viernes, 9 de junio de 2017

Capítulo 28 - Armada y Ejército romano


1.- INTRODUCCION HISTORICA.

Aun sin haber dado el paso trascendental de entrada en la Historia, el hombre inventó la vela para hacerse a la mar. Y así, a finales del Neolítico, encontró la forma de superar la impresionante barrera que el mar había supuesto hasta entonces.
El Mediterráneo como mar en torno al cual se desarrollaron las civilizaciones más antiguas sería testigo de los primeros ensayos de navegación de cabotaje, y con el inicio de las travesías, de la sensación de descubrir nuevos horizontes y otras gentes, con las que intercambiar no sólo materias sino ideas.
Además de la finalidad comercial que nunca desaparecería, con el tiempo la adopción de técnicas de navegación más avanzadas -la conjunción de velamen, quilla y timón- la experiencia de la exploración y el conocimiento de otras tierras darían lugar en el I milenio a.C. a migraciones masivas y traslados definitivos de población, quizás obligados por las circunstancias internas de su asentamiento originario y atraídos por los nuevos descubrimientos.
Migraciones que condujeron a fenicios de distintas ciudades-estado a abandonar la costa del Mediterráneo Oriental para asentarse y fundar distintos enclaves costeros en Occidente, Cartago y Lixus en el Norte de África, Gadir en la península Ibérica, Tharros en Cerdeña...
También los habitantes de algunas poleis griegas seguirían la ruta mediterránea, protagonizando primero el origen de factorías comerciales y después el fenómeno colonial de mayor envergadura en la antigüedad, con la fundación de colonias en los lugares de emplazamiento más estratégico de las costas mediterráneas.
La impronta de aquellos viajes, los avatares de la navegación y particularmente el nuevo hombre griego, que frente al circunscrito al tradicional y cerrado mar Egeo, demuestra una gran avidez de conocimientos, un ansia de contactos con pueblos y tierras desconocidas hasta entonces y el interés por el otro obtiene su reflejo más certero en la literatura clásica y el testimonio más lúcido en la Odisea.
Y el Mediterráneo se convertiría en escenario de conflictos entre aquellos y otros pueblos, pues a la posesión de enclaves costeros estratégicos pronto se sumaría el interés por el control de las rutas marítimas, cuya dominio suponía en definitiva la llave de acceso a determinados territorios. 
En este punto aparecerá la cultura que conseguirá que el Mediterráneo se convierta en un mar propio: Roma.
La civilización romana fue en sus inicios una cultura muy ligada a la tierra, a la agricultura, con un río al lado, el Tiber.
Paradójicamente, a pesar de la proximidad de Roma a la costa tirrena, su expansión en los siglos V-IV a.C. se circunscribió a los territorios de la Península Itálica, propiciando en cierto modo un tácito reparto de esferas que, a tenor de la presencia griega y cartaginesa en los asentamientos costeros del sur de la península y de Sicilia, dejaba la influencia sobre la zona marítima a las colonias griegas y particularmente a la cada vez más poderosa Cartago.
Sin embargo, el creciente ascenso de Roma y sus intereses sobre el sur de la península Itálica terminarían por quebrar la tradicional alianza con Cartago, iniciando una encarnizada rivalidad, que a la postre conllevaría la pérdida progresiva del dominio cartaginés sobre el Mediterráneo occidental y la propia destrucción de Cartago a manos de Roma.
El conflicto con Cartago y, en consecuencia, la necesidad de hacer frente a una potencia eminentemente marítima evidenció en principio las carencias del estado romano en el ámbito marino y propició como respuesta la entrada de Roma en el escenario marítimo del Mediterráneo.

Mapamundi del siglo I a.C.
Su integración en este escenario no sólo significaría con el tiempo el control del mar, sino la clave de acceso para lograr el dominio de los vastos territorios que conocemos como Imperio Romano.
En este sentido, desde la primera victoria naval en aguas de Mylae (Milazzo) en el año 260 a.C., la repercusión de determinadas intervenciones navales marcaría la expansión y consolidación del poderío romano en el Mediterráneo.
El triunfo en las islas Égadas (241 a.C.) supondría la evacuación cartaginesa de Sicilia y la posterior conquista romana de Córcega y Cerdeña, el desembarco en la costa tarraconense durante el 218 a.C. el inicio de la ocupación romana en la Península Ibérica y el arribo a costas norteafricanas en el 204 a.C. la derrota de Cartago en la Segunda guerra púnica.
En la zona oriental, a mediados del siglo III a.C. la intervención en la costa dálmata contra la piratería iliria aseguraría el tráfico marítimo en el Adriático, iniciando una etapa de arbitraje que, de modo previo a la conquista, llevaría a Roma a intervenir en los asuntos de los reinos helenísticos.
Sin embargo, sería la victoria naval en Actium, la que en el año 31 a.C. culmina frente a la alianza de Antonio y Cleopatra con el poder único de Octavio, abriéndole las puertas de Egipto. Los límites del Imperio quedaban prácticamente trazados. El Mare Nostrum era ya una realidad.

2.- MARCO GEOGRAFICO Y TECNICAS DE NAVEGACION.
La investigación de la navegación romana se encuentra con muchas dificultades, existen pocos pecios con el equipamiento de los barcos. Siendo así, la tradición etnográfica resulta un gran aliado en este sentido, resultando una fuente muy valiosa.
El estudio del paleoclima es muy importante, así como la arqueología experimental (reconstrucción de los barcos antiguos).
Se trata de la reconstrucción de las naves antiguas en base a la información recopilada en algunos yacimientos.
Sabemos que ya en la Prehistoria se navegaba. Las primeras formas de navegación empezaron en ríos y lagos al final del Paleolítico Inferior, sobre 400000 a.C. aproximadamente.
Con total seguridad en el Neolítico, se sabe por la distribución de la obsidiana y su comercio. Cada volcán tiene su propia obsidiana, luego es fácil seguir su periplo. La etnográfica también es importante para reconstruir naves del pasado.
Primero fueron las balsas, después embarcaciones hechas de pieles y maderas. 
Existen también medios muy simples, como pieles hinchadas de animales o las piraguas monóxilos, hechas de un solo tronco de árbol vaciado. Así mismo se han encontrado piraguas muy desarrolladas en la Suavia rumana. La experiencia de los navegantes nativos del Pacifico es muy importante, ya que realizaron rutas de entre 3000 y 4000 millas de longitud.
Tradicionalmente, la arqueología ha planteado sus estudios sobre el comercio antiguo partiendo de los hallazgos de cerámicas y otros objetos importados tanto en los asentamientos terrestres como en los pecios, prescindiendo de las condiciones reales del transporte marítimo. Son muy escasas las investigaciones relativas a instalaciones portuarias, y verdaderamente raros los trabajos centrados en el medio físico de la navegación de una determinada área en época clásica, atendiendo al contexto histórico, económico y tecnológico.
La suma importancia de los condicionantes naturales en la navegación antigua fue ya puesta de manifiesto en el capitulo correspondiente de la obra de Jean ROUGA (1966), en el que se recogían las grandes líneas sobre este tema, dejando claro que requiere un análisis mas detallado. 
No obstante, la bibliografía posterior se ha limitado, en general, a estos grandes rasgos y, en particular, a reflejar la dirección de las principales corrientes marítimas.
Tanto las corrientes como los vientos pueden considerarse factores estables, al  menos desde el Holoceno. No obstante debemos recordar que se siguieron produciendo oscilaciones climáticas que debieron de afectar en alguna medida a las condiciones de navegación (Pryor 1995) en el Mediterráneo. Hacia el 900 BC y hasta el c. 300 BC el clima se tornó más frío, a lo que siguió de nuevo una fase más calurosa que duró hasta el siglo cuarto de la Era.
El Mediterráneo es un mar único en el planeta, rodeado en su práctica totalidad por tres grandes masas continentales y subdivididas en pequeños mares separados por penínsulas y archipiélagos. Esta configuración determina en gran medida el funcionamiento del clima.
Cuatro factores determinan la climatología general del Mediterráneo: las masas de aire tropical continental formadas en el norte de África, las masas de aire polar continental procedentes de Rusia, las masas de aire atlánticas de origen subpolar y la alta temperatura de la superficie del mar, que origina una gran evaporación.
El anticiclón de las Azores se sitúa en verano al E del Mediterráneo Occidental, de forma que las borrascas originadas en el frente polar suelen seguir trayectorias muy septentrionales, afectando a lo sumo el golfo de León. En esta situación, se produce un régimen de tipo tropical caracterizado por la estabilidad atmosférica, con brisas de tierra nocturnas y brisas de mar diurnas que, en algunas zonas, pueden llegar a frecuencias del 80 al 90% de los días. Las brisas de mar pronunciadas aumentan bruscamente al aproximarse el verano y su fuerza se incrementa cuando coinciden con corrientes generales, con costas montañosas y en contacto con corrientes marinas frías y con llanuras que penetran en el mar.
El invierno es la temporada del mal tiempo, con temporales peligrosos que suelen ser de levante o de norte. Entre ambas estaciones, se dan dos fases de transición muy inestables: en primavera se producen contactos súbitos entre masas de aire frías y cálidas, mientras que en otoño el aire superficial húmedo y caliente asciende hasta entrar en contacto con capas frías formando tempestades muy peligrosas.
Los antiguos, que conocían bien el comportamiento climático estacional de este mar, a efectos de navegación, dividían el año entre una época apropiada, el mare apertum, inaugurado con la ceremonia del Navigium Isidis descrita en "La Metamorfosis" de Apuleyo, y el mare clausum, época en la que la navegación no estaba prohibida pero se intentaba evitar a menos que fuese imprescindible.
El Mediterráneo, como es sabido, tiene una circulación general de sus aguas que sigue siempre el sentido contrario de las agujas de un reloj. Este sistema de movimiento general de las aguas viene originado por el desequilibrio existente entre el deficitario aporte fluvial y la pérdida originada por la evaporación. Ello provoca una entrada constante de agua desde el Atlántico a través del Estrecho de Gibraltar, que origina una corriente sur, paralela a la costa africana, la cual llega hasta Port Said, para girar hacia el Norte paralela a la costa Palestina y después sigue rumbo Oeste por el Sur de la costa Anatólica. En el Egeo toma de nuevo dirección Norte, donde entra en contacto con la que sale por los Dardanelos, procedente del Mar Negro en dirección Sur, mezcladas, se dirigen al Oeste a lo largo de la costa Norte de Creta. Al llegar al Sur de Italia toma dirección NW y finalmente SW en las costas francesas y española levantina, para, pegada a la costa Sur de Andalucía, salir de nuevo por el Estrecho. 
Principales corrientes en el Mediterráneo Occidental.

Este sentido general de la corriente tiene después multitud de variantes a escala regional debida, sobre todo, a la recortada costa norte del Mediterráneo, la barrera italo-siciliota y la multitud de islas que jalonan sus aguas.
El segundo condicionante natural para la navegación son los vientos. Su régimen viene impuesto por la circulación general atmosférica en torno al globo y, por lo tanto, es también un factor estable, al menos, desde los cambios climáticos que dieron lugar y caracterizan al Holoceno. 
Durante el verano el Mediterráneo Occidental acusa vientos suaves del NO, lo que dificulta la navegación hacia el Estrecho en las proximidades de la costa africana. Sin embargo, en los viajes desde Oriente se facilita la navegación eligiendo una derrota más septentrional, que desde Sicilia se dirija a Cerdeña y las Baleares hasta ganar la costa de la Península Ibérica. 
La iconografía, la arqueología y las fuentes literarias han demostrado que las navegaciones en la antigüedad no eran exclusivamente dependientes de la visión costera para realizar con éxito largas travesías. Al control de la ruta contribuía igualmente el cómputo correcto del tiempo de las singladuras y el dominio de la orientación mediante la observación astral y otras señales indiciarias que después señalaremos. No obstante, en la navegación regional, con singladuras relativamente cortas, el correcto conocimiento de las referencias costeras juega un papel muy importante en la orientación. Seguramente la fundación de santuarios costeros en lugares referenciales para el marino pudo tener, entre otros fines, la de constituir marcadores relevantes de rutas. Algunas fuentes literarias son significativas en este sentido. Además de esta función, muchos santuarios debieron constituir verdaderos depósitos de información trasmitida por los marinos a su regreso.
Un instrumento tan modesto como el escandallo tenía un papel importante para el reconocimiento de la costa en los momentos de escasa visibilidad o de fondeo  nocturno. Además de medir la profundidad, la configuración cóncava de su base, a la que se le añadía resina o betún, permitía conocer la naturaleza de los fondos marinos, e, incluso, mediante el sabor y olor de los distintos fangos adheridos al sacarlo, distinguir los fangos próximos a los estuarios de grandes ríos como el Po, Ródano o el Ebro.

La documentación más antigua, tanto literaria, como iconográfica, sobre la orientación de los marinos nos remite reiteradamente al vuelo de las de aves. En realidad, más que un sistema de validez universal para orientarse con respecto a los puntos cardinales, la práctica de soltar aves desde los navíos permitía conocer la dirección en la que se localizaba la costa más cercana. 
A comienzos del primer milenio a.C. se generaliza en el Mediterráneo oriental la navegación con orientación astronómica. Sus inicios son difíciles de fijar, sin embargo, los propios griegos atribuían la innovación de la orientación astronómica a los fenicios y así la estrella polar era conocida entre los helenos como phoeniké (Dusaud 1936), lo que parece poner de manifiesto que estos desarrollaron con anterioridad a los griegos una orientación astronómica, tal vez con conocimientos adquiridos en sus contactos con los egipcios del tercer milenio y, desde luego, con Mesopotamia.
Aunque la utilización de las aves como sistema de orientación persistió, los viajes de los fenicios y griegos a Occidente se inscriben ya en un dominio claro de la orientación astronómica; y los romanos como herederos de su tradición naval la siguieron. Ésta posibilitaba trazar los grandes derroteros, pero en las navegaciones locales y regionales los sistemas de orientación a partir del reconocimiento de las referencias costeras no perdieron nunca vigencia.
No obstante la importancia que las aves habían tenido en la ayuda a la orientación de los marinos debió de contribuir a que su recuerdo quedase fosilizado en los mitos y atributos de determinados personajes divinos protectores de la navegación y del timonel. Buena prueba de ello es que la epifanía de estos poderes serán las alas de paloma, ojos de lechuza, etc., y la manera de indicar la mejor ruta al timonel o al patrón es siempre mediante el vuelo. Plinio el Viejo (NH, VI, 83) nos indica que los navegantes llevan pájaros abordo, para soltarlos de vez en cuando y conocer la dirección de tierra.
Los estudiosos de la navegación antigua en el Mediterráneo admiten de forma generalmente unánime que no todo el año era apto para la navegación de altura. Las indicaciones más precisas sobre la estación navegable proceden de Hesíodo (619-694) que nos señala el otoño/ invierno como mala época para la navegación, sobre la primavera hace unas advertencias de índole general, y sólo el verano lo señala como la época del año idónea para la navegación y, en concreto, reduce la temporada óptima a los 50 días que preceden a la caída de las Pléyades, es decir desde fines de julio a mediados de septiembre. Otros investigadores, aún partiendo de las indicaciones de Hesíodo, estiman que la temporada real debía alargarse algo más, entre la primavera y el otoño, es decir entre abril y octubre.
Los viajes que implicaban un largo periplo con frecuencia incluían la invernada en alguna escala del trayecto. El regreso no podía reemprenderse de inmediato, ya que la descarga de las naves, repostar víveres y volverlas a cargar, repararlas, además de las actividades lógicas de relación comercial, diplomáticas, etc., suponen bastantes días de estancia en el puerto de destino, por consiguiente, el viaje de regreso debía de planificarse para la siguiente temporada de navegación.
De todo ello debemos deducir que las largas travesías ultramarinas, con grandes mercantes que debían navegar por alta mar, no se planificaban fuera de los meses más seguros. Sólo durante el duro invierno, por el frío y la mayor duración de las noches y la intensificación de los temporales, el mar debía ser muy poco frecuentado, salvo para cortos trayectos de cabotaje. Sin embargo, la navegación de ámbito regional y local tenía periodos de actividad bastante más flexibles.
Sobre la base de las antiguas fuentes escritas y con relación a los antiguos puertos y asentamientos, es posible argüir los diferentes sistemas de navegación en uso en época romana. Se pueden reconocer, pues, tres tipos fundamentales:
Navegación de cabotaje: Cada noche se fondea, con navegación a la vista de las costas y entre núcleos habitados próximos.
Navegación de gran cabotaje: Como el anterior, pero sin “etapas”.
Navegación de altura: De largo recorrido, se enfrentaba con amplios trechos de mar abierto, lejos de las costas y se dirigía hacia lugares a menudo muy distantes del puerto de partida. Por lo que atañe a la navegación de pequeño cabotaje, ésta se efectuaba preferentemente durante el día, en la proximidad de las costas y, por lo tanto, navegando a la vista, para unir los centros costeros separados entre sí no más de 25-30 millas náuticas. A este fin, junto a los barcos mercantiles de mayor tamaño, se utilizaban también embarcaciones de menor tonelaje, con relación al espejo de mar que había que atravesar y a la posible carga que había que transportar. Por otra parte, la navegación de largo recorrido tenía lugar especialmente en mar abierto, a una mayor distancia de las costas, pero probablemente siempre a la vista de la tierra, durante la noche. Cuando el trayecto no permitía paradas a la navegación, la nave se orientaba por la constelación de la Osa Mayor, conocida en el mundo antiguo con el nombre de Estrella Fenicia. En todo caso, cuando era posible y en estrecha dependencia de las condiciones atmosféricas, también la navegación de largo recorrido tenía que aprovechar las escalas temporales, necesarias para el aprovisionamiento de los géneros alimenticios y para posibles reparaciones del mismo barco. En las paradas nocturnas y caso del mal tiempo o de viento contrario, se escogían espejos de agua respaldados por promontorios o islas, mientras que, en lo tocante a las embarcaciones menores, éstas se llevaban a tierra fácilmente, cada vez que se presentaba la necesidad de hacerlo. Si se observa con atención un mapa geográfico del Mediterráneo, se puede constatar fácilmente que los trechos de mar en los que se tenía que navegar necesariamente, sin puntos de referencia en la costa, son muy raros en realidad. Pues, si se tiene presente que la velocidad de la flota comercial giraba en torno a los 2-3 nudos, se deduce que en un día se podían recorrer más de 50 millas marinas, que permitían llegar, salvo en algunas travesías de especial longitud, a la vista de las costas. Los trayectos más largos, que suponían navegar sin puntos de referencia en la costa, eran las travesías del canal de Cerdeña, desde las costas africanas a las de la isla, o la travesía del mar de las Baleares, desde las costas africanas a las islas Baleares, o de éstas a las costas occidentales de Cerdeña. Las restantes rutas que los fenicios solían recorrer podían hacerse costeando la tierra, como debía suceder durante las largas travesías de Oriente a Occidente y viceversa. Por lo que se refiere a la velocidad máxima del recorrido de un trecho de mar del que se tenía conocimiento cierto, el historiador Polibio nos transmite la noticia de cómo un capitán cartaginés, llamado Aníbal el Rodense, consiguió efectuar con un barco de guerra el trayecto entre Cartago y el cabo Lilibeo hasta la actual Marsala, equivalente a 125 millas marinas, en 24 horas con una media de más de 5 nudos por hora. La navegación comercial tenía lugar casi exclusivamente entre los meses de marzo y octubre, es decir, durante la temporada más benigna del año, y empezaba con especiales ceremonias, con la intención de propiciar los tráficos marítimos. La falta de vientos constantes, como los alisios en la cuenca del Mediterráneo, constituyó seguramente un problema no leve para los largos trayectos, con relación al tipo de velamen en uso en aquella época.
Sin embargo, la inconstancia de los vientos mediterráneos y su orientación tan variable, aunque a veces impusieron paradas de varios días de duración, también permitieron que el tráfico comercial se desarrollara en todas direcciones, sin necesidad de que hubiera temporadas de espera o de que se dieran giros acaso viciosos o excesivamente largos. La navegación de las embarcaciones de guerra, por el contrario, tenía lugar durante todo el año, por la necesidad de patrullar las costas y para la posible represión de la piratería; o bien, en el caso de acontecimientos bélicos en curso, para las oportunas operaciones militares. Estas eventualidades, condicionadas por la intemperie, fueron muchas veces fatales si se considera que, por ejemplo, durante el desenvolvimiento de la primera guerra púnica entre Cartago y Roma, las pérdidas de la flota comercial -incluyendo barcos para el transporte de las tropas y de los aprovisionamientos, y los barcos de línea- causadas por las tempestades y por los consiguientes naufragios atribuibles a los cartagineses, sumaron cerca de 700 unidades; mientras que las pérdidas de las flotas romanas superaron incluso el millar.


3.- TECNOLOGIA NAVAL ROMANA.
Básicamente se puede afirmar que la tradición de construcción naval romana es heredera de la de otras culturas mediterráneas tales como la fenicia, griega o cartaginesa. En muchos casos los diseños de sus buques consistió en la mejora de las naves de las mencionadas culturas, añadiéndose los avances tecnológicos que se iban descubriendo.
Con algunas excepciones, es sabido que las naves romanas raramente sobrepasaban una eslora de cuarenta metros, dimensiones que parecen haber sido relativamente habituales en las grandes líneas de abastecimiento de la capital del Imperio. Estas líneas, dedicadas al transporte de aceite bético y de grano egipcio y africano, eran fuertemente dependientes de la estructura estatal y los barcos que las transitaban parecen ser excepcionalmente grandes en comparación con las dimensiones de los pecios mejor conocidos.
En la Península Ibérica existen algunos pecios destacables de los que podemos extraer algunas conclusiones. Los pecios tarraconenses de los que conocemos las dimensiones son sólo seis, de los que el menor era el de Culip IV (9,5 m. de eslora) y el mayor el Cabrera 3 (35 m. de eslora). En general, parecen dominar las naves medianas o pequeñas, con una media de 16,9 metros de eslora. 
Sin duda existieron naves mayores que comerciaban con los puertos tarraconenses, como lo testifican los hallazgos de grandes cepos de plomo, pero su importancia parece haber sido escasa dado que la inmensa mayoría de los pecios conocidos parecen corresponder a embarcaciones menores.
Entre las naves con cargamento romano halladas fuera de Hispania, la media es de 19 metros. La escasa diferencia respecto a los pecios locales, permite afirmar que las naves que se dedicaban al comercio transmarítimo no eran mucho mayores que las de cabotaje.
Las naves construidas en la Hispania Citerior podrían haber tenido también una característica técnica propia. Los tres únicos pecios romanos construidos con las tracas de aparadura completamente horizontales, están asociados a cargamentos tarraconenses. Estos, comparados con otros barcos del mismo periodo, tenían la ventaja de navegar con menor calado y mayor facilidad en aguas poco profundas, pero esta disminución de calado tenía que disminuir la estabilidad respecto a los embates laterales del viento y el oleaje, dificultando o imposibilitando la navegación del través y de bolina.
Si a esta predisposición técnica sumamos el efecto de los aparejos de navegación antiguos, las naves tarraconenses tenían que navegar habitualmente con vientos largos, de popa o por la aleta.
Así, aunque se ha demostrado que en época romana existían embarcaciones capaces de navegar de bolina para remontar el viento, no podemos olvidar que el uso exclusivo de las velas cuadras hacia casi imposible esta maniobra en las naves de un solo mástil. El resto de embarcaciones, de mayores dimensiones y con dos o tres palos, tuvo que tender a evitar la navegación del través o con vientos en contra por motivos de velocidad y seguridad. Todavía en el siglo pasado los derroteros advierten a los mercantes con velas cuadras para que eviten este tipo de situaciones. El mosaico de las termas de Themetra representa una nave romana navegando en estas condiciones, pero se trata de la única excepción de un vasto repertorio iconográfico.
También resultan muy interesantes los hallazgos encontrados en las cercanías de Roma en el que fue el puerto de la ciudad Portus Claudius a partir de 1957.
Los buques exhibidos actualmente en el museo de las naves romanas salieron a luz durante la construcción “L. del aeropuerto internacional de Da Vinci” de Fiumicino. Fueron excavados y recuperados bajo dirección entonces del inspector de la superintendencia arqueológica de Roma, Dott.ssa V. Santa María Scrinari. Las ruinas fueron encontradas en el linde del muelle derecho del puerto de Claudio en un área marginal del muelle que era particularmente susceptible al abandono.
Podemos presumir que en épocas antiguas debe haber habido un “cementerio o varadero” donde los barcos y las naves demasiado viejas, y en condiciones demasiado pobres de servicio, fueron abandonados.
En la mayoría de casos, es la parte inferior del casco la que sobrevivió, debido a que se hundieron y sellaron posteriormente debajo de los depósitos de limo del puerto. En varios puntos las porciones sumergidas, no todavía cubiertas por la arena y la cal, fueron atacadas por organismos que agujereaban la madera. Además, el aspecto ennegrecido de los cascos es un resultado de los procesos de la carbonización o de la reducción activados por los microorganismos que viven dentro de las capas de la sedimentación.
El descubrimiento del primer pecio, Fiumicino 2 (Oneraria Maggiore 11), fue en 1958. En el año siguiente las excavaciones trajeron a la luz Fiumicino I (Oneraria Maggiore 1), Fiumicino 3 (Oneraria Minore 1) y Fiumicino 5 (el barco del pescador), además de dos fragmentos de los lados del casco que sin embargo estaban sin relación con los otros cascos. El casco pesado, Fiumicino 4 (Oneraria Minore 11), fue descubierto en 1965. Al principio las estructuras de la madera, dejadas expuestas a la degradación significativa al aire libre, se deterioraron; por lo tanto para reducir estos procesos fueron cubiertos con las esteras, la arena y la lona. Una zanja anular fue excavada posteriormente alrededor del perímetro de cada casco y, radialmente a esto, pasos transversales debajo de cada quilla. De este modo era posible construir una comba de la madera con la cual apoyar los lados del casco y recuperar los restos en su totalidad. Transportados al interior del museo en construcción, el Istituto Centrale del Restauro (el instituto central de la conservación) en Roma aseguró las medidas necesarias de la conservación, utilizando una mezcla de resinas. Finalmente, para la exhibición definitiva de los cascos en marcos de acero de soporte, el museo fue abierto en el público el 10 de noviembre de 1979.
La excepcional colección de restos preservados en el museo de Fiumicino no sólo enriquece nuestro conocimiento de la variada tecnología naval utilizada en el período imperial, si no que también permite que admiremos las metodologías de la construcción empleadas por los astilleros antiguos. La secuencia antigua de la construcción naval era totalmente diferente del proceso actual considerado en la región mediterránea, que consiste en la construcción de un esqueleto interno (marcos) a lo largo de una quilla, que se cubre posteriormente con una superficie de tablas de madera. Durante la época de Greco-Romana, en lugar de esto, la estructura externa de tablones era construida directamente después de poner la quilla. El esqueleto interno fue insertado más adelante, como función de ayuda interna a la construcción. La carpintería entre el tablaje consistió en las espigas, lengüetas finas de madera dura, insertadas en los surcos, cortados dentro del grueso del tablón.
Las espigas eran entonces trabadas con los clavos o las cabillas. De esta manera, el tablaje autosuficiente podía mantener la forma deseada y adquirió una solidez excepcional. Los cinco barcos de Fiumicino fueron construidos según los principios de esta construcción, un sistema que se representa bien en el casco de Fiumicino 4. Por otra parte Fiumicino 1 y 2, documentan el uso de metodologías constructivas distintivas.
Entre las características más significativas dignas de mención, además del uso masivo de los clavos del hierro para unir el tablaje con el marco esquelético, destacamos el uso de pernos de ensamblar en varias maderas del fondo del buque a la quilla, y la separación considerable entre las espigas, o aún la ausencia real de cualquier carpintería del tablón en todos. Estas características indican, entre otras cosas, la última fecha de los recipientes (cuarto-quinto siglos d.C.). Las características de la forma y de la construcción reflejan las funciones diversas de las naves de Fiumicino. El perfil angular y elegante del casco de Fiumicino 4 lo hizo conveniente para la navegación costera de pequeño y de mediano alcance en el mar, dado sus dimensiones modestas (cerca de 15 m. de longitud). El paso del mástil para asentarlo en la quilla demuestra que los barcos habían sido dotados con una sola vela cuadrada. Una bomba para quitar el agua de la sentina está situada en un zócalo dentro de las muletas que flanquean el paso del mástil. Los servicios internos del tablaje para consolidar la estructura longitudinalmente y para proteger el casco contra la carga, integrado típicamente por ánforas de terracota. Fiumicino 5, es un hallazgo único de su clase para el período romano del segundo siglo d.C., es un barco de pesca pequeño que ofrece un compartimiento central dentro de el cual almacenar y mantener las capturas recientemente pescadas vivas, con agua de mar, cosa que se podría hacer inundando la cavidad a través de los agujeros tapados a lo largo del tablaje inferior del casco. Fiumicino 1, 2 y 3, comparten características de construcción similares, los cascos anchos y algo planos, característica que indica que fueron utilizados para el transporte por el río. Deben haber sido remolcados por animales a lo largo de la orilla derecha del río según un sistema de la propulsión conocido como “seguida”, que aún funcionaba a lo largo del río de Tiber en el siglo XIX. Su forma original puede ser apreciada examinando las numerosas representaciones en mosaicos, bajorrelieves y frescos existentes.


4.- EL COMERCIO EN EL MARE NOSTRUM.
Por activo que haya sido el tráfico en los primeros siglos de la era cristiana en las vías terrestres y en varias de las vías fluviales del imperio, sobre todo fue a través del mar como las diversas regiones del mundo romano cambiaron sus productos, sus objetos fabricados, sus mercancías de todas clases. Por mar, los caminos no están trazados con la precisión y la fijeza material de las rutas terrestres y de las vías fluviales. Al menos se conocen con certeza los extremos que son los grandes puertos comerciales. Por otra parte, hay en el trayecto seguido por las naves algunos puntos, determinados por la misma naturaleza, y por los cuales les es imposible no pasar: tales son los Bósforos y el Helesponto, el estrecho de Mesina. 
Las grandes direcciones del comercio marítimo en el mediterráneo han sido, durante el imperio romano, del este al oeste y recíprocamente, y desde los diversos puntos de la periferia hacia el centro, es decir, hacia los principales puertos de la península itálica. En oriente, las cabezas de línea más importantes de la navegación comercial eran, de norte a sur. En el litoral del África del norte, el gran comercio estaba concentrado en los puertos de Tripolitania, sobre todo en Leptis magna, en donde desembocaban las principales rutas de las caravanas que atravesaban el Sahara, y en Cartago, reconstruido por cesar y por augusto. En la Europa occidental, Gades en España, Narbona y Arles en la Galia mantenían relaciones regulares y frecuentes ya con el oriente, ya con Italia. En el fondo Adriático, Aquilea había adquirido gran importancia comercial desde que roma había llegado a ser dueña de los países danubianos.

Principales rutas comerciales marítimas en el Mediterráneo.

En el centro del mediterráneo, además de Corinto, que había visto renacer su actividad  marítima y comercial después que los grandes fundadores del imperio, rompiendo con la política estéril del senado republicano, le habían devuelto la vida, los grandes puertos comerciales eran Puteoli y Ostia, a las cuales de los puntos del horizonte mediterráneo, iban a atracar los pesados navíos cargados con los productos y las mercancías de todas clases destinadas a la capital del mundo y a Italia. Pero posteriormente el puerto de ostia prospero mas, gracias a los arreglos que sufrió, y alcanzo un vuelo maravilloso en los siglos II y III, por ultimo el puerto de la misma roma, el Emporium, situado en la orilla izquierda el río, no lejos de las ultimas pendientes del Aventino, recibía directamente una gran parte de los cargamentos traídos de las diversas regiones del imperio y que en Ostia habían sido transbordados de las naves de gran tonelaje a chalanas que podían remontar el río.

Ruta fluvial desde el puerto de Ostia a Roma.
Pero el mediterráneo no era el único dominio marítimo que ocupo entonces un lugar en la economía del mundo romano. Esa economía desbordada por el oeste y por el noroeste sobre el Atlántico y los mares del norte europeo; por el sudeste, sobre el océano índico. En una y otra dirección, la actividad comercial fue muy amplia.
En el Atlántico, Gades en España, Burdeos y Bologne en la Galia eran puertos activos.
Burdeos estaba en relaciones comerciales con las costas occidentales de España y con la Britania. En cuanto a Bolougne, cuyo puerto estaba alumbrado por un faro instalado a la altura de 200 pies, en sus muelles se amontonaban las mercancías procedentes de la isla de Britania o destinada a ella. 
En el otro extremo del mundo antiguo, los puertos de las costas oriental de Egipto, Myos Hormos y Berenice, servían de cabeza de línea de las naves que, regularmente, desde el descubrimiento de los monzones de Hippalos, hacia el comercio con las indias; otras naves se conformaban con llegar a las costas meridionales de la península arábica, donde algunas plazas se dedicaban al transito de mercancías llegadas de la india y del extremo oriente; otras mas se dirigían hacia el sur siguiendo las orillas del África central, y, haciendo escala en Aduli, el puerto de los Auxamitas, en la bahía de Massaua, doblaban el promontorio de los aromos y se adelantaban hasta los parajes del ecuador.
Desde de los Myos, hornos y desde Berenice dos rutas terrestres unían al mar rojo con Copos; junto al Nilo, por estas rutas, la mayor parte de los cargamentos llegaban al puerto de Alejandría para de allí esparcirse por todo el mediterráneo; el canal que unía el fondo del golfo arábigo con el Nilo no parece haber desempeñado durante el imperio romano mas que un papel secundario.
Rutas terrestres, vías fluviales, grandes líneas de navegación en el mediterráneo y fuera de ella, constituían, a favor de una economía comercial del mundo antiguo durante el imperio romano, una red muy bien coordinada de comunicaciones regulares y fáciles. 
En todos esos caminos la circulación no era completamente libre. Las mercancías, transportadas a través del imperio, tenían que pagar múltiples derechos cuyo conjunto formaba lo que se llamaba el portorium. El portorium consiste a tres clases de impuestos o de tasas conocidos por los modernos; la aduana, el arbitrio, el peaje: los romanos no diferenciaban estas tasas. El conjunto del mundo romano estaba dividido, desde el punto de vista de las aduanas, en diez circunscripciones además de Italia. Las diversas tasas, percibidas a lo largo del recorrido que seguían las mercancías, aumentaban considerablemente el precio de estas. La percepción del portorium ven sus múltiples formas tenia una gran importancia para las finanzas del estado.
Principales rutas comerciales durante el Alto Imperio Romano.

5.- LA GUERRA EN EL MAR.
No se poseen textos de historiadores o pensadores de la Antigüedad latina o griega que hayan tratado este asunto. En Grecia, la marina ocupó una gran parte de las preocupaciones de los políticos, sobretodo después de la batalla de Salamina, pero dieron lugar a declaraciones de política naval sin referencias subyacentes a un pensamiento estratégico más afinado. Por otra parte, en Roma, para el ciudadano medio, la marina jugaba un papel secundario y quedaba menospreciada con respecto al glorioso servicio de las legiones. Por el contrario, los que tuvieron a cargo el destino de Roma, tanto durante la República como durante el Imperio, comprendieron la importancia de la marina y el primer Augusto tuvo la intuición de una estrategia naval a gran escala, a nivel Imperial.
El capítulo de la historia de Roma concerniente a la marina, tanto Republicana como Imperial, ha sido tratado con descuido por los historiadores de la antigüedad y sólo nos han quedado indicios imperfectos. El único autor que nos puede aclarar sobre el pensamiento naval romano del período republicano es Polibio (200-125a.C.). Desgraciadamente, la parte de su obra que trata de la superioridad marítima, está perdida. En cuanto a Tito Livio (64 a.C.- 17 d.C.), su historia no aporta más que reseñas. Del mismo modo, los autores de la época imperial no están casi interesados en la creación de las flotas de Misena y Ravenna y, curiosamente, el mismo Augusto no dice nada en la inscripción de Ancira, considerada como su testamento. Dion Cassius (II/III siglos d.C.), tampoco dice más. Estrabón (63 a.C. - 19 d.C.) forjó el concepto de talasocracia, que más tarde tendría gran fama, pero la pérdida de sus escritos impide apreciar la importancia de lo que estamos tratando.  
En cuanto a Suetonio (69-122 d.C.), informa que los romanos, con sus tenaces prejuicios contra la marina, han estimado que la existencia de esas flotas era para ellos un hecho desdeñable

La Marina Romana durante la República.
Los historiadores modernos están divididos en sus opiniones sobre este asunto y la mayoría de ellos responderá sin duda, negativamente. Sin embargo, se puede estimar que si los romanos no tuvieron un pensamiento naval estructurado y específico, por lo menos tuvieron que por la fuerza de las cosas, dar, importancia a la marina de guerra, teniendo geográficamente cercanos a pueblos como los etruscos o los griegos de Siracusa. ¿Acaso los primeros no tuvieron una holgada victoria sobre los focios entre 540-535 antes de nuestra era y los segundos la victoria de Himera sobre los púnicos en el 480,el año de Salamina. Jacques Heurgon hace notar que "se deja entrever en particular que Roma, antes de dotar a Ostia de un puerto adecuado, utiliza la flota de Caeré para los fines de su política marítima naciente". Al mismo tiempo, los romanos no desconocían la actividad de las marinas mercantes de las ciudades griegas de Campania y de la Gran Grecia, Nápoles y Tarento, así como también sabían de los éxitos de las Escuadras siracusanas contra los púnicos.
El suceso más antiguo de la historia de la marina romana se remonta al 394, año en el cual una nave romana que se dirigía a Delfos en una embajada religiosa, fue capturada por dos navíos de las islas de Lípari y conducida a puerto; las gentes de Lípari habían confundido a ese barco con un barco pirata etrusco. Después de las averiguaciones, los romanos pudieron continuar su viaje hasta Delfos escoltados por las naves de guerra de las Islas y regresar en seguida a Roma.
Está establecido que al comienzo del siglo IV, en una fecha indeterminada, Roma intenta una colonización en ultramar. Los textos dan a entender que Roma "maniobra en conjunto con Pyrgi, el puerto de Caeré o bien, utilizando sus propias Flotas".
En el año 349, piratas griegos atacaron la costa del Lacio. Roma, que no debía poseer fuerzas navales en esa época, se contenta con enviar tropas que se oponen con éxito al desembarco; los griegos, faltos de víveres y sobre todo de agua, abandonan las operaciones.
Pero es el ejemplo de la toma de Antium (hoy día, puerto de Anzio) al sur de Roma en el año 348, el más típico. Antium era un reparo de piratas etruscos que los romanos debían reducir por una acción naval, pero fueron los legionarios los que se apoderaron de la flota de Antium. 
A pesar de eso, Roma aparecía como una pequeña potencia marítima naciente: la renovación de la alianza cartaginesa en el año 348, el enrolamiento de los piratas de Anzio, la fundación de una colonia en Ostia, en la desembocadura del Tíber (Ostium Tiberis), donde se construirá un puerto en el año 335, la ocupación militar de la isla de Ponza y de la costa de Campania, muestran que el destino de Roma se jugará en adelante más por mar que por tierra.
A partir del 311, Roma nombra cada año dos magistrados encargados de la marina (duoviri navales) que estarán a la cabeza de diez naves de guerra cada uno para luchar contra la piratería tirrena. Esas Escuadras no tuvieron mucho éxito: una de ellas intenta un desembarco contra Nuceria, cerca de Nápoles, pero encalló en la costa. A pesar de ello, la ciudad fue tomada por tropas de tierra; en el conflicto entre Roma y Tarento, una de esas Escuadras fue severamente dañada por fuerzas navales adversarias en el año 282.
Los tipos de navíos de guerra empleados por los romanos en sus Escuadras comandadas por los Duoviri Navales nos son desconocidos; se puede suponer razonablemente que se trataba de trirremos (tres niveles de remos) y de penteconteras (navíos de cincuenta remeros).Así, se sabe que en el año 264, al comienzo de la primera guerra púnica, Roma no tenía una marina y debió recurrir a sus asociados(socii navales), a las ciudades de la Gran Grecia y de la Campania, Tarento, Locres, Velia, Nápoles, para tener a su disposición las naves que le permitirán a sus tropas cruzar el estrecho de Messina.
En definitiva, en los años precedentes a la primera guerra púnica, Roma sólo poseía una débil marina militar y sólo una pequeña experiencia marítima, ocupada más que nada en la conquista de la península, conquista en la cual tuvo mejor éxito con su espíritu "terrestre".
J.H.Thiel ha estudiado de una manera profunda las primeras acciones marítimas de los romanos, juzgándolos con mucha severidad y sobre todo sin matices cuando dice que los romanos eran "verdaderos terrestres" y "marinos de agua dulce". Hasta la primera guerra púnica y aún después, fueron marinos torpes y tácticos mediocres a pesar de sus victorias conseguidas gracias a la disciplina más que al conocimiento íntimo del mar o a su sentido táctico.
El carácter general de la historia romana durante este período (primera guerra púnica) no deja mucho lugar a las acciones navales, no es esta la historia de una potencia naval, sino de una potencia continental característica, la de un pueblo de agricultores que ha conquistado, paciente y obstinadamente, toda la Italia desde el interior, sin que aparezca una sola vez la Marina de Guerra en el tablero.
Según Jean Rouge, esta concepción "terrestre" del poder marítimo ha llevado a los romanos, que visiblemente no aprendieron verdaderamente de la experiencia de los marinos de la Gran Grecia, a defender su territorio costero por la acción terrestre de las tropas legionarias o por "intermedio de las colonias marítimas situadas en posiciones estratégicas".
Jacques Heurgon hace notar que los intereses navales de Roma se intensifican alrededor de los años 306-302 "por numerosos hechos diplomáticos importantes: es por esa época que Polibio hace remontarla amistad entre Roma y Rodas, el tercer tratado acordado con Cartago en el 306 que definía las zonas de exclusión respectivas: Roma fuera de Sicilia y Cartago fuera de Italia, y el acuerdo acordado en el 302 entre Roma y Tarento, donde Roma se comprometía a no traspasar el cabo Lacinio por el norte.
La victoria de Roma sobre Pirro en el 275 y su alianza con Tarento en el 272, que fue, junto con Nápoles, obligaba a proveer las naves en tiempo de guerra, hicieron de Roma una potencia mediterránea. Se creó en el 267 el cargo de Quaestores classici, los que no estaban encargados de comandar una flota aún inexistente, sino, más bien, a controlar la movilización de las Escuadras de las ciudades aliadas de Roma, los socii navales. Se sabe, de acuerdo a Polibio, cómo los romanos construyeron una flota de 100 quinquerremos y 20 trirremos, tomando como modelo para los primeros, un quinquerremo púnico encallado y caído en sus manos. Polibio  nos presenta la captura de esta nave cono el suceso que determina a los romanos a combatir por mar a los púnicos.
Si este incidente no se hubiera producido, está claro que, con sólo su inexperiencia, los romanos jamás hubiesen podido realizar sus diseños. 
A los ojos de ciertos historiadores modernos, como Gilbert Charles-Picard, este suceso de la captura de la nave púnica le parece sospechoso, una "historieta"; cualquiera que sea la génesis de la flota romana, la decisión de construirla denota, de parte de los romanos, una firme resolución de combatir a los púnicos en su propio terreno con sus propias armas: el quinquerremo, en el uso del cual son maestros. Eso no es el fruto de un pensamiento naval, sino una forma de estrategia primaria pero eficaz que no tiene el menor elemento constitutivo de esa forma de pensamiento.
Por otro lado, el método elegido para el comando romano para el entrenamiento de los equipos que manejarán el quinquerremo, muestra una sistematización digna de los marinos "materialistas" del siglo XX. 

Reconstrucción de la ciudad de Cartago y sus puertos.

Quinquerreme armada de “corvus”
Como lo recalca Jean Rouge "es evidente que el escrito de Polibio glorificando la determinación y el espíritu de iniciativa de Roma, debe ser considerado como algo adornado, pues para sus tripulaciones Roma disponía de sus socii navales, sus aliados marítimos.
La idea que resulta de los estudios de los historiadores contemporáneos es que los ensayos iniciales de la actividad naval de los romanos no deben ser ni exagerados ni minimizados y hay que estar de acuerdo con Polibio en sus escritos.
Cartago, enfrentada al pequeño poderío continental romano, ejerce su hegemonía entre las Sirtes y Gibraltar, se instalan en Sicilia y en Cerdeña, explota los minerales del sur de España. 
Cartago es una ciudad de comerciantes y, sobre todo, de navegantes de los mares. Su flota de guerra es poderosa y combativa. Cartago será el enemigo principal de Roma y el obstáculo mayor al imperialismo romano entre el siglo III y mediados del siglo II.

LA FLOTA CARTAGINESA
No se sabe a ciencia cierta el numero de efectivos con que contaba la flota cartaginesa al comenzar la guerra, si sabemos exactamente la flota destinada a proteger Hispania, 60 navíos, de los cuales, listos para entrar en combate unos 40. En África los efectivos variaron como es normal durante todo el conflicto, la mayor cifra alcanzada fue de unos 130 barcos de guerra durante la campaña de Sicilia. 
Estrategia naval como tal no existía o al menos no la conocemos, mas alla de las operaciones puntuales y del hecho de que los púnicos, casi por sistema, no se enfrentaban a los romanos en el mar. No obstante, la operatividad de la flota cartaginesa estuvo a muy buen nivel, aprovechando siempre la incapacidad de los romanos para guarnecer correctamente todas las costas bajo su control realizaron grandes hazañas, como el envió de grandes refuerzos terrestres al sur de Italia o la de bloquear el puerto de Tarentum e incluso intervenir en Grecia en apoyo de Filipo V. En Hispania los desastres se sucedieron y tan solo consiguió levantar cabeza la flota cartaginesa cuando los romanos retiraron a Escipión gran parte de su escuadra, además de que, para la restante, es posible que el general romano, siempre corto de efectivos humanos, escogiese por vararla y reutilizar sus tripulaciones para otros fines. A consecuencia de la debilidad de la flota romana en Hispania, los cartagineses maniobraron y se reorganizaron siempre a placer manteniendo expeditas las lineas de comunicación entre África e Hispania, e incluso los últimos días pudieron evacuar con tranquilidad la península y enseñorearse de tal manera del mar que Magón Barca pudo, sin la menor oposición, cruzar el Mediterráneo desde Gades a Genua, organizando allí una fuerte resistencia a Roma amenazando peligrosamente además Etruria. 
Así pues, la flota cartaginesa, habiendo podido ser decisiva en la guerra, renuncio a su papel protagonista, un error sin duda, pero si es cierto que, asumida una cierta inferioridad, dentro de sus posibilidades actuó admirablemente, posiblemente mejor que el uso que los romanos hicieron de su propia flota.

Reconstrucción de un navío púnico hundido cerca de Lilybaeum, se trata de una birreme cartaginesa de los tiempos de la I guerra púnica. Sin duda modelos idénticos a este participaron también en la siguiente conflagración. 


A la luz de las notas de Thiel en su análisis de la primera guerra púnica, es fácil de comprender por qué el pensamiento naval es poco consistente y por qué una competencia entre las dos marinas era improbable. En efecto, el autor, observando minuciosamente la estrategia de los dos adversarios, dado el sesgo de los eventos de la guerra, hace un juicio de cada uno de ellos:
1.-Roma parece tener a primera vista una estrategia naval poco sólida, incoherente y superficial; en realidad, no se debe únicamente a la falta de tradición marítima, sino a la necesidad; el Senado romano no era libre de hacer lo que le pareciera mejor, pues debía contar con la opinión pública, no sólo de la ciudad de Roma, sino que también de las otras ciudades de Italia: "El mar estaba lejos de ser algo familiar a los romanos, sobre todo que trataban de evitar el combate naval; si se decidía construir navíos, era Roma quien soportaba los gastos y eran romanos los que debían servir como soldados marinos sobre los bastiones de la flota, pero correspondía a los aliados italianos de Roma conseguir la mayor parte de las tripulaciones y los remeros".
Thiel estima que en el 259, un año después de la victoria de Milae, los romanos habrían podido lanzar una operación de desembarco en África, lo cual no fue posible porque faltaba una nueva flota más numerosa que la precedente. El Senado no habría podido convencer a los romanos, poco conocedores de las cosas navales. La construcción de una nueva flota después de una victoria, les habría parecido absurdo.
De todas maneras, entre el 257 y 256, los romanos construyeron una flota mucho más poderosa que la del año 260, lo que representa el segundo gran programa de construcción de toda la guerra que dura desde el 264 al 241. En fin, fue la puesta en servicio de la flota, enteramente nueva y muy eficaz, la que logró la victoria de las islas Agades bajo el mando de un almirante excepcional, el cónsul Cayo Lutecio Cátulo.
Birreme de combate.

Las enormes pérdidas en vidas humanas y en construcciones debido a las acciones militares o a las tempestades, diezmaron literalmente la población masculina adulta de Roma: Thiel habla del 20% ente el 264 y el 241, alrededor de 50.000 hombres;  Roma no pudo reponerse en el mar entre el 249 y 243.
2.- En el caso de Cartago, sin entrar a considerar los errores que cometió en esta guerra, puede decirse que poseía una flota poderosa y eficaz y almirantes hábiles y valerosos. Sin embargo, los cartagineses sufrían de una debilidad que les hacía optar por lo fácil, inclinados a tomar el camino menos difícil y a subestimar a sus adversarios. Cartago, no hay que olvidarlo, era una ciudad de mercaderes apacibles, que deseaban evitar las guerras cada vez que era posible o bien relajaban sus esfuerzos, en tiempos de guerra, cuando el peligro estaba momentáneamente descartado. Thiel habla de la "tranquilidad púnica", una suerte de torpeza, de parálisis, que se manifiesta por una apatía que les hacía dejar pasar las ocasiones y perder un conflicto en el que debían haber triunfado. 
Por añadidura, no podía sustentar a la vez una gran flota y una armada de mercenarios muy numerosa; una consecuencia desastrosa de ese Estado fue la derrota de una flota púnica mal armada, sobrecargada, con tripulaciones mal entrenadas, enfrentadas a las fuerzas navales romanas en excelente condición a lo largo de las islas Agades en el 241.
Roma, al final de la primera guerra púnica, se transforma en la única potencia naval mediterránea occidental; juega su papel de "fleet in being" (flota en potencia) por durante los sesenta años que separan a la batalla de Agades del comienzo de la segunda guerra púnica.
Además, sin que ello sea una premeditada voluntad de expansión marítima, con la posesión de Córcega y Cerdeña, Roma comienza a constituir a partir del Tirreno, un embrión de "Mare Nostrum" pero más como protección de su territorio que como zona de operaciones navales. Thiel recalca que en el curso del siglo II "el poderío romano muestra más y más los síntomas de debilidad a medida que el centro de gravedad se desplaza hacia los excelentes marinos de Pérgamo y sobre todo de Rodas; durante la guerra contra Antíoco, serán las fuerzas navales de Rodas las que ganarán las batallas".
Thiel concluye: "Durante el reinado de Augusto, no era cuestión de importancia para Roma poseer una marina de guerra permanente, cuando se pensaba que no habría una guerra naval, los romanos no mantenían navíos de guerra armados. Durante casi un siglo y exactamente durante el período de la historia de Roma que corresponde a su mayor expansión, la marina de guerra romana fue casi inexistente".
Las flotas de los últimos siglos de la República fueron muy diferentes a las de las guerras púnicas. Desde sus inicios, al final del siglo IV, las actividades marítimas de los romanos habían sacado provecho de las experiencias de los griegos y de los etruscos; por otra parte, hay que hacer notar que durante las guerras púnicas, es Roma la que ha armado sus Escuadras con sus propios ciudadanos, construido sus navíos con sus propios artífices y ha puesto a su cabeza un cónsul o un pretor romano. Pero a partir del 200 a.C. Roma hizo descansar su poder naval sobre sus aliados griegos y, sobretodo, sobre las fuerzas navales de Rodas donde el entrenamiento era verdaderamente provechoso.
Las ciudades aliadas de Jonia, Fenicia, de Pamfilia y de Siria proveían a la mayor parte de los navíos de las Escuadras romanas, con excepción de las que construía Roma, que eran armadas con tripulaciones de sus ciudades, si bien las técnicas navales griegas y orientales se fueron imponiendo más y más en la marina romana, hacia la época de la guerra social (90-88). A los Comandantes en Jefe de esas Escuadras, que eran sobre todo griegos, Roma los subordinaba a los Comandantes de las tropas de tierra, prueba que no había aún comprendido enteramente el papel de una fuerza naval.
Esas disposiciones no impidieron a Mitridates, rey de Ponto, desde la primera guerra que conduce contra Roma entre el 89 y el 85a.C., hacerse señor del Mar Egeo, lo cual entraña, después de su derrota en el 84, la aparición, por primera vez, de una flota permanente en la historia de la marina romana; en consecuencia, ya no se desarman los barcos después de una victoria, como había estado ocurriendo en el pasado. Esta evolución deja presagiar que un pensamiento naval está en gestación y que un embrión de marina imperial se está formando, lo que permite a C.G. Starr decir que:
"Si se nos pide citar un hecho que marque el inicio de la marina imperial  romana, este evento será, sobre seguro, la primera guerra de Roma contra Mitiridato".
Otra consecuencia de esa evolución fue la puesta en práctica por Sila, probablemente en el 85, de un plan de defensa de las costas del Asia Menor: las ciudades marítimas de esa región debían construir navíos de guerra y conservarlos en reserva para una utilización futura; eso permite a Roma tener la supremacía del mar durante la tercera y última guerra contra Mitridates (83-82); C.G. Starr observa que era difícil para el estado romano proseguir la realización de un plan a mayor plazo, a causa de los cambios anuales de aquellos que tenían la responsabilidad de su ejecución. Esta evolución siguió adelante cuando Pompeyo triunfa en sólo tres meses (67 a.C.), al eliminar a los piratas que infectaban casi todas las aguas mediterráneas. Según Plinio (Historia natural, VII, 98), Pompeyo "devolvió la jefatura del mar a Roma" la cual había perdido hasta el punto que los piratas tuvieron la audacia de hundir una flota consular en el puerto mismo de Ostia.
Es la época donde el comportamiento de Roma en el ejercicio del mando en el mar va a comenzar a precisarse y donde la marina romana va a jugar un papel capital en las guerras civiles y, después de ellas, en el Imperio. Las guerras contra Mitridates y la rápida campaña contra los piratas habían mostrado la importancia del poder naval, que había estado olvidado después de las guerras púnicas.
F.E. Adcock subraya que "en los momentos más difíciles de su campaña, Pompeyo se apoyaba en el poder naval y Cesar tenía confianza en el mar; en las situaciones graves, la última palabra está en el mar". Hace alusión a las operaciones alrededor de Dyrrachium (Durazzo),donde la muy poderosa flota de Pompeyo fue puesta en jaque por las fuerzas cesarianas. Se tiene allí una prueba suplementaria de que el ejercicio del poder naval era considerado, por los generales romanos, como un testimonio de victoria.
Durante la guerra civil, las flotas llegaron a ser más y más poderosas; Pompeyo, pidiendo ayuda a las ciudades marítimas de Asia, logró reunir una fuerza de alrededor de 300 navíos, a comienzos del año 48. Será Sextus Pompeyo, hijo del gran Pompeyo, quien, poseyendo la supremacía del Mediterráneo occidental, atacará el reavituallamiento en granos de Roma al descender por las costas italianas con un pillaje en regla, entre el 40 y el 42 a.C.
En el año 38, el futuro Augusto y Agrippa, su consejero militar y técnico, construirán una flota de 400 naves que triunfará contra la de Sextus Pompeyo en Milae, en el año 37; en Naulo que, el 36 y, finalmente, en Actium, en el año 31. Esta fuerza naval será la base de la futura flota imperial. Vemos aquí un esbozo ya bastante avanzado de un pensamiento naval, donde Octavio, el futuro Augusto, representa la parte política y estratégica y Agrippa, la colaboración técnica y sobre todo táctica. (Por algo fue el inventor del "harpax", especie de ancla o gancho que se lanzaba por medio de una catapulta para mantener abarloado el buque enemigo), y fue honrado por el nuevo César con una corona naval, distinción que jamás se le había concedido a nadie y se otorgaba desde entonces al primero que pisara en el combate la cubierta enemiga. A esta flota le hacía falta una base naval que, curiosamente, fue elegida en el año 37 en la Provincia, en Forum Julii (Frejus) donde fue construida una parte de la flota; un puerto militar fue creado luego más cerca de Roma, en Portus Julius en el golfo de Puteoli (Pouzzoles) y un centro de entrenamiento se estableció en el lago Averne, que ocupa un cráter perfectamente abrigado de todos los vientos. El pensamiento naval embrionario de la época republicana, debió en un principio ser consecuente con una concepción racional de la división de las tareas durante un conflicto; Roma dejaba en manos de los aliados de las ciudades marítimas la preocupación de las operaciones navales, mientras que las operaciones de tierra le correspondían por derecho a los romanos. Curiosamente la misma división de tareas apareció en el siglo XX en los conflictos donde las hegemonías marítimas de Gran Bretaña y de los Estados Unidos se vieron implicadas conjuntamente.

NACIMIENTO DE LA FLOTA ROMANA
"...Pero los cartagineses eran dueños absolutos del mar y por esto la guerra a los romanos, les resultaba de signo indeciso... por todo lo cual vieron que la guerra se les alargaba; entonces, y no antes, emprendieron la construcción de navíos, de cien quinquerremes y de 20 trirremes...". (Polibio, Historias, I, 20, 9-10, s II a.C).

Flotas permanentes romanas durante el siglo I d.C.

6.- LOS PUERTOS ROMANOS.
Sobre las otras ramas de la ingeniería civil romana, vías de comunicación y transporte e hidráulica, hay mucho estudiado y escrito, no así de la que tenía su principal ocupación en realizar obras en el mar, pues a la dificultad para identificar los restos como estructuras pertenecientes a un puerto antiguo, hay que añadir la escasez de yacimientos que den una visión contrastada sobre su tipología y la ausencia de documentación escrita que nos hable sobre la capacidad técnica necesaria para acometerlas.
Para conocer cual fue el nivel técnico-científico de los ingenieros romanos se deben elaborar una serie de hipótesis basadas en la ingeniería portuaria actual y en el conocimiento que tenemos sobre la desarrollada sociedad romana, siendo los períodos tardo republicano y el Imperial, los más indicados para ello, pues tenemos a nuestra disposición la única referencia clásica escrita, "Los diez libros de arquitectura" de Vitruvio, que documenta parcialmente los métodos constructivos empleados en las obras de nueva planta y en las de remodelación de los puertos romanos.
La mayoría de los trabajos históricos no hacen referencia de los conocimientos técnico-científicos que desarrolló y tuvo la ingeniería portuaria romana. Si en alguna publicación encontramos referencias relacionadas con los puertos, habitualmente son simples descripciones de la ruina de una obra concreta, remarcando en ocasiones el interés en conservarla, y describiendo a veces, la importancia que tuvo en el desarrollo económico de la zona geográfica de influencia de puerto, pero rara vez hallamos algún análisis técnico sobre sus estructuras y sobre las formas constructivas utilizadas, ni sobre el conocimiento científico-técnico necesario para llevar a cabo tan importante empresa.
El tratado escrito por Vitruvio, es el único compendio sobre construcción que ha llegado a nosotros. El capítulo 13 del libro V lo dedica a la construcción en el mar y en los capítulos 4º y 7º del libro I hay alguna referencia sobre puertos. El resto de las reseñas son de geógrafos como Estrabón, Mela, o Plinio el Viejo; o de historiadores como Herodoto, Polibio, Quinto C. Rufo, Flavio Josefo, o Tito Livio que dan pequeños retazos sobre puertos y actividades en la costa que pasan casi desapercibidos.
Sabemos por referencias de autores clásicos que existieron libros técnicos dedicados al mar y a los puertos. Vitruvio da noticia sobre la existencia de libros dedicados a describir las técnicas constructivas y menciona a varios escritores que dedicaron alguna de sus obras a esta rama del conocimiento: Agatarco, Anaxágoras,  Demócrito, Piteo, Hermógenes, Teodoro de Focea, Cosuzio, Muzio, Fuficio, Terencio Varron. Así mismo nos cuenta, (V-12), que a finales del siglo III a.C., Filón de Bizancio escribió un libro titulado "Construcción de Puertos". Pero no fue el único que escribió sobre este tema, que sepamos también lo hizo Timostenes de Rodas.
El bagaje tecnológico de la ingeniería portuaria romana era tal, que ponía a disposición de los ingenieros diferentes formas constructivas para un mismo tipo de estructura de acuerdo con los condicionantes de la obra, entre los que podemos destacar: las solicitaciones del oleaje de los temporales dominantes en la zona, la calidad geotécnica de los fondos, el tipo de materiales disponibles para llevar a realizar la construcción, etc. (Vitruvio V-13), y les permitía definir el mejor proyecto de construcción, delimitando sus diferentes fases para optimizar el tiempo necesario  en la ejecución de una determinada estructura o de un puerto completo.
La ingeniería civil romana en general, pero sobre todo la rama que se dedicó a las obras en el mar, experimentó un gran avance en comparación con los logros alcanzados en este campo por las otras culturas del Mediterráneo debido al descubrimiento y utilización de morteros y hormigones hidráulicos utilizando tierra de las regiones de Cumas y de Bayas4 con alto contenido de polvo puzolánico y que era conocida en su tiempo por carbúnculo.
El concepto de puerto de entonces es el mismo que el de hoy. Aquellos ingenieros conocían la importancia de una buena comunicación terrestre entre el puerto, la ciudad y su zona de influencia comercial (Vitruvio V-13)5 y distinguían claramente entre un simple fondeadero y un puerto,  natural o artificial, exigiendo al puerto una serie de servicios básicos (Polibio X-1, Vitruvio V-13).
Entendían que la disposición en planta de un puerto se configuraba con una playa en la que a un lado de ella, o generalizando el concepto, a ambos, se disponían el o los diques exteriores que proporcionasen el suficiente espacio de aguas abrigadas a los barcos. Sabían también que tipo de obras auxiliares; almacenes (horreas), pórticos, atarazanas, y estradas, debía tener todo puerto, natural o artificial (Vitruvio V-13).

Obras exteriores
Lo más apropiado para describir la tipología de obra exteriores que se utilizaron el periodo  romano, es leer lo que dice Vitruvio sobre ellas en el capítulo de su libro (V, 13): "...Pero si no hubiera un lugar naturalmente apropiado para proteger los navíos durante las borrascas, parece que debe procederse de este modo: si hubiese en aquel lugar un pico que constituyera un abrigo contra las tempestades, sino que sólo por una parte hubiera una playa apropiada, entonces es preciso levantar del otro lado, con ayuda de mampostería, espolones o escolleras que lleguen a formar un puerto cerrado... "
Tanta simplicidad en la descripción, hace pensar desde el punto de vista técnico, que esta forma de escribir no solo hace referencia a los materiales que se utilizaban, sino que es una definición sobre el tipo de estructura que se puede construir empleando cada uno de esos elementos. De esta forma se puede asumir que el texto estaba dirigido a gente con formación técnica, y que al leerlo entendería, desde su experiencia, cual era la tipología de las estructuras a las que se refiere Vitruvio en este párrafo.
1.-«...mampostería...». Con este material se hacían estructuras verticales empleando diferentes métodos constructivos.
2.-«...espolones...». Se debe traducir aquí "espolón", por el término actual "pilote". Estas estructuras, formadas por entramados de pilotes clavados mediante maquinaria de hinca, constituían la infraestructura de todo tipo de obras portuarias.
3.-«...escolleras...». Realizando vertidos de piedras de diferentes tamaños se construían estructuras de escollera en talud similares a los actuales.
En los diques verticales romanos, la superestructura formada por bloques alcanzaba una profundidad máxima de 4 ó 5 metros, colocándose en pequeñas profundidades, sobre una cama de escollera o directamente sobre el fondo. Para mayores calados se construía un dique de escollera en talud sumergido a modo de infraestructura, en el que la cota de coronación, que servía de cimiento a los bloques de la estructura vertical, se mantenía a esa misma profundidad de 4 ó 5 metros. Tanto para medianos como para grandes calados, terminada la superestructura, era frecuente verter un escollerado en lado hacia el mar para disipar la energía del oleaje de forma parecida a como lo hace una estructura de defensa de escollera en talud.

Vitruvio describe los diferentes métodos constructivos de diques verticales empleados en su tiempo y de forma indirecta da algunas indicaciones sobre construcción de las estructuras en talud.
Sin embargo, nada cuenta de las estructuras sobre «... espolones... », que rara vez se emplearon como obras aligeradas de abrigo, aunque si se utilizaron para pantalanes, cimentación de muelles, de estatuas, de torres de defensa y de señalización en el mar.
De todas las formas constructivas de diques empleadas por los ingenieros romanos cuya utilización estaba en función de la capacidad portante del terreno, del clima marino y del tipo de materiales disponibles para realizar la obra, podemos enumerar las que conocemos a través de Vitruvio (V-13), mostradas en los siguientes gráficos:


Estos tres tipos de estructura de defensa portuaria eran elementos básicos que podían combinarse convenientemente para construir diques mucho más robustos. Tal es ejemplo de la sección tipo del dique de defensa del puerto de Cesárea Marítima, mandado construir por Herodes el Grande. Su descripción nos ha llegado por Flavio Josefo (I-16) y sus restos se han estudiado minuciosamente, especialmente por Raban. 

La estructura base del dique está formada por dos diques de bloques de hormigón, antes descritos, de 6 y 12 m de ancho aproximadamente y por un dique vertical de sillería. Tras construir estos tres diques paralelos, el espacio intermedio se rellenó de todo uno, utilizando la misma técnica que 2000 años antes habían utilizado los ingenieros portuarios minoicos en la construcción del puerto Antiguo de Faros. 
El resultado fue un dique de 61 m de anchura al que se le adosó un manto exterior de escollera. La mitad de su ancho, 30'5 m, se la dejó libre para que funcionase como cuenco amortiguador del oleaje, llamado por los romanos “procimia”. En ese cuenco se dispuso de una serie de canaletas hechas en el hormigón que funcionaban como red de drenaje del agua de rebase de la ola. En la mitad del dique se dispuso de un muro o espaldón que aislaba el cuenco amortiguador de la zona de muelles. Este espaldón se reforzó construyendo cada cierta distancia torres de sujeción del muro.
Obras interiores y auxiliares
Las obras interiores y auxiliares de los puertos antiguos y las del periodo romano se pueden enumerar siguiendo a Vitruvio (V, 13):"...Bastará entonces construir en torno suyo pórticos, atarazanas, almacenes y estradas para las mercancías, y desde allí calles hasta los mercados....".
Se debe añadir que también se disponía en los puertos de sistemas de aguada, de señalización y de maquinaria específica para las distintas maniobras portuarias.

Los pórticos:
Formaban el recinto dónde se establecían las "horreas" (tinglados, almacenes), las oficinas y otras dependencias portuarias. Frecuentemente se construían alrededor de las zonas de carga y descarga de mercancías. Cuando el trasdós del dique se utilizaba como muelle, los pórticos se empleaban también como contrafuerte o refuerzo de la muralla que se construía sobre él. Esta muralla, además de realizar su función tradicional, servía de espaldón.  


Las Atarazanas:
O arsenales, se construían en la zona más al interior del puerto, frente a las estradas o varaderos, y su estilo no distaba mucho de las construidas por los griegos (Figura 14), si bien se adaptaban a las necesidades volumétricas de la construcción naval romana. En esencia constaban de arcadas o columnatas alineadas rematadas con cimbras y techos de madera o de fábrica. En astilleros importantes los techados se sustentaban sobre arcos o su peso se descargaba mediante bóvedas. En los puertos de cierta importancia habría diques secos, al igual que el existente en el puerto de Motya.
Atarazana griega, vista parcial

Los almacenes:
Se construían en la ciudad y en el puerto, y servían de depósito para las mercancías que esperaban su redistribución por la zona de influencia comercial, o su estiba en los barcos. Los almacenes dedicados a los productos básicos de alimentación y los militares, tenían una importancia especial, normalmente estratégica, y su control lo monopolizaba el estado.
Plano de la horrea Epagathiana en el puerto de Ostia (E. Morin, 1995) 

Las estradas:
O varaderos, rampas de pequeña pendiente por las que se elevaba el barco a tierra desde el mar, o se botaba hacia el agua desde tierra. Se construían colocando dos vigas de madera, paralelas entre sí y dispuestas transversalmente a la línea de costa sobre travesaños apoyados en la arena de la playa, o revistiendo la pendiente con losas de piedra o de mortero hidráulico. La disposición de los varaderos al fondo de la dársena, junto al arranque del dique del puerto, se repite en otros hallazgos portuarios como en Murgi o en el Pireo. La pendiente de la rampa variaba, pudiendo alcanzar valores de 1/14.

Sistemas de aguada:
El servicio de aguada era esencial en los puertos desde siempre, en algunos, como el antiguo de Ostia, el agua potable se traía mediante acueductos y solían disponer de depósito de regulación de caudal como el hallado en Leptis Magna. En la figura siguiente se muestra el sistema de aguada del puerto de Bares, que consistía en:
·       Un punto de captación de agua.
·       Una conducción para el transporte de agua: una tubería formada por piezas de barro cocido.
·       Un punto de salida de agua, regulado por un depósito.


Sistema de aguada en el puerto de Bares.

Maquinaría:
Para el izado de los barcos a tierra se disponía de la maquinaria auxiliar del varadero, cuya existencia y utilización se menciona en los clásicos: Homero (Iliada II, 153), Heródoto (II, 154) y (II, 159), Tucidides (III, 15), y según Vitruvio (X, 5), también se emplearon grúas en este tipo de operaciones.
El libro décimo del tratado de Vitruvio, fundamental para saber que tipo de maquinaria utilizaba la ingeniería civil romana, tras describir una serie de grúas diferentes, entre las que se encuentran las de utilización común en los puertos, Figuras 17 y 18, indica:«...Todos estos tipos de máquinas que se han descrito hasta ahora sirven no solo para lo que hemos dicho, sino también para cargar y descargar naves,  colocándolas unas derechas y otras echadas sobre soportes de rotación. Igualmente sin aparejos de maderos, sino disponiéndolas en tierra, siguiendo las mismas reglas y sirviéndose únicamente de cordajes y un sistema de poleas se pueden sacar las naves del agua...»

Señalización:
Se sabe que desde muy antiguo se distinguía entre baliza portuaria y faro. La primera indicaba la situación de la bocana del puerto y se ubicaba a la derecha de la entrada en la ruta de acceso a él, y solía constituir una seña de identidad que lo diferenciaba de cualquier otro puerto. Al otro lado de la bocana se construía, si bien no siempre, un monumento que daba carácter de identidad, no solo al puerto, sino también a la ciudad, ejemplo de ello lo tenemos en el famoso Coloso de Rodas (Polibio, V, 23) o en la bocana del puerto de Cesárea Marítima, Flavio Josefo (I, 16).
Los faros son estructuras que señalan la situación de la costa a los navegantes. Aún hoy quedan restos del antiguo faro fenicio de Akko, Acre. Existen referencias del faro cartaginés del puerto de Lilibeo en Sicilia (Polibio, I, 13). Sabemos del famoso faro de Alejandría. Y de los construidos por Roma conocemos de la existencia de bastantes estructuras, entre los que se puede citar: la Torre de Hércules, en la Coruña, el faro de Cádiz, el faro de Chipiona (Estrabón, III, 1, 9; Mela III, 4), el faro de Narbona, el de Leptis Magna, el de Ostia y el de Puteoli.

Puerto de Roma en Ostia.          

Organización y explotación portuaria
La dominación romana del Orbe supuso la hegemonía sobre los puertos y las rutas comerciales marinas y terrestres que confluían en ellos. Fue tan importante el tráfico comercial a través del mar que forzó la mejora y ampliación de las rutas terrestres ya existentes, creando así una basta red viaria que ha estado en servicio hasta el siglo XVIII, que permitió desarrollar y afianzar las zonas de influencia comercial de algunos puertos hasta transformarlos en puertos muy importantes, -Ostia, Puteoli, Gades, Alejandría, etc. Su tráfico comercial se vio favorecido por la existencia de una red de puertos de segundo orden y por la de puertos locales y fondeaderos. 
Estos grandes puertos, en ocasiones eran estructuras administrativas que agrupaban diferentes instalaciones portuarias, como el puerto de Gades, conocido como el Portus Gaditanus, al que pertenecía el propio puerto de la ciudad, los astilleros situados en el actual Puerto Real, etc.(15), o el puerto de Puteoli que englobaba diversos puertos ubicados en golfo de Nápoles, como el propio puerto de Puteoli, el de Miseno, el de Nápoles,...
Es difícil, por no decir imposible, conocer cual era la organización portuaria que regía cada una de las grandes áreas portuarias, solo se conocen datos aislados que permiten deducir ciertas hipótesis. De forma análoga a Cartago, habría en cada puerto una institución administrativa que podemos asimilarla a una capitanía, Apiano sobre el puerto de Cartago. En el mosaico de Toledo, se puede apreciar una edificación de estructura circular con una serie de mástiles en su zona alta y a su lado otra estructura, podría tratarse del edificio de “capitanía” del puerto, con sus mástiles para las banderas de órdenes y con la baliza a su lado.

Mosaico romano (siglo III d.C.) hallado en la Vega Baja de Toledo (Museo de Santa Cruz de Toledo)-foto CEHOPU

El mosaico romano de Toledo ofrece grandes posibilidades para el estudio de la ingeniería portuaria y naval romana, y solamente su análisis y la explicación de cada una de las figuras representadas en él formarían un compendio del saber romano en esas materias.

7.-TIPOS DE NAVES ROMANAS 
1.- Comerciales.
El buque de carga 
En el barco a finales antigua Yassi Ada, Turquía, en la popa se descubrieron los restos de un incendio en la cabina y los utensilios de cocina, que consta de varios contenedores en terracota y bronce, un mortero y restos de huesos de animales. Descubrimientos similares en muchos otros naufragios que a menudo incluso han devuelto las copias de los molinos de mano para subir a bordo y preparar la harina de cereales, también, polenta, sopa o pan. 
Los alimentos necesarios para sostener la tripulación fueron mantenidos en recipientes tales como frascos, cestas o sacos. La base para la navegación incluye alimentos líquidos (agua, vino, aceite y garum) y alimentos sólidos (cereales, aceitunas, frutas frescas o en conserva, hortalizas, carnes ahumadas o saladas). 
También en la tripulación de cabina de pasajeros o "artículos personales como ropa, zapatos, anillos o los dados que, guardados en cajas o bolsas especiales, se utiliza como pasatiempo en el camino. A bordo había medicamentos, así como monedas y escalas (etapa) para las transacciones comerciales en los puertos. Para la iluminación se hace gran uso de lámparas de aceite. A bordo había también pequeños altares portátiles y las imágenes de deidades. 
Durante la navegación, la tripulación, si no participan en las maniobras de la nave, podía esperar para el mantenimiento, tales como la reparación de las velas con agujas de hueso, o la pesca, que es útil para enriquecer la dieta de los pobres de alimentos frescos a bordo. 
Actuaria

Onearia

Buque de carga fluvial.  



2.- Buques de guerra.

Los buques de guerra fueron: bireme, el trirreme, el quadriremes la quinquireme la esareme la deceris, el 'Actuaria del Liburna la caudicaria. Había buques de apoyo: se utiliza para la logística (buques comerciales), el rápido transporte de tropas (actuarios) y caballos (ippagoghe), los vínculos (celoci), las exploraciones (especulador). 

Las Galeras romanas
En la Antigüedad se utilizaron en las batallas marítimas distintos tipos de navíos y uno de los más famosos como se ha comentado anteriormente fue la galera y se trataba de un navío de guerra de gran eslora de remo y vela y en las navis longa de los romanos hay que citar el eslabón y dos ordenes de remeros aunque su número varió según los tiempos. 
Normalmente llevaba este tipo de embarcación un espolón a proa, el rostrum de bronce y reforzado con zunchos de hierro trabajado este metal de forma diferente figurando una triple hoja de acero, colocado casi en la linea de flotación del navío y servía para acometer al navío de guerra enemigo y enviarle a pique por la trompada. 
Tanto podía ser una pirámide aguda o una cabeza de animal con el hocico puntiagudo, el rostro o rostrum citado anteriormente. Se conserva una medalla de Loecina (Lourida) espolón formado por una cabeza de elefante y más bien dispuesta para ofender al enemigo (Los romanos ya experimentaban la guerra psicológica para asustar o desmoralizar al enemigo) que para el choque y atravesar el costado del enemigo. 
Como ya se ha dicho el espolón se situaba en la linea de flotación del buque para que el golpe dado al enemigo fuera más eficaz pues el agua invadía el sellado y por los historiadores como los citados en este artículo se conoce cuan terribles eran los combates dados por loas antiguos el choque de un espolón de un buque lanzado a toda fuerza sobre el otro que era la forma de verificarse el abordaje en la Antigüedad. (En la película Ben-Hur se ve meridianamente bien) 
Es curioso que es difícil encontrar en algún Museo Arqueológico del Mundo algún espolón de esa época aunque si se ven en los Bajos Relieves. Si que hay un espolón en buenas condiciones en el Arsenal de Génova encontrado en 1557 el cual en la entrada de la habitación que esta expuesto se pueden leer las siguientes palabras: Vetustionis hoc aeus romani rostrum in expurgamdo postus anno 1597 erutum unicum hac usque visuaneximiae majorum in re nautica gloriae dicavere conciver y el citado espolón tiene tres pies de altura y 9 pulgadas de espesor y es cuadrado y la figura es un jabalí. 
Como esta figura se ha encontrado dibujado en monedas españolas de esa época algunos opinan que perteneció alguno de los buques que pelearon con Mogón, general famoso cartaginés según arqueólogos navales. 
Como anécdota histórica decir que la Tribuna de las Arengas en el Foro romano se llamaba los rostros porque estaba adornada con los espolones de los navíos o galeras apresadas a las escuadras enemigas. 
Se utilizaban ingenios para las batallas marítimas como el cuervo de asas o ases que era un aparato naval o un dardo grande 

En un principio sobre cubierta estaba el banco de remeros con la crupia que permitía ir de popa a proa y con el portador para vigilar el buen hacer de los remeros cuyo conjunto constituía la chusma. El número de filas varió con el tiempo y se denominaban según esto con los siguientes nombres: 
·       unirreme con solo una fila de remeros 
·       triacontoros galera de unos 30 metros con quince por banda 
·       pentekomtoros con 50 remeros 
·       birrenes con 2 filas de remos 
·       trirrenes con tres filas de remos 
·       cuatrirremes con 4 filas de remos 
·       quinquirremes con 5 filas de remos 
·       sietirremes con 7 filas de remos, etc. 

A partir del siglo IV d. J. C. fueron los unirremes y birremes los más utilizados. 

LA BIREME 
Se trata de una nave denominada "longa" de las utilizadas en las guerras púnicas, del año 31 antes de Cristo, armada de un espolón, dos catapultas y una pasarela giratoria denominada "pico de cuervo" inventada por el cónsul romano Caius Duilius, con la cual el imperio romano enfrentó y venció a los cartagineses en la batalla de Milae (130 naves romanas hundieron 260 cartaginesas).

Llamado así porque había dos tipos de remos, utilizada desde el siglo V antes de Cristo, sufrió algunos cambios con el tiempo. Longitud de unos 23 m. de larga y 3 de ancho, con dos filas de remeros sentados en el mismo banco. Tenía una vela cuadrada y puede alcanzar velocidades a través del peso discreto y pequeño tamaño. Más tarde suplantada por la cocina más funcional y completa. Fue un navis longa (larga buque) que se hace para contener a más hombres y municiones, no para perseguir y velocidad. 
La galera de guerra romana era un Birreme impulsada por dos órdenes de remos y con un mástil en el centro de su eslora. 
La característica más notable de estos navíos, que eran rápidos, manejables y de escaso calado, fue su estrecha pasarela de combate y su poderoso espolón en forma de cuerno. 
La pasarela de combate albergaba a las tropas de infantería que, durante la batalla, tenían como misión la defensa del barco y el abordaje del contrario.

El trirreme 
El trirreme medía unos 50 metros de eslora y portaba una vela cuadrada. Sus tres órdenes de remos le impulsaban a gran velocidad contra el barco enemigo al ritmo que el "Cómitre" marcaba y, una vez que el espolón se clavaba en el costado del adversario, dejaban caer el "Cuervo" que era una plataforma de asalto con un gancho que se hincaba en la cubierta enemiga impidiendo separarse ambas naves. Así unidos, las tropas de asalto pasaban al buque adversario trabándose una lucha que terminaba con la captura de uno de los barcos.

Trirreme Romana

Más tarde, en la época de Julio César, se dotó a los trirremes romanos de armas ofensivas como catapultas y ballestas que lanzaban bolas incendiarias. El trirreme fue el rey del Mediterráneo hasta el final del Imperio Romano.
Alrededor del año 263 antes de cristo ocurría en el islita de la actual Sicilia un conflicto que llevaba siglos sin resolverse. Los mamertinos (hijos de Marte), mercenarios pagos que se habían revelado allá en el tiempo, se dedicaban a saquear la isla, para la época que tratamos fueron definitivamente acorralados por los siracusanos en la ciudad de Messana. Los otrora rudos mercenarios mamertinos pidieron auxilio a la única potencia que podía hacerles frente a estos ejércitos. Roma.
Los romanos sabían aprovechar oportunidades y tenían a su excedente poblacional ocioso desde que hace unos años terminara su ultima guerra, por lo que rápidamente fueron a prestar ayuda a los desvalidos mercenarios y de paso ver de quedarse con un vuelto. Enviaron a un ejercito que se encargo de hacerle frente a la potencia de la isla, los mencionados Siracusanos.

TriremeTrireme
Los cartagineses, que andaban siempre cerca, vieron que Roma ayudaba a los Mamertos por lo que para evitar que la potencia continental pudiera hacer pie en la estratégica isla decidieron brindarle su mano a la ciudad de Siracusa.

Hieron II (tirano de Siracusa) pronto vio que quedaba en medio de una discusión de la que podía sacar mas ventaja quedándose al margen que siendo participe activos. Se hizo a un lado, firmo paz con Roma y espero a  ver que pasaba entre Roma y Cartago. Así surge la Primera Guerra Púnica.


Resulta que el fuerte de los cartagineses era el mar y el de los romanos era la tierra. Roma vio que por mas que ganara cada batalla en terreno firme, siempre que los odiosos púnicos (aka: cartagineses) pudieran mandarse a sus barcos para reorganizarse o pudieran recibir nuevos suministros o tropas, no había forma de lograr una batalla definitiva. Por esto se plantearon la forma de ganarles también en el mar (ahí se ve la actitud que los hizo tan grandes).Roma usaba trirremes, y no tenia una cultura de navegantes. Cartago era hace siglos una civilización que conocía y dominaba los mares como pocos. Su flota consistía en barcos llamados quinquéremes, o sea de 5 líneas de remos (contra las tres de los trirremes).
Se dio la casualidad (si estas cosas existieran) de que los romanos se hicieron de un quinquéremes cartaginés encallado. Y como eran (y fueron por mucho tiempo) muy buenos copiando lo de otros, se armaron así de la nada una nueva flota bien moderna.

Ahora el problema era el enfrentamiento naval. Roma tenia todas las de perder por lo que idearon un método que el cónsul Cayo Duilio puso en practica allá, por el año 260 antes de cristo, en la batalla de Milas. Los cartagineses se mandaron a la batalla con el clásico objetivo de espolear a sus enemigos para hundirlos. La idea es embestir alguna parte blanda del barco enemigo con alguna parte dura de la nave propia lo que siempre redundaba en darle con el espolón de la proa a toda maquina (o a todo remo en este caso) contra un costado del enemigo, partiéndolo, o causándole suficiente daño como para mandarlo al fondo del mar.romancorvusPero los romanos sorprendieron a sus enemigos al situar sus naves en paralelo a las cartaginesas, evitando una confrontación directa. Una vez puestos de lado y cerca del enemigo realizaron la treta que los llevo al éxito. Bajaron unas grandes plataformas (que llamaron corvus y según pude ver estaban las que estaban al costado y al frente de los barcos) que se incrustaron sobre las naves enemigas dejando un piso firme donde los romanos podían pelear como mejor sabían. O sea, haciendo pie en algún lado.
No bien termino la batalla se comenzó a decir que Cartago perdió mas por impericia del almirante Aníbal Giscón que por merito romano, por lo que el desafortunado almirante termino crucificado (literalmente) por sus propios hombres.
Pocos años después, durante la batalla de Cabo Ecnomo el sistema probó que realmente era bueno ya que se gano y no se contaba ni con el factor sorpresa ni con la incompetencia de un almirante. No había excusas cartaginesas que minimizaran el logro romano. Roma hacia las cosas de manera que podía llevar su fuerza a donde sea, en este caso llevo la batalla terrestre al mar.
Sin embargo, no hay casi mas noticias del uso de esta arma en años posteriores. Posiblemente la creciente experiencia de los marinos romanos hizo que sea mas practica la clásica batalla. O por ahí se termino renegando de esta arma por otros motivos que poco tengan que ver con su efectividad. Realmente no lo se y me sorprende ver su pronta eliminación de los barcos romanos. Ya para la segunda guerra púnica (40 años depuse) no hay registros de este artilugio.

LA QUADRIREME 

El quadriremes era buque de 48 metros de largo y 8 de ancho y una profundidad de 1,  fue el acorazo de la época junto a la quinquirreme. Tenía una torre  y un puente de asedio,  una o dos torres de madera real en el puente, para permitir que los arqueros pudieran  disparar desde lo alto.
El quadriremes tenía 240 remeros, marineros 15 y 120 infantes de marina en la armadura. El quinquireme lleva por 300 remeros, con 50 marineros y 120 soldados. 

LA QUINQUIREME 
El quinquerreme era el navío más poderoso del Mediterráneo. Su tripulación era de 420 hombres, de ellos 120 soldados que colocaban sus escudos en las bordas. 
De los 300 marineros, 270 eran remeros, todos contratados, que se disponían en tres órdenes de la siguiente forma: 2 remeros en el orden superior, dos en el medio y uno en el inferior. La nave montaba a proa un recio espolón reforzado con bronce y su obra viva (parte de la nave que queda bajo el agua) estaba forrada de placas de plomo para evitar la corrosión de la madera. 
A popa se alzaba una tienda de cuero y los dos grandes remos que servían de timones. Un mástil retráctil podía alzarse para soportar una vela cuadra, pero en combate siempre se utilizaban exclusivamente los remos.

LA ESAREME 
Parece que fue utilizado para transportar el Estado Mayor del Ejército, y el almirante y los oficiales superiores, que no tomó parte en los combates al menos que fuera necesario. Sirvió para organizar y dirigir la batalla naval, así como apoyo moral. 
Fuertemente armados para defender al personal de transporte. Fue una longa navis. 

LA DECERIS 

También conocido como decireme, cuenta con diez de  remos. El deceris tenía cerca  de 47 metros de larga y 8 o 9 metros de ancha. Los remos de "orden superior, 12 metros de largo fueron tripulada por cuatro remeros, y tres de las clases bajas. El equipamiento se componía de 600 soldados y 200 a 250 infantes de marina.

El ACTUARIA 
Muy rápido, la luz, al aire libre, construida sobre el modelo de los barcos de los piratas. No es adecuado para el combate, se utilizó principalmente para el transporte rápido de tropas, sino también como un buque de reconocimiento. Cetera Navis (rápido). 

LIBURNIA
Esta era un tipo de embarcación que tuvo su origen en Liburnia parte de la Iliria en la costa del Adriático, entre los ríos Arsia y Ticio provincia de Dalmacia y que se empleaba en la piratería de aquella época ya que sus habitantes eran los temibles liburnos que eran sarmatas o escitas. Con el auxilio de este tipo de naves de guerra venció Augusto a la flota de Marco Antonio y Cleopatra en la memorable Batalla de Accio o Actium debido a lo ligeras y maniobrables que eran en comparación a las monumentales pero lentas galeras y desde entonces se le dio preferencia en la Armada Romana. Estaba construida de los siguientes materiales: 
  • Las maderas eran de ciprés y del pino alerce y abeto
  • Tenía la embarcación clavazas de cobre con preferencia de hierro. 
Los tipos eran los siguientes: 
·       Una orden de remeros 
·       Otros más capaces de 2, 3, 4 orden de remeros 
·       En la batalla de Actium se habla de 6 o más orden de remeros 
Cada una de estas embarcaciones tenía su contramaestre que enseñaba y ejercitaba diariamente en sus respectivas maniobras a los remeros, pilotos y soldados. 
Las mayores llevaban de avanzada una falua de cuarenta remos para hacer la descubierta, sorprender las naves enemigas, interceptar sus convoyes y avisar de su derrota y de sus intenciones. Para que no fueran avistadas por sus enemigos se camuflaban pintando dichas embarcaciones, así como sus velas y jarcias, de un color verde pardo parecido al mar y del mismo color vestían a los marineros y soldados que iban embarcados en estas naves.
También decir que habían otros tipos de embarcaciones aparte de naves fumentariae que eran naves de carga, naves rotundae, naves lungae y las liburnia que eran las siguientes: 
·       Naves acturiae que se utilizaban para transportar a las legiones parecidas a las unirremes 
·       Hipagogae que se empleaban para el transporte de equinos con celdas para su traslado 



LA CAUDICARIA

De la ampliación del plano, una especie de barcaza de transporte en las vías navegables. Fue tirado por animales procedentes de la margen derecha del río en un sistema de propulsión, el dell'alaggio, todavía en uso hasta el siglo XIX en el Tíber. 

Barco de transporte

OPERACIONES NAVALES ROMANAS 218/202 a.C.
218. Movilización de la flota romana, son botados 220 quinquirremes y 20 navíos menores. El cónsul, T. Sempronio recibe de estos un total de 160 quinquirremes y 12 de los menores, P. Cornelio Escipión recibe así mismo 60 quinquirremes para su campaña en Hispania pues se piensa que no tendrá mucha oposición en el mar. Se cuen ta con el apoyo de la flota siracusana, quizás unas 50 trirremes. Siete navíos cartagineses son destruidos en aguas de Sicilia por la flota del cónsul. Conquista de la isla de Pantelaria. T. Sempronio reparte la flota de la siguiente manera: Sexto Pomponio con 25 navíos defenderá las costas de Calabria del acoso de los incursores púnicos, al pretor de Sicilia, M. Emilio, le reforzó con 50 quinquirremes y finalmente el resto de la flota daría escolta o transportaría al ejercito consular hasta el Piceno a través del mar Jónico y Adriático, es de suponer que esa flota regresaría mas tarde a Ostia, base principal de la flota romana.
217. Una flota cartaginesa de cerca de 100 unidades merodea por la costa de Etruria, captura un convoy de transportes que se dirige a Hispania. Cneo Servilio Gemino sale con 120 quinquirremes en persecución de la flota cartaginesa, la persecución, sin éxito, se prolonga a través del Tirreno, Córcega y Cerdeña, finalmente la flota se dedica a saquear algunos puntos del territorios africano, en la Gran Sirte son rechazados en tierra con numerosas bajas. La flota entra en Lilybaeum, después vuelve a Ostia.
Derrota y destrucción de la flota cartaginesa en la desembocadura del Ebro.
216. La flota romana es enviada de nuevo a Sicilia debido a los ataques que los cartagineses realizan continuamente sobre el territorio siracusano y la misma provincia romana. La flota ataca África, incursiones sin mucho éxito parece ser, el propio jefe de la flota, el pretor P. Furio Filo, es gravemente herido y tras regresar a Sicilia es relevado.
215. La flota romana defiende ahora también el golfo de Tarento y la costa de Brindisium con 25 navíos, 25 quinquirremes el litoral cercano a Roma. Se reciben noticias de la alianza de Filipo y Aníbal, es reforzada la flota de Tarento con 30 quinquirremes y es enviada a Grecia.Una importante flota romana es enviada a Cerdeña con refuerzos, una vez allí es varada pues las tripulaciones deberán combatir en tierra, tras la victoria la escuadra vuelve a Ostia. T. Otacilio Craso, pretor de la flota en Sicilia recibe del senado las tres premisas estratégicas que deberá seguir: primero, defender las costas de Italia, segundo, atacar las costas del territorio cartaginés y hacer el mayor daño posible y, tercero, impedir que Aníbal recibiese refuerzos en Italia. Merodea T. Otacilio por las costas africanas, derrota y dispersa a la flota cartaginesa que regresa de Cerdeña.
214. La flota romana alcanza este año 150 unidades en total. Se botan 100 nuevos navíos para reforzar la escuadra. Critica escasez de marinos para la flota, se recurren a medidas excepcionales. Guerra en Sicilia, los romanos mantienen una escuadra de 100 quinquirremes cerca de Messina por si se debe intervenir en Siracusa. Guerra en Siracusa, bloqueo de la ciudad por la escuadra romana. 30 Quinquirremes llegan a Panormus en donde desembarcan una legión de refuerzo. Una flota macedonia compuesta por 120 birremes opera contra Apollonia (zona de Iliria-Epiro), la flota romana de 55 quinquirremes que defiende el paso de Italia con Grecia es enviada a combatir a los macedonios en Apollonia, Filippo II se retira incendiando su flota para evitar su captura por los romanos.
213. Sin datos.
212. Una pequeña flota consigue saltarse el bloqueo de Tarento y entregar a la guarnición sitiada suministros. Se abastece navalmente al ejercito que opera en Campania, para ello se construye una importante base de operaciones en la ciudad costera de Puzzuoli. La flota romana de 80 quinquirremes que se encuentra en aguas de Siracusa hace huir a la superior flota cartaginesa. T. Otacilio pasa ahora a África frente a 80 navíos, consigue capturar en su incursión en aguas y territorio de Utica un total de 130 naves con trigo.
211. Caída de Carthago Nova, en poder de Escipión 70 transportes y 16 navíos de guerra cartagineses. La flota romana en Hispania cuenta así con 80 barcos de guerra. Una flota romano/aliada de 20 navios de varias clases es derrotada por otra similar tarentina en aguas de Tarentum.
210. Una escuadra romana de 50 navíos ataca el territorio africano saqueando con éxito las tierras de Utica (la campaña entera duro alrededor de 13 días desde que salió de Lilybaeum hasta que regreso a puerto).
209. Se reduce la flota romana en Sicilia a 70 quinquirremes pues 30 navíos son enviados a Fabio Máximo para su campaña de Tarento. Se ordena a Escipión enviar 50 barcos a Cerdeña.
208. LLegan a Cerdeña 50 navíos de combate que el senado ha ordenado a Escipión que envié allí desde Hispania, se refuerza así la defensa de la isla. Las 30 quinquirremes que se encontraban sirviendo a Fabio Máximo, tras la caída de Tarentum son devueltas a Sicilia, la isla cuenta así con 100 barcos de guerra. Se restauran 30 viejos navíos a los que se les unen 20 de los aliados, estos 50 barcos de guerra son destinados a la defensa de las costas del Lacio y como reserva estratégica Se rumorea en Roma que los cartagineses aprestan 200 navíos para atacar en masa por todos los flancos. Escipión cuenta ahora en Hispania con 30 navíos La flota de Sicilia (100 barcos) pasa a África, se saquea el territorio de la ciudad de Clupea (cabo Bon), se encuentra la escuadra con una flota cartaginesa de 83 barcos, victoria romana que captura 18 navíos enemigos y pone en fuga a los restantes.
207. La flota romana en el Egeo suma 25 quinquirremes propias y 35 navíos de Atalo de Pergamo. Ataques de la flota de Sicilia al territorio norteafricano, se saquea entonces el territorio de Utica, nuevamente son interceptados por los cartagineses quienes les oponen 70 navíos de guerra, 16 son capturados y 6 hundidos.
206. Se reduce la flota en Sicilia a 30 unidades, el grueso de la escuadra es ahora concentrada en Ostia. LLega Escipión a Roma con 12 quinquirremes, deben quedar ahora en Hispania no mas de 28 navíos
205. Escipión construye 20 quinquirremes y 10 cuadrirremes para su próxima campaña a África, con estos nuevos navíos se dirige ahora a Sicilia. Capturada una gran flota de transportes cartagineses en aguas de Cerdeña.Incursion de la flota romana a África, el territorio de Hippo Rhegius es saqueado. 35 quinquirremes de refuerzo son enviadas a Grecia, la flota romana en Grecia alcanza seguramente las 60 unidades.
204. Escipión parte para África con 40 trirremes y 400 navíos de transporte
203. Sicilia se guarnece con 40 quinquirremes (13 de nueva construcción, los restantes los viejos navíos de siempre solo que de nuevo restaurados), otras tantas para Cerdeña. En total la república dispone ese año de 160 navíos de guerra. Aprovechando una tregua con los cartagineses, los romanos envían a Escipión desde Cerdeña 100 navíos de carga escoltados por 20 quinquirremes. Otras 200 de carga con 30 quinquirremes le son también enviadas desde Sicilia, esta flota sufre las consecuencias de una fuerte tormenta y se pierden muchos barcos, barcos abandonados en las costas que son tomados por los cartagineses.
202. Cincuenta nuevas quinquirremes son enviadas a Escipión a África Sicilia será defendida tan solo por 20 navíos Una nueva flota de guerra y transporte es enviada a Escipión al frente de la cual se encuentra el cónsul Tiberio Claudio (después ya de la batalla de Zama) pero sufre muchos daños a causa de las tormentas ya antes de llegar a Cerdeña. Tiene que ser reparada la flota en Carales perdiendo allí todo el tiempo de mando de que disponía su magistratura, invernara allí Tiberio Claudio y en primavera enviara a la flota de vuelta a Roma.
201. Escipión cuenta ahora con 40 navíos de guerra en África bajo su mando personal, también esta junto a el Gneo Octavio con otras 50, pero estas deberán enviarse a Roma en donde el nuevo cónsul se haría cargo de ellas. 10 navíos guarnecen ahora Cerdeña. En total 100 barcos de guerra defienden los intereses de la república en el Mediterráneo Fin de la II Guerra Púnica

Composición de la marina romana

La flota del imperio romano tenía dos bases importantes, así como varias de menor categoría. Las dos flotas principales que controlaban el Mare Nostrum fueron:
Classis Misenensis. Creada en el 27 a. C., su base estaba en Miseno. La Classis Misenensis, posteriormente llamada Classis Praetoria Misenensis, fue creada para controlar la parte oriental del Mar Mediterráneo. A los componentes de esta flota, Nerón les denominó la Legio I Classis. En el año 330, las naves se desplazaron a Constantinopla, a donde el emperador Constantino había trasladado la capital del Imperio romano. Según una inscripción hallada en Miseno, al comienzo de la Era Cristiana, sus principales buques de guerra eran los siguientes:
1 Hexarreme: Ops
1 quinquerreme: Victoria
9 cuatrirremes: Fides, Vesta, Venus, Minerva, Dacicus, Fortuna, Annona, Libertas, Olivus
50 trirremes: Concordia, Spes, Mercurius, Iuno, Neptunus, Asclepius, Hercules, Lucifer, Diana, Apollo, Venus, Perseus, Salus, Athenonix, Satyra, Rhenus, Libertas, Tigris, Oceanus, Cupidus, Victoria, Taurus, Augustus, Minerva, Particus, Eufrates, Vesta, Aesculapius, Pietas, Fides, Danubius, Ceres, Tibur, Pollux, Mars, Salvia, Triunphus, Aquila, Liberus Pater, Nilus, Caprus, Sol, Isis, Providentia, Fortuna, Iuppiter, Virtus, Castor
11 liburnias: Aquila, Agathopus, Fides, Aesculapius, Iustitia, Virtus, Taurus Ruber, Nereis, Clementia, Armata, Minerva.
Classis Ravennatis. Con base en Rávena desde el año 27 a. C., fue utilizada para controlar la parte occidental del Mar Mediterráneo. En el año 330 las naves se trasladaron a Constantinopla. En cuanto a las flotas provinciales, se tiene constancia de las siguientes:
Classis Britannica. Situada en Portus Itius (la actual Boulogne-sur-Mer, también llamada Gesoriacum o Bononia) en la Galia, y desde el año 296 en Rutupiae (Richborough) en Britania. Controlaba el Canal de la Mancha y las aguas en torno a las islas. Esta flota desempeñó un papel importante en la invasión de esta provincia romana por Julio César. Bajo el mando de Agrícola circunnavegó Escocia, y en el 83 atacó su costa oriental. Un año más tarde, la flota alcanzó las islas Orcadas. El control de la Classis Britannica y del puerto de Bononia permitió que dos generales romanos, Carausius y Allectus, declararan la secesión de la provincia de Britania en los años 290. Cuando Constancio Cloro, por orden de Diocleciano, recuperó Bononia, se puso fin al así llamado Imperio Británico.
Classis Germanica. Se creó en el año 12 a. C. en Castra Vetera (Germania Inferior). Esta flota fluvial controlaba el río Rin y el Mar del Norte. Después del año 50 a. C. trasladó su base principal a Colonia Agrippinensis (Germania).
Classis Pannonica. Actuaba a partir del 35 a. C. en Aquincum (Pannonia, la moderna Budapest). Esta flota fluvial controlaba el Danubio desde '"Castra Regina (provincia de Recia, la moderna Ratisbona), hasta Singidunum (Moesia, la actual Belgrado). Fue reorganizada bajo la dinastía Flavia, siendo rebautizada como Classis Flavia Pannonica.
Classis Moesica. Controlaba el oeste del Mar Negro.
Classis Pontica. Operaba desde el año 14 a. C., y su base estaba desde el 54/60 d.C en Trapezus (en el Ponto). Esta classis custodiaba el Mar Negro meridional.
Classis Syriaca. Establecida en el 63 a. C., y con base desde el año 70 en Seleucia Pieriae (Siria), esta flota controlaba el Mar Mediterráneo oriental y el Mar Egeo.
Classis Alexandrina. Con base en Alejandría, en la provincia romana de Aegyptus, controlaba el oeste del Mar Mediterráneo.
Classis Mauretania. Controlaba las costas africanas del Mar Meditárraneo occidental.
Classis Aquitanica. Intervino en el Golfo de Vizcaya. Participó en la invasión romana de Cantabria durante las Guerras Cántabras y, para algunos autores, en la represión de la sublevación de los aquitanos en el año 28 a. C.
Algunos de los nombres de almirantes de la flota romana que han llegado hasta nuestros días:
·       Cayo Duilio, vencedor de la batalla de Milas (260 a. C.).
·       Marco Atilio Régulo, vencedor de la batalla del Cabo Ecnomo (256 a. C.).
·       Cayo Lutacio Cátulo, vencedor de la batalla de las Islas Egadas (241 a. C.).
·       Marco Vipsanio Agripa, vencedor en la Batalla de Actium (31 a. C.).
·       Plinio el Viejo, prefecto de la Classis Misenensis (77–79 a. C.)


EL EJERCITO ROMANO (exercitus, -us)
La historia de la estructura del ejército romano describe las principales transformaciones cronológicas de la organización y constitución de las fuerzas armadas de la antigua Roma, las cuales han sido calificadas como «la institución militar más efectiva y duradera conocida de la historia».
Desde sus orígenes alrededor del año 800 a. C. hasta el hundimiento del Imperio romano de Occidente en 476 d. C., la estructura militar de Roma atravesó una serie de cambios estructurales de gran envergadura. A grandes rasgos, las armas romanas se dividían en ejército y armada, si bien estas dos ramas estaban menos diferenciadas que en los ejércitos nacionales actuales. A su vez, en estas dos ramas los cambios estructurales fueron ocurriendo como resultado de una reforma militar con visión de futuro, así como de una evolución estructural orgánica.
Después de un periodo protohistórico del cual no existe información escrita, la estructura del ejército romano puede generalizarse a través de una serie de fases históricas. Inicialmente, el ejército romano consistía en unas levas anuales de ciudadanos que prestaban el servicio militar como parte de sus deberes para con el Estado. Durante este periodo el ejército romano se enfrentó principalmente a adversarios locales en campañas estacionales.
A medida que los territorios controlados por Roma se iban expandiendo, y a medida que el tamaño de las ciudades se incrementaba, los ejércitos de la antigua Roma fueron poco a poco profesionalizándose, asalariando a sus soldados. Como consecuencia, los servicios militares de los niveles más bajos de la sociedad se fueron haciendo cada vez a más largo plazo. Las unidades militares de ese periodo eran muy homogéneas y estaban muy reguladas. El ejército consistía en unidades de infantería romana conocida como legiones, así como tropas aliadas formadas por ciudadanos no romanos conocidas como tropas auxiliares (auxilia). Esta última se solía llamar para que proveyese al ejército de infantería ligera o de caballería, formando las legiones el núcleo de infantería pesada.
En la tercera fase del desarrollo militar de Roma, las fuerzas estaban encargadas de mantener y asegurar las fronteras de las provincias bajo control romano, así como de la propia Italia. Las amenazas estratégicas de la época eran en general menos serias en este periodo, y el énfasis se puso en la preservación del territorio ganado. El ejército fue evolucionando a la nueva situación y se volvió más dependiente de las guarniciones estables, y menos en los campamentos itinerantes y las operaciones de campo continuas.
En la fase final del ejército romano, el servicio militar continuó siendo asalariado y profesional para las tropas regulares. Sin embargo, la tendencia a emplear a aliados o a tropas mercenarias se expandió hasta el punto de que éstas acabaron representando una proporción muy sustancial de las fuerzas de Roma. Al mismo tiempo, la uniformidad de la estructura que presentaba el ejército romano en épocas anteriores desapareció: los soldados de la época variaban desde arqueros montados y muy poco armados a la infantería pesada, en regimientos de muy variable tamaño y calidad. Esto fue acompañado de una importancia cada vez mayor de la caballería frente a la infantería, así como una recuperación de la importancia de la movilidad.
El primer ejército romano mencionado en los escritos se describe por fuentes mucho más tardías. En concreto, Tito Livio y Dionisio de Halicarnaso hablan del ejército romano remontándose al siglo VIII a. C. A menudo se hace referencia a ese ejército como el ejército curiado de Roma, nombre que procede de las subdivisiones del ejército basadas en las tres tribus fundadoras de la ciudad (en latín: curiae). El ejército era relativamente pequeño, y sus actividades se limitaban «principalmente a saqueos y robos de ganado con escaramuzas ocasionales».
Carecía del profesionalismo y la organización de posteriores ejércitos romanos, estando las unidades y regimientos probablemente compuestos por divisiones por tribu o por gens. El ejército estaba compuesto de infantería desde sus comienzos en algún momento del primer milenio a. C., mientras que la caballería (conocida como los celeres o, literalmente, 'los rápidos') no se formaría, según la tradición (muy discutida, por otra parte), hasta tiempos de Rómulo. 
Durante esta época, Roma sería probablemente un pueblo fortificado en lo alto de una colina, y su ejército se podría aproximar al típico grupo de guerreros de la edad del bronce, liderados por el jefe de la tribu. Muchas de las armas y armaduras de este periodo eran muy similares al resto de la cultura de Villanova, que era la predominante en la región. Los diseños de las espadas, por ejemplo, eran muy similares a las utilizadas por otras poblaciones de esa época. 
El ejército (legio en latín) de este periodo consistía, según Tito Livio, en exactamente 3.000 soldados de infantería y 300 de caballería. Cada una de las tres tribus fundadoras debía aportar un tercio del mismo. Sin embargo, Livio es muy posterior a los hechos descritos, lo que unido a la exactitud matemática de estas cifras, las convierte en poco creíbles. En lo que coinciden la mayoría de los historiadores modernos es en que la práctica totalidad del ejército la formaban los soldados de a pie o pedites. Posiblemente se tratara de una infantería homogénea armada con jabalinas. La caballería (en latín, celeres), era mucho menos numerosa, y seguramente compuesta por los nobles adinerados de la ciudad.
En la entrada del siglo VII a. C., los etruscos (en latín, Etrusci), en la edad del hierro, constituían la civilización predominante en el Lacio. Como tantos otros pueblos de la región, los romanos guerrearon con los etruscos para conservar su independencia y fueron derrotados. A finales de siglo los etruscos conquistaron Roma, estableciendo una dictadura militar o un reino en la ciudad.
Aunque algunas fuentes romanas, incluyendo a Tito Livio y a Polibio, hablan en sus relatos del ejército romano de la época de la monarquía romana (periodo que siguió a la captura de Roma por los etruscos), ninguna de ellas son fuentes contemporáneas a los hechos. Polibio, por ejemplo, escribía unos 300 años después de los acontecimientos que relata, y Tito Livio se sitúa cronológicamente unos 500 años más tarde de los hechos. Adicionalmente, los registros y documentos que pudieran ser redactados por los romanos a lo largo de esa época fueron destruidos cuando la ciudad fue saqueada por los galos, por lo que las fuentes no pueden ser tan fiables en este periodo como lo son en la historia militar posterior a la primera guerra púnica. Por todos estos motivos, gran parte de la historia de este periodo se considera apócrifa.
De acuerdo, sin embargo, a los escritos que tenemos, los tres reyes de Roma en la época de la ocupación etrusca fueron Tarquino el Viejo, Servio Tulio y Tarquino el Soberbio. Durante esta época, el ejército pasó por una reforma hacia el modelo centurial, basado en la clase socio-económica. Esta reforma se atribuye tradicionalmente a Servio Tulio, segundo de los reyes etruscos, que habría llevado a cabo primero el primer censo de todos los ciudadanos romanos. Livio dice que Tulio reformó el ejército trasplantando en él la nueva estructura diseñada originalmente para la vida civil como resultado del censo. Entre otros motivos, el servicio militar era considerado en este tiempo una responsabilidad cívica y una forma de mejorar el estatus social dentro de la sociedad romana. 
En cualquier caso, las clases sociales romanas no fueron creadas por el censo, sino que más bien fueron calificadas por él. Sería por tanto algo más exacto decir que, en lugar de ser reformada, la estructura militar de la época fue mejor definida: la calificación como ciudadanos de «primera clase» (aquellos calificados para servir militarmente como infantería pesada) a aquellos con activos por valor de 100.000 o más ases (la moneda de la época), no altera el hecho de que antes de esa calificación los ciudadanos más pobres no hubieran sido capaces de pagarse las armas y la armadura necesarias para servir como infantería pesada.
Los relatos también dicen que el ejército duplicó su tamaño en ese momento, pasando a estar formado desde los 3.000 hasta los 6.000 hombres, que a su vez se dividieron en 60 centurias de 60-80 hombres cada una. El ejército estaba compuesto por una serie de tropas diferentes basadas en las clases sociales de los ciudadanos propietarios, conocidos colectivamente como assidui. Todos, desde los ciudadanos más pobres pertenecientes a la «quinta clase» hasta los más ricos de la «primera clase» y con la orden ecuestre, por encima de todos ellos, estaban obligados a cumplir el servicio militar. 
Es importante hacer un inciso para señalar que los ciudadanos romanos de esta época normalmente veían el servicio militar como un honroso deber para con el Estado. Esta visión contrastaría con la que se tendría del servicio militar en tiempos posteriores, cuando ya se percibía como una carga desagradable y gravosa. Mientras que existen relatos de romanos del Bajo Imperio que llegaron a mutilarse para evadir el servicio militar, parece que no existían esos problemas en los comienzos de la historia de Roma. Ello, en parte, puede deberse a la menor intensidad de los conflictos en esta época, y en parte también a que solían luchar cerca de sus propias tierras y hogares, y que incluso a menudo su lucha era con el fin de proteger esas posesiones. También podía deberse, como apuntan algunos de los últimos escritores romanos, a la existencia de un mayor espíritu marcial en la antigüedad. 
El orden ecuestre, los plebeyos adinerados, servía como caballería montada (de ahí su nombre). La primera clase, compuesta por los ciudadanos más ricos, servía como infantería pesada con espadas y largas lanzas (con cierto parecido a los hoplitas), y ocupaba la primera línea de batalla. La segunda clase iba armada de forma similar a la primera, pero sin un peto que les protegiese el torso, y con un escudo oblongo en lugar de redondo. Se colocaba justo detrás de la primera en formación de batalla.
Las tercera y cuarta clases tenían un armamento más ligero que las otras dos, y portaban una lanza y varias jabalinas para ataque a distancia. Normalmente se colocaban detrás de la segunda clase, para dar apoyo con sus armas arrojadizas. Por último, los ciudadanos de la quinta clase eran demasiado pobres para permitirse mucho equipamiento, por lo que iban armados como hostigadores, con hondas y piedras. Se colocaban a modo de pantalla por delante del ejército principal, cubriendo su aproximación y ocultando sus maniobras.
Quedaba, sin embargo, una última clase que no figuraba ni en el censo, compuesta por aquellos hombres sin propiedades, que eran excluidos de las clases sociales de los assidui, y se les eximía del servicio militar debido a que eran demasiado pobres como para aportar ningún tipo de equipamiento militar. Sin embargo, en las situaciones más complicadas incluso esta clase, los proletarii, eran llamados al servicio, aunque su valor militar era probablemente muy cuestionable. Las tropas de estas clases lucharían juntas en el campo de batalla, con la excepción de las tropas más veteranas, a las que se encargaba la protección de la ciudad.
El ejército de los comienzos de la República Romana continuó evolucionando, y si bien existió una cierta tendencia entre los romanos de atribuir los cambios a grandes reformistas, lo más probable es que los cambios fuesen producto de una lenta evolución, y no tanto de una política singular y deliberada de reforma. 
Durante este periodo se denominaba legión a la formación militar compuesta por unos 5.000 hombres. Sin embargo, en contraste con posteriores formaciones legionarias, que estarían compuestas exclusivamente por infantería pesada, las legiones del comienzo y mediados de la República estaban compuestas por una mezcla de infantería ligera y pesada.
Para referirse a este tipo de legión se utiliza el término ejército manipular. El motivo de este término es marcar el contraste existente entre esta legión basada en unidades de 120 hombres llamadas manípulos, y los posteriores ejércitos legionarios del Imperio, basados en el sistema de cohortes. El ejército manipular estaba basado parcialmente en el sistema de clases sociales y parcialmente en la edad y experiencia militar de los soldados. Representa, por tanto, un paso intermedio teórico entre los anteriores ejércitos basados en la clase social y los ejércitos posteriores, donde el estrato social será irrelevante. En la práctica, incluso los esclavos llegaron a ser llamados para formar parte del ejército de la República cuando ello llegó a ser necesario. 
El ejército manipular recibió su nombre de la forma en la que se colocaba la infantería pesada. Los manípulos eran unidades de 120 hombres que pertenecían a una misma clase de infantería. Eran lo suficientemente pequeños como para permitir el movimiento táctico de unidades de infantería individuales en el campo de batalla y dentro del marco de un ejército más grande.
Los manípulos se organizaban en tres distintas líneas de batalla (en latín, triplex acies) basadas cada una en un tipo de infantería pesada: hastati, princeps y triarii
La primera clase, los hastati, formaba en primera línea de batalla: Se trataba de soldados de infantería cubiertos con armaduras de cuero, corazas y cascos adornados con 3 plumas de aproximadamente 30 centímetros de altura. Llevaban un escudo de madera, reforzado con hierro, que medía 4 pies de altura (unos 120 cm) y tenía forma de rectángulo convexo. Blandían una espada llamada gladius y dos lanzas arrojadizas conocidas como pila (un pesado pilum y una jabalina más pequeña). 
La segunda clase, los príncipes o princeps, formaban habitualmente la segunda línea de soldados en la formación de batalla. Eran soldados de infantería pesada, armados y protegidos igual que los hastati, salvo por el hecho de que utilizaban una cota de malla más ligera en lugar de una coraza sólida. 
Los triarii, que formaban habitualmente la tercera fila cuando el ejército se colocaba en orden de batalla, eran los últimos remanentes de soldados de estilo hoplita en el ejército romano. Sus armas y armadura eran similares a las de los princeps, con la excepción de que su arma principal era una pica en lugar de las dos pilas. 
En la legión manipular estándar se podían encontrar 1.200 hastati, 1.200 princeps y 600 triarii. Las tres clases de unidades podrían haber mantenido algún paralelo con las divisiones sociales en la sociedad romana pero, al menos de forma oficial, la pertenencia a cada una de las tres líneas se basaba en la edad y experiencia del soldado, y no tanto en la clase social. Los hombres más jóvenes y novatos servirían en el ejército como hastati, los hombres algo más formados y con experiencia militar serían princeps, y las tropas más veteranas de edad más avanzada formarían la línea de triarii.

La infantería pesada de los manípulos era a su vez apoyada por las tropas de infantería ligera (en latín, vélites) y de caballería (en latín, equites), normalmente 300 hombres a caballo por legión manipular. La caballería la formaba en principio la clase más rica de la orden ecuestre, pero en ocasiones se conseguía caballería e infantería ligera adicional de los aliados latinos del resto de la península itálica. Los equites seguían perteneciendo a las clases más ricas de la sociedad romana.


Había, por último, una clase adicional de tropas que recibían el nombre en latín de accensi o adscripticii. Más adelante también fueron denominados supernumerarii. Se trataba de tropas que seguían al ejército sin un rol material específico, y que se situaban detrás de los triarii. Su principal función era suplir a las bajas que pudieran producirse en los manípulos, aunque también pueden haber servido de forma ocasional como mensajeros de los oficiales.
La infantería ligera de 1200 velites consistía en tropas hostigadoras sin armadura que procedían de las clases sociales más bajas y de los soldados más jóvenes. Estaban armados con una espada y una rodela de 3 pies (unos 90 centímetros) de diámetro, además de varias jabalinas ligeras de madera, también de unos 3 pies de largo, y con una punta metálica estrecha de unos 25 centímetros. El número de estas tropas se incrementaba con la inclusión de infantería ligera aliada y los irregulares rorarii (tropas parecidas a los accensi).
El reclutamiento efectuado en el año 403 a. C. fue el primero que fue realizado para una campaña más larga que una simple estación, y desde ese momento la práctica se fue volviendo cada vez más común, hasta el punto de llegar a ser habitual.
En cuanto a las fuerzas armadas navales, hubo una pequeña armada que operó a bajo nivel tras la segunda guerra samnita, y que se vio incrementada de forma masiva durante este periodo, expandiéndose desde lo que sería una simple patrulla fluvial y costera hasta el tamaño de una verdadera unidad marítima. Tras un periodo de construcción frenética debida a la primera guerra púnica, la armada creció hasta un tamaño de más de 400 naves realizadas bajo el diseño naval cartaginés. Una vez completada, esta flota pudo llegar a albergar hasta 100 000 marineros y tropas embarcadas para la batalla.
La armada se redujo en tamaño en los años posteriores. Esto, en parte, tuvo lugar porque la pacificación del mar Mediterráneo hizo que no fuera necesario llevar a cabo una política militarista naval, y en parte también se produjo porque los romanos eligieron confiar en este periodo en las naves que aportaban las ciudades griegas, cuyos habitantes tenían una mayor experiencia marítima. 

Proletarización de la infantería (217 a. C.-107 a. C.)
Las extraordinarias exigencias militares de las guerras púnicas, junto con la falta de mano de obra, pusieron en evidencia las debilidades tácticas de la legión manipular, al menos en el corto plazo. En 217 a. C. Roma se vio obligada a ignorar sus principios establecidos de que sus soldados debían ser ciudadanos romanos y propietarios, y se vio en la necesidad de enrolar a los esclavos en el servicio naval. Además, aproximadamente en 213 a. C., los requisitos de propiedad se redujeron desde 11.000 a 4.000 ases. Teniendo en cuenta que los romanos preferirían utilizar a ciudadanos libres antes que a los esclavos en sus ejércitos, debe asumirse que, llegados a este punto, los proletarii, los ciudadanos más pobres, también debían haber sido llamados al servicio militar a pesar de su incapacidad legal. Para 123 a. C., los requisitos financieros para el servicio militar fueron de nuevo reducidos de los 4.000 ases a solamente 1.500. Para entonces, por tanto, está claro que muchos de los anteriores proletarii sin propiedades habrían sido admitidos nominalmente en el grupo de los adsidui
Durante el siglo II a. C., el territorio de Roma sufrió un descenso demográfico general, que en parte se debió a las importantes pérdidas humanas incurridas durante varias guerras. Esto se vio a su vez acompañado por una serie de tensiones sociales y el gran colapso económico de las clases medias, que se fueron incorporando a las clases bajas del censo y a los proletarii. El resultado fue que tanto la sociedad romana como su ejército se fueron proletarizando cada vez más. El estado romano se veía obligado a armar a sus soldados a costa del erario público, puesto que muchos de los soldados que formaban las clases bajas se habían empobrecido hasta ser proletarii en todo salvo en el nombre, y no tenían recursos para pagar su propio equipamiento. 
Por otro lado, la distinción entre los hastati, los princeps y los triarii comenzó a ser cada vez más borrosa, posiblemente por el hecho de tener que encargarse el estado de proveer equipamiento estándar a todos salvo las clases más altas, que eran los únicos que podían pagar el suyo propio. En la época de Polibio, los triarii o sus sucesores todavía representaban una infantería pesada distinta, armada con un estilo único de coraza, pero los hastati y los princeps se habían vuelto ya indistinguibles los unos de los otros. 
Por último, la falta de hombres llevó a un incremento considerable en la carga repartida entre los aliados (socii) en cuanto a sus aportaciones de soldados, y cuando los aliados habituales no fueron capaces de proveer a Roma con las cantidades y tipos de soldados requeridos, los romanos tampoco pusieron pegas a contratar mercenarios para luchar junto con sus legiones. 

La legión mariana (107 a. C.-49 a. C.)
En un proceso conocido como reformas de Mario o reformas marianas, un cónsul romano llamado Cayo Mario llevó a cabo un importante programa de reformas en el ejército de la república. En el año 107 a. C. todos los ciudadanos, sin importar su nivel de riqueza o su clase social, fueron habilitados formalmente para entrar en el ejército romano. Este último movimiento formalizó y concluyó un proceso gradual que había ido forjándose a través de varios siglos, mediante la reducción de los requisitos económicos para el servicio militar. 
La distinción entre hastati, princeps y triarii, que por otra parte ya se había vuelto muy borrosa, fue oficialmente eliminada, y se creó la legión romana en el concepto en el que se la recuerda habitualmente. La infantería legionaria pasó a ser una fuerza homogénea de infantería pesada compuesta por ciudadanos romanos. Hay que tener en cuenta que, por entonces, la ciudadanía romana y la latina se había ido expandiendo geográficamente por gran parte de Italia y de la Galia Cisalpina, por lo que al hablar de ciudadanos romanos el concepto abarca distintas poblaciones ya romanizadas y no meramente a la ciudad de Roma.
Los equites y la infantería más ligera, como los velites, fueron reemplazados por tropas auxiliares (en latín, auxilia) compuestas por mercenarios o soldados que no eran ciudadanos romanos. Además, debido a la concentración de las legiones en una fuerza de infantería pesada los ejércitos de Roma dependían de la caballería auxiliar que les daba apoyo. Como necesidad táctica, las legiones eran acompañadas casi siempre por un número igual o mayor de tropas auxiliares más ligeras, que a su vez eran reclutadas de los no ciudadanos que vivían en los territorios del Imperio. La única excepción en este periodo histórico en la que una legión llegó a estar formada por soldados que no eran ciudadanos romanos fue una Legión de imitación que fue reclutada en la provincia de Galacia. 
Al contrario que en fechas anteriores, los legionarios ya no luchaban sobre la base de campañas estacionales para la protección de su tierra. Por el contrario, ahora recibían una paga fija, y eran empleados por el estado por una duración determinada. Como consecuencia, el servicio militar pasó a desplazarse a las clases más bajas de la sociedad romana, para quienes la paga asalariada del estado resultaba un buen incentivo para alistarse. 
A través de este proceso de reformas el ejército fue modificando su composición, de forma que las personas más pobres, y sobre todo las de origen rural, pasaron a constituir un gran porcentaje del total de los soldados. Una consecuencia desestabilizadora de este desarrollo fue que el proletariado «adquirió una posición más fuerte y elevada» dentro del Estado. Sin embargo, esta profesionalización del ejército era absolutamente necesaria si se quería poder establecer guarniciones permanentes en territorios recién adquiridos y tan distantes como Hispania, lo cual no era posible bajo las anteriores milicias estacionales de ciudadanos.
El historiador R. E. Smith apunta que hubo también la necesidad de reclutar legiones adicionales en situaciones de emergencia, con la finalidad de repeler amenazas estratégicas específicas. Argumenta que esto podría haber llevado a crear dos tipos de legiones distintas: Por un lado estarían las legiones de larga duración, establecidas en las provincias y compuestas probablemente por tropas profesionales que componían un ejército en pie de guerra. Por otra parte estarían las legiones formadas rápidamente, que estarían compuestas por hombres más jóvenes con poca o nula experiencia militar, con esperanzas de aventura y botín. En cualquier caso, no se conoce ninguna distinción en cuanto a la paga básica, la disciplina o el equipamiento entre estos dos tipos de legión. La práctica de las tropas veteranas de enrolarse voluntariamente en las nuevas legiones podría haber significado que ningún ejército se compuso exactamente de uno u otro de esos dos arquetipos.
Las legiones de finales de la República estaban compuestas por infantería pesada casi en su totalidad. La principal sub-unidad de la legión era la cohorte (en latín cohors), formada por 480 hombres de infantería. La cohorte era mucho más grande que el anterior manípulo, y estaba dividida en seis centurias de 80 hombres cada una. A su vez cada centuria se dividía en 10 «grupos de tienda» (en latín, contubernia) de 8 hombres cada uno. Las legiones comprendían también un pequeño cuerpo, normalmente de unos 120 hombres, de caballería legionaria romana (en latín, equites legionis). Los equites se utilizaban como exploradores y mensajeros, y no como verdadera caballería de batalla, dada la inexistencia por aquel entonces de estribos y sillas de montar. Las legiones también contenían un grupo dedicado a la artillería de aproximadamente unos 60 hombres, y que operaban las armas de asedio como las ballistas (en latín, ballistae). 
Cada legión iba acompañada normalmente con un número aproximadamente igual de tropas auxiliares de aliados. Esto fue una formalización de lo que antes era una práctica habitual, esto es, el uso de tropas ligeras de latinos y otros aliados, que para entonces habían recibido la ciudadanía romana tras la guerra social. Las tropas auxiliares, además, podían estar formadas por distintos tipo de tropas:
  • Caballería ligera, conocida como alae.
  • Infantería ligera auxiliar, conocida como cohors auxiliae.
  • O unidades combinadas con ambos tipos de soldados, conocidas como cohors equitata.

Las tropas de caballería incluían a los arqueros a caballo (en latín, sagittarii), a la caballería de choque (cataphractii o clibanarii) o armados con lanzas (antesignani o lancearii). La infantería podía ir armada con arcos, hondas, lanzas arrojadizas, espadas largas o lanzas. Las unidades auxiliares originalmente eran dirigidas por sus propios jefes y, en este periodo, su organización interna dependía de sus comandantes. 

Sin embargo, «la deficiencia más obvia» del ejército romano seguía siendo su escasez de caballería, especialmente caballería pesada, hasta el punto de que incluso las unidades auxiliares estaban compuestas principalmente por infantería. Luttwak comenta que las tropas auxiliares consistían en gran parte de arqueros de Creta, honderos baleares e infantería de Numidia, todos los cuales luchaban a pie. Sin embargo, a medida que las fronteras de Roma se fueron expandiendo, sus adversarios cambiaron de ser ejércitos basados en la infantería a estar basados en la caballería, por lo que el ejército romano comenzó a encontrarse en una cierta desventaja táctica, principalmente en Oriente.
En cuanto a la armada de este periodo, había quedado muy reducida tras las guerras púnicas y la conquista de Grecia. En consecuencia, los piratas cilicios se convirtieron en los verdaderos amos del Mediterráneo. A finales del período republicano, en el contexto de las guerras mitridáticas y la campaña de Pompeyo Magno contra los piratas se acometió una profunda revitalización naval, que sirvió asimismo para hacer frente a nuevos requerimientos: por ejemplo, Julio César reunió una flota en el Canal de la Mancha para invadir Britania. Por último, durante la guerra civil posterior, se llegaron a construir o transformar para el uso militar desde las ciudades griegas un número cercano al millar de naves. 
Reclutamiento de no ciudadanos (49 a. C.-27 a. C.)
Durante la época de Julio César, en 54 a. C., las unidades regulares de legionarios fueron apoyadas por nuevas unidades especiales. En concreto, se llevó a cabo el reclutamiento de los exploratores, un cuerpo de exploradores, y de los speculatores, espías cuya misión era infiltrarse en los campamentos enemigos. 
Por otra parte, y debido a las exigencias de la guerra civil, se tomó la medida extraordinaria de reclutar legiones de no ciudadanos. Julio César lo hizo en la Galia Transalpina, Pompeyo lo hizo en Farsalia y Marco Junio Bruto en Macedonia. Es importante precisar que este reclutamiento tuvo carácter irregular y extraordinario y que no fue, sin embargo, un reclutamiento típico de este periodo. La ley romana siguió exigiendo oficialmente que las legiones estuviesen compuestas exclusivamente por ciudadanos romanos.

Las legiones imperiales y la reforma de las tropas auxiliares (27 a. C.-75 d. C.)
Augusto fue el último eslabón de una larga cadena trazada por Mario, Sila, Pompeyo, César y Marco Antonio.  Así, la reforma constitucional con la que Octavio inició un nuevo periodo de la historia de Roma, el Imperio, debía tener en cuenta al ejército, al que era preciso institucionalizar y privarle de contenido político, más allá del servicio al estado a través de su personificación en la figura del emperador.
Ello suponía una compleja obra de reforma, cuando no de auténtica creación: en primer lugar debía dar, una ingente y satisfactoria solución al problema de los veteranos, problema todavía más complejo por la necesidad de licenciar a una considerable parte de las gigantescas fuerzas que habían combatido durante la guerra civil; en segundo lugar, organización de los efectivos y mandos del ejército, adaptado a su nuevo carácter de permanente, y por último, inversión de las fuerzas así sistematizadas como justificación ante el Estado y la sociedad de la necesidad de su mantenimiento.
Se ha calculado en 230.000 el número de soldados bajo el mando de Octavio César Augusto tras la victoria de Accio (Actium), que puso fin a la guerra civil. A lo largo de los años siguientes, Augusto llevó a cabo un proceso de desmovilización que redujo esto efectivos a la mitad. Los soldados fueron recompensados con tierras, mediante una amplia política de establecimiento de veteranos en colonias creadas en suelo provincial. El resto de las tropas fue utilizado, en parte, en la defensa de las fronteras y, en parte, en la sangrienta guerra contra las tribus del norte de Hispania.
Pero entretanto, estas tropas, herencia de la guerra civil, y por tanto, no suficientemente fiables, serían siendo sustituidas por un nuevo ejército disciplinado y escogido, bajo el mando de oficiales cuidadosamente seleccionados. Era impensable una vuelta al sistema republicano de reclutamiento por el correspondiente magistrado para campañas determinadas. El mantenimiento de un ejército permanente era condición indispensable para un jefe de Estado que apoyaba los fundamentos de su poder en el ejército.
La política de reclutamiento y las guerras de conquista, con las que Augusto justificó la inversión permanente de un ejército, hicieron de las fuerzas del Imperio una milicia de frontera, que con su sucesor Tiberio, quedaron transformadas en una guarnición permanente, destinada, primordialmente, a proteger las fronteras de invasiones exteriores y mantener el orden en las provincias.
Profesionalización y permanencia significaban, en primer lugar, limitación de potencial. Las gigantescas fuerzas de la guerra civil quedaron finalmente reducidas a 28 legiones, unos 150.000 hombres, completadas con un número prácticamente igual en efectivos de fuerzas auxiliares. Tras el desastre de Varo, en el bosque de Teotuburgo, donde fueron liquidadas tres legiones, permanecieron en servicio solo 25 legiones hastas que Vespasiano elevó su número a 30 y finalmente Septimio Severo a comienzos del siglo III, las aumentó a 33; es decir alrededor del 3% de la población ciudadana.
Cada legión tenía un número aunque algunos se repetían como el III que llegó a existir 5 legiones con el mismo número. Cuando una legión era destruida su número se consideraba nefasto y no volvía a usarse jamás como fue el caso de la XVII, XVIII y XIX.
En cuanto al reclutamiento de los efectivos, Augusto cumplió finalmente el paso de integración en las fuerzas militares romanas de elementos romanos provinciales no itálicos, También posibilitó la creación de una fuerza auxiliar regular y profesionalizada (auxilia), destinada a ser un elemento permanente en el ejército romano, que contrapartida recibían la ciudadanía romana, que posibilitaba a sus hijos el ingreso en las legiones romanas, cosa que pasaba a menudo. Al principio los militares servían cerca de su lugar de procedencia, más tarde fueron destinados a guarnecer las fronteras lejos de sus hogares.

La legión romana del Alto Imperio
La legión en tiempos de Augusto siguió siendo formada por 10 cohortes (de la I a la X) con 480 efectivos cada una, y una unidad de caballería  con 4 turmas con unos 120 jinetes (equites legionis) para exploración y mensajes, a los que se añadían los más de 2.000 auxiliares (tanto de caballería como de infantería), una legión podía llegar a movilizar cerca de 8.000 soldados. En tiempos de Nerón hacia el año 69 se cambió y la primera cohorte pasó a tener solo 5 centurias con 160 cada una, siguendo esta plantilla hasta el año 244 en que fue la última vez que la legión se empleó como unidad, siendo posteriormente reformada por Vagecio.
Legión romana a partir de Nerón con 10 cohortes y 59 centurias
Legión romana del Alto Imperio (69 – 250) con auxiliares 

Personal de la Legión
Cada legión tenía el siguiente personal:
El legado (legatus legionis)
Era el comandante de la legión. Generalmente era nombrado por el emperador, anteriormente debía haber sido tribuno por un periodo de 3-4 años, tenía que ser senador con unos treinta y pico años. Normalmente vestía con coraza musculada bien de bronce para la guerra o bien de cuero, con un adorno en el pecho; encima llevaba una capa morada y una banda morada en la cintura, llevaban pteruges (tiras que cuelgan de la cintura) blancos.
Los tribunos (tribunus militum)
Había seis tribunos, uno del orden senatorial o laticlavio, que era el segundo jefe de la legión, que se distinguía por una franja ancha de color púrpura, tenía unos veinte y pico años y a veces con muy poca o ninguna experiencia militar. Vestía de forma similar al legado con una coraza musculada bien de bronce o de cuero blanco sin adorno en el pecho, una capa morada y una banda morada a la cintura. Había otros cinco tribunos de clase media-alta u orden ecuestre nombrados por el legado y se denominaban angusticlavios que llevaban una banda roja estrecha en la cintura. Todos llevan una capa roja, tenían que haber tomado parte en campañas anteriores, y formaban una especie de estado mayor sin tareas específicas. Se les podía dar el mando de 2 cohortes.
Prefecto del campamento (praefectus castrorum)
·       Era un oficial de avanzada edad, que normalmente había sido previamente un primus pilum y sus funciones eran las siguientes:
Elegir el campamento, su trazado y formación.
·       Cuidar de la defensa del campamento con construcción de fosos y empalizadas.
·       Inspeccionar todo el material de la legión incluyendo las máquinas de guerra como las catapultas, ballestas, arietes y las ambulancias de los heridos.
·       Atender al aprovisionamiento de los legionarios y de la caballería.
Era elegido por el cónsul o el emperador entre los oficiales más antiguos y experimentados.

Mandos de una legión imperial, de izquierda a derecha: legado, tribuno laticlavio, prefecto de campamento o praefectus castrorum, tribuno angusticlavio. 

Primus Pilus
El primus pilus también llamado primipilo era el centurión de la primera centuria de la primera cohorte de una legión romana. A sus órdenes se encontraban todos los demás centuriones y soldados de la legión y por encima de él solo estaba el legado de legión (legatus legionis), el tribuno laticlavio y el prefecto del campamento (praefectus castrorum). Por su experiencia participaba en las reuniones del Estado Mayor. El cargo de centurión primus pilus se ejercía por un solo año, transcurrido el cual la mayoría de los primipilos eran licenciados e ingresaban en el orden ecuestre, como caballeros romanos, lo que les daba derecho a participar en la vida de la comunidad urbana en la que se instalasen y a aspirar al cursus honorum de los equites romani, o bien a asentarse en Roma y asesorar directamente al emperador y sus generales. Sin embargo, unos pocos primipilos permanecían en el ejército, bien en el rarísimo rango de primus pilus bis, o bien como praefectus castrorum de una legión. Llevaba pteruges blancos como los mandos de la legión y capa roja. 

Aquilifer
Era el soldado que llevaba el Aquila, que era el estandarte de la legión, que debía ser protegido y salvaguardado a toda costa. Para una Legión, perder su estandarte era el mayor deshonor. Sobre el casco llevaba una piel de león, y se protegía con un pequeño escudo circular. 

Imaginifer
Era una clase de signifer que portaba la imago o la imagen del emperador. Este cargo fue establecido a partir de la implantación del culto imperial durante el reinado de César Augusto. La imago era un retrato tridimensional del emperador hecho de metal labrado que portaba sólo la cohorte principal.

Personal de la legión, de izquierda a derecha: centurión primus pilus, aquilifer, imaginifer, y cornicen. 

Dado el carácter defensivo que adquiere la legión, fueron reforzados en materiales de fortificación y artillería, así según Vegetio, cada cohorte iba equipada con una catapulta, y cada centuria una ballista transportada en un carroballista, tirado por mulas, tal y como se puede ver en la Columna de Trajano. 

Cuerpo de especialistas
Le legión incluía además incluía un cuerpo de unos 600 hombres que no participaba en la batalla, estaba formado los inmunes o especialistas estaban exentos de los trabajos más pesados, y que realizaban unas tareas concretas según su cualificación especifica. Esta cualificación les colocaba por encima de sus compañeros no sólo en lo que al trato se refería, sino en cuanto a la paga, que solía ser el doble que la del milites o soldado raso, pero inferior a la del optio. En lo que respecta al trato tenían la misma consideración que los suboficiales si bien carecían de mando.
Dentro de esta categoría se distinguían entre otros: los escribientes, los armeros, los ordenanzas, los carreteros, los sanitarios y los guardias del cuartel general, equivalentes estos últimos a la actual policía militar. Con el tiempo los inmunes terminaron siendo integrados en unas centurias logísticas que dependían de la Primera Cohorte, motivo por el que ésta siempre, contaba, al menos sobre el papel, con el doble de efectivos que las restantes cohortes de la Legión. 

Escribientes
Dependían del tessesarius y se ocupaban, entre otros asuntos del papeleo, de la contabilidad, de los suministros, del control de las tierras y de los negocios de la Legión. Además, tanto el tessesarius como los escribientes a su cargo ejercían labores de notarios y registradores de la propiedad para con los soldados y sus familias. 

Armeros
Es de sobra conocido que el arma más importante del legionario era el pilum, el cual constaba de dos partes, una de madera y otra de metal unidas por pasadores, uno de ellos metálicos y el resto de madera. El pilum tenía la doble característica de ser a la vez un arma desechable y reutilizable. Cuando el pilum, tras ser lanzado impactaba contra su objetivo, los pasadores de madera se rompían inutilizando el arma, la punta de madera se doblaba. Sin embargo, después de la batalla los pila se recogían y se reparaban sustituyendo los pasadores rotos por otros nuevos, con lo que el arma podía volver a ser empleada. De ésta y otras labores relacionadas con el armamento se ocupaban los armeros.

Sanitarios
Todas las Legiones disponían de un hospital fijo en su cuartel base, y de un hospital de campaña que las acompañaba en todos sus desplazamientos. El prefecto del campamento tenía entre sus atribuciones el mando logístico del primero de estos hospitales, el fijo, mientras que el mando técnico correspondía a un médico civil, que solía ser el médico particular del cónsul o legado y, habitualmente, de origen griego o un veterano de la legión.
Por otro lado, en cada centuria existía un legionario capacitado para practicar los primeros auxilios, y que sin dejar de ser combatiente desempeñaba su labor durante o después de los combates.
A su vez, en el hospital del campamento había unos sanitarios con mayor nivel de cualificación. Estos sanitarios, procedentes de los milites, recibían distintos nombres según el papel que desempeñaban:
      ·       Optiones valetudinarii: enfermeros encargados del hospital.
·       Qui aegris praesto sunt: literalmente, aquellos que ayudan a los pacientes.
·       Seplasarius: los farmacéuticos.
·       Pequari: los veterinarios.

Otros
También había comerciantes y artesanos como agrimensores, plumbarii (los que trabajaban el plomo), carpinteros, albañiles, herreros, sastres, etc. 

Las cohortes
Siguen siendo formadas por 6 centurias (6 x 80) con un total de unos 480 hombres sin incluir los mandos, (cohortes de la 2 a la 10). Desde Augusto a Nerón las cohortes eran exactamente iguales. Pero a partir de Nerón la 1ª cohorte estaba formada por 5 centurias, cada una de ellas formada por 160 hombres, (5 x 160) lo que daba un total de 800 hombres sin incluir los mandos. Las dos últimas centurias podían empleadas para proteger el campamento o como reserva.
La cohorte formaba en tres manípulos, cada uno formado por 2 centurias (2 x 80), conservaban el nombre tradicional de astados (hastati), príncipes y triarios.

Las centurias
Sigue siendo una unidad de 80 hombres (10 contubernios). Formaba en un cuadro de (10 x 8) hombres, y a veces (20 x 4). Las centurias de la primera cohorte tenía 160 hombres (10 x 16) o (20 x 8). La centuria tenía el siguiente personal: un centurión que era el oficial, un optio o suboficial segundo jefe, un tesserarius o suboficial de seguridad y contabilidad, signifer o suboficial portador del estandarte, un cornicen y 10 contubernios, además una ballista en un carro o carroballista.
Centuria romana en el Alto Imperio: 105 efectivos: 1 centurión, 1 signifer, 1 cornicen, 1 tesserarius, 1  optio, 10 decanos, 70 gregarios o legionarios, y 20 sirvientes; además 20 mulas y 1 ballista sobre un carro 

Formación de una centuria a la izquierda en 20 x 4 en formación abierta, a la derecha en 10 x 8 en formación cerrada, cada legionario ocupa 1 m², con lo cual la centuria ocuparía 10 x 8 m, se puede observar la posición del centurión, cornicen detrás de él y signifer a su izquierda, el optio ocupa una posición atrás a la izquierda. Autor Adam Hook 

Primera centuria prior en ataque. Se distingue porque su signum termina en punta de lanza, el centurión (1) va a la derecha, el signifer (2) va en la tercera fila, el cornicen (4) va detrás del signifer y detrás el optio (3) y tesserario (5). Autor Angus McBride 

Centurión
Mandaba la centuria, era la pieza fundamental de la legión. Se obtenía el cargo después de muchos años de servicio. Los centuriones de la primera cohorte eran los principales y se denominaban los primi ordinis, al centurión de la primera centuria (príncipes) se le llamaba primus pilus, y por tanto el cuarto hombre de la unidad, con acceso directo al legado. Las funciones de los centuriones eran muy variadas, adiestraban a los reclutas, inspeccionaban las tropas, ponían centinelas, marchaban a la cabeza en el campo de batalla e incluso dada su experiencia aconsejaban a los oficiales jefes antes de la batalla.
Como distinción llevaba una capa y el casco con un penacho transversal y la espada en el lado izquierdo al contrario que los legionarios, llevaban una lorica hamata (cota de malla), o lorica squamata (cota de escamas) sobre la que se ponían las decoraciones o faralae, llevaba una vara llamada uitis, de madera de vid o de olivo que utilizaba para escarmentar a los legionarios que hicieran mal su trabajo. A la categoría de centurión se accedía automáticamente tras producirse una vacante. Para ello, se necesitaba haber sido elegido con anterioridad como optio ad spem ordinis, que era el suboficial seleccionado de entre los mejores por el primus pilus.
Los centuriones de la primera centuria se les denominaba prius, y a los de la segunda centuria se les denominaba posterior. Conservaron los nombres de la república: pilus prior y pilus posterior triarios, pilus prior y pilus posterior príncipes, pilus prior y pilus posterior astados o hastati.

Optio
Para llegar al cargo de optio o segundo jefe, aunque se necesitaba cierta cultura, lo más importante era demostrar que se poseían determinados valores como la valentía y la sensatez, y haber probado fidelidad al centurión y a los compañeros. Eran los propios milites los que elegían a quienes según su criterio, reunían estas características, presentándolos a continuación al centurión para que éste, a su vez, eligiera a la persona que debía recibir el empleo de optio o suboficial. Entre los elementos característicos del optio estaba el bastón de mando que llevaba en las formaciones. Este bastón era de madera, medía alrededor de 1,50 metros, y tenía una contera de metal y, en el extremo superior un pomo de plata que simbolizaba el mando del suboficial. El Optio también se distinguía porque en su casco lucía plumero o penacho longitudinal, que atravesaba el casco de la parte posterior a la anterior. Esta disposición del plumero no era un capricho, sino que se llevaba así para que los solados localizasen rápidamente al optio. Este suboficial solía situarse en el lado derecho de la última línea de la formación, en paralelo con sus hombres, por lo que cuando éstos giraban la cabeza hacía la derecha podían ver el plumero o penacho. 

Tesserarius
Llamado también suboficial de seguridad y contabilidad. Era un soldado del ejército romano, con la categoría de miles principalis, que se encargaba, en cada centuria, de las tareas de seguridad, especialmente de conocer y fijar la tessera o tablilla o teja de madera cubierta de cera en la que se escribía el santo y seña ordenado por el comandante. Esta tablilla la recibía y custodiaba el tessesarius. Tambien era el encargado de los escribientes que plasmaban las órdenes por escrito, de controlar las necesidades de la unidad o reflejar los gastos en los libros de contabilidad. Dependía del centurión de su centuria a través de su lugarteniente, el optio. 

Signifer
Era el portador del estandarte o signum. Era el encargado de transmitir las señales ópticas, para ello movía el signum rítmicamente o le orientaba hacia un lado u otro para indicar a las tropas la acción que debían realizar. Llevaba la lorica hamata (cota de malla), o lorica squamata (cota de escamas) a diferencia del resto de los legionarios que empleaban la lorica segmentata. No usaba el pilum, solía llevar el gladius, el pugio y un escudo redondo de 60 cm de diámetro. Llevaban una piel completa de oso o lobo que llevaban extendida cubriéndoles la cabeza y la espalda. Las patas delanteras del animal se anudaban sobre el pecho. Su categoría era la de miles principalis y era elegido por su valor, dominio del oficio militar y honradez. Por ello, también se le encomendaba la custodia de la caja de ahorros de su centuria, que unida a las del resto de las centurias, se custodiaba en el aedes o capilla de los principia del campamento de la unidad, capilla en la que se encontraban los estandartes de cada legión o cohorte auxiliar cuando no salían las tropas al campo. El signum o estandarte de la centuria estaba formado por un asta de madera decorada con discos metálicos o phalerae, que podían indicar bien el número de la centuria de la cohorte (de uno a seis) y las condecoraciones colectivas obtenidas por la centuria, un cartel en el que indicaba la unidad a la que pertenecía -p. ej.- COH IV PRAET, LEG XX VV, COH V AST-, terminaban en una punta de lanza en las unidades auxiliares o en una mano abierta en las legiones y cohortes pretorianas. 

Cornicen
El cornicen (cornicines en plural) era un oficial subalterno en el ejército romano. Su trabajo era saludar a los oficiales y dar las órdenes acústicas a la centuria. Los cornicines siempre marchaban a la cabeza de los siglos, con el tesserarus y el signifer. Los cornicines también se utilizaron como ayudantes de un centurión (como un optio). El cornicen era un duplicario o soldado que tiene el doble de la remuneración básica del legionario.que portaba un instrumento musical llamado trompa mediante el que se emitían distintas señales acústicas que eran entendidas por las tropas como órdenes. Llevaban el mismo equipo que el signifer. El instrumento cornicen se fabricaba en tres tamaños. El más grande era asignado al cuartel general de la legión, asignado al Estado Mayor del legado, tribunos y primus pilum. El de tamaño medio era asignado a las cohortes. En las centurias y a razón de un instrumento por cada, eran los más pequeños y manejables.
Personal de una centuria, de izquierda a derecha centurión, optio, tesserario, signifer con un signum (el de la cohorte terminaba en punta de lanza y el de la centuria el forma de palma de la mano), y cornicen 

En el campamento, las diez tiendas de cada centuria (en color marrón) formaban filas paralelas a la Vía Praetoria, que era el eje longitudinal del campamento, con la tienda del centurión (en color rojo) en el extremo. Al fondo se cercaba un espacio para las 20 mulas de la centuria y entre las tiendas de cada centuria quedaba una espacie de patio que se utilizaba para los menesteres de los legionarios. Polibio resalta que en caso de necesidad, los legionarios podían salir del campamento o acudir a la empalizada o rápidamente, ya que las salidas de los espacios de cada manípulo siempre estaban orientadas hacia una de las grandes vías. 

Contubernio
Era un grupo de 8 hombres que vivían bajo una misma tienda, constituía lo que hoy es un pelotón, estaba mandado por un decano o suboficial, entre sus misiones estaba la de organizar los trabajos y mantener la disciplina. Mandaba 7 soldados rasos a los que se denominaba miles gregarius. Podian ser castigados o recompensados como unidad. Contaban adicionalmente 2 sirvientes y 2 mulas para llevar la tienda y los equipos del pelotón. Cada contunbernio tenía un molino de grano y una trébede para hacer fuego.
Contubernio en marcha año 14.En decano marcha delante, los gregarios detrás y por último los dos sirvientes con las mulas. Autor Angus Mcbride

Contubernio romano desmontando su tienda para iniciar la marcha y cargando el equipo en las mulas.

Legionario romano
Reclutamiento
El reclutamiento romano durante el Imperio alto romano era voluntario, aunque en algunas ocasiones ante la escasez de voluntarios se acudió al reclutamiento obligatorio, empezaba en invierno para que en la primavera los reclutas estuviesen preparados para la guerra.
Voluntarii (voluntarios): esta clase de reclutamiento pasaba por distintos altibajos según en el momento en que se encontraba el Imperio, como era lógico, abundaban más candidatos en tiempos de calma o en campañas donde el botín fuera substancioso, por el contrario en momentos de campañas largas y arriesgadas el voluntariado era escaso.
Lecti (forzosos): solamente se empleaba en caso de emergencia cuando no había voluntarios suficientes y había que reclutar soldados de forma obligatoria llamado delectus o leva. La incorporación a filas de forma forzosa, se hacía por sorteo entre los ciudadanos en edad militar. Estas levas eran dirigidas y supervisadas por oficiales o en su caso por las autoridades locales pertinentes y su duración era solo durante la crisis.

Reclutamiento romano forzoso. Augusto tuvo que recurrir a este sistema cuando no había voluntarios suficientes sobre todo durante la revuelta Iliria, se utilizó métodos expeditivos e incluso las ejecuciones como último recurso. Autor Angus Mcbride 

Habitualmente en su mayoría, los reclutas procedían del as regiones rurales del Imperio, asimismo y aunque en menos medida provenían de los centros urbanos, esto se debía a que el ejército prefería que sus filas se nutriesen con soldados provenientes del campo, estos estaban acostumbrados al trabajo duro y a la falta de comodidades, condiciones con las que se topaba el soldado romano con más frecuencia en el ejercito. Así mismo Los reclutas provenientes del campesinado no necesitaban un excesivo entrenamiento físico, por el contrario los llegados de centros urbanos necesitan una formación extra.
Se reclutaba por un período mínimo que con Augusto se alargó hasta los 20. Los auxiliares tenían una duración de 25. Al término de éste período, el legionario tenía dos opciones: o se reenganchaba o se licenciaba con una paga de 3.000 denarios o una porción de tierra para crear una granja o una explotación agrícola, solían acabar el servicio  con una edad de 45 a 50 años.

Condiciones
La edad de reclutamiento oscilaba entre los 17 y 46 años, auque en su mayoría los reclutas estaban entre las edades de 17 y 23 años, se tiene constancia de reclutas jóvenes con edades de 13 y 14 años, y de edades más maduras de 36 años. Debiendo cumplir unos requisitos legales y físicos. 

Requisitos legales
Los ciudadanos romanos tenían que cumplir unos requisitos legales para poder ser alistados:
·       Ser ciudadano romano, sólo los ciudadanos romanos podían servir en las legiones.
·       Estar legalmente censado y tener el visto bueno de las autoridades municipales o provinciales. Una especie de certificado de buena conducta que incluía avales de familiares y amigos recomendando al joven aspirante.
·       Ser soltero. Un legionario romano tenía prohibido casarse, aunque una vez alistado se solía hacer la vista gorda si vivía con una mujer en contubernio es decir sin estar casado, algunos incluso tuvieron hijos.
·       Estar libre de cargos. Resultaba tentador alistarse para ocultar ciertos delitos o crímenes graves cometidos, si esto era descubierto se llevaba a cabo la expulsión inmediata del cuerpo. 

Requisitos físicos
·       Tener entre la edad estipulada que variaba a lo largo del tiempo.
·       Tener una estatura mínima de 1,70. Hay que tener en cuenta que en la Alta Edad Media la estatura media de los hombres bajó alrededor de 5 centímetros. Aunque no era determinante, ya que un hombre sin la altura reglamentaria, pero gozando de una buena corpulencia, bien podía ser aceptado en el ejército
·       No sobrepasar un determinado peso y tener una determinada masa muscular. En general se buscaba un tipo de recluta delgado pero fibroso.
·       Superar las pruebas físicas. No las conocemos pero serían prácticamente iguales que las de hoy en día, para demostrar que el aspirante a recluta era capaz de correr, saltar, etc.
·       Gozar de buena salud. Se les hacían un reconocimiento médico completo que incluía pruebas de oído y vista a la que se daba mucha importancia. 

Si el aspirante creía reunir todos los requisitos se presentaba ante las autoridades locales de su municipio que debían certificar que había tenido un buen comportamiento y que era apto para el servicio. Entonces era enviado a la capital de su provincia donde se les hacía un primer examen físico o probatio, la inspección de los reclutas era dirigida por el gobernador provincial, y una vez pasadas las pruebas y el reconocimiento médico y se les daba un certificado o probatus, se les hacía entrega de un viaticum o dieta consistente en unas monedas (75 denarios) para pagar el viaje y eran enviados al cuartel general de la legión a la que habían sido adscritos.
Una vez en el cuartel general de la legión, que era su sede administrativa, los funcionarios militares revisaban los documentos de los aspirantes dándoles el visto bueno y se les sometía a un nuevo examen médico y a una prueba física. Si pasaban este trámite eran formalmente aceptados como reclutas o tiros.
El centurión les informaba del sueldo que iba a recibir en 4 pagas (era de 225 denarios con Augusto y en el siglo III llegó a 750) y de que en los depósitos de la legión encontrarían todo su equipo: lorica hamata, galea, espada, pugio, pila, etc. Ese equipo debían pagarlo de su bolsillo, así era difícil que lo perdieran y podían adquirir el estándar fabricado en serie para el ejército o uno más caro adquirido a artesanos especializados con bonitos adornos. Lo normal era adquirír el estándar, cuyo coste se descontaba de su sueldo.
Nuevos reclutas o tiros incorporándose a una unidad auxiliar 

La instrucción
Durante la probatio o instrucción, los novatos practicaban dos veces al día con las armas, mientras que los veteranos solo una. Para ello, les daban una espada de madera y un escudo más pesados que los de guerra, y debían pasar horas golpeando un poste vertical al que apuñalaban sin cesar, para aprender los rudimentos de la esgrima. Debían lanzar las pila hasta que alcanzaban la distancia y precisión requeridas.
Legionarios romanos haciendo instrucción. Se ve un grupo marchando, otro practicando con la gladius y otro practicando equitación con equipo completo. Se observa a los suboficiales que llevan el bastón dirigiendo la instrucción. 

Cuando habían alcanzado un cierto grado de instrucción y habilidad se enfrentaban entre ellos por parejas y más tarde frente a veteranos que no tenían piedad.
Se les enseñaba a desfilar marcando el paso. Luego se les llevaba de marcha, forzándolos al máximo hasta que fueran capaces de recorrer 20 millas romanas (30 km) en cinco horas. El entrenamiento continuaba hasta que eran capaces de recorrer 24 millas (36 km) en cinco horas con el equipo completo, que incluía armas y armaduras, utensilios de cocina, estacas para la empalizada, instrumentos para cavar y provisiones para varios días, pues al final de cada marcha tenían que levantar un campamento con terraplenes y fosos de defensa incluso con condiciones climatológicas adversas.
Aprender a maniobrar, adoptando de forma fulminante las órdenes de las distintas formaciones: en círculo, en cuña, formar testudo, etc. Y todo ello bajo los gritos del centurión y sus ayudantes, de forma que, cuando caía la noche y podían retirarse a sus contubernia, caían como muertos en sus piltras.
Se les enseñaba también a cavar los fosos, levantar los terraplenes y las empalizadas y montar las tiendas del campamento. Además había otros los ejercicios obligatorios como montar a caballo, natación, etc. No es extraño que las primeras semanas el valetudinarium (hospital) del cuartel estuviera siempre lleno de reclutas quejándose de ampollas y dolores musculares, aunque lo que de verdad funcionaban en estos casos eran los remedios caseros de los veteranos que los novatos se apresuraban a aplicarse con gran alivio.
La instrucción finalizaba cuando los tiros o reclutas realizaban la instrucción por unidades, que terminaba con el enfrentamiento entre centurias, e incluso contra centurias veteranas para comprobar su grado de instrucción.  Desde luego los veteranos ponían todo su empeño en no ser ridiculizados por los novatos.
Instrucción de centurias. El emperador Adriano observando la instrucción de la Legion III Augusta en Lambesis en el año 128. Dos centurias se enfrentan durante el ejercicio. Autor Sean O’brogain 

El juramento
El juramento era el último de los pasos que el tiro o recluta debía realizar para consagrarse al ejercito, por lo general se realizaba al cuarto mes después de la provatio, el juramento se prestaba ante los dioses y el emperador y se consideraba un rito religioso que vinculaba al soldado con el estado y con el emperador, a sí mismo el juramento comprometía al soldado a mantenerse firme bajo cualquier situación en el campo de batalla, obedeciendo a sus oficiales y protegiendo a sus compañeros en cualquier situación de combate.
El juramento implicaba la obediencia de legionario hacia el comandante al mando, y la formula era:”obedecerás las ordenes con entusiasmo y sin vacilar. Renunciaras a la protección de la ley civil romana y reconoces el poder de tus comandantes de matarte sin juicio por desobediencias o deserción. Prometes servir bajo los estandartes durante tu periodo de servicio y no abandonarlo hasta que tu comandante te releve. Servirás a Roma con lealtad, incluso a costa de tu propia vida, y respetaras la ley en lo que respecta a los civiles y a tus comandantes en el campamento”.
Y después un segundo juramento hacia los compañeros de armas: ”Jamás abandonare a los camaradas para salvar mi vida, jamás abandonare el puesto en la línea de batalla, excepto para recoger un arma, atacar al enemigo o salvar a un compañero de armas”.
Una vez cumplimentado todos los requisitos, se les enviaba a sus respectivas unidades, a estos soldados se les entregaba el signaculum, que era una tablilla la cual identificaba al soldado, esta iba introducida en una bolsita que iba colgada al cuello, llevaba su nombre junto a cualquier característica indentificativa para que pudiera ser reconocido en cualquier circunstancia.

Equipo del legionario
El equipo del legionario al principio del Imperio era muy similar al de la república, pero después se modificó el yelmo a la galea, el escudo se hizo semicilíndrico y la coraza se adoptó la lorica segmentata.
Yelmo galico-imperial o galea 
El yelmo evolucionó desde el tipo coolus que era semiesférico con protección de nuca y carrilleras, y que estuvo en vigor hasta la mitad del siglo I, fue sustituido por el yelmo galico-imperial o galea.
Este tipo de casco presenta una evolución tecnológica muy superior a sus predecesores, también adaptada a su nuevo contexto bélico (limes germano-danubiano y Dacia). Existiendo varios modelos dentro del mismo tipo con pocas variaciones, es el que más protección y adaptabilidad a la cabeza tiene de los cascos romanos. Su uso se extiende desde el siglo I al III. Fueron fabricados en hierro, no en bronce, de forma artesanal en la zona gala, posteriormente fueron fabricados en Italia y recibieron el nombre de italico-imperial. Este yelmo estaba fabricado en láminas de hierro de 1,5 a 2 mm de grosor pesando de 2 a 3,5 kg. Tiene multitud de detalles que deben ser estudiados.

Evolución del yelmo gálico-imperial o galea 

El cubrenuca se amplía hasta llegar a los 10 cm o más de anchura, pero a diferencia de los anteriores no acompaña su recorrido por todo la circunferencia del casco, sino que frena a la altura de las orejas. El uso combinado de este cubrenuca con el levantamiento de los hombros, junto con la flexión del cuello hacia ese lateral o contrayéndose en sí mismo, provoca una protección total hacia cualquier ataque que se dirija al cuello o cara. En esta zona trasera consta de una franja de escalones o pliegues en la zona vertical del casco, que dan una protección extra cuando el soldado es atacado por la espalda o con armas curvas, como la sica judía, la falx dacia o la rhomphaia tracia. Este elemento del casco, tiene una peculiaridad, que en los modelos F al H, son cubrenucas rectos, siguiendo el eje de la zona frontal, mientras que otros modelos, tiene una inclinación que parece cubrir mejor el cuello. Esto supone un hueco entre la espalda y el cubrenuca que debe ser resuelto mediante otro elemento protector, la focale o especie de pañuelo que protege el cuello de rozaduras y posibles tajos. Se deduce, que los modelos F-H no se desarrollaron a lo largo de las Guerras Dacias, sino en el periodo de pre-guerra Dacia (usados para las guerras contra germanos y Próximo Oriente) y al principio de la misma, pero la gran mayoría ya serían reemplazados los I y J.
Las carrilleras consiguen proteger todo el lateral del rostro dejando libres la zona auditiva, pero protegiendo incluso parte lateral del cuello. La forma que tienen en la parte delantera, las carrilleras, permiten, igual que en caso del Montefortino, proteger la cara, permitiendo una visión de 180º. Éstas tienen un refuerzo central para evitar la penetración de armas por esa zona y añade una protección más a la zona ocular o labial. Aparte de que están adaptadas a la cara, teniendo una forma abombada que otorga un ajuste óptimo, evitando huecos entre el rostro y el metal. Esto permite una sujeción mejor del casco con una serie de cuerdas que van desde la nuca hasta las carrilleras, ajustado al cuello para evitar que con los golpes, se desplace el casco. A esto se añade un elemento peculiar, un saliente en la parte trasera de la carrillera, que permite el desplazamiento del arma enemiga hacia el exterior, así como proteger mejor orejas y cuello. Además envuelven la cara, arropándola de golpes procedentes del enemigo o de choques involuntarios del propio escudo.
El frontal, tiene una visera algo más amplia, lo que denota que el enemigo seguía atacando de arriba abajo, algo que efectivamente hacían con la especie de guadaña o falx, y además con más contundencia. Es por el uso de estas armas en las Guerras Dacias, lo que obligará a perfeccionar el casco, creando el itálico-imperial, que ofrece, principalmente, la protección extra en la parte superior del casco, en forma de cruz completa, como el modelo gálico-imperial G, que hace de guía para reflectar los golpes hacia los laterales, teniendo un refuerzo extra en la parte superior; ampliación del guardanuca y más anchura y grosor de la protección frontal, como el casco encontrado en Berzobis.
Continuando con el gálico-imperial, y situándonos en la zona superior del casco, aparece una novedad, que son las cejas curvadas. Existe una controversia entre estudiosos y aficionados a la materia, en que esas cejas podían constituir funciones decorativa o de refuerzo, o quizás ambas.
Los cubreorejas, otra novedad que tiene este casco, es la protección extra de las orejas, se debe a que por la forma de la visera del casco, los golpes con espada son repelidos o desplazados a los laterales sobre todo a la zona de las orejas, para solucionar los tajos o desvíos de estos golpes, los romanos protegieron la oreja con un reborde para pararlos.
Los yelmos itálico-imperiales, se diferencian en cuanto a los otros, los gálicos, en el simple hecho de que no poseían decoración. Estos cascos se denominan así por ser creados por herreros itálicos en grandes cantidades, a diferencia de los anteriores se sustituyó el trabajo de decoración por la rapidez, o posiblemente peor manejo de los metales. También fueron usados desde el siglo I hasta principios del siglo III. Varios modelos usan un sistema de fijación de la cresta en forma plana, posiblemente para las crestas de los prtorianos o cohortes urbanas. El refuerzo central es más delgado y en forma de “L” en algunos casos, se debe a que buscan una mayor contundencia. A pesar de no tener decoración de cejas, en algunos casos se adornaban con remates en latón y figuras muy labradas. Posiblemente esto se deba a que eran para tropas como pretorianos, y el resto de legionarios tuvieran cascos sin adornos. 

La coraza o lorica
Protegía el pecho del legionario y las había de varios tipos: lorica segmentata, lorica hamata, lorica squamata y lorica musculata. 

Lorica segmentata
La designación lorica segmentata nace, según creemos, en el siglo XVI y significa “coraza de segmentos o seccionada”. La ventaja de la lorica segmentada era su fácil desmonte. Desajustando los sujetadores internos era fácil apilar la armadura en cuatro secciones y empacarla para su transporte. De hecho se cree que éstas eran desensambladas durante la marcha de las legiones para facilitar su traslado. Su estructura principal consta de cuatro secciones: Una parte superior compuesta de dos secciones que cubrían los hombros y una parte inferior, también compuesta por dos secciones, que cubría el torso.
Estas secciones, a su vez, estaban armadas, o compuestas, por bandas de hierro dobladas de tal manera que ofrecían una protección muy superior a cualquier cota de malla. Las bandas metálicas que conformaban las diferentes secciones estaban sujetadas entre si mismas por un sistema de hebillas y tiras de cuero, algo que la convertía en una pieza extremadamente modular. Las bandas de las secciones que protegían los hombros eran situadas en posición vertical mientras que las del torso eran ubicadas horizontalmente.
Este tipo de coraza confería mucha mayor protección que la cota de malla, permitiendo también libertad de movimientos. Detenía golpes más fuertes sin sufrir daños y proporcionaba una buena protección no solo contra elementos arrojadizos ligeros sino también contra lanzas y jabalinas. A ello deberíamos unir que su coste de fabricación era menor y que pesaba solo entre 6-9 kg, por lo que mejoraba los movimientos de los soldados en combate y facilitaba su transporte en los desplazamientos.
Se conocen 4 tipos de lorica segmentata. Estos tipos son denominados en base al lugar donde se descubrió la primer pieza, ya que al igual que con la armadura, realmente no sabemos la denominación Romana para cada variante. Dichas variantes no son en realidad cambios estructurales muy significativos. Sino que constan, principalmente, en cambios internos de la armadura y diferentes puntos de ajuste para sus partes.

Kalkriese: Se cree que ésta fue una de las primeras variantes en ser utilizadas y se calcula su utilización desde el 20 AC al 50 DC. El hallazgo de ésta lorica fue realizó donde se encontraba emplazado el campamento legionarios de Carnuntum en Kalkriese (Alemania). Es muy posible que muchos legionarios del general Varo la vistieran, aunque no estaba extendido a todas las legiones.

Tipos de lorica segmentata, de izquierda a derecha: Kalkriese, Corbridge, Newstead, y Alba Iulia 

Corbridge: Localizada en la región del Noreste de Inglaterra denominada Corbridge, dentro de una caja de madera. Constaba de 12 secciones: 6 hombros y 6 torsos. Hasta el día de hoy la lorica segmentada del tipo Corbrige es de la que más detalles se posee. Se calcula que fue utilizada desde el 40 al 120.

Newstead: Se calcula su utilización entre los años 120 al 250 aproximadamente. Fue encontrada por vez primera en Newstead y posteriormente gracias nuevos hallazgos realizados en Carlisle, se pudo establecer que la diferencia más importante, que fue notada un tiempo después de su descubrimiento, son las bisagras de mayor tamaño con respecto a los otros tipos. Esto, en teoría, le podría llegar a otorgar una movilidad más amplia. Junto a estos cambios también se pudo establecer que el sistema de ajuste entre las secciones superiores e inferiores dejó de ser por hebillas y se pasó a utilizar ganchos.

Alba Iulia: De la escultura Alba Iulia (Rumania) se deduce un cuarto tipo de lorica segmentata. Se trata de una armadura mixta, el cuerpo está protegido por 4 bandas o segmentos telescópicos que se superponen unos con otros, mientras que los hombros están protegidos por lorica squamata o de escamas. El brazo derecho está protegidos por bandas de metal llamada lorica manica.

Las loricas segmentatas se completaron después de la primera batalla de Tapas o Tapae, debido a los numerosos costes producidos por las falces dacias con la lorica manica, que protegía en brazo derecho y que hasta entonces había sido llevada por los gladiadores romanos. 

Lorica hamata
La lorica hamata o cota de malla que estaba en uso al final de la Républica, fue sustituida por lorica segmentata, posiblemente como resultado de la perdida de equipos tras la batalla de Teotoburgo en el Rin. No obstante siguió utilizándose para las unidades de caballería, los auxiliares y por los centuriones, signifers y cornicens. A pesar de ser muy pesadas (8-14 kg) eran cómodas ya que la mayor parte del peso descansaba en los hombros y el resto en la cadera al apoyarse en el cinturón, cuya misión también era la de evitar que la coraza fuera muy suelta en combate y dificultara los movimientos del soldado. Así, las cotas de malla ofrecían una aceptable protección contra las armas de punta, y una mejor contra las de corte y contra proyectiles ligeros.

Loricas o corazas romanas: de izquierda a derecha: hamata, squamata, plumata y musculata con pteruges (tiras de cuero) en cintura y hombros 

Lorica squamata
La lorica squamata o de escamas fue utilizada por primera vez durante la República Romana y en periodos posteriores. Estaba formada por pequeñas escamas de metal cosidas para formar la armadura. Solían llevarla los portadores de estandartes, músicos, centuriones, tropas de caballería e incluso algunas unidades de infantería auxiliar, aunque también podían portarlas los legionarios regulares sobre todo en Asia. Tenía la misma forma que la lorica hamata, con la misma longitud y las coberturas de los hombros.
Las escamas indidividuales podían ser de hierro o de bronce, e incluso podían alternarse ambos metales en la misma armadura. Podían recibir también algún baño que les protegiese de la oxidación (nos ha llegado un fragmento de armadura con escamas de bronce con baños de metal).
El metal no solía ser muy grueso: posiblemente entre 0,5 y 0,8 mm. Sin embargo, y dado que las escamas se sopreponían unas a otras en todas direcciones, las múltiples capas daban una buena protección. El tamaño de las escamas variaba entre 6 mm de ancho y 1,2 cm de alto hasta unos 5 cm de ancho por 8 cm de alto, siendo los tamaños más comunes alrededor de 1,25 por 2,5 cm. Todas las escamas de la misma armadura solían ser del mismo tamaño, aunque las escamas de distintas armaduras podían variar de forma muy significativa. Muchas tenían la parte inferior redondeada, mientras que otras terminaban en punta o tenían la parte inferior plana con cortes en las esquinas.
Una variedad era la lorica plumata se debe a su nombre al parecido con las plumas de un pájaro, las escamas tenían un nervio central.

Lorica musculata
Estaban fabricada en bronce puro, y protegían todo el tronco superior del oficial, mostrando marcados músculos pectorales y abdominales fielmente conseguidos en metal por los maestros herreros. Se hacía a medida y la llevaban los legados y los tribunos, para el día a día usaban una de cuero con la misma forma. 

El escudo o scutum
El scutum ovalado y curvo de la época de la república se fue haciendo durante el imperio cada vez más semicilíndrico al hacerse los extremos cada vez más rectilíneos. El único ejemplar entero se encontró en Dura Europos y data del siglo III.
Al igual que el de la república estaba formado por tres capas de madera desbastada de unos 3 milímetros de espesor, encoladas de forma entrecruzada para formar un plancha entrechapada y curva, todo el escudo estaba revestido de una capa de piel, y ademas en la parte delantera tenía una capa de lino. En la parte central estaba el umbro que era semiesférico y estaba construido de una aleación de cobre y de hierro, su objeto era proteger el asa del escudo, aunque se utilizaba de forma ofensiva, siendo lo suficientemente pesado y denso como para aturdir o desplazar a un oponente, lo cual facilitaba al legionario el siguiente ataque con su gladius. Los legionarios solían avanzar de forma alterna primero con el scutum ligeramente alzado para bloquear al oponente, y despues atacar con la gladius. Los bordes del escudo también se forraban de metal para mayor protección, pudiendo también ser usados de forma ofensiva para golpear.

Escudos romanos de Dura Europos siglo III. A la izquierda un scutum, en el que se observa las tres capas de madera, la capa de lino y la de cuero, asi como el reborde de latón. A la derecha un escudo redondo tipo parma, usado por los centuriones, cornicen, aquilifer y signifer. Autor Peter Connolly 

La forma del scutum permitía las formaciones compactas de legionarios sobre todo el testudo o tortuga, en que se superponían los escudos de forma que diesen una mayor protección contra las armas arrojadizas. El tamaño estándar del scutum va desde el hombro del legionario hasta la parte superior de su rodilla, es decir 1 x 0,5 metros con unos 6 kg de peso. Esta medida es eficiente y muy bien adaptada al modo de combate de la legión romana, otorgando no solo una cobertura formidable sino que además resulta ideal para cubrir parte del cuerpo del compañero de fila en una formación cerrada, de la que los romanos eran muy partidarios.
Los centuriones, siginifer, aquilifer y otros empleaban un escudo redondo llamado parma.

Armamento
Pilum. Se siguen usando una pilum ligera y una pilum pesada, pero las versiones producidas durante el Imperio eran un poco más ligeras que las de la república.
Gladius: Espada gladius se sigue usando, pero en el II, se empieza a usar la spata, más larga y que posibilitaba la distancia con el enemigo y estaba diseñada para que en vez de ser principalmente un arma punzante fuese un arma de corte. Medía entre los 70 y 100  cm.
Pugio: se sigue usando este tipo de puñal, al principio tenía una anchura de 4 cm, con el tiempo se hizo más finos.
Equipo del legionario romano en el 103 durante las Guerras Dacias 

Prendas 
La túnica
Era la principal vestimenta bajo la armadura de todos los soldados de la república y de comienzos de la era imperial. Normalmente estaba hecha de lana, y los primeros diseños utilizados por los legionarios consistían en una simple tela rectangular cosida en los laterales y con huecos para los brazos. La parte superior simplemente se dejaba descosida. Más tarde fueron apareciendo túnicas más elaboradas a las que se les añadían mangas. 

Los braccae
Eran pantalones que llegaban a media rodilla y fueron usados en climas más fríos. Eran de color marrón o pardo para los legionarios.

El subarmalis
Era una pieza que se coloca bajo la armadura para amortiguar su peso y los golpes durante el combate. Su uso no era obligatorio, su elaboración se deja a criterio de cada legionario. No obstante se aconsejaba utilizar fieltro forrado de lino, haciendo hincapié en necesidad de reforzar la parte de los hombros. Los oficiales llevaban flecos o pteruges que asoman por debajo de la cota sobre los hombros y alrededor de la cintura. 

El focale
Era un pañuelo de unos 140 x 40 cm usado para proteger el cuello de las rozaduras causadas por el contacto constante con la armadura. Todos los de una misma legión eran del mismo color. 

El sagun
Pieza de lana gruesa, cuadrada de 2 x 1,5 mts, aproximadamente, que sirve de abrigo. Se coge un doblez en la parte superior y se pone sobre los hombros cogiéndolo con una fíbula en la parte delantera. El doblez superior se pone sobre la cabeza en casa de frío extremo. 

La paenula
Capa de lana tipo poncho con capucha hasta media pantorrilla. Impermeabilizada con lanolina o grasa para protegerse de la lluvia. Se abrocha con botones de madera o hueso. 

El cingulum o balteus
Era un cinto servía para sujetar sus armas de filo, pugio y gladius y cumplir su función de cinturón, por delante llevaba unas tiras de cuero o pteryges con adornos. 

Los udones
Eran calcetines 

Los putee
Tiras de tejido que se enrollaban en las piernas desde el tobillo hasta la rodilla a modo de leguis. 

Las caligae
Se sigue usando este tipo de sandalias, las legiones que estaban más al norte fueron sustituyéndolas por botas. 

Herramientas
La furca
Estaba compuesta por dos palos atados en cruz, de la que se colgaban otros elementos necesarios del legionario. 

La sarcina
La sarcina era el macuto o mochila de cuero en el que transportaban los legionarios sus enseres. 

La patella
La patella era un cuenco utilizado para beber, normalmente en un contexto ritual. 

La vanga
Pequeña cantimplora para llevar aceite. 

El securis
Era un hacha normal, para evitar cortes, cuando era transportada se cubría el filo con esa especie de capuchón de bronce. 

La dolabra
Era un zapapico, compuesto de un hacha y pico, era sumamente versátil y, por supuesto, imprescindible para cavar los fosos que, cada vez que el ejército se detenía para acampar en territorio hostil, debía cavar y formar un talud con la tierra extraída. La parte del hacha también se protegía con un capuchón de bronce. En caso de necesidad se podía emplear como arma. 

Pala
Herramienta transportada por los legionarios para la construcción de fortificaciones, zanjas, letrinas, etc. Cada legionario llevaba, o bien una pala para cavar, o un pico para horadar la tierra. 

Sudis o estacas
Los legionarios debían transportar a razón de dos unidades por cabeza, por lo que una legión transportaba al menos 12.000 de ellas. Con dichas estacas se podían además formar otra serie de obstáculos similares a los caballos de frisia o bien un pilum murale, que significa muralla de lanzas.


Guardia Pretoriana
En Roma existían las legiones urbanas, que estaban constituidas por soldados muy veteranos. Augusto las disolvió y creó en sustitución la Guardia Pretoriana. Esta era un cuerpo militar que servía de escolta y protección a los emperadores romanos. Antes de los emperadores, la escolta personal ya había sido usada por los líderes militares aún desde los días de la familia de los Escipiones alrededor del año 275 AC.  Los miembros de la Guardia Pretoriana estaban entre las más diestras y célebres fuerzas militares. Los soldados de las cohortes pretorianas recibían doble paga y gozaban de numerosos privilegios. Cada miembro, al abandonar la cohorte, recibía 20.000 sestercios después de 16 años de servicios.
Guardias pretorianos de izquierda a derecha: Jonny Shumate le representa con lorica musculata plateada, Giuseppe Rava le representa con lorica musculata dorada, Peter Connolly le presenta sin coraza y con lorica segmentata y autor desconocido sin coraza. 
Los pretorianos custodiaban al emperador en Roma y en sus desplazamientos, cuando el emperador estaba en camino se enviaba un destacamento por delante para despejar la ruta y atajar peligros potenciales. Actuaban además como guardia de honor en las distintas ceremonias oficiales; por ejemplo, las que festejaban la salida del emperador cuando iba a la guerra o regresaba victorioso, su aniversario o la recepción de embajadores. Asimismo, eran responsables del mantenimiento del orden en Roma, ayudaban al cuerpo de vigiles (bomberos) en la extinción de incendios, reprimían rebeliones e investigaban las conjuras contra el emperador. Durante los espectáculos públicos montaban guardia, e incluso podían participar en ellos; el emperador Claudio, por ejemplo, hizo que un grupo de jinetes pretorianos abatiera fieras africanas en el circo Máximo. También actuaron como fuerzas de combate.
El emperador Tiberio mandó construir un fuerte para los pretorianos en las cercanías de Roma, en el Viminal, al que se llamó Castra Praetoria y se inauguró en el año 23. Posteriormente se amplió para dar cobijo a unas 12 cohortes completas de 1.000 hombres, unos 12.000 hombres en total. Estaba fuertemente fortificado y tras el inicio de la crisis del siglo III, el emperador Aureliano rodeó a Roma de sus impresionantes murallas, abarcando el Castra. Tiberio tenía el signo zodiacal del Scorpio y la Guardia Pretoriana adoptó el símbolo del escorpión como suyo.
En tiempos de Augusto cuando se creó la Guardia Pretoriana que estaba mandada por dos prefectos de pretorio, elegidos directamente por el emperador y así contrarrestan el poder senatorial, era un puesto vitalicio y muchas veces se reducían a una sola persona con todo el poder, con las implicaciones políticas que eso conllevaba. Tenía la misma articulación y efectivos de una legión de la época es decir 10 cohortes de 480 hombres, su numeración iba de la XI a la XX, en un principio solo tres cohortes fueron acantonadas en Roma, mientras que el resto se repartió por la península Italiana.
Cada pretoriano cobraba anualmente 3.000 sestercios frente a los 900 de un legionario normal. El aspirante típico a pretoriano era un voluntario civil, de entre 17 y 20 años, con una excelente forma física y una altura mínima de 1,75 metros, aunque también era necesaria una buena carta de recomendación. Al ingresar se le hacía un reconocimiento y se comprobaba que era ciudadano romano. En los dos primeros siglos, los reclutas procedían principalmente de la parte central y septentrional de la península itálica y de Hispania, Macedonia y Nórico (territorio entre Austria y Alemania). En el siglo III, tras la reforma de Septimio Severo, los pretorianos no procedían ya de la vida civil, sino que eran soldados pertenecientes a las legiones acantonadas en las fronteras del Imperio, principalmente del Danubio. Pasó a convertirse en un premio o beneficium (favor) que éste otorgaba a los mejores soldados de las legiones de todo el Imperio, con una antigüedad en el servicio no inferior a cuatro o cinco años, como máxima condecoración a la que podían aspirar, pasando al grueso de los pretorianos.
Nerón bajó a 9 cohortes cuando renovó las legiones y el emperador Claudio elevó a 12 cohortes con unos 6.000 efectivos. En el convulso año 69 (el de los 4 emperadores) Vitelio tras su llegada de Germania, elevó la Guardia a 16 cohortes de 1.000 soldados reclutados entre los legionarios y auxiliares de su propio ejército. Pero los pretorianos despedidos se convirtieron en la espina dorsal del ejército de un nuevo pretendiente al trono, llamado Tito Flavio Vespasiano, que cuando derrotó a Vitelio en la batalla de Bedriacum disolvió las fuerzas de Vitelio y volvió a 9 las cohortes pretorianas, su sucesor Tito las aumentó a 10 pero con 10.000 efectivos, cuya composición se mantendría prácticamente hasta su disolución.
Guardia pretoriana combatiendo. No llevan el scutum semiesférico. Autor Peter Dennis
Hacia el año 284, bajo el gobierno de Diocleciano, la Guardia Pretoriana fue sustituida por dos nuevos cuerpos militares. Por un lado estaban los jovianos, en honor al Dios Júpiter. Y por otro lado estaban los herculianos, derivados de Hércules. Como anteriormente hiciesen los pretorianos, estos dos nuevas escoltas imperiales hicieron las mismas funciones para cada uno de los co-emperadores. A su muerte en el 305 se disolvieron y volvieron a la Guardia Pretoriana.
Finalmente la Guardia Pretoriana vio su completa desaparición bajo el gobierno de Constantino, que tras la batalla del Puente Milvio en el 312 ordenó demoler la Castra Praetoria y sus miembros fueron enviados a las diferentes fronteras del Imperio.
Últimos pretorianos. Un tribuno pretoriano da órdenes a un guardia, bajo la mirada del emperador Majencio a finales de octubre del año 312. Majencio se prepara para cruzar el río Tíber con sus tropas para hacer frente a su rival Constantino. Para ello, construyó un puente de pontones paralelo al estrecho puente de Milvio sobre el Tiber. Transcurridos unos días, él y sus pretorianos se retiraron en desorden por el puente de pontones, y se ahogaron al hundirse el puente. Tras la derrota, Constantino disolvió a los pretorianos. Autor Richard Hook 
Disponían de cuatro uniformes según el servicio a desempeñar: el uniforme civil (con toga de ciudadano para los servicios en el palatino y en el exterior del Senado, con la espada oculta bajo la toga y sin coraza), el uniforme de parada (utilizado cuando acompañaban al emperador en algún evento y por ello portando solo una daga ceremonial), el uniforme de servicio (compuesto por una túnica y el gladius) y el uniforme de combate (con armadura, escudo, armas, etc.). En el ”pomerium” (dentro de los límites de la ciudad) llevaban el uniforme de servicio con túnicas, las caligulae y una gladius. Su uniforme de campaña era similar al de un legionario salvo por los símbolos utilizados, por el scutum tipo republicano y por la famosa túnica escarlata. En ceremonias usaban otro tipo de vestimentas más ricas y adornadas, siempre presentes la túnica escarlata. Como distintivo tenían el escorpión, su yelmo solían llevar un penacho y su capa era más corta, de color rojo que llegaba hasta las rodillas. 
Caballería legionaria (equites legionis)
Era una unidad romana adscrita a la legión, es decir legionarios a caballo, estaba compuesta por  4 turmas numeradas de la I a la IV. Cada turma de 32 jinetes, en total 130 hombres, aunque al final del imperio llegó a alcanzar los 760.
Turma de caballería en el Alto Imperio 
La turma era mandada por un decurión, como segundo jefe tenía un duplicarius, (soldado de doble paga), uno de los jinetes era el tercero en el mando y se denominaba sexquiplicarius (soldado de paga y un sexto).  Cada turma tenía 32 hombres. Su reclutamiento era entre los propios legionarios, y cumplían funciones de mensajeros, escolta o reconocimiento.
Su equipo era igual al de la caballería auxiliar, pero su escudo llevaba pintado los rayos que representaban al dios Júpiter. 
Equites singulares
Eran los cuerpos de caballería que hacían las funciones de escolta de emperadores y gobernadores provinciales; los que protegían al emperador se denominaban equites singulares más el nombre del emperador (equites singulari Augusti), y eran el equivalente a la guardia pretoriana. Sus jinetes eran elegidos por su valor, destreza e integridad de entre los que servían en las unidades auxiliares del ejército romano, alas y cohortes equitatas. Su núcleo inicial fueron soldados de caballería bátava germana. En la Columna de Trajano (113), los estandartes de la unidad aparecen mostrando el mismo motivo que el de las legiones, el rayo y el trueno.
Equites singulari augusti durante la primera guerra Dacia (101-102). 1 jinete con lorica squamata (escamas) y yelmo tipo Xanten (Holanda); 2 decurión con lorica squamata dorada, y pecho petral del caballo adornado; 3 jinete con lorica hamata (anillas). Autor Richard Hook 
El regimiento imperial fue reconstituido a finales del siglo I en la forma de un ala bajo el mando de un tribuno militar, con base en un campamento en la colina del Celio.
Inicialmente contaba con 720 soldados de caballería, divididos en 24 turmas, o escuadrones, de 32 hombres cada uno. Los números se incrementaron hasta alrededor de 1.000 soldados durante el reinado de Adriano (117-38) y el regimiento fue expandido hasta los 2.000 soldados a comienzos del siglo III por el emperador Septimio Severo (197-211), quien construyó para ellos un nuevo acuartelamiento, localizado debajo de la Archibasílica de San Juan de Letrán. A partir de 313 Constantino I demolió el cuartel y el palacio para construir en su lugar la basílica de San Juan de Letrán, y las excavaciones recientes realizadas en el subsuelo de esta basílica han revelado estancias y estructuras pertenecientes al cuartel y algunas muestras interesantes de decoración mural del palacio. Se conservan algunos restos de un supuesto cementerio de los equites singulares en un lugar cerca de Roma.
Equites singulari augusti durante las guerras Dacias (105-106). 1 Vexilario o portaestandarte (vexilum), 2 Optio se distingue por las plumas, 3 jinete, llevan un escudo exagonal con el distintivo del escorpión, signo del zodiaco de Tiberio. Autor Richard Hook. 
Armas y equipamiento
El equipamiento de la caballería era muy similar a la de la infantería romana, aunque con algunas diferencias que se matizan a continuación.
La galea o casco.  Los cascos de la caballería romana solían ser de hierro, con decoraciones de bronce, algunas de estas decoraciones imitaban el cabello. Se han encontrado varios ejemplares muy elaborados, que cubren casi toda la cabeza, dejando al descubierto sólo los ojos, la nariz y la boca. El cubrenucas era más corto que el de infantería, dado que al caerse del caballo, podía fracturarle el cuello.
La loricas o coraza. Se siguieron empleando la  de cota de malla o lorica hamata, posteriormente usó la lorica de escamas o lorica squamata en las catafractas y clibanarios. Por lo general era corta y sólo llegaba hasta las caderas, abriéndose por las mismas para permitir montar a caballo y evitar posibles enganches en la silla de montar. En lo alto de la espalda tenía dos capas, que se sujetaban a los hombros mediante un par de placas sujetas con ganchos al pecho. Las escamas de las armaduras romanas se unían con alambres y tiras de cuero antes de coserlas a una prenda de tela.
La espada o spatha.  La caballería romana siguió utilizando la espada larga de origen celta o  spatha, que llevaban colgada del cinturón o de una bandolera que pasaba sobre el hombro izquierdo. La hoja de estas espadas podía medir de 65 a 80 cm.
Lanzas y jabalinas. Siguen llevando la lanza de acometida o contus. Según el historiador judío Josefo, la caballería romana en Siria llevaba una lanza muy pesada y una aljaba con tres o cuatro jabalinas.
El escudo o clipeus. Era un escudo plano de forma ovalada u exagonal, más ligero y manejable que el scutum de la infantería. Estaban fabricados con tres capas de madera de abedul unidas con pegamento, las capas se colocaban transversalmente para evitar deformaciones y darle mayor resistencia, en el centro iba provisto de un umbro que protegía la mano al empuñar la manija. Tenía adornos de bronce y medía 1,18 m de largo y 55 cm de ancho. Al final del imperio se volvió al escudo redondo. El escudo durante la marcha, iba colgado en la espalda.
Prendas. Los jinetes romanos emplean un pantalón que les llega a las pantorrillas, al final del imperio evoluciona hasta llegar a los tobillos. Siguen llevando las sandalias o caligae, haciendo uso de calcetines de lana o udones, si el clima lo requería. Al final se usaron botas denominadas calceus. También usaban acicates o espuelas.
Equipo de un jinete auxiliar durante las guerras Dacias: 1 Jinete con caballo; 2 escudo oval o clipeus; 3 yelmos, 3a de hierro siglo I encontrado en Bélgica, 3b con penacho correspondiente a un decurión, 3c casco de bronce encontrado en Alemania, 3d de hierro con refuerzos de bronce siglo II; 4a mallas, 4b escamas; 5 puntas de lanza; 6 espatha con su tahali; 7 caligae con espuela. Autor Adam Hook 
Equipamiento del caballo
Los caballos romanos tenían una alzada media de 145 cm. Los arreos no difieren mucho de los actuales, la cabezada llevaba ahogadero y muserola. Usaban indistintamente filete o bocado. En cuanto a la montura se adoptó la llamada montura de cuernos Los dos traseros, verticales, sujetan las nalgas, mientras que los delanteros, inclinados hacia los lados, encajan bajo ellos los muslos del jinete, que posiblemente fuera copiada a los partos durante las campañas contra ellos. Bajo la silla se colocaba una manta o tapetum, para proteger el dorso de roces.  La montura iba sujeta al caballo mediante una cincha, y para que no se desplazase, llevaban pecho petral y baticola. Los arneses iban unidos con piezas de bronce. 
Instrucción de los jinetes
Toda la información sobre la instrucción de un jinete proviene de Arriano que en el siglo III escribió un manual. Primero realizaban la instrucción como un legionario normal, y cuando realizaban los ejercicios de equitación elegían a los más diestros. Los auxiliares eran ya elegidos entre los pueblos jinetes.
El primer paso era la instrucción en el potro de madera, que tenía mas o menos la misma altura de de un caballo y donde aprendían a montar y desmontar sin equipo desde todos los ángulos, después montaban y desmontaban con el equipo completo, y también cogían la postura de montar. Cuando los hacían con soltura, empezaban los ejercicios con el caballo, primero montar y desmontar y luego a trotar y cabalgar sin equipo y luego con el equipo completo. Se les obligaba a saltar zanjas y parapetos, así como subir y bajar colinas.
La mayor parte de la instrucción tenía lugar en campo abierto llamado hípica donde aprendían a montar con el equipo completo y a manejar sus armas, había una plataforma elevada llamada tribunal desde donde los oficiales podían seguir la instrucción, se el suelo era llano y blando para evitar lesiones tanto al caballo como al jinete.
Después empezaban con el manejo de armas desde el caballo, para ello aprendían a arrojar jabalinas de madera contra un poste, a embestir con la lanza contra un poste de madera y a manejar su spatha, incluso para atacar a un enemigo caído.
Cuando el jinete estaba instruido comenzaba la instrucción de unidad, aprendían a realizar marchas a caballo, las distintas formaciones y evoluciones y finalmente falsa batalla con armas de madera entre unidades.
Formaciones de la caballería romana: izquierda en testudo y derecha en cuña 
Los más expertos participaban en la hippika gymnasia, que eran juegos de caballería, con espectaculares exhibiciones públicas de habilidad, de los jinetes del ejército romano. Para estos acontecimientos, tanto caballos como jinetes iban equipados con equipos muy decorados para la ocasión. Durante la hippika gymnasia los diferentes pueblos de donde procedían los jinetes exhibían sus destrezas hípicas: Dos unidades solían enfrentarse, alternándose en defensa y ataque, combatiendo con armas de prácticas sin punta.
Un ejemplo es el “círculo cántabro“, en el que los jinetes de la unidad atacante, describe un círculo cada jinete se iba turnando para lanzar su jabalina, manteniendo una lluvia constante de proyectiles sobre el enemigo, mientras que el equipo defensor adopta un testudo de caballería. 
Tropas auxiliares o Auxilia
Las tropas auxiliares del ejército romano o auxilia se reclutaban mediante alistamiento voluntario y eran organizadas en unidades de infantería o cohortes y de caballería o alas.
Originariamente, la conscripción de las correspondientes unidades se hacía con reclutas procedentes del mismo grupo étnico; de ahí los nombres que estas tropas llevaban: astures, tracios, tongrios, sirios, retios, etc. De este modo, al tratarse de pueblos con tradición de actividades guerreras, y en no pocas ocasiones de reciente sometimiento, se sustraía al grupo de elementos jóvenes más activos en disposición de luchar, trasladados a frentes muy alejados de sus hogares.
El reclutamiento era muy parecido al de los legionarios, se realizaba entre las personas no ciudadanas del Imperio llamados peregrini, y que tenían unas habilidades especiales que interesaban al ejército romano. Los oficiales de reclutamiento les reunían en unas zonas asignadas, donde se les hacía un reconocimiento o probatio, y también tenían que demostrar sus cualidades como jinetes, arqueros, honderos, etc. Los seleccionados pasaban a ser reclutas o tiros se les daba el viaticum o dinero para el viaje para que se incorporasen a su unidad.
Para completar los huecos que se producían paulatinamente en la unidad, no se siguió manteniendo, sin embargo, el principio étnico: se recurría para ello a reclutas de otra procedencia, generalmente de las regiones cercanas al lugar de estacionamiento de la tropa. Con ello, al cabo de los años, perdía la unidad su carácter nacional, y solo el nombre recordaba la procedencia de origen.
Al parecer, los regimientos auxiliares contaron también con la contratación de ciudadanos romanos; probablemente hijos de veteranos de este cuerpo que decidían seguir los pasos de sus padres. Estos descendientes de veteranos se alistaban en los auxilia con el objetivo de medrar en una unidad en la que era mucho más fácil ascender que en las legiones. Tanto es así, que algunos legionarios solicitaban el traslado de las legiones a los auxilia.
Auxiliares romanos siglo I. Izquierda Legionario, infante y jinete auxiliar. Derecha jinetes auxiliares. Autor Nicholas Subkov 
Los cuerpos auxiliares se convirtieron en un elemento muy importante de romanización, no solo como consecuencia del efecto que sobre provinciales procedentes de las más apartadas regiones del Imperio operaba un servicio de veinticinco años bajo mandos y organización romanos, sino porque el licenciamiento regular (honesta missio) entrañaba la concesión de la ciudadanía romana. Este privilegio no sabemos si fue establecido por Augusto; en todo caso, a mitad del siglo  I los veteranos auxiliares gozaban del derecho de ciudadanía, que les era reconocido expresamente en un documento especial, el diploma militar o certificado de licenciamiento.
Aunque el servicio de los auxiliares era más prolongado que el legionario y la paga menor, las condiciones y, sobre todo, la posibilidad de adquirir la ciudadanía romana era suficientemente atrayente para los provinciales. Las unidades auxiliares, adscritas en un principio a las legiones, fueron a lo largo del tiempo independizándose, incluso con el establecimiento en cuarteles propios, y aproximaron sus tareas y objetivos a los de las tropas legionarias.
Es también obra de Augusto la creación de una flota de guerra permanente, que puso colofón a la tradicional falta de interés de la República por el control del mar, en el que, sin embargo, se había visto obligada a librar sus batallas más decisivas y del que dependía, en gran medida, la economía. No fue, sin embargo, un proyecto de gran alcance: Augusto organizó dos bases navales en Italia, destinadas a ser durante siglos los cuarteles generales de las dos mayores flotas romanas: Miseno, en la bahía de Nápoles y Rávena, en la desembocadura del Po.
La caballería auxiliar romana
La procedencia de los jinetes auxiliares eran en su mayoría galos, que tenían fama de ser buenos jinetes, su proporción llegó a ser del 44,5% de los jinetes mientras que los hispanos llegaron al 15% durante el periodo Flavio (69 – 96). En cuanto a la proporción de auxiliares dentro del ejército en tiempos de Augusto el ejército romano tenía 300.000 efectivos de los cuales 30.000 eran jinetes, que suponían el 10% de la fuerza. En el año 130 el ejercito romano disponía de 377.728 efectivos, de los cuales había 28 legiones con 154.000 efectivos, 293 cohortes auxiliares con 152.260 efectivos y 71.468 jinetes, es decir casi un 20%, y la infantería auxiliar 40%.
La caballería auxiliar romana estaba organizada en 2 tipos diferentes de unidades:
·       Alas formadas formadas exclusivamente por jinetes. Las habia de dos tipos la quingenaria formada por 16 turmas (512 jinetes o eques) y la milliaria con 24 turmas (768 jinetes o eques).
·       Cohortes equitatas. Unidad mixta de infantería ligera y caballería (en proporción de 3 a 1). Estas unidades podían ser quingenarias o milliarias.
Se llamaba pedes a los soldados rasos de una cohorte, que cobraban 188 denarios; los eques o jinetes de las cohortes equitatas cobraban 225 denarios y los gregalis a los jinetes de las alas que cobraban 265. 
Ala quingenaria
Estaba dividida en 16 turmas (16 x 32 = 512). El ala tenía su propio portaestandarte o vexillarius, que llevaba una bandera o vexilum con el nombre del ala. A su mando estaba un prefecto de ala (praefectus alae) procedente de la orden ecuestre, la clase media alta de Roma, pero esto no sucedió hasta el final del siglo primero, ya que hasta entonces el comandante era un no-romano del pueblo al que perteneciera el ala.
Ala auxiliar año 61. Legionario romano de la legión XIV, jinetes auxiliares y arquero sirio. Autor Chris Collingwood 
A comienzos del Imperio, las alas o alae estaban adscritas a una legión, pero a lo largo del siglo I fueron asentadas en campamentos independientes o castellum alae en los diferentes limites del territorio romano. Estos campamentos, de forma rectangular y de entre 1,9 y 2,5 ha de superficie, tenían en su centro los principia o cuartel general, donde se custodiaban los emblemas de la unidad y la caja común, y a partir de ahí se encontraban el pretorium o residencia del prefecto de ala, los horrea o almacenes, los barracones, mixtos con establos, y algunos establos independientes y, a veces, un valetudinarium u hospital.
A continuación de los edificios estaba el intervallum, y después el vallum o muralla, precedido por un foso sencillo o doble, con cuatro puertas, de las cuales las portae principalis solían ser de doble vano.
En el exterior, solía existir una instalación termal y un terreno despejado amplio para el entrenamiento. Cerca de cada castellum había normalmente un establecimiento civil o cannabae, y más lejos, los prados o prata, terrenos en los que hacer pastar a los caballos y un terreno para hacer ejercicios.
Las alas hispanas fueron: la I Hispanorum, la II Hispanorum, la II Flavia Hispanorum, Ala I Hispanorum Arevacorum, la II Hispanorum et Arevacorum, la I Hispanorum Asturum, la I Hispanorum Auriana, la I Hispanorum Campagonum, la Hispanorum Vettonum, la Hispanorum Vettonum civium Romanarum. 
Ala milenaria 
Estaba dividida en 24 turmas (24 x 32 = 768), era más rara que la quingenaria, estaba mandada por un un prefecto de ala (prefectus alae), que era el grado más alto que se podía alcanzar en una unidad auxiliar. En el siglo II había 90 quingenarias y solo 10 milenarias. 
Cohorte equitata quingenaria 
Constaba en total de 6 centurias (6 x 80 = 480) soldados de infantería o pedes y 4 turmas (4 x 32 = 128) jinetes o eques. En total unos 610 hombres. Estaba mandada por un prefecto de cohorte (prefectus cohortis) y como segundo jefe un oficial equestre.
Al estar orgánicamente integradas en la misma unidad caballería e infantería, ambos tipos de soldados aprendían a luchar como armas combinadas.
Las cohortes equitatas quingenarias hispanas fueron: la I Hispanorum, la II Hispanorum scutata Cyrenaica, la II Hispanorum Pia Felix.
Los campamentos de estas cohortes o castellum cohortis equitatae, eran una combinación de los de las alae y cohortes peditatae, con forma rectangular con cuatro puertas, un cuartel general o principia en el centro, con los horrea o almacenes y el pretorium o residencia del prefecto a los lados, y con seis barracones para la infantería y otros cuatro barracones con establos para la caballería, con una extensión de entre 1,5 y 2 ha. En las cercanías del castellum cohortis se creaba una plaza de armas en la que pudieran realizarse ejercicios de entrenamiento con los caballos, y también corrales más amplios que los establos del castellum en los que permitir pastar y mover libremente a los caballos y mulas.
Cohorte equitata milliaria 
Bajo Domiciano empezaron a reclutarse las cohortes equitatas milliarias, constaban de 10 centurias (10 x 8 = 800) soldados de infantería o pedes y 8 turmas (8 x 32 = 256) jinetes o eques. En total 1.060 hombres. Estaba mandada por un tribuno de cohorte (tribunus cohortis) y como segundo jefe un oficial equestre.
Las cohortes equitatas milliarias hispanas fueron: la I Hispanorum, la I Flavia Hispanorum, I Hispanorum veterana equitata, y la II Hispanorum civium.
La caballería auxiliar en tiempos de Trajano había 22 alas con un total de unos 17.000 hombres, mientras que la infantería auxiliar eran 70 cohortes unos 35.000 hombres. 
Tipos de tropas de caballería

·       Conttarii: Fueron creados bajo el mandato del emperador Trajano. Probablemente fue creada para hacer frente a la caballería de los pueblos Sármatas. Estos llevaban una lanza pesada (contus) que había sido desarrollada por los Sármatas.
·       Cataphractii: Eran caballería pesada completamente protegida de los pies a la cabeza, este tipo fue desarrolla por las civilizaciones del este para hacer frente a las flechas. Estas tropas aparecieron en Roma probablemente bajo el gobierno de Adriano (117-138). Fueron principalmente sármatas  roxolanos.
·       Sagittarii: Estas arqueros a caballo fueron reclutados de Creta, Numidia (Argelia),  Tracia (Bulgaria y oeste de Turquía), y Siria.
·       Caballería Ligera. Eran más móviles que los cataphractii y harían uso de lanzas, jabalinas y espadas. Procedían de Numidia, Asturias, Germania, etc.
Diferentes clases de caballeria: catafracto, sagitarii y ligero 
Cabe destacar la caballería española al servicio de Roma, Arriano habla de Cantabricus Impetus, que mereció los elogios de Adriano en su arenga a los componentes de la Cohors II Hispanorum Equitata, acampados en Numidia.
Arriano nos describe el ejercicio que realizaban entre los escuadrones armados de jabalinas sin la punta de hierro. Ambas unidades avanzaban en hilera en dirección contraria, unos a la izquierda y otros a la derecha del campo preparado para el enfrentamiento describiendo cada una un círculo, lanzando la jabalina al centro del jinete que presenta su escudo al cruzarse, las reglas impedían disparar a los venían de frente o de espalda. Este tipo de ejercicio estimula el lanzamiento de jabalinas, así como la protección del que la recibe, mientras se ejercita la equitación.
La aplicación práctica en combate real era que estos escuadrones se acercaban a galope a la formación enemiga, girando a la derecha presentado su escudo y lanzar jabalinas con brea encendida al centro de los escudos para incendiarlos. Con varias pasadas conseguían que la infantería propia, al llegar al cuerpo a cuerpo, las primeras filas enemigas se encontrasen sin protección y desorganizadas. 
Reformas en el Imperio Alto
En la época del emperador Adriano la proporción de italianos en las legiones había caído hasta tan sólo el 1% y se había vuelto habitual completar los destacamentos de legionarios mediante las levas locales.  La mayoría de las tropas de las legiones a comienzos del siglo III procedían de la provincia relativamente romanizada (aunque no italiana) de Iliria. A medida que el siglo fue avanzando, más y más bárbaros (en latín, barbari) recibían permiso para establecerse dentro del territorio romano a cambio de ayudar en su defensa. Como resultado un gran número de bárbaros y semibárbaros fueron admitidos de forma gradual en el ejército. Primero barbaros mandados por romanos, más tarde serán unidades de bárbaros mandados por bárbaros los que se enfrenten a otros bárbaros.
Parece que la disciplina en las legiones se flexibilizó. Sin embargo los bárbaros eran más feroces y tenían mayor estatura que los italianos.
En tiempos de Adriano, de un nuevo tipo de unidad añadida a las legiones y a las auxilia, y que sería conocida como numerii. Estaba formada por cuerpos de unos 300 soldados irregulares, y eran reclutados de las provincias subyugadas, así como de los ciudadanos de los reinos aliados  o de más allá de los límites fronterizos del estado. Estaban menos equipadas y menos romanizadas que las tropas auxiliares, con un «pronunciado carácter nacional», incluyendo las vestimentas nativas, sus propias armas y equipos,  y sus propios gritos de guerra. La introducción de los numerii fue la respuesta a la necesidad de tropas baratas, que fuesen al mismo tiempo fieras y con una fuerza equilibrada de caballería e infantería ligera. Estaban, por tanto, mucho menos armadas y menos entrenadas que los auxilia o que las legiones, aunque también se utilizaron algunas tropas irregulares nativas de élite.
Marco Aurelio (161 – 180) El emperador filosofo que no le gustaba la guerra,  tenía 28 legiones que estaban estacionadas en las fronteras del imperio romano, eran tropas profesionales y como tales recibían un sueldo.
Mandó una embajada a China. La confusión se produce porque Marco Aurelio tomó como nombres adicionales los de su predecesor, en señal de respeto. De este modo, la historia china se refiere al emperador como «An Tun» (Antonino). La misión alcanzó la capital china Luoyang en 166, y fue recibida por el Emperador Huan, de la dinastía Han. En China se han encontrado monedas romanas con la efigie del emperador Marco Aurelio.
El problema respecto a cualquier campaña que los romanos emprendieran, era  que para preparar  un ejército de campaña no se reclutaban tropas nuevas, sino que se enviaban legiones desde puntos en los que no hubiera conflictos, y también se procedía a reforzarlas con unidades auxiliares y vexillationes (destacamentos) de otras legiones romanas.
Esto como sucedió en otras campañas, no representaba en teoría inconvenientes para la seguridad de las fronteras romanas, pero en esta ocasión fallaron los cálculos. Estando en guerra con los partos, aprovechándose de la debilidad de la limes, los guerreros bárbaros integrados por las tribus de los hermunduros, marcomanos, cuados, naristos y victumalos atacaron en la frontera del Danubio, en Brigetio (Pannonia), donde la debilitada I legión Adiutrix tenía su sede, llegando hasta las costas del Adriatico desde el Rin y hasta Atenas desde el Danubio.
Los romanos afortunadamente rechazaron a los bárbaros en sus acometidas, pero por el contrario, los bárbaros se dieron cuenta de la debilidad romana en las fronteras.
Septimio Severo (193 – 211)  llegó a contar 300.000 hombres en 33 legiones, aumentó la paga de los soldados, pero la compra y mantenimiento del equipo y suministros pasó a ser responsabilidad de los soldados.  Mejoró el suministro de víveres y permitió a los militares vivir fuera de los campamentos casarse y tener hijos (antes no se permitía dormir fuera del campamento,  Claudio reformó el sistema a fin de permitir a los soldados salir del campamento cuando no estuvieran de servicio, sin embargo no tenían derecho a casarse o reconocer a sus hijos hasta concluir su tiempo en filas).
Creó una reserva a su disposición en Roma con los pretorianos (10.000) y la legión II Partica que quedó estacionada en Albano (cerca de Roma), dobló el tamaño de los equites singulares, la escolta imperial a caballo, hasta 2.000 hombres.
Entre los años 197 y 199, libró con éxito una serie de campañas contra el Imperio Parto,  puso de nuevo cerco a la ciudad de Hatra, pero los defensores utilizaron armas biológicas, cogieron escorpiones y avispas, los metieron en vasijas de barro y se las arrojaron a los legionarios, causándoles numerosas bajas, teniendo que cesar en el cerco. Posteriormente conquistó la ciudad de Ctesifonte, en cuyo asedio murieron cerca de 100.000 personas, los romanos se apoderaron de los tesoros de los partos.  Finalizando con el establecimiento de la nueva provincia de Mesopotamia.
Caracala (211 – 217) dada la dificultad para reclutar soldados para las legiones, decretó que todos los hombres libres del imperio son ciudadanos romanos, pero persistió la división entre legiones y auxiliares. También excluyó a los senadores de los altos cargos militares que son sustituidos por militares profesionales. Así como la creación de columnas móviles y ligeras que acuden a puntos atacados por el enemigo bajo las órdenes del Emperador o legados fieles.
El ejercito romano en el Imperio Bajo
El siglo III fue testigo de un período de guerras civiles y crisis generalizada. Las usurpaciones se sucedían; era mucho más fácil alcanzar el trono que mantenerse en él. Muchos emperadores no duraron más que unos pocos meses; los reinados de más de una década constituían raros períodos de estabilidad. La amplia mayoría de los emperadores fallecía de muerte violenta, ya fueran asesinados o en combate contra rivales romanos o enemigos extranjeros. La situación se agravó cuando los persas sasánidas sucedieron a los partos arsácidas, y cuando el Imperio se vio atacado a la vez en tres frentes, por el norte desde el Rin los germanos, desde el Danubio los sármatas y los sasánidas desde oriente. El desorden interno del Imperio fomentaba los ataques en casi todas las fronteras, con incursiones bárbaras de saqueo que penetraban en el interior de las provincias. La crisis provocó una nueva transformación del ejército, una reacción ante las dificultades del momento. 
La reforma de Galieno (253 -268)
Galieno se dio cuenta de la ineficacia de las limes frente a las invasiones bárbaras, por una lado buscó dar más movilidad a las legiones, por medio de las vexilationes (viene de vexilum,  estandarte en latín)  destacamentos de las legiones o de caballería autónomos al mando de un dux (en plural, duces), origen del título medieval de duque.
Galieno creó cuerpos especializados de caballería en el interior, que estacionados en campamentos fortificados podían moverse con rapidez de un sitio a otro en caso de invasión.
Creó tres fuerzas centralizadas de caballería llamada los comitatus en Mediolanum al norte de Italia, en Grecia y en los Balcanes al mando de un magister equitum. Estas fuerzas incluía los equites promoti (contingentes de caballería procedentes de las legiones), más la caballería ligera de Iliria (equites dalmatarum), caballería ligera del norte de África (equites mauri)  y caballería bárbara aliada (equites foederati).
La artillería se formó en unidades autónomas llamadas los ballestarii
Los cambios en el armamento del ejército romano tienen su máxima representación en el abandono, desde el siglo III, de gladius y  pilum en favor de spatha y lancea, así como el gradual abandono de la lorica segmentata. Estos cambios se reflejan en una importante transformación de las tácticas de combate de la legión, que se desarrollaron hacia formaciones más compactas tipo falange, si bien se conservó la flexibilidad táctica.
Se constata el abandono en las legiones de los modelos de scutum de épocas precedentes, principalmente del scutum rectangular, en favor de los modelos de forma oval, más o menos amplios y cada vez más planos. Es posible que esto se deba al auge en el siglo III d. C. de las tácticas de escudos entrelazados (synaspismós), a las que los escudos ovales planos se adaptarían mejor. Los escudos romanos, no obstante, estaban provistos de un umbo circular de metal en el centro, por lo que estaban pensados para la lucha individual cuerpo a cuerpo y no eran aptos para acometer una táctica de falange de estilo griego, es decir, no servían para empujar unas filas sobre otras.
A partir del reinado de Galieno el aumento de los problemas en las fronteras y la fuerte inestabilidad interna del Imperio dieron lugar a la obstaculización de las vías de distribución del equipo militar desde las  fabricae  imperiales hasta los lugares donde se encontraban las tropas, lo que se refleja en una falta de uniformidad en equipamiento. De estas fabricae,  tres se encontraban en Oriente (Nicomedia, Cesarea y Antioquía) y sólo una en Occidente (Augustodonum). Conforme pasó el tiempo los talleres de Augustodonum fueron a menos -como el Imperio de Occidente en su conjunto- y en el siglo V apenas quedaban rastros de producción. 
Reformas de Diocleciano (284 – 305)
La institución de la tetrarquía dividió el territorio y la propia autoridad imperial entre dos augustos y dos césares, con el propósito de poner fin a las revueltas por la sucesión, a través de la cooptación al cargo imperial. Se delegaban algunas competencias civiles del emperador en el vicarius a consiliis sacris, mientras que las militares se ejercían a través de los jefes de la milicia, ayudantes directos de los tetrarcas.
Las provincias se agruparon en diócesis, a cargo de un vicario, seis en Oriente (Oriente, Ponto, Asia, Tracia, Mesia y Panonia) y seis en Occidente (Britania, Italia, Galia, Hispania, Vienense y África). Los vicarios, de rango ecuestre, controlaban a los gobernadores provinciales, pero no a los procónsules ni al prefecto de Roma. Sus poderes eran exclusivamente civiles, no militares. Las competencias militares las seguían ejerciendo los duces. En el año 305 se crearon las prefecturas, administradas por dos prefectos del Pretorio (uno para Oriente y otro para Occidente), que posteriormente se duplicaron. Sus competencias eran tanto civiles como militares.
Las provincias no podían tener más de dos legiones y dos formaciones ecuestres.
Además el ejército fue dividido en comitatenses o unidades de los ejércitos de campo y limitanei o fuerzas estáticas.
Los limitanei (tropas de limes) concentraban la mayor parte de las tropas, asignadas a la guarnición de un área determinada, habitualmente fronteras. Si estas fronteras no son terrestres, sino fluviales, entonces nos referimos a los ripenses. Este tipo de tropa de frontera procedería de un reclutamiento eminentemente local, y estaría bajo el mando de oficiales ecuestres, duces de cada región o  praepositi limitis, cuyo mando no siempre coincidía territorialmente con los límites de las provincias.
Los limitanei vivían normalmente en fuertes. Algunos fuertes construidos en épocas anteriores, como los de Housesteads y Great Chester en el muro de Adriano, muestran evidencias de grandes transformaciones en el diseño de los barracones hacia finales del siglo III. Un conjunto de habitaciones pareadas de contubernium fue acondicionado para convertirse en seis estancias individuales, cada una de ellas con sus propios muros exteriores y tejados, y separadas por estrechas callejuelas. En Housesteads (cita), estas estancias individuales varían en tamaño entre los ocho y los cinco metros, se les conoce con el nombre de “barracones chalé”. Siempre hay menos de estos edificios respecto al número de habitaciones de contubernium que había en los antiguos bloques de barracones comunales. En la mayoría de estos chalés se han encontrado hogares. Una posibilidad es que estas estancias fueran las casas de uno o dos soldados y sus familias, indicando en tamaño decreciente de las unidades militares en época bajo imperial. No hay pruebas que apoyen esta teoría, cuya interpretación es aún más dudosa teniendo en cuenta que se han hallado barracones-chalé parecidos y datados a comienzos del siglo III.
Los comitatenses, unidades pertenecientes a uno de los ejércitos de campo o comitatus, estaban sujetos a las órdenes inmediatas de uno de los emperadores o sus directos subordinados. Era un ejército selecto, de élite, formado para la realización de ofensivas, campañas en el extranjero. En él primaba la caballería. Estaban situadas en las cuatro capitales del imperio para asistir a los conflictos que puedan surgir por los alrededores. Así pues, estas tropas también estaban destinadas a velar por la seguridad de cada capital.
Las tropas comitatenses no tenían campamentos fijos, sino que vivían la mayor parte del tiempo acantonados en pueblos y ciudades, junto a la población. Cuando no estaban en campaña; se establecían en campamentos temporales. Ello provocaba desórdenes, y frecuentemente los civiles acusaban a los soldados de valerse de su fuerza para tomar más de lo que legalmente les correspondía. Las evidencias jurídicas parecen indicar que los soldados eran obligatoriamente alojados en casas particulares (hospitalitas)
Diocleciano aumento el número de legiones a 53 pero sus efectivos se redujeron a unos 2.000 hombres. Había un número similar de vexilationes de caballería (a partir de este periodo cuando se habla de vexilationes se refiere únicamente a caballería) que contaban con una fuerza de 500 jinetes, pero no existía dependencia alguna con las legiones. El número total de efectivos en ese tiempo alcanzaba los 500.000 hombres. La proporción de la población masculina adulta dedicada al servicio en el ejército se incrementó aproximadamente de 1 de cada 25 hombres hasta 1 de cada 15, incremento considerado excesivo por algunos comentaristas modernos. La proporción de caballería con infantería fue de una a tres.
La estrategia era, que las tropas fronterizas no intentarían rechazar una gran incursión, sino que se refugiarían en las fortificaciones y esperarían a que los ejércitos móviles (comitatenses) llegaran e interceptaran a los invasores. Las tropas fronterizas eran sustancialmente más débiles que en épocas anteriores, pero su inferioridad numérica (y de calidad) quedaría compensada por la existencia de fortificaciones mucho más fuertes para protegerse. Los limitanei  lidiaban con ataques a pequeña escala. Las incursiones grandes, las que llevaban a cabo varios cientos de guerreros o más, no podían ser obstaculizadas por ellos, de modo que se buscaba refugio en fuertes o pueblos fortificados, para esperar apoyos armados o para acosar al enemigo en su posterior retirada. Las batallas eran tan escasas en estas fronteras como en Oriente. El objetivo romano era moverse con rapidez y golpear por sorpresa. Siempre que fuese posible, se emboscaba o tomaba por sorpresa a las incursiones bárbaras, de modo que su derrota fuese relativamente segura y se redujesen las bajas romanas al mínimo.
Infantes romanos en el Imperio Bajo 
Reformas de Constantino (306 – 337)
Constantino reunifica de nuevo el imperio, mantuvo los dos ejércitos anteriores, los comitatenses y los limitanei, pero creó los palatini  tras licenciar y disolver a la Guardia Pretoriana en el 312, que originalmente estuvo compuesta por los antiguos pretorianos. A los regimientos de caballería  palatini (de unos 500 hombres) se les dio el nombre scholae palatinae, eran cuerpos de élite principalmente de origen germánico, a la scholae de catafractas se les denominaron clibanierii (que viene del griego horno, debido al calor que debían pasar). Los regimientos de infantería pasaron a  llamarse legiones o auxilia palatina. Las legiones palatinae tenían entre 800 y 1.200 y las auxilia palatina o bien entre 800 y 1000, o bien entre 400 y 600. Por otra parte, el tamaño de la legión comitatense se redujo a 1.000 soldados.
Crea el magister militum que manda todas las fuerzas,  magister equitum para el mando de caballería y magister peditum para el mando de la infantería.
Constantino modificó el antiguo sistema de frontera fortificada en un sistema de defensa elástica en profundidad con la formación de una gran reserva central en desventaja de las tropas de frontera y el fortalecimiento de la caballería. Constituyó una segunda  línea defensivas más allá del Danubio en Hungría/Rumanía, en dónde emplazó una guarnición mixta de romanos y tropas nativas con idea de proteger las tribus dacias y sármatas de las incursiones góticas.
En cuanto a las tácticas, los arqueros a caballo y los honderos que se ubicaban en frente de las líneas lanzarían sus proyectiles al enemigo antes del enfrentamiento entre las infanterías, retirándose rápidamente a la retaguardia de su propia línea de infantería. Desde ahí la totalidad de los hostigadores lanzarían una lluvia de proyectiles continua sobre los enemigos, disparando por encima de las cabezas de su propia infantería. La labor de la caballería de cada ala era poner en fuga a la caballería enemiga y luego, si era posible, envolver a la infantería enemiga para atacarles desde los flancos y la retaguardia.
Mientras que el rol de los arqueros y la caballería permanecía similar, las tácticas de infantería se hicieron menos agresivas, utilizando menos la carga y a menudo esperando la carga enemiga en su lugar. Durante la batalla, la línea romana ejercía una presión constante en formación cerrada. Por otro lado, el pilum había sido sustituido por la lancea, una lanza de mano de 2 a 2,5 metros de largo utilizada para ensartar.  El mayor alcance  de la lanza y la adopción de escudos ovales o redondos permitían un despliegue de batalla en la que los escudos se unían para formar un muro de escudos, y las lanzas sobresalían por los huecos en ‘V’ que formaban los escudos entrelazados, similar a la falange hoplita. El ejército tardío también daba más importancia a los proyectiles, reemplazando la antigua pilum de un solo uso por una descarga prolongada de jabalinas y dardos.
Reformas de Teodosio I el grande (378 – 395)
Teodosio consiguió reunificar el imperio de nuevo, y a su muerte (395), el imperio quedó dividido definitivamente entre sus hijos Arcadio y Honorio.
El ejército en tiempos de Teodosio estaba constituido por las siguientes fuerzas:
·       12 scholae palatinae. (500 por unidad)
·       146 legiones comitatenses. (1.000 por unidad)
·       42 legiones limitanei. (3.000 por unidad)
·       97 auxilia palatinae. (800 por unidad)
·       85 vexillationes comitatenses. (500 por unidad)
·       196 cohortes o auxilia (500 por unidad)
·       253 vexilationes limitanei (350 por unidad)
En total debía de disponer de unos 500.000 hombres. Teodosio se sabe que empleó bárbaros aliados o foederati, por ejemplo en la batalla de del rio Frigidus (394), 20.000 godos sirvieron bajo sus propios mandos y con sus propias tácticas.
Se constata además la adopción por parte del ejército del siglo IV, (especialmente en el Limes germano) de ropas y costumbres bárbaras. Por ejemplo, algunas unidades adoptaron sobrenombres como cornuti, una referencia a la costumbre germana de fijar cuernos a sus cascos, y el barritus, un grito de guerra de origen germano.
También se emplearon los bucellarii (el plural latino de bucellarius; literalmente comedores de galletas)   es un término para una unidad de jinetes de la época romana tardía y el Imperio Bizantino, que no estaban al servicio del estado, sino al servicio de particulares como generales, gobernadores o incluso señores de la guerra.
Estas unidades fueron en general bastante pequeñas, pero numerosas, sobre todo durante las las guerras civiles, algunas podrían alcanzar hasta varios miles de hombres. En efecto, los bucellarii eran ejércitos privados pequeños,  equipados y pagados por personas influyentes y ricos. Estaban bastante mejor entrenados y equipados, por no hablar de motivados, que los soldados regulares de la época. En el siglo VI, Belisario, empleó hasta 7.000 bucellarii. En ese momento, los bucellarii estaban bien integrados en el ejército principal romano, y pronto el término se aplicó indiscriminadamente a las tropas de caballería bien equipadas.

Máquinas de guerra: Los romanos desarrollaron y perfeccionaron la ingeniería militar:
·       pluteus, -i, mamparas de mimbre y cubiertas de cuero;
·       vinea, -ae, galerías cubiertas y con ruedas que permitían a los legionarios acercarse a las murallas;
·       turris, -is, torres que, aplicadas a las murallas, elevaban a los soldados por encima de ellas;
·       testudo, -inis, formación en la que los soldados hacían con los escudos una especie de caparazón protector (=tortuga);
·       aries, -etis, troncos terminados en punta de hierro con forma de cabeza de carnero ("aries"=carnero), para abrir brechas en las puertas o en los muros;
·       catapulta, -ae, para lanzar piedras o flechas;
·       ballista, -ae, también para lanzar piedras. 
Armas
Una de las ventajas del ejército romano frente a su enemigo era su planificación y su gran armamento listo para cualquier ocasión, para el ataque disponían de escorpiones, onagros, tortugas... que consistían en catapultas que proyectaban con gran precisión piedras, dardos o jabalinas.

El Onagro:
Era una arma de asedio del estilo catapulta que se usaba para lanzar piedras a las murallas enemigas y destruir torres de defensa en los asedios. La primera referencia de esta arma es del griego Filón en el año 200 a.C.
Ballista o Balista:
Arma de asedio similar a una ballesta pero mayor en tamaño. Se usaba para disparar grandes piedras durante el asedio. Debido a su gran tamaño eran necesarios varios hombres para su manejo.

Escorpiones:
os escorpiones romanos, maquinas pequeñas, era la arma más terrible, muy fácil de manejar, lanzaba proyectiles de hierro fino a distancias de 400 metros. Los Legio Scorpio eran los legionarios que las manejaban. Fueron usados por primera vez en el asedio de Avarico, durante las campañas de Julio César. Desde ese momento, cada legión contaba con al menos 40 o 50 legionarios escorpiones.

Ariete:
El ariete era usado para romper las puertas o las murallas durante el asedio. En su forma básica estaba formado por un tronco que era cargado por varios soldados. En sus formas más sofisticadas eran impulsados por cuerdas dentro de un marco de madera, al ser mayores de tamaño eran necesarios más soldados para su uso. En el segundo caso este ariete podía estar protegido con cubiertas para evitar ser atacado por los defensores mientras era usado. También se podían apoyar sobre rodillos, dando una mayor velocidad al ariete antes de golpear a su objetivo.
 

Armas y Tácticas del ejército romano
En el imperio romano la disciplina de la guerra era considerada una ciencia y un arte, el entrenamiento constante hacía del ejército romano uno de los más temibles y era el gran responsable de sus éxitos.
El combate del ejército romano:
El ejército romano se preparaba para el ataque usando una formación básica, usando una vanguardia de Velites (infantería ligera) y a continuación se encontraba la infantería dispuesta en tres líneas, los Hastati, los Principes y los Triarii (Veteranos) que solo entraban si era necesario su intervención. A la derecha de la infantería se situaba la caballería y a su izquierda la caballería de los aliados.
Una vez presentada la batalla los generales lanzan en primer lugar a los Auxiliares bárbaros debido a que eran considerados como mas substituibles, si estos eran rechazados intervenían los legionarios y si no aún así no se conseguía la victoria eran reclamados los Pretorianos que formaban la élite del ejército.
En la batalla ante el enemigo el ejército se presentaba como una muralla formada por los escudos de los soldados erizada por sus jabalinas. Se esperaba el avance enemigo hasta que se acercaran a unos 20 metros de la primera línea, momento en el que la primera línea lanzaba el Pilum. Si igualmente el enemigo seguía avanzando la segunda línea lanzaba su arma. 
A la orden de ataque, la primera línea los soldados avanzaban escudo con escudo, mientras los de la segunda línea protegían a los de la primera con sus propios escudos colocándolos sobre sus cabezas.
Antes del contacto, si era necesario se arrojaba el escudo contra el enemigo, para atacarlo con la espada inmediatamente después. Los legionarios entrenados para el combate cuerpo a cuerpo buscaban un punto débil al enemigo para atacar con la espada. Con una herida de 10 centímetros de la Gladius (espada romana) bastaba para dejar fuera de combate al enemigo.
Si la primera línea no era suficiente, la segunda atacaba por los espacios dejados por la anterior, mientras la primera retrocedía para reabastecerse de lanzas y escudos.

Asedio del ejército romano:
Para el asedio eran también utilizados torres para los arqueros, arietes para abrir brechas en las murallas o terrazas y torres móviles que contaban con un puente levadizo para poder escalar los muros.
Otra de las tácticas usadas para el asedio era rodear con dos muros a la ciudad sitiada, uno interior para evitar salir a los sitiados y otro exterior para evitar el acceso a posibles fuerzas auxiliares. 
Procedimientos de asalto:
·       Obsidio, -onis: asedio o cerco que se establece en torno a una ciudad o a un campamento para rendirla por falta de subsistencias.
·       Oppugnatio, -onis: asalto.

El campamento (castra, -orum):
·       Generalmente se construía de forma provisional cada tarde al terminar la marcha durante la campaña.
·       Si se instala para pasar el invierno, recibe el nombre de hiberna, -orum y es más sólido.
·       En algunos puntos estratégicos se construían campamentos permanentes (stativa, -orum), algunos de los cuales dieron origen después a ciudades. 
Solía emplazarse en lugares bien situados para el aprovisionamiento de agua, de alimentos y de forraje. Estos lugares eran previamente elegidos por los exploratores. 
Descripción del campamento:
De planta rectangular, está rodeado por un foso (fossa, -ae) y un terraplén (agger, -eris) construido con la tierra excavada al hacer el foso. Sobre el terraplén se levanta una empalizada (vallum, -i).
Está cruzado por dos calles (via, -ae) perpendiculares entre sí, que desembocan en cuatro puertas (porta, -ae):
·       via principalis: entre la porta principalis dextra y la porta principalis sinistra.
·       via decumana: entre la porta decumana y la porta praetoria. 
En el centro estaban:
·       el foro (forum, -i) para las asambleas;
·       el pretorio (praetorium, -i) o pabellón del general;
·       el quaestorium, -i para el cuestor y
·       un altar (ara, -ae).
Alrededor del praetorium se alineaban las tiendas del estado mayor y de las tropas elegidas. Al otro lado las tiendas (tentoria, -ae) de los soldados, ocupando cada unidad un lugar fijo.
Entre el vallum y las tiendas se dejaba un espacio: intervallum, -i. 
El ejército en marcha (agmen, -inis): Los soldados iban cargados con su impedimenta personal (sarcina, -ae) y formados:
·       primum agmen: la vanguardia o primera línea.
·       medium agmen: grueso de las tropas.
·       novissimum agmen: retaguardia o última línea. 
A veces era necesario realizar marchas forzadas: maxima itinera (de maximus, -a, -um y de iter, itineris). La expresión magnis itineribus, en ablativo, se traduce “a marchas forzadas”.  
Formación en el combate:
La primitiva formació n era la falange (phalanx, -ngis): columna muy apretada y de frente muy amplio.
A partir de Camilo, el ejército en orden de batalla (acies, -ei) presenta generalmente la siguiente disposición:
·       En el centro se coloca la infantería legionaria.
·       A los lados o flancos (cornu, -us) los aliados y auxiliares.
·       En los extremos de estos flancos o alas, la caballería.
Cada legión se presenta en tres líneas articuladas en manípulos: prima acies o primera línea, secunda acies o segunda línea y tertia acies o tercera línea.
Esta formación en triple línea de combate (triplex acies), compuesta por manípulos, estuvo constituida a partir de Mario por cohortes, reproduciendo cada una de ellas por su composición el aspecto de la legión entera.
Cualquiera fuese el tipo de despliegue, el ejército romano tenía una marcada flexibilidad, disciplina y cohesión. Se asumían diferentes formaciones de acuerdo a diferentes situaciones tácticas.
Repellere equites ("repeler caballos") era la formación utilizada para resistir las cargas de caballería. Los legionarios asumían una formación en cuadro, sosteniendo sus pila como lanzas en el hueco entre dos escudos, y se dispondrían hombro con hombro.
A la orden eicere pila ("lanzar pila", los legionarios arrojaban sus pila al enemigo.
A la orden cuneum formate ("formad en flecha"), la infantería formaba una flecha para cargar y romper la línea enemiga. Esta formación se utilizaba como táctica de choque.
A la orden contendite vestra sponte ("Enfrentaos a vuestro rival"), los legionarios asumían disposición agresiva y atacaban a cualquier rival que se les opusiera.
A la orden orbem formate ("formad en orbe"), los legionarios asumían una formación circular, con los arqueros situados en el centro y tras los legionarios, suministrando fuego de cobertura. Esta táctica se utilizaba principalmente cuando un pequeño destacamento debía mantener una posición y se hallaba rodeado de enemigos.
A la orden ciringite frontem, los legionarios mantenían la posición.
A la orden frontem allargate ("ensanchad el frente"), los legionarios se dispersaban en una formación más suelta. Esta orden se utilizaba principalmente cuando recibían fuego de misiles enemigo durante una carga.
A la orden testudinem formate ("formad en tortuga"), los legionarios adoptaban la formación en testudo o tortuga. Se movía lentamente pero resultaba prácticamente impenetrable al fuego enemigo, y por tanto muy efectiva durante asedios o cuando se enfrentaban a un copioso fuego enemigo. Sin embargo, resultaba una formación débil para el combate cuerpo a cuerpo, por lo cual sólo se adoptaba cuando el enemigo se hallaba lo suficientemente lejos para que los legionarios tuvieran tiempo de recomponer la formación antes de recibir la carga rival.
A la orden Agmen formate ("formad en cuadro"), los legionarios se disponían en cuadro, formación más común de una centuria durante la batalla.


LOS SÍMBOLOS DE ROMA
La enseñanza romana, tomada de la tradición etrusca, se compone de un poste de madera o metal, y el extremo más alto había una tela, generalmente púrpura, y, más arriba, una pequeña estatua de un animal, tipo de metal, que representa el emblema de la compañía. In essa erano di solito raffigurati animali predatori come aquile, leoni, pantere. En ella se suele representar depredadores como águilas, leones, panteras. 
El signo era el emblema de la legión romana y estaba protegido, ya que no cayera en manos enemigas: hecho de su pérdida o destrucción simbolggiava la derrota de la Legión. El Signa más importantes fueron: el águila, el lobo, la pieza de mano, el león, el jabalí y la pantera.

Simbología
Durante los principios de la república la división del ejército estaba compuesta por cinco estandartes, el águila, el lobo, el minotauro, el caballo y el jabalí, pero en el año 104 a.C. Mario abolió los demás estandartes y dejó únicamente el águila (Aquila) como símbolo de todo el ejército.
También se podía encontrar el Signum que era el estandarte de las centurias, constituido por el águila y la insignia de la corona romana en la punta y bajo esta la inscripción SPQR. Con el imperio se substituyó la inscripción por el nombre del emperador.
Otro símbolo usado era el Vexillum, estandarte usado por las unidades que estaban lejos de sus legiones haciendo un servicio. Este estandarte tenía la forma de un largo bastón con una bandera que contenía un águila en su centro. En tiempos de Augusto se usó tan solo de color rojo.
La perdida de un estandarte en un enfrentamiento era considerada una auténtica desgracia en la sociedad romana, su recuperación era celebrada como una gran victoria por parte del ejército y de toda la sociedad.
El ejército romano estaba muy ligado a la religión, para las declaraciones de guerra, un colegio de sacerdotes llamados feciales presentaban las exigencias al enemigo, si no recibían una respuesta en un plazo máximo de 30 días, los sacerdotes se dirigían a la frontera del país en cuestión y pronunciando una formula ritual lanzaban una lanza en su territorio declarando oficialmente la guerra.
El jefe militar antes de comenzar la campaña pronunciaba los vota enumerando los sacrificios y juegos que tendrían los dioses en caso de victoria, también se intentaba atraer a las divinidades de los enemigos mediante la Evocatio prometiendo plegarias y sacrificios en caso de salir vencedores.
Si la victoria era considerada de suficiente importancia, el Senado concedía al jefe militar un triunfo en el cual se le vestía al igual que Júpiter Capitolino y seguido de sus soldados (el ejército no podía entrar en Roma en ninguna otra ocasión), de los prisioneros y de los carros con el botín conseguido desfilaba por la ciudad. 
Estandartes 
Aquila: instituido por Mario el último año del siglo II a.C., el águila fue el símbolo de la legión y era el estandarte más apreciado, la perdida del mismo era considerada una deshonra para la legión y para Roma. Este estaba al cuidado de la primera centuria de la primera cohorte de la legión. Portado por el aquilifer (aquiliferi en plural) era el soldado más valiente de toda la legión. En tiempos de Mario y César, los estandartes eran de plata.
Vexilla: era un pequeño estandarte con el nombre de la legión o de una unidad, y era utilizado por unidades que prestaban servicio lejos de su legión. Las unidades de caballería llevaban un vexilla. Los soldados eran nombrados vexillarius (vexillarii en plural).
Signum: cada centuria tenía su propio estandarte llamado signum. Había dos variaciones, uno con una punta de lanza en lo alto del estandarte y otro con una mano abierta. Los discos circulares probablemente identificaran la centuria y la cohorte a la cual pertenecían. Los soldados eran los signifer (signiferi en plural).
Imago: en la época imperial las legiones llevaban un pequeño busto del emperador. Existía uno por legión, y lo más probable es que fuese con el legado y los otros oficiales. El soldado era el imaginifer (imaginiferi en plural).
Draco: bien avanzado el imperio un nuevo estandarte llamado draco (de origen Dacio) fue adoptado por el ejército. El estandarte consistía en una cabeza de dragón con un cuerpo de tela que se ondeaba con el viento. Algunos estudios indican que el draco haría un inquietante sonido cuando el viento pasase a través de el. El soldado que lo portaba era llamado un draconarius (draconarii en plural). Tanto la infantería como la caballería tenían un draco como uno de sus estandartes.
Otros estandartes: Antes de que Mario hiciera el águila el estandarte universal para todas las legiones, estas tenían estandartes con jabalís, lobos, minotauros, toros y águilas. Parece ser que los cuatro primeros eran los estandartes para hastati, principes, triarii y velites, y que el águila, siempre el más importante, era para la legión. Las legiones imperiales tomaban el signo del zodiaco del mes en el que la legión era formada. Algunas legiones también tenían otros símbolos asociados como el elefante o el delfín. 
El Águila Imperial 
El águila romana era un símbolo de las legiones romanas, el más importante de los signa militaria, que eran las insignias o vexilla (banderas) romanas.
El estandarte más antiguo empleado por los romanos se dice haber sido un puñado (maniple) de paja fijado en lo alto de una lanza o poste. De ahí que la compañía de soldados que pertenecían a ella se llamara simplemente manípulo. El ramo de paja o helecho pronto fue sustituido por figuras de animales, de los que Plinio el Viejo enumera cinco: el águila, el lobo, el minotauro (Festus, s.v. Minotaur.), el caballo y el jabalí.
En el segundo consulado de Cayo Mario (104 a. C.) los cuatro cuadrúpedos se dejaron de lado como estandartes, conservándose sólo el águila (Aquila). Estaba hecha de plata o bronce, con alas extendidas, pero probablemente era de tamaño pequeño, puesto que bajo Julio César en circunstancias de peligro el portador del estandarte (signifer) arrancaba el águila de su poste y la ocultaba entre los pliegues de su faja.
Con los emperadores posteriores el águila se llevaba, como ha ocurrido durante muchos siglos, con la legión, llamándose por ello a veces la legión simplemente aquila. Cada cohorte tenía como insignia propia la serpiente o el dragón, que estaba tejido sobre una pieza cuadrada de tela textilis anguis, elevado sobre un poste dorado, a la que se adaptó una barra transversal con tal propósito, y se la llevaba por el draconarius.
Otra figura usada en los estandartes era una bola (orbe), que se suponía emblema del dominio de Roma sobre el mundo; y por la misma razón una figura de bronce de la Victoria se fijaba a veces en lo alto del poste, tal como se ve esculpido, junto con estatuillas de Marte, en la columna trajana y el arco de Constantino. Bajo el águila u otro emblema a menudo se colocaba la cabeza del emperador reinante, que era objeto de adoración por el ejército. El nombre del emperador, o de aquel a quien reconocían como tal, a veces se inscribía del mismo modo. El mástil usado para llevar el águila tenía en su extremo inferior una punta de hierro (cuspis) para fijarlo al suelo, y permitir al aquilifer en caso de necesidad repeler un ataque.
Cada división menor de una cohorte, llamada centuria, tenía una insignia, inscrita con el número de la cohorte y de la centuria, conocida con el nombre de signum porque su parte superior culminaba en una mano. Esto, junto con las diversas crestas que lucían los centuriones, permitía a cada soldado ubicarse fácilmente. 
En el arco de Constantino en Roma hay cuatro paneles esculpidos cerca del remate que muestran un gran número de estandartes e ilustran algunas de las formas descritas. El primer panel representa a Trajano dándole un rey a los partos: los soldados sostienen siete estandartes. El segundo, conteniendo cinco estandartes, representa la celebración de un sacrificio llamado suovetaurilia
Cuando Constantino I abrazó el cristianismo, la cabeza del emperador se sustituyó por el emblema de Cristo (crismón) tejido en oro sobre una tela púrpura. Este estandarte ricamente ornamentado fue llamado lábaro (labarum).
Puesto que los movimientos de un cuerpo de tropas y de cada porción de él estaban regulados por los estandartes, todas las evoluciones, actos, e incidentes del ejército romano se expresaban con frases derivadas de esta circunstancia. Así signa inferre significaba avanzar, referre retirada, y convertere volver; efferre, o castris vellere, salir del campamento; ad signa convenire, reunirse. A pesar de cierta oscuridad en el uso de los términos, parece que, mientras el estandarte de la legión era llamado con propiedad aquila, los de las cohortes se llamaban en un especial sentido del término signa, llamándose a sus portadores signiferi, y a aquellos de los manípulos o divisiones menores de la cohorte se los llamaba vexilla, siendo sus portadores vexillarii. También, aquellos que luchaban en las primeras filas de la legión delante de los estandartes de la legión y de la cohorte se llamaban antesignani
En estrategias militares a veces era preciso ocultar los estandartes. Aunque los romanos normalmente consideraban cuestión de honor conservar sus estandartes, en algunos casos de peligro extremo el líder mismo los arrojaba sobre las filas enemigas para distraer su atención o para animar a sus propios soldados. Un porta-estandartes herido o moribundo lo entregaba, si era posible, a su general, de quien lo había recibido signis acceptis.
Relieve funerario de un Aquilifer procedente de Brescia (Italia) decorado con un Aquila legionaria, cuya asta está condecorada con dos phalerae o pateras, obtenidas por el valor de los legionarios de una legión desconocida, aunque posiblemente una de las reclutadas en época de Julio César durante la guerra de las Galias.
SÍMBOLOS de las LEGIONES
Cada legión tenía su propio símbolo o signo astrológico, que apareció en las monedas, algunas estelas funerarias, en los azulejos u otros objetos, y distingue además una legión de otros; estos símbolos, tomados en la batalla, había una derivación precisa, asociadas a la unidad o el cumpleaños de su fundador, y tomó la forma de un signo del zodiaco. 
·       Escorpio: El emblema de la Guardia Pretoriana, en honor del emperador Tiberio utilizados para la construcción del campamento pretoriana en Roma era su signo astrológico de Escorpio. 
·       Toro: Leg. III Gallica, IV Macedónica, VII, VIII Augusta, X Gemina, VI Victrix y quizás VI Ferrata 
·       Capricornio: Leg. II Augusta, IV Macedonica, IV Scythica, XIV Gemina, XXI Rapax. 
·       Jabalí: Leg. I Italica, II Adiutrix, X Fretensis e XX Valeria Victrix. Yo Itálica, II Adiutrix, X y XX Valeria Victrix Fretensis. 
·       Elefante: Leg V Alaudae 
·       Pegaso: Leg. Augusta II y III Augusta Augusta 
·       Rayo: Leg. XII Fulminada 
·       Lupa: Leg. VI Ferrata


https://pbs.twimg.com/media/B5Kn1m4CAAAKQET.jpgEl fasces
Entre los romanos, el ministro de justicia se denominaba lictor y salía por las calles delante de magistrados como los cónsules, y de otros cargos, para ejecutar sus mandatos a la voz de: Quirites, consul venit (¡Ciudadanos, viene el cónsul!). Al parecer, el origen de su nombre procede del verbo ligare (atar) porque los lictores eran los encargados de atar a los reos de pies y manos antes de golpearlos con unas varas para cumplir con el castigo impuesto por la magistratura.Sin embargo, la imagen que ha trascendido de ellos, con el paso de los siglos, está más relacionada con su insignia: las fasces.Este antiguo emblema, que ya utilizaron los etruscos, consistía básicamente en un haz de 30 varas de madera sujetas con cintas de cuero, formando un cilindro, donde se ataba una segur (el filo de un hacha); de este modo, cuando el lictor caminaba con las fasces al hombro, delante de los magistrados, simbolizaba su autoridad para impartir justicia (las varas) y ejecutarla (el hacha); es decir, la fuerza al servicio del Derecho.
Estrabón escribió:  "También dice que a partir de Tarquinia fueron transportados a Roma los adornos de los triunfos, los cónsules y, en general, todos los magistrados, así como las vigas, la oscuridad, los cuernos, los sacrificios, la adivinación y la música que el uso público de los romanos. "

El saludo romanoEl Saludo Romano es un gesto en el cual una persona extiende su brazo hacia adelante, de manera recta, con la palma de la mano hacia abajo. El brazo suele extenderse de manera paralela al suelo o formando un ángulo indeterminado hacia arriba.
A pesar del nombre de este gesto, la interpretación de éste como un "saludo" ha evolucionado a través del tiempo y no está debidamente acreditado que en la antigua Roma se utilizara permanentemente como forma "oficial" de saludar, ya sea en el ámbito militar o civil, aún cuando existen numerosos testimonios de su empleo en el Imperio romano.
En la Columna de Trajano, en Roma, aparecen diversos ejemplos de "saludo romano", en relieves donde se muestra legionarios saludando al emperador, así como en las estatuas de algunos emperadores como Augusto, o en la estatua ecuestre de Marco Aurelio. También existe un relieve del siglo II d. C. hallado cerca de Éfeso donde aparece este saludo en la ilustración de los funerales de un oficial militar, siendo posible ver a manera de saludo brazos extendidos hacia adelante, con la palma de la mano abierta y hacia el suelo, en un ángulo de 45 grados.
Con la desaparición del Imperio romano también desapareció la costumbre del "saludo romano", pero ésta fue recuperada en motivos pictóricos desde el siglo XVIII, cuando en pleno auge de la Ilustración los intelectuales y filósofos revaloraron las instituciones tradicionales de la antigua República Romana y entre ellas le dieron al extinto "saludo romano" un significado cívico o heroico. 
Los Triunfos
El triunfo fue una espectacular ceremonia que se celebraba en la antigua Roma para agasajar al general o comandante militar (en latín Dux) que hubiera regresado victorioso con su ejército de alguna campaña en tierras extranjeras. Para el general protagonista era un día glorioso. Su ejército quedaba a la espera en el Campo de Marte, sin poder traspasar las Murallas Servianas. En principio, sólo podían celebrar un triunfo los miembros del orden senatorial y convertirse, con ello, en vir triumphalis (no triumphator que es una forma moderna).
En el siglo II a. C. el general tenía que haber sido aclamado imperator por sus tropas para poder solicitar el triunfo al Senado, que era la institución que podía concederlo. El espectáculo consistía en un desfile militar que recorría un itinerario previsto que comenzaba en el Campo de Marte. Para entrar en la ciudad pasaba por una puerta especial de las murallas llamada Porta Triumphalis; de allí al Velabrum, Foro Boarium y Circo Máximo, desde donde se dirigía al monte Capitolino a través de la Vía Sacra del Foro Romano, haciendo el triumphator el recorrido completo en una cuadriga acompañado por un esclavo, que sostiendo los laureles de la victoria sobre su cabeza le recordaba constantemente la formula: Respice post te, hominem te esse memento (“mira hacia atrás y recuerda que sólo eres un hombre”). El cortejo se detenía al pie de la escalinata del templo de Júpiter Optimus Maximus. El general iba acompañado de sus lictores y con ellos entraba en dicho templo para ofrecer al dios sus laureles de victoria. A continuación se celebraba una gran fiesta costeada por el protagonista que solía ser bastante generoso, en la que participaba todo el pueblo. 
Requisitos
Si bien en ocasiones se celebraron triunfos sin cumplir con todos los requisitos, en teoría para que éste se concediese en la época republicana era necesario:
Ganar una victoria significativa contra un enemigo extranjero, matando al menos a 5.000 enemigos. La victoria debe realizarse en una guerra victoriosa. Una batalla ganada en una guerra perdida no da derecho a triunfo. Además, esa guerra debe haber sido "Bellum Iustum", es decir, una guerra correctamente declarada conforme al rito fecial.
Ser un magistrado electo con imperium (como un cónsul o un pretor).
Traer a las tropas a casa, simbolizando con ello el fin de la guerra y de la necesidad del ejército (esto fue aplicable hasta la profesionalización del ejército romano). Más adelante el triunfo se celebraba con una pequeña cantidad simbólica de tropas.
La aprobación del Senado. 
Más adelante, desde Augusto y durante toda la época del Imperio, el triunfo era algo reservado al emperador y a su familia, puesto que el poseía el mayor "Imperium" siendo los demás delegados del suyo. Se entendía que todos los triunfos eran del emperador, dado que los generales actuaban a sus órdenes.

"Recuerda que no eres un dios"
El Triunfo romano era la apoteosis del vencedor. Lo concedía el Senado al general que lograba una victoria para Roma en la que perecieran más de 5.000 enemigos.
El Senado ya había escamoteado a César un triunfo conseguido en España. César hubo de renunciar al triunfo para poder presentarse a las elecciones, pero terminada la Guerra Civil, no tuvo más remedio que concederle 4 Triunfos, ya que César no quiso celebrar su victoria contra Pompeyo, al tratarse de una victoria conseguida sobre ciudadanos romanos. 
El Triunfo era una ceremonia religiosa de carácter festivo cuya apoteosis se alcanzaba con el magnífico desfile a través de una Roma repleta de ciudadanos que vitoreaban a los héroes bajo miles de guirnaldas y adornos. A la cabeza desfilaban los magistrados en ejercicio y los senadores. Tras ellos, el botín capturado al enemigo a hombros de los legionarios junto con grandes pinturas y gigantescas maquetas de hasta cuatro pisos de altura representando con todo lujo de detalles los pormenores de la victoria. Los prisioneros de más alta alcurnia, que también eran transportados a hombros sobre plataformas junto con armaduras capturadas les seguían. Precedido por los lictores que portaban las fasces, Un carro de oro tirado por cuatro caballos blancos y conducido por un esclavo en el que iba el general victorioso vestido con túnica y toga púrpuras ribeteadas en oro, con las manos y el rostro pintados de rojo, sosteniendo en una mano un cetro de oro y en la otra una rama de olivo. A su espalda, otro esclavo sostenía sobre su cabeza una corona de laurel y le murmuraba continuamente al oído: "Recuerda que no eres un dios".  

Detrás desfilaba todo el ejército con sus oficiales al frente, todos llevando coronas de laurel en la cabeza.
En estas ocasiones los soldados cantaban canciones obscenas sobre sus generales, ya que estaba permitido. Los legionarios de César gritaban: "¡Romanos, encerrad en casa vuestras mujeres e hijas, que aquí vuelve el putero calvo!". Y César reía con toda Roma. Aunque sabemos que más de un general acabó la procesión con la cara más roja de la ira hacia sus hombres que de la pintura que llevaba encima.
El desfile arrancaba en las puertas de Roma, atravesaba los dos circos repletos de gente y la Via Sacra del Foro (momento que plasma la ilustración). Allí, el cabecilla enemigo era separado para ser ejecutado ritualmente en el Tullianum, como sucedió con Vercingétorix. El general y los magistrados entonces remontaban la empinada cuesta hacia el Capitolio, la ciudadela sagrada de Roma donde esperaban. Cuando se confirmaba la ejecución de los sentenciados, el general sacrificaba los bueyes blancos sagrados a Iupiter Optimus Maximus y comenzaba la gran fiesta en toda Roma a costa del vencedor que debía pagarlo todo de su propio bolsillo. Una fiesta que podía prolongarse días y días, donde participaba toda Roma y que consistía en grandiosos banquetes al aire libre, festivales teatrales, juegos circenses, etc.
César celebró sus cuatro Triunfos a cual más espectacular. Días enteros de juegos gratuitos en los circos, banquetes al pueblo romano en los que gastó millones de sestercios, festivales, etc. 
Tras el Triunfo, los legionarios eran licenciados. Los legionarios de César recibieron tierras, su parte del botín, esclavos y un generoso donativo personal del general. Tras 12 años de servicio, se convirtieron en civiles prósperos con la vida solucionada. Si bien, muchos de ellos, sobre todo los oficiales, tras el asesinato de César, volvieron a reengancharse en las legiones que habrían de vengar la muerte del hombre que los había convertido en el eje sobre el que giró la Historia.


Próximo Capítulo: Primeras guerras de los romanos

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