martes, 14 de septiembre de 2021

Capítulo 36 - Catedral del Burgo de Osma, Catedral de Santa María (Vitoria), San Vicente de Ávila

 

Catedral de El Burgo de Osma
La Catedral de El Burgo de Osma, bajo la advocación de Santa María de la Asunción, es el resultado de una sucesión secular de actuaciones constructivas que van desde los primeros años del siglo XII, cuando se levantó el primitivo templo románico, hasta la segunda mitad del siglo XVIII en que se dio remate a la torre barroca. Aunque conserva escasos elementos de la obra románica y luce añadidos renacentistas, barrocos y neoclásicos, lo que predomina en el conjunto catedralicio son las construcciones góticas llevadas a cabo en diversos periodos.
La Catedral burguense fue declarada Monumento Nacional el 3 de junio de 1931, y «entorno de protección» por Decreto 84/99, de 22 de abril, de la Comunidad de Castilla y León. Comparte la sede episcopal desde 1959 con la concatedral de San Pedro de Soria.
Osma es sede episcopal al menos desde 597, fecha en la que está documentado que su obispo, Juan, tomó parte en el Concilio doce de Recaredo. De esta época visigoda no se conserva vestigio arqueológico alguno referido al templo catedralicio que se ubicaría en la antigua Uxama. Tras el lapso de tres siglos de ocupación musulmana (s.VIII al X) y otro más de repoblación y consolidación del dominio cristiano, en 1101 se restauró la diócesis bajo los auspicios de la Sede Metropolitana de Toledo. En esa fecha tomó posesión de la silla episcopal el que fue su primer titular en esta segunda y definitiva era diocesana: Pedro de Bourges (San Pedro de Osma).
Por entonces, no sólo se había abandonado la antigua Úxama, emplazada ahora en el llano con el topónimo de Osma, sino que se estaba desarrollando un burgo o barrio al otro lado del río Ucero en el que existía una iglesia benedictina con culto a San Miguel. Ese fue el lugar elegido para levantar la nueva catedral en el estilo arquitectónico imperante en los albores del siglo XII: el románico. No hay noticia cierta de cuándo se comenzó la construcción de este templo pero es de presumir que fuese durante el episcopado de Pedro de Osma, es decir, entre los años 1101 y 1109. En todo caso, los rasgos estilísticos de lo poco que de él ha quedado no dejan lugar a duda de que proceden de principios de dicho siglo. Los obispos sucesores de Pedro que regirían la diócesis a lo largo de la primera mitad del siglo XII -Raimundo, Beltrán y Esteban- debieron ser los continuadores de la obra y quienes la llevaron a término, pues parece que quedó concluida a mediados de siglo.
Corta vida le esperaba a la flamante catedral. En 1231 accedió a la sede episcopal oxomense Juan Díaz de Medina (a quien se nombra con frecuencia como Juan Domínguez), Canciller de Fernando III el Santo. Este prelado, que provenía de la Colegiata de Santa María la Mayor de Valladolid de la que fue abad en los años anteriores (1219-1230) y que él mismo había reconstruido por entero, debió entender que la prematuramente obsoleta iglesia románica no poseía las dimensiones ni la funcionalidad que los nuevos tiempos demandaban y, experimentado como era en la construcción de grandes templos, decidió en 1232, y así lo puso en práctica, derribar la «vieja» catedral y erigir otra ajustada a los cánones góticos, al modo como se estaba haciendo en Burgos, en Cuenca o en Toledo. No obstante, la piqueta demoledora respetó el claustro y la sala capitular.
Las obras del templo gótico se prolongaron durante más de un siglo, siendo el obispo Bernabé quien a mediados del XIV logró darles fin. El resultado fue una iglesia de planta de cruz latina con tres naves de cinco tramos, transepto de cuatro tramos además del crucero, presbiterio de dos tramos, ábside principal y cuatro capillas absidales, dos a cada lado, sobre el muro oriental del transepto de forma parecida a las del monasterio cisterciense de Santa María de Huerta. El conjunto gótico se completó a principios del siglo XVI con la sustitución del claustro románico por el actual gótico tardío adosado al muro de la nave septentrional. El derribo del primero se llevó a cabo en 1505; de él se salvaron algunos capiteles y la arquería del frente de la sala capitular. Algunos años después, durante el mandato del obispo Pedro Álvarez de Acosta (1550-1554), se realizó el retablo mayor, obra de Juan de Juani y Juan Picardo.
El siglo XVIII fue pródigo en obras y reformas. En 1767 se finalizó la torre en su tercer intento, pues dos anteriores habían fracasado por derrumbe. La cabecera de la iglesia sufrió importantes alteraciones, primero por la construcción de la girola y de la capilla mayor, y luego por la incorporación de la sacristía y la capilla del venerable Palafox. La reforma de la capilla mayor se debió a Juan de Villanueva, lo mismo que la construcción de la sacristía (1770) y el proyecto de la capilla de Palafox (1772), si bien la ejecución de esta última obra le cupo a Sabatinni entre los años 1778 y 1783.
Fachada catedral del Burgo de Osma
 

La Catedral de El Burgo de Osma consta de tres entradas: la de San Miguel, Portada de la Capiscolía y portada principal. La Portada de San Miguel se sitúa a los pies del templo y fue realizada en el estilo gótico. Está decorada con cuatro arquivoltas apuntadas: la primera representa a los bienaventurados; las dos siguientes a los ancianos del Apocalipsis; y la última presenta motivos vegetales. En las jambas que flanquean la puerta se observan hornacinas vacías. Esta portada fue transformada posteriormente.
La Portada de la Capiscolía está ubicada al sur del crucero y se caracteriza por ser la más sobria. Se accede al interior a través de un arco apuntado decorado por varias arquivoltas, de las cuales sólo la más exterior está decorada.
La Portada principal fue erigida a finales del siglo XIII. Se encuentra enmarcada por unas arquivoltas apuntadas, en las que se representa a los Bienaventurados, a los ancianos de Apocalipsis tocando instrumentos y al bestiario infernal entre motivos vegetales. El actual tímpano corresponde al siglo XIX en el que aparece un jarrón de azucenas.
Anteriormente el tema principal era la Coronación de la Virgen. Bajo el tímpano se conserva el dintel original sobre la Dormición de la Virgen rodeada de los doce apóstoles. En las jambas aparecen a la izquierda Moisés y la Anunciación; a la derecha la reina de Saba, Salomón y Judit. La puerta de acceso se divide en dos gracias al parteluz en el que está representado Cristo mostrando las llagas de la Pasión.
Esta portada se modificó a principios del siglo XVII añadiendo un mirador sobre ella. Bajo el mirador se colocó un gran arco de medio punto que sirve para cobijar la entrada; está cubierto con casetones y apoyado por dos grandes contrafuertes que sostienen la fachada. Encima del mirador hay una balaustrada con las armas del obispo Enríquez. Las mismas armas se aprecian en las enjutas de ese gran arco de medio punto. En la pared del mirador se perforó un rosetón calado que puede corresponder al siglo siguiente.
Portada meridional
 
Portada meridional
Parteluz o
  mainel 

En el siglo XVIII se eliminaron las dos capillas inmediatas al presbiterio con el fin de ejecutar una nave en torno a la capilla mayor, una girola, que comunicaría con la sacristía y la capilla de la Inmaculada.
Interior
 
Interior 

En el siglo XVI, durante el obispado de D. Alonso Enríquez, se sustituyó el claustro por otro de elegantes tracerías tardogóticas, y más tarde, en tiempos del obispo Pedro de Acosta, en 1541, se construyó una capilla dedicada a San Pedro de Osma sobre la sala capitular, rematando el crucero con una imponente y rica fachada, de la que destaca el acceso doble que nos trae el recuerdo de la Escalera Dorada de Diego de Siloe en la catedral de Burgos.
Con esta intervención se introduce una doble axialidad en el templo: la propia de la iglesia abacial, marcada por la vía sacra que une el coro con el presbiterio recorriendo la nave central; y la que resulta de acentuar el camino de peregrinación que, partiendo de la puerta meridional llega a la capilla de San Pedro utilizando la nave del crucero. También renacentista es la capilla de Santiago, que ya estaba casi terminada en 1533 y que remata el final de la nave de la epístola, flanqueando la portada occidental de San Miguel, junto a la gran torre barroca que domina el perfil de El Burgo de Osma. Ésta sustituyó a la torre medieval que se hundió en 1734, en tiempos del obispo Agustín de la Cuadra.
La Catedral posee una Torre campanario, esta torre barroca fue elevada sobre una torre anterior gótica que debido a su mal estado se derrumbó en el siglo XVIII. La obra fue llevada a cabo por José de la Calle y el remate por Juan de Sagarbinaga. Tiene 72 metros de altitud y se compone de dos cuerpos más un remate. El primer piso es el más sobrio; aparecen los escudos del obispo que promueve la obra: Don Agustín de la Cuadrada. En las esquinas se colocan unos los contrafuertes en diagonal y se remata con una balaustrada.
El segundo cuerpo es el destinado a albergar las campanas y está decorado con frontones y, nuevamente, está terminado con una balaustrada. Finalmente se halla el remate de linterna, chapitel y pináculo.
En el interior destaca la sala capitular donde se encuentra el Sepulcro de San Pedro de Osma. La sala posee una forma rectangular y está dividida por columnas en tres naves. La capilla está cubierta con bóvedas de crucería sustentadas por capiteles, algunos de ellos corresponden a la obra románica, tres de ellos con motivos vegetales y otro narrando la Matanza de los Inocentes. Los capiteles adosados a la pared que descansan sobre ménsulas representan a seres fantásticos, animales o seres monstruosos.
Torre de la catedral
Detalle de la torre
 

El Claustro actual fue construido a principios del siglo XVI, en estilo gótico tardío sobre el anterior románico. Se trata de un claustro cuadrado y adosado a la iglesia. El claustro está cubierto con bóvedas de crucería nervadas y los nervios descansan sobre ménsulas historiadas. El claustro se abre a un patio central a través de grandes ventanales apuntados decorados con tracerías góticas; en las esquinas pueden verse las armas del prelado que patrocina la obra: D. Alonso Enríquez.

El sepulcro de San Pedro de Osma se sitúa en el centro de la sala. Fue construido a mediados del siglo XIII, en estilo gótico, y empleando piedra caliza policromada. El obispo aparece en actitud yacente vestido de pontífice. En la parte inferior se narran escenas de la vida del santo y sus milagros. El sepulcro se apoya en el suelo gracias a cuatro leones.
En este espacio se conservan dos ventanales románicos que comunican la sala capitular con el claustro. Se trata de dos ventanales dobles que se encuentran cobijados bajo un arco de medio punto, y constan de dos arquivoltas decoradas con animales, seres fantásticos o motivos vegetales. Los capiteles de las columnas centrales representan escenas del Nuevo Testamento.
Sala capitular
 

En el interior de la Catedral son muchas las capillas que poseen un gran interés. Destaca la Capilla de Santiago que se encuentra a los pies de la nave de la epístola. Fue un encargo del prior catedralicio Don Pedro Sarmiento. Fue realizada a mediados del siglo XVI. Al exterior de la catedral la capilla posee una forma semicircular y se encuentra decorada con los emblemas del fundador de la capilla. En su interior la capilla está cubierta con una bóveda de crucería estrellada y en el fondo semicircular cerrada con una venera.
Otra capilla de gran interés es la Capilla de San Pedro, que se encuentra sobre la sala capitular, junto al claustro. Se accede a ella tras una escalera con dos arranques laterales que guarda relación con la Escalera Dorada de la catedral burgalesa. Fue mandada construir por el obispo Don Alonso Enríquez en 1541. La capilla se concibe como un gran arco del triunfo decorado con casetones en su interior. En la parte superior está rematado con un rosetón. En el interior de la capilla se encuentran los restos mortales de San Pedro de Osma.
También sobresale la Capilla de la Virgen del Espino, que formaba parte de una de las cinco capillas absidiales de la catedral gótica, pero que sufrió una transformación en la remodelación del siglo XVIII. La capilla está cubierta con una cúpula barroca decorada con yesos. El retablo corresponde al siglo XVII y está dedicado a la patrona de la localidad.
Capilla de San Pedro
Capilla de la Virgen del espino
 

En el Altar Mayor lo más destacado es el retablo mayor, iniciado en 1550 gracias a los artistas Juan de Juni, Juan de Picardo y Pedro Andrés. El obispo D. Pedro Álvarez de Acosta encargó la obra y está dedicada a la Virgen María.
El retablo se encuentra enmarcado por dos columnas decoradas con el árbol genealógico. En la calle principal, encima del sagrario, se halla una escena de la Dormición de la Virgen, bajo un arco de medio punto. A los lados contemplando la imagen se asuman a una balconada dos personajes, uno a cada lado. Encima de la imagen anterior se sitúa la Asunción de la Virgen acompañada de San Pedro de Osma y Santo Domingo de Guzmán. El conjunto es rematado en la parte central la Coronación de la Virgen.
A mediados del siglo XVI se inician las obras del Coro. Las trazas fueron encargadas a Sebastián Fernández y la obra fue llevada a cabo por Pedro de Palacio y Francisco Rodríguez. Se trata de un coro renacentista austero que sustituyó al anterior gótico. Fue realizado en madera de nogal y cuenta con 71 sitiales. En la silla episcopal y en la reja aparecen los escudos del obispo Tello. En el Trascoro se colocó un retablo dedicado a San Miguel y realizado en el siglo XVI. En el remate superior aparecen las ruedas relacionadas con Santa Catalina y los escudos del obispo Acosta.
Coro
 

En el interior de la catedral aparece un púlpito gótico con base poligonal construido en el siglo XV. Para su ejecución se empleó mármol blanco, se encuentra decorado con los emblemas del cardenal Pedro González de Mendoza y los relieves de San Jorge, de la Virgen María y de Santa Elena. En el tornavoz aparece tallado el escudo del obispo D. Pedro Álvarez de Acosta.
A mediados del siglo XVIII, dentro del estilo neoclásico, la catedral volvió a ser modificada. Se decidió construir una nueva sacristía junto a la cabecera y la Capilla de Palafox o de la Inmaculada. Esta capilla fue diseñada por Juan de Villanueva y Francisco Sabatini, y ejecutada por Ubón y posteriormente por Luis Bernaschoni. Posee una planta circular y está cubierta con una bóveda de cañón decorada con pinturas. El retablo del altar de la capilla es neoclásico y está dedicado a la Virgen de la Inmaculada. A los lados se sitúan los retablos de Santo Domingo de Silos y  San Pedro de Alcántara.

Restos románicos
Como antes se ha dicho, desaparecida la catedral románica en 1232, aunque no su claustro, éste fue derribado en 1505 y sustituido por el actual en estilo gótico florido. En la panda oriental del mismo -la que aparece en la imagen- y sobre su muro exterior subsiste una puerta románica y una parte del frente, también románico, de la sala capitular, y en el interior de ésta cuatro capiteles procedentes del primitivo claustro.
La más importante y valiosa de las reliquias románicas que todavía se conservan es la formada por el conjunto de dos dobles arcos que comunican visualmente la sala capitular con el claustro y proporcionan iluminación a aquélla. El hueco de acceso debió estar en su día entre ambas arcadas, como es habitual en todas las salas capitulares, siendo convertido más tarde en un ventanal que es como lo vio Juan A. Gaya Nuño antes de 1946, fecha en que se editó su obra «
El Románico en la provincia de Soria» en la que hace referencia a la existencia en esa posición de «un ventanal abierto al claustro». Por el contrario, las dos dobles vanos estaban entonces cegados por la cara del claustro y sólo eran visibles por el interior del capítulo. En los años 1967-68 se llevaron a cabo obras de reforma en ese ámbito con motivo del traslado a la sala capitular del sepulcro de san Pedro de Osma, consecuencia de las cuales fue la desaparición del ventanal central y la actual disposición de los dos pares de arcos embutidos en el liso muro y protegidos por cristaleras externas que, como contrapartida, dificultan su nítida contemplación por los inevitables reflejos luminosos.
El vano doble de la derecha (visto desde el claustro) está formado por una chambrana de medio punto ajedrezada bajo la que se cobijan dos arcos profusamente decorados que apoyan en el centro sobre columna de cuádruple fuste en torsión, y en los laterales sobre fustes dobles lisos o estriados. Todo ello montado sobre podio de 80 cm. de altura. Por el interior no existe la chambrana envolvente y los arcos son lisos de baquetón y escocia.
La arcada de la izquierda es en todo similar a la anterior, tanto en la disposición de los arcos y columnas, como en la abigarrada ornamentación por la cara del claustro y la molduración lisa por la cara opuesta. La chambrana, a diferencia de la anterior, es lisa en lo que queda.

Capitel derecho primer vano
Monta sobre doble fuste de molduras oblicuas, de estrías verticales, el uno, y zigzagueantes, el otro. Luce ábaco liso y cimacio decorado con tallos y hojas carnosas. En la cara mayor del capitel se representan dos especies de arpías que han mutado el rostro de mujer por otro masculino bigotudo o animalesco. Este segundo parece morder el brazo de un hombre joven que ocupa el vértice del capitel y que pelea a su vez con un monstruo. La cara del capitel que mira a la sala capitular está destrozada e irreconocible. Todo ello recuerda la manera de hacer de los tallistas de Silos.

Capitel central primer vano
Exento, de cuatro caras, descansa sobre columna de cuádruple fuste en torsión. En la cara que da al claustro se escenifica la entrada de Jesús en Jerusalén montado sobre una caballería que amamanta a la vez a su pollino. Le reciben gentes con palmas, curiosos que se encaraman a los árboles para observar su paso y otros que tienden sus capas a los pies del jumento. Sigue la escena por la cara de la derecha en la que se representan las murallas de la ciudad con sus puertas abiertas y personas que asoman por entre las almenas para dar la bienvenida a la comitiva. La cara de la izquierda contiene el pasaje de la última cena en una representación muy parecida a la de un capitel del claustro de Silos. El joven san Juan recostado sobre el regazo de Jesús y Judas, de rodillas fuera de la mesa, recibiendo una vianda de él. A demás de Jesús, Juan y Judas, sólo otros cinco comensales asisten al banquete. Por fin, en la cara opuesta, la que mira al interior de la sala capitular, se pone en escena el pasaje evangélico del lavatorio de los pies.

Capitel izquierdo primer vano
Va sobre columna adosada de doble fuste y presenta tres caras labradas que muestran dos parejas de grifos, una por cada ángulo, yuxtapuestos por sus cuartos traseros, en cuyos cuellos y patas se entrelazan tallos vegetales. La composición y la finura de la minuciosa talla es completamente silense, hasta tanto que puede atribuirse este capitel a los mismos artífices que trabajaron allí.

Capitel derecho segundo vano
Este capitel que se sustenta en una columna de doble fuste de estrías verticales es muy diferente a los demás en el tema decorativo y en la forma de su talla. El centro de su cara mayor lo ocupa una cabeza tocada con bonete de cuya boca salen dos serpientes aladas, a modo de sirenas, que han perdido el rostro y el torso. En el cimacio, extrañas cabezas de cabellos trenzados que se convierten en hojas vegetales.

Capitel central segundo vano
En este capitel tallado por sus cuatro caras y apoyado sobre columna de cuádruple fuste en torsión se pone en escena una serie de pasajes evangélicos relativos al nacimiento de Jesús. En la cara que mira al claustro (la de la imagen adjunta), la Virgen mantiene en su regazo al Niño y recibe las ofrendas de los Reyes Magos, uno de los cuales se muestra arrodillado mientras los otros dos ocupan el ángulo izquierdo y parte de la cara de ese lado. También aparece un ángel que en posición de genuflexión anuncia a María lo que ha de suceder (Anunciación). En la cara derecha puede verse el abrazo entre María y su prima Isabel (Visitación) En la cara de la izquierda, además de dos de los Magos, un ángel anuncia a los pastores la buena nueva. Finalmente, en la cara opuesta, la que mira al interior de la sala capitular, se halla san José pensativo, sumido en las dudas, y Jesús recién nacido bajo las miradas de la mula y el buey.
Todo en este capitel es casi idéntico a la narración que del nacimiento de Jesús se hace en la tercera arquivolta de la portada de Santo Domingo de Soria. Dada la influencia que Silos ejerció tanto sobre Santo Domingo de Soria como sobre la primitiva catedral de El Burgo de Osma, cabe suponer que ambas tomasen por modelo elementos de la desaparecida iglesia románica de Silos, toda vez que en su claustro no se encuentra nada análogo.

Capitel izquierdo segundo vano
Apoya como todos los extremos sobre columna de doble fuste. En él se encuentra todo un muestrario de animales fabulosos: arpías con rostro masculino, cuadrúpedos con cabeza de ave, grifos,... que pueden apreciarse también en la cara mayor. Todo de un manifiesto aire silense.

Las arquivoltas de estos arcos constituyen por medio de cada una de sus dovelas todo un repertorio de las más variadas figuras escultóricas. Se da toda clase de animales fabulosos, aves, centauros, simios, arpías, rostros humanos,... y abundante vegetación en forma de hojas carnosas, piñas y tallos que se enredan por doquier. En la siguiente galería de imágenes se expone una muestra de toda esta talla ornamental que exhala aromas silenses.
La actual sala capitular situada en la panda oriental del claustro, a la que pertenece la arquería que acaba de ser analizada, no es la original románica. Como ya se ha dicho, a principios del siglo XVI, siendo obispo de Osma D. Alonso Enríquez, se procedió al derribo del claustro románico y a su reemplazo por el tardogótico que hoy vemos. Durante el episcopado de D. Pedro de Acosta, en 1541, se llevó a cabo una profunda transformación del espacio capitular para construir sobre él la capilla de san Pedro de Osma abierta en el extremo norte del transepto y accesible por medio de una suntuosa escalinata de corte muy renacentista. La sala capitular se rehizo con cobertura ojival y cuatro apoyos interiores constituidos por columnas monolíticas que se rematan con capiteles románicos salvados de la destrucción del claustro primitivo. En su presente estado la sala del capítulo no tiene entrada por el claustro sino a través de una contigua estancia donde se albergan parte de los fondos museísticos de la catedral. El destino de este espacio es el de dar cobijo al sepulcro de san Pedro de Osma, obra de mediados del siglo XIII debida al encargo del obispo D. Gil, trasladado aquí en 1967.
Magnífico capitel de la sala capitular en el que se dramatiza la matanza de los Santos Inocentes. Soldados guarnecidos con cotas de malla pasan a cuchillo a los niños que arrebatan de las manos de sus madres. La escena se repite en las otras caras, como puede apreciarse en esta imagen o en esta otra. En la última de las imágenes se ve en el ángulo izquierdo a Herodes sentado en su trono atusándose la barba mientras es aconsejado por el diablo, tema que se repite con idénticas actitudes en la segunda arquivolta de la portada de Santo Domingo de Soria.
Los tres restantes capiteles de la sala capitular ostentan motivos vegetales en su decoración, a base de piñas, hojas y helechos. También estos capiteles presentan similitudes con los que pueden admirarse en el claustro de Silos.
En el mismo muro del fondo de la panda oriental, próxima a los ventanales de la sala capitular, se conserva esta portada románica que da entrada a uno de los recintos del museo. Es la que se utiliza para acceder a la sala capitular a través de ese espacio de exposición. Posee un arco de medio punto de triple arquivolta, de las que las extremas son lisas de sección recta y apoyan sobre jambas, mientras que la central es baquetonada y descarga sobre columnas acodilladas. Las impostas de ambos lados se ornamentan con plantas vegetales de flores y hojas carnosas. El capitel del lado derecho contiene dos grifos, uno por cada cara, en una composición de simetría con respecto a la arista. El otro capitel muestra unos toscos dragones alados en disposición parecida a la anterior. La talla de ambos capiteles es de muy inferior calidad a la de los vistos en la sala capitular y en sus ventanales.
Existe otra portada, asimismo de origen románico, en el muro de la panda norte del claustro, que da entrada a lo que en su día fue el refectorio de los canónigos. Tiene dos arcos abocelados sobre jambas y parteluz central, bajo un arco mayor que los circunscribe y que descarga en columnas acodilladas. Los tres capiteles muestran ornamentación vegetal de estilo corintio y buena talla.

Catedral de Santa María (Vitoria)
La catedral de Santa María, conocida popularmente como Catedral Vieja, es un templo católico de estilo gótico situado en Vitoria-Gasteiz, capital del País Vasco, España. Desde verano de 2015 el templo está en la lista de monumentos Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO bajo la denominación Caminos de Santiago: Camino francés y caminos del Norte de España.
En 2015, en la aprobación por la Unesco de la ampliación del Camino de Santiago en España a «Caminos de Santiago de Compostela: Camino francés y Caminos del Norte de España», fue incluido como uno de los bienes individuales (nº ref. 669bis-018) del camino del interior.
Se encuentra situada en la esquina norte de la cima plana de la colina sobre la que se asentó la primitiva ciudad, que fue fundada en 1181 sobre la antigua aldea de "Gasteiz", con el nombre de "Nova Victoria", por el rey Sancho VI de Navarra (Sancho el Sabio), y que dio origen posteriormente a la ciudad actual. Con la creación de la diócesis de Vitoria en el año 1862, la colegiata de Santa María fue elevada a la categoría de catedral, de manera provisional, en espera de que fuese construido un templo mayor, más propicio para desempeñar la función de sede episcopal. Es, por ello, conocida como la Catedral Vieja, para distinguirla de la posterior Catedral Nueva, dedicada a la Inmaculada Concepción de María, que fue construida en el siglo XX en estilo neogótico.
Este templo, atendiendo a criterios estilísticos y formales, es discreto, y su relevancia deriva de su compleja construcción y de su historia, llena de diversos avatares ligados con la historia de la ciudad. Desde finales del siglo XX (en el año 1994 fue cerrada al público) es objeto de un complejo e integral plan de restauración que ha obtenido diversos reconocimientos internacionales y ha dado relevancia al monumento. ​
El edificio se caracteriza por arrastrar problemas estructurales desde su nacimiento. A raíz del cierre al público, se procedió a la realización del Plan Director de Restauración Integral, cuyos resultados fueron publicados en el año 1998, y que tiene como característica destacable la visitabilidad de las obras de restauración, bajo el lema 'Abierto por obras'. El Plan recibió el Premio Europa Nostra 2002 en la categoría de estudios excepcionales de restauración. La gestión la lleva a cabo la Fundación Catedral de Santa María, constituida en 1999 por la Diputación Foral de Álava, el ayuntamiento de Vitória-Gastéis, y el obispado de Vitoria. ​ La financiación de los trabajos está apoyada en las aportaciones periódicas de las tres Instituciones presentes en el Patronato, y por las realizadas por el Gobierno Vasco mediante convenios suscritos al efecto, lo cual permite acometer la compleja recuperación con la flexibilidad necesaria y sin que el rigor metodológico se vea afectado. Así mismo, el Gobierno de España ha apoyado de manera continuada y notable, aunque irregular, una parte de las intervenciones realizadas, principalmente en la torre y naves. Posiblemente sea esta manera sostenible de acometer una restauración de manera integral (no sólo estructural, sino también atendiendo a nuevas potencialidades funcionales y culturales posibles), mediante una unidad de gestión, algo hasta ahora inusual en el contexto de las catedrales españolas, la que puede explicar este apoyo decidido. De facto, en su conjunto, es posiblemente ya la más alta concedida a ningún plan de catedrales en España. Otros apoyos institucionales y también provenientes del mecenazgo privado, están permitiendo el desarrollo paralelo de un rico programa cultural consolidado en la ciudad (recuperación de la capilla de Música, conciertos en las zonas recuperadas, unidades didácticas escolares, conferencias temáticas, etc), de cuyas actividades destaca el ya citado programa "Abierto por Obras"(c), lema (y método) registrado por primera vez por la Fundación Catedral Santa María, y que ha alcanzado una estimable proyección exterior. Hay ya varias Instituciones (arzobispado de Sevilla en la Colegiata de El Salvador, Comunidad de Madrid, etc.) que han convenido su aplicación en diversos lugares, según se indica en la página de la propia fundación y en la ventana con el mismo nombre del Canal Patrimonio de la Fundación Santa María la Real.

Descripción
La catedral de Santa María está constituida por un conjunto de edificaciones diferentes realizadas en diferentes épocas y para diversos usos.
La iglesia de Santa María es el edificio principal y más antiguo del conjunto. Tiene orientación este oeste con una ligera inclinación al norte en el extremo oriental.
La capilla de Santiago, abierta en el hastial del brazo del transepto en el lado de la Epístola (sur), es en la actualidad la iglesia parroquial de Santa María, que tiene un acceso independiente, desde la Plaza de Santa María.
En el lado sur se encuentra el pórtico absidado que protege la portada y sobre él, en su tercio meridional, se levanta la torre del campanario que se remata con un chapitel alcanzando una altura de unos sesenta metros.
Por el lado oriental se ubican una serie de edificios de servicios, entre los que destaca la sacristía tardo barroca.
El templo presenta planta de cruz latina, con tres naves, la central de mayor altura que las laterales, y cubiertas con bóvedas de crucería, con amplio transepto y cabecera. En su interior tiene cuatro capillas rectangulares y una girola a la que se abren otras tres capillas poligonales. Cuenta, además, con un hermoso y frágil triforio y un pórtico del Siglo XIV que contiene esculturas muy interesantes.

El pórtico
La portada del pórtico Santa María está considerada como una de las mejores manifestaciones de la plástica peninsular del siglo XIV. La capilla de la Piedad, construida a instancias del abad Diego Fernández de Paternina en el siglo XVI, lo altera en el lado norte.
Se añadió al conjunto catedralicio en el siglo XV y se modificó en el XVI. En un principio se prolongaron las naves norte, centro y sur en tramos de luces iguales pero se le añadió un fondo absidado en el norte y se amplió la luz en la dirección este-oeste invirtiendo la proporción de los tramos de la iglesia. Se conformó, finalmente, un espacio de tres tramos rectos siendo el del medio de planta ligeramente cuadrada y rematado por un "ábside" pentagonal.

Aspecto del pórtico
 

El espacio del pórtico se cubre con bóvedas de mayor amplitud que las de las naves del templo que apoyan sobre arcos fajones de traza más chata. Entre sus claves hay una mezcla de terceletes, ligaduras y combados. Las bóvedas primera y tercera, que corresponden a la prolongación de las naves laterales, tienen los nervios rectos, mientras que en la bóveda central y en la del fondo son combados para el arriostramiento de los nervios mediante los medallones.
La portada está realizada según un esquema de fachada tripartita. En el portal izquierdo se aprecia en su tímpano escenas de la vida de San Gil (estudios iconográficos actuales ponen en duda esta afirmación). Está planteado como una superposición de frisos la cual incrementa la narrativa. En los registros inferiores se representan la salvación de unos marineros y el encuentro con el monarca, en el segundo registro y la resurrección de un niño y la construcción de un monasterio en el tercero. Acompañando a la portada continúan las arquivoltas y pilastras en la composición de los arcos formeros y nervaduras de las bóvedas.
Portada central del pórtico
 

En el portal central se relata la vida de la Virgen. El registro central trata de la Ascensión, Pentecostés, el viaje de los apóstoles y la muerte de María y se remata con la escena de la coronación de la Virgen por su hijo. El tímpano de este portal está ocupado por una imagen de la Virgen con el niño del siglo XV.
El portal derecho muestra el juicio final. En él se puede observar a San Miguel pesando las almas, las cuales se dirigen, bien a la puerta de la Gloria o al cortejo del infierno.
En las jambas se ubican diferentes imágenes que representan figuras del Antiguo Testamento como Isaías, Ezequiel, Salomón o la Reina de Saba y figuras de santas como Margarita, Magdalena, Marta, etc. Hay también imágenes de la Virgen con el niño, el arcángel Gabriel y la Anunciación. Originalmente todo el pórtico estaba policromado.
Para evitar corrientes de aire se cerraron los vanos que han sido abiertos y cubiertos por cristaleras recientemente.
Mediante un sistema de proyección de vídeo, denominado "el pórtico de la luz" se puede apreciar la evolución de la policromía a lo largo del tiempo, desde el siglo XVI al XX.
Se prevé que una vez finalizada la restauración este espacio se dedique a uso cultural formando parte de la "Agenda Cultural de la Catedral".

La torre
Entre los siglos XVI y XVIII se levanta, sobre el primer tramo del pórtico, la torre campanario. Esta torre está realizada en sillería en su fachada principal, la sur, que da a la plaza y en mampostería en los otros tres lados. Sobre el fuste se construyó una gran cornisa de buena cantería y sobre la que va el cuerpo de campanas de planta octogonal y sobre este el chapitel de madera y teja plana (se tuvo de reconstruir tras la destrucción en un incendio en el siglo XIX). ​
Torre de la Catedral Vieja de Santa María.

Nave

Aspecto del alzado de la catedral desde la nave del Evangelio. Se aprecian el crucero, el transepto, el triforio, los arcos diafragmas y los machones de sujeción y apuntalamiento con motivo de las obras
 

La nave tiene una superficie de 404 m² con forma de cruz latina y tres naves con cinco tramos, con la central más alta que las laterales. Con capillas laterales, transepto, cabecera y girola en la que se ubican otras tres capillas. La nave está recorrida por triforio y está cubierta por bóvedas de crucería.
En las naves laterales se han realizado capillas entre los arranques de los estribos de los arbotantes. Estas capillas se cubren con bóvedas ojivales apoyadas en robustos arcos.
La nave central, se cubre con bóvedas ojivales, ligeras y sencillas. A sus pies, debido a la remodelación del siglo XVII está realizada con terceletes y ligaduras y sobre arcos de menor sección resistente. La nave se ilumina con ventanas apuntadas en su parte sur que dan a la plaza e intramuros y un pequeño óculo en el lado norte.
La restauración de Manuel Lorente, en los años sesenta, realizó una fuerte alteración en los ventanales, en el primer trapo se puso un gran óculo en el testero occidental. Entre el segundo y el cuarto tramo hay seis óculos pequeños iluminan la nave (cuatro de ellos realizados por Lorente) y en el tramo anterior al crucero hay dos ventanales estrechos y altos.
Durante las obras de restauración se ha excavado todo el suelo descubriendo los cimientos del templo y sacando a la luz restos del templo anterior a la construcción actual. Tras la reconstrucción, en el 2012, se recubrirá con un solado definitivo que apoyará en grandes vigas de madera, que a su vez descansaran en los arcos de sillería que enlazan las bases de todos los pilares, dando estabilidad estructural al edificio.
Nave central y laterales
 

En el subsuelo se han hallado más de dos mil enterramientos, un centenar de ellos pertenecientes a un antiguo cementerio exterior que data de los siglos XI y XII. A partir del siglo XIV se comienza a realizar enterramientos interiores pero sin abandonar el cementerio exterior que funcionó hasta el siglo XVI. A partir del siglo XV se comienzan a realizar por parte de la case social pudiente de la ciudad, mausoleos y capillas privadas en las que las esculturas y las inscripciones son elementos importantes. Ejemplo de ello son las capilla de San Bartolomé, la de la Concepción y la del Santo Cristo.
En 1705 se procede a regular el cementerio interior mediante lotes funerarios que pertenecen al difunto y a su familia. La acumulación de enterramientos hace que en el siglo XVIII ya no se pueda seguir dando el servicio y podo después, las normas de salubridad impulsadas por Carlos III en 1787 obligan a realizar los enterramientos en cementerios exteriores, en Vitoria en 1809 se construiría el cementerio de Santa Isabel a la entrada de la ciudad.

La girola
De forma decagonal tiene un deambulatorio con tramos trapeciales que dan entrada a cinco capillas siendo las tres centrales de geometría hemidecagonal y las dos extremas trapezoidales, las capillas absidales se iluminan mediante ventanales que se abren al paso de ronda y se ubican entre los contrafuertes de las bóvedas. Las capillas de forma de trapecio tienen una única ventana, que también da al paso de ronda. Los muros que forman las capillas son parte de la muralla que circundaba la ciudad.
La cubierta de la girola y sus capillas son de crucería, siendo las del deambulatorio y las capillas extremas cuatripartitas simples y las de los absidiolos son bóvedas hexapartitas de plementos correspondientes a cada lado de la capilla y a su entrada.
Por el exterior no hay casi traza que detecte la girola a excepción de las ventanas y contrafuertes que se alzan sobre la muralla la cual oculta cualquier otro rastro de su construcción.
Ábside y girola
 

El transepto
Al contrario de la girola, el transepto es perfectamente visible desde el exterior del edificio. La altura de la nave central lo hace destacar sobre las capillas, la girola y las naves laterales. Es un espacio esbelto que ha quedado mermado en su amplitud por los soarcos del contrarresto. Tiene tres tramos en cada uno de sus brazos y desde él se accede al deambulatorio y a las capillas.
Está realizado en mampuesto con alguna sillería. En su lado oriental hay sendas capillas rectangulares que se ubican en los espacios libres entre dos torreones. Las capillas se iluminan con ventanas saeteras y se cubren con bóvedas ojivales cuatripartitas construidas en sillería.
El altar mayor queda cubierto con bóvedas de crucería de gran amplitud y ligereza, con arcos fajones y ojivas de menor sección y plementos más delgados que los de las bóvedas inferiores.
La nave se ilumina mediante ventanas abiertas en el muro este, de ellas 4 son de factura antigua y 2, las de los extremos, realizadas en la restauración de Lorente que también añadió unos arquillos en los testeros de la parte sur.
Crucero
 
Presbiterio y altar mayor
Arcos codales (Arcos del miedo) del transepto
 

Capillas
Dentro de la catedral hay varias capillas de diferentes formas origen, las más relevantes son: 

Capilla de San Bartolomé
Situada en el muro sur de la nave se accede a ella mediante un arco jónico con pilastras estriadas. Esta cubierta por bóvedas de crucería con terceletes y 9 claves. En la clave central se ha colocado el escudo de armas de lo Sáez de Maturana y las demás están decoradas con las figuras de los apóstoles y padres de la iglesia. En 1826 se enterró aquí a Prudencio María de Verástegui.

Capilla de la Concepción
Fue fundada por el canónico Fernán Martínez de Pangua a finales del siglo XVI en un temprano barroco. La portada es toscana con frontón roto en el que figuran dos escudos. Uno, el pequeño es del fundador de la capilla y el otro, el mayor, corresponde a Gabriel de Ortiz de Caicedo quien renovó la misma en el año 1578. Se halla en ella enterrado el fundador y el renovador y su esposa tienen sendas figuras orantes de alabastro.

Capilla del Santo Cristo
Con planta octogonal y cubierta por una cúpula esférica que en el exterior es una bóveda de aljibe, fue construida por Francisco de Galarreta. El acceso es por la nave mediante una puerta con una reja de hierro toscana, sobre la misma un frontón roto y sobre él un escudo de armas.
Esta capilla fue utilizada como baptisterio de la catedral y en ella hay una pila bautismal. Bajo su suelo hay una cripta que ha sido utilizada como panteón episcopal. Esta cripta está recubierta por estuco de color azul ultramar, color del manto de la virgen en la iconografía medieval. Las escaleras de acceso y el basamento del cobre de bronce que se ubica en mitad del espacio de la cripta, está realizados en mármol negro de Marquina. En el cofre de bronce se guardan los féretros de los obispos Ramón Fernández de Pieola, Carmelo Ballester, Mateo Mújica y José María Larrrauri.
Capilla de los Reyes
 

Juan de Ugalde Garibay fundó esta capilla en la primera mitad del siglo XVI. En el siglo XIX se tuvo que clausurar intentando remediar los problemas estructurales del edificio al colocar en su interior un contrafuerte. Se volvió a abrir en la reforma de 1960 colocando un arco escarzano (arco que es menor que la semicircunferencia del mismo radio). Se ha utilizado como sanscritista de monaguillos y de sala de infantes del coro.

Capilla del nacimiento de Jesús
Se cerró en la reforma de principios de los años 1960 para poner unas altas cristaleras que sustituyeron a las cancelas de madera.

Capilla de San José
A finales del siglo XVIII se construyó esta capilla aprovechando el espacio entre dos contrafuertes. Es una de las capillas de mayor devoción popular.

Capilla de Santa Elena o de Santa Victoria
Se realizó en el siglo XV y se reformó en el XVI. Sobre su entrada figura el escudo de armas de la familia Pérez de Anda. Fue Martín Pérez de Anda, propietario de la Torre de Anda ubicada junto a la catedral y que en la actualidad es el edificio más antiguo de la ciudad, quien la mandó construir.

Capilla de Santiago
Durante la segunda mitad del siglo XIV se construye en el extremo sur del crucero la capilla de Santiago. Se trata de un recinto de una sola nave con dos tramos que se cierra con un ábside hemidecagonal con anteábside recto. A los lados de la nave se ubican cuatro capillas, siendo las dos del lado sur más largas que las del norte. Esta capilla está adosada a la muralla la cual obliga a realizar la adaptación correspondiente a la que obedece la falta de simetría de las capillas.
La capilla quedaba a extramuros de la primera muralla y aprovecha la misma en los lados norte y oeste. La defensa aportada por la nueva muralla permite la realización de ventanales con vidrieras típicos del gótico.
La iglesia presenta planta casi cuadrada de nave única de dos tramos desiguales y cabecera heptagonal, paralela a la de la Catedral, que discurre a su izquierda, cuyos paños apuntados son ocupados por estilizados ventanales con vidrieras. Las capillas y altares laterales se ubican en los espacios entre los contrafuertes, que no se acusan al exterior. La cubierta se resuelve con sencillas bóvedas de crucería, y en la Capilla Mayor de la cabecera los plementos de los nervios radiales se horadan con óculos cuatrifoliados.
En el costado meridional se abren dos amplios ventanales, con tracería en la que se combinan los arcos apuntados y los triángulos curvilíneos, organizándose en el centro de la tracería un gran rosetón en forma de cuadrado curvilíneo en cuyo interior se dispone una cruz griega, con cuatrifolios, trifolios y triángulos curvos, todo dentro de la tradición del siglo XIV y recordando poderosamente al estilo gótico mediterráneo, el catalán particularmente. La puerta de acceso principal, desde la calle, es muy sencilla, en arco apuntado, arquivoltas molduradas y tímpano, que quedó sin decoración escultórica, con tracería. La puerta interior que comunica con la Catedral es un sencillo arco apuntado.
Los altares e imágenes son muy posteriores a la construcción de la capilla, no quedando por tanto ningún mobiliario de la primera época. De comienzos del siglo XIX, obra de Mauricio de Valdivielso y Benigno Moraza, es el Altar de las Ánimas con la Virgen, el Niño y un obispo intercesor, probablemente, San Prudencio. Se atribuyen también al imaginero Valdivielso las tallas de San Judas Tadeo, la Dolorosa, el Cristo del conjunto del Calvario que decora el lienzo de muro superior a la puerta que comunica con la Catedral y dos ángeles en el presbiterio.
El retablo mayor es obra moderna de inspiración neoclásica que sustituyó a uno anterior, del cual queda una pintura de Santiago Matamoros, de época barroca y forma semicircular, hoy colocada en el ático del retablo moderno. Su único cuerpo acoge las imágenes del Sagrado Corazón de Jesús, la Virgen María y San José con el Niño. Otra pintura de interés se ubica en el Altar de la Dolorosa, atribuida a Matías de Torre y que representa el cuerpo muerto de Cristo mostrado por un ángel. A los lados del altar mayor, dos pinturas: la Virgen de Guadalupe, traída de México, y la Virgen de Aránzazu, moderna. A los pies del templo se emplaza un sencillo coro con pequeña sillería del siglo XIX. Del mismo siglo es la Sacristía y su mobiliario.
Está capilla se constituyó en parroquia independiente de la catedral manteniéndose abierta al culto en esta función hasta la actualidad.

Retablo mayor
Calvario sobre la puerta de comunicación con la Catedral
 

El coro
El coro se sitúa a los pies de la nave. Se realizó en 1530 como parte del enriquecimiento del templo al ser convertido en colegiata. Se levanta sobre una bóveda de crucería de terceletes que tiene las claves con rica ornamentación realizada en estilo plateresco. El tema central es la Asunción de la Virgen. El resto de las claves están decoradas con santos, santas y apóstoles.
El coro se completa con un órgano de la firma alemana "Walcker de Ludwigsburg" que se realizó en el siglo XX reaprovechando partes de un órgano anterior del siglo XIX. La restauración del templo de los años 1960 dañó el órgano, que se tuvo que restaurar en 1979.

La sacristía
En el siglo XVIII se construye, en la parte sureste entre la girola y el transepto, la sacristía. Esta es de planta octogonal y se cubre con bóveda de rasillas. Complementan esta estancia una serie de espacios adosados con entrada desde ella y desde la calle destinados a diferentes usos, almacén, despachos, trastero, aulas... que ocupan y se desarrollan en dos o tres pisos entre el nivel de la calle y el del piso de la Catedral. Algunos de estos espacios fueron construidos a la vez que la sacristía mientras que otros fueron agregados posteriormente.

El nacimiento del templo
La ciudad de Vitoria fue fundada sobre la aldea de Gasteiz en el año 1181 por el monarca navarro Sancho VI como parte de la línea de defensa del reino de Navarra con el de Castilla. ​ Pocos años después, en el año 1200, la plaza es tomada por el rey castellano Alfonso VIII el cual, después del incendio que asoló la ciudad en el año 1202 emprendió una labor de reconstrucción de la misma expandiéndola hacia occidente con tres nuevas calles. Fruto de esa reconstrucción urbanística fue la Iglesia de Santa María, que nació con el objetivo de servir de perímetro defensivo amurallado a la renaciente ciudad.
La ciudad venía ya creciendo desde los asentamientos anteriores a su fundación, este crecimiento se produjo ininterrumpidamente desde, al menos, el siglo VII. El proyecto de Alfonso VIII sorprende por su magnitud. El templo debía de cumplir la doble función de servir en la defensa de la ciudad y de tener el rango acorde a la ciudad que se estaba levantando. La ubicación coincide con la antigua iglesia de la cual se aprovecha el ábside. Mientras se levanta la nueva construcción se realiza un templo provisional para mantener el servicio religioso a los fieles.
El templo se alzó como parte del perímetro fortificado de la ciudad, se conservan los paños más antiguos de la muralla cerrando la parte norte del pórtico y se calcula que la muralla tenía 7 metros de alto y 4 metros y medio de ancho.
El templo construido a comienzos del siglo XIII, que marcaría la forma sorprendentemente arcaica del transepto, tenía cripta y era sorprendentemente castrense, integrado en la muralla defensiva de la ciudad. Esta primera edificación se conserva casi íntegramente en algunos tramos, como la zona norte del crucero, con muros de gran espesor y alturas de casi 20 metros.
La construcción de la catedral interfirió con la muralla de tal forma que obligó a tirar la puerta principal de acceso que se tuvo que reubicar al lado de la nueva construcción. La nueva puerta, que duro hasta el siglo XV, fue nuevamente derruida cuando se construye el pórtico que protege el ingreso principal a la catedral.
Los hallazgos realizados en referencia al templo anterior y la forma de construcción del actual son relevantes por las siguientes razones:
·       Se halla un resto monumental importante por su antigüedad y estado de conservación.
·       Se evidencia un templo anterior que se desconocía o ignoraba hasta la fecha y justifica características constructivas del actual. ​ 

El gótico
Durante el reinado de Alfonso X (1252-1284), el templo será modificado al gusto que venía de la vecina Francia, principalmente en su interior. Se selló la cripta y se procedió al revestimiento de los muros interiores. Durante la segunda mitad del siglo XIII y todo el siglo XIV se procedió a dotar al templo del aspecto gótico que presenta en la actualidad.
El proyecto se realizó en dos fases. En la primera fase se forró con sillería las paredes de mampostería. A la vez se abrieron ventanas en los absidiolos y en las capillas rectangulares contiguas a estos y se abovedó los techos de los absidiolos y la girola. Se acabó de construir la parte del paño occidental del crucero sur y nave de la epístola y se realizaron los pilares de separación entre las naves hasta el tramo segundo.
En la segunda fase, comenzada después de un tiempo de la primera y realizada por diferentes artesanos y con diferentes técnicas, se cierra el perímetro del templo levantando la portada de Santa Ana, levantan la capilla de Santiago, construyen el triforio en su zona central y realizan las bóvedas con materiales ligeros. Aún sin terminar la construcción la iglesia queda abierta al culto, suponiéndose que las bóvedas altas serían de madera. ​

La colegiata
El 14 de febrero de 1498 la parroquia se convierte en Colegiata tras la bula del  de 1496 que trasladaba la Colegiata de Armentia, templo actualmente conocido como la Basílica de San Prudencio de Armentia, a Vitoria. Este traslado obedecía a la operación que la oligarquía de Vitoria realizó para prestigiar la ciudad. De esta forma Santa María pasa a ser Iglesia Colegial y centro eclesiástico del territorio.
Al elevarse la categoría del templo se comienzan a realizar reformas y actuaciones de embellecimiento del mismo. Desde finales del siglo XV y durante todo el XVI de realizan diferentes actuaciones; se construye la torre, el coro y las capillas de San Juan y de la Inmaculada Concepción, así como los altares del Cristo, San Roque, San Marcos, San Prudencio, la Piedad, San Bartolomé, San José... y sepulcros como los de las familias de Ortiz de Caicedo, Cristóbal Martínez de Alegría y Martín Sáez de Salinas.
En el siglo XVI se termina la parte alta del edificio, se cubren las nuevas construcciones con bóvedas de piedra y se cambian las bóvedas ligueras de los tramos viejos también por bóvedas de piedra. Para ello se precisa de la construcción de contrafuertes y arbotantes exteriores.
Estas actuaciones, que cambiaron radicalmente los equilibrios de fuerzas del edificio, fueron el origen de los problemas estructurales que acompañaron al mismo en su larga historia.

Las deformaciones
El edificio original no había sido diseñado para soportar grandes empujes horizontales. La sustitución de la ligera bóveda de madera por una pesada bóveda de piedra dio lugar a la alteración del equilibrio estructural que no logró recuperarse con la construcción de los contrafuertes y arbotantes. El desequilibrio estructural se plasma en grandes deformaciones en los pilares y en los arcos y en la aparición de grietas en los muros en las bóvedas.
Los problemas estructurales obligan en el siglo XVI a construir los arcos codales, que recibieron el nombre popular de "arcos del miedo". Aun así el deterioro avanza tanto que en el siglo XVII la situación es de amenaza de ruina inminente. Un documento de 1647 dice:
lo que al presente necesita reparar en dicha Iglesia de Santa María es levantar todos los tejados así de la nave principal como los cruceros... por estar fundados sobre las bóvedas, y ser esto causa de haber reventado los arcos torales y cruçero y haber desplomado las paredes principales. ​
Para aligerar las cargas se recrece el tejado, que apoyaba en las bóvedas, y en 1856 y 1870 el arquitecto Martín de Saracíbar construye dos grandes contrafuertes sacrificando las capillas de Santa Victoria y de los Reyes y ocultando la portada de Santa Ana.
En la década de 1960, se realizó una intervención importante que tuvo la finalidad de devolver el aspecto gótico original. Esta intervención influyó muy negativamente en los problemas estructurales agravando la situación considerablemente. Se sustituyeron los arcos codales por tirantes metálicos, se reabrieron vanos cerrados y se crearon nuevos y se recorta parte del contrafuerte que ocultaba la portada de Santa Ana para volver a sacarla a la luz, lo que ocasionó que empezasen de nuevo los movimientos del edificio hacia el oeste.
El deterioro del templo es tal que en 1994 es cerrado al culto y en 1997, la Diputación Foral de Álava, ante el estado general del edificio que se escora ineludiblemente, se plantea acometer un plan integral de restauración, con el fin de solucionar todos los problemas históricos y dotarlo de una estructura y cimientos sólidos que permitan su continuidad futura. Un año después se tiene el resultado del llamado "Plan Director de Restauración Integral" y se comienza la consolidación y restauración del templo que se espera finalice para 2012.

Restauración del templo
En 1967, durante la ceremonia de inauguración de la restauración de los años 1960, el entonces obispo de la diócesis, Monseñor Peralta, aseguraba que la catedral había recuperado su esplendor original y estaba salvada al menos para otros 600 años.
La restauración no fue acertada y 26 años después se cerraba el templo al culto por los graves problemas estructurales y la falta de mantenimiento y conservación desde la inauguración de la última restauración. El deficiente y complicado sistema de evacuación de aguas de las cubiertas produjo humedades, lo que unido a la falta de limpieza en los tejados y al desarrollo de vegetación en los mismos fueron dañando las estructuras lígneas de las cubiertas.
A los problemas estructurales crónicos y a las humedades se unió el daño causado por la contaminación atmosférica que se producía en los polígonos industriales que se ubican al norte de la ciudad y es traída por los vientos dominantes, esta contaminación produjo la meteorización de la piedra, particularmente en la torre, produciendo desprendimientos.
Los cambios litúrgicos y la desaparición de algunas actividades y funciones de la catedral provocaron que algunas dependencias se convirtieran en trasteros de materiales de culto no utilizados. La inauguración de la Catedral Nueva fue dejando sin función a la Catedral Vieja, que se mantenía con una misa diaria y una mayor los domingos, utilizando el órgano.
Enmarcada en el acuerdo entre la Diputación Foral de Álava y la Diócesis y amparado por la legislación que responsabilizaba a la Diputación del mantenimiento del patrimonio monumental, la Diputación toma cartas en el asunto y manda a un equipo técnico para comenzar el estudio de la degradación del edificio.
Se detectan fisuras laterales en los muros de sillería del encuentro de la nave lateral con la del crucero debidas al agotamiento por compresión de la piedra. Se agarban las fisuras de las bóvedas de la nave principal y del crucero con incidencia especial en el brazo sur, en los tramos 2º y 3º. Todas las fisuras eran de nueva creación, producidas después de la inauguración de 1967, evidenciando la reproducción de los problemas estructurales.
Como primera medida se intentó determinar el origen y el cuadro de fisuras y el margen de seguridad que se disponía para poder empezar a plantear las primeras actuaciones y la prioridad de las mismas.
En el año 1991 el arquitecto y Diputado Foral de Urbanismo y Arquitectura Álvaro Amann Rabanera decide actuar. Consultó con el ingeniero Giorgio Croci, profesor de la Universidad Sapienza de Roma, que se hallaba en Azpeitia, en un simposio internacional sobre cúpulas, bóvedas y arcos exponiendo sus investigaciones, sobre los problemas de la cúpula del Monasterio de Loyola.
En 1992 se constituyó un Grupo de investigación internacional bajo la dirección de Giorgio Croci en la que también participaba el departamento de Física Aplicada de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de San Sebastián.
El grupo de estudio se conformó con dos equipos complementarios que se centraron en el estudio del comportamiento estructural del edificio en las que utilizaron las teorías de simulación matemática de los comportamientos estructurales de edificios tipológicamente coherentes y el levantamiento de la planimetría.
Mediante el programa SUPERSAP se realizó un análisis elástico global del templo y con el programa ANSYS se realizó el análisis régimen elastoplástico y en grandes deformaciones. Se realizaron catas de material, se midieron tensiones en los sillares y se analizaron las características de la piedra y morteros usados en la construcción del templo. Se hicieron prospecciones en el interior y exterior del templo y se determinaron los niveles freáticos y la profundidad de los terrenos en los que se asentaba el edificio.
La complejidad estructural e histórica del edificio es tal que los datos recogidos distaban mucho de dar una imagen completa del mismo. La simulación realizada por ordenador no dio los resultados esperados al ser una construcción realizada con materiales muy heterogéneos. Esto llevó a la instalación de sensores que monitorizaron los diferentes parámetros del edificio, como la humedad, temperatura, inclinación, etc.
Después de un año y medio de estudios de los diferentes parámetros y medidas obtenidas, ambos equipos concretaron, en 1994, un documento en el que se exponía la existencia de un proceso evolutivo de ruina parcial y con riesgo para el uso del edificio. Se manifestaba la necesidad de concluir el levantamiento de planos y completar la documentación histórica. Esto sería el embrión del nacimiento del "Plan Director". Como efecto práctico, la catedral queda cerrada al público. El Plan Director de la Catedral se presentó en el Primer Congreso Europeo sobre Restauración de Catedrales Góticas que se celebró en Vitoria en 1998.​

San Vicente de Ávila
La imponente iglesia de San Vicente se ubica justo ante la puerta noreste de la muralla, extramuros de la ciudad de Ávila.
La iglesia de San Vicente desde el adarve de la muralla de Ávila

Aunque se la conoce por ese nombre, en realidad está dedicada a tres hermanos, Vicente, Sabina y Cristeta, perseguidos por el gobernador Daciano en la primera década del siglo IV, época del emperador romano Diocleciano, martirizados en Ávila y enterrados por un judío convertido tras haberse acercado a profanar los cadáveres, verse atacado por una serpiente que comenzó a enroscársele en el cuerpo, y ser salvado tras implorar a Dios, una hagiografía que conocemos gracias a Passio sanctorum martyrum Vicentii, Sabinae et Christatae, una de las historias recogidas en el Pasionario Hispánico y escrita, según qué autores, entre fines del siglo VI y comienzos del VIII.
El actual templo comenzaría a levantarse entre 1120 y 1130, en tiempos del obispo Sancho I, sobre una antigua basílica martirial paleocristiana que habría albergado las reliquias de los tres hermanos, levantada donde la tradición decía que habían sido depositados los cadáveres. La roca natural, en forma de “arcosolio”, en el ábside sur de la cripta, parece corroborar ese intento de preservar un lugar considerado sagrado, el lugar desde donde surgiría la serpiente y en el que la leyenda también dice que en el siglo IX se apareció la Virgen de la Soterraña, patrona de Ávila y nombre con clara referencia a lo subterráneo.
Fachada sur de San Vicente
Planta

Además, los trabajos arqueológicos realizados confirman la existencia de una necrópolis romana en el solar actualmente ocupado por la iglesia, un entorno relacionado con lo funerario que también podría haber albergado algún tipo de culto salvítico en época tardo-imperial. En este sentido, Mario Agudo asocia la imagen del judío con la serpiente con esculturas asociadas a Mitra, divinidad relacionada con los ritos de muerte y resurrección cuyo culto estaba muy extendido en ese periodo por el occidente peninsular.
Como era habitual, la iglesia comenzó a erigirse por la cabecera, que cuenta con la cripta subterránea que aloja la piedra mencionada donde se depositarían los cadáveres. Así, en esta primera fase, un taller, muy posiblemente de origen aragonés, construiría esa cabecera con cripta, los brazos del crucero y, probablemente, empezaría a levantar las naves, un proyecto que después fue modificado sobre esa base inicial.
Cabecera de San Vicente, con una esbeltez que llama la atención y que se produce al contar con cripta subterránea con idéntica planta que los ábsides superiores

Y es que al comienzo del reinado de Alfonso VIII y durante el obispado de Sancho II, avanzada la segunda mitad del siglo XII, se produjo un cambio de rumbo en las obras mediante la introducción de un taller de origen borgoñón, que sería también el encargado de iniciar la propia catedral de Ávila y que protagonizó la llegada del primer gótico primitivo a la península, una segunda fase en San Vicente en la que se avanzó en la erección del cuerpo de la iglesia y también se levantó la fachada occidental.
Pero en años posteriores la construcción quedó abandonada y en estado ruinoso, “mal parada para se caer  según palabras del propio Alfonso X el Sabio tras una visita a Ávila en 1273, una semiruina que hoy se sabe que fue provocada por un asiento en dos pilares de los arcos torales de inicio de la nave que provocaron un movimiento de ajuste y acople que afectó a las bóvedas y arcos que se apoyaban en ellos. Y aunque el monarca tomó medidas para su arreglo, los frutos no debieron ser inmediatos y las obras de reparación continuaron durante décadas, según se deduce de una carta de 1290 de Sancho IV, confirmando las donaciones realizadas por su antecesor “para la obra de sant Vicent fasta que sea acabada”.
Planta de San Vicente señalando los problemas estructurales que sufría en el siglo XIII 

Así, tras esas reparaciones, la iglesia no se concluyó hasta comienzos del XIV, cuando un nuevo taller se encargó de levantar el cimborrio sobre el crucero.
La iglesia tiene planta de cruz latina de seis tramos, tres naves y tres ábsides, con un interior organizado mediante pilares de cruz griega con semicolumnas adosadas, arcos de medio punto doblados, tribuna y cuerpo de ventanas, una tribuna que sólo recorre el cuerpo, sin avanzar por el transepto y la cabecera, las partes más antiguas, que ya estarían edificadas cuando se decidió añadir este elemento. 
Nave central de San Vicente
Tramo de la nave central, con arco de medio punto doblado entre pilares cruciformes, tribuna, cuerpo de ventanas y cubierta de sencilla crucería
 

Como empezó a erigirse según criterios constructivos románicos, los grandes pilares no estaban preparados para recoger los nervios de la bóveda de crucería gótica con la que se realizó la cubrición, optándose por introducir un apoyo en forma de capitel en ángulo.
Cubierta de crucería de la nave central, con la ingeniosa solución del apoyo en capitel en ángulo para recoger los nervios

Las naves laterales se cubren con bóvedas de arista que quizá ya estuvieran iniciadas en la primera fase de construcción románica.
Cubierta de arista de una de las naves laterales

El ábside del Evangelio está dedicado a San Antonio de Padua y de la Epístola a San Francisco de Paula, ambos con policromía contemporánea que cubre los elementos formales que alude a los santos.

Capilla de San Francisco de Paula, en el ábside derecho
Capilla San Antonio de Padua en el ábside izquierdo

El ábside central muestra dos niveles de arquillos ciegos, aunque su estructura está oculta por un retablo barroco. Las esculturas representan a los santos titulares y pintura muestra una Asunción de la Virgen.
Ábside principal

Llama la atención un transepto tan saliente, excepcional junto al de San Pedro de Ávila, que lo copia de San Vicente, en los reinos occidentales hispánicos, únicos ejemplos en iglesias parroquiales, pues el resto pertenecen a catedrales o importantes monasterios, comunidades regladas, con más miembros adscritos y con necesidades litúrgicas más complejas. Del porqué de ello, quizá la respuesta esté en que era una iglesia martirial.
Cabecera de San Vicente de Ávila, donde se aprecia el importante desarrollo del crucero

El cimborrio, de planta cuadrada con bóveda octogonal, no se terminó hasta que comienzos del siglo XIV, una vez solucionados los problemas estructurales antes mencionados.
Cimborrio de San Vicente de Ávila

En el transepto de la Epístola, bajo el arco toral, se encuentra el famoso Cenotafio de los santos, una obra esencial de la escultura románica, fechado a fines del siglo XII, realizado por el taller borgoñón que también se encargó de la portada occidental y al que en el siglo XV se le incorporó un baldaquino. Narra pormenorizadamente el prendimiento, martirio y muerte de los tres hermanos y puede verse de forma detallada en el Cenotafio de los santos Vicente, Sabina y Cristeta, un monográfico del blog.
Cenotafio de los santos Vicente, Sabina y Cristeta

En la pared occidental de este transepto hay una inscripción con caracteres góticos fechada en 1307 que informa de que bajo ella se enterró al judío que intentó profanar los cadáveres.
"EN ESTA SEPULTURA DEL SUELO ESTÁ ENTERRADO EL JUDIO Q POR MILAGRO DE DIOS SE TORNÓ +(CRIS)TIANO E YZO ESTA IGLESIA DE SANT VICENTE DE AVILA AÑO CCCVII"

A la cripta se accede por una escalera en el primer tramo de la nave del Evangelio antes del transepto. Su planta es igual que la del ábside superior, con tres cabeceras comunicadas entre sí, la capilla central con un retablo barroco que aloja la talla románica de Nuestra Señora de la Soterraña, patrona de Ávila, ábside sur con la roca en la tradición dice que se depositaron los cuerpos de los mártires y de cuya grieta surgió la serpiente que hizo que el judío se arrepintiera.
Ábside central de la cripta
Nuestra Señora de la Soterraña, patrona de Ávila. Talla románica

La fachada principal, al oeste, al erigirse ya avanzada la construcción, muestra un lenguaje protogótico. Se compone de dos torres cuadradas que delimitan un nártex con cubierta octopartita que cuenta con un pórtico central que acoge la portada y dos capillas laterales situadas bajo las torres, y que se abre mediante un gran arco apuntado adornado con florones en el intradós que recuerda a los de la girola de la catedral, no en vano se piensa que ambas obras fueron realizadas por el mismo taller borgoñón.
Aspecto de la fachada occidental

La torre sur tiene un cuerpo inferior de arcos ciegos y contrafuertes y otro superior con un espacio abierto mediante ventanas apuntadas y geminadas. En cuanto a la torre norte, es similar con la única diferencia de que las ventanas del segundo cuerpo son ciegas y que cuenta con un tercer cuerpo, inconcluso, aprovechado como cuerpo de ventanas y que se cree que estaba proyectado para terminar en aguja.

En origen la portada también contaba con un zócalo que ahora no se aprecia porque fue embebido por un conjunto de enterramientos del siglo XV que se realizaron en el nártex y que elevaron el nivel del suelo hasta ocultarlo.
Se organiza mediante arco de medio punto de cinco arquivoltas ricamente decoradas que apoyan en semicolumnas con diez apóstoles adosados y parteluz con un Salvador. En el tímpano, a su vez, aparecen otros dos arquillos de medio punto que acogen la Parábola del rico Epulón y el pobre Lázaro, y en la cornisa superior se suceden una serie de arquillos con hombres y mujeres semidesnudos en diferentes actitudes.
Aspecto actual de la portada

La portada norte abre en el tercer tramo de la nave del Evangelio. Alterna jambas rectas y columnas sobre las que apean cuatro arquivoltas decoradas con rosetones, con una organización formal idéntica a la de la portada sur, aunque sin decoración escultórica de bulto y con un contrafuerte en piedra grisácea que la precede a modo de zaguán.
Portada norte

La portada sur o “puerta de la Anunciación” se abre en el segundo tramo de la nave de la Epístola. Se organiza mediante siete arquivoltas decoradas con florones, con un Crismón Trinitario en la clave de la rosca interna, que apeaban sobre jambas rectas y columnas alternas con capiteles que muestran aves o cuadrúpedos afrontados, leones de lomo arqueado y un hombre y una mujer sedentes. Pero en un momento todavía sin determinar se eliminaron las primeras jambas y columnas de ambos lados para insertarse mochetas de granito gris y figuras que no habían sido creadas para este espacio.
Portada sur

De las tres figuras de la derecha, dos de ellas, un varón con un libro y una mujer con un tocado de delicada elaboración, quizá se labraron para decorar una gran portada principal que no llegó a edificarse y muestran una delicada labra románica, identificadas por algunos autores con los santos Vicente y Cristeta; la otra es un personaje coronado.
E
Esculturas de la derecha en la portada sur

En cuanto a las de la izquierda, que componen una Anunciación y que incluso han terminado por dar nombre a la puerta, son más gotizantes
Esculturas de la izquierda de la portada sur

Avanzado el siglo XIV se adosó en este lado una galería porticada con una doble utilidad: aumentar el boato litúrgico de las procesiones semanales que tenían lugar en la iglesia y ampliar el cementerio que rodeaba el templo mediante un espacio para enterramientos privilegiados, reservados a los que hicieran cuantiosas donaciones para misas.
Pórtico sur con dos arcosolios de enterramiento al fondo
Pórtico adosado al lado sur de la iglesia

El suelo estaba recubierto de lápidas que desaparecieron durante las restauraciones realizadas entre los siglos XIX y XX por los arquitectos Hernández Calleja, Vicente Miranda y Repullés, y aunque se hicieron dibujos antes de retirarlas, no se copiaron sus inscripciones.
Esta estructura también podría haber tenido un uso civil, como lugar de reunión sin necesidad de utilizar el templo. Se sabe que en Ávila existían dos bandos o cuadrillas agrupadas en torno a los templos de San Vicente y de San Juan, formados por los linajes de Esteban Domingo y Blasco Jiménez respectivamente, con una gran relevancia en el gobierno de la ciudad y de reivindicación civil de estas parroquias a comienzos del siglo XIV. Además, en el contrafuerte donde arranca el pórtico estaba la imagen de Nuestra Señora de la Guía, donde los caballeros que volvían de guerrear hacían devota oración de agradecimiento por sus victorias.

La portada occidental de San Vicente, en Ávila
La fachada principal de la iglesia de San Vicente de Ávila se levantó cuando el resto de la construcción románica ya estaba avanzada, de la mano de un taller borgoñón llegado a la ciudad, de ahí que ya muestre un lenguaje protogótico, con dos torres que delimitan un nártex a modo de galilea en la que se aloja una interesante portada, lamentablemente, no muy bien conservada en su talla.
Detalle de la portada de la fachada occidental
Fachada occidental

La portada se organiza mediante arco de medio punto de cinco arquivoltas ricamente decoradas, la primera con grifos, centauros, sirenas, basiliscos, arpías... entre una maraña vegetal que parte de una monstruosa cara en la clave; la segunda con hojas enroscadas helicoidalmente; la tercera con flores caladas; en la cuarta aparecen palmetas enroscadas; y la quinta es un grueso baquetón con arquillos que cobijan un par de esferas cada uno.
Portada de la fachada occidental
Detalle de la decoración de las arquivoltas, con una figura monstruosa en la clave de la primera
 

En el tímpano semicircular, a su vez, aparecen otros dos arquillos de medio punto que acogen la Parábola del rico Epulón y el pobre Lázaro, recogida del Evangelio según San Lucas.
Detalle de la portada
 

Las arquivoltas apoyan sobre semicolumnas con diez figuras adosadas y capiteles con decoración vegetal salvo en los de los extremos, el de la izquierda con bestias y el de la derecha, muy deteriorado, con lo que parece la representación de un asno con una lira, alegoría del iletrado, del inculto que no entiende lo que oye y también como animal lujurioso y disoluto, colocados en la salida de la iglesia como aviso a los fieles para que después de su purificación tras los ritos litúrgicos, no cayeran de nuevo en la ignorancia y la lujuria.
En cuanto a la figura del parteluz, tradicionalmente considerado un Cristo Salvador del Apocalipsis, habría perdido el nimbo crucífero que lo identificaría, sin que tampoco aparezca mostrando los estigmas de la Pasión; además, porta cartela en vez de libro, de ahí que Feduchi afirme que no sería el Cristo apocalíptico, que debería mostrar el libro cerrado de los siete sellos o abierto indicando que Él es la luz del mundo, sino la primera aparición de Cristo resucitado a sus discípulos, lo que explicaría la presencia de diez figuras adosadas a las columnas, y aunque ante la ausencia de elementos identificativos, también podrían ser patriarcas, profetas o santos, lo lógico es identificarlos con diez apóstoles, pues en esa primera aparición de Cristo al tercer día de muerto, el Domingo de Resurrección, faltaban Pablo y Tomás.
Parteluz con Cristo resucitado y dos bueyes en las mochetas, que se corresponden con dos leones  en los laterales
 

En esta misma línea podrían interpretarse los dos monstruosos leones que parecen estar devorando a hombres enfrentados a dos bueyes de las mochetas, que simbolizarían ese segundo nacimiento, engullendo al hombre pecador para devolverlo limpio.
Parte izquierda, con los cinco apóstoles, las mochetas con el buey y el león y la primera parte de la Parábola del rico Epulón y el Pobre Lázaro
Parte derecha, con los otros cinco apóstoles, las mochetas repetidas y la segunda parte de la parábola, que aparece en el Evangelio según San Lucas
 

En la cornisa sobre la arquivolta superior se representan hombres y mujeres levantándose y alzando sus ojos al cielo o cruzando la vista formando parejas, desnudos o con un manto que podría identificarse, ya que algunos portan libros, con las palabras del Apocalipsis.
"Vi los muertos, grandes y pequeños, en pie delante del trono; entonces fueron abiertos los libros; fue abierto también otro libro, el libro de la vida. Y los muertos fueron juzgados según el contenido de los libros, cada uno según sus obras" (Ap., 20, 12).
Aunque si el Cristo del parteluz fuera un Cristo resucitado y no un Cristo juez del Apocalipsis, también podría ser una representación de la resurrección de los justos posterior al momento de la muerte de Cristo en la Cruz. En este sentido, la presencia de la Parábola del rico Epulón y el pobre Lázaro en los tímpanos podría interpretarse en referencia al triunfo del cristianismo sobre el judaísmo, que no aceptó el mensaje de la resurrección de Jesús.
Cornisa con arquillos con hombres y mujeres semidesnudos
Detalle de la cornisa
 

Entre las arquivoltas y los arquillos hay una superficie vacía que no lo estuvo hasta que en el siglo XIX los restauradores decidieron picar las pinturas que contenía creyendo que iban a encontrar relieve debajo de ellas; pero no se encontró nada, quizá porque se concibió sólo para alojar pintura. 
Aunque en un espacio tan importante dentro del concepto escenográfico que estas portadas tenían, podría haberse pensado en una pintura más significativa, ésta se componía simplemente de hojas de olivo con aceitunas bordeando el semicírculo y un óvalo con tres palmas abiertas en el centro.
Feduchi pone esta representación en relación con la celebración del Domingo de Ramos, en la que la iglesia recibía una procesión de gran tradición que salía de la catedral y llegaba hasta este atrio. El olivo haría referencia al monte en el que Jesús paso la noche anterior a su Crucifixión y las tres palmas estarían en relación, tanto con el Domingo de Ramos como con el símbolo de los tres mártires a los que está dedicado el templo.
También podría ser, en consonancia con el significado funerario del ámbito, una galilea en la que los enterramientos fueron muy abundantes, que las ramas de olivo aludieran al pasaje del Evangelio de Mateo que dice:
"Después de haber cantado un himno, salieron hacia el monte de los Olivos. Entonces Jesús les dijo: Esta noche todos vosotros os apartaréis por causa de mí, pues escrito está: “Heriré al pastor, y las ovejas del rebaño se dispersarán. Pero después de que yo haya resucitado, iré delante de vosotros a Galilea” (Mt., 26, 30-32).
En este sentido, la estructura de esta fachada occidental podría ponerse en relación con unas prácticas funerarias difundidas por Cluny, Orden con especial dedicación al rezo por los difuntos, aunque de tradición carolingia, que dieron lugar a una morfología específica en las fachadas occidentales de los templos compuesta por pórtico, torres laterales y un espacio central de dos alturas, utilizándose el ámbito superior, bajo la advocación del Santo Sepulcro o de San Miguel por sus connotaciones funerarias, para celebrar los oficios del Tridium Pascual de Semana Santa (Adoratio CrucisDepositioElevatio y Visitatio sepulchri),  relacionados con el triunfo simbólico sobre la muerte. Se comenzaba con un ascenso por la torre del Evangelio, metáfora ascensional ligada al sentido de la Resurrección, al pasaje de la escalera de Jacob o la representación del ascenso de Cristo al Monte de los Olivos, se paraba en un altar para celebrar los oficios y se descendía otra vez por la torre de la Epístola.

El cenotafio de los Santos Vicente, Sabina y Cristeta
La imponente Iglesia de San Vicente justo al lado de la puerta noreste de la muralla, extramuros de la ciudad de Ávila, se construyó para albergar las reliquias de los hermanos Vicente, Sabina y Cristeta, santos mártires perseguidos por el gobernador Daciano en la primera década del siglo IV, época de los emperadores romanos Diocleciano y Maximiano, martirizados en esa ciudad y enterrados por un judío arrepentido y convertido al cristianismo, una hagiografía que conocemos gracias a la Passio sanctorum martyrum Vicentii, Sabinae et Christatae, una de las historias recogidas en el Pasionario Hispánico y escrita, según qué autores, entre fines del siglo VI y comienzos del VIII.
Cenotafio de los santos Vicente, Sabina y Cristeta, de fines del siglo XII
 

El monumento que acogió lo que se creyó que eran sus restos, que en la actualidad están en el altar mayor, se ubica al inicio del transepto, bajo el arco toral, una obra excepcional de la escultura románica de fines del siglo XII a la que en el XV se le añadió el baldaquino gótico que lo protege.
Cenotafio con el baldaquino del siglo XV

El esquema del cenotafio es el de los relicarios de orfebrería que imitan en volumen una iglesia de tres naves con cubierta a dos aguas y está decorado con relieves atribuidos al maestro Fruchel, seguramente borgoñón, lo mismo que las esculturas del pórtico occidental.
Frente sur
 

La policromía, que se cree añadida por las mismas fechas en las que se erigió el baldaquino, estaba bajo una capa de pintura blanquecina que fue retirada en 2007.
La parte inferior se organiza mediante cuatro arcos polilobulados soportados por haces de columnas pareadas sobre las que aparecen representaciones de la serie “ora et labora”, con el monje que ora, el copista, el músico, el encuadernador… En la superior aparecen diez escenas, cinco por lado, del apresamiento, martirio y muerte de los santos.
Detalle de los monjes de la serie "ora et labora"
 

En las esquinas se ubican los apóstoles emparejados. 
Dos de los apóstoles de las esquina
 

En cuanto a los frontales, el del este está presidido por una Epifanía flanqueada por el Viaje de los Magos y el Sueño de los Magos. El culto a los Reyes Magos fue muy importante en la Edad Media, similar al de los santos. Por ello a veces su historia se desarrolla en distintas escenas formando un pequeño ciclo. En las representaciones románicas es habitual que los Magos vayan a caballo porque en Europa no se conocían los camellos.
Viaje de los Reyes Magos
 

En la Epifanía, San José aparece a la derecha, con el pelo y barba gris y con un gesto con la mano que indica que está dormitando. Y es que apenas es representado en la Edad Media y cuando sale es siempre un hombre mayor que aparece un segundo plano, dormido o alejado del centro, una convención iconográfica que busca destacar la virginidad de María, la concepción de Jesús por obra y gracia del Espíritu Santo, sin que él interviniera para nada.
Epifanía
 

Según el Evangelio de Mateo, Herodes el Grande había sido informado por sus astrólogos, que habían interpretado las señales del cielo, del nacimiento del Rey de Reyes, y ante su miedo a ser destronado decidió que tenía que matarle, por lo que cuando se enteró de que los Magos iban a visitarle, les hizo ir a su palacio y les pidió que después le informaran del lugar del nacimiento porque también él quería adorarle. La escena del Sueño de los Magos está en relación con este episodio y narra cómo, estando ellos dormidos tras la Epifanía, se les apareció un ángel para avisarles de las intenciones de Herodes y de que no volvieran a su palacio. Siempre se les representa acostados en la misma cama y con la corona puesta.
En el frontal oeste aparece un Pantocrátor, el Cristo del Juicio Final, en mandorla, como símbolo de la luz que emana de él, en este caso flanqueado sólo por los símbolos de San Juan y San Lucas en vez de por el Tetramorfos completo. Es un Pantocrátor curioso porque aparece con cabello y barba blancos, cuando lo habitual es que sea un hombre más joven, acorde con la edad de Cristo.
Pantocrátor
 

El relato del martirio de los hermanos, narrado con crudeza y realismo, aunque todavía con las figuras acopladas a la ley del marco, una característica románica, se inicia en la cara norte y de izquierda a derecha. Comienza con San Vicente maniatado llevado ante Daciano y después conducido a prisión por dos esbirros, donde van a verlo sus hermanas y le convencen de que huya. La siguiente escena representa a Daciano dando la orden de persecución a dos soldados a caballo y la última de este frente se muestra a los tres hermanos saliendo de la ciudad.
1ª parte de la historia, cuando Vicente es acusado y llevado a prisión, huye con
sus hermanas y Daciano da orden de perseguirlos
Daciano dando la orden de persecución de los hermanos
 

El relato continúa por la cara sur con el prendimiento de los hermanos, que son desnudados, secuencia resuelta con gran maestría teniendo en cuenta las fechas, sometidos a potro en forma de aspa para descoyuntarlos, con una representación de los verdugos que consigue reflejar claramente el esfuerzo que deben hacer para abrir el aspa.


Los hermanos son desnudados y sometidos a tortura


En las siguientes escenas los cráneos de los mártires son aplastarlos entre dos grandes losas de piedra, tormento en el que colabora un judío, mientras la Dextera Dei bendice las almas de los mártires en forma de niños pequeños, que son transportados al cielo por dos ángeles en un paño de pureza. Pero una serpiente que surge de entre los cuerpos de los mártires se le enrosca en el cuello del judío que, arrepentido, implora el perdón divino. Llama la atención que sólo están completamente desnudas las hermanas, pues san Vicente aparece cubierto con un paño.

Muerte por aplastamientos entre losas y arrepentimiento del judío
 

Finalmente, en la última escena, el judío convertido está tallando los tres sepulcros de los mártires.

El judío construyendo los sepulcros

 

 Próximo Capítulo: Capítulo 37 - Gótico Catalán - Primera Parte

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Bibliografía
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