sábado, 12 de diciembre de 2020

Capítulo 3 - Arquitectura barroca italiana - Roma, Nápoles

 

Italia central
Roma
La arquitectura sagrada del período barroco tuvo sus inicios en el paradigma italiano de la basílica con nave y cúpula en el crucero. Las iglesias manieristas se ejemplificaban en Il Gesù, una ruptura del ideal renacentista de iglesia de planta central, que había sido diseñada por Giacomo Barozzi da Vignola en 1568 —la portada fue modificada por Giacomo della Porta en 1584— y que fue la primera y sirvió de modelo de las iglesias jesuíticas. Su interior era un ejemplo de cómo el Clasicismo romano podía combinarse con una simplicidad a gran escala: altas ventanas que perforan la bóveda de cañón y un anillo de ventanas en el tambor de la cúpula para iluminar con luz natural el interior, creando un dramático contraste de luz y oscuridad en un espacio relativamente difuso. Una de las primeras edificaciones romanas que rompió con esas convenciones fue la iglesia de Santa Susana en las Termas de Diocleciano, diseñada por Carlo Maderno en 1596 y cuya construcción se finalizó en 1603. El ritmo dinámico de columnas y pilastras, la masa central, los elementos salientes y la decoración condensada en el centro añaden complejidad al edificio. Hay un juego incipiente con las reglas del diseño clásico, pero todavía manteniendo el rigor. Tenían techos abovedados.
El mismo énfasis en la plasticidad, la continuidad y los efectos escénicos es evidente en el trabajo de Pietro da Cortona, ilustrado por las iglesias de San Lucas y Santa Martina (1635) y de Santa Maria della Pace (1656). Este último edificio, que tiene unas alas cóncavas diseñadas para simular un escenario teatral, presiona hacia adelante para llenar una pequeña plaza dispuesta frente a él. Otros conjuntos romanos de la época también están impregnados de teatralidad, dominando el paisaje urbano circundante como una especie de entorno teatral.
Probablemente el ejemplo más conocido de este tipo de solución sea la plaza trapezoidal de San Pedro, que ha sido elogiada como una obra maestra de la escenografía barroca. La plaza está formada por dos columnatas, diseñadas por Gian Lorenzo Bernini en una escala colosal sin precedentes para adaptarse al espacio y propiciar emociones de asombro. El diseño favorito de Bernini era la iglesia oval policromática de San Andrés del Quirinal (1658), que, con su impresionante retablo y su elevada cúpula, ofrece una muestra concentrada de la nueva arquitectura. Su idea de la casa en la ciudad barroca está caracterizada por el palacio Barberini (1629) y el palacio Chigi-Odescalchi (1664), ambos en Roma.
El principal rival de Bernini en la capital papal fue Francesco Borromini cuyos diseños se desvían de las composiciones regulares de la Antigüedad y del Renacimiento, incluso de forma aún más marcada. Considerado por las generaciones posteriores como un arquitecto revolucionario, Borromini rechazó el enfoque antropomórfico del siglo XVI, y optó por basar sus proyectos en complicadas figuras geométricas (módulos). El espacio arquitectónico de Borromini parece expandirse y contraerse cuando es necesario, mostrando cierta afinidad con el estilo tardío de Miguel Ángel. Su icónica obra maestra es la pequeña iglesia de San Carlo alle Quattro Fontane, que se distingue por una planta ovalada y por los complejos ritmos convexos-cóncavos. Una obra posterior, Iglesia de Sant'Ivo alla Sapienza, muestra la misma antipatía por la superficie plana y refleja una juguetona inventiva, ejemplificada en la linterna en espiral de la cúpula.
Tras la muerte de Bernini en 1680, Carlo Fontana se asentó como el arquitecto más influyente que trabajaba en Roma. Su estilo temprano se ejemplifica en la fachada ligeramente cóncava de la Iglesia de San Marcello al Corso. El enfoque académico de Fontana, aunque sin la brillante inventiva de sus predecesores, ejerció una enorme influencia en la arquitectura barroca, tanto a través de sus prolíficos escritos, como a través de los arquitectos a los que formó y que difundirían el estilo barroco por toda Europa durante el siglo XVIII.
El siglo XVIII vio como la capital del mundo arquitectónico europeo se trasladaba desde Roma a París. El rococó italiano, que floreció en Roma a partir de la década de 1720 en adelante, estuvo profundamente influenciado por las ideas de Borromini. Los arquitectos más talentosos activos en Roma —Francesco de Sanctis (Spanish Steps, 1723) y Filippo Raguzzini (Piazza Sant'Ignazio, 1727)— tuvieron poca influencia fuera de su país natal, al igual que numerosos practicantes del barroco siciliano, incluidos Giovanni Battista Vaccarini, Andrea Palma y Giuseppe Venanzio Marvuglia. 

Iglesias
A finales del siglo XVI, Roma se convirtió en el centro de desarrollo de la arquitectura vinculada a la Contrarreforma y ejerció su influencia en todo el mundo católico. Las premisas para la afirmación del estilo barroco se pueden encontrar ya en las obras de Giacomo della Porta (1533-1602), que levantó la fachada de la iglesia del Gesù en las últimas décadas del Cinquecento.
Unos años más tarde, en 1603, se completó la fachada de la iglesia de Santa Susana en las Termas de Diocleciano, diseñada por Carlo Maderno (1556-1629) y generalmente considerada como el «primer ejemplo completamente realizado de arquitectura barroca»; a pesar de que la distribución espacial todavía parece manierista. Maderno reforzó el eje central mediante el uso gradual de pilastras, semicolumnas y columnas hacia la parte central del edificio, acentuando así la plasticidad ya surgida en la obra de della Porta. Comparado con della Porta y con la fachada de la iglesia del Gesù, la novedad sustancial residió en haber extendido el uso de las columnas al primer orden de toda el área central y haberlo reemplazado, en el nivel superior, con una serie de pilastras. En general, se trató de un gran salto respecto a la frialdad académica hasta entonces en boga y evidente, por ejemplo, en la fachada de San Girolamo dei Croati, una obra creada por Martino Longhi, el Viejo, alrededor de 1588-1589.
En este contexto, se construyeron numerosas fachadas con el mismo fin propagandístico​ algunas con resultados muy particulares, como en el caso de la iglesia de los Santos Vicente y Anastasio, de Martino Longhi, el Joven (1602-1660), donde se concentran numerosas columnas en la parte central del alzado. El mismo Maderno recibió el encargo de prolongar un brazo de la basílica de San Pedro, a fin de que la iglesia fuera adecuada para recibir un mayor número de fieles; también en este caso, la fachada (1608-1612), una de las obras más comentadas en la historia de la arquitectura, muestra una mayor intensidad plástica hacia el centro.
Un nuevo enfoque, basado en la transformación de las formas más que en la aplicación de los elementos decorativos, llegó con la afirmación de Gian Lorenzo Bernini (1598-1680), Francesco Borromini (1599-1667) y Pietro da Cortona (1596-1669).
Bernini fue el dominador durante medio siglo de la escena artística romana. El baldaquino de San Pedro (1624-1633), después de los límites e incertidumbres que surgieron en la restauración de la iglesia de Santa Bibiana, fue el verdadero comienzo de su carrera. Sin embargo, no representó un punto de inflexión repentino, sino un camino autocrítico gradual que se prolongó durante casi una década de trabajo. Bernini definió los soportes del baldaquino con cuatro columnas salomónicas que, aunque no eran una novedad absoluta en la escena arquitectónica romana, diferían claramente del diseño de las pilastras de la basílica vaticana, haciendo del ciborio el punto focal de todo el edificio. Sin embargo, la principal novedad radicaba en la coronación, en cuya definición está documentada la contribución de Borromini, con esa ligera maraña de volutas que, legítimamente, puede considerarse el manifiesto de la arquitectura barroca.
Unas décadas más tarde, comenzando a partir de 1658, el mismo arquitecto creó la pequeña iglesia de San Andrés del Quirinal, con una planta ovalada fuertemente dilatada y caracterizada por la presencia de numerosas capillas dispuestas en el muro perimetral; una cúpula, no muy evidente en el exterior, descansa sobre el entablamento que serpentea por encima de los recintos laterales.
El tema del óvalo, adoptado por Bernini también en la desaparecida capilla de los Magos (1634) y en la plaza de San Pedro (concluida en 1667), también debería haber sido tomada por Carlo Rainaldi (1611-1691) en la iglesia de Santa María in Campitelli, pero en el momento de la construcción, la nave elíptica se transformó en un espacio biaxial, privado de curvas, con una serie de capillas que se estrecharon hasta el área del ábside. En particular, el cuerpo anterior de la iglesia fue unido a un santuario cubierto por una cúpula circular, de acuerdo con un esquema en uso en el norte de Italia que, sin embargo, no se siguió en Roma. El curso dentado de la nave, resaltado por la presencia de columnas y pilastras sobre los que se dispone el entablamento, se repiten también en la fachada principal, donde incluso emergen en una sucesión de edículos, columnas adosadas y pilastras.
La búsqueda de espacios creados dentro del muro perimetral es evidente en la iglesia de la Assunta, en Ariccia, un pequeño pueblo ubicado cerca de Roma. El proyecto, de nuevo de Bernini, se puso en marcha a principios de los años 1660; en comparación con San Andrés del Quirinal, la planta es circular y está flanqueada en el exterior por dos propileos dispuestos al final de un corredor que circunda la parte posterior del edificio. Si la figura en planta muestra una tablatura clasiceante, referible a los modelos Bramantescos o al Panteón de Roma, en el exterior la invención del barroco se manifiesta en la disposición urbana del complejo, con el corredor anular que representa un exterior y un interior al mismo tiempo, y con el volumen de la iglesia que «genera a la vista su cara espacial, que no es de contención, como en Borromini, sino de expansión controlada y medida». 

FRANCESCO BORROMINI (1599-1667)
Francesco Castelli, hijo del Arquitecto Giovanni Domenico Castelli, nació en Bissone, en el lago de Lugano, en la región de Milán, cerca del lugar de nacimiento de su pariente Maderno. Tras una breve estancia en Milán, donde al parecer se aplicó el sobrenombre de Borromini (quizás en recuerdo a San Carlo Borromeo) llegó a Roma en 1620. Tal vez al ser Milán o el Milanesado una zona del dominio de la Corona Española, por influencia de sus gentes vestía de negro según los cánones de la moda de la Corte española. Junto con Bernini va a dar un cambio radical a la Arquitectura de su época. Bernini es un continuador de lo que se hacía pero con nuevas soluciones. En cambio Borromini va a experimentar con la arquitectura romana y rompe con las normas. Su padre era un cantero por lo que su formación también lo era práctica. Como muchos de los artesanos que a lo largo de cientos de años habían viajado hacia el sur, empezó como escultor de piedra y en esta actividad pasó más de una década de su vida trabajando principalmente en San Pedro en los escudos de armas, putti decorativos, guirnaldas y balaustradas. Maderno que percibió el talento del joven, lo utilizó como dibujante arquitectónico para San Pedro, el palacio Barberini y la cúpula de Sant’Andrea della Valle.
Tras la muerte de Maderno vemos a Borromini a las órdenes de Bernini. El carácter borrominesco de algunos trabajos en San Pedro, Sant’Andrea della Valle y en el Palacio Barberini hacen suponer que el maestro concedió bastante libertad al subordinado. Pero la realidad era muy otra, pues el destino puso juntos a dos genios cuyos caracteres eran muy diferentes como lo fueron sus acercamientos a la arquitectura. Bernini, como sus compañeros de Renacimiento, consideraba la escultura y la pintura como una preparación adecuada para la arquitectura. Borromini (neurótico y solitario que incluso llegó a suicidarse) llegó a la arquitectura como un especialista experimentado y disciplinado, un constructor y un técnico de primera categoría. A partir de la terminación de las obras del Palacio Barberini es cuando los dos genios se separan. En este Palacio, por la forma del diseño de la escalera se sabe sin ninguna duda que el diseño es de Borromini. Muchos críticos e historiadores han creído ver un continuo enfrentamiento entre ambos genios, porque eran opuestos en su manera de ser y en su manera de trabajar. Por estos motivos se ha querido ver un enfrentamiento y que su enemistad comenzó en los trabajos conjuntos de San Pedro.
Borromini va a ser el arquitecto de la Órdenes religiosas. Cuando muere Urbano VIII accede al solio pontificio Inocencio X y la estrella de Bernini empieza a declinar, siendo Borromini el preferido de este Pontífice.
El primer gran encargo que se le hace a Borromini va a ser por parte de la Orden de los Trinitarios Descalzos que le encargan el complejo religioso de las Cuatro Fontanas o de San Carlino, compuesto por el monasterio, el claustro del monasterio y la iglesia. La Orden es española y Borromini había crecido en territorios de dominio español.
En 1634 se le encarga la Capilla del Sacramento de San Pablo Extramuros que había sido construida por Carlo Maderno en 1629, pero por el tratamiento redondeado de los muros, sobre todo en la zona de los ángulos de los machones, el mismo que da a las pilastras es por lo que hay razones para pensar que Borromini es quien tenía la obra o sería una continuidad del proyecto de Maderno.
En ese mismo año de 1634 proyecta San Carlino y encontramos las mismas intenciones que en la capilla del Sacramento, sobre todo en el claustro, de columnas toscanas, donde alterna dintel y arco. No hay ángulos sino que los ángulos se resuelven con curvas convexas, lo que se origina por el círculo rítmico inmensamente efectista de las columnas que forman un octógono alargado, la uniforme cornisa que une las columnas y la sustitución de las esquinas por las citadas curvaturas convexas que impiden censuras a la continuidad del movimiento. Algo parecido ocurre en la iglesia. El claustro, en el cuerpo superior, todo son arcadas. Iniciado en 1634 y se concluye en 1641. 

Planta de la Iglesia de San Carlo Alle Quattro Fontane  (1638-1644)
Es una planta extraña que no se identifica con ninguna figura geométrica, aunque es de planta centrada. Presenta un cambio rotundo e importante en la manera de articular el muro.
Planimetría de la iglesia de San Carlo alle Quattro Fontane con el convento y el claustro.
 

Fachada de San Carlo
Juega un papel urbanístico importante, pues se encuentra en una esquina y se adapta al espacio urbano. La fachada no fue erigida durante la primera época de construcción. Fue la última obra de Borromini empezada en 1665 y terminada en 1667. Aunque la decoración escultórica no se acabó hasta 1682. El sistema de articulación es de un orden pequeño y un orden gigantesco. Este sistema miguelangelesco lo emplea de una manera completamente nueva. Al repetirlo en los dos pisos, con la misma importancia, fue contra el espíritu en el que el sistema había sido inventado, a saber, unificar la fachada en toda su altura completa. Esta determinada repetición fue proyectada para servir a un concepto específico y sumamente original. A pesar de la coherente articulación, el piso superior parece una repetición invertida del piso inferior.
La fachada se compone de tres vanos: Abajo, los dos vanos del extremo son cóncavos, mientras que el vano central es convexo y los tres están unidos por el fuerte, ininterrumpido y ondulante entablamento. Arriba los tres vanos son cóncavos y el entablamento, en este caso, cornisa, está desplegado en tres segmentos separados. Además, el medallón ovalado, sostenido por ángeles y acabado en forma de cebolla que corona el elemento, anula el efecto del entablamento mixtilíneo como una barrera horizontal. Abajo las pequeñas columnas de los vanos de los extremos enmarcan una pared con pequeñas ventanas ovaladas y sirven como apoyo a nichos con estatuas. Arriba, las pequeñas columnas enmarcan nichos y apoyan entrepaños adjuntos a la pared, es decir, en otras palabras las partes abiertas y cerradas han sido invertidas. Urbano VIII llegó a decir de Borromini que se comportaba como un gótico (quizás fuesen influencias de la catedral gótica de Milán, su tierra natal).
Al acabarse la construcción de esta iglesia, a los trinitarios les van a llegar peticiones de toda Europa y de toda la cristiandad para que les cediesen el proyecto de Borromini. 

Oratorio Casa de Filippo Neri (1637-1650)
Esta Orden está encargada de la educación y dedicada a los oratorios de música. La iglesia ya estaba hecha y se le va a encargar el Oratorio de San Felipe Neri. Tiene un carácter casi artesanal de cómo Borromini trabaja las paredes. Presenta dos cuerpos articulados por pilastras de orden gigante con capiteles corintios. El movimiento está en la fachada cóncava, aunque la balconada y la escalera de acceso desde la calle a la entrada, son convexas. Al ser la fachada curva, las pilastras se ven en ángulo. Lo que imprime movimiento.

Iglesia de San Ivo della Sapienza (1642-1644)
San Ivo debe ser considerada la obra cumbre de Borromini. San Ivo es la Universidad de Roma y se ha de adaptar a un espacio conformado. Sólo se le va a encargar la iglesia. El patio lo habían proyectado los hermanos Ligorio y Giacomo della Porta.
Para construir la iglesia va a hacer uso de una planta centralizada en forma de estrella, partiendo una vez más de la geometría básica del triángulo equilátero, pero esta vez, los triángulos se compenetran de tal modo que forman un hexágono regular estrellado  al que va a dar gran cantidad de movimiento por medio de grandes nichos articulados por las pilastras. Los puntos de interpenetración descansan en el perímetro de un círculo y al trazar las líneas rectas de punto a punto se forma un hexágono regular. Los entrantes semicirculares que sustituyen a los ángulos de un triángulo están determinados por círculos con un radio igual a la mitad de un lado del hexágono, mientras que las terminaciones convexas del otro triángulo resultan de círculos con el mismo radio y con sus centros en los vértices del triángulo. De este modo los entrantes de forma cóncava y los entrantes con paredes oblicuas y terminaciones convexas se alternan y se encaran unos con otros a través del espacio.
Sant'Ivo alla Sapienza fue un tema dificilísimo para Borromini, condicionado por la preexistencia del palacio y del patio ya construido, que dejaban un espacio cuadrangular muy limitado para construir la iglesia.
De estas limitaciones logrará una ocasión para disfrutar de una gran libertad. Eligió una planta triangular que le permitió crear un cuerpo organizado por las líneas; al doblar el triángulo para crear una estrella de seis puntas que ocupa toda la superficie disponible, y a esta forma, restar y agregar espacios circulares de acuerdo con un riguroso esquema lógico. La necesidad de explotar al máximo un lote cuadrado, el interés en un caparazón mixto (que le permitiría continuar la experiencia de San Carlino en el Quattro Fontane) y la idea de inspirarse en formas simbólicas (capaces de vincular el origen y el esquema a los significados primarios) serán los motivos inspiradores del proyecto. El proyecto de Borromini era muy diferente de la creación hoy existente, de hecho, al ser demasiado complicado, fue reemplazado a lo largo de los años.
El resultado se obtiene con extrema pureza y aparente simplicidad: la planta centralizada, mixtilínea, dibuja una especie de estrella de seis puntas, y los muros recalcan el perímetro. La cara de la pared, caracterizada por lesenas escalonadas y cornisas horizontales, está coronada por una cornisa que no sobresale excesivamente, con funciones de tablamento, en la que se encuentra el motivo del techo ligeramente cóncavo, ya visto en San Carlino; finalmente, sobre el entablamento se encuentra la cúpula con finas costillas que convergen hacia la linterna. En el exterior, el domo presenta un tambor articulado de líneas convexas y termina en una alta linterna con una coronación en espiral. Toda la parte terminal se caracteriza por un ideal camino ascensional que encuentra un precedente en el tiburio y el campanario de la basílica de Sant'Andrea delle Fratte.
En su interior cabe mencionar el retablo con San Ivo, patrón de los abogados de Pietro da Cortona, inacabado por la muerte del maestro en 1669 y terminado por sus alumnos.
La simbología que Borromini refleja en la planta mixtlínea, relacionada con el tema de la religión, es interesante para aclarar ciertos componentes de la obra de Borromini, pero el mayor elemento inspirador fue su intuición del espacio como un elemento que reacciona en un sentido negativo, respecto al movimiento de la masa muraria. Continuidad y organicidad se reagrupan comprendiendo que se debe crear un nuevo orden, por lo que la cúpula ya no estará soportada por arcos estructurales que crean las unidades secundarias confluyentes para crear uno solo primario, sino que viene a descansar directamente sobre el contorno de la línea mixta de la Capilla, transformando así lenta y gradualmente la compleja forma inicial en un círculo perfecto, que representa a Dios. En la coronación de la iglesia, por último, se coloca una linterna en forma de espiral que se refiere al Faro de Alejandría, como si la iglesia en efecto, actuase como un faro para los fieles: en la parte superior de la linterna están las "llamas" de piedra indicando el fuego que ilumina el camino de los cristianos.
La Trinidad, simbolizada por el triángulo, es la figura de partida que, combinada con otro triángulo invertido y con partes de círculo cóncavas y convexas, formará la figura estilizada de tres abejas, símbolo a su vez de caridad, prudencia y laboriosidad, así como un elemento heráldico del escudo de armas de la familia Barberini, cuyo máximo exponente, el papa Urbano VIII, encargó a la iglesia.
En su búsqueda de síntesis, trabajó en la fusión de elementos clásicos y góticos, usándolos no como un ingrediente para un compromiso, sino como elementos revividos primero por separado y luego orgánicamente. La misma operación de coherencia ocurre entre el exterior y el interior y no por razones mecánicas, de hecho porque desde este punto de vista, la cúpula sería una falsa estructura, ya que la diversidad de los seis lóbulos internos no transciende en el exterior, y la sexta agudeza interna está oculta por un tambor y un techo escalonado que lleva hacia la linterna: no hay correspondencia entre el interior y el exterior. La linterna, que en el interior es completamente circular, en el exterior está compuesta por seis partes cóncavas con columnas dobles que terminan en pináculos muy altos, mientras que la espiral que se eleva hacia arriba no encuentra correspondencia en una forma interna donde la linterna termina mucho antes. La continuidad viene dada por la línea sinusoidal del tambor evidenciada por la cornisa en la parte superior. La aspiración al infinito está dada por la hélice, y la ligereza recreada encuentra su cumplimiento en la jaula de hierro y en el globo colocado sobre las llamas que, como la luz de un faro, debe iluminar a los fieles. La relación entre los muros y la atmósfera se vuelve más estricta aquí y Borromini demuestra que la materia también es una entidad incorpórea, sin peso, en la luz.
Como en los casos de los globos de travertino, que se sostienen por una pequeña barra de hierro por encima de las almenas que tienen función de pináculo que centran el contrafuerte (como en las catedrales góticas). Las referencias serían del gótico florido de la catedral de Milán, de las representaciones míticas en espiral de la torre de Babel y del faro de Alejandría, fusionados entre sí, que en la imaginación de Borromini crearon una referencia totalmente original y con fuerza icónica. El genio de Borromini alcanzó un clímax aquí y desconcertó a los testigos contemporáneos de la visión del espacio que anulaba los límites entre la masa y la atmósfera. 

Etapas de la construcción
El 25 de septiembre de 1632, a propuesta de Gian Lorenzo Bernini, Francesco Borromini fue nombrado arquitecto de La Sapienza por un breve apostólico de Urbano VIII Barberini. ​
Cuando Borromini obtuvo ese encargo, ya se habían completado el patio y la fachada principal. El programa de construcción había sido detenido por Giacomo della Porta su predecesor, e incluía: una iglesia circular con capillas muy pequeñas, la realización de las fachadas sobre la plaza Sant' Eustachio y la Via dei Canestrati, los cuatro pasajes cubiertos sobre arcadas, en tres de los lados.  
El primer trabajo del que se ocupó Borromini fue la iglesia, para la cual disponía de un espacio casi cuadrado, extremadamente pequeño. Si siguió bien la idea de una planta centrada, el proyecto de Borromini fue muy diferente al de su predecesor, ya que la implantó a partir de una planta hexagonal obtenida a partir de la intersección de dos triángulos equiláteros.  
De acuerdo con los libros de obra, hasta el 24 de enero de 1643 no comenzaron los trabajos. Se llevaron a cabo durante un período de 20 años, con una interrupción entre 1655 y 1659. Los documentos permiten establecer algunas etapas de la construcción:
·       en 1648 se iniciaron las bóvedas de la cúpula;
·       en 1649, comienzo de la cubierta con placas de plomo;
·       en 1652, emprendió la realización de la linterna;
·       el 7 de abril de 1655, Alejandro VII Chigi, cuyo arquitecto favorito era Bernini, sucedió a Inocencio X Pamphili. Ese mismo año, cuando apareció la cúpula, surgió un coro de protesta frente a la audacia del trabajo. Borromini fue acusado de haber hecho un edificio inestable. Tanto fue así que el rector de La Sapienza le pidió a Borromini que se comprometiera personalmente contra cualquier posible daño durante 15 años;
·       entre 1655 y 1659, las obras quedaron interrumpidas. Aparecieron fisuras en la bóveda, lo que alimentó aún más el rumor. Borromini explicó esto: la interrupción de la obra había impedido la construcción de otro cuerpo de edificación (la futura Biblioteca Universitaria Alejandrina biblioteca Alejandrina]]) que debía servir de contrafuerte de la iglesia. Antes de levantar la biblioteca, fue necesario demoler un antiguo edificio de las aduana que estaba en este sitio;
·       el 31 de marzo de 1659 se comenzó a trabajar en la demolición de la aduana, y el 7 de abril se concedieron 10.000 escudos al rector para sufragar los gastos necesarios para la continuación del trabajo, este fue el comienzo de la segunda fase;
·       el 22 de abril de 1659, comenzaron los cimientos de la biblioteca;
·       en 1660, la decoración interna de la iglesia estaba muy avanzada, no sin dificultades. Se inspiraba en los motivos heráldicos de los Chigi, lo que no evitó que el Papa criticara la arquitectura "milanesa" de Borromini. Esta decoración fue rehecha muchas veces, a veces porque Borromini cambió de opinión, pero principalmente a causa del comitente; todo esto muestra las difíciles condiciones que Borromini tuvo que enfrentar en esta obra;
·       finalmente, el 17 de septiembre de 1660, la decoración estaba casi terminada, y lo único que faltaba era el retablo de Pietro da Cortona y el pavimento, que no se realizó hasta 1662;
·       en noviembre de 1660, Alejandro VII consagró la iglesia inconclusa;
·       la fachada de Sant' Eustachio se realizó entre 1659 y 1664;
·       Alejandro VII menciona en sus memorias que la biblioteca se completó en 1665, lo que no es del todo cierto: a la muerte de Borromini en 1667, aún faltaban las columnas en los costados de las ventanas. 

Descripción
El patio rectangular, delimitado por tres de sus lados por dos niveles de galerías con arcadas de medio punto, está cerrado en su cuarto lado por la iglesia cuya fachada cóncava rompe la rectitud de la arquitectura clásica de las otras caras del patio.
El patio del lado de la iglesia
 

El simbolismo es un componente intrínseco de Borromini, reconocido por todos los especialistas. Por ello no es sorprendente constatar que la implantación de Sant'Ivo se basa en un conjunto de dos triángulos equiláteros centrados, uno descansando sobre la base y con el vértice arriba y el otro girado, es decir, con el vértice en la parte inferior: es decir, el símbolo del sello de Salomón. Por su sabiduría legendaria, el rey Salomón ya es en sí mismo una referencia al lugar de implantación, la universidad. Pero el símbolo en sí está relacionado por uno de sus muchos significados a lo que la tradición llama el «Hombre Universal» que, además de su aspecto sagrado de mediador entre el cielo y la tierra, debe ser puesto directamente en relación con la Sabiduría y el Conocimiento. Además, la estrella así formada y que es solo una variación del sello de Salomón, tiene 6 ramas y el simbolismo de este número se relaciona con el cielo y con el «Hombre Universal». Así, Borromini fundó en el templo del saber de la universidad romana, el espacio sagrado de la iglesia, mediador a través del cual tiene lugar la comunicación entre el cielo y la tierra.
Planta de Borromoni
 

El coro, orientado, y las capillas norte y sur son cóncavas, las otras tres capillas son convexas. Guiado por potentes pilastras estriadas, el movimiento ondulatorio así creado se eleva desde la base a lo largo del tambor, invade la cúpula, donde una perspectiva impactante obliga a la mirada a una vertiginosa ascensión a lo largo del eje del mundo, hasta un punto radiante y luminoso en el centro de la linterna: la divina Sapienza.
La cúpula
 

Sería muy difícil, estando adentro, deducir la apariencia exterior y viceversa. Se está en presencia de dos componentes diferentes, aunque complementarios y constituyentes por tanto de una unidad arquitectónica: los seis lóbulos internos no se reflejan en el exterior —la cúpula se convirtió en cobertura a varios niveles, de la que irradian contrafuertes y pináculos (góticos) terminados en esferas de travertino— la linterna ya no es la misma, circular en el interior, está compuesta en el exterior por 6 elementos cóncavos separados por columnas y se descubre elevando la vista, que la visión interna hacia el cielo, que se pensaba que era directa, de hecho está en espiral. Sin embargo, todo esto está relacionado y coherente con el principio fundamental del proyecto Borromini, ya que esta «oposición» interior-exterior debe relacionarse con otro aspecto del símbolo del sello de Salomón: el de la complementariedad, que se traduce gráficamente por la unión de dos triángulos opuestos.
Exterior de la linterna
 

La decoración interior es muy sobria, los muros de color claro dan paso al espacio y a la luz, están recorridos por muchas estrellas con 6 ramas y motivos florales. Por encima del altar está el retablo de Pietro da Cortona, representando a san Ivo, patrón de los abogados. Tanto en el interior como en los muros exteriores, se encuentran representaciones heráldicas de los papas Urbano VIII (abeja), Inocencio X (paloma) y Alejandro VII (boca en el monte con tres picos).
Sin embargo, fue en la iglesia de San Carlo alle Quattro Fontane de Borromini donde el tema de los espacios creados en el perímetro del edificio alcanza su apogeo. Esta iglesia, tan pequeña que podría estar dentro de un pilar de la basílica vaticana, ​ se inició en 1638 en un lote de reducidas dimensiones donde, además del lugar del verdadero culto, también se insertaron el claustro y el convento adyacente. La planta de San Carlino se puede reconducir al óvalo, con paredes cóncavas y convexas que se alternan para formar las capillas laterales. La cúpula tiene una base ovalada y está excavada por un profundo artesonado en el que se alternan diferentes formas; la conexión entre la cúpula y el cuerpo del edificio se logra por medio de cuatro pechinas que se apoyan en el entablamento. El movimiento ondulado de los muros y la alternancia rítmica con formas sobresalientes y reentrantes dan lugar a un palpitante organismo plástico, cuya forma está subrayada por la ausencia de decoraciones suntuosas.
En la fachada, que se comenzó solo en los últimos años de la vida de Borromini, destaca la búsqueda de un intenso dinamismo, con superficies sinuosas dispuestas en dos órdenes: la parte inferior se caracteriza por una sucesión de superficies cóncavas-convexas-cóncavas; la superior está articulada en tres partes cóncavas, de las cuales la central alberga un ediculo convexo.
Borromini participó en varias obras en construcción en Roma: creó el Oratorio dei Filippini (cuya fachada, llena de concavidades y convexidades, es una feliz fusión entre un palacio y una iglesia​), la iglesia de Santa Maria dei Sette Dolori (incompleta) y, a partir de 1642, comenzó lo que podría considerarse su obra maestra, la iglesia de Sant'Ivo alla Sapienza. Directamente conectada con San Carlo alle Quattro Fontane, la iglesia de La Sapienza se dispuso al final de un patio preexistente diseñado por della Porta. La planta, generada esencialmente por la intersección de dos triángulos equiláteros contrapuestos, está coronada en alzado por una cúpula con una linterna acabada en espiral. La planta de Sant'Ivo, una vez más formada a través del uso de la concavidad y la convexidad, es una de las más unificadas en la historia de la arquitectura, aunque, debido a su audacia, no encontró aplicaciones similares en las obras de sus contemporáneos.
El mismo arquitecto, por encargo del papa Inocencio X, también intervino en la restauración de la gran basílica de San Giovanni in Laterano; Borromini mantuvo la estructura original, incorporando las columnas de las naves dentro de grandes pilastras, mientras que el previsto techo abovedado no se construyó. Según los críticos, aunque el proyecto no se ha ejecutado completamente, «San Giovanni in Laterano tiene una de las más hermosas naves que existen»: la integración de los espacios se vio acentuada por las amplias aberturas que recorren la nave, mientras que los pasillos de las naves laterales están formados por pequeñas unidades centralizadas, con ángulos cóncavos que continúan también en las bóvedas.
Unos años más tarde, trabajó en la iglesia de Sant'Agnese en Agone, iniciada por Girolamo Rainaldi (1570-1655) y continuada por su hijo Carlo en 1652, creando uno de los alzados más clasizantes de su producción artística. El edificio, en el que Carlo Rainaldi de nuevo retomó el control, era una de las obras más significativas del período, ya que tuvo una influencia considerable en la escena internacional. La planta es una cruz griega que se combina con el recinto circular coronado por una gran cúpula; es una revisión barroca de la planta central de San Pedro. La inventiva de Borromini reside en la fachada, donde retiró el frente principal con el fin de obtener un patrón cóncavo firmemente conectado al tambor de cúpula convexo; luego extendió el alzado a los palacios laterales, para construir dos torres campanarios caracterizadas por una tendencia escalonada hacia la cima. Inventos similares también se encuentran en el campanile de Sant'Andrea delle Fratte (un trabajo inacabado de Borromini), que termina con una especie de linterna de planta circular. 

Archibasílica de San Juan de Letrán (1646-1649)
El Papa Inocencio X, en 1646, poco antes del Año Santo, le encarga la remodelación del interior de San Juan de Letrán, la iglesia romana más importante después de San Pedro, que se encontraba en estado ruinoso. No quería Inocencio X derruir esta iglesia pues su lema era “conservar y embellecer”. En 1560 se ha de celebrar el Jubileo de la fundación de esta basílica paleocristiana. Borromini concentra toda su atención en la central de las cinco naves de esta iglesia. Sustituyó la estrecha sucesión de columnas bajo una pared que se alza a las alturas por un orden colosal que se apodera de toda la altura del recinto. Lo que hace es confeccionar una funda, cubriendo las columnas con pilares, imprimiendo movimiento a la nave mediante el contrapunto de los tabernáculos de los apóstoles que se curvan convexamente con respecto a la nave. Proyectó una cubierta abovedada que no llegó a materializarse.

Iglesia de Santa Inés en Agonía en la plaza Navona de Roma
En 1652 Girolamo Rainaldi y su hijo Carlo recibieron el encargo de edificar la iglesia de Santa Inés junto al palacio Pamphili, palacio familiar de Inocencio X. Proyectaron una cruz griega con brazos cortos y pilares recortados en la diagonal y contenidos por columnas empotradas en ellos. En 1653 Inocencio X sustituye a los Rainaldi por Borromini, que se encargaría de continuar las obras que ya se encontraban a la altura de la planta baja. El resultado fue un cambio radical de ritmo pues ahora se sucedían seis aberturas casi iguales. La cruz se convierte en octógono casi regular. Borromini subraya más todavía este ritmo manteniendo blanca la iglesia en contraste rotundo con el mármol rojo de las columnas. El cornisamento, que sobresale ampliamente de las columnas, sugiere la tensión de los elementos arquitectónicos y al mismo tiempo dota de fuerte verticalidad al espacio interior. Borromini proyecta un tambor mucho más alto que el originariamente previsto. Este movimiento se completa con la curvatura ascendente de la cúpula.
Iglesia de Sant'Agnese en Agone, iniciada por los Girolamo y Carlo Rainaldi
 

Carlo Rainaldi también se dedicó a las iglesias gemelas de la piazza del Popolo. La primera, dedicada a Santa María en Montesanto, se inició en 1662, y luego fue concluida por Carlo Fontana (1638-1714) según diseño de Bernini; la segunda, dedicada a Santa Maria dei Miracoli, se llevó a cabo en 1675, nuevamente con la colaboración de Fontana. Las dos iglesias, dispuestas simétricamente alrededor del tridente formado por la via del Corso, la via di Ripetta y la via del Babuino, tienen el mismo aspecto, pero en realidad, para adaptarse mejor a la distribución de los lotes, se diferenciaron en las plantas: para Santa Maria dei Miracoli se adoptó una planta circular, mientras que para la adyacente Santa María en Montesanto, erigida en un solar más grande, se eligió una forma elíptica, de dimensiones transversales similares a la anterior, para mantener la simetría aparente desde el frente.
Otro trabajo notable de Rainaldi fue el exterior del ábside de Santa Maria Maggiore, ubicado en el eje visual proveniente de Trinità dei Monti; el arquitecto cubrió el ábside con una superficie plástica, integrándola perfectamente con las espaldas laterales y creando una joya espacial entre las más felices de todas las barrocas.
Si las obras de Carlo Rainaldi, aunque muestran soluciones originales, se refieren a los temas del barroco primitivo, se puede sentir una mayor integración plástica entre espacios, masas y superficies en Pietro da Cortona u iglesia de San Lucas y Santa Martina (1635), articulada sobre una planta en cruz griega, recuerda los patrones renacentistas de Santa Maria della Consolazione de Todi, aunque con diferencias significativas: de hecho, un brazo de la nave es alargado, lo que hace que la iglesia vuelva al tipo de plantas longitudinales, mientras que la fachada, aunque siendo convexa, no refleja la curvatura de los ábsides internos. Luego está el rechazo del uso del color: el interior de la iglesia es completamente blanco, mientras que las bóvedas de los ábsides están ricamente decoradas. Además, las columnas aisladas insertas dentro de los muros son un tema típicamente florentino (desde el Baptisterio de San Giovanni hasta la Biblioteca Medicea Laurenziana), que se repite en otras obras de Cortona, como en el tambor de la cúpula de San Carlo al Corso.
El estilo de Pietro da Cortona emerge con mayor vigor en la disposición de la iglesia de Santa Maria della Pace, donde, entre 1656 y 1657, se dedicó a la construcción de una nueva fachada. La intervención no se limitó a la fachada del edificio religioso, sino que también se extendió a los edificios laterales, con la construcción de una pequeña plaza escenográfica dominada en el centro por la columnata de la iglesia semicircular; Además, la solución de la exedra en la fachada influyó profundamente en Bernini en la concepción del mencionado Sant'Andrea al Quirinale y, en la elección del orden dórico con entablamento jónico, anticipó la solución adoptada por Bernini para las columnas de la plaza de San Pedro.
Entre las iglesias de planta longitudinal derivadas del esquema de Il Gesù, se debe recordar en primer lugar el de Santa Maria ai Monti (1580), de Giacomo della Porta; la iglesia tiene un tamaño modesto y un transepto sin desarrollar, con una cúpula en la intersección con la nave principal.
La basílica de Sant'Andrea della Valle es bastante más imponente, iniciada también por della Porta en 1591 y completada por Carlo Maderno; la fachada, la más barroca de las fachadas romanas, fue agregada por Carlo Rainaldi después de mediados del siglo XVII. La planta, aunque adopta el modelo de la iglesia del Gesù, presenta capillas laterales menos profundas y notablemente más altas; la nave está articulada por las pilastras laterales que marcan, junto con la cúpula, el fuerte ritmo vertical del edificio. 

La basílica de Santa Maria in Montesanto  situada en el rione de Campo Marzio, en la Piazza del Popolo, entre la Via del Corso y la Via del Babuino, conocida también como la «iglesia de los artistas» (chiesa degli artisti). Es considerada popularmente como la iglesia «gemela» de Santa Maria dei Miracoli, pese a que presentan sensibles diferencias sobre todo en su planimetría.
El nombre de la basílica se debe a que sustituyó a una pequeña iglesia preexistente que pertenecía a los hermanos carmelitas de la provincia de Monte Santo en Sicilia. Fue construida a partir de 1662 por órdenes del papa Alejandro VII, por iniciativa del cardenal Girolamo Gastaldi que posteriormente fue enterrado en ella. Las obras se interrumpieron tras la muerte del pontífice en 1667; fueron retomadas en 1673 bajo la supervisión de Bernini y con la colaboración de Carlo Fontana, y terminadas en 1679.
El interior de la iglesia tiene una planta elíptica, mientras que su considerada «gemela» Santa Maria dei Miracoli tiene una planta circular; tiene seis capillas laterales, frente a las cuatro de su «gemela». En julio de 1825, el papa León XII la elevó a la dignidad de basílica menor.
A partir de 1953 la iglesia se convirtió en sede de la «misa de los artistas» (messa degli artisti), una singular iniciativa ideada en 1941 por Ennio Francia; tras haberse celebrado en varios lugares de culto diferentes, este evento encontró su sede en esta iglesia de la Piazza del Popolo, donde todos los domingos, desde hace más de sesenta años, se celebra esta eucaristía en la que participan representantes del mundo de la cultura y del arte. También se celebran a menudo en esta iglesia las exequias de personas ligadas al mundo de la cultura y de la televisión. Por estas razones es conocida también como la «iglesia de los artistas» (chiesa degli artisti).
Bajo las dos iglesias gemelas se encuentran los restos de dos monumentos funerarios con forma de pirámide, muy similares en forma y dimensiones a la Pirámide Cestia y a la demolida Pirámide Vaticana: también estos dos sepulcros debían datar de la época de Augusto y estaban colocados a modo de entrada monumental al Campo Marzio, justamente la función que tienen actualmente las dos iglesias.
En esta iglesia, el 10 de agosto de 1904, fue ordenado sacerdote Angelo Roncalli, el futuro papa Juan XXIII, evento recordado por una placa colocada durante su pontificado. 

Iglesia de Santa Maria dei Miracoli, o de los Milagros, situada en el rione de Campo Marzio, en la Piazza del Popolo, entre la Via del Corso y la Via di Ripetta. Es considerada popularmente la «iglesia gemela» de Santa Maria in Montesanto, aunque las dos edificaciones se diferencian sobre todo por su planimetría.
Bajo las dos iglesias gemelas se encuentran los restos de dos monumentos funerarios con forma de pirámide, muy similares en forma y dimensiones a la pirámide Cestia y a la demolida pirámide Vaticana: también estos dos sepulcros debían datar de la época de Augusto y estaban colocados a modo de entrada monumental al Campo Marzio, la misma función que tienen actualmente las dos iglesias.


La capilla a lo largo del Tíber
En el origen de la construcción de la iglesia hay un milagro, sucedido, según la tradición, el 20 de junio de 1325, cuando una mujer, a orillas del Tíber, invocó una imagen de la Virgen pintada en las murallas a lo largo del río para que salvara a su hijo, que había caído al agua. La salvación del niño hizo que se construyera una capilla dedicada a María junto al Tíber, cerca del actual Ponte Regina Margherita, en la que se colocó la imagen milagrosa, a partir de entonces llamada «Virgen de los Milagros» (Madonna dei Miracoli). Esta pequeña capilla es mostrada por los cartógrafos de la época, y aparece en las plantas de la ciudad de Bufalini (1551), de Tempesta (1593) y de Losi.
En septiembre de 1525, el papa Clemente VII confió la capilla al cercano Hospital de San Giacomo degli Incurabili, de manera que las ingentes ofrendas dejadas a la Madonna dei Miracoli pudieran servir para cubrir los gastos del hospital. En 1529 la capilla pasó a los capuchinos, que sin embargo la dejaron el año siguiente, cuando, a causa de una crecida del Tíber, fue sumergida completamente por el agua.
En los años siguientes la capilla fue confiada a diferentes congregaciones religiosas, y en 1590 la imagen de la Madonna dei Miracoli fue transportada a la iglesia de San Giacomo in Augusta, de reciente construcción, donde se encuentra todavía en la actualidad. En su lugar en la capilla se colocó una copia. 

La iglesia en la Piazza del Popolo
Debido a que el lugar junto al Tíber resultaba cada vez más insalubre y estaba sujeto a las continuas inundaciones del río, en 1661 el papa Alejandro VII ordenó que se construyera en la Piazza del Popolo una nueva iglesia para custodiar la copia de la imagen de la Madonna dei Miracoli, y que este nuevo edificio sustituyera uno existente dedicado a santa Úrsula. Sin embargo, la nueva iglesia no se inició hasta pasados catorce años después de la orden del papa, en 1675, y trece años después de la fundación de la llamada «iglesia gemela» de Santa Maria in Montesanto. La iglesia se concluyó en 1679 y solo dos años después se consagró y abrió al público.
En 1793 la iglesia fue concedida a la Confraternidad del Santísimo Sacramento y en 1856 a la Archiconfraternidad de San Gregorio Taumaturgo. Desde 1915 la iglesia es oficiada por los Sacerdotes del Sagrado Corazón de Jesús de Betharram, que previamente ocupaban la iglesia de los Santi Angeli Custodi al Tritone, actualmente desaparecida. 

Exterior
La fachada se caracteriza por la presencia de un profundo pronaos rectangular coronado por un tímpano, sobre el cual se puede leer el nombre del benefactor de la iglesia, el cardenal Gastaldi. Las columnas del pronaos estaban destinadas originalmente a los campanarios de Basílica de San Pedro, proyectados por Bernini pero nunca realizados. En la barandilla exterior del edificio se erigen diez estatuas, que representan santos y santas, y de las cuales solo algunas están identificadas con certeza. Estas estatuas fueron realizadas entre 1676 y 1677 por Filippo Carcani, Ercole Ferrata y otros escultores.
En lo alto de la iglesia se encuentra una cúpula octogonal, revestida con tejas de pizarra, proyectada y construida por Carlo Fontana. En la Via del Corso se eleva el campanario, de manera especular respecto al de la vecina Santa Maria in Montesanto, atribuido a Francesco Navone. Las primeras obras documentadas de Francesco Antonio Navone son las ejecutadas en 1758 para el campanario de Santa Maria dei Miracoli. 

Interior

La iglesia se presenta con planta circular (mientras que su «iglesia gemela» tiene planta elíptica), con cuatro capillas laterales y un profundo presbiterio. Al igual que el exterior, también el interior fue proyectado por Carlo Rainaldi y ejecutado por Carlo Fontana. En el centro del pavimento está colocada una placa circular con el escudo del cardenal Girolamo Gastaldi, mecenas de la iglesia; el mismo escudo se encuentra también en la contrafachada, sobre la placa conmemorativa que recuerda la edificación de la iglesia.

Las capillas laterales
El edificio tiene cuatro capillas laterales:
·        la primera capilla a la izquierda, llamada capilla de san Antonio, tiene:
o   una Virgen con el Niño, san Antonio abad y san Antonio de Padua, lienzo atribuido al parisino Henry Gascard;
o   el monumento fúnebre a Antonio d'Este, discípulo y amigo de Antonio Canova;
o   bajo el altar, en una urna, se conservan las reliquias de santa Cándida, virgen y mártir, provenientes de las catacumbas de Priscila;

·        la segunda capilla a la izquierda, llamada capilla del Rosario, tiene:
o   el retablo que representa a la Virgen del Rosario, copia realizada en el siglo XIX de una obra conservada en la basílica de Santa Balbina;
o   dos óvalos decorados con frescos con historias de la Santa Cruz;

·        más allá del presbiterio está la capilla de san José; en el pilar que separa esta capilla del presbiterio hay un Crucifijo de bronce de Pericle Fazzini:
o   esta capilla recibe su nombre de la pintura al óleo sobre lienzo que representa a San José y Jesús niño;
o   además, sobre las puertas laterales de la capilla, hay dos cuadros de forma circular que representan a Jesús en casa de Marta y María y La Magdalena en casa de Simón el fariseo;
o   en el centro de la capilla está colocada una estatua de la Virgen de Bétharram, copia ejecutada por Gino Mazzini de una obra realizada por Alessandro Renoir, cuyo original se encuentra en Francia, en el Santuario de Nuestra Señora de Bétharram;

·        por último, la primera capilla a la derecha de la entrada es la capilla de la Asunción, en la que se encuentran:
o   el retablo que representa a la Asunción y san Gregorio Taumaturgo, transportado aquí cuando la iglesia se confió a la Archiconfraternidad de San Gregorio Taumaturgo;
o   en la pared izquierda la Estatua de san Michele Garicoïts, fundador de los Sacerdotes del Sagrado Corazón de Jesús de Betharram que ofician la iglesia, y que fue canonizado por el papa Pío XII en 1947;
o   en la pared derecha el monumento fúnebre de la familia Guglielmi delle Rocchette, realizado por el escultor Cesare Benaglia en 1868. 

El presbiterio y la sacristía
El profundo presbiterio, realizado por Carlo Fontana, está unido a la nave de la iglesia mediante un arco triunfal coronado por el escudo del cardenal Gastaldi.
El altar mayor fue encargado el 3 de noviembre de 1677 y realizado por Fontana, mientras que la decoración en estuco es de Antonio Raggi. En el centro del altar mayor está colocada la imagen de la Virgen de los Milagros, copia de finales del siglo XVI del fresco actualmente conservado en la iglesia di San Giacomo in Augusta: la Virgen y el Niño tienen coronas de oro; la de la Virgen data de 1646 y fue una de las primeras aplicadas a una imagen sagrada.
A ambos lados del presbiterio están los dos monumentos sepulcrales de los Gastaldi: el de la izquierda es el monumento sepulcral del cardenal Girolamo Gastaldi, y el de la derecha es el monumento sepulcral del caballero Benedetto Gastaldi. Los dos monumentos están coronados por cuatro estatuas, que representan, a la izquierda, la Fe y la Esperanza, y a la derecha, la Prudencia y la Templanza.
La amplia sacristía fue realizada al mismo tiempo que la iglesia, y su decoración data del siglo XVII; además de las dos placas conmemorativas que recuerdan a los antiguos propietarios de la iglesia, la sacristía conserva un busto en mármol del papa Pío VI. 

PIETRO DA CORTONA (1596-1669)
Su nombre es Pietro Berrettini y fue el segundo en categoría tras Bernini. Como él, fue arquitecto, pintor, decorador y diseñador de tumbas y esculturas, aunque él mismo no era escultor. A Bernini y a Borromini se les ha devuelto la posición eminente que les era debida, no así a Cortona, en la Toscana. Nacido en Cortona de una familia de artesanos. Probablemente aprendió con su padre que era tallador de piedras, antes de ser colocado como aprendiz con el pintor Andrea Commodi con quien fue a Roma en 1612. Al regreso de Commodi a Florencia, Cortona va a quedarse en Roma donde va a estudiar a Rafael de Urbino y a la Antigüedad clásica con gran devoción y los va a copiar hasta la saciedad. No sólo va a copiar la obra pictórica sino que va a copiar también ruinas. Su copia de la Galatea de Rafael impresionó tanto a Marcelo Sachetti que este se encariñó con el joven artista quien, desde 1623 en adelante, formó parte de la casa Sachetti. Fue al servicio de esta familia donde Cortona dio la primera prueba de su genio como pintor y arquitecto. Muy joven entró en contacto con la Academia de San Lucas, el centro más importante y moderno comparada con otros centros no sólo de Italia sino de toda Europa. Estar en la Academia era un prestigio y Cortona llegó a obtener el título de Príncipe de la Academia.
Cortona conoce en el Palazzo Sachetti al cardenal Francesco Barberini, sobrino de Urbano VIII quien fue su protector durante toda su vida. Con la familia Barberini trabajará como pintor, así como en el palacio Pitti de Florencia entre 1640 y 1647.
Como arquitecto, que es como le vamos a tratar en este tema, va a polarizar el binomio Bramante-Palladio por su formación clásica, pues son ellos quienes recuperan la tradición clásica. Hombre renacentista bajo el prisma de un arquitecto barroco va a descubrir la proporción del arte con la figura humana. Uno de los edificios más importantes por él diseñados va a ser el Palazzo Villa Sachetti al Pignetto, ya desaparecido, pero que se le conoce por los tratados y por grabados. Tenía un carácter escenográfico en el que destaca lo manierista: Escaleras y terrazas, portici y nichos, fuentes y grutas de un modo extraordinariamente teatral, donde es difícil celebrar más escenográficamente la salida a escena de la sociedad cortesana. La fachada es concebida como un gran espacio central que recuerda el patio de Belvedere del Vaticano de Bramante. Al gran nicho le precede una serie de terrazas escalonadas que son las que infunden el carácter escenográfico.
Da Cortona, a la muerte de Maderno en 1639, fue requerido para continuar su obra en el Palazzo Barberini, pero su intervención quedó relegada a los aspectos decorativos. Destaca la decoración de las pinturas al fresco del techo de la bóveda del gran salón en los que se representa el Triunfo de la Divina Providencia, que no es otra cosa que la exaltación de los Barberini, pintura realizada entre los años 1633 y 1639.
Francesco Barberini protegió a Cortona a la muerte de Maderno. En 1634 se dio permiso a Cortona para reconstruir a expensas suyas y de acuerdo con sus planos, la cripta de la iglesia de la Academia de San Lucas para prepararse una tumba propia. Durante las excavaciones fue descubierto el cuerpo de Santa Martina lo que dio lugar a una situación completamente nueva. El Cardenal Barberini se encargó de la empresa y al año siguiente ordenó la reconstrucción de toda la iglesia. En 1644 la iglesia ya estaba abovedada y en 1650, totalmente terminada, según consta en una inscripción del interior. Durante los años treinta del siglo, con Santa Martina y San Lucas levantándose y el techo Barberini en marcha, alcanzó el cenit de su fama artística y sus colegas reconocieron su distinción eligiéndole Príncipe de la Academia de San Lucas durante cuatro años (1634-38) 

La iglesia de San Lucas y Santa Martina​ es una iglesia barroca del siglo XVII de Italia erigida en Roma, entre el Foro Romano y el Foro de César y cerca del arco de Septimio Severo. Es reputada por haber sido una de las primeras iglesias que tienen una fachada curvada, honor disputado con San Carlo alle Quattro Fontane, de Francesco Borromini.
Inicialmente fue dedicada a santa Martina, martirizada en el año 228, durante el mandato del emperador Alejandro Severo. Se cree que la construcción de este templo en el siglo VII al papa Honorio I, a quien igualmente se le atribuye la fundación de la vecina iglesia de San Adrián al Foro, en la nave de la Curia romana.
Destruida, fue restaurada y nuevamente consagrada en 1256, durante el papado de Alejandro IV, como recuerda la inscripción mural de la capilla de la derecha, la iglesia está presente en el Catálogo de Cencio Camerario, aunque Martina no esté citada entre los santos de los cuales se conservarían las reliquias. ​ Se trataría en aquel entonces de una simple estructura rectangular rodeada por los tres lados de otras construcciones.
La dedicación de la iglesia al apóstol San Lucas se produjo después. En el siglo XVI, Sixto V buscó espacio en la plaza de Santa María la Mayor e hizo demoler la iglesia de San Lucas de los Pintores (San Luca dei Pittori). Aquella iglesia estaba dedicada a la Accademia di San Luca, que se había fundado en 1577. Como constituían una corporación importante, convenía compensarlos. De ahí que en el año 1588, una bula del papa Sixto V les adjudicase el patronazgo de la iglesia de santa Martina en el foro, junto al arco de Septimio Severo; es en ese momento cuando san Lucas fue añadido a la titularidad de la iglesia.
La academia emprendió reformas menores de la iglesia, y también hubo proyectos para una nueva iglesia. Entre 1592 y 1618, diversos artistas (Federico Zuccari, Giovanni Baglione) presentaron proyectos para la reconstrucción de la iglesia. Los más notables fueron los dibujos que se atribuyeron a Ottaviano Nonni, que tenía el sobrenombre de El Mascherino (1536-1606). Pero la importancia de los trabajos a realizar, estructurales (consolidación de muros, reparación de techos y suelos, la excavación de una cripta para enterrar a los artistas), determinaba que los gastos no estarían cubiertos por la venta de antigüedades recogidas en los alrededores.
Además, al estar encajonada entre otras construcciones, lo primero que había que hacer era conseguir cierto espacio, y para ello la academia adquirió, gradualmente, propiedades adyacentes a la iglesia.
En 1634, Pietro da Cortona fue elegido presidente de la Academia. Artista muy apreciado por los Barberini, obtuvo el derecho a construir en la iglesia su propia capilla funeraria «siempre y cuando reparase el daño y embelleciese a su gusto y a su voluntad», es decir, a expensas propias.
Pietro presentó un proyecto que también incluyó espacios para los trabajos y las recepciones de la Academia, y comenzó a excavar bajo el altar, donde tenía la intención de colocar la tumba familiar, como era costumbre. Sin embargo, el 25 de octubre de 1634 emergió de la cavidad una caja llena de huesos, algo habitual en aquella época en Roma, pero tenían una placa en la que estaba escrito «Qui riposano i corpi de' Sacri Martiri Martina Concordio Epifanio con loro Compagno» («Aquí reposan los cuerpos de los santos mártires Martina, Concordio, Epifanio y sus compañeros»). No hay duda de que se esperaba que con esto empezaran a fluir los fondos para albergar las reliquias en una nueva iglesia. En noviembre de 1634, el papa Urbano VIII visitó la iglesia, y el sobrino del papa, el cardenal Francesco Barberini, quien había sido protector de la iglesia desde 1626, dedicó 6.000 scudi ​ aunque su pleno apoyo a un edificio nuevo parece haber sido dudoso.
Los trabajos de reconstrucción se realizaron bajo la dirección de Pietro da Cortona. La construcción del nuevo edificio comenzó en el año 1635 pero se vio sujeto a interrupciones como la amplia visita que hizo Cortona a Florencia en el período 1639-47 y la huida de Francesco Barberini del papa Inocencio X a París en 1645-48. Pietro da Cortona, que consideraba la iglesia como algo propio, hizo realizar, con su propio dinero, la iglesia subterránea y la dotó de mobiliario precioso. A la muerte de Cortona en 1669, algunas partes, como la decoración del interior de la cúpula, aún estaban incompletas. Deseaba continuar beneficiando a la iglesia con su dinero después de su muerte, y la dotó de una renta, cuyos activos (6.750 scudi) debían permitir el mantenimiento de la iglesia en servicio. La Academia hizo grabar estas disposiciones en el mármol, bajo el busto del artista sigue siendo legible en la actualidad. Su generosidad fue seguida en el tiempo por la de otros muchos académicos, príncipes o no.
El precedente directo de esta intervención sería la fachada diseñada por Miguel Ángel para la basílica de San Lorenzo de Florencia. 

Planta
La planta es una interpretación monumental de la de cruz griega, es decir, se trata de un edificio central, mucho más utilizado en el Renacimiento. Los brazos de la cruz son prácticamente iguales y están rematados en forma semicircular (ábsides), especialmente el de acceso, marcando de esta manera el eje longitudinal que nos lleva al altar. Los brazos del transepto son más cortos, y presentan una curvatura menos pronunciada. El centro está coronado por la cúpula. Grandes columnas jónicas, que sostienen un gran entablamento, se arraciman alrededor del cruce y pueblan los espacios en los muros de los transeptos absidiales, el coro y la nave.
El problema es que al estar tan próximas las fachadas, podrían robarse protagonismo. Cortona lo resuelve dándole a una de las fachadas y a la cúpula el protagonismo total.

Fachada
La fachada, de forma convexa, se terminó en 1664. El diseño de Cortona responde a la más libre de las tres tipologías barrocas: la de movimiento. Es un movimiento curvo, convexo tanto arriba como abajo. Se divide en dos cuerpos (superior e inferior) de igual anchura. Cortona transforma la fachada apaisada y estática de Miguel Ángel en San Lorenzo en una forma barroca y viva. Destaca el fuerte empuje vertical dado por la ausencia del frontón que se proyectó en origen, lo que permite ver la cúpula desde el suelo; con esto se crea una direccionalidad hacia arriba muy fuerte. Es una fachada de gran plasticidad sólida, parece que sea deformable, que se mueva, está llena de salientes y entrantes, creando un gracioso juego de claroscuros. Los laterales rectos parecen oprimir al centro, que se abomba, creando el movimiento convexo. La fachada se integra en el espacio urbanístico que la rodea, y se destaca el eje central de la puerta. Todo ello dentro de la línea novedosa del barroco de Cortona.
La suave curvatura de la fachada está contenida por una doble serie de pilastras pareadas. Las columnas de la planta baja están metidas contra el muro, más que proyectadas hacia afuera como una entidad espacial como el pórtico de entrada en Santa Maria della Pace. Se permite que otros elementos, como los frontones y las molduras, se proyectan entre las columnas para crear tensiones espaciales que recuerdan al manierismo florentino. 

Interior
En el interior, tal y como es característica barroca, se establecen en altura dos zonas bien diferenciadas, creando dos ámbitos distintos: el terrenal y el celestial. El primero se configura mediante el muro, con su movimiento vital y vibrante, creando con las columnas y las pilastras adosadas una piel, un esqueleto, de tal forma que la iglesia parece cobrar vida, como una gigantesca ameba. Es característico del espacio barroco, que tiende a envolver al observador, con un marcado gusto por lo cóncavo para los interiores.
Sin embargo, aparte de los altares, el interior es de estuco blanco; una decisión sorprendente para una iglesia dedicada al santo patrón de los pintores (San Lucas), construida para la academia de pintores de Roma y por un pintor que había decorado algunas de las bóvedas de iglesia más opulentas en Roma como Santa Maria in Vallicella.
Dos escaleras de la iglesia superior bajan a la iglesia inferior que tiene un corredor que conectaba con una capilla octogonal directamente debajo de la cúpula de la iglesia superior y la capilla de santa Martina debajo del altar mayor. Una abertura circular en la bóveda de la capilla octogonal permite una vista a través de la cúpula de la iglesia superior. En contraste con la amplitud espacial de la iglesia superior, la iglesia inferior, y particularmente la capilla de santa Martina, está ricamente decorada con color, mármoles, bronce dorado y tiene bóvedas relativamente bajas. En la capilla de Santa Martina, las columnas jónicas en las esquinas han sido colocadas en la diagonal, que recuerda al diseño de Miguel Ángel de la capilla Sforza en Santa Maria Maggiore, y así establecen tensiones oblicuas y también ortogonales en esta capilla centrada en el altar de S. Martina.
El espacio superior, que configura el ámbito celestial, es totalmente distinto. Si la parte inferior tiene un aspecto macizo, esta superior resulta completamente ingrávida. La majestuosa cúpula domina todo el espacio interior. La decoración es toda en blanco y dorado, existiendo decoración escultórica: putti, ángeles, santos... nos observan con sus ojos blancos desde la cúpula, imagen del cielo. Las enjutas están decoradas con los cuatro símbolos de los evangelistas en estuco, obra de Camillo Rusconi y son añadidos del siglo XVIII. A la derecha de la entrada está el monumento a Carlo Pio Balestra (1776) por Tommaso Righi y un Monumento a Giovanna Garzoni de Mattia De Rossi.
La cúpula tiene un diseño mixtilíneo que deriva del manierismo. La decoración del interior de la cúpula se atribuye al alumno y colaborador de Cortona, Ciro Ferri; los nervios y el artesón se combinan como lo hacen en Santa Maria della Pace pero aquí las formas del artesonado son mucho más fluidas y casi titilan con movimiento. El tamaño de los casetones va disminuyendo con la altura, lo que acrecienta la sensación de alejamiento.
Las ventanas de las bóvedas de los ábsides están coronadas por un frontón dividido con una cabeza en una concha de vieira con artesonado octogonal, motivos que Cortona usó en su pintura al fresco. Las ventanas contribuyen a llenar este espacio con luz, lo que simbolizaría la presencia divina.
En la iglesia superior, sobre el altar mayor, se puede ver un San Lucas pintando a la Virgen, copia del caravagesco Antiveduto Grammatica, de un original atribuido a Rafael Sanzio que se encuentra hoy en la colección de arte de la Academia. Debajo de esta pintura hay una estatua de mármol blanco de la martirizada santa Martina por Nicolo Menghini. En el transepto izquierdo hay una Asunción de san Sebastián por Sebastiano Conca, y en el transepto derecho está el Martirio de san Lázaro por Lazzaro Baldi, quien está enterrado aquí.
Dentro de la puerta de entrada principal a la iglesia superior, una losa de piedra marca el lugar de enterramiento de Cortona, quien murió en 1669, y hay un memorial en la pared con un busto de Cortona por Bernardo Fioiti en la iglesia inferior.
La cripta es obra de Pietro da Cortona y recuerda en sus líneas la forma de la iglesia superior. Ahí se encuentran dos bajorrelieves en estuco de Alessandro Algardi. Uno es Cristo muerto con la Virgen y el Padre.
Cúpula

Altar Mayor 

La iglesia de Santa María de la Paz es una pequeña iglesia católica, una de las iglesias de Roma erigida en el rione Ponte, no lejos de la plaza Navona. Construida en el siglo XV y reformada por Pietro da Cortona en 1656-1657, su fachada es una buena muestra de la arquitectura barroca romana.
Tiene el estatus de Titulus —que distingue a ciertas iglesias de la diócesis de Roma que se encuentran ligadas a un cardenal—, con el título cardenalicio de Santa María de la Paz, que en la actualidad ostenta el arzobispo de Santiago de Chile.
El edificio actual fue construido sobre los cimientos de una iglesia anterior, dedicada a Sant'Andrea de Aquaricariis. ​ Fue consagrada en 1482 y dedicada a la Virgen María para recordar el milagro de que manara sangre de una estatua de la Virgen en el año 1480. Sixto IV, que había quedado impresionado por el acontecimiento, hizo el voto de que si la conjura de los Pazzi, en la que estaba de algún modo implicado, no llevaba a la guerra que se temía, haría construir en el lugar una gran iglesia dedicada a la Virgen. El autor del diseño original se desconoce, aunque se piensa en Baccio Pontelli o en Meo del Caprino o en ambos.
En 1611 fue rehecha, ampliando la volumetría de la iglesia, la tribuna y el altar mayor, a expensas de la familia Rivaldi, que de este modo consiguió una imponente cripta sepulcral al pie del altar. ​
En 1656-1667 el papa Alejandro VII hizo que Pietro da Cortona restaurase el edificio, que agregó la famosa fachada barroca que avanza entre las alas cóncavas: esta fachada, que quería simular un escenario teatral, tiene dos órdenes y está precedida por un pronaos semicircular sostenido por columnas toscanas pareadas. La iglesia empuja hacia adelante, llenando casi completamente el espacio de la pequeña plaza que la precede; Pietro da Cortona demolió muchas casas para crear este espacio trapezoidal asimétrico que, con su aspecto unitario intensamente plasmado, destaca entre los principales logros del barroco romano.

Interior
El interior, que puede alcanzarse desde la puerta original del siglo XV, tiene una nave central corta con un crucero octogonal y una tribuna coronada por una cúpula. Carlo Maderno diseñó el altar mayor (1614) para enmarcar la venerable imagen de la Madonna col Bambino (Virgen con el Niño).

Capillas
Sibille e angeli, de Rafael Sanzio, 1514
 

La primera capilla a la derecha de la nave se llama Chigi, porque fue encargada por Agostino Chigi, el banquero del papa. La arquitectura se atribuye a Rafael, quien también comenzó a pintar los frescos sobre el arco de las Sibille e angeli (Sibilas y ángeles) (1514). Timoteo Viti, después de la muerte del maestro y según dibujos suyos, realizó los frescos superiores con los cuatro Profeti (Abacuc e Giona, a la izquierda; David e Daniele, a la derecha). El atuendo escultórico está dominado por el alto relieve con Cristo trasportato dagli angeli (Cristo llevado por los ángeles), sobre el altar, una obra en bronce de Cosimo Fancelli, también autor de los dos santos laterales en colaboración con Ercole Ferrata: Santa Caterina y San Bernardino.
Capilla Chigi.
 

La segunda capilla a la derecha (la capilla Cesi) fue diseñada por Antonio da Sangallo el Joven y tiene una decoración renacentista sobre la arcada exterior, obra de Simone Mosca, y dos frescos, la Creazione di Eva (Creación de Eva) y el Peccato originale (Pecado original) de Rosso Fiorentino. Las estatuas en los nichos, con Santi Pietro e Paolo son obra de Vincenzo de' Rossi,, que también esculpió los altorrelieves en los lados del arco (Profeti e angeli), así como las figuras de los durmientes en las tumbas de Angelo Cesi y de su esposa Francesca Carduli Cesi (1550-ca. 1560). Las esfinges se atribuyen sin embargo a Simone Mosca. Para el altar, Carlo Cesi pintó una Sacra Famiglia con sant'Anna​ (Sagrada Familia con Santa Ana), que reemplazó a la 'Deposizone de Rosso Fiorentino.
La primera capilla a la izquierda de la nave (capilla Ponzetti) tiene notables frescos renacentistas de Baldassarre Peruzzi, más conocido como arquitecto: pintó en el altar la Madonna col bambino tra le sante Brigida e Caterina e il cardinale Ferdinando Ponzetti (Virgen con el niño entre las santas Brigida y Caterina y el cardenal Ferdinando Ponzetti) (1516), también los Storie bibliche (relatos bíblicos) en la cuenca absidial. Aquí también hay dos monumentos funerarios de la familia Ponzetti, datados de 1505 y 1509.
La segunda capilla a la izquierda (capilla Mignanelli) tiene algunos mármoles tomados de las ruinas del templo de Júpiter Capitolino. En el altar, la Madonna in gloria tra i santi Ubaldoe Girolamo (Virgen en gloria entre los santos Ubaldo y Girolamo), es de Marcello Venusti, mientras que la luneta externa muestra la Cacciata dal Paradiso terrestre (Expulsión del Paraíso terrestre) y la Famiglia di Adamo (Familia de Adán), de Filippo Lauri (1657).
La tribuna octogonal también fue diseñada por Sangallo y decorada con estucos diseñados por Pietro da Cortona. En el tambor hay una serie de capillas con frescos, encima de las cuales hay pinturas: de la derecha, Visitazione de Carlo Maratta (1655), Presentazione al Tempio de Baldassarre Peruzzi (1524), Nascita della Vergine de Raffaello Vanni y Transito della Vergine di Giovanni Maria Morandi.
La primera capilla a la derecha del altar (capilla Olgiati) tiene un Battesimo di Gesù (Bautismo de Jesús) de Orazio Gentileschi (1607), mientras que en la de la izquierda hay un crucifijo del siglo XV y un altar de mármol dorado y pintado de la escuela Andrea Bregno (alrededor de 1490), donado por Innocenzo III. La Natività y la Annunciazione son de Passignano, mientras que la decoración de la bóveda y de la cuenca absidal son de Francesco Albani (1612-1614) e le Sante en el sotoarco de Lavinia Fontana (1611-1614). En otra capilla a la izquierda también está la Adorazione dei pastori del Sermoneta. ​
Es admirable el monumento al obispo Giovan Andrea Boccaccio, obra renacentista del escultor lombardo Luigi Capponi, seguidor de Andrea Bregno. 

Claustro
Claustro de Bramante en Santa Maria della Pace
 

Otro elemento prominente de la iglesia es el claustro de Bramante (1500-1504), construido por Bramante para el cardenal Oliviero Carafa. Es una de las obras más importantes del Renacimiento del siglo XVI y fue una de las primeras obras romanas diseñadas por Bramante después del período milanés. Es obra importantísima porque, por vez primera, aparecen los cuatro órdenes de la antigüedad (toscano, dórico, jónico y corintio) superpuestos.
La planta cuadrada se obtiene repitiendo un módulo igual a la anchura del pórtico, que dimensiona el vacío central (4x4) y el refectorio adyacente (2x4). El espacio central está rodeado por 16 pilastras (16 es un número perfecto según Vitruvio) que forman un pórtico continuo de bóvedas de arista. En Alzado, consta de dos órdenes, proporcionados de acuerdo con la regla vitruviana, seguida por lo demás por Leon Battista Alberti y por Serlio, que quiere que el segundo orden disminuya en altura un 1/4 en comparación con el primero.
El primer nivel en la planta baja presenta una orden de pilastras jónicas que sostienen un entablamento con un friso continuo, propio de ese orden, con una concatenación de arcos de medio punto sobre aletas, típicos de la arquitectura romana clásica. En el segundo nivel hay un orden de pilastras pseudo-corintias, que giran sus flancos en correspondencia con las aletas del primer nivel, con la inserción de columnas libres, del mismo orden, que redoblan el paso de las arcadas sustentantes.
El lenguaje severo, desprovisto de cualquier decoración, lo diferencia profundamente de las obras realizadas por Bramante durante el precedente periodo milanés, donde el arquitecto de Urbino, en cambio, hizo un uso extensivo de las decoraciones de gusto lombardo.
En el interior del pórtico, las lunetas en la pared posterior están pintadas con Storie della vita della Vergine (historias de la vida de la Virgen), a las que se agregan episodios relacionados con la iglesia y la imagen milagrosa.
El claustro es sede de exposiciones de arte contemporáneo. 

Iglesia de Santa Maria in Via Lata (1658-1663)
Su siguiente obra fue la fachada de esta iglesia, que construye entre 1658 y 1663. Cortona da un paso decisivo hacia una mayor simplicidad y monumentalidad. Refuerza las tendencias clasicistas del dórico y las estructuras complejas las reduce a la claridad cristalina de unos pocos grandes motivos. El alineamiento de la calle no permitía una fachada curva, por lo que en esta fachada de dos cuerpos, estructura el inferior abriendo la parte central de par en par y la flanquea por vanos que retroceden en lugar de por entrepaños salientes. La parte principal se abre abajo en un pórtico y arriba en una loggia y están unificadas por un gran frontón triangular en el que se ha introducido un rasgo curvo o segmental. Es un ejemplo palladiano y que ya aparece en el Libro IV de Serlio. Magnífico el arquitrabe que enlaza los dos cuerpos.
Cortona hace en su obra una revalorización de las formas clásicas pero en lenguaje barroco, de inspiración clásica, creando una plasticidad que no se ve en los edificios renacentistas.
Fachada de Santa Maria in Via Lata (1658-1660), de Pietro de Cortona, 1658-1660.
 

CARLO RAINALDI (1611-1691)
Fue el más importante arquitecto en Roma después del trío Bernini, Borromini y Cortona. Su turno le llegó después de la muerte de su padre Girolamo Rainaldi, con quien había colaborado cuando Inocencio X le nombró arquitecto de la ciudad. Girolamo, que había sido discípulo de Fontana, asimiló las concepciones arquitectónicas del norte de Italia pero quedó anclado en los preceptos renacentistas y apenas estaba influido por los desarrollos estilísticos modernos. Carlo colabora con su padre en el proyecto de Sant’Agnese en plaza Navona. Tras la muerte de su padre acaecida en 1655, Carlo se movió pronto en pleno éxito y desarrolló un gran estilo típicamente romano, aunque jamás se desembarazó de la herencia paterna. 

Iglesia de Santa Teresa en Caprarola (1620)
Presenta una fachada con una gran verticalidad pues es muy estrecha. Carlo trabaja en diferentes edificios en los años centrales del siglo XVII.
Marcará el paso de la primera mitad a la segunda mitad del XVII. Trabaja en la remodelación de la Plaza del Popolo en Roma que debía articular tres calles principales que irradian entre el Pincio y el Tíber y cada una de ellas conduce al corazón de la ciudad. Los puntos decisivos eran los dos alzados frontales que miran a la plaza entre estas calles. En estos puntos Rainaldi planeó dos iglesias simétricas con grandes e impresionantes cúpulas, como focos de atención desde la Porta del Popolo. Pero como los solares eran desiguales de tamaño, la simetría que era aquí esencial, no fue lograda fácilmente. Al elegir una cúpula ovalada para el lugar más estrecho de Santa María in Monsanto y una circular para la más grande de Santa María dei Miracoli, Rainaldi dio la impresión, desde la plaza, de igualdad de tamaño y forma. La  de la izquierda, Santa María in Monsanto se inició en 1662. Después de una interrupción se continuó el edificio en 1673 con un proyecto de Bernini y Fontana como arquitecto en funciones, completó la iglesia en 1675. El propio Rainaldi quedó a cargo de Santa María dei Miracoli que fue realizada entre 1675 y 1679.

Iglesia de Santa María in Campitelli (1662-1667)
Es un edificio complejo con planta en forma de elipse a la que se superpone un presbiterio de planta circular que se va a cubrir con una cúpula. La imagen de la Virgen María de esta iglesia tenía una gran devoción en Roma pues se consideraba que era milagrosa, sobre todo durante las epidemias de peste. Era una imagen devocional y había que construir un lugar para dar culto a la Madonna. El proyecto original que está en los archivos vaticanos no concuerda con lo actualmente construido. Lo que distingue a este edificio y le da un puesto sin igual entre las iglesias del alto Barroco romano es su calidad escénica, producida por la forma en que la vista es conducida desde el “brazo del crucero” al santuario y a la profundidad entre columna y columna.
Es una antigua planificación del norte de Italia que no tuvo escuela en Roma. La fachada es más vertical que lo visto en Bernini y en Borromini. Juega con las columnas para modular el espacio, creando una fachada retablo o fachada templo. Las características principales de esta fachada son los dos “templetes”, uno colocado dentro del otro y ambos ocupando los dos pisos. Este tipo que ya antes se ha llamado “fachada de templo” no tenía tradición en Roma aunque era corriente en el norte de Italia. Todo lo expuesto sobre planta y fachada denota las influencias del arte del norte de Italia (Bolonia, Parma, Piacenza y Módena) que debió recibir de su padre que estuvo largas temporadas en estas regiones a pesar de haber nacido en Roma. Carlo sabía como mezclar la “fachada-templo” con el aumento típicamente romano del volumen de los órdenes desde las pilastras a las medias columnas y a las columnas exentas.
El santuario interior de Nuestra Señora fue creado para alojar el icono en la misma fecha (según un diseño del artista maltés Melchiorre Caffà, o de Giovanni Antonio de Rossi), con una "gloria" (un uso arquitectónico de la luz para un efecto dramático como el utilizado en la estatua de San Pedro de Bernini en la Basílica de San Pedro de 1666). Hay una escalera detrás de la 'gloria' que permite una mejor vista del icono, abierta solo por pedido.
La primera capilla a la derecha tiene un lienzo de San Miguel, de Sebastiano Conca. La segunda tiene un Santos Ana, Jose y María de Luca Giordano. Los ángeles son de Michel Maille, Francesco Cavallini y Francesco Baratta. En el crucero derecho se encuentra el monumento funerario del cardenal Bartolomeo Pacca (fallecido en 1863), esculpido por Ferdinando Pettrich.
El altar mayor (de 1667), diseñado por Rainaldi, y completado por Antonio De Rossi, Ferrata y Giovanni Paolo Schor, consagra la imagen de Nuestra Señora mencionada anteriormente.
En la tercera capilla a la izquierda, hay una Conversión de San Pablo, de Ludovico Gimignani. En la primera capilla de la izquierda, está La Sagrada Familia y Beata Ludovica Albertoni de Lorenzo Ottoni. A la izquierda está la capilla de San Juan Bautista, que alberga el monumento funerario al cardenal Paluzzo Paluzzi Altieri degli Albertoni, esculpido por Giuseppe Mazzuoli. Algunas obras de Il Baciccia se pueden ver en las capillas laterales.
Vista general del interior

Decoración de las bóvedas

Detalle de la cúpula

El ataúd de vidrio de san Giovanni Leonardi 


CARLO FONTANA (1638-1714)
Nacido cerca de Como, se instala en Roma antes de 1655. Empezó como dibujante arquitectónico y ayudante de obras de Cortona, Rainaldi y Bernini, éste último quien más influyó por la larga colaboración que hizo ejercer una influencia más fuerte en su formación. Sus maneras suaves y geniales y su talento fácil hicieron de él un colaborador ideal. Fue discípulo de Rainaldi. Llegó a ser un importante arquitecto en la segunda mitad del siglo XVIII. Fue también un importante teórico. Escribió con detenimiento. Hay tres libros escritos sobre San Pedro del Vaticano que van a ser leídos en toda Europa. También escribió una serie de obras sobre el río Tíber, sobre las fuentes, sobre la integración del río en la ciudad. Sus obras, junto a las de otros teóricos, circularon por toda Europa. 

San Marcello al Corso (1682-1683)
Esta fachada debe ser considerada como un camino hacia el clasicismo Barroco tardío. Está, de hecho, separada por un abismo de las grandes fachadas del alto Barroco aunque utiliza recursos, como las curvas cóncavas y el nicho ilusionista del piso superior. Como Maderno, a principios de siglo, Fontana trabaja de nuevo con proyecciones sobre la pared dividiendo el frente entero en grandes ventanas sencillas enmarcadas por órdenes, pero, al contrario de Maderno, cada miembro del orden tiene su complemento preciso. Así, una pilastra alta aparece en el interior de cada ventana de abajo, detrás de la columna, correspondiendo a la pilastra de la esquina y por esta razón es por lo que la fachada es esencialmente estática a pesar de la acumulación de columnas en el centro. Es pues, una fachada naturalista, donde se aprecia que los aletones han quedado reducidos a unas simples palmas decorativas, sin importancia tectónica. Se recrea en aspectos ornamentales, siendo interesante cómo integra el edificio en el espacio, pues mientras Cortona tenía que adaptarse a calles estrechas, Fontana va a procurar, como casi todos los arquitectos de la segunda mitad del XVIII, que sus edificios estén en espacios abiertos. La articulación de la fachada la consigue por medio de las columnas. Sitúa un edículo en el ventanal central, siendo precisamente la independencia del edículo lo que da su superestructura y el frontón roto con su franja vacía entre los segmentos, su calidad escénica.

Presbiterio de San Marcello al Corso.
 

Presenta una nave única con cinco capillas en cada uno de sus lados. Bajo el altar mayor se encuentran las reliquias de numerosos santos, entre otros, del propio papa Marcelo y de las mártires Digna y Emérita.
El aspecto del ábside se debe a la última restauración purista, que eliminó el altar mayor y toda su decoración.
Entre las obras de arte repartidas por las capillas del templo (y tomando como referencia la puerta de ingreso) destacan:
Sepulcro del cardenal Giovanni Michiel y de su nieto Antonio Orso, obra de Jacopo Sansovino.

·        Primera capilla: sepulcro doble del cardenal Giovanni Michiel y de su nieto Antonio Orso esculpido por Jacopo Sansovino y la Anunciación de Lazzaro Baldi.
·        2ª: el Martirio de las santas Digna y Emérita (1727) de Pietro Barbieri.
·        3ª: fresco de la Virgen con el Niño de finales del siglo XIV y episodios de la vida de la Virgen de Francesco Salviati.
·        4ª: Creación de Eva, San Marcos y San Juan de Perin del Vaga, San Mateo y San Lucas iniciados por Perin del Vaga y terminados por Daniele da Volterra, además de un ciborio de 1691 diseñado por Carlo Bizzaccheri.
·        5ª: sendos monumentos fúnebres a los cardenales Fabrizio y Camillo Paoucci, el primero esculpido por Pietro Bracci y el segundo por Tommaso Righi.

Capillas de la derecha
·        Primera capilla: Madonna y siete santos de Agostino Masucci.
·        2ª: Sin nada reseñable.
·        3ª: Dolorosa de Pietro Paolo Naldini, Sacrificio de Isaac y Moisés salvado de las aguas de Domenico Corvi.
·        4ª: Conversión de San Pablo (1560) de los hermanos Taddeo y Federico Zuccari y bustos de Alessandro Algardi (1630-40).
·        5ª: San Felipe Benicio (1725) de Pier Leone Ghezzi. 
Del incendio del 22 de mayo de 1519 se salvó un crucifijo tallado en madera, del sigo XIV, que fue trasladado a un convento. El hecho de que no fuera destruido por las llamas fue considerado milagroso, y por ello nació un grupo de oración que recibió el nombre de Compañía del Santísimo Crucifijo. En 1522, Roma sufrió una epidemia de peste y el crucifijo fue sacado en procesión por la ciudad durante 16 día, desde el 4 hasta el 20 de agosto, cuando la enfermedad cesó. Esta procesión se repitió todos los Jueves Santos, entre la iglesia de San Marcello y la basílica de San Pedro del Vaticano. La Compañía de Santísimo Crucifijo se convirtió en archiconfraternidad y se trasladó en 1568 al vecino Oratorio del Crucifijo, donde se venera la imagen.
 
Iglesia de San Ignacio de Loyola en Azpeitia
Fontana manda a España el proyecto de la iglesia y del colegio de Loyola con los que demuestra las limitaciones de su talento. El conjunto en general es bastante impresionante, pero la iglesia, proyectada sobre un plano circular con un deambulatorio que no tiene finura porque la forma de los pilares está determinada por el radio del círculo que forma inevitables unidades trapezoidales en el deambulatorio. La fachada es una adaptación clasicista del proyecto de Rainaldi que se quedó sin realizar para Santa María in Campitelli. El edificio fue realizado por arquitectos vascos, como los Ibero. Por una amplia escalinata con balaustradas se accede a la fachada del templo, semicircular, con enormes columnas adosadas y pilastras de orden compuesto y coronado su parte central por un frontón con las armas de España. Sobre la fachada discurre una balaustrada rematada por grandes pináculos piramidales. La cúpula, de cincuenta y seis metros de altura y veintiuno de diámetro, aparece escoltada por dos pequeños campanarios. Un vestíbulo semicircular con estatuas de santos de la Compañía da paso a la iglesia. Todo el conjunto monumental fue mandado erigir por la reina Mariana de Austria, viuda de Felipe IV.
Como urbanista, realizó sobre el papel unos esquemas algo fantásticos, como la edificación de una gran plaza circular frente al Palazzo Ludovisi, después llamado Montecitorio, el cual terminó con alteraciones clásicas al diseño de Bernini que lo había abandonado. Actualmente es la sede del Parlamento italiano. El cortile del palacio se cerró y es hoy día una de las cámaras de este Parlamento.

ANTONIO DE’ROSSI (1616-1695)
Contemporáneo de Carlo Rainaldi, produjo algunas obras que pueden describirse como transición entre el Alto y el Tardo-Barroco. Es menos evidente en sus obras eclesiásticas que en las seglares. Realizó la Capella Lancellotti San Juan de Letrán, construida sobre un plano ovalado con columnas salientes. 

GUARINO GUARINI (1624-1683)
Es el primer arquitecto de fuera de Roma, pues había nacido en Módena. Ingresó en la Orden de los Teatinos en 1639 y marchó a Roma a estudiar teología, filosofía, matemáticas y arquitectura. En esos años se terminó el interior de San Carlino por Borromini y la fachada del Oratorio de San Felipe Neri, no pasando desapercibidos para él estos acontecimientos. Vuelve a Módena, es ordenado sacerdote y nombrado profesor de filosofía en la casa de su Orden. Acaba estableciéndose en Turín, la capital del Piamonte. En esa ciudad, desde 1563 se había establecido la Casa de Saboya. Estos príncipes se van a rodear de artistas de las diferentes zonas limítrofes que rodean Turín. Van a llegar artistas franceses, vieneses, alemanes y romanos para transformar la pequeña ciudad, que a la sazón contaba con veinte mil habitantes, en una gran capital. Tal como hizo Sixto V en Roma, pues hasta las fechas son coincidentes. Y todo con fines propagandísticos. La ciudad se va a remodelar. Desde el punto de vista urbanística conservaba la misma estructura dada por los romanos en forma de damero. La remodelación urbanística va a ser respetuosa con este trazado. El trazado de la remodelación urbana lo realiza un arquitecto militar llamado Astano Vittozzi en 1584. Abrió la plaza del castillo, junto al río Po con el que linda y desde ahí parte una gran vía, la Vía Nuova y va a estar influenciada por las urbanizaciones francesas. Vittozzi muere en 1615 y le suceden Carlo y Amadeo Castellamonte, padre e hijo, que siguen las mismas directrices, tirando amplias calles muy rectas, grandes plazas que siguen recordando el esquema constructivo de las plazas francesas más que el de las plazas romanas. Son plazas rectangulares, de grandes proporciones y porticadas. La más importante es la Plaza de San Carlos. Otra obra importante de los Castellamonte es el Castillo Valentino, de tipología francesa.
Como ha quedado dicho, Guarini se establece en Turín en 1653. Va a ser el máximo exponente de la arquitectura del Barroco. Es matemático y astrónomo además de teólogo, filósofo y sobre todo arquitecto aunque llega tardíamente a la arquitectura. Dedicó gran parte de su vida, como sacerdote, a la Orden Teatina como profesor de teología y de filosofía. Se va a mover mucho por todo el territorio de la península itálica, visita Sicilia y también Praga y Lisboa, siempre al servicio de la Orden. Durante su estancia en Roma (1639-1647) debió quedar fuertemente impresionado por los edificios de Borromini y en cierta medida la obra de este arquitecto influye en él, aunque la de Guarini es más compleja. Proyectó muchos edificios, pero la mayoría han desaparecido, bien porque no llegaron a edificarse o bien porque por avatares de la Historia, se han perdido. Conocemos todos sus proyectos por los grabados y escritos de su obra Architettura Civile. Hizo una auténtica producción literaria y científica. Este tratado fue publicado póstumamente por Vittoni en 1737 y lo acompaña además de las láminas de 1580, con textos y añadiendo nuevas láminas. Guarini se atrevió a modificar las reglas clásicas e inventar otras nuevas. 

Santa María de la Divina Protección en Lisboa  (1656-1659)
Es la obra más importante realizada en la década de los cincuenta del siglo XVII. En algunos libros se indica la fecha de 1680, pero esta fecha es demasiado tardía. La iglesia desapareció en el terremoto de Lisboa de 1755 y se conoce a través de los tratados de arquitectura del siglo XVIII. Responde a una planta basilical con crucero y ábside. Lo que más destaca es la idea del movimiento ondulatorio que imprime a todo el edificio, incluso a las pilastras, mostrándose una  sucesión de unidades abovedadas. Las paredes se ondulan y los puntos salientes que cruzan la nave ya no están unidos por un arco. Al contrario, contienen, en la zona de la bóveda, ventanas encajadas en un marco redondo. Surge una combinación complicada y engañosa de formas espaciales, que no hacen fácil la visualización y la descripción en términos geométricos simples. Esta arquitectura requería una nueva clase de matemáticas  y Guarini mismo implantó las bases de éstas, dedicando grandes pasajes de su tratado a las secciones cónicas. 

Capilla de la Santa Sábana de Turín (1667-1690)
El espacio cilíndrico de la capilla fue articulado mediante la secuencia regular de un orden de pilastras gigantes entre las cuales iba un orden menor formando lo que se ha dado en llamar “motivo palladiano”. Según el diseño de Castellamonte, el cuerpo cilíndrico de la capilla fue probablemente previsto para continuar dentro de una cúpula esférica. Guarini cambió este diseño perfectamente normal. Introdujo las intrusiones convexas de tres vestíbulos circulares en el interior del espacio principal. Cambió por completo el significado de la articulación regular mediante la creación de una zona con pechinas sobre el cilindro y unió cada dos ventanales por un gran arco, tres en total, enmarcando esos ventanales “enmarcados” con los otros “abiertos” donde se apoyaban las proyecciones segmentadas de las entradas. Las tres pechinas se abren en grandes ventanas circulares correspondientes a aquellas colocadas en el interior de los arcos. Así, invirtiendo la división en arcos y pechinas, la secuencia de las seis ventanas produce un ritmo regular. La zona siguiente, por encima de las pechinas, consiste en una alta bóveda, donde seis grandes aberturas arqueadas alternan con sólidos pilares que contienen nichos de tabernáculos convexos, de influencia borrominesca. Está concebida casi de un modo tradicional, pero parece añadirse sólo para destacar con mayor nitidez la construcción siguiente. Con este ritmo continuado de pilar y arco, la confusión de la parte inferior parece resolverse y podría esperarse una cúpula esférica sobre la bóveda. Sin embargo, Guarini opta por otra solución: Dispone nervaduras segmentadas que van de centro a centro de los seis arcos, resultando de ello un hexágono. Disponiendo otras nervaduras desde el centro de la primera serie de ellas y repitiendo esto seis veces en total, se crea una trama de treinta y seis arcos de los cuales, tres de ellos, están siempre en el mismo eje vertical. La cúpula cónica de Guarini no es demasiado elevada, pero vista desde el suelo de la capilla, la disminución de las nervaduras parece ser debidas a la perspectiva en escorzo, de tal forma que la cúpula parece más alta de lo que es en realidad. Esta geometría tan compleja, desarrollada a partir del triángulo, se propone reflejar visualmente el dogma de la Trinidad. Este efecto está más acentuado por el uso acertado del color. El contraste entre el mármol negro y el dorado en la parte baja y el gris de la cúpula parece resultar de la atenuación de los tonos a una gran distancia. La punta de la cúpula se abre en una estrella de doce brazos, en el centro del cual se eleva la paloma del Espíritu Santo, fuertemente iluminada por las doce ventanas ovaladas de la linterna. 

Capilla de la Sábana Santa, con el altar de Bertola, en una fotografía de Giovan Battista Maggi a finales del siglo XIX

Iglesia de los Teatinos de San Lorenzo en Turín (1668-1687)
La iglesia se encuentra muy cerca de la catedral y del palacio real. Comienza la iglesia a partir de una nueva planta, optando por la planta cuadrada, insertando en el centro un espacio octogonal, cuyos ocho lados se curvan convexamente hacia el centro del recinto. Sobre estos segmentos se alzan motivos palladianos. Más allá de esta zona con curvas, definidas por dieciséis columnas de mármol rojo,  la mirada alcanza la pared exterior que delimita el edificio. Detrás de las mamparas de las columnas hay nichos con estatuas, blancas sobre fondo negro y enmarcadas con pilastras blancas. El fuerte e ininterrumpido entablamento sobre los arcos da énfasis y clarifica la forma octogonal. Se ha querido ver la influencia bizantina. Las pechinas están situadas en los ejes diagonales y a ese nivel, el octógono se transforma en una cruz griega con brazos muy cortos. El hecho extraordinario consiste en que las pechinas y los arcos de la cruz están funcional y enteramente separados de sus soportes que pertenecen a otra entidad espacial. Sobre la zona de las pechinas hay una galería con ventanas ovaladas y entre ellas, ocho paneles a partir de los cuales arrancan las nervaduras de la bóveda, que están dispuestas de tal manera que forman una estrella de ocho puntas y en el centro un octógono regular abierto. Nos recuerda a las cúpulas califales de la Mezquita de Córdoba. Encima de la abertura central, se levanta una linterna que consta de tambor y cúpula, tan alta como la cúpula principal. Guarini le añadirá un espacio rectangular que hará las veces de presbiterio. Este modelo de iglesia se va a repetir en Centroeuropa.
La cúpula tiene la apariencia de un tambor que está coronado por un segundo tambor más pequeño y una cúpula. Hay una inserción de ventanas entre la cúpula y la linterna. Éstas recogen la luz a través de un anillo abierto de segmentos dispuestos alrededor del octógono interior de la cúpula.

Palacios
Los principales arquitectos del barroco romano dejaron importantes huellas también en la arquitectura civil. En 1625 Carlo Maderno comenzó el trabajo del mencionado palazzo Barberini con la colaboración de Borromini, a quien se le atribuye la escalera helicoidal; a la muerte de Maderno, cuatro años después, el trabajo fue realizado por Bernini. Es cierto, sin embargo, que la planta se había decidido antes de enero de 1629. Anteriormente se destacó que la distribución del edificio, privado del patio interior clásico, difiere de la tradición del palacio italiano; al estar en las afueras de la ciudad, Maderno cambió la concepción original del palacio ciudadano en una especie de villa suburbana. Incluso la fachada, la parte más clásica de la obra, presenta elementos innovadores en los arcos extendidos del último orden.
A partir de 1650, Bernini también ejecutó el palazzo Montecitorio, posteriormente completado por Carlo Fontana. La fachada, en la que se mantuvo sustancialmente la huella del proyecto inicial, tiene un patrón convexo y muestra, a los lados de la planta baja, algunas masas en piedra rústica. También de Bernini es el palacio Chigi-Odescalchi (1665-1667), construido alrededor de un patio diseñado por Maderno. A pesar de las alteraciones sufridas durante el siglo XVIII, la fachada agregada por Bernini puede considerarse un verdadero modelo para las fachadas de los palacios barrocos: ​ presentaba un resalte en la parte central (desaparecida durante las ampliaciones del siglo XVIII), definida por lesenas gigantes y coronado por una balaustrada en la parte superior.
Otra construcción importante seguida por Bernini fue la construcción de la Scala Regia en el Vaticano. Realizada después de 1660, la escalera, que debía servir para la conexión entre los palacios del Vaticano y la fachada de San Pedro, se construyó en una parcela muy pequeña e irregular, ubicada entre la basílica y la residencia papal. Bernini usó estas características para su ventaja. En una especie de carrera de obstáculos, concibió una escalera de anchura decreciente, cubierta por una bóveda de cañón. Sin embargo, las paredes convergentes entre las cuales insertó la escalera habrían dado la impresión de una mayor profundidad; sin embargo, en este sentido, la escalera no tiene nada de ilusionistica. La corrección de la perspectiva se obtuvo mediante la disposición adecuada de una serie de columnatas a los lados del corredor; las columnas parecen avanzar en los escalones, sugiriendo una dirección de movimiento contraria a la vertical de la escalera.
Incluso Borromini dejó algunas contribuciones significativas en esta área. Suyo es el efecto de trompe-l'œil en la galería en perspectiva del palazzo Spada (1652-1653), que sugiere una profundidad diferente de la real. Además, a mediados del Seicento preparó sus estudios para el palazzo Pamphilj en la plaza Navona, edificado por Girolamo Rainaldi, pero sus logros más interesantes se encuentran en los palacios eclesiásticos, como el Colegio de Propaganda Fide (dentro del que está la capilla de Re Magi), donde levantó una fachada formada por compresiones y dilataciones, de gran efecto dramático. 

El Palazzo Montecitorio situado entre la Piazza del Parlamento y la Piazza di Monte Citorio, que alberga la sede de la Cámara de Diputados de la República Italiana.
La historia del palacio empieza en 1653, cuando Inocencio X encargó a Gian Lorenzo Bernini la construcción de una residencia para la familia Ludovisi. Se habla todavía de la modesta colina sobre la que se construyó el palacio: hay quien considera que en época romana se celebraban aquí las asambleas electorales (de donde provendría mons citatorius) y hay quien piensa que el nombre procede del hecho de que aquí se descargaban los escombros de la remodelación del vecino Campo Marzio (mons acceptorius).
Bernini, extraordinario intérprete del barroco romano, diseñó un edificio que se adapta a la estructura urbanística preexistente, tanto en la estructura como en las decoraciones. El único testimonio del proyecto de Bernini es el cuadro atribuido a Mattia de' Rossi, alumno predilecto de Bernini, conservado en la colección Doria-Pamphili de Roma. La fachada del palacio, constituida por una poligonal de cinco segmentos que sigue el recorrido curvo de la calle y elementos de piedra casi sin labrar, de los que emergen hojas y ramas rotas, que simulan un edificio construido en la roca viva.
Las obras sufrieron una brusca ralentización en 1654 a causa de una contienda por razones diplomáticas entre Inocencio X y el príncipe Niccolò Ludovisi, que se había casado con la nieta del papa, Costanza Pamphili. Tras la muerte de Ludovisi en 1664, las obras se interrumpieron definitivamente, para ser retomadas unos veinte años después por el arquitecto Carlo Fontana, que convenció a Inocencio XII (famoso por su anti-nepotismo), para que instalara allí dos actividades importantes: el máximo organismo de la administración de justicia, la Curia Pontificia (que se denominó durante mucho tiempo Curia innocenziana) y la oficina de aranceles. Los ingresos de estas actividades iban a beneficio del Hospicio Apostólico de los Pobres Inválidos San Michele. Este destino es recordado todavía en la actualidad por un bajorrelieve con la efigie del Salvador y el texto «Hospitii apostolici pauperum invalidorum», trasladados a la esquina derecha de la fachada desde el patio donde estaban colocados originalmente.
Carlo Fontana conservó la característica fachada convexa añadiendo el campanario y modificó el proyecto de la entrada, añadiendo dos puertas al lado de la entrada principal. La Curia fue inaugurada en el 1696. Además de los tribunales pontificios, el palacio también fue sede del Gobernador de Roma y de la dirección de policía, asumiendo así un papel protagonista en la vida judicial y administrativa del gobierno pontificio.
Tras la unificación italiana, el Palazzo Montecitorio fue expropiado por el Reino de Italia y destinado a albergar la Cámara de Diputados (fueron descartados el Palazzo Venezia y el Campidoglio). Las modificaciones necesarias para el nuevo uso del palacio fueron realizadas rápidamente, y la tarea de edificar el hemiciclo de la asamblea se confió a un poco conocido ingeniero de obras públicas, Paolo Comotto, que construyó en el patio una sala semicircular escalonada sobre un armazón de hierro completamente recubierto de madera, inaugurada el 27 de noviembre de 1871. El nuevo hemiciclo se demostró sin embargo inadecuado, con una pésima acústica, muy frío en invierno y demasiado caluroso en verano. Además, a causa de las abundantes infiltraciones de agua, fue declarado peligroso y cerrado en 1900. Mientras tanto, fracasado el intento de construir un nuevo edificio del Parlamento en la Via Nazionale, se construyó un nuevo hemiciclo provisional en la Via della Missione, y no fue hasta 1918 cuando se inauguró la sede definitiva en el Palazzo Montecitorio.
Las obras de ampliación del palacio fueron encargadas al arquitecto palermitano Ernesto Basile, exponente de primer plano del modernismo italiano, que realizó importantes intervenciones construyendo un nuevo edificio a espaldas del original. Basile mantuvo solo la parte frontal del palacio de Bernini, reduciendo el patio y demoliendo las alas y la parte posterior. Elevó sobre la Piazza del Parlamento el nuevo cuerpo caracterizado por cuatro torres angulares revestidas en ladrillos rojos y travertino. En el interior de este bloque Basile colocó el hemiciclo, iluminado por un extraordinario lucernario de estilo modernista con forma de ventilador, el famoso velario de Giovanni Beltrami.
Bajo el velario de Beltrami se colocó un friso pictórico, que rodea el hemiciclo por arriba: su autor era Aristide Sartorio y estaba dedicado a la historia del pueblo italiano. Con Basile colaboraron también otros ingenieros, entre los cuales Gioacchino Luigi Mellucci, Giuseppe Mannajuolo, Leonardo Bistolfi y Domenico Trentacoste, autores de los grupos de mármol y de la fachada posterior. El panel de bronce del hemiciclo, colocado a espaldas del escaño del Presidente se titula La glorificación de la dinastía de Saboya, es obra del turinés Davide Calandra y fue fundido en Pistoia.
También se debe a Basile el gran salón llamado Transatlántico, largo e imponente, colocado sobre el diámetro del hemiciclo y centro informal de la vida política italiana, caracterizado por su pavimento de mármol siciliano, que debe su curiosa denominación al mobiliario típico de las grandes naves de principios del siglo XX.
En el Palazzo Montecitorio se encuentran más de mil cuadros y esculturas datados entre los siglos XVI y XX, varios miles de grabados de varias épocas, un conjunto de hallazgos arqueológicos y una discreta cantidad de bienes artísticos como relojes, muebles de época, tapices y bustos.
Una buena parte de estas obras es propiedad de las varias Superintendencias y se encuentra en depósito temporal en la Cámara de los Diputados. El resto del patrimonio artístico, representado sobre todo por obras de arte moderno y contemporáneo, ha sido comprado directamente en propiedad por la Cámara a partir de los años treinta. Además, una pequeña parte del patrimonio artístico está constituida por donaciones hechas tanto por artistas como por herederos.
Durante la XIII legislatura de la República Italiana, se decidió proceder a la restitución a las varias Superintendencias de un buen número de obras colocadas temporalmente en la Cámara de los diputados para favorecer la reconstitución del patrimonio artístico de estas instituciones. No obstante, el palacio alberga todavía varias obras de arte de gran valor, reunidas en buena parte para embellecer el edificio tras las obras de ampliación de 1918; entre ellas se encuentra la obra Huellas de leyes de Maria Lai, situada en la nueva sala de los grupos parlamentarios. Entre las obras más famosas devueltas se encuentran:
·        El camino del Calvario, Mattia Preti
·        Ulises y Nausícaa, Michele Desubleo
·        Las cuatro estaciones, Guido Reni
·        Flores y animales cazados, Giuseppe Recco
·        Venus durmiente, Luca Giordano 

El palacio Chigi-Odescalchi es un edificio histórico situado en la Piazza Santi Apostoli en el centro de Roma.
El palacio perteneció históricamente a la familia Colonna que tenía otro palacio en las proximidades. En 1622 el cardenal Ludovico Ludovisi lo compró a los Colona y ordenó su reestructuración a Carlo Maderno, cuya intervención se reconoce claramente en el amplio patio rectangular de soportales con pilares y columnas dóricas. ​ En 1628 lo volvieron a comprar los Colona. En 1661 el cardenal Flavio Chigi compró el palacio ya existente a la familia Colonna y en 1664 encargó a Gian Lorenzo Bernini el cambio de la fachada. Bernini estableció el piso bajo como base para los dos pisos superiores organizados con pilastras gigantes. Bernini planteó una única puerta y siete vanos. Esta fachada fue alterada después de que Baldassarre Odescalchi adquiriera el palacio en 1745. Los arquitectos Nicola Salvi y Luigi Vanvitelli duplicaron la parte central, que pasó a tener dieciséis pilastras en lugar de ocho y dos puertas de entrada en lugar de una. No obstante, la aportación decisiva sigue siendo la de Bernini que rompió con la fachada tradicional del palacio romano sin articulación vertical con largas filas de ventanas unidas horizontalmente por medio de molduras.
En la actualidad la familia Odescalchi sigue siendo propietaria del palacio.

El palacio Pamphili (o Pamphilj​) es un palacio del siglo XVII ubicado en la plaza Navona en Roma, construido por Girolamo Rainaldi y Carlo Rainaldi en estilo barroco entre 1644 y 1650.
Desde 1920, el palacio Pamphil ha sido sede de la embajada de Brasil en Italia y en octubre de 1960 pasó a ser propiedad de la República Federativa del Brasil en una negociación de compra dirigida por el embajador Hugo Gouthier de Oliveira Gondim.
El edificio original fue construido en 1630 en lugar de una serie de propiedades propiedad de la poderosa familia Pamphilj, en formas tardo renacentistas entre la plaza Navona y la via Pasquino. Cuando el patrón Giovanni Battista Pamphilj, entonces cardenal, se convirtió en papa en 1644, con el nombre de Inocencio X, la familia consideró que el palacio no era suficiente para el nuevo prestigio y comenzó una nueva construcción más imponente. Girolamo Rainaldi estuvo a cargo de ello. Se compró otro terreno y el nuevo proyecto incorporó edificios contiguos, incluido el palacio anterior de los Pamphilj —cuyas decoraciones de Agostino Tassi se mantuvieron parcialmente—, el palacio Cybo y el palacio de los Mellini y la construcción comenzó en 1646.
En 1647, el arquitecto barroco Francesco Borromini fue consultado sobre el diseño e hizo una serie de nuevas propuestas para el palacio. Sin embargo, la preferencia predominante fue el diseño más sobrio y conservador de Rainaldi. Las contribuciones limitadas de Borromini incluyeron la decoración de estuco del salone (la sala principal) y el diseño de la Galería, ubicada en el primer piso entre el resto del palacio y la iglesia de Santa Inés en Agonía (1652-1657), al lado. La Galería se extiende a través del ancho del bloque con una gran ventana serliana en cada extremo. Carlo Rainaldi, el hijo de Girolamo, completó el edificio alrededor de 1650.
El interior tiene tres patios. La entrada es particularmente alta y luminosa: el piano nobile (primer piso) tiene 23 estancias decoradas con frescos y frisos de artistas como Giacinto Gemignani, Gaspard Dughet, Andrea Camassei, Giacinto Brandi, Francesco Allegrini y Pier Francesco Mola.
Entre 1651 y 1654, el pintor Pietro da Cortona recibió el encargo de decorar la bóveda de la Galería, diseñada por Borromini. Su ciclo de frescos seculares describe escenas de la Storie di Enea (vida de Eneas), el legendario fundador de Roma, como fue recontada por Virgilio. Los Pamphili afirmaban ser descendientes de Eneas. A diferencia del amplio y espacioso volumen del Palazzo Barberini en el que había pintado su fresco celebrando el papado del predecesor de Inocencio, Urbano VIII Barberini, la Galería Pamphilj era larga con una bóveda baja, lo que significaba que no era posible un único punto de vista para ver los frescos. Así que Cortona ideó una serie de escenas alrededor de un cuadro central enmarcado "Apoteosis de Eneas" en los cielos olímpicos. Los elaborados marcos de las puertas espaciados regularmente a lo largo de las muros más largas de la Galería muestran una combinación de motivos típicamente utilizados por Borromini y Cortona.
En seguida el nuevo palacio se convirtió en la residencia de la cuñada de Inocencio, la viuda Olimpia Maidalchini, quien era su confidente y consejera. Era muy impopular y se sospechaba que era la amante del papa. Olimpia, también llamada «La Pimpaccia de Piazza Navona»,​ fue la madre de Camillo Pamphilj, cardenal nepote, quien se casó con Olimpia Aldobrandini. La esposa aportó la propiedad del palazzo Aldobrandini, ahora conocido como palazzo Doria-Pamphili, al que se accede desde la plaza del Collegio Romano y tiene vista a via del Corso. Este palacio alberga la Galeria Doria-Pamphili.
Cuando los Pamphilj se instalaron en el nuevo edificio del Corso, el palacio en Piazza Navona fue desalojado y arrendado, entre otros, a la Accademia Filarmonica Romana.
Los palacios fueron llamados, incluso cuando la familia tomó el nombre de Doria-Pamphilj, con el mismo nombre de palacio Pamphilj o "Palazzo Pamfilio". También hay otro palacio Doria-Pamphilj, una residencia de verano en Valmontone.
El imponente palacio está constituido por un cuerpo central, puntuado por pilastras y arcos ciegos, con un balcón central en el piso noble sostenido por cuatro columnas sobre el portal en arco de cantería. En el primer piso se disponen ventanas con tímpanos ovales y triangulares alternados, en el segundo, ventanas rematadas por conchas y dominadas por las pequeñas ventanas del mezzanino con el gran escudo de los Pamphil en el centro, compuesto por tres lirios por encima de una paloma con una rama de olivo en el pico. Encima de la cornisa hay una grandiosa loggia con tres arcadas y dos ventanas. Al lado del cuerpo central están dos edificios iguales con tres pisos cada uno, con dos portales enmarcados y encerrados por un pequeño balcón.
El palacio Pamphilj a la izquierda, con la iglesia de Santa Inés en Agonía (1652-1657) a la derecha, y la Fontana del Moro en primer plano. Las ventanas serlianas adyacentes a la iglesia se abren a la galería con frescos de Cortona.
 

El Palacio Spada es un palacio en Roma, que alberga una gran colección de arte, la Galería Spada. Se encuentra en el rione de Regola, concretamente en la plaza Plaza Capo di Ferro, 13, con un jardín enfrente del Tíber, muy cerca del Palacio Farnesio. Es famoso por su fachada, y por la falsa perspectiva lograda por Borromini.
Fue originariamente construido en 1540 para el cardenal Girolamo Capodiferro. Bartolomeo Baronino, de Casale Monferrato, fue el arquitecto, mientras que Giulio Mazzoni y un equipo proporcionaron un lujoso trabajo de estuco dentro y fuera. El palacio fue adquirido por el cardenal Spada en 1632. Encargó a Francesco Borromini que lo modificase para él, y fue Borromini quien creó la obra maestra de falsa perspectiva en trampantojo en el patio con arcos, en el que filas de columnas cada vez de menor tamaño y el suelo alzándose crean la ilusión óptica de una galería de 37 metros de largo, cuando es de 8 metros, con una escultura a tamaño natural detrás, cuando en realidad tiene sólo 60 centímetros de alto. Borromini fue ayudado en este truco de perspectiva por un matemático.
La decoración escultórica en estuco, de estilo manierista, que hay en la fachada frontal del palacio y la de su patio presenta esculturas en nichos y todo un botín de frutas y flores, grutescos y viñetas de mecanismos simbólicos (impresi) en bajorrelieve entre las pequeñas ventanas enmarcadas de un entresuelo, la más rica fachada del cinquecento en Roma.
La escultura colosal de Pompeyo el Grande, que se creyó erróneamente que era aquella a cuyos pies cayó Julio César, fue descubierta bajo la pared medianera de dos casas romanas en 1552: iba a ser decapitada para satisfacer la reclamación de ambas partes, que apelaron al cardenal Capodiferro, de manera que él intercedió ante el papa Julio III en defensa de ella, quien la adquirió y luego se la dio al cardenal.
La colección del cardenal Spada, que incluye cuatro galerías de pinturas de los siglos XVI y XVII, obra de Andrea del Sarto, Guido Reni, Tiziano, Jan Brueghel el Viejo, Guercino, Rubens, Durero, Caravaggio, Domenichino, Annibale Carracci, Salvator Rosa, Parmigianino, Francesco Solimena, Michelangelo Cerquozzi, Pietro Testa, Giambattista Gaulli, y Orazio y Artemisia Gentileschi, tiene el interés añadido de que están colgados a la manera del siglo XVII, marco con marco, con las pinturas menores «resbalando» sobre los más grandes.
El palacio Spada fue comprado por el Estado Italiano en 1927 y actualmente es sede del Consejo de Estado italiano, que se reúne en sus habitaciones ricamente decoradas con frescos y estuco.
Trampantojo en el patio, obra de Borromini. El pasillo es mucho más corto y la escultura mucho menor de lo que parecen.
 

El Palacio de Propaganda Fide​  es un palacio en Roma, situado en la Plaza de España, en el rione de Trevi. Forma parte del Patrimonio de la Humanidad declarado por la Unesco en 1990, con el número 91-008. Es un enclave de la Santa Sede perteneciente a Italia, que goza del beneficio de la extraterritorialidad.
El edificio es la sede del colegio jesuita del Vaticano y desde el principio sirvió como sede de la Congregación para la Propagación de la Fe (Propaganda Fide), guiada por los jesuitas, que fue fundada en 1622.
El primer arquitecto encargado de los trabajos fue Gianlorenzo Bernini, que fue sustituido en el año 1644 por Francesco Borromini, porque su estilo gustaba más al comitente, el Papa Inocencio X. Los trabajos se extendieron hasta el año 1667.
La fachada de Borromini está organizada en torno a potentes pilastras entre las cuales las ventanas de las alas laterales están curvadas hacia el interior, mientras que las centrales están curvadas hacia el exterior. La banda centras está, nuevamente, curvada hacia el interior.
Este continuo movimiento de la fachada está considerado uno de los ejemplos más interesantes del barroco en Roma.
El colegio de los jesuitas no se puede visitar actualmente.

Plazas
Finalmente, en el tratamiento del barroco romano es importante recordar las principales transformaciones urbanas de la ciudad, referidas al plan querido por el papa Sixto V, quien también recopiló algunas intervenciones ya implementadas por sus antecesores. En particular, el tridente de la piazza del Popolo (incluso antes de las transformaciones promovidas posteriormente por Giuseppe Valadier) es uno de los elementos de mayor relevancia y fue el prototipo de uno de los motivos básicos de la ciudad barroca; verdadera puerta de entrada a la ciudad, se convirtió en un punto nodal del sistema viario a partir de 1589, con la erección de un obelisco y la construcción en el siglo XVII de las ya mencionadas iglesias gemelas de Rainaldi.
Otro espacio importante fue la piazza Navona, construida sobre las ruinas del antiguo estadio voluntad del emperador Domiciano y que, en el siglo XVII, asumió las características de una plaza típicamente barroca, tanto como para ser identificada como el verdadero y propio centro de la Roma seicentesca. Aquí se colocaron los cimientos de la iglesia de Sant'Agnese en Agone, un elemento prominente de una cortina muraria casi unitaria, cuya cúpula se destaca de la marcha ligeramente cóncava de la fachada; el centro de la plaza está subrayado por la fuente de los Cuatro Ríos (el Nilo, el Ganges, el Danubio y el Río de la Plata), en los que es posible leer una alusión al poder de la Iglesia en el mundo que se conocía en ese momento.
Esta serie de plazas barrocas encuentra su ápice en la famosa piazza San Pietro, completada por Bernini bajo Alejandro VII entre 1657 y 1667. La solución final tuvo en cuenta los problemas litúrgicos, simbólicos y las emergencias arquitectónicas preexistentes: el espacio fue articuladomediante una plaza ovalada conectado a la fachada de la basílica vaticana con dos brazos oblicuos, dispuestos en los márgenes de un área de forma trapezoidal. La conexión entre el óvalo y el trapecio, más estrecho que la anchura de la fachada de Maderno, modificó la perspectiva hacia la basílica, haciendo que pareciera más pequeña la gran mole de la fachada. La plaza oval, delimitada por imponentes columnas dispuestas en varias filas, debería haberse cerrado con un tercer brazo, pero nunca se ejecutó; a pesar de esto, Bernini creó un espacio bien definido, pero al mismo tiempo abierto al exterior e integrado con el resto de la ciudad gracias a la permeabilidad ofrecida por las grandes columnatas.
Bernini también planteó en un eje con la vía di Borgo Nuovo (desapareció con la realización de via della Conciliazione) la puerta de bronce que conducía a Scala Regia, dentro de la ciudadela del Vaticano; así creó un recorrido sorprendente que acompañaba al espectador desde las estrechas y articuladas calles de la "Spina di Borgo" hasta la grandeza de la plaza de San Pedro, pero cortándola asimétricamente, en el lado norte, para ofrecer evocadoras y siempre nuevas escorzos hacia la fachada de la basílica y hacia la cúpula de Miguel Ángel.
... con las nuevas calles rectas, con los tridentes, que se convertirán en la fórmula perfecta para el nuevo urbanismo barroco, con los nuevos edificios que las flanquean, Roma se transforma de forma sorprendente y casi maravillosa, incluso ante los ojos de sus propios habitantes, convirtiéndose a sí misma en objeto de contemplación, pues Sixto V no se olvida de añadir lo artístico a lo funcional creando en la ciudad numerosos puntos decorativos como las fuentes, inaugurando una tradición que gozará de gran favor durante los siglos XVII y XVIII, y que jugarán un papel importante en la creación del mito de la Roma barroca... Aunque Sixto V se preocupó de relacionar su ensanche con el casco antiguo de la ciudad, lo cierto es que en su plano regulador dejó a éste de lado, abandonando la ciudad medieval a las transformaciones de su propia dinámica; porque en Roma, junto al urbanismo de interés público e insertándose sobre él, existe otro movido por el interés privado de la aristocracia romana -importante en tanto que la Iglesia optará decididamente por ese modelo como expresión de su ideal de vida- que utiliza en su provecho las estructuras urbanas existentes sin modificarlas. ... Estas prácticas constructivas de las grandes familias... y la falta de visión global... al remodelar sus palacios buscan un marco estético apropiado a su posición, pero... no se preocupan de suministrar las infraestructuras necesarias...

Fernando Checa 

La Piazza del Popolo es una de las plazas más célebres de Roma, situada a los pies del Pincio.
El origen del nombre de la plaza es incierto: una etimología sostiene que popolo procede del latín populus (álamo), sobre la base de la tradición que afirma que había en la zona un bosque de álamos perteneciente a la cercana tumba de Nerón. ​ Es una noticia histórica, sin embargo, que el papa Pascual II hizo construir cerca de las murallas una capilla a expensas del pueblo (popolo) romano (sobre la cual se construiría posteriormente la actual basílica de Santa María del Popolo): del pueblo era la Virgen, y del pueblo sería la plaza. ​
La plaza y la puerta homónima son un magnífico ejemplo de «estratificación» arquitectónica, un fenómeno que se ha producido gracias a las continuas alternancias de pontífices, que ordenaban modificaciones o renovaciones de las obras arquitectónicas y urbanísticas.
En la plaza hay tres iglesias. La más antigua es la basílica de Santa María del Popolo, situada al lado de la puerta homónima. Fue construida en el siglo xi por el papa Pascual II sobre el sepulcro de los Domizi, donde fue enterrado Nerón, pero posteriormente fue reconstruida entre 1472 y 1477, durante el pontificado de Sixto IV, por Baccio Pontelli y Andrea Bregno, que le dieron un aspecto esencialmente renacentista. Entre 1655 y 1660 el papa Alejandro VII decidió restaurar la iglesia con un aspecto más enérgico, y encargó las obras a Gian Lorenzo Bernini, que la confirió un claro estilo barroco que se puede apreciar todavía en la actualidad. La iglesia alberga cuadros de gran importancia: hay obras maestras de Caravaggio como la Conversión de san Pablo y la Crucifixión de san Pedro, además de varios frescos de Pinturicchio y la Asunción de Annibale Carracci, junto con las estructuras de Rafael Sanzio y de Bramante y de algunas esculturas de Andrea Bregno y del propio Gian Lorenzo Bernini, como el magnífico órgano sostenido por dos ángeles de bronce.
Entre 1562 y 1565 Nanni di Baccio Bigio, por encargo del papa Pío IV (Médici), realizó la fachada exterior de la Porta del Popolo. Posteriormente, en 1655, el papa Alejandro VII (Chigi) encargó a Gian Lorenzo Bernini las obras para remodelar la fachada interior y la cornisa superior de la puerta.
En 1573, el papa Gregorio XIII (Boncompagni) colocó en el centro de la plaza una fuente de Giacomo della Porta, una de las dieciocho nuevas fuentes proyectadas tras la restauración del Aqua Virgo. En 1589, el papa Sixto V (Felice Peretti) erigió en el centro de la plaza el gran Obelisco Flaminio, de 24 metros de altura, construido en la época de los faraones Ramsés II y Merenptah (1232-1220 a.C.), llevado a Roma por Augusto y colocado previamente en el Circo Máximo. Domenico Fontana trasladó la fuente de Della Porta al inicio de la Via del Corso.
Las dos «iglesias gemelas», como son llamadas Santa Maria in Montesanto (1675) y Santa Maria dei Miracoli (1678), fueron construidas por voluntad de Alejandro VII, pero las obras terminaron después de la muerte del pontífice (1667). Su construcción renovó profundamente el aspecto de la plaza, y constituyeron los dos polos del Tridente, formado por la Via del Corso, la Via del Babuino y la Via di Ripetta. Los dos edificios, que confieren a la plaza un aspecto barroco, fueron iniciados por Carlo Rainaldi y completados por Gian Lorenzo Bernini con la colaboración de Carlo Fontana.
La Porta del Popolo.
 

La forma de la plaza no asumió su conformación actual hasta finales del siglo xix. Previamente era una modesta plaza de forma trapezoidal, que se ensanchaba hacia el Tridente. En el momento de la ocupación napoleónica, el aspecto arquitectónico y urbanístico de la plaza fue revisado por el arquitecto neoclásico Giuseppe Valadier, que ya en 1793 había presentado un proyecto que proponía disponer dos cuarteles de caballería a ambos lados de la plaza. Sin embargo, tras la primera invasión de Napoleón (que entró en Roma en 1798 y posteriormente en 1809), los franceses impusieron a Valadier un proyecto de «villa y paseo público», que no pudo ser realizado porque no tenía en cuenta los desniveles del terreno entre el Pincio y la plaza. Tras un segundo proyecto que presentaba el mismo problema, las obras de remodelación se encargaron al arquitecto Berthault, pero tan pronto como los franceses salieron de Roma fue de nuevo Valadier quien realizó el proyecto definitivo. Gracias a su intervención, la plaza asumió su actual forma elíptica en la parte central, completada con una doble exedra, decorada con numerosas fuentes y estatuas, que se extienden hasta la terraza del Pincio y hacia el río Tíber. En 1818 Valadier también retiró la antigua fuente de Giacomo Della Porta, que durante el pontificado de León XII (1822-1829) fue sustituida por una nueva estructura. Valadier continuó su obra de renovación en la zona de las laderas del Pincio, conectando la Piazza del Popolo y la colina con amplias rampas, adornadas con árboles y paseos, que se completaron en 1834. La terraza del Pincio se convirtió así en uno de los paseos más célebres de Roma, frecuentado por el pueblo, la burguesía, la nobleza, el alto clero y por los mismos pontífices. 

Las fuentes
En 1823 Valadier sustituyó la antigua fuente de Giacomo Della Porta con una estructura completamente nueva. Retomando quizá una idea que había sido ya del papa Sixto V cuando encargó a Giacomo Della Porta la edificación de la fuente central, colocó en las cuatro esquinas del obelisco otros tantos leones de mármol​ de estilo egipcio (en armonía con los orígenes del propio obelisco), de cuyas fauces salen chorros de agua que precipitan en un estanque, dispuesto sobre una breve escalinata sobre la cual descansa todo el monumento.
La fuente de Neptuno.

La fuente de la diosa Roma y la terraza del Pincio. 

Poco después realizó también otras dos fuentes casi gemelas, colocándolas en el centro de las paredes curvas que delimitan la elipse de la plaza. La estructura de las dos fuentes es igual: un amplio estanque al nivel de la calle forma la base de un muro de la misma longitud que el diámetro del estanque, en el cual el agua se desborda de una cuenca semicircular con forma de concha apoyada en el propio muro, que a su vez se llena por el agua que sale del muro y llena otra cuenca pequeña. En la cima del muro de cada fuente, en cada extremo, hay una pareja de delfines con las colas retorcidas, mientras que el grupo de estatuas en el centro constituye la única diferencia entre las dos obras. En la fuente occidental, la del lado del Tíber, hay sobre un grupo de rocas una estatua de Neptuno flanqueada por dos tritones con otros tantos delfines. En la oriental, la del lado del Pincio, el grupo de rocas sostiene la estatua de la diosa Roma, flanqueada por las estatuas sentadas del Tíber y del Aniene, entre las cuales, a los pies de la diosa Roma, la loba capitolina amamanta a los gemelos Rómulo y Remo.
También la rampa de conexión entre la plaza y el Pincio estaba decorada por una fuente majestuosa más por sus dimensiones que por su valor artístico. En la parte intermedia de la subida, prácticamente detrás de la «diosa Roma», Valadier realizó una estructura compuesta por dos elementos diferentes, uno sobre el otro. En la mitad superior hay tres grandes hornacinas, delimitadas por columnas sobre altas pilastras que parecen sostener la balconata de la conocida terraza que, desde el Pincio, mira hacia la plaza. En el interior de las hornacinas el agua cae desde arriba como en una cascada. La mitad inferior, ligeramente más avanzada respecto a las hornacinas superiores, está constituida por un muro en el cual se abren, en correspondencia con las superiores, tres hornacinas más pequeñas, dotadas cada una de ellas de una pequeña cuenca de recogida del agua.

La plaza Navona es uno de los espacios urbanos más destacados de Roma, que reúne esculturas, fuentes y edificios de gran valor artístico y supone un centro de la vida social, cultural y turística de la ciudad. Este espacio ha constituido un emplazamiento de importancia desde la Antigua Roma, en la que se levantaba allí un estadio para competiciones deportivas y combates de gladiadores.
Vista de la plaza Navona, en 1699. Óleo de Gaspar van Wittel.
 

La plaza se levanta sobre el que fue el Stadium de Domiciano, construido en el año 85 y restaurado en época del emperador Alejandro Severo en el siglo III, donde los romanos acudían a ver los agones («juegos»). El estadio se conocía como Circus Agonalis y se cree que con el tiempo el nombre cambió de in agone a navone y más tarde a navona. Su orientación era dirección norte sur, al igual que la actual plaza y tenía 276 metros de largo por 106 de ancho y podía albergar hasta 30.000 espectadores. Aún se conservan algunos restos de la antigua estructura al norte de la plaza. El estadio albergaba los juegos atléticos griegos que junto con los musicales y ecuestres formaban el Certamen Capitolinum en honor al dios Júpiter.
Durante la Edad Media se inició una parcelación progresiva de las ruinas del antiguo estadio, construyéndose algunos edificios, que inicialmente se orientaron hacia las calles adyacentes, terminando por girarse hacia el solar del estadio.
La plaza se definió como espacio público a finales del siglo XV, durante el papado de Sixto V, gran urbanizador de la ciudad de Roma; al trasladarse hasta aquí el mercado existente en el Capitolio. Bajo el mandato y auspicio del papa Inocencio X, miembro de la familia Pamphili, la plaza adquirió su actual diseño barroco y se levantaron las fuentes y se construyó la iglesia de Santa Inés en Agona y el Palazzo Pamphili. Aquí celebró el papa la misa del día de Pascua del Jubileo de 1650, que atrajo a miles de personas, convirtiéndose la plaza así en uno de los símbolos del barroco en Roma.
El mercado que se celebraba en esta plaza se trasladó al Campo de' Fiori, en 1869. La plaza ha albergado representaciones teatrales, carreras de caballos. Desde 1652, con el auspicio de la familia Pamphili, cada sábado y domingo del mes de agosto, aprovechando la forma cóncava de la plaza, se inundaba su parte central cerrando los desagües de las tres fuentes, para convertirse en "El Lago de la Plaza Navona". Esta fiesta se suprimió en 1866.
La plaza tiene una forma alargada, de acuerdo con la pista del estadio de Domiciano que ocupaba este espacio, manteniéndose sus mismas dimensiones e incluso la curva de la zona norte, mientras que los edificios que la circundan se levantan en lo que eran las gradas del antiguo estadio. 

Las tres fuentes
El elemento más destacado de la plaza son las tres grandes fuentes con ricas creaciones escultóricas que se levantan a lo largo de la misma, la más importante es la Fuente de los Cuatro Ríos (Fontana dei Quattro Fiumi) situada en el centro y que data de época barroca. Fue encargada por el papa Inocencio X a Gian Lorenzo Bernini. Su construcción se realizó entre 1648 y 1651. Representa los cuatro grandes ríos del mundo conocidos por entonces, Nilo (África), Ganges (Asia), Danubio (Europa) y Río de la Plata (América). La fuente se encuentra coronada por el obelisco de Domiciano de 17,6 metros de altura, que este emperador mandó construir en Egipto.
Las otras dos fuentes se encuentran en los extremos de la plaza, en la zona norte, la Fontana di Nettuno (1574), proyectada por Giacomo della Porta, aunque las estatuas de Neptuno y las nereidas datan del siglo XIX y en el extremo sur, la Fontana del Moro (1576), diseñada también por della Porta y a la que posteriormente se añadieron el moro y el delfín, que fueron realizados por Bernini. 

La Fuente de los Cuatro Ríos se encuentra en el centro de la Piazza Navona de Roma, delante de la iglesia de santa Inés en Agonía (construida según el proyecto de Francesco Borromini). Fue diseñada y realizada por el escultor y arquitecto Gian Lorenzo Bernini entre julio de 1648 y junio de 1651, por encargo del papa Inocencio X, en plena época barroca, durante los años más fecundos de este artista. La Fuente de los Cuatro Ríos sirve de extraordinario soporte de la copia romana de un obelisco egipcio, proveniente del Circo de Majencio. Obra de arquitectura, además que de escultura, la fuente muestra un verdadero artificio barroco al apoyar el obelisco sobre el vacío.
Cuatro colosales figuras, sentadas en poses contrastantes, personifican los grandes ríos de los cuatro continentes: el Nilo, el Río de la Plata, el Danubio y el Ganges. La fuente, coronada por la paloma del Espíritu Santo (emblema del papa Inocencio X), también se interpretó como un símbolo del triunfo de la Iglesia en las cuatro partes del mundo. La tradición, según la cual Bernini era rival de su coetáneo Borromini, ha construido la leyenda que afirma que la escultura que personifica al Río de la Plata tiene la mano levantada hacia la iglesia de santa Inés en Agonía en signo de defensa. Esto es, sin embargo, solo una leyenda, ya que la construcción de la iglesia empezó después, en 1652.
Se dice que Bernini, para obtener el encargo de la realización de la fuente del papa Inocencio X, regaló una maqueta de plata de la obra, de metro y medio de altura, a la cuñada del papa, Olimpia Maidalchini, la cual, particularmente codiciosa, convenció al pontífice para que concediera la obra a Bernini que, de esta manera, desplazó la competencia de Borromini. ​ El origen de la historia parece remontarse al antiguo conflicto entre las familias del papa Urbano VIII (Barberini), protector y admirador de Bernini, y de su sucesor, el papa Inocencio X (Pamphili), que inicialmente intentó deshacerse de todo lo que de alguna manera recordara a su predecesor, incluido Bernini, al cual le encargó, con una cierta malicia, el simple encargo de proseguir la conducción del Acqua Vergine desde su punto terminal (la Fontana di Trevi) hasta el lugar en el que se debía erigir la nueva fuente. Sin embargo, era conocida la influencia que la poderosa cuñada ejercía sobre el papa, y el regalo fue una jugada inteligente que obtuvo el resultado deseado. La evidente metáfora de la gracia divina que se derrama sobre los cuatro continentes conocidos seguramente también contribuyó al favor del pontífice. Este episodio parece que sirvió de base de la proverbial rivalidad entre los dos arquitectos.
El estudio de la maqueta de la fuente, realizada por Bernini al igual que de otras obras suyas, demuestra que el artista imaginaba inicialmente una obra algo diferente de la que posteriormente realizó. Las dimensiones y las proporciones de las distintas figuras eran más reducidas, y algunos elementos que simbolizaban los cuatro ríos resultan diferentes de la realización final. Los restos de color sobre la maqueta de madera hacen suponer que su intención era realizar las figuras en bronce. La decisión final en favor del travertino comportó también la modificación de las dimensiones de las estructuras de apoyo, ya que de otra manera no habrían podido soportar el peso del obelisco.
Los gastos para la realización de la fuente fueron tan elevados que, para financiarlos, el papa recurrió a un impuesto sobre el pan, con una reducción al mismo tiempo del peso estándar de la barra. Este hecho desencadenó el odio del pueblo de Roma no tanto hacia el pontífice sino, más bien, hacia la cuñada (ya bastante detestada), considerada responsable indirecta de este abuso de autoridad.
La fuente se encuentra en el centro de la plaza, en el punto en el que hasta entonces había un abrevadero, un simple estanque cuadrado para que bebieran los caballos. Se compone de una base formada por un gran estanque elíptico al nivel de la pavimentación de la plaza, coronado por un gran grupo de mármol, sobre cuya cima se eleva un obelisco egipcio (el Obelisco Agonale​), una imitación de época romana hallada en 1647 en el circo de Majencio en la Vía Apia. La colocación del obelisco sobre el grupo escultórico central reafirmó la validez de una innovación que el propio Bernini había experimentado en 1643 con la realización de la Fuente del Tritón, y que era contraria a todos los cánones arquitectónicos de la época: el monolito no se apoyaba sobre un grupo central compacto, sino sobre una estructura hueca, que dejaba un vacío en el centro y sobre la cual se apoyaban solo los bordes de la base del obelisco.
Las estatuas de mármol blanco que componen la fuente tienen una dimensión mayor de la real. Los desnudos representan las alegorías de los cuatro principales ríos de la Tierra, uno por cada uno de los continentes entonces conocidos, que en la obra están representados como gigantes de mármol que se sientan sobre la roca central de travertino (obra de Giovan Maria Franchi de 1648): el Nilo (esculpido por Giacomo Antonio Fancelli en 1650), el Ganges (obra de 1651 de Claude Poussin), el Danubio (de Antonio Raggi de 1650) y el Río de la Plata​ (de Francesco Baratta de 1651).
El diseño de los cuatro colosos desnudos que sirven de alegorías de los ríos se remonta a la antigüedad. Los gigantes de Bernini se mueven con gestos llenos de vida y con una incontenible exuberancia expresiva. Sobre lo antiguo, sin embargo, prevalece la invención de lo caprichoso. Así, el Danubio indica uno de los dos escudos de los Pamphili presentes en el monumento para representar la autoridad religiosa del pontífice sobre todo el mundo; el Nilo se cubre el rostro con un paño, en referencia a la oscuridad de sus fuentes, desconocidas hasta finales del siglo xix; el Río de la Plata posee un saco desbordante de monedas de plata, que simbolizan el color plateado de sus aguas; y por último el Ganges sostiene un largo remo que sugiere su navegabilidad. El escultor busca un estudio más atento de los movimientos y de las expresiones, que el artista varía al máximo.
El Río de la Plata.

El Ganges

El Nilo.

El Danubio 

En la fuente están representados siete animales, además de la paloma de bronce en la cima del obelisco y de los delfines en el escudo de los Pamphili, diseminados por toda la fuente y en estrecha relación, junto con las plantas, con las personificaciones de los ríos. En el lado occidental, un caballo sale de la cavidad rocosa con las patas delanteras elevadas en el acto de lanzarse a un galope desenfrenado sobre las llanuras del Danubio cubiertas de flores, que coronan la cabeza del río; un grupo de chumberas y un cocodrilo (o un armadillo), que parece sacado de un bestiario medieval, ​ surge desde la esquina septentrional, cerca del Río de la Plata; en el lado oriental, un león sale, al igual que el caballo, de la cavidad rocosa para beber a los pies de una palmera africana que se eleva hasta la base del obelisco; un dragón rodea el remo sostenido por el Ganges; una serpiente de tierra se encuentra en la parte más alta, cerca de la base del obelisco; y por último una serpiente de mar y un delfín (o un pez grande) nadan en el estanque con las bocas abiertas, teniendo ambos la función de sumidero del agua.
Los árboles y las plantas que emergen del agua y que se encuentran entre las rocas están también representados a una escala más elevada. Las criaturas animales y vegetales, generadas por una naturaleza buena y útil, pertenecen a razas y a estirpes grandes y potentes. El espectador, girando en torno a la imponente fuente, puede descubrir nuevas formas o detalles que desde otra visual estaban escondidos o cubiertos por la masa rocosa. Bernini quiso inspirar asombro en quien admira la fuente, componiendo un pequeño universo en movimiento a imitación de la realidad natural.
Se trata de un paisaje en el que el elemento pictórico tiende a prevalecer, con la roca y el desfiladero del que sale un animal selvático o sobre el cual hay una planta trepadora. Bernini consiguió también obtener animadas sensaciones atmosféricas: un viento impetuoso golpea la palmera y sacude sus hojas, que chocan contra la roca, moviendo también la crin del caballo y dando la impresión de silbar entre los desfiladeros del acantilado. Una vez concluida la obra, Bernini quiso dar color a las rocas, a la palmera, a las peonías y a los agaves, y aplicó pintura dorada en varios puntos. Así, al ilusionismo del conjunto, se añadía una componente de color todavía más acentuada.
Los escritores y poetas coetáneos (excluido el ofendido Borromini) expresaron su asombro por una fuente tan extraordinaria, subrayando la impresión de lo caprichoso y en algunas partes incluso de lo exótico que la escultura transmite a aquel que la observa. Bernini, más que en sus otras fuentes, tiende a poner en valor el agua como el elemento esencial de la escultura; agua que no cae a chorros, sino que brota de varios puntos de las rocas y se derrama en el gran estanque de la base. 

Leyendas sobre la fuente
Una leyenda, muy popular incluso en nuestros días, está relacionada con la rivalidad entre Bernini y el otro gran maestro del barroco, Borromini. Afirma que la estatua del Río de la Plata tiene elevado el brazo para protegerse del eventual derrumbe del campanario o de la cúpula de la iglesia de santa Inés en Agonía; igualmente, la estatua del Nilo se cubriría el rostro para no tener que verla (en realidad, esto se debe a que cuando se realizó no se conocían todavía sus fuentes). Se trata de un evidente anacronismo histórico, porque la fuente fue realizada entre 1648 y 1651, mientras que la iglesia fue iniciada por Borromini después de 1652.
Los cronistas de la época nos han transmitido además algunos ejemplos del carácter jocoso de Bernini: el 12 de junio de 1651, día de la inauguración de la fuente, ante la presencia del papa Inocencio X, tras haber descubierto su obra todos quedaron deslumbrados por la belleza de las estatuas, pero la fuente no tenía agua. Bernini recibió las felicitaciones de todos, incluido el papa, el cual no mencionó la falta de agua para no humillarlo y, solo cuando el pontífice estaba haciendo girar la procesión para irse (un poco de mala gana), con un gesto de Bernini se abrió finalmente la palanca que hizo brotar el agua, con gran admiración y satisfacción de todos. También nos han llegado las palabras del papa, que dijo: «¡Caballero Bernini, con esta amabilidad nos has aumentado diez años de vida!».
También en otra ocasión Bernini demostró su sentido del humor: muchos estaban preocupados por la estabilidad del obelisco sobre la fuente y más de uno le hizo notar que su colocación era un desafío al equilibrio natural, tanto que un día algunos de sus rivales difundieron el rumor de que el obelisco estaba a punto de derrumbarse. Bernini llegó pronto, y, delante de la numerosa multitud que se había reunido, fijó a la base del obelisco cuatro cuerdas delgadas que ató solemnemente con clavos a los muros de las casas que rodean la plaza. 

La escultura de la Fuente de Neptuno, se encuentra en el extremo norte de la Piazza Navona de Roma y fue ideada y cincelada por el escultor y arquitecto Giacomo della Porta en 1574 bajo el papado de Benedicto XIV, durante la época neobarroca-neoclasicista.
La fuente se compone de una base formada de una gran piscina elíptica bajo una piscina estrellada, coronada esta última en su centro por una estatua de Neptuno atacando a leones marinos, siendo rodeada ésta en cada uno de sus puntos cardinales por cuatro nereidas. Además en algunos puntos de la fuente podemos observar estatuas de caballos huyendo. Sin embargo, estas esculturas fueron colocadas tres siglos después de la creación de la fuente en una restauración realizada mediante un concurso que organizó el ayuntamiento de Roma para crear una mayor concordancia con las esculturas de la ciudad.
Un detalle a tener en cuenta es que el arquitecto y escultor Gian Lorenzo Bernini, creador de la fuente principal de la Piazza Navona (Fuente de los Cuatro Ríos), hizo unos retoques en la estructura de la fuente un siglo después, en 1651, por lo que la fuente no tiene un riguroso orden simétrico.
Las estatuas que representa la fuente hacen alusión al dios Neptuno (normalmente representado con un tridente) luchando contra criaturas marinas y creando una situación de caos en la que los caballos salen corriendo de la cuenca y las nereidas se muestran tranquilas junto al Dios.

La Fontana del Moro es una fuente localizada en el costado sur de la Piazza Navona en Roma. Representa a un moro, o africano, de pie en una concha marina con una cascada, luchando con un delfín, rodeado por cuatro tritones, situada en una base de mármol rosa. La fuente fue diseñada originalmente por Giacomo della Porta en 1575 sólo con el delfín y los tritones. En 1653, se añadió la estatua del moro, obra de Gian Lorenzo Bernini. En 1874, durante una restauración de la fuente, las estatuas originales fueron trasladadas a la Galería Borghese y substituidas por copias.

Palacio Carignano de Turín (1679-1681)
Actual sede parlamentaria. Guarini se enfrentó con valentía a la arquitectura civil. Con este palacio la arquitectura matemática-fantástica de Guarini se convirtió en la arquitectura oficial y representativa de la Monarquía absoluta y desde Turín se extendió a todo el reino. El palacio es un edificio de grandes proporciones, que en planta presenta la forma de U. Es un palacio urbano ubicado en el centro de la ciudad. Articula del todo la fachada. Crea dos cubos en los laterales que se interconectan con un gran espacio curvo que es el gran espacio central oval de la portada principal. Este cuerpo se cubre con una especia de cimborio de poca altura. Esta fachada central es convexa. El palacio está realizado en ladrillo que está labrado primorosamente. Este arquitecto va a influir más que Bernini y Borromini en la arquitectura barroca europea.

Italia meridional
En la parte meridional de Italia, destacan dos focos del barroco que han permitido establecer variantes locales: Nápoles y Sicilia, aunque también hay ciudades en las que hay buenos ejemplos, como Lecce. 

El barroco napolitano es una forma artística y arquitectónica que se desarrolló en el siglo XVII y la primera mitad del XVIII en Nápoles. Se reconoce por sus llamativas decoraciones de mármol y estuco, características de las estructuras de construcción. En concreto, el barroco napolitano florece a mediados del siglo XVII con las obras de varios arquitectos locales altamente cualificados, y se termina a mediados del siglo siguiente, con la llegada de la arquitectura neoclásica.
En el siglo XVIII, el barroco alcanza su apogeo con una arquitectura influenciada por el rococó y el barroco austriaco, cuya mezcla da lugar a edificios de gran valor artístico.
Este estilo, desarrollado en Campania y en el sur del Lacio, donde se construyó la abadía de Montecasino, ejemplo de la arquitectura barroca napolitana fuera de Nápoles, no atrajo la atención de la crítica internacional hasta el siglo XX, gracias al libro Neapolitan Baroque and Rococo Architecture de Anthony Blunt. 

Características del barroco napolitano
La arquitectura barroca se desarrolla en Roma a principios del siglo XVII, bajo la influencia de la herencia cultural de Miguel Ángel y las obras de Carlo Maderno, entre otros. Las exigencias dictadas por la contrarreforma conducen a la creación de un estilo con tendencia a exaltar el carácter central de la Iglesia católica, pero también de expresar las frivolidades de la vida temporal y la nueva filosofía científica de Copérnico y Galileo, ampliando las fronteras del conocimiento y haciendo alusión a la vida-sueño, como se percibe en la filosofía de Descartes y las obras de Shakespeare y Calderón.
Las características esenciales de la arquitectura barroca son las líneas curvas, tortuosas, a veces con motivos muy complejos e indescifrables. Además, un fuerte sentimiento de teatralidad incita al artista a la exuberancia decorativa, combinando la pintura, la escultura y el estuco en la composición espacial, subrayando el conjunto mediante juegos sugerentes de luces y sombras.
Las características del barroco romano no tardan en salir de los límites de la Ciudad Eterna. En Nápoles, los temas barrocos, combinados con los del manierismo toscano, reciben la influencia ─sobre todo en las tres primeras décadas del siglo XVII─ de arquitectos extranjeros de formación local, entre los que podemos citar a Giovanni Antonio Dosio, el Ferrarés Bartolomeo Picchiatti y el teatino Francesco Grimaldi, originario de Oppido Lucano y formado en Roma. Se atribuyen a Dosio varias obras, como la iglesia de los Girolamini, la cartuja de San Martino, ambas reinterpretaciones del manierismo tardío del Renacimiento toscano. Picchiatti parece gustar más del primer barroco romano, mientras que Grimaldi forma parte del grupo de arquitectos religiosos, como el dominico Giuseppe Nuvolo y el jesuita Giuseppe Valeriano. Grimaldi, tras trabajar con éxito en distintos proyectos en Roma, se encargó de diseñar la basílica Santa Maria degli Angeli a Pizzofalcone y la capilla del Tesoro de San Genaro de la catedral de Nápoles, donde la decoración barroca se aplicó sobre infraestructuras clásicas.
No obstante, el personaje emergente del siglo es Cosimo Fanzago. Lombardo de nacimiento, se estableció durante el segundo decenio del siglo XVII en Nápoles, donde diseñó numerosas obras escultóricas y arquitectónicas: edificios religiosos, civiles y decoraciones interiores de iglesias en mármoles polícromos y marquetería de mármol.
En el siglo XVIII, Antonio Canevari, Domenico Antonio Vaccaro, Ferdinando Sanfelice, Niccolò Tagliacozzi Canale y muchos otros cambiaron de manera radical el aspecto de la ciudad.
Los arquitectos se encargaron de remodelar los edificios existentes o de crear nuevas obras en las reducidas parcelas de terreno del interior de la villa. Las obras estaban sujetas a ciertas limitaciones en su construcción, de forma que en los edificios del Nápoles barroco es posible identificar una serie de características, sobre todo en los edificios religiosos:
·        Las fachadas de las iglesias tienen casi siempre formas rectilíneas, a menudo no respetan la orientación de la nave, y se sacrifica su ligereza para unirlas a las fachadas de los edificios colindantes. Para dar discontinuidad y ritmo a la masa de los muros se utilizan lesenas, en ocasiones acompañadas de nichos. Algunas iglesias tienen apariencia más compleja, como dobles fachadas.
·        Las plantas preferidas son las de forma de cuadrilátero, para no ocupar espacio que podría dedicarse a la construcción de otros edificios. Sin embargo, también existen iglesias con planta de cruz latina, y en menor medida, de cruz griega o elipse. En el siglo XVIII se observa la presencia de formas más libres e inusuales, como la iglesia de la Inmaculada Concepción de Montecalvario, en la que la cruz griega se inscribe en un octógono para formar una girola que une las distintas capillas situadas a la entrada y en el ábside.
·        A causa de las irregularidades del suelo, las iglesias se construyen sobre terraplenes artificiales que se salvan con escalinatas.
·        Los edificios se construyen alrededor de un patio, al fondo del cual se extiende una escalera abierta de doble rampa.
·        Para conseguir claroscuros, se utilizan mármoles, piperno y en ocasiones, toba.
·        Los portales de los edificios son de mármol, piperno o una mezcla de ambos. 

Historia y evolución del estilo
Primera fase
La primera fase del barroco napolitano comienza en el siglo XVI con los planes de urbanización a iniciativa de Pedro Álvarez de Toledo, el primero en planificar una expansión razonable de la villa. En la segunda mitad del siglo XVIII, se construyen los Quartieri Spagnoli y los barrios extramuros de la capital del reino ─como Vegini y Sant'Antonio Abate─, mientras que en las laderas de Vomero se desarrollan otros polos urbanos aledaños a la ciudad.
La realización más importante del siglo XVII es el proyecto de Ferdinand Manlio y Giovanni Beninasa para la Via Toledo, cerca de la cual el virrey decidió construir, a lo largo de las laderas de la colina de Vomero, los barrios militares españoles, y al otro lado, residencias de la nobleza local. El proyecto, en parte olvidado, preveía la construcción unitaria de bloques adosados a lo largo de la calle. Durante ese tiempo, Pedro de Toledo y otros virreyes comenzaron una lenta transformación de los arrabales en barrios de la ciudad.
Esta fase se subdivide en dos grandes periodos, el primero de 1582 a 1613 y el segundo de 1613 a 1626. El primero puede considerarse una fase de premisas, siempre caracterizada por edificios de estilo manierista romano. El artista más importante del cambio de siglo es Domenico Fontana, autor del palacio real y el Complesso di Gesù e Maria, que murió en Nápoles en 1627. También es notable la obra de Giovan Battista Cavagna, que trabajó en varios proyectos de la capital inspirándose en los cánones clásicos y en los tratados de Jacopo Vignola. Por el contrario, en el segundo periodo, los obreros y arquitectos napolitanos adquirieron una mayor autonomía en lo que respecta al diseño. Este periodo finaliza con la llegada de Cosimo Fanzago, escultor lombardo naturalizado napolitano (en esa época, estos territorios no dependían de la misma corona). En el mismo periodo se encontraba también activo Giovan Giacomo di Conforto, que llevó a cabo diversas restauraciones, participó en grandes obras de la ciudad, y fue supervisor de la construcción de la cartuja de San Martino hasta 1626, fecha en que fue sustituido por Fanzago. Otras dos personalidades importantes son Giulio Cesare Fontana, hermano de Domenico Fontana, y su colaborador Bartolomeo Picchiatti, que se independizó tras el fallecimiento de Fontana y fue autor de importantes edificios religiosos como las iglesias de Santa Maria della Stella y la de San Giorgio dei Genovesi.
También hay que tener en cuenta las órdenes monásticas y las congregaciones religiosas que construyen, intra o extramuros, sus complejos religiosos. La contrarreforma tuvo una fuerte influencia en la ciudad, de forma que las autoridades debían suministrar solares edificables a las congregaciones y órdenes religiosas más importantes. Algunas de las primeras construcciones son el Complesso di Gesù e Maria, la iglesia de Gesù Nuovo y la basílica Santa Maria della Sanità, estas últimas construidas por los jesuitas y los dominicos respectivamente.
Las órdenes monásticas y las congregaciones docentes u hospitalarios construyeron otros complejos, como la cartuja de San Martino, la basílica de San Paolo Maggiore y la iglesia de los Girolamini, en cuya construcción, que se alargó más de cien años, intervinieron varios arquitectos. La primera intervención es la de Giovanni Dosio, entre 1589 y 1609, y la última acción del proyecto de renovación se remonta a mediados del siglo XVIII, con Nicola Tagliacozzi Canale. En la construcción de San Paolo Maggiore, para la orden de los teatinos, se sucedieron Giovan Battista Cavagna y Giovan Giacomo di Conforto. Giovanni Antonio Dosio y después Dionisio Nencioni di Bartolomeo edificaron a finales del siglo XVIII para los oratorianos la iglesia de los Girolamini, cuya cúpula fue construida a mediados del siglo siguiente por Dionisio Lazzari.
Las órdenes monásticas y las congregaciones no eran ajenas a los cambios culturales de la época, y se interesaron por las realizaciones arquitectónicas de sus conventos. Como consecuencia, un considerable número de arquitectos entraron en órdenes religiosas o en congregaciones docentes u hospitalarias, y ejercieron sus actividades en el seno de su orden o fuera de ella. Entre ellos los jesuitas Giuseppe Valeriano y Pietro Provedi, el dominico Giuseppe Nuvolo, el teatino Francesco Grimaldi, el barnabita Giovanni Ambrogio Mazenta, Agatio Stoia, que presenta un proyecto para la iglesia de San Fernando, puesta en principio bajo la advocación de san Francisco Javier, por lo que se deduce que era jesuita, y finalmente, Giovanni Vincenzo Casali.
Las soluciones de planimetría de los edificios sagrados siguen fieles al esquema de una disposición central que puede inscribirse en un paralelógramo, con transepto y ábside rectangulares. La basílica de San Paolo Maggiore, con tres naves laterales y un ábside semicircular, la iglesia de Gesù Nuovo, con tres naves, y la iglesia de los Girolamini, también de tres naves, son las excepciones.
Dignos de mención son los edificios civiles, diseñados con sucesiones de esbeltos arcos, muy evidentes en los patios de las casas particulares, recubiertos de piperno, con el fin de conseguir un fuerte contraste de claroscuros. 

Segunda fase
La segunda fase del barroco napolitano comienza con la llegada de Cosimo Fanzago a las obras de la cartuja de San Martino. La cartuja se convirtió en una especie de laboratorio de las artes para Fanzago y otros muchos artistas de la época. A lo largo de su extensa carrera, Fanzago se dedicó a la arquitectura y la escultura, y creó importantes obras en la ciudad. Sus considerables capacidades como arquitecto le llevaron también a construir numerosos edificios. Comenzó su actividad en torno a 1626, cuando su predecesor, Giovan Giacomo di Conforto, dejó las obras de la cartuja. Fanzago se convirtió en supervisor, llevando a cabo la decoración escultórica de la iglesia principal del complejo y las esculturas del claustro y el cementerio de monjes adyacente, así como otras obras de gran valor artístico. Además, se interesó por la pintura, sobre todo gracias a su admiración por artistas como José de Ribera, apodado Lo Spagnoletto.
Su actividad se multiplicó en la década de 1630, cuando construyó el obelisco de San Genaro y se encargó de la restauración de la iglesia de Gesù Nuovo, con decoraciones de piedras semipreciosas en mosaico florentino. También realizó diseños para la iglesia de los jesuitas, hoy llamada de San Fernando. Se convirtió en un artista muy solicitado por la aristocracia napolitana, que le confió el diseño o renovación de sus residencias, como en el caso del palacio Carafa di Maddaloni, el palacio Donn'Anna y el palacio Firrao.
A la luz de sus actividades, Fanzago puede considerarse el auténtico fundador del barroco napolitano. Además, la arquitectura y la escultura son complementarias en sus obras. Por ejemplo, en el obelisco de San Genaro no existe una clara distinción entre los elementos arquitectónicos y los esculturales. La columna, rodeada de volutas, está decorada con medallones y guirnaldas de frutas. Los altares se convierten en un escenario que engloba escultura y arquitectura: se conciben no solamente para las celebraciones litúrgicas, sino también para dividir el espacio público, que termina en el coro, del reservado a los oficiantes. El acceso entre los dos se realiza por vanos construidos en mármol a ambos lados del altar, que se transforma en un mueble sagrado.
La actividad de Fanzago supera con mucho los límites de Nápoles, y se extiende por la provincia de Caserta, Avellino, el sur del Lacio y Roma, Calabria, la catedral de Palermo y España.
Sus contemporáneos, como Francesco Antonio Picchiatti y Dionisio Lazzari, también fueron muy populares entre los mecenas de la época. El primero se diferencia del estilo de Fanzago por su arquitectura más clásica, mientras que el segundo trabaja en un estilo barroco más consolidado. Lazzari trabajó sobre todo en el palacio Firrao y en la iglesia de Santa Maria della Sapienza, donde construye la fachada, diseñada sin duda por Fanzago. Otras obras suyas son la iglesia de Santa Maria dell'Aiuto, alterada en el siglo XVIII por decoraciones en mármol, y la iglesia de San Giuseppe dei Ruffi, que no se finalizó hasta la segunda mitad del siglo XVII.
Otros arquitectos activos a mediados de siglo eran miembros de órdenes religiosas, como el cartujo Bonaventura Presti, natural de Bolonia, arquitecto e ingeniero que intervino en la construcción de la cartuja de San Martino. Su obra más importante es la antigua dársena, y también trabajó en el claustro de San Domenico de Soriano, aunque en ambos casos fue sustituido por el ingeniero y arquitecto real Francesco Antonio Picchiatti.
Otro personaje importante es Giovan Domenico Vinaccia, arquitecto, escultor y orfebre, formado en el taller de Dionisio Lazzari, y autor de la fachada de la basílica de Gesù Vecchio y de las decoraciones arquitectónicas y esculturas de varias iglesias napolitanas como las de Santa Maria Donnaregina Nuova, Sant'Andrea delle Dame y Santa Maria dei Miracoli.
Hay que citar al ingeniero y arquitecto Pietro de Marino, principal colaborador de Bartolomeo Picchiatti, que tras una carrera independiente se unió al ingeniero Natale Longo. Sus obras más célebres son la iglesia de Santa Maria di Montesanto, finalizada por Dionisio Lazzari, y la iglesia de San Potito.
Desde el punto de vista urbanística, la superficie destinada a las construcciones se reduce drásticamente en esa época, a causa de la multiplicación de los edificios religiosos. Por tanto, los arquitectos tienen dificultades para crear proyectos en la ciudad vieja, por lo que comienzan a construir casas particulares en el entorno de la colina de Pizzofalcone y en Chiaia. Las órdenes monásticas y nuevas congregaciones transforman las iglesias existentes, decorándolas con profusión de mármoles polícromos e incrustaciones de piedras, y en ocasiones las derriban para reconstruirlas según planos más elaborados. 

Tercera fase
En 1688 y 1693, en un corto lapso de tiempo, dos terremotos causaron daños en numerosos edificios de la ciudad. El seísmo de 1688 provocó varios derrumbes, como el de la antigua fachada de la basílica de San Paolo Maggiore, que se había modernizado solo unos años antes en estilo barroco, según el diseño de Dionisio Lazzari. Gracias a la intervención de la nobleza, los daños en la ciudad fueron reparados rápidamente. Un ejemplo es la reconstrucción de la localidad de Cerreto Sannita, a cargo del conde Marzio Carafa, tras el temblor de tierra del 5 de junio de 1688.
Durante la época de reparaciones tras los seísmos, los arquitectos de la transición entre los dos siglos fueron los más activos. El primero que podemos distinguir es el pintor y arquitecto Francesco Solimena, que diseñó el Palazzo Solimena, de uso privado, la fachada de la iglesia de San Nicola alla Carità, que construyó más tarde Salvatore Gandolfo, y varias obras menores, como el campanario de la catedral de Nocera Inferiore y el nuevo portal de la iglesia de San Giuseppe dei Vecchi.
Los otros dos representantes de la transición son Arcangelo Guglielmelli y Giovan Battista Nauclerio.
El primero, colaborador de Lazzari, restauró el convento de Santa Maria delle Periclitanti y la iglesia de Santa Maria Donnalbina, y colaboró en la edificación de la catedral de Salerno, donde construyó la naba, inspirada en la de la abadía benedictina. Giovan Battista Nauclerio fue alumno de Francesco Antonio Picchiatti y trabajó para diversas órdenes y congregaciones. Los carmelitas le encargaron rehacer la fachada de la iglesia de Santa María della Concordia. Diseñó el convento y la iglesia de San Francesco degli Scarioni, construida entre 1704 y 1721. Terminó la iglesia de Santa Maria delle Grazie en la plaza Mondragone (iniciada por Arcangelo Guglielmelli poco antes de su muerte), donde se conserva un altar en mármol diseñado por Ferdinando Sanfelice. En el intervalo, diseñó diversos edificios religiosos y civiles, como una capilla de la catedral de Avellino y la villa Faggella.
A principios del siglo XVIII, Nápoles sufre una expansión urbana incontrolada a causa del rápido aumento de la población. Los representantes de este siglo son Domenico Antonio Vaccaro y Ferdinando Sanfelice, cuyo estilo se encuentra a mitad de camino entre el de Cosimo Fanzago y el de Johann Bernhard Fischer von Erlach. Además, varios arquitectos romanos se trasladan a Nápoles a trabajar para el rey, como Giovanni Antonio Medrano y Antonio Canevari, a quien se debe el palacio real de Capodimonte. Otro arquitecto notable de esta época es Niccolò Tagliacozzi Canale, que trabajó principalmente en la cartuja San Martino, y también construyó los palacios Mastelloni y Trabucco. Asimismo, hay que citar a Giuseppe Astarita, activo hasta la segunda mitad del siglo entre Nápoles y la región de Apulia.
En el siglo XVIII se encuentran activos otros arquitectos también muy importantes, como Enrico Pini, Giuseppe Lucchese Prezzolini e Antonio Guidetti. Pini es un monje que hacia mediados de siglo construye la fachada de la iglesia de San Carlo alle Mortelle y trabaja en el interior de la iglesia de Gesù delle Monache con Arcangelo Guglielmelli, Lorenzo Vaccaro y Nicola Cacciapuoti. Pini diseña también el altar de la iglesia. Giuseppe Lucchese Prezzolini adquiere fama por su intervención en la iglesia de San Nicola a Nilo, mientras que Antonio Guidetti trabaja en la iglesia de Santa Maria della Colonna. Estas dos iglesias inspiran en la arquitectura de Francesco Borromini: en la primera se observa un ritmo cóncavo-convexo de la perspectiva, y en la segunda, las perspectivas extienden la composición hacia el espacio situado enfrente.
En la primera mitad del siglo se instalan en Aversa y sus alrededores varias personalidades romanas, que contribuyen a la formación de un vocabulario «arcadio» de la arquitectura napolitana. Entre ellos, Carlo Buratti (Catedral de San Pablo), Francesco Antonio Maggi, Philippe de Romanis y Paolo Posi. Hacia mediados del siglo XVIII, estos arquitectos, así como numerosos defensores del clasicismo barroco, como Ferdinando Fuga y Luigi Vanvitelli, dan a la arquitectura un aire de decoro y serenidad, típico de la escuela romana. Vanvitelli contaba con numerosos colaboradores y estudiantes que en la década de 1750 consiguen revertir la moda barroca, dirigiendo el gusto hacia el clasicismo de la Academia de la Arcadia.
Entre los arquitectos que ayudaron al éxito del barroco cortesano de Luigi Vanvitelli se distingue Tagliacozzi Canale, que no muestra más que una ligera influencia, pero participó en la construcción de la piazza Dante. Poco antes, Canale había trabajado como contable, sin sueldo, ​ con el ingeniero real Giuseppe Pollio en el Real Albergo dei Poveri de Nápoles.
Los hermanos Luca y Bartolomeo Vecchione se mantienen dentro de la cultura clásica de la época, pero dan un toque de originalidad a sus composiciones, sobre todo Bartolomeo, que aunque menos conocido, hace gala de una personalidad refinada en la concepción de la Farmacia degli Incurabili. También hay que mencionar a Giovanni del Gaizo, Pollio, Astarita y Gaetano Barba.
Una de las características de la arquitectura civil del siglo XVIII es la utilización de decoraciones elaboradas en la composición de escaleras y patios, en lo que se especializa Ferdinando Sanfelice, creador de la escalera del Palazzo dello Spagnolo, colocada teatralmente al fondo de un estrecho espacio. 

COSIMO FANZAGO (1591-1678)
Con Fanzago, Nápoles tuvo un maestro barroco que debe ocupar un puesto muy elevado, si no siempre por la calidad, sí al menos por la versatilidad de su talento. Nacido en Clusone, cerca de Bérgamo se establece en 1608 en Nápoles donde vivió con un tío suyo. Fue educado como escultor (se llamó a sí mismo maestro di scultura di marmo). La posición de Fanzago puede ser comparada con la de Bernini, pues como este hombre genial, también él fue un maestro completo, siendo arquitecto, escultor, decorador e incluso, pintor, aunque a diferencia de Bernini que tuvo que luchar toda su vida contra la competencia de artistas de primera categoría, la supremacía de Fanzago en Nápoles parece haber sido casi incuestionable. Posiblemente, muchas de las obras que se realizaron en esas fechas no estén realizadas por él, pero sí que están diseñadas y supervisadas en su ejecución. 

La cartuja de San Martino es una cartuja de Nápoles situada en la colina del Vomero, al lado del castel Sant'Elmo. Constituye uno de los mayores complejos monumentales religiosos y uno de los mejores ejemplos de la arquitectura barroca de la ciudad junto con la real capilla del Tesoro de san Jenaro, además de ser un lugar fundamental para la pintura napolitana del siglo XVII. Cuenta con unas cien salas, dos iglesias, cuatro capillas, tres claustros y unos jardines colgantes.
Cronológicamente fue la segunda cartuja de Campania, construida diecinueve años después que la de San Lorenzo en Padula y cuarenta y seis antes que la de San Giacomo en Capri. Tras la unificación italiana recibió el título de monumento nacional y desde 1866 alberga el Museo Nacional de San Martino, creado con el objetivo de relatar la historia artística y cultural de la ciudad.
En 1325, en la cima de la colina de Sant'Erasmo, Carlos de Anjou, duque de Calabria, primogénito de Roberto I de Nápoles, hizo erigir un monasterio para la Orden de los Cartujos, la preferida de la casa real francesa. Los arquitectos que iniciaron la construcción de la cartuja fueron los mismos que estaban trabajando en esos mismos años en el castillo adyacente de Belforte (más conocido como Castel Sant'Elmo): Tino di Camaino y Francesco di Vito, a quienes sucedieron en 1336, tras la muerte de Camaino, su alumno Attanasio Primario y Giovanni de Bozza. La cartuja fue inaugurada y consagrada en 1368, bajo el reinado de la reina Juana I de Nápoles, pese a que los cartujos habían tomado posesión del monasterio ya desde 1337. Sin embargo, de la primitiva solución arquitectónica de la construcción se conservan solo unos pocos elementos en el interior del complejo religioso: son reconocibles algunas aperturas con arquitos de estilo catalán que se encuentran en el antiguo refectorio, usadas probablemente como pasaplatos, sacadas a la luz en una restauración reciente. Más importantes, debido a que ponen de manifiesto el diseño gótico original del edificio, son los espacios subterráneos de la cartuja, abiertos al público en 2015, que demuestran probablemente como la obra de Camaino englobó estructuras preexistentes relacionadas con el castillo de Belforte excavadas en el interior de la colina, que sirven como sótano de la cartuja.
El complejo fue dedicado a san Martín de Tours hacia la segunda mitad del siglo XVI, probablemente debido a la presencia en el lugar de una antigua capilla preexistente dedicada a él. Bajo el impulso de la Contrarreforma la cartuja fue modificada según criterios más modernos y grandiosos, tanto que a finales del siglo XVI el complejo sufrió remodelaciones y ampliaciones en estilo tardomanierista y barroco. Las obras fueron confiadas desde 1589 hasta 1609 a Giovanni Antonio Dosio, que fue el primer artífice de gran parte de las transformaciones que recibió el complejo, ocupándose del nuevo diseño arquitectónico del complejo conventual. Dosio remodeló el claustro grande del siglo XIV, al cual añadió más habitaciones para los monjes, cuyo número estaba creciendo exponencialmente, construyó el claustro de los procuradores, y amplió la iglesia con la edificación de las capillas laterales y de las estancias laterales a la zona del ábside: por un lado, el coro y el salón; y por el otro, el refectorio y la capilla del Tesoro Nuevo. A esta época se deben los encargos pictóricos que decoran las salas internas, confiados a artistas como el Caballero de Arpino, su hermano Bernardino Cesari, Belisario Corenzio, Giovanni Baglione, Lazzaro Tavarone, Andrea Lilli y Avanzino Nucci. La parte escultórica se debe predominantemente al trabajo de Pietro Bernini, Michelangelo Naccherino y Giovan Battista Caccini.
Desde 1618 hasta 1623 la dirección de las obras pasó a Giovan Giacomo di Conforto, ​ que se ocupará de completar el proyecto de Dosio, mientras que desde 1623 hasta 1656 dejó su impronta artística el arquitecto Cosimo Fanzago, artífice del aspecto barroco que asumió el complejo. Se deben a Fanzago la fachada de la iglesia y las decoraciones de mármol de su interior y de sus capillas, los bustos de mármol que decoran las paredes de los pórticos del claustro grande y el cementerio del prior, que se convertirá en el modelo para el de la cartuja de Padula construida algunas décadas después. Los pintores que trabajaron en esta fase fueron los mejores artistas de la pintura napolitana del siglo XVII: Jusepe de Ribera, Luca Giordano, Battistello Caracciolo, Paolo Finoglio, Massimo Stanzione y los emilianos Guido Reni y Giovanni Lanfranco.
En la primera mitad del siglo XVIII las obras pasaron a Nicola Tagliacozzi Canale, ​ que se dedicó sobre todo a la reconstrucción de los espacios ocupados por el prior, cuyas salas fueron decoradas con frescos por Crescenzio Gamba, y posteriormente a Domenico Antonio Vaccaro. En esta fase, los dos arquitectos fueron ayudados principalmente por Francesco Solimena y Francesco De Mura para las decoraciones pictóricas.
En 1799 los cartujos fueron expulsados por jacobinismo, volviendo en 1804 para ser expulsados nuevamente en 1807. En 1836 fueron readmitidos de nuevo y expulsados definitivamente en 1866, cuando se anexionó a la cartuja el museo nacional homónimo, convirtiéndose así, por petición de Giuseppe Fiorelli, en bien monumental propiedad del Estado italiano.

Planta


██ Iglesia de las Mujeres
██ Patio
██ Iglesia principal

1.     Pronaos

2.     Nave

3.     Capilla de san Jenaro

4.     Capilla de san José

5.     Capilla de san Bruno

6.     Capilla de la Asunción

7.     Capilla de san Nicolás (antigua sacristía)

8.     Capilla de san Martín

9.     Capilla del Bautista

10.  Capilla de san Hugo

11.  Capilla del Rosario

12.  Ábside

13.  Sacristía

14.  Pasadizo

15.  Capilla del Tesoro Viejo

16.  Capilla del Tesoro Nuevo

17.  Sala capitular

18.  Coro de los conversos

19.  Pasadizo

20.  Salón

21.  Refectorio

22.  Chiostrino

23.  Capilla de la Magdalena

██ Museo Nacional de San Martino
██ Claustro grande
██ Cementerio de Fanzago
██ Cuarto del prior
██ Pasillo de Fanzago
██ Claustro de los procuradores
██ Farmacia

 

 

 

 

 

 

 

 




















Plaza y patio de honor
En la plaza exterior al complejo de la cartuja está a la izquierda la iglesia de las Mujeres, obra de Giovanni Antonio Dosio, decorada con estucos del siglo XVII, llamada así porque estaba destinada a uso exclusivo de las mujeres, a las que estaba prohibido acceder a la cartuja. A la derecha está la entrada, caracterizada por un vestíbulo en el que hay un escudo de la casa de Anjou y un fresco que representa a San Bruno; desde la entrada se puede acceder al patio de honor realizado también por Dosio, a la izquierda del cual se encuentra la iglesia principal de la cartuja.​ 

Iglesia
Fachada y pronaos
La fachada de la iglesia del siglo XIV fue remodelada primero a finales del siglo XVI por Dosio, que transformó el pronaos de cinco a tres arcos obteniendo así dos capillas en la controfachada de la iglesia, la del Rosario y la de san José, y posteriormente por Cosimo Fanzago, que construyó en la primera mitad del siglo XVII una serliana para enmascarar la fachada precedente; la parte superior y las paredes laterales son obra de Nicola Tagliacozzi Canale.
Las paredes del pronaos se caracterizan por los frescos del Caballero de Arpino, de Micco Spadaro, Giovanni Baglione y Belisario Corenzio. Al primero se le atribuyen los dos ángeles sosteniendo el escudo CART colocados sobre el busto del papa Pío V, esta última obra de un autor napolitano desconocido de finales del siglo XVI y colocado sobre el portal de entrada, cuya puerta de madera tallada con figuras de santos data de los primeros años del siglo XVII. En la misma pared frontal están representadas en cuatro grandes paneles las escenas de Carlos duque de Calabria ofreciendo la iglesia al obispo san Martín, arriba a la izquierda y obra de Baglione de en torno a 1591, mientras que abajo está la obra de Corenzio Bruno de Colonia viendo milagrosamente a Raimondo Diocres condenado al infierno, datada en 1632. También son de Corenzio los otros dos paneles a la derecha del portal: La reina Juana I ofreciendo la custodia de la iglesia a san Bruno arriba y El sueño de san Hugo que indica el lugar de Cartusia abajo, ambos datados también en 1632. ​
Las paredes laterales del pronaos tienen por último otros cuatro grandes paneles con frescos de Spadaro datados entre 1651 y 1656: a la izquierda están las escenas de Historias de santos cartujos arriba y La destrucción de una cartuja en Inglaterra abajo; a la derecha están en ambos paneles Historias de torturas inflingidas a los cartujos en Inglaterra por parte del rey Enrique VIII Tudor. ​ 

Interior
Interior de la iglesia.
 

La iglesia se compone de una nave única con ocho capillas laterales y otras salas (una sacristía, un coro, un refectorio, una sala capitular, varias capillas y un salón) que se suceden a los lados de la zona del ábside. Esta presenta en su conjunto un nivel de decoración interior, tanto pictórica como escultórica, realizada entre los siglos XVI y XVIII que la hacen una de las más importantes de la ciudad. Las esculturas interiores son fruto predominantemente de la obra de Cosimo Fanzago, que fue llamado a remodelar la cartuja desde 1623 hasta 1656, ocupándose en esta ocasión también de reconstruir la fachada exterior de la iglesia.
El altar mayor de Francesco Solimena.
 

El ábside es profundo y rectangular con un pavimento de mármol de Fanzago estilísticamente en línea con el de la nave. Alberga un grandioso coro de madera de los monjes, datado en 1629 y ejecutado por Orazio De Orio, y un altar mayor de madera dorada y mármol falso ejecutado según el proyecto de Francesco Solimena, realizado para servir como modelo de un original que se habría debido componer de mármol verdadero pero que sin embargo nunca fue realizado y por esto se utilizó el modelo desde su ejecución, en torno al 1705, como altar de la iglesia. Los putti que decoran los lados del palio son de principios del siglo XVIII y obra de Giacomo Colombo, mientras que los ángeles de la parte superior del altar son de Giuseppe Sanmartino y están datados en 1768. En la pared de fondo del ábside están dispuestas en dos hornacinas laterales las estatuas que representan la Vida activa de Pietro Bernini, a la derecha, y la Vida contemplativa de Giovanni Battista Caccini a la izquierda; la escultura en cobre dorado de la Inmaculada colocada abajo en el centro de la pared frontal es de Gennaro Monte del 1682. Los frescos de la bóveda con las Historias del Antiguo y el Nuevo Testamento con evangelistas, doctores de la iglesia, profetas y santos cartujos son del Caballero de Arpino y de su hermano Bernardino Cesari, realizados entre 1591 y 1596, mientras que es de Giovanni Lanfranco la Crucifixión en la luneta frontal, realizada entre 1638 y 1640, bajo la cual hay además un lienzo que representa la Natividad, obra de Guido Reni del 1642. En la pared derecha están los lienzos que representan la Última cena (1639) de Massimo Stanzione y la Institución de la eucaristía (finales del siglo XVI) de Carletto Caliari; en la izquierda están la Comunión de los apóstoles (1651) de Jusepe de Ribera y el Lavatorio de los pies (1622) de Battistello Caracciolo. Desde la zona del ábside se accede por último a las otras estancias del complejo. ​ El presbiterio está precedido antes del altar mayor por una suntuosa barandilla de mármol, piedras preciosas y bronce dorado realizada por Filippo Belliazzi en 1761 según el diseño de Nicola Tagliacozzi Canale y Sanmartino.
El pavimento de mármol de la nave es un proyecto de Fanzago. Sin embargo, el arquitecto no consiguió terminarlo a causa de una violenta controversia con los cartujos, producida en 1656, que lo hizo interrumpir cualquier relación con ellos dejando incompletos muchos proyectos, que fueron completados por Bonaventura Presti, que asumió la dirección de las obras en todo el complejo y al cual se debe el diseño definitivo de la iglesia. El pavimento fue realizado por Presti entre 1664 y 1665 en mármoles policromos, constituyendo un gran ejemplo del arte de la talla del mármol; se trata de una solución decorativa que produce una aparente tridimensionalidad y un extraordinario impacto visual para quien visita la iglesia.
Bóveda del ábside.
 

La bóveda de la nave está enriquecida por un ciclo pictórico que enmascara las estructuras a crucero de la cubierta; los frescos fueron realizados entre 1636 y 1639 y constituyen una de las obras más importantes y valiosas del pintor Emiliano Giovanni Lanfranco, el cual quería retomar las escenas de la Ascensión de Cristo con ángeles y beatos y de Apóstoles presentes en los laterales de las ventanas.
En la controfachada, a los lados del portal de entrada, hay dos estatuas de Fanzago, que sin embargo fueron terminadas por Alessandro Rondone, y también cerca del portal están colocados bajo dos cornisas de mármol los lienzos que representan a Moisés y Elías de Ribera, que sustituyeron a dos frescos del Caballero de Arpino con el mismo tema que no obstante se han conservado intactos bajo los lienzos. Por último, sobre el portal principal hay una Piedad de Massimo Stanzione del 1638, que sustituyó a un fresco de Andrea Lilli expuesto actualmente en una sala del cuarto del prior de la cartuja.
Bóveda de la nave.

Capillas laterales
Las capillas laterales de la nave son ocho, cuatro a cada lado, dos de las cuales fueron añadidas en el curso del siglo XVII en las esquinas de la controfachada, y obligaron a la readaptación de la fachada exterior de la iglesia con una reducción de los cinco arcos del pronaos a tres. Las barandillas de todas las capillas, así como la decoración de mármol de las de san Bruno y de san Juan Bautista, son de Fanzago, a quien se deben también los festones de fruta sobre los pilares y cuatro putti de mármol sobre los arcos de acceso a las capillas, donde hay además una serie de doce lienzos con Profetas y Patriarcas de Jusepe de Ribera.
Capilla de san Jenaro.
 

La primera capilla de la izquierda está dedicada a san Jenaro; su decoración de mármol, datada en 1620, se basa en el estilo de Dosio y de Conforto, y en el de Fanzago en lo que concierne a los estucos. Los cuadros de la Decapitación de san Jenaro y del Martirio de san Jenaro, así como los ciclos de frescos de la bóveda con las Historias del santo y San Jenaro en la gloria, todos datados en 1632, son de Battistello Caracciolo, mientras que las esculturas que decoran la estancia son de Domenico Antonio Vaccaro, datadas entre 1709 y 1719, y son La Virgen y la Trinidad entregan las llaves de la ciudad a san Jenaro, en un altorrelieve, la estatua de la Fe, la del Martirio y los cuatro medallones con los Evangelistas. ​ Una puerta a la izquierda de la capilla da acceso a la capilla de san José, también decorada por el mismo Domenico Vaccaro, que realizó los estucos dorados que la caracterizan, y por lienzos de Paolo De Matteis datados en torno a 1718.
La segunda capilla de la izquierda de la nave es la de san Bruno, cuyas decoraciones en mármol datadas entre 1631 y 1636 son de Fanzago, cuando estaba al mando de las obras de la cartuja. Los cuadros que decoran las paredes son de Massimo Stanzione y están datados entre 1633 y 1637: San Bruno da la regla a sus seguidores, el Conde Roger delante de san Bruno y la Aparición de la Virgen y de san Pedro a los cartujos de Grenoble. Al mismo pintor napolitano se deben los frescos de la bóveda de la misma época de los cuadros, que representan a San Bruno llevado al cielo por los ángeles, el Asedio de Capua por parte del conde Roger y la Curación de los enfermos en la fuente milagrosa. Por último, las esculturas de la Soledad y la Penitencia datadas entre 1705 y 1708 son de Lorenzo Vaccaro (aunque finalizadas posteriormente por Domenico Antonio), a quien se debe también el pavimento de mármol y dos putti.
Frescos de Corenzio en las bóvedas de la capilla de la Asunción…y de san Hugo.
 

La tercera capilla de la izquierda es la de la Asunción. Esta muestra una decoración del siglo XVII completada en el siglo XVIII por Nicola Tagliacozzi Canale; sobre el altar y en las paredes hay cuadros de Francesco De Mura con la Anunciación, la Asunción y la Visitación. En la bóveda y en las lunetas hay frescos de en torno al 1626 con Historias de María, de Battistello Caracciolo; las esculturas de la Virginidad y de la Recompensa, así como los dos putti en el altar son de Giuseppe Sanmartino y están datados en 1757. Una puerta a la derecha de la capilla conduce a la de san Nicolás, antigua sacristía, donde en las paredes hay frescos de 1632 de Belisario Corenzio con los Martirios de las santas Águeda y Catalina, y un retablo datado en 1636 de Pacecco De Rosa que representa a San Nicolás.
La primera capilla de la derecha, dedicada a san Hugo, presenta una decoración de mármol de 1617-1622 aproximadamente obra de Jacopo Lazzari y Felice de Felice. Los cuadros en las paredes son uno de Stanzione, la Virgen entre los santos Hugo y Anselmo del 1644, y dos de Andrea Vaccaro, San Hugo resucitando a un niño muerto y Reconstrucción de la abadía de Lincoln (ambos de 1652); los frescos en la bóveda y en las lunetas son de Corenzio y tienen por tema las Historias de la vida de san Hugo (1632). Las esculturas de Matteo Bottiglieri que caracterizan la estancia son la Beata Margarita de Dijon, la Beata Rosellina de Villanova, el Beato Nicola Albergati, San Bruno y algunos putti y querubines decorativos, todas estas obras datadas en torno a 1725. A la derecha una puerta conduce a la capilla del Rosario, en la cual la decoración en estuco, el pavimento y los tres lienzos en las paredes son obra de Domenico Antonio Vaccaro, mientras que es de Caracciolo el cuadro sobre la controfachada sobre los Santos Genaro, Martín y otros, proveniente de la capilla de San Jenaro de la misma iglesia.
El altar de la capilla de san Juan Bautista, con el Bautismo de Cristo de Maratta detrás.
 

La segunda capilla de la derecha está dedicada a san Juan Bautista. Decorada por Fanzago en 1631, tiene un cuadro de Carlo Maratta del 1710 con el Bautismo de Cristo, dos de Paolo De Matteis del 1708, el Cristo que señala el Bautista a sus discípulos y Juan Bautista predicando en el desierto, y dos lienzos de Stanzione, Salomé ofreciendo la cabeza del Bautista a Herodes y la Decapitación del Bautista, ambos de en torno a 1643. ​ A este último autor se deben también los frescos de la cúpula con el Bautista liberado del Limbo y conducido en la gloria celeste por Cristo y las Virtudes cardinales en las pechinas. ​ Las esculturas de principios del siglo XVIII de la Elocuencia y de la Buena fama son de Lorenzo Vaccaro, que hizo también la pavimentación en 1704, aunque fueron terminadas posteriormente por su hijo Domenico Antonio. ​
La tercera y última capilla de la derecha está dedicada a san Martín. La decoración de mármol del primer cuarto del siglo XVII de Nicola Botti y Salvatore Ferraro fue remodelada por Nicola Tagliacozzi Canale y por Sanmartino a mediados del siglo XVIII. ​ La capilla está embellecida a los lados del altar con las esculturas que representan al Putto que sostiene un candelabro, la Fortaleza y la Caridad de Giuseppe Sanmartino, datadas en 1757; los frescos del 1631 son de Paolo Finoglio y representan las Historias de la vida de san Martín, los Funerales del santo y el Santo apareciéndose al emperador Valentiniano, mientras que los dos lienzos laterales son obra de Francesco Solimena de en torno al 1732, con el Cristo apareciéndose en sueños a san Martín y San Martín dividiendo la capa con el pobre, y el de la pared frontal San Martín y ángeles de Caracciolo (1625). ​ 

Sacristía y capillas del Tesoro
La sacristía mirando hacia el pasadizo.

Detalle de la bóveda decorada con frescos por el Caballero de Arpino (1596-97). 

En el lado izquierdo de la zona absidial de la iglesia, una puerta conduce a la sacristía, decorada en su bóveda con frescos datados 1596-1597 del Caballero de Arpino con las Historias de la Pasión de Cristo, Virtudes, Putti con símbolos de la Pasión, Historias del Antiguo Testamento, Alegorías de virtudes y Personajes de las Sagradas Escrituras. En las paredes de la sala están colocados muebles con incrustaciones de finales del siglo XVI, cuyos talladores fueron Nunzio Ferraro y Giovan Battista Vigilante, mientras que las incrustaciones se deben a los flamencos Enrique de Utrecht, Lorenzo Ducha y Teodoro de Vogel, que representaron las Historias de las Sagradas Escrituras y el Apocalipsis. En las dos paredes frontales hay, a un lado, una Crucifixión del Caballero de Arpino datada en torno a 1592 con una Negación de san Pedro debajo atribuida a un anónimo caravaggista, ambas colocadas en la controfachada, y al otro lado, en el arco de la pared del fondo, un Ecce Homo del 1644 de Massimo Stanzione. Por último, otros cuadros colocados entre las ventanas a lo largo de las franjas superiores de las paredes laterales son de Lazzaro Tavarone y tienen por tema Sibilas, Profetas e Historias de la Pasión, todos ellos datados en 1594. ​
Sigue a la sacristía un pequeño espacio de forma cuadrada decorado con frescos en la bóveda de Massimo Stanzione del 1644 con Historias del Antiguo Testamento, evangelistas e Historias de Cristo, mientras que son de Paolo De Matteis los frescos con los ángeles que sostienen símbolos, datables en torno a la segunda mitad del siglo XVII. Dos puertas colocadas una en la pared de la izquierda y la otra en la frontal conducen la primera a la capilla del Tesoro Viejo, que antiguamente albergaba el tesoro de la cartuja, destruido posteriormente en el curso de los siglos, y la segunda a la del Tesoro Nuevo, datable en la segunda mitad del siglo XVII.
En las paredes y en la bóveda del Tesoro Viejo hay frescos de Micco Spadaro del 1640, que representan la Caída del maná y Moisés con las tablas de la ley, y de Viviano Codazzi, que realizó algunas decoraciones en perspectiva.
La capilla del Tesoro Nuevo.
 

La capilla del Tesoro Nuevo es fruto de la voluntad del monje Bonaventura Presti, a quien se debe el proyecto de la nueva sala que albergaría el tesoro, que ya no encontraba suficiente espacio en la más pequeña capilla vieja. La sección central de la bóveda fue decorada con frescos por Luca Giordano en torno al 1704 con el Triunfo de Judit, mientras que a los cuatro lados hay heroínas del Antiguo Testamento: Termutis, Débora, Seile y Jael. También son de Giordano los frescos en el ábside, donde está la Adoración de la serpiente de bronce, y los de las cinco lunetas laterales con la Caída del maná y Moisés dividiendo las aguas en la de la derecha, el Horno de Nabucodonosor y Abraham e Isaac subiendo la montaña en la de la izquierda, y el Sacrificio de Aarón en la controfachada. ​ Por último, también se deben al pintor napolitano las figuras alegóricas y los putti en los arcos, que completan así este ciclo, que es la última obra documentada de Giordano. Decoran la capilla muebles colocados en las franjas inferiores de las paredes laterales, en los que se conservaba el tesoro de la cartuja, fundido posteriormente a finales del siglo XVII por Fernando I de las Dos Sicilias para poder disponer de fondos útiles para sostener los gastos derivados de la guerra contra los franceses. La pared frontal se caracteriza por un altar de 1610 del florentino Giovanni Selino sobre el cual está el célebre retablo de la Piedad de Jusepe de Ribera, datado en 1637; por último, a los lados, dentro de dos hornacinas hay relicarios de finales del siglo XVII de Gennaro Monte. 

Sala capitular, coro de los conversos y salón
La sala capitular.
 

Desde la puerta situada en la pared derecha de la zona absidial de la iglesia se llega a la sala capitular, donde en la bóveda hay frescos de Belisario Corenzio con las Parábolas evangélicas y las Virtudes cartujas, datados en 1624, y en la luneta de la controfachada, con el Cristo y la adúltera. A lo largo de las paredes laterales de la estancia, intercalados con las ventanas, hay una serie de cuadros: una agitada escena de la Circuncisión de Paolo Finoglio del 1626, una Visión de san Bruno de en torno a 1625 de Simon Vouet, una Adoración de los magos de Battistello Caracciolo del 1626 y por último una Adoración de los pastores de Massimo Stanzione, también del 1626. ​ Sobre la puerta de entrada está el lienzo de la Disputa de Jesús en el Templo, datada en 1739 y obra de Francesco De Mura, mientras que en los pilares angulares de la pared frontal están representados San Juan Bautista y San Martín obispo, datados en torno a 1623 y obra también de Caracciolo. ​ De nuevo a Finoglio se deben las extraordinarias representaciones en las lunetas de las paredes laterales de los Diez grandes fundadores de las órdenes religiosas, que tienen el objetivo de trazar una historia del monacato, todas datables a 1625-1626. En sentido horario están representados, desde la izquierda: San Domingo, fundador de la orden dominicana; San Bernardo, artífice de la expansión de los cistercienses; San Bruno, quien reunió en Champmol el primer núcleo de cartujos; San Agustín, fundador de la orden agustiniana; el profeta Elías, en quien se inspiraron los carmelitas; San Benito, fundador de los benedictinos y padre del monacato occidental; San Basilio, padre del oriental y fundador de la regla de san Basilio; San Romualdo, fundador de los camaldulenses; San Francisco de Paula, creador la Orden de los Mínimos; y por último San Francisco de Asís, fundador de los franciscanos. Los asientos o estalos de madera datados en 1627 situados en las paredes laterales se atribuyen a la obra de Orazio Orio y Carlo Bruschetta. Desde una puerta a la derecha de la sala se accede al coro de los conversos, mientras que la puerta en la pared del fondo conduce al salón.
El coro de los conversos, unido a la tercera capilla de la derecha de la iglesia, que albergaba antiguamente a los monjes que no recitaban misa y que se ocupaban de prestar servicios en el interior del complejo, presenta en la parte inferior, a lo largo de las paredes, veintiséis estalos de madera del 1520 realizados por Giovanni Francesco d'Arezzo y Maestro Prospero. ​ El mobiliario estaba originalmente colocado en el coro de la iglesia, y posteriormente fue trasladado al coro de los conversos a principios del siglo XVII. En sus incrustaciones hay representaciones de los santos Hugo, Juan Bautista, Bruno y Jerónimo, Perspectivas paisajísticas, en las cuales se muestra el aspecto gótico originario de la cartuja, y Bodegones. En la franja superior de las paredes y en la bóveda hay frescos de Paisajes realizados entre 1638 y 1642 por Micco Spadaro, mientras que en una serie de nueve tapices falsos están representados los ciclos con las Historias de los cartujos y los Episodios del Antiguo y el Nuevo Testamento del mismo pintor. En el interior de la estancia hay por último un monumental lavabo de Cosimo Fanzago ejecutado en 1631 y un altar del siglo XVII sobre el cual está el retablo de Cesare Fracanzano de en torno a 1635 con San Miguel Arcángel.
Continuando desde la sala capitular, un pasadizo cuya bóveda está decorada con Historias de la infancia de Cristo y Virtudes de Bernardino Cesari y las paredes con los cuadros de la Flagelación de Cristo del mismo autor, la Predicación de san Juan Bautista en el desierto de Stanzione y la Visitación y la Presentación en el Templo de Flaminio Torelli, comunica con el salón, última habitación de este ala de la iglesia.
El salón era originalmente el espacio dedicado a la recepción de visitas exteriores a la cartuja. Los frescos tardo-manieristas de la bóveda y de las paredes son de Avanzino Nucci del 1596: en el centro del techo está el Descenso del Espíritu Santo, y en los registros superiores de las dos paredes frontales hay dos episodios sobre la Pesca milagrosa, la Resurrección y la Incredulidad de santo Tomás, a cuyos lados están representados Profetas. En las cuatro esquinas de las paredes hay frescos de Santos priores de la orden cartuja y a lo largo de las dos paredes laterales las Historias de la vida de san Bruno: la Petición del santo a san Hugo, obispo de Grenoble, de concederle una ermita, la Aparición del santo a Roger el Normando, Roger el Normando agradeciendo al santo en las campañas de Squilace, y por último San Bruno arrodillado delante de Urbano II. ​ Desde la pared frontal del salón se accede, bajando las escaleras que cortan transversalmente la salida, al claustro grande, y desde allí a las otras habitaciones del complejo religioso; subiendo estas mismas escaleras se llega a las plantas superiores de la cartuja. 

Refectorio, chiostrino y capilla de la Magdalena
El refectorio.
 

El refectorio fue añadido en las remodelaciones del siglo XVIII que modificaron el complejo y era utilizado por los monjes como lugar de reunión con ocasión de fiestas religiosas, interrumpiendo así su condición de «aislados». La arquitectura de esta gran habitación se debe a Nicola Tagliacozzi Canale, que en 1724 completó su construcción. ​ En la pared del fondo está el gran lienzo de Nicola Malinconico que representa las Bodas de Caná (1724), mientras que en las paredes laterales hay muebles del siglo XVIII; el pavimento de terracota y mayólica data del mismo siglo, al que pertenece también el sillón situado en la controfachada, que proviene de los depósitos de la iglesia de Sant'Agostino alla Zecca. ​
Al lado del refectorio está el pequeño claustro (chiostrino), que data de la segunda mitad del siglo XVI y fue remodelado en el curso del siglo XVIII también por Canale, que se ocupó en esta ocasión de reutilizar algunos mármoles trabajados precedentemente por Cosimo Fanzago. ​ El lavabo de mármol que decora una de las paredes fue iniciado por Fanzago y completado por Biagio Monte, y tiene de frente el busto en estuco de San Bruno, obra de Matteo Bottiglieri.
Desde el chiostrino, un pasillo conduce a la pequeña capilla de la Magdalena, decorada con trampantojos al fresco en las paredes y en la bóveda (en la que destaca la cúpula falsa) por Giovan Battista Natali en torno a 1725 y con un lienzo sobre el altar de Andrea Vaccaro que representa a la Magdalena (1636), considerada una de las mejores obras del pintor napolitano. 

Pasillo de Fanzago
Detrás de la iglesia de la cartuja, al lado del refectorio, se desarrolla el pasillo de Cosimo Fanzago, edificado durante las obras que dirigió el arquitecto bergamasco en el complejo en la primera mitad del siglo XVII. El pasillo, con forma de «L», une entre sí todas las habitaciones principales de la cartuja: la iglesia, el claustro de los procuradores, el claustro grande y el cuarto del prior. 

Claustros
El claustro grande de Dosio.
 

Los claustros de la cartuja de San Martino son dos: el claustro de los procuradores y el claustro grande.
El claustro de los procuradores fue diseñado a partir de 1590 por Giovanni Antonio Dosio, que quiso realizar un espacio marcado por la sucesión de las arcadas que alternan el mármol blanco y el piperno, piedra gris de origen vesubiano. En el centro hay un pozo también de piperno obra de Felice De Felice datable entre 1605 y 1608. ​ En las paredes del claustro hay epígrafes históricos, esculturas y escudos representativos de los barrios de la ciudad, trasladados a la cartuja durante la época del risanamento de Nápoles, momento en el que fueron eliminados de las calles.
El claustro grande fue proyectado también por Dosio sobre un preexistente claustro del siglo XIV; sin embargo, las obras fueron finalizadas posteriormente por Cosimo Fanzago. ​ El arquitecto bergamasco realizó las medias lesenas en las esquinas del deambulatorio, cinco de los siete bustos sobre las puertas angulares que caracterizan las paredes y la barandilla barroca del cementerio del siglo XIV de los monjes, decorada con cráneos y huesos. ​ En el orden superior del claustro hay ocho esculturas: el San Pablo y el San Juan Bautista de Giovan Battista Caccini, ambas del 1593, el Cristo resucitado de Michelangelo Naccherino, la Virgen de Giovan Battista Perasco y San Pedro, San Bruno, San Martín y la Magdalena, todas ellas de Fanzago. ​ En el centro, por último, hay un pozo de mármol esculpido por Dosio en el 1578. 

Cuarto del prior
El cuarto del prior era el típico espacio de una cartuja destinado a la residencia del prior. Algunas de las salas del apartamento, como el antiguo estudio o la capilla privada, conservan todavía en sus paredes o bóvedas las decoraciones al fresco de Micco Spadaro, que realizó escenas de Paisajes y Santos. Entre las salas mejor conservadas destacan las dos ocupadas por la antigua biblioteca de la cartuja, donde además de los frescos se encuentra también el pavimento original de mayólica del siglo XVIII. ​ La primera habitación, el vestíbulo, conserva el pavimento original de mayólica realizado por la fábrica de Giuseppe Massa, artista famoso por la ejecución de las mayólicas del claustro de las Clarisas de la Basílica de Santa Clara; en las paredes están pintados trampantojos al fresco, mientras que en el centro de la bóveda, decorada con chinerías realizadas en 1741, está el Triunfo de la Fe de Crescenzo Gamba. ​ En la segunda sala, correspondiente a la biblioteca propiamente dicha, hay un pavimento del 1771 de Leonardo Chiaiese decorado en mayólica con la representación de un reloj de sol de Rocco Bovi, y en la bóveda decoraciones con motivos orientales que enmarcan dos frescos centrales también de Gamba en las respectivas dos salas que componen la biblioteca y que se suceden entre sí: en la primera está San Martín en la gloria, y en la segunda San Bruno recibiendo la regla cartuja. ​
Otras salas del cuarto en las que antiguamente se exponía la colección de cuadros de la cartuja, cuyas obras fueron dispersadas posteriormente, primero tras la expulsión de los cartujos por parte de los franceses en 1806 y posteriormente tras la unificación italiana del 1861, se utilizaron para exponer la actual colección de cuadros y esculturas de escuela napolitana de los siglos XVII y XVIII antiguamente expuestos en el interior del complejo o pertenecientes a la antigua colección, que cuenta con obras pictóricas de Pacecco De Rosa, Andrea Vaccaro, Battistello Caracciolo, Micco Spadaro y Massimo Stanzione, además de esculturas y monumentos fúnebres de Pietro Bernini y Girolamo Santacroce. ​ Por último, algunas de estas habitaciones conservan todavía los frescos originales a lo largo de las paredes, como el oratorio del prior, donde están el Cristo muerto con un ángel de Spadaro y las Historias del Génesis y los Símbolos de Cristo, que se deben a un anónimo tardo manierista; las salas de la antigua colección de cuadros de la cartuja, donde hay Paisajes, un Bautismo de Cristo, las Historias de Salomón y una Vista de Nápoles con los fundadores de la cartuja Carlos de Calabria y Juana de Anjou; o la logia cubierta, donde hay Paisajes con santos ermitaños de Spadaro y Perspectivas falsas de Viviano Codazzi. ​ La logia que caracteriza una esquina del cuarto del prior permite admirar la vista de todo el golfo de Nápoles. ​ 

Farmacia
La farmacia se creó en torno al 1699 para ofrecer posibilidades curativas a los padres cartujos del complejo. La amplia sala, de forma rectangular, presenta una bóveda decorada al fresco con Putti alados, Virtudes y Alegorías y con un fresco en el centro de Paolo De Matteis que representa a San Bruno que intercede ante la Virgen por los enfermos. La sala está destinada actualmente a la exposición permanente de algunos jarrones históricos originales de la farmacia y de algunas piezas del Museo Nacional de San Martino, entre las que destaca el boceto del Cristo Velado de Antonio Corradini, que fue el punto de partida sobre el cual Giuseppe Sanmartino realizó su célebre escultura de la capilla Sansevero. 

Jardines colgantes
Vista de los jardines colgantes.
 

A través de una destacable escalera exterior a los apartamentos del prior obra de Cosimo Fanzago es posible acceder a los huertos de la cartuja, desde los cuales se puede disfrutar de nuevo del panorama del golfo de Nápoles. Además, en el muro de contención a lo largo del camino principal están indicadas las catorce estaciones del vía crucis.
Los jardines fueron restaurados en torno al 1970 y se caracterizan por el hecho de que están formados por varias terrazas o rellanos a diferente altura. Fueron construidos respetando el paisaje que los rodea y aprovechando completamente las potencialidades escenográficas, según la lógica del jardín barroco. La terraza superior es la más próxima al cuarto del prior y estaba destinada originalmente al cultivo de hierbas curativas para la farmacia de la cartuja; la terraza intermedia era el huerto del prior y está decorada con una pérgola del siglo XVIII; por último, las terrazas inferiores albergaban los viñedos de los monjes. 

Sótanos
Debajo de la cartuja se desarrollan los cimientos originales del siglo XIV excavados en la colina. Las habitaciones constituyen una notable obra de ingeniería​ y se caracterizan por largos pasillos sobre los cuales hay una sucesión de pilares y bóvedas de más de quince metros de altura que sostienen la cartuja y albergan unas ciento cincuenta obras entre epígrafes y esculturas de los siglos XIII al XVII. Entre las obras principales pertenecen al taller de Camaino la estatua femenina atribuida a la persona de María de Valois, la Virgen con el Niño en el trono y el Sarcófago de Beatrice del Balzo; son del siglo XVIII la Velada de Angelo Viva y la escultura de mármol del San Francisco en éxtasis, obra de Giuseppe Sanmartino. 

La Iglesia del Gesù Nuovo es una iglesia de Nápoles, situada en la Piazza del Gesù Nuovo, frente al Obelisco de la Inmaculada y a la Basílica de Santa Clara. Es una de las iglesias más importantes y grandes de la ciudad, y alberga una de las mayores colecciones de pintura y escultura barroca, en la que han trabajado algunos de los artistas más influyentes de la escuela napolitana. En su interior está custodiado el cuerpo de san Giuseppe Moscati, canonizado por el papa Juan Pablo II en el 1987.
Originalmente en la parcela de la iglesia estaba el Palazzo Sanseverino, proyectado por Novello da San Lucano y finalizado en 1470 por voluntad expresa de Roberto Sanseverino, príncipe de Salerno.
Tras convertirse en propietarios del palacio, los jesuitas encargaron la remodelación de todo el complejo a sus hermanos Giuseppe Valeriano y Pietro Provedi, quienes vaciaron completamente el suntuoso palacio, no conservando ni las espléndidas salas ni los jardines. Las únicas partes que se salvaron fueron la fachada almohadillada​ (readaptada a la iglesia) y el portal de mármol renacentista. Las obras fueron financiadas por la principal benefactora de los jesuitas de Nápoles, Isabella Feltria Della Rovere, princesa de Bisignano (por ser esposa de Niccolò Bernardino Sanseverino, último exponente de la rama de los Sanseverino príncipes de Bisignano). El nombre de la princesa, junto con el de Roberto I Sanseverino, es recordado en la inscripción encerrada en un cartucho de mármol presente en el arquitrabe del portal principal. El cartucho fue colocado en 1597, como indica la fecha que se encuentra en el fondo de la inscripción, que corresponde al año en el que la iglesia abrió al culto. La consagración se produjo el 7 de octubre de 1601. Aunque estaba dedicada a la Inmaculada, la nueva iglesia de los jesuitas fue llamada inmediatamente «del Gesù Nuovo» para distinguirla de la otra ya existente, convertida para la ocasión en «del Gesù Vecchio».
Entre 1629 y 1634 se erigió la primera cúpula de la iglesia. Las obras fueron dirigidas por el jesuita Agatio Stoia según los proyectos de Valeriano y Provedi y entre 1635 y 1636 Giovanni Lanfranco pintó los frescos de la cúpula, con un estupefaciente Paraíso admirado por todos. En 1639 la iglesia, a causa de un incendio, fue sometida a obras de restauración que fueron dirigidas por Cosimo Fanzago. En 1652 se encargó a Aniello Falcone que decorara con frescos la bóveda de la gran sacristía.
En 1688 un terremoto hizo que se derrumbara la cúpula y se dañaran los interiores. Entre 1693 y 1695 se procedió por tanto a la reconstrucción y finalización de la iglesia: la cúpula fue reconstruida por Arcangelo Guglielmelli. Además, en 1695, el portal original de mármol renacentista fue enriquecido con dos columnas, un frontón quebrado, cuatro ángeles y el escudo de la Compañía de Jesús. En 1717 se reforzó todo el complejo, según el proyecto de Ferdinando Fuga, con la erección de contrafuertes y arbotantes. ​ Paolo De Matteis pintó además en la cúpula reconstruida una Gloria de la Virgen, fresco que sin embargo hizo lamentar el perdido Paraíso de Lanfranco. En 1725 las obras del Gesù Nuovo se podían considerar concluidas.
En 1767, después de que los jesuitas fueran expulsados del Reino de Nápoles, la iglesia pasó a los franciscanos reformados, provenientes de los conventos de la Santa Croce y de la Trinità di Palazzo, ​ que dieron a la iglesia el nombre de Trinità Maggiore. ​ Los franciscanos, sin embargo, permanecieron poco tiempo allí por la incierta estática del edificio: en 1774, a causa de un segundo derrumbe parcial de la cúpula, esta fue demolida totalmente, mientras que la iglesia permaneció cerrada durante unos treinta años. En 1786 el ingeniero Ignazio di Nardo se dedicó a reconstruir la cubierta de la iglesia: la cúpula fue sustituida con una falsa cúpula aplastada (llamada scodella o «
escudilla») que actualmente se presenta pintada con un casetonado en perspectiva; por su parte, la cubierta de la nave de la iglesia se hizo con un techo a cerchas.
En 1804 los jesuitas fueron readmitidos en el reino, pero nuevamente expulsados durante la época francesa, entre 1806 y 1814. Tras la vuelta de los Borbones, en 1821 la iglesia volvió a las posesiones de la Compañía de Jesús. Sin embargo, en 1848 y 1860 los jesuitas fueron expulsados de nuevo. El 8 de diciembre de 1857 se terminó el altar mayor diseñado por el jesuita Ercole Giuseppe Grossi y la iglesia se dedicó a la Inmaculada Concepción. En 1900 la orden de los jesuitas pudo volver definitivamente.
La iglesia sufrió graves daños durante la Segunda Guerra Mundial a causa de los ataques aéreos. Durante uno de estos bombardeos, cayó una bomba sobre el techo de la nave central, milagrosamente sin explotar. Actualmente la bomba está expuesta en los locales contiguos a la nave derecha de la iglesia, dedicados a san Giuseppe Moscati. En 1975 la iglesia fue restaurada de nuevo bajo la dirección de Paolo Martuscelli; las obras fueron realizadas también por el padre jesuita Antonio Volino, que procedió entre otras cosas a la enésima reparación de la pseudocúpula.
El interior de la cúpula tal y como fue reconstruida en 1786.
 

Exterior
La fachada del Palazzo Sanseverino se convirtió en la fachada de la iglesia; esta se caracteriza por su particular almohadillado, compuesto por una especie de pequeñas pirámides que sobresalen hacia el exterior, utilizadas habitualmente en el renacimiento véneto. Estas pirámides presentan extrañas marcas grabadas por los cortadores de piedra napolitanos que dieron forma a la durísima piedra de piperno. La interpretación tradicional era que estas marcas caracterizaban a los diferentes equipos de trabajo en los que se dividían.
Detalle del portal tras las modificaciones barrocas.
 

También el portal de mármol es del Palazzo Sanseverino y data de principios del siglo XVI. Sin embargo, en 1695 los jesuitas realizaron algunas modificaciones en los finos bajorrelieves, en las ménsulas sobre las que se apoya el friso superior y en la cornisa: prolongando la cornisa del portal, añadieron a los lados dos columnas corintias de granito rojo, un frontón quebrado coronado por el escudo de la Compañía de Jesús (con dos querubines en el acto de sostener el escudo) y otros dos ángeles más grandes, uno a cada lado del frontón. Los ángeles y el frontón fueron realizados por Pietro y Bartolomeo Ghetti. El emblema de los jesuitas, colocado en el interior de un escudo oval, consiste en la cruz con el famoso monograma IHS del nombre de Jesús​ y, debajo de él, los tres clavos de la crucifixión de Cristo. Sobre las dos jambas del portal, al lado de los capiteles de las dos columnas, se colocaron los escudos de los Sanseverino y los Della Rovere que, en dimensiones mayores, están reproducidos también en la parte más alta del margen extremo derecho e izquierdo de la fachada, en las partes sin almohadillado, mientras que sobre el arquitrabe se añadió otro friso con cinco cabezas que sostienen cuatro guirnaldas de fruta. Desde cada cabeza se bifurcan cintas que forman curvas y volutas, mientras que las cuatro guirnaldas están coronadas por otros tantos emblemas, correspondientes también a los escudos de los Della Rovere y de los Sanseverino (en versión reducida), alternados por dos coronas (la cabeza central, desafortunadamente, se ha perdido completamente).
Las ventanas y las puertas menores fueron diseñadas por otro arquitecto jesuita, Provedi. Valeriano conservó solo la fachada almohadillada del palacio nobiliario, sacrificando el patio porticado, las ricas salas decoradas con frescos y los jardines. De hecho, aunque el almohadillado de la iglesia se presenta de particular belleza, no armoniza totalmente con el portal clásico. En consecuencia, la combinación de estos dos elementos determina un doble efecto arquitectónico: heterogéneo en el plano puramente formal, pero extremadamente original en el plano artístico. Los portales menores son del siglo XVI: la decoración de los batientes con láminas de metal fue realizada a caballo entre los siglos XVII y XVIII. 

El misterio de las marcas en el almohadillado
En el Renacimiento había en Nápoles algunos maestros de la piedra que se creía que eran capaces de cargarla de energía positiva para mantener alejadas las energías negativas. Las extrañas marcas que se reconocen en la fachada a los lados de las pirámides del almohadillado «a punta de diamante» (dispuestas de manera que pareciera que se repiten siguiendo un ritmo particular que dejara intuir una «clave» de lectura oculta) han dado lugar a una curiosa leyenda.
La leyenda afirma que quien hizo construir el palacio (que en este punto se debe suponer que fuera Roberto Sanseverino), quiso servirse durante su construcción de maestros del piperno que tenían conocimiento de secretos esotéricos, secretos transmitidos solo oralmente y bajo juramento de los maestros a los aprendices, capaces de cargar la piedra con energía positiva. Según la leyenda, las marcas misteriosas realizadas sobre las pirámides de la fachada tenían que ver con estos artes mágicos o conocimientos de alquimia: debían transmitir todas las fuerzas positivas y benévolas desde el exterior hacia el interior del palacio. Por impericia o malicia de los constructores, estas piedras marcadas no fueron colocadas correctamente, por lo que el efecto fue exactamente el opuesto: todo el magnetismo positivo era transmitido del interior hacia el exterior del edificio, atrayendo así todo tipo de desastres al lugar. Esta sería la razón por la que en el curso de los siglos se han producido tantas desgracias en esta zona: las confiscaciones de los bienes de los Sanseverino, la destrucción del palacio, el incendio de la iglesia, los repetidos derrumbes de la cúpula, las varias expulsiones de los jesuitas…
Sin embargo, en 2010 el historiador del arte Vincenzo De Pasquale y los musicólogos húngaros Csar Dors y Lòrànt Réz identificaron en las letras arameas grabadas en las pirámides las notas de una partitura que estaría constituida por la fachada de la iglesia, que debe leerse de derecha a izquierda y de abajo a arriba. Se trata de un concierto para instrumentos a plectro de una duración de casi tres cuartos de hora, al que los estudiosos que lo han descifrado han dado el nombre de Enigma. En este minucioso trabajo, al historiador del arte le fueron de ayuda los conocimientos matemáticos de Assunta Amato, los conocimientos arquitectónicos de Tullio Pojero y los conocimientos legales de Silvano Gravina. Esta interpretación ha sido puesta en duda por el estudioso de hermetismo y simbología esotérica Stanislao Scognamiglio, que ha sostenido que las marcas no son caracteres del alfabeto arameo, sino que pueden ser asimilables a los símbolos operativos de los laboratorios de alquimia en uso hasta el siglo XVIII.
Interior

1.     Capilla de los Santos Mártires

2.     Capilla de la Natividad

3.     Capilla de san Ignacio de Loyola

4.     Sacristía

5.     Capilla del Crucifijo y de san Ciro

6.     Capilla de san Francisco de Jerónimo

7.     Ábside

8.     Capilla del Sagrado Corazón

9.     Capilla de san Francisco de Borja

10.  Oratorio de san Giuseppe Moscati

11.  Capilla de san Francisco Javier

12.  Cúpula

13.  Capilla de la Visitación (o de san Giuseppe Moscati)

14.  Capilla de san Carlos Borromeo


Naves y presbiterio
El interior, rico en decoraciones de mármol realizadas por Fanzago en 1630, es a cruz griega con el brazo longitudinal ligeramente alargado. Presenta una cúpula en correspondencia con el centro del transepto y diez capillas laterales, cinco por lado, de las cuales dos están colocadas al lado del ábside, a lo largo de la pared presbiterial.
En la contrafachada hay frescos de Francesco Solimena de 1725 sobre la Expulsión de Eliodoro del templo (en la nave central) y de su escuela (en las naves laterales). ​ Las bóvedas de cañón fueron pintadas por Belisario Corenzio entre 1636 y 1638, y algunas de ellas repintadas posteriormente por Paolo De Matteis unos cincuenta años después a causa de los daños producidos por el terremoto del 1688, y representan a lo largo de la nave escenas sobre el Nombre de Jesús.
La nave central.

Altar Mayor

Imagen de los frescos del techo. 

La cúpula, reconstruida por Ignazio di Nardo y consolidada por una estructura de hormigón armado, presenta un casquete esférico con ventanas de luneta; las decoraciones de estuco retoman el motivo del casetonado mientras que en las pechinas de la falsa cúpula hay frescos de los cuatro evangelistas, restos del ciclo de principios del siglo XVII de Giovanni Lanfranco.
En la iglesia hay dos órganos, elevados respecto a la nave central, en la zona del ábside. Uno data de en torno a 1640 y es de Vincenzo Miraglia, pero no es utilizable. El otro, restaurado por Gustavo Zanin en 1989 reutilizando la caja barroca y parte del material fónico del precedente instrumento del siglo XVII, es obra de Pompeo de Franco. El instrumento, de transmisión mixta, mecánica para los teclados y electrónica para los registros y las combinaciones, tiene dos teclados de 61 notas cada uno y un pedalero de 32.
La tribuna está decorada con frescos de Massimo Stanzione, mientras que, realizada a caballo entre los siglos XVII y XVIII por Cosimo Fanzago, en la pared principal hay una estructura de mármoles policromos con seis columnas de alabastro en cuyo centro hay una hornacina que alberga la Virgen de 1859 de Antonio Busciolano con dos altorrelieves en los lados de la escuela de Domenico Antonio Vaccaro que representan a San Ignacio de Loyola y a San Francisco Javier, y debajo de ellos dos esculturas Busciolano que representan a San Pedro y a San Pablo. El grupo de ángeles que sostiene el globo sobre el que está colocada la Virgen data del siglo XVIII y es obra de artistas desconocidos. Finalmente, el altar mayor es una obra de mediados del siglo XIX proyectada por el jesuita Ercole Giuseppe Grossi y ejecutada por Raffaele Postiglione. 

Capillas de la nave izquierda
En la nave izquierda se abren en total cinco capillas: tres grandes capillas están a lo largo de la nave, una aún más grande corresponde a la parte terminal del transepto (después de la segunda capilla) y una última actúa como «ábside de la nave».
La primera capilla, de los Santos Mártires, presenta una decoración de mármol datable a la segunda década del siglo XVII realizada por Costantino Marasi, esculturas de 1613 de Girolamo D'Auria y Tommaso Montani que representan a San Esteban y a San Lorenzo, un retablo de Azzolino con la Virgen, el Niño y los Santos Mártires, y finalmente frescos de Corenzio de la primera década del siglo XVII.
La segunda capilla, dedicada a la Natividad (llamada también capilla Fornari, por el nombre de la persona que la encargó, Ferrante Fornari), está adornada con decoraciones pictóricas de Corenzio, que en 1601 decoró con frescos la cúpula y las bóvedas con historias sobre la Natividad de Cristo, David e Isaías, y con el retablo de Girolamo Imparato, que ejecutó en 1602 la escena de la Natividad. La capilla tiene en su fulcro artístico el grupo compuesto por once esculturas datadas en 1601. En la pared frontal están colocados abajo el San Andrés de Michelangelo Naccherino, a la izquierda, y el San Mateo y el Ángel de Pietro Bernini, a la derecha.
Arriba el altar está coronado por una decoración de mármol compuesta en los lados por dos figuras de santos de Tommaso Montani, San Genaro a la izquierda y San Nicolás a la derecha, y todavía más arriba por cinco Ángeles realizados por Francesco Cassano y Giovanni Maria Valentini y colocados a lo largo del tímpano, en cuyo centro está enmarcado un cuadro del siglo XVII de la Virgen con el Niño atribuido también a Imparato. También son de Cassano y Valentini, junto con Mario y Costantino Marasi, las decoraciones de mármol de la capilla y de la barandilla. En las paredes laterales, finalmente, están colocadas en lo alto las estatuas de San Juan Evangelista, a la derecha, realizada por Girolamo D'Auria, mientras que a la izquierda está el San Juan Bautista de la escuela de Naccherino.
La capilla de la Natividad (segunda capilla de la nave izquierda).

La capilla de san Ignacio de Loyola (transepto izquierdo). 

La capilla de san Ignacio de Loyola, fundador de los jesuitas, corresponde a la pared principal del transepto izquierdo: fue decorada por Cosimo Fanzago, Costantino Marasi y Andrea Lazzari en cuanto a arquitectura y mármoles, mientras que las estatuas de David y Jeremías a los lados del altar (1643-1654) fueron realizadas por el propio Fanzago. El retablo es de Paolo De Matteis con una Virgen con el Niño entre san Ignacio de Loyola y san Francisco Javier de 1715. Este retablo, proveniente de la iglesia de Monteoliveto de Tarento (antigua iglesia del Gesù y actual Santuario de la Madonna della Salute), sustituyó al retablo original de Girolamo Imparato, Visión de san Ignacio en La Storta, actualmente visible en la pared derecha de la capilla. En lo alto, en el centro y a la derecha del altar, están colocadas dos telas de Jusepe de Ribera que representan la Gloria de san Ignacio y el Papa Pablo III aprueba la regla de san Ignacio, ambas de 1643-1644. También en lo alto, a la izquierda de las telas de Ribera, hay una Virgen con el Niño y santa Ana, de desconocido pintor campano del siglo XVI, proveniente de la Iglesia de Sant'Aniello a Caponapoli (en lugar del original San Ignacio escribe el Libro de los Ejercicios Espirituales de Ribera, que fue destruido en los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial). En la pared izquierda se encuentra una Santísima Trinidad y Santos, atribuida a Agostino Beltrano (pero según otros obra de Guercino o de Battistello Caracciolo), originalmente en la capilla del Sagrado Corazón, en el lado derecho de la iglesia. En la bóveda y en los paneles que hay a los lados de la ventana superior se observan frescos de Corenzio sobre San Ignacio de Loyola. Una puerta a la derecha del altar conduce a la sacristía, decorada por muebles del siglo XVII, un altar y un lavabo de Dionisio Lazzari y decoraciones barrocas en estuco dorado sobre fondo blanco a lo largo de las paredes y la bóveda, con un fresco de 1652 de Aniello Falcone sobre San Miguel que arroja a los ángeles rebeldes en el centro de esta última.
La capilla del Crucifijo y de san Ciro, colocada en la pared presbiterial de fondo, fue diseñada por Dionisio Lazzari en 1659 y tiene frescos de Giovanni Battista Beinaschi del último cuarto del siglo XVII y un destacable grupo escultórico de madera de la segunda mitad del siglo XVI de Francesco Mollica que representa la escena de la Crucifixión de Cristo; el pavimento es de los hermanos Muzio y Giovan Battista Nauclerio. ​
La última capilla, de san Francisco de Jerónimo (o capilla Ravaschieri, por el nombre de la familia que lo encargó), que actúa como ábside de la nave izquierda, presenta mármoles dibujados por Giuseppe Bastelli, Domenico di Nardo, Donato Gallone y restos de frescos de Francesco Solimena. En el centro hay un grupo escultórico dedicado a San Francisco de Jerónimo realizado por Francesco Jerace, y en las dos paredes laterales hay dos grandes lipsanotecas de madera de Giovan Domenico Vinaccia que contienen más de setenta bustos relicarios. 

Capillas de la nave derecha
La nave derecha tiene el mismo esquema de la izquierda, con dos capillas laterales, la capilla del transepto y posteriormente las dos presbiteriales, una sobre la pared de fondo y otra al lado del ábside de la nave.
La primera capilla está dedicada a san Carlos Borromeo y presenta decoraciones de mármol de Costantino Marasi y Vitale Finelli, y dos esculturas de Fanzago sobre San Aspreno y San Aniello en las paredes laterales, quien ejecutó también los Ángeles en el tímpano de la pared principal en 1620, mientras que los frescos sobre el santo en la bóveda y el retablo son de Giovanni Bernardino Azzolino.
La segunda capilla (llamada también de la Visitación) está dedicada a san Giuseppe Moscati y conserva un cuadro sobre el altar de Massimo Stanzione sobre la Visitación, mientras que las decoraciones en mármoles policromos son de Fanzago. En la cúpula de la crujía delantera hay restos de frescos de Luca Giordano, mientras que los Ángeles en las hornacinas son de Andrea Falcone. 
La capilla de san Francisco Javier (transepto derecho).
 

La capilla de san Francisco Javier corresponde al altar del lado derecho del transepto: está adornada con cuadros de Luca Giordano y decoraciones de mármol de Giuliano Finelli, Donato Vannelli y Antonio Solaro, mientras que las esculturas son de Cosimo Fanzago. ​ Las telas de Luca Giordano sobre san Francisco Javier son: San Francisco Javier encuentra el Crucifijo en el mar, El santo cargado con las cruces y El santo bautizando a los indios, todas de entre 1690 y 1692, colocadas respectivamente a la izquierda, en el centro y a la derecha sobre el altar; hay además una Virgen del Rosario de Fabrizio Santafede en la pared de la derecha, y ciclos de frescos sobre San Francisco Javier de Corenzio y de De Matteis en la bóveda. Son de Fanzago las dos esculturas que representan a San Ambrosio y a Sant'Agostino, ambas datadas en 1621, situadas a los lados del altar, sobre el cual hay un San Francisco Javier en éxtasis de Azzolino. ​ Sobre la pared izquierda de la capilla está la tela La Virgen Niña con santa Ana, san José, san Joaquín, san Francisco de Gerónimo y san Ciro, de Ludovico Mazzanti, de 1720. A la izquierda del altar, además, una puerta da acceso al oratorio de san Giuseppe Moscati, donde se exponen algunos manuscritos del santo, fotografías históricas suyas, algunos rosarios y los antiguos muebles de las habitaciones del santo (dormitorio y estudio), donadas por la hermana del médico a la congregación de los jesuitas de Nápoles y reproducidas posteriormente en la iglesia.
Superado el transepto se abren las dos capillas presbiteriales de la nave derecha: la capilla de san Francisco de Borja, en la pared del fondo, y la del Sagrado Corazón, que actúa como ábside derecho de la iglesia. La capilla de san Francisco de Borja está enriquecida únicamente con obras del siglo XVIII, debido a que fue destruida después del terremoto de 1688: presenta frescos de Angelo Mozzillo y el retablo San Francisco de Borja en plegaria delante del Santísimo Sacramento de Sebastiano Conca, mientras que los mármoles fueron diseñados, también en el siglo XVIII, por Giuseppe Astarita. Por su parte, la capilla del Sagrado Corazón tiene frescos de Belisario Corenzio en la bóveda y en las paredes laterales con Historias de los ángeles datables en 1605 y mármoles de los hermanos Mario y Costantino Marasi de la misma época. 

Planta y alzado de Santa María Egiziaca (1651-1717)
Planta de cruz griega, parecida a Santa Agnese de Borromini en Roma y la cúpula podría asemejarse a la de Bernini para San Andrea al Quirinale y el pórtico convexo a otros modelos romanos. . Pero ya que daba importancia al eje principal, la centralización no es completa. De este modo trasladó al Alto Barroco un conflicto esencialmente manierista. Sus altas cúpulas producen una concentración nueva y decisiva. Sólo esta iglesia es una verdadera cruz griega y se separa por completo de los proyectos más tradicionales de otras iglesias.
También trabaja en la Cartuja de San Martín en la remodelación de su claustro. Parece que también intervino en el Monasterio de Monte Cassino.
En la población de Lecce, bajo soberanía española se da un Barroco más popular. Pese a su pequeño tamaño, puede vanagloriarse de poseer un gran número de estructuras monumentales que forman un conjunto francamente impresionante. El Barroco de Lecce produce una impresión de armonía estilística uniforme. La razón es evidente pues este estilo es mera decoración de superficies a menudo aplicada a los convencionalismos de construcción locales que en este apartado rincón de Italia, tuvieron una larga vida.
La extraña unión de lo que debería parecer incompatible está particularmente puesta en evidencia en la fachada de Santa Croce, llamada también Iglesia dei Celestini, que es la estructura más impresionante de Lecce, donde los elementos del románico apuliano están felizmente mezclados con una exuberante decoración barroca. Otro edificio excéntrico es la fachada de Achille Carducci de San Mateo, cubierta de arriba abajo con gradas.
Interior
 

Iglesia de San Carlo alle Mortelle es un templo católico de Nápoles, de estilo barroco, dedicada a san Carlos Borromeo. El nombre de Mortelle alude a la vegetación de mirto que crecía en el lugar hasta finales del siglo XVI o a la propiedad de la familia española Trojanis y Mortela.
La iglesia se comenzó a edificar en 1616 siguiendo las trazas del clérigo barnabita Giovanni Ambrogio Mazenta, quien tomó como modelo otros templos milaneses de su congregación, como la iglesia de San Alejandro in Zebedia, diseñada por el también barnabita Lorenzo Binago. Mazenta, ocupado en otras obras de la congregación, confió el proyecto al arquitecto napolitano Giovanni Cola di Franco, quien había levantado en la ciudad la iglesia de Santa Maria la Nova. A partir de 1621, fue Bartolomeo Picchiatti quien se encargó de la dirección de las obras y quien proyectó el colegio. Sin embargo, la edificación sufrió retrasos y en 1628 solo se había completado la sacristía y el presbiterio. Entre 1632 y 1638 se construyó parte del colegio, donde Antonio de Bellis pintó algunos frescos. La obra del colegio se concluyó finalmente en 1650.
En 1646 se redactó un proyecto que afectaba también a las partes ya construidas. Quedaban por completar el coro y el pórtico del claustro, pero durante el curso de los trabajos la planta fue modificada de nuevo y se redujo el presbiterio.
Tras la peste de 1656, que se llevó a numerosas personas (entre otras, al pintor Antonio de Bellis), la obra pasó a estar a cargo del arquitecto e ingeniero real Francesco Antonio Picchiatti, quien propuso reestructurar el colegio. Tras el terremoto de 1688 se restauró la iglesia y la sacristía y en 1696 se efectuaron nuevas labores en el presbiterio.
A principios del siglo XVIII está presente en las obras el arquitecto barnabita Marcello Zucca, quien completó la fachada de San Alejandro in Zebedia; en la iglesia napolitana realizó un rico altar.
A partir de la década de 1730 se inició la construcción de la fachada monumental, hasta entonces sin labrar. El proyecto fue de Enrico Pini, alumno de Ferdinando Sanfelice; en 1743 se completó el primer orden de la fachada, con decoración en estuco de Giuseppe Scarola y del escultor Domenico Catuogno; en las hornacinas que flanquean la puerta se pueden ver las estatuas de san Liborio y del beato Alesandro Sauli; sobre la puerta, la imagen de san Carlos Borromeo.
El segundo cuerpo de la fachada se realizó en la segunda mitad del siglo, seguramente con trazas de Luca Vecchione.
A mediados de siglo, en el intervalo entre la construcción del primer cuerpo de la fachada y el segundo, consta que trabajó en la iglesia Nicola Tagliacozzi Canale, quien realizó labores de consolidación del complejo: cerró el portal lateral y añadió los arcos entre la nave y el presbiterio, de tal modo que cambió radicalmente el plan originario del templo.
En el edificio situado a la derecha de la iglesia se levantaba el claustro y el colegio adyacente, donde se conservan frescos de Francesco Solimena. 

La basílica de la Santa Cruz es una iglesia situada en el centro histórico de Lecce, Italia, en la Via Umberto I. Junto al contiguo Convento dei Celestini constituye el ejemplo más destacable del barroco leccese. Tiene la categoría de basílica menor.
En el siglo XIV Gualterio VI de Brienne fundó un monasterio en la superficie de la actual basílica, pero no fue hasta después de mediados del siglo XVI cuando se decidió transformar la zona en una zona monumental. Para disponer del terreno necesario se requisaron casas y propiedades de los judíos, expulsados de la ciudad en 1510. Las obras para la construcción de la basílica se extendieron en dos siglos, el XVI y el XVII, y en ellas participaron los arquitectos más importantes de la ciudad de la época.
La primera fase de la construcción, que empezó en 1549 y terminó en 1582, consistió en la construcción de la parte inferior de la fachada, hasta el enorme balcón sostenido por atlantes que representan hombres y animales. La cúpula se completó en 1590. Según el historiador del arte Vincenzo Cazzato, en esta primera fase emergió la personalidad de Gabriele Riccardi. En la segunda fase de las obras, que empezó en 1606 y está marcada por el compromiso de Francesco Antonio Zimbalo, se añadieron a la fachada los tres portales decorados.
Para la finalización de la obra trabajaron sucesivamente Cesare Penna y Giuseppe Zimbalo. Al primero se le debe la construcción de la parte superior de la fachada y el magnífico rosetón (junto al cual está esculpida la fecha 1646), al segundo se le atribuye el frontón en la cima del edificio.
El diseño de la basílica fue muy criticado en el siglo XIX. La elaborada decoración de la fachada se consideraba ridícula y de mal gusto. En el siglo XX empezó un constante movimiento de revalorización y se publicaron numerosos estudios sobre el complejo simbolismo de la fachada. Actualmente, la basílica se considera una de las obras maestras de la arquitectura de la ciudad.
Los monjes celestinos administraron el convento y la basílica hasta la supresión de la orden en 1807. Posteriormente, la iglesia estuvo abandonada y el palacio anexo se convirtió en sede de oficinas públicas. Actualmente el Palazzo dei Celestini alberga las oficinas de la prefectura y de la Provincia de Lecce. La iglesia está confiada desde 1833 a la Arciconfraternita della Santissima Trinità. 

Exterior
En la fachada hay seis columnas de fuste liso que sostienen el entablamento y dividen el edificio en cinco zonas. El portal mayor, construido en 1606, tiene columnas corintias y expone las insignias de Felipe III de España, de María de Enghien y de Gualterio VI de Brienne. En las puertas laterales están los escudos de Apulia y de la Orden de los Celestinos. El entablamento está coronado por una sucesión de atlantes que representan figuras grotescas o animales fantásticos y alegóricos y que sostienen la barandilla, decorada por trece putti abrazados a los símbolos del poder temporal (la corona) y espiritual (la tiara).
El segundo orden de la fachada está dominado por el gran rosetón central de inspiración románica. Perfilado por hojas de laurel y bayas, presenta tres órdenes a bajorrelieve. El rosetón está marcado por dos columnas corintias, que separan la zona central de las laterales, en las que hay hornacinas con las estatuas de san Benito y del Papa Celestino V. A la izquierda del rosetón se aprecia el autorretrato de Antonio Zimbalo. En los extremos, cerrando el perfil del segundo orden, se erigen dos grandes estatuas femeninas, que simbolizan la Fe y la Fortaleza. El tímpano, con el triunfo de la cruz en el centro, cierra superiormente la fachada.
Según Maurizio Calvesi y Mario Manieri Elia el complejo programa decorativo de la fachada está conectado con la celebración de la victoria en la Batalla de Lepanto (1571), en la que las potencias occidentales vencieron al Imperio Otomano, con grandes beneficios comerciales para la Tierra de Otranto. Los atlantes vestidos de turcos aludirían a los prisioneros capturados por la flota veneciana durante la batalla: de hecho, la división del botín capturado al enemigo en la batalla de Lepanto se realizó en la Tierra de Otranto, cerca del santuario de Santa Maria di Leuca. Los animales representados bajo la barandilla podrían representar a las potencias cristianas aliadas: el dragón era el emblema de los Buoncompagni, familia a la que pertenecía el papa Gregorio XIII, el grifo simboliza Génova, Hércules al gran duque de Toscana...
Rosetón
 

Interior
El interior, con forma de cruz latina, estaba dividido originalmente en cinco naves, dos de las cuales fueron absorbidas posteriormente en capillas laterales añadidas en el siglo XVIII. Las bóvedas de las naves están sostenidas por dos órdenes de columnas, en total dieciocho: las dos primeras están adosadas al muro exterior, los cuatro últimos pares delimitan el transepto y el arco triunfal. La nave mayor está cubierta por un fastuoso techo de casetones de madera de nogal con partes doradas, mientras que las naves laterales están coronadas por bóvedas de arista. En el cruce de intersección de los dos brazos de la cruz se eleva una alta cúpula decorada con festoni de hojas de acanto, angelotes y motivos vegetales.
Interior de la basílica.
 

En el presbiterio, despojado con el paso de los siglos del coro de madera y del altar mayor original, se puede admirar el ábside polilobulado. El altar mayor actual, del siglo XVIII, fue retirado en 1956 de la iglesia de los santos Niccolò y Cataldo con ocasión del XV Congreso Eucarístico Nacional, celebrado en la ciudad ese año. Las paredes del ábside están decoradas con pinturas de la Adoración de los pastores, la Anunciación, la Visita de María a santa Isabel y El descanso en la huida a Egipto. A la izquierda del altar mayor está el monumento fúnebre a Mauro Leopardo, abad del convento de los Celestini.
En las naves se abren a cada lado siete profundas capillas, en cuyo interior se encuentran espléndidos altares ricamente decorados. En total, la iglesia contiene dieciséis altares barrocos. En la nave izquierda, desde la entrada, se suceden los altares dedicados a san Pedro Celestino, a la Inmaculada, a la Anunciación, a la Virgen del Carmen, a san Andrés Avellino, a santa Irene y a la Piedad. En el transepto izquierdo está el altar dedicado a san Francisco de Paula, obra maestra de Francesco Antonio Zimbalo, quien lo realizó entre 1614 y 1615, considerado por muchos estudiosos la máxima expresión de la escultura barroca en la Tierra de Otranto. En el transepto derecho están los altares de la Trinidad y el de la Santa Cruz, este último obra barroca de 1637 de Cesare Penna, encargada por el abad general de los celestinos Celso Amerighi. ​ En la nave derecha se abren seis capillas con los altares de la Aparición del Sagrado Corazón de Jesús a santa Margherita Alacoque, de sant'Oronzo, de san Felipe Neri, de san Miguel arcángel, de la Natividad y de san Antonio de Padua. En esta última capilla se conserva un fresco del siglo XVI de la Virgen de Constantinopla.

 

 

Próximo Capítulo: Capítulo 4 - Arquitectura barroca italiana - Barroco siciliano, veneciano, genovés

 

 

 

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