viernes, 20 de octubre de 2017

Capítulo 9 - Cosmogonía Hindú


Mitos de la creación en la mitología hindú
En cuanto a la creación del mundo en la mitología hindú existen varios famosos relatos que se completan el uno al otro, dándonos información sólida sobre las creencias creacionistas de esta religión.

Mito de Adikumbeshvara
Shiva como el señor de la jarra primigenia, una jarra creada con barro y la famosa Amrita, el néctar de la inmortalidad. Shiva mando a crear esta jarra donde introduciría los vedas o el conocimiento y las semillas de la creación de todas las criaturas que habitan el mundo.
Una vez creada, Brahma la adornaría y la colocaría en las aguas que cubren el mundo después del diluvio regenerador (ya que cada eón, Vishnú en su apariencia de destructor, incendia el mundo hasta las cenizas y da paso a un diluvio regenerador que cubre el mundo y lo prepara para el próximo renacer, volviendo al ciclo o samsara). Después de vagar, Shiva se aparece en su aspecto de Cazador y le dispara una flecha liberando de este modo todas las semillas de la creación y creando de nuevo el mundo.

Mito de Vishnú el creador
En esta versión Vishnú toma el papel creador, una vez pasado el fuego destructor y el diluvio regenerador, Vishnú se recuesta sobre su serpiente de mil cabezas, Shesha y adopta el aspecto de Narayana, el que flota en las aguas, con su esposa Lakshmi y de su ombligo nace un loto sobre el que está Brahma. Una vez que despierta Vishnú, comienza la creación.

Mito del huevo dorado
La otra versión es la que trata sobre Hiranyagharba, el huevo dorado de la creación, nacido de la unión de Purusha, el espíritu y Prakriti, la materia. Este huevo es depositado en las aguas primigenias del diluvio. Pasado un tiempo, Brahma rompe el huevo, creando con su cáscara el cielo y la tierra, con la membrana interior las montañas y nubes y niebla, y con las venas y fluidos, los ríos y océanos.

La concepción del mundo en la mitología hindú
La concepción del mundo se divide en tres zonas, que se dividen a su vez en siete.
Loka, la esfera donde viven dioses y deidades y seres inmortales, junto a los astros y los planetas. La humanidad convive con ellos y les rinden el debido culto y sacrificios. 
·        Bhuloka, la tierra
·        Bhuvarloka, el espacio entre la tierra y el sol
·        Svarloka, el cielo del dios Indra
·        Maharloka, morada de sabios e iluminados
·        Janaloka, plano de la creación
·        Taparloka, plano de la austeridad
·        Satyaloka, plano de la realidad

Tala, el inframundo. Un mundo debajo de Loka, donde diversas criaturas mitológicas, viven y se deleitan con placeres y fiestas. Estos seres no son necesariamente malvados, sino que se vuelven huraños si no se les rinde el suficiente culto. Sus ciudades son increíbles y majestuosas. 
·        Atala, gobernado por Bala
·        Vitala, gobernado por Hara-Bhava
·        Nitala, reino del demonio Mahabali
·        Garbhastimat,reino del demonio Maya
·        Mahatala, reino de las Nagas
·        Sutala, reino de los demonios Danavas y Daityas
·        Patala, reino inferior gobernado por Vasuki

Naraka, el infierno, donde los pecadores y herejes serán castigados por todo un eón, hasta que llegue la renovación. Los textos nos ofrecen un lujo de detalles a la hora de representarnos los diferentes castigos, desde arrancar miembros, hasta sacar intestinos por el ano.

Representación de Naraka, el inframundo hindú
·        Put, miedo y lujuria
·        Avichi, ira
·        Samhata, envidia
·        Tamisra, pensamiento turbado
·        Rijisha, egoísmo
·        Kudmala, inconsciencia
·        Kakola, maldad

La religión en India se podría dividir en tres eras:
La Era del Vedismo (con la trinidad védica de dioses: Agní, Indra y Suria)
La Era del Hinduismo (con su trinidad conformada por Vishnu, Shiva, Brahma)
La Era del Budismo y el Jainismo.

Mitos de la India
En los asentamientos urbanos del valle del Indo, entre los restos de la civilización precursora de Harappa, en las ruinas de las altamente evolucionadas ciudades de Harappa y Mohenjo-Daro, se han encontrado las imágenes en terracota y en sellos de cerámica de diversas divinidades que bien pueden considerarse como precursoras de las posteriores representaciones brahmánicas. Esta cultura, que ya se comunicaba regularmente con la mesopotámica en el siglo XXIV a. C., tenía al toro como animal emblemático principal, dado lo abundante de sus representaciones, seguramente como garante de la fecundidad y como símbolo de la vida tras la muerte; el toro o buey sagrado compartía su popularidad, a juzgar por el número de hallazgos, con una diosa madre que también estaría a cargo de la protección de la fecundidad, de un modo similar al que lo haría siglos más tarde la diosa Devi, esposa de Siva, una figura de la que pudo ser antecesora esta diosa innominada del valle del Indo. 
El ubicuo y predominante toro sagrado aparece también en otras representaciones de perfil ante una pira ritual, como lo hará después una de las advocaciones de Siva, Nandi; así como otra representación del toro sagrado, en lugar preeminente junto a otros animales, puede ser, por su parte, asimilada a la posterior advocación de Siva como protector de los animales, el dios Pashupanti. 
Otros animales emblemáticos terrestres y aéreos también aparecen profusamente en la cerámica de Harappa, y son, naturalmente, los mismos elefantes, tigres, serpientes, búfalos, águilas, monos, etc., que seguirán siendo parte importante de las personificaciones zoomórficas de los dioses del panteón indio.

LOS VEDAS
Pero la primera aparición histórica es la que nos viene recogida por los Vedas, las obras escritas en sánscrito del ritual religioso elaboradas por los arios, un pueblo llegado a la India desde el noreste entre los siglos XVI y XIII (a, C.). En el grupo de los “arya”, de los nobles, estaban las tres castas de los brahmanes u hombres de la religión, los ksatriya o guerreros, y la casta última de los vaisya o pueblo; con ellos, pero a una gran distancia social, estaban los sudra o vasallos, los que no eran “arya”, pero iban junto a los nobles. Esta obra del Veda, del conocimiento, que empieza con el libro del Rig Veda, libro que se debió escribir hacia el siglo XX (a.C.), se continúa con el Yajur Veda, conteniendo el primer ritual, el Sama Veda, en el que figuran los cantos religiosos, y el Atarva Veda, el tratado de la religión íntima para uso privado de los fieles. 
El Rig Veda, con más de 1.000 himnos y 10.000 estrofas, nos habla de un Universo compuesto de dos partes: Sat y Asat
Sat es el mundo existente, la parte destinada a las divinidades y a la humanidad; Asat, el mundo no existente, es el territorio del demonio. 
En Sat está la luz, el calor y el agua; en Asat sólo hay oscuridad, porque los demonios viven en ella, en la noche. 
El Sat, el mundo visible y existente, está compuesto de tres esferas, la superior del firmamento, el aire que está sobre nuestras cabezas y el suelo del planeta sobre el que vivimos. Pero la creación de este Universo no fue sólo un acto gratuito, un acto de voluntad divina; por el contrario, la construcción del mundo que ahora habitamos necesitó de una lucha heroica y decidida entre las fuerzas del aire y las fuerzas de la materia, porque el Universo es un lugar precioso que sólo se pudo conseguir con el esfuerzo que representa el combate entre las fuerzas del bien y las fuerzas del mal.

INDRA, EL CAMPEÓN DEL SAT
Entre los asura, los seres espirituales, había una gran rivalidad, que se manifestaba en la pugna entre los dioses aditya y los demonios raksa. Esta pugna desembocó, finalmente, en una lucha que zanjará el dominio del mundo de los asura, a través del enfrentamiento directo entre los campeones de los dos bandos, entre el deva Indra, un hijo del Cielo y de la Tierra, que moraba en el aire, y Vritra, el dueño de los materiales necesarios para construir el Universo.
El deva, el dios Indra, era un aditya elegido por sus compañeros para representarlos en el combate en el que debía vencer su campeón de una vez por todas. Su oponente, Vritra, era un danaba o raksa; su antagonismo venía de largo, hasta tal punto que se hizo necesario llegar a entablar el combate definitivo, aquel del que saldrá el jefe indiscutible. 
El deva Indra, tras beber la bebida sagrada, el soma, creció tanto que sus padres, Cielo y Tierra, tuvieron que apartarse para dejarle sitio; por eso él habitaba en el aire de la atmósfera que quedó abierta con su separación. Indra fue armado con el rayo (vayra) por Tvastri, el herrero de los dioses, y se fortaleció aún más tomando otros tres grandes jarros de soma, pero la lucha fue larga y difícil, porque Vritra, el danaba o hijo de Danu, era nada menos que una gigantesca serpiente que vivía sobre las montañas, ya que es sabido que las fuerzas del mal gustan tomar el aspecto de la serpiente. Indra, con o sin la ayuda de Rudra y los maruts, divinidades del viento, que en eso hay versiones distintas, combatió a Vritra hasta conseguir destrozarle el lomo con el vayra; y no paró allí, también Indra acabó con la madre Danu, quien cayó al morir sobre el cadáver del representante del mal. 
Pero del mal nacieron los bienes y, así, de su vientre nacieron las aguas de la tierra, hasta colmar los océanos, de cuyo calor salió el Sol; y con el Sol, el aire, la tierra firme y los océanos, ya fue posible construir el Universo, pues se poseían todos los materiales requeridos, y se dio forma definitiva el Sat de los dioses y de sus criaturas, mientras que el Asat invisible quedaba para siempre apartado y relegado a su no existencia. 

LOS TRES SEÑORES DEL SAT
Los tres dioses encargados de velar por el Sat desde el momento de su creación son Dyaus, Indra y Varuna. Dyaus está a cargo de la primera esfera cósmica, la concavidad del firmamento; Indra de la segunda, del aire de la atmósfera y de los elementos y meteoros que en ella ocurren; Varuna se encarga de la tercera esfera, de que el orden cósmico establecido rija en la tierra. A Indra, el aditya Vritahan, el campeón aditya que mató a Vritra, ya le conocemos por su hazaña de liberar las aguas y construir el mundo. Dyaus Pitr, el Cielo Padre, es el esposo del fecundador de Prtivi Matr, la Tierra Madre; Dyaus el Grande es el espíritu benefactor supremo del día y de la luz. Varuna, el dios que está en todas partes, es también el jefe de los adityas, los hijos de Aditi, la diosa virgen del aire. 
Varuna cuida de la rita, de la verdad divina, y lo hace celosamente desde la Tierra y la Luna, es decir, se mantiene vigilante en el día y en la noche, ayudado en su constante misión protectora por las estrellas como celador que es del orden sagrado en el Universo visible, del Sat, aunque el dios solar Mitra le vaya sustituyendo en las tareas diurnas, de un modo auxiliar, por lo menos en la India, ya que el Mitra trasladado a Occidente, a través de Babilonia primero y Persia más tarde, se convierta en un dios principal. 
Varuna es el dios sabio que conoce todo lo que ya ha sucedido y todo lo que ha de suceder. De su garganta brotan las aguas de las siete fuentes del cielo, desde donde vienen a la tierra para formar los grandes ríos del planeta. Dyaus Pitr, de donde tal vez saldrá el Zeus griego, es el dios supremo del Cielo. Varuna también velaba por los muertos, paraíso en el que reina junto al primer humano nacido y fallecido, al buen Yama, y con la centinela de los dos perros protectores de las almas, Syama y Sabala. 
El deva Indra, desposado con la diosa Indrani, era una divinidad caprichosa, aunque fuera el dios principal de los humanos, y sus caprichos se manifestaban por igual con mujeres, hombres o animales, tanto que la divinidad Gautama tuvo que encolerizarse con su actitud y llegó a desmembrarle, aunque más tarde sus divinos compañeros se ocuparan de recomponer su cuerpo deshecho.

OTRAS DIVINIDADES DE VEDA
Entre los aditya estaban también Mitra, del que ya se ha hablado, Baga, Amsa, Daksa y Aryamán, junto a Indra y Varuna, formando el septeto básico; también se solía poner a un octavo aditya, al errante Martanda, quien con su continuo andar por el cielo, no era sino una divinidad astral, el Sol, Surya, desposado con la diosa de la Aurora, Uchas, una diosa bondadosa y benefactora. 
Al servicio de los adityas estaban los jinetes o Asvins, divinidades menores que tenían sus dominios en la oscuridad de cada noche, dispensadores del rocío en su corretear celestial y otorgadores de muchos más bienes espirituales y corporales. 
Los centauros Gandharva vigilaban el jugo sagrado del Soma, que era además otro dios de importancia en las ceremonias sagradas. Estos centauros Gandhava eran asimismo unas divinidades tutelares de las almas migrantes en la metempsicosis. 
Los Gandharva estaban unidos a las más bellas divinidades, las turbadoras Apsara, ninfas del agua y concubinas de los dioses mayores. Precisamente un Gandharva, Visvavat, fue el padre del primer mortal. Visvavat estaba casado con Saranya, la hija del herrero de los dioses, Tvachtar, el mismo que le proporcionó el rayo a Indra para que pelease con Vritra. De este matrimonio nacieron Yama y su hermana gemela, y esposa, Yami. Los Gandharva también se ocupaban de la escolta del deva Kama, dios del amor y esposo de Rati, diosa de la pasión amorosa. En la mitología brahmánica, Kama, fue muerto por Siva, ya que había intentado distraerle en sus meditaciones, siguiendo unas maliciosas instrucciones de la cambiante diosa Parvati, esposa de Siva; pero fue devuelto a la vida por el mismo Siva, al escuchar la pena que invadía a la enamorada viuda Rati. Después de su misericordiosa resurrección, Kama pasó a tomar la nueva denominación de Ananga.

EL PRINCIPIO DEL BRAHMANISMO
Los Marut, los dioses de los vientos, hijos del dios Rudra y de la diosa Prasni, tenían gran poder, tanto como el de los temporales devastadores que venían desde las montañas, o el de los vientos cargados de agua benéfica que aparecían estacionalmente en la época de las lluvias, que no era otra cosa sino el orinar de los caballos de Rodasi, la otra esposa de su padre Rudra, o el de su madre la vaca Prasni. Pero los Marut no estaban solos en el reino de los aires, el dios Savitar era quien hacía que se levantase el viento, se pusieran en marcha los rayos del sol y fluyesen las aguas de los ríos, porque él mismo era el movimiento y hasta el propio Sol, aunque entonces tomaba el nombre de Surya
El deva Puchán, armado con una lanza de oro, se encargaba de unir el destino de los seres vivos y de cuidar de ellos en todo lo necesario para su sustento, así como de guiarlos en sus viajes por el buen camino. Pero el culto más popular, el que atraía los más abundantes sacrificios de los fieles, los crauta del ritual, se dirigían preferentemente a Agni o Añi, el dios rojo del fuego, el de los siete brazos y tres piernas, el que estaba en todos los lugares donde se hiciera fuego. 
Añi era hijo de la unión entre el Cielo y la Tierra y, posteriormente, fue adscrito a la unión entre el Cielo y Brahma. Añi estaba casado con Svaha, quien le hizo padre de tres hijos: Pavaka, Pavamana y Suci. Alrededor de este dios se formó una muy especializada e importante casta sacerdotal, pues sólo ella se consideraba capaz de dirigirse a él con rezos y cánticos específicos, un colegio sacerdotal que daría más tarde nacimiento a la casta superior de los brahmanes, precisamente los responsables de que la religión popular que se recogía en los libros del Veda fuera postergada en favor del más completo y complejo corpus del culto brahmánico, una mezcla de religión y metafísica, que se convertirá también en el reglamento cotidiano para los creyentes, haciendo de él una forma de vida totalizadora de lo religioso y lo doméstico.

”EL BRAHMANISMO”
De la unión de los Veda y del ritual sagrado elaborado desde arriba por la clase sacerdotal, nació la nueva doctrina brahmánica, en la que revelación y costumbre se sintetizaban para formar un único cuerpo de reglas que preside toda la vida de los fieles, que va desde los libros revelados, los cuatro Veda, los libros ascéticos del Aranyaka, los religiosos Brahmanas y los litúrgicos Upanisads, hasta los libros escritos por el hombre para compendiar el conocimiento humano, los que trataban de la astronomía, del arte y del lenguaje, los Vedangas, las leyes recogidas en los Dharma y los Sutras, los libros de relatos legendarios Puranas, y las epopeyas del Ramayana y el Mahabharata, en el que se encuentra el texto védico del Vhagavad Gita, que nos enseña las tres vías sagradas de acceso al conocimiento por la contemplación, las obras y la devoción religiosa. 
El brahmanismo contempla en su base el misterio de la Trimurti, la trinidad de lo absoluto, del Yo o atman, como creador de toda existencia y detentador de toda idea. El Yo existe en sus tres personas complementarias: Brahma, el creador, Visnú, el conservador, y Siva, el destructor. Pero también el Yo, el Unico, coexiste al mismo tiempo en las dos naturalezas unidas, en la mortal y en la inmortal, porque las dos naturalezas no son sino una sola esencia, el último principio, el atman. 
Por ello el dios que todo lo conoce y todo lo experimenta es, antes que nada, la ubicua presencia universal, sea en criatura viva o en cosa inanimada. Y los humanos no somos sino reflejos de esa doble naturaleza mortal e inmortal a un tiempo, todos los humanos somos un yo personal más la parte alícuota del Yo total, a ese yo al que debemos tratar de unirnos, para alcanzar la paz eterna, la armonía con el principio último, para poder aspirar a ser felices en esta vida contingente y eternos en la vida trascendente.

SIVA Y VISNU
Mientras que Brahma quedaba establecido en un plano metafísico, las otras dos personificaciones del Trimurti, Siva y Visnú, se convertían en figuras queridas y temidas, en los santos visibles a los que recurrir en un caso concreto, en las personas divinas pero humanizadas de las que se podían contar leyendas y creer prodigios, porque los dioses que se asemejan a los hombres en sus defectos y en sus virtudes, siempre están más cerca de ellos. Visnú, por ejemplo, fue el héroe amado, el ser celestial que descendía continuamente al mundo al que había dado vida con su aliento divino, para librarlo del mal, que también intentaba perpetuarse sobre su superficie, aprovechando cada una de las nuevas recreaciones. 
Sus hazañas aparecen relatadas en los avatares y esos textos calan hondo en el fervor popular, porque no hay cosa mejor que poder contar las muchas historias del dios valiente y bondadoso. 
Siva, por ser el dios destructor de la trinidad brahmánica, se vio impelido a adoptar cada vez papeles más terribles y así, transformado radicalmente desde su primitivo carácter de deva benefactor, llegó a representar al dios implacable al que se le encomendaba la ingrata tarea de la destrucción, pero no por ello dejaba de dar lo mejor de sí en beneficio de las grandes causas, aunque tuviera que repetir una y mil veces el sacrificio. 
Al terrible Siva también se le hizo pronto asumir la tutela de la fecundidad, y los signos fálicos se elevaron por todo el territorio de la India en su honor, en un patrocinio lógico de comprender, porque al ser un dios tan poderoso y valiente, no podía por menos que ser el varón deseable al que dirigirse con devoción, para rogarle que comunicara la gracia de su fuerza y vigor a los hijos esperados. 

VISNU, EL PROTAGONISTA DE LOS AVATARES
Hace muchos milenios el dios Visnú comenzó su carrera mitológica como una divinidad más de la naturaleza, tal vez como un dios solar, pero fue ganando puestos constantemente, pasando a un puesto de máxima importancia en la trinidad trimurtiana, al segundo lugar, tras el gran Brahma. Ahora Visnú está a la espera de la última encarnación de su ciclo, después de haber tenido nueve de las diez predichas por el plan brahmánico, habiendo pasado ya por las del pez que salvó a Manú del diluvio, la tortuga que obtuvo la bebida sagrada del amrita, el jabalí que volvió a salvar a la tierra del nuevo diluvio, el león que castigó al blasfemo demonio Hiranya, Trivikrama, el Brahmán enano de los tres pasos, el Parasurama que venció a los chatrias, el Rama ejemplar que se narra en el Ramayana, Rama Chandra, el príncipe negro Krisna, Buda. 
La décima será el avatar del gigante con cabeza de caballo blanco, de Visnú como Kalki, venido a la Tierra para la batalla definitiva contra el mal en el día paralaya, cuando se acabe el mundo y Siva aparezca también sobre las ruinas del día del fin del mundo. 
En las populares y muy hermosas epopeyas sacro-poéticas del Ramayana y del Mahabharata, Visnú ya se convierte en el verdadero protagonista de la leyenda, relegando a Brahma, al que fuera poder eterno, a un segundo plano, mientras que él se acerca más y más al fervor popular, y habita en las moradas paradisíacas rodeado del amor eterno de un millar de incondicionales pastoras celestiales, las Gopis y en compañía de Laksmi, divinidad del amor, de la ciencia y la fortuna, según nos cuentan los textos del Ramayana. 
Cuando Visnú desciende a la tierra a acompañar a los humanos, lo hace tomando cuerpo en un dios de cuatro brazos, generalmente, brazos que portan el disco, el mazo, la concha o la trompeta, y la espada o el loto, emblemas que son representaciones de sus facultades y virtudes, como son los símbolos del Sol, de la fuerza, del combate contra el mal y su justo castigo, respectivamente.

SIVA, LA REGENERACIÓN Y LA DESTRUCCIÓN
Siva es la tercera persona del Trimurti, aunque para sus fieles, él es la primera e incontestable divinidad trinitaria. Casado con la también impresionante diosa Parvati, la montaña, que conoce muchas advocaciones, desde la de Sati, o esposa, y Ambiká, o madre, hasta la de Kali, la negra, la diosa de la muerte.
Con su esposa Siva habita en las regiones que forman el techo del mundo, en el Himalaya, sobre la cima del monte Kailas. Naturalmente, un amor como el de la diosa Parvati y el dios Siva no podía ser menos que grandioso y se cuenta que, cuando al fin Siva y Parvati se unieron por vez primera, todo el planeta se estremeció en un gigantesco terremoto. 
El dios Siva a veces se presenta ante los hombres desnudo y cubierto con la ceniza de la ascesis, con toda la pureza de su ser, adornado con la señal inconfundible de un tercer ojo vertical en medio de la frente, por el que todo lo ve, símbolo de su omnisciencia, y con el pelo recogido en un gran moño, el mismo que paró la caída de la diosa Ganga, la diosa de las aguas sagradas del río Ganges sobre la Tierra, absorbiendo con su estoico dolor esa inmensa cantidad de agua, que era tan necesaria para la vida del pueblo indio. Otras veces aparece cubierto completamente de serpientes, para señalar inequívocamente su inmortalidad, y armado con el arco Ayakana y el Jinjira, más el rayo y un hacha, porque entonces es la personificación del tiempo, el dios destructor. 
Cuando aparece como dios de la justicia, lo hace montado sobre un toro albo y su cuerpo está coronado por cinco cabezas y un número par de brazos, entre dos y diez, empuñando en una de sus manos un tridente en el que están ensartadas dos cabezas. Sobre la frente se destaca la marca de una luna en creciente, su pelo rojo se eleva como una tiara y su garganta es azul, para recordar que es el Nilakantha, el héroe que salvó el mundo de todo el veneno vomitado por Vasuri, el rey de las serpientes, y lo recogió en su mano para beberlo después, quemando su garganta divina con la ponzoña, antes que dejar que los hombres muriesen por su efecto

BUDA, EL PRÍNCIPE ASCETA
El príncipe Siddharta Gautama, conocido por la posteridad como Buda (Iluminado), vivió entre los años 550 y 471 (a. C.) Nació al norte de Benarés, en Kapilavastu, con el anuncio hecho a Maya, su madre, según nos cuenta su leyenda, de que su vida sería la de un rey de cuerpos, un Kakravartin o la de un pastor de almas, un Buddah. Nació el prodigioso niño a través del costado de Maya, auxiliado por Indra y acompañado de dos serpientes de las aguas, dos Nasa, que crean sendas fuentes de agua caliente (Nanda) y fría (Upananda) para lavar a la criatura prodigiosa, que perderá a la semana a su madre. 
Su padre, el viudo rey Suddhodana, decidió rodearlo de todo lo más hermoso que estaba a su alcance, para evitar que fuera el hombre espiritual que se había profetizado, apartándole de todo aquello que le pudiera hacer pensar en las miserias humanas, y poniéndolo en manos de su cuñada y nueva esposa Mahaprajapati. Pero Siddharta, en su retiro perfecto, llegó a ver y a reconocer el sufrimiento ajeno, supo de la enfermedad y de la muerte y, sobre todo, vio en un monje la perfección que el padre quería proporcionarle con regalos y placeres. 
Fueron sus cuatro encuentros: con la vejez, con la enfermedad, con la muerte y con la serenidad. Entonces y tras vencer toda clase de tentaciones puestas por su padre, el príncipe Gautama, que se había casado con la más bella de las doncellas, con Gopa, y ya tenía un hijo, decidió seguir el ejemplo del monje, abandonando el mundo de esplendor de su padre. 
Según se cuenta, Siddharta tenía veintinueve años cuando decidió abandonarlo todo para buscar la verdad, y aún pasó otros seis años recorriendo la India en compañía de su fiel Chandaka, buscando esa serenidad admirada en el anónimo monje, pero su esfuerzo no se veía recompensado por el éxito; no había encontrado al maestro buscado, tampoco había alcanzado el estado deseado. 
Por fin, en la soledad de una noche de Bodh-Gaya, cuando se encontraba prácticamente al borde de la desesperanza, bajo las ramas del árbol Bo, Gautama fue iluminado y con la fuerza de la verdad, el Buddha comenzó su camino de predicación a la buena gente que encontraba a su paso. Su verdad era sencilla, nada hay de permanente en un Universo cambiante, en un Universo en el que nuestros actos, y no los dioses, nos premian o castigan con un nuevo nacimiento en el que nuestro ser, transmigrado, alcanzará un estado más perfecto o más imperfecto, según los méritos de nuestra propia vida, según haya sido de triunfal su lucha contra los anhelos y las pasiones.

EL BUDISMO
La doctrina de Buda se desarrolló con fuerza en la India y fuera de ella, pero, poco a poco, su implantación en el territorio en el que nació fue perdiendo fuerza, trasladándose con más vigor al otro lado de los confines del norte, en el reducto inaccesible del Tibet, y cruzando más tarde hacía el este, llegando a la península de Indochina a China, Mongolia, Corea y Japón, para quedarse definitivamente asentada en Extremo Oriente. 
También con el paso del tiempo, la doctrina sencilla y casi atea de Buda se fue enriqueciendo con elementos ajenos, dándole al asceta Buda una dimensión divina de la que él hubiera huido avergonzado y confuso, y poniendo junto a él a toda una corte de dioses tradicionales, hasta hacer crecer de la mera idea filosófica de la renuncia todo un bosque de personajes mitológicos, en el que permanecían parte del Brahma original y, sobre todo, del Indra del culto védico, ahora reducidos a personas santas del budismo y cambiados hasta en su aspecto, con Indra rebautizado Sacra, al frente de un colegio celestial de treinta y tres dioses, a la espera de recibir la orden de Buda para ir en su ayuda con el vayra sagrado, para luchar a su lado contra Mara, el nuevo demonio de la tentación, el rey de los placeres. 
Este Mara, que reina en la Tierra, en el Infierno y en los seis pisos inferiores del Cielo, tiene bajo sus órdenes a un ejército de demonios y se sirve de sus tres hijas, Sed, Deseo y Placer, como avanzadillas de su mundo de pecado. 
El príncipe iluminado, vencido por la necesidad de una religión que se adaptara a la tradición india, se trastocó en un dios múltiple en el tiempo, en el prototipo de la transmigración incesante, en una persona divina que había vivido en muchas ocasiones, como si el personaje sagrado se hubiera empapado también de la esencia de Visnú y sus avatares, en un dios que operaba milagrosamente y que se multiplicaba en la Tierra en otros seres humanos, ya que, mediante el exacto cumplimiento de su doctrina, iba dando lugar al nacimiento de innumerables Bodhisattvas, de aquellos humanos santificados que irían progresando en el camino de la transmigración, hasta llegar a ser también otro nuevo Buda en una futura reencarnación, cuando sus méritos acumulados así los recompensaran con la divinidad.

EL CAMBIO EN LA DOCTRINA BUDISTA
También se vinieron desde los Veda los antiguos Gandharva, pero ahora a cargo de la música del Cielo, y lo hicieron como auxiliares de uno de los cuatro Lokapalas, los soberanos de los cuatro rumbos. Estos Lokapalas están a cargo de los puntos cardinales: en el Norte está Kubera, con los también tradicionales Yaksas, los antiguos auxiliares de Siva; en el Este Dhritarastra, gobernando sobre los Gandharva; en el Sur está Virudhaka, señor de los geniecillos enanos; en el Oeste el señor es Virupksa, con sus serpientes acuáticas Nasa, dueñas de la lluvia. Junto a los demonios de Mara y a sus hijas, las que conocen las treinta y dos magias de las mujeres y las sesenta y cuatro de los deseos, hay otras criaturas infernales, desde los desgraciados espíritus transmigrantes Pretas, míseras ánimas en pena, al legendario Davadatta, el primo de Buda y alevoso traidor, pasando por Hariti, la diosa de la enfermedad negra, de la viruela, madre de quinientos demonios, que fue transformada en una mujer bondadosa por Buda, al ver el amor que sentía hacia sus hijos. 
Con éstos y muchos más dioses, el aséptico cuerpo primigenio del ascetismo budista se fue llenando de personajes locales, cubiertos de atributos y también de ornamentos y, todavía más, se fue haciendo más y más barroco a medida que, en otros lugares diferentes de Asia, se iba apropiando de divinidades locales para su nuevo panteón, como es el caso de los más representativos Bodhisattvas, Mitreya, Manjusri y Tara (que había sido diosa de la energía en la India y pasa a ser encarnación de Buda) en el Tibet, o la multitud de divinidades existentes asociadas a Buda o a los Bodhisattvas en China y Japón. 
Buda, el asceta histórico original, se difumina ante la serie de Buddahs que han alcanzado ya el Nirvana, el reposo eterno, y él sólo es el Gautama o el Sakiamuni, y no habrá más hasta que llegue el Mitreya del último tiempo, mientras que una nueva familia de Buddahs celestes reinan en un también nuevo y heterodoxo Paraíso enclavado en lo más elevado. 
Finalmente, el budismo doctrinal evolucionó, transformando su esencia tanto como su aspecto formal, del metta de la serenidad se llegó al bhakti de la sensibilidad y el amor, para que en el karma también se inscriban la renuncia y los sacrificios, abriéndose el ser humano, desde la individualidad primigenia del budismo, hasta llegar a la doctrina de la necesidad de transferir la gracia alcanzada por uno mismo hacia los demás, hacia el prójimo.

JAINISMO Y SIJISMO
Casi mil años después de Buddah, en la misma época en la que nace el hinduismo, Nataputta o Vardhamana, apodado Mahavira (el Grande) y Jina (Vencedor), funda el Jainismo. 
En efecto, era hijo de una personalidad, pero a los treinta años murieron sus padres y ese acontecimiento le llevó a repartir sus riquezas y salir en busca de la verdad en una larga peregrinación que desembocó en una rebelión religiosa contra el brahmanismo. 
El Jainismo es una religión sin dioses y que busca alcanzar en la trasmigración la paz del espíritu, en sus dos vertientes; digambara y svetambara, la desnudez total o hábito blanco. El jainista lleva vida eremita, con la limosna como sola forma de supervivencia y el respeto extremo a todo lo vivo, con un especial énfasis en la protección de los animales, para alcanzar la libertad por el triratna: conocimiento, fe y virtud. La fe se alcanza con la lectura de los Agamas del Mahavira; la virtud exige no matar, no robar, no mentir, la castidad y la renuncia total. Para el jainismo, el Universo se divide en dos partes, una material, sin vida (adjiva) y otra viva (atman), que se libera de la materia por el dharma de sus obras y queda atrapada en el karma de sus faltas, en su camino hacia la perfección del siddha, el nirvana jainista.
El sincretismo sij lo fundó el guru Nanak a finales del siglo XV, buscando la unión de hinduismo e Islam. El guru Arjan escribió en gurmuji, en pujabí, el que sería luego el texto sagrado del Adigrant, recopilando las enseñanzas de Nanak sobre un solo dios y un mundo sin castas, en el que las almas conocen la reencarnación en virtud de la perfección y la pureza que hayan sabido buscar en su vida anterior. Y así se reencarna el guru Nanak en los sucesivos gurus que gobiernan el culto sij. 
La obra de Arjan se escribió, precisamente, en una época de persecución musulmana, lo que llevó a este grupo religioso punjabi a transformarse en temibles guerreros. Aparte de la humildad y la sinceridad, la alimentación omnívora (frente al vegetarianismo hindú y a los alimentos prohibidos de los musulmanes) y rechazar la división en castas, los sijs se distinguen por sus turbantes y por la obligación de conservar siempre su pelo.

Divinidades
ACARIRA: Divinidad símbolo del amor e hijo de Visnu. Uno de los nombres de Kama - Deva, dios del Amor- en la mitología hindú.

ADIBUDHA: Nombre del ser supremo anterior a todo lo creado y creador de todas las cosas.

ADITI: Aditi es mencionada en el Ring-Veda como madre de todos los dioses. Se la invocaba como dispersadora de bendiciones para los niños y el ganado, y se declara que es la madre de Varuna y de otras deidades. Se supone que es la personificación de lo infinito, en especial de la inmensidad del cielo, en oposición a la limitación de la tierra. Otra suposición es la que Aditi es la personificación de la “Naturaleza o Ser Universal que lo contiene todo”. 
Esta idea parece más correcta. Además está relacionada con el perdón de los pecados. Los hijos de Aditi se conocen como Adityas.



ADITYAS: El nombre significa “Los descendientes de Aditi”. En el Ring-Veda se cita el nombre de seis de ellos: Mitra, Aryaman, Bhaga, Varuna, Daksha y Amsa. En otro pasaje se menciona también a Marttanta, en otros pasajes el número de ellos llega hasta doce, mencionándose a: Surya Savitri y la Luna. 

AGNI: Dios Védico cuyo elemento es la tierra y el fuego. Es el dios de la sabiduría. Junto con Indra y Surya conforman la “trinidad védica”. Con la única excepción de Indra, se le dedican más himnos que a ninguna otra deidad. Se mencionan varios relatos sobre su origen. Se dice que es hijo de Dyaus y Prithivi; es llamado hijo de Brahma, recibiendo en este caso el nombre de Abhimani y se le cuenta entre los hijos de Kaspaya y Aditi y por ello como uno de los Adityas. Se lo representa como un hombre colorado, con dos cabezas (una benévola y otra maléfica), tres piernas y siete brazos, y con ojos, cejas y cabellos oscuros. 
Monta en un carnero; viste una poita (cordón brahmánico) y una guirnalda de frutas. Llamas de fuego surgen de su boca y siete rayos de gloria manan de su cuerpo. También representa el fuego del sol y de la luz de los corazones de quienes le adoran. Como personificación divina del fuego de los sacrificios, es la boca de los dioses, es el portador de ofrendas y el intermediario entre humanos y dioses. Protege a los hombres y a los hogares de los hombres.


El dios Agni habría nacido de la boca de la luna cósmica Purusha. Muchas veces es mostrado con dos cabezas como en este retablo de India del sur. 
En su rol como dios del fuego era unido muchas veces con sacrificios y es por esto que se le consideraba un mensajero entre los creyentes y los dioses. 

AKUPERA: Nombre de la tortuga que servía de sostén a la tierra. 

AMANGA: Deidad similar a Eros. 

ANNON: Especie de cisne que sirve de montura a Brahma. 

APAH: Dios de la naturaleza, rey de las aguas. 

APSARAS: Eran ninfas acuáticas cuya misión era bailar en el paraíso de Indra. 

ASURAS: Demonios o espíritus malignos que luchan contra los Devas, dioses.


ASVINES: Se les llama Asvines (llenar), porque se extienden por todas partes, uno con luz y el otro con humedad. Otros dicen que se llaman así, porque montan en caballos. Unos dicen que son el cielo y la tierra o el día y la noche (?). Se dice que los Asvines tuvieron a Surya, hija de Savitri, por esposa común. Ella los escogió a ellos porque su vida era demasiado solitaria. Su padre había intentado casarla con Soma, pero como los dioses estaban ansiosos por obtener una novia tan hermosa, se acordó que tendrían que celebrar una carrera y que el premio para el vencedor sería Surya. Los Asvines resultaron vencedores y ella montó en su carroza.



BALARAMA 
En el marco del hinduismo, el dios Balarama es el hermano mayor del dios Krisná.
También se lo conoce como:
·       Baladeva (dios de la fuerza),
·       Balabhadra (auspicio fuerte) y
·       Gadádhara (el que sostiene la maza) 

En el visnuismo y en el krisnaísmo (dos ramas del hinduismo) y en varias religiones del Sur de la India, se adora a Balarama como un avatar del dios Visnú. Es enumerado como tal en el Bhagavata-purana. Se le conoce también como una manifestación de Shesha, la gigantesca serpiente sobre la que descansa Visnú.
El Bhagavata-purana describe a Krisná como la Personalidad de Dios, de quien emana Visnú y otros dioses. Como parte de esta emanación divina, la primera expansión de Krisná es Balarama. De Balarama aparecen todas las demás encarnaciones de Dios. De las tres características espirituales de Dios descritas en los textos sánscritos, sat, cit y ananda (eternidad, conocimiento y bienaventuranza), Balarama está a cargo de la eternidad y el conocimiento. Por eso es adorado como adi-gurú (maestro principal).
Balarama nació de Vásudeva y Devaki. El malvado rey Kamsa, hermano de Devaki, mató a todos los hijos de su hermana porque una predicción del sabio Nárada dijo que él moriría en manos del octavo hijo. Kansa encerró a su hermana Devakī y a su cuñado Vásudev en la prisión de su palacio en Mathurá. Cuando la pareja tuvo su primer hijo Kamsa lo mató ante ellos. Lo mismo hizo cuando la pareja tuvo su segundo hijo, y empezaron a tener hijos sin poder parar: uno tras otro Kamsa los mató.
Luego de matar a su malvado tío, el rey Kamsa, Krisná (de ropa amarilla) y Balarama (de ropa azul) se encuentran con sus verdaderos padres: Vásudev y Devakí.

Sin embargo, el séptimo hijo fue transferido milagrosamente del útero de Devaki (en la cárcel) al útero de Rojini (la esposa de Nanda, un jefe de pastores de vacas en Vrindávan), quien había deseado tener un hijo propio. Por eso otro nombre de Balarama es Saṃkarṣaṇa (‘completamente arrastrado’) lo cual describe su transferencia de un vientre a otro. El niño fue nombrado formalmente como Rama, pero debido a su gran fuerza lo llamaron Bala Rama (‘fuerte Rama’), Bala Deva o Bala Bhadra.
Así Rojini fue la que parió a Balarama y lo crio. Balarama pasó su infancia como pastor de vacas, junto con su hermano Krisná y amigos.
Más tarde se casaría con Revati, la hija del rey Kakudmi, de Kuśasthalī o Anarta. Balarama tuvo con su esposa Revati a su amado hijo Nishaṭha.
Balarama les enseñó tanto al príncipe Duriodhana (de la familia de los Kurus) y a Bhīma (de la familia de los Pandavas) el arte de luchar con la maza. Cuando estalló la guerra entre las dos familias, Balarama decidió retirarse y ser neutral, porque sentía afecto por igual por ambos grupos contendientes. Cuando finalmente Bhima (de más fuerza) derrotó a Duriodhana (de más destreza) dándole un golpe de maza debajo del ombligo (lo cual estaba prohibido por las reglas del combate con maza) Balarama quiso matar a Bhima. Entonces Krisná le recordó a Balarama que Bhima había prometido matar a Duryodhana aplastándole el mismo muslo que había expuesto en Draupadī (esposa de Bhima) cuando Duriodhana trató de desnudarla.

En el «Bhagavata-purana» (siglo XI d. C.)
Un día, Nanda Majarash le pidió al sabio Garga Muni (el bráhmana sacerdote de la familia) que visitara su hogar para ponerles nombres a Krisná y a Balarama.
Cuando Gargamuni llegó a su casa Nanda le pidió que hiciera la ceremonia de nombramiento de los bebés. (En la India, aun hoy a los bebés antes de darles nombre se les llama Ku Mara (‘fácil muere’), debido a la altísima mortalidad infantil, basada en el seguimiento de los hinduistas en la medicina aiurvédica).
Gargamuni entonces le recordó a Nanda que el rey Kamsa estaba buscando al hijo de Devaki (porque sabía que se había salvado) y le dijo que si realizaba la ceremonia de manera demasiado opulenta, esto llegaría a oídos del rey, quien entonces sospecharía que Krisná era el hijo de Devaki. Entonces Nanda le pidió a Gargamuni que realizara la ceremonia en secreto.
En el Bhagavata-purana se describe que después de que Balarama tomó parte en la batalla que causó la destrucción de toda la dinastía Iadu completa, y después de que vio la muerte de Krisná, se sentó a meditar y falleció. 
En otras tradiciones se dice que entonces una gran serpiente blanca salió de la boca de Balarama, como referencia a su identidad como Ananta Sesha.
La tradición dice que el sitio donde murió se encuentra en la desembocadura del río Jirán en el Mar arábigo, a un kilómetro del templo Somnath, en Guyarat.
En ese lugar hay una caverna, donde los habitantes de Veraval a 6 km de Somanath actualmente dicen que la serpiente Shesha retornó a Patala Loka (el infierno). Ese dato sería teológicamente correcto, ya que la serpiente Ananta Shesha no sólo está debajo del dios Visnú como su reposera, sino también descansando en el infernal Patala.

La muerte de Balarama.

Balarama siempre se representa como un joven de piel muy clara (con pintura de color blanco o amarillo), especialmente en comparación con su hermano Krisná, quien se pinta negro o azul oscuro.
Las armas de Balarama son la azada y la maza (en sánscrito gadā). Tradicionalmente Balarama usa ropas azules y una guirnalda de flores del bosque. Su cabello está atado en una cola y tiene aretes y brazaletes de oro.
En Mathurā (Estado de Uttar Pradesh, en el centro-norte de la India) el arte hindú ya estaba desarrollado antes del periodo kushan, especialmente enfocados en el culto al dios Visnú. Allí Balarama aparece representado con dos o cuatro brazos (para indicar su identidad con Visnú). Es prácticamente seguro que su culto en Mathurá es previo a la llegada de los kushanes. Balarama aparece a veces con la cabeza coronada por serpientes. 

BHAIVARA: El destructor. Es el aspecto terrible de Shiva. Su vehículo es un perro negro. 


BALI: Dios del infierno, fue vencido por Visnu y obligado a bajar al infierno.

BARANI: Nombre de la madre de Brahma, Siva y Visnu. 

BHADRAKALI: Deidad que provocaba toda suerte de enfermedades y dispensadora de la vida y de la muerte. 
Tutelaba el amor pasional y la reproducción. Tenía como atributo el “Yoni” (Sexo femenino).
Ella es una de las formas feroces de la Gran Diosa (Devi) mencionada en el Devi Mahatmyam. Bhadrakali es la forma popular de Devi adorada en Kerala como Sri Bhadrakali y Kariam Kali Murti Devi. En Kerala se la ve como la forma auspiciosa y afortunada de Kali, que protege el bien. Está representada con tres ojos y cuatro, doce o dieciocho manos. Ella lleva un número de armas, con llamas que se derivan de la cabeza, y un pequeño colmillo que sobresalía de su boca.

BHUMI O BHUMIDEVI
Bhuma-Devi o Bhū-Devi, es la personificación de la Madre Tierra. She is the consort of Varaha , an avatar of Vishnu and regarded as the mother of the goddess Sita . Ella es la consorte de Varaha, un avatar de Vishnú y considerada como la madre de la diosa Sita. Según el uttara-kanda, cuando Sita finalmente deja a su marido Rama, ella regresa a Bhumidevi. Ella es la madre del demonio Narakasura. Bhumi Devi también se cree que es una de las dos formas de Lakshmi. Bhudevi es la diosa de la Tierra, y la forma de la fertilidad de Lakshmi. Ella es la hija de Kashyap Prajapati. Según algunos ella es también Satyabhama, esposa de Sri Krishna en Dwapara Yuga y el santo divina Andal. Varias deidades femeninas han tenido nacimientos similares a Sita. 
Se la representa en estatuas votivas, sentada sobre una plataforma cuadrada que se apoya en la parte posterior de cuatro elefantes que representan las cuatro direcciones del mundo. Cuando se representa con cuatro brazos, ella sostiene una granada, un vaso de agua, un recipiente que contiene hierbas curativas, y otros que contienen verduras. Cuando se muestra con dos brazos, ella sostiene un loto azul conocido como Kumuda o Utpala el loto noche, en la mano derecha. La mano izquierda puede estar en el Abhaya Mudra - valentía o la Lolahasta Mudra que es una estética pose intención de imitar la cola de una vaca.

BRAHMA
Es el dios creador del universo y miembro de la Tri-murti (‘tres formas’), la tríada conformada por Brahmá (dios creador), Visnú (dios preservador) y Shivá (dios destructor).
Según un mito hinduista poco difundido, los tres dioses surgieron del huevo cósmico puesto por la diosa Ammavaru.
Según otro mito más moderno, de origen visnuista (de los adoradores del dios Visnú), Brahmá surgió de una flor de loto que flotaba en el océano del ombligo de Visnú durmiente (que genera la existencia del universo en sus sueños).
Aunque quizás el mito primero es aquel que supone a Brahmá como el primer ser creado por el Brahman, e incluso como la primera personificación del absoluto Brahman, mediante la cual el Brahman crea todo.
Brahmá es el esposo de Sáraswati (la diosa del conocimiento) y de Savitrī (la hija del dios de Sol, Vivasuán o Savitrá), también llamada Gaiatrí (‘la cantada’; uno de los mantras más importantes del hinduismo). Sin embargo, siendo el Creador, todos sus hijos son mana-putra o hijos de la mente, indicando su nacimiento de la mente de Brahmá y no de su cuerpo.
Brahmá interfiere ocasionalmente en los asuntos de los dioses, e incluso más raramente en los de los mortales. Él obligó al dios Soma (el dios de la Luna) a devolver a Tara a su marido Brijáspati (el gurú de los semidioses). Es considerado el padre de Dharma (el dios de la religión) y de Atri. Brahmá vive en Brahmapura, una ciudad situada en la cima del mitológico monte Meru (situado en medio del universo).
Tal como se ha dicho Brahmá es un agente del Brahman (el Ser supremo o Ser absoluto del hinduismo).
Nunca se volvió objeto de adoración: en India sólo hay dos templos dedicados a él. Este dios era muy importante ya que era el de la creación y el dios Shiva al bailar en el momento en el que el toca el piso con sus pasos anuncia el nacimiento de Brahmá saliendo de la flor de loto.
Brahmá es representado tradicionalmente con cuatro cabezas de barbas blancas (símbolo de la sabiduría), cuatro brazos y una piel roja (o amarilla, en las iconografías más modernas). Cada boca recita uno de los cuatro Vedas. Las manos sostienen un recipiente de agua usado para crear la vida, un yapa-mala (collar de cuentas) usado para llevar el registro del tiempo del universo, el texto de los Vedas escritos en papel (un anacronismo, ya que los libros no existían en la época de composición de los textos védicos), y un padma (flor de loto). Va montado sobre un cisne, Jansa, con el que vuela por el universo. Este Jansa no debe confundirse con la encarnación de Visnú en forma de cisne, también llamado Jansa.

Al inicio del proceso de creación, Brahma crea los cuatro Kumaras. Sin embargo rechazaron su orden de procrear y se vuelven célibes (se les llama Chatursana: ‘los cuatro solteros’).
Entonces procedió a crear de su mente diez hijos o Prayápatis y una hija (llamada Shatrupa, que puede tomar cientos de formas), quienes se cree que son los padres de la raza humana. Pero como estos hijos nacieron de su mente y no de su cuerpo, son llamados mana putra, hijos mentales. Las Leyes de Manu y el Brahma-anda-purana los enumera así:

Marichi, Atri, Angirasa, Pulaha, Pulasthya, Krathu, Vashista, Prachethasa, Bhrigu, Narada


CAMA-DEVA: Dios del amor, hijo de Brahma. 

CUBEREN: Dios de las riquezas. Se le representaba cabalgando sobre un caballo blanco.

CHANDRA
Era el dios de la luna en la mitología india. Era hermano de Aditya, Agni, Vayu y Ushas. Esposo de las 27 hijas de Daksha. Tuvo un romance con Tara del que nació Budha. Se decía que era la quinta cosa surgida del Océano Primitivo. Estaba asociado a la fertilidad ya que se le rezaba cuando una pareja quería tener un hijo. Posteriormente su figura se fusionó con la del dios Soma.
El secuestro de la esposa de Brhaspati, Tara con la que tuvo un hijo desencadenó una guerra entre dioses y demonios, encabezados estos últimos por el propio Chandra, se resolvió cuando Brahma intervino y restituyó su esposa a Bhraspati.
Se le representaba de color blanco y conducía el carro de la luna a través del cielo tirado por diez caballos blancos, su otro medio de transporte era un antílope blanco.

DANAVANDRI: Es el médico de los dioses. 

DARNADEVE: Deidad que personificaba la virtud. 

DEVANI: Hija de Indra, diosa tutelar del matrimonio y ahuyentadora de las enfermedades y los malos espíritus. 

DIAVA: Dios del aire. 

DURGA:
Durga es la diosa de la guerra y la destrucción, una de las manifestaciones de Parvati, cuyo nombre en sánscrito significa “la Inaccesible” o la “la Invencible” su nombre se compone de dus- = “sin dificultad” y = “venir”, “ir”. La palabra está asociada a fortaleza o lugar de difícil acceso. Durgatinashini, “la que elimina los sufrimientos” o “la que puede sanar en situaciones de gran abatimiento”. Ella manifiesta su fuerza destructiva por amor y compasión hacia sus hijos, con la intención de salvarnos de nuestros demonios internos. Con arcos, flechas y su disco divino ella rompe la muralla del ego de sus devotos, utilizando sus armas para combatir nuestras imperfecciones, nuestra oscuridad interior. 
Durga es junto con Kali la Madre Guerrera que acude para salvar a sus hijos de la ignorancia espiritual y los apegos inferiores, protegiendo a sus devotos de los males y quitándoles sus miserias.
Durga simboliza la experiencia o felicidad, es la suprema diosa radiante, el poder del deleite, del gozo, la fuerza centrífuga que desintegra, visible en el fuego, considerado como el destructor. 
Ella representa el poder del conocimiento, de la realización, de la sabiduría trascendental, la destructora del mundo de ilusión, la consorte del Señor Shiva, también conocida como “la Inalcanzable”
Se la representa como una hermosa mujer armada de color amarillo, con expresión feroz y amenazadora, el cabello negro suelto sobre los hombros, con diez brazos, tres ojos y cabalga sobre un león o en un tigre, portando un gran número de armas, con una flor de loto y una sonrisa meditativa, mientras que con sus manos practica mudras y forma el mudra de la bendición, la diosa que avanza y quita el miedo a todos sus devotos. Representa la Fuerza Femenina Divina, Shakti, en estado de calma, de unión con el Universo en compasión. Durga no le teme a nada ni a nadie y además posee un extraordinario sentido del humor. 
Entre las encarnaciones de esta diosa guerrera se incluyen a Annapurna y a Karunamayi (Amabilidad), su aspecto más oscuro, Kali, la diosa de la destrucción. Su forma es deslumbrante y radiante, con destellos dorados y rojizos, su atuendo con luces y rayos. Su joyería es de oro, con perlas y piedras preciosas.
Durga es una de las muchas manifestaciones de Maha Devi o la Gran Diosa madre de todo el universo y es su manifestación más poderosa. La gran diosa madre se manifiesta como la diosa Durga cuando las fuerzas malignas de los demonios amenazan la existencia misma de los dioses benéficos (ángeles) o devas, para proteger a los justos, destruir a los malvados y establecer todo aquello que es bueno y correcto (darma).
Durga es la hermana del dios Vishnu.

Los brazos de la diosa 
Durga Representada con ocho o diez manos, que representan ocho cuadrantes o diez direcciones en el Hinduismo, lo que sugiere que así protege al devoto desde todas las direcciones. 

Los tres ojos de la diosa Durga 
Al igual que el Sr. Shiva, a Durga también se le conoce como “Triyambake”, diosa de tres ojos. El ojo izquierdo representa el deseo (la luna), el ojo derecho representa la acción (el sol) y el tercer ojo central representa la sabiduría (fuego). 

El león o tigre
El vehículo de Durga, el león o tigre representa poder, voluntad, determinación. Que ella esté sentada encima del mismo quiere decir que domina estas cualidades. Al estar por encima de éstas puede dominar al demonio del ego. 

Las armas de Durga 
Porta las armas que le prestan los dioses:
El Tridente de Rudra
El Disco de Vishnu 
El Rayo de Indra 
El Kamandalu (un recipiente para agua que simboliza la vida contenida y simple) de Brahma 
La maza de Kubera 
La concha en su mano simboliza el Pranava o palabra mística “Om” que indica su conexión divina por medio del sonido. 
El arco y las flechas representan energía, al sostenerlos con una sola mano, se indica su control sobre los dos aspectos de la energía: potencial y kinética. 
El rayo significa firmeza, el devoto debe de ser firme en sus convicciones, tanto que pueda romper con aquello que se le oponga sin ser afectado: la habilidad de poder atacar retos sin perder confianza. 
La flor de loto en su mano está floreciendo, como la certeza del triunfo que todavía no es final. En sánscrito el loto es llamado pankaja que significa nacido del lodo. Asimismo representa la evolución continua de la calidad espiritual de sus devotos, rodeados del mundano lodo de la lujuria y la avaricia.
El Sudarshan-Chakra o disco precioso, que gira alrededor del dedo índice de la diosa sin tocarlo, significa que el mundo se encuentra sometido a la voluntad de la diosa y está a su servicio. Ella utiliza esta arma invencible para destruir la maldad y producir un ambiente de rectitud. 
La espada que sostiene en una de sus manos representa el conocimiento, filoso como la misma. El conocimiento que no da lugar a dudas, es simbolizado por el brillo de la espada. 

Durga: diosa de la victoria del bien sobre el mal.
El tridente de Durga o trishul es un símbolo que posee tres cualidades: Satwa (inactividad), Rajas (actividad) y Tamas (no-actividad); la diosa remueve tres tipos de miserias, las físicas, las mentales y las espirituales. 
Devi Durga encima del León con el gesto bendito de Abhay Mudra, la seguridad de la libertad sin miedo. La Madre Universal habla a sus devotos: “Rindan todas sus acciones y necesidades ante mí y yo les liberaré de todo miedo”.
La función de Durga es la de destruir al hombre y al mundo que le rodea; esta destrucción, debe entenderse como un paso necesario para la regeneración del Universo.
Según la mitología hindú existió una vez un demonio llamado Mahisasura que venció a los dioses en una batalla. Los dioses encolerizados acudieron a Shiva y a Vishnu por ayuda quienes combinaron sus poderes y crearon a la diosa Durga, para que destruyera al demonio, que estaba destruyendo el equilibrio del mundo. Ella luchó durante nueve días y nueve noches y al décimo día venció a Mahisa o Mahisasura. Era una guerra entre el conocimiento y la ignorancia, la verdad y la mentira, el opresor y el oprimido. Se dice que la diosa al aniquilar al demonio, lo hizo de forma tal que a través de la manera en que ella lo mata logra a su vez ser purificado e ir al cielo.
Durga posee gran sabiduría y compasión para todos sus hijos, incluso aquellos que por su comportamiento se han convertido en demonios, recuerden que al ser la diosa madre del universo es a su vez madre de todo cuanto existe ya sea visible o invisible, tangible o intangible, positivo o negativo. Pero como toda madre al ver pelear a sus hijos (dioses y demonios) ella llega para reestablecer el orden, protegiendo al justo y castigando al malvado.
Prometió alimentar a todos sus hijos, y esta es la razón por la que a veces se la ve representada con alimentos que surgen directamente de su cuerpo. Cuando su fuerza no es suficiente y está muy enfadada, de su frente surge Kali, la diosa negra.
Durga es una de las diosas con más templos dedicados y con más seguidores. Cada año se celebra uno de los festivales más famosos en su nombre: el Dussera, Dasara o Durga Puja, celebrado en el mes de Ashvin (Septiembre-Octubre), también se llama Navaratri Festival, que es vivido con especial énfasis en Bengala - India. La palabra Navaratri significa “nueve noches”, y es que durante nueve noches y diez días, se adoran a nueve formas de Shakti (metáfora de la diosa femenina Durga).

DYAUS
Dyaus, (El cielo), es uno de los más antiguos dioses arios. En el Ring-Veda se lo menciona junto con Prithivi y dice: “promueven la virtud y prodigan de favores a sus adoradores”. No solo son los creadores sino también los preservadores de todas las criaturas y son benévolos y generosos con todos. Se dice que Dyaus fue creado por Indra, y se le describe como inclinándose ante él y estando bajo su control. También se dice que fueron creados (Dyaus y Prithivi) por Soma. 

ETASA: Significa “Caballo del sol” y era un aliado de Indra. 

FERUERES: Los Ferueres eran espíritus de los hombres acaudillados por Mitra, cada ser vivo está protegido por uno.


GANESH O GANESA: Deidad con rostro de elefante, hijo de Shiva y Parvati. Considerado como el enemigo y destructor de todos los obstáculos. Como el Señor del intelecto y la Autorrealización, dios del destino y protector del matrimonio, representa el triunfo de la sabiduría sobre la ignorancia y de la carencia de ego sobre los deseos. 

Ganesha significa literalmente “El comandante Supremo de los gana”. Los gana son las huestes o ejércitos divinos que dirigía Shiva; a raíz de lo cual a Ganesha se le nombra como “El Conductor de las huestes divinas o huestes celestiales”. Su postura de loto (sentado) sobre un ratón, que es su medio de transporte o vahana; cada deidad posee un vehículo. El ratón, representa la oscuridad, que es símbolo de la ignorancia, el yo inferior. Su figura de elefante, se explicaría de este modo: dado que el elefante es el animal de la selva de mayor tamaño; lo cual le permite abrirse paso hasta en la jungla más densa; reflejando así la calidad del líder que muestra el camino a los demás. De ojos pequeños, que poco le permiten ver, y orejas inmensas que mucho le permiten escuchar, son dos cualidades que se asocian con el hombre internamente sabio, ya que el mismo es piadoso, no se siente atraído por ningún objeto material, mira poco hacia fuera y es paciente para escuchar. El elefante es sumamente inteligente, muy fiel y agradecido con su amo. No olvida a su amo y daría su vida por él. Por lo general tiene cuatro manos, aunque algunas veces tiene seis, ocho o sólo dos. Siempre se le describe como una deidad muy corpulenta y los cuadros e imágenes suyas pueden verse en las puertas de la mayoría de los tenderos y se le nombra también como “el ordenador de los obstáculos”. Generalmente se encuentra sobre la puerta principal de las casas para “espantar al mal”. 
No es fácil descubrir cómo Ganesa ha llegado a ser tan universalmente adorado, puesto que hay pocas leyendas en los Puranas que atestigüen sus poderes divinos. 

GANGA
Maa Ganga (madre Ganges) o Ganga Devi (diosa Ganges).
Según la leyenda, esta diosa era la madrastra de Kártikeia (el dios de la guerra, e hijo de Shiva y Párvati).
El descenso de Ganga, obra del pintor indio Ravi Varma (1848-1906). El dios Shiva se prepara para aguantar la caída de la diosa Ganga. Se ve a la diosa Párvati apoyada en la diosa vaca Surabhí y el sabio Baguirata con las manos unidas en actitud devocional.

Según las escrituras hinduistas como el Skanda-purana, la diosa Ganga fue la madre adoptiva de Kartikeia (también llamado Subrahmania y Murugan), que en realidad era hijo del dios Shiva con la diosa Parvati.
Parvati había creado una estatua de Ganesha con su propio excremento. Lo sumergió en las sagradas aguas del Ganges y resultó dotado de vida. Por eso se dice que Ganesha tiene dos madres: Parvati y Ganga, y por lo tanto se llama Duai-Matura y también Gangueia (‘hijo de Ganga’). 
El rey Santanu evita que la diosa Ganga ahogue al octavo hijo de ambos, quien se hizo conocido como Bhisma.

El Majabhárata dice que los dioses Vasus, a quienes el sabio Vashishta los maldijo a nacer en la Tierra, le pidieron a la diosa Ganga que fuera su madre. Ganga encarnó como una mujer y se convirtió en la esposa del rey Santanu con la condición de que el rey en ningún momento le cuestionara ninguna sus acciones, de lo contrario ella lo abandonaría. Cuando nació el primer Vasu, Ganga lo ahogó con sus propias manos en sus propias aguas, liberándolo de la maldición. El rey aunque desesperado al ver morir a su primogénito, no se opuso, por miedo a perder a su amada esposa. Los siguientes Vasus nacieron como hijos de ambos, y a uno tras otro, Ganga los ahogó. Pero cuando nació el octavo Vasu, el rey finalmente se opuso a su esposa, y ella lo abandonó. Así que el octavo hijo, que era Diaus encarnado, se mantuvo con vida, encarcelado en un cuerpo humano, y más tarde llegó a ser conocido como Bhisma y Devavrata, que es uno de los personajes más respetados del Majabhárata.

GARUDA
Era el rey de las aves y enemigo de la raza de las serpientes, Fue vencido por Vishnu quien lo utiliza como vehículo (vajana) para viajar por el espacio, es hijo de Kashiapa y Vinatā. Según el sagrado texto épico Majabhárata, al nacer Garuda los dioses se atemorizaron debido a su terrible brillo corporal. Supusieron que era Agní (el dios del fuego) y le pidieron protección. Luego descubrieron que era un bebé, y aun así lo alabaron como un ser supremo y lo llamaron Fuego y Sol (según el Majabhárata).

Aruná, el amanecer personificado y auriga de Suria (el dios del Sol), es hermano mayor —o hermano menor—de Garuda. Swahá, la esposa de Agnídev (el dios del fuego), adopta la forma de una Garudī femenina, también llamada Suparṇī (según el Suparṇādhiāia y el Taittirīia āraṇiaka) para aparearse con Garuda (según el Majabhárata). 
Garuda, junto con los rishis, ayudó a romper la suspensión de hostilidades entre Indra (el rey del cielo) y el piadoso asura (‘demonio’) Vritra.
Se considera que Garuda es la versión malaya del mito del ave Fénix (ser que podía renacer de sus cenizas). Indonesia y Tailandia tienen esta ave como símbolo nacional. La línea aérea nacional de Indonesia se llama Garudā Airlines.
Los japoneses también conocen a Garuda, a quien denominan Karurá. Dicen que Garuda comía a sus enemigos serpientes hasta que un príncipe budista le enseñó la importancia del vegetarianismo. Entonces Garuda resucitó a todas las víboras que había comido y digerido.

GAURI: Diosa de la abundancia. 

GIVATTANA: Deidad titular de la euforia de los banquetes. 


GONDOPI: Diosa de las flores. 

HANUMAN o Jánuman
El viernes 21 de Mayo se recuerda en India el día de Hanuman, quien representa para la Religión Hinduísta la expresión del más fiel devoto y servidor del Señor. 
Jánuman es el dios mono venerado por los hindúes, quienes lo consideran un aspecto del dios Shivá. Es el fiel compañero del rey-dios Rama (uno de los diez avatares de Visnú) y una de las deidades más importantes del panteón hindú, en el Ramaiana, donde le ayuda en su expedición en contra del ejército liderado por el malvado demonio Rávana. Posee un poder y una fuerza casi ilimitada, hasta el punto de que al nacer saltó hasta el sol al confundirlo con una fruta.
Su nombre significa ‘el que tiene mandíbula [grande]’ (siendo janu: ‘mandíbula’, mat: ‘posee’).

Existen varias leyendas que explican por qué la deidad tiene forma de mono. 
Una de ella narra que Brijaspati, el gurú de los dioses, tenía una sirvienta llamada Punyikastala. Debido a una querella, ella recibió la maldición de quedar convertida en mona, y sólo recobraría su forma si daba a luz a una encarnación de Shivá. Al renacer como Añyana, ella llevó una vida de gran austeridad y sacrificio en honor a Shivá, quien finalmente se compadeció de ella y aceptó ayudarla a deshacerse de su maleficio.
En una ocasión, mientras Agní, el dios del fuego, le daba un plato de dulces sagrados a Dasarath, rey de Ayodhya, para que los repartiera entre sus esposas con el fin de que tuvieran niños divinos, se acercó un águila y robó uno de los pasteles y lo soltó en las manos de Añyana mientras ella meditaba. Ella comió el postre divino y dio a luz a Jánuman. Así, Shivá encarnó en Añyana, adoptando la forma de un mono y contando con la bendición de Pavana, el dios del viento, quien se convirtió en el abuelo de Jánuman. Su nacimiento liberó a su madre del embrujo y decidió retornar al paraíso. Antes de su partida, le reveló al pequeño Jánuman que sería inmortal y que su alimento serían frutas maduras y brillantes como el sol. Siendo niño, fue aceptado como discípulo por Suria (el dios Sol), quien le enseñó los sutras. El extraordinario poder de concentración de Jánuman hizo que pudiera memorizarlos en tan sólo 60 horas.

Estatua de Jánuman en Haladiagada, en Kendrapada

A Jánuman se le distingue particularmente por su gran fuerza física y su carácter virtuoso. También se le considera un erudito que domina las seis escuelas de gramática, los cuatro Vedas y los seis shastras. El Dios Mono no se jacta de lo mucho que sabe; es la expresión misma de la humildad.
Jánuman considera que la esencia de Rāma ilumina a todo ser, y consecuentemente lo adoraba por encima de todas las cosas. La visión de Rama eliminó todos sus pecados, el hecho de tocarlo consumió todo su karma (las consecuencias de sus actos en vidas pasadas), y su conversación inundó su mente de alegría.
Como lo relata el Ramaiana, él demostró su devoción al rey Rama, buscando por el mundo a Sītā, la amada esposa de Rama, que había sido secuestrada. Tan grande fue el deseo de Jánuman de servir a su amo que él ejecutó un gran salto a través del océano para encontrarla.

INDRA
Indra es el rey de los dioses o devas y señor del Cielo y dios principal de la primitiva religión védica (previa al hinduismo) en la India. Aparece como héroe, deidad y figura central en el libro Rig-veda. Es considerado el dios de la guerra, la atmósfera, el cielo visible, la tormenta y el rayo, que era representado como una espada con ondulaciones (como un rayo).
Posteriormente, en el hinduismo, se convirtió en el rey de todos los semidioses (dioses inferiores) y fue superado por los dioses Brahmá, Vishnú y Shivá.
Su arma es el relámpago (vashra). Su vajana (vahana: ‘vehículo, montura’) es el elefante Airavata, que representa la nube de la cual Indra hace descargar su lluvia.
Entre otras cosas es el dios regente de la pupila del ojo derecho (mientras que la del izquierdo es representada por su esposa, la diosa Indrānī) o Sachi.
Su piel es blanca o amarillenta y su cuerpo está cubierto de ojos con párpados que le permiten ver todo lo que sucede en el mundo.
En realidad esos ojos fueron una maldición-bendición de sabio Gótama. Indra había seducido a la esposa del sabio, Ajalia (Ahalya). Al enterarse el asceta del adulterio, hizo que el cuerpo de Indra se llenara de decenas de vulvas. Indra hizo penitencias para pedir perdón, y el sabio terminó accediendo a convertir las vulvas en ojos.
En las escrituras hinduistas, Indra es un dios temeroso de perder su puesto como dios principal. Por eso, cuando se entera de que algún humano (como Vishuámitra) realiza muchas austeridades para ganar karma que le permita ascender en una siguiente encarnación y ocupar el puesto de Indra, éste envía a las prostitutas celestiales, las apsaras (como Urvashí, Rambhá o Menaká) para que lo seduzcan y le hagan perder todo avance místico.
Se puede clasificar a Indra como una deidad afín a otros dioses indoeuropeos, como Thor, Perun y Zeus, y con dioses de las bebidas alcohólicas como Dionisos. El nombre de Indra también se menciona entre los dioses de los mitanni, un pueblo hurrita que gobernó el norte de Siria entre el 1500 y el 1270 a. C. 
Indra y su esposa Sachi sobre su vehículo

Indra, con Váruna y Mitra, es uno de los Aditias, los dioses principales del Rig-veda (además del dios del fuego Agní y de los Ashvins). Él se deleita en el consumo de la droga soma, y el mito védico central es su heroica victoria sobre el asura Vritrá, liberando los ríos, o, alternativamente, su destrucción del asura Valá, un demonio con forma de caverna en la montaña, donde los Panis habían encerrado a las vacas y a Ushas. Indra es el dios de la guerra, rompiendo las fortalezas de piedra de los Dasius, e invocado por los combatientes de ambos bandos en la batalla de los Diez Reyes.
El Rig-veda frecuentemente se refiere a él como Shakrá (‘poderoso’). En el período védico (entre los siglos XV y VII a. C., se suponía que el número de dioses era de 33, y que Indra era su señor. El Brijad-araniaka-upanishad enumera los dioses como los ocho Vasus, los once Rudras, los doce Aditias, Indra y Prayapati Brahmá). Indra también es mencionado bajo el nombre de Vasavá (‘señor de los dioses Vasus’).
En la edad del Vedanta (hacia el siglo III a. C.), Indra se convirtió en el prototipo de todos los dioses y por lo tanto como rey que podía llamarse Mānavendra (Mánava-Indra, ‘señor de los hombres’). El dios Rama (el héroe del Ramaiana) fue citado bajo el nombre de Raghavendra (Rághava-Indra, ‘señor de los Rághavas’). Por lo tanto el Indra original fue llamado también Devendra (Devá-Indra, señor de los dioses). Sin embargo, los nombres Shakrá y Vasavá fueron utilizados exclusivamente por el Indra original. Aunque los textos modernos por lo general se adhieren al nombre de Indra, los textos hinduistas tradicionales (los Vedas, las Epopeyas y los Puranas) usan Indra, Śakrá y Vasavá indistintamente y con la misma frecuencia. 

El dios Indra y el elefante de tres cabezas Erawan (Airavata). Detalle del Phra Prang, la torre central del Wat Arun (‘templo del crepúsculo’) en Bangkok (Tailandia)

Indra está casado con Indrani (cuyo padre, Puloman, él había matado). Fue padre con distintas mujeres de Áryuna, Yaianta, Midhusa, Nilambara, Kamla, Bhus y Rishabha, entre otros. Indra es uno de los hermanos del dios del Sol Suria. Indra mató a los hijos de Diti, así que ella esperaba un hijo que fuera más poderoso que Indra y le vengara. Para ello se mantuvo embarazada durante un siglo, mediante la práctica de la magia. Pero cuando Indra la descubrió, le arrojó su rayo, que destrozó el feto en 7 (o 49) partes. Cada parte se regeneró como un individuo, y se convirtieron en los Maruts, un grupo de dioses de la tormenta menos potentes que Indra.

Al centro: Indra cabalga sobre el elefante tricéfalo Airavana (sic, por Airavata) y blande el rayo.

INDRANI: Esposa de Indra (llamada también Sachi). Dice en el Ring-Veda: “Entre todas las mujeres Indrani es la más afortunada, pues su marino no morirá nunca de vejez”
Era la diosa de la ira en la mitología india. Con el tiempo se convirtió en la personificación de los celos y las malas intenciones. Era una de las Matrika Sapta o siete madres divinas. 
Se la representaba con mil ojos (a pesar de lo cual se decía que era muy bella y que se mantenía permanentemente joven) y acompañada de un león o un elefante. Vivía junto a su esposo Indra en una especie de paraíso llamado Svarga.
Se dice que tiene un hijo de nombre Chitragupta, que nació de una vaca. En efecto, debido a una maldición de Uma, ninguna diosa podía ser madre. Indrani practicó austeridades para no quedarse sin hijo y por medio de esto logró que le fuera concedido su deseo.

ITAMA
Dios de la fuerza, se le representaba con cuerpo de reptil alado, cabeza leonina y cuernos de oro; de su boca proceden la vaca y la abeja, animales que son aptos para la reencarnación.

HAYAGRIVA o Jáiagriva
Jáiagriva es una deidad humana con cabeza de caballo, tanto en el hinduismo como en el budismo.
En el hinduismo, Jáiagriva (también Jáiaśirsha) es un avatar del dios Visnú. Es adorado como el dios del conocimiento y la sabiduría, con cuerpo humano y cabeza de caballo, de color blanco brillante, con ropas blancas y sentado sobre un loto blanco.

El dios Jáia Griva devuelve al dios Brahmá de cuatro cabezas los tres Vedas, que habían caído en el infierno subterráneo Rasatala.

En los textos Pañcha-ratras (‘cinco-noches’) se creó la leyenda de que Jáiagriva rescató el conocimiento de los Vedás (que todavía no se habían convertido en libros) que habían aprehendido los demonios Madhu y Kaitabha, y volvérselo a enseñar al dios Brahmá.
En varios Puranás (compuestos desde el siglo II d. C. en adelante) se cuenta lo mismo.
Una estatua de Jáiagriva en el templo de Láksmana, en Kayurajo.

Jáiagriva es una deidad importante en la tradición visnuista (los adoradores del dios Visnú o de alguno de sus avatares).
Cuando un estudiante comienza sus estudios (tanto de temas religiosos como seculares), pide sus bendiciones. Se realiza una adoración especial en su avatara-dina (día de descenso), que se celebra en sravana purnima (la luna llena del mes de agosto) y también en Maja-navami, el noveno día del festival Nava-ratri (‘nueve noches’).
Jáiagriva se representa generalmente sentado, con mayor frecuencia con la mano derecha levantada con el mudrá (gesto) de bendición para el suplicante, o en el mudrá viakiá de la enseñanza. La mano derecha también por lo general tiene un aksha-mala (rosario de cuentas de aksha), lo que indica su identificación con el conocimiento meditativo. Su mano izquierda sostiene un libro, lo que indica su papel como maestro. Su rostro es siempre sereno y tranquilo, y a veces sonríe.
A diferencia de su homólogo budista, no hay ningún indicio de un lado temible en la descripción de esta deidad hinduista. De hecho, las dos deidades parecen ser totalmente sin relación entre sí.
Jáiagriva veces se venera en una actitud solitaria de meditación, tal como en el templo de Tiruvahindrapuram. Esta forma se conoce como Ioga Jáiagriva o Jáiagriva Ioguini. Sin embargo, él es adorado con mayor frecuencia junto con su consorte Laksmí y el dúo de estatuas se conoce como Laksmí-Jáiagriva. En esta forma, Jáiagriva es la deidad que preside el monasterio Parakala Matt, un significativo templo de la religión hinduista Sri Vaisnava.

En la mitología sakta
En la tradición shakta del hinduismo, Jáiagriva ocupa un lugar diferente. Un demonio llamado Jáiagriva apareció como hijo del prayapati (patriarca antepasado de toda la humanidad) Kashiapa. Mediante grandes penitencias, el demonio se las arregló para conseguir una bendición de la diosa Durgá, de que solo podría morir en manos de otro Jáiagriva. Esto le inspiró un sentido de inmortalidad, que le hizo atacar a los dioses. Estos se acercaron a Visnú para que los ayudara. Este atacó a Jáiagriva, pero a pesar de sus esfuerzos no pudo matarlo.
Cansado tras la batalla, Visnú fue a Vaikuntha a descansar y meditar en padmasana (la posición de loto, una postura de yoga) con su cabeza apoyada en su fortísimo arco. Los devas se acercaron otra vez a Visnú a pedirle ayuda, pero no pudieron despertarlo de su meditación. Entonces los devas le pidieron a las termitas que los ayudaran a despertar a Visnú, comiéndole la cuerda del arco. Cuando las termitas lograron cortar la cuerda, el arco hizo un sonido terrible, que despertó a todo el universo y a Visnú, pero la cuerda dio un latigazo tan intenso que le cortó la cabeza a Visnú.
Los devas estaban horrorizados por su asesinato, y le pidieron a la diosa Durgá que los ayudara a matar a Jáiagriva. Durgá quedó complacida por las oraciones de los devas, y les dijo que no tenían que temer nada, porque nada en el mundo sucede sin una causa. Les contó acerca de su bendición al demonio Jáiagriva y les ordenó que al cuello vacío de Visnú le pegaran una cabeza de caballo, para así convertirlo en otro Jáiagriva (‘cuello de caballo’) y matar al demonio.
El dios Brahmá mató a un caballo blanco, le cortó la cabeza y se la adhirió a Visnú, quien batalló contra Jáiagriva y finalmente lo mató.

Contra los demonios Madhu y Kaitabha
En los Puranás se cuenta la leyenda acerca de cómo los demonios Madhu y Kaitabha habían aprehendido el conocimiento védico (que todavía no había sido convertido en libros, que recién aparecerían con la invasión británica) que poseía el dios Brahmá. Visnú adoptó la forma de Jáiagriva.
Jáiagriva cortó los cuerpos de Madhu y Kaitabha en seis partes cada uno: dos cabezas, dos troncos, cuatro brazos y cuatro piernas.
Otra leyenda cuenta que durante la creación, Visnú adoptó la forma de Jáiagriva para compilar los Vedás.

Importancia
Sus devotos consideran que Jáiagriva forma parte de la lista de dashavatara (diez avataras de Visnú.
En el budismo tibetano, Jáiagriva es una manifestación iracunda del Avalokiteshvara. Se considera que existen 108 formas de Jáiagriva. Su habilidad especial es la de curar enfermedades, especialmente enfermedades de la piel (tan graves como la lepra, la cual se cree causada por los nagas (espíritus acuáticos con cuerpo de serpiente).


En Tíbet, Jáiagriva es uno de los dharma-pala, ‘guardianes de la religión’). En esta escultura tibetana (de fines del siglo XV o principios del XVI) aparece con su consorte.

JAMBHALA
Dios de la riqueza. 
Kúbera se reconoce fuera de la India y del hinduismo también. Kúbera es una figura popular en el budismo, así como en la mitología jaina. El orientalista Dr. Nagendra Kumar Singh señaló que, “Todas las religiones de la India tiene un Kúbera después del prototipo hindú”. Él es su homónimo en el Vaisravana budista o Jambhala, y el Bishamon japonés. El Vaisravana budista, como el Kúbera hindú, es el rector del Norte, un lokapalá y el señor de los iaksás. Él es uno de los Cuatro Reyes Celestiales, cada uno asociado a una dirección cardinal.

Jambhala, el Kúbera budista, representado de manera muy similar al Kúbera hinduista 

KALI
Kali es una de las diosas principales. Es la shakti o ‘energía’ del dios masculino Shivá, y es considerada una de sus consortes.
La religión hinduista que adora a la diosa Kali se llama shaktismo. En general, los hinduistas de cualquier especie independientemente de la deidad que adoren de manera particular la consideran la Madre universal. Kali representa el aspecto destructor de la divinidad, es destructora de la maldad y de los demonios.
Su historia temprana como criatura de la aniquilación todavía tiene cierta influencia, mientras que las creencias tántricas más complejas amplían a veces su papel, ubicándola como la «realidad última» y la «fuente del ser».
El movimiento piadoso reciente concibe a Kali como la benévola diosa madre.
Kali se asocia a muchas devis (‘diosas’) así como el dios Shivá. Es la santa patrona de la ciudad de Calcuta (Bengala, India), su templo principal es el Kalighat, lugar en donde aún se realizan sacrificios de animales en su honor. Su vehículo (vajana) es un tigre.


Su nombre parece ser una versión femenina de la palabra sánscrita kāla (que significa ‘oscuridad’); también significa ‘mujer negra’.
Las diosas con las que ella es asociada o identificada incluyen a:
Durgá, Párvati, Uma, Jimavati, Bhavani (o Bhowani). Satí (encarnación como hija del patriarca Daksha, que no toleró cuando su padre insultó a su esposo Shivá, por lo que se inmoló). Rudrani (esposa de Rudra o Shivá), Chinnamasta.
ChamundaM Kamakshi (‘ojos de lujuria’). Menakshi, Kumarí.
Kali aparece por primera vez en el norte de la India en el texto Rig-veda no como diosa, sino como una de las siete lenguas de Agní, el dios hinduista del fuego. Sin embargo, en ese texto se menciona a una diosa Ratri (la ‘noche’), que se considera un prototipo de la personalidad oscura y destructiva de Kali.
En la literatura del período Sangam de los tamiles (en el sur de la India) aparece una diosa sanguinaria llamada Kottravai. Como Kali, es brutal e inspira miedo en la gente por sus crueles prácticas.
Es probable que la fusión entre Ratri y la Kottravai indígena produzca a diosas temibles del hinduismo medieval, entre ellas Kali, que es la más prominente.
Otra leyenda de los orígenes de Kali se encuentra en el Matsia-purana, que indica que ella se originó como diosa tribal de la montaña en la parte norte-central de la India, en la región del monte Kalanyar (ahora conocido como Kalinjar). Sin embargo esta referencia se disputa debido al hecho de que esa leyenda era de un origen más antiguo.
En los Puranas (primeros siglos de la era común) se le dio a Kali un lugar en el panteón hinduista. En el texto Devi mahatmiam (también conocido como Chandi o Durga sapta sati) del libro Markandeia-purana, escrito entre el 300 y el 600 de la era cristiana, se describe a una diosa Kalika. Allí dice que fue emanada de la frente de la diosa Durgá (la ‘inaccesible’ asesina de demonios) durante una de las batallas entre las fuerzas divinas y demoníacas. En este contexto, Kali se considera el aspecto poderoso de la gran diosa Durgá.
En las tradiciones posteriores, Kali ha llegado a ser inexpugnablemente ligada con Shivá. La forma «desencadenada» de Kali a menudo llega a ser salvaje e irrefrenable, y sólo Shivá es capaz de domesticarla. Esto es porque ella es una versión transformada de una de sus consortes y porque él es capaz de emparejar su ferocidad. Sus métodos varían desde desafiarla al baile silvestre del tandava y aventajarla, a aparecer como un bebé que llora (apelando así a sus instintos maternales). Sin embargo, la iconografía a menudo representa a Kali bailando sobre el cuerpo caído de Shivá, y hay referencias sobre ellos bailando juntos, en un estado de frenesí.
La implicación de Shivá con el tantra y la naturaleza oscura de Kali, han conducido a que ella se convierta en una importante figura tántrica. Para los seguidores del tantra era esencial hacer frente a su maldición, el terror de la muerte, así que dispusieron aceptar las bendiciones de su hermoso y consolidado aspecto maternal.
Para ellos, la moneda tiene dos lados: la muerte no puede existir sin la vida, igualmente la vida no puede existir sin la muerte. El papel de Kali aumentó, valorándosele a veces como el caos que se podía enfrentar para traer la sabiduría, y algunos textos tántricos le dan un profundo significado metafísico.
El Nirvana-tantra presenta claramente su naturaleza incontrolada como la última realidad, considerando que la trimurti (‘tres deidades’) de los dioses Brahmá, Visnú y Shivá aparecen y desaparecen en ella como burbujas del mar.
Aunque esto es un caso extremo, el Ioguini-tantra, Kamakhia-tantra y el Niruttara-tantra la declaran el sua-rupa (propio-ser) de Majadevi (la ‘gran diosa’, que está en este caso visto como la combinación de todas las devis).

Diosa Kali representada por Raja Ravi Varma


KALKI:
Kalki es la décima y última encarnación (avatara) del dios Vishnú de acuerdo con Garuda puraṇá y, la vigesimosegunda según el Bhāgavata puraṇá.
Según el Bhagavata puraná, Kalki vendrá al final de kali iugá la era del demonio Kali (que no se debe confundir con la diosa Kalí) montado en un caballo blanco, blandiendo una espada para matar a toda la humanidad (que estará completamente degradada) e iniciar una nueva satiá iugá la era de la verdad con los sabios que se han conservado puros en los Himalayas.
También se lo conoce como Kalkin Kalkis o Kalaki.
Existe un Kalki puraná, uno de los Upa-puranás (‘historias secundarias’), que no pertenecen a los 18 Majá Puraná (‘grandes historias’). Podría haber formado parte del Bhavishia puraná. Se presenta a sí mismo como un suplemento del Bhágavata puraná.
Avatara significa ‘el que desciende’ e indica el «descenso» de un dios hindú a este mundo.
En el texto sánscrito Bhagavata puraná (entre el 1000 y el 400 a. C.) se enumeran 25 avataras. El poeta Yaiadeva (siglo XIV d. C.) popularizó a diez de estas encarnaciones de Vishnú (los dasha avatara, ‘diez avataras’).
En las descripciones de Kalki y en las ilustraciones se le representa como un hombre blanco, cabalgando sobre su caballo blanco o inclinándose ante él y con una espada en su mano. Él es el purificador de esta degenerada edad actual y el restaurador de la pureza y la bondad.
“Al final del cuarto período, el Kali Yuga, tendrá lugar la última encarnación de Vishnú. Será el momento en que la verdad y el amor hayan desaparecido de la Tierra y sólo la disolución sea el camino hacia un mundo renovado dando lugar a un nuevo ciclo.
Una tradición describe la llegada de un gigante con cabeza de caballo blanco, llamado Kalki, revestido con los atributos de Vishnú, quien blandiendo su espada golpeará a la Tierra partiéndola en dos. Otra versión, muy similar en el resultado final pero que discrepa en los detalles, describe a Hari, el Señor, el propio Vishnú en la plenitud de su gloria, montando al caballo Kalki al que hará golpear con sus patas a la Tierra abriéndola, mientras que la serpiente Shesha colaborará vomitando fuego.
Esta segunda adaptación del mito parece estar más en concordancia con la evolución de Vishnú a lo largo de sus avatares: comienza siendo un pez, el inferior de los vertebrados, luego un reptil, para pasar a un mamífero herbívoro y, cerrando el primer período, un león, el rey de la selva. Después es un enano, ya hombre pero todavía no muy desarrollado, el sacerdote-guerrero y el rey, su condición más humana. Continúa con el héroe y el místico que ha alcanzado el grado de iluminado. Parece lógico que en esta última despliegue su máximo poder, presentándose como Hari o Harâvatâra, si bien el caballo, Kalki, participe de su esencia divina.” 

KAMA O KAMADEVA
Kāmadeva es el dios hindú del amor.
Se le suele representar como un hombre alado, joven y hermoso. Tiene un arco de caña de azúcar (con abejas posadas sobre él) y sus flechas están decoradas con cinco tipos de flores fragantes. La cuerda está hecha con abejas [que producen miel kama madhu: ‘la miel del deseo’] enganchadas entre sí.
Su nombre kāma significa ‘deseo sexual’ (según algunos monjes hindúes: ‘lujuria’, más peyorativo) y deva: ‘dios’. El conocido libro Kāma Sūtra (‘aforismos de Kāma’ o ‘máximas sobre el amor’) de Vatsiaiana, está inspirado en este dios hindú.
Su compañera es la primavera (con sus símbolos: un cucú, un loro, abejas, y la brisa suave).
De acuerdo con el Śiva Purāna, Kāmadeva es hijo (o mejor dicho creación) del dios Brahmā (creador del universo).
De acuerdo con otras fuentes, incluido el Skanda, Kāmadeva es hermano de Prasuti; ambos son hijos de Shatarupa (‘cien formas’), la cual es creación del Señor Brahmā. Todas las fuentes coinciden en que Kāmadeva está casado con Ratī, hija de Prasuti y del patriarca Daksha (quienes son creaciones de Brahmā). De acuerdo con el Bhāgavat Purāna, Kāmadeva reencarnó como Pradyumna, el hijo del dios Krishná y de su primera esposa Rukminī. 
Quizás el mito más conocido respecto de Kāmadeva es el que cuenta su aniquilación y posterior resurrección en manos del Señor Shivá. En el Kumāra Sāmbhava, Kandarpa (Kāmadeva) resolvió ayudar a la doncella Pārvatī para que se ganara el amor del Señor Shivá. Kandarpa disparó sus invisibles dardos de deseo contra Śivá para interrumpir su meditación y permitir que Pārvatī se ganara su atención. Pero el ardid se le volvió encontra: Shivá se distrajo momentáneamente de su meditación, pero inmediatamente se dio cuenta de lo que había sucedido. Se enfureció, abrió su terrible tercer ojo y con una sola encendida mirada prendió fuego a Kandarpa. El cuerpo de Kandarpa quedó reducido a cenizas.
La calamidad no era sólo personal, ya que la aniquilación de Kāma (el deseo sexual), provocaría que el mundo se volviera frígido y nunca más se regenerara. Incluso el casamiento de Śhivá y Párvatī nunca tendría lugar. Más tarde, atendiendo al pedido de los dioses (que temían que ya no hubiera más humanos que les ofrecieran oblaciones) y la intercesión de la diosa Párvati en favor de la esposa de Kandarpa, Rati, el Señor Shivá lo resucitó, asegurando de esa manera la continuidad reproductiva del mundo. Shivá volvió a Kandarpa a la vida, pero sólo como una imagen mental.
Otros nombres de Kāma
Ananga (an: ‘sin’; anga: ‘forma’): ‘el incorpóreo’.
Kāma: ‘deseo sexual’.
Kandarpa (quizá de kam ‘amar’ y darpa: ‘orgullo, vanidad’): ‘falo’.
Madana: enloquecedor, embriagador.
Manmatha: agitador de la mente (man: ‘mente’, matha: ‘agitador’).
Manodāhin: el que enciende la mente (manas: ‘mente’, dāhī: ‘que inflama’).
Manásija: ‘generado por la mente’ (manási: ‘mente’, ja: ‘nacido’).
Pushpabāna: ‘el que tiene flechas de flores’ (pushpa: ‘flor’, bāna: ‘flecha’). También es un nombre con que se invoca a Krishná en el mantra Gāyatrī.
Pushpachāpa: ‘arco de flores’, el arco de Kāmadeva (pushpa: ‘flor’, chāpa: ‘arco’).
Pushpadhanva: ‘el que tiene flores’ (pushpa: ‘flor’, dhanu: ‘arco’).
Púshpaketana: ‘[deidad] cuyo símbolo son las flores’ (pushpa: ‘flor’, kétana: ‘marca, símbolo’).
Pushpapattrin: ‘que tiene flechas de flores’, el arco de Kāmadeva (pushpa: ‘flor’, patrī: ‘que tiene flechas’, patra: ‘hoja, pluma, flecha’).
Pushpavān: ‘el que tiene flores’ (pushpa: ‘flor’, vat: ‘que posee’).
Rāga-chana: cubierto de lujuria (rāga: ‘deseo sexual’, chana: ‘cubierto de’).
Rāga-chūrna: el que bate la lujuria (rāga: ‘deseo sexual’, chūrna: ‘que bate’). 
o   Árbol (Acacia catechu) cuya madera se usa para teñir (rāga significa también ‘teñir’).
o   Polvo rojo que los hindúes se tiran unos a otros en el festival Holī (rāga significa también ‘tintura roja’).
Rāga-rajju: soga de la lujuria (rāga: ‘deseo sexual’, rájju: ‘soga’).
Rāga-vrinta: ‘falo’ (rāga: ‘deseo sexual’, vrinta: ‘tallo’).
Ratikānta: ‘el amado de Rati’ (ráti: ‘pasión sexual’, personificada como una de las dos esposas de Kāmadeva, junto con Prīti; kānta: ‘amado por’).
Ratipati: ‘señor de Rati’ (pati: ‘señor, esposo, protector’).
Ratipriyá: ‘el querido de Rati’ (priyá: ‘querido por’).
Rati-ramana: el que le da placer a Rati’ (ramana: ‘el que da placer’).
Ratīśa: ‘señor de Rati’ (īśa: ‘señor, controlador’).
Rati-sahachara: ‘esposo de Rati’ (sahachara: ‘esposo’). 

KARTIKEYA O KARTIKEIA
Kartikeia es el segundo hijo del dios Shiva y la diosa Parvati. Tiene seis cabezas. Es el dios de la guerra, porque dirige los gana (las ‘huestes’ del dios Shiva) contra los ejércitos de los demonios.
Hay varios mitos relacionados con su nacimiento. De acuerdo con una leyenda según el Atharva-veda, el Taittirīia-samjita y el Shatapatha-bráhmana, Kartikeia nació sin la participación de Parvati. En una ocasión, el semen de Shiva (que según algunos tenía forma de rayo) cayó en el fuego. Era tan caliente y brillante que solo podía tocarlo Agni, el dios del fuego. Siguiendo las instrucciones de Śiva, Agni depositó este semen en el río Ganga (el Ganges). La diosa Ganga entonces lo nutrió, hasta que un bebé con forma humana, Kartikeia, surgió del río. Por eso a veces se dice que Kartikeia es hijo de Agni y Ganga.
El bebé fue alimentado por las seis Krittikas (las apsaras-ninfas, que en Grecia se conocieron como las seis Pléyades). Para poder aceptar simultáneamente cada uno de estos pechos, el bebé desarrolló seis cabezas.
Otra versión dice que Śhiva emitió centellas de fuego de sus ojos que, cayendo en el lago Savarana, se convirtieron en seis niños, que fueron criados por las esposas de los rishis. Cuando la diosa Parvati vio a esos seis bebés se sintió transportada por su belleza, y los abrazó con tanta fuerza que se convirtieron en uno solo, aunque conservaron las seis cabezas y los tres pares de brazos. 

Otros nombres
Kartikeia recibe otros nombres:
Bala Subrahmanian
Guhan
Kārttika, porque el mes de kartika (entre octubre y noviembre, en otoño) es el mejor para guerrear (según el Brahma Vaivarta Purāna).
Krittikā-suta (‘hijo de las [seis] Pléyades’) equivale al patronímico Kartikeia, como hijo de sus madres nodrizas, las Kritikás.
Kumara (ku: ‘fácil’, māra: ‘muere’, nombre genérico de los niños, ya que tradicionalmente en la medicina india aiurveda la mortalidad infantil era altísima), porque se mantuvo siempre como un niño prepúber.
Shanmugan
Saravanan
Senniappan
Skanda (‘que salta’, ‘atacante’, ‘semen’): uno de los nombres más importantes del dios. 
Skanda Guru (‘padre de Skanda’): un nombre del dios Shiva, según el Śiva-gītā.
Skandan
Senthilkumaran
Subrahmanian o Subrahmanya: auspicioso para los bráhmanas; siendo su: ‘muy’, y brahmania: ‘brahmánico’, que acepta la cultura brahmánica.
Subrahmanya Swami: el Señor Subrahmania.
Swaminathan
Su madre, Parvati recibe el nombre de Kartikeia-Prasú (la madre de Kartikeia).
Kartikeia cabalga un pavo real y utiliza lanza y flechas en combate. En la bandera de su ejército aparece un gallo. Kartikeia es el dios de los ladrones y estafadores. 
Según el Majabhárata, la enfermedad skanda-graja (el ‘ataque de [el dios] Skanda’), que mata a los bebés, es producida por él.
Las leyendas tamiles dicen que Kartikeia se casó con dos deidades, Valli y Davayani. La fiesta de Thaipusam, celebrada por las comunidades tamil de todo el mundo, conmemora el día en que Pārvatī le dio un vel (lanzón) para que venciera al malvado demonio Sura Padam (también conocido como Sura Padman). En la guerra contra Surapadma, Karttikeya lo partió en dos, convirtiéndolo en pavo real y gallo, que son su cabalgadura y su bandera, respectivamente.

KRISHNA
Krisna es uno de los numerosos avatares (‘encarnaciones’) del dios Visnú. En cambio según el krisnaísmo, Krisna es la forma principal de Dios, de quien emanan Visnú y los demás dioses (como Shiva y Brahma).
El mismo Krisna declara: «Siempre que la rectitud decae y aumenta la injusticia, yo me manifiesto; y para la protección de los virtuosos, la destrucción de los viciosos y el restablecimiento de la rectitud, yo encarno de era en era» (Bhagavad-guita).
Es uno de los dioses más importantes y adorados de la India.
De acuerdo con todos los diccionarios estándar, la palabra krishna significa ‘negro’ en sánscrito. Se relaciona con palabras similares en otros idiomas indoeuropeos. A veces se traduce ‘el Señor Oscuro’ o ‘el de piel oscura’. De ahí el nombre Syāma Súndara (‘negro hermoso’) o Navina Nirada (‘nueva nube’, nube muy oscura, cargada de lluvia).
A veces se dice que krishna no significa exactamente ‘negro’, sino ‘azul oscuro’. Esto puede estar conectado con el hecho de la práctica moderna de representar a las deidades hinduistas con piel azul, en realidad no es exactamente azul oscuro, es del color de una nube del monzón llena de lluvia, muy auspiciosa en India, ya que es la que hace que crezcan las cosechas.
En las pinturas, Krisna aparece frecuentemente de color negro o azul. Por ejemplo las murtis (‘formas’, estatuas) y representaciones pictóricas del Señor Yagannatha (Krisna como ‘Señor del universo’) en Puri. En esas representaciones, su hermano y hermana aparecen con un color mucho más claro. Las primeras representaciones pictóricas generalmente lo muestran como negro. Las pinturas miniaturas rayastaníes (siglo XVI) muestran una figura color marrón o negra. Sin embargo, desde el siglo XIX, aparece casi siempre con piel de color azul.
De acuerdo con el Visnú-sajasra-nama (los ‘mil nombres del Omnipenetrante’), Krisna es el nombre número 57 del dios Visnú.
El término krisna también aparece en el nombre del texto Krisna-iáyur-veda (‘conocimiento negro sobre sacrificios’), que es una de las dos partes en que se conoce el Iáyur-veda, siendo la otra parte el Shukla-iáyur-veda (‘conocimiento blanco sobre sacrificios’).

Nacimiento e infancia
Krisna pertenecía a la tribu de los iadus, de la dinastía lunar. Como su tío Kamsa (‘bronce’) primo de Devaki y tirano del reino de Vrisni con sede en la ciudad de Mathura fue avisado por el sabio Nárada Muni de que moriría en manos de un hijo de Devaki con su esposo Vasudeva (un noble de la corte), Kamsa los encarceló. Aunque Devaki y Vasudeva trataron de no tener hijos (para evitar que fueran muertos), tuvieron uno cada año. Kamsa fue matando uno por uno todos los hijos que nacieron en cautiverio. El séptimo hijo, Balaram, escapó de la muerte al ser transferido desde el útero de Devaki encarcelada al de Rójini (esposa no encarcelada de Vasudeva, que había quedado bajo el cuidado del pastor Nanda y no tenía contacto con Vasudeva desde hacía varios años). Como octavo hijo se encarnó Visnú, en la forma de Krisna. Actualmente ahora existe un templo (Krisna Yanma Bhumi) donde los hinduistas creen que estaba la celda del rey Kamsa. Para sustraerlo de la muerte, su padre lo sacó milagrosamente de la celda y lo llevó hasta Vrindavan (a 10 km), donde lo reemplazó subrepticiamente durante el sueño por una bebé que acababa de alumbrar la esposa de Nanda, Iashoda. Regresó a la celda, donde la hija de Iashoda que en realidad era la energía material de Krisna, conocida como Durgá se dio a conocer ante Kamsa y le advirtió que el hijo que habría de matarle ya había nacido y que él nada podría hacer contra eso ya que los planes de Visnú jamás son frustrados. 
En la casa donde quedó Krisna, ya había un bebé, que sería su hermano mayor, Balaram. En historias de la adultez de Krisna aparece también una hermana menor, Subhadra, pero no es nombrada en las historias de la juventud de Krisna.
Krisna es llamado Góvinda (‘el que da placer a las vacas’, pastor de vacas). Es contrastado con su hermano Balaram, quien es agricultor y es llamado Jala-Iudha (‘que pelea con la azada’).
El rey Kamsa, desde pocos meses después de nacer Krisna, empezó a enviar monstruos a matar al bebé una historia muy conocida es la del asesinato (en manos de Krisna, de pocos días de vida) de Putana, quien era una giganta enviada por su tío el rey Kamsa para darle de mamar con su pecho envenenado, y lo continuó haciendo hasta que Krisna, al cumplir 16 años de edad, fue a Mathura con el pretexto de una contienda circense, donde mató a todos los gladiadores que su tiránico tío había puesto contra él y luego mató a éste a golpes.
En una ocasión, Krisna bebé se estaba portando tan mal que su madre lo ató a un mortero de madera por el vientre. El bebé se arrastró gateando y arrancó de cuajo dos árboles. Sin embargo, se dejó atar por amor a su madre adoptiva. Por este pasatiempo es conocido como Dámodar (atado con cuerdas por la barriga), el significado de ello es que el Divino sólo se deja atrapar por el amor del devoto.
Una de las historias más populares de India es la del bebé-dios Krisna khir-chor (‘el ladrón de mantequilla’), que le roba (chora) a su madre la mantequilla (khīra) recién hecha. En India todo el mundo conoce los cuentos acerca de su infancia en los bosques de Vrindavan. Uno de los más famosos cuentos narra como su madre adoptiva, al hacerle abrir la boca a Krisna para ver si se estaba comiendo la mantequilla, vio el universo entero contenido dentro de ella.

Radha y Krisna
Krisna pasó su niñez y adolescencia en la región de Vrindavan (a 10 km de Mathura), en medio de pastores y pastoras, una de las cuales, Radha, tuvo amores con él. Krisna es conocido como Gópinath: el amado seductor de las gopīs (particularmente de Radha). Según el Guitá govinda y otros numerosos trabajos, Krisna como adolescente tiene amoríos trascendentales con las gopis (‘pastoras’), que son las adolescentes casadas del pueblo de Vrindavan. Los devotos de Krisna creen que estos pasatiempos lilas (‘diversiones’) divinos son el tema más profundo de su teología. En este sentido Krisna sería el diferente del anterior avatar de Visnú: el Señor Rama, quien estaba casado y fue el ejemplo de la fidelidad a las reglas religiosas y sociales. Rama era la encarnación divina de la verdad y la rectitud, mientras que Krisna es la encarnación divina del gozo y del amor. 
Krisna es un adolescente púber eternamente de unos 13 años, por ello foco de devoción (es llamado «el amante», «el completamente atractivo», «el flautista»). Frecuentemente se le representa tocando alguna de sus flautas traveseras, atrayendo y fascinando a las gopis (pastoras) púberes de Vrindávan. La flauta representa la llamada del Divino a las almas, que son personificadas por las gopis o pastoras. La unión de Krisna y Radha, muy celebrada en templos y fiestas de toda India, representa la unión del Divino con el alma. Esta imagen, la unión del amado con la amada, se encuentra en los textos de los místicos de diversas tradiciones espirituales.
Krisna el príncipe
Krisna se convirtió en el rey de los iadavas (descendientes del rey Iadu) en Mathura. En este período hizo amistad con su primo Aryuna y los demás príncipes Pāndavas del reino de Kuru, al otro lado del río Iamuna. Se casó con Rukmini, hija del rey Bhishmaka de Vidarbha. Varias décadas más tarde, se llevó a sus súbditos a Dwaraka (en la actual Guyarat). Krisna, junto con Aryuna, fue responsable de incendiar el bosque de Khandava para alimentar a Agni, el dios del fuego.

La batalla de Kurukshetra
En el Majabhárata, Krisna es primo de los líderes de ambos grupos contendientes: los pandavas y los kurus. Tuvo un papel importante en la lucha por el trono de la ciudad de Jastinápur (fundada por el rey Jastin, de la dinastía lunar) cuando se volvió amigo y aliado de los Pándavas (los cinco hijos de Pandu). Su hermano Balaram, favorecía en cambio a los malvados kurus. 
Cuando el kuru Dushasana trató de desnudar ante la corte a Draupadi (la esposa de los cinco Pándavas), Krisna la protegió proveyéndola de infinita tela para el vestido sari que la envolvía. Finalmente Krisna se puso en el bando de los Pándavas (donde estaba su mejor amigo, Aryuna). A pesar de ser Dios, accedió a ser el auriga (cochero) de la cuadriga de Aryuna en la gran batalla. Por eso se le conoce como Partha Sárathi (‘auriga del hijo de Prithu’). Al principio de la batalla, su primo Aryuna no quería pelear contra sus familiares, entonces Krisna le habló el Bhagavad-guita (una sección del Majabhárata). 
La leyenda de Khrisna
La Concepción
El alma de la tierra se quejaba a Brahma diciéndole: “La raza de los gigantes, los hijos de la impiedad, se ha multiplicado hasta lo infinito. Su orgullo es insoportable y yo gimo en la opresión, bajo el peso de su iniquidad: ¡Ven en mi socorro, oh Brahma!”.
Entonces Brahma, acompañado de todos los dioses, se trasladó cerca de aquel mar misterioso, cuyas olas son de leche, y sobre el cual Vishnú reposa en la gloria y la beatitud. En pie sobre este mar resplandeciente de blancura, Brahma meditaba y se adoraba en la divina Trimurti; después revelando los misterios de la voluntad suprema, dijo: “Vishnú va a hacerse hombre”. Entonces Brahma le dijo: “Tú te harás hombre a fin de contribuir a su gloria; y triunfará de ti, así como de la fatalidad, tu hermano. Se denominará a Khrisna, es decir, Azul, porque será hijo del cielo. Sabios y patriarcas, retornad a la tierra para adorarle; haceos pastores, porque será un pastor.” ¡Oh! ¿Quién podrá hablar dignamente de las acciones de los Dioses que comprenden esta historia divina, estarán como sumergidos en un océano de delicias. Los males del mundo y los por venir nada podrán en contra de ellos. Este Hombre-Dios de grandes ojos llenos de majestad se adelanta; la sonrisa se dibuja en sus labios, una señal se halla en medio de su frente y sus cabellos rizados flotan sobre sus sienes. Los que le han contemplado una vez no quieren dejar de admirar sus ojos. ¡Quiera que el recuerdo de este Dios, de este niño pastor, criado entre bueyes y corderos, se halle siempre presente en todos los espíritus del cielo y de la tierra!.

La Natividad
Kansa rey de Madura, habiéndose enterado de que la hermosa Devaki, esposa de Vassudeva, debía dar al mundo un niño que reinaría algún día en su puesto, resolvió matar al niño tan pronto como Devaki llegase a ser madre.
Sin embargo, llegado el tiempo, Vishnú iluminó a Vassudeva con su luz, y ésta
reflejó y concentró esta luz en el casto seno de Devaki.
Devaki llegó, pues, a estar encinta de una manera completamente celestial y sin las obras ordinarias del hombre.
Kansa entonces, la hizo aprisionar, pero cuando llegó la hora del nacimiento de Khrisna, se abrió la prisión, por sí misma y el Niño-Dios fue transportado al establo de Nanden, en medio de los pastores.
La madre Iashodá bañando al bebé Khrisna (ilustración de un manuscrito del Bhágavata

Calendario y almanaque correspondiente a los años 1871-1872; de Rayastán (India); la columna izquierda muestra los diez avatares de Vishnú, la columna central derecha muestra los doce signos del zodíaco hindú; el panel de arriba muestra a Ganesha con dos esposas; el segundo panel muestra a Khrisna con dos mujeres.
Brahma, Shiva y los demás dioses acudieron a adorarle en aquel humilde asilo, y le cubrieron de flores. Los ángeles Gueadaruver cantaban, danzaban y hacían oír conciertos con los más melodiosos instrumentos. Todas las estrellas y los planetas tenían un aspecto feliz. Vassudeva se prosterno ante aquel hijo divino, le adoró, y le dijo: “¡Oh, vos, el engendrado de Brahma y que habéis nacido entre nosotros, henos aquí aprisionados en un cuerpo mortal, formado por el destino, y sometido a los accidentes de la materia, vos que sois inmaterial e inaccesible a la muerte, he aquí que se acerca la hora en que Kansa venga a mataros, haced que podamos salvaros la vida y salvarnos nosotros mismos!”. Devaki recitó casi la misma plegaria; entonces Khrisna abrió la boca y habló. Confortó a sus padres, les revelo altos destinos, y habiéndoles prometido la beatitud eterna, les recomendó silencio y se comportó como los demás niños. 

La Degollación de los Inocentes
Sin embargo, Kansa prevenido de la libertad de Devaki, corrió, a la prisión y creyó verla allí acostada con el niño cerca de ella; un asno que estaba próximo, empezó a rebuznar y el tirano creyó que aquello era un aviso del cielo. Desenvainó su espada. Devaki le expresó vanamente que lo que creía niño, era una niña. Kansa lo arrojó a lo alto y levantó su espada, a fin de recibirle en su punta; pero el niño, cerniéndose sobre su cabeza, le gritó: “Soy la Fatalidad, tiembla; tu futuro vencedor se ha ocultado en un retiro inaccesible y en adelante, hasta la hora de tu castigo, quedo suspendido sobre ti”. Entonces Kansa tuvo miedo y se prosternó a los pies de Devaki, ofreciendo presentes y dejándola en libertad de retirarse donde quisiera con Vassudeva. Mientras tanto, Khrisna crecía y permanecía oculto.
Kansa, no obstante, estaba torturado por el temor; se enfureció y ordenó en todos sus estados la degollación de los niños recién nacidos.
Sólo el joven Khrisna escapó a los asesinos. Los gigantes del mal, por su parte, también se conjuraban para su perdición. Un día vinieron bajo la forma de un carro terrible que rodaba impetuosamente y se venía sobre él para aplastarle. Khrisna le puso el pie, sonriendo, y en cuanto su pie tocó al carro, toda la horrible máquina se rompió y los restos cayeron en torno del divino niño sin tocarle.
Otro gigante, corriendo con la velocidad del viento arrebato a Khrisna, lo colocó sobre sus espaldas y le arrojó en medio del mar para ahogarle, pero el niño divino se hizo tan pesado, que el gigante, encorvado bajo el peso, se ahogó y Khrisna volvió a tierra, caminando sobre el agua. 

Historias análogas a los Evangelios de la infancia
Khrisna en su infancia, queriendo parecerse a los otros hijos de los hombres, hacía a veces travesuras que asombraban a sus mismos padres, pero que siempre terminaban beneficiando a alguno. Así, un día se apoderó de las ropas de varias jóvenes que se bañaban, y estás para recuperarlas tuvieron que permanecer inmolo, con los ojos elevados al cielo y las manos unidas sobre su cabeza. De esta suerte las hizo avergonzarse de su inmodestia, enseñándoles al mismo tiempo la actitud de la plegaria. Se apoderaba de la leche y de la mantequilla de los ricos para dársela a los desgraciados. Un día, para castigarle por esa acción, le habían encadenado a una muela de un molino; entonces rompió la cadena, levantó la muela y la lanzó contra los grandes árboles, que se rompieron al choque. Pero de aquellos dos árboles salieron dos hombres que adoraron al niño y le dijeron: “¡Alabado seas, Oh, tú nuestro salvador!. Somos Nalaconben y Manierida, que en castigo de nuestras faltas estábamos encerrados en estos árboles y para que fuéramos libres era preciso que Dios viniese a romperlos”. Otro día, el fuego hizo presa en los árboles y en las mieses; el joven Khrisna entreabrió la boca sonriendo y aspiró suavemente la llama. 
Khrisna llevado a través del rio 

El fuego entero, separándose entonces de la tierra, fue a extinguirse en los bermejos labios de Khrisna. Brahma, para probarle, había ocultado el ganado confiado a su custodia. Khrisna hizo ovejas de barro y las animó. Brahma se declaró vencido y le devolvió el ganado que había escondido, proclamándole el creador y dueño de todas las cosas. Poco tiempo después, los animales y los pastores, habiendo bebido agua del río de Colinady, murieron porque Nakuendra rey de las serpientes, vencido por Guéronda, príncipe de los Misans, se había refugiado en las aguas de aquel río. Khrisna descendió allí; enseguida el rey de las serpientes se precipitó sobre él y le envolvió en sus anillos, pero Khrisna se libró de ellos, obligando al reptil a encorvar la cabeza, subiéndose sobre ella y permaneciendo en pie en medio de las aguas, empezó a tocar la flauta. Al punto, pastores y ganados que habían muerto, renacieron a la vida. Vishnú otorgó su gracia a la serpiente, que habiendo perdido su veneno no podía dañar más; pero le ordeno que se retirase a la isla de Ratnagaram. 

El Bautismo
Devendra, dios de las aguas, creyendo que a causa de Khrisna se descuidaba rendirle los honores debidos, hizo llover durante siete días y siete noches, para sumergir las campiñas de los pastores; pero Khrisna, levantando con una sola mano la montaña de Gavertonam, la interpuso entre el cielo y la tierra.
Khrisna levanta con una mano la montaña de Gavertonam 
Devendra reconoció entonces su impotencia, y posternándose ante Khrisna, le dijo: “¡Oh, Khrisna!. ¡Sois el Ser Supremo, no tenéis ni deseo ni pasión; sin embargo, obráis, como si los hubieseis experimentado. Protegéis a los justos y castigáis a los malvados. En uno de vuestros instantes un número infinito de Brahmas han pasado ya!. ¡Salvadme, Oh vos, cuyos ojos tienen la dulzura de la flor del tamarindo!”. Khrisna sonrió y le respondió: “¡Oh, príncipe entre los dioses; os he humillado para haceros más grande. Porque yo rebajo al que quiero salvar; sed dulce y humilde de corazón!”. Devendra repuso: “Tengo orden de Brahma de consagraros y reconoceros por Rey de los Brahmanes, por el pastor de las vacas y por el Señor de todas las almas que cultivan la paz y la dulzura”. Después se levantó, le dio la unción santa y le nombró pastor de los pastores.

El Cantar de los Cantares
Khrisna tocando la flauta junto a las jóvenes 

Khrisna tocaba la flauta pastoril, y todas las jóvenes le seguían. Para oírle, abandonaban las jóvenes las casas de sus madres. Y Khrisna les decía: “¡Oh, mujeres! ¿No teméis la cólera de vuestros esposos? Jóvenes ¿no teméis los reproches de vuestros padres?. Regresad cerca de los que deben estar celosos de vuestro amor”. Y las mujeres decían y respondían las jóvenes: “Si abandonáramos por un hombre a nuestros padres y a nuestros esposos, seríamos criminales, pero, ¿cómo los mortales pueden estar celosos del amor que nos arrastra hacia un Dios”. Entonces Khrisna, viendo cuan puros eran sus deseos, les dio toda su ternura. Las colmó de sus divinos brazos y todas a la vez fueron dichosas, pero cada una de ellas creía ser la única compañera fiel y la casta esposa de Khrisna.

La Transfiguración
En la ocasión de un sacrificio debían celebrarse grandes fiestas en Madura, y el rey Kansa invitó a ellas a Khrisna para tener ocasión de matarle. El gigante Acrura vino ante él con su carro, sobre el que Khrisna no desdeñó subir. El río de Emuney se hallaba en el camino, y Acrura, habiendo descendido para bañarse, vio en el espejo de las ondas a Khrisna, resplandeciente de pura claridad. El Dios tenía en la frente una triple diadema. Sus cuatro brazos estaban cargados de brazaletes de perlas. Ojos resplandecientes brillaban como pedrerías en todo su cuerpo, y sus manos se extendían por todas partes hasta los límites del Universo. El corazón de Acrura cambió entonces, y cuando halló de nuevo a Khrisna sentado tranquilamente en su carro, le adoró sinceramente y deseó que pudiera escapar a las asechanzas que le tendía el viejo Kansa, y que saliera definitivamente victorioso de las peligrosas pruebas. 

La Entrada Triunfal
Khrisna hizo entonces su entrada en la real ciudad de Madura. Estaba, pobremente vestido, como lo están ordinariamente los pastores, y al punto encontró esclavos que llevaban en un carruaje las vestiduras del rey. “Las vestiduras del rey son las mías”  dijo Khrisna, pero los esclavos se mofaron de él. Entonces extendió las manos y cayeron muertos; el carruaje volcó y los vestidos fueron por sí mismos a colocarse a los pies de Khrisna.
Entonces todos los habitantes de la ciudad acudieron a ofrecerle sus presentes. Los vasos de oro y plata, las más preciosas alhajas sembraban el camino que había de recorrer; pero no se dignó descender para recogerlas. Un pobre jardinero, llamado Sadama, llegó a su vez y ofreció a Khrisna sus más hermosas flores. Entonces el Dios se detuvo, cogió aquella ofrenda del pobre y preguntó lo que deseaba en cambio. – Pido que tu nombre sea glorificado  dijo Sandama. 
Pido  añadió  que el mundo entero te ame, y por lo que a mí toca te suplico que me hagas cada vez más sensible a las quejas de los desgraciados”. Khrisna entonces notó que amaba a Sandama y fue a descansar algunas horas en su casa. 

Khrisna triunfa de todos los gigantes
Kansa pereció queriendo matar a Khrisna, y el joven Dios sacó de la prisión al padre de Kansa y le devolvió el reino que su hijo le había usurpado; después regresó a la soledad y se entregó al estudio de los Vedas; los gigantes le hicieron la guerra y fueron vencidos todos. Un día habían rodeado con fuego la montaña a la que se había retirado, sitiándola con innumerables fuerzas; Khrisna se elevó sobre las llamas y, haciéndose invisible, pasó en medio de sus enemigos y se retiró a otro lugar.
Khrisna lucha contra los gigantes 

Sin embargo, estaba escrito en el cielo que Khrisna debía morir para expiar los pecados de su raza. Sus padres eran de la tribu de los Yadawers, que debía llegar a hacerse numerosa hasta cubrir la superficie del mundo. Pero orgullosos de su número y de sus riquezas, insultaron a los profetas de Yxora, y el Dios temible hizo caer en medio de ellos un cetro de hierro, diciéndoles: “He aquí la vara que quebrará el orgullo y las esperanzas de los Yadawers”. Consultaron a Khrisna y les aconsejó hicieran derretir y convertir en polvo la vara de hierro. Se hizo así y la vara de hierro se arrojó a las aguas, pero ocurrió que una partícula aguda escapó a la disolución del cetro. Habiéndola tragado un pescado, fue herido por ella y se dejó coger por un pescador que retiró el anzuelo de una flecha, y todo esto se hizo por la voluntad de los dioses, que para la salvación del mundo y la liberación de Vishnú preparaban la muerte de Khrisna. 

Discurso antes de la Pasión
También se cuenta que una mujer fea y contrahecha llevando un vaso de aceite perfumado de gran precio, lo esparció en la cabeza de Khrisna. En seguida desapareció la fealdad de aquella mujer, sus deformidades se borraron y se marchó dotada de hermosura maravillosa. Sin embargo, se acercaba la hora del gran sacrificio; los prodigios aparecieron en el cielo y en la tierra. Los buitres gritaban en pleno día, y los cuervos graznaban durante la noche, los caballos vomitaban fuego, el arroz crudo germinó, el sol se tiñó de diversos colores.
Khrisna amenazó a los Yadawers con una destrucción próxima y les aconsejó abandonar su ciudad para escapar a los azotes que iban a sufrir; pero no le escucharon, y habiéndose dividido entre sí, se armaron de cañas puntiagudas como cuchillos, que habían nacido de la barra de hierro reducida a polvo y arrojada a las aguas. Se había pulverizado el cetro del despotismo, pero de su polvo habían germinado la guerra y la anarquía. Khrisna tenía un discípulo favorito, llamado Ontaven. Este discípulo le pidió algunas instrucciones de las que se pudiera acordar y Khrisna le dijo: “En siete días la ciudad de Danvareguay será destruida. El Kali-yuga va a comenzar. En esta nueva era los hombres serán malvados, mentirosos y egoístas. Serán débiles de cuerpo, enfermizos y de corta vida; así abandonad completamente el mundo y retiraros a la soledad; allí pensaréis siempre en mí, abandonaréis los placeres del mundo y ennobleceréis vuestras almas por una meditación concentrada. Aprended a vivir con el pensamiento; sabed que el Universo está en mí y que no existe sino por mí, triunfad de Maya que es la ilusión de las apariencias; procurad la amistad de los sabios, que yo estoy en vosotros, y vosotros en mí. El que renuncia a la vanidad del mundo por la verdad que concede la sabiduría, atraerá hacia él la luz divina. Su corazón será puro como el agua, y reflejará mi imagen”. “Renunciad al deseo de propiedad por las cosas temporales: es el primer paso en el camino de la perfección; por medio de este desligamiento absoluto es como pueden ser combatidas las pasiones”. “El alma es la soberana de los sentidos, y yo soy el soberano del alma”.
“El espacio es mayor que los elementos, y yo soy mayor que el espacio”.
“La voluntad es más fuerte que los obstáculos, y yo soy el dueño de la voluntad”.
“Brahma es mayor que los dioses y yo soy más grande que Brahma”. “El sol es más luminoso que los demás astros, y yo soy más luminoso y más vivificante que el sol”. “En las palabras, yo soy la verdad; en las promesas, yo soy el que ordena no matar a nada de lo que tiene vida; en la limosna, yo soy la del pan; en las tentaciones, soy la primavera que vivifica; la verdad, la sabiduría, el amor, el bien, la oración, los Vedas, la eternidad, son mis imágenes”. Habiendo recibido Ontaven estas instrucciones, se retiró al desierto de Badary.
La muerte de Khrisna
Khrisna volvió entonces hacia los Yadawers, que eran los de su raza, y encontró que se habían matado mutuamente. El país que había ocupado sólo era una campiña cubierta de cadáveres. Levantó los ojos y vio las almas que había amado en la tierra volver al cielo. Entonces, encontrándose solo y triste, se echó al pie de un zarzal misterioso que profundizaba en la tierra sus poderosas raíces y retorcía a los lejos sus ramas, cubiertas de hojas rojas y de espinas. Khrisna se tumbó sobre las raíces del zarzal; uno de sus pies estaba colocado sobre el otro, y, de sus cuatro manos, dos estaban extendidas en oración y las otras dos unidas para la plegaria. Entonces le alcanzó una flecha; una flecha lanzada al azar por un cazador y que vino a clavar el zarzal a los pies unidos de Khrisna. Aquella flecha era la que había sido herrada con el fragmento agudo del cetro que Khrisna había quebrado. Era la postrera venganza de la tiranía y de la muerte. 
El cazador Yará apunta al pie de Khrisna al confundirlo con un venado amarillo.
Apenas hubo expirado cuando los tronos injustos se derrumbaron por sí mismos; su cuerpo desapareció de pronto y se volvió a hallar, por milagros, en Geganadam, donde se le elevó un templo y se le adoró más tarde bajo el nombre de Jagrenat. Esta leyenda está extractada del Baghavadam, uno de los Puranas, libros sagrados de los hindúes, a los que se atribuye la más remota antigüedad.

KUBERA
Kúbera es el dios de las riquezas, el rey-dios de los semidivinos iaksás, y el tesorero de los dioses. Es considerado como el dikpala (uno de los cuatro ‘protectores de las direcciones’) que protege el norte, y un lokapalá (‘protector del mundo’). Sus numerosos epítetos lo exaltan como el señor de numerosas especies semidivinas y el dueño de los tesoros del mundo. Kúbera es a menudo representado como un varón gordo, adornado con joyas y con un pote con monedas y un garrote.
Kúbera. Estatua en arenisca del norte de la India, del siglo X
El nombre kúvera terminó significando ‘mal cuerpo’, cuerpo deformado o monstruoso. Por eso Kúbera fue representado con tres piernas y solo ocho dientes.
El origen exacto del nombre Kúbera se desconoce. Una hipótesis sugiere que Kúbera podría derivar de la raíz verbal sánscrita kumba, ‘ocultar’. 
En sánscrito tardío, el nombre Kúbera se convirtió en Kúvera, que significa ‘deforme’ o ‘monstruoso’. Otra hipótesis aventurada sugiere que Kúvera también se dividen de ku (‘tierra’), y virá (‘héroe’).

Otros nombres de Kúbera
Kúbera recibe muchos nombres:
Ailavila, como ‘hijo de Ilavila’ (la esposa de Visrava).
Vaisravaná (en idioma palí, Vessavana) como hijo de Visrava (‘fama’). Vaisravaná se traduce a veces como “hijo de la fama”. En cambio el texto budista Nitapa-sutta dice que Vaisravana deriva del nombre de un reino de Kúbera, Visana. 
Ekaksipingala (‘el que tiene un solo ojo amarillo’, siendo eka: ‘uno’, aksí: ‘ojo’, y pingala: ‘amarillo’), porque una vez, Kúbera miró al dios Shivá y a su esposa Párvati con celos, por lo que perdió uno de sus ojos. Parvati después le convirtió este ojo deformado en amarillo. 
Bhutesha (‘señor de los bhuta [espíritus]’), nombre que comparte con el dios Shivá.
Nara Vajana, ‘aquel cuyo vajana (‘vehículo’ o ‘montura’) es un varón’, porque por lo general se lo representa montando sobre espíritus o sobre un hombre (nara). La traducción más común de nara es ‘hombre, varón’, sin embargo Hopkins interpreta que nara podría ser también ‘espíritus acuáticos’. 
Rajaraja (‘rey de reyes’),
Dhanadhipati (‘Señor de la riqueza’, siendo dhana: ‘riqueza’, adhipati: ‘líder supremo’) 
Dhanadá (‘dador de la riqueza’, siendo dhana: ‘riqueza’ y da: ‘el que da’).
Gujia Adhipa (‘el señor de lo oculto’, el dios de la clandestinidad), en el Átharva-veda.
En el Rig-veda no se lo nombra, por lo que no existía aún en el panteón védico.
Las primeras menciones aparecen en el Átharva-veda  y el Shatápata-bráhmana. Allí Kúbera era el jefe de los malvados espíritus de la oscuridad. En esa época era llamado principalmente Vaisravaná (‘hijo de Visrava’).
Al demonio Rávana (matado por el dios Rama por haber secuestrado a Sita, esposa de éste), se le llamaba Vaisravaná-anu-ya (‘el hermano menor del hijo de Visrava’).
A la higuera de la India o árbol baniano se lo adoraba como morada del dios: vaisravaná alaya (‘morada de Vaisravaná, el hijo de Visrava’) o vaisravanódaia (‘gloria de Vaisravaná’).
Pero desde el Majábharata en adelante, Kúbera adquirió la condición de un deva (dios).
Posteriormente, según el Majábharata, Kúvera era el dios de las riquezas y los tesoros, regente de la zona norte del mundo (llamada debido a él kúbera-gupta).
Ídolos del periodo de Anuradhapura (Sri Lanka), siglo IX. El dios Brahmá, de pie en el centro sobre una tortuga, rodeado por los cuatro dik-palas (guardianes de las direcciones cardinales). Detrás de él (desde izquierda a derecha): * Varuna, dios del oeste y del conocimiento, con su vehículo, un caballo; * Kúbera, dios del norte y de la riqueza, lleva una maza y un león; * Iama, dios del sur y de la muerte, con un toro; * Indra, dios del oriente y de la atmósfera, con un elefante, sosteniendo su arma vashra (el rayo).

Según el Bhagavata-purana era hijo del sabio Viśravas (que más tarde sería padre del demonio Rávana) e Idavidá. Según el Jari-vamsa Kúbera era el jefe de los iakshás y amigo del Señor Shivá.
Otro nombre de Kúbera es Dravina Pati (‘señor de la riqueza’), Dravina Adhipati (‘líder de la riqueza’), Dravina Indra: ‘el conquistador de la riqueza’). 
El hijo de Kúbera se llama Dravinendratmayá o Dravinendra Atmashá.
Un nombre del dios Shivá es Kúbera Bandhava (amigo de Kúbera).
Uno de los antiguos nombres de los Himalayas era Kúbera-guiri (‘montes de Kúbera’).
Otro nombre de Kúbera es Kailāsa Nath: ‘señor de Kailasa’. 
Uno de los antiguos nombres del Kailāsh el cual era la morada del dios Shivá (quien era entonces conocido como Kailāśa Nikétana ‘morador del monte Kailash’) era Kúbera-achala (‘montaña de Kúbera’).
El Ramaiana describe que Kúbera gobernó Lanka, pero fue derrocado por su hermanastro, el demonio Rávana, y mudó su ciudad capital a Alaka, en la cordillera del Himalaya. Las descripciones de la gloria y el esplendor de la ciudad de Kúbera se encuentra en muchos Puranas.
Kúbera también se asimiló a los panteones budista y jaina. En el budismo se le conoce como Vaisravana, que usa el patronímico del Kúbera hindú y también se equipara con Pañchika, mientras que en el jainismo se le conoce como Kúbera y como Sarva Anubhuti, y es el asistente del arjat del avasarpini actual.
Kúbera es a menudo representado como un enano, con la tez blanca y una gran barriga.
A veces se lo representa como un hombre sobre un caballo blanco empenachado. 
Kúbera como loka-palá monta el elefante llamado Sarvabhauma. 
Él se describe como teniendo tres patas, solo ocho dientes, los ojos una y se adorna con joyas.
La descripción de las deformidades como los dientes rotos, tres patas, tres cabezas y cuatro brazos solo aparecen en los textos puránicos tardíos. 
Kúbera sostiene una maza, una granada o una bolsa de dinero en la mano.
También se puede llevar a un montón de joyas o una mangosta. En el Tíbet, la mangosta es considerada un símbolo de la victoria de Kúbera sobre la etnia de los nagas, guardianes de tesoros.
Kúbera se suele representar con una mangosta en la iconografía budista. En el Visnú-dharmottara-purana, Kúbera se describe como la encarnación de artha (‘riqueza, prosperidad, gloria’) y Artha-sastras, los tratados relacionados con ella y la iconografía que refleja. La complexión de Kúbera se describe como la de las hojas de loto. Monta un hombre-el estado personificado, adornado con ropas y adornos de oro, que simbolizan su riqueza. Su ojo izquierdo es de color amarillo. Lleva una armadura y un collar hasta su gran barriga. El Visnú-dharmottara-purana describe, además, que su rostro se inclina a la izquierda, con barba y bigote, y favorece con dos pequeños colmillos que sobresalen de los extremos de su boca, lo que representa su poder para castigar y otorgar favores. Su esposa Riddhi, representa el viaje de la vida, está sentada en su regazo izquierdo, con la mano izquierda en la parte posterior de Kúbera y la derecha a la celebración de una ratna-patra (‘joya de la olla’).
Kúbera debe ser de cuatro brazos, sosteniendo una gada (símbolo de dandaniti administración de justicia) y un shakti (poder) en la parte izquierda, y las normas que llevan un león que representa a artha y un shibika (‘garrote’, el arma de Kúbera).
Los nidhi (tesoros) Padma y Shankha están junto a él en forma humana, con la cabeza saliendo de un loto y una caracola, respectivamente. 
En el Agní-purana se prescribe la adoración al ídolo de Kúbera en los templos: debe estar sentado sobre una cabra, y con un garrote en la mano. Se prescribe que la imagen de Kúbera debe ser de oro, con atributos multicolores. 
En algunas fuentes, especialmente en las representaciones jainas, Kúbera se representa como un borracho, representado con un vaso de néctar en la mano.
En el Átharva-veda donde aparece por primera vez y en el Shatápata-bráhmana, Kúbera es el jefe de los espíritus malos o espíritus de las tinieblas, y es llamado Vaisravana (hijo de Visrava). El Shatápata-bráhmana directamente lo llama ‘señor de los ladrones y delincuentes’.  
En el Majábharata (siglo III a. C.), Kúbera se describe como el hijo del Prayápati Pulastia y su esposa Idavida, y el hermano del sabio Visrava. Kúbera se describe como nacido de una vaca. Sin embargo, a partir de los Puranas, se le describirá como nieto de Pulastia e hijo de Visrava y de su esposa Ilavida (o Ilivila o Deva Varnini), hija del sabio Bharad Vaya o de Trina Bindu. 
En las Leyes de Manu se convierte en un respetable loka-palá (‘protector del mundo’) y patrón de los comerciantes. 
En este momento (últimos siglos del I milenio a. C.), aunque todavía se describe como un asura (demonio), a Kúbera se le ofrecen oraciones al final de todos los sacrificios rituales. Sus títulos, como “el mejor de los reyes” (el Jari-vamsa presenta a Kúbera como “señor de los reyes”), en contraste con el dios-rey de los cielos, Indra, cuyo título es “el mejor de los dioses” condujo más adelante a la creencia de que Kúbera era un hombre. El Shankaiana-grijia-sutra (texto del siglo VI a. C. relacionado con el antiquísimo Rig-veda) y el Jirania Keshi (texto del siglo VI a. C. previo a la aparición de la no violencia budista relacionado con el Krisná-iáyur-veda) lo consideran un dios, y ordenan que se le ofrezcan semillas de sésamo, carne y flores. 
Las epopeyas Majábharata y Ramaiana (ambos del siglo III a. C. aproximadamente) y los Puranas otorgan a Kúbera una divinidad incuestionable.
Kúbera también alcanzó el título de Señor de las Riquezas y el más rico deva. También se convirtió en un lokapalá (‘protector del mundo’) y uno de los asta-dik-pala (‘cuidadores de las ocho direcciones’: norte, noreste, este, sureste, sur, suroeste, oeste y noroeste), el correspondiente al Norte, aunque a veces también se asocia con el Este.
Los textos Dharma-sastra (de Gautama) y el Dharma-sutra (de Apastamba) lo describen como un ser humano. 
La condición de Kúbera como lokapala y dikpala está asegurada en el Ramaiana, pero en el Majábharata, algunas listas no incluyen a Kúbera. Por lo tanto, Kúbera se considera una adición posterior a la lista original de lokapalas, donde en su lugar aparecen los dioses Agní o Soma. 
En el Ramaiana se dice que Brahmá el dios creador del mundo, y padre de Pulastia, el abuelo de Kúbara le otorgó a Kúbera como una recompensa por sus severas penitencias: la condición de lokapala (protector del mundo), todas las riquezas del mundo (nidhi), la igualdad con los dioses, y el puspaka vímana (un carro volador hecho de flores). Kúbera entonces gobernó en la ciudad dorada de Lanka, identificada con la actual Sri Lanka. 
En el Majábharata se dice que Brahmá le confirió a Kúbera la condición de lokapala (protector del mundo), todas las riquezas del mundo (nidhi), la divinidad, el puspaka-vímana la amistad con Shivá, un hijo llamado Nalakúbera o Nalakúbara, y el señorío sobre los demonios Nairratas (que conformaban un ejército invencible). 
El Majábharata se refiere a Visrava como hermano de Kúbera, por lo que Kúbera se describe como el tío de Rávana. Se registra que cuando Kúbera acercaron a Brahmá por el favor de reemplazar a su padre Pulastia, Pulastia creó a Vísrava. Para buscar el favor de Visrava, Kúbera enviaron a tres mujeres para él, por quien Visrava engendró a sus hijos del demonio. 
Rávana, después de adquirir una bendición de Brahmá, condujo a Kúbera lejos de Lanka y se apoderó de su pushpaka vimana, que después de la muerte de Rávana volvió a Kúbera. Kúbera luego se instaló en la montaña Gandhamandana, cerca del monte Kailash, la morada del dios Shivá en los Himalaya.
En las epopeyas, Kúbera se describe a menudo como amigo de Shivá. El Padma-purana dice que Kúbera le oró a Shivá durante muchos años, y Shivá le concedió el reinado sobre los iaksás. 
En el Majábharata y en el Meghaduta aparece una descripción de la magnífica corte de Kúbera. En este caso, gandharvas (bailarines celestiales) y apsaras (cortesanas celestiales) entretienen a Kúbera. Shivá y su esposa Parvati son visitantes frecuentes de la corte de Kúbera, el cual es atendido por seres semidivinos, como los vidia-dharas, los kimpúrushas, los rákshasas, y los pishachas, así como Padma y Shankha; tesoros personificados (nidhi), y Manibhadra, asistente de Kúbera y jefe de su ejército. Al igual que todos los protectores del mundo, Kúbera tiene siete videntes del Norte en su residencia.
La ciudad de Alaka fue saqueada una vez por Rávana, y atacada una vez por el príncipe pándava Bhimá. 
El ejército Nairrata de Kúbera derrotó al rey Muchukunda, quien los derrotó por el consejo de su gurú Vasista. Shukra, el gurú de los demonios, también se recuerda por haber derrotado a Kúbera y robado su riqueza. 
Otra historia importante en las Escrituras recuerda como Kúbera entretuvo y dio alojamiento en su palacio al sabio Ashtavakra. 
Kúbera es el tesorero de los dioses y señor de los semidivinos iaksás, gujiakas, kinnaras y gandharvas, que actúan como sus ayudantes y protectores de las piedras preciosas de la Tierra, así como los guardianes de su ciudad. Kúbera es también el guardián de los viajeros y el dador de riqueza de los individuos que le agradan. Los caníbales ráksasa también sirven a Kúbera, aunque en el Ramaiana, algunos ráksasas se pusiron del lado del rey ráksasa Rávana en la batalla contra Kúbera. 
Kúbera se convirtió también en una divinidad menor del matrimonio. Él se invoca junto con el dios Shivá en las bodas y se describe como Kaméswara (‘el señor del sexo’). 
Está asociado con la fertilidad del tipo acuático. 
El Majábharata y varios Puranas dicen que Kúbera estaba casado con Bhadra (‘auspiciosa’), o Kauberi (‘mujer de Kúbera’), hija del asura (demonio) Mura. Ella también se llamaba Iaksí una mujer iaksá y Charvi (‘esplendor’). Tuvieron tres hijos:
Nala Kúbara (sin traducción en sánscrito),
Maní Grivá (que lleva un collar de joyas) o Varna Kavi (‘poeta colorido’), y
Maiú Raya (‘rey de los kimpúrushas’ o ‘rey de los animales que se asemejan a seres humanos’), y una hija llamada Mina Akshi (‘ojos de pescado’). 
El Majábharata llama a su esposa Riddhi (‘prosperidad’) y a su hijo Nala Kūbara. La diosa de la riqueza Lakshmi se describe a veces como su consorte.

LAJJA GAURI
Lajja Gauri la diosa de la fortuna, la abundancia y la fertilidad; es la misteriosa diosa con cabeza de loto, que siempre está retratada con las piernas abiertas, lo cual sugiere representar: al parto (su postura es la postura tradicional del pueblo indígena para dar a luz) o a la receptividad sexual.
Su aspecto de fertilidad se destaca por la representación simbólica de los genitales, Yoni, según la floración, Flor de loto que denota juventud floreciente en algunos casos y en otros a través de una representación sencilla pero detallada de una vulva expuesta. La mayoría fueron talladas en el periodo Gupta y períodos post-Gupta. Las primeras representaciones de Lajja Gauri en los cultos shaktismo se encontraron en las el valle del Indo y las posteriores en el Deccan, una región del subcontinente indio. 
Lajja Gauri es también conocida como: Anantha Devi, Nagnamata, Kumkana, Aditi, Renuka, Elaba, Yellamma, Kotvi, Prithvi, Kallachema Belam, Kabandha Nagna, Verul, Kamalamukhi, Gaurima Kamala, Kamala Gangamma, Mahakundalini,  Adyashakti, Jogulamba, Matangi, Maria, Mahuramma, Ekavira, Yamabai, Yamai, Vyaghreswari, Sang y Sakambari.
Según los historiadores que se remontan al arte del valle del Indo es una manifestación de Parvati, la consorte del dios Shiva.
Lajja Gauri también se ha asociado con el Señor Ganesha en las imágenes iconográficas. Se observa con mayor frecuencia en las placas de Andhra. Ganesha es hijo de Shiva y Parvati. Una serpiente se talla directamente debajo de la diosa. Figurillas de terracota y las estatuas de Lajja Gauri se han encontrado en casi todos los lugares en la India. 
Su frecuente yuxtaposición con la linga de Shiva (una forma anicónica, fálica del principio divino masculino), y su asociación con los leones y el dios Ganesh, sugieren que ella era considerada una manifestación de la suprema Devi, específicamente Parvati (que es también llamada Gauri). Su tamaño (siempre igual a Shiva), y la exhibición de forma destacada de sus pechos llenos (lo que sugiere que da vida, crianza y sustento) y yoni (vulva, útero, lo que sugiere el poder generativo, creativo) indican que probablemente sirvió como un equivalente femenino al masculino linga.
Según el tantra el verdadero templo hecho por Dios es tu cuerpo.
La diosa Shakti vive en él. 
La desnudez muestra la pureza de la naturaleza.
Refleja la profunda aspiración a vivir en la verdad, eliminando todas las máscaras, expresando lo que sentimos sin ocultarlo.
Es un símbolo de unidad entre pensamiento, palabra y obra. Siendo capaces de ver a la persona hermosa reconoceremos la mano divina de la diosa que lo moldea, nos encontraremos más allá de la lujuria, ahí donde sólo existe el amor y la adoración. 

LAKSMI
Lakshmi es la diosa de la riqueza y la prosperidad, tanto material como espiritual. La palabra Lakshmi se deriva de la palabra sánscrita Laksme, que significa “meta”. Lakshmi, por lo tanto, representa la meta de la vida, que incluye la prosperidad material y espiritual.  
En la mitología hindú, la diosa Lakshmi, también llamada Shri, es el esposo divino de Señor Vishnu y le proporciona riqueza para el mantenimiento y la preservación.
En sus imágenes y fotografías, Lakshmi se representa en una forma femenina con cuatro brazos y cuatro manos. Lleva ropa de color rojo con forro dorado y está de pie sobre un loto. Ella tiene monedas de oro y flores de loto en sus manos. 
Es descrita como una bella mujer india de grandes ojos oscuros, piel dorada y cuatro brazos. Vestida con Sari rojo bordado en oro. El rojo simboliza la Actividad y el oro indica Prosperidad. Aparece sentada o de pie en su trono de loto rosa, que representa la belleza, la pureza y la fertilidad. Lleva dos flores de loto bendiciendo a sus devotos, representando la evolución espiritual y la armonía en la vida. Sus brazos delanteros suelen ofrecer una bendición de protección. Su capacidad de mejorar nuestra suerte en la vida está simbolizada por las cascadas de monedas de oro que brotan de sus manos.
Los cuatro brazos: representan las cuatro direcciones del espacio y así simbolizar omnipresencia y la omnipotencia de la Diosa. El color rojo simboliza la actividad. 
El revestimiento de oro (bordado): en su vestido rojo denota prosperidad. La idea expresada aquí es que la diosa está siempre ocupado distribución de la riqueza y la prosperidad a los devotos. 
El asiento del loto: que está de pie sobre Lakshmi, significa que mientras vivimos en este mundo, uno debe disfrutar de sus riquezas, pero no obsesionarse con ella. Tal vida es análoga a un loto que crece en el agua, pero no está mojada por el agua.
Las cuatro manos representan los cuatro extremos de la vida humana: dharma (rectitud), Kama (deseos genuinos), artha (riqueza) y moksha (la liberación del nacimiento y muerte). Las manos delanteras representan la actividad en el mundo físico y las manos atrás indicar las actividades espirituales que llevan a la perfección espiritual. Desde el lado derecho del cuerpo simboliza la actividad, una flor de loto en la mano derecha trasera transmite la idea de que uno debe realizar todas las funciones en el mundo de acuerdo con el dharma. Esto lleva a moksha (liberación), que está simbolizado por un loto en la mano trasera izquierda de Lakshmi. 
Las monedas de oro que caen: sobre la tierra de la parte frontal izquierda de Lakshmi ilustrar que ella proporciona riqueza y prosperidad a sus devotos. Su mano derecha se muestra frente otorgar bendiciones a los devotos. 
Lakshmi es una diosa que trae todas las cosas buenas a la luz y la vida, conduciendo riquezas materiales y espirituales en nuestro camino.
Su mito de creación es uno de lo más coloridos de todas las deidades hindúes. Se dice que nació, totalmente crecida, sobre un loto rosa que se elevaba desde el mar. De inmediato se le cubrió con piedras preciosas y fue adorada por dioses y sabios. Ellos querían que fueran a sus mundos y a sus casas, porque creían que allí donde se encontrara Lakshmi también se encontrarían la riqueza y la realización, por eso se le ofrece Deepa, para ayudarla a encontrar el camino a su morada. 
Detallamos su nacimiento como deidad:
En un principio la diosa Laksmi se llamaba Shri y era una manifestación de Devi-sakti, el principio sexual que, gracias a sus esfuerzos, generó el universo. Laksmi es la representación de la fémina universal que permaneció sobre una flor de loto durante la creación. Se unió a los dioses después de que el océano primordial se agitara para conseguir el elixir que apartaría el mal del mundo. Se elevó en medio de la espuma, los ríos cambiaron de curso para fluir hacia ella y los elefantes celestiales recogieron las olas para asearla. 
Al surgir hermosísima de las aguas oceánicas se la compara con Afrodita. Hoy en día se la adora más como Mata-Laksmi, que cuida y protege, a la vez que atiende los llamados de sus devotos.
Tres mil años después sigue siendo el símbolo de la suerte, es la deidad femenina más adorada y amada. De acuerdo a la filosofía hindú, para que un decreto, petición o manifestación funcione requiere de 3 elementos:
·       Un Mantra: Que es el decreto mismo: Mucha Prosperidad viene en camino.
·       Un Mudra: Un gesto, actitud o recordatorio. En este caso es la imagen de Lakshmi
·       Un Sutra: El más importante de los tres. Tu intención en que las cosas sucedan.
Se cree que quien presta atención a la Diosa de la Buena Fortuna diariamente desarrolla un canal de comunicación con ella. También puede ser visto, simplemente que centrando su atención en su energía se está eligiendo como crear en su vida.

Mantra de Lakshmi: 
“Si desean evocar su energía de la Buena Fortuna, pueden prender una vela verde en su honor (con fósforos de madera) también deben encenderle un incienso ofreciéndoselo a ella y dándole las gracias para que nunca les falte salud, dinero y demás. Pensar que es para ustedes la buena suerte. Puede ser una sensación de paz y bienestar, o tal vez tienen un problema financiero que, si se resuelve, les hará sentirse más afortunados. También pueden pedirle el apoyo que necesitan para hacer que sus sueños más sentidos cobren vida.”
“Ofrezco mis reverencias a la Diosa que es la morada de flores de loto, que tiene la flor de loto, cuyos ojos se asemejan a los pétalos de una flor de loto, cuyo rostro es una flor de loto, y que es querido por el Señor, que tiene un ombligo de loto”.
”Oh majestuosa, los hombres están dotados con las esposas, hijos, casa, amigos, el grano y la riqueza, debido a tu mirada constante”
Lakshmi existe en una dimensión más allá de nuestras luchas humanas y tristezas, desde donde se sienta en su Sagrado Loto, nos puede guiar hacia una mayor fortuna, tener relaciones de amor más profundas y más alegrías, porque también es considerada como la Gran Madre que nos puede guiar de la Oscuridad a la Luz.
Si permiten que Lakshmi esté presente en su vida, pueden encontrar que se eleven a un estado superior de ser y vivir. Y en ese estado es donde se empieza a ver que se puede crear cualquier cosa. 
Cuando la piel es de color rosa, Ella es la Madre Divina. Cuando Su piel es de oro, Ella es la Shakti universal y cuando su piel es de color blanco, Ella es la Madre Tierra. Como el de la Consorte de Señor Vishnu (Narayana), que es el Dios de la Conservación, Lakshmi Devi es la Diosa de la Belleza y salud. Sri Lakshmi encarna Belleza Sublime, siddhi, la paz, fuerza, equilibrio, Lakshmi porque posee todas estas cualidades buenas y nobles, ella encarna ~ infinito que simboliza la riqueza que las buenas y nobles cualidades son la única riqueza que podemos mantener. 
Lakshmi Devi, tesoro espiritual de la iluminación:
Lakshmi Devi es representada siempre sentada o de pie sobre un loto, con monedas de oro que fluye en un interminable flujo de una de sus manos cuando ~ símbolo de la flor de loto de la sabiduría, la riqueza de las buenas y nobles cualidades aparece y las bendiciones de Lakshmi están presentes. 
Los yoghis piensan que si no estamos afianzados en la pureza interior no podemos disfrutar del don que Lakshmi representa: el tesoro espiritual de la iluminación. Es por esto que es la divinidad central del Dêpavali o fiesta de la luz, la luz infinita del alma, la luz que disipa la oscuridad de la ignorancia, la luz que aclara el camino hacia la autorrealización, que es la fortuna más grande a la que podemos aspirar, la paz interior.
Encarnación de la belleza, gracia y encanto. Su nombre también se deriva de la palabra sánscrita que significa meta. La meta vital de todo ser, tanto en lo espiritual como en lo material. Los altares dedicados a Laksmi están cargados de aceite, leche y flores. 
Lakshmi en el Visnú-purana, el nacimiento de la fortuna:
En el momento que surgió hacia la tierra, la diosa escogió a Visnú como su compañero eterno, tanto de las generaciones precedentes como de las sucesivas, ya que era el único que podía detener a Maya, la ilusión. 
Según los historiadores Lakshmi fue creciendo en importancia hasta alcanzar el rango de diosa principal en la epopeya, cuando se redactó el Mahabharata. [En la época de los textos llamados Puranas] Así, en el Vishnu-Purana leemos que Lakshmi nació como hija del sabio Bhrigu (Fuego crujiente) y de su esposa Khyati (Himnos de alabanza), lo cual significa que la Fortuna nace del sacrificio ritual. 

LOS MARUTS
Los Maruts son deidades de las tormentas e hijos de Rudra y Diti, y sirvientes de Indra.
También se los conoce como los Marutgaṇa (el grupo de los Marut)
El número de Maruts varía entre 2 a 60 (3 veces 60, en el Rig vedá. Son muy violentos y agresivos, descritos como armados con armas de oro (rayos y relámpagos), dientes de hierro y rugen como leones, residen en el norte, andan en carros de oro tirado por caballos rojizos, a veces llamados pṛiṣatīḥ. En el Rig vedá se dice que Mātariśvan es el líder de los Marut.
En la mitología védica, los Maruts, una tropa de jóvenes guerreros, son los compañeros de Indra. 
De acuerdo con el Rāmāiaṇa, la madre de los Maruts, Diti, se mantuvo embarazada durante cien años para tener un hijo que fuera más poderoso que Indra. Indra lo evitó disparándole un relámpago y destruyendo el feto en un cierto número de poderosas deidades.
En los Vedá dice que son hijos de Rudra y Pṛiśni o que son hijos de los cielos o hijos del océano.
En el comentario de Iāska al Naighaṇṭuka se los cuenta entre los dioses de la esfera media.
En la literatura posterior dice que son hijos de Diti, su número 7 o 49 (7 veces 7).

MAIS: Lugarteniente y tercer sustituto de Visnu. 


MADHU: Nombre de los genios malignos, se alzaron contra Brahma y fueron derrotados por Visnu.  

MANASÁ 
La diosa Manasá, de cuatro brazos que sostienen una caracola y un loto, otra mano realiza un mudrá, y está sentada sobre una flor de loto, protegida por su hermano la serpiente Shesha. Se la adora principalmente en Bengala y en otras regiones del noreste de la India, principalmente para la prevención y la cura de mordeduras de serpiente, y también para la fertilidad y la prosperidad. Manasá es la hermana de Vasuki, el rey de los nagas (serpientes).

Manasá, reina de serpientes:

Una vez, cuando las serpientes y reptiles habían creado el caos en el mundo, el sabio Kasiapa a partir de su mente (manas) creó a la diosa Manasá. El dios creador Brahmá la convirtió en la diosa que preside a las serpientes y los reptiles. Manasá obtuvo el control sobre la tierra, gracias al poder de los mantras que cantaba.
Manasá con su hijo Astika en su regazo, siglo X, bronce del Imperio pala en la actual Bijar.
Manasá propició al dios Shivá, quien complacido le concedió los divinos poderes. Después la adoró mediante rituales, en lo que ella obtuvo el estatus de diosa establecida dentro del hinduismo.
Manasá se casó con el sabio YáratKaru, quien accedió a condición de que si ella le desobedecía, él la abandonaría. Una vez, cuando ella lo despertó porque veía que no se había levantado antes del amanecer (como debe hacer todo hinduista) Yárat Karu se molestó con Manasá porque lo despertó demasiado tarde para el culto, y la abandonó. A petición de los grandes dioses hinduistas, Yárat Karu volvió con Manasá y tuvo relaciones con ella, y ella dio a luz a Astika... su pequeño hijo.  

Rasgos principales de Manasá:
Manasá es representada como una mujer cubierta de serpientes  (y a su vez la destrucción del veneno de las mismas, está sentada sobre una flor de loto o de pie sobre una serpiente de gran tamaño. Es protegido por un techo de caperuzas de siete cobras, sus guardianes. A veces se la representa con un niño en su regazo (sigo de su maternidad y fertilidad). El niño se supone que es su hijo, Astika.
Manasá crio a este hijo, Astika, quien se pasó la vida realizando “sraddhá” para liberar a cada uno de sus antepasados (demonios). Cuando Astika era un joven, también ayudó a salvar a la humanidad (el pueblo nagá en concreto)de la destrucción, cuando el rey decidió exterminar a todos los nagás mediante un gran sacrificio a los dioses.
 

Diosa Manasá, salvadora de Shiva:
A menudo es llamada «la diosa de un solo ojo», porque su madrastra Parvati le quemó uno de los ojos.
En algunos pasajes, su padre no es Shivá sino el sabio Kasiapa. Manasá es representada como amable con sus devotos, pero dura con las personas que se negaron a adorarla. Se considera que no es una diosa importante debido a su ascendencia mixta.
Originalmente habría sido una diosa adivasi (tribal), ingresó al panteón como una diosa menor, adorada por grupos de castas más bajas. Más tarde fue incluida como diosa importante en el panteón hinduista, donde ahora es considerada como una diosa hindú en lugar de una diosa tribal.
Manasá fue identificada como la diosa de la fertilidad y de los ritos matrimoniales y fue asimilada en el panteón shivaísta, en relación con el dios Shivá. Los mitos la glorifican como si hubiera salvado a Shivá después de que este bebió el veneno del océano de leche (en el mito del batido del océano), y la veneran como ‘destructor del veneno’. Su popularidad creció y se extendió hasta el sur de India, y sus seguidores comenzaron a rivalizar con el shivaísmo (el culto de Shiva). Como consecuencia de ello, aparecieron relatos acerca de que Manasá había nacido de Shivá. Finalmente, el shivaísmo adoptó esta diosa indígena dentro de la tradición brahmánica de la corriente principal del hinduismo.  
Ella es también conocida como Visha Jara (destructor de veneno), Yagad Gaurí, Nitiá (eterna) y Padma Vati. Sus mitos enfatizan su tristeza y mal humor, debido al rechazo de su padre Shivá y de su esposo el sabio Yarat Karu, y el odio de su madrastra, Parvati (esposa de Shivá,). 

La maldad de la diosa de Manasá:
Manasá descendió a la Tierra para obtener devotos humanos. Inicialmente el pueblo se burló de ella, pero Manasá obtuvo su temor haciéndoles llover calamidades a aquellos que se negaban a adorarla. Se las arregló para convertir a toda clase de personas, incluido el gobernante musulmán Hasan, pero no pudo convertir a Chand Sadagar, un ferviente devoto de Shivá y Chandi. 
En el intento de convertirlo, Manasá mató a seis hijos de Chand y lo dejó en bancarrota. También mató a Lakhindar, el hijo menor de Chand, en su noche de bodas. La esposa de Chand y su nuera viuda trataron de convencerlo de que adorara a Manasá. Al final, él cedió y le ofreció una flor a un ídolo de la diosa, pero utilizando para ello su mano izquierda (lo que se considera una ofensa) y sin siquiera mirarla. Pero incluso este gesto alegró tanto a la injusta Manasá que resucitó a todos los hijos de Chand, y le hizo recuperar su fama y fortuna. 
El Mangal-kaviá dice que después de esto, la adoración de Manasá fue muy popular para siempre.

MANMADIN
El nombre significa “Lo que excita el corazón.” Appellativo di Kama ; Título del Kama; molto simile al Cupido dei Romani e all’ Eros dei Greci e come costoro rappresentato da un fanciullo con la faretra sulle spalle, arco e frecce nelle mani, con la differenza che l’arco è fatto di zucchero e le frecce di ogni sorta di fiori. muy similar a Cupido para los romanos y ‘Eros de los griegos y cómo se representan por un niño con un carcaj a la espalda, un arco y una flecha en las manos, con la diferencia de que el arco está hecho de azúcar y flechas de todo tipo de flores . Alcune immagini lo mostrano a cavallo di un bellissimo pappagallo variopinto. Algunas imágenes muestran lo que monta un loro colorido agradable.
La evidencia del culto a este dios se encontraron en tortezza de Tardje-Viero, donde una imagen que representa el joven dios, montar un elefante, está compuesto por siete mujeres jóvenes colocados en un grupo con tanta habilidad como para formar la imagen del animal y el dios que lo monta. 

MANU
‘Adviértase que el Manu al que nos referimos, es considerado como el progenitor de la raza humana y se le representa propiciando al Ser Supremo, mediante su devoción, en una era de depravación universal’. 
“En tiempos pasados, un rey llamado Manu, hijo del sol, practicaba intensamente el ascetismo y pacientemente cedió el reino a su hijo, Dotado con todas las cualidades del alma, igualmente indiferente a la tristeza y la alegría, el héroe alcanzó el yoga supremo en un lugar solitario en las cadenas de montañas Malaya. Cuando hubo pasado un milllón de años, Brahmā, el que se sienta en un loto, se sintió complacido y quiso concederle un don, diciendo: ‘Elige un don’. El rey se inclinó ante el Abuelo y dijo: ‘Sólo existe un don insuperable que deseo de ti: ser capaz de proteger a la multitud de todos los seres, móviles e inmóviles, cuando se produzca la disolución.’ El alma de todo consintió en esto y desapareció. Entonces, una gran lluvia de flores cayó desde el cielo enviada por los dioses. 
Cierto día, cuando estaba realizando en su ermita la libación que deleita a los antepasados, en un pez śapharī entró en sus manos junto con el agua. Cuando el rey, que estaba lleno de compasión, vio ese pez, se preocupó de protegerlo en una vasija con agua durante un día y una noche, hasta que tuvo la forma de un pez de dieciséis dedos de largo. Entonces el pez gritó: ‘¡Sálvame! ¡Sálvame!, y él trasladó la criatura del agua a una tinaja, e incluso dentro de la tinaja creció hasta tres manos durante una noche. De nuevo el pez dijo al hijo del dios de mil rayos, con un gemido de tristeza: ‘¡Sálvame! ¡Sálvame! He venido a buscar refugio en ti.’ Entonces el hijo del sol puso al pez en un pozo, y cuando el pez no podía ya encajar ni siquiera en ese pozo, lo llevó a un lago inmenso; pero siguió creciendo hasta la anchura de una legua, y de nuevo gritó con tristeza: ‘¡Sálvame! ¡Sálvame! Oh el mejor de los reyes’. 
Entonces Manu lo arrojó al Ganges, y cuando siguió creciendo, el señor de la tierra lo arrojó al océano. Pero cuando el pez se hubo extendido por todo el océano, Manu se asustó y dijo: ‘¿Quién eres tú’? ¿Un señor de los demonios? ¿O eres Vāsudeva? ¿Quién más podría ser así? ¿Quién puede tener un cuerpo de veinte mil leguas? Te he reconocido en tu forma de pez, Keśava; pero me estás agotando. Homenaje a ti, Hṛṣīkeśa, señor del universo, morada del universo.’
Entonces el señor Viṣṇu que entusiasma a los hombres, que había tomado la forma de pez, dijo: ‘¡Bravo, bravo! Me has reconocido correctamente, y has mantenido sin falta tu promesa. En breve tiempo, la tierra quedará sumergida en el agua con todas sus montañas, árboles y casas. 
Esta barca ha sido hecha para la reunión de todos los dioses para proteger la reunión de las grandes almas vivas, oh señor de la tierra. A los nacidos del sudor, los nacidos de huevos, o del agua, y aquellas criaturas vivas que mudan de piel, ponlos a todos en esta barca y sálvalos, pues no tienen protector. Y cuando tu barca sea azotada por los vientos que soplan al final de la Edad, amarra la barca a mi cuerpo, oh rey, señor de los reyes, señor de la tierra. Al final de la disolución, tú serás el Prajāpati de todo el universo, móvil e inmóvil. De este modo, al principio de la Edad Kṛta, tú serás el rey firme, omnisciente, el jefe supremo del período de Manu, adorado incluso por los dioses’. 
 Entonces Manu preguntó al Castigador de Madhu: ‘Oh señor, ¿Cuántos años durará el intervalo de destrucción final? ¿Y cómo protegeré a las criaturas, oh señor, Castigador de Madhu? ¿Y cómo me uniré contigo de nuevo?’ El pez contestó: ‘Desde hoy, habrá una sequía sobre la tierra que durará cien años, escaseará el alimento y abundará la desgracia. Entonces, siete rayos crueles destruirán a aquellas pocas criaturas que todavía queden, y siete veces siete rayos harán llover carbones ardientes. El fuego de la yegua submarina se transformará al final de la Edad, y un fuego venenoso será disparado de su boca contraída, saliendo del infierno; y un fuego surgirá del tercer ojo de la frente de Bhava, quemando y agitando el triple universo, gran sabio. Y cuando toda la tierra haya sido reducida a cenizas de este modo, el cielo se calentará por el vapor. Entonces el universo, con sus dioses y constelaciones, será totalmente destruido. Las siete nubes del día del Juicio Final, Remolino, Rugido Espantoso, Cubo, Feroz, Grulla, Bandera del Rayo y Rojo Sangre, estas nubes nacidas del sudor de Agni inundarán la tierra; los océanos se agitarán y todo se reunirá, y todo lo de los tres universos será un solo océano.

Coge, entonces, esta barca de los Vedas y pon en ella las esencias y semillas de todas las criaturas vivas; y atando la cuerda como te he enseñado, amarra la barca a mi cuerno, y serás protegido por mi majestad.
Sólo tú quedarás, cuando hasta los dioses hayan sido quemados. La luna y el sol, Brāhma y yo, junto con los cuatro Protectores del Mundo, el santo río Narmandā, el gran sabio Mārkaṇḍeya, Bhava, los Vedas y los Purāṇas y las ciencias subsidiarias, todos permanecerán contigo durante el intervalo de destrucción de la era de Manu Cākṣuṣa, cuando todo sea un solo océano. Yo te proclamaré los Vedas al principio de la creación, oh señor de la tierra, calentador de los enemigos.’ Entonces el señor desapareció, y Manu practicó hasta que se produjo la inundación final tal como se había predicho. Cuando llegó el momento tal como había sido anunciado en la forma de un pez cornudo, y una serpiente en la forma de una cuerda llegó junto a Manu. Entonces el sabio que conocía el dharma reunió a todas las criaturas y las puso en la barca, y mediante la técnica del atado sujetó la barca al cuerno del pez con la cuerda que era una serpiente; lo acercó a Viṣṇu, el Excitador, y se postró ante él.”



MARUTES
Hijos del dios de la tempestad Rudra, peleaban junto a Indra.  

MAYA
En el hinduismo, maia o maya es la ilusión, una imagen ilusoria o irreal. Más concretamente en el hinduismo se suele considerar que la realidad o todo el universo de cosas fenoménicas y que aparecen como existentes son ilusorias, es decir hacen el tejido de la maya y que, por ejemplo, los seres humanos solemos tener karma al quedar, muchas veces gozosamente, atrapados en la maya.
Según la doctrina advaita, la multiplicidad de este mundo fenoménico y la diferencia entre las almas (ātmā) y Brahman (Dios) es solo maya (irrealidad): la realidad es que solo hay Dios.
Según la doctrina sankhya, māyā se identifica con prakriti (‘materia’) y con pradhana (pre-sustancia desconocida, fuente de la materia), y también según la filosofía vedānta es la fuente del universo visible.
Según la religión de los shivaístas, māyā es uno de los cuatro pāśas, o ‘nudos’ que atan al alma a este universo material.
Māyā, según los budistas, es la duplicidad (una de las 24 pasiones negativas menores).
La diosa Māiā, según la literatura puránica, es hija de Ánrita (án-ṛita: ‘no-real’, falso, falsedad) y su madre es la diosa Níriti (o la diosa Nikriti). Maia es madre del varón Mritiu (‘muerte’ personificada).
En otras versiones su padre sería Adharma (ateísmo, ‘irreligión’).
A veces también se la identifica con la diosa Durgá.
En varias religiones hindúes aparecen diferentes significados para Maya. Aun así el significado parece centrarse en el concepto de “Ilusión”. Maya es la deidad principal que manifiesta, perpetua y gobierna la “ilusión” y el sueño de la dualidad en el universo de los fenómenos. Para algunos místicos esta manifestación es real. Cada persona u objeto físico, desde la perspectiva de la eternidad, es como una breve y perturbada gota de agua en un océano sin límites. La meta de la autorrealización espiritual es entender esto, sentir intuitivamente la diferencia entre el yo y el universo como una falsa dicotomía. Puesto que la idea que conciencia y la materia física, o la mente y el cuerpo son cosas diferentes, es el resultado de una perspectiva no iluminada.
En el Devi Mahatmyam se dice que el aspecto espiritual de Maya (llamado Yogamaya) cubre los ojos de Vishnú para hacer que él duerma en yoganidra (sueño divino). En una ocasión, el dios Brahmā no podía matar a dos demonios, Madhu y Kaitabha, por lo que se dirigió a esta Yogamaya para pedirle que despertara a Vishnú. Entonces éste despertó y mató a los demonios. 

MITRA
El dios Mitra védico
Mitra también es un dios védico de la India. Según el Bhagavata Purana es el dios que controla el movimiento intestinal. En idioma sánscrito el término mitra significa ‘amigo’. Mitra es uno de los Aditya, los hijos de la diosa Aditi. Según algunas fuentes sus hermanos pueden ser siete u ocho, aunque otras referencias llegan a decir que hasta treinta y uno. Aditya indica su clasificación de dioses solares y/o del cielo. Según el Rig Veda, Aditi es una deidad femenina, madre de todos los dioses, esposa de Kashyapa e hija de Daksha, un dios menor progenitor del universo. Se dice que ella lo contiene todo, y se le podría considerar como «naturaleza» o «diosa primigenia creadora». 
En los Vedas, Mitra es un dios secundario del sol, siendo mucho más conocido Surya, que sí queda bien definido como el Dios Sol en todas las escrituras en las que se le menciona. El Mitra védico nunca va solo, sino en compañía de su hermano gemelo Varuna, según el Rig Veda, y los dos están incluidos entre los dioses hermanos Adityas. Mitra está relacionado con los juramentos, las promesas, los contratos, la honestidad, la amistad y los encuentros, así como considerado como el suave sol del alba. No suele tener tanto protagonismo como su “conflictivo” hermano, y por ello suele pasar más desapercibido. A veces se le confunde con Agni, aunque éste es dios del fuego, y bastante más belicoso. 
En contraposición, a su hermano Varuna se le asigna la creación de rayos, tormentas, lluvias, de las aguas, los océanos, los ríos y los bajos mundos o de las profundidades. Incluso se le llega a asignar el papel de Dios de los muertos, y dentro del agua, siempre va acompañado de nagas. También en el Rigveda se menciona su papel de dios lunar o Chandra, posteriormente asignado a Shiva. 
El tándem Mitra-Váruna también viene mencionado en los antiguos Puranas, y no se describe muy bien su procedencia. Todo ello apunta a que pertenecieron al rango de dioses anteriores del período pre-sánscrito, antes de la aparición del hinduismo primitivo. En este hinduismo primitivo y medio, el dios que ocupaba el rango de dios-sol era Surya, en oposición al dios lunar Chandra. 
Hay que comentar que en los Vedas, no hay mucha claridad en la identificación de muchos dioses. La razón es porque con el paso del tiempo fueron cambiando los cultos, donde se mencionan a dioses que ya casi nadie recuerda a excepción de unos pocos estudiantes de las escrituras y algunos brahmanes, todos muy versados. O bien se da el caso de que se cree en otros dioses que no están apenas mencionados en las escrituras sagradas hindúes. 
Lo cierto es que Mitra, como su madre Aditi y el resto de los Adityas, pueden ser reminiscencias de tiempos muy anteriores al establecimiento del vedismo (religión anterior al hinduismo). O incluso que el propio Surya, del que hay información suficiente como el Dios Sol, puede también haber sido una especie de «adquisición nueva» para asimilar cultos de otras zonas de la India. Actualmente en el culto hindú, los Adityas ocupan un segundo plano bastante lejano a la práctica real diaria de todo hindú común. Aún así, hay sijs y otros credos y religiones de la India y alrededores, que todavía creen en Surya de alguna manera, dejando huellas de que en su momento de auge fue comparable al culto del Dios-Sol Amón-Ra en Egipto. Todo ello viene a decir que el dios Mitra védico, como Dios-Sol no tiene en el hinduismo la relevancia que tuvo Surya. Y aunque el dios-sol Suria tuvo un papel protagonista, fue posteriormente relegado a un segundo plano por otras deidades. 
Aun así, todavía hay algunos lugares donde Mitra es invocado, principalmente en juicios y en contratos, para asegurar su cumplimiento, así como la honestidad de los implicados.  

MUCHILINDA
En la mitología budista, Muchilinda o Muchalinda es el rey de los nagas (serpientes) que protegió con su caperuza a Buda (cuando aún se llamaba Sakiamuni Gautamá) de la lluvia después de su iluminación espiritual. 
Se dice que cuatro semanas después de que SakiaMuni Gautamá comenzó a meditar bajo el árbol bodhi, el cielo se oscureció durante siete días, y cayó una prodigiosa lluvia. Sin embargo, el poderoso rey de los nagas, Muchalinda, apareció desde debajo de la tierra y protegió a Gautamá con su capucha. Cuando la tormenta se despejó, el rey serpiente asumió su forma humana, se inclinó ante Buda, y volvió lleno de alegría a su palacio. 
Aparece frecuentemente en las representaciones tibetanas y mogolas de Buda.
El tema de Buda meditando bajo la protección de Muchilinda es muy común en el arte budista de Laos.
El mito es paralelo al del dios hinduista Sesa-sai Visnú (‘el Visnú [que está] recostado [sobre la serpiente] Sesa’). 
Muchilinda cubre a Buda.

MUNIS
En la mitología hindú, Nārada o Nārada Muni es un sabio divino, que tiene un papel prominente en varios textos puránicos, y especialmente en el Bhágavata puraná.
Nārada es retratado como un monje viajero que posee la habilidad de viajar a otros planetas (loka, en sánscrito). Lleva un instrumento musical llamado vina, que usa para acompañar sus canciones, oraciones y mantras como actos de devoción a su señor (Vishnú o Krishná).
En la tradición vaishnava se le tiene una reverencia especial por su recitación y canto de los nombres Jari y Naraiana, y por promover el proceso del servicio devocional, conocido como bhakti yoga, tal como se explica en el texto atribuido al mismo Nārada, llamado Nārada bhakti sūtra.
De acuerdo con la leyenda, Nārada es manasa pūtra (‘hijo de la mente’), lo que se refiere a su nacimiento directamente desde la mente del señor Brahmā, el primer ser creado (tal como se describe en el universo puránico). Se lo considera triloka sanchāri, el nómada que vagabundea por los tres lokas:
·       Swarga-loka (‘localidad del cielo’)
·       Mrityu-loka (‘lugar de la muerte’, la Tierra)
·       Patala-loka (‘planetas infernales’). 
Viaja por los tres mundos para el bienestar de todos. Fue el primero en practicar natya yoga. También se lo conoce como kalaha priya, ya que en broma genera cómicas peleas entre los devas (dioses), las diosas y los seres humanos.
Nārada Muni tiene un lugar específicamente importante dentro de las tradiciones vaishnavas. En los Purānas, es enumerado como uno de los doce mahajanas (‘grandes gentes’), los más grandes devotos del señor Vishnú. Como en su nacimiento previo antes de volverse un rishi (sabio) él era un gandharva (una especie de arcángel mundano), él está en la categoría de devarshi.
El Bhagavata Purāna describe la historia del desarrollo espiritual de Nārada: en su nacimiento previo Nārada era un gandharva (ser angélico rodeado de sensuales apsaras) que fue maldecido a nacer en la Tierra debido a una ofensa. Nació como hijo de una sirvienta que vivía en una apartadísima ermita habitada por un grupo de sabios bráhmanas particularmente santos.
Los sabios estaban muy complacidos con los servicios tanto del niño como de la madre, por lo que le permitieron a él comer cada día un poco de su alimento (prasāda: ‘misericordia [del Señor]’) que previamente ofrecían a su ídolo del señor Vishnú.
Con el paso del tiempo, el niño Nārada recibió más bendiciones de estos sabios y los oía hablar acerca de temas espirituales. Su madre murió por la picadura de una serpiente. Nārada tomó este suceso como un acto del dios Vishnú y decidió vagar por la selva en búsqueda de la iluminación espiritual y la comprensión de la suprema verdad absoluta.
Llegó a un claro en el bosque y luego de calmar su sed en un arroyuelo cercano se sentó bajo un árbol en meditación (yoga). Se concentró en el aspecto paramatma (‘alma superior’) de Vishnú dentro de su corazón, tal como le habían enseñado los sabios en la ermita. Después de algún tiempo, Nārada vio una imagen mental de Narayana (Vishnú) ante él, sonriendo. Vishnú le dijo: “A pesar de que has tenido la bendición de verme en este momento, nunca más podrás ver esta divina forma, hasta que mueras”. Narayan le explicó que le daba esa oportunidad de ver su belleza para que sirviera como fuente de inspiración que despertara su deseo durmiente de estar otra vez con el Señor. Después de instruirlo de esta manera, Vishnú desapareció de su vista. El niño despertó de su sueño desalentado.
Por el resto de su vida, Nārada se enfocó en su devoción, meditación y adoración a Vishnú. Después de morir, Vishnú le bendijo con la forma espiritual de “Nārada”, tal como sería conocido.
Muchas escrituras hindúes consideran que Nārada es un avatar parcial de Dios, apoderado por él para realizar tareas maravillosas o milagrosas en nombre de Vishnú.
Según una leyenda, el príncipe Samba hijo del dios Krishná y de Jambavati había ridiculizado al sabio debido a la fealdad de su rostro. Este último se vengó indicando a Samba un lugar en el río donde numerosísimas mujeres se bañaban, despojadas de sus saris (túnicas hindúes). Mientras el joven varón disfrutaba del espectáculo, Krishná, advertido por Nārada, llegó y descubrió cómo su hijo miraba a sus madres (las 16.108 esposas de Krishna) mientras se bañaban.
Furioso, el dios castigó a su hijo inoculándole la lepra. Más tarde, Samba le demostró que Nárada lo había manipulado, pero ya Krishná no podía retirar su maldición. Entonces el joven se dirigió hacia Suria, el dios que cura todos los males particularmente aquellos de la piel, fue hasta la costa y descubrió al norte de Puri una imagen del dios del Sol sentado sobre una flor de loto. Se instaló en el lugar e hizo una penitencia de doce años, al cabo de la cual fue curado. En agradecimiento, erigió un templo, el primero que se construía sobre el sitio de Konark.

NAGA
Los nagás son un tipo de seres o semidioses inferiores con forma de serpiente.
En el gran texto épico Majábharata (siglo III a. C.), la representación de los nagás tiende a ser negativa. Se los retrata como las víctimas que merecían la muerte en el sarpa iagñá (el sacrificio de serpientes) y la predación en manos del hombre ave Garudá. El texto los llama «perseguidores de todas las criaturas» y dice que «las serpientes tenían veneno virulento, gran poder y exceso de fuerza y siempre intentaban morder a otras criaturas». Al mismo tiempo, los nagás juegan un papel importante en las leyendas narradas en el texto, frecuentemente no más malvados o engañadores que los demás protagonistas, e incluso a veces del lado de los “buenos”.
Generalmente en el texto aparecen con forma mezcla de humanos y serpientes. Otras veces aparecen con forma humana y luego con forma de serpiente.
Por ejemplo, la historia de cómo el príncipe nagá Shesha terminó sosteniendo al mundo sobre sus capuchas comienza con la escena en que él aparece como un dedicado asceta humano, «el cabello recogido con un rodete, la ropa hecha jirones, y su carne y piel seca debido a las austeridades que estaba practicando. 
El dios Brahmá queda complacido con Shesha, y le encarga sostener el mundo sobre su cabeza. En este punto, Shesha aparece con los atributos de una serpiente. Entra por un agujero en la Tierra y se desliza hasta el fondo, donde carga la Tierra sobre su cabeza. 
El dios Visnú reposa sobre el nagá serpiente Ananta Shesha, mientras su consorte Laksmí lo masajea.

Enemistad con Garudá
El gran némesis de los nagás en el Majábharata es el gigantesco hombre-pájaro Garudá.
El sabio Kashiapa tuvo dos esposas, Kadru y Vinata. La primera quería tener muchos hijos, y la segunda quería tener pocos pero muy poderosos. El sabio cumplió sus deseos: Kadru puso mil huevos (de los que nacieron serpientes) y Vinata puso dos huevos (de los que nacieron Aruna el auriga de Suriá y Garudá. Por una estúpida apuesta, Vinata se convirtió en esclava de Kadru y el hijo de Vinata Garudá tuvo que cumplir órdenes de las serpientes. Aunque cumple, se irritaba y creó un rencor que nunca renunciaría. Cuando le preguntó a las serpientes lo que tendría que hacer para ser liberado de su cautiverio, le dijeron que tendría que llevar amrita, el elixir de la inmortalidad. Garudá robó el elixir de los dioses y se los trajo a las serpientes, con lo que cumplió con la orden, pero mediante una trampa evitó que lo repartieran y obtuvieran la inmortalidad. Desde ese momento, él las consideró enemigos y comida.

La maldición de Kadru
Kadru, la madre ancestral de las serpientes, hizo una apuesta con su hermana Vinata, cuya prenda era que la perdedora sería esclava para siempre de la ganadora. Ansiosa por asegurarse la victoria, Kadru les pidió a ayuda a sus hijos. Ellos se negaron, por lo que Kadru se enojó y los maldijo para que murieran en un «sacrificio de serpientes» que realizaría un rey Yánam Eyaiá, hijo de Majarash Paríkshit, a principios de la era kalí iugá (para la que faltaban unos 4 millones de años), nieto de Abhimaniu y bisnieto de Áryuna.
Vasuki (rey de las serpientes nagás) supo de esta maldición, entonces fue a buscar al asceta Yárat Karu (‘vieja acción’) para ofrecerle en matrimonio a su hermana, que quedó registrada en la leyenda como simplemente como Yárat Karu Priiá (‘amada de Yáratkaru’), Bhaguiní Yárat Karu (‘esposa de Yáratkaru’), Yárat Karu Bhaga (‘vulva de Yáratkaru’). De la unión del humano con la serpiente nació un niño humano con la piel estriada y brillosa. El hijo se llamó Astika.
Cuando el rey Yanam Eyaiá finalmente hizo el sacrificio de serpientes (específicamente para matar a Taksaka), comenzó a atraer hacia el fuego a todas las serpientes del mundo. Entonces el sabio Astika se acercó al rey, elogió el sacrificio en términos tan elocuentes que el rey le ofreció cualquier favor que quisiera. Astika inmediatamente le pidió que acabara con el sacrificio. Aunque primero se arrepintió de su oferta, finalmente Yanameyaiá cumplió su palabra e interrumpió el sacrificio.

Otras menciones en el «Mahábharata»
·       Vasuki (uno de los tres reyes de los nagás, siendo los otros dos sus hermanos Shesha y Taksaka) ayudó a los devás (dioses) y a los asuras (demonios) a extraer el amrita (el elixir de la inmortalidad) del océano de leche (uno de los océanos concéntricos que rodearían la India, según los hinduistas) siendo utilizado como cuerda, enroscado en el monte Mandara para batir las profundidades del océano. 
·       La princesa nagá Ulupi tuvo un hijo (Iravat) con el héroe pándava Áryuna. Aunque tuvo el apoyo de muchos nagás, finalmente fue asesinado por el monstruo rakshasa Alamvusha en la batalla de Kurukshetra. 
·       Matali, el auriga del dios Indra, quería casar a su hija Gunakeshi. Se acercó al nagá Ariaka y le propuso casarla con su hermoso nieto Sumukha. Ariaka replicó que Garudá había declarado su decisión de devorar a ese nieto, tal como ya había comido a su hijo. Matali persuadió entonces a Indra y a Visnú para que le dieran a Sumukha un trago de amrita (el elixir de la inmortalidad). Sumukha tomó la poción y pudo casarse felizmente con Gunakeshí.  

En el hinduismo
En el norte de la India, hay comunidades que se hacen llamar «nagá vanshi» (linaje de los nagás) porque se consideran descendientes de los nagás.
Varuna, el dios védico de las tormentas, es considerado el rey de los nagás. Los nagás viven en los Patala, el séptimo planeta del inframundo. Son hijos de Kashiapa y Kadru. Entre los más importantes se cuentan Manasá, Shesha Nagá, Vasuki y Taksaka.
Los hindúes creen que el gramático Patañyali era una encarnación de la serpiente divina Adi-Sesha Nagá.
Maehle (2007: pág. ?) afirma que según una tradición, el gramático Patañshali era una encarnación de la serpiente divina Adi-Sesha Nagá.
El dios Krisná baila sobre las cabezas del nagá Kalíia, mientras las esposas del nagá le oran a Krisná.
NARASINHA 
Narasinja es el avatar mitad hombre y mitad león del dios hindú Visnú. Su nombre o sus leyendas no son mencionados en el extensísimo Rig-veda. Aparece recién en los Puranás (últimos siglos a. C.).
Antigua estatua de Narasimja (encarnación de Visnú como hombre león) con el demoníaco rey Jirania Kashipú
Según el Bhágavat-purana (siglo XI d. C.) fue el decimocuarto avatar:
En cambio de acuerdo con el Garuda-purana fue el cuarto avatar.
Es una de las deidades más populares del hinduismo, como evidencia su presencia en textos épicos, iconografía y adoración en festivales durante más de un milenio. 
Generalmente se lo muestra con la forma humana, pero con rostro parecido a un león y garras. Esta imagen es adorada como una deidad en muchos grupos visnuistas, especialmente en el sur de la India. Es conocido y adorado como protector, siendo una forma de Visnú que específicamente protege a sus devotos en momentos de necesidad.
Los visnuistas pretenden que este dios ya aparecía en el Rig-veda podría ser una mención a Narasiñja: «Como alguna bestia salvaje, mortal, al acecho, dando vueltas en las montañas» (Rig-veda.
Hay una alusión a la historia de Namuchi en el Rig-veda: «Con espuma del agua tú cortaste, oh Indra, la cabeza de Namuchi, conquistando a todos los ejércitos enemigos». Los visnuistas creen que con el paso de los siglos esta referencia rigvédica se convirtió en la leyenda puránica de este avatar Narasiñja.

Historia de Prajlada y Narasinja
La historia de Narasinja se cuenta en el Bhágavat-purana de la siguiente manera:
Cuando el dios Visnú descendió a la Tierra como su avatara jabalí Varaja, mató a un rákshasa conocido como Jirania Akshá. El hermano de Jirania Akshá, Jirania Kashipú, muy enojado por esto, comenzó a odiar a Visnú y a sus seguidores. Decidió entonces matar a Visnú mediante la obtención de poderes místicos. Él sabía que si llevaba a cabo muchos años de austeridades y penitencias, Brahmá (el principal de los devás) le otorgaría cualquier poder. Se puso de puntas de pies durante miles de años. Esto generó una cantidad tan grande de siddhis que la temperatura de todo el universo empezó a elevarse. Los devás fueron en grupo a quejarse ante el dios Brahmá. Éste descendió, muy complacido con las austeridades de Jirania Kashipú, y le dijo que pidiera lo que quisiera, que él mismo se encargaría de hacerlo realidad.
¡Oh, mi señor! ¡Oh, el mejor entre los dadores de bendiciones! Si usted amablemente me da la bendición que yo deseo, por favor no permita que yo sea matado por ninguna de las criaturas creadas por usted. Permita que yo no muera dentro ni fuera de una residencia, de día o de noche, en el piso, en el agua o en el aire, por un arma, un ser humano o un animal, por nada que esté vivo o muerto, por un devá o demonio o gran serpiente del infierno. Como nadie puede vencerle a usted en una batalla, usted no tiene ningún competidor. Por eso deme la bendición de que yo tampoco tenga rivales. Deme el señorío sobre todas las criaturas y sus deidades presidentes, y deme toda la gloria que se obtiene por esa posición. Además deme todos los poderes místicos que se obtienen por largas austeridades y la práctica de ioga, porque esos no pueden perderse en ningún momento.
Mientras Jirania Kashipú estaba en la montaña Mandara Achala, Indra y otros devás atacaron su palacio y lo destruyeron. Tomaron a su esposa Kaiadu (que estaba embarazada) para matarla, pero el sabio volador Nárada intervino para protegerla. Nárada la llevó a su ásrama, donde Prajlada (el hijo aún no nacido de Jirania Kashipú), escuchó desde el útero de Kaiadu todas las instrucciones espirituales que el sabio le dio a su madre.
Cuando Jirania Kashipú volvió de sus austeridades, Prajlada nació y fue el orgullo del demonio. Pero cuando creció, empezó a mostrar en la escuela los síntomas de haber sido aleccionado desde el vientre por Nárada, lo cual enojó muchísimo a su padre. 
Jirania Kashipú finalmente se enojó tanto con la devoción que su hijo sentía por Visnú (a quien él veía como su enemigo mortal, por haber matado a su malvado hermano Jirania Akshá), que decidió matarlo. Pero cada vez que él lo mandaba a matar, Visnú protegía al niño Prajlada (de 5 años) con su poder místico.
Finalmente, Prajlada se negó a considerar que su padre era el amo del universo, y dijo que Visnú era omnipenetrante y omnipresente. Entonces Jirania Kashipú apuntó a una columna cercana y le preguntó a Prajlada si «su Visnú» se encontraba allí: «Oh, desafortunado Prajlada, tú siempre hablas de un ser supremo distinto de mí, un ser supremo que está por encima de todo, que es el controlador de todos, y que es omnipenetrante. Pero ¿dónde está? Si está en todas partes, ¿por qué no está presente ante mí en esta columna?»
Narasinja vacía los intestinos de Jirania Kashipú, mientras Prajlada y su madre se inclinan ante él
Prajlada respondió: «Él estuvo, él está, y él estará» (Según otra versión, respondió: «Él está dentro de las columnas y está en la más pequeña brizna de hierba» Jirania Kashipú, incapaz de controlar su ira, destruyó una columna de su palacio con su maza. Inmediatamente en medio del humo de los escombros se oyó un rugido terrible y Jirania Kashipú vio ante sí a su enemigo Visnú. Éste, para matar a Jirania Kashipú y no contradecir la bendición dada por Brahmá, eligió su forma eterna como Narasinja: no era una criatura creada por Brahmá. 
No lo mató en el piso, en el agua ni en el aire, sino en su regazo. Jirania Kashipú no murió por un arma, sino por las garras de Dios (las uñas no están vivas ni muertas). Tenía forma mitad hombre y mitad león, así que no era un hombre ni un animal. No era una criatura viva o no viva, ni por un devá o demonio o gran serpiente del infierno, sino Dios mismo. No era de día ni de noche, sino el atardecer. Narasinja arrastró a Jirania Kashipú hasta el umbral hacia el patio así no lo mataría dentro ni fuera de una residencia, lo abrió en dos, le sacó los intestinos y se los puso como guirnaldas, y presumiblemente (ya que como león no sería vegetariano) se lo comió todavía vivo.

El Kurma-purana describe la batalla precedente entre Narasinjá y las fuerzas demoníacas, en la cual él escapó de la poderosa arma llamada pashupata y describe cómo los hermanos de Prajlada, liderados por Anujrada y miles de otros demonios fueron llevados a la morada de la muerte (iama alaia) por el león producido del cuerpo del avatara hombre-león. 
El mismo episodio se cuenta en el Matsiá-purana, varios capítulos después de su versión del advenimiento de Narasinja. 
Después de la matanza, ninguno de los devás presentes podía acercarse para calmar la furia de Narasinja, ni siquiera el Señor Shivá. Así que todos los dioses y diosas llamaron a la consorte de Visnú, Laksmí. Pero ella tampoco pudo acercarse. Entonces, por pedido de Brahmá, Prajlada se puso delante de Narasinja, y éste lo alzó en su regazo y se calmó con las canciones de su devoto. Antes de partir, Narasinja recompensó al sabio Prajlada y lo coronó como rey. 
Basándose en esta leyenda, los vaisnavas creen que Narasinja protege a sus devotos cuando están en serio peligro.

NIRRITI O NIRRTI: (ver YAMA) 
Es una diosa en la mitología  Hindu. Sie ist die Personifikation für Zerstörung, Leid und Tod. Ella es la personificación de la destrucción, sufrimiento y muerte. Ihre Boten sind Eule und Taube und ihr Lebensraum ist der Süden, da dieser im Hinduismus als das Gebiet des Todes angesehen wird. Sus mensajeros son el  búho y la paloma, y ​​su hábitat es el sur, ya que esto se considera en el hinduismo como el territorio de la muerte. Sie ist die Schwester von Lakshmi und die Mutter von Bhaya . Ella es la hermana de Lakshmi y la madre de Bhaya. Manchmal wird sie auch als die Frau von Adharma angesehen. A veces también se le conoce como la esposa de Adharma.

PARIDJATA
Pariyata es un árbol celestial, célebre por su belleza y por el perfume de sus flores.
Era uno de los principales ornamentos del paraíso del dios védico Indra, hasta que el dios puránico Krishna lo conquistó para satisfacer a su caprichosa esposa Satyabhama.

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PARJANYA
Es un dios que precide sobre los relámpagos, la lluvia y la procreación de las plantas y criaturas vivientes. La creación entera teme sus poderosos golpes. Hasta el hombre inocente se esconde del vigoroso dios, cuando Parjanya destruye con sus truenos a los que obran mal. 
En todas sus atribuciones es muy similar a Indra y se discute si en realidad su nombre no es más que un epíteto de él. 

PARVATI
El nombre de la diosa Párvati, también conocida como Gauri, significa “hija del monte Párvata” o “arroyo de montaña”. Esta diosa es hija de Hima-yat (“que tiene nieve”, los montes Himalaya) y esposa del dios Shiva. Además es madre de Ganesh (dios con cabeza de elefante) y de Kartikeya (Skanda o Kartikeya, el dios de la guerra). En algunas comunidades se cree que también es hermana de Vishnu.
Cuando Parvati se muestra junto a Shiva aparece normalmente con dos brazos, pero cuando está sola se le representa con cuatro u ocho brazos y a lomos de un tigre o león. Generalmente es una diosa considerada benevolente, pero a veces Parvati tiene encarnaciones coléricas como Durga, Kali, Shitala Devi, Tara, Chandi y las Mahavidyas, aunque también tiene encarnaciones benévolas como Kathyayini, Mahagauri, Kamalatmika, Bhuvaneshwari o Lalita.
Shiva y Parvati

Parvati como diosa de poder
Al ser la manifestación física de Adi parashakti (creador, observador y destructor de todo el universo), Parvati es la diosa del poder. Esta diosa es la que da energía (o Shakti) a todos los seres vivos, y sin ella los seres son inertes. La diosa es esa energía en sí misma, la cual en realidad vive en todos los seres en forma de poder. Sin ese poder no se puede hacer nada, ni siquiera yoga.
Ese Shakti o esa energía es necesaria para todos los seres, dioses, humanos, animales o incluso plantas. Parvati es la diosa que provee de ese poder. Esta energía es necesaria para ver, oír, sentir, pensar, respirar, caminar, comer, o para hacer cualquier cosa. La diosa es adorada por todos los dioses y por todos los otros seres.
Siva, Parvati y Ganesha. 
Nacimiento y matrimonio
Los Puranas cuentan repetidamente la historia del matrimonio de Sati con Shiva, en contra de los deseos del padre de ella (su primera esposa) y la posterior auto-inmolación de Sati en un sacrificio, dejando a Shiva desolado y perdiendo el interés por todos los asuntos mundanos. En el Brahma Vaiyarta Purana Sati aparece ante Shiva, en su forma divina, y le asegura que regresará como la hija de Himayan. Así pues Sati renace como Parvati, la hija de Himayat y Mena, llevando el nombre de Kali “la oscura”, debido a su complexión. 
Sati, así como Parvati, se consideran manifestaciones de Mahadevi, o sea de la Gran Diosa. En el Ramayana, la diosa del río Ganga es representada como la hermana mayor de Parvati. 
Parvati se convierte en una mujer joven y realiza acciones para complacer a Shiva y poder reunirse con él. Parvati es presentada realizando más austeridad que los ascetas, sufriendo severas mortificaciones y ayunos.
Shiva pone a prueba su devoción mediante el envío de un ayudante (quizá él mismo disfrazado) que critica a Shiva delante de ella. Intachable en sus acciones, Parvati conserva su deseo de estar con Shiva y le obliga a casarse con ella. Después de la boda, Parvati se traslada hasta el monte Kailash, la residencia de Shiva. Parece ser que esto se cuenta a sí para animar a las jóvenes para que sean intachables y austeras para conseguir a un buen marido. 
La representación de casamiento de Parvati con Shiva se ve como una alegoría que ilustra el deseo de una persona para alcanzar un estado de liberación de una vida de lucha y banalidad.

Principales formas de Parvati
Según el Bhagwata Purana, la Diosa Parvati está en la línea progenitora de todas las otras diosas. Parvati es la fuente de todas las formas de diosas, y suele ser venerada como una de sus muchas formas. Sus diferentes estados de ánimo ofrece diferentes formas o encarnaciones como:
Durga. En la iconografía, es personificada con cabello largo y perfectamente acomodado en una larga trenza adornada con muchas y diversas joyas, simbolizando así la fortuna material. Está vestida con un vestido sari de color rojo. En ocasiones se la representa con varios brazos. Para simbolizar su poder, está montada sobre un león, que le sirve de vehículo. En la India es una de las deidades que tiene más templos erigidos en su honor. En Bengala se realiza su festival (el durga-puja o ‘adoración a Durga’) en el mes de Aświn (entre septiembre y octubre). A veces se la adora como nueve deidades: las Návadurga (‘nueve Durgas’).
Kali. Es el aspecto horroroso de la misma divinidad. Representa la justicia violenta. Su simbolismo es un poco más complejo de comprender. Tiene el cabello enmarañado y suelto, de color negro. En su cuello hay un collar de cráneos, no está vestida, su piel es de un color grisáceo a azul o negro, en sus manos hay diferentes objetos, que pueden variar. Los más frecuentes son una cimitarra y una copa medio llena de sangre. Es común verla sosteniendo la cabeza degollada del asura (demonio) Majishásura, de piel más negra que la de ella.
Chandi. La diosa Chandi es el epíteto de Maa Durga, quien es creada por la colección de todos los semi-dioses y el poder de Trimurti, y entonces es considerada como el poder de Parvati. Chandi suele ser de color negro, cabalga un león y es conocida como la original asesina del demonio Mahishasura.
Los diez Mahadidyas son los diez aspectos de la Shakti (energía), los cuales tienen una gran importancia, y nacieron de la diosa Sati, la anterior encarnación de Shakti antes de la diosa Parvati.
Un bajo relieve en Ellora (caverna 29, llamada Dhumar Lena) muestra al dios Shiva y a la diosa Parvati rodeados por sus ganas, mientras el demonio Rávana (debajo) trata de sacudir el monte Kailāsh.

PRAJAPATI
Pajapati, el Señor de las Bestias o Señor de la Creación. Es como suele llamarse al Señor de las Bestias o Señor de la Creación, es como suele llamarse al dios creador
hindú. No es el nombre de una deidad sino un título, también aplicado a Indra, a Brahma y a sus hijos nacidos de la mente.
Prajapati es uno de los dioses hindúes más antiguos y en el hinduismo posterior se le identificó con el dios Brahma. Un mito sobre Prajapati narra cómo se creó a si mismo por propia voluntad a partir  de las aguas del primer mes. Cuando miró a su  alrededor se entristeció porque el cosmos estaba vacío. Lloró y algunas de sus lágrimas cayeron al mar y se convirtieron en islas, otras se le quitó de la cara y se convirtieron en estrellas.
Con el tiempo, el proceso de la creación continuó y Prajapati creó demonios, dioses, personas y todos los animales con partes de su propio cuerpo.
Brahma y Prajapati

EL IMPULSO CREATIVO
Prajapati le dio forma y nombre a todos los dioses y los seres vivos. Pero para los hindúes posteriores representaba solo una mitad del impulso creativo y el dios Visvakarman, la otra mitad. A ese dios se le considera un arquitecto divino más práctico que fabricaba armas y carros para los dioses en su torno con virutas del sol. Era el artesano, mientras que Prajapati representaba una necesidad más profunda de crear, demostrando un poder tan fuerte que podía dar vida a los dioses y otras criaturas simplemente a través de la concentración y de la meditación.

PURUCHA Púrusha
En el hinduismo, el Purusha (en sánscrito: ‘varón’) es la divinidad única Omnipresente.
Es un ser primordial un tanto difícil en su interpretación, de él se habla en el Rid-Veda, su nombre significa “varón” y es una suerte de divinidad única que impregna el universo. Su esposa es Prakriti que representa la violencia de las tormentas y el valor del guerrero.
Se le considera como un gigante enorme que cubre toda la tierra y está compuesto en las tres cuartas partes por el cielo, siendo el último cuarto las criaturas mortales. De él nace la creación de las cosas individuales, tanto los hombres como el resto de los elementos naturales son partes de su cuerpo: su boca se convierte en los brahamanes; sus brazos en los nobles, sus músculos en artesanos y sus pies en esclavos. De su ojo sale el sol.

Purusha es en sí mismo el universo, penetra y sostiene a todos los seres, es único, inmedible, inmutable e inmortal. Es el origen y el final.
Según el Purusha-sukta (un himno del Rig-veda), el Purusha se describe como un gigante con mil cabezas y mil pies, que fue sacrificado y desmembrado por los devas (dioses): su mente se convirtió en la Luna, sus ojos, en el sol, y su respiración, en el viento. Con su cuerpo se construyeron el mundo y las castas.
De él emanó el Virash, el principio creativo femenino, por el cual renacía antes de que el mundo fuera hecho con sus restos.
En el sacrificio del Purusha, el canto védico fue lo primero que se creó. También se crearon los caballos y las vacas. Los brāhmanas (sacerdotes) fueron hechos de la boca del Purusha, los chatrías (militares) de sus brazos, los vaishias (artesanos) de sus muslos, y los shudrás (esclavos) de sus pies. Los cielos emergieron de su cráneo, los dioses Indra y Agní de su boca. Se consideraba que los dalits (parias), no habían nacido del Purusha. 

RÁKCHASAS
En el marco del hinduismo y el budismo, un ráksasa es un tipo de ser demoníaco.
Los ráksasas eran caníbales devoradores de hombres (nri-chaksas o kraviad).
Los arios supuestamente sostenían una continua guerra contra los ráksasas. Sin embargo, en el Ramaiana (siglo III a. C.), el líder ráksasa Rávana se describe a sí mismo como «ministro de los arios».
El texto épico Ramaiana los describe como creados de los pies del dios Brahmá de cuatro cabezas, sin embargo son indistintamente conocidos como descendientes de Pulastia, de Khasa, o de la diosa Níriti y Nirita.
El señor Brahmá les entregó dones especiales a ráksasas como Vibhishan, Jirania Kashipu y Jirania Aksa, que eran sus devotos. Muchos ráksasas habrían sido hombres perversos en previas reencarnaciones.
Los ráksasas son conocidos por perturbar los sacrificios, profanar tumbas, hostigar sacerdotes, por posesión humana, y actos similares. Sus uñas son venenosas y se alimentan de carne humana y comida podrida. Cambian de forma y realizan hechizos, y frecuentemente aparecen en forma de humanos y grandes aves.
El antropoide Jánuman, devoto del rey Rama, al llegar a la isla de Lanka donde Rávana reinaba, pudo observar que los ráksasas podían tomar cualquier forma imaginable. Aparte de Rávana, también es conocido el ráksasa Nairitia que es relacionado con el Sur.
Ráksasas que pelearon en la batalla de Lanka
Un bajorrelieve en Angkor Wat (Camboya) representa a Rávana peleando en la batalla de Lanka, el clímax del Ramaiana.

La batalla de Lanka enfrentó a un ejército de ráksasas (dirigidos por Rávana) contra un ejército de monos vanaras (dirigidos por el dios Rāma y el mono Sugriva).
Rávana, un ráksasa de diez cabezas, era el rey de los ráksasas y el enemigo mortal del rey-dios Rāma, el héroe del Ramaiana. En el Majábharata el sabio Markandeia cuenta la historia de cómo Rávana secuestró a Sītā (la esposa de Rāma) y la encerró en su palacio en Lanka, y cómo Rāma, ayudado por Sugriva (el rey de los monos) y su ejército sitiaron Lanka, mataron a Rávana y rescataron a Sita.
Batalla de Lanka entre ráksasas y monos. 

Vibhishana, el hermano menor de Rávana, era un raro ráksasa de buen corazón; era bello, piadoso y asiduo en su observancia religiosa. Cuando Brahmá le ofreció una bendición, él pidió no desviarse nunca del sendero de la rectitud, y ser iluminado siempre por el conocimiento divino. Vibhishana se unió a al rey Rāma en la campaña de éste contra Rávana, y ayudó al ejército de Rāma a cruzar el estrecho hasta Lanka. Cuando varios ráksasas se infiltraron en el campo de Rāma, Vibhishana hizo que se volvieran visibles, y los monos de Rāma los liquidaron. Después de la victoria final de Rāma sobre Rávana, el infiel Vibhishana fue puesto en el trono de Lanka. 

Kumbhá Karna (‘orejas [como] ollas’) era otro hermano de Rávana. Era un terrible y gigantesco guerrero y famoso mago lleno de trucos ilusorios, pero se pasó durmiendo durante toda la batalla de Lanka (Mucho tiempo atrás había pedido una bendición al dios Brahmā, pero Sárasuati (hija-esposa de Brahmá, y la diosa de la inteligencia) previendo que este ya invencible demonio se volvería el rey del universo confundieron su lengua, y el inmenso ráksasa pidió entonces poder dormir para siempre. Rávana consiguió finalmente que le fuera conmutada parcialmente la maldición, y despertar un solo día cada seis meses. Cuando finalmente los ráksasas lograron despertarlo (haciendo sonar miles de tambores y timbales, y haciendo caminar decenas de elefantes sobre el monstruo-montaña), Kumbhá Karna comenzó a matar monos. Cuando el rey mono Sugriva lo atacó, Kumbhá Karna lo tomó entre sus dedos y quiso aplastarlo. Entonces el dios Rāma y su hermano Láksmana le dispararon flechas y finalmente el arma secreta brahmastra (arma de Brahmá) y lo mataron. Kumbhákarna cayó como un árbol golpeado por un rayo.

Ráksasas boscosos matados por Bhima
El héroe Pándava Bhīma fue el némesis de los ráksasas que se comían a los viajeros y que aterrorizaban los asentamientos humanos.
Jidimba era un ráksasa caníbal que fue matado por Bhīma. El Majábharata lo describe como un cruel caníbal con largos y afilados dientes y fuerza prodigiosa. Cuando Jidimba vio a los Pándavas durmiendo en el bosque, decidió comerlos. Cometió el error de enviar primero a su hermana epónima Jidimbi para reconocer la situación. Pero la monstrua se enamoró del robusto Bhīma, y terminó avisándoles de la emboscada. Furioso, Jidimba dijo que no solo mataría a los Pándavas sino también a su hermana. Pero el heroico Bhima lo derrotó en un duelo y lo mató. 
Bakasura era un ráksasa caníbal del bosque, que aterrorizaba a las aldeas cercanas exigiéndoles entregar regulares de víveres (que tenían que incluir algunas víctimas humanas, elegidas al azar por los pobladores). Los Pándavas llegaron a vivir en esa área y se alojaron en casa de un bráhmana local, cuya familia fue elegida para alimento de Baka. Mientras el bráhmana decidía con su familia cuál de ellos se ofrecería, el violento Bhīma se ofreció voluntario a entregarse a Baka. Bhima fue al bosque con un carro lleno de comida. Allí esperó al monstruo y consumió el contenido del carro. Cuando el monstruo se presentó y vio el insulto de Bhima, lo atacó. Luego de una lucha feroz, Bhima le rompió la columna al ráksasa. Los pobladores estaban asombrados y agradecidos con los Pándavas, y los ráksasas de la zona pidieron misericordia. Bhima aceptó no matarlos a todos si abandonaban para siempre el canibalismo. Los ráksasas aceptaron la propuesta y pronto adquirieron la reputación de convivir pacíficamente con los seres humanos. 
Kirmira, el hermano de Bakasura, era un caníbal e ilusionista. Atacaba a los que viajaban por el bosque de Kamiaka y los comía. Como su hermano, Kirmirasura cometió el error de pelear contra el héroe Pándava Bhīma, que lo mató con las manos desnudas. 
Yata Asura era un ráksasa tramposo, que disfrazado de bráhmana intentó robar las divinas armas de los Pándavas y violar a Draupadī (la esposa de los cinco). Bhima llegó a tiempo y lo mató en un duelo. El hijo de Yatasura era Alamvusha, que en Kuruksetra pelearía del lado de los Kauravas.

Ráksasas que pelearon en la batalla de Kuruksetra
Varios héroes ráksasas lucharon en ambos lados de la batalla de Kuruksetra.
Gatotkacha, peleó del lado de los Pándavas, era hijo de Bhīma y la ráksasi Jidimbi, la hermana del demonio Jidimba, que fue matado por Bhima. Realizó muchos actos heroicos y pelearon numerosos duelos personales con varios grandes guerreros, incluido el rey Bhagadatta (montado sobre un elefante), el ráksasa Alamvusha y Aswatthaman (el hijo de Drona). Gatotkacha fue matado por el héroe humano Karna (hermano ignoto de los Pándavas). Debido a la destreza y valentía de Gatotkacha, Karna tuvo que utilizar un arma secreta infalible (que solo se podía utilizar una vez), con la que él hubiera podido matar al único rival que se encontraba a la altura de él: el pándava Aryuna. Cuando Aryuna mató a Karna en la batalla, fue en parte gracias al sacrificio de su sobrino Gatotkacha, ya que Karna había gastado su arma secreta anteriormente. 
Alamvusha (hijo del ráksasa Yatasura) era un ráksasa experto en lucha tanto con armas convencionales como con poderes ilusorios. De acuerdo con el Majabhárata, peleó del lado de los Kauravas. Aryuna lo derrotó en un duelo, como lo hizo también Abhimanyu, el hijo de Aryuna. Sin embargo, Alamvusha pudo matar a Iravat, el hijo que Aryuna había tenido con una princesa naga, cuando el ráksasa utilizó sus poderes mágicos para tomar la forma del ave Garudá. Alamvusha fue también derrotado por el pándava Bhīma, y fue matado por el antes mencionado ráksasa Gatotkacha.
Raksasa Rávana sacudiendo el monte Kailasa (residencia del dios Śivá).

RAMA
En la religión hinduista, Rama es un avatar (‘descenso’ de Dios) de Visnú, que nació en la India para librarla del yugo del demonio Rávana. En la actualidad Rāma es el dios más popular de India.
De acuerdo con el Garudá-purana (siglo IV d. C.), Rama es el séptimo avatar de Visnú, pero un milenio después, el Bhagavata-purana (siglo XI) afirmó que es el decimoctavo avatar.
Rama tiene además otros nombres como:
Ramachandra: rama: ‘placer’ y chandra: ‘luna’, en el antiguo idioma sánscrito.
Rághava: ‘descendiente de Raghú’ (antiguo rey mítico).
Raghúpati: ‘líder de la dinastía Raghú’.
Rāja Rāma (rayarrám): ‘rey Rama’.
Sitapati: ‘amo de Sītā’ (su esposa).
Dasarathi: ‘hijo del rey Dásarath’
Dasaratha-suta: ‘hijo de Dásarath’.
Rama rompe el arco del dios Shivá

Suele ser representado como un joven de piel azul clara o verde clara, vestido con un dhoti (túnica-pantalón) amarillo, con el cabello atado en un moño a la cabeza al modo de los ascetas. En una de sus manos puede sostener un arco, con la otra hace el mudrá (gesto hinduista) de promesa de protección.
Su vida se cuenta en el Ramayana de Valmiki, y en el Rama Charita Manasa de Tulsi Das, amén de varias obras de teatro, películas, e incluso cómics hinduistas sobre su historia. En el Bhágavata puraná se dice que el dios Rama vivió a principios del treta-iugá. Ese yugá se inició 864.000 años antes de kali-iugá (que comenzó en el 3102 a. C.). Estas dataciones del hinduismo contradicen todo registro arqueológico de la humanidad.
El rey Dásharatha de Aiodiá no tenía descendencia a pesar de tener tres esposas; por eso realiza un sacrificio de fuego con el fin de tener hijos. Le nacieron cuatro: con su esposa Kausalya tuvo a Rama; con Kaikeyi, a Bhárata, y con Sumitri a Láksman y Shátrughna. Más tarde se nos habla del milagroso nacimiento de Sita Devi y de como Rama consiguió su mano tensando y aún rompiendo el inmenso arco del dios Shivá.
La malvada madrastra de Rama, Kaikeyi, deseaba ver a su propio hijo Bhárata en el trono. Por eso creó una intriga, por la que Rama fue desterrado al bosque durante catorce años. Su esposa Sita y Lákshman le acompañaron. Durante su estancia en el bosque, el demonio Rávana, rey de Sri Lanka de diez cabezas, raptó a Sita y la llevó a su palacio.
Mientras Rama y Lákshman la buscan, conocen al hombre-mono Jánuman (‘que tiene [gran] mandíbula’), ministro de Sugriva (‘mucho cuello’), rey de los monos exilado por su hermano, el malicioso Vali. Estos monos hablantes hacen un pacto con Rama. Este mata a Vali y Sugriva pone su ejército a su disposición. Todo el siguiente capítulo habla sobre el heroísmo de Jánuman, quien salta hasta la isla de Sri Lanka para descubrir a Sita.
Más tarde se narra la guerra entre los monos y los demonios. Para acceder a la isla con su ejército, Rama hace un puente sobre el estrecho de Palk (que separa el continente indio de la isla de Sri Lanka). Los demonios más importantes mueren a manos de los jefes de los monos, y por fin, Rama mata a Ravana. Tras recuperar a Sita, los dioses se aparecen a Rama y le revelan su condición de Dios, señor del universo.
Rama bienvenido de regreso a Ayodhyá.
Rama representa, según el pensamiento hinduista, el más alto grado de virtuosismo, tanto como rey que como esposo. Para dar el ejemplo a la humanidad y proteger su buen nombre, destierra a su esposa Sita debido a las habladurías de los hinduistas de Ayodhya. Ella epítome de la esposa casta que se quema en la incineración de su esposo incapaz de vivir sin Rama es tragada por la Tierra. 

RAMBHA
En el marco del hinduismo, Rambhā es la reina de las apsarás[1]. De entre todas estas ninfas, Rambhá fue la primera, producida durante el episodio del batido del mar de leche. En ese sentido se la considera hija de la espuma del mar. Es insuperable en las artes de la danza, la música y el sexo.
Según la enciclopedia Espasa, Rembha era la diosa del placer, una de las que componían la corte del semidiós Indra. Esta diosa se correspondería con Afrodita (la diosa del amor, en la mitología griega) o con Venus (diosa del amor, en la mitología romana).
Otra (o la misma) Rambhā era la esposa terrena de Nala Kūbara (el hijo de Kúbera), que fue secuestrada y violada por el rey Rávana (hermanastro menor de Kúbera). Según el Ramaiana, el dios Brahmá (de cuatro cabezas) maldijo entonces a Rávana, que si volvía a tocar a una mujer sin consentimiento, su cabeza estallaría. (Según otras leyendas, fue Nalakubara quien maldijo a su tío Rávana). Esa maldición salvó la castidad de Sitá (la esposa del rey Rama), cuando fue secuestrada por Rávana.
Según el Majábharata, Rambhá era una forma de Laksmí y la mujer más hermosa en el paraíso del dios Indra.
En el Ramaiana (‘las andanzas de [el dios] Rama’) se cuenta la historia de los intentos del dios Indra para arruinar la meditación del sabio Vishuámitra. 
Primero le envió a la apsará Menaká (hija de Vrishan Aśwa y esposa de Himavat), quien logró seducir al sabio. Éste aprendió la lección, y cuando retomó su meditación para convertirse en un brahmarshi, Indra le envió entonces a otra bellísima apsará, Rambhá. Pero Vishvamitra, colérico, maldijo a la diosa a convertirse en una piedra durante 10 000 años.
En el sur de la India se pronuncia rémbja y es un nombre personal femenino. 
Rembhá se adora en el sur de la India, principalmente en el Estado indio de Kerala, donde se habla el idioma dravídico malaialam.

RAVANA
En la mitología hinduista, Rávana era el rey de los demonios raksasas. Hermano de Kubera el tesorero de los dioses. Su nombre aparece por primera vez en los textos épicos Ramaiana y Majabhárata (ambos del siglo III a. C.).
Rávana es representado con diez cabezas (que significan que poseía un gran conocimiento, que se expandía en las “diez direcciones”) que le ganaron el nombre de Daśamukha (‘diez caras’ o ‘diez bocas’), Daśagrīva (‘diez cuellos’) o Daśakantha (‘diez gargantas’). También se lo representa con diez pares de brazos (que significa que podía hacer el trabajo de diez hombres).
Rávana, rey de los rakshasas (demonios antropófagos) 
Rávana era hijo del sabio Visravas y la princesa Asura Kaikasí (o Keshiní, según el Bhagavata-purana). El padre de esta, el rakshasa Sumalin, deseaba que ella se casara con el ser humano más poderoso del mundo mortal, para así producir un heredero excepcional. Rechazó a todos los reyes del mundo porque el poder de estos era menor que el suyo. Kaikasī buscó entre los sabios y eligió finalmente a Visrava, quien le advirtió que como ella se le había aproximado en un momento inapropiado, tendría un hijo maligno. Sin embargo, ella aceptó. Así, Rávana nació mitad asura (Los asuras son deidades corruptas, ambiciosas, que mayoritariamente buscan el mal) y mitad brahmán (traducción: un sabio, santo).
El rapto de Sita (la esposa de Rama) y su muerte en manos de este, son los hechos principales.
En las pinturas de Rayastán que representan los incidentes del Ramaiana, se ve a Rávana sentado en sus concilios demoníacos, raptando a Sita en una carroza voladora de flores, o luchando contra el famoso rey Rama Chandra (uno de los dioses más populares de la India).
Rávana es representado con diez cabezas (que probablemente significan que poseía un gran conocimiento, que se expandía en las “diez direcciones”) que le ganaron el nombre de Daśamukha (‘diez caras’ o ‘diez bocas’), Daśagrīva (‘diez cuellos’) o Daśakantha (‘diez gargantas’). También se lo representa con diez pares de brazos (que puede significar que podía hacer el trabajo de diez hombres).
Poseía un carro que volaba por los aires (el pushpa-vímana o ‘avión de flores’ o el dandu-monara). Muchos ceilandeses religiosos tratan de demostrar que en la isla existen varios sitios que podrían ser Wariyapola (el sitio donde se suponía que aterrizaban estos carruajes voladores).
Rávana era hijo del sabio Visravas y la princesa Asura Kaikasí (o Keshiní, según el Bhágavata-purana). El padre de esta, el rakshasa Sumalin, deseaba que ella se casara con el ser humano más poderoso del mundo mortal, para así producir un heredero excepcional. Rechazó a todos los reyes del mundo porque el poder de estos era menor que el suyo. Kaikasī buscó entre los sabios y eligió finalmente a Visrava, quien le advirtió que como ella se le había aproximado en un momento inapropiado, tendría un hijo maligno. Sin embargo, ella aceptó. Así, Rávana nació mitad asura (‘demonio’, no sura) y mitad brahmana.
Visrava ya tenía una esposa, Ilavilā (Idavidā, según el Bhágavata-purana), con la que había tenido a Kúbera (o Kúveras), el tesorero de los dioses (que tenía tres piernas y ocho dientes).
Rávana fue el mayor de los hijos de Kaikasī, dándosele el nombre Dasagriva al nacimiento pues había nacido con diez cabezas. Sus hermanos fueron Kumbhákarna (gigantesco monstruo con ‘orejas [como] ollas’, que según el capítulo 6 del Ramaiana dormía seis meses al año) y Vibhīshana (quien había obtenido del dios Brahmá el don de no poder realizar ninguna acción cruel). A través de su madre estaba relacionado con los demonios Maricha y Subahu. Kaikasī también tuvo una hija: Surpanakha (‘uñas [como criba para] zarandear’).
Su padre, Visrava, notó que mientras que era agresivo y arrogante como individuo, era también un estudioso excepcional. Bajo su tutela, Rávana dominó los sagrados libros Vedás, así como las artes marciales de los guerreros (chatrías).
Según el texto épico Ramaiana, el joven Rávana llevó a cabo una terrible penitencia que duró mil años, para complacer al dios Shivá. Como Shivá no apareció ante él, Rávana que tenía diez cabezas se cortó una cabeza y meditó durante otros mil años.
Shivá tampoco se apareció ante él, por lo que Rávana se cortó otra cabeza y meditó otros mil años; y así sucesivamente hasta que estuvo a punto de cortar la última cabeza. Entonces Shivá apareció. Él se sintió satisfecho con el pedido de Rávana, de obtener fuerza inmensa, riqueza y conocimiento sobre armas.
Rávana decidió aumentar sus habilidades para llegar a ser invencible. Dedicó una gran penitencia al dios Brahmá, que duró varios milenios. Brahmá apareció ante él ofreciéndole una bendición. Rávana inicialmente solicitó la inmortalidad, pero Brahmá rehusó. Rávana entonces solicitó una suprema invulnerabilidad e invencibilidad cuando se enfrentara a los dioses, a los seres celestiales y a otros demonios, serpientes y bestias salvajes. Debido a su desprecio hacia los humanos, no solicitó protección contra ellos. Brahmá lo bendijo con lo solicitado y, adicionalmente, le otorgó un gran poder de magia y conocimiento de armas divinas.
Rávana gobernó el reino de Lanka (que se cree que es la actual Sri Lanka), de donde había expulsado a su medio hermano Kúbera. Después de haber ganado dichas bendiciones, Rávana buscó a su abuelo, Sumali, el rey demonio del mundo de las tinieblas y asumió el poder sobre su ejército. Después fijó su visión en Lanka.
La isla de Sri Lanka pertenecía al medio hermano de Rávana, Kúbera, el tesorero de los dioses e hijo de Visrava. Generosamente, Kúbera había compartido todo lo que poseía con los hijos de Kaikasī. Rávana, sin embargo, exigió Lanka entera de su hermano y amenazó con tomarla por la fuerza. Visrava aconsejó a Kúbera que debía entregarla pues este era invencible.
Aun cuando Rávana usurpó Lanka, fue considerado como un gobernante efectivo y benevolente. Lanka floreció bajo su mando y se decía que en la casa más pobre se hallaría vasijas de oro de las cuales comer y beber, y que el hambre era desconocida en el reino.
Después de la conquista de Lanka, Rávana se encontró con el dios Shivá en la morada de este en el monte Kailash. Caprichoso, Rávana trató de mover la montaña sagrada. Śiva, molesto por esta actitud arrogante y orgullosa, tocó apenas la montaña con su dedo, afirmándola sobre Rávana. Los sirvientes de Śiva informan a Rávana acerca de a quién ha ofendido, ante lo cual Rávana entra en penitencia. Compone y canta canciones alabando a Śiva durante varios años, hasta que el Señor Śiva lo liberó de su esclavitud. Contento con el valor y la devoción de Rávana, Śiva le otorgó un mayor poder, y le regaló la muy poderosa Chandrajas (la espada lunar). Rávana, a cambio, se convirtió de por vida en devoto del dios Shivá. Rávana es conocido por su poema Shivá-tandava-stotra (especie de stuti o alabanza dedicada a la danza de Shivá).
Con sus nuevas sobrecogedoras habilidades, Rávana procede a llevar a cabo una serie de campañas, conquistando a humanos y otros demonios. Invadiendo el mundo de las tinieblas por completo, dejó a su hijo Ahiravana como rey. Se convirtió en señor supremo de todos los asuras de los tres mundos, aliándose con los nivatakavachas y los kalakeyas (dos clanes a los cuales no pudo subyugar). Una vez que conquistó numerosos reinos de este planeta, llevó a cabo los sacrificios de fuego necesarios para ser coronado emperador.
Cuando su hermano Kúbera le reprochó su crueldad, Rávana se enfureció. Procedió entonces a conquistar otros planetas y triunfó sobre los dioses, condenando a Kúbera al ostracismo. Por la fuerza gana el poder sobre las razas de los dioses, los seres celestiales y las serpientes (aunque no el resto de la India).
Al comienzo del texto épico Ramaiana, Rávana es mostrado como el gobernante de todas las razas mortales y divinas, a tal punto que puede ordenar al Sol a salir o ponerse. 

Rapto de Sita
Rama, su esposa Sita y su hermano Lakshmaná vivían en el bosque, exiliados del reino de Aiodhiá. La monstruosa hermana de Rávana, Surpa Nakha, se enamoró de Rama, adoptó una forma humana para seducirlo pero fue rechazada. Sita se rio de ella, así que Surpanaka asumió su horrenda forma original y la atacó para comerla. Lakshmaná le cortó las orejas y la nariz con sus flechas, afeándola. Surpanaka recurrió a su hermano y lo convenció de raptar a Sita. 

Rama mata a Rávana
Después de la muerte de Rávana, Rama puso en el trono de la isla a su aliado Vibhisana (hermano de Rávana).
Rama mata a Rávana

Mientras que algunos consideran a Rávana como un gobernante sabio y benevolente, otros argumentan que aunque los tiranos pueden tener buenas cualidades su carácter general es maligno. La noción del buen Rávana es un concepto muy discutido. De hecho, la percepción de él como un ser bondadoso puede ser producto de un movimiento reciente, acorde con motivaciones políticas. Sin embargo, las fuentes de los Puranás demuestran que Rávana era un gran devoto de Shivá y se supone que compuso el Shivá-tandava-stotra.
Sus acciones y su comportamiento, tal como son novelados en el Ramaiana, tratan de demostrar que la piedad sin virtud es inútil. La caracterización de Rávana en el poema sirve como ejemplo de los poderes de la lujuria y el ego. 

Los ayya vazhi
En la religión ayya vazhi (una secta hinduista de Tamil Nadú) se cree que Rávana es, de hecho, la manifestación del mal y va más allá. Primero, los seguidores de ayyavazhi difieren de otros hindúes en tanto que reconocen en él una figura satánica, Kroni, la manifestación primordial del mal en el mundo. 
Este mismo Kroni se manifiesta en diversas formas en diferentes eras o iugás, por ejemplo, como Rávana y Duryodhana. En respuesta a dichas manifestaciones del mal, Visnú encarna como sus avatares Rama, Krisná, etc., para destruir ese mal.
Los ayya vazhi creen que en esta era, Kroni (el espíritu de Kali yuga) es omnipresente. Esa es una de las razones por las cuales ellos, como otros hindúes, creen que Kali iugá es una era de degeneración. 

Yaia y Viyaia
El Ramaiana y el Majábharata no son las únicas escrituras religiosas que cuentan la historia de Rávana. En el Bhágavata-purana se dice que Rávana y su hermano Kumbhá Karna eran reencarnaciones de Yaia y Viyaia, los dos porteros de Vaikunthá (la morada de Visnú), quienes fueron maldecidos por los sabios Kumarás a nacer en la Tierra por haber sido insolentes. 
Los guardianes habían rehusado la entrada a estos tres hermanos Kumará (Sanat, Sananda y Sanatana, hijos del dios Brahmá), quienes, por sus poderes y austeridad, tenían la forma de niños. Por su insolencia, los monjes les maldijeron a ser expulsados de Vaikunthá y a nacer en la Tierra. 
El bondadoso Visnú acordó que debían ser castigados pero mitigó el efecto de la maldición: les preguntó si querían nacer siete veces como devotos del Señor o tres veces como sus enemigos. Como la intención de los dos porteros era la de volver lo más pronto posible, eligieron ser enemigos de Dios.
En la primera era (Satia-iugá: ‘era de la verdad’), Yaia y Viyaia nacieron como Jirania Kashipú y Jirania Akshá. Para matarlos, Visnú encarnó en dos oportunidades, como Varaja (jabalí) y como Narasinja (un ser mitad hombre y mitad león). En la segunda era (tréta-iugá: ‘era tres’) nacieron como Rávana y Kumbhákarna y fueron asesinados por Ramachandra. Luego, en la tercera era (Duapara-iugá: ‘era dos’), Yaia y Viyaia nacieron como Sisupala y Dantavakra y fueron asesinados por Krisná. Después de los tres nacimientos previstos, retornaron a Vaikunthá. 
Yaia (guardián de la puerta de Vaikunthá, la eterna morada espiritual del dios Visnú), cuidando la entrada al altar del templo de Visnú llamado Chenna Késhava. Según el Bhágavat Puraná, el demonio Rávana era un avatar del divino Yaia.

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[1] Las apsarás eran ninfas acuáticas de la mitología hindú. Se las representaba siempre en torno a elementos musicales, como danzarinas en la corte del semidiós Indra en su reino divino, Suargá, situado en el pico de la montaña sagrada Meru.


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