisátide. En los primeros años de su reinado,
tuvo que hacer frente a la rebelión del sátrapa Pisutnes y a las conspiraciones del eunuco Artoxares. Una rebelión de los medos en 409 a. C.
es mencionada por Jenofonte. En los textos de Ctesias se registran algunas
intrigas del harén, en los que ganó parte de su mala reputación.
No se entrometió en asuntos griegos, ni cuando
los atenienses apoyaron en 413 a. C. al rebelde Amorges en Caria le provocó, ni cuando
el poder ateniense fue roto en el mismo año ante Siracusa.
Dio las órdenes a sus sátrapas de Asia Menor, Tisafernes y Farnabazo II, para retrasar el
envío de tributos de los pueblos griegos, y así empezar una guerra con Atenas,
para este propósito se aliaron con Esparta. En 408 a. C. mandó a su hijo Ciro el Joven al Asia Menor, para
continuar la guerra con más ardor. En 404 a. C. Darío II muere,
después de un reinado de diecinueve años, sucediéndole Artajerjes II.
Artajerjes II Mnemón (c. 436 - 358 a. C.) fue rey de Persia desde 404 a. C. hasta su muerte. Su
nombre original era Arsaces, pero adoptó el de Artajerjes como nombre de trono.
Defendió su pretensión al trono contra su
hermano menor Ciro
el Joven,
el cual fue derrotado y muerto en la batalla de Cunaxa en el año 401 a. C., y contra un
levantamiento de los sátrapas (gobernadores) de las
provincias occidentales (366 - 358 a. C.).
También se enfrentó en una guerra contra los espartanos (otrora aliados del
Imperio aqueménida), los cuales, bajo Agesilao II, invadieron Asia Menor. Para vencer a los espartanos, Artajerjes sobornó a Atenas, Tebas y Corinto, ciudades que se
levantaron contra Esparta, iniciando la Guerra de Corinto. En
386 a. C. Artajerjes II, abandonando a sus aliados, pactó con Esparta
la Paz
de Antálcidas.
Este tratado devolvió el control de las ciudades griegas de Jonia y Eolia en la costa de Anatolia a los persas, mientras
dejaba a Esparta como poder dominante en la Grecia peninsular.
A pesar de su éxito en Grecia, Egipto, que se había rebelado
con éxito a principios de su reinado, permanecía independiente. El intento de
reconquistar Egipto en 373 a. C. fue un fracaso total,
pero en sus últimos años los persas
lograron aplastar a un ejército conjunto egipcio-espartano que pretendía
conquistar Fenicia.
Gran parte de la riqueza de Artajerjes se
empleó en actividades de construcción
·
En
Susa: restauración del palacio de Darío I y de las fortificaciones, incluyendo
un baluarte en la esquina sudoriental del recinto.
·
En
Ecbatana: construcción de una apadana y nuevas estatuas.
En
cambio no hay evidencias de mucha actividad en Persépolis.
Artajerjes III Oco, en persa antiguo Artaxšaçrā,
(425 a. C. - 338 a. C.) fue un rey aqueménida que gobernó el Imperio persa desde el año 358 a. C. y Egipto desde el 343.
Hijo y sucesor de Artajerjes II y su esposa Estatira,
poco después de ascender al trono mató a muchos de sus parientes, para proteger
a Persia de posibles guerras civiles. En 343 a. C. Artajerjes avanzó con
su ejército hacia el oeste, arrasó Sidón, derrotó a Nectanebo II de Egipto, e hizo que
el país volviera a ser una satrapía
persa al convertirse en el primer faraón de la trigésima primer dinastía.
Según Diodoro Sículo, Artajerjes fue
asesinado en 338 a. C. por su visir, Bagoas, aunque el dato se contradice con textos cuneiformes existentes.
Darío, el mayor de los hijos de Artajerjes II, participó en una
conspiración para asesinar a su padre, que escapó de ella. Darío fue ejecutado
y se nombró heredero a Ariaspes, un príncipe tranquilo y popular. Pronto los
conspiradores, entre los que se encontraba el tercer hijo del rey, Ocos, y el comandante
de la guardia real Tiribazus, convencieron a Ariaspes de que el rey sospechaba
de él, y se suicidó. El siguiente heredero fue Arsames, asesinado también. En
el año 358 a. C. Artajerjes II murió y Ocos fue nombrado Sah adoptando el nombre de
Artajerjes III. Su primera orden fue la ejecución del resto de sus hermanos,
para asegurarse el trono. Durante todo su reinado practicó una política de
terror.
El mismo año 358 organizó una campaña contra
los rebeldes cadusis, sometiéndolos. Más
tarde ordenó a las distintas satrapías de Asia Menor desmovilizar a todos los
mercenarios griegos de los ejércitos. La orden afectó a guerreros eficaces y
muchos griegos fueron devueltos a Atenas y a Esparta. Artabazo II se negó a obedecer, pidió ayuda a
Atenas y se rebeló. Atenas y Orontes I, sátrapa de Armenia, enviaron ayuda a Sardes, y consiguieron
derrotar al ejército persa en el 354 a. C., aunque fueron vencidos
por Artajerjes el año siguiente. Orontes fue perdonado pero Artabazo tuvo que
exiliarse, buscando refugio en la corte de Filipo II de Macedonia.
Cerca del 351 a. C. Artajerjes
emprendió una campaña para recuperar Egipto, que se había rebelado durante el
reinado de su padre. Al frente de un gran ejército se enfrentó a Nectanebo II, pero éste recibió la
ayuda de los generales griegos Diofanto y Lamio e infligió una derrota a los
persas. A la vez estalló una rebelión apoyada por Tebas en Asia Menor, y
Artajerjes tuvo que retirarse.
Tras esta derrota los gobernantes de Fenicia, Asia Menor y Chipre declararon su independencia.
En el 343 a. C. Artajerjes confió la campaña contra los rebeldes
chipriotas al príncipe Idrieus de Caria, que al frente de 8.000 mercenarios
griegos dirigidos por el ateniense Focio y por Evagoras, hijo del anterior
monarca de Chipre, que aplastaron la revuelta.
Artajerjes inició una contraofensiva contra
Sidón delegando en Belysis y Mazaeo, sátrapas de Siria y Cilicia, para invadir la ciudad y derrotar a
los fenicios. Tabnit
II, rey de
Sidón, ayudado por 40.000 mercenarios griegos que le envió Nectanebo II bajo
las órdenes de Mentor
de Rodas,
expulsó a los persas de Fenicia, así que Artajerjes procedió contra Sidón en
persona al frente de 330.000 hombres. El avance de las tropas provocó la
defección de Mentor que se pasó al ejército persa; atemorizado, Tabnit intentó
comprar su perdón entregando cien de los ciudadanos principales de Sidon al rey
persa. Artajerjes los alanceó, y cuando 500 más salieron a suplicar hizo lo
mismo. Sidón fue arrasado, Tabnit asesinado, y los ciudadanos supervivientes fueron
enviados como esclavos a Babilonia y Susa.
Segunda campaña egipcia
Tras acabar con las rebeliones, Artajerjes
reunió en el 343 a. C. un ejército compuesto sus 330.000 asiáticos,
14.000 griegos enviados por las ciudades griegas del Asia Menor, 4.000
mercenarios de Mentor (las tropas egipcias con las que había ayudado a Tabnit
de Sidón), 3.000 guerreros enviados por Argos y 1.000 por Tebas. Los dividió en tres cuerpos y colocó al
frente de cada uno a un persa y un griego: los comandantes griegos eran Lacrates
de Tebas, Mentor de Rodas y Nicostrato de Argos, y los persas eran Rosaces,
Aristazano y Bagoas, el jefe de los
eunucos.
Nectanebo II resistió con un ejército de
100.000 hombres, 20.000 de los cuales eran mercenarios griegos, y ocupó el Nilo
y varios de sus brazos con su marina de guerra. El carácter del país, cruzado
por numerosos canales y lleno de ciudades muy fortificadas, estaba en su favor
y podría haber presentado una gran resistencia, pero carecía tanto de buenos
generales como de dotes de mando y sufrió una derrota en Pelusio huyendo a
Memfis y abandonando las ciudades a la defensa de sus guarniciones. Estas eran
una mezcla de griegos y egipcios entre los que los persas sembraron fácilmente
la discordia conquistando rápidamente las ciudades del Bajo Egipto, y avanzaban sobre
Menfis cuando Nectanebo abandonó el país y se refugió en Napata, Nubia. Todo Egipto se
sometió a Artajerjes, que demolió las murallas de las ciudades, saqueó los templos, y
repartió un rico botín entre sus mercenarios y él mismo. Antes de su regreso,
nombró sátrapa a Ferendares. Hay indicios de una segunda campaña en el
341 a. C. en la que Persia se anexionó el sur de Egipto.
Egipto formó parte del Imperio persa hasta su conquista por
Alejandro Magno en el
332 a. C.
Después de la conquista de Egipto no hubo más
rebeliones en el Imperio. Mmentor y Bagoas, los dos generales que más se habían
distinguido en la campaña de Egipto fueron elevados a puestos de gobierno:
Mentor, se convirtió en gobernador de la zona litoral asiática, y sometió con
éxito a los distintos cabecillas que se habían independizado. Bagoas fue a la
capital con Artajerjes y se convirtió en la figura principal de la
administración interna, y mantuvo la tranquilidad en el resto del Imperio.
Durante los seis años del reinado de Artajerjes el imperio persa tuvo un
gobierno fuerte y acertado.
El éxito en Egipto trajo un nuevo sentido del
renacimiento al imperio, haciendo notar su poder a los países vecinos. Las
fuerzas persas en Jonia y Licia recuperaron el control
del Egeo y Mediterráneo y asumieron el control
de muchas de las islas que habían pertenecido a Atenas, por lo que Isócrates de Atenas comenzó a predicar una
cruzada contra los bárbaros, llamamiento si éxito porque ninguna de las ciudades-estado eran lo
suficientemente fuertes. En el 341 a. C. Artajerjes volvió a Babilonia, en donde construyó
una gran Apadana (sala de audiencias)
cuya descripción nos legó Diodoro.
Construcciones
Además de la construcción de la Apadama de
Babilonia hay evidencias de que siguió una política de renovación
arquitectónica en Persépolis, política que quedó
inacabada debido a su temprana muerte. Una de sus construcciones en Persepolis
fue la Sala de las treinta y dos columnas, cuyo destino es desconocido.
El Camino del ejército y la Puerta inacabada, que llevaban a la Puerta
de todas las naciones y a la Sala de las cien columnas son restos de
sus construcciones en Persépolis.
La Puerta inacabada.
La escalera y las figuras talladas que
adornaban el ala izquierda del Palacio de Tachara también fueron agregadas durante su reinado.
Su tumba fue excavada en la montaña detrás de la plataforma de Persepolis,
junto a la de su padre.
Artajerjes II tuvo más de 115 hijos de muchas
esposas, pero algunos de los hermanos de Oco más conocidos fueron los príncipes
Arsames, Ocha, Darío y Ariaspes, y las princesas Apama, Rodogune y Sisygambis.
Contrajo matrimonio con Atossa, y tuvo dos
hijos: Arsés que fue su heredero con el nombre de Artajerjes IV y la princesa
Parysatis.
Artajerjes IV Arsés, rey de Persia de la dinastía aqueménida (338-336 a. C.). Es conocido como Arsés
en las fuentes griegas, y probablemente fuera
ese su verdadero nombre antes de ascender al trono, cuando eligió entonces el
nombre de Artajerjes como otros reyes
persas anteriores, incluido su padre y su abuelo.
Era el hijo menor de Artajerjes III Oco, y no era esperada su
sucesión al trono de Persia; ésta se produjo tras
el asesinato de su padre y de gran parte de su familia por el eunuco Bagoas, el poderoso visir que había urdido su
plan de venganza debido a su caída en desgracia ante Artajerjes. Bagoas
planificó seguir en su cargo reemplazando a Artajerjes por su hijo Arsés, el
cual Bagoas pensaba que sería más fácil de controlar. Arsés resultó ser poco
más que un soberano títere durante su efímero reinado, mientras Bagoas era
quien ocupaba el poder realmente tras el trono.
Descontento con esa situación de dependencia de
Bagoas, y posiblemente bajo la influencia de los nobles de la corte, que
despreciaban al eunuco, Arsés decidió finalmente la eliminación de Bagoas. Sin
embargo, el visir actuó de nuevo en primer lugar ante la amenaza contra su
persona, y consiguió envenenar a Arsés (336 a. C.). A continuación, el
visir escogió a un primo segundo de Arsés para ocupar el trono persa, quien
gobernaría como Darío
III.
El aspecto principal del breve reinado de Arsés
fue la creciente hostilidad en la frontera occidental del Imperio persa con el reino de Macedonia durante el reinado de Filipo II y Alejandro III, que finalmente
desembocaría en guerra durante el reinado del sucesor de Arsés, Darío III.
Darío III Codomano, último rey persa de la Dinastía Aqueménida (338-330 a. C.).
En el año 338 a. C. el visir y eunuco Bagoas, jefe de la guardia
real, envenenó al rey Artajerjes
III, y promovió
el ascenso de Arsés, hijo de Artajerjes.
Sin embargo, ante el riesgo de que Arsés pudiera eliminarle, envenenó a Arsés a
principios del año 336 a. C., e intentó instalar en
el trono a un nuevo monarca que le resultara más fácil de controlar. Eligió para
este fin a Darío, miembro relativamente lejano de la dinastía real, que se
había distinguido en combate de campeones durante la guerra contra los cadusios
(cadusii) del noroeste de Irán (Juniano Justino, 10.3; Diodoro, Biblioteca histórica 17.6. 1-2), y que
servía en ese momento como mensajero real (Plutarco, Vida de Alejandro, 18.7-8).
Darío era hijo de Arsames, hijo a su vez de Ostanes (hermano de Artajerjes
II), y de Sisigambis, hija de Artajerjes II Mnemón; el apelativo Codomano
parece ser una forma adaptada al griego de su verdadero nombre, antes de adoptar el de
Darío, para así evocar a Darío I y ganar legitimidad sobre el trono. El
nuevo rey pronto demostró ser más independiente y capacitado de lo esperado por
Bagoas, que intentó recurrir de nuevo al veneno para eliminar al rey persa. Sin embargo, esta
vez no tuvo éxito, ya que Darío, prevenido de las intenciones de Bagoas, le
ordenó beber de la copa envenenada que éste le ofrecía (Diodoro, op. cit.
17.5.6).
Representación de Darío III (zona
central) luchando contra Alejandro
Magno (a la izquierda) en
la batalla de Issos. Mosaico hallado en la Casa del fauno,
en Pompeya, Italia. Museo Arqueológico Nacional de
Nápoles.
El nuevo rey trató de afirmar su control sobre
un imperio inestable, en el cual muchos de sus territorios eran gobernados por sátrapas celosos de sus
prerrogativas y poco leales, y poblados por súbditos descontentos y siempre
dispuestos a la rebelión. Trató de afirmar el poderío persa de cara al exterior
mediante la conquista de Egipto (334 a. C.), tras una campaña
militar que debía demostrar el resurgimiento del poder aqueménida, si bien
resultó ser la última conquista del imperio persa como tal.
Respecto al panorama exterior, hubo de
prepararse ante la amenaza que suponía el rey Filipo II de Macedonia. En el año 336 a. C. Filipo había sido
nombrado Hegemon por la Liga de Corinto para comandar el ejército greco-macedonio en la guerra
panhelénica de venganza contra el Imperio persa, por la destrucción y el
incendio de los templos de la Acrópolis
ateniense durante la Segunda Guerra Médica. Filipo destacó un ejército hacia Asia Menor, bajo el mando de sus
generales Parmenión y Átalo, para liberar a las
ciudades griegas que estaban bajo el
control persa, ocupando tras diversos contratiempos la Tróade hasta el río Meandro. Sin embargo, el
asesinato de Filipo detuvo la campaña militar, mientras su sucesor intentaba hacerse con el control de
Macedonia y del resto de Grecia.
La guerra contra Alejandro
En abril del año 334 a. C., Alejandro III de Macedonia, que había sido
confirmado como Hegemon por la Liga de Corinto, invadió Asia Menor a la cabeza de un
ejército conjunto greco-macedonio. Tras desembarcar en la Tróade, tomó varias ciudades
y aldeas de la costa egea (Lámpsaco entre ellas). Un ejército aqueménida de unos 50.000
efectivos, al mando de Memnón
de Rodas,
plantó cara al rey
macedonio,
siendo derrotado en la batalla
del Gránico.
Tras esta victoria, las fuerzas greco-macedonias avanzaron por la costa mediterránea en dirección a las Puertas Cilicias. Ante este avance, en 333 a. C. el propio Darío asumió
el mando de los ejércitos persas para luchar contra el rey macedonio, pero su
numeroso ejército fue ampliamente superado y derrotado en la batalla de Issos (12 de noviembre de 333 a. C.). Darío huyó cuando
comprobó que la batalla estaba perdida,
dejando atrás su carro, el campamento persa y
a su propia familia, todo lo cual fue capturado por Alejandro, quien trató con
respeto a los prisioneros reales.
El ejército macedonio se dirigió entonces
hacia el sur, para conquistar Canaán
y Egipto, y asegurar así su retaguardia antes de marchar hacia
el corazón del Imperio
aqueménida.
Darío envió varios mensajes sin éxito a Alejandro, en los cuales llegó a
solicitar la devolución de su familia a cambio de un rescate, y a ofrecer al
rey macedonio la posesión de los territorios situados al oeste del Éufrates para así finalizar la
contienda. La negativa de Alejandro obligó a Darío a realizar una leva general en todas las satrapías del Imperio que aún
controlaba. Reunió así un numeroso ejército, que incluía contingentes de
numerosos pueblos sometidos (bactrianos,
sogdianos, escitas, partos, árabes, armenios, medos, indios, etc.), y que algunos
autores clásicos estimaron en un millón de infantes, cien mil jinetes, doscientos carros con hoces afiladas en
las ruedas, y quince elefantes
de guerra.
Darío concentró su ejército en Babilonia,
y al ver el resuelto avance de Alejandro desde Egipto, seleccionó cuidadosamente en Mesopotamia el campo de batalla,
escogiendo para tal fin la llanura de Gaugamela, cien kilómetros al oeste de la ciudad
de Arbela (la actual Arbil, en Irak), para no cometer el
mismo error que en Issos, donde la estrechez del campo había sido un
inconveniente crucial en su derrota.
La familia de Darío frente a Alejandro
Magno, obra de Justus Sustermans conservada en la Biblioteca Museo Víctor
Balaguer de Villanueva y Geltrú
Alejandro llegó a las inmediaciones de la
llanura a finales de septiembre de 331 a. C., con un ejército de
40.000 infantes y 7.000 jinetes, situando su campamento a 10 km del campamento
persa. Poco antes de entablar combate,
Estatira, esposa y hermana de
Darío, falleció durante el parto
del hijo que esperaba (Plutarco, Vida de Alejandro,
21.2-5).
Derrota y muerte
Alejandro prosiguió la conquista del imperio
aqueménida, ahora con Bessos como su rival (quien
se había autoproclamado emperador de Persia con el nombre de Artajerjes V) y
con la excusa de vengar la muerte de Darío. No obstante, su duelo por Darío fue
sincero: ordenó el traslado de su cuerpo a Ecbatana fuertemente custodiado, donde fue embalsamado y entregado a su madre
para que oficiase los funerales por su hijo en Persépolis. Igualmente, una vez que Alejandro hubo
capturado a Bessos, mandó condenarlo y
ejecutarlo según las leyes persas por el asesinato de su soberano.
Huida de Darío en la batalla de
Gaugamela. Relieve en marfil del s. XVIII (M.A.N., Madrid).
Uno de los factores importantes a la hora de
dar la victoria a los persas y posteriormente poder mantener la unidad del
imperio, era el respeto de éstos hacia las religiones y creencias de los
pueblos que conquistaban.
En este sentido, los persas aqueménidas
mostraban una tolerancia poco común en aquella época, tolerancia que iba más
allá por cuanto no sólo permitían que los pueblos conquistados siguiesen
adorando sus dioses sino que además ellos mismos se convertían en adoradores de
esos dioses. Así, por poner un ejemplo, cuando Ciro el Grande conquistó
Babilonia, no solo permitió el culto de uno de los dioses principales de los
babilonios, Marduk, sino que el propio rey Ciro se proclamó adorador del mismo.
Otro caso muy conocido de tolerancia persa, en este caso también de Ciro y
también durante su conquista de Babilonia, es el haberle permitido a los judíos
que lo desearan y que estaban allí cautivos, regresar a su tierra y reconstruir
su templo. Este hecho, que ha quedado registrado en la Biblia, ha supuesto que
Antiguo Testamento haya visto a Ciro no solo como un rey justo y ecuánime sino
como el instrumento de Yahvé para hacer cumplir su voluntad. La declaración que
se conserva de Ciro al conquistar Babilonia es considerada por los estudiosos
como la primera declaración de los derechos humanos.
Declaración de Ciro al conquistar
Babilonia. Este cilindro, escrito en babilonio, es considerada la primera
Declaración de los Derechos Humanos.
El Rey y
su carácter divino
Estaba en la cumbre del gobierno. Su poder era
absoluto. Recibía el poder de la divinidad y era nombrado por ella (Ahura-Mazda), de la que era
representante y vigilante. Ante su poder divino todos le hacían reverencia
hasta el suelo.
Las principales características del poder del
monarca eran:
·
Absolutismo
despótico alentado por la aplicación del derecho y la justicia.
·
Jefe
Supremo del ejército y modelo a seguir.
·
Su
figura era inaccesible, rodeado de un gran protocolo real.
·
Su
título era "Gran Rey" o "Rey de reyes".
Administración central y provincial
El rey dirigía personalmente el gobierno,
aunque rodeado de amigos y consejeros. El Hazarapatish era el Gran Visir y jefe
de la Guardia Real, directo responsable de algunas funciones administrativas.
Los príncipes reales desempeñaban funciones en la Corte o como gobernadores.
Las
satrapías:
Por su enorme extensión, el Imperio estaba dividido en provincias (satrapías),
cuyo número varía según las fuentes (entre 20-24 y 28). Al frente de cada una
estaba un sátrapa o gobernador con atribuciones muy amplias. Sacaba a sus
tropas para las grandes batallas. A los sátrapas se les puede considerar la
primera afrenta contra las libertades locales. Los parientes del rey formaban
parte de su gobierno y eran compensados con grandes donaciones.
Dependían del rey, y eran bastante autónomos.
Se les puede considerar virreyes. Su función principal era recaudar impuestos,
para lo cual el Imperio se dividía en distritos. Algunos pagaban en especies.
Las
principales satrapías fueron:
·
Mesopotamia:
Satrapía XI (Babilonia y Asiria).
·
Asiria:
Satrapía XI.
·
Siria:
Satrapía V.
·
Fenicia:
Satrapía V.
·
Egipto:
Satrapía VI (últimas dinastías egipcias).
Los virreinatos
o satrapías que componían el imperio eran las siguientes: Pérside, Elam o Susiana, Caldea, Asiria,
Arabaya (que la componía Mesopotamia, Palestina, Fenicia y Siria), Egipto, los pueblos del mar (Chipre y
Cilicia), Lidia y Misia, Media, Armenia,
Capadocia, Partia e Hircania, Zarangia, Aria, Joresmia, Bactriana, Sogdiana,
Gandaria, Sacastena, Aracosia y los Maka (en el estrecho de Hormuz). Hay
que decir que el número de éstas no fue fijo ya que al final del reinado de
Darío llegaron a ser 31.
Es curioso observar cómo la unidad y solidez
del imperio persa se mantuvo hasta finales del reinado de Artajerjes III (338)
muy poco antes de la conquista de Alejandro.
Otros dignatarios eran:
·
Secretario o Canciller: vigilaba y denunciaba
al sátrapa ante la Corte, haciendo un papel policíaco.
·
General: controlaba las
tropas.
·
Gobernador: particular para cada
fortaleza.
Economía y sociedad
El dárico (oro) y el siclo médico (plata)
fueron las principales monedas. Gran práctica de la concesión de tierras por
parte del rey como pago a soldados y funcionarios. El feudalismo era un sistema
de lealtad a cambio de beneficios, normalmente tierras. En este sentido, Persia
era feudal, reservando para el rey la propiedad.
El dárico era la principal moneda, y el siclo
era 1/20 de dárico. Otras monedas divisorias fueron acuñadas en diferentes
ciudades. Se utilizaban para comerciar con Occidente, aunque el Tesoro sólo
aceptaba el pago de impuestos en metal y la plata por su peso, utilizándose la
moneda de plata como moneda de cuenta. Gracias a las pesadas tributaciones, los
reyes atesoraban grandes cantidades de materiales preciosos.
Destacar los Bancos privados, que aparecen en
el siglo VII a.C. cuando los templos ya no se bastaban para regular la vida
económica, declinando sus funciones en favor de hombres de negocios. Pero los
templos, aunque empobrecidos, seguían siendo centros de actividad, y de ellos
sacaba beneficios una aristocracia sacerdotal.
Respecto
a las clases sociales
·
La Nobleza: ocupaban los grandes
cargos en las provincias, la Corte y el ejército.
·
Clases bajas: siervos del templo,
feudatarios del rey, semilibres, artesanos, obreros, etc.
Las relaciones sociales tenían gran complejidad
debido a la diversidad de población, mezcla que tuvo una gran importancia
cultural y religiosa.
Política y Administración
El Imperio aqueménida fue un estado
multinacional dominado por los persas, en el que los cargos de importancia
correspondían a miembros de esta etnia Continuamente se subraya, en las
inscripciones reales, la condición de persa (o, más concretamente, de ario) del rey, de su familia y de su dios, Ahura
Mazda.
Parece, sin embargo, que los diferentes pueblos
del Imperio, y muy especialmente aquellos de mayor antigüedad, como asirios,
babilonios, judíos o egipcios, disfrutaron de una gran autonomía, y pudieron
conservar sus costumbres, sus instituciones, su lengua y su religión, en tanto
que la administración quedaba bajo control persa. Este respeto a la
individualidad de los diferentes pueblos sometidos se pone de manifiesto, por
ejemplo, en los relieves de las escalinatas que llevan a la apadana de Persépolis
que tenía una función ceremonial relacionada con la recepción de los tributos,
en los que se muestran las diferentes ofrendas: por ejemplo, de Arabia se
llevan tejidos, camellos e incienso; de Nubia vasijas, colmillos de elefante,
okapis, jirafas, tributos de oro refinado, troncos de ébano; de Bactria,
vasijas y camellos. Cada grupo se diferencia claramente de los demás por su
atuendo.
El centro administrativo del Imperio se encontraba en el palacio real, con un complicado aparato burocrático. Desde la época de Darío, la sede real se situó en la ciudad de Susa, aunque el monarca pasaba temporadas en Babilonia y Ecbatana. Las ciudades más importantes de Fars, Pasargada y Persépolis, no fueron nunca sedes de gobierno.Entre los logros del reinado de Darío se incluyen una codificación de los datos, un sistema legal universal sobre el que se basaría gran parte de la ley irania posterior, y la construcción de una nueva capital en Persépolis, donde los estados vasallos ofrecerían su tributo anual en la fiesta del equinoccio de primavera.
Organización Social
El centro administrativo del Imperio se encontraba en el palacio real, con un complicado aparato burocrático. Desde la época de Darío, la sede real se situó en la ciudad de Susa, aunque el monarca pasaba temporadas en Babilonia y Ecbatana. Las ciudades más importantes de Fars, Pasargada y Persépolis, no fueron nunca sedes de gobierno.Entre los logros del reinado de Darío se incluyen una codificación de los datos, un sistema legal universal sobre el que se basaría gran parte de la ley irania posterior, y la construcción de una nueva capital en Persépolis, donde los estados vasallos ofrecerían su tributo anual en la fiesta del equinoccio de primavera.
Organización Social
La organización social del Imperio es poco
conocida. La mayoría de los investigadores opina que persistía la división en
tres estratos o castas característica, según Georges Dumézil, de los pueblos
indoiranios e indoeuropeos en general, que aparece reflejada en el Avesta: guerreros, sacerdotes y campesinos.
Estrechamente imbricada con esta división en
tres castas, existía una estructura tribal basada en la ascendencia
patrilineal. Según Heródoto (i, 125), en época de Ciro el Grande la sociedad
persa estaba formada por numerosas tribus, "eran los arteatas, los persas
propiamente dichos, los pasagardas, los merafios y los maios". Cada tribu
se dividía a su vez en clanes: los aqueménidas eran, de hecho, un clan
perteneciente a la tribu de los pasagardas.
Los cargos de la administración imperial
estaban reservados a los miembros de las principales familias de la
aristocracia, aunque no era suficiente con la pertenencia a la nobleza: había
que contar también con el favor del rey, que era quien disponía los
nombramientos y distribuía los cargos en los territorios conquistados.
La práctica de la esclavitud en la Persia
aqueménida estaba en general prohibida, aunque hay evidencia de que los
ejércitos conquistados o rebeldes eran vendidos en cautiverio Según atestiguan
los documentos de Persépolis, los trabajadores que dependían del Estado en la
región de Parsa no eran esclavos sino
asalariados.
De acuerdo con Pierre Briant, un aspecto
fundamental del sistema político aqueménida era la circulación de prestaciones
de servicio personal hacia el rey, y de dones y honores desde el rey. Tanto en
las inscripciones reales como en los autores clásicos se puede observar la
importancia que se le otorgaba a la noción de recompensar al servidor leal. Los
dones reales incluían vestimenta y joyería de lujo, que marcaban el prestigio y
la posición social de sus portadores, así como títulos y cargos de poder.
Esta circulación de dones y honores constituía
un sistema de intercambio desigual entre el rey y la nobleza. Mientras que el
don del rey obligaba al súbdito a contraprestarlo con servicios, el rey se
reservaba el modo y el tiempo de recompensar a sus benefactores, en caso de que
lo juzgara necesario. No era concebible que un súbdito le reclamase al rey una
recompensa por los servicios prestados. Adicionalmente, este sistema tiene como
consecuencia la ligazón del éxito de la nobleza a su lealtad al rey, en
detrimento de las lealtades clánicas. Esta circunstancia se expresa en las
inscripciones reales con el concepto de bandaka,
interpretable como "servidor fiel".
Economía
El Imperio aqueménida recaudaba cuantiosos
impuestos, parte de los cuales se amonedaban en oro y plata acuñándose monedas
como el dárico o el siclo. Gran parte de los ingresos se iban en construcción de obra
pública, como la red de caminos con los que se pretendía unir las diversas
partes del Imperio, el más famoso de los cuales es el Camino Real de Susa a Sardes.
Darío I construyó palacios y monumentos en las capitales: Susa y Persépolis. El tercer gran gasto
del Imperio lo constituía el enorme ejército.
El comercio era amplio, y bajo los aqueménidas
hubo una infraestructura eficiente que facilitaba el intercambio de artículos
desde los más lejanos extremos del Imperio. Las tarifas sobre el comercio eran
una de las principales fuentes de ingresos del Imperio, junto con la
agricultura y los tributos.
Moneda
Darío I fue probablemente el primer monarca
aqueménida en acuñar moneda, por entonces una innovación relativamente
reciente, ya que Creso, el rey de Lidia derrotado por Ciro el Grande, había sido el primero en
introducir un verdadero sistema monetario. Darío revolucionó la economía
introduciendo un patrón monetario bimetálico (a semejanza del lidio, según
Heródoto) en oro y plata. La moneda de oro era el dárico, de unos 8,34 gramos
de peso. 3.000 dáricos equivalían a
un talento, la unidad monetaria
más elevada. La moneda de plata era el siclo, de aproximadamente
5,56 g. de peso y de gran pureza. 20
siclos de plata equivalían a un dárico de oro.
El sistema monetario aqueménida se mantuvo en
vigor hasta ser desplazado por las acuñaciones de Filipo II y, sobre todo, de Alejandro
Magno, en la segunda mitad del siglo IV a. C. Durante todo el tiempo
que se mantuvieron en circulación, las monedas aqueménidas apenas variaron su
aspecto. De forma aproximadamente ovalada, tanto el dárico como el siclo tienen
en el anverso una figura idealizada, posiblemente el propio monarca, que
aparece con un arco en su mano izquierda y una lanza en la derecha (las monedas
eran popularmente conocidas entre los griegos como taxotai, "arqueros"). En el reverso hay únicamente
un cuadrado incuso.
Acuñar moneda de oro era
una prerrogativa real. Los sátrapas y generales, así como las ciudades
autónomas y príncipes locales, solo podían acuñar monedas de plata y de cobre.
Comunicaciones
Para facilitar las comunicaciones en su extenso
imperio, Darío ordenó la construcción de varias carreteras que unían Susa y
Babilonia con las capitales más importantes de las satrapías. Es conocida por
la descripción que de ella hace Heródoto,
la "calzada real",
que unía Susa con Sardes, atravesando Asiria, Armenia, Cilicia, Capadocia y Frigia,
con una longitud total de 2.600 km (13.500 estadios, o 450 pasarangas), que por regla general se
tardaba tres meses en recorrer. A lo largo de la calzada, había postas situadas
a una jornada de distancia las unas de las otras, y los lugares más
vulnerables, como los vados de los ríos o los puertos de montaña, estaban
custodiados por soldados.
Relevos de correos a caballo podían alcanzar
las regiones más remotas en quince días. Sin duda otras carreteras tuvieron
igual o mayor importancia, aunque fueran menos conocidas por los autores
griegos: su existencia y eficaz funcionamiento ha sido constatado por las
tablillas de Persépolis. El sistema postal creado por Darío despertó la
admiración de Heródoto por su gran eficacia.
Un gran desarrollo alcanzaron también en época
aqueménida las comunicaciones marítimas. Darío I ordenó la apertura del canal
en el istmo entre el brazo oriental del Nilo y el Mar Rojo, construido por el
faraón Necao II, ensanchándolo
significativamente, de forma que, según Heródoto, dos trirremes podían navegar en
paralelo por sus aguas.
Como consecuencia, el comercio entre el Mar
Rojo y el Mar Mediterráneo se incrementó considerablemente. Por encargo de
Darío, el navegante Escílax de Carianda exploró la ruta marítima entre
Mesopotamia y el valle del Indo. La ruta comercial
entre Mesopotamia y Egipto circunnavegaba la Península Arábiga.
Cultura
Lengua
En el Imperio se hablaba una amplia variedad de
lenguas. Los persas, al menos en la primera etapa del Imperio, utilizaban el persa antiguo, un dialecto iranio de la rama
suroccidental, emparentado con el medo, perteneciente a la noroccidental. En un principio, los
persas no utilizaban la escritura, y el persa antiguo solo comenzó a escribirse
cuando, por orden de Darío I, se inventó una escritura cuneiforme ad hoc para la inscripción de
Behistún.
Probablemente eran pocos los que podían leer esta escritura, y tal vez por eso
las inscripciones reales eran generalmente trilingües en persa antiguo,
babilonio y elamita (añadiéndose a veces el egipcio en escritura
jeroglífica).
Se han hallado incluso papiros con traducciones al arameo de algunas
inscripciones reales.
El uso escrito del persa antiguo parece haberse
prácticamente restringido a las inscripciones reales; hasta el momento se ha
identificado tan sólo un documento administrativo en este idioma, aunque aparece también
en algunos sellos y objetos artísticos. El hecho de que aparezca principalmente
en inscripciones aqueménidas de Irán Oeste sugiere entonces que el persa
antiguo era el idioma común de esa región. Sin embargo, en el reinado de
Artajerjes II, la gramática y la ortografía de las inscripciones estaban tan
"lejos de la perfección" que se ha sugerido que los escribas que
compusieron aquellos textos ya habían olvidado en gran medida el idioma, y
tenían que basarse en inscripciones más antiguas, que ellos en gran medida
reproducían textualmente.
Durante los reinados de Ciro y Darío, y
mientras la sede del gobierno estuvo aún en Susa, en Elam, el idioma de la
cancillería aqueménida fue el elamita,
tanto en la región de Fars como, cabe suponer, en
Elam; así lo atestiguan los
documentos hallados en Persépolis que revelan detalles
del funcionamiento cotidiano del Imperio. En las grandes inscripciones
rupestres de los reyes, los textos en elamita siempre están acompañados de
inscripciones en acadio y antiguo persa, y
parece que en estos casos, los textos elamitas son traducciones de los antiguos
persas. Es por lo tanto posible que aunque el elamita se usaba por el gobierno
de la capital en Susa, no era un idioma estandarizado del gobierno por todos
los lugares del Imperio. El uso del elamita no está comprobado después del año 458 a. C.
Después de la conquista de Mesopotamia, la lengua más
utilizada en la administración para el conjunto del Imperio fue el arameo, que servía también
como lengua de comunicación interregional: el hecho de que para escribirlo se
utilizase un alfabeto facilitaba además las comunicaciones. De hecho, se han
encontrado documentos en arameo en lugares tan distantes entre sí como Elefantina, en el Alto Egipto, Sardes, en Asia Menor, y la región de Bactriana en el extremo
nororiental.
Costumbres
Heródoto menciona que los persas celebraban
grandes fiestas de cumpleaños, "En
sus comidas usan de pocos manjares de sustancia, pero sí de muchos postres, y
no muy buenos. Por eso suelen decir los persas que los griegos se levantan de
la mesa con hambre" Del mismo modo, observó que los persas bebían vino
en gran cantidad y que "después de bien bebidos, suelen deliberar acerca
de los negocios de mayor importancia. Lo que entonces resuelven, lo propone
otra vez el amo de la casa en que deliberaron, un día después; y si lo acordado
les parece bien en ayunas, lo ponen en ejecución, y si no, lo revocan. También
suelen volver a examinar cuando han bebido bien aquello mismo sobre lo cual han
deliberado en estado de sobriedad".
De sus métodos de saludo, afirma que los
iguales se besaban en los labios, si alguno de ellos "fuese de condición algo inferior, se besan en la mejilla; pero si
la diferencia de posición resultase excesiva, postrándose, reverencia al
otro". Se sabe que hombres de alto rango practicaban la poligamia, y se decía que tenían
un número de esposas y un número aún mayor de concubinas. En cuanto a las
relaciones con el mismo sexo, los hombres de alto rango mantenían favoritos,
como Bagoas que fue uno de los favoritos de Darío III y que más tarde se
convirtió en eromenos de Alejandro. La pederastia persa y sus orígenes se
debatieron incluso en tiempos antiguos, considerando Heródoto que lo habían
aprendido de los griegos, sin embargo, Plutarco afirma que los persas
usaban chicos eunucos con tal fin mucho antes de que existiera contacto entre
las culturas.
El Imperio aqueménida fue construido sobre los
principios más básicos - los de la verdad y la justicia, que formaban la base de la cultura aqueménida.
Heródoto señaló que tienen por la primera de
todas las infamias el mentir, y por la segunda, contraer deudas; diciendo,
entre otras muchas razones, que necesariamente ha de ser mentiroso el que sea
deudor. Heródoto también dice que a los jóvenes persas, "desde los
cinco hasta los veinte años, solamente les enseñan tres cosas: montar a
caballo, disparar el arco y decir la verdad". Hasta los cinco años los niños pasan todo el
tiempo junto a las mujeres y nunca conocen a su padre, "y esto se hace con
la mira de que si el niño muriese en los primeros años de su crianza, ningún
disgusto reciba por esto su padre".
En el Irán aqueménida, la mentira, drauga, se consideraba pecado capital y era punible con la
muerte en algunos casos extremos.
Tablillas descubiertas por los arqueólogos de
los años 1930 en el yacimiento de Persépolis proporcionan evidencia
adecuada sobre el amor y la veneración por la cultura de la verdad durante el
período aqueménida. Estas tablillas contienen los nombres de iranios
corrientes, principalmente comerciantes y almacenistas. Según el profesor
Stanley Insler de la Universidad de Yale, hasta 72 nombres de
oficiales y pequeños burócratas encontrados en estas tablillas contienen la
palabra verdad. Por ejemplo, dice Insler, tenemos Artapana,
protector de la verdad, Artakama, amante de la verdad, Artamanah, de
pensamiento sincero, Artafarnah, poseedor del esplendor de la verdad, Artazusta,
que se complace en la verdad, Artastuna, pilar de verdad, Artafrida,
que prospera con la verdad y Artahunara, que tiene la nobleza de la
verdad. Fue Darío el Grande, que estableció la ordenanza de las buenas
regulaciones durante su reinado. El testimonio del rey Darío sobre su
constante batalla contra la mentira se encuentra en inscripciones cuneiformes. Grabada en la montaña
de Behistún en la carretera a Kermanshah, Darío testimonia:
Yo no era un mentiroso, no hacía el mal...
Me conduje con rectitud. No hice el mal ni al débil ni al poderoso. El hombre
que cooperó con mi casa, a ese le recompensé bien; el que me hizo daño, a ese
castigué bien.
Religión
Ahura Mazda tal como es representado en los bajorrelieves
de la realeza aqueménida.
A lo largo del Imperio se practicaban diversas
religiones, correspondientes a las tradiciones de los pueblos conquistados.
Así, Ciro rindió culto a Marduk al conquistar Babilonia y Cambises II se
proclamó faraón en Egipto practicando la religión propia del lugar. El promover
cultos reales de los pueblos conquistados tenía la función de legitimar el
poder imperial.
No obstante, la élite persa que dirigía el
Imperio practicaba el zoroastrismo o mazdeísmo, con su culto al fuego, y desde
el reinado de Darío I se registra en las inscripciones la adopción del culto a Ahura
Mazda como deidad protectora de la monarquía. La Inscripción de Behistún dice:
"Darío el Rey dice: por el favor de Ahuramazda yo soy Rey, Ahuramazda me
concedió el reino". Bajo el mecenazgo de los reyes aqueménidas, y para el
siglo V a. C. convertida en religión de Estado de facto, el zoroastrismo
alcanzaría todos los rincones del Imperio.
El príncipe-profeta Zoroastro (o Zaratustra)
había comenzado a predicar el mazdeísmo hacia el año 700 a. C.
Fue durante el período aqueménida cuando el
zoroastrismo alcanzó Irán Sur-Oeste, donde pasó a ser aceptado por los
gobernantes y a través de ellos se convirtió en un elemento definidor de la
cultura persa.
La religión no sólo estuvo acompañada de la
formalización de los conceptos y divinidades del panteón (Indo-Iranio)
tradicional sino que también introdujo varias ideas nuevas, como el libre
albedrío. Se trataba de una religión dualista, en la que el mundo estaba regido
por dos principios: el bien (Ormuz o
Ahura-Mazda, simbolizado por la luz, el Sol) y el mal que no era un dios
aparte, si no el espíritu del mal representado en Arimán, Zoroastro distinguió los dos polos de una dinámica
particular: la creación y la destrucción, contempladas como un todo en Ahura Mazda. Los seres humanos debían
llevar una vida pura y emprender buenas acciones para conseguir que el bien
triunfara sobre el mal. Esta religión carecía de templos, alzándose simplemente
altares al aire libre donde ardía una llama permanentemente. Esta doctrina
consta en el Zend Avesta.
Esfinge alada del Palacio de Darío en Susa
(ca. 510 a. C.).
Entre los otros dioses indoiranios
reverenciados en el Imperio se incluyen Mitra
(deidad solar asociada a la nobleza
y los guerreros) y la diosa Anahita.
A mediados del siglo V a. C., esto es, durante
el reinado de Artajerjes I y Darío II, Heródoto escribió "[los persas] no
tienen imágenes de los dioses, ni templos ni altares, y consideran una signo de
locura usarlos. Esto viene, creo yo, de que ellos no creen que los dioses
tengan la misma naturaleza que los hombres, como imaginan los griegos."
Afirma que los persas ofrecen sacrificios a: "el sol y la luna, a la
tierra, al fuego, al agua, y a los vientos. Estos son los únicos dioses cuya
veneración les ha llegado desde los tiempos antiguos. En una época posterior
comenzaron a venerar a Urania, que ellos tomaron prestada de los árabes y los
asirios. Militta es el nombre por el
que los asirios conocen a esta diosa, a quien los árabes llaman Alitta y los persas Anahita." El nombre original aquí
es Mithra, lo que desde entonces se
ha explicado como una confusión de Anahita con Mitra, comprensible puesto que
ambos eran venerados conjuntamente en un solo templo.
Por el sacerdote estudioso babilonio Beroso, quien aunque escribía más de
setenta años después del reinado de Artajerjes
II Mnemon documenta que el emperador había sido el primero en hacer
estatuas de culto de divinidades e hizo que las colocaran en templos en muchas
de las principales ciudades del Imperio. Beroso también confirma a Heródoto
cuando él dice que los persas no sabían nada de imágenes de los dioses hasta
que Artajerjes II erigió aquellas imágenes. Como medio de sacrificio, Heródoto
añade que "ellos no alzan ningún
altar, no encienden ningún fuego, ni vierten libación alguna". Esta
frase se ha interpretado para identificar una acreción crítica (pero tardía) al
zoroastrianismo.
Un altar con fuego de madera ardiendo y el
servicio Yasna en el que se vierten
libaciones son todos claramente identificables con el moderno zoroastrianismo,
pero aparentemente, eran prácticas que no se habían desarrollado aún a mediados
del siglo V a. C. Boyce también asigna ese desarrollo al reinado de Artajerjes
II (siglo IV a. C.), como una respuesta ortodoxa a la innovación de
los cultos de santuarios.
Heródoto también observa que "ningún rezo ni ofrenda puede hacerse
sin que esté un mago presente" pero esto no debe confundirse con lo
que hoy se entiende por mago, que es un magupat (persa moderno, mobed),
un sacerdote zoroastriano. Ni la descripción del término por Heródoto como una
de las tribus o castas de los medos implica necesariamente que estos magos
fueran medos. Ellos simplemente eran un sacerdocio hereditario que se
encontraba por todo Irán oeste y aunque, en origen, no se asociaban con ninguna
religión en particular, tradicionalmente eran responsables de todos los
rituales y servicios religiosos. Aunque la identificación inequívoca de los magos
con el zoroastrismo vino después (época sasánida, siglo III), es del magus de Heródoto de mediados
del siglo V a. C. que el zoroastrismo se vio sujeto a modificaciones
doctrinales que son hoy consideradas como revocaciones de las enseñanzas
originales del profeta.
Dioses:
Aban: Dios persa del
agua, nombre de un yazad que preside
sobre el agua; nombre del décimo día del mes según el calendario de la religión
de Zoroastro; y también el nombre del octavo mes.
Ahrimán: En la antigua
religión persa (o iraní) y en los libros de Zoroastro, Ahrimán es el dios de la oscuridad, el destructor eterno de los
dioses, personificación y creador de la maldad, portador de la muerte y de la
enfermedad. También es conocido como Angra Mainyu, y su nombre significa “espíritu diabólico”. Se le
conoce como la personificación del mal. Lidera las fuerzas del mal contra
los huéspedes de Spenta Mainyu, el completamente espiritual, que
ayuda a Ahura Mazda, el señor sabio, y vencedor final del conflicto cósmico.
Ahrimán trae las heladas en invierno, el calor
en verano, cualquier tipo de enfermedades u otros males, para frustrar a Ahura
Mazda, y él también creó el dragón Azi
Dahaka, que trajo la ruina a la Tierra. Cuando Ahura Mazda creó los
cielos, Azi Dahaka saltó al cielo como una serpiente, y en contraposición a las
estrellas formó los planetas.
Tanto Ahrimán como Ormuz eran descendientes de Zurvan Akarana, que había decidido que
el primero que haya nacido tenía derecho a ser Rey. Pero por la ambición
y por la soberbia de Ahrimán, apareció la pasión de la envidia y Zurvan (el Ser
Supremo) dijo que sólo gobernaría durante nueve mil años, después de los cuales
su hermano reinaría en su lugar. Había una compañera de Ahriman llamada
Az, y se dice que cuando Ahriman vió la bondad del hombre él se desmayó, y
estuvo así durante tres mil años, hasta que la “prostituta maldita”, Jeh, le despertó y manchó a los hombres
con su espíritu, introduciendo el miedo, la envidia, la lujuria y la
codicia. Ahrimán vive en la oscuridad, en un lugar donde todos esos a
quien hace mal van después de su enfermedad (el infierno) y su símbolo es la
serpiente. Él es lo que en la religión cristiana puede llamarse
Satán. También es llamado Ako
Mainyu.
Ahura Mazda: Personifica la sabiduría y la
bondad. Inicialmente fue llamada Varuna, el cielo; luego Mazda, sabiduría o iluminación, y por
fusión de ambos nombres se formó el de Ormuz,
en la Edad Media. De su propio pensar surgió por accidente Ahrimán,
principio del mal, con el que Ormuz se encuentra en continua lucha. Todo
lo que es bueno se desprende de él y se apoya en las emanaciones (Todo
lo que existe procede de la emanación, salvo la propia eternidad, que ha
existido y existirá siempre).
Amahraspand
("Beneficio de los Inmortales"): El mayor de los seres
espirituales creados por Ahura Mazda. A veces se refiere a
arcángeles. Sus nombres son: Vohuman, Ardwahisht, Shahrewar,
Spandarmad, Hordad y Amurdad.
Ameretat: Ameretat (“no muerte”,
“el que vive”) es la personificación de la inmortalidad y la protectora de las
plantas. El quinto mes se le dedica a ella. Su rival eterno es el
archidemonio de la vejez, Zarich.
Anagran (Luz Eterna): Nombre de un yazad; nombre
del decimotercer día del mes según el calendario religioso de Zoroastro.
Anahita: Diosa de la
fecundidad. Los guerreros pedían a la diosa que les ayudaran en la
batalla. Es venerada por héroes y antihéroes. Posiblemente
de origen mesopotámico, su culto fue importante con Artajerjes II, y las
estatuas y los templos fueron construidos en su honor durante el Imperio
Persa. Cierto culto ha existido después en el Asia Menor. En el Avesta es llamada Ardvi Sura Anahita (“Húmeda, Fuerte,
Incontaminable”); esto parece ser una unificación de lo que originariamente
fueron dos deidades originales. En Grecia, Anahíta fué identificada con Atenea y Ártemis.
Apausha: o Apaosa, es un demonio que lleva
la sequía y la aridez. Monta en un caballo negro sin pelo. Cada
cierto tiempo era derrotado por el dios Tistrya. Es
similar al dios hindú Vritra. También es
llamado Apa-urta.
Aramati: Aramati
era la personificación de la Moderación y su elemento, la Tierra. Sarasvati es la divinidad hindú equivalente.
Ashtad
("Rectitud, Justicia"): Nombre de un yazad que manda sobre la
justicia. Es el nombre del vigésimo sexto día del mes según el calendario
de la religión de Zoroastro.
Asman
("Cielo"): Nombre del yazad que gobierna sobre el cielo. Es el
nombre del vigésimo séptimo día del mes según el calendario de la religión de
Zoroastro.
Atar: En la región este de
Irán se veneró también el Fuego, llamado Atar, que era hijo de Ahura Mazda.
Azi
Dahaka: Un demonio rabioso de la mitología iraní.
Él roba los ganados y trae maldades a los humanos. Es un monstruo con una
forma parecida a la de una serpiente con tres cabezas y seis ojos que también
es la personificación de la opresión babilónica de Irán. El monstruo será
capturado por el dios guerrero Thraetaona y colocado en lo alto de la montaña
Dermawend. En un resurgir final del monstruo, escapará de su prisión,
pero al final de los tiempos (fraso-kereti) morirá en el Río de fuego
Ayohsust. También es llamado Azi Dahak.
Daena: La
diosa que da a conocer a las almas a la muerte (en el cuarto día después de su
muerte) y las guía al cielo o al infierno. Tiene un perro que olfatea el
alma y dice si el alma es buena o mala.
Gayomart: Literalmente,
“vida que muere”. El hombre primordial que en la mitología persa fue
creado por el dios supremo Ahura Mazda. Gayomart
vive como un espíritu durante 3.000 años, después asume la forma corporal de un
bello joven. Vivió con esta forma durante 30 años, pero fué envenenado
por Ahrimán en la instigación de Jeh. De él salieron (como una planta) Mashye y Mashyane, los padres de la raza
humana.
Haurvatat: Haurvatat
personificaba la Salud y se corresponde con Nasatyas en la mitología hindú, al igual que Ameretat. Su elemento era el Agua.
Jeh
(“La puta”): En la mitología persa,
ella es la responsable de la muerte del primer humano Gayomart porque en su instigación, Ahriman
lo envenenó.
Mah: Un
antiguo dios persa de la Luna, uno de los Yazatas. Se
le asocia con la vaca, que ejerce un papel importante en la antigua mitología
iraní, y preside el tiempo y las mareas. Se le menciona como ayudante de Vohu
Manah. Se dedica el séptimo día de cada mes a Mah.
Mashyane: En
los mitos persas, la madre de la raza humana, que junto a su marido Mashye abandonaron las enseñanzas de Ahura Mazda, dejándose llevar por Ahrimán, por
cuyo crimen fueron desterrados para la eternidad al infierno. También es
llamada Mashyoi.
Mashye: El
padre de la raza humana. Él y su esposa Mashyane nacieron, como si fueran plantas, de Gayomart. Mashye y Mashyane previeron a Ahura
Mazda de Ahrimán, y por esto
fueron condenados en el infierno hasta los últimos días.
Mitra: Divinidad persa de la
luz y la cordura, entendida ésta como la verdad, que gobierna el mundo.
Los romanos lo adoptaron. Es responsable de dar protección cuando hay un
ataque. Se asocia con el fuego y el sol. Protege a los fieles y
castiga a los infieles. Mitra mató al toro sagrado y al caer su sangre en
la tierra surgieron todas las plantas y animales. Se le representa tocado
con un gorro frigio y sacrificando a un toro con un cuchillo largo, y en este
ritual muchos autores han querido ver el origen de muchos ritos mediterráneos
antiguos en los que se sacrifican toros, y también el antecedente ancestral de
corrida de toros. Se le representa en un carro tirado por caballos
blancos. Mitra es el poseedor de la verdad. Tiene una maza para
luchar contra el mal (para más información ver Mithra en el apartado de principales
divinidades de la mitología hindú).
Rashnu: El
ángel divino persa de la justicia y del último juicio y la personificación de
lo correcto. Junto a Mitra y Sarrosa juzga las
almas de la muerte. Rashnu protege el puente Chinvat que va al cielo. Lleva las balanzas de oro con las cuales
pesa las almas en el juicio. Rashnu es uno de los Yazatas. También es llamado Rashnaw y Rashnau.
Spenta Mainyu: En
la antigua religión persa, Spenta Mainyu (“totalmente espiritual”) es el dios
de la vida y la personificación de la bondad y de la luz. Es el hermano
gemelo de Angra
Mainyu (Ahriman), el dios de la
oscuridad, con quien pelea en una eterna batalla. En una versión temprana
de esta religión, ambos son hijos de Ahura Mazda (Ormazd). Pero más tarde no se verá distinción entre él y Ormazd. Su nombre no volvería a usarse desde entonces. Él
es todavía el hermano gemelo de Ahriman, pero ahora
su padre es el dios primordial Zurvan. También
es llamado Spenak Menoi.
Thisya: Dios de las
lluvias. Sus adversarios son la sequía y la mala cosecha. Es el
dios de la fuente creadora de las cosas.
Tiri: Una de las principales
deidades astrales junto a Tishtrya. Según la astronomía sasánida, estaba identificada
con Mercurio. En el decimotercer día del 4º mes del calendario de Zoroastro
se celebraba un importante festival agrario, las Tiragan.
Tistrya: Una de las principales
divinidades astrales junto a Tiri. Fué identificado con la estrella
Sirius. Aunque cuando Sirius alcanza su punto más alto en época de
sequía, su principal mito es una batalla contra una estrella demoníaca llamada Apausha
(“no-prosperidad”) con gran cantidad de lluvia. En un combate en el que
se reconstruye en un ritual anual, Tistrya y Apausha, asumiendo las formas de
un caballo de cría y un caballo de horrible descripción, combaten a lo largo de
las orillas del mar Varu-Karta. Inicialmente Apausha es victorioso, pero
cuando Tistrya es adorado le vence. Entonces Tistrya provoca que del mar
cósmico surja un hervor, y después otra estrella, Satavaisa (Fomalhaut), que
sube con una niebla soplada por el viento en forma de lluvia y nubes y granizo
a la morada y las poblaciones y a los siete continentes. Tistrya también
estaba íntimamente relacionado con la agricultura. Luchó y venció a las
estrellas malvadas, identificadas con brujas, especialmente una llamada “Mala
Cosecha” (Duzhyarya). En el zoroastrismo, Tistrya fué identificado,
probablemente en época Aqueménida, con el dios del Oeste de Irán Tiri. También fue
llamado Tishtrya.
Vayu: Dios del viento,
representado como un dios guerrero para proteger las cosas creadas por Ahura
Mazda; reina entre la luz y la oscuridad.
Verethraghna: También
llamado Bahran. Es el espíritu de la victoria. Es el dios
herrero. Puede ser un toro de cuernos dorados, un fuerte viento, un
camello, un jabalí, un pájaro (¿cuervo?), un ciervo luchador, un hombre con
espada de hoja dorada, etc. Junto a Mitra, el dios de la verdad, Verethraghna comparte características
judiciales que le relacionan con el dios guerrero hindú Indra. En los textos persas, Verethraghna aparece como un
representante de Mitra y Rashnu, el dios de la justicia, y como significado de venganza para Mitra en su capacidad de dios de la guerra. Verethraghna fué
una deidad especialmente popular entre los sasánidas iraníes, donde cinco reyes
llevaron su nombre. El 14º himno del Avesta
está dedicado a él, y el día 20 de cada mes lleva su nombre.
Vohu
Manah: Vohu Manah representaba el Pensamiento Bueno y
era el equivalente a Mitra en la India. Tenía asignado el
Buey como animal consagrado.
Xshathra: Xshathra
era la personificación de la Realeza y su elemento era el Metal. Indra era la divinidad hindú a la que equivalía.
Yazatas: Nombre
antiguo que daban los iraníes a la palabra “dios”. En el zoroastrismo los
Yazatas son las deidades a quienes los himnos del Zend-Avesta están
dedicados. También son los guardianes de lo divino y de los mensajeros de
Ahura
Mazda. El jefe es Mitra
y otros dioses pertenecientes son Daena, Mah, Rashnu, Tistrya y Zam.
Zarich: Zarich
es uno de los miembros femeninos de los Daevas y la
personificación de la vejez. Su eterno rival es Ameretat.
Zurvan
Akarana: El dios primordial en la religión persa, y
el dios de lo infinito y del espacio. Zurvan es el padre del dios del bien
Ahura
Mazda y del dios malvado Angra Mainyu. Tuvo que hacer sacrificios durante 1000 años para hacer
que nacieran ambos, porque él era hermafrodita. Con hijos que representan
las dos oposiciones, al propio Zurvan se le relaciona con la neutralidad; para
él no hay distinción entre el bien y el mal. Zurvan
también es el dios del destino, de la luz y de la oscuridad. En el
“zurvanismo”, la religión oficial de los Sasánidas del siglo III al VII, Zurvan
es el dios supremo y el señor de los cuatro elementos. También se le
llama Zervan. Su nombre proviene de la palabra zrvan y significa
“tiempo”.
Arte y Arquitectura
El arte aqueménida, como la religión
aqueménida, fue una mezcla de muchos elementos. Lo mismo que los aqueménidas
eran tolerantes en materia de gobierno y costumbres locales, mientras los
persas controlaran la política general y la administración del Imperio, también
eran tolerantes en el arte mientras el efecto final fuese persa. En Pasargada, la capital de Ciro II y
Cambises II, y en Persépolis, la
ciudad vecina fundada por Darío el Grande y usada por todos sus sucesores, uno
puede seguir el rastro hasta un origen extranjero de casi todos los diversos
detalles en la construcción y embellecimiento de la arquitectura y de los
relieves esculpidos; pero la concepción, el planeamiento y el acabado del
producto son distintivamente persas.
Rhyton de oro excavado en Ecbatana;
conservado en el Museo Nacional de Irán.
Ciro construyó su capital, Pasargada, en el territorio original de los persas. En ella es
posible apreciar la fusión de estilos de diferentes partes del Imperio,
característica de los soberanos aqueménidas. Cuando decidió construir
Pasargada, tenía detrás una larga tradición artística que probablemente era
distintivamente irania ya que era en muchos sentidos igual a cualquier otra. La
sala hipóstila en arquitectura puede hoy verse como perteneciente a una
tradición arquitectónica de la meseta iraní que se remonta a través del período
medo hasta al menos el principio del I milenio a. C. Las ricas obras
de oro aqueménidas, que según las inscripciones parece que fueron especialidad
de los medos, fue en la tradición de la delicada metalistería que se encuentra
en la época de la Edad de Hierro II en Hasanlu y aún antes en Marlik.
Imagen del Amuleto-pendiente aqueménida
con cabeza de leona, finales del siglo VI-IV a. C., de Susa -
Departamento de Antigüedades orientales, Sully.
Este estilo artístico aqueménida es
particularmente evidente en Persépolis: con su cuidadosamente proporcionada y
bien organizada planta, rica ornamentación arquitectónica y magníficos relieves
decorativos, el palacio es uno de los grandes legados artísticos del mundo
antiguo. En su arte y arquitectura, Persépolis celebra al rey y el oficio del
monarca y refleja la percepción que Darío tenía de sí mismo como el líder de un
conglomerado de pueblos a los que había dado una nueva y única identidad. Los
aqueménidas tomaron las formas artísticas y las tradiciones religiosas y culturales
de muchos de los antiguos pueblos de Oriente Medio y los combinaron en una
forma única.
Al describir la construcción de su palacio en
Susa, Darío dice que "Se trajo
madera de cedro de allí (una montaña llamada Líbano), la madera de yaka se
trajo de Gandhara y de Carmania. El oro se trajo de Sardes y de Bactria... la
piedra preciosa lapislázuli y cornelina... se trajo de Sogdiana. La turquesa de
Corasmia, la plata y el marfil de Egipto, la ornamentación de Jonia, el marfil
de Etiopía y de Sind (Pakistán) y de Aracosia. Los canteros que trabajaron la
piedra eran de Jonia y de Sardes. Los orfebres eran medos y egipcios. Los
hombres que tallaron la madera, eran de Sardes y Egipto. Los que trabajaron el
ladrillo cocido, esos eran babilonios. Los hombres que adornaron el muro, esos
eran medos y egipcios."
Era un arte imperial a una escala que el mundo
no había visto antes. Los materiales y los artistas eran tomados de todas las
tierras gobernadas por los grandes reyes, y de ese modo gustos, estilos y
motivos se mezclaron juntos en un arte ecléctico y una arquitectura que en sí
misma reflejaba el Imperio y el entendimiento aqueménida de cómo ese imperio
debía funcionar.
Pasargada
Pasargada o Pasargadas el nombre de la primera
capital del Imperio persa aqueménida, situada al sur del actual Irán, en la
provincia de Fars, sobre una estribación oriental de los montes Zagros, y
distante unos 100 km hacia el noreste de la actual ciudad de Shiraz, y unos 87
km al noreste de la que fue posterior capital aqueménida, Persépolis.
El sitio de Pasargada fue declarado Patrimonio
de la Humanidad por la Unesco en el año 2004. Abarca una zona de protección de
160 ha y una zona de respeto de 7.127 ha.
Fue la primera capital de la dinastía
aqueménida, llegando a ocupar unas 160 hectáreas en superficie. Fue perdiendo
importancia como capital con la fundación de Persépolis, si bien su carácter de
primera capital la hizo un lugar digno de respeto, unido al hecho de que en
ella se ubicaba la sencilla tumba de Ciro II el Grande, el fundador del imperio
aqueménida, que ha perdurado hasta ahora.
Monumento funerario de
Ciro el Grande", Pasargada,
530 a.C. Realizado en piedra. Tiene planta rectangular con cubierta a doble
vertiente ó a dos aguas. Tiene una base escalonada con seis cuerpos de
escalera. Está rodeado por una muralla y se dice que su inspiración se basa en
los zigurats mesopotámicos.
La tumba de Ciro es uno de los dos
modelos de tumbas que existieron en el arte persa del periodo aqueménida. Se
trata de una construcción en forma de edículo, con frontón y cubierta a dos
aguas, relacionado con el arte griego de Asia Menor.
Colina del Trono
En la cima de una colina ubicada al norte de la
ciudad, se advierten las ruinas de lo que se supones era una de las dependencias
reales que tenía Ciro el Grande.
El nombre de este sitio nos dice que se trata de un edificio que albergaba el trono del rey. Fue construido sobre una superficie de unos 8.000 metros cuadrados. De esta edificación aún se conservan algunos muros, que fueron levantados con grandes bloques de piedra.
El nombre de este sitio nos dice que se trata de un edificio que albergaba el trono del rey. Fue construido sobre una superficie de unos 8.000 metros cuadrados. De esta edificación aún se conservan algunos muros, que fueron levantados con grandes bloques de piedra.
El gran palacio
“Palacio de Pasargada”: Marca el modelo del resto de palacios: se sitúa en
una zona elevada, rodeado por murallas y en su interior una puerta-pabellón de
recibimiento formada por dintel sobre columnas da paso a la Apadana que tiene mayor altura que el resto. A 200 metros
de la apadana se encuentra la zona residencial formada por varias salas en la
que los patios son elementos fundamentales, así como los jardines.
Las ruinas de Pasargada unen a varias edificaciones principales. Un ejemplo de ellos es el Palacio de Audiencias de Ciro. Se destacaba por tener grandes salas que estaban rodeadas por columnas y muros en los que se combinaban piedras blancas y negras.
También es imponente ver sus pórticos y sus
altos muros. En ellos se observa restos de grandes bajorrelieves.
Registros
Los distintos hallazgos arqueológicos han permitido establecer que los monarcas aqueménidas dejaban registrado en piedras, a manera de estelas, el desarrollo político que iba teniendo el imperio. Por ejemplo, en una de ellas se podía leer “Yo soy Ciro, rey aqueménida”. Dario seguiría con la tradición al ordenar que se hicieran otras inscripciones más.
Los distintos hallazgos arqueológicos han permitido establecer que los monarcas aqueménidas dejaban registrado en piedras, a manera de estelas, el desarrollo político que iba teniendo el imperio. Por ejemplo, en una de ellas se podía leer “Yo soy Ciro, rey aqueménida”. Dario seguiría con la tradición al ordenar que se hicieran otras inscripciones más.
Persépolis:
Persépolis, literalmente «la ciudad persa»),
fue la capital del Imperio persa durante la época aqueménida. Se encuentra a
unos 70 km de la ciudad de Shiraz, provincia de Fars, Irán, cerca del
lugar en que el río Pulwar desemboca en el Kur (Kyrus) Su construcción,
comenzada por Darío I, continuó a lo largo de más de dos siglos, hasta la
conquista del Imperio persa por Alejandro Magno.
La primera capital del Imperio persa aqueménida
fue Pasargada, pero hacia 512 a. C. el rey Darío I el Grande
emprendió la construcción de este masivo complejo palaciego, ampliado
posteriormente por su hijo Jerjes I y su nieto Artajerjes I. Mientras las
capitales administrativas de los reyes aqueménidas fueron Susa, Ecbatana y Babilonia,
la ciudadela de Persépolis mantuvo la función de capital ceremonial, donde se
celebraban las fiestas de Año Nuevo. Construida en una región remota y
montañosa, Persépolis era una residencia real poco conveniente, y era visitada
principalmente en primavera.
En 330 a. C., Alejandro Magno, en su
campaña de Oriente, ocupó y saqueó Persépolis, incendiando el Palacio de
Jerjes, para simbolizar quizá el fin de la guerra panhelénica de revancha
contra los persas.
En 316 a. C., Persépolis era todavía
la capital de Persis, una provincia del nuevo Imperio Macedónico. La ciudad
decayó gradualmente durante el periodo seléucida y las épocas posteriores. En
el siglo III, la cercana ciudad de Istakhr se convirtió en centro del Imperio
sasánida.
Darío eligió como emplazamiento para su nueva
construcción la parte baja de la formación rocosa del Kuh-e Rahmat, que se convirtió así
en el símbolo de la dinastía aqueménida. Hizo erigir la terraza, los palacios
(Apadana, Tachara), las salas del Tesoro, así como las murallas. Es difícil
datar con precisión la construcción de cada monumento. La única indicación
irrefutable es suministrada por las tablillas encontradas en el sitio que atestiguan la
existencia de actividad constructiva al menos desde 509 a. C., cuando se produjo la
construcción de las fortificaciones.
Las construcciones de Darío fueron luego
acabadas y completadas por sus sucesores: su hijo Jerjes I añadió al complejo
la Puerta de todas las Naciones, el Hadish, o incluso el Tripylon, y bajo
Artajerjes I en 460 a. C., 1149 artesanos se
encontraban presentes en las obras. El sitio permaneció en construcción hasta,
por lo menos, 424 a. C., y quizás hasta la
caída del Imperio persa: una puerta quedó inacabada, así como un palacio
atribuido a Artajerjes
III.
Arquitectura
Los persas no poseían un arte arquitectónico
propio: se trataba de un pueblo seminómada de pastores y jinetes. Ahora bien,
desde su fundación por Ciro II, el imperio persa se dota de construcciones
monumentales. Al principio, inspiradas en los pueblos conquistado. Es una fusión de estilos que crean uno nuevo.
Resultante del saber hacer de los arquitectos y obreros de todo el imperio, la
arquitectura persa es utilitaria, ritual, y emblemática. Persépolis muestra así
numerosos elementos que atestiguan estas fuentes múltiples.
De hecho, con la inclusión de Jonia en las satrapías
del imperio, la arquitectura persa aqueménida está marcada por una fuerte
influencia griega jónica, particularmente visible en las salas hipóstilas y los
pórticos de los palacios de Persépolis.
Arquitectos lidios y jonios son contratados en
las obras de Persépolis, y Susa. Ellos realizan los principales elementos, y se
encuentran así graffitis en griego en las canteras próximas a Persépolis, que
mencionan los nombres de los jefes canteros.
La influencia de Mesopotamia está muy presente,
en particular en la fórmula palatina asociada a dos palacios, uno para la
audiencia pública y otro para la audiencia privada. Esta influencia es también
visible en los motivos de palmetas o de rosetones florales que decoran relieves
y palacio, o en los merlones dentados que recuerdan la forma de los zigurats, y
que adornan las escaleras de los palacios.
Columna de la Apadana, por Eugène
Flandin, 1840.
La mayoría de las columnas eran de madera, y
reposaban eventualmente sobre una base de piedra; todas han desaparecido. Sólo
cuando la altura era demasiado importante era utilizada la piedra: en la
Apadana, en la Puerta de las Naciones.
Como todos los palacios aqueménidas, los de
Persépolis tenían sistemáticamente los muros de adobe, lo que puede parecer
sorprendente en una región donde la piedra de construcción está disponible en
cantidad. Es, de hecho, una característica común a todos los pueblos de
Oriente, que han reservado los muros de piedra a los templos y a las murallas.
Ningún muro de Persépolis ha sobrevivido pues, los elementos aún en pie son los
marcos de las puertas y las columnas de piedra.
Aunque su construcción se haya extendido
durante dos siglos, Persépolis muestra una notable unidad de estilo que
caracteriza al arte aqueménida: iniciado en Pasargada, acabado bajo Darío en
Persépolis, no se notan evoluciones notables tanto en la arquitectura como en
las decoraciones o en las técnicas. Sólo las últimas tumbas reales han perdido
la distinción respecto a las de Naqsh-e Rostam, sin duda por falta de sitio,
pero sus bajorrelieves son estrictamente idénticos al de Darío.
Escultura
La forma más conocida y más extendida de la
escultura aqueménida es el bajorrelieve, expresándose particularmente en
Persépolis. Decoran sistemáticamente las escaleras, los lados de las
plataformas de los palacios y el interior de los vanos.
Además, el principio de isocefalia es aplicado
estrictamente, incluso en diferentes peldaños de las escaleras. Los temas
representados se componen de los desfiles de representantes de los pueblos del
imperio, de nobles persas, de guardias, de escenas de audiencia, de representaciones
reales y de figuras de combates que oponen un héroe real a animales reales o
imaginarios. Estos bajorrelieves son notables por su calidad de ejecución, cada
detalle es reflejado con una gran fineza.
Estatua de un perro, proveniente de la torre
sudeste de la Apadana, Museo nacional de Teherán.
Se conoce muy poco de las esculturas
aqueménidas de bulto redondo, la de Darío, encontrada en Susa, es la más conocida,
pero no se trata sin embargo de un ejemplo único. Heródoto y Plutarco hacen
referencia, respetivamente, a una estatua de oro de Artistona (esposa real de
Darío I) y a una gran estatua de Jerjes I en Persépolis.
Sin embargo, numerosos elementos de la
decoración pueden ser considerados como altorrelieves.
Pintura
La utilización de colores ha sido desestimada,
a menudo, debido a las numerosas alteraciones que sufren los pigmentos durante
el tiempo. Intemperie, fragilidad de las capas.
Dichos colores eran utilizados no sólo en los
elementos arquitectónicos (muros, relieves, columnas, puertas, suelos,
escaleras, estatuas), sino también en los tejidos y otras decoraciones. Ladrillos
barnizados, revestimiento de suelos de cal coloreada con ocre rojo o suelos
yesosos verde grisáceos, columnas pintadas y otras colgaduras engalanaban así
de múltiples colores los interiores y exteriores de los palacios.
Complejo principal
Terraza
Plano de Persépolis.
El complejo palatino de Persépolis descansa
sobre una terraza de 450 m por 300, y 14 m de alto, que presenta
cuatro niveles de 2 m. La entrada desemboca en el nivel reservado a las
delegaciones. Los barrios de los nobles están en un nivel superior. Los barrios
reservados al servicio y a la administración están situados en el nivel más
bajo. Los barrios reales están en nivel más alto, visibles por todos. La piedra
más utilizada para la construcción es la caliza gris. La organización de las
construcciones sigue un plano rigurosamente ortogonal o hipodámico.
El lado este de la terraza está formado por el Kuh-e Rahmat, en cuya pared rocosa
están excavadas las sepulturas reales que dominan el sitio. Los otros tres
lados están formados por un muro de contención cuya altura varía de 5 a
14 m. El muro está compuesto por enormes piedras talladas, ajustadas sin
mortero y fijadas por medio de clavijas metálicas. La fachada oeste constituye
la entrada del complejo y presenta el acceso principal a la terraza bajo la
forma de una escalera monumental.
En la fachada sur, han sido encontradas
inscripciones cuneiformes trilingües. El texto, redactado en elamita, es
comparado con una inscripción del palacio de Susa.
Escalera principal (o escalera de Persépolis)
El acceso a la terraza se hace por la fachada
occidental, mediante de una escalera monumental, simétrica y de dos tramos
divergentes que luego convergen. Este acceso, añadido por Jerjes, reemplaza el
acceso original del sur de la terraza.
Puerta de todas las naciones
La Puerta de todas las naciones, o Puerta de
Jerjes, fue construida por Jerjes I, hijo de Darío. La supuesta fecha de su
construcción es 475 a. C.
La entrada occidental, guardada por dos toros
colosales que componen los montantes, mide 5,5 m de alto y es de inspiración
asiria. El tejado era soportado por cuatro columnas de 18,3 m de alto,
simbolizando palmeras, y cuyas cúspides esculpidas representaban hojas de palma
estilizadas. En la entrada occidental se suman dos salidas: una hacia el sur,
que se abre sobre el patio de la Apadana, y otra hacia el este, que se abre
sobre la vía de las procesiones. Esta última es guardada por un par de estatuas
colosales que representan hombres-toro alados, o lammasus.
Una inscripción cuneiforme está grabada encima de los toros de la fachada occidental, en las tres lenguas principales del imperio (antiguo idioma persa, babilonio, y elamita):
Una inscripción cuneiforme está grabada encima de los toros de la fachada occidental, en las tres lenguas principales del imperio (antiguo idioma persa, babilonio, y elamita):
Ahuramazda es un gran dios que creó esta
tierra, que creó el cielo, que creó al hombre, que creó la felicidad del
hombre, que hizo a Jerjes rey, rey de muchos, señor de muchos.
«Yo soy Jerjes, el gran rey, rey de
reyes, el rey de los pueblos con numerosos orígenes, el rey de esta gran
tierra, el hijo del rey Darío, el aqueménida.»
El rey Jerjes declara: «Gracias a
Ahuramazda, yo he hecho este Pórtico de todos los pueblos; hay muchas
cosas buenas que han sido hechas en Persia, que yo he hecho y que mi padre ha
hecho. Todo lo que ha sido hecho más allá, que parece bueno, todo eso lo hemos
hecho gracias a Ahuramazda. »
El rey Jerjes declara: «Que Ahuramazda
me protege, así como a mi reino, y lo que yo he hecho, y lo que mi padre ha
hecho, que Ahuramazda lo proteja también.»
Esta inscripción permite pensar que la Puerta
de todas las naciones fue llamada así por Jerjes en referencia a los múltiples
pueblos y reinos que formaban el imperio aqueménida. Esta inscripción se halla
también encima de los lammasus.
Vía de las procesiones y Puerta inacabada
Bordeando de oeste a este la parte norte de la
terraza, la vía de las procesiones lleva de la puerta de todas las naciones a
una construcción similar: la Puerta inacabada, también llamada el Palacio
inacabado, llamada así porque no estaba acabada cuando la destrucción del sitio
por Alejandro. Esta puerta se encuentra en al ángulo nordeste de la terraza, y
tiene cuatro columnas. Desemboca en un patio que se abre sobre el Palacio de
las 100 columnas. La rodeaba un doble muro por sus dos lados, protegiendo la Apadana
y los palacios particulares de las miradas. Hoy sólo queda la parte baja de
estos muros, pero algunos piensan que alcanzaban la altura de las estatuas de
lammasus. Puede observarse, en una estancia en un lado de la vía, dos cabezas
de grifos parcialmente restaurados que parecen no haber estado sobre las
columnas, quizás destinados a una construcción ulterior.
Apadana (o Sala de audiencias de Darío)
La Apadana fue construida por Darío el Grande.
La fecha del comienzo de su erección sería 515 a. C., según dos
tablillas de oro y de plata encontradas en los cofres de piedra insertados en
los cimientos. Darío había hecho grabar su nombre y el detalle de su imperio.
La construcción duró mucho tiempo y sería sido acabada por Jerjes I. La Apadana
es, con el Palacio de las 100 columnas, la más grande y más compleja de las
construcciones monumentales de Persépolis. Se encuentra en el centro de la
parte occidental de la terraza. Situada en un nivel alto, es accesible a partir
de la terraza, por dos escaleras monumentales de doble rampas simétricas y
paralelas, que flanquean el basamento de los lados norte y este.
Palacio
El palacio tiene un plano cuadrado de 60,5 m de
lado. Consta de 36 columnas de las que 13 están aún en pie. Las columnas, de
cerca de 20 m de alto, fueron erigidas probablemente por medio de rampas de
tierra que permitían llevarlas luego de colocar las piedras a la altura
querida. Las rampas debían ser elevadas a la vez que el avance de las columnas,
después la tierra era evacuada. Testimonian la influencia jonia: las columnas
de la Apadana presentan el mismo diámetro y una altura similar a las del templo
de Hera en Samos, además, presentan acanaladuras similares.
Capitel de columna con prótome de toro
(Apadana
Los planos iniciales del palacio eran más
simples: habiendo sido construidas después la escalera de Persépolis y la
puerta de todas las naciones, llegó a ser necesario un acceso al palacio por el
norte. Eso explica el añadido de una escalera en el lado norte del basamento.
La parte central, una gran sala hipóstila de forma cuadrada, constaba de 36
columnas ordenadas en seis filas. Estaba rodeada al oeste, al norte y al este,
por tres pórticos rectangulares con doce columnas cada uno, dispuestas en dos
filas. La parte sur consistía en una serie de pequeñas salas, y se abría sobre
el palacio de Darío, el Tachara. Las esquinas estaban ocupadas por cuatro
torres.
El techo era sostenido por vigas que
descansaban sobre prótomes de toros y de leones. Opuestos, los prótomes
formaban un banco sobre el que había sido puesta una viga principal. Las dos
cabezas formaban así una protrusión, lateralmente, de alrededor de un metro.
Unas vigas transversales habían sido puestas directamente sobre las cabezas,
estabilizadas por las orejas o los cuernos del animal esculpido. Estos
elementos de animales fueron fijados con plomo. Las vigas transversales unían
las columnas de las filas vecinas. Los restantes espacios estaban cubiertos por
vigas secundarias. El conjunto fue calafateado y cubierto por una capa de
mortero de barro seco. Las vigas eran de encina, de ébano, y de cedro del Líbano. La utilización de
tejados ligeros de cedro junto a las técnicas de las columnatas jonias,
permitían la liberación de un espacio importante: la separación de las filas de
columnas de la Apadana es de 8,9 m, para una relación entre diámetro de las
columnas y distancia entre los fustes de sólo 1 por 3,6. En comparación, la de
la sala hipóstila del templo de Karnak es de 1 por 1,2.
El conjunto estaba pintado ricamente como lo
atestiguan los múltiples rastros de pigmentos encontrados sobre las bases de
algunas columnas, los muros y los bajorrelieves de las escaleras. El interior
de la garganta de un león esculpido todavía posee distinto restos de color
rojo. Cubiertos de una capa de estuco del que se han encontrado fragmentos, los
muros eran adornados con colgaduras bordadas de oro, enlosados de cerámicas, y
decorados con pinturas que representan a leones, toros, flores y plantas. Las
puertas de madera y las vigas llevaban placas de oro, incrustaciones de marfil
y de metales preciosos. Los adornos de los capiteles de las columnas difieren según
su posición: toros para las columnas del vestíbulo central y del pórtico norte,
y otras figuras de animales para los pórticos este y oeste.
Según el arqueólogo David Stronach, la
configuración de un palacio como la Apadana responde a dos funciones
principales. Sus dimensiones podrían permitir la recepción de 10.000 personas,
lo que facilitaba la audiencia del rey. Por otra parte, su altura permitía al
rey observar las ceremonias y desfiles que tenían lugar en la llanura. Las
excavaciones realizadas en Susa, en un palacio realizado también por Darío I,
han sacado a la luz una losa de la Apadana, situada en el eje del palacio
frente al muro sur. Ambos palacios tienen parecidas concepciones. Es probable
la existencia de un trono fijado al suelo de la Apadana. Además, dos pasos
cercanos permitían al rey retirarse a los apartamentos y barrios reales
adyacentes.
Cuando Alejandro Magno incendió Persépolis, el
tejado de la Apadana se derrumbó hacia el este, protegiendo los relieves de
esta parte del desgaste cerca de 2100 años. Ha sido hallada una cabeza maciza
de león en un hoyo, cerca del muro que separa la Apadana del Palacio de las 100
columnas. Su función parece haber sido sostener una viga principal del tejado.
Su presencia en un hoyo situado bajo el nivel del suelo no está explicada. Se
halla una réplica del pórtico de la Apadana en el museo del sitio y da una idea
de la magnificencia del palacio.
Escalera este
Cresta ornada de merlones almenados
(Apadana, escalera
Cubierta por los restos del tejado incendiado
de la Apadana, la escalera este está muy bien preservada. Se divide en tres
entrepaños (norte, central, y sur) y en triángulos bajo los escalones. El
entrepaño norte muestra la recepción de persas y medos. El entrepaño sur
muestra la recepción de personajes que proceden de las naciones sometidas. La
escalera consta de múltiples símbolos de fertilidad: flores de granada, filas
separadas por flores de doce pétalos, o árboles y semillas que decoran los
triángulos. Los árboles, pinos y palmetas, simbolizan los jardines del palacio.
Los entrepaños tienen inscripciones que indican que Darío construyó el palacio,
que Jerjes lo completó y pidió a Ahuramazda que protegiera al país de la
carestía, la felonía, y los terremotos. Los personajes de los relieves ostentan
un porte altivo. Los caracteres étnicos son reflejados meticulosamente, y los
detalles están trabajados con fineza: pieles, barbas, pelo están representados
en pequeños ricitos, trajes y animales están trabajados con minucia.
El examen de escenas inacabadas defiende una organización del trabajo,
recurriendo a una especialización del obrero (rostros, peinados, aderezos)).
Los artistas y obreros que participaron en la construcción no disponían de
ninguna libertad de creación: debían seguir de modo riguroso las orientaciones
proporcionadas por los consejeros del rey. La realización de las obras seguía
un programa que no dejaba lugar a la improvisación.
Los frisos, inicialmente policromos, respondían a los imperativos del soberano: valoración del orden y del rigor. La estaticidad de las representaciones recuerdan a los ortostatos de los palacios asirios. La distribución por registros en filas definidas, y la rigidez de los asuntos evoca la influencia del estilo jónico severo.
Los frisos, inicialmente policromos, respondían a los imperativos del soberano: valoración del orden y del rigor. La estaticidad de las representaciones recuerdan a los ortostatos de los palacios asirios. La distribución por registros en filas definidas, y la rigidez de los asuntos evoca la influencia del estilo jónico severo.
Triángulos y entrepaño central. Los triángulos están
ocupados por relieves que simbolizan el año nuevo: un león que devora un toro.
El equinoccio de primavera mostraba un cielo donde la constelación del León
estaba en el cenit, mientras que la de Tauro desaparecía en el horizonte sur. Noruz
marca el comienzo de la actividad agrícola después del invierno. El significado
del entrepaño central es religioso. Muestra a Ahuramazda guardado por dos
grifos con cabezas humanas, que domina a cuatro guardias persas y medos. Los
persas tienen en la mano izquierda un típico escudo redondo, y las azagayas en
la mano derecha. Como en los otros relieves del sitio, los guardias persas
están ataviados con un largo vestido drapeado, y llevan tocados acanalados. Los
medos llevan abrigos cortos y pantalones, y están tocados con gorros redondos o
plisados, y a veces con coleta.
Entrepaño norte. El entrepaño norte está dividido en tres registros y muestra la recepción del año nuevo en forma de desfile. Del centro hacia la extremidad norte, el registro superior muestra a los Inmortales seguidos por una procesión real. Los Inmortales llevan un gorro, y están equipados de lanzas y de aljabas lastradas por pomos que descansan en sus pies. La procesión real se compone de un oficial medo que precede a los portadores de la silla real. La silla real es llevada por medio de correas enjaezadas al hombro, que sostienen dos bambús alojados a través de la silla. La silla estaba compuesta de un marco de madera esculpida, cuyos pies tenían forma de patas de animales. Un sirviente lleva el escabel utilizado por el rey, quien no debía tocar la tierra.
Sus piernas estropeadas tienen rastros de una
reparación. La procesión sigue con el responsable medo de las cuadras reales, a
la cabeza de los caballos del rey, cada uno dirigido por un paje. Los caballos
están finamente trabajados dejando ver el detalle de los bocados. El cortejo es
cerrado por dos carros conducidos por un elamita. Los caballos de tiro son más
pequeños y más finos que los precedentes, de otra raza. Tiran de dos carros
cuyas ruedas tienen doce secciones (simbolizando los doce meses del año) y
cuyos ejes están esculpidos. El primer carro difiere del otro: unos leones
esculpidos sobre la caja parecen indicar que se trata de un tiro de caza o de
guerra. Los entrepaños inferior y medio muestran a los inmortales seguidos por
nobles persas (tocados almenados o con plumas) y medos (tocado redondeado con
una pequeña cola) alternados. Algunos llevan equipajes, otros gérmenes
vegetales y flores de granados. Las sutiles diferencias en sus trajes y alhajas
sugieren funciones o status diferentes. Los nobles están representados
discutiendo, y sonrientes. Su actitud es distendida y nada ceremoniosa. Se
cogen de la mano de vez en cuando, se vuelven uno hacia el otro, o ponen la
mano sobre el hombro del precedente en actitudes que simbolizan su unidad. Los
inmortales del entrepaño inferior son persas; armados de lanza, arcos y
aljabas, cada uno está en un peldaño de la escalera, representando la
ascensión. Los del entrepaño medio llevan gorro y están armados sólo con
lanzas.
Carro de la procesión real (Apadana,
escalera este) Livius
Entrepaño sur. Es un entrepaño
notable porque representa la llegada de las delegaciones que proceden de veintitrés
naciones sometidas, conducidas alternativamente por guías persas y medos. Cada
delegación está separada por pinos, El guía lleva al delegado a la cabeza, de
la mano. La calidad del acabado difiere para cada obra: todos los relieves no
han sido pulidos, y su detalle es variable. Este desfile presenta cerca de 250
personajes, cuarenta animales, y carros. De una altura de 90 cm, los registros
tienen una longitud total de 145 m. Para Dutz, los símbolos de Persépolis están
cargados de sentido, y su organización no es fruto del azar. La disposición de
las representaciones podría corresponder a un orden protocolar, sin que pueda
saberse si tal orden sigue una secuencia determinada por las filas horizontales
o verticales (ver esquema). En todo caso, parecería claramente que los medos
eran los primeros, y los etíopes los últimos. Además, ninguno sigue la lista
secuencial de las satrapías dada por la inscripción del rey. La disposición de
las delegaciones no parece seguir tampoco el orden de incorporación de las
diferentes satrapías al imperio. En cambio, podría estar en función del tiempo
de viaje que las separa de Persépolis. Este razonamiento se apoya en los textos
de Heródoto: «de todas las naciones, los persas honran primero a las que tienen
más cerca, en segundo lugar a las que están más distantes, y tienen menos
estima a las más lejanos». Se sabe por las tablillas del Tesoro que las
ofrendas llevadas por las delegaciones no corresponden a un impuesto.
Corresponden a regalos destinados al rey o a un uso ceremonial. En ausencia de
inscripción, la identificación de las delegaciones supone siempre un problema,
pues se centra sobre todo en los trajes, y ofrendas. A pesar de la similitud
con otras representaciones, subsisten numerosas incertidumbres.
La presencia o la ausencia, el orden de
citación o de presentación, incluso la denominación de cada pueblo del imperio
varía mucho, tanto en las esculturas como en las inscripciones reales. Estas
últimas no constituyen un inventario administrativo realizado para la
posteridad, sino que corresponden más bien a la visión ideal del imperio cuyo
rey desea quiere dejar huella.
Reconstrucción
de las delegaciones según Dutz, Stierlin, y Briant:
1 Medos: conducidos por un
persa, esta delegación es la más importante. Los sujetos llevan trajes,
pulseras o brazaletes, una espada, copas y un vaso. Se trata probablemente de
otras tribus medas que las que sirve al imperio desde su fundación, lo que
explicaría el estatuto de sometidos. Al principio del imperio, tales tribus
permanecieron fieles a Astiages, habiendo reunido Ciro a las otras.
2
Elamitas: Elam
es persa desde la fundación del imperio por Ciro el Grande. La delegación
conducida por un medo ofrece una leona y dos leoncitos, así como espadas y
arcos.
3 Armenios: esta delegación lleva
un vaso con dos asas, finamente trabajado, y un caballo.
4
Aracosios:
Los pantalones son aún llevados en Baluchistán. Uno de los sujetos está vestido
con una piel de felino. Las ofrendas consisten en un camello y jarras.
5
Babilonios:
esta delegación ofrece un toro, tazones, y una colgadura idéntica a las de las
representaciones del palacio de las 100 columnas, el Tesoro o el Tripylon.
6 Asirios
y fenicios (o lidios): este relieve está muy detallado. Las ofrendas consisten en
vasos y copas labradas (vasos de bronce o de plata), con asas dobles que
representan toros alados, joyas (brazaletes con broche adornados con grifos
alados), y un carro enganchado con caballos de pequeña talla. Los trajes y
peinados de los sujetos están muy trabajados, se distinguen incluso papillotes
llevados por judío s ortodoxos. La
identidad de la ropa mantiene una controversia sobre los orígenes de estas
delegaciones.
7 Arios
(o Aracosios):
los sujetos de esta satrapía corresponden a las regiones de Herat y de Mashhad. Son prácticamente
indiferenciables de los aracosios. Las ofrendas consisten en un camello y
vasos.
8 Cilicios
o asirios:
que proceden del sur de Asia Menor, esta delegación ofrece dos carneros,
pieles, un traje, copas y vasos. Esta representación está trabajada
minuciosamente, y aparece el detalle de los trajes (cordones, cinturones,
cofias,).
Partos
9 Capadocios: caracterizados por la atadura de su capa en la parte
superior del hombro; pertenecen al mismo grupo que los armenios, medos, y
sagartios. Ofrecen presentes de un caballo y trajes.
10 Egipcios: el altorrelieve que representa esta delegación ha sido
perjudicado severamente por la destrucción de la Apadana. Las partes inferiores
bastan para identificar el origen de los sujetos, gracias a las características
de su vestido.
11 Escitas (también llamados sacas): esta satrapía se extendía desde Ucrania
a las estepas del norte del Cáucaso, hasta el norte de Sogdiana. Los sujetos
están tocados con un típico gorro escita. Llevan un caballo, trajes, y lo que
podrían ser brazaletes con broches.
12 Lidios o jonios: estas satrapías griegas estaban fusionadas y eran
administradas desde Sardes. Los sujetos están vestidos del mismo modo. Traen
tejidos, pelotas de hilo y copas que contienen quizás tinturas.
13 Partos: bajo los aqueménidas, los partos estaban sometidos, y es
sólo después del período griego séleucida cuando dominarán Persia. Partia
corresponde al actual Turkmenistán. La delegación trae vasos y un camello. Los
sujetos están tocados con un turbante alrededor del cuello.
14 Gandharienses: esta satrapía se encuentra río arriba del Indo,
entre Kabul y Lahore, al oeste del actual Punjab. Los sujetos ofrecen lanzas y
un búfalo asiático.
15 Bactrianos: la delegación lleva un camello y vasos. Naturales de Bactriana
al norte de Afganistán, los sujetos están tocados con una cinta.
16 Sagartios: sus trajes y presentes (trajes y caballo), son
semejantes a los de los medos, capadocios y armenios, lo que sugiere la
pertenencia a un mismo grupo. Su tierra de origen es mal conocida: vecina de Tracia
en Asia Menor, o cerca del mar Negro y del Cáucaso, incluso situada en las
estepas de Asia Central cerca de Bactriana.
17
Sogdianos:
tenían por origen Sogdiana, actual Pakistán. Esta etnia pertenecía al grupo de
los escitas, de los que llevaban el gorro. Llevan un caballo, hachas, objetos
que pueden ser brazaletes, y una espada.
18 Indios: estos sujetos, que
venían de Sind, el valle bajo del Indo, están vestidos con un taparrabo, y
calzados de sandalias. Llevan un burro, hachas, y cestas con provisiones
llevadas sobre la espalda por medio de una balanza.
19 Tracios (o escitas): Tracia
estaba situada entre el mar Egeo y el mar Negro, en un territorio hoy
compartido por Grecia, Turquía, y Bulgaria. Los sujetos llevan un caballo.
Llevan un gorro puntiagudo de largas patas, semejante a los gorros escitas.
20 Árabes: estos sujetos vienen
de Fenicia - Asiria. Están calzados con sandalias, y vestidos con túnicas con
ribetes bordados. Llevan un dromedario.
21 Drangianianos: no hay acuerdo entre
los autores referente al origen de esta delegación. Para unos, se trata de
individuos que vienen de Merv en Bactriana, estados actuales de Afganistán, de Uzbekistán
y de Tayikistán). Para otro, los sujetos vienen de la región de Kermán, al este
de Irán. Además, su estilo de peinado sostendría un origen cerca de Kandahar,
así como su escudo, lanza, y el tipo del buey que traen.
22 Somalíes (o lidios): el origen
de esta delegación es controvertido. Acompañados por un carro, los sujetos
traen un kudú o un íbice, están vestidos con pieles, pero no son negroides. El
tipo morfológico de los individuos, lo mismo que la presencia de un carro,
indicarían un origen libio, mientras que el antílope y los aderezos de pieles
sostendría un origen situado más al sur, (Yemen o Somalia).
23 Nubios (o etíopes o abisinios):
se trata de sujetos negroides, que llevan un okapi o una jirafa, defensas de elefante
y un vaso.
Escalera
norte
La escalera norte fue añadida por Jerjes I,
para facilitar el acceso a la Apadana desde la puerta de todas las Naciones.
Los relieves de esta escalera presentan los mismos temas que los de la escalera
este, pero están más degradados
El entrepaño central mostraba inicialmente a
Jerjes I, Darío el Grande y a un funcionario. Este último podría ser un ganzabara
(gobernador del Tesoro), o un quiliarca (oficial comandante de la guardia).
Este relieve ha sido trasladado al Tesoro y ha sido sustituido por otro que
muestra a ocho guardias. Una inscripción cuneiforme trilingüe en la escalera ha
recogido en gran parte el texto de la de la puerta de todas las Naciones, sin
precisar el nombre del edificio.
Tachara
Así nombrado por una inscripción situada en un
montante de su puerta sur, el Tachara, o palacio de Darío, está situado al sur
de la Apadana. Es el único de los palacios en tener un acceso al sur por medio
de un pórtico. La entrada del palacio se hacía inicialmente por este lado, por
una doble escalera. Construido por Darío I, el palacio es completado luego por
Jerjes I quien lo amplió, luego por Artajerjes III, quien añadió una segunda
escalera al oeste. Esta nueva entrada crea una asimetría inédita. Los trajes de
los personajes medos, silicios y sogdianos representados son diferentes de los
de las otras escaleras anteriores, lo que sugiere un cambio de moda, y
refuerzan la idea de una construcción ulterior.
Las mochetas de la escalera sur presentan
símbolos de Noruz: león que devora un toro. Las partes ascendentes representan
a medos y aracosios que traen animales, jarras y otras cosas. Se trata
probablemente de sacerdotes que vienen de lugares santos zoroástricos tales
como el lago Urmía en Media y el lago Helmand en Aracosia, y que llevan lo
necesario para las ceremonias. El entrepaño central muestra dos grupos de
guardias nuevos y tres paneles que llevan una inscripción trilingüe de Jerjes
II, que indica que este palacio ha sido construido por su padre; está coronada
por el disco alado, símbolo o bien de Ahuramazda o de la gloria real,
encuadrado por dos esfinges.
La entrada del palacio se hace por una sala,
mediante una puerta, donde un relieve representa a los guardias. Esta sala es
seguida por otra puerta que se abre al vestíbulo principal, sobre la que se
encuentra un relieve que representa al rey que combate al mal con forma de un
animal. Este tema está en otras puertas del palacio, en el Palacio de las 100
columnas, y en el harén. La figura maléfica es simbolizada por un león, un
toro, o un animal quimérico. El tipo de figura podría tener una relación con la
función de la obra, o con temas astrológicos.
En el cuarto de baño real se abre una puerta.
Está adornada con un relieve que muestra a un rey preparado para una ceremonia
y seguido de dos servidores que tienen una sombrilla y un espantamoscas. El rey
está coronado, vestido con un rico aderezo adornado con piedras preciosas.
Lleva pulseras, y las joyas penden de su barba trenzada.
Otro relieve muestra probablemente a un eunuco,
única representación imberbe del sitio. Lleva una botella de ungüento y una
servilleta. La circulación de agua estaba asegurada por un canal cubierto en el
suelo que pasaba por medio de la estancia. Pueden observarse restos del cemento
rojo que alfombraba el suelo de la sala.
Hadish
El Hadish, o palacio de Jerjes, se encuentra al
sur del Tripylon; está construido sobre un plano semejante al Tachara, pero dos
veces más grandes. Su vestíbulo central constaba de treinta y seis columnas de
piedra y de madera. Se trataba de troncos de árboles de grandes proporciones y
grandes diámetros de los que no queda nada. Está rodeado por el este y el oeste
por pequeñas habitaciones y pasillos, cuyas puertas presentan relieves
esculpidos. Se encuentran allí procesiones reales que representan a Jerjes I
acompañado de servidores que le ponen a cubierto bajo una sombrilla. La parte
sur del palacio está compuesta de apartamentos cuya función es controvertida:
en un tiempo descritos como de la reina, son considerados como almacenes o
anexos del Tesoro. El acceso a la terraza del Hadish se hacía por una escalera
monumental al este, de doble tramo, primero
divergentes y luego convergentes, y una escalera más pequeña de tramos
convergentes al oeste; as dos presentan la misma decoración que la escalera sur
del Tachara: toros y leones, guardias persas, disco alado y esfinge.
Hadish es una palabra en antiguo persa que
figura en una inscripción trilingüe en cuatro ejemplares, sobre el pórtico y la
escalera: significa «palacio». Son los arqueólogos quienes llaman a este
palacio hadish, no siendo conocido el nombre original. La atribución a
Jerjes es segura, pues éste, además de estas cuatro inscripciones, hizo grabar
su nombre y sus títulos al menos catorce veces.
Palacio de las 100 columnas
También llamado sala del Trono, tiene forma de
cuadrado de 70 m de lado: es el más grande de los palacios de Persépolis.
Cuando se excavó parcialmente, estaba cubierto por una capa de tierra y de
cenizas de cedro de más de tres metros de espesor. Muy perjudicado por el
incendio, solo han quedado las bases de las columnas y los montantes de las
puertas.
El palacio está decorado con numerosos relieves
en notable estado de conservación, que representan toros, leones, flores y
bellotas.
La puerta sur del palacio presenta un relieve
completamente diferente. Simboliza el sostén aportado al rey por las diferentes
naciones que componen el imperio. Los soldados que componen las cinco filas
inferiores pertenecen a muchas naciones, reconocibles por su tovado y
armamentos. Vuelto hacia el Tesoro, este mensaje se dirige más bien a los
servidores y les recuerda que las riquezas que transitan por esta puerta se
deben a la cohesión del imperio. Unas tablillas cuneiformes detallan los
archivos de los tributos, dando así una estimación de las riquezas que
transitaban por estas puertas.
Si los relieves de las entradas norte y sur del
palacio conciernen esencialmente a la afirmación de la monarquía, los de las
partes este y oeste presentan, como en otros palacios, escenas heroicas de rey
combatiendo al mal.
Tesoro
Construido por Darío I, se trata de una serie
de salas situadas en el ángulo sureste de la terraza, que se extienden sobre
una superficie de 10.000 m². El tesoro consta de dos salas importantes, cuyo
tejado era soportado respectivamente por 100 y 99 columnas de madera. Se han
encontrado tablillas de madera y de arcilla, que detallan el montante de los
salarios y beneficios pagados a los obreros que lo habían construido. Según
Plutarco, 10.000 mulas y 5.000 camellos habría necesitado Alejandro Magno para
trasportar el tesoro de Persépolis. Según algunas tablillas, 1.348 personas
trabajaban en el Tesoro en 467 a. C.
Guarnición y sala de las 32 columnas
Entre el palacio de las cien Columnas y la
montaña se encuentran múltiples salas que componían los barrios de los
servidores y de los soldados, la cancillería, y los despachos. Se han
encontrado más de 30.000 tablillas y fragmentos de tablillas en elamita.
Según Quinto Curcio Rufo y Diodoro, Alejandro
habría dejado en el lugar 3.000 soldados, lo que da una idea de la capacidad de
guarnición de Persépolis. Al norte de estos campamentos de chozas, se
encuentran los restos de una sala que constaba de treinta y dos columnas, cuya
función no está clara.
Harén y museo
Inscripción del Harén, de Jerjes I. Se
trata de una inscripción bilingüe en persa antiguo (izquierda) y babilonio (derecha). (Museo nacional de Irán,
Teherán)
Se accede al harén por la puerta sur del
palacio de las 100 Columnas. El edificio tiene forma de " L", cuya
ala principal tiene una orientación norte-sur. El centro consiste en una sala
con columnatas, abierta al norte a un patio por un pórtico. Esta sala tenía
cuatro entradas, cuyas puertas estaban decoradas con relieves. Los relieves
laterales muestran todavía escenas de combate heroico que recuerdan las del
Tachara o del palacio de las 100 Columnas. El rey es mostrado en lucha con un
animal quimérico (toro-león cornudo y alado), con cuello de cuervo, cola de
alacrán, que puede ser una representación de Ahriman, divinidad maléfica. El
héroe hunde su espada en el vientre de la bestia que le hace frente. El relieve
sur muestra a Jerjes I seguido de servidores, según una escena idéntica a las
del Hadish. La parte sur del ala y la otra ala que la prolonga hacia el oeste
consiste en una serie de 25 apartamentos, hipóstilos de 16 columnas cada uno.
El edificio presenta además dos escaleras que lo enlazan al Hadish, y dos
patios pequeños que podrían corresponder a jardines cerrados.
No es cierto, que el harén haya podido ser un
lugar de residencia de mujeres. Según unos, la sección central habría podido
estar destinada a la reina y a su séquito. Otros piensan que las mujeres
residían en el exterior de los muros. La función del edificio es pues
controvertida. La presencia de relieves elaborados, así como su situación, en
un nivel alto es el de un edificio que tiene una función importante. Por el
contrario, su tamaño y su posición sugieren más bien una función administrativa.
Es probable que la denominación de "harén" sea errónea: los
buscadores occidentales han proyectado su visión de los harenes otomanos sobre
la Persia aqueménida que carecía de ellos.
El harén ha sido excavado y ha sido restaurado
parcialmente por E. Hertzfeld por un procedimiento de anastilosis. Reconstruyó
varias salas, que sirvieron de talleres de restauración y de presentación de
las obras encontradas en el complejo. Una parte del harén se transformó en
museo.
El museo del sitio presenta una gran variedad
de objetos encontrados:
·
cerámicas,
platos y vasos de terracota, azulejos de cerámica;
·
piezas
de monedas;
·
herramientas
de todo género: de mampostería, de talla, de cocina, o utensilios de boca,
morteros;
·
artesanías
de hierro forjado, puntas de lanza y de flechas, fragmentos de trompetas o de
adornos metálicos, clavijas metálicas;
·
restos
de tejidos o restos de madera que componen la infraestructura;
·
bocados metálicos y trozos de
saeta;
·
tablillas
grabadas.
Hay obras encontradas en los alrededores, que
datan de ocupaciones posteriores, sasánidas e islámicas, incluso anteriores
(prehistóricas).
La gran diversidad de las obras que recogen
usos diarios, permiten tener una idea de la vida de la época. Además, la
comparación de las obras con algunas obras pictóricas (bocado, lanzas) dan una
idea de la minucia del trabajo de los obreros en la talla de los relieves.
Jardines
Exploraciones geológicas recientes han puesto
en evidencia las ruinas de jardines aqueménidas y sus canales de irrigación en
el exterior del complejo. Una parte de ellos fueron perjudicados en 1971,
durante las ceremonias de celebración de los 2.500 años de la monarquía de
Irán. Otros daños han resultado de la construcción de una carretera asfaltada
después de la revolución. Dichos jardines llamados Pairidaeza (palabra
persa antigua de la que proviene la palabra "paraíso"), eran
realizados a menudo al lado de los palacios aqueménidas.
Red hidráulica
El sistema de canalización de la terraza
encierra todavía preciosos secretos, lo que motiva excavaciones profundas. Se
trata de extraer y analizar los sedimentos. Más de 2 km de red han sido
descubiertos, que recorren la terraza y sus alrededores, y que pasan bajo los
palacios. Las variables dimensiones de los canales (60 a 160 cm de ancho,
80 cm a varios metros de profundidad) explican la importancia del volumen
sedimentario y el valor del potencial arqueológico. Los restos que contienen
pueden así revelarse preciosos: ha sido hallado una parte del supuesto trono de
Darío, igual que unos 600 fragmentos de cerámica que han conservado sus
colores. Los trabajos tropiezan, sin embargo, con un problema complejo: la
retirada de los sedimentos permite la infiltración de agua, lo que perjudicaría
la estructura del complejo.
La red de colectores y de canales de agua
atraviesa los cimientos y el suelo de la terraza. Es, pues, probable que los
planos de la totalidad del complejo hayan sido realizados en detalle antes de
su construcción. Cortados directamente en la piedra de la base de los muros,
antes de su erección, los colectores permitían evacuar las infiltraciones
pluviales.
Sepulturas reales
Situadas a algunas decenas de metros de la
terraza, dos tumbas cavadas en la roca de Kuh-e Ramat dominan el sitio. Estas
tumbas son atribuidas a Artajerjes II y a Artajerjes III. Cada sepulcro está
rodeado por esculturas en columnatas que representan las fachadas de palacio,
resaltadas con grabados. Estas representaciones, como las de las tumbas de Naqsh-e
Rostam, han permitido comprender mejor la arquitectura de las construcciones
palatinas persas. En la parte superior del sepulcro de Artajerjes III, el rey
está representado sobre un pedestal a tres niveles, haciendo frente a
Ahuramazda y a un fuego sagrado igualmente realzado. Un muro presenta una
inscripción trilingüe que recuerda que Darío el Grande ha dado una
descendencia, que ha construido Persépolis, y hace una lista de sus bienes.
Cada versión difiere ligeramente de las otras dos. Una tercera tumba inacabada
se encuentra más al sur. Parece haber estado destinada a Darío III, último rey
aqueménida.
Al pie de la montaña han sido encontradas
restos de sepulturas post-aqueménidas, a un kilómetro al norte de la terraza.
Susa
Fundada hacia el año 4000 a.C., Susa fue en su
momento una de las ciudades más importantes del mundo. Entre el 3300 y el 3000 fue
capital del reino de Elam, elegida por su privilegiada situación en una llanura
bien regada por la cuenca del río Karun.
Entre 2800 y 2375 a.C. fue controlada por los sumerios,
lo que permitió a los elamitas adoptar la escritura cuneiforme.
Hacia 2250 fue sometida por los reyes de Akkad
y, hacia 2050, por los gobernantes de la III Dinastía de Ur. El rey elamita
Shuruk Najjunte (1208-1171 a.C.) atacó y saqueó Babilonia, donde robó el Código
de Hammurabi, entre otros trofeos de guerra.
Hacia el I milenio a.C. fue objeto de los
ataques asirios, siendo conquistada y asolada por Asurbanipal hacia el 647 a.C.
Los aqueménidas la convirtieron en su capital entre los años 550 y 330 a.C.,
etapa durante la cual Ciro II, Darío I el Grande y Artajerjes I edificaron
palacios y residencias. Fue Darío I quien eligió a Susa como su capital
administrativa. La fundación de Persépolis, sin embargo, significó el comienzo
del declive para Susa. Conquistada por Alejandro Magno en el año 331 a.C.,
continuó siendo importante tras la caída del Imperio persa, si bien más tarde
cayó en el anonimato hasta que, con la invasión mongola, fue destruida y
abandonada.
Susa recuperó su sitio en la Historia a partir
de 1851, cuando el británico Loftus la exploró e identificó con la bíblica
Susan, palacio citado en los libros de Daniel y Ester. A partir de entonces, ha
sido objeto de varias campañas de excavación francesas, que han hecho que
muchos de los hallazgos se expongan en el Louvre y, más tarde, el de Teherán.
Lancero, detalle del "friso de los
arqueros" del palacio de Dario. Bajorrelieve de cerámica vidriada, hacia
510 a. C.
La Susa aqueménida ocupaba tres montículos principales: el Apadama, la
Acrópolis y la Ciudad Real. Actualmente es una superficie desolada, en la que
tan solo quedan los restos de antiguos palacios, bases de columnas y un solitario
capitel, con dos cabezas de animal. Destaca cerca del solar un mausoleo, del
que se piensa que contiene los restos del profeta Daniel.
El Palacio de Susa en Irán fue creado en la
época aqueménida. La ciudad de Susa fue tomada por Ciro el Grande en 538 a. C.
Bajo el hijo de Ciro, Cambises II, la capital del imperio de trasladó de Pasargadas
a Susa.
Palacio de Darío
El gran palacio de Darío I se construyó sobre
las ruinas elamitas. Es una de las tres principales construcciones de la Susa
antigua; las otras dos son la acrópolis con un fuerte aqueménida y la Villa
Real. Constituye el monumento principal del período aqueménida en Susa. El rey
hizo que se construyera durante los primeros años de su reino.
El palacio se construyó sobre una terraza artificial
de 12 hectáreas, dividida en tres partes. La primera de estas partes es la gran
puerta. Se trata del único punto de acceso al palacio. Está unido con la Villa
Real, hacia el Este, por una rampa de ladrillo cocido. La puerta en sí misma es
un amplio edificio de 40 metros de ancho por 28 de largo, que descansa sobre
los cimientos donde la realización es un auténtico logro técnico. Se realizó un
gran terraplén, con el añadido de grandes paredes de fundación para soportar el
edificio. La puerta está dispuesta en torno a una sala cuadrada a cuatro
columnas, modelo corriente en el arte aqueménida, del que se trata sin duda la
manifestación más antigua. Se encontró una gran estatua de Darío I, venida de Egipto,
que fue originariamente una de las dos estatuas colosales que guardaban la
entrada del lado de la extensa explanada cuadrada que se abre sobre el palacio.
La explanada permitía acceder a la residencia
real. Se trata de un extenso cuadrilátero de 246 x 155 metros que cubre 38.000
m ². Se entra por el Este, por una doble sala de espera. Hacia el Oeste, se
accede a una serie de tres patios interiores, y de salas más pequeñas. La
primera corte, la más vasta (64 x 55 metros), con un "friso de los
Leones" retirado por el Sr. Dieulafoy.
La corte central medía 36 x 33 metros, y daba
acceso por su lado a una serie de partes que podrían haber sido almacenes u
oficinas administrativos. La tercera corte (36 x 31 metros) organiza el sector
residencial del rey. Está ricamente decorado, y tiene un suelo pavimentado con
grandes cuadrados de ladrillo cocido. Por su lado meridional, un paso de 9
metros de amplio da acceso a una gran sala de 35 x 9 metros, que a su vez se
abre sobre otra sala de las mismas dimensiones, por donde se accede a la
habitación del rey.
Es en esta sala donde consta el texto de
fundación del palacio, redactado en dos versiones, en acadio y en elamita. Se
enumeran allí los materiales y la gente que llegó de todo el Imperio para
contribuir a la realización del edificio. En torno a la habitación del rey se
encontraban los apartamentos de las esposas y concubinas reales, salas de
recepción así como almacenes.
El palacio se inspira en los del período
neobabilonio por lo que se refiere a la organización de las salas en la Casa de
Rey, con su sucesión de cortes interiores alineadas, y el plan de las salas.
Pero presenta también originalidades, como las salas cuadradas sostenidas por
cuatro columnas que se retomarán a continuación en Persépolis. Desde el punto
de vista de los materiales, se ve la mezcla de la técnica mesopotámica, por lo
tanto susiana (ladrillos crudos, cocinados, esmaltados), y de la de los
montañeses persas (madera y piedra).
El Apadana, sala de audiencias real, se
construyó al norte del palacio. Se trata de un gran edificio (12.000 m ²), de
base cuadrada (109 metros de lado); se organiza en torno a una sala central
cuadrada (58 metros de lado), de los cuales el límite máximo es soportado por
seis hileras de seis columnas, que tienen una base cuadrada, y debían ascender
a 19 metros. Estas columnas se coronaban con un capitel de toro, donde se
encajaban las vigas del techo. Los lados Oeste, Norte y Este de la Apadana
permitían acceder por puertas de doble hoja a tres pórticos (cada uno con dos
hileras de seis columnas). Se habían construido cuatro todos a los ángulos del
edificio.
Palacio de Artajerejes
Frente al Palacio de Darío hay otro palacio,
situado al Oeste de Susa, sobre la orilla occidental del Chaour. Es obra de Artajerjes
II (principios del siglo IV a. C.). Este edificio de 220 metros de
largo por 150 de ancho se organizaba en torno a un pequeño jardín. Incluía una
gran sala hipóstila en el mismo estilo que en los otros palacios aqueménidas,
con dimensiones más modestas. Se habían construido cuatro pórticos sobre sus
lados, y cuatro vueltas a sus ángulos. Al norte del jardín, se accedía a un
edificio organizado en torno a una pequeña sala hipóstila a cuatro columnas, se
construye sobre una terraza de dos metros de altura. En el conjunto, las técnicas de construcción
evolucionaron poco durante el siglo que separaba la construcción del palacio
del Tell y de éste. La función de este edificio es desconocida, quizá fuera un
espacio más privado que el gran palacio, o un lugar de residencia provisional
durante una restauración del otro palacio.
SELEUCIDAS
La conquista de Alejandro Magno supuso la caída del Imperio Aqueménida y la anexión
de Persia por los griegos. Sin embargo, el sueño de Alejandro se vio truncado
por la temprana muerte de éste en el año 323. Después de su muerte, sus
generales se disputaban los despojos del Imperio Aqueménida.
Hubo entre ellos largas guerras cuyo resultado
final fue la fragmentación de Persia, quedando la parte de Babilonia en manos
de Seleucos Nicator, un viejo
general que estuvo al servicio de Filipo,
el padre de Alejandro (312).
Seleucos extendió poco después sus dominios
hacia Elam (el actual Juzestán y parte de Lorestán) y Media. De esta manera,
creó el estado independiente de los Seleucidas y el comienzo de su reinado
marca otro nuevo hito en la historia de Persia.
Varios años después, en el 301, se anexiona
también Siria y gran parte de Asia Menor y Central que comprendía todas las
provincias conquistadas por su antecesor Alejandro desde el mar Egeo hasta la
cuenca del Oxus.
Esta extraordinaria extensión, similar a la que
tuviera con los Aqueménidas, unida al hecho que los Seleucidas eran mirados
como extranjeros por las diferentes tribus y pueblos de la región, fueron
factores importantes que no permitieron que la dinastía griega perdurase en la
historia. Es por ello que tanto Seleucos como su hijo Antioco se decantaron por
seguir la política de Alejandro, la de crear asentamientos griegos en todos los
rincones del imperio y allí establecían colonos procedentes de Grecia y
Macedonia. Con esta política comienza una helenización que perduró y se
desarrolló a lo largo de la historia de Persia hasta la caída de los Partos en
el 224 de nuestra era.
Seleucos y su hijo fundaron unas 60 ciudades
griegas que se sumaron a las 25 que había fundado Alejandro, ciudades en cuya
toponimia podemos ver las huellas de sus fundadores pues muchas de ellas fueron
denominadas con derivaciones de sus propios nombres (Antioquia, Seleucia) y los
de sus madres (Laodicea, Apamena). A los colonos que se establecían en aquellas
ciudades se les daba una parcela de tierra para que la trabajaran y vivieran de
ella, y, a cambio, se les exigía el cumplimiento del servicio militar en los
diversos cuarteles que se habían erigido estratégicamente para el control de
las revueltas locales. Aunque estas ciudades griegas eran regidas en teoría
según las costumbres y la democracia griegas, en la práctica el soberano seleúcida
se comportaba de una forma absolutista y era su decisión y su voluntad la que
finalmente imperaba, teniendo, pues, la asamblea, un papel más bien pasivo y
sometido a la autoridad real.
En lo que a la Administración respecta, en su
momento de máximo apogeo el imperio seleúcida estaba compuesto de 72
virreinatos o satrapías regidas cada una de ellas por un sátrapa, pero
sometidas todos ellos a la voluntad del soberano.
Vemos, pues, que imitaban el modelo aqueménida
que había funcionado bien durante más de dos siglos. El soberano ejercía un
completo control sobre la aristocracia y los virreyes. Para llevar a cabo este
control desplazaba su corte a lo largo de las diferentes satrapías. A pesar de
este férreo control, después de Seleucos I hubo unos cuantos sátrapas que se rebelaron
en Siria y Asia Menor, lo que supuso un duro revés para los Seleucidas.
Por otra parte, los brotes antiseleucidas que
surgían en Media, ya desde Seleucos I, en la que incluso en una de ellas estuvo
implicado un príncipe seleúcida, significó otro revés y pérdida de autoridad
para los Seleucidas en la Persia propiamente dicha. Por si fuera poco, los
griegos de Bactriana (actual Afganistán) se rebelaron contra el gobierno
central y empezaron a exigir su independencia (250).
Todos estos factores no hicieron sino ayudar a
la familia arsácida que regían los destinos de las tribus nómadas partas en
Hircania (actual Gorgán y Gonbad Kavus), los partos llamaban a las puertas,
corría el año 247 a. C. Los Seleucidas, que estaban muy ocupados en ahogar las
revueltas y rebeliones tanto exteriores como internas que se producían en la
parte siria, no estuvieron dispuestos a molestarse mucho por la recuperación de
esta zona oriental de sus dominios, por lo que terminaron perdiendo, en primer
lugar, Bactriana (261), y, al no ofrecer resistencia a los partos, estas tribus
nómadas iranias, pero no persas, procedentes de Asia Central terminaron
dispersándose por toda la geografía iraní (147 a. C.) y los Seleucidas se
vieron circunscritos finalmente a la provincia de Siria donde también se
tuvieron que enfrentar al imperialismo de Roma ante el que sucumbieron en el
año 64 a. C.
Seleucos
I,
también conocido como Nicator (conquistador, en griego), eligió Babilonia como
su primera sede del trono. Después de conquistar Siria, trasladó allí
permanente su capital. Seleucos murió en el 281 a. C. después de 32 años de
reinado durante una expedición a Macedonia. Su hijo, Antioco I, que había
compartido el trono con su padre durante los últimos años de vida de éste,
renunció a las pretensiones que tenían su padre sobre Macedonia y Asia Menor
(261). Tuvo un importante papel en la fundación de los asentamientos y ciudades
griegas a los que nos referimos antes, pues no en vano fue él quien fundó la
mayor parte de éstas. Su hijo y sucesor, Antiocos II, aunque pudo devolver a
los dominios seléucidas algunos de los territorios perdidos por su padre, no le
pudo devolver al imperio su antiguo poderío.
Antiocos
II, 261-246
Su hijo y sucesor Seleucos II (246-225) hizo
que el imperio se tropezara con serios problemas. Fue incapaz de apagar las
revueltas de Bactriana y de repeler las tribus partas que paulatinamente
estaban ocupando la meseta iraní. Su ineptitud hizo que la autoridad seleúcida
se viese incluso menoscabada ante los egipcios. Su hijo Seleucos III, más
conocido como el Grande, reinó solo por dos años (225-223) durante los cuales
proclamó su autoridad sobre partos y bactrianos durante una expedición militar
contra ellos. Pero en el ataque que hizo contra Grecia, chocó contra Roma y sufrió
una derrota humillante (188 a. C.). Su hijo y sucesor Seleucos IV Filopater
llegó al poder en el año 187 a. C. respetó la política de su padre de tener
buenas relaciones con sus vecinos de Roma y evitó enfrentamientos con Egipto y
Macedonia. Murió en el 175 a manos de Heliodoro, su propio ministro y las
causas de su asesinato son hasta hoy desconocidas. Su hermano y sucesor
Antiocos IV Epifanes se decantó por seguir una política agresiva en Israel que
acabó con la sublevación del pueblo judío, y sus intentos de hostigar las
fronteras egipcias fueron frustrados por la intervención de Roma.
Bibliografía
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