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sábado, 27 de septiembre de 2025

Capítulo 119, Románico en la Comarca de La Valdivia, Románico en las proximidades de Cervera de Pisuerga, Iglesias románicas al norte de la comarca


 

Románico en la Comarca de La Valdivia
La comarca de La Valdivia ocupa el extremo nororiental de la provincia de Palencia, en plena cuenca de un aún joven río Pisuerga y en una estratégica posición junto a la vía de comunicación natural entre la Meseta Castellana y las tierras de Cantabria.
Dentro de un territorio que ha venido englobándose últimamente bajo la marca turística de "País Románico" y que se extiende a lo largo del norte de Palencia, el norte de Burgos y el sur de Cantabria; delimitaremos este artículo al conjunto de localidades palentinas situadas al este de la villa de Aguilar de Campo y de la autovía A-67; un amplio valle vertebrado por la carretera N-627 y surcado de minúsculas aldeas que, en la mayoría de casos, han sabido conservar más o menos modificados su primitivos templos románicos.

Cabria
La pequeña localidad de Cabria se sitúa en la comarca de Aguilar de Campoo, apenas a 4 km al norte de la misma y junto a la N-611, sobre un pequeño altozano desde el que podemos contemplar el Bernorio, así como los valles del Pisuerga y del Camesa hasta la confluencia de ambos. El casco urbano dispone su trazado en ligera pendiente, a excepción de su zona más alta, totalmente plana, en la que se encuentra el templo parroquial de San Andrés.
Algunas noticias, sin mucho fundamento, remontan los orígenes de Cabria a la época romana, a aquella Camarica, de que hablan las fuentes. A lo largo de los siglos XII y XIII, recibe indistintamente el nombre de Cambria o Cabria y perteneció al dominio monástico de Santa María la Real de Aguilar de Campoo. Ya en el siglo XIV (1352) el Libro Becerro de las Behetrías, señala su pertenencia a la merindad de la villa aquilarense y la califica como abadengo (de los abades de Aguilar, San Salvador de Oña y del obispo de Burgos) y lugar yermo en el que moran sólo hidalgos y en el que no hay pecheros. Pocos años después, en 1369, volvemos a encontrar noticias de esta villa en una permuta de posesiones (un cambio de infurciones y de tercias que eran de la obra de la catedral burguense) entre Juan (1366-1387), abad de Aguilar, y el obispo de Burgos. No muy lejos de la iglesia existen testimonios murarios que parecen justificar la presencia de una estructura fortificada medieval, ahora prácticamente absorbida por varias naves agrícolas.

Iglesia de San Andrés
La iglesia de San Andrés de Cabria es uno de los pocos edificios palentinos que todavía conserva la inscripción que conmemora su consagración, y por tanto la fecha aproximada de su terminación. En las dovelas del arco apuntado de la portada, abierta en el muro sur de la nave de la epístola, aparece el siguiente epígrafe, desarrolladas todas sus abreviaturas: “SUB ERA MCCLX FUIT CONSECRATA ECCLESIA ISTA A MAURICIO BURGUENSI EPISCOPO IIII KALENDAS MAII” (“En la era 1260 fue consagrada esta iglesia por el obispo de Burgos, Mauricio, a cuatro días de las calendas de mayo”, es decir, el viernes, 28 de abril de 1222). No podemos considerar extraño el hecho de que su consagración corra a cargo del obispo de Burgos, puesto que la villa de Cabria pertenecía, desde 1177 y por cesión de López Díaz y de su mujer Sancha de Frías, al obispado burgalés. Además, uno de sus predecesores en la silla, el obispo Pascual, llevó a cabo a principios del siglo XII la consagración de otros edificios palentinos encuadrados en el obispado burgalés: Salcedillo, Brañosera y Cordovilla de Aguilar.

El edificio fue construido en toda su integridad a base de piedra arenisca despiezada en sillares bien escuadrados, a excepción de la sacristía (con las esquinas reforzadas con sillares) y parte de la torre, levantadas con mampostería, aunque ambas son estructuras posmedievales.
Consta de dos naves: la norte, articulada en tres tramos desiguales, se remata con un ábside o tambor semicircular. Este tambor absidal presenta al interior dos hornacinas o credencias, mientras que exteriormente aparece dividido verticalmente en tres paños mediante dos contrafuertes de sección cuadrangular que no llegan hasta la cornisa.
Precediendo a este espacio, aparece un presbiterio muy corto y arco triunfal apuntado. Por su parte, la nave sur o de la epístola, comunicada con la anterior mediante un gran arco apuntado, posee un único tramo y un ábside de testero plano. Un coro alto, bajo el que se encuentra una pila bautismal gallonada del siglo XVI, ocupa los pies de ambas naves. A esta disposición primitiva y original se añadieron una serie de estancias que enmascaran un tanto su configuración: el pórtico cuadrado adosado al muro sur de la nave de la epístola, la torre sobre el hastial occidental de la nave, la sacristía adosada al ábside de la nave del evangelio, el campo santo en el lado norte de las naves y la casa parroquial junto a la nave de la epístola. 
El ábside de la nave del evangelio presenta la típica bóveda de cuarto de esfera ligeramente apuntada en el semicírculo absidal y el cañón apuntado en el presbiterio.
El arco triunfal del ábside del evangelio, apuntado y doblado, descansa, como es habitual, en semicolumnas adosadas.
En el lienzo central de este ábside y enmarcado por los contrafuertes aparece un vano de medio punto doblado, abocinado y de doble derrame, sin columnas, decorado con un pequeño baquetón y aristas vivas. 
El interior de San Andrés presenta gran diversidad en cuanto a tipos de cubierta y soportes utilizados, adoptando distintas soluciones y elementos. Mientras que el primer tramo de la nave norte aparece cubierto con una simple bóveda de cañón, el segundo y el tercero lo hacen con bóveda de arista. La nave sur recurre hoy a la simple cubierta de techo raso de cañizo cubierto con yeso. El ábside de la nave del evangelio presenta la típica bóveda de cuarto de esfera ligeramente apuntada en el semicírculo absidal y el cañón apuntado en el presbiterio. Los muros norte y sur de este último han sido destruidos parcialmente para dar acceso a la sacristía y al ábside de la epístola.
En la cabecera de la epístola, de planta cuadrada, se emplea la bóveda de crucería estrellada y en la sacristía septentrional la bóveda de cañón. En cuanto a los soportes interiores, el único exento lo encontramos en la confluencia de las dos naves y los dos ábsides, y lo forma una amalgama de columnas adosadas, pilares y restos de primitivos muros de cierre.
Sobre este soporte compuesto descansa el arco que comunica ambas naves. El resto de los soportes se reducen a simples ménsulas sobre las que descansan las nervaduras de las bóvedas. El arco triunfal del ábside del evangelio, apuntado y doblado, descansa, como es habitual, en semicolumnas adosadas.
En el lienzo central de este ábside y enmarcado por los contrafuertes aparece un vano de medio punto doblado, abocinado y de doble derrame, sin columnas, decorado con un pequeño baquetón y aristas vivas. Navarro García hacía alusión a un capitel que representaba la lucha de Sansón con el león, habitual en la escultura románica palentina septentrional, y que se encontraba en uno de los capiteles del ventanal en el hastial de la nave del evangelio. Este ventanal románico ha desaparecido completamente.
Vista frontal del capitel de la epístola donde aparecen seis aves afrontadas alimentando a sus crías. El cimacio es de panel de abeja.
 
El capitel del evangelio está decorado con la lucha de caballeros. El hermoso cimacio está formado por flores cuatripétalas inscritas en círculos.
 

En el interior la única decoración escultórica conservada se reduce a los capiteles del arco triunfal: el del evangelio está decorado con la lucha de caballeros, armados con lanza y auxiliados por peones, en el de la epístola aparecen seis aves afrontadas alimentando a sus crías. La lucha ecuestre es una de las escenas más frecuentes en la escultura tardorrománica castellana, aparece en otros templos palentinos como Gama, Zorita del Páramo, Resoba o Villavega de Aguilar.
Dos impostas recorren discontinuamente el interior del presbiterio: la superior –que separa la bóveda del muro– coincide con los cimacios de los capiteles del arco triunfal, y está decorado con trama de celdillas romboidales y hojas cuatrifolias inscritas en círculos; sólo presenta decoración vegetal en el presbiterio. La imposta inferior es lisa, de simple perfil nacelado y aparece en el arranque de la ventana.
Bajo los aleros de la naves y ábside del evangelio aparecen varios canecillos.
Los canecillos del ábside del evangelio que soportan un alero moldurado con sogueado,- estos canes tienen formas variadas: de nácela, de modillón, una cabeza animal, y el avaro con la bolsa colgada al cuello (figura de la izquierda).
Mayor variedad presentan los canecillos del ábside del evangelio que soportan un alero moldurado con sogueado,- estos canes tienen formas variadas: un cuadrúpedo, una igura antropomórfica cn una laga cola y el típico personaje que lleva un objeo, tal vez una maza o una espada.
Estos canes tienen formas variadas: aunque predominan los de tipo figurativo, antropomórfico y animalístico.
Bajo los aleros de la naves y ábside del evangelio aparecen varios canecillos. Los de las naves son en su mayoría muy simples, casi todos en forma de proa de nave a excepción de algunos con elementos vegetales y animalísticos en muy mal estado de conservación. 

Los de las naves son en su mayoría muy simples, casi todos en forma de proa de nave a excepción de algunos con elementos vegetales y animalísticos en muy mal estado de conservación. Mayor variedad presentan los canecillos del ábside del evangelio que soportan un alero moldurado con sogueado; estos canes tienen formas variadas: de nacela, de modillón, una serpiente enrollándose en el cuello de un ave, un cuadrúpedo, alguna figura sedente y el avaro con la bolsa colgada al cuello. La filiación temática y estilística se establece fácilmente con Pozancos, Rebolledo de la Torre o Villavega.

La portada presenta un arco apuntado de ingreso y seis arquivoltas protegidas por chambrana, que descansan sobre jambas y columnas acodilladas alternativamente, estas últimas con sus correspondientes capiteles y cimacios. Las arquivoltas poseen decoración a base de motivos vegetales, geométricos y de sogueado, y la chambrana con la típica estructura de panal de abeja o celdillas romboidales. Los capiteles combinan la ornamentación historiada inspirada en el Antiguo Testamento (la escena del Pecado Original, presente también en la portada de San Martín de Mudá, Pozancos y en el ábside de Santa Eulalia de Barrio de Santa María) con representaciones de animales fantásticos (grifos afrontados, dragones y un león) y cestas vegetales de hojas de acanto. La ornamentación de inspiración vegetal la veremos también en los cimacios de entrelazos. En opinión de García Guinea, el sentido escultórico de algunos capiteles de esta portada guarda semejanzas con los de Revilla de Santullán, Santa Eulalia de Barrio de Santa María, Pozancos y Villavega de Aguilar.

Portada
Capiteles de la izquierda.
Los capiteles combinan la ornamentación historiada inspirada en el Antiguo Testamento (la escena del Pecado Original con representaciones de animales fantásticos (grifos afrontados, dragones y un león) y cestas vegetales de hojas de acanto. La ornamentación de inspiración vegetal la veremos también en los cimacios de entrelazos.
A la izquierda de la portada, el capitel central representa la lucha de un león en lucha con un grifo.
El primer capitel a la izquierda del vano de entrada representa la escena del Pecado Original, presente también en la portada de San Martín de Muda, Pozancos y en el ábside de Santa Eulalia de Barrio de Santa María).
Primer capitel a la derecha de la entrada con representación de dragones
Capitel central de la derecha de portada con escena de grifos afrontados. 

Desde mi punto de vista, las correspondencias entre Cabria, Pozancos, Vallespinoso de Aguilar, Santa María de Becerril del Carpio y Rebolledo de la Torre (Burgos), son tan evidentes que habría razones para pensar en la participación de un mismo taller cuyos ecos llegan hasta el ábside de la ermita de Santa Eulalia en Barrio de Santa María. La fecha de 1222 que leemos en el arco de Cabria, aparecería entonces como un elemento disonante (Piasca y Rebolledo de la Torre aportan las fechas de 1172 y 1186 respectivamente). Si bien el epígrafe pudiera haberse realizado con posterioridad a la talla de la portada, su coetaneidad daría pie para calificar la obra como claro fenómeno de inercia.
En principio lo más factible es que el edificio se proyectara con una sola nave y un solo ábside, correspondiéndose con la nave y cabecera del evangelio actuales. Sin embargo, la presencia de la portada en el muro sur de la nave de la epístola parece indicarnos que esta nave fue construida posteriormente y hasta allí se trasladó la portada. En época plenamente posmedieval (siglos XVI-XVII) se construye el ábside de la epístola reaprovechando piezas de sillería románica. Muy probablemente sea en este momento cuando se levante la torre cuadrada que aparece adosada a los pies de la iglesia. En 1731, según consta en una inscripción conservada en el paramento interior del atrio, se construye éste. Distintas obras realizadas en la segunda mitad del siglo XX –construcción del cobertizo que aparece adosado a la torre y cierre del atrio con vidrio y metal– terminan de configurar el aspecto que hoy en día presenta el edificio.
Pila del siglo XVI, que aparece bajo el coro, en la nave sur, tiene forma gallonada


Cezura
La localidad de Cezura se emplaza en uno de los islotes palentinos en Cantabria, situado a unos 7 km al noreste de Aguilar de Campoo. La iglesia parroquial, dedicada al apóstol Santiago, se localiza junto a la carretera, en el extremo oriental del exiguo caserío.
Prueba de la antigüedad de los establecimientos monásticos en la zona es el conjunto rupestre que se sitúa a unos 300 m al sur del pueblo, posiblemente cenobítico, constituido por una gran cavidad artificial conocida como El Cuevatón y una serie de cuevas y abrigos excavados alrededor, que han proporcionado restos cerámicos altomedievales datados en los siglos VIII-IX. Documentalmente consta que en el siglo X (año 981) un presbítero de nombre Froila donaba al monasterio de Santa María de Piasca tres tierras y un pomar en términos de Cezura.
El Libro Becerro de las Behetrías nos informa por su parte que el lugar de Sesura era abadengo del monasterio de Villamediana. Actualmente la localidad se encuentra en trance de abandono.

Iglesia de Santiago Apóstol
El templo de Santiago Apóstol de Cezura es el resultado de al menos tres campañas constructivas, de las cuales dos entran en el período medieval, mostrándose muy alterada la estructura original de la iglesia tardorrománica.
En la actualidad cerrado al culto, se presenta como un edificio de dos naves de igual longitud, torre a los pies y pórtico adosado al sur. De la primitiva construcción románica subsiste el ábside rectangular, cubierto con bóveda de cañón apuntado y construido en excelente sillería arenisca.
Esta cabecera remataría una nave única, a la cual se añadió una colateral al norte en época imprecisa, sin duda dentro del período medieval y muy probablemente dentro de parámetros románicos.
Esta segunda nave repite la estructura y aparejo de la románica, con una cabecera similar a la otra, el mismo tipo de cubierta –bóveda de cañón apuntado que parte de una moldura biselada con un fajón sobre responsiones prismáticos– y nave algo más ancha que la primera.
Posteriormente se cerró el tramo oriental de esta colateral dándole función de sacristía y acceso desde el ábside, utilizándose hasta hace poco esta nave añadida como gran trastero. Atestiguan la cronología medieval de esta colateral los canes con perfil de proa de nave del muro septentrional y la bóveda de cañón de la cabecera. La distinción de campañas medievales se evidencia en la ruptura de hiladas entre los testeros de los ábsides y en la reutilización de canes y sillares románicos en el muro norte del septentrional.
En la segunda mitad del siglo XVI, una tercera campaña constructiva alteró la cubierta de la nave primitiva cerrándola con una bóveda posiblemente de ladrillo como cabe pensar por las bien patentes rozas, y añadiendo al sur un amplio pórtico rectangular cubierto a un agua y abierto a la nave, estructura que supuso la eliminación de la portada románica, presumiblemente abierta en este sector y de la que no queda resto alguno.
El acceso a este pórtico se realiza a través de una bella portada renacentista compuesta de arco de medio punto, tres arquivoltas, la externa decorada con casetones con flores y angelotes, y enmarcada por entablamento y dos columnas toscanas de fuste estriado. Repite un esquema similar al visto en las portadas del palacio del marqués de Villatorre de Aguilar, portada de La Asunción de Barrio de Santa María, etc. A esta misma campaña podemos adjudicar la erección de la irregular torre rectangular con acceso exterior que se alza a los pies de la nave románica aprovechando en su lienzo oriental una espadaña anterior, así como el nicho de la parte occidental del pórtico –que albergaba la pila bautismal–, el retablo de fábrica que corona esta misma estructura y la columna toscana adyacente.
Portada renacentista
 

La cabecera tardorrománica es, como dijimos, el vestigio arquitectónico que menos alteraciones ha sufrido, si exceptuamos la capilla adosada al norte a la que hicimos anteriormente referencia.
Exteriormente la cornisa es soportada por una serie de modillones románicos esculpidos.
En el eje del testero se abría una ventana hoy cegada, compuesta por arco de medio punto y chambrana que apoyan sobre cimacios y columnas de capiteles figurados.
Canecillos del muro meridional
Cabecera 

La serie de canecillos que soportan la cornisa se compone de diecinueve piezas, nueve en el muro meridional, que representan a un arpista similar al que aparece en un capitel de la portada de Moarves de Ojeda, una bella danzarina-contorsionista de idéntica progenie, un león rampante, un personaje femenino con una serpiente, otro masculino acuclillado y levantando impúdicamente su vestimenta, un varón vestido con túnica, una pareja de peces, un arquero y un ave.
La cornisa se decora con dos hileras de billetes, excepto el tramo más oriental, posiblemente desplazado, que recibe un reticulado. En el muro septentrional de la capilla adosada a la cabecera se reutilizan los otros nueve canecillos correspondientes al muro norte de la cabecera. Dos presentan perfil de nacela, otro recibe dos rollos y el resto son figurados: uno con una cabeza barbada, otro con una esfinge masculina de cuerpo y crines de león y cabeza barbada. Les siguen una mujer vestida con túnica con ceñidor de pliegues horizontales paralelos y brazos en jarras sobre fondo de hojas, un personaje alado muy deteriorado, otro can irreconocible por su lamentable estado y otro con motivos geométricos y una flor tetrapétala inscrita en un círculo.
Canecillos del muro meridional
Los tres primeros canecillos representan a un arpista, una bella danzarina-contorsionista, un león rampante.
El análisis estilístico de los relieves citados evidencia el trabajo de al menos dos escultores. El primero y mejor dotado es el responsable de los dos canecillos más occidentales del muro meridional de la cabecera, representaciones de un músico y una danzarina. 
El segundo canecillo por la izquierda representa una danzarina-contorsionista.
Lleva labrado un personaje masculino acuclillado y levantando impúdicamente su vestimenta
Estos dos canecillos de factura más simple que el resto están decorados con una pareja de peces y un arquero.
Representa un deteriorado león rampante.
Los canecillos representan un personaje femenino con una serpiente, otro masculino acuclillado y levantando impúdicamente su vestimenta, un varón vestido con túnica, una pareja de peces. 

En el muro septentrional de la capilla adosada a la cabecera se reutilizan nueve canecillos correspondientes al muro norte de la cabecera. Dos presentan perfil de nácela, otro recibe dos rollos y el resto son figurados: uno con una cabeza barbada, otro con una esfinge masculina de cuerpo y crines de león y cabeza barbada. Les siguen una mujer vestida con túnica con ceñidor de pliegues horizontales paralelos y brazos en jarras sobre fondo de hojas, un personaje alado muy deteriorado, otro can irreconocible por su lamentable estado y otro con motivos geométricos y una flor tetrapétala inscrita en un círculo.
Muro norte
Canecillos del muro septentrional
El de la izquierda es un personaje alado muy deteriorado y el can de la derecha es casi irreconocible por su lamentable estado.
El canecillo representa una mujer vestida con túnica con ceñidor de pliegues horizontales paralelos y brazos en jarras sobre fondo de hojas. 

Al interior, totalmente encalado, la bóveda de cañón apuntado arranca de una imposta con perfil de nacela, aunque el elemento más interesante lo constituye el arco triunfal, apuntado y doblado, que reposa sobre una pareja de dobles columnas de capiteles historiados. La solución de dobles columnas en el triunfal sigue el modelo establecido en la iglesia del monasterio de Aguilar, modelo repetido igualmente en el triunfal de la parroquial de Revilla de Collazos. Aquí las columnas se yerguen sobre zócalos y plintos y presentan basas de perfil ático degenerado, con prominente toro inferior con bolas. Los fustes son monolíticos y coronan los capiteles cimacios igualmente decorados. La adición de la colateral al norte supuso el traslado de los canes del muro norte de la cabecera, reutilizados en la nueva estructura. En el muro meridional de la capilla se abre una saetera románica.
Cabecera
 

La escultura monumental del edificio se concentra en la cabecera. Exteriormente podemos observar la ventana absidal, compuesta de un arco de perfil biselado compuesto por cinco dovelas, decoradas, cada una de ellas, con motivos muy deteriorados salvo uno, que representa un tosco batracio.
La chambrana recibe un friso de rosetas y los cimacios respectivamente decoración vegetal de hojitas inscritas en un tallo serpenteante y friso de palmetas. Los capiteles de ventana, muy erosionados, se decoran, el izquierdo con una pareja de grifos entre follaje y el otro con dos leones lamiendo los pies de un muy perdido personajillo central, posible representación del tema de Daniel en la fosa de los leones.
Ventana del ábside
Capitel izquierdo del ábside
Capitel derecho de  la ventana del ábside 

Entre los fustes se advierte la rosca del arco, desplazada y decorado su borde con una fina banda perlada.
Por lo que respecta a la decoración de las dobles columnas que soportan el triunfal, en las basas del lado de la epístola se afrontan dos toscos leones de cuellos vueltos que muerden el toro superior, mientras que entre los toros superiores de las otras se esculpió una cabecita.
Capitel del arco triunfal
 

En la pareja de capiteles se concentra el mayor interés iconográfico de la iglesia.
En el capitel del lado del evangelio se desarrolla el combate de dos jinetes cuyo enfrentamiento es detenido por una dama mediadora central, ricamente vestida con túnica, manto y tocado, que sujeta las riendas de las monturas. Los caballeros visten cota de malla con capucha, asiendo las riendas con la mano interna mientras desenvainan sus espadas con la otra, el conjunto de la escena desarrollándose sobre un fondo vegetal de palmetas y caulículos en los cuernos del ábaco. Esta escena de mediación se interpreta como reflejo de las instituciones medievales de la Paz y la Tregua de Dios y ejemplificaría así el papel mediador de la Iglesia en los asuntos terrenales. El tema, presente en otros edificios de la región norte de Palencia y Burgos como Gama, Revilla de Collazos o Boada de Villadiego, encuentra el paralelo más directo, incluso estilísticamente, en un capitel del arco triunfal de Villavega de Aguilar. El prominente cimacio se decora con hojas y tallos entre los que vemos una escena de caza en la que un hombrecillo, situado en la esquina izquierda, blande su lanza contra un jabalí.
Capitel del arco triunfal
 

El capitel frontero muestra una de las escenas recurrentes en el románico palentino: el personaje –tradicionalmente interpretado como Sansón– que cabalga y desquijara a un león. Luce Sansón barba corta, larga melena suelta y manto ondeante. Como en otros casos palentinos, a esta escena central acompañan en las caras cortas de la cesta enigmáticos personajes de rasgos idénticos al citado. El de la cara que mira a la nave sujeta con su diestra la cola del animal mientras que con la otra hace gesto de cortarla con la ayuda de un cuchillo curvo o pequeña hoz. En la cara que mira al altar aparece Sansón con una especie de quijada o tranca. La disposición de las escenas y actitudes de los personajes emparenta iconográficamente este capitel con los ejemplares de Prádanos de Ojeda, Santa Eufemia de Cozuelos, Monasterio de Aguilar (hoy en el MAN), Rebolledo de la Torre, Dehesa de Romanos o Vallespinoso de Aguilar. El cimacio se decora con un friso de tallos entrelazados acogiendo hojas carnosas, un león rampante y una mujer mesándose su larga melena partida contra la que dispara un arquero, esquema decorativo éste similar al visto en cimacios de Santiago de Carrión o Santa María de Piasca.
El análisis estilístico de los relieves citados evidencia el trabajo de al menos dos escultores. El primero y mejor dotado es el responsable de los dos canecillos más occidentales del muro meridional de la cabecera, representaciones de un músico y una danzarina. El estilo y la disposición de los personajes es cuidado y, pese a la erosión, se adivina un cincel muy cercano al del maestro que labró la portada de San Juan de Moarves de Ojeda. El arpista del can de Cezura y la danzarina-contorsionista manifiestan un refinamiento, un gusto por el detalle (notable en el caso de los pliegues paralelos de la vestimenta y los puntos de trépano del ceñidor de la danzarina) y una adaptación al marco de los que carecen el resto de los canecillos. Son éstos más toscos en su ejecución, evidenciando desproporciones de canon y abuso de estereotipos similares a los que volvemos a encontrar en los capiteles del interior. En éstos, el artista –cercano como señalamos al de los capiteles de Villavega de Aguilar– siguió modelos, iconográficos y compositivos, ya establecidos en edificios mayores como el monasterio de Aguilar (caso del Sansón), Cozuelos y Rebolledo de la Torre ya comunes al ambiente de los talleres que trabajan en los años finales del siglo XII y primeros del XIII, marco cronológico en el que se inscriben las obras que nos ocupan.
En el fondo de la colateral norte se ubica la pila bautismal, anteriormente colocada en un nicho del pórtico renacentista. Su copa tiene forma troncocónica invertida, de 133 cm de diámetro por 69 cm de altura. No presenta decoración alguna, salvo un bocel en el borde. Se alza sobre un pie circular de arista achaflanada de 20 cm de altura. Las marcas de labra a hacha en la arenisca de la copa y el basamento evidencian su carácter románico.
Pila bautismal
 

El estado de este notable monumento, pese a su declaración como Bien de Interés Cultural, es preocupante. A la deficiente conservación de las cubiertas, mal endémico del patrimonio de Castilla y León, se unen los problemas de cimentación, que amenazan con convertir el templo en una ruina más. Tanto la integridad del edificio como la conservación de las pinturas murales tardogóticas de la cabecera, con motivos geométricos de tonos cobalto y ocre, reclaman una urgente intervención.

 
Pomar de Valdivia
La localidad se enclava en plena comarca de la Valdivia –a 7 km al este de Aguilar de Campoo–, en la margen derecha del arroyo Covalagua y enclavada en una hondonada entre las estribaciones de Monte Bernorio y el páramo de la Lora. La iglesia de la Santa Cruz se encuentra próxima a la calle Real en el centro del núcleo rural. Está situada en una suave pendiente de acceso directo por medio de unas escaleras abiertas frente a la portada del edificio.
Mínimas son las referencias encontradas en la documentación sobre la localidad de Pomar de Valdivia. La más antigua es de 1200, momento en que Pela Martínez hace una donación al monasterio de Santa María la Real de Aguilar citándose entre los confirmantes a Dominicus Archipresbiter de Pumar. Según el Libro Becerro de las Behetrías a mediados del siglo XIV formaba parte del alfoz de Aguilar y sus habitantes vasallos de don Tello.

Iglesia de la Santa Cruz
El edificio posee dos naves de tres tramos que culminan en un ábside rectangular y en otro semicircular (poligonal en el interior). La portada se abre en el muro sur correspondiendo con el tramo central de la nave de la epístola. Completa el conjunto arquitectónico la torre barroca levantada a la altura del último tramo de la nave del evangelio.
Del análisis del edificio se desprende una neta diferencia entre los elementos románicos y las adiciones posteriores. Dentro de la fábrica actual sólo podemos considerar románicos la portada y el alero sur, junto con algunos sillares con marcas de cantero conservados en la nave norte y a todas luces reaprovechados dentro de la actual fábrica tardogótica con reformas renacentistas y barrocas (torre).
El máximo interés artístico del edificio se centra en la portada y en los aleros de los muros norte y sur. La portada se organiza en torno a un arco de medio punto alrededor del cual se disponen dos arquivoltas de bocel, una de las cuales descansa sobre una pareja de columnillas coronadas por capiteles historiados.

La portada se organiza en torno a un arco de medio punto alrededor del cual se disponen dos arquivoltas de bocel, una de las cuales descansa sobre una pareja de columnillas coronadas por capiteles historiados. Los fustes, que apoyan sobre toscas basas muy deterioradas, utilizan como técnica decorativa incisiones de relieve muy plano a base de motivos geométricos circulares o cadenetas, y cenefas con orificios de trépano. Se trata de una técnica ornamental inhabitual, única en su género dentro del contexto provincial.
Los fustes, que apoyan sobre toscas basas muy deterioradas, utilizan como técnica decorativa incisiones de relieve muy plano a base de motivos geométricos circulares o cadenetas, y cenefas con orificios de trépano que pudieron rellenarse originalmente con metal o aplicaciones cerámicas. Se trata de una técnica ornamental inhabitual, única en su género dentro del contexto provincial.
Una arquivolta descansa en una columna a cada lado de la portada, junto a los capiteles lo mas llamativo, por ser un caso único en la provincia, es la decoración del fuste que utiliza como técnica decorativa incisiones de relieve muy plano a base de motivos geométricos circulares o cadenetas, y cenefas con orificios de trépano. 

El capitel de la derecha representa la escena de la Huida a Egipto, con san José portando el hatillo y la Virgen con el Niño cabalgando sobre el jumento.
En el capitel de la izquierda aparece claramente representado un caballero victorioso que enlazaría desde el punto de vista iconográfico con los de Vallespinoso de Aguilar y Aguilar de Campoo (Museo Arqueológico Nacional).
A pesar de la erosión de su piedra blanquecina, podemos advertir cómo el caballero porta en su mano izquierda un curioso podón y se dispone sobre un fondo de sencillos acantos con un característico molinillo helicoidal que ratifica su filiación aquilarense. Los cimacios poseen también singulares cenefas incisas. Estilística y compositivamente, ambas piezas presentan una relación muy directa con los talleres que trabajaron en el monasterio de Santa María la Real de Aguilar de Campoo hacia la década de 1160.
Los numerosos canecillos de los muros norte y sur se decoran con formas simples (nacelas, bolas y proa de nave) y motivos figurados (cabezas humanas masculinas y femeninas y representaciones zoomórficas). Los canecillos del muro sur son quizá los de mejor traza aunque están bastante deteriorados.





Románico en las proximidades de Cervera de Pisuerga (Comarca de Cervera, Palencia)
Cervera de Pisuerga es junto a Aguilar la capital de la Montaña Palentina. A pesar de situarse en un paraje montañoso, en las estribaciones de la Cordillera cantábrica, su situación en el lugar de paso de Castilla a Cantabria siempre le dotó de bonanza económica.
Actualmente se ha convertido en un importante centro de turismo alternativo basado en sus alicientes paisajísticos, gastronómicos y monumentales. En el primer aspecto no debemos olvidar la proximidad del Parque Natural de Fuentes Carrionas.
En lo monumental, Cervera de Pisuerga es un privilegiado centro de operaciones por el románico del norte de Palencia y si optamos por hacer algunos kilómetros más, visitar la histórica comarca cántabra de la Liébana o el románico rural de las comarcas de Campoo y Saja-Besaya, también en Cantabria

Iglesias románicas entre Cervera de Pisuerga y Guardo
La carretera CL-626 que une Cervera de Pisuerga y guardo es clave en el románico de esta comarca puesto que las principales muestras de románico las encontramos en las poblaciones situadas en esta carretera o en sus alrededores. Nos referimos concretamente a las iglesias de Loma de Castrejón, Pisón de Castrejón, Villanueva de la Peña, etc.


Loma de Castrejón
Localidad situada a escasos kilómetros al sudeste de Castrejón de la Peña. Su iglesia dedicada a San Juan Bautista se encuentra emplazada sobre un suave altozano al noroeste de la localidad y rodeada de tierras de cultivo conocidas como los Sanjuanes. En la actualidad aparece aislada respecto al núcleo rural, si bien todavía son perceptibles trazas de un primitivo camino empedrado de acceso que comunicaba el templo y la población.
En opinión de Julio González, el topónimo Castrejón alude de forma clara a las ruinas defensivas que los nuevos repobladores encontraban en lugares yermos. No obstante, a mediados del siglo XIV –Libro Becerro de las Behetrías– el lugar era conocido como Lema çerca de Roscales y al parecer era solariego de Juan Rodríguez de Cisneros, Fernán García Duque y de los hijos de Juan Díaz de Lantadilla.

Iglesia de San Juan Bautista
La iglesia se encuentra emplazada sobre un suave altozano al noroeste de la localidad y rodeada de tierras de cultivo conocidas como los Sanjuanes. En la actualidad aparece aislada respecto al núcleo rural.
El edificio destaca por su sencillez. Está elevado en mampostería reforzada por la disposición de sillares románicos en los ángulos, reaprovechados de una edificación anterior.
Desde el punto de vista constructivo el edificio destaca por su sencillez tanto en planta como en alzado. Está elevado en mampostería reforzada por la disposición de sillares románicos en los ángulos, reaprovechados de una edificación anterior.
Presenta una única nave rectangular con su correspondiente cabecera de testero recto, sobreelevada respecto a la nave. Interiormente la nave se articula en tres tramos desiguales mediante dos arcos fajones de perfil rectangular que sostienen una bóveda apuntada.
Estos arcos apoyan sobre ménsulas prismáticas, mientras que el arco triunfal descansa sobre pilastras de sección rectangular con semicolumnas adosadas.
En el siglo XVI se efectuaron reformas y añadidos en el edificio que afectaron, entre otras cosas, a la capilla mayor. Desde el punto de vista arquitectónico es obra que podemos catalogar de plenamente gótica, realizada en una fecha bastante avanzada que puede rebasar perfectamente la cronología asignada tradicionalmente al románico. En este sentido, las semejanzas constructivas con las cercanas iglesias de Pisón de Castrejón y Traspeña de la Peña, permiten hablar de una tradición comarcal común, tal vez de una cierta comunidad de cuadrillas.
En cuanto a la decoración escultórica, ésta se concentra en los capiteles y ménsulas del interior del templo y en la portada. Los primeros poseen cimacio con tacos cúbicos –que se prolonga a lo largo de la nave en una simple moldura de nacela– y collarino sogueado.
Las cestas presentan discos helicoidales y máscaras rostradas. Para García Guinea estos capiteles recuerdan otros de la cercana iglesia de Pisón de Castrejón, con la que se encuentra muy emparentada. En cuanto a las ménsulas habría que destacar las del primer tramo, de forma pentagonal sobre las que se talló someramente un variado repertorio de motivos vegetales (racimos, hojas de lis, de roble, pámpanos de vid, etc.). Las claves y nervios de las bóvedas aparecen salpicadas de flores y emblemas heráldicos de cronología moderna (cruces de Calatrava, castillos y lises).

La portada, ligeramente avanzada sobre el paramento meridional, está formada por un arco apuntado seguido de tres arquivoltas en las que alternan baquetones y escocias. La chambrana presenta cinta perlada siguiendo una trama romboidal que se decora con figuras animalísticas (leones, ofidios y lagarto), flores cuatripétalas, hojas de roble, piñas y estrellas de cinco puntas. Las arquivoltas descansan sobre tres pares de columnas acodilladas, presentando las jambas interiores –continuación de los capiteles– hojas de roble y dragones de cuellos entrelazados. Los capiteles, con collarino sogueado, aparecen decorados en el lado derecho con pámpanos de vid, una escena de juglaría con un rabelista junto a dos hombres abrazados y el combate de un león y un cuadrúpedo entre una flor de lis y hojas de roble. En el lado izquierdo las cestas representan una lucha entre un bóvido y un león, un guerrero protegido con el escudo que ataca con su espada a una sirena y una máscara coronada vomitando tallos y pámpanos. Este último capitel tiene claros paralelos en la portada de Traspeña.
Esta portada, en virtud del tipo de labra empleada por el escultor y el uso hecho del trinchante –a diferencia de la característica hacha románica–, se delata como obra claramente gótica, al igual que el resto del edificio. Además los motivos decorativos utilizados (el mascarón con pámpanos de vid, los ofidios entrelazados y los dragones) responden igualmente a un léxico totalmente gótico copiado de los formularios existentes en la cercana iglesia de Traspeña, ejemplo singular del románico de inercia y que como Loma, parece ostentar una cronología claramente bajomedieval. 

Capiteles portada
Capiteles de la portada

 

Pisón de Castrejón
La localidad de Pisón de Castrejón se sitúa al borde de la ruta entre Cervera de Pisuerga y Guardo, aproximadamente equidistante de ambas capitales de comarca. El templo de Nuestra Señora de la Asunción se encuentra junto a la carretera, aislado, rodeado de prados y separado unos 200 m del núcleo rural.

Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción
Se trata de una iglesia de nave única dividida en cinco tramos y cabecera compuesta de ábside semicircular precedido por un amplio tramo recto. La Asunción de Pisón de Castrejón es el fruto de sucesivas campañas constructivas y decorativas. Constituye por otro lado, un buen ejemplo de iglesia rural en la que la superposición de estilos respeta una cierta armonía general, armonía a la que no es ajena la bella sillería caliza en la que se levanta el conjunto.
Una primera campaña –en torno al 1200– es la responsable de la cabecera y estructura muraria de la nave. Destaca en ella la sencillez de sus líneas y la sobriedad en lo decorativo.
Es una iglesia de origen románico cuyo mayor interés es, sin embargo, el friso gótico que corona la portada.
La cabecera sigue la tradición románica en su disposición, abovedándose el hemiciclo con bóveda de cuarto de esfera y el presbiterio con cañón apuntado.
En el eje del ábside se abre una ventana abocinada a la altura de cuyos cimacios corre, por el exterior del tambor, una moldura con decoración vegetal. Un segundo vano, de estructura similar, se abre en el muro meridional del presbiterio, quedando así condenado por el añadido de una sacristía gótica.
El interior del ábside aparece recorrido por otra imposta moldurada en nacela a la altura del arranque de la bóveda. Da paso a la cabecera un arco de triunfo apuntado que reposa en una pareja de columnas adosadas rematadas por capiteles figurados a los que más adelante nos referiremos.
Ábside de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, Pisón de Castrejón
Ventana románica del ábside de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, Pisón de Castrejón 

La nave se organiza en cinco tramos abovedados a mayor altura que la cabecera. La bóveda de cañón apuntado se refuerza con fajones de perfil liso que reposan ya en pilastras con semicolumnas adosadas ya en columnas truncadas a modo de ménsulas.
Bóveda del ábside
 

La portada se abre al sur, en un antecuerpo saliente del tercer tramo de la nave.
Sobre el muro del hastial se alza una bella espadaña con acceso desde el atrio a través de escalera en acodo. Se compone de dos pisos, el inferior enmarcado por molduras y con doble vano ligeramente apuntado y el superior con campanil y remate a piñón. Por la tipología de los capiteles, jambajes y chambranas de la espadaña, plenamente góticos, ésta debió levantarse ya en el siglo XIII o XIV.
Durante el siglo XV se constatan toda una serie de intervenciones en el edificio. Citemos en primer lugar la apertura en el muro septentrional del tercer tramo de la nave de un nicho cuadrado ligeramente saliente en planta y de escasa altura cuya función es la de albergar la pila bautismal.
En el arranque de la bóveda de cañón sobre el baptisterio se grabó la siguiente inscripción: “ESTA OBRA FUE ACABADA/ EN LA ERA DE MILE CCCC E XXXX/ E VIII ALEONSO : ERS : EPO GARCIA/ CLERIGOS E LOS BUENOS ONBRES/ DESTE CONCEIO FEZIEROMES”, lo cual nos da una datación segura de 1448 para esta estructura.
Entre mediados y finales de dicha centuria se añadió la sacristía cuadrada adosada al muro meridional del presbiterio. Quizá lo que hoy podemos contemplar sólo sea parte de un proyecto más ambicioso. Tal suposición se basa en la presencia de una nervatura apuntada embutida en el paramento occidental de la sacristía, en la disposición de los contrafuertes que ciñen la bóveda de crucería que la cubre –los dos orientales angulares y el occidental perpendicular al muro sur– y en la misma riqueza decorativa de la estructura. Ello hace pensar en un proyecto de capilla con dos tramos, el segundo de los cuales, no realizado, avanzaría hasta el antecuerpo de la portada. En cualquier caso, la construcción de la actual sacristía es contemporánea de la remodelación de la portada, con el añadido del friso que corona el antecuerpo, y posiblemente también de la erección del atrio, soportado por dos pilares exentos de sección poligonal.
Una ventanita apuntada y ajimezada con tracerías caladas se abre en el muro meridional de la sacristía, que reaprovecha en la cornisa del lado este el alero y varios modillones románicos.
En un momento indeterminado del siglo XVIII se añadió la caja adosada al paramento oriental de la espadaña, que combina la cantería con la fábrica de adobe y entramado. Igualmente se añadieron las bolas que decoran el remate en piñón de la espadaña. Por último, una inscripción grabada en la viga data la cubierta del atrio en 1834. Modernos son también el coro alto que ocupa el primer tramo de la nave así como varios vanos adintelados abiertos en el hastial y ábside.

Como en lo constructivo, dos son las campañas decorativas principales presentes en la iglesia.
La primera, de inicios del siglo XIII, responde fielmente al modelo de románico rural cronológicamente retardatario y ampliamente representado en el norte de Castilla.
Los capiteles de la nave muestran bien esa vacilación entre lo románico aún latente y lo gótico todavía no establecido en ámbitos marginales, componiéndose su repertorio de tacos, piñas, sogueados, esquemáticos acantos, flores de lis y hexapétalas, vástagos y un tosco crucificado. Los capiteles del arco de triunfo presentan astrágalo sogueado y decoran sus cestas con máscaras humanas bajo los caulículos, entre una hilera de hojas lisas con rosetas inscritas el del lado de la epístola y representando los brazos el del evangelio. Sus ábacos son lisos.

Capitel toral lado del evangelio
Capitel del arco toral. Lado de la epístola 

Los capiteles del arco de triunfo presentan astrágalo sogueado y decoran sus cestas con máscaras humanas bajo los caulículos, y representando los brazos el del evangelio. Sus abacos son lisos.
Capitel de la nave
Capitel del arco toral. Lado del evangelio
Capitel de la nave
Las ventanas de la cabecera muestran similar estructura: saetera abocinada, arco decorado sobre columnas acodilladas y chambrana moldurada. La abierta en el eje decora sus capiteles con secos y esquemáticos acantos que acogen pomos en sus puntas, el arco se orna con una fina hilera de tetrapétalas y la chambrana con seis filas de billetes. A la altura de los cimacios corre por todo el exterior del tambor absidal una moldura decorada con friso vegetal de hojas entre tallos ondulantes. En la ventana del tramo sur del presbiterio el arco recibe un friso de geometrizados acantos y la chambrana un sencillo baquetón.

En el interior del edificio se conservan dos piezas del mobiliario litúrgico contemporáneas a la fundación de la iglesia: la mesa de altar protogótica decorada con una greca de animales fantásticos entre follaje que brota de máscaras humanas coronadas y la pila bautismal conservada en la capilla abierta a tal efecto en la nave. Troncocónica invertida, sus dimensiones alcanzan aproximadamente un metro de altura y 1,10 m de diámetro. Su única decoración consiste en una cenefa entrelazada con temas de contario enmarcando una serie de sencillos motivos florales.
Mesa del altar
Pila bautismal 

La portada meridional presenta arco apuntado liso y cuatro arquivoltas molduradas con sucesión de medias cañas y boceles. La chambrana recibe decoración de retícula romboidal, la misma que al interior decora el arco de triunfo. Reposan las arquivoltas en cuatro parejas de columnas acodilladas con sumarios capiteles vegetales de hojas lisas de bordes vueltos y baya central. Los modelos vegetales de San Andrés de Arroyo, a la jurisdicción de cuya abadesa pertenecía la villa de Pisón, encuentran aquí un tosco reflejo.
Portada románica de la iglesia de la Asunción (siglo XIII) fue coronada con un friso gótico a finales del siglo XV.






En la rica serie de canecillos de la cornisa se combinan los románicos, principalmente en el ábside, presbiterio y muro norte de la nave. Algunos son figurados, con aves o leones devorando pequeños cuadrúpedos, prótomo de león, acróbata, músico tocando el salterio, personajillos portando libros o en actitud de reflexión, etc.; otros vegetales (piñas, acantos) y otros simplemente geométricos (rollos, casetones) o lisos (nacela, proa de nave). En la sacristía gótica se aprovechan siete de los canes románicos, seis en el muro oriental y otro sobre el contrafuerte occidental.
Canecillo románico de La Asunción de Pisón de Castrejón
Canecillo románico 
Canecillo románico 
Canecillo románico 
Canecillo románico 
Canecillo románico 
Canecillo románico 

Fruto de la campaña decorativa tardogótica son los relieves del apostolado que corona el antecuerpo de la portada. Vemos aquí a los doce, particularizados por sus atributos, sobre peanas con figuras de profetas y bajo doseles. Centra la composición un Pantocrátor con el Tetramorfos cuya peana acoge una pareja de ángeles volanderos sosteniendo un escudo con la tiara papal. El origen iconográfico y compositivo del friso se encuentra en la fachada de Santiago de Carrión de los Condes, donde se elabora una fórmula original, adoptada y repetida con escasas variantes en las portadas románicas tardías de Moarves de Ojeda (Palencia), Zorita del Páramo (Palencia), Santibáñez-Zarzaguda (Burgos) o Mimizan (Landes, Francia), así como en conjuntos ya claramente góticos como Villalcázar de Sirga, Traspeña o Pisón de Castrejón.
Del mismo taller que labró el friso son las dos representaciones de obispos sobre peanas con ángeles músicos que se sitúan en las enjutas de la portada, así como el relieve de la misa de san Gregorio de la sacristía. Según Julia Ara, ambos conjuntos son atribuibles al taller palentino de Alonso de Portillo, escultor activo en el último tercio del siglo XV y primeros años del XVI, y al que se le adjudican entre otras obras varios sepulcros (Covarrubias, catedral de Palencia, San Miguel de Aguilar de Campoo, Barrio de San Pedro, Villadiezma), cruces (Espinosa de Villagonzalo, Traspeña) y portadas (Traspeña y Pisón).
Retablo de la sacristía
 

El retablo pétreo de la sacristía de Pisón representa el tema de la misa de san Gregorio. La composición se enmarca entre pináculos y bajo arco conopial decorado con cardina y en ella vemos a Gregorio, santo y papa, arrodillado ante la aparición de Cristo, sobrevenida mientras se encontraba celebrando la misa.
La parte superior del relieve muestra los instrumentos de la Pasión, desde el beso de Judas, columna y látigos de la flagelación, gallo de la negación de Pedro, túnica, dados, corona de espinas, clavos, martillo, escalera y lanza. En la parte inferior y describiendo una diagonal asistimos a la plegaria del cortejo de cardenales y orantes (bajo los cuales se grabó la inscripción “San MARTIN”) que acompañan a san Gregorio, postrado éste ante la imagen de Cristo saliendo del sepulcro. Una imagen de san Miguel alanceando el dragón corona el conjunto, flanqueado por otras dos con los obispos Munio y Nicolás, identificados por sendas inscripciones en sus peanas. Estas se decoran con los escudos de armas de los Mendoza (con las diez panelas que les corresponden por su señorío de Castrojeriz) y los Velasco. Siempre según Julia Ara, el retablo fue encargado por el señor de Castrejón, Pedro Fernández de Velasco y por su esposa Mencía de Mendoza, cuya familia contribuyó a la reedificación de la iglesia de la Santa Cruz de Roma, marco del milagro de San Gregorio. Bajo el relieve corre una larga inscripción, parcialmente recogida por Navarro, en la que se relata el hecho representado y se informa de las indulgencias confirmadas por el papa Clemente VI, que se conceden a quien de rodillas orase ante él.
Al exterior, sobre la ventana del muro meridional de la sacristía e inserta en una hornacina apuntada, aparece una fina Virgen con el Niño bastante deteriorada.
En 1939 Rafael Navarro recogía la presencia en la iglesia de una cruz procesional gótica, cruz que, como el resto de los objetos de valor que poseía el edificio, no escapó a la codicia de los ladrones. Realizada en cobre y con placas esmaltadas, era del tipo de brazos flordelisados frecuente en la zona burgalesa y del norte palentino durante los siglos finales de la Edad Media (Corvio, Traspeña, Rebolledo de la Torre, etc.). La iconografía descrita por Navarro es la frecuente en este tipo de piezas: Calvario (Cristo, Dimas y Gestas) con las figuras de la Virgen y San Juan, ángel turiferario en la parte alta y resurrección de Adán en la baja.


Iglesias románicas al norte de la comarca, en las proximidades de Cantabria

San Salvador de Cantamuda
La localidad de San Salvador de Cantamuda se encuentra ubicada al norte de la provincia, en la comarca conocida como La Pernía, una de las zonas geográficamente más accidentadas y atractivas de Palencia, muy cercana ya a las tierras cántabras del valle de Liébana. La iglesia se encuentra en un sector relativamente aislado respecto al núcleo urbano y frente al desvío de la carretera que asciende hasta la abadía de Lebanza. Fue declarada Bien de Interés Cultural por la Junta de Castilla y León el 12 de marzo de 1993.
La zona del valle de La Pernía, cuyo centro más importante y cabeza de municipio es precisamente San Salvador, perteneció –según señala Pérez Mier– al antiguo señorío episcopal palentino desde 1123, año en el que Alfonso VII concedió al obispo de Palencia el señorío eclesiástico de Polentinos y la iglesia de San Salvador. Desde ese momento, la dignidad episcopal palentina se intituló conde de este territorio. La comarca formó parte de la primitiva línea divisoria fronteriza entre el condado de Castilla y el reino de León. García Guinea considera –en base a documentación que hace alusión directa a núcleos de esta zona muy cercanos a Cantamuda– que esta cuenca alta del Pisuerga fue una de las primeras adquisiciones de la Reconquista, repoblada durante el reinado de los primeros reyes de Asturias, a principios del siglo IX. Hasta 1123 la iglesia fue de patronato real, ésta había sido fundada por la condesa castellana doña María Elvira, mujer del conde Rodrigo Guntis y sobrina de Fernando I que allí eligió sepultura. En el último cuarto del siglo XII (1181), el monarca Alfonso VIII ratificó la donación al obispado de Palencia –cuyos designios regía por aquellos momentos el obispo don Raimundo, tío quizás del mismo rey– del entonces monasterio de San Salvador.
En una bula de Inocencio IV (1245), se autoriza al infante D. Enrique a poseer de forma simultánea varios beneficios y le autoriza a recibir –entre otros– “la iglesia de Cantamuga”.
Que Cantamuda (hasta el siglo XVI denominada Campo de Muga) era un núcleo de cierta relevancia a finales del siglo XV, lo confirma el hecho de que los canónigos palentinos decidieran erigir allí (hacía 1478) la colegiata de Pernía. En 1185, Alfonso VIII confirma a Alferico, por entonces obispo de Palencia, la posesión del monasterio. Otras confirmaciones aparecen en 1186, 1256 y 1344. En el siglo XV el papa Sixto III (1478) decretó la dignidad abacial.

Iglesia de San Salvador
La iglesia de San Salvador es uno de los templos románicos palentinos con mayor unidad arquitectónica y, al parecer, no sufrió a lo largo de los siglos ningún añadido que modificase su estructura inicial a no ser la restauración del ábside de la epístola, que se realizó durante los últimos años y la construcción de un pórtico en el muro meridional hacia la segunda mitad del siglo XVI, que, por otra parte, no afectaron al edificio románico.
La planta es de cruz latina, una sola nave, crucero y tres ábsides, el central más alto y ancho. Se utilizan en sus muros sillares de diversos tamaños y en algunos casos mampostería, como en la torrecilla cilíndrica occidental. El ábside mayor, al exterior, es de traza semicircular y algo peraltado en planta. Tiene dos cuerpos separados por imposta simple, el inferior lleva dos contrafuertes prismáticos sobre los que apoyan basas para fustes geminados que recorren todo el segundo cuerpo y sostienen capiteles en línea con los canecillos de la cornisa. En cada una de las calles que configuran estos altos fustes pareados se abre una ventana que se manifiesta al exterior con una simple aspillera con arco de medio punto.

Los ábsides laterales se colocan apoyándose en el ábside mayor y en los muros orientales de los brazos del crucero. Carecen de contrafuertes y sólo llevan una aspillera para dar luz al interior. Tienen también canecillos sencillos en su cornisa.

Canecillos
 
Canecillos 
Canecillos

Los brazos del crucero, a la misma altura que el ábside mayor, apoyan sobre los muros más salientes de una aparente linterna que carece de vanos, y resulta la manifestación externa de los componentes que sostienen y estructuran la bóveda de transepto. Tanto los brazos del crucero como los muros exteriores de este transepto se coronan con cornisa sostenida por canecillos de variada composición, zoomórfica y humana aunque predominan los de simple caveto.
Los hastiales norte y sur del crucero llevan ventanas. La del lado sur es de organización típicamente románica, con guardapolvos de puntas de diamante y una arquivolta abocelada que apoya sobre cimacios de cordón o sogueado y capiteles de entrelazos gruesos con perlado, el izquierdo, y gran cabeza cortada entre hojas estilizadas, el derecho. La ventana del brazo norte ha sido modificada en época moderna.
Ventana del hastial del crucero
Ventana del hastial del crucero (detalle) 

Al oeste de la iglesia, y sobre el muro del hastial, se alza una elevada espadaña de tres cuerpos, sin escalonamiento y ático en frontón triangular. El primer cuerpo, que ocupa la mitad prácticamente de toda la altura, lleva un gran arco rehundido, muy alto y apuntado, a modo de arcosolio, que enmarca una pequeña puerta, también apuntada y con guardapolvos moldurado. En lo alto aparece otra ventana muy semejante a ésta. El segundo cuerpo de la espadaña lo ocupan los dos vanos inferiores de campanas, con sus guardapolvos moldurados, sencillos, y arco de medio punto que apoya sobre capiteles de entrelazos y hojas estilizadas. Un fuste del ventanal derecho esculpe una cabeza cortada masculina. El tercer cuerpo repite otros dos vanos campaniles, semejantes a los del segundo y colocados inmediatamente por encima de éstos. Sus guardapolvos y arcos invaden gran parte del frontón con el que acaba la espadaña. 



Ventana del hastial
 

Interesante es la torrecilla, ya citada, que en forma cilíndrica asciende –adherida a la espadaña– hasta el nivel del tercer cuerpo. No sabemos si es restauración de otra anterior románica, pero más nos inclinamos a creer que sea pieza arquitectónica añadida a la fábrica de la iglesia en el siglo XVII ya que documentalmente nos consta que en 1607 se pagaron a Juan de Perdillo “veintiocho reales por hacer la escalera del campanario”.
El muro meridional de la nave, hasta el crucero, está hoy ocupado por un pórtico con arcaduras de medio punto que también –como ya dijimos– es obra del XVI. En este muro meridional se abre otra puerta, sencilla, de arco apuntado, guardapolvos y arquivolta de bolas en escocia y baquetón.
La arquitectura interior es reflejo directo de la exterior. La nave, de dos tramos, se cubre con bóveda de cañón apuntado, con fajones que apoyan sobre capiteles-ménsulas en el más occidental y sobre capiteles que apoyan en semicolumnas en aquel que da paso al transepto. Éste se cubre con bóveda de crucería de plementería muy marcada, haciéndolo los brazos del crucero, como la nave, con cañones apuntados, tal como son, también, los arcos torales que cargan sus capiteles sencillos en semicolumna.
Nave y cabecera
Cabecera 

La cabecera está formada por los dos ábsides laterales que se abren a los brazos correspondientes del crucero por medio de arcos apuntados y doblados que apoyan en columnas pareadas.
Bóveda
 

La capilla mayor tiene un presbiterio profundo (con bóveda apuntada) y un ábside semicircular dividido en tres calles por cuatro columnas de medios fustes y capiteles decorados. De éstos parten cuatro nervios prismáticos, muy resaltados, que refuerzan la bóveda de horno formando un sistema de gallones. Aunque no es frecuente en lo románico, se ve en algunas iglesias como Bujedo de Juarros, San Juan de Ortega y Villaconancio; para García Guinea “esta utilización de gallones absidales es de procedencia cisterciense, generalización de la ojiva, pues en San Andrés de Arroyo vuelve a repetirse esta organización con esbeltez y riqueza pre-gótica”.
Vista interior del altar y el ábside central.
Las ventanas, tanto del ábside mayor como de los laterales, que al exterior aparecían como simples aspilleras, se muestran en el interior, cerrando el abocinamiento, con enmarques de columnas sobre las que cargan capiteles decorados y arcos con arquivoltas de baquetones y medias cañas. El alféizar del abocinado (en las del ábside principal) se dispone en escalones que van disminuyendo de tamaño conforme se acercan a la aspillera exterior.
Disposición interesante en el alzado de la iglesia es un pasillo que comunica el presbiterio de la capilla mayor con los ábsides laterales y que ya se aprecia en edificios románicos de vieja cronología, como San Pedro de Arlanza, además de la Catedral Vieja de Salamanca o el monasterio de Retuerta (Valladolid).
La planta de San Salvador parece repetir, con variaciones, el sistema visto en Santa Eufemia de Cozuelos y San Andrés de Arroyo, destacando sobre todo la clara separación que existe en San Salvador entre los elementos sustentantes y los sustentados, es decir, entre muros y bóvedas, perfectamente separados e individualizados por medio de una imposta corrida que recorre toda la línea de paramentos de la iglesia. El tipo de abovedamiento del ábside mayor no está lejos del que tiene la colegiata leonesa de Arbas, o del que aparece en las sorianas de San Juan de Rabanera o Perdices.
En general, las manifestaciones escultóricas que decoran los elementos arquitectónicos de San Salvador son muy sencillas, relativamente toscas y casi todas vegetales. Si bien existen algunos capiteles y canecillos animalísticos o con representaciones humanas, no que se puede hablar de composiciones iconográficas. Aunque la abundancia de elementos florales nos aproxima al gótico, aún permanece en cuanto a formas, volúmenes y sentido, un espíritu tradicional románico.
Donde más abunda la talla de elementos decorativos es en la capilla mayor, en uno de sus capiteles aparece la representación de una pareja de bueyes sobre fondo de vástagos vegetales que recuerda mucho a otro capitel semejante de la iglesia de Bareyo (Cantabria), si bien la elegancia de los animales es mucho mayor en el ejemplar montañés. Otro capitel lleva, igualmente enfrentados, a dos caballos separados por arquillos y formas serpentiformes. Los de las tres ventanas del ábside se esculpen con entrelazos, aves afrontadas, roleos con frutas, esquemáticos acantos en espiral, tréboles, panales, etc., todos ellos los mejor tallados y perfectos de la iglesia. En los ábsides laterales destacan los capiteles dobles de las columnas geminadas, trabajados con piñas, hojas variadas entre vástagos, rudos acantos, espirales, etc.
El resto de los capiteles de la iglesia son de vegetales estilizados, de decidido aspecto gótico, algunos con hojas en la parte alta de la cesta y otros con grandes flores a modo de tréboles en su centro.
Pareja de bueyes sobre fondo de vástagos vegetales.
En el coro nos encontramos este sencillo capitel que representa dos parejas de animales (¿leones?) afrontados.
Capitel de la capilla mayor que lleva, igualmente enfrentados, a dos caballos separados por arquillos y formas serpentiformes.
Representa dos aves afrontadas pero cada una mirando hacia un lado. 

Un buen conjunto decorativo lo forman las mesas de sus altares que están soportadas por columnas con capiteles semejantes a los del resto del templo, si bien los fustes aparecen completamente cubiertos con diversos tipos de hojarascas, tramas geométricas y flores. Estos altares son un elemento enormemente original de la iglesia, aunque desconocemos si son todos originales pues en el Libro de Cuentas de la iglesia de 1607 consta el pago a un tal Pedro de Agüera porque “asientó las aras en los altares de San Miguel y Nuestra Señora”. Decoración de flores rehundidas tienen también las dovelas de los nervios que cubren el transepto. Destacando también la clave de ellos con una gran rosácea de doce pétalos.
Mesa del altar de la Capilla Mayor
 

Como resultado de unas obras de cimentación realizadas en la iglesia hacia 1970, apareció en el presbiterio una lauda sepulcral de piedra caliza (de 1 × 0,50 × 0,20 m), con su correspondiente inscripción y una tosca decoración con arcos de herradura y grecas. Enríquez de Salamanca atribuye la pieza al maestro de Lebanza (sic.), si bien se trata de una lauda de carácter aislado, con tipos escriturarios claramente mozárabes y similar a otra depositada en el lapidario de Santa Eufemia de Cozuelos y cronología altomedieval. Hasta el momento no existe un estudio detallado de la misma. Aparece ubicada en la actualidad junto a la pila bautismal de los pies.
Lauda sepulcral de piedra caliza

San Cebrián de Mudá
La localidad de San Cebrián de Mudá se sitúa a unos 13 km al noreste de Cervera de Pisuerga, a 1.040 m de altitud. La iglesia de San Cornelio y San Cipriano se encuentra al sureste de la Plaza Mayor, sobre una pequeña elevación desde el lado noroeste por una larga escalinata. Está litúrgicamente orientada y rodeada por una necrópolis oculta, a excepción de algunas tumbas de lajas puestas al descubierto, fruto de las remodelaciones que ha sufrido el entorno del templo.
Apenas se conocen referencias históricas sobre el lugar en el que se asienta hoy el pueblo. En 1228, aparece reflejada en la documentación la primera compra realizada por el monasterio de Aguilar de una propiedad de San Cebrián de Mudá. En 1250, 1251, 1281, 1283 son asiduas las compras de propiedades de particulares realizadas por la casa aquilarense. En el Libro Becerro de las Behetrías (1352), San Cebrián aparece en su mitad como lugar de abadengo, perteneciente al monasterio de Santa María la Real y la otra mitad como lugar de solariego, perteneciente a Pedro Royz, a Pero Royz y a Iohan Ferrández.

Iglesia de San Cornelio y San Cipriano
La iglesia de San Cornelio y San Cipriano es un edificio de una nave rectangular, portada abierta en el muro sur, espadaña a los pies y cabecera cuadrangular de mayor altura que la nave, construida en el siglo XV.
La fábrica del templo se levanta casi en su totalidad con piedra de sillería arenisca rojiza, probablemente extraída de una cantera próxima. También se empleó arenisca blanca en el ventanal del muro del hastial, parte superior del pórtico y algunos canecillos.


La entrada a la iglesia se efectúa mediante una portada románica engastada en el muro meridional de la nave. Se encuentra protegida por un pórtico con cuatro arcadas, dos de ellas cegadas. Se compone de arco apuntado rodeado de tres arquivoltas molduradas con medias cañas que descansan sobre cimacios lisos cuyas esquinas se decoran con pequeñas cabecitas. A la derecha del pórtico, se abre una saetera entre los dos contrafuertes que soportan el empuje de los arcos fajones del interior.
En el muro del hastial occidental se levanta una bella espadaña románica configurada en tres niveles con dos impostas que señalan el cambio de cuerpo. En el tramo inferior, se abre un vano de medio punto con arquivoltas decoradas con puntas de diamante y billetes. El tramo intermedio alberga las campanas en dos troneras y el tramo superior tiene el característico remate a piñón, en el cual se abre el campanil. Su acceso es posible desde una escalera adosada en el muro norte.

Ventana de la espadaña
Detalle ventana 

El edificio sufrió como otras muchas iglesias, reformas y añadidos que han alterado sensiblemente su aspecto originario. Las primeras modificaciones se centran en la capilla mayor, en su origen posiblemente cubierta por una sencilla bóveda de crucería, semejante a la de San Pedro ad Vinculam de San Felices de Castillería. La reforma sustituyó la cubierta original por una complicada bóveda de crucería estrellada gótica. La fecha de inicio de esta reforma se desconoce, aunque puede ser más o menos coetánea de las pinturas murales que decoran la iglesia. Por los mismos años es posible que se adosara al muro norte la sacristía. En una fecha bastante posterior –hacia el siglo XVIII– se construyó el pórtico.
Por su parte, la nave se cubre con una bóveda de cañón apuntado soportada por varios arcos fajones que apoyan a su vez sobre columnas adosadas a los muros.

La decoración escultórica del edificio refleja tanto la campaña románica como las modificaciones operadas en época gótica. En el interior del templo la decoración románica se centra en los diez capiteles de la nave, siendo sólo ocho visibles, ya que los restantes se encuentra ocultos por los retablos laterales barrocos.
Tres de estos capiteles representan motivos figurados. El primero, situado en el lado del evangelio, presenta un personaje bajo arquillo (algún autor ha hablado aquí del tema de la Resurrección de Lázaro). El segundo y el tercero, situados en el lado de la epístola, representan uno a un guerrero alanceando leones y los otros dos personajillos vestidos con ropas talares, en actitud de bendecir el central y una hoja lisa con bola en su punta. Por lo que se refiere a los restantes capiteles, presentan motivos vegetales de hojas polilobuladas y lanceoladas, ramos de hojas partidas, hexapétalas, representaciones fálicas, etc.

La decoración gótica –mediados del siglo XV– se desarrolla en los capiteles del arco triunfal y las ménsulas de la capilla absidal, aunque la iconografía de estas últimas ostenta clarísimas reminiscencias románicas: águila con las alas explayadas, figura humana y serpiente, figura humana con los brazos alzados en actitud de oración y águila mordiendo la cabeza de una liebre.
En cuanto al exterior, el máximo interés artístico se localiza en la portada y canecillos.
La portada se organiza en torno a un arco apuntado, alrededor del cual se disponen tres arquivoltas decoradas con puntas de diamante y medias cañas. Las arquivoltas descansan sobre tres parejas de columnas acodilladas, la central en realidad una semicolumna tallada en la arista de la jamba. Los capiteles, todos muy similares, muestran decoración vegetal de esquemáticas palmetas cruzadas, casi rudos helechos compuestos de alargadas hojas lobuladas de acusado nervio central con sencillos caulículos superiores, del tipo visto en San Cebrián de Mudá, Barrio de Santa María, Rueda o Vergaño, haciéndonos pensar en la existencia de un taller local que trabajó ampliamente en la región, influenciado por la herencia del magnífico atrio de Rebolledo de la Torre (Burgos).
Portada meridional
P
ortada
Capiteles 
Capiteles 

A lo largo de la cornisa de la nave y capilla absidal, nos encontramos con canecillos lisos y otros decorados con motivos geométricos, vegetales y figurativos (un hombre y una mujer vestidos con larga túnica y cogidos de la mano, dos personajes de perfil, un águila, un león, un cánido, un cerdo, un cáprido, etc.).
Canecillos
Canecillos
Canecillos
Canecillos
Canecillos 
Canecillos
Canecillos 

Las pinturas de San Cebrián de Mudá, realizadas al temple, poseen un carácter eminentemente popular y están en la órbita del denominado maestro de San Felices, activo en varias iglesias del norte de Palencia y sur de Cantabria. Se sitúan en el muro del evangelio, en el muro de la epístola y en el muro absidal y datan de finales del siglo XV.
En el muro del evangelio, en la zona más cercana a la capilla mayor han conseguido rescatarse recientemente esta escena (junto a un San Cristóbal) que representa en dos registros superpuestos la Misa de San Gregorio y debajo tres santos: Santa Catalina de Siena, San Sebastián y San Agustín.

Pinturas lado del evangelio
Pinturas del muro del evangelio
 

Las pinturas de este muro están igualmente concebidas a modo de un gran retablo, separadas por una tracería fingida en grisalla como la del muro absidal. muro absidal. Son cinco escenas distribuidas en tres cuerpos superior, tres en el medio y una en el inferior. Es de notar que todas ellas nos casos de manera muy burda, en el siglo XVIII, no obstante el repinte si bien afecta a las figuras en gran medida, no afectó a los temas de las escenas originales.
La Oración en el Huerto de Getsemaní es la escena que ocupa todo el primer cuerpo, tiene un enmarque apuntado, adaptándose así a la forma del muro.
La primera escena del cuerpo medio es compleja de definir en el tema que representa, sus personajes están totalmente repintados y es probable que el tema original que debía representar a Cristo ante Pilatos se transmutara en el que creemos es, Judas recibiendo la recompensa por la traición.
La Flagelación ocupa el lugar central del cuerpo medio.
Cristo camino del Calvario es la última escena de este cuerpo.
La Santa Cena ocupa todo el cuerpo bajo a modo de friso. Con respecto a los alimentos y el menaje que aparecen sobre la mesa en una perspectiva abatida, muy descriptiva.
Más abajo del blanco mantel que configura la mesa, se extiende un amplio friso de losanjes góticos en grisalla, de un metro y medio de altura, similar al que se utiliza para la tracería de enmarque de las escenas.
Desde donde acaba la decoración de losanjes y hasta el suelo, a lo largo de todo el muro, corre un zócalo decorado con motivos geométricos, a modo de sillares facetados en tres colores diferentes, colocados a tizón en planos escalonados. Este tipo de decoración geométrica, de gran efectismo óptico por su volumetría, responde a una clara tradición románica.
El retablo mayor, ya renacentista incluye en el centro dos esculturas de los patronos de la iglesia, en el centro una pintura de San Cipriano y en las calles diversas pinturas, pensamos que ya barrocas sobre la vida de la Virgen, que también aparece en escultura en el centro del retablo. Arriba el calvario.
En esta fotografía se puede ver a la derecha de la misma, en la nave de la epístola, las dos pinturas que no veíamos en la foto anterior: Miguel pesando las almas luchando con el demonio y encima la Visitación. 
Retablo Mayor
 

Pinturas de la bóveda
La reforma sustituyó la cubierta original por una complicada bóveda de crucería estrellada gótica. La fecha de inicio de esta reforma se desconoce, aunque puede ser más o menos coetánea de las pinturas murales que decoran la iglesia, es decir a fines del XV.
Las pinturas de San Cebrián de Muda, realizadas al temple, poseen un carácter eminentemente popular y están en la órbita del denominado maestro de San Felices, activo en varias iglesias.
La gran bóveda de terceletes que cubre todo el espacio de la cabecera fue desencalada en campaña de restauración en 1993, y las pinturas afloraron por toda la superficie de la misma, incluidos los nervios.
Estos nervios diagonales, terceletes y ligaduras, dividen el casco de la bóveda en dieciséis espacios en forma de triángulos escalenos, resultando cuatro plementos en cada sector de la crucería. Todos ellos están decorados según el siguiente esquema: una grisalla de dientes de sierra contrapeados bordea el triángulo y forma un círculo tangente a ellos; de los tres espacios resultantes, el central circular se decora con un busto, y los otros dos, triangulares, con motivos de tracería flamígera en color ocre para contrastar con la grisalla.
Los nervios están igualmente decorados con dragones afrontados. Los arranques de cada nervio en sus dos extremos tienen una decoración de escamas que terminan con unas fauces abiertas y enfrentadas.
Sin duda lo más interesante de la bóveda son los dieciocho bustos que representan figuras proféticas. Todos menos uno son varones y están individualizados por el color de sus ropas, sayas y jubones, y por sus tocados, bonetes, gorras. Alguno aparece descubierto y todos, excepto dos ancianos, uno de ellos barbado, son jóvenes con melenas propias de la moda de finales del siglo XV e imberbes. Unos portan un libro, abierto o cerrado, o bien una filacteria en las que no aparece inscripción alguna, salvo una excepción.
Su actitud afianza la idea de que se trata de profetas. Entre estas figuras está la de la única mujer representada posiblemente la sibila Eritrea.
Pinturas de la bóveda
 

Pinturas del lado de la epístola
Se organiza como los anteriores a modo de gran retablo, aunque la apertura del gran óculo, descentrado con respecto al del muro, le resta espacio decorativo. Las escenas se disponen también en tres cuerpos, si bien los encuadramientos no son tan regulares y simétricos como en los otros muros debido al descentramiento del gran óculo, y también a la presencia de figuras de santos que no constituyen propiamente una escena y necesitan un menor espacio.
Las tres únicas escenas representadas son complementarias del ciclo de la Infancia del muro absidal, y dos de ellas se disponen como continuación de la última del cuerpo bajo de ese muro, esto es, de la Matanza de los Inocentes. La otra escena, en el cuerpo medio, queda coherentemente por el tema, la Visitación, dispuesta más cerca de la primera escena del ciclo, que es la Anunciación. Como en los otros muros una pintura de grisalla con motivos de dientes de sierra contrapeados, bordea los enmarques de las escenas y el perfil del óculo como una tracería.
En el cuerpo superior se disponen cinco registros, los dos de los extremos tienen forma de luneto y en su interior están decorados en grisalla con una tracería flamígera, igual que los dos lunetos vistos en el muro absidal.
Entre ellos se disponen los otros tres registros con imágenes de tres santas mártires de gran devoción popular en la época gótica, en especial en el siglo XV: Santa Apolonia, Santa Catalina de Alejandría y Santa Bárbara. En esta foto no vemos la Visitación ni San Miguel con la balanza en la mano, y luchando con el demonio, al cual tiene bajo sus pies, tapados por el retablo adelantado, pero si a Santa Lucía y Santa Águeda constituyen el tema del último registro del cuerpo medio. Aparecen en pie, afrontadas y en actitud de diálogo. Ambas portan la palma del martirio y sus símbolos parlantes, los ojos y los pechos sobre una bandeja, alusivos a sus respectivos martirios.
Pinturas del lado de la epístola
 

En los últimos registros del cuerpo bajo se representan separadamente dos secuencias del tema de la Huida a Egipto'. En la primera, situada bajo el gran óculo y casi totalmente perdida, puede adivinarse la figura de un segador con la hoz en una mano y un haz de espigas en la otra mano, al fondo, unas casas de la ciudad.
En el siguiente registro aparece José llevando del ronzal a la borriquilla, sobre la que María lleva en brazos al Niño fajado, a través de un campo desértico.
Durante los trabajos de restauración emprendidos por el Centro de Estudios del Románico de Aguilar de Campoo en 1992 apareció un fragmento de inscripción con la leyenda “...ERA MIL CCC LX VII...”, perteneciente quizá a una sepultura y reaprovechada como losa de escalera. Se localizaron además dos pequeños fragmentos de la cabeza de un yacente.
Bajo un arcosolio en el lado norte de la nave aparece una sencilla pila bautismal de cronología medieval (hacia el siglo XIII). Está realizada en piedra arenisca gris, tiene forma semiesférica invertida y está decorada con lengüetas en las esquinas de su basa cuadrangular.
Son ciertamente interesantes también las alguazas que adornan las puertas y que parecen datar de época gótica.









 

 

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