sábado, 20 de enero de 2018

Capítulo 10 - MIRANDO SU PROPIA OBRA, 1953 – 1963


MIRANDO SU PROPIA OBRA, 1953 – 1963

En abril de 1954 hizo los retratos de Sylvette David. En diciembre comenzó la serie de variaciones sobre Las mujeres de Argel de Delacroix. Se instaló en mayo de 1955 con Jacqueline Roque en la villa La California en Cannes. En junio, se celebró una retrospectiva en el Museo de Artes Decorativas. Durante el verano trabajó con Henri-Georges Clouzot para la película Picasso Mystère.

- Sus mujeres y sus hijos, 1954
Retratos de Jacqueline (tres en cuclillas)
Retratos de Sylvette David (varios de perfil)

Como denominador común se observa que son cuadros rápidos, pintados por el efecto que producen las distintas soluciones plásticas. Las distintas posturas, como Jacqueline de cuclillas o Sylvette de perfil son experimentos en torno a los medios técnicos y plásticos. 
Jacqueline  Roque trabajaba en la tienda de su prima, La alfarería Madoura, en Vallauris. En 1953, a los 27 años conoció a Picasso. Sus exóticos rasgos le recordaron a la joven que aparece con un narguile en ‘’Las mujeres de Argel’’ de Delacroix.  Así la retrató poco después en ‘’Mujer vestida de turca’’.
La segunda vez que se vieron fue en la alfarería donde ella trabajaba, Picasso tenía 72 años y Jacqueline era una belleza de ojos verdes de 45. Seis meses después deciden casarse en secreto. Desde el comienzo de su relación, Picasso pintó en numerosas ocasiones a Jacqueline. Era la única persona cuya presencia toleraba mientras pintaba en el taller.  Estaban tan unidos que rara vez uno salía de casa sin el otro.

Jacqueline con las manos cruzadas, 1954, Pablo Picasso
                      
Jacqueline con flores, 1954, Pablo Picasso  

Vemos un ejemplo en Jacqueline con flores. En unos rodea las figuras de líneas mientras que en otros hay sombreado y distintas coloraciones. En los varios retratos de Sylvette David ha trasladado recursos gráficos de la línea al óleo, usando técnicas del dibujo en el óleo. Además, las zonas sombreadas se transforman en facetadas azuladas y verdosas. Lo que llama la atención no es lo representado sino la forma de representarlo.

En 1954, Picasso conoce a una tímida joven de 19 años, Sylvette David, de la que se enamora (artísticamente hablando). Tanto es así, que el artista llegaría a realizar 60 obras sobre esta rubia con cola de caballo.
Con un estilo Brigitte Bardot, la joven llamaba la atención por su belleza mientras caminaba por en Vallauris, en el sur de Francia y desde el primer momento, Picasso, que vivía por ahí, quedó deslumbrado por las posibilidades pictóricas del rostro y el pelo largo de la francesa.
Sylvette recuerda el día que vió su primer retrato realizado por Picasso: “Pocos días después, estaba en una terraza con un grupo de amigos, bajo una cubierta llena de objetos de cerámica antiguos colocados allí para secarse. Un muro nos separaba del taller de Pablo. De repente, escuchamos “ooh, ooh!”. Y un enorme lienzo se desplegó en el muro: era mi retrato de perfil, con mi larga cola de caballo. Picasso lo había dibujado de memoria, con carboncillo. No veíamos al pintor ya que era bastante bajo, pero sólo podía ser él. Picasso nos hizo una señal para ir a verle, abrió la puerta y comenzó la visita a su taller.”
Picasso les mostró sus cerámicas y sus cuadros, e inmediatamente le preguntó si podía posar para él. La proposición le sorprendió porque en ese momento era «muy tímida y muy sencilla». Ella consultó con su madre, la cual dijo que sí de inmediato. Jellinek se presentó en el estudio del genio en compañía de la muchacha sin prever seguramente el impacto que la belleza de esta última iba a tener en un pintor siempre fascinado por las mujeres guapas y de rasgos interesantes. Sin embargo, a diferencia de lo ocurrido con otras de sus musas como Marie-Therese Walter, Dora Maar o Jacqueline Roque, la relación de Sylvette David con Picasso no pasó de platónica, aunque no por culpa del pintor. Sylvette, que ahora responde al nombre de casada de Lydia Corbett declaró recientemente que Picasso hizo algún intento de llegar más allá, aunque sin lograrlo porque se percató de la timidez y seriedad de su modelo. “En cierta ocasión me enseñó el dormitorio, que estaba en el piso de arriba, y saltó sobre la cama. Acaso si yo no hubiese sido tan tímida, habría saltado también, pero estaba aterrorizada.”, explicó Corbett, quien agregó que el artista, que en aquel momento estaba en medio de una relación entre dos mujeres, Francoise Gilot y Jacqueline Roque, supo respetarla “en todo momento”.
A la mañana siguiente, por la mañana, a finales de abril de 1954, Sylvette se presentó en el taller. “Picasso me dio un beso en cada mejilla. Olía bien, estaba recién afeitado. Me pidió con amabilidad que me sentase en una mecedora frente a la ventana y, lo más importante, que me mantuviese de perfil. Picasso fumaba continuamente, en el suelo  había una pirámide de envases vacíos. Quiso pagarme por el posado. Me negué, porque creía que si aceptaba, entonces tenía que posar desnuda. Estaba totalmente equivocada: nunca me lo pidió.”
A partir de ese momento, la muchacha con la cola de caballo iba a posar varias veces en el estudio del genio español, que en un período de tres meses haría de ella cerca de cuarenta retratos, algunos en forma de esculturas en metal, que hoy están en diversas ciudades, entre ellas Nueva York.
Lydia Corbett (Sylvette David) rememora aquellas sesiones de posado durante la primavera de 1954: “Después de una sesión, me mostró mi retrato con un suéter azul marino de cuello alto, y me preguntó: “¿Te gusta?” Yo susurré: “Sí, señor Picasso.” Al día siguiente, al llegar a su estudio, descubrí que había hecho desparecer el jersey de la tela y  me había pintado desnuda. “Sylvette, no estás enojada?” Sin sonrójame esta vez, respondí: “No, me parece muy bien, no me molesta en absoluto. “A menudo, Picasso insistía:” Díme si necesitas dinero. Sé lo que es no tenerlo.” Como yo no lo quería compró sillas Toby. A veces me llevaba a visitar la alfarería Madura. Un día me llevó a una gran nave en la que había un hermoso  Hispano-Suiza negro. Él dijo: “Monta.” Nos sentamos en la parte de atrás, y me contó muchas historias sobre su vida, sobre su pasado, pero era tan joven, que no entendía mucho. Al separarse de mí, me besó en ambas mejillas como un padre.”
Picasso le dió las gracias, “Sylvette, gracias por estar ahí cuando tenía problemas, yo estaba pasando por un mal movimiento en mi vida amorosa y tu presencia me ayudó. ”Al cabo de tres meses, en junio, la modelo acudió al taller, y el pintor la llevó a una habitación, “Mira, Sylvette, tienes que elegir un cuadro. ” Allí estaban todos los retratos, unos cuarenta entre pinturas y dibujos. Sylvette eligió el más grande, con fecha 5 de mayo de 1954. Posteriormente tuvo que vender el cuadro cuando enfermó su novio y  le quedó algo para pagar un apartamento en París para ambos. 
“Mi padre me dijo que debía llevar el pelo como un bailarín de ballet que había visto, tirado hacia atrás en una coleta alta”, recuerda Sylvette. “Picasso se quedó prendado la primera vez que la vió: como algunos de sus cuadros sugieren, parecía como una especie de casco, como los de la antigüedad.”
Se dice que Brigitte Bardot adoptó el mismo peinado, presumiblemente después de ver la fotografía de David en Paris Match “Bardot escribió posteriormente en su autobiografía que ella le había pedido que Picasso la pintara, pero se negó porque había “ya había pintado a Sylvette David, y éramos tan parecidas como dos gotas de agua!”, se ríe Sylvette “Sin embargo, ella se hizo famosa y de mí se olvidaron. Eso sí, yo era tímida y no me gustaba la publicidad, y aunque he tenido ofertas del mundo del cine – Jacques Tati se me acercó en una calle de París – pero como se suponía, en general, que había que acostarse con los productores de películas, yo valía para eso “.
Aquella experiencia, que tuvo lugar en 1954, aparte de estimulante para Picasso, iba a influir también profundamente en la joven inglesa, que comenzó a interesarse por la pintura mientras posaba para aquél en la mecedora del estudio. Habrían de pasar, sin embargo, dos décadas, cuando había cumplido 45 y tenía tres hijos, para que Sylvette empezase a pintar realmente en serio para convertirse en la artista prolífica que es hoy a sus 72 años. 

Retrato de Sylvette David, 1954, Pablo Picasso
         


Retrato de Sylvette David, 1954, Pablo Picasso

Retrato de Sylvette David, 1954, Pablo Picasso

Retrato de Sylvette David, 1954, Pablo Picasso

Retrato de Sylvette David, 1954, Pablo Picasso

Retrato de Sylvette David, 1954, Pablo Picasso

Retrato de Sylvette David, 1954, Pablo Picasso

Retrato de Sylvette David, 1954, Pablo Picasso

Retrato de Sylvette David, 1954, Pablo Picasso

Retrato de Sylvette David, 1954, Pablo Picasso

Por otro lado, su paternidad (Françoise le da dos hijos: Claude y Paloma) queda plasmada en la representación de sus hijos y en la utilización del dibujo infantil como inspirador. Realiza obras donde aparece el niño dibujando y colorea a modo de collage.
                 


Claude dibujando, Françoise y Paloma, 1954, Pablo Picasso  

Jacqueline Rocque  1954, Pablo Picasso

Jacqueline Rocque  1954, Pablo Picasso

En su obra el Peinado, con sus tonos de rosa y verde suave y su tema que recuerda al "Harem" de 1906. Torsión del desnudo con cara, espalda y perfil, la libertad del pincel, el empaste del material hacen que esta pintura sea un precursor del estilo tardío. 

El peinado 1954, Pablo Picasso

En 15 de diciembre de 1954, como homenaje a Matisse, cuya Odalisca admiraba, Picasso inició una serie de quince lienzos que se remitían al cuadro de Delacroix Mujeres de Argel, una de las figuras del cual, según el pintor, se parecía increíblemente a su compañera Jacqueline Roque. La composición, en sus líneas esenciales, se asemeja mucho a la de Delacroix. En las numerosas variantes sobre el tema pasó de vivaces inserciones de color a atmósferas casi monocromas. Las primeras de la serie se caracterizan por una atmósfera serena que recrea el ambiente típico de un harén, donde un grupo de mujeres en un interior pasa el tiempo charlando. Este estado de ánimo fue radicalmente modificado después, hasta llegar en las últimas versiones a escenas de carácter orgiástico. Están lejos las ricas y preciosas figuras de Delacroix; aquí, las mujeres ofrecen sus cuerpos desnudos al espectador, mostrando los senos procaces y las caderas redondas. La figura de primer plano, alta y poderosa, tiene un rostro de contorno clásico y grandes ojos negros, en contraste con el cuerpo de formas totémicas. A su lado, una mujer tendida de costado cruza con desenvoltura las piernas. No hay diálogo entre las dos mujeres y la figura de la izquierda, representada de manera más realista, parece poseer una autoridad superior a la de sus compañeras. El interior, de paredes descoyuntadas y sin aberturas al exterior, representa un lugar secreto donde las mujeres viven apartadas. Se dejan ver en esta obra dos estilos diametralmente opuestos, que Picasso nunca había empleado juntos: el del rostro de la mujer de la izquierda y el de su compañera tumbada, geométricamente rígido. Ambos se complementan en vez de molestarse, ofreciendo dos versiones distintas de la realidad y el erotismo femeninos.

Las mujeres de Argel 1955, Pablo Picasso

Picasso compró y ocupó de 1955 a 1961 la villa "California" al final de la bahía de Cannes. Con Jacqueline es su primera casa común. Es una villa de estilo morisco y le ofreció a Jacqueline un traje turco con bordados de colores brillantes.  
Jacqueline en traje turco (20 de noviembre)1954, Pablo Picasso

- El estudio, 1955 – 1956 
Compra la Ville La Californie en la ciudad de Cannes
Sus obras beben de este entorno
Decoración art nouveau y utensilios de pintura
Estilizada decoración interior en esta villa burguesa del s. XIX

De nuevo trata el tema del pintor y la modelo con su entorno creativo, su taller, a modo de escenario. Aparece en su obra el lienzo en blanco y la paleta, y siempre representará palmeras tras las ventanas. Introduce un rayado que aparece en los compartimentos. 
La instalación en la villa La Californie es un acontecimiento importante. Es la primera vez que Picasso vive en una mansión lo suficientemente amplia como para hacerse traer de París y reunir todas sus obras antiguas, acumulando así, en un ingenioso desorden, huellas y recuerdos de su pasado. Nada más llegar toma posesión del espacio y ocupa toda la planta baja de esta gran construcción de 1900, rodeada de un exuberante jardín. Aquí empieza una nueva etapa de su vida con Jacqueline. Muchos cuadros tratan sobre este taller en Cannes, apareciendo en algunos una llama que nos recuerda al Guernica. El estudio es para Picasso como un autorretrato, y realiza una serie de lo que él llama “paisajes de interior”. 

El estudio de La Californie, 1955, Pablo Picasso

También pinta a Jacqueline en el taller como modelo frente al lienzo en una dualidad modelo-retrato. Aparecen en su obra cuadros más grises y pardos pero trata los mismos temas aunque de formas diferentes. Picasso pinta mucho, quizá para contrarrestar su propia edad.

Jacqueline en traje turco (29 de noviembre) 1954, Pablo Picasso

Mujer desnuda con sombrero turco 1955, Pablo Picasso 


Jacqueline en el taller 1956, Pablo Picasso 

El taller de California

Picasso insinúa a Matisse como un tributo, dibujando un arabesco floral que anima los grandes ventanales en forma de recortes de papel y separa las palmeras del jardín, reserva blancos en color y los usa para cubrir el marco adornado de la ventana contra la luz.  
Se marcha de París en un aislamiento artístico: se aísla en la Californie. Ya es un mito y ha perdido la normalidad de la vida cotidiana. Había dejado de trabajar en el desarrollo del arte. Es el mascarón de proa del arte moderno y, aunque moderno, es ya un clásico pues las corrientes innovadoras han tomado otros caminos y en el panorama domina la abstracción.
La obra de Picasso mira sobre sí misma y no porque las circunstancias le obliguen a aislarse. Miró también se aísla por estos momentos pero evoluciona de forma ascendente. Sin embargo, Picasso mira sobre sí mismo porque teme perder lo conquistado: quiere conservar su trono al haber conseguido que su obra fuese considerada bella (importancia del cubismo considerado como bello).

Las Meninas es una serie de 58 cuadros que Pablo Picasso pintó en el año 1957 en la que realizó un análisis exhaustivo, reinterpretando y recreando varias veces Las Meninas de Diego Velázquez. La suite se conserva íntegramente en el Museo Picasso de Barcelona, es la única serie completa del artista que perdura junta. Se trata de un estudio de obra muy extenso, que consta de cuarenta y cinco interpretaciones de la obra, nueve escenas de un palomar, tres paisajes y un Retrato de Jacqueline.
El mismo Picasso entendía toda esta serie como un conjunto y como tal la donó al museo barcelonés en mayo de 1968, en memoria de Jaime Sabartés, fallecido el mismo año. Es famosa la frase de Picasso dicha a Sabartés en 1950:
Si alguien se pusiese a copiar Las Meninas, totalmente con buena fe, al llegar a cierto punto y si el que las copiara fuera yo, diría: ¿Y si pusiera esta un poquito más a la derecha o a la izquierda? Yo probaría de hacerlo a mi manera, olvidándome de Velázquez. La prueba me llevaría de seguro a modificar la luz o a cambiarla, con motivo de haber cambiado de lugar algún personaje. Así, poco a poco, iría pintando unas Meninas que serían detestables para el copista de oficio, pero serían mis Meninas.
Picasso fue un gran admirador de la obra de Velázquez durante toda su vida. A finales del siglo XIX, Velázquez era considerado un pintor de referencia. A la entrada del Museo del Prado se colocó una escultura con motivo del tercer centenario del nacimiento de Velázquez en implícita respuesta a la estatua realizada por Emmanuel Frémiet y colocada delante de la fachada oriental del Museo del Louvre en 1892. ​ En aquella época, pintores como Ramon Casas y revistas como Pèl & Ploma, reivindicaban públicamente la figura del maestro. En 1895 Picasso realizó algunos esbozos con versiones o detalles de obras del maestro, actualmente conservados en el Museo de Barcelona.
La primera vez que Picasso vio una obra de Velázquez cara a cara fue durante el verano de 1895, cuando visitó el Museo del Prado con trece años, en un viaje entre La Coruña y Málaga. Según dijo el mismo Picasso: «Tuve la oportunidad de enfrentarme, por primera vez, a mis ídolos. Me esperaban en el Museo del Prado. Desde entonces me quedó fijado en las retinas, de una manera obsesionante, el cuadro de Velázquez Las Meninas. Creo que ya tomé, aunque fuera en el subconsciente, la decisión de realizar mi versión de Las Meninas. Que son las que ahora se encuentran, como donación, en Barcelona».8​ El artista aprovecharía la visita para dibujar un par de bocetos de las cabezas de los personajes de El Bufón Calabacillas y El niño de Vallecas. Una vez en Barcelona también pintaría obras basadas o inspiradas en la pintura de tradición española, como La Cena de Emaús, o el Cristo crucificado.
Dos años más tarde, en octubre de 1897, Picasso se instaló en Madrid y se registró en el libro de copias del Museo del Prado, pidiendo copiar a Velázquez, de quien hizo varios dibujos y bocetos, como Copia de un retrato de Felipe IV, pintado por Velázquez el 1652-1653, o un pequeño esbozo de Las Meninas titulado Apuntes de obras de Velázquez, todos conservados en el Museo Picasso de Barcelona. Incluso, en la esquina de uno de sus croquis, conocido como Senaller, croquis y caricatures, aparece un esbozo del famoso Autorretrato de Velázquez de 1650.
Los años posteriores Picasso continuaría realizando obras donde se puede ver claramente la huella de Velázquez y del Greco, como por ejemplo en Vieja sentada, Cabeza de mujer joven, o el dibujo que lleva el título Greco, Velázquez, INSPIRARME (diversos tipos de hortelanos). La influencia se alargaría durante gran parte de la trayectoria artística de Picasso. Se puede notar en obras muy posteriores como Retrato de Jaime Sabartés con gorguera y sombrero, de 1939, o en la litografía Retrato de Góngora de 1947. Incluso después de finalizar la serie de Las Meninas, la influencia de Velázquez todavía se observa en otras obras como Hombre sentado, o en numerosos grabados donde aparecen personajes similares.
Durante la guerra civil española Picasso, que entonces era director honorífico del Museo del Prado, volvería a ver Las Meninas por última vez. Sería en Ginebra, revisando el convoy de obras evacuadas del Estado Español.

El 17 de agosto de 1957 Picasso comenzó una serie con 58 interpretaciones de Las Meninas de Velázquez en su casa de veraneo, «La Californie», ubicada en las afueras de Cannes. En vez de hacerlo en su taller habitual, habilitó un nuevo estudio en la segunda planta de la casa, donde buscó el aislamiento para la producción de esta serie. Un día antes, el 16 de agosto, había hecho el único dibujo preparatorio que se conoce donado por su hija Catherine Hutin al Museo Picasso de Barcelona en el 2009.
Para realizar esta serie, Picasso encargó a Sabartés que le consiguiera una ampliación fotográfica en blanco y negro de la obra de Velázquez, así como documentación diversa.
Entre agosto y octubre no invitó a nadie a su taller. Las personas que lo contactaron durante ese tiempo le recuerdan con un humor inquieto, como si fuera una persona poseída. Varios estudiosos señalan que, cuando Picasso pintó la primera obra de la serie, tenía el cuadro de Guernica en mente. El ritmo de producción fue muy intenso, pero irregular. Podía estar varios días sin pintar y de repente realizar tres cuadros en una sola jornada, datando minuciosamente cada una de las obras. Picasso tardó cuatro meses en pintar las 58 obras que componen la serie, la última fue realizada el 30 de diciembre de 1957.
Un año después, en septiembre de 1958, su amigo Jaime Sabartés publicaría el libro Las Meninas et la vie, ​ explicando el proceso de creación de la serie. Entre el 22 de mayo y el 27 de junio de 1959 la serie completa se expuso por primera vez en la Galería Louise Leiris de París, propiedad de Daniel-Henry Kahnweiler. ​
Más adelante, la serie se expuso en diversas galerías y museos de todo el mundo: en 1960, el British Art Council organizó una retrospectiva sobre Picasso en la Tate Gallery de Londres donde, entre el 6 de julio y el 18 de septiembre, se mostró la serie completa, junto con otras obras del pintor malagueño. El conjunto de pinturas viajó a Japón, donde se expuso en diversas ciudades. En el año 1966 volvió a exponerse en París, en una retrospectiva sobre Picasso presentada en el Grand Palais.

El 13 de febrero de 1968 falleció Sabartés. Picasso le quiso hacer un homenaje donando, tres meses después de su muerte, la serie completa de Las Meninas al Museo Picasso de Barcelona, junto con el Retrato azul de Jaime Sabartés y la promesa de enviar una copia de cada grabado que hiciera desde entonces, dedicándolo a su amigo, como ya venía haciendo desde hacía años. Según Penrose, Picasso quería que la totalidad de la serie estuviera unida y por eso no había vendido ninguna de las 58 pinturas que la integraban y este fue otro motivo para donarlas al museo.
Joan Ainaud de Lasarte, entonces director general técnico de los Museos de Barcelona, recibió una llamada la noche del 2 de mayo de 1968, donde se le citaba a una entrevista urgente con Picasso en Mougins. Enseguida partió hacia Francia acompañado de Josep Lluis de Sicart, para hablar con Picasso y hacer efectiva la entrega. La suite salió en ferrocarril de la estación de Cannes el 8 de mayo y llegó a la Estación de Francia de Barcelona al día siguiente, desde donde las obras se trasladaron directamente al museo de la calle de Montcada. El traslado como la descarga fue tema de interés de la prensa y televisión. ​ Incluso el entonces alcalde José María de Porcioles hizo una rueda de prensa el día 28 explicando la llegada de las obras a la ciudad. Se trataba, según Ainaud de Lasarte, de «la donación más grande hecha nunca por un artista de renombre en vida».

Las Meninas de Picasso es una serie formada por cincuenta y ocho telas de tamaños muy variados que se encuentra dividida en cuarenta y cinco interpretaciones directas de la obra con el mismo título de Velázquez. Nueve pinturas de palomos, tres paisajes y un retrato de Jacqueline. De las cuarenta y cinco obras basadas directamente en la obra de Velázquez, catorce están dedicadas a la Infanta Margarita, cinco a María Agustina Sarmiento, cinco a Isabel de Velasco y las otras veintiuna son juegos de composiciones donde aparecen varios personajes agrupados.

Interpretaciones directas
Variación núm. 1: Picasso empezó la serie pintando un cuadro de gran dimensión, en tonos grises. De hecho, era la pintura más grande que había hecho desde el famoso Guernica de 1937, y donde utilizó la misma técnica de la grisalla, así lo hizo en otras obras como Pintor y su modelo actualmente en el Museo Picasso de París o El taller de la Modista conservado en el Centro Georges Pompidou. ​ En esta primera interpretación, pintada en un solo día, Picasso cambia el formato vertical de la obra de Velázquez por el horizontal, donde consigue un carácter más narrativo de la historia representada. Modifica el espacio, la luz y los personajes. Cabe destacar la importancia que le da a Velázquez, representándolo con un tamaño mucho mayor, hasta el punto que su cabeza llega a tocar el techo y destaca sobre manera en su pecho la gran cruz de la orden de Santiago. En la obra original la acción se centra sobre la infanta Margarita, que aquí también mantiene un papel importante. Los rostros de María Agustina Sarmiento e Isabel de Velasco los hace con trazos angulosos, que contrarrestan con las caras redondas con las que dibuja a la infanta Margarita y a los enanos Mari Bárbola y Pertusato. A Marcela Ulloa y su acompañante Diego Ruiz Azcona los muestra como personajes fantasmagóricos, puestos dentro de una especie de féretros. Picasso resalta los ganchos del techo, dando la sensación de una sala de torturas, mientras que en el original de Velázquez pasan casi desapercibidos, simplemente son ganchos para luces. Otro de los cambios más destacados, es que Picasso le da un nuevo enfoque a la obra, al abrir los grandes ventanales de la derecha, modificando la luz y color de toda la escena. Según Palau i Fabre, lo primero que hace Picasso al enfrentarse con Las Meninas es abrir las ventanas, como hace un ama de casa cuando abre una habitación demasiado cerrada. Susan Grace opina que con esta variación Picasso le dio un empujón de tres siglos a la obra de Velázquez.

Las Meninas 1957, Pablo Picasso

Infanta Margarita. Es uno de los personajes centrales del conjunto y al que Picasso dedicó más obras dentro de la serie, un total de catorce, entre el 20 de agosto y el 14 de septiembre. Es también uno de los personajes de la familia real que más veces retrató Velázquez, ya que desde muy joven estaba comprometida en matrimonio con su tío materno, Leopoldo I, quien vivía en Viena y sus retratos servían, una vez enviados, para informar sobre el aspecto de la joven prometida. La infanta fue retratada por primera vez cuando no había cumplido aún los dos años, la obra original se conserva en el Museo de Historia del Arte de Viena y se considera como una de las joyas de la pintura infantil. Cuando se pintaron Las Meninas, la infanta tenía cinco años. Se cree que algunos de los retratos que le dedicó Picasso podrían tener cierta influencia de la obra Retrato de Margueritte, pintada en 1907 por Henri Matisse. Dependiendo de la obra, Picasso la retrató de cuerpo entero, sólo el busto, el torso, o de medio cuerpo. ​ En estas obras, el pintor malagueño analizó las sutiles dislocaciones en la mirada del personaje mediante formas planas y geométricas. Las primeras interpretaciones están hechas con una paleta básica de grises, y progresivamente incorporó colores primarios y secundarios en telas de pequeño formato. ​ En los primeros retratos, la niña mira a la derecha, en vez de mirar al espectador, y progresivamente va centrando la mirada.

Infanta Margarita 1957, Pablo Picasso

Infanta Margarita 1957, Pablo Picasso

Isabel de Velasco. Era la dama de honor de la infanta Margarita, hija del conde de Fuensalida. En la pintura de Velázquez aparece en una actitud de alerta en relación a la infanta. Picasso la retrató en cinco ocasiones entre el 9 de octubre y el 30 de diciembre, dedicándole la última obra de su serie, un retrato a cuerpo entero donde el pintor utiliza una paleta de colores muy clásica, con tonos marrones y apagados y con unas pinceladas más fluidas y relajadas acercándose un poco más a las características de la pintura de Velázquez. ​ En los otros retratos, Picasso se concentra en retratar su actitud. Palau i Fabre dice que «son como un 'guiño' al movimiento y a los reencuadres del mundo de la fotografía y el cine». 


María Agustina Sarmiento. Dama de honor, María Agustina era hija de Diego Sarmiento de Sotomayor, III conde de Salvatierra y más tarde contrajo matrimonio con el conde de Peñaranda. En la escena original está ofreciendo agua a la infanta, a la vez que hace una ligera inclinación ante él. Entre el 20 de agosto y el 17 de noviembre Picasso la representó en cinco obras, siendo su retrato del 20 de agosto la primera obra de la serie donde el maestro empleó el color. La última obra que Picasso le dedicó es un retrato de cuerpo entero, donde utilizó los mismos tonos que en el resto de sus apariciones, verdes, marrones y grises.


Nicolasito Pertusato. Fue un enano de origen milanés que llegó a ser ayudante de cámara del rey y murió a la edad de setenta y cinco años. Una de las obras más destacadas donde aparece Pertusato es El piano, donde está representado como pianista. Según Ronald Penrose, Picasso le confesó que había «visto» al chico con un piano y que no paró hasta que lo pintó. Se trata de una obra con tonos muy cálidos donde se incorpora un elemento —el piano—, inexistente en la obra original, pero que mantiene a Pertusato en una postura muy similar a la de la obra de Velázquez. En esta pintura también se puede ver el perro de Picasso. Palau i Fabre plantea que Pertusato como pianista es un guiño al ballet de Las Meninas donde el pintor conoció a Olga Khokhlova, su primera mujer. 


Diego Velázquez. El pintor aparece en varias obras, ante un gran lienzo y con la paleta y el pincel en sus manos. El emblema que luce en el pecho en la obra original fue pintado posteriormente cuando, en 1659, le nombraron Caballero de la Orden de Santiago. En su serie, Picasso lo magnífica o lo elimina dependiendo del conjunto, dándole presencia o haciéndolo desaparecer de su propia obra. Grace dice que Velázquez aparece en Las Meninas de Picasso en un proceso de disolución, ya que el malagueño le ha suplantado como autor.

Otras composiciones. Picasso ejecuta el conjunto en varias ocasiones. El día 4 de septiembre sintetiza a Velázquez en dos ocasiones, mezclando fondos oscuros con personajes muy coloridos. ​ Entre las obras 28 y 39 se producen las composiciones más complejas de toda la serie. Son obras de dimensiones considerables, donde Picasso juega a incorporar y eliminar al artista, donde vuelve a retratar todo el conjunto y a centrarse sólo en algunas «Meninas» determinadas, alternando la creación de las composiciones más barrocas con las más simplificadas de toda la serie. Palau i Fabre comenta que en el fondo, el verdadero protagonista de este experimento es el uso y transformación del espacio.

Otros personajes. 

Mari Bárbola (María Bárbara Asquín). Enana hidrocéfala, que a la muerte de su señora, la condesa de Villerbal y Walther, pasó a formar parte del servicio de Palacio «con paga, raciones y cuatro libras de nieve durante el verano».​ Aunque en la obra de Velázquez aparece haciendo una especie de mueca, Picasso la interpreta en varias ocasiones con una sonrisa. No le dedica ningún retrato pero si juega con ella en los conjuntos que realiza a finales de octubre, pintando el vestido de color azul, inexistente hasta el momento en la serie. 


Felipe IV y su esposa Mariana de Austria aparecen reflejados en un espejo, colocados en el centro de la obra. Picasso los retrata en pocas ocasiones. En el primer conjunto se les vislumbra al fondo, pero en otras composiciones aparecen representados como simples puntos o ni siquiera eso, sólo aparece un recuadro pintado con un color liso en el lugar donde debería estar el espejo.

Perro. En la obra de Velázquez se puede observar en primer término, un mastín español perteneciente a la familia real, en actitud de reposo, sin inquietarse al notar sobre él el pie de Pertusato. Picasso lo cambio por su perro, Lump, un dachshund que le había regalado su amigo y fotógrafo Douglas Duncan. En las diversas interpretaciones lo retrata de color blanco, marrón o gris, dependiendo de la versión, y lo sitúa a la derecha de la acción, en el centro o incluso a la izquierda.

Marcela de Ulloa y Diego Ruiz Azcona. En el original Marcela aparece en segundo término con vestido de viuda por la muerte de Diego de Portocarrero. Es la encargada de cuidar de todas las doncellas que rodeaban a la infanta Margarita. En la escena mantiene una conversación con otro personaje, Diego Ruiz Azcona, que se encuentra medio en la penumbra, y que no está nombrado en la relación que hizo Antonio Palomino. Picasso retrata a esta pareja en varias obras de la serie, reduciendo su expresión a simples prismas con un asterisco o una cruz que forma sus caras, convirtiéndolos en testigos de la escena.

José Nieto Velázquez. Este personaje era aposentador real por parte de la reina, como lo era el propio pintor por parte del rey. En la pintura queda situado al fondo, junto a una puerta abierta por donde entra la luz exterior. ​ Según Palau i Fabre, en las versiones de Picasso, José Nieto va hacia la luz: «se escapa».

En manos de Picasso, el ave se convirtió además en un potente símbolo en sus carteles de compromiso político, como en el que editó en Cannes en 1959 el Comité Nacional de Ayuda a las Víctimas del Franquismo o la del Congreso Mundial para el Desarme General y la Paz de Moscú en 1962. En la vida del genio malagueño, la figura de la paloma fue una constante. Sólo hay que recordar que así llamó a su primera hija, nacida en 1949, el mismo año en el que se celebró en París el Congreso Mundial de Partisanos por la Paz, para el que el Picasso diseñó la mundialmente conocida Paloma de la Paz.

Palomas 1957, Pablo Picasso

Palomas 1957, Pablo Picasso 

Palomas 1957, Pablo Picasso 

Palomas 1957, Pablo Picasso 

Palomas 1957, Pablo Picasso

Picasso pintó a Jacqueline dormida en su silla con toda la ternura de la que era capaz.

Jacqueline en el taller 1957, Pablo Picasso

- Picasso hasta 1963 
En otoño del año 1957, el Comité de Arquitectura y Obras de Arte de la UNESCO, en colaboración con el Comité de Consejeros Artísticos, selecciona a Pablo Picasso así como a otros diez artistas que empezaban a ser conocidos, para que realicen obras para la decoración del edificio de la Sede. Picasso empieza los bocetos para el nuevo edificio parisino en diciembre de 1957 y los completa con figuras de bañistas y desnudos. Fue una obra que pertenece a la serie de "Bañistas" que comenzó en 1956. El 29 de enero 1958, Picasso termina el proyecto de la inmensa pintura mural de la UNESCO. El 19 marzo del mismo año, la pintura fue presentada a Luther Evans (1902-1981), Director General de la UNESCO de 1953 a 1958, en presencia del Presidente del Comité de la Sede, así como Georges Salles (1889-1966), segundo presidente del ICOM de 1953 a 1959 y vicepresidente del Comité de Consejeros Artísticos.
Inicialmente titulada “Las fuerzas de la vida y del espíritu triunfante del Mal”, la composición perderá este título desde que Georges Salles en 1958 le da el título, todavía en uso, “la caída de Ícaro” por lo tanto y por extensión el símbolo de la lucha del bien y del mal. Picasso, solo habló de “gente que se baña, simplemente”, y solo intentó transmitir una equivalencia plástica de su emoción, poniendo de relieve por un lado lo patético, acentuado por la forma alada y calcinada que cae. De todos modos todas las interpretaciones que demos, son buenas.
Técnicamente la pintura mural está realizada sobre cuarenta tableros de contrachapado de madera, pintados al acrílico, cubriendo una superficie de más de 90m2.Curiosamente, Picasso los pinta de manera fragmentaria por grupos de cuatro tableros. Representa una escena de playa con personajes de pie y alargados, escena animada por una figura que cae, brazos y piernas abiertos, en la imponente superficie azul del mar. Esta obra de Picasso pone en escena formas abstractas, figuras y cuerpos deformados. El azul del Mediterráneo.
Bajo la apariencia de espontaneidad e improvisación desenvuelta, parece que Picasso domina su obra. La composición es rigurosa, ya que existe un equilibrio entre la composición y la estructura arquitectónica del trapecio del hall donde se situó la obra. No podemos eludir la posible intención simbólica que Picasso quiso dar a su obra, de ahí que numerosas interpretaciones del tema se hayan realizado. Picasso, en todo caso, atentó de comunicar una equivalencia plástica de su emoción, poniendo en relieve un lado patético, acentuado por la forma alada y calcinada que cae.

Los bañistas (La caída de Ícaro), 1957 – 1958

Es el primer encargo de pintura mural desde el Guernica, un gran panel. Su tratamiento queda relacionado con la técnica de papeles pegados empleada por Matisse. 
Por otro lado se encarga de un grupo escultórico como trabajo preparatorio para el panel, cuyos protagonistas están bajo la forma de los Bañistas pintados. Hay un constante diálogo entre pintura y escultura y las tres dimensiones. 
              
Los bañistas, 1957 – 1958, Pablo Picasso  

1958
Busto de mujer, según Lucas Cranach el Joven
        
Busto de mujer, según Lucas Cranach el Joven, 1958, Pablo Picasso

La bahía de Cannes
Picasso mira la bahía de Cannes con edificios altos, veleros, islas de Lérins, el mar y la luz mediterránea. Hay pocos paisajes en su trabajo y casi todos son paisajes urbanos en los que la arquitectura de las casas juega un papel vital dejando poco espacio para la naturaleza. 
En esta pintura, los edificios de las torres no solo estructuran la composición; también son una alusión a los estragos de la propiedad en la Riviera francesa, de los cuales Picasso será la víctima. 
Amenazado por estos edificios muy grandes que perturbaron su privacidad y bloquearon su vista, se fue en septiembre de California.
Las volutas de las colinas y las olas del mar se enfatizan con insistencia.
Picasso dirá "No es el tema, es el blanco lo que me interesa" 

La bahía de Cannes, 1958, Pablo Picasso

En septiembre adquiere el castillo de Vauvenargues, cerca de Aix-en-Provence y del   s. XVI, para aislarse de los curiosos que iban a La Californie. Se traslada en junio de   1961. Será su último taller, donde seguirá utilizando recursos que ha usado durante  toda su carrera. 

1959 Composición de mandolina
El instrumento musical rojo con su mango complicado y excesivo se enfrenta a una gran cafetera de terracota y una botella, en la cafetera, Picasso dibuja un modelo que lo obsesiona en ese momento: los huesos en la cruz y el cráneo con la cara infantil. En la botella vemos una forma que recuerda a una cigarra, fragmento de mandolina roja, la cafetera de color amarillo claro y la botella decorada se destacan claramente en el fondo verde esmeralda iluminado por la izquierda

La mandolina parece un pez tropical 
Picasso, que tiene 78 años, piensa en la muerte. La cuerda que sostiene la mandolina colgando de un clavo y las grandes clavijas que sobresalen bajo el mango evocan los instrumentos de la Pasión.

Composición de mandolina 1959, Pablo Picasso

Desnudo en cuclillas 1959, Pablo Picasso

Jacqueline desnuda, donde, en cuclillas, ocupa por completo el gran rectángulo del lienzo. La monumentalidad afirma aún más que cada elemento de su cuerpo se trata con un poder que parece autónomo. Senos, vientre redondo, sexo, pero también manos desproporcionadamente unidas, cada pierna, pelo negro y rostro pesado. 

"El Bobo" de Picasso es una representación satírica de nuestra percepción ciega de la realidad de nuestra vida social. Pero al mismo tiempo no puede resistirse a admirar a El-Bobo. Lo mira según la perspectiva histórica, como el tipo tradicional y moderno, huérfano y adulto marginado, mendigo y gigante de la vitalidad, el que no tiene ningún objetivo en la vida y alguien que disfruta de estar vivo a pesar de todo. El Bobo tiene sus admiradores, de ellos viene la sartén y el vino. Y él está libre entre el verdor y los árboles, con la montaña en el fondo, con su paisaje. 
Él es y no está mirando el mundo. Él es y no está sonriendo a la vida. Su mirada está tan cerrada, como se abrió. Él mira su sensación de estar vivo y sonríe en el mismo instante de su vida que Picasso ha registrado, probablemente, trabajando por la memoria y la imaginación. El Bobo es la encarnación del tipo histórico de un ser superfluo, un homo sacer que, si bien es rechazado por la vida se niega a desaparecer de los ojos de la gente, se niega a ser obediente a la veta de la patología social en el espíritu humano orgulloso de sí mismo. Él "fríe sus huevos" y ha aprendido a disfrutarlo. Sobrevive comiendo su propia vitalidad. Él es una víctima que se niega a rendirse. ¿Es él una de las encarnaciones de Cristo? 
El Bobo se rehúsa a jugar a ser santo, le gusta quedarse como un vago, con toda la vitalidad de la humildad humana, con su cabello como llamas y con su sombrero de casa. 

El bobo 1959, Pablo Picasso 

Mujer con mantilla sobre fondo rojo 1959, Pablo Picasso

Mujer desnuda debajo de un árbol de pino. La monumentalidad está significada por las dimensiones más grandes que la vida y la magnitud de las formas violentamente simplificadas. 
En el fondo, el perfil de la montaña Sainte Victoire, tan querida por Cézanne, que era parte de las tierras del castillo compradas por Picasso. 

Mujer desnuda debajo de un pino 1959, Pablo Picasso

1960
En el buffet de Vauvenargues 
Picasso quería hacerse maestro de este estilo Vauvenargues estilo buffet Enrique II, monumental y rococó. 
Presencia de la niña y el perro dálmata que se apropian del buffet. 
La ripolina fue utilizada aquí por su fluidez.

Buffet de Vauvenargues 1960, Pablo Picasso

Mujer tumbada en diván azul
Ya no es Jacqueline desnuda, en cuclillas; es Jacqueline desnuda en pedazos de mentira. Incluso con las piernas dobladas y los brazos sobre la cabeza, es perfectamente reconocible. 
Mientras le preguntaban a Picasso qué diferencia había hecho entre el arte y la sexualidad, él respondió: "Es lo mismo porque el arte solo puede ser erótico". 

Mujer tumbada en diván azul 1960, Pablo Picasso

En El almuerzo sobre la hierba Picasso sintió la necesidad de confrontar a sus predecesores. 

Almuerzo en la hierba. Después de Manet, 1960, Pablo Picasso

El almuerzo sobre la hierba (Manet) 2, 1960, Pablo Picasso

El almuerzo sobre la hierba (Manet) 4, 1960, Pablo Picasso 

El almuerzo sobre la hierba (Manet) 6, 1960, Pablo Picasso

Picasso respetado: 
- la posición de los extras y el entorno (los árboles, el claro, el río). 
- el dominante azul y verde, detalles como la naturaleza muerta en primer plano. 
Enfóquese en la relación entre el que habla a la derecha y la mujer sentada, monumental a la izquierda. Festones apretados  que le permite integrar los personajes en el fondo decorativo. 
En Vauvenargues Picasso se vuelve verde pintando paisajes. Esta escena desnuda también responde a los "Grandes Baigneuses" de Cézanne que querían integrar los cuerpos en el paisaje.

1961

Almuerzo en la hierba. Después de Manet, (17 de Junio) 1960, Pablo Picasso

En esta versión del "Almuerzo", el verde se ahoga con la sombra y el azul domina.
El manejo convulsivo de la masa, las pinceladas apresuradas, la manera apresurada y confusa en que planta las figuras y la decoración indican la febrilidad del pintor para profundizar su diálogo con la obra maestra de Manet. 

Almuerzo en la hierba. Después de Manet, (12 de julio) 1960, Pablo Picasso

Retrato de Jacqueline, 1961, Pablo Picasso                              

1962
En el austero y barroco escenario del Château de Vauvenargues Picasso siente nostalgia por España. Llamó a Jacqueline que se convirtió en su esposa "Jacqueline de Vauvenargues" 
También vio a Jacqueline como una reina de España desde donde este retrato en amarillo y rojo. 
España quería recuperarse para beneficiarse de su notoriedad, pero se negó a cualquier festividad para celebrar su 80 cumpleaños. 

Picasso vuelve un poco los ojos al expresionismo actual y hay en su obra afán de reelaboración. Aún así, el mercado demanda mucho y hay universalidad, por lo que entonces se dedica a la producción gráfica. Utiliza también linóleos a color, una técnica muy en boga, jugando con contrastes de color. Ahora estarán presentes en su obra varios factores decisivos como celebridad, retiro y vejez, pero él muestra una clara necesidad de sobrevivir, y aumenta su producción.

Mujer con sombrero amarillo 1962, Pablo Picasso

Busto de mujer con cinta amarilla (Jacqueline), 1962, Pablo Picasso

Imagen de Jacqueline 
Jacqueline es una modelo que se inclina a todas sus fantasías 
Aquí, ella tiene una cara serena, maravillada con sus grandes ojos y largo cabello negro. Armonía de verdes acentuados con blancos que evoca a Matisse, características de una pureza clásica, el busto está delineado con grandes trazos negros.

Imagen de Jacqueline 1962, Pablo Picasso

- La pintura del pasado: Delacroix, Velázquez, Manet y David
Picasso indica que quiere ser tratado como los grandes pintores de otras épocas como El Greco, Goya, Rembrandt, Delacroix, David, Manet... Utiliza obras clásicas como un repertorio para su propia disposición como en la Betsabé según Rembrandt o Las mujeres de Argel según Delacroix, en la cual introduce a la mujer del Baño turco de Ingres: mezcla a los dos genios, Ingres y Delacroix.

Las mujeres de Argel, según Delacroix, 1955, Pablo Picasso

Realizará varias versiones de Las mujeres de Argel con posturas eróticas y según facetación y otros medios de representación abstractos y figurativos: prolonga la atmósfera erótica y sensual de Delacroix. Por otro lado, hace referencias a las Odaliscas de Matisse, en obras donde viste a varias mujeres (entre las que se ha identificado a Jacqueline) vestidas con traje turco. 

En los años 50 realizará la gran paráfrasis: Las Meninas. Ya no se trata de un pintor cualquiera, sino de su compatriota Velázquez, a quien Picasso siempre admiró. Tampoco se trata de una tela cualquiera, puesto que Picasso se pone a estudiar la obra maestra absoluta, el cuadro más asombroso de la historia de la pintura, auténtica “teología pictórica” que desvela el secreto de sus fundamentos. Es un cuadro-espejo, un cuadro trampa con juegos de reflejos, inversión de las funciones de los que son contemplados y del que contempla, esta tela no podía sino fascinarle. 

Las Meninas (conjunto), 1957, Pablo Picasso

Picasso, al pintar sus propias Meninas, se inscribe de hecho como el último reflejo del juego de espejos escenificado por Velázquez. Hace el cuadro de un cuadro representando un cuadro vacío de los que están pintados (el rey y la reina) y poblado por los que están del otro lado de la tela (el pintor y las Meninas). Ambigüedad de la realidad exterior y de la realidad pictórica, coexistencia de dos mundos, el del arte y el de la vida. En su trabajo, Picasso interpreta a su manera ese doble juego integrando en su serie de vistas del exterior la ventana con las palomas, el mar, paisajes y elementos de la realidad cotidiana.  
Así, Las Meninas representan una primera vuelta a España, que se acentuará durante el período de Vauvenargues para triunfar con los gentilhombres del Siglo de Oro de la época de Avignon, y un examen profundo del sistema de la variación. Liberado del tema dado de antemano, Picasso deja entonces que hable la pintura.  
Como Las mujeres de Argel, es todavía una composición con varias figuras, género que aborda raramente. Aquí reducirá muy pronto, por lo demás, el número de protagonistas. Una manera, en fin, de verificar el espacio cubista, la profundidad, el trabajo preparado por la serie de los Estudios: quiere abordar la obra desde muchos puntos de vista y enlaza con algunos temas de La Californie. De este modo se enfrenta al lienzo en blanco como hace Velázquez.  
También es importante en su obra la figura de Manet. En agosto de 1959 Picasso comienza, en Vauvenargues, el ciclo de Le déjeuner sur l’herbe, según Manet, cuya última variación termina en julio de 1962 en Mougins después de 27 pinturas, 140 dibujos, 5 litografías y numerosas maquetas en cartón realizadas más tarde en hormigón. Una vez más trata el tema del pintor y la modelo e incluso en alguno de los cuadros se coloca a sí mismo frente a las mujeres. Son obras un tanto superficiales.       
Manet representa cierta forma de españolismo, pero además es el pintor de la cita en una revolución pictórica y padre indiscutible de la modernidad. De hecho, Manet viene acosando la obra de Picasso desde hace mucho tiempo. En 1907, la parodia de Olimpia; en 1919. 
Los enamorados (alusión a Nana); las Matanzas de Korea, 1950, son un remedo de la Ejecución del emperador Maximiliano, obra que es a su vez un remedo de Los fusilamientos del 3 de mayo de Goya; los signos precursores se escalonan a todo lo largo de su vida.  
Esta obra le proporciona la oportunidad de tratar una escena al aire libre como las escenas de interior (el harén, el estudio). Es un homenaje indirecto a las Grandes bañistas de Cézanne y a la Alegría de vivir de Matisse. De uno retiene la tentativa de integración del cuerpo en el paisaje, la solidez arquitectónica, mientras que del otro, la atmósfera pastoral e idílica.     
Por otro lado, Picasso sigue haciendo obras de tauromaquia, con cogidas de toreros o su hijo Claude vestido de torero en 1956. En 1955 pinta a Jacqueline como Lola de Valencia, de Manet, volviendo al clasicismo. Es, por tanto, un período de confrontación con los grandes maestros.

Escena de tauromaquia, 1955, Pablo Picasso

Por otro lado, Picasso sigue haciendo obras de tauromaquia, con cogidas de toreros o su hijo Claude vestido de torero en 1956. En 1955 pinta a Jacqueline como Lola de Valencia, de Manet, volviendo al clasicismo. Es, por tanto, un período de confrontación con los grandes maestros.

El rapto de las Sabinas, 1963, Pablo Picasso
El episodio de las El rapto de las Sabinas es de otra naturaleza: ya no se trata de variaciones, ni de una serie hecha de acuerdo con un cuadro dado. Picasso mezcla varias telas, la de la Matanza de los inocentes de Poussin y la de El rapto de las Sabinas de David. Es su último cuadro de historia, suscitado sin duda por los amenazadores acontecimientos de Cuba que le llevan a los temas de la guerra y las víctimas inocentes. La violencia del movimiento le lleva a hacer abreviaciones y deformaciones anatómicas expresivas.
En la última versión, la presencia del caballo y de la mujer con niño, tratada como Las señoritas a orillas del Sena según Courbet, hace referencia indirectamente al Guernica. Primero ensaya en una obra monocromática, para llegar a una obra muy condensada, sintetizada en 4 figuras pero realiza varias versiones, algunas de las cuales quedan relacionadas con el Guernica, Masacre de Korea, La guerra y La paz.

El rapto de las Sabinas, 1963, Pablo Picasso

Algunos críticos ven en todas estas paráfrasis esterilidad artística, pero en todos los casos hay siempre toques arbitrarios que demuestran el evidente poder creativo. Picasso pasa a ser un intermediario entre el arte abstracto actual y los clásicos.
Hay que destacar su magnífica serie dedicada a la tauromaquia, donde con unos pocos trazos demuestra su maestría en el grabado al aguatinta. Transmite un enorme dinamismo y se vincula más aún a Goya. Por la época su taller recibe grandes visitantes, importantes, desde 1955, y el precio de su obra se dispara. Sin embargo, es como si Picasso ya no quisiera retratarse a sí mismo.


VARIACIONES Y SECUENCIA COMO OBRA ÚNICA, 1963 – 1973
En 1963  y 1964 realiza algunas pinturas de su estudio y desnudos.

Un artista 1963, Pablo Picasso

El artista y la modelo 1963, Pablo Picasso

El artista y la modelo 1963, Pablo Picasso

El artista y la modelo 1963, Pablo Picasso

El artista y la modelo 1963, Pablo Picasso

El artista y la modelo 1963, Pablo Picasso

Mujer desnuda sentada en una silla 1963, Pablo Picasso

Jacqueline sentada en una silla 1964, Pablo Picasso

Desnudo femenino acostada 1964, Pablo Picasso

Desnudo femenino acostada 1964, Pablo Picasso

Mujer desnuda jugando con gato 1964, Pablo Picasso 

Mujer desnuda jugando con gato 1964, Pablo

Hombres fumando, 1964, Pablo Picasso

Busto de mujer 1965, Pablo Picasso

Desnuda dibujando sentada en sillón de 1965, Pablo Picasso

Hombre sentado. Autorretrato de 1965, Pablo Picasso

Langosta y gato 1965, Pablo Picasso

Betsabé, 1966, Pablo Picasso

Desnudo de hombre y mujer 1967, Pablo Picasso

Mujer desnuda y mosquetero 1967, Pablo Picasso

Mujer de pie y hombre con pipa, 1968, Pablo Picasso

Entre 1967 y los primeros meses de 1973, el fuego de su inventiva luce incontenible. La crítica no supo comprender en eso momento la trascendencia de su obra y  en cierta manera es la más desconocida y ninguneada, tal vez por el tratamiento que ralla lo pornográfico de gran parte de su producción. Se sigue expresando en óleo, pero el dibujo y el grabado juegan cada vez un papel más preponderante, porque es una forma rápida de expresarse y él tiene todavía muchas cosas que decir. Los lápices de colores se entrecruzan con los toques de acuarela, mientras en el ámbito del grabado utiliza por igual la punta seca, el aguafuerte, la aguatinta, el buril o el raspado, de lo que se deriva una sucesión de obras nerviosas y alucinadas.

El beso 1969, Pablo Picasso

Este beso de 1969 muestra dos cabezas unidas por una sola línea que ocupa todo el espacio pictórico. Picasso no duda en deformar las caras para acercarlas: “De las dos, hace una sola, expresar la fusión íntima que tiene lugar durante el acto de besar”.
Las narices se moldean en un contorno mutuo; las bocas se muerden entre sí; los ojos de la mujer, que son visibles a pesar de que se muestra de perfil, han subido por su frente, que está inclinada hacia atrás.
Todas las pinturas de este período que representan parejas ilustran la misma fusión de dos seres.
Aquí se expresa la ternura y la serenidad de los años de Picasso con Jacqueline.

El beso 1969, Pablo Picasso

Aparecen personajes del remoto pasado y de la más absoluta actualidad junto a escenas fantásticas: las escenas de circo se entremezclan con personajes mitológicos y renacentistas. En la Suite 347 de 1968 y en la Suite 156 de 1970-72 el erotismo de Picasso se apodera de la intimidad de este pequeño formato y cada pieza es una intromisión en la privacidad del placer y de la promiscuidad. Es la obra más erótica de Picasso, basada en La Celestina, de Fernando de Rojas, y en la relación del pintor Rafael y Fornarina, la amante que lo mató de agotamiento. Los atrevimientos que pueden verse en estas secuencias no los había tenido nunca en lienzo. Allí afloran sentimientos escondidos, sobre todo, el deseo, la mujer y detrás de ella el rostro de un hombre barbudo, su propia persona. Son imágenes en las que se despliega con lucidez  las ecuaciones entre arte/erotismo, pintura narrativa/potencia sexual y contemplación/Voyeurismo.


Cada imagen que crea en estos últimos años es como un grito del artista que quisiera rebelarse contra la edad, la debilidad o la decadencia física, contra el final, en suma. Es un chirriante contraste entre esa energía del macho que está a punto de claudicar y las referencias constantes a la mujer guadaña, con la que tantísimas veces el artista ha jugueteado. Es el combate entre Eros y Thanatos, entre sexo y muerte, su última pelea en la que irremisiblemente Picasso pierde el 8 de abril de 1973 en Mougins.
Tres mosqueteros y desnudos 1972, Pablo Picasso

- Últimas exposiciones y muerte
En 1966 se inaugura la retrospectiva del Grand Palais y el Petit Palais en París. 
En enero de 1970 el Museo Picasso de Barcelona adquiere la donación de sus obras conservadas por la familia del artista, y en octubre se abre una exposición en el Palais des Papes d’Avignon. 
En abril de 1971 la galería de Louise Leiris expone los 194 dibujos realizados entre diciembre de 1969 y enero de 1971. La última exposición de Picasso en vida fue una nuevamente organizada en la galería Louise Leiris, en enero de 1973 con 156 grabados realizados entre finales de 1970 y marzo de 1972. 
Picasso muere el 8 de abril de 1973 en Nôtre-Dame-de-Vie, la casa en Mougins donde vivió sus últimos años, a los 91 años por edema pulmonar. La noche anterior había estado trabajando en una obra que queda inacabada, Mujer desnuda acostada y cabeza. Su primera exposición póstuma se realizó en septiembre de 1973 en el Palais des Papes d’Avignon y mostraba 201 lienzos. 



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