miércoles, 5 de febrero de 2025

Capítulo 33-4, Románico en Baix Pallars,

 

Baix Pallars
Baix Pallars, el municipio más meridional de la comarca, es un de reciente creación (1969), pues surgió de la agrupación de las antiguas poblaciones de Baén, Gerri de la Sal, Montcortes de Pallars y Peramea, así como de varios arrabales y despoblados. Su principal población es Gerri de la Sal, que se encuentra en la cubeta que forma el valle del Noguera Pallaresa, entre los estrechos de Collegats y de Arboló, en el margen derecho del río. Dista 14 km de la Pobla de Segur, desde donde se llega por la carretera N-260 en dirección a Sort. Baix Pallars. Tanto el urbanismo como la arquitectura de la población se hacen eco de su pasado medieval: estrechas y empinadas callejuelas en las que una serie de arcos de medio punto y arcos rebajados dibujan los porches de algunas de las casas que, en su gran mayoría, han sufrido importantes reformas.
Gerri de la Sal debe su origen tanto a las salinas, motor económico de la población, como al monasterio de Santa Maria (antes Sant Vicenç) de Gerri, fundado en 807 y situado en la margen opuesta del río Noguera Pallaresa a su paso por la población. El lugar de Gerri se menciona por primera vez en el acta de fundación de dicha abadía y poco después, en 839, aparece de nuevo en el testamento del obispo Sisebut de Urgell, esta vez como lerre. Con los siglos, las tierras de Gerri, que en un principio pertenecían a los condes del Pallars, fueron pasando, gracias a sus generosas donaciones, a manos del monasterio. La población se citaba como Gerri Vilella en una donación de los condes del Pallars Sobirá en 1089, así como en 1180, cuando el abad Hug de Santa Maria de Gerri hizo donación de un inmueble, lo que da a entender que la misma ya formaba parte de los dominios de la abadía. Durante los siglos XI y XIII se sucedieron las donaciones que la nobleza al monasterio, con lo que éste se hizo con un importante territorio, derechos de mercado y el monopolio de la explotación de las salinas, con lo que se convirtió en el más importante del Pallars Sobirá. Aún así, la jurisdicción compartida de la aldea y los territorios colindantes por los condes del Pallars y el abad de Santa Maria conllevó numerosos pleitos e incluso episodios violentos, como el saqueo y destrucción de la villa por parte de los condes en repetidas ocasiones 1274 y 1372).

Monasterio de Santa Maria de Gerri de la Sal
La antigua iglesia abacial se encuentra al Sureste de la localidad de Gerri de la Sal, en la margen izquierda del Noguera Pallaresa. Se llega a ella tras pasar el puente y avanzar unos 100 m hacia el Sur por una pista que transcurre paralela al río.
En 807, un presbítero de nombre Espanell dotó con todos sus bienes a la iglesia dedicada a san Vicente, también de su propiedad, situada en la localidad de Gerr. De esta forma se fundó una comunidad monástica, que tuvo como primer abad al propio Espanell y que se inició posiblemente bajo la regla de san Fructuoso, si bien años más tarde, en 839, adoptó la regla benedictina. En esta última fecha cambió también su advocación a la de santa María. Durante los siglos X y XI el cenobio se vio favorecido por las donaciones y soporte de la casa condal del Pallars y por numerosos particulares. Como consecuencia de ello experimentó un notable crecimiento, patente en la nada despreciable cifra de cincuenta monjes con los que contaba a finales del siglo XI. Aunque en un primer momento estuvo situado bajo la jurisdicción del obispado de Urgell, en 966 pasó a depender directamente de la Santa Sede gracias a un privilegio del papa Juan Xll en el que se le otorgaba la exención episcopal. A pesar de ello, la intromisión de los condes de Pallars en la organización interna de la comunidad fue una constante. Así, en 1096 el conde consiguió que el monasterio quedara sujeto a la abadía de Saint-Victor de Marsella y que se planteara llevar a cabo una reforma espiritual y organizativa, lo que supuso el inicio de una nueva etapa de esplendor. Se tiene conocimiento del nombre de uno de los artífices del edificio elevado en el siglo XI, gracias a un documento de 1089, en el que se indica que el conde Artau II, su esposa Eslonça y el abad Pere Ricolf entregaron al maestro Raimundus un alodio por la obra realizada en la iglesia (ad francho alode per ipfflopere ecclesia que facto est). El Obispo Ot, hermano del conde y relacionado desde joven con el monasterio, llevó a cabo una política de recuperación de buena parte de los bienes que la institución había perdido y, antes de 1106, fundó una cofradía, entre cuyos fines estaba el sufragio de los gastos asociados a la construcción de la iglesia monástica. A mediados del siglo siguiente, en 1149, se consagró un nuevo templo en honor a santa María, san Vicente y san Miguel —triple advocación vigente desde 966—, con la presencia en la ceremonia del arzobispo de Tarragona, de numerosos obispos y de los propios condes de Pallars. En 1190 el rey de Aragón, Alfonso el Casto, puso el monasterio de Gerri bajo su protección directa y le concedió todos los bienes de salvaguardia real. Los siglos XIII y XIV fueron muy problemáticos para el cenobio, pues se vio implicado en ciertos conflictos políticos y jurisdiccionales que provocaron su ocupación por el conde de Foix durante dieciocho meses en 1274, o el mantenimiento de unas interminables disputas con los condes del Pallars, que llevaron al abad de Gerri a excomulgar al conde Hug Roger l por los insultos y agresiones físicas contra aquél. Con estos acontecimientos se inició un largo periodo de decadencia que se vio agravada por las diferentes guerras, sobre todo la de Sucesión, en las que perdió buena parte de su patrimonio. Así, según se afirma en un decreto del abad, en 1772 la comunidad estaba formada, tan sólo, por el abad y cinco monjes Finalmente, se disolvió con la exclaustración de 1835, lo que provocó la dispersión y pérdida de buena parte de sus bienes y archivos. En agosto de 1936 la iglesia fue expoliada, y destruida una venerada talla de la Virgen con el Niño, de la que hablaremos más adelante. Aunque el monasterio de Gerri contó con un importante patrimonio, su relevancia religiosa y cultural fue más bien modesta. Parte del estudio documental del monasterio se ve distorsionado por la existencia de los denominados falsos de Gerri”, documentos falsos, como su propio nombre indica, realizados posiblemente en el último cuarto del siglo XI, con el objetivo de revindicar o confirmar ciertas propiedades que le eran discutidas.

La iglesia del monasterio de Gerri, que en su configuración actual se corresponde en su mayor parte con el edificio consagrado en 1149, presenta planta basilical formada por tres naves de tres tramos, de las que la central es de mayor anchura y altura. En la cabecera, los tres ábsides, todos ellos de planta semicircular, presentan, así mismo, una análoga diferencia de tamaño entre el central y los laterales.

Exteriormente, el edificio se encuentra rodeado, en su lateral sur, por varios nichos del cementerio local, y, en su blanco oriental, por las estructuras barrocas de la sacristía y un camarín o capilla, las cuales ocultan buena parte del ábside central y parte del lateral sur. Cuatro semicolumnas dividen el paramento exterior de aquél en cinco entrepaños, los cuales se coronan por sendos grupos de tres arquillos ciegos. Mientras que las medias columnas están rematadas por capiteles decorados con esquemáticos motivos vegetales, los arquillos descansan en ménsulas en las que se observan un rostro humano, una posible cabeza de animal y motivos geométricos. Las enjutas de los arcos también presentan una sencilla ornamentación formada por temas vegetales trazados con líneas incisas. Por encima del friso de arquillos se dispone una serie de dientes de sierra, sobre la cual discurre una moldura de bocel.
El ábside meridional también está coronado por un friso similar de arquillos apoyados en ménsulas con rostros humanos. El muro lateral de la nave sur, muy transformado, se encuentra reforzado por cuatro gruesos contrafuertes, que se corresponden con las pilastras interiores, y cuenta con tres ventanas, formadas, las más orientales, por sendos arcos de medio punto en degradación, mientras que la más occidental, también de medio punto, es de doble derrame. En el alzado del paramento se aprecian cuatro niveles diferenciados. El inferior es liso y está coronado por una imposta biselada lisa que lo separa del segundo, en el que se encuentran las citadas ventanas. Sobre éstas, ya en el tercer nivel, muy modificado, se abren tres grandes vanos rectangulares, de factura moderna. Este nivel está rematado por una moldura sobre la que se debía de apoyar la cornisa original, y en la que algunas de sus piezas se encuentran decoradas con rostros humanos y animales.
La arquería que conforma el nivel superior, obra realizada en alguna de las reformas modernas del edificio, eleva la techumbre por encima de las cubiertas originales. El muro norte, mucho más restaurado, también cuenta con tres ventanas y con unos potentes contrafuertes, aunque alguno de ellos no se ha conservado. A diferencia del meridional, no cuenta con una imposta que separe los niveles inferiores, no hay vanos en el tercer nivel, y carece de arquería superior. Sendas puertas, actualmente cegadas, se abren en los muros laterales, de las cuales, la norte, de arco doblado de medio punto, comunicaba con el claustro desaparecido.
La fachada de poniente es bastante más compleja. Cuenta con un cuerpo avanzado, a modo de nártex, compuesto de tres tramos, correspondiente cada uno de ellos con las naves del interior, y cubiertos por bóvedas de arista. Tres arcos doblados, de desigual tamaño y altura, se abren en su frente occidental, y otros dos en los laterales. En el interior de los tramos laterales se observa una curiosa anomalía: en cada arco las dos arquivoltas inferiores no son concéntricas respecto al arco superior que las enmarca, lo que provoca la utilización de una tercera arquivolta de ancho variable y que los vanos no estén centrados con respecto al punto central de las bóvedas. Los arcos, también doblados que separan los tramos de este atrio, se apoyan en pilares con semicolumnas coronadas por grandes capiteles muy deteriorados. En las esquinas de la cesta noreste se aprecian los restos de dos músicos que tocan un olifante —aunque alguien ha querido ver a un individuo sujetando un ave— y un cordófono. Ambos flanquean a un tercer personaje que ocupa la cara central y del que apenas se vislumbran algunos detalles. Dado que podría estar sentado tañendo otro instrumento de cuerda, no se puede descartar, como propone E. Garland, que se trate del rey David con los músicos. En una cara lateral del otro capitel del mismo arco, aparecen Adán y Eva a ambos lados del árbol, con forma de palmera, en cuyo tronco se vislumbra parte del cuerpo de la serpiente. Parece que Adán muerde el fruto y que ambos se cubren el sexo con una hoja, con lo que, como suele ser habitual a la hora de representar esta escena, se plasman al unísono dos de los momentos del pasaje bíblico.
En la cara central se aprecian los restos de dos personajes afrontados, los cuales están tan deteriorados que, para su adecuada lectura, se hace necesario recurrir a las fotografías antiguas conservadas. En la publicada en Catalunya Romanica (Xv, p. 208) se observa que ambos personajes elevan los brazos y que uno de ellos parece tener las manos veladas por un paño. Aunque se ha querido ver una escena de lucha, varios aspectos, como la postura de los personajes, la composición de la escena y su presencia junto a Adán y Eva llevan a pensar que lo más probable es que, como propone Garland, se trate de la ofrenda de Caín y Abel. La representación del ciclo de Caín y Abel, o de parte de él, no es infrecuente en los condados catalanes. Así, por ejemplo, está presente en el claustro de la catedral de Girona, en la portada de Ripoll o en las pinturas de Toses, Sant Climent y Santa Maria de Taüll, en Baltarga, o en las más cercanas de Santa Maria de Mur. De ser correcta esta lectura, cabría la posibilidad de interpretar la escena de la otra cara lateral de la cesta —en la que un individuo sujeta por el cabello a otro, al que ataca con un objeto alargado (¿un cuchillo?) con el que golpea en el cuello— como el asesinato de Abel a manos de su hermano, lectura que coincide, de nuevo, con la planteada por Garland. El cuchillo es —junto con palos, azadas, quijadas, hachas, picos y piedras— una de las armas con las que se representa a Caín perpetrando el fratricidio. En un friso de la catedral de Nímes, Caín sujeta del cabello a Abel, al igual que en Gerri, y le atraviesa el cuello con un cuchillo de notables dimensiones. Sin embargo, en la iglesia pallaresa la victima realiza un gesto de defensa al sujetar el brazo del atacante, lo que denota una actitud nada habitual en Abel, quien no suele oponer resistencia alguna. Es por ello que también es factible que pueda tratarse de una representación genérica de lucha, que encontraría su relación con el resto de las escenas del capitel en el hecho de que con el primer fratricidio hizo su aparición la violencia y discordia en el mundo. Los otros dos capiteles del atrio presentan decoración vegetal.
En el tramo central se abre la portada occidental del templo, la cual está formada por un arco de medio punto rodeado por tres arquivoltas y una chambrana.
Mientras que las dos arquivoltas interiores están formadas por sendas molduras aboceladas, más gruesa la inferior, la exterior está decorada con varias medias esferas y dos rostros humanos. Esta estructura de arcos se apoya en sendas impostas, las cuales recorren todo el perímetro del atrio. La meridional está formada por decoración a base de taqueado.
Dos capiteles coronan las dos únicas columnas de la portada. El septentrional, que presenta motivos vegetales formados por grandes hojas, se ha querido relacionar con cestas de Sant Pere de Calligans y del claustro de Elna, vinculación que no conseguimos vislumbrar. En el del lado opuesto un personaje, situado en la esquina de la cesta y con sus pies calzados apoyados en el astrágalo, asoma por detrás de las grupas de dos leones, a los que parece mantener amarrados por el cuello mediante sendas tiras perladas que parten de sus manos.

Capitel del lado sur de la portada. Daniel en el foso de los leones 

Las fieras giran sus cabezas hacia el individuo, hasta casi tocar dos de los cuatro caulículos que ornan la parte superior de la cesta. En la cara interior del capitel de Gerri, frente al felino, aparece de pie un ave, posiblemente zancuda, cuya pata es cogida por la otra garra delantera del león. En el lado opuesto de la otra cara del capitel, justo debajo del caulículo, parece asomar la cabeza de una segunda ave. Este capitel puede ponerse en relación con varias piezas del área pirenaica catalana. En una cesta con cuatro personajes entre leones del claustro de la catedral de La Seu d'Urgell, uno de los individuos aparece por detrás de las dos fieras que le flanquean, apoyando una de sus manos en la grupa de una de ellas de forma muy similar a Gerri. Los leones se giran hacia este sujeto sacando sus largas lenguas, como lamiéndole, y algunos de ellos, incluso presentan sobre el lomo ese trazo perlado que pudiera ser una cadena. ldéntico modelo se sigue en uno de los capiteles de la portada central oeste de la catedral urgelitana, en el que una figura simiesca se encuentra entre dos leones que le lamen con sus largas lenguas trífidas. Sin embargo, el paralelismo más cercano, desde el punto de vista iconográfico, se encuentra en la portada de Cóll, en la que un personaje, en idéntica posición al de Gerri, también es lamido por dos leones que adoptan una postura análoga a los de la iglesia pallaresa y los citados de La Seu d'Urgell. Finalmente, los leones de sendos capiteles de las portadas de Durro y de Viu de Llevata también se pueden poner en relación con todas estas obras, de las que este último caso podría ser una versión simplificada. En estos dos últimos ejemplos, así como en la portada de La Seu d'Urgell, los felinos alzan una de sus garras delanteras tal y como sucede en Gerri. Todas estas similitudes no son interesantes solamente por el hecho de compartir un mismo modelo iconográfico, sino también porque ofrecen elementos que pueden contribuir a interpretar adecuadamente la imagen de Gerri. Aunque algún autor ha visto en esta imagen un tema derivado de la lucha de Gilgamesh o Sansón, creemos que cabe descartar esta infundada propuesta. Por el contrario, y a pesar de que autores como Garland opinan que es difícil atribuirle tal lectura, consideramos más adecuado valorar la posibilidad de que se trate de Daniel en el foso de los leones. El gran problema a la hora de identificar este episodio bíblico reside en que no todo personaje entre leones ha de ser necesariamente Daniel. Es por ello que, en ausencia de aquellos elementos que permitirían una identificación segura —como sería la presencia de Habacuc, o una inscripción— se ha de recurrir a aspectos tales como la actitud de los leones. Así, si se observa que estos se muestran sumisos, por ejemplo lamiendo al personaje, se puede afirmar que hay una alta probabilidad de que se trate del profeta.
El problema en Gerri es que la representación resulta un tanto ambigua.
¿están lamiendo la cabeza del individuo o le están mordiendo las trenzas de una larga cabellera? La respuesta, la tenemos en las cercanas piezas que hemos citado, en las que los leones sacan la lengua, y en alguna de las cuales este órgano presenta múltiples terminaciones. Muy posiblemente es esto lo que ocurre en Gerri, que las lenguas bífidas de los leones, tal y como se han representado, inducen a ver unas trenzas que son mordidas. Por tanto, siendo la mansedumbre de los leones, manifestada en la actitud de lamer, una de las características habituales de las representaciones del episodio de Daniel, parece razonable pensar que es esta la identificación adecuada. Un indicio adicional a favor de esta propuesta se encuentra en el hecho de que el capitel de Cóll, el ejemplo más parecido a Gerri, haga pendant con otro en el que un sujeto es devorado por dos leones, que podría plasmar el castigo de los que conspiraron contra el profeta. Otro elemento, aparentemente contradictorio con el texto bíblico es el ave. Sin embargo, la inclusión de este tipo de animal en capiteles en los que de forma incontestable se representa la condena del profeta, como es el caso de Germigny-l'Exempt o Neuilly-en-Dun (Cher), lleva a cuestionar el valor de contraargumento del mismo. Si en Cóll la antitética presencia de Daniel y los conspiradores nos habla de un programa iconográfico de carácter escatológico, enfatizado por la apocalíptica presencia del crismón con aves y un personaje tocando el olifante, en Gerri, la pareja David-Daniel, ambos prefigura de Cristo, se contrapone al Pecado Original y al primer fratricidio, y bien puede ser alegoría de la venida del Mesías y esperanza en la redención.
Sobre el atrio se alza el resto de la fachada. En el cuerpo inferior, sobre un friso de dientes de sierra, se abre una ventana de arco de medio punto, muy reformada en la última restauración, que se halla flanqueada por dos óculos.
Esta estructura, tal y como ha puesto de manifiesto Español, recuerda al hastial de la fachada occidental de la catedral de La Seu d'Urgell. Remata la fachada un campanario en espadaña que dota al templo de su característica silueta. Esta peculiar estructura de tres pisos, de anchura decreciente en función de la altura, cuenta con dos vanos por nivel, salvo en el superior, donde tan sólo hay uno, formados todos ellos por arcos trilobulados. Esta espadaña es un añadido de época gótica. En la última restauración se sustituyó un cuerpo con tejado a doble vertiente que había tras el campanario, por unos paneles de hormigón.
Ya en el interior, la nave central se cubre con bóveda de cañón, mientras que las laterales lo hacen con bóveda de cuarto de cañón. En el lado sur de la base de la bóveda central se observan tres ventanas, actualmente cegadas, vanos ausentes en el lado septentrional.
Los pilares compuestos situados entre las naves están formados por un núcleo cruciforme al que se adosan cuatro semicolumnas. De ellos arrancan los arcos fajones y formeros que enlazan con las correspondientes pilastras con semicolumnas adosadas de los muros perimetrales. Los veinticuatro capiteles esculpidos que coronan las columnas de las naves presentan motivos vegetales y figurativos. Estos últimos incorporan gritos, una sirena-pez de doble cola, un individuo que, flanqueado por dos cabezas de león, muestra sus genitales y eleva sus brazos, unos sujetos amenazados por una serpiente y otro león, hombres desnudos con la cabeza engullida por leones con marcada melena —que tienen sus correspondientes paralelos en sendos capiteles de Saint-Pons-de- Thomieres y del claustro de la catedral de La Seu d'Urgell, como ha puesto de manifiesto Español— y un ave rapaz que sujeta con sus garras a una serpiente al lado de un rostro humano y de un individuo desnudo con alas (¿un ángel o un ser demoníaco?). Español considera que este último capitel, y el cimacio que tiene encima —ornado, al igual que la imposta contigua, por un friso de animales fantásticos—, podrían estar inspirados en algún sarcófago romano y que presenta similitudes con dos capiteles del claustro de la catedral urgelitana.

Desde un punto de vista estilístico, la talla del interior es muy diferente a la de la portada y del pórtico, y de una calidad muy inferior. Claramente fueron diferentes manos quienes realizaron ambos grupos de obras un amplio presbiterio cubierto mediante bóveda de cañón antecede al ábside central, el cual se cubre con la habitual bóveda de cuarto de esfera. El semicilindro absidal está configurado por una llamativa arquería formada por siete arcos apoyados en estilizadas columnas, estructura que parece un modelo simplificado del interior del ábside central de la catedral de La Seu d'Urgell. Rematan estas columnas unos capiteles con decoración vegetal y algún motivo figurativo, como una segunda sirena-pez de doble cola y una rapaz con las alas desplegadas junto a dos serpientes enroscadas en un tronco. Recorre la base del cascarón absidal una moldura decorada con taqueado, rostros humanos, algún animal, hojas y alguna concha.



Las Las tres ventanas que se abren en el paramento absidal quedan enmarcadas por tres de los arcos de la arquería ciega. La central presenta una moldura de bocel.
Los dos ábsides laterales son lisos, están cubiertos por bóveda de cuarto de esfera y presentan sendas ventanas de medio punto y derrame simple, la meridional desviada respecto al eje longitudinal del templo. Sendas impostas con bolas y flores recorren los la base de los cascarones absidales. En el interior del muro sur del presbiterio se halla una escalera de caracol que actualmente facilita el acceso a la parte superior de las bóvedas. Mientras que en la sección de muro que se alza sobre el arco presbiterial se abre un óculo, en las que se sitúan sobre los ábsides laterales se localizan sendas ventanas en forma de cruz, cegada la del lado meridional.
Si bien se aprecia una cierta unidad en el plan general de la obra, G. Boto ha puesto de manifiesto recientemente algunos aspectos constructivos que de notan una ejecución llevada a cabo en varias fases, entre las cuales pudo transcurrir un tiempo de difícil estimación, aunque dicho autor considera que tales interrupciones no debieron ser muy dilatadas. Así, en ciertas pilastras se observa una desalineación de las hiladas de sillares a ambos lados de las semicolumnas adosadas, la cual es testimonio de ciertas interrupciones del proceso constructivo. También son evidentes algunos cambios de planteamiento, como por ejemplo en la cubrición de las naves. Si bien la base de las bóvedas está compuesta por varias hiladas de sillares, al acentuarse la curvatura, dicho aparejo es sustituido por mampostería de tosca factura formada por piedras alargadas y estrechas. Asimismo, aunque los pilares cruciformes y las pilastras adosadas a los muros anunciaban unos arcos fajones compuestos y de cierta amplitud, a la hora de ejecutar la bóveda se optó por arcos simples y estrechos. Todo parece indicar que quienes elevaron los muros del templo no fueron los mismos que acometieron su cubrición. Finalmente, el porche occidental, por su forma de adosarse, que no de integrarse, en la fachada, denota también, una ejecución algo posterior.
Teniendo todo esto en cuenta, y considerando que un edificio puede ser consagrado sin estar acabado, resulta toda una incógnita la determinación de lo que estaba construido en 1149. M. Castiñeiras, considera que el edificio actual, que sería de influencia aragonesa, se corresponde con el documento en el que se cita al maestro Raimundus y que fue edificado entre 1086 y 1112, promovido por la condesa Eslonça, esposa de Artau II y de origen aragonés.
Otros autores han datado la realización de la iglesia en la segunda mitad del siglo XII, lo que implicaría que en la fecha de su consagración en 1149 el templo no debería de estar finalizado. En este mismo sentido, Boto ha planteado recientemente que dicha consagración podría interpretarse como “la expresión de la finalización de una fábrica litúrgicamente operativa cuyos trabajos se habrían iniciado hacia 1120- 1130.
Los numerosos y evidentes paralelismos, tanto arquitectónicos como escultóricos, que se observan en Gerri de la Sal respecto a La Seu dÚrgell hacen que la datación relativa de esta sea una referencia ineludible a la hora de estimar la cronología de la iglesia pallaresa. Para Español el capitel presuntamente inspirado en un sarcófago romano debería anteceder a sus paralelos en el claustro de La Seu, por lo que la cabecera de la iglesia, espacio en el que se encuentra, debería ser anterior a la fecha de consagración Para esta autora, un taller vinculado con la catedral urgelitana se incorporaría con posterioridad, aunque no mucho más allá en el tiempo, dada la unidad que presenta el edificio. De ello se deduciría que Gerri antecedería al claustro catedralicio. Sin embargo, el asunto resulta de gran complejidad, pues los elementos en común se encuentran tanto en la iglesia de La Seu como con algunos capiteles del claustro Mientras que la primera podría haberse iniciado hacia 1106, como recientemente ha propuesto boto, y estar ya finalizada, a excepción de la cubierta, a mediados del siglo XII, para el claustro se han propuesto fechas más avanzadas —por ejemplo, Besseran lo ha datado entre 1160 y 1195 y boto, en un primer momento, entre 1165 y 1175—.

icha cronología atribuida al claustro catedralicio resulta excesivamente tardía cuando se compara con la datación de las obras a las que nos hemos referido al tratar sobre la filiación de algunos elementos escultóricos de Gerri —el obispo Ramón de Roda consagró la iglesia de Viu de Llevata en 1108 y una inscripción sobre una placa de pizarra encontrada en la iglesia de Santa Maria de Cóll podría ubicar el momento de la consagración de dicho templo dos años más tarde—. La datación de estas obras, que siguen claramente el modelo de portada del monasterio de Alaón, edificio en el que se estaba trabajando en 1103 y que es consagrado en 1123, debe situarse, sin duda, en el primer cuarto del siglo. Resultaría sorprendente que el capitel del presunto Daniel de Gerri se hubiera inspirado en obras más simples y de inferior calidad realizadas, como mínimo, unos veinticinco años antes, y que este mismo modelo hubiera sido utilizado de nuevo en La Sen otro cuarto de siglo más tarde. Una hipotética inspiración de todas estas piezas en un modelo común de calidad superior que no se habría conservado no ayuda a resolver el problema cronológico. Observamos, por tanto, que si bien algunos aspectos como la utilización de este modelo iconográfico o la existencia de ciertos testimonios documentales —como la referencia de 1106 al sufragio de los gastos de la construcción de la iglesia monástica por parte de los miembros de la cofradía— parecen apuntar a unas fechas de ejecución de la iglesia de Gerri cercanas a las propuestas por Castiñeiras, las evidentes relaciones con La Seu d'Urgell y la vinculación de esta con Ripoll, e incluso, en algún elemento puntual, con la escultura rosellonesa, llevan a dataciones, a priori, más avanzadas. La tendencia de la historiografía a plantear de forma sistemática relaciones de precedencia-filiación ha llevado, quizás, a eludir la posibilidad de que la construcción de la iglesia de Gerri se ejecutara en paralelo a la de la catedral urgelitana, y que entre los talleres que en ellas intervinieron se produjera un intercambio de ideas, soluciones y modelos Recientemente, Boto se ha mostrado partidario de este segundo tipo de escenario, y ha considerado factible un desarrollo de la fábrica catedralicia ejecutado en paralelo a la de Gerri bajo la iniciativa de una misma personalidad promotora. Son, en conclusión, muchos los interrogantes que se plantean desde el punto de vista cronológico, la respuesta a los cuales excede el objetivo de este texto.
En 2010 se descubrieron en unas excavaciones arqueológicas los restos del claustro del siglo XVI.

Sepulcro de un abad
Actualmente situado a los pies de la iglesia, en el lado norte del muro oeste, se halla un sepulcro en cuya tapa aparece la figura yacente de un abad. Este viste túnica, casulla y mitra, y porta báculo y manípulo Cruza a la altura del vientre sus manos, las cuales mantiene cubiertas por guantes sobre los que luce varios anillos. La caja, de más reducidas dimensiones que la tapa, por lo que podría no corresponder al mismo sepulcro, presenta en su cara frontal dos círculos en cuyo interior, de marco polilobulado, hay un águila y un árbol. Reposa la estructura sobre dos leones tumbados. Podría datarse la tapa en el siglo XII y la caja en la centuria siguiente. Popularmente se ha atribuido esta tumba a san Ot, obispo Que murió en 1122, sin embargo, parece ser que el mismo fue enterrado en la catedral de La Seu d'Urgell.

Virgen con el niño
Hasta 1936, fecha en la que desapareció como consecuencia del expolio del templo, presidía el altar una talla románica de madera de una Virgen sedente con el Niño sobre su rodilla izquierda. María, vestida con túnica larga y capa, estaba calzada y cogía al Niño con su mano izquierda. Éste, por su parte, estaba ataviado por una larga túnica por debajo de la cual asomaban sus pies descalzos y sujetaba un libro abierto con su mano izquierda. La Virgen estaba sentada sobre un trono y, al igual que Jesús, lucía una corona metálica añadida con posterioridad. Conocemos la imagen gracias a fotografías antiguas.

Iglesia parroquial de Sant Pere de Sorpe.
La localidad de Sorpe cuenta con una iglesia de origen románico, pero agresivamente modificada en fechas posteriores. Esta se sitúa en la parte nordeste del municipio, en la parte del pueblo que empieza a descender hacia el río, para llegar deberemos dejar el vehículo en la entrada del pueblo y andar durante unos minutos por el interior de las estrechas calles del pueblo, hasta que veremos el edificio a nuestra derecha.
El edificio que vemos hoy es el resultado de una serie de modificaciones aplicadas al original edificio románico, que han resultado en una iglesia que no tiene nada que ver con la original. El plano primigenio, planta basilical con tres naves y tres ábsides, ha sido recortado por la cabecera eliminándose el ábside central y el lateral del lado sur, invirtiéndose el sentido interno del espacio. Es decir, la eliminación de dos de los ábsides ha hecho que la entrada se sitúe en el lado este mientras que el altar se ha resituado en la parte occidental del interior del templo.
Así, desde la fachada exterior de levante podemos ver el tape realizado a los arcos triunfales de los dos ábsides eliminados, en el central de los cuales se ha abierto la puerta de entrada moderna.


El ábside románico que sobrevive nos da una idea de lo que sería el edificio en un principio, la única decoración que se aprecia es la que queda en su muro curvo: arcos lombardos agrupados de dos en dos por lesenas de sección rectangular. Ninguna decoración más en el exterior de la construcción ha quedado hoy si es que alguna vez la hubiere.
En el muro occidental se observan los parches elaborados para cerrar el hueco de la posible entrada por este lado.

Las pinturas murales.
La iglesia de Sorpe debió estar totalmente decorada con pinturas murales, pero en su estado actual y el que se conoce de la exploración de sus muros, solo se tienen restos importantes de la nave central, de algunos arcos de separación de esta con las laterales y de restos de pinturas del colateral englobado en el campanario. Parte de estas pinturas de la nave central fueron arrancadas hacia el año 1929 por encargo del obispado de Urgell y montadas en plafones planos, separados, dispuestos en la actualidad en el MNAC de Barcelona.
Debido a la destrucción del ábside central, el foco central iconográfico de las pinturas se ha perdido, pero empezaremos nuestra descripción por los restos pictóricos situados en el los arcos triunfales de éste. El más estrecho y más cercano al ábside presenta en la clave, dentro de un medallón circular, la paloma del Espíritu Santo, flanqueada por las figuras portadoras de cruces y libros de San Gervasio (SCS, GERVASIVS) y Protasio (SCS, PROTASIVS), ambos los patrones de la ciudad italiana de Milán. Bajo el primero aparece San Ambrosio (SCS, AMBROSIVS) que sentado porta la cruz; más abajo aparece otro santo sentado (SCS, M...), que podría ser Macario, hermano de Ambrosio. Este último santo, situado entre dos estrellas de ocho radios, sostiene un volumen enrollado en la izquierda. Bajo sus pies, donde aparece el busto de otra figura aparentemente femenina, vemos en el extremo inferior, un cortinaje. Y por debajo de Protasio hay dos espacios simétricos a los anteriores, con personajes sentados. El situado más abajo, muestra otro volumen enrollado, esta flanqueado por dos estrellas de ocho puntas y tiene un busto femenino bajo sus pies.
El arco exterior tiene en la clave un gran medallón circular con un círculo en el centro, y en uno de los anillos periféricos hay una imitación de inscripción cúfica de carácter ornamental. A cada lado aparecen dos figuras masculinas muy mutiladas, que representan a Caín y Abel ofreciendo sus sacrificios a Dios. En la franja externa hay un tema de origen clásico, repetido, que consiste en una garlanda de hojas de laurel, discos metálicos.

Lateral izquierdo de los arcos triunfales

Pinturas representando la Crucifixión 

El lado izquierdo del intradós del gran arco contiene de arriba a abajo dos escenas. La de la parte superior es la más grande, en su parte superior hay una orla de vivos colores que deriva de una inscripción cúfica parecida a las de Santa Maria de Taüll y Estaon, pero situada boca abajo. Bajo ella vemos en el centro la virgen sentada con el infante en la falda, con unas desproporcionadas manos gigantes. Si se compara el trono de las pinturas de Taüll veremos que el pintor de Sorpe no entendió el modelo, y que el cojín está mal interpretado, con un distinto tratamiento en cada extremo del mismo. Las inscripciones SCA, MARIA para la virgen y EX (?) para el Niño aparecen alrededor y son de fácil interpretación, no obstante, los árboles de los lados, uno en pleno florecimiento de flores y frutos, y el otro seco y muerto, lleva más discusión. Se ha apuntado a que podrían significar los árboles buenos y malos, símbolos de la Iglesia y de la Sinagoga.

Lateral izquierdo de los arcos triunfales 

En el rectángulo inferior, encabezado por los nombres ANDREA y PETRV... se hace alusión a los apóstoles Andrés, Pedro y un tercero, que navegan en una nave. Entre los dos nombres conservados hay el signo de un punto seguido de un semicírculo con un apéndice serpenteante. El primer y último personaje llevan los remos, y el del medio sostiene las redes llenas de peces. En el mástil de la nave hay, en lugar de una vela, una especie de manto blanco con el crismón figurado en el centro, con las letras alfa y omega.
Las pinturas del lado opuesto están en muy mal estado, aunque parece que habrían estado perfilados dos parejas superpuestas de santos, quizás apóstoles, y más abajo, algún busto aparentemente femenino.
El intradós de este arco que se abre en la nave contiene temas ornamentales. La decoración de la nave se conserva en gran medida en el lado izquierdo, en dos grandes zonas superpuestas. La inferior, en el espacio limitado por la obertura de dos arcos separadores, que contiene en su parte central la Crucifixión, adaptada con dificultades a la forma de los arcos. En el centro de esta escena vemos a Cristo en la cruz, como en el caso de Estaon. A sus pies hay una calavera que alude al topónimo golgotha. A cada lado de la cruz las letras ...NI...ME P... parece que son interpretables como restos de una signatura que podría terminar con las palabras ME PINVIT (me pintó), faltaría por desgracia el nombre del pintor. Las limitaciones ya mencionadas debidas al enmarcado hacen que tanto Maria como Juan solo estén completados de cintura hacia arriba, con los pies recortados. Al lado derecho de la cruz vuela un ángel turiferario. Mas abajo de estas figuras hay una franja de color negro con un inscripción muy desfigurada con las letras en blanco ... EHENSVS...ISTA COHORS PLO.. Aún más arriba, entre dos franjas rojas, otra línea decorada, y aun por encima de esta, dos escenas de la infancia de Jesús. De derecha a izquierda, la anunciación y la Natividad.
La Anunciación está representada por Maria mientras hila, por su lado derecho desciende la paloma del Espíritu Santo, y al fondo una figura femenina contempla la escena tras una cortina. Esta es una escena singular en el románico de Cataluña, puesto que no es corriente en el arte occidental la representación mariana de este tipo, puesto que aquí se relaciona a Maria con Eva, recordemos que se le atribuye a Maria el papel de Nueva Eva, además de que este última se la suele representar hilando cuando aparece en las escenas posteriores a la expulsión del Paraiso. A la izquierda, el arcángel Gabriel se dirige a la virgen con un gesto de saludo, más allá hay los restos de un manto de otro personaje. El fondo tiene tres grandes fajas de color azul, rojo y amarillo. Sobre la escena de la Anunciación aparece otra inscripción blanca sobre fondo negro, enmarcada por franjas rojas, que parece alusiva a Maria y Gabriel. Sigue una parte importante pero incompleta de la Natividad, con la virgen sobre un lecho o cama y el baño del niño Jesús (EMANVEL), acompañado por dos lavadoras. Es un tema representado en el mismo lugar que en Santa Maria de Taüll.
En el lado opuesto solo quedan una parte de la decoración pictórica, que corresponde aquí al Génesis. En la parte alta hay una figura desnuda (ADAN o EVA), y al lado un gran árbol. Mas abajo, otros dos personajes, de medio cuerpo, que sostienen grandes recipientes de los cuales surge agua. Comparándolos con ejemplos análogos, representan dos de los cuatro ríos del Paraíso, en relación con las figuras de Adan y Eva.

Escena de la Anunciación en el lado norte de la nave 

Los arcos de separación de las naves también conservan algo de decoración. El arco del lado izquierdo presenta arriba los santos Félix y Pastor. Más abajo empezaban los signos del zodiaco (Géminis o Gemelos representados por una figura bicéfala y Cáncer o Cangrejo). Este último, con el epígrafe CRANX, va acompañado de un nicho de boca cuadrada flanqueado por dos cálices, como si se indicara de esta manera que era una creencia o lugar para situar los vasos sagrados. El arco del lado opuesto tiene en la clave una aureola crucífera con la paloma del Espíritu Santo, y más abajo la figura de dos arcángeles. Más abajo aún, empezaba un bestiario con un elefante y un centauro, el primero con un castillo o torre sobre la espalda.

Intradós del arco lateral izquierdo

Intradós del arco lateral derecho 

El repertorio iconográfico mencionado hasta aquí nos pone de manifiesto el uso de diversas fuentes. En la nave, el paralelismo entre el Antiguo y el Nuevo Testamento (a la izquierda y a la derecha respectivamente) corresponde a una tradición muy antigua, relacionándose siempre de un modo paralelo el inicio de los mismos con Adan y Eva y la Natividad.
Las series paralelas del zodiaco y del bestiario son de origen clásico. En el primer arco conservado vemos el tercer signo y el cuarto. Podemos suponer que, o bien existió otro arco con los dos primeros signos, o que los conservados aparecen por el hecho de corresponder el tercero a la onomástica de San Pedro, el 29 de junio, patrón de Sorpe.
Por lo que respecta al resto de la iglesia, solo encontramos elementos de decoración en la base del campanario de lado occidental. Existen dos figuras en la parte superior, quizás apóstoles, y en el lado derecho de una composición en arco de medio punto con una sirvienta (PVELLA), situada en el extremo de una mesa de banquete, y debajo el pobre LAZARO (LAZARVS), que ha de corresponder a la parábola del banquete, evocada también en Sant Climent de Taüll y Sant Joan de Boi. El fragmento de la sirvienta y de Lázaro está en el Museu Diocesà d'Urgell.
Fijándonos en el estilo del pintor o pintores de Sorpe, no deja de ser paradójico que el más refinado de los mismos no aparece en los arcos triunfales, sino que lo hace en la nave. Se puede suponer una datación alrededor de la primera mitad del siglo XII. Los estilos y el repertorio ornamental, muy variado, presentan afinidades con el círculo de Pedret y solo con una pintura sobre tabla conocida, la de Martinet. 


Iglesia de Sant Serní de Baiasca
Se encuentra en la comarca catalana del Pallars Sobirá, en la entidad de población de Baiasca perteneciente al municipio de Llavorsí.
Se trata de un edificio muy transformado, del cual solo se conserva de su origen medieval, el ábside en la parte de levante. Ya desde el exterior se adivina su planta semicircular levantado en dos niveles, puesto que vemos dos ventanas situadas a alturas distintas. El aparejo pétreo es hosco y poco cuidado, juntas muy gruesas y vacías le dan un aspecto ruinoso, que se adereza con una decoración exterior de estilo lombardo a base de arcuaciones ciegas agrupadas de dos en dos y separadas por lesenas. Esta arcuaciones lombardas se sitúan en dos niveles, marcando definitivamente las dos plantas de las que se compone el ábside.

Las pinturas murales
Y es aquí detrás donde está lo más preciado de Sant Serní de Baiasca: el esperado conjunto de pinturas murales que, al igual que los descubridores en el año 1977, podemos encontrar protegido por el retablo barroco que cubre el ábside. Son frescos de origen románico que se conservan in situ, valor añadido para realizar la visita al recóndito lugar.

Entrada secreta al ábside 

Las pinturas solo cubren una parte de la cuenca y del semicírculo absidal, sobre una pared muy picada y en mal estado de conservación. Preside la escena el Maiestas Domini, de la que solo se conserva la parte inferior y la mano izquierda que sostiene el libro cerrado, encuadernado a base de dos bandas que enmarcan una cruz en forma de aspa. El señor está sentado, sobre cojines ornamentados, en un trono con los laterales ornados por una cenefa de círculos entre dos filas de perlas. La mandorla que lo inscribe marca una aguda silueta y está conformada por los colores azul, rojo y blanco. Los pies descansan sobre un semicírculo que simboliza la tierra.
Alrededor de la aureola aparecerían los símbolos de los evangelistas que probablemente seguirían el esquema de Sant Climent de Taüll y estarían situados en un círculo sostenido por un ángel. Actualmente solo quedan los dos ángeles inferiores, pero han desaparecido los círculos con el símbolo correspondiente, pero que deberían corresponder a San Marcos en el lado izquierdo y a San Lucas en el lado derecho.
Completa la visión apocalíptica dos querubines de los cuales el de la derecha se puede apreciar bastante bien, no así el del lado izquierdo. Están situados de pie con dos alas desplegadas y otras dos enganchadas al cuerpo según la descripción del libro de Isaías (capítulo 6). A ambos lados hay restos de los que serían dos arcángeles que según la tradición bizantina importada de Italia, eran los guardianes de la Teofanía absidal.

Una franja decorativa de color rojo separa las escenas superiores del semicírculo absidal. Aquí se incluiría a cada lado de una ventana central, el colegio apostólico. Existían inscripciones que los identificaban pero que han desaparecido casi en la totalidad. Empezando por la izquierda de la ventana son visibles las de Pablo (VS), al que sigue Juan (IOHANES) y Bartolomé (BARTOLO). Las figuras se recortan sobre un fondo negro y llevan aureolas que han perdido el color. Hay restos de figuras de lo que fue un programa más rico, entre las que se habría identificado a una como san Ambrosio (S AMBROS).
El estado actual de las pinturas impide apreciar la intensidad y la calidad del cromatismo que seguramente tendrían. El autor utilizó una paleta rica en rojos, blancos brillantes y azules intensos muy parecidos a los utilizados en Pedret o Taüll. El estilismo del pintor lo acerca a los círculos derivados de Pedret, como son Orcau, Estaón, Aineto, Sorpe y Argolell a tenor del aire mozárabe y bizantinismo italiano que contiene su obra.
Se ha propuesto como fecha más adecuada para la realización de las pinturas de Baiasca para la segunda mitad del siglo XII.

 

Sant Pere de Burga
El monasterio de San Pedro de Burgal​ o del Burgal​ es un monasterio benedictino situado cerca de la localidad española de Escaló (La Guingueta), en la comarca del Pallars Sobirá.
Sant Pere de Burgal constituye un agradable lugar para visitar. Su situación alejada de las vías de comunicación fáciles y su entorno natural hacen que merezca la pena realizar una pequeña excursión para alcanzarlo. Saliendo de la carretera entre Escaló y Llavorsí a mano izquierda, se cruza el Noguera Pallaresa y se puede dejar el vehículo aparcado en un claro cercano. Luego se sigue un camino que en aproximadamente 500 m se convierte en un sendero con una pequeña pendiente, que asciende ligeramente sobre el nivel del valle. Finalmente se alcanza las ruinas del antiguo monasterio, desde donde se puede contemplar una bonita vista de esa parte del valle.
La historia de Sant Pere de Burgal empieza con los primeros textos documentales de monasterio encontrados, con fecha del año 859 en que el monasterio obtiene unos importantes privilegios del precepto emitido por Ramón, el entonces conde de Tolosa y poseedor de estas tierras. El escrito nos deja el nombre del primer abad, un tal Deligat que al parecer pudo ostentar el título desde los años 859 hasta el 866. Poco después, a principios del siglo X el monasterio entra en la órbita del vecino recinto de Santa María de Gerri, hecho que nos hace pensar que Burgal no obtuvo demasiado poder como para mantenerse independiente.
A partir de aquí, los acontecimientos se vuelven algo confusos durante el siglo X y XI, en el que aparecen numerosas disputas y documentos falsificados en los que se ratifican y contradicen continuamente los supuestos privilegios del monasterio a favor y en contra de Santa María de Gerri y Santa Maria de la Grassa, disputa que llega hasta bien avanzado el siglo XIV, año 1337, cuando finalmente se reparten los bienes entre Gerri y la Grassa. Finalmente se convierte en priorato y en el año 1570 se seculariza, con lo que termina el periodo religioso entre sus muros.
El estado en que se encuentra actualmente el monasterio es el de ruina casi total, el único edificio que perdura de las dependencias monacales es la iglesia, ubicada en el lado norte y único objetivo de este estudio. Desde el norte se puede acceder a un ancho prado desde el que se puede observar en su totalidad la fachada norte de este edificio, así como los tres ábsides de la cabecera.
Se trata de un edificio de planta basilical constituido por tres naves, la central de mayor altura que las laterales, recubiertas con una techumbre de madera. Es la distribución típica de las iglesias catalanas del siglo XI, y en este caso se mantenido la estructura hasta nuestros días, lo normal sería encontrarnos las naves recubiertas con una bóveda pétrea, posterior a la concepción original. No obstante, de la techumbre de madera no nos ha llegado nada, pero si la estructura del lado norte. La fachada de este lado mantiene probablemente la altura original, así como los arcos divisorios entre la nave lateral y la central, conformada por una hilera de arcos sustentados sobre pilastras rectangulares, sencillas y sin ningún tipo ni vestigio de ornamentación. Como ya se ha dicho, la nave central cuenta con más altura que las laterales, y en la parte superior del muro intermedio, sobre los arcos, se pueden ver los huecos en el muro donde apoyaba parte de la techumbre de madera. Del lado sur no se conserva más que una parte del muro lateral y las basamentas de los pilares, reconstruidos en parte en la actualidad a modo de testimonio.

De la planta y distribución de la iglesia destaca la existencia de una doble cabecera. La curiosidad radica en la de poniente, construida en dos niveles, de los cuales el inferior contenía un altar y el superior un coro de madera que se adentraba en la nave central, sin duda alguna vestigios de la tradición carolingia.
Hoy se puede acceder por una empinada escalera metálica al nivel superior y podemos hacernos una idea del espacio que conformaban las naves y los ábsides en esta parte del templo. Esta distribución tan solo se puede relacionar, en el románico catalán, con la planta de la iglesia abacial de Santa María de Arles de Tec, en Francia, de futuro estudio y en Castilla, tenemos los ejemplos de San Cebrián de Mazote o Santiago de Peñalba.

Vista interior 

El otro punto destacado de la visita es la cabecera oriental, con tres ábsides correspondientes a cada una de las naves. Exteriormente la decoración sigue los cánones de la época, esto es, arcuaciones lombardas en el friso de los paramentos semicirculares y ventanas sencillas abocinadas tanto exterior como interiormente. Durante mucho tiempo, esta fue la única parte de la iglesia que sirvió para realizar actos litúrgicos, por lo que se cerró con un muro a modo de fachada occidental toda la cabecera. Hoy, este muro se ha sustituido por un cerramiento de madera con unas cristaleras que nos dejarían ver, si existiera algún tipo de mantenimiento en forma de limpieza y conservación, las pinturas del interior. 

Pinturas murales
Existe un conjunto pictórico remarcable dentro de la cabecera de Sant Pere de Burgal, en concreto unas pinturas murales en el ábside central, atribuidas al prestigioso trabajo Círculo de Pedret. Como todas las obras pictóricas de este tipo importantes, lo que podemos observar in-situ es tan solo una réplica de la obra original, extraída y transportada a principios de siglo por la Junta de Museos de Barcelona y hoy conservada en el Muesu d'Art Nacional de Catalunya (MNAC), catalogadas como la MNAC/MAC 113138 y expuestas con el número 38 dentro del ámbito III, correspondiente a las pinturas del Círculo de Pedret. La pieza auténtica cuenta con unas dimensiones de 720 x 470 x 500 cm y fueron adquiridas concretamente el año 1932. Se trata de una de las obras principales del taller de Pedret, conjuntamente con las de Sant Quirze de Pedret, Santa María d'Aneu y Sant Pere d'Ager.
El programa iconográfico representado por las pinturas entra dentro del orden conjunto de este grupo de pinturas, atribuidas al mismo taller, denominado como Circulo de Pedret. Se trata de la figura central representada por el Maiestas Domini o Cristo en Majestad, flanqueada a ambos lados por dos pares de figuras, los profetas Isaías ( a nuestra izquierda) y Ezequiel (a nuestra derecha), y los arcángeles Gabriel (izquierda) y Miguel (derecha). Éste último aún conserva un rollo de pergamino en su mano izquierda con el rótulo Postulacius. De la figura de Cristo tan solo se puede observar la parte inferior de la mandorla y el pie izquierdo, borrado el resto por el paso del tiempo. Hay que decir que todo el lado norte del conjunto ha quedado afectado por la humedad, perdiéndose gran parte de las pinturas, por lo que los personajes representados a nuestra izquierda han quedado borrados parcial o totalmente.

Profeta Isaías 

Profeta Ezequiel

En la franja central, separada del campo superior por una cinta adornada con una cenefa grecada en perspectiva geométrica, se representa un colegio apostólico compuesto por 6 miembros. Todos aparecen con la testa nimbada, de frente y sentados en una especie de banco decorado, con fondo oscuro, y cada uno de ellos ostenta un objeto representativo. De izquierda a derecha nos encontramos primero con un apóstol no identificado de cabellos rubios, nimbo dorado que ostenta un libro de perfil, del que solo vemos el lomo. Seguidamente aparece San Pedro, fácilmente reconocido por las llaves levantadas por una mano, mientras con la otra bendice con los dos dedos levantados, su nimbo aparece con color rojo. A su derecha se sitúa la figura de la virgen María, sujetando un cáliz del que sobresalen unas hebras que podrían representar unas llamas, con la mano derecha hace el gesto de alabanza al señor y lleva un nimbo dorado. Al otro lado de la ventana central del ábside nos encontramos con la figura de San Juan Bautista, barbudo, que sostiene con ambas manos un medallón donde aparece el símbolo del Agnus Dei. Tras él está San Pablo, calvo y sujetando otro libro visto por el lomo, como el primer apóstol no identificado. Finamente nos encontramos con otro apóstol sin identificar, el cual no ostenta ningún elemento representativo, pero podría pertenecer a San Juan Evangelista (según J. Sureda).

Colegio apostólico lado izquierdo y derecho 

Bajo el colegio apostólico se perfila otra banda separadora compuesta por unos cuadros decorados alternativamente con figuras geométricas similares a las grecas de la franja superior y coronas reales, de estilo italiano idénticas a las existentes en las pinturas románicas de Monza (otro factor para asignar a los artistas la procedencia lombarda). En esta parte es donde aparece una de las figuras carismáticas del conjunto de Sant Pere de Burgal. Se trata de la única figura que podemos observar, se encuentra en el lado sur (a nuestra derecha) y es probable que existiera simétricamente otra en el lado norte pero en esta parte las pinturas han desaparecido. La figura en cuestión representa a una mujer vestida con traje oscuro, con la mano derecha sostiene un cirio en señal de ofrenda, acompañada de una inscripción en la que solo se pueden identificar las palabras "...CIA CONMITESA", que se pueden traducir con las palabras "Lucía Condesa" y identificable con un personaje real, en concreto con la condesa Llúcia de la Marca, hermana de la condesa de Barcelona Almodís de la Marca y esposa desde el 1085 del conde de Pallars Artal I. De todas maneras, es una interpretación fácilmente resuelta que deja algunas dudas, se podría atribuir también a la condesa Guillermina, esposa de Bernat de Pallars, que en 1196 realizó una ofrenda al monasterio. Si la hipótesis de la condesa Llúcia fuera correcta, se podría datar las pinturas entre los años 1058 y 1090.
El lateral del arco presbiterial también aparece decorado con pinturas, en este caso a nuestra derecha quedan los restos de cinco figuras que continúan el colegio apostólico, dos de las cuales permanecen intactas. En el retranqueo frontal formado entre el arco presbiterial y el ábside se perfilan decoraciones geométricas similares y prácticamente idénticas a las existentes en Santa María de Ginestarre.

Lado derecho del arco presbiterial

 

Iglesia de Sant Pau y d'Esterri de Cardós
La iglesia de San Pablo y San Pedro de Esterri de Cardós es el templo parroquial románico del pueblo de Esterri de Cardós, en el término municipal del mismo nombre, comarca del Pallars Sobirá.
La iglesia está documentada, desde el 1146, pero por el aparato y sus características, sobre todo del ábside se puede asegurar que es anterior a esta mención. Hay inscripciones en piedras de la misma iglesia donde se leen las fechas de las modificaciones de época moderna: 1638, 1720 y 1726, e incluso el nombre de uno de los párrocos que intervinieron: Jaume Leset.
Es una pequeña iglesia de una sola nave, rematada a levante por un ábside semicircular con las características arcadas ciegas agrupadas en grupos entre lesenas —3-5-3 es la disposición de los tres grupos de arcos—, dentro de la tradición del románico lombardo. La nave es muy larga, más de lo habitual, y está cubierta por una bóveda de cañón, aunque el espesor de los muros hace pensar que en origen estaba cubierta con madera. La puerta principal está en la fachada de mediodía, pero en el muro de poniente se puede apreciar, tapiada, otra puerta, posiblemente de la obra original. Posee un sencillo campanario de espadaña. Es una obra románica, pero modificada en época moderna.

En el extremo sur-occidental, presenta un campanario de base cuadrada, posiblemente procedente de una antigua torre de defensa. En la parte de levante de la nave, formando crucero, estuvieron añadidas dos capillas, en la actualidad la de la parte norte está desaparecida, y la sur, reconvertida en sacristía.
Esta iglesia, a pesar de sus dimensiones, bastante reducidas, tenía un interesante grupo de pinturas murales, las originales están conservadas en el Museo Nacional de Arte de Cataluña (núm. MNAC 15.970), además de un frontal de altar (núm. MNAC 15889).

Pinturas murales.
El elemento destacable de éste lugar, si uno tiene la suerte de poder acceder al interior de la pequeña iglesia de Sant Pere d'Esterri de Cardós, es sin duda alguna su importante conjunto pictórico mural, actualmente reconstruido in situ como réplica del original ubicada en un principio en el mismo lugar, y conservado en la actualidad en el Museu d'Art Nacional de Catalunya (MNAC).
La obra original se puede encontrar en la colección del Románico de dicho museo, como pieza número 44 del Ámbito IV, dedicado a la iconografía románica relacionada con Cristo y María, como ejemplo de la visión del Cristo en Majestad rodeado del Tetrámero. La obra está catalogada con el MNAC/MAC 15970, y fue adquirida entre los años 1919 y 1923. Sus dimensiones son de 610 x 430 x 370 cm y vale la pena acercarse para verla con tranquilidad, al igual que el resto de piezas del museo. No está permitida la toma de imágenes dentro del recinto (al menos de forma gratuita), se puede solicitar previo pago, una copia de la imagen para publicaciones, por lo que la única manera de obtener imágenes de la réplica de forma normal es visitando directamente la iglesia y contando con un permiso para acceder a su interior.
El conjunto se trata de una pintura mural situada dentro del ábside semicircular de la iglesia, los restos que nos han quedado y que se han reproducido fielmente, nos muestran unas pinturas trabajadas y unos colores vivos y limpios. La semicúpula de cuarto de esfera mantiene prácticamente la totalidad de la pintura, con la excepción de algunas zonas vacías a nuestra izquierda que nos permiten intuir la personalidad de las figuras representadas y alguna que otra mancha diseminada por el resto de la superficie. En la parte inferior del ábside, en la zona curvada por la formación del medio cilindro, se ha perdido más de la mitad del trabajo, toda la parte izquierda e inferior ha desaparecido y en algunas zonas es difícil determinar los motivos que conformaban las pinturas. Existe en la nave un pequeño arco presbiteral, justo delante y en continuidad con el ábside, que probablemente contenía una prolongación de las imágenes, algo común en este tipo de obras, pero no se ha conservado ningún trazo de ellas, por lo que solo podemos conjeturar sobre este aspecto.
Según los estudios realizados sobre estas pinturas, se trata de un trabajo realizado en la segunda mitad del siglo XII, ya en periodo tardo-románico, manteniendo una similitud con las pinturas de localidades vecinas de Sorpe y Estaon. También se intuye, según algunos trabajos realizados, cierta relación con las pinturas pertenecientes al "Circulo de Pedret", los rasgos de los personajes y el estilismo de las figuras así lo denotan. La técnica pictórica utilizada es "al fresco", como prácticamente la totalidad de este tipo de murales durante el mismo período.
La iconografía representada sigue también los cánones de la época: se trata de la figura del Cristo en Majestad o Maiestas Domini en el centro de la composición superior, rodeada del Tetrámero. y flanqueada a ambos lados por un par de ángeles (un querubín y un serafín) y otro par de arcángeles (San Miguel y San Gabriel). Bajo ella, se sitúa un colegio apostólico, del que nos han quedado la mitad de las figuras.
EL señor queda situado en la parte central de la semicúpula, formando el elemento central del conjunto, situado dentro de una mandorla de ángulos muy acusados. Sentado en una franja horizontal que sobresale de la mandorla, ostenta nimbo crucífero sobre la testa, bendice con su mano derecha pegada al cuerpo y apoya un tomo sobre su regazo con la izquierda. Las facciones de su rostro son también alargadas y estrechas, como la mandorla, y sus ropajes son bellos y decorados con filigrana. Los pies desnudos descansas sobre otra franja sobresaliente de la mandorla, al contrario que muchas otras composiciones, donde lo hacen sobre un orbe de fuego. A ambos lados aparecen las letras primera y última del alfabeto griego, el Alfa y la Omega. La mandorla está formada por varias franjas con decoraciones y cenefas, hasta un total de cinco.
Rodeando el Pantocrator, aparecen las cuatro representaciones de Tetramorfos: en la franja superior nos queda situado a nuestra izquierda el ángel de San Mateo y a la derecha el águila de San Juan evangelista, ambos con cabeza nimbada y sosteniendo el libro del evangelio. En la parte inferior, aparecen a nuestra izquierda el toro que de San Lucas y a nuestra derecha el "León" de San Marcos. Hemos escrito entre paréntesis la palabra león porque debería ser este animal el que representa al evangelista San Marcos, de hecho lleva entre sus patas delanteras el libro del evangelio, pero no se parece realmente a un león. La piel más bien negra, la ausencia de la cabellera típica de este animal y la forma de la cabeza hacen pensar a los expertos que el animal representado es en realidad un oso pardo. Si observamos en conjunto la parte inferior del Tetrámero. podemos observar que se contraponen muchísimo las figuras del Toro y del Oso, el toro mantiene una luminosidad y unos tonos claros (poco propios del animal) en contraposición de la oscuridad y la sombra reflejada en el oso. La alusión maligna a este animal podría venir dada por que durante aquellos tiempos, abundaba la presencia de osos pardos en el Valle de Cardós, no debían ser demasiado buenos vecinos del hombre, deberían diezmar los rebaños y suponer amenaza para los montañeses y leñadores, de ahí que su representación sea más bien maligna y contrapuesta al toro bendito de Lucas. La misma representación de este oso aparece en las pinturas de la iglesia vecina de Ginestarre, por lo que el simbolismo podría estar compartido en ambas localidades.



Colegio apostólico
 

A los lados de la mandorla, se complementa la imagen con alusiones a la visión del apocalipsis: dos figuras angelicales flanquean la del señor, a la izquierda un ángel querubín y a la derecha un ángel serafín, ambos con 3 pares de alas repletas de ojos, son los sirvientes más cercanos a la figura de Dios. El artista siguió fielmente la descripción de estos seres de las escrituras de Isaías: "cada uno de ellos tenía 6 alas, con un par de ellas se ocultaban el rostro, con otro par se cubrían los pies y con el par restante volaban" (Is 6.2), si bien en este caso, los ángeles muestran sus rostros. Se sugiere la imagen de los cuatro querubines que guardan el arca de la alianza, con sus rostros descubiertos y sus alas repletas de ojos, así como la escritura de sus tres sanctus (scs). La belleza y el trabajo con que se han representado sus alas son dignos de mención, probablemente se siguieron ejemplos de animales verdaderos, cada ala contiene varias filas de plumas de distintos tonos. Ambos ángeles llevan colgado de una de sus manos una especie de incensarios, mientras que con la otra mano vacía muestran una palma ocupada por un ojo abierto.
Finalmente, la escena se completa en los extremos con las dos figuras de los arcángeles San Miguel (a la izquierda) y San Gabriel (a la derecha). Ambos mantienen la imagen prototípica de estos seres que actúan como demandantes y defensores en el juicio presidido por el señor, visten ricos mantos y vestiduras y llevan en una mano la cruz o estandarte mientras que en la otra sostienen un rollo pergamino. En este caso, el único de los rollos que se conserva es el de San Gabriel, con la inscripción "postulacius". Miguel debería llevar otra con la inscripción "peticius" pero como ya hemos dicho se ha perdido.
Todo el conjunto superior queda situado sobre un fondo compuesto por cuatro franjas diferenciadas por su color: la superior es de color oscuro, la central es de color marrón y la inferior cuenta con un tono ocre. Bajo esta última aparecen una franja más estrecha de color grisáceo en la que se representan alternados copas y cuernos, fácilmente reconocibles en las visiones del apocalipsis, ya que con estos objetos se convocará a las huestes divinas en la lucha final. Sobre esta última franja, unas plantas crecen a la altura de los pies de los ángeles y arcángeles.
En la parte cilíndrica del ábside, bajo la semicúpula, aparece representado un colegio apostólico del que tan solo nos queda la mitad derecha. Los apóstoles, situados de pie se mantienen hieráticos ostentando cada uno de ellos el libro de las leyes, con las testas nimbadas. Empezando desde la izquierda a la derecha, la única figura que se intuye del lado izquierdo y siempre siguiendo los cánones de este tipo de pintura, puede representar a la virgen María. A partir de aqui, y ya fácilmente identificables por los nombres, aparecen San Pablo, con un gran cáliz, San Juan, San Bartolomé, Santo Tomás y San Bernabé.

Pablo y Juan 

Juan y Bartolomé 

Tomás y Bernabé 

Finalmente destacas los restos de las decoraciones situadas en las ventanas, compuestas básicamente por filigranas de estilo vegetal que recorren todo el perímetro de las ventanas. Bajo los pies de los apóstoles una franja con motivos geométricos parace que formaba el zócalo de la composición.

Frontal de altar
Otro elemento destacable de Esterri de Cardós es el frontal de altar de madera, con policromía sobre estucado. La pieza auténtica se encuentra también en el Museu d'Art Nacional de Catalunya (MNAC), con el número 45 dentro del mismo ámbito que las pinturas murales, catalogada con el MNAC/MAC 15889, adquirida en el 1911 y la que hoy podemos observar en Esterri de Cardós y fotografiar a nuestro antojo se trata de una réplica elaborada a partir de la original.
Se trata de un relieve de estuco policromado sobre tablas de madera, a imitación de las piezas de orfebrería, cuyas dimensiones son 108 x 161 cm. Según una inscripción en la talla su finalización está fechada en el 1225, por lo que roza el límite entre los dos estilos de la época, el románico y el gótico. Se puede situar la pieza dentro del denominado Taller de Lleida, clasificación establecida en la que se relacionan los trabajos en madera de los frontales de altar de Betesa, Cardet, Boí, Gia, Estet, Taüll, Alós, Planés, Treserres y Ginestarre de Cardós.
Dentro de un marco perimetral que rodea toda la tabla y en la que se representan unos medallones dentro de los que aparecen unas figuras de leones enfrentados entre sí, aparece la imagen del maiestas domini con el tetramorfo, algo deteriorado en la mitad inferior. En el espacio restante, divididos en cuatro compartimentos, se sitúa un colegio apostólico cuyos miembros aparecen bajo unas arcadas bellamente ejecutadas y en el que se puede leer el nombre de algunos de los integrantes de la fila superior. Se tratan de Mateo, Bartolomé, Pedro y Tomas. El resto de nombres han desaparecido, pero se puede reconocer a algunos como a Pablo en el cuadrante superior izquierdo, al lado de Cristo, levantando una espada a modo de malabarista, sobre su punta mientras que al otro lado, Pedro ostenta una gran llave. Todos los miembros inclinan su cabeza y los más cercanos señalan con su mano en dirección a Cristo.

Compartimento superior izquierda

Compartimento inferior izquierda

Compartimento superior derecha

Compartimento inferior derecha

 

Monasterio de Santa María de Aneu
El monasterio de Santa María de Aneu, se encuentra en el municipio de La Guingueta en la comarca catalana del Pallars Sobirá. 
La actual iglesia de Santa Maria d'Àneu formaba parte del monasterio de canónigos que se fundó en el siglo XI. Es el único edificio que se conserva del conjunto y se conocen varios elementos constructivos del resto de dependencias monacales en las edificaciones cercanas que conforman el núcleo rural adyacente a la iglesia.
Aparece documentado en el año 839 en el acta de la consagración de la catedral de Urgel. Se cree que su origen fue un monasterio visigótico dedicado a santa Deodata. Hasta finales del siglo X estaba dedicado a san Pedro.
En el 1064, el conde de Pallars cedió el cenobio, junto con el de San Pedro de Burgall y el de Sant Pere de les Maleses al conde Ramón IV del condado de Pallars Jussá. A cambio le fue entregado el monasterio de Santa María de Lavaix así como otras posesiones.
En el siglo XI se construyó el monasterio benedictino que en 1216 pasó a ser canónica de la orden de los agustinianos. Fue decayendo poco a poco con el paso de los años, llegando en 1723 a tener solo un prior, un subprior y un hermano lego, hasta su extinción como convento. Pasó a formar parte del decanato de Aneu y se convirtió en un centro de peregrinación de toda la región. Durante la guerra civil española del año 1936 fue quemada la talla de Santa María con el Niño del siglo XIII; se sustituyó por una reproducción.
Funciona como santuario dedicado a la Mare de Déu d'Àneu.
Su situación centrada en el valle de Aneu, en la ribera del Noguera Pallaresa permite imaginarse las actuales extensiones de cultivo que se extienden alrededor del edificio, mantenidas y cuidadas por la comunidad religiosa del monasterio, que tendría en este lugar, rodeada de bosques y montañas en los 360º, una tranquila y apacible existencia.
El edificio que se conserva es, como ya hemos dicho, la iglesia monacal. Se levanta probablemente sobre una planta basilical de tres naves rematadas con tres ábsides semicirculares, de los que solo se conserva el central. La construcción se ha moldeado a base de varias reconstrucciones, añadidos y reformas posteriores, que han dejado el perfil actual. Los pilares centrales que antaño separarían las distintas naves, se han sustituido por costillas transversales que conforman el apoyo de cinco arcos diafragmáticos que soportan la actual techumbre de madera. Es probable que estos pilares centrales de origen románico soportaran la cubierta formada por una bóveda de cañón de piedra, tal como pasaría con Sant Vicenç de Cardona.
La remodelación habría tenido lugar entre los siglos XIII y XIV y es probable que también se alargara la longitud del edificio hacia poniente, puesto que se observa una junta de transición en la parte occidental de los muros norte y sur.
La única decoración existente en el exterior del edificio (y en el interior también) en la típica decoración lombarda del ábside central, elaborada de una manera sencilla y algo rústica. Las ventanas son sencillas y de arco de medio punto, abiertas en el mismo ábside y en la parte oriental del muro norte.
El aparejo también es rústico y está elaborado con poco cuidado, hay muchos elementos dispares y irregulares. En el muro del lado sur se observa el perfil de una puerta que permitiría el acceso entre la iglesia y alguna de las dependencias del monasterio, quizás con el claustro. Hoy en día esta tapiada por completo.





Nave
 

Las pinturas murales
De la decoración mural de Santa Maria d'Àneu, conservada en el MNAC de Barcelona con el número de catálogo 15874, tan solo nos ha llegado las pinturas del ábside central, las cuáles constituyen uno de los conjuntos más importantes de pintura románica catalana por su calidad plástica y su originalidad iconográfica.
Las pinturas muestran dos niveles de composición con sus respectivas narraciones. En este caso en particular, a diferencia de la mayoría de conjuntos murales conservados de los ábsides, se debe iniciar la lectura iconográfica por el muro cilíndrico del mismo. Aquí aparece, bajo la ventana axial, las cuatro ruedas de fuego del carro de Yavhé descritas por Ezequiel (1, 13-21, y 10, 6 yi 9). A su lado se erigen dos serafines con tres pares de alas que ilustran la visión de Isaías: "El año que murió el rey Oceas, vi al Señor sentado en un trono elevado y excelso, con su largo manto que llenaba el santuario. Unos serafines que estaban ante él tenían cada uno seis alas; dos para cubrirse la cara, dos para cubrirse sus pies y dos para volar. Y se llamaban de unos a otros con estas palabras: 'Santo, Santo, Santo es Yavhé Sabaoth (...)' ".
Estas exclamaciones (S[AN]C[TU]S), aparecen repetidas hasta tres veces en la parte superior de cada ser, sobre la última de las tres franjas de color que dividen el tambor cilíndrico del ábside.
Siguiendo la tipología habitual de estos personajes, las alas y las manos de los serafines representan ojos, tal como lo indica Ezequiel (10, 12). Ambos sostienen pinzas que acercan a los labios de los profetas, que se arrodillan a su lado, mientras son purificados según lo explica el texto de Isaías: "Entonces voló hacia mi uno de los serafines, llevando en su mano una brasa que había recogido en unas tenazas sobre el altar. me tocó la boca y dijo: 'Cuando esto toque tus labios, tu culpa se borrará y tu pecado quedara expiad”'. "(Is, 6, 6-7). El Personaje de Isaías se identifica por una inscripción de la cual solo se conserva la parte inicial, mientras que el otro personaje presenta más dudas. Excepcionalmente se trata de Elias (Elia), que según los textos del antiguo Testamento no vio al Eterno hasta el momento de subir a los cielos; hubiera sido más lógico que el personaje fuera Jeremías o Jeremias. La presencia de Elias da un significado suplementario a las ruedas de fuego, y las acerca a aquella que llevaron el cielo al Hombre de Dios: "Mientras ellos iban andando y hablando entre ellos, un carro de fuego con caballos de fuego los separó al uno del otro, y Elias subió al cielo en alboroto" (2R 2, 11-13) y "entonces se alzó el profeta Elias como un fuego, y su palabra quemaba como una antorcha" (Ecli 48, 1-2).
Ambos profetas, nimbados y vestidos con túnica probablemente de colores azul y rojo, representan el mensaje de la buena nueva anunciada por Isaías: "Por eso el Señor mismo os dará una señal: cuando la joven esté embarazada tendrá un hijo, y lo llamará Emmanuel " (Is 7, 14). Jesucristo, el Emmanuel, aparece justo sobre las ruedas de Jeremias y de Isaías en la cuenca absidal, sentado en las rodillas de la Virgen. Hay que remarcar que la franja que separa los dos registros narrativos es muy tenue y está compuesta por una franja de pequeñas ondulaciones con elementos florales. Otros elementos vegetales decoran el intradós de las ventanas, con formas helicoidales en las laterales y de filigrana de inspiración clásica en la central.
La figura del Maiestas Mariae ha desaparecido casi totalmente, pero se puede reconocer el trono de orfebrería y la indumentaria de la Virgen. Ésta, presenta el Niño a los reyes magos, que se encuentran situados asimétricamente a los dos lados de la cuenca absidal. Melchor, en genuflexión, presenta su ofrenda. Gaspar y Baltasar han desaparecido en su mitad superior. Los tres visten la misma túnica y muestran sus piernas cubiertas por unos calzones que les cubren hasta los pies, calzados los tres con zapatos estrechos. Se cubren la cabeza con un sombrero tronco-cónico.
A la izquierda del espectador encontramos al arcángel Miguel vestido al modo bizantino, sujetando el estandarte con la mano izquierda y el rodillo con la derecha, sobre el que aparece la inscripción [PE]TICIUS, mientras que la desaparecida figura del arcángel Gabriel conserva el pergamino con la inscripción POSTULACIUS. Esta es la cédula que representaba al juez en la época medieval siguiendo la tradición romana. Así pues, se identifica de esta manera a los ángeles abogados que piden a Dios el Perdón para los pecadores, representados de la misma manera en Sant Pere de Burgal, Esterri de Cardós y Estaón.
Al igual que en el caso de Burgal, en Santa Maria d'Àneu aparece la figura del comitente, pero en este caso no aparece uno, sino que aparecen dos, situados en el lado izquierdo de la composición. El personaje situado en la parte superior, imberbe, viste como un sacerdote, con la mano izquierda, recubierta por el manto, sostiene un libro. La figura inferior, peor conservada, luce tonsura como la anterior y barba, su indumentaria, de color amarillo, podría ser una dalmática (la vestidura de los diáconos y que los obispos llevan bajo la casulla). Presenta el volumen con la mano izquierda, esta vez al descubierto, y sostiene un manto de color púrpura. A su lado se puede leer la inscripción CU(?)LNAD, de difícil identificación.

Lado izquierdo, comitente y serafín

Lado derecho, serafín, Jeremias y el arcángel Rafael

Las cuatro ruedas de fuego mencionadas en el Apocalipsis 

En el extremo opuesto del registro aparece la figura del arcángel Rafael (SANCTUS RAPHAEL), que viste túnica de color rojo y manto amarillo y muestra la espada del mensajero de Dios. La presencia del arcángel Rafael en el registro inferior, en lugar de flanquear la Maiestas Domini, se podría entender por su papel de abogado de los personajes opuestos a él, los comitentes.
Por lo que respecta a la composición y forma, el ábside presenta una serie de elementos originales. Aquí el autor se aleja de las normas tradicionales creando efectos de asimetría o moviendo figuras de su espacio marcado, como en el caso de los Reyes Magos. De la misma manera, las alas de los serafines sobrepasan las molduras de las ventanas. Otro aspecto relevante es el intento de individualización, notorio en las figuras de los comitentes y no en las otras. Los primeros son representados casi al estilo del retrato. Aparecen como figuras vivas que presencias las escenas que se desarrollan en el ábside, mientras que el resto de figurados recibe un tratamiento más convencional.
El pintor demuestra un gran conocimiento de la técnica pictórica, un buen dominio de la línea, de los colores, utilizando una amplia gama cromática: amarillos, púrpura, rojo, blanco, azul, negro y ocres y marrones.
Estilísticamente, las pinturas de Santa Maria d'Àneu se han descrito dentro del círculo del Maestro de Pedret, que trabajó en un amplio marco geográfico. Esta área corresponde a la zona del Pallars y el Valle de Aran (Santa Maria d'Àneu, Sant Pere de Burgal, Tredós), con otras localizaciones como Sant Quirze de Pedret o Àger (Noguera). La actividad de este maestro influenció en los maestros de Estaón, Orcau y Cardós. Se fecha su elaboración alrededor del primer cuarto del siglo XII.

 

Iglesia de San Juan (Isil)
Iglesia de San Juan de Isil —Sant Joan d'Isil en catalán— es una iglesia románica situada en el pueblo de Isil dentro del municipio de Alto Aneu (Pallars Sobirá). Junto a las aguas del Noguera Pallaresa, es una de las construcciones románicas más notables del Valle de Aneu. Se menciona por primera vez en 1095.
El lugar de Isil aparece mencionado en el documento de consagración de la Seu d'Urgell, dentro del conjunto de parroquias de la Vall d'Àneu. El año 1064 era del conde Ramón V, el cual le cedió a su primo Artau I, aunque parece ser que no paso a manos de ningún conde del Pallars Sobirà hasta finales del siglo XI, hacia el 1094. En el 1090, el conde Artau II y los suyos, donaban al monasterio de Santa Maria de Gerri todos los bienes de la villa de Isil.
Actualmente, la iglesia de Sant Joan de Isil tiene funciones de capilla cementerial, ya que existe una nueva iglesia de Sant Joan de Isil en el núcleo poblado, construida en el siglo XVI.
Lo que sería la parroquia de la población en época románica estaba plenamente integrada dentro del decanato de la Vall d'Àneu, donde disponía de un estatuto especial por el cual sus sacerdotes no eren rectores, sino vicarios, por tratarse de un priorato de Sant Joan de Jerusalén, tal como constaba en una lista del año 1566. Actualmente depende de la parroquia de Esterri d'Àneu.
Se trata de un edificio de planta basilical con tres naves rematadas en tres ábsides, situada perpendicularmente al valle en sentido este-oeste. La cubierta se soluciona mediante una techumbre a dos aguas de madera y tejas de pizarra, y por bóvedas de piedra en la parte más cercana a la cabecera.
La cabecera se sitúa sobre unas rocas que quedan suspendidas sobre el cauce del Noguera Pallaresa, desde la orilla oriental del mismo se obtiene una imagen inédita en el románico, como es la de los tres ábsides situados sobre el agua. Los ábsides quedan decorados exteriormente por arcuaciones lombardas agrupadas de dos en dos y divididas por lesenas de sección rectangular. Tres ventanas sencillas se abren en el central, mientras que otras dos idénticas ventanas iluminan el interior de los absidiolos laterales. Sobre la fachada oriental se abren tres oculos de apertura tardía. Toda la cabecera se apoya sobre una basamenta construida a base de piedras poco trabajadas dispuestas regularmente en anchas hiladas, como ya hemos dicho antes, situadas sobre el mismo lecho del río.
Destacan los cuatro volúmenes en la parte superior de las esquinas, especie de torreones recortados que deberían tener función defensiva. La situación de Isil así lo sugiere, puesto que se sitúa en un punto de paso en el viejo camino desde los valles de Aneu hacia el Valle de Aran.
El interior se compone de tres naves, de las cuales la central es más ancha que las laterales. los dos muros de arcos formeros situados en medio dividen el espacio y presentan pilares de sección cuadrada con semicolumnas en los lados, las cuales soportan los arcos torales. La pared situada sobre estos arcos se encuentra perforada por una ventana en cada uno de los tramos más occidentales. En los muros perimetrales norte y sur aparecen pilastras adosadas, de las que surgen unos arcos torales de cuarto de circulo con losas adoveladas que sostienen el embigado de la cubierta.
No hay vestigios de estructuras anteriores a la fábrica románica, lo que indica que o bien se construyó de nuevo o bien las posibles construcciones anteriores fueron destruidas. A causa de la peculiar situación, el replanteo del edificio necesitó de una ampliación del terreno disponible con la plataforma que se adentra en el lecho del río. para constituir el zócalo de la cabecera.
Parece ser que se trata de un edificio con vestigios del siglo XI, aunque la decoración de la fachada indica que se terminó al menos en el XII.

La portalada
La puerta abierta en el muro sur es de prácticamente idéntica factura que en la cercana localidad de Sant Llicer d'Alós d'Isil. O aquella es similar a esta, ¿quién sabe?. Lo que está claro es que fueron levantadas por el mismo maestro o taller que diseñó las entradas de Isavarre y Escalarre, también en las Valls d'Àneu.
Su estructura es a base de tres arquivoltas en degradación apoyadas sobre tres pares de columnas con sus respectivos pares de capiteles.

El ajedrezado exterior de la última arquivolta imita al de Sant Lliser, así como los cilindros y las flores de seis pétalos decorativas.
La imposta y los capiteles también aparece decorada. La primera con motivos de origen vegetal en las caras externas y rosetas rodeadas por círculos como las de la arquivolta en la cara interna.
Los capiteles son, ya lo hemos dicho, similares a los de Alós d'Isil. En el lado izquierdo tenemos empezamos por el capitel más exterior, que cuenta con una cabeza humana con una gran cabellera representada por trazos muy sencillos.
El segundo capitel, el central cuenta con dos aves enfrentadas y que apoyan sus cabezas la una contra la otra en el ángulo, con una esfera bajo ellos. El capitel más interior, de nuevo un rostro humano del que identificamos la boca, la nariz y los ojos, y dos largos brazos que abiertos hacia atrás y las dos piernas que se doblan hacia la cabeza, quedando la figura en una incómoda posición.

En el lado derecho, el capitel del interior contiene una cara redondeada, similar a la opuesta en el lado izquierdo, con los dos brazos entrelazados en la parte superior. En el capitel central figura lo que parece una cabeza de animal, una especie de reptil, con brazos. El último capitel, el más exterior, aparecen desdibujadas unas líneas y unas curvas que podría estar emparejado con el simétrico del lado izquierdo.
En la parte superior de la fachada encontramos de nuevo a dos losas de piedra en las que se ha tallado escenas o mensajes simbólicos. La hechura de los mismos es del mismo estilo que las de Sant Lliser d'Alós d'Isil y es posible que su situación fuera la misma. En el caso que nos trata se debieron desplazar a la parte superior de la fachada, algunas discontinuidades en el paramento entre la portalada y la cornisa podrían ser las evidencias de este desplazamiento. En ambas tallas la parte inferior de las figuras ha sido borrada en un momento indeterminado, al menos antes de principios de siglo XX, quizá por motivos de censura de algún tipo. En el bloque del lado izquierdo figuran una pareja de figuras, hombre a la izquierda y mujer a la derecha, el primero pasa el brazo por la espalda de la segunda, un trazado estriado muy esquemático simula el vestido de ambas figuras. El fondo de la escena aparece zigzagueada en la parte inferior, algo así como un campo o un fondo marino, mientras que, en la parte superior, en los espacios entre las cabezas y los hombros aparecen unas inscripciones, quizás "DO-MI-NES", aludiendo tal vez a los promotores de la obra.

El bloque del lado derecho, algo más ancho que el vecino, contiene también dos figuras, una de las cuales agarra a la otra por el brazo, también sobre un fondo estriado en la parte inferior y con inscripciones que rellenan los espacios entre ambas figuras. En la parte izquierda aparece una "P" y más abajo una "A", en el lado derecho una "X", una "A" y otras letras. Entre las dos figuras, a la altura de la cintura, se pueden ver las inscripciones "ATA", MAN", "RE" y "CIS" entre otras, colocada en cinco líneas Una gran cruz queda en medio, rodeada de otras cuatro letras, solo identificables las dos "A" inferiores.
El resto de la cornisa se conforma mediante una franja de arcos realizada a base de piezas adoveladas labradas decoradas por la parte exterior con un ajedrezado que reposan sobre ménsulas en forma de rostros y cabezas, al más puro estilo aranés. Sobre los arcos, recorriendo también toda la fachada, una cornisa con piezas inclinadas en las que aparecen diversas decoraciones, tanto motivos vegetales y geométricos, como escenas o figuraciones representadas de diversa tipología; destacan la aparición de animales como peces, serpientes, cabezas de las orejas de las cuales sobresalen una especie de ramas, racimos con frutos, figuras humanas situadas en posición horizontal que colocan sus manos sobre el vientre y grupos de dos y tres cabezas. La significación de los mismos es difícil, aunque parece que forman un conjunto unitario con los de los capiteles de la portada, esto es: representación de los vicios relacionados con la boca, las orejas y el vientre.

Sobre las dos ventanas de estilo gótico aparecen también dos piedras trabajadas en forma de cabeza, que sobresalen del paramento, quizás dos ménsulas reaprovechadas, con caras grotescas, una de ellas la de un hombre que se abre la boca con las manos y realiza una fea mueca, la otra es simplemente un rostro sin ninguna expresión facial.

 

Iglesia parroquial de Sant Llorenç d'Isavarre.
La iglesia de Sant Llorenç de Isavarre se sitúa en lo alto de la población del mismo nombre, podremos dejar el vehículo en la plaza de la villa y ascender caminando las cuestas que nos llevan hasta el punto más alto, desde donde accederemos al interior del recinto por una puerta metálica.
Se trata de un edificio de una sola nave recubierto con bóveda de cañón reforzada por tres arcos torales y ábside semicircular en el extremo oriental. Ha sufrido muchas modificaciones posteriores a la época románica en forma de añadidos y capillas, asi como el campanario, levantado en el ángulo sureste, la primera planta del cual es utilizado actualmente como sacristía. 
Los elementos constructivos observables y la tipología de la mampostería situán la construcción del edificio en el siglo XII, aunque reformada ya en el XIV, y que constituye un ejemplo excelente de construcción románica en el Valle del siglo XII, junto con Sant Andreu de Valéncia d'Àneu, sin reminiscencias arquitectónicas del siglo XI.
Destacaremos del edificio la portalada de entrada situada en el muro meridional, sin duda otro ejemplo de la escultura típica del valle, elaborada por el mismo taller que trabajó las otras portadas de Alós d'Isil y de Sant Joan de Gil, asi como la de Escalarre. 
La estructura de la portalada de Isavarre se acerca a todas ellas, pero se asemeja casi totalmente a la de Sant Joan de Gil. Cuenta pues con tres arquivoltas, la exterior de la cual queda recorrida por un guardapolvo con ajedrezado combinado con motivos florales, y entre la segunda y la tercera de las arquivoltas, aparecen de nuevo las flores de seis pétalos y los cuerpos cilíndricos.
Las columnas situadas a ambos lados, dos pares de ellas, so n lisas y sin decoración, y sostienen cuatro capiteles con representación de los vicios. En el lado izquierdo tenemos el capitel exterior con un personaje del que solo vemos su rostro, con sus manos situadas sobre la frente, a la vez que aparece flanqueado por lo que parecen dos frutos o piñas, y el interior en el que aparece el personaje de la gran cabellera. 


En el lado derecho, vemos el capitel interior idéntico al del lado izquierdo: el personaje con larga cabellera, realzado de una manera basta y rústica, y el externo con dos aves situadas de manera que unen sus cabezas en el ángulo.
Las columnas ya hemos dicho que son lisas, y la imposta de las jambas del portal estan decoradas con motivos florales, similares a los de las arquivoltas.
Al igual que en Alós y en Isil, son capiteles elaborados durante el siglo XII.
Del exterior del muro meridional también podemos apreciar la existencia de piedras ménsulas, seguramente recolocadas en el lugar que estan ahora, que representan las caras grotescas que hacen muecas y cabezas de animales. Parece ser que en el exterior del ábside se situán más de estas, lugar no visto por nosotros durante la visita, quizás por el difícil acceso a un buen punto de vista. Otra vez será.

Detalle imposta en el muro sur 

Detalle imposta en el muro sur 

También destaca la pica bautismal rectangular que está situada en el exterior del edificio, en un lateral de la puerta de entrada, compuesta por un bloque de granito de 139 x 37 x 44, con animales representados muy esquemáticamente en las caras, datable también en el siglo XII.

Pila bautismal rectangular situada en el exterior

 

Iglesia de Santa María (Ginestarre)
Santa María de Ginestarre es una iglesia románica situada en el agregado de Ginestarre, dentro del término municipal de Esterri de Cardós, en la comarca catalana del Pallars Sobirá.
Ginestarre se encuentra a apenas 900 metros de distancia de Esterri de Cardós, y se sitúa a unos 150 m de desnivel por encima. Desde el pueblo se tiene una bonita panorámica del valle de Cardós y la iglesia se sitúa en la parte baja del pueblo, de hecho es el primer edificio que nos encontramos al llegar. Se trata de un sencillo templo de una sola nave con techumbre de madera, con ábside semicircular y campanario en el lado norte del pié. Dos capillas posteriormente añadidas en el siglo XVII se sitúan a cada lado de la nave. Para acceder al interior se usa el mismo sistema que en Esterri de Cardós, unas escaleras nos llevan hasta una puerta situada en la fachada sur, bajo un porche de madera.
Exteriormente, la única decoración observable se encuentra en el ábside, unos arquillos lombardos coronan el muro bajo la cornisa. Interiormente nos encontramos con un pequeño espacio enfrentado con el ábside, cuya única obertura en forma de ventana se sitúa en el centro. Como ya se ha dicho, a ambos lados se abren dos capillas rectangulares, ambas cuentan con un retablo barroco, si bien el del lado sur se situaba originalmente en el ábside. En la esquina norte se puede observar un desconchado en el enyesado existente desde el que se puede apreciar la fábrica de piedra original. En el ábside se encuentran las pinturas murales, es la zona mejor conservada. La nave se recubre con un revestimiento a base de llatas de madera colocadas de manera conforman una especie de bóveda de cañón, sobre la que se reclina la estructura de madera de la techumbre.
A los pies de la nave, se encuentra un porche de madera de pequeñas dimensiones, en muy mal estado de conservación. El suelo de piedra se ha recubierto con una tarima de madera hasta la cabecera, donde el suelo de piedra forma una elevación y se enrasa con dicha tarima.
El estado de conservación del lugar deja mucho que desear. Desde el exterior se aprecian numerosas grietas y patologías diversas, sobre todo en la parte superior del campanario. Dentro sucede lo mismo, muchas zonas de los muros han perdido parte del revestimiento, la tarima se encuentra en muchos casos rota y el coro se mantiene en pie a duras penas.

Pinturas murales
La obra original se puede encontrar en el museo de Arte Nacional de Catalunya, en la colección de Románico. Se identifica como pieza número 46 dentro del ámbito VI y es otro ejemplo de la visión tetramórfica del Cristo en Majestad. Está catalogada como MNAC/MAC 15971, y fue adquirida entre los años 1919-1923 y 1964. Sus dimensiones son de 375 x 365 x 250 cm. Al igual que las pinturas de Esterri de Cardós, la única forma de poder obtener imágenes y estudiarlas detenidamente de la obra, sin agobios y tranquilamente, es visitando el lugar de procedencia y observar la réplica de dichas pinturas.
Se trata de una pintura mural realizada sobre los muros interiores del ábside de la iglesia. En el momento de la adquisición de las pinturas por parte del museo, se conservaba prácticamente la totalidad de las pinturas del ábside, con la excepción de algunas manchas vacías, y una pequeña parte de las pertenecientes al arco presbiteral que precede al ábside, tan solo algunos restos de decoraciones de los tramos frontales y la mitad aproximadamente del intradós del arco. Es posiblemente un trabajo realizado en la segunda mitad del siglo XII, ya en periodo tardo-románico, y mantiene una cierta similitud con las pinturas del círculo de Pedret y a las de la iglesia de Sorpe. La técnica pictórica utilizada es "al fresco", como prácticamente la totalidad de este tipo de murales durante el mismo período y se puede destacar el tratamiento aplicado a los pliegues de los vestidos, remarcados mediante unos trazos negros muy expresivos y poco frecuentes en el románico catalán.

El programa iconográfico se centra en la parte superior del ábside, en la semicúpula, donde se representa el Cristo en Majestad o Maiestas Domini dentro de la mandorla rodeado de las figuras del tetramorfo, en la parte inferior el toro y el león (o el oso) saliendo de unas nubes, y el ángel y el águila en la parte superior. Toda la cúpula está ocupada por estas figuras. Con respecto a la figura del león-oso que representa a Marcos, hay que decir lo mismo que en Esterri de Cardós, y es que en estos dos casos, el león se ha sustituido por la figura de un oso pardo, animal abundante en la zona por aquellos tiempos y siempre símbolo de incomodidad y de malos presagios para pastores y montañeses, de ahí que plásticamente se le pueda representar enfrentado con sus colores y tonos oscuros a la figura clara y limpia del toro, justo al otro lado de la mandorla. El Cristo queda situado dentro de una mandorla, sentado en una franja horizontal que sobresale, nimbo crucífero sobre la testa y en actitud de bendecir con su mano derecha separada del cuerpo y apoyando un tomo sobre su regazo con la izquierda. Los pies desnudos descansas sobre una especie de tela, a diferencia de muchas otras composiciones similares, donde lo hacen sobre un orbe de fuego que simboliza el mundo y los infiernos. En este caso no aparecen las letras Alfa y Omega a ambos lados de su figura, ya sea por que no existían en realidad o porque se han borrado con el paso del tiempo, pero si se puede acertar a distinguir grupos de puntos blancos que podrían simbolizar perfectamente las estrellas y el firmamento (recordemos que la parte superior del ábside, a nivel iconográfico representa el cielo, donde "moran" las figuras representadas). La mandorla está formada por varias franjas con decoraciones y cenefas, hasta un total de cuatro. Todo el conjunto superior queda situado sobre un fondo compuesto por cuatro franjas diferenciadas por su color: la superior es de color oscuro, la central es de color ocre y la inferior cuenta con un tono azulado.
Una franja decorada con cenefas geométricas separa la parte superior con la parte media, donde se sitúa representado un colegio apostólico con un total de ocho figuras, distribuidas simétricamente con respecto a la ventana situada en el eje del conjunto. Los apóstoles están de pie en posición frontal y cada uno de ellos sostiene o lleva algún elemento que lo identifica (todos menos uno). Empezando desde la izquierda a la derecha son:
·        San Felipe, que sostiene un pergamino en su mano izquierda.
·        San Juan, quien ostenta en alto uno de los libros de la ley
·        San Pedro, fácilmente identificado con las grandes llaves que levanta con la mano izquierda, mientras que muestra la palma de la mano derecha frente a él.
·        Virgen María, sosteniendo un gran cáliz o copa con su mano izquierda, mientras que muestra la misma actitud que Pedro levantando la palma de la mano derecha frente a ella. Sobre ésta figura también existe una cierta polémica basada en el hecho que si realmente es la figura de la Virgen María, el pintor la ha representado con unos rasgos poco agradables, si nos fijamos bien observamos que se trata de una mujer vieja, fea y enigmática cuyo rostro crea inquietud. Incluso se puede interpretar que su palma levantada, mas que glorificar el nombre de Dios, parece que lo rehuya ante el espectador.
·        San Pablo, también alza el libro de la ley y levanta la palma ante nosotros.
·        San Bartolomé, cuya figura no nos ha llegado completa pero sí su nombre, inscrito junto a él.
·        San Andrés, del que solo podemos observar parte de su rostro y una cruz latina que sostiene.
·        Y finalmente, al final del lado derecho, la figura de un apóstol no identificado, ni el nombre ni sus símbolos se han podido interpretar.
En el arco triunfal o presbiteral que precede al ábside también hay restos de pinturas, en la parte exterior de ambos resaltos se dibujan unos ajedrezados de distintos colores. El intradós, del cual solo se ha conservado la mitad derecha, se divide en varias escenas en las que aparecen también unas escenas enumeradas a continuación en sentido descendente:
·        Posible medallón con la figura del agnus dei o cordero de Dios.
·        Seguidamente aparece una figura oscura y muy deteriorada identificada con Caín, en el momento en que hace ofrenda de los frutos de la tierra al Señor.
·        Bajo el anterior se muestra otro personaje en posición pensativa, apoya la cabeza sobre su mano, muy semejante a la representación de Job en el arco presbiteral de Sant Climent de Taüll.
·        En la parte inferior aparece de nuevo la silueta de un apóstol similar a los del ábside, también sin identificar.
·        Opuesto a este último, al otro lado del arco, también aparecen restos de otra figura, posiblemente otro apóstol, del que apenas quedan trazos claros. 

Colegio apostólico, lado izquierdo: Felipe, Juan, Pedro y María. 

Colegio apostólico, lado derecho: Pablo, Bartolomé, Andrés y ¿?. 


Maiestas Domini
 

Talla de la Virgen
La Virgen de Ginestarre es una talla románica de madera policromada conservada en el Museo Diocesano de Urgel, en la Seu d'Urgell. Se encuentra en muy buen estado. Su tamaño es de 1,07 metros de altura, lo que hace que sea de las vírgenes mayores de la zona. La imagen de la Virgen está coronada y cubierta, cabeza, hombros y parte del brazo derecho, por un velo azul ribeteado por un galón de oro. Sostiene en la mano derecha, palma arriba y en las puntas de los dedos también hacia lo alto, una pequeña bola del mundo. El Niño está sentado en el regazo de la Madre, encima de la rodilla izquierda. Está en actitud de bendecir con la derecha, y va vestido con una túnica verdosa, encima de la cual lleva un manto rojo.



 

Bibliografía
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