viernes, 20 de octubre de 2017

Capítulo 10 - Cosmogonía Hindú 1


RENUKA 
Renúkā es una diosa (actualmente conocida como Yellamma) hija del sabio Renú (identificado con Vaishuámitra [‘descendiente de Vishwá Mitra], autor de los versos 9.70 y 10.81 del Rig Vedá) esposa del sabio Yamad Agni, y madre de Parashúrama (el sexto avatar de Vishnú). Su leyenda se cuenta en el Majábharata, el Bhágavat Puraná y el Jarí Vamsha.
En sánscrito, Renúkā representa los ‘granos finos de arena’.
El sabio Yamad Agni y su piadosa esposa Renuka vivían en su āshram cerca del río Ganges, o en la colina Yelama Gudda, a orillas del río Malaprabha. 
Un desafortunado día, Renuka fue a buscar agua para su esposo como todos los días, vio a Chitra Ratha, el rey de los gandarvas (ángeles del cielo), vestido sólo con una guirnalda de flores, copulando en el agua con sus apsaras (huríes). El sabio Yamad Agní se enfureció porque consideró que ella había perdido su inocencia, y ordenó a sus hijos que le cortaran la cabeza: “Ghnata-enam putrakáh papam” (‘¡mátenla, hijos, pecadora!’). Todos se negaron. Entonces le pidió a su hijo menor, Rāma, que les cortara la cabeza a sus desobedientes hermanos y a su mentalmente adúltera madre. Rāma tomó su hacha y los decapitó. Fue conocido entonces como Parashú Rāma, ‘el Rāma del hacha’ (Es distinto del rey-dios Rāma Chandra).
El sabio, al calmarse su ira, le ofreció una bendición a su obediente hijo. Parashúrāma pidió que resucitara a Renuka y a todos sus hermanos, y que hiciera que no recordaran que él los había matado. El sabio, en virtud de sus poderes místicos, así lo hizo.
Tiempo después, el orgulloso rey Kartavīria (de mil brazos) mató a Yamad Agni para robarle la vaca celestial Kāma Dhenu (Surabhí). Aunque Yamad Agni fue resucitado, su esposa tuvo que sufrir la viudez durante cuatro días.
La piadosa Renuka fue considerada posteriormente una encarnación de la diosa Śakti y es adorada actualmente como Yellamma Devī. Su templo, en la colina Yellammagudda, es un importante lugar de peregrinación. Se encuentra a 5 km del pueblo de Savadatti, a 37 km de Dharwad y a 72 km del actual Belgaum (antiguamente Venu Nagara). Entre Savadatti y el templo está el magnífico fuerte de Paresh Ghad, del siglo X.
Fuera del templo de Yellamma Devī se encuentra una capilla de Kala Bhairava. En el lado oeste se encuentra la capilla de Parashú Rāma. En frente del templo hay una laguna de roca sólida, que se divide en tres estanques más pequeños llamados Yenne Honda, Arisina Honda y Kumkuma Honda (o Jogula Bavi).
El agua potable de esos estanques se considera curativa. Generalmente los peregrinos se bañan en esos estanques antes de entrar al templo. Las hojas de nim tienen un profundo significado. Antes de la invasión inglesa, los devotos entraban en los templos desnudos, cubriendo su cuerpo con hojas de nim solamente (tal como se vestían los humanos en la época del mito). El gobierno británico prohibió este ritual, declarándolo obsceno.
A la diosa se le ofrece alcanfor, sal, aceite, cocos y plátanos. Durante el tiempo de la adoración, los devotos golpean un tambor especial. Un palanquín de plata se usa para llevar a la deidad en procesión alrededor del templo cada jueves y viernes a la tarde. El templo de Yellamma está construido en estilo dravídico antiguo, una mezcla de estilos arquitectónicos Chalukyan tardío y Rashtrakuta. 



RUDRA
Rudra y Shiva se identifican con el mismo dios, el primero es un dios védico, destructor y terrible. Más tarde, durante el hinduismo pierde mucha influencia hasta casi desaparecer por completo a favor del recién llegado Shiva el benéfico. Este último absorbe sus rasgos maléficos pero que conserva al mismo tiempo su carácter de benévolo.
Rudra tiene un origen polémico, unos lo ven como resultado de un incesto de Usas, la aurora, trasformada en ninfa, y sus hermanos nacidos de Prajapati: Agni (el fuego), Vayu (el viento), Aditya (el sol) y Candramas (la luna).
Otros dicen que nació de Manyu y otros, que nace de un incesto de Prajapati y su hija. Los dioses para castigarlo juntan en él todo lo malo de ambos y Rudra traspasa con una flecha a su padre.
En cualquier caso Rudra es el gran destructor, siembra enfermedades y muerte, ataca a animales y hombres, maneja en veneno y el relámpago, propaga el terror a su alrededor. Los dioses acuden a él para hacer actos viles. Rudra es un marginal prefiere lo que está fuera de norma, todos los que no actúan y viven como los demás, son de su preferencia los extranjeros, los excluidos, los que viven ermitaños. Es un poder divino salvaje, indómito y peligroso.
Rudra se une con Rudrani en un largo abrazo y los dioses temerosos por lo que esta larga unión puede engendrar le piden a Rudra que no procree, acepta y guarda desde ese momento una abstinencia sexual total. Rudrani se pone furiosa y maldice a todos los dioses a no tener descendencia. Solo queda fuera de la maldición Agni que está en ese momento ausente.
Rudra vive como un ermitaño, la montaña es su guarida, pero baja de ella y va a los lugares habitados, no obstante prefiere los lugares aislados donde los hombres se aterrorizan ante la posibilidad de encontrarlo.
Los “Rudras” son sus hijos, o sus representantes, son muchos y abundan por todas partes. Hacen reinar el terror. Dos de ellos Bhava y Carva, corren en la naturaleza como lobos salvajes.
Se le representa con los cabellos trenzados el vientre negro y la espalda roja; vestido con pieles de animales y armado con arco y flechas. Es rudo y grosero, los bandidos y los ladrones son sus amigos, es el patrono de todos los que matan, lo mismo por necesidad como por placer.
Todas estas cualidades lo hace un dios temible y se le implora para obtener su protección. De dios destructor se convierte a Shiva el dios benéfico y se le hacen ofrendas y sacrificios.
Cuenta la leyenda que cuando se hicieron los ritos a los dioses del cielo, Rudra como siempre estaba apartado. Se dio cuenta que quedaría excluido y comenzó a perseguir a los demás, los dioses asustados por su violencia le prometieron otro sacrificio, pero ya solo quedaban los restos del sacrificio principal y solo esto se le pudo ofrecer, por eso le llaman Vâstavya (el dios de los restos).
SARASVATI
Sárasvati es la diosa del conocimiento y una de las tres diosas principales (siendo las otras dos Laksmí y Durgá).
Es esposa (o hija, o ambas) del dios Brahmā.
Sárasvatī es mencionada en el Rig-veda era una diosa adorada en la religión védica.
Es probable que haya comenzado como una diosa meramente fluvial, relacionada con el río Sárasuati, ya que su nombre en sánscrito significa ‘la [zona] que tiene lagos’ (sáras: ‘algo fluido’, un lago, un estanque, vatī: ‘la que posee’). Algunos «estiran» la traducción para que signifique ‘la que fluye’, lo que se puede aplicar a la mente, las palabras, las ideas, o la corriente de un río.
En el Rigveda a Sárasuatī se le atribuye la destrucción por medio del dios Indra de Vritrasura, un gigantesco demonio que había acaparado toda el agua del mundo conocido, y que representaba la sequía, la oscuridad y el caos.
En el himno 10.184.2 del Rig-veda se la invoca junto con Sinivalí para que el embrión se adhiera al útero
En los Puranas (textos que generaron la religión hinduista) se convirtió en la diosa del aprendizaje y de las artes (por ejemplo, de la música). También es adorada como la diosa de los pensamientos veraces y del perdón.
A veces también se la equipara con otras diosas hinduistas como Vach, Savitrí y Gaiatrí.
En el Vedānta se le considera la energía femenina (śakti) y el aspecto del conocimiento del Brahman. Como en los textos védicos, es la diosa del conocimiento, de la elocuencia, la poesía y la música. Los seguidores del Vedanta creen que sólo mediante la adquisición de conocimiento podrán alcanzar moksha (la liberación de la reencarnación). Sólo mediante la adoración de Sárasuatī y mediante la búsqueda continua del conocimiento verdadero con atención completa, se puede obtener la iluminación necesaria para alcanzar el moksha.


En distintas leyendas contadas en el Majábharata y el Bhágavata-purana es (contradictoriamente) la consorte del dios Brahmā. En otras leyendas de esos mismos libros, cuando Sárasuati es la hija de Brahmá, la esposa es Savitrí y Gayatri. Su belleza es tal que Brahmá tiene cuatro caras para poder verla desde todas las direcciones.
En las Leyes de Manu se la identifica con Durgā, o incluso con la diosa Lakshmí (la esposa del dios Vishnú) o con la esposa de Manu. En el Majábharata también aparece como hija del prajāpati (‘patriarca’, padre de la humanidad) Daksha.
El Sárasuatī stuti (‘elogio a Sárasuatī’) declara que ella es la única diosa que es adorada por los tres grandes dioses del hinduismo (Brahmá, Vishnú y Shivá. Ella es la única diosa que es adorada por los devas (dioses menores), por los asuras (demonios), los gandharvas (los músicos celestiales) y por los nagas (los seres serpentinos divinos).
La iconografía de la diosa Sárasuatī la muestra como una hermosa mujer de piel clara, vestida con ropa blanca pura, sentada sobre un loto, aunque se considera que su verdadero vahan (‘vehículo’) es un cisne.
Se la asocia con el color blanco, que representa la pureza del conocimiento.
Ocasionalmente se la asocia con el color amarillo, el color de las flores de mostaza, que florecen en la época del festival de Sárasuati, en primavera.

No tiene una cantidad exagerada de adornos (como la diosa Laksmi) sino que está vestida modestamente, quizá representando su preferencia por el conocimiento por encima de los objetos materiales.
Generalmente su iconografía la muestra con cuatro brazos, que representan los cuatro aspectos de la inteligencia humana, según el hinduismo:
·       la mente (mana),
·       el intelecto (buddhi),
·       estado de vigilia y
·       ego (ahankara).

En sus manos sostiene cuatro objetos:
·       Un libro (lo cual es un anacronismo, ya que no hubo libros en la India hasta la introducción de la imprenta por los conquistadores británicos, en el siglo XVIII).
·       Un mālā (rosario) de perlas blancas, que representa el poder de la meditación y la espiritualidad.
·       Un pote con agua sagrada, que significa que el conocimiento tiene un poder purificador de los pecados.
·       Una vīna, instrumento musical parecido a un sitar, que representa su grado de perfección en todas las artes. 
·       Sárasuatī también se relaciona con Anurāga (el ‘apego’ por las notas musicales y el ritmo), que representa todas las emociones que se expresan mediante el discurso o la música.

Los hinduistas creen que las niñas que llevan su nombre serán muy afortunadas en sus estudios.
Frecuentemente se muestra un jansá (ánsar índico) blanco cerca de sus pies. Los hinduistas creen que si se le ofrece a un jamsá una mezcla de leche y agua, es capaz de tomar sólo la leche. De esta manera, el jansá simboliza la capacidad de sacar provecho de lo malo, o de obtener sabiduría de un conocimiento maligno. Debido a su relación con el cisne, a la diosa Sárasuatī se la conoce también como Jamsá Vajini: ‘la que tiene un ganso como vehículo’.
Se la pinta al lado de un río (el Sárasuati, que puede estar relacionado con su primera función como una diosa del agua. Su relación con el cisne y con la flor de loto también señala su origen más antiguo que el de otras diosas.
A veces se muestra también un pavo real al lado de la diosa. El pavo real representa la arrogancia y el orgullo debido a la belleza personal. Al tener un pavo real como vehículo, la diosa enseñaría que los hindúes no deben estar preocupados por la apariencia externa.

Otros nombres de la diosa Sárasvatī
Aria (‘noble’ o ‘virtuosa’)
Bhāratī (según el Majábharata, ‘la que sostiene’), discurso, voz, palabra, elocuencia, composición literaria, arte dramático, recitación dramática, la pronunciación sánscrita de un actor. 
Bhāratī (en los himnos de Āpri también puede ser una deidad distinta, que forma una tríada con Ilā y Sárasuatī.
Esta diosa Bhāratī sería hija de Āditya (Según el Nirukta 8.13, de Yāska).
Brāhmī o Brahmānī (la śakti o energía personificada de Brahmā)
Jansá Vahini (que tiene un ánsar indio como vehículo)
Maha-vani (gran palabra)
Shāradā
Śhonapunia, una voz sánscrita que significa ‘la purificada por la sangre’ (śóna: ‘rojo, sangre’, punya: ‘virtuoso, puro’).
Vach, la creadora del alfabeto y el sánscrito, el lenguaje de los textos sagrados hinduistas.
Vag Īśwarī (controladora de la palabra).
Vānī: palabra
Vinidra (‘[la que] no duerme’) 

SANKARA-NARAIANA 
Dios hermafrodita compuesto de Shiva y Visnu. 

SARASUATI
Diosa de la música. 

SATI
Sati es la diosa de la felicidad marital y la longevidad. Como una expansión de Devi, Satí es la primera consorte del dios Shiva. Parvati es su reencarnación tras esta morir en el fuego fruto de los insultos de su padre hacía el dios ShivaEn la mitología hindú, Satí tuvo el papel de seducir sexualmente a Shiva para sacarlo del aislamiento ascético (meditación profunda).
Luego de casarse con Shivá, ella asistió a una fiesta que oficiaba su padre Daksha (a la que él no la había invitado, por ser esposa del sucio Shivá).
Ante un desaire de Daksha contra su esposo Shivá, Sati se suicidó: se sentó en el piso a meditar y encendió a sí misma en llamas (un raro poder místico que adquirió). Al enterarse Shivá, mató a todos los asistentes a la fiesta, incluido su suegro Daksha. La religión hinduista creó de esta manera la tradición Sati, en que ataban a las viudas a la pira funeraria de su marido como acto final de “lealtad y devoción”. 

El nacimiento de Sati y su devoción por Shiva.
La gran fuerza femenina se encarnó en Sati y estaba determinada a unirse al todopoderoso dios Shiva y ser su consorte en este ciclo de la creación. Sati nació como hija del rey Daksh, un poderoso monarca que había llevado a cabo un sacrificio de mil años para conseguir precisamente esto: que la Divina Madre encarnara en su linaje. 
Desde su niñez, la muchacha mostró una ferviente devoción por el dios Shiva. Nadie sino él ocupaba su mente. Todo su tiempo lo pasaba dedicada a su devoción. En el momento en que Sati tuvo la edad adecuada y llegó la hora de casarla, Daksh pensó que nadie mejor que el dios podría ser el esposo de la diosa que había encarnado en la forma de su hija.Para lograrlo, Sati inició una serie de duras austeridades durante mucho tiempo. Hizo ayunos y oraciones, meditó en Shiva y le adoró de todas las formas concebibles. Todos los dioses de los cielos supieron de este fervor, salvo el propio Shiva, quien se hallaba en meditación en los montes Himalaya.Los dioses fueron en su búsqueda y le hablaron de Sati y de su amor. Shiva quedó complacido con lo que oyó. Además, las deidades insistieron en la necesidad de que Shiva contrajera matrimonio, uniéndose a la fuerza femenina representada por Sati, para el mejor funcionamiento del universo y prosperidad de las criaturas. Al escuchar esto, Shiva, amante de todos los seres, accedió de inmediato y se manifestó delante de la muchacha:
         ¡Oh, hija de Daksh! le dijo. Me han complacido tus sacrificios y oblaciones. En premio a ellos, te concederé el don que me pidas. Elige, pues. ¿Cuál es tu deseo?
Ella, deslumbrada por la presencia del dios, se mostró totalmente incapaz de hablar.
Pero Shiva conocía el secreto de su corazón.
         Serás mi esposa -afirmó.
Y, desde aquel momento, quedaron unidos.

Shiva, el dios que no se arrodilló ante Daksh, padre de Satí:
Shiva regresó a los montes Himalaya y los dioses fueron los encargados de pedir a Daksh la mano de su hija. Éste accedió a ello. Shiva acudió al palacio de su esposa y allí se llevaron a cabo todos los ritos matrimoniales prescritos por la tradición.
Tras ello, la pareja divina marchó a su morada en los montes Himalaya, donde vivió feliz durante veinticinco años. 
Pero, durante ese tiempo, tuvieron lugar asimismo tristes sucesos. En cierta ocasión, Daksh llevó a cabo un gran sacrificio, invitando a dioses, santones y brahmanes de todos los lugares. Muchos acudieron a su llamada y Shiva entre ellos. Todos rindieron pleitesía a Daksh, el más poderoso de los reyes, y se inclinaron ante él. Pero Shiva no lo hizo, pues los dioses no deben tal respeto a los mortales.
Daksh se sintió herido en su vanidad. Para vengarse, fingió no conocer a Shiva y le increpó de este modo:
¿Quién es este ser que va acompañado siempre por espectros y seres fantasmales? ¿Quién es éste que no sabe comportarse con respeto en la corte del rey más poderoso del universo? ¡Mirad su atuendo! -indicó a los que le rodeaban-. Va vestido con una andrajosa piel de tigre y su cuerpo está sucio, cubierto todo de cenizas. No creo que pueda participar en un sacrificio que exige pureza a los que lo llevan a cabo.
Shiva escuchó todo esto en silencio y, por respeto a su suegro, no dijo nada. Se limitó a abandonar el lugar.
Cuando se hubo marchado, los seguidores de Shiva se enfrentaron con Daksh.
¿Qué has hecho, rey necio? Has ofendido al dios que lo es todo en el universo. Has alejado de tu lado al otorgador de todos los bienes. Sólo su infinita compasión ha impedido que te destruyera con una sola mirada de su tercer ojo. Además, ¿qué valor puede tener en este momento tu sacrificio? Sin Shiva, nada en el universo tiene ningún sentido.
Daksh no hizo caso alguno de lo que se le decía y obligó a las huestes de Shiva a abandonar el lugar.
Cuando, un tiempo más tarde, Daksh quiso llevar a cabo un sacrificio todavía más importante y multitudinario que el anterior, decidió no invitar a Shiva ni a ninguno de sus seguidores.
La noticia de la celebración del sacrificio llegó a oídos de Sati, quien se enojó mucho con su padre, por no haber invitado a su marido. Preguntó a Shiva la causa de no haber sido convocados y el dios le refirió lo sucedido.

El suicidio de Satí por las ofensas a su marido Shiva:
Ella quiso remediar la situación e insistió en marchar junto a su padre y asistir al sacrificio, para conseguir una reconciliación entre ambos.
Shiva amaba intensamente a Sati y no quiso negarle su permiso. Encargó a sus acólitos que cuidasen de su mujer y la mandó al palacio de Daksh, con una gran comitiva.
Sati llegó a la casa de su padre, en la que estaba teniendo lugar el sacrificio al fuego. En el momento en que Daksh la vio, no mostró ninguna señal de cariño ni de respeto. Todos los dioses, excepto Shiva, se encontraban presentes allí. Sita no pudo contener su cólera y preguntó a los presentes:
¿Cómo es que no se ha invitado al que es el dios de los dioses, la causa y el origen de este universo? Todos los ritos quedan incompletos sin su presencia. ¿Cómo explicáis su ausencia? ¿Cuál ha sido el motivo de esta ofensa?
Daksh, obcecado por su rencor, contestó a su hija con dureza:
Mujer le increpó, puedes permanecer aquí, ya que has venido. Pero no pronuncies ni una sola palabra más. No estoy dispuesto a escuchar nada en defensa de mi enemigo.
Pero, padre...
¡Calla! le interrumpió. Todos saben que Shiva es un ser poco auspicioso, de linaje incierto. Es un dios, sí: el dios de los fantasmas y de los seres inferiores. Viste andrajos, está sucio y no puede estar al lado de los reyes y de los otros dioses.
Y Daksh continuó ofendiendo a Shiva y dirigiéndole palabras insultantes.
Sati no pudo soportarlo durante mucho tiempo.
¡Oh, soberano! Ofendiendo a mi esposo has llamado a tu propia destrucción. Pero ése es tu destino. El mío es aún más triste, pues me encuentro en la casa de mi padre, teniendo que escuchar palabras ofensivas para aquel a quien más amo. No estoy dispuesta a hacerlo. Y, para demostrarte cómo me has herido, abandonaré ahora mismo mi cuerpo físico.
Y, ante el estupor de todos, Sati empleó sus poderes e hizo brotar de su cuerpo unas llamas de fuego que la consumieron en breves instantes. De esta manera se inmoló para no escuchar más insultos a su esposo.

SAVITAR
Este término pertenece a la mitología hindú.
Dios que origina el movimiento en la naturaleza; su nombre significa «el vivificador», y pone en movimiento los rayos solares, las aguas y los vientos Va montado en una carroza arrastrada por corceles de blancura resplandeciente, y sus brazos son de oro.

SHESHA, Ananta
En el hinduismo, Shesha es una serpiente masculina divina, rey de todos los nagas (serpientes), uno de los seres primigenios de la creación.
De acuerdo con el Bhágavata-purana (siglo XI) es un avatar de Dios.
En los Puranas se dice que Shesha sostiene a todos los astros del universo sobre sus caperuzas, mientras canta las glorias de Visnú con todas sus bocas.

El dios hinduista Visnú descansa sobre la blanca serpiente de muchas cabezas Ananta-Shesha, mientras la diosa Laksmí masajea sus «pies de loto».
Generalmente Shesha se representa como una serpiente enorme que flota enroscada sobre el océano universal, siendo la cama sobre la que está acostado Visnú. A veces se lo pinta con cinco o con siete cabezas, aunque la forma más común de representación tiene unas veinte cabezas. A veces cada cabeza tiene una corona.
Su nombre proviene de la raíz sánscrita śiṣ (‘lo que queda’), debido a que cuando todo el universo se destruye al final de cada kalpa, Shesha permanece inalterado.
A Visnú acostado sobre Shesha se lo conoce como Shesha-shaii Vishnú.
En una historia llamada «el batido del océano de leche», que se presenta en varios Puranás, los devas (dioses) y los asuras (demonios) tiraron de la cabeza y la cola de Shesha para hacer girar el monte Mandara (o el monte Meru) y así batir el océano de leche.
De acuerdo con el primer capítulo («Adi Parva») del texto épico Majábharata, su padre era el sabio Kashiapa y su madre Kadru.
La ciudad de Thiruvananthapuram (en el sur de la India) recibe ese nombre en honor a Anantha (Shesha).
Se considera que algunos personajes más o menos legendarios de la India son avatares de Shesha (o según cada credo hinduista viceversa: la serpiente Shesha sería apenas una encarnación del personaje):
Lakshmana, hermano menor del dios rey Rama
Balarāma, hermano mayor del dios Krishná
Patañyali (siglo II a. C.), lingüista hindú. Se lo considera una encarnación parcial de Shesha. A veces se lo representa incluso con forma de serpiente.
Nityananda (1474 – c. 1540) religioso bengalí, compañero íntimo del santón Chaitania).

SITA
Sītā es un personaje principal en el texto épico-religioso sánscrito Ramaiana (‘el sendero de Rama’), del siglo III a. C.
Desde la época del Ramaiana, Sita es considerada una diosa (devī) hinduista, avatar (encarnación) de la diosa Laksmí, eterna consorte del dios Visnú (del que el dios Rama es el séptimo avatar).
En la tradición hindú, Sita es el estándar de vida que toda esposa hindú debe seguir. Su vida es un ejemplo del comportamiento conyugal y las virtudes de toda mujer hindú al dar sus votos conyugales, celebrando por cinco días en el festival de las luces o diwali a finales de octubre y principios de diciembre. 
Según el visnuismo (una rama del hinduismo que adora a Visnú), Sita y Rama viven eternamente con las almas que les aman, en un planeta espiritual (fuera de este universo) llamado Ramaloka (‘el planeta de Rama’). Una vez cada 4320 millones de años descienden a la Tierra para realizar los eternos y cíclicos pasatiempos del Ramaiana, como esposos en el bosque. Desde la teología hindú, Sita como avatar de Laksmí, escogió encarnar en la Tierra, y padecer en vida para así proveer un ejemplo a la humanidad de las virtudes humanas.  

Ídolo de la diosa Sita en un templo de Sita Marhi.

De acuerdo con la leyenda, el rey Yanaka de Mithila (antiguo reino de Nepal) junto con su esposa Sunaiana, encontraron a Sita en un surco de arado (por lo que debe de haber sido una niña abandonada por una madre desconocida), pero consideraron que había nacido directamente de la diosa madre Tierra, por lo que se la llamaba «hija de Bhudevi».
Al llegar a su edad conyugal, se le buscó un suaiam-vara (‘el propio mejor’, ceremonia para conseguir el esposo más fuerte) de acuerdo a su clase. Así fue entregada al príncipe Rama de Aiodhia. 

Exilio y rapto
Después de casados, las circunstancias llevaron a Rāma a salir de Ayodhya y exiliarse por un tiempo en el campo de Dandaka. Sita bien dispuesta renunció a las comodidades de su palacio y se unió a su esposo. Vivieron juntos en el bosque de Dandaka. Ahí empezarían sus problemas: Sita, caprichosa, envió a su esposo a matar un venado dorado (un señuelo). Entonces el rey demonio Rāvana la engañó disfrazándose de un sabio bráhmana (de la casta sacerdotal).
Todo esto había sido hecho por venganza sobre Rama y su hermano Laksmaná por haberle cortado la nariz a Surpanakha hermana de Rāvana. 
El rey buitre Yataiu, amigo de Rama pelea valientemente contra Rávana pero, debido a su edad, no puede con el demonio y éste le corta un ala dejándolo moribundo. En su búsqueda Rama y su hermano Laksmaná encuentran a Yataiu, y éste les informa de lo sucedido. 
Rávana llevó a Sita en su pushpaka vímana (nave voladora hecha con flores) hasta su palacio en la isla de Lanka. Allí la mantuvo cautiva durante un año. En ese tiempo, Sita logro mantenerse apartada de los avances sexuales de su captor (quien, debido a una maldición, no podía tocarla). Finalmente Rama la rescató en la famosa batalla de Iudha-ganapitiya. Rama mató a Rávana con su proyectil brahma-shira (la cabeza de Brahmá) o brahma-astra (arma de Brahmá), cuando Ravana se encontraba haciendo planes de guerra en un lugar llamado Lakgala. Cuando Rama desde Dunuwila lanza su flecha en el pecho, debido a que Ravana era un brahmán (sacerdote), matarlo era considerado un pecado aunque fuera en batalla y con razones, para lavar sus pecados Rama tuvo que orar en el templo de Munneswaram Sivan, en Chilaw. 

El demonio Ravana secuestra a Sita.

El juicio del fuego
Hay una discordancia entre las traducciones de Ramaiana; mientras en toda la historia precedente concuerdan en la mayoría de los detalles, el desenlace cambia en varios:
Después de que Sita fuese rescatada por Rama, él desconfió abiertamente de su virtud, con un recibimiento frío y palabras poco respetuosas, diciéndole que ya que Ravana había muerto ella era libre de escoger su camino en la vida, pudiendo elegir entre quedarse en Lanka junto Vibhishan, hermano de Ravana, quien se había aliado con Rama en la guerra contra su hermano por lo injusto de su acción al raptarla, o bien acompañar a su hermano Laksmaná o quizás al rey de los simios Sugriva, o también podría ir a Bharat si así lo deseaba.
Se sintió dolida por la desconfianza de su marido por haber vivido un año con Ravana, y con que cuestionara su lealtad en público. Ella, indignada, le recuerda que estuvo en calidad de prisionera y bajo el acoso de Ravana, pero que podía demostrar la fidelidad a su marido mediante la prueba del agní pariksa (‘el dios del fuego como testigo’).
Así pues, se presentó ante Laksmaná y le pidió que llevaran a cabo el ritual de fuego de acuerdo a la tradición iniciática creada por Agní (el dios del fuego), según la cual si ella había sido infiel en pensamiento o en obra, las llamas la consumirían. Por otro lado si su mente y su corazón nunca había flaqueado en su devoción a su esposo, ella saldría intacta de las llamas. Terminando su discurso, entró lentamente al fuego, el público espantado veía como las llamas devoraban a Sita, y momentos después suspiraron de alivio al ver salir a Sita ilesa del fuego, ni siquiera un cabello se había quemado. 

Representación artística del juicio de fuego.

Y a partir de aquí hay discordancia entre las versiones. Mientras que en algunas, su esposo se retractó, corrió a abrazarla diciéndole que nunca había dudado de su fidelidad y pureza, justificándose al decir que como monarca era su deber satisfacer las mentes de los incrédulos con respecto a ese tema, si no lo hubiese hecho los demás no le tendrían respeto como rey, y que el juicio del fuego pondría fin a cualquier especulación en el futuro.
De acuerdo a la teología hindú del dharma cada acción obtiene resultados independientemente del estatus de las personas, una línea de pensamiento dice que Rama cuestionó la fidelidad de Sita como castigo por haber cuestionado primeramente ella la integridad de su hermano Laksmaná, quien había dejado sus comodidades para servir fielmente a ambos durante 14 años, y que por este motivo Laksmana le pidió que fuera él el que encendiera el fuego a pesar de que él se había opuesto a tal procedimiento puesto que creía que, en efecto, Sita era inocente. 
La pareja regresó a Ayodhya, donde Rama fue coronado rey con Sita a su lado, y aunque su confianza en Sita nunca declinó, llegó a ser evidente que algunas personas en Ayodhya no aceptaban que durante el prolongado cautiverio de Sita no hubiese pasado nada, esto llevaría a Sita a un segundo exilio. 
No obstante, según el texto del Ramaiana de Valmiki, Rama ni aun así aceptó la inocencia de Sita, y la Tierra, indignada de que trataran así a su hija, abrió sus fauces y se la tragó.

SIVA O SHIVA
En el marco del hinduismo, Shiva es uno de los dioses de la Trimurti (‘tres-formas’, la Trinidad hinduista), en la que representa el papel de dios destructor, junto con Brahmá (dios creador) y Visnú (dios preservador).

Dentro del shivaísmo es considerado el dios supremo.

Usualmente, Shiva es venerado en la forma anicónica de lingam.
Se le describe como un yogui omnisciente que vive una vida ascética en el monte Kailash, y también se le representa como a un dueño de un hogar con su esposa Parvati, y dos hijos, Ganesha y Kartikeia. Shiva tiene muchas formas benevolentes así como también otras de temer. A menudo se lo figura como sumergido en meditación profunda, con su mujer e hijos o también como el Natarásh (el rey de la danza).
En el shivaísmo (o religión saiva o saivita) la deidad principal es Shiva-Rudra, y en la que Brahmá y Visnú son considerados dioses menores.
En la religión védica más antigua, la única deidad destructora era Rudra (‘terrible’), pero posteriormente en el hinduismo se volvió usual darle a ese dios el nombre eufemístico de Shiva, ‘auspicioso’ (así como en Grecia a las Furias se las terminó llamando Euménides, ‘las Gracias’). 

Shiva Lakulisha, arte de la era gupta, Museo Nacional Indio, en Nueva Delhi.

En su calidad de destructor, a veces se le llama Kāla (‘negro’), y es entonces identificado con el tiempo, aunque su función destructiva activa es entonces asignada a su esposa bajo el nombre de Kali. Como deidad de la reproducción (concomitante a la destrucción), el símbolo de Shiva es un monolito de piedra o de mármol llamado lingam.
Originalmente había doce shiva-linga, siendo los más conocidos los de Somanatha (en Guyarat), Maja-Kala (en Ujjayinī) y Visuésvara (en Benarés). A finales del siglo XIX, en India se estimaba que había más de 30 millones de linga
Shiva tiene tres ojos, uno de los cuales está en medio de su frente (denotando su capacidad de ver las tres divisiones del tiempo: pasado, presente y futuro), su piel es de color azul grisáceo (cubierta de cenizas).
Una luna en cuarto creciente situada sobre su frente representa la división del tiempo en meses, una serpiente alrededor de su cuello representa la división en años y un collar de calaveras la sucesiva extinción y generación de las razas de la humanidad.
Tiene varias serpientes enroscadas en sus brazos, su cabello está enredado en varias matas sobre su cabeza y forma un rodete en punta sobre la frente. Encima de este hueco se ve el rebote y la materialización del río Ganges (la madre Ganga, ‘la Rápida’ o literalmente ga-n-gā ‘va y va’), a quien él intercepta en su eterna caída invisible desde el cielo (en Gangotri, un glaciar de los montes Hima-alaya o ‘morada del hielo’) para evitar que hundiera a la Tierra por su fuerza.
Cuando los dioses batieron el océano de leche para generar el néctar que los volvería inmortales, lo primero que se produjo fue el veneno, que podía destruir el mundo. Shiva se lo bebió para salvar a todos los seres del mundo, por eso su garganta adoptó un color azul y él fue llamado Nila Kantha (‘cuello azul’), y también fue llamado Loka Naiaki (salvador del mundo).
En una de sus cuatro manos sostiene un tri-shūla o tridente (también llamado Pinaka). Los shivaístas creen que denota su combinación de los tres atributos de Creador, Destructor y Regenerador. También sostiene un tamborcito damaru (con forma de reloj de arena).
Sus sirvientes se llaman pramathas (‘atormentadores’) y son considerados seres sobrenaturales, quienes forman tropas (gana), cuyo líder es el hijo de Shiva: Ganesha (‘señor de las tropas’) o Ganapati (‘líder de las tropas’), representado como un muchacho regordete con cabeza de elefante.
Su esposa Satí es el objeto de adoración de los shaktas y los tántrikas. Recibe muchos nombres:
Dakshaiani: ‘hija de Daksha’
Durga: ‘cárcel’ o literalmente dur-gā, ‘difícil de escaparse’
Kali: ‘negra’
Gauri: ‘dorada’
Uma
Bhavani.

Cuando su padre Daksha insultó a su esposo ausente, Sati se suicidó.
Shiva se volvió a casar con Parvati (‘del monte Parvata’), diciendo que ella era la reencarnación de Satí.

Ardha Narīshuar (ardha: ‘mitad’, narī: ‘mujer’, īśwara: ‘controlador’), manifestación como mitad Parvati, mitad Shiva. 

Shiva también es adorado como un gran asceta. Existe un mito acerca de que en una ocasión quemó con su tercer ojo a Kama (‘deseo erótico’, siendo los Kāma-sūtras sus aforismos), el alado dios del amor, quien —mientras Shiva estaba dedicado a una severa meditación— le había disparado sus flechas de flores para hacerle enamorar de quien terminaría siendo su segunda esposa, Parvati. Desde entonces a Kama se le conoce como An-anga (‘sin-forma’, incorpóreo).
Las escrituras de los shivaístas dicen que con la mirada ardiente de su tercer ojo quema el universo, incluidos a Brahmá y a Visnú, y se unta sus cenizas mortuorias por todo el cuerpo. Por eso los adoradores de Shiva se cubren de cenizas. También usan cuentas de semillas de rudraksa (‘ojos de Rudra’), las cuales dicen que surgieron al caer lágrimas de los ojos de Shiva o Rudra, cuando iba a destruir Tripura (las ‘tres ciudades’ de los asuras o demonios).
La paradisíaca residencia de Shiva se encuentra en el monte Kailash.
Tiene tres hijos:
Aiapa (generado con la diosa Mojini, que es una encarnación femenina del dios varón Visnú), luego de la muerte del demonio Bhaumasura.
Kartikeia o Skanda (dios de la guerra).
Ganesha.

El tercer ojo: el tercer ojo de Shiva en su frente es el ojo de la sabiduría, conocido como bindi. Es el ojo que ve más allá de lo evidente. En consecuencia, a Shiva se lo conoce como Tri-netri-īshwara (‘señor de los tres ojos’). El tercer ojo de Shiva es comúnmente asociado con su energía salvaje que destruye a los malhechores y los pecados.

El collar de la cobra: el dios Shiva está más allá de los poderes de la muerte. Ingirió el veneno kalketu para el bienestar del universo. Para no ser herido por este veneno, se dice que su consorte Parvati ató una cobra a su cuello. Esto retuvo el veneno en su garganta y, por consiguiente, la tornó azul. De ahí su nombre Nīla-kantha (‘garganta azul’). La peligrosa cobra representa a la muerte, que Shiva ha conquistado completamente. Shiva también es conocido como Nageśwara (‘señor de las serpientes’). Las cobras alrededor de su cuello también representan la energía dormida y yaciente, Kundalinī.

Media luna: Shiva lleva en su frente la luna en su quinto día (panchami). Está ubicada cerca del tercer ojo y demuestra el poder del Soma (la ofrenda sacrificial, que representa a la Luna). Significa que Shiva posee el poder de la procreación junto con el poder de la destrucción. La Luna también es una medida de tiempo, por consiguiente también representa su control sobre el tiempo. Shiva entonces es conocido por los nombres de Somasundara (Soma: ‘dios de la Luna’; súndara: ‘hermoso’) y Chandrashekara (chandra: ‘luna’; śekhara: ‘corona’). Refiere también al símbolo de su montura, un toro.

Cabello enmarañado (jata): el ondeo de su cabello lo representa como el dios del viento, o Vaiu, que es la forma sutil de aliento presente en todas las formas vivientes. Por consiguiente, es Shiva como la línea vital de todos los seres vivos. Él es Pashupatinath.

El río Ganges: el sagrado río fluye desde el cabello de Shiva. El rey BhaguiRatha pidió a la madre Ganga que descendiera en este planeta para que purificara sus pecados y los de los humanos. El dios Shiva ofreció su enmarañado cabello para detener su caída desde los planetas celestiales. El flujo del agua es uno de los cinco elementos que componen el universo y desde el cual la Tierra nace. El Ganges también representa fertilidad y el aspecto creativo de Rudra.

El tambor: el sonido del damaru en la mano de Shiva es el origen de la palabra universal que da origen a todo lenguaje y expresión.

Vibhuti: se trata de las tres líneas de ceniza dibujadas en la frente y representa la esencia de nuestro ser, que permanece aún después de los malas (impurezas de la ignorancia, el ego y la acción) y vasanas (gustos y disgustos, apego al cuerpo, al mundo, a la fama, los entretenimientos mundanos, etc.) han sido quemadas en el fuego del conocimiento. El vibhuti es reverenciado como la forma de Shiva y simboliza la inmortalidad del alma y la gloria manifiesta del dios.

Ceniza: Shiva cubre su cuerpo con bhasma (ceniza de crematorio) que señala la filosofía de la vida y la muerte y el hecho de que la muerte es la realidad última de la vida.

Piel de tigre: el tigre es el vehículo de Shaktí, la diosa del poder y la fuerza. Shiva está más allá y por encima de cualquier tipo de fuerza. Es el señor de Śakti. La piel de tigre simboliza la victoria sobre toda fuerza. Sentado sobre la misma, Shiva enseña que ha conquistado el deseo.

El elefante y la piel del venado: Shiva también viste con la piel de un elefante. Los elefantes simbolizan el orgullo. Vestir su piel simboliza la conquista del orgullo. Similarmente, el venado simboliza el saltar de la mente, su parpadeo. Vistiendo la piel del venado simboliza que ha controlado la mente a la perfección.

Rudraksa: Shiva viste bandas en sus muñecas de madera de rudraksha (‘ojos de Rudra’), a la que se le atribuye poderes medicinales.

El tridente: el trishula simboliza las tres funciones de la tríada: la creación, el mantenimiento y la destrucción. El tridente en la mano de Shiva indica que todos los tres aspectos están bajo su control. Se dice que la antigua ciudad de Kashi (actual Benarés), queda justo sobre el trishul. Como un arma el tridente representa el instrumento de castigo al malhechor en los tres planos: espiritual, mental y físico. Otra interpretación del tridente es que representa el pasado, el presente y el futuro. El tridente en la mano de Rudra indica su control sobre el tiempo.

Shiva representado como Natarásh (‘rey de la danza’), una de sus representaciones más conocidas en Occidente.

Adicionalmente, Shiva también significa ‘favorable’ o ‘bueno’. Frecuentemente se representa como el esposo de Uma o Parvati. En el proceso de manifestación, Shiva es la conciencia primitiva y crea a los otros miembros del trimurti. Es simbolizado por la sabiduría de la serpiente. Tiene muchos otros nombres, por ejemplo, Shankará (‘causante de prosperidad’) y Majadeva (‘gran dios’).
Shiva le dio su hacha (paraśu) a Parasurama, un avatar de Visnú y discípulo de Dattátreia (encarnación combinada de Brahmá, Visnú y Shiva). El gran arco de Shiva se llama Pinaka y, por consiguiente, él es llamado Pinaki. La mayoría de las representaciones de Shiva muestra el Tridente, otra de sus armas, en el fondo. También es conocido por haber entregado a Pandava Arjuna el arma divina Pashupata, bajo la condición de usarla únicamente contra alguien de fuerzas iguales o, de otra manera, el arma habría de destruir al reino mortal.
Según los adoradores de la diosa Kali, ésta nació cuando Shiva miró dentro de sí mismo. Ella es considerada como su reflejo, la divina Adi-shakti o energía primordial mientras que él es el Señor Supremo carente de forma, tiempo y espacio.
En otra versión, Kali fue a destruir los asuras que atacaban Suargá-Loka, pero se llenó de ira y los destruía de tal forma que puso en peligro el balance natural entre bien y mal que permite la creación. Para calmarla, Shiva se acostó en el suelo a su paso. Cuando ella lo pisó, lo miró y se dio cuenta de a quién había pisado, dándose cuenta de sus acciones y, avergonzada por sus actos, se mordió la lengua.
Como Natarásh (‘rey del baile’), Shiva simboliza el baile del universo, con todos sus cuerpos celestiales y leyes naturales complementándose y balanceando el uno al otro. A veces, también se simboliza haciendo su danza de la destrucción, tandava, en el momento del pralaia (disolución del universo, al final de cada kalpa).
Algunos hindúes, especialmente los smartas (seguidores de las regulaciones smriti), creen que Shiva es una de las muchas formas del atman o el Brahman. En cambio los shivaístas lo ven como el verdadero Dios del cual todas las demás deidades y principales emanaron. Esta visión está usualmente relacionada con los grupos bhakti (devocionales) del shivaísmo.
Aun cuando está definido como el destructor en su aspecto Rudra, Shiva es el dios más benevolente. Uno de sus nombres es Ashutosh, aquel a quien es fácil complacer (āśu: ‘rápido’; tosha: ‘satisfacción’). Sus devotos creen que el dios Shiva puede dar muchas bendiciones (tanto materiales como espirituales) a cambio de poco.
Shiva es la realidad última de la felicidad y el éxtasis y todo se completa en él. Shiva está más allá de la descripción, de la manifestación, limitación de la forma, tiempo o espacio. Es eterno, infinito y siempre permanece, todo lo conoce y es omnipotente.
Según los Puranas que lo glorifican a él por encima de otros dioses, Shiva es el dios que Rama (encarnación de Visnú) adoró en Ramésuaram. También el dios Krisná (encarnación de Visnú) lo adoró para tener un hijo que fuera un guerrero invencible. El buen dios Shiva respondió las plegarias de Krisná y lo bendijo con un hijo. Krisná llamó a este hijo Samba, en honor a Shiva.

Otra encarnación de Shiva es el sabio Durvasa.

Sintoísmo
En Japón, en donde muchas deidades hindúes son adoradas por la relación que estas dos naciones mantuvieron, Shiva es conocido como Shiba y Daikoki (que significa ‘negro’, pues el señor Shiva está cubierto por cenizas de los cadáveres cremados y se le llama Kala o Kali).



Avatares de Shiva
La diosa Parvati adora al señor Shiva (1750-1800), acuarela opaca, oro y plata sobre papel, en Datia (Madhya Pradesh, India).

Agni. En el Majabhárata se dice que el señor Agni es un avatar de Shiva.
Indra. Se dice que el señor Shiva es el mismo Indra. Los Pauravas son héroes del Rig vedá y su señor era Indra. En el Rig vedá, el señor Indra se llama a sí mismo Shiva en muchas ocasiones (2.20.3, 6.45.17, 8.93.3). Ambos son dioses relacionados con la planta soma.
Jánuman. En el Jánuman-chalisa y en el Shiva-purana se dice que Śrī Jánuman (el antropoide devoto del señor Rama) es una encarnación de Shiva.
Bhairava: otra forma similar al Kali de Durga.
Ardhanaríshwara: ‘mitad Shiva, mitad Parvati’ (siendo ardha: ‘mitad’, narī: ‘mujer’, femenino de nara ‘hombre’; īshuara: ‘señor’), encarnación combinada de los esposos.
Lingam: al señor Shiva se lo venera en la forma del Shivling (falo de Shiva) porque es un yogui que niega su cuerpo y su sexualidad. El símbolo de los Purus era este falo.
Agastia. Algunos proponen que este rishi (sabio) védico era una encarnación del señor Shiva. Se dice que este rishi inició la veneración de Shiva en el sur de la India.
Durvasa, un mítico sabio célibe y neurótico, declaraba que no podía controlar su ira debido a que era una encarnación del iracundo Rudra.
Shankar (788-820): maestro que inició la doctrina vedanta (una de las seis dárshanas) y restauró el brahmanismo, contra el pacifismo budista. En varios textos él declaraba ser una encarnación de Shiva (esta forma de auto propaganda es utilizada aún hoy en la India). Aunque Shankar creía en el nirguna Brahman (Dios sin ningún atributo), aun así veneraba a Shiva. 

Shiva lingam, el símbolo de protección de este universo:
El Shiva lingam no es un símbolo de una religión en particular, sino que en realidad significa un principio científico de protección de este universo, un universo donde a Shiva se le rinde culto:
En la India, durante miles de años, el Universo se conoce como Brahmandam, lo que significa el “gran huevo”. Brahman significa el absoluto supremo o más grande. El Shiva lingam es un microcosmos de ese huevo cósmico. 

Cuando adoramos el Shiva linga, estamos adorando, en realidad, el Universo entero como la Forma Auspiciosa (protectora) y como la Conciencia Divina; no se trata de adorar un Dios que está sentado en algún lugar más allá del cielo. Esto nos enseña que cualquier servicio desinteresado prestado al Universo, incluyendo a todos los seres vivos, es el culto de Shiva.
La Realidad Absoluta, es la Fuente y Soporte de todo. Está desprovista de atributos, características e imagen. ¿Cómo puede ser descrita sin atributos? En este difícil contexto, los sabios encontraron un símbolo para representar esta etapa inicial entre Brahman y la creación: el Shiva linga. Significa la creación del Universo a partir de Brahman. El Shiva linga es el símbolo que los Rishis (los sabios videntes) utilizaron para revelar la verdad que ellos poseían, de una manera que la gente sencilla podía entender. 
La palabra Shiva significa “auspicioso” o protector. La protección no tiene una representación perceptible. Mediante la adoración del Shiva linga, que es un símbolo de buen augurio, el devoto recibe lo que es auspicioso, es decir la protección.
“Hijos míos, la gente solo habla así porque no entiende el principio que hay detrás del Shiva linga. Cada uno lo ve todo bueno o malo dependiendo de sus propias tendencias internas.”
Él nos ha creado en la tierra. La tierra entera es creada por él, y él gobierna el cosmos con sus propias leyes. Sólo él conoce la ley del Karmaen su totalidad. Los árboles, las piedras preciosas, animales salvajes, bacterias, peces, y todos los demás seres vivos nacen de sus manos. Él crea los átomos y moléculas. Él crea gases, líquidos y sólidos... Su nombre es lo más sagrado. 
Coreando su nombre puede hacer que una persona se libre de sus impurezas. Aparte de él, todo lo demás puede cambiar. Sólo él sigue siendo el mismo en todo momento y en todo lugar. De acuerdo a los textos sagrados, Shiva no tiene forma, ni color y no se puede sentir, él no puede ser destruido por nada. No se puede describir de ninguna manera. 

El sacrificio de caballo de Daksha: 
Daksha estaba muy furioso con la marcha de Satí con el dios Shiva. Esta enemistad culminó en un gran sacrificio de caballo que él había organizado, donde invitó a todos sus amigos, conocidos familiares, rishis (sabios yoguis), cortesanos y súbditos. Conscientemente excluyó a Dakshaiani (Satí) de la lista de invitados. Incluso en la entrada de su casa puso una estatua de Shivá, de la cual se burlaba y que ensució con comida.
Dakshaiani, atraída por la idea de participar del importante iagñá (acontecimiento-rito) supuso que la hija del rey sería bienvenida aunque no hubiera sido invitada. Shivá le aconsejó que no fuera, pero al verla tan decidida, envió a un grupo de sus discípulos con ella. Cuando Dakshaiani llegó, su padre la trató con desdén, pero Dakshaiani mantuvo su compostura.
Cuando Daksha hizo un discurso en que se burlaba de Shivá, su hija Dakshaiani, herida en el corazón se arrojó al inmenso fuego del sacrificio y se suicidó.
Los dioses tomaron el cadáver y lo cortaron en pedazos (como se hace con el caballo que se sacrifica en el ashua medha iagñá). Donde cayeron sus pedazos se construyeron templos.
Al enterarse de la muerte de Dakshaiani (Satí), los asistentes de Shivá (que la esperaban afuera) entraron en la ceremonia y mataron a varios de los presentes. Sin embargo, el sabio Bhrigu rishi invocó a los demonios, quienes atacaron a los sirvientes de Shivá, que se tuvieron que retirar hasta la morada de Shivá. Éste, al oír las noticias de la muerte de su única esposa, Shivá enfurecido tomó una rasta de sus enmarañados cabellos y la estrelló contra el piso. Surgió entonces el terrible Virabhadra.

Por las órdenes de Shivá entraron en la ceremonia y decapitaron a Daksha y a muchos de los asistentes. Aterrorizados y con remordimiento, los que quedaron le pidieron a Shivá que fuera misericordioso y le devolviera la vida a Daksha y permitiera que el sacrificio se completara. Shivá, el Misericordioso, le colocó una cabeza de cabra y lo resucitó. Con humildad y arrepentido de sus actos inicuos, Daksha se convirtió en otro de los seguidores de Shivá, que le consideraban un dios.
Shivá llevó los trozos que encontró del cadáver de Dakshaiani (que ahora sería conocida como la casta Satí) clavados en su tridente. En su morada realizó una danza salvaje de dolor, en honor a ella.
Shivá volvió a casarse con una mujer llamada Párvati (hija del monte Parvata) y Shivá dijo que era la reencarnación de Dakshaiani, por lo que él seguiría siendo monógamo, ya que estaba casado con la misma mujer. Ella, convencida de ser Dakshaiani, le juró que nunca más haría algo separada de él. 

Nandi, amada montura del señor Shiva:
Nandi es el toro que Shiva monta y el portero de Shiva y Parvati en la mitología hindú. Los templos que veneran a Shiva y Parvatiun, Nandi sentado, generalmente mirando hacia el lugar sagrado. También hay algunos templos dedicados solamente a Nandi.

El respeto que se tiene al toro en la India actual es una consecuencia de su asociación con Shiva. En muchos templos saivitas hay una estatua de Nandi ante la puerta del santuario principal, de modo que pueda vigilar a su amo. Es el más leal de las divinidades protectoras. En las pinturas que representan a la «divina familia» de Siva, Parvati, Ganesha y Skanda siempre sale Nandi: según la leyenda, el toro fue un regalo de boda de Shiva y Parvati de parte de Daksha, el suegro de Shiva (entre los cuales no se llevaban del todo muy bien)
Nandi comparte muchos de los atributos de su amo: es fuerte, feroz y sexualmente potente y es una personificación del poder que se puede conseguir domando la fuerza bruta y controlando la pasión.
El toro Nandi es la encarnación de la “rendición a los poderes divinos”, y es considerado uno de los símbolos principales del Dios Shiva. El toro Nandi, amada montura de Shiva, comenzó a volverse demasiado orgulloso de su papel como “vahara” de Shiva (vehículo). Para enseñar a Nandi una lección de humildad, Shiva colocó un mechón de su pelo sobre la espalda del toro. Sintiéndose súbitamente demasiado débil para transportar la carga, el toro se dejó caer sobre sus rodillas. Postrándose, pidió el perdón de Shiva por su soberbia. De esta manera el toro Nandi fue iniciado en la sabiduría divina, y desde ese día en adelante no solamente fue la montura de Shiva, sino también el jefe de sus discípulos.
En la religión Hindú, el toro Nandi se convirtió en el símbolo reverenciado de la renovación, la fertilidad, la correcta motivación y las aspiraciones religiosas. Solo perpetuando esas características personales, cada aspecto de la ley divina florecerá. La devoción de Nandi por su maestro llegó al punto de sacrificar su propia vida por él.

La leyenda nos cuenta que Shiva ingirió “el veneno del Karma humano” como una muestra de auto sacrificio. Viendo como su maestro se preparaba para perder la vida, Nandi hizo lo mismo que él absorbiendo también el veneno. Shiva, dándose cuenta de que su querida montura no sería capaz de resistir los efectos del veneno al contrario que él, protegió a Nandi de su fatal destino. Tras eso Nandi nunca abandonó el lado de Shiva, convirtiéndose en su guardián siempre presente, y en la fuente de la devoción de los seguidores de Shiva.
Conocer la religión hindú, sus dioses y deidades sería imposible sin la enorme plasmación plástica y artística de todos sus dioses. De esta manera, conocemos los rasgos de Shiva muy bien explicados por cada parte de su bello cuerpo en esta ilustración más texto. 

SOMA
El soma es el narcótico divino de la antigua India. Diferente a la mayoría de los alucinógenos, considerados mediadores con lo divino, el soma fue reconocido como un dios por sí mismo. Su naturaleza se mantuvo como un misterio a lo largo de varios miles de años.
Este alucinógeno ganó un privilegiado lugar en las ceremonias mágico-religiosas de los arios que, hace 3500 años, bajaron del norte hacia el Valle del Indo, donde propagaron su culto. Los oficiantes bráhmanas la bebían durante los sacrificios en honor a Agní (dios del fuego).
Era una importante bebida ritual entre los antiguos indoiranios, las culturas de la civilización védica (antes del hinduismo) y las grandes culturas persas. En el texto Avesta, el soma o haoma tiene un yasht (capítulo) entero dedicado a él. En la tradición irania, Haoma (que es el mismo dios védico Soma) cuenta a Zaratustra que fue Viuanjant (el dios del sol) el primero que lo filtró.
Se menciona frecuentemente en el texto sagrado Rig-veda (el texto más antiguo de las escrituras de la India, de mediados del II milenio a. C.), el cual contiene muchos himnos alabando sus cualidades energizantes y embriagantes.
En los Vedas, Soma es retratado como sagrado y como un (deva). El dios, la bebida y la planta probablemente se refieren a la misma entidad. Mientras que la mayor parte de las plantas alucinógenas fueron consideradas como simples mediadores con lo divino, el soma se reconoció como un dios por sí mismo. En este aspecto, el soma es similar a la ambrosía griega (cognada con el amrita, el néctar de la ‘inmortalidad’): es lo que los dioses beben, y es lo que los hace dioses. Hay retratos de Indra y Agní consumiendo soma en grandes cantidades. Los seres humanos consumían soma probablemente con la idea de que les otorgaba cualidades divinas.
En el arte hindú, el dios Soma es representado como un toro o un ave y a veces como un embrión, pero raramente como un adulto. En el hinduismo, el dios Soma evolucionó hasta convertirse en una deidad lunar, y se relaciona con el inframundo. La Luna es el vaso donde los dioses beben soma, y así el soma termina identificado con el dios de la luna Chandra. La luna creciente significa que el soma se está volviendo a crear, listo para dejarse beber otra vez.
Las 27 esposas de Soma eran las diosas estelares, las Nakshatras, hijas del progenitor cósmico Daksha, quienes se quejaron con su padre que Soma le prestaba demasiada atención a solo una de ellas, Rojini. Daksha entonces maldijo a su yerno a disminuir y morir, pero las esposas intervinieron y le pidieron que la muerte fuera periódica, que quedó simbolizado por la mengua y creciente de la Luna. El lunes (‘día de la Luna’) se llama soma var en sánscrito y en sus idiomas descendientes (tales como el hindi y el guyaratí, y alude a la importancia de este dios Luna-droga en la espiritualidad hinduista.

SRI
Lakshmi, más conocida como Sri, es la esposa de Vishnu y aparece bajo nombres diferentes, según sus diversas encarnaciones. Así, cuando Hari nació como un enano, la hija de Aditi, Lakshmi, apareció del loto como Padma, o Kamala. Cuando Él nació como Rama (Parasurama) de la raza de Bhnigu, ella era Dharani; cuando Él fue Raghava (Ramachandra), ella fue Sita; y cuando Él fue Krishna, ella fue Rukmíni. En los otros descendientes de Vishnu ella fue su asociada. Cuando él toma forma celestial, ella aparece como divina; cuando toma forma mortal ella se vuelve también mortal, transformándose a sí misma de acuerdo a la forma que a Vishnu le complace asumir. 

SURYA
Dios Védico cuyo elemento es el cielo. Es una Divinidad solar y su esposa Ushas es el alba.  
En los himnos védicos Surya y Savitri son dos nombres comúnmente empleados para designar al sol. Se supone que Savitri se refiere al sol cuando no es visible, mientras que Surya se refiere al mismo cuando es visible para quienes le adoran. Su adoración estaba sumamente generalizada en tiempos remotos y ha continuado estándolo hasta hoy. Este dios es invocado por cada devoto brahmán al comienzo del Gayatri, el texto más sagrado de los Vedas. Solamente por su fraseología se supone que este verso ejerce poderes mágicos. Dice así:
”Meditemos en la excelente gloria del divino Vivificador. Que él ilumine (o estimule) nuestra compresión”. 
Conduce una carroza tirada por radiantes caballos de patas blancas. Se dice que Surya lleva como auriga a Aruna (Rosy), la aurora, hija de Kasyapa y Kadru, de sus dorados brazos surge toda la luz y energía que necesitan todos los seres vivos. Guía a las almas de los muertos para que lleguen a la morada de los justos. 

TAPATI 
Nombre de la aurora, hija de Indra. 

TARA
Tārā es una diosa hindú. Es la segunda en el grupo de deidades femeninas llamadas dasha majá vidiá (‘diez grandes sabidurías’).
Los hinduistas consideran que Tārā Devī concede sabiduría, protección y sanación a quienes le rinden culto.
Fácilmente puede confundirse la apariencia de Tārā con la diosa Kālī: las dos se representan con piel azul, los pechos desnudos, el pelo enmarañado o suelto, llevando en el cuello un mālā (rosario de oración) hecho con calaveras humanas. Las dos diosas portan una cabeza humana cortada y una espada.
La diosa Tara sostiene un recipiente hecho con un cráneo humano, dos espadas sangrientas y una flor de loto, y está de pie sobre su esposo Shivá. Detrás se ven dos piras funerarias. Generalmente se asocia a la diosa Kali con esta imagen, por lo que las dos diosas son prácticamente indistinguibles. 

Los elementos que distinguen a Tārā son un loto azul, unas tijeras que lleva en sus manos y una falda de piel de tigre.
Según la tradición, Tārā salvó al dios Shivá del veneno que éste bebió para salvar al mundo. La diosa lo convirtió en un bebé, lo tomó en brazos y lo amamantó: la leche materna neutralizó el veneno.
Este mantra es recitado en Tíbet, donde el culto a Tārā fue introducido alrededor del siglo VII y ella se convirtió en un Buda femenino. 
En el Budismo
Tara (‘estrella’ en sánscrito) es un buda típicamente asociada con la práctica del budismo tántrico en la forma en que ha sido preservado en el budismo tibetano. 
Otros nombres
Aria Tara (Ārya Tārā).
Jetsun Dölma en tibetano
Duoluo o Dumu en chino 
Ella es la «madre de la liberación» y representa las virtudes del éxito en el trabajo y en las hazañas. Tara es una deidad tántrica cuya práctica es usada por los practicantes de la rama tibetana del vasraiana para desarrollar ciertas cualidades interiores y comprender lo exterior, lo interior y enseñanzas secretas sobre la compasión y el vacío. Tara no aparece en la rama japonesa del budismo vasraiana, el Shingon.
Tara es en realidad un nombre genérico para una serie de budas o bodhisattvas de aspecto similar. Pueden ser comprendidas como diferentes aspectos de una misma cualidad, del modo en que los bodhisattvas son a menudo considerados como la metáfora de una virtud budista.
Las formas de Tara más ampliamente conocidas son:
Tara la Verde, conocida como la Buda de la actividad iluminada y superación de obstáculos, superar obstáculos durante la meditación o en la vida, es la más valorada junto con la Tara Blanca.
Tara la Blanca: conocida por la compasión, la larga vida, la sanación y la serenidad; también como chinta-chakra (rueda que cumple los deseos).
Tara la Roja (Kurukula): o aspecto violento, asociado con atraer a todas las cosas buenas.
Tara la Negra: asociada con el poder
Tara la Amarilla: asociada con la riqueza y la prosperidad
Tara la Azul o Ekajati: asociada con transmutación de la ira
Chintámani Tara: una forma de Tara ampliamente practicada en el nivel alto del Tantra Yoga en la escuela Gelug del budismo tibetano, retratada verde y a menudo fundida con Tara la Verde
Khadiravani Tara (Tara del bosque de teca): quien se apareció a Naga Aryuna en la selva Khadiravani del sur de la India y quien es a veces referida como la “Vigésima Segunda Tara”. 
Ilustración Thangka tibetana del siglo XVIII de Tara Samaya Yogini con las Taras negra, roja, blanca y amarilla a los lados. La obra está en el Museo Rubín, Nueva York.

En algunas escuelas budistas se reconoce a 21 Taras. Un texto de práctica titulado como En alabanza de las 21 Taras, se recita durante las mañanas en todas las cuatro sectas del budismo tibetano.
El mantra principal de Tara es oṃ tāre tuttāre ture svāhā (en sánscrito) u oṃ tāre tu tāre ture soha (en palí, como lo pronuncian por los tibetanos y budistas que siguen las tradiciones tibetanas).
Dentro del budismo tibetano Tara es considerada como un buda de compasión y de acción. Es el aspecto femenino de Avalokitéswara (Chenrezig) y en algunas historias sobre su origen ella habría venido de las lágrimas de aquél. Tara es también conocida como una salvadora, como una divinidad celeste que escucha los lamentos de los seres que experimentan la miseria en el samsara. La figura de Tara proviene del hinduismo, donde la devi Tara, fue una dentro un sinnúmero de figuras de la diosa madre al lado de Sárasvatī, Lakshmí, Parvati, y Sakti. En el siglo VI, durante la era del Imperio Pala, Tara fue adoptada en el panteón budista como una importante bodhisattva.
No es mera coincidencia que fuera introducida pocos siglos después de la aparición del Prajñāpāramitā Sūtra en lo que llegaría a ser el budismo mahāyāna de la India. Parecería que el principio femenino hizo su primera aparición en el budismo como la “madre de la perfecta sabiduría” y más tarde Tara llegó a ser vista como una expresión de la sabiduría de la perfecta compasión. Sin embargo, en ocasiones Tara es también conocida como la “madre de los budas”, lo cual normalmente se refiere a la sabiduría iluminada de los budas, luego al aproximarse a las divinidades budistas, se debe aprender a no imponer márgenes totalmente estricto acerca de lo que una deidad cubre, como opuesta a otra deidad.
Todas ellas pueden ser vistas como expresiones del juego de las energías de forma manifestada danzando fuera de la vasta vacuidad. Sea como sea, Tara comenzó a ser asociada con las cualidades maternas de compasión y la misericordia. Indudablemente para la gente común que era budista en la India de ese tiempo, Tara era una deidad más próxima. Los ojos de una divinidad que representa la sabiduría como vacío es una cosa concreta para contemplar. Quizá sea más fácil alabar a una diosa cuyos ojos miran hacia afuera con compasión infinita y que tiene una dulce sonrisa. Tara entonces se volvió muy popular como objeto de veneración y llegó a ser integrada en la práctica del tantra alrededor el siglo VII. Con el movimiento e influencia del budismo índico en el Tíbet, la veneración y prácticas de Tara se incorporaron al budismo tibetano. 
Independientemente de si se la clasifica como deidad, buda o bodhisattva, Tara se mantiene muy popular en el Tíbet y Mongolia.
Otra razón para su popularidad fue que Tara se convirtiera en una divinidad budista que podía ser invocada directamente por los laicos, sin necesidad o intervención de un lama o monje.
Así, como Tara fue aceptada dentro de los rangos de los bodhisattvas budistas, ella llegó a ser popular tanto para la gente común, como una a la cual invocar en la vida cotidiana; como para los monjes, como una entrada a la comprensión de la compasión y la misericordia como parte del camino de evolución personal dentro del budismo. (Véase también Guānyīn, el aspecto femenino de Avalokitéswara en el budismo chino). 

Tara como salvadora
Tara también encarna muchas de las cualidades del principio femenino. Por ello se la conoce como la Madre de la Misericordia y la Compasión. Ella es la fuente, el aspecto femenino del universo, lo cual da nacimiento a la cordialidad, la compasión y alivio del mal karma que es experimentado por los seres comunes durante su existencia cíclica.
Engendra, nutre, sonríe a la vitalidad de la creación, y tiene empatía por todos los seres como una madre lo hace por sus hijos. Como Tara la Verde ofrece socorro y protección de todas las circunstancias desafortunadas que se pueden encontrar en el mundo samsárico. Como Tara la Blanca expresa la compasión maternal y ofrece sanación a los seres que están heridos o dañados, sea física o psicológicamente. Como Tara la Roja enseña la conciencia que discrimina acerca de los fenómenos creados y cómo transformar el deseo crudo en compasión y amor. Como Tara la Azul (Ekayati) llega a ser una protectora en el linaje Nyingma, que expresa una energía femenina feroz e iracunda, cuya invocación destruye todos los obstáculos dhármicos y engendra buena suerte y promueve el despertar espiritual.  

Tara como divinidad tántrica
Tara como divinidad tántrica del yoga puede ser rastreada hasta el período de Padmasambhava. Hubo una práctica de Tara la Roja que fue dada por Padmasambhava a Yeshe Tsogyal. Él le pidió a ella que lo ocultara como tesoro. No fue hasta este siglo que un gran lama nyingma, Apong Tertön lo redescubrió. Este lama se reencarnó como Su Santidad Sakya Trizin, actual líder de la secta Sakyapa. Un monje que había conocido a Apong Tertön logró retransmitirlo a Su Santidad Sakya Trizin, y el mismo monje también se lo dio a Chagdud Tulku Rinpoché, quien lo difundió a sus discípulos occidentales. 

Sadhanas de Tara
Las sádhanas (prácticas espirituales) en donde Tara es el yidam (deidad de meditación) puedes ser extensas o más bastante breves. La mayoría de ellas incluyen algún tipo de plegaria u homenaje para invocar su presencia y oraciones de toma de refugio. Luego se canta su mantra, seguido de una visualización de ella, ya sea en su forma o como una luz del color correspondiente. Luego más mantra y la visualización se disuelve. A esto le sigue la dedicación de los méritos obtenidos por la práctica a todos los seres sintientes. Adicionalmente puede haber plegarias de aspiraciones y de larga vida para el Lama que originó la práctica. Muchas de las sadhanas de Tara son consideradas como prácticas iniciales en el mundo del budismo vasraiana, sin embargo lo que ocurre durante la visualización de la deidad realmente invoca algunas de las más sublimes enseñanzas del budismo.
En estos casos, durante la fase de creación de Tara como Yidam, ella es vista con tanta realidad como cualquier otro fenómeno percibido por la mente. Por medio de la recitación del mantra y la visualización de su forma en frente o en sobre la cabeza del adepto, uno se abre a sus energías de compasión y sabiduría. Después de un período el practicante comparte algunas de estas cualidades, se vuelve imbuido con su ser y todo lo que representa. Al mismo tiempo todo esto es visto como emanando de la vacuidad y teniendo una cualidad traslucida como un arco iris. Entonces, muchas veces hay una visualización de uno mismo como Tara. Uno simultáneamente se vuelve inseparable de todas sus buenas cualidades mientras, al mismo tiempo, dándose cuenta de la vacuidad de uno mismo como el Yidam y de uno mismo como “yo” ordinario.
Esto ocurre en la parte final de la práctica. Uno disuelve la forma creada de a deidad y al mismo tiempo se da cuenta de cuanto de lo que uno mismo considera como “Yo” es una creación de la propia mente y carece de existencia inherente de largo plazo. Esta parte de la práctica está preparando al practicante para ser capaz de confrontar la disolución de uno mismo durante la muerte y para ser capaz de acercarse a través de varias etapas de la meditación a la Vacuidad, la realización de la verdad última como un vasto despliegue del vacío y la luz.
Al mismo tiempo la recitación del mantra ha estado invocando la energía de Tara a través de su “sonido semilla” sánscrito purificando y activando ciertos centros psíquicos en el cuerpo (chakras). Esto desata los nudos de energía psíquica que ataban al practicante impidiéndole desarrollar un cuerpo vasra, el cual es necesario para ser capaz de progresar a prácticas más avanzadas y a estados más profundos de realización.
Entonces aun en una simple sadhana de Tara están tomando lugar una serie de eventos invisibles, tanto internos como externos y existen muchos trabajos como Yoga divino (del Dalái Lama), los cuales exploran todas las ramificaciones del trabajo con un yidam en las prácticas tántricas.
Los resultados de hacer tales prácticas de Tara son muchos. Uno de ellos es reducir las fuerzas de la ilusión en la forma de karma negativo, enfermedad, aflicciones por klesha (‘dolores’) y otros obstáculos y oscuridades. El mantra ayuda a generar mentalidad búdica (bodhi chita) en el corazón del practicante y purifica los canales psíquicos (nadis) en el cuerpo permitiendo una expresión más natural de generosidad y compasión que fluye desde el centro del corazón. Experimentando la forma perfecta de Tara uno se hace consciente de su propia forma perfecta, o sea de la intrínseca naturaleza de Buda la cual está tapada por obscuridades y nuestra inclinación a ver los fenómenos dualisticos como verdaderos y permanentes.

TVASTRI O VISVAKARMA
En el marco del hinduismo Vishvákarma es el dios de los artesanos y los arquitectos.
Él es el «principal arquitecto universal», el artesano que fabricó y diseñó la geometría sagrada y la arquitectura divina a pedido de Brahmā, el dios creador del universo.
En la mitología hinduista, Viswákarma se considera el deva shilpi (arquitecto de los dioses). Su padre era Prabhas, el octavo ermita del legendario Astam Basu. Su madre era Ioga Siddha (hermana de Brijas Pati). El Rig-veda describe a Viswákarma como el dios de la visión multidimensional y la fuerza suprema. Puede predecir con anticipación en qué dirección se moverá su creación. En la mitología posterior se identifica a veces con Tuashtri. Él es el artesano divino de todo el universo. Es el constructor de los palacios de todos los semidioses.
Como artesano, Visuákarma es el diseñador de todos los carros voladores de los dioses, de todas sus armas y atributos divinos.
Reveló a los seres humanos el Sthápatia-veda (o cuarto Upa-veda). Preside sobre las 64 artes mecánicas.
De acuerdo con algunas mitologías, es Viswákarma quien creó el universo completo, y el cielo y la tierra.
También se le atribuye a Viswákarma la creación de armas utilizados en la era mitológica, como el vashra (‘rayo’), la horrorosa lanza del dios Indra, hecha con la columna vertebral del sabio Dadichi.
Vishuá Karma

En el Majábharata y el Jari-vamsa, él es hijo del Vasu Prabhasa y su madre era Yoga Siddha. El Majábharata lo describe como «el señor de las artes, ejecutor de mil artesanías, el carpintero de los dioses, el más eminente de los artesanos, el modisto de todos los ornamentos, y un gran dios inmortal». Es considerado el obrero supremo, la esencia misma de la excelencia y la calidad en artesonado. Viswákarma es el arquitecto divino de todo el universo. Tiene corona y joyas de oro, y cuatro manos, que sostienen un pote de agua, un libro (lo cual es un anacronismo, ya que en esa época no había libros), un lazo, y herramientas de artesano.
Vishuá Karma en un panel arquitectónico camboyano de arenisca (siglo X). En el centro se ve al dios Vishnú, montado sobre su vehículo (el hombre pájaro Garudá). A la izquierda está el dios Brahmā de cuatro cabezas y a la derecha está Bishnakum (según el nombre que aparece en la placa del museo), el dios Vishvákarma, dios de la arquitectura
.
Sone Ki (dorada) Lanka
De acuerdo con la mitología hinduista, Sone Ki Lanka (Sri Lanka de Oro) era el lugar donde el demoníaco rey Ravana vivió en el treta iugá. Como se lee en el Ramayana, este era el palacio donde Ravana mantuvo secuestrada a Sita (la esposa del rey dios Rama). La historia de la construcción es la siguiente: Cuando el dios Shivá se casó con Párvati, le pidió a Viswákarma que le construyera un hermoso palacio donde formar su hogar. Viswákarma hizo un palacio completamente hecho de oro. Shivá invitó al sabio Ravana para que ejecutara el ritual grija pravesh (‘entrada en el hogar’). Después de la sagrada ceremonia, Shivá le ofreció a Ravana que pidiera cualquier cosa como dakshina (honorarios). Ravana, enamorado de la grandeza del palacio de oro, le pidió a Shivá que quería el propio palacio. Shivá se vio obligado por el dharma a acceder al deseo del demonio, y así Lanka se convirtió en el palacio de Ravana.
Las fuentes tradicionales en cambio apuntan al asura Maia como arquitecto del palacio. Allí su hija Mandodari se casó con Ravana. 

URVASHÍ
En la mitología hindú, Uruashí es una apsará (ninfa).
Uruashí era una doncella celestial en la corte de Indra y fue considerada como la más bella de todas las apsarás. 

Nacimiento
Hay muchas leyendas acerca del nacimiento de Uruashí pero el siguiente es más frecuente.
En una ocasión los venerados sabios Nara-Naraiana considerados una encarnación conjunta de Visnú estaba meditando Badrinath, sitio de peregrinación situado en los Himalayas. Indra, el rey de los dioses, no quería que estos sabios adquirieran poderes divinos mediante la meditación y les envió dos apsarás (ninfas) para distraerlos. Los sabios se dieron una palmada en el muslo y crearon una niña púber tan hermosa que eclipsó a las mujeres de Indra. Fue llamada Uruashí (‘amplios muslos’ o ‘nacida del muslo’, en sánscrito). Después de terminar su meditación, los sabios regalaron a la niña Uruashí como objeto para Indra que la ubicó en un lugar de honor en su harén celestial.
La ninfa Uruashí y el rey Pururavas
Los sabios-dioses Naraiana (a la izquierda) y Nara (a la derecha), Deogarh (Uttar Pradesh, India), hacia el siglo V d. C.

Amor con un mortal
Uruashí se convirtió en la esposa del rey Pururavas (‘llorón’), un antiguo jefe de la dinastía lunar, según el Shatapatha-bráhmana (11.5.1). Esta historia se cuenta en el drama Vikramá-uruashíiam de Kalidasa (siglo V). 
Ella es perennemente joven e infinitamente encantadora, pero siempre difícil de alcanzar. Ella es una fuente tanto de placer como de dolor. 
Pururavas era el legendario rey de Pratishthana, que se enamoró de Uruashí]] a primera vista. Ella correspondió a su amor, sin que se tratase de una directriz de Indra (que mandaba a sus mujeres a conquistar a sus enemigos); pero le puso como condición no verlo nunca desnudo. Vivieron felices durante un tiempo, pero los gandharvás, que echaban de menos a su compañera y estaban celosos de su relación con el mortal, prepararon un plan para obligarla a volver a los bosques con ellos. Engañaron a Pururavas disfrazados de ladrones y le hicieron salir una noche a rescatar el cordero de Uruashí. Cuando Pururavas estuvo ante la apsará, en medio de la oscuridad, los gandharvás iluminaron su desnudez con el resplandor de un relámpago. Uruashí vio a Pururavas y huyó de él, que se quedó solo y desesperado, hasta que los dioses le mostraron el camino para transformarse él mismo en un gandharvá y así reunirse con Uruashí en el Suarga (el Paraíso de Indra). 

USHAS O UCHAS
Es la diosa que representa a la Aurora hindú. Se le describe como hija del cielo, tiene a la noche por hermana y está relacionada con Varuna. A veces se la menciona como esposa del Sol, en otras ocasiones se cita a Agni como su amante; los Asvines son sus amigos. Indra es considerada en una ocasión como su creador y en otra adopta una posición hostil e incluso fulmina su carrosa con un rayo. Se dice que Ushas viaja en una carrosa reluciente conducida por caballos o vacas coloradas. Como una hermosa novia vestida por su madre, como una bailarina cubierta de joyas, como esposa alegremente ataviada que se aparece a su marido o como una hermosa doncella saliendo del baño, Ushas, sonriendo y confiando en el irresistible atractivo de sus encantos, descubre sus senos ante la mirada de quien la observa. 
En los «libros de familia» del Rig vedá (por ejemplo en el texto 6.64.5), se identifica poéticamente a Ushás como una hija divina (divó dujitá) de Diaúsh Pitá (el Padre Cielo). En las genealogías tradicionales de la mitología hinduista, esta identificación se toma de manera literal.

VAMANA
En el marco del hinduismo, Vāmaná (‘enano’) es una encarnación (o avatar) del dios Visnú.
De acuerdo con el Garudá-purana (primeros siglos de la era común) es el quinto avatar de Visnú, y según el Bhagavata-purana (siglo XI d. C.) es el decimoquinto.
Cuando el demonio Balí había, a fuerza de ascetismo, dominado la Tierra y amenazaba el poder de los dioses, Visnú se encarnó como un bráhmana enano. Vāmaná fue ante el rey Balí, y pidió que se le concediera tanta tierra como pudiera abarcar en tres pasos.
Cuando Balí le hizo la ofrenda (justamente balí significa ‘ofrenda’ en sánscrito), Vamaná adoptó una forma gigantesca. Con el primer paso abarcó el cielo, con el segundo la Tierra, y no teniendo más sitio donde apoyar su tercer paso, Balí inclinó la cabeza como apoyo, y fue hundido en el Patala o inframundo.
A esta advocación se la llama Trivikrama, y entronca directamente con un mito védico según el cual Visnú organizó el universo en tres pasos.
El avatar enano Vamaná en el templo Rani Ki Vav, en la ciudad de Patán (Guyarat). 

La escritura sagrada llamada Brahma-vaivarta-purana narra las glorias del vamaná-ekadasi o parivartini-ekadasi.

VARUNA
También llamado  Waruna es un dios del cielo, del agua y del océano celeste, así como un dios de la ley y del inframundo. Un cocodrilo llamado Makara es su montura. En la mitología hindú, Varuna continuó siendo considerado el dios de todas las formas del elemento agua, en particular los océanos.
Como jefe de los Adityas, Varuna tiene aspectos de una deidad solar, sin embargo, cuando se opuso a Mitra (término védico para Surya), está más bien relacionado con la noche, y Mitra con la luz del día. Como el más prominente Asura, sin embargo, es sobre todo que ver con asuntos morales y sociales de ser una deificación de la naturaleza. Junto a Mitra-originalmente ‘acuerdo’ (entre tribus) personificada-ser dueño de RTA, él es el guardián del orden supremo y el dios de la ley. La palabra RTA, el orden, también se traduce como “temporada”.
Varuna y Mitra son los dioses de los asuntos sociales, incluyendo el juramento, y son a menudo hermanado Mitra-Varuna (a dvandva compuesto). Varuna también está hermanada con Indra en el Rig Veda, como Indra, Varuna (cuando ambos cooperan en Año Nuevo en restablecer el orden. 
Como dios del cielo, Varuna bien puede corresponder a, o gobernar, la mitad oscura del cielo o celeste océano (RASA), o representar a la ‘oscuridad’ del don, ya que viaja de oeste a este durante la noche. El Rigveda y el Atharvaveda describen a Varuna como omnisciente, la captura de los mentirosos en sus trampas. Las estrellas son sus miles de ojos espías, vigilando cada movimiento de los hombres.
En el Rig Veda, Indra jefe de los Devas, es cerca de seis veces más prominente que Varuna, quien es mencionado 341 veces. Esto puede distorsionar la importancia real de Varuna en la sociedad védica temprana debido al foco del Rigveda en fuego y Soma ritual, Soma está estrechamente asociado con Indra, Varuna con su omnisciencia y omnipotencia en los asuntos de los hombres tiene muchos aspectos de una deidad suprema. El diario Sandhyavandanam ritual de un dvija Varuna aborda en este aspecto en su rutina de la noche, pidiéndole que perdone todos los pecados, mientras que Indra no recibe ninguna mención.
Tanto Mitra y Varuna se clasifican como Asuras en el Rigveda (por ejemplo RV 5 .63.3), aunque también se tratan como Devas también (por ejemplo RV 7 .60.12), lo que posiblemente indica el comienzo de las connotaciones negativas realizadas por Asura en los últimos tiempos.
En los textos védicos post-Varuna se convirtió en el dios de los océanos y los ríos y guardián de las almas de los ahogados. Como tal, Varuna es también un dios de los muertos, y puede conceder la inmortalidad. Varun lo que significa viento. Él es atendido por los nagas. Él es también uno de los guardianes de las direcciones, lo que representa el oeste. Más tarde, el arte representa Varuna como una deidad lunar, como un hombre amarillo que lleva armadura de oro y sosteniendo una soga o lazo hecho de una serpiente. Cabalga el mar criatura Makara. 
Váruna parece ser un dios de origen indoeuropeo. En un tratado celebrado en el siglo XIV a. C. entre hititas y mitanis, se le menciona junto a Mitra y otras divinidades como uno de los garantes del acuerdo. En la religión védica primitiva (previa al hinduismo), Váruna era un dios principal, uno de los Aditias. Era uno de los dioses hindúes más importantes: el jefe de los asuras, según se menciona en el Rig-veda (mediados del II milenio a. C.).
Se le consideraba un dios del cielo o dios de la lluvia, en un aspecto más o menos negativo, ya que formaba el caos del cielo, creando lluvias, tormentas, rayos y truenos.
Váruna también regía el reino de los muertos.
Su consorte era la diosa Varuni o Varunani. El nombre de la diosa, mera derivación del propio nombre de Váruna, se ha interpretado en ocasiones como indicio de un estrato evolutivo en el panteón védico en el que las divinidades femeninas no tenían un papel relevante dentro un panteón eminentemente masculino.
Siempre iba acompañado de su hermano gemelo Mitra (‘amigo’), que era el Dios Sol del alba, de la amistad. Ambos eran los dioses del juramento y los contratos. Juntos representaban al día completo: Váruna era la noche y lo oscuro, mientras que Mitra era el día, la mañana y la luz solar. Es por ello que ambos representaban la ley, con sus dos caras.
A flechazos, el rey-dios Rāma obliga al dios Váruna a salir del mar. 

El Átharva-veda describe a Váruna como omnisapiente, capaz de detectar cualquier mentira. Las estrellas son sus espías de mil ojos, vigilando cada movimiento de los hombres.
Mientras Mitra vigilaba que se cumplieran las promesas, los juramentos, los contratos, y la honestidad en la amistad y en todas las relaciones, Váruna hacía lo propio en su ámbito, pero de manera belicosa, tanto en el cielo como en la inmensidad de las profundidades.
Váruna era el regente de la noche «es a veces visible a la mirada de sus adoradores»; habita en una casa con mil puertas, de forma que es siempre accesible a los nombres. Se dice que tiene una excelente vista, pues conoce cuanto ocurre en el corazón de los hombres. Es el rey de los dioses y hombres; es poderoso y temible: nadie puede resistir su autoridad. «Es el soberano regente del universo», «es el que hace que brille el sol en el cielo; los vientos que soplan no son más que su aliento; él ha vaciado los cauces de los ríos, que fluyen obedeciendo a sus mandatos y ha hecho la profundidad de los mares».
Sui Ten, uno de los doce devas principales (versión japonesa del dios Váruna)
En el hinduismo
En la época puránica, Váruna pasó a ser el dios del mar, un semidiós secundario. Su vajana (vahana: ‘vehículo’) era un ser que a menudo es representado con una forma similar a la de un cocodrilo, llamado Makara.
Según el texto épico Rámaiana, Váruna era dueño de Saumanasá, el elefante del Oeste (entre los cuatro elefantes que sostienen el universo).

VAYU o VAIU
Vaiu es el dios del viento.
También se lo conoce como
Vāta ‘soplado’,
Pávana ‘purificador’, y
Prāna: ‘respiración’ (el aire vital, energía presente en el aire). 
Como elemento, el vaiu (aire) forma parte de los pancha majá bhuta, los ‘cinco grandes elementos’ en el hinduismo:
prithuí o bhumi: tierra
apa o yala: agua
agni o teyas: fuego
vaiu: aire
akasha: éter. 
El concepto Vaiu es fundamental como Mukhia Vaiu (‘viento principal’) o Mukhia Prana (‘aire vital principal’), formado por un grupo de cinco divinidades, conocidas como Prana, Apana, Viana, Udana y Samana que controlan la vida, el aliento vital, el viento, el tacto, la digestión y la excreción.
En los Upanishad hay numerosas referencias a Vaiu, particularmente en el Brijad-araniaka-upanishad, donde se relata la historia de las divinidades que controlan las funciones vitales y su lucha para determinar cuál de ellas es la imprescindible. Cuando una deidad como la de la visión abandona el cuerpo del hombre, este continúa viviendo y se adapta a la nueva situación de invidente. Esto pasa con todas y cada una de las funciones reguladas por los dioses que controlan el cuerpo, excepto con Vaiu, que en este relato demostrará ser el imprescindible aliento que permite realizar su función al resto de deidades y por tanto mantener la vida.
Vaiu es uno de los diez dioses dik pala (protectores de las direcciones): es el guardián del noroeste. 
Este: Indra
Sudeste: Agní
Sur: Iama
Sudoeste: Níriti
Oeste: Varuna
Noroeste: Vaiu
Norte: Kubera
Nordeste: Ishana (un aspecto de Shivá).

Según el texto sánscrito el Ramaiana, Pavan otro aspecto de Vaiu tuvo un papel importante en cómo la humana Anyana tuvo a su hijo semidiós Jánuman (antropoide parecido a un mono). Por eso Jánuman también recibe el nombre de Pavan Putra (hijo de Pávana) y Vaiu Putra (hijo de Vaiu). En algunos textos se lo considera un avatar parcial de Vaiu. Vaiu fue su mentor espiritual.
Según el Majabhárata, el dios Vaiu tuvo relaciones sexuales con la reina Kunti (esposa del rey Pandu), quien así tuvo su segundo hijo: Bhima (uno de los cinco Pándavas), quien tenía la fuerza destructiva de su divino padre.
El religioso vaisnava Madhua (1238-1317) fue el fundador de la doctrina duaita o dualista que sostiene que Dios y las almas son diferentes. Él afirma en sus libros citando el Rig-veda (el texto más antiguo de la India, de mediados del II milenio a. C.) como evidencia que él era un avatar de este Mukhia-Vaiu, que se encarna para enseñar a las almas dignas la correcta veneración del dios Vishnú y para corregir los «errores» de la filosofía aduaita (que considera que Dios y las almas son lo mismo), de la que él estaba en contra. 
VISHNU
Visnú (también llamado vishnú o vishnu, sánscrito e hindi: Viṣṇu) es un dios venerado en el hinduismo.
La primera aparición de Visnú se encuentra en el Rig-veda. Allí se lo presenta como un dios menor, secundario a otros dioses rigvédicos.
Varios siglos después, en el Átharva-veda (fines del II milenio a. C.) se describen sus dos esposas: Aditi y Sinivali, y un hijo: Kamadeva.
Con el paso de los siglos, su parentesco fue variando. En el Majabhárata (siglo III a. C.), su hijo Kamadeva será el hijo del dios Dharma y en el Bhagavat-purana (siglo X d. C.) será el hijo del dios Shivá. En el Majabhárata y los Puranas ya las esposas de Visnú son Laksmí y Sri, e incluso Sarasuati
En los Puranas, Visnú se convirtió en uno de los dioses más importantes, y pasó a formar parte de la trimurti (‘tres formas’):
·       Brahmá (el Creador, en la modalidad de la pasión),
·       Visnú (el Preservador, en la modalidad de la bondad)
·       Shiva (el Destructor, en la modalidad de la ignorancia). 
Según el Padma-purana, Visnú es el dios principal de la trímurti; es decir, él es el creador, preservador y el destructor del universo: cuando Visnú decidió crear el universo se dividió a sí mismo en tres partes. Para crear dio su parte derecha, dando lugar al dios Brahmá. Para proteger dio su parte izquierda, originando a Visnú (es decir, a sí mismo) y por último, para destruir dividió en dos partes su mitad, dando lugar a Shivá.
Es más célebremente identificado con sus avatares, más especialmente Rama y Krisna. 
Visnú habita en un paraíso conocido con el nombre de Vaikhunta donde todo es oro y piedras preciosas. Desde ese lugar más allá del cielo, el río Ganges surge de sus divinos pies y cae en un lugar inaccesible de los Himalayas, sobre la cabeza del dios Shiva.

Visnú posee seis glorias divinas:
jñāna (‘conocimiento’).
śakti (‘energía’, ‘potencia’)
bala (‘fuerza’).
vīrya (‘virilidad’).
tejas (‘resplandor’).
aiśvarya (‘poderes sobrenaturales’): 
§  visión
§  audición
§  cogitación
§  discriminación
§  omnipotencia
§  velocidad de pensamiento
§  poder de transformismo
§  facultad de explayarse o explicarse 
Su vehículo es Garuda, el dios de los pájaros.
Habitualmente se representa como un ser de forma humana, piel azul y cuatro brazos sosteniendo
§  un padma (flor de loto, cuyo aroma da placer a los devotos visnuistas),
§  un sudarshaná chakrá (anillo similar al que usan los ninjas y los rajput, que Visnú utiliza para degollar a los demonios),
§  un shankhá (caracola, cuyo sonido en la India representaba la victoria después de matar a algún enemigo) y
§  una maza de oro (para aplastar el cráneo de los demonios). 
Frecuentemente se le ve sentado, descansando sobre una flor de loto, con su consorte Laksmí sentada sobre una de sus rodillas.
En el pecho tiene un rizo de vello blanco (o una marca blanca) llamado srivatsa. 

Maha-Visnú
Mahavisnú (el ‘gran Visnú’) es su aspecto más grande, y el encargado de crear todos los universos. Se acuesta en un lugar del mundo espiritual Vaikuntha y su sueño es denominado yoga nidra (‘sueño yógico’). De su respiración emanan (como partículas) los millones de universos materiales.
Mientras duerme, sueña las actividades de todos los seres vivos.
Según la filosofía adwaita, el Brahman impersonal (Dios sin forma ni cualidades) es el origen de todas las formas de Dios. En cambio según los visnuistas, el Brahman es tan solo la refulgencia brahma-yioti (‘divino brillo’) que emana del cuerpo de las formas de Visnú. 

Garbhodaka-shai Visnú
Dentro de cada universo materia generado del cuerpo de Mahā Visnú, él se expande y se acuesta en el fondo de cada universo (imaginado como un huevo en cuyo fondo hay un océano). Esa expansión se llama Garbhodaka-shai Visnú. 

Kshirodaka-shai Visnú
Los hinduistas creían que la Tierra era plana, y que no era un astro más. En ella había un océano de agua salada, que rodeaba la India, y luego varios océanos concéntricos inalcanzables por los seres humanos: de agua dulce, leche, mantequilla frita, miel, etc.). Hay otra expansión de ‘Visnú acostado en el océano de leche’. 

Paramatman
Ese Visnú se expande también para estar presente dentro de cada cuerpo que ocupan la gran cantidad de almas. Se le llama Parama-ātman (‘súper alma’). 

Shalágram shilá
Existe una forma de Visnú como deidad, que es una piedra generalmente negra y esférica (en realidad un fósil de amanita), que se denomina shálagram shila. 

Ananta Shesha
La serpiente de mil cabezas Ananta Shesha es una expansión de Balaram (primera expansión de krishna) como sirviente. 

Lakshmi, la consorte
La consorte de Visnú es Lakshmi-devi, la Diosa de la fortuna. Esta sakti (‘energía’) es la samvit (‘completo conocimiento’) del dios, mientras que los demás cinco atributos surgen de esta samvit. Śakti es la aham-mata (‘pensamiento del yo’) de Visnú. Es personificada en el folclore hinduista y es llamada Shri o Laksmí. Ella se manifiesta en: kríia-sakti (‘actividad creativa’), y bhuti-sakti (‘creación’) de Dios.
Visnú no puede ser parte de su propia energía o creatividad (ahamta: ‘cualidad del yo’). Por lo tanto él necesita que su consorte la diosa Laksmi esté siempre con él, sin ser tocada por nadie más. Por eso la diosa tiene que acompañar a Visnú en todas sus encarnaciones. 

Culto
Visnú es el principal dios del visnuismo. En la actualidad los hinduistas creen que Visnú se encarnó en la India como varios avatares. Es frecuentemente adorado en la forma de esos avatares.
No se sabe claramente cuándo o cómo comenzó el culto a Visnú. En los Vedas (recopilaciones de las creencias de los arios), Visnú es clasificado como un dios menor, estrechamente asociado con Indra. Solo más tarde en la mitología hinduista llegó a ser un miembro de la trimurti y finalmente la más importante de las deidades de esa religión. 

Nombres
Como todas las deidades hinduistas, Visnú tiene muchos nombres, quizá más que cualquier otro, recogidos en los Visnú-sajasra-nama (‘Visnú, mil nombres’), que aparecen en el Majabhárata. Los nombres derivan generalmente de los supuestos an-anta kaliana gunas (‘in-finitos afortunados atributos’) del Señor. Los siguientes son algunos nombres con estatus especial:
Achiuta: ‘infalible’ (a: partícula negativa; chiuta: ‘que puede caer’).
Ananta: infinito (a: partícula negativa; anta: ‘final’). 
También se llama así su expansión Ananta Shesha.
Ananta-saiana: que se acuesta sobre la serpiente Ananta.
Antariami: ‘de lo interno, el controlador’
Bhagaván: ‘de las glorias, el poseedor’.
Jarí (proveniente de la raíz sánscrita hrī que significa ‘quitar [el pecado o el sufrimiento]’). 
Jrishīkesh: ‘amo de los sentidos’ (siendo jriśika: ‘sentidos’ e īśá: ‘señor, controlador’).
Hrishīka Nātha: ‘amo de los sentidos’ (siendo jriśika: ‘sentidos’ e nātha: ‘señor’).
Jagannātha: ‘señor del mundo’.
Keshavá: ‘[que posee] cabello hermoso, abundante o largo’.
Mādhava: ‘primaveral’
Majápurusha: ‘gran disfrutador’ (siendo mahā: ‘grande’, y púruṣa: ‘varón’).
Naraianá ‘de los hombres, el refugio’ (siendo nara: ‘hombre’, ayāṇa: ‘refugio’).
Padmanābha: ‘loto-ombligo’. Así se llama a Garbhodakashai Visnú, quien tiene una gigantesca flor de loto que nace de su ombligo. De esa flor nace el Señor Brahmá, creador del universo.
Paramatman: ‘suprema-alma’
Púrusha: ‘varón’ o ‘disfrutador’
Shesha: ‘final’
Vaikuntha Natha: el señor de Vaikunthá (el paraíso espiritual donde vive Visnú y sus devotos).
Visnú: ‘el omnipenetrante’. 
Nombres de Krisna
Al ser Krisna la encarnación más importante de Visnú, a veces se usan indistintamente sus nombres. En el krisnaísmo (llamado visnuismo de Bengala) se considera que Krisna es el ser supremo y no Visnú. Las mismas ven a Visnú como un avatar de Krisna y no al viceversa, como es tradicional. 

AVATARES DE VISHNÚ:
Vienen a la tierra para ayudar al ser humano, Dasvatara (son los 10 avatares, aunque puede haber más)

Matsya, el pez: anunció a Manu, el primer hombre, el diluvio universal y que debía construir un arca para la salvación del género humano.
Después le creció un cuerno y Manu amarró el arca utilizando a Ananta, la serpiente, para que Matsya le remolcara a un lugar seguro. 
Kurma, la tortuga: sostiene el monte Meru y ayudó a los dioses a rescatar los catorce tesoros perdidos en el fondo del mar tras el diluvio universal.

Varaha, el jabalí salvaje:
mató al demonio Hiranyaksha que se había apoderado del mundo y elevó la tierra con sus colmillos, pues había quedado abnegada tras la inundación.

Narasimha, el hombre-león: destrozó al demonio Hiranya-Kashipu que gobernaba el mundo.

Vamaná, el enano:
le arrebató la Tierra al rey Bali, pidiéndole que le otorgara aquella tierra que pudiese abarcar en tres pasos, así consiguió recuperar el mundo entero.
Parashu-Rama, el guerrero: dominaba el mundo la casta de los guerreros, Kartavirya era su rey, pero los dioses pensaron que era mejor que lo gobernaran los sacerdotes, brahmanes. Parashu -Rama pertenecía a esta última casta aunque también era guerrero, mató al rey y dispuso el control del mundo en manos de los brahmanes.  
Rama, el gentil: su misión fué dar muerte al demonio Ravana. Es llamado dios/rey de atodhya.

Krishna, el amante:
por su amor por Radha. Se marchó a la guerra y de su conversación filosófica con el conductor del carro que le acompañaba escribió el texto sagrado, Bhagadvad Gita. También es el Dios de Mathura. 
Buda, el inteligente o el histórico: enseñó a la humanidad como librarse del deseo, las ilusiones y las infinitas reencarnaciones. 
Kalki, el destructor de la impureza: renovará el mundo al final de esta era montando un caballo blanco y armado con una espada de fuego. Vendrá a restablecer el orden.

VRITRA 
En la religión védica (previa al hinduismo), Vritrá es un asura (demonio) con forma de serpiente o dragón, personificación de la sequía y enemigo del dios Indra. En los textos Vedas también era conocido como Aji (‘serpiente’). Era hermano de Valá. Como un dragón bloqueó el curso de los ríos védicos y fue muerto heroicamente por Indra. Su nombre significa “el que envuelve”.
Según el Rig-veda, Vritrá mantuvo cautivas las aguas del mundo hasta que fue asesinado por Indra, quien destruyó las noventa y nueve fortalezas de Vritrá (aunque a veces estas fortalezas se atribuyen a Shambara) antes de liberar a los ríos represados. El combate comenzó poco después del nacimiento de Indra, quien había bebido una gran cantidad de soma en casa del sabio Tuashtri para empoderarlo antes de enfrentarse a Vritrá. Tuashtri creó el rayo (vashra) para Indra, y el dios Visnú, cuando Indra se lo pidió, hizo espacio para la batalla, dando los tres grandes pasos por los que se hizo famoso.  

Indra contra Vritra
Durante la batalla, Vritrá le rompió ambas mandíbulas a Indra, pero finalmente fue derribado por éste. Al caer, terminó de aplastar sus fortalezas, que ya Indra había hecho añicos. 
Por esta hazaña, Indra fue conocido como Vritraján (‘asesino de Vritrá’) y también como ‘asesino del primogénito de los dragones’. Después Indra atacó con su rayo y derrotó a la madre de Vritrá, Danu (que era también la madre de toda la raza danavá de asuras). 
En una de las versiones de la leyenda, Indra convenció a tres devas Váruna, Soma y Agní para que lo ayudaran en su lucha contra Vritrá. Antes ellos habían estado del lado del asura, a quien llamaban «Padre».
En un verso de un himno rigvédico que elogia a la diosa Sárasuati, a ésta se le atribuye el asesinato de Vritrá. Esta mención no ocurre en ninguna otra parte. 
En una confusa modificación posterior del mito, Vritrá habría sido creado por Tuashtri para vengar la muerte de su hijo Trisiras o Vishua Rupa, que había sido asesinado por Indra. Vritrá ganó la batalla y se tragó Indra, pero los demás dioses lo obligaron a vomitarlo. La batalla continuó e Indra se vio forzado a huir.
Visnú y los rishís (sabios ermitaños) negociaron una tregua: Indra prometió que no atacaría a Vritrá con cualquier cosa hecha de metal, madera o piedra, ni nada que fuera seco o húmedo, o durante el día o la noche. Entonces Indra utilizó espuma extraída de las olas del océano (en la que el omnipenetrante Visnú se había introducido para convertirla en arma) y lo mató en el crepúsculo.
El Bhágavata-purana (siglo XI d. C. aprox.) convierte a Vritrá en un bhakta (devoto) del dios Visnú y por lo tanto más avanzado espiritualmente que el materialista Indra. Esa leyenda dice así:
Vritrá (que en esta versión es un brahmán) se convirtió en el líder de los asuras (que en los Puranas se consideran como inherentemente demoníacos, a diferencia de la antiquísima versión védica que les permitía ser dioses o demonios). Vritrá luchó durante miles de años contra los dioses devas. Al final, los asuras ganaron y los devas se retiraron. Dirigidos por Indra, se acercaron al dios Visnú en busca de ayuda. Éste les reveló que Vritrá no podría ser destruido por medios ordinarios, sino solo con una lanza hecha con la columna vertebral de un sabio. Cuando los dioses revelaron sus dudas acerca de que ningún asceta se suicidaría para ayudarlos, Visnú los envió con el sabio rishí Dadichi. Los huesos de éste eran indestructibles porque años atrás, cuando los devás le pidieron que guardara sus armas de hierro (una metalurgia desconocida en la India en esa época), Dadichi involuntariamente las había arruinado al mantenerlas almacenadas en agua del Ganges (que él creía que les daría brillo y energía). Las armas se habían oxidado y disuelto en el agua, y Dadichi bebió de esa agua para absorber la energía de las armas. Cuando fue interpelado por los dioses, Dadhichi con gusto renunció a su cuerpo para la causa de los devas, indicando que ese era un mejor uso de sus huesos que pudrirse en la tierra. El sabio se suicidó, los animales comieron su carne e Indra recogió su columna y creó el vashra aiudha. Cuando atacó nuevamente a Vritrá, la batalla se prolongó durante 360 días antes de que el brahmán asura exhaló su último suspiro.
En ambas versiones (ya sea por matar al brahmán Trisiras o al brahmán Vritrá), Indra terminó siendo perseguido por la personificación antropomórfica del brahmanicidio (brāhmana-jatia). Indra se escondió por su pecado, y Najusha fue invitado a ocupar su lugar como rey del cielo.  

Otras leyendas
La versión puránica de que Indra pudo matar a Vritrá únicamente cuando se cumplieran ciertas condiciones podría provenir del Ramaiana (cuya composición podría datarse en la misma época), en donde los dioses no podían matar al demonio Ravana a causa de una bendición que impedía que él fuera muerto por cualquier ser humano. En ese caso Rama pudo matarlo porque aprovechó el vacío legal: él no era un ser humano sino un dios encarnado.
Quizá sea anterior una leyenda también puránica más similar, la de Nara Simja (‘hombre-león’, avatar de Visnú). Allí Jirania-Kashipú, siendo un rey asura, utilizó la misma estratagema que sus antepasados, obtuvo una bendición del dios Brahmá que le impedía morir de día o de noche, por ser humano o bestia, dentro o fuera de una casa, y por ningún arma creada por el hombre. Para matar a este asura sin contradecir la bendición de su querido Brahmá, Visnú encarnó como una mezcla de hombre y león (no era ser humano ni bestia). Narasimja utilizó sus uñas (ningún arma creada por el hombre), colocó a Jirania-Kashipú en la puerta (no era el interior ni el exterior) y le arrancó los intestinos en el crepúsculo (no era de día ni de noche).
Fué uno de los Asuras, quizás el más poderoso de todos ellos. Su nombre significa “el que envuelve”. Fué una serpiente o un dragón que dijo ser tan grande que sus ondulaciones cercaba montañas, y su mayor enemigo era Indra. En el Rig Veda, Vritra fue un terrible demonio que absorbía todas las aguas del mundo dentro de él y causaba una sequía que cubría toda la tierra. El mundo se convirtió en un desperdicio. En un lugar distante, él se escondió en su guarida, acumulando su tesoro de manera que el mundo parecía todavía más reseco. Finalmente, Indra, que llegaría a ser el Rey de los dioses, nació. Él fué a atacar al demonio y a liberar las aguas. Bebiendo cantidades ingentes de Soma para conseguir la fuerza necesaria, partió en busca de su enemigo. Primero Indra asaltó 99 guaridas, arrasando cada una de ellas, después fué por el propio Vritra. Los dos lucharon en una terrible batalla, y al final, Vritra fué destruido por el rayo de Indra.  

Vala (demonio)
En el marco de la mitología hindú, Vala es un asura (demonio) en el Rig-veda.
Tiene forma de caverna o de serpiente, y es hermano del dragón Vritra.
Históricamente, el mito de Vala tiene el mismo origen que el de Vritra. Vala, Vritra y Varuna (dios del mar) derivan de la misma raíz sánscrita val y var (que proviene del protoindoeuropeo wel), que significan ‘cubrir’ y ‘cercar’. Posiblemente sea cognada del término español «velo».
Paralelo con su hermano Vritra ‘el bloqueador’, serpiente de piedra asesinado por el dios Indra para liberar a los ríos védicos que aquel había bloqueado—, Vala es una caverna de piedra, destruida por Indra (embriagado y fortalecido por la droga soma, identificada con el sacerdote Brijaspati (en 4.50 y 10.68) o con Trita (en 1.52), con la ayuda de Anguirasa en 2.11), para liberar a las vacas y a Ushas, escondidas allí por los Panis.
El dios Indra desciende de un dios indoiranio conocido como Vritraján (igual al protoindoeuropeo *wltro-gwhen) que significa ‘asesino del bloqueador’. El nombre del semidiós griego Triptólemo fue analizado por Janda (1998) como una continuación griega de una variante del epíteto *trigw-t-welumos, un compuesto terpsimbrotos de ‘rompedor de cáscaras’, el griego (w)elumos se referiría a las cáscaras (envolturas) de los cereales, que descendería de la misma raíz *wel.
A partir de este argumento, se puede reconstruir un mito protoindoeuropeo acerca de una roca o una montaña (welos o welumos) dividida por una deidad heroica, que liberó así al amanecer o al Sol. Ese mito se relaciona con el mito de «el sol en la roca», que se especula que se relaciona con la realización de fuego a partir de un pedernal.
Ya en el Rig-veda 2.24, el mito tiene una interpretación mística, con el guerrero Indra sustituido por el sacerdote Brahmanaspati, el señor de la oración, que dividió a Vala mediante la oración (brahman) en lugar de con el rayo.

YAMA  IAMA O NIRRITI O NIRRTI
Juez de los hombres y rey del mundo oculto. Era uno de los “guardianes de las direcciones”, protector de la muerte y el guardián del hemisferio Sur. Era el hijo del dios sol Vivasvat (para algunos Surya) y Saranya, la hija de Tvastri. Nació antes de que su madre se volviera temerosa de su glorioso marido. Era hermano gemelo de Yami. Se dice que fueron el primer hombre y primera mujer (mortales). De hecho, Yama fue el primer mortal en morir, y habiendo descubierto el camino al mundo oculto, es el guía de aquellos que abandonan esta vida, y se dice que les conduce a un hogar en el que están a salvo para siempre. Yama es un rey y mora envuelto en luz celestial en el más recóndito santuario del cielo. Yama tiene cuerpo verde, lleva ropa roja, y monta un toro negro. En su mano izquierda sostiene un lazo con el cual saca las almas de los cuerpos enfermos. 
Iama pertenece a una etapa muy temprana de la mitología védica. Su nombre aparece por primera vez en el Rig-veda.
Había nacido de Vívasuat (el dios del Sol) y de su primera esposa Saraniú. Su hermano, el séptimo Manu, otra forma del primer hombre, es hijo de Vivasvat con su segunda esposa Samguiá, quien era el reflejo o la sombra (chaia) de Saraniú. Al morir, debido a que fue el primero en llegar al Cielo, se le nombró líder de los muertos (todavía no los juzgaba).
En los Vedas, Iama es llamado “rey” (samgamano yananam: ‘el que reúne a la gente’) y dirige bondadosamente sobre los antepasados muertos (pitri), cuyo camino está custodiado —para evitar que entren los vivos— por dos perros Shabala (‘[pelaje] con manchas, con colores’) de colores manchados, de cuatro ojos y amplio hocico, vástagos de Śaramā y parecidos al can Cerbero griego de tres cabezas. 
Su hermana Iamí
El término sánscrito iama significa ‘gemelo’. En las creencias védicas, Iama tiene una hermana gemela, Iamí (‘melliza’), que fue la primera mujer. Iamau mithunau quiere decir ‘dos gemelos de distinto género’. El décimo mándala (capítulo, círculo) del Rig-veda contiene un himno (10, 10, 14) en el que ambos se cantan uno al otro. Iama resistió los avances sexuales de su hermana (el primer incesto). Después de que él murió, ella lo lloró tanto que los devas para hacerle olvidar su dolor crearon la noche.
En la mitología pos védica, su hermana Iamí es conocida también como Iamuna (el larguísimo río Iamuna, paralelo al Ganges).

Iamarash posvédico
En sánscrito, la palabra iama no sólo significa ‘mellizo’, sino también ‘prohibición’ y ‘restricción’ (como en el iama y el niiama del yoga). Así que gradualmente en la mitología puránica, Iama empieza a aparecer como Iámarash (el rey de la prohibición) y como Dhármarash (rey del deber) o Dharma (la personificación del dharma, ‘deber o religión’).
Es el castigador de los muertos, y es quien mide la balanza del karma (las actividades buenas y malas cometidas en cada encarnación). Vive en una región del inframundo llamada Iamapura (‘ciudad prohibida’).
El dios de la muerte Iama sobre su toro, sosteniendo una vara real (Danda)

Cuando un alma abandona su cuerpo, se encuentra con Iamarash. El contador Chitra Gupta lee un informe acerca de todas las actividades de esa alma en particular, que están registradas en un libro llamado Agra-samdhana (agra: ‘principio’, sam-dhānā: ‘reunión, poner todo junto’). Luego Iamarash da su justa sentencia inapelable.
En el Majábharata se describe a Iama con ropajes color rojo sangre, cuerpo brillante, corona sobre la cabeza, ojos relampagueantes. Como Varuna (el anterior rey de la muerte védico) lleva en su mano un lazo (con el que ata al alma luego de arrancarla del cuerpo) del tamaño de un pulgar humano. También se lo representa con gesto severo, de piel verde, vestido de rojo, montado sobre un búfalo. Sostiene una maza de oro en una mano y el lazo de la muerte en el otro.
Su morada se llama Iamaloka (‘el planeta de Iama’) o Kshaia (‘desgaste, destrucción’).
En las mitologías más modernas (por ejemplo, el Bhágavat-purana, del siglo XI d. C.) se lo presenta siempre como una deidad terrible, que inflige torturas inimaginables (llamadas iatana) a las almas en el infierno.
En la mitología griega el papel de Iámarash correspondería al de Plutón y Minos.

YONI: Símbolo de la naturaleza femenina. 
El término sánscrito ioni significa ‘útero’, ‘vagina’, ‘vulva’ o ‘vientre’ (en el sentido de ‘fuente de vida’).
Entre los dioses (deva), destacan tres dioses: Brahma (creador del mundo), Vishnú (conservador) y Shiva (destructor). En el hinduismo, las divinidades tienen parte masculina y femenina. La parte femenina, especialmente bajo su forma demoniaca, es conocida como devi. Los dioses viven en el cielo más elevado, el Brahma-Loka, que se encuentra en la cima de una montaña inaccesible para los humanos, el monte Meru. 
Imagen del ioni-mudra (gesto de la vulva) que se utiliza en el yoga.

Trimurti
La Trimurti (en sánscrito: ‘tres formas’) es un término sánscrito que hace referencia a los tres dioses principales de la mitología hinduista: Brahmá que no se debe confundir con el Brahman (divinidad impersonal hinduista), Visnú y Shiva.
Estos dioses representan respectivamente los ciclos de creación, conservación y destrucción del universo. Así, Brahmá sería el creador del universo, Visnú su conservador y Shivá, el destructor.
Las primeras apariciones de la palabra trimurti se encuentran en el Kumara-sambhava (2.4), en el Chatur-varga-chintámani (11.547) de Jemadri, y en el escoliasta del Rama-tapanía-upanishad (16). 
La trimurti conocida actualmente (de Brahma, Visnú y Shivá) es la puránica, llamada así porque se presentó en los Puranas.  
En cambio en la mitología védica (anterior a la hinduista) esos tres dioses no existían o no tenían ninguna importancia: en el Rig-veda se nombra a otro trío de dioses principales, aunque no recibían el nombre de «trimurti». Eran los dioses Indra (heroico rey de los devas), Agni (dios del fuego), y Soma (dios de la Luna y de la bebida psicotrópica homónima). 
En cambio el Nirukta (7.5), de Iaska, se presenta otro trío de dioses principales del Rig-veda: Indra (heroico rey de los devas), Agni (dios del fuego), y Suria (dios del Sol). 
La Trimūrti es la tríada esencial del hinduismo y su traducción podría ser ‘las tres formas’. El hinduismo considera que el Ser Supremo (llamado Brahman) es Absoluto, no manifestado, imposible de describir, sin nombre ni forma y, por tanto, no puede ser representado. Por ello, la Trimūrti es la representación masculina de las tres cualidades fundamentales que rigen el Universo.
Asimismo, cada uno de estas representaciones masculinas tiene su contraparte femenina en la forma de diosas (sus consortes) como personificaciones de la Madre Divina o la energía femenina universal (shakti), tan valorada en la filosofía de la India. Sobre todo la shakti de Durgā (destrucción/regeneración) posee diversas manifestaciones, aunque en el esquema sólo he puesto una de ellas, la madre de Ganesha, la por todos querida deidad con cabeza de elefante.
En lugar de explayarme demasiado, mi plan para hoy fue crear una imagen y dejar que lo visual prime sobre lo escrito. 

El Ramayana
Entre los muchos poemas épicos o epopeyas con que cuenta la literatura sánscrita sobresalen por su mérito el Ramayana y el Mahabharata, anteriores y superiores en originalidad y belleza a la Ilíada y la Odisea.
La lengua sánscrita con su literatura prosigue interesando a los orientalistas de Occidente y a los eruditos de Oriente, aunque hace más de dos mil años que el sánscrito dejó de ser lengua viva sin perder su carácter de sagrada.
El Ramayana y el Mahabharata describen subalternamente los usos, costumbres, creencias y cultura de los antiguos arios. 
El Ramayana puede considerarse como el monumento más antiguo de la poesía sánscrita, por más que anteriormente se escribieron los Vedas cuya mayor parte está en forma métrica; pero en India se diputa el Ramayana por la primera y primitiva producción poética.
El autor del Rámayana fue Valmiki, sobre cuya vida se forjaron después tantas conjeturas como sobre Homero y Shakespeare en Occidente, aunque no cabe duda de la autenticidad de su existencia, si bien muchos versos del poema no sean suyos, sino interpolaciones que no obstante acrecientan si cabe la poética magnificencia del poema sin par en la literatura mundial.  

Resumen del «Valmiki Ramayana
La batalla entre el rey dios Rama y el demoníaco rey de Lanka. 

El argumento
En la provincia de Oudh, unida hoy administrativamente con la de Agla, subsiste todavía, aunque medio en ruinas, la antiquísima ciudad de Ayodhya, en otro tiempo uno de los más potentes centros religiosos de India, y lugar de peregrinación.
Reinaba en Ayodhya hace ya muchos siglos un rey llamado Dasaratha, quien no había tenido sucesión de ninguna de sus tres esposas, por lo que como buenos induístas fueron en peregrinación a varios santuarios y ayunaron en fervorosa súplica de que Dios les concediera sucesión.
Por fin obtuvieron respuesta a sus ruegos en cuatro hijos, de los que el mayor fue Rama.
Cual con venía a su estirpe, los cuatro hermanos recibieron completa educación en todos los ramos del saber, y para evitar futuras contiendas era costumbre en la antigua India que el rey asociara a su hijo mayor al gobierno del país, con el título de Yuvaraja que significa: «el rey joven».
En otra ciudad había un rey llamado Janaka, quien tenía una ahijada maravillosamente hermosa cuyo nombre era Sita, a la que habían encontrado recién nacida en un campo, como si hubiese surgido del seno de la Tierra.
En sánscrito antiguo, la palabra Sita significa «surco hecho por el arado» , y en la mitología indica vemos personajes que sólo tienen padre o madre o nacen sin padre ni madre del fuego del sacrificio, de un campo, etc., como si cayeran de las nubes. Todas esas clases de nacimientos milagrosos son frecuentísimas en la mitología índica.
Sita, hija de la Tierra, era como tal pura e inmaculada. La crió el Rey Janaka, quien al llegar ella a la edad núbil, deseaba encontrarle digno esposo.
Era costumbre en la antigua India que las princesas reales escogiesen marido. A esta costumbre se la llamaba Swayamvara; y según su práctica, el padre de la princesa casadera invitaba a todos los príncipes del contorno a que acudiesen a la corte, donde la princesa, espléndidamente ataviada, guirnalda en mano y precedida por un heraldo que iba enumerando las prendas, dotes y cualidades de cada pretendiente, pasaba por delante de ellos y colgaba la guirnalda del cuello del que elegía por marido. 
Muchos eran los príncipes que aspiraban a la mano de Sita, quien había exigido en prueba de merecimiento, que el predilecto quebrara con sus manos un formidable arco llamado Haradhana.
Todos los príncipes fracasaron en el empeño, a pesar de haberse esforzado en lograrlo, menos Rama, que con graciosa facilidad tomó el potente arco en sus manos y lo quebró en dos mitades. 
Así eligió Sita por marido a Rama y las bodas se celebraron con pomposa magnificencia.
Rama se llevó a su esposa a la corte de su padre Dasaratha, quien creyó llegado el momento de nombrar yuvaraja a su hijo mayor y confiarle el gobierno del país.
En consecuencia, dispuso Dasaratha todo lo conveniente a la proclamación, y el pueblo entero acogió entusiastamente la noticia, cuando una doncella de Kaikeyi, la más joven de las tres esposas de Dasaratha, le recordó a su señora que hacía largo tiempo que el rey su esposo le había prometido dos cosas en gracia a la mucha que a él le hiciera, diciéndole:
Pide dos cosas que yo pueda otorgarte y te las otorgaré.
La reina Kaikeyi no pidió por entonces ninguna de ambas cosas a su marido, y había olvidado la promesa; pero la maligna doncella empezó a socavar el ánimo de la reina, representándole la injusticia de colocar a Rama en el trono, cuando con sólo exigir del rey el cumplimiento de su promesa, podría ocupar el trono su propio hijo; y así fue que la reina Kaikeyi enloqueció de celos. 
La taimada doncella incitó entonces a su ama a que desde luego exigiera del rey la concesión de los prometidos dones, y uno de ellos había de ser que su hijo Bharata ocupase el trono, y el otro que condenase a Rama a catorce años de destierro en los bosques.
Aunque Rama era alma y vida para el rey Dasaratha, cuando la reina Kaikeyi le exigió el cumplimiento de su promesa, vióse obligado como rey a no faltar a su palabra, por lo que no sabía qué hacer. 
Pero Rama disipó la duda ofreciéndose voluntariamente a renunciar al trono y salir desterrado, a fin de que nadie pudiera acusar a su padre de falsía.
En consecuencia, Rama se marchó al destierro acompañado de su amante esposa Sita y de su predilecto hermano Lakshmana, que en modo alguno quiso separarse de él.
Los arios no sabían quiénes eran los habitantes de los bosques, y así es que en aquel tiempo les llamaban «monos» ya los más robustos y corpulentos les llamaban «demonios».
A uno de estos bosques habitados por monos y demonios, tal como denominaban los arias a las tribus silvanas, fueron a cumplir su destierro Rama, Sita y Lakshmana.
Cuando Sita manifestó su deseo de acompañar su marido al destierro, le dijo Rama:
¿Cómo puedes tú, una princesa, arrostrar las penalidades que me esperan en un bosque lleno de insospechados peligros? 
Pero Sita respondió:
Doquiera vaya Rama, irá Sita. ¿Cómo puedes hablarme de principados ni de regias cunas? Iré contigo.
Y con Rama fue Sita, y también el joven Lakshmana, hermano menor de Rama.
Se internaron en el bosque hasta llegar a orillas del rio Godavari, donde construyeron unas chozas y se sustentaron de la caza y de frutos silvestres.
Hacía ya algún tiempo que allí estaban, cuando un día se presentó una gigantesca demonia, hermana del gigante rey de Lanka (Ceilán).
Vagando a capricho por los bosques, se encontró con Rama, y al verle tan varonil mente hermoso, se prendó de él con fulminante amor. Pero como Rama, además de casado, era varón castísimo, no pudo corresponder al amor de la intrusa, quien para vengar tamaño desaire, volvióse al lado de su hermano y le ponderó sobremanera la encantadora hermosura de Sita, la esposa de Rama.
Rama aventajaba en poder a todos los mortales y no había gigante ni demonio, ni quienquiera que fuese, capaz de vencerle, por lo que el gigante rey de Lanka encomendó a la astucia lo que sabía que le era imposible conseguir por fuerza.
Así es que recurrió a las artes de otro gigante, que era mago, quien lo convirtió en un hermoso ciervo de áureo color, y de esta suerte metamorfoseado, fuése al bosque donde Rama vivía, y empezó a triscar alrededor de la cabaña, hasta que, fascinada Sita por la extraordinaria belleza del animal, le dijo a Rama que lo capturase para ella.
Rama fue en busca del ciervo, dejando a su hermano Lakshmana el cuidado de Sita; pero Lakshmana encendió un círculo de fuego alrededor de la cabaña y le dijo a Sita:
Presiento que te va a suceder una desgracia; y por tanto, te ruego que no traspongas el círculo mágico, pues si lo traspones te acarrearás infortunio. 
Entre tanto, Rama había herido al ciervo encantado con una flecha, e inmediatamente se transformó en figura de hombre y murió el animal.
A este mismo punto, se oyó en la cabaña la voz de Rama que gritaba:
¡Oh! Lakhmana, ven en mi auxilio.
Sita exclamó:
Ve enseguida, Lakshmana, en ayuda de Rama.
Lakshmana repuso: 
Esta voz no es la de Rama.
Sin embargo tanto suplicó Sita, que Lakshmana salió en busca de Rama.
Tan pronto como estuvo lejos, se presentó junto al círculo mágico, frente a la puerta de la choza, el rey gigante, en figura de monje mendicante que pidió limosna.
Sita le dijo: - Espera un poco a que vuelva mi marido y te daré abundante limosna.
El falso mendigo repuso:
No puedo esperar, bondadosa señora, porque estoy hambriento. Dame lo que tengas.
Sita fue entonces por algunas frutas para echárselas al mendicante; pero ella persuadió a que ella misma le diera la limosna, pues nada había de temer de él, que era un santo varón.
Así fue que Sita transpuso el círculo mágico para darle las frutas al mendicante, quien al punto asumió su gigantesca forma y arrebatando entre sus brazos a Sita la puso en su carro encantado y huyó velozmente con su codiciada presa.
La infeliz Sita, deshecha en llanto, no tuvo quien la protegiese .en aquella soledad; pero se le ocurrió la idea de ir arrojando de trecho en trecho del camino los adornos de sus brazos.
El rey gigante, raptor de Sita, se llamaba Ravana, y se la llevó a Lanka, su reino, hoy isla de Ceilán. Llegados a la corte, le propuso Ravana a Sita que consintiera en ser su esposa y reina del país; pero ella, que era la castidad personificada, no quiso ni siquiera escuchar las palabras de Ravana, quien para castigarla la obligó a permanecer día y noche cabe un árbol hasta que consintiese en ser su esposa.
Cuando al regresar Rama y Lakshmana a la cabaña, notaron la desaparición de Sita, no tuvo límites su desconsuelo, pues no acertaban a imaginar qué había sido de ella.
Los dos hermanos salieron en busca de Sita y aunque exploraron todo el bosque no hallaron huella de su paso.
Después de mucho buscar dieron con un grupo de monos capitaneados por Hanuman, el «mono divino», el mejor de los monos, que solícitamente se puso desde luego al servicio de Rama, y enterado del caso, le dijo que habían visto atravesar los aires un carro en el que iba sentado un demonio con una hermosísima mujer, amargamente llorosa, quien al pasar el carro sobre sus cabezas, les había arrojado un brazalete para llamarles la atención.
Enseguida le enseñaron el brazalete, y al examinarlo Lakshmana no lo reconoció, porque en la antigua India, la esposa del hermano mayor estaba tan reverenciada por su cuñados, que Lakshmana nunca se había atrevido a posar la vista en los brazos de Sita; pero Rama reconoció al instante el brazalete de su esposa.
Los monos le dijeron a Rama quién era y donde vivía aquel rey gigante, y todos fueron en su busca.
El rey de los monos se llamaba Bali, pero le había usurpado el trono su hermano menor Sugriva. En esta lucha, Rama ayudó a Bali a recobrar la corona, y él en recompensa prometió auxiliar a Rama en la empresa de recobrar a Sita.. Sin embargo, aunque reconocieron todo el país no la encontraron.
Por fin, el divino mono pasó de un enorme salto de las costas de India a las de Ceilán, y estuvo buscando a Sita por toda la isla sin encontrarla.
Ravana había vencido a los dioses y a los hombres, al mundo entero, y raptado todas las mujeres hermosas, de las que habían hecho sus concubinas; y así fue que Hanuman reflexionó y se dijo:
Sita no puede estar con las concubinas en palacio. Hubiera preferido la muerte a la deshonra.
En consecuencia, prosiguió sus pesquisas, y al fin encontró a Sita sobre el árbol donde Ravana la relegara. Estaba pálida y delgada como la luna nueva al trasponer el horizonte. Hanuman asumió entonces la figura de un mono pequeño, y aposentado en el ramaje del árbol, vió como la gigante hermana de Ravana venía con encargo de él para atemorizar a Sita y forzarla a someterse; pero la casta esposa no quería ni oír hablar del rey gigante.
Cuando se marchó la hermana de Ravana, acercóse Hanuman a Sita, le enseñó el brazalete que Rama le había dado para atestiguar su identidad, y le dijo cómo su marido le había comisionado para buscarla, y en cuanto Rama supiera donde estaba, vendría con un poderoso ejército para vencer al gigante y rescatarla. 
Sin embargo, añadió que si ella quería, podría tomarla en brazos y de un salto atravesar el océano y devolverla a Rama; pero Sita, como era la misma castidad, rechazó aquella insinuación, porque deliberadamente no quería tocar ni que la tocase otro hombre que su marido. Así es que Sita permaneció donde estaba, y después de darle a Hanuman una joya desprendida de sus cabellos para que se la entregara a Rama, despidiose de ella el divino mono y se volvió a su país.
Enterado Rama por Hanuman de cuanto le había sucedido a Sita, reunió un ejército de monos, con el que llegó al punto más meridional de la isla, donde los monos tendieron un puente llamado Setu-Bandha, entre la India y Ceilán. Todavía hoy es posible en la marea baja pasar a pie enjuto de una a otra costa.
Para construir el puente arrancaron los monos de cuajo varias colinas, las asentaron en el mar y las cubrieron con piedras y troncos de árbol. Una ardilla daba vueltas y revueltas en la arena hasta llenarse de ella la cola y el cuerpo. Después se paseaba de arriba abajo por el puente sacudiéndose la arena, y de este modo contribuía con muchos granos de arena a la construcción del puente de Rama.
Los monos se reían y burlaban de la ardilla al verla revolcarse en la arena y sacudirse después en el puente, pues su labor era insignificante en comparación de la de ellos, que aportaban colinas enteras, dilatados bosque y enormes cargas de arena.
Pero Rama les dijo:
Bienaventurada esta ardilla, porque hace su labor con toda habilidad de que es capaz, y por tanto es tan grande como el mayor de vosotros.
Enseguida tocó suavemente a la ardilla en la espalda y por esto se ve hasta hoy en la espalda de las ardillas, la marca longitudinal de los dedos de Rama.
Terminado el puente, el ejército de monos al mando de Rama y Lakshmana invadió la isla de Ceilán. Durante algunos meses guerrearon en sangrientas batallas contra las huestes de Ravana que al fin fue vencido y muerto. Los vencedores se apoderaron de todos sus palacios que eran de oro macizo. Rama los cedió a Vibhishana, hermano menor de Ravana, y lo sentó en el trono, en recompensa de los valiosos servicios que le había prestado durante la guerra. 
Rama y Sita con su séquito resolvieron salir de Ceilán y regresar a India; pero antes quisieron las gentes que Sita atestiguase haber permanecido pura mientras estuvo en poder de Ravana. 
Rama les dijo:
Pero ¿qué pruebas ni qué testimonio queréis, si es Sita la castidad personificada?
No importa. Queremos la prueba.
En consecuencia, encendieron una hoguera sacrificial en la que se había de arrojar Sita con la esperanza de que el fuego no la abrasase si había permanecido pura.
Rama se angustió en ext1-emo, creyendo irremisiblemente perdida a Sita; pero en aquel mismo instante apareció el dios del fuego que llevaba sobre su cabeza un trono en el que estaba sentada Sita. 
Todos quedaron satisfechos del feliz resultado de la prueba. De regreso en el bosque, recibió Rama la visita de su hermano Bharata, quien le notificó la muerte del viejo rey Dasaratha, y que él no se había atrevido ocupar un trono que no le correspondía de derecho, y en consecuencia había colocado en el trono los zapatos de Rama en señal de respeto.
Entonces Rama volvió a la capital y con beneplácito del pueblo fue rey de Ayodhya y prestó los acostumbrados juramentos que en tiempos antiguos prestaban los reyes en beneficio de su pueblo, pues el rey era esclavo de su pueblo y había de inclinarse ante la pública opinión.
Después de pasar Ráma algunos años en la dichosa compañía de Sita, las gentes levantaron el rumor de que la reina había sido raptada en otro tiempo por un demonio que se la llevó allende el océano. No se conformó el pueblo con la sufrida prueba del fuego y exigió otra más concluyente, o de lo contrario que se la desterrase del reino.
Para satisfacer las demandas del pueblo, decretó Rama el destierro de su esposa, que se fue a vivir en el mismo bosque donde estaba la ermita del sabio y poeta Valmiki, quien encontró a la infeliz Sita llorosa y abatida, y enterado de lo ocurrido la albergó en su ermita, donde al poco tiempo dió a luz dos gemelos. 
Andando el tiempo, el rey Rama hubo de celebrar un solemne sacrificio, según costumbre de los reyes; pero como en India no permiten los Shastras que un hombre casado celebre una ceremonia religiosa sin la compañía de su esposa, de su sahadharmini o correligionaria, y Sita estaba desterrada, el pueblo le pidió a Rama que volviera a casarse, pero él, por primera vez en su vida, se opuso a la voluntad del pueblo y dijo:
Esto no puede ser. Sita es mi vida.
En consecuencia, a fin de que se pudiese celebrar la ceremonia, mandó construir el rey una áurea estatua de Sita, y dispuso que se ornamentara un escenario en el lugar del sacrificio, para intensificar el sentimiento religioso, por medio de una representación dramática.
Por entonces ya eran los gemelos de Sita, llamados Lava y Kusha, dos gallardos donceles a quienes había educado Valmiki en la vida de brahmacharin sin revelarles su origen.
Durante aquel período había compuesto Valmiki la epopeya de la vida de Rama, con música a propósito para cantarla en rapsodias, y enterado del festival que iba a celebrarse en Ayodhya, se fue a la ciudad con sus dos discípulos, los desconocidos hijos de Rama y Sita, quienes bajo la dirección de su maestro cantaron en el escenario la vida de Rama, con tan sorprendente habilidad que fascinaron a los espectadores presididos por el rey, sus hermanos y los magnates de la corte.
Cuando llegaron los cantores al pasaje en que el poema describe el destierro de Sita, conmovióse profundamente Rama, y Valmiki le dijo:
No te aflijas, porque vas a ver a tu esposa. 
Y Sita apareció entonces en el escenario, inundando de júbilo el corazón de Rama.
Pero el pueblo clamó a vez en grito:
¡La prueba! ¡La prueba!
Tan hondamente afectada quedó Sita por aquel reiterado recelo del pueblo acerca de su reputación, que impetró de los dioses el fehaciente testimonio de su inocencia.
En aquel momento se abrió la tierra y Sita desapareció en su seno exclamando:
¡Esta es la prueba!
Arrepintióse el pueblo ante tan trágico desenlace, y Rama no pudo dar tregua a su dolor, hasta que a los pocos días llegó un mensajero de los dioses para decirle que terminada su misión en la tierra había de volver al cielo.
Este mensaje movió a Rama al reconocimiento de su verdadero ser, y arrojándose a las aguas del río Savayu (hoy Gogra) que bañaba su capital, se reunió con Sita, en el otro mundo. 

Simbolismo
Rama y Sita son los ideales de la nación aria. Se considera a Rama como una encarnación de la Divinidad, y a Sita como dechado de castidad conyugal.
Todas las doncellas adoran con profunda devoción a Sita, y el supremo anhelo de toda mujer es parecerse a Sita, la pura, la abnegada y paciente.
Los monos no son, como muchos orientalistas occidentales se figuran, los cuadrúmanos a que dan dicho nombre los naturalistas, sino el apelativo dado en aquel tiempo por los arios a las tribus autóctonas de India, así como los demonios no son los malignos espíritus a que se da tal nombre en Occidente, sino los reyezuelos o caciques de las tribus o los reyes de países extraños; pero unos y otros son seres humanos.
Al estudiar el carácter de los protagonistas del Ramayana, se advierte cuán distinto del de Occidente es el ideal ético de India. 
El Occidente dice: «Manifestad vuestro poder en las obras». India dice: «Manifestad vuestro poder en el sufrimiento».
Y para India es Sita el ideal del sufrimiento.
El Occidente ha resuelto el problema de cuán mucho puede hacer el hombre.
India ha resuelto el problema de cuán poco puede hacer el hombre.

Los dos extremos.
Sita es el símbolo de India; la India idealizada. No importa saber si fue Sita un personaje real, si la epopeya es o no es histórica, pues lo que importa es el ideal simbolizado en Sita. 
Ningún purana ha descrito tan acabadamente la índole de la raza aria ni ha penetrado tan hondamente en la vida índica ni está tan en la sangre de la nación como el ideal simbolizado por Sita, cuyo nombre equivale en India a todo lo bueno, puro y santo, a cuanto constituye la noble feminidad.
Si un brahmán ha de bendecir a una mujer le dice: Sé como Sita. Si bendice a una niña la exhorta a que sea como Sita.
Niñas y mujeres son hijas de Sita., la paciente, la abnegada, la fidelísima, la siempre casta esposa.
En medio de las penalidades que soporta, no sale de sus labios ni una queja ni un lamento contra Rama.
Considera el sufrimiento como un deber y resignadamente lo cumple. No se rebela, y aunque afligida y llorosa, sobrelleva la horrible injusticia de su destierro. Es el ideal de India.
Dice el señor Buda:
“Cuando alguien os daña y en venganza le dañáis, no por ello remediáis el primer daño sino que agraváis la maldad del mundo.”
Sita era por naturaleza genuina india. Nunca devolvió mal por mal.
¿Quién acertará a decir si es más noble ideal la aparente fuerza y poderío material de los occidentales o la fortaleza y aguante en el sufrimiento de los orientales?
Dice Occidente: «Nosotros aminoramos el mal por vencimiento».
Dice India: «Nosotros destruímos el mal por sufrimiento, hasta que se convierte en gozo».
Ambos son nobles ideales; pero ¿quién sabe cuál de ambas actitudes será la más beneficiosa para la humanidad? , ¿Quién sabe cuál de las dos vencerá y desarmará a la animalidad? ¿Será el combate o el sufrimiento?
Entre tanto, no tratemos de menoscabar ni uno ni otro ideal, pues ambos pro penden al mismo fin de extirpar al mal. Que Occidente siga su método y Oriente seguirá el suyo. En modo alguno aconsejaré a Occidente que se porte como India. El fin el mismo aunque los medios sean distintos. 

Cosmología budista
La cosmología budista es la descripción de la forma y evolución del universo de acuerdo con los escritos y comentarios canónicos budistas. No es solamente la forma de múltiples mundos o esferas en un espacio, sino su evolución en el tiempo. Se divide en cosmología espacial y cosmología temporal.

Introducción
En el budismo, el mundo, no fue creado por un ser superior, forma parte de ciclos de destrucciones y de creaciones. Es como una persona que nace y muere y luego vuelve a nacer. Nuestro mundo como miles de los que hay está condenado a morir y renacer, el universo nace, muere y renace. La auto-coherente cosmología budista que es presentada en comentarios y trabajos de Abhidharma, tanto en escuelas theravada como majáiana, es el producto final de un análisis y reconciliación de los comentarios cosmológicos presentes en las sutras budistas y en las tradiciones vinaia. No hay un solo sūtra que explique toda la estructura del multiverso. Sin embargo, en varios sūtras el Buda Gautama describe otros mundos y estados del ser, y otros sūtras describen el origen y destrucción del universo. La síntesis de estos conocimientos en un solo sistema exhaustivo debió de haber ocurrido tempranamente en la historia del budismo, ya que el sistema descrito en la tradición palí vibhajyavāda (representada por los theravādas de hoy) concuerda, a pesar de incoherencias de nomenclatura, con la tradición sarvāstivāda que es preservada por los budistas majáiana.
La visión del mundo presentada en las descripciones de la cosmología budista no se debe interpretar como una descripción literal del universo. Es incoherente y no es consecuente con la información astronómica ya conocida en la antigua India. Pero no es su intención hacer una descripción de cómo los humanos ordinarios perciben su mundo, sino, más bien, mostrar el universo visto a través del divia chakṣus, el ‘ojo divino’ por el cual un Buda o Arhat que ha cultivado esta facultad puede percibir todos los demás mundos y seres naciendo y muriendo dentro de estos y saber sus renacimientos pasados y futuros. Esta cosmología también ha sido interpretada de manera simbólica o alegórica (ver Diez reinos espirituales).
La cosmología budista puede ser dividida en dos clases relacionadas: cosmología espacial, que describe la organización de los distintos mundos dentro del universo, y cosmología temporal, que describe los ciclos de estos mundos empezando y terminando su existencia. 

Cosmología espacial
La cosmología espacial puede dividirse en dos ramas. La vertical (chakravāḍa) describe el arreglo de mundos en un patrón vertical, algunos son más altos, superiores, y otros más bajos, inferiores. En cambio, la horizontal (sajasra, ‘miles’) describe el agrupamiento de estos mundos verticales en conjuntos de miles, millones o billones. 

Cosmología vertical: chakravāḍa
En la cosmología vertical, el universo consiste en muchos mundos o “planos” (lokāḥ) apilados uno encima del otro en capas. Cada mundo corresponde a un estado mental o a un estado del ser. Un mundo es más los seres que componen un lugar que el lugar en sí; sostenido por su karma. Si todos los seres en un mundo mueren o desaparecen, el mundo desaparece también. Así mismo, un mundo aparece en la existencia cuando el primer ser nace en este. La separación física no es tan importante como la diferencia en estado mental; humanos y animales, a pesar de compartir los mismos entornos físicos, siguen perteneciendo a distintos mundos porque sus mentes perciben y reaccionan a estos entornos de manera distinta.
La cosmología vertical está dividida en treinta y un planos de existencia y estos planos en tres reinos, o dhātus, cada uno correspondiendo a un diferente tipo de mentalidad. Estos tres (tridhātu) son el Ārūpyadhātu, el Rūpadhātu, y el Kāmadhātu. Esta división técnica no corresponde a la más informal categorización de los “seis reinos”. En el esquema posterior, todos los seres nacidos en Ārūpyadhātu y Rūpadhātu se pueden clasificar como “dioses” o “divinidades” (devāḥ), así como una fracción considerable de los seres nacidos en Kāmadhātu, aunque los dioses de Kāmadhātu difieren más de las de Ārūpyadhātu de lo que difieren de la humanidad. Se debe entender que deva es un término impreciso que se refiere a cualquier ser actualmente viviendo una vida más larga y generalmente con menos dolor que el de los humanos. Estos “dioses” tienen poco o ningún interés en la humanidad y raramente, si acaso, interactúan con esta; solo los dioses inferiores de Kāmadhātu corresponden a dioses descritos en muchas religiones politeístas.
El término “brahmā” es usado tanto como nombre como término genérico para uno de los devas superiores. En su sentido más amplio, puede referirse a cualquier habitante de Ārūpyadhātu o de Rūpadhātu. En un sentido más estricto, puede referirse a un habitante de los nueve planos inferiores de Rūpadhātu, o en su sentido más reducido, a los tres planos inferiores de Rūpadhātu. Un largo número de devas usa el nombre “Brahmā”, como Brahmā Sahampati, Brahmā Sanatkumāra, Baka Brahmā, etc. No es claro a que plano pertenecen, sin embargo siempre tiene que ser uno de los mundos de Rūpadhātu debajo de los planos Śuddhāvāsa. 

Ārūpyadhātu
El Ārūpyadhātu (en sánscrito), Arūpaloka (en palí), es el ‘reino sin forma’. Actualmente, los budistas no creen que estos reinos tienen un lugar en la cosmología puramente física, ya que ninguno de los seres habitándolo tiene forma o lugar; y correspondientemente, el reino no tiene localización. Sin embargo, estos seres aún viven dentro del tiempo y la ley del karma. Este reino pertenece a los devas que alcanzaron y mantuvieron las chatuḥ-samāpatti (‘cuatro absorciones inmateriales’) o arupa jhanas en una vida pasada, y ahora disfrutan los frutos (vipāka) del buen karma de este logro. Sin embargo, quienes son bodhisattvas nunca nacen en el Ārūpyadhātu aunque hayan alcanzado los arupa jhanas. Hay cuatro tipos de Ārūpyadhātu devas, correspondiendo a los cuatro tipos de arūpajhānas:

Naivasaṃgñānāsaṃgñāyatana o Nevasaññānāsaññāyatana “Esfera que trasciende la dualidad percepción-no percepción”. En esta esfera los seres inmateriales han trascendido la simple negación de la percepción, alcanzando un estado en el cual no hay “percepción” (saṃgñā, reconocimiento de algo particular por sus marcas) pero que no están totalmente inconscientes. Este fue el estado alcanzado por Udraka Rāmaputra (palí: Uddaka Rāmaputta), el segundo de dos maestros de Buda Gautama, quien lo consideró equivalente a la iluminación.

Ākiṃcanyāyatana o Ākiñcaññāyatana ‘esfera de la nada’ (literalmente ‘ausencia de todo’). En esta esfera los seres inmateriales meditan, contemplando en el pensamiento “no existe ninguna cosa”. Esto es considerado una forma de percepción, aunque una muy sutil. Esta fue la esfera alcanzada por Ārāḍa Kālāma, el primero de dos maestros de Buda Gautama, quien lo consideró equivalente a la iluminación.

Vigñānānantyāyatana, Viññāṇānañchāyatana o Viññāṇañchāyatana “esfera de la conciencia infinita”. En esta esfera, los seres inmateriales contemplan, meditan en su conciencia (vigñana) como infinitamente omnipresente.

Ākāśānantyāyatana o Ākāsānañchāyatana “esfera del espacio infinito”. En esta esfera los seres inmateriales contemplan, meditan sobre el espacio o extensión (ākāśa) como infinitamente omnipresente.
Bhavacakra o Rueda del devenir, también llamada samsaracakra (rueda del Samsara). Las seis divisiones interiores de mayor tamaño representan los seis reinos de la existencia

Rūpadhātu
Rūpadhātu (palí: Rūpaloka o “Reino Material” o “Reino de las Formas” es, como su nombre lo implica, el primero de los reinos físicos; todos sus habitantes tienen un lugar y cuerpos o formas de algún tipo. Sin embargo, en este reino los cuerpos de los seres que lo habitan están compuestos por una sustancia sutil que es invisible para los habitantes de Kāmadhātu. De acuerdo con el Sutra Janavasabha, cuando un brahma (un ser del mundo de brahmas en Rūpadhātu) quiere visitar a un deva del cielo de Trāyastriṃśa (en Kāmadhātu), él o ella debe asumir su “forma fea” para así ser visible a seres de otro reino.
Quienes habitan en el reino material no viven en los extremos del placer o el dolor, y no son gobernados por los deseos de aquello que es placentero a los sentidos, como lo son los seres de Kāmadhātu. Los cuerpos de este reino no tienen distinciones sexuales.
Como los seres de Ārūpyadhātu, los habitantes de Rūpadhātu tienen mentes correspondientes a los jhānas. En este caso son los cuatro primeros jhānas o rūpajhānas. Los seres de Rūpadhātu pueden dividirse en cuatro grandes grados correspondientes a los cuatro rūpajhānas, a su vez subdivididos en más grados, tres para cada uno de los cuatro rūpajhānas y cinco para los devas Śuddhāvāsa, para un total de diecisiete grados (la tradición Theravāda cuenta un grado menos para el cuarto jhāna, para un total de dieciséis).
Físicamente, Rūpadhātu consiste en una serie de planos apilados uno encima de otro, cada uno en una serie de escalones con un tamaño que es la mitad del anterior a medida que se desciende. En parte, esto refleja el hecho de que los devas se cree que son físicamente más grandes en los planos superiores. Los planos superiores también tienen una extensión más amplia que los planos inferiores, como se discute en cosmología sahasra. La altura de estos planos se expresa en ióyanas, una medida de tamaño no muy especificado, pero a veces descrito como 4000 veces la altura de un humano, entonces es aproximadamente 6 kilómetros (siendo la altura de los seres humanos en la China de hace 2000 años de 1,50 promedio). 

Planos Śuddhāvāsa
Los planos Śuddhāvāsa (palí: Suddhāvāsa; tibetano: gnas gtsang.ma), o “moradas puras”, son distintos de los demás mundos de Rūpadhātu en el hecho de que no habitan seres que nacieron ahí por mérito ordinario o logros en la meditación, solamente habitan Anāgāmins (“alguien que no regresa”) quienes ya están en el camino hacia el nirvana y que alcanzarán la iluminación directamente en los planos Śuddhāvāsa sin renacer en un plano inferior (Anāgāmins también pueden nacer en planos inferiores). Cada deva Śuddhāvāsa es entonces alguien que protege el budismo (Brahma Sahampati, quien solicitó al nuevo Buda (Siddharta Gautama) que enseñara, fue un Anagami de un Buda anterior[1] ). Ya que un deva Śuddhāvāsa no renacerá fuera de los planos Śuddhāvāsa, ningún Bodhisattva nace en estos mundos, ya que un Bodhisattva debe renacer como humano en su última vida.
Como estos devas surgen de planos inferiores debido a las enseñanzas de un Buda, pueden permanecer vacíos por largos períodos si no surge un Buda. Sin embargo, a diferencia de los mundos inferiores, los planos Śuddhāvāsa nunca son destruidos por catástrofes naturales. Los devas Śuddhāvāsa predicen la venida de un Buda y, tomando la forma de brahmins, les revelan a los humanos los signos por los cuales se puede reconocer un Buda. También se aseguran de que un Bodhisattva en su última vida vea los cuatro signos que llevan a la renunciación.

Los cinco mundos Śuddhāvāsa son:

Akaniṣṭha o Akaniṭṭha: Mundo de los devas “de igual rango” (literalmente: sin tener a alguien de menor edad que el resto). Es el más alto de los mundos Rūpadhātu, se usa regularmente para referirse al extremo más alto del universo. El Śakra actual eventualmente nacerá ahí. La duración de una vida en Akaniṣṭha es 16,000 kalpas (tradición Vibhajyavāda). La altura de este mundo es de 167,772,160 ióyanas encima de la Tierra.

Sudarśana o Sudassī: devas de “ver claro” viven en un mundo similar y amigable al mundo Akaniṣṭha. La altura de este mundo es de 83 886 080 ióyanas encima de la Tierra.

Sudṛśa o Sudassa: en el mundo de devas con “belleza” se dice que nacen cinco tipos de anāgāmins. La altura de este mundo es de 41 943 040 ióyanas encima de la Tierra.

Atapa o Atappa: el mundo de devas “sin problemas”, cuya compañía es deseada por aquellos de reinos inferiores. La altura de este mundo es de 20 971 520 ióyanas encima de la Tierra.

Avṛha o Aviha: el mundo de los devas que “no caen”, tal vez la destinación más común para que renazcan Anāgāmins. Pueden alcanzar el Nirvana directamente en este mundo, pero también hay quienes mueren y renacen en planos consecutivamente superiores de las “Moradas Puras” hasta que finalmente renacen en el mundo Akaniṣṭha. Quienes habitan este plano se llaman en palí uddhaṃsotas, ‘quienes tienen una corriente que solo va hacia arriba’. La duración de la vida en este plano en es 1000 kalpas (según la tradición vibhajyavāda). La altura de este mundo es de 10 485 760 ióyanas encima de la Tierra. 

Planos Bṛhatphala
El estado mental de los devas de los mundos Bṛhatphala corresponde al cuarto jhāna, y se caracteriza por el factor del Nirvana ecuanimidad (upekṣā). Los mundos Bṛhatphala forman el límite superior de la destrucción del universo por el viento en el final de un maja-kalpa, lo que significa que son librados de esta destrucción.

Asaññasatta, o Asaṃgñasattva, sánscrito (solo en la escuela vibhajyavāda): “Seres inconscientes”, devas que han obtenido un alto jhāna (similar al del Reino Inmaterial), y, deseando evitar los inconvenientes de la percepción sensorial, alcanzan un estado de no percepción en el cual se mantienen por un tiempo. Luego, sin embargo, la percepción aparece de nuevo y caen a un estado inferior.

Bṛhatphala o Vehapphala. Devas “con grandes frutos”. Su esperanza de vida es de 500 mahākalpas (tradición Vibhajyavāda). Algunos anāgāmins renacen aquí. La altura de este mundo es de 5 242 880 ióyanas encima de la Tierra.

Puṇyaprasava (solamente en la tradición Sarvāstivāda; El mundo de devas que son “hijos del mérito”. La altura de este mundo es de 2 621 440 ióyanas encima de la Tierra.

Anabhraka (solamente en la tradición Sarvāstivāda; El mundo de devas “sin nubes”. La altura de este mundo es de 1 310 720 ióyanas encima de la Tierra. 

Planos Śubhakṛtsna
El estado mental de los devas de los mundos Śubhakṛtsna corresponde al tercer jhāna, y se caracteriza por la felicidad (sukha). Estos devas tienen cuerpos que irradian una luz constante. Los mundos Śubhakṛtsna forman el límite superior de la destrucción del universo por el agua al final de un mahākalpa (ver cosmología temporal), lo que significa que la inundación de agua no sube lo suficiente para alcanzarlos. 

Śubhakṛtsna o Subhakiṇṇa / Subhakiṇha: El mundo de devas con “belleza total”. Su esperanza de vida es de 64 mahākalpas (algunas fuentes: 4 mahākalpas) de acuerdo con la tradición Vibhajyavāda. 64 mahākalpas es el intervalo entre las destrucciones del universo por viento, incluyendo los mundos Śubhakṛtsna. La altura de este mundo es de 655 360 ióyanas encima de la Tierra.

Apramāṇaśubha o Appamāṇasubha: El mundo de devas con “belleza ilimitada”. Su esperanza de vida es de 32 mahākalpas (tradición Vibhajyavāda). Poseen “fe, virtud, aprendizaje, generosidad y sabiduría”. La altura de este mundo es de 327 680 ióyanas encima de la Tierra.

Parīttaśubha o Parittasubha: El mundo de devas de “belleza limitada”. Su esperanza de vida es de 16 mahākalpas. La altura de este mundo es de 163 840 ióyanas encima de la Tierra. 

Planos Ābhāsvara
El estado mental de devas en los planos Ābhāsvara corresponde al segundo jhāna, y se caracteriza por el placer (prīti) y la alegría (sukha); se dice que los devas Ābhāsvara gritan por su alegría aho sukham! (“Oh alegría!”). Estos devas tienen cuerpos que emiten rayos en destellos de luz como los de relámpagos. Se dice que tienen cuerpos similares (entre ellos) pero percepciones diversas.
Los mundos Ābhāsvara forman el límite superior de la destrucción del universo por fuego al final de un mahākalpa (ver cosmología temporal), esto significa que la columna de fuego no sube lo suficiente para alcanzarlos. Después de la destrucción del mundo, al inicio del vivartakalpa, los mundos son poblados primero por seres que renacen desde los mundos Ābhāsvara.

Ābhāsvara o Ābhassara: el mundo de devas “que poseen esplendor”. La esperanza de vida de los devas Ābhāsvara es de 8 mahākalpas (otras fuentes: 2 mahākalpas). 8 mahākalpas es el intervalo de tiempo entre la destrucción del universo por agua, que incluye los mundos Ābhāsvara. La altura de este mundo es de 81 920 ióyanas encima de la Tierra.

Apramāṇābha o Appamāṇābha: El mundo de devas de “luz ilimitada”, un concepto en el cual meditan. Su esperanza de vida es de 4 mahākalpas. La altura de este mundo es de 40 960 ióyanas encima de la Tierra.

Parīttābha o Parittābha: El mundo de devas de “luz limitada”. Su esperanza de vida es de 2 mahākalpas. La altura de este mundo es de 20 480 ióyanas encima de la Tierra. 

Planos Brahmā
El estado mental de devas en los planos Brahmā corresponde al primer jhāna, y se caracteriza por la observación atenta (vitarka) y la reflexión (vichāra) como también por el placer (prīti) y la alegría (sukha). Los mundos Brahmā, junto con los otros mundos inferiores del universo, son destruidos por fuego al final de un mahākalpa.  

Mahābrahmā: El mundo del “Gran Brahmā”, quienes muchos creen ser el creador del universo, y teniendo como títulos “Brahmā, Gran Brahmā, Conquistador, No Conquistado, Omnisciente, Omnipotente, el Señor, el Creador, quien Regula (Ley), quien Designa y Ordena, Padre de Todo lo que Existe y Existirá”. De acuerdo con el Sutta Brahmajāla Sutta (DN.1), un Mahābrahmā es un ser de los mundos Ābhāsvara quien cayó en un mundo inferior debido a que sus méritos se terminaron y renace solo en el plano Brahma; olvidando su existencia pasada, se imagina como alguien que empezó a existir sin una causa. Nótese que inclusive una deidad de tan alto rango no tiene un conocimiento intrínseco de los planos superiores al plano Brahma. Mahābrahmā tiene 1 ½ ióyanas de alto. Su esperanza de vida se dice que es de 1 kalpa (tradición Vibhajyavāda) o de 1 ½ kalpas (tradición Sarvāstivāda), aunque parece ser que no puede ser mayor a ¾ de un mahākalpa; todo el mahākalpa excepto por el Saṃvartasthāyikalpa, porque ese es el período total de tiempo entre la reconstrucción del mundo inferior y su destrucción. No es claro a qué período “kalpa” se refiere en este caso. La altura de este mundo es de 10 240 ióyanas encima de la Tierra. 

Brahmapurohita: Los “Ministros de Brahmā” son seres, también originarios de los mundos Ābhāsvara, que nacen como compañeros de Mahābrahmā después de que él ha pasado un tiempo solo. Como aparecen después de su pensamiento en desear compañía, se cree a sí mismo como su creador, y ellos asimismo creen que él es su creador y señor. Tienen 1 ióyana de altura y su esperanza de vida se dice que variadamente que es ½ kalpa (tradición Vibhajyavāda) o un kalpa entero (tradición Sarvāstivāda). Si renacen posteriormente en un mundo inferior, y recuerdan alguna parte de su existencia pasada, enseñan la doctrina que MahaBrahmā es el creador como verdad revelada. La altura de este mundo es de 5120 ióyanas encima de la Tierra. 

Brahmapāriṣadya o Brahmapārisajja: Los “consejeros de Brahmā” o los devas “que pertenecen al séquito de Brahmā”. También se les llama Brahmakāyika, pero este nombre se puede usar para todos los habitantes de los mundos-Brahma. Tiene medio ióyana de altura y su esperanza de vida se dice que es de 1/3 kalpa (tradición Vibhajyavāda) o ½ kalpa (tradición Sarvāstivāda). La altura de este mundo es de 2560 ióyanas encima de la Tierra. 

Kāmadhātu
Los seres que nacen en Kāmadhātu (palí: Kāmaloka) difieren en su grado de felicidad, pero todos están, con excepción de arhats y Budas, bajo el dominio de Māra y están atados por el deseo sensual, cuyo anhelo causa sufrimiento. 

Paraísos
Los siguientes cuatro mundos son planos atados. Cada uno es de 80 000 ióyanas cuadradas, flotando en el aire encima de la cima del Monte Sumeru. Aunque todos los mundos habitados por devas (esto es, todos los mundos debajo del mundo Chāturmahārājikakāyika y también incluyendo los Asuras) a veces son llamados “paraísos”, en el sentido occidental de la palabra el término aplica mejor a los siguientes cuatro mundos: 

Parinirmita-vaśavartin o Paranimmita-vasavatti 
El cielo de devas, “con poder sobre otros” (creaciones). “Estos devas no crean agradables formas que ellos desean para sí mismos, pero sus deseos se cumplen por los actos de otros devas que desean para su favor. El gobernante de este mundo se llama Vaśavartin (pali: Vasavatti), que tiene ya la vida, más belleza, más poder y la felicidad y más deliciosos objetos de los sentidos que los otros devas de su mundo. Este mundo es también el hogar de la Devaputra (bienestar de divina raza) llamada Māra, que se esfuerza por mantener todos los seres de la Kamadhatu en el agarre de los placeres sensuales. Māra es también llamado a veces Vaśavartin, pero en general estos dos habitantes de este mundo se mantienen distinta. Los seres de este mundo son 4.500 pies (1.400 m) de altura y viven por 9,216,000,000 años (Sarvastivada tradición). La altura del mundo es 1.280 yojanas por encima de la Tierra. El Paranimmita-vasavatti más alto del cielo, reino, que es un cielo de sensuales placeres del más alto orden, (Paranimmitavasavatti sexto Cielo)  

Nirmāṇarati o Nimmānaratī: El mundo de devas
Es el reino de la clase más alta de los dioses kāmāvacara controlan goces creados por otros. Los dioses que habitan en los seis reinos tienen cuerpos sutiles y por lo tanto no se puede ver con el ojo humano. Son jóvenes y disfrutar de la felicidad.

Tuṣita o Tusita (tibetano: dga’.ldan):
Tuṣita (sánscrito) o Tusita (pali) es uno de los seis deva-mundos del Kāmadhātu, situados entre el cielo de Yāma y el cielo de Nirmāṇarati. Como los otros cielos, Tushita es una tierra pura donde se facilita mucho el hacer meditación y alcanzar el estado de Budeidad o Bodhi.
Es al mismo tiempo, el cielo o Tierra Pura donde el Bodhisattva Śvetaketu (Pāli: Setaketu, bandera blanca) residía, antes de renacer en la tierra como Siddhartha Gautama, el Buddha histórico; es también, el cielo o tierra pura en donde actualmente reside el Bodhisattva Nātha (protector), que renacerá en un futuro como un Buddha de nombre Maitreya.
En ese mundo, también habita el Buda Manjushri, Buda de la Sabiduría, el cual enseña el vacío de los objetos samsáricos de la existencia, doctrina conocida como la Vacuidad. 

Mundos de Sumeru
El mundo-montaña de Sumeru es un pico inmenso y de forma extraña que se erige en el centro del mundo, en cuyo borde se mueven el Sol y la Luna. Su base descansa en un vasto océano, y es rodeado por varios anillos de cadenas montañosas y océanos inferiores.
§  Trāyastriṃśa o Tāvatiṃsa (tibetano: sum.cu.rtsa.gsum.pa):
§  Chātur mahā rājika kāyika o Chātummahārājika
§  Asura (tibetano: lha.ma.yin): 
Asura es una palabra en idioma sánscrito que en el budismo hace referencia al peldaño más bajo del rango de dioses o semidioses de la cosmología budista.
En el hinduismo los asuras eran seres sedientos de poder, que terminaron siendo considerados demoníacos o pecaminosos.
En la religión zoroástrica o mazdeísta de Persia, los asuras o ahuras fueron asociados a Ahura Mazda con las fuerzas del bien o como ángeles.
Los asuras del budismo derivan de los asuras del hinduismo, pero han adquirido varios mitos distintivos a partir de características que sólo existen en los textos budistas.
En este contexto budista, la palabra se puede traducir como el Titán de la mitología de la antigua Grecia o como un semidiós, aunque esta definición no es del todo satisfactoria. La analogía más cercana en las tradiciones europeas pueden ser los jötnar de la mitología escandinava, que van desde semi-divinidades hasta monstruos y suelen tener guerras contra los dioses, aunque en ocasiones se casan con ellos. También se puede traducir como gigantes.
Mientras todos los dioses del Kāmadhātu están sujetos a pasiones en algún grado, los asuras han llegado a ser adictos a éstas, especialmente al orgullo, la belicosidad, la ira o la vanidad.
Debido a sus pasiones, el renacimiento en asura se considera uno de los cuatro nacimientos desdichados (junto con el renacimiento en animal, en el reino de los Pretas o en el reino Naraka). El estado de un asura refleja el estado mental de un humano obsesionado con la fuerza y la violencia, siempre buscando una excusa para entrar en guerras y conflictos, enfadados con todo el mundo e incapaces de mantener la calma o solventar problemas pacíficamente.
En términos de poder, los asuras se encuentran por encima de los humanos pero por debajo de los demás dioses. Viven en la región al pie del monte Sumeru y al menos parcialmente en el mar que le rodea.
En la cosmografía popular del Bhavachakra, los asuras se ven como la sexta etapa de la existencia y algunas veces agrupada con la de los devas. Originariamente, la versión fue la de las cinco etapas, convertidas en seis en el Tíbet por la autoridad de Je Tsongkhapa.
Los líderes de los asuras son los Asurendra (en sánscrito indra significa ‘rey’), que en idioma pāli se transformaron en Asurinda). Hay varios tipos de Asurendra, ya que los asuras se dividieron en diferentes tribus o facciones, entre las que encontramos los asuras dānaveghasa y los asuras kālaka añyakas. Los líderes principales son Vemachitrin, Rajú (también llamado Verocha o Veróchana) y Pajārāda. 

Reinos terrestres
Manuṣyaloka (tibetano: mi):
o   Yambuduipa o Jambudīpa
o   Pūrvavideha o Pubbavideha
o   Aparagodānīya o Aparagoyāna
o   Uttarakuru
Tiryagyoni-loka o Tiracchāna-yoni
Pretaloka o Petaloka 
Narakas
Naraka es el nombre dado a uno de los seis reinos de existencia de mayor sufrimiento en toda la cosmología budista.
Naraka se traduce generalmente al español como infierno o “purgatorio”. Los Narakas de la religión budista están estrechamente relacionados con Di Yu, el infierno en la mitología china. Un Naraka difiere de los infiernos de tradición occidental en dos aspectos. Primero, los seres no son enviados al Naraka como resultado de un juicio divino con su correspondiente castigo; segundo, la estancia en el Naraka no es eterna, aunque suela ser muy larga.
Según el budismo, un ser nace en un Naraka como resultado directo de su karma previo (consecuencia de sus pensamientos, sus palabras y sus acciones), y reside en él por un período determinado, hasta que su karma haya alcanzado su resultado final. Después de que su karma negativo termine y se agote, podrá renacer en alguno de los mundos superiores como resultado de un karma anterior que no había madurado todavía.
La mentalidad de un ser en el infierno correspondería a un estado de extremo terror, desamparo y angustia en un humano.
Físicamente, el reino Naraka se encuentra a lo largo de una serie de redes de cavernas que se extienden por debajo del Yambu Duipa (el mundo humano ordinario) en el interior de la Tierra. Hay diferentes maneras de enumerar los distintos Narakas y describir sus tormentos. Una de las más comunes es la de los Ocho Narakas Helados y los Ocho Narakas Ardientes, que se describen más abajo.
Representación del infierno budista.
Narakas fríos
Arbuda: el Naraka “ampolla”
El Naraka “ampolla”. Es una oscura y congelada llanura rodeada de montaña heladas y continuamente barrida por ventiscas. Los habitantes de este mundo nacen directamente siendo adultos y soportan una larga vida desnuda y sola, mientras que el frío les provoca quemaduras y ampollas por todo el cuerpo. Se dice que la duración de una vida en este Naraka es la que se necesitaría para vaciar un barril de semillas de sésamo si sólo se tomara un grano cada cien años. 
Nirarbuda: el Naraka “ampolla rota”
El Naraka “ampolla abierta”. Este Naraka es todavía más frío que el anterior, y aquí las ampollas se abren, dejando a los seres que lo habitan con sus cuerpos helados y cubiertos de sangre y pus. 
Aṭaṭa: el Naraka de escalofríos
El Naraka de los escalofríos. En él, los seres sufren un frío terrible, y el sonido que producen con sus bocas al temblar (aṭ-aṭ-aṭ) le da el nombre al Naraka. 
Hahava: el Naraka de la lamentación
El Naraka de la lamentación. Los seres se lamentan enmedio del frío, pronunciando ha, ho de dolor. 
Huhuva: el Naraka de los dientes castañeantes
El Naraka de los dientes castañeantes. En este Naraka, los seres tiemblan y castañean sus dientes de forma continua, produciendo el sonido hu hu. 
Utpala: el Naraka del “loto azul”
El Naraka del “loto azul”. Aquí, el frío intenso provoca que la piel se vuelva de color azul como el color del nenúfar Utpala 
Padma: el Naraka del “loto”
El Naraka del “loto”. En este Naraka las ventiscas rompen la piel congelada, abriendo heridas de sangre y carne cruda. 
Mahāpadma: el Naraka del “gran loto”
El Naraka del “gran loto”. En él, el cuerpo entero termina por romperse en piezas, quedando los órganos internos expuestos también al frío, y rompiéndose ellos también más tarde. 
Narakas calientes
Sañjīva: el Naraka del “resurgimiento”. La vida en este Naraka dura 1,62*1012 años (o 1,62 billones de años). 
El Naraka “del resucitado”. En este Naraka, el suelo está hecho de hierro al rojo vivo, calentado por un inmenso fuego. Se renace siendo adulto directamente, en un estado de miedo y miseria. Tan pronto como el ser comienza a tener miedo de sentirse perjudicado o dañado por los otros seres que lo acompañan, empiezan a atacarse unos a otros con unas cuchillas o garras de acero que aparecen en el lugar. Otras fuentes indican que son los guardias de Iama los que atacan a los seres con una amplia variedad de armas terribles. Una vez el ser comienza a sentir la inconsciencia que sigue al fallecimiento, recuperan repentinamente las fuerzas y la salud, y el ataque comienza de nuevo. Otras torturas que también se pueden experimentar en este Naraka incluyen el morir calcinados al arrojarles metal fundido, ser descuartizados, y sufrir debido a las altísimas temperaturas del propio suelo. La vida en este Naraka dura unos 1620 billones (1 620 000 000 000) de años. Se dice que está 1000 ioyanas (13 000 km) por debajo del Yambuduipa y mide 10 000 ioyanas en cada dirección. 
Kālasūtra: el Naraka del “hilo negro”. La vida en este Naraka dura 12,96*1012 años.
El Naraka “de líneas/hilos negros”. En él, aparte de los tormentos antes nombrados, se incluye el de dibujar líneas negras a lo largo del cuerpo del condenado, tras lo cual los sirvientes de Iama cortan el cuerpo siguiendo las líneas con ardientes sierras y afiladas hachas. La vida en este Naraka tiene una duración de 12 960 billones de años. 
Saṃghāta: el Naraka del “aplastamiento”. La vida en este Naraka dura 103,68*10 años.
El Naraka “del aplastado”. Este Naraka también tiene el suelo de hierro al rojo vivo, pero está rodeado de enormes montañas de rocas que se estrellan unas contra otras y caen, aplastando a los seres, y dejando una masa sanguinolenta debajo de los escombros. Las rocas vuelven a colocarse en su posición original, y el ser se recupera de nuevo, repitiéndose el proceso una y otra vez. Una vida en este Naraka suele durar unos 103 680 billones de años. 
Raurava: el Naraka del “grito”. La vida en este Naraka dura 82 944*1012 años.
El Naraka “del grito”. Aquí los seres corren, huyendo de los anteriores tormentos, y sobre todo del suelo ardiente. Cuando encuentran un refugio, quedan encerrados dentro, mientras unas llamaradas rodean la estructura, oyéndose desde fuera los gritos de los seres atrapados mientras se consumen lentamente. La vida en este Naraka tiene una duración de 6,6355 trillones de años. 
Mahāraurava: el Naraka del “gran grito”. La vida en este Naraka dura 6635,52*1012 años.
El Naraka “del gran grito”. Similar al anterior, pero con castigos y dolor más grandes. La vida aquí dura 53,08 trillones de años. 
Tapana: el Naraka del “calentamiento”. La vida en este Naraka dura 53 084,16*10 años. 
El Naraka “del calor”. En este Naraka los sirvientes de Iama empalan a los condenados con lanzas ardientes, hasta que las llamas salen a través de la boca y la nariz. La vida en este Naraka dura 53,08 trillones de años.
Pratāpana: el Naraka del “gran calentamiento”. La vida en este Naraka dura 424 673,28*1012 años.
El Naraka “del gran calor”. Las torturas son parecidas a las del Naraka Tapana, pero aquí los seres son atravesados de una forma aún más sangrienta, usando tridentes. Este Naraka tiene una duración de 424,67 trillones de años. Se ha dicho que es la mitad de un kalpa. 
Avīci: el Naraka “sin interrupción”. La vida en este Naraka dura 3 397 386,24*1012 años (o 3,4 trillones de años)
El Naraka “ininterrumpido”. Aquí, los condenados se asan en enormes hornos con gigantescas llamaradas y con un sufrimiento terrible. La vida en este Naraka dura 3397,3862 trillones de años. Se considera como la duración de un kalpa (eón)
Otros Narakas sin definiciones tienen enormes listas de tormentos y vías de sufrimiento. Algunas fuentes hablan de centenares o incluso miles de Narakas diferentes. En algunos textos budistas chinos los nombres y tipos de Narakas fueron elaborados en una gran variedad de formas distintas.
Los sufrimientos de los moradores del Naraka pueden recordar en ocasiones a los que sufren los Pretas, lo que puede llevar al error de confundirlos. La distinción es bastante simple; Los seres del Naraka viven en el inframundo, en el mundo subterráneo, mientras que los pretas viven en la Tierra, por lo que son libres. 

Los cimientos de la Tierra
Cosmología Horizontal: Sahasra
Mientras que la cosmología vertical describe el arreglo de los mundos en forma vertical, la cosmología del Sahasra (Sánscrito: “mil”) describe cómo se agrupan de manera horizontal. De acuerdo con el maestro universal, el Señor Buda, el universo es infinito en tiempo y espacio. Infinito en el espacio se refiere a que la longitud del universo, el ancho del universo o el número de sistemas solares (lokadhatu) en el universo es infinito. El universo infinito con respecto al tiempo significa que no tiene una fecha de inicio o final. Todo se encuentra surgiendo, creciendo/decayendo y falleciendo. Todo cambia y nada más que el Nirvana es permanente.
Todo este grupo de Mundos/Reinos, desde el Plano de no percepción-ni-no-percepción (Nevasaknkna’nasaknknayatana) hasta el Avichi’, el Naraka “no interrumpido”, constituye un sólo mundo-sistema (llamado un Sakwala). Esto corresponde al alcance del sistema Solar-Salwala que es destruido por el fuego al final del primer mahakalpa. El sistema solar que es destruido siete veces por fuego al final de los mahakalpas y por agua al final del octavo mahakalpa. 

Diez reinos espirituales
El concepto de los Diez reinos espirituales forma parte de la creencia budista de que existen diez estados en la vida a los que los sentimientos están sujetos en cada momento.
El concepto está presente en la cosmología budista y consiste en cuatro estados superiores y seis inferiores.
Algunas escuelas budistas los ven como algo externo, diez planos existenciales diferentes en los que se puede nacer en cada vida. Otras lo ven como estados de la mente, que pueden intercambiarse debido a influencias internas y externas.
Cuatro reinos superiores o nobles
En la tradición del budismo Mahāyāna, los cuatro estados nobles son: aprendizaje, comprensión, bodhisattva y budeidad. Éstos se desarrollan a través de la búsqueda, descubriendo y aspirando a ellos, por la creencia de que los humanos necesitan hacer un esfuerzo para llegar a ellos a partir de sus vidas. 

Aprendizaje
El aprendizaje es la condición en la cual un ser busca alguna habilidad, verdad última o automejora a través de las enseñanzas de los demás. Para acceder a este estado, la persona que experimenta, debe primero desarrollar la sabiduría de la naturaleza de las cosas, libre de ilusiones y desilusiones. Este estado se caracteriza por buscar la verdad a través de fuentes externas, como textos y personas.
Es comparable al concepto de discípulo o sravaka (ver Savakabuda, buda como discípulo). 

Realización
Es el estado en el cual se descubre una verdad parcial a través de las propias observaciones, esfuerzos, concentración y meditación personal. Normalmente, para acceder a este estado, el que experimenta debe haber comprendido que las fuentes de sabiduría externas son inferiores a las internas como su mente. Se caracteriza por buscar la verdad y la comprensión a través de una percepción interna.
Es comparable al concepto de iluminación de buda o Pratyekabuda.
Los dos estados anteriores se conocen en conjunto como los dos vehículos; aunque se basan en el deseo de incrementar la sabiduría, el ego está presente y condiciona. 

Bodhisattva
En el estado de bodhisattva, la persona no solo aspira a la iluminación personal, sino también busca la liberación del sufrimiento de los demás a través de acciones altruistas y compasivas, como la ayuda desinteresada a los demás. Este estado se caracteriza por que el sentimiento de felicidad que da el hecho de ayudar a los demás es superior al de la felicidad que uno consigue para sí mismo. 

Budeidad
El estado de budeidad es el más alto de los diez, la condición de pura e indestructible felicidad que no depende de las circunstancias personales. Quien lo experimenta está totalmente libre de toda desilusión, sufrimiento y miedo. Es la condición de la libertad perfecta y absoluta, caracterizada por sensatez (sabiduría, prudencia) ilimitada, coraje, compasión y fuerza vital.
Este estado es realmente complicado de describir y se obtiene únicamente a través de la percepción directa e interna de la realización, se caracteriza porque no permite caer en estados inferiores debido a causas externas y porque no confía en lo externo para conseguir la felicidad. 

Seis reinos inferiores o del Samsara
Los Seis reinos del samsara, seis reinos de existencia o inferiores son: infierno, hambre, animalidad, ira, humanidad y éxtasis. Éstos aparecen en las vidas de la gente como respuesta a su entorno.
La mayoría de los seres sintientes pasan la mayor parte de su tiempo moviéndose entre estas seis condiciones de vida, del infierno al paraíso, gobernados por sus reacciones a las influencias externas y por tanto muy vulnerables a cualquiera de los seis reinos inferiores. De hecho, su identidad en la realidad mundana está basada en factores externos. 

Infierno
El infierno es la condición de agresión claustrofóbica total, donde uno percibe la carencia total de libertad en sus acciones al tener una energía física y mental mínima. La persona siente estar atrapada por sus circunstancias y está dominada por la ira frustrada y la urgencia de destruir y autodestruirse.
Esta condición es comparable al reino de los Narakas. 

Hambre
El hambre es la condición caracterizada por el deseo insaciable de la posesión que gobierna el resto de acciones: alimentación, poder, fama, placer, envidia, etc. En este estado, la persona está atormentada por la poca habilidad y la lentitud existente para conseguir los objetivos incluso cuando consigue satisfacer sus deseos.
Esta condición es comparable al reino de los espíritus hambrientos o pretas. 

Animalidad
La animalidad es la condición en la cual uno es gobernado por su instinto, no tiene ningún sentido de moralidad y vive únicamente para vivir el presente. En este estado, la persona no dudará en realizar cualquier tipo de actos para conseguir algo personal. Este estado se caracteriza por la total ausencia de buen juicio y razón.
Esta condición es comparable al reino animal. 

Ira
Es el estado en el cual una persona es dominada por su ego, la competitividad, la arrogancia y la necesidad de ser superior en todas las cosas. El que lo experimenta es esclavo de sus desilusiones, viéndose más importante y superior a los demás. Este estado se caracteriza por ver a los demás seres como amenazas potenciales. Así y todo, el resto de experiencias en este estado son bastante placenteras comparadas con el estado humano.
Esta condición es comparable al reino de los asuras o semidioses. 

Humanidad
El reino humano, reino de la humanidad o idealismo de las pasiones, es un estado en el cual la capacidad para diferenciar y la mente pensante están desarrolladas. Se caracteriza por la ambición pasional por ideales abstractos y modelos de rol y es única entre los estados inferiores ya que sabe de su potencial y tiene la motivación suficiente como para superar el sufrimiento. Se caracteriza por lo limitado de su tiempo en comparación con los reinos de los devas y los asuras y porque ocurre de manera muy poco frecuente.
Esta condición es comparable al reino humano. 

Éxtasis
El éxtasis es el Reino de los Deva (dioses), la condición de placer total, cuando los deseos han sido superados por las experiencias de una vida corta pero intensa en sentimientos de disfrute. A diferencia de la verdadera felicidad conseguida con la budeidad, este estado es temporal y, como la humanidad, fácilmente destructible con un pequeño cambio en las circunstancias. Una persona inevitablemente descenderá a un reino inferior una vez que esta felicidad temporal desaparezca.
Este estado se caracteriza por no sentir emociones negativas y ser menos vulnerable a influencias externas que los estados inferiores a él.
Esta condición es comparable al Reino de los Deva o dioses. 

Interpretación de los diez reinos
Cada uno de los estados, tiene potencial suficiente para dar paso a cualquiera de los demás en cualquier momento. Muchas corrientes del budismo creen que según se practica el budismo, se consigue que el estado de budeidad se vaya haciendo predominante en la vida de quien lo practica, ya que los actos que realizamos en un estado son una especie de filtro que hace aparecer los aspectos positivos de los otros nueve.
Los estados se denominan igual que los planos de existencia; la forma de pasar de uno a otro es a través del renacimiento en la próxima vida; nacer en otro estado tras la muerte. Todo ello está a su vez gobernado por el karma según las elecciones que se hacen durante la vida.

Próximo Capítulo: Cosmogonía Medo-Persa

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