sábado, 11 de octubre de 2025

Capítulo 130, Románico en la Comarca do Ribeiro, Ourense, Alrededores de Ribadavia

 

Románico en la Comarca do Ribeiro, Ourense
Bañada por el río Miño y marcada por los valles que sus afluentes Avia y Arnoia trazan hasta su desembocadura, la Comarca do Ribeiro se sitúa en los límites más occidentales la provincia de Ourense, confinando ya con las tierras pontevedresas de A Paradanta.
Mundialmente conocidas por la excelente calidad de sus vinos, las tierras de O Ribeiro pueden igualmente jactarse de albergar en sus pequeñas localidades un magnífico patrimonio románico, empezando por el inigualable conjunto histórico de Ribadavia; continuando por los otrora influyentes monasterios de Melón y San Clodio, y concluyendo en las numerosas parroquias rurales que jalonan el territorio, algunas de ellas de enorme calidad, caso de los templos de Serantes o Castrelo do Miño.
Pese a que en la actualidad el territorio do Ribeiro pertenece administrativa y geográficamente a Ourense, la totalidad de monumentos románicos que a continuación desarrollaremos formaron parte de la Diócesis de Tuy hasta que, en fecha muy reciente, fueron disgregados del obispado tudense para pasar a formar parte de su homónimo ourensano.

 
Ribadavia
La villa de Ribadavia se encuentra a 29 km de Ourense. En la zona, en Francelos concretamente, se conservan vestigios medievales de los siglos IX y X. Allí se encontraba el monasterio de San Xés, advocaión que más tarde tendría la capilla del castillo ribadaviense. En el año 922 el rey de León Ordoño II dona Arcabria que estaba in territorio Castellae in ripa Minei, quae est inter Layas et Castrelo. Se denominaba Castela, a toda esta zona, por la gran cantidad de castillos que en ella había: San Clodio, Novoa, Ribadavia, Francelos, A Mota, Castrelo y A Pena Corneira.
Desde el año 1064 a 1071 Ribadavia fue capital del reino, pues en ella residía el rey García, quien restauró las sedes de Braga y Tui. Su palacio estaba situado en el actual convento de Santo Domingo, o sea, extramuros y en la parte alta de la villa.
Tuvo dos fueros de realengo, el primero dado por el rey García, y el segundo por Fernando II en 1164. Este último nuevo status hizo que el señor de la Tierra de Novoa, junto con los monasterios que en la zona tenían sus dominios, extramuros de la villa, tales como San Clodio, Melón, Oseira, y órdenes militares (a excepción de San Juan de Jerusalén, que tenía la iglesia de San Juan), tuvieran que reconocer la superior dependencia en el habitat urbano.
Las luchas burguesas de la villa por hacer valer sus derechos durante el siglo xiii por el aumento de impuestos se hicieron patentes incluso delante de los propios reyes. Ribadavia fue abanderada de esta causa, uniéndosele concejos de Galicia y Castilla. Se reunieron en Zamora en 1282, y en 1284, en Valladolid con Sancho el Bravo, y firmaron, entre otros, Viveiro, Lugo, Baiona y Betanzos. Aún en 1295 hizo pacto de hermandad de defensa de sus fueros con el de Viveiro (Lugo), y el rey Fernando IV aprobó sus fueros.
Ya en la Baja Edad Media, la parte alta de la pirámide de la nobleza laica que habitaba en Ribadavia y su contorno era de la familia Sarmiento, que había obtenido el señorío de la villa tras la guerra de Enrique de Trastamara con su hermano Pedro. Rematada la guerra se asentó como Adelantado Mayor Pero Ruiz Sarmiento en Ribadavia, en la torre que ocupaba la actual fortaleza. Aunque la villa fue dominada por este linaje, hay dos períodos en que se convierte en villa de realengo. El primero entre los años 1420 y 1451, y el segundo en 1461, cuando toman la villa los hirmandiños.
Ribadavia cuenta con cuatro parroquias: San Xoán, Santiago, A Madalena y A Oliveira, siendo esta última la más importante, a pesar de estar situada extramuros del casco urbano. Dependía de Oseira y gobernaba un importante patrimonio urbano y rural en el inmediato de la villa, donde se hallaban las granjas de Oliveira y Santa Cruz. Tras esta parroquia iba en importancia la de San Xoán dependiente de la orden de San Juan de Jerusalén y que contaba con un importante patrimonio. La de A Madalena estuvo adscrita a Celanova.

Iglesia de San Xoán Bautista
En el casco urbano de Ribadavia, entre estrechas callejas de una de las villas más representativas de la historia medieval gallega, nos encontramos con la magnífica iglesia de San Xoán, en buen estado de conservación y haciendo gala de un románico exquisito.
Fachada de los pies de la iglesia en la Plaza de San Juan.
 

Se trata de una iglesia de medio tamaño con nave rectangular y ábside semicircular precedido de un tramo recto, con una torre anexa en el extremo noroccidental. Los muros laterales se organizan en tres tramos a partir de un sistema de contrafuertes, y el ábside, además de los contrafuertes que separan el tramo recto del curvo que conforma el hemiciclo absidial, presenta una serie de columnas entregas que separan tres secciones en el muro.
El lado norte es el que más transformaciones ha sufrido, habiéndose anexionado a lo largo del tiempo toda una serie de dependencias, incluidas la torre, la sacristía y un almacén entre ambos. En este lado se situaría el edificio monástico primitivo, destruido en el siglo XIX y del que no quedan restos arquitectónicos.
De los tres tramos en que se dividía originalmente, el más occidental de ellos está hoy ocupado por la torre. Esta, cuyas características abordaremos más abajo, debió de realizarse muy pocos años después que la iglesia, cuando esta ya estaba finalizada, embutiendo en su interior, de este modo, una sección del alero que recorre este muro.
De los dos accesos que se abren al interior de la iglesia, uno va a ser el occidental y el otro va a ubicarse en este lado septentrional, en el tramo oriental del muro. La composición del muro norte es muy similar a la del muro sur; tres tramos divididos por dos contrafuertes y otros dos contrafuertes en los extremos; dos vanos completos en los tramos orientales, con rica decoración; alero de arquillos sobre canecillos sosteniendo cobijas decoradas con rombos. La portada que se abre a este lado, hoy tránsito entre la nave principal y la sacristía, se ubica como ya apuntamos en el extremo oriental de la nave.

Al exterior –es decir, en el interior de la sacristía– se organiza con una doble arquivolta sobre columnas. Las arquivoltas, de medio punto, se molduran con un grueso bocel ambas y, tanto en las roscas de los arcos como en el intradós, van a recortarse con media caña y baquetón, mientras que la chambrana correspondiente se decora con seis líneas de billetes. El cimacio sobre el que apoyan los arcos de la arquivolta se corta con dos medias cañas con baquetilla entre ambas, y esta apea a su vez sobre capiteles con decoración vegetal y columnas de fuste liso.
Estos capiteles hacen gala de una técnica algo tosca, reinterpretando de modo extremadamente geométrico motivos de amplia tradición en el románico gallego.
Los dos interiores repiten el esquema de grandes hojas picudas dispuestas en los vértices de la cesta y vueltas en su extremo superior, que van a estar acompañadas por otras de menor tamaño, en las caras frontales del capitel, y que son carnosas y profundamente nervadas. En los capiteles exteriores se representa el clásico anudamiento de tallos entre hojas, con frutos colgando en los ángulos en el oriental y hojas y frutos en el occidental. Las basas de las columnas están actualmente embutidas en el pavimento de baldosas, de modo que solo se ve el toro superior de lo que debió de ser una basa ática. Las jambas se van a cortar en baquetón. El tímpano, muy desvirtuado actualmente debido a la presencia de tubos de aireación, se compone como arco en gola cortado en bocel que continúa en las mochetas.
Las ventanas, de características muy similares entre ellas, se componen de arquivolta cortada en bocel con rosca lisa y chambrana decorada con seis o siete órdenes de tacos. Los cimacios de la oriental se decoran con motivos vegetales, mientras que los de la occidental son de nacela lisa. Del mismo modo, los capiteles cubren sus cestas con hojas carnosas con bolas en el extremo superior, hojas secas o, en el occidental de la ventana este, con una arpía. En ambos casos los vanos, inicialmente en aspillera, han sido ensanchados.
La cornisa de este lado septentrional la conforma un alero de cobijas en nacela, con decoración de rombos, que se apoyan en arquillos sobre canecillos. Ambos motivos van a ser rasgos de marcada difusión tanto en la comarca de O Ribeiro, los rombos, como en la provincia de Ourense, las cornisas de arquillos. Los vanos de los arcos, las metopas y los canecillos muestran diversos motivos decorativos. Los primeros albergan bolas y los canecillos son, en su mayor parte, representaciones geométricas. En las metopas vamos a encontrarnos, sin embargo, representaciones de diversa naturaleza. Entre motivos geométricos como rosetas, cruces o entrelazos, nos encontramos caras, veneras o cuadrúpedos.









De igual modo, también en el flanco meridional nos vamos a encontrar una división en tres tramos, donde los orientales se ocupan con ventanas completas.
Culmina el conjunto con una prominente cornisa. Las ventanas, de tipo completo como las del lado opuesto, presentan mayor riqueza decorativa. La occidental, con arquivolta cortada en bocel, posee rosca en nacela con flores de cuatro pétalos inscritas en dobles círculos, con pétalos de separación entre ellos. Este motivo se repite en la chambrana. Los cimacios, también cortados en nacela, muestran, uno, decoración de flores de cuatro pétalos inscritas en cuadrados, unas vueltas y otras mostrando el interior, y tallos ondulantes con estilizadas hojas que aparecen de manera paulatina el otro. Basas y capiteles van a lucir, igualmente, con diversos motivos decorativos. Las primeras, de corte ático, se colocan sobre plintos con baquetilla y sogueados, y diversos motivos, en su mayoría vegetales, en las diversas caras. Los capiteles muestran también decoración vegetal, de hojas secas en dos órdenes o tallos con estilizadas hojas que, en ambos casos, van a cubrir toda la cesta.

La ventana oriental decora la nacela de la arquivolta con hojas dispuestas radialmente con bolas en el extremo superior, motivo que se repite en los cimacios. La chambrana se corta igualmente en nacela, con grupos de tres bolas en el perímetro. Los capiteles presentan decoración de hojas, con entrelazos el del lado este. El desarrollo de la cornisa es, en este lado sur, idéntico a la del lado norte. Una serie de arquillos, colocados sobre canecillos, sostienen unas cobijas cortadas en nacela decorada con rombos. Canecillos y tabicas van a estar ricamente decorados, con motivos geométricos la mayoría de las veces, aunque presentando también representaciones de animales, bóvidos o aves en otras ocasiones.
La cabecera presenta muchas de las características expuestas en los muros de la nave. Se trata de un ábside de planta semicircular precedido de un tramo recto. Si bien este tramo va a ser ciego, los tres sectores curvos en que se divide el extremo oriental van a albergar sendas ventanas, completas, como las que veíamos en el muro norte. Estos tramos estarán separados por estilizadas columnas, apoyadas en desarrollados plintos con arcos inscritos y capiteles decorados con motivos vegetales de hojas o tallos profundamente esquematizados.
La cornisa la compone una línea de cobijas sobre arquillos apoyados en canecillos. Las primeras, cortadas en nacela, presentan decoración de rombos.
Los canecillos y las tabicas se completan con motivos geométricos en su mayoría, de entrelazos y aspas, encontrándonos en alguna ocasión con representaciones de animales –un león en una tabica del lado meridional o cabezas de animales en algunos canecillos–.

Solo restaría mencionar la presencia de dos ménsulas de perfil en nacela con perlados en los extremos, resquicio quizá de estructuras de madera que debieron sostener en algún momento, en ambos lados del tramo recto del presbiterio, las septentrionales ubicadas a mucho menor altura que las meridionales.




Las ventanas del ábside se resuelven las tres de forma similar. Una arquivolta de medio punto, cortada en baquetón y rosca lisa, se cierra, en los tres casos, con chambrana de siete órdenes de tacos. Esta apea en un cimacio que, a modo de imposta, se va a extender recorriendo todo el perímetro del ábside. Los capiteles, que culminan esbeltas columnas sobre plintos cúbicos lisos, se decoran con diversas formas vegetales, ya sean tallos entrelazados, hojas carnosas perfiladas y con nervios incisos u hojas lisas terminadas en punta con bolas en su extremo superior.
La fachada occidental está dominada por la presencia de una amplia portada que ocupa gran parte del cuerpo inferior. Este se separa del superior con un desarrollado tejaroz sobre canecillos, base, a su vez, para el vano que se abre en el segundo cuerpo y que va a servir de nexo entre los dos contrafuertes que enmarcan el conjunto. Sobre el piñón, como culmen de la fachada, se ubica una cruz de entrelazos apoyada en un Agnus Dei.

Portada occidental.
 

La portada se conforma con tres arquivoltas de medio punto que apean en esbeltas columnas de basa ática sobre amplio zócalo y capiteles decorados.




Los arcos se cortan en bocel, con medias cañas en rosca e intradós el primero y tercero, mientras que el segundo arco y la chambrana presentan una profunda nacela con hojas de col dispuestas radialmente. Los cimacios se molduran con medias cañas y baquetillas.
Los capiteles se cubren casi todos con motivos vegetales de hojas picudas, de col en dos órdenes o entrelazos. Los centrales van a representar, sin embargo, sendas arpías, en ambos casos tocadas con un gorro, que van a ocupar toda la parte central del capitel. Se completa el conjunto con un arco en gola con intradós decorado con florones y cortado en bocel y media caña a partir de las mochetas.
El tejaroz se sostiene en un total de once canecillos cortados en nacela y decorados con flores, hojas o motivos de entrelazos, además de una cabeza y dos peces. Entre ellos se colocan una serie de tabicas, también decoradas con motivos vegetales, hojas dispuestas en aspa, florones, entrelazos, así como un par de arpías y criaturas monstruosas, un felino y un dragón ocupando otras tantas.

La ventana que se abre en el segundo cuerpo de la fachada occidental es una ventana completa, que sigue en mayor o menor medida lo expuesto en los vanos laterales. Ha sido intervenida, habiéndose agrandado lo que en su momento debió ser un vano en aspillera. El arco interior, de medio punto, se corta en bocel y media caña en su intradós, disponiéndose en su rosca una decoración en base a una línea de zigzag seguida por una serie de motivos radiales, reducción esquemática de lo que debieron ser motivos de inspiración vegetal.
El segundo arco repite lo expuesto en la primera, rematándose en este caso con una chambrana en nacela con cuatro líneas de tacos. Los cimacios se cortan también en nacela y se decoran con tallos ondulantes entre los que se disponen aleatoriamente voluminosas hojas de perfil. Las dos columnas sobre las que apea el conjunto expuesto se componen de basa ática sobre plinto cúbico –el norte decorado en su frontal con una flor de cinco puntas, el sur liso–, fustes lisos y capiteles con cestas cubiertas con hojas lobuladas y voluminosas, dispuestas en el lado meridional en dos órdenes.
El hastial occidental se culmina, como ya mencionamos más arriba, con una cruz de entrelazo apoyada en un Agnus Dei, motivo que se repite en el piñón del muro que une ábside y nave. En este caso, sin embargo, la cruz es de elaboración simple.
El interior es un espacio amplio, de gran verticalidad, dominado por la presencia del arco triunfal mínimamente apuntado, doblado, que separa ambos espacios.

La nave se cubre con techo de madera y recibe iluminación a partir de seis vanos. Los de los muros laterales, así como el del cierre occidental, van a estar ricamente decorados. Se trata en estos ejemplos de vanos completos, compuestos por arquivolta y chambrana decoradas, que van a retomar motivos expuestos en el exterior. De este modo, en la ventana que se abre sobre la portada a occidente volvemos a encontrarnos una arquivolta cortada en bocel con una línea de zigzag que precede a una serie de motivos geométricos con reminiscencias vegetales dispuestos radialmente, que ya describimos en el exterior, y que adoptarían una forma de U con peciolo. Esta solución es adoptada igualmente en el arco que compone la chambrana. Los capiteles van a mostrar, en un caso, el septentrional, un doble orden de hojas vueltas de gran corporeidad. El otro, en el lado meridional, muestra una arpía cuya cabeza va a ocupar el vértice de la cesta. Cimacios y plintos van a acoger, a su vez, más o menos tímidas manifestaciones decorativas, de bajorrelieves la mayoría, como las flores dibujadas en el cimacio meridional, recogidas en círculos levemente trazados en la nacela, o el entrelazo geométrico horadado en el plinto septentrional.
Las ventanas laterales también van a recurrir a la misma organización expuesta en el exterior. Las ventanas septentrionales cortan la arquivolta en bocel, con chambrana y cimacios decorados –este último liso en la occidental– con flores, motivo que nos encontramos también en un plinto de la oriental. Los capiteles orientales de ambas ventanas se cubren con dobles órdenes de hojas carnosas de perfil rizado. Los que restan lo hacen con hojas picudas rematadas en bolas, con una línea de florecillas como nervadura, el oriental, y una arpía en el que está más próximo al lado occidental. Este mismo motivo se repite en el capitel que tiene en frente, en la ventana meridional. Son arpías como la vista en la ventana del hastial occidental o en el exterior en la misma portada, de marcado plumaje con la cabeza dispuesta en el vértice del capitel, en este caso sin tocado.
Ventanas del muro sur
Ventanas del muro norte 

Las ventanas meridionales se van a completar con decoración de flores de cuatro pétalos inscritas en círculos con hojitas o pétalos de separación entre ellos. Este motivo se repite en la nacela de la arquivolta, en la chambrana y en el cimacio occidental de la ventana oriental. El cimacio oriental se decora con esas mismas flores inscritas, esta vez, en cuadrados. Los capiteles se decoran con estilizadas hojas picudas que, en el lado oriental, presentan bola y hojas en las nervaduras.
La ventana occidental de este lado sur emplea decoración de entrelazos en la arquivolta, la chambrana y el cimacio oeste, así como entrelazos de hojas alternas en el cimacio oriental. El interior del cimacio occidental altera la decoración con la presencia de flores cuadripétalas inscritas en círculos. El capitel oriental de este vano se completa con hojas picudas vueltas con una bola en su extremo superior, mientras que su compañero de vano lo hace con la ya mencionada arpía. La composición de estos vanos se completa como ya hemos visto con columnas de fuste liso con basas áticas sobre plinto cúbico. Las basas suelen decorarse con garras o bolas y los plintos tienden a ser lisos, salvo las excepciones mencionadas en el plinto norte de la ventana occidental, el occidental de la ventana este del muro norte y el occidental de la ventana oriental del muro sur, que presenta un entrelazo. Todas van a presentar vano recortado, alterando, con el fin de ganar luz en la nave, la que debió ser aspillera de doble derrame original.
Completa el juego de iluminación de esta nave el vano en aspillera que se abre sobre el arco triunfal.
Otros elementos estructurales de la nave son el acceso norte, ya descrito desde fuera, ahora perteneciente a las estancias cubiertas anexas a este lado, que se presenta como arco abocinado en arista al interior, o el arcosolio practicado en el muro sur, en el que hoy nos encontramos un confesionario. Cabe añadir la tribuna, a la que se accede por el interior de la torre, de madera, sobre ménsulas simples, o la techumbre, a dos paños, sobre artesonado de madera.
La cabecera se presenta como un espacio de gran profundidad, propiciada por la presencia de ese tramo recto, de gran protagonismo en la tradición del románico gallego, que suele preceder a los ábsides semicirculares como el que nos encontramos en este templo. El arco triunfal que abre paso al mismo, como ya mencionamos, va a estar ligeramente apuntado, doblado y cortado en arista, y apea sobre sendas columnas –la del lado norte ha sido eliminada a media altura probablemente para situar un púlpito en este lado– coronadas con sendos capiteles que, como los correspondientes al arco fajón que separa el hemiciclo del tramo recto del presbiterio, van a decorarse con diversos motivos vegetales más o menos esquematizados, de entrelazos, hojas secas y ciertos detalles como perlados presentes en el suroccidental.
El cimacio sobre el que apean los arcos va a ser liso en todos ellos, cortado en nacela, y continuado a modo de imposta por todo el perímetro de la capilla. El extremo oriental, correspondiente al ábside, está ocupado por un retablo ajustado al hemiciclo absidal neoclásico, tras el cual se encuentran las ventanas que vimos desde el exterior, y a las cuales podemos presuponerles una resolución similar a la descrita.




Son muchas y muy significativas las herencias estilísticas presentes en la iglesia de San Xoán de Ribadavia, en un contexto, el de los años entre los siglos XII y XIII, de absoluta efervescencia constructiva en la provincia, con ejemplos como el Monasterio de Oseira, el de Melón o la catedral de Ourense, que funcionarán como núcleos difusores de soluciones adoptadas con mayor o menor éxito en los pequeños templos rurales. Sin olvidar, por otro lado, tradiciones e influencias derivadas del núcleo compostelano, que durante mucho tiempo será modelo y fuente para pequeños y no tan pequeños talleres itinerantes que recorrerán la geografía gallega. Bajo esta perspectiva, la iglesia de San Xoán parte de unos planteamientos de larga tradición en el territorio, de nave y ábside únicos, con soluciones estructurales simples. A ellos van a ir uniéndose aspectos recibidos de los mencionados núcleos. Si bien la decoración en rombos del alero responde a un modelo de gran trascendencia en la cuenca del Avia, visible en ejemplos como Santo Tomé de Serantes, Santa María de San Clodio, San Xulián de Astureses o Santa María de Xuvencos, otros aspectos, como el capitel norte del arco triunfal, u otros de las ventanas meridionales, de tallos enlazados, vinculan a este modelo con las fuentes cistercienses de Melón y Oseira. Los arquillos de la cornisa son otro elemento de gran difusión en la provincia.

Provenientes de la catedral auriense, y que, antes que en San Xoán, ya son adoptados en la cercana iglesia de Santa María de Castrelo de Miño, sería esta también la vía de inserción de motivos mateanos, patentes en la sede obispal, como las arpías o cierto tipo de desarrollos vegetales. Las ventanas de la nave recogen un tipo de organización decorativa que podemos rastrear hasta Santa María de Oseira, al igual que la portada occidental, que se nutriría de elementos expuestos en la portada del brazo norte del crucero del templo cisterciense.
Con todo, estamos manejando fechas alrededor de 1199, momento en el que la iglesia de Castrelo de Miño estaría en construcción; 1195, cuando se iniciaría Santa María de Melón, para ser acabada hacia la segunda década del siglo XIII; 1200, fecha en torno a la cual el transepto de la catedral de Ourense estaría en plena construcción, y 1210-1215, cuando estaría acabado el crucero de Oseira, para establecer el momento en que debieron iniciarse las obras de este templo, pudiendo determinarse 1200 o 1205 como fecha post quem, ratificado por el documento de concordia entre el monasterio de Oseira y los Hospitalarios de San Xoán, que establece en 1213 en el interior de esta iglesia como lugar en el que habría tenido lugar esta reunión, determinando así que en esta fecha las obras estarían en marcha y medianamente avanzadas.
La finalización de las mismas ha sido establecida en repetidas ocasiones hacia 1220 o 1230, vinculando al templo ribadaviense con la capilla de San Andrés del Monasterio de Santa María de Oseira (San Cristovo de Cea). Esta fecha se ajusta además a la finalización de las obras en Melón y la vecina Santiago de Ribadavia y se caracteriza por el empleo de rasgos góticos que comienzan a mezclarse en esta época con el influjo ursariense ya mencionado, y tan patente en la provincia de Ourense.
Este rango de fechas tan estrecho justifica en buena medida la unidad estilística patente en el conjunto de San Xoán de Ribadavia. Del mismo modo, los rasgos expuestos nos llevan a hablar de dos talleres que trabajan conjuntamente –tan patentes en la diferencia de tratamiento que reciben la portada norte, por ejemplo, frente a las metopas del mismo flanco–, y que vienen y van de las obras de Melón y Oseira, para probablemente intervenir también en la citada iglesia de Castrelo de Miño, y acabar en la también vecina iglesia de Santiago de Ribadavia.

Iglesia de Santiago
La referencia documental más antigua que se conserva de esta iglesia es ya del siglo XIII. En 1212 Martín Martínez, comendador del Santo Sepulcro en Ribadavia, Cusanca y tierra de Orcellón, cambia con Alfonso Pérez y su mujer Sancha Arias una viña en Monte Mediano por otra viña en la ribera de la iglesia de Santiago de Ribadavia.
Esta iglesia es, como su vecina San Xoán, un ejemplo del mejor románico gallego. Tiene una sola nave y ábside semi circular, precedido este último por un breve tramo recto, siguiendo un modelo bastante habitual en el románico gallego.
El conjunto lo completan una torre anexa al lado meridional de la fachada occidental, tres accesos ricamente decorados y los numerosos vanos completos que proporcionan iluminación al interior del templo. Coronado con cornisas sostenidas por canecillos bajo arquillos, repite esquemas de gran trascendencia y difusión en la arquitectura ourensana.
La nave está cubierta con tejado a dos aguas y sus muros se organizan en tres tramos a partir de la presencia de unos contrafuertes, dedicados a contrarrestar el peso de los arcos diafragma que sostienen la cubierta de madera interior. El tramo central y el oriental de cada lado van a estar perforados por sendos vanos y los accesos que, en mitad de la nave, dan paso al interior. La presencia de los contrafuertes se repite en el ábside, reforzando tanto la bóveda de crucería que cubre el tramo recto previo al hemiciclo absidial, como a la bóveda de cascarón que cubre este último, en el que vuelven a abrirse tres vanos completos en tres tramos separados, esta vez, por columnillas.

En el lado meridional, como ya ha sido mencionado, destaca la presencia de la torre campanario. Hoy coronada con un remate barroco, a ella se abren una serie de pequeños vanos en aspillera que proporcionan iluminación a la escalera interior.
Fachada sur
Portada en el muro meridional (s. XIII)
Capitel 
Capitel 

El acceso abierto en el tramo central de este paramento sur se configura a partir de un arco de medio punto, cortado en arista, apoyado en dos esbeltas columnas de fuste liso sobre plinto y con capiteles decorados. Sobre ellos, sendos cimacios cortados en nacela, lisa en el lado occidental y con decoración de flores y una venera, en el lado oriental, culminan el conjunto. Los capiteles presentan distintos motivos figurativos. Así, en el del lado oeste apreciamos una cabeza humana entre aves y lo que parecen ruedas, con ábaco decorado con zigzag, mientras que en el del lado este el avanzado deterioro del mismo apenas nos permite identificar un cuadrúpedo, lo que parece una cabeza, y distintos motivos vegetales. El acceso lo configura un arco trebolado, bajo arco de descarga, cortado en chaflán decorado a su vez con puntas de diamante. Este apea en sendas mochetas decoradas con florones que, como las jambas, cortan su perfil en nacela. Las basas de las columnas, muy poco desarrolladas, se colocan sobre plintos cúbicos que en el caso del frontal del oriental se decora con un entrelazo. Todo este conjunto, ubicado en un tramo configurado por los mencionados contrafuertes, se apoya en un zócalo moldurado con mediacaña entre gruesos boceles.
Este zócalo no se va a extender a los otros tramos que conforman la fachada meridional. En estos casos nos vamos a encontrar con la presencia de dos arcosolios con chambrana en nacela que en el tramo más oriental atestigua la sobreelevación del terreno, desapareciendo bajo el pavimento la caja sepulcral que sí vemos en el arco ubicado en el tramo más occidental. Diversas ménsulas atestiguan la presencia del típico alpendre de madera hoy desaparecido. En los dos tramos más orientales de la nave, como ya ha sido mencionado, se abren dos ventanas completas, con arquivolta y aspillera de doble derrame. En ambos casos se trata de un arco de medio punto cortado en bocel con chambrana en nacela decorada con grupos de tres bolas. Los cimacios se cortan generalmente en nacela lisa, encontrándonos una decoración en toro en el cimacio oriental del vano oriental. Los capiteles, como es tónica habitual en todo el conjunto, se nutren con distintos motivos vegetales y figurativos, de bestias fantásticas en su mayoría.
Arcosolio 

La cornisa, compuesta por una línea de arquillos sostenidos por canecillos, obedece a una de las premisas que, vinculadas en última instancia a la catedral auriense, mayor difusión alcanzó en el territorio. Los canecillos se decoran con diversas formas animales, vegetales o geométricas, entre las que destacan, en este lado sur, una cabeza humana, otras de simio y monstruos, o un pequeño cuadrúpedo que gira su cabeza hacia el espectador.





El lado norte repite el esquema expuesto en el sur. Las ventanas, también situadas en los dos tramos orientales de la nave, vuelven a componerse con arquivolta de medio punto, con grupos de tres bolas en la nacela, apoyadas en cimacios decorados con una moldura de media caña entre baquetillas. Los capiteles, como los que vimos en el lado sur, se decoran con diversas formas animales y vegetales, destacando en el lado oriental de ambas ventanas una representación de un león en uno y un águila devorando a su presa en el otro.
Fachada norte
 

El acceso que se abre a este lado vuelve a configurarse con una arquivolta con decoración de toro y medias cañas que va a estar perfilada por una chambrana con puntas de diamante. Los cimacios se decoran con medias cañas el del lado occidental y chaflán liso el del oriental. Los soportes los constituyen unas estilizadas columnas con capiteles decorados con motivos vegetales y basas áticas. Esta arquivolta acoge un acceso con arco en gola y perfilado en baquetilla que obedece a reformas ulteriores a la realización del templo.
La cornisa, como la del muro sur, se compone de una serie de arquitos apoyados en canecillos que albergan las más diversas formas. De nuevo, destacan entre los motivos geométricos y vegetales varias cabezas animales, monstruosas y humanas, una de ellas coronada.
Esta misma cornisa se extiende a lo largo del ábside, compuesto, como ya ha sido mencionado, por un tramo recto que precede al hemiciclo oriental. Ambos elementos van a estar separados por contrafuertes, y el cierre semicircular se organiza en tres tramos diferenciados a partir de la presencia de unas estilizadas columnas adosadas. Los capiteles de ambas van a nutrirse con decoración de motivos vegetales.



Ábside exterior Iglesia de Santiago
 
Ábside exterior Iglesia de Santiago
Ábside 

En cada sección se abre una ventana, las tres visiblemente estilizadas, aprovechando el gran basamento que el desnivel del terreno proporciona al ábside. Los vanos, de doble derrame y perfilados en baquetilla, se componen con un arco trebolado acogido por una arquivolta, que va a ser idéntica en los tres casos, perfilada en bocel decorado con una serie de arquillos ultrasemicirculares, motivo de conocida raíz compostelana que goza de singular éxito en el territorio gallego, y rematada por una chambrana saliente con decoración de hojas que se disponen radialmente. Apean en cimacios cortados en media caña que, a modo de imposta, va a unir las tres ventanas recorriendo el perímetro del ábside. Los capiteles se decoran con motivos vegetales de uno o dos órdenes de hojas rematadas en volutas, excepto los correspondientes a la ventana meridional, en los que, entre hojas, nos encontramos representadas sendas sirenas-pájaro. Los fustes son lisos.
Los canecillos de la cornisa que, como ya mencionamos, repite los esquemas expuestos en los laterales de la nave, se nutren con distintos motivos geométricos y, como viene siendo habitual, algunas cabezas tanto de animales, monstruos o humanas. Destacan, en este sentido, las cabezas tocadas del lado meridional del tramo recto que precede al semicírculo absidal, así como las cabezas de caballo y buey que las acompañan.



La fachada occidental destaca por la amplitud de la portada que ocupa gran parte del lienzo mural. Hace gala de una gran horizontalidad, subrayada por la presencia de un tornalluvias o tejaroz, que separa el cuerpo superior del inferior, y por la prolongación de los cimacios sobre los que apean las arquivoltas, que se continúan hasta los respectivos extremos murales, más brevemente en el lado meridional, por supuesto, debido a la presencia de la imponente torre que se eleva a este lado.
Portada y torre exterior Iglesia de Santiago Ribadavia
 

En el cuerpo superior, rematado a dos aguas y en cuyo vértice se coloca una cruz trebolada, se sitúa un vano circular de estirpe gótica.
La portada la compone una triple arquivolta de medio punto cuyos arcos exteriores y chambrana se cortan en nacela con hojas inscritas en un relieve muy bajo, dispuestas radialmente. El arco interior se corta en bocel con una serie de arquillos que, dispuestos igual que los vistos en las ventanas de la nave y del presbiterio, repiten el modelo compostelano. El tímpano lo conforma un dintel sobre el que se colocan dos arquillos y una pieza calada, trebolada, que, con una circunferencia perlada alrededor, se coloca entre ambos huecos, exponentes últimos de un acceso que, con mainel, se dividiría primitivamente en dos vanos.
Bajo ese dintel, resto de la estructura original, se colocan sendas mochetas con figuras representadas en ellas. Las jambas, perfiladas con bocel con moldura de media caña en el interior, decoran esta última con flores cuadripétalas. Estos rasgos, como la moldura de bocel de las jambas exteriores, denuncia la cronología avanzada de las últimas etapas constructivas de este templo.




Mocheta
 
Mocheta 

En esta misma tónica, los capiteles de las columnas de la arquivolta se decoran con estilizados motivos vegetales, aves, aves-sirenas y figuras humanas entre vegetación. Completan los soportes de fuste liso unas basas áticas sobre plinto cúbico sobre elevado zócalo.
Sobre la portada y, como ya ha sido mencionado más arriba, separando ambos niveles de la fachada, se coloca un tejaroz que se apoya en diez canecillos con representaciones de raíz vegetal y geométrica, además de un pez y una cabeza humana.

El interior se beneficia de la iluminación que proporcionan los numerosos vanos que se abren a los espacios que lo componen. Además de las cuatro ventanas de los muros laterales, tenemos que añadir los dos óculos o rosetones presentes en el hastial occidental y en el oriental de la nave. A su vez, el ábside, que recibe luz de dos de las tres ventanas en él abiertas –la central está oculta detrás del retablo–, gracias a la amplitud de las mismas destaca atrayendo la mirada del espectador. Ello procura una amplitud patente ya de por sí en sus proporciones, potenciadas por la presencia de ese tramo recto que lo precede, cubierto con bóveda de crucería, que denuncia una madurez estructural propia de las avanzadas fechas en que fue realizado.
De este modo, tras un arco triunfal doblado y ligeramente apuntado, cortado en arista el primero y en chaflán su dobladura, se despliegan dos bóvedas de crucería –una para el presbiterio y otra de cascarón para el tramo semicircular oriental– cuyos nervios, cortados en bocel, apean en ménsulas con forma de pirámide invertida que se colocan a los lados de los capiteles que soportan los arcos fajones. Estos capiteles se decoran con distintos motivos figurativos o con decoración vegetal. Los interiores, pertenecientes al arco perpiaño que separa el semicírculo absidal del tramo recto que lo precede, rellenan sus cestas con motivos de hojas y entrelazos. En los correspondientes al arco triunfal, sin embargo, el del lado de la epístola va a destacar sobre todos los demás. En él se representa una pareja de ángeles que acompañan a una figura asexuada que, dentro de una mandorla, representa el alma de un difunto. Este capitel constituye otro rasgo del goticismo al que se tiende en algunos momentos en la realización de esta iglesia, conectando además de con modelos como la catedral de Lugo o de sepulcros de la catedral de Ourense, con otros ejemplos anteriores cronológicamente de la zona de Zamora y León. En el del lado del evangelio, más acorde con los de la nave, se representa una serie de animales, cuadrúpedos en este caso. Finalmente, la clave de la bóveda se decora con un florón con cabezas colocadas entre los nervios. Completan la cabecera las ventanas abiertas en el extremo oriental, de las cuales permanecen visibles las laterales, que repiten la riqueza estructural que vimos en el exterior, completada aquí con nacelas decoradas con bolas, motivo presente en la catedral auriense y de profusa difusión en la región. Los capiteles, una vez más, rellenan sus cestas con motivos vegetales y, sobre ellos, un cimacio que se convierte en imposta y que recorre como tal el perímetro del ábside, uniendo ambos espacios como una moldura en media caña entre boceles. Este motivo de la media caña se nutre de elementos vegetales cuando se convierte en el cimacio del capitel norte del arco triunfal.
La nave sigue en mayor o menor medida los esquemas expuestos en el ábside.
Capitel interior de la iglesia. Expone el tema de la elevación del alma del difunto por unos ángeles (elevatio animae). Principios del siglo XIII.
Capitel de la columna que sostiene el arco fajón, con motivos vegetales. También vemos aquí el arco de una de las ventanas, con decoración de bolas.
Capitel del arco triunfal, lado norte, el lado del Evangelio. 

Está dividida en tres tramos a partir de la presencia de dos arcos perpiaños, apuntados, que sos tienen la cubierta a dos aguas. Las columnas que los soportan no llegan al suelo en el lado norte, dada la presencia de dos arcos practicados en el muro. Por lo demás, están coronadas por capiteles ricamente decorados con animales y bestias fantásticas entre motivos vegetales. En los laterales se abren sendas puertas, bloqueadas por altares y resueltas con un simple abocinamiento –la del lado norte más amplia que la del lado sur–, dejando patente, en el caso del acceso sur, la diferencia de nivel del terreno. Las ventanas repiten la composición que vimos en el exterior, con arquivolta de medio punto sobre columnas de fuste liso y capiteles decorados con motivos vegetales y de criaturas fantásticas.
Muro, arcos, columnas, capiteles, techumbre, sobre la puerta.
La luz que se filtra por el rosetón ilumina esta parte, la ventana situada sobre la puerta. Las ventanas tienen arquivoltas de medio punto con capiteles con motivos vegetales y monstruos. 

En el interior del templo se conservan una pila bautismal, sencilla, de copa amplia perfilada en bocel, y una imagen de Santiago Apóstol del siglo XIV, sedente, con cartela, bastón y la típica venera, que originalmente se ubicaba en una hornacina en la fachada y que sigue los patrones expuestos en Santiago de Compostela por el taller del Mestre Mateo.
Es un conjunto, el de Santiago de Ribadavia, profundamente deudor de la vecina iglesia de San Xoán, realizada pocos años antes y receptora de gran parte de las influencias que, en los primeros años del siglo XIII, están circulando por la provincia de Ourense. Estamos hablando de un momento en el que se están realizando tres de los centros de concentración y difusión de formas del románico orensano, y gallego en general, más importantes. Al conjunto de Oseira, hay que añadir el también cisterciense monasterio de Melón, finalizados ambos en fechas entre la primera y segunda década del siglo XIII. Además, en la capital de la provincia se estaba construyendo la catedral, profundamente deudora a su vez de las formulaciones desarrolladas en Santiago de Compostela y, al mismo tiempo, suficientemente original para marcar un carácter perceptiblemente orensano en núcleos a veces tan distantes como Allariz o Ribadavia. Los aleros aquí presentes, de plástica tan desarrollada, se nutren de las soluciones que hacia el 1200 se están empleando en el crucero de la sede auriense. Están presentes, por otro lado, en varios de los modelos más significativos de la región, como Santo Tomé de Serantes (Leiro), Santa Mariña de Castrelo de Miño (Castrelo de Miño), San Pedro de Mosteiro de Ramirás (Ramirás), Santo Estevo de Ribas de Sil (Nogueira de Ramuín), Santo Estevo de Ribas de Miño (O Saviñao, Lugo), Santiago de Allariz (Allariz) o la mencionada San Xoán de Ribadavia (Ribadavia), conformando ambas sendos núcleos de mayor riqueza monumental de Ourense. Otros elementos, como la decoración de los capiteles, exponen fórmulas que llegan aquí en un estado avanzado de modificaciones e interpretaciones. Sirvan como ejemplo las arpías, presentes en los capiteles de portadas y ventanas y que adoptan aquí desarrollos torpes, muchas veces, sin una clara capacidad para igualar los modelos que se pueden apreciar en la vecina iglesia de San Xoán. Y es que este tráfico de formas lo tenemos que vincular con el propio tráfico de talleres que deambularon entre Oseira (San Cristovo de Cea) y Melón (Melón), y que debieron trabajar en las cercanas iglesias de Santa María de Castrelo de Miño (Castrelo de Miño) y San Xoán (Ribadavia). Teniendo en cuenta, finalmente, que en todo momento estas formas van a tener como referente último los motivos expuestos por los talleres que derivaron de los trabajos desarrollados por Mateo en la sede compostelana.
La misma trascendencia tienen otros elementos utilizados en este ejemplo ribadavense. Los arquillos que decoran la rosca de la arquivolta de la portada occidental son otro producto del taller del maestro compostelano que a través de la catedral de Ourense se difunden con gran éxito en tierras gallegas.
A partir de lo expuesto, debemos tener en cuenta una cronología medianamente avanzada para este templo de Santiago. Por un lado, tiene que ser posterior a San Xoán, probablemente finalizada hacia 1220. Por otro lado, ya son múltiples las soluciones y aportaciones adoptadas del gótico, como los rosetones o la solución de cubiertas que se adopta en el presbiterio, deudor de los ábsides del crucero del monasterio de Melón, que estaría finalizado hacia la segunda década del siglo XIII. Asumiendo que esta solución respondería probablemente a una reforma tardía, quizá ya de la segunda mitad del siglo XIII, debemos establecer una fecha en el segundo cuarto del siglo XIII, próxima al 1230, para la parte estrictamente románica del templo.

Iglesia de Santa María de Oliveira
La iglesia de Santa María de Oliveira está al norte de la población. Inicialmente extramuros, hoy es una más de las iglesias que podemos visitar en esta importante villa medieval gallega.
Era la parroquia más antigua de la villa de Ribadavia, y fue un priorato de Oseira. En 1124 Pedro Fernández, queriendo ingresar en la comunidad de Oseira, hace testamento y le deja a este monasterio varias viñas que tenía en el Burgo de Avia: “una cerca del atrio de Santa María”. Ya en el siglo xiii en 1234 Pedro de San Jurjo y su esposa venden a Pedro Pais una casa que estaba en el atrio de Santa María de Oliveira.
La configuración actual de la iglesia es de nave y ábside rectangulares. De la fábrica medieval restan el hastial occidental y el muro septentrional, presentando el primero una amplia portada. Aunque el ábside actual es renacentista, con bóveda de crucería, podemos suponer que el original medieval empleaba este mismo esquema de testero recto tan típico del románico gallego. La cubrición de la nave se hace con tejado a dos aguas, con artesonado de madera en el interior.
El muro meridional presenta dos vanos en aspillera con derrame interno. La cornisa es un simple alero de cobijas cortadas en talón. Son todos elementos modernos.El muro septentrional está dividido en dos tramos por un contrafuerte que se ubica desplazado hacia el extremo de naciente. A este muro se abrirán tres ventanas –en aspillera las tres, la más occidental más estrecha que las otras dos, modificadas con posterioridad, para abrir en leve derrame externo– y un acceso con tímpano pentagonal sobre dintel liso que, como las jambas, se corta en arista. La cornisa la conforman una línea de cobijas cortadas en chaflán y una serie de canecillos con decoración geométrica que la sostienen.
El hastial occidental se divide verticalmente en dos espacios separados por una cornisa, cortada en chaflán, que recorre toda la anchura del muro y que se abre en su parte central para acoger el arranque del rosetón del cuerpo superior.
El cuerpo inferior está dominado por la presencia de la portada, de doble arquivolta ligeramente apuntada. Los arcos se cortan en bocel y escocia, con intradós plano la primera, y en escocia el de la segunda. La chambrana, en nacela con un fino listel, se decora con hojas de col dispuestas radialmente, siguiendo la tradición compostelana. Chambrana y arquivoltas se apoyan en un cimacio en nacela lisa.
Los capiteles, enjarjados, como cada una de las piezas que conforman las columnas entregas sobre las que apoyan, se decoran con motivos vegetales que repiten fórmulas de origen cisterciense, pero que se ejecutan aquí de un modo esquematizado. Así, los correspondientes al arco interior se decoran con una suerte de hojas picudas que vuelven su extremo superior para albergar bolas en su seno.
Por otro lado, los capiteles externos presentan, el norte, hojas paripinnadas en las caras principales, mientras que el ángulo del capitel se decora con doble orden de hojas, con el extremo superior vuelto para albergar bolas, motivo que ya vimos en los capiteles interiores de la portada.
El otro capitel, el exterior del lado sur, se cubre con tres filas de siete órdenes de hojas puntiagudas que, en sus caras mayores, se simplifica hasta el punto de conformarse como un bajorrelieve. Las basas se sitúan sobre un alto plinto que conforma el zócalo en el que se apoya esta fachada. Su decoración se reduce a formas cilíndricas que se exponen a los lados. Las jambas se cortan en arista y el tímpano, monolítico, no presenta ningún tipo de decoración. 
El rosetón que se abre en el segundo cuerpo de la fachada se decora con una doble rosca. La primera se corta en bocel, presentando en el intradós una doble media caña decorada con bolas, y escocia con la misma decoración de bolas en la rosca. Tras un fino listel la segunda circunferencia se completa en nacela con tres órdenes de billetes cerrados por un filete. La mitad superior del rosetón está rematada con una chambrana en caveto, decorada con el mismo motivo de hojas puntiagudas con bolas dispuestas radialmente que veíamos en los capiteles interiores de la portada, testimonio de la influencia ursariense.
Esta chambrana se apoya sobre sendos cimacios que se cortan en nacela, con tres piñas inscritas en el lado norte, y tres formas circulares en bajo relieve en el lado sur. El vano se completa con una celosía circular con una cruz de brazos iguales horadada en el centro y cuatro círculos dispuestos entre los brazos de esta. La fachada se remata con una sencilla espadaña de doble arco de medio punto, apoyada en una cornisa cortada en nacela lisa, y cuyos arcos descansan a su vez en otra cornisa idéntica. En el vértice de la espadaña se ha colocado una cruz antefija de pequeño tamaño.
En el lado meridional de la fachada nos encontramos una inscripción conmemorativa. En ella, no sin dificultad, puede leerse la era 1296 como momento de la consagración de la iglesia en honor de la Virgen María –esto es el año 1258–: E(RA): M(ILLESIMA): CC(DUCENTESIMA): LX’VI (NONAGESIMASEXTA): VIII(OCTAVO): K(A)L(ENDA)S: IULII: AD HONOREM / BEAT(A)E: MARI(A)E: CONSECRATA: EST ECCL(E)S(I)A: ISTA / DONVS E(GIDIUS) CONSECRA VIT: ISTA ECCL(E)S(I)A: I[...] /[...]S: BARTOLAMEI GRANG(I) AR(IO) [...]. Este año se correspondería con el momento en que la iglesia sufre una transformación que ampliaría sus dimensiones para acoger, así, un número mayor de fieles debido a la creciente población que, por esas fechas, afectaría al burgo de Ribadavia.
Otros elementos que deben ser destacados en el cuerpo inferior de la fachada son las cuatro ménsulas que debieron sostener, en su momento, un pórtico hoy desaparecido.

El interior ha sufrido distintas modificaciones que han alterado en buena medida el aspecto original del conjunto. Tanto el muro sur como la cabecera obedecen, como ya se ha mencionado, a obras modernas. Por lo demás, se trata de una amplia nave rectangular a la que se abren los seis vanos que fueron mencionados en el exterior: tres en el lado norte, dos en el muro sur y el rosetón de la fachada occidental, además del que se ha practicado en el ábside moderno. Los vanos del muro del evangelio se configuran con un profundo derrame interno. El arco se perfila con estría plana que apenas tiene relieve. El acceso que se abre a este lado se soluciona al interior con un arco en mitra cortado, como las jambas, en arista. En el muro occidental el acceso principal se soluciona con un arco doblado. El vano superior, correspondiente al rosetón, se soluciona al interior de manera similar a lo que vimos en el exterior. Por un lado, el intradós repite la solución de dobles medias cañas con bolas en su seno, mientras que la rosca, de nuevo doble, se decora con bocel y media caña, con bolas también en su seno, y una decoración de doble fila de billetes en la rosca exterior.
En esta pared también se ven dos ménsulas que debieron sostener la tribuna. En el muro de la epístola hay dos vanos con derrame interno de factura moderna. El arco triunfal también debe obedecer a ajustes modernos, como la capilla mayor, que se culmina con una bóveda de tracería renacentista.
Por todo lo visto, estamos hablando de una iglesia que, aunque aparezca en la documentación a principios del siglo xiii, las transformaciones sufridas ya en época medieval son las que percibimos en la actualidad. Estas, de conformidad con la estética dominante en la provincia, con ingredientes cistercienses provenientes probablemente de los mismos talleres que trabajaron en Oseira y afectados ya por la evolución y simplificación propias de fechas tan avanzadas, también se nutren, como cabría esperar, de los modelos de gran riqueza constructiva y ornamental que son, en la propia villa de Ribadavia, las iglesias de Santiago y San Juan. Es, por lo tanto, Santa María de Oliveira de Ribadavia, una iglesia tardía de hacia 1258 que repite de un modo sencillo esquemas de larga tradición en la comarca.

 

Alrededores de Ribadavia
Ubicada a escasos dos kilómetros del centro de Ribadavia en la misma ribera del Miño, la hoy modesta capilla de San Xes de Francelos (San Ginés) constituye el único resto conservado de un antiguo cenobio benedictino femenino filial del Monasterio de Celanova.
Declarada Monumento Nacional nada menos que en 1951, los restos altomedievales más importantes se encuentran en el actual hastial occidental de la dieciochesca capilla, destacando un gran arco de herradura central sobre columnas y capiteles vegetales flanqueado, a cada uno de sus lados, por sendos relieves en los que se reproducen las escenas de la Entrada Triunfal de Jesús en Jerusalén y de la Huida a Egipto.

 

Santa María Magdalena de Francelos
Se localiza en el núcleo poblacional de la parroquia de Santa María Magdalena de Francelos perteneciente al ayuntamiento de Ribadavia, en la comarca del Ribeiro, a escasos dos kilómetros de la villa de Ribadavia.

Capilla de San Xes (Francelos)
La capilla de San Xes de Francelos es una pequeña y sencilla capilla visigótica que originariamente pertenecía a un antiguo monasterio medieval hoy en día desaparecido.
En la actualidad es el resultado de diversas reconstrucciones que alteraron totalmente la fábrica original. Su importancia y valor residen en que en las reconstrucciones se aprovecharon elementos decorativos y arquitectónicos prerrománicos procedentes de las edificaciones anteriores, magníficos vestigios de un estilo poco conservado en Galicia.
Sobre su fundación existen diversas controversias. Algunos autores señalaron la existencia de un monasterio, desde el siglo IX, de monjas benedictinas o monjes que fue abandonado o incorporado al monasterio de Celanova y, su posterior conversión como realengo dependiente de la diócesis de Tuy con el título de Santa María en el siglo XII, ubicando la existencia de un nuevo monasterio en el siglo XV.Analizando la documentación se encuentra la primera referencia a Francelos en un documento del año 986 que recoge una donación al Monasterio de San Salvador de Celanova, y en un documento del Tumbo de Celanova (conservado en el Archivo Histórico Nacional) del año 993 aparece una nueva referencia concretada en el monasterio de Francellos, documentándose de este modo la existencia de una comunidad monástica.
Cuál fue la duración de este convento y cuándo desapareció es difícil de determinar. Lo cierto es que en un documento de 1156 dictado por Alfonso VII en el que se confirma la división de diezmos hecha entre el obispo de Tuy y el Cabildo se menciona como Iglesia de Santa María de Francelis. Durante los siglos XII al XIV la entidad poblacional Francelos sigue apareciendo en documentos, como en el del año 1176 en el que Fernando II de León otorgó en realengo el coto de Francelos al Monasterio de Santa María de Melón y otros documentos, pero en ellos no existen menciones expresas a la ermita.
De este modo tenemos que, la primera cita de la capilla de Francelos se encuentra en un foro del año 1424 que el Cabildo de Tuy hace a los moradores de la ermita. Desde esta fecha en múltiples documentos de foros, arrendamientos y otros negocios jurídicos aparece plenamente identificada la ermita.
Se supone que son de Francelos las monedas visigóticas gallegas que llevan la leyenda fravcello y fr. avcel. Hoy en día, la advocación de la Iglesia ya no es la originaria de Santa María Magdalena, sino que cambió por la de San Xes o San Ginés.
La actual estructura es de una sola nave de planta rectangular con una orientación este - oeste, con unas medidas de 8.6 metros de ancho por 5,75 de ancho. Cúbrese con tejado de madera a dos aguas. Los muros se componen principalmente de cachote y entre ellos insertados elementos prerrománicos y algunos sillares bien labrados.
En los trabajos arqueológicas que se llevaron a cabo se comprobó que los actuales muros no corresponden con el primitivo edificio del cual no se encontraron los cimientos, lo que hace suponer que la ubicación de la construcción original estaría en las cercanías del lugar que ocupa el edificio actual.
Los elementos que conforman el vano de acceso a la actual capilla debieron corresponder al original arco triunfal que daba paso al ábside desde la nave, como apuntaron entre otros autores Lorenzo Fernández y García Álvarez.
La fachada se sitúa al abrigo de un atrio cubierto con un tejado de madera apoyado sobre pilastras.
La puerta principal se compone de un arco de herradura de dovelaje asimétrico (número par de dovelas y despiece radial) y que fue modificado con la introducción de un dintel adovelado. El conjunto acusa una evidente afinidad con el estilo visigótico. En las obras de restauración descubrieron que el arco no tiene una función constructiva (por dentro está compuesto de cachote, las dovelas no llegan al interior) por lo que se especula que se trate de una reposición.
El arco se apoya sobre dos semicolumnas de fuste monolítico decorados con ondulantes motivos vegetales y adosados a las jambas. La decoración nos lleva de nuevo al estilo visigodo y, el hecho de que las columnas se encuentren adosadas a las jambas, al arte asturiano prerrománico, a ejemplos como los de la Iglesia de Santa María del Naranco, pese a que en esta última los motivos y formas decorativas son bien distintas.
Los fustes se apoyan en basas compuestas por plinto, dos boceles y una semiescocia. Los orificios en las basas podrían corresponder a la existencia de un cancel de cierre.Los capitele
s son entregos y en forma de ábaco recto decorado por cuatro filas de carnosas hojas, perteneciendo a una tipología degenerada del tipo visigodo (a su vez basado en el romano corintio). En el extremo superior derecho del capitel derecho se puede ver un cuerpo circular y bajo este otra figura en forma de S. Estos capiteles presentan semejanzas con los de la asturiana Iglesia de San Miguel de Lillo o los de San Salvador de Priesca, producto de la asimilación de elementos del estilo tradicional visigodo e influencias del arte ramirense.


La decoración de los capiteles se prolonga en relieves grabados directamente en los sillares semejantes a los de San Juan de Camba (Castro Caldelas).
En ambos lados aparecen representados un personaje aureolado montado en un asno que lleva en la mano un posible ramo y figuras con túnicas saliéndole al paso (dos en el de la derecha y una en el de la izquierda).

Son de talla muy plana con el fondo rebajado y se enmarcan por un resalte recto y ajustado a las figuras en pie. Sobre la interpretación de esta representación existen varias teorías que coinciden en señalar que se trata de escenas bíblicas:
Una primera teoría defiende que representan, uno la Entrada de Jesús en Jerusalén y el otro la Huida a Egipto.
Una segunda teoría defiende que uno representa la Entrada de Jesús en Jerusalén y el otro a Balaan detenido polo Ángel.
Una tercera considera que se trata de un desdoblamiento de la misma escena, bien la Entrada en Jerusalén o bien la Huida a Egipto.
La disposición en frisos de los relieves buscando destacar la horizontalidad nos lleva a las formas de hacer visigodas, pero por el contrario la técnica de la viruta utilizada no fue la de bisel propia de este estilo, sino que más bien presenta semejanzas con el arte asturiano o ramirense.

La puerta principal se flanquea por dos vanos:
El vano izquierdo es cuadrado con derrame interior y exterior.
El vano derecho presenta un arco de medio punto y se tapa con una celosía en piedra de 90 cm de ancho y 146,5 cm de alto. La celosía presenta un calado de dos rosáceas de ocho pétalos superpuestos y triangulitos intercalados entre las hojas, y en la cima tres arquitos de herradura. La celosía se enmarca con una moldura de 3 cm de ancho con un baquetón soguedado y enmarcado su vez por un tallo serpenteante con racimos, y encima de todo el conjunto cuatro aves enfrentadas por parejas picando en los racimos. El estilo o estilos de esta pieza dividen a los autores, ya que algunos ven influencias visigodas, otros mozárabes y otros del arte asturiano tardío.
La fachada remata en una espadaña compuesta por un solo vano.
Ventana con celosía
 

Durante el transcurso de las obras de restauración del conjunto se encontraron diversos elementos prerrománicos formando parte de los muros así como pinturas barrocas en el interior.
En el muro meridional se abre un estrecho vano en forma de aspillera con un amplio abocinamiento hacia el interior presentando un arco decorado con un baquetón sogueado, arco mutilado que en la actualidad presenta forma de medio punto.
En el muro oriental se encuentra un sillar rematado en un modillón con decoración de sogueado. En la base del alero del tejado otro sillar con sogueado rematado por un baquetón.
En la cabecera se encontró un sillar enmarcado por una moldura con forma de alfiz, además de una rosácea de ocho pétalos enmarcados por una moldura circular.
En el muro norte, colocadas horizontalmente y visibles desde el interior una, y otra desde el exterior, dos pilastras que formarían pareja divididas en tres fajas paralelas con un baquetón central y los laterales con sogueado, conformando una decoración en espina de pez.
Piedra labrada encastrada en la pared norte
 

En el muro sur un pequeño nicho decorado con un baquetón sogueado.
Otras piezas fueron documentadas dispersas entre las casas de Francelos: cuatro jambas, un trozo de columna, un trozo de cornisa moldurada en nacerla, un trozo de pilastra sogueada.
Ventana saetera en el muro sur
 

El Grupo Marcelo Macías con motivo de las obras de restauración propuso la realización de catas arqueológicas, que dieron como resultado el descubrimiento de una necrópolis compuesta por un total de nueve tumbas de niños de corta edad hechas en granito degradado, sin cubierta y orientadas oeste - este. En ellas se encontraron algún resto óseo y casi ningún ajuar.

 

Regodeigón
Regodeigón pertenece al municipio de Ribadavia, en la comarca de O Ribeiro, y se encuentra a unos 30 km de Ourense. Para llegar a ella debemos dirigirnos al Norte desde Ribadavia, por la carretera que comunica esta villa con Leiro y O Carballiño. A los 2 o 3 km, hacia el Oeste, está la pequeña población de San Cristovo.

Iglesia de San Cristovo
En esta parroquia tenían bienes desde el siglo XIII, los monasterios de Melón y Ramirás. En enero de 1203, Urraca Rodríguez afora a Juan Monje alias Merchán una heredad quam habeo in Eigon ad ecclessiam Sancti Christoforis de Ripa Avie.
La iglesia de San Cristovo de Regodeigón ha sido reconstruida completamente a mediados del siglo XX, conservando elementos románicos en puntos concretos de su estructura, pero habiéndose perdido en gran medida la visión del que debió de ser el conjunto original. Actualmente se trata de un edificio con nave y doble cabecera rectangulares. Sus dimensiones, superiores a las originales, son las de una iglesia mediana.
En el muro norte se han practicado dos vanos y un acceso, hoy tapiado, todos ellos cuadrangulares. La cornisa se compone de trece canecillos que sostienen un alero de cobijas en doble estría y nacela lisa, y se extiende desde el hastial occidental hasta más o menos la mitad del paramento. Los canecillos están tallados en proa de barco o albergan decoración geométrica sencilla. El resto de la cornisa, como la que rodea el presbiterio, se corta en cuarto de bocel, apareciendo retrasada en su disposición con respecto a aquella sección que se apoya en los canecillos.

Muro sur
Portada sur 

En el muro sur se disponen de manera irregular dos vanos completos y una portada. Esta, completamente reconstruida, es acusadamente alta, de modo que se ha colocado un dintel debajo de las mochetas, que hoy forman parte del lienzo mural. Estas sostienen de un modo ficticio un tímpano que, originalmente, tenía aletas, o lo que es lo mismo, los salmeres y el tímpano conformaban una misma pieza, aunque hoy está visiblemente fracturado en su lado oriental.
El consiguiente arco de descarga se conforma con cinco dovelas. En el tímpano se han inscrito una serie de motivos florales y, posiblemente, se recortaba en su parte inferior en arco en gola rematado en baquetilla, continuando esta –y este– en las mochetas. En la occidental se aprecia un dibujo de círculos, planos, formando un grupo de cuatro en rombo.
Los vanos superiores se organizan ambos de forma muy parecida entre ellos; arco de medio punto cortado en baquetilla con rosca e intradós decorado con medias cañas y chambrana rematada en fino listel que apea en cimacios cortados en nacela, sobre columnas entregas de fuste liso y basa ática con plinto cúbico. En cuanto a la decoración, o los motivos representados en ambos casos, nos encontramos algunas diferencias. La que se dispone a occidente decora la chambrana con hojas picudas, dispuestas radialmente, que se vuelven para acoger bolas. Este mismo motivo se repite en el cimacio oriental de este vano, mientras que unas flores cuadripétalas inscritas en círculos van a decorar el cimacio del lado oriental. Los capiteles se decoran con motivos vegetales de difícil interpretación. En los plintos nos vamos a encontrar distintos motivos, como círculos o estrellas de cinco puntas inscritos en las caras exteriores, o arquillos ciegos y formas geométricas en las interiores.

En la ventana oriental la chambrana va a albergar una serie de hojas de col dispuestas radialmente. Los cimacios se decoran con un trenzado en el lado occidental y una serpiente en el oriental. Los capiteles se completan con decoración de hojas picudas vueltas para albergar una bola en el capitel del lado oeste y entrelazos vegetales con piña o racimo en el vértice en el capitel oriental. Los plintos se decoran en esta ocasión con motivos florares inscritos en círculos.
La cornisa se compone en este lado meridional por un total de 19 canecillos que recorren la longitud total del flanco, sosteniendo una línea de cobijas cortadas en nacela lisa. Los canecillos acogen formas geométricas la mayoría, encontrándonos en ocasiones músicos y personajes en actitudes cotidianas, además de distintas representaciones de animales, como una cabeza de toro u otra de carnero. En el extremo occidental, sobre la primera cobija, se ha colocado una antefija moderna.

La fachada occidental es igualmente consecuencia de las reformas. La portada principal se compone por una doble arquivolta de gran amplitud apoyada en columnas de fuste liso y basa ática sobre plintos cúbicos. En el seno del arco se ha abierto un acceso rectangular con jambas muy anchas.
El tímpano ha desaparecido en su casi totalidad, permaneciendo el vértice superior del mismo, en el que puede apreciarse parte de un dibujo inciso que debió de ser similar al que hoy conserva la puerta meridional. Por lo demás, se compone de un arco de descarga de siete dovelas cegado con sillería irregular.
La primera arquivolta se moldura con bocel y medias cañas y baqueta en rosca e intradós. Este mismo perfil se emplea en el arco de la segunda arquivolta que, en esta ocasión, va a decorar el seno de las medias cañas, tanto de la rosca del arco como en el intradós, con flores cuadripétalas de pronunciado botón, cogollos y un falo en el intradós del segundo riñón del lado septentrional. La chambrana se decora con dos líneas de cuadripétalas que han sido talladas profundamente.
Los cimacios sobre los que apean las arquivoltas se cortan en fino listel y nacela, decorada en el lado meridional con rombos y en el septentrional con grupos de tres o dos bolas de pequeño tamaño. Los capiteles se decoran con motivos vegetales. Los del lado norte van a completarse con un orden doble de hojas carnosas y vueltas en el extremo superior, y cintas y hojas trilobuladas muy voluminosas que cuelgan dispuestas en los vértices del capitel interior. Los del lado sur, motivos vegetales y cabeza humana en el vértice en el interior, y cintas y motivos vegetales en el exterior. Las columnas son de fuste liso y apoyan en plintos cúbicos con decoración geométrica en sus caras: tacos, florones o círculos agrupados.
Sobre la portada se extiende una imposta a modo de tejaroz, sostenida por ocho canecillos ricamente decorados con figuras de animales o humanas en distintas actitudes. La cornisa se corta en listel y nacela, decorada esta última con un trenzado.
Sobre la imposta se abre un vano, muy desfigurado por las intervenciones modernas y muy deteriorado por las inclemencias meteorológicas. Se compone de arquivolta sobre cimacio cortado en nacela que apoya en sendas columnas de fuste liso sobre basa ática y plinto. La arquivolta, desplazada hacia el exterior, los cimacios y las basas de las columnas que componen la ventana han perdido todo detalle de su decoración debido al desgaste. Del mismo modo, los capiteles presentan un doble orden de hojas carnosas en el lado septentrional y cintas y otros motivos vegetales en el meridional, también en muy mal estado. Remata esta fachada una espadaña con tejado a dos aguas con doble arco apoyada en un cimacio. Los arcos apean en una imposta en nacela que recorre completamente el perímetro de los pilares en los que se apoyan. La chambrana de los arcos –de rosca lisa– se decora con hojas de col dispuestas radialmente. En el vértice de la espadaña se ha colocado un Agnus Dei que ha perdido la típica cruz antefija.
El interior lo conforma una amplia nave con cabecera rectangular que se prolonga con una capilla anexa en su lado oriental. En el muro meridional de la nave se abren los dos vanos y el acceso que ya mencionamos. Las ventanas repiten al interior el mismo esquema que vimos en el exterior, de arco de medio punto sobre cimacios y columnas entregas.
La decoración es en ambos casos igualmente rica, estando la más occidental, sin embargo, notablemente deteriorada. La decoración se limita en esta última a la chambrana, con flores de cuatro pétalos inscritas en círculos a lo largo de la nacela, y los capiteles, con decoración vegetal en muy mal estado.
La ventana oriental, mejor conservada, decora la chambrana con hojas picudas vueltas para albergar una bola. En los capiteles, también decorados con motivos vegetales, vamos a ver representadas grandes hojas nervadas con la parte superior vuelta para sostener una pequeña bola en el lado oriental, y un dibujo de tallos y hojas carnosas que cuelgan en los bordes en el capitel occidental. Los plintos sobre los que apean las columnas se decoran otra vez con motivos geométricos, flores cuadripétalas inscritas en círculos o trenzados.
En San Cristovo de Regodeigón nos encontramos, por lo tanto, con toda una serie de elementos que evocan las principales vías de difusión del románico de la provincia. Si por un lado tenemos elementos que provienen del quehacer cisterciense, cuyo núcleo difusor es Oseira, por otro lado tenemos los que hunden sus orígenes en los talleres mateanos activos en la catedral de Ourense. A estos hay que añadir los ricos elementos decorativos que deben nutrirse de los modelos ribadavienses de San Juan y Santiago. Por todo ello estamos ante un ejemplo de la arquitectura del segundo cuarto del siglo XIII, posterior necesariamente a 1230, fecha en torno a la que se estaría terminando la iglesia de Santiago de Ribadavia.

 

 

 

 

Bibliografía
Buján Rodríguez, Mª. Mercedes, Catálogo archivístico del monasterio de benedictinas de San Payo de Antealtares, Santiago de Compostela, 1996.
Castillo López, Ángel del, “Guía artística y monumental de la provincia de Ourense”, Boletín de la Comisión Provincial de Monumentos Históricos y Artísticos de Orense, VIII (1927-1929), pp. 193-206 y 312-320.
Castillo López, Ángel del, Inventario de la riqueza monumental y artística de Galicia, Santiago de Compostela, 1972 (A Coruña, 1987).
Chamoso Lamas, Manuel, Ribadavia, Santiago, 1951.
Chao Castro, David, “La iglesia románica de San Juan Bautista de Ribadavia”, XXV Ruta Cicloturística del Románico Internacional, Pontevedra, 2007, pp. 170-184.
Couceiro Freijomil, Antonio, “Monumentos de la provincia de Orense”, Boletín de la Comisión Provincial de Monumentos Históricos y Artísticos de Orense, XI (1936-1938), pp. 217-229, 245-250, 267-271, 289-296, 337-344, 387-392 y 436-439.
D’Emilio, James, “The romanesque churches of Galicia: the making of a provincial art”, en Fernández Salgado, Benigno (ed.), IV Congreso Internacional de Estudios Galegos (Universidad de Oxford, 26-28 de septiembre de 1994), Oxford, 1997, II, pp. 547-572.
Iglesias Almeida, Ernesto, “Las cruces de entrelazos en el románico gallego”, XXIX Ruta Cicloturística del Románico Internacional, Pontevedra, 2011, pp. 174-180.
Iglesias Almeida, Ernesto, “El simbolismo en los tímpanos y cruces antefijas de las iglesias románicas ourensanas”, Diversarum Rerum, VI (2011), pp. 399-412.
Laredo Verdejo, Xosé Luís, Galicia enteira. 11. O Ribeiro. Terra de Trives, Valdeorras e O Bolo, Vigo, 1989.
Lois García, Xóse, Guía Románica do Ribeiro, Vigo, s.a.
López de Prado Arias, Xosé Lois (coord.), Ourense. Guía monumental, León, 1986.
Portela Silva, Mª José, Garrido, Margarita y Romaní Martínez, Miguel, Repertorio para las escripturas del Archivo Bajo, Santiago de Compostela, 1993.
Pita Andrade, José Manuel, “La iglesia románica de Santo Tomé de Serantes”, Cuadernos de Estudios Gallegos, VII (1947), pp. 377-393.
Risco, Vicente, “Provincia de Orense”, en Carreras Candi, Francisco (dir.), Geografía General del Reino de Galicia, Barcelona, s.a. (ed. facsímil, A Coruña, 1980) 2 vols.
Rodríguez González, Julio e Seara Carballo, Alfredo. San Xés de Francelos. Boletín Avriense anexo 4. Museo Arqueolóxico Provincial. Orense. (1985).
Romaní Martínez, Miguel, Colección diplomática do mosteiro cisterciense de Santa María de Oseira (Ourense), Santiago, 1989, 3 vols.
Romaní Martínez, Miguel, El monasterio de Santa María de Oseira (Ourense). Estudio histórico (1137-1310), Santiago, 1989.
Sainz Saiz, Javier, El románico en Ourense, León, 2008.
Sánchez García, Jesús, “La iglesia de Santa María de la Oliveira de Ribadavia”, Boletín de la Comisión Provincial de Monumentos Históricos y Artísticos de Orense, XX (1959-1960), pp. 245-254.
Soto Lamas, Mª Teresa, La colección diplomática del monasterio cisterciense de Melón, Orense (pergaminos de la catedral de Orense, siglos xii-xiii), Memoria de licenciatura, Santiago de Compostela, 1992.
Tobío Cendón, Rafael, “La influencia de la iglesia monasterial de Osera en los templos de su entorno y limítrofes. El caso concreto del tímpano de la portada, que se abre en el hastial del brazo septentrional del crucero”, Nalgures, IV (2007), pp. 379-402.
Valle Pérez, José Carlos, La arquitectura cisterciense en Galicia, A Coruña, 1982, 2 tomos.
Valle Pérez, José Carlos, “Las cornisas sobre arquitos en la arquitectura románica del noroeste de la Península Ibérica”, Compostellanum, XXIX (1984) pp. 291-356.
Valle Pérez, José Carlos, “Construcciones. El Medioevo”, en Yáñez Neira, Fr. Damián, El Monasterio de Oseira, León, 1988, pp. 36-60.
Yzquierdo Perrín, Ramón, “La arquitectura románica cisterciense”, en Yzquierdo Perrín, Ramón y Manso Porto, Carmen, Arte Medieval (II), Galicia. Arte, vol. XI, A Coruña, 1996, pp. 20-67.
Yzquierdo Perrín, Ramón, 1997, “Escenas de juglaría en el románico de Galicia”, en Leira López, José (dir.), O camiño inglés e as rutas atlánticas de peregrinación a Compostela. Aulas no Camiño: un estudio multidisciplinar da realidade galega que atravesan os Camiños de Santiago, A Coruña, pp. 67-102.
Yzquierdo Perrín, Ramón, “Reflexiones sobre el arte orensano del 1200”, en Ourense no obxectivo de Manuel Chamoso Lamas, Ourense, 1997, pp. 87-109.

No hay comentarios:

Publicar un comentario