martes, 14 de septiembre de 2021

Capítulo 35 - Catedral de León

 

Catedral de León
La catedral de Santa María de Regla de León es un templo de culto católico, sede episcopal de la diócesis de León, España, consagrada bajo la advocación de la Virgen María. Fue el primer monumento declarado en España mediante Real Orden de 28 de agosto del año 1844 (confirmada por Real Orden el 24 de septiembre del año 1845).
Iniciada en el siglo xiii, es una de las grandes obras del estilo gótico, de influencia francesa. Conocida con el sobrenombre de Pulchra leonina, que significa 'Bella Leonesa', se encuentra en pleno Camino de Santiago. ​
La catedral de León se conoce sobre todo por llevar al extremo la «desmaterialización» del arte gótico, es decir, la reducción de los muros a su mínima expresión para ser sustituidos por vitrales coloreados, constituyendo una de las mayores colecciones de vidrieras medievales del mundo. 

Historia
Construcciones anteriores
Las termas romanas
Originariamente, en la actual ubicación de la catedral, la Legio VII Gemina había construido unas termas, con un tamaño superior al del actual edificio. Durante la gran restauración del edificio que se llevó a cabo en el siglo xix fueron descubiertos sus restos bajo la catedral, y en el año 1996 se exploraron otros junto a la fachada sur. Poco queda de estas primitivas edificaciones, apenas algunos vestigios de mosaicos, tégulas y cerámicas, hoy expuestas en el museo catedralicio. Otros, como el hipocausto, permanecen aún bajo el solar catedralicio.

La primitiva catedral
Durante la reconquista cristiana, las antiguas termas romanas fueron convertidas en palacio real. En el año 916 el rey Ordoño II, que hacía pocos meses había ocupado el trono de León, venció a los árabes en la batalla de San Esteban de Gormaz. Como señal de agradecimiento a Dios por la victoria, cedió su palacio para construir la primera catedral. Bajo el episcopado de Fruminio II, fue transformado el edificio en lugar sagrado. El templo estaba custodiado y regido por monjes de la orden de San Benito, y es muy probable que su estructura fuera muy similar a la de tantos otros existentes durante la mozarabía leonesa. Siguiendo la tradición cristiana de enterrar dentro de los templos a quienes encarnaban la autoridad "venida de Dios", aquella sencilla catedral muy pronto se vio enriquecida con los restos del rey Ordoño II, fallecido en Zamora en el año 924.
Hablan las crónicas del paso de Almanzor por estas tierras a finales del siglo x, devastando la ciudad y destruyendo sus templos. No obstante, parece que los daños ocasionados en la fábrica de la catedral debieron de ser inmediatamente reparados, ya que el año 999 era coronado en ella, en un acontecimiento lleno de esplendor, el rey Alfonso V. Tras una sucesión de revueltas políticas y de duras empresas bélicas, hacia el año 1067 el estado de la catedral era de suma pobreza. Ello conmovería al rey Fernando I de León, quién, después de trasladar los restos de San Isidoro de Sevilla a León, «se volcó en favores a la misma». Con este rey se inició una época pacífica, cosechando grandes triunfos en la expansión del reino cristiano. Era el momento del florecimiento del arte Románico.

La catedral románica
Con la ayuda de la infanta Urraca de Zamora, hermana del rey, se inicia la construcción de una segunda catedral, acorde con las aspiraciones de la ciudad, y de estilo románico. Ocupaba la sede episcopal Pelayo II. Cuando el arquitecto Demetrio de los Ríos, entre los años 1884 y 1888 excavó el subsuelo de la catedral para reponer el pavimento y cimentar los pilares, encontró parte de los muros y fábrica de aquella segunda catedral. A través del plano que él mismo dibujó, podemos apreciar como se configuraba todo dentro de la gótica: era de ladrillo y mampostería, con tres naves rematadas en ábsides semicirculares, dedicado el central a Santa María, como en la iglesia anterior. También se construyó un claustro en el lado norte. Esta nueva iglesia tuvo unas dimensiones considerables, midiendo 60 metros de longitud y 40 metros de anchura máxima. Aunque toda ella estuviese ejecutada dentro de las corrientes internacionales del románico, contemplando lo que ha pervivido de su estatutaria podemos averiguar que tenía su carácter autóctono, utilizándose aún el arco de herradura, al menos como forma decorativa. Fue consagrada el 10 de noviembre del año 1073 durante el reinado de Alfonso VI. Es de suponer que en ella trabajasen los mismos canteros que estaban construyendo la Basílica de San Isidoro de León.
Esta catedral se mantuvo en pie hasta finales del siglo siguiente. Cuando accede al trono el último rey privativo de León, Alfonso IX, se asiste en la ciudad y en el reino a un importante cambio social, de creatividad artística y desarrollo cultural.

Construcción de la catedral gótica
La construcción de la tercera catedral se inicia hacia el año 1205, pero los problemas constructivos de los cimientos hicieron que pronto las obras quedaran paralizadas, y no se reemprendiera la tarea hasta el año 1255, bajo el pontificado del obispo Martín Fernández y el apoyo del rey Alfonso X de Castilla, siendo esta nueva catedral de estilo enteramente gótico.
El arquitecto de la catedral parece ser que fue el maestro Enrique, seguramente natural de Francia, y que ya había trabajado anteriormente en la catedral de Burgos. Es evidente que conocía la forma arquitectónica gótica de la isla de Francia. Falleció en el año 1277 y fue sustituido por el español Juan Pérez. En el año 1289 fallecía también el obispo Martín Fernández, cuando la cabecera del templo ya estaba abierta al culto. La estructura fundamental de la catedral se finaliza pronto, en el año 1302 abriendo el obispo Gonzalo Osorio la totalidad de la iglesia a los fieles, aunque en el siglo xiv aún se terminaría el claustro y la torre norte, y la torre sur no se finalizó hasta la segunda mitad del siglo xv. Esta prontitud en las obras le da una gran unidad de estilo arquitectónico.
Fachada principal de la catedral de León.
Fachada meridional
El lado sur de la catedral, desde Puerta Obispo.
 

La catedral de León, se inspira en la planta de la catedral de Reims (aunque de menor superficie), que bien pudo conocer el maestro Enrique. Al igual que la mayoría de catedrales francesas, la de León está construida con un módulo geométrico basado en el triángulo (ad triangulum), cuyos miembros se relacionan con la raíz cuadrada de 3, al que responden la totalidad de sus partes y del todo. Este aspecto, como la planta, los alzados, y los repertorios decorativos y simbólicos convierten esta catedral en un auténtico edificio transpirenaico, alejado de la corriente hispánica, que le ha merecido los calificativos de «la más francesa de las catedrales españolas» o el de Pulchra Leonina, pues si sus rasgos en planta se relacionan con el gótico champaniense, parte de sus alzados están estrechamente ligados con los de la catedral de Saint Denis, dentro ya de la corriente radiante que se observa en Francia a partir de 1230 y de hecho puede ser considerado como caso único de edificio completamente concebido y construido dentro del Gótico radiante fuera de Francia durante el siglo XIII. Geográficamente tampoco es ajena a aquel mundo, pues aunque levantada en la vieja capital de los reyes leoneses, la ciudad era uno de los hitos más importantes del Camino de Santiago, también llamado Camino Francés. La composición arquitectónica de las portadas de la fachada oeste del templo parece inspirarse en los portales de los cruceros de la catedral de Chartres, mientras que para la peculiar cuestión del emplazamiento de las torres, separadas de la nave central y fuera de las laterales, se han propuesto antecedentes como las fachadas-pantalla de las catedrales góticas inglesas, la solución de los cruceros de la catedral de Saint Denis o más locales, como la fachada oeste de la catedral de Santiago de Compostela antes de sus importantes reformas barrocas.
También influencia francesa es el desarrollo del presbiterio, con la idea inicial de colocar allí el coro según la costumbre de aquellos. Individual leonés es la ubicación del claustro y la no continuidad de las cinco naves de la cabecera en el cuerpo del templo, que se reducen a tres.
Como rasgo característico más importante, goza la catedral leonesa de alcanzar el summum lumínico de todas las catedrales, con un espacio inmenso de vidrieras al reducirse la estructura pétrea de sustentamiento al mínimo posible, llegando a superar así técnicamente a las mismas catedrales francesas.
El problema fue que gran parte del solar se asienta sobre restos romanos, hipocaustos del siglo ii, lo que dificultó la buena cimentación de los pilares. La acumulación de humedades y la filtración de aguas ocasionó graves inconvenientes a los maestros. Por otra parte, la mayoría de los sillares de la catedral son de piedra de mediocre calidad, de tipo calizo, con escasa resistencia ante los agentes atmosféricos. Además, la sutilidad de su estilo es un desafío a la materia; los numerosos soportes son sumamente frágiles, las líneas se reducen a una depuración total, de modo que varios arquitectos de la época pusieron en duda que tal proyecto pudiera mantenerse en pie. Esta estructura casi inverosímil junto con la mala calidad de la piedra y la pobre cimentación, provocaron que desde el siglo x sufriera constantes intervenciones y restauraciones, convirtiendo al templo en el paradigma europeo de intervenciones de transformación, restauración y conservación.

La leyenda del topo
Sobre la puerta de san Juan, por el interior, cuelga un pellejo, a modo de quilla, que la tradición leonesa ha identificado siempre como un «topo maligno». Según cuenta la leyenda, el topo destrozaba lo construido a lo largo del día durante la noche en los primeros momentos de la magna obra del templo. Impacientándose los leoneses porque la obra de la prometida catedral no avanzaba, decidieron acabar con aquel ser maligno que no dejaba avanzar los trabajos: algunos de ellos lo esperaron durante la noche y acabaron con él a garrotazos. En recuerdo de aquel acontecimiento y en agradecimiento a la Virgen María, titular del templo, la piel del animal fue colgada en el interior de la catedral, sobre la citada puerta, en la fachada oeste.
La realidad que esconde la leyenda es que las obras de la catedral de León se encontraron con numerosos problemas de cimentación, sobre un terreno muy inestable que, ya por entonces, había acogido muchas y diversas construcciones. Por su parte, lo que hoy podemos contemplar en la penumbra sobre la ya mencionada puerta del templo catedralicio demostró durante los años 90 ser en realidad un caparazón de tortuga laúd, cuyo origen aún es incierto, aunque se presupone que se trataría de la ofrenda realizada por algún hombre de poder a la catedral, insertándose tal elemento en la antigua tradición (clave en la constitución de numerosos museos) del coleccionismo de Antigüedades y Rarezas.

Época de reformas y problemas constructivos
La extrema fragilidad del edificio dio problemas muy pronto. En el siglo xv, la construcción de torrecillas huecas por el maestro Justín en la zona sur (la «silla de la reina») y en la zona norte («la limona») mejoró los empujes de los arbotantes hacia la cabecera, pero la frágil estructura siguió con problemas. Por entonces, el maestro Justín terminó la torre sur en estilo gótico flamígero. También se construyeron los remates triangulares de los hastiales norte y sur. En los últimos años del siglo XV, se lleva también a cabo la construcción de la Librería (actual capilla de Santiago) por Juan de Badajoz padre e hijo, en estilo gótico flamígero. También el coro es obra de este siglo, así como las pinturas de Nicolás Francés y el retablo.
A principios del siglo XVI, Juan de Badajoz el Mozo construyó el remate del hastial occidental en estilo plateresco, excesivamente pesado y alto. También construyó una sacristía plateresca para la catedral, en el lado sur-este, y rehízo las bóvedas del claustro. En el interior del edificio destacó la construcción del trascoro.
En el siglo xvii se reanudaron los problemas. En el año 1631 se derrumbó parte de la bóveda central del crucero. El cabildo recurrió a Juan de Naveda, arquitecto de Felipe IV de España, quien cubrió el crucero con una gran cúpula, rompiendo los contrarrestos del sistema gótico, tan distintos de los del barroco. El excesivo peso provocaría el desplazamiento de las cargas radiales hacia el hastial sur ante la debilidad de los arcos torales y al fallar también los cimientos. La linterna se cerró provisionalmente en el año 1651 pero a finales del siglo ya se advertían algunas fallas en la cúpula que desviaba su eje hacia el sur. El quebrado hastial sur tuvo que ser reedificado por Conde Martínez en el año 1694, sustituyendo el hastial gótico por una espadaña barroca.
Quiso poner remedio a estos desastres Joaquín de Churriguera levantando cuatro grandes pináculos alrededor de la cúpula y sobre los pilares del crucero, a principios del siglo xviii, pero las consecuencias de esta intervención serían nefastas. Por León fueron desfilando grandes arquitectos, como Giacomo de Pavía, mientras los males seguían agravándose. El terremoto de Lisboa del año 1755 conmovió a todo el edificio, afectando de manera especial a los maineles y a las vidrieras. Se abrieron grandes grietas en la fachada sur, por lo que fue necesario cegar el triforio, desmontar el rosetón, y sustituirlo por una ventana doble geminada.
En el año 1830 aumentaron los desprendimientos de piedras en el hastial sur y, para salvarlo, Fernando Sánchez Pertejo tuvo que reforzar los contrafuertes de toda la fachada.

La gran restauración del siglo XIX
En el año 1844, el mal estado del edificio hizo que el Estado tuviera que acudir a su reparación, fecha en que la catedral de León fue declarada Monumento Nacional, el primero del patrimonio español. En el año 1849 el jesuita P. Ibáñez diseñó y colocó un nuevo rosetón para el hastial sur.
Poco después, el cabildo temió un desenlace fatal cuando en el año 1857 comenzaron nuevamente a caer piedras del crucero y la nave central, cundiendo el temor de una ruina total de la catedral, que se extendió por España y por toda Europa. Intervino entonces la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, y el gobierno encargó las obras a Matías Laviña en el año 1859. Sin embargo, este desconocía el funcionamiento del edificio gótico al tener una formación clasicista. Desmontó la cúpula de media naranja y los cuatro pináculos que la flanqueaban debido a su excesivo peso, y prosiguió desmontando el crucero y toda la fachada sur. Pero el peligro de un total hundimiento se hacía más inminente. Las críticas que provocaron sus decisiones le llevaron a la muerte en el año 1868.
Fachada occidental en 1875, anterior a su restauración y modificación.
 

A su muerte se responsabilizó de las obras Andrés Hernández Callejo, quien pretendía seguir desmontando el edificio, cuando fue cesado en el cargo. En el año 1868 se encargó la obra a Juan de Madrazo, amigo de Viollet-le-Duc, el gran restaurador francés, sin duda el mejor restaurador de España y buen conocedor del gótico francés, que aplicaba las teorías de aquel. Para contener el deterioro del edificio y, al mismo tiempo, proceder a su reconstrucción, Juan de Madrazo proyectó su admirable sistema de encimbrado de las bóvedas altas. El encimbrado fue una complejísima trabazón de carpintería, que sirvió para sostener todos los empujes del templo mientras se procedía a la reconstrucción de toda la fachada sur y del crucero desmontado. Además, Madrazo modificó notablemente la disposición de las bóvedas, y volvió a rehacer desde la arcada la fachada sur, inspirándose en la norte, incluyendo el perdido rosetón. El nuevo hastial triangular fue también inspirado por el existente en la fachada norte. En general, planeó todo el templo tal y como lo encontramos hoy. El objetivo era conseguir la Pulchra Leonina, es decir la catedral en su estado primigenio de gótico puro, eliminando todo aquello que alterara esa pureza. El momento más importante tuvo lugar en 1878, cuando se retiraron las cimbras y el edificio resistió inmutable. Los equilibrios del gótico se habían repuesto. Pero el carácter progresista de Juan de Madrazo le hizo tomar partido en los graves momentos sociales que sacudían entonces España (el Sexenio Democrático o Revolucionario), enfrentándose con el cabildo, el obispo y la sociedad conservadora leonesa, quienes le acusaron de masón, protestante y anticatólico, declarándose él mismo como deísta o ateo. Cuando estaba edificando el hastial sur y después de haber sostenido toda la catedral con su asombroso encimbrado de madera que provocó visitas de técnicos de toda Europa, fue destituido en el año 1879, falleciendo de los disgustos pocos meses después.
A Juan de Madrazo le sucedió en el cargo Demetrio de los Ríos en el año 1880. Purista, como el anterior, continuó dando a la catedral el aspecto gótico primitivo, según su pensamiento racionalista, y desmontó el hastial occidental plateresco, que había sido hecho por Juan López de Rojas y Juan de Badajoz el Mozo en el siglo xvi, sustituyéndolo por un diseño neogótico análogo al recién construido en la fachada sur. También terminaría de reconstruir las bóvedas del crucero y de la nave central, además de introducir algunos nuevos diseños, perfiles y motivos ornamentales neogóticos en diversas partes del edificio.
A su muerte fue nombrado arquitecto de la catedral Juan Bautista Lázaro, que concluyó los trabajos de restauración arquitectónica en la mayor parte del edificio. En el año 1895 emprendió la ardua tarea de recomponer las vidrieras. Estas llevaban varios años desmontadas y almacenadas, con grave deterioro. Fue ayudado por su colaborador, Juan Crisóstomo Torbado. Se reabrió un taller de vidrieras al estilo medieval para su restauración y composición de otras nuevas. Se decidió también aislar la catedral de su entorno urbano más próximo para resaltar su monumentalidad, lo que acarreó la desaparición de varias dependencias anexas, y su conexión con el Palacio Episcopal a través de la Puerta del Obispo.
Finalmente, concluida la restauración, en el año 1901 la catedral fue reabierta al culto. Ya no era un edificio en peligro, sino que había recobrado el esplendor del gótico, principalmente con la sustitución de los hastiales oeste y sur y la eliminación de la cúpula barroquizante. En aras de mantener el delicado equilibrio, nunca se permitió elevar flecha alguna sobre el crucero, pese a que hubo proyecto al respecto. Hoy la catedral de León es el monumento gótico más armónico de España.
Plano de la fachada occidental de la catedral después y antes de las restauraciones del siglo XIX.
 

La gran restauración decimonónica verificó la recuperación de la estabilidad de un edificio que había arrastrado graves problemas en su estructura a lo largo de los varios siglos de su existencia. Puede afirmarse que esta restauración fue una de las más complejas y arriesgadas realizadas en Europa en el siglo xix Los minuciosos cálculos sobre la estabilidad de bóvedas, los portentosos sistemas de carpintería armados a gran altura y los sistemas de cantería puestos en práctica para la reparación y reconstrucción de bóvedas de la catedral de León sirvieron de modelo para la restauración posterior de otras grandes catedrales españolas, como la de Sevilla o Burgos. Pero también fueron referencia imprescindible en toda Europa para restaurar edificios que décadas más tarde resultarían dañados seriamente en su esqueleto estructural como consecuencia de catástrofes bélicas. El elevado mérito de estos trabajos fue reconocido en su momento, pues en el año 1881, Juan de Madrazo recibió a título póstumo la Medalla de Oro en la Exposición Nacional de Bellas Artes por sus proyectos de restauración de la catedral de León.

Restauraciones de los siglos XX y XXI
Los trabajos de restauración continuaron levemente en el siglo xx, sobre todo en las primeras décadas. En el año 1911 Manuel Cárdenas destruiría lamentablemente la Puerta del Obispo, edificio civil que unía la catedral con el Palacio Episcopal. En el año1930, Juan Crisóstomo Torbado terminaría la verja exterior iniciada en 1794, cerrando todo el atrio. Este arquitecto acometería después la restauración del claustro.
En el año 1963 el arquitecto Luis Menéndez Pidal reharía la rosa calada del remate triangular del hastial sur, imitando el del norte.
El 27 de mayo del año 1966, un incendio motivado por la caída de una chispa de un rayo arrasó toda la techumbre de las naves altas, aunque por suerte las consecuencias no fueron graves; gracias a la intervención del maestro Andrés Seoane la techumbre se pudo reparar.
En las últimas décadas se ha estado trabajando con gran intensidad en el refuerzo de las estructuras y en el tratamiento y limpieza de la piedra con las más novedosas técnicas, en un esfuerzo por conservar para la Humanidad esta maravilla arquitectónica.
Desde el año 2009 también se están llevando a cabo la restauración y consolidación de las vidrieras, usando las más modernas técnicas. Se usan vidrios de protección para cerrar los vanos y un acristalamiento isotérmico para proteger y conservar la vidriera de los efectos atmosféricos, así como mallas metálicas protectoras exteriores. La financiación ha sido llevada a cabo por el ministerio de Cultura del Gobierno de España y por la consejería de Cultura de la Junta de Castilla y León, mediante el proyecto cultural «Catedral de León, el sueño de la luz». Este proyecto permitió la visita guiada para conocer la restauración de las vidrieras. No se prevé que los trabajos de restauración concluyan antes del año 2021, siendo los últimos dos años de la misma los que más oculten la fachada principal.

Características generales]
Generalidades del gótico
En la arquitectura gótica se generaliza el uso de los arcos apuntados (o arcos ojivales) y la bóveda de crucería concentrando así los empujes en puntos determinados y no en todo el muro, que permiten hacer catedrales más esbeltas (por una parte, el arco puede alargarse sin ampliar su ancho como ocurría en el románico y reduce los empujes haciendo cubiertas más ligeras, lo que permite abrir los muros). Desaparece la tribuna románica y los empujes laterales que esta resolvía se envían a los arbotantes, arcos que transmiten el empuje de la cubierta a los contrafuertes exteriores, que solían estar rematados con pináculos. Las grandes vidrieras son una muestra del interés del gótico por comunicarse con el pueblo. Así mismo, la sensación de verticalidad se corresponde a la idea del Jerusalén celeste, en comparación contra la sensación de acogimiento y seguridad a los fieles creada en el románico. Este tipo de construcciones solían tener un número impar de naves (3 o 5) sustentadas por una bóveda de crucería cuatripartita, sexpartita, de terceletes, de abanico o estrellada. La fachada principal se estructuraba generalmente en tres vanos abocinados, constituidos por arquivoltas y jambas y enmarcados en un gablete, una galería de reyes del Antiguo Testamento, un gran rosetón (situado en la nave central), un andito (espacio mediante el cual se accede a la fachada para realizar posibles reformas) y por dos torres de características diferentes (rematadas o no con un pináculo en forma de flecha).

Planta
1.   
Pórtico de Nuestra Sra. La Blanca.
2.    Pórtico de San Juan.
3.    Pórtico de San Francisco.
4.    Capilla de San Juan.
5.    Deambulatorio o girola.
6.    Coro.
7.    Altar Mayor y Retablo.
8.    Puerta de Nuestra Sra. del Dado.
9.    Capilla de Santa Teresa.
10. Claustro.
11. Capilla de San Nicolás.
12. Capilla del Conde de Rebolledo.
13. Capilla de San Andrés.
14. Capilla de Santiago.
15. Capilla de Nuestra Sra. del Dado.
16. Capilla del Tránsito.
17. Capilla del Nacimiento.
18. Capilla de la Concepción.
19. Capilla de la Virgen Blanca.
20. Capilla de la Consolación.
21. Capilla del Cristo.
22. Capilla del Carmen.
23. Capilla de San Francisco.
24. Puerta de la Muerte.
25. Puerta del Sarmental.
26. Puerta de San Froilán o de la Reina. 

La planta es casi una réplica de la catedral de Reims aunque en formato algo menor. Tiene unas dimensiones de 90 m de longitud, 30 m de alto y 29 m de ancho. Dividida en tres naves, de la entrada al transepto, y cinco naves del transepto al altar mayor. La catedral presenta macrocefalia, es decir una cabecera de mayor tamaño que lo común (el ancho del transepto en este caso) y que le resta algo de profundidad y perspectiva pero a cambio le brinda mayor espacio para los fieles (debido a estar en el Camino de Santiago su afluencia era mayor). Las naves de la catedral de León se cubren con bóveda de crucería cuatripartita en tramos rectangulares. El crucero lo hace con una bóveda cuatripartita, que sustituyó a la cúpula barroca del siglo xvii en las obra acometidas a finales del siglo xix con el fin de guardar coherencia con el resto de la construcción. En sus muros presenta 125 ventanales, con 1.800 m² de vidrieras policromadas de origen medieval, siendo consideradas de las mejores del mundo en su género. De ellas, destacan el gran rosetón central situado en el pórtico central, entre las dos torres de aguja, así como las de la Capilla Mayor, el transepto norte y la Capilla de Santiago. 

Exterior
Fachada occidental
La fachada occidental es la principal de la catedral, y por la que normalmente se accede al templo. Consta de un triple pórtico ojival similar al de la catedral de Reims. En las jambas, arquivoltas, tímpanos y parteluces de las portadas se desarrolla un trabajo escultórico de destacado papel en el gótico español, actuando de filtro de la influencia francesa. Encima del pórtico, se sitúa el gran rosetón central, con vidrieras de finales del siglo XIII. El hastial triangular neogótico actual fue construido por Demetrio de los Ríos a finales del siglo XIX durante su restauración, siendo desmontado el anterior plateresco del siglo XVI.
Fachada occidental
 

Torres
La fachada se encuentra flanqueada por dos torres góticas de 65 y 68 metros respectivamente. El hecho que las torres sean diferentes, en forma y altura, responde a momentos diferentes de la construcción y es bastante típico del gótico. La torre norte o de las campanas fue iniciada en el siglo XIII y terminada en el siglo XIV, siendo más sobria y maciza, terminada en una aguja cerrada. La torre sur o del reloj se inició también en el siglo xiii, pero no fue concluida hasta finales del siglo XV, momento en el que el maestro Justín le dio remate. Su estilo es gótico flamígero, con una aguja calada, estando menos acorde con el resto del edificio que su compañera. Las torres de la catedral de León presentan la particularidad de estar adosadas a las naves laterales, en lugar de surgir de ellas. Esto permite la curiosa vista de los arbotantes de las naves laterales desde la fachada occidental.
Perspectiva de las torres de la Catedral.
 
Portadas
Realizadas en la segunda mitad del siglo xiii, las riquezas de las portadas de la catedral de León la convierten en el máximo exponente de la escultura gótica española. El triple pórtico occidental se encuentra dedicado en los laterales a San Francisco y a San Juan Bautista, mientras la portada principal representa el Juicio Final. La influencia francesa se evidencia en esta portada principal, realizada en torno al año 1270. De esta, destacan los personajes de las jambas y Nuestra Señora La Blanca en el parteluz, hoy sustituida por una copia ejecutada por Andrés Seoane. Las figuras presentan el naturalismo propio del gótico que se impone sobre el simbolismo y hieratismo románicos. El trabajo de los pliegues en los ropajes, la expresión e individualización de los rostros y la sensación de movimiento son las principales características. El modelo de Nuestra Señora La Blanca o Virgen Blanca destaca por su humanidad, conseguida en gran parte, por la sonrisa que recuerda al Ángel de la Anunciación de la catedral de Reims.
La
portada izquierda, o "de San Juan", en el tímpano se muestra el Ciclo de la Natividad de Jesús: Visitación, Nacimiento, Adoración de los Pastores, Herodes, Epifanía y Matanza de los Inocentes, con un gran sentido de la narratividad. En las Arquivoltas aparece una alusión del árbol de Jesé, en relación con la genealogía de Cristo e historias relacionadas con la vida de San Juan Bautista, dando el nombre a la puerta. Entre esta portada y la siguiente, aparece el locus apellationis, columna ante la que se administraba justicia en el Reino de León, según normas que se remontan al Fuero Juzgo y al leonés del año 1020, y que provoca la asimilación de Alfonso X, patrocinador del templo, con la figura del rey Salomón, representado al fondo sobre la columna.

La 
portada central es la del Juicio Final, tema predilecto para las portadas occidentales de las catedrales góticas porque es el lugar por donde se pone el sol, metáfora del inicio de las tinieblas, en relación con el afán de la Iglesia por mostrar la Muerte, el Juicio, el Infierno y el Paraíso, las llamadas “Cuatro Postrimerías”, como aviso a los fieles de la segunda venida de Cristo.
Las tres arquivoltas se centran en el anuncio. En la clave y las cuatro dovelas centrales de la interior aparecen los ángeles anunciadores tocando tubas y caramillos. El resto está ocupado por los muertos saliendo de sus tumbas ayudados por ángeles para presentarse ante Dios en el Juicio. Entre ellos se distinguen a reyes, nobles, obispos, religiosos y gente humilde, la mayoría semidesnudos pero identificados por los hábitos, las coronas, las mitras… Casi todos son personas jóvenes, seguramente siguiendo a San Agustín en la Ciudad de Dios, donde afirma que se resucitará con la misma edad de Cristo en el momento de su propia Resurrección.
El tímpano se divide en tres registros. El central, más grande, muestra los instantes previos a la sentencia, con Cristo Juez, reminiscencia románica, pero con el torso y los pies desnudos dejando ver las heridas de su Pasión, mezclado ya con la iconografía gótica de Varón de Dolores, cuando ya muestra su condición humana, flanqueado por dos ángeles de pie que sujetan los instrumentos de la Pasión, con las manos enguantadas para no tocar directamente los símbolos, y por la Virgen y san Juan Evangelista arrodillados suplicando, en su labor de intercesores. La escena se completa con el registro superior, con dos ángeles portando la corona de espinas sobre la cabeza de Cristo.
En el registro inferior se muestra la escena posterior a la sentencia, con una psicostasis central en la que san Miguel, heredero del dios egipcio Thot, del griego Hermes y del romano Mercurio, que celebra su día el 29 de septiembre, equinoccio de otoño, regido por Libra, sostiene la balanza para cumplir su misión pesando las almas.
A la izquierda, la derecha de Dios, se sitúan los bienaventurados, entre los que se distingue algún personaje del pueblo llano, a un papa, a un obispo, a cuatro frailes, a nobles, entre los que sobresale un personaje coronado que se ha identificado con Alfonso X… esperando sosegados y felices mientras asisten a una fiesta animada por ángeles músicos a ser recibidos por san Pedro ante las Puertas del Cielo.
A la derecha aparecen los condenados sufriendo los tormentos, arrojados a calderas o devorados por monstruos. Podrían distinguirse los pecados capitales, como la lujuria, una mujer desnuda mientras una serpiente le muerde los genitales, o la avaricia, un hombre con una bolsa de monedas. También hay una representación del Leviatán, monstruo marino de origen fenicio descrito en la Biblia como pez gigantesco y que se asocia con la boca del Infierno, de ahí que esté representado como tres cabezas de las que surgen llamas mientras están devorando a los condenados.
Algunas de las arquivoltas de este lado de la derecha también muestran representaciones de torturas, que en pendant con el lado izquierdo, donde también se extienden bienaventurados, podría tratarse de una representación doblada del Purgatorio dividiendo a las almas que lograrán la redención de las que serán condenadas para siempre Pero estos bienaventurados son mártires y santos de vida ejemplar, como san Esteban, santa Margarita de Antioquía, san Mateo, santa Clara, san Andrés, san Froilán, san Pablo, san Lorenzo… Las figuras muestran ya el naturalismo propio del gótico, con expresión e individualización de los rostros, un minucioso trabajo de los pliegues de los ropajes y en la sensación de movimiento.
Esta portada también se conoce como de la Virgen Blanca por la escultura que ocupó el parteluz, hoy en la capilla central de la girola, sustituida aquí por una réplica, y que fue una novedad que responde a la creciente devoción a María de la época, pues lo habitual en las portadas centrales góticas era Cristo maestro rodeado del apostolado. Es del tipo iconográfico de la Virgen con Niño pisando el dragón en alusión a su condición de nueva Eva, como corredentora, en relación con la iconografía mariana general del pórtico, y se considera una de las obras escultóricas de mayor calidad del gótico español.
Se cree que existió un proyecto iconográfico conjunto para las esculturas que debían ocupar las jambas de las tres portadas, que no pudo concretarse por falta de presupuesto y que terminó provocando un caos en la ubicación de las tallas que dificulta seriamente su lectura. De todos modos, en la actualidad las jambas lucen desnudas porque las esculturas fueron retiradas en 2009 y reubicadas en las galerías del claustro y en la capilla de san Juan de Regla en espera de una restauración.
La Portada del Juicio Final fue la más completa, pues estaba previsto que mostrara a los doce Apóstoles y faltaron solo dos, Simón el Zelote y Matías, aunque se añadió a san Pablo, colocados siete a la izquierda y cuatro a la derecha y mirándose dos a dos, como estableciendo conversación. Todos lucen abundante melena ondulada y salvo Juan, Mateo y Felipe, tienen barba, llevan los pies desnudos, visten túnica y manto y portan libro o filacteria como símbolo de la ciencia y la sabiduría que poseen.
Esta Portada del Juicio Final sirvió como telón de fondo de juicios medievales en algunas catedrales góticas, de ahí que entre esta portada y la del Evangelio, dedicada a San Juan Bautista, se ubique el locus Apellationis, un fuste procedente de la iglesia románica y una escultura que representa a un rey juez bajo dosel-baldaquino, tal y como se ve en miniaturas carolingias o románicas, que se ha querido identificar con Salomón como símbolo de la justicia regia y espejo de la justicia de Dios y ante el que, de acuerdo al Fuero Juzgo o Liber Iudiciorium, se podía apelar una sentencia anterior ante un tribunal compuesto por cuatro jueces: un canónigo de la catedral, un representante del rey, un representante de la nobleza y un representante de la ciudad.

La Portada de san Francisco de Paula, fundador de la Orden de los Mínimos, en el lado de la Epístola, debe su nombre a su antigua advocación a ese santo como titular de la capilla bajo la torre sur o del reloj, que hoy es la de santa Lucía.
Está dedicada al Triunfo de la Virgen y en las tres arquivoltas se representan el cortejo de ángeles que acompañan a Cristo en su venida a la Tierra para recoger a transportar al Cielo el alma de su Madre junto a apóstoles, profetas, sibilas, reyes, santos y la Parábola de las Vírgenes Necias y Prudentes, que advierte de la necesidad de estar preparados para la Venida de Cristo.
El tímpano está dividido en dos registros donde se representan una Dormición, con María fallecida rodeada de los apóstoles mientras Cristo recoge su alma, y una Coronación de la Virgen, con María orante ante Cristo mientras dos ángeles portan la corona flanqueados por otros dos ángeles ceroferarios que recuerdan que todo acto sagrado se desarrolla entre cirios encendidos.
El ciclo completo de las figuras de las jambas se compondría de doce esculturas, aunque solo se conservan seis y, además, no ocupan el lugar para el que fueron realizadas. Están en relación con la dedicación de la portada a la Virgen y muestran figuras del Antiguo y del Nuevo Testamento.
En las jambas de la derecha estaría previsto que se ubicaran la Epifanía y la Presentación en el Templo, con los tres Reyes Magos Melchor, Gaspar y Baltasar, y el anciano Simeón, todos mirando hacia la derecha, donde estaría la Virgen con el Niño, pero los cuatro fueron colocados en la Portada Sur. En los dos espacios que restan de la derecha se ubicaría la Visitación, con María y su prima Santa Isabel, que se piensa que no llegaron a esculpirse. En las jambas de la izquierda se tendrían que haber situado la Anunciación, con María y el arcángel San Gabriel, hoy en el museo catedralicio, junto al rey Salomón, que se colocó en la Portada de San Juan, la Reina de Saba, ambos prefiguraciones de Cristo en el Antiguo Testamento, y la Sibila de Eritrea, símbolo de la promesa de salvación.

Fachada sur
Se extiende hacia Puerta Obispo, orientada al sur del templo. Fue la zona que más sufrió los problemas constructivos de la catedral, llegando a ser reconstruida en varias ocasiones. En el siglo XVII, el triforio fue cegado, y se colocó un hastial barroco en forma de espadaña, y el siglo XVIII, tras el terremoto de Lisboa, su rosetón fue desmontado y sustituido por una ventana doble barroca. Afortunadamente, durante las grandes restauraciones de finales del siglo XIX, Matías Laviña proyectó la fachada actual, construyendo un nuevo rosetón, triforio y hastial neogóticos, imitando la fachada norte, que nunca fue retocada. A la derecha del gran rosetón encontramos la torrecilla denominada "silla de la reina", realizada en el siglo XV por el maestro Justín, y que servía para recoger los empujes de los arbotantes hacia la cabecera.

Portadas
La portada sur también cuenta con tres pórticos, al estilo de las catedrales góticas francesas, realizados entre 1265 y 1275.
La
portada izquierda es la denominada «de la muerte», por la configuración que acompaña al tamizado heráldico de Castilla y León. No posee decoración en el tímpano, solo en las arquivoltas y jambas. El nombre de Puerta de la Muerte procede de una figura de un esqueleto con alas, colocado en época posterior en una de las ménsulas.
La central, llamada "del sarmental" es muy similar a la puerta del sarmental de la catedral de Burgos, representando a Cristo sedente como Pantocrátor mostrando el Libro de la Ley, y rodeado del tetramorfo: El toro (Lucas), el águila (san Juan), el león (San Marcos) y el hombre (San Mateo). A sus lados aparecen evangelistas sentados, escribiendo sobre pupitres. Ángeles y ancianos del Apocalipsis con instrumentos musicales adornan las arquivoltas. El parteluz está ocupado por una estatua de San Froilán.
La portada derecha, llamada "de san Froilán", muestra en su tímpano escenas de la vida del santo, su muerte y el traslado de sus reliquias a la catedral leonesa. Las arquivoltas están decoradas con ángeles. Esta portada tuvo gran importancia en la Edad Media pues por ella entraba el obispo, al estar situado enfrente el Palacio Episcopal. Además, también era empleada por todos los peregrinos que entraban por una puerta de la muralla cerca de la catedral para visitar los restos del santo. Actualmente se encuentra cegada.
Portada izquierda es la denominada «
de la muerte»
Portada central, llamada "
del sarmenta
Tímpano
Portada derecha, llamada "
de san Froilán" 

Fachada norte
La fachada norte de la catedral se encuentra poco visible debido a que se encuentra justo encima del claustro, lo que impide su visibilidad total a no ser desde el mismo o desde las alturas de la ciudad. Consta de un hastial con triforio presidido por un gran rosetón con vidrieras de finales del siglo XIII. El remate del hastial triangular y su rosa calada es del siglo XV, y fue usado como modelo para la reconstrucción de los hastiales de los lados sur y oeste en las restauraciones de finales del siglo XIX. A la izquierda de la fachada está otra torrecilla, "la limona", realizada en el siglo xv para recoger los empujes de los arbotantes hacia la cabecera. Esta fachada no ha sido retocada por las grandes restauraciones, permaneciendo inalterada desde su construcción.

Portadas
En su origen constaba, como en los casos anteriores, de una portada triple, pero no da al exterior del templo, sino que está cubierta por la estancia de acceso al claustro.
La portada izquierda fue cegada y desapareció con la construcción del claustro.
La portada central, llamada "de la Virgen del dado" se llevó a cabo en la última década del siglo xiii y aún conserva la mayoría de la policromía, del siglo XV. En el tímpano, un Cristo bendice desde la almendra mística que sujetan los ángeles y flanquean los evangelistas. En el parteluz aparece la escultura de la "Virgen del dado", llamada así por la leyenda sobre un soldado que arrojó sus dados a causa de una adversidad en el juego, hacia el rostro de Niño, que sangró milagrosamente (frente a ella se representa el milagro en una vidriera). En las jambas aparecen Pablo, Pedro, Santiago, Mateo y la Anunciación a María.
La portada derecha se usa como entrada y salida a la estancia que da salida al claustro. El tímpano no es escultórico, sino que posee una pintura gótica de la Virgen con el Niño. En las arquivoltas hay figuras vegetales. También conserva la policromía.
Portada policromada de la Virgen del Dado en la fachada norte, que da acceso al claustro.
 

Naves
La catedral de León cuenta con tres naves y un transepto. La nave central mide 90 metros de largo y 30 de altura, mientras que las dos naves laterales miden 15 metros de altura, y se unen a través de la girola. Desde el exterior, son perfectamente visibles todos los contrafuertes, los arbotantes y los pináculos a lo largo de las naves, que sirven para desviar los empujes del edificio al exterior y poder perforar las naves con grandes ventanales. También existen gran cantidad de gárgolas, con forma de animales o monstruos míticos, que servía para escupir al exterior el agua que caía del tejado a través de los arbotantes.
De cara al exterior lo más importante es el reemplazo de los muros de piedra por los vanos con vidrieras. Las dos naves laterales están perforadas con vanos desde la fachada occidental hasta el transepto, constituyendo los ventanales de la parte baja del edificio. La nave principal está perforada con grandes ventanales que recorren todo el edificio, incluido el transepto y el ábside, dando lugar al claristorio. Justo debajo está el triforio calado que también recorre el edificio. Esta aligeración de los muros es lo que da lugar a la "
desmaterialización" del arte gótico. Algunas volutas y adornos que se pueden observar en la piedra entre los ventanales de la nave principal son obra de las restauraciones de finales del siglo XIX.

Nave de la Epístola
 

Ábside
El ábside es la parte más antigua de la catedral, debido a que las iglesias comenzaban a construirse por la cabecera para poder realizarse culto antes de la conclusión definitiva del templo. La vista de la catedral desde el ábside es una de las más impresionantes, porque es en esta zona donde los arbotantes alcanzan su mayor espectacularidad. Los arbotantes desvían los empujes hacia el exterior permitiendo aligerar los muros, que pueden ser perforados por grandes ventanales. Durante gran parte del año, los pináculos del ábside de la catedral leonesa son usados como posadero y nidos por numerosas cigüeñas. Algunas de ellas pasan el invierno en León.


Interior
En cuanto a su alzado interior, la catedral sigue con el modelo francés en tres pisos o registros. El primero es el de los arcos formeros apuntados con pilares fasciculares, cuyos baquetones se insertan en los nervios de las bóvedas creando un eje que marca la verticalidad del interior. El segundo piso cuenta con un triforio y el tercero es el claristorio, o conjunto de vidrieras. 

Coro
En León, también según la costumbre extranjera, estaba situado originalmente en la cabecera, delante del altar mayor. En el año 1746 finalmente fue trasladado al centro de la nave mayor. El arquitecto Cárdenas en el año 1915 abriría el gran arco central con unos enormes cristales que recuperan, en parte, la vieja perspectiva de la nave central y la vista del altar mayor.
La sillería actual, quizá sustituta de una anterior, fue realizada entre los años 1461 y 1481 en estilo gótico en madera de nogal. Se trata de una de las sillerías más antiguas de España. A un primer maestre Enrique, carpintero que planearía el trabajo, sucedieron Juan de Malinas y el maestro Copín, imagineros de las principales tallas (testeros y respaldos). Un riquísimo elenco de motivos congrega a los habituales personajes del Antiguo Testamento y a los santos en los lugares más visibles, contraponiéndolos a varias figuras profanas de tono burlesco y costumbrista, a la moda nórdica. Los autores no se recataron en utilizar figuras de clérigos para satirizar vicios, en mordaces escenas que llegan a veces a la obscenidad.
La sillería se organiza con asientos bajos, para racioneros y bachilleres, y altos, para dignidades y canónigos, además de dividirse en dos mitades, con el lado del Evangelio denominado “coro del rey” y el de la Epístola, “coro del dean o del obispo”, en relación con el complejo ceremonial litúrgico que tenía lugar en el presbiterio en solemnes festividades como el Domingo de Ramos, el Corpus, la Asunción… y en las que también participaban los poderes civiles de la ciudad, por lo que necesitaban un lugar para ubicarse.
En la sillería baja, dedicada al Antiguo Testamento, la Lex Scripture, las figuras aparecen de medio cuerpo e identificadas mediante una inscripción, distinguiéndose sibilas, profetas, héroes y heroínas. La sillería alta se dedica al Nuevo Testamento, la Nova Lex, y muestra a apóstoles, evangelistas, padres de la Iglesia, diáconos, fundadores de órdenes religiosas, santos y santas.
Coro en la nave central.
Lado de la Epístola de la sillería
Lado del Evangelio de la sillería
 

En 1529 ese exclusivo espacio para el coro en el presbiterio incluso se pensó en aislar todavía más y se inició, según trazas arquitectónicas de Juan de Badajoz el Joven, maestro de la catedral, un cerramiento pétreo a modo de antecoro. Pero la ubicación definitiva que debía tener este cerramiento no debía estar muy clara porque en 1560 ya hubo una primera propuesta para trasladar la sillería a la nave central, no por criterios estéticos sino en relación con las ideas erasmistas y del humanismo cristiano que habían defendido relevantes personajes como el cardenal Cisneros y que terminaron concretándose muy poco después en el Concilio de Trento, respecto a la conveniencia del acercamiento al fiel para que no continuara ajeno a las celebraciones litúrgicas, facilitándole la visión directa del presbiterio al dejarle ocupar el espacio dejado por el coro. Pero en León, al contrario de lo que sucede en otras catedrales como Ávila o Burgos, termina descartándose el traslado porque tras la consulta a Felipe II, el monarca lo prohibió argumentando que el templo “perdería la buena gracia y el ornato”.
Aun así, se siguió trabajando en el antecoro al tiempo que se solicitaba la opinión de Rodrigo Gil de Hontañón y Juan de Vallejo, que hicieron modelos y dieron su parecer sobre el ansiado traslado. Lo más curioso es que la obra resultante terminó colocada, a modo de pantalla, ante los pilares entre el cuarto y quinto tramo de la nave central sin función real hasta tiempo después.
Se compone de zócalo que actúa como pedestal de una estructura con forma de retablo compuesta por banco y cuerpo de cinco calles. En la central se sitúa un arco de medio punto y las cuatro laterales muestran sendos tableros enmarcados por columnillas, con labor escultórica contratada por Juan de Juni y Esteban Jordán en 1577 pero realizada por Jordán por fallecimiento de Juni, compuesta por los relieves con la Nacimiento de la Virgen, la Anunciación, la Adoración de los pastores y la Epifanía, y las estatuas de los santos Pedro, Pablo, Marcelo e Isidoro que rematan la obra y que no guardan proporción con el resto, todo ello enmarcado por una delicada decoración de los elementos arquitectónicos con temas mitológicos, atlantes, grutescos, bucráneos… mezclados con temas bíblicos y alegóricos.
Las cuatro escenas se representan en tres planos. En el primero las figuras están trabajadas de cuerpo entero y en altorrelieve, en el segundo están de medio cuerpo y en medio relieve y en el tercero sólo se ven bustos, distinguiendo gráficamente a los personajes protagonistas de los secundarios. También se observa una desaparición de todo lo anecdótico, tan protagonista en las representaciones del gótico tardío, en pos de la claridad, y una perfecta conexión, sin desvíos, con los pasajes bíblicos, denotando una clara influencia de las teorías trentinas, supeditándose la imaginación a la ortodoxia del dogma.
Anunciación
Adoración de los pastores
Detalle de la Epifanía
 

El arco central es abocinado y casetonado, está apoyado sobre pilares en los que se representa el Árbol de Jesé y culmina en un ático labrado por las dos caras con la Asunción de María y San Froilán y rematado por un Crucificado del siglo XVI de Juan Bautista Vázquez.
Ático del trascoro
El Árbol de Jesé en uno de los dinteles del arco
El Árbol de Jesé en el otro dintel
Pequeño relieve con el Abrazo ante la Puerta Dorada en el banco del trascoro
Pequeño relieve con la Visitación en el banco del trascoro
 

Esta “pantalla” sólo terminó adquiriendo utilidad cuando a mediados del siglo XVIII, finalmente, se decidió trasladar el coro a la nave central, un cambio de ubicación que estaría relacionado con la reestructuración general del presbiterio para ubicar un nuevo retablo mayor de Narciso Tomé, el autor del Transparente de la catedral de Toledo, y su primo Simón Gavilán Tomé, y que con las restauraciones de fines del siglo XIX, buscando recuperar la pureza gótica del templo, también se retiró y hoy está en la iglesia de los Capuchinos. En este sentido, en 1744 Simón Gavilán también fue el encargado de la traza de los dos muros laterales del coro.

Altar mayor
La catedral de León contó, desde la primera mitad del siglo XV, con un magnífico retablo mayor gótico que fue desarmado, quedando sus tablas dispersas en distintas parroquias de la diócesis. Realizado por Nicolás Francés, ocupaba los cinco intercolumnios centrales del presbiterio, compuesto de cinco calles y cuatro cuerpos, salvo en la calle central, que sólo tenía tres para cobijar un camarín de la Virgen, con dieciocho tablas grandes dedicadas a la Vida de la Virgen, la Vida de San Froilán, el Traslado del cuerpo de san Isidoro a León por san Alvito y el Martirio y traslado a Compostela de Santiago, además de otras veintidós más pequeñas en las entrecalles.
Hay autores que afirman que se completaba con una pintura mural, hoy perdida, del Juicio Final en la bóveda, también de Francés, realizada a semejanza de la de Nicolás Florentino sobre el Retablo Mayor de la Catedral Vieja de Salamanca, aunque hay otros que, basándose en declaraciones de Demetrio de los Ríos durante las labores de restauración que realizó en la catedral a fines del siglo XIX, afirman que ese mencionado Juicio Final de Francés ocupaba la contrafachada de la catedral.

Pero a mediados del siglo XVIII el cabildo tomó la decisión de sustituir aquel magnífico ejemplar gótico por otro nuevo de Narciso Tomé, el autor del Transparente de la catedral de Toledo, y su primo Simón Gavilán Tomé, y que con las restauraciones de fines del siglo XIX, buscando recuperar la pureza gótica del templo, también se retiró, hoy en la iglesia de los Capuchinos.
Así, el actual retablo mayor de la catedral de León es una estructura neogótica de Juan Bautista Lázaro compuesta de banco y tres calles y enmarcada por un guardapolvo de doble fila de hojas de hiedra tallada y dorada sobre fondo azul realizado con piezas originales del siglo XV adaptadas a la nueva forma.
El altar mayor o capilla mayor de la catedral está actualmente ocupado por un retablo neogótico montado por Juan Bautista Lázaro con cinco tablas procedentes del retablo perdido realizado por Nicolás Francés a mediados del siglo XV, y otras de procedencia diversa (Palanquinos, etc). Representan la vida de san Froilán, el traslado del cuerpo de Santiago y la Presentación de la Virgen, en una mezcla de estilo gótico internacional y gótico flamenco. Destacan las tablas laterales, en especial el Descendimiento de la izquierda.
En el altar, el arca de san Froilán, obra maestra del platero Enrique de Arfe (1519-1522) con algunas modificaciones barrocas. El altar está cerrado por una verja de estilo plateresco, obra de Juan de Badajoz el Mozo.
En la calle central se aloja una escultura barroca de la Virgen y alrededor se distribuyen cinco tablas recuperadas del retablo de Nicolás Francés y otras tablas de Escuela Castellana de dos procedencias, con seis pequeñas escenas de la Vida de la Virgen, cuatro de ellas de la iglesia de Palanquinos atribuidas al llamado Maestro de Palanquinos, otras dos del retablo de la iglesia de Santa María del Mercado de León, que son las que forman el banco, y dos más de Palanquinos con tres Apóstoles cada una: Andrés, Juan y Pablo por un lado y Pedro, Santiago y Tomás por otro.

Tablas con Apóstoles
 

Las pinturas mezclan la influencia flamenca con la italiana para crear escenas alegres y coloristas en las que se da mucha importancia a lo anecdótico, lo minucioso y lo narrativo.
Muerte de la Virgen, Anunciación y Pentecostés en el banco
Natividad, Epifanía y Presentación en el templo en el banco
 

De las pinturas del antiguo retablo de Nicolás Francés recuperadas, una corresponde al ciclo de la Vida de la Virgen y narra la Presentación en el Templo, tres son del Ciclo de San Froilán, con la Vocación de san Froilán, Alfonso III visita a san Froilán y la Consagración de san Froilán, y otra pertenece al Ciclo de Santiago, con el Traslado de los restos desde Iria Flavia.
La tabla con la Presentación de la Virgen muestra una escena en un interior desequilibrado, con enormes figuras a la izquierda, donde se sitúan los santos Joaquín y Ana acompañados de algunos parientes, y una escalera en un templo a medio hacer por el que sube una minúscula figura de María ascendiendo hacia el altar, donde la esperan dos sacerdotes.
Presentación de la Virgen
 

La Vocación de san Froilán muestra al santo en un bosque acercándose una brasa a los labios sin quemarse, lo que demuestra la voluntad de Dios de que sea predicador, o mientras una paloma blanca y otra de color fuego se aproximan a su boca, una para quemarle y otra para darle la serenidad de espíritu necesaria para provocar su vocación. La escena es presenciada por dos monjes, uno que observa el milagro y otro que está de espaldas leyendo distraído.
Vocación de san Froilán
 

Alfonso III visita a san Froilán relata como el monarca se desplazó hasta el monasterio de Moreruela para convencer al santo de que aceptara el nombramiento como obispo de León, escena ante un edificio gótico, con nobles que acompañan al monarca, todos ataviados con ricas y coloristas vestiduras, mientras unos monjes descargan los presentes que éste ha llevado al santo.
Alfonso III visita a san Froilán

La presencia de un hombre enseñando sus partes pudendas a una mujer en la esquina inferior izquierda de esta tabla ha sido interpretada por algunos autores como el símbolo de las “procacioribus verbis” con las que el santo buscaba mostrar que era indigno de ocupar la sede leonesa porque se consideraba mal monje y porque había tenido un hijo.
La Consagración de san Froilán como obispo de León tiene lugar el día de Pentecostés del año 900, cuando el gozo del Espíritu Santo actúa en él en presencia de otros tres obispos, presbíteros, monjes, seglares… entre los que está también san Atilano porque va a ser consagrado con él.
Consagración de san Froilán como obispo de León
 

En cuanto al Traslado de los restos de Santiago, muestra una carreta de ruedas macizas, antecedente del “carro chillón” leonés, tirada por dos bueyes, escoltada por dos diáconos con dalmática y sobre la que se ve un arcón cubierto por un paño rico. A la derecha hay una catedral gótica a la que está entrando un obispo y donde un peregrino o un mendigo se acerca a un altar portátil de Santiago. Al fondo se ve una gran iglesia gótica, pastores cuidando ovejas, el castillo del obispo Teodomiro y un peregrino que parece arrojar una piedra a un crucero y que algunos autores han puesto en relación con la costumbre de colocar una piedra en la base de la Cruz del Ferro en el Monte Irago, entre León y Santiago al paso del Camino por el Bierzo.
Traslado de los restos de Santiago
 

Girola y capillas
Alrededor de la parte trasera del altar mayor se encuentra la girola o deambulatorio. En el caso de la catedral de León, como muchas otras del Camino de Santiago, la girola tiene un gran espacio, para permitir el paso de abundantes peregrinos y evitar aglomeraciones. Consta de nueve capillas de forma hexagonal, dispuestas alrededor del deambulatorio, y delimitadas por rejas. Cada una de estas capillas está presidida por un ventanal doble con vidrieras.

Capilla del Carmen
Dispuesta en la nave sur, justo después del crucero, e inmediatamente antes de llegar a la girola. Alberga el sepulcro del obispo Rodrigo Álvarez y posee un pequeño altar. Antes Capilla de San Miguel, justo después del crucero, con una talla que copia una imagen de Gregorio Fernández, un retablo del siglo XVIII con la imagen central de san José flanqueada por san Alfonso Mª de Ligorio y Benito y con san Miguel en el ático.
Retablo de la capilla del Carmen

Pero la obra más destacada de esta capilla es el sepulcro del obispo don Rodrigo Álvarez, de 1232, que se conforma como modelo de sepultura de gran aceptación en la catedral, copiado en el ya mencionado sepulcro de “el Zamorano”, y fuera de León.
Muestra arcosolio de medio punto  polilobulado que acoge sarcófago con frontal en el que los criados del finado reparten pan a los pobres, sobre el que aparece un yacente rodeado de la celebración de las exequias, con un obispo que ejerce de oficiante junto a los acólitos portando el libro, la naveta, el incensario, los cirios y la cruz y un grupo de fieles llorosos y plañideras mesándose los cabellos, una escena de gran predicamento posterior en la escultura funeraria castellano-leonesa. La labor escultórica se completa con un Calvario en el tímpano y en la clave del arco el alma del finado es conducida al paraíso por dos ángeles siguiendo la fórmula clásica de la elevatio animae. 
A continuación está la Capilla del Santo Cristo, aunque hasta 1524 fue el aposento de los sacristanes de la catedral. Cuenta con un retablo de Juan de Valmaseda de 1524 con estructura renacentista y un Calvario y los evangelistas, figuras todavía goticistas.
También anterior a la girola, está centrada en torno a un retablo renacentista con calvario, obra de Juan de Valmaseda (1524).

Capilla de acceso a la sacristía
Se encuentra vacía, solamente permite el paso al edificio de la sacristía, anexo a la catedral, y obra plateresca de Juan de Badajoz el Mozo.

Capilla de la Consolación
Capilla de san Clemente y san Antonio o de la Consolación, que conserva pinturas murales del siglo XVI con la Anunciación, la Glorificación de la Magdalena y los santos Cecilia, Mamés, Catalina y Marta. En las vidrieras se narran escenas de la vida del papa san Clemente y de san Antonio, su primitiva advocación, realizadas por Gonzalo de Escalante en 1476. Enfrente de esta capilla, en el trasaltar, se conserva una pintura mural del Llanto sobre Cristo Muerto de Nicolás Francés.

Capilla de la Virgen Blanca
Guarda la imagen original de la Virgen Blanca desde el año 1954. A la izquierda de la escultura se sitúa el sepulcro de la condesa Sancha Muñiz, ​ y a la derecha el de Alfonso de Valencia, hijo del infante Juan de Castilla el de Tarifa y nieto de Alfonso X, ambas del siglo xiv. Frente a esta capilla, y justamente detrás del altar mayor, se sitúa el sepulcro de Ordoño II obra del siglo XIII reformada con un tímpano en el siglo xv. De este momento son también los dos murales que miran hacia la girola, con temas de la piedad y Ecce-homo, obra de Nicolás Francés, que también pintó un mural del Juicio Final en el muro occidental, obra que fue picada a principios de siglo XIX por sus desnudos.
Las vidrieras de esta capilla son renacentistas, realizadas por Rodrigo de Herreras en 1565, y conforman un tríptico, con una Sagrada Familia central flanqueada por los pastores y los ángeles, escenas en las que ya se observa la importancia dadas a la perspectiva y la plasticidad de los cuerpos.
Escultura original de la Virgen Blanca en la capilla del mismo nombre.
 

En el lado del Evangelio se ubica el sepulcro de la condesa doña Sancha Muñiz y en el de la Epístola está el sepulcro del infante don Alfonso de Valencia, nieto de Alfonso X, ambos con arcosolio con sarcófago y yacente del siglo XIV.
Justo enfrente de la Capilla de la Virgen Blanca, en el trasaltar, está el sepulcro de Ordoño II de León, patrocinador de la primera catedral de la ciudad en el siglo X, donde recibió sepultura, sin que se sepa con certeza dónde estuvo su primer enterramiento.

Conserva gran parte de su policromía y se compone de arcosolio, caso excepcional en las sepulturas de reyes hispanos medievales, de doble arquivolta apuntada con decoración heráldica y vegetal sostenida por leones, protegido por una verja que cobija el sepulcro con un yacente del siglo XIII, aunque hay autores que señalan que la escultura se hizo para estar de pie, y tímpano dividido en dos registros, con un Calvario y un Descendimiento en el inferior y un Cristo resucitado flanqueado por dos apóstoles y dos ángeles arrodillados que se acoplan al perfil curvo en el superior, escenas de evidente significación redentora. La ausencia de las plañideras, tan habitual en otros enterramientos de arcosolio, aquí no está presente porque esas manifestaciones exacerbadas de duelo no formaban parte de los rituales funerarios regios castellano-leoneses.
El conjunto está enmarcado por un alfiz, elemento incorporado ya a mediados del siglo XV y atribuido al Maestro Jusquin, con ángeles en las enjutas soportando cartelas, los santos Pedro y Pablo y un clérigo reglar y un doncel heraldo que señalan los epitafios que tienen debajo para convocar a la celebración perpetua de las exequias y proclamar las glorias militares del monarca difunto.
"OMNIBUS EXEMPLUM SIT, QUOD VENERABILE TEMPLUM REX DEDIT ORDONIUS. QUO JACET IPSE PIUS HANC FECIT SEDEM QUA(M) P(RI)MO FECERAT EDEM, VIRGINIS ORTATU QUAE FULGET PONTIFICATU PAVIT EAM DONIS PER EAM NITET URBS LEGIONIS QUESUM(US) ERGO DEI GRATIA PARCAT EI. AMEN.
IS REX ALFONSI P(A)TRIS SUI VESTIGIO, PRUDENTER ET CULTE (IUSTE) REGNU(M) GUBERNANS. TALAVERA(M) CEPIT ET ARABES APUD CASTRU(M) S(AN)C(T)I STEPHANI POSTRAVIT, SUBJU / GAVITQ(UE) SIBI LISITANIA(M) ET BETICA(M) PROVINCIAS ET TERRA(M) ARABU(M) QUAE SINCILLA / DICITUR MAGNA STRAGE SUBEGIT, ANAGARU(M) CEPIT ET VICARIA(M), ET OCT / AVO REGNI SUI AN(N)O CU(M) SEX MENSIB(US) CU(M)PLETIS, ZAMORAE INFIRMITATE / P(ER)CUSUS AB HOC S(E)C(U)LO MIGRAVIT, ERA DCCCCXXXIII."
"Sea ejemplo para todos que el rey Ordoño dio este venerable templo, en el cual está enterrado él mismo piadoso [rey]. Hizo esta iglesia, la cual primeramente construyó para palacio real; y por amonestación de la Virgen resplandece con silla episcopal, y por ella brilla la ciudad de León. Roguemos, pues, a Dios que por su gracia le perdone. Amén.
Este rey, siguiendo las huellas de su padre Alfonso, gobernó con prudencia y justicia el reino. Tomó Talavera, derrotó a los árabes en el campamento de San Esteban [de Gormaz], subyugó las provincias de Lusitania y Bética, hizo gran estrago en la tierra de árabes llamada Sincila [Sintilia, según Sampiro] y se apoderó de [la prefactura de] Nájera y Viguera, y a los ocho años y medio completos de reinado murió de enfermedad en Zamora. Era 932".  

Capilla de la Concepción
O de la Virgen de la Esperanza, con una Virgen gótica del siglo XIII con policromía posterior que en realidad representa a la Virgen apocalíptica perseguida por el dragón pero que se utilizó habitualmente para la Anunciación, también embarazada. El sepulcro del lado del Evangelio es el del obispo Diego Ramírez y las vidrieras muestran escenas de la Vida de la Virgen y de Jesús, muy restauradas en el siglo XIX.
Vidrieras de la capilla de la Concepción
 

Capilla del Nacimiento
Retablo de la capilla del Nacimiento.
 

Consta de un pequeño altar y de una maqueta de un nacimiento, de estilo Gótico flamenco del siglo xv. Dicho retablo fue elegido para ilustrar los décimos de lotería del Sorteo Extraordinario de Navidad del año 2016.
En el muro del Evangelio se ubica el enterramiento del obispo Arnaldo, fallecido en 1253 y las vidrieras, aunque restauradas, datan de fines del siglo XV y muestran escenas de la vida de los santos Ildefonso y Pedro porque la capilla estuvo dedicada a ellos. También se distinguen obispos que suelen identificarse con san Froilán y san Hipólito y es interesante una de las rosetas, en la que se representa a un grupo de peregrinos ante el Apóstol Santiago, con la basílica compostelana al fondo.
Vidrieras de la capilla del Nacimiento
Vidrieras de la capilla del Nacimiento. La roseta superior muestra a unos peregrinos ante la sede compostelana
Detalle de la roseta
 
Ya en el lateral del ábside del Evangelio, se ubica un pequeño recinto cuadrado de acceso, desde la catedral, a la Capilla del Santísimo o de la Virgen del Camino, adosada a la girola por este lado y ocupando parte de la crujía este del claustro apoyándose sobre el lienzo de la muralla de la ciudad y que era la Librería del Cabildo, ya concebida como espacio específicamente construido para la consulta bibliográfica y el estudio.
Obra de Juan de Badajoz padre e hijo levantada entre 1495 y 1507, es un ámbito rectangular de tres tramos cuadrados con bóvedas de crucería estrellada apoyadas sobre grandes ménsulas y ventanales con vidrieras de Diego de Santillana en los testeros este y oeste, destacando su decoración escultórica en cubiertas, repisas, imposta, chambranas… que desarrollan un programa iconográfico relacionado con la sabiduría y la ignorancia y un retablo pétreo con los escudos de los obispos Valdivieso y Desprats, impulsores de la construcción.

Capilla de Santiago
Ya se encuentra fuera de la girola, en la nave norte. Por aquí se accede a la antigua Librería o Capilla de Santiago (o la de la Virgen del Camino) y a la de san Andrés, por el magnífico arco, obras respectivas de Juan de Badajoz padre e hijo. La obra se inició en los años finales del siglo XV y terminó en el año 1504. Destacan los cuatro ventanales con vidrieras.

Capilla de santa Teresa
Antes dedicada a San Fabián y a San Sebastián, con dotación ya desde 1250 y en la que recibieron sepultura varios jueces del tribunal eclesiástico. Conserva una pintura mural de Nicolás Francés y de su taller de mediados del siglo XV con el Martirio de san Sebastián que ha sido recientemente restaurada y una talla de Santa Teresa de Antonio de Paz, discípulo de Gregorio Fernández. Las verjas son de mediados del siglo XVII, realizadas por Bartolomé Carense.
Las dos capillas laterales adosadas al transepto del Evangelio son la Capilla del Tránsito y la Capilla de Nuestra Señora del Dado, que recibe ese nombre por su proximidad a la puerta del transepto norte.

Claustro
Aunque el primer proyecto gótico para la catedral de León no contaba con claustro, entre fines del siglo XIII y comienzos del XIV se levantó uno adosado a su fachada norte, que desde entonces quedó resguardada, para agrupar las dependencias del cabildo, algunas de ellas hoy habilitadas como salas del Museo Catedralicio.
Tiene planta cuadrada con ocho tramos por lado, arcos apuntados y bóvedas decoradas con filacterias y medallones conformando un complejo programa iconográfico en relación con la Virgen de Regla, advocación de la catedral, que son fruto de una profunda intervención, cuando también se añade la balaustrada de remate, de Juan de Badajoz el Mozo a comienzos del siglo XVI y que se conforma como el primer ejemplo de otros de este mismo artista desarrollados en la sacristía y el claustro del convento de San Marcos y la biblioteca de la colegiata de San Isidoro en el propio León o en el claustro del convento de San Zoilo de Carrión de los Condes en Palencia.
En sus paredes se ubican varios sepulcros fechados en los siglos XIII y XIV pertenecientes a miembros del cabildo y a nobles. En el tercer tramo del lienzo sur está el sepulcro de Munio Ponzardi, de mediados del siglo XIII, compuesto por un sencillo arco apuntado en cuyo tímpano se ubica una Virgen con Niño ante la que un clérigo presenta un pequeño edículo a la que el Ayuntamiento de León hace la ofrenda anual a la Virgen de Regla agradeciendo la liberación del tributo de las cien doncellas al rey moro, de gran devoción popular pero que responde a una errónea interpretación de la escena, que no se refiere a eso sino al compromiso de la colegiata de san Isidoro de entregar anualmente a la catedral manteca y miel como reconocimiento de su sometimiento a la diócesis.
En el muro occidental se ubica el sepulcro de Domingo Juan, fallecido en 1272, con Cristo en Majestad flanqueado por la Virgen y el apóstol Santiago. Y a su lado está el sepulcro del deán Martín Fernández, con doble arco ojival ajimezado que cobija un arcosolio con un tímpano en el que se representa una Epifanía.
El claustro también conserva pinturas murales al temple que representan los ciclos de la Vida de la Virgen y de la Vida de Cristo, seguramente en relación con el uso procesional del recinto ligados a la fundación de aniversarios pro animae, la mayoría realizadas por Nicolás Francés y un activo taller de discípulos, en la década de 1460, Lorenzo de Ávila en 1521 y Francisco Carrancejas en 1561. Su deterioro por ser anteriores a la remodelación de Badajoz y por la exposición a los agentes meteorológicos provocó que a fines del siglo XIX fueran restauradas, no muy afortunadamente, por Juan Crisóstomo Torbado, en la que se ganó policromía a costa de los retoques finales con los que Francés había perfeccionado la obra. A mediados de la década de 1990 una segunda intervención más acertada.
Coronación de espinas
 
Ecce Homo
Crucifixión
Descendimiento
Llanto sobre Cristo muerto
 

En el ángulo noreste se ubica un retablo de piedra de Juan de Badajoz el Mozo que estuvo dedicado a Nuestra Señora de los Milagros, compuesto por dos cuerpos y tres calles decorado con medallones, cartelas, columnas abalaustradas…
En la actualidad sus crujías alojan las figuras de las jambas de la portada occidental de la catedral, pendientes de restauración.

Pintura
En la catedral de León, la pintura, quizás desplazada por la grandiosidad de la vidriera, no aparece hasta el siglo xv. En esta centuria surgen diversos maestros que configuran un variado muestrario.
La más antigua es la del trasaltar que representa una piedad con influencia italiana. Muy cerca de ella hay un mutilado Ecce-homo, pintura bella a excepción del Cristo, pintado para sustituir al antiguo por la puerta que se abrió en su lugar.
En el brazo norte del crucero existe una tabla pintada al temple sobre el martirio de san Erasmo. Los personajes ofrecen aspecto apacible pese a la brutalidad de la escena.

La obra de Nicolás Francés
De todos los maestros que trabajaron en León durante el siglo XV, Nicolás Francés destaca principalmente, hasta el punto de caracterizar la pintura catedralicia. Debió de nacer en Francia, (de ahí su nombre) pero vino joven a León, y aquí trabajó hasta su muerte en 1468.
Una de sus obras más importantes fue el retablo del altar mayor, lugar donde permaneció trescientos años, hasta que en el año 1741 fue desarmado para ser sustituido por otro barroco, de descomunal tamaño, diseñado por Narciso Tomé, autor del transparente de la catedral de Toledo, y elaborado por su primo Gavilán Tomé y el suegro de este, José de Sierra. ​ A finales del siglo xix, los restauradores, viendo que la obra barroca atentaba tanto contra la estética del templo como contra los elementos estructurales de la cabecera, lo desmontaron y enviaron a la iglesia de los Padres capuchinos. En su lugar, fue colocado en el altar mayor uno compuesto de las tablas del retablo de Nicolás Francés que aún se conservaban, y se añadieron otras suyas de Palanquinos y de la iglesia de Nuestra Señora del Mercado de León, sobre todo las seis pequeñas pinturas con escenas de la vida de la Virgen. De la iglesia de Palanquinos son las dos tablas de la parte central con los seis apóstoles: Andrés, Juan y Pablo por un lado y Pedro, Santiago y Tomás por otro. Las conservadas están dedicadas a la Virgen, a San Froilán y a Santiago.
Otra obra fundamental suya son las pinturas murales que decoran gran parte de las paredes del Claustro. Fueron realizados hacia la década 1460, y de los veintinueve existentes, más de veinte pertenecen a la mano de Nicolás Francés. Representan escenas de la vida de la Virgen y de Cristo, con dibujo ágil y una gran expresividad. La exposición a los agentes meteorológicos en el Claustro había deteriorado su policromía, por lo que tuvieron que ser restauradas a finales del siglo xix por Juan Crisóstomo Torbado, recuperando su pintura original. También destaca la pintura mural del martirio de san Sebastián, recientemente restaurada, en la capilla de Santa Teresa.

Vidrieras
Técnica de las vidrieras
La técnica tradicional de la vidriera consta de tres elementos indispensables: el vidrio, el emplomado y la pintura. El vidrio es el elemento funcional, resguarda el interior de la catedral del efecto climatológico; el emplomado es la parte estructural, manteniendo el conjunto unido y la pintura la parte decorativa del conjunto. Los tres aspectos son invariables, de tal forma que desde sus primeros pasos hasta nuestros días la técnica se ha mantenido, a grandes rasgos igual. "si un vidriero actual fuera llevado a un taller medieval, podría en seguida trabajar sin dificultades”. El vidrio es una sustancia rígida no cristalina que resulta de la fusión de las altas temperaturas de sílice, cal viva y carbonato de sodio o potasio. La sílice puede ser de arena, pedernal o de cristales de cuarzo. Es el elemento vitrificanate, que da transparencia y resistencia al vidrio. La cal es un oxido básico que da estabilidad. Mientras el carbonato es el fundente. Para obtener el vidrio hay que exponer los tres elementos al punto de fusión, entorno a los 1700ºC, de esta manera los átomos de la sílice se reestructuran creando el vidrio. Durante la edad media usaban un 50% de sílice, y otro 50% de cal y potasio. De esta forma se conseguía una vitrificación más rápida, pero de peor calidad, haciendo que la corrosión actuase más tempranamente. Al mismo tiempo, el desigual grosor que se conseguía al manejar la masa de vidrio, permitía crear diferentes tonos de colores. Una vez obtenida la masa de vidrio se le podía añadir color. Dependiendo de los óxidos, azufres o sulfuros, se obtenía una tonalidad u otra. Por ejemplo: el verde se puede conseguir con óxido de cromo (CrO) o bicarbonato potásico (K2CrO4), éste con un tono más anaranjado; el azul con óxido de cobalto; el rojo con ácido cloro áurico (HAuCl). Aparte cabe destacar la problemática del color rojo, este era tan espeso que daba una impresión opaca, por lo que se debía alternar con vidrios blancos para hacerlo más traslúcido.

El cartón
El primer paso es hacer un dibujo de lo que se quiere representar en la vidriera, ya sea figurativo o geométrico. Un dibujo debe estar pensado y realizado de tal forma que luego sea perfectamente compatible con el uso del cristal y de los plomos. El boceto puede estar realizado en escala pequeña aunque debería pasarse o hacerse directamente en escala 1:1. Según el monje Teófilo el boceto definitivo se realizaría sobre una mesa enyesada en la que se marcaban, a través de signos, la forma de los vidrios, su color, las líneas de la emplomadura, incluso a quién le pertenecía realizar cada labor. Según este manuscrito los vidrios se cortan con hierros candentes, los cuales daban a los bordes un aspecto imperfecto como “mordisqueado”. Más adelante se empezó a usar la punta de diamante para perfeccionar el corte, no se sabe exactamente cuándo empezó su uso, pero según el tratado de Antonio Da Pisa "Arte delle vetrate" sería a partir del siglo XIV en Italia. Una vez cortados los vidrios según la forma marcada en el cartón se pintaba atendiendo al color señalado en él. El vidriero siempre se halló ante el problema de la limitación cromática de la paleta, que fue mejorando con el tiempo al surgir la grisalla, el amarillo de plata o los esmaltes, pudiendo conseguir un mayor registro de colores. 

La pintura del vidrio
La grisalla
La grisalla, es el color más antiguo que se usa en los vidrios. Es una pintura vitrificante que da tonos oscuros. Está compuesto a partir de óxido de cobre o de hierro, y un fundente, el bórax. Para poderla usar como una pintura se suele diluir con vinagre o aguarrás, aunque en la Edad Media lo habitual era usar trementina y hiel de buey. Luego se le añadía un aglutinante para adherirlo al vidrio, este suele ser goma arábiga. Consecutivamente se mete al horno a una temperatura de 610º, quedando ya unida perfectamente a la superficie del vidrio.

Amarillo de plata
Durante los siglos XII y XIII la única decoración pintada que se podía usar en las vidrieras era la grisalla. Con el descubrimiento del amarillo de plata en el siglo XIV, se produce un cambio en la paleta del vidriero, haciéndola más variada y rica. Esta técnica se piensa que podría venir de Egipto destinado al uso de decoración de vasos y lámparas que llegaría a la península a través del Lapidario de Alfonso X. Está compuesto por óxidos metálicos de azufre y plata que dan lugar a un amarillo que puede adoptar distintas tonalidades. Como resultado va a generar una revolución en la técnica de la vidriera, pues el amarillo de plata con otros colores, permite nuevas tonalidades, por ejemplo el amarillo sobre el azul dará verde; y además se podrá combinar distintos colores en un mismo vidrio. Aporta luminosidad a las vidrieras y provocara que los vidrios sean más grandes. Antes de su aparición cada color de una parte debía realizarse con un vidrio del color especifico, ahora se pueden combinar vidrios de diferentes colores pudiendo hacerlo de mayor tamaño.

Esmaltes
Los esmaltes son pinturas vitrificantes, resultado de la fusión de cristal en polvo junto a otros óxidos que dan el color al fundirse a una temperatura de 600º. Los óxidos más usados son el de cobalto para el azul, oxido de cromo para el verde, oxido de antimonio para el amarillo, óxido de hierro para el negro y óxido de cobre para el rojo. Son colores de gran vigor, pero no tiene tanta consistencia lumínica como la grisalla. Los esmaltes se usaron en su mayoría en los vitrales Renacentistas, Neogóticos y Modernistas.

La cocción
Una vez aplicados los pigmentos en el vidrio se introduce la pieza en el horno a una temperatura de 600ºC.

El emplomado
Una vez que ya se tienen todos los vidrios se procede a su unión. Esto se hacía con unas barras de plomo en forma de H, formada por dos elementos la parte interna de la H que se llama alma y donde los vidrios toman apoyo, las dos alas. El proceso de colocación del vidrio en la estructura consiste en “abrazar” las piezas que forman el panel con las estructuras en H tumbada, los cuales luego se unen por la fusión de estaño por ambos lados del panel. El uso de plomo permite que los vidrios se dilaten, pero hay un inconveniente, el peso y la presión que ejerce conllevaría a que el viento rompa las vidrieras, por eso se usaban armazones de hierro que abrazaban la vidriera y la fijaban al vano.

El arte de la vidriera en la catedral de León
La catedral de León es conocida sobre todo por su conjunto de vidrieras, quizás el más importante del mundo junto con el de la catedral de Chartres. Conservadas la mayoría de las originales, hecho extraño en catedrales de esta época, fueron construidas entre los siglos xiii y xvi. La técnica de la vidriera tiene su origen, según se cree, en la cultura musulmana. De ella fue tomada por el arte cristiano, que los utilizó desde el siglo xi para alcanzar su auge dos siglos más tarde. En el siglo XVI entró en una total decadencia, y más tarde, con la pérdida de interés por lo medieval, los vitrales fueron eliminados de muchos templos. Esto, junto con la fragilidad propia del vidrio, es la causa de que se conserven tan pocas colecciones.
En su época de esplendor no se tenían como meros elementos decorativos, sino que eran una parte fundamental de edificio. La técnica del arbotante permitía prácticamente eliminar los muros como elemento de sostén, por lo que se podían perforar para abrir grandes ventanales, que recubiertos con vidrieras, daban al templo una mágica apariencia. En este sentido, la catedral de León fue uno de los edificios que más metros cuadrados dedicó a la creación de vanos para vidrieras en proporción a su tamaño. En metros cuadrados se distribuyen de la siguiente manera: 464 metros en su parte baja, 282 en el triforio y 1.018 en la zona superior, lo que hace un total de al menos 1.764 metros cuadrados de superficie, según las mediciones de Demetrio de los Ríos. El conjunto cuenta con 134 ventanales y 3 grandes rosetones. Esta enorme superficie cobra mayor importancia debido a las dimensiones contenidas de la catedral.
No obstante, parece ser que entre los siglos XV y XVI fueron tapiados parte de los ventanales inferiores (de las que solo se conservaron las partes superiores y las rosas originales) y del triforio para dar mayor consistencia al edificio por sus problemas constructivos, si bien estas zonas acristaladas fueron recuperadas en las restauraciones de finales del siglo xix por Demetrio de los Ríos y Juan Bautista Lázaro con la creación de otras nuevas, usando la técnica constructiva medieval.

Programa iconográfico
Pese a todo, se conserva el programa iconográfico original, el cual estaba pensado de forma tripartita, en función del pensamiento de la sociedad medieval. Los ventanales altos o claristorio, constan de escenas bíblicas, representando el cielo. Los ventanales medios o triforio, constan de escudos nobiliarios y eclesiásticos, representando a la nobleza. Los ventanales inferiores de las naves laterales, constan de representaciones vegetales, representando la tierra, y de tareas mundanas, representado a los hombres "pecheros".
En las ventanas altas o claristorio, hay distinta temática en función de si es el lado norte o el sur. Los ventanales del lado norte, que reciben menos luz, tienen tonos más fríos y su temática del Antiguo Testamento destaca que aún no han conocido la luz Cristo. Los del lado sur, más luminosos, representan el Nuevo Testamento y presentan colores más cálidos.
El triforio de la catedral de León también está perforado con ventanales exteriores que incluyen vidrieras, tapiadas durante la Edad Moderna y recuperadas durante las restauraciones del siglo XIX, momento en el que se crearon nuevas vidrieras que respetaban el conjunto iconográfico original, en este caso, todas las vidrieras del triforio son representaciones de escudos reales y nobiliarios, además de ciudades españolas.

Capillas del ábside
El paso de los años ha dado lugar a innumerables cambios de advocación, de uso y de elementos tales como sepulcros o retablos. En sus inicios se contabilizaron once capillas, que llegaron a un total de veinte a mediados del siglo XVII. La girola está formada por siete bóvedas, las dos primeras de cada lado de la cabecera son casi rectangulares, mientras que las cinco restantes tienen todas la misma forma, un hexágono asimétrico.

Cada una de ellas está compuesta por tres ventanales, los cuales están formados por dos huecos y su correspondiente rosa. Los temas que en ellas se tratan son escenografías, relativas a la vida de Cristo, María y algunos Santos. Como he mencionado en el apartado de los maestros, estos paneles al tratarse de los primeros en hacerse se caracterizan por pequeñas figuras enmarcadas en círculos poligonales y ovalados, de pequeños y gruesos vidrios, en los que se pueden ver vivos colores y abundantes burbujas (debido a la técnica). La mayoría tratan del siglo XIII, pero en algún caso se han llevado a cabo “
restauraciones” desafortunadas en las que se han cambiado la posición de los temas y la introducción de vidrios de otros siglos, en concreto del XIV.

Capilla del Nacimiento
El conjunto de capillas del ábside están realizadas durante el siglo XIII, pero por las numerosas restauraciones la cronología es bastante variada en cada vitral. Las vidrieras aluden a San Ildefonso y San Pedro, a quienes estaba dedicada la capilla en un principio. Empezando por la izquierda la primera vidriera formada por dos lancetas y una rosa pertenece a las últimas restauraciones del siglo XIX. En ella aparecen reyes músicos dentro de óculos. En la rosa el escudo del Obispo de Villalón, y en los lóbulos rostros femeninos y el que podría ser del propio Obispo. El siguiente tampoco conserva las vidrieras originales del XIII, la primera lanceta es del XVI menos la lámina inferior que es del XV, la segunda lanceta es entera del XV y la rosa del XVI.
En la lanceta del XV aparecen de abajo a arriba: la aparición de Santa Leocadia y el milagro del sordo, San Roque y en mayor tamaño San Ildefonso. En la segunda lanceta vemos la tentación de san Antonio Abad y un papa sin identificar dentro de una arquitectura Renacentista. Culminando el conjunto una roseta con san Hipólito, y lóbulos en este caso de carácter vegetal. Las últimas vidrieras pertenecen al siglo XIII, al igual que la rosa y el último panel de la segunda lanceta, mientras que el resto son del XV. Técnicamente hay una gran diferencia entre estos dos paneles y los anteriores, por el tamaño de los vidrios que dan lugar a figuras más grandes en las dos primeras, a causa del cambio de técnica explicado con anterioridad. Al ser más pequeñas el conjunto permite un mayor número de escenas. A la izquierda en orden está representado, la misa de San Ildefonso, la imposición de la casulla, Recesvinto y San Ildefonso, obras apostólicas de San Ildefonso y obras de caridad del mismo Santo. A la derecha vemos un grupo de peregrinos, aparición de la Virgen, la transfiguración, aparición de María Magdalena y una escena fúnebre que podría ser de Santa Leocadia o de María Magdalena.
Culminado los dos paneles una representación de peregrinos ante las reliquias de Santiago en Compostela.

Capilla de la Virgen de la Esperanza
Denominada así por la escultura que albergaba, una imagen en piedra del siglo XIII de la Virgen María con el niño aun en su vientre, curiosa por ser una de las primeras esculturas “abrideras” que se conocen en Castilla. Los vitrales de esta capilla, igual que la mayoría han sufrido restauraciones, combinan vidrios nuevos del siglo XIX con los originales del XIII, aunque es bastante difícil de distinguir unos de otros por los falsos históricos. Ambas partes separan las escenas con elementos vegetales que surgen de los perfiles. El tema de conjunto es acorde con la atribución de la capilla, trata sobre la vida de la Virgen En el lado izquierdo se representan la Virgen con Jesús, la Asunción, la Visitación, la Presentación en el templo y el Nacimiento de la Virgen. A la derecha Máximo Gómez señala el primer tema Lázaro en su tumba, fuera de lugar con respecto al conjunto. Siguiéndolo la Coronación, los Desposorios, la Sagrada Familia y San Joaquín y Santa Ana con la Virgen niña. En la rosa y los lóbulos las Exequias de la Virgen. En este segundo conjunto se deja aparte la iconografía Mariana, y pasamos a la vida de Cristo. En el lado izquierdo el Bautismo, Aparición de los discípulos en Emaús y san Juan Evangelista, además de otras dos escenas no identificada. A la derecha la Resurrección, aparición de María Magdalena, aparición de Santo Tomas y Pentecostés. Sobre ambas en la rosa (siglo XIX), un obispo en pie bendiciendo a un grupo de paralíticos con sus bastones y menesterosos. La identidad del obispo no se sabe, pero tradicionalmente se ha querido relacionar con San Froilán (905), patrón de la diócesis de León, igual que en otras vidrieras de la catedral en las que se hace referencia a la dedicación de la catedral.
El último panel de la capilla nos habla de la Pasión de Cristo, Última cena, Oración en el huerto, Flagelación, Crucifixión y Santo Entierro, alternada con escenas que se desconoce el tema, pero por el contexto forman parte de la Pasión. Y en la rosa la Resurrección de Lázaro, en ella se ve como Cristo llega a la casa de este y al encontrarlo muerto realiza el milagro, y Lázaro envuelto en la sábana se levanta del sepulcro en el que estaba.


Capilla de la Virgen Blanca
Lugar donde se comenzó la catedral. En sus inicios había sido presidida por Cristo Salvador, pero en 1954 se cambia bajo la advocación de la Virgen Blanca, de la cual vemos una copia realizada por Andrés Soane, en el pórtico del juicio. En la capilla además de esta magnífica escultura, vemos en los laterales los sepulcros de la condesa Doña Sancha y el Infante Don Alfonso, ambos benefactores de la Catedral. La estructura de la capilla sigue siendo la misma que las anteriores. En este caso los tres conjuntos de vidrieras pertenecen al siglo XVI, después de haber sufrido una potente restauración. A diferencia de las demás, que aparecen diferentes escenas en cada vitral, estas forman temas conjuntamente. La primera por la izquierda trata el anuncio a los pastores. La escena, al igual que las otras dos se desarrolla bajo un arco de medio punto de piedra, recuerdo de los arcos del triunfo Romanos. De lo alto descienden cuatro ángeles con cartelas que sorprenden a los cinco pastores que descansaban en la hierba junto a su rebaño. Son escenas de gran variedad cromática. En la rosa otro ángel señalando al cielo con una cartela en la que se lee “Ave María gratia plena”. En el centro se presenta el Nacimiento, (Lucas 2, 1-20). Bajo el arco del triunfo aparecen la Virgen y San José con el Niño sobre una sábana; tras ellos la mula y el buey. Sobre ellos dos ángeles, de nuevo con cartelas en las que pone “gloria in excelsis deo”. Tras la escena aparece a lo lejos un paisaje boscoso con un castillo medieval. Como ruptura con lo medieval, vemos como se pasa a una técnica de pintura sobre vidrio más desarrollada, como si se tratase de un lienzo, donde importara la estructura, la profundidad, el volumen y el color. Esto se hace visible por ejemplo en la parte baja de la escena, donde se ve una especie de alcantarillado en un plano diferente a la escena del Nacimiento, creando un efecto de profundidad. Sobre la escena en la roseta se representa al Padre y al Espíritu Santo, que junto al Hijo recién nacido formarían la Santa Trinidad; estos dos rodeados por putis que se asoman entre las nubes. La última escena es la Epifanía, en la que aparecen en el lado derecho los tres Reyes Magos con corona, sobre sus caballos saliendo de la espesura del bosque. A la izquierda dos personajes, sin reconocer, una con un laúd y otro con una bolsa. Es muy típico de esta época el unir las escenas de la Adoración de los pastores y los Reyes Magos, por lo que estos dos personajes podrían ser pastores, o dado que no llevan ovejas simplemente curiosos. En la parte baja del lado izquierdo hay una cartela en la que con dificultad, se lee “soli deo honor et gloria “1565”, estaría realizada por Rodrigo de Herreras, que trabaja para la catedral durante los años 1551 y 1565. En lo alto la Virgen, colocada tras una balconada, junto a unos lirios y un libro.


Capilla de San Clemente
La advocación se debe a la primera vidriera en la que aparece San Clemente, junto a San Antonio. El programa iconográfico habla de momentos de la vida da ambos santos, por lo que la advocación podría ser perfectamente de cualquiera de los dos. Las dos figuras ocupan el panel entero de los dos primeros vidrios. San Antonio junto a los escudos de los obispos Jacopo de Veneris (1463-1470) y Rodrigo de Vergara (1470-1478). Los dos personajes son del siglo XV, la rosa del XII, y los vidrios de la heráldica y las cartelas del XIX.
Una de las razones por la que San Clemente es popular en la iconografía de la Catedral es por el hecho de que Alfonso X nació el día de la festividad de San Clemente, y que el mismo Alfonso donó cierta cantidad a esta capilla para la salvación de su alma. Otro motivo sería porque San Clemente se le considera el tercer sucesor de San Pedro, y es popular en la iconografía cristiana en general. Bajo sus pies dos llaves cruzadas con una cartela que dice” Sancta Clementis”. Su compañero, San Antonio de Padua, aparece igual que el anterior en pie, con dos escudos sobre él. Sostiene entre sus manos al Niño, y a sus pies una cartela enredada entre azucenas blancas donde se lee “Sancto Antoni ora pro nobis”. En la segunda como en la tercera ventana se representan los milagros de San Clemente y San Antonio de Padua respectivamente. En la rosa del primero aparece el obispo San Martín de Tours rodeado por enfermos, tullidos y peregrinos a los que parece bendecir. En la rosa de San Antonio simboliza al propio Santo acompañado por un eclesiástico con una cruz, exorcizando a un hombre de rodillas del que parecen surgir criaturas extrañas peludas con cuernos, serpientes y una sirena.


Pre sacristía
Al igual que el resto de las capillas de la girola pertenecería al siglo XIII, pero en la actualidad son escasos los paneles que quedan de este siglo, la mayoría pertenecen a restauraciones del XV y del XIX. El primer ventanal es del XIX, a excepción de la parte alta que sería del XV. Aquí podemos ver en la parte baja dos personajes que ocupan el doble que el resto de las escenas, son Ezequiel y Jonás. Sobre ellos escenas como Daniel en el pozo de los leones, Cristo como luz, Santiago peregrino, Cristo juez y discípulos de Cristo. Sobre ellos la Ascensión de Cristo (S.XV), elevándose sobre un fondo azul rodeado de estrellas y dos ángeles turiferarios. En el segundo ventanal aparecen escenas del Nuevo Testamento como la Huida a Egipto o la Matanza de los inocentes; pero también de la infancia de Jesús: Adoración de los pastores, Presentación en el templo, Circuncisión, Jesús entre los doctores, Bautismo (S.XIII) y la expulsión de los mercaderes del templo (S.XIII). En la rosa continúa el programa y representa a Jesús curando a un enfermo, vestido de rojo acompañado con los apóstoles. El último conjunto es casi por completo del siglo XV, cada vidrio presenta únicamente una figura. En la primera Dios Padre como creador del universo junto al sol la luna y las estrellas. En la segunda de nuevo Dios extrayendo a Adam la costilla para crear a Eva. En la parte alta el escudo de León.


Zona media
Triforio
En la zona media de los triforios podemos observar representaciones heráldicas bastante variadas, de nobles, políticos, representantes del clero, diputaciones, ciudades, pueblos, bien por su intervención en algún aspecto de la catedral como por su importancia en la sociedad del momento y de la ciudad. No se encuentran en la parte terrenal ni en la celestial, esto es porque los hombres se elevan ya sea por sangre o por poder a una clase superior al resto, según el estatus Medieval. El conjunto está formado por setenta y cuatro vanos, desde un principio no estuvieron cubiertos por vidrieras, a excepción de las hastiales bajo los rosetones. Muchos de ellos fueron realizados en el siglo XIX, durante las profunda restauraciones de 1850 y 1900. En total el conjunto está formado por ciento setenta y ocho vidrios, citando algunos de los escudos que aparecen: Obispo Pedro Cabeza de Vaca, Obispo Juan de Villalón, Antonio de Veneris, Rodrigo de Vergara, la familia Osorio Marqueses Astorga, Pedro de Acosta, escudo de Castilla y León, y el de la casa de Suabia…




Zona alta
Rosetones
Así llamado por la similitud a una rosa, símbolo Mariano por su pureza. Adquirió, además, otros significados simbólicos en relación a la luz del sol y la luz de Cristo. Duby en su libro “La época de las catedrales” afirma que “con los rosetones culmina el arte de la vidriera, pues significa al mismo tiempo los ciclos del cosmos, del tiempo resumiéndose en lo eterno y del misterio de Dios, Dios luminoso, cristo sol”.

Rosetón Norte
De menor diámetro que la roseta oeste. Está formada por 16 semicircunferencias, otros 16 medallones en este caso con Reyes músicos, excepto en un caso en el que en vez de un rey aparece una flor de lis, debido a restauraciones posteriores. Hay también 16 radios ornamentales, y en el centro, Jesucristo en el trono con las Sagradas Escrituras junto a dos ángeles. Su función es la de glorificar a Cristo, por eso está rodeado de los Reyes del Antiguo Testamento. A pesar de las restauraciones, de los tres rosetones, este es el más antiguo ya que mantiene escenas completas del XIII.

Rosetón Sur
Es casi totalmente nuevo, pues en las restauraciones se realizó desde cero siguiendo el modelo de la vidriera norte. Está formada por 16 semicírculos decorativos, otros 16 medallones con personajes realizando labores, que en mi opinión podían haberse inspirado en las rosas de la nave baja que representan virtudes y la Coronación de la Virgen rodeada por símbolos marianos.

Rosetón Oeste
Compuesta por 24 semicircunferencias decorativas, otros 24 rayos, 12 ángeles músicos con nimbo y, en el centro, en un medallón, la Virgen sentada con el Niño en un trono. Esta vidriera es de las pocas que salió de León para ser restaurada, fue a manos del maestro catalán Rigalt, que también intervino en otras restauraciones como la del árbol de Jessé.

Ventanas altas de naves, transepto y cabecera
Este grupo está formado por treinta y un ventanales compuestos por dos o tres niveles de lancetas principales y dos lancetas rematados con tres rosetas, en el caso de la nave principal. Y 7 ventanales en la cabecera con un número variable de vanos. En general las lancetas se dividen en dos órdenes, que alojan dos figuras de tamaños monumentales situadas bajo doseles. Existen excepciones en las que se dividen en tres o que en vez de bajo doseles se disponen sobre arquitecturas de piedra. Por su temática se las conoce como las vidrieras historiadas o legendarias, y aunque entre ellas exista diferencia cronológica y temática, se ha conseguido mantener uniformemente.


Ventana I
En general se puede decir que es del siglo XIX, aunque conserve algún panel del XIV y del XV. En ella (empezando desde abajo) podemos ver a un profeta desconocido, un papa, a Alfonso X vestido con una túnica decorada con castillos y leones, con corona y el cetro, (único panel del XV), y el obispo Martín Fernández. Este primer conjunto representa una procesión liderada por clérigos, reyes y profetas, que conmemoran la fundación de la catedral. En un nivel superior aparecen tres profetas mayores que son Ezequiel, Jeremías e Isaías, y un profeta menor, Oseas, con sus respectivos nombres en cartelas; además este último lleva un pergamino en el que se puede leer “ecce eruditur omnium deus” es decir: aquí está el que nacerá de Dios. En las rosas un doncel (S.XIV), personaje que actuaba de ayudante a los caballeros medievales, y en las dos restantes elementos geométricos.

Ventana 2
Tanto ésta como las dos siguientes vidrieras están fechadas entre finales del XIII y principio del XIV, menos las rosetas superiores de la III y la IV que son del XIX. En el primer nivel aparece, un profeta y tres jerarcas, distinguiéndose el primero del resto por las vestiduras más ricas que lleva. Por encima Jonás, Miqueas y dos profetas más vestidos de forma similar al anteriormente nombrado. En las tres rosas de nuevo el doncel y en las inferiores dos castillos como símbolo del escudo de Castilla.

Ventana 3
El estilo continua similar a las anteriores. En este caso la iconografía está relacionada con reyes de la cristiandad y jerarcas. En la parte inferior ligados con lo terrenal cuatro jerarcas, aunque los dos primeros podrían ser eclesiásticos por el corte pelo. Mientras que en un nivel más alto esta primero el Rey Salomón, aunque por una mala restauración en sus mano lleva un papel donde se lee profeta, Roboan en un segundo lugar, luego el Rey David con corona y cetro y por último un profeta. En las tres rosetas elementos geométricos.

Ventana 4
Del estilo e iconografía similar a las anteriores. En la parte inferior aparecen jerarcas, donde bajo los tres últimos se pueden distinguir los escudos de Castilla y León, el escudo Papal y el del Obispo de Villalón. En el segundo orden se alternan monarcas con profetas, diferenciados por la corona del primero y el tercero. Rematando de nuevo la decoración geométrica idéntica a la vidriera anterior.

Ventana 5 o de la Cacería
Se encuentra en uno de los ventanales altos del lado norte en la nave central, aunque esto no sería su ubicación inicial. Se la considera una de las vidrieras más complejas de toda la serie. Mientras en el resto de los ventanales de este nivel se representan grandes figuras de profetas y santos, aquí podemos ver motivos circenses, de caza, músicos… por ello es por lo que nos hace dudar sobre su localización principal. Se sitúa en el tiempo en un segundo periodo de creación de las vidrieras, que estaría entre1264 y 1279, realizada por el vidriero Pedro Guillermo que trabajaría durante estos años en la Catedral. En la primera lanceta empezando por la izquierda superpuestos y separados por arquitecturas góticas con arcos trilobulados, tres ángeles músicos. También podemos ver referencias al trívium y quatrivium distinguidos por las cartelas en las que se puede leer “gramática” aritmética o “dialéctica”. Según Fernández Arenas los carteles podrían aparecer separados de las verdaderas acciones, ya que algunas ocupan dos huecos y otras solo uno de los paneles. Con esto me refiero a la escena séptima de la última lanceta en la que aparece una dama de verde y un monje leyendo (que podría ser la dialéctica y no el ángel que toca el órgano sobre el cual está la cartela); la gramática en el primer panel de la primera lanceta tampoco sería el ángel con las campanas, y el único que podría estar en su estado original sería el panel de la aritmética, con dos monjes con libros debatiendo.
En la mayoría de los paneles vemos caballeros, cada uno diferente, un jinete con un águila, un rey, otro con casco y escudo de Castilla y León, lanceros en pie que les acompañan… Asimismo aparecen escenas populares como un hombre azuzando a un burro con la fusta, violinistas y bailarines, incluso algo tan extraño como un mono sobre un caballo. Las ojivas de la parte superior aparecen dos leones en pie junto a un castillo. Lo que ha llevado a expertos a debatir no es solo sobre la peculiaridad iconográfica, sino también sobre la identidad del rey que nombraba antes. Gómez Moreno por ejemplo opina que el rey es Alfonso X, lo que tendría lógica por su contribución a la catedral, además que en el momento previo a la realización de la vidriera hay datos de que el rey eximió de impuestos a algunos canteros, vidrieros y herreros que trabajaban en esta empresa. Pero el profesor Nieto Alcaide, por el contrario piensa que es Carlomagno, y que lo que descube la vidriera no es una cacería, sino uno de los pasajes del “viaje de Carlomagno a Constantinopla”. No niega que no aparezca Alonso X, pero en vez de ser el personaje con corona, señala al personaje a la izquierda de Carlomagno, con casco y escudo de Castilla y León. Con frecuencia se puede ver el viaje de Carlomagno a Constantinopla en vidrieras Góticas francesas del XIII, como en la Catedral de Chartres de 1220-1227.

Ventana 6
En la parte inferior aparecen cuatro Santos: San Leandro, San Isidoro, San Atilano y San Fulgencio, entre construcciones Renacentistas, con columnas a candilieri, y bajo ellos, como continuación de esa misma construcción, dos relieves humanos de perfil al romano, además de los escudos del Papa y de Castilla y León. Todos ellos con las escrituras en la mano, mitra, el cetro y cada uno con su nombre en un cartel. La parte alta como se puede deducir comparando con las anteriores vidrieras es los finales del XIV e inicios del XV. En las rosas de nuevo motivos geométrico vegetales y en la ultima la representación de Dios padre eterno junto con el Espíritu Santo dentro de una almendra dorada sobre nubes.

Ventana 7
Tanto este ventanal como el siguiente son del siglo XV, exceptuando un par de paneles y la rosa superior que son de intervenciones del XVI. El hecho de que pertenezcan a siglos distintos hace que sea evidente el contraste estilístico con las anteriores. En este caso cada lanceta se divide en tres estratos. Desde abajo aparecen David, Esdras, Isaías y Sansón. En medio Moisés con las tablas de la ley, Aarón hermano de Moisés, Josué sucesor de Moisés y de nuevo Sansón. Por último Adán y Eva, suponen las primeras vidrieras de desnudos que se conocen, representa el pecado original Eva agarra una serpiente mientras Adam se lleva la manzana a la boca. En los dos siguientes José (aunque no esté muy clara su identidad) y Noé, con el arca entre la manos. Concluyendo en las rosas tres escudos, el de León, el del obispo Villalón y el de Castilla y León.

Ventana 8
Con la misma división que en la ventana anterior y del mismo periodo aparecen Abraham a punto de sacrificar a su hijo, Isaac bendiciendo, Jacob con largas barbas blancas con dos orantes a sus pies y Esaú. En la parte baja aparecen únicamente figuras femeninas, en el centro Judit y la Sibila Tiburtina, mientras que en los extremo se piensa que puedan ser la metáfora de la iglesia y la sinagoga. Por encima un rosa con decoración geométrica-vegetal y los escudos del obispo Villalón y de Castilla y León de nuevo.

Ventana 9
En la parte alta vemos tres monarcas y una mujer. El primero de ellos se ha identificado con el rey Alfonso X, y la mujer de su derecha sería Violante (Infanta de Aragón y reina de Castilla). La identidad de los otros monarcas pertenecería a reyes de León, pero no se conoce exactamente quienes son.
En la parte baja hay dos príncipes que son los que ocupan el primero y el último puesto de la lanceta, mientras que las otras restantes son San Fernando con corona, espada y la bola en la mano y Blanca de Castilla también con corona. En las rosas únicamente decoración geométrica y vegetal.

Ventana10
En el primer nivel se representa a San Esteban, San Vicente y dos mártires. En la parte superior de nuevo dos mártires, San Leocadio y un obispo. Sobre ellos los escudos del Obispo Villalón y el de Castilla y León. Los dos primeros de cada lado siguen la misma composición que las anteriores (cuatro ventanas, dos lancetas y tres rosas) pero las siete siguientes serán de tres y dos vanos. Además hay que incluir la zona del triforio en las naves estaba dedicada a la heráldica, en este caso continúan las representaciones de personajes bíblicos. Este conjunto pertenece al siglo XIII pero con restauraciones en el siglo XIX, concretamente en el año 1894 por Juan Bautista Lázaro, tras las primeras investigaciones previas de Demetrio de los Ríos. El triforio es también del Siglo XIII.

Ventana 11
Desde abajo aparecen representados Jonás, identificado con una cartela, junto con tres profetas que sostienen las escrituras. Por encima, Santiago, reconocido por las vieiras, San Juan Bautista, Cristo Salvador bendiciendo y San Juan Evangelista. Los dos San Juanes apuntan con su dedo hacia arriba En las rosas, San Mateo y dos ángeles con cirios.

Ventana 12
Empezando por el nivel bajo: dos obispos y dos clérigos. En el segundo nivel dos clérigos, el primero con lo que parece una iglesia en pequeña escala y el segundo con un libro; el siguiente representa al obispo Manrique de Lara y por último otro clérigo. Por encima, del mismo modo que el anterior, San Marcos y dos escribanos.

Ventana 13
De tres vanos: en el primero Santo Tomas y Moisés con las tablas de la ley; en el segundo San Matías y el profeta Habacuc y en el último San Juan Evangelista y otro profeta sin reconocer. En las rosas el monograma de Cristo con el crismón y dos reyes en las otras dos.

Ventana 14
De dos vanos: En el primero Isaías y San Andrés. En el segundo otro profeta y Jeremías. Todos ellos reconocibles por los letreros. En la rosa un ángel turiferario (con un incensario).

Ventana 15
Similar a la anterior, aparecen en este orden, San Esteban, Santiago Peregrino, Ezequiel y San Daniel. Con la misma rosa con el Ángel turiferario.

Ventana 16 o árbol de Jessé
Restaurada en el año 2008. Este tema llego a alcanzar gran difusión entre los siglos XII y XVI. Podemos ver vidrieras de temática similar en Chartres, Saint Denis o Canterbury. El modo de representarlo en León es de la forma iconográfica tradicional, los antepasados de Cristo aparecen suspendidos en el interior de mandorlas formadas por ramas del árbol48, siguiendo la profecía de Isaías “saldrá un vástago del tronco de Isaí, un retoño de sus raíces brotara”. Las representaciones más habituales son en las que aparece el anciano Jessé del que brotan las ramas del árbol donde aparecerán como mínimo doce antepasados de cristo. En este caso no aparece Jessé, y solo diez antepasados. A Cristo lo vemos en la rosa como Cristo pantocrátor. Es posible que esta vidriera, debido a restauraciones estuviera incompleta, ya que en el panel número 31 (del que luego hablare), el formato de ambas es muy similar y a la vez diferente del resto del conjunto.

Ventana 17
En la parte baja dos profetas sin identificar. En la parte alta San Pedro con las llaves y San Pablo sosteniendo con la mano derecha una espada. En la rosa el ángel turiferario.

Ventana 18
Simón celador y un profeta en la parte baja. En la alta Ezequiel y San Bartolomé. En la rosa de nuevo un ángel turiferario.

Ventana 19
De nuevo volvemos a los triples vanos. En él podemos ver a tres profetas en la parte baja y a tres santos en la alta; estos últimos serían San Esteban, San Vicente y San Lorenzo. En la rosa, el mismo monograma de Cristo que habíamos visto antes.

Ventana 20
Tanto esta como la siguiente volverán al modelo repetido anteriormente para las ventanas del lado contrario (cuatro ventanas dividiendo los paneles en dos niveles). Del mismo modo los temas siguen siendo iguales, alternan figuras de profetas, clérigos y santos. En las rosas San Juan Evangelista escribiendo junto a un ave (su símbolo como evangelista), Y en las otras dos un ángel y un monje escribiendo.

Ventana 21
De formato similar al anterior aparecen dos clérigos con el incensario, otro con un cirio, un santo portando la cruz, y cuatro santos. Arriba San Lucas con el toro como símbolo de los tetramorfos, y dos personajes escribiendo.

Ventana 22
Continuando el estilo anterior, en la parte baja figuran Isaías, Simeón, la profetisa Ana y Sofonías. Arriba en parejas con el fondo de mismo color para diferenciarlas, el arcángel San Gabriel y la Virgen María, y en el otro en color rojo la visitación de María a Santa Isabel. De nuevo los ángeles turiferarios en las rosas.

Ventana 23
Siguiendo el tema anterior en esta vidriera se representa la Epifanía. En la parte alta podemos distinguir tres Reyes Magos con las tres representaciones de las tres edades o los tres continentes, a su lado a modo de procesión la Virgen María con el niño. En la parte baja San José, dos pajes y un ángel. Las escenas inferiores son de difícil distinción por su mal estado de conservación, en la parte alta decoración geométrico-vegetal y los escudos del Obispo Villalón y el de Castilla y León. 
A partir del ventanal 24 hasta el número 30 pertenecen al siglo XV, pero las lancetas laterales y la rosa superior son del XIX, además de algún panel. El estilo de las últimas vidrieras del triforio con divisiones tripartitas. El tema general que podemos percibir en todas ellas será la representación de santos, entre algún eclesiástico, sobre fondos rojos y azules y bajo doseles. Las rosas van a ser comunes para el resto de ventanas: decoración geométrica y vegetal y los escudos del Obispo Villalón y el de Castilla y León.

Ventana 24
Desde abajo aparecen Santa María Magdalena, Santa Catalina de Alejandría, Santa Isabel y Santa Lucía. En el nivel medio San Gregorio, San Jerónimo, San Agustín y Santo Tomás de Aquino. Por último San Pedro, San Juan Evangelista, San Pablo y San Juan Bautista.

Ventana 25
Santa Inés, Santa Bárbara, Santa Apolonia y Santa Flora. Un nivel superior aparecen un obispo, San Isidoro, San Antonio Abad y San Nicolás. Y, por último, Santiago Peregrino, Santo Tomas, San Bartolomé y San Andrés.

Ventana 26
San Bruno, San Jerónimo, San Jaime y San Juan de Mata. En el segundo nivel San Francisco de Asís, Santo Domingo, San Bernardo y San Benito. Y por último los santos apóstoles.

Ventana27
De nuevo el mal estado de las vidrieras y el ennegrecimiento de la grisalla hace que el reconocimiento de los personajes sea muy difícil. En la parte baja se representa a cuatro santas, de las que dos podrían ser Santa Cecilia y Santa Brígida. En el nivel medio cuatro santos sin reconocer. Y en el último estrato San Lorenzo, San Vicente, San Sebastián y San Adriano.

Ventana 28
En la parte inferior aparecen dos mártires, unas santas y la que parece ser Santa Margarita. Por encima de nuevo dos mártires, San Buenaventura, y un obispo. Y por último dos obispos mártires, uno de ellos con la cabeza decapitada, San Jorge y San Pedro Nolasco.

Ventana 29
Las dos primeras figuras corresponden a un mártir y una santa; las siguientes son Santa Quiteria con la cabeza en la mano y Santa Matilde. En la segunda franja dos santos y dos obispos. Rematan dos santos, uno de ellos abad y dos mártires.

Ventana 30
La primera franja parece dominada por santas, entre ellas están Santa Clara, Santa Inés, Santa Margarita y Santa Águeda. En la segunda parte San Fructuoso, Santa Susana, San Blas y un mártir. Y por último Santa Engracia, San Valentín, San Cristóbal y un personaje vestido con sotana de obispo.

Ventana 31
Esta vidriera es de las más variadas, ya que cada panel sigue una forma de representación distinta. Varían vidrios del siglo XIII con importantes restauraciones del XIX. En general aparecen representaciones de ángeles, a excepción de algunos santos como San Pedro, San pablo, San Juan Evangelista, Santiago Peregrino y dos reyes. En el primer vano los personajes aparecen dentro de hexágonos de color azul separados por triángulos vegetales. Tanto en el segundo como en el cuarto dentro de ricos doseles Góticos. Mientras que lo más extraño de éste conjunto es el tercer vano, el estilo de este sigue el mismo que la vidriera número 16, desde abajo surgen ramas que rodean a los personajes (exactos al árbol de Jessé) a lo largo del vano. Lo más probable es que éste no fuera el sitio original de estos paneles, al menos como conjunto, y como he comentado anteriormente, es posible que el tercer panel completara la serie de Jessé.


Otras vidrieras
Capilla de Santiago o la librería
En 1495 se iniciaron las obras de la librería, y entre 1504-1505 estaría acabada. Inmediatamente se encargó la realización del programa de vidrieras que llevaría a cabo Diego de Santillana.
La capilla consta de tres grandes ventanales divididos en cuatro calles. El conjunto representa un santoral completo compuesto por 36 figuras de vírgenes, mártires, santos, padres de la iglesia…en pie, vestidos con ricas ropas y sobre una base de telas adamascadas. Cada figura aparece bajo doseles, algunos triangulares y otros cuadrados, de estilo gótico y renacentista. En el nivel superior de los tres ventanales están la Virgen y los apóstoles (San Pedro, San Juan, San Pablo, San Mateo…), en el medio padres de la iglesia y santos (San Gregorio Magno, San Jerónimo, San Matías, y en el inferior mártires (Santa Bárbara, Santa Cristina, Santa Apolonia…). El conjunto es como un resumen del programa de la Catedral, concretamente de la nave central y el lado sur del transepto, como una serie estamental de las figuras por su colocación en tres registros50. En este caso podemos distinguir dos estilos: por un lado la tendencia flamenca, evidente en la fuerza de los colores y la profusa decoración, pero también se introducen nuevos elementos italianos, visibles en algunos elementos de arquitectura “al romano”.




Nuestra Señora del dado
Ubicada sobre la puerta de entrada al claustro, La vidriera representa a la Virgen con el Niño en los brazos, situada bajo dosel y sobre un pedestal. A su lado aparecen un orante y otra figura, a la izquierda el donante, el obispo Cabeza de Vaca, de menor tamaño que la Virgen (por el orden jerárquico) y su escudo. Y a la derecha un grupo de cuatro personajes sobre un tablero, uno tira los dados mientras otro en pie mira. Tras ellos los dos restantes se enzarzan en una pelea con cuchillos, mientras uno de ellos mira a la Virgen suplicando su perdón51. La escena serviría como lección moralizadora frente al juego. Los colores son muy sencillos, usa la grisalla sobre colores que van de negros a ocres y terrosos. El suelo de la estancia donde se incorpora la escena consta de una cuadricula de baldosas, característica del pintor Nicolás Francés. Parece ser que Nicolás Francés realizaría el dibujo mientras que Valdovin y Anequin la llevarían a cabo, según aparece en los archivos el 31 de marzo de 1454.

Capilla de Nuestra Señora del Carmen, Vidrieras de 1901
Situada en el lado derecho de la girola. Originalmente esta capilla tenía vidrieras al igual que el resto de capillas de la cabecera, pero durante las restauraciones fueron tapiadas. La única que se mantiene en pie, es una pequeña roseta. Es bastante curiosa ya que sirve como testimonio de las restauraciones llevadas a cabo en el siglo XX.
En ella aparece la Virgen sentada en un trono (theotokos) formado por arquitecturas medievales y con Jesús en su regazo. Bajo ella en gran tamaño la fecha 1901, y en una cartela, rodeando el trono, las firmas de los artífices de las restauraciones: “Juan Bautista Lázaro arquitecto”, “Juan Crisóstomo Torbado arquitecto”, “Alberto González Gutiérrez pintor” y “Guillermo Alonso Bolinaga pintor”.


Zona baja: Naves laterales
 

Cripta arqueológica de Puerta Obispo
La actual catedral gótica, al haber sido construida en el mismo emplazamiento que las antiguas termas romanas, iglesias primitivas e incluso una catedral románica, posee en el subsuelo importantes restos arqueológicos de las anteriores construcciones. En el interior de la llamada cripta arqueológica de Puerta Obispo, situada justo frente a la fachada sur de la catedral, se albergan importantes restos del campamento de la Legio VII Gemina, que fueron hallados en las excavaciones arqueológicas del año 1996 durante la peatonalización del entorno de la catedral. 

La porta principalis sinistra y la puerta medieval
La porta principalis sinistra era una puerta romana de acceso al campamento de la Legio VII y fue construida con grandes sillares de piedra caliza y flanqueada por ambos extremos con dos torres rectangulares, de 12,80 metros de longitud por 5 metros de anchura, de las cuales solo los restos de la situada más al norte se muestra en la cripta, mientras que la contraria subyace bajo la calle. Esta entrada doble permitía el acceso al campamento desde el este. El tránsito se realizada mediante sendos pasajes en cuyos extremos se abrían arcos de medio punto. Los exteriores se cerraban mediante puertas de madera de doble hoja. Una construcción similar, la porta principalis dextra, existió al extremo contrario del campamento, donde hoy se ubica el Palacio de los Guzmanes. Ambas se unirían por medio de la via principalis, cuyo trazado hereda la actual calle Ancha. A finales del siglo iii o comienzos del iv, se realizan reformas en la puerta, como la clausura de uno de los vanos. Durante toda la Edad Media, la puerta siguió funcionando como acceso a la ciudad, pese a la desaparición de las termas y la construcción de diferentes iglesias en la zona.
A mediados del siglo xiii, con la construcción de la catedral gótica, se erige una puerta de estilo gótico civil levantada sobre el trazado de la muralla romana bajoimperial. Se trataba de una “puerta-puente”, con un macizo de sillería en su tramo inferior y dos crujías en su parte superior. Presentaba una vistosa galería jalonada de ventanillas geminadas, ya que su función era la de permitir el tránsito desde el palacio episcopal a la catedral. A finales del siglo XV esta puerta ya se había clausurado, lo que motivó la apertura del llamado “paso de carruajes” anexo al palacio episcopal y en uso hasta la demolición en los años 1910-1911 de todas las construcciones que ocupaban la zona, debido a la búsqueda de un aislacionismo monumental de la catedral de otras construcciones anexas.

Las termas romanas
El primer edificio que aparecía en el interior del campamento, al cruzar las puertas y a la derecha de la vía pricipalis eran las grandes termas interiores de la Legio VII Gemina. De sus grandes proporciones da idea el hecho de que se extendían sobre buena parte del solar que ocupa actualmente la catedral e incluso buena parte de la actual plaza de Regla. Según el arqueólogo García Marcos, si las termas leonesas son similares a las de Britania y Germania, existe la suposición de que contarían con una basílica thermarum o zona dedicada a ejercicios gimnásticos -con una, dos o tres naves-, en sustitución de la palestra (al aire libre). La basílica thermarum estaría situada en la zona sur de la catedral (entre el costado sur y la verja). A diferencia de otros hipocaustos romanos, el localizado en el costado septentrional del templo gótico tiene bóvedas de arista y muros enteramente de ladrillo y no de piedra. Ángel Morillo, profesor titular de la Universidad Complutense de Madrid, y uno de los mayores expertos en arqueología romana de España, descubrió en la cripta de Puerta Obispo piezas relacionadas con el culto a Mercurio. Con seguridad, el complejo termal sobre el que se asienta la catedral tendría en su día un ninfeo o santuario de culto a las ninfas y otras divinidades curativas.
Los primeros restos de esta construcción fueron descubiertos a mediados del siglo XIX bajo la catedral con motivo de las obras de restauración que se efectuaban en el templo. Bajo el pórtico de la fachada principal sabemos de la existencia de tres espacios sobre hipocausto, según dibujos que realizó el arquitecto autor del hallazgo, Demetrio de los Ríos.
Al complejo termal se asocian los restos de las letrinas que se albergan en la cripta arqueológica, que ocupaban una de las esquinas de los baños. Esta zona experimentó profundas reformas a lo largo de su dilatada existencia. En un primer momento existió un depósito de agua de forma rectangular, al que corresponden los muros de hormigón hidráulico del exterior y el pavimento de pequeños ladrillos puestos en espiga (opus spicatum). Reformas posteriores motivaron la construcción de muros de mampostería y ladrillo, configurando unas letrinas de las que conservamos los canales por los que discurrían las aguas residuales, acometiendo a una pequeña cloaca encargada de evacuarlas al exterior del campamento.
Como fecha inicial de las termas se ha propuesto el siglo II d.C., tomando como apoyo una inscripción incisa dedicada al emperador Antonino Pio (138-161 d.C.) en un ladrillo que apareció en el lugar. Las excavaciones en Puerta Obispo, además de afirmar esta datación, han determinado que el conjunto termal aún estaba en uso en el siglo iv. Para su construcción se aprovechó una estructura precedente, posiblemente una piscina o un depósito. También han permitido establecer dos límites (este y sur) de esta imponente construcción.
La envergadura y calidad constructiva de las termas legionenses hicieron que el rey Ordoño I de Asturias situara en ellas su palacio, tras arrebatarles la ciudad a los musulmanes en el año 856. Más tarde, en 916 fueron donadas por el rey Ordoño II de León para la sede de la iglesia episcopal de Santa María, utilizándose una parte del antiguo edificio romano como panteón real, hasta que esta función se trasladó en tiempos de Ramiro II de León a Palat de Rey.
Asimismo, existen más restos de las termas romanas y de la antigua catedral románica bajo la actual catedral. En la zona norte está la llamada cripta de Menéndez Pidal, descubierta por este historiador y no abierta al público, que correspondería al caldarium de las termas, utilizada como cámara funeraria en la Edad Media, donde se conservan cinco sepulcros.


Próximo Capítulo: Capítulo 36 - Catedral del Burgo de Osma, Catedral Santa María (Vitoria), Iglesia de San Vicente (Ávila)

 

 

 

 

 
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