sábado, 4 de diciembre de 2021

Capítulo 2 - El Cister en España

 

El Cister en España 
El Cister llega a España muy tardío.
Existe una carta de San Bernardo dirigida al abad de Prenilly en la cual San Bernardo le disuade que se hagan fundaciones en España por ser un territorio lejano y arriesgado debido a las potenciales excursiones islámicas.
No esta muy claro cual fue la primera fundación en España, pero esta entre:
·       Monasterio de Fitero (Navarra)
·       Monasterio de Moreruela (Zamora)
A diferencia de Francia en la que el apoyo del Cister provenía de los obispos y del campesinado, en España recibirá el apoyo de los dos grupos anteriores y sobre todo de los reyes, en particular, de Alfonso VII y Alfonso VIII.
Debido a los riesgos de confrontaciones con el Islam el  Cister en España se limitara  a la zona Norte y en particular a:
·       Noroeste.- Galicia
·       Nordeste-Cataluña y Aragón 

Monasterios del Cister en España por tipo de cabecera
El monasterio de Santa María de Moreruela fue un monasterio perteneciente a la orden cisterciense ubicada en las cercanías del municipio Granja de Moreruela, en el noroeste de la provincia de Zamora (Castilla y León, España). ​ El monasterio se halla en un lugar apartado de los núcleos de población, junto a la denominada Vía de la Plata. Se considera uno de los primeros monasterios cistercienses edificados en la península ibérica. ​ El patronazgo inicial correspondió a los herederos de Ponce Giraldo de Cabrera (Príncipe de Zamora) y tuvo su auge económico hasta el siglo XIII. El auge se tradujo en posesión de tierras circundantes, expansión de la red monástica mediante establecimiento de prioratos. A este periodo dorado le sobrevino una serie de siglos desde el XVI al XVIII caracterizados por la racionalización y ahorro de los recursos obtenidos durante la Edad Media. La comunidad de monjes inicial que vivía en el conjunto se supone fue de doscientos, cifra que se vio enormemente rebajada en los siglos posteriores a poco más de una veintena, a lo sumo una treintena. Es posible que tuvieran una cantidad similar de criados diversos entre mozos de cuerda, pastores, vaqueros, hortelanos, cocineros, etc.
Los edificios que componen el monasterio fueron sufriendo diversas reformas desde los inicios medievales, llegando a convivir todos ellos con una hospedería reciente creada a finales del siglo XVIII. El devenir y la exclaustración de los monjes se producen a mediados del siglo XIX debido a una serie de leyes desamortizadoras que se iniciaron durante la Guerra de Independencia Española. Estas sucesivas desamortizaciones finalizaron definitivamente con la actividad del convento en octubre de 1835. El rigor de los elementos y de los actos de rapiña causa su estado ruinoso en apenas varias décadas. El abandono convirtió el conjunto finalmente en una ruina. Las ruinas controladas que pueden observarse a comienzos del siglo XXI se erigieron en un periodo que va desde el siglo XII hasta el XVIII. Desde la publicación de Fray Ángel Manrique a mediados del siglo XVII se ha creído que el de Moreruela era el primer monasterio cisterciense hispánico. Datándose su incorporación en 1131. Esta creencia se mantuvo en pie hasta que en 1959 en el transcurso de la Segunda Semana de Estudios Monásticos el estudioso del Císter comienza a ponerlo en duda retrasando la fundación entre 1153 y 1158, apuntando a Santa María de Fitero datado en 1140. ​ Esta afirmación abrió un debate entre los académicos que continúa existiendo en la primera década del siglo XXI. El conjunto que puede observarse a comienzos del siglo XXI es una mezcla de estilos arquitectónicos que van desde el románico tardío, pasando por el gótico y finalizando en una arquitectura del siglo XVIII.
El origen del monasterio es objeto de debate entre los historiadores de comienzos de la primera década del siglo XXI. No queda clara en las referencias documentales la posición de la primera fundación, como tampoco resulta clara la fecha en la que fue creada la primera comunidad de monjes. Las excavaciones arqueológicas y la investigación documental del monasterio son las únicas fuentes existentes en la determinación del monasterio primigenio. La primera referencia documental del monasterio se encuentra en un comentario encontrado en el Codex biblicus legionensis de la catedral de León en el que se menciona la vida del santo Froilán de Juan Diácono. ​ Esta biblia del siglo X es una copia de 920 realizada de otra que se encuentra en el monasterio de Albares de la Ribera. En esta descripción se menciona como el obispo Froilán inaugura mediante los consejos de Alfonso III el Magno un monasterio en Salvador de Tábara y el de Moreruela a la ribera del Esla.
Locupletionem eum fecit, et honores magnun ditavit, potestatem illi concessam, ut in homnen suo regno visendi loca apta et amena construeret cenobioa ad congregandas populorum turmas sub regula Sanctae disciplinas constitutas. Aedificavit Taborense cenobium ubi congregavit utrarumque sexuum centies servi animas Domino servientum. In Tavarensi arcisteri sub umbraculo sci. salvatoris. Tunc deinde propiciens loco, ubi alterum aedificaret cenobium invenit amenum et altum locum era flumen Stole discurrente. Construxit ibidem cenobium nomine Morerola ubi congregavit ducentos fere monachos sub regulari norma constitutos.
Codex biblicus legionensis

Mención de la que se obtiene la simultaneidad de ambos monasterios fundados por Froilán, que el de Moreruela se funda con casi doscientos monjes bajo una regla monástica. La mención junto al río no da precisiones acerca de que orilla fue la fundacional. Las indagaciones arqueológicas muestran que quizás fuese la primera fundación en el lugar donde se encuentra la iglesia de San Miguel Arcángel en Moreruela de Tábara es decir en la margen derecha del río Esla (flumen Stole). ​ La aceptación de esta hipótesis obliga a creer que el monasterio tuvo que cambiar de ubicación debido a las campañas militares de Almanzor en el norte de la península a finales del siglo X. Las referencias documentales de comienzos del siglo XI siguen mencionando la existencia de un cenobio en la ribera del Esla, pero igualmente se olvidan de mencionar la orilla. Durante los siglos posteriores al XI la zona norte de la provincia de Zamora genera una tupida red de monasterios. En opinión de algunos autores, ​ como parte de la política regia de repoblamiento de la zona tras las razzias de Almanzor. A pesar de estos intentos regios, y de las donaciones de los nobles, los núcleos poblacionales no crecieron suficientemente y muchos de ellos no lograron tener una población considerable. Esto fue una de las causas para que muchos de los monasterios de la zona, al final no sobrevivieran al periodo de reinado. A pesar de todo Moreruela si logró salvarse de esta primera selección debido al establecimiento de una zona de influencia debido a las múltiples posesiones que iba acumulando a lo largo del siglo XI.

Primeras noticias: Santiago de Moreruela
La primera noticia documentada a lo largo del siglo XI se debe a un pergamino de 1042 que en grafía visigótica establece que las propiedades de un conjunto de villas cercanas (Iuncello), por orden regia de Fernando I de León se donan a un futuro propietario de nombre arabizado denominado Keia Hazbe. El texto menciona el territorio de la Lampreana y Manganeses. Menciona otras localidades desaparecidas en la zona a comienzos del siglo XXI como son: Iahafes, Zabales y Rubiolos. Aparecen en el texto los aristócratas de la Lampreana y el obispo de Astorga, hecho que otorga a la cesión un valor económico y simbólico de agradecimiento. La donación regia es en concepto de usufructo vitalicio, y tras su muerte se cederán al monasterio de Santiago de Moreruela. La zona de la Lampreana se establece como un área de cierta importancia económica por la explotación salinera cercana a las lagunas de Villafáfila, estableciéndose en este instante del siglo XI tres áreas de poder en la zona: la Lampreana, Castrotorafe, y la zona gobernada por el mismo monasterio. El castro forafees la zona donde se supone se concentra el poder militar defensivo de la zona. Esto hace suponer que la muerte de Keia Hazbe hace que el mismo monasterio tenga en su área de influencia gran parte de la zona. Esto hacía que rivalizara con monasterio de Sahagún. De Keia Hazbe se conoce poco de su vida, y es de suponer que por la magnitud de la donación regia que era un noble de la zona que hizo buenos servicios al rey. Esta donación indica que el monasterio se encontraba bien establecido en una zona de gran riqueza agropecuaria, imbricado en la red social de la realeza y la nobleza. Ampliando sus posesiones hasta Carballeda, el monasterio de Moreruela comienza a rivalizar con otros monasterios vecinos, como el de Sahagún. A pesar de ello, el monasterio desaparece en la documentación posterior hasta llegado el siglo XII.
La documentada cesión del monasterio por parte de Alfonso VII de León en 1143 a su leal seguidor Ponce Giraldo de Cabrera, en la desierta población de Moreruela de Frades, abre una incógnita sobre el estado anterior del monasterio. ​ Ponce recibe este honor tras casi veinte años al servicio militar del emperador leonés. Formaba parte del más reducido círculo cercano al rey, era tenente de Sanabria y Cabrera. Ya poseía en estas fechas el título de Príncipe de Zamora. Este noble, de origen catalán, había ascendido constantemente de cargos en el seno del reino leonés debido a sus victorias militares, incrementando su contacto con la red social de nobles en la zona y recibiendo los favores del rey Alfonso VII. La orden regia era la de construir y mantener un monasterio. Es a partir de este instante cuando el monasterio se prepara para recibir la orden benedictina. La fecha del cambio no queda muy documentada, pero se produce en un intervalo entre el año 1158, cuando Fernando II de León se dirige a unos monjes de Moreruela de Santiago, y la bula del papa Alejandro III datada de 1163, en la que menciona el monasterio de San María. Es de suponer que el cambio de advocación supuso la reforma y el establecimiento de la Orden del Císter en la zona. Por lo tanto, pasaron casi veinte años desde la cesión de los bienes de Moreruela de Frades a Ponce de Cabrera y el establecimiento de la Orden en la zona, periodo de tiempo en el que se sabe comenzó la construcción de la girola de la iglesia. El patronazgo de los Cabrera se muestra en otro monasterio cisterciense de la época: monasterio de Santa María de Nogales (San Esteban de Nogales y Alcubilla de Nogales, al sur de la Bañeza). En 1164 se hace otra donación regia a la viuda del conde Vela Gutiérrez: Sancha Ponce de Cabrera en la que consta del monasterio de Nogales. Ambos monasterios quedarían ligados, mediante las donaciones del patronazgo de los Ponce de Cabrera, durante varias generaciones posteriores que llegaron a servir a Alfonso IX de León.
La girola es la parte más antigua del edificio, data de 1126
 

Conversión en monasterio del Císter: Santa María de Moreruela
Desde mediados del siglo XX los estudios históricos sobre la Orden del Císter se han centrado en establecer la cronología de cada una de las numerosas fundaciones en el norte de la península, con el fin de esclarecer el proceso de introducción y posterior expansión de la Orden del Císter en los reinos hispánicos. No obstante, este es un aspecto difícil de determinar, ya que las noticias de las nuevas fundaciones monásticas son escasas, confusas, y, en ocasiones, contradictorias. Moreruela no es un caso excepcional y se creyó durante mucho tiempo que fue el primero de los fundados en la península ibérica. Las investigaciones realizadas comienzan a mostrar una intervención de los nobles leoneses muy cuantiosa, sobre todo si se comparan con las aportaciones reales. En el reino de León los monasterios que surgieron por iniciativa de un magnate son Moreruela, San Esteban de Nogales y Sandoval, además de los monasterios femeninos de Santa María de Carrizo, Gradefes y Otero de las Dueñas, mientras que el monarca solo llegó a fundar dos monasterios cistercienses en tierras leonesas. ​ El apoyo de los nobles a estas nuevas fundaciones de monasterios concedía fama intergeneracional, permitía que fuesen un lugar de santa sepultura y de recuerdo póstumo, es decir de un tipo de perpetuación de la familia y de su recuerdo.
Entre los negocios de los monjes se encuentra la actividad minera sobre las zonas cercanas al monasterio. Las ferrerías de Figueruela se citan en una bula de Inocencio III en 1208, confirmando las posesiones del monasterio sobre las mismas, mientras que la granja de Ferreras, seguramente vinculada en algún instante a estas actividades, aparece mencionada por primera vez en 1163 cuando el papa Alejandro III toma bajo su amparo el patrimonio de Moreruela. En relación a Moreruela se localiza la única referencia a una posible actividad minera de cobre en la sierra de la Culebra (Aliste). Se trata de un documento de 1335 por el que Alfonso XI cede a los monjes de Moreruela los derechos de extraer cobre de los minerales que se encontrasen en sus términos.
El primer historiador en estudiar la introducción del Císter en España fue fray Ambrosio de Morales en el siglo XVI, y tuvo en Athanasio de Lobera un corrector capaz de definir con detalle las aportaciones de los nobles frente al rey leonés. Fue un monasterio cisterciense erigido entre los siglos XII y XIII, y situado en las cercanías de Granja de Moreruela de la provincia de Zamora, en plena comarca de Tierra de Campos. Fue declarado Monumento Nacional el 3 de junio de 1931.
Sobre un antiguo monasterio levantado a finales del siglo IX bajo el patrocinio del rey Alfonso III de Asturias se estableció una comunidad de monjes cistercienses convocados por Alfonso VII de León, el Emperador, con el propósito de poner en producción las tierras que se iban ganando a los musulmanes al sur del reino y crear las condiciones propicias para una rápida repoblación. Para ello puso a disposición de los monjes blancos del Císter los territorios de las villas circundantes que ellos se encargaron de cultivar y explotar. La fundación monástica puede fecharse en 1133.

Inicio del declive en Moreruela: siglo XIV
Maqueta de madera realizada en 2008 por Noemí Martínez Murciego y Luis Miguel González Colmenero con motivo de la Exposición «Santa María de Moreruela 1808-2008: Del olvido a la memoria» en el que muestra la disposición general de los edificios del monasterio antes de que fuese exclaustrado. Visible hoy en día en el monasterio de Santa María de Moreruela.
 

A partir del periodo que va desde 1298 hasta 1325 se produce una crisis económica en el Monasterio que pasa de un periodo de expansión a uno de recesión. Este declinar se prolongó a lo largo del siglo XIV. En el siglo XV el gobierno de Moreruela fue dado en encomienda y es posible que a lo largo del siglo los monjes trabajaran por consolidar el patrimonio y racionalizar sus rentas. Esto supuso que los monjes perdieran sus propiedades más alejadas y concentraran sus esfuerzos en los dominios más cercanos. A esto cabe añadir que si en los siglos precedentes tuvo Moreruela la protección de los Nobles, con el advenimiento del siglo XV las disputas en sus tierras fueron creciendo. De estos sucesos hay documentación en el archivo histórico de la Chancillería de Valladolid, la conflictividad con los vecinos de sus tierras, e igualmente con los monasterios vecinos. El claustro medieval del monasterio y sus otras dependencias sufrieron profundos cambios y transformaciones a partir de su incorporación a la Regular Observancia de Castilla en 1494 (denominada también como Congregación de San Bernardo de Castilla). Esta incorporación supuso un periodo de reformas en muchos de los edificios, pero igualmente se produjeron numerosas optimizaciones en los recursos, asegurando una holgada supervivencia de los monjes a cuenta de sus rentas cerealísticas.
La entrada del monasterio en la Regular Observacia trajo consigo una profunda renovación de espacios. Se desconoce la causa de esta reforma arquitectónica, quizás fuese el mal estado que se encontraba la planta, quizás fuese el intento de ofrecer un nuevo servicio. Sea como fuese las investigaciones arqueológicas realizadas muestran un gran esfuerzo constructivo a lo largo de los siglos posteriores. En el siglo XVIII los edificios se habían deteriorado y sufrieron una gran restauración que necesitaba una gran financiación. Se construyó un nuevo claustro cuyas obras continúan al comienzo del siglo XIX, viéndose interrumpidas durante las varias desamortizaciones que tendrían que ocurrir.

El final del monasterio
La caída del Antiguo Régimen y el advenimiento de la revolución liberal con el establecimiento en España del Estado liberal. Cuyas primeras acciones fueron la supresión de las órdenes regulares y la desamortización de sus bienes patrimoniales. El monasterio se extingue, los monjes se dispersan y sus bienes son vendidos en pública subasta a particulares. La comunidad de monjes entrando en el siglo XIX era estable y consistía en unos cincuenta monjes. La mitad de ellos vivía en las instalaciones, el resto se encontraba in itiniere realizando estudios, tareas administrativas, atendían parroquias, en prioratos. Uno de los primeros acontecimientos que alteraría la vida de la comunidad fue la presencia de tropas napoleónicas en 1808 durante la guerra de Independencia Española. Este suceso trajo la primera desamortización de bienes. La descripción que hace Joseph-Jacques de Naylies al acuartelar sus tropas en 1808 menciona a 36 monjes.
La primera exclaustración se realiza físicamente el 24 de marzo de 1809 y fue dictada por el regente José I Bonaparte el 18 de agosto de ese mismo año en un real decreto en el que se suprimen en España todas las órdenes monacales, mendicantes y clericales masculinas. En dicho decreto se traspasa todo el patrimonio de los monasterios al Estado en concepto de Bien Nacional. Esta regla dispersa a los monjes que se ocultan en los pueblos cercanos del territorio libre de ocupación francesa. La situación se normaliza al acabar la Guerra de Independencia y tras la celebración del Capítulo General de la Orden del Císter en el monasterio de Santa María la Real de Oseira (Orense) en 1813. Los monjes regresan con su abad al monasterio y comprueban el estado lastimoso de las estructuras tras cuatro años y medio de abandono. La carpintería de puertas y ventanas había desaparecido y el interior había sido saqueado. El restablecimiento de las propiedades llevó a una intensa labor judicial en la Chancillería de Valladolid. Finalmente en esta primera exclaustración no hubo apenas merma de patrimonio, aunque si daño de bienes. La llegada de los liberales al poder, tras el pronunciamiento de Rafael del Riego en Cabezas de San Juan (Sevilla) no favoreció a las reclamaciones de los monjes cistercienses. Las disposiciones legislativas de las Cortes de Cádiz favorecían de nuevo las políticas desamortizadoras. En septiembre de este año se presenta la Ley de Reforma de los Regulares (denominada también popularmente como Ley de Regulares) que el rey acaba firmando tras presiones y que entra en vigor el 25 de octubre de 1820. La subasta de bienes eclesiásticos hizo que en esta segunda desamortización los monjes perdieran tierras y bienes cercanas al monasterio. Las fincas de mayor tamaño son adquiridas por las familias burguesas de la zona. Aunque estos bienes regresaron a los monjes en 1823 tras varios litigios.
La aplicación de esta ley de Regulares hizo que nuevamente la comunidad de monjes, esta vez una veintena, tuviera que exclaustrarse abandonando el monasterio en noviembre de 1820. El alcalde de Benavente recibió los bienes del monasterio, evitando que los monjes vendieran parte de su hacienda. Con la llegada en 1823 de la restauración absolutista se pretendió llegar a la situación anterior intentando devolver al clero los bienes incautados por el estado, pero en muchos casos éstos habían sido vendidos. Los monjes de Moreruela regresan de nuevo al convento, esta vez menos dañado que con la invasión francesa. Se vuelve a reclamar el patrimonio en juicios interminables. El fallecimiento de Fernando VII dio inicio al reinado de Isabel II y el inicio de las Guerras carlistas. Todo ello hizo que volviera a acarrear nuevas oposiciones a la comunidad cisterciense de Moreruela, el ambiente anticlerical de la población se hizo cada vez más patente. Durante el largo proceso de las Guerras Carlistas los monjes de Moreruela dieron cobijo al obispo de León Joaquín Abarca, cabecilla carlista, suceso este que atrajo las iras del gobierno liberal contra los monjes de Moreruela.

En el año 1835 la llegada al poder de Juan Álvarez Mendizábal, con la minoría de edad de Isabel II se instaura un gobierno liberal que hizo que se radicalizara la política desamortizadora del patrimonio eclesiástico. El 11 de septiembre de 1835 se establece la ley de cierre de todos los Monasterios abiertos hasta la fecha en el territorio español. Los últimos meses de vida comunitaria en Moreruela se vivieron con mucha agitación. El abad y un monje fueron procesados por el corregidor de Benavente por desafección al Régimen. El asunto debió traer bastante revuelo a la comunidad. Los últimos días se produjeron entre finales de octubre y comienzos de diciembre de 1835. ​ Los monjes abandonaron el monasterio y tomaron cada uno un rumbo diferente. El monasterio y el monte adyacente fueron vendidos a particulares. ​

Monumento histórico e intervenciones
Una de las primeras menciones populares tras la exclaustración de los monjes se produjeron en la publicación de un periódico madrileño denominado El Tiempo, en el que aparece publicado un breve artículo de Tomás María Garnacho, posteriormente en el semanario Zamora Ilustrada por el historiador Ursicinio Álvarez Martínez en el que reproduce tres ilustraciones del monasterio: iglesia, sala de monjes y capitular. En ellas ya se puede observar el estado de ruina del conjunto. Gracias a él el conjunto se declara Monumento Histórico Artístico el 3 de julio de 1931. A pesar de ello, las expropiaciones no comienzan hasta los años 1980.

Estructura de los edificios
Vista del interior de la nave y transepto derruidos de la iglesia.
Al fondo puede verse la capilla mayor muy restaurada. 

Las ruinas que pueden admirarse a comienzos del siglo XXI corresponden a un modelo arquitectónico cluniacense adaptado a una tipología Císter. La observancia de las Reglas de San Benito hacen que el lugar elegido se encuentre en zonas solitarias, apartadas de núcleos poblacionales. Las fechas de construcción indican un periodo inicial de estilo constructivo románico que evolucionaría pronto a un gótico temprano.1​ Los abades de la congregación cisterciense transmitían a sus filiales el plan arquitectónico que habían aplicado anteriormente en la construcción de su propia abadía, así como toda la experiencia acumulada. Todos los abades de los monasterios del Císter, se reunían en Capítulo General una vez al año, y durante este periodo se discutía acerca de los detalles de la construcción y del estado de las obras en marcha o de las ya construidas. Desde el punto de vista histórico si se sabe que tras la afiliación al Císter del monasterio hizo que se comenzara inmediatamente las obras. Comenzando estas por la girola.
El núcleo monacal propiamente dicho, lo componían la iglesia y las dependencias residenciales de los monjes. Los monasterios cistercienses respondían a un mismo programa constructivo, y podían comprender otras instalaciones tan diversas como la hospedería, la enfermería, la botica, los molinos, las fraguas, los palomares, las granjas, los talleres y todas aquellas, que prestaran servicio a una comunidad auto subsistente. La organización de las obras estaban siempre a cargo del magister operis, entre cuyas responsabilidades se encontraba la organización de los maestros canteros, carpinteros y mozos de obra. Los ritmos de las obras estaban supeditados en todo instante a la situación financiera, y al ritmo de las donaciones. El monasterio de Moreruela gozaba desde sus inicios de ingresos estables cuyo origen era la producción de un tejar y varias aceñas ubicadas a lo largo del río Esla. El material pétreo con el que se han realizado los primitivos paramentos (principalmente Iglesia y Estancia) está compuesto de areniscas micáceas, cuarcitas micáceas y esquisto pizarroso. Las reformas post-medievales emplean cuarcitas. Para el enripiado se utilizan esquistos pizarrosos. Todos ellos muy habituales en la zona en las estribaciones de la sierra de la Culebra.
Lo primero en ser construido fue la Iglesia, concretamente la zona del altar que contiene los absidiolos. Tras la Iglesia se procedía a construir la sala capitular (zona de ordenamiento administrativo de la vida cotidiana) y posteriormente la sala de monjes (sala de convivencia durante los meses de invierno). Tras estos espacios se vertebraba después las áreas administrativas tales como el calefactorio, los refectorios respectivos para los monjes y los conversos. Se desconoce si el monasterio tuvo, o no, un área específica dedicada a locutorio, al igual que una fuente muy habitual en los monasterios cistercienses. 

A — Iglesia B — Sala capitular C — Sala de monjes D — ¿Calefactorio? E — Refectorio F — Cocina G — Refectorio de conversos E — Cilla. 

La iglesia
Vista del transepto y de la bóveda octopartita, ausente por su derribo.
 

La iglesia se construyó a finales del siglo XII, todavía en estilo románico, aunque con elementos de transición hacia el gótico, como los arcos de medio punto o las bóvedas de ojiva. Iniciada en el año 1162, es el primer edificio del conjunto en construirse, y a pesar de la celeridad impuesta en su construcción no se hace en una única etapa. Era costumbre construir simultáneamente las dependencias de la sala de Capítulo y de la iglesia, dando un espacio para el futuro claustro. No se conserva íntegro el conjunto del edificio, pero sí lo suficiente para dar una clara idea de sus formas y volúmenes iniciales. La orden del Císter tenía instrucciones muy claras acerca de la simplicidad ornamental de las iglesias. Es decir se construían sin esculturas, ni pinturas de ningún tipo, con ventanas de vidrios transparentes y sin torres ni campanarios de gran altura. Las paredes en el interior eran de piedra vista, o enlucidas en blanco, sin pinturas, ni vidrieras. Al igual que Todo ello contrastaba con la riqueza ornamental de las anteriores iglesias cluniacenses. La iglesia de Moreruela, al igual que otras del Císter, se dedicaba a la Madre de Dios. La espadaña con campanario que puede verse en el siglo XXI es un añadido posterior del siglo XVIII.
La geometría empleada en el diseño de su planta se inicia con un cuadrado de 100 pies carolingios de longitud. ​ El área que cubre los absidiolos y el transepto es un cuadrado de 66 pies castellanos de lado, cuyas diagonales se cruzan igualmente en las diagonales del transepto. Algunos historiadores destacan el desorden constructivo a la hora de afrontar la iglesia, existiendo incongruencias y falta de unidad en el proyecto inicial. ​ La construcción debió realizarse en tres etapas repartidas entre el siglo XII y XIII. En una primera etapa se produjo la construcción de siete absidiolos de traza circular, tangentes entre ellos, cubiertos finalmente mediante bóvedas de horno. Las siete capillas se abren a la girola mediante un arco de medio punto sustentado por dos columnas. En una segunda fase la girola se eleva sobre los absidiolos dando lugar al cuerpo intermedio. Todo ello fue iniciado con trazas románicas. Cada uno de sus tramos se cubre con una bóveda de crucería. En una tercera y última etapa se cierra la capilla principal con una cúpula de horno.
Se trata de una planta de cruz latina compuesta por tres naves muy largas de nueve tramos y transepto muy ostensible. De todo el conjunto, lo auténticamente singular es la cabecera formada por tres cuerpos de diferentes alturas: el más bajo lo constituyen siete absidiolos de traza circular que cierran exteriormente la girola cuya altura destaca sobre ellos dando lugar al cuerpo intermedio. Esta, a su vez, circunda la capilla mayor o ábside propiamente dicho que eleva su cerramiento por encima de todo el grupo formando el tercer cuerpo. Los absidiolos se cubren mediante bóveda de horno y se comunican con la girola a través de arcos de medio punto. ​ La girola está cubierta en cada uno de sus tramos por bóveda de crucería, mientras que la capilla central se cierra, como los absidiolos, con bóveda de horno sustentada por ocho columnas dispuestas en semicírculo. La capilla mayor es la parte que más remite al gótico, con columnas estilizadas y unos vanos que ofrecen al conjunto la sensación de verticalidad característica de este estilo. El presbiterio se encuentra cubierto por una bóveda de cañón. Los paramentos de las naves se realizaron con piedra arenisca empleando la técnica del opus emplectum.
Las naves de la iglesia se derribaron en algún instante entre la exclaustración y la última década del siglo XIX. Se puede intuir que eran tres, la central más alta que las laterales. Solo ha sobrevivido dos de los muros laterales, muy modificados, y los basamentos de los pilares. El muro norte se conserva hasta media altura, se abren en él tres puertas: la puerta de conversos, la de monjes (ambas proporcionaban acceso al claustro) y una tercera de reducidas dimensiones. El muro sur se conserva con su altura íntegra, pero con abundantes grietas. La iglesia sufrió una fuerte transformación interior en el siglo XVI y XVIII. Las excavaciones arqueológicas realizadas en 1985 en el suelo junto a las basamentas de las columnas muestran que en la iglesia se hacían enterramientos en época de Carlos III.
Cabecera de la iglesia desde el exterior
 

El exterior de la cabecera, vista desde el huerto, permite ver tres partes claramente diferenciadas en altura. En el nivel superior discurre una cornisa compuesta de una arquería ciega sobre modillones. El aspecto que posee este exterior es fruto de las intervenciones de 1989. Esta girola exterior se encontraba rematada inicialmente de teja, fruto de la intervención de restauración que realizó inicialmente Menéndez Pidal en los años setenta. Con los años esta intervención fue mostrando problemas constructivos debido al uso de materiales como el cemento Portland que disolvía sales minerales incompatibles con la estructura pétrea de la girola, presentando además coeficientes de dilatación diferentes, lo que provocó fisuras en la fábrica de los muros. Preocupaba mucho en las restauraciones de 1989 las humedades debidas a la diferencia de cota existente en el exterior, el terreno estaba recrecido casi un metro y esto causaba fuentes de humedad en el interior. La intervención de urgencia realizada en 1995-1996 por Leocadio y Lera sanearon todos los elementos incluidos en la restauración anterior de M. Pidal y se consolidaron los muros, finalmente se optó por construir una cubierta de cerámica. Durante estas actuaciones se pudo comprobar que la cubierta de la girola ha tenido diversas intervenciones a lo largo de la historia del monasterio.

Claustro reglar
El claustro reglar se encontraba adyacente al transepto de la iglesia en lado norte. Situación típica de la planta constructiva de los monasterios Císter. De planta cuasi-cuadrada tenía dos accesos a la iglesia en dos puertas, la de monjes y la de conversos. La puerta de monjes es la más cercana a la capilla mayor y contiene más ornamentos entre sus jambas. Queda delimitado por sus otras tres pandas: la de capítulo, la del refectorio y la de la cilla (o de conversos). En época medieval es posible que tuviera una arquería con una cubierta de madera. Hay que tener en cuenta que en el siglo XVII se rehízo todo el espacio, elevándolo a una altura más. Es decir que a comienzos del siglo XXI, lo que se observa son las ruinas del claustro del siglo XVII. Quedando restos muy dispersos del claustro medieval.
La puerta de conversos se encuentra ubicada más alejada del altar. Inserto entre el claustro y la Iglesia se encuentra la sacristía cuyo acceso se encuentra en el medio del costado norte del transepto. El claustro era el centro de la vida monacal del interior del monasterio, desde su pasillo se tenía acceso al resto de las dependencias del monasterio. Era en este espacio en el que se realizaba la lectio divina. Este claustro suele ubicarse en la zona meridional más soleada, pero otras consideraciones como el aprovisionamiento de agua, como es en el caso de Moreruela, ubiquen este claustro en la zona septentrional. Debe pensarse que el claustro era la zona desde la que se accedía a las otras dependencias del monasterio.
El Claustro medieval del monasterio y sus otras dependencias sufrieron profundos cambios y transformaciones a partir de su incorporación Regular Observancia de Castilla en 1494. Los restos que se pueden ver a comienzos del siglo XXI corresponden a los zócalos del claustro renovado del siglo XV. Se pueden ver igualmente en los paramentos de la iglesia las marcas de apoyo y ménsulas de las bóvedas. Los accesos al exterior por el este, concretamente a la huerta, quedaron cerrados en el siglo XVII. Por el oeste se encontraba la cilla, y desde el denominado pasaje de conversos se accedía a la Hospedería. Los paramentos de este lado oeste muestran arcosolios funerarios. El claustro sufriría profundas reformas en los siglos XVII y XVIII. Era habitual en los monasterios cistercienses que hubiera una fuente en el claustro, bien en el centro, bien en los lados. En el caso de Moreruela se desconoce la existencia del mismo.

Sala capitular
La sala capitular es el espacio de mayor importancia en la vida conventual tras la iglesia. En ella se reunían los monjes a capítulo al menos una vez al día. En esta sala se exponen cuestiones relevantes acerca de la administración de la comunidad. El Capítulo es igualmente el sitio donde se realizan los enterramientos importantes, benefactores y generalmente abades. En el paramento norte de la sala capitular se encuentra una inscripción que menciona un enterramiento de un magnate de comienzos del siglo XIII y su hijo: «Hic iacet Pelagius Tabladelli et hic filius eius Petrus Pelagii». La sala capitular de Moreruela es de planta cuadrada, con cuatro columnas centrales y cubierta de bóvedas de ojiva con nervios de piedra, y su ubicación relativa en el monasterio es original del siglo XIII. Se trata de una sala cubierta con bóvedas de crucería.
La mitad de la sala se encontraba desplomada ya a comienzos del siglo XX, y en las reparaciones de urgencia que se hacen el año 1985, se somete a una cubrición de encofrado hormigón que imita el ritmo espacial de las bóvedas.

Sala de los monjes
Es una sala con planta rectangular dividida en dos naves en la que los monjes hacían trabajos colectivos a cubierto de la intemperie. El suelo de esta dependencia se encuentra a una cota inferior que el resto del monasterio. Originariamente en tiempos medievales esta sala tenía cuatro puertas de acceso. Una de ellas daba acceso al huerto que hay en la parte posterior, la otra daba al patio interior, y las otras dos una de ellas a las letrinas y la otra al calefactorium. Tras las restauraciones se ha practicado solo una entrada quedando el espacio muy desvirtuado. Esta sala es posible que tuviera otros usos durante el periodo que va desde XVII al XIX, haciendo a veces de un simple almacén.

Espacios domésticos
Los espacios denominados así se encuentran en la panda norte del claustro y corresponden a la cocina, los refectorios respectivos y el calefactorio. Estos espacios fueron muy afectados por las reformas realizadas en el edificio en el siglo XVII. La cocina se encontraba en el piso superior, al haberse desplomado poco se sabe de su disposición. El refectorio de monjes medieval se subió igualmente al segundo piso durante las reformas del siglo XVII. Consta la existencia de un obrador de pan ubicado en la planta baja.
El dormitorio era el espacio que empleaban los monjes para descansar, ascendían tras el último oficio litúrgico de la tarde (subiendo por la escalera de día) y se levantaban en maitines descendiendo a la iglesia por la escalera homónima. En verano durante las largas jornadas, ocasionalmente se acostaban a mediodía. Las dependencias en los monasterios del Císter se encontraban separadas en dos, los monjes habitaban junto a la iglesia y los conversos segregados en otras dependencias más alejadas de la iglesia. Ambas comunidades se comunicaban mediante el claustro: un espacio común a ambos. Los monjes han vivido en las primeras plantas antes de la reforma impuesta en el siglo XV por la Congregación de San Bernardo de Castilla, a partir de este instante se consideró la posibilidad de residir en una segunda planta. A esta segunda planta se accede bien por la escalera de día que comunica con el claustro, bien por la iglesia en una escalera de maitines. Desde el punto de vista constructivo las dependencias de los monjes se construían al mismo tiempo que la iglesia. Una parada por temas de presupuesto, afectaba a la evolución de ambas construcciones.

Hospedería
Traspasando al otro lado del claustro reglar por el pasaje de conversos que daba a la parte occidental del monasterio, se encontraba la denominada hospedería. Que el monasterio hacía funciones de hospedería ya se sabía desde 1252, en el que se denomina hostal. La enfermería se documenta un par de años antes, y la botica se instaura por primera vez en 1306. Era una de las funciones de los monjes hospedar a todo aquel viajero o peregrino que llegara a sus puertas, bien fuese religioso o seglar.
La enfermería se colocaba en la zona más apartada del monasterio. En ella se atendía a los hermanos enfermos y ancianos. Así como a los peregrinos que estaban de paso. En la enfermería no estaban sus habitantes obligados a seguir la regla monástica de San Benito. En Moreruela, desde el siglo XIII, constantemente ardían unas lámparas en la enfermería, debido a una promesa del abad Esteban de Moreruela con el arcediano de Zamora en Toro, Pedro Pérez, en 1250. 
Sala capitular

Sala de los monjes 

Vida cotidiana
Los monjes que habitaban en las dependencias del monasterio estaban sometidos a las reglas de San Benito. El principal mandato es el ora et labora, con una especial atención a la regulación del horario temporal. Estas normas se resumen en 72 capítulos y describen con detalle las normas de convivencia. En ellas se describe no solo el comportamiento, sino que además la observancia de la vestimenta, y como se debía comportar el monje en cada uno de los oficios religiosos. La disposición de los edificios en el monasterio facilita la observancia de las reglas de San Benito. En el dormitorio los monjes descasan hasta el toque de maitines. A esta hora temprana los monjes se levantan y acceden a la Iglesia por la escalera de maitines para realizar el primer rezo del día. Tras este primer instante se dirigen todos a la sala capitular para recibir los trabajos a desarrollar. Allí quedan todos presididos por el abad tras el oficio.
Cada monje tiene una misión que realizar, los cocineros a la cocina, la mayoría al huerto, si es invierno se dirigen a la sala de monjes y allí realizan tareas de molienda, de desbrozado, etc. En la sala capitular se distribuyen los trabajos y tareas y se recibe disciplina, en el caso de haber falta. En el capítulo se recibe confesión. El cillero requiere a veces algunos monjes para trabajos de almacenamiento, porte. Los monjes novicios, conversos en la dedicación del monasterio se dedican a su lectio divina. A la hora de la comida se reunían todos en el refectorio, presidía el abad rodeado por los más ancianos de la comunidad. En el lavatorium se rasura a los monjes y en el calefactorium se reservaba a los monjes cuya debilidad necesitaba el alivio de un lugar templado y caldeado.
Al dormitorio acude el monje después de que la comunidad ha rezado Completas, caída la noche y cuando las puertas del monasterio se han cerrado al exterior.


Monasterio de Santes Creus (Tarragona) 1150 Testero Recto
El Real Monasterio de Santa María de Santas Cruces​ es una abadía cisterciense erigida a partir del siglo XII, que se encuentra en el término municipal de Aiguamurcia, en el pueblo de Santes Creus, en la provincia de Tarragona (España). Fue en el siglo XIII cuando, bajo el patrocinio de Pedro III de Aragón que expresó su deseo de ser enterrado en el monasterio, se construyó el panteón real, en el cual a su vez fue sepultado su hijo el rey Jaime II. Parte de la nobleza siguió esta costumbre medieval y escogió este lugar para su descanso eterno, consiguiendo el cenobio el tiempo de máximo esplendor y grandeza gracias a los numerosos donativos recibidos, hasta la decisión de Pedro IV de Aragón en 1340 de instalar el panteón de la monarquía en el monasterio de Poblet.
La Orden del Císter se había establecido en la península ibérica, a partir del primer cuarto del siglo XII, con fundaciones en los monasterios de Oseira, Fitero y de Moreruela, todos bajo patrocinio real por la gran necesidad que había en ese momento para conseguir una rápida repoblación del espacio reconquistado a los musulmanes. Convirtiéndose los monjes en:...activos peones de la colonización feudal. ​
Bajo el mandato del conde de Barcelona Ramón Berenguer IV y con el mismo fin, se crearon los monasterios de Poblet, Santes Creus y en terrenos cedidos por este mismo conde el monasterio femenino de Vallbona de las Monjas, todos ellos situados en la llamada Cataluña Nueva. ​ Como era norma habitual, adoptada y extendida por la orden cisterciense, sus monasterios fueron dedicados a Santa María.

Fundación
La fundación del monasterio se remonta a 1150 gracias al poderoso linaje de la Casa de Moncada, cuando Guillén Ramón de Moncada, senescal de Barcelona, y sus hijos hacen donación en aquella fecha a los monjes cistercienses de la abadía de la Grand Selva, de Toulouse (Languedoc), de unos terrenos en el lugar denominado Valldaura, cerca del actual municipio barcelonés de Sardañola del Vallés. Junto con el terreno se les concedía un permiso para utilizar los molinos de Rocabruna, además de una ayuda de 100 morabatines de oro anuales y grano suficiente, mientras durase la edificación del nuevo monasterio. ​ El que se escogiera para la ubicación del edificio del monasterio una parte baja y no la cima de la montaña, debió de ser por la existencia en ese lugar de algún tipo construcción, ya que poco tiempo después de la donación ya se encontraban en Santa María de Valldaura doce monjes, tres conversos y el abad Guillem procedentes del monasterio de la Grand Selva. La falta de suministros hídricos, así como la proximidad del gran monasterio San Cugat del Vallés y la cercanía de la ciudad de Barcelona que impedían su expansión, hicieron aconsejable enseguida pensar en el cambio de emplazamiento del cenobio. ​
Comunicados sus deseos al senescal Moncada, este consiguió ayuda del obispo de Barcelona, Guillem de Torroja, y del conde de Barcelona Ramón Berenguer IV. El conde accedió y concedió en 1155 unas tierras en Ancosa cerca de La Llacuna en la comarca de la Anoia. El lugar tampoco era adecuado por la falta de agua para dedicarse a la agricultura, hecho primordial dentro de la orden cisterciense. Por lo tanto nunca llegó a construirse un monasterio, aunque sí una granja donde se trasladó una parte de la comunidad. ​
Nuevamente la influencia de la familia Moncada, cuyo deseo era conseguir la fundación del monasterio para que fuera panteón familiar —de ahí que su intención primera fuera la proximidad a la ciudad de Barcelona, lugar de residencia de dicha familia— hizo que solicitara ayuda a su amigo Guerau Alamany de Cervelló, señor de varios castillos en tierras del Gayá, que vio con buenos ojos el establecimiento de un monasterio en sus tierras. Junto con la cooperación de los nobles Gerard de Jorba y Guillem de Montagut hicieron una donación en 1160 del paraje de Santas Creus, a orillas del río Gayá, con agua abundante y suficientes terrenos de calidad para garantizar la buena economía del monasterio. Su ubicación alejada de poblaciones y situada en plena naturaleza debió gustar a los monjes para poder llevar una vida espiritual tranquila. No obstante, por una disputa jurisdiccional entre las diócesis de Barcelona y Tarragona, en la que ambas consideraban tener derecho sobre el territorio de Santes Creus, el asentamiento se demoró hasta que el papa Alejandro III decretó la independencia del monasterio en 1168/1169, quedando exento de la obediencia ordinaria tanto del arzobispado de Tarragona como del obispado de Barcelona.  ​ El monasterio de Valldaura daba paso al de Santes Creus, el abad Pere firmó documentos como abad de Valldaura el 17 de julio de 1169 y como abad de Santes Creus el 9 de enero de 1170.

Expansión
Vista exterior del monasterio
 

Por fin, en 1174 se pudieron comenzar las obras de construcción del conjunto monástico: primero, la iglesia y la sala capitular; luego, el primitivo claustro románico, hoy desaparecido; más tarde, la sala de los monjes, el refectorio y el dormitorio. Hacia 1225 quedaban concluidas las principales dependencias. ​
En su expansión territorial, a pesar de los contratiempos sufridos durante la búsqueda del espacio ideal donde edificar finalmente el monasterio, a finales del siglo xii ya habían conseguido establecer diferentes granjas cistercienses, ​ por donde habían tenido la donación de territorios y abandonarlos por no creer oportuno instalar el cenobio, así ocurrió en Valldaura, la de Ancosa en la Llacuna y más tarde junto a Santes Creus, la granja de Fontscaldetes en Cabra del Campo, la de Valldossera en Querol, la del Codony en Morell o la de Montornés en Puebla de Montornés. Igualmente hay noticias de los numerosos pastos que poseían para sus ganados en ambos lados de los Pirineos. Además, privilegios otorgados por diversos condados les permitían pastorear por todas sus tierras. Las donaciones y legados entre los siglos xii y xiii fueron aumentando en dominios que se extendían mucho más allá de los alrededores del monasterio; así, al acabar el siglo xiii se contabilizan entre sus bienes diecinueve castillos. ​
A mediados del siglo XIII la monarquía aragonesa interfiere en el ritmo de la abadía mostrando un interés por la misma, que a la vez perturba la sencillez de la vida monástica cisterciense y engrandece el complejo monacal con nuevas y valiosas construcciones. Es época del abad Bernardo Calbó, consejero del rey Jaime I el Conquistador (1213-1276), a quien acompañó en las conquistas de Mallorca y Valencia. El sucesor en la corona, Pedro III el Grande (1276-1285), dispensó su real patrocinio a la abadía y quiso ser sepultado en ella. A su vez lo serían después su hijo Jaime II (1291-1327) y su esposa, Blanca de Anjou. A instancias de este último monarca se convirtieron las habitaciones abaciales en palacio real y a su voluntad se debe el derribo del claustro románico para ser sustituido por el gótico actual, obra del maestro inglés Reinard de Fonoll y de Guillem de Seguer, así como la construcción del cimborrio sobre el crucero de la iglesia. ​ A Pedro IV el Ceremonioso (1336-1387) hay que atribuir el amurallamiento del recinto monacal y que, debido a su predilección por el Monasterio de Poblet, el de Santes Creus dejase de ser palacio y panteón real en favor de aquel; por ello, las dependencias palaciegas volvieron a destinarse a habitaciones abaciales. ​
El papa Benedicto XIII de Aviñón visitó el monasterio en 1410. Cuando se extinguió el monasterio cisterciense femenino de Bonrepòs en la localidad de La Morera de Montsant (El Priorato), sus bienes fueron incorporados a Santes Creus junto con el traslado de los restos de la reina Margarita de Prades, segunda esposa de Martín I el Humano, que se encuentran conservados en una urna de piedra en el muro de la nave del lado del Evangelio de la iglesia del monasterio. ​

Filiales
La primera filial de Santes Creus se llevó a cabo en 1298 gracias al rey Jaime II de Aragón, cuando después de sus campañas de conquista por tierras de Murcia y Alicante, al pasar por el valle de Alfandec (Valencia), impresionado por su belleza se dirigió a su capellán y abad de Santes Creus, Bonnanat de Vila-seca, diciéndole: «Vall digna para un monasterio de vuestra religión». Así se fundó un nuevo monasterio de la orden del Cister con el nombre de Santa María de la Valldigna, cuya vida monástica finalizó con la desamortización de Mendizábal en 1835. En 1307, Federico II de Sicilia, hijo de Pedro III el Grande, donaba el territorio de Altofonte en Sicilia, cerca de Palermo, donde se fundó el monasterio de Santa María de Altofonte. Se considera así mismo una filial de Santes Creus a la desaparecida abadía femenina ciscertiense de Santa María d'Eula en Perpiñán del año 1360, que al extinguirse en 1567 pasó a depender de Santes Creus, donde servía de estancia a monjes que eran enviados a estudiar a esa ciudad. Perteneció a Santes Creus hasta que el Rosellón pasó a manos de Francia en 1659.

Privilegios
Existen documentos que señalan una serie de privilegios que tuvieron los abades de Santes Creus, como el decreto de 1210 firmado por Pedro II que les dio atribuciones de notario público; Alfonso III les autorizó el uso del sello real para sus documentos; Jaime II permitió que pudieran hacer declaraciones donde la palabra del abad o incluso de un monje tuviese credibilidad sin necesidad de juramento; inmunidad en muchos pagos como en la exención de tributos reales; poder extraer metales de las montañas, cortar madera y pastorear por los bosques reales; poder establecer mercados en poblaciones; así como al abad del monasterio de Poblet se le dio el título de Limosnero Real, ​ al de Santes Creus, a principios de siglo xiv, se le nombró capellán mayor real. Fueron priores de la Orden militar de Montesa que ostentaron hasta el año 1660, cuando a causa de su fidelidad hacia la Generalidad de Cataluña durante la Guerra dels Segadors, lo perdieron como represalia. El abad Pedro de Mendoza, pariente lejano de Fernando el Católico, consiguió ser el único abad de Santes Creus que presidió, durante el trienio 1497 a 1500, el «brazo eclesiástico» de la Diputación del General de Cataluña. En 1616 la Congregación Cisterciense de los Monasterios de la Corona de Aragón estableció, entre otras reglas, que los abades pasaban de ser vitalicios a un mandato temporal de cuatro años, con lo que se logró una menor proyección política del abad.

Complejo monacal
De acuerdo con el esquema organizativo de la Orden del Císter, el núcleo principal lo forman las tres piezas básicas de la vida monástica: la iglesia, el claustro adosado a ella y la sala capitular; se completa el recinto con el refectorio, el locutorio, la sala de los monjes o scriptorium y, en una segunda planta, el dormitorio común.
Anexas al grupo de dependencias anteriores se encuentran otras de dispar utilización como la enfermería, las habitaciones de los monjes jubilados, el claustro posterior, el Palacio Real, además de un espacio destinado a cementerio. Existe la primitiva capilla de la Trinidad, el Palacio Abacial, la capilla de Santa Lucía y el Arco Real de acceso a la plaza de San Bernardo. El monasterio de Santes Cresus sigue una construcción plenamente cisterciense con los tres recintos clásicos donde se encuentran localizados los diferentes espacios cerrados según sus aplicaciones arquitectónicas. ​

Primer recinto
El primer recinto lo forma una serie de casas que constituyen lo que es propiamente la población de Santes Creus, colocadas formando una línea horizontal antes de entrar al segundo recinto, en el centro y sobresaliendo de todas estas edificaciones, se encuentra la pequeña capilla de Santa Lucía del año 1741 que fue durante años parroquia nullius, dependiente naturalmente del monasterio. Junto a esta capilla se encuentra la puerta llamada de la Asunción o Arco Real, que en realidad servía como dependencias parroquiales de Santa Lucía ya que su grosor es el mismo que el de las casas laterales y permite admitir diversas estancias. El estilo es barroco y destaca una gran torre octogonal en el centro de su parte superior, mientras que sobre la puerta se encuentra dentro de una hornacina una imagen de la Virgen de la Asunción y un escudo con las armas del monasterio, la fachada tanto exterior como interior está decorada con bellos esgrafiados.

Segundo recinto
Al entrar por el Arco Real se aprecia una gran plaza rectangular, en cuyo centro se encuentra una fuente sobre la que hay una estatua dedicada a san Bernardo Calbó, antiguo abad del monasterio. Alrededor de la plaza se encuentran las diversas dependencias monacales antiguas, donde habitaban los monjes más ancianos y los que trabajaban en diversos oficios; todas muestran en sus fachadas decoraciones con esgrafiados realizados durante el siglo XVIII. Entre estos edificios se encuentra el Palacio Abacial, mandado construir por el abad Contijoch, en cuya construcción se aprovechó parte del antiguo hospital del monasterio llamado «Hospital de Sant Pere dels Pobres». La parte más resaltable es un pequeño patio con arcos apuntados y una galería con doble arcada. ​ El fondo de la plaza que da justo enfrente de la entrada del Arco Real o Asunción está ocupada por la fachada de la iglesia y la entrada de la Puerta Real al lateral del claustro, sobrelevados por una escalinata y donde se aprecia el intento de amurallamiento decretado por el rey Pedro IV el Ceremonioso por las almenas que coronan toda la iglesia. ​
Fachada de la iglesia
 

Tercer recinto
Al tercer recinto o el monasterio propiamente dicho, se entra por la denominada Puerta Real por la que se accede al claustro. Es una portada románica que bajo un arco ojival de descarga abre un arco de medio punto abocinado con arquivoltas baquetonadas lisas cuyas molduras se prolongan en vertical a modo de sutiles columnillas y elevado podio. No presenta capiteles propiamente dichos pero sí unos elementos ornamentales sustitutorios. Se enmarca el conjunto por dos deteriorados y recios contrafuertes. Fue mandada construir por el rey Jaime II y su esposa Blanca de Anjou, los retratos de ambos se encuentran en unas ménsulas de una arquivolta así como sus escudos. ​
Puerta Real de entrada al claustro
 

Iglesia
Las obras de construcción de la iglesia se iniciaron en 1174 y se terminaron hacia 1225. No obstante, en 1211 ya debieron estar suficientemente avanzadas como para que se procediese a la consagración del templo. El aspecto global es el de una fortaleza debido al remate perimetral almenado.

Exterior
Sobre el crucero se alza un cimborrio octogonal gótico de principios del siglo XIV, rematado por una cúpula barroca de linterna, no visible por la parte interior de la iglesia. La fachada principal, la oeste, da su frente a la plaza de San Bernardo. Contiene una portada románica del siglo XII muy abocinada, con arquivoltas apoyadas sobre columnas lisas con capiteles decorados con una serie de temas vegetales y heráldicos. Sobre ella se sitúa un imponente ventanal gótico vidriado que se conserva casi completamente en su estado original, con escenas bíblicas distribuidas en pequeños espacios, acompañado en ambos lados, por unas ventanas de arco de medio punto.
Ventanal gótico de la fachada
 

Este gran vitral gótico tiene una altura de casi 9 metros por 1,8 de anchura. Está construido con una tracería enmarcada por un arco ojival con cinco arquivoltas lisas que limitan el resto de la apertura. El calado de la vidriera está compuesto por un pentafolio inscrito en un círculo, V trilóbulos entre pequeños ángulos curvilíneos y cuatro calles divididas en cincuenta y dos compartimentos que acaban en un arco apuntado muy agudo. ​ Los plafones están divididos en pequeños compartimentos presentando el trabajo de las escenas, con una iconografía perteneciente principalmente a la vida de María y de Cristo, con un trabajo que se puede comparar al de un miniaturista de la Edad Media. Sorprende que el artista no tuviera en cuenta que serían imposibles de apreciar desde el plano del templo. La protección real de Santes Creus, unida a una serie de realizaciones arquitectónicas y artísticas sitúan el ventanal hacia el año 1280 y las características propias del mismo lo suelen datar hacia el año 1300. ​
En la fachada opuesta, en la cara oriental del ábside mayor, luce un gran rosetón, cuyas medidas son de 6,30 metros de diámetros y casi tres metros de profundidad, está conformado por columnas con doble arcos y aparte de los cristales del rosetón central, que fueron colocados en una restauración, el resto son los originales del siglo XIII. En este ábside se encuentran tres ventanas inferiores estrechas y alargadas con arcos de medio punto ocultas en el interior por el actual retablo. ​
Ábside con rosetón
 

Interior
La medida de la nave es de 71 metros de longitud por 22 de ancho, el grueso de sus muros es de 2,60 metros los que forman las naves y 2,95 el de la cabecera. El trazado de la planta responde al esquema de cruz latina de tres naves, más ancha la central, constituidas por seis tramos desde los pies hasta el transepto. Este es tan ancho como la nave central, por lo que da lugar a un crucero de planta cuadrada; en el lado oriental de cada uno de sus brazos se abren dos capillas absidiales que por ser lisas apenas se manifiestan al exterior. Sí resulta patente por fuera el gran ábside rectangular en que se prolonga el presbiterio. Adosada al paramento occidental del ala sur del transepto asciende una escalera de un solo tramo que comunica directamente con el dormitorio de los monjes; es la denominada «escalera de maitines» que se utilizaba para acceder al coro desde el dormitorio en las horas de rezo nocturno. ​
Nave central

La cubierta de las naves es de bóveda apuntada de crucería reforzada por arcos perpiaños muy anchos, ​ que descargan sobre pilastras embebidas que no llegan hasta el suelo sino que apoyan en ménsulas formadas por una serie de rodillos escalonados. ​ Además para su iluminación interior existen diversas ventanas de arco con derrame interior, situadas en las naves laterales. Consecuente con los patrones cistercienses, el interior carece de toda ornamentación, como no sea el retablo que trasdosa el altar mayor, obra escultórica barroca de Josep Tramulles, realizado en 1640, existen otros cuatro retablos en cada capilla lateral absial y otros dos a los pies del templo. ​

Sepulcros reales
En ambos lados del altar mayor se encuentran dos monumentos funerarios pertenecientes a tumbas reales de la dinastía del Reino de Aragón:
En el lado del Evangelio:
El rey Pedro III de Aragón (Pedro I como rey de Valencia y Pedro II como conde de Barcelona), fallecido en 1285. A los pies de este sepulcro, en el pavimento, se encuentra enterrado Roger de Lauria, fiel almirante de este rey, fallecido en 1305.
En el lado de la Epístola:
El rey Jaime II de Aragón, de Valencia y conde de Barcelona, fallecido en 1327. En el mismo monumento se encuentra su segunda esposa la reina Blanca de Nápoles, fallecida en 1310.Sepulcro de Pedro III
El rey Pedro III falleció el 11 de noviembre de 1285 en el Palacio Real de Villafranca del Panadés. Una vez que el médico real Arnau de Vilanova certificó la muerte del rey, se formó una larga comitiva fúnebre para enterrar al monarca en una sepultura «decente y honorífica» en el Monasterio de Santes Creus, tal como había dejado escrito en su testamento de 1282. La comitiva tardó varios días en llegar a su destino, donde con gran solemnidad se celebraron las exequias fúnebres por el soberano que fue enterrado, según el cronista Bernat Desclot, enfrente del altar mayor de la iglesia del monasterio. ​
Entre 1285 y 1291, cuando Jaime II era rey de Sicilia, ordena enviar al monasterio «diversas piedras de pórfido» para la tumba de su padre, que el almirante Roger de Lauria trajo desde esa isla. El nuevo rey deseaba construir un monumento funerario parecido a los que había visto en la catedral de Palermo de los reyes sicilianos, especialmente de antepasados suyos por parte materna, Enrique VI y Federico II, enterrados ambos en bañeras romanas de pórfido, reutilizadas como sarcófagos. ​
el cuerpo del Rey se puso despues en un tumulo que el almirante traxo de Sicilia de muy excelente porfido.
—Jerónimo Zurita, Anales de la Corona de Aragón (1562) ​ 
En primer plano la tumba del rey Pedro III y en segundo plano el del rey Jaime II
 

El sepulcro del rey Pedro III fue realizado entre los años 1291 y 1307 por encargo de su hijo Jaime II cuando accedió al trono del Reino de Aragón. Designó como director de la obra a Bartomeu de Gerona que en aquel entonces trabajaba en la catedral de Tarragona, al que se unió en 1294 el picapedrero Guillem de Orenga junto con un par de maestros pintores. El traslado del cuerpo del rey Pedro III a este mausoleo se realizó el 30 de noviembre del año 1300.
El monumento consta del sarcófago, que es la bañera de pórfido rojo, con la única decoración original romana, de una cabeza de león y dos argollas sujetas por unas garras. Le sirve de base dos esculturas que representan dos leones tallados en piedra blanca. La tapa lisa es una losa elíptica de jaspe y sobre ella hay una construcción del mismo tamaño que en sus laterales están representados entre arquerías góticas, a Cristo con los apóstoles y la Virgen María con los monjes san Bernardo de Claraval y san Benito de Nursia, en total suman dieciséis figuras policromadas. Un gran templete a manera de baldaquino de caladas tracerías dentro de cuatro arcos ojivales cubre todo el conjunto que es de planta rectangular, los capiteles de las columnas están ricamente elaborados con tema floral y tiene en los cuatro lados la representación del tetramorfo de donde salen unos altos pináculos. La bóveda que forma por su parte interior está decorada con una pintura azul y estrellas doradas. ​
El epitafio del rey Pedro III, colocado enfrente del mausoleo, en el pilar que separa el presbiterio de la capilla lateral del crucero, reza la siguiente inscripción:
Detalle de la tumba de Pedro III en Santes Creus, con el sarcófago de pórfido y sobre él una urna con las imágenes de apóstoles y santos policromados
 

PETRUS QUEM PETRA TEGIT GENTES ET REGNA SUBEGIT,
FORTES CONFREGITQUE CREPIT, CUNCTA PEREGIT,
AUDAX MAGNANIMUS SIBI MILES QUISQUI FIT UNUS,
QUI BELLO PRIMUS INHERET JACET HIC MODO IMUS,
CONSTANS PROPOSITO VERAX SERMONE FIDELIS,
REBUS PROMISSIS FUIT HIC ET STRENUUS ARMIS,
FORTIS JUSTITIA VIVENS AEQUALIS AD OMNES,
ISTIS LAUDATUR VI MENTIS LAUS SUPERATUR,
CHRISTUS ADORATUR DUM PENITET UNDE BEATUR,
REX ARAGONENSIS COMES ET DUX BARCINONENSIS,
DEFECIT MEMBRIS UNDENA NOCTE NOVEMBRIS,
ANNO MILLENO CENTUM BIS ET OCTUAGENO,
QUINTO, SISTE PIA SIBI TUTRIX VIRGO MARIA 

Sepulcro de Jaime II y Blanca de Nápoles
El testamento de Jaime II, dado en Barcelona el 28 de mayo de 1327, disponía que su cadáver recibiese sepultura al lado del mausoleo de su padre Pedro III, pero en otro mausoleo, donde se enterrarían él y su esposa Blanca de Nápoles, que a su vez había hecho voto de sepultarse en el mismo. Blanca de Nápoles falleció en 1310, mucho antes que su esposo, que aún contraería otros dos matrimonios. Mientras se esperaba la ejecución del mausoleo final, la reina fue enterrada en un primer túmulo: «quedan tumulum ad opus sepultura doimina Blanca» realizado por Jaume Llirana de Montmeló y que consta que cobró 500 sous barceloneses. ​
En el mausoleo de Jaime II y de su esposa Blanca de Nápoles, ejecutado por el arquitecto real Bertrán Riquer y Pere de Prenafeta como «lapicida» entre 1311 y 1315, se colocaría en el lado opuesto al de Pedro III. En el interior del baldaquino se colocó el sarcófago de mármol blanco doble que debía recibir los restos de ambos esposos, decorado con arquillos ojivales sobre un fondo de vidrio azul. Francesc de Montflorit en 1315 comunicaba en una carta al rey que había acabado el encargo del monarca de dos imágenes con la figura de «vostra noble madona na Blancha, regina d'Aragó» y una Virgen para la Capilla Real. El traslado de los restos de la reina se realizó el 13 de enero de 1316, se cree que por esta fecha igualmente estaría acabada la estatua yacente del rey. Cada una de las efigies de los monarcas ocupa todo el plano en declive que forma la cubierta del sepulcro, ejecutada en mármol, que cubre la urna de donde se encuentran los restos de los monarcas. Las figuras yacentes de ambos esposos aparecen vestidas con el hábito cisterciense y con corona real, junto a la cabecera se encuentran dos ángeles, posiblemente representando el momento de recoger sus almas y a las pies de la reina un perro, símbolo de la fidelidad, y en los del rey un león que representa la fuerza y el valor.
El epitafio del rey Jaime II el Justo se halla enfrente de su sepulcro y dice así:
HONORATUR HAC TUMBA QUI SIMPLICITATE COLUMBA
EST IMITATUS REX JACOBUS HIC TUMULATUS,
REX ARAGONENSIS COMES ET DUX BARCINONENSIS,
MAYORICENSIS REX NEC NON CICILIENSIS:
MORIBUS ET VITA CONSORS SUA BLANCA MUNITA,
ILLUSTRI NATA CARULO SIMUL HIC TUMULATA.
NEC FUIT HIC SEGNIS IN SUBDENDIS SIBI REGNIS,
SUBDITA SUNT JAMQUE SIBI MURCIA SARDINIAQUE,
FLORUIT HIC QUINQUE REGNIS TEMPUS UTRIUMQUE,
RESTITUIT GRATIS TRIA JUS SERVANS DEITATIS,
HIC HUMILIS CORDE PECCATI MUNDUS A SORDE,
MISERICORS MUNDUS ANIMO SERMONE FACUNDUS,
JUDICIS JUSTUS ARMIS BELLOQUE ROBUSTUS,
LAETUS NON MAESTUS VULTU MITISQUE MODESTUS,
DICI PACIFICUS MERUIT QUIA PACIS AMICUS,
REGNA TENET COELI DOMINO TESTANTE FIDELI,
CUM SE COLLEGIT HABITUM CISTERCIENSEM PRAE ELEGIT,
QUI CUNCTA REGIT PARCAT QUAE NESCIUS EGIT.
DEFECIT MEMBRIS SECUNDA NOCTE NOVEMBRIS,
ANNO MILLENO CENTUM TER BIS QUOQUE DENO
SEPTENOQUE PIA SIBI SISTAT DEXTERA VIRGO MARIA. AMEN 
Detalle del mausoleo de Jaime II
 

En diciembre de 1835, durante la Primera Guerra Carlista, la Legión francesa de Alger y varias compañías de miqueletes se alojaron en el edificio monacal, causando numerosos destrozos en el mismo. Las tumbas reales de Jaime II y su esposa fueron profanadas. Los restos de Jaime II, hijo de Pedro III fueron quemados, aunque parece que algunos restos permanecieron en el sepulcro. La momia de la reina Blanca de Nápoles fue arrojada a un pozo, de donde fue sacada en 1854. El sepulcro de Pedro III, a causa de la solidez de la urna de pórfido utilizada para albergar los regios despojos, impidió que sus restos corrieran igual suerte. ​

Claustro
El monasterio contaba desde su origen con un sencillo claustro románico levantado hacia finales del siglo xii y principios del xiii. A instancias del rey Jaime II y con su patrocinio, el abad Pedro Alegre acomete en 1313 la demolición del claustro antiguo y la construcción del actual, todo ello sin alterar las dependencias que ya existían en el entorno claustral, desde la propia iglesia hasta la sala capitular y demás estancias monacales. Lo único que se conserva del claustro primitivo es el templete que alberga la pila-lavadero en la que los monjes se lavaban las manos tras las tareas agrícolas, antes de pasar al refectorio o dedicarse a los rezos. Este templete se trata de una construcción de planta hexagonal, cada uno de cuyos lados está formado por dos arcos de medio punto sobre columnas de doble fuste. Se suprimió la columna central del lado por el que se anexa al claustro para dar mayor amplitud al acceso. La cubierta es de crucería a base de porciones de bóveda apuntada y con la clave que muestra la cruz heráldica del monasterio. ​
Un ventanal del claustro por el que se aprecia el antiguo templete o lavabo románico

El claustro actual consta de cuatro galerías cubiertas con bóvedas de crucería. Se debe a la mano del maestro inglés Reinard de Fonoll, a cuya obra dio continuidad Guillem de Seguer, quien probablemente ejecutase la tracería de los ventanales, en cada galería con diferente ornamentación. Las crujías mayores la forman ocho ventanales y las menores siete. Es de un refinado estilo gótico exultante en sus arcuaciones, en las estilizadas columnas, en las bóvedas de ojiva y en la exuberante ornamentación de los capiteles de gran riqueza iconográfica, con motivos vegetales, animales, figurativos y narrativos con escenas bíblicas. Contiene las tumbas murales de algunos nobles catalanes, y quedan restos de pinturas, una de ellas representando la Anunciación. ​

Escultura del claustro
La variedad y temática de la escultura que se encuentra representada en los capiteles y en los frisos de los pilares resultan sorprendentes en un monasterio de la orden del Cister, al estar todos los seres rechazados por san Bernardo de Claraval en su Apologia ad Guillelmum, recogidos en este espacio claustral. ​
Por la entrada de la Puerta Real que da paso del segundo al tercer recinto monástico, se encuentra el claustro justo en el ángulo sud-oeste. El pilar que lo forma está tallado con un ciclo dedicado al Génesis a manera de friso en todo su alrededor, mostrando una serie de escenas historiadas sobre: la creación de Adán; la de Eva; el Paraíso; la tentación de la serpiente; la caída en el pecado; la vergüenza de ambos escondidos entre matorrales, donde se encuentra una filacteria en la que se lee: Adam, Adam, ubi es? Respondit Adam: Domine, audivi vocem tuam et timui; y la expulsión por el arcángel Uriel. Sigue la historia, recorriendo el pilar hacia la parte del jardín del claustro, donde se ve el resultado del pecado: Adán trabaja la tierra mientras Eva hila y sus hijos Abel y Caín se dedican a trabajos del campo y del ganado. ​
Friso en un pilar sobre la Creación de Adán y Eva

Adán, Eva con sus hijos Caín y Abel después de la expulsión del Paraíso 

En la galería del Este, la decoración empleada es mayormente la vegetal, aunque en la parte central donde se encuentra la entrada a la sala capitular, los capiteles de los pilares están llenos de pequeños animales como indefensos frente a otros de aspecto antropomorfo que parecen querer atraparlos. En las siguientes decoraciones de este mismo lado aparece el picapedrero con sus herramientas de trabajo, la maza y el cincel, hecho habitual en muchos capiteles de otros claustros, y una serie de personajes satíricos que se han interpretado relacionados con la Stultifera navis o el Festum asinorum, obras que circulaban en el siglo XIV acerca de la vida alegre, vicios, lujuria y corrupción que afectaba a la nobleza y clérigos de la época. Este mismo tema continua en la galería sur donde la representaciones del pecado se mezclan con seres monstruosos y otros símbolos benéficos. Hacia la parte donde se encuentra el templete-lavabo y la siguiente galería oeste se aprecian elementos heráldicos, los palos del rey Jaime II así como las flores de lis de la reina Blanca de Nápoles, patrocinadores de la ejecución del claustro. Armas de las familias nobles como los Cervelló y Queralt y la de algunos abades del monasterio como Bonanat de Vilaseca que debió de hacer alguna aportación económica o Pedro Alegre en cuya época se empezó la construcción del claustro. ​
Lucha entre animales fantásticos
 

Animales imaginarios

Luchas entre especies 

En el pilar angular de la parte Noroeste, está representado un personaje que se cree pudiera ser el autorretrato de Reinard de Fonoll. Es un rostro de un hombre joven y coronado con flores, símbolo de la resurrección, colocado en un sitio apropiado ya que este pilar se encuentra junto a una de las dos entradas que posee el claustro a la iglesia. ​
Grupo escultórico sobre la puerta de entrada del claustro a la iglesia

En el ángulo del Nordeste se encuentra la otra puerta que comunica el claustro con la iglesia en su zona cercana al crucero. Sobre el arco de medio punto de la puerta se encuentran cinco esculturas: Cristo resucitado en el centro con las manos en alto, el torso y los pies desnudos para mostrar las señales de las heridas sufridas. Le acompañan tres ángeles con los instrumentos de la Pasión —la cruz, la corona de espinas, los clavos, y el recipiente del vinagre junto con la esponja— y una imagen de rodillas correspondiente al donante que lleva un báculo abacial, por lo que se cree que debe representar al abad Miró que era el que estaba en funciones en el año 1341 cuando se finalizaron las obras del claustro. En la ménsula de Cristo se encuentran unos ángeles tocando las trompetas de la llamada a la resurrección de los muertos con Adán y Eva. Todo este pequeño conjunto escultórico es una representación somera del Juicio final.
Tumba de Ramon Alemany en la galería meridional del claustro
 

En el claustro se encuentran numerosas tumbas y lápidas de importantes familias catalanas que contribuyeron con donativos a la construcción y expansión del monasterio, con ello conseguían el privilegio de su enterramiento en este lugar. Se colocaban bajo los arcosolios de las galerías, sepulcros más o menos ornamentados con estatuas yacentes o sin ellas y decorados la mayoría con las armas familiares. Del linaje de los Queralt, incluso llegaron a trasladar, a finales del siglo XIII, los restos de otros familiares que se encontraban enterrados fuera del monasterio.
De la familia Alemany se encuentra un sepulcro en la galería meridional que fue trasladado en 1625 desde el antiguo hospital de los pobres de este mismo monasterio. Es una tumba perteneciente a Ramon Alemany fallecido en 1324 durante la conquista de Cerdeña, que muestra sobre el sarcófago, bajo un arcosolio, la imagen yacente del difunto con dos ángeles sosteniéndole la cabeza y con una corona de flores que alude a la esperanza de la resurrección. En el frontal de la caja mortuoria de piedra, se encuentran en relieve, las imágenes de los doce apóstoles, distribuidos en pareja bajo unas arcuaciones góticas. ​

Sala capitular
Fachada de la sala capitular
 

La de Santes Creus responde al esquema prototípico de las salas capitulares de la Orden del Císter. Se ubica en el centro del ala oriental del claustro, separada por la sacristía del extremo del transepto de la iglesia. La orientación de la estancia permite la entrada de la luz de la mañana por tres ventanas abiertas en su paramento de levante, sin perjuicio de la que penetra por otros dos ventanales de mayores proporciones y de más elaborado diseño que se sitúan uno a cada lado de la puerta de acceso. Estas dos ventanas y la puerta forman una triple arquería que, como toda la sala, acusan el estilo románico propio de la época en que se construyó esta dependencia: están formadas por arcos de descarga de medio punto bajo los que se alojan parejas de arcos del mismo tipo que apoyan sobre columnas de doble fuste con capiteles y basas separadas. Para un mejor tránsito, la puerta carece de mainel.
Interior de la sala capitular
 

La planta de la sala es un cuadrado subdividido en nueve porciones, por medio de cuatro columnas centrales. Cada uno de esos nueve espacios se cubre con una bóveda de crucería cuyos nervios descansan sobre las propias columnas o sobre ménsulas embebidas en los muros, al igual que lo hacen los arcos fajones de medio punto. Los plementos son segmentos de bóveda de cañón. Un banco corrido de fábrica se despliega a lo largo de todo el perímetro interior de la sala en sustitución de la sillería de madera que en su día utilizaba la comunidad para reunirse en torno a la sede presidencial del abad. En el pavimento se aprecian las lápidas esculpidas en relieve de siete tumbas de otros tantos abades que ocasionalmente fueron enterrados aquí, a pesar de que por norma se les inhumaba en el cementerio común del cenobio, exceptuando a uno de ellos que fue obispo. ​

Dormitorios
Se trata de una nave diáfana rectangular de grandes dimensiones (aproximadamente 46 m de longitud x 11 m de ancho x 6 m de altura) situada en la planta superior del ala este del claustro, esto es, sobre la sala capitular y la sala de los monjes, su construcción data del año 1173. Inicialmente los frailes dormían con sus sayales sobre unos jergones tendidos en el suelo en un único espacio común, sin divisiones como mandaban sus reglas. Se mantuvo así hasta los últimos siglos que se tabicaron. Existe un doble acceso al dormitorio: por la escalera de maitines que comunica directamente con la iglesia por el brazo sur del transepto; y por la escalera de día que permite la subida desde el claustro. Asciende esta por un espacio contiguo a la sala capitular que, por sus dimensiones, obliga a desarrollarla en dos tramos, mientras que la otra escalera es de uno solo. La sala se cubre mediante once arcos apuntados que descargan sobre ménsulas embebidas en los muros laterales con decoración vegetal y geométrica. Estos muros van perforados entre los arcos por ventanales que, además de la iluminación, permiten la ventilación cruzada. Hoy el dormitorio se utiliza como sala ocasional de conciertos.
Dormitorio de los monjes
 

Claustro posterior
A este claustro, conocido también como el «Claustro viejo» o «Claustro de la enfermería», se llega desde el claustro gótico principal a través del espacio que servía como antiguo locutorio monacal, lugar donde los monjes recibían por parte del abad la distribución de sus trabajos diarios. ​
Consta de planta rectangular formando sus galerías por medio de arcos apuntados con grandes óculos encima de ellos en una de las galerías y sin ninguna otra clase de decoración en todas sus galerías. Su construcción se realizó sobre uno anterior, seguramente el primero que se usó cuando la fundación del monasterio. En el siglo XVII, época de su reconstrucción según algunos autores, se emplearon diversos elementos del primitivo claustro y según otros su edificación se realizó con el traslado del claustro que había pertenecido al convento femenino de Bonrepòs en la localidad de La Morera de Montsant y sus bienes fueron incorporados a Santes Creus, cuando se extinguió en el año 1452.
Alrededor de este claustro se encuentran diversas dependencias como la bodega, construida a finales del siglo XII y con una construcción muy similar a la sala capitular, dos columnas en la parte central de donde parten los arcos que dividen el espacio en dos naves de seis tramos con bóvedas cubiertas. Cercana a la bodega se encuentra la prisión, local necesario en cuanto que los abades, entre sus privilegios, se encontraba el tener poderes civiles sobre la población de sus territorios. Existen restos de la antigua cocina que tenía comunicación con el refectorio, el cual se ilumina por medio de ventanales altos y estrechos. Los bancos donde se sentaban los monjes se encuentran apoyados en los muros, sirviéndoles de respaldo un zócalo de cerámica que hay en todo su perímetro.
Una galería del claustro posterior

En este mismo recinto está la primitiva iglesia del monasterio de estilo románico dedicada a la Trinidad y más tarde, cuando dispusieron de la iglesia mayor, fue convertida en capilla de la enfermería de los monjes.

Palacio real
Patio del Palacio real
 

Situado en la parte sur de este segundo claustro se encuentra el Palacio Real, cuya construcción se ha llevado a cabo en diversas fases aprovechando las antiguas construcciones. Se cree que ha habido hasta tres dependencias reales diferentes. El primero fue el rey Pedro III el Grande, cuando decidió tomar bajo su protección el monasterio y convertirlo en panteón real, hacia 1280, mandó iniciar las obras del Palacio. Por la destrucción en gran parte del edificio debido a unas riadas hacia el año 1315, su hijo Jaime II decidió realizar un nuevo palacio trasladándolo al lado derecho de la fachada de la iglesia, formando parte del frente total de monasterio. El edificio constaba de dos plantas y el acceso a la planta superior se realizaba a través de una escalera por la fachada exterior, cuyos restos fueron derribados en el año 1958 durante la pavimentación de la plaza principal del segundo recinto del monasterio. ​
La parte hoy conservada se debe al monarca Pedro IV, quien sin conocerse la razón, a la muerte de Jaime II, decidió derribar el palacio aún sin finalizar de su precedesor y trasladar su construcción hacia el año 1350 al mismo emplazamiento del primero ordenado por Pedro III. ​
Dintel de la Escalera
 

Las dependencias están en torno a dos patios contiguos y se distribuyen en tres niveles. Un pequeño vestíbulo, con artesonado policromado y decorado con los escudos de Cataluña y del monasterio perteneciente al abad Porta (1390-1402), por el que se accede al patio principal, el más ornamentado, con un pozo en su centro, unos sencillos canecillos escalonados sostienen unos arcos rebajados y adosados a la pared que aguantan la escalera hacia la galería superior. En el pasamanos se sostienen dos bellos y finos arcos y está adornado por unas esculturas, colocadas al principio y al final, representando la caza por parte de un león de un jabalí y una gacela, símbolo de la fortaleza real. En el dintel de entrada inferior a esta escalera destaca un relieve que muestra el escudo de los cuatro palos entre leones y ángeles y tenantes junto con ornamentación vegetal.
La galería superior ocupa tres lados del patio, está compuesta por once columnas que forman unos arcos ojivales de fuste delgado y esbelto con capiteles decorados, la cubierta está realizada por un artesonado con abundantes escudos del monasterio, abades y la Casa de Aragón. Las dependencias se encuentran en el primer y segundo piso pero ya muy transformadas. ​

El Real Monasterio de Santa María de Poblet, es el prototipo de abadía cisterciense española.
Localizado en la comarca de la Cuenca de Barberá, en el término municipal de Vimbodí y Poblet, en Tarragona (España), el primer cenobio fue impulsado y patrocinado por Ramón Berenguer IV, conde de Barcelona, que lo entregó a los monjes bernardos de la abadía de Fontfroide en el año 1149.
Fue panteón real de la Corona de Aragón, desde finales del siglo XIV​ hasta la extinción de la casa real de Aragón en el siglo XV.
Enriquecido con distintas donaciones, alcanzó su máximo esplendor en el siglo XIV, y su total decadencia y abandono en 1835 como consecuencia de la desamortización de Mendizábal.
La etimología del término Poblet deriva del latín populetum (alameda). El lugar fue siempre muy rico en vegetación y bosque de estos árboles (los álamos), lo que dio lugar a que en 1984 fuera declarado Paraje Natural de Interés Nacional, con 2100 hectáreas y 50 fuentes naturales.
El monasterio de Poblet fue una fundación del conde de Barcelona Ramón Berenguer IV que alrededor del año 1150 donó las tierras de Populetum a la abadía francesa de Fontfroide (o Fontfreda) en el momento en que era abad Sancho I de Provenza. Fontfroide era filial de Claraval y estaba cerca de Narbona. Estas tierras que se ofrecieron son las situadas en la Cuenca de Barberá, en el término municipal de Vimbodí, cerca de Espluga de Francolí con las montañas de Prades como telón de fondo. El enclave tenía las condiciones recomendadas por el Císter para la fundación de un monasterio: podía estar aislado, con agua abundante y un extenso entorno para la agricultura.
Con la fundación de este monasterio sumaron cuatro las grandes abadías cistercienses: Claraval (en el valle de Absinthe (Francia), la Gran Selva (en Languedoc), Fontfreda (cerca de Narbona) y Poblet. La primera comunidad se estableció bajo el mandato del abad Guerau, en 1153. En documentos que se conservan se data una donación de los vizcondes de Cardona dos años antes, 1151. Durante siglos fueron frecuentes las donaciones tanto de reyes como de familias de la nobleza. Gracias a estos documentos sobre las distintas donaciones y regalos se ha podido ir siguiendo el estado de las obras de construcción y el acabado de las dependencias del claustro o de los tramos de la iglesia. En un testamento de 1184 se dice que el templo estaba aún en obras; otro documento del mismo año se refiere a un donativo del rey para las luminarias del altar de Santa María, lo que hace suponer que al menos el presbiterio ya tenía culto. Durante la segunda mitad del siglo XII fue miembro de la congregación san Bernardo de Alcira, entonces príncipe andalusí, que ingresó en la orden cuando era embajador de Valencia en la corte de Ramón Berenguer IV.
En 1340 Pedro el Ceremonioso mandó crear el panteón real y nobiliario en el que llegó a haber hasta 16 yacentes. La elección de sepultura iba aparejada a importantes donaciones: tierras, hombres y dinero. Además se construyeron capillas privadas como las de Urgel y Argensola. Los linajes más importantes de Cataluña se ocuparon del monasterio en gran medida: Condes de Urgel, Cervera, Cardona, Puigvert, Boixadors.
El monasterio de Poblet había estado desde su fundación bajo la protección y el patronazgo de los reyes. Al extinguirse la Casa Real de Aragón​ comenzó su gran decadencia aunque algunos abades intentaran en el Renacimiento dotarlo de obras nuevas. Así el abad Caixal contrató al escultor Damián Forment para realizar el retablo de la capilla mayor en piedra (1526-1531), obra realmente excepcional cuyo coste fue tan desmesurado que provocó la sublevación de los monjes en contra de su abad a quien condenaron a reclusión perpetua con los cargos de «dilapidación y falta de observancia».

Organización del monasterio
Poblet es uno de los grandes y mejores ejemplos de monasterios del Císter. El historiador general de la orden, el padre Manrique dice en su obra:
Populetum… toto orbe christiano nulli secundum.
Desde el principio de su fundación se tuvo el propósito de que el monasterio abarcara una zona de cultivo ejemplar en que se encontraran dentro de la propiedad, granjas (las llamadas grangiae), agua abundante y bosque para explotar (bosque de Castellfollit y La Pena, un fresco bosque de ribera con un maravilloso encinar, donde los monjes tuvieron además su pozo de nieve). Cada una de las granjas estaba gobernada y dirigida por un monje que a su vez estaba al frente de la familia compuesta por legos, guardas rurales, hortelanos, etc. A finales del siglo XII el monasterio era el dueño de 17 granjas.
Poblet llegó a reunir todo lo necesario para su subsistencia sin tener que salir del recinto. Constituía una verdadera y completa población al estilo de Cîteaux y Claraval. Además de las dependencias obvias y primarias de cualquier monasterio, Poblet contó con enfermería, farmacia, cementerios, jardín de plantas aromáticas, molinos, panaderías, e incluso un calabozo ya que el abad tenía la potestad de un señor feudal.
Los abades de Poblet llegaron a abarcar un poder jurisdiccional inmenso que no solo se extendía sobre sus monasterios y posesiones sino que además eran vicarios generales del Císter en los reinos de Aragón y Navarra. En las Cortes de Cataluña tenían un lugar destacado y hasta llegaron a obtener el cargo de Diputado de la Generalidad. El rey Pedro IV el Ceremonioso otorgó a los abades (o en su ausencia a los monjes delegados) el privilegiado cargo de Limosnero Real en la Corte. Ejercían el alto honor de acompañar al rey en sus empresas y en sus batallas de conquista, siendo con frecuencia sus consejeros o sus embajadores.
Pedro II otorgó el título de Notario real al monje con cargo de archivero. Tanto el abad como los monjes estaban exentos de juramento en los pleitos y juicios ya que se suponía que su palabra valía más que un juramento. ​
Un mandato de Jaime I de 1222 decía que en cada una de las propiedades del monasterio de Poblet se tenía derecho a enarbolar la insignia real en señal de estar bajo la protección del rey.

Construcción del edificio
La construcción de este monasterio cisterciense tal y como ha llegado a nuestros días comenzó aproximadamente sobre el año 1163, es decir a los diez años de su fundación, tal y como se venía haciendo siempre. ​ Está documentado que en este año de 1163 Arnau de Bordells hizo una donación para la construcción definitiva en piedra y el señor de Espluga Jussana, Ramón de Cervera extendió una autorización a los monjes para que pudieran
… extraer la piedra necesaria para construir el monasterio y sus dependencias.
Los edificios del Císter tenían muy en cuenta el enclave y su entorno. Uno de los condicionantes que más se respetaba era la existencia próxima de una corriente de agua de la cual se extraían los canales necesarios que hacían pasar por el propio y definitivo complejo monástico. En el momento de la fundación de un monasterio cisterciense se erigían provisionalmente una serie de estancias adecuadas para la vida comunitaria en espera del gran edificio definitivo que solía construirse pasados unos diez años y a veces veinte. También podía ocurrir que existiese ya algún tipo de edificación antigua y modesta donde los monjes empezaban su andadura. Cuando se iniciaban las grandes obras en piedra, se construía deprisa una pequeña capilla que generalmente quedaba después como capilla de enfermería, y en algunos casos como en el monasterio de Poblet, tenía incluso adosado un pequeño claustro, llamado aquí claustrillo de San Esteban o de la Enfermería, nombre del santo a quien está dedicada la iglesita. La capilla de San Esteban se dedicó después a capilla funeraria. Esta construcción y su claustro constituyen el núcleo más antiguo (siglo XII) de todo el recinto.
Mientras los monjes vivían en este núcleo descrito, se fue alzando la definitiva iglesia, entre los años 1162 y 1196. En 1200 estaba ya terminado el muro norte colindante con la panda sur del claustro. Tras estas obras se debió construir la primitiva sala capitular (que se transformaría años más tarde), la sacristía antigua, el locutorio y el dormitorio de monjes en el piso de arriba. A mediados del siglo XIII se hicieron ampliaciones y renovaciones tal y como se documenta en escritos conservados de donaciones y testamentos.
En 1225 y 1234 se habla de la obra del refectorio de conversos; otro documento de 1243 señala la obra del dormitorio. De esto se deduce que a mediados del siglo XIII ya estarían levantados al menos tres de los cuatro lados del claustro.
Donaciones hechas en 1249 y 1250 dejan bien claro que eran para las obras del «nuevo capítulo» y ornamentación de la «sacristía nueva» y «nuevo dormitorio», es decir para sustituir o remodelar las antiguas estancias de finales del siglo XII.
El monasterio se amplió en el siglo XIV con las obras del atrio del obispo Copons, la bodega (en sustitución del dormitorio de legos) y el dormitorio de monjes jubilados. A finales de este mismo siglo se construyó el complejo del llamado palacio del rey Martín el Humano. Entre los años 1789-1792 se construyó la sacristía nueva adosada al muro sur de la iglesia y ocupando un sector de la línea de la muralla.

El complejo monástico
Todo el conjunto monástico está conformado por tres recintos bien diferenciados y comunicados entre sí por unas puertas de acceso. Pasada la actual carretera de L’Espluga de Francolí (que antaño fue el paseo de San Bernardo, propiedad de los monjes) se llega a las inmediaciones del primer recinto.

Primer recinto
Se llama Puerta de Prades a la entrada a este recinto; es de arco de medio punto con grandes dovelas en la parte exterior, y de arco apuntado por su cara interior. Sobre la puerta se encuentra un nicho con una imagen de la Virgen María como advocación del monasterio. Muestra también el escudete del abad Fernando de Lerín (1531-1545), la jarra con azucenas o lirios (símbolo de pureza) y las iniciales PO que se refieren a Poblet.
En este primer recinto había un espacio donde estaban las habitaciones de los labradores, obreros, legos y demás “familia” del monasterio. El abad Guimerá (1564-1583) había mandado construir un pozo, un abrevadero y unas conducciones de agua y para constancia de su mandato se imprimió su escudo en piedra: dos fajas rojas en campo de oro. Todavía subsiste la casa del monje portero que fue edificada en tiempos del abad Fernando Lerín, cuyo escudo también se conserva.
Puerta Dorada, al fondo la puerta barroca de la iglesia
 

Después de pasar una alameda se llega a la puerta de acceso al 2ª recinto. Se llama Puerta Dorada haciendo alusión al chapeado de planchas de bronce que la recubrían y que fueron doradas por voluntad de Felipe II en 1564 cuando pasó la Semana Santa en este monasterio. Se construyó esta puerta bajo los prioratos de los abades Delgado y Juan Payo Coello (1480-1499) y es un ejemplo de puerta castrense. Los escudetes de estos dos abades están situados en la fachada bajo los otros escudos de mayor tamaño con las divisas de la Corona de Aragón, Sicilia y Castilla, que hacen alusión a los reyes Juan II y Fernando el Católico. La construcción de la puerta debió terminarse en 1493 para recibir en ella a los Reyes Católicos que en ese año visitaron el monasterio acompañados de sus hijos el infante Juan y las infantas Juana, Isabel y Catalina. ​
Ante esta puerta tenía lugar la ceremonia de bienvenida a los reyes que visitaban Poblet. Se preparaban ricos reclinatorios y una vez arrodillados, el abad les daba a besar el Lignum Crucis. A continuación marchaban en procesión bajo palio, entonando el Te Deum y acompañados de su séquito y de los monjes de la comunidad. Entraban en el 2º recinto a través de la Puerta Dorada y en la capilla de Santa Catalina volvían a pararse para orar antes de entrar definitivamente en el recinto de la clausura.
Junto a la puerta citada se halla la capilla de San Jorge mandada construir por Alfonso V de Aragón el Magnánimo, en acción de gracias por la victoria obtenida en la conquista de Nápoles en 1442, en tiempos del abad Conill. Se llama capilla de San Jorge pero en realidad está consagrada a la Virgen del Rosario, San Miguel Arcángel y San Jorge porque se supone que los tres fueron protectores del rey en la conquista de Nápoles. Las tres representaciones escultóricas de estos protectores estaban situadas en el desaparecido retablo de la capilla.
La capilla de San Jorge es de planta cuadrada, con puerta gótica flanqueada por columnas que terminan en pináculos. La fachada ostenta los escudos reales de Alfonso V de Aragón, y de Nápoles más el escudete del abad Conill (con un conejo labrado como símbolo de su nombre) sostenido por dos tenantes. Tiene bóveda de crucería en estrella.
Atravesando la Puerta Dorada se llega al 2º recinto.

Segundo recinto
Puerta barroca de la iglesia
 

Una vez traspasada la Puerta Dorada se llega a una gran plaza Mayor de planta irregular donde se conservan algunos vestigios de edificios antiguos. En línea recta con la puerta y al fondo, se ve la puerta de acceso al atrio de la iglesia del monasterio, abierta en la muralla que rodea el 3º recinto. Es una puerta barroca del siglo XVII que mandó edificar el duque de Cardona en 1670. Da entrada al atrio o galilea que era desde donde se entraba a la iglesia cuando la clausura era estricta. A ambos lados de la puerta están colocadas las estatuas de San Benito y San Bernardo, más la imagen de la Virgen en una hornacina. A ambos lados se abrieron unos óculos con mucha ornamentación barroca y columnas salomónicas.
En medio de la plaza y frente a esta puerta se alza la gran cruz en piedra del abad Guimerá del siglo XVI sobre un podio de cuatro escalones.
Al norte de la plaza se ve una capilla muy austera que en 1251 se dedicó a santa Catalina. La mandó construir Ramón Berenguer IV y era el lugar donde oraban los visitantes de honor antes de acceder a la clausura. Durante muchos años guardó la imagen de la Virgen de los Cipreses. Se accede al interior por una puerta románica muy sencilla; está cubierta por bóveda de cañón apuntada.
Otras edificaciones dentro de la gran plaza que en su día fueron importantes, son:
·       Hospedería, hacia el sur (quedan solo vestigios).
·       Palacio moderno abacial, edificio comenzado por el abad Francisco Oliver de Boteller en 1583. El corredor o galería (obra de Genover, 1732) daba directamente a la iglesia. Cuando se construyó este palacio estaba todavía en zona de huertas, fuera del recinto de clausura.
·       Hospital de pobres, construido en 1207 gracias a los donativos de Bernardo de Granyena.
·       Palacio antiguo abacial, donde se alojaron las damas que iban en el séquito de Isabel la Católica cuando visitó el monasterio con su familia.

Tercer recinto
Puerta Real, encajonada entre dos torres, y puerta barroca de acceso a la iglesia

Plano de la clausura del monasterio de Poblet 

A unos metros de la puerta barroca de acceso a la iglesia se encuentra la Puerta Real (P.R. en el plano) encajonada entre dos torres, cuyo aspecto recuerda las Torres de Serranos de Valencia.
Este último recinto comprende todas las estancias del monasterio propiamente dicho, es decir, lo que fue la verdadera clausura. Está rodeado por una muralla de fortificación mandada construir por Pedro IV como protección, a raíz de haber ordenado que se dedicase en la iglesia un espacio a panteón real. Su mandato dice así:
Para custodia de las osamentas de los más gloriosos reyes que jamás fueron de la Casa de Aragón.
Dirigió las obras su lugarteniente fray Guillén de Agulló (1367-1382). La muralla tiene un perímetro de 608 m por 11 de alto y 2 de espesor; consta de almenas y aspilleras, más el camino de ronda propio de una muralla. La fortificación está defendida por 12 torres de planta poligonal. Dos de ellas son las que flanquean la Puerta Real; las dos que están en las esquinas a ambos lados de esta puerta fueron torres-cárceles. La torre que está pegada a la sacristía nueva (nº 16 en plano) lleva el nombre de torre de las Hostias y la siguiente hacia el nordeste, de los Locos. Otras son conocidas como del Prior, del Aceite, del Rincón, de las Armas, de San Esteban, del Zapatero y del Cardenal.
La Puerta Real (P.R. en plano) es una construcción militar del siglo XIV. El hueco de la puerta es de arco de medio punto con grandes dovelas en cuya clave un ángel tenante presenta el escudo de la Corona con dos leones rampantes. A ambos lados se ven dos timbres del rey Pedro IV; en uno de ellos puede leerse en latín y con caracteres pequeños
Esta obra comenzó en tiempo de Pedro, rey de Aragón.
Por encima de la puerta están labrados los escudetes reales alternando con el del abad Guillermo Agulló (1361-1393), que fue su constructor.
Una vez traspasada la puerta, el visitante se encuentra a su izquierda con los vestigios de lo que fueron en su día las habitaciones de conversos y donados. Hacia la derecha unas escaleras en piedra conducen al palacio del rey Martín el Humano, de principios del siglo XV (destinado a museo en la actualidad). Frente a la Puerta Real se ve el atrio o vestíbulo del claustro (nº 15 en plano), obra del abad Copons. A la izquierda del atrio están las bodegas (nº 14 en plano), edificio que anteriormente fue comedor del legos o conversos. Sobre esta estancia se construyó en el siglo XIV el dormitorio de monjes jubilados. En 1983 se ubicó aquí el museo del la restauración del monasterio.
A la derecha de este atrio están los lagares del siglo XIII (n.º 10 en plano) que fueron en su origen el dormitorio de legos. ​ El muro sur está pegado al muro norte de la iglesia. Dentro del atrio o vestíbulo se accede a la esquina de confluencia con la panda norte-oeste del claustro (nº 8 en plano).
Al este del recinto amurallado se encuentran las instalaciones más antiguas del siglo XII: capilla de San Esteban (nº 1 en plano. El nº 3 es el claustrillo de esta capilla) y enfermería (nº 2 en plano). También se encuentran en esta zona las Cámaras Reales construidas en el siglo XIV sobre la muralla. En el ángulo nordeste se construyeron las habitaciones modernas de monjes jubilados.

Descripción detallada
La iglesia
Desde la puerta barroca abierta en el muro oeste de la muralla se accede al atrio o galilea de la iglesia (n.º 1 en plano) que debió construirse a finales del siglo XIII lo mismo que el rosetón abierto en el muro oeste, que proporciona luz a la nave central. El atrio se cubre con bóvedas de crucería. Tenía dos altares, uno del siglo XVI dedicado al Santo Sepulcro que se conserva restaurado y otro ofrecido a la Virgen de los Ángeles del que no queda ningún vestigio; en su lugar hay un Calvario gótico.
Se proyectó la construcción de la iglesia durante los reinados de Ramón Berenguer IV y Alfonso II de Aragón, en estilo románico, en tiempos del abad Hugo, hacia 1166. ​
Tiene planta basilical con tres naves y crucero; las dos laterales son bastante más estrechas que la central. La nave norte (adosada al claustro) (n.º 3 en plano) es románica con bóveda de crucería; la nave central (n.º 2 en plano) es también románica pero su bóveda es de cañón apuntado; la nave sur es gótica, reconstruida por el abad Copons hacia 1330, al mismo tiempo que mandó abrir las siete capillas (n.º 4 en plano); también es de tiempo de este abad el gran cimborrio gótico, octogonal y de grandes ventanales, que fue restaurado entre 1979 y 1981. Alrededor del presbiterio discurre la girola (n.º 7 en plano) a la que se abren cinco capillas radiales. Las dos absidales de las esquinas tienen comunicación con el crucero (n.º 5 en plano).
Se conserva en el presbiterio la mesa de altar antigua que consiste en una gran piedra apoyada en cuatro pares de columnas románicas. El edificio actual guarda en su interior dos grandes tesoros: el retablo renacentista de Damián Forment y los sepulcros reales (nº 6 en plano).
Cimborrio
Retablo de Damián Forment
Retablo en alabastro de traza arquitectónica, obra de Damián Forment que lo ejecutó entre 1527-1529 a instancias del abad Pedro Caixal durante el reinado de Carlos I. Se estipuló un precio de 4060 ducados de oro, más los gastos de manutención y alojamiento para el escultor y su equipo. Primeramente trajo Forment una talla de la Virgen con Niño y San José, como modelo de lo que iba a hacer, ejecutada en alabastro de Aragón, materia muy apreciada.

Historia
El retablo fue colocado antes de la fecha prevista en el contrato. El escultor fue cobrando sin problemas los plazos contratados hasta que llegó el mes de mayo de 1530 en que aún se le debían 960 ducados. Nunca los pudo cobrar pues en junio de ese año el abad se vio envuelto en un escándalo de tipo económico y en un proceso que se le abrió. La comunidad se negó a seguir pagando los plazos que parecían excesivos, acusando al escultor de haber engañado al abad en el precio y de haberle sobornado con algunos regalos escultóricos. Forment presentó una demanda judicial pero todavía en el año 1570 su nieta Úrsula García reclamaba la deuda sin éxito.
En 1835, después de la exclaustración, el retablo sufrió destrozos y desperfectos. En 1940 se procedió a su restauración. Se trata del segundo retablo de Forment que se conserva realizado a lo romano, de traza arquitectónica renacentista con grutescos. ​

Descripción.
Está organizado en banco, sotabanco y tres cuerpos con tres calles distribuidas en superposición de órdenes, con un nuevo lenguaje clásico y con temas decorativos de frutas y guirnaldas en los extremos que sustituyen las antiguas polseras góticas. Esta obra supuso en el arte catalán la introducción de las formas renacentistas.
·       Sotabanco: Altorrelieves con escenas de la Oración en el Huerto, Prendimiento, Flagelación, Jesús ante Pilatos y Caída camino del Calvario.
·       Primer cuerpo: La Virgen con el Niño preside en el centro, con un tamaño mayor que las colaterales. A un lado y a otro, en hornacinas más pequeñas están las santas Colombina, Úrsula y Florentina y los santos Matías, Bernardo y Guillén.
·       Segundo cuerpo: Altorrelieves con los Gozos de María.
·       Tercer cuerpo: En el centro está la imagen de Jesús, a mayor tamaño que las otras de los Apóstoles.
Se corona con el ático que lleva la representación del Calvario.

Sacristía
La primitiva sacristía (nº 7 en el plano general) se ubicó en el emplazamiento de la capilla que durante un tiempo sirvió a los monjes mientras se construía la primera parte del gran templo. ​ Es del siglo XII hecha en piedra de sillería cubierta con bóveda de cañón apuntada.
La sacristía nueva (nº 16 en el plano general) es un edificio levantado en el extremo sur del crucero que sobresale de la muralla tomando parte de ella. Se construyó durante el mandato del abad Baltasar Sayol (1732-1736). Está cubierta por una amplia cúpula con su linterna. Estuvo bien decorada con obra de Flaugier​ y su discípulo Gutiérrez. Una gran cajonería se extendía a lo largo de las paredes, donde se guardaban valiosos ornamentos litúrgicos. Se restauró en 1984.

El claustro
Su claustro está situado junto a la pared norte de la iglesia, construido en estilo románico del siglo XII con ampliaciones y remodelaciones de arquitectura cisterciense del siglo XIII. Su planta es rectangular y en su panda este se articula la estancia de la sala capitular, de dimensiones excepcionales, cuya profundidad llega más allá de la anchura del crucero más el espacio de la primera capilla de la girola. Es tan profunda como la longitud de la sacristía vieja, que está pared con pared con su panda sur.
La parte más antigua corresponde a la galería sur, comenzada en estilo románico del siglo XII, cuya bóveda de crucería se terminó ya en el XIII, casi un siglo después. Inicialmente constaba de seis tramos que fueron después ampliados a siete, lo que dio un resultado de claustro rectangular en lugar de cuadrado. ​ Durante todo este siglo XIII siguieron los trabajos del claustro, según testimonio de documentación escrita en testamentos y donaciones que se van otorgando a tales obras, siguiendo siempre la traza original románica de sus muros. ​
Durante el reinado de Jaime I el claustro recibe un gran apoyo constructivo. ​ El alzado definitivo de las bóvedas de crucería se hizo a mediados del siglo XIII, al mismo tiempo que la renovación de las dependencias de la panda este.
En 1302 tiene lugar la ampliación del espacio claustral al suprimirse el dormitorio de conversos. ​ También en el siglo XIV, ya en pleno gótico, se edificó el lavabo o lavatorio frente al refectorio, con una ornamentación y una arquitectura diferente del resto, en el sistema de pilares y arcos. En general, la estructura de las galerías se asemeja a la catedral de Tarragona por el empleo de pilares cruciformes que llevan columnas adosadas en sus frentes y en sus esquinas, y se asemeja también en los arcos apuntados que envuelven el arco abierto en cada tramo. Entre tramo y tramo —compuesto cada uno de dos arcos— se adosan unas columnas que nacen en el suelo y se elevan hasta la cornisa, actuando de separación de los mismos, a manera de «orden gigante».

Motivos ornamentales
Aparte de la severa, y al mismo tiempo armoniosa arquitectura cisterciense que presenta el claustro, los motivos ornamentales pueden apreciarse en los capiteles de las columnas, motivos muy sencillos, geométricos y vegetales. La variada ornamentación hace uso de:
·       Palmetas sencillas, acanaladas en dos pisos.
·       Entrelazos y trenzados (que se ven en los capiteles de la sala capitular).
·       Hojas alanceadas que a veces van festoneadas.
·       Pseudo acanto de remate vuelto.
·       Los cimacios son de moldura de dos boceles.
En general abunda la tradición de Languedoc. La puerta del atrio del abad Copons se decora con unos capiteles románicos tardíos, diferentes por completo de los de la panda sur.

Otros claustros menores
El claustro o claustrillo de San Esteban o de la enfermería (n.º 3 en el plano), se encuentra dentro del recinto monástico, en el extremo este. Es de planta casi regular; en sus lados cortos tiene 4 y 5 arcos de medio punto y en los largos 8 y 9 pilares que carecen de capiteles. La ornamentación es muy simple con una imposta de motivos vegetales. El claustro ya existía en 1228 y fue reconstruido en el siglo XV.
El claustro del locutorio está pegando con la pared este de la sala capitular. Tiene capiteles de tradición románica pero las molduras de los arcos son ya góticas. 



Dependencias
Todas las necesidades de los monjes para su vida religiosa y comunitaria se ven cubiertas con las dependencias apropiadas para su vida diaria. Las estancias se van articulando en cada panda distribuyéndose según su costumbre tradicional. 
Plano de la clausura del monasterio de Poblet.
 

Sala capitular
Está situada en la panda este (nº 6 en plano). Es un enorme rectángulo que alcanza una profundidad sin comparación con otras salas cistercienses de otros monasterios, abarcando la longitud de la sacristía vieja (nº 7 en plano). Corresponde a los siglos XII y XIII. Se entra desde la galería por una puerta románica cuyos capiteles (en muy buen estado de conservación), están labrados con motivos vegetales. La estancia consta de nueve espacios delimitados por cuatro columnas de fuste octogonal que rematan en capiteles de los que arrancan los nervios que forman la bóveda de crucería.
En el suelo pueden verse once grandes laudas de piedra que son los enterramientos abaciales antiguos. Llevan esculpida la heráldica de cada uno y algunos su nombre. Alrededor de la sala y pegados a los cuatro muros están los asientos en madera para los monjes, dispuestos en tres escalones; fueron restaurados en 1946.
Al fondo se abren unos ventanales protegidos por arcos de medio punto con tres arquivoltas que descansan en sus respectivas columnas. Son muy amplios y proporcionan mucha luz a la sala. Al otro lado de la pared donde están estos vanos se encuentra el claustrillo del locutorio, de finales del siglo XIII, que fue reconstruido por Fernando I de Antequera.
En la panda norte se encuentran situados: la barbería o calefactorio (nº 13 en plano) de finales del siglo XII (que durante el proceso de restauración y al ser un espacio relativamente pequeño, se pudo amueblar completamente); el refectorio (nº 12 en plano); la cocina (nº 11 en plano).

Refectorio
El refectorio o comedor de monjes es una sala de planta rectangular con bóveda de cañón apuntada y arcos fajones, que se terminó de construir en el siglo XII. Conserva el púlpito situado en el muro de la derecha donde el monje de turno leía las escrituras sagradas mientras la comunidad comía. Además del lavabo-templete que está en el patio, justo enfrente, en esta pieza hay una fuente octogonal de piedra colocada en medio de la habitación.
Fue restaurado en 1946 y a partir de entonces sigue cumpliendo sus funciones como comedor de monjes. A su lado se encuentra el calefactorio, lugar donde los monjes entraban a calentarse un poco y que servía también como barbería (nº 13 en plano). Al otro lado está la cocina del siglo XIII, ampliada por detrás con dependencias más modernas.

Lavabo
En el patio y frente al refectorio se encuentra el lavabo en forma de templete, de principios del siglo XIII. Esta pieza era indispensable para la vida y costumbres de los monjes cistercienses por lo que se concedía una atención especial a su construcción. Antes de entrar al comedor era obligatorio pasar por el lavabo.

Cocina
La cocina está totalmente reconstruida y amueblada, aunque los monjes actuales no la usan como tal. Es obra de sillería cubierta por bóveda de crucería. Se comunica con el refectorio por medio del tradicional torno. ​

Atrio y lagares
Ambos están situados en la panda oeste. El atrio (nº 15 en plano) o vestíbulo fue una construcción del siglo XIV, del abad Copons. Los lagares (nº 10 en plano) corresponden a lo que fue antiguo dormitorio de legos edificado en el siglo XIII. Sobre esta pieza se encuentran algunas de las dependencias del palacio del rey Martín el Humano.

Dormitorio de los monjes
En el piso superior, en la panda este y según la disposición habitual cisterciense, se encuentra el dormitorio comunitario de los monjes. Se trata de una sala de 87 metros de longitud con una cubierta a dos aguas apoyada en 19 arcos diafragmas que se inician en ménsulas en los muros. Esta solución es similar a la adoptada en el dormitorio del Monasterio de Santes Creus e inspiró durante el siglo XIV la construcción de notables bóvedas, como la del Salón del Tinell en el Palacio Real de Barcelona.
La sala dispone de luz natural mediante dos ventanas bajas por tramo y una ventana alta cada dos tramos.

La biblioteca
La biblioteca (nº 5 en plano) no se encuentra exactamente abierta a una de las pandas del claustro sino que se accede a ella a través del locutorio que está pegado a la sala capitular en la esquina nordeste. Esta estancia fue al principio un escritorio y se originó como biblioteca a partir de las donaciones particulares del rey Pedro III de Aragón en tiempos del abad Pedro Virgili. Posteriores donaciones y adquisiciones hicieron de esta librería un lugar afamado en la Europa del momento. En el siglo XVII se la conocía con el nombre de Biblioteca de don Pedro Antonio de Aragón, en honor del duque de Segorbe y Cardona (muerto en 1690); este personaje hizo una donación de más de 4.000 volúmenes de los cuales muchos se perdieron con los avatares sufridos por el monasterio durante el siglo XIX, aunque después se recuperaron algunos volúmenes. Se distinguen estos ejemplares por su encuadernación de cordobán rojo y el nombre y armas heráldicas que llevan grabados en oro. Los cantos son también dorados. ​


El Monasterio de Vallbona de las Monjas, también llamado Real Monasterio de Santa María de Vallbona​ y Nuestra Señora de Valbona, es una abadía cisterciense femenina que se sitúa en la comarca catalana de Urgel dentro del municipio de Vallbona de las Monjas (Lérida). Construido entre los siglos XII y XIV, es de estilo románico con gran parte ya realizado en arquitectura gótica. Es el monasterio cisterciense femenino más importante de Cataluña y conjuntamente con el monasterio de Poblet y el monasterio de Santes Creus integran la Ruta del Císter. ​

Fundación y orígenes
De una primitiva agrupación de anacoretas mixtas, fundada en el año 1153 por Ramón de Vallbona bajo la regla de San Benito, en 1175 sólo permanecía en el lugar una comunidad femenina que decidió acogerse a la observancia del Císter. Contaban para su establecimiento con los terrenos cedidos para ello en 1163 por el Conde de Barcelona Ramón Berenguer IV. ​ Para dirigir la comunidad se incorporó al año siguiente procedente del Monasterio de Santa María de la Caridad de Tulebras (Navarra) su primera abadesa: Oria Ramírez (1176-1180). Pronto adquirió el monasterio gran reputación y atrajo a su seno damas de la nobleza catalana. También se granjeó el favor real, demostrado con sus visitas por Alfonso II el Casto y su esposa Sancha de Castilla o Jaime I el Conquistador, quienes no sólo se alojaron en el cenobio en repetidas ocasiones sino que patrocinaron su construcción. Del papa Inocencio III recibió en el año 1198 y 1200 la inmunidad y protección de bienes y una bula otorgada por el mismo papa en 1201 que regulaba la clausura y aseguraba su independencia del episcopado. Gracias a las numerosas propiedades recibidas por donaciones y testamentos entre ellos, el del propio conde Ermengol VII, fue formándose entre los siglos XII y XIII el gran dominio del cenobio sobre todo en el Condado de Urgel, se consiguió el reconocimiento jurídicamente bajo el mandato de la abadesa Saurena de Anglesola (1379-1392) quien compró al rey Pedro III de Aragón la jurisdicción civil y criminal de todas las posesiones del monasterio por 22.000 sueldos barceloneses, éstas adquisiciones permitieron el establecimiento de la baronía de Vallbona y convirtieron en el centro de la vida política y jurídica al monasterio de todas las villas y términos que lo integraban. Formaban la comunidad en esta época 150 religiosas, la mayoría pertenecientes a linajes de la nobleza catalana, como los Cardona, Cervera, Queralt, Boixadors, Anglesola, etc.

Decadencia y resurgimiento
La guerra civil de 1462-1472 y posteriormente el Concilio de Trento (1545-1563) tuvieron una notable repercusión sobre la abadía: por uno de sus acuerdos se prohibía la existencia de comunidades femeninas en lugares despoblados, lo que obligó a las monjas en 1573 a ceder parte de sus tierras a gentes venidas de otros lugares, principalmente habitantes de Montesquiu, para que pudieran asentarse en su entorno y crear así un núcleo de población que derivó en el actual Vallbona de las Monjas.
Para la fundación de esta población se habilitaron toda la serie de edificaciones externas de que disponía el monasterio, parecidas a las que aún perduran en los de Poblet o Santes Creus, por lo que queda en este monasterio, además de la iglesia y el claustro, únicamente las dependencias estrictamente monacales. Los tiempos siguientes no fueron muy buenos, en el siglo XVII tuvo litigios con su propia orden, principalmente con Santa María de Poblet, los tributos que tenían que pagar dejaban en mal lugar su economía que se unieron a los estragos causados por la Guerra de los Segadores ( 1640-1652), seguida por las guerras de la Sucesión (1705-1717) y la Guerra del Rosellón (1788-1795), mantuvieron numerosos pleitos con las villas pertenecientes a su baronía, a causa de la desamortización de Mendizábal y la Exclaustración, se ausentaron del monasterio durante seis meses con lo que pudieron continuar con la vida monacal y no sufrieron tantos daños como los monasterios de Poblet o de Santes Creus. El monasterio sigue albergando hoy una comunidad de monjas cistercienses como lo ha hecho ininterrumpidamente desde su fundación, con la sola excepción del periodo de la Guerra Civil Española.
Con las nuevas obras realizadas, se han habilitado unas habitaciones para servicio de hospedaje que junto con trabajos de cerámica, tratamiento de textos y partituras de música por ordenador y las visitas turísticas del monasterio representan una buena fuente de ingresos para la comunidad.

Escritorio
Su biblioteca junto con el scriptorium alcanzaron gran fama, copiados e ilustrados por las antiguas religiosas se conservan catorce códices del siglo XIII, que se conservan en el archivo con gran cantidad de documentos antiguos de gran interés para la historiografía comarcal y nacional. Relevante fue también su farmacia, que abastecía a todos los pueblos de la baronía con documentación del siglo XV.

Edificio
La Iglesia, construida entre los siglos XII y XIV, esto es, en la transición del románico al gótico, tiene planta de cruz latina de una sola nave y cuatro tramos hasta el transepto; éste es muy alargado pero más estrecho que la nave, por lo que da lugar a un crucero rectangular que se cubre con un cimborio ochavado que apoya sobre trompas cuya construcción está datado en el siglo XIII. En los dos brazos del transepto hay sendas capillas absidiales cuadradas. También el ábside principal situado en la cabecera de la nave es cuadrangular liso. El templo se cubre con bóveda de crucería ojival y los ábsides y el crucero con bóvedas de cañón.
Cimborio
 octogonal. 

Es de destacar la torre campanario de planta octogonal que se eleva a modo de un segundo cimborrio sobre el tramo segundo de la nave; es marcadamente gótico y de una sorprendente originalidad y audacia arquitectónica ya que se apea en los muros laterales directamente, fue construido durante el mandato de la abadesa Elisenda de Copons entre 1340 y 1348, (hermana del abad de Poblet Copons). En el presbiterio, al lado derecho del altar, se encuentra el sepulcro de Violante de Hungría esposa de Jaime I, que murió en 1251 en el monasterio de Salas de Huesca, pero fue traslada al monasterio en 1275 y es la fecha de la inscripción de su sarcófago, quien dispuso, debido al prestigio conseguido por el cenobio, que sus restos descansaran en él y al otro lado el de la hija de ambos, Sancha de Aragón, fallecida en Tierra Santa y trasladada al monasterio su sarcófago está sobre tres columnas invertidas "a la funerala" en señal de duelo.
En la absiola sur se encuentra un sepulcro perteneciente a Ferrer Alamany de Toralla, fallecido en 1360 y de su esposa Beatriz de Guimerà, la imagen de él en la tapa vestido de caballero con heráldica en su cota y la figura de ella en un lateral con hábito cisterciense. En el fondo del muro la representación de dos ángeles llevando las almas de los difuntos al cielo.
A la derecha del coro se encuentra la capilla del Corpus Christi, donde se halla la imagen de Santa María de piedra policromada, obra de Guillem Seguer. Del altar de esta capilla se conservan en el Museo Nacional de Arte de Cataluña, dos antipendios del siglo XIV. ​ Una verja separa la nave del transepto y de la cabecera del templo.

Puertas
La puerta principal, está situada en el brazo norte del transepto y que da a la plaza Mayor, presenta arco de medio punto abocinado con cinco arquivoltas sostenidas en columnas de capiteles con relieves vegetales parecidos a la galería este del claustro y un tímpano esculpido con una figura de la Virgen con Niño bendiciendo con su mano derecha, rodeada de ángeles. Sobre ella se encuentra una cornisa con un friso de arcuaciones ciegas con ménsulas esculpidas con motivos variados.
En el muro norte se encuentra una puerta que daría al tramo tercero de la nave, que está cerrada y obstruida por un sarcófago dentro de su arco a manera de arcosolio y sobre el que hay un crismón trinitario de finales del siglo XII, en total sobre este muro hay cinco sarcófagos, cuatro románicos del siglo XIII y uno gótico, en todos se aprecian símbolos heráldicos y en dos se puede leer los nombres de los yacentes : Sibil·la de Guimerà esposa de Guerau Alamany y el otro Miquela Sasala del año 1244.

Tímpano de la puerta principal.
 

El claustro
El claustro forma un cuadrilátero de lados desiguales y corresponde a diversas épocas y formas constructivas que se sucedieron entre el siglo XII y el XV. El acceso se realiza por la puerta situada a mitad de la nave de la iglesia y que coincide con la galería de la parte este. Las bóvedas en todo el recinto del claustro son de crucería.
El ala sur es la parte más antigua correspondiente al siglo XII; está ejecutada conforme a los austeros cánones cistercienses en estilo románico, consta de tres tramos formados por tres pilares y entre estos, tres arcos de medio punto sostenidos por parejas de columnas con capiteles totalmente lisos.
El ala este es también románica de la primera mitad del siglo XIII, consta de cinco tramos divididos por cuatro pilares, bajo arcos de descarga apuntados y rosetones de ocho radios que se unen en el centro con dibujo de carácter islámico, se agrupan triples arcadas de medio punto sobre parejas de columnas y capiteles, ya con motivos esculpidos de carácter vegetal.
El ala norte, la más corta, está integrada por dos amplios huecos ojivales de tracería típicamente gótica y realizada durante el siglo XIV. El ala oeste, la más reciente, es ya renacentista aunque retoma las pretéritas formas románicas y edificada por las abadesas de la familia Caldés en el siglo XV, en los capiteles de las columnas se observan las heráldica de dichas abadesas.
En torno al claustro se desarrollan otras dependencias, entre las que no podía faltar la sala capitular su acceso es desde el ángulo nordeste del claustro a través de una puerta de estilo gótico bajo el mandato de la abadesa Anglesola en el siglo XIV, está cubierto con una bóveda de crucería ojival, en su pavimento se encuentran varias lápidas sepulcrales de las antiguas abadesas de la comunidad, presidiendo esta sala se encuentra la imagen de la Virgen de la Misericordia, realizada en alabastro y atribuida al escultor Pere Johan.
En la panda este del claustro donde hay una entrada, se encuentra la capilla del año 1895 que guarda la Virgen del Claustro, una magnífica talla en piedra, románica perteneciente al siglo XIII. Además dispone de otra entrada hacia el transepto de la iglesia.
La guerra civil de 1462-1472 y posteriormente el Concilio de Trento (1545-1563) tuvieron una notable repercusión sobre la abadía: por uno de sus acuerdos se prohibía la existencia de comunidades femeninas en lugares despoblados, lo que obligó a las monjas en 1573 a ceder parte de sus tierras a gentes venidas de otros lugares, principalmente habitantes de Montesquiu, para que pudieran asentarse en su entorno y crear así un núcleo de población que derivó en el actual Vallbona de las Monjas.
Para la fundación de esta población se habilitaron toda la serie de edificaciones externas de que disponía el monasterio, parecidas a las que aún perduran en los de Poblet o Santes Creus, por lo que queda en este monasterio, además de la iglesia y el claustro, únicamente las dependencias estrictamente monacales. Los tiempos siguientes no fueron muy buenos, en el siglo XVII tuvo litigios con su propia orden, principalmente con Santa María de Poblet, los tributos que tenían que pagar dejaban en mal lugar su economía que se unieron a los estragos causados por la Guerra de los Segadores ( 1640-1652), seguida por las guerras de la Sucesión (1705-1717) y la Guerra del Rosellón (1788-1795), mantuvieron numerosos pleitos con las villas pertenecientes a su baronía, a causa de la desamortización de Mendizábal y la Exclaustración, se ausentaron del monasterio durante seis meses con lo que pudieron continuar con la vida monacal y no sufrieron tantos daños como los monasterios de Poblet o de Santes Creus. El monasterio sigue albergando hoy una comunidad de monjas cistercienses como lo ha hecho ininterrumpidamente desde su fundación, con la sola excepción del periodo de la Guerra Civil Española.
Con las nuevas obras realizadas, se han habilitado unas habitaciones para servicio de hospedaje que junto con trabajos de cerámica, tratamiento de textos y partituras de música por ordenador y las visitas turísticas del monasterio representan una buena fuente de ingresos para la comunidad.
Sala capitular


El monasterio de Nuestra Señora de Rueda es un monasterio perteneciente a la orden cisterciense situado en Sástago, en la Ribera Baja del EbroZaragozaAragónEspaña.
Fundado alrededor de 1181, en unas tierras cedidas por Alfonso el Casto a la comunidad monástica de Juncerías, en unos terrenos conocidos como Rueda, y del castillo de Escatrón situado al otro lado del río Ebro, un terreno apartado y desierto mas propio de la orden Cisterciense. La abadía madre será la Gimont a su vez filial de Bardous y a su vez filial de Morimond, si bien los primeros frailes formaron alguno de los monasterios que precedieron al de Rueda, como el de Nª Sª de Salz, que había sido fundado por donaciones de Ramón Berenguer IV. Este monasterio tiene una vida breve, siendo sustituido por una de sus granjas, la de Juncerías que será la que dará lugar al futuro Rueda. La zona está en frontera con los musulmanes, teniendo que negociar los monjes con ellos para asegurar la existencia de la comunidad. La comunidad de Junqueras se establecerá en la nueva localización en 1202. En1226, el abad Martín de Nogarol pone la primera piedra de la iglesia abacial, cuyo altar mayor se consagrará en 1238.
No son años fáciles para la comunidad, hasta que en 1251, el rey Jaime I pone la abadía bajo su protección, dando un impulso definitivo a su construcción. Se producen obras de resturación en el siglo XVI, y en 1616, la abadía se une a la Congregación cisterciense de Aragón.

1 Iglesia, 2 Sacristía, 3 Claustro, 4 Armarium, 5 Sala capitular, 6 Escalera a dormitorio, 7 Locutorio, 8 Cárcel, 9 Paso a la huerta, 10 Sala de los monjes, 11 Calefactorio, 
12 Refectorio, 13 Lavatorio, 14 Cocina, 15 Cilla, 16 Palacio abacial, 17 Edificio corredor, 18 Antigua hospedería, 19 Noria, 20 Acueducto, 21 Molino de harina, 22 Molino de aceite, 23 Plaza de San Pedro, 24 Dormitorios barrocos, 25 Nevera, 26 Río Ebro 
Iglesia
La iglesia tiene construcción de basílica rectangular, con tres naves y carece de crucero, terminando en un triple ábside plano, que veremos con frecuencia repetido en las iglesias cistercienses, corresponde a la típica planta "bernarda".
Los arcos fajones de las naves son ojivales y las bóvedas de crucería, dando idea de su construcción ya en los siglos XIII y XIV. Lo que mas impresiona de la iglesia es su luminosidad, que se consigue gracias a las múltiples aberturas tanto de la nave central, como de las laterales y del ábside, donde un conjunto de tres ventanales formando un grupo en la parte inferior y otro único superior, permiten la entrada de gran cantidad de luz, al igual que el rosetón situado en la fachada occidental sobre el portico de entrada desde la plaza de San Pedro, y que muestra la imagen característica de este monasterio, que podríamos tomar en la actualidad como su logotipo, que sería una representación esquemática de la rueda de la noria, que abasteció al monasterio de agua desde el río Ebro. En los ábsides laterales encontramos dos capillas una de ellas conserva una zona adosada al muro, con dos pequeños arcos donde se guardaban los utensilios de la misa.
Encontramos en esta iglesia algo que la diferencia de otras del cister y es que las columnas llegan hasta el suelo reposando sobre basas, y no terminan en ménsulas a medio arco como es mas característico de esta orden. En definitiva estamos ante una obra más tardía y que incorpora características algo más evolucionadas.

Vista de la nave central desde el presbiterio con las bóvedas de crucería, los arcos ojivales, y al fondo el portico de la fachada occidental con el rosetón característico del monasterio

Detalle de las columnas de la nave central, los arcos fajones llegan hasta el suelo descansando sobre una basa de piedra, colocada sobre un plinto bastante alto, no vemos aquí las columnas truncadas terminadas en ménsulas típicas de las iglesias cistercienses.

Claustro
Vista de la panda este del claustro con la entrada a la sala capitular, los arcos aunque ligeramente apuntados tiene un fuerte aire románico por ser muy aplanados, al igual que las bóvedas de crucería de poca verticalidad, capiteles con adornos vegetales, al fondo la entrada al scriptorium.
 
Se abre en la cara sur de la iglesia. Desde la iglesia, una puerta situada en su cabecera, se abre a la panda oriental que comunica con la sala capitular y el scriptorium, junto con la panda sur, donde se sitúa al refectorio, son las mas antiguas, datando de mediados del siglo XIII, mientras que las situadas en la zona norte data de finales del siglo XIII y la occidental de mediados del siglo XIV. Todo ello de estilo gótico con bóvedas de crucería y arcos ojivales. La galería oriental tiene la entrada de la sala capitular, siendo la más antigua y sus arcos aunque ligeramente apuntados conservan un aire de fuerte raíz románica, constituyendo el lado más bello de claustro, los capiteles de esta zona guardan las características formas de adornos geométricos y vegetales. La galería occidental mas tardía ya muestra la verticalidad del gótico y en sus ménsulas y capiteles se pueden ver figuras humanas y de animales ,ausentes en los primeros claustros del Cister.
Vista de la galería oeste del claustro, con arcos ojivales pronunciados y bóvedas de crucería con mucha más verticalidad. Los capiteles contienen figuras humanas. Al fondo la puerta de acceso a la iglesia para los legos

Detalle de capitel de la panda occidental del claustro en el que se aprecian una cabra, una liebre y un murciélago

Las ventanas de las galerías este y sur son de doble arco con una sola columna central que sujeta un arco ocluido con una abertura circular multilobulada en el centro, mientras que las ventanas de las otras dos galerías son de factura mas aérea con dos arcos ojivales que sujetan una tracería sencilla de tres círculos lobulados de piedra que cierran el arco del ventanal por su parte superior. La cara interior de estos arcos tienen una cenefa grabada en la piedra que le da ligereza al conjunto.

Sala capitular
Estamos de nuevo ante una obra, en la que a pesar de la renuncia a la expresividad figurativa y simbólica del románico, la elaboración cuidada y la limpieza de los adornos nos causa una gran impresión, quizás no tanta como la portada de Veruela, que es mas exclusiva, pero sin duda quedará en la memoria del visitante.
Vista de la portada de la sala capitular, puerta central de acceso y ventanas laterales.
 
Compuesta por una puerta central y dos ventanales laterales, incluidos en una estructura abocinada con arcos ojivales conteniendo arquivoltas que muestran distintos adornos labrados en la piedra, unos con forma de orla, otros lisos de manera alternante y repitiendo las mismas estructuras en los tres espacios.
La estructura interior es como en todos los monasterios del Cister de bóvedas de crucería con dos columnas centrales aisladas de las que parten ocho arcos que se distribuyen entre ellas y hacia las paredes, donde el arco se cierra en columnas adosadas y truncadas, que descansan en ménsulas con adornos vegetales. Esta estructura produce un efecto óptico, como si las columnas centrales fueran el tronco de un árbol que se ramifica hacia el techo de la sala.
En la pared del fondo tres ventanales, permiten el paso de la luz del sol naciente, aportando iluminación y calor natural a la sala. Dos gradas corridas recorren la parte baja de los muros, donde los monjes se sentaban para asistir al capítulo diario.

Refectorio
Refectorio
El refectorio de Rueda es una estancia de gran sencillez pero que produce una gran impresión quizás debido a esta limpieza de líneas y falta de pretensiones. Se accede a el, por un pórtico desde la panda norte del claustro, enfrente de un pequeño lavatorio al uso en los monasterios del Cister. La habitación tiene forma rectangular con arcos fajones apuntados y con bóveda que veremos en otros monasterios que es de cañón apuntada. La escalera que conduce al púlpito es de una factura muy elaborada estando empotrada en el muro y adornada con una serie de arquillos en escalera, sustentado cada uno por una columnilla y un capitel de elaboradas formas geométricas, el púlpito sobresale de la pared, estando rematado su base por una columnilla truncada con otro capitel de más sencilla factura. La estancia está bien iluminada, mediante ventanales abiertos en las paredes laterales así como en el muro de entrada, donde sobre la puerta encontramos un rosetón con adorno semejante al de la portada de la iglesia. En el muro del fondo, otro ventanal redondo sin adornos y bajo el, situados de manera simétrica dos ventanales con arcos de medio punto, aportan luz al fondo de la habitación. No es frecuente en los refectorios cistercienses este tipo de naves pues son las bóvedas de crucería, que permiten espacios diáfanos de mayor superficie, y son las que encontraremos con más frecuencia.

Otras estancias
Podemos destacar dos estancias, el scriptorium y el dormitorio. El scriptorium está situado en la esquina de la panda oriental del claustro es una bella estancia de la parte mas antigua del monasterio, del siglo XIII, podemos ver una estructura de nave con columnas centrales y bóvedas de crucería, en esta sala los monjes ilustrados reproducían libros manuscritos, destaca sus arcos ojivales que le dan el aspecto característico, como de troncos de árboles cuyas ramas están sujetando el techo.
La otra estancia es el dormitorio común, normalmente situado en un piso por encima del claustro se accede a él por una escalera, espacio amplio con arcos de diafragma, muy utilizados en este tipo de aposentos, que sujetan un techo de madera.
Existen algunas zonas características de este monasterio, como la noria que permitía extraer agua del río y que mediante unas canalizaciones distribuía el agua a las diferentes estancias del monasterio. Actualmente la noria ha sido reconstruida, así como las canalizaciones que se pueden ver en el suelo de algunas estancias gracias a que se han colocado cristales que permiten su visualización.
Podemos ver en diferentes zonas del monasterio las marcas de los canteros, que nos indican la existencia de mano de obra profesional y asalariada.
Detalle de las columnas centrales y bóvedas del scriptorium, en el suelo se pueden apreciar cristales que permiten ver los canales de distribución del agua a las diferentes partes del monasterio, canalizada desde la gran noria del exterior


Vista de la parte exterior del monasterio con la noria que dio el nombre al monasterio. A la derecha detalle de la noria que ha sido reconstruida 

El monasterio de Santa María de Veruela se funda en entre 1145 y 1146, en unos terrenos donados años antes por D. Pedro de Atarés, que comprendían los valles de Veruela y Maderuela, una zona cercana al Moncayo , eligiendo un paraje surcado por el río Huecha. La fundación se solicita al monasterio de L'Escale-Dieu, a su vez filial de Morimond. Este mismo monasterio será el origen de los de Fitero y La Oliva.
En esta época, las tierras de Tarazona donde se encuentra, están en disputa entre el rey de Navarra García V Ramírez y el conde de Barcelona Ramón Berenguer IV. Cuando por fin la corona de Aragón unificada, se adueña de las tierras, el Conde confirma la donación en 1149. La primera fecha documental del comienzo de la construcción de la abadía es de 1155, con la donación del Castillo de Monfort por Ramón Berenguer. En 1168 se produce la priera consagración de la capilla construida en el brazo norte del crucero, y en los años posteriores se irán consagrando las demás. La construcción de la iglesia se extenederá en el período entre 1160 y 1190. Sin embargo la consagración definitiva de la iglesia no se producira hasta el 15 de noviembre de 1248.
Las tierras de veruela son productivas y permiten a los monjes la extracción de numerosos recursos agrícolas, forestales y la instalación de molinos de batán, que les permiten fabricar tejidos de lana. Sus granjas se extienden hasta Huesca y tienen rebaños pastando en las tierras cercanas al Pirineo. Todos estos recursos les permitirán construir su abadía, en la que se instalan el 10 de agosto de 1171.
La piedra para su construcción procede de la cantera de Alara, situada a una legua del monasterio ene el término de Transmoz, que es cedida para su explotación a la comunidad por Alfonso el Casto en 1184. El altar principal de la iglesia se consagra en 1248. En 1260 Jaime I el Conquistador manda sepultar a su hijo el infante D. Alfonso en el presbiterio, donde aún puede verse la lápida con el escudo de la corona de Aragón esculpida. En 1323 la iglesia no está terminada, emprendiendo la construcción de la bóveda de la nave principal.
Se inicia una guerra entre Pedro I de Castilla y Pedro IV de Aragón y en 1357 las tropas castellanas ocupan el monasterio destruyendo el claustro, que es reconstruido gracias a los donativos de la familia Luna. En el siglo XV se establece la encomienda, siendo nombrado abad Juan de Aragón, uno de los hijos bastardos del rey Juan II.


Fachada occidental
 

En el siglo XVI se hacen obras en la abadía reconstruyendo el recinto amurallado, conservando la torre del homenaje, y se restauran las bóvedas del refectorio y del dormitorio. Además se añaden las galerías del claustro superior. En la capilla de San Bernardo situado en el brazo norte del crucero, se construye el sepulcro de alabastro de Don Lope Marco, realizada por Pedro de Moreto en 1552-1553. Se construye un palacio abacial fuera de la clausura que cierra la gran plaza de acceso por el lado sur.
En 1616 se constituye la Congregación Cisterciense de la corona de Aragón, incorporandose a ella el monasterio con su abad Juan Ximénez Tabar, que sera nombrado primer vicario general de la Congregación. En este tiempo se inician las obras del nuevo monasterio, con la construcción de 65 celdas individuales.
En el siglo XIX, la guerra de la independencia, la exclaustración de 1820 y la desamortización de 1835, conducen al abandono del monasterio, y la venta en subasta en 1844, cuando se producen saqueos desapareciendo el retablo mayor y muchos libros de la biblioteca. En el invierno de 1863 y hasta el verano de 1864 los hermanos Becquer pasan una temporada en lo que constituyen unas bellas ruinas. En 1877 es ocupado por los jesuitas que procederán a realizar obras de restauración y conservación, permaneciendo hasta 1932 cuando tendrán que abandonarlo. Desde 1998 es propiedad de la diputación de Aragón, que ha realizado obras de restauración que han dado como resultado la situación actual del monasterio.
1.- Iglesia, 2.- Claustro. 3.-Sala Capitular, 4.- Refectorio, 5.- Scriptorium, 6.- Cocina, 7.- Lavatorio
 

Iglesia
La iglesia de Veruela tiene una estructura de basílica de tres naves, con planta de cruz latina, El presbiterio esta cerrado por un ábside que se comunica con un deambulatorio mediante arcos apuntados. La cubierta del ábside central es una bóveda de ojivas de cinco paños delimitados por cuatro nervios de perfil achaflanado, que convergen en la clave del arco fajón. El deambulatorio que rodea la girola, es estrecho y su entrada desde el crucero está cubierto por arcos túmidos sostenidos por modillones de rollo, procedentes de la arquitectura árabe, a el se abren cinco absidiolos conteniendo otras tantas capillas, dedicadas respectivamente de derecha a izquierda a San Juan Bautista, Santa María Magdalena (posteriormente se cambiará por el Pilar), Santos Evangelistas (posteriormente cambiada a Santo Cristo), San Pedro y San Pablo, y San Benito. Otros dos ábsides laterales se acoplan en ambos brazos del crucero.
Las naves laterales más bajas se comunican con la central mediante arcos de medio punto. La nave central se cubre con arcos apuntados y bóvedas de crucería, y tiene abiertos ventanales en su parte superior que aportan iluminación al conjunto. La existencia ventanales en la cabecera aporta iluminación al presbiterio. La iglesia impresiona por su severidad y recogimiento, quizás acusado por tener poca iluminación. La girola y el deambulatorio tienen una gran belleza y una cierta tosquedad en su factura que emociona. Visitar esta iglesia un día de invierno entre semana permite disfrutar de su recogimiento y solemnidad.
Nave central y arcos que comunican con las laterales

Nave lateral

Vista general 

Claustro
Las cuatro galerías del claustro inferior son del siglo XIV y tienen un estilo gótico bastante uniforme, siendo quizás la zona más antigua la que forma la panda oriental que da entrada a la sala capitular. En la panda norte se encuentra el lavatorio situado dentro de una estructura adosada enfrente de la entrada al refectorio. En la galería sur se encuentran dos portadas de acceso a a la iglesia, la mas oriental es la que daba acceso a los monjes y tiene una bella factura románica con sencillos adornos geométricos, que conservan policromía y una inscripción entre las dos arquivoltas mas externas. Un sobreclaustro renacentista se construyó sobre el claustro primitivo.
Arcos ojivales, bóvedas de crucería como corresponde a un claustro gótico. Las características columnas adosadas truncadas situadas en la pared del claustro terminadas en ménsulas, la mayoría de ellas simples con motivos vegetales, pero alguna de ellas contiene figuras humanas. En el fondo de la galería oeste, en el muro sur se encuentra otra puerta de entrada a la iglesia, es la puerta de los conversos, por donde entraban estos a la iglesia.
Los ventanales estan construidos por columnillas formando ventanillas geminadas que se cierran por la parte superior con un pequeño rosetón de cuatro lóbulos y todo el conjunto culminado por otro rosetón mayor de ocho lóbulos, la parte superior está cubierta por láminas de alabastro, que permiten el paso de la luz.
Algunas ménsulas del claustro contienen figuras humanas, pudiendo verse una figura de Atlas sosteniendo una de las columnas truncadas. Otras tiene caras humanas con rasgos bien conservados.
Entrada a la iglesia desde el claustro

Ventanales del claustro

Norte y oeste

Lavatorio 

Sala capitular
La sala capitular de Veruela es quizás la más bella de las existentes en los monasterios de la península, sus arcos de medio punto, con el adorno de ajedrezado Jaqués, sus columnas de una belleza y un estado de conservación increíbles hacen que el conjunto sea diferente a todos los demás. También contribuye una cuidada iluminación.
La puerta que comunica con el claustro, está sostenida por un conjunto de cinco columnillas , rematadas por un capitel decorado con motivos vegetales muy sencillos, del que sale un arco central rebajado y otros dos uno externo y otro interno que se adornan con cenefas, el externo con decorado, muy bien trabajado de fino ajedrezado jaqués, y liso el interior. A ambos lados de la puerta se abren dos ventanales separados por un conjunto similar de columnas, rematadas por capiteles y arcos similares a los de la puerta, ligeramente mas bajos y que mantienen el decorado de las cenefas exteriores de manera alternante.
En el interior de la sala capitular se encuentran dos sepulcros en las paredes, el de D. Lope Ximenez de Agón, del siglo XIII, y de D. Sancho Marcilla del siglo XIV. Además en el suelo se encuentran catorce lápidas. La sala esta cubierta por bóvedas de crucería sustentadas por columnas interiores aisladas y otras adosadas a los muros perimetrales.
Interior y portada de la sala capitular
 

Vista interior sala capitular

 

Monasterio de Piedra, antiguo monasterio cisterciense que se halla en el municipio zaragozano de Nuévalos en la Comarca de Calatayud, en Aragón (España).
La fundación del monasterio se debe a la figura de Alfonso II. Cuando el rey intenta colonizar una zona situada en el extremo de los territorios de Aragón, que además lleva pocos años en manos de los cristianos, tiene un fuerte componente de población musulmana y además esta en zona fronteriza con el reino de Castilla.
En 1186 Alfonso II dona a la abadía de Poblet el castillo de Piedra, con todas sus pertenencias y tierras, la aldea de Tiestos, y otras tierras en términos vecinos. La donación del rey pretende que en cualquier lugar de estas tierras, los monjes de Poblet construyan un monasterio de la orden del Cister. A partir de ese momento parece existir ciertas dudas sobre la decisión final del asentamiento, existiendo autores que afirman la existencia de un asentamiento previo en Peralejos (Teruel). Por razones desconocidas, este primer asentamiento se desestimó y se eligiera este definitivo, al poco tiempo por el abad Guafrido, a la cabeza de sus doce acompañantes. Tradicionalmente se acepta que en noviembre de 1194 los monjes llegan a Piedra.
En 1195, Alfonso II amplía los dominios de Piedra. Los monjes se alojan inicialmente en el castillo mientras se construye la abadía definitiva. El patrimonio es escaso en los primeros años, existiendo documentos en los que los monjes se quejan al rey Pedro II de su precaria situación. El monasterio se inaugura en 1218, con el traslado del antiguo castillo al nuevo monasterio. Se siguen recibiendo donaciones. El monasterio recibe fuertes influencias de otras obras de la misma época como el monasterio de las Huelgas y el de Huerta, siendo esta influencia mucho mayor que la de su casa madre Poblet, de la que difiere completamente.
Al recinto amurallado se accedía por la torre medieval del homenaje y la iglesia, destruida en los primeros decenios de 1800, comunicaba con el claustro abierto de grandes arcos apuntados y sus capiteles con labrados follajes imitados del bizantino, así como con las distintas dependencias. También destaca la magnífica escalera principal que se despliega en dos anchos ramales sostenida toda por arcos y cobijada por una hermosa bóveda.
En el siglo XIV, como consecuencia de la aparición de la peste y de malas cosechas se produce una revuelta entre los vecinos de Nuévalos, Monterde y Llumes que atacan el monasterio, teniendo que intervenir Pedro el Ceremonioso en auxilio de los monjes.
En el siglo XVII se produce la restauración de la iglesia abacial y en 1835 todo el monasterio es saqueado. La desamortización acabara con la presencia de monjes y comenzará una etapa de ruina que terminará al ser restaurado el monumento y poder ser visitado, formando parte de un complejo privado que comprende un hotel y los jardines vecinos regados por el río Piedra que han otorgado al lugar mas fama que el propio monasterio.
La iglesia
Presenta una planta de cruz latina, con un crucero acusado y con una cabecera compuesta por un ábside poligonal flanquedo por cuatro capillas que se abren a ambos lados del crucero, tres naves de cinco tramos la central mas ancha y alta que las laterales. La situación actual de la iglesia es de ruina, en la que se conservan solo algunas partes. Sería por tanto una iglesia de planta "bernarda", solo distinta por su ábside que no es recto. Aunque la comunidad se forma como filiación del monasterio de Poblet, en todo el monasterio se nota mas la influencia castellana, en sus soluciones arquitectónicas, que las procedentes de su abadía madre. Quizás el monasterio de las Huelgas sea el que mas influencia tenga en este monasterio, como ocurrirá en otros muchos como el de Matallana, que pertenecen a una misma etapa constructiva, con soluciones formales de carácter gótico, durante el primer cuarto del siglo XIII. Esto hace suponer que dada la proximidad de otros monasterios castellanos, como Santa María de Huerta, Buenafuente, y Siguenza, el proyecto y su realización serían encomendados a maestros de obras y cuadrillas de trabajadores y canteros, que abrían trabajado anteriormente en estos edificios.
La cabecera de la iglesia está constituida por un ábside poligonal de cinco paños, situado en el centro y por cuatro capillas de cabeza cuadrada situadas dos en cada brazo del crucero. El ábside se encuentra en mejor situación de conservación que el resto que está en estado ruinoso. Se divide en cinco paños rectos, cada uno tiene una ventana con arco de medio punto, adornados en el vano por yeserías de tradición mudéjar separando los paños se sitúan columnillas que originalmente llegarían hasta la base de las ventanas, en cuya partes superior sostienen capiteles con motivos vegetales. En lo alto del paño central un óculo ciego presenta un arco adornado por hojas enrolladas.
Vista general del ábside, con los cinco paños separados por plementos de perfíl abocelado, que convergen en la clave del arco fajón. En el cuarto plemento empezando por la izquierda, se ve el orificio circular con adorno de cuatro lóbulos, característico de la escuela castellana. Por delante del arco fajón se puede ver el nervio transversal que forma la bóveda sexpartita del presbiterio
 

La bóveda de este ábside, presenta cinco plementos separados por nervios abocelados que convergen en la clave del arco fajón. Este arco, es apuntado y con perfil en nacela descansa en columnas adosadas rematadas por capitel y cimacios lisos. Es de destacar la bóveda que cubre el presbiterio, pues tiene una ligadura central, que la convierte en sexpartita, siendo esta tipo de bóveda un nuevo elemento que une esta construcción con las castellanas, mas concretamente con las burgalesas, tienen este tipo de bóvedas, la catedral de Burgos, la de Cuenca, el refectorio del monasterio de Huerta, y en el presbiterio de las Huelgas. Los nervios diagonales son de triple bocel y se remata por una clave en forma de estrella. En el cuarto plemento podemos observar un pequeño orificio circular con decoración de cuatro lóbulos, cuyo interes es el de ser un nuevo punto de enlace con la escuela castellana, pudiendo encontrar similares adornos en el monasterio de Las Huelgas, y en San Andrés del Arroyo.
Fachada occidental de la iglesia con el rosetón formado por siete círculos tangentes
 

Claustro
El claustro se sitúa al sur de la iglesia, tiene forma rectangular acoplandose al muro de la nave eclesial, se comunica con esta a través de las puertas habituales, la de los monjes, abierta en el pirmer tramo de la nave de la epístola, y la de los conversos situada en el ultimo tramo de la misma. En el ala oriental, se sitúan la sacristía a la que se accede desde la iglesia y no desde el claustro, la sala capitular, el locutorio. En el lugar que debería corresponder a la sala de los monjes se encuentra la escalera renacentista. En el ala sur encontramos, el refectotio, la cocina y una estancia reformada que correponde con el antiguo calefactorio. Por ultimo en el ala occidental, se dispone paralelo a ella el pasadizo de los conversos, con la cilla o almacen, también se accede desde aquí al zaguan o portería. Se distribuye en dos pisos si bien el superior se debe a la obras que se realizaron en le siglo XVII. En la parte baja el claustro medieval de estilo gótico cubierto por bóvedas de crucería, con claves de temas vegetales. Las bóvedas se apoyan en ménsulas adosadas a los muros perimetrales y a los lienzos de muro que separan los arcos que se abren al patio.Las ménsulas tienen decoración en crochet y ábacos poligonales en nacela sin decorar, existiendo otras con decoracion de hojas y todas terminadas por un baqueton inferior. Los arcos que se abren al jardín son apuntados solo adornados por un perfil en nacela que apoyan en un zócalo corrido. Se aprecia que en las caras laterales de cada arco existieron columnillas con capitel que han sido arrancadas y que en la actualidad forman parte de la fachada del palacio episcopal construido en el siglo XVI. En definitiva se pmuestra un claustro dominado por la sobriedad y que recuerda en muchos aspectos al del monasterio de huerta, del que es contemporáneo.
Lado norte del claustro

Lado oeste

Sala capitular
La sala capitular se abre a la galería oriental del claustro mediante una portada flanqueada y dos ventanales situados a ambos lados, siguiendo el esquema clásico de los monasterios del Cister.
Portada y ventana de la sala capitular
 

Portada central.- Es una portada abocinada, en forma de arco apuntado, compuesto por tres arquivoltas en bocel la primera y la tercera y en nacela la central. Sostiene cada arco una columnilla con capitel con adorno en crochet, basas dentadas que descansan sobre un zócalo elevado que se prolonga lateralmente por toda la fachada.
Ventanas laterales.- Compuestas por dos vanos similares, separados por pilares curciformes, en cada una de sus caras tienen columnas adosadas, cada uno de estos vanos se remata por un arco apuntado doble, con adornos en puntas de diamante, en la parte superior de cada ventanal un óculo polilobulado a su vez con adorno de puntas de diamante en el perímetro, cierra el espacio que lo separa del arco apuntado, formado por dos arquivoltas, en nacela la interior y en bocel la exterior, de factura similar al de la portada que cierra toda la estructura. Las columnillas que sostienen los arcos tienen capiteles con adornos en crochet y basas dentadas.
El interior de la sala se divide en nueve tramos, con cubiertas que apoyan en cuatro pilares fasciculados de sección octogonal. La sofisticación de estas columnas y su esbeltez nos remiten a una sala plenamente gótica, así como su cercanía estilística de nuevo, con la sala capitular del monasterio de las huelgas. Las policromías conservadas en la sala capitular pueden ser un añadido de las reformas barrocas. Las bóvedas son todas de crucería con los mismos perfiles en bocel que se aprecian en el claustro, los arcos descansan sobre ménsulas adosadas a los muros adornadas con capiteles mayoritariamente con adornos en crochet, ábacos poligonales y rematadas en baquetones similares a las del claustro.

Bóveda y columnas centrales
 

En la pared del fondo se abren tres ventanales de forma ojival, las dos laterales con perfil en bocel y columnas acodilladas, la central es un vano geminado dividido por una columnilla central, que forma dos espacios culminados por arcos trilobulados, sostenidos por columnillas con capiteles de motivos vegetales, sobre la ventana se abre un hueco en forma de rombo.
La sala capitular, nos vuelve a mostrar la influencia castellana, sobre todo del monasterio de Las Huelgas, ya mencionada en el resto del monasterio. Es quizás la estancia con más personalidad y la más bella del monasterio.

 

 

 Próximo Capítulo: Capítulo 3 - El Cister en España - Segunda Parte

 

 

 

 

Bibliografía
Abadía de Poblet. Edición “Escudo de Oro”, 1997. ISBN 84-378-1913-X
Abadía de Poblet. Edición Escudo de Oro, 1997. ISBN 84-378-1913-X
ARADILLAS, Antonio e ÍÑIGO, José. Monasterios de España. PPC editores, S.A. ISBN 84-288-1381-7
Andrés Ordax, Salvador; Zalama Rodríguez, Ángel; Andrés González, Patricia (2003). Monasterios de Castilla y León. León: Edilesa. ISBN 84-8012-428-8.
BANGO, Isidro. El monasterio medieval. Editorial Anaya, 1990. ISBN 84-207-3608-2
Bueno Domínguez, María Luisa (2007). «Espacios de espiritualidad: el monasterio de Moreruela». Hispania Sacra (Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas, CSIC: Servicio de Publicaciones e Instituto de Historia) 59 (119): 35-50. ISSN 0018-215X. Consultado el 22 de marzo de 2010.
Gadea, Sira (2014). «El monasterio de Santa María de Moreruela (Granja de Moreruela, Zamora)». La Musaraña. Archivado desde el original el 14 de octubre de 2014. Consultado el 16 de septiembre de 2014.
DOMÉNECH Y MONTANER, Luis. Poblet. Patronato Nacional de Turismo. El arte en España. Editorial H de J. THOMAS, Barcelona.
DOMÉNECH Y MONTANER, Luis. Poblet. Patronato Nacional de Turismo. El arte en España. Editorial H de J. THOMAS, Barcelona.
FERNÁNDEZ ARENAS, José. Los Monasterios de Santes Creus y Poblet. Editorial Everest, 1979. ISBN 84-241-4860-6
Gonzalvo i Bou, Gener y Sans i Trave, Josep Maria (1998). Vallbona, Guía Histórico-Artística. Milenio Editorial. ISBN 978-84-89790-28-5.
Larrén Izquierdo, Hortencia (2008). Junta de Castilla y León, ed. Moreruela — un monasterio en la historia del Císter. Compilación de artículos (primera edición). Salamanca: Gráficas Verona. ISBN 978-84-9718-513-4.
MARTÍNEZ DE AGUIRRE ALDAZ, Javier. Claustros románicos hispanos. Editorial Edilesa, 2003. ISBN 84-8012-422-9
MARTÍNEZ DE AGUIRRE ALDAZ, Javier. Claustros románicos hispanos. Editorial Edilesa, 2003. ISBN 84-8012-422-9
MORTE, Carmen. Damián Forment y el Renacimiento en Aragón. Cuadernos de Arte Español. Publicación del Grupo 16. ISBN 84-7679-199-2
NAVASCUÉS PALACIO, Pedro (septiembre de 2000). «Los sepulcros reales de Poblet». Descubrir el Arte (19). Depósito legal M. 527-1999.
OLIVER, Jesús M. (monje de Poblet). Publicaciones Abadía de Poblet, 1982. ISBN 84-300-6637-3
Sastre García, José Manuel (mayo-junio). «Documento para la Historia de la villa de Granja de Moreruela». Cistercium. Revista monástica (208): 257-271. ISSN 0210-3990.

No hay comentarios:

Publicar un comentario