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miércoles, 1 de marzo de 2017

Capítulo 6 - SAN JUAN BAUTISTA




ICONOGRAFIA DE SAN JUAN BAUTISTA 


SAN JUAN BAUTISTA REFERENCIAS EN LOS EVANGELIOS   
Anuncio de su nacimiento     
Lc. 1, 5-25  


Predicación de San Juan
Mt. 3, 1-12 Mc. 1, 1-18 Lc. 3, 1-18    
Jn. 1, 6-8, 15, 19-28  


Bautismo de Jesús 
Mt. 3, 13-17  Mc. 1, 9-11  
Lc. 3, 21-22    Jn. 1, 29-34  


Jesús elogia a San Juan    Mt. 11, 7-15
Lc. 7, 24-30  


Nacimiento y circuncisión
Lc. 1, 57-80 


Prendimiento de San Juan 
Mt. 14, 3 
Mc. 6, 17 Lc. 3, 19-20 



Embajada de San Juan a Jesús 
Mt. 11, 2-6 Lc. 7, 18-23 Jn. 3, 22-36  


Martirio de San Juan
Mt. 14, 3-12 
Mc. 6, 14-16
Lc. 9, 7-9  


CITAS DE SAN JUAN BAUTISTA EN LOS EVANGELIOS APÓCRIFOS 
Evangelio de los Hebreos (31) 
Evangelio de los Doce (3-5) 
Fragmento de El Cairo 
Protoevangelio de Santiago (XII, 2; XXII, 3; XXIII, 1-3) 
Actas de Pilato (2ª parte, 2; Descendimiento de Cristo a los Infiernos, V, 2)  
Correspondencia entre Pilato y Herodes (carta de Herodes a Pilato) 
Carta del Domingo  


Juan el Bautista conocido como profeta Yahya en el Corán), o simplemente el Bautista o san Juan, fue un predicador itinerante judío coetáneo de Jesús de Nazaret, nacido a finales del siglo I a.C. Es venerado como un importante personaje religioso en el cristianismo, el islam y la fe Bahá'í. Está considerado un profeta por todas estas confesiones y varias ramas del cristianismo le han proclamado santo. Es considerado el mesías por el mandeísmo.
Juan usaba el bautismo como sacramento central de su movimiento mesiánico. La mayoría de los académicos está de acuerdo en que Juan bautizó a Jesús. Algunos académicos creen que Jesús fue discípulo de Juany varios evangelios cuentan que algunos de los seguidores de Jesús habían sido antes seguidores de Juan. Juan el Bautista también fue mencionado por el historiador judío Flavio Josefo. Algunos académicos mantienen que Juan estaba influenciado por el movimiento semi-ascético de los esenios, que esperaban un apocalipsis y practicaban rituales muy relacionados con el bautismo aunque no hay evidencias que apoyen esta teoría. 
Según el Nuevo Testamento, Juan anticipó a una figura mesiánica mayor que él mismo, y el que vino fue Jesús. Los cristianos hablan de Juan como si fuera el precursor de Jesús, por haber anunciado su venida. Juan también tiene elementos en común con el profeta Elías (Mateo 17 12–13).  
Juan el Bautista es mencionado en los cuatro evangelios canónicos y en el evangelio no canónico de los nazarenos. Los evangelios sinópticos (de Marcos, Mateo y Lucas) describen el bautizo de Jesús. En el Evangelio de Juan hay una mención tácita del hecho (Juan 1:32-34). 


El Evangelio de Marcos presenta a Juan el cumplidor de una profecía de Isaías (que, en realidad, es una compilación de frases del Segundo Isaías, del Libro de Malaquías y del Libro del Éxodo). Esta profecía hablaba de un mensajero que iba por delante y de una voz que clama en el desierto. Dice que Juan usaba un manto hecho de pelo de camello y que se alimentaba de saltamontes y de miel silvestre. Juan proclamaba el bautismo del arrepentido para el perdón de los pecados. Según Marcos, Juan decía que vendría otro después de él que no bautizaría con agua, sino con el Espíritu Santo.
Jesús acudió a Juan y fue bautizado por él en el río Jordán. Según Marcos el hecho ocurrió así:
En aquellos días, Jesús llegó desde Nazaret de Galilea y fue bautizado por Juan en el Jordán. Y al salir del agua, vio que los cielos se abrían y que el Espíritu Santo descendía sobre él como una paloma; y una voz desde el cielo dijo: "Tú eres mi hijo querido, mi predilecto". 
El relato del Evangelio de Mateo contiene la profecía de Isaías, y la información del Libro de Malaquías y del Libro del Éxodo es mencionada por el propio Jesús más adelante. La descripción de Juan se toma directamente del Evangelio de Marcos ("un manto hecho de pelo de camello, un cinturón de cuero en la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre"), junto con el anuncio de que el que vendría posteriormente bautizaría con el Espíritu Santo "y el fuego" (Mateo 3:1-12). A diferencia de Marcos, Mateo describe a Juan como crítico con los fariseos y saduceos y aparece predicando que "el reino de los cielos se acerca" y un "juicio venidero". Mateo abrevia la historia de la decapitación de Juan y añade dos elementos: que Herodes Antipas quería ver muerto a Juan y que Jesús fue informado de este hecho por sus discípulos. 
Mateo no se centra en Herodes Antipas, sino en Juan como el precursor de Jesús. Aunque Marcos habla de que Herodes Antipas mató a Juan a regañadientes y por la insistencia de Herodías, Mateo dice que Herodes Antipas quería ver muerto a Juan.


En su evangelio, Jesús dice:
"De cierto os digo: Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista; pero el más pequeño en el reino de los cielos, mayor es que él" 
El Evangelio de Lucas narra la milagrosa concepción de Isabel, que era estéril (Lucas 1:7-9), esposa de Zacarías, ambos ancianos y sin hijos. Puede que este evangelio defina a Isabel como estéril por haber pasado ya la menopausia. 
Según el relato de Lucas, el ángel Gabriel le anticipó el nacimiento de Juan a Zacarías mientras que este ejercía de sacerdote en el Templo de Jerusalén. Zacarías es descrito como un sacedote de la casa de Abías e Isabel es descrita como descendiente de Aarón (Lucas 1:5). Esto implica que ambos cónyuges eran descendientes de Aarón. Los católicos, los anglicanos y los luteranos celebran la natividad de Juan el Bautista el 24 de junio, seis meses antes de la Navidad.
En tiempos de Herodes, rey de Judea, había un sacerdote llamado Zacarías, de la clase sacerdotal de Abías. Su mujer, llamada Isabel, era descendiente de Aarón. Ambos eran justos a los ojos de Dios y seguían en forma irreprochable todos los mandamientos y preceptos del Señor.
Pero no tenían hijos, porque Isabel era estéril; y los dos eran de edad avanzada. Un día en que su clase estaba de turno y Zacarías ejercía la función sacerdotal delante de Dios, le tocó en suerte, según la costumbre litúrgica, entrar en el Santuario del Señor para quemar el incienso.
Toda la asamblea del pueblo permanecía afuera, en oración, mientras se ofrecía el incienso. Entonces se le apareció el ángel del Señor, de pie, a la derecha del altar del incienso. Al verlo, Zacarías quedó desconcertado y tuvo miedo. Pero el ángel le dijo: «No temas, Zacarías; tu súplica ha sido escuchada. Isabel, tu esposa, te dará un hijo al que llamarás Juan. Él será para ti un motivo de gozo y de alegría, y muchos se alegrarán de su nacimiento, porque será grande a los ojos del Señor. No beberá vino ni bebida alcohólica; estará lleno del Espíritu Santo desde el seno de su madre, y hará que muchos israelitas vuelvan al Señor, su Dios. Precederá al Señor con el espíritu y el poder de Elías, para reconciliar a los padres con sus hijos y atraer a los rebeldes a la sabiduría de los justos, preparando así al Señor un Pueblo bien dispuesto». Pero Zacarías dijo al ángel: «¿Cómo puedo estar seguro de esto? Porque yo soy anciano y mi esposa es de edad avanzada». El ángel le respondió: «Yo soy Gabriel, el que está delante de Dios, y he sido enviado para hablarte y anunciarte esta buena noticia. Te quedarás mudo, sin poder hablar hasta el día en que sucedan estas cosas, por no haber creído en mis palabras, que se cumplirán a su debido tiempo». 


Juan Evangelista describe a Juan el Bautista como "un hombre enviado por Dios" que "no era la luz" pero que "vino como testigo para dar testimonio de la luz, de manera que a través de él todos creyeran" (Juan 1:6-8). Juan Bautista negaba claramente ser el Cristo, Elías o "el profeta", y en lugar de eso se definía a sí mismo como "la voz que clama en el desierto".
Tras el análisis literal, es evidente que Juan es el "testigo y confesor por excelencia", sobre todo si se compara con figuras como la de Nicodemo. 
El bautismo de Jesús se da a entender, pero no se narra. Se narra que se vio "al espíritu bajar del cielo como una paloma y descansar sobre él". Juan el Bautista anuncia explícitamente que Jesús es el único que "bautiza en el Espíritu Santo", que es el "Hijo de Dios" y "el Cordero de Dios".
El Evangelio de Juan informa de que los discípulos de Jesús fueron bautizados y que hubo un debate entre algunos discípulos de Juan y otros judíos sobre la purificación (Juan 3:22-36). En este debate Juan el Bautista argumentaba que Jesús "debe crecer" que él debería "dismimuir" (Juan 3:30) su relevancia.
Este evangelio dice que, posteriormente, los discípulos de Jesús bautizaron a más gente que los discípulos de Juan. Posteriormente, el evangelio dice que Jesús veía a Juan como "una lámpara encendida y brillante", y que "estaban destinados a regocijarse durante un tiempo en esa luz" (Juan 5:35). 
Juan el Bautista es un tema muy representado desde su nacimiento, niñez y madurez y muerte. 


La Anunciación a Zacarías
Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote llamado Zacarías, de la clase de Abías; su mujer era de las hijas de Aarón, y se llamaba Isabel. Ambos eran justos delante de Dios, y andaban irreprensibles en todos los mandamientos y ordenanzas del Señor. Pero no tenían hijo, porque Isabel era estéril, y ambos eran ya de edad avanzada. Aconteció que ejerciendo Zacarías el sacerdocio delante de Dios según el orden de su clase, conforme a la costumbre del sacerdocio, le tocó en suerte ofrecer el incienso, entrando en el santuario del Señor. Y toda la multitud del pueblo estaba fuera orando a la hora del incienso. Y se le apareció un ángel del Señor puesto en pie a la derecha del altar del incienso. Y se turbó Zacarías al verle, y le sobrecogió temor. Pero el ángel le dijo: Zacarías, no temas; porque tu oración ha sido oída, y tu mujer Isabel te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Juan. Y tendrás gozo y alegría, y muchos se regocijarán de su nacimiento; porque será grande delante de Dios. No beberá vino ni sidra, y será lleno del Espíritu Santo, aun desde el vientre de su madre. Y hará que muchos de los hijos de Israel se conviertan al Señor Dios de ellos. E irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto. Dijo Zacarías al ángel: ¿En qué conoceré esto? Porque yo soy viejo, y mi mujer es de edad avanzada. Respondiendo el ángel, le dijo: Yo soy Gabriel, que estoy delante de Dios; y he sido enviado a hablarte, y darte estas buenas nuevas. Y ahora quedarás mudo y no podrás hablar, hasta el día en que esto se haga, por cuanto no creíste mis palabras, las cuales se cumplirán a su tiempo. Y el pueblo estaba esperando a Zacarías, y se extrañaba que se demorase en el santuario. Pero cuando salió, no les podía hablar; y comprendieron que había visto visión en el santuario. Él les hablaba por señas, y permaneció mudo. Y cumplidos los días de su ministerio, se fue a su casa. Después de aquellos días concibió su mujer Isabel, y se recluyó en casa por cinco meses, diciendo: Así ha hecho conmigo el Señor en los días en que se dignó quitar mi afrenta entre los hombres.
Evangelio de Lucas. Capítulo 1, Versículo 5-25 



Aparición del ángel a Zacarías, Ghirlandaio 1485-90. Iglesia de Santa María Novella
La apariencia de este cuadro es la de una escena de las Sagradas Escrituras, cuando el ángel enviado por Dios se aparece al profeta Zacarías. Sin embargo, se trata de toda una fotografía de estado, puesto que su autor, Domenico Ghirlandaio, ha aprovechado el tema para retratar a lo mejor de la alta sociedad de Florencia. En efecto, asistiendo a la celebración milagrosa, hay retratos individualizados de todos los personajes más importantes de Florencia, y algunas de sus mujeres y amantes. El marco de la escena es simplemente apabullante, reproduce la idea renacentista de un templo pagano, fastuoso, recubierto de mármoles de colores y bajorrelieves. La decoración es minuciosa y delicada, con grutescos y candelieri. Los relieves reproducen batallas de la Antigüedad. Ghirlandaio, como todos los pintores de Florencia en el Quattrocento, conoció y trató a Verrocchio, el más prestigioso de los pintores del momento. 

Zacarías escribe el nombre de su hijo, Fresco de Domenico Ghirlandaio (1490, capilla Tornabuoni, Florencia).
Cuando llegó el tiempo en que Isabel debía ser madre, dio a luz un hijo. Al enterarse sus vecinos y parientes de la gran misericordia con que Dios la había tratado, se alegraban con ella.
A los ocho días, se reunieron para circuncidar al niño, y querían llamarlo Zacarías, como su padre; pero la madre dijo: «No, debe llamarse Juan». Ellos le decían: «No hay nadie en tu familia que lleve ese nombre». Entonces preguntaron por señas al padre qué nombre quería que le pusieran. Este pidió una pizarra y escribió: «Su nombre es Juan». Todos quedaron admirados. Y en ese mismo momento, Zacarías recuperó el habla y comenzó a alabar a Dios. Este acontecimiento produjo una gran impresión entre la gente de los alrededores, y se lo comentaba en toda la región montañosa de Judea. Todos los que se enteraron guardaban este recuerdo en su corazón y se decían: «¿Qué llegará a ser este niño?». Porque la mano del Señor estaba con él.

Nacimiento de San Juan Bautista, Murillo 


El Nacimiento de San Juan Bautista Artemisia Gentileschi  (ca. 1634), Museo del Prado 


En el centro a la derecha hay tres mujeres aseando al recién nacido. Detrás de ellas, otra, en pie, porta una palangana con agua. En la parte izquierda, sumida en la oscuridad, se ve a un anciano en primer plano escribiendo y a la parturienta, Isabel, detrás, con otra figura a su lado. En el lado opuesto a la derecha, se ve una arquitectura que permite ver un paisaje al fondo.
Como le dijo que iba a tener un niño y no se lo creyó, Dios le quito la voz y al poner el nombre del niño, lo tuvo que escribir. Aparece en un segundo plano.  
Otra es el tema de la predicación de San Juan Bautista. Se retiró al desierto, con vida ascética. Hay numerosos cuadros acerca de este tema. Aparecen lugares que en ocasiones no tienen que ver con el desierto. Aparece San Juan con la piel de camello y lleva los atributos. Personajes de todo tipo (idea de que todos acudían a escucharlo).  


ATRIBUTOS.  



Filacteria “Ecce Agnus Dei”. Aparece el dedo índice hacia arriba. (Indica un anuncio). Suele llevar una caña a veces cruciforme. La piel de camello con la que nos dicen los evangelios que se vestía. Cordero. Anuncia la venida de Cristo. 


·       Como niño. Comparada con el niño Jesús. A veces se les diferencia y otras no. Se le conoce como San Juanito.
·       En edad juvenil en el desierto.
·       Como adulto predicando en el desierto.
·       Cabeza de San Juan.  


NIÑO JESÚS CON SAN JUANITO


La Virgen del Prado (o del Belvedere) de Rafael 1506. Kunsthistorisches Museum de Viena.


La figura principal es una Virgen María, con semblante casi adolescente, sentada y con una de sus piernas estiradas. Va cubierta por un vestido rojo y envuelta en un manto azul eléctrico. El vestido va ribeteado con guirnaldas doradas de carácter geométrico, aunque los ribetes del cuello sirvieron al artista para firmar la obra y datarla. Un fino velo casi translúcido cubre las sienes y rematan un esmerado tocado compuesto a base de trenzas y recogidos. María sostiene a su hijo infante que parece que está aprendiendo a andar. Éste agarra el báculo de madera, en forma de crucifijo, que porta el San Juan Bautista que se sitúa a la izquierda del cuadro, y que se nos muestra colocado frente a su primo. Éste también se nos presenta como un infante, de similar edad, envuelto parcialmente por una túnica morada ribeteada en oro. El San Juanito está realizando una genuflexión ante el redentor y sujeta con ambas manos su crucifijo (símbolo del futuro calvario de Jesús) mientras mira grácilmente a su compañero. La mirada serena que la Virgen le dedica a San Juan, de la que se infiere un cierto matiz nostálgico, o triste incluso, parece vaticinar el futuro desolador al que tendrá que enfrentarse el hijo que tan primorosamente sostiene entre sus brazos.
Aunque  las vestiduras no muestra la maestría ni el naturalismo de Leonardo, las delicadas facciones de los niños, el esmerado semblante de la virgen enmarcado por el etéreo peinado  y el exquisito paisaje cristalino del fondo, compuesto tanto por elementos naturales como arquitectónicos , hacen de esta obra una de las más bellas composiciones de Rafael. La monumentalidad del conjunto se consigue mediante la colocación de los hombros de  la Virgen por encima de la línea del horizonte, y se refuerza por el fuerte contraste cromático de sus vestiduras y por la composición piramidal que dibujan sus siluetas. Pese a ello la escena es intimista, pues los niños y  María parecen ajenos a los ojos de los observadores. El lúdico entretenimiento de los infantes dinamiza la composición y contagian el ensimismamiento que experimenta la Virgen al espectador. Los halos de santidad que muestran sus tres protagonistas contrastan fuertemente con el carácter cotidiano de toda la representación. Y aunque sabemos que estamos frente a personajes sagrados, éstos se nos muestran como seres totalmente terrenales. Los niños, desnudos, saludables y regordetes muestran humanidad y cotidianidad. Toda la escena está impregnada de un fuerte naturalismo, y quizá esta sea la aportación principal de Rafael en esta temática.
La composición a su vez, está llena de símbolos que aportan información sobre sus protagonistas y el futuro que les espera. El manto azul de la Virgen es símbolo de pureza, mientras que la túnica roja nos remitiría al martirio de  Jesús y a la sangre que éste verterá por la humanidad. Las margaritas, amapolas o matas de fresones que adornan la tierra donde su inscriben los personajes también nos aportan datos: las margaritas son consideradas como símbolo de la inocencia; las amapolas aluden al sueño eterno,… a la muerte; y los fresones hacen alusión a la vida, la fertilidad y la redención. El hecho de que los protagonistas aparezcan sentados en el suelo refiere igualmente a la humildad y los pies descalzos a la santidad o divinidad. 


Niño Jesús y San Juanito.
San Juanito con el cordero, Andrea del Sarto. Museo del Prado
Esta pequeña pintura sobre tabla, de controvertida atribución, es para algunos historiadores obra del florentino Andrea del Sarto, mientras que para otros está más cerca de los maestros milaneses del siglo XVI, influenciados por Leonardo Da Vinci. Se trata de una obra íntima, dirigida a la devoción privada, realizada con el cuidado en los detalles de una miniatura. Presenta al Niño a la manera tradicional del San Juan Bautista en el desierto, cuando, según las palabras del evangelista San Lucas (I, 80), el niño crecía y se fortalecía en espíritu y moraba en el desierto hasta el día de su manifestación a Israel, de ahí el atuendo del San Juanito, cubierto sólo por una piel. El niño, de sonrisa seductora, mira de frente al espectador, como haciéndole partícipe de su amor al Cordero, símbolo de Jesucristo. 


San Juan Bautista Murillo 1670-1680). Museo del Prado
El tema fue muy popular en el Barroco y tiene su fuente en un pasaje del Evangelio de San Lucas. El peculiar clímax sentimental que convirtió este cuadro en una imagen devocional muy estimada en el siglo XIX se logra a través no sólo de la técnica vaporosa en que está pintado, sino también de la actitud tan enfática del niño y de su ubicación en un entorno natural que remite inmediatamente a las imágenes de penitentes y anacoretas.
El San Juanito aparece sentado sobre una piedra, llevándose la mano derecha al pecho en señal de penitencia y dirigiendo la mirada hacia el cielo de donde le llega un rayo de luz. A su lado encontramos el Cordero que simboliza a Cristo. Las figuras aparecen ante un fondo de paisaje. 
Al igual que el Buen Pastor Niño, la composición se estructura con una pirámide mientras que diversas diagonales dotan de mayor ritmo al conjunto. La atmósfera conseguida gracias a la luz y el color son una muestra clara de la admiración de Murillo por los maestros venecianos. La pincelada es rápida y diluida cercana al estilo de Velázquez. 
Resulta curioso comparar esta idealizada escena con los asuntos costumbristas protagonizados por niños en los que Murillo emplea un naturalismo que aporta cotidianidad a las estampas.


San Juanito Convento de Santa Clara Toledo 


San Juanito Principios siglo XVIII Feriarte 2007 Antigüedades Gil 


San Juan Bautista Pierre Mignard (1688) Museo del Prado
Imagen de San Juan Bautista niño vestido con piel de animal, sentado sobre una roca de la que brota agua, y sobre fondo de paisaje. A su lado aparece un cordero y de la vara que sujeta en su mano derecha pende un cartel en el que se puede leer: "Ecce Agnus Dei" ("Éste es el Cordero de Dios"). Aunque Mignard es conocido sobre todo por su provechosa carrera como retratista, frecuentó ocasionalmente otros géneros. Así se aprecia en esta representación del santo adolescente, cuya cuidada factura muestra su dependencia de la pintura boloñesa. La técnica cuidada en las texturas y, especialmente elegante en las figuras, enlaza con la primera formación de Mignard en Francia, donde trabajó con los máximos artistas del Barroco francés. Este cuadro fue encargado en 1688 por Felipe de Orleans para su yerno, el rey Carlos II (1661-1700). 


Juan Bautista (Caravaggio) Museos Capitolinos
También conocido como Joven con un cordero, de esta pintura existen dos versiones idénticas, ambas situadas en Roma. La primera de ellas se encuentra en los Museos Capitolinos y la segunda, en la Galería Doria-Pamphili.


El encanto de este cuadro yace en su suavidad, en el uso de la luz, la ropa aterciopelada, la carne, las plantas y otros elementos primordiales presentes. Es identificable como Juan Bautista únicamente por los símbolos cristianos que le rodean, como el cordero —víctima del sacrificio— y las uvas —su jugo rojo es similar a la sangre derramada por Cristo en su Pasión, y las uvas en sí son fuente de vida—. La iconografía muestra a Juan semidesnudo —de nuevo el ideal caravaggista de la belleza masculina hace su aparición—. Caravaggio quiere mostrar con esto, sino una ironía, por lo menos sí una pequeña libertad de expresión.
La ambigüedad de la pintura ha confundido durante siglos su título. En 1620 se le adjudicó el de Pastor de ovejas. Al pasar a manos del protector de Caravaggio, el cardenal Francesco María del Monte, el cuadro es identificado como Corydon, mítico personaje de Virgilio. Otros títulos que se le han dado a la pintura son Isaac en el sacrificio —por el cordero que aparece al lado del muchacho— e Ignudi —copia de la obra de Miguel Ángel, en la Capilla Sixtina—. Fue hasta 1923 cuando se identificó por fin su verdadera autoría y su título real. Mientras que Miguel Ángel plasma su forma de manera abstracta, Caravaggio lo hace más realista con el apoyo de luces y colores.
No tiene ninguno de los elementos de los antiguos Bautistas cristianos, por lo que se le supone ortodoxo. Más aún, el Cecco que posa para Juan Bautista es en todo caso pagano.


San Juan Bautista en el desierto. José de Ribera. Siglo XVII. Ayuntamiento de Valladolid.
San Juan Bautista se retiró al desierto en donde comenzó a predicar y a bautizar en torno al año decimoquinto del imperio del emperador Tiberio, cuando Poncio Pilato gobernaba Judea, y Herodes era tetrarca de Galilea. Su vida ascética, donde los evangelistas Mateo y Lucas indican que vestía una piel de camello y se alimentaba exclusivamente de langostas y miel, le convierten en el primer antecesor de la vida eremítica del Cristianismo. Como santo apartado de los placeres mundanos, su vida fue representada continuamente en el arte, si bien tuvo una especial importancia en el Barroco, al calor de la Contrarreforma católica.
El lienzo, representa a San Juan en edad juvenil. En el lado inferior izquierdo aparece la cabeza del Agnus Dei, en relación con el hecho de que un día, cuando Jesús pasaba a lo lejos, Juan le señaló y clamó: He ahí el Cordero de Dios. En el lado superior derecho se observa un escueto paisaje.
El cuadro, atribuido a José de Ribera, fue ejecutado en una fecha cercana a 1635-1640. 


San Juan Bautista, Juan de Juni. Museo Nacional de Escultura Valladolid 
El manierismo impuso una dinámica basada en el giro de la figura. En ésta, una pierna se apoya con energía mientras que la otra imprime un movimiento de torsión. El ritmo es giratorio, en torno a un eje. El equilibrio de la figura radica en su propio movimiento. Ello no hace sino favorecer el desplazamiento del espectador alrededor de la imagen. 

La predicción de San Juan Bautista, Anton Raphael Mengs (1760) [Museum of Fine Arts, Houston]
Y él fue por toda la región contigua al Jordán, predicando el bautismo del arrepentimiento para perdón de pecados, como está escrito en el libro de las palabras del profeta Isaías, que dice: Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor; Enderezad sus sendas.
Todo valle se rellenará, Y se bajará todo monte y collado; Los caminos torcidos serán enderezados, Y los caminos ásperos allanados.
Y verá toda carne la salvación de Dios. 


San Juan Bautista, Tiziano. Museo del Prado


La Predicación de San Juan Bautista, Frans Francken II (1623), Museo del Prado

El bautismo de Jesús
Los evangelios difieren en los detalles del bautismo. En los de Marcos y Lucas, Jesús ve el cielo abierto y oye una voz que le aborda personalmente diciendo "Tú eres mi hijo querido, mi predilecto". Ellos no aclaran si los demás vieron y escucharon esto.
En Mateo, la voz del cielo no se dirige personalmente a Jesús, y dice: "Este es mi hijo amado, mi predilecto" (Mateo 3:17). En el Evangelio de Juan, Juan el Bautista ve bajar una paloma y da testimonio de esto como prueba de la condición mesiánica de Jesús.
La concepción que Juan tiene de Jesús varía dependiendo del evangelio. En el de Marcos, Juan predica la llegada de un líder, pero no da señales de que Jesús sea ese líder. En el de Mateo, no obstante, Juan reconoce inmediatamente a Jesús y se cuestiona si está capacitado para bautizarle. Tanto en Mateo como en Lucas, Juan pregunta: "¿Eres tú el que va a venir o debemos esperar a otro?". En el de Lucas, Juan es familiar de Jesús y ambos nacimientos fueron profetizados por el ángel Gabriel. Según Juan Evangelista, Juan el Bautista contempló al Espíritu Santo descendiendo con forma de paloma y predicó explícitamente que Jesús es el Hijo de Dios.


Bautismo de Cristo, Piero della Francesca 1448-50. National Gallery de Londres
El Bautismo de Cristo es una de las obras tempranas más famosas de Piero della Francesca. En ella encontramos una referencia paisajística básica para la pintura del Quattrocento ya que se acerca a la realidad que circunda al artista, considerándose una imagen de las cercanías de Sansepolcro donde el pintor nació y vivió la mayor parte de su tiempo. Encontramos así una destacable alusión a la perspectiva, fundamental en la obra de Piero, ya que las propias figuras conforman el espacio donde se asientan. La figura de Cristo se sitúa en el centro de la composición, recibiendo el agua bendita de su primo san Juan Bautista; sobre su cabeza encontramos la paloma del Espíritu Santo y bajo sus pies las aguas del río Jordán.  


Tres figuras aladas se sitúan junto al árbol; han sido identificadas como los ángeles que acompañaban a Cristo en su bautismo pero no portan las vestiduras ni los elementos típicos, interpretándose como una alusión a la Concordia entre las Iglesias occidental y oriental que llegaron a acercamientos en el Concilio Ecuménico celebrado en Florencia en 1439, fecha en la que el maestro se encuentra en la capital de la Toscana. Esa hipótesis se refuerza con los atuendos orientales de los personajes que se aprecian tras el catecúmeno que se despoja de sus ropas. Las figuras están sabiamente interpretadas, obteniendo un marcado acento volumétrico gracias al empleo de la luz, resaltando el aspecto escultórico y anatómico de los personajes, especialmente de Jesucristo. Las tonalidades no son muy vivas, al bañar las figuras con esa luz blanca y uniformemente distribuida. Las referencias a la Escuela florentina del Quattrocento. 


Tríptico del bautismo de Cristo (Gerard David)
Este Tríptico con el bautismo de Cristo es un retablo pintado sobre tabla por el pintor renacentista del gótico tardío o primitivo flamenco. Data del período 1502-1508 y se guarda en el Museo Groeninge, de Brujas (Bélgica).
Tiene tres tablas. La del centro mide 127,9 cm de alto por 96,6 cm de ancho.
La del centro está dedicada al tema del Bautismo de Jesús, con Juan el Bautista derramando agua del Jordán sobre Cristo y un ángel a un lado sosteniendo las vestiduras de Cristo. En riguroso eje vertical con Cristo está Dios Padre y una paloma símbolo del Espíritu Santo. En la parte posterior se ha pintado un paisaje de verde luminoso con escenas de la vida de san Juan Bautista. En primer término se representan con detalle hierbas y flores. En las alas laterales está representados los donantes con sus hijos. Izquierda está Jan de Trompes, tesorero de la ciudad de Brujas presentado por Juan el Evangelista, su santo patrón. En el ala de la derecha está su segunda esposa, Elisabeth van der Meersch, presentada por santa Isabel. 


Bautismo de Cristo, Domenico Ghirlandaio
La escena es la narrada por los Evangelios (Mr. 1.9-11; Lc. 3.21-22). Jesús, antes de comenzar su vida pública es bautizado por Juan. Después de vencer la resistencia del Precursor y en el momento del bautismo se abren los cielos y el poder de Dios descendió en forma de paloma, mientras una voz decía “Éste es mi Hijo muy amado en quien tengo mis complacencias”.
Ghirlandaio establece un eje central que une la tierra con el cielo y, al mismo tiempo, une a las tres Personas de la Trinidad. Además, traza dos diagonales desde lo alto de los acantilados que bordean el Jordán. Por cierto, el lugar en donde dicen hoy a los turistas que se produjo el bautismo es llano y sin rocas. Pero eso Ghirlandaio no podía saberlo. Esas dos diagonales terminan en los pies de Cristo que están sumergidos en una corriente mínima de agua. Una recta que pasa por las cabezas de los espectadores divide el cuadro en dos mitades. Dicha recta y las diagonales forman un triángulo que enmarca la parte principal de la escena. Hay que tener en cuenta que los pintores del Quattrocento usan la perspectiva lineal. Solamente después, en el Cinquecento, los pintores conocerán y utilizarán la perspectiva aérea.


Muerte de Juan el Bautista
Del santo Evangelio según san Marcos 6, 14-29
Se enteró el rey Herodes, pues su nombre se había hecho célebre. Algunos decían: «Juan el Bautista ha resucitado de entre los muertos y por eso actúan en él fuerzas milagrosas». Otros decían: «Es Elías»; otros: «Es un profeta como los demás profetas». Al enterarse Herodes, dijo: «Aquel Juan, a quien yo decapité, ése ha resucitado». Es que Herodes era el que había enviado a prender a Juan y le había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, la mujer de su hermano Filipo, con quien Herodes se había casado. Porque Juan decía a Herodes: «No te está permitido tener la mujer de tu hermano». Herodías le aborrecía y quería matarle, pero no podía, pues Herodes temía a Juan, sabiendo que era hombre justo y santo, y le protegía; y al oírle, quedaba muy perplejo, y le escuchaba con gusto. Y llegó el día oportuno, cuando Herodes, en su cumpleaños, dio un banquete a sus magnates, a los tribunos y a los principales de Galilea. Entró la hija de la misma Herodías, danzó, y gustó mucho a Herodes y a los comensales. El rey, entonces, dijo a la muchacha: «Pídeme lo que quieras y te lo daré». Y le juró: «Te daré lo que me pidas, hasta la mitad de mi reino». Salió la muchacha y preguntó a su madre: «¿Qué voy a pedir?» Y ella le dijo: «La cabeza de Juan el Bautista». Entrando al punto apresuradamente adonde estaba el rey, le pidió: «Quiero que ahora mismo me des, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista». El rey se llenó de tristeza, pero no quiso desairarla a causa del juramento y de los comensales. Y al instante mandó el rey a uno de su guardia, con orden de traerle la cabeza de Juan. Se fue y le decapitó en la cárcel y trajo su cabeza en una bandeja, y se la dio a la muchacha, y la muchacha se la dio a su madre. Al enterarse sus discípulos, vinieron a recoger el cadáver y le dieron sepultura.


Retablo de cerámica con el bautismo
En los tres retablos, se recogen iconográficamente los pasajes del evangelio referentes al bautismo de Jesús y que encontramos en Mc. 1. 9-11 Lc. 3. 21-22. y en Mt 3. 13-17 que es el que reflejamos a continuación: ”13 Entonces Jesús fue desde Galilea hasta el Jordán y se presentó a Juan para ser bautizado por él. 14 Juan se resistía, diciéndole: "Soy yo el que tiene necesidad de ser bautizado por ti, ¡y eres tú el que viene a mi encuentro!". 15 Pero Jesús le respondió: "Ahora déjame hacer esto, porque conviene que así cumplamos todo lo que es justo". Y Juan se lo permitió.16 Apenas fue bautizado, Jesús salió del agua. En ese momento se le abrieron los cielos, y vio al Espíritu de Dios descender como una paloma y dirigirse hacia él. 17 Y se oyó una voz del cielo que decía: "Este es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta toda mi predilección".
Batisterio de la Iglesia Parroquial de San Julián. Sevilla.


Capilla Bautismal. Parroquia de Omnium  Sanctorum. Calle Feria. Sevilla.


Capilla Bautismal. Parroquia de Santa María Magdalena. Plaza de la Constitución. Dos Hermanas. Sevilla.


 Degollación de San Juan Bautista y banquete de Herodes, Bartholomäus Strobel el Joven (1630-1633) Museo del Prado.


La obra relata el martirio de San Juan Bautista a causa de la perfidia de Salomé, quien pidió su cabeza tras seducir al rey Herodes con su baile. Strobel planteó la historia en una enorme escena, representando el momento del martirio en el extremo derecho, donde vemos el cuerpo decapitado del santo. Al otro lado de la gran columna, la figura de Salomé muestra a un aterrado Herodes la cabeza de Juan sobre una bandeja. El resto de la pintura hacia la izquierda es la exposición del banquete, que el pintor recreó con innumerables figuras a modo de celebración cortesana. En el extremo de la pintura se incluyen varios retratos de personajes contemporáneos, como el emperador Fernando II, o el general imperial Wallestein. La marcada expresividad de las figuras y la singularidad de una composición muy horizontal marcan las características de la pintura. A ello se une el gusto por la descripción precisa de los detalles, el interés por la suntuosidad y los recursos de luz habituales en la obra de este artista. 
Veamos unos  detalles del cuadro 



La decapitación de San Juan Bautista (Caravaggio) Concatedral de San Juan de La Valeta, Malta.
El cuadro se caracteriza por el balance de todas sus partes. No es por accidente que el artista introduce referencias precisas en cuanto al escenario, situando la austera arquitectura del siglo XVI de la prisión como telón de fondo de los personajes. En la ventana, dos figuras silenciosas son testigos de la escena, proyectando al espectador dentro de la pintura y no hacia afuera como ocurre con El martirio de San Mateo.
Aquí se presenta un compendio definitivo del arte de Caravaggio, con personajes habituales en sus pinturas (la anciana, la joven, el canalla desnudo, el noble de barba) y elementos lombardos. La técnica se adhiere a las limitaciones deliberadas y programadas buscada por Caravaggio pero, en medio de los tonos suaves y oscuros, hay un sentimiento impresionante de dibujo a lápiz al cual el artista no renuncia y que es visible incluso en los destellos de luz de sus últimos trabajos. Este balance sumamente clásico, que se proyecta más allá de cualquier contingencia, desata el cruel drama que resulta efectivo al punto que, habiendo rechazado siempre la «estética de la exclamación», Caravaggio limita toda señal de énfasis emocional, externa y excesiva. El pintor firmó en la sangre de San Juan: f michela.... La «f» en la firma tal vez deba ser entendida como fecit (hizo) en vez de frater (hermano). Tal es el sello que colocó en la que podría ser su mejor obra. 
También puede aparecer como tema aislado. Como una prisión donde puede aparecer ya decapitado o todavía no. Aparecen los verdugos y San Juan. Puede aparecer Salome, pero generalmente no.  

Massimo Stanzione, Degollación de San Juan Bautista (Ca. 1635), Museo del Prado 
Fuera de su propia historia, la podemos encontrar en otros temas como por ejemplo, en la Anastasis. Suele aparecer entre los personajes, en primer plano. Una vez que ha bajado, a la primera que se le aparece es a la Virgen. Detrás Adán como el primer ser humano, detrás Eva y al lado San Juan. Aparece entre los rescatados una vez resucitado Cristo.

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