CÚPULA
DE LA CAPILLA DE SAN MIGUEL EN LA SEO. ZARAGOZA.-Cuadrada, comienza con
una faja de medios mocárabes,
grandes en la parte central y pequeños en las laterales, que con su avance va estrechando el cuadro inicial;
moldura estrecha de separación, y sobre
ella, faja plana decorada con lazos de ocho; otra
moldura, y nueva faja de mocárabes cerrando más el espacio.
Esta planta se ve cortada en el lado opuesto al del altar por la bóveda que se hizo al reformar la capilla
vistiéndola de arte barroco.
Otra faja donde nacen
unos apoyos que convierten
la planta cuadrada en octogonal,
en cuya faja va una
inscripción de caracteres góticos
que se interrumpe en los puntos donde apoyan las vigas.
El espacio triangular que resta
entre la planta cuadrada y la octogonal, limitado por la viga puesta
en el ángulo del cuadrado, va cerrado por techillo
decorado con lazos de
cuatro y una artesa
octogonal en el centro.
La parte octogonal está formada por planos
verticales que luego doblan en ángulo
recto formando un techillo que cierra
de nuevo el espacio. En las caras
de los ocho planos verticales, y también en las que
doblan, tupida decoración
de lazos y labores
delicadamente ejecutados.
Dentro del plano que
achica el octógono aparece, como
inscrustada en él, la bóveda
final, de ocho planos
trapezoidales, confluentes, con lazos
de cuatro, dorados, para destacarse
del fondo poco iluminado. Los
planos, en su parte alta, dejan
un octógono pequeño que cobija un cupulín
de menudos mocárabes.
A pesar del indudable
interés que ofrece todo lo anteriormente expuesto del interior de esta Capilla,
su obra más relevante la encontramos en la magnífica techumbre que cubre el
presbiterio. Se trata de una armadura de madera de limas moamares con una base
cuadrada que pasa a octogonal mediante cuatro cuadrantes situados en las
esquinas.
La parte inferior
cuadrada se divide horizontalmente en cuatro bandas que se cubren con motivos
de mocárabes y lazos de ocho.
La banda inferior
presenta en sus lados norte, este y oeste una banda de arcos de mocárabes con
conchas o veneras en su interior, mientras que en el sur, recayente a la
cabecera, se colocó una seudo-inscripción entre seis escudos de armas de Don
Lope, además de contar con otra larguísima y muy estrecha en la parte alta de
la banda. Todas las inscripciones de la techumbres las veremos más adelante,
después de la descripción de su decoración.
La banda intermedia de
la zona cuadrada de la techumbre se rellena con una serie de motivos de lazo de
ocho en número de tres por cada lado, que partiendo de estrellas de ocho puntas
generan por la prolongación de sus lados diversas y complejas composiciones
cuya descripción resultaría en extremo farragosa, por lo que nada mejor que
verlas pormenorizadas en fotografía. Las dos laterales del lado oriental
generan octógonos que se rellenan con pequeñas cupulitas agallonadas.
La tercera y última
banda se cubre con una nueva serie de arcos de mocárabes, que en este caso se
rellenan con inscripciones.
Separa esta tercera
banda de la superior y última que presenta una serie de doce inscripciones, una
fina línea de merlones o almenas escalonadas sobre fondo rojo.
En la cuarta y última
banda apoyan los cuadrantes esquineros que permiten el paso del cuadrado al
octógono, de tal manera que dividen cada uno de los lados en tres registros.
Con estos cuadrantes se
genera en cada esquina un espacio triangular que se cubre con un motivo de lazo
de ocho que genera un amplio espacio octogonal en el centro que se rellena con
mocárabes de forma que parecen una reproducción en simple de la techumbre
octogonal de la parte superior.
Cada uno de los
cuadrantes apoya en sendas ménsulas con figuras talladas y laterales, papo y un
pequeño espacio rectangular en los laterales se decoran con motivos vegetales
en color dorado sobre fondo azul.
De estas figuras, las
cuatro situadas en los dos ángulos más próximos a la cabecera representan, al
igual que en las ménsulas pétreas que sustentan los nervios de las bóvedas de
la nave, los símbolos de los cuatro Evangelistas sujetando una filacteria con su
nombre en letra gótica: el águila de San Juan, el toro alado de San Lucas, el
león alado de San Marcos y el ángel de San Mateo.
Las figuras de los
otros dos cuadrantes representan temas alegóricos sacados de los bestiarios
medievales y de la tradición religiosa cristiana. En la esquina recayente al
sepulcro del arzobispo podemos ver un pelícano alimentando a sus polluelos con
su propia carne, y en el lado contrario la figura de un dragón alado.
En la esquina del lado
contrario, un águila picoteando la cabeza de una liebre y una sirena con un
espejo en su mano izquierda.
La parte octogonal de
la techumbre está formada por planos verticales que doblan en ángulo recto
formando un techillo que cierra de nuevo el espacio.
La banda inferior
presenta un motivo de lazo de ocho con pequeñas cupulitas gallonadas rellenando
los espacios.
El pequeño techo que
separa esta banda de la superior se rellena con una serie de octógonos con
lados que se prolongan creando espacios en forma de punta de flecha.
Termina esta primera
banda de la parte octogonal con un colgante de mocárabes y decoración pintada
de motivos vegetales.
La parte intermedia de
este espacio octogonal es la que propiamente tiene una estructura de limas
moamares.
Recorren el perímetro
tres bandas de lazos de ocho que alternan estrellas de ocho puntas con cruces
aspadas en la central, y estrellas de ocho y una pareja de hexágonos
entrecruzados en la inferior y superior. En el interior de cada estrella se
dispone una pieza octogonal sobre la que se ha colocado una pequeña cupulita
gallonada.
Estas bandas enmarcan
dos series de espacios rectangulares, cinco en la inferior y tres en la
superior en cada uno de los paños, que se cubren con plafones decorados con
cupulines gallonados en relieve e inscripciones de tipo ornamental, acompañados
de motivos de ataurique. Mismo motivo de cupulines se colocó en las tabicas de
las limas.
Una sucesión de líneas
de mocárabes cubren la cúpula superior que va cerrando hasta convertirse en un
espacio circular que cierra con un cupulín gallonado.
Sin menoscabar el
indudable interés de la estructura y motivos decorativos de esta techumbre de
la Parroquieta de La Seo, quizás su elemento más sobresaliente sean las
inscripciones que la jalonan en su parte inferior cuadrada. El estudio más
detallado realizado hasta el momento de las mismas lo llevaron a cabo Bernabé
Caballero Subiza y Carmelo Lasa Gracia, que publicaron sus conclusiones en un
amplio artículo en el número 19 de la revista Artigrama del año 2004, y al que
me he remitido para los textos de sus traducciones y descripciones. Igualmente
incluyo croquis de las bandas epigráficas y seudo-epigráficas del friso
superior y sigo su numeración en las descripciones, igual que hacen los
autores, como mejor solución para localizar cada una de ellas.
Las inscripciones se
reparten en la parte inferior y superior del lado este, recayente al altar, el
interior de los arcos de mocárabes de la tercera banda, y a lo largo de toda la
cuarta, en número de doce separadas por las ocho ménsulas que sustentan los cuadrantes
de las esquinas, quedando ocho dentro de los mismos. De todas ellas solamente
un número limitado contienen verdaderamente inscripciones, siendo la mayoría
seudo-inscripciones de tipo decorativo, tal y como se podrá ir viendo en las
fotografías detalladas que incluyo en las páginas siguientes.
Excepto en las
correspondientes a la parte superior del lado este y a la arquería de
mocárabes, en el resto se intercalan escudos de armas en negro del arzobispo
Don Lope Fernández de Luna. Tal y como se irá apreciando en las fotografías
estos escudos no están superpuestos ni interrumpen en ningún momento las
inscripciones ni los motivos decorativos, lo que hace pensar en que su
colocación es simultánea a la construcción de la techumbre, o sustituyeron a otras
piezas de idéntico tamaño y forma que ocupaban los mismos espacios.
La primera banda que
aparece en la techumbre se sitúa en la parte inferior del lado oriental,
recayente al altar. En el interior de la arquería de mocárabes se disponen
motivos seudo-epigráficos donde predominan los anudamientos entre ocho escudos
de armas del arzobispo Don Lope.
En este mismo lado
este, entre el friso de mocárabes y el de motivos de lazo de ocho, corre una
estrecha banda seudo-epigráfica que no tiene traducción posible, ya que en la
base de la caja de escritura no se llegó a tallar ni una sola palabra en árabe.
La banda es obra de los mismos artistas que labraron las bandas
seudo-epigráficas del friso superior, por lo que presentan los mismos tipos de
lazos en los astiles, pequeños nudos circulares debajo de los ápices, trazos
horizontales paralelos a la parte superior de la caja de escritura que
describen un ángulo recto con un lazo en forma de cuadrado, etc.
Entre las
peculiaridades de esta banda cabe destacar dos. La primera es que debido a que
los astiles están muy próximos entre sí, puesto que al ser una banda
seudo-epigráfica no existen letras bajas que exijan su distanciamiento, tan
apenas existe un fondo vegetal. La segunda es que la base de la caja de
escritura no es una línea horizontal completamente recta, ya que tiene pequeñas
escotaduras rectangulares que amplían la superficie de la banda con el fin de
que, dado que el friso tiene una altura de pocos centímetros, se pueda en estos
ensanchamientos disponer lazos en forma de cadeneta que aumentan la belleza de
la composición.
Debajo del friso superior
epigráfico y seudo-epigráfico que ocupa los cuatro lados de la techumbre, y que
veremos a continuación, hay otras inscripciones doradas sobre fondo azul
cobijadas en pequeños arcos de mocárabes. Estas inscripciones repiten
alternativamente el siguiente texto “al-mulk llahi al-mulk Lah”, que en
castellano sería “el poder de Dios, el poder a Él”. Los astiles de las
letras que ocupan todo el campo epigráfico y que llevan un anudamiento en la
parte superior, terminan con un ápice triangular. En la base de la letra ka:f
de la palabra al-mulk aparece también otro anudamiento. La letra ha:
de llahi para poder acomodarse a la ornamentación no sube su terminación
hasta el extremo del campo epigráfico sino que se adapta al fondo ornamental.
Los intersticios entre las letras se rellenan con motivos vegetales. En estas
inscripciones se produce una reducción del nombre de Allah que pasa en
primer lugar a llahi y después a Lahu.
De las doce inscripciones del
friso superior, únicamente tres contienen inscripciones epigráficas: las número
4, 8 y parte derecha de la 7.1. Seudo-epigráficas son todas las de las esquinas
excepto la anterior, además de las número 2 y 6.
De las bandas epigráficas las
número 4 y 8 presentan inscripciones de tipo cúfico florido (al-kufic
al-mukhamal) con caracteres muy esbeltos. En ambas, los elementos
verticales de las letras se prolongan hasta alcanzar la parte superior de la
caja de escritura, terminando en ápices triangulares a izquierda y derecha para
mantener un ritmo compositivo simétrico. Los ápices llevan en el interior
decoración digitada, consiguiendo así el efecto de un elemento vegetal. Los
astiles presentan un pequeño nudo antes de la terminación triangular.
Los espacios que quedan libres
entre las grafías se rellenan con un denso fondo de decoración vegetal en forma
de pequeños tallos de los que surgen a partir de un anillo central palmetas
digitadas bifurcadas o simples, generalmente asimétricas. Entre estos motivos
vegetales hay también piñas, granadas y otros simples. Los tallos de esta
decoración vegetal, que a veces llevan pequeños anudamientos, discurren tanto
por debajo como por encima de las letras, y nacen una veces de la base de la
caja de escritura y otras de las letras bajas de la inscripción.
Para Caballero y Lasa, estas inscripciones
fueron hechas por mudéjares aragoneses, tanto en cuanto a los textos como a los
fondos vegetales en los que se utilizan motivos del vocabulario artísticos del
taller de la Aljafería del siglo XI, y que recuerdan mucho a las decoraciones
mudéjares del siglo XIV del Palacio Real, en concreto a la ventana de la estancia situada al oeste del Salón del Trono de los Reyes
Católicos, y a las cenefas que enmarcan la
puerta de la conocida como “alcoba de Santa Isabel”.
La banda nº 4 está
dividida en dos secciones por el escudo del arzobispo Don Lope. En la sección
situada a la derecha según se mira se lee “[al]-hafiz Allahi al-hafiz Ilahi”,
sin el alif y la:m del artículo del primer al-hafiz, que
en castellano sería: “[La] protección es Dios, la protección de Dios”.
En la sección de la izquierda se
lee: “al-hafiz Ilahi al-hafiz, “La protección de Dios, la protección”.
En el lado derecho de la banda nº
7.1, recayente a la nave se lee “al-hafiz Ilahi” o “La protección
de Dios”.
La raíz hafiz aparece en
numerosas ocasiones en el Corán con diferentes acepciones, en concreto en 44
aleyas pertenecientes a 22 suras. Sobre todo hacer referencia a la comprensión,
custodia, observancia, guardia y protección, estando relacionada con la palabra
Hafiz, uno de los 99 nombres de Dios. Esta palabra aparece escrita de la
misma manera que en esta inscripción de la techumbre de la Parroquieta en la
aleya 4 de la sura 86: “toda alma tiene un guardián junto asi”
En la banda epigráfica nº 8 se
encuentra la tercera y última inscripción de este friso con las mismas
características paleográficas y decorativas de las anteriores, también de tipo
al-kufic al-mukhamal, con idéntica decoración de ataurique. Dividida en dos
secciones por el escudo de Don Lope, al igual que el resto, contiene una
eulogía muy común en la cultura islámica, con la inscripción “al-mulk llahi”
repetida cuatro veces, aunque en la parte derecha, según se mira, falta el
primer alif del primer al-mulk llahi, y en el izquierdo falta al
final la segunda la:m y la ha: del llahi final. En
castellano vendría a decir “el poder de Dios”.
La raíz de esta inscripción mlk
se cita más de 130 veces en el Corán en sus diversas aceptaciones: soberano,
monarca, rey, poder, dueño, reino, señorío, dominio, etc., estando a su vez
relacionada con al-Mulk, uno de los 99 nombres de Dios, el Soberano. El
mismo texto aparece en el cimacio de uno de los
capiteles y en una dovela de la Sala Capitular y en una inscripción en el muro
del claustro del Monasterio del Santo Sepulcro y en la tercera planta del Torreón del Trovador del Palacio de la
Aljafería, ambos en Zaragoza.
Todas estas inscripciones de la
parte superior de la techumbre hacen referencia a Dios y su reino, así como a
la protección que brinda a los creyentes, a los que premia en la otra vida. al-Hafiz,
el Protector, el Conservador, el Preservador, rodea todas las cosas con su
omnipresencia para preservar su existencia. al-Mulk, el Rey,
mantiene su soberanía sobre los cielos y la tierra en cuanto que Dueño (Malik)
y Señor (Rabb) de todas las cosas.
Las bandas seudo-epigráficas son
aquellas que están integradas por letras árabes inconexas que no llegan a
formar ninguna palabra, y por lo tanto carecen de traducción. En este friso de
la techumbre de la Parroquieta son de este tipo las: 1.1, 1.2, 2, 3.1, 3.2,
5.1, 5.2, 6, parte izquierda de la 7.1, y la 7.2. Los elementos que contienen
están formados en su mayoría por astiles que se entrelazan generando una serie
de motivos muy complejos inspirados en las inscripciones nazaríes.
Banda nº 1.1
Banda nº 1.1 -derecha-
Banda nº 1.1 -izquierda-
Los elementos decorativos de las
bandas seudo-epigráficas de esta techumbre de la Capilla de San Miguel están
trazados en el estilo al-kufic al-muzfar (cúfico trenzado), y son
combinación de las siguientes letras: alif iniciales y finales, la:m
mediales y un nexo que las une a modo de adorno recordando a las letras ha:
finales, y que así cierra la composición en imagen espectacular creando unas
líneas compositivas que ordenan toda la banda. El empleo de estas letras
confiere a la banda una repartición regular de la acción gráfica, a la vez que
introduce un movimiento rítmico.
En este estilo, las letras
empiezan a entrelazarse primero en la zona de base de la escritura,
principalmente en las letras ha: y nu: n, alcanzando pronto los
astiles, en los que aparecen lazos y nudos, casi siempre en las letras ka:f y
nu:n, así como en el nexo alif-la:m.
Banda nº1.2
Banda nº 1.2 -izquierda-
Banda nº 1.2 -derecha-
Banda nº 2
Banda nº 2 -izquierda-
Banda nº 2 -derecha-
Banda nº 3.1
Banda nº 3.1 -izquierda-
Banda nº 3.1 -derecha-
En las inscripciones trazadas en
el estilo al-kufic al-muzfar, las combinaciones de letras comienzan
generalmente por un alif inicial y continúan con una la:m media y
un alif final; este grupo se puede repetir varias veces cerrando la
composición un alif inicial en imagen especular con el alif que
inicia el grupo, o una la:m final, formando grupos de letras separados
por los escudos del arzobispo. Los ápices de las letras alif inicial y
la:m final terminan en elementos vegetales digitados.
El primer alif no suele
tener ningún nudo ni trenzado en el astil, sino que es abrazado por un lazo
recto o curvo o por una anilla de la la:m siguiente, sucediendo lo mismo
al alif o la la:m de cierre. El grupo la:m- alif, se anuda
o se trenza con el alif inicial o con la la:m inicial del
siguiente grupo en formas de diferente complejidad, empezando por los simples
anudamientos en un mismo astil. Si el astil tiene forma curva generará una
forma acorazonada, y si es de forma recta una solución romboidal. A
continuación pasarán a combinarse dos astiles formando un doble nudo con dos
formas acorazonadas afrontadas, y una combinación de dos a cuatro rombos con
extremos rectos o curvos.
De la combinación de estas formas
surgen otras más complejas hasta formar verdaderos trenzados en los que
intervienen, no sólo los astiles de dos letras, sino que unidos a ellas o a la
línea de unión de la la:m con el alif, que se eleva y trenza, se
le entretejen uno o más astiles de doble final que están formando parte de la
composición
Banda nº 3.2
Banda nº 3.2 -derecha-
Banda nº 3.2 -izquierda-
Banda nº 5.1
Banda nº 5.1 -derecha-
Banda nº 5.1 -izquierda-
Banda nº 5.2
Banda nº 5.2 -derecha-
Banda nº 5.2 -izquierda-
Entre los nudos que aparecen en
estas bandas seudo-epigráficas de la techumbre de la Parroquieta, hay que
distinguir dos tipos fundamentales: los situados en los ángulos rectos
descritos por los astiles y los dispuestos en la zona medial de éstos. Las soluciones
con lazos cuadrados en las esquinas formadas por los astiles existentes de esta
techumbre (zona derecha de la banda 1.2, parte izquierda de la 3.1, derecha de
la 6, e izquierda de la 7.2), son, según los autores de este estudio,
prácticamente idénticas a las de las inscripciones epigráficas del Salón de
Comares de la Alhambra de Granada.
También de clara inspiración
nazarí son dos modelos de lazos que hay en la zona inferior o medial de los
astiles. En primer lugar aquél que tiene la forma de una cadeneta (parte
izquierda de la banda 1.1, derecha de la 1.2, derecha de la 6, izquierda de la
7.1 e izquierda de la 7.2). En segundo lugar aquél otro en el que los astiles
al entrecruzarse forman un lazo con cuatro rombos dispuestos en damero (derecha
de la banda 3.2). El primero de estos nudos en forma de cadeneta se encuentra
en muchos lugares de la Alhambra, y el segundo, entre otros sitios, en las
bandas epigráficas inscritas en cartuchos a mitad de altura de las paredes
interiores del Torreón de Comares. De este segundo nudo hay tres variantes en
la Parroquieta, también bastante similares a los de la Alhambra granadina, son
los tipos de lazos dispuestos generalmente en la base del astil que están
formados por tres rombos colocados en damero en vez de cuatro (izquierda de la
banda 1.1, derecha de la 1.2 y derecha de la 6), dos rombos dispuestos vertical
y horizontalmente (izquierda de la 1.2 e izquierda de la 2) o solo un rombos
(derecha de la 1.1, izquierda y derecha de la 1.2, izquierda de la 5.2, izquierda
de la 6 e izquierda de la 7.2). Estas tres últimas soluciones se encuentran,
entre otros lugares, en las paredes del Salón de Comares.
Los lazos tallados en la zona
izquierda de la banda 2 recuerdan mucho a las soluciones de las inscripciones
en estilo al-kufic al-muzfar que hay encima de las tacas y en la base
del intradós del arco de mocárabes situado en el ingreso al Salón de Comares.
Entre estos lazos destacan dos peculiaridades: la creación de verdaderas
retículas romboidales creadas por el entrecruzamiento de astiles por un lado, y
la conjunción en un mismo nudo de esquinas semicirculares con otras en forma de
ángulo recto por otro.
Todas estas soluciones
epigráficas que están presentes tanto en la Alhambra de Granada como en la
Capilla de San Miguel de La Seo de Zaragoza, se completan con otras que son
derivaciones de las que hemos visto, que adquieren en la Parroquieta a veces
una gran complejidad distanciándose de las de la Alhambra, y por lo tanto
presentando una cierta personalidad propia.
Banda nº 6
Banda nº 6 -izquierda-
Banda nº 6 -derecha-
Banda nº 7.2
Banda nº 7.2 -izquierda-
Banda nº 7.2 -derecha-
Para Bernabé Caballero y Carmelo
Lasa, aunque no cabe duda de que estas inscripciones seudo-epigráficas de la
Parroquieta son obra de artistas andaluces, o al menos fueron artistas
conocedores de las inscripciones nazaríes los que dieron las pautas para su
labra, existen en ellas dos elementos de tradición local.
El primero y más claro es la
utilización de fondos vegetales de motivos propios del arte mudéjar aragonés
contemporáneo, algo que es especialmente evidente en la zona derecha de la
banda 7.2 donde aparecen palmetas bifurcadas asimétricas y digitadas
superpuestas sobre granadas y elementos con base y parte superior formados por
dos perlas y una hoja digitada unilateral respectivamente, lo que hace suponer
a estos autores que estos fondos vegetales son obra, al menos en su mayor
parte, de carpinteros mudéjares aragoneses.
El segundo elemento de tradición
local es la existencia de un rasgo que tiene el aspecto de un pentágono abierto
en su base, que recuerda a las seudo-inscripciones de la techumbre de la
catedral de Santa María de Mediavilla de Teruel, donde aparece un rasgo
parecido en el comienzo de la letra ka:f. Del mismo modo, cuando este
rasgo presenta su ángulo hacia la parte inferior de la caja de escritura y está
abierto por su parte superior recuerda lejanamente el nexo que precede a la
letra ha: y que normalmente llega hasta la base de la caja de escritura.
Conclusión de esto sería que aunque estos rasgos presentes en la techumbre de
la Parroquieta ya no tienen traducción ni forman siquiera parte de letras
completas, son coherentes en su proceso de atrofia con el estadio y formad e
degeneración epigráfica que se documenta en monumentos aragoneses anteriores,
como la techumbre de la Catedral turolense, obra de las últimas décadas del
siglo XIII.
CUPULA DE LA CAPILLA DEL CASTILLO DE MESONES. Está cubriendo el
presbiterio de la iglesita que, sin
duda, perteneció al castillo, convertida hoy en ermita
del pueblo.
Su estructura,
sencilla, de paños inclinados divididos en pequeños compartimientos, sirvió
para vestirla con incontable número de figuritas en conjunto de rico colorido.
Es ejemplar sin
semejanza con otras techumbres aragonesas, pues ni la forma ni la decoración se
dan en las restantes.
Al interior, la
primitiva capilla del castillo presenta planta hexagonal que se cubre con una
excepcional techumbre de madera, única dentro del arte mudéjar aragonés. Se
trata de una armadura de limas moamares, ya que las limas se encuentran
dobladas en la unión de las péndolas. Está formada por seis paños o faldones
trapezoidales que parten de cada uno de los lados del muro para unirse al
almizate o harneruelo, que es la pieza plana hexagonal colocada en el centro.
La disposición en planta de los muros de apoyo (un hexágono inscrito en el
cilindro del torreón) motivó la adopción de este tipo de techumbre de seis
lados.
El carácter excepcional
de esta armadura viene dado por la combinación de la labor de carpintería, de
tradición mudéjar, con las pinturas figurativas que ocupan las tabicas y los
frisos de la parte baja. Estos frisos horizontales debajo de los paños de la armadura
están decorados por motivos animales y vegetales inscritos en alargados
rectángulos entre los que se intercalan otros de tipo heráldico, todo ello
ribeteado por una fina cinta de círculos negros sobre fondo blanco.
Dos son los motivos que
se alternan en los espacios alargados. El primero presenta a dos aves
afrontadas, en color negro con las colas unidas rodeadas de motivos vegetales.
En el segundo aparecen
dos animales fantásticos en color rojo que parecen dragones, rodeados también
de motivos vegetales en forma de grandes y carnosas hojas.
Entre estos dos temas,
que se van alternando a lo largo de todo el friso, se intercala el escudo de
armas de D. Lope Fernández de Luna: luna blanca sobre campo rojo con punta
blanca y los escudetes de los Vidaurre de campo de oro con una banda azul
atravesando el centro.
Cada uno de los paños
se encuentra recorrido horizontalmente por unas bandas de carpintería
decoradas, simples en las partes superior e inferior y dobles en el centro.
Estas bandas se decoran
con lazos de ocho en cuyo interior se dispone una pieza octogonal sobre la que
se coloca una pequeña cupulita agallonada pintada en oro. Los octógonos
alternan colores azules y rojos.
La prolongación de los
lazos de ocho generan entre cada par dos hexágonos de alargados lados laterales
con un pequeño espacio romboidal central.
Los faldones o
paños que ocupan cada uno de los seis lados se unen mediante limas moamares
compuestas de dos piezas (limas) cada una correspondiente a uno de los planos
de los paños. Este sistema permitía hacer los paños de la armadura en el suelo
o en el taller montándose posteriormente en su lugar.
El espacio que queda
entre cada par de limas se rellena con plafones en forma de flecha decorados
con motivos vegetales sobre fondos azules y rojos. Entre ellos se intercalan
una corona en la parte inferior y el escudo de D. Lope Fernández de Luna
también en esta parte baja, pero a ambos lados de las limas ya dentro de los
paños propiamente dichos.
El almizate o
harneruelo que cierra la parte superior de la techumbre se forma
geométricamente por la prolongación de las limas y de los pares centrales de
cada paño. Son estas cuatro piezas de cada uno de los seis faldones las que
conforman la estrella central de doce puntas, muy poco frecuente en el arte
mudéjar aragonés.
Dentro de la estrella
de doce central se inscribe una piña de mocárabes dorada, a modo de clave. Los
mocárabes tienen su precedente en Aragón en la techumbre de la parroquieta de
la Seo zaragozana extendiéndose también a las iglesias del Arcedianato de
Calatayud construidas en tiempos de D. Lope Fernández de Luna.
Los doce espacios
exteriores, en forma de punta de flecha, se ornamentan con dos cupulillas
doradas sobre fondo azul.
Finalmente, otros
tantos huecos entre estos últimos y la banda superior de lazos de ocho se
rellenan con motivos estrellados ribeteados al interior por una fina banda de
círculos. En el centro un círculo de color rojo o azul con temática floral
alternando con los mismos colores en el fondo.
Las tabicas o paños
inclinados de las calles formadas por las péndolas de la armadura se cubren con
pinturas de clara influencia italogótica. En origen eran un total de 96
repartidas en dos filas de once y cinco en cada uno de los paños. Actualmente
algunas de las tablas han desaparecido.
Estas pinturas
representan figuras humanas portando grandes velones y vestidas con una túnica
holgada recogida en la cintura que cae hasta los pies, grandes alas plegadas y
un halo dorado en sus cabezas.
Abbad Ríos las
identifica como “las
vírgenes prudentes” y “las vírgenes necias” aunque la opinión más extendida
es que se trata de un cortejo de ángeles. Precisamente, la iconografía de estos
ángeles portando grandes velas y el encontrarse la capilla sobre una cripta han
hecho pensar que se tratase de una capilla funeraria, algo no probable sí se
tiene en cuenta que D. Lope Fernández de Luna estaba preparando su
enterramiento en La Seo zaragozana.
Las figuras siguen dos
patrones o modelos que se repiten en la misma postura aunque con alguna
variación en el rostro y la túnica. El primero es una representación frontal
con la cabeza inclinada hacia la izquierda y sosteniendo el velón en su parte
derecha. El segundo está de perfil mirando siempre hacia la izquierda del
espectador, con la cabeza girada en este sentido y sosteniendo el velón.
Los colores son muy
vivos con predominio del rojo y del azul que combinan con el blanco, el
amarillo y el castaño, utilizándose el oro en los fondos, nimbos y en algunos
elementos de la carpintería. Los rostros, siguiendo la línea italogótica, son
de modelado suave, delicados y con unas variaciones casi imperceptibles de unos
a otros.
Las túnicas tienen
grandes cuellos y puños en las mangas como únicos adornos. Así como en los
rostros hay una gran similitud, en las telas existe una rica variedad de motivos
en forma de brocados o tejidos de seda en oro y plata de clara inspiración
oriental, con estampados que reproducen motivos geométricos, vegetales,
animales reales y fantásticos y fragmentos de frases en letra gótica.
Para terminar parece
necesario hacer referencia a dos aspectos de esta armadura: su autoría y el
posible significado y función de la capilla. Las pinturas se relacionaron en un
principio con las del tríptico relicario del Monasterio de Piedra,
actualmente en Real Academia de la Historia de Madrid que es obra
desconocida realizada en 1390 por iniciativa del abad Martín Ponce y
presenta la característica, al igual que la techumbre que nos ocupa, de
combinar la carpintería mudéjar con la pintura gótica. Más tarde se relacionan
las pinturas de la armadura del castillo de Mesones con los Hermanos Serra.
Gonzalo Borrás se inclina por la última aportación realizada por Fabián Mañas quién,
sin descartar totalmente la estrecha relación de estas pinturas con el círculo
de los Serra y con las pinturas de Tobed y del Monasterio de Piedra, piensa que
los autores fueron Juan y Nicolás de Bruselas quienes trabajaron a partir de
febrero de 1379 en la Seo para D. Lope Fernández de Luna, donde coincidieron
con Garcí y Lope Sánchez de Sevilla, azulejeros sevillanos mandados venir por
el arzobispo para las obras de la Catedral de Zaragoza, que se encontraban allí
en abril y mayo de ese año, estando documentada además la presencia en
septiembre de Lope Sánchez como alcaide del castillo de Mesones. Todo ello, lleva
a pensar en una posible colaboración entre estos cuatro artistas.
En cuanto a su función
y significado, tradicionalmente se le ha venido atribuyendo un carácter
funerario aunque también lo es la que el arzobispo mandó realizar en la Seo y
donde fue enterrado. Esta última es la única que presenta también armadura de
limas, en este caso octogonal y sin pinturas. Para Borrás, "los ángeles con cirios
encendidos siempre me han parecido los introductores en el paraíso cristiano y
de Jerusalén celestial, tema de enorme interés ya que está demostrado que
similar significado tenía por estas fechas en el arte granadino; por ejemplo,
la techumbre del Salón de Comares en la Alhambra de Granada, cuyo significado
ha sido estudiado por Darío Cabanelas como una representación de los siete
cielos del paraíso musulmán”.
CUPULA
DE LA ESCALERA DEL PALACIO DE LA MAESTRANZA. ZARAGOZA. - La caja de la escalera
es cuadrada, transformada en
octógono mediante trompas. Un friso con gran vuelo da comienzo a la obra de madera
que constituye la techumbre, la cual se apoya en una galería situada sobre el
vuelo. Esta galería, de carácter renacentista, tiene tres
arquitos en cada lado del
octógono para iluminar
cumplidamente la escalera,
que se
desarrolla en tres tramos.
La parte baja de la cúpula la forman
ocho planos indinados, uno por lado del octógono,
constituído cada plano por un gran
hexágono subdividido en cuatro rombos de
fondo profundo. Ligados estos
hexágonos acusan otro octógono de tamaño
menor
que el inicial, sobre el que
carga el fondo de cúpula de
rica y
minuciosa decoración, formada por
ocho artesones octogonales
puestos en los ángulas,
y una gran estrella
formada por rombos que
contiene otro octógono más pequeño, y dentro de él, ocho hexágonos dibujando una estrella de ocho
puntas.
Los espacios entre los
octógonos exteriores y la estrella de
rombos están ocupados por bustos de varones y matronas de buena ejecución, y
los restantes fondos, por cardinas y pequeños motivos ornamentales.
Del centro de la estrella
final penden un mocárabe y grupitos de arandelas o estrellas caladas.
De la
cubierta angular, apoyada en arcos
y convertida en techumbre por la decoración de las vigas,
pudo surgir la idea de transformar
en verdadero techo sin más
que enderezar los dos planos poniéndolos al mismo
nivel y dejar la madera
al descubierto, bien para adornarla con
pinturas o convertirla en artesonado mediante aditamentos que le dieran
la forma.
Tal es el caso de la disposición que presentó la
techumbre de la Sala Capitular
del Monasterio de Sigena, donde unos
arcos de gran luz, ligeramente
apuntados, apoyándose en los muros
mayores, reciben en sus claves la
viga maestra que divide cada
tramo en dos
compartimientos para alojar cada
uno rico artesonado del más puro estilo
mudéjar. Los ocho artesones están decorados con lacerías en relieve de temas
distintos. La bacía o artesón es de
tres planos, dos en fajas orlando el fondo mayor, donde se desarrolla la lacería, y dentro de ésta otros más
profundos.
Entre los temas más
ricos figuran los de octógonos en combinación con sus estrellas, en número de
dos, tres y ocho. El del artesón que se describe en primer lugar lo forman dos grandes octógonos vaciados conteniendo estrellas
de ocho puntas de ángulos entrantes rectos, y dentro de ellas otras de ángulos entrantes obtusos, excavadas. El
plano de los
octógonos está cuajado de fragmentos de lados de
ocho con estrellas
de relieve; la faja que
constituye el segundo plano es de hexágonos irregulares enlazados, y la
más externa, decorada con motivos
sueltos.
En otra bacía figuran
los mismos temas en número de tres,
desarrollados de igual manera, y los lazos del plano, aquí más pequeños, se ven
menos fraccionados. La faja del plano segundo es de lazos de cuatro,
octogonales, siendo simple moldura la que señala el primero.
Ocho octógonos y sus
respectivas estrellas, interpretados en forma semejante a las anteriores,
ocupan el fondo mayor de otro de los artesonados, en el que, por
necesidad de espacio
para desarrollar los temas, se ha
suprimido una de las fajas
que marcan la profundidad de las bacías. La faja
intermedia se decora con hexágonos irregulares enlazados e interrumpidos por
estrellas, y la lacería del fondo mayor, idéntica a las otras, se ve aquí
completa.
Siguen siendo motivos principales de la decoración
de otro artesonado los octógonos, esta
vez sin ayuda de estrellas y desfigurados parte de ellos, que, en número de ocho, forman los cuatro centrales una especie de
cruz por supresión
de parte de los
lados, estando aislados los otros. Los
mismos lazos y estrellas en relieve
llenan el fondo donde están
los temas, la faja del segundo plano
es de lazos de cuatro, octogonales, y la más externa o del primer
plano, pintada con motivos que, por estar
deteriorados, no es fácil interpretar.
Temas a base de estrellas de seis y hexágonos, suprimidos parte de
unos o
de otras, excavados a veces y
en relieve otras, llenan
los fondos de dos artesones
con fajas de motivos ya vistos, orlándolos.
La serie se enriquece con
otros ejemplares, tan bellos o más que éstos, reproduciendo
estrellas sencillas y
dobles con lacerías
complicadas o modificaciones muy
originales que las apartan de lo
corriente. En suma: la techumbre de
la Sala Capitular del Monasterio de Sigena fué la más interesante de las
aragonesas como lacería.
Si por algo destaca
esta casa de Donlope es por las espléndidas techumbres de madera que cubren
algunas de sus dependencias. Las cuatro que se conservan son obra del fustero
Bernat Giner, alias Valenciano, que consigue una armoniosa conjunción entre la
novedad de los elementos renacentistas con la tradición de motivos mudéjares.
La pieza estelar de
este conjunto de cubiertas es la techumbre cupular que cubre la caja de
escaleras circundada por un corredor abierto al estilo de la que cubre el Salón
del Trono del Palacio de los Reyes Católicos de la Aljafería.
La cúpula, formada por
una sencilla armazón de elementos trapezoidales, se cubre con un lazo
degenerado que forma una red de polígonos y estrellas para dar la sensación de
una estructura acasetonada.
Lo mudéjar queda patente en los
mocárabes que forman una gran estrella de ocho puntas en el centro de la cúpula
y que cuelgan también en los ángulos de transición entre la base cuadrada de la
escalera y la octogonal de la estructura de la techumbre.
Junto a estos elementos se
conjugan armoniosamente frisos de grutescos, ovas y dardos, motivos vegetales y
medallones con bustos tallados.
En la planta noble se conservan
las techumbres de la Sala principal y de sus dos cámaras adyacentes.
La que cubre la gran Sala central
es la más sobria y sencilla de las tres. Una labor de lazo de ocho genera una
red de espacios octogonales en los que se alojan casetones que alternan con
formas equivalentes que penden entre ellos.
La techumbre de esta
Sala principal descansa sobre una cornisa con ménsulas. En el centro de cada
uno de los cuatro lados de la cornisa se disponen dos cabezas humanas talladas
en relieve.
Las dos del lado sur
representan a un hombre barbado y a una mujer que parecen ser corresponderían a
Donlope y a su esposa Doña Leonor, ya que era costumbre de la época que una
representación del señor de la casa apareciese en su zona más importante; el resto
de cabezas podrían ser de familiares o personajes célebres.
Quizás la más interesante y
complicada en su desarrollo de estas tres techumbres sea la que cubre la
pequeña sala sur.
La parte central la ocupa un gran
octógono rehundido en cuyo interior se desarrolla un complicada labor de
lacería que termina formando en el centro una estrella de ocho puntas en la que
se inscribe un octógono del que pende un espléndido pinjante de mocárabes.
El interior de las formas
geométricas que rellenan los ángulos de la techumbre se decora con extrañas
figuras humanas con elementos vegetales.
En torno al gran espacio
octogonal central se desarrollan rectángulos en los cuatro laterales que
alternan figuras humanas en dos de ellos con motivos vegetales en los otros
dos.
La cornisa que recorre el
perímetro de la techumbre presenta motivos ornamentales vegetales con cabezas
humanas y de animales entre pequeños medallones y cartelas.
La última de las
techumbres de esta casa de Donlope cubre la sala norte y es la que más se
aproxima al modelo renacentista de artesonado a base de casetones.
Está formada por una
malla de casetones hexagonales que se general a partir de una red de cintas que
forman estrellas de ocho puntas; toda la superficie inferior de estas cintas se
cubre con pequeñas puntas de diamante.
Ribetea el espacio central
de casetones hexagonales una serie de casetones cuadrados en los lados cortos y
octogonales en los largos, estos últimos alternando entrantes y salientes del
mismo modo que en la Sala principal.
La cornisa presenta
motivos ornamentales en forma de pequeñas bandas de dentellones, ovas y dardos
y candelieri con cartelas vacías.
Aunque las obras de la
casa finalizaron en enero de 1542, aunque el fustero Jaime Fanegas estuvo
trabajando hasta 1547 y Bernat Giner no terminó hasta 1554. Parece ser que el
edificio lo heredó Manuel, el hijo de Donlope, que por su implicación en los
movimientos de Aragón en tiempos de Felipe II fue encartado y su casa condenada
a ser demolida por orden del 19 de noviembre de 1594; gracias a los servicios
prestados por su hermano Miguel al Rey, la sentencia fue revocada. De la
familia Donlope, la propiedad pasó a los Oña y más tarde a los Jordán de
Urriés.
En el siglo XIX se
realizaron diversas obras en el edificio, concretamente en 1861 se subdivide en
viviendas, y en 1882 se convierten en balcones las ventanas del piso principal.
El palacio fue
declarado Monumento Histórico-Artístico Nacional el 3 de junio de 1931. A lo
largo de todo el siglo XX la Real Maestranza de Caballería ha llevado a cabo
importantes obras de restauración y limpieza de sus dependencias, trabajos que
siguen en la actualidad, a fin de preservar este magnífico ejemplo de
casa-palacio aragonesa, quizás el más completo y espectacular de todos los que
han llegado hasta nuestros días. Una de las últimas zonas recuperadas para la
visita es la correspondiente a las caballerizas y bodegas.
ALJAFERIA.
ARTESONADO DEL SALON
DEL TRONO. Vigas cuadradas
de gran sección
se apoyan directamente en los
muros mayores de la estancia, separadas por vanos de dos
metros, aproximadamente. En
sentido del eje mayor, y, por
tanto, perpendiculares a ellas, unos
suplementos de madera fingen otras
vigas de igual sección, con las
cuales la techumbre queda dividida en grandes espacios cuadrados con profundidad proporcionada a su
dimensión. Cada cuadrado o bacía se cierra
por medio de un
plano octogonal que contiene en el centro un artesón de
la misma forma, de cuyo fondo cuelga una
gran piña dorada que
sale de un grupo
de mocárabes.
Las caras inferiores de
las vigas se adornan con lazos
de cuatro, octogonales, hechos
con madera de cierto grosor
para acusar bien el relieve, y en
las estrellas de ocho
puntas que se forman
en el cruce de las vigas van colocadas
arandelas o rosas caladas,
cada una de dibujo
distinto, de las que penden otras
piñas.
Decorando las caras de
las bacías aparecen los emblemas de los
Reyes Católicos: yugos
y haces de flechas ejecutados en talla aplicada.
Complemento de la
techumbre es la galería que circunda el Salón suavizando el brusco contraste
que habría entre las paredes o muros ciegos, sin decoración alguna, y el rico
artesonado. Dicha galería, de arcos canopiales
sobre esbeltas columnitas, se apoya en un vuelo al que sirve de repisa una faja inclinada cubierta de gruesa talla de flora y fauna,
acompañada de otras separadas
por molduras, por una de las que corre
la consabida leyenda que figura en
las demás salas, y sobre los arcos,
faja de cardinas en contacto con el techo.
La última estancia del
nuevo Palacio renacentista de los Reyes Católicos es la conocida como Salón del
Trono, que desde antiguo se ha considerado era el lugar donde los Reyes
recibían y atendían las quejas y súplicas se las más distinguidas
personalidades del Reino. No obstante, a pesar de que esta gran sala, por sus
dimensiones y ornamentación, centraliza por sí misma la composición del
complejo palaciego, y que todo parece indicar que fue concebida para la celebración
de actos y ceremonias palaciegas, desde una perspectiva histórica sabemos que
su utilización para estos fines protocolarios debió de ser bastante escasa.
La sala, de planta
rectangular con unas dimensiones más que considerables, de unos 20 m. de longitud
por casi 8 m. de anchura es producto de la unión de tres estancias del palacio
mudéjar de Pedro IV.
Así como su parte alta
se corona con un maravilloso artesonado, los muros no presentan decoración
alguna, excepto la de las puertas y ventanal que a él abren. Esta
desornamentación de los paramentos permitiría engalanarlos con tapices,
brocados y cortinajes que aportarían el toque de lujo y de distinción en las
grandes solemnidades.
Un elemento destacado
de esta estancia es la solería, de la que se conserva parte de la original a
base de piezas hechas en los alfares de Muel. Es un reflejo de la techumbre que
la cubre, con sus cuadrados y octógonos inscritos, todo encuadrado por una orla
perimetral. En páginas aparte se describe de manera pormenorizada junto a las
solerías de las Salas de los Pasos Perdidos.
El elemento más
interesante y espectacular de este Salón es la techumbre que lo corona, de
madera tallada y policromada con riquísimos dorados, sustentada por gruesas
vigas y traviesas decoradas con motivos de lazo mudéjares, que generan
profundos casetones en los que se inscriben octógonos con un gran florón
central y grandes piñas colgantes, todo acompañado de temática vegetal
goticista y de la reiterada emblemática real del yugo y las flechas.
Estructuralmente la
techumbre consta de once vigas maestras o jácenas que cargan directamente sobre
los muros sin ayuda de canes que aquí se han sustituido por una galería corrida
debajo de la armadura. Por primera vez en un techumbre aragonesa, las jaldetas
no se sitúan encima de las jácenas, sino que se bajan hasta la misma altura que
las vigas mayores, creando de esta manera una forma cuadrada que recuerda mucho
a los casetones de un artesonado.
En realidad, las
jaldetas no son vigas en el sentido estricto, sino secciones de igual anchura y
altura que las jácenas, y que sirven para conformar los espacios
cuadrangulares. Estos cuadrados se resuelven en altura por medio de unas
pechinas en los ángulos que delimitan un octógono central perfectamente moldurado.
Dejando para más
adelante la galería corrida y el friso que corre por su parte inferior, la
techumbre en sí presenta tres grandes novedades. La primera, el cambio de forma
y función de las jaldetas, que en lugar de cargar sobre las jácenas, como es
habitual en los alfarjes mudéjares, descienden hasta su nivel, quedando
perfectamente enrasadas logrando así una retícula de cuadrados. Además, las
jaldetas no están clavadas a la zona superior de las vigas mayores, sino que,
probablemente, están machihembradas a éstas, con lo que se consigue una mayor
consistencia de la estructura general de la cubierta.
Con este novedoso
sistema las vigas menores pierden su valor estructural de tal manera que, al
ser meras secciones y estar al mismo nivel que las jácenas, la tablazón
superior no carga sobre las jaldetas sino sobre estas falsas vigas menores y
sobre las vigas mayores. De esta manera el reparto de cargas está mucho más
proporcionado, al hacerse por partes iguales y en el mismo plano, logrando una
mayor consistencia de la techumbre, tanto en el plano horizontal como en el
vertical.
Otra novedad de esta
techumbre es el cambio que se produce en la tablazón que la cierra. Si antes
consistía en una serie de tablas de forma predominantemente rectangular o
cuadrada que descansaban sobre las jaldetas y los listeles, ahora aparecen por
primera vez los casetones. Además estos grandes espacios cuadrados adoptan, a
su vez, una forma octogonal mediante la utilización de pechinas y molduras que
se remata en la tabla de cierre con un gran pinjante dorado. Sin duda, esta es
la gran novedad que aporta este alfarje y que va a influir de una manera
significativa en las techumbres aragonesas del siglo XVI, que a partir de este
momento van a ser mayoritariamente de tipo artesonado.
La techumbre consta de treinta
casetones cuadrados que se decoran con el repertorio tradicional gótico y
mudéjar a base de hojarasca y lacerías.
El amplio y rico repertorio
decorativo de los casetones comprende rosas de follaje y racimos de pinjante
sujetos al plafón por pernios, los emblemas regios del haz de flechas y el yugo
con el lema “Tanto Monta” clavados en los laterales, y una banda de roleos y
palmetas sobre fondos alternos de color rojo y azul, pintada en el fondo
octogonal.
El papo de las vigas se ornamenta
con un motivo mudéjar de lazo que genera estrellas de ocho en las
intersecciones, en cuyo centro se disponen rosas y pinjantes de mazonería
dorada, del mismo tipo que las que hay en el centro de los casetones.
TECHUMBRES DE LA CASA DE GASPAR DE ARIÑO (ZARAGOZA)
En la
planta noble de la Casa Consistorial de Zaragoza se encuentran reubicadas tres
techumbres de la desaparecida Casa de Gaspar de Ariño, también conocida como
Palacio de los Marqueses de Osera, obra de las primeras décadas del siglo XVI,
que ocupaba el solar recayente a la calle Espoz y Mina, a la calle Santa Cruz y
a la plaza del mismo nombre. El Palacio fue adquirido en 1937 por la Caja de
Ahorros de la Inmaculada (CAI) como sede de Acción Social Católica, entidad que
había fundado la Caja en 1905. A finales de 1963 fue derribado, pasando tres de
las techumbres que cubrían otras tantas de sus estancias al Ayuntamiento de la
Ciudad. Actualmente se encuentran en el Despacho de Alcaldía, en el contiguo
Salón de Comisiones y en el Salón de Sesiones o Plenos. Estas techumbres fueron
el núcleo principal de la tesis doctoral de Rafael Chiribay Calvo, y a su
estudio me remito mayormente en las páginas siguientes.
La primera
de las techumbres cubre la zona central del Despacho de Alcaldía. Tiene forma
rectangular con unas medidas de 5, 35 m en sus lados largos y 4, 80 en los
cortos. Desde el punto de vista decorativo se trata de un artesonado, aunque
presenta algunas peculiaridades que estructuralmente lo relacionan con la
tipología de los alfarjes.
La armadura
se sustenta sobre un gran cerco perimetral a base de molduras voladas
alternando bocel y escocia. Encima hay tres tablas machihembradas inclinadas
hacia el interior que se rellenan con un motivo de lacería de cuatro octogonal
formado por cintas molduradas que crean líneas de estrellas de ocho puntas
entre las que se intercalan otras de cuatro apuntadas que se generan por la
intersección de cada cuatro octógonos.
En total
son once estrellas octogonales centrales flanqueadas por otras tantas medias.
Entre ellas dos filas de doce estrellas de cuatro puntas. Cada espacio
octogonal se rellena con una flor dorada entreabierta de doce pétalos con cinco
gallones simulando el centro. Encima de esta zona se sitúa otro cerco moldurado
del mismo estilo que el inferior, que da paso al artesonado propiamente dicho.
El
artesonado propiamente dicho se compone de series de vigas paralelas entre sí,
que cruzadas en diagonal crean una retícula de diez casetones romboidales en el
centro del artesonado. Los laterales se rellenan con triángulos, los
correspondientes a los lados largos, en número de ocho (cuatro por lado)
perfectamente equiláteros, y los de los cortos con la base más ancha que los
otros dos lados, en este caso dos por lado.
Los
casetones triangulares laterales van cerrando el espacio interior mediante
molduras escalonadas que terminan en su interior con un triángulo cubierto por
una tabla plana con un florón dorado trilobulado. Las artesas romboidales se
cierran hacia el interior, al igual que las anteriores, con molduras
escalonadas.
Estos
casetones romboidales se cierran en el fondo con un octógono de lados iguales,
igualmente a base de molduras en bocel y escocia, que se decora en el centro
con una flor dorada de seis hojas y pinjante. Los espacios laterales se
rellenan con flores trilobuladas, también doradas.
Los
florones dorados que decoran este artesonado presentan varios motivos. Los de
los extremos de las vigas son trilobulados con pinjante central de mayor tamaño
que los de los casetones. Los situados en las intersecciones de las vigas
tienen ocho puntas dispuestas en forma cruciforme, o sea, que las hojas de los
brazos de la cruz son alargadas, mientras que hay otras de menor tamaño que se
intercalan con las primeras. Los del interior de los casetones son de seis
hojas con un pequeño pinjante central.
El papo de
las vigas que forman esta retícula romboidal se decora con filacterias que
ocupan los cuatro lados de los espacios romboidales. Se componen de bandas
doradas y enrolladas hacia dentro en los extremos y con un bucle central. Se
decoran con series de tres triglifos o pequeñas hendiduras a cada lado del
bucle. Van enmarcadas en rojo.
La segunda
de las techumbres se ubica en el Salón de Comisiones. En origen parece ser que
cerraba una de las habitaciones del piso principal de la Casa de la Baronía de
Osera. Al igual que la anterior, se trata de una armadura tipo artesonado con
estructura de alfarje.
El conjunto
tiene unas medidas totales de 7 m. de largo por 6 m. de ancho, aunque debido al
acusado vuelo de los laterales, la cubierta central queda reducida a 5,50 m. de
largo por casi 4,80 m. de ancho.
La
techumbre se sustente sobre las cinco grandes vigas, o jácenas, del lado largo,
que son las que se empotran en los muros. Las vigas del lado corto, aún cuando
quedan al mismo nivel que las anteriores, actúan como jaldetas, ya que no
montan sobre las anteriores, y únicamente tiene la función de compartimentar
espacialmente la armadura. Este entramado crea a lo largo cuatro calles de
cinco casetones cada una, lo que hacen un total de veinte.
En cuanto a
la decoración pintada, se utilizan tres colores: el dorado, el rojo y el verde.
El dorado es el más utilizado, ya que se emplea para resaltar determinados
elementos, como las molduras de las vigas o las superficies en el aspo del
cuadrado al octógono en los casetones. También se utiliza para resaltar la
separación entre las distintas series molduradas. En cuanto a la temática, sólo
se utilizan motivos vegetales.
Los
casetones tienen planta cuadrada. En su parte inferior, por encima del cerco,
se dispone en cada ángulo una tabla triangular con el vértice invertido, que
son las que permiten el paso del cuadro al octógono de la parte superior en los
ángulos. En los lados largos, son tablas trapezoidales las que completan esta
parte.
Los
triángulos se rellenan con un motivo a base de hojas de cardina trilobuladas en
rojo perfiladas en dorado sobre fondo verde oscuro.
El motivo
de las tablas trapezoidales es algo más complejo. Consta de una flor de color
rojo, de cuatro pétalos y botón central dorado y sombreado en verde. Los
laterales de la flor van decorados con zarcillos dorados. Se completa el
conjunto con hojas en verde claro que, de forma simétrica, se extienden hacia
los laterales, todo sobre un fondo general verde oscuro.
En cada uno
de los casetones vistos en la página anterior, por encima de las tablas
pintadas se dispone una sucesión de molduras aboceladas que van cerrando
escalonadamente el espacio interior hasta la zona superior. Parte de la zona
inferior con dos molduras gruesas para según con dos series alternas de moldura
fina y moldura gruesa, para cerrar una fina y una gruesa.
Cada
casetón cierra con una tabla octogonal plana que se decora en el centro con un
florón dorado de cinco pétalos con dentículos vueltos hacia el interior y con
un pinjante central terminado en botón.
En cuanto a
la tablazón que cierra la parte inferior de la techumbre, presenta también un
acusado escalonamiento para cerrar la parte superior. Comienza la serie con una
franja corrida de mayor anchura que las siguientes, formada por dos molduras a
bocel, la primera ancha y la otra la mitad de gruesa. A continuación, una tabla
plana y otra pareja de molduras ancha y fina. De nuevo otra superficie planta,
de mayor anchura con una serie de boceles en grupos de tres. Por último, otra
zona plana de igual anchura que la anterior, cerrada por encima con molduras
aboceladas, deja paso a la zona del artesonado.
Las dos
bandas de las molduras laterales se decoran con temática vegetal a base de
tallos y hojas que, de forma repetitiva generan formas rectangulares a lo largo
de la banda.
En la banda
inferior el motivo alterna flores de cuatro hojas en rojo con pistilos dorados,
enmarcadas en los laterales con una forma que simula un arco mixtilíneo
siluetado. Encadenado con este último motivo van flores lanceoladas y
confrontadas entre sí que dejan un espacio central semicircular en rojo.
El esquema
del motivo de la banda superior es similar al anterior. Sobre fondo verde
oscuro una forma romboidal con los vértices inferior y superior curvados
mientras que los laterales son lanceolados; se completa el conjunto con una
flor de color rojo oscuro en su interior. Entre cada dos de estas formas hay
otra de forma rectangular, a modo de cartela, con el centro rehundido y una
flor con capullo en rojo y zarcillos en oro.
La casa-palacio de Gabriel Sánchez se levantaba ocupando buena parte de
la manzana entre las calles Santiago.
Siguiendo
la estructura de los alfarjes, las seis jácenas que sustentan la techumbre
crean cinco calles o tramos rectangulares entre ellas, en las que se disponen
transversalmente a aquéllas una serie de vigas menores o jaldetas. En este
alfarje son un total de quince por calle, lo que hace un total de setenta y
cinco jaldetas.
Las
jaldetas llevan decoración tallada en el papo en forma de moldura abocelada, y
pintada en los laterales con un motivo que tiene como centro una figura
circular de ocho gajos flanqueada por dos semicírculos; a cada lado una hoja
trilobulada y a continuación un alargado tallo con ramas de diferente anchura.
Todo el conjunto se enmarca con una línea de perlas doradas, mismo color que se
aplica al resto de motivos citados.
Entre cada
par de jaldetas se colocan otros listones menores o cintas con sus
correspondientes saetinos sobre los que descansan los plafones que cierran la
techumbre. En total son cinco en cada una de las dieciséis calles que hay entre
jaldetas en cada uno de los cinco tramos de la techumbre.
El papo de
las cintas se decora con una línea de perlas doradas. Los plafones lo hacen con
molduras aboceladas y dos motivos pintados que se alternan. El primero tiene
forma de cruz en aspa y el otro combina un cuadrilóbulo enmarcado por cuatro
formas triangulares que recuerdan las tracerías de los ventanales góticos. En
ambos se utiliza únicamente el color dorado.
Completan
esta estructura de la techumbre las tablas rectangulares o tabicas que se
colocan inclinadas hacia el interior en la unión de cada dos jaldetas con las
jácenas. El motivo que las decora es el que lleva el centro de los laterales de
las jaldetas, o sea, una forma circular de ocho gajos con dos semicírculos en
los laterales y dos hojas trilobuladas, todo también en tonos dorados, al igual
que las dos líneas de perlas que enmarcan horizontalmente el conjunto.
El último
elemento de este alfarje corresponde a las tablas rectangulares que cierran los
muros largos en cada una de las cinco calles. En total son diez tablas
divididas en tres espacios, rectangulares los laterales y cuadrado el central,
mediante molduras abaquetonadas.
La
decoración pintada incluye un mismo motivo para las zonas rectangulares similar
a los que cubren los alfardones del alfarje del coro de la iglesia de Santa
María de Maluenda. Está compuesto por hojas de cardina que encierran un espacio
romboidal central en cuyo interior hay una flor de cuatro pétalos y botón
central en rojo. Se completa el conjunto en los laterales con formas de flores
cerradas dispuestas en horizontal sobre fondo rojo. Las hojas de cardina y las
cintas que cierran los contornos son de color dorado, todo sobre un fondo verde
oscuro. El espacio central se rellena con escudos heráldicos, entre los que se
puede ver el de Aragón, el de la ciudad de Zaragoza, y otros ocho que podrían
corresponder a otras tantas poblaciones aragonesas. Todos ellos se recogen en
esta página y en la siguiente.
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