viernes, 11 de diciembre de 2020

Capítulo 4 - Arquitectura barroca italiana - Barroco siciciliano, veneciano, genovés

Barroco siciliano
El barroco siciliano es una variante local de la arquitectura barroca italiana que se desarrolló en la isla de Sicilia, en la Italia meridional, durante los siglos XVII y XVIII, un estilo distintivo gracias al trabajo del historiador del arte inglés Anthony Blunt. El estilo se reconoce no sólo por sus típicas curvas y florituras barrocas, sino también por sus máscaras sonrientes y "puttis" con la particular extravagancia que le ha dado a Sicilia una identidad arquitectónica única.
El estilo barroco siciliano voló durante la gran reconstrucción edilicia que siguió al terremoto de 1693. Previamente el barroco había sido usado en la isla en una forma ingenua y de alcance local, que había evolucionado a partir de la arquitectura híbrida nativa más que de los grandes arquitectos barrocos de Roma. Después del terremoto los arquitectos locales, muchos de ellos formados en Roma, tuvieron múltiples oportunidades de recrear la arquitectura barroca más sofisticada, que había ganado popularidad en la Italia continental. El trabajo de estos arquitectos locales —y el nuevo género de grabado arquitectónico que ellos iniciaron— inspiró a otros diseñadores locales para seguir el ejemplo. Alrededor de 1730, los arquitectos sicilianos habían desarrollado confianza en el uso del estilo barroco. Su particular interpretación los llevó paulatinamente a generar una forma de arte altamente localista y personalizada. De 1780 en adelante, el estilo fue gradualmente reemplazado por la nueva moda del neoclasicismo.
El estilo decorativo del barroco siciliano duró apenas cincuenta años, y reflejó perfectamente el orden social de la isla en una época en que —dominada nominalmente por España— fue gobernada de hecho por una aristocracia hedonista y extravagante. La arquitectura barroca ha dado a la isla un carácter arquitectónico que permanece en el siglo XXI.
En el año 2002, la Unesco incluyó las «Ciudades del barroco tardío del Valle de Noto (sudeste de Sicilia)» como Patrimonio de la Humanidad, una selección de monumentos barrocos de las ciudades de Caltagirone, Militello, Val Di Catania, Catania, Modica, Noto, Palazzolo, Ragusa y Scicli por «proporcionar un testimonio sobresaliente del arte y la arquitectura del barroco tardío» y «representar la culminación y florecimiento final de arte barroco en Europa». 

Características del barroco siciliano
El monasterio benedictino de San Nicolò l'Arena, hoy en día sede de la Facultad de Filología de la Universidad de Catania, ejemplifica el típico barroco siciliano, con putti sosteniendo los balcones, hierro forjado, balaustradas, decoración rústica y mampostería en dos tonos. La arquitectura barroca es un fenómeno originado en el siglo XVII en Italia: es teatral y extravagante, y ricamente ornamentada por esculturas y un efecto conocido como claroscuro; el uso estratégico de luz y sombras sobre un edificio.
El estilo barroco en Sicilia estuvo muy enfocado en edificios construidos para iglesias y palazzi​ construidos como residencia privada para la aristocracia siciliana. Los primeros ejemplos de este estilo mostraban individualidad, y eran típicamente pastiches​ de edificios observados por visitantes sicilianos en Roma, Florencia y Nápoles. Sin embargo, aún en esta etapa temprana, los arquitectos locales comenzaban a incorporar ciertas características vernáculas de la vieja arquitectura siciliana. A mediados del siglo XVIII, cuando la arquitectura barroca de Sicilia era notoriamente diferente de la continental, incluía al menos dos o tres de las siguientes características, reunidas en un diseño libre que resulta difícil sintetizar en palabras:
·       Máscaras grotescas y putti, a menudo sustentando balcones, o decorando varias bandas del entablamento de un edificio. Estas máscaras serias o sonrientes son una reliquia de la arquitectura siciliana anterior al siglo XVII.
·       Balcones, complementados casi siempre por balaustradas de hierro forjado, después de 1633 y por balaustradas planas antes de esa fecha.
·       Escalinata externa. La mayoría de las villas y palazzi fueron diseñados para permitir la entrada ceremonial de carruajes a través de una arcada en la fachada principal, que daba acceso al patio interior. Una intrincada escalera doble llevaba desde el patio al piano nobile, constituyendo la entrada principal a las habitaciones de recepción en el primer piso. El vuelo simétrico de los escalones giraba hacia dentro y hacia afuera hasta cuatro veces. Debido a la topografía escarpada de algunos sitios, era necesario acercarse a las iglesias mediante varios desniveles, que generalmente se transformaban en largas escaleras rectas de mármol, objetos decorativos en sí mismos a la manera de las escaleras de la piazza Spagna, en Roma.
·       Fachadas curvas, cóncavas o convexas. Ocasionalmente en una villa o palazzo, la escalera externa se ubicaba dentro del espacio creado por la curva.
·       El campanario siciliano, que no se emplazaba sobre la iglesia en una torre como era común en Italia, sino en la misma fachada, a menudo montado sobre el frontón, mostrando claramente una o más campanas dentro de sus propias arcadas, como en la Collegiata de Catania. En una gran iglesia con muchas campanas, esto resultaba usualmente en una arcada profusamente esculpida y decorada en el punto máximo de la fachada principal. Estos campanarios son una de las características más marcadas de la arquitectura barroca siciliana.
·       Interiores de iglesias con una profusión de incrustaciones de mármol de color en pisos y muros. Esta forma particular de revestimiento de desarrolló en Sicilia desde el siglo XVII.
·       Columnas que a menudo son ubicadas exentas, soportando arcos planos y —consecuentemente— mostrando la influencia de la antigua y mucho más bi-dimensional arquitectura normanda. Las columnas se encuentran muy raramente en grupos cerrados formando recorridos.
·       Decoración rústica: Sebastiano Serlio decoró los bloques rústicos de cantera y a fines del siglo XVI los arquitectos sicilianos ornamentaban estos bloques grabándoles hojas, peces e incluso querubines y conchas marinas. Estas últimas se convertirían más adelante en el motivo principal de decoración del diseño barroco. Algunas veces la decoración se usó en pilastras en vez de en los muros, en oposición a lo que cabía esperar, y casi como una broma arquitectónica.
·       La piedra volcánica local (lava) fue usada en la construcción a causa de su disponibilidad. Recortes en gris y negro se usaron para lograr efectos decorativos contrastantes, acentuando la afición barroca por las luces y las sombras.
·       La influencia arquitectónica del dominio español, aunque fue menor a la de los normandos. El estilo español, versión más restrictiva de la arquitectura renacentista francesa, es particularmente evidente en Sicilia oriental, donde —debido a las reiteradas insurrecciones— España mantenía una fuerte presencia militar. La monumental Porta Grazia en Mesina, construida en 1680, como entrada a la ciudadela española, no quedaría fuera de lugar en cualquiera de las ciudades coloniales fundadas por los españoles. El estilo de esta puerta, con sus ornamentos moldeados fue ampliamente copiada en Catania, inmediatamente después del terremoto.
Debe recordarse que todas estas características nunca se dieron juntas en el mismo edificio. Otras, tal como los frontones recortados sobre las ventanas, el abundante uso de la escultura, y ventanas y puertas curvadas son emblemáticas de la arquitectura barroca, y pueden ser encontradas en toda Europa. 

Barroco siciliano temprano
La volcánica Sicilia, en el Mediterráneo central, costas afuera de la península italiana, fue colonizada por los antiguos griegos, oprimida por la antigua Roma, gobernada por Bizancio, conquistada por el Islam —que fundó allí un emirato—, luego ducado de la dinastía normanda, un reino de los Hohenstaufen, un dominio de la casa de Anjou, entregada a España y luego a los Borbones de Nápoles, para ser finalmente absorbida dentro del Reino de Italia en 1860. De esta forma, los sicilianos estuvieron expuestos a una rica secuencia de culturas dispares, lo que se refleja en la extraordinaria diversidad arquitectónica de la isla.
Alrededor de 1530 comenzó a desarrollarse una forma de arquitectura clásica decorada propia de Sicilia. Inspirada en las ruinas de la arquitectura griega, y en las catedrales normandas de la isla, incorporó frecuentemente motivos arquitectónicos como la clave griega en diseños normandos tardíos con elementos góticos como el arco ojival y la apertura de amplias ventanas.
La arquitectura normanda en Sicilia había incorporado algunos elementos bizantinos raramente utilizados en otros lugares, y como el resto de la arquitectura románica, tendió a incorporar progresivamente características góticas.
Esta temprana arquitectura decorada difiere de la construida en Europa continental por no estar relacionada con la arquitectura renacentista; fue desarrollada, en cambio, a partir del estilo normando. La arquitectura renacentista se dio muy poco en Sicilia; en Palermo, la capital, el único testimonio del alto renacimiento es una fuente, traída de Florencia cuando ya tenía veinte años de construida.
Cualquiera fuera la razón de la indiferencia siciliana por el estilo renacentista, ciertamente no se debió a ignorancia. Antonello Gagini estaba a medio camino de construir la iglesia de Santa Maria di Porto Salvo (1536) en estilo renacentista cuando falleció; fue sucedido por el arquitecto Antonio Scaglione, que completó el edificio en estilo normando. La influencia normanda en la arquitectura parece haber existido a lo sumo hasta el terremoto de 1693. Incluso el manierismo dejó a la isla de lado. Sólo en la arquitectura de Mesina​ podría encontrarse una influencia renacentista, en parte por razones geográficas, ya que como puerta insular desde Italia, recibía en forma inmediata los estilos de moda en el continente. Los señores aristocráticos de la ciudad llamaban frecuentemente a arquitectos de Florencia o de Roma, como el florentino Giovanni Angelo Montorsoli, que introdujo los estilos de Toscana en arquitectura y escultura a mediados del siglo XVI. Sin embargo estas influencias permanecieron confinadas a Mesina y la región circundante.
Esto no significa que Sicilia haya estado totalmente aislada de las tendencias del resto de Europa. La arquitectura en las principales ciudades estuvo fuertemente influenciada por la familia del escultor Domenico Gagini, quien llegó desde Florencia en 1463. Esta familia de escultores y pintores decoró iglesias y edificios con ornamentación y escultura figurativa. Menos de un siglo después que su familia empezara a decorar las iglesias sicilianas, Antonio Gagini completó el proscenio de la "Capella della Madonna" en el Santuario de la Anunciación en Trapani. Este arco de acceso al santuario tiene pilastras no ranuradas, pero fuertemente decoradas con relieves representando a los santos, y —más importante en términos arquitectónicos— el frontón está decorado con santos reclinados que sostienen motivos festivos articulados con el escudo central que corona la composición. Este frontón ornamentado, aunque todavía no recortado, fue uno de los primeros signos de que Sicilia estaba generando su propio estilo de arquitectura decorativa. De estilo similar es la Chiesa del Gesú (Ilustración 14), construida entre 1564 y 1633, que adelanta también caracteres del barroco siciliano.
De esta manera, en Sicilia evolucionó un modo particular de arquitectura barroca, mucho antes del terremoto de 1693. Mientras que la mayoría de los edificios que pueden ser claramente clasificados como barrocos datan de alrededor de 1650, la escasez de estos ejemplos aislados en la arquitectura siciliana del siglo XVII hace difícil evaluar claramente la arquitectura inmediatamente anterior a tal desastre natural. El terremoto destruyó no sólo la mayoría de los edificios, sino también la mayoría de la documentación que existía sobre ellos. Todavía más información se perdería durante los siguientes terremotos y en los severos bombardeos durante la Segunda Guerra Mundial.
El primer ejemplo conocido de arquitectura barroca en la isla es una "piazza" octogonal, Quattro Canti, diseñada por Giulio Lasso alrededor de 1610 en el cruce de las dos principales calles de Palermo. Rodeando la intersección, cuatro edificios con mampostería de cantera idéntica, resaltan su estilo barroco mediante fachadas curvas, realzados además por cuatro fuentes a la manera de las "Quattro Fontane" del papa Sixto V en Roma. Superando el modelo, los temas barrocos continúan en Palermo con estatuas descriptivas de las cuatro estaciones, que adornan las fachadas de los cuatro edificios dentro de sus nichos, más los cuatro españoles (Reyes de Sicilia), y las cuatro patronas de Palermo: Santa Cristina, Santa Ninfa, Santa Olivia y Santa Agata.
Mientras que cada fachada de Quattro Canti es placentera a la vista, en conjunto están fuera de proporción en relación al pequeño tamaño de la plaza, y —como muchos otros ejemplos del barroco temprano en Sicilia— la obra no está exenta de un carácter provinciano y naif, comparada con desarrollos posteriores. A pesar de esto, es evidente y meritorio el hecho de que ya durante el siglo XVII el estilo barroco en manos de los arquitectos y escultores locales se había desviado de la moda preponderante en la Italia continental. Estas variaciones locales de la corriente principal del Barroco no fueron privativas de Sicilia, sino que ocurrieron en sitios tan alejados como Baviera y Rusia, donde el barroco Naryshkin fue tan excéntrico como su primo siciliano. 

Barroco siciliano desde 1693
Terremoto y nobleza
El gran terremoto siciliano de 1693 dañó severamente a 54 ciudades y 300 pueblos. El epicentro del sismo se ubicó en el valle de Noto, donde la ciudad homónima fue totalmente destruida, y otras ciudades de Catania resultaron muy dañadas. Se estima que en total murieron 100.000 personas. Otras ciudades que sufrieron graves daños fueron Ragusa, Modica, Scicli e Ispica. La reconstrucción comenzó en forma casi inmediata.
La suntuosa arquitectura que surgió de este desastre se relaciona con la política de Sicilia en aquella época: la isla se encontraba oficialmente bajo dominación española, pero en la práctica el dominio lo ejercía la aristocracia nativa. Estaba liderada por Giuseppe Lanza, Duque de Camastra, al que los españoles habían designado virrey para congraciarse con la aristocracia, que era numerosa. Se estima que existían más aristócratas por metro cuadrado que en cualquier otro país: en el siglo XVIII, un comentarista de la época sostuvo que había 228 familias nobles, proveyendo a Sicilia de una clase dirigente constituida por 58 príncipes, 27 duques, 37 marqueses, 26 condes, un vizconde y 79 barones. El Libro de oro de la nobleza siciliana (publicado por última vez en 1926) lista a muchos más. Además estaban los herederos de estas familias, con sus títulos nobiliarios de cortesía, o baronazgos.
No fue la arquitectura el único legado de los normandos. Las leyes sobre el campesinado (no existía una clase media establecida) se encontraban regidas por un sistema feudal, inamovible desde su introducción con la conquista normanda en 1071. De esta forma, la aristocracia siciliana poseía no sólo riqueza sino también poder ilimitado, situación que ya había menguado para entonces en otros sitios de Europa.
La aristocracia compartía su poder únicamente con la Iglesia católica. La Iglesia dominaba por miedo a la condena eterna en la otra vida y a la Inquisición en la presente, y en consecuencia tanto las clases altas como bajas eran tan generosas como podían en todas las grandes festividades religiosas. Muchos priores y obispos eran miembros de la aristocracia. La riqueza de la Iglesia en Sicilia se incrementó por la tradición de presionar a los hijos menores de las familias aristocráticas a ingresar en conventos, en función de preservar las tierras familiares de sucesivas divisiones. Para facilitar el ingreso, era usual pagar una abultada dote, en forma de propiedades, joyas o dinero. Así la riqueza de ciertas órdenes religiosas creció desproporcionadamente en relación a la de cualquier otro sector social de la época. Ésta fue una de las razones por las que tantas iglesias y monasterios del barroco siciliano, como San Martino delle Scale, fueron reconstruidas después de 1693 en forma suntuosa.
Una vez que comenzó la reconstrucción, los pobres rehicieron sus hogares de la misma primitiva manera que antes. En contraste, los residentes ricos, tanto seglares como religiosos, cayeron en una manía orgiástica de edificación. La mayoría de los miembros de la nobleza tenían varias residencias en Sicilia. Por algún motivo el virrey español pasaba seis meses del año en Palermo, y el resto en Catania, manteniendo una corte en cada lugar, y obligando a los miembros de la aristocracia a tener un palazzo en cada ciudad. Una vez que los palazzi en la devastada Catania fueron reconstruidos a la nueva moda, los de Palermo parecían anticuados en comparación, así que debieron también ser reconstruidos. Siguiendo este criterio, a mediados del siglo XVIII, se construyeron villas para el retiro otoñal en el lugar de moda que era Bagheria, como un símbolo de estatus. Este patrón de conducta de repitió, en menor escala, a lo largo de las restantes ciudades de Sicilia, que ofrecían entretenimiento social y una magnética atracción para los aristócratas del interior, aislados en sus propiedades rurales.
El medio rural tampoco escapó a la manía de la construcción. Alas barrocas y nuevas fachadas se adosaron a viejos castillos o villas de campo, incluso reconstruyendo algunas por completo. Así, la histeria colectiva materializada en la creciente fantasía arquitectónica barroca demandada por tantos patrones hedonistas, alcanzó su cenit a mediados del siglo XVIII. 

Nuevas ciudades
Inmediatamente después del sismo se puso en acción un plan de reconstrucción, no sin tomar previamente algunas decisiones que diferenciarían en forma permanente a muchas ciudades sicilianas de otros desarrollos urbanos europeos. El virrey (Duque de Camastra), consciente de las nuevas tendencias en planeamiento urbano, decretó que la reconstrucción debería prever plazas y anchas avenidas, sobre una trama urbana racionalizada, en lugar de continuar utilizando el sistema medieval de retorcidas y estrechas callejuelas. Toda la distribución urbana tomó formas cuadradas o hexagonales, típicas del planeamiento urbano barroco.
Este concepto todavía era novedoso en la década de 1690, y no abundaban los casos de reconstrucciones urbanas en Europa. El prototipo puede bien haber sido la nueva ciudad de Terra del Sole, construida en 1564. Otra de las primeras ciudades en ser diseñada usando orden y simetría en lugar de una evolución espontánea de pequeñas calles y callejones fue Alejandría, al sur del Piamonte. Poco después, en 1711, esta forma barroca de planificar tuvo su impulso en las colonias de Latinoamérica, especialmente a través de los portugueses en Brasil.
En otras partes de Europa, los intereses y opiniones locales tendieron también a permitir una urbanización radical después de algún desastre natural. En 1666, la ciudad de Londres fue casi completamente destruida por un incendio. La ciudad vieja fue reconstruida sobre su diseño original, pero los ensanches hacia el oeste tuvieron parcialmente como base una grilla en damero. La opinión pública en Sicilia no contaba, por lo que estos conceptos revolucionarios de planificación urbana pudieron ser ejecutados libremente.
La adopción de estos criterios no se tomó en la isla sólo por moda o apariencia, sino porque el sistema podía minimizar los daños a las propiedades y vidas ante la eventualidad de nuevos terremotos. En 1693, la construcción hacinada y las calles angostas causaron que muchos edificios colapsaran juntos, como un dominó. Justamente en las áreas de edificación más densa vivían los pobres. Desde el punto de vista estético y arquitectónico, la gran ventaja del nuevo orden urbano fue que a diferencia de muchas ciudades italianas, donde a menudo se encuentra una monumental iglesia renacentista rodeada de un vecindario incongruente, el diseño barroco permite apreciar la arquitectura en un contexto más ordenado, y adecuado a sus proporciones y perspectivas.
Esta ventaja es muy notable en la gran reconstrucción de ciudades como Caltagirone, Militello Val di Catania, Modica, Noto, Palazzolo, Ragusa o Scicli.
Uno de los más bellos ejemplos de esta planificación puede verse en Noto, ciudad reconstruida aproximadamente a 10 kilómetros de su emplazamiento original sobre el Monte Alveria. Las viejas ruinas, conocidas actualmente como "Noto Antica", pueden verse todavía en el estado en que quedaron luego del sismo. El nuevo sitio fue elegido por su topografía menos accidentada, a fin de facilitar el trazado de la trama urbana. Las principales calles corren de este a oeste, beneficiándose con mejor luz y radiación solar. Este ejemplo de planificación urbana se atribuye a un culto aristócrata local, Giovanni Battista Landolina, ayudado por tres arquitectos del lugar.
En estas nuevas ciudades, la aristocracia ocupó los sitios más altos, donde el aire era más fresco y las visuales mejores. La iglesia se ubicaba en el centro de la ciudad, para conveniencia de todos y para reflejar la posición social central de la religión. Alrededor de la catedral y el palacio episcopal se construyeron los conventos. Los mercaderes y comerciantes eligieron sus terrenos sobre las anchas calles que conducían a las plazas. Finalmente, se permitió a los pobres edificar sus sencillas casas de mampostería de ladrillo en las zonas que nadie más quería. Abogados, médicos, y miembros de las escasas profesiones incluyendo a los artesanos —es decir, todos aquellos que podían clasificarse en un punto medio entre la clase alta y la plebe— capaces de hacerse de su propio terreno, se instalaron por lo general en la periferia de las áreas comerciales o residenciales de la clase alta, pero también era común que vivieran en casas algo mejores en las áreas pobres. Sin embargo, muchos de los hábiles artistas que trabajaban en la reconstrucción vivían en sectores específicos de las amplias residencias de sus patrones. En este aspecto, la planificación urbana barroca reflejó el esquema vigente de autoridad política, y luego su estilo y filosofía se difundieron hasta lugares tan lejanos como Annapolis, en el estado de Maryland, y Savannah en Georgia, en la América colonial inglesa, o quizá más notablemente en el rediseño de París emprendido por Haussmann en el siglo XIX. El escenario estaba listo para la explosiva difusión de la arquitectura barroca, que predominó en Sicilia hasta principios del siglo XIX.
Luego muchas otras ciudades sicilianas que sufrieron daños menores o no resultaron afectadas por el sismo, como Palermo, fueron igualmente transformadas por el estilo barroco, superando la moda y la búsqueda de opulencia a la mera necesidad de reconstrucción. 

Nuevas iglesias y palazzi
Sobre las formas propias del barroco siciliano posteriores a 1693 se ha dicho:
Los edificios concebidos en el inicio de este desastre expresaban una libertad emotiva en la decoración, cuya incongruente alegría pretendía quizás, mitigar el horror».

Mary Miers 

Aunque ésta es una acertada descripción de un estilo que parece representar en piedra la "alegría de vivir", es poco probable que sea la razón de la elección estética. Como en todos los estilos arquitectónicos, existe una conexión directa con las modas del momento. El Palacio de Versalles había sido terminado en estilo barroco en 1688, y el nuevo palacio de Luis XIV fue inmediatamente plagiado a lo largo de Europa por cualquier soberano o aristócrata con ansias de riqueza, buen gusto, o poder. Entonces ésta fue la obvia elección de los "ricos sin hogar" de Sicilia, de los que había cientos. Los excesos del estilo barroco aplicado en los palazzi y villas rurales sicilianas, sin embargo, dejarían muy pronto a Versalles como un modelo de simplicidad.
Cuando amanecía el siglo XVIII, los arquitectos sicilianos fueron empleados para crear los nuevos palazzi e iglesias. Tales arquitectos, a menudo locales, fueron capaces de diseñar en un estilo más sofisticado que los del siglo XVII. Muchos se formaron en la Italia continental, y volvieron con una mejor comprensión del idioma barroco. Su obra inspiró a otros diseñadores que no se habían movido de la isla. Además fueron ayudados por los libros de grabados de Domenico de Rossi, quien por primera vez reemplazó descripciones literarias por dibujos, dando las medidas y proporciones precisas de las principales fachadas renacentistas y barrocas de Roma. De esta forma, el Renacimiento terminó por entrar en Sicilia indirectamente.
En esta etapa de desarrollo, el barroco siciliano no mostraba la libertad estilística que finalmente alcanzó. Giovanni Battista Vaccarini fue el principal arquitecto en este período. Había llegado a la isla en 1730 trayendo una fusión de las ideas de Bernini y Borromini, e introdujo un movimiento unificado y un juego de curvas, que hubieran sido inaceptables en la propia Roma. Sin embargo, sus trabajos son considerados de menor calidad que los que luego vendrían. Obras notables de esta época son las alas del Palazzo Biscari y la Iglesia de la Abadía de Santa Ágata, ambas en Catania. En estos edificios Vaccarini copió muy claramente los capiteles que mostró Guarino Guarini en su Architettura Civile. Es esta frecuente copia de diseños establecidos lo que produjo que la arquitectura del período, aunque opulenta, fuera disciplinada y controlada. El estilo de Vaccarini dominaría Catania durante las siguientes décadas.
Otro obstáculo para que los arquitectos sicilianos pudieran lograr todo su potencial fue el hecho de que en la mayoría de los casos debían sólo reconstruir edificios dañados, con lo que sus ideas tenían que coincidir con la edificación existente. La catedral de San Jorge en Modica es un ejemplo. Resultó muy dañada en el terremoto de 1613, reconstruida en estilo barroco en 1643 aunque manteniendo las formas medievales, y luego dañada nuevamente en 1693. La reconstrucción comenzó otra vez en 1702, por parte de un arquitecto desconocido. Finalmente Rosario Gagliardi supervisó el completamiento de la fachada en 1760, pero el compromiso que debió hacer respetando la estructura existente resulta obvio. Aunque Gagliardi usó las mismas fórmulas que aplicó exitosamente en la Iglesia de San Jorge en Ragusa, aquí en Modica, el edificio parece más pesado, y pierde el toque de brillo y libertad de diseño.
Hubo además en esta época otras influencias a considerar. Entre 1718 y 1734 Sicilia fue gobernada personalmente desde Viena por Carlos V, emperador del Sacro Imperio romano-germánico, y como resultado se tejieron fuertes lazos con la arquitectura austríaca. Varios edificios en la isla son imitaciones descaradas de las obras de Fischer von Erlach. Un monje y arquitecto siciliano, Tomasso Napoli, visitó Viena dos veces en los primeros años del siglo, volviendo con una colección de dibujos y grabados. Fue luego el diseñador de dos villas de campo del período barroco temprano, notables por sus muros cóncavos y convexos y el diseño complejo de sus escaleras externas. Una de ellas, la Villa Palagonia, comenzada en 1705, es la más compleja e ingeniosa de todas las construidas en Sicilia durante el Barroco: su doble escalera de alas rectas, con frecuentes cambios de dirección, sería el prototipo de una característica distintiva del barroco siciliano.
Más tarde, una nueva ola de arquitectos, que dominaban el sentimiento barroco, adoptaron el estilo Rococó para los interiores, tendencia que en todos lados comenzó a ganar preponderancia sobre el barroco, y acrecentó la extravagancia y dinámica de los diseños. Estos caracteres son los que simbolizan el concepto de barroco siciliano en la actualidad. 

Alto barroco siciliano
Alrededor de 1730, el estilo barroco comenzó gradualmente a alejarse del definido estilo usado en Roma, y obtuvo un individualismo más fuerte, por dos razones:
·       el auge de la reconstrucción fue menguando hacia un rimo más tranquilo.
·       el protagonismo fue asumido por una nueva generación de arquitectos nativos.
Los nuevos arquitectos habían observado la reconstrucción barroca, y estudiado los cada vez más difundidos grabados y libros y tratados de arquitectura importados del continente. Sin embargo, no eran como sus predecesores, estudiosos del estilo de Roma, y en consecuencia, fueron capaces de formular estilos propios fuertemente individualistas. Entre los representantes de esta corriente, puede mencionarse a Andrea Palma, Rosario Gagliardi y Tomasso Napoli. Mientras tomaban en cuenta en barroco de Nápoles y Roma, adaptaban sus diseños a las necesidades y tradiciones locales. El uso que hicieron de los recursos, y el aprovechamiento de la implantación fue a menudo muy creativo. Napoli, y luego Vaccarini promovieron el uso de la escalera exterior, llevándola a una nueva dimensión: las iglesias en la cima de una colina fueron realzadas por fantásticos tramos de escaleras, evocando al mentor de Vaccarini, Francesco De Sanctis en su diseño de la escalinata de Piazza Spagna en Roma.
Las fachadas de las iglesias parecían muchas veces "tartes de boda" en vez de lugares de culto, a medida que los diseñadores crecían en confianza, capacidad y estatura. Los interiores, que hasta esa fecha habían sido algo prosaicos, comenzaron a ser decorados, especialmente en Palermo, mediante una profusión de mármoles incrustados, de una amplia variedad de colores. El profesor Antonhy Blunt describe esta decoración como:
entre fascinante y repulsiva, pero obliga al espectador individual a reaccionar ante ella. Este estilo es una manifestación característica de la exuberancia siciliana, y debe ser clasificada entre las creaciones más importantes y originales del arte barroco en la isla

Antonhy Blunt 

Esta es la clave del barroco siciliano: combinaba idealmente con su idiosincrasia, y por esta razón evolucionó tan dramáticamente en la isla. En ningún lugar es más evidente el desarrollo del nuevo estilo barroco que en Ragusa y en Catania. 

Ragusa
Ragusa fue dañada muy seriamente en 1693. La ciudad presenta dos sectores, divididos por un profundo barranco llamado "Valle deL PonI": la ciudad vieja de Ragusa Ibla, y la más elevada Ragusa Superiore.
Ragusa Ibla, la ciudad baja, ostenta un impresionante conjunto de arquitectura barroca, que incluye la iglesia de San Jorge, por Rosario Gagliardi, diseñada en 1738. En el diseño de esta iglesia, Gagliardi aprovechó el difícil terreno accidentado. La iglesia se alza en forma impresionante sobre una gran escalinata de mármol de aproximadamente 250 escalones. Las torres parecen explotar desde la fachada, sensación acentuada por las columnas y pilastras de cantera contra los muros curvos.
Encima de los portales y vanos de las ventanas, los frontones se desplazan y se curvan con una sensación de movimiento y libertad que hubiera sido impensable para aquellos primeros arquitectos inspirados por Bernini y Borromini. La cúpula neoclásica no fue agregada hasta 1820.
En un callejón que conecta Ragusa Ibla con Ragusa Superiore se encuentra la iglesia de Santa Maria delle Scale. Esta iglesia es interesante, porque habiendo resultado muy dañada en el terremoto, sólo la mitad fue reconstruida en estilo barroco, y la otra parte se mantuvo en el estilo normando original, con características góticas, demostrando en un solo ejemplo la evolución del barroco siciliano.
El Palazzo Zacco es uno de los edificios barrocos más notables de la ciudad, cuyas columnas corintias soportan balcones con impresionantes forjados, esculturas grotescas que divierten a los peatones. El palazzo fue construido en la segunda mitad del siglo XVIII por el barón Melfi di San Antonio. Luego fue adquirido por la familia Zacco. El edificio tiene dos fachadas a la calle, cada una con seis balcones decorados con el escudo de armas de la familia Melfi, un ramo de hojas de acanto, sobre las que descansa un puttino. Los balcones, característicos del palazzo, son notables por las diferentes ménsulas que los soportan, las que varían entre putti, músicos y figuras grotescas. El punto focal de la fachada principal son los tres balcones centrales, divididos con columnas de capiteles corintios. Aquí los balcones son soportados por imágenes de músicos con caras grotescas.
La catedral de San Juan Bautista en Ragusa Superiore fue construida entre 1718 y 1778. Su principal fachada, del más puro estilo barroco, contiene bellas esculturas. Tiene un alto campanario siciliano en el mismo estilo. El interior se divide mediante columnatas en tres naves. Ragusa Superiore, la parte más dañada de la ciudad, fue refaccionada después de 1683 alrededor de la catedral, y muestra un fenómeno inusual en el barroco siciliano: los palazzison de sólo dos niveles y muy largos, con la entrada principal enfatizada solamente por un balcón y una arcada que conduce al jardín interior. Esta característica, de origen portugués, se utilizó probablemente para minimizar los daños por eventuales sismos futuros, y difiere notablemente de los edificios similares en Ragusa Ibla, diseñados en el verdadero estilo siciliano.
El Barroco persistió aquí inusualmente hasta ya iniciado el siglo XIX. El último palazzo construido lo fue en estilo barroco pero con columnas romanas dóricas y balcones neoclásicos. 

Catania
La segunda ciudad de Sicilia, Catania, fue la más dañada de todas en 1693, ya que únicamente resistieron el terremoto el castillo Ursino y tres ábsides de la catedral. Por este motivo el rediseño y la reconstrucción fueron completas. El nuevo trazado dividió a la ciudad en cuatro distritos separados por dos avenidas que se cruzaban en la Piazza del Duomo. La reconstrucción fue supervisada por el obispo de Catania y el único arquitecto superviviente de la ciudad, Alonzo di Benedetto, quien dirigió un equipo de jóvenes arquitectos llamados desde Mesina, los que rápidamente comenzaron la tarea, concentrándose al principio en la plaza de la catedral. En este sector se encuentran tres palazzi: el Palazzo del Obispo, el Seminario, y otro más. Los arquitectos trabajaron en completa armonía, y es imposible distinguir entre la obra de Benedetto y la de sus jóvenes colegas. El trabajo fue adecuado pero no extraordinario, con mampuestos decorados en el estilo siciliano del siglo XVII, aunque a menudo la decoración del primer piso es superficial. Esto es típico del barroco de la época, inmediatamente después del sismo.
En 1730, Vaccarini llegó a Catania como arquitecto empleado de la ciudad, e inmediatamente imprimió a la arquitectura con el estilo barroco romano. Las pilastras perdieron su decoración rústica, y soportaron cornisas y entablamentos del tipo romano, o frontones curvos, y columnas exentas sosteniendo balcones. Vaccarini aprovechó así mismo la lava negra local, más como un elemento decorativo que como material de construcción en general, utilizándolo en forma alternada con otros materiales, y espectacularmente en un obelisco sobre el elefante heráldico de Catania en una fuente al estilo Bernini en frente de la nueva municipalidad.
La principal fachada de la catedral, dedicada a Sant'Agata y también diseñada por Vaccarini, muestra fuertes influencias de España incluso en esta etapa avanzada del barroco siciliano. También se encuentra en la ciudad la Iglesia de la Collegiata, construida alrededor de 1768 por Stefano Ittar que muestra el barroco siciliano en su expresión estilística más simplificada. 

Interiores
Los exteriores de las iglesias sicilianas fueron decorados en estilos elaborados desde el primer cuarto del siglo XVII, con profusión de esculturas, estucos, frescos y mármoles. Cuando a fines de la década de 1720 se fue completando la reconstrucción de las iglesias, los interiores comenzaron también a reflejar la decoración exterior, volviéndose menos intensos y más luminosos, con ornamentación esculpida en pilares, cornisas y frontones, a menudo en la forma de puttis, flora o fauna. Una de las características del estilo fueron los mármoles coloreados e incrustados en muros y pisos, formando diseños complejos.
Estos diseños con sus apliques de pórfido derivan frecuentemente de ejemplos que pueden encontrarse en las catedrales románicas de Europa, demostrando nuevamente los orígenes normandos de la arquitectura siciliana.
El altar mayor es usualmente el elemento principal. Generalmente es un bloque simple de mármol coloreado, con detalles dorados e incrustaciones de otras piedras como lapislázuli y ágata. Los escalones que llevan al altar se curvan en forma cóncava o convexa y en muchos casos están adornados con incrustaciones de mármol. Uno de los más bellos ejemplos es la Iglesia de Santa Zita en Palermo.
La construcción de las iglesias sicilianas fue financiada no por órdenes religiosas sino por las familias aristocráticas. Contrariamente a la creencia popular, la mayoría de los nobles sicilianos no elegían guardar sus restos mortales en las catacumbas de los Capuchinos de Palermo, sino que preferían una tumba más convencional en criptas bajo las iglesias familiares.
Se decía, no sin sarcasmo, que «El funeral de un aristócrata siciliano es uno de los principales momentos de su vida».
Los funerales llegaron a ser tremendas exhibiciones de riqueza. Una consecuencia de esta ostentación es que las lápidas constituyen actualmente un ajustado barómetro del desarrollo del barroco y de las técnicas de inclusión del mármol para un período determinado.
Por ejemplo, aquellos de la primera mitad del siglo XVII son de simple mármol blanco decorado con un bajorrelieve con el escudo de armas, nombre, fecha, etc. A partir de 1650 comienzan a aparecer pequeñas incrustaciones de mármol coloreado, formando diseños que pueden ser estudiados en su desarrollo hasta que, a finales de siglo, el escudo de armas y la caligrafía completa están realizados con tales incrustaciones, que incluyen bordes decorativos. Mucho después de que el estilo hubiese pasado de moda, se continuó usando la decoración barroca para el ritual católico, en lugar del neoclásico pagano.
La iglesia de San Benedetto en Catania es un bello ejemplo interior del barroco siciliano, decorado entre 1726 y 1762, la época en que el estilo llegó a la cumbre de difusión e individualidad. Los cielorrasos son frescos de Giovanni Tuccari. El ejemplo más notorio de la decoración se encuentra en el Coro de las Monjas, diseñado alrededor de 1750, de forma que las voces pudieran ser escuchadas durante los servicios, pero manteniendo a las monjas separadas e invisibles para el mundo exterior.
Con sólo unas pocas notables excepciones, los interiores de los palazzi fueron desde un comienzo menos elaborados que las iglesias. Muchos fueron terminados sin ornamentación barroca interior, simplemente porque tardaron mucho en ser construidos: para el momento en que estaban a punto para ser decorados, el estilo barroco había pasado de moda, y las principales habitaciones fueron decoradas en el nuevo estilo neoclásico conocido como "Pompeyano". Frecuentemente se pude hallar una mezcla de ambos estilos, como en el salón de baile del Palazzo Aiutamicristo en Palermo, construido por Andrea Giganti en 1763, con frescos en el cielorraso pintados por Giuseppe Cristadoro con escenas alegóricas de motivos barrocos en yeso dorado a la hoja. Este cielorraso ya estaba fuera de moda al ser terminado, y el resto del salón fue decorado en forma mucho más simple. En los últimos 250 años los cambios funcionales de los palazzi completaron esta tendencia a simplificar: las plantas bajas son ahora negocios, bancos o restaurantes, y los pisos altos, compartimentados en viviendas, han perdido sus interiores decorados.
La tercera razón para la ausencia de decoración barroca —y la más común— es que la mayoría de las habitaciones no fueron previstas para tal decoración. Muchos palazzi eran vastos, aptos para albergar una gran cantidad de gente. La familia de un aristócrata siciliano, comenzando por él mismo, su esposa y muchos hijos, incluía también una colección de parientes pobres y otros miembros lejanos de la familia, todos los cuales tenían apartamentos menores en la casa. También estaban los empleados, incluyendo a menudo un capellán privado o confesor, un mayordomo, gobernantas, secretarias, archivistas, contadores, bibliotecarios, e innumerables sirvientes, más un portero que tocaba una campana un número predeterminado de veces en función del rango del visitante que se aproximara. Frecuentemente las familias de los sirvientes, especialmente los ancianos, vivían en los palazzi, por lo que eran necesarias muchas habitaciones para albergar a tal familia.
Todos los lugares de estar diurnos, incluso para los dueños de casa, estaban decorados y amueblados con simplicidad. Se requerían habitaciones adicionales para —según la tradición siciliana— albergar a cualquier visitante. Cualquier huésped foráneo, especialmente inglés, se acogía como un trofeo especial por el prestigio social que generaba. Por lo tanto, el hogar de los aristócratas sicilianos era raramente un sitio vacío o tranquilo.
Las habitaciones más bellas y decoradas eran las del piano nobile, reservado para invitados y para el entretenimiento. A ellas se accedía mediante la doble escalinata exterior barroca. Estas habitaciones consistían en una serie de grandes y pequeños salones, con un solo gran salón como sala principal de la casa, a menudo utilizado como salón de baile. Algunas veces se situaban allí los dormitorios para invitados, pero para fines del siglo XVIII, se ubicaban a menudo en un segundo piso superior.
Estas habitaciones eran por lo general profundamente ornamentadas. Las paredes con espejos, empotrados dentro de marcos dorados, a veces alternando con cuadros igualmente enmarcados, más ninfas y pastoras en relieve en los espacios intermedios.
En los cielorrasos destacaban los frescos y los enormes candelabros de cristal de Murano, mientras que flanqueando los espejos, apliques dorados aumentaban la iluminación. Una de las habitaciones más notables en este estilo es la Galería de los Espejos en el Palazzo Gangi, en Palermo. Esta salacon frescos en los cielorrasos pintados por Gaspare Fumagalli, es una de las pocas salas barrocas que quedan en este palazzo barroco, que fue ampliado y refaccionado en 1750 por su propietaria, Marianna Valguarnera, adoptando el estilo neoclásico.
El mobiliario durante la época fue coherente con el estilo: ornamentado, dorado a la hoja, y con tapas de mármol. Los muebles se trasladaban entre habitaciones según se necesitaban, manteniendo algunas salas sin ellos. A veces algún amoblamiento era encargado para una sala determinada, por ejemplo para combinar con un panel de seda enmarcado en dorado. Los muebles siempre se acomodaban contra las paredes, nunca en el estilo conversacional posterior que usa el centro de las habitaciones. En el barroco estos "centros" se dejaban siempre vacíos, para mostrar mejor los pisos de mármol o cerámica decorada.
El elemento común de la decoración interior en palazzi e iglesias fue la obra de estuco. Éste es un componente importante del diseño y la filosofía barroca, porque combina sensiblemente arquitectura, escultura y pintura en una composición tridimensional. El conjunto de cielorrasos plenos de trampantojos y muros con pintura barroca ilusionista, confunde arte y realidad. Mientras que en las iglesias el estuco representaba ángeles y querubines rodeados de adornos de flores, en una casa privada solían mostrar los alimentos o instrumentos musicales favoritos del propietario. 

Período final
Como en todos los estilos arquitectónicos, la gente terminó por cansarse del barroco. En algunas partes de Europa se transformó en rococó, pero no en Sicilia. Ya fuera del dominio de Austria, la isla fue gobernada desde 1735 por el rey de Nápoles, Fernando IV, bajo el nombre oficial de reino de las dos Sicilias.
Por lo tanto, Palermo estuvo en relación constante con la capital principal, Nápoles, donde se producía una creciente vuelta a la arquitectura de estilo clásico. Junto con esto, entre muchos de los nobles sicilianos más cultos se puso de moda una obsesión por todo lo francés, desde la filosofía hasta las artes, pasando por la moda y la arquitectura. Varios visitaron París a causa de este interés y retornaron a Sicilia con los últimos grabados y tratados teóricos de la arquitectura francesa.
El arquitecto francés Léon Dufourny estuvo en la isla entre 1787 y 1794, estudiando y analizando los templos de la antigua Grecia. Los sicilianos redescubrieron su antiguo pasado, cuyo lenguaje clásico se convertía ahora en la última moda. El cambio en el gusto no se produjo de la noche a la mañana. El Barroco permaneció popular, pero ahora los balcones barrocos, todavía extravagantes, se construían junto a severas columnas clásicas. Dufourny comenzó a diseñar en Palermo, y su Templete de ingreso a los jardines botánicos fue el primer edificio en Sicilia basado en el orden dórico griego. Era pura arquitectura neoclásica, como se inició en Inglaterra a partir de 1760, como signo de lo que se avecinaba.
El gran amigo de Dufourny y colega arquitecto Giuseppe Marvuglia fue el que lideró el declive gradual del barroco siciliano. En 1784 diseñó el Palazzo Riso-Belmonte, ​ bello ejemplo de este período de transición arquitectónica, que combina motivos barrocos y de la arquitectura palladiana en una construcción con arcadas que rodean un patio, pleno de juegos de luz y sombra​ según la concepción barroca. La fachada principal, articulada por pilastras gigantes, también tiene detalles barrocos, pero sin un horizonte recortado. Las pilastras se diseñaron sin decoración, simples, de orden jónico, sustentando un entablamento también sin decorar. Sobre las ventanas se colocaron frontones clásicos, no recortados. El barroco siciliano se esfumaba.
Otra razón para el declive del barroco en Sicilia, y de la construcción en general, fue la realidad económica; ya no se disponía de tanta riqueza. Durante el siglo XVII la aristocracia había vivido principalmente en sus tierras, cuidándolas y mejorándolas, con lo que también eran buenos los ingresos. Ya en el siglo XVIII, la nobleza emigró gradualmente a las ciudades, especialmente a Palermo y a Catania, para disfrutar de las delicias sociales de la corte del virrey. Sus palazzi urbanos crecieron en tamaño y esplendor, en detrimento de sus tierras abandonadas, de donde se suponía que provenían los ingresos. Los encargados de los establecimientos rurales fueron perdiendo eficiencia, aumentando su nivel de corrupción, o ambas cosas a la vez.
La aristocracia tomó préstamos usando los campos como fianza, hasta que el valor de las descuidadas propiedades cayó por debajo del monto de las deudas contraídas. Además, Sicilia perdía estabilidad política en la medida en que su nobleza se endeudaba. Gobernada desde Nápoles por el débil Fernando IV y su dominante esposa, Sicilia declinó hasta un punto sin retorno después de 1798, y nuevamente en 1806 cuando el rey fue forzado por los invasores franceses a huir desde Nápoles a Sicilia. Los franceses fueron alejados de Sicilia por una fuerza expedicionaria de 17.000 soldados británicos, y la isla pasó entonces a ser dominada de hecho, aunque no oficialmente, por Inglaterra. El rey Fernando decretó en 1811 el primer impuesto, ganándose la antipatía de la aristocracia.
El impuesto fue anulado por los ingleses en 1812, y seguidamente impusieron una constitución británica a la isla. Una innovación legal que tuvo particulares consecuencias para la aristocracia, fue que los acreedores, que hasta la fecha habían tenido facultades para forzar pagos dobles de intereses sobre una deuda o hipoteca, podían ahora embargar propiedades. Estas comenzaron a cambiar de manos rápidamente, y en consecuencia, los propietarios burgueses inmediatamente comenzaron a prosperar.
Las revueltas contra los Borbones de 1821 y 1848 dividieron a la nobleza, cuando el liberalismo ya estaba en el ambiente. Estos factores, en conjunto con la agitación política y social del Risorgimento en el siglo XIX, significaron para la aristocracia siciliana convertirse en una clase arruinada. Adicionalmente, a causa de su negligencia sobre el principio de "nobleza obliga", esencial en el sistema feudal, el campo fue dominado por bandidos, y las una vez grandes villas rurales fueron decayendo. La manía constructiva de las clases altas sicilianas había terminado.
Sin embargo, la influencia inglesa en Sicilia proveería al barroco de su última etapa de prosperidad. Marvuglia, reconociendo el nuevo gusto por todo lo británico, desarrolló un estilo que utilizó por primera vez en el palazzo Riso-Belmonte en 1784, combinando algunos de los elementos más serios del Barroco con motivos palladianos. El barroco siciliano tardío fue similar en estilo al barroco popular en Inglaterra a comienzos del siglo XVIII, popularizado por sir John Vanbrugh, con edificios como el Palacio de Blenheim. Un ejemplo es la Iglesia de San Francisco de Sales diseñada por Marvuglia, que es sumamente inglesa en su interpretación del barroco. De cualquier forma, este fue un éxito temporario, y el estilo neoclásico triunfó rápidamente. Unos pocos aristócratas estaban en condiciones de edificar, así que el nuevo estilo fue usado principalmente en edificios públicos, como aquellos Jardines Botánicos en Palermo. Los arquitectos sicilianos —incluso Andrea Giganti, quien diseñaba anteriormente edificios barrocos— comenzaron a construir en el estilo neoclásico, aunque en este caso se trató del neoclásico de moda en Francia. La Villa Galletti en Bagheria, por Giganti, está claramente inspirada en el trabajo de Ange-Jacques Gabriel.
Como en los primeros días del barroco siciliano, los nuevos edificios neoclásicos eran a menudo copias o híbridos de ambas corrientes. El palazzo Ducezio, comenzado en 1746, se diseñó con una planta baja llena de arcadas que crean un juego de luz y sombras al más puro estilo barroco. Sin embargo, cuando unos años más tarde se agregó el primer piso, a pesar del uso de frontones recortados barrocos sobre las ventanas, la influencia neoclásica es muy pronunciada, resaltada por el acceso principal curvado. El barroco siciliano fue gradual y lentamente sustituido por el neoclasicismo francés. 

Legado
En gran medida, el barroco siciliano es actualmente reconocido como un estilo gracias al trabajo de Anthony Blunt.
La mayoría de los palazzi barrocos se mantuvieron bajo propiedad privada durante el siglo XIX, mientras la vieja aristocracia se casaba con miembros de la clase media rica o caían en bancarrota. Hubo unas pocas excepciones de algunas familias que lograron retener los palazzi ancestrales. Gracias a la continua religiosidad y devoción del pueblo siciliano, la mayoría de las iglesias del barroco siciliano mantienen la función para la que fueron construidas.
Sin embargo, la culpa de la decadencia y ruinoso estado de preservación de muchos palazzi no recae sobre propietarios sin voluntad de aceptar el cambio de situación, sino más bien sobre la agenda política de los sucesivos gobiernos socialistas. Algunas de estas hermosas villas y palazzi, incluyendo el Palazzo del Príncipe de Lampedusa, en Palermo, están todavía en ruinas luego de las incursiones del bombardeo norteamericano en 1943.
En muchos casos no se ha hecho intento alguno de restaurar o al menos asegurar las ruinas. Otros edificios que sobrevivieron a los bombardeos han sido adaptados a oficinas o departamentos, sus interiores barrocos desmantelados, fraccionados y vendidos.
Los miembros de la aristocracia siciliana que todavía habitan sus ancestrales palazzi, se abstienen de llenar sus jardines con animales salvajes, como cebo para que las masas visiten sus hogares (a diferencia de los ingleses, que consideran al barroco un exceso vulgar). Los príncipes, marqueses, y condes de Sicilia que permanecen en la isla, han preferido vivir en espléndido aislamiento, rodeados a menudo por belleza y decadencia. Recién ahora propietarios y gobierno están comenzando a tomar conciencia sobre la necesidad de realizar acciones inmediatas antes de que sea muy tarde para salvar este legado particular de la herencia siciliana.
Como actualmente Sicilia se está convirtiendo en una sociedad políticamente estable y menos corrupta, los palazzi barrocos están muy lentamente comenzando a abrir sus puertas al público ansioso, más norteamericanos e ingleses que italianos. Pocos años atrás, el salón de baile del Palazzo Gangi era el único caso aprovechado como estudio de filmación, pero en la actualidad los salones de baile y otras grandes salas hospedan eventos públicos o corporativos. Algunos palazzi están ofreciendo un servicio de estadía y desayuno a visitantes que paguen por ello, así que nuevamente proveen hospitalidad a los visitantes en Sicilia, uno de los fines para los que fueron diseñados. 

La iglesia de San Benedetto es un templo católico de la ciudad de Catania, en la isla de Sicilia, al sur de Italia, dedicado a San Benito de Nursia. Se levantó entre 1704 y 1713, después del terremoto de Sicilia de 1693. La iglesia forma parte de un complejo conventual anterior, de monjas benedictinas, con una abadía mayor y una abadía menor, que se encuentran conectadas por una construcción o puente cubierto que atraviesa la calle.
Su característica más destacada es la llamada escalera del Ángel (en italiano: Scalinata dell'Angelo), con una entrada de mármol decorado con estatuas de ángeles y rodeada de rejas de hierro forjado. La puerta de entrada, en madera, dispone de paneles con historias sobre San Benito.
El interior, de una sola nave, alberga frescos de Sebastiano Lo Monaco, Giovanni Tuccari y Matteo desiderata. La bóveda tiene frescos con escenas de la vida de San Benito. El altar mayor es de mármol con elementos tallados en piedra y paneles de bronce.


La Iglesia del Gesù
, la Iglesia de Santa María de Gesu o la Casa Professa es una de las iglesias barrocas más importantes de la ciudad italiana de Palermo y de toda Sicilia.
Los jesuitas llegaron a Palermo en 1549, y a fines del siglo XVI comenzaron a construir una iglesia adyacente a su casa madre (Casa Professa) utilizando un diseño del arquitecto jesuita Giovanni Tristano. El diseño original requería una sola nave con grandes transeptos y varias capillas laterales, pero a principios del siglo XVII cambió a un diseño más grandioso típico de la arquitectura jesuita. Natale Masuccio eliminó las paredes divisorias de las capillas para agregar dos naves laterales a la central. La iglesia fue consagrada en 1636.
La decoración interior incluía bajorrelieves de mármol en la tribuna que representaba la Adoración de los pastores (1710–14) y la Adoración de los magos (1719–21), de Gioacchino Vitagliano, después de los diseños atribuidos a Giacomo Serpotta; ambos relieves sobreviven. Antonino Grano también agregó un fresco de la Adoración de los Magos a las paredes de la segunda capilla lateral a la derecha en la década de 1720. La iglesia también contiene un relieve de la Gloria de San Lucas por Ignazio Marabitti.
En 1892, el cavaliere Salvatore Di Pietro, ex rector de la Casa Professa, filántropo, prefecto de estudios en el seminario y miembro del Colegio Teológico, de la Academia de ciencias, letras y artes y de la Accademia di storia patria, convencido en 1888 el ministro de educación pública, Paolo Boselli, decreta la iglesia como monumento nacional.
En 1943, durante la Segunda Guerra Mundial, una bomba colapsó la cúpula de la iglesia, destruyendo la mayoría de las paredes circundantes y la mayoría de las pinturas murales en el presbiterio y los transeptos. Estos frescos fueron reemplazados durante el trabajo de restauración de dos años, después de lo cual la iglesia reabrió el 24 de febrero de 2009 con una misa solemne presidida por Paolo Romeo, arzobispo de Palermo, y asistieron varios jesuitas y funcionarios civiles y militares.
La fachada está dividida en dos secciones por una cornisa. En la parte inferior hay tres portales, arriba hay nichos con estatuas de San Ignacio de Loyola, una Virgen con el Niño y Francisco Javier. La sección superior está dividida por pilastras y enmarcada a ambos lados con ménsulas y estatuas de santos. La fachada está coronada por un aguilón curvo segmentado y el emblema jesuita. Masucci originalmente planeó campanarios, pero estos no se completaron, y el actual campanario del siglo XVIII se construyó en el adyacente Palazzo Marchesi. Detrás de la iglesia, el capítulo jesuita alberga la biblioteca del pueblo.
El diseño tiene la forma de una cruz latina. La nave tiene 72,10 m de largo, 42,65 m de ancho y 70 m de alto y está decorada con mármoles policromados, estuco y frescos. En particular, los relieves de mármol con sus motivos figurativos y ornamentales en los pilares y los mosaicos de mármol son únicos. La estructura reconstruida tiene una cúpula doble y vidrieras.
Interior de la nave

Vidrieras

Techo

Púlpito 

Los Quattro Canti es una plaza octogonal situada en el cruce entre los dos principales ejes de Palermo: la via Maqueda y il Cassaro (calle de origen fenicio, que une la acrópolis con el Palacio de los Normandos, hoy conocida como Corso Vittorio Emanuele, y que constituye la calle más antigua de la ciudad). El nombre exacto del lugar es Piazza Vigliena (en homenaje al virrey don Juan Fernandez Pacheco de Villena y Ascalon, duque de Escalona).
Dos años después de asumir el gobierno de la isla en 1606, el virrey encargó al arquitecto florentino Giulio Lasso, la organización urbanística de la ciudad a través de un cruce inspirado en el de las Quattro Fontane de Roma, diseñado por los urbanistas del papa Sixto V. En 1609 debía ya estar terminada la parte estructural de dos de los "canti" después conocidos como de Santa Ninfa y de Sant'Agata que llevaban los escudos del virrey Villena. En 1612 estaba terminado el canto de Santa Cristina, adyacente a San Giuseppe, promovido por el virrey duque de Osuna. En 1615, Giulio Lasso había muerto y desde 1617, Mariano Smiriglio, ingeniero del Senado de la ciudad, se convirtió en el nuevo director de las obras, éste ya había sido supervisor de la cantera durante la dirección de Lasso.
Con Mariano Smiriglio se asiste a un cambio del programa decorativo inicial: en la parte superior, que en un principio debía albergar las estatuas de los soberanos, se situaron las estatuas de las cuatro santas vírgenes parlemitanas: Santa Cristina, Santa Ninfa, Santa Oliva y Santa Ágata. De las cuatro estatuas de los reyes, previstas inicialmente en bronce, de Scipione Li Volsi, tan solo se colocaron las de Carlos V, trasladada después a la Piazza Bologna, y la de Felipe IV, destruida. Las actuales estatuas fueron esculpidas entre 1661 y 1663 por Carlo Aprile.
El 2 de agosto de 1633 se llevó a cabo la concesión para la construcción de las cuatro fuentes con las estatuas representativas de las Cuatro Estaciones. También éstas fueron previstas en bronce y después realizadas en mármol. La Primavera y el Verano fueron realizadas por Gregorio Tedeschi, mientras que el Otoño y el Invierno fueron obra del Nunzio La Mattina. Las actuales conchas en la parte inferior de las cuatro fuentes fueron realizadas en el siglo XIX. 

La catedral de Noto es una catedral católica en Noto, en Sicilia. Su construcción, al estilo del barroco siciliano, comenzó a principios del siglo XVIII y se completó en 1776. Está dedicada a San Nicolás de Myra y ha sido la catedral de la Diócesis de Noto desde el establecimiento de la diócesis en 1844.
La cúpula de la catedral se derrumbó en 1996 como resultado del debilitamiento estructural no reparado causado por un terremoto en 1990, al que pueden haber contribuido las modificaciones perjudiciales de los edificios en la década de 1950. Desde entonces ha sido reconstruido y fue reabierto en 2007.
La construcción de la Iglesia de San Nicolás comenzó a principios del siglo XVIII, como parte de la reconstrucción general en Sicilia después del devastador terremoto de 1693.
El largo intervalo entre el comienzo del edificio, hasta los diseños de Rosario Gagliardi, y su finalización en 1776 bajo la supervisión de Bernardo Labisi,  probablemente explica varias peculiaridades e inconsistencias de diseño, y la introducción de elementos neoclásicos. Además, las puertas principales son renacimientos de la arquitectura del siglo XV, basada en el estilo de Vignola o Domenico Fontana. La gran ventana central del frente oeste, con sus "orejas" y su tímpano curvilíneo, toma prestado del repertorio de Andrea Pozzo y se asemeja al trabajo en otras partes de Noto por Francesco Paolo Labisi (por ejemplo, el Chiesa del Carmine).
La fachada, cuya composición es comparable a la de la iglesia de Notre-Dame, Versalles, y la iglesia prerrevolucionaria de Saint-Roch en París, se inició a fines de 1767 (el campanario cercano lleva la fecha de 1768) a los diseños de alrededor de 1740 por Gagliardi.
En el siglo XIX, la cúpula tuvo que ser reconstruida dos veces, terminando como una construcción neoclásica, después de colapsos causados ​​por terremotos. En la década de 1950 se llevaron a cabo muchas reformas, no del todo exitosas, por ejemplo, el trompe-l'oeil de los elementos verticales y la decoración del temple de las bóvedas por los pintores Arduino y Baldinelli, así como importantes alteraciones en el altar mayor y el altar Organo. Sin embargo, lo más grave fue la sustitución del techo inclinado original de la nave por un pesado altillo de ladrillo y hormigón romanos, que probablemente fue una de las causas del colapso de 1996.
El 13 de marzo de 1996, una gran parte de la catedral se derrumbó: cuatro de los pilares del lado sur de la nave, uno de los cuatro pilares que sostienen la cúpula, todo el techo y la bóveda de la nave, las tres cuartas partes del tambor y la cúpula con la linterna, el techo del brazo sur del crucero, con muchas de las cúpulas y gran parte del techo del pasillo derecho.
La reconstrucción fue un proceso complejo. El análisis de los escombros y la estructura restante dejó en claro lo complicada que había sido su historia de construcción, debido a las repetidas reparaciones, en una gran variedad de materiales, necesarios por los daños del terremoto anterior, y también porque no todas las reparaciones se habían ejecutado bien. La tarea se hizo aún más onerosa por la importancia y la alta visibilidad de la catedral en la ciudad de Noto, la llamada capital de la arquitectura barroca siciliana.
La gran reapertura de la catedral de Noto fue celebrada por el obispo Giuseppe Malandrino de Noto el 15 de junio de 2007, 11 años después del colapso.
Desde entonces, el trabajo en la decoración interior y el mobiliario de la catedral ha continuado. El nuevo altar mayor, atril, crucifijo y órgano fueron consagrados por el obispo Antonio Staglianò el 13 de enero de 2011, en una ceremonia a la que asistieron el jefe del Departamento de Protección Civil, Francesco Gabrielli, y las más altas autoridades regionales y locales, incluido el Ministro para el Medio Ambiente, Stefania Prestigiacomo, y la Comisionada de Emergencia para la Reconstrucción, la Prefecta de Siracusa, Carmela Floreno Vacirca.
El nuevo altar, atril y crucifijo fueron hechos de bronce plateado y jaspe siciliano por el escultor italiano, Giuseppe Ducrot. Como parte importante de la ceremonia, también se revelaron los frescos en la cúpula y las pechinas del pintor ruso Oleg Supereko, así como las ocho nuevas ventanas en la cúpula de Francesco Mori. 

Exterior 
El exterior es de piedra caliza de color amarillo pálido, en el estilo barroco siciliano. Frente a la catedral hay cuatro estatuas de santos en pilares. En la torre izquierda está montada la campana de la iglesia, y en la torre derecha un reloj. En la torre central, hay una gran ventana. También hay tres puertas. Sobre el cruce se encuentra la gran cúpula central.
Exterior, mostrando la cúpula central.
 

Interior 
Interior

El interior ahora está simplemente pintado de blanco, ya que la decoración interior del siglo XVIII fue destruida en el colapso. Las principales características y mobiliario son los consagrados el 13 de enero de 2011, como se indicó anteriormente.
La catedral alberga las reliquias de San Corrado Confalonieri,  santo patrón de la ciudad de Noto. 

La Catedral de Módica es la iglesia principal de la ciudad de Módica, en Sicilia,  y está incluida en la lista del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. Es considerado a menudo uno de los monumentos más emblemáticos del barroco siciliano, del que representa su arquitectura más escenográfica y monumental. El historiador del arte Maurizio Fagiolo dell'Arco afirmó que esta iglesia «quizá estaría incluida entre las siete maravillas del mundo barroco».
El edificio tal y como se presenta actualmente es el resultado de su reconstrucción entre los siglos xvii y xviii, realizada tras los desastrosos terremotos que sufrió Módica en 1542, en 1613 y en 1693 (el más grave); también ocasionaron leves daños los seísmos producidos en la zona iblea en el curso del siglo xviii y en 1848.
El primer documento oficial que certifica la presencia de una iglesia dedicada a san Jorge en la ciudad de Modica es una bula pontificia de 1150 firmada por el papa Eugenio III, ​ que ponía la Ecclesia S. Giorgi de Mohac, junto con la de S. Giovanni Evangelista ya presente en la parte alta de la ciudad, bajo la tutela del Monasterio de Mileto, en Calabria. Sin embargo, probablemente su primera edificación fuera ordenada directamente por el conde Roger I de Sicilia tras la conquista normanda de la isla, en torno a 1090. San Giorgio fue elevada a la dignidad de colegiata mediante una bula de Urbano VIII del 6 de noviembre de 1630.
La reconstrucción del siglo XVII fue proyectada por el arquitecto fray Marcello da Palermo, de los franciscanos reformados de Módica, y la primera piedra se puso en 1643. ​ El maestro de obras o capomaestro della fabbrica di S.Giorgio, promovido posteriormente en 1649 a capomaestro incegniero della città di Modica, era Carlo D'Amico, también originario de Palermo.
Sigue siendo desconocido el nombre del autor del proyecto de remodelación del siglo xviii de la fachada, aunque las conclusiones extraídas de atentos estudios inducen a pensar, también teniendo en consideración la larga duración de las obras, en una reelaboración continua por parte de los más válidos arquitectos del siglo xviii siciliano, entre ellos Rosario Gagliardi para el proyecto inicial, Francesco Paolo Labisi de Noto a partir de 1761 (para la construcción del segundo y del tercer orden, aunque fue sustituido de la dirección de las obras y confiada a maestros de obra), y finalmente Carmelo Cultraro para la coronación del tercer orden con la construcción de una aguja, entre 1841 y 1842. Gagliardi y Làbisi, pese a actuar en un ámbito puramente siciliano, eran profesionales actualizados y buenos conocedores del estilo barroco y tardo barroco italiano y europeo de la época. En particular Làbisi, en lo que respecta a la original solución de la fachada-torre, parece que se inspiró en la Catedral de Dresde, completada en 1753 según el proyecto del italiano Gaetano Chiaveri.
Las obras para la remodelación del primer orden de la fachada del siglo xvii, que había resistido a las fuertes sacudidas del terremoto del 1693, usaron la técnica de la giustapposizione, es decir, desmontar pequeñas porciones para reconstruir encima; empezaron en 1702 y se completaron en 1738, manteniendo el antiguo estilo. Fueron abundantes las ofrendas para las restauraciones o los edificaciones ex novo realizadas por parte de los fieles de la ciudad, a las cuales se añadieron una importante contribución del municipio y el generoso gesto del rey Felipe IV, que renunció a favor de la iglesia a la contribución anual que el condado debía aportar al patrimonio real de España; en pocos meses, se reunieron 5350 onzas, equivalentes a varios millones de euros actuales. De la fachada previa al terremoto, la construida según el modelo del fray Marcello, se dañó solo una parte, el arco de una puerta, que fue reconstruido entre 1702 y 1704, con un coste de apenas trescientas onzas, incluida la reconstrucción de una parte del techo de la nave central y del campanario. ​ La entrega de las obras fue solemnemente festejada en la ciudad el 9 de febrero de 1738 con un desfile realizado ante la presencia de todas las autoridades religiosas (el obispo de Siracusa, Matteo Trigona, a la cabeza), civiles y militares de la época. Posteriormente hubo una larga pausa entre 1738 y 1760.
El primer orden de la fachada actual estaba ya completo​ en 1760, año en el que se encargó a Làbisi un proyecto que, partiendo del refuerzo de la estructura portante del primer orden, permitiera que este último soportara el peso del segundo y del tercer orden previstos por ese mismo proyecto manteniendo una uniformidad estilística, pese al audaz diseño de elevar una fachada a torre. La obra de Labisi fue muy importante, ya que consiguió diseñar el segundo y el tercer orden de manera perfectamente armónica respecto al estilo tardo barroco en el que se había reconstruido el primer orden de la fachada, remodelado algunas décadas antes según el diseño o de Gagliardi (de cuyos diseños no tenemos testimonios, pero que trabajaba en Módica, por ejemplo, en 1714, para la fachada de la actual iglesia dedicada a Santa Maria del Soccorso) o de otro arquitecto (hay pagos, ​ anteriores a 1761, por parte del canónigo Francesco Gaetano Basile, tesorero de San Giorgio, a favor de Vincenzo Sinatra, también de Noto, alumno de Gagliardi), que se basaba en sus dictámenes. El tercer orden fue completado en 1780 y en 1777 se colocaron las campanas más grandes en la celda construida para tal fin, y el reloj mecánico en su cuadrante. De esta manera, quedaron vacíos, tal y como los vemos actualmente, la celda para las campanas del segundo orden y el relativo cuadrante del reloj.
La reconstrucción en un nuevo estilo de la fachada de la catedral, a una distancia de 78 años del inicio de las obras, podía considerarse en este momento casi completada, aunque faltaba la coronación del tercer orden y la aguja final con la cruz. A esto procedió, con un proyecto suyo, el ragusano Carmelo Cultraro, ayudado por los maestros Primo Muccio y Gaudenzio Lauretta, desde 1841 hasta 1842.
En 1841 (documento del 26 marzo) se encargó al capomaestro di fabbrica Carmelo Cultraro que realizara, en un plazo de un año y cinco meses, una aguja sobre la cual colocar la cruz de hierro, como coronación del proyecto originario de la iglesia: «...los mencionados Cultraro, Muccio y Lauretta... en virtud de este documento auténtico... prometen, y se obligan a... terminar el tercer orden, y hacer el cuarto, el quinto y el sexto orden... con todos los materiales necesarios para esa obra, sólidamente colocados y con una buena composición, la mayor parte de los cuales se deberá revestir con piezas de caliza blanda...» El encargo a Cultraro, muy detallado, enumera minuciosamente las esculturas, las formas, los frisos y las decoraciones de las que se debía dotar la cúspide de la iglesia. En 1842 este proyecto estaba enteramente completado, como atestigua una placa de piedra colocada en la coronación del tercer orden. 

Exterior
La escalinata y los jardines de la catedral.
 

La imponente fachada con forma de torre, que tiene una altura total de 62 metros, fue construida a partir de 1702 y completada en 1842, con la coronación final y con la colocación de la cruz de hierro sobre la aguja.
La fachada actual (que muestra sorprendentes analogías con la coetánea Hofkirche de Dresde) fue realizada modificando, quizá también con demoliciones parciales, la preexistente del siglo xvii, de la que no tenemos documentos ni dibujos pero que había resistido a la fuerza del terremoto. Por otro lado nunca se suspendieron las actividades litúrgicas en la catedral, salvo algún mes después del tremendo terremoto del 1693, que hizo que se derrumbaran los techos, reconstruidos los cuales ya en 1696, en el momento de la visita pastoral del obispo de Siracusa, la iglesia estaba en el pleno ejercicio de sus funciones.
La cúpula tiene una altura de 36 metros. Una escenográfica escalinata de 164 escalones, diseñada por el jesuita Francesco Di Marco en 1814 y completada en 1818, conduce a los cinco portales del templo, que hacen de preludio de las cinco naves internas de la iglesia. El interior tiene una planta basilical a cruz latina y tres ábsides después del transepto. La parte de la escalinata bajo el Corso San Giorgio fue proyectada en 1874 por el arquitecto Alessandro Cappellani Judica y completada en 1880. La vista frontal de todo el conjunto está enriquecida por un jardín colgante a varios niveles, llamado Orto del Piombo, bordeado por la escalinata monumental, y compone una escenografía que recuerda a la iglesia de Trinità dei Monti de Roma. 

Interior
El interior de la iglesia es a cinco naves y tiene veintidós columnas coronadas por capiteles corintios. Está dedicado a los mártires san Jorge e Hipólito, y entre las naves se puede admirar un grandioso órgano con cuatro teclados, ochenta registros y tres mil tubos, completamente funcional, construido entre 1885 y 1888 por el bergamasco Casimiro Allieri; un cuadro de escuela toscana, La Asunción, del tardo-manierista florentino Filippo Paladini (1610); una deliciosa pintura naif sobre madera, La Natividad, del pintor milanés Carlo Cane (1615-1688), de la segunda mitad del siglo xvii; el lienzo de 1671 El martirio de san Hipólito, firmado por el poco conocido Cicalesius; y una estatua de mármol de escuela gaginiana, la Virgen de la Nieve, del taller palermitano de Bartolomeo Berrettaro y Giuliano Mancino, de 1511. Sobre el altar en el fondo de una de las dos naves de la derecha se encuentra el Arca Sagrada, llamada Santa Cassa, una obra de plata con incrustaciones construida en Venecia en el siglo xiv y donada a la iglesia por los condes mecenas de la dinastía de los Chiaramonte. 

El reloj de sol
Sobre el pavimento delante del altar mayor, en 1895 el matemático Armando Perini diseñó un reloj de sol analemático; a mediodía, el rayo de sol, que entra desde el agujero del gnomon colocado en lo alto a la derecha, marca sobre el reloj de sol el mediodía local. En el extremo izquierdo del reloj, una placa del pavimento contiene la indicación de las coordinadas geográficas de la iglesia.
El reloj de sol.
 
El políptico de Bernardino Nigro
Una sección aparte merece el grandioso políptico colocado en el fondo de la pared absidial detrás del altar mayor, compuesto por diez tablas, pintadas, según se creía hasta los años setenta del siglo pasado, en 1513 por el mesinés Girolamo Alibrandi (1470-1524, conocido como el «Rafael de Sicilia»). Representa las escenas de la Sagrada Familia y de la vida de Jesús desde su nacimiento hasta su resurrección y su ascensión, además de dos paneles con las clásicas iconografías de los dos santos caballeros: san Jorge derrotando al dragón y san Martín dividiendo su manto con Jesús, que se le presenta bajo el disfraz de un pobre mendigo. La fecha y el autor del políptico, discutidos a causa de la difícil lectura de la tercera cifra bajo el abdomen del caballo de san Martín, parecían corroborados por el hecho de que Girolamo Alibrandi, además de ser contemporáneo y conciudadano, también era cuñado de Giovanni Resalibra da Messina, el hábil tallador y dorador de las cornisas y de toda la tribuna que contiene los diez retablos que componen el políptico.
Nunca tuvo ninguna duda de que el autor del políptico fuera Girolamo Alibrandi el historiador del arte Gioacchino Di Marzo​ (1839-1916), que alegaba como pruebas, además de la datación, también la afinidad de estilo que la Presentación de Jesús en el templo (una de las diez tablas de Módica), presenta con el famoso cuadro del mismo tema realizado en 1519 por Alibrandi para la compañía de la Candelora en Mesina, actualmente expuesto en el Museo Nacional de esa misma ciudad.
Por otra parte, la hipótesis de que un obra maestra pictórica tal se pudiera atribuir al pintor manierista Bernardino Nigro (1538-1590) o Niger (no es cierto su nacimiento en Módica, pues Di Marzo indicó Biancavilla en su lugar, pero sí es cierto el matrimonio celebrado entre el Maestro) Bernardino Nigro y Agata Scolaro el 1 de octubre de 1573 en la iglesia de San Giorgio de Módica), como hacían algunos leyendo la fecha indicada en un pequeño recuadro blanco bajo el abdomen del caballo como 1573, fue puesta en duda por la jovencísima edad, quince años, si se diera por bueno su año de nacimiento oficial, 1558, que Nigro habría tenido a la finalización de un políptico tan grandioso. Decisivo sin embargo para la atribución a Nigro fue la intervención del profesor Librando en 1980, cuando publicó un ensayo en el que se reproduce una Canción del pintor siracusano Girolamo Gomes, contemporáneo de Nigro, titulada: Canzuni di/ Gilormu Comes/in laudi/di Binnardinu Lu Nigru/ Pitturi, che iendu à Modica a pinciri un/San Giorgi, ed' un San Martinu...
Para concluir la controversia sobre el autor del políptico, es muy reciente el descubrimiento, en un volumen notarial conservado en el Archivo de Estado de Módica, del detallado contrato, mediante el cual los procuradores de la iglesia de San Giorgio encargan la realización de la obra a Nigro, a fecha de 26 de septiembre de 1566, por el precio preestablecido de 220 onzas. La fecha de este encargo elimina la posibilidad de que el año de nacimiento del pintor sea 1558, haciendo casi cierta la fecha de 1538. 

La catedral de Siracusa construida sobre la estructura de un templo de la Grecia clásica, es una obra de Andrea Palma con una portada en estilo barroco tardío o rococó.
·       Destaca la presencia de las enormes columnas del templo dórico preexistente que dotan a los alzados laterales de un equilibrio clásico.
·       Se aprecian estatuas que decoran la fachada y la dan un toque más armónico y estilístico.
·       La presencia de dos volutas curvilíneas de los laterales sirven para dar movimiento a la parte superior de la fachada y unificarla al conjunto.
·       El juego de entrantes y salidas de cornisas la dotan de ondulación.
·       En la vista lateral se pueden apreciar columnas de estilo dórico que han servido de sujeción a lo que antes era la cella del templo y sobre las cuales ahora hay cornisas (en la parte de la fachada) y otros elementos decorativos propio de barroco.
·       Se puede observar tanto en la fachada como en los laterales de la iglesia la presencia de ventanas con cristaleras de colores que permiten que el interior quede bañado de brillantes luces de colores frescos como el blanco, en la ventana más grande de la fachada; el azul en el resto de la fachada y el morado en los laterales.

La fachada
La fachada, casi en movimiento, fue reconstruida con estilo rococó tras el terremoto del año 1693. Esta reparación fue llevada a cabo por Andrea Palma, el mismo arquitecto que la construyó, ya que cuando el terremoto asoló Sicilia la fachada aún no estaba finalizada.
La fachada está construida esencialmente con mármol y granito, así como piedra caliza para las molduras y grabados y pizarra para las techumbres.
Como la mayoría de las iglesias barrocas sicilianas, la fachada tiene la típica forma convexa e impresionantes escalinatas combinadas con elementos del barroco español, ya que durante esta época Sicilia aún pertenecía a la Corona de Aragón.

Elementos
Parte superior
·       Vemos una serie de columnas de capitel corintio que sobresalen de la fachada y encuadran la estatua central de la catedral al conjunto, dotando a la fachada de complejidad. Estas columnas sostienen unas cornisas que a su vez forman parte de un frontón fragmentado que convierte el lado abierto en una especie de arco y deja el espacio de dentro para ser decorado con molduras y relieves.
·       Las molduras de las fachadas del barroco y del rococó solían ser formadas por motivos bélicos o con escudos de armas del estado, como veremos adelante con más detalle.
·       Las dos volutas curvilíneas de los laterales unen la parte superior al conjunto y dan proporcionalidad y equilibrio al mismo. Este era un recurso más típico del renacimiento que del barroco, ya que en el barroco se busca la complejidad de las formas y en el renacimiento, al tener una mentalidad neoclasicista basada en la razón, se buscaba el equilibrio y la proporcionalidad de las formas.
·       El ser curvilíneas dota de movimiento a la parte superior de la catedral y la irregularidad de la espiral de estas dotan a la fachada de originalidad y se hace presente la búsqueda de la “sorpresa” que se propone en el barroco. Se pueden apreciar una especie de plumas que se sitúan justo encima de las volutas. Estas dan un toque divino y son una muestra de la presencia religiosa en el arte barroco, ya que este servirá para propagar el espíritu de la contrarreforma, como veremos más adelante. 

Entablamento curvado
El entablamento es el conjunto de molduras dispuestas en modo de estalactita en las cornisas y en el frontón fragmentado. Se pueden apreciar las molduras del entablamento colocadas en forma de pirámide de tres caras. Las caras de las pirámides de este entablamento son de forma convexa, de tal manera que se trata de un entablamento curvado. El entablamento curvado da la sensación de zigzag y pretende inspirar originalidad y transmite complejidad y exuberancia. Se puede observar una moldura encima del portón con motivos bélicos (el halcón, símbolo de la táctica militar) y motivos culturales (el escudo del Reino de las Dos Sicilias). 

Las columnas
El capitel típico de las columnas del rococó es el capitel compuesto. Se trata de una mezcla del capitel corintio y el jónico, como veremos más adelante con más detalle. Esta exuberancia de adornos es muy propia del barroco, y especialmente del rococó. El fuste de las columnas es normalmente de estilo salomónico. Las columnas salomónicas son aquellas que el fuste tiene forma de espiral, dando sensación de ascensión y complejidad. En el caso de la catedral de Siracusa se han empleado fustes normales con estrechamiento en los extremos.
El orden compuesto no pertenece al grupo de los órdenes arquitectónicos griegos (dórico, jónico y corintio), sino que, con el toscano, es uno de las aportaciones romanas a los órdenes clásicos. En proporciones y elementos compositivos es idéntico al orden corintio, con dos salvedades: la basa es más rica en molduras y se asemeja a un capitel dórico invertido, mientras que el capitel es una mezcla o composición (de ahí el nombre del orden) del capitel jónico y del corintio. Del primero toma las volutas de la parte superior y del segundo las hojas de acanto que adornan la parte inferior. 

Parte inferior
En la parte inferior de la fachada destaca el portón repleto de ornamentaciones. Se puede observar los grandes detalles de los dinteles de las puertas, como se puede admirar en la fotografía de la derecha. El dintel del portón es una moldura muy compleja donde abundan las curvas y los motivos florales. Este tiene forma de semicírculo y cubre una moldura que representa una corona adornada con alas de ángel y en el centro se halla la Trinacria. A los lados del portón, dos columnas de capitel compuesto encuadran el portón al conjunto y otras dos columnas idénticas pero proporcionalmente más grandes sostienen el frontón fragmentado que hay a más altura. Todo esto da sensación de profundidad y de relieve. Esta serie de complejidades de espacio de dimensiones y de sensación de profundidad, son casi exclusivas del rococó, puesto que en el barroco no se busca tanta complejidad en una fachada como en este caso. 

La escalinata
La escalinata es un recurso típico del rococó. Consiste en poner una sucesión de escalones largos de altura baja hasta el portón de la catedral. Estas cualidades de los escalones son para no dar sensación de incomodidad, sino de armonía y calma. En el caso de la catedral de Siracusa, se emplean escalones de piedra caliza y mármol sucesivamente. La forma de estos es una forma curvada o de gota de agua, ya que la curva que describe es semejante a la que describen las pequeñas olas de una onda de agua, como podemos ver en la fotografía de abajo. 

Las cristaleras
En la fachada se pueden observar unas cristaleras de colores que en el interior de la catedral, hacen bellos juegos de luces y sombras.
Estas son compuestas de pequeños cristales con formas geométricas, donde predominan los triángulos y hexágonos. También son adornadas con dinteles y también están encuadradas al conjunto mediante las columnas de capitel compuesto que tienen a sus lados. 

Simbología
En la catedral se pueden observar un conjunto de esculturas de una gran expresividad y gestos muy concretos. Todo esto en el conjunto de adornos y dimensiones ya mencionadas anteriormente tiene una simbología religiosa muy concreta.
La estatua de la Virgen María embarazada del Niño Jesús con las manos en el corazón. La Virgen se halla sobre una nube con unos querubines que la acompañan. En la fotografía se puede contemplar la gran calidad de la estatua, esculpida en mármol y la gran expresividad que refleja en su rostro, lleno de amor y ternura.
La estatua de Santa Lucia, patrona de Siracusa, refleja un rostro de compasión y su belleza inspira paz y tranquilidad. La estatua del Papa Clemente XIII con la Biblia bajo el brazo y con una posición anunciadora, como si se tratase de Moisés anunciando que Dios le ha legado los mandamientos. Se le colocó en esta posición por motivos de la contrarreforma, como veremos más adelante. Destaca por la gran expresividad de su rostro y el magnífico realismo de la túnica que lleva puesta el pontífice.
No sólo las estatuas son motivos religiosos, sino que tiene un motivo muy propia de esta época, y es el de propagar el catolicismo como medida de la contrarreforma, ya que por estos tiempos Europa se hallaba envuelta por las ideas de los movimientos protestantes de luteranos y calvinistas. Se pueden observar los pequeños detalles religiosos en las alas de las volutas, en las curvas en forma de plumas de las molduras, en las cornisas voladas, incluso en la misma fachada, ya que al ser convexa y tener relieve da sensación de movimiento y de ascensión. 

Interior
Puesto que en la antigüedad la catedral era el templo de la diosa Atenea, tiene una base rectangular y las características típicas de un templo griego, como se puede observar en el plano de la derecha. En el siglo VII el templo dórico fue transformado en iglesia cristiana con tres naves, cerrando los espacios entre las columnas griegas y extrayendo la nave central de la parte interior del templo (cella).
No está claro cuál es exactamente el estilo del interior de la catedral, aunque podemos decir con seguridad que este sufrió una reforma importante en 1752 por el terremoto que asoló Siracusa. En el interior podemos contemplar una pila bautismal del siglo XIII así como algunos mosaicos normandos y numerosas pinturas y esculturas de gran belleza. En la sacristía se encuentra una sillería de coro de 1489. En la primera capilla a la derecha se encuentra la pila bautismal sujeta por bellos leones de bronce. En la segunda a la derecha un palio pequeño recubierto con láminas de plata del siglo XVI y una estatua barroca de Santa Lucía, colocada sobre un sarcófago con bajorrelieves. La Capilla del Santísimo Sacramento se halla a la mitad de la nave derecha y consta desde 1653, con una hermosa verja de hierro fundido es separada de La Capilla del Crucifijo (al fondo de la nave derecha), donde se halla un grandioso altar barroco en el presbiterio y varias esculturas en la nave izquierda entre las que destaca una Virgen de la Nieve y una Santa Lucía de Antonello Gagini del siglo XVI. 

El templo de Atenea
El templo de Atenea fue construido en el s. V a.C, en la parte más alta de la isla Ortigia, y que en la actualidad corresponde a la catedral de Siracusa. Los cristianos tenían orden de destruir cualquier templo pagano o en su defecto reconvertirlo en uno cristiano, así que lo que hicieron fue crear arcos en la cella interior y con esa piedra sobrante cubrieron los espacios entre las columnas exteriores del templo, gracias a esta reconstrucción se conserva la estructura original y la disposición de sus columnas jónicas (6 frontales y 14 laterales). La entrada era la contraria a la actual es decir, por la parte que da al altar de la catedral, se sabe que se entraba por una puerta de oro y marfil y que en el frontón había colocado un escudo dorado de Atenea. Debido a las dominaciones musulmanas se construyó una mezquita y posteriormente los normandos la volvieron a convertir en iglesia cristiana.
Vista lateral donde se aprecian columnas del templo griego antecedente a la catedral.
 

Estilo
Se trata del estilo barroco-rococó. El estilo barroco en la arquitectura es caracterizado por la abundancia de adornos como volutas en los capiteles de las columnas así como las propias columnas salomónicas. Es caracterizado también por la presencia del movimiento con la utilización de formas curvas.
La planta del edificio incorpora formas elípticas u óvalos que crean efectos de luz y sombra y se alzan cúpulas impresionantes que se decoran con abundancia de detalles y formas.
·       El rechazo de la simplicidad y la búsqueda de lo complejo.
·       Búsqueda del movimiento, en la más estática de las artes, la Arquitectura.
·       Da importancia a la luz y efectos luminosos. Contraste de claroscuro. Búsqueda de la sorpresa.
·       Gusta de representar o sugerir el infinito (un camino que se pierde, una bóveda celeste, un juego de espejos que altere y haga irreconocibles las perspectivas).
·       La creación de espacios dinámicos.
·       La creación de nuevas tipologías para edificios concretos.
·       Gusto por lo dramático, exuberante y teatral.
·       Gusto por la escenografía.
·       Gran riqueza decorativa en interiores.
·       Éxito del orden gigante, con columnas que abarcan 2 o 3 pisos.
·       Amor desenfrenado por lo curvilíneo y el triunfo de la columna salomónica.
·       Los entablamentos adoptan la curva y los frontones se parten y adoptan curvas, contracurvas y espirales.
·       Arcos y frontones mixtilíneos. El arco descansa sobre la columna por el intermedio de un entablamento (esto es el modo romano), o descansa directamente sobre el capitel (modo bizantino). Ambos modos fueron empleados en el Renacimiento.
·       Las ventanas son ovales o cuadradas con la parte superior curva.
·       Se utilizan grandes cartelas.
·       Se adopta un nuevo tipo de planta que ofrece planos oblicuos para dar sensación de movimiento; se utilizan efectos de luz, juegos de perspectiva. Se adopta la elíptica, la forma oval y otras formas Las paredes son cóncavas y convexas, es decir siempre onduladas. Se llega al abandono de líneas rectas y superficies planas.
·       Existe una ilusión del espacio interior de la cubierta: un cielo invade el interior del templo con atrevidas perspectivas y sabios escorzos.
·       No faltan los campanarios, solos o en pareja, muy decorados.
·       No reniega de las formas clásicas (columnas, arcos, frontones, frisos), pero las transforma de manera fantasiosa. A veces el edificio llega a ser como una gran escultura.
·       La subordinación del resto de todas las artes al todo arquitectónico. 

Contexto histórico
El siglo XVII fue para España un período de grave crisis política, militar, económica y social que terminó por convertir el Imperio Español en una potencia de segundo rango dentro de Europa. Los llamados Austrias menores -Felipe III, Felipe IV y Carlos II- dejaron el gobierno de la nación en manos de ministros de confianza o validos entre los que destacaron el duque de Lerma y el conde-duque de Olivares. En política exterior, el duque de Lerma, valido de Felipe III, adoptó una política pacifista y logró acabar con todos los conflictos heredados del reinado de Felipe II. Por el contrario, el conde-duque de Olivares, valido de Felipe IV, involucró de lleno a España en la guerra de los Treinta Años, en la que España sufrió graves derrotas militares. Durante la segunda mitad del siglo, Francia aprovechó la debilidad militar española y ejerció una continua presión expansionista sobre los territorios europeos regidos por Carlos II. Como consecuencia de esta presión, la Corona española perdió buena parte de sus posesiones en Europa, de modo que, a principios del siglo XVIII, el Imperio español en Europa estaba totalmente liquidado.
En política interior, la crisis no fue menos importante. El duque de Lerma procedió a la expulsión de los moriscos (1609), con lo que se arruinaron las tierras de regadío del litoral levantino, y permitió la generalización de la corrupción administrativa. Posteriormente, la política centralista del conde-duque de Olivares provocó numerosas sublevaciones en Cataluña, Portugal, Andalucía, Nápoles y Sicilia. La rebelión catalana fue sofocada el año 1652, mientras que la sublevación portuguesa desembocó en la independencia de ese país (1668). España sufrió una grave crisis demográfica, consecuencia de la expulsión de casi 300.000 moriscos y de la mortalidad provocada por las continuas guerras, el hambre y la peste. La sociedad española del siglo XVII era una sociedad escindida: la nobleza y el clero conservaron tierras y privilegios, mientras que los campesinos sufrieron en todo su rigor la crisis económica. La miseria en el campo arrastró a muchos campesinos hacia las ciudades, donde esperaban mejorar su calidad de vida; pero en las ciudades se vieron abocados al ejercicio de la mendicidad cuando no directamente a la delincuencia. Por otra parte, la jerarquización y el conservadurismo social dificultaban el paso de un estamento a otro y sólo algunos burgueses lograron acceder a la nobleza. La única posibilidad que se ofrecía al estado llano para obtener los beneficios que la sociedad estamental concedía a los estamentos privilegiados era pasar a engrosar las filas del clero. Este hecho, unido al clima de fervor religioso, trajo como consecuencia que durante el siglo XVII se duplicara el número de eclesiásticos en España. 

El Monasterio Benedictino de San Nicolò l'Arena en Catania, Sicilia, es uno de los monasterios más grandes de Europa y Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO  (como parte del Patrimonio de la Humanidad de Val di Noto). Es el segundo monasterio benedictino más grande de Europa (el más grande está en Mafra).

El claustro de mármol corresponde al plan cuadrado original del monasterio fundado en 1558.
 

El monasterio fue fundado en 1558 y hoy alberga el Departamento de Humanidades de la Universidad de Catania.
El complejo del monasterio está ubicado en el centro histórico de la ciudad de Catania, con la iglesia de San Nicolò l'Arena. Muestra la integración arquitectónica de muchos estilos a través de diferentes siglos. Aunque el monasterio fue fundado en el siglo XVI, fue modificado por dos desastres naturales en el siglo XVII. En 1669, la erupción del Etna de 1669 rodeó la ciudad de Catania, ampliando la costa por más de 1 km, y el monasterio también. Entonces el monasterio no fue destruido por la lava, pero el área alrededor fue completamente modificada por un banco de lava de 12 metros de altura.
En 1693, el terremoto de Val di Noto destruyó toda la costa este de Sicilia y Catania. El monasterio estaba terriblemente dañado y el único piso que sobrevivió fue el sótano.
En 1702 la reconstrucción comenzó y duró hasta 1866 (cuando el nuevo reinado de Italia confiscó el monasterio). El monasterio original fue reconstruido en la parte superior de este último, y agregaron un nuevo claustro (el claustro oriental) y una nueva área (la gran parte diseñada por Giovanni Battista Vaccarini) en la parte superior del banco de lava.
En 1977 el monasterio fue donado a la Universidad de Catania, que restauró toda la estructura; en 1984 Giancarlo De Carlo comenzó a diseñar todo el trabajo de restauración. 

San Giuseppe ("San José") es una iglesia católica romana de estilo barroco ubicada en la ciudad de Ragusa, en el sur de Sicilia, Italia.
Una iglesia fue erigida aquí en 1756-1796 bajo el patrocinio de la orden benedictina. La iglesia y un convento de monjas adyacentes ocuparon un sitio donde antes del terremoto de 1693 se había ubicado la iglesia de San Tommaso. El arquitecto es desconocido, pero en el círculo de Rosario Gagliardi. Al igual que muchas iglesias locales, la fachada tiene tres órdenes muy esculpidas, decoradas con estatuas de los santos de las órdenes benedictinas, incluidos los santos Benedicto y Mauro   arriba y St Gertrude y Scolastica abajo.
Cerca de la entrada están las estatuas de San Gregorio el Grande y San Agustín de Giambattista Muccio en 1775. Los portales de entrada tienen hierro rejas pantallas (1774) de Filippo Scattarelli.
El interior tiene un diseño ovalado, pero mantiene un gran coro y coretti situados sobre la entrada y flanqueando la nave, donde las monjas podían escuchar la misa mientras permanecían enclaustradas. Sobre la bóveda hay un fresco que representa la Gloria de San Benito con San José (1793) de Sebastiano Monaco. Las paredes están elaboradamente estucadas (1793) por Agrippino Maggiore y la Cultrera di Licodia Eubea. Los altares (siglo XIX) tienen elaborados scagliola y tienen retablos de Tommaso Pollace y Giuseppe Crestadoro, que representan la Trinidad, San Mauro, San Benito y Ste Gertrude. El pavimento tiene piedra blanca y mayólica losas. El vestíbulo tiene estatuas que representan a San Benito (siglo XVII) y un San José recubierto de plata (1785). 

La Catedral de San Juan Bautista​ o simplemente Catedral de Ragusa​ es una catedral católica en Ragusa, Sicilia, en Italia​ que está dedicada a San Juan Bautista. La iglesia actual data de principios del siglo XVIII. Ha sido la sede de los obispos de Ragusa desde el establecimiento de la diócesis en 1950.
Una iglesia de San Giovanni Battista se levantó antes del terremoto de Sicilia de 1693 en el oeste del casco antiguo de Ragusa (Ragusa Ibla) bajo las paredes de un castillo medieval, donde ahora se levanta la iglesia de Santa Inés.
Severamente dañada por un terremoto, fue reconstruida en el centro de la nueva ciudad alta de Ragusa en el distrito de "Patro". El 15 de abril de 1694 se colocó la primera piedra. La iglesia fue terminada después de solo cuatro meses, de modo que el 16 de agosto del mismo año se abrió para el culto en una ceremonia solemne a la que asistieron todos los ancianos del Condado.
El interior del templo actual data de los siglos 19 y 20. En 1950 la iglesia se convirtió en la catedral de la recientemente creada Diócesis de Ragusa.


Italia septentrional
Milan
Francesco Maria Richini (1584-1658) fue el arquitecto milanés más importante. ​Entre 1607 y 1630 construyó la iglesia de San Giuseppe, que, como la iglesia del Gesù en Roma, estaba pensada para practicar el exceso sobre la moda académica manierista hasta entonces en uso. Richini introdujo una planta combinada, que consiste en dos áreas centrales, derivadas de Sant' Alessandro, también en Milán. El efecto plástico también se nota en la fachada, decorado por una serie de nichos superpuestos.
Posteriormente, en 1627 se dedicó a la fachada del Collegio Elvetico (ahora sede del Archivio di Stato), donde apuntó a una integración entre el interior y el exterior a través de un prospecto cóncavo. Esta interesante solución, posiblemente la primera fachada curva del período barroco, es anterior a ciertos temas expresados más tarde por Borromini, y confirma a Richini como uno de los más grandes arquitectos del barroco temprano. 

El Palazzo Litta, también conocido como Palazzo Arese-Litta, es una estructura barroca en Milán, norte de Italia, frente a San Maurizio al Monastero Maggiore, y que data del período de dominio español de la ciudad. En 2018, sirvió como un centro cultural, que albergaba espacios de exhibición, oficinas y un teatro.
El arquitecto Francesco Maria Richini construyó el núcleo del palacio en los años 1642-1648 para el conde Bartolomeo Arese, un miembro de la familia Arese, una de las familias milanesas más influyentes de la época, que se convirtió en presidente del Senado de Milán en 1660. Palazzo Litta se convirtió así en un importante centro cultural. Las grandes fiestas celebradas aquí a lo largo de los años incluyeron recepciones para la archiduquesa Mariana de Austria, para Margaret Teresa de España, para Elisabeth Christine de Brunswick-Wolfenbüttel, para María Teresa de Austria, para Eugenia de Beauharnais y para la llegada de Napoleón en Milan.
Además de su plan general, las características principales que permanecen esencialmente intactas del edificio original del siglo XVII son el piano nobile (aunque en gran parte redecorado) y uno de los patios de Richini. El oratorio familiar, también obra de Richini, y consagrado en 1671, se convirtió más tarde en un teatro privado para uso de la familia y sus invitados. El teatro, el más antiguo de Milán, todavía está en uso como el Teatro Litta di Milano, que también tiene un segundo espacio de actuación ubicado en el antiguo bloque estable.
En 1674 el palacio pasó a la hija de Bartolomeo, Margherita, esposa de Fabio III Visconti Borromeo Arese; A mediados del siglo XVIII, cuando su rama de Arese se extinguió en la línea masculina, fue heredada por la familia Litta, cuyos miembros también fueron prominentes en la vida política de la ciudad. Fue en este período que se hicieron una serie de cambios importantes en el edificio. A finales del siglo XIX, se había convertido en el hogar de la Administración de Ferrocarriles del norte de Italia.
Entre 1752 y 1761, Bartolomeo Bolli construyó una nueva fachada para el edificio, altamente decorada al estilo barroco tardío o rococó. La entrada está flanqueada por dos atlantes, que sostienen un balcón contorsionado.  En 1740, Carlo Giuseppe Merlo construyó la imponente y escenográfica escalera bifurcada (una escalonata tenaglia) cuyas curvas sofisticadas conducen a los apartamentos del piano nobile. Estos también fueron restaurados en parte, algunos decorados con murales de Giovanni Antonio Cucchi.
El interior barroco del palazzo Litta de Milán.
 

Venecia
El barroco veneciano, según la práctica local, vio a Baldassarre Longhena (1598-1682) como su principal exponente. Después de la peste de 1630, comenzó la construcción de la iglesia de Santa Maria della Salute, utilizando una planta central. En el cuerpo octogonal de la basílica, Longhena agregó un santuario bordeado a ambos lados por dos ábsides, similar al adoptado por Andrea Palladio en la basílica del Santísimo Redentor; esta solución fortalecía el eje longitudinal del templo, que de hecho se convirtió en el cuerpo central en la propia nave. El estilo barroco del templo es evidente en la conformación de las masas externas, dispuestas a lo largo del Gran Canal: el cuerpo octogonal cubierto por una gran cúpula está flanqueado por la corona del santuario y los dos campanarios. La profusión de los detalles plásticos en Loghena alcanzó su punto máximo en la fachada de la iglesia dell'Ospedaletto (terminada en la década de 1670), decorada ricamente y con fantasía con atlantes, cabezas gigantes y máscaras de león.
Longhena también trabajó en el campo de la arquitectura cívica: su Ca' Pesaro presenta una planta aparentemente convencional, pero el juego de luces y de sombras que se encuentra en la fachada ricamente ornamentada le confiere un carácter típicamente barroco.
Otros arquitectos venecianos de la época fueron Andrea Tirali​ (iglesia de los Tolentini, palacio Manfrin Venier), Giuseppe Sardi​ (Santa Maria del Giglio) ​ o Domenico Rossi​ (San Stae, Ca' Corner della Regina). 

BALDASSARE LONGHENA (1598-1682)
La larga vida de Longhena se corresponde casi con la de Bernini y es el único arquitecto veneciano del siglo XVII que se acerca a la altura de los romanos. Fue discípulo de Vicenzo Scamozzi y Sanmicheli.  Tuvo un discípulo llamado Antonio Gaspari que fue quien culminó las obras iniciadas por Longhena y que éste, a pesar de su larga vida, no había podido concluir.
Longhena era hijo de un cantero y escultor con quien comenzó su formación, por lo que llegó a la profesión con una formación práctica. Su actividad se desarrolló exclusivamente en Venecia. Su primera obra, la  Procuraduría Nueva, que había sido iniciada por Scamozzi. 

Santa Maria della Salute (Santa María de la Salud) es una basílica de Venecia, que se alza cerca de la Punta della Dogana (Punta de la Aduana). Se construyó, al igual que la iglesia del Redentor o la iglesia de San Rocco, ex voto de los habitantes venecianos a causa de la peste que en 1630 diezmó la población.
La peste llegó a Venecia contagiada por el conde de Mantua, quien fue internado en la isla del Lazzaretto Vecchio. Bastó con que entrase en contacto con un carpintero para que la infección se extendiera por toda la ciudad a partir de Campo San Lio.
El 22 de marzo de 1630 el patriarca de Venecia, Giovanni Tiepolo, hizo una promesa: "Prometo solemnemente erigir en esta ciudad una iglesia y dedicársela a la Virgen Santísima, llamándola Santa María della Salute, y que cada año en el día en que esta ciudad sea declarada libre del presente mal, Su Serenidad y sus sucesores irán solemnemente con el Senado a visitar dicha iglesia en perpetua memoria de la pública gratitud por tanto beneficio".
El 26 de marzo en la Plaza de San Marcos el dogo Nicolás Contarini, el clero y el pueblo se reunieron para rezar. Cuando la peste terminó habían muerto 80.000 venecianos, y 600.000 en el territorio de la Serenísima, desde Brescia hasta Trieste, desde Polesine hasta Belluno. Entre la gente que murió, se encontraban el dogo y el patriarca.
El 28 de noviembre de 1631 comenzó su construcción en la Punta della Dogana, la aduana de Venecia. Se confió su construcción a Baldassare Longhena, y se terminó el 9 de noviembre de 1687, cuando el patriarca Alvise Sagredi la bendijo. Para poder erigir la basílica en este lugar hizo falta introducir 1.156.650 postes en el terreno y ganar una vasta área de suelo al mar.

Arquitectura
El exterior destaca por la riqueza de las fachadas, adelantadas respecto a la iglesia y con interesantes juegos de claroscuro formados por sus entrantes y salientes. También son llamativas las enormes volutas que parecen sostener la cúpula.
La nave central es de forma octogonal, sobre la que se apoya una cúpula hemisférica que está rodeada de seis capillas menores. El presbiterio y el altar mayor predominan sobre todo lo demás. El grupo escultórico sobre el altar representa a una Virgen con el Niño, que simboliza a la Salud que defiende a Venecia de la peste. Proviene de Creta y fue llevada a Venecia por el dogo Francesco Morosini en 1670, cuando hubieron de ceder la isla a los turcos.
Interior de la basílica.
 

Pueden encontrarse tres obras de Tiziano en el techo: Muerte de Abel, Sacrificio de Abraham y David y Goliat. "Estas escenas violentas del Antiguo Testamento fueron pintadas con extremo realismo, el cual se acentúa debido a su visión en perspectiva del observador. Los frescos, que se consideraron poco apropiados en su momento, fueron sin embargo muy admirados e imitados con posterioridad".​ También pueden encontrarse otras obras de Tiziano en la sacristía: San Marcos entronizado rodeado de santos, Las bodas de Caná y Pentecostés.
Cada 21 de noviembre se festeja la "Festa della Madonna della Salute" (Fiesta de Nuestra Señora de la Salud), en la que las gentes atraviesan un puente de barcas, que va de la Plaza de San Marcos a la Basílica, donde se paran a rezar. Junto con la "Festa del Redentore" (Fiesta del Redentor), es aún hoy en día, una de las fiestas populares más queridas y participativas de la ciudad. 

Iglesia de Santa María del Giglio
La iglesia, cuyo nombre se traduce en Santa María del Lirio que se refiere a la flor representada clásicamente como presentada por el Ángel Gabriel durante la Anunciación), se conoce más comúnmente como Santa Maria Zobenigo después de la familia Jubanico que la fundó en el siglo IX. . El edificio está situado en el Campo Santa Maria Zobenigo, al oeste de la Piazza San Marco. Fue reconstruido por Giuseppe Sardi para el almirante Antonio Barbaro entre 1678 y 1681 y tiene una de las mejores fachadas del barroco veneciano en toda Venecia. La iglesia ahora es parte de la parroquia de San Moisè.
El exterior carece de estatuas o relieves cristianos de imagen. Muestra los mapas en relieve de mármol de varios lugares en los que Antonio Barbaro sirvió, incluidos Candia, Zadar, Padua, Roma, Corfú y Split.  Su propia estatua, como el principal benefactor, en el centro, esculpida por Josse de Corte, está flanqueada por representaciones de Honor, Virtud, Fama y Sabiduría.  Las otras estatuas son sus hermanos. En la parte superior de la fachada se encuentran los brazos de la familia Barbaro tallados en relieve.
El techo de la nave está decorado con un gran lienzo de Antonio Zanchi. A lo largo de la nave se encuentran representaciones pintadas del Vía Crucis (1755–1756) o Estaciones de la Cruz de varios artistas, incluidos Francesco Zugno, Gianbattista Crosato, Gaspare Diziani y Jacopo Marieschi. A la derecha de la entrada de la nave, la capilla de Molin contiene una Virgen y un Niño con el joven San Juan, la única pintura del pintor flamenco Rubens en Venecia. Esa capilla también tiene una pintura de San Vicente Ferrer (1750) de Giovanni Battista Piazzetta y Giuseppe Angeli.
El altar tiene estatuas que representan la Anunciación de Heinrich Meyring. Detrás del altar mayor, en el santuario, hay pinturas de los evangelistas de Jacopo Tintoretto. Las persianas de órgano incluyen obras de Alessandro Vittoria. Otras pinturas en la iglesia son de Sebastiano Ricci y Palma the Younger. Giovanni Maria Morlaiter tiene una escultura adicional que se encuentra en la segunda capilla a la derecha de San Gregorio Barbarigo. Otra pintura de Tintoretto, Cristo con dos santos en el pasillo norte, ha sido dañada por la restauración. 

San Stae es una iglesia en el centro de Venecia (Véneto, Italia), en el sestiere de Santa Croce.
San Stae, una abreviatura de San Eustaquio, tiene la fachada principal, que data de 1709 orientada hacia el Gran Canal, construida por Domenico Rossi, y ricamente decorada con estatuas de Giuseppe Torretto, Antonio Tarsia, Pietro Baratta y Antonio Corradini.
El interior alberga una tumba de la familia Mocenigo. El muro de la derecha contiene altares con obras de Niccolò Bambini, Giuseppe Camerata y Antonio Balestra. Las tres capillas de la izquierda tienen obras de Giuseppe Torretto, Pietro Baratta, Francesco Migliori y Jacopo Amigoni. El techo del presbiterio está decorado por un gran lienzo de Bartolomeo Letterini, mientras que en las paredes hay lienzos de Giuseppe Angeli y otros más pequeños dedicados a los Apóstoles, incluyendo un Martirio de San Bartolomé (1721) (abajo a la derecha) por un joven Giambattista Tiepolo; un Martirio de Santiago el Mayor de Giovanni Battista Piazzetta; y una Liberación de san Pedro obra de Sebastiano Ricci (abajo a la izquierda).
La sacristía contiene una Muerte de Cristo de Pietro della Vecchia y un Trajano ordena a san Eustaquio que rece a los ídolos de Giovanni Battista Pittoni.

La Ca' Corner della Regina es un palacio de Venecia, situado el Gran Canal, cerca de la Ca' Pesaro, entre Ca' Favretto y el Palazzo Correggio, en el sestiere de Santa Croce. Es la sede en Venecia de la Fondazione Prada desde 2011.
El palacio se construyó en el siglo XVIII en lugar de edificios anteriores por voluntad de la familia Corner, según el proyecto del arquitecto Domenico Rossi. Una vez extinta esta noble familia veneciana, la Ca' Corner della Regina se convirtió en Monte de Piedad en el siglo XIX, mientras que entre 1975 y 2010 albergó el ASAC (Archivio Storico delle Arti Contemporanee della Biennale di Venezia). Desde mayo de 2011 alberga las exposiciones de arte contemporáneo y otras actividades culturales de la Fondazione Prada. Esta institución, presidida por Miuccia Prada y Patrizio Bertelli desde 1995, inició la restauración del palacio, planificada de manera gradual sobre la base de las directivas de la Superintendencia de Bienes Arquitectónicos y Paisajísticos de Venecia y la Laguna, con la colaboración de la Fundación de Museos de Venecia. Recientemente el ayuntamiento de Venecia vendió el edificio a Miuccia Prada por 40 millones de euros.
En la construcción de la Ca' Corner, Rossi tuvo presente las nuevas líneas que estaba imponiendo Baldassarre Longhena en el Gran Canal con la vecina Ca' Pesaro, ​ en la que el palacio se inspira claramente. Se trata de un edificio modulado en tres plantas, pero particularmente esbelto en parte por la presencia de dos entresuelos mezzanines, uno en el ático y otro entre la planta baja y la primera planta.
El portal principal, en posición central, es de medio punto y se desarrolla en altura, sobre un fondo almohadillado que caracteriza la primera planta y el entresuelo, y que se inspira en las fachadas renacentistas. El primero de los dos piani nobili está recorrido por una barandilla, encima de la cual hay siete monóforas de medio punto con mascarones en clave, entre los que hay semicolumnas jónicas.
Un ancho marcapiano divide esta planta del segundo piano nobile, que presenta siete ventanas rectangulares dispuestas regularmente y coronadas por tímpanos; entre las ventanas se intercalan simétricamente grandes semicolumnas de orden corintio, que también continúan en el entresuelo, nivel en el que sostienen arquitrabes, que a su vez sostienen la sutil cornisa del techo.
 
El Palacio Savorgnan es un edificio de Venecia, ubicado en el barrio de Cannaregio y con fachada al canal de Cannaregio, a la derecha del Palazzo Manfrin Venier.
Construido en el siglo XVII por la familia noble Savorgnan, fue un proyecto del arquitecto Giuseppe Sardi (1624-1699) (autor tardo-barroco del vecino Palazzo Surian Bellotto), claramente inspirado en Baldassare Longhena.
En el año 1788 el Palacio Savorgnan fue víctima de un grave incendio, que dañó varias partes, comenzando un declive que duró al menos hasta la compra del inmueble por los Galvagna, a comienzos del siglo XIX. Esta familia mantuvo una gran galería de arte con obras de Palma el Viejo y otros grandes artistas italianos, sin embargo, en 1855 se dispersaron después de una "subasta" (muchas obras de la colección Galvagna se conservan en la National Gallery de Londres).
A principios de siglo XX el edificio fue convertido en colegio femenino, mientras que en 1968 pasó a la Provincia de Venecia. Actualmente, en buenas condiciones, da cobijo a un centro de enseñanza superior.
La fachada, de grandes dimensiones, se distribuye en cuatro niveles, diseñada con cornisa de teclas de piano (en italiano cornice marcapiano).
En la planta baja, con una superficie almohadillada, ocupa una posición central un simple portal de forma rectangular, flanqueado por ventanas de un solo vano (monofora).
Las dos plantas nobles tienen aberturas en todos las cornisas de piedra mascarones y balaustradas: en el centro una amplia serliana y flanqueándola dos ventanas geminadas en arco. La segunda planta tiene dos tallas grandes de los escudos de armas.
El tercer piso, de hecho, un entrepiso con ático, tiene una estructura con volúmenes simétricos a la de los otros paños, que consiste en pequeñas ventanas cuadradas de una sola luz.
En la parte posterior del edificio se abre un vasto jardín, en buen estado de conservación, que, junto con el jardín del Palacio Venier Manfredi, se hizo parque público.

Ca' Rezzonico es un palacio veneciano del siglo XVII donde actualmente se albergan las colecciones del llamado Museo del siglo XVIII veneciano. Se encuentra en el sestiere (distrito) de Dorsoduro.
El palacio fue construido por Baldassare Longhena en el siglo XVII y años después fue adquirido por la familia Rezzonico. En el año 1888 lo adquirió el poeta inglés Robert Browning, que murió en el palacio un año más tarde.
En este palacio se pueden contemplar maravillosos frescos, pintados en el techo por Gianbattista Tiépolo, entre los que destaca el fresco de Alegoría nupcial encargado en la boda de Lodovico Rezzonico con Faustina Savorgnan el 1758. Hacia 1906 se trasladaron a este palacio diversos frescos de un hijo de dicho artista, Giovanni Domenico Tiepolo, procedentes de la villa familiar de Zianigo. También destacan las obras de arte de Pietro Longhi. 

Ca' Pesaro es un edificio palaciego situado en el sestiere de Santa Croce de la ciudad de Venecia. Está en el Gran Canal, entre el Palazzo Coccina Giunti Foscarini Giovannelli y el Palazzo Correggio, a poca distancia de la Ca' Corner della Regina y la iglesia de San Stae. El palacio Ca' Pesaro tiene frescos de Giambattista Pittoni (incluyendo "Justicia y paz con Júpiter y Minerva" y "Júpiter protege la justicia, la paz y la ciencia") y Giambattista Tiepolo.
Este grandioso edificio, actualmente sede de la Galería Internacional de Arte Moderno y el Museo de Arte Oriental de Venecia, fue proyectado en el siglo XVII por el arquitecto Baldassarre Longhena por encargo de la rica familia Pesaro. Su construcción duró de 1652 a 1710: en 1682 murió Longhena y el edificio estaba aún incompleto. Entonces, la familia confió su finalización a Antonio Gaspari, que lo completó en 1710, aportando ligerísimas modificaciones al proyecto original.
El majestuoso edificio pasó de la familia Pesaro a los Gradenigo. Posteriormente los padres armenos mequitaristas lo usaron como colegio, y finalmente fue adquirido por la familia Bevilacqua. La duquesa Felicita Bevilacqua La Masa lo destinó a una galería de arte moderno.
Cuando la ciudad de Venecia, el 5 de diciembre de 1899, dio ejecución al testamento de la duquesa Felicita Bevilacqua, viuda del general La Masa, que había cedido Ca' Pesaro a la ciudad de Venecia con la finalidad de conceder recursos y espacios a los artistas jóvenes, se instituyó la Opera Bevilacqua La Masa.
Ca’ Pesaro está situada en el Gran Canal y es considerado uno de los edificios más importantes de Venecia por sus dimensiones, por la calidad de su decoración y por su imponencia. Su fachada principal, de estilo barroco, está adornada con bajorrelieves y estatuas que la otorgan una fuerte connotación plástica y la hacen capaz de crear importantes claroscuros. La planta baja tiene una decoración con almohadillado a puntas de diamante, con mucho relieve, que rodea un portal doble al agua. Los piani nobili se caracterizan por la presencia de siete arcos de medio punto muy decorados, separados por columnas adosadas que se duplican en correspondencia con los muros de carga.
No menos importante es la fachada lateral, ligeramente curva, proyectada en un segundo momento, que presenta un componente dinámico que contrasta con la estaticidad de la principal y parece más simple que esta última.
De la suntuosidad del exterior se puede imaginar la riqueza original de las salas y salones, de la cual no queda casi nada, a salvo algunos frescos y decoraciones. El edificio, según el proyecto original, debía estar dividido en dos partes (una de representación y otra de servicio) por una escalera monumental paralela al Gran Canal: Antonio Gaspari lo hizo perpendicular al canal, adosándolo a un lado del portego (recibidor). Antonio Gaspari también modificó el diseño del patio. ​

Los rebeldes de Ca' Pesaro
En las primeras dos décadas del siglo XX florecieron en Italia numerosas experiencias revolucionarias y antiacadémicas. En polémica contra los maestros de la Biennale, Ca' Pesaro representó entre 1908 y 1920 un "gimnasio intelectual", un trampolín para los artistas jóvenes italianos: aquí artistas diferentes en estilo y poética tuvieron la posibilidad de exponer sus obras. Unidos solo por el empeño de renovar el lenguaje artístico italiano, y guiados por el crítico Nino Barbantini, los protagonistas de Ca' Pesaro propusieron lenguajes muy diferentes: Arturo Martini se inspiraba en modelos arcaicos, Felice Casorati estaba influenciado por el Jugendstil, Guido Marussig por el simbolismo, Gino Rossi por Paul Gauguin, Tullio Garbari pintaba una mítica primitiva Valsugana, Pio Semeghini pintaba una poética Burano inspirado en sus experiencias post-impresionistas de París, Umberto Moggioli albergaba en su casa de Burano al grupo de los "rebeldes". También expusieron en Ca' Pesaro Umberto Moggioli, alumno de Guglielmo Ciardi, y Ugo Valeri, conocido gráfico, ilustrador de las revistas más populares de la época, además de un refinado pintor, intérprete de la sociedad italiana del tiempo y Adolfo Callegari, Felice Castegnaro, Mario Disertori, Enrico Fonda, Ercole Sibellato, Guido Trentini, Oscar Sogaro, Antonio Nardi, Pieretto Bianco, Lulo de Blaas, Gabriella Oreffice, Oreste Licudis, Napoleone Martinuzzi, Eugenio Bonivento, Luigi De Giudici y Emilio Notte. Junto a estos nombres se recuerda una serie de artistas que se movieron en el entorno de Ca' Pesaro, pero que no llegaron a exponer junto a los otros por diferentes razones: su jovencísima edad, la guerra o los traslados. Entre estos se puede citar al jovencísimo Bruno Sacchiero, alumno predilecto de Guglielmo Ciardi, que murió con solo 24 años, y algunos gráficos secesionistas como Fabio Mauroner, Guido Balsamo Stella y Benvenuto Disertori.
El grupo siempre fue heterogéneo: nunca hubo un manifiesto ni el intento de acordar un programa. Se expusieron a menudo obras de Boccioni y, al mismo tiempo, objetos de calidad (cristal de Murano, azulejos, cerámicas de estilo liberty, sillones, muebles), importados o realizados por algunos de los miembros del grupo, como Vittorio Zecchin y Teodoro Wolf Ferrari, según el gusto por lo decorativo en las artes aplicadas característico de la época.
Detalle de la fachada

 

Barroco genovés
El barroco genovés, una variante local del barroco italiano, es la corriente artística predominante en la ciudad de Génova y en el territorio de Liguria desde las primeras décadas del Seicento hasta la primera mitad del Settecento, es decir, hasta la llegada del neoclasicismo.
La república de Génova era una rica república oligárquica, donde las autoridades eran poderosos banqueros. En el Renacimiento, Génova no se había convertido en un importante centro de arte, como si lo fueron Florencia, Ferrara, Roma, Rimini o Venecia. Pero en el siglo XVII, Génova sí tuvo una escuela original de pintura, llamada escuela genovesa, que se desarrolló a partir de los contactos con los flamencos —estancias de Rubens (1621-1622 y 1626-1627) y de van Dyck (1621-1627)—. El mejor pintor fue Bernardo Strozzi, llamado il Cappuccino, de gran importancia también para Venecia. Giovanni Castiglione, llamado il Grecchetto, retomó un género ya hecho famoso por Sinibaldo Scorza con pinturas de animales y naturalezas muertas bajo la influencia flamenca y veneciana. Domenico Fiasella y Gioacchino Assereto se unieron a los seguidores de Caravaggio, mientras que Valerio Castello fue más ecléctico. Los pintores Domenico Piola y Gregorio de Ferrari trabajaron en los programas de decoración de las iglesias y palacios de Génova.
En la primera mitad del siglo XVIII, Alessandro Magnasco dominó la pintura con su extraña personalidad, su técnica nerviosa y su exagerado claroscuro; sus distorsiones expresionistas crearon un mundo fantástico que recuerda a Salvator Rosa, Marco Ricci y Francesco Guardi. 

La génesis del barroco en Génova
La difusión de este estilo que involucró a todas las artes, y que alcanzó sus mejores y originales logros en el campo pictórico y escultórico, coincidió con un período de extrema prosperidad de la República de Génova. La República estaba dirigida en esos años por un régimen oligárquico, caracterizado la concentración de la riqueza en manos de un reducido número de familias, familias que competían entre ellas en la ostentación de su extraordinario poder económico. Lo hacían a través de encargos de obras de arte individuales (como retratos pictóricos o escultóricos y retablos), pero sobre todo en la construcción y decoración de edificios, en particular de sus propios palacios urbanos residenciales o de sus villas suburbanas, de las iglesias nobles, conventos y edificios religiosos que amparaban con su patrocinio. También competían en la creación de excepcionales colecciones de arte en las que reunieron cientos de piezas de los artistas más buscados en el momento, principalmente italianos, holandeses y españoles. Ese pequeño número de familias, verdaderas dinastías, estaban todos incluidos en la considerada lista de los Rolli, con los Doria, Adorno, Balbi, Spinola, Grimaldi, Lomellini, Durazzo, Pallavicini, Sauli, Negrone, Brignole-Sale, Giustiniani, Imperiale, Lercari, Cattaneo, Centurione y pocas otras. 

Pintura barroca genovesa
En el campo pictórico, el barroco irrumpió en la escena genovesa con la estancia en la ciudad de Peter Paul Rubens, datada entre 1604 y 1608. En Génova, el pintor flamenco, un que ya había residido en Roma y que había estado en contacto con la pintura de Caravaggio y de los Carracci, pintó algunas obras maestras, especialmente el Ritratto equestre di Giovanni Carlo Doria (1606) (Galería Nacional de Liguria en el Palazzo Spinola, Génova), el Ritratto della marchesa Brigida Spinola Doria (1606) (Washington, National Gallery of Art) y La Circoncisione di Gesù [La circuncisión de Jesús] (1604) (Iglesia del Gesù, Génova). Más tarde, en 1620, realizó otro retablo para el Gesù, los Miracoli di Sant’Ignazio di Loyola [Milagros de San Ignacio de Loyola], que Rubens envió desde Amberes después del regreso a su país. ​Un estudiante de Rubens Antoon Van Dyck se quedó más tarde unos años en la ciudad, en 1621 y de 1625 a 1627, cuando tuvo la oportunidad de realizar los retratos de los representantes de las familias más ricas, celebrando su posición social con magníficas composiciones atentas a las vestimentas y a la ambientación. Entre los ejemplos más famosos se encuentran el Ritratto della famiglia Lomellini (1623), el Ritratto di Elena Cattaneo (1623-1624) o el Ritratto equestre di Anton Giulio Brignole-Sale (1627).
También los mejores autores del barroco lombardo, Giulio Cesare Procaccini o il Cerano, il Morazzone, tuvieron relaciones intensas con la Superba y numerosas pinturas suyas estuvieron presentes en las colecciones genovesas. Solamente la colección de Giovan Carlo Doria (1576-1625) poseía más de noventa obras de Procaccini, un pintor de origen emiliano cuyas obras se caracterizan por un refinado cromatismo y una delicada sensibilidad emocional, y que tuvo una influencia considerable en la pintura local. Una de sus principales obras maestras, la colosal Ultima Cena, pintada en Génova en 1618 para el refectorio de los hermanos menores de la Santissima Annunziata del Vastato, y que ahora está expuesta en la contrafachada de la basílica, testimonia la profunda investigación de la luminosidad y el extraordinario dinamismo y acentuada teatralidad de las figuras.
Peter Paul Rubens, Ritratto della Marchesa Brigida Spinola Doria, Washington, Galería Nacional de Arte
 

Caravaggio y los caravaggistas en Génova
'Ecce Homo, de Caravaggio, palacio Bianco

El martirio de santa Úrsula (1610), una obra de Caravaggio que permaneció en Génova hasta el siglo XIX 

También la corriente naturalista del barroco, encabezada por Caravaggio, llegó temprano a Génova. De Caravaggio está documentada una residencia genovesa en 1605, de la que no se conocen con certeza obras, aunque se haya planteado la hipótesis de que pintara el Ecce Homo del palazzo Bianco. ​ Si fueron genoveses algunos de sus principales patrocinadores, el banquero Ottavio Costa, el marqués Vincenzo Giustiniani y Marcantonio Doria, quien encargó la Sant'Orsola (1610), un trabajo extremo de Caravaggio que permaneció en Génova desde 1610 hasta el siglo XIX. También la primera versión, rechazada, de la Conversione di san Paolo de la capilla Cerasi en Santa Maria del Popolo, desde principios de los años 1650, se mantuvo en el palacio Balbi Senarega hasta finales del siglo XX.
Fueron también muchas las copias de Caravaggio en las numerosas colecciones locales, incluida la Incoronazione di spine [Coronación de espinas] de la iglesia de la Certosa de S. Bartolomeo de Rivarolo, tomada de la pintura del Palazzo degli Alberti a Prato, según algunos críticos obra autógrafa del maestro que habrían terminado otros. Finalmente, muchos de los artistas más famosos del caravaggismo se quedaron en Génova, incluido el napolitano Battistello Caracciolo, llamado a Génova por los hermanos Marcantonio y Gio Carlo Doria para pintar la villa de Sanpierdarena, ahora desaparecida; el francés Simon Vouet, también invitado en Sampierdarena por la familia Doria, para quienes pintó el David con la testa di Golia (1620-1622), hoy en los Museos de Strada Nuova-Palazzo Bianco; el pisano Orazio Gentileschi, convencido en 1621 de mudarse a la República por Antonio Sauli, al que ya había conocido en Roma, del cual permanece una célebre Annunciazione en la basílica de San Siro.
Morte di Cafone, de Gioacchino Assereto, Galería del palacio Bianco, Génova.
 

Gioacchino Assereto (Génova, 1600-1649), desde sus primeros trabajos demostró su desinterés por la suntuosidad y la grandilocuencia de las obras contemporáneas de Rubens y de Van Dyck, comenzando una pintura de sobrio naturalismo, tanto en la elección de los temas como en la controlada paleta. El Suicidio di Catone (ca. 1640), una de sus obras más famosas conservada en el palazzo Bianco, es un ejemplo notable de las posibilidades de una iluminación nocturna: el drama de la escena se ve reforzado por dos fuentes de luz: la antorcha portada por el niño en primer plano, reducido a una silueta oscura que resalta el cuerpo desnudo del protagonista, y la vela que saca de las sombras las expresiones de desconcierto de las figuras del fondo. En Orazio De Ferrari (Voltri, 1606 - Génova, 1657), la síntesis, de un animado naturalismo derivado del genovés Assereto, junto con un poderoso colorismo inspirado en Rubens y Van Dyck, llevó al célebre crítico Roberto Longhi a la famosa definición de barroco naturalistico. Por sus composiciones vigorosas y dramáticas, fue especialmente buscado tanto para representar grandes escenas mitológicas o bíblicas destinadas a las salas de las casas patricias —como la famosa Favola di Latona, pintada en 1638 para el conde de Monterrey, virrey de Nápoles o el Ratto delle Sabine de la colección Zerbone—, como autor de retablos en la ciudad de Génova y en toda Liguria.
Otro pintor que se inspiró en la pintura de Merisi fue Luigi Miradori (Génova, 1605 - Cremona, 1656) llamada el Genovesino. A diferencia de muchos de sus contemporáneos, demostró ser un pintor excéntrico, escogiendo temas y representaciones poco canónicas y muy personales, con mucha atención al vestuario contemporáneo y a las escenas populares. ​ Dejó Génova temprano para ir a Piacenza y Cremona, donde se conservan sus principales obras maestras. 

Domenico Fiasella
Entre los pintores genoveses más influidos por Caravaggio, aunque también por los Carracci y el flamenco Rubens, estaba Domenico Fiasella (Sarzana 1589 - Génova 1669), llamado Il Sarzana por su ciudad natal. El artista, después de una primera formación en Génova en el taller de Giovanni Battista Paggi, se mudó a Roma en 1607 donde durante aproximadamente una década se hizo amigo de Orazio Gentileschi y pintó numerosos lienzos para el marqués genovés Vincenzo Giustiniani, antiguo cliente de Merisi. Entre las obras de este período temprano se encuentran la Resurrezione del figlio della vedova di Naim [Resurrección del hijo de la viuda de Naim] y la Guarigione del cieco nato [Curación del ciego de nacimiento], ambas conservadas en el Museo Ringling en Sarasota, en Florida. ​ Al regresar a su patria en 1616, dejó constancia en numerosos retablos ligures de «la elocuencia retórica de una gestualidad de impronta contrarreformistica» con una huella carraccesca, contemporáneamente con una «agudeza realista» de impronta caravaggiesca. Aquí se encuentran obras totalmente insertadas, como San Lazzaro implora la Vergine per la città di Sarzana [San Lázaro implora a la Virgen de la ciudad de Sarzana] de 1616, conservada en la iglesia de San Lázaro en Sarzana, el Discesa dello Spirito Santo [Descendimiento del Espíritu Santo] de 1618, conservada en la iglesia de Santa Maria di Nazareth en Sestri Levante y la Cena in casa del Fariseo [Cena en la casa del fariseo], conservados en el Museo del Palazzo Reale en Génova.
En 1630 la República de Génova le encomendó un prestigioso encargo: el diseño de una estatua de la Virgen como reina de Génova, que habría de ser utilizada como imagen oficial del estado. La obra sería realizada en bronce por el escultor Giovanni Battista Bianco (1632). Fiasella se convirtió posiblemente en el pintor más afamado en la Génova de su época; alrededor de su figura se estableció un gran taller en el que se formaron muchos artistas de la siguiente generación, como Valerio Castello. La carrera y producción artística de Fiasella fue muy afortunada y consistente; murió muy viejo, habiendo establecido también numerosos contactos con familias nobles de los territorios vecinos, como los Cybo Malaspina de Massa.
El festín de Baltasar, de Domenico Fiasella. Siglo XVII. (Museo de Bellas Artes de Valencia).

Sansón y Dalila

 
Bernardo Strozzi
Una síntesis original de las innovaciones provenientes de los principales autores del Barroco temprano, Rubens, Caravaggio y Procaccini, también se encuentra en uno de los primeros autores del barroco genovés, Bernardo Strozzi, llamado il Cappuccino (Génova, 1581 - Venecia, 1644). Después de las primeras obras de estilo todavía tardomanieristas, su vena barroca y ecléctica se exhibirá en las grandes decoraciones al fresco, así como en retablos y escenas de género para las colecciones privadas. Perdida la decoración de la iglesia de San Domenico en la actual piazza De Ferrari, la evidencia de su habilidad para pintar frescos permanece hoy en la bóveda con la Allegoria della Fede del Palazzo Nicolosio Lomellini, mientras son numerosas las telas destinadas a las casas patricias, de tema sagrado o profano, como la celebérrima Cuoca y el Pifferaio del palazzo Rosso, así como retablos y retratos. Tras escapar a Venecia del cautiverio en el monasterio capuchino al que fue condenado por la corte eclesiástica, se convirtió en uno de los pintores más apreciados de la ciudad de la laguna, donde contribuyó a la difusión de la poética barroca, también a través de la réplica de obras que había realizado en su ciudad natal.
Bernardo Strozzi, La cuoca, ca. 1625, Galería di Palazzo Rosso, Génova
 

La curación de Tobías, en el Museo del Prado. 

Las grandes decoraciones al fresco
Valerio Castello, Allegoria della fortuna, palazzo Balbi Senarega (Génova)
 

A partir de la década de 1640 y durante la segunda mitad del siglo y el comienzo del siguiente, aparecen grandes frescos en las bóvedas de las suntuosas casas patricias y de las iglesias genovesas más ricas, unas decoraciones más espectaculares e ilusionistas de la mano de los principales maestros fresquistas —Valerio Castello, Domenico Piola, Gregorio De Ferrari, Giovanni Andrea Carlone—, que competirán con las atrevidas composiciones que se estaban haciendo en Roma y Nápoles en los mismos años —Giovanni Lanfranco, Pietro da Cortona y Luca Giordano—.
Valerio Castello (Génova, 1624 - Génova, 1659), a pesar de su prematura y repentina muerte a los treinta y cinco años, fue el primero en superar, en la decoración de frescos, el rígido esquema tardomanierista que establecía que el autor retratara sus episodios al fresco dentro de marcos pintados o de estuco, pintando figuras que invadían ilusionísticamente el espacio real, agitadas por un dinamismo que impregnaba por completo sus composiciones. Hijo de uno de los principales intérpretes del manierismo genovés, Bernardo Castello, después de su aprendizaje en Génova completó su formación en Emilia, donde aprendió la gracia y la elegancia de las figuras del Parmigianino. En sus trabajos sobre lienzo, usó colores brillantes y vivaces con arreglos inspirados en Rubens y con un estilo personal en la representación de los temas que a menudo dejó en estado de esbozo, como en la famosa Madonna delle ciliegie.
Los frescos realizados para los Balbi, el Salotto della Fama, en el palacio de Giovanni Battista Balbi (actual Palazzo reale), y en las numerosas salas del Palazzo Balbi Senarega, como el salón de honor con la Allegoria del Carro del Tempo y la Galleria del Ratto di Persefone, constituirán la cima de su éxito. En arquitecturas vertiginosas e ilusionistas, pintadas por el boloñés Andrea Seghizzi, destacan los colores brillantes de las representaciones alegóricas emocionadas para celebrar el prestigio y la fama de los patrones, a través de referencias a los mitos y divinidades de la época clásica. Sólo a través de fotografías se conoce su obra maestra de inspiración sagrada, los frescos de la iglesia de Santa Maria in Passione, ya que fueron destruidos durante la Segunda Guerra Mundial.
Filippo Parodi, Immacolata, Domenico Piola, frescos, San Luca, Génova
 

Después de la repentina muerte de Castello, fue su colaborador Domenico Piola (Génova, 1627 - Génova, 1703) quien siguió siendo el protagonista indiscutible en la escena genovesa, obteniendo los principales encargos de nobles y eclesiásticos. También descendiente de una familia de artistas, a lo largo de la segunda mitad del siglo XVII fue jefe del taller de arte más importante de la ciudad, llamado Casa Piola, frecuentado entre otros por el hijo del escultor Filippo Parodi, Domenico, del cuñado de Piola Stefano Camogli, de los hijos Paolo Gerolamo y Anton Maria, y del yerno Gregorio De Ferrari, así como de los quadraturistas y estuquistas boloñeses Enrico y Antonio Haffner.
Entre sus principales obras maestras en el campo profano, se encuentra la decoración al fresco del salón de honor del Palazzo di Pantaleo Spinola con L'offerta a Giove delle chiavi del tempio di Giano, y los salones del Autunno y del Inverno, del palacio de Giovanni Francesco Brignole-Venta (Palazzo Rosso). Entre sus numerosas intervenciones en iglesias y conventos genoveses, destaca la decoración al fresco de la iglesia de los Santos Gerolamo y Francesco Saverio del colegio jesuita en Génova (1666), donde pudo mostrar su vena narrativa en episodios como el L'incontro col re del Bungo [El encuentro con el rey de Bungo]. En los frescos que cubren por completo el interior de la iglesia de San Luca, una parroquia noble de las familias Spinola y Grimaldi, Piola dialoga con la estatua contemporánea de la Immacolata de Filippo Parodi, dando un maravilloso ejemplo de la unidad de las artes. Imposible dar cuenta de la gran cantidad de retablos repartidos por toda Liguria, tantos, dicen los Soprani, como «para cansar cualquier pluma».En ellos, el intento decorativo se fusiona con una fuerte carga emocional, como en el Colloquio di san Tommaso con il Crocifisso (Annunziata del Vastato), en la Adorazione della Trinità (iglesia de san Pietro alla foce), o en la Santa Caterina Fieschi Adorno de la iglesia de San Filippo Neri.
Gregorio De Ferrari, Mito dell'estate, Palazzo Rosso
 

Los altos resultados de las decoraciones al fresco de Domenico Piola, Giovanni Andrea Carlone y Gregorio De Ferrari se logran, a partir del color y del movimiento de Rubens, así como de la gracia de Correggio y del Parmigianino estudiados en viajes especiales a Parma. En particular, en Gregorio De Ferrari (Porto Maurizio, 1647 - Génova, 1726), la ligereza de estos frescos, que inspirarán a los pintores de la futura decoración rococó, se suma a una extrema pericia en fusionar la contribución de otros artistas, los artistas del estuco, quadraturistas y arquitectos, logrando así una excepcional continuidad decorativa en la realización de los ambientes de capillas y edificios. Son ejemplos destacados las famosas Sale delle Stagioni del palazzo Rosso, el Salón con Diana ed Endimione, en el palazzo Gio Carlo Brignole de la Strada nuova, la Sala del Carro del Sole, de Villa Balbi allo Zerbino, la Sala di Bacco e Arianna en el palazzo Gio Battista Centurione y la cúpula con Il trionfo della Croce de la iglesia di Santa Croce.
Giovanni Andrea Carlone, La Gloria di San Francisco Javier, il Gesù, Roma
 

Fecunda fue también la producción de la familia de los Carlone, de origen ticinés, titulares de un importante taller pictórico. Los hermanos Giovanni (1584-1631) y Giovanni Battista Carlone (Génova, ca. 1603 - Parodi Ligure, ca. 1684), serán particularmente favorecidos por las órdenes religiosas que los llamarán para decorar las principales iglesias genovesas debido a su estilo plano y narrativo, apenas innovador pero muy didáctico, adecuado para transmitir los contenidos de la fe a los fieles. Fueron autores, para los jesuitas, de los frescos de la iglesia de Jesús; para los padres Teatinos, de los frescos de las bóvedas de la nave central de la Basílica de San Siro en Génova y de la iglesia de Sant'Antonio abate; para los menores franciscanos, algunos frescos de la Santissima Annunziata del Vastato. En el último desafío de Giovanni Battista Carlone, el ciclo de grandes lienzos para la nave de la iglesia de Nostra Signora del Carmine, completado por su hijo Giovanni Andrea Carlone (Génova, 1639 - Génova, 1697), son evidentes las diferencias de estilo entre las últimas telas de su padre y las obras maestras de su hijo, que ya introducen el lenguaje moderno que viene de Roma y de su actividad con Pietro da Cortona.
En Roma, en la bóveda de la nave con el Trionfo del Nome di Gesù y en la capilla de San Ignacio de la iglesia del Gesù, el genovés Giovan Battista Gaulli llamado il Baciccio (Génova, 1639 - Roma, 1709) y Giovanni Andrea Carlone dejarán sus obras maestras, en la virtuosistica perspectiva de avance, ejemplo de la fusión berniniana de las artes (pintura, escultura, arquitectura, estuco). 

La pintura de género
Giovanni Benedetto Castiglione. Circe. Galleria degli Uffizi
 

Además de los maestros involucrados en los grandes encargos, la escuela genovesa logró resultados notables incluso en los géneros considerados en ese momento menores, recientemente revaluados por la crítica. Este fue el caso de Giovanni Benedetto Castiglione conocido como il Grechetto (Génova, 1609 - Mantua, 1664), dedicado principalmente a la llamada pintura de género y al aguafuerte. En sus temas más agradables, escenas pastorales y caprichos mitológicos, muestra una habilidad incomparable en la representación de los elementos naturales y de los animales en particular, así como un entusiasmo decididamente anticlásico en la representación de temas mitológicos. Ganó gran aprecio también en sus escasos encargos públicos, como en la Adorazione dei pastori para la iglesia de San Luca, que hizo que fuese demandado también en Roma y Mantua, donde terminó su carrera como pintor de la corte.
Hay una larga lista de pintores genoveses involucrados en géneros pictóricos menores: entre los primeros, Sinibaldo Scorza (Voltaggio, 1589 - Génova, 1631), primer campeón de la pintura de género, llamado el «retratista de animales», Anton Maria Vassallo, amigo y colaborador del Grechetto, Antonio Travi (Sestri Ponente, 1608 - Génova, 1665) apodado il Sestri por su lugar natal, apreciado por los paisajes con figuras de evidente inspiración flamenca, de los cuales es famosa la Adorazione dei pastori (Génova, Palazzo Bianco), Stefano Camogli, experto en bodegones. También en el campo de la pintura de género había muchos pintores de origen flamenco que fueron llamados a trabajar a Génova por numerosos coleccionistas, algunos de los cuales abrieron tiendas florecientes, como Jan Roos y Vincent Malo, expertos en las naturalezas muertas, Cornelis de Wael, buscado por sus paisajes animados, y el holandés Pieter Mulier (Haarlem, 1637 - Milán, 1701), llamado il Tempesta por el extraordinario virtuosismo en la representación de tormentas marinas.
Giovanni Benedetto Castiglione, Orfeo, Helsinki, Kansallisgalleria
 

El Settecento
La moda de las grandes decoraciones al fresco en las residencias y edificios religiosos de la Liguria continuó en el siglo XVIII con la segunda generación de pintores genoveses, asistidos por un gran grupo de artistas extranjeros.
De Bolonia llegó Marcantonio Franceschini (Bolonia, 1648 - Bolonia, 1729), un pintor clasicista que contraponía una compostura formal y límpida con el entusiasmo de los pintores locales. Las obras perdidas realizadas para el Palacio Ducal, destruido por un incendio en 1777, siguen siendo ejemplos importantes de su arte como la decoración de la bóveda de la iglesia de San Felipe Neri y en las Storie di Diana del Palazzo di Stefano Pallavicino en la Strada Nuova. Boloñés fue también Giacomo Antonio Boni (Bolonia, 1688 - 1766), autor de numerosas decoraciones de iglesias y palacios, cuya rápida ejecución iba a menudo en detrimento de los resultados cualitativos de las decoraciones, presentes en muchos de los Rolli genoveses (palazzo Gio Battista Saluzzo, palazzo Durazzo, hoy real, palazzo De Mari, Oratorio de san Filippo Neri).
Pero fueron los descendientes de los tres grandes protagonistas del barroco genovés, Piola, Parodi y De Ferrari, los que tendrán el papel de protagonistas. Para nombrar los resultados más altos, Domenico Parodi dejó su obra maestra en la galería del Palazzo reale, fusionando magistralmente arquitectura, pintura y escultura en uno de los entornos más significativos del barroco italiano tardío. Paolo Gerolamo Piola, un colaborador desde hacía mucho tiempo de su padre y como este muy prolífico, dejó numerosos telas y decoraciones de frescos entre las que destaca la Vergine fra i Santi Domenico, Ignazio e Caterina de la Santa Maria Assunta de Carignano y las decoraciones al fresco del Palazzo Sauli y de la iglesia de Santa Marta. Lorenzo De Ferrari, autor de ambientes notables en el palazzo Grimaldi de la Piazza S. Luca, y de la Galleria del Trionfo d'Amore en el palazzo Spinola di Pellicceria, alcanzó su apogeo en la exuberancia decorativa de la Galleria Dorata del Palazzo Carrega, con la Storie di Enea, donde, gracias también a un inteligente juego de espejos, creó una de las decoraciones más originales de la época.
El más actualizado fue Domenico Guidobono de Savona, que dejó decoraciones refinadas en palacios genoveses (palazzo Centurione, decorado con su hermano Bartolomeo, galería del palazzo De Mari, palazzo Negrone) y en las residencias piamontesas donde trabajó para los Saboyas en el palazzo Madama.
Llamado por los Spinola, llegó el florentino Sebastiano Galeotti, para quienes realizó la decoración de frescos de la iglesia de la Maddalena y del palazzo Spinola di Pellicceria, lleno de figuras escultóricas modeladas con un fuerte claroscuro.
Carlo Giuseppe Ratti, pintor prolífico pero modesto, y director de la academia ligustica en la segunda mitad del siglo XVIII, es más conocido por sus obras literarias que por sus obras artísticas. La Storia de' pittori, scultori et architetti liguri e de' forestieri che in Genova operarono [Historia de los pintores, escultores y arquitectos de Liguria y de extranjeros que en Génova operaron], manuscrito de 1762, resumido y ampliado a partir del texto original de Raffaele Soprani de 1674, y la Instruzione di quanto può vedersi di più bello in Genova in pittura, scultura e architettura [Instrucción de cuanto puede verse más bello en Génova en pintura, escultura y arquitectura], son obras ricas en noticias sobre los autores del barroco genovés como la Vitede Vasari lo fue para el Renacimiento.
Domenico Parodi, Galería del Palazzo Reale, Génova
 

Lorenzo De Ferrari, Galleria Dorata del Palazzo Carrega

Giacomo Boni, Vergine Assunta, bóveda del Oratorio de San Felipe Neri 

Arquitectura barroca genovesa
La segunda mitad del Cinquecento, gracias a la excepcional prosperidad económica de la República genovesa, fue una época muy fructífera desde un punto de vista arquitectónico. Los mejores ejemplos son los edificios de la recién nacida Strada Nuova, las numerosas villas suburbanas y las cuatro principales iglesias de Génova después de la catedral: Santa Maria Assunta de Carignano, San Siro, el Gesù y Santissima Annunziata de Vastato, todas estas nuevas iglesias obras documentadas por Rubens en su obra Palazzi di Genova, publicada en Amberes en 1622, y acompañada por las plantas y alzados de esos edificios, considerados como modelos ejemplares de arquitectura.
Algunos de esos grandes palacios han sido considerados por los críticos entre los más importantes del panorama italiano. Entre ellos se recuerda el palazzo Doria Tursi, que puede considerarse una combinación interesante de palacio y villa; de hecho, el frente en la calle pública ofrece la imagen de un palacio típico de la ciudad, mientras que el jardín interno, elevado y ópticamente separado de la red de calles externa, crea una proporción más íntima. La configuración planimétrica del vestíbulo, unida al jardín interno, más alto, por medio de una amplia escalera, también denuncia la presencia de un movimiento en profundidad.
En el Seicento, Bartolomeo Bianco (1590-1657) será el intérprete principal en el campo arquitectónico, el mayor arquitecto del barroco genovés, dedicado principalmente a abrir una nueva calle, la actual Via Balbi, que comenzó en 1618 y que dará vida a un distrito residencial noble con la construcción de siete palacios —de propiedad de los Balbi— además del colegio de los Jesuitas y de la iglesia dedicada a los santos Víctor y Carlos. Son de gran efecto escenográfico, en especial, la fachada con las dos grandes alas del palacio Durazzo-Pallavicini, la articulada estructura del palazzo Balbi-Senarega, donde creó un doble piso noble para los hermanos comitentes Giacomo y Pantaleo Balbi, y sobre todo el colegio de los Jesuitas (ca. 1634), actual palacio de la Universidad de Génova, considerado su obra maestra. El palacio tiene planta en forma de U y el arquitecto se inspiró en el palazzo Doria-Tursi de Giovanni Ponzello, aunque en comparación con el palacio Doria muestra una mayor permeabilidad entre el interior y el patio. Sacando provecho de la difícil topografía de un área especialmente pronunciada, Bianco creó una extraordinaria escenografía urbana, con un vestíbulo tan ancho como el cortile y con una serie de logias y de escaleras superpuestas. La continuidad espacial es mucho más fuerte que en los palacios romanos de la época. ​ 

Los encargos públicos
Entre las numerosas obras públicas encargadas por la República, se acometió una elevación del nuevo límite más amplio de la muralla, llamada los Mura Nuove, que se hizo necesario debido a las amenazas de Francia y del ducado de Saboya. Entre 1626 y 1634 fue construida por los arquitectos Ansaldo De Mari y Giambattista Baliani con un trazado de unos veinte kilómetros, que se extendía desde Carignano hasta Capo di Faro y pasaba por el monte Peralto. Las murallas se completaron con la construcción de puertas monumentales, de las cuales hoy se conserva la reconstruida Porta Pila.
Cornelis de Wael, Hospital de Pammatone, Génova, Palazzo Bianco
 

La obra pública más importante del siglo XVII fue la elevación del Albergo dei poveri, cuya construcción fue dirigida por Emanuele Brignole, mientras que el proyecto se confió a una delegación de cuatro arquitectos, Gerolamo Gandolfo, Antonio Torriglia y Pier Antonio Corradi junto con Giovan Battista Ghiso. La construcción, iniciada durante la epidemia de peste de 1656, estuvo inspirada en el Ospedale Maggiore de Milán del Filarete (1451), con una planta de cruz griega inscrita en un cuadrado, cuyo centro está ocupado por la iglesia. Aunque los primeros hospitalizados ingresaron en 1664, la construcción continuó con la contribución del escultor marsellés Pierre Puget, autor de la estatua de la Inmaculada todavía sobre el altar mayor, que también puede haber contribuido al diseño de la fachada. En ella, el uso de un orden gigante sobre un alto plinto rústico no tiene precedentes en Génova, pero remite a la cultura barroca de matriz berniniana.
La expansión del Ospedale de Pammatone se remonta a la segunda mitad del siglo XVIII y fue confiada al arquitecto lombardo Andrea Orsolino. El edificio, al igual que otros edificios públicos importantes como el Albergo dei poveri y la logia del mercado de la plaza Banchi, conserva una vasta galería de estatuas de figura completas que representan a los miembros más insignes de las principales familias patricias que, a través de donaciones y legados, contribuyeron a la construcción y mantenimiento de esas instituciones. 

La basílica de la Santissima Annunziata del Vastato es una iglesia católica de Génova, ubicado en la plaza della Nunziata, en el barrio de Prè. Es una de las iglesias más representativas del arte genovés del manierismo tardío y, sobre todo, del llamado barroco genovés de principios del Seicento (siglo XVII). Su comunidad parroquial es parte del vicariato "Centro Ovest" de la archidiócesis de Génova. Aunque denominada basílica, es solo nominal, sin relevancia religiosa.
Se llama Vastato porque el área donde se construyó estaba fuera de las murallas de la ciudad, en un área donde las casas habían sido demolidas (devastadas) por razones defensivas. En latín, vastinium se refiere a un cinturón de seguridad dentro de los bastiones de protección.

De los frailes humillados a los frailes franciscanos
El lugar donde se encuentra la iglesia ya había sido ocupado por una comunidad de frailes humillados llegados de Lombardia, que en 1228 habían edificado un convento y la pequeña iglesia de Santa Marta del Prato. Esta iglesia, pequeña en tamaño, ocupaba aproximadamente el espacio del actual presbiterio.
La elección del sitio estuvo condicionada por la presencia de dos arroyos, el rio de Carbonara y el rio de Vallechiara, que ya no son visibles hoy en día, ya que ya estaban canalizados en el siglo XVII mediante túneles subterráneos próximos a la basílica. La comunidad religiosa necesitaba estos cursos de agua porque estaba ocupada en la elaboración de la lana. Además, muchos espacios se habían vuelto utilizables, ya que el área había sido explanada por razones de seguridad tras la construcción de las nuevas murallas de la ciudad de Barbarroja (1155). De aquí, probablemente el topónimo de Vastato (deguastum o vastinium, es decir, devastado), con el que fueron llamados los guasti o el tallado externo de las murallas, privadas de árboles u cualquier otro obstáculo que pudiera proporcionar refugio a los posibles atacantes. Sobre estos guasto se ejercitaban los ballesteros genoveses.
En 1508, los edificios aún presentes se asignaron a los frailes franciscanos conventuales procedentes de la iglesia de San Francesco di Castelletto, abandonada debido a otras obras en las murallas de la ciudad. Fueron los franciscanos quienes iniciaron una nueva construcción, mejor adaptada a sus necesidades litúrgicas y a su prédica pastoral dirigida al pueblo.
Los trabajos comenzaron el 20 de julio de 1520, cuando se colocó la primera piedra con una ceremonia solemne en presencia del obispo de Agrigento, monseñor Giuliano Cybo.
La iglesia fue construida en estilo gótico tardío para respetar el estilo artístico de la iglesia madre de la orden franciscana, es decir, la basílica de San Francisco de Asís, y se dedicó de inmediato a su santo patrón, con el nombre de San Francesco del Guastato. Fue una construcción anacrónica y desproporcionada; de hecho, se hicieron columnas con rayas blancas y negras, un emblema del estilo gótico local (todavía presente en las obras de estuco del siglo XVII: los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial, que desprendieron las placas de mármol y el estuco de la cubierta, habían puesto de relieve esas columnas redondas blancas y negras), en pleno renacimiento, y en una dimensión exagerada para ese estilo adecuado para escalas más contenidas.
Plaza de la Annunziata entre 1890 y 1900
 

Sin embargo, la iglesia no se completó: las obras se detuvieron después de la construcción de los muros de carga y del cierre del techo; las decoraciones interiores eran pocas y sencillas, también debido a la lógica de pobreza franciscana. Incluso la fachada no fue construida, porque el espacio hacia la plaza della Nunziata no era propiedad de los frailes, sino que estaba ocupado por otros edificios. A pesar de todo, la iglesia tenía proporciones monumentales: una gran nave central y dos naves laterales flanqueadas, cada una, por una fila de capillas; un transepto de base cuadrada y un presbiterio. En el crucero entre el transepto y la nave central, se dispuso un tiburio. Las dimensiones generales del edificio que se acaba de describir se estiman en alrededor de 33 x 54 metros.
En 1537, los Conventuales abandonaron el Vastato para regresar a la iglesia y al convento de San Francesco di Castelletto, que se volvió accesible después de la reconstrucción de los murallas. La iglesia de San Francesco del Guastato estaba destinada entonces a los hermanos observadores franciscanos, obligados a abandonar el convento de la Santissima Annunziata di Portoria para realizar nuevas obras en las murallas de la ciudad, que llevaron consigo en la nueva sede el título de la iglesia precedente: Santissima Annunziata del Vastato. 

La gran transformación postridentina
Interior de la cúpula de Andrea Ansaldo
 

Las vicisitudes de la Iglesia católica en el siglo XVI, con la Reforma protestante y, por lo tanto, el Concilio de Trento, fueron causa indirecta de una transformación radical de la basílica. En 1582, de hecho, monseñor Francesco Bossi, obispo de Novara, llegó a Génova para verificar la conformidad de la diócesis genovesa con los dictados del concilio tridentino. Dedicó tres páginas de su informe muy detallado​ a la Iglesia de la Anunciación, en el que se indicaron todas las obras que se llevarían a cabo y en qué momentos, para que el edificio se adaptara a los nuevos dictados.
Los frailes se vieron obligados a estudiar una renovación casi total del edificio y, sobre todo, a encontrar a alguien que financiase tal construcción. Así que en 1591 vendieron el giuspatronato (patronato eclesiástico) de la capilla mayor a la muy rica familia de los Lomellini, propietaria de Tabarca en favor de la concesión recibida en 1544 en la época de Andrea Doria, gracias a la cual disponían del floreciente comercio del coral. Los Lomellini se comprometieron a pagar y dirigir todas las obras, a cambio de utilizar la iglesia como una capilla familiar. Bajo su patrocinio, se realizó la mayor empresa artística-arquitectónica-pictórica del siglo XVII genovés, estructuralmente resuelta en el revestimiento de un esqueleto falso medieval.
Los Lomellini encargaron a Taddeo Carlone que realizara los primeros adecuamientos arquitectónicos, es decir, la extensión del presbiterio con la construcción del ábside, para encontrar espacio para el coro, y el reemplazo del tiburium por una cúpula de alto tambor.
A partir de 1615, las obras fueron dirigidas por Giovanni Domenico Casella, llamado Scorticone, y Giacomo Porta. Estos se encargaron de la prolongación del edificio hacia la actual piazza della Nunziata, un lapso y medio, después de que los frailes compraron los edificios que impidían la obra (el granero de la familia Balbi, el oratorio de San Tommaso y la osteria di Santa Marta), cuidándose de dar una primera forma no definitiva a la fachada. Pero sobre todo realizaron la decoración escultórica de la iglesia con mármol, piedras, estuco y oro, concertándose con los dos pintores que luego pintarían los recuadros que quedarían libres: Giovanni y Giovanni Battista Carlone. 

Los ciclos pictóricos
Vista del interior
 

Giovanni Carlone comenzó su decoración de frescos en la segunda mitad de los años 1620, comenzando a pintar los episodios previstos para el transepto: Pentecostés, Incredulità di san Tommaso, Trasfigurazione y Discepoli di Emmaus. Luego continuó con los primeros tres tramos de la nave central, donde pintó L'adorazione dei Magi, L'entrata in Gerusalemme e La preghiera nell'orto degli ulivi (probablemente pintó algunos de los frescos en las naves laterales). En este punto, se detuvo para trabajar en la decoración de la iglesia de Sant'Antonio abad de los padres Teatinos en Milán, pero en 1631, poco después de comenzar a pintar para este último encargo, murió repentinamente.
Bóveda central
 

Será el hermano de Giovanni Battista quien completara las obras inconclusas en Milán y en Génova. En la Annunziata pintó los tramos restantes de la nave central (La Resurrezione, Gesù risorto saluta Maria prima di salire al cielo e Maria incoronata) y los tramos de las naves laterales que entonces tenían que terminar. Mientras tanto, en un período que aún no se ha podido comprender, también trabajó en algunos frescos Gioacchino Assereto, quien pintó las primeras bóvedas de las naves laterales (Eleazaro e Rebecca al pozzo e Pietro e Giovanni risanano lo storpio davanti alla porta Bella).
Cuando llegó el momento de decorar los lugares más importantes del edificio, la familia Lomellini se dirigió a Andrea Ansaldo, quien les pidió que antepusieran la decoración de toda la cúpula. El artista trabajó allí ininterrumpidamente durante tres años, hasta su muerte en 1638. La compleja máquina de perspectiva se divide en los frescos y las figuras en oro en todo el tondo que cubre, con ritmo ascendente, toda la superficie de las pechinas, el tambor, la cúpula y la linterna de remate. El tema central corresponde a la dedicación del templo, la Ascensione della Vergine. La tensión vertical del complejo comienza con las cuatro grandes figuras en el fresco de las pechinas, los Quattro evangelisti, entre los que destaca el joven Juan con la pluma levantada y la figura vivaz del Marcos anciano y barbudo, que muestra una musculatura poderosa. Cuatro pares de jóvenes desnudos sostienen el escudo de armas mariano en el campo azzurro en la parte superior de los arcos. En los círculos del tambor, las cuatro ventanas están enmarcadas por cariátides doradas que parecen soportar la cúpula, y pares de putti en oro a tudo tondo. Se alternan con las arquitecturas pintadas con columnas retorcidas y balaustradas de las que destacan los discípulos pintados de trompe-l'œil. En la cúpula las arquitecturas pintadas continúan las reales de la iglesia, y en un arco aparece la Assunta rodeada de varias figuras bíblicas. El vórtice ascensional termina en la pequeña cúpula donde se representa a Dios Padre.
En 1783, Agostino Lomellini, último exponente de la familia, ya dogo de la República de Génova desde 1760 a 1762, obtuvo del papa Pío VI que la iglesia fuese declarada parroquia noble de los Lomellini, pero fue solo por unos pocos años: con su muerte en 1794, la casa se extinguió. Los religiosos tuvieron que abandonar el convento en 1810 por las leyes de supresión napoleónica, pero regresaron allí en 1815. El papa Pío VII, en tránsito en Génova en su viaje de regreso a Roma después del encarcelamiento napoleónico, el 4 de mayo de 1815 celebró solemnemente la festividad de la Ascensión junto con 16 cardenales, y todavía se e incluso celebró Pentecostés el 14 de mayo. 

Restauración del siglo XIX, daños de la guerra, nuevas obras
La fachada neoclásica, que se caracteriza por los dos campanarios y sobre todo por el grandioso pronao con seis columnas de estilo jónico, fue construida en 1867 y es el resultado de los proyectos elaborados por Carlo Barabino en 1834 y reelaborados por Giovanni Battista Resasco en 1841.
Por las nuevas leyes de supresión de las órdenes religiosas emitidas por el gobierno de Saboya en 1861, los franciscanos tuvieron que abandonar la iglesia y el convento nuevamente. En 1898, la iglesia fue elevada a parroquia por el arzobispo Tommaso Reggio, confiándola nuevamente a los hermanos Menores que regresaron allí el 30 de mayo de 1901.
Durante los bombardeos que devastaron la ciudad durante la Segunda Guerra Mundial, la iglesia fue afectada repetidamente, aunque el mayor daño ocurrió principalmente el 29 de octubre de 1943. Muchos frescos de las capillas laterales en el flanco hacia la via Polleri (lado sureste) fueron destruidos, entre los cuales varios hechos por Domenico Fiasella; estas partes perdidas se identifican por los rastros de yeso en bruto dejados en la reconstrucción.
Sin embargo, bajo las bombas, en general, la estructura portante se mantuvo, las pilastras aguantaron, y solo colapsaron algunas paredes de relleno y algunas bóvedas. La documentación fotográfica publicada en la revista municipal "Génova" del año 1942 muestra la estructura de sección cuadrada de estucado dorado que reviste las pilastras arrancadas por completo, y en su interior emergen las columnas medievales de piedra en blanco y negro.
Detalle de las columnas de la fachada.
 

En 1995, el pintor Raimondo Sirotti pintó un Incontro dei Santi Gioacchino e Anna [Encuentro de los santos Joaquín y Ana], una reinterpretación de la pintura original del ábside del pintor Giulio Benso del siglo XVII. 

Decoración interior de la nave
Algunos de los artistas responsables de la decoración interior fueron Giovanni Benedetto Castiglione con Santiago derrota a los moros; Giovanni Bernardo Carbone (GBC) con Santiago abre las puertas de Coimbra al rey Fernando; Valerio Castello con el Martirio de Santiago y San Pedro cristianiza a Santiago, Giovanni Domenico Cappellino con la Predica del apóstol, Domenico Piola con El martirio del santo, Giovanni Lorenzo Bertolotti con Aurelio y Giovanni, Aurelio Lomi con Las hijas del Zebedeo presentadas a Jesus y santos.
En el crucero central, el techo de la cúpula tiene un fresco de la Assumption, considerada la obra maestra de Giovanni Andrea Ansaldo, y restaurada más tarde por Gregorio De Ferrari. Sobre la puerta de la nave central hay una última cena de Giulio Cesare Procaccini, flanqueada por dos Profetas atribuidos tanto a Gioacchino Assereto, Giovanni Andrea Ansaldo o Giulio Benso; en el techo, canvases que representan una Epifanía, La Entrada a Jerusalén y Oración en el jardín, de Giovanni Carlone, mientras que la Resurrección, Jesús aparece a su Madre y la Coronación de la Virgen fueron pintados por su hermano, Giovanni Battista Carlone. 

Decoración de las capillas
En la nave lateral derecha:
·        Primera capilla: los muros tienen frescos de una Natividad atribuidos al Moncalvo; Agar y Angel, de Giovanni Andrea de Ferrari. El techo tiene frescos con Milagros de San Bernardino y Simone y Giuda evangelizando a los persas, de Giovanni Battista Carlone.
·        segunda capilla: tiene un retablo y una pintura que representa los Milagros de San Bernardino, así como un fresco en el techo del Catecismo de San Mateo de G.B. Carlone y otra pintura de Milagro, de Aurelio Lomi.
·        tercera capilla: tiene un fresco de Santo Tomás de Aquino antes de la Crucifixión de Domenico Piola, y San Diego cura a un niño ciego, de Simone Barabino; El martirio de San Sebastián y en el techo San Jaime bautiza a los paganos de G.B. Carlone, y en la pared izquierda hay un San Jerónimo, de Bernardo Strozzi.
·        cuarta capilla: tiene un retablo de San Luis, de G.B. Carlone; en las paredes, dos episodios de la vida del santo, atribuidos a Claudius Francisco Beaumont; La bóveda tiene un fresco con Sant'Andrea adorando la Cruz, de Domenico Fiasella.
·        quinta capilla: tiene un retablo de San Pedro de Alcántara adorando la Cruz de G.B. Carlone; el muro tiene un Éxtasis del joven san Francisco, atribuido a Daniele Crespi; a la izquierda, una Virgen y los Santos, de Antonio Maria Piola, bajo un fresco de la Cena en Emaús, atribuido a Strozzi; en la bóveda tiene frescos de San Pablo predicando, de Fiasella.
·        sexta capilla: tiene un retablo de hna Anunciación, de Domenico Piola. Las paredes tienen pinturas de una Presentación, Visitación y Profeta, de Andrea Carlone; en la bóveda, con frescos, San Pedro cura al cojo, de Gioacchino Assereto. El policromado San Antonio de Padua, Niño Jesú, y ángeles fue esculpido por el francés Pierre Puget; En la bóveda, al frasco, un Pentecostés, y en el luneto sobre el arco desde el que se accede a la capilla más lejana está La dudad de Santo Tomás, un fresco de G.B. Carlone.
·        capilla a la derecha del altar: tiene una Beata Andrea da Spello que extrae agua de una piedra, un lienzo de G.B. Carlone; sobre el altar, al frente, una escultura de una Madonna de Leonardo Mirano (1618); a la derecha, San Domenico Soriano, retablo de Tommaso Clerici. A la izquierda hay Tres arcángeles, de Clerici; en la cúpula hay frescos de G.B. Carlone.
·        altar mayor: hay una Crucifixión, de Giacomo Antonio Ponsonelli; en el techo, Anunciación y Asunción, en los muros laterales, Presentación de Jesús en el templo, todos frescos de Giulio Benso; y Disputa con los doctores, pintado por G.B. Carlone a partir de un diseño de Benso.
·        capilla a la izquierda del altar: en la pared derecha hay un Natividad, de Luciano Borzone; debajo hay un alto relieve en mármol, Virgen y santos, de Santo Varni, en el altar al frente, Madonna y el Niño, esculpido por Leonardo Ferrandina; en el altar de la izquierda hay una Crucifixión, de Francisco Scotto; a la derecha, San Pedro niega a Cristo y José explica los sueños, de Strozzi; a la izquierda, Bodas de Caná y Cristo en la columna, tal vez de Luca Saltarello; y frescos de Giuseppe Isola.
·        transepto izquierdo: en el nicho sobre el altar, se encuentra San Pasquale adorando el Santo Nombre, una obra policorroma de Anton Maria Maragliano; en el techo y en los lunetos sobre la entrada arqueada de la capilla lejana, una Ascensión y una Cena en Emaús, frescos de Giovanni Carlone. 

En la nave lateral izquierda:
·        sexta capilla: el tímpano está decorado con unos frescos de una Madonna esculpida por Taddeo Carlone; en la bóveda tiene frescos Abraham ofrece pan y vino a Melquisedec, de Assereto.
·        quinta capilla: tiene dos estatuas representando La Esperanza y La Caridad, de Ponsonelli; en la bóveda hay frescos de Rebecca en el pozo, de Fiasella.
·        cuarta capilla: tiene un retablo de la Inmaculada Concepción, de Domenico Piola.
·        tercera capilla: tiene una Crucifixión de Luca Cambiaso; a la izquierda, San Francisco bautiza a los moros, de G.B. Carlone.
·        segunda capilla: tiene un retablo del Tránsito de Santa Clara de Giovanni Battista Paggi.
·        primera capilla: tiene dos lienzos del Martirio de San Clemente (altar y muro) de G.B. Carlone; encima un San Lorenzo y San Stefano, lienzos de De Ferrari; en la bóveda exterior están los frescos dañados de Joshua cruzando el Jordan, de G.B. Carlone.
San pasquale adorante il santissimo, A.M. Maragliano

Annunciazione, D. Piola

Vergine immacolata, D. Piola

San clemente straziato da uncini di ferro, G.B. Carlone

San Clemente subisce il martirio della ruota

Natività con san Francesco, G. Caccia (il monclavo)

 

 

Próximo Capítulo: Capítulo 5 - Arquitectura barroca italiana - Parte quinta 

 

 

 

 

 

 

Bibliografía
AA.VV., Roma, Touring Editore, Milano 2008. ISBN 978-88-365-4134-8
ALONSO GARCÍA, Eusebio: San Carlino: La máquina geométrica de Borromini. Valladolid, Universidad de Valladolid, 2003. ISBN 978-84-8448-243-7.
Anselmi, Alessandra (2009). La Calabria del viceregno spagnolo: storia, arte, architettura e urbanistica (en italiano). Roma: Gangemi Editore. ISBN 978-88-492-9121-6.
ARMELLINI: Le chiese di Roma dal secolo IV al XIX. Roma, 1891, p. 187
BIANCONI, Piero: Francesco Borromini. Vita, opere, fortuna (en Italiano). Istituto grafico Casagrande S.A., Bellinzona 1967.
Bernini (en inglés). Harmondsworth Eng.: Penguin. 1974. ISBN 0-14-013598-7. Texto «autorHoward Hibbard» ignorado.
BLUNT, Anthony (1979). Borromini. Cambridge, Harvard University Press. ISBN 0-674-07926-4.
Carughi, Ugo (1999). Palazzi di Napoli (en italiano). Arsenale. ISBN 8877432195.
Casalegno, Carlo (1956). La regina Margherita (en italiano). Turín: Einaudi. ISBN 8815083553.
Cirillo, Ornella (2008). Carlo Vanvitelli: architettura e città nella seconda metà del Settecento (en italiano). Florencia: Alinea Editrice. ISBN 978-88-605-5309-6.
De Cesare, Raffaele (1900). La fine di un regno (en italiano). Castello: S. Lapi Tipografo-Editore.
Delli Paoli, Antonella; Gei, Stefano. Il palazzo reale di Napoli nel periodo del viceregno spagnolo (en italiano). Nápoles: Servizio Educativo del Palazzo Reale di Napoli.
Delli Paoli, Antonella; Gei, Stefano. Il palazzo reale di Napoli nel periodo borbonico (en italiano). Nápoles: Servizio Educativo del Palazzo Reale di Napoli.
Delli Paoli, Antonella; Gei, Stefano. Guida alle sale dell'appartamento storico (en italiano). Nápoles: Servizio Educativo del Palazzo Reale di Napoli.
Federico Gizzi (1998). Le chiese barocche di Roma (en italiano) 6. Roma: Tascabili Economici Newton. ISBN 9788879835145.
Francesco Borromini, Paolo Portoghesi, Art Books Intl Ltd, marzo 1998, ISBN 88-435-3105-0.
Fiadino, Adele (2003). «La residenza di Carlo di Borbone a Napoli». Napoli-Spagna. Architettura e città nel XVIII secolo (en italiano). Edizioni Scientifiche Italiane. ISBN 884950652X.
Francesco Borromini, Paolo Portoghesi, Art Books Intl Ltd, marzo 1998, ISBN 88-435-3105-0.
Ghisotti, Silvia; Merlotti, Andrea (2017). Dalle regge d'Italia. Tesori e simboli della regalità sabauda (en italiano). SAGEP. ISBN 978-8863734812.
Giovanni Battistelli, Oscar Mischiati, Arnaldo Morelli, Claudio M. Strinati, Organi e cantorie nelle chiese di Roma Roma, Istituto Poligrafico e Zecca dello Stato, 1994.
Papagna, Elena (2007). «La corte murattiana». All'ombra di Murat - Studi e ricerche sul Decennio francese (en italiano). Bari: EdiPuglia.
Luciano Zeppegno e Roberto Mattonelli, La chiese di Roma, Roma, Newton Compton Editore, 1996, ISBN 88-7983-238-7
Patrizio Barbieri e Arnaldo Morelli, "Regesto degli organi della città di Roma" in L'ORGANO. Rivista di cultura organaria e organistica, Anno XIX, 1981, Patron, Bologna.
PORTOGHESI, Paolo (2001). Storia Di San Carlino Alle Quattro Fontane (en Italiano). Roma: Newton & Compton. ISBN 978-88-8289-485-6.
Porzio, Annalisa (2000). «La Reggia di Napoli nell'Ottocento». Civiltà dell' Ottocento. Le arti a Napoli dai Borbone ai Savoia. (en italiano) (Mondadori Electa) 2. ISBN 978-8843587070.
Porzio, Annalisa (2014). Il Palazzo Reale di Napoli (en italiano). Nápoles: Arte'm. ISBN 978-88-569-0446-8.
Rudolf Wittkower, Arte y Arquitectura en Italia: 1600-1750 Ediciones Cátedra, Madrid (2007) ISBN 978-84-376-2409-9
Sabina Maniello, Orazio Gentileschi: un documento relativo al "Battesimo" in Santa Maria della Pace, Alma Roma, 33, 1992, 155-160.
Sasso, Camillo Napoleone (1856). Storia de' monumenti di Napoli e degli architetti che gli edificavano (en italiano). Nápoles: Tipografia Federico Vitale.
Sgarbozza, Ilaria (2011). «Ferdinando II e la promozione delle arti a Napoli». Mecenatismo pontificio e borbonico alla vigilia dell’Unità (en italiano). Roma: Viviani Editore. ISBN 978-88-79931-48-9.
STEINBERG, Leo: Borromini's San Carlo alle Quattro Fontane: a study in multiple form and architectural symbolism (en inglés). New York, Garland Publishing, 1977. ISBN 0-8240-2008-1.
Touring Club Italiano (2008). Guida d'Italia - Napoli e dintorni (en italiano). Milán: Touring Club Editore. ISBN 978-88-365-3893-5.
The Genius in the design: Bernini, Borromini and the rivarly that transformed Rome, J.Morrisey, mayo 2006, ISBN 0-7156-3532-8

No hay comentarios:

Publicar un comentario