jueves, 19 de octubre de 2017

Capítulo 8- Cosmogonía Maya y Azteca


Cosmogonía maya


EL POPOL VUH
El Popol Vuh es el libro sagrado de los quiché, conjunto de tribus habitantes en lo que hoy es Guatemala y que pertenecían a la familia lingüística de los maya.
Está redactado después de la conquista española y hace referencia a un libro original escrito en la antigüedad, que permanece “inaccesible a investigadores y pensadores”. La obra narra la creación del Universo y del hombre, además de profecías sobre la llegada de seres procedentes del otro lado del mar. Se refiere a la revelación realizada a los humanos por una serie de dioses llamados: Tzacol, Bitol, Alom, Qaholom, Hunahpú-Vuch, Hunahpú-Utiú, Zaqui-Nimá-Tziís, Nim-Ac, Tepeu, Gucumatz, U Qux Cho, U Qux Paló, Ah Raxá Lac, Ah Raxá Tzel, así como narraciones de “la Abuela y el Abuelo cuyos nombres son Ixmucané e Ixpiyacoc, amparadores y protectores, dos veces abuela, dos veces abuelo, cuando contaban todo lo que hicieron en el principio de la vida, el principio de la historia”.
En la primera parte, capítulo primero, se inicia el relato exponiendo que todo estaba en silencio, con una gran calma y reinando la total oscuridad. El cielo estaba vacío y no existía la tierra ni el hombre, ni animales, ni plantas, ni piedras, ni nada. Sólo existía el cielo y el agua en reposo. En ella, y rodeados de claridad, se hallaban el Creador (Gran Padre), el Formador (Gran Madre), Tepeu y Gucumatz (Progenitores). Todos estaban ocultos bajo plumas verdes y azules.
En este contexto, Tepeu y Gucumatz dialogaron entre sí y acordaron la creación del Universo y los procedimientos a seguir para ello. Dispusieron que el agua se retirara para que surgiera la tierra y que amaneciera tanto en ella como en el cielo. Encargaron la materialización de la tarea a Corazón del Cielo, llamado Caculhá-Huracán y Chipi-Caculhá y Raxá-Caculhá.
Y dijeron ¡Tierra! Y se formaron la tierra, las montañas y los valles. Aparecieron los ríos y los lagos quedando las aguas separadas y, al instante, brotaron los bosques de cipreses y pinos en la superficie.
Gucumatz y Tepeu quedaron satisfechos y dijeron: “¡Buena ha sido tu venida, Corazón del Cielo, tú, Huracán, y tú, Chipi-Caculhá, Raxá-Caculhá!”
Así fue la creación de la tierra.

Asimismo ordenaron que hubiera vida sobre la tierra y así se hizo. Fueron creados todos los animales y les pidieron que adoraran y alabaran a sus progenitores, pero al no poder conseguirlo los desterraron a los bosques y barrancos para allí obtener su alimento y hallar su cobijo. “Por esta razón fueron inmoladas sus carnes y condenados a ser matados y comidos los animales que existen sobre la faz de la tierra”.
Ante este fracaso, los dioses cambiaron de estrategia y decidieron crear un ser obediente y respetuoso para que los venerara y alabara. Decidieron utilizar el barro para formarlo, pero pronto vieron que no era adecuado “porque se deshacía, estaba blando, no tenía movimiento, no tenía fuerza, se caía, estaba aguado, no movía la cabeza, la cara se le iba para un lado, tenía velada la vista, no podía ver hacia atrás. Al principio hablaba, pero no tenía entendimiento. 
Rápidamente se humedeció dentro del agua y no se pudo sostener”.
Ante el nuevo fracaso, Huracán, Tepeu y Gucumatz decidieron pedir opinión a sus abuelos del alba, Ixpayacoc e Ixmucané y a otras deidades como Hunahpú-Vuch, Hunahpú-Utiú, Nim-Ac, Nim-Tziís, sobre si podría tener éxito la construcción de un hombre de madera.
Y los dioses respondieron “Buenos saldrán vuestros muñecos hechos de madera y hablarán y conversarán sobre la faz de la tierra”. 
Ante esta respuesta, el Creador y el Formador labraron unos muñecos de madera que se parecían al hombre y hablaban como él. Se multiplicaron y poblaron la superficie de la tierra, pero no tenían alma, ni entendimiento, ni sangre y caminaban a gatas sin rumbo.
Estos fueron los primeros hombres que en gran número existieron sobre la faz de la tierra.
Pero como no reconocían al Creador, ni al Formador ni a Corazón del Cielo, pronto cayeron en desgracia y fueron aniquilados. Corazón del Cielo provocó un gran diluvio y se oscureció la faz de la Tierra. Todos los animales y los utensilios domésticos se sublevaron por los malos tratos recibidos por los hombres de madera y se vengaron de ellos ayudando a su destrucción. Los muñecos de madera, desesperados, trataban de refugiarse entrando en sus viviendas, pero éstas se derrumbaban, querían subirse a los árboles y éstos los arrojaban lejos de sí y si pretendían entrar en las cavernas, éstas se cerraban ante ellos y dicen que la descendencia de aquellos muñecos de madera son los monos que habitan en los bosques. Y por esta razón el mono se parece al hombre.
El nuevo fracaso en la creación del hombre motivó que, de nuevo, los dioses se reunieran y celebraran consejo en la oscuridad de la noche. Y tras mucho reflexionar, Tepeu y Gucumatz dijeron: “Ha llegado el tiempo del amanecer, de que se termine la obra y que aparezcan los que nos han de sustentar y nutrir, los hijos esclarecidos, los vasallos civilizados. Que aparezca el hombre, la humanidad, sobre la superficie de la tierra.”
Faltaba poco para que el Sol, la Luna y las estrellas aparecieran sobre los Creadores y Formadores cuando Yac, el gato montés, Utiú, el coyote, Quel, la cotorra y Hoh, el cuervo les informaron de la existencia de mazorcas amarillas y blancas en Paxil y Cayalá. Y entonces vieron claramente que el hombre había de ser creado de maíz.
Y de esta manera se sintieron alegres porque habían encontrado una hermosa tierra con gran abundancia y variedad de alimentos. Y entonces Ixmucané molió las mazorcas amarillas y blancas haciendo nueve bebidas que sirvieron para elaborar los músculos y el vigor de los hombres. A continuación formaron los cuatro primeros seres humanos a base de maíz amarillo y blanco. “Esto hicieron los Progenitores, Tepeu y Gucumatz, así llamados”.
El primer hombre se llamó Balam-Quitzé, el segundo Balam-Acab, el tercero Mahucutah y el cuarto Iqui-Balam. A continuación, y de los cuerpos de aquéllos, crearon a las cuatro primeras mujeres: Caha (Agua Parada que cae), Comí (Agua Hermosa Escogida), Tzununiha (Agua de Gorriones) y Caquixaha (Agua de Guacamayas). Todos fueron dotados de inteligencia y vista y observaron y conocieron todo lo que hay en el mundo, aún aquello que se encontraba distante u oculto, y su sabiduría era grande.
Pero el Creador y el Formador no estaban satisfechos porque los habían creado como dioses y sintieron celos de ellos.

De nuevo se reunieron el Corazón del Cielo, Huracán, Chipi-Caculhá, Raxá-Caculhá, Tepeu, Gucumatz, los Progenitores, Ixpiyacoc, Ixmucané, el Creador y el Formador, decidiendo modificar la naturaleza de su obra. Entonces el Corazón del Cielo les echó un vaho sobre los ojos, que quedaron empañados y sólo podían ver con claridad lo que estaba cerca, quedando así fue destruida la sabiduría de los cuatro hombres, que fueron el origen de la raza quiché. 

LA LEYENDA DE XEL-HÁ
La leyenda Xel-Há habla de una creación mágica y dice así:
“Después del último diluvio, bulkabal, reinaba el caos. Del caos nació la oscuridad y todo era como en el principio. Nada tenía existencia, ni movimiento. 
Sólo mar y cielo habitados por la oscuridad y el silencio”.
Entonces Hunab-Kú, único dios-creador del mundo, descendió a los mares. Invitó a los trece dioses celestiales, Oxlahuntikú, a danzar con él sobre las aguas y el primer día separaron el mar del firmamento.
Al segundo día, una vez cansados de danzar en las frías aguas del mar, crearon una firme capa de tierra donde reposarían hasta terminar su creación. Dijeron ¡Tierra! y la más bella surgió de entre las aguas.
Al tercer día invocaron a Chac, dios de la lluvia, y éste derramó una lluvia fértil sobre las hendiduras secretas de la tierra que la revistió de hierbas, flores, plantas, y árboles.
Al cuarto día la lluvia continuó cayendo y se llenaron todas las oquedades que existían en la tierra, creándose así las más bellas lagunas y cenotes.
El quinto día, Kukulcán, dios del viento, batió sus alas y de ellas se extendieron las más cálidas brisas que dotaron de armoniosos movimientos a todo cuanto en la breve península existiera.
El sexto día, Kukulcán sopló sobre los mares, y de la espuma surgió Ixchel, diosa de la Luna y de la fertilidad, que subió a los cielos y, tras ser fecundada por Ahkin, dios Sol, alumbró a Itzamná, señor de los cielos. Y así hubo día y noche en la bella tierra entre las aguas.
El séptimo día, Itzamná pintó la noche con hermosas estrellas celestes, entre ellas la más brillante, Yaman Ek, vigilante-guardián.
El octavo día, los dioses ordenaron “¡Que todos los árboles tengan sus guardianes!” y llegaron las más variadas aves y, a Mo, la guacamaya, que era la más agraciada y colorida, la nombraron “ángel guardián de los cielos”.
Al noveno día, Hunab-Kú clavó en la tierra un cuchillo blanco. Y de allí salieron las bestias y reptiles, jaguares y monos. Y nombraron “guardián de la Tierra” a Huh, la iguana.
El décimo día, Ixchel descendió de los cielos para danzar desnuda en un cenote y fecundó las aguas. Brotaron bancos de peces, grandes, pequeños, multicolores, y los dioses escogieron a Kay-Op, pez lora, como “guardián de las aguas”.
El décimo primer día, los dioses descansaron, pero sintieron frío y oraron a Ahkin, dios del Sol, y éste salió de entre los cielos y con su mágico fuego iluminó los mares, cenotes y lagunas Y el clima de la tierra se tornó cálido y gentil.
El duodécimo día los dioses crearon al más perfecto de los seres vivos, a quien dotaron de inteligencia, habla, vista, olfato, oído, tacto, gusto y movimiento, para que disfrutara de toda la magia de cuanto hubiere en la tierra y entre las aguas.
Y entonces danzaron, cantaron, celebraron jubilosos y se elevaron nuevamente a los cielos. Y los dioses contemplaron complacidos su mágica obra, la creación más perfecta, la más gloriosa, la más hermosa de todas las creaciones y la nombraron Xel Há, “lugar donde nacen las aguas”.


LOS MAYA DE YUCATÁN
Los mayas del Yucatán tenían su propia leyenda sobre la creación del universo y del hombre. Una leyenda que les había sido revelada por una iguana sagrada. 
Ellos también creían que antes de que se creara el mundo sólo había agua cubriendo y abrazando a la tierra y que únicamente existía una pareja de dioses: 
El Gran Padre, representado como una iguana cubierta de plumas, y la Gran Madre, ambos eran también llamados Señor Iguano y Señora Iguana. La narración pone en boca de una iguana “Mis antepasados, las iguanas de los primeros tiempos, oyeron contar que el Gran Padre dormía amorosamente abrazado a la Gran Madre, porque él era el agua y ella la tierra”.
Cuando el Gran Padre despertó, dijo a la Gran Madre, al tiempo que resonaban muchas piedras preciosas: “Debemos elevar los cielos para que haya vida sobre la tierra y que el agua ocupe de inmediato su lugar y surjan los valles y las montañas”. La Gran Madre estuvo de acuerdo y el Gran Padre tomó una piedra preciosa y la colocó en el centro de la tierra haciendo que despertara el espíritu del maíz dormido en su interior. De las entrañas de la tierra brotó una ceiba frondosa con la misión de sostener el cielo. Por eso las ceibas son sagradas entre los mayas. La Gran Madre dudaba de que el cielo quedara bien firme sobre la tierra y entonces el Gran Padre situó una piedra preciosa en cada una de las cuatro esquinas y en el oriente creció un árbol rojo, en el norte, uno blanco, en el poniente, uno negro y en el sur uno amarillo. Así, cinco ceibas sagradas, sostuvieron el cielo y sus raíces crecieron en la parte inferior de la tierra. Tras quedar separados el cielo y la tierra, las aguas fueron desplazándose y aparecieron las montañas, los ríos, los lagos, y el mar ocupó todo el espacio en torno a la tierra emergida. Entonces la Gran Madre propuso al Gran Padre crear vida en los montes, selvas, ríos y mares: “Hagamos las plantas y animales para que habiten la tierra”. Y para crearlas, el Gran Padre utilizó piedras preciosas y así nacieron todas las plantas y animales que pueblan el agua, la tierra, y el aire. 
A cada uno le dieron su propia voz y su lugar donde vivir. Ambos dioses ordenaron al quetzal, de plumas verdes y azules, que se posara sobre el primer árbol que había existido en el mundo y dispusieron que el centro de la tierra fuera el lugar de la regeneración de la vida. Mandaron a la oropéndola roja al oriente a que se posara sobre el árbol rojo, creando así a los dioses de la fecundidad.
Enviaron al cenzontle (un pájaro) al norte, al árbol blanco, y ése fue el lugar que el Gran Padre y la Gran Madre escogieron para vivir.

Dispusieron que el pajarillo de pecho negro fuera al poniente a posarse sobre el árbol negro y lo designaron como el lugar del reposo de los muertos.
La oropéndola amarilla fue destinada al sur, al árbol amarillo, y allí se ubicaron los demás dioses del maíz, las aves y las semillas.
Terminada toda la labor, el Gran Padre y la Gran Madre pidieron a los animales que los adoraran, pero no fueron capaces de ello y además no sabían pronunciar los nombres de los dioses. Sólo gorjeaban, trinaban, piaban, graznaban, ladraban, rugían, gruñían, pero no hablaban.
Los dioses se sintieron decepcionados, pero continuaron la creación y con unas piedras rojas hicieron el Sol, con otras amarillas compusieron la Luna y con otras muchas más, las estrellas. La tierra ya tenía luz y calor para que pudieran vivir los animales y plantas, pero el Gran Padre y la Gran Madre pensaron que era necesario controlar las lluvias y los vientos para que la vegetación pudiera desarrollarse sin que se secara o se pudriera de humedad.
Y para ello, crearon al dios del viento llamado Kukulcán, quien se encargaría de que los vientos barrieran con cuidado el camino de la lluvia.
Le dieron a Kukulcán como disfraz un traje de serpiente emplumada y le otorgaron el poder sobre los vientos y los huracanes.
Después crearon a Chac, el dios de la lluvia, y le dieron como disfraz una nariz larga, una lengua y unos colmillos de serpiente. Y le regalaron un hacha, símbolo del rayo y el trueno con que anunciaría su paso. Las ranas serían los heraldos de Chac y croarían anunciando la lluvia.
El Gran Padre y la Gran Madre dieron cuatro ayudantes a Kukulkán y Chac para que cumplieran su trabajo de hacer llegar el viento y la lluvia a la tierra. Estos ayudantes eran los chacs, que llevaban consigo unas calabazas con agua, unos sacos con viento, un tambor y un hacha. Para cumplir las órdenes de Kukulkán y de Chac, abrían las calabazas para dejar caer la lluvia, de los sacos dejaban escapar el viento, con el tambor producían los truenos y con las hachas los relámpagos.
Tras estas creaciones, la Señora Iguana dibujó en la tierra el mapa de Yucatán para que los seres humanos vivieran allí y adoraran a los dioses, ya que los animales y plantas no habían tenido la suficiente inteligencia para hacerlo. El Gran Padre enseñaría a los hombres a labrar la tierra, mientras que la Gran Madre mostraría a las mujeres cómo tejer y pintar.
Entonces los dioses crearon a los primeros habitantes del Yucatán: unos enanos sabios e industriosos. Pero el Sol se desplomó desde el cielo cayendo sobre las aguas de la tierra y ocasionó un gran diluvio que acabó con los enanos. Los dioses crearon a otros hombres para que habitaran la tierra, pero también dejaron de existir por otro diluvio.
En su tercer intento, crearon unos hombres justos y sabios que trabajaban de noche, porque no había Sol y la Luna no alumbraba lo suficiente.
Estos hombres levantaron grandes pirámides con poderes mágicos, pues colocaban las piedras en su lugar sin tener que tocarlas, simplemente lo hacían silbando. Pero fueron destruidos de nuevo por otra inundación.
Entonces el Gran Padre y la Gran Madre crearon a cuatro dioses llamados Bacabs para que sostuvieran el cielo en cada uno de los puntos cardinales evitando que el agua celestial se desplomara sobre la tierra causando otra inundación. Los Bacabs se llamaron: Bacab Rojo, Bacab Blanco, Bacab Negro y Bacab Amarillo.
Al Bacab Rojo fue ubicado en el oriente y le permitieron controlar el espíritu de las lluvias abundantes.
Al Bacab Blanco lo situaron en el norte y le dieron poder sobre el espíritu de la lluvia que facilitaba el crecimiento del algodón.
Al Bacab Negro le correspondió el poniente con poder sobre las tormentas y los espíritus de los muertos.
Al Bacab Amarillo lo ubicaron en el sur y le otorgaron el poder de gobernar las lluvias que propiciaban el crecimiento del maíz y le encargaron que vigilara la producción de la miel de abejas.
Una vez sujeto el cielo, los dioses crearon a los hombres de maíz y por eso perduraron.
La Luna iluminaba escasamente porque ya estaba cansada de alumbrar sola desde que el Sol se hundió y, ante ello, los dioses pensaron en crear de nuevo a los dos astros. Una noche que salieron a pasear por la playa, el Señor Iguano y la Señora Iguana encontraron dos huevos pequeños y los enterraron en la arena. Al cabo de un tiempo, los huevos se rompieron naciendo de ellos un niño que dormía en un árbol y una niña que dormía en el interior de un pequeño cenote.
Desde el árbol, el niño veía como el Señor Iguano y la Señora Iguana rehacían las montañas y los valles y los ríos para los mayas. Pero como no había Sol, la tierra estaba muy mojada por los diluvios que habían acabado con los hombres antes que los dioses los hicieran de maíz.
El Señor Iguana y la Señora Iguana preguntaron a los niños si estarían dispuestos a ser el Sol y la Luna y, ante la respuesta afirmativa, el niño se transformó en el Sol y la niña en la Luna. Alumbraron la tierra durante cuarenta días y cuarenta noches hasta que se secó y crecieron de nuevo las plantas comestibles y los hombres pudieron variar su alimentación que hasta entonces se componía exclusivamente de peces. Sin embargo si permanecían simultáneamente en el firmamento generaban demasiada luz y calor sobre la tierra por lo que los dioses ordenaron que el Sol saliera sólo durante el día y la Luna de noche.
Una vez restablecidos el Sol y la Luna en el cielo, el hombre creado de la sustancia del maíz pudo vivir sin dificultad. Entonces el Gran Padre, Señor Iguano y la Gran Madre, Señora Iguana, ordenaron a los hombres que los adoraran y los hombres lo hicieran. Los hombres alababan a los dioses y cultivaban la tierra, pero no encontraban los granos de maíz que constituían su verdadero sustento. El maíz estaba debajo de una montaña y sólo las hormigas conocían su situación. Sin embargo, un día, observando la astuta zorra el quehacer de las hormigas vio que transportaban unos granos blancos sobre sus espaldas. La zorra no resistió la curiosidad y probó un grano y, al comprobar su naturaleza, corrió a informar a otros animales y al hombre que había encontrado el escondite del maíz. El hombre pidió ayuda a los dioses de la lluvia para extraer los granos de debajo de la tierra y los chacs golpearon con sus hachas las rocas, pero no pudieron romperlas. Entonces Chac lanzó un rayo contra la montaña y el maíz quedó al descubierto. El rayo había sido muy poderoso y algunos granos se chamuscaron y por eso hay cuatro clases de maíz: maíz negro, el que tiñó el humo del rayo, maíz rojizo, el que pintó el fuego del rayo, el maíz amarillo, el que recibió poco calor y el blanco, que no se dañó.
Cuando los dioses vieron que el hombre ya tenía su alimento y que todo estaba en orden en el universo y en la tierra, se sintieron contentos y se retiraron a descansar con la seguridad de que el hombre vigilaría su sueño.

Dioses
Los dioses DEL PANTEÓN MAYA son invisibles, intangibles y ayudaron a la creación de acuerdo a lo que afirma la cosmogonía maya y se les representó a través de diversos animales como el murciélago, la serpiente, el dragón, el jaguar, los pájaros o los vegetales como el maíz, los minerales como el cuarzo. “Indicándonos con ello que la divinidad tiene su expresión en la naturaleza, en todo lo que nos rodea incluyendo a nosotros mismos”.
Los dioses de la mitología maya están representados como seres sobrenaturales cuyas figuras están hechas por trazos muy estilizados de diversos animales y de elementos vegetales que a veces se combinan con formas humanas dando como resultado un ARTE IMPRESIONISTA. Los dioses mayas son superiores a los hombres y capaces de crear, sin embargo, son concebidos como seres mortales que nacen y mueren y tienen que ser alimentados para sobrevivir. Esto último en realidad es algo simbólico, los mayas se refieren a que sus dioses son concebidos en el auge de su poderosa cultura espiritual, son alimentados (venerados) mientras dicha cultura perdura y posteriormente mueren en el ocaso, decadencia y extinción de la misma. 

ACAT
Es el dios de la vida, formador de los niños en el vientre de sus madres.

AH MUN
Era padre de los dioses gemelos y el dios del maíz, de la agricultura y señor de los bosques. También se le conocía como Hun Hunahpú o Hum Kaax y estaba asociado a la vida, la prosperidad y la abundancia. Era una deidad benévola y se representaba como un joven que, algunas veces, mostraba una mazorca de maíz en la cabeza o sostenía una vasija con tres mazorcas.
Como patrono de la agricultura realizaba una gran variedad de tareas y se enfrentaba a muchos enemigos entre los propios dioses. Sus principales adversarios eran las deidades de la lluvia, del viento, de la sequía, del hambre y de la muerte. 

AH MUZENKAB
Era el dios de las abejas y la miel. 



AH PUCH
También conocido como Kisin, Kimil, Yun cax o Hun Ahaw era el dios de la muerte violenta, de los sacrificios humanos y señor del noveno infierno. Se le representaba con una calavera en la cabeza y en su torso podían verse las costillas y la columna vertebral. Si el cuerpo tenía carne, ésta se mostraba cubierta de círculos negros indicando putrefacción. Exhibía, a modo de ornamento, cascabeles en los cabellos o en forma de collar. En las representaciones artísticas se le solía ver incendiando casas con una antorcha y derribándolas con una lanza.


AH RAXÁ LAC
Era el Señor del verde plato, es decir, la tierra en opinión de Fray Francisco Ximénez. 

AH RAXÁ TZEL
Era el Señor de la jícara verde o del cajete azul. Según Fray Francisco Ximénez, cajete azul era la forma de denominar el cielo.

AHAU CHAMAHEZ
Dios de la Medicina, junto con Cit Bolon Tum. Hacían triplete con Ixchel, patrona de los curanderos, de los partos y nacimientos. 

AHAU KINICH
Era la representación deificada del Sol para los mayas del Yucatán, aunque, lo más probable es que fuera una advocación del dios creador Itzamná. En su tránsito nocturno por el mundo inferior se le representaba como el Dios Jaguar, el felino nocturno, por lo que los cielos tachonados de estrellas se han considerado como la piel moteada del jaguar.
Entre los mayas había un aspecto dual del Sol: el anciano celeste asociado a Itzamná y llamado Itzamná Kinich Ahau y por otra parte el joven sol, personificación del día (Ahau) quien cortejaba a la luna con quien tuvo algunas aventuras. Llevaba una cerbatana por la tierra antes de ser el Sol, el joven dios Sol suele representarse con ojos almendrados, mientras que en su forma de anciano Itzamná Kinich Ahau (rostro del Sol), suele representarse con sus enormes ojos cuadrados, bizcos, la nariz muy recta y los dientes incisivos superiores limados en forma de una pequeña “T”. En los códices se le agrega el signo Kin (sol, día) de cuatro pétalos. 

AHALCANÁ
Provocaba el Chuganal (hepatitis). Residía en el Xibalbá o inframundo.

AHALMEZ
Causaba desgracias. Residía en el Xibalbá o inframundo.

AHALPUH
Provocaba el Chuganal (hepatitis). Residía en el Xibalbá o inframundo.

AHALTOCOB
Causaba desgracias. Residía en el Xibalbá o inframundo.

AHAUAB DE XIBALBÁ (Los Señores de la Noche)
Con esta denominación se conocían a los Señores del Infierno, asistentes directos de los Señores Principales, Hun-Camé y Vucub-Camé, los padres y soberanos del Inframundo. Los Señores Infernales más conocidos eran: Ahalcaná, “el que hace la aguadija”, y Ahalpuh, “el que labra las materias”, cuyo oficio era provocar la inflación de las piernas de los humanos induciéndoles heridas purulentas y provocándoles la ictericia.
Ahalmez, “el que hace la basura”, y Ahaltocob, “el que causa la miseria”, que tenían como misión mortificar a los humanos para que contrajeran enfermedades y murieran boca abajo, en la puerta de su casa o detrás de ella. Cuchumaquic, “la sangre junta”, y Xiquiripat, “la angarilla voladora”, que provocaban hemorragias.
Chamiabac también llamado “vara de hueso” y Chamiaholom “la vara de calavera”, que eran los esbirros del Infierno y que se dedicaban a enflaquecer a los hombres hasta que morían con la piel del vientre pegada a la columna vertebral.
Otros señores eran Patán y Quicxic, encargados de provocar vómitos de sangre en los humanos con el resultado de una muerte repentina. 

AHMAKIQ
Dios de la agricultura, que se encargaba de encerrar al viento cuando amenazaba con destruir las cosechas. 

ALAGHOM-NAOM
Es la diosa de la tierra, la abundancia y la sabiduría. Creadora del conocimiento consciente y el pensamiento. 

ALOM
Era la diosa madre, la que concebía los hijos, de al, hijo, alán, dar a luz.
Según Fray Francisco Ximénez, los indígenas la llamaban Madre y Fray Bartolomé de las Casas refería que la consideraban como la Gran Madre, que estaba en el cielo.

BACABS (Los 4 Bacabs)
Era los dioses del viento y pilares del Cielo, ya que lo sostenían sobre sus espaldas en los cuatro rincones del Universo. Representan los cuatro puntos cardinales. Uno llevaba una caracola de mar en su espalda, otro una tela de araña, el tercero un caparazón de tortuga y el cuarto una concha en espiral. Eran también dioses de la apicultura. 

BACKLUM-CHAAM
Era el Príapo maya.

BITOL
Según Adrián Recinos, etimológicamente significaba “El Formador”. Sin embargo en el texto del Popol Vuh el formador era Gucumatz.

BOLON DZACAB
Era el dios relacionado con los linajes reales. 

CAMAZOTZ
Dios-murciélago del Inframundo. 

CENOTE
Término utilizado para designar un pequeño estanque o depósito de agua alimentado por corrientes subterráneas, y originado por el hundimiento de una caverna. En el Cenote Sagrado se arrojaban gran cantidad de objetos, con lo que se convirtieron en cenagosos museos del arte prehispánico. También se realizaban sacrificios humanos, arrojando a sus profundidades mujeres, niños e incluso hombres adultos. 

CHAC
Era una de las divinidades más importantes del panteón maya. Se trataba del dios de la lluvia y, por extensión, de la fertilidad y de la agricultura. Estaba representado con una nariz en forma de trompa y dos colmillos enrollados que se dirigían hacia abajo. Generalmente aparecía con un turbante anudado en la cabeza. Solía mostrarse multiplicado en chacs, divinidades que producían la lluvia, el trueno y el relámpago vaciando sus calabazas, tocado sus tambores y arrojando sus hachas de piedra. Les precedían las ranas croando como anunciadoras de la lluvia.


Alguna teoría identificaba a los chacs con los puntos cardinales y se atribuía a cada uno un color distinto.

Ek Xib Chaac el hombre negro. Chaac del oeste, simbolizado por el cuervo negro.

Sac Xib Chaac el hombre blanco. Chaac del norte, simbolizado por la paloma blanca.

Kan Xib Chaac el hombre amarillo Chaac del sur, simbolizado por el águila amarilla.
Chac Xib Chaac el hombre rojo Chaac del este, simbolizado por el faisán rojo.

CHAMIABAC
Causaba el adelgazamiento. Residía en el Xibalbá o inframundo.

CHAMIAHOLOM
Causaba el adelgazamiento. Residía en el Xibalbá o inframundo.

CHUCHUMAQUIC
Causaba hemorragias de sangre. Residía en el Xibalbá o inframundo.

CHAMIABAC y CHAMIAHOLOM
Eran los esbirros del Infierno. 

CHILAM BALAM
La palabra Chilam se aplicaba a una clase de sacerdotes que eran oráculos, adivinos y profetas, mientras que la palabra Balam traducida como Jaguar, indicaba algo misterioso y oculto. Los llamados “Libros de Chilam Balam” eran los libros sagrados de los sacerdotes mayas, que se suponían traducciones literales al alfabeto latino de los originales en lengua jeroglífica maya.

CHIN
Dios del vicio. 

CIT BOLON TUM
Era dios de la Medicina, junto con Ahau Chamahez. 

EC AHUA
El llamado Jefe Negro, una de las divinidades de la guerra. También se le suponía el señor de las plantaciones de cacao.

EK CHUAK
Era el dios de la guerra y patrono de los mercaderes. Se le representaba como una figura de labios gruesos y colgantes, cola de escorpión y cargado con una bolsa de mercancías. Solía pintársele de color negro.
Como dios de la guerra, tenía atributos malévolos y aparecía empuñando una lanza en combate.
Sin embargo, era un dios de naturaleza dual y cuando se le rendía culto como dios de los mercaderes ambulantes, se mostraba como una divinidad benévola. 
Era también patrono del cacao y los cultivadores de este fruto lo honraban con una ceremonia especial para obtener sus favores. 



EKCHUAN
Dios de la estrella polar, patrón de los viajeros y los comerciantes. Mantenía constantes relaciones con el Mundo Inferior. 

GUCUMATZ
Era la serpiente cubierta de plumas verdes, de guc, plumas verdes, quetzal por antonomasia, y cumatz, serpiente. Equivalía a Kukulkán, el nombre maya de Quetzalcóatl, el rey tolteca, conquistador, civilizador y dios de Yucatán durante el período del Nuevo Imperio Maya. 

HUNAB KU
Fue el principal dios maya, creador del mundo y de la humanidad a partir del maíz. Era el padre y señor de todos los dioses y no se representaba bajo ningún aspecto. Creían que su corazón y su mente estaban en el centro del universo y sólo a través del Sol podían comunicarse con él. Se le consideraba una deidad eterna, y única, que confió el gobierno del mundo a dioses menores.
Construyó el mundo tres veces. La primera vez fue habitado por enanos. La segunda vez por los dzolob, una raza oscura y siniestra, y la tercera, y última, por los Mayas.



HUN-CAMÉ
Era uno de los nombres del dios maléfico principal, dios de la Muerte y Gran Señor de los Infiernos. Estaba representado como una calavera descarnada y su nombre era traducido como “uno tomador”. Junto con Vucub-Camé eran los dos grandes jueces del Infierno. Se le conocía también por los nombres de Ah Puch y Hun-Ahau. Se asociaba con Cizibn (el “hedor”), que es la deidad que más se venera en la actualidad a lo largo de toda el área maya desde Chiapas a Yucatán. 

HUN-CIMIL
Ver Hun-Camé. 

HUNAHPÚ
Junto con su hermano Ixbalanqué, era los dioses gemelos del Popol-Vuh, que entraron en el Inframundo y derrotaron a los Señores del Infierno, saliendo convertidos en el Sol y la Luna. 

HUNAHPÚ UTIÚ
Era el dios de la noche, como manifestación masculina.

HUNAHPÚ-VUCH
Era el dios del amanecer. Vuch parecía un término con el que se denominaba el momento que precede al amanecer. Era una divinidad con manifestación femenina. 

HURACÁN
Era el dios del viento, de las tormentas y del fuego. Provocó el diluvio que destruyó a los primeros seres humanos. Según la leyenda vivía en la niebla existente sobre las aguas torrenciales y pronunció repetidamente la palabra “tierra” hasta que ésta emergió de las aguas.
Su nombre se traducía como “Corazón del Cielo”. Se presentaba en forma de tres manifestaciones distintas: Caculhá Huracán, el “Rayo de Una Pierna”, Chipí Caculhá, el “Más Pequeño de los Rayos”, y Raxá Caculhá, el “Rayo muy Hermoso”.

ITZAMNA
Unas veces aparecía como hijo de Hunab Ku y otras se le identificaba con él. También existían diferencias interpretativas en cuanto a su relación con Kinich Ahau, dios del Sol. En ocasiones era el mismo dios y en otras Itzamná figuraba como el padre de Kinich Ahau. Algunas versiones lo consideraban como la deidad más destacada del panteón maya y en otras este honor recaía sobre Hunab Ku. En todo caso, era una deidad bondadosa y se le consideraba como un dios creador, señor del fuego y del corazón. Representaba la muerte y el renacimiento de la vida en la naturaleza. Era el esposo de la diosa de la Luna, Ixchel.



Alguna leyenda le atribuía, junto a su padre, la creación del mundo. Enseñó a los hombres la escritura, el calendario y el arte los códices, también el cacao, el caucho, el maíz y la civilización. Se le representaba como un anciano de nariz ganchuda, desdentado y de mejillas hundidas.
Alguna teoría mostraba la existencia de cuatro itzamnás o Bacabs como sostenedores del cielo y se correspondían con los cuatro puntos cardinales que, a su vez, se asociaban a colores simbólicos, a un árbol (ceiba sagrada) y un ave.
Hobnil, bacab del Este, tenía asignado el color rojo y los años Kan.
Can Tzicnal, bacab del Norte le correspondía el color blanco y los años Muluc,
Zac Cimi, bacab del Oeste estaba asociado al color negro y los años Ix.
Hozanek, bacab del Sur cuyo color era el amarillo y los años Cauac.
NOTA: Kan, Muluc, Ix y Cuac son nombres de días del calendario sagrado maya y cuando el año nuevo comenzaba en uno de ellos, era conocido con ese nombre y se consagraba al bacab correspondiente.

IXBALANQUÉ
Junto con su hermano Hunahpú, eran los dioses gemelos del Popol-Vuh, que entraron en el Inframundo y derrotaron a los Señores del Infierno, saliendo convertidos en el Sol y la Luna.

IXCHEL
Era esposa de Itzamná y se la consideraba como la diosa de la Luna y del arco iris. Alcanzó fama por su infidelidad e inconstancia amorosa, así como por mostrarse, en ocasiones, poco benévola con los humanos al provocar inundaciones devastadoras. Sin embargo, se la adoraba como la diosa de los alumbramientos y las futuras madres, a menudo, realizaban peregrinaciones a la isla de Cozumel, o Isla Mujeres, para encomendarse a ella.

Se le representaba como una anciana enojada con una serpiente sobre la cabeza, garras de felinos y tibias cruzadas en la falda. En unas ocasiones estaba vaciando un cántaro sobre la tierra y en otras llevaba un telar en la cintura y tejía. Determinadas veces aparecía como una mujer sentada en el cuarto creciente de la luna y sosteniendo un conejo. Fue la inventora del arte textil y personificaba el agua como elemento destructivo cuando causaba inundaciones y otros desastres.

IXCHELBELYAR
Diosa de artes como la pintura, los tejidos y bordados. 

IXPIYACO e IXMUCANÉ
Eran conocidos como el viejo y la vieja, (en maya ixnuc es vieja), y se trataba de figuras un tanto confusas. Aparecían invocadas por Tepeu y Gucumatz para que les dieran su opinión sobre el posible éxito de su intención de crear un hombre de madera. Se hablaba de ellos como los Abuelos del Alba, es decir, como si fueran una primera generación de dioses. Esta misma consideración se les atribuía en la leyenda de los dioses gemelos donde aparecían como padres de los dos hermanos Hunahpú-Vuh y Hunahpú-Utiú. Adrián Recinos estimaba que equivalían a los dioses mexicanos Cipactonal y Oxomoco, los sabios que, según la leyenda tolteca, inventaron la astrología y compusieron el calendario.

IXQUIC
Era la diosa de la penitencia, cuyo nombre se traduce como “sangre”. Se creía que era la hija de Cuchumaquic, uno de los Señores de Xibalbá, y que, según la leyenda, concibió a los héroes gemelos, Ixbalanqué y Hunahú, mediante la saliva de la cabeza de Hun Hunahpú que cayó en la palma de su mano. Fue expulsada por su padre de Xibalbá y se escapó a Uleu, la Tierra.




IXTAB
Era la esposa de Ah Puch y diosa del suicidio. Se le representaba colgada del cielo con los ojos cerrados y las mejillas marcadas con círculos negros. Los mayas creían que los suicidas iban directamente al paraíso y por ello les asignaron una diosa protectora, que los ayudaba a alcanzarlo sin extraviarse.

IXTUNTUN
Patrón protector de los grabadores de jade.  

KAN U UAYEYAB
Dios Guardián de las ciudades.  

KINICH AHAU
Era una advocación de Itzamna, aunque alguna versión lo menciona como hijo.
Señor del ojo del sol. En la mitología maya, Kinich Ahau era el dios del Sol y patrono de la música y la poesía; era hijo de Hunab Kuy estaba casado con Ixchel, la Luna. Se le considera una de las advocaciones de Itzamná o Zamná. También se le vincula con Kinich Kakmó. 
Era el gobernante de los dioses, y como tal solucionaba los problemas y distribuía las tierras entre los diferentes pueblos. También era el dios de la guerra. 
Los sacerdotes de sus templos recibían el nombre de Ah Kin, los del Sol y del Tiempo, y profetizaban el futuro de los hombres.  

KISIN
Era el espíritu maligno de los terremotos. Vivía bajo tierra en un purgatorio donde todas las almas permanecían durante un cierto tiempo hasta llegar a su destino final. Se exceptuaban las de los soldados muertos en la batalla y las de las mujeres que morían en el parto. 


KUKULCÁN
Era un dios heredado de los toltecas, la llamada Serpiente Emplumada, sinónimo del dios azteca Quetzalcóatl. Los mayas quichés lo llamaban Gukumatz.
 
La majestuosa pirámide en Chichen Itza dedicada o construida en honor a Kukulkan, que aun cuando nadie no lo dijera bastaría observar el fenómeno natural que acontece en el equinoccio de primavera en aquella región, para por si mismos descubrirlo. Observamos cómo cada año se forman 9 triángulos de luz y sombras unidos entre sí y terminando en las cabezas de serpiente que están al pie de la pirámide, dándole esa figura de una serpiente que baja a la tierra o la fecunda, llamada en la sabiduría maya Kukulkan.
Kukulkan fecunda la tierra para que ésta tenga vida y la tenga en abundancia, así también tenemos que proceder con nuestra propia existencia, lograr que todo ese conjunto de valores que llegan a nosotros cuando luchamos por una transformación integral, en verdad fecunden y logren que nazcan nuevas formas de vida en todo el roce social que tenemos diariamente, que es en donde podremos observar si de verdad estamos siendo fecundados por nuestro Kukulkan interior. 

LENGUAJE DE ZULÚA, EL
Este término se refiere a la importancia mágica de la palabra que debía permanecer oculta para el pueblo el general.
El “Lenguaje de Zulúa” denominaba a un conjunto de conocimientos esotéricos trasmitidos secretamente de padres a hijos en la aristocracia maya. Entre los mayas del Yucatán existía una figura llamada Alachuinic, Hombre Verdadero, encargado de someter cada 20 años a los hombres de alcurnia al llamado “Interrogatorio de los Jefes”, para que los candidatos a la dirección de una población demostraran sus conocimientos.  

MITNAL El MITNAL o MICTLAN
Era un término en lengua maya utilizado para designar al Noveno Infierno. Para los mayas el Mundo Inferior estaba constituido por nueve zonas, siendo la última la más aterradora de todas, el llamado Mitnal.
Algunos mitólogos asociaban el nombre de Mitnal al Dios de la Muerte y Dueño de los Infiernos.  

NACON
Uno de los dioses de la Guerra.
 

NIM-AC
Era el dios padre, consorte de Zaqui-Nimá-Tziís, que, según Patricia Henríquez fue Ixpiyacoc.
 

NOHOK EK
Era un dios astral que se identificaba con el planeta Venus.
Venus es una estrella que tenía importancia fundamental en la astronomía y religión maya, conocida con los nombres de:
NOH EK cuyo significado literal es “Gran Estrella”, y
XUX-EK “La estrella avispa”
Las imágenes que representan a este planeta tienen los ojos cuadrados, la pupila a veces en vírgula (raya muy delgada) y los incisivos limados en forma de T, la nariz es normal.
Decían que propiciaba el combate.
A la luz del gnosticismo vemos que se asocia a QUETZALCOATL-KUKULKAN  en donde en una de sus representaciones, esta deidad aparece en medio de las nubes como el lucero del amanecer.  

OXLAHUNTIKÚ
Las trece divinidades del mundo superior, una por cada nivel del cielo maya.
 

PATÁN
Causaba la muerte repentina. Residía en el Xibalbá o inframundo.
 

PIZLIMTEC
Dios del canto.  

POPOL-VUH
Literalmente, “El Libro de la Comunidad”, es el Libro Sagrado o Biblia de los mayas quichés. Era originalmente un antiguo códice maya y se dividía en tres partes fundamentales: la creación y el origen del hombre, las aventuras de los semidioses Hunaphú e Ixbalanqué y la historia antigua de las tribus indígenas de Guatemala. Este libro desapareció, y en el siglo XVIII, gracias al empeño del Padre Fray Francisco Ximénez, se consiguió que unos indios dieran a conocer un libro escrito en lengua quiché poco después de la conquista española (¿1544?), donde se recopilaban estas viejas tradiciones. En la actualidad se llama Popol Vuh a esta traducción (también conocida como Manuscrito de Chichicastenango).

QAHOLOM
Era el dios padre que engendraba los hijos, de qahol, hijo del padre, qaholaj, engendrar.
Según Fray Francisco Ximénez, los indígenas lo llamaban Padre y Fray Bartolomé de las Casas refería que lo consideraban como el Gran Padre, que estaba en el cielo.
 

SATUNSAT
Es un curioso edificio hallado en las ruinas de Oxkintok, en el norte de la península del Yucatán. Está formado por un laberinto de piedra con tres pisos conectados entre sí por escaleras interiores y se supone que representa el camino de bajada al Inframundo. Se cree que la persona que se internaba en él, experimentaba una especie de “muerte ritual”, entrando en comunicación con sus antepasados y con los dioses, renaciendo finalmente con una nueva fuerza y con extraordinarios conocimientos adquiridos durante el fantástico viaje. Este rito iniciático de descenso a los infiernos suponía una catarsis para los gobernantes de la ciudad o los sacerdotes y, actualmente, para ciertos chamanes y curanderos que buscan en su interior revelaciones sobrenaturales.
 

TEOTLACHCO
Era el Juego de Pelota de los mayas. El Juego de Pelota estuvo muy extendido en los pueblos de la América antigua. Consistía en una diversión, en ocasiones muy violenta, donde se apostaba habitualmente y era normal que terminara con la muerte de los perdedores, aunque existieron otras variantes que incluían el sacrificio de los vencedores. No era solamente un acto lúdico o una competición atlética, pues la cancha de juego era en realidad un diagrama cosmológico y la pelota simbolizaba al sol, lanzada constantemente por el firmamento y que sólo se detenía en los extremos correspondientes a los solsticios. Las zonas de juego estaban habitualmente cerca de los templos y consistían en recintos rectangulares con superficies escalonadas, en cuyos muros se fijaban dos discos de piedra agujereados, uno frente al otro, a través de los cuales cada bando debía introducir la pelota. Se conocen muy poco sus reglas, aunque la pelota que se utilizaba para el juego no podía tocarse con las manos o los pies, debiendo utilizar el pecho, el vientre o las caderas. Jugaban dos equipos opuestos que se protegían con un cinturón ancho y pesado de madera y cuero, protectores en muslos y rodillas, guantes y, en algunas zonas, también cascos.
 

TEPEU
Fue un dios creador y también era conocido como “El Conquistador”, según la traducción de Fray Alonso de Molina en su “Vocabulario de la lengua mexicana”.
 

TUCUR
Eran también llamados Tecolotes o mensajeros de los Señores del Inframundo. Se trataba de cuatro búhos o lechuzas mágicas: Chavi-Tucur o “flecha de búho”, rápido como una flecha, Huracán-Tucur o “piedra de búho”, que no tenía más que una pierna, Caquix-Tucur o “guacamaya búho”, con alas color rojo de fuego y Holom-Tucur o “cabeza de búho”, que era sólo cabeza y alas, sin cuerpo ni piernas.
 

TZACOL
Según Adrián Recinos etimológicamente significa “El Creador”. Sin embargo en el texto del Popol Vuh el creador es Tepeu.
 

TZOMPANTLI
Consistía en una especie de pódium en forma de T cerca de los campos de juego de pelota, cuyo nombre significa “muro de cráneos”. En él se depositaban las cabezas de los perdedores en el Juego de Pelota.
 

U QUX CAH
Se le consideraba como el corazón o espíritu del cielo. 

U QUX CHO
Se le consideraba como el corazón o el espíritu de la laguna.  

U QUX PALÓ
Se le consideraba como el corazón o el espíritu del mar.  

VUCUB-CAMÉ
Traducido como “Siete Tomadores” era junto con Hun-Camé, el otro Gran Señor de Xibalbá, que eran servidos y asistidos por el resto de los Señores del Infierno.
 

XAMAN EK
Fue el dios de la estrella Polar y “guía de los mercaderes”. Era también conocido como Ah Chicum Ek. Estaba considerado como una deidad benévola y se lo representaba con una nariz encorvada y pintas negras en la cabeza.
Se le rendía culto como el dios de los comerciantes y mercaderes porque tomaban como referencia a la estrella polar para orientarse. Por esa razón le levantaban altares a lo largo de los caminos donde le hacían ofrendas para contar con su ayuda en el recorrido.
 
XIBALBÁ
Para los mayas del Yucatán era el diablo, para los mayas-quichés era la región subterránea habitada por los enemigos del hombre, era el Mundo Inferior o Infierno, y su nombre puede ser traducido como “Lugar del Espanto”.
El territorio de Xibalbá estaba formado por nueve niveles llenos de murciélagos mortíferos y una fauna asquerosa, como perros demoníacos devoradores de almas. Cada nivel estaba regido por un Señor de la Noche, siendo el más profundo y tenebroso de todos el llamado Mitnal.
En el descenso a Xibalbá se cruzaban varios ríos, entre ellos uno de pus y otro de sangre, y luego se llegaba a una encrucijada de cuatro caminos: uno negro, otro blanco, otro rojo y el último verde. Siguiendo el camino negro se llegaba a las Casas del Sufrimiento o Lugares de Tormento: la Casa de la Oscuridad, la Casa del Frío, la Casa del Fuego, la Casa de las Navajas de Chay o Cuchillos de Pedernal, la Casa de los Tigres, la Casa de los Murciélagos, etc.
Los mayas consideraban a ciertas cuevas como conductos o pasajes que enlazaban directamente con el Infierno, creencia que hoy en día forma parte de las leyendas de los descendientes de los mayas.
 

XIC
Causaba la muerte repentina. Residía en el Xibalbá o inframundo.
 

XIQUIRIPAT
Causaba hemorragias de sangre. Residía en el Xibalbá o inframundo.
 

YAXCHÉ
Era un árbol inmenso (ceiba) que se encontraba cerca de cada uno de los Bacabs que enraizaban en el mundo subterráneo y sus ramas acogían a las buenas almas, especialmente las de los suicidas.
 

YUM KAAX
Dios del Maíz, era una de las deidades más importantes. Se le representaba como un dios joven, atacado constantemente por el dios de la sequía y defendido por el dios de las lluvias. 
ZAQUI-NIMÁ-TZIÍS
Era la diosa madre que se presentaba encanecida por la edad. Patricia Henríquez Fuentes, de la Universidad de Concepción, la identificó con Ixmucané.
 

ZOTZILHA CHIMALMAN
Era una figura siniestra antagónica a Kinich Ahau, que habitaba en las cavernas y se representaba como un murciélago. Estaba estrechamente relacionado con los señores de la muerte y del inframundo. En el Popol Vuh aparecía a veces bajo la denominación de Camazotz.

Cosmogonía inca
Al igual que otras muchas civilizaciones, los incas trataban de explicarse el mundo donde vivían y justificada por esta pretensión surgió su mitología, que no resulta homogénea debido a la diversidad de leyendas.
Los incas, como la mayor parte de las civilizaciones primitivas, eran politeístas, pero sus dioses no se encontraban todos al mismo nivel. En la cúspide podemos encontrar a Viracocha, dios creador, y a Inti, dios del Sol. Tras ellos, aparecían divinidades de menor categoría representativas de las fuerzas de la Naturaleza.  

LA PRIMITIVA CREACIÓN
En una época muy lejana, cuando aún no se había iniciado el cómputo del tiempo, sólo existía un dios innominado y tres elementos primordiales: tierra, agua y fuego. El dios sintió el impulso de crear el universo y lo formó con los tres materiales primigenios diseñando tres planos que constituían las partes de un todo indisoluble.
El plano superior, llamado Janan Pacha, fue designado como morada de los dioses, quienes eran brillantes y tomaron el aspecto del Sol, de la Luna, de las estrellas, de los cometas y de todo cuanto luce en la bóveda celeste. En la parte inferior de dicho plano moraban los dioses del rayo, del relámpago, del trueno, del arco iris y de todas las cosas que únicamente los dioses pueden explicar.
El plano intermedio, conocido con el nombre de Cay Pacha, fue ocupado por los humanos, los animales, las plantas y, en general, por todos los seres vivos, incluidos los espíritus.
El plano inferior, cuyo nombre era Ucu Pacha, quedó reservado para los muertos.
Los tres planos estaban intercomunicados por medio de unas vías especiales que permitían el acceso entre ellos. Al mundo superior podía acceder el hijo del Sol, el Inca o príncipe, el Intip churín. Desde el inferior se podía ascender al intermedio a través de unas puertas especiales llamadas “pacarinas” que solían identificarse con los conductos naturales por los que brotaban las aguas, con las cuevas, grietas y volcanes. Uno de los mitos relataba cómo por una de estas vías llegaron los humanos, los gérmenes que dieron origen a los animales y las semillas que hicieron brotar las plantas.  

LA CREACION DE VIRACOCHA
La leyenda de la creación del Universo por Viracocha era posterior a la primitiva y la sustituyó definitivamente. El nuevo mito otorgaba al dios todopoderoso la facultad de crear todo lo visible e invisible. La creación de Viracocha comenzó en Tiahuanaco, situada en las orillas del lago Titicaca, donde fue tallando en piedra las figuras de los primeros seres humanos y colocándolas en las correspondientes pacarinas para que, conforme les iba imponiendo un nombre, fueran adquiriendo vida en la oscuridad reinante en el mundo primigenio, en el que únicamente existía la luz procedente de Titi, un animal salvaje y brillante que vivía en la cima del mundo. (Las representaciones de este ser mitológico parecían una mezcla del jaguar con otros animales). El mundo estaba aún en tinieblas porque Viracocha otorgó prioridad a la creación de los seres humanos sobre la luz. Tras quedar satisfecho con la creación de los hombres, el dios prosiguió su proyecto colocando en el firmamento el Sol, la Luna y las estrellas hasta cubrir la bóveda celestial. Después, Viracocha abandonó Tiahuanaco y se dirigió al norte, camino de Cacha, para, desde allí, llamar a su lado a las criaturas creadas.

Al partir de Tiahuanaco, Viracocha había delegado las tareas secundarias de la creación en dos dioses menores, Tocapu Viracocha e Imaymana Viracocha, quienes emprendieron inmediatamente las rutas del Este y del Oeste de los Andes, para dar vida y nombre a los animales y plantas que iban haciendo aparecer sobre la faz de la tierra. La misión que les había encomendado el dios creador principal terminaría cuando llegaran a las aguas del mar donde debían internarse hasta desaparecer.
 

LA REBELION DE LOS HUMANOS
Los humanos, al igual que en otros muchos mitos, no se mostraron agradecidos ante la bondad del dios y desatendieron su llamada desde Cacha para que lo acompañaran. El dios, entristecido ante la desobediencia, decidió castigarlos enviándoles una lluvia de fuego para purificarlos y recordarles quién tenía el poder. La lluvia de fuego que salió de las entrañas de la tierra a través de los volcanes de Cacha llenó de pavor a los humanos, quienes pudieron contemplar como su torpe conducta había ocasionado la destrucción del maravilloso entorno y puesto en peligro su propia existencia. Ante ello, se arrepintieron de su pecado y solicitaron la clemencia del dios. Éste, con gran satisfacción por el arrepentimiento de sus criaturas, se dirigió, junto a ellos, a Cuzco donde estableció su reino delegando el poder en Allca Huisa, que fue el primer Inca designado por la voluntad divina y el fundador de la estirpe incaica. 

LA CREACIÓN SEGÚN LA CULTURA DE TIAHUANACO
Pedro Cieza de León (s. XVI d. C), en su obra “Crónica del Perú”, recogía las leyendas que le contaron sus guías aymaras sobre Tiahuanaco. Según éstas, la ciudad fue construida antes del diluvio en una sola noche por gigantes que vivieron en la ciudad en palacios monumentales y que fueron exterminados por el dios del Sol por no hacer caso a una profecía de los adoradores del dios.
Las leyendas contaban que:
“En un principio no existía nada sobre la Tierra, pero un día llegó la vida desde el cielo a bordo de grandes piedras humeantes que cayeron por toda la superficie terrestre. La vida traía escrito en el lenguaje de los dioses los seres que había de crear y esas criaturas ocuparon la tierra, el mar y el aire. También apareció el ser humano con forma semejante al actual, pero con una inteligencia muy limitada porque la vida había cometido un error de diseño al no interpretar correctamente las instrucciones de los dioses. Los humanos carecían de habilidades y vivían en cavernas vistiendo pieles de animales y hojas de árboles. 
Todos los seres de aquel tiempo tenían grandes dimensiones.
Las divinidades contemplaron la creación y vieron que la obra, en general, estaba bien concebida y realizada, pero no era perfecta debido a la escasa inteligencia de los humanos y, entonces, decidieron enviar a Oryana para corregir los errores.
Oryana era una diosa que procedía de las profundidades del universo y se asemejaba a las mujeres que poblaban la Tierra excepto en que tenía unas orejas muy grandes y su cabeza era cónica. Para aumentar la inteligencia de los humanos, cuando llegó a la Tierra, mezcló su vida con la de algunos terrícolas y dio a luz a setenta criaturas, todas ellas con un cerebro idéntico al suyo, capaz de aprender todo cuanto le enseñaran. Oryana enseñó a sus hijos a hablar dándoles su lenguaje sagrado y comunicándoles que habían sido creados a semejanza de los dioses y que debían conservar aquella lengua, el Jaqui Aru, sin alterarla porque era común a todos y debía servir para utilizar la inteligencia de la que ahora disponían.
Mientras enseñaba muchas cosas a sus hijos, ellos construyeron una ciudad a la que llamaron Taipikala, imitando el modelo de la ciudad de donde procedía su madre. Aprendieron a fabricar las bebidas procedentes de la fermentación de las nuevas plantas que, como el maíz, les había proporcionad Oryana y a obtener la miel producida por la abeja, un insecto que también vino con ella. Del mismo modo les enseñó a trabajar los metales, a hilar, a tejer, a estudiar el cielo, a calcular, a escribir, etc. y cuando todo estuvo bien encauzado, la diosa se marchó.
Transcurrieron los milenios y los descendientes de Oryana, u Orejona, como se la llamaba a causa sus grandes orejas, poblaron el mundo construyendo ciudades y estableciendo culturas por todo el planeta. Pasaron muchas eras, pero el Jaqui Aru se conservó sin modificación alguna y todas las civilizaciones sabían utilizar el poder que contenía. Sin embargo, con el tiempo y a pesar del mandato de Oryana, fueron apareciendo variaciones en lugares distintos que provocaron la incomprensión entre los pueblos y la pérdida de los antiguos conocimientos. La humanidad, en general, dejó de utilizar los poderes de su cerebro perfecto, aunque, en realidad, nunca habían llegado a conocerlos en su totalidad. Pero en Taipikala se mantuvo la lengua de Oryana y, por respeto, siguieron insertándose orejeras de oro en los lóbulos y deformándose los cráneos hasta dejarlos en forma cónica, como el de ella. Por ello la ciudad se convirtió en un centro muy importante y los yatiris fueron los guardianes de la vieja sabiduría.
En aquel mundo no había ni hielo ni desiertos, ni frío ni calor, no había estaciones y el clima era siempre templado. Una cubierta de vapor de agua envolvía a la Tierra y la luz llegaba de forma amortiguada. El aire era más rico y las plantas crecían durante todo el año no siendo necesario sembrar ni cosechar porque siempre había abundancia de todo. Y existían todos los animales mucho más grandes que los actuales, al igual que las plantas.
Pero un día, siete enormes rocas se precipitaron desde el cielo golpeando la Tierra con tanta fuerza que se alteró el eje del planeta y las estrellas cambiaron de lugar en el firmamento. Los impactos de las rocas produjeron enormes nubes de polvo que oscurecieron el Sol, la Luna y las estrellas quedando el mundo envuelto en una densa oscuridad. Los volcanes entraron en actividad expulsando grandes cantidades de humo, cenizas y lava, al tiempo que violentos terremotos destruían las construcciones dejando todo asolado. La lava volcánica teñía todo de rojo fuego provocando heridas que no cicatrizaban y envenenando las aguas al contacto con los vapores tóxicos. El fuego abrasaba los árboles y las hierbas y las aguas de muchos ríos se evaporaron dejando secos sus cauces. Se desataron huracanes ardientes que devastaban todo cuanto encontraban a su paso. Los humanos y animales buscaban refugio en las cuevas y en los abismos, huyendo de la muerte, pero muy pocos lo consiguieron.
Unos días más tarde, sobrevino un frío intenso seguido por abundantes lluvias que causaron inundaciones que apagaron los incendios. Y apareció la nieve. Y todo ocurrió tan rápido que muchos animales quedaron enterrados en el hielo. Precedidas por un tremendo fragor, las gigantescas olas marinas cubrieron la tierra arrastrando hasta las cumbres de las montañas los restos de los animales muertos. Había comenzado lo que los pueblos del mundo llamaron el diluvio.
Llovió durante casi un año sin descanso. A veces, cuando el frío era muy intenso, la lluvia se convertía en nieve y, luego, volvía a llover y el agua seguía inundándolo todo. Desde el día que había comenzado el desastre no había vuelto a verse el sol. Se perdió el contacto entre pueblos y ciudades y no volvió a saberse nunca más de ellos, como tampoco a verse a muchos animales y plantas que antes eran abundantes y que se extinguieron en aquel período. Sólo quedó su recuerdo en algunos relieves de Taipikala y los escasos supervivientes de la gran tragedia lo se encontraban débiles, enfermos y aterrorizados. La Tierra había sido destruida y se hacía necesario reconstruirla.
Pasado mucho tiempo, la nube oscura que cubría el mundo se retiró y la cubierta de vapor de agua que cubría la Tierra desapareció. Dejó de llover y los rayos del Sol llegaron entonces a la superficie con toda su potencia, produciendo grandes quemaduras y desecando el suelo hasta dejarlo yermo. Lentamente, los seres vivos se fueron adaptando a aquella nueva situación y la vida volvió a escribir sobre lo que había quedado según sus eternas instrucciones. Sin embargo el cambio en la inclinación del eje de la Tierra había hecho que los años fueran cinco días más largos y que aparecieran las estaciones obligando a sembrar y recolectar en épocas concretas del año, lo que, a su vez, significó la alteración de la forma de vida y del calendario. También se reconstruyeron las ciudades, Taipika entre ellas, pero los seres humanos estaban muy débiles y el trabajo resultaba agotador. Los niños nacían enfermos y con deformaciones, muriendo la mayoría en los primeros años de vida. La Tierra se rehizo con relativa facilidad y la naturaleza tardó poco en reconstruirse a partir de sus propios restos, pero los seres humanos y algunos animales necesitaron siglos para recobrar la normalidad, comprobando que, con el paso del tiempo, sus vidas se iban acortando y que sus hijos y nietos no llegaban a desarrollarse con normalidad.
Los yatiris tuvieron que asumir la responsabilidad, al menos en su territorio, de recuperar la autoridad para acabar con el caos y la barbarie en la que había caído la humanidad. Inventaron ritos y nuevos conceptos, explicaciones sencillas para calmar al pueblo ya que sólo ellos conservaban el recuerdo de lo que había existido antes y de lo sucedido.
El mundo volvió a poblarse, aparecieron nuevas culturas y nuevos pueblos que tenían que volver a empezar sin nada y luchar duramente para sobrevivir. Los yatiris, y su pueblo, pasaron a llamarse los aymara, el pueblo de los tiempos remotos, porque sabían cosas que los demás no comprendían y porque conservaban su lenguaje sagrado y su poder. Hasta los Incap rúman, cuando llegaron a Taipikala para unirla a Tiwantisuyu conservaban en parte el recuerdo de quienes eran los yatiris y los respetaron. 

Dioses INCAS

APU KATIKIL y PIKIRU,
Eran los dioses tutelares de los gemelos.  

AUQUIS (Los)
Su misión era la vigilancia de las poblaciones.  

CHASCA
Era la representación de la estrella de oro o de la tarde, Venus, que hacía guardia junto a la Luna.
 

CHINCHAY
Representaba la constelación del jaguar y se ocupaba de la protección frente a los felinos.
 

CHUYCHÚ
Representaba el arco iris y, al principio, era un dios menor, aunque más tarde fue elevado de categoría y pasó a ser dios de los nobles a causa de su belleza.
 

HURKAWAY
Tenía forma de serpiente y era la divinidad de todo lo subterráneo.
 

ILLAPA
Era el dios del trueno y de las batallas. 

INTI
Los habitantes del imperio inca, al igual que otros pueblos de la América precolombina, adoraban al Sol como primer dios de su panteón y lo denominaban con el sagrado nombre de Inti. Era el dios Sol y la divinidad protectora de la casa real. Lo denominaban “siervo de Viracocha” y su calor beneficiaba a la tierra haciendo madurar las plantas. Era la deidad popular más importante del imperio incaico y se representaba con un rostro humano sobre un disco radiante. Cada soberano inca lo veía como su divino antepasado. Lo consideraban el padre de Manco Cápac y Mama Ocllo, fundadores del pueblo inca, y escondían su culto a Viracocha porque no querían presentarlo como deidad suprema. En las ceremonias en su honor se le ofrecían artículos valiosos, como hojas de coca y ropajes finos que eran quemados e, incluso, se le sacrificaban llamas. Si la petición era muy importante, se llegaban a realizar sacrificar humanos, generalmente reos de muerte. A su servicio estaban las llamadas Vírgenes del Sol.

La Gran Fiesta del Sol, el Inti Raymi, se celebraba en el solsticio de invierno. Para darle la bienvenida, se encendía una hoguera en la que quemaban la víctima del sacrificio, coca y maíz. Culminada la celebración, pedían al dios que los pueblos vivieran en paz y que se multiplicaran.
La personalidad del dios fue evolucionando hasta transformarse en un ser mucho más complejo y universal en el que se unían las características y poderes del dios solar con las de la divinidad creadora sin nombre. Ésta comunión dio paso a Viracocha, expresión que era una abreviatura del nombre completo del dios Apu-Kon-Tiki-Uira-Cocha, que definía su poder omnímodo al enumerar el dominio que ejercía sobre los tres elementos primordiales que utilizó para la creación del Universo. Su nombre completo significaba “supremo ser del agua, la tierra y el fuego”.
El nuevo, y mucho más poderoso, dios del Sol no estaba solo en su reino sino que le acompañaba su esposa y hermana, la Luna, que ocupaba el segundo rango en la corte celestial, bajo el nombre de Quilla. Al Sol se le representaba con la forma de una especie de elipse de oro en la que también podían aparecer los rayos como otro de sus atributos de poder. La Luna, en cambio, tenía la forma de un disco de plata. El Sol, como creador, era adorado y reverenciado, pero también se acudía a él en busca de ayuda para resolver problemas y aliviar necesidades, pues sólo él tenía poder para que las cosechas nacieran y crecieran, curar enfermedades y proteger a los humanos. La diosa Quilla disfrutaba especialmente del fervor religioso femenino pues nadie mejor que ella podía comprender sus deseos y temores, y darles el amparo buscado. 

KUKAA MANKA
Representaba la constelación de la copa de coca y su misión era cuidar las hierbas mágicas.

MAMA COCHA
Madre del Mar, a quien se le rendía culto para calmar las aguas bravas y para la buena pesca. Era la madre que representaba todos los aspectos femeninos. 

MAMA QUILLA
Era hermana, madre y esposa de Inti. Se le adoraba como diosa de la Luna y tenía una estatua en el templo del Sol, donde una orden de sacerdotisas le rendía culto. Se encargaba de regular los ciclos menstruales de la mujer.   

MAMA SARA
Era la Madre Maíz o del alimento, la más importante Conopa (representación religiosa) de los alimentos junto con la coca y la papa (patata). Cuidaba de los alimentos vegetales. 

PACHACAMAC
Se le consideraba como una advocación de Viracocha y era venerado en algunas zonas del imperio incaico. Era conocido como el dios de los terremotos.
 

PACHA MAMA
Era llamada también Madre Tierra ya que se ocupaba de favorecer la fertilidad de los campos. Recibía ofrendas junto a las peticiones del pueblo para que bendijera las cosechas. 

QHAXRA-KAMAYUQ
Trataba d evitar los robos en las viviendas.
 

SUPAY
Reinaba en el mundo de los muertos y no cesaba de reclamar víctimas para su causa, lo que hizo que los españoles le dieran el nombre de diablo, aunque tenía cualidades benignas y malignas.
 

TEMENDUARE Y ARIKUTÉ
Eran hermanos de Pachacamac y dieron origen al diluvio al conjurar, en sus querellas, a un temible monstruo de cientos de patas de agua. 

VIRACOCHA
Era el dios creador y se le conocía como el “Anciano hombre de los cielos o señor maestro del Universo”. Muchas versiones lo consideraban como la primera divinidad de los antiguos peruanos, especialmente los Tiahuanacos, que provenían del lago Titicaca. Surgió de las aguas, creó el cielo y la tierra así como a los seres humanos, cuya primera generación fue destruida, pero la segunda, creada de piedra, sobrevivió. Después los dispersó hacia los cuatro puntos cardinales.
Su nombre verdadero era Hatún Túpac y enseñó a los humanos diversas técnicas y habilidades. Emprendió varios viajes, llegando en uno de ellos hasta Manta (Ecuador). Surcó el Océano Pacífico caminando sobre el agua según los incas o extendiendo su capa como un barco según otros.

Viracocha se contemplaba como el resplandor originario de la vida y su culto, practicado sólo por la nobleza, significó la introducción de un concepto abstracto e intelectual. Viracocha, al igual que otros dioses, fue un dios nómada y tenía un compañero alado, el Pájaro Inti, una especie de ave mágica, que conocía la actualidad y el futuro. Este pájaro era el mensajero de los dioses y sus plumas servían para confeccionar la corona del emperador inca.
 

WAKON O KON
Era hermano de Pachacamac y cuando fue expulsado por éste se vengó llevándose consigo la lluvia y dejó desértica para siempre la costa de Perú. Se trataba de un dios maligno, de risa cruel, que devoraba a los niños y poseía gran habilidad para rodar por las montañas.  

WASIKAMAYUQ
Era el dios que protegía los hogares. 



Cosmogonía azteca
LOS MITOS COSMOGÓNICOS AZTECAS
Los Cinco Soles
Los distintos mitos aztecas carecen de unanimidad sobre quien fue el creador supremo. Según alguna versión, sólo existía una divinidad principal, el dios del fuego, llamada Ometeotl. Era una figura andrógina que se mostraba como una dualidad masculina y femenina llamadas respectivamente Ometecuhtli y Omecihuatl. De este dios hermafrodita, o pareja cósmica, descendían los dioses creadores de los cuatro primeros soles y el resto de las divinidades.
Otra versión prescindía de Ometeotl y otorgaba la categoría de supremo creador a Ometecuhlti quien, junto a su esposa Omecihuatl, infundió la vida sobre la tierra.
La leyenda mexica señalaba que vivían en el quinto Sol, o quinta era, tras la destrucción de los cuatro anteriores. Según este mito, los dioses creadores pretendían alcanzar la supremacía en el mundo utilizando cada uno su fuerza cósmica: tierra, fuego, viento y agua. Mientras esas fuerzas se mantuvieran en equilibrio, el mundo estaría en orden y podía existir la era de un sol. Sin embargo, si se producía un desequilibrio, ese sol, junto con la Tierra y los seres humanos, perecerían.
El primero de los soles fue el creado por Tezcatlipoca, dios de la tierra. No obstante, su creación no fue perfecta ya que los seres humanos eran gigantes y además sólo creó medio sol. Los humanos únicamente podían alimentarse de bellotas y piñones por lo que se encontraban débiles y fueron presa fácil de los jaguares que, en un momento determinado, tras devorar el medio sol existente, los exterminaron aprovechando la oscuridad. El primer Sol se llamaba Nahui-Ocelotl (Cuatro-Ocelote o Jaguar), porque había sido destruido, después de tres veces cincuenta y dos años, por los jaguares a quienes los aztecas consideraban como una representación zoomorfa del dios Tezcatlipoca.
El segundo sol fue creado por Quetzalcoatl, dios del viento. En este período soplaban fuertes vientos y los humanos, deficientemente alimentados con semillas de árboles, no pudieron sobrevivir a los huracanes, excepto aquellos que consiguieron transformarse en monos. El segundo Sol se llamaba Nahui-Ehécatl (Cuatro-Viento) y desapareció después de siete veces cincuenta y dos años al desatarse un gran huracán, manifestación de Quetzalcóatl, que transformó a los supervivientes en monos.
Tlaloc, dios de la lluvia y señor del rayo, creó el tercer sol llamado Nahui-Quiahuitl (Cuatro-Lluvia de fuego), que desapareció al cabo de seis períodos de cincuenta y dos años, bajo una lluvia de fuego enviada por Tláloc Los habitantes de la tierra, que sobrevivían exclusivamente de cereales, fueron pereciendo a causa del fuego y de las cenizas procedentes de las erupciones volcánicas. 
Únicamente escaparon de la destrucción aquellos que lograron convertirse en pájaros. 
La encargada de la creación del cuarto sol fue la diosa del agua, Chalchiuhtlique. Este sol, conocido como Nahui-Atl (Cuatro-Agua), acabó con un terrible diluvio una vez transcurridos tres ciclos de cincuenta y dos años, El agua emergió del centro de la Tierra causando una catástrofe de la que sólo algunos humanos sobrevivieron tras adquirir la forma de peces.
Cada uno de estos soles corresponde a un punto cardinal: Norte, Oeste, Sur y Este, respectivamente.
Las cuatro creaciones anteriores habían sido destruidas por catástrofes habiendo desaparecido todo lo existente en cada una de las eras.
Fray Bernardino de Sahagún, en su obra “La Historia General de las cosas de la Nueva España”, también conocida como: “Código Florentino”, recoge la leyenda, transmitida por los aztecas, que habla sobre la creación del quinto Sol y de la Luna. 

La leyenda decía así:
“Antes de que hubiese día, se reunieron los dioses en Teotihuacan y dijeron, “¿Quién alumbrará el mundo?” Un dios rico, Tecuzitecatl, dijo “yo tomo el cargo de alumbrar el mundo”. “¿Quién será el otro?”, y como nadie respondiera, se lo ordenaron a otro dios que era pobre y buboso, Nanahuatzin. Después del nombramiento, los dos comenzaron a hacer penitencia y a elevar oraciones. El dios rico ofreció plumas valiosas de un ave que llamaban quetzal, pepitas de oro, piedras preciosas, coral e incienso de copal. El buboso ofrecía cañas verdes, bolas de heno, espinas de maguey cubiertas con su sangre, y, en lugar de copal, ofrecía las postillas de sus bubas. A media noche se terminó la penitencia y comenzaron los oficios. Los dioses regalaron al dios rico un hermoso plumaje y una chaqueta de lienzo y al dios pobre, una estola de papel. Después encendieron fuego y ordenaron al dios rico que se introdujera en él. Pero tuvo miedo y se echó para atrás. Lo intentó de nuevo y volvió a retirarse, así hasta cuatro veces. Entonces le tocó el turno a Nanahuatzin que cerró los ojos y se metió en el fuego y ardió. Cuando el rico lo vio, lo imitó. A continuación entró un águila, que también se quemó y por eso el águila tiene las plumas de color muy oscuro. Después entró un tigre que se chamuscó y quedó manchado de blanco y negro. Los dioses se sentaron entonces a esperar por dónde saldría Nanauatzin. Miraron hacia Oriente y vieron salir el Sol muy colorado, tan brillante que no podían mirarlo y lanzando rayos en todas direcciones. Volvieron a mirar hacia Oriente y vieron salir la Luna. Al principio los dos dioses resplandecían por igual, pero uno de los presentes arrojó un conejo a la cara del dios rico y de esa manera disminuyó su resplandor. Todos se quedaron quietos sobre la tierra. Después decidieron morir para dar de esa manera la vida al Sol y la Luna. Fue el Aire quien se encargó de matarlos y a continuación el Viento empezó a soplar y a mover, primero al Sol y más tarde a la Luna. Por eso sale el Sol durante el día y la Luna más tarde, por la noche.”
Para conmemorar el nacimiento de los astros, se construyeron en Teotihuacán dos pirámides en los sitios donde habían orado ambos dioses antes del sacrificio. La pirámide mayor se llamó Tonatiuh Itzacualli, Casa del Sol, y la menor Meztli Itzacualli, Casa de la Luna.
El quinto Sol se llamaba Nahui-Ollin (Cuatro-Movimiento), porque está destinado a desaparecer por un terremoto que sacudirá la Tierra y los monstruos del Oeste, tzitzimime, con apariencia de esqueletos, matarán a todos los seres humanos.  

LA ESTRUCTURA DEL UNIVERSO Y LA TIERRA
Para los aztecas, el Universo, pese a las varias creaciones y destrucciones, se mantenía intacto. El Universo mexica se encontraba dividido en tres partes: el cielo, la tierra y el inframundo. Los seres humanos habitaban en un disco central llamado Tierra que se hallaba rodeado por un anillo de agua que llegaba a tener contacto con el Cielo. Éste tenía una estructura piramidal de trece niveles donde habitaban los dioses. Los cuatro primeros constituían el llamado Teteocán, donde se ubicaban las tormentas, el Sol, el firmamento, las estrellas, la Luna, etc. Los siguientes niveles se conocían con el nombre de Ilhuicatl y eran la residencia de los dioses del fuego, del de la estrella de la tarde y del Sol. El nivel más elevado lo ocupaba el dios Ometecuhlti, el supremo creador.
Bajo la Tierra se hallaban los nueve niveles que constituían el inframundo, conocido con el nombre de Mictlán, el lugar de los muertos. En el nivel inferior vivía Mictlanteutli, el dios de la muerte. La travesía de estos Inframundos era muy dolorosa hasta llegar al noveno nivel, donde los difuntos encontraban el descanso eterno junto a Mictlanteutli. Sin embargo, también existía para los aztecas la posibilidad de ir al cielo para las madres que fallecían en el parto o para los guerreros que perdían la vida en la batalla. En ambos casos se podía acceder a Tlalocán, el primer Cielo.  

OTRO MITO DE LA CREACIÓN
Los aztecas tenían varios mitos sobre la creación como resultado de la integración de distintas culturas. En uno de ellos, Tezcatlipoca y Quetzalcóatl sintieron necesidad de una compañía distinta a la de otros dioses y pensaron en crear la Tierra y poblarla de seres. Para ello se inspiraron en un primitivo monstruo marino llamado Cipactli cuyo cuerpo era una mezcla de cocodrilo y pez. Tezcatlipoca ofreció su pie como cebo para atraer al monstruo y éste se lo devoró. Antes de que volviera a sumergirse, los dioses lo atraparon y con su cuerpo crearon la Tierra convirtiendo los ojos en lagunas, las lágrimas en ríos y los orificios en cuevas. Tras ello, y para mitigar su dolor, hicieron crecer la vegetación. Así, la Tierra se concebía como un fantástico monstruo flotando sobre el mar original. Los extremos de este mitológico animal sostenían el cielo.
La creación de los seres humanos de la quinta era se atribuye al dios Quetzalcoatl, quien, según cuenta la leyenda, descendió al inframundo para recoger los huesos de los seres humanos de los períodos precedentes y sobre ellos esparció su propia sangre para transformarlos en seres vivientes.
 

Dioses Aztecas
La adopción por parte de los aztecas de divinidades existentes en los territorios que iban ocupando y su afán por colocarlos al mismo nivel de los antiguos dioses de su propio pueblo, hizo que proliferaran de tal forma las deidades que los sacerdotes tuvieron que organizar el amplísimo panteón para simplificar el culto.

Los dioses más conocidos eran:  

ACALOMETOCHTLI
Era el dios protector de los navegantes.
 

AHUÍZOTL
Era una criatura con forma de perro, manos de mono y con una larga cola que terminaba en una mano con la que ahogaba a los incautos. Estaba al servicio de los dioses del agua, por lo que la víctima sólo podía ser tocada por los sacerdotes tras ser extraída del agua. Era símbolo de mala suerte y desgracia. En ocasiones el Ahuizotl lloraba como un niño atrayendo a quien se atreviese a investigar de dónde procedía el llanto.
 

AMIMITL
Era la divinidad que calmaba las tempestades y protegía a los pescadores.
 

ATLACAMANI
Era la diosa de las tormentas marinas.
 

ATLACOYA
Era la diosa de las sequías.
 

ATLATONIN
Era la diosa de las costas.
 

AYAUHTÉOTL
Era la diosa de la bruma y aparecía por las mañanas o en las noches. Se la asociaba con la vanidad y la fama.
 

CENTÉOTL
En la mitología mexica es el dios del maíz, en ocasiones es considerado como un ser dual, hombre y mujer, o bien solo del sexo masculino mientras en sexo femenino pasó a ser Chicomecóatl, que según la Cosmogonía mexica nació de la unión de Piltzintecuhtli, dios de los temporales, y Xochiquétzal, diosa de la belleza, de las flores, de la juventud y de la fertilidad, patrona de las jóvenes, del embarazo, de los partos y de los oficios de las mujeres, que tras su nacimiento se refugió bajo la tierra convirtiéndose en distintos sustentos, de entre ellos, el maíz divinizado. 
Entre sus diversos cultos se le celebraba junto a Chicomecóatl, la diosa de la agricultura, de las cosechas y de la fecundidad, en los meses de “Huey tozoztli” y “Huey tecuilhuitl” sacrificando a una cautiva.

CHALCHIUTLICUE
Era de origen teotihuacano y se le consideraba como la pareja femenina de Tláloc, dios de la lluvia. Era venerada como diosa de los ríos, mares y lagos. También se la invocaba como el principio femenino y protectora de los matrimonios y de los recién nacidos. En su mano derecha llevaba un báculo que simbolizaba el rayo y en la mano izquierda una bolsa de “copal” que simbolizaba el lugar donde nacían las nubes. 
CHANTICO
Chantico, también llamada Cuauhxólotl es la consorte de Xiuhtecutli, dios del fuego. Era la diosa de los fuegos del corazón, los fuegos del hogar, los volcanes y los fuegos de la estufa, y la responsable de la maduración de las niñas enanas. Es representada con el rostro en negro y rojo y sus símbolos eran una serpiente roja y púas del cactus.
Al igual que Cihuacóatl-Tonan, era asociada al calor y a la luz brillante. En las representaciones, figuraba con un manojo de rayos en su espalda. Era adorada en la cumbre del Tepeyac, durante el primer día de la cuarta trecena (1 flor), exactamente el 23 de marzo.  

CHICOMECÓATL
Era la diosa mexica de la subsistencia, en especial del maíz, principal patrona de la vegetación y, por extensión, diosa también de la fertilidad. Chicomecóatl era la parte femenina de Centéotl. Se la podía llamar también Xilonen (‘la peluda’), refiriéndose a las barbas del maíz en vaina, se la consideraba «joven madre del jilote [maíz tierno]», así era protectora de una de las fases del ciclo del maíz. Xilonen también podía ser llamada Centeocíhatl y se encontraba casada con Tezcatlipoca. Otra forma asociada a Chicomecoatl es Ilamatecuhtli (‘anciana dignataria’, ‘ama anciana’) la mazorca madura, cubierta por hojas arrugadas y amarillentas.
El culto a Chicomecóatl, sobre todo durante el periodo cultural medio, su culto se centraba en el mes huei tozoztli (‘del ayuno prolongado’) que se sitúa en septiembre. Entonces los altares de las casas eran adornados con plantas de maíz y en los templos se bendecían sus semillas, mientras le era ofrecida en sacrificio una muchacha decapitada que representaba a la diosa, cuya sangre se vertía sobre una estatua de Chicomecóatl mientras que con su piel, una vez desollada, se vestía un sacerdote. Por otra parte Xilonen también recibía sacrificios humanos el 24 de junio para conseguir una cosecha abundante.
Entre sus representaciones se encuentran;
En los códices mexicas tenía pintados de rojo cuerpo y rostro y con los atributos de Chalchiuhtlicue, como su tocado (una especie de mitra de papel) y pequeñas líneas sobre sus mejillas.
·       En las esculturas lleva en cada mano una doble mazorca de maíz.
·       Una muchacha llevando flores acuáticas.
·       Una mujer cuyo abrazo supone una muerte segura.
·       Una madre que lleva a cuestas el Sol como protección.

CHICOMEXOCHTLI
Era el patrono de los artistas.
 

CHICONAHUI
Era la diosa doméstica de la fertilidad.
 

CIHUATETEO
Era la diosa protectora de las mujeres muertas en el parto.
 

CIPACTLI
Era el monstruo con cuerpo de sapo y lagarto que formaba los cimientos de la Tierra y se tragaba todos los días al Sol al ponerse por occidente.
 

CITLALICUE
Era un dios creador de las estrellas.
 

COCHÍMETL
Era el dios del comercio, el regateo, el trueque y los comerciantes.
 

COYOLXAUHQUI
Coyolxauhqui es una diosa mexica lunar. En la mitología nahua, Coyolxauhqui era hija de la diosa madre Coatlicue y regente de los Centzon Huitznáhuac, sus hermanos y dioses de las estrellas. Se representa como una mujer desmembrada, ya que su hermano Huitzilopochtli la descuartizó y arrojó su cabeza al cielo, pues ella y sus otros hermanos planeaban matar a su madre Coatlicue tras quedar ésta embarazada de Huitzilopochtli de un modo que consideraban deshonroso, por medio de una bola de plumas que guardó en su seno.
Según el mito del nacimiento de Huitzilopochtli, Coyolxauhqui, al enterarse de que su madre, Coatlicue, estaba embarazada de un padre desconocido, furiosa guío a sus hermanos (los cuatrocientos surianos) hacia Coatepec, donde aquélla se encontraba, para matarla, y así lavar la afrenta.
Cuando llegaron, Coatlicue dio a luz a Huitzilopochtli, quien nació vestido de guerrero y armado, listo para defender a su madre. Venció a sus hermanos, decapitó a su hermana y la arrojó montaña abajo, por lo que su cuerpo quedó desmembrado; así es como se la representa en un monolito de cantera descubierto en 1978 en el centro de la ciudad de México. Coyolxauhqui se convirtió en la luna y los demás guerreros vencidos, en las estrellas.
Su ubicación original recrea el mito, pues se situaba en la parte frontal del Templo Mayor, en el edificio dedicado a Huitzilopochtli, de la antigua Tenochtitlan, igual que en el cerro de Coatepec.
La escultura de su madre, Coatlicue, fue encontrada en el año de 1790 al cambiar el empedrado de la Plaza Mayor, más o menos por la época en que fue hallada la Piedra del Sol o Calendario Azteca; por su parte, el monolito de la Coyolxauhqui fue encontrado durante excavaciones por empleados de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro, lo que dio pie a ampliar las investigaciones arqueológicas de las ruinas del Templo Mayor que aún continúan en esa zona de la Ciudad de México. 

EHÉCATL
Era una advocación de Quetzalcóatl y se consideraba como dios del viento y creador de la tierra, los cielos y la actual raza humana, al rescatar los huesos de los hombres viejos del Mictlan. Como dios del Oeste, era uno de los que sostenía el cielo y producía el viento que limpiaba el camino de los Tlaloque, dioses menores de la lluvia, ayudantes de Tláloc.
Usualmente se le interpreta como una de las manifestaciones de Quetzalcōātl, la serpiente emplumada, tomando el nombre de Ehécatl-Quetzalcoatl, apareciendo en el aliento de los seres vivos y en las brisas que traen las nubes con lluvia para los sembradíos. Es uno de los dioses principales de la creación y héroe cultural en las mitologías de creación del mundo. Su aliento inicia el movimiento del Sol, anuncia y hace a un lado a la lluvia. Trae vida a lo que está inerte. Se enamoró de una muchacha humana llamada Mayáhuel, y le dio a la humanidad la habilidad de amar para que ella pudiera corresponderle su pasión. Su amor fue simbolizado con un hermoso árbol, el cual crece en el lugar en el que llegó Ehécatl a la tierra.
Según el mito azteca, luego de la creación del quinto sol, éste estaba fijo en un punto del cielo, al igual que la luna, hasta que Ehécatl soplo sobre ellos y los puso en movimiento. Usualmente era representado con una máscara bucal roja en forma de pico. Con ella limpiaba el camino para Tláloc, dios de la lluvia, y los Tlaloque, dioses menores de la lluvia. En ocasiones se le representaba con dos máscaras, tiene un caracol en el pecho, pues el viento es usado para tocar el caracol, y asemeja el sonido del viento; Sus templos normalmente tenían forma circular, para tener menor resistencia al viento y ayudar a su circulación. A veces se le asociaba con los cuatro puntos cardinales, pues el viento viene y va en todas direcciones. 

HUEHUECÓYOTL
Era un dios bromista e indulgente, señor de la promiscuidad y de los lugares salvajes.
 

HUEHUETÉOTL
Era de origen maya y se le rendía culto como el patrón de los volcanes. Se le representaba con un brasero en la espalda y con la serpiente de fuego que simbolizaba el tiempo. Se le asociaba con la Estrella Polar y el Norte. Era uno de los dioses que sostenían los cielos.
 
HUITZILOPOCHTLI
Era conocido también con el nombre de Mextli y se trataba del dios supremo de Tenochtitlan. Su nombre significaba Colibrí Zurdo o Colibrí del sur.
El Dios de la guerra, según la leyenda, Huitzilopochtli nació de Coatlicue, la Madre Tierra, quien quedó embarazada con una bola de plumas o algodón azulino que cayó del cielo mientras barría los templos de la sierra de Tollan. Sus 400 hermanos (Centzonhuitznahua) al notar el embarazo de su madre y a instancias de su hermana Coyolxauhqui, decidieron ejecutar al hijo al nacer para ocultar la supuesta deshonra, pero Huitzilopochtli nació y mató a la mayoría. Tomó a la serpiente de fuego Xiuhcoatl entre sus manos, le dio forma de hacha y venció y mató con enorme facilidad a Coyolxauhqui, quien quedó desmembrada al caer por las laderas de los cerros. Huitzilopochtli tomó la cabeza de su hermana y la arrojó al cielo, con lo que se convirtió en la Luna, siendo Huitzilopochtli el Sol.
Este suceso era celebrado por los Mexica-Nahuatlacas el último día del decimoquinto mes del calendario náhuatl que es Pānquetzaliztli (Levantamiento de las Banderas). En el libro del historiador Rafael Tena «El Calendario Mexica y la Cronografía» publicado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia de México, da como correlación de esta fiesta el día 9 de diciembre del calendario juliano o en su diferencia el 19 de diciembre del vigente calendario gregoriano, con la variante del 18 de diciembre en años bisiestos.
Al ser Huitzilopochtli una deidad originaria de México-Tenochtitlan y sin predecesores identificables a los distintos pueblos mesoamericanos, los antiguos mexicas elevaron a Huitzilopochtli a la misma posición de otras deidades más reconocidas como Xipetótec, Quetzalcóatl y Tezcatlipoca como uno de los Cuatro Tezcatlipocas, dejando reflejado su identificación mítica como el Tezcatlipoca Azul, cuyo reino sagrado o punto cardinal fuese el Sur. 
Pero tras el auge del México-Tenochtitlan, los culhuas-mexicas habrían separado el nacimiento de Huitzilopochtli en dos mitos individualizados, el Huitzilopochtli nacido de los dioses primordiales Ometecuhtli y Omecihuatl bajo el relato de la creación del universo, siendo quien incendiara al Medio Sol creado por Quetzalcóatl, representando así la voluntad para decidir y ordenar la creación del mundo, el universo y a la humanidad; Mientras el Huitzilopochtli hijo de Coatlicue (la tierra), la cual según el mito quedara embarazada al tocar unas plumas (o alternativamente de Mixcóatl) ayudará a su madre contra su hermana Coyolxauhqui (la luna) y sus hermanos Centzon Huitznáhuac (las estrellas meridionales), que desearon asesinarla por deshonra, simbolizando así la perpetua lucha entre el sol y la luna a través del firmamento como el dios solar patrón del fuego, de la guerra, de las batallas y de las tácticas bélicas.
Por lo tanto y desde entonces los Tlahtoānis de la Gran Tenochtitlan, fortalecían al dios Huitzilopochtli con la ejecución de guerreros enemigos cautivos como en la mitología mexica del nacimiento de Huitzilopochtli, la cual lograría alimentar la vida indefinidamente del Sol sobre la cima del Templo Mayor, distinguiéndose entre dos manifestaciones representadas por dos historias; Tezcatlipoca Azul o Huitzilopochtli (voluntad solar) y Huitzilopochtli (guerra solar).
El dios se representaba habitualmente con la forma de colibrí o como un guerrero con una armadura de plumas del ave.  

HUIXTOCÍHUATL
Era la diosa de la sal y también del agua salada.
 

IXTLILTON
Era el dios de la curación, las danzas, los festivales y los juegos. Hermano de Xochipilli.
 

MICTECACÍHUATL
Era la diosa de la muerte y Señora de Mictlan, el inframundo.



MICTLANTECUHTLI
Era el dios de la muerte y Señor de Mictlan. También era conocido como dios del norte y se trataba de uno de los cuatro dioses que sostenían los cielos.
 

MIXCOÁTL
También llamado Taras en Michoacán y Camaxtle en Tlaxcala y Huexotzinco, es en la mitología mexica, el dios de las tempestades, de la guerra y de la cacería. Los mexicas creían que la Vía Láctea era una representación de éste dios, aunque existe otra clase llamado Iztac-Mixcóatl un viejo dios celeste parecido a Ometéotl. También es un personaje legendario, padre de Cē Ācatl Topiltzin Quetzalcóātl y guía de un grupo de chīchīmēcas que se asentó en Tula (en el actual Hidalgo) en el siglo X.
Es indudable que existen divergencias entre Xipetótec, Camaxtle, Mixcóatl y Tezcatlipoca Rojo entre las religiones mesoamericanas, si bien en la Cosmogonía Náhuat , la creación del universo, menciona que en un principio sólo existía un cielo, que llamaron el décimo tercero, en el cual vivían una pareja divina, Ometecuhtli y Omecíhuatl, que procrearon cuatro hijos, el primogénito fue Tlatlauhqui-tezcatlipoca (Tezcatlipoca Rojo), el cual fue adorado particularmente por los Tlaxcaltecas y Huejocincas bajo el nombre de Camaxtli pero asimilado por los mexicas como Xipetótec, “Nuestro Señor El Desollado”; el segundo hijo fue Yayauhqui-tezcatlipoca (Tezcatlipoca Negro); el tercero fue Iztauhqui-tezcatlipoca o Quetzalcóatl (Tezcatlipoca Blanco; el cuatro fue Omitéotl-Inaquizcóatl (Tezcatlipoca Azul), asimilado por los mexicas como Huitzilopochtli. 
Estos cuatro dioses después de 600 años de inactividad, se reunieron y conferenciaron acerca de lo que debían ordenar y de las leyes que debían imponer a lo que creasen, y puestos de acuerdo, comisionaron a Quetzalcóatl y Huitzilopochtli, los responsables de crear al Medio Sol, que alumbraba poco por no ser entero; por otra parte, al transcurrir el 2 acatl, el numen Camaxtli o Camaxtle, “el señor desnudo”, el dios del fuego pero venerado como dios de la cacería, tomó por nombre de Mixcóatl, “culebra de nubes” o “la tromba”, identificado como Mixcóatl-Camaxtli, por lo que tras el diluvio, I tecpatl, subió al Octavo Cielo y creó cuatro hombres y una mujer para dar a comer al Sol; pero apenas creados cayeron al agua; por lo que Mixcóatl y Camaxtle, ‘el que tiene bragas y calzado’cactli, calzado; maxtlatl, braga; e, que tiene’)?, es la misma entre los Tlaxcaltecas y Huejocincas, mientras Xipetótec era honrado principalmente por aquellos que vivían a la orilla del mar, teniendo origen en Zapotlán, Jalisco, atribuyéndole las enfermedades de las apostemas y de la sarna.
En cierta forma, los dioses Xipetótec y Mixcóatl eran relacionados como dioses forasteros para los pueblos nahuas, Mixcóatl como dios de los Otomíes, dios de la caza, ya que éste pueblo vivía en los montes y eran considerados todos cazadores, y Chichimecos; mientras Xipetótec como dios de los Zapotecos y de los Yopis, vecinos de los Mixtecos, comunidades que vivía hacia la costa del Océano Pacífico. Autores como Paso y Troncoso mencionan que Mixcóatl es frecuentemente confundido por Camaxtle, deidad principal de los Chalqueños, bajo cuya denominación se comprendían los moradores de Tepeaca, Zacatlan, Cholula, Tlaxcalla, Huexotzinco, por lo que las ceremonias que se hacían honrar a Mixcóatl en México, se dedicaban a Camaxtle en Tlaxcalla; en Michoacán, adoraban a Mixcóatl con el nombre de Taras, y sólo le sacrificaban culebras, aves, y conejos.  

NANAHUATZIN O NANA, NANAUTZIN, O NANAUATZIN
Dios más humilde de todos y fue quien se autosacrificó en una hoguera hecha por los dioses en Teotihuacan para convertirse en el Quinto Sol tras haber quedado la tierra bajo las tinieblas por la destrucción de los anteriores cuatro soles.
Después de la creación y la destrucción de los 4 Soles, la tierra, Tlaltípac, estaba hundida por las tinieblas, así que los dioses se volvieron a juntar en Teotihuacán para crear al Quinto Sol. Por lo que acordaron que Tecciztécatl y Nanahuatzin ayunaran por 13 días para purificarse en cuerpo y espíritu para lanzarse a la fogata, pero al final Tecucciztecatl no quiso sacrificarse, por lo que Nanahuatzin lo hizo sin titubeos. Y fue cuando desde el Horizonte surge Nanahuatzin como el Quinto Sol, convirtiéndose en Tonatiuh, el dios del nuevo Sol, al que todos los dioses, al verlo, aclamaron. Pero en seguida surgió desde el Oriente otro Sol, el arrepentido Tecciztécatl, pero los dioses acordaron que no podían existir dos soles al mismo tiempo, por lo que lanzaron un conejo sobre el rostro de Tecucciztecatl para opacar su luz y se convirtió en Meztli, la diosa de la nueva luna. 

OCTLI
Era el patrono de los bebedores y de las drogas.
 

OMETÉOTL
Era la deidad suprema que se desdoblaba en una personalidad masculina conocida como Citlatonac u Ometecuhtli, “el que reside en el cielo” y otra femenina llamada Omecíhuatl o Citlalicue, “la madre universal”.
 

OPOCHTLI
Era el dios de la pesca.
 

PATÉCATL
Era el dios de la medicina y de la fertilidad, esposo de Mayahuel, creador del peyote (alucinógeno).
 

QUETZACÓALTL
También llamado Tlahuizcalpantecuhtli, lucero del alba, y adorado como dios del viento bajo la advocación de Ehecartl. Era de origen tolteca y su nombre significa “serpiente de plumas preciosas”. Era un dios creador y patrono del gobierno, los sacerdotes y los mercaderes. Quetzalcóatl, junto con su hermano gemelo, Xólotl, creó a la humanidad actual al rociar con su propia sangre los huesos de los antiguos humanos hallados en el inframundo.

El conocimiento del mito de Quetzalcoatl es imprescindible para comprender la reacción de los aztecas ante la llegada de los conquistadores españoles. 
Quetzalcoatl no era originariamente una deidad de los mexicas, sino un dios antiguo que fue adoptado por ellos. Hay diversas versiones sobre su función e, incluso, sobre su personalidad ya que es muy posible que el máximo mandatario de Teotihuacán adoptara este nombre o quizá el gobernador de la ciudad fuera el propio dios.
Algunos lo consideraban como el dios creador del hombre, mientras que para otros fue el que introdujo entre los humanos la cultura, la agricultura, el calendario, las artes y los oficios. Son muchos los mitos que hablaban de Quetzalcoatl. En uno de ellos fue engañado por Tezcatlipoca haciendo que bebiera mezcal hasta embriagarse y manteniendo relaciones incestuosas con su hermana. Lleno de arrepentimiento se arrojó a una pira funeraria donde ardió hasta su muerte. Tras ello, su corazón se convirtió en el lucero de la mañana, y como tal se adora bajo la advocación de Tlahuizcalpantecutli.
Otra leyenda lo describía como un ser de rostro blanco y barbado de carácter pacífico y contrario a los sacrificios humanos, práctica que intentó erradicar. Al fracasar en su propósito, emigró hacia el este, prometiendo que regresaría en un determinado año.
La llegada de los conquistadores españoles coincidió con el año en que, según la profecía, debía volver Quetzalcoatl. Cuando llegó Hernán Cortés, Moctezuma lo confundió con el dios por su rostro blanco y su barba. Cuando los aztecas comprendieron que los extranjeros no eran dioses, convirtieron a Quetzalcoatl en un dios símbolo de la muerte y la resurrección y lo declararon patrón de los sacerdotes. A partir de entonces el sumo sacerdote también era llamado Quetzalcoatl. 
El dios tiene varias etapas, primero como deidad olmeca, tolteca, maya como Kukulcán y más tarde en el grupo de los dioses aztecas. Es claro como la cultura tolteca tomó la figura de este dios de la tradición religiosa de Teotihuacan en donde se encuentra una pirámide dedicada a la serpiente emplumada que data del siglo II de nuestra era. Sin embargo tiene una raíz histórica más antigua. Los estudios recientes demuestran que este personaje se relaciona con la Mitología olmeca y con su visión de la serpiente emplumada. El arte y la iconografía de los olmecas demuestran claramente la importancia de la deidad de la Serpiente Emplumada en las cronologías de Mesoamérica, así como en el arte olmeca. En las grutas de Juxtlahuaca hay una representación de una serpiente emplumada de estilo olmeca. Incluso, en lugares lejanos como la Laguna de Asososca, en Managua, Nicaragua se encuentran pinturas rupestres representativas de La Serpiente Emplumada; hasta Tula, hoy Estado de Hidalgo México. El nombre de Quetzalcóatl se compone de dos palabras de origen náhuatl: quetzal, que es un ave de hermoso plumaje que habita la selva centroamericana, y cóatl, que significa “serpiente”. Existe otra versión científica según la cual es posible que este dios tenga raíces Chichimecas. Sus influencias culturales abarcaron gran parte de Mesoamérica, incluyendo a las culturas maya, mixteca. Los mayas retomaron a Quetzalcóatl como Kukulkán o Gucumatz, aunque como se ha dicho antes es más conocida la versión de la cultura tolteca. Los aztecas incorporaron esta deidad a su llegada al valle de México.
Los mexicas relacionaban a Quetzalcóatl con Venus, que se puede observar como si fuera una estrella al lado del volcán Popocatépetl durante ocho meses al año, y desaparece otros tres meses; la profecía indica que esta estrella y los dos solsticios en donde se dice que Quetzalcóatl viene a la tierra dos veces al año a traer fertilidad y cosecha, sucederán hasta la segunda venida de Quetzalcóatl. Una de las representaciones de esta deidad es la de un hombre barbado y blanco, por lo que durante la conquista de la Nueva España (Mesoamérica) los pueblos indígenas creyeron en un principio que Hernán Cortés era Quetzalcóatl. A fin de propiciar la conversión de los nativos, los cronistas crearon el mito sincretista de que Quetzalcóatl era un apóstol cristiano (Santo Tomás). En tiempos recientes las religiones de origen neotolteca hablan en sus tradiciones y leyendas urbanas del renacimiento de este personaje. Este concepto está basado en el Códice de Quetzalcóatl.
Quetzalcóatl y Tezcatlipoca, Códice Borbónico.

TECUCIZTÉCATL o TECCIZTECALT
Era el dios aristócrata que tuvo miedo de arrojarse a la hoguera para crear el quinto ciclo. Al final lo hizo y se transformó en la Luna, cuyo rostro está oscurecido al haberle sido arrojado un conejo por los otros dioses. Fue el patrón de los granjeros.  

TEPEYÓLLOTL
Se le adoraba como dios de los terremotos y del eco.
 

TEOYAOMQUI
Era el dios de los guerreros muertos.
 

TEPOZTÉCATL
Era el dios del pulque y los conejos.
 

TEZCATLIPOCA
También conocido como Omácatl o Titlacauan. Su nombre significaba “el espejo humeante” y representaba el mal. 
Es el señor del cielo y de la tierra, fuente de vida, tutela y amparo del hombre, origen del poder y la felicidad, dueño de las batallas, omnipresente, fuerte e invisible. Entre los nahuas, Quetzalcóatl y Tezcatlipoca son dualidad y antagonía. Quetzalcóatl es llamado también Tezcatlipoca blanco en tanto que el color de Tezcatlipoca es el negro.
Ometéotl, el creador, el principio dual, masculino y femenino, en la cultura nahuatl, viviendo en el decimotercero cielo, engendró cuatro hijos: el primero fue Xipe Tótec (Tezcatlipoca Rojo o Camaxtle), el segundo fue Tezcatlipoca (Tezcatlipoca negro), el tercero fue Quetzalcóatl (Tezcatlipoca blanco), y al cuarto lo llamaron Huitzilopochtli (Tezcatlipoca azul o colibrí zurdo).
En una de las leyendas nahuatlacas, Tezcatlipoca y Quetzalcóatl originaron al mundo. Existía solo un océano primigenio, donde únicamente vivía el monstruo de la tierra, Cipactli, Tezcatlipoca ofreció su pie como señuelo, y el monstruo de la tierra emergió y se lo comió. Entonces, Tezcatlipoca y Quetzalcóatl se apoderaron de él, y lo extendieron para convertirlo en la tierra. Sus múltiples ojos se convirtieron en estanques y lagunas, y sus fosas nasales son las cuevas. Para resarcir el daño que le hicieron al monstruo de la tierra, Tezcatlipoca exige ofrendas humanas, consistentes en dar de cada uno lo mejor de sí, alcanzando la trascendencia a través de la acción y la preservación de la naturaleza. Entre los toltecas, era un protector transformador que descendió del cielo a la tierra valiéndose de una tela de araña, para destruir la obra de Quetzalcóatl, a quién se le apareció bajo el aspecto de un viejo que le ofreció el brebaje de la inmortalidad, pero éste era en realidad una bebida enloquecedora. Los espíritus de los muertos debían presentarse ante Tezcatlipoca para recibir su sentencia vestidos con una piel de ocelote y con un yugo de madera al cuello. Antes de entrar en el reino de la muerte, la morada de Mictlán, eran sometidos a varias pruebas.
Sus representaciones eran pintadas con un tipo especial de tintes con reflejos metálicos; solía aparecer representado con una franja negra en el rostro y un espejo de obsidiana en el pecho, donde veía todas las acciones y pensamientos de la humanidad, y del cual brotaba un humo que mataba a sus enemigos; la condición de espejo resume a Tezcatlipoca, los contrastes y dualismos presiden todas sus funciones, Tezcatlipoca también es representado con una franja negra en el rostro y en una pierna muestra un hueso expuesto donde debería estar el pie, como un jaguar, el que va al corazón de la montaña (Tepeyolohtli), fuerza interna de la Madre Tierra, el sol nocturno; su emblema es un cuchillo de obsidiana, que representa el viento negro y cortante, como las palabras que desarmonizan el entorno y la comunicación cuando no se emplean adecuadamente.
Tezcatlipoca es, señor del lado norte del universo, que se identificaba con el Mictlán, región del reposo, y se llama Mictlampa, rumbo de los muertos. Se asocia con el color negro, con la imagen del Técpatl o cuchillo de pedernal, lo preside Yayauhqui Tezcatlipoca (Oscuro espejo su esplendor); el norte es una región árida por donde soplan los vientos fríos; él tenía la habilidad de conocer los pensamientos y los sentimientos, además de ser omnipresente; es el guerrero del norte, representa el cielo nocturno, la luna y las estrellas, es llamado “noche y viento, el árbitro, el que piensa y rige por su propia voluntad”; es el dios de la noche y la tentación, una de sus características más relevantes es poseer la juventud eterna, por eso era llamado telpochtli (el siempre joven); es invisible, virtud por la que se lo creía omnipresente y se le atribuye además el nombre yáotl (el enemigo), como la creación del aire y la música (en una mano porta flechas, en la otra una flauta). Es el dios que da y quita la riqueza, es el protector de los esclavos.
Tezcatlipoca fue el dios azteca de la noche y todas las cosas materiales. Llevaba consigo un espejo de cualidades mágicas, que emanaba humo y era capaz de matar al enemigo, aspecto por el que también era llamado dios del espejo humeante. Fue deidad de la región norte y, como señor del mundo y de las fuerzas naturales, era el oponente de Quetzalcóatl, relacionado con lo espiritual; juntos complementaban la dualidad antagónica con que la cosmogonía azteca explicó el mundo. Entre los investigadores aún no existe acuerdo sobre quién, de los dos, fue el dios principal en el panteón, aunque no se duda de que ambos lo fueran. En ocasiones, Tezcatlipoca aparece en las narraciones como un tentador de los hombres, instándolos al mal: castigando la maldad y recompensando la bondad, él ponía a prueba la mente de los hombres frente a las tentaciones. También era el dios de la belleza y de la guerra, señor de héroes y muchachas preciosas, representado siempre con un cuerpo joven y hermoso. Una leyenda cuenta cómo el mundo fue creado por Quetzalcóatl y Tezcatlipoca, cuando sólo existían el océano y un monstruo de la tierra que habitaba sus aguas. Entonces, Tezcatlipoca ofrendó su pie, utilizándolo como carnada para atraer al monstruo hasta la superficie, en donde, tan pronto asomó, fue capturado por ambos dioses, que lograron estirar su cuerpo a lo largo del globo, creando así la superficie terrestre, la tierra firme. La herida de batalla aparece representada toda vez que se evoca a Tezcatlipoca, quien aparece con una de sus piernas sin pie.
En honor a Tezcatlipoca se hacían las fiestas segundas en importancia después de las correspondientes a Huitzilopochtli; su nombre fue probablemente tomado de Tézcatl, que es el mes en el que se celebraba, aparte que significa espejo y luna, dado que Tezcatlipoca era un dios lunar, caracterizado por el espejo, la fiesta era celebrada el 19 de mayo. Consistía en la ofrenda simbólica de un joven que representaba a Tezcatlipoca. Un esclavo era elegido para ser sacrificado y durante un año era tratado como un dios en la tierra. Era escogido por no tener tacha alguna en su cuerpo, por tener los cabellos hasta la cintura, y por ser agraciado y fuerte. Recorría las calles tocando la flauta y siendo adorado, para esto se le eran asignados 12 acompañantes, uno de ellos le sustituiría si él escapaba. Se escogían 4 sacerdotisas para que cumplieran todos sus deseos durante el año y 20 días antes de su sacrificio se casaba con ellas, siéndoles asignados los nombres de las diosas (Xochiquétzal, Xilonen…) a cada una. La fiesta tenía alrededor de 6 o 7 fases, en las que participaba el pueblo. En las primeras 4 fases, es la imagen de Tezcatlipoca la que es ataviada, vestida y adorada, por el pueblo y por jóvenes de ambos sexos, que lo cubrían con cuerdas de maíz. Al final del año, el pueblo hacía sacrificios de animales pequeños, dejaba comida al ídolo, la cual recogían los sacerdotes y hacían ofrendas de joyas, mantas y copal. Al joven le cortaban el cabello “como a un capitán” y lo vestían con joyas y mantas. Los últimos 5 días se pasaba de ciudad en ciudad, junto con sus esposas, hasta que finalmente debía subir a un templo ubicado a una legua de Tenochtitlán, rompiendo cuatro flautas que representaban los puntos cósmicos. Cuando ascendía, se recostaba en una piedra y se le arrancaba el corazón. 

TLACOTZONTLI
Era la diosa protectora de los caminos. Para tener una marcha sin dificultades, los viajeros le ofrecían la sangre que se producían ellos mismos al pincharse con ramas de espino.
 

TLACÚLTETL
Era la diosa de la belleza y del amor sensual.
 

TLAHUIZCALPANTECUHTLI
En la mitología mexica, es el dios del amanecer, la deidad colorida sonrosada de la aurora. Como su nombre indica, Tlahuizcalpantecuhtli significa Señor de la Estrella del Alba, es la personificación del lucero de la mañana, el planeta Venus. 
En algunas páginas del códice Borgia aparece como un esqueleto flechador. En ciertas trecenas se dice que desafió al sol, pero Tonatiuh lo mató convirtiéndolo en Itztlacoliuhqui-Ixquimilli. En general, Tlahuizcalpantecuhtli se consideraba un dios peligroso y maligno, y estaba asociado con Quetzalcoatl. 
Se menciona que fue adoptado como deidad por los toltecas, y que posteriormente algunas otras culturas lo retomaron (como los mexicas), también se le relaciona mucho con la deidad Quetzalcóatl “la serpiente emplumada” el cual simbolizaba al planeta Venus. Entonces, se le conocía como Tlahuizcalpantecuhtli o estrella de la mañana y además como estrella de la tarde se conocía por el nombre de Xolotl, o su hermano gemelo, como lo llamaban en algunas civilizaciones. Por lo que Tlahuizcalpan lo podemos interpretar como “estrella del amanecer”. Aunque claro, podría haber discrepancias con otras versiones y alguien más podrá decir que no necesariamente significa eso, con bien dice la leyenda que se encuentra en el edificio que puede leerse: TLAHUIZCALPAN (lugar donde nace la luz). En el Calendario Mexica, Tlahuizcalpantecuhtli es el patrón de la trecena que empieza el día 1 Cóatl (Serpiente) y que finaliza con el día 13 Ollin (Movimiento). En este está emparejado con Xiuhtecuhtli, el dios del fuego.  

TLÁLOC o NUHUALPILLI.
Dios del rayo, de la lluvia y de los terremotos, por otra parte, la voz Tláloc deriva de tlālli, que significa ‘tierra’ y octli, que significa ‘néctar’ o ‘pulque’. En realidad la traducción literal sería ‘néctar de la tierra’, y se refiere al momento en que la lluvia penetra la tierra y forma parte de ella. Éste es el dios de las aguas que llegan del cielo, pero no de las aguas que ya están en la tierra, como pueden ser los ríos. Para los ríos y lagos está la diosa Chalchiuhtlicue, que significa “falda de jade”. Es hermana o una de las esposas de Tláloc. 
Tláloc fue una de las divinidades más antiguas y veneradas de toda Mesoamérica. Su culto se extendió por gran parte del territorio centroamericano. Fue tomado por los nómadas aztecas (así se llamaban los mexicas cuando apenas acababan de salir de Aztlán) que se instalaron en el lago Texcoco, asimilándolo como divinidad agrícola. Siguió siendo uno de los dioses fundamentales de las distintas comunidades agrícolas autóctonas; originario de la cultura de Teotihuacan, dada la caída de la ciudad pasó a Tula, y de ahí su culto se esparció entre los pueblos nahuas. Los teotihuacanos tuvieron contacto con los mayas, de ahí que ellos lo adoptaran o lo identificaran en la forma del Dios Chaac. En la cosmología tlaxcalteca, Tláloc se casó primero con Xochiquétzal, Diosa de la belleza, pero Tezcatlipoca la secuestró. Tláloc se casó otra vez con Matlalcueye, y tiene una hija o hermana mayor que se llamada Huixtocíhuatl.
Ni a Tláloc, ni a los demás Teteo se les deben atribuir los títulos “dios de tal” o “dios de cual”, pues aquel concepto equivale más a una teología y cosmología de origen helénico y judaico-semítico. Tláloc es la Lluvia y es el Trueno, una expresión de la Esencia Suprema que se manifiesta de variadas formas al hacerse tangible en el universo. Como las divinidades mesoamericanas en general, posee una ambigüedad, en cuanto a que Es una Fuerza Suprema en y de la naturaleza (la naturaleza y el cosmos no representan en los términos humanos bondad o maldad, sino más bien un entramado de fuerzas, a veces en equilibrio, a veces en pugna; en veces benéficas para los humanos, en veces desastrosas); lo cual implica que, si bien es Dador de Vida, Providencia y Benefactor, también muestra en veces su faceta destructiva, aniquiladora. Así desciende desde el cielo para fecundar a la Tierra y poder cultivar la milpa, para germinar las semillas. Así también envía “los relámpagos y rayos, las tempestades del agua y los peligros de los ríos y del mar”; dicho en palabras del fraile de Sahagún. Dominaba también las fuerzas destructoras y si así era su voluntad podía enviar granizos, inundaciones, sequías, heladas y rayos fulgurantes o fulminantes.
Estaba encargado de enviar el agua a la comunidad a través de sus ayudantes, los Tlaloques; Tláloc mismo multiplicado y diversificado, manifestado a veces a los humanos como “seres enanos y antropomórficos” -como refiere Juan Carlos Pérez Guerrero-, que desde el interior de los cerros enviaban las cuatro clases de lluvias. Ellos también recibían súplicas y en su honor se realizaban ceremonias y rituales. Alain Musset asevera que, en vez de enanos, son la representación de las montañas que rodean el Valle de México y sobre las cuales parecen formarse las nubes que anuncian la lluvia. Su papel consistía en favorecer la venida de las aguas celestes pero también protegían a los pescadores y los navegantes.
Dios de los más representados y quizás también uno de los de mayor antigüedad del panteón de Mesoamérica. Aparece representado desde la época teotihuacana. Se le manifestaba siempre con unos atributos característicos:
·       Anteojeras formadas por unas serpientes que se entrelazaban y cuyos colmillos acababan siendo las fauces del dios.
·       Una especie de bigotera que no era otra cosa que su labio superior. Se cree que este gran labio era el símbolo de la entrada en la cueva que comunica con el inframundo y que deriva de la boca de las figuras olmecas.
·       La cara estaba casi siempre pintada de color negro o azul, más veces de color verde, para imitar los visos que hace el agua.
·       Llevaba en la mano una especie de estandarte de oro, largo y con forma de culebra, terminado en punta aguda; era para representar los relámpagos y los truenos que acompañan a veces al agua de lluvia.
·       En los dibujos de los códices puede verse que sus vestidos tienen pintados unas manchas que son el símbolo de las gotas de agua.
Tláloc está compuesto en sus representaciones por los tlaloques o dioses de los 4 rumbos. Cada uno de ellos manejaba y era el responsable de una vasija colocada en un rumbo. Cada vasija proporcionaba una lluvia diferente.
La residencia de Tláloc era múltiple debido a la posibilidad de división de la sustancia que lo conformaba, característica que trataremos al hablar de los Tlaloques. Su morada se encontraba tanto en el Templo Mayor de Tenochtitlan, como en el Tlálocán, en el interior del cerro que lleva su nombre, el cual pertenece a la cadena montañosa Tlalocán, que separa el Valle de México del de Huexotzinco. Esto no es más que en hablando en términos Eliadianos sublimación de la Paradoja de lo sagrado y lo profano. La libertad y poder absoluto que posee la Divinidad le permite tomar cualquier forma, así como estar presente en cualquiera partes, y viendo la “Morada divina” como una extensión de la misma divinidad, con aquella sucede lo mismo. 

TLAZOLTÉOTL
Era la protectora de las mujeres en el momento del parto y madre de Centéotl, dios del maíz. Se la consideraba como la diosa de la purificación de la suciedad, la enfermedad y de los excesos. A ella se acogían los moribundos para confesar sus pecados ante el sacerdote. También se le rendía culto como la patrona del tejido, de los amores y placeres impuros. Protectora y patrona de los amantes.

TOZI
Era la diosa de la salud, de los baños y de los trabajos textiles.
 

XIPE TÓTEC
Era el dios de la fertilidad, de la primavera, la germinación de las semillas y la renovación de la vegetación. Estaba considerado como el patrono de los orfebres. 
Es la parte masculina del universo, la región de la juventud y de la aurora, del maíz tierno. Representa la fertilidad y regeneración de la piel en las personas, y del suelo seco en suelo fértil.
Xipe Tótec usaba el chicahuaztli[1] para dar inicio a los rayos para atraer lluvia enfocando en el crecimiento del maíz, donde algunas veces el instrumento era representado como una serpiente. 
Como símbolo de la nueva vegetación, Xipe Totec usaba la piel de una víctima humana, que representaba la “nueva piel” que cubría la tierra en la primavera; sus estatuas y máscaras de piedra siempre lo muestran usando piel recién desollada, y los mexicas adoptaron a Xipe como su dios durante el mandato del emperador Axayácatl (1469-1481) durante el segundo mes ritual del año mexica, Tlacaxipehualiztli (“desolladero de hombres”), los sacerdotes sacrificaban víctimas humanas extirpando sus corazones y desollando los cuerpos y se ponían las pieles, las cuales eran pintadas de amarillo y llamadas teocuitlaquémitl (“vestiduras doradas”), posteriormente eran arrojadas hacia una cámara interior, posiblemente donde se encontraba la Piedra del Sol, de entre otras víctimas eran atadas a un marco y se les daba muerte con flechas, ya que se creía que la sangre que brotaba de sus cuerpos simbolizaba las fértiles lluvias de la primavera, así como también se cantaba un himno en honor de Xipe-Tótec llamándolo Yohuallahuana (“bebedor nocturno”) porque las buenas lluvias caían durante la noche. Le agradecían por traer a la Serpiente Emplumada, símbolo de abundancia, y por prevenir la sequía.

XIUHCÓATL
Era la serpiente de fuego coronada de estrellas que acompañaba al Sol durante su viaje por la bóveda celeste.
 

XIUHTECUHTLI
Era la personificación de la vida después de la muerte, la luz en la oscuridad y la comida en épocas de hambruna.
Es el dios del fuego y el calor. Se le representaba con un rostro rojo o amarillo y con aspecto de un hombre anciano, su contraparte femenina era la diosa Chantico. En el final del xiuhmolpilli —período de 52 años— se temía que los dioses se apartasen de los humanos dejándolos a su suerte, y para evitarlo se celebraban festines en honor de Xiuhtecuhtli y se realizaban sacrificios humanos en los que se inmolaba a un cautivo ataviado con el ropaje del dios tras haberle extraído su corazón.
“Xiuh” significa verdor y por extensión lo relacionado con la hierba, el pasto ,”xiutláltic” significa verdor “xiuhízuatl” lo relacionado con la yerba “xiuhtla” lugar lleno de hierba, “xiuitl” o “xiuhitl” significa atado de hierba o varas verdes, por extensión se llama así a la cuenta de los años y los días; Xiutecutli o Xiuhtecuhtli es el señor del año, y su contraparte Chantico son personificaciones de los dioses padres de los dioses y de la humanidad, los Huehuetéotl, los dioses viejos, mismos que fueron los Ometéotl; literalmente, Ometecuhtli y Omecíhuatl literalmente los “Dios dos”; Su primera fiesta se celebraba a principios del mes de Xocohuetzi, la segunda a final del mes Izcalli, último del año, Xiutlaltla significa tener hambre, pero sin relación con Xiutecuhtli, la palabra se relaciona con tlatle o tlalti sufijo para cosas relacionadas con la tierra: “tlatletontli”, montón de tierra, “tlatelolco” montón de arena; La ceremonia del fuego nuevo en lo que respecta al sacrificio se verificaba encendiendo fuego sobre el pecho del sacrificado esto según los cronistas españoles.
“Xiuhtl” o “Xihuitl” o atado de hierbas significa año, la Xiuitlamolpia es la cuenta de 52 años de los días solares por lo tanto es la cuenta de los días de fuego. El señor del año es xiutecutli, inventor y poseedor de la cuenta de los años o “Xiutlalpilli” o atado de hierbas o cuenta de los años, y el Xiutlapoalamatl de xiu; hierba poalli; cuenta y amatl; papel o libro, era la cuenta de los años; Como otros dioses nahuas Xiuhtecuhtli y Xiuhtecíhuatl (Chantico) son herencia de culturas anteriores asimilados al panteón nahua originalmente era el dios del fuego, el abuelo de los hombres, el dueño del tiempo, y se le representa como un anciano que carga un brasero; Por último los Ometeotl son también los Tonacatéotl es decir los dioses creadores de nuestra carne, tonacatl en nahua y se representan en Tonacatecuhtli el dios y la diosa de nuestra carne, la Tonacacíhuatl.
En cuanto a “Chalchi”, falda o vestido de piedras preciosas, es decir Chalchitlicue es la señora de las aguas quietas por extensión esposa o contraparte de Tláloc, señor de la lluvia o de las aguas móviles nombre antiguo no nahua que algunos autores traducen como “sobre la tierra”. Los Ometéotl por último habitan en el Omeyocan, el lugar del dos o lo doble, y desde ahí crean el Anáhuac o el lugar rodeado de agua que ahora se conoce como América. En otras culturas mesoamericanas Yahui es el nombre de la Serpiente de fuego en la cultura mixteca. Aparece representado en varios códices mixtecos, como el Nuttall; En la mitología mexica, Xiuhtecuhtli también es llamado Huehuetéotl (este último nombre de significado dios viejo), dios del fuego y el calor que generalmente se le representaba con un rostro rojo o amarillo y con aspecto de un hombre anciano.
Xiuhtecuhtli en el Códice Fejérváry-Mayer.

XOCHIPILLI
Era el joven dios de las fiestas, la pintura, la danza, los juegos, el canto, el amor y la escritura. Castigaba con enfermedades secretas a quienes no guardaban ayuno. Identificado con Macuilxóchitl.
 

XOCHIQUETZAL
Era la diosa de la sexualidad femenina, las prostitutas, las flores, el placer, la artesanía, el tejido, la danza, el canto y las madres jóvenes.  

XOCHITÓNAL
Era el dios que cuidaba la entrada al reino de los muertos.
 

XÓLOTL
Es el dios del atardecer, de los espíritus, de los gemelos y de Venus vespertino, el cual ayudaba a los muertos en su viaje al Mictlán, señor de la estrella de la tarde (Venus) y del inframundo.
Xólotl era también el dios de fuego y de la mala suerte. Era gemelo de Quetzalcóatl, y la personificación maligna de Venus. Protege al Sol cuando viaja a través del inframundo durante la noche. También llevó adelante al género humano y le entregó el fuego de la sabiduría. En el arte, Xólotl fue representado como un esqueleto, un hombre con cabeza de perro - “xólotl” también puede significar un animal monstruoso con pies invertidos en náhuatl, la lengua azteca. Era también el patrón del juego Ulama. Es identificado con Xócotl como el dios azteca del fuego. 

YACATECUHTLI
Era el dios de los mercaderes y los viajeros.

YOHUALTECUHTLI
Era la diosa de la noche protectora del sueño de los niños.


Próximo Capítulo: Cosmogonía Indú 


[1] El chicahuaztli es un instrumento de percusión de origen azteca. Se trata de un bastón en forma de rayo de sol, en cuya parte superior había una esfera de bronce que contenía semillas o perdigones de metal y se hacía sonar a manera de sonaja. Estos elementos se asociaban a las deidades del agua, la fertilidad y la vida, especialmente Xipe Tótec y Tláloc.



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