Picasso
1881 – 1899
ACABANDO EL SIGLO XIX
A
mediados del s. XIX surgen unas ideas y sentimientos con la Revolución, y el
arte y la literatura van a ser expresión activa del pueblo. La sociedad quiere
ver al artista como intérprete suyo, y cobra importancia la realidad y el
contenido de la obra, la claridad y el compromiso. En 1861 se abren escuelas
realistas en las que participaron Gustave Courbet, Honoré Daumier... y, en
definitiva, los más representativos de esta tendencia. Se había percibido una
unidad histórica y cultural pero con los acontecimientos de París y la invasión
prusiana hay contradicciones: la idea de unidad entra en crisis y se produce
una fragmentación.
Se
realiza la primera exposición de los impresionistas, quienes habían partido de
la estética realista pero eran criticados por la burguesía conservadora por su
visión de la naturaleza, aspectos que sustituyen los problemas de contenido
anteriores. Se produce una disolución de los grupos impresionistas, pero
pusieron al artista en contacto con la realidad. Hay una liberación del residuo
académico del color, una renovación del lenguaje figurativo: Picasso será el
campo de experimentación. París en el s. XIX era el portal de las artes y de la
política, en general se trataba de una confluencia de gente que quería renovar
y estaba relacionada con este arte nuevo (arte y literatura). Aparece una
alternativa anti-historicista que proclama la libertad del arte y la liberación
de los estilos.
En
Europa y EEUU se quiere recuperar, mientras tanto, el deseo de la tradición
autóctona y lo cosmopolita. Un medio para alcanzar la modernidad será la
alternativa que propone la crisis. La generación del 98 y los modernistas
partirían de un mismo deseo de buscar libertad. Hay influencias extranjeras
prerrafaelistas, etc., que se sientan sobre la tradición con una voluntad
regeneracionista. Idea del desempeño concretado en sensualidad, eclosión de
color, tonos grisáceos y negros: la luz como motor. Sin embargo, también hay
una actitud para diversos propios artistas donde no se rompe con las formas: se
ve, por tanto, cierta ambivalencia causada por la euforia del cambio de siglo.
Hay una utilización social del arte, y la arquitectura se usa en decoraciones
de palacios y parques, ganaderías, farmacias... todo se trata por igual. La
pintura de Picasso fuera de Cataluña será académica, costumbrista, histórica,
como iremos viendo.
Hay
tendencias vinculadas al realismo, con mucho tinte romántico, es un realismo
más formal, ligado a un afán de cazar la realidad. Se componen escenas curiosas
con vocabulario técnico realista, interés técnico en un gusto del espectador
por ver cosas que parecen reales. El público prefiere distraerse más que
inquietarse. Tuvo gran éxito en los circuitos comerciales europeos, como vemos
en la obra de Manuel Rico Ortega o Joaquín Agrasot.
La
temática contemporánea estaría relacionada con el impresionismo francés, dando
como resultado un producto apto y bueno para el mercado.
Aun
así, hubo otro grupo de artistas con mayor independencia estética no tan
preocupados por el comercio, entre los que se encuentran el ya mencionado
Agrasot y Urgell. La burguesía catalana prefería temas sencillos de naturaleza
(los que escogieron estos artistas) antes que los complejos temas históricos.
Por esto, el foco madrileño será muy distinto del catalán, puesto que los
clientes serán diferentes. Los paisajes se verían influenciados por el
Romanticismo nacionalista, resaltando propios paisajes catalanes, como vemos en
las primeras etapas de Modest Urgell i Inglada con su profunda visión
del paisaje. Realzando una poética subjetiva y la soledad, su obra está llena
de reflexión y contraste con la Cataluña de pleno apogeo industrial.
Joaquim Vayreda y
Darío de Regoyos serían también pintores a destacar en la época. Regoyos,
gracias a su gran profesor belga, siguió la naturaleza como modernista y eligió
libremente la temática de sus obras, algo que afirmó él mismo. Sus primeros
años estuvieron marcados por una desorientación entre la pintura flamenca y la
impresionista o post-impresionista. La pintura se convierte en protagonista,
los cuadros, las telas con colores. Se forma por entonces la idea de la España
negra. Joaquín Sorolla, por ejemplo, procedía de la escuela valenciana,
que sufre una evolución hacia el realismo anecdótico. Barcelona será la ciudad
referente para el mundo académico y se hacen pinturas, también, de historia,
temas sociales y certámenes.
Por
otro lado, Ignacio Zuloaga, de origen vasco, se identificó con la
representación de lo castellano y recorrió Europa viajando por Roma, París,
Inglaterra, Venecia, Santiago de Chile, Buenos Aires, Nueva York... esto es, no
se trata de un artista local. Se identifica con lo hispano, y a consecuencia
obtiene gran prestigio internacional. Trata el simbolismo del tinte lírico e
histórico, con las formas estilizadas de la influencia de los grandes de la
escuela española: el Greco y Goya. Se fija en los claroscuros y choca en sus
pinturas la materialidad de los personajes y los paisajes con telones de
fotógrafo. Intenta hacer de ello símbolos, pues le marca mucho el simbolismo.
En
esos temas vinculados a lo hispano muestra la España exótica, mítica, goyesca,
destacando su relación con la obra de Velázquez (en Francia había gran
admiración por los pintores españoles del s. XVII). Su fama se consolida en
Alemania y el gusto francés por lo español facilitará el camino a otros
artistas como Picasso. Regoyos reniega de la amistad de Zuloaga por su imagen
romántica, pues le parecía un atraso su visión artística. Esta polémica pone de
relieve que lo fundamental en este debate son los temas y la idea, el
contenido, que prima tanto que nos aproximamos a la moral y no a la belleza.
Se
intenta que el protagonismo lo tenga la plástica. Subrayamos la importancia del
eje Barcelona – París, que cierra el debate artístico en torno a la tradición.
El anecdotismo al que se oponía Barcelona empieza a cobrar importancia en
Francia, mientras que la obra de Ramón Casas y Santiago Rusiñol
capta la vida cotidiana pero luego sería calificada de vulgar.
El
concepto de devoción está ligado al modernismo, indica que no sólo se narra: se
va más allá de la apariencia de las cosas. Ir más allá es trascender, por lo
que se abre un horizonte. Todo estará conectado: simbolismo, prerrafaelismo,
realismo vulgar y ordinario... Hay un apego al arte: el del tema. Se prefiere a
Edgar Degas y a Édouard Manet que a Claude Monet, por ejemplo;
también el color que a los grises transmisores de melancolía. No se limitan a
esto sino que se quiere transmitir emociones y se relacionan a la gráfica. Por
ejemplo, Casas haría mucha publicidad de la época. Se realizaban fiestas
modernistas, donde cuaja la personalidad artística de Picasso.
Revista Pél i ploma, 1900, Ramón Casas
Se
produce una síntesis más que revolucionaria, pictórica: permiten la entrada de
nuevos conceptos que dejen la tradición un poco de lado. Veremos una influencia
de Japón. Se intenta mover al espectador y hacerle ver la miseria humana, con
patetismo, verosimilitud de lo cotidiano, para que se vea lo estúpido que hay
en ella, como las ejecuciones. Se utilizan unos recursos plásticos donde
importan el cromatismo y la composición. Como vemos en la obra de Ramón Casas La
carga, de 1902, aparece Barcelona ardiendo al fondo, con un aplastamiento
de las masas.
La carga, 1902, Ramón
Casas
Casas
sería quien trabajase en carteles publicitarios, como hemos visto. Se
interesaría después por los temas de jardines abandonados haciendo un
paralelismo con la España del momento: llena de hierbajos y descuidada,
abandonada. Se propone un arte nuevo que se meta en la vida de la gente y que
traiga frescor. En las obras de todos los artistas mencionados hay síntesis y
símbolos: no hay una pretensión de totalidad pero sí la incertidumbre y el
escepticismo del s. XIX.
Será
el artista moderno quien aparte los contenidos espirituales de esta sociedad.
Los jardines no son expresión de naturaleza, sino testigos silenciosos de esta
realidad que azuza a España. Quieren una posibilidad de cambio.
El
también catalán Hermen Anglada Camarasa, por otra parte, llega a París y
vive allí hasta mediados del s. XX. Acoge a pintores españoles y uno de ellos
será Picasso. Formado en Barcelona con artistas realistas, afirma lo hermoso
que es París de noche y todo lo que se puede pintar allí. Más tarde visita
Madrid y se va reafirmando la tradición francesa en una especie de revival
del Rococó.
En el baile, Hermen
Anglada Camarasa
Hay
un gran debate por la decoración, por si debiera inclinarse el artista hacia la
abstracción o hacia la naturaleza. Las artes decorativas son vistas como medio
de referencia social, y se habla de confort estético a partir de Henri
Matisse y sus formas animadas por arabescos, armonía cromática... todo eso
es la decoración que se está tratando, y que resulta tener cierta aceptación,
pues el arte podía ser ornamental como medio de expresión artística.
La habitación roja,
1908 – 1909, Henri Matisse
Obtienen
gran fama internacional pero luego se ven relegados a un olvido injustificado,
como Anglada Camarasa. Se proyectan los juegos de luces, los dorados y negros,
transformaciones de color, descomposición por efecto de la luz artificial o
eléctrica, etc. El arabesco y la línea decorativa se aprecian en la
construcción del plano, en las telas y los objetos, en las tapicerías de los
sofás... donde aparece su calidad.
Se
establece la relación con el espectador a través de la mirada de los
personajes, es un distinto modo de plasmar el color, son masas de color con
ritmo lineal. Hay una influencia de los iconos bizantinos, destacándose los
rostros y los brazos por encima de la vestimenta.
Joaquim Mir
considera que no hay belleza en la vida de los proletarios, y abandonando la
idea de sinceridad realiza varias interpretaciones, como una crítica al
catolicismo que crea catedrales pero se olvida del prójimo y el emblema de la
decoración social. Éste cambia su crítica social de corte expresionista en un
viaje a Mallorca: su paleta se enriquece y sus pinturas son puras y abstractas.
Fantasía del Ebro,
Joaquim Mir
Cretinos del Boí, 1896,
Isidre Nonell
Otro
personaje importante sería Isidre Nonell, un buen ejemplo de pintor
bohemio que funda la Escuela del Azafrán, una corriente antiacadémica. Se
traslada a Caldes de Boí, en Lleida, y muestra en su obra su agilidad en el
trazo, el protagonismo de la línea: una influencia del japonismo. Lo vemos en
su obra Cretinos del Boí.
Pero
a partir de 1901 domina el gitanismo en su obra, son personajes que ocultan los
rostros con un aire de generalidad, un valor universal. Confiere a sus
personajes énfasis e incluso monumentalidad, precisando la intensidad de la
línea: las figuras aparecen contorneadas. Acoge como protagonista de la
temática al mundo marginal, más aún quizás que los mendigos, el proletariado y
los que han vuelto de la guerra. También trata a personajes cercanos al tema
del circo, como payasos.
La paloma, 1904, Isidre
Nonell
Los
gitanos son los desheredados de la vida, pero al artista no le interesa hacer
una pintura de crónica social, sino que saca a los personajes del típico
costumbrismo. Sus figuras son masas de color, y las facciones del rostro
aparecen difuminadas o escondidas, a pesar del predominio de la línea. Los
volúmenes son únicamente pura presencia, pues la narración está ausente. Es el
dramatismo de la realidad pintada: algunos artistas como Nonell serían
propensos al melodrama, y todo esto surge por lo plástico y no por lo narrado,
por eso no necesita el detalle ni la narración o la historia.
Éste
es el panorama del siglo de la juventud de Picasso, cuando aún no ha cumplido
los 20 años. En torno a este mundo desarrollaría el artista sus comienzos.
APRENDIENDO A MIRAR,
APRENDIENDO A PINTAR
- Primeros años en Málaga
Pablo
Diego José Francisco de Paula Juan Nepomuceno Crispiano de la Santísima
Trinidad Ruiz Picasso nació el 25 de octubre de 1881 en Málaga, España.
Hijo
de María Picasso y José Ruiz Blasco e hijo mayor de tres hermanos, hay muchos
mitos del infante, encaminados a hacernos creer que el artista nació poco menos
que sabiendo dibujar perfectamente; mitos propiciados por sus propios amigos y
admiradores, que desvirtuaban la verdad para convertirla en un mito más
impresionante de lo que sería la realidad, mito que nunca fue descalificado por
Picasso en su carácter burlesco, aun cuando esto propiciaba la ignorancia del
público menos instruido en la materia.
Si
bien hay niños con capacidades musicales desarrolladas desde una temprana edad,
con el dibujo y la pintura se presenta un caso diferente, pues todas las
técnicas y métodos para llevarla a cabo requieren de práctica por parte del
artista.
Desde
una temprana edad, Pablo demostró actitudes dignas de un genio, y que dejaban
en claro la profesión que llevaría a cabo a lo largo de los años, pues desde
que tuvo edad suficiente para tomar un lápiz o cualquier instrumento con el que
pudiera plasmar una línea sobre papel, el pequeño no se dedicó más que a
plasmar todo lo que quedara registrado por su ojo, que raramente dejaba pasar
algo desapercibido. Como mencioné anteriormente, Picasso no se dedicaba a nada
más que a dibujar, y diciendo nada, es tajantemente nada, pues el niño desde
temprano manifestó su desinterés en actividades académicas, pues lo distraían
de su pasión y no le aportaban nada para su futura profesión.
Sobre
la familia del artista cabe mencionar la posición de su padre, pintor y
profesor de dibujo en Bellas Artes, y su educación en un ambiente típicamente
andaluz, de la que se encargaban las mujeres. De hecho, Picasso vivió con sus
abuelas, sus dos tías, varias criadas, sus hermanas... dentro de una atmósfera
femenina donde vemos el origen de esa actitud alternativa misógina y tierna
hacia la mujer a lo largo de su vida, un ambiente de manipulación caprichosa de
los sentimientos. Así, en el s. XIX las mujeres atendían los deseos del hombre,
visto como un niño malcriado.
De
esta forma vemos que sus primeros años en Málaga se ven envueltos en un
ambiente andaluz machista y con la educación a cargo de las mujeres, una
ausencia del dibujo infantil libre y el método Pestalozzi (de Johann Heinrich
Pestalozzi, pedagogo suizo de finales de s. XVIII y principios del XIX).
Picasso se acostumbra a dibujar de modo ilógico, empezando por cualquier parte
de la composición, pero llegando a un resultado completamente lógico.
En esta obra en la que, aparentemente, realiza
dos dibujos diferentes para economizar el papel, se puede localizar una lucha
existente entre ambos dibujos. Según la colocación de la hoja, estos dos iconos recurrentes en su
obra se aniquilan mutuamente. Si el espectador centra la mirada en los toros,
las palomas de la parte superior resultan casi irreconocibles, y del mismo modo
en sentido inverso.
Por esta razón, es elemental detenerse a
pensar sobre el origen de estos dos iconos. Como bien menciona Victor I.
Stoichita en su ensayo “La mujer, tótem y tabú”, los iconos que conforman el
imaginario de las tribus han sido transmitidos de generación en generación.
Por esta razón, podríamos considerar que estos
dos animales aluden directamente a sus progenitores, aunque no del modo en que la
gran mayoría de los espectadores podrían pensar. El ave, caracterizada por su ligereza
y su
simbología relacionada
con la paz
y el amor,
no haría referencia a su madre, si no a su padre, un tierno profesor de dibujo
que amablemente posaría para su hijo en sus inicios artísticos.
Por el contrario, el toro, símbolo relacionado
con la fuerza bruta, haría referencia a su madre, proveniente de una familia en
donde, la imagen del “macho ibérico”, se localizaba de una manera más latente.
Es esta la razón por la que Picasso decide abandonar el hogar dictatorial en el
que había sido criado para entregarse a una vida anárquica y bohemia, en donde
jugará incluso con la transgresión sexual. Al igual que hará Brassaï, Picasso
se introduce en el mundo de la noche y los burdeles, plasmándolo con una total
fascinación por el género femenino.
No obstante, a pesar de todos estos
cambios, el toro y la paloma permanecerán siendo un elemento de continua presencia en su
obra.
Corridas de toros y
palomas, 1890, Pablo Picasso
Por esta razón, podríamos
señalar un claro antecedente en esta utilización del uso del toro: Francisco de
Goya. Ambos artistas encuentran en su figura no solo la representación de uno
de los principales elementos del imaginario colectivo de la sociedad a la que
pertenecen, sino que también ven su figura como un símbolo que representa la
virilidad española sobre la que tantos autores han hablado antes: empezando por
el mítico Don Juan del Burlador de Sevilla creado por Tirso de Molina allá por
la primera mitad del siglo XVI que serviría de referencia a autores tan
variados como Calderón de la Barca, Molière, E.T.A. Hoffmann, Apollinaire,
Zorrilla, José Saramago … e incluso Lorenzo da Ponte, que lo utilizaría para
crear el libreto de la ópera Don Giovanni de Mozart. Es ahí donde yo veo el
primer elemento identitario multicultural de la obra: la visión del toro como
un símbolo de la virilidad masculina de los españoles, latente en obras de muy
diversa índole y nacionalidad, acrecentando así el tópico.
El picador,
El picador amarillo o El pequeño picador como
también se le conoce, es un cuadro de reducidas dimensiones (24 x 19 cm)
pintado por Pablo Ruiz Picasso en 1890 sobre soporte de madera de cedro. El
autor aprovechaba las tapas de las cajas de puros para realizar varios de sus
óleos, entre ellos este.
Este
óleo elaborado en tonos cálidos, probablemente fuese copiado de alguna revista
taurina de las que eran comunes en la época. Actualmente, la obra pertenece a
un coleccionista privado afincado en París (Francia).
En
agosto de 1890, tuvo lugar en Málaga, una serie de festejos en los que se
lidiaron varios toros en la plaza de toros de La Malagueta. El picador
amarillo se fecha justamente en esta temporada taurina, y es el primer óleo
realizado por Picasso, el cual se enmarca dentro de uno de los temas
principales tratados en su trayectoria, la tauromaquia.
El
óleo muestra a tres personajes situados tras la barrera. Dos figuras masculinas
aparecen mirando hacia el tendido, mientras que una figura femenina aparece de
perfil, mirando hacia la izquierda con el rostro maquillado de blanco, con una
actitud aparentemente despreocupada por la acción que acaece sobre el albero.
El
personaje principal de la obra es un picador que aparece sentado sobre su
esquelético caballo de lidia, el cual se muestra sin el peto de protección y
con los ojos vendados, tal y como exigía el reglamento taurino de la época,
pero curiosamente, es el propio picador quien no cumple con la referida
reglamentación, ya que no porta la pica o lanza que da nombre a su profesión.
Ambos están situados junto al burladero, mientras esperan sosegadamente la
embestida del morlaco. La figura del picador, que se muestra de perfil, aparece
con el ojo perforado por un objeto punzante (al igual que otros dos
personajes), resultado de una niñería de Lola, la hermana pequeña de Picasso.
En
la obra se aprecia una acusada desproporción del volumen de los personajes,
característica que jamás abandonaría Picasso en sus obras futuras. El caballo
es excesivamente menudo para el picador, mientras que las figuras del público
son demasiado grandes teniendo en cuenta que se sitúan al fondo de la escena.
Estos tres personajes del público van ataviados de manera muy dispar; el
personaje masculino de la izquierda porta un sombrero de ala ancha y la mujer
se cubre con una mantilla (ambos con vestimenta popular andaluza); mientras que
el personaje de la derecha aparece con un bombín sobre su cabeza, signo de
posición social más elevada.
Tras
los personajes, se muestra un fondo neutro, la oscuridad, donde se sugiere que
se han realizado algunos cambios en el escenario de las tres figuras en los
graderíos. Este fondo neutro corresponde a las enseñanzas técnicas aprendidas
por Picasso de su padre, José Ruiz y Blasco, en la niñez. Sobre la imagen del
picador, una mácula que indica la posible existencia de algún personaje u
objeto que fue borrado de la escena.
- Estancia en Galicia
Con
la crisis de 1890 la economía local obliga a la familia a dejar Málaga al
perder su padre el cargo de conservador de un museo local, a quien el pintor
mexicano José María Velasco haría conseguir más tarde un puesto de profesor de
dibujo en Galicia. Picasso dijo que su padre allí se sentía exiliado. Aunque
éste no se consideraba un niño prodigio, no dejaba de causar asombro por la
calidad y sorpresa de sus dibujos con palomas a partir de los 11 años. Comienza
a ir a la Escuela de la Guarda y en 1895 es admitido en la Escuela Provincial
de Arte de Barcelona.
1895.
La familia Ruiz deja La Coruña. Visita el Prado por primera vez y dibuja obras
de Diego de Silva y Velázquez. Ingresa en la escuela de bellas artes de
Barcelona (La Llotja) y vive cerca con su familia.
Autorretrato (impresionista) es una pintura al óleo realizada por
Pablo Picasso en 1896 y que forma parte de la colección permanente del Museo Picasso
de Barcelona. Ingresó en el museo como donación del artista en 1970 y se
encuentra expuesto en la sala 1 del museo.
Picasso
pintó este cuadro en la misma época en que hacía numerosos retratos de sus
padres. En todos esos retratos se observa un esfuerzo por captar la esencia del
ser humano. Sin dejar de lado el academicismo formal, ésta es una obra más
espontánea, con pinceladas más impetuosas.
El
trazo enérgico denota el oficio adquirido por el joven Picasso y representa, en
su concepción y factura, un paso decisivo, ya lejos de los primeros tanteos de
La Coruña.
A
lo largo de los años y especialmente hasta 1919, Picasso hizo muchas
interpretaciones de su propia imagen. El Museo Picasso de Barcelona conserva
buena parte de los de la primera época. Unas veces aparece él solo y otras
acompañado de los amigos Pallarés, Casagemas y Sebastià Junyer, incluso
disfrazado con peluca como en Autorretrato con peluca.
En
los autorretratos, Picasso utilizó diversas técnicas. Sobre todo, son
interesantes porque, al estar hechos en épocas diferentes, reflejan estilos distintos:
los hay modernistas, novecentistas, azules, rosas, primitivistas, cubistas... A
través de los autorretratos, se puede seguir su doble evolución, física y
artística. Cada uno de ellos aporta algo nuevo a su biografía personal. En la
última época de su vida, Picasso aparece en sus obras no como individuo, sino
como personaje: El pintor y la modelo, El artista y la modelo, Pintor
trabajando.
Retrato del padre del artista es una acuarela sobre papel realizada
por Pablo Picasso en 1896 y que forma parte de la colección permanente del
Museo Picasso de Barcelona, por donación del artista desde 1970.
José
Ruiz Blasco (1838-1913), profesor de la Escuela de Bellas Artes y pintor, es
uno de los modelos preferidos del joven Picasso hasta el año 1899. En estos
periodos de formación, la relación entre padre e hijo es muy estrecha. El padre
impulsa su vocación artística y tutela los pasos de su proceso de aprendizaje.
De hecho, la personalidad del padre deja en Picasso una fuerte huella. En
1943, confiesa a Brassaï:
Cada
vez que dibujo un hombre, pienso, sin querer, en mi padre [...] Para mí, el
hombre es don José, y así será toda mi vida.
Picasso en Picasso. Una biografía
Cuando
pinta este retrato, Picasso tiene 15 años. Como observa John Richardson:
Los
retratos que Pablo hizo de don José son algo más que rutinarios estudios de un
modelo. Comunican sentimientos contradictorios, como el amor filial, el
orgullo, la lástima y la mezcla de culpabilidad y redención que cualquier
alumno adolescente sensible siente por el querido y viejo profesor al que
supera.
Retrato de la madre del artista es una obra de pintura al pastel sobre
papel realizada por Pablo Picasso en 1896 y que forma parte de la colección
permanente del Museo Picasso de Barcelona. Ingresó en el museo como donación
del artista en el año 1970 y se muestra en la sala 1 del museo. Firmado P. Ruiz
Picasso en el ángulo inferior izquierdo y fechado 96.
En
1896, Picasso realiza numerosos retratos de los miembros de su familia. El
padre, la madre y la hermana se convierten en modelos habituales. Uno de los
retratos más hermosos es el que dedica a su madre, María Picasso López, con la
que siempre estará muy unido. No tardó demasiado tiempo en hacer prevalecer el
apellido materno, hasta convertirlo en firma única en la mayor parte de sus
obras. Igual que la mayoría de los dibujos de juventud, éste sigue las
corrientes de la sensibilidad de la época y las nociones estéticas que le guían
a lo largo de los años de aprendizaje académico.
El
retrato capta el momento en que la madre, de perfil, descansa medio adormecida,
con la cabeza ligeramente inclinada hacia delante y los ojos cerrados,
recreando una atmósfera plácida. El buen uso de las técnicas del dibujo y la
acertada aplicación del color, sobre todo en los reflejos lumínicos del rostro
de la mujer y en la textura de la tela de la camisa blanca, realzada por trazos
de un blanco álgido, hacen de este retrato una obra destacada del periodo de
formación del artista.
En
1970, año de la gran donación de Picasso al museo de Barcelona, la obra fue
sometida a un difícil proceso de limpieza y recuperación. Aparte de las arrugas
que mostraba el papel, estaba recubierta por abundantes manchas de moho, que
fue posible hacer desaparecer después de un trabajo lento y meticuloso,
realizado con el máximo cuidado, ya que el polvillo del pastel, que no estaba
fijado, podía saltar con facilidad. La buena labor de restauración permitió recuperar
un magnífico y perfecto retrato de la madre del artista.
Retrato de la tía Pepa es una pintura al óleo realizada por
Pablo Picasso en 1896 y que forma parte de la colección permanente del Museo
Picasso de Barcelona, por donación del artista en 1970. Se encuentra expuesto
en la sala 2 del museo.
El
Retrato de la tía Pepa es uno de los hitos de la retratística del joven
Picasso. La retratada es Josefa Ruiz Blasco (1825-1901), hermana de su padre.
El óleo, sin fechar, fue realizado en 1896 durante una de las estancias
veraniegas de Picasso en Málaga con su familia.
El
juego de luces, que destaca el rostro de la indumentaria oscura y de un fondo
en penumbra, y el tratamiento más esbozado de éstos, a favor de una
concentración en la expresión de la cara, hace de esta obra un retrato de una
profundidad psicológica sorprendente. El realismo crudo del rostro, así como el
tratamiento cromático y lumínico, denotan una clara influencia de la tradición
retratística española (de Ribera y, sobre todo, de Velázquez).
La
libertad y la fluidez expresiva del trazo, a base de una pincelada muy libre y
suelta, evidencian también una ejecución al mismo tiempo rápida y virtuosa:
Jaime Sabartés llega a afirmar que el retrato fue ejecutado en menos de una
hora, alimentando una vez más la leyenda del joven Picasso. En cualquier caso,
la celeridad en la ejecución también parece ligada a un imperativo más
prosaico: a Josefa Ruiz no le gustaba en absoluto que la retrataran y su
negativa inicial, acompañada por la falta de motivación de Picasso, habría
retrasado un año la ejecución de esta obra, que era un encargo de su tío
Salvador.
Para
Jaime Sabartés, este retrato certifica la gran capacidad de percepción que
había desarrollado Picasso desde los catorce años, que le permitía asumir en
profundidad todo lo que observaba.
Por
esto, el biógrafo Josep Palau i Fabre considera el Retrato de la tía Pepa
una obra maestra «en la que el virtuosismo rivaliza con la profundidad, como si
ambos quisieran la primacía».
1896.
En los veranos de 1896 y 1897, el paisaje adquiere una gran importancia dentro
de la obra de Picasso. La estancia de la familia en la finca que los padrinos
de Pablo, los Blasco Alarcón, tienen en Llanes (Málaga) le ofrece la oportunidad
de llevar a cabo un estudio exhaustivo de las montañas de Málaga y sus
alrededores.
Paisaje
montañoso es el más importante de esta etapa. La pincelada pastosa y espesa que
aplica, junto con la ausencia de línea, sustituida por la combinación de
pinceladas de colores vivos y con una intensa luminosidad, marcan su primer
distanciamiento de las enseñanzas académicas. La pincelada inclinada y el
acertado uso de tonos ocres se convierten en unos excelentes vehículos de
captación de la aridez del trozo de campo representado.
Paisajes
Casa de campo 1893 Pablo Picasso
Posteriormente
se presenta en una exposición pública con su obra.
La primera comunión, donde hay una omnipresencia del padre, que intenta
llevarle hasta un camino determinado. Esta metodología estaba superada en
Europa pero seguía vigente en España en la década de 1890.
La Primera Comunión es una de las obras más tempranas del pintor cubista
malagueño Pablo Picasso, realizada cuando tenía apenas 15 años de edad. Fue
pintada en 1896, utilizando la técnica de óleo sobre lienzo, y tiene un tamaño
de 166cm de alto por 118cm de ancho. Actualmente se encuentra en el Museo
Picasso de Barcelona.
La primera comunión, 1896, Pablo Picasso
En
este cuadro del pintor cubista malagueño se muestra a una niña vestida de
blanco, arrodillada ante el altar, tomando la primera comunión. Picasso destaca
esta figura al contrastar los colores rojos y oscuros del fondo con la claridad
del vestido de la joven. Se trata del primer cuadro del pintor en ser exhibido
de manera pública.
La " Primera Comunión ", completada en 1896, es una de las mayores demostraciones del
talento del artista.
Picasso, que completó un trabajo de este tipo con un
niñito de la infancia, está exponiendo en el Museo Picasso de Barcelona.
El significado de la primera comunión ("Primera
Comunión"), el nombre de la obra, proviene de la ceremonia en las iglesias
católicas. El ritual de la comunión es una ceremonia religiosa destinada a
conmemorar el Nuevo
Testamento (bíblico), que Jesús mencionó con su pan como su "propio cuerpo"
a sus amigos durante la última cena, y con el vino que ofreció como su
"propia sangre". El ritual, que se menciona en la obra de Lakin, es un ritual de
recepción llamado " Primera
Comunión". La Primera
Comunión de Picasso es una ceremonia de bendición para su hermana
Lola (nombre largo ' Dolores').
A la edad de 12 años, Lola,
era tres años más joven que su hermano Pablo. Nuestro pintor, que tenía 15 años en el momento de su pintura,
pintó a su hermana con un vestido blanco largo, una capa blanca desde la cabeza
hasta los pies, guantes blancos y flores blancas. La figura masculina en el lado
izquierdo de su hermana, Lola, puede ser José Ruiz, o el médico de familia Vilchez. La figura del lado izquierdo de
la izquierda, probablemente sea Pere, el hijo del Dr. Vilchez.
En los rituales de " Primera Comunión ", las niñas se visten de
blanco como "pequeña novia". Los hombres usan smokings.
Los delegados generalmente reciben un regalo.
El trabajo de 166 x 118 cm se presentó en un espectáculo en el año en
que se hizo, y fue encomiado por los amantes de la pintura española con los
elogios que recibió. La publicación es conocida.
Sus
dibujos no parecen infantiles, y todo se debe a que, como a finales del XIX se
vestía a los niños de adulto, igualmente se les enseñaba directamente un dibujo
profesional. Picasso recuerda haber dibujado espirales en el colegio de Málaga
mediante el método Pestalozzi. Éste se basaba en utilizar como punto de partida
los modelos geométricos y reproducir formas esquemáticas y abstractas, tras lo
que se representaba los objetos reales de manera clásica. En resumen: pensar,
geometrizar, representar. Se les inculca esta visión esquemática con círculos,
óvalos, espirales... y se les despoja de cualquier expresión infantil, pueril o
ingenua. Se notan los patrones esquemáticos en sus dibujos de las palomas. Aquí
se encuentran las raíces de su asombrosa seguridad técnica de los recursos,
aunque siempre consideró que tendría que cultivar su obra con meticulosidad y
respeto.
Su
familia, obviamente, es consciente de su habilidad y guarda estas
manifestaciones, sus cuadros y bocetos, en la casa de un familiar en Barcelona,
que más tarde serían legados al Museo de Barcelona en 1970. La estancia en
Galicia se prolonga hasta 1895, y es allí donde practica el dibujo ornamentado
y el dedicado a la figura humana. Frecuenta las tres clases dedicadas a la
copia de objetos de yeso en general, obras clásicas. En esta severa educación
académica se verá envuelto en el empleo de modelos gráficos impresos, copias de
modelos en yeso, apuntes y estudios del natural, primero aprende a reproducir
los órganos, luego las extremidades, después las partes más grandes y
finalmente los cuerpos enteros. Tiene un dominio de la composición y un manejo
las luces y las sombras.
Vista de Alicante desde un barco.
1895 Pablo Picasso
El más del Quiquet
Horta
de Sant Joan 1898. Óleo sobre tela, 27 × 40 cm.
En
junio de 1898, Picasso va a Horta d"Ebre (Horta de Sant Joan, Terra Alta,
Tarragona), invitado por su amigo y compañero en la Llotja, Manuel Pallares. La
estancia duró hasta enero de 1899, cuando volvió a Barcelona, y le dejará una
fuerte huella: «Todo lo que sé lo he aprendido en el pueblo de Pallares», diría
Picasso años después.
El
contacto directo con la naturaleza favorece la aparición en sus obras de un
naturalismo temático y cromático que manifiesta una total libertad de trazo y
de pincelada. Es el alejamiento definitivo de las severas reglas académicas.
El
ambiente cálido y fresco que se respira en el más del Quiquet queda plasmado
con la aplicación de un cromatismo nuevo y una luminosidad radiante. La
estructura del más, de una considerable complejidad geométrica, estimula la
creatividad de joven y le permite jugar con las zonas de luminosidad intensa y
con las de sombras, así como ejercitar la perspectiva.
El más del Quiquet 1898 Pablo Picasso
Casa en campo de trigo
Casa en campo de trigo 1898 Pablo
Picasso
En
1896 Picasso había recibido muy buenas críticas por su obra La Primera
Comunión, presentada en la Tercera Exposición de Bellas Artes e Industrias
Artísticas de Barcelona. Este hecho animó a su padre a alquilar un taller para
su hijo en el número 4 de la calle de la Plata del Barrio de la Ribera, cerca
de la residencia familiar en la calle Mercè. En este taller fue donde pintaría Ciencia y caridad.
Se
cree que se inspiró en la obra La visita de la madre de Enrique Paterninay
en Una sala del hospital durante la visita del médico jefe, del
sevillano Luis Jiménez Aranda. Picasso ya había pintado anteriormente algún
cuadro de temática similar (La enferma, pintado en La Coruña en 1894).
Para
preparar la obra, Picasso realizó varios apuntes previos y bocetos. El Museu
Picasso conserva 6 de estos bocetos que son expuestos de forma rotativa en la
colección permanente. Uno de ellos se encuentra pintado en el reverso de otra
obra, el Retrato de Joan Vidal Ventosa.
Una
vez finalizada, se presentó en la Exposición General de Bellas Artes de 1897 en
Madrid, y posteriormente en la Exposición Provincial de Málaga del mismo año.
Una vez acabada la muestra, la obra permanecería en Málaga, en el domicilio de
Salvador Ruiz Blasco, tío de Picasso, hasta que éste murió en 1918 y su viuda
la envió a Barcelona, donde estuvo colgada en el domicilio de la familia Vilató
Ruiz el Paseo de Gracia hasta que el artista la donó al museo, junto con otras
obras. Ciencia y caridad ingresó en el museo con el código de registro
MPB110.046 y actualmente se encuentra expuesto de forma permanente en la Sala
13 del museo.
Ciencia y Caridad,
1897, Pablo Picasso
El
lienzo, actualmente en el museo Picasso de Barcelona, representa, dentro aún de
una corriente academicista, a un médico y a una monja con un niño, personajes
que rodean a una mujer enferma –se supone que la madre de la criatura- que se
encuentra acostada en una cama. El médico, dibujado sentado mientras toma el
pulso a la mujer observando su reloj de bolsillo, encarna la Ciencia y
la monja, cuya presencia en los hospitales solía ser habitual, a la Caridad.
La unión simbólica de las mismas –que origina el título- resulta enternecedora
hasta nuestros días, y motiva a reflexionar sobre la necesidad de unir tanto la
ayuda científica a los enfermos como la espiritual y afectiva.
La
figura de la Caridad humaniza a la Ciencia, y ésta debe situarse
al lado de aquella: idea que parece desprenderse de la visión del cuadro. El
siglo XIX fue la centuria de la Medicina, la época de mayor desarrollo de esta
ciencia en toda su historia moderna, que puso las bases de su extraordinaria
difusión y progreso en el siglo XX. El médico representó mejor que ningún otro
la figura del científico, a ojos de la mayor parte de la sociedad, al estar en
contacto con todas las capas sociales. Si bien importante y definitivo para la
revolución industrial, el trabajo de los físicos, químicos e ingenieros parecía
demasiado lejano para las clases medias y populares, frente a la cotidianeidad
del médico, del "doctor". Y es precisamente ese médico de
cabecera –la cabecera de la cama- el que aparece en este cuadro, junto a
la monja.
Numerosas
órdenes religiosas femeninas, de acuerdo con su idea de asistencia y dedicación
a la sociedad, se especializaron en el trabajo en hospitales y dispensarios. La
simpática figura de la monjita en los pasillos y galerías hospitalarias
relajaba el carácter sumamente científico y serio de los médicos, y a ambos
unían –o debía unir- un sincero humanitarismo y caridad. Hoy en día, el término
de caridad resulta estar muy mal entendido, y se prefiere el de
"justicia social" aunque, en el fondo, coincidan en algunos aspectos,
aunque en otros le supera: la caridad debe ser solidaridad, entrega generosa,
desinteresada y total hacia los demás, hacia todos los hombres, ayudándoles
directamente, yendo más allá de los justos límites. Por eso pienso que el
título de esta obra no debe cambiar, no puede "actualizarse", pues su
mensaje continua siendo fundamental para que la Ciencia nunca abandone su
misión como actividad siempre en beneficio y entrega sincera, total y generosa
a la mejora de la Humanidad.
La
composición de la obra, de grandes dimensiones, sigue una estructura clásica,
donde todos los personajes están dispuestos de manera que el espectador centre
la atención en la enferma. La ambientación y dimensiones de la sala
representada intentan crear una situación intimista.
Modelos
·
Médico: La figura del médico está representada
por José Ruiz Blasco, padre del pintor, y representa la medicina moderna, el
progreso.
·
Enferma
y niño: Se trata de una
mendiga del barrio y de su hijo, a quien Picasso contrató como modelos para una
suma total de 10 pesetas.
·
Monja: Se cree que Picasso usó a algún amigo o
adolescente, pidiéndole que se disfraza con los trajes de una monja amiga de la
familia que venía de Málaga pero residía en ese momento en Barcelona. La monja
representa el socorro asistencial.
El diván
Museo de Picasso Barcelona, 1899. Pastel sobre papel.
26.2 x 29.7 cm.
El diván es un dibujo a carboncillo, pastel y lápices de colores sobre papel realizado por Pablo Picasso alrededor del año 1899 y que forma parte de la colección del Museo Picasso de Barcelona. El dibujo fue adquirido en 1932 a la colección de Lluís Plandiura. Se encuentra firmado en el ángulo inferior derecho como: «P. Ruiz Picasso.»
El diván es un dibujo a carboncillo, pastel y lápices de colores sobre papel realizado por Pablo Picasso alrededor del año 1899 y que forma parte de la colección del Museo Picasso de Barcelona. El dibujo fue adquirido en 1932 a la colección de Lluís Plandiura. Se encuentra firmado en el ángulo inferior derecho como: «P. Ruiz Picasso.»
El diván
representa una escena habitual de los locales nocturnos, tabernas y burdeles de
la Barcelona de finales del siglo XIX, en el antes denominado «barrio chino» de
la ciudad, que Picasso conoció bien.
Los
personajes apenas muestran sus rostros, mientras que el mundo de los objetos
aparece claramente delimitado por líneas gruesas de trazo fuerte y seguro, como
si quisiera remarcar su presencia en conjunto. Así, la mesa se independiza, al
situarse con precisión en un primer plano y ocultar de manera fragmentaria a la
pareja.
Al
fondo destacan dos cuadros, y en uno de ellos se observa un desnudo femenino,
que quiere señalar la naturaleza prostibularia del local. Casi oculta entre
líneas gruesas, hay una figura que volverá a aparecer en la obra picassiana: la
celestina. Aunque el centro de la composición es la pareja en actitud amorosa
en el sofá, es la vieja alcahueta de mirada inquisitiva quien crea realmente la
tensión dramática y acentúa el expresionismo de la escena.
De
este personaje de la tradición literaria española, «la celestina», se
encuentran en el museo algunos dibujos de los años 1897, 1898 y 1901. Este
personaje también ocupará una obra muy importante de la época azul, que se
encuentra en el museo Picasso de París, y en 1968 Picasso realizó un conjunto
de grabados dedicados a La Celestina.
Hay
que remarcar la utilización de tonos anaranjados, que sobresalen en el fondo
verdoso de la pared y que ayudan a dar importancia al conjunto de la escena. La
obra, impregnada aún del impresionismo autóctono del pintor catalán Isidre Nonell,
preludia los dibujos que Picasso hizo pronto en París.
- Traslado a Madrid
A
posteriori se traslada a la Academia de Bellas Artes de Madrid. Allí compara
claroscuros y modelos de yeso, experimentando un aprendizaje escultórico de
obras griegas. Luego pasa al pincel con un mismo motivo repetido para
adiestrarse con precisión en la reproducción del ojo, de la mano... para
conseguir la armonía de las partes.
También
está presente el dibujo de un solo trazo, un método muy útil para la creación
posterior de sus mundos pictóricos. Hay por aquel entonces una aprensión
académica de la realidad en la actividad clásica para el apoyo de su
esquematismo. Su proceso de trabajo está repleto de un severo racionalismo.
En
la utilización del pincel se debía aprender primero a analizar la luz, luego
aplicar un tono de base para los pormenores, tras lo que se matizan las
superficies con generosas capas de pinceladas, sombras y luces por encima, en
los detalles. Las pinturas de Picasso siguen estas premisas. Este método ignora
el valor estético propio del color, que estaba en un segundo plano, no era un
elemento autónomo aún ni gozaba de toda su expresividad. Para Picasso el color
será algo a posteriori: será monocromo y luego lo utilizará de manera
calculada.
Aquí
se harán de notar las influencias recibidas de Cézanne, Van Gogh, Gauguin, El
Greco... Su obra se basará en las monocromías (etapa azul, etapa rosa...). El
color ayuda a desentrañar la forma y el volumen. Además de estos aspectos,
realiza obras realistas.
Adquiere
tanta práctica por ir con el cuaderno siempre en la mano, al acecho de dibujar
en cualquier momento; lleno de esbozos y apuntes de dibujo. Su padre intentó
modelar el gusto del artista hacia los retratos, de carácter anecdótico e
histórico.
-
Influencia de las obras del Museo del Prado
Al
ser enviado por su padre a la Escuela de Madrid, Picasso asiste a las clases
del pintor José Moreno Carbonero. Picasso estaba cansado ya de los dibujos y se
concentra en las copias de las obras del Museo del Prado, como el Retrato de
Felipe IV, de Velázquez. En una copia que realiza el artista se observa una
falta de claridad en la percepción de los elementos individuales, y la posición
de los ojos resulta falsa.
Se
pone de moda el puntillismo y Picasso no echará de menos el cambio de la
estética artística que serían las vanguardias, por lo que nos hace pensar que
no fue un revolucionario. Hasta que no adquiere cierta madurez no percibe las
nuevas posibilidades artísticas.
Su
compañero en Madrid sería el pintor argentino Francisco Bernareggi, con quien
vivió más tarde en Barcelona. Sus visitas al Museo del Prado reavivan su
interés por Velázquez, Goya y El Greco, de gran influencia y siempre presentes
en su obra. Serán sus imágenes de referencia. El Greco se verá renovado por los
modernistas (también por Santiago Rusiñol, por ejemplo), se le da una nueva
valoración. Las revistas pronto se comprometen también a esa revalorización.
Picasso y Bernareggi copiaban al Greco en el Prado y por eso fueron llamados
modernistas. En 1881 el director del Museo del Prado tildaba sus obras de
caricaturas absurdas, pero se trataba del espíritu de trascendencia de los
modernistas lo que ellos perseguían. La influencia de las obras y grabados de
El Greco conferirían a Picasso un manejo agitado y nervioso del pincel, tonos
azules y verdes ácidos, y figuras estilizadas.
En
el cuaderno de la época de Madrid, Picasso muestra nuevas tendencias que
mejoran su iconografía y obra, por ejemplo, un dibujo de La Celestina.
- Barcelona: independencia y Els Quatre Gats
Este
período en Madrid será difícil, pues cuando considera que está formado
técnicamente comprende al mismo tiempo que no puede seguir en academias y
copiando cuadros del Prado. Por la época coge la escarlatina y, tras
recuperarse, vuelve a Barcelona. Estos años de crisis generalizada en España a
partir de 1898 se produce por la pérdida de algunas colonias, la quiebra de
numerosas empresas, el fin de los productos importados desde Cuba, etc. La
situación económica de Cataluña y el País Vasco será, sin embargo, menos brusca
al ser zonas más industrializadas.
Picasso
se marcha a Horta del Ebro, el pueblo de su amigo Manuel Pallarés. Regresa a
Barcelona sin cumplir los 17 años, y emprende su propio camino empezando a
firmar sus obras con su segundo apellido. Su padre había previsto esta ruptura
de lazos, quien hasta entonces había sido su verdadero manager. Así, al
independizarse, obtuvo Picasso un reconocimiento profesional al independizarse,
que le facilita sus relaciones a los círculos artísticos. Es aceptado en la
Exposición Universal de Madrid gracias a la influencia de Don Antonio Gran,
amigo de su padre. Presentará una pintura que en Málaga un año después le haría
conseguir la medalla de oro. En Barcelona vive una época muy agitada. Su
traslado definitivo a Francia sería en 1904, pero hasta entonces realizará
numerosos viajes a París, aunque también piensa en vivir en Madrid.
Su
independencia está muy ligada a este entorno de la cervecería de Els Quatre
Gats, donde se realizan comidas, tertulias, exposiciones, y ligado a las
sombras chinescas, a las polichinelas y las revistas. Será un gran centro de
reunión del núcleo modernista. En 1899 ya es Picasso bastante conocido en los
círculos especializados, cuando decide independizarse. En junio de 1897 se
inaugura en este local de Barcelona, situado en la Casa Martí, el modelo de los
cabarets modernos del Montmartre de ambiente bohemio.
El
nombre y la actividad del local se inspiran en un local de París llamado Le
Chat Noir, y se alude a los cuatro fundadores: Pere Romeu, Santiago
Rusiñol, Ramón Casas y Miquel Utrillo. A pesar de inspirarse en los locales
parisinos, no había ni rastro de la suciedad de éstos, y por sus actividades se
convierte en un centro de exposición y difusión para artistas de la época.
Fundado por deseo expreso de Romeu, en su interior había expuesta una pintura
en tándem de Romeu y Casas.
Casas y Romeu en
tándem, 1897, Ramón Casas
Se
llegó a fundar una revista que tan sólo duraría tres meses porque Romeu
resultaba ser un pésimo editor. También llamada Quatre Gats, llevaría dibujos
de Casas en alguna portada. Estos artistas realizaban las sombras chinescas:
figuras de papel recortado que eran proyectadas con luz desde la parte trasera.
A partir de 1899 con Rusiñol y Casas, el local se convertiría en ese lugar de
reunión modernista en que se integra Picasso. Éste trabajaría por entonces en
la compañía que preparaba la Exposición Universal de EEUU, y viaja a Chicago.
Nº 1 de la revista
Quatre Gats, febrero de 1899, Barcelona
Tendrían
importancia para su inserción en estos círculos las ilustraciones que realizaba
Picasso en periódicos o revistas (Cataluña Artística, El Liberal, Arte
Joven, etc). El traslado de esta última revista lo deja plenamente
integrado en el quehacer del momento. Se realizan campañas para la organización
de carteles publicitarios.
Picasso
dibuja como los retratistas de la época, como Sorolla. Sus composiciones son
estilizadas, y el artista zigzagueará en la onda modernista de Casas y Rusiñol,
cuya influencia sería fundamental: Casas en su estilo, y Rusiñol en su mente.
Será un pintor virtuoso que capta el lado brillante de la bohemia y otro que
capta el lado oscuro.
- Amistades y primeras exposiciones
En
la primavera de 1899 conoce al que sería su inseparable amigo Carles Casagemas,
de 18 años, uno más mayor que Picasso, adicto al alcohol y la morfina.
Proveniente de una familia adinerada y culta, intentó ser poeta y pintor.
Ha
dejado una escasa obra, y los cuadros conservados carecen de un desarrollo de
todas sus capacidades aunque sí muestran una expresividad y se orientan hacia
la caricatura. Juntos viajan a Sitges, donde la familia materna de Casagemas
poseía una villa cerca del mar.
También
participan en el liceo de Málaga, adonde viajan de vacaciones. Olvidan esos
dibujos de escenas taurinas, de patio andaluz, de mujeres de paseo y temas
próximos a la muerte donde expresaron mayor interés por las formas contracurvas
y roleos que en el volumen.
En
la obra de Picasso La chata vemos a una escuálida gitana que era la madama de
un local. Se aprecian colores más agradables que en obras anteriores, una
estilización relacionada al japonismo de moda y una influencia de Henri de
Toulouse-Lautrec en los gruesos contornos dibujados.
Picasso
regresaría a Barcelona con el empeño de convertirse en un verdadero modernista,
centrando su atención hacia los marginados, las prostitutas, etc. Tras uno de
los primeros viajes a París, devora la obra de Toulouse-Lautrec: la gran
fluidez y soltura de los ambientes que capta en su obra. Además, Picasso estaba
encantado de relacionarse con Utrillo, que era amigo directo de Lautrec, lo que
le permitía acercarse más aún a su obra.
Lo
que busca Picasso es una personalidad artística, y devora las enseñanzas que se
desprenden de las obras de otros. Los modernistas encuentran eco en la obra de
Picasso, que acude en 1899 a
la exposición en la Sala Parés de Barcelona de Ramón Casas. Los retratos que
realiza Casas son de sus amigos: Nonell, Romeu, Picasso... Para este último
supone un desafío contemplar estas 132 obras de la exposición de Casas. Son
retratos a carboncillo y a pastel. Quiso intentar superar estas obras y los
artistas de que se rodeaba estaban convencidos de que podría hacerlo mejor.
Picasso emplea tres meses en retratar a sus amigos de Els Quatre Gats y otros
artistas. Con flexibilidad, agudeza de sensibilidad y estudios de carácter
resume la personalidad del retratado. Se le llama “el feliz Goya” y, con todo,
logra superar a Casas, quien decidió no responder al desafío.
En
1900 realizará en Els Quatre Gats su primera exposición colgando estos retratos
en la pared, sin enmarcarlos ni montarlos. Recibe duras críticas que lo
mantienen alejado del público. De esos 150 retratos que expuso se conservan tan
sólo menos de 20, pues se desconoce qué fue del resto. En mayo de 1900 se
inaugura la Exposición Universal de París, y se comunica en periódicos que se
va a escoger las obras españoles que se llevarán allí para exponerse. Las obras
de Picasso figuraban en esta lista, mientras que la obra de Casas fue rechazada
por razones políticas. Sin embargo, será Casas quien ayude a Picasso junto con
otros amigos en 1901 a
hacer una exposición de pasteles en la Sala Parés.
Menú Els Quatre Gats, 1900, Pablo Picasso
Interior de Els Quatre Gats, 1900, Pablo Picasso
Els Quatre
Gats, además de introducirle en la vanguardia catalana, le proporciona una
tertulia de ámbito exclusivamente masculino. Romeu quiso hacer publicidad
exponiendo en el local obras de Casas cuyos temas Picasso reproducirá en la
etapa azul. Realizan el menú con una inspiración muy modernista donde los
personajes llevan vestimenta alemana de moda.
De este modo
adquiere el local gran fama, y en los retratos que expone Picasso vemos el modo
de trabajar antes de hacer un gran cuadro. Después abordará el mismo motivo o
tema una y otra vez desde distintos aspectos y puntos de vista hasta dejarlo exhausto,
trabajando en la variedad pictórica. Gertrude Stein, verdadera amiga de
Picasso, dijo que siempre estuvo poseído por la necesidad de vaciarse, para él
los temas eran una especie de obsesión. El artista, por tanto, se defendía ante
estos modernismos tras salir del academicismo paterno y en sus retratos se
observa la búsqueda y el análisis de uno mismo como queriendo decir “¿en qué
momento estoy?”.
Pinturas del 1896
1900
Corrida de toros 1886
Cabeza de una chica 1886
Muchacho y su muñeca 1896
Autorretrato de
caballero del siglo XVIII, 1896
Matador 1897
Retrato de Ramón
Pixot
Muchacho bohemio
desnudo, 1898
Lola su hermana 1899
Lola su hermana 1899
El beso 1899
El zurdo 1899
Picasso y el pintor Casagemas 1899
Retrato de Teresa Blasco 1899
Lola Picasso 1899
Pareja en un patio andaluz 1899
Retrato de Lola 1899
Alegoría Grotesca,
mujer y hombre joven
Retrato de Juame Sabartes
Carlos Casagemas 1899
Obsesión de
Picasso por El Greco comenzó cuando él aún estaba en España. En 1898, él representa una serie de retratos
en el estilo del maestro cretense (ver comparación con El Greco retrato del uno
mismo).
Retrato de un hombre 1899
PARÍS 1900
-
La Exposición Universal
La
obra de Picasso que se expuso en la Exposición Universal de la capital francesa
se ha perdido. Éste hace lo imposible por viajar a París a pesar de su crisis
económica personal y familiar. El desconocimiento del idioma no le importó, y
fue su amigo Carles Casagemas quien viajase con él. Al llegar, visitan a Isidre
Nonell, que regresaba a Barcelona y les ofrecía su apartamento. A estos se les
terminaría uniendo Pallarés. Se tiene constancia de que Casagemas dormía con
una mujer que, por diversos problemas, le hundiría en una profunda depresión y
haría caer en drogas y alcohol. Casagemas sufre también el abandono de sus amigos,
la despreocupación de éstos. Picasso busca justificación a esto cuando
Casagemas se suicida tiempo después, pero no consigue evitar el sentimiento de
culpabilidad de la muerte de su amigo. Él era su héroe, pues Casagemas le
profesaba gran admiración. Se ha pensado en una homosexualidad que justificase
asimismo la impotencia que le causaba tantos problemas con las mujeres. Picasso
estaba satisfecho por esta enorme admiración que Casagemas le profesaba, al
punto disolvente, frente a Pallarés y otros amigos.
Al
comenzar a trabajar sigue esta línea de color poco antes iniciada en Barcelona
y que considera necesaria para su obra desde entonces. La principal
preocupación de Picasso con la Exposición Universal era ponerse al día y a la
altura de los demás pintores modernistas.
Visitó
la enorme exposición en la que se incluían obras de David, Manet, Delacroix y
otros artistas impresionistas. También visita los Museos del Louvre y de
Luxembourg, en este último donde se colgaban obras de autores aún vivos y reconocidos.
Hace toda una ronda, además, por las galerías comerciales.
Por
este entonces no hay ni rastro de los impresionistas (Cézanne, Monet...), sino
que hay una fuerte atracción por la obra de Degas y Van Gogh. A Picasso le
atrae el trabajo de los ilustradores, como Théophile Alexandre Steinlen, y
estaba muy preocupado por la sociedad y el dramatismo folletinesco. Steinlen,
entre otros trabajos, estuvo relacionado con el cartelismo para Le Chat Noir.
La
Tournée du Chat Noir avec Rodolphe Salis, 1896, Steinlen
Au
Moulin de la Gallete, 1889, Toulouse-Lautrec
Otro artista
que llamará la atención de Picasso será Bottini. Este pintor estará presente
por retratar prostitutas con sobrecargado maquillaje. Sus litografías y
grabados se adelantan a la época azul de Picasso. Por otra parte se encuentra
el ya mencionado Toulouse-Lautrec, de gran influencia en la obra de Picasso,
quien se acerca en París a toda su obra y llena con su presencia el taller.
El modo de
trabajar, el planteamiento, el baile, la sociedad del momento, la mujer de la
época... es lo que atrae a Toulouse-Lautrec, y al final habrá una confrontación
entre éste y Picasso. Éste contaba con la capacidad de absorción del estilo de
cualquier artista, asimilándolo y haciéndolo suyo. Tanto Renoir como
Toulouse-Lautrec, Casas y Van Gogh habían tocado temas como los de los locales
nocturnos, todos dándole diferentes estilos. En unos, el ritmo de la línea
marcaba el movimiento. Para Renoir, las pequeñas pinceladas dan los toques de
luz. Para Toulouse-Lautrec, estilizar las figuras de aporta soledad.
Café nocturno en Place Lamartine, Arles,
1888, Van Gogh
Picasso
también acoge el reto: su obra adquiere amplias manchas de color, ignorando los
detalles superfluos, los personajes pierden su individualidad y se condensan
los distintos estímulos. Los colores van proyectando una personalidad en su
obra y el artista se aproxima a estas mujeres, las de Bottini. Hay un abandono
de la continua exhibición del can-can por el tango argentino y otros bailes
latinoamericanos. Picasso saca a estos personajes de la intimidad y los
presenta a la sociedad como influencia de las prostitutas en su intimidad de
Toulouse-Lautrec. Presenta momentos y personajes en intimidad en sociedad
abierta.
Le
Moulin de la Gallete, 1900, Pablo Picasso
Una
de las mayores revelaciones en París para Picasso sería el descubrimiento
social del sexo, que quedaba muy intimidado en Barcelona. Los temas personales
de cada autor son acordes, por tanto, con su búsqueda a cada momento. Es ahora
cuando sus figuras comienzan a difuminarse.
El abrazo, 1900, Pablo
Picasso
Sus
amigos del Quatre Gats en París le presentan a Pere Mañach, marchante de arte
moderno. Éste compra sus tres primeros pasteles, de estilo muy vinculado al
cartelismo, al toreo, etc. Picasso había preparado esos temas muy
comercialmente en vista de ser el gusto del público. Mañach y él harán un
contrato mediante el cual se estipula que Picasso, a cambio de un salario
mensual, realizaría una serie de obras que Mañach se encargaría de proyectar,
exponer y vender. La primera exposición que organizase Mañach de Picasso sería
en 1901 en la Galerie Vollard. El cónsul español en París compraría su obra La
bailarina azul, donde vemos una influencia del s. XIX, pues en estos
momentos España está de moda por el toreo y este preciosismo de telas de satén.
Retrato de Pere Mañach, 1901,
Pablo Picasso
Mujer
con el gato 1900,
Pablo Picasso
Pierrot y bailarina,
1900, Pablo Picasso
En el aseo, 1900, Pablo Picasso
Cabeza de mujer 1900,
Pablo Picasso
Parisina 199, Pablo
Picasso
Tirando de la cola del toro 1900, Pablo
Picasso
Tras
dos meses de intenso trabajo, Picasso y Casagemas regresan a Barcelona para
pasar una semana con sus respectivas familias, y después marchan a Málaga para
que Casagemas intente olvidar a aquella joven y sus problemas alcohólicos.
Sin
embargo, el resultado del viaje será el agotamiento físico y la frustración del
amigo de Picasso, quien se ve incapaz de aguantarlo por los posibles
sentimientos de Casagemas hacia él. Picasso logrará mandarlo de vuelta a
Barcelona, y ésa sería la última vez que se viesen. Por entonces, el artista
comienza a firmar como Pablo Picasso, omitiendo el apellido paterno, y luego
simplemente como Picasso. Decide coger un tren y marcha a Madrid en un intento
por establecerse en la capital.
Próximo Capítulo: Etapa Azúl
Próximo Capítulo: Etapa Azúl
Bibliografía
Adela Morán (coord.), Goya,
Toros y toreros, Madrid, Real Academia de Bellas Artes de San Fernando
(Catálogo de la exposición celebrada en Madrid del 15 de junio de 1990 al 29 de
julio de 1990), 1990.
Anónimo, “El hechizo de la
tauromaquia y de las civilizaciones antiguas”, El País [en línea], 06-XII-2001.
Anónimos. (2011,). Disertan
sobre la pasión de Picasso por la tauromaquia: 1. Notimex.
Carlos ALCALDE (2008). El
minotauro y Picasso. Minerva: Revista De Filología Clásica, (21), 195-209.
Jose Ángel MONTAÑES, “A los
toros con Picasso”, El País [en línea], 21-IV-2013.
Matilde BATTISTINI, Picasso,
Venecia, Electra Bolsillo, 1999.
Pedro ESPINOSA, “Goya y Picasso
hablan de toros”, El País [en línea], 04-V-2012.
Rafael ARGULLOL, Picasso
(1st ed.), Fundación MAPFRE, 2002.
AA. VV., Picasso:
Toros, Málaga, Museo Picasso Málaga,
2005.
Rodriguez
Mendez, B. (s.f.). Picasso Pablo R. Dastin Ediciones. 254 pp.
Tello,
N. (s.f.). Picasso el revolucionario. Longseller. 190pp Walther, I. F.
(s.f.). Picasso. Taschen. 733 pp.
Virginia Albarrán (coord.), Taurus.
Del mito al ritual, Bilbao, Museo de Bellas Artes de Bilbao (Catálogo de la
exposición celebrada en Bilbao del 7 de julio de 2010 al 5 de septiembre de
2010), 2010.
No hay comentarios:
Publicar un comentario