ICONOGRAFIA DE SAN JUAN BAUTISTA
SAN JUAN BAUTISTA REFERENCIAS EN LOS EVANGELIOS
Anuncio de su
nacimiento
Lc. 1, 5-25
Predicación de San
Juan
Mt. 3, 1-12 Mc. 1,
1-18 Lc. 3, 1-18
Jn. 1, 6-8, 15,
19-28
Bautismo de
Jesús
Mt. 3, 13-17 Mc. 1, 9-11
Lc. 3, 21-22 Jn. 1, 29-34
Jesús elogia a San
Juan Mt. 11, 7-15
Lc. 7, 24-30
Nacimiento y
circuncisión
Lc. 1, 57-80
Prendimiento de San
Juan
Mt. 14, 3
Mc. 6, 17 Lc. 3,
19-20
Embajada de San
Juan a Jesús
Mt. 11, 2-6 Lc. 7,
18-23 Jn. 3, 22-36
Martirio de San
Juan
Mt. 14, 3-12
Mc. 6, 14-16
Lc. 9, 7-9
CITAS DE SAN JUAN BAUTISTA EN LOS EVANGELIOS APÓCRIFOS
Evangelio de los
Hebreos (31)
Evangelio de los
Doce (3-5)
Fragmento de El
Cairo
Protoevangelio de
Santiago (XII, 2; XXII, 3; XXIII, 1-3)
Actas de Pilato (2ª
parte, 2; Descendimiento de Cristo a los Infiernos, V, 2)
Correspondencia
entre Pilato y Herodes (carta de Herodes a Pilato)
Carta del Domingo
Juan el Bautista conocido como profeta Yahya
en el Corán), o simplemente el Bautista o san Juan, fue un
predicador itinerante judío coetáneo de Jesús de Nazaret, nacido a finales del
siglo I a.C. Es venerado como un importante personaje religioso en el
cristianismo, el islam y la fe Bahá'í. Está considerado un profeta por todas
estas confesiones y varias ramas del cristianismo le han proclamado santo. Es
considerado el mesías por el mandeísmo.
Juan usaba el bautismo como sacramento
central de su movimiento mesiánico. La mayoría de los académicos está de
acuerdo en que Juan bautizó a Jesús. Algunos académicos creen que Jesús fue
discípulo de Juany varios evangelios cuentan que algunos de los seguidores de
Jesús habían sido antes seguidores de Juan. Juan el Bautista también fue
mencionado por el historiador judío Flavio Josefo. Algunos académicos mantienen
que Juan estaba influenciado por el movimiento semi-ascético de los esenios,
que esperaban un apocalipsis y practicaban rituales muy relacionados con el
bautismo aunque no hay evidencias que apoyen esta teoría.
Según el Nuevo Testamento, Juan anticipó
a una figura mesiánica mayor que él mismo, y el que vino fue Jesús. Los
cristianos hablan de Juan como si fuera el precursor de Jesús, por haber
anunciado su venida. Juan también tiene elementos en común con el profeta Elías
(Mateo 17 12–13).
Juan el Bautista es mencionado en los
cuatro evangelios canónicos y en el evangelio no canónico de los nazarenos. Los
evangelios sinópticos (de Marcos, Mateo y Lucas) describen el bautizo de Jesús.
En el Evangelio de Juan hay una mención tácita del hecho (Juan
1:32-34).
El Evangelio
de Marcos presenta a Juan el cumplidor de una profecía de Isaías (que,
en realidad, es una compilación de frases del Segundo Isaías, del Libro de
Malaquías y del Libro del Éxodo). Esta profecía hablaba de un
mensajero que iba por delante y de una voz que clama en el desierto. Dice que
Juan usaba un manto hecho de pelo de camello y que se alimentaba de saltamontes
y de miel silvestre. Juan proclamaba el bautismo del arrepentido para el perdón
de los pecados. Según Marcos, Juan decía que vendría otro después de él que no
bautizaría con agua, sino con el Espíritu Santo.
Jesús acudió a Juan y fue bautizado por
él en el río Jordán. Según Marcos el hecho ocurrió así:
En aquellos
días, Jesús llegó desde Nazaret de Galilea y fue bautizado por Juan en el
Jordán. Y al salir del agua, vio que los cielos se abrían y que el Espíritu
Santo descendía sobre él como una paloma; y una voz desde el cielo dijo:
"Tú eres mi hijo querido, mi predilecto".
El relato del Evangelio de Mateo contiene la profecía de Isaías, y la
información del Libro de Malaquías y del Libro del Éxodo es
mencionada por el propio Jesús más adelante. La descripción de Juan se toma
directamente del Evangelio de Marcos ("un manto hecho de pelo de
camello, un cinturón de cuero en la cintura, y se alimentaba de saltamontes y
miel silvestre"), junto con el anuncio de que el que vendría
posteriormente bautizaría con el Espíritu Santo "y el fuego" (Mateo
3:1-12). A diferencia de Marcos, Mateo describe a Juan como crítico con los
fariseos y saduceos y aparece predicando que "el reino de los cielos se
acerca" y un "juicio venidero". Mateo abrevia la historia de la
decapitación de Juan y añade dos elementos: que Herodes Antipas quería ver
muerto a Juan y que Jesús fue informado de este hecho por sus discípulos.
Mateo no se centra en Herodes Antipas,
sino en Juan como el precursor de Jesús. Aunque Marcos habla de que Herodes
Antipas mató a Juan a regañadientes y por la insistencia de Herodías, Mateo
dice que Herodes Antipas quería ver muerto a Juan.
En su evangelio, Jesús dice:
"De
cierto os digo: Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que
Juan el Bautista; pero el más pequeño en el reino de los cielos, mayor es que
él"
El Evangelio
de Lucas narra la milagrosa concepción de Isabel, que era estéril (Lucas
1:7-9), esposa de Zacarías, ambos ancianos y sin hijos. Puede que este
evangelio defina a Isabel como estéril por haber pasado ya la menopausia.
Según el relato de Lucas, el ángel
Gabriel le anticipó el nacimiento de Juan a Zacarías mientras que este ejercía
de sacerdote en el Templo de Jerusalén. Zacarías es descrito como un sacedote
de la casa de Abías e Isabel es descrita como descendiente de Aarón (Lucas
1:5). Esto implica que ambos cónyuges eran descendientes de Aarón. Los
católicos, los anglicanos y los luteranos celebran la natividad de Juan el
Bautista el 24 de junio, seis meses antes de la Navidad.
En tiempos de
Herodes, rey de Judea, había un sacerdote llamado Zacarías, de la clase
sacerdotal de Abías. Su mujer, llamada Isabel, era descendiente de Aarón. Ambos
eran justos a los ojos de Dios y seguían en forma irreprochable todos los
mandamientos y preceptos del Señor.
Pero no
tenían hijos, porque Isabel era estéril; y los dos eran de edad avanzada. Un día
en que su clase estaba de turno y Zacarías ejercía la función sacerdotal
delante de Dios, le tocó en suerte, según la costumbre litúrgica, entrar en el
Santuario del Señor para quemar el incienso.
Toda la
asamblea del pueblo permanecía afuera, en oración, mientras se ofrecía el
incienso. Entonces se le apareció el ángel del Señor, de pie, a la derecha del
altar del incienso. Al verlo, Zacarías quedó desconcertado y tuvo miedo. Pero
el ángel le dijo: «No temas, Zacarías; tu súplica ha sido escuchada. Isabel, tu
esposa, te dará un hijo al que llamarás Juan. Él será para ti un motivo de gozo
y de alegría, y muchos se alegrarán de su nacimiento, porque será grande a los
ojos del Señor. No beberá vino ni bebida alcohólica; estará lleno del Espíritu
Santo desde el seno de su madre, y hará que muchos israelitas vuelvan al Señor,
su Dios. Precederá al Señor con el espíritu y el poder de Elías, para
reconciliar a los padres con sus hijos y atraer a los rebeldes a la sabiduría
de los justos, preparando así al Señor un Pueblo bien dispuesto». Pero Zacarías
dijo al ángel: «¿Cómo puedo estar seguro de esto? Porque yo soy anciano y mi
esposa es de edad avanzada». El ángel le respondió: «Yo soy Gabriel, el que
está delante de Dios, y he sido enviado para hablarte y anunciarte esta buena
noticia. Te quedarás mudo, sin poder hablar hasta el día en que sucedan estas
cosas, por no haber creído en mis palabras, que se cumplirán a su debido
tiempo».
Juan
Evangelista
describe a Juan el Bautista como "un hombre enviado por Dios" que
"no era la luz" pero que "vino como testigo para dar testimonio
de la luz, de manera que a través de él todos creyeran" (Juan
1:6-8). Juan Bautista negaba claramente ser el Cristo, Elías o "el
profeta", y en lugar de eso se definía a sí mismo como "la voz que
clama en el desierto".
Tras el análisis literal, es evidente
que Juan es el "testigo y confesor por excelencia", sobre todo si se
compara con figuras como la de Nicodemo.
El bautismo de Jesús se da a entender,
pero no se narra. Se narra que se vio "al espíritu bajar del cielo como
una paloma y descansar sobre él". Juan el Bautista anuncia explícitamente
que Jesús es el único que "bautiza en el Espíritu Santo", que es el
"Hijo de Dios" y "el Cordero de Dios".
El Evangelio de Juan informa de
que los discípulos de Jesús fueron bautizados y que hubo un debate entre
algunos discípulos de Juan y otros judíos sobre la purificación (Juan
3:22-36). En este debate Juan el Bautista argumentaba que Jesús "debe
crecer" que él debería "dismimuir" (Juan 3:30) su
relevancia.
Este evangelio dice que, posteriormente,
los discípulos de Jesús bautizaron a más gente que los discípulos de Juan.
Posteriormente, el evangelio dice que Jesús veía a Juan como "una lámpara
encendida y brillante", y que "estaban destinados a regocijarse
durante un tiempo en esa luz" (Juan 5:35).
Juan el Bautista es
un tema muy representado desde su nacimiento, niñez y madurez y muerte.
La
Anunciación a Zacarías
Hubo en los días de Herodes, rey de
Judea, un sacerdote llamado Zacarías, de la clase de Abías; su mujer era de las
hijas de Aarón, y se llamaba Isabel. Ambos eran justos delante de Dios, y
andaban irreprensibles en todos los mandamientos y ordenanzas del Señor. Pero
no tenían hijo, porque Isabel era estéril, y ambos eran ya de edad avanzada.
Aconteció que ejerciendo Zacarías el sacerdocio delante de Dios según el orden
de su clase, conforme a la costumbre del sacerdocio, le tocó en suerte ofrecer
el incienso, entrando en el santuario del Señor. Y toda la multitud del pueblo
estaba fuera orando a la hora del incienso. Y se le apareció un ángel del Señor
puesto en pie a la derecha del altar del incienso. Y se turbó Zacarías al
verle, y le sobrecogió temor. Pero el ángel le dijo: Zacarías, no temas; porque
tu oración ha sido oída, y tu mujer Isabel te dará a luz un hijo, y llamarás su
nombre Juan. Y tendrás gozo y alegría, y muchos se regocijarán de su
nacimiento; porque será grande delante de Dios. No beberá vino ni sidra, y será
lleno del Espíritu Santo, aun desde el vientre de su madre. Y hará que muchos
de los hijos de Israel se conviertan al Señor Dios de ellos. E irá delante de
él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los
padres a los hijos, y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar
al Señor un pueblo bien dispuesto. Dijo Zacarías al ángel: ¿En qué conoceré
esto? Porque yo soy viejo, y mi mujer es de edad avanzada. Respondiendo el
ángel, le dijo: Yo soy Gabriel, que estoy delante de Dios; y he sido enviado a
hablarte, y darte estas buenas nuevas. Y ahora quedarás mudo y no podrás
hablar, hasta el día en que esto se haga, por cuanto no creíste mis palabras,
las cuales se cumplirán a su tiempo. Y el pueblo estaba esperando a Zacarías, y
se extrañaba que se demorase en el santuario. Pero cuando salió, no les podía
hablar; y comprendieron que había visto visión en el santuario. Él les hablaba
por señas, y permaneció mudo. Y cumplidos los días de su ministerio, se fue a
su casa. Después de aquellos días concibió su mujer Isabel, y se recluyó en
casa por cinco meses, diciendo: Así ha hecho conmigo el Señor en los días en
que se dignó quitar mi afrenta entre los hombres.
Evangelio de
Lucas. Capítulo 1, Versículo 5-25
Aparición
del ángel a Zacarías, Ghirlandaio 1485-90. Iglesia de Santa
María Novella
La apariencia de este
cuadro es la de una escena de las Sagradas Escrituras, cuando el ángel enviado
por Dios se aparece al profeta Zacarías. Sin embargo, se trata de toda una
fotografía de estado, puesto que su autor, Domenico Ghirlandaio, ha aprovechado
el tema para retratar a lo mejor de la alta sociedad de Florencia. En efecto, asistiendo a la celebración
milagrosa, hay retratos individualizados de todos los personajes más
importantes de Florencia, y algunas de sus mujeres y amantes. El marco de la
escena es simplemente apabullante, reproduce la idea renacentista de un templo
pagano, fastuoso, recubierto de mármoles de colores y bajorrelieves. La
decoración es minuciosa y delicada, con grutescos y candelieri. Los relieves
reproducen batallas de la Antigüedad. Ghirlandaio, como todos los pintores de
Florencia en el Quattrocento, conoció y trató a Verrocchio, el más prestigioso
de los pintores del momento.
Zacarías
escribe el nombre de su hijo, Fresco de Domenico
Ghirlandaio (1490, capilla Tornabuoni, Florencia).
Cuando llegó el tiempo en que Isabel
debía ser madre, dio a luz un hijo. Al enterarse sus vecinos y parientes de la
gran misericordia con que Dios la había tratado, se alegraban con ella.
A los ocho días, se reunieron para
circuncidar al niño, y querían llamarlo Zacarías, como su padre; pero la madre
dijo: «No, debe llamarse Juan». Ellos le decían: «No hay nadie en tu familia
que lleve ese nombre». Entonces preguntaron por señas al padre qué nombre
quería que le pusieran. Este pidió una pizarra y escribió: «Su nombre es Juan».
Todos quedaron admirados. Y en ese mismo momento, Zacarías recuperó el habla y
comenzó a alabar a Dios. Este acontecimiento produjo una gran impresión entre
la gente de los alrededores, y se lo comentaba en toda la región montañosa de
Judea. Todos los que se enteraron guardaban este recuerdo en su corazón y se
decían: «¿Qué llegará a ser este niño?». Porque la mano del Señor estaba con
él.
Nacimiento
de San Juan Bautista, Murillo
El Nacimiento de San Juan Bautista Artemisia Gentileschi (ca. 1634), Museo del Prado
En el centro a la derecha
hay tres mujeres aseando al recién nacido. Detrás de ellas, otra, en pie, porta
una palangana con agua. En la parte izquierda, sumida en la oscuridad, se ve a
un anciano en primer plano escribiendo y a la parturienta, Isabel, detrás, con
otra figura a su lado. En el lado opuesto a la derecha, se ve una arquitectura
que permite ver un paisaje al fondo.
Como le dijo que
iba a tener un niño y no se lo creyó, Dios le quito la voz y al poner el nombre
del niño, lo tuvo que escribir. Aparece en un segundo plano.
Otra es el tema de
la predicación de San Juan Bautista. Se retiró al desierto, con vida ascética.
Hay numerosos cuadros acerca de este tema. Aparecen lugares que en ocasiones no
tienen que ver con el desierto. Aparece San Juan con la piel de camello y lleva
los atributos. Personajes de todo tipo (idea de que todos acudían a
escucharlo).
ATRIBUTOS.
Filacteria “Ecce Agnus Dei”. Aparece el dedo índice
hacia arriba. (Indica un anuncio). Suele llevar una caña a veces cruciforme. La
piel de camello con la que nos dicen los evangelios que se vestía. Cordero.
Anuncia la venida de Cristo.
·
Como niño. Comparada con el niño Jesús. A veces se les
diferencia y otras no. Se le conoce como San Juanito.
·
En edad juvenil en el desierto.
·
Como adulto predicando en el desierto.
·
Cabeza de San Juan.
NIÑO JESÚS CON SAN JUANITO
La
Virgen del Prado
(o del Belvedere)
de Rafael 1506. Kunsthistorisches
Museum de Viena.
La figura principal es una Virgen María,
con semblante casi adolescente, sentada y con una de sus piernas estiradas. Va
cubierta por un vestido rojo y envuelta en un manto azul eléctrico. El vestido
va ribeteado con guirnaldas doradas de carácter geométrico, aunque los ribetes
del cuello sirvieron al artista para firmar la obra y datarla. Un fino velo
casi translúcido cubre las sienes y rematan un esmerado tocado compuesto a base
de trenzas y recogidos. María sostiene a su hijo infante que parece que
está aprendiendo a andar. Éste agarra el báculo de madera, en forma de
crucifijo, que porta el San Juan Bautista que se sitúa a la izquierda del
cuadro, y que se nos muestra colocado frente a su primo. Éste también se nos
presenta como un infante, de similar edad, envuelto parcialmente por una túnica
morada ribeteada en oro. El San Juanito está realizando una
genuflexión ante el redentor y sujeta con ambas manos su crucifijo
(símbolo del futuro calvario de Jesús) mientras mira grácilmente a su
compañero. La mirada serena que la Virgen le dedica a San Juan, de la que
se infiere un cierto matiz nostálgico, o triste incluso, parece vaticinar el
futuro desolador al que tendrá que enfrentarse el hijo que tan
primorosamente sostiene entre sus brazos.
Aunque las vestiduras no muestra
la maestría ni el naturalismo de Leonardo, las delicadas facciones de los
niños, el esmerado semblante de la virgen enmarcado por el etéreo peinado
y el exquisito paisaje cristalino del fondo, compuesto tanto por
elementos naturales como arquitectónicos , hacen de esta obra una de las más
bellas composiciones de Rafael. La monumentalidad del conjunto se consigue
mediante la colocación de los hombros de la Virgen por encima de la
línea del horizonte, y se refuerza por el fuerte contraste cromático de sus
vestiduras y por la composición piramidal que dibujan sus siluetas. Pese a ello
la escena es intimista, pues los niños y María parecen ajenos a los ojos
de los observadores. El lúdico entretenimiento de los infantes dinamiza la
composición y contagian el ensimismamiento que experimenta la Virgen al
espectador. Los halos de santidad que muestran sus tres protagonistas
contrastan fuertemente con el carácter cotidiano de toda la representación. Y
aunque sabemos que estamos frente a personajes sagrados, éstos se nos muestran
como seres totalmente terrenales. Los niños, desnudos, saludables y regordetes
muestran humanidad y cotidianidad. Toda la escena está impregnada de un fuerte
naturalismo, y quizá esta sea la aportación principal de Rafael en esta
temática.
La composición a su vez, está llena de
símbolos que aportan información sobre sus protagonistas y el futuro que les
espera. El manto azul de la Virgen es símbolo de pureza, mientras que la túnica
roja nos remitiría al martirio de Jesús y a la sangre que éste verterá
por la humanidad. Las margaritas, amapolas o matas de fresones que adornan la
tierra donde su inscriben los personajes también nos aportan datos: las margaritas
son consideradas como símbolo de la inocencia; las amapolas aluden al sueño
eterno,… a la muerte; y los fresones hacen alusión a la vida, la fertilidad y
la redención. El hecho de que los protagonistas aparezcan sentados en el suelo
refiere igualmente a la humildad y los pies descalzos a la santidad o
divinidad.
Niño Jesús y San Juanito.
San Juanito con el cordero, Andrea del Sarto. Museo del Prado
Esta pequeña pintura sobre tabla, de
controvertida atribución, es para algunos historiadores obra del florentino
Andrea del Sarto, mientras que para otros está más cerca de los maestros
milaneses del siglo XVI, influenciados por Leonardo Da Vinci. Se trata de una
obra íntima, dirigida a la devoción privada, realizada con el cuidado en los
detalles de una miniatura. Presenta al Niño a la manera tradicional del San
Juan Bautista en el desierto, cuando, según las palabras del evangelista San
Lucas (I, 80), el niño crecía
y se fortalecía en espíritu y moraba en el desierto hasta el día de su
manifestación a Israel, de ahí el atuendo del San Juanito, cubierto
sólo por una piel. El niño, de sonrisa seductora, mira de frente al espectador,
como haciéndole partícipe de su amor al Cordero, símbolo de Jesucristo.
San Juan
Bautista Murillo
1670-1680). Museo del Prado
El tema fue muy popular en el Barroco y
tiene su fuente en un pasaje del Evangelio de San Lucas. El peculiar clímax
sentimental que convirtió este cuadro en una imagen devocional muy estimada en
el siglo XIX se logra a través no sólo de la técnica vaporosa en que está
pintado, sino también de la actitud tan enfática del niño y de su ubicación en
un entorno natural que remite inmediatamente a las imágenes de penitentes y
anacoretas.
El San Juanito aparece sentado sobre una
piedra, llevándose la mano derecha al pecho en señal de penitencia y dirigiendo
la mirada hacia el cielo de donde le llega un rayo de luz. A su lado
encontramos el Cordero que simboliza a Cristo. Las figuras aparecen ante un
fondo de paisaje.
Al igual que el Buen Pastor Niño, la
composición se estructura con una pirámide mientras que diversas diagonales
dotan de mayor ritmo al conjunto. La atmósfera conseguida gracias a la luz y el
color son una muestra clara de la admiración de Murillo por los maestros
venecianos. La pincelada es rápida y diluida cercana al estilo de Velázquez.
Resulta curioso comparar esta idealizada escena con los asuntos costumbristas
protagonizados por niños en los que Murillo emplea un naturalismo que aporta
cotidianidad a las estampas.
San Juanito Convento de Santa Clara Toledo
San Juanito Principios siglo XVIII Feriarte 2007
Antigüedades Gil
San Juan
Bautista Pierre Mignard (1688) Museo del Prado
Imagen de San Juan Bautista niño vestido
con piel de animal, sentado sobre una roca de la que brota agua, y sobre fondo
de paisaje. A su lado aparece un cordero y de la vara que sujeta en su mano
derecha pende un cartel en el que se puede leer: "Ecce Agnus Dei"
("Éste es el Cordero de Dios"). Aunque Mignard es conocido sobre todo
por su provechosa carrera como retratista, frecuentó ocasionalmente otros
géneros. Así se aprecia en esta representación del santo adolescente, cuya
cuidada factura muestra su dependencia de la pintura boloñesa. La técnica
cuidada en las texturas y, especialmente elegante en las figuras, enlaza con la
primera formación de Mignard en Francia, donde trabajó con los máximos artistas
del Barroco francés. Este cuadro fue encargado en 1688 por Felipe de Orleans
para su yerno, el rey Carlos II (1661-1700).
Juan Bautista (Caravaggio) Museos Capitolinos
También conocido como Joven con un
cordero, de esta pintura existen dos versiones idénticas, ambas situadas en
Roma. La primera de ellas se encuentra en los Museos Capitolinos y la segunda,
en la Galería Doria-Pamphili.
El encanto de este cuadro yace en su
suavidad, en el uso de la luz, la ropa aterciopelada, la carne, las plantas y
otros elementos primordiales presentes. Es identificable como Juan Bautista
únicamente por los símbolos cristianos que le rodean, como el cordero —víctima
del sacrificio— y las uvas —su jugo rojo es similar a la sangre derramada por
Cristo en su Pasión, y las uvas en sí son fuente de vida—. La iconografía
muestra a Juan semidesnudo —de nuevo el ideal caravaggista de la belleza
masculina hace su aparición—. Caravaggio quiere mostrar con esto, sino una
ironía, por lo menos sí una pequeña libertad de expresión.
La ambigüedad de la pintura ha
confundido durante siglos su título. En 1620 se le adjudicó el de Pastor de
ovejas. Al pasar a manos del protector de Caravaggio, el cardenal Francesco
María del Monte, el cuadro es identificado como Corydon, mítico personaje de
Virgilio. Otros títulos que se le han dado a la pintura son Isaac en el
sacrificio —por el cordero que aparece al lado del muchacho— e Ignudi —copia de
la obra de Miguel Ángel, en la Capilla Sixtina—. Fue hasta 1923 cuando se
identificó por fin su verdadera autoría y su título real. Mientras que Miguel
Ángel plasma su forma de manera abstracta, Caravaggio lo hace más realista con
el apoyo de luces y colores.
No tiene ninguno de los elementos de los
antiguos Bautistas cristianos, por lo que se le supone ortodoxo. Más aún, el
Cecco que posa para Juan Bautista es en todo caso pagano.
San
Juan Bautista en el desierto. José de
Ribera. Siglo XVII. Ayuntamiento de Valladolid.
San Juan Bautista se retiró al desierto
en donde comenzó a predicar y a bautizar en torno al año decimoquinto del
imperio del emperador Tiberio, cuando Poncio Pilato gobernaba Judea, y Herodes
era tetrarca de Galilea. Su vida ascética, donde los evangelistas Mateo y Lucas
indican que vestía una piel de camello y se alimentaba exclusivamente de
langostas y miel, le convierten en el primer antecesor de la vida eremítica del
Cristianismo. Como santo apartado de los placeres mundanos, su vida fue
representada continuamente en el arte, si bien tuvo una especial importancia en
el Barroco, al calor de la Contrarreforma católica.
El lienzo, representa a San Juan en edad
juvenil. En el lado inferior izquierdo aparece la cabeza del Agnus Dei, en
relación con el hecho de que un día, cuando Jesús pasaba a lo lejos, Juan le
señaló y clamó: He ahí el Cordero de Dios. En el lado superior derecho se
observa un escueto paisaje.
El cuadro, atribuido a José de Ribera,
fue ejecutado en una fecha cercana a 1635-1640.
San Juan Bautista,
Juan de Juni. Museo Nacional de
Escultura Valladolid
El manierismo impuso una
dinámica basada en el giro de la figura. En ésta, una pierna se apoya con
energía mientras que la otra imprime un movimiento de torsión. El ritmo es
giratorio, en torno a un eje. El equilibrio de la figura radica en su propio
movimiento. Ello no hace sino favorecer el desplazamiento del espectador
alrededor de la imagen.
La predicción
de San Juan Bautista,
Anton Raphael Mengs (1760) [Museum of
Fine Arts, Houston]
Y él fue por toda la región contigua al
Jordán, predicando el bautismo del arrepentimiento para perdón de pecados, como
está escrito en el libro de las palabras del profeta Isaías, que dice: Voz del
que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor; Enderezad sus sendas.
Todo valle se rellenará, Y se bajará
todo monte y collado; Los caminos torcidos serán enderezados, Y los caminos
ásperos allanados.
Y verá toda carne la salvación de Dios.
San Juan
Bautista, Tiziano. Museo del Prado
La Predicación de San Juan Bautista, Frans Francken II (1623),
Museo del Prado
El bautismo
de Jesús
Los evangelios difieren en los detalles
del bautismo. En los de Marcos y Lucas, Jesús ve el cielo abierto y oye una voz
que le aborda personalmente diciendo "Tú eres mi hijo querido, mi
predilecto". Ellos no aclaran si los demás vieron y escucharon esto.
En Mateo, la voz del cielo no se dirige
personalmente a Jesús, y dice: "Este es mi hijo amado, mi predilecto"
(Mateo 3:17). En el Evangelio de Juan, Juan el Bautista ve bajar
una paloma y da testimonio de esto como prueba de la condición mesiánica de
Jesús.
La concepción que Juan tiene de Jesús
varía dependiendo del evangelio. En el de Marcos, Juan predica la llegada de un
líder, pero no da señales de que Jesús sea ese líder. En el de Mateo, no
obstante, Juan reconoce inmediatamente a Jesús y se cuestiona si está
capacitado para bautizarle. Tanto en Mateo como en Lucas, Juan pregunta:
"¿Eres tú el que va a venir o debemos esperar a otro?". En el de Lucas,
Juan es familiar de Jesús y ambos nacimientos fueron profetizados por el ángel
Gabriel. Según Juan Evangelista, Juan el Bautista contempló al Espíritu Santo
descendiendo con forma de paloma y predicó explícitamente que Jesús es el Hijo
de Dios.
Bautismo de
Cristo, Piero della Francesca 1448-50. National Gallery
de Londres
El Bautismo de Cristo es una de las
obras tempranas más famosas de Piero della Francesca. En ella encontramos una
referencia paisajística básica para la pintura del Quattrocento ya que se
acerca a la realidad que circunda al artista, considerándose una imagen de las
cercanías de Sansepolcro donde el pintor nació y vivió la mayor parte de su
tiempo. Encontramos así una destacable alusión a la perspectiva, fundamental en
la obra de Piero, ya que las propias figuras conforman el espacio donde se
asientan. La figura de Cristo se sitúa en el centro de la composición,
recibiendo el agua bendita de su primo san Juan Bautista; sobre su cabeza
encontramos la paloma del Espíritu Santo y bajo sus pies las aguas del río
Jordán.
Tres figuras aladas se sitúan junto al
árbol; han sido identificadas como los ángeles que acompañaban a Cristo en su
bautismo pero no portan las vestiduras ni los elementos típicos,
interpretándose como una alusión a la Concordia entre las Iglesias occidental y
oriental que llegaron a acercamientos en el Concilio Ecuménico celebrado en
Florencia en 1439, fecha en la que el maestro se encuentra en la capital de la
Toscana. Esa hipótesis se refuerza con los atuendos orientales de los
personajes que se aprecian tras el catecúmeno que se despoja de sus ropas. Las
figuras están sabiamente interpretadas, obteniendo un marcado acento
volumétrico gracias al empleo de la luz, resaltando el aspecto escultórico y
anatómico de los personajes, especialmente de Jesucristo. Las tonalidades no
son muy vivas, al bañar las figuras con esa luz blanca y uniformemente
distribuida. Las referencias a la Escuela florentina del Quattrocento.
Tríptico del
bautismo de Cristo
(Gerard David)
Este Tríptico con el bautismo de
Cristo es un retablo pintado sobre tabla por el pintor renacentista del
gótico tardío o primitivo flamenco. Data del período 1502-1508 y se guarda en
el Museo Groeninge, de Brujas (Bélgica).
Tiene tres tablas. La del centro mide
127,9 cm de alto por 96,6 cm de ancho.
La del centro está dedicada al tema del
Bautismo de Jesús, con Juan el Bautista derramando agua del Jordán sobre Cristo
y un ángel a un lado sosteniendo las vestiduras de Cristo. En riguroso eje
vertical con Cristo está Dios Padre y una paloma símbolo del Espíritu Santo. En
la parte posterior se ha pintado un paisaje de verde luminoso con escenas de la
vida de san Juan Bautista. En primer término se representan con detalle hierbas
y flores. En las alas laterales está representados los donantes con sus hijos.
Izquierda está Jan de Trompes, tesorero de la ciudad de Brujas presentado por
Juan el Evangelista, su santo patrón. En el ala de la derecha está su segunda
esposa, Elisabeth van der Meersch, presentada por santa Isabel.
Bautismo de
Cristo, Domenico Ghirlandaio
La escena es la narrada por los
Evangelios (Mr. 1.9-11; Lc. 3.21-22). Jesús, antes de comenzar su vida pública
es bautizado por Juan. Después de vencer la resistencia del Precursor y en el
momento del bautismo se abren los cielos y el poder de Dios descendió en forma
de paloma, mientras una voz decía “Éste es mi Hijo muy amado en quien tengo mis
complacencias”.
Ghirlandaio establece un eje central que
une la tierra con el cielo y, al mismo tiempo, une a las tres Personas de la
Trinidad. Además, traza dos diagonales desde lo alto de los acantilados que
bordean el Jordán. Por cierto, el lugar en donde dicen hoy a los turistas que
se produjo el bautismo es llano y sin rocas. Pero eso Ghirlandaio no podía
saberlo. Esas dos diagonales terminan en los pies de Cristo que están
sumergidos en una corriente mínima de agua. Una recta que pasa por las cabezas
de los espectadores divide el cuadro en dos mitades. Dicha recta y las
diagonales forman un triángulo que enmarca la parte principal de la escena. Hay
que tener en cuenta que los pintores del Quattrocento usan la perspectiva
lineal. Solamente después, en el Cinquecento, los pintores conocerán y
utilizarán la perspectiva aérea.
Muerte de Juan el Bautista
Del santo
Evangelio según san Marcos 6, 14-29
Se enteró el
rey Herodes, pues su nombre se había hecho célebre. Algunos decían: «Juan el
Bautista ha resucitado de entre los muertos y por eso actúan en él fuerzas
milagrosas». Otros decían: «Es Elías»; otros: «Es un profeta como los demás
profetas». Al enterarse Herodes, dijo: «Aquel Juan, a quien yo decapité, ése ha
resucitado». Es que Herodes era el que había enviado a prender a Juan y le
había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, la mujer de su hermano
Filipo, con quien Herodes se había casado. Porque Juan decía a Herodes: «No te
está permitido tener la mujer de tu hermano». Herodías le aborrecía y quería
matarle, pero no podía, pues Herodes temía a Juan, sabiendo que era hombre
justo y santo, y le protegía; y al oírle, quedaba muy perplejo, y le escuchaba
con gusto. Y llegó el día oportuno, cuando Herodes, en su cumpleaños, dio un
banquete a sus magnates, a los tribunos y a los principales de Galilea. Entró
la hija de la misma Herodías, danzó, y gustó mucho a Herodes y a los
comensales. El rey, entonces, dijo a la muchacha: «Pídeme lo que quieras y te
lo daré». Y le juró: «Te daré lo que me pidas, hasta la mitad de mi reino».
Salió la muchacha y preguntó a su madre: «¿Qué voy a pedir?» Y ella le dijo:
«La cabeza de Juan el Bautista». Entrando al punto apresuradamente adonde
estaba el rey, le pidió: «Quiero que ahora mismo me des, en una bandeja, la
cabeza de Juan el Bautista». El rey se llenó de tristeza, pero no quiso
desairarla a causa del juramento y de los comensales. Y al instante mandó el rey
a uno de su guardia, con orden de traerle la cabeza de Juan. Se fue y le
decapitó en la cárcel y trajo su cabeza en una bandeja, y se la dio a la
muchacha, y la muchacha se la dio a su madre. Al enterarse sus discípulos,
vinieron a recoger el cadáver y le dieron sepultura.
Retablo de cerámica con el bautismo
En los tres retablos, se recogen iconográficamente
los pasajes del evangelio referentes al bautismo de Jesús y que encontramos en
Mc. 1. 9-11 Lc. 3. 21-22. y en Mt 3. 13-17 que es el que reflejamos a
continuación: ”13 Entonces Jesús fue desde Galilea hasta el Jordán y se
presentó a Juan para ser bautizado por él. 14 Juan se resistía, diciéndole:
"Soy yo el que tiene necesidad de ser bautizado por ti, ¡y eres tú el que
viene a mi encuentro!". 15 Pero Jesús le respondió: "Ahora déjame
hacer esto, porque conviene que así cumplamos todo lo que es justo". Y
Juan se lo permitió.16 Apenas fue bautizado, Jesús salió del agua. En ese
momento se le abrieron los cielos, y vio al Espíritu de Dios descender como una
paloma y dirigirse hacia él. 17 Y se oyó una voz del cielo que decía:
"Este es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta toda mi
predilección".
Batisterio de la Iglesia Parroquial de San Julián. Sevilla.
Capilla Bautismal. Parroquia de Omnium Sanctorum. Calle Feria. Sevilla.
Capilla Bautismal. Parroquia de Santa María Magdalena. Plaza de la
Constitución. Dos Hermanas. Sevilla.
Degollación de San Juan Bautista y banquete de Herodes, Bartholomäus Strobel el Joven (1630-1633) Museo
del Prado.
La obra relata el martirio
de San Juan Bautista a causa de la perfidia de Salomé, quien pidió su cabeza
tras seducir al rey Herodes con su baile. Strobel planteó la historia en una
enorme escena, representando el momento del martirio en el extremo derecho,
donde vemos el cuerpo decapitado del santo. Al otro lado de la gran columna, la
figura de Salomé muestra a un aterrado Herodes la cabeza de Juan sobre una
bandeja. El resto de la pintura hacia la izquierda es la exposición del
banquete, que el pintor recreó con innumerables figuras a modo de celebración
cortesana. En el extremo de la pintura se incluyen varios retratos de
personajes contemporáneos, como el emperador Fernando II, o el general imperial
Wallestein. La marcada expresividad de las figuras y la singularidad de una
composición muy horizontal marcan las características de la pintura. A ello se
une el gusto por la descripción precisa de los detalles, el interés por la
suntuosidad y los recursos de luz habituales en la obra de este artista.
Veamos unos detalles del cuadro
La
decapitación de San Juan Bautista (Caravaggio)
Concatedral de San Juan de La Valeta, Malta.
El cuadro se caracteriza por el balance
de todas sus partes. No es por accidente que el artista introduce referencias
precisas en cuanto al escenario, situando la austera arquitectura del siglo XVI
de la prisión como telón de fondo de los personajes. En la ventana, dos figuras
silenciosas son testigos de la escena, proyectando al espectador dentro de la
pintura y no hacia afuera como ocurre con El martirio de San Mateo.
Aquí se presenta un compendio definitivo
del arte de Caravaggio, con personajes habituales en sus pinturas (la anciana,
la joven, el canalla desnudo, el noble de barba) y elementos lombardos. La
técnica se adhiere a las limitaciones deliberadas y programadas buscada por
Caravaggio pero, en medio de los tonos suaves y oscuros, hay un sentimiento
impresionante de dibujo a lápiz al cual el artista no renuncia y que es visible
incluso en los destellos de luz de sus últimos trabajos. Este balance sumamente
clásico, que se proyecta más allá de cualquier contingencia, desata el cruel
drama que resulta efectivo al punto que, habiendo rechazado siempre la
«estética de la exclamación», Caravaggio limita toda señal de énfasis
emocional, externa y excesiva. El pintor firmó en la sangre de San Juan: f
michela.... La «f» en la firma tal vez deba ser entendida como fecit
(hizo) en vez de frater (hermano). Tal es el sello que colocó en la que
podría ser su mejor obra.
También puede
aparecer como tema aislado. Como una prisión donde puede aparecer ya decapitado
o todavía no. Aparecen los verdugos y San Juan. Puede aparecer Salome, pero
generalmente no.
Massimo Stanzione, Degollación de San Juan Bautista (Ca. 1635), Museo del Prado
Fuera de su propia
historia, la podemos encontrar en otros temas como por ejemplo, en la Anastasis.
Suele aparecer entre los personajes, en primer plano. Una vez que ha bajado, a
la primera que se le aparece es a la Virgen. Detrás Adán como el primer ser
humano, detrás Eva y al lado San Juan. Aparece entre los rescatados una vez
resucitado Cristo.
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