LAS TÉCNICAS DE EDIFICACIÓN EN EL MUNDO ROMANO
Veremos, en primer
lugar, la terminología en relación con la manera de disponer los elementos de
un muro:
Paramento: Cualquiera de las dos caras de una pared o muro (la fachada
del muro). También el aspecto exterior de la estructura de un muro.
Aparejo: La forma concreta de
disponer los materiales constructivos en un paramento o muro, principalmente
los sillares y los ladrillos. Existen distintos tipos de aparejos:
Aparejo a soga: También llamado de cítara o de media asta. Es el que presenta al exterior hiladas formadas por las
caras mayores o longitudinales de los sillares o ladrillos.
Aparejo a tizón:
También de llaves o de asta. Es el que presenta al exterior las
caras menores o transversales (el nº 5 de la lámina se le parece aunque no es
completo. La cara menor).
Aparejo a soga y tizón.
Se alternan los dos anteriores
Aparejo perpiaño.
Cuando el sillar atraviesa transversalmente todo el muro
Aparejo isódomo. Son
las hiladas en las que todos los sillares están labrados con iguales
dimensiones
Aparejo pseudoisódomo. El compuesto por
hiladas de dos alturas, colocadas alternativamente, donde los sillares son
perfectamente regulares en cada una de ellas .
Opus: Literalmente significa trabajo. La palabra era ya utilizada
por los propios romanos (el propio Vitrubio la usaba). Para Vitrubio, el opus es un trabajo completo y designa un
muro tanto en su núcleo interno como en el paramento externo y los materiales
para cobertura y recubrimiento. Esta palabra es la que emplea el pueblo y la
que aparece también en las inscripciones.
Structura. Núcleo interno del
muro y modo como se ha ligado con el paramento externo. Es un término culto y
no aparece en el lenguaje vulgar.
Existen maneras puras
de construir, independientemente del tipo de aparejo, con la utilización
exclusiva de piedras. Otros utilizan en el interior del muro otros materiales,
por ejemplo el opus caementicium. Cuando el opus
se seca y agarra el sillar no hay quien lo mueva, siendo casi más sólido
que la piedra pura.
INTRODUCCIÓN (según Lugli).
La preocupación de los
historiadores del arte, ya desde el Renacimiento, es averiguar la fecha de los
monumentos, y este empeño no siempre es fácil. Hay que estudiar un montón de
detalles para llegar a una conclusión. Si el monumento en cuestión no se conoce
tan bien como, por ejemplo, el Coliseo, será difícil de fecharse. Esta
preocupación era típica de los anticuarios y de los historiadores. Hay que
establecer un análisis de los materiales del monumento y de los detalles que le
rodean. Lugli afirma que para los muros construidos en ladrillo (no los
sillares) que tengan marca o sello, se pueden establecer una cronología
afinando en más o menos diez años (casos, en realidad, excepcionales).
Los principios básicos
para datar un monumento, en una fecha en que esto era difícil, fueron intuidos
por Giampini en 1690. Hay que esperar a 1814 cuando un arqueólogo; Nibby,
defina esto. A éste se le considera el padre de la topografía romana.
La obra en ladrillo la
estudia en el Siglo XIX Dressel pero fue perfeccionada por Bloch en un trabajo
de 1936. También a fines del siglo pasado, pero publicado en 1905, el alemán
Durm escribió un tratado en el que se preocupaba por diseccionar los elementos
de los que se compone una construcción. Es una obra totalmente analítica con
muy buenos dibujos.
Existe un número de
estudiosos del cambio del siglo XIX al XX que estudian cosas muy concretas. Es
menester llegar a un estudio de 1912 de E. B. Van Deman, en el que se estudian
seriamente las técnicas constructivas dividiéndolas en periodos, determinando
las pautas a seguir para estudiar el monumento y considerándose tres factores:
1.
El
interior. Estudio estructural del
edificio en sí mismo.
2.
El
exterior. Las fuentes literarias.
3.
El
ocasional. Todo lo que rodea al
edificio.
Este trabajo lo
continúa una americana: M. E. Blake (que publica en 1947). Éste último trabajo
no está superado. La autora se dedicará a recorrer Italia repasando todos los
antiguos monumentos existentes hasta el momento. Detallará un catálogo
exhaustivo en el que se estudia todo. En esto trabajará toda su vida.
Después del estudio de
la Blake viene el trabajo de Lugli que es una síntesis con aportaciones
propias. Es una obra excelente aunque pesadísima a decir del profesor Baena.
Tras el de Lugli, lo
que han salido son trabajos parciales. Una obra reciente y muy útil es la de
Adams aunque infinitamente menos extensa que las otras.
DIFERENTES TIPOS DE OPUS QUE HACÍAN GRIEGOS Y ROMANOS.
En España existe una
gran especialista en estos temas: la profesora de la Universidad de Madrid L.
Roldán Gómez que escribió una obra titulada
“Técnicas arquitectónicas en la Baetica
Romana” publicado en 1992. Antes ya había escrito sobre el tema y
después también lo ha hecho sobre Carteia (en 1992) así como una monografía
sobre Itálica en 1993. Analiza la construcción de esas dos ciudades y se
constata la existencia de obras parecidas a las de la Urbs (Roma).
Opus incertum Opus
Recticulatum Opus
Latericium
Opus Recticulatum
Opus Quadratum Opus Mixtum
EL OPUS SILICEUM.
Este
es el nombre con el que se conoce este tipo de trabajo (aunque también con el
de obra
ciclópea o poligonal). Los
antiguos ya se refieren a este tipo de obras definiéndola como ciclópea,
saturnia, pelásgica, tirintia, lésbica, etc. siempre pensando en
que eran muy antiguas, casi imposible de hacer por los hombres con lo que eran
los cíclopes los que habrían construido estas obras, sobre todo en lo referido
a la primera manera. A partir de fines del Siglo XVIII y principios del XIX y
desde entonces, ha existido un apasionamiento por averiguar el origen y fecha
de estas grandes obras y qué pueblos y qué grupo humano inventó la técnica,
cuándo se introdujo en el Mediterráneo y particularmente en Italia. Son
cuestiones difíciles, sin solución clara. Sí sabemos que se usa esta forma de
construcción para la realización de muros defensivos, para hacer torres o
ciudadelas, para infraestructuras de carreteras y terrazas agrícolas y
basamentos de otros monumentos que irían encima (villas, sepulcros, cisternas,
...). Lugli, que estudia esta forma constructiva meticulosamente, establece
cuatro formas de hacer la construcción advirtiendo que no se trata de
cronología sino más bien de una clasificación tipológica. En líneas generales,
cuando se quiere fecharlas, hay que contar con las consideraciones de Gerhard,
aceptadas por Lugli:
· Un mayor o menor
volumen de los bloques.
· Superficie desbastada o
no.
· Si los lados del
polígono son o no curvos.
Así, Lugli diferencia cuatro
tipos:
Masas informes o
esbozadas con uniones discontinuas, material cercano de canteras locales. La
forma de desbastar es rudimentaria (con mazos). El problema es la elevación de
los bloques y más cuando en esta época no existen máquinas para levantar los
pesos. La estabilidad muraria se establece por su propio peso. Es difícil
asignar cronología a estos muros. En Italia estas construcciones se fechan en
el Siglo VII a.C., perdurando hasta principios del Siglo V. Se emplea en
interiores de tumbas, acrópolis y basamentos de vías. Algunos investigadores
han buscado el porqué de esta imperfección en utensilios inadecuados, falta de
preparación humana, piedras duras, escasa población (se requiere organización
social). También se piensa que eran construcciones de emergencia con lo que no
es necesario perfeccionarlas. Todo esto es discutible. El ejemplo más
característico de Italia son las murallas de Circei.
Polígonos irregulares
en los que ya se utilizan calzos o piedras más pequeñas para unir las mayores.
En este caso la extracción de la cantera está hecha por la técnica de los
$$$$$$$$$$ para romper grandes bloques, trabajándose a golpes de martillos,
dejándose las partes de unión trabajadas para encajarlas. En algunos lugares,
estos muros están inclinados hacia adentro. Se utilizan para murallas y
cimentaciones de calzadas (Vía Appia, en algunos tramos). La tenemos en el
Siglo V y IV a.C. (Ej. Arpino).
Polígonos regulares con
frentes pulidos y lados encajados perfectamente. Incluso existen muescas
macho-hembra para su perfecto encaje. En este caso ya sí se tiene constancia de
la utilización de máquinas elevadoras de pesos. Los paramentos están tallados
toscamente y dan una sensación de fortaleza y construcción maciza. Sirve esta
tercera manera para murallas, torres y basamentos de villas, templos y
carreteras. Ésta, a diferencia de otras, fue la más preferida por los romanos.
Según Lugli sería la más característica romana, la más empleada. Ejemplos los
tenemos en Cori, Nerva y Alatri y su cronología va desde el Siglo IV al II.
Trapecios con
tendencias a planos horizontales pero discontinuos, de distinto tamaño cada
bloque. Puede considerarse precedente del opus quadratum. Así puede aparecer
también el opus caementicium, formando los muros y base de
cimentación de las grandes calzadas
romanas. También en villas, puentes y acueductos. El empleo es muy grande. En
España existe esta forma en las murallas de Ampurias. Su cronología va del
Siglo III al I a.C. Suelen aparecer las almohadillas pero aun toscas.
Fragmentos
de opus siliceum
de Gerunda, detrás
del Pati de les Aïgues.
Es de destacar que
estas formas son irregulares en su construcción (pueden existir construcciones
en las que pervivan varios tipos poliédricos).
EL OPUS QUADRATUM. Es un sistema de construir con bloques de piedra tallados
en forma de paralelepípedos y dispuestos en hiladas horizontales. Es la manera
más antigua de alzar un edificio estable en la arquitectura romana (ojo, un
edificio). Los escritores antiguos atribuían su invención a los etruscos. Un
escritor ya tardío, Servio, comentando la visita de Eneas a Dido, dice que los
muros de Cartago estaban hechos “según etrusca disciplina”. Después,
los escritores latinos se refieren a ellos (Vitrubio, Livio) como saxum
quadratum.
A pesar de lo que dijeron
estos escritores, la verdad es que los etruscos, cuando construían con bloques,
parece que construyeron más con opus siliceum que con opus quadratum. Los etruscos no
hacían bien el opus quadratum al
principio, pero con su contacto con los griegos van perfeccionando este opus. La perfección de los instrumentos
(empleo de cinceles) hace que los bloques sean más regulares. Los sillares de opus tienen unas características que son
las medidas.
Los romanos los hacen
de las mismas dimensiones, tomando como base el pie romano, norma del opus no
se da en otros tipos de construcciones. En Roma, el opus quadratum ya se emplea en el Siglo VI en el
Palatino y en el Foro (en cisternas y pozos) y en fundamentos de Templos (como
en el de Júpiter Optimus Maximus).
"Opus
quadratum" Muro Serviano y Foro
de Augusto (derecha).
Lugli distingue tres
maneras de construir opus quadratum:
La etrusca (de la que ya hemos hablado). De diferente
altura y longitud. Mal escuadradas al principio. Sin una constante unidad de
medida. Sillares tendentes hacia el cubo y sin grandes dimensiones. Suelen
tener las paredes externas lisas y no se aprecian orificios para que las
máquinas puedan elevar los bloques. Las hiladas no son siempre paralelas. Suele
emplearse el sistema de a soga y tizón como aparece en la
figura 4 de las fotocopias. Ejemplos en Orvietto, Volterra, Cortona y Fiesole.
La griega. Los griegos usaban dos maneras distintas de opus quadratum:
La descrita por Vitrubio como una de las formas más perfectas de
construir. Este método, en ocasiones, no tiene las hiladas a igual altura y
cada dos o tres se coloca una hilada más fina (pseudoisódomo griego).
Estos sistemas lo utilizan los griegos en la arquitectura monumental. Este
sistema es también heredado por los romanos. Ejemplo de esta primera manera
griega son el pedestal de Agripa, los propileos de Atenas, los muros del Pireo
y los de Pérgamo, Mileto, Siracusa, Palermo, ... Aparece en Roma en el Templo A
del Conjunto de Largo Argentina, en el Templo circular del Foro Boario, en el
Sepulcro de Cecilia Metela y en el Mausoleo de Augusto.
El isódomo perfecto. Esta forma se suele
emplear en monumentos de especial mérito artístico. En Grecia se utiliza el
mármol y en Roma el trabertino. Entre los monumentos de este sistema, en Grecia
tenemos el Partenón, el Erecteion, el Teseion, los Propileos, el Templo de
Atenea Niké, ... De época romana (pero tomado de los griegos) tenemos el Templo
de Mars Ultor, el Templo de Adriano, el Templo de Antonino y Faustina, el Foro
de la Paz, el Foro de Trajano, ...
(a) sistema griego isodomo
(b)
sistema
griego de ortostatos y diátonos alternados.
(c)
sistema
romano arcaico
(d)
sistema
romano en filas de ortostatos y diátonos.
La romana. Su
sistema es el número dos (a soga y tizón)
aunque los romanos la llamarán alternis curis. Pero ellos, además,
emplean fundamentalmente ese sistema de a soga y tizón pero con el opus caementicium, con lo cual la
resistencia de los edificios es impresionante (se utiliza a partir del siglo VI
a.C. en adelante). El templo de Juno
en Gabii es el que se suele poner de ejemplo para la manera romana.
TIPOS
DE ALMOHADILLADO (bugnato).
El modelo más simple
(monumentos primitivos o aquellos que no requieren cuidado especial) es el almohadillado
simple o rústica simple (29 a).
El más común (desde muy
antiguo pero muy utilizado en el tiempo) es la pared rústica en marco excavado
(29 e con variantes en el 29 f).
Cuando se hace un marco
alrededor del sillar, entonces nos encontramos con el resalte del centro y los
lados rehundidos (29 c): paredes de superficies planas con anatirosis (figura 31).
Finalmente están las paredes
con bloques de cara abombada (29 b) cuyo ejemplo más claro es el del
Foro de Augusto (figura 30).
Estos almohadillados
son rescatados del olvido en época renacentista (y ejemplos tenemos,
posteriormente, en la Aduana de Málaga).
EL OPUS INCERTUM.
Vitrubio y los arqueólogos actuales determinan
así a los muros levantados en opus
caementicium que no tienen un verdadero paramento pero que muestra en su
superficie pequeños trozos de piedra similares a los que tendría en su núcleo.
Este paramento exterior, generalmente está pulido y tallado más regularmente.
Por esa razón, para Adams esta forma de opus
incertum sería la epidermis del opus
caementicium. El muro se construye elevando paramentos y núcleo al mismo
tiempo pero cuidando que la cara exterior presente una disposición de
piedrecitas generalmente regulares. A veces se preocupan de que encajen lo
mejor posible. Se emplea desde el Siglo III a.C. hasta el II d.C. En el caso
del opus caementicium, éste se emplea
desde el Siglo III a.C. hasta el VI d.C. El opus
incertum no es uniforme en el tiempo. Lugli distingue varias maneras en el
opus incertum: hay una mayor perfección cuanto más moderna es la obra. Así, por
su disposición, podremos saber su cronología. Se emplea en monumentos como el
Pórtico de Metelo en Roma, construcciones diversas en Cosa, el Santuario de la
Fortuna Primigenia en Palestrina, en el Santuario de Casino, etc. El problema
del opus incertum es cuando llega a
las esquinas, entonces se utiliza otro tipo de piedras o ladrillos.
EL OPUS QUASI
RETICULATUM.
Es un tipo de paramento
que, realmente, no se utiliza durante mucho tiempo. Se encuentra
fundamentalmente en Roma y viene a ser un perfeccionamiento del opus incertum. Es un intento de
racionalizar la decoración del muro buscando que las irregulares piezas
adquieran una cierta disposición diagonal. Los bloques suelen tener de 5 a 7
cms. de lado de forma cercana al cuadrado pero con ángulos irregulares. Entre
estas piedras es visible la mezcla que, generalmente, es gris granulosa y aquí
el problema ángulo es problemático porque al ser piedras pequeñas un choque las
puede hacer saltar. Para ello se ponen unos sillares de contención de las
piedrecitas ya con bloques de piedras ya con ladrillos. En este caso, si forman
una disposición diagonal pero sin estar perfectamente casadas es quasi reticulatum y si encajan
perfectamente es reticulatum.
Ejemplos del quasi reticulatum son el
Odeón de Pompeya o el Teatro de
Casino. Cronológicamente aparece en el último cuarto del Siglo II a.C. en
el Foro de Locus Iuturnae y los
últimos ejemplos son de las Termas del
Foro de Pompeya hacia el año 80 a.C.
EL OPUS RETICULATUM.
Aparece por primera vez
en Roma en época de Sila (80 a.C.). Es una construcción bastante refinada,
típicamente romana. Nace esta forma en Roma puesto que no se han encontrado
ejemplos anteriores ni en el Lazio ni en Campania. Requiere una mano de obra especializada
porque es menester tallar en forma de pirámide truncada los bloquecitos que van
a permitir la construcción del reticulatum.
Estos bloquecitos hay
que tallarlos uno a uno. Después, en el opus
caementicium fresco se insertan esas pirámide en la pared formando líneas
diagonales, siendo un trabajo arduo. Las pirámides se llaman cubilia. Por las dimensiones de las
caras de las cubilia se puede
aproximar la fecha de la construcción del edificio. Así, por ejemplo, en el
Teatro de Pompeyo (55 a.C.) tenemos unos lados de 5 a 6 cms. En el Teatro de
Marcelo, en el que también se emplea esta técnica, los lados son de 7 a 8 cms.
Los ocho centímetros, para muchos autores, sería la medida estándar.
En el Mausoleo de
Augusto la cara sube a 8,5-9 cms pero lo habitual es de 8 a 8,5. La inclinación
diagonal siempre esta en 45º. La piedra empleada es la que se tiene a mano.
Vitrubio alaba este opus como de lo
más refinado y bello de su época. El opus
reticulatum puede quedar de dos maneras: normal o enfoscado. Al profesor
Baena, esta segunda manera le resulta absurda y sin sentido. Su interpretación
es que el reticulatum puede pasar de
moda y lo revocan pintándolo porque de otra manera no tendría sentido. También
interesante es que, para evitar la monotonía, se utiliza el reticulatum bícromo o polícromo lo que
da viveza a las fachadas. Otra explicación para el enfoscado es buscar un
núcleo estable y sin humedad pero es un argumento débil.
"Opus
reticulatum" de la Villa
Adriana (izqui.) y S.
Saba (derech).
EL OPUS MIXTUM O
LISTATUM. Se refiere al empleo
en una misma obra de materiales distintos como el ladrillo y la piedra. Mixtum también se considera a aquella
obra que tiene ladrillo o piedra con reticulatum,
por eso el nombre de opus mixtum es
algo ambiguo. El mixtum es aquel que tiene más de dos materiales pero
en él puede haber abundancia de una técnica sobre otra. Esta técnica se usa por
primera vez en los palacios de Capri construidos por Tiberio. Se generaliza
después, con Claudio en el Acueducto Anius
Vetus. Cuando se populariza es en época de Domiciano. A partir de éste es
cuando el reticulatum va quedando
como simple decoración. En la construcción siempre se utiliza, primero, la
colocación de sillares para la humedad y después los distintos elementos de la
pared. A partir de Antonino Pío se
difunde fuera de Roma, finalizando a fines del Siglo II d.C., aunque para
determinadas construcciones acuáticas (acueductos, ninfeos, ...) se utiliza
esporádicamente. Ejemplos importantes son determinados edificios de la Villa de Adriano en Tíboli. En Ostia el Templo de Trajano. En Putteoli el Anfiteatro. En Roma la Domus Aurea de Nerón y, después, en
muchas casas de Pompeya y Ostia.
(izquierda) "Opus listatum" at Porta S. Paolo; (derecha) "Opus mixtum" at Delphi.
EL OPUS VITATUM
1.
Utiliza
únicamente bloques de piedra de tamaño distinto pero de forma paralela.
2.
Empleo
o inserta bloques pétreos y de ladrillo como separación de hiladas.
Se utiliza
fundamentalmente en tiempos de Adriano. Su uso desaparece con Antonino Pío.
Está sin construirse durante un siglo y medio, reapareciendo a fines del Siglo
III con Majencio. Muchas veces estos materiales se han sacado de las ruinas de
otros edificios. El sistema recuerda a la Edad Media donde se utiliza mucho. En
el Lazio, sin embargo, este sistema barato y cómodo se empleaba desde Augusto.
No obstante también se hace ex professo
para monumentos como murallas, teatros y anfiteatros. Todo esto en cuanto al
primer tipo. El segundo tipo (alternancia piedra-ladrillos), que pone
generalmente mucho de opus caementicium,
se utiliza desde Majencio. Su uso perdura en la Edad Media.
EL OPUS TESTACEUM O
LATERICIUM.
Así se designan,
indistintamente, las construcciones hechas con ladrillos. Para hablar con
propiedad hay que decir que el opus
latericium utiliza exclusivamente adobes mientras que el testaceum posee un núcleo interior de opus caementicium y los ladrillos se han
fabricado con medidas concretas y se han cocido en hornos. El nombre que los
romanos empleaban para designar el material cocido en hornos era el de tegulae mientras que el adobe se
denomina later. Las primeras son al
tiempo los ladrillos y las tejas.
Opus
Latericium en Termas de Caracalla (Roma)
Los ladrillos son de tres tipos:
Bipedales. (dos pies). 60 x 60 x 3,7 cms.
Bessales. 22 x 22 x 3,7 cms En grupos de ladrillos más
pequeños de 19,7 cms (2/3 de pie romano).
Sesquipedales. 45 x 45 x 3,7 cms Son los intermedios y
medían 1,5 pies. Podían partirse formando triángulos.
Semiláteres (Triangulares) 22 cms de lado
De todos estos tipos,
el ladrillo básico era el pedale, cuyo módulo era de 26,9 cm.; estos ladrillos
eran el equivalente a un pie por un pie, que los griegos llamaban tetrádoron,
equivalente a cuatro palmos por cuatro palmos. En base a este módulo se fabricaba,
según Ortega Andrade, un ladrillo mayor, el bipedale o cuadrilongo, que tenía
dos pies por dos pies (59,2x59,2 cm2). Era una enorme tabla cerámica que,
colocada en tres o cuatro hiladas sucesivas horizontales, creaba una verdugada
de refuerzo en algunas fábricas mixtas. Este gran ladrillo, podía dividirse en
nueve partes para dar como resultado el bessale (19,7x19,7 cm2). El
sesquipedale era otro ladrillo mayor, también cuadrado, que tenía un pie y
medio de lado (44,4x44,4cm2), el cual, dividido en cuatro partes, originaba un
bessale de 22,2 cm. de lado. En realidad, un sesquipedale era la diagonal del
pedale, es decir, igual al producto de multiplicar la raíz cuadrada de dos por
un pie, con lo que se obtenía un ladrillo rectangular que tenía un pie por un
sesquipedale, el longum pedale era de un pie y medio de largo por un pie de
ancho (41,8x29,6 cm2) Un ladrillo menor, aunque poco frecuente, era latum
semipedale (dos palmos por dos palmos) similar al básico dídoron griego y que
tenía medio pie por medio pie. No obstante, las medidas de los ladrillos secos
y endurecidos presentaban dispersiones considerables. De todos ellos, el
ladrillo más usado fue el triangular que resultaba de cortar el bessale por una
de sus diagonales. Resultaba por tanto el triangular del sesquipedale de lado
22,2 cm. y 31,4 cm. de diagonal y el triangular de lado 19,7 cm. y 27,8 cm. de
diagonal. Estos ladrillos se obtenían realizando una profunda hendidura con una
cuerda en el ladrillo fresco, como paso previo a la cocción, que después
facilitaba su corte a pie de obra. 4.1.5.- Otros Materiales. Los romanos
emplearon también la madera como material de construcción, cuyo uso se
reservaba exclusivamente para techumbres, tanto cubiertas como artesonados en
general. Emplearon igualmente el bronce en mayor grado que cualquier otro
metal, quedando reservado su uso para ornamentación, revestimientos y escultura
fundamentalmente. Constructivamente aparece de forma muy aislada, como en el
Panteón.
Las
tejas, por su lado, son de dos clases:
Rectangulares.
Hexagonales.
Los ímbrices, que son
de sección semicircular, encajan sobre los bordes de los anteriores.
Aparte encontramos otro
tipo de materiales destinados generalmente a proporcionar aislamiento de las
paredes o paso de la calefacción. Entre los principales podemos encontrar las tegulae
mammatae que son ladrillos
cuadrados que tienen protuberancia en los ángulos de forma que pueden ser
fijados a la pared. Este sistema de caldeamiento será el empleado en las
termas. Generalmente las tegulae mammatae
son sesquipedales quedando una cámara de aire entre el muro y la pared de la
habitación. Esto se hacía para que circulara el aire caliente o para aislar
térmicamente y evitar la humedad. Ejemplos los tenemos en la Casa de Libia en
el Palatino, en la Casa del Fauno en Pompeya y también en diversas casas de
Ostia.
Otros tipos de
ladrillos son:
1.
Ladrillos
cortados de forma semicircular o de cuarto de círculo para construir columnas.
2.
Ladrillos
circulares cilíndricos pequeños para parrillas de los hornos o como núcleos de
las columnas,
3.
Ladrillos
tubulares de sección cuadrada o rectangular, también colocados en las paredes
de las termas con el mismo uso que las tegulae
mammatae.
4.
Ladrillos
tubulares de sección circular (tubuli) de aproximadamente 20 cms
para evacuar el agua de los tejados.
5. Pequeños ladrillos
rectangulares que no son así fabricados sino que son cortados de otros y por
tanto distintos, destinados a recubrir paredes o suelos los cuales se colocan
en forma de espiga o espina de pescado (OPUS SPICATUM).
6.
Finalmente
ladrillos cortados formando dibujos para adornos de monumentos (cimacios,
golas, oras, ménsulas, ...) (OPUS FIGLINUM).
Las construcciones de
Ostia emplean masivamente ladrillos: paredes, arcos, arcos de descarga, opus
fliginum, incluso los capiteles. Es uno de los mejores sitios para
estudiar los ladrillos.
Muchas columnas son de
ladrillos y así se coloca un núcleo de cerámica en el centro y alrededor se
pegan fragmentos de ladrillo. Todo se recubre enfoscándolo y pintándolo o
colocando polvo de mármol.
CONSIDERACIONES DE LUGLI PARA DETERMINAR LA CRONOLOGÍA DE
LOS MONUMENTOS.
Según cómo sea la forma
del ladrillo, la distancia entre ellos, su grosor, la mayor o menor utilización
de mezcla entre ellos y el empleo de marcas: todo esto nos permite fecharlos en
una u otra época. Lugli será capaz de fechar con más o menos diez años de
margen un monumento hecho a ladrillo.
MARCAS O SELLOS DE FÁBRICAS (bolli
laterizi)
Son las marcas o sellos
que poseen las tejas y ladrillos. Estos sellos son muy importantes porque
permiten fechar de forma precisa el monumento, aparte de su valor intrínseco
como epígrafes. Su importancia fue puesta de manifiesto por investigadores del
Siglo XIX. En 1884 apareció la primera monografía sobre el tema.
El estudio más
exhaustivo es el de Bloch que apareció en una revista romana entre 1936 y 1938
convirtiéndose en libro en el año 1947. Este libro es la base para el estudio
de las marcas, hechas con estampillas o ya impresas sobre el molde donde se
fabricaría el ladrillo.
Se empiezan a usar
antes de la primera mitad del Siglo I a.C. en las tegulae. En los ladrillos se difunde desde Claudio hasta el final
del Imperio. Las formas de las marcas varían: rectangulares o cuadradas, con
una o dos filas, con inscripción (hasta la segunda mitad del Siglo II) o bien
las marcas o sellos en forma de creciente lunar cuyos extremos se van cerrando
progresivamente hasta quedar cerradas en círculos (desde la época de Domiciano
a Diocleciano).
En muchas marcas aparecen
incluso el consulado de ese año con lo que ello implica. Los sellos también nos
informan de los talleres y las oficinas donde se fabricaban, etc.
Aparecen epígrafes con:
1.
El
nombre del lugar de la extracción de arcilla y del propietario de la misma.
Generalmente: “ex praedii ...”
2.
El
taller o fábrica donde se realiza el producto: “Ex fliginum ...”
3.
El
objeto fabricado y el que lo ha hecho: “Opus doliare ex praedii, ...”
4.
Puede
aparecer el nombre del jefe de la fábrica o del siervo: “Fortunati Luc. servi, ...”
5.
La
fecha, generalmente por el consulado de ese año: “Gallicano et Vetere consulibus,
6.
Frases
de salutación o de reconocimiento del trabajo bien hecho: “Valeat qui fecit, ...”
7.
Abundan
las abreviaturas.
LAS ESTRUCTURAS MIXTAS (en terminología de Adams).
Adams llama así a las
construcciones a caballo entre aquéllas como el opus quadratus y otras menores como el opus incertum, entre los opus
de gran aparejo y los de pequeño aparejo.
Existen tres
estructuras mixtas:
El aparejo en damero
(también llamado en ajedrezado). Esta forma consiste en alternar bloques de
piedras irregulares o bloques pequeños unidos con barro, cal u opus
caementicium de tal manera que si desaparecieran estos bloques más
pequeños los otros se mantendrían apoyados unos sobre otros. Ejemplos tenemos
en Velia (Siglo III a.C.) y Bolsena (Siglo II d.C.).
Opus
damero itálica
El opus africano. Es un tipo
de aparejo creado en el Norte de África y usado por los cartagineses y que,
dado el contacto de estos con los griegos del Sur de Italia, terminará
difundiéndose entre los romanos. Son bloques de sillares rectangulares muy
entrelazados que forman cadenas en forma de T ocupando las zonas intermedias
con piedras pequeñas que pueden ser perfectamente irregulares. Esta forma de
construir recibe el nombre de opera
atelaio?. Lugli distinguió un subtipo: a nervature littique; armazón de sillares
rectangulares formando cuadrados dentro del que se ponen piedras de pequeño
tamaño mediante cualquier tipo de mezcla. Ejemplos de opus africano tenemos en la Acrópolis de Selinunte, en Pompeya y en
muchos lugares del Norte de África como Duga o Bulla Regia. En España (en la
provincia de Málaga) tenemos un paramento de la ciudad de Singilia Barba (en
las cercanías de Antequera). Esta técnica ahorra sillares en el caso que haya
pocos.
El opus craticum.
Es también una
estructura mixta que mezcla la madera con los materiales de pequeño tamaño
unido mediante opus caementicium generalmente. Se trataría, por tanto, de un
zócalo hecho a piedra o ladrillo sobre el que se disponen las vigas en
vertical, horizontal o diagonal cuyos espacios intermedios se rellenan de
piedras unidas con opus caementicium.
Esta forma de construcción tendrá una gran perdurabilidad en el Occidente y,
así, en la Edad Media se usará por su facilidad de construcción y por ser
barato. Tenemos ejemplos en Herculano.
"Opus
caementicium" at Tomb
of Eurysaces (Izqui) y la Piramide
di Caio Cestio (derech).
LOS ARCOS Y BÓVEDAS
*Ojo. El profesor Baena señaló la necesidad de sacar las definiciones de
algún diccionario. Las aquí expuestas están sacadas del Diccionario
Enciclopédico Espasa-Calpe.
Los elementos
constitutivos de los arcos son:
Imposta. Hilada de sillares,
algo voladiza, a veces con moldura, sobre la cual va sentado un arco. Faja que
corre horizontalmente en la fachada de los edificios a la altura de los
diversos pisos.
Salmer. Piedra del machón o
muro, cortada en plano inclinado, de donde arranca un arco adintelado o
escarzano.
Dovela. Piedra labrada en figura de cuña para formar arcos o
bóvedas. Cada una de las superficies del intradós o del trasdós de las piedras
de un arco o bóveda
Clave. Piedra con que se cierra el arco o bóveda, también llamada
dovela superior.
Trasdós.
Superficie exterior convexa de un arco o bóveda contrapuesta al intradós.
Pilastra que está inmediatamente detrás de una columna.
Intradós. Superficie inferior visible de un arco o bóveda. Cara de
una dovela, que corresponde a esta superficie.
Luz del Arco (Diámetro). Anchura interior del arco.
ORIGEN Y EVOLUCIÓN DEL ARCO.
Muchos piensan que el
arco fue una invención etrusca tomada después por los romanos que la
universalizaron. Sin embargo estudios que se han realizado sobre el tema
desmienten esta teoría tan asentada. El error se basaba en que se encontraban
arcos a las puertas de determinadas ciudades etruscas como Volterra o Peruggia,
pero el caso es que son más antiguos. La Cloaca
Máxima era de los reyes etruscos de Roma, según se decía, y ello por el
triple arco de medio punto de la desembocadura. Pero ello no es así. Una cosa
es que lo construyeran y otra que lo embovedaran. La Cloaca, en efecto, la construyeron los etruscos, pero la que pasaba
por el Foro iba al descubierto (era un canal). Plauto, que describió a los
personajes ociosos del Foro, decía que éste estaba “cerca del canal” porque en
su época aún la Cloaca estaba sin cubrir y se cubriría sólo con posterioridad.
El ejemplo seguro del
empleo de arcos es en el 241 a.C. en la ciudad de Falerii Novi, ciudad
construida por los romanos para recoger a la destruida Falerii Vetera. En la
nueva ciudad aparece el arco de medio punto.
En resumen, no existen
pruebas del empleo del arco por los etruscos o los empleos son posteriores a la
segunda mitad del Siglo III a.C. Entonces ¿Dónde debemos buscar el origen del
arco que los romanos, desde luego, no inventaron. Séneca lo atribuye a Demócrito
de Abdera. En la ciudad de Posidonia
(que después se llamará Paestum), al
instalarse allí una colonia latina en el 273 a.C., existirá allí un arco en la
muralla de la ciudad: la puerta de la Sirena. En Velia (antigua Elea) se
encuentra la Porta Rossa. En ambos
casos serían construcciones de la mitad del Siglo III a.C. En la muralla de la
ciudad helenística y desde el Siglo II
se hace universal. En todos los dominios de la arquitectura se introduce el
arco. Se encuentra en obras de ingeniería y también en edificios civiles (Tabularium) o en edificios de
esparcimiento (teatros) o en monumentos honoríficos (arcos triunfales). Un
ejemplo será el Pons Fabricius donde
la luz del arco tiene ya 24, 5 metros.
Los arcos de descarga
están imbuidos dentro del propio muro y su función es descargar de presión la
parte de la pared bajo ese arco a los efectos de que existe un reparto de las
cargas de ese muro. Se colocan los ladrillos de forma radial y así el peso de encima
se descarga hacia los laterales con lo que se protegen determinadas parte del
edificio o muro (como, por ejemplo, para proteger una ventana debajo). Aparte
tiene la misión de hacer más sólido ese muro. Pueden ser inversos, en forma de
U, produciendo el mismo efecto.
El sistema de
construcción de los arcos es similar al que se usará para construir las
bóvedas. Se requieren unas cimbras de madera que permiten sujetar las dovelas
hasta que fragüen en su posición en el arco o cúpula (ver fotocopia). Así
existen salientes no por gusto sino para sujetar el andamiaje. A partir de él
se levanta todo el encofrado de modo que sujete la construcción.
BÓVEDAS Y CÚPULAS:
Es un error extendido
el confundir ambas.
La bóveda es una obra
de fábrica que cubre de forma arqueada un espacio entre muros, pilares o
columnas. Suele estar construida de sillares expresamente labrados o ladrillos.
En ambos casos se vale de unas cimbras.
La cúpula tiene un
desarrollo semiesférico o de sección cónica que se levanta a partir de una
planta cuadrada, poligonal, circular o elíptica. Se apoya sobre muros, pilares
o columnas que a su vez son soportes de arcos de medio punto. El paso de la
planta cuadrada a la circular se hace por medio de unas esferas triangulares
que se colocan en los arcos que se denominan pechinas o trompas.
La construcción de las
bóvedas se hace mediante las correspondientes armaduras de madera. Los romanos
también emplean aquí el opus caementicium
(aparte de la piedra y el ladrillo). El procedimiento es el mismo pero dejando
fraguar el opus. Las Termas de Caracalla, por ejemplo, están hechas así. Con
respecto a la utilización de maderas para sujetar el techo provisionalmente se
han encontrado en la arqueología romana (Terracina) huellas de la madera en la
bóveda (las junturas de una tabla junto a otra) y así queda demostrado el uso de estas tablas. También se han
encontrado en Pompeya y Palestrina.
También al construir
una bóveda o cúpula se pueden introducir moldes para los casetones. Éstos
tienen dos funciones: evitar que tenga mucho peso la cúpula ya que el disminuir
hacia el interior hace que el peso de la cúpula sea menor y, en segundo lugar,
por ser un procedimiento estético. También se emplea el sistema de nervios (que
no es un invento gótico). Así, por ejemplo, el Templo de la Minerva Médica con sus nervios de ladrillo.
TIPOS DE BÓVEDAS DE LOS ROMANOS.
Bóveda de cañón. Un
semicilindro, especie de prolongación de un arco de medio punto. Se utiliza en
muchos monumentos (en los intradós de
los Arcos de Triunfo, en la Cloaca Máxima o en los Criptopórticos.
Bóveda de arista.
Intersección de dos bóvedas de cañón. Empleada mucho por los romanos desde el
Siglo I d.C. (Domus Aurea, Mercados de
Trajano, Termas de Caracalla, Basílica de Majencio). Se utiliza también en
el primer piso del Coliseo.
Bóveda anular. Bóveda
de cañón pero circular (por ejemplo en el Mausoleo
de Santa Constanza).
Bóveda rampante. Igual
que la anterior pero en diagonal. Generalmente para cubrir escaleras (Coliseo y Arquitectura doméstica).
Cloaca Máxima Criptopórtico del antiguo foro de Aeminium
Bóveda gallonada. Como
gajos de naranja. Las tenemos en las Termas
de Diocleciano y en Estancias de la
Villa de Adriano en Tíboli.
Bóveda de cuarto de
esfera. Utilizada para cubrir las exedras.
Los criptopórticos
suelen ser pasillos subterráneos pero pueden ser, también, almacenes por su
frescura. Así, en la Villa de los Misterios el existente
sirve como sitio para estar fresco, sin ser un sitio de habitación. En Pompeya
y Herculano existen muchos con cadáveres dentro que pensaron que ahí se
salvarían de los efectos del Vesubio.
El Templo de Minerva Médica
es muy interesante. Utiliza casi exclusivamente el ladrillo y el opus caementicium. Tiene un sistema de
triples arcos que sirven como descarga. Partiendo de los ángulos sale un
sistema de nervios (cinco hiladas de ladrillo) que sirven para sostener la
cúpula (también de ladrillo). De forma anular también existe un anillo de
ladrillos para separar una lechada de opus de la siguiente.
INTRODUCCIÓN. EL USO DE LOS MATERIALES DE CONSTRUCCIÓN
ENTRE LOS ROMANOS.
Los romanos fueron,
ante todo, prácticos. Van conquistando territorios y, por tanto, necesitan
construir una serie de monumentos, obras de ingeniería, etc. No en todos lados
existen buenos materiales de forma que habrán de adaptarse a lo que encuentren
(por ejemplo si no existen canteras tendrán que coger piedras sueltas). Si sólo
tienen estas piedras sueltas necesitarán de mortero para unirlas.
Fundamentalmente
prefieren piedra y ladrillo, éste último a partir del Imperio sobre todo (Siglo
II d.C.), ya que la piedra es cara de extraer y usar. Hacer ladrillos es más
fácil y cunde mucho más, siendo un material barato con lo que en las crisis
económicas del final del Imperio sobresale muchísimo el ladrillo.
También utilizarán la
madera, fundamentalmente en los edificios de sistemas arquitrabados (de filas
entrelazadas). Se utilizará en las casas privadas y en puertas de edificios,
fundamentalmente. El problema es que se han conservado pocos restos.
En la mayoría de los
casos, sobretodo en los edificios urbanos, el ladrillo queda feo y entonces se
emplean placas de mármol para recubrir las paredes exteriores del monumento en
cuestión. En la Curia Iulia aun pueden verse en el suelo las placas de mármol
arrancadas del suelo (recuérdese que la
mayoría del mármol de la antigüedad se utilizó con posterioridad para hacer cal).
Esto sucedía en todos los monumentos de ladrillo. En los interiores,
lógicamente, no siempre se utilizaba el mármol, sólo en casos contados (palacio
del emperador, grandes templos, etc). En el resto se utilizaban materiales más
modestos. Así en el Palatino y en la Domus Flavia tenemos el opus
sectile.
Los interiores se
enlucían y pintaban mayormente, tanto en las casas como en la mayoría de los
monumentos. Los suelos también pueden ser de mármol pero lo normal es que se
cubran con un mosaico o con una capa de cemento. El mosaico también
puede estar en la pared en el ámbito doméstico. En esto, también, los romanos
difieren de los griegos superándolos. De ellos, sin embargo, heredan los
sistemas arquitrabados (Templos) que los griegos habían transmitido a Occidente
y que han perdurado hasta nuestros días.
Los mosaicos realizados
según por las técnicas tradicionales romanas[1], están a cargo de un
técnico mosaiquista que siguie el boceto del diseñador.
El artesano del mosaico
actual, por lo general, lleva a la práctica todos los procesos, de principio a
fin, que requiere la confección del mismo, al contrario de lo que ocurría en
época romana, en el que el trabajo se hacía en equipo, en un taller llamado officinal, donde cada operario tenía asignaba
una tarea determinada.
El mundo romano, reguló
estrictamente los nombres de los operarios y la función que desempeñaban en la
preparación y posterior realización de los mosaicos. Así, el pictor imaginarius[2]
era el artista que hacía el diseño del mosaico; el musaearius[3],
era el ayudante más directo, sobre el cual recaería la tarea de controlar los
aspectos más cotidianos de la marcha de la obra; el pictor parietarius[4],
el que pasaba el diseño sobre el suelo o la pared; el tessellator[5]
realizaba los mosaicos, siguiendo el dibujo marcado; el lapidarius[6]
preparaba las teselas cortándolas de placas de mármol y el calcis coctor era el
operario encargado de la preparación de la cal (LUNA LLOPIS, 1996).
Plinio "el
Viejo" dejó constancia en sus escritos de como se preparaban las
superficies para recibir el mosaico, la base sustentadora más común era el
mortero. Los suelos de los edificios romanos soportaban de dos a tres capas de
mortero, sobre las que se aplicaba una última capa adherente o nucleus como base para el
teselado. Era importante, la calidad del nivelado, debiéndose realizar con el
máximo esmero el raseado de las superficies. la finalidad era obtener un
pavimento grueso, consistente y sólido, donde todas las capas quedaran
fuertemente unidas entre sí. Los pasos de ejecución:
Se aplana y se alisa el
suelo y sobre él se coloca una capa compuesta por gravilla y piedras statumen, con un grosor de
10 a15 centímetros, que servía de preparación y como aislante de la humedad.
Se aplicaba encima una
capa de mortero llamada rudus,
compuesto por una parte de cal, y tres partes de gravas y fragmentos de
terracota, con un grosor de 25 centímetros.
La siguiente capa está
compuesta por tres partes de arena mezcladas con ladrillos y tejas machacadas,
y una de cal, el nucleus.
Sobre este nucleus se dibujaba mediante
incisión el mosaico y se van colocando las teselas sobre un mortero muy fino de
cal y arena sin fraguar. Todas las caras de la tesela se pulimentan bien,
excepto la que debe ir en contacto con el nucleus,
a fin de que tenga una buena adherencia. Las teselas se colocan siguiendo las
líneas maestras de un dibujo abocetado sobre la superficie fijadora, que servía
de guía e incluso indicaban los colores principales a aplicar en el diseño. Se
han descubierto muestras de estos bosquejos básicos ocultos bajo el teselado de
numerosos mosaicos murales romanos. También se usaba otro método, que era la
incorporación de emblemata[7]
en partes del mosaico.
Los principales tipos de mosaico romanos son:
Opus Scutulatum
Este compuesto por
piedra o mármol, que se encuentran insertados en un fondo de mortero o en forma
de un mosaico[8]
con teselas forma rectangular y cuadrada. Las representaciones más importantes
están en Roma y en la Península Itálica, cronológicamente los primeros datan de
la segunda mitad del s. II a.C. hasta finales del s. I d.C.
“Opus Teselatum”. Realizado con teselas pequeños cubos de
piedra, mármol o vidrio coloreadas de diversos modos que reproducían temas
ornamentales o pinturas.
Opus teselatum. Finca del Alcaparral,
Casariche, Sevilla.
Mosaico de Las Metamorfosis, Villa
de Carranque, Toledo
“Opus Albarium”. Es el nombre latino para un tipo refinado de
yeso utilizado en los interiores de las casas, que consiste en un
revestimiento especial a base de yeso y
cal con la incorporación de polvo de mármol, y luego golpeado compacto con
apisonadoras, se hacía con el fin de que las casas fuesen más frescas.
“Opus Sectile”. De origen oriental, que consiste en cubrir una
superficie con finas losas cortadas siguiendo un patrón o modelo determinado. A
este tipo pertenecen algunas bellas piezas de la colección Lebrija, encontradas
en Itálica, con decoraciones geométricas
Opus sectile, Villa de los Quintilios,
Roma
“Opus Spicatum”. Era un pavimento de ladrillos colocados en
forma de espina de pez. En la última época del Imperio, fueron empleados
también como paramento. La ornamentación de muros, fue resuelta también
mediante aplacados de mármol, alabastro, pórfido o jaspe, fijados mediante
grapas de hierro o bronce.
Opus vermiculatum (de vermis, que significa gusano) hacía uso de
teselas muy pequeñas con las que se alcanzaba una gran precisión, perfilando
los bordes de las figuras representadas y las zonas que requerían mayor
detalle.
Opus vermiculatum, Museo Vaticano
Opus signinum es una clase muy simple y barata de mosaico
hecho con pequeñas piedrecitas o teselas de barro cocido incrustadas
simplemente en el pavimento de mortero o cemento para reforzarle.
Opus signinum, Celsa, Zaragoza
Opus musivum. Es un tipo especial de ornamentación para paredes
y techos que utilizaba incrustaciones de vidrios y esmaltes de colores, azul,
p. ej., para los techos, simulando el cielo. Hermosos ejemplares de este tipo
vemos en diversas casas de Pompeya y Herculano.
Pero lo más característico de los romanos es el uso de las bóvedas y cúpulas. En el Tabularium existen una serie de bóvedas como las de cañón o aristas que luego serán comunes en el arte románico (tal fue la trascendencia de la arquitectura romana). Es impresionante, por ejemplo, la bóveda de la Cúpula del Panteón de Agripa (llamado también Panteón de Adriano). Este sistema se consigue fundamentalmente con el opus caementicium.
Los romanos tienen tres
objetivos cuando construyen:
La utilidad de lo construido. Nada se hace por
gusto. El espíritu romano era reacio hacia las cosas sin utilidad (hay que
recordar cómo Catón criticaba la estética griega). Ello se advierte en las
obras públicas (acueductos, vías caminos, puentes, termas)
Que lo construido esté bien hecho para que perdure. Por ello no repararán
en gastos. De hecho se siguen conservando multitud de monumentos, muchos
reconvertidos a nuevas utilidades (la Curia se convirtió en Iglesia).
La monumentalidad de lo construido.
Dentro del conjunto de
la arquitectura antigua, los romanos dan soluciones a muchos aspectos no
conseguidos por otras civilizaciones. De hecho la cultura occidental hasta
nuestros días es heredera de las realizaciones de los romanos aunque
determinadas cosas no siempre se utilicen. Sus modelos siempre están presentes
hasta hoy (en Málaga, por ejemplo, tenemos el Banco de España).
TIPOS DE PIEDRAS Y MÁRMOLES.
El uso de la piedra
como material de construcción se inicia en época remota con la recogida de las
piedras adecuadas. Así se puede construir cualquier cosa (casas, murallas,
etc.) amontonando unas piedras sobre otras. Cuando se hace de esta forma se
trata de monumentos de piedra seca. De esta forma existen aún hoy terrazas de
contención de cultivos. Es el sistema más primitivo pero, a la larga, puede
derrumbarse con facilidad y, por tanto, necesita siempre del añadido de
mortero, de algún tipo de mezcla que una las piedras.
La arquitectura de
calidad se efectúa en piedra que es menester cortar de forma regular formando
dados más o menos grandes o largos que conocemos como sillares. Por ello, desde
temprano, se pondrán en uso las canteras. Éstas, en latín, se conocen con el
nombre de metalla o lapicidinae (ambas palabras designan las
canteras aunque su origen fuera diferente).
El cantero tiene tres
nombres:
1.
Quadratarii.
2.
Lapidinarii.
3.
Servi
a lapidinis.
El cantero busca en la
piedra cualidades mecánicas, de resistencia y estéticas; es decir, que el
buscar un sitio de extracción no siempre es fácil. Así, por ejemplo, en
determinadas catedrales medievales se empezó con una buena piedra de una buena
cantera. Pasando el tiempo y por distintas causas se sacaban peores piedras y
lo construido se venía abajo. Esta situación difícilmente se daría con los
romanos que siempre utilizaban buena piedra extraída por buenos canteros.
En un primer momento la
clasificación de la piedra según su dureza tendrá importancia en el monumento a
construir. Si queremos un edificio que no soporte grandes pesos no se
necesitará una piedra muy dura y si el edificio sí soportará grandes pesos se
necesitará piedra dura.
Hoy se clasifican las
piedras en seis categorías:
1.
Blandas.
2.
Semiblandas.
3.
Semicompactas.
4.
Compactas.
5.
Duras.
6.
Frías.
Piedras blandas serán
las calizas, las areniscas, ... de origen fundamentalmente sedimentario, muy
porosas. Las frías serían los mármoles, muy duras. También así los granitos y
las durísimas rocas basálticas.
Desde un punto de vista
práctico, el identificar las piedras en un ámbito local no tiene demasiada
complicación. Más difícil es localizar los mármoles porque hubo un gran
comercio durante la antigüedad de este tipo de piedras que provenían de
diversos lugares.
Primero veremos las
piedras utilizadas por los romanos en Roma y después veremos los tipos de
mármol de la antigüedad, no sólo en Roma sino también en otros lugares (así,
por ejemplo, en la orchestra del teatro romano de Málaga existe una gran
variedad de mármoles de todo el Imperio).
En Roma existen los
siguientes tipos de piedras:
El Capelaccio. Es una toba
(caliza) grisácea, muy granulada, que procede del mismo suelo de Roma. Es una
piedra fea que se utilizaba en la Roma Arcaica (Siglos VII a V). Es fácil de
trabajar siendo relativamente blanda. La mayoría de los monumentos se escuadran
a 29,5 cms. Así, como ejemplos, tenemos los fundamentos del Templo de Júpiter Optimus Maximus, las cisternas arcaicas del Palatino o
algunos tramos de los Muros Servianos.
La Toba de Grotta Oscura. Es
una piedra porosa y amarillenta. Se emplea a partir del Siglo IV (aunque
existen monumentos anteriores como el Lapis
Níger o el Templo Arcaico de Sant
Omobono que ya la utilizaban). Se utiliza hasta el 100 a.C. y monumentos
ejemplo de esta utilización son los Muros
Servianos, los Templos C y A del Conjunto del Largo Argentina, la Basílica Aemilia y el Templo Circular del Foro Boario. Es el
material que más se utiliza en Roma en la primera época republicana.
La Toba de Fidena. Es una
piedra más fea. Se utiliza para los cimientos
de determinados edificios como los muros de contención del Palatino y del Capitolio.
El periodo de utilización va desde del siglo V al II.
La Toba de Monteverde. De
color marrón claro con escosías de distintos colores. Se explotaba a los pies
del Gianicolo. Se utiliza desde el Siglo II d.C..
La Toba del Anienne (del río
Anio; un afluente del Tíber). Es una piedra rosada que se utiliza en los
últimos años de la República en infinidad de monumentos como en el Tullianum o el Aqua Marcia. Augusto la utiliza para el Templo de Mars Ultor en su Foro.
El Peperino o Lapis Albanum. Es la más utilizada
tanto en la República como hasta el Siglo II d.C. De color gris ceniciento, aún
está en uso. De ella tenemos el Sepulcro
de los Escipiones, el Templo del Foro
Holitorio, el Tabularium, el Teatro de Pompeyo o el Templo de Antonino y Faustina.
El Lapis Gabinus. Parecida a
la anterior pero menos fina y con escorias. Se saca de las canteras de cerca de
Gabii (de ahí su nombre). De ella es el final de la Cloaca Máxima, el Pons
Fabricius o el Conjunto del Foro de
Augusto.
El Travertino o Lapis Tiburtinus. Procede de unas
canteras cercanas a Roma. Se trata de una piedra blanca tirando a marfil. Muy
fina. Se utiliza sola o como contraste a piedras más oscuras. Como ejemplo
tenemos el Teatro de Marcelo o el Coliseum. El color negro que presenta en
la actualidad es debido a la polución. Se puede ver bien cuando contrasta con
otros monumentos. Así tenemos los dinteles de las tiendas del Foro de César o los del Foro de Trajano. Se utiliza desde el
Siglo II a.C.
En cuanto a los mármoles tenemos los siguientes tipos:
Pentélico. Se usa desde la época
clásica griega (Acrópolis, Partenón, Erecteion y otros muchos edificios y
esculturas). Se exporta fuera de Grecia a muchos lugares. Es de color blanco
purísimo y de una excelente calidad. Muy apreciado. Con el tiempo se oxida y
adquiere una tonalidad marfileña tirando a amarillenta.
Pario. De la Isla de Paros.
De buena calidad. En él se hicieron las primeras esculturas arcaicas (Kouroi de Naxos). Se utilizaba mucho en
un nivel local, sobretodo antes del descubrimiento de las canteras del
Pentélico.
Proconesio. De Proconexus. De
color azulado o blanco con vetas negras. Es muy apreciado en Roma a partir del
Imperio, no antes.
Carystyum o Cipollino. De
Eubea. De color blanco con vetas en verde oscuro. Utilizado a partir del siglo
I.
Chyum o Portascuta. De Kios. Gris azulado de vetas rojas o rojo oscuro.
Utilizado desde el siglo I d.C.
Lésbico.
De Lesbos. Blanco amarillento. Poco usado y de ámbito más bien local.
Rosso Antico.
Muy usado. Del Cabo Matapán (extremo sur del Peloponeso). Color rojo intenso.
Muy usado desde el Siglo I a.C. Su transporte fue favorecido por su cercanía a
la Península Itálica y, de esta forma, lo encontramos mucho en Roma.
Thasio. De Thaso. Blanco, de grano grueso y de uso local.
Giallo Antico.
Carísimo y difícil de tallar. De color amarillo. Procedente de Túnez, razón por
la que se denomina también mármol numídico. Puede tener inclusiones verdes o
rojas. Es apreciadísimo durante toda la antigüedad, sobretodo en el Imperio.
Las columnas del Templo de Apolo Palatino son de este mármol.
Verde Antico.
Procedente de Tesalia, se trata de un mármol verde con inclusiones grises o
negras.
Synadicum o pavonazzeto.
De Asia Menor (también llamada Frigia). Es una mezcla de violeta y blanco. Muy
bonito. Utilizado a partir del Siglo I.
Carrara. Se da en la Toscana.
De excelente calidad y grano muy fino. Se utiliza tanto en esculturas como en
la construcción. Estas canteras se ponen en funcionamiento con César y a partir
de entonces será el mármol más utilizado en Roma. Tras esto decae la
importación de mármol pentélico. Aún hoy se explota, poseyendo dos variedades:
a.
De luna. Gris azulado
b.
Lunense. Blanco (el utilizado en las
esculturas renacentistas).
1 2 3 4 5
11 12 De luna Lunense
En cuanto a las llamadas
piedras duras, sus tipos son los siguientes:
1. Granito. Posee cuatro
variedades:
a.
Gris.
b.
Rojo.
c.
Negro.
d.
Rosa.
Son procedentes de las
canteras de Assuan en Egipto y son apreciadísimos en Roma. De él tenemos muchos
obeliscos en Roma y también columnas.
Pórfido Rojo. Es una piedra muy
bonita. Se denomina también lapis porfirites.
Es de unas canteras de las cercanías del Mar Rojo. Es durísima. Muy difícil de
tallar. De color rojo violáceo con pequeñas inclusiones blancas. Utilizada
desde el Siglo I a.C.
Pórfido Verde o serpentina.
De color verde intenso con cristales verde claro. Puede ser de dos sitios:
e.
De Egipto. El más apreciado y de mayor calidad.
f.
De Esparta.
En cuanto a los
mármoles en España, también se explotaban algunos desde tiempos remotos. Con
ellos se esculpieron muchos monumentos. Su calidad no era tan buena como los
que hemos descrito. Macael ya se explotaba y de allí se sacaron algunas piezas
como la de la escultura de Paris que existe en Granada. El mármol de Macael
tiene dos variedades:
El Blanco Macael. Blanco muy puro, de
espejuelos blancos y brillantes. En él están hechos el retrato de Vespasiano de Écija y los capiteles y el Mercado de
Itálica.
El Anasol.
Blanco con vetas verdes. Parecido al Cippollino. Menos usado que el anterior.
Las canteras que abastecen
el sudoeste hispánico son las de Almadén de la Plata donde existen varias
variedades; siempre blancos con vetas oscuras (verdes o azuladas) o azules (más
raros). La mayoría de los mármoles son de allí. También cerca está la cantera
de Halconera de mármoles oscuros: grises o negros con granos finos. En
Extremadura también está el mármol de Carija (de no demasiada calidad). En
Portugal tenemos las canteras de Extremoz, de color blanco y vetas rosas. Para
el Sur de la Península y uso local tenemos las canteras de Mijas que abastecen
principalmente la zona de la actual provincia de Málaga. El mármol del Museo de
Málaga y de la Finca de la Concepción tienen este mármol. Para saber si un
mármol es de las canteras de Mijas basta con golpear dos trozos del mármol; si
huele a huevos podridos habremos dado en el clavo.
TÉCNICAS
DE EXTRACCIÓN Y TRANSPORTE
Previamente se dará una
terminología sobre los operarios que trabajaban en las canteras:
Serrarius. Es el menos
cualificado. Corta los bloques de piedra en la pared de la cantera.
Quadratarius. Es quien prepara la
piedra para ser esculpida o inscrita con epígrafes.
Lapicida. Quien graba el
epígrafe en la piedra
Marmorarius. Operario de categoría
superior. Es quien talla el mármol para producir piedras de carácter
arquitectónico o decorativo (capiteles, balaustradas, altares, pedestales,
estelas)
Sculptor. El grado más alto. Es
quien exculpe imágenes o elementos figurados. Si lo trasponemos a los griegos
sería quien crea esculturas. Es el de máxima categoría lo que no significa que
sea un creador o un artista (aunque puede serlo). Normalmente su nombre pasa
desapercibido aunque en Roma, en época de Augusto, tenemos a los neoáticos de
los que sí conocemos su nombre.
En cuanto a la
explotación propiamente dicha, cuando el cantero había elegido el terreno de la
cantera, se hacía una serie de trabajos. En primer término deben distinguirse
las canteras a cielo abierto de las subterráneas. Sus principios de extracción
son similares aunque no iguales.
En las primeras
(canteras a cielo abierto) el proceso sería el siguiente:
1. Se retiraba la tierra
vegetal.
2. Se hace una primera
cava en la que se quita la piedra estropeada por los elementos naturales. Esta
capa se emplea para hacer carreteras y caminos o para la construcción.
3. Explotación propiamente
dicha. Generalmente se hace mediante un sistema escalonado tras lo que el
cantero va dando golpes creando orificios más o menos amplios iniciándose la
extracción del bloque. En los orificios se meten cuñas hasta que se extrae el
bloque. Se ayuda de barras metálicas como palancas de extracción. En las
hendiduras se metían cuñas de madera mojada para que con la dilatación salieran
los bloques enteros (pero esto último se utilizaba sobretodo en la Edad Media).
En ocasiones se siguen los estratos naturales y ello porque generalmente cada
estrato tiene un color similar. En todo este proceso se utilizan las cuñas (cunei)
y los martillos (mateus). En ocasiones pueden existir fisuras naturales que
eviten el tener que usar las cuñas.
Generalmente las
canteras antiguas se han perdido porque se han seguido explotando hasta el
final. A veces tenemos canteras abandonadas como en Siracusa donde en el Siglo
V un tirano (Dionisio el Viejo) mandó construir unas murallas de 25 kms de perímetro.
Sus bloques se sacaron de una cantera que se abandonó para siempre al término
de la obra con lo que esta cantera se encuentra en perfecto estado, tal como
debió ser en plena extracción: escalonada, de cortes perfectos, ...
También pueden existir
canteras subterráneas que son como una mina pero sacando los bloques enteros
con lo que el trabajo es penosísimo y muy peligroso. Para evitar estos
inconvenientes se ponen troncos de madera o pilares en la propia piedra para
sujetar los techos de la galería de extracción.
La piedra sacada, por
su forma, es variadísima; desde los bloques informes de mampostería, para
carreteras o cimentaciones, hasta los habituales sillares (cubos de piedras de
dimensiones variables). También se sacan columnas elaboradas o semielaboradas,
algunas colosales, en muchos casos monolíticas (enteras) y en otras rodajas de
tambores (recordar las columnas griegas). Finalmente también sacaban piedras
cuadrangulares que servían como vigas, arquitrabes, fundamentos,
El transporte de lo extraído.
El problema de los
grandes bloques es que los grandes troncos que se utilizaban para
transportarlos van deteriorándose y han de ir cambiándose a cada momento.
Para piedras más
pequeñas se utilizaba el sistema de Ctesifonte que consistía en horadar el
centro de la cara superior e inferior del cilindro, meterle bastidas de madera
a las que se atan cuerdas de las que tiran animales. Estos artefactos ruedan
como un rodillo siendo más fácil su transporte. Si a estos fustes no se le
hacen estrías, simplemente se pulen las paredes del cilindro y tendremos columnas
tuscánicas.
El sistema de Metágenes consiste en introducir los bloques
cuadrangulares en unas especies de ruedas que se hacen rodar por impulso
animal.
¿Cómo se las apañaban
para bajar los grandes bloques desde la montaña hasta los sitios llanos?. Pues se ideó un sistema consistente en hacer
un camino empedrado a cuyos lados van unos postes con cuerdas que se agarran a
los bloques frenando la caída. Otro sistema de bajar los bloques eran los
trineos de animales (sistema más complicado). En muchas ocasiones, bajados los
bloques, estos eran tirados por animales, habitualmente bueyes que son animales
lentos pero muy fuertes. Su empleo como animales de tracción va más allá de la
Europa Antigua llegando casi hasta nuestros días.
Los romanos, para estos
menesteres, utilizaban una serie de instrumentos muy sencillos pero eficaces.
Los cuatro elementos esenciales son:
·
La
escuadra.
·
La
plomada.
·
El
compás.
·
La
regla.
Los bloques grandes no
siempre se hacen a mano. A veces existen grandes sierras metálicas alargadas
que introducidas en un artilugio de madera van cortando el mármol. Hay que
echar agua constantemente para que no se recaliente la sierra.
Algunas de las
herramientas usadas en todas estas labores eran:
·
La
sierra grande (serra o serrula) para los grandes cortes.
·
Martillos
o mazas para los desvastes menores.
·
Para
los trabajos de finalización tenemos los martillos y los cinceles que se
golpeaban por martillos cuadrados
Por otro lado siempre
se utiliza la regla cuadrada y la unidad de medida siempre es el pie.
MÉTODOS DE ELEVACIÓN Y COLOCACIÓN DE BLOQUES.
Hay que ir levantando
los bloques para levantar vigas, colocar columnas, etc. Para todo ello se
utilizarán máquinas ya inventadas por los griegos. Así los romanos las
perfeccionarán y las usarán frecuentemente.
Polyspasto romano
La máquina más sencilla
es la polea (orbiculus). En segundo lugar está el torno (sucula)
que es el cilindro sobre el que se cuelga una cuerda que pende (como los
pozos). Cuando se emplean las dos conjuntamente se denomina rechamum
o cabrea. Existen representaciones en
pinturas o terracotas del uso de estas máquinas. Para aumentar la potencia y
disminuir el trabajo tenemos los polipastos
que son la combinación de varias poleas. También se utilizaban grandes ruedas
tipo norias que son las maius tympanum. Se mueven por la
fuerza de los esclavos que a su vez se mueven dentro subiendo los travesaños
habilitados para ello (como los hamsters).
¿Cómo se sujetan los
bloques de piedra? Hay que buscar un sistema para levantar los pesos. Existen
varios:
1. A los sillares se les
deja espigas laterales a la piedra a las que
se amarran las cuerdas y se levantan. Una vez arriba un martillazo rompe la
espiga y uniendo el bloque con el compañero.
2. Se hace una muesca en U
a ambos lados. Se introduce por ahí la cuerda en ambos lados y se levanta. Al
colocarse, la U no se ve.
3. Se practica un orificio
en alguna de las paredes y con ganchos o pinzas se coge lateralmente y se
levanta. Esas especies de garras reciben el nombre de ferrei fortifices.
4. Mediante el sistema de
las castañuelas. Éstas son piezas metálicas que se meten en una hendidura del
bloque asegurada con una barra en el centro. Hay castañuelas dobles, triples,
etc. Este sistema es el más seguro de todos.
Puesta la piedra en su
sitio, ¿cómo la colocamos?. Para mover el sillar podemos utilizar dos sistemas:
1. Con rodillos.
2. Con palancas. Éste a su
vez con dos métodos: lateral y frontal, utilizando unos orificios donde meter
la palanca.
Cada fila de sillares
recibe el nombre de hilada. El
colocar la piedra no es algo simple; tiene su técnica porque las juntas de los
sillares tienen que estar perfectamente lisas y niveladas (los romanos son muy
exigentes al respecto). La cara inferior y superior reciben el nombre de lecho y sobrelecho respectivamente
y tienen que estar totalmente horizontal para asegurar el reparto de presión y
estabilidad. Los lados de las juntas laterales reciben el nombre de cara de junta. En ésta también tienen
que estar perfectamente unidas ambas partes.
A veces se talla un
marco en el lateral del sillar ligeramente sobresaliente y se llama anatirosis que junta con el otro marco
del otro lateral vecino. Se hace para no tener que alisar toda la piedra.
Muchas veces el exterior del muro tiene un resalte (al contrario que la
anatirosis) que sería un almohadillado (se ve mucho en el Renacimiento). Su
función es mayormente estética.
Finalmente los bloques
se aseguran por medio de grapas metálicas (de bronce o hierro) que se sellan a
la piedra con plomo derretido (en forma de Y, de H, de T, ...). Así no hay
quien mueva la piedra. En algunos sitios existen canalillos pensados para echar
por ahí el plomo derretido. No sólo sirven las grapas para las construcciones
horizontales sino también para los arcos (por ejemplo el Pons Cestius con un
complicado sistema de grapaje que asegura los arcos del puente).
LA ARCILLA Y EL LADRILLO.
El sistema más
elemental de construcción cuando no existen piedras es el barro (arcilla). Es
el material de construcción más barato que existe y es propio de los pueblos
primitivos para construir chozas de caña o edificios que no precisaban de una
especial calidad. Cuando se construye una pared de barro recibe el nombre de tapial o tierra apisonada. Para
construirlo el sistema es bastante elemental. En el suelo se coloca un
encofrado de madera lateral y el interior se rellena de barro hasta la altura
deseada. Se deja secar y se le echa más barro repitiendo el procedimiento hasta
donde lo queramos subir. Este procedimiento se sigue utilizando en pueblos del
Norte de África. El barro se apisona con una maza. Su ventaja es que aísla el
calor, aunque lo cierto es que la arquitectura es pobre.
Un segundo sistema es
con el ladrillo cocido al sol (adobe).
Es el empleado en las primeras civilizaciones como la egipcia o la
mesopotámica. Se trata de un sistema muy barato. Se mezcla el barro con el
desgrasante (paja, hierbas,...) para evitar que se agriete el barro al
desaparecer el agua. En sitios con pocas piedras como Mesopotamia se emplea
casi exclusivamente el ladrillo que con el tiempo se deshace formando túmulos
denominados tell.
Existen dos tipos de arcilla; grasas y magras.
Son grasas las arcillas
puras sin mezclas con otros materiales. Aunque son de buena calidad son
relativamente malas para ladrillos o cerámica porque al secarse se
resquebrajan. Así, hay que añadirles un cuerpo para su cohesión (desengrasante)
constituido por paja, hojas secas, hojas de cereal o arena. Cuando se le añade,
la arcilla se empobrece pero si no se rompe.
Las arcillas magras son
mejores porque ya llevan incorporadas naturalmente el desengrasante que suele
ser arena muy fina. Con esas arcillas grasas y su desengrasante se han hecho
los adobes que son los ladrillos secados al sol. Sus dimensiones son uniformes
gracias a los moldes. Lo utilizaron las civilizaciones orientales
(mesopotámicas y egipcias) ya que se secaban rápido debido al calor de estos
lugares.
Existe un método de
construcción sin ladrillos (el tapial) que es más antiguo que el ladrillo.
Hay tres tipos de
ladrillos de adobe citados por las fuentes (Vitrubio y Plinio el Viejo):
1. El ladrillo lidio de 1 pie
por medio pie (29,6 X 18,8 cms).
2. El ladrillo tetradorum. De
cuatro palmos, 1 X 1 pie (29,6 X 29,6 cms).
3. El ladrillo pentadron. De
cinco palmos (37 X 37 cms).
LA ARCILLA COCIDA.
El sistema de cocción
del ladrillo es un sistema que permite que el ladrillo sea más resistente y
permite su perdurabilidad en el tiempo. Un ladrillo con su correspondiente
desengrasante metido en el horno elimina el desengrasante vegetal. No obstante,
en la cerámica puede aparecer (si de es de mala calidad) trozos negros o de
colores diversos, más o menos grandes, que son el desengrasante. Los ladrillos
y la cerámica se cuecen en hornos de diversas formas; circulares o
rectangulares: los primeros más frecuentes en Roma.
PARTES DEL HORNO
El horno es una
construcción sencilla y pobre de materiales baratos y formado de varias partes:
1. Un pasaje o túnel
pequeño donde se coloca el material a prender (maderas o carbones) y denominado
praefurnium.
2. El calor pasa a una
cámara superior que es el horno propiamente dicho (cámara de cocción o laboratorio)
que tiene un suelo o plataforma con unos orificios que permite el paso del
calor a esta cámara de cocción donde existen unas estanterías para colocar los
ladrillos o la cerámica.
3. La cámara tiene una
abertura superior (para humos) y un observatorio que permite ver si la cerámica
coció o no.
4. El suelo del horno es
la solea.
El tiempo de cocción
varía según las dimensiones del horno, el combustible o las condiciones
atmosféricas. En el norte de África se encontró hace poco un horno,
prácticamente igual a los romanos, en Cairban. Su cámara de cocción es de 3
metros de diámetro por 3-4 metros de alto. Tardaba tres días en cocer a
temperaturas de entre 450 y 500 grados.
Los ladrillos solían
llevar sellos o estampillas de forma variable (cuadrada, rectangular, ...).
Estas marcas son importantes porque nos permiten establecer mucha información
(comercio, cronología, epigrafía, ...). Generalmente aparece el nombre del
propietario del taller, también el del encargado (aunque con menos frecuencia).
Junto a los ladrillos
se cocían las tejas; las romanas son de forma rectangular (tegulae). Son de tamaño
variable y van cubiertas lateralmente, en las junturas, por tejas
semicilíndricas que son las imbrices.
LOS MORTEROS Y LA CAL.
La cal se conoce desde
el VI milenio a.C. Se ha detectado en Çatal Hüyuk. Más recientemente la
conocieron los griegos que la utilizaron para estucar las paredes y pintar. En
época helenística aparece incluso en las murallas. Sin duda el empleo que de
ella hacen los romanos es fundamental para sus edificios. Con la cal los
romanos confeccionan morteros uniendo piedras y elementos varios. La cal en
latín es calx.
Se obtiene quemando
piedra calcárea a 1000 grados. La mejor piedra calcárea es el mármol (por eso
sucedió lo que sucedió en la Edad Media con las estatuas). Desprende un gas carbónico
peligroso resultando cal viva (trozos de piedra desmenuzable) con lo cual, tras
hidratarlo (apagar la cal) se consigue la cal propiamente dicha (un líquido más
o menos espeso) que puede servir para blanquear o, como los romanos hacían,
para confeccionar los morteros. Los hornos de cal son parecidos a los de
cerámica variando de altura y tamaño según las regiones (de dos a siete metros
de diámetro), durando varios días el proceso de quemar la piedra. Las fuentes
(Catón y Vitrubio) describen el proceso de la cal y nos cuentan como los hornos
estaban fuera de las ciudades y cerca de las canteras calcáreas.
En cuanto a los
morteros son, en latín, los mortarium que viene del recipiente
donde se echaba la cal con otros materiales. Las materiales y las proporciones
las especifica Vitrubio en el Capitulo 2 Apartado 8 de sus libros de
arquitectura: una parte de cal por dos o tres de arena, a ser posible el pulvis
puteolani que es la arena de
las cercanías de Pozzuoli (de origen volcánico). Si no hay de ésta, Vitrubio la
recomienda del río o de la playa; si bien ésta es desaconsejable por la sal que
contiene que es mala para la estabilidad del edificio.
Estos dos ingredientes;
cal y arena, tienen un añadido de cerámica o teja machacada y agua en
proporción. Cuando esta, más o menos espesa, mezcla se vierte sobre un
encofrado, previamente relleno de piedras, y fragua la mezcla, se consigue lo
que llamamos opus caementicium o
cemento romano, de una dureza casi indestructible. Este opus es la gran aportación de Roma a la arquitectura puesto que así
construirán cimentaciones, muros y bóvedas. Su empleo está atestiguado
intermitentemente en distintas casas de Pompeya, siendo la más antigua la Casa del Quirurgo de finales del Siglo
IV a.C. En Roma el testimonio más antiguo es de fines del Siglo III a.C. en el Templo de la Magna Mater en el Palatino
y después se perfeccionará en el 193 a.C. cuando se construya el Porticus Aemilia (enormes almacenes
junto al Tíber, donde se guardaban todos los productos que llegaban a Roma por
el río). Estos almacenes se cubrían con bóvedas de opus caementicium.
Literariamente tenemos
constancia del empleo del opus
caementicium por los textos de Catón (160 a.C.), aunque varios autores
también lo nombran, incluso Palladius (Siglo IV d.C.) también lo menciona (lo
que implica más de siete siglos, por lo menos, usando este material). Se
utilizará en todas las partes del Imperio. Para embellecer su tosquedad se
utilizan piedrecitas que son antecedentes del mosaico.
EL ANDAMIO.
La construcción de los
muros está atestiguada en una pintura de una catacumba de la Vía Latina donde
se ve un andamio con obreros construyendo un muro. Los andamiajes se hacen con
madera. Existen tres sistemas de sujetar los andamios:
1. Independiente al muro.
Se va levantando el andamio a medida que se levanta el muro.
2. Colocar, atravesando el
muro, los troncos de madera y, sobre ellos, colocar las tablas sobre las que se
trabaja. A los orificios que queda se le denominan machinales.
3. los troncos
atravesarían totalmente el muro. Sobre ellos se ponen las tablas.
LA CIMENTACIÓN.
Se ve en el Templo que
Antonino Pío dedicó a Adriano (actualmente es la Bolsa de Roma) que tiene la
cimentación a la vista. En éste se advierte el buen hacer de los romanos y su
seriedad constructiva. El empleo de los cimientos no es un invento romano y ya
lo conocían de antes griegos, egipcios, etc. aunque los romanos lo
perfeccionan. Vitrubio (Libro I, Capítulo IX) aconseja que la cimentación sea
superior a la altura del edificio y que la base (solidus) sea consistente
y compacta y preparada para el peso que soportaría (aunque lo ideal son los
suelos rocosos).
En el Templo de Adriano se ve como donde se
asientan las columnas tiene una cimentación de piedra en grandes bloques,
mientras que los espacios intercolumnios (sin apenas peso) están en ladrillo.
Una buena cimentación garantiza la estabilidad del edificio. La perfecta
horizontalidad del solidus es
fundamental y se consigue con métodos tan simples como la escuadra y la
plomada. Cuando no existen buenos suelos es necesario hacer una adecuación del
terreno.
EL TRABAJO EN LA MADERA ENTRE LOS ROMANOS.
Es Vitrubio el que nos
informa sobre el aprovechamiento romano de la madera desde el principio. Se
utilizarán siempre los mejores árboles.
¿Cómo y cuándo se hace
la tala?. Vitrubio recomienda la tala a fines del otoño o durante el invierno
que es cuando las fibras del tronco están prietas, con poca sabia, siendo éste
el mejor momento. Este conocimiento lo tenían ya otros pueblos de la
antigüedad. Esto sucede así en los climas templados. Vitrubio y Plinio (en su
“Historia Natural”) nos hablan de los árboles y sus tipos. Son fundamentalmente
la encina, el roble, el castaño y el fresno y
estos por el deseo romano de perdurabilidad. De esta forma sabían que la del
roble era una madera excelente y, bien cuidada, duraba mucho tiempo. Sabemos,
hoy, que esto es así y que la madera de roble en contacto con el suelo dura 10
años, en el exterior pero sin tocar el suelo puede durar unos 120 años y, si
además, está a cubierto puede durar 500 o incluso más años (por ejemplo los
artesanados mudéjares del Siglo XV existentes en Toledo, Granada, etc). Todo
ello será tenido en cuenta por los romanos, por lo que será utilizado para sus
construcciones.
El proceso de la madera
es el mismo que hoy.
Primero se tala,
llamándose el leñador lignarius y siendo el instrumento
típico y propio el hacha (ascia o dolabra). También conocían, los romanos, la sierra aunque lo
cierto es que no la emplean mucho (tampoco los puños). El tronco sin ramas
llega a los talleres o serrerías por vía fluvial o en carros tirados por
bestias.
Llegado al sitio es el dolabrarius
el que convierte el tronco, devastándolo, en una viga cuadrangular. Mediante
sierras lo convierte en tablas o vigas para el uso deseado. Las herramientas
aparecen representadas en varios sitios (por ejemplo en un relieve del Museo
Capitolino y en una casa de Pompeya).
El tercer paso lo hace
el carpintero o citrarius que hace los muebles, realiza los ensamblajes,
armaduras de edificio, etc. También tenemos representación de todo esto en
sitios como el Museo de la civilittà
romana o en Siracusa. En ellos también podemos ver que conocían
instrumentos como las reglas, los compases y las plomadas.
Próximo Capítulo: Vestimenta romana
Próximo Capítulo: Vestimenta romana
[1]
La fuente más importante es el libro de Arquitectura
de Vitrubio y en menor medida Plinio en el Libro 36 de su Historia Natural. Vitrubio,
no aclara mucho sobre cómo se realizaban los
mosaicos,
aunque si nos habla de cuáles eran los materiales que empleaban, mármoles,
tipos de arena, cal, y de forma de preparación de los suelos que iban a recibir
los mosaicos.
Esclarecedor
es el Edicto de Diocleciano (301 d.C.) “edictum
de pretiis rerum “venaliu”), donde habla de las retribuciones de diversos
oficios y abre pistas, como son: cuanto cobraban los empleados de un taller de
mosaicos, y por lo tanto en cuanto era considerado su trabajo. De una forma
sucinta José Vicente LUNA LLOPIS, en su MANUAL DE MOSAICO ANTIGUO, nos describe
la actividad en el Taller Musivario de Época Romana.
[2]
“Pintor de figuras” y realizar las partes más
complejas del mosaico, coordina la labor del resto de artesanos. Es el que
tiene la cualificación más alta, según el edicto cobraba 150 denarios diarios,
su ayudante más directo el musivario,
60 denarios diarios, y por último el teselario 50 denarios diarios. Estos
artesanos constituyen la parte fundamental del taller de mosaico, al cual hay
que añadir un número de aprendices.
en
el Código de Diocleciano, en el Código de Justiniano contempla la forma musivarius y en papiros e inscripciones
griegas hallamos la variante musarius.
[5]
Es el operario que coloca teselas, el termino tessellarius, etimológicamente del
griego quiere decir alude al “canto rodado”.
[7]
Los emblemata
eran los paneles centrales y más significativos de suelos y muros, realizados con
teselas más pequeñas, y presentando diseños más finos y de mayor calidad
artística. Generalmente se realizaban aparte y se transportaban prefabricados
para su embebido en el mortero con su dibujo ya completo, mientras el resto de
la superficie se teselaba de forma directa.
[8] Este sistema de colocación entre las teselas de
mismo color y se incluyen otras de distintas dimensiones y colores. Las teselas
están formado por una forma rómbica y en ocasiones se confunde con el opus reticulatum que es de forma
oblicua.
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