Románico en la Comarca da Limia, Ourense
La Terra da Limia ocupa el sector suroccidental
de la provincia de Ourense, extendiéndose a lo largo de la fértil ribera que
conforma el río del mismo nombre que, tras su nacimiento en el Monte Talariño,
discurre por tierras orensanas en sus primeros kilómetros hasta ingresar en
territorio portugués, donde desemboca en el Atlántico a la altura de Viana do
Castelo.
La Comarca da Limia confina con la Terra de
Celanova al oeste, con Allariz-Maceda al norte y con la Comarca de Verín al
este, ejerciendo al sur, junto a su hermana la Baixa Limia, de frontera con
Portugal.
Queda conformada A Limia, además de por su
cabecera comarcal Xinzo de Limia, por los concellos de Baltar, Sarreus, Os
Blancos, Rairiz de Veiga, Sandrías, Trasmiras, Vilar de Santos, Vilar do
Barrio, Porqueiras y Calvos de Randín; mientras que su vecina, la Baixa Limia,
se compone de los municipios de Bande, Lobeira, Muiños, Entrimo y Lobios.
Apuntes históricos
Existen evidencias en forma de castros
prerromanos que constatan la presencia humana en las tierras de la Limia desde
fechas remotas, sin embargo, sería precisamente durante la dominación romana
cuando A Limia alcanzaría una primera fase de esplendor ya que, su privilegiada
posición geográfica, la convertía en paso obligado de la célebre Vía XVIII o
Vía Nova que unía las importantes ciudades romanas de Astúrica Agusta (Astorga)
y Bracara Augusta (Braga).
Testimonio vivo de la presencia romana en A
Limia son las cercanas ruinas del campamento de Aquis Querquennis,
lamentablemente inundadas bajo las aguas del embalse de Las Conchas y sólo
apreciables en todo su esplendor en periodos de estiaje; y los restos de
canalizaciones que, desde la hoy desecada Laguna de Antela, abastecían de agua
a los distintos asentamientos poblacionales de la zona.
Tras una primera invasión sueva que puso fin a
hegemonía romana, el territorio que nos ocupa sería conquistado definitivamente
en fecha que se desconoce por los visigodos, habiéndose conservado de ese
periodo, concretamente en la Baixa Limia, la iglesia del Monasterio de Santa
Comba de Bande, una de las obras más representativas de la arquitectura
cristiana peninsular anterior al año 1000 junto a la también muy cercana
capilla San Miguel de Celanova, datable en el siglo IX.
Rebasado el umbral del año 1000, la Alta Edad
Media del territorio estuvo marcada por las continuas luchas entre Alfonso VII
de Castilla y Alfonso I de Portugal por el dominio del Condado de A Limia,
siendo testimonio de dichas luchas los numerosos torreones defensivos
conservados en la Comarca, de los cuales, caben ser destacados los de A Pena,
Sandías, Porqueiras y Celme, fortificaciones relevantes igualmente durante la
tumultuosa Baja Edad Media, caracterizada por las continuas luchas entre
linajes nobiliarios y, por supuesto, siglos después, por el levantamiento
Irmandiño.
De vital importancia para el desarrollo
económico y cultural de A Limia en época medieval fue el hecho de por sus
tierras discurría y discurre la Ruta de La Plata, además de vía de
peregrinación a Santiago para quienes llegaban al encuentro del Apóstol desde
el sur peninsular, importante arteria comercial que permitió el desarrollo de
las poblaciones establecidas en torno a ella.
El románico de la Comarca da Limia
Pese a que dentro de los límites comarcales de
A Limia, a diferencia de territorios vecinos, no encontramos fundaciones
monásticas medievales relevantes, son muchas las pequeñas parroquias rurales
que han sabido conservar en mayor o menor medida restos de sus primitivas
construcciones románicas.
Con excepción de la parroquia de Santa Mariña,
ubicada en la siempre pujante Xinzo, el resto de construcciones altomedievales
de A Limia se caracterizan por su enorme sencillez arquitectónica, quedando
conformadas la mayoría de ellas por una sola nave rematada en un único ábside
que, por lo general en este territorio, presenta planta cuadrangular.
En cuanto a la datación de los templos se
refiere, pese a los escasos testimonios en forma de fuentes que han llegado a
nuestros días, puede extraerse que la mayoría son obra de finales del siglo XII
y primeras décadas del XIII, no siendo por lo tanto de extrañar la
proliferación de arcos que van apuntando su rosca anticipando un incipiente
gótico.
Aunque son numerosos los restos conservados,
nos detendremos por su interés y por su buen estado de conservación en las
siguientes iglesias:
Morgade
La localidad de Morgade se encuentra al norte
de Xinzo de Limia, municipio al que pertenece. Dista alrededor de 40 km de la
capital de la provincia y el acceso a ella se hace desde Xinzo, dirigiéndose al
Norte, por la carretera que lleva a Vilar de Barrio.
La única mención documental de la época se
halla en la confirmación de los bienes de la sede de Ourense realizada por el
papa Alejandro III en 1172: medietatem villa de Morgadi.
Iglesia de Santo Tomé
La estructura de esta iglesia sigue el típico
esquema de nave única y ábside rectangulares. Sin embargo, salvo la portada
occidental, el acceso septentrional y partes del paramento de ambos lados de la
nave, el resto del conjunto obedece a intervenciones modernas; tanto el
campanario, como la cabecera y la sacristía anexa al muro norte son obras de
entre los siglos XVI y XIX.
El muro sur es un paramento liso flanqueado por
dos pequeños contrafuertes en el que se han abierto cuatro vanos con doble
derrame. Salvo partes estructurales del mismo, nada resta en él de nuestro
interés.
El muro norte, igualmente muy transformado,
conserva su fábrica original hasta poco más de media altura, punto en el que se
rehunde y crea una franja horizontal en la que se abren cuatro vanos que se
conforman como los del lado opuesto.
Cuatro ménsulas crean una línea horizontal
donde debió apoyarse el típico alpendre de madera habitual de las iglesias
gallegas.
En la parte oriental del muro se abre un acceso
que, aunque de configuración simple, con un arco de medio punto con tímpano que
apea directamente sobre las jambas en arista viva, dos aspectos del mismo
aportan una gran singularidad; por un lado la chambrana cortada en nacela con
cinco órdenes de tacos, y que se dobla para crear una imposta de pequeñas
dimensiones, y el tímpano, decorado con una rueda de radios curvos, un motivo
muy poco frecuente en el románico gallego, que es tratado aquí con especial singularidad
dadas sus proporciones y calidad de talla, que llega hasta el calado de los
pequeños espacios que quedan entre los radios.
La fachada occidental está dominada por la
presencia de la portada, de triple arquivolta sobre arco sensiblemente
apuntado. Aquella se corta en bocel y, mientras que el primero de los arcos
decora su rosca con una media caña, los dos exteriores lo hacen con una serie
de motivos de entrelazos geométricos. La chambrana se moldura en nacela
decorada con anillas con motivos cuadrifolios en su interior.
El cimacio, sobre el que apean los arcos, se va
a prolongar como imposta hasta el extremo de la fachada, en grueso listel y
nacela, decorado el primero con un bajorrelieve en zigzag, y con el motivo de
anillas con cuadrifolias que vimos en la chambrana la segunda. Esta decoración
solo va a interrumpirse en el cimacio exterior del lado sur, que se presenta
liso, con listel en estría plana y bolas en la nacela.
Los capiteles, con amplio ábaco decorado con
una cenefa de motivos geométricos –motivo que se extiende a la jamba interior,
que se corta en arista viva, y la exterior, en bocel con escocia con decoración
geométrica–, albergan decoración de motivos vegetales. Los dos capiteles del
lado norte y el interior del lado sur son una interpretación, muy
esquematizada, de las típicas hojas picudas que se vuelven para albergar bolas
en su interior, en dos órdenes en esta ocasión, y con elementos geométricos
entre ellas. El que resta del lado meridional, más elaborado que los otros,
decora su cesta con hasta tres órdenes de hojas secas con nervios prominentes.
Las basas de estas columnas, de corte ático con escocia muy desarrollada, apean
en plintos cúbicos lisos.
En el interior, una amplia nave cubierta a dos
aguas con tres arcos diafragma, no restan elementos de mayor interés. Los
accesos laterales se resuelven con amplios abocinamientos en arista viva,
destacando en el septentrional las aspas huecas de la espiral que presenta al
exterior.
A mayores, en el exterior del templo, en el
lado norte, pegada al muro oriental de la sacristía, se conserva una pila
bautismal, de amplia copa, con toro liso en su base, posiblemente de origen
medieval.
En conjunto, por lo tanto, hablamos de una
iglesia con una serie de características que comparte con otros ejemplos de la
comarca de A Limia, como San Xoán de Saa (San Xoán de Vilar de Santos, Vilar de
Santos) o San Pedro de Boado y San Nicolás de Novás (Xinzo de Limia), como el
empleo de la decoración geométrica de un modo generalizado, de labra dura con
entrelazados que recuerdan motivos proto-históricos y la ausencia generalizada
del tímpano. Cuando estos se utilizan, no obstante, suelen adoptar formas geométricas
que con frecuencia son caladas. Además, recupera elementos decorativos
expuestos en Oseira y cuya difusión y permanencia en la provincia de Ourense es
comparable a la de la Catedral. Estas características nos llevan a un contexto
de en torno al primer cuarto del siglo XIII.
Boado
Perteneciente al municipio de Xinzo de Limia,
Boado es una pequeña localidad situada al noreste de la cabeza municipal, en la
carretera que se dirige a Sarreaus. Desde Ourense, de la que dista unos 40 km,
se llega tomando la autovía dirección Xinzo.
Iglesia de San Pedro
Se trata de una iglesia de pequeñas dimensiones
de nave y ábside rectangulares. El último, fruto de una intervención moderna,
iguala la altura y la anchura de la nave, creando de este modo un conjunto
unitario, en el que destacan la sacristía, anexa al lado norte del presbiterio,
y la espadaña campanario, que culmina el hastial occidental.
Los muros de la nave son de una simplicidad
extrema. El lienzo septentrional es completamente liso. El meridional, sin
embargo, cuenta con un acceso, cuatro ménsulas y un pequeño vano en aspillera
que van a romper esa monotonía. Este acceso se compone de arco de medio punto
con tímpano liso, culminado el primero en un cimacio en nacela de cuatro líneas
de tacos, que se prolonga muy brevemente como imposta. Tímpano y jambas han
sido recortadas para ampliar el vano de acceso. Las ménsulas, que sostendrían
el típico alpendre que cubría tradicionalmente los accesos, están molduradas
con baquetillas.
La fachada occidental está centrada por una
portada de profundo abocinamiento con cuádruple arquivolta cuyo arco interno,
aquel que flanquea el tímpano, está ligeramente apuntado. En el tímpano se
coloca una cruz patada con los espacios que quedan entre los brazos calados.
Las arquivoltas se cortan en bocel con baquetón en la rosca la interior y
decoración geométrica las exteriores. Esta decoración consiste en una línea de
zigzag seguida de una serie de elementos dispuestos radialmente en forma de U
con una especie de peciolo en su interior que proviene de los trabajos que
encontramos en el monasterio de Oseira. La chambrana presenta una serie de
anillas con una cuadrifolia en su interior y una línea de dientes de sierra
como remate.
Los cimacios están decorados con una línea de
zigzag y anillas con cuadripétalas en la nacela, y van a prolongarse a modo de
imposta hasta el extremo del lienzo mural. Bajo ellos, y a modo de collarino en
los capiteles, una línea de rombos se va a extender desde la jamba interior
hasta la exterior. Los capiteles se decoran con formas vegetales, con distintos
órdenes de hojas carnosas que doblan sus extremos superiores para albergar
bolas. La jamba exterior se corta en bocel con escocia decorada con zigzag.
Sobre la portada se abre un vano en aspillera
que va a ser, junto al que se abre en el muro sur, los únicos accesos de luz a
la nave. Esta es amplia y en sus muros se aprecian elementos que denuncian una
reconstrucción. El presbiterio y el arco triunfal que da acceso al mismo son
obras modernas –como atestigua una placa conmemorativa–. Nave y ábside se
cubren con estructura de madera y en la primera destaca el profundo
abocinamiento de la portada que se abre en el muro sur.
El conjunto es de una gran riqueza decorativa,
con marcada influencia de los modelos expuestos en Oseira y que tanta difusión
tuvieron en la comarca de A Limia, como en otras de la provincia de Ourense. Su
buen estado de conservación, aún con los añadidos que han modificado la
estructura original, hace que San Pedro de Boado sea un buen ejemplo de la
estética recurrente de los talleres que trabajaban en la provincia durante el
primer cuarto del siglo XIII.
Piñeira Seca
La localidad de Piñeira Seca pertenece al
municipio de Xinzo de Limia, en la comarca de A Limia, y se encuentra a unos 50
km de Ourense hacia el Sur. Se llega a ella desde Xinzo de Limia por la
carretera que lleva a Sarreaus, a pocos kilómetros de la capital municipal.
Las referencias documentales más antiguas sobre
el lugar datan de la segunda mitad del siglo xi y comienzos del XII y están
vinculadas al monasterio de Celanova. Se trata de un pleito de 1063 y una
donación de 1103 en los que se menciona la villa de Pinaria.
Iglesia de Santo André
S e trata de una pequeña iglesia de una nave y
ábside rectangulares. Hoy, debido a las reformas de mediados del siglo XVIII,
el ábside iguala en altura y en anchura a la nave, conformando ambos un único
volumen en el que sobresalen la espadaña barroca y la sacristía, también
moderna, anexa al lado norte del ábside.
El lienzo de la nave se remata con una cornisa
sobresaliente apoyada en canecillos, nueve en el lado sur y diez en el norte.
Las cobijas se cortan en nacela, decorada con bolas en el lado meridional, y en
chaflán liso en el septentrional. Los canecillos albergan distintas formas
geométricas, aunque en el lado sur las representaciones de cabezas de animales,
desde bóvidos hasta cánidos, adquieren gran relevancia. En el extremo oriental
de este lado se representa también una figura sedente.
En el muro sur se abre un acceso bajo arco de
medio punto que cobija un tímpano apoyado en mochetas. En el tímpano se
representan tres circunferencias decoradas con distintos motivos geométricos.
Leyendo de Oeste a Este, se trata de una serie de círculos concéntricos, una
roseta de radios curvos y una cruz inscrita en un círculo. Las mochetas se
decoran con motivos geométricos, de caja con bola superpuesta.
Sobre este acceso, desplazado mínimamente hacia
el este, se abre un vano en aspillera de pequeñas dimensiones.
Portada meridional. En el tímpano vemos
tallados tres círculos concéntricos, una rueda solar de radios curvos y una
cruz enmarcada en una circunferencia.
La fachada occidental está dominada por una
portada con triple arquivolta de medio punto que apea sobre dos pares de
columnas. Los arcos de la arquivolta se cortan en bocel con medias cañas con
bolas en la rosca.
En el tímpano, apoyado sobre sendas mochetas
falsas, se representa una cruz patada flanqueada por formas flordelisadas en
bajorrelieve. Los cimacios se cortan en nacela con líneas onduladas, excepto el
interior del lado norte, en el que se disponen sendos cánidos en sus dos caras.
Los capiteles, sobre las típicas columnas lisas de basa ática, presentan
motivos vegetales que, si bien en dos de ellos son hojas que se voltean para
formar volutas que ocupan las esquinas, en los otros dos que restan estas las
ocupan cabezas humanas. Las jambas exteriores se labran en bocel, mientras que
las interiores permanecen cortadas en arista. Sobre la portada se abre un vano
moderno y, a su derecha, hay una ménsula con una cara grabada, probablemente
reubicada, y de labra moderna.
El interior lo conforma una nave sencilla
iluminada por los dos únicos vanos que hemos descrito en el exterior. La
cabecera es una obra moderna que ha afectado también al arco triunfal.
Es por lo tanto un modelo muy reformado del
primer cuarto del siglo XIII, con partes reedificadas que han provocado la
reubicación de elementos y la modificación de las estructuras originales.
Guillamil
A unos 40 km al sur de Ourense, el acceso más
cómodo a la localidad de Guillamil, perteneciente al municipio de Rairiz de
Veiga, en la comarca de A Limia, es dirigiéndose al Norte desde la carretera
que une Xinzo de Limia con Celanova, pasado Vilar de Santos, y en dirección
Sabariz.
Iglesia de Santo André
El 5 de febrero de 1167 Fernando II entrega al
obispo de Ourense, don Pedro, la iglesia de Guilamir con todos sus derechos y
pertenecías, donación que sería posteriormente recogida en la confirmación de
los bienes de la Iglesia orensana que hizo el papa Alejandro III en 1172.
Se trata de una pequeña iglesia de nave
rectangular a la que se le ha añadido un ábside barroco de planta cuadrada que
destaca en planta y en alzado, sobrepasando las dimensiones de la estructura de
la nave.
La espadaña occidental y la sacristía anexa al
lado meridional de la cabecera completan el conjunto. Aunque se trata de un
edificio que ha sufrido numerosas modificaciones en su estructura en tiempos
modernos, los restos medievales presentes en los muros laterales de la nave
son, sin embargo, elementos de gran personalidad.
El cierre norte es un paramento sencillo. En él
se abrían primitivamente dos accesos. Uno de ellos, moderno, se ubica en la
sección occidental de la nave.
Cambios en la cornisa y en el paramento
denuncian una reedificación en este tramo, probablemente en el momento en que
se abría por primera vez este acceso.
El otro acceso es una portada medieval, muy
mutilada e igualmente tapiada, de la que se conserva el arco de medio punto de
la arquivolta y la chambrana. Esta última se corta en listel y nacela lisos,
mientras que el primero se decora con un zigzag que recorre toda su rosca,
motivo presente en ejemplos como el monasterio de Oseira y de gran difusión en
la provincia de Ourense. El alero, de factura moderna, se apoya en dieciocho
canecillos decorados, principalmente, con motivos geométricos o, como es el caso
de aquéllos que representan una cabeza humana, dos de animales, además de
alguna representación vegetal, se realizan de un modo muy esquemático.
Completan esta fachada cuatro ménsulas que debieron sostener el típico alpendre
que protegía la primitiva portada de la intemperie, y un vano en aspillera.
El muro meridional se organiza de modo similar.
Una portada, de doble arquivolta, da acceso a la nave desde este lado. Sobre
esta se colocan dos ménsulas que, junto a un pequeño tornalluvias, ejercerían
la función de soporte y remate a un alpendre de madera. La cornisa se sostiene,
en este lado, por dieciséis canecillos decorados igualmente con motivos
geométricos.
La portada, decíamos, se organiza con una doble
arquivolta. La primera apea en columnas, mientras que la segunda lo hace
directamente sobre las jambas. El primer arco se corta con un grueso bocel,
motivo que se repite en el intradós. La rosca se moldura con una media caña que
va a albergar pequeños cogollos. Este motivo de cogollos se repite en la rosca
del segundo arco, moldurada igualmente en media caña, mientras que la rosca se
corta en amplia sierra con círculos y zigzag, grabados en su cara frontal, y tres
órdenes de tacos en la chambrana que remata el conjunto. El cimacio que remata
los soportes se corta en fino listel, estría plana y nacela decorada con
triángulos, mientras que los capiteles albergan motivos vegetales. Estos, que
se repiten idénticos, se componen de un doble orden de hojas en el que las
primeras van a ser las típicas hojas picudas con bolas en su vértice superior,
y las segundas y superiores se doblan en volutas con pequeñas filigranas entre
ellas. Las basas, sobre plintos cúbicos con cuadrados inscritos, son de tipo
ático con pronunciado toro inferior. En este muro se abre, además de una
pequeña ventana en aspillera, otra de corte singular, en forma de ocho
acostado, en la parte del muro que ha sido reconstruida.
Tanto la fachada occidental como la espadaña o
la cabecera son, como ya dijimos, obra moderna. Lo mismo ocurre en el interior,
de amplia nave y ábside, donde no quedan elementos románicos reseñables.
Los pocos elementos que restan de la primitiva
iglesia de Guillamil son suficientes para hablar de una cronología tardía, de
principios del siglo XIII, hacia el año 1220 y 1230, emparentada con la
arquitectura portuguesa que se hace patente en la comarca de A Limia,
profundamente geométrica, que encontramos también en ejemplos como San Xoán de
Vilar de Santos (Vilar de Santos) o Santa María de Couso de Limia (Sandiás),
mezclado con la marcada influencia que ejercen centros como el monasterio de
Oseira y que podemos encontrar también en ejemplos cercanos como San Pedro de
Mourillós (Celanova).
Vilar de Santos
Población de la comarca de A Limia situada a
unos 38 km de Ourense, en el municipio de Vilar de Santos, del que es cabecera.
El acceso se realiza desde Sandiás, dirigiéndose a Celanova, una vez tomada la
carretera que viene desde Xinzo de Limia.
Iglesia de San Xoán
La mención documental más antigua se encuentra
en el Tumbo de Celanova y data del 31 de enero de 1065. Se trata de una venta
por la que Velasco Menéndiz vende al monasterio de Celanova unas propiedades in
loco predicto Villare vocabulo ecclesie sancto Iohanne prope villa de Sarranos.
Completamente reconstruida, la iglesia de Vilar
de Santos fue trasladada desde su ubicación original, Saa, a mediados del siglo
XX. Su reconstrucción no parece haber alterado en gran medida, sin embargo, la
imagen original del templo.
Se trata de una iglesia de nave y ábside
únicos, este último gótico, con dos portadas completas abiertas en los muros
occidental y sur. Los aleros van a estar sostenidos por sendas series de
diecinueve y dieciocho canecillos respectivamente en los muros sur y norte.
La portada occidental la constituye una triple
arquivolta ligeramente apuntadas cortadas en baquetón y con rosca en
baquetilla. La chambrana, muy desarrollada, se moldura en nacela decorada con
puntas de diamante.
Las columnas son de fuste liso, pero en las dos
interiores y en la intermedia del lado sur se van a colocar algunos relieves:
una figura humana que ora en el lado norte y un San Juan en el sur, junto con
representaciones de difícil interpretación en la columna central. Los capiteles
se decoran con distintos motivos figurativos como animales enfrentados, leones,
o personajes con cartelas, cabezas u otros de difícil interpretación dado su
mal estado de conservación.
La portada meridional es de una doble
arquivolta de medio punto que apea en cimacios moldurados en baquetilla, con
una línea superior de triángulos dispuestos horizontalmente. El arco interior
se corta en baquetilla y decora su rosca con una doble línea de zigzags, motivo
que adopta también el segundo arco.
El tímpano está centrado por un arco de medio
punto y perfilado por un perlado en escocia. En su interior nos encontramos un
motivo decorativo aparentemente vegetal. Los capiteles presentan elementos
figurativos en muy mal estado.
Las basas adoptan una forma orgánica de gran
verticalidad, con hojas de roble dispuestas en los ángulos.
Los canecillos que decoran el alero de la nave
albergan distintas formas geométricas de decoración, de puntas de diamante,
flores y alguna cara.
En el interior nos encontramos una amplia nave
muy reformada, con cabecera gótica.
Los elementos descritos remiten a distintas
fechas tardías, ya dentro del siglo xiii para las más tempranas, y en el siglo XIV,
las tardías. Recogen los primeros rasgos de la tradición románica de la comarca
de Xinzo de Limia apreciable en otros ejemplos, arraigada en la tradición que
emana de Oseira. Es este el caso de la portada sur. Los canecillos, la portada
occidental y la cabecera pertenecen ya a una cronología tardía dentro del siglo
XIV.
Couso de Limia
Está situado a unos 35 km de Ourense, en la
comarca de A Limia y municipio de Sandiás, muy cerca ya de Xinzo de Limia. El
acceso se hace dirigiéndose hacia el Sur en dirección a Sandiás. Una vez en
esta localidad, hay que ir hasta Couso de Limia, en dirección suroeste. A los
pocos kilómetros, en la propia localidad de Couso, se toma la carretera hacia
Cerredelo.
Iglesia de Santa María
La pequeña iglesia de Couso de Limia es,
actualmente, un edificio de una nave con crucero destacado en planta que, como
la cabecera, es fruto de reformas modernas.
La nave es rectangular y a ella se abren dos
puertas, una en el muro sur y la otra en el muro occidental. La cornisa se
sostiene con quince canecillos a cada lado, decorados en gran medida con
elementos geométricos, además de alguna cabeza de animal.
La portada sur se compone de un arco de medio
punto cortado en arista con una arquivolta moldurada en bocel y con una doble
línea de zigzag en la rosca. La chambrana vuelve a presentar bocel con molduras
en estría plana y baquetón en la rosca.
El cimacio repite el motivo del arco de la
arquivolta, decorándose con doble línea de zigzag. Los capiteles, mientras que
el oriental es liso, el occidental se decora con un elaborado conjunto de
soluciones geométricas que probablemente se inspira en motivos vegetales.
La portada occidental vuelve a ser un arco de
medio punto aristado, sin tímpano, sobre jambas lisas cerrado por, en este
caso, una triple arquivolta. El primer arco recibe un tratamiento en toros y
medias cañas. El segundo se decora con doble línea de zigzag en la rosca y se
corta en baquetón.
El más exterior de estos presenta baquetón y
alberga una serie de úes dispuestas radialmente con una especie de peciolo en
su interior. Los cimacios se unifican con una decoración en zigzag dispuesta
entre baquetillas. Si bien el más exterior de los arcos apea directamente sobre
el muro, cortado en bocel, los arcos interiores apoyan en sendas columnas
acodilladas de fuste liso, con capiteles con formas geométricas derivadas de la
esquematización de precedentes fitomorfos, y basas áticas.
El interior es una nave amplia, sin elementos
reseñables dada su reconstrucción moderna.
Son estos elementos de una arquitectura del
segundo cuarto del siglo xiii, tal vez un poco antes, marcados por esa
corriente que es ampliamente adoptada en la zona de Xinzo de Limia, y que se
caracteriza por el empleo de motivos geométricos derivados de una profunda
esquematización de formas vegetales, característicos por su aparente tosquedad
y notable volumen, cuyo origen podemos rastrear hasta Oseira.
Zos
En el municipio de Trasmiras, en la comarca de
A Limia, a unos 45 km de Ourense, Zos es una pequeña localidad al este de Xinzo
de Limia. Para llegar a ella, hay que dirigirse a Trasmiras desde Xinzo de
Limia y desviarse hacia el Sur a la altura de Abadives.
Iglesia de Santa María
S e trata de una pequeña iglesia de una sola
nave y cabecera rectangulares. La última es de factura moderna, igualando en
altura y anchura a la primera, de modo que el conjunto hace gala de una gran
unidad, alterada en todo caso por la sacristía anexa al lado sur de la
cabecera.
Al muro meridional se abren dos vanos
abocinados y estrechos con perfil moldurado en baquetilla, además de un acceso
de tímpano bajo arco de descarga de medio punto. En el tímpano se realiza una
filigrana de entrelazos en bajo relieve. Cuatro ménsulas, hoy sin función
alguna, y la cornisa, con catorce canecillos que sostienen un alero de nacela
lisa, completan este lado sur. La decoración de los canecillos se limita a
formas geométricas que, en ocasiones, tienen atisbos de decoración vegetal.
El muro norte repite esencialmente lo que vimos
en el lado sur. Dos vanos en saetera abocinados y con la arista del arco
externo moldurada en baquetilla y un acceso, hoy tapiado, de tímpano liso bajo
arco de descarga de medio punto completan la fachada. Por lo demás, catorce
canecillos con decoración geométrica que a veces adopta dejes fitomorfos y un
alero en nacela completan la cornisa.
La fachada occidental se organiza a partir de
una portada de profundo abocinamiento ricamente decorada. Se trata de un acceso
de arco de medio punto con una triple arquivolta en la que la más exterior apea
sobre las jambas.
Estas se molduran con una baquetilla que
continúa a lo largo del arco sin solución de continuidad, interrumpiendo el
cimacio en los dos arcos exteriores. Esta misma solución se adopta en las
jambas del vano de acceso, cuyo arco, de medio punto, se corta en arista. La
rosca de los tres arcos se decora con motivos geométricos que conjugan
elementos vegetales, un entrelazado en el arco intermedio y una triple línea de
zigzag, sogueado y triángulos en el arco exterior, que está rematado con una
chambrana de hojas secas dispuestas radialmente y profundamente esquematizadas.
Los cimacios adoptan motivos decorativos geométricos de aire orgánico,
entrelazos y una secuencia de elementos de dudosa interpretación.
Los capiteles se decoran con motivos vegetales,
de hojas y tallos, y geométricos, ubicando en el exterior del lado meridional
cabezas entre esas hojas, y decorando con una cesta de entrelazos el más
septentrional. En la cara exterior de las jambas del primer arco se colocan dos
placas decoradas; la del lado norte, con un entrelazo; la del sur, con la
representación de un ave. Las basas de las columnas son de corte ático, y los
plintos se decoran con entrelazos, flores y otros elementos inscritos en sus caras.
El interior es amplio y está iluminado por
cuatro vanos que se abren en amplio derrame interno. Adoptan a su vez la
decoración en baquetilla que veíamos en el exterior, que, en este caso, se
completa con un zigzag en la escocia que se prolonga en el muro. Por lo demás,
las obras que van desde el extremo oriental de la nave hacia el ábside son
modernas, no conservando elementos románicos.
Es un conjunto, el de Zos, de una gran riqueza
decorativa, aun a pesar de que su factura no es la de un taller muy
cualificado. Debemos hablar, sin embargo, de una fecha avanzada del siglo XIII,
alrededor del segundo cuarto, momento en el que la arquitectura de Xinzo estaba
notablemente influenciada por la dialéctica expuesta en la arquitectura que se
hacía al otro lado de la frontera, y que encontramos en ejemplos portugueses
como São Salvador de Bravães (Ponte da Barca) o la Catedral de Braga, a la vez
que sigue empleando elementos expuestos en Oseira y que tienen en A Limia uno
de sus núcleos de propagación, patente igualmente en otros templos como el de
San Salvador de Vilar de Lebres (Trasmiras), San Xoán de Vilar de Santos (Vilar
de Santos) o San Pedro de Boado (Xinzo de Limia), por citar algún ejemplo.
Vilar de Lebres
Perteneciente al municipio de Trasmiras, en A
Limia, la localidad de Vilar de Lebres dista alrededor de 50 km de Ourense. El
acceso se realiza a partir de Xinzo de Limia. En dirección este, pasado
Trasmiras, hay que dirigirse hacia el Sur, hacia Cualedro, y regresar
brevemente hacia el Oeste para, antes de llegar a la localidad de Vilar de
Lebres, encontrar la iglesia, aislada, a cerca de un kilómetro de la población.
Iglesia de San Salvador
Se trata de una iglesia de pequeñas
dimensiones, con nave y ábside rectangulares, el segundo menor en altura y
anchura. Se abren sendos accesos en los muros laterales, estando hoy el
septentrional tapiado. En el lado de la epístola del presbiterio nos encontramos
un vano fruto de una intervención moderna, estando el original, románico, en el
hastial oriental, tapiado como consecuencia de la colocación del retablo. Una
espadaña campanario completa el conjunto.
Los muros laterales de la nave son ambos lisos,
rematados con un alero cortado en nacela con decoración de bolas. Los accesos
se configuran a partir de un arco de medio punto, sin tímpano, con jambas
lisas. El norte, como ya hemos mencionado, está tapiado.
En el ábside la cornisa se soluciona con la
típica fórmula de alero sobre canecillos. Las cobijas se cortan en pico de ave,
mientras que los canecillos adoptan distintas soluciones de motivos
geométricos, vegetales y un par de cabezas de animales, además de malabaristas
y un espinario en el lado norte.
La cabecera de la iglesia está decorada
con canecillos figurados en sus cornisas y una ventana en su muro oriental.
En el hastial oriental se abre una ventana
completa de arco de medio punto sobre dos columnas de fuste liso. El arco se
moldura con un grueso bocel, escocia lisa y media caña decorada con zigzag.
La chambrana emplea una doble baquetilla con
media caña entre ambas y se culmina con una serie de medias lunas dispuestas
radialmente que, con una suerte de peciolo en su centro, adoptan un carácter de
decoración vegetal muy esquematizada. El cimacio recupera el motivo de las
baquetillas, con una escocia entre ambas, y apea en sendos capiteles con
decoración vegetal. Esta se conforma con dos órdenes de hojas carnosas que se
retuercen formando volutas en cada uno de ellos. Las basas de las columnas, de
fuste liso, son de tipo ático, sobre plinto decorado con zigzag en el lado sur,
y sin nada en el norte.
En la fachada occidental se abre la portada
principal, de doble arquivolta de medio punto sobre cimacio que decora la
nacela con anillas con cuadrifolias en su interior. Este motivo se va a
extender a lo largo de los distintos apeos de los arcos de la arquivolta, para
acabar prolongándose como imposta hacia los lados del paramento. Los arcos de
la arquivolta sí van a estar decorados con un motivo geométrico de tintes
vegetales, dispuestos radialmente a partir de sendas molduras de baquetón y
zigzag, motivos que se repiten en la rosca de ambos arcos. La chambrana se
decora con el mismo motivo, que va a disponerse a partir de una moldura de
doble baquetilla.
El arco exterior apea sobre las jambas
directamente, que van a cortarse en bocel con zigzag en las escocias que la
unen al muro. El arco interior, sin embargo, se apoya en dos columnas de fuste
liso y basa ática, con plinto con zigzag en su mitad superior, y liso en la
inferior. Los capiteles se decoran con motivos vegetales el septentrional, con
dos órdenes de hojas carnosas vueltas en su parte superior, y con dos animales
de difícil identificación el meridional.
El interior es el de una iglesia de pequeñas
dimensiones, muy oscura por la ausencia de vanos en la nave, y cubierta con
techumbre de madera. En la nave se abren los tres accesos al interior. El
occidental y el meridional son simples.
Sin embargo, el correspondiente al lado norte,
tapiado al exterior, presenta un tímpano con una cruz patada en su cara
interior, con los huecos entre brazos profundamente excavados, y que apea en
dos mochetas, una de ellas fragmentada, en las que se representan sendas
cabezas de animales.
Los elementos descritos, acordes con las
características reinantes en el área de Xinzo de Limia, de prominentes y
complicadas geometrías fruto de la profunda esquematización de elementos
vegetales, cuyo origen lo podemos establecer en talleres vinculados con Oseira
activos en A Limia, y patentes igualmente en otros ejemplos como San Xoán de
Seoane de Oleiros y San Pedro de Boado (Xinzo de Limia), o Santa María de Couso
de Limia (Sandiás), y que llevan a este ejemplo en una cronología tardía, hacia
el segundo cuarto del siglo xiii, hacia 1220, 1230.
Codosedo
Distante unos 50 km de Ourense, esta iglesia,
perteneciente al municipio de Sarreaus y a la comarca de A Limia, se encuentra
a tan solo 2,5 km de Vilar de Barrio y a 14,5 km de Xinzo de Limia.
Iglesia de Santa María la Real
Esta iglesia se sitúa en la margen izquierda de
la desecada laguna de Antela, al pie del monte Talariño, sobre un alto, a unos
100 m del núcleo del pueblo, que se extiende a sus pies. Ya en 1147 tenemos
noticia documental del lugar de Codosedo, recogida en la donación del Hospital
de Monte Mísero y de varias villas que hizo Alfonso VII al obispo Martín de
Ourense: ita in quam dono uobis ipsum montem quomodo diuiditir per terminos
de Carragio et Freandi et Vilarini et Codesedi.
Parece que fue el único monasterio femenino de
la Orden de Santiago en Galicia, si bien su existencia fue muy breve (entre
1175-1180 y mediados del siglo XIII), pasando después a ser tratado como una
iglesia dependiente de la Orden. Aunque en el año 1180 ya estuviese integrado
en ella, tanto el monasterio como sus pertenencias (monasterium de Codosedo cum
pertinentiis) se citan en una de las confirmaciones pontificias de los bienes y
privilegios de la misma en 1223. Este es el único dato que se conserva sobre el
monasterio en época medieval. Es probable que tuviese, no obstante, una
trayectoria similar a la de otras casas santiaguistas como San Munio de A Veiga
(A Bola) y San Salvador de Vilar de Donas (Palas de Rei, Lugo). Así, basado en
un monasterio altomedieval, sus herederos lo cederían hacia el año 1200 a la
Orden de Santiago, presidida por un prior y sin que la convirtiera en una de
sus encomiendas.
En 1224 se cita como monasterio, aunque todo
parece indicar que en 1269 ya había perdido ese carácter, por lo que se
convirtió en una iglesia parroquial más con el único gasto del sustento de un
clérigo.
Del conjunto monasterial de Codosedo solo se
conserva parte de la iglesia, de nave única, amplia y alta. Tenía un ábside
semicircular precedido por un presbiterio inusualmente conformado por dos
tramos rectos, construido todo ello con buen aparejo de sillares de cantería,
aunque este se perdió, junto al arco triunfal y al testero oriental de la nave,
en la última década del siglo XVIII, momento en que se levantó una nueva
capilla mayor dado el mal estado en que se encontraba la original. Es posible
conocer estos y otros detalles del aspecto del edificio medieval a través de
las minuciosas descripciones que se conservan en múltiples documentos
custodiados en el Archivo Histórico Nacional, en los que se que circundaban la
salida de la puerta principal de la iglesia, construidos a modo de pórtico, y
en los que se abrían tres puertas: una principal y una a cada lado. Junto a
este, y según una descripción de 1494, se disponían las otras dependencias
monásticas adosadas a ambos costados de la nave, aunque de ellas no quedan más
restos que los canecillos, situados en el tercio inferior de las fachadas
laterales de la nave, que sustentaban su tejado a una sola vertiente. Por su
parte, la fábrica medieval de la iglesia se mantuvo en el mismo estado en que
había quedado desde su construcción, en el arranque del siglo XIII, hasta el
siglo XVII, momento en que se erigió una torre en el ángulo suroeste de la
fachada occidental, y luego hasta la última década del siglo XVIII, en que se
produce la comentada sustitución del ábside original por otro barroco de
grandes dimensiones. Por lo tanto, el aspecto que presenta hoy en día la
iglesia mantiene en gran medida su disposición original, a pesar de que su
fachada occidental también sufrió algunas reformas: perdió el meridional de dos
altos contrafuertes (debido a la construcción de la mencionada torre) que
enmarcaban una calle central en arimez, y su portada principal sufrió
importantes modificaciones a principios del siglo XIX, aunque en 1743 aún
mantenía una estructura similar a la que se puede apreciar hoy en la
meridional, con un par de columnas acodilladas a cada lado bajo sus respectivos
arcos de medio punto.
Actualmente, tres arcos semicirculares
abocinados de arista en bocel apean, continuándose en ellas, sobre jambas
igualmente aboceladas. Un liso tímpano semicircular, realizado en una sola
pieza, descarga sobre dos mochetas en nacela con superposición de planos, en el
último de los cuales se desarrolla, en la septentrional, un estilizado tema
vegetal en el que un invertido vástago geminado situado sobre una forma
cilíndrica enrolla sus zarcillos en torno a los laterales de este, mientras que
en la meridional, más simple, únicamente se presenta un cilindro de escaso
desarrollo situado transversalmente. Debido a la restauración efectuada en la
década de los noventa del siglo XX, el tímpano perdió las pinturas de época
moderna que lo adornaban con la cruz de la Orden en un escudo timbrado con el
capelo y las borlas propias del monasterio de San Marcos de León.
A cada lado del cuerpo central en el que se
abre la portada, y uniéndolo a ambos contrafuertes, se disponían dos arquitos
que apeaban sobre tres elementos: esta misma zona en resalte, su respectivo
contrafuerte y, en el espacio mediante, un canecillo. De nuevo, debido a la
torre, solo se conservan los arquitos correspondientes al lado septentrional,
exhibiendo el canecillo en el que apean una tosca cabeza humana. Estos, de
medio punto ligeramente peraltados, sustentan una cornisa que se extiende hasta
el remate del paramento de la fachada, coronando también el contrafuerte.
Idéntica a la que corona los flancos de la nave, esta cornisa se adapta a todo
el perímetro de la iglesia, moldurándose en una media caña adornada con una
serie de bolas, flanqueada por un listel y un bocelillo en su parte inferior.
En el cuerpo central del hastial se abre un
rosetón constituido por un único vano circular perfilado por un motivo en
zigzag, aunque, según se dejó constancia en 1743, por aquel entonces aún se
organizaba en cinco óculos. Como apunta Julio Vázquez, estos podrían haberse
dispuesto de manera que uno grande quedara en el centro y los otros cuatro, más
pequeños, se ordenasen en torno a este, en cruz, de forma parecida, aunque
simplificada, a la que adopta el rosetón del testero de la catedral ourensana,
o bien en aspa, como sucede en el de la cabecera de San Pedro de Ramirás (en el
lugar de Mosteiro, Ramirás). Por su parte, este motivo del zigzag lo podemos
encontrar en la iglesia de Santa María de Oseira adornando las arquivoltas de
las ventanas de los tramos entre las capillas de su girola, obra realizada,
según Valle Pérez, entre 1185 y 1200; también en las iglesias alaricanas de
Santa María de Vilanova, en el rosetón del testero oriental de la nave, y de
Santiago, adornando la basa de una las columnas de la ventana meridional del
interior del ábside. Un ejemplo más lejano lo constituye uno de los cimacios de
la portada occidental de la iglesia de San Fiz de Solovio, en Santiago. Todas
ellas son iglesias que comparten un horizonte constructivo en torno al año
1200.
Sobre el rosetón, culminando la fachada sin
espadaña, una delgada cornisa sigue las dos vertientes del tejado de la nave,
ornándose con unas cintas que describen una doble curva y se enlazan ofreciendo
un aspecto trenzado, cuyos senos circulares albergan tetrapétalas muy
estilizadas dispuestas en cruz, muy similares también a las que podemos
encontrar en las impostas, tanto del interior como del exterior, de las ya
mencionadas ventanas de los tramos entre capillas de la girola de Oseira.
La nave, que destaca por su gran altura y
tamaño (como consta en los documentos que recoge Julio Vázquez, sus medidas son
de 48 por 23 pies), se compartimentaba en tres tramos (como lo hace
actualmente) por medio de cuatro contrafuertes en cada lado que disminuían en
espesor conforme subían hasta el tejado, de los cuales perdió el más occidental
del flanco sur, enmascarado por la estructura de la citada torre, y los dos más
orientales de ambos lados, debido a la construcción de la moderna capilla
mayor. Cada uno de estos tramos presenta los siguientes elementos: un par de
canecillos a media altura, mostrando temas geométricos o vegetales estilizados,
que probablemente sustentaban la estructura de madera de la techumbre de las
dependencias monásticas, una saetera de ápice semicircular horadado en un solo
sillar y una cornisa dispuesta sobre arquitos de medio punto levemente
peraltados que apean, a su vez, sobre una serie de canecillos. Esta
organización de la cornisa, moldurada en un listel en la parte superior y un
bocelillo en la inferior, entre los que se dispone una media caña adornada con
bolas, remite a la influencia ejercida por el taller mateano en Ourense, en
concreto a la recogida por su propia catedral, de la que la iglesia de Codosedo
toma tanto esas bolas de la cornisa y los arquitos bajo ella, como la riqueza
de los canecillos, propios de las formulaciones de su segunda etapa
constructiva, aunque la sencillez del tratamiento dado en Codosedo, que se
explicita en la ausencia de decoración en metopas e intradoses, la aproxima a
lo realizado en la primera etapa de la sede ourensana.
En el tramo más occidental del flanco sur de la
nave, los dos canecillos presentes en la mitad inferior del paramento muestran
una curva de nacela que, en uno de los casos, permanece sin decoración y en el
otro exhibe un grueso cilindro dispuesto transversalmente. La cornisa se
compone de cinco de los arquitos antes comentados, a los que se le sumó la
mitad de otro más en cada extremo para ajustarse a las alteraciones producidas
por la construcción de la torre, que apean sobre seis canecillos de temática animal,
en los que se distinguen varias cabezas: de un cuadrúpedo de grandes orejas,
probablemente una oveja, de un animal indeterminado, redonda, con un hocico
estrecho y romo y grandes ojos en los laterales, y un perro, o quizá un bóvido.
También se representan animales de cuerpo entero, como son una serpiente que lo
enrosca apretadamente, anillándose en torno a su cabeza, proyectándola
ligeramente, dos pequeños pájaros en posición simétrica que extienden sus alas
y testas por los laterales del canecillo, y un gran pájaro de largas alas y
gruesos cuerpo y patas.
En el tramo central de esta fachada, que
sobresale ligeramente en planta, se abre la portada meridional, con un arco
semicircular formado por dos arquivoltas abocinadas, la exterior compuesta por
doce dovelas y la interior por ocho, cuyas roscas presentan una arista
abocelada entre dos medias cañas. Los arcos descargan sobre dos columnas
acodilladas a cada lado, a través de los cimacios de estas que, impostándose,
se extienden hasta alcanzar los contrafuertes que enmarcan la portada. Estos
cimacios se molduran en listel y bisel, siendo este último el triple de alto
que aquel. Mientras el listel permanece liso, la zona biselada se adorna con
cuatro filas de volumétrico damero, siendo los tacos correspondientes a las
columnas interiores y a la cara interior de las exteriores de mayor tamaño. A
excepción del correspondiente a la columna exterior occidental, los capiteles
presentan una decoración vegetal estilizada, además de ábacos ornamentados que
muestran en los ángulos unos salientes.
El capitel exterior occidental, cuya cesta
suaviza la arista de sus caras hasta hacerla desaparecer, adoptando una forma
cercana a la de un cilindro cuya parte superior se abre, ensanchándose
ligeramente, exhibe una decoración a base de unos orificios organizados en
siete filas, realizados con trépano, y que provocan un marcado contraste
lumínico. Este motivo tiene una escasa presencia en el románico gallego,
encontrando Julio Vázquez una posible relación con el que presenta el capitel
septentrional de la ventana del hastial este de la nave de San Cristovo de
Novelúa, en Monterroso, Lugo.
En cuanto a la columna interior del mismo lado,
muestra un grueso ábaco en el que la arista es ocupada por un saliente
cuadrangular sin decoración, disponiéndose, a cada lado, un rectángulo cuyo
fondo se adapta al del propio ábaco, y que destaca su línea perimetral mediante
un fino listel. Por su parte, el capitel muestra en su ángulo una estilizada
hoja que comprende la altura total de la cesta, y cuyo anverso muestra tres
nervios verticales en resalte, volviéndose su ápice, que invade el tercio
inferior del ábaco, hacia el interior, mostrando su reverso. En el extremo de
cada cara se repite este motivo, quedando un espacio entre estas hojas
angulares en el que se dispone, en la parte exterior, una forma aproximadamente
rectangular cuyos laterales se curvan hacia afuera a medida que ascienden en
altura, por lo que la parte superior es más ancha que la inferior, y en cuya
superficie se han grabado una serie de líneas en curva descendente; en la parte
interior del capitel, la superficie que une las hojas angulares se excavó para
formar tres hojitas dispuestas en dos órdenes, de manera que una surge del
astrágalo, mientras que las otras dos, de menor tamaño, se sitúan sobre esta.
Ambos capiteles orientales presentan un ábaco
fusionado con la cesta que cuenta con rebajes situados rítmicamente, generando
un juego lumínico a base de entrantes y salientes. Estos ábacos, al igual que
el del capitel occidental interior, exhiben en el ángulo, además, una
protuberancia prismática que en el caso del oriental exterior presenta un
arquito en cada cara. El capitel exterior adorna su cesta con una gruesa hoja
lanceolada de anverso excavado, que se superpone a otras tres hojas de igual
perfil, y que se sitúa en el ángulo. La flanquean otras dos hojas que surgen a
cierta distancia del astrágalo, cuyos ápices redondeados invaden la parte
inferior del ábaco, y que se han realizado mediante unas líneas incisas
superficialmente: dos paralelas definiendo su perfil, y otras curvas estriando
su anverso. Otras dos hojas lanceoladas, y mostrando también su anverso
estriado, aunque algo más marcado, se sitúan una a cada extremo del capitel,
cerrando la composición. En cuanto al capitel oriental interior, exhibe una
hoja ancha con el ápice aguzado y vuelto levemente sobre su anverso. En este,
ligeramente cóncavo, se destacan unos nervios en relieve.
Esta hoja, en el ángulo del capitel, se
superpone a otra de la que solo resulta visible el ápice vuelto hacia abajo. A
cada lado se disponen otras dos hojas de ápices redondeados y anverso marcado
por una serie de líneas curvas descendentes. En los extremos del capitel se
dispone otro par de hojas, muy similares a estas, pero de ápice aguzado y con
un anverso al que se le da un acabado cóncavo. En los espacios interfoliares se
disponen cuatro vástagos que se vuelven apretadamente adoptando una forma en espiral.
Las columnas, además, presentan unos fustes
monolíticos, cilíndricos y lisos, y basas áticas con garras sobre estrechos
plintos cuadrangulares. Por su parte, los codillos en los que se disponen estas
columnas perfilan sus aristas con un bocel cuya parte exterior es precedida por
un rebaje en nacela.
El tímpano, liso y realizado en dos piezas,
apea directamente sobre jambas en arista, en lugar de hacerlo sobre mochetas,
como ocurre con la portada principal. En la descripción que se conserva de
ambas, realizada en el 1743, se deja constancia del parecido entre ellas, con
lo que esta portada también ha sufrido alteraciones más allá de esta fecha.
Sobre la portada, dos canecillos sustentarían
un perdido pórtico de madera. Ambos muestran un perfil en nacela con una placa
superpuesta en la que se alberga, en la del lado occidental, un motivo
geométrico realizado a partir de un prisma rectangular, colocado
transversalmente, sobre el que se asienta un semicilindro; en la del oriental,
una hoja picuda cubre parte de lo que parece la cabeza de un ofidio. Más
arriba, una saetera se abre en el paño y, coronando el paramento, se dispone la
cornisa sobre arquitos.
Estos, en número de cinco, apean sobre seis
canecillos en nacela, de temática geométrica o bien con estilizaciones
vegetales. Entre los primeros encontramos los que presentan una sucesión de
planos, lisos o albergando en el último de ellos un semicilindro, o bien una
lengüeta que decora su reverso con incisiones formando ángulo, y que envuelve
en la parte superior del canecillo un rollo cilíndrico; entre los segundos, una
hoja estilizada y nervada enrolla su ápice apretadamente hasta formar un grueso
cilindro y, a su lado, el canecillo siguiente repite el mismo tema, aunque en
esta ocasión el ápice de la hoja se envuelve en sentido contrario.
En el tramo oriental de la fachada meridional
volvemos a encontrar los dos canecillos que sustentarían una techumbre de
madera, ambos en forma de proa (mostrando el derecho una mayor decoración al
tener su parte inferior estriada y la superior, habitualmente lisa, un círculo
determinado por una circunferencia incisa), la saetera, y los arquitos
(originalmente seis, aunque ahora solo quedan cinco debido a la construcción
del moderno ábside) sustentados sobre cinco canecillos. Estos, al igual que los
del tramo occidental, muestran las cabezas o bien medio cuerpo de varios
animales, representándose siempre frontalmente y con rasgos comunes, como son
los grandes ojos y los contornos redondeados.
Así, se distingue un cáprido de cuernos
enroscados, un bóvido de ojos semiesféricos y un animal indeterminado de
carácter fantástico. Uno de los canecillos presenta una cuidada decoración
geométrica, en la que un listón, decorado con incisiones en forma de ángulos,
surge a partir de dos estrechas cintas que a su vez se unen a dos pequeñas
bolas que se alojan en los extremos inferiores de la nacela. Una gran bola
remata la parte superior del listón, a la que se sobrepone una lengüeta
proveniente de otras dos estrechas cintas que se descuelgan del rectángulo que
compone la superficie desde la que se inicia la curva en nacela del canecillo.
También se encuentra en este grupo la representación de una cabeza humana, en
este caso masculina, de grandes ojos almendrados, barbada, como se desprende de
las suaves incisiones ondulantes que cubren sus mejillas y que se disponen en
abanico en la barbilla, y un cabello ordenado en gruesos mechones ondulados que
en los laterales alcanzan mayor longitud, llegando hasta la nuca, donde se
enroscan formando una espiral.
En el testero oriental de la nave se abría,
antes de la construcción del moderno ábside, un rosetón que, junto al de la
fachada occidental, iluminaba la nave. Se conoce su existencia por la mención
que se le hace en el Libro de Visitas en 1538, en el que, como apunta Julio
Vázquez, se deja constancia de que los visitadores mandaron que se reparase y
encalase la iglesia, poniendo especial énfasis en que se dispusiese un lienzo
encerado en el “espejo de la corona del crucifijo” para evitar que el
agua de la lluvia entrara en el templo.
En cuanto a la cabecera original, esta se ha
perdido completamente, como se ha comentado, al construirse en su lugar un
enorme cubo realizado con buenos sillares en la última década del siglo XVIII,
igualando este en altura y anchura a la nave románica, en vez de acometerse la
urgente reparación que precisaba la capilla mayor original, por lo que es
únicamente a través de las descripciones de los documentos como podemos conocer
el aspecto que presentaba. Como recoge Julio Vázquez, el ábside se trazó
originalmente de forma semicircular y reuniendo varias características
inusitadas, entre ellas su gran tamaño (de 17,5 por 15 pies), y el hecho de que
el presbiterio que antecede al semicírculo estuviera constituido por dos tramos
rectos. La unión entre la capilla mayor y la nave se realizaba mediante un
contrafuerte a cada lado, iguales a los que se disponen a lo largo de esta,
seguidos por un codillo reforzando el testero de la misma, donde se recibían
los empujes del arco triunfal. Parece que el ábside presentaba en su exterior
cinco columnas entregas que recorrían toda la altura del edificio,
localizándose cuatro de ellas en los muros exteriores del presbiterio, dos a
cada lado, trasluciendo la estructura interior de este, compartimentada por dos
arcos fajones, y destinadas a soportar sus empujes. La columna restante es
posible que estuviese alojada en el centro del hemiciclo, característica esta
inusual, y que más obedecería a alguna modificación que al plan inicial,
provocando además el desplazamiento de la ventana absidal hacia el Sur, en
lugar de situarse esta en el eje, como dicta la norma. En todo caso, la
construcción del ábside nunca llegó a completarse, no elevándose su muro
exterior más allá de la línea de imposta de la bóveda interior, con lo que las
columnas entregas no llegaron a rematar en capiteles ni a cumplir su función
portante, quedando, pues, reducidas a elementos simplemente decorativos. Debido
a estas obras inconclusas, se produjo un hueco entre esa línea de imposta
interior y el tejado, que hubo de ser cerrado con tablas siguiendo todo el
semicírculo del ábside, mientras que el techo se apoyaba en columnas o pontones
de madera, faltándole doce cuartas de alto al muro y dejando el tejado, que
siempre se recubrió con tejas, en forma de azotea, con lo que quedaba a
expensas de las inclemencias del tiempo, favoreciéndose la creación de
deformidades en los muros. A pesar de todo ello, la capilla mayor se mantuvo en
este estado desde su construcción hasta finales del siglo XVIII, momento en que
se decide sustituir por la que hoy se conserva.
La fachada septentrional de la nave, siguiendo
las características de la meridional, se divide en tres tramos, cada uno de los
cuales exhibe una saetera y la cornisa sobre arquitos. El tramo más oriental,
que, de nuevo, al igual que ocurría con el del flanco sur, ha perdido uno de
los arquitos debido a la construcción del moderno ábside, presenta, pues, cinco
en lugar de los seis que le corresponderían, sustentándose sobre idéntico
número de canecillos. Estos vuelven a representar, como los del tramo occidental
de la fachada sur, animales fantásticos de grandes ojos redondos, de los que se
muestra o bien su cabeza o bien medio cuerpo, así como una serpiente enroscada.
Además se repite el tema de la decoración floral muy estilizada que
encontrábamos en el tramo oriental de la nave sur, aunque en esta ocasión el
listón con incisiones angulares se halla enmarcado por dos bocelillos, y se han
suprimido las pequeñas bolas inferiores. Por su parte, los dos canecillos
situados a media altura se encuentran ocultos por una pequeña construcción del
segundo cuarto del siglo xvi, que se habilitó como sacristía. En el tramo
central sí resultan visibles, presentando idéntico tratamiento que los del más
oriental de la fachada meridional. Los canecillos, todos ellos de muy tosca
ejecución, muestran dos cabezas humanas, una de ellas aparentemente coronada, y
motivos geométricos, como bolas dispuestas en la nacela, mucho más grande la
situada en la parte superior, o un prisma triangular. En cuanto al tramo más
occidental de esta fachada septentrional, los dos canecillos que sustentarían
el pórtico, o bien parte de la techumbre de las dependencias monasteriales,
muestran un rectángulo superior adornado, uno con seis radios inscritos en un
círculo, y el otro con un círculo, mientras que la nacela muestra superposición
de planos en el último de los cuales se sitúa una bola, o bien tres cilindros
dispuestos longitudinalmente. Los seis arquitos de la cornisa apean sobre otros
seis canecillos, de labra muy tosca, entre los que se halla una cabeza humana y
un motivo vegetal en la que dos cilindros son envueltos por hojas, y algunos
otros de difícil interpretación. Entre estos últimos, Julio Vázquez distingue
un contorsionista de corta indumentaria, en posición invertida y con las piernas
flexionadas, y advierte la posible presencia, como caso excepcional, de un
barco del que solo se aprecian un mástil y dos velas, quizá triangulares,
infladas por el viento, lo que constituye, como el mismo autor reconoce, una
representación rarísima en el románico gallego, ya que en las escasas escenas
en que participa este motivo suele hacerlo como barca, sin velas, y asociado a
temas jacobeos, como sucede en el dinero de vellón acuñado en la ceca de
Santiago durante el reinado de Fernando II o en el tímpano de la iglesia de
Santiago de Cereixo (Vimianzo, A Coruña). Como barco, pero con mástil y sin
velas, aparece en el tímpano meridional de la iglesia de los Padres Mercedarios
de Sarria (Lugo). En estos casos, el modelo iconográfico parece remitir en última
instancia al arte romano, mientras que en Codosedo parece ceñirse más a la
realidad, y es comparable, en cierta medida, a las representaciones de las
naves que iluminan las Cantigas de Alfonso X.
En lo que respecta a los canecillos, pues,
encontramos dos grupos diferenciados: uno lo integran los seis del tramo
occidental del lado sur y los cinco de los tramos orientales de ambas fachadas.
Estos se caracterizan por haber sido realizados con una gran calidad técnica,
representando una variada y fantasiosa fauna de contornos redondeados y grandes
ojos semiesféricos, así como una estilizada decoración vegetal, e incluso un
rostro masculino que también muestra cierta estilización; el otro grupo lo forman
los canecillos del tramo intermedio de ambos paramentos y los del tramo
occidental del norte, a los que hay que sumar el que aún se conserva en la
fachada principal, y los que sustentaban los pórticos laterales. Estos muestran
una decoración esquemática (incluyendo cuatro toscas cabezas humanas),
geométrica e incluso vegetal, realizados con una factura seca y sin la suavidad
de líneas que presentaba el grupo anterior.
En cuanto al interior de la iglesia, dos
altísimas columnas entregas (su fuste se compone de veinticinco tambores) a
cada lado, correspondiéndose con los contrafuertes exteriores que definen el
tramo central, se asientan sobre un banco que recorre los muros laterales.
Estas columnas, que comprenden prácticamente la altura total de la nave, o bien
estaban destinadas a recibir el apeo de dos arcos diafragma (en los cuales
reposarían las armaduras de madera de la cubierta, ya que el espesor de los
muros no parece suficiente como para resistir las presiones de una solución
abovedada), optándose finalmente por cambiar estos planes, o bien responden a
la intención, como ocurre en ocasiones, de dejarlas sin función tectónica. Los
capiteles que las coronan repiten un mismo esquema, mostrando, bajo ábacos
lisos, una cesta prismática en forma de estrecho tronco de pirámide que, para
adaptarse a la curva descrita por el fuste cilíndrico, añade bolas en sus
esquinas inferiores. En el flanco norte, el capitel occidental presenta un
motivo vegetal a base de cuadrifolios en relieve, similar al de la cornisa del
hastial de la fachada principal, si bien difiere en el tratamiento dado,
disponiéndose en aspa en lugar de en cruz, e inscribiéndose en un círculo, en
lugar de hacerlo en los senos formados por cintas ondulantes. El capitel
oriental repite motivo, pero de nuevo añadiendo algún detalle en la labra que
lo diferencia. En este caso, la tetrapétala, dispuesta en cruz y en torno a un
botón central, únicamente destaca en relieve el borde de sus hojas, en un
alarde de minuciosidad, inscribiéndose, como en los otros casos, en un círculo
delimitado por una circunferencia también en relieve.
En los capiteles meridionales, el occidental
repite tema y tratamiento vistos en el correspondiente del lado norte, mientras
que el oriental muestra un tema de hexapétalas tratadas a bisel, generando una
arista central, y que, uniéndose dos a dos, forman un rombo en el que se
dispone una hojita. Las basas de las columnas, de tipo ático, reciben un
tratamiento diferenciado, ya que las correspondientes al lado septentrional
muestran un toro superior moldurado en cuarto de bocel, seguido de una larga
escocia y un toro inferior de escaso desarrollo vertical, sobre un plinto
rectangular, adornándose los ángulos con garras, mientras que las del lado
meridional repiten el esquema, con la salvedad de que el plinto es circular.
Siguiendo con los paramentos interiores, la
portada principal muestra un arco de medio punto, pero lo más destacable es la
existencia de una escalera de caracol embutida en el espesor del muro, y que
daría acceso al exterior, e incluso al rosetón o a la tribuna. En su parte
superior presenta una pieza decorada con un ser monstruoso cuyo cuerpo está
formado por la parte delantera de tres serpientes con la boca abierta,
dispuestas una hacia la derecha y dos hacia la izquierda.
Por su parte, en el tramo más oriental del muro
norte aún quedan restos de una sencilla puerta de arco de medio punto, hoy
cegada, que probablemente daba acceso a alguna dependencia monacal, en cuyo
lugar se encuentra ahora la pequeña sacristía construida en el segundo cuarto
del siglo XVI.
En las zonas altas del muro, las saeteras se
abren presentando un pronunciado derrame.
El arco triunfal se perdió al construirse la
moderna capilla mayor. Quedan, no obstante, las descripciones de esta, que nos
permiten conocer su organización. Así, pues, sabemos que el presbiterio,
inusualmente, se componía de dos tramos abovedados separados por dos arcos
fajones que apeaban sobre dos columnas entregas a cada lado, y por el arco
triunfal sustentado por otras dos. De ellas solo se conservan dos basas en el
atrio, flanqueando la verja oriental del mismo, y que repiten el esquema visto
en las de las columnas interiores del lado norte de la nave: toro superior
moldurado en cuarto de bocel, seguido de una larga escocia, y un toro inferior
de escaso desarrollo vertical con bolas a modo de garras, sobre un plinto
rectangular. Por su parte, el ábside se cubría con una bóveda de cascarón. Como
recoge Julio Vázquez, el abovedamiento del presbiterio ya estaba un poco
abierto para cuando se realiza la primera visita en 1494, por lo que los
visitadores mandaron traer un maestro para que lo reparase y limpiase. En 1719
se especifica que era el arco triunfal el que se había abierto “como cosa de
dedo y medio” en la clave. Así se mantenía en 1743, cuando la capilla mayor
amenazaba ruina, tanto por dentro como por fuera, puesto que presentaba varias
fisuras y era necesario apuntalar los empujes de su cubierta.
Por su parte, es de destacar la presencia junto
a la puerta principal, en el lado norte, dentro de unas rejas de madera, de una
pila bautismal, ya descrita en 1494. Lo más probable es que se incluyese cuando
desapareció la comunidad monástica, puesto que estos elementos solo se explican
cuando el templo tiene un carácter parroquial. La pila, realizada en una sola
pieza granítica, está formada por una gran copa y un pequeño pie cilíndrico
liso. La decoración se desarrolla sobre toda la superficie de la copa,
enmarcada por dos molduras lisas, siendo más ancha la superior que la inferior.
En ese listel superior se desarrolla un texto en el que algunos signos se
muestran en relieve y otros incisos superficialmente, lo que dificulta su
lectura. Bajo él, la decoración de la copa muestra listeles diagonales, muchas
veces uniéndose en su extremo inferior formando una V, bolas, aros, cruces, y
hasta dos representaciones humanas. En el caso de las cruces, aparecen en tres
ocasiones. Una de ellas es patada, con sus brazos dispuestos en aspa, e
inscrita en tres aros; otra se inscribe en uno de los espacios definidos por
listeles en V, y la tercera se asocia a una de las figuras humanas. Esta, de
rasgos toscos y desproporcionados, se representa de medio cuerpo con las manos
unidas a la altura de la cintura. El otro personaje, también representado de
medio cuerpo, se asocia a varias bolas.
Para esta pieza se puede suponer una cronología
en torno a mediados del siglo XIII, cuando el edificio pierde su carácter
monástico, habiendo sido realizada, probablemente, por un cantero local, que
demuestra menos pericia que los que habían trabajado en la construcción de la
iglesia.
También se conserva una imagen en madera
policromada (siendo la actual pintura moderna) de un Crucificado que formaba
parte de un Calvario que en 1494 aún se ubicaba en lo alto de una viga ante la
capilla mayor, aunque hoy se encuentra en el colateral sur. El cuerpo de
Cristo, de anatomía esquemática y escaso volumen, muestra una ligera curvatura
al haberse desplazado la cadera hacia la izquierda del eje, efecto subrayado
por la inclinación de la cabeza hacia su derecha. Esta ha sufrido importantes
modificaciones, ya que el pelo y la barba se rebajaron para sustituirlos por
cabello postizo, mientras que la corona real fue retallada en forma de corona
de laurel. El rostro, en el que los ojos están cerrados, muestra resignación,
mientras que los brazos presentan una leve flexión en los codos y las manos
están ligeramente cerradas, lo que supone ciertas innovaciones con respecto a
las representaciones románicas gallegas. Por su parte, el perizoma, que
tipológicamente remite a la tradición local, abandona esta en cuanto al
tratamiento plástico de los pliegues, puesto que en la zona de los muslos se
adopta un trabajo en forma de V, a pesar de que entre las piernas y en los
laterales se mantiene el sencillo plegado vertical de escaso volumen. En cuanto
a las piernas, paralelas, presentan una ligera flexión de las rodillas, estando
los pies, que también se mantienen en paralelo, perforados por un clavo cada
uno. Julio Vázquez encuentra gran parecido entre esta talla y la conservada en
el Museo de León, también integrante de un Calvario, proveniente de San Miguel
de Corullón, datada hacia mediados del siglo XII, proponiendo para el Cristo de
Codosedo una fecha de realización en torno a 1220 ó 1230, si bien siguiendo a
otros autores habría que retrasar hasta el siglo XIV su ejecución, con lo que
las características que comparte con otras obras románicas supondrían un
arcaísmo dentro de un estilo ya gótico.
En cuanto a las influencias que se perciben en
la iglesia de Codosedo, a modo de conclusión, habría que señalar tanto las
ejercidas por la catedral ourensana (bien como ejemplo a seguir en sí misma o
bien como difusora de innovaciones mateanas), como las cistercienses recogidas
a través de Oseira. Entre las primeras encontramos la organización de la
cornisa, dispuesta sobre una serie de arquitos sobre canecillos. Este elemento,
analizado por Valle Pérez (que, como señala, tras su temprana utilización en
iglesias que presentan un románico primitivo, como es el caso de San Antoíño de
Toques, se reintroduce en Galicia posteriormente a través de San Vicente de
Ávila, que recoge, a su vez, influencias borgoñonas y poitevinas de forma
sintética), remite en Codosedo tanto a la primera etapa de la construcción de
la catedral auriense, en cuanto a la ausencia de metopas y a la sencillez de
los intradoses, como a la segunda, en cuanto a la inclusión del motivo de las
bolas en la cornisa y a la riqueza de los canecillos. También hallamos la
influencia de la catedral de Ourense en el inusualmente desarrollado
presbiterio de Codosedo, forado por dos tramos abovedados. Así, esta
formulación solo encuentra cierto parangón en obras de gran entidad, como el
presbiterio de la capilla mayor de la citada catedral, realizada en torno al
año 1188, en obras monásticas relacionadas con la orden cisterciense, como
ocurre en Oseira, construida entre 1185 y 1200, o en edificios vinculados a
núcleos mateanos, como San Xoán de Portomarín, fechado a finales del siglo XII o
principios del XIII. Por su parte, la estructura de la fachada occidental y,
sobre todo, la escalera de caracol embutida en su parte interior remite a obras
de núcleos mateanos como Santo Estevo de Ribas de Miño (O Saviñao, Lugo) o a la
ya mencionada de Portomarín, hallándose también esta solución en edificios
cistercienses realizados en fechas ligeramente posteriores, como pueden ser
Armenteira o Meira, ejemplos fechables entre finales del siglo XII y el 1225.
En cuanto a la decoración, el motivo de las rosetas inscritas en círculos, que
encontramos en Codosedo en la cornisa de la fachada occidental y en los
capiteles de las columnas del interior de la nave, podemos rastrearlo en obras
próximas a esta iglesia, asociado al núcleo mateano de Ourense, estando
presente en las iglesias de Santa María de Vilanova y Santiago, ambas en
Allariz. También a ellas nos remite el zigzag del óculo de Codosedo, puesto que
el rosetón sobre el arco triunfal de Vilanova y una basa de Santiago muestran
este mismo motivo, que encontramos igualmente en las arquivoltas de Oseira. La
reiteración de estos elementos decorativos en la cercana iglesia de San Xoán de
Morgade (Xinzo de Limia), en la que la portada principal llena sus arquivoltas
e impostas, de forma casi exclusiva, con ellos, da pie a Julio Vázquez a
identificar al cantero que obró en ella con el que trabajó en Codosedo.
Por lo anteriormente apuntado, y teniendo en
cuenta las referencias documentales en las que consta que el monasterio se
construyó entre el año 1180 y el 1224, cabría fijar para la edificación de la
iglesia de Codosedo una cronología que nos lleva al arranque del siglo XIII.
Perrelos
Es una de las nueve parroquias en las que se
organiza el municipio de Sarreaus, de cuya capitalidad dista unos 2 km hacia el
Noroeste. Para acceder desde la capital provincial, situada a unos 50 km, hay
que tomar la autovía A-52 en dirección a Madrid. Tras recorrer unos 32 km, se
coge la salida 188 hacia la N-525, en dirección a Xinzo de Limia, abandonando
esta carretera tras poco más de 1 km.
Iglesia de Santa María
Existen varios documentos, algunos muy
tempranos, en los que se menciona el lugar de Perrelos, aunque no se ha hallado
ninguno que se refiera propiamente a su iglesia. Así, en el año 985, la ancilla
Dei, Eiloni, dona al monasterio de Santa Cruz de Baroncelli varias propiedades,
entre ellas la quinta parte de la villa que vocitant Perelos; en el 996 los
presbíteros Leovigildo y Martín donan al monasterio de Celanova las villas de
Souto y Peretello; Menendo, prolis Baltari, entrega al abad Pelayo de Celanova y
a su comunidad, el día 4 de mayo de 1076, la mitad de sus propiedades, entre
ellas la situada en Peredello; en agosto de 1103, Pelayo dona al mismo
monasterio una heredad in villam quam inquiunt Perrellunt, vocabulo ecclesie
Sancta Maria.
La iglesia se encuentra a unos 400 m al este
del núcleo del pueblo. Se trata de un ejemplo de nave única y ábside
rectangular, realizada en sillares graníticos.
A pesar de que la iglesia ha sufrido reformas
que han cambiado parte de su aspecto original, pervive la estructura básica y
varios elementos de la obra primitiva: la portada occidental, el ábside y el
arco triunfal.
La fachada occidental, a pesar de que, como
atestiguan los abundantes engatillados, ha sido rehecha, y de que se le han
añadido elementos, como un pequeño óculo, la cornisa y la espadaña, todos ellos
de factura barroca, conserva numerosos sillares originales en los que aún son
perceptibles las marcas de cantero.
Además, se ha respetado la portada, que
presenta un arco doble levemente apuntado, protegido por una chambrana,
moldurada en listel y bisel, adornándose este último con una serie de grandes
puntas de diamante, cuya forma piramidal aparece desvirtuada confundiéndose
casi con un motivo de carácter vegetal como es el del cuadrifolio, siendo este
elemento ornamental considerado por Pita Andrade como tardío dentro del estilo.
La arquivolta exterior decora su rosca con una
serie de dientes de sierra invertidos, abocelando su arista. La interior, por
su parte, presenta una decoración en la que se alternan bolas y rosetas de
hojas en aspa y botón central, y, como la exterior, también la arista es
abocelada.
Su intradós recibe asimismo una molduración a
base de concavidades y estrechos boceles. Ambas arquivoltas apean sobre sendas
columnas a través del cimacio que, sobre los capiteles, se imposta, sirviendo
de sustentación, a su vez, a la chambrana. Al igual que esta, el cimacio se
moldura en un listel, cuyo tercio inferior se destaca en esta ocasión mediante
una fina hendidura, y un bisel que se adorna con puntas de diamante. Bajo él se
encuentran los cuatro capiteles de las columnas, dos figurados y los otros dos
mostrando idéntica temática vegetal, a base de dos órdenes de pámpanos que
surgen de unos rectos tallos que emergen desde el grueso astrágalo, uniéndose
los más altos de los ángulos con los más bajos que ocupan las caras del
capitel, mediante cortos vástagos. Los capiteles figurados se disponen en la
columna exterior septentrional y en la interior meridional, por lo que quedan
enfrentados con los de temática vegetal.
El exterior septentrional presenta una tosca
sirena-ave de ovalado rostro masculino, largo cuello y un robusto cuerpo en el
que las plumas se sugieren con unas simples líneas incisas dispuestas
verticalmente. La figura se sostiene sobre el astrágalo mediante unas cortas y
gruesas patas, rematándose con una larguísima cola, oculta en parte por el
propio cuerpo del monstruo, y que se revela, por un lado, anillándose a su
derecha, y estirándose hacia el ángulo interior superior del capitel, por el
otro, donde su punta se escinde en dos, curvándose una de esas partes hasta
cruzar sobre el tramo final de la cola, mientras que la otra se enrosca en
espiral.
El otro capitel presenta una figura humana
flanqueada por elementos vegetales. Se trata de un hombre de redondos ojos y
rostro lampiño, vestido con una túnica que le llega hasta más arriba de los
tobillos, revelando los pies calzados, y que dobla sus brazos para llevar sus
manos sobre el pecho, donde sostiene un objeto que, por la rudeza de la labra y
la erosión, no se distingue.
Las columnas que se rematan con estos capiteles
presentan un fuste cilíndrico, monolítico y liso, mientras que sus basas, de
tipo ático, se conforman mediante un toro superior de escaso desarrollo en
altura, seguido de una corta escocia y un toro inferior también poco
desarrollado, pero en este caso, en sentido horizontal, con garras ovaladas en
los ángulos. Todo ello se erige sobre un podio rectangular del que solo resulta
visible una estrecha franja por haberse elevado el nivel del suelo.
Tanto los codillos de la portada como las
jambas que sostienen el tímpano (sustituido el original por tres sillares
lisos) presentan su arista abocelada. Las mochetas que rematarían la parte
superior de las jambas han sido repicadas, pero estas últimas aún conservan la
decoración de su intradós, moldurado en una media caña entre baquetillas, en la
que se cobija una serie de rosetas de pétalos en aspa y botón central.
Situados en la hilada inmediatamente superior a
la portada, y a igual distancia con respecto a esta, dos sillares colocados a
tizón indicarían la existencia de dos modillones que sustentarían un perdido
pórtico de madera.
Por su parte, y como se ha comentado, en la
parte superior de la fachada se ha horadado un pequeño óculo, y la cornisa y la
espadaña originales se han perdido en favor de una obra barroca.
La nave, más alta y ancha que el ábside, y
cubierta con una techumbre de madera a dos aguas, ha sufrido grandes
transformaciones, habiendo perdido tanto los canecillos como la cornisa que
estos sustentaban, sustituidos por un alero barroco. La fachada sur conserva
abundantes sillares con marcas de cantero que se concentran en la mitad
inferior del paramento, un modillón convexo en su extremo occidental, y dos
sillares salientes, colocados a tizón. Una ventana rectangular se abre en el
lugar que quizá antes habría ocupado una estrecha saetera de ápice
semicircular. De esta, pues, nada queda. Sí resultan aún visibles, a pesar de
hallarse cegada, las huellas de otra saetera, estrecha y larga, que se abría en
el testero de la nave, muy próxima a su piñón.
La fachada meridional del ábside parece que
presenta un aspecto muy similar al que mostraba originalmente: varios sillares
exhiben, como la nave, marcas de cantero, y mantiene una cornisa de marcado
vuelo moldurada en platabanda y chaflán, que apea en cinco canecillos que se
colocan en las junturas de los segmentos que la forman. De ejecución muy tosca,
estos canecillos desarrollan, excepto en un caso, temas geométricos: dos de
ellos muestran un rectángulo situado verticalmente en la notablemente larga nacela,
mientras que los otros dos forman, desde esta misma base rectangular, un prisma
triangular en el que la larga arista es interrumpida por dos triángulos agudos
que, aproximando sus ápices, la cortan en bisel. El canecillo más oriental
presenta un tema vegetal a base de una flor de cuatro gruesos pétalos y una
gran bola central a modo de botón.
El testero del ábside se encuentra prolongado
hacia el Norte por una sacristía barroca adosada a ese flanco, aunque se
distingue perfectamente la línea en que ambos, ábside y sacristía, se unen.
Así, en el eje del testero se abre una ventana cobijada por un arco de medio
punto formado por tres dovelas a paño con el muro, cuya parte más externa de la
rosca es lisa, mientras que la interna se adorna con un zigzag que, también a
paño con el muro, se destaca en relieve por estar horadados los triángulos que
genera, mientras que la arista del arco se abocela. Esta decoración se continúa
en las jambas, formadas cada una por tres sillares, igualando al número de
dovelas que presenta el arco.
Debido a la moderna sacristía, el flanco norte
del ábside ha quedado oculto, embebido en su estructura.
Por su parte, la fachada septentrional de la
nave, al igual que la meridional, ha perdido, como ya se ha comentado, la
cornisa y sus canecillos, aunque todavía conserva, a pesar de haber sido
alterada, su portada, de la cual solamente se mantienen el tímpano y las jambas
sobre las que ahora apea directamente. Bajo seis dovelas trabajadas rudamente,
que sustituyen a una perdida arquivolta, se cobija el tímpano, apuntado y muy
peraltado. En su centro se halla una cruz inscrita en un círculo excavado. Inmediatamente
bajo la cruz, se abre un arco semicircular y peraltado, de arista abocelada,
que rompe el adintelamiento. Por su parte, las jambas mantienen su arista viva,
si bien hacen un rebaje en la parte inmediata a esta.
En cuanto al interior, pocos son los elementos
que se conservan puesto que los muros laterales de la nave han sido rehechos,
así como el techo. No obstante, y aunque alterado, todavía podemos apreciar el
arco triunfal, de medio punto y levemente peraltado, de una sola rosca en la
que destaca una decoración de zigzag que reitera la que se encuentra en la
ventana absidal. Este arco apea sobre el muro a través de una imposta que en el
testero de la nave, en su parte occidental, ha sido repicada, pero que mantiene
su forma y decoración en la parte oriental, mostrando una moldura en listel y
bisel, adornándose este último con el mismo motivo de zigzag.
Poco queda en el ábside de la fábrica románica,
pues también los muros han sido remozados. No obstante, la ventana absidal se
abre al Este mostrando un amplio derrame y su ápice semicircular horadado en un
solo sillar. Y para llegar a la zona del altar es necesario salvar un bajo
escalón pétreo, desnivel este entre el suelo de la nave y del ábside que
mantienen muchas iglesias románicas. Por su parte, la techumbre de madera y en
forma de artesa invertida que lo cubre es obra reciente, aunque la original presentaba
seguramente esta misma solución, al no hallarse ningún tipo de resto que
justifique pensar en una cubierta abovedada.
A través de los elementos románicos que
conserva esta iglesia, habría que fijar su cronología en un momento avanzado
del estilo (recordemos las puntas de diamante, los motivos en zigzag, los
vegetales de los capiteles interior septentrional y exterior meridional de la
portada principal, que componen un tema de crochets, y las rosetas adornando
las jambas de la misma portada), por lo que se puede suponer su construcción en
el segundo cuarto del siglo XIII.
Cortegada
Población, situada a unos 42 km de Ourense y a
10 de Xinzo de Limia, que constituye una de las nueve parroquias en las que se
organiza el municipio de Sarreaus. Para llegar desde la capital provincial, se
toma la autovía A-52 en dirección a Madrid, hasta la salida 193 en dirección a
Xinzo. Poco después se gira a la izquierda, hacia Vilar de Barrio, y al cabo de
casi 6 km se toma la carretera OU-1101, por la que hay que recorrer unos de 2
km.
La iglesia está situada a unos 100 m del
pueblo, sobre un alto a los pies de la ladera de una de las estribaciones de la
Serra de San Mamede, desde el que se divisa el paisaje completamente llano que
se ganó a la desecada laguna de Antela.
Iglesia de San Xoán
Carecemos de noticias documentales sobre esta
iglesia, de nave única y ábside rectangular, que, a pesar de haber sufrido
ciertas reformas, mantiene un gran número de elementos de origen románico, como
la nave, la fachada occidental con su portada y una ventana, la portada
septentrional y las cornisas con canecillos de ambos flancos.
También conserva el ábside, que aunque ha
experimentado cambios en sus proporciones, al habérsele aumentado su altura y
adosado en su flanco norte una sacristía, muestra una ventana completa al Este.
Pocos elementos originales presenta, sin embargo, el interior, que ha perdido
su arco triunfal en favor de uno barroco.
La fachada occidental, a pesar del cornisamento
y espadaña barrocos, mantiene prácticamente su aspecto original, aunque el
paramento ha sufrido ciertas reformas, patentes en algunos engatillados y
sillares colocados a tizón que rompen la disposición isódoma del aparejo.
La portada se compone de un arco doble de medio
punto, protegido por una chambrana. Esta, compuesta por once dovelas, se
moldura en listel y suave nacela, que se adorna con una serie de motivos
vegetales: rosetas de pétalos en aspa y botón central, y flores de cuatro
largos pétalos en aspa a los que se suman otros más cortos formando una cruz,
también en torno a un botón central. La arquivolta exterior (formada por nueve
dovelas) y la interior (por siete) presentan idéntica molduración: una media
caña poco excavada alberga una serie de bolas (siendo más grandes y
volumétricas las de la arquivolta interior), dando paso a una corta nacela
seguida de un bocel que mata la arista. Los intradoses de ambas arquivoltas
reciben también una molduración de media caña.
Las arquivoltas apean sobre columnas
acodilladas a cada lado, mientras que la chambrana lo hace sobre el muro,
aunque en todos los casos el apeo se realiza a través del cimacio impostado que
remata las columnas, moldurándose en listel y bisel, siendo este el doble de
ancho que aquel. Este cimacio, al igual que el que presenta la ventana
occidental, ha sido repicado en parte, de forma que no se prolonga por el muro
más allá del punto donde recoge el apeo de la chambrana. Bajo él, sustentándolo
a su vez, se encuentran los capiteles de las columnas, que presentan un ábaco y
un grueso astrágalo, pero cuyas cestas se hallan escasamente trabajadas, apenas
desbastadas, aunque en alguna se adivinan estilizados temas vegetales. Los
fustes de las columnas, cilíndricos, monolíticos y lisos, rematan en unas basas
de tipo ático, de mayor diámetro que estos y de toro superior inexistente. Esta
ausencia del toro superior y el hecho de que se haya optado por sustituir la
escocia por una gruesa tenia, provoca que el fuste se apile sin transición
alguna sobre la basa. Bajo el cilindro más grueso o tenia, se dispone el toro
inferior, poco desarrollado, que apea sobre un plinto rectangular que moldura
su parte superior en una baquetilla, y que presenta garras de bolas en el ángulo
exterior en las columnas interiores. Por su parte, las aristas de los codillos
en los que se disponen las columnas se encuentran abocelados.
El tímpano muestra en el centro una cruz griega
de brazos potenzados que sugiere la representación de una procesional, puesto
que al brazo inferior se le añadió una forma rectangular en su base para
figurar la espiga de madera que se tallaría en una auténtica cruz procesional
con el objeto de hacerla encajar en un asta. Además, entre los brazos de la
cruz se dispone otra de lazos.
Existen muchos ejemplos en los que los tímpanos
exhiben el motivo de la cruz, como ocurre en el caso de San Martiño de Betán
(Baños de Molgas), los muy similares entre sí de San Pedro de Trasalba
(Amoeiro), Santo André de Castro de Beiro (Ourense) y el que exhibe la portada
sur de Sta. María de Razamonde (Cenlle), etc., aunque el hecho de que se la
represente con el entrelazo no es tan frecuente. Sí lo es más en el caso de las
cruces antefijas, con ejemplos como los de Santiago de Gustei (Ourense), San Salvador
de Prexigueiró (O Pereiro de Aguiar) o San Sebastián de Piñeiro (A Pobra de
Trives).
A ambos lados de la cruz encontramos otros dos
elementos: a un lado hay un círculo en relieve, en cuyo centro se inscribe otro
círculo en el que se han excavado tres radios. En el círculo exterior se
distinguen multitud de líneas curvas incisas, que giran en el sentido de las
agujas del reloj. El símbolo, pues, representaría una rueda solar; en el otro
lado se labró una esquemática flor de lis.
El tímpano apea sobre dos mochetas aquilladas
que se sustentan, a su vez, sobre las jambas que mantienen su arista viva.
Sobre la portada, a dos hiladas y ligeramente
desviada hacia el Sur con respecto al eje de esta, se abre una ventana
completa. Aunque es más frecuente encontrar simples saeteras, no es excepcional
encontrar en modestas iglesias rurales ventanas completas situadas en la
fachada occidental. Así, tenemos en la provincia de Ourense los casos de San
Martiño de Loiro (Barbadás), San Xoán de Ribadavia, San Salvador de Arnoia (A
Arnoia), San Cristovo de Regodeigón (Ribadavia) o el de Santa María de Gomariz
(Leiro).
En este caso de Cortegada, la ventana se
compone de un arco de medio punto que apea sobre dos columnas a través de su
cimacio impostado y que es protegido por una chambrana.
Esta, destacándose del muro, se moldura en
listel y nacela, mientras que la arquivolta complica algo más su forma: una
nacela es flanqueada por junquillos, dos en su parte exterior y uno en la
interior, dando paso a un bocel en la arista. Chambrana y arco descargan sobre
el cimacio impostado de las columnas, moldurado en listel y bisel y que, al
igual que el de la portada, ha sido acortado. Bajo él, dos capiteles de cesta
lisa coronan unos cortos fustes rematados en basas de tipo ático, en las que el
toro superior adopta la forma de cuarto de bocel, siendo seguido por una corta
escocia y un toro inferior muy aplastado, casi sin desarrollo vertical.
En cuanto a la fachada meridional de la nave,
el hecho de que esta no presente abertura alguna, no mostrando señales de
saeteras, indica que el paramento ha sido modificado en algún momento, aunque
empleando los sillares originales. Sí se observan las huellas de la portada,
que presentaba un vano muy estrecho hoy cegado y en la que la arquivolta se ha
sustituido por simples dovelas, aunque aún permanece el tímpano semicircular.
Además, se mantienen cuatro modillones convexos y una cornisa moldurada en platabanda
y bisel, con volumétricas bolas adornando este último, sustentada sobre una
colección de trece canecillos. Entre ellos abundan los motivos geométricos,
mostrando: dobles nacelas unidas en arista y delimitadas por dos triángulos; un
tonel; superposición de planos muy volumétricos; un triángulo proyectándose
hacia afuera desde la parte superior de la nacela. Destaca el que ocupa el
segundo lugar empezando por el Oeste, que constituye un aro cuya parte exterior
adopta la forma de un triángulo, mientras que la interior se muestra curva,
generándose un espacio vacío entre esta y la nacela del canecillo. Unos
ejemplos similares los encontramos en la iglesia de Castro de Beiro (Ourense) y
en la próxima a esta de San Xillao de Astureses (Boborás). Cuatro son los que
presentan una temática animal, mostrando las cabezas de una vaca, un oso, un
carnero y un lobo. Tan solo hay dos efigies humanas y en un solo caso un motivo
vegetal, en el que una hoja picuda envuelve una bola en su ápice.
Con respecto al testero oriental de la nave, la
saetera que mostraría en su hastial se ha perdido, debido a la elevación que ha
experimentado el ábside. Este último, no obstante, mantiene la anchura original
de su planta, menor que la de la nave, uniéndose ambos sin codillo o transición
alguna.
Como se ha comentado, el ábside ha perdido
tanto su cornisa como los canecillos que la sustentaban. Además, en su flanco
meridional se ha abierto una barroca ventana rectangular con derrame, y se le
ha adosado al septentrional una sacristía que afecta también al oriental, al
prolongar su fachada. A pesar de todo ello, el ábside conserva una ventana
completa en su eje. Esta se abre en una sola arquivolta semicircular protegida
por una chambrana moldurada en listel y nacela, adornada con una serie de grandes
bolas. La arquivolta, por su parte, se moldura en listel seguido de una nacela
y un bocel matando la arista. La chambrana apea sobre el muro y la arquivolta
sobre las columnas, aunque en ambos casos lo hacen a través del cimacio
impostado de estas. Moldurado en un listel ornado con una línea incisa y bisel,
el cimacio alberga en este último distinta decoración: en el lado meridional
muestra un grueso zarcillo ondulante del que surgen grandes bolas alternantes,
mientras que en el septentrional una serie de piñas se unen formando una sarta.
Bajo el cimacio, las columnas se coronan con unos capiteles de ábaco adornado
con dientes de sierra invertidos. La cesta de los capiteles, por su parte,
presenta motivos vegetales. En los dos casos, la decoración se distribuye en
dos órdenes, siendo el superior común a ambos, mostrando un tema similar al de
la flor de lis, formada en este caso por un vástago en forma de V que enrolla
sus ápices y del que surge, en su parte superior, una hojita ovalada. En el
registro inferior, el capitel meridional muestra dos gruesas cintas cruzadas,
mientras que el septentrional se adorna con una serie de hojas nervadas que
surgen del grueso astrágalo. Ambas columnas presentan unos fustes monolíticos,
cilíndricos y lisos, y basas de tipo ático muy similares a las de la ventana de
la fachada occidental. En cuanto al flanco septentrional del ábside, se halla
completamente oculto por la sacristía.
Por su parte, el flanco septentrional de la
nave muestra: una portada, dos modillones convexos, aunque situados a distintas
alturas, la ausencia de saeteras que también presentaba la fachada meridional
y, al igual que esta, una cornisa sustentada por el mismo número de canecillos.
Además, la sacristía que oculta la fachada norte del ábside avanza adosada a la
nave, llegando hasta la portada, pegándose a ella de manera que la dovela más
oriental de la chambrana, así como unos centímetros del cimacio impostado del
mismo lado, han sido cortados por esta estructura. A pesar de ello, la portada
septentrional mantiene su aspecto original. Está formada por una arquivolta de
medio punto abocinada, protegida por una chambrana a paño con el muro. Esta se
moldura en un listel separado por una línea incisa de un bocel que mata la
arista, presentando la rosca igual molduración. La chambrana apea sobre el muro
a través del cimacio impostado de los capiteles, mientras que la arquivolta,
que debería apear sobre las columnas, también a través del cimacio, no llega a
descargar su peso sobre ellas, al ocupar un plano más interior con respecto al
paramento. Se trata de una irregularidad que también podemos ver, por ejemplo,
en la portada principal de la iglesia de San Xoán de Moreiras (O Pereiro de
Aguiar). Además, y como en el caso de la ventana absidal, los cimacios de la
portada septentrional también presentan distintos motivos: el oriental,
moldurado en listel y bisel, adorna este con unas grandes bolas; el occidental,
en listel y nacela, desarrolla en ella un grueso vástago ondulante del cual
surgen unas pomas.
Bajo los cimacios, los capiteles muestran
motivos vegetales. El capitel oriental reitera el tema de los vástagos
geminados que enrollan sus ápices y de cuyo centro surge una hojita, si bien
con algunas diferencias a lo ya comentado: en la cara exterior, los vástagos,
que surgen del astrágalo, se cruzan de modo que el que sale del ángulo inferior
derecho culmina en el superior izquierdo y, de igual manera, pero a la inversa,
el otro. En la cara interior, no obstante, el vástago surge desde el centro,
separándose en su tercio superior, donde aparece la hojita ovalada. Bajo las
volutas que forman los vástagos, en el ángulo del capitel, se dispone lo que
parece ser una piña.
Por su parte, el capitel occidental muestra un
tema de largas hojas que comprenden la altura total de la cesta. Alguna de
ellas, de ápice picudo, alberga bajo el mismo, vuelto sobre sí, una bola.
Los fustes de las columnas son monolíticos,
cilíndricos y lisos, y sus basas permanecen ocultas al haberse elevado el
suelo. En cuanto al tímpano, semicircular y labrado en una sola losa sin
decoración alguna, apoya su dintel sobre dos mochetas. La oriental muestra un
tema vegetal a base de una gran hoja de col, cuyo anverso se encuentra marcado
por cinco líneas incisas que hacen sobresalir lo que se figuran como nervios,
mientras que su ápice, geminado, enrolla cada una de sus partes hacia el
exterior. La mocheta occidental muestra una cabeza masculina que se gira hacia
el interior, mirando a la puerta. Por su parte, las jambas no presentan ninguna
molduración, manteniendo sus aristas vivas.
En cuanto a la cornisa, de igual factura que la
que veíamos en la fachada meridional de la nave, moldurada en platabanda y
bisel adornado con bolas, se sustenta sobre trece canecillos, entre los que la
temática más abundante es la geométrica, mostrando uno, por ejemplo, su cara
frontal formada por una doble nacela unida en una corta arista, originando en
los extremos triángulos; otro, un grueso tonel se adosado a la parte inferior
de la nacela; o bien una superposición de volumétricos rectángulos. No obstante,
el canecillo más interesante dentro de esta temática geométrica está formado
por tres escalones rectangulares que, en sentido descendente, se unen a otros
tres en sentido ascendente mediante un bisel, formando una suerte de modillón
de lóbulos, motivo de origen oriental y tradición califal cordobesa y que se
difundió ampliamente a través de la ruta jacobea.
Tres canecillos presentan temática animal: dos
muestran cabezas de lobo, una de ellas devorando una presa, mientras que el
tercero exhibe un monstruo de largas y aguzadas orejas y un ancho morro.
Las representaciones humanas, también tres, se
concretan en una cabeza masculina de toscos rasgos y largo cuello, y dos
figuras, también masculinas, sentadas, y aparentemente desnudas, que enlazan
sus manos a la altura del vientre.
En lo que respecta al interior, pocos son los
elementos originales que conserva, puesto que los paramentos han sido rehechos
y el arco triunfal se ha sustituido por uno barroco. No obstante, permanecen
las huellas de la tapiada puerta meridional, empleada como hornacina, así como
la portada septentrional, mostrando un arco formado por cinco dovelas. Por su
parte, el ábside, al haber sido recrecido, aún muestra en su paramento oriental
las líneas diagonales que atestiguan el anterior engarce de muro y cubierta a
dos aguas, hoy sustituida por una plana, mientras que en el meridional aún se
abre una credencia de arco apuntado.
En cuanto a la posible cronología de esta
iglesia, al carecer de noticias documentales hemos de recurrir únicamente a los
elementos formales que presenta. Así, la ausencia de decoración de los
capiteles de la fachada principal, la abundancia de motivos geométricos en los
canecillos, la presencia de los dientes de sierra como elemento ornamental y el
peinado que presentan las figuras humanas, hacen pensar que la construcción de
esta iglesia tuvo lugar en el segundo cuarto del siglo XIII.
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