martes, 7 de septiembre de 2021

Capítulo 43 - Catedral de Segovia, Catedral de Salamanca

 

Catedral de Segovia
La Santa Iglesia Catedral de Nuestra Señora de la Asunción y de San Frutos de Segovia, conocida como la Dama de las Catedrales por sus dimensiones y su elegancia, es una catedral construida entre los siglos XVI y XVIII, de estilo gótico con algunos rasgos renacentistas. La catedral de Segovia es una de las catedrales góticas más tardías de España y de Europa, erigida en pleno siglo XVI (1525-1577), cuando en la mayor parte de Europa se difundía la arquitectura renacentista.
Aunque la tradición habla de san Geroteo, discípulo de san Pablo, como primer obispo de Segovia, lo cierto es que los primeros datos fiables son ya de época visigoda, cuando en el año 527 el arzobispo Montano de Toledo nombra obispo en Segovia a partir de su segregación de la sede de Palencia. El templo catedralicio en este primer periodo se piensa que estaría a orillas del Eresma, en lo que hoy se conoce como alameda del Parral.
Durante el dominio de Al-Andalus se cree que el obispado quedaría vacante hasta que a fines del siglo XI, cuando tras la conquista de la ciudad por Alfonso VI de Castilla, que la entrega al conde don Raimundo de Borgoña para que organice la repoblación, Segovia obtiene estatus jurídico, primero conformada como ampliación de la diócesis toledana a cargo de un arcediano y poco después logrando diócesis independiente mediante el nombramiento del obispo don Pedro Agen, confirmado por bula del papa Calixto II en 1123.

Planta hipotética del Alcázar y de la catedral vieja a fines del siglo XV
 

La erección de su correspondiente catedral, construida según directrices cluniacenses y bajo la advocación de Santa María, data de esta época, después de que el Concejo donara al Cabildo la ladera de la colina que se extendía desde la iglesia de san Andrés hasta el Alcázar, conformando el llamado barrio de “la Claustra o Canonjía”, aislado del resto de la ciudad mediante tres puertas que se cerraban al anochecer y de las que todavía se conserva una. De esta época data también la construcción de muchos de los templos románicos de la ciudad, como San Martín, San Miguel, San Andrés, San Esteban o San Quirce.

Dibujo de Miguel Sobrino (según comentario del mismo) que recrea el aspecto que presentarían el Alcázar y la catedral vieja a comienzos del siglo XVI 

En el siglo XV, una época de gran esplendor de la ciudad, elegida como asiento de la Corte castellana durante largas temporadas, Enrique IV ya propuso la erección de una nueva catedral en un emplazamiento alejado del Alcázar por considerar que era un peligro que las sedes de los poderes civil y religioso estuvieran tan cercanos, pero el Concejo de la ciudad no estuvo de acuerdo, teniéndose que conformar con embellecerla para adecuarla a los nuevos gustos y logrando, gracias al empeño del obispo don Juan Arias Dávila, la erección de un nuevo claustro gótico cuyas trazas fueron encargadas a Juan Guas, prolífico arquitecto al que después se le encargaron el nuevo palacio episcopal, la cabecera de la iglesia del monasterio jerónimo del Parral, la reedificación del convento de Santa Cruz la Real o intervenciones en la Cartuja de El Paular.
Y allí estuvo hasta que en 1521, tras la Guerra de las Comunidades, cuando los comuneros se atrincheraron en la catedral para luchar contra las tropas imperiales de Carlos V, que se hallaban en el Alcázar, quedó arruinada.
Terminada la contienda, el emperador ordenó la erección de un nuevo templo retomando la idea de Enrique IV de alejar la catedral del Alcázar y eligiendo idéntico emplazamiento que su antepasado, la zona más alta, en el centro de la población, el entorno de plaza de San Miguel y el arruinado convento de Santa Clara, cuya comunidad de monjas había sido trasladada, por orden de Isabel la Católica, a San Antonio el Real, cenobio extramuros de la ciudad.

La catedral nueva vista desde el emplazamiento aproximado que tuvo la románica 

Las obras para la nueva catedral, puesta bajo la advocación de la Asunción y de san Frutos, siguieron trazas dadas por Juan Gil de Hontañón, nombrado maestro y en ese momento también dirigiendo las obras de la catedral de Salamanca, y comenzaron en 1525 por los pies, pudiéndose distinguir tres etapas fundamentales. 
La primera llega hasta 1557, cuando se cubren las naves y capillas hasta el crucero, con Rodrigo Gil de Hontañón sucediendo a su padre a la muerte de éste en 1526, aunque con intervalos de ausencias, el aparejador García de Cubillas a pie de obra y la supervisión del canónigo Juan Rodríguez de Noreña en su condición de fabriquero del Cabildo, con una intervención esencial para el progreso de la misma y sucesivas consultas a los arquitectos más afamados de la época, como Juan de Ávila, Alonso de Covarrubias, Felipe Vigany, Enrique Egas o Francisco de Colonia, que nos dejan ver su progreso y la fidelidad a las trazas originales con la que se actuó.
Entre 1558 y 1606 se realizó la cabecera, con Rodrigo Gil de Hontañón y Rodrigo del Solar, sucesivamente, al frente de la obra. En 1562 Rodrigo también proyectó el sagrario o sacristía, que discurre a partir del último tramo de la nave de la Epístola salvando el fuerte desnivel que existía por este lado del templo, en paralelo a la panda oriental del claustro y separada de ésta por una lonja escalonada que conduce a la portada de San Geroteo, abierta al crucero de la Epístola.
Finalmente, entre 1607 y 1699, a manos de Pedro de Brizuela y Francisco de Viadero, se cerró la cúpula del crucero y se remataron las obras hasta su completa finalización.

Cabecera y transepto norte 

La imagen de la catedral de Segovia, presidiendo la ciudad, en la zona más alta, es la de una potente mole que domina todo el caserío, destacando por un escalonamiento provocado por la diferencia de altura entre las capillas, las naves laterales y la nave central, con todo el conjunto coronado por una cúpula de líneas clásicas diseñada por Pedro de Brizuela y culminada en 1630, y por la imponente torre campanario, que se ve a kilómetros de distancia de la ciudad.

La catedral desde las afueras de la ciudad, destacando su imponente cabecera y su torre 

Además, dada su concepción renacentista, se encuentra exenta desde su origen, evitándose edificios adosados a la misma porque se pensaba que afearían su imagen, algo que la diferencia del resto de catedrales góticas, que si hoy lucen desprovistas de añadidos es porque el urbanismo del siglo XIX despejó sus entornos mediante intervenciones hoy muy cuestionadas por los historiadores porque tergiversaron la concepción gótica con la que contaban.
El único añadido con el que contó, adosado a la zona absidial y de cara a la Plaza Mayor, fue La Haceduría, una galería construida a comienzos del siglo XVII siguiendo trazas de Pedro de Brizuela para presenciar los lances de toros que se levantó por empeño de los canónigos y a pesar de la oposición de algunos obispos y del Ayuntamiento, reacios durante años a su construcción alegando que restaría belleza a la catedral, y que a comienzos del siglo XIX fue demolida, recuperándose el concepto primitivo de templo exento.
En la fachada occidental, la principal, se abren las tres tradicionales portadas a cada una de las naves, todas de arco trebolado y la central, la Puerta del Perdón, con parteluz. Adosada al lado de la Epístola se levanta una impresionante torre de planta cuadrada con arquerías ciegas en los cuerpos superiores y contrafuertes que culminan en pináculos. El chapitel de piedra, diseñado por Pedro de Brizuela, data de la década de 1610, erigido tras un incendio provocado por un rayo que había destruido la flecha gótica de madera y plomo cuya estructura piramidal era la de mayor altura de la península.

Alzado de la fachada occidental

Fachada Oeste

Fachada Oeste 

El gran espacio que se desarrolla ante esta fachada, primera actuación de la ciudad a gran escala en cuanto a la ordenación de la red viaria y apertura de espacios públicos, fue acondicionado en el barroco, delimitado mediante un muro con leones tenantes de las armas de la ciudad, del Cabildo y del rey y con pirámides. Se conoce como “El Enlosado” porque a fines del siglo XVIII fue pavimentado con las laudes de granito de los canónigos que habían sido sepultados en las naves, retiradas cuando se decidió pavimentar de nuevo el templo.

La fachada norte, paralela a la antigua calle de la Almuzara, la más comercial del recinto amurallado durante el Antiguo Régimen, y que desembocaba en el Alcázar, cuenta con la Puerta de san Frutos, abierta al brazo del crucero del Evangelio, una composición clasicista realizada según trazas de Brizuela a comienzos del siglo XVII, con cuerpo tetrástilo de orden toscano, con dos nichos para las estatuas de los santos Valentín y Engracia que nunca llegaron a colocarse y sobre el que se ubica un segundo cuerpo corintio con frontón que cobija la imagen del santo titular que da nombre a la puerta, obra de Felipe de Aragón en 1611. Cuenta con atrio pavimentado y cercado por pedestales de granito también diseñado por Brizuela.

Alzado de la fachada norte 

Transepto norte. Puerta de San Frutos 

En el crucero de la Epístola se ubica la Puerta de san Geroteo, dedicada al mítico primer obispo de Segovia, que no se terminó hasta entrado el siglo XVII.

Puerta de san Geroteo 

La catedral de Segovia muestra concepción espacial renacentista pero decoración gótica, conformándose como una de las catedrales góticas más tardías de Europa, con planta de cruz latina de tres naves de seis tramos separadas por pilares palmeriformes que soportan bóvedas de crucería de combados, capillas laterales entre los contrafuertes, crucero que no sobresale en planta con cúpula central entre los tramos quinto y sexto y ábside poligonal con girola a la que se abren siete capillas radiales.

Sección a la altura del crucero, con la capilla del Sacramento a la derecha.

Sección longitudinal. 

Detalle de las cubiertas y la cúpula del crucero de la catedral de Segovia

Crucero

Nave central desde los pies del templo 

Nave del Evangelio desde los pies

Planta de la catedral, la mitad con la señalización del pavimento y la otra mitad con la de las cubiertas, y del claustro. 

Nervaduras del techo de la Girola 

Las capillas de la girola fueron terminadas en el siglo XVII y decoradas a comienzos del XVIII. Comenzando por el lado del Evangelio, la primera es la capilla de san José. A continuación está la capilla de Nª Sª del Rosario, con pinturas murales de Ramón Bayeu. Después está la capilla de san Antonio de Padua, con un altar barroco. La central es la capilla de san Frutos, con tres retablos barrocos dedicados al santo titular y a sus hermanos, los también santos Engracia y Valentín.

De izquierda a derecha, capilla de san Antón, en el último tramo, ya traspasando el crucero del Evangelio, y a continuación, las capillas radiales de san José y de Nª Sª del Rosario

Bóveda de la capilla de san José

Capilla de San José

Capilla de Nuestra señora del Rosario

Detalle de la decoración mural de la capilla de Nª Sª del Rosario 

A continuación se encuentran la capilla de san Geroteo, con un retablo y una escultura policromada del santo titular de finales del siglo XVI, obra de Pedro de Bolduque, la capilla de san Ildefonso y la capilla de san Pedro. 

Capilla de San Geroteo

Capilla de San Ildefonso

Capilla de San Pedro 

El ábside es de planta cuadrada con remate semicircular y cuenta con un retablo mayor neoclásico en mármoles de distintos colores y bronces dedicado a la Virgen de la Paz y realizado según trazas de Francisco Sabatini. Fue mandado construir por Carlos III en la segunda mitad del siglo XVIII y cobija una escultura sedente de Virgen del siglo XII, donación de Enrique IV a la antigua catedral, que se recubrió de plata en 1775, flanqueada por los santos segovianos Frutos, Geroteo, esculturas en mármol realizadas por Adeba Pacheco, con las esculturas sedentes también en mármol, de los santos Valentín y Engracia, hermanos de Frutos, en la cornisa, que cuenta con una cruz central.

La reja del altar mayor es obra barroca de Antonio de Elorza

Altar Mayor

Altar Mayor 

El púlpito, adosado al pilar del Evangelio en la vía sacra, es de mármol, con relieves de la Inmaculada Concepción y los Evangelistas y con la heráldica de los duques de Alburquerque en el pedestal, pues la pieza perteneció al desaparecido convento de san Francisco de Cuéllar, sede del ducado.
El coro ocupa los tramos tercero y cuarto de la nave central, frente al altar mayor, cerrado con otra reja de Elorza y con la sillería gótica de la antigua catedral, mandada construir por el obispo don Juan Arias Dávila, de estilo gótico flamígero de fines del siglo XV. Cuenta con asientos reservados a los reyes, los más cercanos a la reja, rematados por dos pequeñas cúpulas góticas, y sobre la silla episcopal luce el escudo del promotor. Los dos órganos son barrocos del siglo XVIII.

Coro y Facistol 

Detalle del coro 

Los laterales del coro están estucados y cuentan con los cuatro Evangelistas, dos a dos, Marcos y Juan y Lucas y Mateo, y en el trascoro se ubica un retablo diseñado por Hubert Dumandre que estuvo en la capilla del abandonado palacio de Riofrío, trasladado a la catedral por orden de Carlos III, de ahí la presencia de las esculturas de los santos Felipe e Isabel, en honor a sus padres. También aloja las reliquias de san Frutos, santa Engracia y san Valentín, mártires segovianos.

Trascoro 

Capillas del lado norte
De las capillas laterales, empezando por los pies del Evangelio, junto a la Puerta del Perdón, la primera es la capilla de la Concepción. Situada a los pies de la catedral y junto a la denominada puerta del Perdón, fue construida en 1531. Contiene bóveda de crucería de terceletes, decorada por Juan del Río en 1622 con símbolos de la Inmaculada Concepción. El cabildo catedralicio la cedió en patronato en 1645 al capitán Pedro Fernández de Miñano y Contreras, gobernador de Cádiz, caballero de la Orden de Santiago, capitán de la flota de la Plata al servicio de Felipe IV de España, para destinarla a panteón familiar. ​
Destaca en ella una colección de obras del pintor flamenco y afincado en Sevilla Ignacio de Ries realizada en 1653, compuesta por el Árbol de la Vida, la Adoración de los Pastores, la Conversión de San Pablo, el Bautismo de Cristo, la Coronación de la Virgen y El rey David, que constituyen su mejor obra. ​ Además, preside la capilla un retablo de madera policromada, que alberga en su espacio centrar una imagen de María Santísima de la Limpia Concepción, encargada por el cabildo a Antonio de Herrera Barnuevo, escultor de Felipe IV, en 1621.​
La verja que cierra la capilla fue realizada en Jerez de la Frontera en madera de caoba procedente de América por Francisco Jiménez, a finales de la primera mitad del siglo XVII. ​

Capilla de la Concepción 

La siguiente es la capilla de san Gregorio, con un retablo barroco de Juan de Ferraras con un lienzo con la Misa de san Gregorio. A continuación se encuentra la capilla de los santos Cosme y Damián, con retablo de Domingo Fernández de 1629 con esculturas de los santos titulares, apóstoles, escenas de su martirio, una Virgen de la Concepción atribuida a Gregorio Fernández y un Descendimiento. Le sigue la capilla de san Andrés, fundada por don Andrés de Madrigal, tesorero y canónigo de la catedral. El retablo siguió trazas de Pedro de Brizuela de 1621 y también cuenta con un tríptico flamenco del siglo XVI del Descendimiento, obra de Ambrosius Benson.

Capilla de San Gregorio

Capilla de San Cosme y San Damián

Tríptico del siglo XVI del Descendimiento de Ambrosius Benson en la capilla de san Andrés 

La capilla de la Piedad o del Santo Entierro está justo antes del crucero del Evangelio. Fue fundada por don Juan Rodríguez de Noreña, canónigo fabriquero de la catedral, que encargó el retablo a Juan de Juni, una obra similar al Entierro de Cristo que el escultor realizó a mediados del siglo XVI en Valladolid y que hoy se conserva en el Museo Nacional de Escultura. La reja perteneció a la capilla mayor de la primitiva catedral, realizada por Francisco de Salamanca en 1515.

Detalle del retablo de Juan de Juni en la capilla de la Piedad o del Santo Entierro 

Ya en el último tramo, traspasando el crucero del Evangelio, está la capilla de San Antón, concedida a don Antonio Idiáquez Manrique, obispo de Segovia, como panteón familiar. Cuenta con un retablo barroco atribuido a José Vallejo Vivanco dedicado al santo titular, con una imagen del mismo de Pedro Valle, que también inició el sepulcro del prelado, dejándolo inacabado a la muerte de éste, con orante acompañado de un paje terminado por José Galván.

Capilla de San Antón

Capillas del lado sur
En cuanto a las capillas del lado de la Epístola, de nuevo empezando por los pies, la primera es la capilla de san Blas, que también da acceso a la torre. Tiene un retablo barroco con una imagen del santo titular y se cierra con una reja plateresca.

Capilla de San Blas

A continuación está la capilla del Sepulcro de Cristo, donde habitualmente se expone un famoso Cristo yacente de Gregorio Fernández que procesiona el Viernes Santo y que en mi visita en septiembre de 2013 no estaba. El retablo cuenta con dos pinturas de Cristo Crucificado y el Descendimiento de Francisco Camilo.

Retablo de la capilla del Sepulcro de Cristo 

La siguiente es la capilla de santa Bárbara, con un retablo neoclásico y una pila bautismal de fines del siglo XV atribuida al taller de Juan Guas, decorada con las armas de Enrique IV y procedente de la antigua catedral románica.

Capilla de Santa Bárbara 

La capilla de Santiago fue la primera entregada a un civil, don Francisco Gutiérrez de Cuellar, contador mayor de Felipe II y comendador de la Orden de Santiago, en 1577. La reja es de 1594 de Juan de Salamanca. Tiene un retablo barroco dedicado al santo titular obra de Pedro de Bolduque de 1595, con estructura clásica y decoración influida por Gaspar Becerra. Cuenta con cripta, la única pieza excavada en el subsuelo de la catedral.

Capilla de Santiago 

La capilla del Consuelo es la última antes del crucero de la Epístola, con un Cristo crucificado y dos sepulcros con yacentes de los obispos de Segovia don Raimundo de Losana y don Diego de Covarrubias. También es el acceso al claustro, con una portada de la que hablaré más adelante.

Capilla de Cristo del Consuelo 

Después del crucero, en el último tramo, no hay una capilla en sí sino el acceso a lo que hoy se conoce como capilla del Sagrario, que era la antigua sacristía, desarrollada en paralelo a la panda oriental del claustro y separada de ésta por la lonja escalonada que conduce a la portada de san Geroteo, abierta al crucero de la Epístola.

Sección de capilla del Sagrario, con la capilla de los Ayala a la derecha. 

Comenzó a levantarse en la segunda mitad del siglo XVI según trazas de Rodrigo Gil de Hontañón y para su erección hubo que salvar el fuerte desnivel que existía por este lado del templo.

Antigua sacristía, hoy capilla del Cristo de la Agonía, con la capilla de los Ayala al fondo 

Aunque Hontañón también ideó un remate mediante un trasagrario de planta cuadrada y cubierta copulada, el desnivel del terreno y lo elevado del presupuesto dejaron la obra inacabada hasta que a fines del siglo XVII don Antonio de Ayala y Berganza, arcediano de Segovia, canónigo de la catedral y miembro de la Inquisición, solicitó su concesión, dado que ya estaba en desuso, para convertirla en oratorio, relicario, sagrario y panteón, y como el Cabildo sólo le concedió el espacio inacabado del fondo como panteón familiar, acometió la culminación del ámbito mediante una capilla cerrada que no fue terminada hasta después de su muerte.
Así, en la actualidad, pueden distinguirse dos espacios. El conocido como capilla del Santísimo Cristo de la Agonía es un ámbito rectangular con bóvedas de crucería y un Crucificado del siglo XVII de Manuel Pereira en un retablo cerámico de Daniel Zuloaga.
En cuanto a la capilla de los Ayala, es un espacio cuadrado cubierto con cúpula con linterna sobre pechinas y tambor diseñada por José de Churriguera, dividida en ocho paños decorados con motivos geométricos, vegetales y angelotes y cabezas de ángeles y trasdosada con tejado de pizarra al exterior.

Sección de la capilla de los Ayala, con los arcosolios de enterramiento, el óculo, 
la cúpula y el cupulín de remate.

Detalle de la cúpula de la capilla de los Ayala

Retablo-relicario de José de Churriguera en la capilla de los Ayala 

En los muros laterales se ubican cuatro arcosolios, obra de Andrés de Monasterio, y cuenta con un impresionante retablo relicario barroco acoplado perfectamente al marco, también proyectado por Churriguera, organizado mediante columnas salomónicas recubiertas de pámpanos, alusión a la Eucaristía, y está presidido por un tabernáculo y la imagen de San Fernando. La decoración de rocalla en las puertas que cierran las hornacinas fue añadida en 1762. Rodríguez G. de Ceballos también señala que fue en esta obra donde Churriguera utilizó por primera vez el estípite como soporte, después también usado en el retablo mayor de la iglesia del convento de san Esteban de Salamanca.
El templo cuenta con grandes ventanas y vidrieras de gran calidad, un conjunto de sesenta y cinco piezas pertenecientes a tres épocas distintas. La primera es del siglo XVI y conforma un importante conjunto manierista del taller de los Pierres, Nicolás de Vergara, Nicolás de Holanda y Gualter de Ronch. La segunda es del siglo XVII de la mano de Francisco Herranz, treinta y tres piezas con una iconografía sacada del manuscrito Orden de las Ystorias que se han de poner en las vidrieras de la Yglesia Mayor de Segovia conservado en el Archivo Catedralicio de Segovia. La tercera es de 1916, siete vitrales para la capilla mayor realizados por la Casa Maumejean de Madrid. Además, desde 2010, todas se encuentran en un intenso proceso de restauración a cargo del vidriero Carlos Muñoz de Pablos. 




Vitral dedicado a la Virgen María en la Catedral de Segovia, obra de Francisco Herranz en el siglo XVII. 


Claustro
Adosado a los cinco primeros tramos de la nave de la Epístola, el claustro tiene planta cuadrada con cinco tramos de bóveda de crucería simple salvo en los ángulos y en la panda sur, con bóvedas más complejas. Es de estilo gótico flamígero. Fue trasladado piedra a piedra desde la antigua catedral de Santa María, destruida durante la Guerra de las Comunidades, y constituye la única parte del antiguo templo que ha llegado a nuestros días.

Acceso al claustro desde la Capilla del Consuelo 

A diferencia del resto de catedrales, es la parte más antigua del conjunto, fechado en 1474, el que Juan Guas edificó en la antigua catedral románica y que en 1524, antes incluso de iniciarse las obras de la catedral nueva, empezó a ser trasladado al nuevo emplazamiento, piedra a piedra, por el cantero Juan Campero, quedando terminado en 1529.
Como ya he dicho, se accede a él a través de la capilla del Cristo del Consuelo, la quinta de este lado, con portada policromada construida en 1483 según trazas de Juan Guas y obra escultórica de Sebastián de Almonacid, también trasladada desde las ruinas de la antigua catedral. Cuenta con un tímpano con una Piedad y está coronada con el escudo de los Reyes Católicos. Por el lado del claustro la portada es muy similar pero no está policromada, con escenas de la Vida de Jesús. 


Claustro 
Las ventanas al jardín se organizan mediante vanos apuntados divididos en siete maineles sobre los que se alzan arcos de medio punto y conopiales y elaborada tracería calada con diversas combinaciones geométricas.

Sección del claustro dejando ver la sala capitular y la panda norte. 

Jardín del claustro de la catedral de Segovia 

La panda oeste abre al ámbito bajo la torre, sala del tesoro, y a la sala capitular, sobre la que se ubica la librería del Cabildo. La sala capitular, con un artesonado de fines del siglo XVI decorado en blanco y oro, hoy está acondicionada como sala del Museo Catedralicio y expone una destacada colección de ocho tapices flamencos del siglo XVII que relatan la Historia de la reina Cenobia de Palmira.

Sala Capitular 

Sala Capitular

La Catedral Vieja de Salamanca
Poco se sabe sobre la génesis del cabildo salmantino. Se cree que la organización diocesana se inició en 1102 cuando el señor de esas tierras, que se hizo con ellas en la repoblación, el conde don Raimundo de Borgoña, y su esposa, la infanta doña Urraca, hija de Alfonso VI de León, le concedieron al obispo don Jerónimo de Perigord las iglesias y clérigos de Salamanca y Zamora, estableciendo un poder feudal con tierras y vasallos y lugares propios con sus respectivas rentas como marco institucional desde el que comenzar la organización de un territorio muy poco poblado todavía.
Una vez constituida la diócesis, sería ese primer obispo don Jerónimo el que decidiría levantar una catedral, quizá sobre un antiguo templo visigodo, en la Peña Celestina, al sur del recinto fortificado, dominando el Tormes, una zona repoblada por francos, una construcción que se convierte en motor del desarrollo económico y demográfico de la ciudad. 


Torre del Callo
 

Durante todo el siglo XII las obras, que habían comenzado por el ábside mayor de la mano de un taller de origen francés, fueron a muy buen ritmo gracias a las numerosas donaciones de los reyes Alfonso VII, Fernando II y Alfonso X de León, especialmente interesados en mantener un señorío episcopal que cubriera las necesidades constructivas y culturales en el territorio conquistado a Al-Ándalus.
A partir de 1156 las donaciones más importantes procederán de la iniciativa privada, incluyendo ornamentos litúrgicos y materiales suntuarios. Así, en 1161 se pudo iniciar el claustro, que en 1178 ya estaba casi terminado.
Dado el carácter fronterizo de Salamanca en la época, la fábrica se proyectó fortificada, popularmente conocida como fortis salmantina, aunque ahora esos rasgos ya no sean tan visibles, habiendo desaparecido las almenas de la Torre Mocha o la terraza transitable desde la que poder disparar en caso de ataque, hoy de teja árabe.
Pero a partir del siglo XIII las donaciones menguaron considerablemente y las obras se vieron muy ralentizadas, con campañas constructivas intercaladas entre periodos de paralización casi completa, sin que el templo quedara concluido hasta fines del siglo XIV, ya en tiempos del obispo don Alfonso de Berasaque, que tuvo que fundar una cofradía para atraer limosnas con las que finalizar las obras.
Lo dilatado de la construcción hace que se iniciara en románico y se culminara ya en gótico, sin que los pilares, concebidos para sustentar una bóveda de cañón, estuvieran preparados para recoger los arranques de las bóvedas de crucería sencilla, de transición al gótico.
De las fachadas apenas queda nada. Se sabe que la del oeste, tapada por otra del siglo XVIII, tenía portada flanqueada por dos torres de planta cuadrada, aunque la del sur no llegó a terminarse, de ahí que se conozca como Torre mocha.
En cuanto a la torre norte, quedó incorporada a la Catedral Nueva como Torre de las Campanas mediante la adición de tercer cuerpo edificado por Rodrigo Gil cubierto de decoración plateresca. Tras un incendio en 1705 debió ser reformada y se le añadió un ochavo, media naranja y linterna. Además, el terremoto de Lisboa de 1755 causó importantes deterioros y tuvo que ser muy remodelada para evitar su demolición.

Campanario de la Catedral Nueva, levantado sobre la torre norte de la Catedral Vieja 

En la actualidad, después de que en 1957 se cegarse la primitiva entrada situada en el brazo norte del crucero, se accede a la Catedral Vieja a través de la última capilla de la Epístola de la Nueva, la capilla de San Pedro, mediante una escalera con rellano central y dos tramos simétricos que salvan el desnivel entre ambos templos y va a parar a los pies de la nave del Evangelio.
Presenta planta de cruz latina y contaba con crucero marcado, tres naves y tres ábsides semicirculares con vanos de medio punto, aunque el más al norte está empotrado entre los muros de la Catedral Nueva y los otros dos, al exterior, aparecen medio enterrados por un terraplén formado para nivelar el atrio conocido como Patio Chico con el pavimento de dicha catedral.

Planta de la Catedral Vieja de Salamanca

Cabecera o Ábside exterior 

De nuevo en el interior, a los pies, bajo la mencionada torre norte sobre la que se edificó la Torre de las Campanas de la Catedral Nueva, está la Capilla de San Martín o del aceite, última denominación que le viene porque en ella se guardaban las tinajas con el aceite que se utilizaba para las lámparas de la catedral. 
Por encima de la entrada se ha descubierto recientemente una gran pintura mural con San Martín compartiendo su capa, quizá complemento de un desaparecido retablo.

San Martín cortando su capa

La capilla, de origen funerario, aloja los sepulcros del fundador, don Pedro Pérez, fallecido en 1262, y del obispo don Rodrigo Díaz, de 1339, en forma de arcosolio, con sarcófago con una escena de un entierro en relieve, sobre el que reposa el yacente con ropas talares, y una Epifanía pintada en el tímpano.

Sepulcro del obispo don Rodrigo Díaz
 

Pero lo que más llama la atención son las pinturas murales. En el testero este, alrededor del vano, distinguimos, entre otras, las representaciones de Jeremías, Isaías y Daniel y de San Joaquín y Santa Ana y los escudos de Castilla y León, unas pinturas firmadas en 1262 por Antón Sánchez de Segovia, aunque hay autores que ponen en duda una fecha tan temprana para las mismas.

Pinturas de la capilla de San Martín

En el testero norte, junto al sepulcro del obispo don Rodrigo Díaz, aparece un Juicio Final, con Jesucristo en mandorla mostrando los signos de la Pasión acompañado de la Virgen y del Colegio Apostólico, la Etimasía o Trono vacío para Cristo y los ángeles con trompetas despertando a los muertos para que vuelvan a la Tierra para ser juzgados, con los salvados a la derecha de Cristo, y los condenados a la izquierda.                                                                

El Juicio Final en el testero norte 

Nave Central
la nave central, ésta muestra un alzado de pilares cruciformes con columnas en los frentes y en los codos, arcos doblados y apuntados, cuerpo de ventanas y cubierta con fuerte crucería protogótica, citándose el año 1180 como la fecha en la que quedó concluida. Los vanos del lado del Evangelio están parcialmente tapiados por el muro sur de la Catedral Nueva.
La nave central mide 52 metros de larga, 9, 20 m. de ancha y 16, 70 m. de alta; y las naves laterales 50 x 5,50 x 11,20 metros respectivamente. A ellas corresponden, en lógica proporción, los tres ábsides de la Capilla Mayor y capillas laterales.

Alzado de la nave central

Cubierta de crucería de la nave central, apreciándose cómo la luz penetra por las ventanas del lado de la Epístola, con las del Evangelio cegadas por el muro sur de la Catedral Nueva 

Como los gruesos nervios de crucería no coinciden con las columnas de los pilares, trazados para soportar una cubierta de cañón típicamente románica, se optó por una solución colocando una especie de cimacios de remate con cabezas talladas.

Encuentro entre los pilares y los nervios de las bóvedas 

Hasta la primera mitad del siglo XIX la nave central contó con coro que ocupaba el primer tramo antes del crucero, desmontado en tiempos del obispo Varela.

Nave central, que desde mediados del siglo XIX aparece despejada hasta el altar mayor después de haberse desmontado el coro 

Las naves laterales también cuentan con cubierta de crucería pero la del Evangelio es más estrecha y le falta el brazo del crucero de ese lado, ocupado por la Catedral Nueva.
Y es que cuando empezó a levantarse el nuevo templo, hacia 1520, estaba previsto que la antigua construcción fuera demolida, pero como las obras se prolongaron hasta avanzado el siglo XVIII, periodo en el que ésta siguió siendo necesaria para el culto, finalmente se decidió conservarla, dando lugar a esa curiosa conformación catedralicia de dos templos juntos.

Nave del Evangelio más estrecha porque fue invadida por la construcción de la Catedral Nueva 

En el muro de la nave del Evangelio se encuentra el altar de Santa María la Blanca, con una imagen del siglo XIV que fue colocada aquí después de que su iglesia fuera destruida en una riada en 1626. Está rodeada de dieciocho escenas que narran los milagros atribuidos al Cristo de las Batallas.

Detalle del altar de Santa María la Blanca 

El crucero se cubre con un destacado cimborrio fechado a mediados del siglo XII. Al interior se conforma mediante cúpula semiesférica de 16 nervios que se cruzan, apoyada sobre tambor aligerado por ventanas y recorrido por columnas y cuatro impresionantes pechinas en cuyos arranques se sitúan cuatro esculturas de santos de bulto de similar factura a otras repartidas en el crucero. Algunas tienen a sus pies dragones, furias u otros animales fantásticos. Junto con la labra de los capiteles, componen la labor escultórica del templo.

Cimborrio de la Catedral Vieja de Salamanca
 
Arranque del cimborrio, con las esculturas en las pechinas
Detalle de las esculturas en el arranque de los nervios de la cubierta del transepto sur, de similar factura a las de las pechinas del cimborrio
 
Labor escultórica de uno de los capiteles de la nave central
 

Al exterior, el cimborrio está dividido en tres cuerpos, los dos primeros cilíndricos, que se corresponden con el tambor interior, organizados mediante alargados vanos de medio punto, agrupados de tres en tres, con el central adelantado formando una especie de pabellón rematado con gablete, y cuatro torrecillas cilíndricas cubiertas con chapiteles cónicos escamados rematados en bola; el cimborrio culmina con un último cuerpo también cónico dividido en ocho paños cubiertos de gruesas escamas y rematado con una veleta que, por su forma, ha hecho que se conozca popularmente como la “Torre del gallo”.

Torre del Gallo recortada sobre el cimborrio de la Catedral Nueva 

El modelo está tomado del de la catedral de Zamora, la primera del grupo conocido como “cimborrios del Duero”, junto con las de Plasencia y Toro, las cuatro con una estructura similar de dos cúpulas distintas al exterior y al interior, con un relleno entre ambas de grava y tierra y contrarrestando las fuerzas entre una y otra, además de la curiosa decoración exterior escamada que se piensa que es influencia de Santa María de Poitiers o del románico de la región francesa Poitou-Charentes en general.
El altar mayor está presidido por un espectacular retablo de la primera mitad del siglo XV realizado por los hermanos italianos Dello, Sansón y Nicolás Delli, el último más conocido como Nicolás Florentino, que fue también el que realizó el Juicio Final, la pintura mural que cubre el casquete semiesférico del ábside. 

Retablo Mayor
La obra más conocida de la Catedral Vieja de Salamanca es el impresionante retablo mayor, realizado entre 1430 y 1450. Aunque tradicionalmente se ha venido atribuyendo a Nicolás Florentino, investigaciones contemporáneas reconocen, por lo menos, tres autores trabajando en las tablas que lo componen. Así, se cree que el encargo se realizaría al pintor italiano Daniel o Dello Delli, que vendría a Salamanca con sus hermanos Sansón y Nicolás Delli, este último conocido como Nicolás Florentino, que fue quien después contrató con el cabildo la realización del fresco del Juicio Final que culmina el retablo. En una obra de semejante envergadura, el taller venido de Italia forzosamente tuvo que contratar artistas locales, de ahí que también se aprecien otras manos.

Retablo mayor de la Catedral Vieja de Salamanca
Retablo mayor de la Catedral Vieja de Salamanca
 

El retablo se organiza mediante un estrecho bancal con efigies de profetas sobre el que se superponen once calles y cinco cuerpos que acogen cincuenta y tres tablas de pintura y una imagen del siglo XII de la Virgen de la Vega, patrona de la ciudad, procedente del desaparecido monasterio de Santa María de la Vega, según modelo bizantino, con figura inmóvil que muestra al Niño al fiel, y cubierta con bronce sobredorado con incrustaciones de esmaltes y piedras preciosas, una labor de talleres salmantinos que denota influencia de la Escuela de Limoges.

Templete con la Virgen de la Vega 

En cuanto a las cincuenta y tres tablas, enmarcadas por molduras de talla dorada formando arcos de medio punto angrelados que en el cuerpo superior aparecen, a su vez, enmarcados por frontón, desarrollan uno de los ciclos iconográficos de la Salvación más completos del arte europeo, que empieza con la Vida de la Virgen, desde su nacimiento, continúa con la Infancia de Cristo y su Vida pública, y culmina con la Pasión y Glorificación de Cristo y la Virgen, con escenas ordenadas de abajo a arriba y de izquierda a derecha que van narrando todos los episodios con detalle.

Tablas superiores del retablo 

Las pinturas son avanzadas para el momento artístico de la Corona de Castilla, con escenas tratadas de forma naturalista, contando los hechos con espontaneidad narrativa y riqueza descriptiva, alejadas del carácter dogmático y simbólico de los ciclos de Salvación de etapas anteriores. Muchas de ellas se desarrollan dentro de encuadres arquitectónicos con aire renaciente que proporcionan perspectiva y que no tienen nada que ver con las construcciones góticas que todavía se estaban desarrollando en la península, una obra que marca el final del Gótico Internacional en la Península y anticipa ciertos elementos del protorrenacimiento toscano del primer cuarto del siglo XV, que los hermanos Delli habrían asimilado en Florencia justo antes de su llegada a Salamanca.

De izquierda a derecha y de abajo a arriba, figuran: el Lavatorio de pies, la Oración en el Huerto de los Olivos, el Prendimiento y la Flagelación; y las Tres Marías ante el sepulcro vacío, Noli me tangere, el Encuentro camino de Emaus, la Incredulidad de Santo Tomás, la Ascensión

María, personaje fundamental del Catolicismo, paradójicamente, sólo tiene cinco apariciones en los textos canónicos: la Anunciación y la Visitación, mencionados en el Evangelio según San Lucas, cuando Jesús niño se pierde en el templo, en las Bodas de Caná y a los pies del Calvario, mencionados en el Evangelio según Juan.
Pero ya desde muy temprano las leyendas sobre su vida empezaron a circular a través de textos apócrifos, sobre todo el Protoevangelio de Santiago, el Evangelio del Pseudo Mateo o el Libro Armenio de la Infancia, después recogidos en el siglo XIII por Jacobo de la Vorágine para elaborar su Leyenda Dorada, la fuente de la que se toman las referencias para este ciclo iconográfico, que sería rigurosamente planificado por el cabildo catedralicio. En este sentido, se sabe que Nicolás Florentino tuvo que presentar unos dibujos sobre pergamino del Juicio Final y lo mismo cabe suponer que se haría con las escenas que iban a componer el retablo.
Dicha representación del Juicio Final cubre el casquete semiesférico del ábside y utiliza una iconografía que en vez de estar basada en los textos del Apocalipsis de San Juan, un Cristo Juez Todopoderoso, muestra el modelo introducido a fines del siglo XII, más propio de la sensibilidad gótica, inspirado en el Evangelio según San Mateo, más humano y paternal.

El Juicio Final 

El Cristo del Apocalipsis es Cristo Dios, mientras que éste es Cristo Hombre, el denominado Varón de Dolores, que viene a juzgar a la humanidad porque ha muerto por ella, de ahí que aparezca semi vestido, en este caso con paño de pureza, y señalándose las llagas de la Pasión.

Cristo Varón de Dolores, señalándose la herida del costado 

Así, camina con la mano derecha haciendo un gesto entre la bendición y la amenaza y con la izquierda llama la atención sobre su herida del costado. Está rodeado de seis ángeles que portan los atributos de la Pasión, con la cruz, los clavos, el látigo, la columna…
A ambos lados aparecen, arrodillados y con las manos juntas en señal de súplica, la Virgen y San Juan Bautista en su papel de intercesores ante Cristo, una reminiscencia de la Déesis bizantina, pues lo lógico en occidente es que en estas escenas aparezcan la Virgen y San Juan Evangelista, tomados de la estructura del Calvario. Aun así, ninguno de estos personajes son mencionados en el Juicio Final de los textos canónicos del Apocalipsis o San Mateo, añadidos con posterioridad.

Cristo rodeado de los ángeles con los instrumentos de la pasión y con la Virgen y San Juan Bautista 

La escena se completa con la Resurrección de los muertos, que según el Apocalipsis, salen desnudos de sus tumbas para ser juzgados al escuchar a dos ángeles con trompetas que anuncian el Juicio Final. Cristo los va separando entre elegidos, hacia su derecha, vestidos de blanco, señalando que han recuperado su dignidad, y condenados, hacia su izquierda, que siguen desnudos y entre ellos se distingue algún un obispo y un papa, aludiendo a que nadie se libra del Juicio de Dios. Todos caminan amontonados hacia el Infierno, representado mediante un horripilante monstruo con la boca abierta en el que a su vez hay otros monstruos que enganchan con una especie de garfios a los pecadores para arrastrarlos hacia la condena.

Los condenados camino del Infierno 

En este ámbito del ábside central se encuentran varios sepulcros, casi todos en arcosolio, de importantes personajes de la historia de la ciudad, como los de los obispos don Gonzalo Vivero y don Sancho de Castilla, prelados con un importante papel en la historia de la ciudad, el del arcediano de Toro don Diego Arias Maldonado o el de don Fernando Alonso, hijo de Alfonso IV, deán de Santiago y arcediano de Salamanca, fallecido en 1272, con tímpano con relieves góticos y plañideras que flanquean el túmulo en el que aparece el alma del difunto transportada al cielo por ángeles.
El crucero de la Epístola, único que se conserva, se ilumina mediante rosetón y cuenta con dos tramos en los que destaca la cubierta del más al sur, con curiosos nervios en zigzag que arrancan de estatuas, también presentes en el tramo anterior, similares a las mencionadas en las pechinas de la cúpula.

Testero del crucero de la Epístola, con arcosolios, pintura mural y rosetón 

Detalle en el que se aprecia la diferencia de los nervios de los dos tramos del crucero de la Epístola

En este brazo se ubica un conjunto excepcional de sepulcros, todos fechados en el siglo XIII salvo uno. Comenzando por el de la capilla absidial o capilla de San Nicolás, nos encontramos con el del obispo de Salamanca don Pedro Dominicano, fallecido en 1315, de tosca factura, con yacente con vestiduras pontificales.

Sepulcros del transepto de la Epístola 

Ya en propio brazo del crucero, se encuentra el del arcediano de Ledesma don Diego García López, el único del siglo XIV, con yacente con vestiduras sacerdotales y libro cerrado entre las manos como símbolo de la ciencia y su graduación en letras sagradas, relieve con una Epifanía en el tímpano del arcosolio y sarcófago en el que se representa a las plañideras rodeando el enterramiento.

Sepulcros del arcediano de Ledesma don Diego García López y de doña Elena de Castro 

A continuación se encuentra el sepulcro de doña Elena de Castro, con un original interior de plementos gallonados también decorados con una Epifanía, esta vez pintada, y urna que repite la escena del enterramiento y las plañideras.

Detalle del yacente y los gallones del sepulcro de doña Elena de Castro 

En el testero sur, de acceso al claustro, se ubican otros dos arcosolios. El del chantre don Aparicio Guillén repite ropas sacerdotales y libro cerrado en la mano y cuenta con una Coronación de la Virgen en el tímpano del arcosolio y repite las plañideras en el sarcófago.
Finalmente, el del deán de Ávila don Alonso Vidal, repite vestimenta y libro pero destaca por su rica decoración, con arquivolta con ángeles alados, especie de alfiz con decoración mudéjar de mocárabes, tímpano con un relieve con una Crucifixión y sarcófago con la Una Epifanía y una Presentación en el Templo.

Sarcófago de don Alonso Vidal 

Catedral Nueva de Salamanca
La Catedral de la Asunción de la Virgen, llamada popularmente Catedral Nueva es, junto a la Catedral Vieja, una de las dos catedrales de la ciudad de Salamanca. Es la sede de la diócesis de Salamanca. Fue construida entre los siglos XVI y XVIII mezclando los estilos gótico tardío, renacentista y barroco. Es la segunda mayor catedral de España en dimensiones y su campanario, con 93 metros de altura, también es de los más altos de España.
La catedral nueva se construyó entre 1513 y 1733 conservando la vieja. En un principio pensaron derruir ésta, aunque se impuso el criterio de mantenerla abierta al culto mientras se realizaba la construcción de la nueva. Al terminar las obras en el siglo XVIII, reconsideraron la idea de destruirla y por esa razón se conserva actualmente. No obstante, el muro sur de la Catedral Nueva se apoya sobre el muro norte de la vieja, que hubo de ser reforzado hacia el interior del antiguo templo, cuya nave lateral quedó parcialmente reducida con la nueva construcción. La torre de la nueva catedral se construyó sobre la torre de las campanas de la Catedral Vieja.

Fachada Norte
Fachada Norte
 
Fachada Norte. Puerta de Ramos
Puerta de Ramos
Fachada Oeste
Fachada Oeste
Alzado Sur
Fachada Sur
Fachada Sur
 

La idea de construir una catedral nueva surge en el siglo XV debido al aumento demográfico de la ciudad, especialmente por la fuerte atracción de la Universidad. Por tanto, la Catedral Vieja parecía en aquellos momentos «pequeña, oscura y baja». Contaban con el apoyo de Fernando el Católico, quien en 1509 ordenó a los arquitectos que habían trabajado en Toledo y Sevilla, Antón Egas y Alonso Rodríguez, que fueran a Salamanca para tomar traza del nuevo templo.
La catedral, tras diversas discusiones, se proyectó paralela a la vieja, realizada con piedra franca de Villamayor y en estilo gótico. Tiene planta rectangular, con tres naves y dos más de capillas hornacinas. En principio la cabecera había de terminar en girola y ábsides poligonales, pero finalmente se cambiaría el proyecto al actual, que remata el templo con una cabecera rectangular que hace un plante de salón. La primera piedra se puso en 1512, siendo obispo de Salamanca Francisco de Bobadilla.
Durante casi todo el siglo XVII las obras estuvieron paradas y se retomaron de nuevo en el XVIII, hasta su finalización en 1733. La catedral sufrió los devastadores efectos del terremoto de Lisboa, que se produjo el 1 de noviembre de 1755, quedando todavía signos visibles en las grietas y vidrieras rotas. Después del terremoto hubo que rehacer la cúpula (por Juan de Sagarvinaga) y reforzar el campanario, que era más esbelto, muy semejante al de la catedral de Segovia. El campanario sufrió graves desperfectos durante el terremoto, llegando a inclinarse e incluso amenazar ruina. Tras consultar a varios arquitectos que recomendaron su demolición fue, finalmente, Baltasar Dreveton quien propuso zuncharla con 8 cadenas tensadas y forrarla con piedra en forma de talud llegando hasta el cuerpo de campanas (unos 40 metros desde el suelo​). De la dirección de esta obra se encarga Jerónimo García de Quiñones con Manuel de los Ríos. Así puede contemplarse actualmente, forrada de piedras e inclinada hacia uno de sus lados por efecto del terremoto de Lisboa. Actualmente esta catástrofe se recuerda con la tradición del «Mariquelo» el 31 de octubre.
Hacia 1812 el ejército de ocupación francés derribó la manzana de casas situada al norte de la catedral, creando la actual plaza de Anaya y poniendo de relieve la fachada norte, no preparada para la exhibición y poco agraciada. Este hecho ha provocado que las fotos más conocidas de la catedral sean tomadas desde este lado, haciendo olvidar la fachada principal, mucho más interesante pero situada en una calle estrecha y sin suficiente amplitud para obtener buenas fotografías. 

Características
La catedral es, junto a la de Segovia, una de las dos últimas catedrales de estilo gótico que se construyen en España. La nueva catedral se construyó, continuando con el gótico tardío de sus orígenes, entre los siglos XVI y XVIII, aunque a finales del XVI se cambiara la cabecera, pensada con una girola gótica, por una plana y durante el XVIII se añadieran dos elementos que rompían de forma llamativa con el estilo predominante del templo: una cúpula barroca sobre el crucero y los cuerpos superiores de la torre campanario. Esta torre campanario mide 93 metros de altura. ​
La planta y alzado del edificio mantienen una uniformidad gótica y la presencia exterior de arbotantes y contrafuertes, así como el alzado interior de las naves lo atestiguan.
El interior de la catedral es muy semejante al de la catedral de Sevilla. Sin embargo, a pesar de que las naves laterales no están a la misma altura que la central, siguiendo el esquema «ad triangulum» típico del gótico, la iglesia da impresión de gran amplitud y luminosidad por la compensación en altura y la consecución del espacio interior. El triforio, típico de las construcciones desde el tardorrománico, se sustituye por dos tribunas corridas en todo el perímetro de la catedral y a dos alturas, lo que permite elevar aún más las naves laterales. Los pilares recogen el peso de las bóvedas donde cada uno de los nervios de las mismas descienden hasta el suelo por el pilar en una delgada columnilla que le ayuda a descargar el peso. Las bóvedas tienen todo tipo de combinaciones de nervios, combados y terceletes, que las hacen muy atractivas por su variedad y complejidad de obra.
La Catedral Nueva tiene una planta con tres naves y dos más de capillas-hornacina, que se terminaron en 1520 por Juan Gil de Hontañón las de la izquierda y Juan de Álava las de la derecha. En 1538 Rodrigo Gil de Hontañón se convierte en el maestro de obras de la catedral, tras la muerte de su padre Juan Gil de Hontañón. En principio se proyectó una girola para la cabecera y ábsides poligonales, pero el retraso en la obra hizo cambiar el criterio por el de una cabecera plana, decisión tomada en el año 1584 por el entonces maestro mayor Juan Ribero de Rada, siguiendo el modelo de cabecera diseñado por Juan de Herrera en la Catedral de Valladolid. En 1588 se llama al maestro cántabro Juan de Nates para la continuación de las obras.
El cimborrio original fue levantado por Joaquín Churriguera cuando se retomaron las obras, tras estar paradas durante casi todo el siglo XVII, por falta de presupuesto. Se terminó en el año 1725 y parece que era semejante al de la catedral de Burgos, con nervaduras y decoración barroca. El terremoto de Lisboa del año 1755 cuarteó la cúpula central siendo sustituida por otra neoclásica realizada por el arquitecto Juan de Sagarvinaga, que es la que puede contemplarse actualmente.

Planta de la catedral nueva de Salamanca (las referencias que faltan se indican en cada apartado del artículo):
17 Puerta de las sacristías
19 Puerta sur
25 Torre, construida sobre el campanario de la catedral vieja.
26 Puerta derecha
27 Portada del nacimiento
28 Puerta izquierda
30 Sacristía
31 Sacristía
32 Catedral vieja

Nave
Nave y Trascoro
Crucero
Crucero
 

Capilla mayor
La Capilla Mayor (1 en la planta) presenta planta rectangular, cubierta por bóveda estrellada con idéntico dibujo que el resto de las de la nave central pero con la peculiaridad de que está angrelada y policromada.
La Capilla carece de retablo, al desmontarse en 1743 el realizado por Alberto Churriguera, concluido solo 11 años antes. Se proyectó sustituirlo por un tabernáculo en mármol proyectado por Ventura Rodríguez que iría situado en el crucero bajo la cúpula. El proyecto no pudo realizarse por su elevado coste. El Museo Catedralicio conserva la maqueta del mismo.
Sobre el muro de sillería hay un dosel y caída de terciopelo carmesí sobre el que aparece una imagen de la Virgen de la Asunción de Esteban de Rueda de 1624, policromada por Antonio González. Los ángeles que la acompañan son obra de Francisco Sánchez.
Sobre el entablamento que corona los muros del presbiterio aparecen la imagen de la Religión, ángeles y Padres de la Iglesia procedentes del desaparecido retablo.
Destaca el tabernáculo de mármol y jaspes de Simón Gavilán (1750) y las urnas de plata con los restos de San Juan de Sahagún y Santo Tomás de Villanueva.

Bóveda de la Capilla Mayor

Coro
Fue construido entre 1730 y 1740 por Joaquín Churriguera. La sillería, en dos cuerpos, alto y bajo, es obra de varios artistas. La reja que cierra el coro y la que cierra la Capilla Mayor, son obra de Duperier.

Sillería del Coro 

Capillas y altares laterales
Se proyectaron con un modelo único, correspondiendo el testero a la parte reservada para el altar o retablo, abriéndose en los demás muros arcosolios destinados originalmente a enterramientos. Están cubiertas con distintas bóvedas estrelladas. Las rejas que las cierran son de distintos estilos y calidades, dependiendo del momento de su construcción. También destacan los frontales de azulejos que decoran algunos altares.
Las capillas son las siguientes: 

Capilla de San Clemente (3)
El retablo presenta pinturas de la Virgen del Socorro y San Clemente. Desde esta capilla se accedía a la terraza exterior sobre la portada principal.


Capilla de Diego de Neyla (4)
No es una capilla cerrada como tal, ya que está situada en el tramo que exteriormente ocupa la Puerta de Ramos. Destaca el sepulcro del canónigo Diego de Neyla, fallecido en 1577, obra renacentista que incorpora una tabla con la Virgen, el Niño y San Juanito, rodeada de ángeles y Dios Padre. Sobre el arcosolio gótico aparece un bello fresco renacentista con la Anunciación. A la derecha, la tumba del arcediano Roque de Vergas. ​

Capilla de Santiago y Santa Teresa o de Almansa (5)
El retablo está dedicado a los dos copatronos de España, obra de Antonio González Ramiro en 1628 con esculturas de Antonio de Paz. La capilla también contiene los sepulcros de dos de los obispos más influyentes de la ciudad en los últimos tiempos: el de Tomás de Cámara y Castro, muerto en 1904, y el de Francisco Frutos Valiente, fallecido en 1933.

Santiago
Santa Teresa
 

Capilla de Ntra. Sra. de la Verdad (6)
Fundada por el obispo Antonio Corrionero, destacan los sepulcros obra de Antonio de Paz. Toma su nombre de un litigio entre un cristiano y un judío en el que atestiguó la imagen de la Virgen, del s. XII retallada y policromada en el barroco, con un ligero movimiento de cabeza.

Capilla de San Antonio (7)
Presenta retablo e imagen titular obra de artistas locales en el s. XVIII, con un lienzo de la Magdalena copia del original de Alessandro Allori, situado en el ático. Destaca un lienzo del martirio del Bautista firmado en 1621 por Santiago Jerónimo Espinosa. 


Altar del Cristo de la Agonía Redentora (8)
Está situado en el brazo norte del crucero. La imagen es una de las más espectaculares y bellas de toda la Catedral Nueva. Se trata de una obra anónima del siglo XV, es un Cristo Crucificado con tres clavos. Su policromía revela un gran realismo en el tratamiento del cuerpo y los detalles de las venas que se aprecian en él. Se encuentra muerto, con los ojos abiertos y la boca entreabierta. Tiene pelo natural, lo cual añade verismo a la figura. Desfila en la Semana Santa salmantina con la Real Cofradía Penitencial del Stmo. Cristo Yacente de la Misericordia y de la Agonía Redentora el Jueves Santo a partir de las doce de la noche. A los pies de la Cruz aparecen huesos y un cráneo que, según la tradición, representa a Adán.
Frente a este altar está enterrado Francisco de Bobadilla, obispo que puso la primera piedra de la catedral.

Capilla de la Virgen de la Cabeza (9)
Destaca una Virgen gótica sedente con el Niño en brazos. También custodia el grupo de "la Borriquila", que desfila el Domingo de Ramos con la Hermandad de Jesús Amigo de los Niños. 

Capilla de la Virgen de Lourdes o de San Tirso (10)
Contiene imágenes de Padres de la Iglesia provenientes del antiguo tabernáculo del altar mayor y una imagen de la titular de la capilla. 

Capilla de la Virgen del Pilar (11)
Alberga un cuadro dieciochesco representando la Venida de la Virgen a Zaragoza y una escultura gótica de la Virgen del Pilar.

Capilla de Nª Sª de la Soledad (12)
Un retablo barroco, obra de Joaquín Churriguera, alberga la talla de Ntra. Sra. de la Soledad. Se trata de una imagen de vestir, debida a Mariano Benlliure (1941), titular de la Hermandad de Ntra. Sra. de la Soledad y que procesiona por las calles durante la Semana Santa salmantina.

Capilla del Cristo de las Batallas (13)
Esta capilla alberga la imagen románica del Cristo de las Batallas, de color negro y con cuatro clavos, que debe fecharse en la primera mitad del siglo XII. Según la tradición la imagen la llevaba el Obispo Jerónimo, primer obispo salmantino tras la repoblación de la ciudad, cuando acompañaba a El Cid en sus batallas contra los musulmanes. El retablo que acoge el Cristo es una obra de la primera mitad del siglo XVIII realizado por Alberto de Churriguera y donado por el obispo José Sancho Granado en 1734. También se encuentran en la capilla una urna con los restos del Obispo Jerónimo y una imagen de la Virgen del Carmen obra de Antonio de Paz. 

Capilla de San José (14)
Presenta un retablo barroco de rocalla que recuerda el estilo portugués, con una buena imagen de San José con el Niño y pinturas de San Juan, la Magdalena y Santiago Matamoros.

Capilla de los Dolores o del Santísimo (15)
Está situada bajo el arranque de una de las torres proyectadas para la cabecera, accediendo desde el deambulatorio a través de la Capilla de San José. El retablo, de estilo neoclásico y proyectado por Juan de Sagarvinaga, está coronado por una imagen del Dios Padre y angelotes que podrían ser de Carmona.
En la hornacina recibe culto una imagen de la Piedad de Luis Salvador Carmona de 1760, imagen de finales del Barroco. Su policromía y la serenidad del rostro de la Virgen anuncia la llegada del Neoclasicismo, mientras que la anatomía del Cristo desnudo es heredera del Barroco. Desfila en Semana Santa con la Hermandad Dominicana del Stmo. Cristo de la Buena Muerte.

Capilla de San Nicolás de Bari (16)
Presenta dos retablos: uno barroco dedicado a San Nicolás de Bari, coronado por una pintura de la Virgen con el Niño dormido, y otro neoclásico con una talla de la Inmaculada, atribuida a Alejandro Carnicero. 

Capilla de Jesús Nazareno (18)
Muestra varias pinturas italianas. En el retablo destaca el lienzo de Cristo y la Verónica, obra de Carlo Maratta, y la pintura ovalada de la Magdalena penitente, de Romanelli. En los arcosolios del fondo hay dos cuadros napolitanos con la Matanza de los inocentes y la Expulsión de los mercaderes del Templo atribuidos a Micco Spadaro. 

Capilla de la Virgen del Desagravio (20)
Conserva el primer retablo en el que se emplearon columnas salomónicas en España. Se ensambló en 1664 como acto de desagravio para albergar un lienzo de la Inmaculada que había sido ultrajado ese mismo año al ser el rostro de la Virgen rajado con un puñal por un opositor al Dogma de la Inmaculada Concepción de María.

Capilla de la Virgen de Morales o de San Bartolomé (21)
Anteriormente era esta capilla la que comunicaba las dos Catedrales.
En el ático del retablo se muestra una pintura de la Virgen con el Niño y San Juanito de Luis de Morales, al parecer procedente de la iglesia de San Felices de los Gallegos. Al mismo autor se le atribuye una pintura del Ecce Homo que se encuentra en la capilla. Inicialmente el retablo estaba dedicado a San Juan Bautista, posteriormente se sustituyó su imagen por otra de San Bartolomé. Las imágenes de San Gregorio Ostiense y San Agustín son obra de Antonio de Paz.
También se custodia en esta capilla la imagen del Cristo Yacente de la Misericordia, obra de Enrique Orejudo en 1991, que desfila en Semana Santa con la Real Cofradía Penitencial del Stmo. Cristo Yacente de la Misericordia y de la Agonía Redentora.

Capilla del Presidente (22)
Tiene ese nombre al haber sido dotada en 1577 por don Francisco Fernández de Liébana, Presidente de la Real Chancillería de Valladolid. En el retablo destacan una copia del Entierro de Cristo de Tiziano, cuyo original se encuentra en el Museo del Prado, y la Aparición de Cristo Resucitado a su Madre, pareciendo ambas ser obra de Fernández Navarrete, el Mudo. También se encuentran en la capilla la Virgen de Belén, atribuida a "La Roldana", y un busto de Ecce Homo obra de Pedro Hernández del s. XVII, procedente de la desaparecida iglesia de San Adrián. 

La Capilla Dorada o de Todos los Santos (23)
Se mandó construir en el año 1515 por el arcediano de Alba de Tormes, Francisco Sánchez de Palenzuela. La arquitectura de la misma corresponde a Juan de Álava. Cuenta con varias arquerías que albergan diferentes sepulcros, entre ellos los del fundador de la capilla. Todos los muros están decorados con unas 110 estatuas donde destaca su color dorado, de ahí el nombre de la capilla. Existen esculturas de personajes del Antiguo y del Nuevo Testamento, incluyendo Apóstoles, Santos, sibilas, profetas, etc. Las esculturas se apoyan en diferentes repisas policromadas y doradas. Bastante curiosas son las imágenes de Adán y Eva, que coinciden con las imágenes de Apolo y Venus que aparecen en la Fachada de la Universidad de Salamanca. La imagen de la muerte aparece de forma tétrica metida en un nicho y con un sapo entre sus piernas. El sapo, representación del pecado de lujuria, también aparecía decorando la fachada de la Universidad Salmantina. Un magnífico Calvario preside el retablo de la Capilla, colocado sobre un fondo pictórico obra de Adiosdado de Olivares. Bajo el mismo, se encuentra un altar decorado con azulejería de Talavera. 


Capilla de San Lorenzo (24)
Fue fundada por Lorenzo Sánchez de Acebes y presenta un retablo con relieve del martirio del santo, atribuido a Antonio de Paz. Desde esta capilla se accede actualmente a la Catedral Vieja.


 

Bibliografía
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