miércoles, 2 de diciembre de 2020

Capítulo 11 - Arquitectura barroca española - tercera parte

 

FERNANDO de CASAS NOVOA (Santiago de Compostela, ¿1670? - 25 de noviembre de 1750)
Nació en torno al año 1670 en una familia de clase baja. Comenzó con fray Gabriel de Casas a trabajar en el claustro del conjunto catedralicio de Lugo. A la muerte de su maestro, se encargó plenamente de la ejecución de las obras. Tiene un solo piso de altura considerable y está estructurado por pares de pilastras con decoración vegetal semejante a la de Domingo Antonio de Andrade.
En 1711, surge la oportunidad de su vida: es designado maestro de obras de la Catedral de Santiago de Compostela. Continúa las obras de Domingo de Andrade en la capilla del Pilar, donde busca originales efectos cromáticos y ornamentales. Como solución de empalme entre la fachada del claustro y el Tesoro, realiza el Esconce de las Platerías.
El arzobispo Monroy le encargó varias obras de su patrocinio: la iglesia de los dominicos de Betanzos y el colegio de las Huérfanas de Santiago de Compostela. Aquí destaca el campanario donde utiliza placas conforme al estilo de Simón Rodríguez. Monroy contrató también con él el conjunto conventual de las capuchinas de La Coruña. Obra en la que muestra una gran autocontención decorativa, según el espíritu franciscano. La iglesia del convento de Belvís, en Santiago de Compostela, sigue el mismo espíritu de sobriedad.
Pero el auténtico creativo de Casas Novoa brotará en la capilla de Nuestra Señora de los Ojos Grandes, en la catedral de Lugo. Cúpula sobre bóvedas de horno, arcadas que arrancan de los pilares, rica policromía donde mandan los dorados, volutas, variada iconografía... capilla y baldaquino constituyen conjuntamente una de las obras más destacables del barroco gallego.
Su ánimo inquieto y genial distaba de agotarse: iglesia de los monjes benedictinos del Monasterio de Villanueva de Lorenzana, en particular su fachada esbelta y elegante, anuncia que lo mejor está por llegar. Siguió con trabajos para la iglesia de los jesuitas en Coruña, la de San Andrés de Cedeira en Redondela y para la sacristía, claustro y la portada principal del colosal monasterio de San Martín Pinario. Maestro de obras de este cenobio, dejó para él un trabajo de primera magnitud: el retablo mayor bifronte de la iglesia benedictina. Esta realización, con los retablos laterales y los órganos de la misma iglesia constituyen un conjunto escénico y artístico de altísimo nivel. También en esta basílica diseñó la capilla de Nuestra Señora del Rosario.
Pero su obra maestra es la imponente y esbelta fachada del Obradoiro de la catedral compostelana. La profusión decorativa esencialmente geométrica y la estructura ascensional, el formato cóncavo, la solidez y la verticalidad, así como las membranas de vidrio como solución lumínica marcan un hito arquitectónico sin parangón. La iconografía basada en la figura del Apóstol Santiago, sus padres, su hermano y sus discípulos, así como la inspiración en un arco de triunfo clásico hacen de este conjunto la apoteosis del espíritu jacobeo.
Falleció el 25 de noviembre de 1750, poco antes de poder ver acabada su obra cumbre.
El antiguo monasterio de San Salvador de Villanueva se encuentra en la localidad de Lorenzana, del concejo de Villanueva, en el valle del río Masma, a pocos kilómetros de Mondoñedo. Se considera fundador del monasterio al conde Osorio Gutiérrez (el conde santo) que lo amplió, protegió y actuó como mecenas, sobre un pequeño cenobio apenas sin vida. El complejo arquitectónico fue cambiando a través de los siglos y las modas constructivas, de manera que el edificio último data del siglo xvii en estilo barroco. Es la actual sede del Ayuntamiento.
El principal mecenas e impulsor del monasterio fue el conde Osorio Gutiérrez, conocido como el conde santo. Este personaje altomedieval, perteneciente a la nobleza condal, recibió una herencia de su padre Gutierre Osóriz y de su tío Nuño Osóriz, que tenían amplias posesiones en la región gallega de Mondoñedo. Partió desde Tierra de Campos hasta la localidad de Lorenzana, donde se ocupó de dotar el monasterio con tierras y posesiones de su herencia. El 17 de junio de 969 se firmó la carta de fundación.​ El monasterio estaba bajo la observancia de la regla de San Benito. Cuando el conde enviudó ingresó en la comunidad de monjes de este monasterio. Siendo ya de edad avanzada viajó como peregrino a Tierra Santa de donde se dice que trajo su propio sarcófago. Al poco tiempo de su regreso, el conde Osorio murió y fue enterrado en este lugar. ​
En 1835 el monasterio sufrió las consecuencias de la desamortización de Mendizábal, desapareciendo el monasterio como tal y siendo desmantelada su biblioteca. Además, años más tarde, en 1878, hubo un importante incendio que destruyó gran parte del claustro mayor. En 1910 llegó al cenobio una comunidad de monjes que creó un priorato dependiente del monasterio de Samos. Estos nuevos huéspedes restauraron las partes abrasadas, retejando y embelleciendo el jardín del claustro. En 1942 la comunidad se disgregó, quedando el monasterio a disposición del obispado de Mondoñedo que lo dedicó a Seminario Menor Diocesano hasta 1970. Después se hizo cargo del complejo el Ayuntamiento, que tiene en él su sede.
En origen y en tiempos de su fundador el conde Osorio sería un pequeño cenobio que se iría trasformando con el tiempo, aunque de esas transformaciones no ha quedado ningún vestigio arquitectónico, ni del románico ni del gótico. Fue en el siglo xvii cuando se hicieron las mayores modificaciones.
Entre 1637 y 1650 tuvo lugar la construcción del claustro mayor obra de Juan de Villanueva. Consta de cinco arcos en cada panda, separados por pilastras dóricas. En 1644 el maestro de obras fray Benito Escobar contrató al maestro cantero Domingo de Castro para edificar los arcos, pilastras y antepechos del espacio conocido como el Mirador, correspondiente a una parte del monasterio desconocida en la actualidad. ​
Entre 1648 y 1650, figura en los libros como maestro principal de las obras que se vinieron haciendo, Francisco López Rosillo. Es en este tiempo cuando se hace la fachada en ángulo recto con la iglesia. La parte principal que sirve de entrada tiene dos cuerpos flanqueados por columnas que descansan sobre ménsulas muy sobresalientes. La puerta de acceso está limitada por un arco deprimido. El segundo cuerpo presenta un gran balcón con barandillas de hierro. El muro que rodea la puerta tiene decoración de almohadillado. Se remata el conjunto con un frontón barroco semicircular en cuyo centro puede verse un escudo que lleva las armas del conde Osorio.
A lo largo del ala de la fachada se abre una serie de ventanas separadas por pilastras adosadas que refuerzan el muro, rematadas por pináculos con forma de obelisco. En el interior del edificio se conserva la escalera que daba acceso desde la portería a la cámara abaical, biblioteca y otras dependencias.
Tiene dos claustros, el principal que es barroco y muy austero y el claustro menor donde se encuentra el Pozo do Santo. Se decía que sus aguas eran milagrosas y curativas y fue costumbre establecida por los peregrinos sacarla para beber o para llevarla consigo en algún recipiente. 

La iglesia
La iglesia que puede verse en estos tiempos se construyó en la etapa de esplendor del barroco, modificándose totalmente el edificio anterior; se inició en 1735 siguiendo las trazas del monje Juan Vázquez de Samos, que después alteró Fernando de Casas y Novoa, diseñando además la fachada y dirigiendo las obras de las naves hasta el crucero. ​Es de piedra de granito procedente de Burela. ​Se conoce el proceso de construcción gracias al manuscrito conservado en el propio monasterio, escrito por fray Benito Ponte. El edificio tiene planta de cruz latina, tres naves y cúpula sobre el crucero. La nave central es ancha y luminosa y en sus laterales se abren pequeñas capillas para el culto.
Fachada de la iglesia.
 

Se considera la fachada como un precedente de la fachada de la catedral de Santiago de Compostela. La portada es de tres cuerpos y a los lados se alzan las dos torres (la del lateral suroeste está sin terminar). El primer cuerpo tiene cuatro grandes columnas, dos a cada lado de la puerta. En los intercolumnios se hallan las esculturas de San Benito, Santa Escolástica, y Asunción sobre la puerta. En el segundo cuerpo, en un hueco limitado por columnas se ve la estatua del Salvador. El tercer cuerpo lo ocupa una ventana rectangular con frontón curvo y columnas a los lados. Sobre el tercer cuerpo se levanta el remate que consta de una hornacina donde se guarda la imagen del conde santo vestido de peregrino palmero. ​ Por encima hay un frontón curvo y sobre él, la imagen de la Fe.
La sacristía contiene un magnífico relicario, obra del siglo xvii, con bustos en madera policromada representando cada uno a un santo y conteniendo en su interior la reliquia correspondiente. 

Fachada del Obradoiro
De estilo barroco, la Fachada del Obradoiro la preside Santiago Peregrino entre sus dos torres de 74 metros, la de la Carraca a la izquierda y la de las Campanas a la derecha. Su nombre proviene de la presencia de talleres (obradoiros en Gallego) de canteros que durante la construcción de la Catedral se situaban a sus pies. Substituyendo a la original románica, en el año 1.738 comienza su construcción, que finaliza en el 1.750.

La Fachada Occidental Maetana anterior a la actual Fachada del Obradoiro
Antes de que en 1738 se comenzarse a construir la actual Fachada del Obradoiro de Fernando Casas, la Catedral de Santiago tenía una fachada en su parte occidental.
La extendida idea de que esta fachada occidental medieval era el propio Pórtico de la Gloria es errónea, aunque sí que formaba parte de ella.
En 1168 cuando el rey Fernando II visita la ciudad las obras de construcción de la Catedral, que se habían iniciado en 1075, estaban paradas por falta de recursos. En esta visita el rey Fernando II firma un contrato con el Maestro Mateo para finalizar las obras e impone duras penas para los que intenten obstaculizarlas.
Cuando Mateo aborda la construcción de la Fachada Occidental el declive del terreno era tan acusado que el relleno de tierra era impensable. Mateo dio con la solución construyendo una cripta que soportaría el peso de los pies de las naves, del Pórtico de la Gloria y de la propia fachada y logia exterior.
La cripta sería también el novedoso acceso occidental de la catedral, desde el interior de la cual dos estrechas escaleras nos conducirían a las naves. Parece ser que esta fachada solo tenía ante sus arcos una especie de terraza sin acceso desde el exterior.
En el año 1606 Ginés Martínez construye las escaleras que hoy conocemos e intenta corregir la inclinación de la Torre de las Campanas levantando un primer estribo. Los arcos de la fachada, tanto los laterales como el central, no tenían puertas. La catedral estaba abierta día y noche para fieles y peregrinos.
En el siglo XVI se alteró la parte central inferior de la Fachada. Fue para colocar unas puertas, debido a los incidentes que se sucedían por las noches en el interior de la Catedral.
Esta fachada disponía de dos torres románicas de distinta altura, una portada dedicada a la transfiguración de Cristo con un gran rosetón central para cuyo mantenimiento se accedía a través de un estrecho pasillo a través de la tribuna.
La zona a los pies de esta fachada se fue adecentando muy lentamente: 1521 – 1614 nuevo claustro de la Catedral, 1501 Hospital Real. Sería la futura Plaza del Obradoiro.
De la fachada medieval sólo conservamos algunos restos arqueológicos y dibujos realizados por el canónigo Vega y Verdugo a mediados del siglo XVII, cuando ya había sufrido transformaciones.
El mal estado de conservación de la fachada medieval y especialmente de una de las torres presentaba en el siglo XVIII, así como el deseo del Cabildo catedralicio de potenciar la presencia de Santiago el Mayor como testimonio de la importancia de la sede apostólica y del propio Capítulo, hicieron que se le encargase una nueva a Fernando de Casas Novoa.
Fernando de Casas presentó su proyecto de la nueva fachada del Obradoiro con un dibujo que todavía se conserva en el Archivo catedralicio, y aquel mismo año empezaron las obras.
Su proyecto fue respetado en la construcción de la fachada, con pequeñas modificaciones que apenas se desvían de lo principal. Fernando casas falleció unos meses antes de concluir la obra en 1750.
El autor concibió para la fachada un gran tríptico pétreo, que se eleva sobre la plaza con fuerte sentido ascendente. Para ello aprovechó parte de la vieja fachada medieval, sobre la que se asentó el telón barroco de la nueva, e incrementó la altura con nuevos tramos sobre los prismas medievales. Iguala la altura de las dos torres y entre ellas construye una fachada barroca con una espectacular combinación de granito y vidrio.
En lo alto de la fachada del Obradoiro dispuso la imagen de Santiago el Mayor con atuendo de peregrino, ángeles con la cruz de Santiago a sus lados y los reyes de españoles arrodillados a sus pies.
Más abajo la tumba del apóstol Santiago rodeado de sus discípulos Santiago, Teodoro y Atanasio. Como resultado tenemos un cuerpo central envuelto por dos torres de igual altura, la de las Campanas a la derecha y la Carraca a la Izquierda.
El cuerpo central está dividido en dos niveles y es rematado por una estructura que crea un efecto de verticalidad. Unas impresionantes columnas de fuste estriado y orden corintio sobresalen del conjunto creando un gran dinamismo. En la parte intermedia del centro nos encontramos dos ventanas.
La Torre de las Campanas, dispone de siete campanas monumentales además de otras siete campanas más pequeñas que forman el campanil. Cada una de estas campanas tiene una función relacionada con cada momento de la liturgia y el día. La más grande de estas campanas, de Santiago o mayor, tiene un diámetro de 2,11 metros y un peso de 3.500 Kg. Las seis restantes campanas se denominan: San Luis, Ánimas, Prima Salomé, Fogo, Prima Bárbara y Vacante.
La Torre de la Carraca tiene en su parte superior un dispositivo de madera y metal en forma de aspa que cuando se gira produce un ruido triste y seco. Su fúnebre sonido era utilizado el Viernes Santo, cuando no se podían tocar las campanas.
Las imágenes principales de las torres son la de Salomé en la Torre de las Campanas y Zebedeo en la de la Carraca, padres de los apóstoles Santiago y Juan el Evangelista.
                          Imágenes de Santa Salomé, y, abajo, Santiago Alfeo y Santa Bárbara en la torre de las campanas.

A la altura de la balconada podemos ver a San Juan y Santa Susana en la de la Carraca y Santa Bárbara y Santiago Alfeo en la de las Campanas.
En ambas torres se pueden observar obeliscos, pirámides, cilindros, volutas y escudos y otras figuras geométricas. Quizás en su época policromadas.

Torre de las Campanas
La fachada Occidental, la que daba a la Plaza de la Trinidad, es decir, a la Plaza del Obradoiro, fue complicándose, ampliándose y rodeándose de nuevas edificaciones. Por el lado sur, el nuevo claustro trazado por Juan de Álava y rematado por Gil de Hontañón estaba terminado desde 1590, pero al exterior nada parecía indicar que tras los muros exista un claustro plateresco.
Juan de Herrera, quien nada tiene que ver con el arquitecto de El Escorial, y Gaspar de Arce lo revistieron al exterior a finales del XVI. Pero la característica galería superior la debemos a Jácome Fernández, ya en 1614.
Del mismo arquitecto es la Torre de la Vela, imitando en su escalonamiento a la del Tesoro. Tras un incendio en el siglo XVIII que afectó a esta parte del claustro, Lucas Caaveiro da a todo el conjunto un aspecto barroco cuya horizontalidad queda rota por la imponente fachada vertical del Obradoiro.
                           
                                 Torre de la Vela sobre el cierre del Claustro
 

En el siglo XVI, siendo aún románica, presentaba una nueva puerta de doble vano. Entrando en el XVII, la nueva escalinata fue obra de Ginés Martínez. Este mismo maestro colocó un estribo al lado sur de la fachada para reforzar una de las torres, que es conocido en la documentación antigua como “estribo de Nuestra Señora la Blanca”, por acoger una pequeña capilla que, con esta advocación, miraba hacia las puertas de la basílica.
La torre en cuestión, la Torre de las Campanas, siempre ha dado problemas de estabilidad, por lo que fue preciso reforzarla. Si se mira atentamente se puede apreciar una ligera inclinación en ella.
Desde los soportales del Palacio de Rajoy se aprecia a simple vista la leve inclinación de la Torre de las Campanas, debido a problemas de cimentación.
Las obras en este lado de la fachada del Obradoiro continuaron. Vega y Verdugo nos muestra a mediados del XVII cómo ambas torres debían quedar, según su plan, igualadas en altura y rematadas por capiteles. Encargó la reforma a Peña de Toro, quien colocaría en un primer momento la balaustrada en la parte superior. Añadiría además un cuerpo a la torre medieval para acoger las campanas terminado en 1668, y decora con pilastras el primer cuerpo románico de la torre.
Pero el aspecto definitivo y actual de la torre de las campanas lo debemos a quien firma el conjunto de la fachada barroca actual, Fernando de Casas. Sabemos que a partir de 1720 se llevan a cabo nuevas obras, sobre todo en su remate y decoración.
La caída de un rayo en 1729 hizo que la obra tuviera que proseguir hasta 1732, año en que ya estaba colocado el capulín superior, la voluminosa decoración de volutas, rocallas, balaustradas, pináculos y “bellotas” de piedra, y hasta la aguja y cruz de bronce que coronan el conjunto.
Así pues, las historias de las torres de la fachada occidental de la catedral no van siempre parejas, ni entre ellas ni en relación con el cuerpo central que flanquean. Como vemos, la torre de las campanas se empezó y remató antes que la del lado norte y que la fachada.
Así pues, cabe imaginarse una catedral que por su lado principal tenía una torre más alta de estilo barroco al sur, un cierre de claustro de líneas renacentistas, pero decoración final barroca y una monumental escalinata del XVII. Además, una torre de la carraca y cuerpo central aún románicos, pero con puertas renacentistas.
Sin embargo, esta imagen pronto cambiaría para dejar paso a la homogénea y monumental catedral que hoy día es conocida en todo el mundo. 

Torre de la Carraca
El lado norte de la plaza del Obradoiro ya estaba cerrado por el nuevo Hospital Real de peregrinos, fundado por los Reyes Católicos y magistralmente trazado por Enrique Egás en 1501.
Su fachada, en un estilo tan preciosista que se daría en llamar “plateresco”, la firmaron Martín de Blas y Guillén Colás.
De nuevo, pese a las reformas que Ginés Martínez realizó para añadir una escalera y un estribo en la torre de las campanas, contrastaba la vetusta fachada medieval de la catedral con la misma torre de las campanas que Peña de Toro modernizó con el barroco en el último tercio del XVII.
La otra, llamada Torre de la Carraca, aún era el cubo medieval original. Más baja que la “nueva” de las campanas, ya Vega y Verdugo tenía en mente igualarlas en altura, aunque habría que posponer el proyecto hasta el siglo XVIII.
El 1738 Fernando de Casas se puso al frente de las obras del “espejo” central de la fachada, y también se encargó de igualar la torre de la Carraca con su gemela de las campanas. Iniciada la construcción en 1749 y terminada en 1751, López Ferreiro identificó la torre de la Carraca con la denominada torre del Gallo.
En ésta ya se había intervenido en 1687, muy probablemente para asemejarla en lo posible a la de las Campanas, en la que Peña de Toro estaba ya interviniendo por esas mismas fechas. Casas añadió un falso estribo como el de Ginés Martínez bajo la torre de las Campanas, mientras que las pilastras acentúan la verticalidad y dirigen la mirada hacia los nuevos cuerpos superiores. En ellos, la apoteosis barroca.
Influido incluso por las arquitecturas efímeras festivas, como la imaginada por Fernando de la Torre Farfán para el Triunfo de San Fernando, el barroco llega aquí a su máxima expresión.
El resultado es una torre gemela a la de las campanas, con un escalonamiento en altura de los cuerpos, separando balaustradas y pináculos como los que Peña de Toro trazó para la fachada de la Quintana.
El capulín superior y la imagen general, al final, hacen que todo el conjunto de las torres establezca perfecta sintonía con la Torre del Reloj, trazada ésta en siglo XVII por Domingo de Andrade, antecesor de Fernando de Casas como de Maestro de Obras de la catedral de Santiago.
Hay otra analogía entre las torres de la fachada del Obradoiro y la del Reloj. Ambas “ascienden” hacia el barroco a partir de un cuerpo inferior medieval, que sin embargo pasa perfectamente desapercibido en ambos casos.
El primer cuerpo de las tres es claramente románico en el Obradoiro y gótico en el Reloj, pero solo un ojo minucioso podría reparar en ello.
Más fácil es apreciarlo cuando, desde las cubiertas de la catedral, se ven desde detrás las torres del Obradoiro y vemos unos arcos ciegos de medio punto animados con un taqueado, además de capiteles de decoración vegetal. Son elementos que encontramos por doquier en la fábrica románica del templo.
Torre de la Carraca desde los tejados de la Catedral
 

Lo que de verdad diferencia a la Torre de la Carraca de su “gemela” de las Campanas es precisamente la razón de sus nombres. Si bien en la segunda encontramos el típico juego de campanas que con su tañir solemnizan las celebraciones litúrgicas – mientras que las campanas de la Torre del Reloj tan solo funcionan unidas a ésta para dar las horas y los cuartos –, la de la Carraca alberga en su parte superior un dispositivo en forma de “aspa” de madera y metal.
Unas tablillas son golpeadas cuando se gira el aspa con una manivela, produciendo un ruido seco y “triste”. Es la “carraca”, cuyo “fúnebre” sonido se utilizaba en la solemnidad de Viernes Santo, cuando se conmemora la Pasión de Cristo. También hoy día podemos escucharlo gracias a una reciente restauración y reposición del elemento principal. 

FRANCISCO HURTADO IZQUIERDO (Lucena, 6 de febrero de 1669-Priego de Córdoba, 30 de junio 1725).
Fue uno de los artistas más destacados del barroco español. Fue maestro mayor de las catedrales de Córdoba y Granada y el autor de obras tan emblemáticas como los sagrarios de las cartujas de Granada y de El Paular (Rascafría). Renovó el lenguaje arquitectónico y ornamental del barroco cordobés y granadino. En sus edificios se hace patente el gusto por las plantas centrales, en las que hace gala de su dominio en la combinación de mármoles embutidos y yeserías, que tapizan los muros y descomponen la luz natural, generando ambientes ilusorios y vibrantes. Su soporte predilecto es la columna salomónica, aunque también empleó alternativamente la columna corintia y, andando en el tiempo, el estípite. Como arquitecto de retablos, se caracteriza por un particular uso de la hoja de acanto, carnosa y muy rizada, y del lenguaje de placas recortadas superpuestas que, retomando la cultura arquitectónica de Alonso Cano, da origen al llamado «barroco prismático» que caracterizó la arquitectura dieciochesca de Andalucía central y oriental.
Hijo de Diego Hurtado Izquierdo e Isabel de Hermosilla, Francisco Hurtado nació en Lucena el 6 de febrero de 1669. Aunque por línea paterna pudo aprender el oficio de la albañilería, su primera formación correría a cargo de los maestros locales de su ciudad natal, como el polifacético presbítero Leonardo Antonio Hurtado de Castro y los arquitectos Juan Trujillo Moreno y Alberto de Guzmán. Del primero tomaría el gusto por la columna salomónica y la pericia en el uso de los mármoles en retablos y portadas, en una zona tan rica en canteras como la Subbética cordobesa; con Juan Trujillo tomaría contacto con los planes centrales y las plantas curvas y elípticas, colaborando probablemente junto a él y el citado Alberto de Guzmán, en la construcción de la iglesia del convento de agustinas recoletas de San Martín en Lucena.
En 1695 trazó el retablo mayor de la iglesia del convento de San Pedro de Alcántara, de franciscanos alcantarinos, en Córdoba. Este retablo sería ejecutado en mármoles por los canteros Juan Rodríguez Navajas y Toribio de Bada. En 1696 contrató junto con Juan Leiva la construcción del tercer cuerpo del retablo mayor de la iglesia de San Lorenzo, que había sido comenzado años atrás por Melchor de Aguirre.
Las modestas perspectivas profesionales que en Lucena podía encontrar y estos primeros trabajos en Córdoba, impulsaron a Francisco Hurtado a trasladarse a la capital, donde fue escalando posiciones. En Córdoba encontró la protección del cardenal Pedro de Salazar y Góngora, obispo de la diócesis, quien lo puso al frente de todas las obras de su mecenazgo. En primer lugar, el 17 de marzo de 1697 fue nombrado maestro mayor de la catedral. Entre dicho año y 1703, se encargó de levantar una nueva sacristía para la mezquita-catedral. En la sacristía Hurtado se distancia de la tradición de disponer longitudinalmente el espacio, y elige una original planta octogonal. A este octógono añade una cripta y dos espacios anejos para relicario y tesoro. La sacristía se ilumina a través de los ocho ventanales que horadan el tambor. El elegante contraste cromático de los mármoles del zócalo y las yeserías carnosas, que se derraman por la cúpula y los muros, se complementa con las pinturas de Antonio Palomino y las esculturas de José de Mora en los machones. El espacio es comúnmente conocido como la <<capilla del cardenal Salazar>>, ya que además de sacristía sirvió de capilla panteón del obispo, que mandó construir su tumba en mármoles, inspirándose en la realizada por Bernini para el papa Alejandro VII en San Pedro del Vaticano.
También bajo el mecenazgo del obispo, Hurtado Izquierdo levantó el Hospital del cardenal Salazar a partir de 1701, actualmente Facultad de Filosofía y Letras. Desde la capital atendería algunos encargos para la ciudad y provincia, como la villa de Priego de Córdoba. Para ella realizó los retablos de la iglesia de San Pedro Alcántara. También en Priego se unió en matrimonio con Mariana de Gámiz y Escobar, el 9 de febrero de 1699.
Con la sacristía de la catedral de Córdoba acabada en lo esencial, el arquitecto lucentino recibió en 1704 una oferta para trabajar en Granada. Una vez acabada la fachada de la catedral granadina, llegaba el turno de levantar una nueva iglesia del Sagrario. Por instigación del arzobispo Martín de Ascargorta, también cordobés de origen, Francisco Hurtado Izquierdo fue nombrado maestro mayor de la catedral de Granada en 1704. Su tarea fundamental fue la de demoler los restos de la antigua mezquita aljama, que aún seguía en pie funcionando como parroquia del Sagrario, para construir un original edificio de planta de cruz griega que la sustituyera. En el interior, el empleo de la doble columnata para solventar la altura y las semicolumnas adosadas a los pilares, traen al recuerdo las soluciones de Diego de Siloe en la catedral. La elección de un lenguaje tan clasicista da cuenta de la pluralidad de registros de Hurtado Izquierdo y de la pervivencia del clasicismo durante el barroco. No obstante, en este caso conviene señalar que el templo fue terminado por José de Bada quien, entre otros cambios, introdujo una portada de columnas corintias en sustitución de las salomónicas, que fueron destinadas al palacio de Bibataubín.
Siempre bajo el mecenazgo del munificente Ascargorta, trazó en 1707 el retablo de Santiago para la catedral. En él incorpora esculturas y pinturas preexistentes, juega con el lenguaje de placas heredado de Alonso Cano e introduce unos medios estípites, los primeros en la arquitectura de retablos de la ciudad. También en 1713, el cabildo le encargó la ejecución de los dos púlpitos para la catedral, bajo traza florentina y con probable colaboración del escultor sevillano Pedro Duque Cornejo.
De este período, su obras más destacada y, quizás su obra cumbre, es la construcción del Sancta Sanctorum o sagrario de la Cartuja. En este monasterio, lugar de retiro habitual del arzobispo, se venía construyendo desde comienzos del siglo XVIII un sagrario o camarín para la Eucaristía. Sin embargo, en 1709, con la llegada de Fray Francisco de Bustamante como prior de la misma, se decidió encomendar la dirección de las obras a Francisco Hurtado Izquierdo, quien se ocupó de su finalización y decoración hasta 1720. El arquitecto afianzó parte del espacio construido con la construcción de dos capillas u oratorios laterales en 1713 y dispuso pares de columnas en los ángulos. El sagrario consta de una sencilla planta cuadrangular cubierta por una cúpula sobre pechinas. Por tanto, su efecto sorprendente y deslumbrante se debe a un inteligente uso del contraluz, el empleo de complicados diseños en los mármoles de su solería y paramentos, las doradas yeserías y la integración de las artes plásticas en el conjunto. Los frescos de la cúpula y las pechinas, así como los lienzos, se deben al erudito pintor cordobés Antonio Palomino, mientras que las esculturas en madera policromada fueron talladas por los grandes maestros de la escultura granadina y sevillana: José de Mora, José Risueño y Pedro Duque Cornejo. En el centro se levantó un monumental tabernáculo de mármoles rojos y negros, de las canteras cordobesas de Cabra y Luque, que cobijaba una original custodia de plata y cristal, cuyo fulgor podía ser visto desde los pies de la iglesia. Esta custodia fue robada durante la invasión francesa en la Guerra de la Independencia. El sagrario de la cartuja destaca, además de por su enorme calidad técnica, por narrar uno de los ciclos alegóricos más complejos y herméticos del barroco español, destinado a ensalzar el modo de vida cartujano y su devoción eucarística.
En el mismo año en que se daba licencia para la construcción de los oratorios del sagrario (1713), también se autorizaba la construcción de una sacristía para el monasterio, para la que Hurtado elaboró un diseño. Sin embargo, la carestía económica retrasó la construcción de la sacristía hasta 1730, cuando el arquitecto ya llevaba muerto cinco años. De este modo, resulta difícil discernir si el actual recinto -uno de los más sorprendentes y afamados del barroco español- fue el que trazó Hurtado o fue sucesivamente alterado por los diferentes maestros que en él trabajaron.
En estos años, se asiste al progresivo reconocimiento social del artista, que además de ser maestro mayor de dos de las más importantes catedrales andaluzas, es nombrado ingeniero militar, en el grado de capitán, y, desde 1713, administrador de las Alcabalas, Propios y Arbitrios (un impuesto que gravaba el comercio para tributar a la Corona) en Priego, gracias a la intervención de los cartujos. Este nombramiento supuso su traslado de residencia desde Granada a Priego, de modo que el encargo de los púlpitos comenzó a dilatarse en el tiempo y exceder los plazos fijados. A esta circunstancia se añade la excesiva libertad que Hurtado tuvo para seguir el diseño florentino para la ejecución de los mismos. El resultado final disgustó al cabildo catedralicio, que en 1716 decidió relevarlo como maestro mayor, nombrando para su sustitución al también lucentino José de Bada y Navajas.
Aunque ocupado en el oficio de alcabalero, desde Priego Hurtado continuó atendiendo los encargos que tenía iniciados en Granada (los púlpitos y el sagrario de la cartuja) y se hizo cargo de otros nuevos. Esta circunstancia daría lugar al nacimiento en Priego de una fecunda escuela de arquitectos, tallistas y yeseros durante el siglo XVIII. En la villa nacieron varios de sus hijos: María Antonia (1715), Francisco (1717) y Antonio (1718).
Tan satisfecha estaba la comunidad cartujana con el aspecto que comenzaba a ofrecer el sagrario de la cartuja de Granada que, antes de su finalización, la casa madre de los cartujos decidió contratar uno similar para su monasterio en El Paular (Rascafría). Para tal efecto, Hurtado Izquierdo elaboró su traza en 1718, a la que dieron vida él y sus colaboradores. A su muerte en 1725, se hizo cargo de la culminación del proyecto el más avezado de sus discípulos: Teodosio Sánchez de Rueda.
En el sagrario de El Paular, Hurtado estuvo al cargo de la obra desde el comienzo y pudo diseñar un espacio de mayor complejidad en planta, organizado en dos espacios: el sagrario en sí mismo y otro edificio tras él, el transparente. De nuevo concurrieron Antonio Palomino en lo pictórico y Pedro Duque Cornejo en lo escultórico, quien ejecutó más de una quincena de santos para sus nichos, además de la pléyade de ángeles que ornamentan el tabernáculo de mármoles. El interior de este tabernáculo lo ocupaba una impresionante custodia de plata, obra de plateros cordobeses, también perdida como la de Granada. 

Sagrario de la cartuja de Granada
El aumento de la devoción eucarística con la contrarreforma y, especialmente, en las comunidades cartujas españolas, que ya tenían tradición con anterioridad, tuvo como resultado la incorporación de ámbitos detrás del ábside de la iglesia, sin formar cuerpo con ella, destinados a colocar al Santísimo después de distribuirlo en la comunión a los legos, pues los sacerdotes, oficiantes de misa, comulgaban en privado, conformándose como sancta santorum, recintos de devoción íntima de los cartujos.
En este sentido, el sagrario de la cartuja de Granada quizá sea el más espectacular de estos ejemplos, levantado entre 1704 y 1720 como un prodigio en el que Francisco Hurtado Izquierdo parece querer aplicar el “bel composto”, la idea desarrollada por Bernini en Roma de unir arquitectura, escultura y pintura para que todas conformaran una hermosa mezcla, pero con una peculiar forma de interpretación, adaptándola a la sensibilidad artística peninsular, distinta a la italiana, con un abuso de lo ornamental ausente en las obras berninianas.
A ambos lados del sagrario y con acceso desde las puertas que flanquean el presbiterio de la iglesia hay sendas capillas laterales aprobadas en 1713 pero acabadas, probablemente, después de la muerte de Hurtado. Posiblemente previstas dentro del proyecto general, cuentan con óculos casi a ras de tierra que comunican con el sagrario y desde los que los monjes podían adorar de cerca al Santísimo depositado en el tabernáculo sin necesidad de entrar en el sancta santorum. Presentan retablos con reliquias y espejos incrustados que enmarcan las tallas de la Magdalena y la Inmaculada Concepción del taller de Duque Cornejo, con cuadros de la Huida a Egipto y un Crucificado de Sánchez Cotán.
Sección del sagrario
 

El sagrario en sí es de planta cuadrada y cubierto con cúpula hemiesférica sobre pechinas y Hurtado Izquierdo contó con la colaboración de los escultores José Risueño, José de Mora y Pedro Duque Cornejo y del pintor Antonio Palomino para la consecución de su exuberante decoración en la que se mezclan variados materiales.


Cúpula del sagrario

El responsable del programa iconográfico, probablemente siguiendo las indicaciones del prior fray Francisco de Bustamante, sería el propio Palomino, en una lectura en la que se solapan el asunto eucarístico con el monacato cartujo, para lo que Palomino se basaría en el libro del mercedario Melchor Prieto Psalmodia Euchristica, publicado en Madrid en 1662, y en el conocidísimo repertorio de alegorías y símbolos de la Iconología de Cesare Ripa.

En el arco de entrada aparecen representados David con el arpa en alusión a la ascendencia de Cristo y Melquisedec ofreciendo los panes y el vino en relación con la Eucaristía, y sus miradas se dirigen a la Sagrada Forma contenida en el tabernáculo central. En el intradós se presenta un coro de ángeles, con el del centro señalando hacia arriba con el dedo índice, y doce Reyes que podrían simbolizar las doce tribus de Israel, prefiguración de los doce Apóstoles en el Antiguo Testamento. Estas pinturas se cree que fueron realizadas, no por Palomino, sino por Risueño, que actuó como ayudante suyo en esta obra.
En el centro se levanta un tabernáculo de mármoles rojos y negros que alberga el sagrario propiamente dicho. Destacan las ocho columnas salomónicas negras de los ángulos con las alegorías de la Verdad, la Integridad, el Examen de conciencia y la Frugalidad, todas virtudes cartujanas.
Tabernáculo

Alzado y sección del tabernáculo 

La Eucaristía se representa como fuente de Gracia, simbolizada en el pinjante en forma de surtidor sobre el tabernáculo. Esa Gracia es la que se infunde en la Comunión y participa de ella a través de la Fe, que remata el tabernáculo.
Sobre unos óculos ovalados en los laterales que comunican con sendos oratorios anejos al Sagrario construidos para la contemplación de la Sagrada Forma, aparecen alegorías de Virtudes, de nuevo de Risueño, y que son la Compunción, la Caridad, la Obediencia y la Vigilancia, que se complementan con la Paz y la Mansedumbre colocadas bajo la ventana en el testero oriental, de nuevo virtudes cartujas. 
La cúpula apoya sobre dobles columnas corintias en los ángulos con los intercolumnios decorados con pabellones sostenidos por putti, obra de Risueño, que cobijan cuatro santos de especial devoción en la cartuja granadina: san José y san Bruno, realizadas por Mora, san Juan Bautista, de Risueño, y la Magdalena, de Duque Cornejo.
San Bruno

San Juan Bautista 

San Bruno y el Bautista aparecen como patronos de la cartuja y san José y la Magdalena como representantes de la vida silenciosa, contemplativa y penitente propia de la Orden.
San José

La Magdalena 


La plenitud de la Gracia es comunicada en el Nuevo Testamento, representado por los cuatro Evangelistas en las pechinas, y anunciada en el Antiguo mediante las prefiguraciones en los lienzos de los testeros laterales, con la Circuncisión del hijo de Moisés por Séfora y Abigail ofreciendo pan y vino para aplacar la ira de su esposo, de mayor tamaño, y otros dos más pequeños con Ajimelec entregando a David la espada de Goliat junto con los panes y la Purificación de los labios de Isaías con un ascua de fuego.
Los evangelistas Mateo y Marcos

Los evangelistas Juan y Lucas

Alegoría de una virtud cartujana en el tabernáculo, óculo con otras dos virtudes y lienzo con la Circuncisión del hijo de Moisés por Séfora 

En el otro lado está Abigail ofreciendo pan y vino para aplacar la ira de su esposo
 

Pero la Gracia alcanza su definitiva plenitud en la Jerusalén Celeste del casquete de la cúpula, en la que reina la Trinidad, rodeada de ángeles, flanqueada por sendos coros con la Virgen acompañada de vírgenes mártires, muchas de ellas reconocibles por sus atributos, y san Juan Bautista con profetas, patriarcas y anacoretas.
La Trinidad flanqueada por la Virgen y mártires a su derecha (izquierda de la imagen), y el Bautista con figuras del Antiguo Testamento a su  izquierda (derecha de la imagen). Debajo aparece san Bruno
 

Es una Gloria a la que se accede por el ejercicio de las virtudes practicadas por la Iglesia militante y que son, muy específicamente, las que practica la Orden cartujana, representadas justo en la base del casquete, sobre los óculos, donde aparecen las alegorías de la Fe, la Religión Monástica, el Silencio y la Soledad, todas relacionadas con el modo particular de vida de los cartujos, con una Regla basada en la vida contemplativa y la oración en la soledad y el silencio de sus celdas individuales.
Entre los óculos de la cúpula se ubican cuatro medallones ovalados que simulan bajorrelieves con las escenas del Nuevo Testamento relacionadas con la Eucaristía, con la Última Cena, Cristo en el desierto, la Cena de Emaús y Cristo en casa de Marta y María.
Otro detalle de los personajes que completan el complejo programa iconográficos. A la izquierda, el medallón ovalado muestra la Cena de Emaús y el de la derecha es el de Cristo en el desierto
 

Otra figura esencial es la de san Bruno sosteniendo la bola del mundo coronada por una custodia, pues toda la cartuja se conforma como una continua exaltación de su fundador, canonizado en 1623 después de que su culto se hubiera prohibido y empezado a tolerar de nuevo desde el siglo XV. Esa acción propia de un titán es posible gracias a la Fe, que aparece justo debajo de él en la propia cúpula y que también está coronando el tabernáculo.
El conjunto se completa con Doctores de la Iglesia, personajes del Antiguo Testamento, Apóstoles, san José encabezando la Santa Parentela de Cristo, santos mártires, confesores, fundadores y miembros de otras órdenes, monjes y monjas cartujanos…
Con todo lo cual queda formado en este recinto un concepto de la Iglesia Militante, donde con el principal fundamento de la Fe, se erige el Sagrado edificio de la religión monástica; y especialmente es un panegírico mudo de la sagrada religión cartujana, fundándose con singularidad en el silencio, soledad, contemplación, y doctrina; por cuyos medios se asegura el logro de la bienaventuranza eterna en la Jerusalén Triunfante, representada en la Gloria, que se expresa en todo el ámbito de la Cúpula; dirigiéndose los repetidos inciensos de esta santa comunidad a el mayor obsequio de este Soberano Señor Sacramentado”. ANTONIO PALOMINO 

Sagrario del Paular (Rascafría)
El actual sagrario fue proyectado por Francisco Hurtado Izquierdo en 1718, que ya había realizado el de la Cartuja de Granada en 1702, y tiene dos partes diferenciadas separadas por una mampara. Por un lado está el tabernáculo hexagonal que alberga un sagrario monumental construido en 1724 con mármoles de colores para albergar una gran custodia barroca de plata sobredorada del orfebre cordobés Tomás de Pedrajas, desaparecida durante la Invasión Francesa.
“Transparente” del sagrario
 

La otra parte es un ámbito que funciona como nave, con planta de cruz griega con cuatro capillitas de planta hexagonal en los chaflanes de la intersección de los brazos y crucero con cúpula de casquete esférico. Está decorado con tallas de diversos santos, la mayoría de Pedro Duque y Cornejo, el autor de la sillería del coro de la catedral de Córdoba, y el resto de Pedro Alonso de los Ríos. De la decoración pictórica, realizada por Antonio Palomino en 1723, apenas queda nada.                         
                              Mampara de separación de ambos ámbitos, con el tabernáculo al fondo

Detalle de lo que podríamos denominar “nave” del sagrario. La profusión decorativa camufla por completo la estructura arquitectónica, confundiendo elementos sustentados y sustentantes en solución de continuidad 

La sala capitular tiene planta rectangular y estaba cubierta de bóveda ojival de tres tramos hoy camuflada, pues en el siglo XVIII se le añadió un falso entablamento con angelotes y frutos policromados y el escudo de Castilla en el muro occidental, cuando también desaparecieron los frescos que Claudio Coello había realizado en 1672.
En la actualidad la comunidad benedictina la utiliza como capilla y cuenta con un retablo barroco churrigueresco de columnas salomónicas, angelotes y profusa decoración vegetal. Estaba presidido por una talla de san Bruno, quizá de Alonso Cano, flanqueado por san Hugo y san Antelmo y culminado por un Calvario. La talla de san Bruno en la actualidad está en la iglesia de Rascafría y su lugar lo ocupa una Inmaculada que pertenecía al arco de separación entre el coro de monjes y el de confesos de la iglesia.
Retablo de la sala capitular
 

El antiguo hospital del Cardenal Salazar, también conocido como hospital de los Agudos, ​ fue un hospital de la ciudad de Córdoba (España), enclavado en pleno barrio de la Judería, construido en el siglo XVIII en estilo barroco. El edificio actualmente aloja la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Córdoba.
Originalmente, este edificio se concibió como colegio para los acólitos y niños del coro de la catedral. ​ Con este motivo, el promotor de la obra, el cardenal Pedro de Salazar Gutiérrez de Toledo, perteneciente a la orden de la Merced, compró en 1701 la casa solariega situada frente al convento de San Pedro de Alcántara. El proyecto para esta obra se encargó al arquitecto Francisco Hurtado Izquierdo, quien también fuera maestro mayor de la catedral.
En 1704, Córdoba se vio asolada por una terrible epidemia de peste y ello puso de manifiesto la escasez de centros asistenciales que tenía la ciudad. Esto impulsó a los dos cabildos, municipal y eclesiástico, a solicitar del prelado que desistiera de su primitiva idea y convirtiese su primer proyecto en un hospital que sirviera para remediar la precaria situación sanitaria de la ciudad, idea que el cardenal, por entonces obispo de Córdoba, aceptó de buen grado, dotando a la nueva fundación de rentas cuantiosas. El hecho de que la obra estuviera ya casi acabándose cuando fue decidido el cambio de funciones, justifica la circunstancia de que su planta no se ajuste por completo al modelo tradicionalmente empleado para las edificaciones de uso hospitalario.
En 1706 se produjo la muerte del cardenal Salazar y Toledo, quedando entonces al cargo del proyecto el deán de la catedral, Pedro Salazar Góngora, que era sobrino del cardenal y su albacea testamentario, el mismo que años más tarde en 1738 sería designado obispo de Córdoba. ​ Se hicieron entonces algunos añadidos al proyecto original, buscando la mejor adecuación a sus nuevas funciones, inaugurándose finalmente el hospital el 11 de noviembre de 1724. En sus salas tienen acogida al principio, además de los enfermos pobres, los presos y dementes e incluso transitoriamente, es hospital militar durante la Guerra de Independencia.
Cuando en 1837 se produce la fusión de los múltiples hospitales que en Córdoba existían, siguiendo lo ordenado en el Reglamento General de Beneficencia Pública de 8 de septiembre de 1836 que dispone la separación de los orates en hospitales adecuados, así como la ubicación de los enfermos crónicos en departamentos diferentes a los agudos, el hospital del Cardenal es destinado precisamente para este último tipo de enfermos, de cuya coyuntura tomará el nombre con el que se le conoció hasta su extinción en 1969: Hospital de Agudos. Desde 1853, durante su época como hospital, la asistencia directa de los enfermos corrió a cargo de las Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paúl.
Entre 1871 y 1874 fue sede de la Facultad de Medicina de la Universidad Libre de Córdoba, ya que era el único de los existentes en su época que reunía todas las características necesarias para hacer compatible la docencia teórica con la práctica y con la labor asistencial.
A lo largo del siglo XIX y en el XX el hospital fue cambiando y ampliando sus dependencias y así pasó a ser colegio universitario en 1970, tras la extinción de aquel en 1969. Rafael de la Hoz Arderius construyó el vestíbulo de columnas previsto como antesala de un salón de actos que nunca se llevó a cabo.
Desde el curso académico 1971/1972 albergó los Colegios Universitarios de Derecho y de Filosofía y Letras, ambos tutelados por la Universidad de Sevilla. Tras la creación de la Universidad de Córdoba en 1972, ambos Colegios acabarían transformándose en Facultades y en 1983 la Facultad de Derecho se trasladó a una sede propia, en el antiguo convento del Carmen Calzado, en el barrio de la Magdalena.
En 1980 se proyectó la ampliación del recinto con nuevos espacios de estética pretendidamente postmoderna, que rompe el armónico vestíbulo de la Hoz. Esta obra, terminada en 1987, contiene biblioteca, salón de actos y despachos. El proyecto ha sido realizado por el arquitecto Rafael Daroca y las obras se han realizado bajo la dirección de Rafael Montero.
El edificio presenta planta casi rectangular, en la que se inscriben dos patios de desigual desarrollo, en torno a los cuales se estructuran las diversas dependencias que componen el recinto.
El patio principal, sobrio y bien proporcionado, es cerrado y de doble planta, solución que se da con frecuencia en la arquitectura cordobesa de esos años. Muestra vanos rectangulares rematados por frontones triangulares en el cuerpo inferior y curvados en el superior, articulándose en vertical por medio de pilastras. A este patio abren galerías cubiertas por bóvedas de arista apeadas en ménsulas, tanto en la planta alta como en la baja.
El patio claustral, también de dos plantas, presenta arcos de medio punto de ladrillo sobre columnas en la zona inferior, en tanto que la parte superior, cerrada, tiene vanos rectangulares cuya única decoración la constituye el sencillo marco de fábrica que lo rodea.
Entre ambos patios está colocada la escalera principal del edificio, que destaca al exterior como torreón; muy bella de proporciones, está concebida en dos tramos de sentido inverso unidos por un amplio descansillo y con embocadura de arco doble. La cubrición se hace por medio de una bóveda de cañón con lunetos.
Entre las dependencias conservadas del antiguo edificio conviene destacar las antiguas capillas alta y baja, actualmente convertidas en aulas, ambas de planta rectangular con cubiertas abovedadas en las cabeceras y de cañón escarzano en la nave. Sobre la puerta de acceso a la capilla baja se halla un pequeño edículo avenerado, de estética setecentista y diseño similar al de un ático de retablo, en el que está alojada una imagen del arcángel San Rafael, representado con sus tradicionales atributos: el bordón de peregrino y el pez.
En el exterior la construcción muestra también dos pisos, cuyos vanos se decoran con idéntico ritmo al del patio, con frontones triangulares y curvos separados por dobles pilastras. La portada, distribuida en dos cuerpos y realizada en piedra, es adintelada con columnas exentas laterales; por encima corre el entablamento que marca el tránsito al segundo cuerpo, donde se abre el balcón flanqueado por segmentos de frontón curvo, rematándose con un arco de medio punto sobre pilastras que cobija el escudo del cardenal. La clave del arco se resalta con un relieve a manera de acrótera con irónica cabeza de querube, a juego con la notable serie de rostros monstruosos que adornan la cornisa del edificio. 

Retablo de Santiago en la Catedral de Granada (1707).
Este retablo —conocido en la documentación capitular como Triunfo de Santiago— fue realizado entre 1707-1708 por Francisco Hurtado Izquierdo (1669-1725), su primera gran obra en Granada y, también, la primera en el uso del estípite. Fue dorado entre 1712-1713.
La talla del retablo fue realizada por el ensamblador Juan de la Torre (fl. 1707) y su dorado es obra del pintor y estofador alcalaíno–granadino Pedro Romero.
Hurtado Izquierdo logra integrar de manera coherente expresiones escultóricas y pictóricas ambientadas en una decoración donde combina lo vegetal con lo geométrico, lo orgánico con lo abstracto. Visto en su conjunto —colocándonos lo más alejados posible— se percibe un interesante claroscuro que contribuye, junto a los rasgos formales, a privilegiar la contemplación iconográfica.
El banco, ajustado al escaso espacio, presenta mensulones de hojarasca con un ritmo que preludia el dinamismo de las líneas y la riqueza de perfiles gracias a los medios estípites.
La calle central, algo más de la suma de las dos laterales, acoge las dos esculturas principales separadas por dorado pabellón.
Comienzan las calles laterales con las imágenes de los obispos ligeramente peraltadas sobre respaldos donde pictóricamente se fingen medios puntos y terminan con paramentos resaltados para las pinturas ovales.
Remata el retablo la cornisa de quebrado perfil y ritmo cambiante. En resumen, una tensión vertical del conjunto de ritmo tetrástilo y cuerpo único.
 
Programa iconográfico
El discurso simbólico de este retablo-retablo —dedicado al patrón de España, Santiago el Mayor, Santiago el de Zebedeo, hermano de Juan (Mt 4,14-22; Mc 1,16-20; Lc 5,1-11) - corrobora tres de los temas generadores, y a la par mensajes - culturales y religiosos-, del conjunto catedralicio: La declaración del triunfo de la fe, el anuncio del perdón y el carácter bimilenario de la Iglesia en Granada.
La monumental escultura ecuestre de Santiago Apóstol es obra del escultor granadino Alonso de Mena (1587-1646); su representación como caballero de la época —apóstol y peregrino— apunta al tema del triunfo de la fe subrayado por la doble presencia de María, escultura de La Inmaculada, victoriosa sobre el pecado, que reproduce el muy difundido modelo canesco y el cuadro anónimo de la Virgen del Pòpolo, madre de Jesús y de los cristianos.
La talla de la Inmaculada es atribuida por algunos a José Risueño; se trata, al parecer, de una talla de autor anónimo restaurada, tras el encargo del cabildo catedralicio, por Diego de Mora (1658-1729) que concluye su intervención sobre la misma en enero de 1707.
El óleo de la Virgen de los Perdones —relacionado iconográficamente con las vírgenes del Pòpolo— fue regalado a la reina Isabel por el papa Inocencio VIII (1432-1492) y, al parecer, formó parte del altar portátil de los Reyes católicos. Con este pequeño cuadrito reaparece el tema del perdón.
Un tercer tema —carácter bimilenario de la Iglesia en Granada— presente en la catedral granadina es el de su historia cristiana anterior a la dominación musulmana. Así se manifiesta con las tallas de San Cecilio (José de Mora, 1642-1724) y de San Gregorio Bético (Diego de Mora, 1658-1729). Esta historia cristiana continúa con un obispo jienense —San Pedro Nicolás Pascual, mártir en Granada en 1301 durante el reinado de Mohamed II— y, en la restaurada comunidad cristiana, otro obispo apóstol de la caridad: Santo Tomás de Villanueva (1486-1555). Estos dos últimos santos son lienzos en marcos ovalados pintados por Risueño.


JERÓNIMO de BALBÁS
(Zamora, 1673 - Ciudad de México, 22 de noviembre de 1748)
Fue un arquitecto y escultor español, introductor de uno de los elementos más característicos del barroco mexicano: el estípite.
Se sabe poco de sus inicios, aunque se cree que nació en Zamora (Castilla y León) durante el segundo tercio del siglo XVII y que se formó con José de Churriguera. Es un artista muy avanzado en las formas escenográficas, tal y como muestran las complejas estructuras de sus retablos.
A principios del siglo XVIII se trasladó a Madrid y más tarde a Sevilla, donde realizó el suntuoso retablo del Sagrario de la Catedral hispalense, llamado Furibunda Fantasía, destruido por el cabildo en 1824, ​ del cual solo se salvó de la destrucción la escultura de San Clemente que remata el retablo principal. ​ En 1715 realizó el diseño de la sillería de la iglesia de iglesia de San Juan Bautista en Marchena también se le atribuye la autoría del retablo de la Capilla Sacramental de la iglesia de San Isidoro de Sevilla a expensas de la Hermandad de las tres caídas allí radicada, realizado en 1702.
Posteriormente viajó a la Nueva España y en 1718 comenzó a trabajar en su obra cumbre, el Retablo de los Reyes de la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México. ​ La complejidad de esta pieza tiene su origen en su adecuación a la planta de la capilla. Verticalmente se divide en tres calles separadas por estípites; en la central se disponen dos lienzos de Juan Rodríguez Juárez (la Adoración de los Reyes y la Asunción) y en las laterales se abren varias hornacinas. Como remate de todo el conjunto, Balbás diseñó una media bóveda.
En 1730, se encargó de ajustar y colocar la reja del coro de la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México proyectada por Nicolás Rodríguez Juárez, y hecha en Macao.
También fue autor del desaparecido retablo de la capilla de la Orden Tercera del convento de San Francisco de la Ciudad de México en 1732​ y en la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México terminó en 1736 el altar mayor o Ciprés —destruido a mediados del siglo XIX— y el altar del perdón —destruido en un incendio el 17 de enero de 1967—.​ En la misma ciudad dirigió la construcción del Templo de San Fernando hasta su muerte en 1748. 
El retablo de los Reyes o altar de los Reyes, es un retablo de gran valor artístico y estético, que se ubica en la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México. Indistintamente se le identifica como altar o retablo debido a que, como el resto de los demás existentes en el majestuoso templo, estaba destinado a servir para el culto oficiándose misas en él. Su autor fue Jerónimo de Balbás y su construcción transcurrió de 1718 a 1725.
Se ubica en el ábside, al fondo de la catedral, espacio denominado como Capilla de los Reyes, aunque no posee reja alguna que delimite y cierre dicho espacio a la manera de una capilla como todo el resto.
Tal es la calidad, riqueza y grandeza de esta obra, que se considera una de las más bellas obras de arte creadas bajo el estilo barroco churrigueresco en todo el continente Americano.
Se puede considerar un monumento dentro de otro monumento que es la misma Catedral Metropolitana, debido a que es la obra cumbre del estilo artístico en el que fue concebido, el barroco churrigueresco o barroco estípite, también denominado "barroco mexicano", estilo arquitectónico originado y desarrollado plenamente en la Nueva España, donde alcanzó su máximo auge en su empleo en la decoración y ornamentación de edificios civiles y religiosos.
Durante el virreinato, se tenía la costumbre de dedicar la capilla mayor de cualquier catedral española al rey gobernante, adjudicándosele la mayor importancia y riqueza artística. La catedral de la capital novohispana no fue la excepción, y por esa razón se encargó y llevó a cabo su construcción, a cargo de uno de los más reconocidos artistas de la época.
Es obra maestra del escultor español Jerónimo de Balbás, autor también del Altar del Perdón de esta misma catedral, y del Altar Mayor de la parroquia del Sagrario en la Catedral de Sevilla, España. Está hecho de madera de cedro blanco tallada, y revestido de lámina u hoja de oro, lo cual le otorga mayor majestuosidad. Su construcción transcurrió de 1718 a 1725, pero hasta 1736 comenzó el proceso de dorado, a cargo del maestro dorador Francisco Martínez el retablo fue estrenado en 1737. Como dato curioso con respecto a este retablo, desde el año 1824 hasta 1925, fue allí donde reposaron los restos de algunos próceres de la Independencia de México tales como Don Miguel Hidalgo y Costilla, Ignacio Allende, Juan Aldama, entre otros; hasta el año en que fueron trasladados a la Columna de la Independencia.
Este magnífico retablo, mide 25 metros de altura, 13 metros de ancho y 7 metros de profundidad, por lo cual preside la nave principal del templo por ubicarse detrás del presbiterio. Es de tres cuerpos verticales o calles formados por altas pilastras estípites, entre las cuales quedan comprendidas esculturas policromadas de reyes y reinas canonizados en medio de una profusión de detalles como querubín, guirnaldas, ramilletes y follajes.
En el eje principal, resaltan dos lienzos de Juan Rodríguez Juárez con los temas de La Adoración de los Reyes y La Asunción de la Virgen María. En la parte superior se hallan ángeles portando los atributos de la virgen como la Fuente Sellada, la Casa de Oro, el Pozo de Agua Viva y la Torre de David, mientras que en la cumbre remata una efigie de El Padre Eterno sosteniendo al mundo.
Detalle
 

En la composición es una talla formada por tres calles verticales, dos laterales y una al centro, adornada con los cuadros La Asunción de la Virgen, y La Adoración de los Reyes, del pintor Juan Rodríguez Juárez. Este último, es el que da nombre al altar, además de una serie de esculturas de bulto de reyes y reinas canonizados, que posan a lo largo y ancho del altar.
La efigies de reyes y reinas canonizados colocadas en este retablo son las de Santa Margarita de Escocia, Santa Elena, Santa Isabel de Hungría, Santa Isabel de Portugal, Santa Cunegunda y Santa Edita; y las de San Hermenegildo, San Eduardo, San Casimiro, San Luis rey y San Fernando rey.
Debido al estado de deterioro ocasionado por el paso del tiempo, se emprendió la restauración de este conjunto. Había sido dañado debido a un incendio ocurrido en 1967, que consumió el Altar del Perdón y destruyó las pinturas de la cúpula y alcanzó el Retablo de los Reyes. Actualmente en el resto del templo se llevan a cabo obras de restauración para conservar la integridad del inmueble religioso más importante del continente. 

LEONARDO de FIGUEROA (Utiel, Castilla; ca. 1654 – Sevilla; 1730)
Fue un arquitecto del periodo Barroco. Fue alarife municipal de Sevilla. Fue padre de los arquitectos Matías José y Ambrosio y abuelo de Antonio Matías de Figueroa.
Sus padres fueron Matías García de Figueroa, de la parroquia de San Pedro de Lantaño, Portas, y Gabriela María de la Encarnación y Reina, de Antequera, se casaron en 1653 en la colegiata de San Sebastián de Antequera y se establecieron en una casa de la calle Santísima Trinidad de esa ciudad. En enero de 1654 Matías y Gabriela hicieron un viaje para visitar los parientes de ella. El destino del viaje era Cuenca, aunque por el camino pasaron por Villamalea para visitar a parientes de ese lugar. La ruta de Villamalea a Cuenca seguía por Utiel y Mira. Leonardo nació en la villa de Utiel y fue bautizado en la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de ese lugar. ​
Se crio en Antequera. Sus hermanos menores fueron: Laureano, Leandro Matías, Alberto, Antonio y Juliana.1​ Con 10 años sus padres lo mandaron a una casa de la calle Naranjuelo (actual calle Marcelo Spínola), en la collación de San Lorenzo de Sevilla, al cuidado de Miguel de Miranda. En 1672 suscribió un contrato de aprendiz de cuatro años con el maestro albañil José García, natural de San Juan del Puerto. ​
En 1673 hizo un viaje a Antequera para resolver el asunto de la herencia tras el fallecimiento de su padre y en 1674 se trasladó a Cuenca a visitar a su madre por el asunto del legado paterno. De nuevo, regresó a Antequera y, tras solventar el asunto de la herencia regresó a Sevilla, donde continuó su trabajo como arquitecto. ​ Entre 1675 y 1676 contrajo matrimonio con Isabel Quintero o García, natural de San Juan del Puerto, ​ en Alcalá de Guadaíra.1​ Isabel era hermana de José García. ​ En 1676 el matrimonio se trasladó a vivir en una casa alquilada en la plaza de San Lorenzo. ​ Ese año nació su primera hija, Josefa María de la Rosa, bautizada en la iglesia de San Lorenzo, siendo padrino el capitán Juan Martínez del Castillo, consiliario de la Hermandad de la Caridad.1​ En 1677 la familia se trasladó a la collación de Santa María la Mayor. En 1679 la familia se trasladó a la collación de San Vicente, a una casa donde vivía su amigo Alonso González, antiguo empleado de José García.1​ En 1679 nació Juan José, que fue bautizado en la iglesia del Sagrario. El padrino fue el capitán Juan de Ribón, hermano de la Caridad. ​
En 1681 Leonardo alquiló al hospital del Espíritu Santo una casa en ruinas en la calle Ancha de la collación de San Vicente con el compromiso de restaurarla. Los fiadores del contrato fueron Lucas Arias y Juan de Velasco, que colaboraron con él en las obras del hospital de la Caridad. En 1682 ya consta que residía en dicha casa. ​
En 1681 nació María Eusebia, que fue bautizada en la iglesia de San Vicente. El padrino de bautismo fue Juan Domínguez, maestro mayor de obras del hospital de los Venerables. ​ En 1683 nació Felipa Gabriela, bautizada en la iglesia de San Vicente. ​
En 1687 falleció su esposa Isabel. En diciembre de ese año se casó con María de la Barrera, natural de Carmona. Ella, probablemente, era pariente de fray Juan de la Barrera, lego dominico en el convento de San Pablo. ​
Entre 1687 y 1690 residió en Carmona. En 1689 nació su hija Leonarda María de Gracia, bautizada en la iglesia de San Bartolomé de esa ciudad, siendo padrino Fernando de Rueda y Mendoza. ​ En 1699 sus hijas María Eusebia y Josefa de la Rosa ingresaron en el convento Madre de Dios de Carmona y en 1711 su hija Leonarda María de Gracia contrajo matrimonio con Blas González en la iglesia de Santa María de Carmona. ​
En 1688 su cuñado, el licenciado y presbítero Juan Agustín de la Barrera y Alcohola, fue acusado de concubinato, escalamiento de casa y de portar armas fue condado a seis meses de prisión (a cumplir en la cárcel del palacio arzobispal) y a tres meses de destierro. Solicitó cumplir la pena en el hospital del Espíritu Santo de Sevilla. Posteriormente se fugó a Carmona para continuar con el trato ilícito con la viuda María de Aguiar. Intentando acceder a su casa por los tejados cayó en el patio, resultando malherido. Leonardo y su esposa le acogieron en su casa y lo curaron, facilitando su posterior huida. Por esto, Leonardo fue encarcelado en febrero de 1688 en la cárcel real de la ciudad hasta abril de 1689. Posteriormente, tras año y medio de diligencias judiciales, la causa fue sobreseída. ​
En 1702 nació Ambrosio de Figueroa en la collación de San Vicente de Sevilla. ​
A lo largo de su vida redactó tres testamentos: en 1713, en 1722 y en 1723. ​ Falleció en 1730. Fue enterrado en la iglesia de San Vicente. ​ Tuvo una gran biblioteca personal sobre arquitectura, que heredó Matías José de Figueroa. ​
A partir de 1679 trabajó en las obras de la iglesia y el hospital de la Caridad. El hospital de la Caridad cuenta con dos patios iguales unidos. Este diseño pudo ser apreciado por el fundador del hospital, Miguel de Mañara, en el hospital de Tavera de Toledo, del siglo XVI. El diseño que empleó para el ático de la fachada de la iglesia está también en la colegiata del Salvador.
Hacia 1681 empezó a trabajar como ayudante de albañilería del arquitecto Juan Domínguez en el hospital de los Venerables Sacerdotes. Leonardo le sustituyó como maestro mayor de la obra entre 1687 y 1697.
En 1687 y 1688 realizó sendos contratos para hacer obras en la casa de Carmona de Fernando de Rueda.
Hacia 1690 realizó el claustro del convento de San Acacio. A partir de 1691 reconstruyó la iglesia del convento dominico de San Pablo el Real​ (actual iglesia de Santa María Magdalena). También realizó un nuevo claustro para este convento. Sus trabajos en la iglesia y el claustro terminaron en 1709. Entre 1704 y 1710 construyó una capilla que se encontraba en el compás del antiguo convento (la actual capilla de Montserrat).
En 1682 arquitecto José Granados de la Barrera, que era maestro mayor de la catedral de Granada, realizó los alzados para la reconstrucción de la colegiata del Salvador. La obra la dirigió Francisco Gómez Septier. Este fue sustituido en 1696 por Leonardo de Figueroa, que trabajó en ella hasta 1711.
En 1682 el arquitecto Antonio Rodríguez comenzó la construcción del colegio de navegantes de San Telmo (el palacio de San Telmo). Antonio Rodríguez falleció en 1706. La falta de medios hizo que el proyecto quedase paralizado hasta que, en 1721, las obras fueron continuadas por Leonardo de Figueroa. En esta obra colaboró de forma importante su hijo Matías y, en menor medida, su hermano Ambrosio. Leonardo estuvo trabajando en San Telmo hasta 1726.
En 1697 el cabildo de la catedral de Sevilla contrató a Antonio Rodríguez, a Antonio Fernández y a Leonardo de Figueroa para la realización de unos planos para la restauración del Colegio de San Isidoro.
En 1699 él y Antonio Fernández fueron contratados por el cabildo catedralicio para realizar una inspección técnica del molino del Arzobispo y las aceñas de Doña Urraca. ​ Desde finales del siglo XVII fue contratado para realizar inspecciones técnicas de la capilla de la Virgen de la Antigua de la catedral, el sagrario de la iglesia de San Lorenzo, el coro de la Casa Profesa de los jesuitas y la cúpula de la catedral de Cádiz. Desde el 1700 trabajó varios años como alarife de la ciudad de Sevilla. ​
En 1721 empezó la realización de la capilla sacramental de la iglesia de Santa Catalina, en la que colaboró con los mismos con los que trabajaba en San Telmo: sus hijos Matías y Ambrosio, Pedro Duque Cornejo y el cantero José Quintana. ​ Aunque Leonardo fallecería en 1730, las obras de la misma continuaron hasta 1736. ​
En 1724 le fue encargada la remodelación del claustro mayor del convento de la Merced (actual Museo de Bellas Artes de Sevilla), realizado por Juan de Oviedo. ​
Se considera que su obra maestra es la iglesia de San Luis de los Franceses. Esta fue reconstruida por Leonardo de Figueroa entre 1699 y 1731. ​ La novedad de ser de planta central con ábsides semicirculares en los ejes, a imitación de la iglesia de Santa Inés en la plaza Navona de Roma. 

Iglesia y Hospital de la Santa Caridad es del siglo XVII y de estilo barroco sevillano. En este lugar tiene su sede la Hermandad de la Santa Caridad. Se encuentra situada en el barrio del Arenal, en el antiguo arrabal de la Carreteria, a extramuros de la Sevilla histórica, limitando la parte trasera con la línea por donde corría la muralla que cercaba la ciudad. ​
La Hermandad de la Santa Caridad fue fundada en el siglo XV. Con el nombramiento del filántropo venerable Miguel de Mañara como hermano mayor en 1663, se llevó a cabo la terminación de la iglesia y la construcción del hospital, que albergaría un gran número de pobres y enfermos.

La Hermandad de la Santa Caridad
La Hermandad de la Santa Caridad fue fundada en Sevilla a mediados del siglo XV y sus primeras reglas están fechadas en 1578, tenía entre sus cometidos trasladar al hospital a los enfermos desvalidos, asistir espiritual y temporalmente a los reos que eran condenados a muerte, y darles sepultura. También prestaba auxilio cuando se producían riadas en el Guadalquivir y recogían los cadáveres que se encontraban en sus orillas. ​
El gran impulsor material y espiritual de la Hermandad fue Miguel Mañara que ingresó como hermano en 1662, un hecho que cambió y transformó de forma sustancial a la Hermandad de la Caridad, que pasó a ocuparse de los más necesitados vivos y no solo encaminada a honrar a los difuntos. Mañara pidió la cesión de una de las “reales atarazanas” que había mandado edificar el rey Alfonso X de Castilla en 1252 para la construcción de naves. Abrió las puertas del hospicio para que todas las personas sin techo pudiesen encontrar refugio para pasar la noche en él. ​ Emprendió la creación de un comedor y de un hospital dotado de 50 camas. Para su acción incrementó en más de 500 las personas que ingresaron en la Hermandad y elevó de manera astronómica la recaudación de limosnas entre 1661 y 1679 en un millón de ducados, que fueron gastados en socorro a los pobres y otras obras caritativas. ​
La cofradía disponía en el Arenal sevillano, vecino a las Atarazanas, de una pequeña ermita destinada al culto, bajo la advocación de San Jorge. En 1645, antes de la llegada de Miguel de Mañara a la institución, habían adquirido un solar para la construcción de una nueva iglesia.
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Interior del templo
La iglesia es de una sola nave cubierta con bóveda de cañón y una pequeña cúpula en el antipresbiterio. Los muros se articulan con pilastrones y pilastras corintias que sostienen una cornisa de saliente alero. A los pies de la iglesia se encuentra el coro, elevado sobre una arcada triple. El templo se encuentra decorado con yeserías que en su nave central presenta formas abstractas.
Entrada y coro de la iglesia.

Cúpula del coro. 


Elementos decorativos
La decoración interior de la iglesia fue programada por el propio Miguel de Mañara, y en ella intervinieron artistas tan prestigiosos como Murillo, Valdés Leal, Pedro Roldán y Bernardo Simón de Pineda que plasmaron la inspiración de Mañara acerca de la caridad cristiana.
A los pies del templo se encuentras dos de las obras maestras de Valdés Leal y que contienen una profunda meditación sobre la Muerte y los acontecimientos espirituales que la suceden: Finis gloriae mundi e In Ictu Oculi, en el trascoro, también de Valdés Leal, se encuentra El triunfo de la Santa Cruz.
Las obras anteriormente descritas daban paso a las seis pinturas de Murillo sobre la misericordia, cuatro de las cuales fueron robadas, en 1810, durante la Guerra de la Independencia, por el Mariscal francés Soult, que posteriormente exhibió orgullosamente en su casa de París. A su muerte, las pinturas fueron vendidas por sus herederos, encontrándose en diversos museos del mundo, la Galería Nacional británica de Londres, la Galería Nacional canadiense de Ottawa, la Galería Nacional estadounidense de Washington y el Ermitage de San Petersburgo. ​
Estos lienzos fueron sustituidos en un principio por cuatro paisajes con escenas bíblicas de Miguel Luna, que rompían el discurso iconográfico pretendido por Mañara. Desde 2008, se han colocado reproducciones de los cuadros originales de Murillo que hacen conservar el sentido iconográfico del conjunto de la iglesia y los cuadros de Luna se han restituido a la sala de capítulos alta con otros cuatro paisajes de su mano fechados en 1674. 

Retablo mayor
El retablo mayor constituye una de las partes más destacadas del templo. En julio de 1670, después de terminada la edificación del templo y después de ubicados los cuadros de Murillo, Miguel Mañara, propuso la realización del retablo, en el que debía representarse la séptima de las obras de misericordia: enterrar a los muertos. La junta de gobierno contó con dos proyectos de Francisco Dionisio de Ribas y Bernardo Simón de Pineda. La junta con el asesoramiento de un grupo de hermanos del que formaba parte José Molina de Argote, Diego Ortiz de Zúñiga y Bartolomé Murillo escogió, la propuesta de Pineda. El precio final del retablo se fijó en 12.000 ducados, en lo que se incluía toda la escultura, que debía ser elaborada por Pedro Roldán. En 1674 se concluyó la obra con el dorado, estofado y policromía elaborado por Valdés Leal, que percibió 10.000 ducados por su trabajo. ​
El retablo consta de un banco sobre el que se levanta el primer cuerpo dividido por columnas de estilo salomónico. En su centro hay un brillante grupo escultórico de gran tamaño que representa el Entierro de Cristo, se encuentra completado por un bajo relieve que contribuye a aumentar la sensación de profundidad del grupo principal. El cuerpo superior del retablo aparecen representadas de forma alegórica la Fe, la Esperanza y la Caridad rodeadas de niños. Por último, en los laterales del retablo se encuentran dos figuras de San Roque, como protector de las epidemias y San Jorge como titular del templo. ​
La composición de la escena del entierro está resuelta de acuerdo con las reglas de la Hermandad de la Santa Caridad para los enterramientos de pobres y ajusticiados, que estipulaban que dos hermanos debían recoger el cuerpo del ajusticiado en sus brazos, como habían hecho José de Arimatea y Nicodemus con el de Cristo, para entregarlo después al hermano mayor. Tal actitud parece que es la que adoptan Arimatea y Nicodemus en la representación, mientras que San Juan, que aparecen en centro del grupo, ocuparía el papel del hermano mayor. ​
El retablo constituye en sí mismo una obra maestra del barroco español, la mejor creación de Bernardo Simón de Pineda y uno de los elementos claves y fundamentales de la retablística hispana. En el que la estructura se concibe como escenografía, completando la arquitectura del templo, que sirve de marco a la representación del entierro de Cristo, en el que se finge la existencia de un espacio dilatado, que culmina con el paisaje del Monte Calvario pintado por Valdés Leal como fondo de la citada representación. Todo el conjunto contribuye a captar la atención del espectador e introducirlo en la escena.
Vista general del retablo realizado por Bernardo Simón de Pineda

Escena del entierro de Cristo esculpido por Pedro Roldán

Muro izquierdo
En la parte más alta del muro izquierdo se encontraban los cuadros Abraham recibe a tres ángeles y el Retorno del hijo pródigo, pertenecientes a la serie de Murillo sobre la misericordia, antes mencionada, y que actualmente se localizan respectivamente en el National Gallery de Ottawa y la National Gallery de Washington. Debajo de éstas, se encuentra en primer lugar un San Juan de Dios con un enfermo, uno de los dos cuadros de Murillo de la serie de la misericordia que no fueron robados; a continuación un retablo diseñado por Simón de Pineda, alberga una pintura de Murillo que representa la Anunciación. En este lado también se encuentra un interesante púlpito, rematado por una escultura de Pedro Roldán.
A continuación, en la parte alta del antepresbítero, está uno de los dos cuadros de Murillo que hacen referencia a milagros relativos a la Caridad; es de un mayor tamaño que los anteriores y representa a Moisés haciendo brotar agua de la Roca, haciendo referencia a la función de asistencia que desempañaba la Hermandad de la Santa Caridad (dar de beber a los que tienen sed). En la parte inferior aparece el retablo de la Virgen de la Caridad, original de Simón de Pineda, y una escultura del siglo XVI que es la única obra de la iglesia anterior al siglo XVII; rematando el retablo se halla El Niño Jesús de Murillo. 

Muro derecho
En el muro de la derecha, y comenzando por la izquierda (lado de la entrada) se encontraban en la parte alta los otros dos lienzos de Murillo de la serie de la misericordia que fueron robados, El levantamiento del tullido y La Liberación de San Pedro, actualmente en la National Gallery de Londres y el Ermitage de St. Petersburgo; por debajo de los anteriores, la composición realizada por Murillo que representa a Santa Isabel de Hungría curando a los tiñosos, la segunda de las obras de la misericordia que no fue robada en 1810, y a continuación un retablo del Santo Cristo de la Caridad, con una escultura original de Pedro Roldán.
Del lado del altar, en la parte superior, se puede contemplar la segunda obra de Murillo sobre los milagros de la Caridad: La multiplicación de los panes y los peces (dar de comer a quien tiene hambre). En la parte inferior se localiza el retablo de San José, ejecutado por Bernardo Simón de Pineda, mientras que la escultura de Santo es obra de Cristóbal Ramos, del siglo XVIII. En la parte superior del retablo aparece otra pintura de Murillo que representa a San Juan Bautista niño. 

Iglesia Colegial del Divino Salvador es un templo católico de Sevilla, Andalucía, España. El edificio actual fue terminado a comienzos del siglo XVIII.
En esta zona debió de haber originalmente un edificio de la época romana. ​ La mezquita de Ibn Adabbás se construyó entre el 829 y el 830. ​ Fue mezquita más grande de la ciudad hasta que en el 1182 los almohades crearon la mezquita mayor. ​ Tras la Reconquista de Sevilla en 1248, Fernando III de Castilla situó la catedral en la antigua mezquita mayor de la ciudad. Posteriormente, cristianizó la mezquita de Ibn Adabbás con la advocación del Divino Salvador del Mundo. ​
Se hicieron obras para cambiar la orientación del templo, colocar un altar mayor, hacer una capilla para la Virgen de las Aguas y crear un coro capitular próximo al presbiterio. Debido al rango colegial de este templo, el coro llegó a contar con una sillería de madera, un facistol y un órgano.​ Entre 1512 y 1514 se realizó un nuevo coro. ​ No obstante, el órgano seguía siendo antiguo por lo que en 1581 le encargaron uno a Jerónimo de León. A causa del fallecimiento de Jerónimo, el órgano debió ser concluido en 1589 por Diego de Sanforte. ​ Entre mediados del siglo XVI y el siglo XIX este templo fue un importante centro de interpretación de música sacra. ​
En el siglo XVII el templo se encontraba muy deteriorado por el paso del tiempo y en 1671 se derribó para comenzar su reconstrucción. ​ El diseño de las fachadas fue realizado en 1682 por el arquitecto de la catedral granadina, José Granados de la Barrera. ​ La construcción de dicho proyecto fue encomendada a Francisco Gómez Septién, que falleció antes de finalizarlos. Le sucedió en 1696 Leonardo de Figueroa, que efectuó el cerramiento de las bóvedas, la construcción de la cúpula y la decoración arquitectónica del interior. Estas tareas se finalizaron en 1712. ​
En el campanario se distinguen tres zonas: la base se corresponde con el antiguo alminar, la parte intermedia fue realizada en el siglo XIV​ y la parte superior actual fue realizada por Leonardo de Figueroa entre 1718 y 1719.​
En el siglo XIX la legislación en lo referente a la iglesia cambió y en 1852 este templo dejó de ser una colegiata para pasar a ser una parroquia. ​ No obstante, ha mantenido el nombre de colegial.
En 2003 volvería a ser sometida a un profundo trabajo de restauración, dirigido por el arquitecto Fernando Mendoza Castells que finalizó a principios de 2008 devolviendo al templo parte de su esplendor. El rey Juan Carlos I y el arzobispo Carlos Amigo Vallejo, en compañía del alcalde Alfredo Sánchez Monteseirín y el presidente de la Junta de Andalucía Manuel Chaves, reinauguraron el edificio el 22 de octubre de 2008. ​
Detrás del retablo mayor cuenta con un pequeño museo, donde se exponen pinturas (mayormente, de la escuela sevillana del siglo XVII) y otros objetos artísticos. 

Descripción
Se trata de una iglesia barroca, aunque la fachada principal, que da a la plaza del Salvador, tiene una influencia manierista. ​
En su interior está proyectada como un gran salón rectangular. ​ Hay pilares con columnas endosadas que sostienen bóvedas a gran altura. ​ Es la única iglesia de la región con estas características. ​ En la cabecera de la nave central las columnas tienen una tracería en la que se incluyen símbolos eucarísticos, castillos y leones. ​ También tienen los capiteles dorados. ​
La cúpula es de tambor y tiene una planta octogonal. ​ La base tiene ventanales​ y está coronada por una linterna. ​

Retablos
En su interior se encuentran un total de 14 retablos.
Cabecera
·        Retablo Mayor: El retablo mayor fue realizado entre los años 1770 y 1778 por Cayetano de Acosta, Es de estilo barroco. En la parte inferior están los Padres de la Iglesia y una Inmaculada sobre el Sagrario. En el centro está la escena de la Transfiguración de Jesús, que es uno de los momentos en los que mostró su divinidad. Alrededor de la escena están los arcángeles (de izquierda a derecha) Yehudiel, Rafael, Baraquiel, Gabriel, Miguel y Seatiel. En la parte superior hay otro grupo de arcángeles. A ambos lados del retablo hay un par de ángeles ampadarios de finales del siglo XVIII. ​
·        Retablo del Cristo de los Afligidos: Se trata de una obra barroca de Gaspar Gines en 1635. Está presidido en el centro por este Cristo, de autor anónimo del siglo XVII. En la parte inferior hay una Virgen atribuida a Cristóbal Ramos. En la parte superior hay un relieve de la Santísima Trinidad y, en encima del todo, san Miguel. ​
·        Retablo del Cristo del Amor: Situado en el testero colateral de la nave derecha. El Cristo del Amor fue esculpido por Juan de Mesa en 1620.

Muro derecho (de la epístola)
·        Retablo de las santas Justa y Rufina: Ubicado junto a la capilla Bautismal, fue concluido en 1730 por Juan de Dios Moreno, el retablo fue traído a este templo en 1902, procedente del hospital de las Cinco Llagas. En el interior de la capilla bautismal se encuentra la talla de san Cristóbal, original de Juan Martínez Montañés.
·        Retablo de la Milagrosa: Composición del siglo XX, constituyendo un templete que procede del trascoro construido en 1781.
·        Retablo de san Cristóbal: Entre los años 1732 y 1734, José Maestre realizó el ensambaje y talló de este retablo que, en 1757, fue dorado por Francisco Lagraña.
·        Retablo de san Fernando: Fue realizado entre 1760 y 1767 por el tallista José Díaz, aunque las imágenes de san Fernando, san Hermenegildo y san Luis de Francia, son anteriores siendo hechas por Antonio de Quirós y policromadas por Francisco Meneses Osorio en 1699. Las tallas de san Diego de Alcalá y san Juan Bautista, ya son del siglo XVIII.
·        Retablo de la Virgen de las Aguas: Se trata de un retablo dorado realizado en 1727 por José Maestre. En su parte superior hay un relieve con la Virgen de las Aguas junto a san Fernando. Alberga la figura de la Virgen de las Aguas, del siglo XIII. ​ El altar de la virgen tiene un frontal de plata y madera realizado entre 1701 y 1756 por Diego Gallego y Eugenio Sánchez Reciente. ​
·        Retablo de los santos Crispín y Crispiniano: Fue realizado por José Fernando de Medinilla y Francisco José de Medinilla entre 1730 y 1733. Tiene dos relieves con ambos santos. ​

Muro izquierdo
·        Retablo portada de la Capilla Sacramental: Es de estilo rococó y fue realizado por Cayetano de Acosta entre 1756 y 1764. En el interior de esta capilla se encuentra la imagen de Jesús de la Pasión, obra de Juan Martínez Montañés en 1615.
·        Retablo de la Virgen del Rocío: Fue realizado en torno a 1740 y alberga una imagen de la Virgen del Rocío. ​
·        Retablo de santa Ana: Es de finales del siglo XVII de autor desconocido. La escultura de Santa Ana instruyendo a la virgen está atribuida a José Montes de Oca.
·        Retablo de la Virgen de la Antigua: Alberga una pintura de la Virgen de la Antigua de comienzos del siglo XVIII atribuida a Juan Ruiz Soriano. ​
·        Retablo del Cristo de la Humildad y Paciencia: Retablo de estilo neoclásico perteneciente a la escuela sevillana. Es atribuido a Antonio Quirós y data de finales del siglo XVII.
 
Hospital de los Venerables Sacerdotes de Sevilla (Andalucía, España), conocido popularmente como el Hospital de los Venerables, es un edificio barroco del siglo XVII que sirvió como residencia de sacerdotes, y que actualmente es la sede de la Fundación Focus, donde se encuentra el llamado Centro Velázquez, dedicado al famoso pintor Diego Velázquez. Está situado en la plaza de los Venerables, en el centro del barrio de Santa Cruz y muy cerca de los jardines de Murillo, la Catedral y el Real Alcázar.
Su historia comienza cuando la Hermandad del Silencio decidió a partir del año 1627 amparar a los sacerdotes ancianos, pobres e impedidos. Para tal fin alquiló una casa donde les daban cobijo, asistencia y los mantenían. Esta tarea continuó hasta que en el año 1673 la misma hermandad fundó otra, cuyo fin sería el de cubrir exclusivamente la tarea que venían desempeñando desde el año 1627, y se decide construir el hospital.
Fue fundado por el canónigo Justino de Neve en 1675 con la finalidad de ser la residencia de los venerables sacerdotes. De ese mismo año data el inicio de las obras de construcción del edificio, bajo la dirección inicial del arquitecto Juan Domínguez, desde 1687 se hace cargo de las obras el arquitecto Leonardo de Figueroa, dándose por finalizadas en 1697. La iglesia fue construida en 1689 y está consagrada a San Fernando. Con los medios aportados por la hermandad fundadora, la limosna y facilidades de los monarcas, la institución se mantenía, pero llegado el año 1805 la institución llegó a su límite, casi no tenía medios para sustentarse.
En el año 1840 el hospital se convirtió en fábrica de tejidos por lo que los hospedados fueron trasladados a una de las salas del Hospital de la Caridad que habilitaron para ellos. Las quejas de la hermandad fundadora consiguieron que en el año 1848, bajo una Real Orden, le fueran devueltos sus bienes, regresando los venerables sacerdotes de nuevo a su antiguo hogar. La Plaza de los Venerables es llamada así desde el año 1868.
El archivo se encontraba en un estado de abandono lamentable, el director del Archivo General del Arzobispado, Pedro Rubio Merino, trasladó todo el fondo a dicho archivo en calidad de depósito. Se compone de 103 legajos algunos con antigüedad del año 1503, siendo clasificados dichos documentos en secciones como Reglas y Estatutos, Acuerdos Capitulares, Acogidos, Fábrica, Personal, Correspondencia, Dotaciones, Colecturía, Bienes, Derechos y Obligaciones, Justicia, Contaduría y Diversos. Esta información archivística contiene tanto la gestión del propio hospital como las costumbres y aspectos de la Sevilla de los siglos XVII al XIX.
Edificio de estilo barroco, consta de dos plantas donde se localizan el templo y la residencia en sí, que cesó con tal función en la década de 1970 aproximadamente.
Cuenta con un patio sevillano (que puede parecer también un claustro conventual), con una fuente central escalonada con gradas circulares que están decoradas con azulejos, se encuentra a un nivel más bajo por problemas de abastecimientos de agua. Alrededor del patio hay galerías de arcadas asentadas sobre columnas de mármol toscano con base ática, de modelo vignolesco. La pila central fue diseñada por Bernardo Simón de Pineda y realizada por Francisco Rodríguez, los azulejos de su primera etapa fueron realizados por Melchor Moreno.
Al lado oriental del patio estaba la enfermería baja. Es un salón rectangular con arquería central, los arcos están decorados con yesería con símbolos que se pueden relacionar con la advocación del Hospital de San Pedro, hoy se utiliza como Sala de Exposiciones. También es destacable la escalera que está cubierta por una bóveda elíptica decorada con yeserías barrocas.
En la planta alta hay otra sala de idénticas características que en la planta baja, conocida como enfermería alta, que en principio se usaba como cobijo en épocas de frío. Estaba comunicada con el coro de la iglesia. En su ángulo sudeste se encuentra la torre mirador superior al refectorio alto, que está cubierta con armadura de estilo mudéjar.
El antiguo refectorio y la Sala de Cabildos de invierno, en el piso superior, han sido acondicionados para ser respectivamente la biblioteca y el Gabinete de Estampas. Otra de sus características es el color que lo adorna, contrastando el blanco de la cal con el rojo del ladrillo de pilastras, arquitrabes y cornisas.
Cuenta con un patio sevillano (que puede parecer también un claustro conventual), con una fuente central escalonada con gradas circulares que están decoradas con azulejos, se encuentra a un nivel más bajo por problemas de abastecimientos de agua. Alrededor del patio hay galerías de arcadas asentadas sobre columnas de mármol toscano con base ática, de modelo vignolesco. La pila central fue diseñada por Bernardo Simón de Pineda y realizada por Francisco Rodríguez, los azulejos de su primera etapa fueron realizados por Melchor Moreno.
Al lado oriental del patio estaba la enfermería baja. Es un salón rectangular con arquería central, los arcos están decorados con yesería con símbolos que se pueden relacionar con la advocación del Hospital de San Pedro, hoy se utiliza como Sala de Exposiciones. También es destacable la escalera que está cubierta por una bóveda elíptica decorada con yeserías barrocas.
En la planta alta hay otra sala de idénticas características que en la planta baja, conocida como enfermería alta, que en principio se usaba como cobijo en épocas de frío. Estaba comunicada con el coro de la iglesia. En su ángulo sudeste se encuentra la torre mirador superior al refectorio alto, que está cubierta con armadura de estilo mudéjar.
El antiguo refectorio y la Sala de Cabildos de invierno, en el piso superior, han sido acondicionados para ser respectivamente la biblioteca y el Gabinete de Estampas. Otra de sus características es el color que lo adorna, contrastando el blanco de la cal con el rojo del ladrillo de pilastras, arquitrabes y cornisas.
La iglesia es de una sola nave cubierta por bóveda de medio cañón con lunetas y arcos fajones. Dentro de ella se pueden ver pinturas murales al fresco realizadas por Valdés Leal. Las del presbiterio representan la invención de la Santa Cruz, las del techo de la sacristía forman un pequeño espacio con perspectiva (trampantojo); a cada lado del presbiterio hay pinturas realizadas por Valdés Leal y su hijo Lucas Valdés: en la del lado derecho se representa a San Fernando entregando la mezquita al Arzobispo y en la del lado izquierdo se muestra a San Fernando ante la Virgen de la Antigua. Las urnas relicarios que aquí se encuentran y los cobres son de procedencia flamenca; las pinturas sobre mármol de la Inmaculada y de la Virgen con el Niño fueron realizadas por Sassoferrato. Las pinturas que cubren la bóveda y los muros fueron realizadas por el hijo del pintor, Lucas Valdés. Simulan tapices y representan el Triunfo del Pontificado.
En el retablo mayor, que data de 1889, se puede admirar la Apoteosis de San Fernando, también obra de Lucas Valdés. A cada lado están representados San Clemente y San Isidoro, realizados por Virgilio Mattoni. Las figuras en relieve de San Juan Bautista y San Juan Evangelista se atribuyen a Martínez Montañés y datan de la primera mitad del siglo XVII. También es de destacar el lienzo central del retablo de San Jerónimo, que en principio se atribuía a Herrera "el viejo", aunque posteriormente se ha comprobado que data de mediados del siglo XVII.
Las figuras de San Fernando y San Pedro, situadas debajo del coro, fueron realizadas por Pedro Roldán.
En el retablo de la Concepción se encuentra la figura de San Esteban, que aunque es una obra anónima del siglo XVII, se atribuye a Martínez Montañés. Los retablos son obra de Juan de Oviedo. El púlpito, realizado con mármoles policromados y ricas maderas es obra de Francisco de Barahona. Murillo que era amigo de Justino de Neve, también pintó una obra para el hospital, la Inmaculada de Murillo, una de sus más famosas obras, que hoy día se expone en el Museo del Prado de Madrid.

Además de las obras pictóricas, la sacristía posee una cajonería donde se guardan elementos sagrados. También son notables las piezas de orfebrería que se conservan en el edificio. En la parte central del altar mayor se puede observar a la Virgen de Belén. Entre sus obras también se pueden observar unos cristos de marfil del siglo XVIII. La fachada exterior de la iglesia, que se abre a la calle Jamerdana, presenta en su parte inferior un pórtico con arcadas de medio punto. En el cuerpo superior se abre una hornacina en el centro y dos óculos en los laterales.


Retablo mayor
 
Iglesia de Santa María Magdalena es un templo católico y la sede de una parroquia de Sevilla, Andalucía, España. El edificio es de estilo barroco. Fue proyectada por Leonardo de Figueroa y levantada entre finales del siglo XVII y comienzos del XVIII, como Iglesia del convento de San Pablo el Real. Se declaró Bien de Interés Cultural en 1970. ​
Actualmente es la sede canónica de la Hermandad Sacramental de la Magdalena, de la Hermandad de Nuestra Señora del Amparo, de la Hermandad de la Quinta Angustia, de la Hermandad de Montserrat y de la Hermandad del Calvario.

Historia
En 1248, el rey Fernando III cedió unas casas en la collación de Santa María a los dominicos. ​ La orden fundó en este lugar el convento de San Pablo. En el 1250, en un capítulo provincial de la orden en Toledo, se asignó un número de frailes al convento. La donación de los inmuebles fue confirmada en 1255 por Alfonso X. ​
En 1324, el infante Felipe, que veneraba en gran medida a la Virgen de las Fiebres, concedió muchas limosnas a este convento. ​ Esta imagen alcanzó notoriedad por su supuesta intervención en la curación de Pedro I en 1351. En agradecimiento, el rey ofreció al convento una estatua suya de plata, que quedaría destruida en un derrumbe en el año 1691. ​ En torno a 1353, el convento quedó destruido por un incendio, Pedro I contribuyó a las obras de reparación en 1361. ​
En 1421, el cabildo de la ciudad concedió tres mil maravedíes para el capítulo general de la orden que tuvo lugar en el convento de San Pablo. ​ Este cabildo también dio otras donaciones para diversos cultos. ​ Los Reyes Católicos, que se encontraban en Medina del Campo, otorgaron al convento limosnas para la reparación de la techumbre de la iglesia, que había sido derribada por una fuerte tempestad, en 1504. ​ El convento también recibió muchas ayudas de destacadas familias locales, algunas de las cuales recibieron sepultura en su iglesia. ​
En 1504, se creó en su seno un centro de estudios, Estudio General, que en 1552, por bula del papa Julio III, pasó a tener el rango de universidad. ​
En este convento se hospedaron muchos frailes dominicos que fueron, posteriormente, a evangelizar América y Filipinas. Algunas de estas misiones a las Indias fueron organizadas por Bartolomé de las Casas. En 1544 fue nombrado en este convento obispo de Chiapas. ​
Fue el mayor convento dominico de Andalucía. ​ A principios del siglo XVII contaba con 200 frailes. ​ En 1649 fallecieron 85 frailes por la epidemia de peste que asoló la ciudad. ​ En 1757 había 190 frailes. ​
Tras los desbordamientos del río Guadalquivir que tuvieron lugar entre 1691 y 1692 la construcción medieval sufrió derrumbes y, finalmente, fue demolida para levantarse de nuevo. ​ El templo actual fue realizado entre 1694 y 1709. ​
Durante la invasión francesa de Sevilla, las tropas saquearon el convento y lo ocuparon como cuartel y la iglesia del convento fue convertida en iglesia de Santa María Magdalena, en sustitución de la parroquia con esa titular que fue derribada en 1811, de acuerdo con el plan de derribos del asentista Mayer. ​ La antigua iglesia parroquial se encontraba en la zona que actualmente ocupa la plaza de la Magdalena. ​
Posteriormente, los dominicos regresaron al convento, comenzaron a arreglar los desperfectos y volvieron a convertir este templo en su iglesia. La antigua parroquia de la Magdalena comenzó a reconstruirse en la parcela que ocupaba. Tras la desamortización de 1835 el convento fue dedicado a oficinas civiles y en 1842 se abandonó la reconstrucción de la antigua iglesia parroquial para tener aquí la sede definitiva de la iglesia de Santa María Magdalena.
El convento fue reformado en su interior para adaptarlo a los nuevos usos civiles. En 1889 se derribó el compás y su portada. ​ En julio de 1906 el antiguo convento transformado en Gobierno Civil fue arrasado por un incendio. ​ A lo largo del siglo XX se derribaron sus dos claustros y otras dependencias para proyectos de urbanismo. ​ En el siglo XXI, solo se conservan del antiguo convento la iglesia, la sacristía y la Capilla de Montserrat.

Exterior
La portada principal se encuentra a los pies de la nave central. Originalmente daba al compás del convento, aunque en la actualidad se abre a la calle Cristo del Calvario. ​ Está realizada en piedra. En el frontispicio hay dos jarrones, un escudo de los dominicos y un busto de Santo Tomás de Aquino atribuido a Pedro Roldán. ​ En esta fachada hay un gran rosetón rodeado por las cuentas de un rosario, realizadas en cerámica azul, rodeado a su vez por una corona de flores. ​ En la parte superior hay un balcón con la siguiente distribución: en los lados hay dos espadañas y, en el centro, otro cuerpo con una entrada al balcón. ​
En el lado de la epístola hay tres accesos. Uno es la sencilla puerta a la Capilla de la Hermandad de la Quinta Angustia. El segundo es una portada usada habitualmente para acceder al templo. En el frontispicio está el escudo de la orden y, en la parte superior, las esculturas de San Fernando flanqueado por San Isidoro y San Leandro. ​ El tercer acceso es una portada que comunica con el transepto. En el frontispicio de esta portada se encuentra una estatua de Santo Domingo de Guzmán, atribuida a Pedro Roldán. ​ Sobre la misma hay un tejaroz sostenido por ternapuntas de hierro forjado. ​
La cúpula del crucero es la primera de la ciudad realizada sobre tambor octogonal. ​ Cuenta con un lucernario en su parte superior y está coronada por una corona de hierro forjado. ​ Figueroa diseñó cúpulas similares para la iglesia de San Luis de los Franceses y para la colegiata del Salvador. ​
Portada de la iglesia con la escultura de Santo Domingo de Guzmán.
 

Interior
El interior del templo consta de tres naves longitudinales y una transversal. ​ La nave central, más alta y ancha, está dividida en cinco tramos. ​ En la parte alta de la entrada principal hay un coro y al fondo de la iglesia se encuentra el presbiterio. ​ 

Cúpula
En el crucero se encuentra la cúpula, que se encuentra decorada en su interior con pinturas temáticas de la Gloria de la Virgen. En los ocho segmentos hay medallones con letras que componen la frase "Ave María" y pinturas de ángeles sosteniendo elementos que representan las letanías marianas. ​ En el intradós de los arcos torales se representan la Iglesia católica, la Provindencia, la Misericordia, la Sabiduría y la Justicia divinas. ​ En los cuatro pilares que sostienen la cúpula hay pintados 16 dominicos, identificados como: Sanctus Antoninus, B. Gundisalvus de Amarantho, B. Petrus Mártir de Verona, B. Joannes Martin de Colonia, B. Benedictus XI, B. Agustinus Gazotto, Sanctus Pius V, B. Albertus Magnus, Sanctus Hyacinthus, B. Jacubus de Mavania, Sanctus Raimundus de Peñafort, B. Petrus González Telmo, Sanctus Ludovicus Beltrán, B. Henricus Suzón, Sanctus Vecentius Ferrer y B. Ambrosius Sancedonius. ​ Este conjunto fue realizado por Lucas Valdés. ​ 

Altar mayor
En la bóveda del altar mayor está representando el Triunfo de la Fe, con santo Domingo de Guzmán y santo Tomás de Aquino rodeados por una gran corte de ángeles. En los cuatro medallones situados en las pechinas de la bóveda hay representaciones de los cuatro continentes, representando la evangelización del orbe. Este conjunto también es de Lucas Valdés, datado entre 1710 y 1715. 

Retablo mayor
En 1577, el prior del convento contrató un retablo para el altar mayor realizado por Juan Bautista Vázquez "el Viejo" y Miguel de Adán, que permaneció en el templo hasta el 1700 aproximadamente. ​ El actual retablo mayor puede datarse a principios del siglo XVIII, entre 1709, fecha de finalización de las obras, y 1724, año de su consagración. ​ Se ha atribuido a Leonardo de Figueroa ​ y a Pedro Duque Cornejo. ​ Constituye un retablo de grandes proporciones, el segundo mayor de la ciudad, después del de la catedral. Tiene 160 m2 y dieciocho metros de alto. Consta de banco y dos cuerpos. Se distribuye en tres calles separadas por columnas salomónicas. Fue restaurado en el año 2012, con el patrocinio de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. ​
El retablo se encuentra dedicado a San Pablo, titular del primitivo convento, que está representado en la hornacina central del segundo cuerpo. En los laterales, figuran esculturas de santos relacionados con la orden dominica, San Pío V y San Benedicto XI, en el segundo cuerpo, y San Francisco y Santo Domingo de Guzmán en el primero. En el centro del tercero de los cuerpos hay un relieve de la Conversión de San Pablo y, en sus laterales, Santa Catalina de Siena y Santa Rosa de Lima.
En el centro del primer cuerpo se abre la hornacina principal que actualmente contiene la escultura de Santa María Magdalena, que fue trasladada a este templo a mediados del siglo XIX, ya que procede de la primitiva parroquia de la Magdalena y que fue realizada en 1704 por Felipe Malo de Molina. ​En la predela del retablo hay una Inmaculada. El resto de las esculturas del retablo, son atribuidas a Pedro Duque Cornejo de entre 1709 y 1724. ​ A los lados del retablo mayor hay dos portadas. Cada una de ellas tiene dos columnas de mármol sosteniendo sus adintelados. En uno de los dinteles hay una escultura alegórica de la Esperanza y en el otro una de la Caridad. ​
Retablo mayor. Siglo XVIII.
 

Transepto
Planta de la Iglesia de Santa María Magdalena de Sevilla
1.- Capilla de la Virgen de la Antigua
2.- Capilla de la Virgen del Amparo
3.- Capilla del Cristo del Calvario
4.- Capilla de San Antonio
5.- Capilla de la Virgen del Rosario
6.- Capilla bautismal
7.- Capilla de la Quinta Angustia
8.- Capilla sacramental.
Virgen de la Antigua. Pedro Roldán. 1650-1651.
 

Lado del evangelio
En lado del evangelio del transepto se encuentran los siguientes elementos:
·        Capilla de la Virgen de la Antigua. Retablo del siglo XVIII, la figura central de esta capilla es la Virgen de la Antigua, ejecutada entre 1650 y 1651 por Pedro Roldán.​
·        Capilla de la Virgen del Amparo. Con un retablo del siglo XVIII atribuido a Cristóbal de Guadix. Esta Virgen fue realizada por Roque Balduque en torno a 1555. ​
·        Retablo de Santa Ana y la Virgen Niña. Retablo del siglo XVII. Esculturas realizadas por Francisco Ruiz Gijón entre 1675 y 1678. ​
·        Retablo de la Virgen de las Fiebres. Retablo del siglo XVII. La Virgen es atribuida a Juan Bautista Vázquez "el Viejo" de 1565. ​
·        Retablo de Jesús con la cruz a cuestas. El Jesús fue esculpido por Gaspar del Águila y policromado por Antonio de Arfián en 1587. Porta una cruz de carey con marco de plata. Proviene de la antigua parroquia de Santa María Magdalena y fue conocido primero, simplemente, como Cristo con la cruz a cuestas y Cristo de la Magdalena entre los siglos XVI y XVIII y como Nazareno de las Fatigas posteriormente. ​

Lado de la epístola
En el lado de la epístola del transepto se encuentran los siguientes elementos:
·        Capilla del Cristo del Calvario. En un retablo compartimentado con columnas salomónicas que data de principios del siglo XVIII, cerrado con una reja del mismo periodo, se encuentra en el centro las esculturas del Cristo del Calvario de Francisco de Ocampo (1612), la Virgen de la Presentación de Juan de Astorga (C. 1839) y San Juan Evangelista también de Astorga (C. 1839), todas ellas titulares de la Hermandad del Calvario. ​
·        Santa Catalina de Siena. Escultura del siglo XVIII. ​
·        Capilla de San Antonio de Padua. Con un retablo de principios del siglo XVIII. En el banco del retablo hay un Ecce Homo del siglo XVII. ​
·        Retablo de la Virgen del Carmen. Retablo y escultura del siglo XVIII. ​
·        Retablo de San José con el Niño. Retablo y escultura del siglo XVIII. ​ 

Capilla de la Quinta Angustia
Se encuentra adosada a la nave del evangelio. Se trata de un espacio de entre finales del siglo XIV y principios del siglo XV. Fue reformada a comienzos del siglo XVIII pero recuperó su fisionomía original en una restauración en 1917. ​ En el siglo XV debieron ser tres capillas independientes, cada una con su cúpula. ​ Tiene pinturas murales de naturaleza y tres escudos heráldicos, dos de los Ayala y uno de los Medina. En 1896 se le colocaron zócalos con azulejos de la Cartuja.
Esta capilla es la sede de la Hermandad de la Quinta Angustia. Esta hermandad tiene como titulares al Jesús del Descendimiento (atribuido a Pedro Roldán de 1659) y a la Virgen de la Quinta Angustia (Vicente Rodríguez-Caso, 1932). ​ 

Capilla Sacramental
La capilla Sacramental es una estancia que va del transepto a la entrada lateral del templo. Fue primitivamente capilla de la Virgen del Rosario, pero tras el traslado de la parroquia a este templo, terminó convertida en capilla sacramental. Alberga un retablo de 1817, original de Miguel Albín.
Este retablo consta de banco, cuerpo y ático. El banco está compuesto por una mesa de altar, con su frontal adornado con una columnata que contiene florones, y puertas laterales. Sobre la mesa de altar se sitúa un sagrario de plata de finales del siglo XVIII, que fue retocado por Marmolejo en 1954. El cuerpo del retablo está estructurado por cuatro columnas de fustes estriados y orden corintio, que determinan una calle central y dos entrecalles. El cuerpo central, que se encuentra adelantado, alberga un camarín con baldaquino interior formado por arcos de medio punto sustentados por columnas, en cuyo interior se encuentra una imagen de la Inmaculada Concepción del siglo XVIII y en las entrecalles, dos arcángeles de finales del siglo XVII, realizados por Juan Bautista Patrone. En el ático aparece un relieve de la Santísima Trinidad de Manuel María Fernández flanqueado por columnas pareadas de orden corintio y el resto del fuste estriado. En los extremos, sobre el entablamento del cuerpo del retablo, se sitúan los ángeles de Patrone sobre ménsulas. El retablo se encuentra pintado imitando mármol y con los perfiles dorados.
Retablo de la Asunción
 

Pintura
Destacan las pinturas al fresco de Lucas Valdés sobre los muros, con temas relacionados con la Orden de Santo Domingo, los misterios del rosario y los apóstoles. Muchas de ellas se encuentran muy deterioradas. La mayor parte de las cuales fueron realizadas por Lucas Valdés entre 1710 y 1715​ Entre las obras de este autor está la de Salomón realizando una ofrenda en el templo. ​ 

Mural
·        El Triunfo de la Fe. Este fresco, obra de Lucas Valdés, se encuentra en la bóveda del presbiterio, representa el triunfo de la Fe sobre la herejía en los cuatro continentes gracias a la intervención de los frailes dominicos. La figura central representa a la Fe, a ambos lados se encuentran los arcángeles San Miguel y San Rafael rodeados por ángeles y músicos que tocan desde dos balcones laterales. Debajo de este conjunto entre nubes se encuentran los dos principales santos de la orden Dominica, Santo Domingo de Guzmán con una espada en llamas en su mano derecha y Santo Tomas de Aquino con una palma en la mano derecha y un pliego de papel abierto en la izquierda. Ambos triunfan sobre la herejía y la abominación que se precipitan hacia el abismo. En las esquinas cuatro medallones representan los cuatro continentes.
·        La entrada triunfal de San Fernando en Sevilla entre las alegorías de la fortaleza y de Sevilla liberada. Se encuentra en lado derecho del crucero y es obra de Lucas Valdés. Se representa la entrada de este rey en la ciudad acompañado por la Virgen de los Reyes y un gran séquito eclesiástico entre el que se encuentra Santo Domingo de Guzmán y San Pedro Nolasco. Desde arriba contemplan el acto San Isidoro y San Clemente. ​
·        Auto de Fe en tiempos de San Fernando. Se representa un Auto de Fe en el que aparecen frailes dominicos y el mismo San Fernando que transporta leña para la hoguera. Según la leyenda este fue un acontecimiento real que se celebró en Sevilla el 28 de octubre de 1703 en el que se ejecutó entre otros a un personaje llamado Diego López Duro vecino de Osuna (Sevilla) por practicar la religión judía. Se encuentra situado en el lado izquierdo del crucero y es obra de Lucas Valdés​. También aparece un grupo de dominicos llevando en burros a los condenados. ​
·        La Virgen del Rosario protegiendo las naves española en la batalla de Lepanto. Obra de Lucas Valdés. Este fresco está enmarcado por una yesería dorada. En él aparecen la batalla de Lepanto. Sobre una nube podemos ver a la Virgen del Rosario. Según la tradición, el rezo del rosario contribuyó a la victoria de los cristianos, que tuvo lugar el 7 de octubre de 1571, siendo papa Pío V, dominico. Los frailes dominicos, antiguos propietarios de la iglesia, tienen una devoción especial al santo rosario. ​ 

Lienzos
·        Francisco de Zurbarán — La curación milagrosa del Beato Reginaldo de Orleáns.
·        Se representa en este cuadro un milagro que tuvo lugar tras la oración de Santo Domingo. La Santísima Virgen acompañada de dos bellas jóvenes que son Santa Cecilia y Santa Catalina, se apareció ante el lecho de Reginaldo de Orleáns que se encontraba enfermo por unas fiebres que hacían temer por su vida. La Virgen ungió la cabeza del paciente, quedando este completamente restablecido.
·        Francisco de Zurbarán — La entrega milagrosa del verdadero retrato de Santo Domingo en el monasterio de Soriano.
Según la tradición, en la noche del 15 de septiembre de 1530, la Santísima Virgen, acompañada de Santa María Magdalena y Santa Catalina, se aparecieron en el convento dominico de Soriano, en Calabria, al hermano sacristán fray Lorenzo da Grottaria. Santa Catalina portaba una imagen de Santo Domingo, que le fue entregada al fraile para que la colocase sobre el altar mayor de la iglesia del convento. ​ Desde entonces esta imagen ha gozado de gran devoción y nobles, reyes y papas han contribuido al engrandecimiento del santuario. Varios artistas han representado este milagro. El cuadro del convento de San Pablo de Sevilla fue realizado por Zurbarán en 1626. 
 
Capilla de Montserrat sevillana es un edificio religioso de culto católico ubicado en el casco histórico de la ciudad. Es la sede de la Hermandad de Montserrat, corporación que realiza una procesión anual en la tarde y noche del Viernes Santo.
Fue realizada según diseño del maestro de obras Leonardo de Figueroa entre los años 1704 y 1710. Posteriormente fue objeto de una renovación en la que intervinieron Diego Antonio Díaz y Matías José de Figueroa, que probablemente fue el autor de la portada. Primitivamente fue la sede de la Hermandad de la Antigua y Siete Dolores, corporación que se extinguió. El edificio pasó a manos del Estado en el siglo XIX en virtud de las leyes de desamortización, siendo finalmente cedido en 1939 a la Hermandad de Montserrat hispalense, que es, desde entonces, propietaria del templo. Dicha hermandad disponía anteriormente de otra capilla propia situada en el compás del Convento de San Pablo, pero fue derruida durante las obras de ensanche de la calle San Pablo.
El templo consta de una única nave de planta rectangular. Está cubierta con bóveda de cañón, excepto en el falso crucero donde existe una bóveda vaída. La portada realizada con ladrillo avitolado está rematada por una triple hornacina adornada con molduras barrocas. 

Iglesia de San Luis de los Franceses constituye un destacado ejemplo de arquitectura barroca del siglo XVIII. Esta ubicada en el centro histórico de Sevilla (España). Fue diseñada por el arquitecto Leonardo de Figueroa y construida entre 1699 y 1730 por encargo de la Compañía de Jesús. Tras la expulsión de los jesuitas de España en 1835 tuvo diferentes usos, siendo finalmente desacralizada. En la actualidad pertenece a la Diputación de Sevilla.


Historia
La Compañía de Jesús llegó a Sevilla en 1554 y construyó una iglesia, una casa profesa y un noviciado. De todas estas edificaciones únicamente se conserva la iglesia de la Anunciación.
A principios del siglo XVII, Luisa de Medina les donó unos terrenos para un nuevo edificio más grande y una nueva iglesia con la condición de que ella fuera enterrada la Capilla Mayor y que la iglesia fuese dedicada a su santo patronímico, San Luis (Luis IX, rey de la Francia medieval primo hermano del rey Fernando III de Castilla y de León que reconquistó Sevilla).
Otro factor que influyó en la dedicación a San Luis es que los jesuitas quisieron tender puentes con la monarquía española y concretamente con la nueva dinastía francesa iniciada con Felipe V de Borbón, para evitar ser expulsados. El hecho es que la presencia en la iglesia de la corona, atributo de los reyes, y la flor de lis (símbolo de los borbones presente también en el escudo de España) subraya la vinculación entre los monarcas y la religión católica.
En 1609 ya se había trasladado el noviciado. En 1699 se inició la construcción de la iglesia que se terminó en 1730 y fue inaugurada en 1731 por el arzobispo Luis de Salcedo y Azcona con el nombre de Iglesia de San Luis de los Franceses.
En 1767 una Real Orden de Carlos III expulsó de España a los jesuitas que debieron abandonar el edificio. Volvieron en 1817, hasta que la nueva expulsión de 1835 les obligó a abandonar definitivamente el conjunto.
Desde entonces el antiguo noviciado ha tenido diversos usos: seminario, convento franciscano, hospital de venerables sacerdotes, fábrica en el siglo XIX y hospicio hasta los años sesenta del siglo XX. La iglesia permaneció cerrada y sin culto muchos años.
Actualmente la iglesia pertenece a la Diputación Provincial de Sevilla. Esta institución ha venido destinando desde el año 1984 importantes partidas económicas para la recuperación integral de este monumento. Después de una restauración, el 6 de septiembre de 2016 se inauguraron tanto las obras de rehabilitación como la nueva iluminación dando así de nuevo la posibilidad de ser visitada por el público en general. 

Arquitectura
Orientación
La iglesia se encuentra orientada según el recorrido del sol o analema, de tal manera que el altar mayor hacia el oeste recibe abundante luz, sobre todo en primavera. La puerta principal da hacia el este, donde nace el sol. El altar de San Estanislao, al norte y el altar de San Francisco Borja, al sur, reciben luz el día de la onomástica de cada santo. 

Exterior
La fachada es de dos cuerpos y está profusamente decorada como fachada retablo; en ella se alterna la piedra y el ladrillo como materiales de construcción. Está flanqueada por dos torres octogonales. El segundo cuerpo consta de cinco ventanas, la central enmarcada por columnas salomónicas. Más arriba está el escudo de España coronado por los tres arcángeles. La fachada no manifiesta la forma ni la escala de la iglesia. Los jesuitas habían proyectado construir una plaza delante para que se pudiese ver la cúpula y la fachada, sin embargo nunca llegaron a realizarla.
 
Interior
La planta tiene forma de cruz griega. Sobre ella se ubica una cúpula, 16 columnas salomónicas (8 columnas exentas y 8 medias columnas) que aparentan soportar el peso de la cúpula, la cual en realidad se sustenta en cuatro pilares que están ahuecados para albergar capillas en su interior. Los cuatro pilares quedan ocultos por los cuatro retablos menores, luego tapados también por cuatro balcones y cuatro celosías. Solamente las dos medias columnas salomónicas del altar mayor son originales, el resto pertenecen a la última restauración. Las columnas de piedra tienen un estuco para poder pintarlas aunque nunca llegaron a hacerlo.
Más arriba, en el segundo cuerpo, existe una tribuna con ocho arcos de medio punto y un conjunto de balcones cerrados con celosías sobre los pilares que soportan la cúpula. ​
En la parte que queda por debajo del coro las pinturas dispuestas sobre la puerta principal de la iglesia están dedicadas a San Ignacio de Loyola y fueron realizadas por Domingo Martínez en torno a 1743. En la escena aparece San Ignacio sobre el templo de la sabiduría divina, como arco del triunfo que acoge en su interior el libro de los Ejercicios Espirituales. A los lados del hastial de la entrada se han representado dos murales alegóricos que constituyen una defensa de la compañía de Jesús frente a sus detractores. Para ello emplean como referencia dos bulas papales (Pablo III y Alejandro VII) que autorizan y validan a la compañía de Jesús y a los Ejercicios espirituales. En la pintura de la derecha se puede ver un tema mitológico. "Las figuras de las tres gracias se hallan vestidas, portan cuernos de la abundancia y están identificadas con sus nombres: Aglaya (alegría), Talia (la obediencia y la comedia), y Eufrosine (el deleite). En un contexto cristiano las Gracias conservan la interpretación que les otorgaba Séneca, como triple imagen de la liberalidad: dar, aceptar y devolver beneficios o dones.  
San Luis es un noviciado, un lugar que sirve para educar por lo tanto está repleto de signos con múltiples significados. En la puerta se puede leer "Esta es la puerta de Dios, los justos entraran por ella". Se trata de una casa de "probación", donde los invitados o huéspedes viven encerrados sin comunicarse con el mundo exterior.
Los retablos están llenos de espejos convexos. Se trata de espejos venecianos fabricados de estaño y mercurio. Los espejos sirven para reflejar la luz y enviarla a otros puntos de forma que se multiplica su efecto y también deforman la realidad y la amplían. Por otra parte el espejo remite al lema "Speculum sine macula" atribuido a la virgen María.
 
Cúpula
Se levanta sobre un tambor circular y cuenta con amplias ventanas que le dan gran luminosidad. Si se unen mediante líneas los diferentes puntos de la cúpula surge un octógono o una estrella de ocho puntas o estrella de Salomón presente en multitud de lugares en el templo. En la parte inferior de la cúpula podemos ver una representación de la religión que tiene la palabra Religio (de latín religare, religar, unir o volver a unir) esta figura, aparentemente femenina, sostiene con su mano derecha la Cruz, símbolo de Cristo y símbolo también de su muerte, viene a reivindicar a Cristo como Mártir y con la izquierda sostiene una palma en alusión a la resurrección (Palma del martirio). Detrás de esta figura se encuentra representada el arca de la alianza.
Inmediatamente debajo de esta figura y a sus lados, se lee CHARITAS DEI (amor a Dios) y CHARITAS PROXIMI (amor al prójimo). Esto se puede ver desde la puerta de entrada principal a la iglesia, ya que son los pilares-virtudes de la religión.
Interior de la cúpula
 

Frente a la figura de la Religión ya descrita, se encuentran las pinturas al fresco realizadas por Lucas Valdés que representan la eucaristía.
El propósito de la decoración es enlazar los dos libros que componen la Biblia: el antiguo testamento y el nuevo testamento.
Pueden observarse diferentes elementos relacionados con el templo de Salomón, como el candelabro de los siete brazos, el altar de los perfumes y el arca de la alianza. En la porción interior del tambor se distinguen diferentes esculturas que representan a San Agustín, Santo Domingo de Guzmán, el profeta Elías, San Pedro Nolasco, San Benito, San Francisco de Asís, San Juan de Mata y San Francisco de Paula. En el siguiente cuerpo se distinguen las figuras alegóricas de las virtudes cristianas que deben poseer el buen sacerdote: mortificación, obediencia, pobreza, amor a Dios, religión, amor al prójimo, castidad, oración y humildad. Cada una de las figuras se sitúa sobre una columna y se relaciona con una bienaventuranza, según el siguiente esquema:
·        Mortificación - Dichosos los que lloran. MORTIFICATIO - BEATI QUI LUGENT.
·        Obediencia - Dichosos los mansos. OBEDIENTIA - BEATI MITES.
·        Pobreza - Dichosos los pobres de espíritu. PAUPERTAS - BEATI PAUPERES SPIRITU.
·        Amor a Dios - dichosos los pacíficos. CHARITAS DEI - BEATI PACIFICI.
·        Religión - si alguno es niño que venga a mí. RELIGIO - SI QUIS EST PARVULUS VENIAT AD ME.
·        Amor al prójimo - dichosos los misericordiosos. CHARITAS PROXIMI - BEATI MISERICORDES.
·        Castidad - dichosos los limpios de corazón. CASTITAS - BEATI MUMDO CORDE.
·        Oración -dichosos los que tienen hambre y sed de justicia. ORATIO - B.Q. ESURIUNT ET SITIUNT IUSTITIAM.
·        Humildad - Dichosos los que sufren persecución. HUMILITAS - BEATI QUI PERSEC./ UTIONEM/ PATIUNT./ UR. 

Retablos
Los retablos que son en su mayor parte tanto en el aspecto escultórico como arquitectónico obra de Duque Cornejo, mientras que la mayoría de las pinturas que se integran en ellos son de Domingo Martínez quien las realizó entre 1743 y 1750.
El retablo mayor está presidido por un lienzo de san Luis (rey Luis IX de Francia) y los seis laterales están dedicados a diferentes santos jesuitas. ​
·       Retablo mayor. Está presidido en su calle central por un lienzo de San Luis de la escuela de Zurbarán, una Inmaculada de Duque Cornejo y un cuadro de la Virgen con el Niño de estilo manierista y autor anónimo, que debió de realizarse a finales del siglo XVI.
·       Retablo dedicado a san Francisco de Borja. El santo se representa portando un cráneo con corona en la mano izquierda para simbolizar el desengaño que sufrió cuando fue comisionado para trasladar el cuerpo de la emperatriz Isabel de Portugal desde Toledo hasta el mausoleo de los Reyes Católicos en Granada. Al abrir el ataúd para identificar el cadáver y contemplar el cuerpo en putrefacción de la emperatriz, quedó muy impresionado, se prometió "nunca más servir a señor que se pueda morir" y decidió dedicar su vida a Dios. Pueden leerse entre otros los emblemas Roseos lvx efvgat alma colores (una luz fecunda disipe los colores rojizos) simbolizado por un paisaje con disco solar y Vitae melioris origo (origen de una vida mejor) simbolizado por ave fénix surgiendo de sus cenizas. A los pies del retablo se encuentra la reliquia de la calavera de San Fructuoso.  ​
·       Retablo dedicado a san Estanislao Kostka. Es gemelo del dedicado a san Francisco de Borja. El Santo se representa portando el Niño Jesús en sus brazos, para recordar la aparición milagrosa de la Virgen que salvó a San Estanislao de una grave enfermedad, entregándole su hijo durante unos instantes, tras lo cual le manifestó su deseo de que entrase en la Compañía de Jesús. La talla principal encarna el ideal del buen novicio que será recompensando, incluso en vida, por la divinidad. Se intenta recalcar el ejemplo de renuncia a la vida mundana de un príncipe polaco que abandona su posición privilegiada en el mundo, bienes terrenales y familia, para emprender un largo viaje a través de Europa e ingresar como novicio en la Compañía de Jesús. Además de la talla principal, en el retablo se representan numerosas escenas de la biografía del Santo, entre ellas la aparición de la Virgen cuando le pide que ingrese en la Compañía, la aparición de la Trinidad a Estanislao cuando este era solo un niño, su estancia en la cama cuando se encontraba enfermo y se le aparece el Niño Jesús y el episodio en que recibe la comunión de Santa Bárbara. La simbología incluye entre otras representaciones una brújula orientada hacia una estrella y el firmamento estrellado, Plus diligit omnibus unam (la quiere a ella sola más que a ninguna). A los pies del retablo se encuentra la reliquia de la calavera de San Faustino. San Estanislao nació un 28 de octubre al igual que San Francisco de Borja. Ambos se conocieron en vida, debido a que Francisco de Borja recibió a Estanislao en el noviciado de Roma. Sus retablos son gemelos, el uno reflejo del otro. Sin embargo, el de Estanislao se ilumina con luz natural todos los días debido a su orientación mientras que el retablo de San Francisco de Borja permanece en oscuridad.
·       Retablo dedicado a San Ignacio de Loyola. Es un retablo vitrina en el que se representa San Ignacio arrodillado en el episodio de la cueva de Manresa.
·       Retablo dedicado a San Francisco Javier en el que el santo se representa recuperando un crucifijo regalo del fundador. Este episodio es conocido como "El milagro del cangrejo" y tuvo lugar en las playas de las Islas Molucas, donde tras embarcarse en una nave rudimentaria para trasladarse a otro lugar, se declaró de pronto una gran tormenta, por lo que el santo arrojó su crucifijo al mar para que se aplacaran las aguas, perdiéndolo. Poco después la tempestad se calmó y San Francisco Javier recuperó el crucifijo al llegar a la orilla donde lo sujetaba entre sus pinzas un cangrejo.
·       Retablo dedicado a San Luis Gonzaga. La imagen principal fue realizada poco después de la canonización que tuvo lugar en 1727, esta talla se considera como una de las más valiosas del templo, siendo destacable el suave movimiento aparente de la escultura como si estuviera mecida por un viento que le transmitiera vida propia.
·       Retablo dedicado a San San Juan Francisco Regis.
Retablo mayor

Retablo de San Estanislao de Kostka

Retablo dedicado a San Ignacio de Loyola. 


Capilla Doméstica
Se encuentra en el antiguo noviciado, separada de la iglesia principal y se concluyó previamente a esta, ya que fue bendecida el 23 de junio de 1712. Fue la capilla dedicada al culto privado de los novicios y padres que habitaban el conjunto. Es fruto de la remodelación que realizó Leonardo de Figueroa en la primera capilla que ocupaba el salón principal del palacio de los Enríquez. Presenta una única nave y sus dimensiones son más reducidas pues se utilizaba como iglesia privada a la que no tenían acceso los fieles. Está cubierta con una bóveda de cañón sobre arcos fajones y se comunica con la sacristía que cuenta con una bóveda esquifada. Presenta una rica ornamentación que incluye numerosas pinturas, cornucopias de madera tallada, medallones de yeso policromado y un espectacular retablo realizado por Duque Cornejo. Para esta capilla Velázquez pintó su cuadro de la Epifanía​. En las cornucopias se ven numerosos girasoles, en alusión a la orientación a la luz. La Capilla está dedicada a la virgen María. Las pinturas de la bóveda son de Domingo Martínez y representan las letanías de la virgen. Los novicios se sentaban a ambos lados en una sillería (actualmente perdida tras la restauración de Fernando Mendoza Castell) para rezar las letanías, de tal manera que los de un lado actuaban como reflejo y complemento a los del opuesto. Las pinturas del nivel superior representan la vida de María y son anónimos flamencos salvo la primera de todas que representa el nacimiento de la virgen a la izquierda de la puerta principal que es de Domingo Martínez. Las pinturas del nivel inferior representan a los 12 apóstoles, más Pablo y Bernabé y 2 evangelistas: Lucas y Marcos. Son copias del apostolado de Van Dyck realizadas por Domingo Martínez. La pintura de la cúpula que se encuentra sobre el altar mayor representa la ascensión de María y es de Lucas Valdés, en ella aún se puede apreciar parte de la cuadrícula utilizada por el pintor para lograr la perspectiva. Las pinturas del techo de la sacristía son de Domingo Martínez y representan a los 4 evangelistas y el corazón de Jesús.  

Retablo de la Capilla Doméstica
Pedro Duque Cornejo tuvo algunos problemas de tipo económico en la realización un retablo en Trigueros y se acogió en el noviciado de San Luis para evitar ser detenido. A cambio realizó este retablo. Debido a que al autor le interesaba permanecer el mayor tiempo posible se detuvo en cada detalle, e incluso trabajó las partes posteriores. Está inspirado en la figura 71 del primer libro escrito por el hermano jesuita Andrea Pozzo. También se puede apreciar la influencia de Jerónimo de Balbás, en el uso del estípite y las cortinas. Se dispone siguiendo una escenografía semitransparente y de contraluz. El tallado es muy detallista, contando con numerosos temas eucarísticos como racimos de uvas, hojas de cardo y espigas de cereales. La obra en general destaca por la calidad de ejecución y la gran belleza de las esculturas. El diseño responde a una exaltación de la Eucaristía, en el centro se encuentra la imagen de la Virgen María que fue regalada por san Francisco de Borja flanqueada por 2 ángeles, a ambas lados las tallas de Estanislao de Kostka representada con el Niño Jesús en sus brazos y Luis Gonzaga, sobre ellos sendos medallones en los que se encuentran talladas las escenas de la predicación de San Francisco Javier y San Francisco de Borja. En el ático del retablo se representa la escena en la que se recibe a Estanislao de Koska en el noviciado de Roma. Sobre la cornisa, pueden contemplarse varias figuras que representan a las virtudes. ​

JAIME BORT y MELIÁ (Cuevas de Vinromá, Castellón, España? - † Madrid, 2 de febrero de 1754)
Arquitecto de la época del barroco español. Aunque frecuentemente se dice que también fue escultor, parece que las esculturas de sus obras se deben a su hermano Vicente, con quien trabajó siempre en colaboración.
Su obra más importante es la fachada de la catedral de Murcia.
En 1738, a causa de unas riadas del río Segura, la primitiva fachada de la catedral había quedado en irremediable estado de ruina. El cabildo catedralicio encarga a Sebastián Feringán, director de obras del Arsenal de Cartagena, el proyecto de demolición de la arruinada fachada y la construcción de una nueva.
Sebastián Feringán envía al cabildo el plano de cimentación y el diseño de la nueva fachada de la catedral. En abril de ese mismo año comienzan las obras de la nueva fachada bajo la dirección de Jaime Bort sobre los planos enviados por Feringán.
Bort llevó a cabo esta obra entre 1738 y 1753 planteándola como un gran retablo con planos curvados que es considerada como una de las obras maestras del barroco español. Es un buen ejemplo de la estética barroca en su apogeo, que juega deliberadamente con salientes y entrantes que acentúan el contraste entre claros y sombras.
Participó en la realización de la fachada del santuario de la Virgen de la Fuensanta (Murcia) labrando la hornacina central con la imagen de la Virgen flanqueada por San Patricio y San Fulgencio.
También realizó la ermita del Santo Rostro, en Honrubia, Cuenca (1720). Esta ermita es de estilo barroco, las tejas son del barroco valenciano. Tiene un precioso retablo realizado también por Jaime Bort.
Proyectó y construyó la plaza del marqués de Camachos de Murcia concebida para la celebración de corridas de toros. En 1740, finalizó la construcción del Puente Viejo sobre el río Segura en la ciudad de Murcia - popularmente llamado “puente de los peligros”- obra que había iniciado Toribio Martínez, y que Bort terminó en 2 años. ​
También en Murcia realizó el retablo de la Iglesia de La Merced reproduciendo en él la parte superior de la catedral.
En Orihuela se le atribuye la construcción del Palacio del Conde de la Granja. Es este uno de los palacios más impresionantes de Orihuela, tanto por su volumetría como por la grandiosidad de la portada barroca que tiene un gran parecido a la de la catedral de Murcia, aunque no existe prueba documental sobre su autoría.
Así mismo, en esta misma ciudad trabajó en la Iglesia de Santas Justa y Rufina diseñando su nueva Sacristía, trabajo documentado, al que posiblemente se añadiese el trazado de la capilla de la Comunión contigua a la anterior estancia del templo.
Es considerado, por algunos autores, como el autor de la Ermita de Roda en San Javier (Murcia).
Algunas fuentes estiman que labró la portada sur de la Basílica de Santa María de Elche.
Fue también el autor del proyecto de las Casas Consistoriales de Cuenca, más tarde realizado por Lorenzo de Santa María (1760), cuando Bort ya había muerto. Conforma un conjunto de edificios muy representativos del barroco conquense
Participó también en el diseño del Ayuntamiento de Caravaca de la Cruz.
Al parecer recomendado por Sebastián Feringán, como hábil ingeniero hidráulico, en 1749 se traslada a Madrid, con su hermano el escultor Vicente Bort, donde se sabe hizo los puentes Verde (actualmente llamado de San Fernando) sobre el Manzanares y el llamado de Trofa, en el camino de El Pardo; el primero de piedra y el segundo de madera. Vicente hizo las esculturas que adornan el primero (San Fernando y Santa Bárbara). ​
Proyectó una solución para la evacuación de las aguas residuales de Madrid. 

Catedral de Murcia


El imafronte:

Imafronte de la Catedral de Murcia con la Torre al fondo. Obra maestra del barroco.

De estilo barroco, la fachada principal o imafronte es de una belleza y monumentalidad de excepción, única en su género.
Sustituye a una fachada anterior, realizada a mediados del siglo XVI bajo la dirección de Jerónimo Quijano, en tiempos del obispo Esteban de Almeyda (1546-1563).
Detalle del cuerpo central del Imafronte.
 

En el siglo XVIII, debido a las continuas riadas y frecuentes terremotos, el imafronte se vio afectado acusando una preocupante falta de firmeza. El Cabildo Catedralicio pidió informes a Sebastián Feringán (ingeniero militar director de las obras del Arsenal de Cartagena) y Fray Antonio de San José, que aconsejaron su demolición total.
En 1732 se comienza a demoler la fachada anterior, procediéndose a realizar la nueva entre 1737 y 1754.
Orientada a occidente, a lo que desde 1759 sería la plaza del Palacio (posteriormente llamada plaza del Cardenal Belluga), se pensó como un retablo de piedra según encargo del propio Cabildo y del Cardenal Belluga, siendo diseño del arquitecto Jaime Bort (basándose en planos de Feringán), que contó con numerosos colaboradores como Manuel Bergaz, José Campos, Juan de Gea, y José López. La cimentación se debe al propio Sebastián Feringán.
En 1749 Jaime Bort marchó a Madrid para trabajar en la Corte, continuando las obras su discípulo Pedro Fernández, quien terminó los trabajos en 1754.
La financiación de la obra pasó por serias dificultades, que se superaron gracias a las aportaciones de particulares, de la Casa Real y el Cardenal Belluga.
El imafronte está enteramente dedicado a la Santísima Virgen María, titular del templo, apareciendo en ella también incontables efigies de santos y mártires vinculados a la Diócesis de Cartagena; muchas de ellas fueron realizadas por el imaginero francés Antonio Dupar.
La fachada está dividida en dos cuerpos horizontales y tres tramos verticales. Los verticales están divididos por grandes columnas uniéndose los laterales al central por medio de unas grandes volutas, rematándose la calle central con una gran moldura curva que, como un frontón, forma un casquete de bóveda con la escultura de la Asunción de la Virgen. En la base de los tres cuerpos se abren las tres puertas que corresponden a las tres naves del interior del templo: las dos laterales (la de San José o del Cabildo y la de San Juan o del Concejo) y la central, llamada Puerta del Perdón (la cual sólo se abre con ocasión de grandes solemnidades), coronada por una gran hornacina con el grupo escultórico de la Virgen María con los Arcángeles.
La fachada estuvo coronada por una gran estatua de Santiago clavando la cruz en el suelo (ya que la tradición dice que el apóstol entró en Hispania por el puerto de Cartagena), pero fue retirada debido a su elevado peso en 1803, siendo sustituida por una cruz que fue derribada por el Terremoto de Torrevieja de 1829.

 








 

Bibliografía
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